NIEMBRO 10feb21preli
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constitucional
de la Suprema Corte
A diez años de la reforma de derechos humanos
COORDINACIÓN EDITORIAL
Felipe Luna
Formación en computadora
LA ARGUMENTACIÓN
CONSTITUCIONAL
DE LA SUPREMA CORTE
A diez años de la reforma de derechos humanos
www.juridicas.unam.mx
ISBN: 978-607-7822-72-1
Francisco Domínguez Servién
Gobernador Constitucional
Director
Pedro Salazar Ugarte
Secretaria académica
Issa Luna Pla
Secretario técnico
Raúl Márquez Romero
Los capítulos que conforman este libro han sido pensados y escritos en los
últimos cinco años. Además, han sido discutidos en seminarios, cursos y
conferencias con alumnas y alumnos de licenciatura y posgrado. A todas
esas personas mi agradecimiento por sus comentarios y críticas. Asimismo,
agradezco a Micaela Alterio y a Zaira Pérez Figueroa por sus agudas e in-
teligentes observaciones.
CONTENIDO
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII
Armin von Bogdandy
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXI
I. La Suprema Corte durante el régimen autoritario . . . . . . . . XXIII
II. La Suprema Corte en democracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXV
III. La incorporación judicial del derecho internacional
de los derechos humanos y el diálogo con la Corte
Interamericana de Derechos Humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . XXIX
Capítulo primero
Libertad e igualdad. La jurisprudencia
sobre el matrimonio igualitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
I. Planteamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
II. La Suprema Corte y la lucha por el reconocimiento . . . . . . . . . 2
III. Posibles enfoques para resolver el planteamiento
sobre el matrimonio igualitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
A. Liberal-no comparativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
B. Igualitario-comparativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
IV. Análisis del discurso de la Suprema Corte mexicana
en la jurisprudencia del matrimonio igualitario . . . . . . . . . . . . . 15
V. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Capítulo segundo
Autonomía individual y deliberación
democrática. El caso Marihuana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
I. Sobre las contribuciones de la justicia
constitucional a la democracia deliberativa . . . . . . . . . . . . . . . . 34
XIII
XIV CONTENIDO
Capítulo tercero
Teorías de la democracia. El caso Bonilla
y la jurisprudencia sobre vicios en el procedimiento
legislativo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
II. La garantía judicial del proceso político . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
III. La utilidad parcial para América Latina de la garantía judicial
del proceso político. El caso Bonilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
IV. La concepción deliberativa
de la democracia y la jurisprudencia
sobre vicios en el procedimiento legislativo . . . . . . . . . . . . . . . . 67
A. Hacer que legislen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
B. Garantizar una deliberación parlamentaria efectiva,
representativa y democrática, pública, libre
y en condiciones de igualdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
V. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Capítulo cuarto
Libertades económicas y metodologías de adjudicación.
Los casos uber. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
I. Categorización como servicio de transporte o como servicio
de intermediación por plataformas tecnológicas . . . . . . . . . . . . 83
II. La clasificación legal de la disputa. Derechos vs. intereses . . . . . 85
CONTENIDO XV
Capítulo quinto
La justiciabilidad de los derechos sociales
y la transformación social: el caso
del Hospital General de Huajuapan de León. . . . . . . . . . . . . 99
I. La controversia constitucional 38/2015 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
II. El constitucionalismo transformador y la justiciabilidad
de los derechos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
III. Las obligaciones positivas del Estado para proteger
los derechos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
IV. Las controversias constitucionales como procesos efectivos
para la garantía de los derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
V. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
PRÓLOGO
XVII
XVIII PRÓLOGO
1
Klare, Karl, “Legal Culture and Transformative Constitutionalism”, South African Jour-
nal on Human Rights, vol. 14, núm. 1, 1998; Grote, Rainer, “The Mexican Constitution of
1917. An early example of Radical Transformative Constitutionalism”, en Bogdandy, Armin
von et al. (eds.), Transformative Constitutionalism in Latin America, Nueva York, Oxford University
XXI
XXII INTRODUCCIÓN
Press, 2017, pp. 150-155; Gargarella, Roberto, Latin American Constitutionalism, 1810-2010:
The engine room of the Constitution, Nueva York-Oxford, Oxford University Press, 2013, p. 100;
Zaldívar, Arturo, “Constitucionalismo social inacabado”, Ciudad de México, Milenio, 5 de
febrero de 2019.
