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La Secretaría de Transporte está va‐

cante desde hace un mes y cubrirla


depende de las internas
Desde el inicio del Gobierno, esa área estratégica se usó como moneda de cambio
por apoyos electorales; sin especialistas, queda en el limbo un reparto millonario

LA NACION · 15 feb. 2021 · 23 · Diego Cabot

Durante años fue un lugar de perfil alto y, como suele pasar en la Argentina de los extremos, aho-
ra es una silla vacía. Producto de las internas políticas y de la particular manera en que se divi-
dió el gabinete en el gobierno de Alberto Fernández, el despacho de la Secretaría de Transporte
está vacío desde hace más de un mes. Se trata de un área estratégica, al punto que todo el sector
manejó subsidios el año pasado por $ 134.162,5 millones, sin incluir otros casi 50.000 millones
para Aerolíneas, de acuerdo con datos de la consultora ASAP (ver aparte), aunque otras estima-
ciones elevan sustancialmente esa cifra..

La ausencia de ese funcionario es la consecuencia directa de la manera en la que se dividieron


los cargos en el gabinete, allá por diciembre de 2019. El Ministerio de Transporte, que maneja el
diputado Sergio Massa a través de su representante, el ministro Mario Meoni, es una de las
muestras más cabales de aquella forma.
A fines de diciembre renunció un opaco secretario, el cordobés Walter Saieg, un funcionario que
pasó gran parte del año pasado alejado de la función. Sucede que ese cargo fue entregado como
compensación por el apoyo electoral al senador por Córdoba Carlos Caserio.
Quedó así en medio de una chequera de pago a los intendentes bonaerenses una cuña mediterrá-
nea. A la Secretaría de Transporte no llegó un equipo, llegaron enviados de otros que recogen su
compensación por haber contribuido al armado electoral del Frente de Todos.
La renuncia de Saieg llegó en diciembre, aunque hacía meses que la esperaban. Desde entonces
los nombres van y vienen en la mesa de compensaciones de Massa y Caserio. El candidato que
suena es Rodrigo Rufeil, un exintendente de la localidad cordobesa de La Calera. Pero el hombre
fue denunciado por Elisa Carrió en una causa por presunto enriquecimiento ilícito.
La denuncia es de 2018, cuando Rufeil era intendente, y se concentra en tres supuestos: “Opaci-
dad y falta de transparencia en la información pública, sociedades que realizan obras públicas
conformadas por amigos de las autoridades locales y enriquecimiento inexplicable de sus patri-
monios”.
Aquella situación condiciona el nombramiento. Sus padrinos saben que no será fácil tirar el futu-
ro secretario a la opinión pública con aquel antecedente irresuelto. Intentan por estas horas lo-
grar el sobreseimiento definitivo para avanzar con el acto administrativo. Por lo pronto, Rufeil
cumple con las condiciones que parece buscar Caserio a la hora de proponer nombres para la Se-
cretaría de Transporte: no conoce nada del tema más que haber subido a colectivos hace tiempo
y, ahora, a aviones.
Pero dentro de ese sector del PJ cordobés en el ministerio no solo hubo discusiones con Saieg.
Otro de los provincianos que llegaron a los despachos nacionales fue Gabriel Bermúdez. El exse-
cretario de Transporte de aquel distrito tuvo desencuentros políticos con Caserio y entonces el
senador optó por separarlo del cargo. Para ese entonces, Massa ya había conocido al funcionario
y lo contrató como asesor con un cargo en el Congreso. Por estas horas ocupa una oficina en el
Museo Ferroviario a resguardo del tigrense.
Bermúdez era el único que había llegado a la ciudad de Buenos Aires con un equipo técnico y
con directores que trajo de Córdoba. Al dejar el cargo, asumió en su reemplazo otro cordobés, el
delasotista Marcos Fariña, hombre que tampoco conoce los vericuetos del transporte. Cuentan
que el propio Bermúdez lo presentó a cambio de que dejara en su lugar al equipo que estaba. Fa-
riña aceptó, y no bien asumió borró de un plumazo a los predecesores.
Las divisiones en el ministerio nunca pudieron ser dominadas por Meoni. Por lo pronto, no in-
terviene, como ninguno del ministerio, en los temas aerocomerciales. Eso lo maneja La Cámpora,
gritan a modo de excusa los funcionarios a los que se les pregunte.
Meoni tiene como mano derecha a Abel “Chavo” De Manuele, un histórico asesor jurídico de la
Unión Tranviarios Automotor (UTA), el principal gremio del transporte con el que negocia parita-
rias, ahora apenas del otro lado del mostrador. Su socio en el estudio es el contrincante en la pa-
ritaria que mueve el amperímetro de los subsidios. En gran parte del sector de transportes el ru-
bro salarial está entre los principales costos, que necesitan de la ayuda oficial para solventarse.
La pelea en esta área estratégica tiene varias aristas. La primera es, sin duda, el nivel de los sub-
sidios. Actualmente, la compensación llega a alrededor del 88% del total de costos de las empre-
sas de colectivos. La recaudación de boletos apenas supera el 10%. Por su parte, los empresarios
de transporte, pese a no tener pasajeros ni frecuencias, no se quejan. No es para menos, se apro-
vechan de funcionarios que no conocen la regulación y firman cheques de miles de millones de
pesos.

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