Programa Jose y Maria

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ue la Virgen María haya sido saludada por el ángel Gabriel como “llena de gracias”, es

suficiente para adivinar la dimensión de sus perfecciones. En efecto, La escogida de


Dios, por la eternidad, para proponerle que aceptara ser la Madre de Su divino Hijo,
nuestro Redentor, no podía estar sino dotada de todas las cualidades naturales y
sobrenaturales, y por consiguiente de todas las virtudes.

Por eso, por medio de la aplicación anticipada de los méritos de la Redención, la Virgen
María fue preservada, desde su concepción, del pecado original. Ese privilegio –
inaudito y único- Dios lo quiso para Aquella en quien su Verbo debía encarnarse,
“cuando llegó la hora de la plenitud de los tiempos”. María nació con la perfección de
los dones naturales en todos los sentidos dados por el Creador a su criatura antes de la
caída de Adán.

A sus dones naturales debemos agregarle las gracias del cielo! Y como en Ella ninguna
debilidad personal debida al pecado original, ni incluso ningún pecado venial, han
podido dificultar la recepción de la gracia de Dios,   esos dones, en toda  plenitud, van a
irradiar su cuerpo, su alma y su espíritu hasta “llenarla de gracias”.

“Llena de gracias” pero libre, María ha debido, como toda criatura, practicar las virtudes
morales y teologales.

Sin embargo, María  permanece libre como Adán y Eva en el Paraíso y el “Sí” que le da
a Gabriel, el mensajero de Dios, durante la Anunciación fue un “Sí” perfectamente libre,
elegido y voluntario. Dios le propuso y María habría podido decir no... Pero ella dijo
“Sí” , el sí de una obediencia absoluta (“que se haga según tu palabra”) ahí donde Eva,
por desobediencia provocó la caída del género humano...

Así, “llena de gracias” pero libre, María debió, como toda criatura, ejercer las virtudes
morales (es decir, naturales) y las virtudes teologales (es decir, sobrenaturales) (1) para
caminar fielmente por la ruta que Dios le proponía y  mantenerse, costara lo que costara,
en esa fidelidad, a pesar de las inmensas pruebas que la llevarían hasta la crucificción de
su propio Hijo en el Calvario...

Es, entonces, por vitud personal, en una elección libremente aceptada, que María dijo sí
hasta el final de su vocación. En ese sentido, la Virgen María es, para cada uno de
nosotros que queremos responder fielmente al llamado de Dios, un modelo a imitar.  Ya
que existe un plan de amor de Dios para cada uno de sus hijos... Y María, ella misma
mejor que nadie puede ayudarnos a responder con un “sí” a ese plan de amor de Dios.

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(1) Hay que distinguir las virtudes cardinales –o las virtudes naturales  que son 4:
fortaleza, prudencia, templanza y justicia- de las virtudes teologales o sobrenaturales
que nos han sido infundidas por la gracia de Dios: la fe, la esperanza y la caridad.

Del análisis de los textos mariológicos del Nuevo Testamento brota


como una fuente de luz el “retrato” auténtico de María, la Virgen-Madre,
en su fisonomía de “mujer” mediante la cual el Hijo eterno de Dios nace
al mundo de los hombres (Gál 4,4-5).
Contemplando su ser de mujer y madre con ojos de fe podemos ver en
ella 10 virtudes que nos ayudarán a crecer en la santificación, según el
espíritu de las bienaventuranzas evangélicas:

1. Amor ardiente de María a Dios


El amor a Dios es la principal virtud que hemos de imitar de María.
Porque la caridad es la madre de todas las virtudes. ¿Y cómo imitarle
esta virtud? Hay que ejercitar este santo amor, observando los
mandamientos, huyendo de la culpa mortal y evitando también toda
caída en el pecado venial.

2. La humildad
La Virgen María nos enseña a reconocer nuestra pequeñez en la
presencia de Dios; nos invita a moderar el apetito desordenado de la
propia excelencia, a remover la soberbia y la vanagloria que
obstaculizan la gracia, con el objetivo de hacer fructificar los talentos
que el Señor nos ha concedido (Mt 25,14).

3. Fe y aceptación de la Palabra de Dios


La Virgen Santísima fue un modelo de fe. Así nosotros, para nuestra
salvación, hemos de prestar obediencia al don divino de la fe: a) para la
gloria de Dios, b) para ser conducidos por la luz divina, y c) para ser
fieles al proyecto de amor para el cual hemos sido creados.

4. Obediencia generosa
Por orgullo y amor propio, los hombres experimentamos una cierta
repugnancia en obedecer a otros. Pero la Madre bendita de Jesús nos ha
dado muestras de que la obediencia nos proporciona ventajas
inestimables: a) impide los malos efectos del amor propio; y b) nos aleja
de las dudas y perplejidades a que uno está siempre expuesto cuando
quiere conducirse por sí mismo.

5. Caridad solícita
Muchos creen que tener caridad con el prójimo es no desearle mal
alguno; pero esa es una caridad defectuosa; pues, para que la caridad
sea perfecta no basta el no desear el mal a nuestros hermanos; es
necesario que nos sacrifiquemos por ellos.

María estuvo pronta a servir con generosidad como lo vemos en el relato


de la visita a su prima Isabel, cuando acude presurosa a prestar su
caridad, porque en sus entrañas Jesús era la caridad misma que la
impulsaba a realizar un servicio (Lc 1,39-45).

6. Sabiduría reflexiva
Uno de los grandes valores que el mundo de hoy ha perdido es el amor
al silencio y a la reflexión profunda. El espíritu de retiro que admiramos
en María es necesario en todo cristiano, según su estado, para conservar
el precioso tesoro de la gracia. Procuremos, pues, amar el silencio, huir
del contagio del mundo, ya que en el silencio es donde Dios penetrará
hasta nuestro corazón y nos hará oír sus palabras de vida eterna.

7. Piedad de María
La oración y la lectura de los libros santos formaban las delicias de
María. Ella siempre estuvo pronta al cumplimiento de sus deberes
religiosos (Lc 2,21-22): adoraba al Señor en espíritu y verdad, le alababa
y glorificaba con los sentimientos del más profundo respeto… Por eso,
así como María, hemos de conservar y aumentar el espíritu de piedad
para unirnos con Dios.

8. Paciencia y fortaleza en el dolor


María fue la Madre que nos dio un verdadero ejemplo de paciencia y
serenidad en el cumplimiento del plan divino (Heb 10,36). Ella, con un
verdadero espíritu de fortaleza y paciencia, afrontó las penalidades de la
vida… Así nosotros hemos de guardar paciencia en las dificultades y
ejercer la fortaleza ante la calamidad.