2
Grimm, Dieter, “Types of Constitutions”, en Rosenfeld, Michel y Sajó, András (eds.),
Oxford Handbook of Comparative Constitutional Law, Oxford, Oxford University Press, 2012, p.
120.
3
Ely, John Hart, Democracy and Distrust. A Theory of Judicial Review, Cambridge, Harvard
University Press, 1980.
4
Fijo 2008 como el fin de la primera fase y el inicio de la segunda fase de agenda de
derechos, por el aumento significativo en las facultades de atracción de casos que involucran
la interpretación de derechos humanos. Véase Portal de Estadística Judicial, Los Derechos Hu-
manos en las Solicitudes de Ejercicio de Facultad de Atracción, SCJN, http://estadisticajudicial.scjn.gob.
mx/alex/temasJudiciales.aspx
5
Sánchez, Arianna; Magaloni, Beatriz y Magar, Eric, “Legalist versus Interpretativist.
The Supreme Court and the Democratic Transition in Mexico”, en Helmke, Gretchen y
Ríos Figueroa, Julio (eds.), Courts in Latin America, Cambridge, Cambridge University Press,
2011, p. 187; Zaldívar, Arturo, “La Suprema Corte en la democracia mexicana”, Revista
Nexos, 1 de septiembre de 2017, https://www.nexos.com.mx/?p=33469. Para una diferente opi-
nión véase Castagnola, Andrea y López Noriega, Saúl, “Are Mexican Justices True arbitres
among the political elites? An empirical analysis of the court’s rulings from 2000-2011”, en
Castagnola, Andrea y López Noriega, Saúl (eds.), Judicial Politics in Mexico. The Supreme Court
and the Transition to Democracy, Nueva York, Routledge, 2016, p. 87.
6
Magaloni, Beatriz, “Enforcing the Autocratic Political Orden and the Role of Courts:
The Case of Mexico”, en Ginsburg, Tom y Moustafa, Tamir (eds.), Rule by Law The Politics of
Courts in Authoritarian Regimes, Cambridge, Cambridge University Press, 2008, p. 180; Pozas
INTRODUCCIÓN XXIII
Loyo, Andrea y Ríos Figueroa, Julio, “The Transformations of the Role of the Mexican
Supreme Court”, en Castagnola, Andrea y López Noriega, Saúl (eds.), op. cit., p. 29.
7
Para la distinción entre concepciones de la democracia véase Saffon, Maria Paula y
Urbinati, Nadia, “Procedural Democracy, the Bulwark of Equal Liberty”, Political Theory,
vol. 41, núm. 2, 2013; Alterio, Ana Micaela, “Corrientes del constitucionalismo contempo-
ráneo a debate”, Problema, núm. 8, 2014.
8
Véase Loewenstein, Karl, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ariel, 1976, p. 217.
XXIV INTRODUCCIÓN
9
En el caso de México, la democracia se califica de iure, ya que, pese a que en la Consti-
tución sí estaba reconocida, no era en la práctica desarrollada. De este modo, la democracia
se instaló, a diferencia de en otras experiencias latinoamericanas, donde se reinstalaron. Véa-
se Woldenberg, José, Historia mínima de la transición democrática en México, México, El Colegio de
México, 2012, p. 13.
10
Ibidem, p. 34.
11
Cfr. Silva-Herzog Márquez, Jesús, El antiguo régimen y la transición en México, México,
Planeta-Joaquín Mortiz, 1999, p. 54.
12
Véase Magaloni, Beatriz, “Authoritarianism, Democracy and the Supreme Court:
Horizontal Exchange and the Rule of Law in Mexico”, en Mainwaring, Scott y Welna,
Christopher (eds.), Democratic Accountability in Latin America, Oxford, Oxford University Press,
2003, p. 287. Para Andrea Pozas y Julio Ríos, son tres los roles de los ministros de la Suprema
Corte de México: de 1917 a 1940, el papel de los jueces fue de árbitros; de 1941 a 1997,
como partidarios del régimen, y de 1998 a 2013, como intérpretes constitucionales. Pozas
Loyo, Andrea y Ríos Figueroa, Julio, op. cit., p. 10.
13
Domingo, Pilar, “Judicial Independence: The Politics of the Supreme Court in Mexi-
co”, Journal of Latin American Studies, vol. 32, núm. 3, octubre de 2000, pp. 706 y 710; Maga-
loni, Beatriz, “Authoritarianism, Democracy and the Supreme Court…”, cit., p. 285.
