Origen de La Sistematizacion Conceptual

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UNIDAD ACADEMICA

VILLA VICENTE
GUERRERO CENTLA
TABASCO

LICENCIATURA EN DIA MES AÑO


ENFERMERIA 08 02 2021
INTERCULTURAL

OCTAVO SEMESTRE

VESPERTINO B

ESTUDIANTE:

LUCIA DE LOS ANGELES MAY DE LA CRUZ

ASIGNATURA: TALLER DE SISTEMATIZACION

MAESTRA: ROSA MARIA LOPEZ SÁNCHEZ

TRABAJO INVESTIGACION

1.1 ORIGEN DE LA SISTEMATIZACIÓN

1.2 ¿POR QUÉ SISTEMATIZAMOS TAN POCO?

1.3 DILEMAS Y DESAFÍOS DE LA SISTEMATIZACIÓN.

1.4 FUNCIÓN Y SIGNIFICADO DE LA EDUCACIÓN COMUNITARIA.

1.5 ¿PARA QUÉ SISTEMATIZAMOS NUESTRAS EXPERIENCIAS? Y QUIENES


DEBEN ANALIZARLAS
Origen de la sistematización

Desde la Escuela para el Desarrollo de Lima, una de las instituciones


pioneras en el campo de la sistematización, Francke y Morgan (1995, 4-5) ubican
las primeras propuestas de sistematización, a principios de los años ‘80, entre
diferentes iniciativas de base trabajando en la perspectiva metodológica de la
Educación Popular: La inquietud por sistematizar surge con fuerza a inicios de la
década de 1980, como una preocupación de los profesionales que trabajan
directamente con grupos populares en la implementación de proyectos y
acciones que buscan contribuir a mejorar sus condiciones de vida y/o su
ubicación socio-política. Esa inquietud se alimenta de diversas fuentes. De un
lado, se siente la necesidad de recuperar y comunicar las experiencias de
educación popular, promoción, trabajo social, que ya tenían una trayectoria de
varios años de duración. Se intuye que esas experiencias valiosas, preñadas de
aprendizajes potenciales, no se estaban ni intercambiando ni acumulando y, por
tanto, tampoco se aprovechaban como se podría. Las formas tradicionales de
evaluación no daban cuenta de la riqueza de los procesos, y muchas veces
resultaban haciendo apreciaciones injustas y parciales. A ello se suma, en los
últimos años, la llamada ‘crisis de los paradigmas’. Se cuestionan muchos de los
supuestos teóricos e ideológicos en que se habían sustentado las intervenciones
de promoción. La necesidad de reafirmar su sentido y encontrar nuevas
orientaciones se torna urgente. Se comienza a buscar maneras de recuperar y
aprender de las experiencias acumuladas. La sistematización es una de las
propuestas que surgen, junto con formas diferentes de investigación y
evaluación, que enfatizan la participación de los propios interesados: el personal
de los proyectos y la población con quien se ejecutan las acciones. En el
transcurso de pocos años, desde diversos lugares de nuestro continente y a partir
de experiencias muy variadas, se generan cantidad de propuestas: guías y
métodos para el diagnóstico y la planificación participativos, la evaluación
iluminativa, la sistematización de experiencias. Refiriéndose más precisamente a
esta ‘crisis de los paradigmas’, otro reconocido especialista latinoamericano
(Costa Rica) en el campo de la sistematización, O. Jara (1994), subraya que
dicha crisis plantea precisamente un reto importante para la sistematización: el
nuevo escenario de este fin de siglo ha puesto en cuestión las prácticas y las
concepciones teóricas de los movimientos sociales y las ciencias sociales
latinoamericanas. Nos enfrentamos a nuevas preguntas y a desafíos inéditos. Es
un momento histórico privilegiado para la creación, pero las respuestas a las
nuevas preguntas no van a surgir de ningún otro lugar sino de la propia
experiencia histórica acumulada. Lamentablemente no hemos acumulado aún los
aprendizajes necesarios contenidos en esas experiencias. La sistematización,
como ejercicio riguroso de aprendizaje e interpretación crítica de los procesos
vividos, sigue siendo una tarea pendiente y hoy –más que nunca- puede
contribuir de forma decisiva a recrear las prácticas de los movimientos sociales y
a renovar la producción teórica de las ciencias sociales, desde la experiencia
cotidiana de los pueblos de A. Latina, en particular de aquellas comprometidas
con procesos de educación y organización popular.

¿Por qué sistematizamos tan poco?

Desde luego, el reto que debe enfrentar toda propuesta de sistematización


es considerable: revitalizar los fundamentos epistemológicos de la Educación
Popular. No obstante, casi tan frecuentes como estas declaraciones de buenas
intenciones, se escuchan también lamentos en torno a los diferentes obstáculos
que impiden dar el paso necesario para convertir estas voluntades en realidad.
Visto desde la perspectiva de educadoras/es y promotoras/es involucradas/os en
el trabajo de campo con los sectores populares, la mayoría alimenta muchas
expectativas en cuanto a la sistematización como posibilidad de reivindicar, en un
plano teórico, el gran valor que tiene su trabajo práctico para contribuir al
desarrollo de una metodología de Educación Popular. Sin embargo, hasta ahora
muy pocas/os contamos con algún trabajo real de sistematización en nuestro
haber. ¿Por qué? El mismo Jara (1992, 1-4) y otros autores, como Antillón (2002,
13-14) coinciden para identificar las razones que resumimos a continuación: 1.
Parece una tarea demasiado complicada, las propuestas más difundidas resultan
demasiado abstractas, tanto en su lenguaje como en sus procedimientos. Parece,
por tanto, que requieren de un esfuerzo extraordinario y muy especializado. Eso
provoca tres reacciones posibles: no atreverse ni a empezar; aventurarse a
comenzar y perder el aliento al poco tiempo, sea porque las fases iniciales se
prolongan y enredan demasiado o porque el ritmo de otras actividades impide
dedicarle a la sistematización el tiempo suficiente; considerarla como una labor
especializada imposible de realizar a nivel interno y posponerla esperando contar
algún día con suficientes recursos para remunerar adecuadamente la/el
consultor(a) externa/o, supuestamente especialista en la materia, aunque
desconozca totalmente la experiencia a tratar.

