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Guiora Esrubilsky
Asesor de presidencia
Natalio Fichelson
Asesor de presidencia
Claudio Epelman
Director
Introducción a Coloquio
Hoy, más de tres décadas después, dirigido por el Lic. Emiliano Joab, y con los cambios
lógicos en pos de la actualización y adaptación de esta publicación a los tiempos que
corren, el Congreso Judío Latinoamericano decide relanzar esta herramienta intelec-
tual abrigando los mismos propósitos que tuvo en su origen y que orientan el quehacer
de nuestra organización:
La Fundación Congreso Judío Mundial no se hace responsable por el contenido de los artículos publicados
en Coloquio, sean éstos de terceros o propios y firmados por los autores.
Permitida la reproducción total o parcial, asi como la traducción a cualquier idioma, citando la fuente.
El choque de cosmovisiones
Carlos Escudé...................................................................................................................... 31
Desafíos abiertos
Bernardo Kliksberg............................................................................................................. 43
La iniciativa olvidada de Costa Rica ante la ONU sobre la paz en Medio Oriente
Yosef Govrin........................................................................................................................ 83
Hace unos años, el primer embajador “palestino” ante la Argentina –elevado a esa
dignidad por el gobierno de Menem, puesto que no representaba a un Estado sobe-
rano– dijo que Jerusalén fue fundada por los palestinos quinientos años antes de que
naciera el patriarca Abraham. Si uno confía en la narración bíblica, que es el único
texto que se refiere a esa remota personalidad, entonces existía una localidad llama-
da Salem, perteneciente a los nabateos, cuyo jefe se llamaba Melquisedec. Abraham y
Melquisedec, según esa narración, intercambiaron gestos de recíproco respeto. Aún no
se llamaba ese lugar Jerusalén ni asomaba la menor referencia a los palestinos. Salem
no volvió a ser mencionada hasta los días de David quien, un milenio antes de la era
cristiana la conquistó, rebautizó “Jerusalén” y convirtió en capital de su reino. A partir
de entonces adquirió una relevancia que no pudo ser destruida por ningún invasor de
la Tierra. Según diversos testimonios arqueológicos, el enclave era muy antiguo, en
efecto, y había pertenecido a diferentes y olvidadas comunidades antes de David. Pero
ninguna de ellas se llamó “palestina”. El embajador mintió olímpicamente.
Si acudimos a la etimología de la palabra, “Palestina” deriva de “Philistea”. Fue el
territorio costero conquistado por invasores provenientes de Creta. La Biblia narra los
enfrentamientos que mantuvieron con los hebreos durante varios siglos, dando lugar
a narraciones de profundo impacto como el romance de Sansón y Dalila, los combates
del rey Saúl y la desigual pelea entre David y el gigante Goliat. Los filisteos, sin embar-
go, nunca pudieron llegar a la profundidad del territorio que controlaban los hebreos
y es lógico suponer que terminaron asimilándose a éstos, porque nadie jamás volvió a
mencionarlos. Las palabras “Philistea” y “filisteo” quedaban muertas, junto a los nom-
bres de otros pueblos que habitaron el Sinaí, Tierra Santa y sus alrededores.
No existe ninguna mención al “Pueblo Palestino” en toda la Antigüedad. Ninguna.
Sólo cabría homologarlo con los filisteos llegados desde Creta –como dijimos–, y que
desaparecieron por completo. En contraste, resulta muy fuerte y reiterativa en esa épo-
ca la expresión “Pueblo de Israel”.
Recién luego de la segunda gran rebelión judía contra el Imperio Romano resuci-
10 | Marcos Aguinis
tan los filisteos (sólo como palabra, no como pueblo). Adriano, iracundo por una lucha
que no parecía tener fin, decidió borrar los lazos judíos con ese agitado territorio. A Je-
rusalén le cambio su nombre por el de “Aelia Capitolina” y a todo el país ordenó quitar-
le la conocida denominación de “Judea”. Con el pícaro propósito de convertirlo en un
espacio que sea ajeno a los judíos, escogió el nombre de quienes mil años antes habían
sido sus enemigos: los filisteos. “Judea” se convirtió en “Philistina”. Es paradójico que
siempre quedaron viviendo allí judíos, pese a las matanzas, expulsiones y conversión de
muchos en esclavos. No existía un solo filisteo (palestino).
La decisión calenturienta y arbitraria de Adriano tuvo poca suerte durante centu-
rias, porque los judíos siguieron llamando Eretz Israel (Tierra de Israel) a ese país y los
cristianos la bautizaron “Tierra Santa”.
La invasión árabe en el siglo VII se realizó en medio de la sistemática islamización
que se hacía del legado hebreo. Esa tendencia comenzó con el profeta Mahoma, quien
dictó el Corán, libro en el que no sólo se reproducen nombres y episodios bíblicos,
sino que se transfieren asuntos importantes, como el sacrificio de Isaac a Ismael. No
pretendo caer en un debate teológico, sino señalar que Tierra Santa fue importante
para la emergente religión porque allí sucedieron hechos que refiere el Corán, pero
protagonizados por el pueblo de Israel. En ningún versículo asoma palestino alguno,
ni por casualidad.
Durante las Cruzadas murieron muchos judíos y musulmanes a manos de los in-
vasores. Tampoco en ese tiempo los musulmanes fueron identificados como palestinos.
Esa denominación hubiera parecido absurda.
Más adelante el Imperio Otomano redujo el país a “Vilayato de Jerusalén”, porción
de una extensa provincia llamada “Siria”. Recién a fines del siglo XIX volvió a renacer la
palabra “Palestina”, con el objeto de diferenciar su espacio del resto de Siria. Es intere-
sante consignar que tuvo más éxito entre los judíos que entre los árabes y musulmanes
en general. Cuando a principios del siglo XX surgió el nacionalismo árabe, manifestó
su enojo y ¡acusó al sionismo de haber inventado Palestina! No había “pueblo palestino”,
sino un territorio que se empezaba a llamar “Palestina”, y donde todos sus habitantes
–cristianos, judíos, musulmanes, drusos– eran identificados como “palestinos”. Los ju-
díos se reconocían a sí mismos como “judíos palestinos”. Hasta el diario sionista Jerusa-
lem Post se llamaba entonces Palestine Post.
El mapa demográfico había empezado a modificarse a partir del siglo XIX. Según
referencias de viajeros célebres –entre los cuales podemos mencionar a Mark Twain– el
país estaba casi totalmente desierto y abandonado. Se podía viajar días enteros sin ver
un alma. Había pequeñas comunidades judías arraigados en Jerusalén, Iafo, Hebrón,
Tiberíades y Safed, que convivían con una escasa población árabe (jamás llamada pue-
blo palestino, es necesario insistir). Antes del primer Congreso Sionista (1897) ya se
fundaron granjas y empezó la sistemática inmigración judía. La actual geografía que
comprende a Israel, Jordania y los llamados Territorios Palestinos, se identificaba en
Invención del pueblo palestino | 11
todo el mundo como “Palestina”, en especial gracias a la energía del movimiento na-
cional judío, que creció en forma exponencial durante el Imperio Otomano. Antes de
la Primera Guerra Mundial inventó los kibutzim, construyó carreteras, fundó grandes
ciudades (Tel Aviv en 1909), forestó colinas desiertas, habilitó granjas, levantó escue-
las, amplió Jerusalén fuera de las murallas y hasta organizó una fuerza de autodefen-
sa. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, la comunidad judía prestó un heroico
apoyo a las fuerzas aliadas. Antes de terminar la conflagración, en reconocimiento a
su despeño, fue lanzada la Declaración Balfour que reconocía el derecho a levantar en
Palestina un Hogar Nacional para el pueblo judío.
Llegada la paz, las potencias victoriosas se distribuyeron con mentalidad colonial
toda la región. De ese modo Palestina e Irak quedaron bajo hegemonía inglesa, mien-
tras Siria y El Líbano (segregada de Siria) pasaron al dominio francés.
Inglaterra, para agradecer el apoyo de la dinastía hashemita, designó a Feisal rey de
Irak y amputó dos tercios de Palestina para crear el reino hashemita de Transjordania
con Abdullah en su trono. Gran Bretaña tenía un proyecto que no coincidía con la De-
claración Balfour y, a poco andar, empezó a obstruir el crecimiento del Hogar Nacional
Judío. Pero en ningún momento se hablaba de otro “pueblo palestino” que la totalidad
de sus habitantes, en especial los judíos, empeñados en conseguir la independencia. Los
árabes no manifestaron la misma ambición y ciertos grupos reaccionarios, dirigidos
por el filonazi Mufti de Jerusalén, escogieron como objetivo de su lucha exterminar a
los judíos que traían el progreso y la obscena secularización.
El resto de la historia es muy cercana. La ONU decidió la Partición de Palestina
en dos Estados, uno Árabe y otro Judío. El Judío voceó su independencia apenas Gran
Bretaña arrió el pabellón. Los árabes, en cambio, no proclamaron ningún Estado, sino
que se lanzaron a una guerra de intenciones genocidas: “arrojar a todos los judíos al
mar”. Cerradas las hostilidades, tampoco proclamaron un Estado árabe en las tierras
que retuvieron. En 1949 Transjordania cambió su nombre por el de Jordania para con-
solidar la apropiación de un espacio que jamás le había pertenecido. Durante casi dos
décadas no hubo ningún intento de erigir un Estado árabe en los territorios bajo el
poder de Egipto y Jordania. Recién poco antes de la Guerra de los Seis Días, el pre-
sidente Nasser fundó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) con el
propósito de destruir a Israel y, recién sobre sus ruinas, erigir un Estado árabe, quizás
sin la Cisjordania entonces en poder del reino hashemita (¡vaya paradoja, porque ahora
Cisjordania es el núcleo de la Autoridad Palestina!).
Las palabras “Palestina” y “palestinos” fueron perdiendo su sentido original. Se ha
impuesto uno nuevo, producto de una invención que adquirió rápida potencia y se fue
revistiendo de mitología, como atribuirle una existencia anterior al patriarca Abraham.
Ahora se habla del “pueblo palestino” con una identidad excluyente y que es, además, el
pueblo aborigen de ese país (con absoluto desprecio de la historia): ya no son los judíos,
sino sólo los árabes de Tierra Santa o la histórica Eretz Israel quienes lo integran. Se lo
12 | Marcos Aguinis
MARCOS AGUINIS.
Nació en Córdoba, Argentina. Escritor que ha transitado una amplia formación
internacional en literatura, medicina, psicoanálisis, arte e historia. Dijo: “He viaja-
do por el mundo, pero también he viajado por diversas profesiones”.
En 1963 apareció su primer libro y, desde entonces, ha publicado diez nove-
las, catorce libros de ensayos, cuatro libros de cuentos y dos biografías que generan
entusiasmo y polémica.
En los últimos años todos sus títulos se convirtieron en best-sellers.
Aguinis es seguido por millares de admiradores que recomiendan, discuten y coleccionan sus obras.
Ha escrito artículos sobre una amplia gama de temas en diarios y revistas de América Latina, los
Estados Unidos y Europa. Ha dictado centenares de conferencias y cursos en instituciones educativas,
artísticas, científicas y políticas en Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Israel, Rusia, Italia y
casi todos los países latinoamericanos.
Cuando se restableció la democracia en la Argentina en diciembre de 1983, Marcos Aguinis fue
designado Subsecretario y luego Secretario de Cultura de la Nación; impulsó la famosa “primavera cultu-
ral” que animó el país. Creó el PRONDEC (Programa Nacional de Democratización de la Cultura), que
obtuvo el apoyo de la UNESCO y de las Naciones Unidas, y puso en marcha intensas actividades partici-
pativas para concientizar a los individuos sobre los derechos, deberes y potencialidades que se cultivan en
una real democracia. Por su obra fue nominado al Premio Educación para la Paz de la UNESCO.
En el campo de los Derechos Humanos enfrentó temas polémicos que pusieron en riesgo su vida.
Durante la última dictadura fue limitada la circulación de sus libros y algunos salían del país en forma
clandestina.
Innumerables lectores admiran su visión profética sobre el conflicto árabe-israelí, las tensiones in-
ternas de la Iglesia Católica, el autoritarismo y el resurgimiento del fundamentalismo étnico y religioso.
Marcos Aguinis ha recibido, entre otros, el Premio Planeta (España), el Premio Fernando Jeno
(México), Premio Benemérito de la Cultura de la Academia de Artes y Ciencias de la Comunicación,
Premio Nacional de Sociología, Premio Lobo de Mar, Premio Nacional de Literatura, Faja de Honor de
la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Premio Swami Pranavananda, la Plaqueta de Plata Anual
de la Agencia EFE por su contribución al fortalecimiento de la lengua y cultura iberoamericanas, el
Premio Esteban Echeverría (Gente de Letras), el Premio J. B. Alberdi (Hispanic American Center of
Economics Research) y fue designado por Francia, Caballero de las Letras y las Artes. Le otorgaron el
título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Tel Aviv (Israel; 2002) y la Universidad de San
Luis (2000). En 1995 la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) le confirió el Gran Premio de Honor
por la totalidad de su obra.
El asesinato de Dios.
Nuevos rasgos de
viejas fobias
Roberto Bosca
Con el nombre que designa el título de esta reflexión acaba de editarse en caste-
llano el ensayo Der Gottersmond (el asesinato de Dios), que reúne una colección de
artículos de Eric Voegelin, donde el filósofo alemán –a quien en tiempos recientes se ha
comenzado felizmente a redescubrir–, denuncia el desencantamiento del mundo de la
modernidad1, con su desaparición de las tradiciones religiosas, exigiendo la restitución
de su papel para la construcción social de la comunidad.
El sustantivo “asesinato”, que recuerda la noción nietzscheana de “La muerte de
Dios”, pero que también refiere a un autor, puede parecer efectista pero resulta acaso
suficientemente gráfico o expresivo para sintetizar un odio que se ha traducido, a partir
de una voluntad de suprimir o excluir la religión, también en la supresión física y ma-
terial de los creyentes.
En forma correlativa a este proceso de secularización y como parte del mismo co-
mienza a desplegarse el mundo de las ideologías, que asumen un papel sustitutivo de
lo sagrado, configurándose como verdaderas religiones seculares2. De manera conjunta
con este proceso de construcción e impulsando el mismo se produce entonces una
ruptura y una actitud hostil hacia la sacralidad tradicional, sin perjuicio de otros corre-
lativos rechazos radicados en fuentes religiosas propiamente dichas.
El historiador Javier Tusell remite a dos asesinatos paradigmáticos de la Guerra
Civil Española como son las ejecuciones de Paracuellos del Jarama por parte del bando
republicano y la de Federico García Lorca por parte del franquista, como un signo del
odio entre hermanos de una misma tierra. En esta guerra existió –como todos sabe-
1 Eric Voegelin, El asesinato de Dios y otros escritos políticos. Prólogo de Peter J. Opitz, Hydra, Bs.As.,
2009.
2 De entre la frondosa bibliografía hoy existente, puede consultarse la trilogía histórica de Michael Bur-
leigh, El Tercer Reich, Causas Sagradas y Poder terrenal, de las que existe traducción castellana de la
editorial española Taurus. Debe distinguirse la religión civil de la religión política, ambas religiones
seculares.
14 | Roberto Bosca
3 Cfr. Roberto Bosca-José Enrique Miguens (Comps.), Política y religión. Historia de una incomprensión
mutua, Lumiére, Bs.As., 2007, segunda parte.
El asesinato de Dios. Nuevos rasgos de viejas fobias | 15
Islamofobia
4 Si bien la Revolución Francesa es considerada universalmente un icono del espíritu antirreligioso, debe
decirse que ella misma es una religión política a cuyo calor florecieron dogmas y liturgias revoluciona-
rias que impusieron el credo de los derechos humanos como los diez mandamientos o las tablas de la
ley de una religión secular.
5 Cfr. Gilles Kepel, Las políticas de Dios, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1995.
16 | Roberto Bosca
fundidas a partir de los primeros años del nuevo milenio por algunos formadores de
opinión como Oriana Fallaci y anuncian que el Islam sería al correr de los hechos y
en un tiempo relativamente breve, una cultura dominante en Europa. Hay que decir
que estas advertencias, por su parte, han suscitado también reproches sociales de odio
étnico e injuria racial y el escritor Michel Houellebecq ha sido el centro de una contro-
versial acusación de racismo fundado en una presunta islamofobia.
La actual corriente de fobia antiislámica parece adecuarse en cierto modo a las
discutidas tesis de Samuel Huntington en Clash of Civilizations8, cuando con un éxito
resonante proclamó en los años noventa que el choque de civilizaciones dominaría la
política global y que sus mutuos rasgos identitarios en discordancia serán los frentes
de batalla del futuro. Según Huntington, una conexión islámico-confuciana ha comen-
zado a entretejerse cara a un problemático porvenir que algunos sospechan que ya ha
comenzado.
Si bien la islamofobia se presenta también como un rechazo al fundamentalismo
o al islamismo y no a la generalidad de los musulmanes9, esta salvedad no alcanza a
eximirla de su lógica discriminatoria, en tanto de hecho ha contribuido a difundir una
hostilidad a la religión y a la cultura islámicas.
Esta oposición radical se ha fundado en que ella comporta en sí misma una incom-
patibilidad con las normas básicas sobre las que se ha construido la civilización occi-
dental, como los derechos humanos y la distinción entre los ámbitos de la religión y la
política. Según su parecer, desde estas premisas sería imposible establecer un verdadero
diálogo interreligioso e intercultural.
Un reciente episodio que apuntaría a la quema del Corán en los Estados Unidos,
la negativa a los minaretes en la Confederación Suiza y la prohibición del velo islámico
en Francia, así como sobre todo el surgimiento de nuevos partidos nacionalistas que
establecen en sus programas una política de restricción a las migraciones de esa prove-
niencia, configuran diversas expresiones de una misma sensibilidad.
Estos partidos políticos en sostenido crecimiento, como aconteció ya en los años
treinta, recogen los votos de la clase media conservadora que tradicionalmente susten-
taba las políticas liberales (no olvidar que un fascista ha sido definido como “un liberal
asustado”), un sector ahora preocupado en detener como sea a la nueva “invasión de
los bárbaros”.
8 Cfr. Samuel Huntington, The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, Simon & Schuster,
Nueva York, 1996, trad. cast.: Choque de Civilizaciones, Paidós, Bs.As., 1997. Esta obra se origina en un
artículo publicado por el autor en “Foreign Affairs” en el verano de 1993 y aún hoy sigue convirtiéndose
en un centro de polémicas. Uno de sus principales contradictores fue el orientalista Edward Said, quien
ha sido un agudo crítico de los prejuicios occidentales sobre Oriente.
9 Cfr. Oliver Roy, Les etats musulmans: entre islamisation et laicité. Religions et libertés dans le monde, en
Jean Bauberot (Dir.) “La laicité á l’épreuve. Religions et libertés dans le monde”, Universalis, París, 2004,
95-108. En la misma obra, también ver: Sébastian Fath, Le fondementalisme, 163-171.
18 | Roberto Bosca
Judeofobia
Al ser la más abundante la literatura en este terreno, y por consiguiente más co-
nocida, solamente voy a referir algún aspecto de la cuestión. En los últimos años ha
surgido la expresión “judeofobia”10 para designar de otro modo o reemplazar el térmi-
no tradicional –“antisemitismo”– con que desde el último tercio del siglo XIX se venía
designando el odio hacia los judíos. El nuevo concepto de judeofobia, que en realidad
no es tan nuevo porque fue acuñado en forma casi simultánea que la de antisemitis-
mo11, permite asignar un papel más visible a la dimensión religiosa, desdibujada en la
de antisemitismo por elementos de orden más ideológico y político.
En tal sentido, debe decirse que también se ha comenzado a hablar de un neoan-
tisemitismo, como una nueva formulación que abandona los caracteres clásicos del
antisemitismo tradicional –por ejemplo, entre ellos deja de lado el factor étnico y reli-
gioso– para centrarse en una oposición más estricta al sionismo (contra el cual dirige
la acusación de racismo) y al Estado de Israel, negando el derecho del pueblo judío a su
conformación política como una nación, en litigio con el pueblo palestino.
Esta opinión negatoria de la autodeterminación política del pueblo judío es igual-
mente sostenida por la ultraortodoxia religiosa en el mismo judaísmo, pero constituye
propiamente el antisionismo, cuya legitimidad si bien puede admitirse en forma aislada
o autónoma, en bastantes ocasiones aparece unido o denuncia una actitud próxima o
identificada con el antisemitismo, por lo que de hecho y como hipótesis debe recono-
cerse una cierta unidad implícita o al menos una conexión posible entre ambos.
En cuanto a sus sujetos, la nueva edición de antisemitismo se diferencia también de
la anterior en que no solamente es sostenida por las corrientes ultraderechistas, donde
en el siglo pasado se expresó principalmente el antisemitismo, sino que asimismo reco-
noce fuentes progresistas y encuentra además un acentuado y fuerte impulso en el isla-
mismo radical. De este modo, el neoantisemitismo o el antijudaísmo se ha trasladado
de alguna manera de las fuentes integristas al progresismo, sin haber dejado, claro está,
las primeras. En conclusión, hay que decir que hoy la judeofobia es más progresista que
integrista.
