Reseña Sobre La Introducción de Marshall Berman Al Libro "Todo Lo Sólido Se Desvanece en El Aire".
Reseña Sobre La Introducción de Marshall Berman Al Libro "Todo Lo Sólido Se Desvanece en El Aire".
Reseña Sobre La Introducción de Marshall Berman Al Libro "Todo Lo Sólido Se Desvanece en El Aire".
La segunda fase caracterizada por por los paisajes industriales: másquinas de vapor, vías
férreas, zonas industriales, las voces críticas adquieren más potencia que nunca, Nietzsche y
Marx siendo los dos más icónicos, pero sin olvidar a otros en el campo de la literatura como Jane
Austen, crítica ávida de los comportamientos elitistas de la modernidad victoriana; Las
Hermanas Brontë, relatoras de realidad moderna, apabullante y misógina; Fédor Dostoievski,
Juan Carlos Siuffi Campo
Historia de la Filosofía Moderna – 17/02/2021
crítico del pensamiento racionalista ilustrado; Søren Kierkegaard, capaz de retratar el sentimiento
moderno por antonomasia: el vértigo y la ansiedad existencial. Nietzsche y Marx se caracterizan
por tener la fe en un “nuevo hombre”, nuevas tipografías de humanos surgen, como los ‘Little
Jack Horners’, el ‘Flâneur’, los pensamientos nihilistas, de autosuficiencia y de individualidad se
imponen. El ser humano se individualiza, pero duda de sí, reconoce sus propios conflictos (como
Whitman), tiene un ritmo de vida frenético, o simplemente se deja llevar por la vorágine de la
modernidad.
La tercera fase la considera Berman como brillantemente creativa, pero al mismo tiempo,
es una donde el ser humano del siglo XX en adelante ya no sabe cómo utilizar su modernismo.
En este momento se ha perdido la conexión con la cultura y las vidas, se ha vuelto un tiempo
polarizado, donde o se rechaza (como la vanguardia de los sesenta) o se acepta con entusiasmo la
modernidad, no hay puntos intermedios. Aquí surge el futurismo italiano, queriendo destruir las
instituciones y las estructuras modernas. Tiempo después, el romance acrítico con las máquinas
se incrusta en el pensamiento estético, el Bauhaus, Le Corbusier y Alex Inkeles propenden por
que el hombre se ponga a merced de las máquinas y que la única labor disponible es la de
“enchufar máquinas”. Ahora, los críticos del siglo XX han abandonado la fe por un nuevo
hombre, ya no creen en la capacidad innata de luchar contra el destino, se posiciona la idea de
“Jaula de Hierro” de Weber, y Foucault afirma que nada de lo que queremos lo queremos
realmente, las masas no tienen sensibilidad ni espiritualidad, el ser humano se vuelve
“unidimensional”, Berman nos confronta: ¿qué nos queda entonces? ¿qué hacemos con nuestra
vida moderna?
Nadie puede estar por “fuera” del mundo contemporáneo, a esto se enfrenta lo que queda
de la vanguardia de los sesenta y se asientan tres actitudes hacia la vida moderna: marginarse de
la vida moderna, como el caso del arte por el arte (Clement Greenberg) y el escritor que le
vuelve la espalda a la sociedad (Roland Barthes); la revolución permanente contra la totalidad de
la existencia moderna, aquí la tradición es derrocar la tradición, es oponerse a todo, es destronar
los valores, pero se hace olvidando la fuerza afirmativa y vitalizadora del pasado, olvidando que
sin importar la época, habrán problemas; o afirmar el modernismo, que coincide con la aparición
del pop art, estos modernistas como John Cage, Lawren Alloway y otros buscaron recrear la
apaetura al mundo de los modernistas del pasado, como Baudelaire, Apollinaire y otros, sin
embargo, este modernismo pop, a los ojos de Berman, es acrítico e ignorante de las
problemáticas y poderes peligrosos. Si bien todos estos modernismos y antimodernismos
presentaron fallos estructurales, el ambiente que dejaron fue el de “lenguaje común”, de
“orientaciones activas hacia la historia, intentando de conectar el presente turbulento con un
pasado y un futuro” (Berman, p. 8, 1982).
que menciona, los articula y los relaciona de tal manera que uno es ahora capaz de entender sus
escritos desde una perspectiva más macro, reconociendo la relevancia y el poder de las obras.
Este optimismo modernista es bello, es volver a creer en una cultura vibrante, es tener esperanza
sobre lo que guarda el futuro, Berman hace un llamado a hacerle justicia a la historia, como diría
Nietzsche. Sin embargo, ¿será peligrosa la esperanza que nos da Berman? ¿podemos
verdaderamente esperar algo de un mundo que nos ha mostrado principalmente injusticias e
indolencia? ¿Se está dejando llevar Berman por un optimismo irreal? Creo que la posición crítica
del autor es suficiente para dejarse convencer de que no se trata de una esperanza a ciegas, sino
de una seguridad en que el ser humano moderno tiene más para ofreceer de lo que se piensa
actualmente. Reconectarse al pasado le permitiría entender mejor su lugar en el mundo y en la
historia, si tanto afán tiene por crear e innovar, necesita conocer qué se ha creado.