2. No se cuenta con definiciones claras, a menudo no está muy clara la


especificidad de la sistematización con respecto a la evaluación, la investigación
o el simple informe. Tampoco está claro si se debería sistematizar toda la
experiencia institucional o si es posible hacerlo sólo sobre una experiencia
particular y, en este último caso, no se sabe muy bien cuáles criterios utilizar para
definirla. En fin, se desconocen los productos concretos que pueden esperarse
de una sistematización y ésta se convierte en algo misterioso, entre mágico y
gaseoso, que no se sabe por donde agarrar.

3. No se sabe quiénes deben involucrarse Tampoco hay claridad en cuanto


a la relación entre participación y sistematización. A veces se pretende involucrar
a representantes de grupos metas y surgen entonces otros problemas: su
representatividad y selección, los ámbitos en los cuales pueden aportar, los
niveles de su participación, etc. En otros casos, se considera que se trata de una
labor exclusivamente institucional, planteándose otras opciones: que la asuma el
equipo facilitador del proyecto a sistematizar; conformar una comisión de trabajo
especifica pero temporal; crear un área permanente de sistematización; o
contratar a un(a) especialista en la materia.

4. No se planifica como prioridad, aún cuando se reconoce como algo útil e


importante, pocas instituciones tienen incorporada la sistematización en sus
planes y no la incluyen como componente cuando formulan nuevos proyectos, de
tal manera que aparece generalmente como una actividad marginal o como un
proyecto aparte. Normalmente se tienen definidos momentos para la
planificación, la ejecución y la evaluación de las actividades institucionales, pero
no se programan momentos para la sistematización. Es muy común que se
afirme “¡No tenemos tiempo para sistematizar!”, con lo cual se considera
implícitamente la sistematización como un lujo mientras la prioridad es seguir
‘ejecutando actividades’ pues las agencias financiantes presionan
constantemente para incrementar la cantidad de talleres realizados, el grupo
meta, etc. Esto nos mantiene en un activismo cegador que nos impide tomar
distancia para reflexionar críticamente sobre nuestro quehacer.

5. No sabemos cómo empezar, por último, se ha mitificado la


sistematización como una tarea muy técnica y abstracta que requiere de todo un
andamiaje muy complejo de herramientas didácticas. No nos atrevemos a
inventar nuestras propias herramientas para empezar sino que esperamos contar
con una guía, como si se tratara de aplicar una receta.

Dilemas y desafíos de la sistematización.

LOS DILEMAS 1.

LA CONCEPCIÓN DE LA SISTEMATIZACIÓN

El primero, tiene que ver con cómo concebimos la Sistematización:


tenemos dos opciones, si entendemos la noción de sistematización como:

A) Sistematización de datos, sistematización de información o si la


entendemos como:

B) sistematización de experiencias

El significado más usado comúnmente es el primero: hace referencia al


ordenamiento y clasificación de datos e informaciones, estructurando de manera
precisa categorías, relaciones, posibilitando la constitución de bases de datos
organizados, etc. La segunda opción es menos común y más compleja: se trata
de ir más allá, se trata de mirar las experiencias como procesos históricos,
procesos complejos en los que intervienen diferentes actores, que se realizan en
un contexto económico-social determinado y en un momento institucional del cual
formamos parte. Sistematizar experiencias significa entonces entender por qué
ese proceso se está desarrollando de esa manera, entender e interpretar lo que
está aconteciendo, a partir de un ordenamiento y reconstrucción de lo que ha
sucedido en dicho proceso. Por lo tanto, en la sistematización de experiencias,
partimos de hacer una reconstrucción de lo sucedido y un ordenamiento de los
distintos elementos objetivos y subjetivos que han intervenido en el proceso, para
comprenderlo, interpretarlo y así aprender de nuestra propia práctica. El dilema
está en no quedarnos sólo en la reconstrucción de lo que sucede sino pasar a
realizar una interpretación crítica. El eje principal de preocupación se traslada de
la reconstrucción de lo sucedido y el ordenamiento de la información, a una
interpretación crítica de lo acontecido para poder extraer aprendizajes que tengan
una utilidad para el futuro. En ese sentido, sistematizamos nuestras experiencias
para aprender críticamente de ellas y así poder:

a) Mejorar nuestra propia práctica

b) Compartir nuestros aprendizajes con otras experiencias similares

c) Para contribuir al enriquecimiento de la teoría.

2. LAS MODALIDADES O ENFOQUES DE SISTEMATIZACIÓN

Un segundo dilema tiene que ver con escoger el enfoque o las


modalidades con las que vamos a hacer una sistematización. Este es otro dilema
complejo, pues existe una enorme variedad de posibilidades, no hay una sola
manera de hacer sistematización de experiencias. ... se hablaba de cuatro
posibilidades:

- Desde los actores, en forma participativa


- Sistematización formal al concluir la experiencia

- Una sistematización que se hace sobre la marcha

- Una sistematización con miras al mercado.

Sin embargo, no podríamos usar estas categorías como el único criterio de


clasificación, porque hay modalidades que combinarían varios de ellos y hay,
seguramente, muchas otras posibilidades más: regular o irregularmente, una sola
experiencia o varias a la vez, en función de crear una nueva estrategia o para
mejorar la existente, etc., etc.

Este dilema sólo lo podemos enfrentar con una gran capacidad creadora y
no esperando ninguna receta: significa que tenemos que tomar opciones ante
una gran variedad de modalidades posibles. La única “receta” es que la
modalidad depende de las circunstancias, el tipo de institución, el objetivo
específico que queremos alcanzar, el tipo de experiencia que queremos
sistematizar, el nivel de participación de los diferentes actores involucrados, etc.
Se trata, pues, de tomar opciones y de impulsar un estilo propio de sistematizar
adecuado a las condiciones reales.

