Programa Jose y Maria
Programa Jose y Maria
Programa Jose y Maria
Por eso, por medio de la aplicación anticipada de los méritos de la Redención, la Virgen
María fue preservada, desde su concepción, del pecado original. Ese privilegio –
inaudito y único- Dios lo quiso para Aquella en quien su Verbo debía encarnarse,
“cuando llegó la hora de la plenitud de los tiempos”. María nació con la perfección de
los dones naturales en todos los sentidos dados por el Creador a su criatura antes de la
caída de Adán.
A sus dones naturales debemos agregarle las gracias del cielo! Y como en Ella ninguna
debilidad personal debida al pecado original, ni incluso ningún pecado venial, han
podido dificultar la recepción de la gracia de Dios, esos dones, en toda plenitud, van a
irradiar su cuerpo, su alma y su espíritu hasta “llenarla de gracias”.
“Llena de gracias” pero libre, María ha debido, como toda criatura, practicar las virtudes
morales y teologales.
Sin embargo, María permanece libre como Adán y Eva en el Paraíso y el “Sí” que le da
a Gabriel, el mensajero de Dios, durante la Anunciación fue un “Sí” perfectamente libre,
elegido y voluntario. Dios le propuso y María habría podido decir no... Pero ella dijo
“Sí” , el sí de una obediencia absoluta (“que se haga según tu palabra”) ahí donde Eva,
por desobediencia provocó la caída del género humano...
Así, “llena de gracias” pero libre, María debió, como toda criatura, ejercer las virtudes
morales (es decir, naturales) y las virtudes teologales (es decir, sobrenaturales) (1) para
caminar fielmente por la ruta que Dios le proponía y mantenerse, costara lo que costara,
en esa fidelidad, a pesar de las inmensas pruebas que la llevarían hasta la crucificción de
su propio Hijo en el Calvario...
Es, entonces, por vitud personal, en una elección libremente aceptada, que María dijo sí
hasta el final de su vocación. En ese sentido, la Virgen María es, para cada uno de
nosotros que queremos responder fielmente al llamado de Dios, un modelo a imitar. Ya
que existe un plan de amor de Dios para cada uno de sus hijos... Y María, ella misma
mejor que nadie puede ayudarnos a responder con un “sí” a ese plan de amor de Dios.
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(1) Hay que distinguir las virtudes cardinales –o las virtudes naturales que son 4:
fortaleza, prudencia, templanza y justicia- de las virtudes teologales o sobrenaturales
que nos han sido infundidas por la gracia de Dios: la fe, la esperanza y la caridad.
2. La humildad
La Virgen María nos enseña a reconocer nuestra pequeñez en la
presencia de Dios; nos invita a moderar el apetito desordenado de la
propia excelencia, a remover la soberbia y la vanagloria que
obstaculizan la gracia, con el objetivo de hacer fructificar los talentos
que el Señor nos ha concedido (Mt 25,14).
4. Obediencia generosa
Por orgullo y amor propio, los hombres experimentamos una cierta
repugnancia en obedecer a otros. Pero la Madre bendita de Jesús nos ha
dado muestras de que la obediencia nos proporciona ventajas
inestimables: a) impide los malos efectos del amor propio; y b) nos aleja
de las dudas y perplejidades a que uno está siempre expuesto cuando
quiere conducirse por sí mismo.
5. Caridad solícita
Muchos creen que tener caridad con el prójimo es no desearle mal
alguno; pero esa es una caridad defectuosa; pues, para que la caridad
sea perfecta no basta el no desear el mal a nuestros hermanos; es
necesario que nos sacrifiquemos por ellos.
6. Sabiduría reflexiva
Uno de los grandes valores que el mundo de hoy ha perdido es el amor
al silencio y a la reflexión profunda. El espíritu de retiro que admiramos
en María es necesario en todo cristiano, según su estado, para conservar
el precioso tesoro de la gracia. Procuremos, pues, amar el silencio, huir
del contagio del mundo, ya que en el silencio es donde Dios penetrará
hasta nuestro corazón y nos hará oír sus palabras de vida eterna.
7. Piedad de María
La oración y la lectura de los libros santos formaban las delicias de
María. Ella siempre estuvo pronta al cumplimiento de sus deberes
religiosos (Lc 2,21-22): adoraba al Señor en espíritu y verdad, le alababa
y glorificaba con los sentimientos del más profundo respeto… Por eso,
así como María, hemos de conservar y aumentar el espíritu de piedad
para unirnos con Dios.