Es posible que la actual actitud neoantisemita (siempre quienes la sostienen pro-
testarán que su actitud es antisionista y no antisemita) de la izquierda que parece que-
rer superar al nacionalismo autoritario y al integrismo tradicionalista en su prédica
antijudía a partir de los tardíos años ochenta, tenga una de sus vertientes en su propio
y tradicional antinorteamericanismo.
Merece la pena recordar que esta postura reconoce sus raíces en el antiguo anti-
capitalismo socialista, que adjudicaba a los judíos una dirección de la economía inter-
10 La expresión fue acuñada por Pierre-André Taguieff en La nueva judeofobia, Gedisa, Barcelona, 2002.
11 El concepto de antisemitismo data de 1879 y se debe a Wilhelm Marr, y el de judeofobia data de 1882 y
se debe a León Pinsker.
El asesinato de Dios. Nuevos rasgos de viejas fobias | 19
Cristianofobia
todos los ciudadanos cualquiera sea la religión que profesen así como a los ciudadanos
que no suscriben ninguna identidad religiosa.
Esta agresividad se puede percibir cada vez con más nitidez no solamente en te-
rritorios extraños a la fe, sino incluso en países de antigua tradición cristiana, en los
que sufren en distintos grados una situación de menosprecio y hostilidad que da lugar
a múltiples discriminaciones de distinto tipo, tanto en el orden privado como en el
administrativo y estatal.
No deja de ser paradojal que los cristianos sigan sufriendo esta llamada cultura del
menosprecio –que ellos habían practicado largamente con los judíos– y que se traduce
en restricciones y aun discriminaciones en los propios santos lugares que constituyen
el núcleo fundacional de su fe. Pero esta situación de escándalo se comprende mejor si
se considera que para judíos y musulmanes el área geográfica litigiosa es también ella
un lugar santo.
Debe puntualizarse que este cuadro constituye una grave lesión a sus derechos
fundamentales e involucra frecuentemente atentados a su integridad personal y a sus
propias vidas como consecuencia de miedos e ignorancias y también del propio odio
religioso, traducidos en prejuicios, estereotipos e intolerancias, a las que no son ajenas
las motivaciones de carácter cultural. La cristianofobia tiene hoy una visibilidad más
reducida que otras fobias antirreligiosas, pero ello no disminuye su importancia, sino
que al contrario, torna más necesaria su valoración moral.
En crecimiento en las últimas décadas, especialmente debido a impulsos del hu-
manismo secular, que ve a uno de sus principales enemigos en la Iglesia católica, la
cristianofobia se dirige contra los fieles, bien individualmente como en forma colectiva
y genérica en cuanto comunidad religiosa o religión. En tal sentido ella puede aten-
tar contra movimientos sociales confesionales o inspirados en el mensaje evangélico y
también contra las propias instituciones religiosas, y ocasionalmente puede responder
a la condición minoritaria de los católicos cuando se tiende a establecer una homoge-
neidad religiosa en un escenario local.
La delicada situación de los cristianos en Medio Oriente ha llevado así a un éxodo
forzoso que adquiere características de un exilio, con la consiguiente disminución de
su fuerza social en la región. Aunque desde luego no puede imputarse esta actitud al
islam como religión, en varios países oficialmente musulmanes como Irak la hostilidad
ha llegado a ser violenta, al ser identificados con el enemigo político y cultural repre-
sentado por los Estados Unidos, y también se han dado persecuciones sangrientas en
Nigeria, Sudán y Egipto, así como en otras naciones donde se han despertado ances-
trales fanatismos bajo nuevos movimientos y corrientes fundamentalistas, como es el
caso de la India.
Algunos gobiernos de naciones occidentales que han mantenido en el pasado
regímenes coloniales, ahora influidas por el secularismo, adoptan actitudes prescin-
dentes ante la persecución como resultado de un sentimiento de culpa que constitu-
El asesinato de Dios. Nuevos rasgos de viejas fobias | 21
16 Cfr. Agencia Judía de Noticias, Boudou. Comunidad judía rechaza declaraciones de ministro de Econo-
mía argentino y reclama retractación, en http://www.prensajudia.com. El funcionario acusó a dos perio-
distas de ser “como los que ayudaban a limpiar las cámaras de gas en el nazismo”.
El asesinato de Dios. Nuevos rasgos de viejas fobias | 23
Roberto Bosca
Es abogado por la Universidad del Salvador y doctor en derecho en la Universidad
de Buenos Aires. Es profesor de Ética Social en la Universidad Austral y miembro
del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa y el Consorcio Latinoamericano
de Libertad Religiosa. Ha sido profesor visitante de varias universidades y consul-
tor de diversos organismos e instituciones como la Fundación Carolina de Argen-
tina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y la Comisión
Nacional Justicia y Paz. Actualmente es miembro del Instituto Acton de Argentina y del Instituto
de Filosofía Política e Historia de las Ideas Políticas de la Academia Nacional de Ciencias Morales y
Políticas.
Ha publicado varios libros y es autor de numerosos artículos y trabajos de investigación sobre la
especialidad de Religión y Política, en el país y en el extranjero. Su último libro, en colaboración con el
sociólogo José Enrique Miguens, trata sobre el estado actual de la discusión acerca de Religión y Polí-
tica, y reúne trabajos de expertos de diversas universidades latinoamericanas y europeas en materias
como laicidad, discriminación y libertad religiosa.
Israel y la crisis de
Medio Oriente
Jorge Castro
Tan importante como la ola insurreccional que recorre el mundo árabe es el hecho
de que algo esencial en ella no ocurrió.
El dato estratégico central de la movilización de la sociedad civil que transforma
irreversiblemente el statu-quo en Oriente Medio y el Norte de África es que no fue des-
atada ni liderada por el fundamentalismo islámico o Al Qaeda.
La clave del misterio de la obra de Arthur Conan Doyle (“Silver Blaze”; ”Llamarada
de Plata”) es –en los términos de Sherlock Holmes– “el curioso incidente de por qué el
perro no ladró”, y la razón del acertijo es que omitió hacerlo. Se pregunta Heidegger:
“¿Por qué existe algo y no mejor nada?” Todo indica que Al Qaeda (Osama Bin Laden)
–exactamente como Barack Obama– fue sorprendido por los acontecimientos. Los su-
Israel y la crisis de Medio Oriente | 27
3. Israel hoy
Las dos principales debilidades israelíes son el bajo nivel de participación de la po-
blación en la fuerza de trabajo –sobre todo en la comunidad ultra ortodoxa y la árabe-
israelí–, y la elevada tasa de pobreza, causa fundamental de la extrema desigualdad del
país, una de las mayores entre los países de la OCDE.
El producto israelí aumentó 5.5% anual entre 2003 y 2008, y un promedio de 4.5%
por año desde 1993. Pero el PBI per cápita creció 3% anual en ese período, y es 60% del
nivel de los Estados Unidos y 80% del promedio de la OCDE.
Israel tiene un alto nivel de pobreza y desigualdad social. El 20% de la población
está por debajo de los niveles de pobreza establecidos por el Banco Mundial; y se con-
centra en la colectividad árabe-israelí (22% de la población), en la que superó el 50%;
28 | Jorge Castro
Conclusiones
Una regla estratégica esencial es que la única forma de influenciar una tendencia
es acelerarla. Esto significa que el fortalecimiento de la economía y la sociedad israelí,
a través del aumento de la fuerza de trabajo y la disminución de la desigualdad, es la
primera de sus prioridades estratégicas en un mundo cada vez más abierto e integrado,
y cada vez más competitivo.
En este sentido, está en el interés de Israel fortalecer el proceso de construcción
estatal de la ANP, así como el desarrollo de una estructura de elites e institucional en
la comunidad árabe-israelí. Se trata de ayudarla en su proceso de creciente autonomía,
que lleva en algún punto del futuro a su integración con la ANP.
La regla establecida por el Cnel. George C. Marshall, cuando fue Jefe de la Escuela
de Infantería en Fort Benning (Georgia), fue una máxima tomada del Gral. Stonewall
Jackson: “Jamás tomes consejos de tus miedos”.
JORGE CASTRO.
Nació el 10 de marzo de 1943. Abogado (UBA, 1969). Se desempeñó como ana-
lista político en diferentes medios de comunicación, columnista de los diarios ar-
gentinos Perfil, La Nación y Clarín. Fue Jefe de la Sección Política Internacional
del diario Tiempo Argentino y Director Adjunto del diario El Cronista Comercial
(1986-97).
Fue Secretario de Planeamiento Estratégico de la Presidencia de la Nación
(1998-99). Docente de las Universidades de Buenos Aires y del Salvador; de la Facultad Latinoame-
ricana de Estudios Sociales (FLACSO), de la Escuela de Defensa Nacional, Superior de Guerra y del
Instituto del Servicio Exterior. Es miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales
(CARI). Dictó conferencias y exposiciones en numerosas entidades políticas, educativas y de inves-
tigación.
Es Presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico. Recibió el Premio Konex 1997 en la
categoría: Análisis Político. Jurado Premios Konex 2007, categoría: Comunicación-Periodismo. Fue
premiado con la Orden Nacional de Cruzeiro Do Sul, otorgada por el Gobierno del Brasil, entre otras
distinciones.
El choque de cosmovisiones
Carlos Escudé
Introducción
1 Según el volumen sobre el vocablo inglés “Modernizing” del diccionario Webster’s Quotations, Facts and
Phrases (ICON Group International, San Diego, California, 2008): “Neomodernism is a term that has at
times been used to describe a philosophical position based on modernism but addressing the critique
of modernism by postmodernism. It is currently associated with the works of Ágnes Heller and Carlos
Escudé, and is strongly rooted in the criticisms which Habermas has leveled at postmodern philosophy,
namely that universalism and critical thinking are the two essential elements of human rights and that
human rights create a superiority of some cultures over others. That is, that equality and relativism
are ‘mutually contradictory’”. Cuya traducción es: “Neomodernismo es un término que se ha usado
ocasionalmente para describir una postura filosófica basada en el Modernismo pero que hace referen-
cia a la crítica del Modernismo por el Postmodernismo. Actualmente se lo asocia con los trabajos de
Agnes Heller y Carlos Escudé, y está fuertemente arraigado en las críticas que Habermas ha dirigido a
la Filosofía Posmoderna. A saber: que el universalismo y el pensamiento crítico son los dos elementos
esenciales de los derechos humanos y que los derechos humanos crean una superioridad de algunas
culturas sobre otras. Es decir, que la igualdad y el relativismo son ‘mutuamente contradictorios’”.
32 | Carlos Escudé
“Si todos los seres humanos poseen un mismo conjunto de derechos emanados de
su condición de individuos, entonces todas las culturas no son moralmente equivalen-
tes, porque hay culturas que no reconocen, ni siquiera en principio, la vigencia de tales
derechos” (en adelante Proposición A).
“Si por el contrario, todas las culturas son moralmente equivalentes, entonces to-
dos los individuos no están dotados de los mismos derechos humanos, porque hay
culturas que adjudican a algunos hombres más derechos que a otros hombres y mujeres
(Proposición B).”2
2 Comencé a acuñar estos conceptos con mi artículo “Natural Law at War”, publicado el 21 de mayo de
2002 en The Times Literary Supplement (TLS, Londres), p. 27. Por neomodernismo entiendo una postura
filosófica reivindicatoria de los principios de la modernidad y en oposición del postmodernismo y el
multiculturalismo.
El choque de cosmovisiones | 33
“Si por el contrario, todos los hombres y mujeres poseen los mismos derechos
esenciales, entonces un orden totalitario que pretenda anular estos derechos debe ser
combatido, aunque se escude en fantaseosas leyes historicistas que supuestamente con-
ducen a un paraíso social de la mano de la revolución (Proposición A-2)”.
Esta díada de conflicto entre dos universalismos opuestos fue la fuente de la Guerra
Fría. Aunque ya no es un motor de la historia, es útil recordar que el mundo estuvo a
punto de estallar en una guerra nuclear apocalíptica para resolver la tensión entre un
universalismo liberal y otro historicista. Cuando se contraponen en la primera línea
de la competencia por el poder mundial, el conflicto inherente a estas díadas puede
conducir al holocausto supremo.
Complementariamente a estas concepciones universalistas, pero opuestas entre sí,
existe un conjunto de cuatro concepciones jerárquicas y particularistas (o supremacis-
tas). Están basadas en la supuesta superioridad de un segmento del género humano
sobre los demás. Diversas cualidades han sido usadas para justificar primacías:
1) La pertenencia a una raza o pueblo “superior”,
2) Una fe revelada,
3) La portación de un sexo, y
4) La adscripción a un estamento social.
“Si existe una raza de señores, entonces todos los individuos no poseen los mismos
derechos esenciales, porque los miembros de la raza superior deberán señorear sobre la
humanidad entera en virtud de su adscripción étnica (Proposición N o Nazi).
“Si por el contrario, todos los individuos poseen los mismos derechos esenciales,
no existe tal cosa como una raza de señores, porque el señorío de cada individuo de-
penderá de su capacidad, patrimonio y atributos personales (Proposición A-3).”
Fue necesario sacrificar sesenta millones de vidas humanas para zanjar la dispu-
ta entre este enunciado particularista y su contraparte universalista, eliminando así la
perversa utopía nazi.
El actual choque entre el extremismo islámico y el Occidente liberal y secular deri-
va de una díada de características similares:
“Si el Corán es la única Escritura revelada y el medio al que acudió Dios para
legislar sobre los asuntos humanos, entonces Alá debe gobernar sobre los hombres, los
fieles señorear sobre los infieles y los varones regir sobre las mujeres. Todo orden alter-
nativo subvierte el mandato divino y debe ser oportunamente derrocado (Proposición
I o Islamista)”.
“Si, por el contrario, todos los individuos están dotados de unos mismos dere-
chos esenciales que incluyen la libertad religiosa y la igualdad ante la ley, entonces toda
doctrina que apele a métodos violentos para imponer el predominio de una fuente
religiosa y una jerarquía teocrática es intrínsecamente perversa y debe ser reprimida
(Proposición A-4)”.
Conclusiones
Por cierto, la díada de axiomas contrapuestos que hoy empaña a la política mundial
es más grave que las anteriores por tres motivos:
1) Responde a un ámbito no negociable,
2) A diferencia de la Segunda Guerra Mundial, que se desencadenó antes de la
invención de la bomba atómica, se presenta en una era de proliferación de armas de
destrucción masiva, y
3) Viene acompañado del conflicto que, en el interior de Occidente, libra el relati-
vismo contra el universalismo liberal.
En verdad, hoy los cultores de la relativista Proposición B son aliados tácticos del
extremismo islámico, a pesar de que estratégicamente son enemigos de todos los axio-
mas particularistas. Obsérvese que nada hay tan radicalmente igualitario como la Pro-
posición B, que a fuer de relativista a todo lo iguala. Y nada hay tan absolutista como la
Proposición I, que pretende imponerle al mundo un orden teocrático. Sin embargo, en
la actualidad se plasma una alianza implícita entre ellas.
En suma, Occidente padece de una suerte de síndrome de inmunodeficiencia cul-
tural adquirida. Si a esto se agrega la amenaza de las armas de destrucción masiva, las
perspectivas de la especie humana en su conjunto no son buenas.
El primer autor en utilizar el término genocidio fue el jurista polaco Raphael Lem-
kin, quien sostenía que: “Por ‘genocidio’ nos referimos a la destrucción de una nación o de
un grupo étnico”, y que “El genocidio tiene dos fases: una, la destrucción de la identidad
nacional del grupo oprimido; la otra, la imposición de la identidad nacional del opresor”.1
La peculiaridad de la figura de genocidio radica en que se propone la destrucción
de un grupo, no sólo de los individuos que lo conforman. Su objetivo último radica en
la destrucción de la identidad del grupo, logrando imponer la identidad del opresor.
De aquí, el carácter crítico de este nuevo concepto que da cuenta del funcionamien-
to de los sistemas de poder en la modernidad, a través de la constitución de “Estados
nacionales”, cuyo objetivo radica en destruir aquellas identidades previas e imponer
una nueva identidad.
Sin embargo, al excluir a determinados grupos de la definición, la Convención
terminó encuadrando la comprensión del genocidio dentro del paradigma de la irra-
cionalidad (a través de un racismo que es “despolitizado” y desvinculado de la lógica de
constitución de la opresión estatal).
Aparece así una explicación que plantea a los genocidios como expresión de un
odio ancestral e inexplicable del grupo perpetrador hacia el grupo víctima, lo cual ge-
nera un modelo simplista y binario en donde hay un perpetrador (por caso, los alema-
nes durante el nazismo) y una víctima (por caso, los judíos) y la causalidad se construye
a partir de un odio irracional e inexplicable de los alemanes hacia los judíos. La forma
de confrontar el genocidio –así explicado– sería lograr acabar con este odio irracional,
algo que termina apareciendo a la vez como banal y como imposible.
Sin embargo, la figura de la “destrucción parcial de un grupo nacional” se encuen-
1 Raphael Lemkin. Axis Rule in Occupied Europe, Carnegie Endowment for International Peace, Washing-
ton DC, 1944, traducción propia.
El concepto de genocidio y la “destrucción parcial de los grupos nacionales” | 39
tra presente en la Convención y en todas las tipificaciones legales existentes del geno-
cidio, dando cuenta del carácter determinante de las prácticas genocidas tal como las
concibiera Lemkin (“la destrucción de la identidad del grupo oprimido y su reemplazo
por la identidad del opresor”) sea que se tratara del grupo colonizado, como lo era en la
época de Lemkin, o el grupo de los propios nacionales. A partir de la Doctrina de Segu-
ridad Nacional, los ejércitos nacionales de cada Estado funcionaron como “ejércitos de
ocupación” de sus propios territorios, reemplazando a lo que antes fueran los ejércitos
de las potencias centrales en territorios colonizados.
Numerosas interpretaciones han planteado que el “grupo nacional”, para ser tal,
debiera ser un grupo distinto del grupo perpetrador. Nada de ello, sin embargo, se
desprende de la propia Convención, que sólo enumera a los grupos y asume que el
genocidio se desarrolla cuando existe “intención de destruir total o parcialmente” a
cualquiera de ellos, sin especificar comentario alguno en relación a que se tratara de
grupos diferentes o iguales al del propio perpetrador.
Sin embargo, justamente en estas distintas interpretaciones es donde se juegan
concepciones muy diferentes acerca del genocidio.
Quienes sostienen la imposibilidad de aplicación del concepto de “destrucción
parcial del grupo nacional” cuando refiere al propio grupo, tienden a analizar a los
genocidios como parte de la lógica binaria de confrontación entre dos grupos, en las
cuales lo que tiende a primar en la explicación son las “discriminaciones ancestrales o
irracionales”. Estas interpretaciones tienden a priorizar la observación de los genoci-
dios actuales en África, allí donde las hipótesis sobre la remisión a un salvajismo tribal
o a la confrontación bárbara entre grupos que se odian ancestralmente cobra su sentido
etnocéntrico. Esto explica cierta insistencia mediática y académica en casos como los
de Rwanda, Sudán, Nigeria o Zimbabwe, pese a que un análisis más cuidadoso devela
que son conflictos mucho más complejos que la mera “confrontación tribal” y que en
modo alguno son los únicos fenómenos de aniquilamiento masivo de estas últimas
décadas. Asimismo, el conflicto en la ex Yugoslavia también tiende a ser observado con
esta visión, que quiere explicar un conflicto moderno remitiendo a las luchas del siglo
XIV entre cristianos y musulmanes, argumento preferido de los nacionalismos balcá-
nicos, sean serbios, croatas o bosnios, pero asumido también por el sentido común y
no pocos académicos.
Por el contrario, quienes sostienen la pertinencia del uso del concepto de “destruc-
ción parcial del grupo nacional” –como varios de los tribunales que se encuentran juz-
gando los casos argentino y camboyano–, tienden a priorizar el análisis del genocidio
como estrategia de poder, cuyo objetivo último no radica en las poblaciones aniquiladas
sino en el modo en que dicho aniquilamiento opera sobre el conjunto social, sea este
conjunto la sociedad alemana, la población europea en los territorios ocupados por el
nazismo, la población yugoeslava, ruandesa, indonesa, camboyana o latinoamericana.
40 | Daniel Feierstein
En conclusión
Daniel Feierstein
Es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, donde se des-
empeña como Profesor Titular. Es Investigador del CONICET. Director del Centro
de Estudios sobre Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Y
Vicepresidente 2° de la International Association of Genocide Scholars.
Desafíos abiertos
Bernardo Kliksberg
Bernardo Kliksberg.
Pionero de nuevas áreas del conocimiento como la gerencia social, la ética para el
desarrollo, el capital social, y la responsabilidad social empresarial.