9. Pobreza y confianza en el Señor


María entendió hasta su máxima consecuencia aquellas palabras de
Jesús: “Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y sígueme” (Lc
19,21). María se entregó sin reservas al plan de Dios, y su pobreza la
hizo plenamente rica (Lc 1,48)… Su ejemplo de vida nos llama a no
guardar demasiado afecto a las cosas temporales, con el objetivo de
hacernos más libres en nuestra entrega a Dios.

10. Esperanza de María


La esperanza es una virtud sobrenatural que Dios infunde en el alma del
cristiano para que confiemos en el auxilio del cielo. Es una virtud que
puso en práctica la Madre de Dios (Eclo 24,24). Por eso, debemos
alimentarnos siempre de esperanza, cuyo fundamento es la bondad
divina. Esta firme y generosa esperanza debe servirnos de ejemplo en
todas las tribulaciones de la vida, por grandes y sensibles que puedan
ser.

Leyenda
Siendo niña, la Virgen fue al jardín a jugar. Florecieron las flores para verla pasar. Con
sonrisa de cielo, la chiquita María mirábalas a todas, y a todas sonreía. Ellas,
ingenuamente, le ofrecieron a coro sus mejores encantos, todo un regio tesoro de
frescura y fragancia, de alegría y colores, que es patrimonio viejo, muy viejo, de las
flores. Habló la rosa y dijo: - "A mí la primavera me ha coronado reina... si mil reinos
tuviera, con tal de complacer a la Virgen María ¡los mil reinos, de hinojos, se los
ofrendaría!"- Y asomaron los lirios, trémulos de blancura, y asomó la azucena, como la
nieve, pura, y asomaron las dalias, con tiesura de diosas, y las tiernas campánulas,
menuditas y ansiosas, sacudían sus cálices brincando de alegría, porque al pasar, la
Virgen también les sonreía, tan dulce, tan graciosa, tan cariñosamente que todas se
animaron a besarle la frente. Mas la Niña bendita no escogió. Vacilaba... Mirábalas a
todas y a ninguna cortaba. De pronto, casi ocultas debajo de las hojas vió que había unas
flores gimiendo sus congojas, tan tímidas que apenas levantaban la voz, era como si
hablaran solamente con Dios. Ya no dudó un instante. Llegó y con gesto breve, cortó las
florecitas con sus manos de nieve. Las dalias y azucenas se pusieron celosas, y celosos
los lirios, campánulas y rosas, mientras por el sendero lentamente volvía, "Violeta entre
violetas, la Reinita María".

La María de la historia
María queda incorporada a la fe de la Iglesia por un hecho histórico sencillo y
fundamental: por ser la madre de Jesús, la madre del Jesús de la historia, como se dice
actualmente en las nuevas reflexiones exegéticas y teológicas. A ella se alude, aunque
curiosamente sin designarla por su nombre, a pesar de que parece conocer por sus
nombres a la familia y a los «hermanos de Jesús.Los datos consignados en los
Evangelios y en las Actas de los Apóstoles son elementales y coherentes con el conjunto
de la vida de Jesús. Es una mujer israelita, domiciliada en Nazaret y casada con un
hombre llamado José. Se habla de sus parientes, en repetidas ocasiones; se la reconoce
como la madre de Jesús, pero llamativamente se subraya que José no era el padre
natural de Jesús, no obstante las suspicacias sociales que podían suscitarse ante esta
afirmación.

El sector social al que pertenecía queda bien definido tanto por el lugar ordinario de su
residencia Nazaret, como por el oficio del propio Jesús. María era una mujer de muy
modesta condición, perteneciente al ambiente popular de su época.Dentro de esa
modestia social, aparece encuadrada tanto en el sistema político como en el socio-
cultural de los tiempos de Jesús. Así se muestra cumpliendo las leyes imperiales y como
buena israelita, se desposa, circuncida al niño al Octavo día, lo presenta en el templo
con la oblación de los pobres, peregrina con su familia a Jerusalén con ocasión de las
fiestas de la Pascua.

En el Evangelio se transparenta un cierto desconcierto de la María histórica frente a su


hijo. Es un desconcierto que carece haberse iniciado en la misma infancia, dado que,
como atestigua Lucas, con ocasión del acontecimiento en el templo, los padres «no
comprendieron lo que quería decir (Jesús). Su madre conservaba en su interior el
recuerdo de todo aquello». Durante los años de la vida pública, María se encontraba en
medio de una familia, la familia de Jesús, que no entendía el nuevo camino emprendido
por él, tanto que intentaban los parientes echarle mano «porque decían que no estaba en
sus cabales». María aparece silenciosa, acompañando a los parientes en la búsqueda de
Jesús.El Evangelio de Juan ha dejado el testimonio de que María, la madre de Jesús,
acompañó a su hijo en su agonía y en su muerte al pie de la cruz.

Virtudes y cualidades
Que la Virgen María haya sido saludada por el ángel Gabriel como “llena de gracias”,
es suficiente para adivinar la dimensión de sus perfecciones. En efecto, La escogida de
Dios, por la eternidad, para proponerle que aceptara ser la Madre de Su divino Hijo.
Redentor de todas las personas del mundo, no podía estar sino dotada de las mayores
cualidades naturales, sobrenaturales y por consiguiente de todas las virtudes. Por eso,
por medio de la aplicación anticipada de los méritos de la Redención, la Virgen María
fue preservada, desde su concepción, del pecado original. Ese privilegio –inaudito y
único- Dios lo quiso para Aquella en quien su Verbo debía encarnarse, “cuando llegó la
hora de la plenitud de los tiempos”. María nació con la perfección de los dones naturales
en todos los sentidos dados por el Creador a su criatura antes de la caída de Adán.