3. EL PROCESO METODOLÓGICO, LAS TÉCNICAS Y LOS


PROCEDIMIENTOS

Este dilema de qué metodología utilizar, qué pasos dar, cuáles técnicas
usar, etc., es semejante al anterior: no hay recetas y hay una multiplicidad grande
de posibilidades. Lo que sí tenemos que tener claro es los criterios por los cuales
vamos a escoger una determinada metodología o una técnica específica para
aplicarla con un particular procedimiento. Estos criterios debemos tomarlos en
cuenta en dos sentidos:

» La secuencia del proceso que debe cuidar que tenga coherencia global
en conjunto.
» Las herramientas, que pueden ser casi infinitas y para cada momento del
proceso. (Para hacer registros, recuperación histórica, hacer análisis, síntesis,
para comunicar, para socializar, etc.) En cualquier caso, no debemos perder de
vista la INTEGRALIDAD del proceso: que cada herramienta utilizada sirva para
alcanzar la visión y el objetivo de conjunto. No debemos engolosinarnos con las
técnicas de moda o con una que nos gusta más, sino ser capaces de utilizar las
que mejor se adecuen a las circunstancias. Sobre la base de estos dilemas hay
una serie de desafíos que quisiera plantearles como una provocación a la
reflexión crítica

DESAFÍOS

a) ÁMBITO Y ALCANCE DE LA SISTEMATIZACIÓN

Aquí la pregunta es sobre si se podrá sistematizar cualquier tipo de


experiencias, de cualquier duración o dimensión, es decir, qué criterios tener para
seleccionar una experiencia para ser sistematizada. El desafío se relaciona con
poder enfrentar por lo menos dos aspectos:

» La delimitación clara del objeto a sistematizar, es decir, qué experiencia,


realizada en qué período y lugar. Además, la precisión de algún o algunos ejes
de sistematización, es decir, qué aspectos principales de esa experiencia nos van
a interesar más (no se tiene que sistematizar toda la experiencia, ni todos los
aspectos.)

» El identificar practicas significativas y no sólo las llamadas “mejores”


prácticas. Porque sistematizar una experiencia “fracasada” también podría darnos
muchas lecciones.

b) CONDICIONES

Este desafío es clave: hay que crear condiciones para llevar a cabo la
sistematización de experiencias. Y condiciones en dos terrenos:
A) Personales: como por ejemplo disposición a aprender de la propia
práctica, sensibilidad para dejarla hablar por sí misma y no hacerle decir sólo lo
que nos interesa o nos conviene, tener capacidad de análisis y síntesis, etc.

B) Institucionales: como por ejemplo el interés por impulsar una dinámica


de equipo y no sólo preocuparse por la estructura organizativa, tener un sistema
de funcionamiento institucional, impulsar un proceso acumulativo de la práctica
institucional, etc. Es decir, sin ellas, la institución no priorizaría la sistematización
y la hace inviable. Es necesario que la institución esté dispuesta a destinar
recursos y tiempo para ello, así como lo hace para la planificación y la
evaluación.

c) PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS

Si la sistematización realiza realmente una interpretación crítica del


proceso de la experiencia vivida y extrae aprendizajes, quiere decir que genera
un nuevo conocimiento. Ahora bien, aquí el desafío es realmente garantizar que
se produzca un nuevo conocimiento a partir de los conocimientos existentes.

» No hay transferencia, transmisión unilateral de conocimientos. El


conocimiento siempre supone un proceso activo en la que se relaciona el
conocimiento existente con nuevas informaciones, para producir un nuevo
conocimiento. La producción de conocimientos realmente nuevos supone
desarrollar nuestra capacidad creativa de pensar y no sólo de repetir lo que nos
dicen. La sistematización de experiencias, en la medida que tiene por objeto de
conocimiento a la propia experiencia, es un factor importantísimo para producir
nuevos conocimientos.

Hay que resolver dialécticamente la relación entre saber empírico y saber


científico. Lamentablemente sufrimos un paradigma de ciencia que no valora el
conocimiento empírico, el saber local, y sólo pone énfasis en el conocimiento
acumulado, en el saber constituido académicamente. Es un error. La
sistematización de experiencias es una gran posibilidad para que se expresen y
se desarrollen y divulguen los conocimientos y saberes locales, que tienen mucho
que aportar al enriquecimiento del pensamiento científico. Esto también permitirá
asumir más creativamente nuestros proyectos, pues no tendremos una actitud
pasiva que se reduce a aplicar los conocimientos y verdades que ya existen, sino
que impulsaremos nuestra capacidad de crear conocimientos adecuados a la
realidad que vivimos y sus particularidades.

» En este campo debemos reconocer que no hablamos sólo de un proceso


limitadamente racional. Debemos tomar en cuenta los conocimientos, los
raciocinios, pero también las creencias, mitos, valores, emociones, todas las
expresiones de nuestra subjetividad con las que impulsamos nuestras prácticas.
Muchas veces esto se pretende obviar, como si fuéramos puramente razón
aplicada y no seres humanos que sentimos y somos capaces de hacer cosas
porque nos involucramos totalmente en las situaciones que vivimos. Esta
dimensión vital e integral es decisiva para generar capacidad transformadora.

» Aquí entramos en un punto clave de carácter epistemológico y que


habría que desarrollar con mucho más detalle en otro momento: la relación entre
Objetividad y Subjetividad. El paradigma positivista y patriarcal con el que nos
hemos formado, pretende que no valoremos las dimensiones subjetivas, lo cual
lleva a que se pretenda tener una neutralidad ante lo que sucede o ante lo que
vivimos, lo cual es imposible. Lo que si debemos buscar es objetivar lo vivido y
objetivizar nuestra práctica, explicitando y mirando críticamente lo que hacemos,
pero no pretendiendo ser neutrales ante ello. De ahí la riqueza de la
sistematización hecha por nosotros mismos sobre nuestra propia práctica, porque
tenemos todos los elementos con la que nos hemos comprometido en dicha
práctica, y lo que necesitamos es un proceso riguroso y claro que nos permita,
sin desvalorizar lo subjetivo, objetivizar lo vivido para críticamente poderlo
transformar y mejorar en el futuro.

d) RELACIÓN ENTRE ‘ACTORAS/ES CLAVE’3 Y TÉCNICOS/AS


Este desafío está relacionado estrechamente con el anterior y tiene que
ver con varios aspectos:

- La actitud con la que un técnico o una técnica se acercan a las personas


en el campo (de acción). Si están dispuestas/os a aprender también de ellas o
no.