Asesor de más de 30 países y numerosos presidentes. Asesor especial de ONU,
UNICEF, UNESCO, OIT, OEA, OPS y otros. Actualmente, Asesor Principal de la
Dirección Regional del PNUD para América Latina y Director del Fondo España-
PNUD “Hacia un desarrollo integrado e inclusivo en América Latina y el Caribe”.
Presidente de la Red Iberoamericana de Universidades por la RSE integrada por 200 universidades de
América Latina, España y Portugal. Autor de 49 obras y centenares de trabajos, traducidos a múltiples
idiomas. Ha sido invitado a presentar su pensamiento, en algunas de las principales casas de estudio
del mundo. Designado Profesor Honorario, Emérito y Doctor Honoris Causa por numerosas universi-
dades.
Premio 2005 de la Fundación Empresarial por el Desarrollo Sostenible, Premio Educar 2006 del
Arzobispado Argentino, Premio 2008 a la Trayectoria Profesional de la Facultad de Ciencias Econó-
micas de la Universidad de Buenos Aires, Premio 2008 a la Trayectoria Ciudadana de la Secretaría de
Culto de la Argentina, Premio 2009 a la Trayectoria Eminente en Educación en RSE en América Latina
en México. Su obra más reciente es el best seller mundial “Primero la gente” (TEMAS) escrito en con-
junto con el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen. Condecorado con la Orden al Mérito Civil del
Rey Juan Carlos I de España (2009). Designado por unanimidad por el Poder Legislativo de la Ciudad
de Buenos Aires, Ciudadano Ilustre de la Ciudad (2010).
Comité Internacional de
Enlace Católico - Judío.
Una retrospectiva de
cuarenta años
David Rosen
El Cardenal Augusto Bea recuerda en “La Iglesia y los Judíos” (Londres, Chapman,
1986) cómo el 18 de septiembre de 1996, el Papa Juan XXII comisionó a la recién crea-
da Secretaría para la Unidad Cristiana, la labor de afrontar la relación con los judíos.
Como señaló el Cardenal Jorge Mejía (“La creación y el trabajo de la Comisión
para las Relaciones Religiosas con los Judíos”, en “La Iglesia Católica y los Judíos”, ed.
Cunninghan, Hofman y Siervers; Fordham University Press, 2007), a partir de ese mo-
mento, las relaciones con el judaísmo fueron tratadas por la Iglesia Católica como con
ninguna otra religión. Dejar la responsabilidad de las relaciones con los judíos bajo la
misma autoridad encargada de las relaciones con el resto del mundo cristiano afirmó
la relación única de la Iglesia “con el judaísmo como algo diferente y aislado de las re-
laciones con otras religiones, a pesar de la estructura y la orientación de la declaración
de Nostra Aetate”.
La Oficina de Relaciones Católico-Judías, en la Secretaría para la Unidad Cristiana
establecida en 1974 por la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con
los judíos, y presidida por el Cardenal Johannes Willebrands, buscaba un organismo
judío representativo (compitiendo por un reconocimiento para el nuevo diálogo emer-
gente entre la Iglesia y los judíos) e igualmente representaría legítimamente la diversi-
dad del judaísmo contemporáneo.
De hecho el establecimiento de una agencia de protección para preservar las dife-
rentes organizaciones judías en conjunto como figura del Comité Judío Internacional
para Consultas Interreligiosas, fue sin duda uno de los milagros más trascendentales
iniciados por la Iglesia Católica en tiempos modernos.
Al inicio de la reunión que dio lugar a la formación del Comité Internacional de
Enlace Católico-Judío; (ILC por su sigla abreviada en inglés, que es “International
48 | David Rosen
Catholic Jewish Liaision Committee”) fue representado y conformado por sólo cinco de-
legados, incluyendo personas importantes como Gerhart Riegner, Marc Tannenbaum
y Henry Siegman (siendo este último el único participante de esta reunión con vida
hoy).
Dicha reunión en Roma produjo un comunicado histórico de entendimiento emi-
tido el 23 de diciembre de 1970, con un preámbulo que bien podría tener dificultades
si fuera llevado hoy al IJCIC (sigla en inglés: “International Jewish Committee for Inte-
rreligious Consultations”; que significa en español: Comité Judío Internacional para
Consultas Interreligiosas) para su aprobación, en el cual declara:
para conformar una organización más amplia que la suma de sus diferentes partes y
cooperar para hacer frente a la crisis financiera en América Latina, y últimamente, los
retos derivados de la pandemia del SIDA.
Como hecho interesante, casi cuarenta años antes se tuvo en cuenta la sugerencia
del comunicado de entendimiento de 1970 donde el ILC se pronuncia sobre las relacio-
nes judías y cristianas con otras religiones, especialmente el Islam. La reunión trilateral
en Sevilla, en diciembre de 2009 instaurada en conjunto por el ILC y el Pontificio Con-
sejo para los Diálogos Interreligiosos, fue el primer paso en esta dirección.
Una dimensión fundamental de la relación entre judíos y cristianos, que no fue
específicamente tratada en el comunicado de entendimiento, pero sí valientemente
confrontada en la ILC de 1997, fue el tema de la Misión y el Testimonio. Es decir, si la
Iglesia debe hacer proselitismo entre los judíos.
El uso de la intervención editorial después de los hechos a los que me he referido,
reflejando algo de tensión en los mismos pasillos del Vaticano ya era evidente a raíz
de esta reunión. El difunto Dr. Geoffrey Wigoder, ex presidente del JCIC señaló que
la presentación notable del Profesor Tommaso Fredericci había sido apoyada por el
Cardenal Willebrands. No obstante, el balance final de Fredericci de que la conclusión
lógica de Nostra Aetate debe ser la de rechazar cualquier intento de llamamiento a los
Judíos a aceptar la fe Cristiana, ya que ellos ya tenían relaciones religiosas con Dios
–una posición reiterada posteriormente por el tercer Presidente de la Comisión de la
Santa Sede, el Cardenal Walter Kasper– fue omitida de la publicación oficial del Vatica-
no en el texto de Fredericci.
Como sabemos, este tema del significado exacto de Nostra Aetate para la cristo-
logía, sin hablar de la comprensión de la alianza divina con los judíos en sí, continúa
siendo un debate esencial en la Iglesia, naturalmente teniendo un profundo soporte
en la relación bilateral. En efecto, ha sido relacionado a un número de hechos que han
preocupado al ILC a lo largo de los años; no menos importante y más recientemente
en el tema de la oración para los judíos en la Tridentina Liturgia Latina para el triduo
pascual.
Esto entonces trae consigo algunas controversias y dificultades tanto en la relación
bilateral como en nuestros respectivos organismos que han desafiado al ILC en los úl-
timos años. El más polémico de éstos sorpresivamente no ha sido relacionado directa o
indirectamente al Holocausto (Shoá) en el periodo de la Segunda Guerra Mundial.
No los examinaré todos, pero si no me equivoco, ha habido dos periodos particu-
larmente difíciles, a finales de 1980 y 1990.
Podría decirse que la principal fuente de tensión a finales de los ochenta surgió de
la creación del Convento Carmelita en Auschwitz y sus reacciones al respecto, agravado
por la acogida papal de Kurt Waldheim. Las consecuencias de dichas tensiones fueron
tanto una pausa en las reuniones del ILC, como el compromiso del Papa para producir
un documento sobre la Iglesia y el Holocausto (Shoá).
Comité Internacional de Enlace Católico - Judío | 51
Sin embargo, estos hechos y la pregunta sobre cómo dirigirlos de la manera más
apropiada también generó tensiones en el IJCIC. Esto agudizó lo que algunos miem-
bros ortodoxos sentían, que eran innecesarias las restricciones aplicadas por los Esta-
dos Unidos, al alcance de las deliberaciones del ILC.
Como resultado, dos de los principales miembros del IJCIC: AJC (sigla en inglés:
Comité Judío Norteamericano) y ADL (sigla en inglés: Liga Antidifamatoria), re-
nunciaron al organismo en 1989, y en conjunto con el Congreso Judío Norteamerica-
no, conformaron el Consejo Internacional para la Relaciones Interreligiosas, el cual
declaró su intención de asociarse a la Santa Sede para tratar todos los asuntos de inte-
rés mutuo y de manera respetuosa, así como continuar un diálogo teológico formal.
Fue un signo de la posición del Dr. Gerhart Riegner en Roma, que él y podría
decirse que solo él, fue capaz de persuadir a la Comisión de la Santa Sede a abandonar
su intención de trabajar con este nuevo organismo y afirmar que el IJCIC fue y seguirá
siendo el único asociado judío oficial del Vaticano. Lo que finalmente conduce el retor-
no al IJCIC de AJC y ADL.
La eventual intervención del Papa en el controvertido convento Carmelita, condu-
jo a esta controversia y el ILC trató de superar las consecuencias negativas y malenten-
didos en el inicio de la primera misión en 1991, específicamente en el centro y oriente
de Europa, Polonia, Checoslovaquia y Hungría para reunirse con los dirigentes tanto
de las comunidades católicas como judías. Las reuniones en Polonia incluyeron un me-
morial de la visita a Auschwitz/Birkenau.
No obstante, esta visita no nació simplemente del deseo de reparar los vínculos
deteriorados, sino por algo más que un reconocimiento destacado por los asuntos del
convento Carmelita, de la ignorancia generalizada en el centro y oriente de Europa del
trabajo del ILC y los logros en la reconciliación católico-judía a lo largo de décadas
anteriores.
Fue esta misma inquietud la que llevó a la Comisión de la Santa Sede para las Re-
laciones con los Judíos, a proponer la conmemoración del vigésimo aniversario del ILC
en Budapest (Hungría), en 2008, percibiendo una necesidad de revigorizar las relacio-
nes católico-judías en Europa Central y Oriental.
La segunda pausa en los años ´80 fue atribuida al Cardenal Cassidy, el entonces
presidente de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones con los Judíos, la cual
describió como “una intensa campaña de graves acusaciones contra Pio XII”, que él
identificó como precedentes dentro del Congreso Judío Mundial y la determinación del
método del IJCIC, descrito como “agresivo”. La canonización de Edith Stein en 1998,
empeora aún más la crisis. La renuencia del vaticano a cooperar con la organización
es vista como una confrontación que tuvo un impacto inevitable, y a finales de 1998,
el Cardenal Cassidy informó el cese de las relación bilateral con el IJCIC, declarándola
inexistente.
No obstante, el IJCIC fue reconstituido en noviembre de 2000 (en la actualidad
52 | David Rosen
David Rosen.
Ex Gran Rabino de Irlanda, es el Director Internacional de Asuntos Interreligiosos
del American Jewish Committee y Director del Heilbrunn Institute for International
Interreligious Understanding del AJC. Es el último ex director de IJCIC, Comité
Internacional Judío sobre Consultas Interreligiosas.
El Rabino Rosen también ocupa el cargo de Asesor para Asuntos Interreligio-
sos del Gran Rabinato de Israel; es miembro de la delegación del Gran Rabinato
para el Diálogo Interreligioso; e integra el Consejo de Instituciones Religiosas de la Tierra Santa.
Es Presidente Internacional de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz (WCRP en inglés),
el organismo interreligioso mundial (que incorpora quince religiones en más de cincuenta países);
Presidente Honorario del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos (ICCJ en inglés), organización
marco de más de treinta organismos nacionales que promueven las relaciones entre cristianos y judíos
(el Foro Abrahámico del ICCJ promueve el diálogo entre musulmanes, cristianos y judíos), miembro
del Comité Ejecutivo del Congreso Mundial de Imanes y Rabinos; y miembro del Comité Ejecutivo del
Consejo del Foro Económico Mundial para promover las relaciones y la cooperación entre el mundo
musulmán y el occidental.
El Rabino Rosen fue miembro de la Comisión Bilateral permanente de trabajo entre la Santa
Sede y el Estado de Israel que negoció la normalización de las relaciones entre ambos. En noviembre
de 2005, el Papa Benedicto XVI invistió al Rabino Rosen como Caballero de la Orden de San Gregorio
Magno por sus notables aportes a la reconciliación de católicos y judíos. En 2010 fue investido Coman-
dante del Imperio Británico (CBE) por la Reina Isabel II, por su aporte a las relaciones ínterconfesio-
nales en Medio Oriente, y entre Israel y Gran Bretaña.
Desde 1975 hasta 1979, el Rabino Rosen fue Rabino Mayor de la más numerosa congregación
judía de Sudáfrica y Juez Rabínico del Tribunal Eclesiástico (Beth Din). También fue Fundador/Presi-
dente del Foro Interconfesional (Consejo de judíos, cristianos y musulmanes).
De 1979 a 1985, el Rabino Rosen fue Gran Rabino de Irlanda donde fundó, junto con los Pri-
mados cristianos de ese país, el Consejo Irlandés de Cristianos y Judíos. Fue miembro del Consejo
Académico y disertante en Irish School of Ecumenics.
Regresó a Israel en 1985 para ocupar el cargo de Decano en el Sapir Center for Jewish Education
and Culture de la Ciudad Vieja de Jerusalem, siendo posteriormente Profesor de Estudios Judaicos en
el Jerusalem Center for Near Eastern Studies. Es fundador de Rabbis for Human Rights y del Consejo de
Coordinación Interreligiosa de Israel (ICCI en inglés) que incluye aproximadamente setenta organiza-
ciones en Israel que participan en relaciones interconfesionales.
Israel es el líder mundial
de la educación…
y la diáspora no lo cree
León Trahtemberg
Cuando se habla de asimilación, usualmente los líderes se refieren a los judíos que
por razones de matrimonio, sociales, residencia, cultura o identidad, van asumiendo
los valores de otros, alejándose o desistiendo de los propios que heredamos de la tradi-
ción de nuestro pueblo.
En algunos casos son los valores del materialismo y consumismo, que arrastran a
los judíos a la vorágine del trabajo y la recreación placentera inmediata, que no deja
lugar para los espacios sabatinos o festivos ni para la elevación espiritual más allá de lo
mundano. En otros casos, se trata de una renuncia premeditada de la identidad judía
o de la convivencia social entre judíos por frustración, resentimiento, falta de identi-
ficación con el liderazgo, sensación de vacío por falta de coherencia y de metas comu-
nitarias compartidas. También tenemos los casos de renuncia pasiva, en los cuales el
alejamiento se produce por la inercia del “no compromiso”. Después de todo, ser judío
supone asumir activamente una serie de compromisos.
Sin embargo, hay una asimilación de tipo institucional que no deja de ser me-
nos llamativa. Es aquella por la cual las comunidades judías optan para sus colegios
por los modelos educativos ingleses, norteamericanos, alemanes, y, más reciente-
mente, por los de los punteros de las pruebas PISA, dejando de lado aquella que
tiene una naturaleza eminentemente judía y es la que realmente lidera la educación
mundial.
Los empresarios, científicos, investigadores experimentales, políticos, saben hasta
la saciedad que las cosas se juzgan no por sus virtudes teóricas sino por sus resultados
reales. Es curioso cómo es que se hace una gran excepción con la educación escolar. Los
colegios judíos se obsesionan con imitar a los norteamericanos, ingleses, más recien-
temente a los asiáticos, se empiezan a obsesionar con los estándares, los bachilleratos
internacionales y los patrones de acreditación internacional, en lugar de mirarse al om-
bligo y ver cómo es que la educación en Israel es la mejor del mundo, a juzgar por los
impresionantes resultados de sus egresados.
56 | León Trahtemberg
Las pruebas internacionales PISA 2000, 2006, 2009 que hacen los sistemas edu-
cativos del primer mundo para evaluar el desempeño de sus escolares de 15 años en
matemáticas, ciencias y lectura, colocan a la cabeza a Finlandia, China-Hong Kong,
China-Shangai, Corea del Sur, Taiwán, Canadá, Australia, etc. Sin embargo, si evaluá-
ramos los resultados de la aplicación de la educación al cultivo de la inteligencia de sus
pobladores, al desarrollo del arte, la ciencia, tecnología y el desarrollo económico, los
ganaría de lejos Israel. Es el número uno en el mundo por habitante en computadoras,
grados universitarios, patentes y museos; también en innovaciones médicas, agrícolas
y militares; en arborización, sistemas de seguridad; en compañías comerciales de desa-
rrollo (start ups) mayormente dedicadas a alta tecnología. Hay más empresas israelíes
en Nasdaq que toda Europa y Asia combinadas.
Hoy en día casi no hay compañía de High Tech líder en el mundo que no tenga
start ups y/o centros de investigación y desarrollo en Israel. El secreto mejor guardado
del mundo es que Google, Cisco, Microsoft, Intel, eBay viven y mueren en función del
trabajo que hacen sus equipos israelíes.
Todo ello y más ha sido logrado viviendo en un estado continuo de guerra con
quienes persiguen su destrucción, lo cual obviamente erosiona su economía por los
gastos de defensa y los boicots que organizan las poderosas alianzas de gobiernos y
empresas árabes para impedir los negocios de Israel.
Por ejemplo en el año 2008 las inversiones de capital de riesgo en Israel fueron 2.5
veces más grandes que en los Estados Unidos, 30 veces más que en Europa, 80 veces más
que en China y 350 veces más grandes que en India. A pesar de la crisis de los seis años
posteriores al año 2000 (Intifada, Segunda Guerra del Líbano, crisis de la burbuja tecno-
lógica), lejos de caer el porcentaje del mercado mundial de capitales de riesgo invertidos
en Israel, se duplicaron en esos años (del 15 al 31%). Los valores de la bolsa de Tel Aviv
fueron más altos el día que terminó la Operación en El Líbano que cuando empezó tres
semanas antes (datos de Start Up Nation, Dan Senor & Saul Singer. Noviembre de 2009).
¿Cuál es el ecosistema sociocultural que genera todas esas energías creativas?
¿Cómo es que Israel tiene esa combinación única de audacia, creatividad y capacidad
de impulso para orientarse creativamente hacia donde quiera que miren? ¿Cómo se
hizo eso sin petróleo en pleno Medio Oriente?
Entre los diversos factores que explican el éxito, Senor y Singer enfatizan el aliciente
a la inmigración y la asimilación económica, social y cultural de los inmigrantes, es decir,
una educación que promueve la integración a la par que el respeto a la diversidad. Hacen
una fuerte inversión en investigación y desarrollo, lo que en esencia implica nunca con-
formarse con lo establecido y buscar siempre nuevas respuestas a nuevos problemas.
Más allá de la escuela, juega un enorme rol educativo el servicio militar obligatorio
Israel es el líder mundial de la educación… y la diáspora no lo cree | 57
de tres años para varones y dos años para damas, durante los cuales ellos adquieren ca-
pacidades de liderazgo y emprendimiento en los campos de batalla. En la economía, los
empresarios israelíes saben muy bien cómo sacar provecho de eso, cómo integrar sus
habilidades a las empresas, cosa que Estados Unidos no sabe hacer; al contrario, deja a
la deriva a sus soldados retornantes del servicio militar o las guerras.
Cuando los empresarios del mundo evalúan ejecutivos de 25 años respecto a la
cultura emprendedora, responsabilidad, capacidad de tomar decisiones con informa-
ción imperfecta en ambientes de ambigüedad, los israelíes que sirvieron en el Tzáhal
(Fuerzas de Defensa de Israel) llevan enormes ventajas.
Otra dimensión muy israelí es la del sentido de resiliencia y supervivencia hereda-
da de la historia judía. En época de guerra los negocios no cierran, la bolsa no cae; para
los clientes en el mundo no hay guerra; pase lo que pase Israel sobrevive y cumple sus
compromisos comerciales internacionales.
5. Sostener que Israel tiene ventajas porque deriva del Pueblo del Libro, con una
tradición talmudista que ha impregnado al ethos judío de una actitud cuestio-
nadora es importante pero no suficiente. Amos Oz lo describe acertadamente
diciendo que “el Judaísmo e Israel siempre han cultivado una cultura de duda
y argumentación, un juego abierto de interpretaciones, contra-interpretaciones
y reinterpretaciones e interpretaciones opuestas. Desde el mismo origen de la
civilización judía, ésta fue reconocida por su argumentación”.
Los autores de Start Up Nation sostienen con mucho criterio que la respuesta co-
rrecta parece ser una combinación de varios factores que incluye el talento, la tenacidad
y permanente cuestionamiento de la autoridad, una informalidad notoria, combinada
con una actitud única de enfrentamiento al fracaso, trabajo en equipo, misión, riesgo y
creatividad transdisciplinaria.
Los israelíes desde que nacen son educados para confrontar lo obvio, hacer cues-
tionamientos, debatirlo todo, innovar. Se crían con una elevada dosis de “jutzpá”, esa
actitud de descaro, desvergüenza, insolencia, agallas, presunción y arrogancia. Eso se
nota en la forma en que los estudiantes israelíes hablan con sus profesores y catedráti-
cos, los empleados retan a sus empleadores, los sargentos cuestionan a sus generales y
los funcionarios interpelan a sus ministros. Pero para los israelíes no es “jutzpá”, sino la
forma normal de ser asertivos, resistir a cualquier cosa que los pueda superar.