A sus dones naturales debemos agregarle las gracias del cielo! Y como en Ella ninguna
debilidad personal debida al pecado original, ni incluso ningún pecado venial, han
podido dificultar la recepción de la gracia de Dios, esos dones, en toda plenitud, van a
irradiar su cuerpo, su alma y su espíritu hasta “llenarla de gracias”. “Llena de gracias”
pero libre, María ha debido, como toda criatura, practicar las virtudes morales y
teologales. Sin embargo, María permanece libre como Adán y Eva en el Paraíso y el
“Sí” que le da a Gabriel, el mensajero de Dios, durante la Anunciación fue un “Sí”
perfectamente libre, elegido y voluntario. Dios le propuso y María habría podido decir
no...
Pero ella dijo “Sí” , el sí de una obediencia absoluta (“que se haga según tu palabra”)
ahí donde Eva, por desobediencia provocó la caída del género humano.Así, “llena de
gracias” pero libre, María debió, como toda criatura, ejercer las virtudes morales (es
decir, naturales) y las virtudes teologales (es decir, sobrenaturales) para caminar
fielmente por la ruta que Dios le proponía y mantenerse, costara lo que costara, en esa
fidelidad, a pesar de las inmensas pruebas que la llevarían hasta la crucifixión de su
propio Hijo en el Calvario.Es, entonces, por virtud personal, en una elección libremente
aceptada, que María dijo sí hasta el final de su vocación. En ese sentido, la Virgen
María es, para cada una de las personas que quieran responder fielmente al llamado de
Dios, un modelo a imitar. Ya que existe un plan de amor de Dios para cada uno de sus
hijos... Y María, ella misma mejor que nadie puede ayudar a responder con un “sí” a ese
plan de amor de Dios.

Nombres de María
Madre de Dios

La teología explica que la Virgen ha traído al mundo al Hijo de Dios encarnado


proveyéndole de la naturaleza humana. Pero, a pesar de la dualidad de las naturalezas, la
persona de Jesucristo es única. Es por eso que María ha verdaderamente traído al mundo
la Persona del Hijo de Dios –o de Jesucristo– y no solamente su naturaleza humana;
puede ella entonces a justo título ser llamada Madre de Dios.

San Anselmo dice que «el Hijo del Padre y el Hijo de la Virgen son un solo y mismo
Hijo». El título de Theotokos (Madre de Dios) ha sido vigorosamente defendido contra
los heréticos y la Iglesia de Oriente lo inscribe en letras de oro en sus iconos. Santo
Tomás dice que «la Virgen está situada en los confines de la divinidad»; es por eso que
ella es honrada con un culto eminente o culto de hiperdulia.

Madre de los hombres

La Virgen no es solamente Mater Dei y Mater Christi: ella es también «Mater


hominum». En la cruz, Jesucristo pronuncia las palabras: «Mujer, ahí tienes a tu hijo,
hijo ahí tienes a tu madre». Por ello, la Virgen ha devenido la madre del género humano
según el orden de la gracia.Lo que hemos dicho del papel de la Substancia en la
manifestación universal permite comprender que, ahí también, el orden principal es
determinante, y que María ha devenido «Mater hominum» según la gracia porque ella lo
es de alguna manera según la «naturaleza», es decir según el orden de la manifestación
de los principios metafísicos.La maternidad espiritual de la Virgen tiene además
consecuencias muy importantes que estudiaremos en la tercera parte.Si la Substancia
«produce» la manifestación, ella debe también permitir a esta manifestación volver al
Principio; es por lo tanto un principio de «vida espiritual» y un canal de la misericordia
divina para la manifestación.

María mediadora

La Virgen es también «Mediadora de todas las gracias». La teología explica que la parte
toma por María en la Encarnación y la Redención le vale este título. El Padre ha
subordinado la venida de su Hijo al fiat de la Virgen; el Padre y el Hijo nos envían al
Espíritu Santo (la gracia) pero por intermediación de María. «Todos los dones del
Espíritu Santo son distribuidos por María a aquellos que ella quiere, cuando ella quiere,
como ella quiere, y tanto como ella quiere», dice santa Bernadina de Siena. «Por la
comunión de dolores y de voluntad entre Cristo y María, dice San Pío X, esta última a
merecido llegar a ser la dispensadora de todas las bendiciones que Jesús nos ha
adquirido por su sangre».

Esta intervención «actual» de María juega un papel preponderante en el mundo de la


gracia. A decir verdad, es Cristo «solo» el que nos salva, y la mediación de María, por
necesaria que sea, no es por ello menos «subordinada» a la de su Hijo. La teología se
esfuerza en distinguir y en precisar estas dos mediaciones. La dificultad se resuelve si
recordamos que estas dos mediaciones son las de la Esencia y la Substancia con relación
a la manifestación. Son por tanto las dos necesarias, pero no idénticas, y la una puede
verdaderamente ser denominada como «causa» de la otra. María es por lo tanto
verdaderamente «Madre», a la vez de Dios, de Cristo y de los hombres. Pero ella
permanece «siempre virgen», como lo hemos explicado. María es también «esposa»,
esposa de san José por su matrimonio con él, pero sobretodo esposa del Espíritu Santo
de quien ella ha concebido.

María es por lo tanto la única mujer que es a la vez y plenamente, Madre, Virgen y
Esposa; las otras mujeres pueden permanecer «vírgenes» y ser relativamente «madres»
por una «maternidad espiritual»; o bien, estando casadas, pueden permanecer
relativamente vírgenes por la fidelidad a su esposo. María asocia plenamente estas tres
cualidades, lo que prueba que en el orden de los principios, los contrarios subsisten,
pero no se oponen, y cuando un principio se manifiesta en el seno de la propia
manifestación, no está sometido a las leyes de ésta.María ha provisto una naturaleza
humana al Hijo de Dios. Esta naturaleza no tiene personalidad propia, sino que unida
hipostáticamente al Verbo, ella es totalmente la humanidad asociada a la divinidad.
María ha manifestado por lo tanto al Hombre universal, en el sentido definido más
arriba; ella es por lo tanto verdaderamente la Madre universal, como hemos intentado
mostrar en este capítulo.

Madre de la iglesia

En las letanías de la Virgen algunas invocaciones fueron los atributos de la Iglesia antes
de ser los de María: «Arca de la Alianza», «Torre de David», «Puerta del Cielo»,
«Refugio de pecadores»; inversamente las imágenes de la «Esposa» y del «Tabernáculo
de Dios» utilizadas en la liturgia de la Dedicacia, convienen tanto, si no mejor, a María
como a la Iglesia.