- El contexto teórico 4 : esta es una noción que nos parece más útil que el
tradicional marco teórico. Tiene que ver con las referencias con las cuales nos
hemos aproximado a la experiencia. Tiene que ver con nuestra formación, pero
no sólo explícitamente académica o conceptual, sino también con los valores,
normas, conceptos de moda, etc. que están presentes en el momento en que
llevamos a cabo la experiencia.

- El contexto institucional: de qué manera se concibe o impulsa la relación


entre ‘un(a) actor(a) clave’ con el técnico o la técnica en cada institución. Lo que
se valora como positivo o negativo, lo que se aprende de las otras personas del
equipo, etc. - Es útil (ndr: ‘y necesario’) ver esta relación, siempre, como un
proceso de coaprendizaje, con todas las implicaciones que ello tiene.

e) LA INTERPRETACIÓN CRÍTICA

El desafío en este aspecto crucial que ya mencionábamos en los dilemas,


es el que seamos capaces de pasar de lo descriptivo y narrativo a lo
interpretativo crítico. Esto no es fácil, pues no tenemos la costumbre de teorizar,
no hemos desarrollado suficientemente nuestra capacidad analítica y muchas
veces nuestra formación nos ha empujado a simplemente ser consumidores
pasivos de los conocimientos que otras personas nos querían transmitir. Por ello,
muchas veces se confunde sistematización con narración, descripción, relato de
lo ocurrido. En el mejor de los casos, se piensa que se trata de reconstruir
históricamente la experiencia vivida. Si bien estos aspectos son importantes, en
realidad son sólo el punto de partida para lo clave de la sistematización, que es el
interrogar a la experiencia para entender por qué pasó lo que pasó. No sólo ver
las etapas de lo que aconteció en la experiencia, sino, fundamentalmente,
entender por qué se pudo pasar de una etapa a la otra y qué es lo que explica las
continuidades y las discontinuidades, para poder aprender de lo sucedido. Aquí
es importantísimo entender la dialéctica entre Cambios y Resistencias.
Normalmente se da esta tensión y hay que ver cómo fue que en cada experiencia
se la enfrentó. De allí quizás podremos aprender a saber qué es necesario
cambiar y qué es más fácil o difícil de cambiar. La interpretación crítica en la
sistematización no es una mera explicación de lo que sucedió, para justificarlo. Al
contrario, es una comprensión de cómo se pusieron en juego los diferentes
componentes y factores presentes en la experiencia, para poder enfrentarla
ahora con una visión de transformación. Por ello, la interpretación no se puede
reducir sólo a la particularidad de lo que hicimos directamente, sino que deberá
relacionar nuestra práctica concreta con el contexto, los desafíos vigentes, las
otras fuerzas en juego, etc., para entonces, pretender comprender más
profundamente los aspectos relevantes de nuestra experiencia. Es decir, por
ejemplo, que desde una experiencia de trabajo en agricultura sostenible
podríamos llegar a interpretar sus relaciones con los cambios en el mundo rural
hoy. Las posibilidades son grandes y múltiples en este campo, vinculando la
práctica y la teoría.

f) LO PARTICIPATIVO

Este desafío es uno de los más importantes, pues supone ver la forma
cómo las/os diferentes actoras/es de la experiencia se involucran en el proceso
de sistematización.

Ahora bien, aunque también las posibilidades son múltiples, quizás un


criterio común sería el considerar que los actores no son meros informantes. Que
los sujetos de la experiencia, todos ellos pueden participar en su sistematización
aportando en la interpretación crítica y no sólo dando informaciones para que otra
persona las interprete. Por supuesto, hay que encontrar modalidades que
permitan trabajar eficientemente lo participativo y eso supone también una
división del trabajo entre diferentes actores, donde incluso pueden haber aportes
externos que ayuden metodológicamente. Lo importante es garantizar que
quienes vivieron la experiencia tengan un rol importante en su sistematización y
no dejarlo en manos de una persona “experta”, que sistematiza a nombre de los
demás. Recordemos que la participación no es sólo ejecución, implica niveles de
involucramiento en las decisiones. Entre las modalidades posibles, de todos
modos, debemos considerar experiencias en las que sistematiza la institución,
otras en las que lo hacen los actores locales y otras en las que participan ambos.

g) OPCIONES Y RECURSOS METODOLÓGICOS

El desafío, en este campo, que es también un dilema, es encontrar criterios


claros, justificados, que sirvan de base para escoger determinada herramienta en
los diferentes momentos de un proceso de sistematización: escoger la
herramienta más adecuada para las circunstancias concretas, por ejemplo, para
hacer un buen registro, para el ordenamiento y clasificación de aspectos, para la
recuperación histórica, para analizar componentes, para hacer síntesis y reflexión
conceptual, para extraer conclusiones, para elaborar materiales comunicativos,
etc. Por ejemplo, en algunas experiencias será más importante tener sólo
panorama histórico global de lo que sucedió, pero en otras será más importante
hacer una detallada reconstrucción histórica de los diferentes momentos del
proceso. Un aspecto a considerar acá es el relativo también a la dimensión
comunicativa presente en todas las etapas de la sistematización de experiencias
y no reducida sólo a la producción de un documento o material final.

h) PRETENSIONES, POSIBILIDADES, UTILIDAD, LÍMITES

Es un desafío importante: ¿qué se puede y qué no se puede hacer con la


sistematización?. ¿Qué puede aportar la sistematización de una experiencia
particular a otras? ¿Son válidas y generalizables las lecciones de una experiencia
para otras? Sin pretender responder totalmente estas preguntas, podría adelantar
que de repente la sistematización nos proporciona sugerencias, intuiciones,
pistas, provocaciones, desde sus propios aprendizajes, que incentiven a otras
experiencias, pero que en ningún caso hablamos de una replicabilidad mecánica.
Ese intercambio de saberes es muy importante. Pero es importante que sea un
intercambio de aprendizajes ya interpretados y no un intercambio descriptivo de
narraciones. Por ello será importante encontrar las relaciones y las diferencias
entre sistematización, evaluación, investigación, monitoreo. Seguramente
encontraremos muchos aspectos en que se mezclan, otros en los que se
complementan y otros en que se distinguen. En cualquier caso, no es por la
forma que se diferencia la sistematización de otros ejercicios, sino por su sentido
específico. La sistematización de experiencias, de la manera que se haga,
siempre tendrá que poner acento en la interpretación crítica del proceso vivido.
No se fijará tanto en los resultados como la evaluación, ni pretenderá abordar
cualquier temática o problemática como la investigación. Si bien ayudará a dar
seguimiento a la experiencia, no es en sí misma un mecanismo de monitoreo,
sino un aporte crítico al mismo. Finalmente, nuestra propuesta de sistematización
de experiencias tiene un sentido siempre de carácter transformador. No
sistematizamos para informarnos de lo que sucede y seguir haciendo lo mismo,
sino para mejorar, enriquecer, transformar nuestras prácticas.