INTRODUCCIÓN XXV
14
Cossío Díaz, José Ramón, La teoría constitucional de la Suprema Corte de Justicia, México,
Fontamara, 2003, pp. 95, 102, 116 y 119. Del mismo autor, Dogmática constitucional y régimen
autoritario, México, Fontamara, 1998, pp. 31-36.
15
Ibidem, pp. 125 y 135.
16
Domingo, Pilar, op. cit., pp. 728 y 731; Magaloni, Beatriz, “Authoritarianism, Demo-
cracy and the Supreme Court…”, cit., p. 267; Sánchez, Arianna; Magaloni, Beatriz y Ma-
gar, Eric, “Legalist vs. Interpretivist. The Supreme Court and the Democratic Transition in
Mexico”, Stanford Public Law Working Paper no. 1499490, 2009, p. 215.
17
Magaloni, Beatriz, “Authoritarianism, Democracy and the Supreme Court…”, cit., p.
295.
XXVI INTRODUCCIÓN
márselos en serio. Desde entonces, los derechos humanos ocupan una parte
importante de la agenda de la Corte.
La resolución de casos sobre derechos le ha permitido a la Corte estu-
diar y aplicar principios como el pro persona, universalidad, indivisibili-
dad, interdependencia y progresividad, utilizar metodologías para analizar
la constitucionalidad de restricciones a derechos e implementar diferentes
escrutinios de control constitucional. Es importante mencionar que la Corte
considera a todos los derechos humanos de la misma jerarquía y utiliza el
test de proporcionalidad para estudiar la justificación de posibles restriccio-
nes.24 Como veremos en este libro, la Corte ha interpretado una variedad de
derechos como igualdad, libertad de expresión, libertad religiosa, derecho
a la privacidad, igualdad de género, derechos sociales, etc., a la luz de una
realidad social cambiante y del pluralismo presente en la sociedad mexica-
na.25
A diferencia de otros países, en el desempeño de la función de la Supre-
ma Corte como garante de los derechos humanos no han tenido influencia
las teorías del proceso político como la de Ely26 y, en cambio, otros autores
Federación [DOF] el 10 de junio de 2011). Las normas relativas a los derechos humanos se
interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de
la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia (adiciona-
do mediante decreto publicado en el DOF el 10 de junio de 2011). Todas las autoridades,
en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y
garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, inter-
dependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir,
investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que
establezca la ley (adicionado mediante decreto publicado en el DOF el 10 de junio de 2011).
Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero
que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y la protección
de las leyes (adicionado mediante decreto publicado en el DOF el 14 de agosto de 2001).
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género,
la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la
dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas.
24
Pou Giménez, Francisca, “Proportionality without a culture of justification”, Seminario
en Latinoamérica de Teoría Constitucional y Política (SELA), Universidad de Palermo, Sesión 2,
2018.
25
Véase Salazar, Pedro; Niembro Ortega, Roberto y Alonso Beltrán, Carlos, Diez senten-
cias emblemáticas de la Suprema Corte, México, IIJ-UNAM, 2019.
26
La única cita que he encontrado de su obra en la jurisprudencia mexicana es en un
voto particular del ministro Arturo Zaldívar en la acción de inconstitucionalidad 63/2017,
para sustentar que la comunidad LGBTTTI es una minoría social. La acción se resolvió el
21 de septiembre de 2017.
XXVIII INTRODUCCIÓN
como Ronald Dworkin, Robert Alexy o Luigi Ferrajoli sí han sido profusa-
mente estudiados y citados. Como se sabe, estos autores sostienen una visión
de la justicia constitucional en la que los jueces tienen la última palabra
sobre la interpretación de la Constitución y es legítimo que incorporen sus
valores morales. De esta manera, la Suprema Corte mexicana ha optado, sin
una discusión teórica intensa, una teoría que legitima que los jueces tengan
la última palabra sobre cuestiones morales profundamente controvertidas.27
El recurso a autores como Dworkin, Alexy o Ferrajoli en la jurispru-
dencia y en la doctrina constitucional mexicana tiene varias explicaciones.
