No Acepto Mi Cuerpo
No Acepto Mi Cuerpo
No Acepto Mi Cuerpo
Quizá lleves años martirizándote con dietas milagro o “la operación bikini de
turno”.
Tranquilo, no tienes que cancelar la primera, ni todas las medidas que hayas
puesto en marcha para mejorar tu imagen.
Nadie te está pidiendo que te autoengañes, y finjas que esa parte de tu cuerpo
que te desagrada de repente te resulte atractiva.
¿Cómo vas a aceptar esas manchas que tienes en tu costado, si cuando sales de
la ducha, evitas mirarte al espejo apresuradamente?
Si evito aquello que me disgusta, de alguna manera estoy negando que esté ahí
(por breves momentos claro).
Pero es tan forzado el intento por esconder algo tan mío, que en realidad lo que
hago es darle más espacio en mi cabeza.
“Sí, esto es lo que hay. Así soy. ¿Por qué habría de ser de otra manera? ¿Por qué
tendría que gustarme todo de ti?
¿De verdad crees que alguien se merece recibir valoraciones así? ¿No, verdad?
Pues ten cuidado, que puedes estar dirigiéndote a ti mismo algunas como éstas, o
más crueles.
Quizá un comentario puntual, no haga demasiada mella, pero día tras día, año tras
año, si sigues automatizando este tipo de autodiálogo tóxico lo más probable es
que te lo creas firmemente.
Los cambios son síntomas de que estás vivo, de que sigues evolucionando, de
que has vivido.
Con esto no digo que no puedas hacer cosas para cuidar tu estética, tu estilismo,
o tu belleza, por supuesto que sí.
Incluso tienes derecho a concederle la importancia que tú consideres oportuna,
¡faltaría más!
Tratar de revivir una imagen con sus antiguos elementos, es como querer ir
siempre con la misma ropa, sea la estación que sea.
Ahora bien, una cosa es dedicarle atención, y otra muy distinta es obsesionarse
con ello, intentando tener un control excesivo e irracional sobre todo lo
referente a este tema.
Cuídalo, enfatízalo y ensálzalo, no para gustar a los demás, sino para disfrutar
de una parte de ti.
De la misma manera que cuando uno consigue un trabajo que le gusta, sale a
celebrarlo y habla de ello, etc; recréate en lo que te gusta de tu aspecto.
Si eres capaz de detectar esas cosas que te resultan agradables de ti, dales
espacio, subráyalas. Por ejemplo, si te gustan tus hombros, busca ropa que los
deje al descubierto. Si te encantan tus labios, píntatelos.
Disfruta de ti.
Con frecuencia he trabajado con pacientes con baja autoestima que presentan
gran dificultad para encontrar algo que les guste de su cuerpo.
Frente al espejo: observa tus gestos, el tono de tu voz, tu forma de sonreír, cómo
caminas, tu altura, tu mirada (que es más que tus ojos), las inflexiones de tu voz a
la hora de hablar, etc.