Fuentes

CUALIDADES MARÍA MADRE DE JESÚS SEGÚN CRISTIANOS


EVANGÉLICOS
Y el nombre de la virgen era María. Y entrando
el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve,
muy favorecida! El Señor es contigo, bendita
tú entre las mujeres. 
LUCAS 1:27-28

María la madre de Jesús es la más bendecida


entre las mujeres, la mas altamente
favorecida por Dios y la mujer mas admirada
por las demás. Fue la elegida por Dios de
entre todas las mujeres para traer a Su Hijo al
mundo.
Entre las cualidades que podemos resaltar de
María, la madre de Jesús tenemos:
 Gracia y Privilegio: María misma
testificó en Lucas 1:48 "Porque ha mirado
la bajeza de su sierva; pues he aquí,
desde ahora me dirán bienaventurada
todas las generaciones". María fue
investida de gracia por parte de Dios.
María se reconoce como una mujer
bendecida por Dios.
 Mujer de Fe: Era una mujer de Fe
madura y creyente del verdadero Dios.
Recibió la Palabra de Dios de parte del
ángel Gabriel y oyó y creyó en ella. María
tuvo la fe de creer en lo Imposible.
 Humildad: María Solo reconoce y
magnifica a Dios, reconoce Su Gracia y Su
Poder. Dios vio en ella su humildad. 
 Mansedumbre: María no era altiva ni
vanidosa. Sufrió con paciencia las ofensas
cuando estaba embarazada.  Esperó
pacientemente en Jehová.
 Sencillez: María era un alma sencilla de
cualidades comunes comprometida con un
hombre trabajador. María era una mujer
con un perfil bajo.
 Bondadosa y Piadosa: María siguió el
liderazgo piadoso de José quién era el
cabeza de familia lo cual fue un gran
beneficio para toda su familia.
 Confianza y Dependencia en Dios:
María era una mujer con una gran
confianza en Dios.  
 Gran Compromiso: María era una mujer
comprometida con la tarea que Dios le
había encomendado al punto que arriesgo
su vida.
 Sincera y Fiel: María fue fiel hasta la
muerte de Jesús, aún en medio de su
dolor y sufrimiento estuvo al lado de su
hijo hasta el fín. También fue una esposa
fiel de José.
 Maravillosa Madre: María como madre
de Jesús ejerció una gran influencia en su
vida ya que lo crió basado en las
Escrituras. Le enseño principios morales
sólidos desde pequeño. 
 Valiente: El privilegio de ser la madre del
Mesías tenía un alto costo que pagar
porque el mundo pensó de ella como una
mujer embarazada sin estar casada a
pesar de ser una joven virgen y casta.
María pudo haber sido expuesta a la
vergüenza pública  y morir apedreada
pero Dios obró en el corazón de José y le
reveló su plan divino en sueños.
 Denuedo: María fue una mujer de valor,
con temple que vivió una vida honesta y
transparente. Vivió una vida de acuerdo a
la verdad y honestidad por lo cual no se
avergonzó de estar embarazada. Era una
mujer de acción que no permitió que la
culpa, vergüenza, temor o miedo sea
parte de su vida.  
 Adoración Ferviente: Se  lleno de júbilo
y alabanzas a Dios ya que había sido
bendecida sobrenaturalmente. Al visitar a
su pariente Elisabet quien también estaba
embarazada y era una mujer cercana a los
80 años que nunca había tenido hijos,
ambas adoraron al Señor y María alaba
Solo a Dios con una canción llena de gozo
indescriptible con verdadera adoración.
Lucas 1:46-55 
 Gozo, Júbilo y Regocijo: Sintió alegría y
asombro al saber que sería la madre del
Salvador del mundo. Con humildad y gozo
se sometió a la voluntad de Dios sin dudar
ni preguntar. Sintió gran regocijo por el
plan de Dios en su vida.
 Discípula Fiel: María como madre de
Jesús sabía lo que le pasaría pero nunca
permitió que sus sentimientos maternales
interfieran en los planes de Dios. En las
Bodas de Canaá ella dirigió a la gente para
que escucharan y siguieran las
enseñanzas de Jesús, los animó a tener fe
en Jesús. Después de la muerte y
ascensión de Jesús, María estaba en el
aposento alto junto a los discípulos
esperando la llegada del Espíritu Santo.
 Servidora del Señor: María se describe a
si misma como la Servidora del Señor en
Lucas 1:48 lo cual significa que era
sirvienta o esclava del Señor. 
 LAS VIRTUDES DE MARIA

 A continuación se muestran algunas de las tantas virtudes que tuvo la madre


Maria fiel servidora de Dios quien siempre supo hacer lo que este le ordenaba,
siempre se resigno a sus decisiones aunque estas fuesen como fuesen.

 Entre estas virtudes se encuentran:

 -La humildad: Nuestra Madre fue siempre una mujer humilde, alguien que
siempre adoró la grandeza del padre, nunca se quejó.

 La humildad es para el Consagrado la base de todo lo que Dios tiene planeado


hacer en su vida. María se identifica plenamente con su Hijo en la humildad de
su Corazón.

 La humildad es la virtud que agrada inmensamente a Dios; por ella reconocemos


la infinita grandeza del Señor y lo reconocemos digno de toda alabanza.

 - La Sencillez: Es aceptar todo sin exigencias, aceptar lo que Dios no depara


para nuestra vida, así como lo hizo nuestra Madre Maria quien nunca reprochó
ni se quejó de lo que Dios depuso para su vida.

 Esta virtud es muy importante para la vida de los Consagrados debido a que sin
esta no estaremos listo para recibir lo que lleva consigo una vida de entrega, es
por esto que debemos ser sencillos si pensamos ser fieles consagrados.

 - Fé, Esperanza y Caridad: Son las más ejemplares virtudes que tuvo nuestra
Madre Maria, ella aceptó todo lo que Dios le impuso sin dudar en ningun
momento, nunca exigió a Dios alguna prueba para justificar su fé, fue fiel devota
hasta el día de su muerte.

 Para los Consagrados estas deben de ser las principales virtudes, las que todos
debemos de tener, ya que si no las aplicamos a nuestras vidas no podremos
aplicar las demás porque no creeremos en Dios que es el propulsor de todas las
virtudes.

 -La obediencia: Nuestra madre fue obediente a todos los mandatos de Dios,
cuidó de su hijo hasta el día de la muerte inculcándole la mejor educación y
forma de vida posible cumpliendo así con la voluntad de Dios quien le
encomendó esta ardua tarea.

 El Consagrado acepta el aprendizaje de la obediencia por el camino de la Cruz


como Nuestro Señor obedecerá al Padre hasta sus últimos momentos, con el
gozo de ese amor que implica darlo todo por Dios en la humildad del corazón.

 La obediencia será la gran manifestación de fidelidad a la Alianza. Es la


generosa entrega de nuestra voluntad al servicio de la Voluntad de Dios.
 -La Mansedumbre: Maria fue una mujer mansa de corazón y espíritu, obedeció
la voluntad de su padre hasta en las más difíciles circunstancias y nunca dijo que
no a sus disposiciones, nunca fue una persona alardosa ni busca pleitos, dedicó
toda su vida simplemente a la devoción y entrega total a su Dios.

 Los Consagrados deben de tener mansedumbre en su corazón para poder


soportar lo que la vida les brinde en su plena devoción por Dios.