Leyenda
Siendo niña, la Virgen fue al jardín a jugar. Florecieron las flores para verla pasar. Con
sonrisa de cielo, la chiquita María mirábalas a todas, y a todas sonreía. Ellas,
ingenuamente, le ofrecieron a coro sus mejores encantos, todo un regio tesoro de
frescura y fragancia, de alegría y colores, que es patrimonio viejo, muy viejo, de las
flores. Habló la rosa y dijo: - "A mí la primavera me ha coronado reina... si mil reinos
tuviera, con tal de complacer a la Virgen María ¡los mil reinos, de hinojos, se los
ofrendaría!"- Y asomaron los lirios, trémulos de blancura, y asomó la azucena, como la
nieve, pura, y asomaron las dalias, con tiesura de diosas, y las tiernas campánulas,
menuditas y ansiosas, sacudían sus cálices brincando de alegría, porque al pasar, la
Virgen también les sonreía, tan dulce, tan graciosa, tan cariñosamente que todas se
animaron a besarle la frente. Mas la Niña bendita no escogió. Vacilaba... Mirábalas a
todas y a ninguna cortaba. De pronto, casi ocultas debajo de las hojas vió que había unas
flores gimiendo sus congojas, tan tímidas que apenas levantaban la voz, era como si
hablaran solamente con Dios. Ya no dudó un instante. Llegó y con gesto breve, cortó las
florecitas con sus manos de nieve. Las dalias y azucenas se pusieron celosas, y celosos
los lirios, campánulas y rosas, mientras por el sendero lentamente volvía, "Violeta entre
violetas, la Reinita María".
La María de la historia
María queda incorporada a la fe de la Iglesia por un hecho histórico sencillo y
fundamental: por ser la madre de Jesús, la madre del Jesús de la historia, como se dice
actualmente en las nuevas reflexiones exegéticas y teológicas. A ella se alude, aunque
curiosamente sin designarla por su nombre, a pesar de que parece conocer por sus
nombres a la familia y a los «hermanos de Jesús.Los datos consignados en los
Evangelios y en las Actas de los Apóstoles son elementales y coherentes con el conjunto
de la vida de Jesús. Es una mujer israelita, domiciliada en Nazaret y casada con un
hombre llamado José. Se habla de sus parientes, en repetidas ocasiones; se la reconoce
como la madre de Jesús, pero llamativamente se subraya que José no era el padre
natural de Jesús, no obstante las suspicacias sociales que podían suscitarse ante esta
afirmación.
El sector social al que pertenecía queda bien definido tanto por el lugar ordinario de su
residencia Nazaret, como por el oficio del propio Jesús. María era una mujer de muy
modesta condición, perteneciente al ambiente popular de su época.Dentro de esa
modestia social, aparece encuadrada tanto en el sistema político como en el socio-
cultural de los tiempos de Jesús. Así se muestra cumpliendo las leyes imperiales y como
buena israelita, se desposa, circuncida al niño al Octavo día, lo presenta en el templo
con la oblación de los pobres, peregrina con su familia a Jerusalén con ocasión de las
fiestas de la Pascua.
Virtudes y cualidades
Que la Virgen María haya sido saludada por el ángel Gabriel como “llena de gracias”,
es suficiente para adivinar la dimensión de sus perfecciones. En efecto, La escogida de
Dios, por la eternidad, para proponerle que aceptara ser la Madre de Su divino Hijo.
Redentor de todas las personas del mundo, no podía estar sino dotada de las mayores
cualidades naturales, sobrenaturales y por consiguiente de todas las virtudes. Por eso,
por medio de la aplicación anticipada de los méritos de la Redención, la Virgen María
fue preservada, desde su concepción, del pecado original. Ese privilegio –inaudito y
único- Dios lo quiso para Aquella en quien su Verbo debía encarnarse, “cuando llegó la
hora de la plenitud de los tiempos”. María nació con la perfección de los dones naturales
en todos los sentidos dados por el Creador a su criatura antes de la caída de Adán.
A sus dones naturales debemos agregarle las gracias del cielo! Y como en Ella ninguna
debilidad personal debida al pecado original, ni incluso ningún pecado venial, han
podido dificultar la recepción de la gracia de Dios, esos dones, en toda plenitud, van a
irradiar su cuerpo, su alma y su espíritu hasta “llenarla de gracias”. “Llena de gracias”
pero libre, María ha debido, como toda criatura, practicar las virtudes morales y
teologales. Sin embargo, María permanece libre como Adán y Eva en el Paraíso y el
“Sí” que le da a Gabriel, el mensajero de Dios, durante la Anunciación fue un “Sí”
perfectamente libre, elegido y voluntario. Dios le propuso y María habría podido decir
no...