Por un lado, sus obras han sido traducidas al español y son accesibles en las
bibliotecas y librerías en México. Además, buena parte de los secretarios de
estudio y cuenta y de los académicos que han estudiado en el extranjero lo
hicieron en España y algunos pocos en Alemania o Italia. De esta manera,
se explica que el modelo adoptado de justicia constitucional haya sido el eu-
ropeo de la segunda posguerra, en el cual los tribunales tienen la función de
ser guardianes de la democracia y de los derechos fundamentales.28 En este
sentido, es menor la influencia que la doctrina estadounidense, en un senti-
do amplio, ha tenido en nuestra discusión constitucional, aun cuando en los
últimos años empieza a haber un cambio, pues ahora hay más personas que
estudian sus posgrados en Estados Unidos. La poca atención a la doctrina
de ese país resulta llamativa si tenemos en cuenta que nuestras constitucio-
nes desde la Guerra de Independencia tuvieron una fuerte influencia de la
Constitución de Estados Unidos.
De hecho, el derecho constitucional comparado no ha sido una rama
a la que las escuelas de Derecho y centros de investigación judiciales ha-
yan dedicado sus recursos. Salvo algunas contadas excepciones, las institu-
ciones educativas y judiciales no se han centrado en el estudio de teorías,
instituciones o sentencias de otras partes del mundo, lo que se refleja en las
sentencias dictadas por los tribunales del país. En efecto, hasta hace poco
tiempo, el derecho constitucional mexicano era muy endogámico. Como le-
gado del sistema autoritario, el análisis de las instituciones mexicanas —por
ejemplo, del juicio de amparo— se hizo durante muchos años con base en
el pensamiento de autores nacionales, pues representaba una manifestación
de “nuestra mexicanidad”. Basta con tener en cuenta que uno de los pocos
tratados que hay en México sobre derecho constitucional comparado fue
27
Cossío Díaz, José Ramón, op. cit., pp. 139 y ss.
28
Weinrib, Lorraine E., “The Postwar Paradigm and American Exceptionalism”, en
Choudry, Sujit (ed.), The migration of constitutional ideas, Nueva York, Cambridge University
Press, 2006, p. 90.
INTRODUCCIÓN XXIX
29
Fix-Zamudio, Héctor y Valencia Carmona, Salvador, Derecho constitucional mexicano y
comparado, México, Porrúa, 1999.
30
Lo que es distintivo de esto es que “[…] las limitaciones a los derechos humanos deben
justificarse por referencia a los beneficios de otros intereses, principios o valores. La cuestión
es si los beneficios son suficientes para compensar la pérdida del derecho contratado por la
medida.” Urbina, Francisco, A critique of proportionality and Balancing, Cambridge, Cambridge
University Press, 2017, pp. 18 y 19.
31
Lustig, Doreen y Weiler, Joseph H. H., “Judicial review in the contemporary world-
Retrospective and prospective”, International Journal of Constitutional Law. ICON, vol. 16, núm.
2, 2018, p. 327.
32
Bustos Gisbert, Rafael, “XV proposiciones generales para una teoría de los diálogos
judiciales”, Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 95, mayo-agosto de 2012, pp. 19
XXX INTRODUCCIÓN
y 32. Estas conexiones pueden implicar para los tribunales involucrados considerar a sus
constituciones como parte de un cuerpo más amplio de documentos internacionales, lo que
a su vez puede repercutir en el deseo o no de mirar hacia o entablar un diálogo con la ju-
risprudencia de otros tribunales. Leigh Grove, Tara, “The International Judicial Dialogue:
When Domestic Constitutional Courts Join the Conversation”, Harvard Law Review, vol. 114,
2000-2001, pp. 2063 y 2072.
33
CPEUM, arts. 1, 103, f. I, 105, f. II, incisos b), c) y g) y 133.
34
CADH, arts. 62 y 64.
35
Bustos Gisbert, Rafael, op. cit., p. 26. Bustos se refiere a la superposición entre las regu-
laciones de distintos ordenamientos sobre un mismo objeto.
36
Véase Corte IDH. Caso Radilla Pacheco vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de noviembre de 2009. Serie C, núm. 209, párr. 339,
y la resolución dictada por el Tribunal Pleno de la SCJN en el expediente varios 912/2010,
párrs. 15 y ss., publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de octubre de 2011. En esta
resolución, la Suprema Corte distingue entre la doctrina sostenida en los litigios en los que el
Estado mexicano es parte, en cuyo caso es obligatoria para todos los poderes, mientras que
en los casos en los que no ha sido parte, solo tendrá el carácter de criterio orientador.
