No Acepto Mi Cuerpo

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No acepto mi cuerpo

Quizá lleves años martirizándote con dietas milagro o “la operación bikini de
turno”.

Ahora te propongo que desarrollemos otra operación paralela llamada “operación


aceptando mi físico”.

Tranquilo, no tienes que cancelar la primera, ni todas las medidas que hayas
puesto en marcha para mejorar tu imagen.

Es absolutamente compatible aceptar tu físico con llevar a cabo acciones


para mejorarlo, dentro de un equilibrio saludable.

Lo que no tiene sentido es engancharte obsesivamente a reparar lo que tú


consideras tremendas imperfecciones, como aquellos que desarrollan una
adicción a las intervenciones de cirugía estética.

La aceptación de nuestro físico no implica aprobación necesariamente.

Nadie te está pidiendo que te autoengañes, y finjas que esa parte de tu cuerpo
que te desagrada de repente te resulte atractiva.

La aceptación más bien trata de tomar conciencia de cómo eres, integrando en


una misma imagen lo que te resulta más admirable de ti junto con lo que no.

Es decir, persigue el poder tolerar la coexistencia de lo que te gusta con lo que


no te gusta, sin tener que emitir constantemente juicios de valor sobre ello.

#1. Exponte a tu imagen, no la evites.

¿Cómo vas a aceptar algo que evitas a toda costa?

¿Cómo vas a aceptar esas manchas que tienes en tu costado, si cuando sales de
la ducha, evitas mirarte al espejo apresuradamente?

Aceptar significa “reconocer la existencia de”.

Si evito aquello que me disgusta, de alguna manera estoy negando que esté ahí
(por breves momentos claro).

Pero es tan forzado el intento por esconder algo tan mío, que en realidad lo que
hago es darle más espacio en mi cabeza.

¿Paradójico verdad? Cuánto más evitas mirarlo, más lo tienes en la cabeza.


Pues puedes aplicar también el principio contrario.

Cuanto más lo mires, más familiar te resultará, menos reacción despertará


en ti y menos espacio le concederás en tu área de preocupaciones.

Empieza por ponerte frente al espejo, sin parecer un fugitivo. No escapes.


Obsérvate.

Sí, al principio te sentirás incómodo, te pondrás a caldo con críticas devastadoras.

Sin embargo, continua haciéndolo, introduciendo estas frases mientras te miras:

“Sí, esto es lo que hay. Así soy. ¿Por qué habría de ser de otra manera? ¿Por qué
tendría que gustarme todo de ti?

#2. No seas grosero contigo mismo, ni te descalifiques.

“Estás como una vaca”

“A quién pretendes gustar con esa panza”

“¡Qué asco de cuerpo!”

¿De verdad crees que alguien se merece recibir valoraciones así? ¿No, verdad?
Pues ten cuidado, que puedes estar dirigiéndote a ti mismo algunas como éstas, o
más crueles.

No hables de tus defectos como no lo harías de los de un amigo.

Quizá un comentario puntual, no haga demasiada mella, pero día tras día, año tras
año, si sigues automatizando este tipo de autodiálogo tóxico lo más probable es
que te lo creas firmemente.

#3. Incorpora el cambio como algo normal.

“Todo fluye, todo cambia, nada permanece” Heráclito

¿Por qué iba tu cuerpo a ser distinto?

Los cambios son síntomas de que estás vivo, de que sigues evolucionando, de
que has vivido.

Aferrarse a una imagen estática de uno mismo es síntoma de inmadurez.

Con esto no digo que no puedas hacer cosas para cuidar tu estética, tu estilismo,
o tu belleza, por supuesto que sí.
Incluso tienes derecho a concederle la importancia que tú consideres oportuna,
¡faltaría más!

Sin embargo, desbordarte emocionalmente cada vez que se produzca un cambio


en tu físico, debe ser agotador, ¿no?

Tratar de revivir una imagen con sus antiguos elementos, es como querer ir
siempre con la misma ropa, sea la estación que sea.

#4. Elimina los hábitos de control compulsivo

Cuidar tu aspecto físico es un síntoma de autoestima.

El autoconcepto físico (lo que tú piensas de ello) no se puede obviar.

Ahora bien, una cosa es dedicarle atención, y otra muy distinta es obsesionarse
con ello, intentando tener un control excesivo e irracional sobre todo lo
referente a este tema.

Algunas conductas compulsivas, no recomendables, que contribuyen a


obsesionarse (versus ocuparse) con el aspecto físico:

 Pesarse cada día


 Hablar constantemente de cuánto pesas, tu cuerpo, tu imagen, lo que tú
consideras tus defectos físicos, etc.
 Invertir excesivo tiempo en actividades o grandes cantidades de dinero en
tu estética, dejando de lado otras áreas de tu vida (trabajo, pareja, etc.) con
una insatisfacción permanente.
 A pesar de dedicar mucho tiempo y energía a tu aspecto, continuar
menospreciándote.

Propuesta: Disminuye estas falsas conductas de control que solo acrecientan tu


baja autoestima. Y si no te sientes capaz, consulta a un psicólogo.

#5. Dale al “defecto” su adecuada dimensión

Lo que no te gusta es sólo una parte de un todo.

Intenta ser muy concreto a la hora de pensar en lo que no te gusta de tu cuerpo.

Para empezar, sé consciente de que una dimensión del elemento, no define al


elemento, y un elemento no define al todo.

Es decir, que si lo que no me gusta es el grosor de los dedos de mi mano, este


parámetro no es la mano, y la mano no es todo mi cuerpo, y mi cuerpo no soy todo
yo.
Por tanto, puede no gustarme esa dimensión de mis dedos de la mano, y
gustarme la piel de mis manos, el tamaño de mis manos, mis uñas, mi forma de
caminar, etc.

#6. Detecta y potencia tus cualidades.

Sé consciente de lo que sí te gusta especialmente de tu aspecto.

Cuídalo, enfatízalo y ensálzalo, no para gustar a los demás, sino para disfrutar
de una parte de ti.

De la misma manera que cuando uno consigue un trabajo que le gusta, sale a
celebrarlo y habla de ello, etc; recréate en lo que te gusta de tu aspecto.

Si eres capaz de detectar esas cosas que te resultan agradables de ti, dales
espacio, subráyalas. Por ejemplo, si te gustan tus hombros, busca ropa que los
deje al descubierto. Si te encantan tus labios, píntatelos.

Disfruta de ti.

#7. Amplia tu autoconcepto físico.

Con frecuencia he trabajado con pacientes con baja autoestima que presentan
gran dificultad para encontrar algo que les guste de su cuerpo.

He observado que esto viene acompañado de un autoconcepto físico limitado o


pobre, en el sentido de que les cuesta ver algo más allá de un cuerpo.

El atractivo físico engloba muchas más cosas que el cuerpo en sí.

Frente al espejo: observa tus gestos, el tono de tu voz, tu forma de sonreír, cómo
caminas, tu altura, tu mirada (que es más que tus ojos), las inflexiones de tu voz a
la hora de hablar, etc.

Es decir, haz uso del lenguaje no verbal, de tu estilismo, de muchos más


componentes que pueden ampliar la imagen que tienes de ti mismo.

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste seguro en tu propia piel?

Mira este vídeo, volverás a sonreír

¿Sufres por tu físico?

¿Te sientes mal con tu cuerpo?

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