 -Respeto: Maria mostró respeto al Padre durante toda su vida incluso antes de
recibir la gracia de llevar su hijo en su vientre, siempre respetó a Dios, no por
miedo sino por fé, un respeto que manifestó obedeciendo todos sus mandatos sin
nunca dudar en cumplirlos.

 Los Consagrados deben ser personas respetuosas que amen y acepten a todos
con sus defectos y que sepan tener control de sus acciones tanto para los humano
como para Dios.

 -La Pobreza: Nunca se apegó a nada material siempre estuvo lista para recibir
lo poco o lo mucho que Dios le ofreciera, nunca se quejó de su vida de pobreza y
fue obediente en todo momento.

 Los Consagrados han de llevar una vida de pobreza y entrega a la que deben
estar listos para soportar, ya que la vida de entrega no nos ofrece riquezas sino
pobreza a la que debemos estar listos a soportar.

 -La Generosidad: No dudó en ningún momento en entregar a su hijo, le dolió


hacerlo como toda madre a su hijo pero no titubeo al aceptar esto, esto
demuestra una vez más la fé y el amor que le profesaba a su Señor.

 Los Consagrados deben ser personas generosas y orgullosas de su Dios, que


nunca duden en ayudar si se les ofrece la oportunidad y tienen los medios para
ayudar, ya que debemos recordar que Dios dice que lo que hagamos por sus
hijos se lo estamos haciendo a él.

 -Pureza: La Santísima Madre Maria fue siempre pura y virgen, amó a Dios
como a nadie más y obedeció todos sus mandamientos por fé. Llevó una vida de
pureza a la que nunca renunció, es por eso que hoy es ejemplo de todos y todas.

 Los Consagrados deben llevar una tendrán que llevar a cabo una vida de total
pureza, sacando así todas las impurezas que lleva nuestro corazón, tratar de
sacarlas aunque no seamos perfectos, pero debemos tratar de serlo en la mayor
manera.

 -Disponibilidad: Nuestra Madre Maria siempre estuvo disponible para nuestro


Dios nunca dijo “NO” siempre escucho y obedeció lo que Dios le deparaba.

 Los Consagrados deben ser personas disponibles que nunca duden de dar de su
tiempo para predicar o hacer algún bien a las personas que nos rodean.
 -Entrega total: La Consagración a María como consecuencia de lo que hemos
experimentado en su Corazón de Madre nos invitará a entregarle gradualmente
nuestra voluntad y nuestra libertad para aprender a ser plenamente libres y poder
alcanzar la meta de la santidad. Sabemos, en efecto, que Dios no anula la
libertad sino que la perfecciona haciendo que el hombre libremente busque la
Voluntad de Dios, que es el único camino que lo hacer plenamente feliz.

 Cuando nos Consagramos a María le entregamos también con nuestra vida todas
nuestras cosas y nuestros planes, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, no
con temores sino con total seguridad de que Ella sólo nos pedirá lo que somos
capaces de dar y nos ayudará a dar lo que solamente con nuestras fuerzas
podríamos; no nos pedirá más ni tampoco menos porque nos quiere hacer crecer.

 -La confianza: Para poder llevar una vida de entrega Maria tuvo que tener
eterna confianza en el Padre, a quien nunca dudó en servir.

 El abandono total en María no es posible sin una inmensa confianza. Esta virtud
es fundamental en toda vida de Consagración, es clave del Consagrado.

 La confianza es la manifestación del amor que le tenemos a María. Tanto


confiamos en Ella cuanto más la amamos.

 Cuando nos ponemos totalmente en las manos de María es porque sabemos en


quien hemos confiado. Jamás aceptaremos dudar de su amor maternal y
providencial, aunque tengamos la tentación de la desconfianza.

 Nuestra pequeñez está acentuada por nuestra condición de pecadores; sin


embargo, si tenemos humildad de corazón no caeremos en el desaliento sino que
alimentaremos una inmensa confianza en el Padre.

 -El abandono: Así como nuestra Madre abandonó todo por seguir a Dios, su
pueblo, su familia, sus amigos así debemos de ser nosotros. La Consagración
exigirá un abandono total en las manos de María como el niño se abandona en
los brazos de su madre y como Jesús vivió en los brazos de María.

 Ese es el modo de abandono que debemos tener: dejarnos llevar por María,
dejarnos tomar por nuestra Madre, dejarnos amar por Ella, sin angustias, ni
pretextos.

 -La pequeñez interior: Para entregarse a la vida de devoción Maria tuvo que
sentir en su corazón la virtud de la Pequeñez Interior que la ayudó a ser
conforme con la vida que la entrega a su señor le ofrecía.

 La pequeñez interior es como dice la propia palabra, esa actitud profundamente


humilde por la que aceptamos ser queridos y conducidos por la Santísima
Virgen por los caminos que Ella haya marcado para cada hijo; es la intuición del
corazón que se deja amar por su Madre.

 Continuación…
 No es posible entregarse, abandonarse y confiar sin hacerse niños. También
María nos lleva por este camino a hacernos pequeños y pobres. El que se hace
niño se deja conducir, se deja instrumentar como parte de este designio
providencial.

 Sólo entiende a María quien la ama y el que la ama con un corazón de niño. Su
misterio estará oculto para quien no se haga como niño en sus brazos. De esta
manera María se convierte en admirable escuela de humildad y sólo los
humildes y puros de corazón, conocen los secretos del Padre. Así Ella puede
reproducir a Jesús en cada uno de sus Consagrados. Para María somos como
niños recién nacidos que necesitan el amor, el calor y el alimento de su madre.
Ella pedirá de nosotros que nos hagamos pequeños e interiormente humildes y
entraremos así en su Corazón.

 - La docilidad: Maria en su vida de devoción nos demuestra que fue una mujer
dócil ya que siempre estuvo lista y disponible para Dios y lo que este le
ordenara.

 La humildad del corazón nos hace necesariamente dóciles; si lo somos, nos


dejaremos instruir por Dios, nos dejaremos enseñar por los acontecimientos
providenciales que nos rodean, no forzaremos los tiempos de Dios ni
intentaremos detenerlos cuando hayan llegado.

 -La disponibilidad: María estuvo siempre disponible desde el principio.

 Esta actitud interior nos hace especialmente capaces de responder a las


exigencias de quienes nos rodean, de aquellos a quienes estamos llamados a
evangelizar, a ayudar, a querer con un corazón de servidores.

 El Consagrado que es dócil a Dios necesariamente se hace disponible para los


demás.