INTRODUCCIÓN XXXI
40
Rodríguez Huerta, Gabriela, “Derechos humanos: jurisprudencia internacional y jue-
ces internos”, en García Ramírez, Sergio y Castañeda Hernández, Mireya (coords.), Recep-
ción nacional del derecho internacional de los derechos humanos y admisión de la competencia contenciosa de
la Corte Interamericana, México, UNAM-SRE-Corte IDH, 2009, pp. 213 y 214. El problema de
esta postura es que no hace explícito qué entiende o cómo es que se logra esa mayor impar-
cialidad y calidad de las decisiones, más allá de que desconoce el hecho de que algunas cor-
tes internacionales son agentes de Estados poderosos. Bevenisti, Eyal y Downs, George W.,
“Prospects for the Increased Independence of International Tribunals”, German Law Journal,
vol. 12, núm. 5, 2011, p. 101. Con ello no quiero decir que ese sea el caso de la Corte IDH,
sino que la conclusión a la que llega Rodríguez no puede alcanzarse tan rápidamente.
41
Como señala Bustos, en el diálogo judicial las razones esgrimidas por el resto de los
tribunales involucrados en él son determinantes para la búsqueda de soluciones mutuamente
INTRODUCCIÓN XXXIII
De ahí que no basta con hacer referencia al texto de la CADH para sus-
tentar la vinculatoriedad de la doctrina de la Corte IDH, pues en realidad
se trata de una decisión que atiende más a la concepción que se tenga de la
Corte IDH y del papel que esta debe jugar en el Sistema Interamericano.42
Esto porque incluso aquellos que reconocen que ninguna norma del Pacto
de San José de Costa Rica le da a la doctrina de la Corte IDH carácter vin-
culante —salvo para el caso concreto— se esmeran en encontrar la respues-
ta en los principios y postulados que reinan en el derecho internacional de
los derechos humanos, a cuyo tenor, según estos autores, se impone la vin-
culatoriedad moral y jurídica de la doctrina, por cuanto el incumplimiento
de los tratados y directivas de la Corte IDH genera la responsabilidad inter-
nacional del Estado (art. 27 Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados [CVDT]).43
El problema con esta postura es que utiliza como fundamento el artí-
culo 27 de la CVDT, que se refiere a la imposibilidad de alegar el derecho
interno para justificar el incumplimiento de los tratados, en cuyo caso
habrá responsabilidad del Estado, pero que no dice nada sobre la fuerza
vinculante de la doctrina. Es decir, para que haya incumplimiento de una
obligación, lo primero que tenemos que definir es qué implica esa obliga-
ción. Así, lo que nos estamos preguntando es si existe la obligación o no
de seguir la doctrina de la Corte IDH más allá del caso concreto y quién
está obligado a hacerlo. Solo en caso de responderse afirmativamente a
esta pregunta es que no podría alegarse el derecho interno para no seguir
la doctrina de la Corte IDH (conforme al art. 27 CVDT). De ahí que
para establecer si el seguimiento de la doctrina de la Corte IDH es una
de las obligaciones asumidas por los Estados en la CADH no basta con
aceptables. Por tanto, requiere como paso previo que se reconozca al otro (u otros) sujeto
dialogante como digno de participar en el mismo. De esta manera, ningún tribunal puede
tener el monopolio y compite a menudo con otras instituciones en su interpretación. Bustos
Gisbert, Rafael, op. cit., p. 31.
42
Como dice Prieto Sanchís, no debemos perder de vista que en el debate sobre la última
palabra lo que se discute son problemas ideológicos y de poder, sobre el presupuesto de que
el común sometimiento a la Constitución que se predica no promueve necesariamente una
única respuesta, ni jurídica ni moral. Esto porque, junto al ejercicio de racionalidad que re-
quiere una Constitución de principios, queda siempre un hueco para la decisión, para el acto
de poder. Prieto Sanchís, Luis, Justicia constitucional y derechos fundamentales, Madrid, Trotta,
2014, pp. 134 y 135.
43
Hitters, Juan Carlos, “¿Son vinculantes los pronunciamientos de la Comisión y de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos? (control de constitucionalidad y convencio-
nalidad)”, Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, núm. 10, julio-diciembre de
2008, pp. 147, 148, 154 y 155.
XXXIV INTRODUCCIÓN
44
Como lo señala Hitters, sin desarrollar argumento alguno. Idem.
45
En esta apartado, con “última palabra” me estoy refiriendo a la última palabra inter-
pretativa.