Función y significado de la Educación comunitaria.

La educación comunitaria es un enfoque educativo que surge en el último


tercio del siglo pasado. Aparece en una diversidad de contextos de forma
simultánea, allí donde el vínculo entre educación y comunidad se vuelve esencial
para afrontar los efectos negativos más sangrantes de la globalización: una crisis
de identidades colectivas, y un aumento de las desigualdades.

La educación comunitaria no nació para resolver un problema educativo de


la sociedad, sino para resolver un problema social desde la educación. Las
diversas aproximaciones a la educación comunitaria coinciden a la hora de
señalar la urgente necesidad de reconstruir el fuerte sentido social de la
educación.

Este artículo es resultado, por una parte, del análisis de documentos y una
revisión de la literatura sobre el tema. También aportamos reflexiones sobre los
obstáculos que amenazan un desarrollo armónico de la educación comunitaria a
la luz de la realidad social y su dinámica. Por último, proponemos un modelo de
formación basado en un ciclo de investigación-acción generador de condiciones
previas, basado en una secuencia lógica de aprendizaje individual y colectivo, así
como también un marco de referencia para la evaluación de impactos.

Nos proponemos, en definitiva, contribuir a llenar el vacío que en los


últimos tiempos se ha ido produciendo sobre educación comunitaria, en el ámbito
científico latinoamericano, y favorecer así el impulso de un enfoque educativo
que, a través de procesos colectivos, ayude a recuperar el sentido
profundamente social de la existencia.

La educación comunitaria es un enfoque educativo de alcance


internacional. No obstante, se pueden identificar distintas aproximaciones según
sea su contexto de emergencia y desarrollo. América Latina ha sido uno de estos
contextos donde el concepto y la práctica de la educación comunitaria ha tomado
más fuerza, con dos principios claros e intrínsecamente relacionados entre sí: la
necesidad de un cambio profundo en la metodología educativa, y un trabajo
educador a largo plazo para la emancipación individual y colectiva de los
participantes.

Freire es, sin duda, el principal autor latinoamericano que introdujo un


sentido comunitario sobre la educación a través de la “Educación Popular”,
identificando el pensamiento crítico como contenido esencial de la acción
educativa, y exigiendo que maestros y maestras sean sensibles a la comunidad
escolar para fomentarlo: [Según Freire] La educación debe llevarse a cabo en
contextos experienciales, para la formación de ciudadanos autónomos. Por lo
tanto, se necesita una relación comprometida del maestro con la comunidad y
fortalecer los lazos directos con la realidad que contextualiza la escuela” (Pérez y
Sánchez, 2005). La educación comunitaria en América Latina se relaciona
directamente con grupos sociales en dinámicas de exclusión social, tales como
los campesinos desposeídos de sus tierras y su riqueza, o los pueblos indígenas,
en los cuales la destrucción de las identidades colectivas y los procesos de
exclusión afectaron profundamente a su inclusión social. Desde este enfoque de
la educación, se promueve una transformación educativa contra un modelo de
escuela que no tiene sentido para sus participantes, y que busca su recuperación
a través de la comunidad.

La educación comunitaria impulsa la emancipación individual y colectiva


porque se parte de la creencia de que dichos grupos sociales no sólo han sido
colonizados sino también descontextualizados, convirtiéndose en “extranjeros” en
su propia tierra. La colonización política y económica también trajo la colonización
del conocimiento (Sousa Santos, 2010), por lo que los estándares oficiales de
educación pertenecen al paradigma hegemónico cultural, y los procesos de
aculturación reemplazaron el bagaje cultural local. El sentido comunitario
tradicional de la educación en los pueblos indígenas se puso en riesgo. Villebrun
(2006) les puso altavoz para que todo el mundo entendiera que, para los pueblos
indígenas, “la tierra y nuestra [su] cultura son inseparables. [...] En este sentido,
tenemos una verdadera perspectiva “ecológica” de la educación. No nos
separamos de la tierra; no estamos separando la educación de todos los demás
aspectos de la vida.

El otro contexto donde la educación comunitaria ha generado reflexión y


prácticas es el anglosajón. Aquí también se parte de los dos principios de cambio
metodológico y emancipación individual y colectiva. Sin embargo, se producen
características distintivas de esta aproximación en comparación con el contexto
latinoamericano. Por ejemplo, el papel que se otorga a los miembros de la
comunidad en la educación se centra más en la mejora del rendimiento escolar
que en el fomento de ciudadanía crítica. Esta perspectiva, más instrumental que
ideológica, exige la conexión entre la escuela y la comunidad desde un enfoque
global para que todos puedan aprovechar el aprendizaje: “Los estudiantes y los
maestros son el combustible que genera la educación comunitaria. Los padres,
los líderes de la comunidad, los administradores, los miembros de la junta escolar
y los ciudadanos son una parte integral en el desarrollo, producción,
implementación y evaluación de la educación basada en la comunidad” (Villani y
Atkins, 2000).
En el contexto anglosajón, la finalidad de la educación comunitaria no es la
justicia social sino la equidad. El empoderamiento tiene como objetivo mejorar las
condiciones de vida como una prioridad. Esto se refleja de forma clara en el
trabajo que el gobierno de Escocia viene llevando a cabo en este terreno, que
concreta en acciones denominadas “aprendizaje y desarrollo comunitario”.
Veamos cuáles son los principios de acción sobre los cuales se construye esta
propuesta de educación comunitaria:

Empoderamiento: aumentar la capacidad de las personas y los grupos


para influir en los problemas que les afectan a ellos y a sus comunidades;

Participación: ayuda a las personas a participar en la toma de decisiones;

Inclusión, igualdad de oportunidades y antidiscriminación: reconocer que


algunas personas pueden necesitar apoyo adicional para superar las barreras
que afrontan;

Autodeterminación: apoyar el derecho de las personas a tomar sus propias


decisiones;

Asociación: reconocer que muchas agencias pueden contribuir a la EPC


para garantizar que los recursos se utilicen de manera efectiva.