A eso se agrega la informalidad social y la cultura de los fallos constructivos, es
decir, esa actitud de aceptar los fracasos como insumo para corregir, avanzar e inno-
var para no repetir el fracaso. Hay una actitud de ser reiterativos, enérgicos, buscando
nuevas oportunidades.
Todo esto transmite una imagen de rudeza, pero en esencia es una mezcla de fran-
queza, frescura y honestidad. De allí que sea más difícil manejar cinco israelíes que
cincuenta norteamericanos, porque los israelíes van a cuestionarlo todo durante todo
el tiempo. Los observadores externos que ven israelíes discutiendo, gritando, agredién-
dose verbalmente, parecería que observaran un conflicto de enorme envergadura del
que saldrán egos magullados. Sin embargo, si se logra dejar de lado el ego, el resultado
de esas discusiones son conclusiones muy superiores a las de los debates de media tinta.
Tiene enorme ventaja que los israelíes se digan todo en la cara, no se guarden nada, no
hablen a las espaldas de los otros, sepan siempre cuál es la posición de cada cual en los
temas que se discuten. Así, más que insolencia hay asertividad, más que insubordina-
ción hay pensamiento crítico e independiente, más que arrogancia hay ambición.
Para Israel la diáspora juega un rol múltiple, no sólo como reservorio de inmigran-
tes o como frente de avanzada para relaciones políticas y económicas que abren puertas
Israel es el líder mundial de la educación… y la diáspora no lo cree | 59
La educación
Lo que me sorprende al observar las escuelas judías en buena parte del mundo
sobre el cual hay literatura escrita y en particular las latinoamericanas -que son las que
60 | León Trahtemberg
* Máxima condecoración otorgada por el Ministerio de Educación. Ha sido el condecorado más joven en la historia del
Premio.
Lula y la “Doctrina Roberto
Carlos” de la política exterior
brasileña
Fabián Calle
El último lustro o más, será visto en el futuro como una “edad de oro” y tal vez irre-
petible de la política exterior del Brasil. Un lapso de tiempo en donde la estabilidad eco-
nómica, reencauzada pos debacle del Real (moneda brasileña) en 1998, y política, en
especial después de la superación de la crisis dentro del gobierno de Lula por acusacio-
nes de corrupción entre 2004 y 2005, se vio complementada por: 1) Una superpotencia
estadounidense impactada por los eventos terroristas del 11 de septiembre de 2001 y
empantanada en las guerras en Irak y Afganistán, derivando en un distanciamiento
estratégico hacia América Latina, con la excepción del caso Colombia. 2) Una Argen-
tina colapsada en 2001-2002 y que luego de su vigorosa y para muchos sorprendente
recuperación, aún se encuentra ensimismada en sus internas facciosas y fantasmas del
pasado. 3) Una fuerte suba de los precios internacionales de las materias primas, de los
cuales el Brasil es un gran productor, así como la entrada en escena definitiva y masi-
va de China. 4) El ascenso de gobiernos “bolivarianos” y contestatarios a los Estados
Unidos en Venezuela, Bolivia y Ecuador, los cuales más allá de serias fricciones no han
dudado en reconocer la necesidad de un vínculo económico y político cercano a Bra-
silia. 5) Por último, pero no por ello menos importante, la presencia de un líder con el
carisma y la habilidad política del presidente Lula da Silva.
Este cúmulo de factores, y otros que pueden quedar por el camino, han derivado
en un período en donde la política exterior brasileña pudo hacer fuertes y arriesgadas
jugadas sin pagar grandes costos. Repasamos algunas de las “heterodoxias” del gigante
sudamericano: 1) La no autorización en el año 2004 a la Agencia Internacional de Ener-
gía Atómica para una plena inspección de la planta de enriquecimiento de uranio en
Resende. Cabe indicar, que la fricción entre Brasil y la Agencia fue por el interés de esta
última de acceder a las “centrifugadoras” ahí instaladas. Apegándose a la letra del TNP
(Tratado de No Proliferación), Brasilia permitió medir el nivel de enriquecimiento de
uranio en la entrada y la salida del proceso pero no el conocer el origen y tecnología de
las maquinarias utilizadas. 2) La abstención del Brasil en la asamblea anual de Interpol
64 | Fabián Calle
1 Lula diz que EUA e Rússia não têm autoridade para criticar Irã e pede ‘muita paciência’ com regime islâ-
mico. 3 de diciembre de 2009. O Globo Agências Internacionais.
Lula y la “Doctrina Roberto Carlos” de la política exterior brasileña | 65
tas en este blindaje o “free lunch”, van de la mano de las recientes reacciones de impor-
tantes formadores de opinión en el hemisferio americano y aun en países como España.
Nos referimos por ejemplo al artículo de Moisés Naim, “Los textos secretos de Lula”.
En el mismo, transcribe dos supuestos memos de asesores de Lula. Uno le aconseja
un acercamiento a Irán y el otro le advierte sobre las graves consecuencia de ello y las
contradicciones con la historia del PT y su lucha por la libertad. En el ultimo párrafo,
Naim afirma: “Estos textos ni son secretos, ni son verdaderos. Los he inventado yo. Pero
si bien son sólo producto de mi imaginación, su mensaje central refleja una realidad que
hoy le es obvia hasta al propio Lula: se equivocó”2.
En los primeros días de diciembre de 2009, “The Wall Street Journal”, uno de los
medios que más “mimó” al Brasil y a Lula en los últimos años, afirma que el gobierno
de Obama “está decepcionado” con la política exterior de la potencia sudamericana3. El
artículo agrega que el incremento de las capacidades del Brasil, los procesos bolivaria-
nos y la creciente penetración de China en América Latina son factores que van con-
formando un desafío para la superpotencia mundial. De manera complementaria, An-
drés Oppenheimer, que en los últimos años desarrolló un listado de Estados-regímenes
“malos” (Venezuela, Bolivia, Ecuador y Venezuela), “buenos” (Brasil, Chile, Colombia,
Perú y Uruguay) e “indescifrables”, tirando crecientemente a “malo” (la Argentina de
los “K.”) sorprendentemente afirma: “La medalla de oro por hipocresía política debe ser
para Brasil. El presidente Luiz Inacio (Lula) da Silva encabeza el grupo de países que
no ha reconocido los resultados de las elecciones en Honduras, ganadas por Porfirio
Lobo, un izquierdista convertido en empresario. Lula da Silva dice, correctamente, que
reconocer la elección de Lobo sentaría un mal precedente para América Latina porque
legitimaría unas elecciones convocadas por un gobierno no democrático…Pero lo que
hace de la posición brasileña una evidente muestra de hipocresía política es que sólo
días antes de pedirle al mundo que no reconociera la elección de Lobo en Honduras,
Lula da Silva le dio un espléndido recibimiento en la capital brasileña al hombre fuerte
de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ofreciéndole un reconocimiento internacional que
mucho necesita. Además de ignorar las advertencias de Naciones Unidas sobre su pro-
grama nuclear y afirmar repetidamente que quiere barrer a Israel de la faz de la tierra,
Ahmadinejad acaba de proclamarse el ganador de unas elecciones extremadamente
dudosas y cuestionadas. Peor todavía, el régimen de Ahmadinejad ha condenado a
muerte a ocho opositores, algo que al saliente gobierno de facto de Honduras ni si-
quiera se le ocurrió. Además, ¿cómo puede Lula da Silva llamar a mantener sanciones
internacionales contra Honduras mientras, al mismo tiempo, exhorta al mundo a le-
vantar las sanciones que quedan contra Cuba?... Pero la posición de Brasil en la crisis
2 Los textos secretos de Lula. Moisés Naím, El País, domingo, 29 de noviembre de 2009.
3 Política externa do Brasil ‘decepciona’ Obama, diz ‘Wall Street Journal’. 3 de diciembre de 2009. O Glo-
bo.
66 | Fabián Calle
Fabián Calle.
Es Licenciado en Ciencia Política (UBA), Master en Relaciones Internacionales
(FLACSO), Master en Relaciones Internacionales (Universita di Bologna, Italia),
Especialización en la National Defense University (Washington DC), ex asesor en
el Estado Mayor General de la Armada y en el Ministerio de Defensa. Fue asesor
de Naciones Unidas / PNUD en temas de seguridad regional, Profesor en la Uni-
versidad Torcuato Di Tella, UCA, ISEN, UADE y Escuela de Defensa Nacional. Fue
Investigador Senior en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales.
Actualmente es Investigador del Programa UTDT/Fundación Ford y Asesor Editorial de la revis-
ta DEF. Profesor en: Universita di Bologna (Italia), MEI-UTDT, UCA, Universidad Empresarial Siglo
21 y CEMA. Asesor Especial de la Fundación Taeda.
Oriente Medio:
La guerra y la paz
George Chaya
o se ignora “la frustración histórica del imperialismo yihadista”, todo lo que se diga en
cualquier discurso pasa a ser irreal y se agota en un puñado de buenas intenciones sin
soluciones concretas.
En otras palabras, a lo que me refiero es a “la negación de lo crucial” para en-
tender la mentalidad de la contraparte, algo que el actual gobierno estadounidense y
muchos líderes de la Unión Europea parecen reacios a hacer. Ellos dicen que se ocupan
específicamente de Irán y puede que así sea, pero lo hacen mal; y lo peor es que no
lo reconocen ni lo reconocerán, lo que implica además que los dictadores y déspotas
árabes del Oriente Medio disponen de “carta blanca” en sus acciones porque el foco
de los esfuerzos “supuestamente” es Irán y porque los paradigmas que rigen la política
exterior de los Estados Unidos en el Medio Oriente están totalmente desencontrados
con los paradigmas que actualmente rigen las acciones de los enemigos jurados de la
civilización judeocristiana.
Cuando hablamos del conflicto en aquella región del mundo se debe tener claro
que el concepto occidental de exigir a un líder suscribir un código moral y ético no
funcionará jamás con el liderazgo actual iraní ni con el mundo árabe en general; la
elaboración de un “contrato social” o la legitimidad derivada del voto popular en una
democracia conocida como se la entiende en el mundo libre, no resiste ningún paralelo
o análisis en la cosmovisión de los regímenes y las organizaciones integristas donde
cualquier crítica u oposición constituye “una herejía”. La práctica del juego político en
aquella parte del mundo, nace y adquiere entidad desde una “única posición” que no
es otra que la fuerza, y ello en la idea de que sólo se hará una concesión si es absoluta-
mente seguro que al hacerla se consolidará y por lo tanto se incrementará el poder del
gobernante que la efectúe. Los occidentales deben comprender que si un gobernante
árabe-islámico cree que su adversario obtendrá la más mínima ventaja a través de una
medida de tal naturaleza, nunca habrá de ceder un ápice en su actitud de poder, simple-
mente porque ello será visto como un signo de sumisión o debilidad que habrá de con-
figurar “vergüenza y deshonor” en aquel que realice tales concesiones y sus desgracias
alcanzarán a su familia y descendencia. La familia y los deudos de Anwar Al-Saddat
pueden dar fe de ello.
La actual administración estadounidense y varios lideres europeos occidentales
no han podido internalizar objetivamente –en casi medio siglo– la idea central de que
los líderes árabes-islámicos ven cualquier compromiso con Israel como una pérdida
catastrófica de fortaleza, reputación y credibilidad, pues cualquier acuerdo supondría
reconocer al Estado Judío como un enemigo digno, cuando debe ser considerado como
un grupo inferior que debe ser suprimido o sometido a la “dhimmitud” (intento de
dominio mundial de parte del Islam). Cambiar esta cosmovisión árabe-integrista signi-
ficaría un golpe al honor que resulta intolerable por razones culturales, sociales y polí-
ticas, de allí que cualquier líder árabe-islámico se enfrentaría, en el caso más extremo, a
ser asesinado (como el presidente egipcio Anwar Al-Saddat) y en casos menos severos
Oriente Medio: La guerra y la paz | 71
Tanto los Estados Unidos como Europa se han esmerado por transmitir a sus ene-
migos el mensaje de que son débiles, temerosos, indecisos e irresolutos y que no re-
presentan una amenaza inmediata al poder o los planes del integrismo radical y ello
ha configurado un gravísimo error estratégico en la búsqueda de una paz genuina. Los
diplomáticos pueden argumentar que el diálogo es necesario para aclarar malentendi-
dos y reparar las injusticias de un pasado real o imaginario, pero sus enemigos lo ven
de otra manera.
Sólo cuando Israel recupere su poder de disuasión y restablezca su aura de in-
vencibilidad, estará en condiciones de lograr la seguridad que busca y entonces podrá
establecer una paz verdadera con sus enemigos. Israel logró sus Tratados de Paz des-
pués de duros sacrificios y cruentas guerras y ello fue así porque demostró que podía
defenderse y enfrentar las más feroces dictaduras socialistas árabes y sobrevivir, de no
haber sido de esa manera no hubiera sobrevivido, Obama debería saber que entonces
no habría sido posible firmar ningún tratado de paz. Y allí encontrarán las razones
aquellos escépticos de por qué “la paz fría” con Egipto y Jordania se mantiene, mientras
que el proceso de paz con las fuerzas yihadistas se halla estancado.
George K. Chaya
Escritor, docente y analista político experto en Oriente Medio e Iberoamérica en
asuntos relativos a las Relaciones Internacionales, la Seguridad y Prevención del
Terrorismo. Es especialista regional en Estados Unidos y columnista del Diario
de América. Ha desarrollado trabajos de investigación independientes y también
para varias ONG como analista internacional en lo concerniente a la Guerra Civil
Libanesa (1975-1990) y al terrorismo global a partir el 11 de septiembre de 2001
en relación a Al Qaeda, su ideología y las estrategias locales y regionales de grupos yihadistas y movi-
mientos radicales en el mundo árabe, África y Asia, así como sus repercusiones en América Latina en
particular y Occidente en general.
Es entrevistado habitualmente por diversos medios de comunicación internacionales, entre ellos:
LBC –Lebanese Broadcasting Corp., Abu Dhabi TV, New TV SAT (El Líbano), FOX News, Al-Jazzera
TV, América-TV, Canal 41 de Miami, Cadena Caracol, Canal 26 TV de América Latina y Globovisión.
En la actualidad, es convocado en calidad de colaborador por diferentes programas internacionales
de radio, por periódicos de Hispanoamérica y del Estado de Florida, como así por LBC, FOX y TV 5
France. Sus intervenciones apuntan hacia la problemática en el campo político y el análisis del conflicto
árabe-israelí, con el fin de hacer proyecciones, evaluaciones y política comparada sobre los distintos
escenarios de la región y su impacto en Europa, los Estados Unidos y América Latina. Desde el año
2003 ha sido Consejero Académico en varias ONG europeas en temas relacionados con derechos hu-
manos, minorías, derechos del niño y la mujer en países árabes. Desde 2006 colabora con distintas
organizaciones europeas en cuestiones de derechos humanos y ha asesorado a varios gobiernos de
América Latina en asuntos relativos al Oriente Medio.
Licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Canterbury, Reino Unido. Diplo-
mado en Relaciones Internacionales (ISID-IPED, Argentina / Brasil). Diplomado en Seguridad y Pre-
vención del Terrorismo (ISID-IPED, Argentina / Brasil).
74 | George Chaya
Introducción
La obra del italiano Primo Levi se enmarca dentro de lo que se dio en llamar la
“literatura concentracionaria”. En los años siguientes a la finalización de la guerra y con
la intención de crear conciencia sobre lo ocurrido, aparecieron obras de autores que
habían vivido en carne propia la situación en los campos de concentración. Levi quiere
mostrar que el peligro es, justamente, la falta de conciencia sobre algunas conductas
cotidianas aparentemente poco peligrosas:
En el mismo sentido, el pensador búlgaro Tzvetan Todorov, sostiene que: “Los cam-
pos totalitarios constituyen con toda evidencia, una situación extrema; sin embargo, yo
me he interesado menos en ellos mismos que en la verdad que revelan acerca de situacio-
nes ordinarias” (Todorov, Frente al límite, 291). Y reconoce a Primo Levi el descubrir “el
macrocosmos de la sociedad totalitaria reproducido en el microcosmos del ‘Lager’”.
nes y campos para darse cuenta de hasta qué punto estos últimos son una encarnación
del límite” (291).
Tras los hechos que hemos sabido concebir, ¿Qué nos avergüenza?; ¿de qué y por
qué podemos sentir vergüenza nosotros, los hombres contemporáneos, herederos de
los ideales revolucionarios de 1789 que anunciaban un mundo donde los hombres íba-
mos a ser libres, hermanos e iguales? Después de haber buscado ser eficientes hasta
para matar, ¿qué conmociona nuestra racionalidad heredera del ideal kantiano de per-
fección moral, a la que la educación ilustrada nos iba a conducir?
Y aquí Levi puede ayudarnos cuando en Los hundidos y los salvados, retoma
un fragmento de La tregua, obra publicada en 1963 pero escrita un par de años después
de finalizada la guerra, donde afirma que lo que conmociona es:
“…la vergüenza que los alemanes no conocían, la que siente el justo frente a la cul-
pa cometida por otro, que le pesa por su misma existencia, porque ha sido introducida
irrevocablemente en el mundo de las cosas que existen, y porque su buena voluntad haya
sido nula o insuficiente, y no ha sido capaz de contrarrestarla” (Levi, Los hundidos y los
salvados, 531).
“¿Es que te avergüenzas de estar vivo en lugar de otro? Y sobre todo ¿de un hombre
más generoso, más sensible, más sabio, más útil, más digno de vivir que tú? (…) Se trata
sólo de una suposición, de la sombra de una sospecha: de que todos seamos el Caín de
nuestros hermanos, de que cada uno de nosotros (y esta vez digo ‘nosotros’ en un sentido
muy amplio, incluso universal) hayamos suplantado a nuestro prójimo y estemos viviendo
su vida. Es una suposición, pero remuerde; está profundamente anidada, como la carco-
ma; por fuera no se ve, pero roe y taladra” (539-540).
En otra obra, la reflexión de Levi nos muestra cómo operó la lógica del sistema de
exterminio para llegar a pensar que sobrevivir no le devolvía la dignidad perdida sino
todo lo contrario; lo hacía portador de una vergüenza de la que ya no se sale:
Llegar a pensar que puede haber un hombre más valioso que yo, más digno de la
vida que otro cualquiera, pone de manifiesto la eficacia de una maquinaria totalitaria
que logró concebir la nefasta y bárbara idea de que el hombre debe demostrar que me-
rece la vida que porta. Levi, víctima de esa maquinaria que basaba su accionar en un
proceso eficaz de negación de la condición humana, llega a declarar que no pudo evitar
preguntarse por qué sobrevivió él y no otro, mejor que él. Pero también es causa de
culpa y de vergüenza pensar que no se hizo nada o al menos que no se hizo lo suficiente
para salir de ese estado: “¿Qué culpa? En resumidas cuentas, emergía la conciencia de no
haber hecho nada, o lo suficiente, contra el sistema por el que estábamos absorbidos”. Y
aquí la vergüenza ya no es personal. Estamos ante un concepto que Levi desarrollará en
el mismo capítulo y es el de la vergüenza de la condición humana. Así escribe:
“Y hay otra vergüenza más grande aún, la vergüenza del mundo. Ha sido dicho me-
morablemente por John Donne, y citado innumerables veces, con oportunidad y sin ella,
que ‘no hay hombre que sea una isla’, y que cada campana que tañe lo hace por todos. (…)
(Los hundidos y los salvados, 543-544).
“Para B. V.
Trágicamente emparentadas van aquí la vergüenza y la culpa. Culpa por haber so-
brevivido, vergüenza por haberlo hecho en lugar de otro.
Los dos últimos versos del poema, extraídos del canto XXXIII del “Infierno” de
Dante, tienen para Giorgio Agamben un doble alcance:
“La cita contiene una doble, implícita, referencia al problema de la culpa de los de-
portados. Por una parte, en el ‘pozo oscuro’ se encuentran los que han traicionado, en
particular a sus propios parientes y compañeros; por otra, y no sin una amarga alusión a
la propia situación de los supervivientes, el verso citado se refiere a alguien a quien Dante
cree vivo, aunque sólo lo esté en apariencia, porque su alma ha sido engullida por la muer-
te” (Agamben, Lo que queda de Auschwitz, 95).
Levi cuenta que a su retorno llega a visitarlo un amigo, quien entiende que el es-
critor piamontés se había salvado justamente porque, desde la escritura, él tenía una
función que cumplir; pensamiento que le repugna porque lo devuelve al campo para
comprobar, desde su perspectiva, que los salvados eran los peores; los más justos, los
buenos, los mejores, se habían hundido. Pero va más allá y dice:
“Lo repito, no somos nosotros, los sobrevivientes, los verdaderos testigos. Ésta es una
idea incómoda, de la que he adquirido conciencia poco a poco, leyendo las memorias
ajenas, y releyendo las mías después de los años. Los sobrevivientes somos una minoría
anómala además de exigua: somos aquellos que por sus prevaricaciones, o su habilidad, o
su suerte, no han tocado fondo.