Pero ella dijo “Sí” , el sí de una obediencia absoluta (“que se haga según tu palabra”)
ahí donde Eva, por desobediencia provocó la caída del género humano.Así, “llena de
gracias” pero libre, María debió, como toda criatura, ejercer las virtudes morales (es
decir, naturales) y las virtudes teologales (es decir, sobrenaturales) para caminar
fielmente por la ruta que Dios le proponía y mantenerse, costara lo que costara, en esa
fidelidad, a pesar de las inmensas pruebas que la llevarían hasta la crucifixión de su
propio Hijo en el Calvario.Es, entonces, por virtud personal, en una elección libremente
aceptada, que María dijo sí hasta el final de su vocación. En ese sentido, la Virgen
María es, para cada una de las personas que quieran responder fielmente al llamado de
Dios, un modelo a imitar. Ya que existe un plan de amor de Dios para cada uno de sus
hijos... Y María, ella misma mejor que nadie puede ayudar a responder con un “sí” a ese
plan de amor de Dios.
Nombres de María
Madre de Dios
San Anselmo dice que «el Hijo del Padre y el Hijo de la Virgen son un solo y mismo
Hijo». El título de Theotokos (Madre de Dios) ha sido vigorosamente defendido contra
los heréticos y la Iglesia de Oriente lo inscribe en letras de oro en sus iconos. Santo
Tomás dice que «la Virgen está situada en los confines de la divinidad»; es por eso que
ella es honrada con un culto eminente o culto de hiperdulia.
María mediadora
La Virgen es también «Mediadora de todas las gracias». La teología explica que la parte
toma por María en la Encarnación y la Redención le vale este título. El Padre ha
subordinado la venida de su Hijo al fiat de la Virgen; el Padre y el Hijo nos envían al
Espíritu Santo (la gracia) pero por intermediación de María. «Todos los dones del
Espíritu Santo son distribuidos por María a aquellos que ella quiere, cuando ella quiere,
como ella quiere, y tanto como ella quiere», dice santa Bernadina de Siena. «Por la
comunión de dolores y de voluntad entre Cristo y María, dice San Pío X, esta última a
merecido llegar a ser la dispensadora de todas las bendiciones que Jesús nos ha
adquirido por su sangre».
María es por lo tanto la única mujer que es a la vez y plenamente, Madre, Virgen y
Esposa; las otras mujeres pueden permanecer «vírgenes» y ser relativamente «madres»
por una «maternidad espiritual»; o bien, estando casadas, pueden permanecer
relativamente vírgenes por la fidelidad a su esposo. María asocia plenamente estas tres
cualidades, lo que prueba que en el orden de los principios, los contrarios subsisten,
pero no se oponen, y cuando un principio se manifiesta en el seno de la propia
manifestación, no está sometido a las leyes de ésta.María ha provisto una naturaleza
humana al Hijo de Dios. Esta naturaleza no tiene personalidad propia, sino que unida
hipostáticamente al Verbo, ella es totalmente la humanidad asociada a la divinidad.
María ha manifestado por lo tanto al Hombre universal, en el sentido definido más
arriba; ella es por lo tanto verdaderamente la Madre universal, como hemos intentado
mostrar en este capítulo.
Madre de la iglesia
En las letanías de la Virgen algunas invocaciones fueron los atributos de la Iglesia antes
de ser los de María: «Arca de la Alianza», «Torre de David», «Puerta del Cielo»,
«Refugio de pecadores»; inversamente las imágenes de la «Esposa» y del «Tabernáculo
de Dios» utilizadas en la liturgia de la Dedicacia, convienen tanto, si no mejor, a María
como a la Iglesia.
Fuentes
-La humildad: Nuestra Madre fue siempre una mujer humilde, alguien que
siempre adoró la grandeza del padre, nunca se quejó.
Esta virtud es muy importante para la vida de los Consagrados debido a que sin
esta no estaremos listo para recibir lo que lleva consigo una vida de entrega, es
por esto que debemos ser sencillos si pensamos ser fieles consagrados.
- Fé, Esperanza y Caridad: Son las más ejemplares virtudes que tuvo nuestra
Madre Maria, ella aceptó todo lo que Dios le impuso sin dudar en ningun
momento, nunca exigió a Dios alguna prueba para justificar su fé, fue fiel devota
hasta el día de su muerte.