1.5 ¿Para qué sistematizamos nuestras experiencias? Y quienes deben


analizarlas

Hoy en día es indudable la importancia de la sistematización de


experiencias como método de investigación; esta modalidad investigativa se ha
desarrollado aceleradamente a nivel internacional en los últimos años.

La sistematización de experiencias es una interpretación crítica de una o


varias experiencias que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o
explicita la lógica del proceso, los factores que han intervenido en él, cómo se
han relacionado entre sí y por qué lo han hecho de ese modo 1.

Se concibe la sistematización como la reconstrucción y reflexión analítica


de una experiencia mediante la cual se interpreta lo sucedido para comprenderlo;
por lo tanto, esta permite obtener conocimientos consistentes y sustentados,
comunicarlos, confrontar la experiencia con otras y con el conocimiento teórico
existente, y así contribuir a una acumulación de conocimientos generados desde
y para la práctica 2.

Sistematizar es detenerse, mirar hacia atrás, ver de dónde venimos, qué


es lo que hemos hecho, qué errores hemos cometido, cómo los corregimos para
orientar el rumbo, y luego generar nuevos conocimientos, producto de la crítica y
la autocrítica, que es la dialéctica, para transformar la realidad.

La sistematización vista de esta manera, da cuenta de las 3R: Revisar,


Rectificar y Reimpulsar, para buscar errores y aciertos, ponerlos en una balanza
para fortalecer el camino de la transformación y construcción de la patria
socialista 3; por ello lo esencial de la sistematización de experiencias reside en
que se trata de un proceso de reflexión e interpretación crítica de la práctica y
desde la práctica, que se realiza con base en la reconstrucción y ordenamiento
de los factores objetivos y subjetivos que han intervenido en esa experiencia,
para extraer aprendizajes y compartirlos.

La simple recuperación histórica, narración o documentación de una


experiencia, aunque sean ejercicios necesarios para realizarla, no es
propiamente una sistematización de experiencias, igualmente, si se habla de
ordenar, catalogar o clasificar datos o informaciones dispersas, se habla de
sistematización de datos o de informaciones; las experiencias implican realizar
una interpretación crítica, por lo que se utiliza siempre el término compuesto:
sistematización de experiencias y no sólo se dice sistematización.
Las utilidades de este método son múltiples: para que los educadores se
apropien de forma crítica de sus experiencias, para extraer aprendizajes que
contribuyan a mejorarlas, para aportar a un diálogo crítico entre los actores de los
procesos educativos, para contribuir a la conceptualización y teorización, para
aportar a la definición de políticas educativas, etc. En el caso del ejemplo, una
institución podría construir un pensamiento colectivo muy enriquecido con los
aportes de las sistematizaciones que se realicen en torno a sus experiencias, lo
cual fortalecería el trabajo institucional y potenciaría el trabajo personal de los
educadores.

En una sistematización de experiencias el objeto a sistematizar es la


propia práctica, y si bien puede llegar a un primer nivel de teorización y alimentar
un diálogo crítico con el conocimiento teórico, no tiene pretensiones de
generalización ni de universalización. Esta se basa en una concepción
metodológica dialéctica, que considera que los fenómenos sociales son
históricos, cambiantes y contradictorios y que son una síntesis de múltiples
factores y determinaciones estructurales y coyunturales; una concepción que
vincula la práctica con la teoría y que no dicotomiza el objeto y el sujeto de
conocimiento.

En los últimos años se han incorporado elementos de la teoría de la


complejidad que aportan una visión más holística de las relaciones humanas.

La sistematización también se apoya en corrientes que ponen mayor


énfasis en un enfoque hermenéutico o deconstructivo y en aproximaciones
etnográficas. La sistematización de experiencias puede contribuir de manera
directa a la transformación de las mismas prácticas que se sistematizan, en la
medida que posibilita una toma de distancia crítica sobre ellas y que permite un
análisis e interpretación conceptual desde ellas.

El debate en torno a qué significa la producción de conocimiento científico


en las ciencias sociales y respecto al surgimiento de la sistematización de
experiencias como esfuerzo vinculado a todo un proceso transformador de los
paradigmas vigentes es apasionante y muestra que se habla de la “paternidad” o
“maternidad” latinoamericana de esta propuesta. La sistematización de
experiencias surge como una respuesta a necesidades marcadas por los
procesos históricos latinoamericanos4.

En general, cualquier experiencia que haya significado llevar a cabo un


proceso y que haya sido importante para quienes la ejecutan, es sistematizable.
Muchas veces experiencias que no parecen a simple vista demasiado relevantes
u originales están cargadas de una gran potencialidad creativa; por ejemplo, un
docente o una docente que ha diseñado un curso o un programa educativo y lo
ha llevado a cabo por varios meses, ya tiene allí una experiencia susceptible de
ser sistematizada.

La sistematización, como se señalaba anteriormente, no debe pensarse


como reservada a especialistas, son más bien los colectivos de los proyectos, es
decir, los equipos que ejecutan los proyectos quienes deben ser los principales
sujetos de la sistematización, lo que no elimina la posibilidad de incorporar
especialistas en contenidos o en metodologías, como recursos importantes para
llevarla a cabo, sea para ayudar a organizar el proceso o para contribuir a un
diálogo de saberes con el grupo. Las formas de cómo se relacionan unas y otras
personas pueden ser muy variadas.