(…)
Los que tuvimos suerte hemos intentado, con mayor o menor sabiduría, contar no
solamente nuestro destino sino también el de los demás, precisamente el de los ‘hundidos’;
pero se ha tratado de una narración ‘por cuenta de un tercero’, la relación de las cosas
vistas de cerca pero no experimentadas por uno mismo” (Los hundidos… 541-542).
Si bien Levi le asigna a esta función de contar un carácter moral, deja en claro que
eso no lo ubica dentro de los mejores. Y no sólo eso, su testimonio no tiene la valía, la
fuerza ni la contundencia que podría tener el de los sumergidos. Es una palabra débil
que pretende mostrar la contundencia de la barbarie. Y la barbarie, por ser tal, parece
no dejarse mostrar a través de la palabra. El testimonio de la muerte sólo lo puede dar
la muerte, y eso, lo sabemos, es imposible, al menos en la voz del muerto.
Sin embargo cuando escribe Shemá, el 10 de enero de 1946, se abre un espacio
donde la palabra se vuelve recuerdo pero también y por sobre todo, conciencia moral.
Lo recordamos:
Consideraciones finales
Quizás sea Levi quien, al tomar la función de narrador de historias, busque com-
prender las razones del exterminio que son, hay que decirlo, las razones del hombre.
Es Levi, que tomando conciencia, siente la vergüenza de haber regresado y el dolor de
haber sobrevivido. Es Levi, quien bebiendo en las fuentes míticas y literarias de Occi-
dente, trata de narrar lo sucedido, de soportar sus consecuencias y de evitar, a través de
la conciencia, la repetida aniquilación de lo humano. En los últimos cuatro versos de
un bello poema, “La niña de Pompeya”, del 20 de noviembre de 1984, escribe:
Podríamos llegar a discutir con Adorno si después de Auschwitz puede haber poe-
sía, pero lo que parece innegable es que otra vez la literatura, aun débilmente, puede
hacer hablar a la muda vergüenza. Porque la vergüenza nos deja de pie frente a estos
hechos como a un niño descubierto espiando a través de la cerradura; mudos y estu-
pefactos. Pero no se sale de nuestra menesterosidad si no es con otro, no se le gana a la
mudez de la violencia vergonzosa si no es con palabras. Y no hay palabras que decir si
no hay memoria que las recuerde.
Si hay olvido no hay identidad, por eso olvidar es morir: “En vez de tramarles la
muerte, les hicieron su fruto comer”, narra la aventura literaria de Homero cuando nos
cuenta el encuentro con los lotófagos y la flor del loto que anula la capacidad de la
memoria. La palabra que narra nuestra historia nos recuerda quiénes somos pero por
sobre todo nos recuerda qué somos, cuerpos revestidos de palabras, carne y palabra;
hombres, no más que eso, nunca menos que eso.
82 | Javier Folco
Bibliografía
Agamben, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. Valencia. Pre-textos, 2005. Traducción de Antonio Gimeno
Cuspinera.
“Deuteronomio”. Antiguo Testamento. Madrid. Ediciones Paulinas Verbo Divino.
Levi, Primo. Lilít e altri racconti. Einaudi. Torino, 1981.
—Se non ora, quando? Einaudi. Torino, 1982.
—I sommersi e i salvati. Einaudi. Torino, 1986.
—El sistema periódico. El Aleph editores: Barcelona, 2004. Traducción de Carmen Martín Gaite.
—La búsqueda de las raíces. El Aleph editores: Barcelona, 2004. Traducción de Miguel Izquierdo, Arantxa
Marínez y Elena Melchiorri.
—Se questo è un uomo. Editorial Océano. Barcelona, 2005. Traducción de Pilar Gómez Debate.
—Los hundidos y los salvados. Editorial Océano. Barcelona, 2005. Traducción de Pilar Gómez Debate.
Rastier, François. Ulises en Auschwitz. Primo Levi el sobreviviente. Reverso. Barcelona, 2005. Traducción de
Ana Nuño.
Todorov, Tzvetan. Frente al límite. Siglo XXI editores. México. Traducción de Federico Álvarez.
Vincenti, Fiora. Invito alla lectura di Primo Levi. Ugo Mursia Edittore. Milano, 1973.
Javier Folco
(Córdoba, 1970), realizó estudios de Filosofía en la Universidad Nacional de Cór-
doba. Maestrando en etapa de elaboración de Tesis Final de la Maestría en Huma-
nidades y Artes de la Universidad Nacional de Villa María sobre el tema De premo-
niciones y de olvidos: Ulises y el transcurrir de la racionalidad de Occidente. Ganó el
Concurso “Giovanni Arpino, scrittore e giornalista”, organizado por la Ciudad de
Turín y la Región del Piemonte y fue seleccionado por la Secretaría de Cultura de
la Ciudad de Salerno (Italia) para la muestra “Racconti in ceramica”, en la cual maestros ceramistas del
sur de Italia representaban en una escultura el relato ficcional propuesto por los autores convocados.
Participó de la traducción al español de la obra El sitio y el regreso del escritor y crítico italiano
Franco Ferrucci (2006) y tradujo también –junto a Luigi Vallebona–, Las irregulares. Buenos Aires
Horror Tour, de Massimo Carlotto, obra con la que obtuvo el Premio a la Traducción 2010, reconoci-
miento que otorga el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia a obras de autores italianos traducidos
en el extranjero.
Fue co-editor del libro Entre la antigüedad clásica y la modernidad europea. Rodolfo Mondolfo:
diálogo entre dos momentos fundantes de la cultura de Occidente (Ediciones El copista, 2007), Secretario
de Redacción de Studi Italiani III, revista de Italianística de la Facultad de Lenguas de la Universidad
Nacional de Córdoba (2010) y actualmente se encuentra trabajando en la biografía autorizada de la
Sra. Estela Barnes de Carlotto, la Presidente de Abuelas de Plaza de Mayo.
Vive en Córdoba, donde trabaja en el área de programación del Istituto Italiano di Cultura, Agre-
gaduría Cultural del Consulado General de Italia.
La iniciativa olvidada de
Costa Rica ante la ONU sobre
la paz en Medio Oriente
Yosef Govrin
Antecedentes
Algunos países pequeños no dieron respuesta alguna, en tanto que otros favorecían
una iniciativa latinoamericana basada en la fórmula de Costa Rica. Tomando en cuenta
las diferencias de opinión expresadas en la reunión, los participantes decidieron crear
una comisión formada por representantes de Argentina, Brasil, Costa Rica, México y
Panamá.
Entre sus objetivos figuraba analizar si el bloque de países latinoamericanos debía
presentar un borrador de propuesta en la siguiente Asamblea General de la ONU y, en
ese caso, formularlo sobre la base del borrador de la iniciativa costarricense y el infor-
me del Secretario General de la ONU, que describía el contenido fundamental de los
memorandos israelíes, egipcios y jordanos en el que definían sus posiciones respecto de
soluciones al conflicto árabe-israelí, presentados al Embajador Jarring durante su me-
diación entre ambas partes. En ese momento, Jarring había expresado su permanente
preocupación por la insistencia de cada una de las partes en que la otra aceptara ciertos
compromisos antes de formular las disposiciones para un acuerdo de paz. También le
preocupaban los discursos de los cancilleres de Israel y Egipto en la ONU.
La iniciativa olvidada de Costa Rica ante la ONU sobre la paz en Medio Oriente | 85
Conclusión
Por otra parte, surgieron algunas consecuencias positivas de esta iniciativa. El bo-
rrador de resolución de Costa Rica y Uruguay fue la propuesta más pro-Israel que se
hubiera sometido a votación en la Asamblea General de la ONU desde la Guerra de
los Seis Días de 1967. Además, la existencia de esta iniciativa contribuyó a morigerar y
moderar el borrador de resolución afro-asiático, proárabe y la voluntad de los egipcios
de incorporar enmiendas.
Significativamente, el lenguaje moderado del borrador de propuesta afro-asiático,
en comparación con propuestas anteriores, llevó a la reducción del número de países
latinoamericanos que apoyaban a Israel. Por ejemplo, un borrador de propuesta de
países latinoamericanos de junio/julio de 1967,3 que los árabes rechazaron (y respecto
del cual Israel se abstuvo de votar), contenía un texto mucho más enérgico con respecto
a Israel que el borrador de propuesta que los árabes sometieron en el borrador de pro-
puesta afro-asiático de diciembre de 1971. Por supuesto, entre otros factores, también
se debe tomar en cuenta que el texto egipcio se suavizó después de la muerte del Presi-
dente Gamal Abdel Nasser.
Finalmente, un número significativo de países latinoamericanos demostró una vez
más que constituyen una fuente importante de apoyo a Israel en la escena internacio-
nal. Los países latinoamericanos que respaldaron la iniciativa de Costa Rica no eran
un bloque unificado. Su postura reflejaba las relaciones bilaterales entre ellos, y su lar-
ga historia de amistad con Israel. Este es un punto importante a resaltar actualmente,
cuando Israel traza su curso en América Latina.
Notas
1 Lo que sigue se basa en los expedientes “Cosi” del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel de 1971–72
y en informes de la Asamblea General de la ONU.
2 Asamblea General, 26ª Sesión, Reuniones Plenarias, Reunión 2015, p. 22.
3 Documento A/L. 523, Asamblea General de la ONU, Quinta Sesión Especial de Emergencia, 4 de julio de
1967, p. 43.
Yosef Govrin.
Embajador, historiador. Es graduado con Master y Doctorado de la Universidad
Hebrea de Jerusalem, en Historia Judía Contemporánea y Relaciones Internacio-
nales.
Ingresó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel en 1953. Su servicio
diplomático entre 1955 y 1970 lo llevó a Sidney (Australia; 1956-1959), Moscú
(Unión Soviética; Primer Secretario, 1964-1967), Buenos Aires (Argentina; Con-
sejero Político 1967-1970). De 1970 a 1976, se desempeñó como Subdirector del Departamento de
América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores y Director del Instituto de Relaciones Cultu-
rales entre Israel y Latinoamérica, España y Portugal. De 1976 a 1985, Director del Departamento de
Europa Oriental de la Cancillería. Embajador ante Rumania (1985-1989), Vicedirector General del
Ministerio de Relaciones Exteriores (1989-1993) y Embajador ante Austria, Eslovaquia, Eslovenia y la
ONU en Viena (1993-1995).
Desde su jubilación en 1996, ha sido becario de investigación en la Universidad Hebrea de Je-
rusalem. Su último libro es “Israel’s Relations with the East European States: From Disruption to Re-
sumption” (próximo a aparecer). Es autor de: The Jewish Factor in the Relations between Nazi-Germany
and the USSR (hebreo, 1986; inglés, 2009); Israeli-Soviet Relations 1953-1967: From Confrontation to
Disruption (hebreo, 1990; ruso, 1994; inglés, 1998); In the Shadow of Destruction: Recollections of Trans-
nistria (hebreo, 1999; idish, 2002; inglés, 2007); Israeli-Romanian Relations at the End of the Ceausescu
Era: As observed by Israel’s Ambassador to Romania 1985-1989 (hebreo, 2001; inglés, 2002; rumano,
2007). Israel’s Relations with the East European States, from Disruption in 1967 to Resumption in 1989-
1991 (hebreo, 2009; inglés, 2011) y coeditor de dos volúmenes de: Israel’s Ministry for Foreign Affairs:
The First 50 years (hebreo, 2002), entre otros trabajos de investigación y artículos.
Seis principios para una
integración regional exitosa
Fernando Iglesias
como los del BRIC (Brasil, Rusia, India, China), toman una decisión sobre qué base
energética van a emplear, esta determinación afecta a sus vecinos y al conjunto de los
ciudadanos del mundo. El resto de la comunidad internacional tiene el derecho de par-
ticipar y el orden global de hacer que esa participación se efectúe no sólo en términos
de multilateralismo (una nación = un voto) sino de democracia (un hombre = un voto),
es decir: a través de mecanismos multilaterales y democrático-parlamentarios que de-
berían incidir en esa decisión en nombre y representación de todos los habitantes del
planeta. En un mundo global la contradicción entre soberanía nacional e integración
es aparente. La opción por la soberanía nacional absoluta –es decir: por el aislacionis-
mo y el proteccionismo– disminuye las capacidades democratizantes de los Estados
nacionales; en tanto que la alternativa a favor de la integración multidimensional, las
incrementa. Como hemos visto, el modelo europeo demuestra que la mejor manera de
preservar y ampliar las capacidades autónomas de los Estados nacionales es apostar por
una integración regional profunda, transfiriendo poderes desde el nivel nacional hacia
las instituciones federales regionales en todos los temas que han superado la potestad y
las posibilidades de acción de las naciones.
El último –y acaso el principal– de los principios para una integración regional exi-
tosa es el de la democracia. En un mundo global la integración regional adquiere una
importancia decisiva, pero aun más importante es que la integración se desarrolle en
términos democráticos. En este sentido Europa nos da dos grandes lecciones; una gran
lección positiva y otra negativa. La positiva es bien simple: la democracia en Europa era
un régimen muy raro y minoritario hasta que comenzó, después de la Segunda Guerra
Mundial, el proceso de integración regional que es hoy el laboratorio del federalismo
regional de todo el mundo. Muchos atribuyen este mejoramiento de los estándares de-
mocráticos europeos a la derrota de los Estados totalitarios durante la Segunda Guerra
Mundial. Sin embargo, la derrota de las fuerzas imperiales durante la Primera Guerra
Mundial no llevó a la consolidación de la democracia en el Viejo Continente sino, pre-
cisamente, al surgimiento del nazismo, del fascismo y del estalinismo. Sólo la creación
de una democracia regional fue capaz de instalar establemente regímenes democráti-
cos en todo el continente europeo, inclusive en aquellos países del sur –como Grecia,
España, Italia y Portugal– en los que varios regímenes dictatoriales habían sobrevivido
a la guerra.
De manera que la experiencia europea nos brinda una valiosa lección que aconse-
ja apostar por la construcción de una democracia regional como el principal método
para consolidar las democracias nacionales del continente, y sugiere también que las
cláusulas democráticas para la integración constituyen un aliciente fundamental que
consolida la posición de las fuerzas democráticas internas de todos los países y debilita
las tentaciones autoritarias y totalitarias.
Cuando estudiamos Europa tenemos que aprender no solamente de sus éxitos sino
también de sus fracasos. Y uno de los fracasos de la Unión Europea es la distancia cre-
92 | Fernando Iglesias
ciente entre las instituciones regionales y los ciudadanos europeos, que se ve muy cla-
ramente expresada tanto en la falta de participación en las elecciones regionales como
en el hecho de que esas mismas elecciones regionales se deciden según polaridades
políticas nacionales.
He aquí un error que tenemos que evitar reproducir en Latinoamérica: la falta de
participación ciudadana en los procesos políticos regionales y la conservación obsoleta
del carácter nacional del sistema eleccionario y del sistema de partidos. Necesitamos
instituciones y parlamentos para achicar lo más posible la brecha de representación
entre los representantes y los representados, junto con elecciones regionales que in-
tegren un sistema de preferencias de distrito único regional, que se constituyan pro-
gresivamente grandes partidos políticos regionales determinados por las polaridades
políticas transnacionales y no por lo intereses nacionales, como está aconteciendo ya
en la Unión Europea.
Sólo así, promoviendo la multidimensionalidad, la multilateralidad, la multicultu-
ralidad, el federalismo, la subsidiaridad y la democracia alcanzaremos los seis princi-
pios básicos de una integración regional exitosa.
Fernando A. Iglesias.
Es escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la Globalización
y en la sociedad de la información y el conocimiento. Ha escrito para numerosos
medios masivos de comunicación, tanto argentinos como extranjeros, como ha
participado de diversas conferencias y seminarios en distintos países. Producto
de su labor periodística ha sido distinguido con el Premio TEA 2000 y el Premio
Perfil 2005.
Actualmente, ocupa el cargo de Diputado de la Nación (2007-2011) en representación de la Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires por la Coalición Cívica.
En el entorno legislativo regional, Fernando A. Iglesias es miembro de la Comisión Especial de
Asuntos Políticos y Municipales y de la Integración del Parlamento Latinoamericano (Parlatino). En
el seno de este organismo, ha propuesto que dicha comisión apoye la iniciativa del establecimiento de
una Asamblea Parlamentaria de las Naciones Unidas, como también que se pronuncie a favor de la
creación de una Agencia Ambiental para América Latina y el Caribe que actúe como espacio de debate
y promoción de Derechos Ambientales para los ciudadanos latinoamericanos.
Es también Miembro Fundador y Secretario General de Democracia Global– Movimiento por
la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. Esta organización, independiente y pluralista, tiene
como objetivo impulsar la democracia global promoviendo la existencia de instituciones democráticas
a nivel continental y mundial, ya sea a través de la reforma de las organizaciones existentes o mediante
la creación de otras nuevas que permitan la representación democrática de los ciudadanos de todo el
mundo. Paralelamente, es miembro del Consejo Directivo del World Federalist Movement, del Con-
sejo Honorario de IDEAR y del Instituto de Sociología Política de la Academia Nacional de Ciencias
Morales y Políticas.
Es graduado de la licenciatura del Programa de Alto Rendimiento Deportivo de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, donde también fue profesor y diplomado en
Periodismo del Taller Escuela Agencia (TEA).
Nuevas formas de racismo.
El nuevo antisemitismo
Marcos Israel
El racismo
cidas –al decir de los primeros dirigentes de la Iglesia Católica; recién ahora el máximo
jerarca de la Iglesia aclaró que no–. En la alta Edad Media fuimos los herejes y, como
tales, perseguidos por la Inquisición; en el despuntar del siglo XX fuimos los grandes
conspiradores del mundo –según expresaban los Protocolos de los Sabios de Sion perge-
ñados por la extrema derecha de la Rusia zarista–; luego fuimos una raza inferior para
el nazismo.
¿Y ahora? Y ahora somos sionistas. Alguien se encargó de que este término –que
expresa nada más ni nada menos que el derecho de autodeterminación del pueblo judío
en un Estado soberano– se convirtiera en algo malo, de la misma forma en que otros
convirtieron en el pasado el término judío en algo malo. Veremos quiénes fueron y
siguen siendo, y por qué.
la Primera Guerra Mundial, cuando comenzó el reparto del derrotado Imperio Oto-
mano y se abría la posibilidad de crear un Estado judío, los árabes se opusieron vehe-
mentemente, y el discurso racista rápidamente tomó protagonismo. En 1920, a falta
de un discurso antisemita propio, los dirigentes árabes presentaron un memorándum
al Secretario de Colonias del Imperio Británico, Winston Churchill, plagado de clichés
antisemitas importados de Europa1.
No sólo el discurso. La acción en el terreno y la diplomacia utilizaron todos los
argumentos del antisemitismo europeo y además apuntaron tempranamente a intentar
la desaparición física de los judíos, primero en Tierra Santa y luego en todo el territorio
árabe e islámico. Así, en la discusión de 1947 en Naciones Unidas sobre la creación en
Tierra Santa de dos Estados –uno árabe y otro judío–, el Embajador de Egipto en las
Naciones Unidas advirtió en su discurso que el millón de judíos que vivía en los países
árabes desde hacía siglos, sufriría una persecución peor que la que acababan de tener
en Europa y vaticinó una masacre si la partición se concretaba. De hecho, a los seis mi-
llones de muertos a manos del nazismo no se agregó otro millón más porque cuando la
persecución comenzó en los países árabes, el Estado de Israel ya estaba fundado y los
judíos tuvieron a donde escapar.
Perdida la guerra de 1948 y especialmente luego de la derrota de 1967, el esta-
blishment político árabe se vuelca al uso de la incitación al odio y la violencia, la que
constituye un arma de guerra política. Como arma política de la guerra, la incitación
pertenece a la misma categoría que la agitación y la propaganda.
En este sentido, la generación –invención– de un relato histórico que justifique el
sostenimiento del conflicto, que lo legitime, es perfectamente complementario de la
incitación al odio en el terreno. Así, asistimos cotidianamente a la generación de afir-
maciones de pretendido carácter histórico que intentan presentar a los palestinos como
pueblo originario y a los judíos como invasores. El último ejemplo inefable fue hace
pocos meses cuando una “investigación científica” palestina demostraba que el Muro
Occidental del Templo de Jerusalem no pertenecía a los judíos. La tal investigación fue
colgada en la página oficial de la Autoridad Palestina, hasta que dirigentes políticos de
alto nivel de Occidente reclamaron que se bajara semejante absurdo. Este intento es
sólo un eslabón de una larguísima cadena que muestra en los hechos cómo los árabes
están usando la herramienta que describía Foucault en la “Genealogía del Racismo”, de
hacer de la historia un campo de batalla.
Un régimen puede utilizar la incitación como arma de guerra con el fin de prepa-
rar a su propia población para combatir y para convencerse de que sus demandas de
sacrificios a largo plazo, en última instancia, serán recompensadas. Pero en este caso la
incitación tiene un papel paralelo: obtener el apoyo político activo desde el extranjero,
lo que puede dar lugar a agresivas interferencias políticas en favor de una causa. Esto es
parte de una estrategia más amplia, cuyo objetivo es compensar la debilidad militar y
ubicar la cuestión de Palestina al tope de la agenda política del mundo.
