Fertilidad de Suelo Relación Con La Fertilidad

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FERTILIDAD DE SUELO RELACIÓN CON LA FERTILIDAD

El aspecto de pérdidas de nutrientes y de materia orgánica debe ser considerado


con especial atención en el caso de los agricultores de escasos recursos que no
están en condiciones de realizar la reposición de nutrientes perdidos para
mantener el nivel de fertilidad del suelo. En estos casos los rastrojos inadecuados
de los cultivos obtenidos en los suelos erosionados contribuyen poco a la
cobertura del suelo y a su protección contra la erosión; entonces, la disminución
de los contenidos de materia orgánica y de nutrientes se vuelve acelerada (El
Swaify y Dangler, 1982).

La degradación física también es responsable por la reducción de la fertilidad del


suelo, principalmente en el área de desarrollo radicular. Frecuentemente la capa
subsuperficial remanente se caracteriza (Stocking, 1984), por presentar barreras al
desarrollo radicular, tales como:

1. alta densidad del suelo;


2. presencia de capas impermeables tales como "hardpans"
endurecidos por sesquióxidos y capas compactadas;
3. baja capacidad de retención de agua; y
4. poca profundidad del suelo remanente.

La erosión afecta la capacidad de retención de agua por las alteraciones en el


contenido de materia orgánica y en el porcentaje de partículas menores (arcilla)
del suelo. La disminución del contenido de materia orgánica también provoca
alteraciones en la densidad del suelo.

Lal (1976) citado por El Swaity y Dangler (1982) mostró que el desarrollo radicular
del caupi (Vigna unguiculata) y del maíz (Zea mays) fue severamente restringido
por la creciente remoción de suelo. De acuerdo con el autor la causa principal fue
la baja capacidad de retención de agua y el correspondiente bajo flujo de agua en
los suelos erosionados.

Según Stocking (1984) es difícil definir qué parámetros físicos son los factores
determinantes de uno o más efectos, debido a la gran interdependencia entre los
factores físicos y químicos. Por lo tanto, no siempre es posible indicar
definitivamente a un factor como responsable de un determinado efecto: por
ejemplo, la menor capacidad de retención de agua puede simplemente estar
actuando como consecuencia de otro factor limitante. A pesar de eso, la
capacidad de retención de agua parece ser el parámetro más común, sea directa
o indirectamente, que explica la reducción de los rendimientos.

Tal vez por esta dificultad es que la mayoría de los trabajos no abordan los
aspectos relacionados con las propiedades físicas del suelo como factores
causantes de la reducción de la productividad, o presentan conclusiones
preliminares o extremadamente cuidadosas.
 La primera estrategia estriba en drenar y oxidar completamente el suelo,
para lavar después la acidez formada fuera del suelo. La percolación puede
llevarse a cabo inicialmente con agua salina o salobre; ésto solo no removerá la
acidez soluble, aunque sí expulsará los iones de aluminio indeseables del
complejo de intercambio. Esta estrategia resuelve el problema de una vez y por
todas, pero tiene severas desventajas: es caro, deviene en una amenaza para el
entorno (agua ácida al drenaje) y agota la tierra de elementos químicos útiles,
junto con los indeseables. Tal método ha sido aplicado con algún éxito en áreas
costeras de cultivos de arroz en Sierra Leona y en espacios con viveros de peces
en las Filipinas. Desastres probados en Senegal, donde no había suficiente agua
disponible para la percolación y en los Países Bajos donde la primera generación
de colonizadores apenas sobrevivían a la construcción del polder Haarlemermeer.
El encalado del agua de drenaje ha sido aplicado para recuperar estos suelos.
 2. La segunda estrategia es tratar de limitar la oxidación de la pirita al
mantener un nivel freático elevado. Una precondición es la disponibilidad de
suficiente agua. Este método también requiere inversiones sustanciales en cuanto
a manejo del agua, mientras el peligro potencial de acidificación permanece
presente. Esta estrategia es ampliamente practicada, tanto en regiones templadas
como en los trópicos, a menudo con adaptaciones ingeniosas como lo permitan
las prácticas y condiciones locales.
 Cuando se discute el manejo y uso de Suelos de Sulfato Ácido Actuales,
debe hacerse una distinción entre áreas con poca inundación (menos de 60
cm) y áreas con inundación profunda. Puertas de trampa pueden usarse para
controlar el agua en áreas con poca inundación y/o al menos escasa influencia de
las mareas en riachuelos o canales litorales. En la temporada lluviosa, el agua
puede descargarse en la marea baja o puede aplicarse el riego si es necesario.
 Cuando el agua de las mareas es dulce, las mareas vivas pueden usarse
para irrigación en la temporada seca. En donde las mareas no son lo
suficientemente altas como para inundar la tierra de cultivo de arroz, pueden
desarrollarse cultivos de secano, usando puertas de trampa con vistas a
mantener un nivel freático somero del agua subterránea.
 En muchas tierras bajas costeras, se practica el “sistema de drenaje somero
intensivo”: se cavan zanjas someras a intervalos espacialmente cortos. Este
sistema permite la suficiente percolación del agua de la superficie al principio de la
temporada de lluvias. Los cultivos de tierra secas sólo pueden crecer en
camas elevadas, por lo cual debe tenerse cuidado de no voltear el perfil hacia
abajo y traer la parte más ácida (el subsuelo) a la superficie. El arroz crece en
depresiones poco profundas entre las camas elevadas. La Tabla 1 presenta los
requerimientos teóricos de cal para una completa neutralización de los suelos con
varios contenidos de azufre oxidable. La capacidad neutralizante de una capa
de 10 cm. (sin encalado, la neutralización sólo un intercambio natural de iones)
puede generarse espontáneamente. La tabla aludida demuestra la
imposibilidad práctica de la opción de encalado: muy pocos agricultores
pueden permitirse aplicar a un suelo de sulfato ácido promedio (digamos
1.5% de azufre y una densidad aparente de 1.0 Mg/m3) un total de 28 (por
ejemplo, 47 menos 19) toneladas de cal por hectárea y con esto cubrir sólo las
necesidades de la capa superficial de 10 cm, asumiendo que no habrá nuevas
acidificaciones subsecuentes durante la temporada seca.

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