 La disponibilidad es una actitud interior por la cual aceptamos ser


incansablemente exigidos por nuestro prójimo. El Señor quiere que lo demos
todo como El dio su vida por nosotros en la Cruz, que estemos siempre
disponibles para los demás como lo estuvo María, amando a nuestros hermanos
en la sencillez del servicio y en la generosidad de la entrega.

 -La fidelidad y la firmeza: Maria nunca dejó de creerle ni de obedecerle a


Dios, nunca dio muestra de adoración a otros Dioses.

 Mantenerse fieles a las exigencias de la Alianza en el Corazón de María exige


ser perseverantes, ser fieles en los momentos difíciles, no dejarse vencer por los
continuos interrogantes que pueden aparecer en la vida.

 -La perseverancia y la paciencia: Se necesita para llevar una vida de creencia


y entrega a Dios mucha perseverancia ante las pruebas que la vida le mostraba a
Maria pero siempre fue perseverante y paciente, contaba con Dios quien le
brindaba su apoyo incondicional.
 En la Perseverancia manifestamos, que no es el amor de un día lo que nosotros
le ofrecemos a Dios sino el de toda la vida y en forma gradual y creciente. Jesús
nos ha dicho: "El que persevere hasta el fin se salvará".

 Por la virtud de la Paciencia nos habituaremos a sobrellevar las habituales


dificultades, iremos dominando nuestra natural impaciencia y aprenderemos a
imitar a Jesús Paciente y Humilde de Corazón que nos dice: "Mediante la
paciencia poseeréis la tierra". (M. 362)

 -La vida de oración: La Madre llevó una vida de oración, esto demuestra una
vez más la fe que profesaba hacia Dios.

 Además de la participación eucarística y de la Comunión diaria, en el


Consagrado es de fundamental importancia la vida de oración en todas sus
manifestaciones.

 La oración debe ser continua, confiada, humilde, unida a una conversión de vida,
surgida desde el amor fraterno, porque no agradaría a Dios la oración de quien
no vive seriamente la unión con sus hermanos. Recordemos también el especial
valor de la oración comunitaria: "Donde hay dos o más reunidos en Mi Nombre
allí estoy Yo".

 Toda forma de oración agrada al Señor y en modo especial la oración litúrgica.


De entre las oraciones de la piedad privada María señala indiscutiblemente su
preferencia por el Santo Rosario que nos va llevando progresivamente a una
gran unión con Dios, a destrabar el alma de los obstáculos y conducirla a la
santidad.

 -El espíritu de sacrificio en el misterio de la Cruz: La vida de Maria estuvo


dirigida por el ministerio de la cruz, siempre agradeció a su Dios el perdón de
los pecados por medio a la muerte de su hijo y por eso siempre fue su devota.

 Hablando de las diversas exigencias de la vida del Consagrado sabemos que


María necesita de cada uno de ellos como expresión de su mucho amor, una vida
ejemplar y sacrificada, una vida entregada y humilde. El Consagrado "debe
obrar de manera que Dios siempre habite en él y no se verá jamás por El
abandonado". Aquel que se ofrece a María, también acepta y asume esa cuota
más pequeña o más grande de sufrimiento; esa cruz de cada día que el Señor
pone sobre sus hombros.

 El dolor del Consagrado debe ser vivido por amor a Cristo que murió en la Cruz
por todas las criaturas del mundo y prolonga en los miembros de la Iglesia su
Sacrificio Redentor.


Hoy celebramos el día de San José. En un mundo donde la masculinidad se pone en


tela de juicio y se duda de casi cualquier hombre por el hecho de ser hombre. San José
no solo nos recuerda la virtud del varón sino también su encomienda y encargo. Su
paternidad es ejemplo para todos los cristianos. No en vano San José es patrono de la
Iglesia universal.

El día de hoy recordamos que Dios padre encomendó la tarea de cuidado y protección
de su amadísimo Hijo y de Su Madre a un santo varón, San José.En esta galería hemos
resaltado algunas virtudes que necesitamos tomar de San José, especialmente los
varones, para crecer como cristianos.

1. La influencia del Padre en el hijo

En nuestros días la idea del padre desvinculado de sus hijos se ha convertido en algo
frecuente en nuestros pensamientos. San José nos recuerda el verdadero sentido de la
paternidad. La presencia insustituible del padre en la educación de los hijos es algo que
necesitamos volver a conquistar como sociedad. San José con el niño en los brazos nos
lo recuerda, un padre amoroso y protector del cual los hijos puedan aprender y crecer
seguros a su lado, incluso en las carencias y situaciones más difíciles.

San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María esperando al
niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto, ser un
extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el sudor de su frente.
«Cuando necesite ser buen padre, San José ilumina mi paternidad».

2. La alegría de ser un buen esposo

La fidelidad inquebrantable de San José es un signo contundente y firme frente a la


imagen de un varón infiel, lujurioso, egoísta e incluso violento, que es tan común
asumir como normal en nuestros días. Cuántas veces escuchamos, decimos y afirmamos
que «todos los hombres son iguales» sin saber que con esta frase justificamos un
comportamiento que achica la personalidad del varón, lo limita y espera menos de lo
que realmente es. Lo priva de poder ser grande y desplegarse completamente.
San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar: la duda frente a su
propia esposa, el cuidado de un niño que no era de su sangre, la dificultad de un
matrimonio casto. Recordemos que San José, a diferencia de María no fue concebido
sin pecado, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son grandiosas y es prueba
viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede hacer por medio de su
gracia. «Cuando la dificultad de matrimonio me alcance, San José ven en mi auxilio y
ayúdame a ser fiel».

3. La fortaleza física al servicio de la familia

La imagen de una masculinidad violenta hace que la fortaleza física no sea valorada
como una virtud. Muchos niños crecen sin tener cerca a un padre del cual puedan
aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servicio de su familia esta
fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como misión el proteger, el ayudar,
el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para el abuso de autoridad ni de
ningún otro tipo.

Conocemos a un José siempre fuerte, nunca agresivo, firme pero no indiferente ni


mucho menos insensible. Un hombre que demuestra seguridad y jamás arrogancia ni
soberbia. Un padre que carga con todo el peso de su familia y es feliz haciéndolo.
«Cuando la arrogancia aparezca, San José ayúdame a ser humilde».

4. El silencio, esa características que muchas veces


encontramos tan irritante

El silencio de los varones es una característica bien conocida por las mujeres. Cuántas
veces podemos incluso perder la paciencia por esos silencios prolongados de los
esposos. San José también era un hombre silencioso, es más se dice de él; San José,
santo del silencio. Tanto que aprender del silencio. San José en el silencio escuchaba la
voz de Dios, no era un silencio indiferente ni estéril. No era un silencio que ignoraba o
que buscaba pasar la página y evitar el confrontar o solucionar problemas. San José
escuchaba, meditaba en su corazón para poder tomar las mejores decisiones para
su familia y para él mismo. «Cuando el silencio sea indiferente, San José ayúdame a
escuchar a Dios».