Dado el tamaño y el poder del mundo árabe, esta prédica ha obtenido un impacto
fenomenal en el mundo entero con consecuencias obvias para todos los judíos, estén
donde estén. Así como en la Edad Media el judío que no soportaba la persecución o
el aislamiento podía salirse convirtiéndose –salirse de la religión que era por lo que se
perseguía o discriminaba–, en la actualidad el judío que no soporta la presión o quiera
sentirse más confortable en su entorno, se presenta como no sionista, o antisionista
o fuertemente crítico del gobierno de Israel (generalmente de todos los gobiernos de
Israel). Así observamos cómo muchos foros nacionales e internacionales, organizados
por entidades propalestinas, o simpatizantes de la causa árabe, suelen invitar a partici-
par a judíos con estas características, dispuestos a reconfirmar la perfidia o el error de
Israel o el sionismo. La historia se repite, impoluta.
En el presente como en el pasado, la prédica del antisemitismo necesita construirse
sobre la mentira. La mentira –cotidiana– sobre lo que pasa en el conflicto árabe–israelí;
la invención de un relato histórico sobre cómo se gestó el conflicto; y la mentira monu-
mental que significa la negación del Holocausto.
Ésta es una épica historia íntimamente ligada de dos pueblos, el alemán y el judío
que en su largo trasegar dio origen a una relación simbiótica de características únicas
en la historia de las comunidades judías en el mundo.
Una historia cubierta de gloria y de contribuciones universales sin paralelo, que re-
formó profunda y globalmente al pueblo judío, una historia fascinante que desnuda el
espíritu humano en sus más elevadas realizaciones y en sus más abominables instintos,
una historia con un trágico epílogo de cenizas, humo y sangre.
Ésta es la historia del judaísmo alemán.
Todo comienza a mediados del siglo XVIII con la llegada a Berlín, capital de Pru-
sia, de un humilde adolescente, Moisés Mendelsohn, uno de los aproximadamente se-
senta mil judíos residentes en los territorios alemanes.
De salud precaria pero con una mente fuera de lo común, Mendelsohn fundaría el Ilu-
minismo, movimiento emancipador judío, que rompía con siglos de encerramiento en los
guetos y con las costumbres y tradiciones medievales de las comunidades judías europeas.
El Iluminismo, consistía en que los judíos podían mantener sus tradiciones y re-
ligión, integrándose a la vida del país, hablando su idioma, adaptando sus costumbres
cotidianas, su vestimenta y su forma de vida.
Mendelsohn, que cuando llegó a Berlín no hablaba alemán, se convirtió además en
uno de los más importante hombres de las letras alemanas de la época.
Una parte muy significativa de su legado tiene que ver con el trabajo realizado con
su colega alemán Gustav Lessing, padre de la Ilustración alemana. Ambas culturas, la
judía y la alemana se desarrollaron bajo una influencia mutua que daría pie a una for-
midable realidad en la cual la cultura, la idiosincrasia y la identidad alemana durante
un siglo fueron fuertemente influenciadas por judíos y viceversa.
A Mendelsohn se le conocía ya en vida como el Sócrates alemán y el Lutero judío1,
con lo cual se magnificaba su contribución tanto a la reforma del judaísmo como a la
emancipación alemana.
98 | Marcos Peckel
Otro personaje que dejó una profunda huella en la creación cultural fue Heinrich
Heine, poeta nacional de Alemania, quien aun en su lecho de muerte padecía el lace-
rante conflicto interno entre su ser judío y su ser alemán1.
En 1848, año de agitación en Europa, hace su aparición Karl Heinrich Marx des-
cendiente de una familia de generaciones de rabinos, padre del comunismo, movimien-
to que cambiaría la faz de Europa y en cuyas filas sobresalieron gran cantidad de inte-
lectuales, profesionales y obreros judíos en todos los países.
Lo que en parte permitió a muchos judíos sobresalir en actividades culturales y
científicas, a pesar de las numerosas restricciones a ellos impuestas, fue el apoyo de los
banqueros judíos. La banca como institución universal, fue fundada por judíos alema-
nes en la Edad Media, cuando algunas familias se dedicaron a prestar dinero, actividad
que les estaba expresamente prohibida a los cristianos.
Fue el Iluminismo judío nacido en Alemania que dio posteriormente origen a los
trascendentales movimientos y corrientes en el interior del pueblo judío que lo traerían
a la modernidad. El judaísmo conservador, el reformista, la moderna sinagoga orto-
doxa y el movimiento sionista tienen su origen en tierras germanas.
En alemán fueron escritas las obras del padre del sionismo, Theodor Herzl: “El
Estado Judío” y “Vieja nueva tierra”.
El ascenso de Alemania a imperio principal de Europa comienza con la llegada al
poder de Otto Von Bismark, bajo el emperador Guillermo Federico de Prusia.
Bismark, fundador del segundo Reich (Imperio), estableció el Estado de bienestar
y convirtió a Berlín en el centro de la diplomacia europea. Bajo su liderazgo los judíos
gozaron de una gran cantidad de derechos, y continuaron su ascendente protagonismo
en todos los campos del devenir social germano.
Pero también asomó ignominiosa la cabeza del antisemitismo. Heinrich Von
Treitschke, uno de los principales historiadores y políticos alemanes de fines del siglo
XIX, destacado líder del nacionalismo alemán fue también un adalid del antisemitis-
mo, y a quien se le atribuye la frase “los judíos son nuestra maldición”, acogida años
después por los nazis.
A comienzos del siglo XX, una radiografía de la sociedad alemana muestra que en la
antesala del estallido de la Primera Guerra Mundial, una gran proporción de los banque-
ros, académicos, comerciantes, científicos, industriales, dirigentes sindicales, líderes del
Partido Comunista y de la Social Democracia, y directores de medios, eran judíos1.
Nunca en la historia, una comunidad judía había llegado a tener una influencia
tan marcada en una sociedad, como los judíos en la Alemania de la preguerra.
Una de las vedettes en el Berlín de entonces, era un profesor de Física del Karl Wil-
hem Institut de nombre Albert Einstein. Ganador del Premio Nobel de Física en 1921.
Sus clases eran una romería de estudiantes, profesores, periodistas y gente del común
que acudían a ellas como a un espectáculo artístico1. Einstein se convertiría en la figura
más descollante y simbólica del judaísmo alemán. Su vida terminaría en el exilio en
El judaísmo alemán. De los aportes universales a las cámaras de gas | 99
Princeton y en 1955, año en que fallecería, le había sido ofrecida la Presidencia del
Estado de Israel.
También aparecía en Austria el médico y biólogo judío Sigmund Shlomo Freud,
padre del psicoanálisis, quien se exilió en Londres una vez los nazis ocuparon su nati-
va Austria, considerada por unos y otros como parte de las “Deutcheländer” (Tierras
Alemanas).
Al estallar la Primera Guerra Mundial la comunidad judía alemana cayó en una
especie de delirio colectivo. Querían demostrar a toda costa su patriotismo y su apoyo
al “Heimat” (Patria). Querían ser más alemanes que los alemanes.
De todos los ámbitos de la sociedad, académicos, artísticos, políticos, de la izquier-
da, de los sionistas, emanaron apoyos destemplados de los judíos a la guerra imperia-
lista de Alemania y su aliado el Imperio Austro-Húngaro.
Las armas químicas que tantas muertes causaron en el frente de batalla, fueron
producto del trabajo del científico judío, condiscípulo de Einstein, Fritz Haber, quien
inventó el gas mostaza y el cyclon B. Al final de la conflagración Haber fue declarado
criminal de guerra1.
Paradójicamente las pocas voces que se alzaron contra la guerra fueron también de
judíos: Albert Einstein y los posteriormente asesinados líderes del Partido Comunista
alemán Karl Libnecht y Rosa Luxemburgo.
Fueron 85 mil judíos los que sirvieron en el ejército alemán, de los cuales casi 30
mil recibieron condecoraciones al valor. Han sido 12 mil judíos quienes murieron en
las filas alemanas entre 1914 y 19182. Fue un oficial judío, Harold Gutman quien otorgó
la medalla al valor a un joven suboficial del ejército alemán de nombre Adolf Hitler.1
Alemania fue finalmente derrotada y sujeta a draconianas condiciones por parte
de los aliados vencedores. La monarquía prusiana fue derrocada para dar origen a la
República de Weimar, ciudad donde con una notoria participación judía se redactó la
nueva Constitución alemana.
En la primera elección al “Reichstag” (Parlamento) fueron elegidos 24 judíos y
había 6 ministros hebreos en el gobierno del primer canciller de Weimar, Frederich
Ebert1.
Uno de los personajes más fascinantes durante las primeras dos décadas del siglo
XX fue Walter Rathenau, Ministro de Relaciones Exteriores de la Alemania de Wei-
mar. Rathenau personificaba al judío alemán emancipado, miembro de la élite econó-
mica y política prusiana. Su asesinato a manos de ultraderechistas alemanes en 1922
sacudió los cimientos de la república de Weimar y constituyó un sangriento presagio
que lo que estaba por venir.
En el campo científico y cultural, descolló el Instituto de Investigación Social,
conocido como la “Escuela de Francfort”, entre cuyas luminarias, todos judíos, sobre-
salieron Erich Fromm, Herbert Marcuse, Walter Benjamin, Theodor Adorno y Karl
Mannheim1.
100 | Marcos Peckel
1 Amos Elon, “The pity of it all” (La pena de todo). “A portrait of the German Jewish epoch” (Un retrato de
la época de los judíos alemanes).
2 “Die Judishen Gefallenen” (Los judíos caídos).
Nota: Este artículo fue publicado por primera vez en la publicación de la Universidad Nacional de Colombia.
Ha sido modificado para “Coloquio”.
El cuarto dato que se omite olímpicamente acerca del concepto de elección es que
éste es, en otras tradiciones (cristiana, islámica, drusa, etc.), mucho más rígido que el
israelita, y sin embargo la invectiva se descarga exclusivamente contra la versión más
leve del mismo, la judaica.
El Cristianismo y el Islam originales se atribuyen la verdad universal que virtual-
mente no deja lugar para la salvación sino a sus fieles. El cristianismo nunca renegó
del concepto de la elección. Lo aceptó sin reservas en su versión original, o bien lo
corrigió con el dogma de que la elección había pasado a la Iglesia, “el nuevo Israel, el
Israel del espíritu”. Por ello llama la atención que quienes escarnecen a los judíos con la
ridiculización de la elección, no reparan en que es una idea tan judaica como cristiana
o islámica, y por lo tanto podría ser dardo para burlarse casi del mundo entero.
Más aún: precisamente el judaísmo facilita el entorno de pluralidad de religiones,
al no exigir del prójimo que se convierta a su religión para ser salvo. Esta flexibilidad se
debe precisamente a la tergiversada noción de “Pueblo Elegido”.
La afirmación de que el pueblo judío fue designado para cumplir con la Torá y
transmitirla, ha obrado históricamente como una barrera contra los más diversos im-
perialismos que bregaron por someter a todos los pueblos a una misma norma. Así
es que los judíos debieron enfrentarse a diversos imperios totalitarios: en la temprana
antigüedad, al egipcio, al asirio y al babilónico; más tarde, al griego y al romano; en la
época moderna, al alemán, al ruso, al panárabe, al islamista.
En la visión bíblica, la transgresión de los imperios diversos es su intento de homo-
geneizar a los seres humanos. A partir de este conato se termina o bien en la sumisión
a los más poderosos, como en la sociedad esclavista cuyo castigo arquetípico fue el
Diluvio, o bien en una civilización tecnocrática que se atribuye poderes sobrehumanos,
en la imagen de la torre de Babel.
En la liturgia judía no sólo se rechaza todo dominio, sino que se hace gala de un
humilde origen: el de un pueblo de esclavos que deciden liberarse de la opresión. Su
lucha liberadora se dirige contra todo avasallamiento que fuerce a los seres humanos
a una misma categoría. La elección del pueblo judío es el inevitable corolario de esa
contienda.
nacionales: los esclavos israelitas y no la realeza egipcia. Con todo, la elección de uno
no implicaba necesariamente la desaparición del otro. Se trataba de otorgarle al elegido
un papel central para que con él pudiera hacer su contribución a todos. “Por ti serán
bendecidas todas las familias de la Tierra” se le promete a Abraham, el primer patriarca.
Abraham se siente elegido, pero no para someter, sino para llevar a cabo una labor ética
que traiga bendición a todos, no a él exclusivamente.
El Pacto de Israel señala el rechazo de dos excesos, etapas en la evolución de la fe.
En un extremo, el tribalismo, que supone que cada nación tiene su dios, como dicta la
cosmovisión pagana. En el otro extremo, el universalismo, que, aunque parece frater-
no cuando plantea una misma divinidad para todos los hombres, concluye implacable
cuando establece un solo posible camino para servir a ese Dios, sea el de la revelación
o el de la razón.
El hombre es plural. Tiene muchas sendas a su disposición, y formará muchas na-
ciones que contribuyen con su color específico a la policromía humana, y conocerá
muchas religiones que forjan un mosaico que debería ser de mutuo respeto y enrique-
cimiento, y no de “salvación” por la espada o guerras curiosamente “santas”.
En una sola ocasión ordena la Torá amar al prójimo (un precepto del que a veces se
despoja a la Biblia hebrea), y en contraste, establece una categoría especial del prójimo,
el extranjero, para el que se advierte acerca del buen trato que merece, no ya una vez,
sino decenas1. El cariño hacia el extranjero deriva precisamente de la responsabilidad
que acarrea el concepto de “Pueblo Elegido”.
1 En el Midrash Tanjuma los rabíes establecieron que son 58 veces, y en el Talmud el Rabí Eliezer Hagadol
especifica que son unas cuarenta veces.
104 | Gustavo Perednik
GUSTAVO D. PEREDNIK.
Invitado a disertar en cien ciudades de cincuenta países, enseñó en numerosas
universidades de los Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, en donde en 2009
dictó su Curso de Judeofobia en la Universidad de Barcelona. En China, creó el
Programa de Esclarecimiento Judaico y disertó en más de diez ciudades.
Completó en Nueva York sus estudios de Doctorado en Filosofía, y cursó
Humanidades en las universidades de La Sorbonne (Francia), Lock Haven (Penn-
sylvania, Estados Unidos), San Marcos (Perú), Uppsala (Suecia), y en la Yeshivá Devar Yerushalaim
(Israel). Fue distinguido como profesor sobresaliente de la Universidad Hebrea de Jerusalem, de la que
se graduó con honores, y en la que dirigió la Mejiná (año preparatorio) y creó el programa Sheli de
estudios en castellano. Durante una década dirigió el Instituto para Líderes de Jerusalem.
Es autor de quince libros, varios traducidos y con premios internacionales (como Grandes Pensa-
dores, La Judeofobia, España Descarrilada, El silencio de Darwin). Su crónica novelada Matar sin que se
note (Editorial Planeta, 2009) desgrana los ataques iraníes en Buenos Aires, y fue presentado en varias
ciudades de Israel y países americanos. La patria fue un libro (ORT, 2010) explica la influencia de la
Biblia hebrea en la civilización. Lleva publicados más de mil artículos en varias lenguas, en medios
académicos, culturales y periodísticos; centenares son accesibles en Internet.
Entre sus iniciativas, se destacan los Festivales Juveniles de la Canción Jasídica, programas televi-
sivos para la difusión del judaísmo, el Centro Hebreo Ioná, la exhibición pública sobre la Contribución
Judía al Mundo de las Ideas, y la Fundación Hadar que dirige actualmente.
Reside en las afueras de Jerusalem con su esposa Ruth y sus cinco hijos.
Lo que une al judaísmo
con el cristianismo
Paul Robert Phillips
Israel, hasta la promoción de la paz en Medio Oriente, diálogo interreligioso, conferencias en univer-
sidades, relaciones públicas, etc.
Ha sido Asesor Cultural y de Prensa, Asesor de Relaciones Públicas, traductor e intérprete, para la
Embajada de Israel, en Brasilia (2004-2010). Administrador general en la Embajada Británica (Brasilia,
1977-1995). Y Asesor del Embajador, traductor e intérprete de la Embajada de Myanmar en Brasilia
(1996-2000).
La Iglesia Católica y los judíos
Julián Schvindlerman
Desde San Pedro Apóstol, el primer Papa (siglo I), hasta Benedicto XVI, el actual
(siglo XXI), ha habido 263 Papas. Los primeros y semilegendarios Papas, San Pedro
y sus sucesores inmediatos, fueron judíos. A pesar de ello, no mucho se sabe de la
relación de éstos con los judíos. El primer Papa del que se tiene conocimiento que
ha entablado contacto directo con judíos fue Silvestre I en el siglo IV, quien discutió
temas religiosos con ellos. Leo I escribió sermones polémicos antijudíos en el siglo V.
El siguiente Papa del que se sabe que se ha vinculado con judíos fue Gelasio I a finales
del mismo siglo. Los Papas del Medioevo en adelante adoptaron una actitud en teoría
ambivalente hacia los judíos, aunque su comportamiento para con éstos en la práctica
ha sido mayormente negativo. Ello se extendió durante la Edad Moderna en la que
el Papado batallaba contra las nuevas corrientes del laicismo y el nacionalismo. Los
judíos, siendo uno de los grupos humanos más beneficiados por el liberalismo y el mo-
dernismo, fueron objeto de la ira papal. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia
tuvo por líder a Pío XII, cuya conducta hacia el pueblo judío en esos años oscuros aún
suscita polémica entre apologistas y detractores.
En las décadas posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, El Vaticano inau-
guró una novedosa aproximación hacia el pueblo judío y su historia. Así, las últimas casi
cinco décadas fueron testigos de eventos sensacionalmente positivos en las relaciones
interreligiosas. Puede postularse que en este último medio siglo el Papado ha hecho a
favor de armoniosas relaciones con los judíos lo que en los previos casi dos mil años no
solamente no había efectuado, sino que había hecho lo contrario. La realización del Con-
cilio Vaticano II entre 1962-1965, la plegaria que Juan XXIII compuso en 1963 en la que
los católicos pedían perdón por haber maldecido injustamente el nombre de los judíos,
las bendiciones efectuadas espontáneamente por este mismo Papa una mañana de Shabat
a los judíos romanos al verlos salir de la sinagoga, las visitas de Juan Pablo II al campo
de concentración y exterminio Auschwitz-Birkenau en 1979, a la sinagoga de Roma en
1986, al Museo del Holocausto y al Muro Occidental del Templo de Jerusalem durante su
viaje a Israel en 2000, el entablado de relaciones diplomáticas con el Estado judío en 1993,
la publicación del primer documento oficial de la Iglesia Católica sobre la Shoá en 1998,
el concierto efectuado en la Ciudad del Vaticano en conmemoración del Holocausto en
110 | Julián Schvindlerman
1994, los sendos pedidos de perdón en ocasión del Jubileo, las condenas del antisemitis-
mo, la caracterización de los judíos como “hermanos mayores”, nuevas visitas de Benedic-
to XVI a sinagogas en Alemania en 2005, en los Estados Unidos en 2008 e Italia en 2010,
y los renovados bríos insuflados al diálogo interreligioso en general, han sido hitos de la
política vaticana hacia el pueblo judío en la historia reciente.
La Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II iniciado por Juan XXIII ha
marcado el punto de inflexión teológica más extraordinario en el dogma católico en lo
relativo a los judíos en la historia. Tiene una extensión de cuatro páginas y tomó cuatro
años redactarla. La acusación del deicidio fue abordada de la siguiente manera:
“Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de
Cristo, sin embargo, lo que en Su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistinta-
mente a todos los judíos que entonces vivían ni a los judíos de hoy”.
JULIÁN SCHVINDLERMAN
Analista político internacional, escritor y conferencista.
Posee una licenciatura en Administración de la Universidad de Buenos Aires
y una Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Es
autor de los libros “Roma y Jerusalem: la política vaticana hacia el Estado judío”
(Debate: 2010) y “Tierras por Paz, Tierras por Guerra” (Ensayos del Sud: 2002), así
como de los ensayos “Introducción al Nuevo Antisemitismo” (2010) y “El Otro Eje
del Mal: antinorteamericanismo, antiisraelismo y antisemitismo” (2004). Es columnista del periódico
Comunidades, de Radio Jai, de FM Identidad y de Radio Universidad de Belgrano. Es profesor invitado
en la materia Tópicos de Política Mundial en la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos
de Argentina (UCEMA).
Sus artículos han sido publicados en Washington Times, Middle East Quarterly, Midstream, El
Nuevo Herald (Estados Unidos), Haaretz, Jerusalem Report (Israel); Clarín, La Nación, El Cronista, La
Voz del Interior, Agenda Internacional, Perfil, DyN, Infobae.com, Veintitrés Internacional (Argentina);
El Heraldo, Cali Cultural (Colombia): El Telégrafo (Ecuador); Libertad Digital, La Ilustración Liberal
(España); La Prensa (Panamá) y periódicos de las comunidades judías de Gran Bretaña, España y
Latinoamérica.