En la investigación tradicional, al tener que definir de antemano un marco


de categorías estrecho y fijo que reduce la imaginación y la producción intelectual
más que ayudar a dinamizarla y que muchas veces se ha reducido a tener que
buscar una serie de citas de autores reconocidos para legitimar su búsqueda y a
veces hasta para buscar cómo hacer que la realidad calce dentro de ese
esquema.

En la sistematización de experiencias está más presente lo que se llama


contexto teórico, es decir, esa teoría que está en la práctica de las personas que
hacen la sistematización; esta hay que explicitarla para poder identificar
categorías con las que se va a interrogar la experiencia. Este diálogo crítico con
las experiencias es tal vez uno de los ejercicios teórico-prácticos más
apasionantes que se pueden hacer como intelectuales prácticos o como
educadores-investigadores5. Es decir, la teoría también está en la práctica, y está
presente desde el momento que se decide sistematizar una experiencia, está en
el objetivo que se plantea para esa sistematización, está en la delimitación del
objeto que se realiza, en la formulación de un eje de sistematización, en la
selección de categorías para ordenar o para reconstruir lo realizado y por
supuesto, en la forma de reflexionar sobre los momentos significativos, las
constantes, las rupturas y la interrelación de los factores; además estará en las
conclusiones y en las propuestas que se formulen a partir de lo que se haya
reflexionado. En fin, parece que está bastante presente en todo el proceso y no
sólo en un momento previo, al medio o al final.

Normalmente los resultados de un proceso de sistematización deberán


reflejarse en varios productos. Uno de ellos suele ser un documento, pero ello
puede adquirir muchas características diferentes, al depender de lo que se ha
sistematizado, de para qué se haya sistematizado, quiénes lo hayan realizado y
cómo vayan a utilizar los aprendizajes de este proceso.

En el proceso de sistematización de experiencias hay una intencionalidad


transformadora, creadora y no pasivamente reproductora de la realidad social
que anima a realizarla como parte de un proceso más amplio. El factor trans-
formador no es la sistematización en sí misma, sino las personas que, al
sistematizar fortalecen su capacidad de impulsar praxis transformadoras, o sea el
proceso de sistematización como tal, constituye un resultado científico, que lleva
a la transformación de quienes lo realizan.
Mapa conceptual
1.1 ORIGEN DE LA SISTEMATIZACIÓN

La sistematización es una de las


propuestas que surgen, junto con
formas diferentes de investigación y
evaluación

La inquietud por sistematizar surge con La sistematización como ejercicio riguroso


fuerza a inicios de la década de 1980 de aprendizaje e interpretación crítica de los
procesos vividos.

Las formas tradicionales de evaluación no


daban cuenta de la riqueza de los procesos,
y muchas veces resultaban haciendo Puede contribuir de forma decisiva a recrear

apreciaciones injustas y parciales. las prácticas de los movimientos sociales y a


renovar la producción teórica de las ciencias
sociales, desde la experiencia cotidiana de los
Crisis de los paradigmas, otro reconocido especialista pueblos de A. Latina, en particular de aquellas
latinoamericano (Costa Rica) en el campo de la comprometidas con procesos de educación y
sistematización, O. Jara (1994), organización popular.
1.2 ¿POR QUÉ SISTEMATIZAMOS TAN POCO?

El mismo Jara (1992, 1-4) y Parece una tarea demasiado Provoca tres reacciones posibles:
otros autores, como Antillón complicada
(2002, 13-14) coinciden para no atreverse ni a empezar; aventurarse
identificar las razones a comenzar y perder el aliento al poco
tiempo.

se desconocen los productos


concretos que pueden esperarse

No se sabe quiénes deben


involucrarse

Pocas instituciones tienen


incorporada la sistematización
No se planifica como prioridad,
en sus planes y no la incluyen
como componente cuando
formulan nuevos proyectos
1.3 DILEMAS Y DESAFÍOS DE LA
SISTEMATIZACIÓN.

Dos opciones

A) Sistematización de B) sistematización de El dilema está en no


datos, sistematización experiencias quedarnos sólo en la El desafío se relaciona
de información o si la reconstrucción de lo que con poder enfrentar por lo
entendemos como: sucede sino pasar a menos dos aspectos:
realizar una interpretación
crítica.
se trata de ir más allá, se
a) ÁMBITO Y ALCANCE
Hace referencia al trata de mirar las
DE LA SISTEMATIZACIÓN
ordenamiento y experiencias como
clasificación de datos e procesos históricos,
informaciones, procesos complejos en La delimitación clara del objeto a
estructurando de los que intervienen sistematizar, es decir, qué experiencia,
manera precisa diferentes actores, que se realizada en qué período y lugar.
categorías, relaciones, realizan en un contexto
posibilitando la económico-social
constitución de bases determinado y en un
El identificar practicas significativas y no sólo
de datos organizados. momento institucional del
las llamadas “mejores” prácticas.
cual formamos parte.

Las modalidades El proceso metodológico, las b) CONDICIONES


o enfoques de técnicas y los procedimientos
sistematización
Personales

Cuatro posibilidades: La secuencia del proceso que


Institucionales:
debe cuidar que tenga
coherencia global en conjunto. c) PRODUCCIÓN DE
CONOCIMIENTOS
Desde los actores, en
forma participativa Si la sistematización
Las herramientas, que pueden ser casi realiza realmente una
Sistematización infinitas y para cada momento del interpretación crítica del
formal al concluir la proceso. (Para hacer registros, proceso de la experiencia
experiencia recuperación histórica, hacer análisis, vivida y extrae
síntesis, para comunicar, para socializar aprendizajes, quiere decir
Una sistematización
que genera un nuevo
que se hace sobre la
conocimiento.
marcha

Una El conocimiento siempre supone un


sistematización con proceso activo en la que se
miras al mercado. relaciona el conocimiento existente
debemos
con nuevasreconocer que para
informaciones, no
hablamos
producir sólo conocimiento.
un nuevo de un proceso
limitadamente racional. tomar en
cuenta los conocimientos, los
raciocinios, pero también las
creencias, mitos, valores,
emociones, todas las expresiones
de nuestra subjetividad con las que
impulsamos nuestras prácticas.
d) RELACIÓN ENTRE
‘ACTORAS/ES CLAVE’3 Y
TÉCNICOS/AS

