Vida de Gregor Mendel
Vida de Gregor Mendel
Vida de Gregor Mendel
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Mendel nació el 20 de julio de 1822 en Heinzendorf, parte hoy en día de la República Checa, pero
que en esa época pertenecía a Austria. Era hijo de granjeros, estudió en la escuela en Opava y
Olomuc. Al no poder seguir pagando su educación, optó por entrar en el monasterio. Entró como
monje en el monasterio agustino de Brno el 9 de octubre de 1843, donde fue ordenado sacerdote
el 6 de agosto de 1847. En 1850m pudo asistir a los cursos de la Universidad de Viena para
adquirir una educación más académica. Aunque trató de conseguir una plaza de profesor de
instituto, no fue capaz de superar los exámenes orales y continuó en el monasterio, donde llegó a
ser abad.
Mendel es considerado como el padre de la Genética moderna, por sus estudios sobre la variación
en las plantas de guisantes. Comenzó sus experimentos con estas plantas en 1856, tratando de
buscar las leyes de la herencia. Mendel describió los resultados de sus experimentos en un artículo
titulado “Versuche über Pflanzenhybriden” (“Experimentos sobre la hibridación de plantas”), que
presentó en dos sesiones de la Sociedad de Historia Natural de Brno, y publicó en la
revista Verhandlungen des naturforschenden Vereines en 1866. Aunque hoy en día se le considera
un artículo seminal, fue ignorado en esa época.
Mendel cultivó inicialmente dos variedades de guisantes, unos de color amarillo y otros verdes.
Después seleccionó otras plantas con características que se podían identificar fácilmente, como
guisantes lisos o rugosos. Estos caracteres (que hoy se identifican como: genes), le permitieron
cruzar una y otra las variedades y anotar los resultados. La gran aportación de Mendel fue usar
métodos estadísticos para cuantificar los experimentos. Esto le permitió enunciar sus famosas tres
leyes:
Primera ley o principio de la uniformidad: «Cuando se cruzan dos individuos de raza pura, los
híbridos resultantes son todos iguales
Segunda ley o principio de la segregación: «Ciertos individuos son capaces de transmitir un
carácter aunque en ellos no se manifieste».
Tercera ley o principio de la combinación independiente: Para la postulación de esta última
Ley, Mendel se basó en los resultandos obtenidos de los experimentos que realizó para comprobar
su segunda teoría (recordemos que aún no se conocía la existencia del ADN). Para ello, elaboró
una serie de entrecruzamientos fijándose, esta vez, en los caracteres de las semillas:
amarilla/verdes, lisas/rugosas. Quería saber si ambos caracteres se heredaban conjuntamente o
por separado.
Cruzó varias líneas puras de semillas, como hizo en su primer experimento, para obtener
una primera generación genéticamente homogénea (F1).
Esta F1 la volvió a cruzar con lo que se denomina un parental recesivo, aquel cuyos
caracteres solo se observan si sus dos genes son iguales (aabb); una semilla rugosa y
verde
Como resultado, obtuvo 1/4 de cada variedad: lisa-verde, lisa-amarilla, rugosa-verde,
rugosa-amarilla.
Comprobó, de esta manera, que los caracteres se heredan de manera independiente.
Posteriormente, la ciencia ha sabido que eso no siempre es así, puesto que existen caracteres que
se heredan ligados, ya que se localizan muy próximos en el ADN.
Como resultado de estos cruces entre lo que Mendel denominó razas puras, postuló sus tres leyes
por las que se rigen los patrones de transmisión de la información hereditaria de los caracteres
genéticos (genotipos). Durante toda su vida llevó a cabo varios experimentos más, aumentando el
número de caracteres observables.
Desde entonces, mucho ha evolucionado la Genética hasta nuestros días. Es asombroso que,
apenas 150 años después, seamos capaces de manipular dichos caracteres y confeccionar seres
modificados genéticamente, ya sean quimeras, transgénicos, clones o incluso personas.
El trabajo de Mendel fue ignorado hasta 1900, cuando los científicos Hugo de Vries, Carl Correns,
Erich von Tschermak y William Bateson, “redescubrieron” los postulados del monje agustino sobre
la herencia, denominándolos “leyes de Mendel”.
En 1936, Ronald A. Fisher, uno de los fundadores de la estadística y la genética de poblaciones,
estudió los experimentos de Mendel y puso en duda sus resultados: parecía imposible que fueran
tan ajustados a las hipótesis (lo que se dio en llamar la paradoja mendeliana). Sin embargo, otros
estudios aseguran que Fisher no interpretó adecuadamente esos experimentos. En cualquier caso,
la genética no sería igual sin las leyes formuladas por Mendel.
Él no pudo ver el triunfo de sus ideas, ya que falleció en Brno el 6 de enero de 1884.
Recientemente, he podido leer el cuento “La carta de Mendel”, parte del maravilloso libro “La fiebre
negra” de la escritora norteamericana Andrea Barrett, en la que Mendel es uno de los personajes:
Barrett cuenta como la sugerencia del científico suizo Carl Nägeli de extender los experimentos de
los guisantes a la vellosilla (que no es adecuada por su manera de reproducirse a este método)
llevó a Mendel a la frustración. A pesar de mantener una correspondecia con Mendel, cuando
publicó su libro en 1884, omitió deliberadamente toda referencia a Mendel.
Este año de la Biología Matemática debe servir para poner de manifiesto el excepcional trabajo de
Gregor Mendel, y su aplicación pionera de los métodos estadísticos a la biología.
Los primeros trabajos que dieron origen a la herencia genética fueron hechos por Mendel, por
medio de experimentos con variedades de guisantes o arvejas (que comenzó en el año 1856). El
análisis de los resultados permitió a Mendel concluir que, mediante el cruzamiento de razas que
difieren al menos en dos caracteres, pueden crearse nuevas razas estables. Sus descubrimientos
eran recibidos de forma cortés, pero con incomprensión, ya que para la época eran poco
convencional. Es gracias a Mendel que se logró conocer los recursos genéticos de ciertos
organismos, aunque su nombre no solo tiene que ver con la genética, también el uso de la
matemática, mediciones cuantificadas y estadísticas aplicadas en la biología. Fue un monje
agustino y naturalista nacido en Heinzendorf, Austria (actual República Checa).
La falta de respuesta hacía sus trabajos y la falla de sus experimentos con hierba de halcón lo
llevaron a no tenerle tanta atención a su trabajo científico. Su elección como superior en 1868 le
ayudó en parte para su aflicción; sus esperanzas de retomar sus experimentos fueron apartadas
por el trabajo de llevar el monasterio.
Meses antes de su muerte, Mendel comentó con resignación y sabiendo de la importancia de sus
descubrimientos: "Mis estudios científicos me han dado gran satisfacción, y estoy convencido de
que no será muy lejos cuando el mundo entero conozca los resultados de mi trabajo (...)"