Ha dictado conferencias en la Argentina, Aruba, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Cu-
raçao, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.
Ha sido entrevistado por diversos periódicos y programas televisivos y radiales, tales como Perfil,
Infobae, C5N, Hora Clave, La Cornisa, Télam, Dominó, Hora23, Mosaico, Menorah, AMIA para todos,
Jaque Mate, Fisherton CNN, Radio Palermo, Radio Identidad (Argentina), Arutz 7 (Israel); Voice of
America, Jewish Telegraphic Agency, Noticias Radio y TV Martí (Estados Unidos); NTN24 (Latino-
américa y los Estados Unidos); El Informador (México); El Universal, El Nacional, Globo, Tal Cual,
Radio Caracas Radio (Venezuela); Libre Encuentro, Libertóplis, Radio Infinita (Guatemala); El País,
NTN24, Oye Cali (Colombia); La Razón, RPP-TV (Perú); Eco News, Radio Nacional (Costa Rica); Bon
Dia Aruba (Aruba); Channel 11, Radio Station Z-86 (Curaçao); La Prensa (Panamá); Puntos de Vista
(Telecaribe) y Shalom Brasil (Brasil).
Ha sido colaborador del Miami Herald, Director Ejecutivo Adjunto de United Nations Watch en
Suiza, e instructor del Instituto para Jóvenes Lideres del Extranjero en Israel.
La visión judía acerca de las
causas de la pobreza.
Una aproximación al tema
de la pobreza en la Argentina
Abraham Skorka
1 Abraham Joshúa Heschel. God in Search of Man: A Philosophy of Judaism. Farrar, Straus & Giroux,
Nueva York, 1955, pág. 412.
2 Para la transliteración del hebreo y del arameo se han usado las siguientes normas: la consonante ‘he’ se
transliteró como h, la ‘bet degusha’ como b, la ‘bet rafah’, al igual que la ‘vav’ como v, la ‘zain’ como z, la
‘tzadi’ como tz. Se colocó una apóstrofe a la vocal que acompaña a la consonante ‘ain’. La y designa a la
‘iud’ shorshit, mientras que i, a la ‘em keriah’ –vocal- i. La ´kaf rafah´ (jaf) como kh, la ´kaf degushah´,
la igual que la ¨kof´, como k. La jet como h. Las demás consonantes y vocales se han transliterado de
acuerdo a su fonema equivalente en castellano.
D”H (Dibur HaMathil) refiere a las primeras palabras de un parágrafo de un texto, que es comentado,
explicado o analizado, y que sirven de referencia para relacionar ordenadamente dichos comentarios
con su correspondiente texto.
Todas las citas talmúdicas refieren al Talmud Babilónico, salvo aquellas en las que se aclara que corres-
ponden al Jerosolimitano.
116 | Abraham Skorka
hacia el hombre, sino la presencia del hombre hacia Dios. Es por ello que la Biblia es la
antropología de Dios, más que la teología del hombre”.
Los relatos que en ella se presentan pretenden servir a sus lectores en la formación
de una cosmovisión en la cual el ser humano es poseedor de un hálito de lo Divino,
mediante el cual es posible desarrollar un diálogo profundo con el Creador, tal como
enseñó Martin Buber en múltiples de sus magistrales escritos3. El relato de la Creación,
más que una cosmogonía en la que se puede hallar algunos indicios de la física rela-
tivista, pretende enseñar, al decir de los sabios del Talmud4: que todo el Cosmos fue
creado para un solo ser humano, a fin de enseñar la importancia de cada individuo en
su propia, única y peculiar existencia. De donde se desprende que aquel que salva a un
solo individuo es como si estuviese salvando a la Humanidad toda y, viceversa, el que
destruye un solo individuo es como si destruyese a la Humanidad toda5.
El Dios de la Torah es honrado mediante la aplicación de aquello que es bueno y
justo6 en todos los ámbitos de la existencia. Es el Dios misericordioso, que posee por
base de su trono a la Justicia y la Equidad7, y el paso último para acercarse a Él es me-
diante un sentimiento de amor, como dice el versículo (Deuteronomio 6:5): “Amarás al
Eterno, tu Dios, con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas”. Una de
las tesis básicas de la Biblia es que se alcanza el amor a Dios sólo a través del amor al
prójimo8, al igual que “al extranjero que habita tu tierra”9.
Aquello que le da sentido a la existencia del hombre es tener conciencia acerca de
la atención de Dios puesta en cada individuo y en su devenir. Volviendo al léxico de
Heschel: “El hombre no está solo”10 en el universo.
De acuerdo a un muy osado midrash, no sólo el hombre depende de la atención
divina, sino –por así decirlo– en cierta medida, Dios mismo también depende de la
digna atención humana11.
Lo que Dios pretende del hombre, en las palabras del profeta Miqueas (6: 8), es:
“hacer justicia, amar la piedad y caminar con humildad junto a Él”.
Las fuentes hebraicas y arameas citadas fueron directamente traducidas de su original por el autor, con
notas explicativas que se hallan entre paréntesis, para la total comprensión de los textos.
Las fuentes bíblicas son citadas de acuerdo a la tradición y división masorética.
3 Samuel Hugo Bergman. Dialogical Philosophy. From Kierkegaard to Buber. State University of New York
Press, Albany, 1991.
4 Mishnah Sanhedrín 4:5.
5 Mishnah Sanedrín 4: 5.
6 Deuteronomio 6:18.
7 Salmos 89:15; 97:2.
8 Levítico 19:18.
9 Ídem 19:34.
10 Título de una de las más famosas obras de Heschel: Man is not alone. Ed. Farrar, Straus & Giroux, Nueva
York, 1951. Traducción castellana: “El hombre no está solo”. Ediciones Seminario Rabínico Latinoame-
ricano, Buenos Aires, 1982.
11 11. Sifri Devarim, Piska 346, D”H: Yahad Shivtei.
La visión judía acerca de las causas de la pobreza | 117
La propuesta bíblica al hombre es que trate de analizar todas sus aflicciones, como
consecuencia de sus falencias espirituales. Aun ciertas afecciones físicas deben anali-
zarse en tal sentido, como se desprende de la simple lectura de algunos relatos bíblicos.
De tal modo vemos que las dolencias de la piel son relacionadas en la Biblia con la blas-
femia12, y en tal sentido son interpretados en el Talmud y en los Midrashim13.
Esta cosmovisión sirvió de base en la formación de aquello que se define como
cultura o civilización occidental. El encuentro entre la civilización helénica y las cul-
turas meso-orientales engendró a las culturas helenísticas, entre las que cabe hallar
componentes judaicos; y posteriormente, como consecuencia entre los encuentros y
desencuentros entre Judea y Roma, emerge el cristianismo. Por otra parte, es a través de
la expansión del Islam, entre cuyos fundamentos se hallan la Biblia Hebraica y el Nuevo
Testamento, que esencias del Weltanschaung (Cosmovisión) de la Torah alcanzan, de tal
modo, a los pueblos del Medio y Lejano Oriente.
Es por ello que en muchas de las creaciones intelectuales que emergieron pos-
teriormente, aun en aquellas antagónicas a la Biblia en su concepción de lo Divino,
puede distinguirse como piedra angular de las mismas, a la ética propuesta por el texto
bíblico.
Al analizar el Humanismo laico que surgió en la Europa del siglo XVIII, en el que
se reconocen los derechos del individuo sin excepción, por su sola condición humana,
cabe distinguir el componente ético que heredaron los creadores del mismo, partiendo
de los conceptos desarrollados por los Profetas, y su desencuentro con el Dios que ha-
bía inspirado a éstos en su prédica.
Aun en los escritos de Marx es posible diferenciar entre su crítica a la expoliación
del hombre por el hombre y sus acerbas críticas contra las religiones. Es por ello que
Hans Küng14 al igual que Merold Westpahl, así como muchos otros teólogos, separan
entre la crítica social de Marx y su concepción atea, desestimando esta última y consi-
derando la primera en un contexto de religiosidad.
Estos argumentos, expuestos aquí en forma muy escueta, pretenden ampliar la
base de sustentación de la metodología empleada para abordar el tema de la pobreza, al
enfatizar acerca de los múltiples lazos existentes entre la creación espiritual judía y la de
muchas otras religiones y culturas de vasta influencia en el seno de la humanidad, que
permitieron y coadyuvaron a sus logros y desarrollo.
La Biblia enseña a diferenciar entre dos tipos de pobreza. La que inevitablemente
ha de producirse en toda sociedad como consecuencia de las vicisitudes mismas que
hacen a la vida del individuo y la sociedad. “Pues no dejará de haber menesteroso en el
15 Deuteronomio 15: 8, Tosefta (Liberman) Pea 4; 10; Ketuvot 6:8; Ketuvot 67, b; etc.
16 Véase al respecto: A. Skorka, Zedeq y Zedaqah en la era posmoderna, “Cuadernos de Teología”, Instituto
Universitario ISEDET, Volumen XXIV, págs. 37 – 45.
La visión judía acerca de las causas de la pobreza | 119
otros. Sólo permanece la opción de escapar de una realidad en la que todo vale, en la
que el presente con su dramática y agobiante problemática atora toda posibilidad de
soñar con algún futuro mejor. Dado que resulta imposible soñar con realidades con-
cretas, sólo queda el placer de la obnubilación y el desprecio por la vida misma, dada
su abismal desvalorización.
Una lectura cuidadosa de la Biblia, nos revela que más que el imperativo de creer
en Dios, se halla en múltiples oportunidades la prohibición de no rendirle pleitesía a
ningún tipo de ídolos. En el texto hebraico no encontramos ni una sola vez la expre-
sión: “En Dios has de creer”17. Sí hallamos “amarás al Señor tu Dios”18, “tendrás temor
de Dios”19, “buscar a Dios”20. Dedujeron los sabios21 el precepto de creer en Dios a
partir de la primera frase del decálogo22: “Yo soy el Señor tu Dios que te ha sacado de
la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud”. La inmediata continuación del versículo
enfatiza: “No tendrás otras deidades delante de Mí”.
La prohibición de rendirle culto a las deidades de todo tipo se halla explicitada
en los diez mandamientos y mencionada en múltiples oportunidades en la Biblia. Los
sabios del Talmud afirman23: “Tan grave es el culto pagano que aquel que lo apostata
es cual si estuviese aceptando toda la Torah”. Y en Yalkut Shimo’ni (Parashat Bo, Remez
195): (la prohibición de) el culto pagano posee el mismo peso que el de todos los pre-
ceptos de la Torah juntos. En Sifre Zuta (Piska 15, D”H: 22. Tasigu) se afirma: “¿Cuál es
el precepto que todos los otros dependen de él? (la prohibición de) el culto pagano”.
Resulta interesante observar que las críticas de los profetas al pueblo giran, ge-
neralmente, en derredor de dos temas recurrentes: la injusticia social y la pleitesía al
culto pagano. Este hecho debe sugerirnos la existencia de alguna íntima relación entre
ambos.
La sociedad en la que impera la injusticia, la inequidad, posee sus fundamentos
en lo corrupto y de ningún modo puede rendirle pleitesía a un Dios que clama por la
justicia, y que se le honra especialmente mediante la pragmatización de la misma.
La sociedad en la que se instaura la miseria física y espiritual sólo podrá rendirle
pleitesía a deidades, jamás al Dios que sabe manifestarse en la intimidad espiritual del
individuo.
Analizar la realidad argentina en los términos aquí desarrollados nos conlleva a
17 En Génesis 15: 6, refiere el versículo a la fe de Abraham en Dios, que fue considerada por éste como
un acto de Tzedakah, que debe interpretarse de acuerdo a Rashi, como virtud; de acuerdo a Ibn E’zra
como acto de justicia, Najmánides interpreta que refiere a la justicia divina, en la cual tuvo fe Abraham.
Las citas pertenecen a las exégesis de los nombrados a la Biblia ad locum. En Deuteronomio 9: 13, se
explicita que el pueblo fue castigado por su falta de fe en Dios.
18 Deuteronomio 6: 5; 10: 12; 11: 13, 22; 19: 9; 30: 6, 16, 20; Josué 22:5.
19 Levítico 19: 14, 32; 25: 17, 16
20 Isaías 9: 12; 31: 1; 55: 6; 65: 10; Jeremías 10: 21; Amos 5:4; Salmos 105: 4.
21 Véase en Sefer HaMitzvot de Maimónides, el primer precepto positivo.
22 Éxodo 20: 2; Deuteronomio 5: 6.
23 Nedarim 25, a; Kidushin 40, a; Shevuot 29, a; Hulin 5, a.
La visión judía acerca de las causas de la pobreza | 121
contemplar el alto grado de pobreza material existente en el país. Más allá de las discu-
siones referentes a la exactitud de los respectivos índices de pobreza, hay una realidad
insoslayable de desnutrición, de poblaciones que se encuentran en estado de abandono
e inanición, de muchos que sólo alcanzan a sobrevivir por hallarse “fuera del sistema”.
El dramático aumento del consumo de drogas, de la violencia, del desprecio por la
vida propia y ajena, son los indicadores de una sociedad que va polarizándose cada vez
más y enraizando con más fuerza la miseria en su medio.
La sociedad argentina, pese a contar con un apreciable número de talentos sobre-
salientes, formadores de cultura, no supo desarrollar en su seno una estructura demo-
crática genuina en la cual se materialicen los sueños de aquellos que se esforzaron por
constituir en estas tierras una “nueva y gloriosa Nación”.
La historia de los últimos ochenta años del país revela una sucesión de pugnas y
desencuentros que conllevaron a derramamientos de sangre, torturas, odios e inquinas,
que pudieron y debieron haberse superado oportunamente. El espíritu de altruismo
que anteriormente se manifestaba en múltiples formas en nuestro medio, fue suplanta-
do por el de la mezquindad. La honradez que supo ser el orgullo de muchos, se desva-
lorizó al tiempo que se multiplicaba la corrupción y corroía la aplicación de la justicia.
La pobreza argentina no es consecuencia, por supuesto, de la falta de medios natu-
rales, sino de la falta de grandeza moral y espiritual de nuestra sociedad como un todo.
Los destinos del país fueron labrados por las acciones y omisiones de todos. Los que
forjaron los destinos del país fueron hijos de la misma sociedad y reflejaron sus gran-
dezas y vilezas en sus actos de gobierno. La demonización del otro sin percatarse del
demonio propio caracterizó a muchos movimientos de estos últimos ocho decenios.
Nuestro medio se caracterizó por la falta de una autocrítica sincera, la humildad de
decir y reconocer públicamente los errores, de enmendarlos.
El personalismo es una de las manifestaciones del paganismo que subyace en nues-
tra cultura popular. El exitismo, es otra. La sociedad argentina se halla constantemente
a la búsqueda de semidioses en todos los campos de la existencia. Se deifica y rinde
pleitesía a los que alcanzan cierta notoriedad, del mismo modo que se los mancilla a la
hora de su crepúsculo. El valor del trabajo y el esfuerzo fue trocado por el oportunismo
y el cohecho.
Hemos ya cumplido doscientos años desde el momento en que se planteó el desafío
de ser una nación independiente. Ya ha llegado holgadamente el tiempo de empezar a
caminar retomando la propuesta primigenia, aquella que se halla magistralmente resu-
mida en el Preámbulo de la Constitución Nacional, y que sirvió de final de los discursos
de su exitosa campaña presidencial al Dr. Raúl Alfonsín, en 1983, porque reflejaba –y
seguramente sigue reflejando– el ideal más caro de todos los argentinos. El que muchas
de nuestras falencias espirituales no nos lo permite materializar.
Después de doscientos años de vida independiente y más de veintisiete años desde
que se alcanzó nuevamente la democracia, la pobreza y la corrupción imperantes son
122 | Abraham Skorka
lacerantes cuadros que nos reclaman a cada instante la aprobación de las asignaturas y
deberes pendientes para alcanzar a realizar algún día al primigenio y constituyente pro-
yecto de nuestra ansiada nación. En la que, honrando la existencia de cada uno de sus
habitantes, se permita el enaltecimiento de lo espiritual y sublime, entendido por cada
uno a su modo, y expresado mediante la equidad, la justicia y un genuino sentimiento
fraternal, por todos.
Abraham Skorka
Nació el 5 de julio de 1950 en Buenos Aires, Argentina, donde vive actual-
mente. Está casado y tiene dos hijos.
Es egresado de la “Midrasha ha-Ivrit”, Escuela Superior de Ciencias Judaicas
(1972). Doctor en Ciencias Químicas (UBA, 1979). Rabino graduado en el Semi-
nario Rabínico Latinoamericano (1973). Profesor de Talmud y Derecho Hebreo en
el Seminario Rabínico Latinoamericano (1973 a la fecha).
Rector del Seminario Rabínico Latinoamericano (1996 -2008; 2010 - ). Rabino de la Comunidad
“Benei Tikva” (1976 a la fecha). Presidente del Tribunal Rabínico de la Región Latinoamericana de la
Asamblea Rabínica. Profesor Honorario de Derecho Hebreo, de la Universidad del Salvador.
Autor de múltiples artículos y textos, entre ellos: “Miles de años por semana”, “Introducción al De-
recho Hebreo” (EUDEBA, 2001), “¿Hacia un mañana sin fe?” (Longseller, 2006), etc. Profesor visitante
de Talmud, en el Jewish Theological Seminary (2002).
Sin cuerpo no hay rituales
Diana Wang
Cuando falta un cuerpo, se rompen los rituales que inscriben esa muerte en la ca-
dena de lo humano. ¿Cómo duelar al ser querido perdido sin la evidencia de su muerte?
El Holocausto, los diferentes genocidios o politicidios, como nuestra pasada Dictadura
Militar, han producido un tendal de muertos sin sepultura: los que ya no están, pero
que no están ni vivos ni muertos. En palabras de aquel infausto general de triste me-
moria: son desaparecidos, no tienen entidad, seres disueltos y esfumados entre noche y
niebla, exiliados del ritual humano de la muerte.
La muerte nos sume en el misterio y la sinrazón absolutos. Desde el comienzo
mismo de la historia todas las culturas han generado rituales funerarios que permiten
abordar ese momento tan doloroso. Lo incomprensible y siniestro de la muerte puede
así ser aceptado emocionalmente y traducirse en representación mental. En nuestra
sociedad, el velorio, el relato del momento de la muerte y su causa, los recuerdos com-
partidos, el entierro o la cremación, los rezos, el llanto, el consuelo coral, van tejiendo
un entramado social de recuperación de sentido que permite la lenta acomodación a la
nueva vida sin el que ya no está. Los deudos se apoyan unos a otros, comparten la pena
y pueden inscribir el suceso de la muerte en la historia familiar. En el ritual el fallecido
es nombrado y recordado, desde su historia y estirpe, en su red de amigos y parientes,
con sus particulares sueños, esperanzas, logros y frustraciones y adquiere una nueva
entidad jurídica. Merced al ritual la vida del ser querido perdido se vuelve relato y el
relato permitirá el ejercicio de aceptación y más tarde el de recordación en el sitio y la
fecha instituidos para su memoria.
Sin cuerpo no hay rituales, el duelo no puede empezar, los familiares no pueden
acceder a los recursos y dispositivos provistos por la cultura. Sin la constatación de la
muerte, no hay un cuerpo que hable de quién ese cuerpo fue, queda un hueco con aulli-
dos ininteligibles e inhumanos; es un vacío obturador que impide la construcción de un
relato. Sin ritual tampoco se instituye un lugar y una fecha. El muerto queda exiliado en
un limbo siniestro, sin entidad ni representación social y humana alguna. La necesidad
de ritualización es tan poderosa que algunos familiares de desaparecidos y de víctimas
del Holocausto, han inventado actos de representación para incluir esta ausencia en su
trama familiar. Placas individuales o colectivas, espacios de memoria y recordación,
fotos, libros, ceremonias, dispositivos paliativos, parches que mal cierran el dolor y
124 | Diana Wang
que mantienen abierta la espera de la aparición del cuerpo que permita empezar, y
por fin cerrar, el proceso de duelo que hasta entonces quedará inconcluso. A ello de-
bemos sumar que sin el cuerpo, el dolor se potencia con una cruel incertidumbre que
se vuelve pensamiento torturante: ¿habrá muerto? ¿cómo convencerse de ello sin haber
visto el cuerpo? El muerto sin entidad, el desaparecido genera esa atroz y fantasmática
expectativa de una aparición posible, mezcla de perversidad y esperanza. Hay padres
de desaparecidos que aún hoy se sobresaltan toda vez que suena el teléfono esperando
oír la voz del hijo que nunca pudieron enterrar.