5. El valor del trabajo duro


En aquella época si el varón de la casa no trabajaba la familia no subsistía. San
José obrero, carpintero de profesión, trabajó siempre por el sustento de su familia. La
constancia de su trabajo, la seguridad de su familia. Imagínense el camino que se habrá
tenido que abrir en Egipto, sin familia, sin apoyo de conocidos, extranjeros tal vez
víctimas de prejuicio y discriminación, el trabajo de José era la única arma que tenían
para subsistir.

De vuelta a Nazareth en su taller de carpintero siguió trabajando incansablemente, fue


labor que heredó a su hijo para ayudar al sostén de su familia. Cuando el desánimo y la
dificultad aparecen, San José es un gran ejemplo de tenacidad y trabajo arduo en todo
momento por el bien de los que ama. «Cuando el trabajo canse, San José ayúdame a
sobreponerme y seguir».

6. El valor del buen discernimiento


Las respuestas apresuradas y decisiones impulsivas sobre todo en época de crisis no son
lo mejor. San José, incluso en una decisión tan dura como la de aceptar el embarazo de
su prometida, decide repudiarla pero en secreto, meditando qué era lo que menos iba a
perjudicarla, lo que menos escándalo iba a levantar. No lo hace apresuradamente, lo
medita, lo «sueña», y en ese soñar escucha la voz de Dios a través de un ángel que sale
al encuentro y lo aconseja.

El valor del un buen discernimiento tiene que ver con la prudencia, el silencio y la
escucha a Dios. Este escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrechamos
nuestra relación con Él. «Cuando necesitemos del buen discernimiento, San José sal a
nuestro auxilio».

7. Castidad y juventud
Al ser los primeros capítulos de Mateo y Lucas las únicas fuentes de la revelación sobre
quién era San José, no es raro que los hombres hayan tejido distintas historias sobre este
gran santo. De José sabemos poco, ha sido creencia frecuente pensar que era un viudo
que tenía casi 90 años y se casó con una mujer muy joven. Esto parece estar muy lejos
de la realidad, en aquella época los hombres se casaban muy jóvenes, San José al
momento de desposar a María debió haber tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo,
la imagen del San José como hombre viejo caló dentro de la cultura popular y es por
esto que muchos artistas lo han representado como un hombre mayor.

Puede deberse a la dificultad que representaba la relación virginal entre ambos.


Dificultad que nace de la ruptura original. San José en este sentido, asistido por la
inmensa gracia de Dios nos enseña que el fundamento de la unión conyugal es la
comunión de amor, ejemplo para todo matrimonio. La unión de cuerpos debe
responder a esa comunión de amor, sin embargo la misión de María y José no estaba en
relación a ellos mismos sino al mismo Jesús y a la iglesia Universal. «Cuando el deseo
desordenado me esclavice, San José ven en mi auxilio».
8. El trato familiar como ámbito de crecimiento
espiritual y personal

Escuchamos que la familia es la iglesia doméstica, escuela de humanidad, imagen del


amor de Dios. San José en este sentido nos enseña que la familia en un ámbito para
crecer en santidad. La santidad de José sucedió dentro de la familia. Y así está llamada
a ser la tuya y la mía, los esposos son guardianes mutuos de la santidad de la familia. Es
ahí donde el amor crece, en entrega, donde nos olvidamos de nosotros mismos y nos
entregamos por completo. Como nos decía el Papa Francisco: «por medio de ella se
concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y la apertura generosa a los
demás, así como el servicio a la sociedad».

Es  muy probable que San José haya muerto antes de que Jesús entrara en la vida
pública, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló más de él. De haber
estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez lo estuvo en
espíritu acompañando y consolando también el corazón doliente de su esposa. «Cuando
nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José ayúdanos a repararla».
«En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a
cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en sus
brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios y le
cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a Dios de la
mano.  Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. Y ni en la Gloria había más gloria que
en la casa de José!»

El Papa Francisco inició su pontificado [2] en el día de la Solemnidad de San José. En


su primera homilía expresó su gozo por este hecho y a lo largo de su servicio como el
sucesor de San Pedro ha dado muestras de un cariño y devoción especial por este gran
hombre y gran santo.

De esta misma forma deseo honrar su persona y su historia en la vida de la Iglesia. El


Papa Francisco cataloga a San José como el modelo del educador y del padre y
menciona con gran devoción que cada vez que le ha pedido algo a San José, se lo ha
concedido [2]. Ese amor a San José que el Papa Francisco transmite es algo contagioso.
En mi caso lo he experimentado en muchas etapas de mi vida.

San José ha obrado mucho en mí y ha sido una figura crucial para poder transformar mis
errores en virtudes. Mi estrecha relación con él comenzó cuando estuve en el seminario
y se fue desarrollando día a día.  Sin embargo, hubo un momento crucial. Ese momento
fue casi un año después de haber discernido que el camino al sacerdocio no era el
proyecto de vida que Dios quería para mí. Fue un momento de encontrarme conmigo
mismo y saber qué quería hacer con mi vida y qué Dios me llamaba a ser y hacer. Sentía
mucho miedo pues pensaba que iba a fracasar en todo. Un día, el día en que la Iglesia
celebra a San José, Obrero (1ro de mayo), le pedí incansablemente que me ayudara en
mi vida a ser un hombre bueno, puro, con confianza y lleno del amor de Dios, porque
sentía que todas esas cosas habían desaparecido en mí. Fue desde ese momento en el
que comencé a cambiar y ver las cosas de otra manera dejándome llevar por la figura de
San José. Me percaté de que él continuaba presente en mi vida siendo siempre fiel. Él
seguía siendo una figura de ejemplo para mí y para todos los hombres. Cuando me
sentía solo, sin rumbo, sin meta, él estaba ahí para ayudarme a compenetrar sus acciones
con las mías y aún lo sigue haciendo.

San José es ejemplo de hombre fiel, casto, paternal, trabajador, paciente, obediente a
Dios, servidor, entre muchas otras características. Podemos describir muchas cualidades
increíbles de San José. Pero lo más importante debe ser saber cuáles de ellas queremos
desarrollar. ¿Cuáles de esas cualidades poseemos? ¿Cuáles de esas podemos mejorar?
Para ayudarte en el proceso de contestar estas preguntas te ofrezco cinco características
que me ayudaron y me ayudan a mí a ser un hombre virtuoso. Te obsequio estas cinco
guías de la misma forma que llegaron a mí, ¡gratis! Las describo con el fin de que logres
aplicarlas en tu vida y así pueda aumentar tu devoción a él y tu cercanía con Dios
aspirando a la Santidad.