La actitud con la que El contexto teórico 4 : El contexto institucional:

un técnico o una
esta es una noción que nos parece más
técnica se acercan a Lo que se valora como positivo o
útil que el tradicional marco teórico.
las personas en el negativo, lo que se aprende de las
Tiene que ver con las referencias con las
campo otras personas del equipo, Es útil
cuales nos hemos aproximado a la
ver esta relación, siempre, como un
experiencia. Tiene que ver con nuestra
proceso de coaprendizaje, con
formación, pero no sólo explícitamente
e) LA
todas lasINTERPRETACIÓN
implicaciones queCRÍTICA
ello
académica o conceptual, sino también
tiene.
con los valores, normas, conceptos de
moda,

El desafío en este aspecto La interpretación crítica es una comprensión de cómo se


crucial que ya mencionábamos en la sistematización no pusieron en juego los diferentes
en los dilemas, es el que es una mera explicación componentes y factores presentes
seamos capaces de pasar de lo de lo que sucedió, para en la experiencia, para poder
descriptivo y narrativo a lo justificarlo. enfrentarla ahora con una visión
interpretativo crítico. de transformación.
f) LO PARTICIPATIVO

supone ver la forma cómo las/os


diferentes actoras/es de la
experiencia se involucran en el
proceso de sistematización.

g) OPCIONES Y
RECURSOS
METODOLÓGICOS

Es encontrar criterios claros, justificados, que Para hacer un buen registro, para el
sirvan de base para escoger determinada ordenamiento y clasificación de aspectos,
herramienta en los diferentes momentos de para la recuperación histórica, para analizar
un proceso de sistematización: escoger la componentes, para hacer síntesis y reflexión
herramienta más adecuada para las conceptual, para extraer conclusiones, para
circunstancias concretas, elaborar materiales comunicativos,
h) PRETENSIONES, POSIBILIDADES,
UTILIDAD, LÍMITES

la sistematización nos proporciona La sistematización de No sistematizamos para


sugerencias, intuiciones, pistas, experiencias, de la manera informarnos de lo que sucede y
provocaciones, desde sus propios que se haga, siempre seguir haciendo lo mismo, sino
aprendizajes, que incentiven a
otras tendrá que poner acento en para mejorar, enriquecer,
experiencias, pero que en ningún1.4 casoFUNCIÓN Y SIGNIFICADO
la interpretación críticaDEdelLA transformar nuestras prácticas.
EDUCACIÓN proceso
hablamos de una replicabilidad mecánica. COMUNITARIA
vivido.

La educación comunitaria es un reflexiones sobre los Freire es, sin duda, el principal
enfoque educativo que surge en obstáculos que autor latinoamericano que
el último tercio del siglo pasado. amenazan un desarrollo introdujo un sentido comunitario
armónico de la sobre la educación a través de
educación comunitaria a la “Educación Popular”,
la luz de la realidad identificando el pensamiento
social y su dinámica. crítico como contenido esencial
de la acción educativa,
una crisis de identidades
colectivas, y un aumento de
las desigualdades.

proponemos un modelo de
la educación formación basado en
La un ciclo
educación comunitaria en América
comunitaria de investigación-acción
Latina se relaciona directamente con
coinciden a la hora generador de condiciones
grupos sociales en dinámicas de
de señalar la previas, basado exclusión
en una social, tales como los
urgente necesidad secuencia lógica de desposeídos de sus tierras y
campesinos
de reconstruir el aprendizaje individual y o los pueblos indígenas, en
su riqueza,
fuerte sentido colectivo, así como también un
los cuales la destrucción de las
social de la marco de referencia para la colectivas y los procesos de
identidades
educación. evaluación de impactos.
exclusión afectaron profundamente a su
contribuir a llenar el vacío que en los La educación inclusión social.
comunitaria impulsa la
últimos tiempos se ha ido produciendo emancipación individual y colectiva porque
sobre educación comunitaria, en el se parte de la creencia de que dichos grupos
ámbito científico latinoamericano, y sociales no sólo han sido colonizados sino
favorecer así el impulso de un enfoque también descontextualizados, convirtiéndose
educativo que, a través de procesos en “extranjeros” en su propia tierra.
colectivos, ayude a recuperar el sentido
profundamente social de la existencia. El otro contexto donde la educación
comunitaria ha generado reflexión y
prácticas es el anglosajón. Aquí también se
parte de los dos principios de cambio
Empoderamiento: Participaci Inclusión, igualdad Autodeterminación: Asociación:
aumentar la ón: ayuda de oportunidades y apoyar el derecho reconocer que
capacidad de las a las antidiscriminación: de las personas a muchas agencias
personas y los personas a reconocer que tomar sus propias pueden contribuir a la
grupos para influir participar algunas personas decisiones; EPC para garantizar
en los problemas en la toma pueden necesitar que los recursos se
que les afectan a de apoyo adicional utilicen de manera
ellos y a sus decisiones1.5 ¿PARApara
QUÉ SISTEMATIZAMOS
superar las NUESTRAS efectiva.
comunidades; EXPERIENCIAS? Y QUIENES
barreras que DEBEN ANALIZARLAS
afrontan;

esta modalidad investigativa se ha


desarrollado aceleradamente a nivel
internacional en los últimos años.

La sistematización de experiencias es la reconstrucción y reflexión permite obtener conocimientos


una interpretación crítica de una o analítica de una experiencia consistentes y sustentados,
Sistematizar es detenerse, mirar hacia
atrás, ver de dónde venimos, qué es lo que
hemos hecho, qué errores hemos cometido,
cómo los corregimos para orientar el rumbo,
y luego generar nuevos conocimientos,
producto de la crítica y la autocrítica, que es
la dialéctica, para transformar la realidad.

Las utilidades de este método son


múltiples: para que los educadores se
apropien de forma crítica de sus
experiencias, para extraer aprendizajes que
contribuyan a mejorarlas, para aportar a un
diálogo crítico entre los actores de los
procesos educati¬vos, para contribuir a la
conceptualización y teorización, para aportar
a la definición de políticas educativas,

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