46
Como nos explica Gargarella, la objeción a la legitimidad indirecta no dice que el
poder judicial esté en contradicción con o sea enemigo de la democracia, sino que, dado su
menor grado de legitimidad democrática, debe mantenerse alejado de algunas tareas que
reservamos para los órganos que cuentan con mayor legitimidad democrática. Gargarella,
Roberto, “Un papel renovado para la Corte Suprema. Democracia e interpretación judicial
de la Constitución”, en Gargarella, Roberto (coord.), Teoría y crítica del derecho constitucional,
Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2009, p. 154. En el mismo sentido, Waldron, Jeremy, “The
Core of the Case Against Judicial Review”, Yale Law Journal, vol. 115, 2006, pp. 1391 y 1394.
Sobre los distintos métodos de elección de los jueces internacionales véase Bogdandy, Armin
von y Venzke, Ingo, “On the Democratic Legitimation of International Judicial Lawma-
king”, German Law Journal, vol. 12, núm. 5, 2011, p. 496.
INTRODUCCIÓN XXXV
47
Torres Pérez, Aida, Conflict of Rights in the European Union. A Theory of Supranational Adju-
dication, Nueva York, Oxford University Press, 2009, p. 118.
48
Ibidem, pp. 124 y 126.
49
Ibidem, pp. 116,117 y 125.
50
En términos semejantes habla del pluralismo Bustos Gisbert, Rafael, op. cit., pp. 22 y
39.
51
Torres Pérez, Aida, op. cit., p. 105.
XXXVI INTRODUCCIÓN
52
Ibidem, pp. 109 y 110. Como veremos, el problema de estas teorías es que solo se
enfocan y les es suficiente el diálogo entre tribunales, cuando el diálogo, para ser legítimo,
requiere de la participación del pueblo y de sus representantes.
53
Ibidem, p. 111.
54
Ibidem, pp. 112-117. No debe perderse de vista que las consideraciones de Torres Pérez
se hacen con vista en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea; sin embargo, considero
que sus reflexiones también son de utilidad para el Sistema Interamericano, en el que se
propugna por una integración a través del derecho. En un sentido similar a Torres Pérez
véase Slaughter, Anne-Marie, “A typology of transjudicial communication”, Richmond Law
Review, vol. 29, núm. 1, 1994, pp. 133-135. Esta última autora agrega que el diálogo judicial
sirve para difundir y elevar la protección de los derechos fundamentales. Sin embargo, este
argumento no toma en cuenta el desacuerdo que tenemos sobre el contenido concreto de los
derechos y no nos dice a qué se refiere con “elevar” la protección, pues eso depende de quién
haga dicha valoración. Pero además, da por sentado —sin aportar mayor prueba— que los
jueces hacen un mejor trabajo al interpretar los derechos y asume que los tribunales están
libres de los grupos de presión, de ideología y de prejuicios. Bellamy, Richard, Constituciona-
lismo político. Una defensa republicana de la constitucionalidad de la democracia, Madrid, Marcial Pons,
2010, p. 115.
55
Oddvar Eriksen, Erik, “An Emerging European Public Sphere”, European Journal of
Social Theory, vol. 8, núm. 3, 2005, p. 358.
INTRODUCCIÓN XXXVII
un monismo clásico,56 que hace fútil el diálogo judicial;57 pues una cosa es
que la CADH y la Constitución prevean el reconocimiento de la Corte IDH
como un interlocutor cuya doctrina será atendida según la auctoritas recono-
cida por los tribunales nacionales, y otra es que esta deba obedecerse como
un argumento de autoridad.58
56
Bustos Gisbert, Rafael, op. cit., p. 25. Para Bustos, el predominio de alguna jurisdicción
hace que no estemos ante una situación de pluralismo; sin embargo, en mi opinión, más bien
se desconoce sin que por ello deje de existir.
57
Así, me separo de la idea de MacCormick en el sentido de que, en un contexto de plu-
ralismo, la máxima autoridad dentro de cada sistema debe tener el poder de decir la última
palabra interpretativa, pues, en mi opinión, el pluralismo se congenia mejor con un diálogo
fluido en el que nadie tiene la última palabra, en el que los interlocutores deben prestar
atención y tener consideración respecto a lo que dicen los otros; pues solo así es que se logra
que la pluralidad no se convierta por la fuerza en unidad. MacCormick, Neil, Questioning So-
vereignty: Law, State, and Nation in the European Commonwealth, Oxford, Oxford University Press,
1999, p. 118.
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Bustos Gisbert distingue entre el reconocimiento del interlocutor, por un lado, y la
intensidad de ese reconocimiento que depende de la auctoritas, por el otro. Bustos Gisbert,
Rafael, op. cit., p. 32.