Para los Consagrados estas deben de ser las principales virtudes, las que todos
debemos de tener, ya que si no las aplicamos a nuestras vidas no podremos
aplicar las demás porque no creeremos en Dios que es el propulsor de todas las
virtudes.
-La obediencia: Nuestra madre fue obediente a todos los mandatos de Dios,
cuidó de su hijo hasta el día de la muerte inculcándole la mejor educación y
forma de vida posible cumpliendo así con la voluntad de Dios quien le
encomendó esta ardua tarea.
-Respeto: Maria mostró respeto al Padre durante toda su vida incluso antes de
recibir la gracia de llevar su hijo en su vientre, siempre respetó a Dios, no por
miedo sino por fé, un respeto que manifestó obedeciendo todos sus mandatos sin
nunca dudar en cumplirlos.
Los Consagrados deben ser personas respetuosas que amen y acepten a todos
con sus defectos y que sepan tener control de sus acciones tanto para los humano
como para Dios.
-La Pobreza: Nunca se apegó a nada material siempre estuvo lista para recibir
lo poco o lo mucho que Dios le ofreciera, nunca se quejó de su vida de pobreza y
fue obediente en todo momento.
Los Consagrados han de llevar una vida de pobreza y entrega a la que deben
estar listos para soportar, ya que la vida de entrega no nos ofrece riquezas sino
pobreza a la que debemos estar listos a soportar.
-Pureza: La Santísima Madre Maria fue siempre pura y virgen, amó a Dios
como a nadie más y obedeció todos sus mandamientos por fé. Llevó una vida de
pureza a la que nunca renunció, es por eso que hoy es ejemplo de todos y todas.
Los Consagrados deben llevar una tendrán que llevar a cabo una vida de total
pureza, sacando así todas las impurezas que lleva nuestro corazón, tratar de
sacarlas aunque no seamos perfectos, pero debemos tratar de serlo en la mayor
manera.
Los Consagrados deben ser personas disponibles que nunca duden de dar de su
tiempo para predicar o hacer algún bien a las personas que nos rodean.
-Entrega total: La Consagración a María como consecuencia de lo que hemos
experimentado en su Corazón de Madre nos invitará a entregarle gradualmente
nuestra voluntad y nuestra libertad para aprender a ser plenamente libres y poder
alcanzar la meta de la santidad. Sabemos, en efecto, que Dios no anula la
libertad sino que la perfecciona haciendo que el hombre libremente busque la
Voluntad de Dios, que es el único camino que lo hacer plenamente feliz.
Cuando nos Consagramos a María le entregamos también con nuestra vida todas
nuestras cosas y nuestros planes, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, no
con temores sino con total seguridad de que Ella sólo nos pedirá lo que somos
capaces de dar y nos ayudará a dar lo que solamente con nuestras fuerzas
podríamos; no nos pedirá más ni tampoco menos porque nos quiere hacer crecer.
-La confianza: Para poder llevar una vida de entrega Maria tuvo que tener
eterna confianza en el Padre, a quien nunca dudó en servir.
El abandono total en María no es posible sin una inmensa confianza. Esta virtud
es fundamental en toda vida de Consagración, es clave del Consagrado.
-El abandono: Así como nuestra Madre abandonó todo por seguir a Dios, su
pueblo, su familia, sus amigos así debemos de ser nosotros. La Consagración
exigirá un abandono total en las manos de María como el niño se abandona en
los brazos de su madre y como Jesús vivió en los brazos de María.
Ese es el modo de abandono que debemos tener: dejarnos llevar por María,
dejarnos tomar por nuestra Madre, dejarnos amar por Ella, sin angustias, ni
pretextos.
-La pequeñez interior: Para entregarse a la vida de devoción Maria tuvo que
sentir en su corazón la virtud de la Pequeñez Interior que la ayudó a ser
conforme con la vida que la entrega a su señor le ofrecía.
Continuación…
No es posible entregarse, abandonarse y confiar sin hacerse niños. También
María nos lleva por este camino a hacernos pequeños y pobres. El que se hace
niño se deja conducir, se deja instrumentar como parte de este designio
providencial.
Sólo entiende a María quien la ama y el que la ama con un corazón de niño. Su
misterio estará oculto para quien no se haga como niño en sus brazos. De esta
manera María se convierte en admirable escuela de humildad y sólo los
humildes y puros de corazón, conocen los secretos del Padre. Así Ella puede
reproducir a Jesús en cada uno de sus Consagrados. Para María somos como
niños recién nacidos que necesitan el amor, el calor y el alimento de su madre.