“Kadish” film de Bernardo Kononovich (2009), muestra a un hombre que sostiene
un documento donde figura el nombre de un familiar asesinado en la Shoá y, como si
fuera aquel cuerpo, dice kadish (la plegaria judía que se pronuncia en el momento del
entierro). El padre católico Patrick Desbois, creó en 2004 Yahad in Unum, un proyecto
para desenterrar las fosas comunes en la actual Ucrania, donde yacen el millón y medio
de judíos asesinados por los Grupos Especiales nazis. Los restos que encuentra, me-
diante el análisis de sus ADN, podrán alguna vez ser restituidos a sus familiares y tener
así una sepultura humana.
Personalmente siempre espero que mi hermano Zenus, a quien nunca conocí, al-
guna vez aparezca. Mis padres lo entregaron en Polonia en 1942 a una familia cristia-
na con la esperanza de que sobreviviera al nazismo. Terminada la guerra, lo fueron a
buscar y les dijeron que había muerto de tifus pero que no “recordaban” lo que habían
hecho con el cuerpo. Sin ese cuerpo, ¿cómo convencerse de que murió? Para mis padres
antes, para mí ahora, Zenus no tiene “entidad”, no está ni vivo ni muerto, no lo puedo
llorar ni tampoco esperar. Puedo dar fe personalmente del peso y la presencia que tiene
este muerto sin sepultura en mi vida, una especie de fantasma que mantiene abierta de
manera cruel la eterna expectativa de que alguna vez podría aparecer.
Diana Wang
Escritora, psicoterapeuta. Hija de sobrevivientes de la Shoá. Nació en Polonia en
1945 y llegó a la Argentina, en 1947. Desde entonces reside en el país. Tiene doble
ciudadanía: polaca y argentina.
Actividad comunitaria: preside Generaciones de la Shoá en Argentina, desde
su fundación en 2004. Asesoró a los profesionales y entrevistadores argentinos en el
proyecto de toma de testimonios de la Survivors of the Shoah Visual History Foun-
dation. Idea y coordinación general de “De Cara al Futuro” - Primer Encuentro Internacional en Habla
Hispana de Sobrevivientes de la Shoá y sus descendientes. En el Centro Cultural Gral. San Martín, Bue-
nos Aires, 21-24 de noviembre de 2004. Premio “Moisés” a la labor en temáticas de la Shoá, 2006.
Libros publicados: “El silencio de los aparecidos” (1998 y 2º edición 2008), “Los niños escondidos.
Del Holocausto a Buenos Aires” (2004), “Hijos de la Guerra. La segunda generación de la Shoá” (2007).
Sobre psicoterapia: “De terapias y personas” (1998), texto profesional en coautoría con Musia Auspitz.
Se han publicado sus notas y artículos en distintos medios gráficos y de internet.
Libros inéditos: “Por una margarita”, crónica de viaje y “Con una piedra en el zapato”, novela
testimonial.
Los espíritus de Praga
Eliahu Toker (z’l)
puedan! Cuando luego se pierda, mañana o más tarde (cómo podría quedarles grabado
en la memoria con una única representación) les deseo que hayan olvidado también el
temor. Porque no deseábamos castigarlos”.
El Ayuntamiento Judío –la Kehilá– está plantado en pleno corazón de lo que queda
de la zona más fantasmal de esta ciudad fantástica, el medieval barrio judío de Praga.
En su torre conviven dos dimensiones del tiempo, dos relojes, uno con números roma-
nos y agujas que giran de izquierda a derecha, el otro con letras hebreas y agujas que
giran en sentido contrario. A su lado se alza la legendaria Altneuschul, la Vieja-Nueva
Sinagoga del siglo XIII, la más antigua sinagoga que conserva Europa y la más empapa-
da de leyendas. Pequeña, íntima, sobrecogedora, allí se conserva el sillón del Maharal
de Praga, el famoso Rabí Loëw quien, para proteger a su judería, habría creado un Go-
lem insuflando vida a la materia inerte mediante el tetragrámaton, el inefable nombre
oculto de Dios.
El Golem de Praga
Son infinidad las leyendas que se tejieron alrededor del origen de ese “hombre arti-
ficial”. Si nos detenemos en el recodo donde confluyen historia y leyenda, se torna lógi-
co que el imaginario judío haya necesitado crear a un ser sobrenatural –fuerza física en
estado puro– que proteja a los judíos praguenses de las sangrientas calumnias y ataques
vandálicos con que los agobiaron curas y reyes. Y resulta coherente con el espíritu judío
el que la destrucción del Golem se atribuya a que, desprovisto de alma y raciocinio, haya
actuado su fuerza bruta al pie de la letra, poniendo en peligro el objetivo para el que
fuera creado.
El poeta H. Leivik escribió en 1921 un poema dramático titulado El Golem, a po-
cos años del triunfo de la Revolución Soviética, ese otro Golem creado para proteger al
hombre y cuya violencia llenaba a Leivik a un tiempo de temor y esperanza. Durante su
visita a la Unión Soviética, en 1925, Leivik fue duramente criticado por este drama, que
entendieron una metáfora de la revolución, vista como una fuerza descontrolada que
amenaza destruir precisamente lo que debe proteger. El Golem era para Leivik una re-
flexión sobre la violencia física enfrentada a la idea judía del mesianismo; el Golem sería
algo así como un pre-mesías o un mesías provisional, que intenta lograr por la fuerza
aquello que debería nacer como producto del espíritu. Y Leivik creía que, desprovisto
de espíritu, ese Golem, al menor descuido, podía transformarse en el anti-mesías, como
realmente sucedió. Pero ésta es otra historia. Aunque tal vez no.
Volviendo al Golem praguense cabe una pregunta: Los judíos sufrieron persecucio-
nes en los cuatro puntos cardinales de la tierra, ¿por qué, entonces, la leyenda del Golem
creado para protegerlos surge precisamente en Praga? Es singular la impronta dejada so-
bre esta ciudad por ese extraño rey enamorado de lo sobrenatural, Rodolfo II, que en el
siglo XVI atrajo a Praga a una multitud de astrólogos y alquimistas, artistas y eruditos, so-
Los espíritus de Praga | 127
ñadores y charlatanes, ansioso como estaba por dominar los secretos de la vida, el tiempo
y la materia, los de la eternidad y el oro. Se podrían citar infinidad de ejemplos para mos-
trar hasta dónde esa búsqueda desorbitada de lo extraño y del dominio de los elementos,
impregnó la atmósfera, la literatura, el arte, la vida toda de Praga. Para sólo mencionar
un par de obras literarias vale la pena recordar la novela Unambo de Max Brod –el entra-
ñable amigo de Kafka– que trata de una máquina que, en cada encrucijada, le permite al
protagonista andar a un tiempo los dos caminos posibles, vivir simultáneamente las dos
alternativas que se le presentan. El otro ejemplo podría ser La guerra de las Salamandras
de Karel Çapek, que cuenta acerca de un tiempo en el que la tierra es invadida por esos
extraños animales, las salamandras. Este irónico relato –la ironía es otra característica de
la cultura checa– se estructura mediante recortes de diario coleccionados mecánicamente
por alguien que no sabe qué está reuniendo ni para qué lo hace.
Praga tiene con el Golem, y con lo que éste significa, una relación intensa, visceral.
Hasta se llama Pragolem el folleto turístico de bienvenida a esta ciudad, que es también
la ciudad de las marionetas; las que se fabrican y venden en tiendas especiales y aque-
llas otras, hermosísimas y expresivas, que actuaban en los filmes de animación de Jiri
Trnka. No por casualidad fue un autor checo, Karel Çapek que acabamos de mencionar,
quien acuñó el término “robot” en su obra teatral Rur-Robota, estrenada en 1924. Tal
vez hasta el famoso Teatro Negro de Praga pueda encontrar el origen de sus juegos fan-
tásticos, protagonizados por las sombras, en ese amor por el misterio y por los duendes
de que hacen gala los praguenses.
Dicen que el Maharal amasó su Golem con arcilla y que le dio vida a orillas del cer-
cano río Moldava; dicen que le retiró la vida en la hermética buhardilla de la sinagoga;
dicen que esa masa informe de arcilla yace todavía en aquella buhardilla –que según
Meyrink y Borges es circular, sin puertas ni ventanas– y dicen que el fantasma del Go-
lem sigue rondando por el viejo gueto de Praga, vivo.
Ese viejo gueto de Praga en realidad ya no existe. Una Ley de Saneamiento de 1893
evaporó sus callejuelas tortuosas y oscuras, arrancó del suelo sus miserables casuchas
retorcidas, de ventanas oblicuas y angulosas, de pináculos góticos, apretujadas como
las lápidas del cementerio vecino, y también borró a aquellos viejos judíos chagallianos
que se deslizaban por esas calles enamoradas del misterio, como salidas de un film
expresionista.
¿Qué se hizo entonces de esas mágicas callecitas despegadas de la tierra? Según Ka-
fka “dentro de nosotros siguen viviendo esos rincones oscuros, esos pasadizos misteriosos,
esas ventanas ciegas, los sucios patios, las tabernas ruinosas y las posadas cerradas. Hoy
paseamos por las amplias calles de la ciudad reconstruida, pero nuestros pasos y miradas
son inciertos. Por dentro temblamos todavía, como en las viejas calles de la miseria. Nues-
128 | Eliahu Toker (z’l)
tro corazón no sabe nada del saneamiento que hicieron. El viejo e insalubre barrio judío,
dentro de nosotros, es más real que la nueva ciudad higiénica que nos rodea. Despiertos
caminamos en un sueño: fantasmas, nosotros mismos, de tiempos pasados”.
Del viejo barrio judío hoy sólo quedan en pie, en una especie de conjunto medie-
val, aquel Ayuntamiento Judío, el viejísimo cementerio y seis sinagogas, cada una con
su historia y su encanto particulares: la Vieja-Nueva de 1290, la Alta, la Maisel de 1590,
la Pinkas de 1625, la Klausen de 1694 y la Española de 1868. Hoy la Pinkas cobija entre
sus paredes el Museo Estatal Judío de Praga y en la Klausen funciona un Memorial por
los judíos checos asesinados durante la Shoá.
De ese conjunto, el par de sitios más empapados de mitos y leyendas, son la Alt-
neuschul y el viejo cementerio. Acerca del nacimiento de la Vieja-Nueva Sinagoga
cuentan, por ejemplo, que fue descubierta por los ancianos de la comunidad cuando
excavaron en un punto indicado por un viejo vidente y allí estaba, bajo un montícu-
lo, la sinagoga entera, tal como la vemos todavía. Otra leyenda cuenta que los ánge-
les trasladaron a Praga los restos del destruido Templo de Jerusalem y lo rearmaron
con la orden de no cambiarle nunca nada. Y agregan que durante un incendio en el
barrio judío, esos ángeles, criaturas llameantes, aparecieron en forma de palomas so-
bre la techumbre puntiaguda de la sinagoga, protegiéndola del fuego con su presencia.
Lo cierto es que entrar hoy al recinto de este pequeño templo es una experiencia im-
pactante. Allí se respira espiritualidad, eternidad. Un mágico juego de sombras lu-
minosas invita a bajar la voz y a andar en puntas de pie. Y a lo alto, sobre la rugosa
textura de los muros desnudos, se ven dibujadas letras hebreas que parecen mensajes
cabalísticos escritos en otros siglos para la gente de todos los tiempos. Afuera –hay
que buscarla– una conmovedora escultura de Frantisek Bilek nos muestra a Moisés,
nuestro maestro, en una postura dramática, poderosa, vuelto también sobre sí mismo.
Si cruzamos la calle, apenas un centenar de metros más allá, palpita el antiquísimo
cementerio judío de Praga. Debido a las estrecheces del gueto también aquí los judíos
yacían apretujados. Iban echando tierra nueva sobre los sepulcros más viejos y en cier-
tos puntos hay hasta doce capas de tumbas, unas sobre otras. De la tierra sobresale un
denso bosque de lápidas inclinadas, como rezando, lápidas cubiertas de letras hebreas
y de imágenes –palomas y manos, tijeras y leones, osos y racimos de uvas– simbolizan-
do nombres y profesiones de los cuerpos conmovidos que descansan bajo las piedras.
Muchas de esas tumbas deben ser milagrosas, por lo menos a juzgar por la cantidad
de ruegos que en papelitos doblados, judíos y no judíos depositan sobre ellas con una
piedrita encima, para que no las vuele el intenso batir de alas.
huellas de Kafka, en un recorrido por los lugares testigos de la vida intelectual de toda una
generación de creatividad exuberante, que tuvo en común el ser checa y judía, y el expre-
sarse en lengua alemana. Pero en esta ciudad las épocas se superponen todo el tiempo. Así
este paseo va a llevarnos por cafés literarios, por calles y plazas, por la Mala Strana, por el
Moldava y por Nerudova, pero también al Castillo. Ya mencionamos aquella callecita má-
gica, Zlata Ulitze, la calle del oro. Cuenta la tradición que fue Rodolfo II quien ubicó en
esta callecita de juguete a los alquimistas, que con retortas, matraces y sopletes, con ácidos
y fuegos, buscaban la Piedra Filosofal que transformaría el hierro en oro purísimo. Y los
concentró allí para vigilarlos, no fuese alguno a dar con la ansiada fórmula escapándose
con ella. Esta Callejuela del Oro, de los alquimistas, de los orfebres, se conserva hasta hoy
en la periferia del castillo, compuesta por minúsculas habitaciones, que constituyen las
casas, pegadas a la muralla que rodea el Foso de los Ciervos. Fue la magia de esta calle la
que llevó a Kafka a vivir en ella durante algún tiempo (1916) y a pintar el Castillo de su
novela (1922) como un revoltijo de casuchas miserables recostadas unas sobre otras. La
pequeña casita donde vivió Kafka lleva el número 22 y ahora está dedicada a recordarlo.
Pero también hay una Praga siniestra. Camino al castillo, el famoso puente Karlova que
cruza el Moldava está bordeado por quince esculturas a cada lado; el tercer grupo escultó-
rico de la derecha es un Cristo coronado por una inscripción en letras metálicas hebreas
que dicen Kadosh, Kadosh, Kadosh, Adonai Tzevaot (“Santo, Santo, Santo, Señor de los
Ejércitos”). Una placa al pie nos explica que fueron los judíos quienes, en el año 1690,
pagaron esa escultura que celebra a Jesús, forzados a hacerlo bajo la acusación de haberse
burlado de una imagen cristiana. Sí, Praga maravillosa y fascinante; Praga maternal, pero,
como escribiera en su diario Kafka –siempre Kafka– “¡esta madre tiene garras!”.
Entrar al castillo implica, entre muchas vivencias sobrecogedoras, pasar frente a
las salas que ocupa ahora la presidencia checa, y que son las mismas que ocuparon
los nazis cuando la anexión de Checoslovaquia en marzo de 1939. En cierta foto se
ve entrando a esas salas, al general nazi Heydrich, que luego moriría en un atentado,
vengado por los nazis con la masacre de todos los habitantes, grandes y chicos, de la
vecina ciudad de Lídice...
Pero el lugar más siniestro de Praga está a sesenta kilómetros de esta ciudad y se
llama Terezín, viejo conjunto militar compuesto por una pequeña fortaleza amurallada,
utilizada por los nazis como prisión policial, y una gran fortaleza transformada por
ellos en “gueto modelo”. Basta observar un mapa de la Europa ocupada por los nazis
para comprobar que Praga-Terezín está ubicada en el centro mismo del anillo de cam-
pos de muerte desplegado por los alemanes. No debe llamar la atención entonces, que
la eficiencia alemana haya transformado a Terezín en una suerte de “estación” interme-
dia en el camino a la masacre, la parada anterior a Auschwitz, una parada “modelo” en
la que se podía armar rápidamente una escenografía de “normalidad” cuando llegasen
las visitas de observadores extranjeros...
Allí están hoy los edificios vacíos, los árboles, los muros, los museos, los callados
130 | Eliahu Toker (z’l)
testigos del horror. Uno quisiera tomar a las paredes, a los árboles, a los portones y a las
escaleras por las solapas, para obligarlos a contar lo que vieron. Pero allí están, mudos,
callados, quizás indiferentes. Pero también están los dibujos y los poemas de los chicos
de Terezín. Centenares, miles de poemas y dibujos. Y nos hablan, y nos dicen, y nos
cuentan. Y comprendemos entonces que si no se incluyen estos pequeños fantasmas,
de los niños poetas y pintores de Terezín, entendimos muy poco de los espíritus de
Praga.
“Nací en diciembre de 1934 en el tan porteño como judío barrio del Once de
la ciudad de Buenos Aires, viviendo y trabajando en ese barrio durante gran parte
de mi vida.
De mi paso por las aulas coseché un título de docente hebreo (Seminario de
Maestros Hebreos, 1954) y el título de arquitecto (Universidad de Buenos Aires, 1962), profesión esta
última que sostuve durante una veintena de años sembrando por la ciudad una cantidad de edificios de
felicidad despareja. En 1982 abandoné la arquitectura para entregarme totalmente a mi vocación más
honda, que fue siempre la poesía, bien –que no mal–, al parecer incurable, que contraje muy tempra-
namente, viviendo de Lorca a Neruda, de Amós a Isaías y de Whitman a Maiacovsky, mientras pulía mi
propia palabra, reunida hasta hoy en una docena de poemarios, desde Piedra de par en par, aparecido
en 1972, hasta Estado Civil: Abuelos. Poemas con nuestros nietos, que vio la luz en 2009. Padretierra, de
1997, recibió ese año la Faja de Honor en Poesía, de la Sociedad Argentina de Escritores, SADE.
Mi lengua familiar, la de la intimidad, fue el idish. Descubrir a los grandes poetas de esa lengua,
fue contraer una otra pasión incontrolable: la de verterlos de mi idioma visceral a mi lengua creativa,
del idish al castellano. Primero, breves selecciones de textos de un determinado poeta –Glatstein, 1968;
Leivik, 1972; Sútzkever, 1983–; luego, antologías abarcativas –Muestra de la poesía ídish del siglo XX,
Caracas, 1976; El resplandor de la palabra judía, 1981; Celebración de la palabra, 1989– y finalmente
antologías de material folklórico y de textos clásicos, del idish y del hebreo, entre ellas: Cantar de los
Cantares, 1984; Refranero judío, 1986; Máximas de los maestros, Pirké Avot, 1988 (en colaboración con
Abraham Platkin); El canto del pueblo judío asesinado, de Itsjok Katzenelson, 1993 (reeditado en Bar-
celona en 2006); Shpilkes, 2007; y Cuentos escogidos de Sholem Aleijem, 2009.
En colaboración, organicé hasta la fecha once libros de humor, de los cuales ocho lo fueron con
Rudy, entre ellos ¿Nu? Reír en el país del idish, 2006; No desearás tu mujer al prójimo. Humor sobre los
Diez Mandamientos, 2005; Odiar es pertenecer y otros chistes para sobrevivir al nazismo, racismo, au-
toritarismo, antisemitismo, 2004; Si fuese pecado, el rabino no lo haría. Humor erótico, judío y del otro
también, 2009; y Gogl Mogl. El gran libro del Humor Judío, 2009. Con Manuela Fingueret hicimos Las
picardías de Hérshele, 1989.
Entre otros temas me interesó indagar acerca de los puntos de encuentro y desencuentro entre
lo judío y lo argentino, entre lo judío y lo latinoamericano, tal como se expresa en la literatura, en la
poesía, en idish y en castellano. Además de participar en la organización de una serie de Encuentros
de Escritores Judíos Latinoamericanos sobre este tema –en 1986 y 1988 en Buenos Aires, en 1990 en
San Pablo y en 1992 de nuevo en Buenos Aires– organicé una antología de la obra de Gerchunoff por
Los espíritus de Praga | 131
encargo de la Secretaría de Cultura argentina –Alberto Gerchunoff, entre gauchos y judíos, 1994– y
otra de la obra de César Tiempo para el Archivo General de la Nación, Buenos Aires esquina Sábado,
aparecida en 1997. También compuse una antología de la obra del poeta Grünberg: Un diferente y su
diferencia. Vida y obra de Carlos M. Grünberg, obra que vio la luz en Madrid en 1999.
Relacionado de algún modo con el tema mencionado, con Ana E. Weinstein venimos realizando
en conjunto una serie de trabajos, como ser la curaduría de la Muestra De la destrucción a la recons-
trucción. 18 de julio de 1994, organizada por IWO-AMIA en la Biblioteca Nacional (agosto de 1997), la
Muestra Álbum de una Comunidad. Centenario de la Colonización Agrícola Judía en la Argentina que
tuvo lugar en octubre de 1989 en el Centro Cultural Recoleta de la Municipalidad de Buenos Aires, y
entre otras, las siguientes obras: La letra idish en tierra argentina. Biobibliografía de sus autores litera-
rios (2004), Sitios de la memoria. Los cementerios judíos porteños de Liniers y Tablada en la historia y la
cultura (2005), En el espejo de la lengua idish. Selección de textos argentinos (2006), y Nietos y abuelos.
Un intenso vínculo (2007)”.
A continuación, el siguiente índice con los nombres de nuestros queridos
colaboradores, autores de aquellos excelentes artículos que dieron prestigio a
nuestra publicación durante más de veinte años.