1. Fiel
“San José lo consideram os el custodio
fiel y abnegado de los dos corazones, ya que Dios Padre le encomendó una
importantísima tarea: salvaguardar los tesoros de su corazón paternal: Jesús y María”
[3].

Primero que todo, comienza siendo fiel a ti y a tu misión de vida. Aunque por
momentos sientas que no todo parezca bien, mantente firme y confiado en la tarea que
el Señor te haya encomendado. Las principales son las tareas del día a día, aquellas que
parecen insignificantes pero que están llenas de sentido. Así como San José vivió sus
años en el anonimato y en el trabajo diario común a todos los seres humanos, así
comienza siendo fiel donde Dios te envía.

2. Casto

Dios pudo encontrar en San José un nivel


de pureza y humildad increíble y ese hallazgo no hizo dudar a Dios de elegirlo para esta
misión tan importante. Es por eso que se convierte en un ejemplo de desprendimiento.

La vivencia y la elección de ser casto es aplicable tanto a un consagrado de Dios, como


a un esposo de la actualidad. La castidad a un consagrado le otorga la verdadera libertad
de poder vivir en plenitud su vocación y entregarse por completo al pueblo de Dios. Por
otro lado, la castidad a un esposo de la actualidad le permite valorar la sexualidad en su
matrimonio y valorar la hermosa pareja que Dios le ha dado. Cuando llega el momento
del acto sexual ambos pueden vivirlo de una forma plena y según el plan de amor para
el cual han sido creados.  Ser casto puede considerarse un reto en la actualidad, pero no
es imposible.  Pídele a San José que haga de ti un hombre casto, ¡él te ayudará!

3. Padre
“Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a Jesús: “Hijo, ¿porque has
obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos”. María
nombra a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que San José era
llamado así por el propio Jesús, pues miraba en José a un reflejo y una representación
auténtica de su Padre Celestial” [3].

La paternidad hoy día muchas veces es recibida con miedo y con poco interés por el sin

número de presiones sociales vanas. Sin


embargo, la paternidad es un don obsequiado por Dios y el cual te invito a vivir (ya sea
que seas padre o Dios tenga esa vocación para ti en un futuro) de una forma
responsable, siendo un padre presente. Si Dios te bendice con el don de la paternidad
recuerda ser tú el guía de tu hijo(a), su principal ejemplo, su padre y su amigo. Enséñale
todas las cosas buenas y hermosas que sabes. Aunque de primera intención tu hijo no
ejecute algo según lo has enseñado continúa siendo su maestro para que lo aprenda y lo
logre realizar. Sueña junto a tus hijos (o futuros hijos) para que seas tú el ayudante de
ellos y puedas ser parte de esos sueños. Siempre permanece a su lado, así como lo hizo
San José con Jesús.

4. Trabajador

San José el trabajador, el carpintero, el


primer educador de Cristo. Si nuestro Señor fue obrero, compañero y ayudante fue
gracias a San José, el primero en colocarle a Jesús un martillo en las manos para que
este le ayudara. Fue San José para Jesús el ejemplo de lo que es ser un hombre virtuoso
en la Tierra.

Siguiendo el ejemplo de San José, sé un trabajador en tu empleo y en tu familia. Con ser


trabajador en tu empleo me refiero a ser el mejor ejecutando cada una de las labores que
te asignen. Así, indirectamente, le estás haciendo un gesto hermoso a tu familia (o tu
futura familia) ya que podrás mantener tu puesto de trabajo, con el cual das sustento a la
misma. El ser trabajador con tu familia es dedicarle el tiempo que ella necesita. Siempre
establece en tu agenda ese tiempo familiar que es tan valioso y preciado. Sé obrero en tu
familia ejecutando buenas relaciones con tu esposa, hijos, con tus hermanos, tus padres,
etc. Cada una de esas buenas relaciones van a ser muy valoradas por tus hijos y ellos
serán como esponja que absorberán cada uno de esos gestos para realizarlos en un
futuro. Recuerda ser agradecido por las oportunidades de trabajo y por la salud para
ejecutarlos.

5. Obediente

“Lo que es importante no es lo que él


hace, sino la voluntad de Dios que es todo. Su oficio es en sí cosa indiferente; pero la
voluntad de Dios la hace más preciosa que cualquier otra” [4]. 

San José es un ejemplo a seguir cuando se trata de confiar en Dios a ciegas. Aceptó ser
el esposo y el padre adoptivo de Jesús en circunstancias confusas hasta que el Ángel se
le apareció en sueños. De la misma forma debemos creer que Dios confía plenamente en
nosotros, sabe lo que podemos dar y nuestro deber debe ser el reconocer todo lo que
Dios puede obrar en nosotros si somos dóciles a sus inspiraciones.

Esta última característica se puede integrar directamente al área espiritual y es


recomendable para mantener una actitud positiva tras cualquier situación. Sé el primero
que demuestre la confianza plena en Dios tanto en los momentos de dificultad como en
los momentos llenos de bienestar. Dios conoce cada corazón y sabe cual corazón está
siendo obediente y amoroso con su voluntad y cual no. También, ser obediente va
ligado directamente con el ser respetuoso. No olvides ser respetuoso con todos en tu
alrededor y permite cultivar relaciones llenas de amor.

No cabe duda la misión tan hermosa que le fue otorgada a San José aquí en la Tierra y
la perfección con la que la llevó a cabo. Te invito a ser un hombre nuevo. Te exhorto a
que analices la idea constante de desear ser mejor cada día. Busca ejemplos a seguir y
mantente siempre fiel.

El Papa Pío IX durante el Concilio Vaticano I declaró a San José Patrono Universal de
la Iglesia. Él vela por todos los hijos de esta Madre Iglesia e intercede por nosotros. Por
eso, si deseas aumentar tu devoción a él, aumenta la comunicación a través de la
oración. Puedes entrar aquí y orar con estas hermosas letanías y pedirle intercesión para
que sea él quien te ayude a ser un hombre virtuoso, un hombre santo y a transformar los
errores y debilidades en virtudes.
“Oh San José, ejemplo de hombre lleno de valor, te pido por todos los hombres del
mundo para que todos logremos entender nuestra misión y podamos ejecutarla de la
manera más correcta posible. Amén”.

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