Ella pedirá de nosotros que nos hagamos pequeños e interiormente humildes y
entraremos así en su Corazón.
- La docilidad: Maria en su vida de devoción nos demuestra que fue una mujer
dócil ya que siempre estuvo lista y disponible para Dios y lo que este le
ordenara.
-La vida de oración: La Madre llevó una vida de oración, esto demuestra una
vez más la fe que profesaba hacia Dios.
La oración debe ser continua, confiada, humilde, unida a una conversión de vida,
surgida desde el amor fraterno, porque no agradaría a Dios la oración de quien
no vive seriamente la unión con sus hermanos. Recordemos también el especial
valor de la oración comunitaria: "Donde hay dos o más reunidos en Mi Nombre
allí estoy Yo".
El dolor del Consagrado debe ser vivido por amor a Cristo que murió en la Cruz
por todas las criaturas del mundo y prolonga en los miembros de la Iglesia su
Sacrificio Redentor.
El día de hoy recordamos que Dios padre encomendó la tarea de cuidado y protección
de su amadísimo Hijo y de Su Madre a un santo varón, San José.En esta galería hemos
resaltado algunas virtudes que necesitamos tomar de San José, especialmente los
varones, para crecer como cristianos.
En nuestros días la idea del padre desvinculado de sus hijos se ha convertido en algo
frecuente en nuestros pensamientos. San José nos recuerda el verdadero sentido de la
paternidad. La presencia insustituible del padre en la educación de los hijos es algo que
necesitamos volver a conquistar como sociedad. San José con el niño en los brazos nos
lo recuerda, un padre amoroso y protector del cual los hijos puedan aprender y crecer
seguros a su lado, incluso en las carencias y situaciones más difíciles.
San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María esperando al
niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto, ser un
extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el sudor de su frente.
«Cuando necesite ser buen padre, San José ilumina mi paternidad».
La imagen de una masculinidad violenta hace que la fortaleza física no sea valorada
como una virtud. Muchos niños crecen sin tener cerca a un padre del cual puedan
aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servicio de su familia esta
fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como misión el proteger, el ayudar,
el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para el abuso de autoridad ni de
ningún otro tipo.
El silencio de los varones es una característica bien conocida por las mujeres. Cuántas
veces podemos incluso perder la paciencia por esos silencios prolongados de los
esposos. San José también era un hombre silencioso, es más se dice de él; San José,
santo del silencio. Tanto que aprender del silencio. San José en el silencio escuchaba la
voz de Dios, no era un silencio indiferente ni estéril. No era un silencio que ignoraba o
que buscaba pasar la página y evitar el confrontar o solucionar problemas. San José
escuchaba, meditaba en su corazón para poder tomar las mejores decisiones para
su familia y para él mismo. «Cuando el silencio sea indiferente, San José ayúdame a
escuchar a Dios».
El valor del un buen discernimiento tiene que ver con la prudencia, el silencio y la
escucha a Dios. Este escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrechamos
nuestra relación con Él. «Cuando necesitemos del buen discernimiento, San José sal a
nuestro auxilio».
7. Castidad y juventud
Al ser los primeros capítulos de Mateo y Lucas las únicas fuentes de la revelación sobre
quién era San José, no es raro que los hombres hayan tejido distintas historias sobre este
gran santo. De José sabemos poco, ha sido creencia frecuente pensar que era un viudo
que tenía casi 90 años y se casó con una mujer muy joven. Esto parece estar muy lejos
de la realidad, en aquella época los hombres se casaban muy jóvenes, San José al
momento de desposar a María debió haber tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo,
la imagen del San José como hombre viejo caló dentro de la cultura popular y es por
esto que muchos artistas lo han representado como un hombre mayor.
Es muy probable que San José haya muerto antes de que Jesús entrara en la vida
pública, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló más de él. De haber
estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez lo estuvo en
espíritu acompañando y consolando también el corazón doliente de su esposa. «Cuando
nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José ayúdanos a repararla».
«En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a
cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en sus
brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios y le
cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a Dios de la
mano. Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. Y ni en la Gloria había más gloria que
en la casa de José!»
San José ha obrado mucho en mí y ha sido una figura crucial para poder transformar mis
errores en virtudes. Mi estrecha relación con él comenzó cuando estuve en el seminario
y se fue desarrollando día a día. Sin embargo, hubo un momento crucial. Ese momento
fue casi un año después de haber discernido que el camino al sacerdocio no era el
proyecto de vida que Dios quería para mí. Fue un momento de encontrarme conmigo
mismo y saber qué quería hacer con mi vida y qué Dios me llamaba a ser y hacer. Sentía
mucho miedo pues pensaba que iba a fracasar en todo. Un día, el día en que la Iglesia
celebra a San José, Obrero (1ro de mayo), le pedí incansablemente que me ayudara en
mi vida a ser un hombre bueno, puro, con confianza y lleno del amor de Dios, porque
sentía que todas esas cosas habían desaparecido en mí. Fue desde ese momento en el
que comencé a cambiar y ver las cosas de otra manera dejándome llevar por la figura de
San José. Me percaté de que él continuaba presente en mi vida siendo siempre fiel. Él
seguía siendo una figura de ejemplo para mí y para todos los hombres. Cuando me
sentía solo, sin rumbo, sin meta, él estaba ahí para ayudarme a compenetrar sus acciones
con las mías y aún lo sigue haciendo.
San José es ejemplo de hombre fiel, casto, paternal, trabajador, paciente, obediente a
Dios, servidor, entre muchas otras características. Podemos describir muchas cualidades
increíbles de San José. Pero lo más importante debe ser saber cuáles de ellas queremos
desarrollar. ¿Cuáles de esas cualidades poseemos? ¿Cuáles de esas podemos mejorar?
Para ayudarte en el proceso de contestar estas preguntas te ofrezco cinco características
que me ayudaron y me ayudan a mí a ser un hombre virtuoso. Te obsequio estas cinco
guías de la misma forma que llegaron a mí, ¡gratis! Las describo con el fin de que logres
aplicarlas en tu vida y así pueda aumentar tu devoción a él y tu cercanía con Dios
aspirando a la Santidad.
1. Fiel
“San José lo consideram os el custodio
fiel y abnegado de los dos corazones, ya que Dios Padre le encomendó una
importantísima tarea: salvaguardar los tesoros de su corazón paternal: Jesús y María”
[3].
Primero que todo, comienza siendo fiel a ti y a tu misión de vida. Aunque por
momentos sientas que no todo parezca bien, mantente firme y confiado en la tarea que
el Señor te haya encomendado. Las principales son las tareas del día a día, aquellas que
parecen insignificantes pero que están llenas de sentido. Así como San José vivió sus
años en el anonimato y en el trabajo diario común a todos los seres humanos, así
comienza siendo fiel donde Dios te envía.
2. Casto
3. Padre
“Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a Jesús: “Hijo, ¿porque has
obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos”. María
nombra a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que San José era
llamado así por el propio Jesús, pues miraba en José a un reflejo y una representación
auténtica de su Padre Celestial” [3].
La paternidad hoy día muchas veces es recibida con miedo y con poco interés por el sin
4. Trabajador
5. Obediente
San José es un ejemplo a seguir cuando se trata de confiar en Dios a ciegas. Aceptó ser
el esposo y el padre adoptivo de Jesús en circunstancias confusas hasta que el Ángel se
le apareció en sueños. De la misma forma debemos creer que Dios confía plenamente en
nosotros, sabe lo que podemos dar y nuestro deber debe ser el reconocer todo lo que
Dios puede obrar en nosotros si somos dóciles a sus inspiraciones.
No cabe duda la misión tan hermosa que le fue otorgada a San José aquí en la Tierra y
la perfección con la que la llevó a cabo. Te invito a ser un hombre nuevo. Te exhorto a
que analices la idea constante de desear ser mejor cada día. Busca ejemplos a seguir y
mantente siempre fiel.
El Papa Pío IX durante el Concilio Vaticano I declaró a San José Patrono Universal de
la Iglesia. Él vela por todos los hijos de esta Madre Iglesia e intercede por nosotros. Por
eso, si deseas aumentar tu devoción a él, aumenta la comunicación a través de la
oración. Puedes entrar aquí y orar con estas hermosas letanías y pedirle intercesión para
que sea él quien te ayude a ser un hombre virtuoso, un hombre santo y a transformar los
errores y debilidades en virtudes.
“Oh San José, ejemplo de hombre lleno de valor, te pido por todos los hombres del
mundo para que todos logremos entender nuestra misión y podamos ejecutarla de la
manera más correcta posible. Amén”.