Origen Del Español

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Origen del español

¿De dónde viene el español?


El español es una lengua romance, es decir, tiene sus orígenes en el latín que, con el
Imperio Romano, abarcó gran parte de Europa, África y Asia; y, como toda lengua, fue
evolucionando a través de los siglos. Es así que en España se formaron diferentes dialectos
en cada región hasta que lentamente el castellano, que tuvo su cuna en Castilla, fue
ganando la supremacía sobre los demás dialectos. Al conformarse España como nación, se
reconoció a este idioma como español, denominación que predomina en nuestros días.
A continuación, le enviamos algunas fuentes bibliográficas para la historia y evolución de la
lengua española:
Antonio Alatorre, Los 1001 años de la lengua española (México: Fondo de Cultura
Económica, 2008).
José G. Moreno de Alba, Historia de la lengua española (México: Asociación Nacional de
Universidades e Institutos de Enseñanza Superior, Programa Nacional de Profesores, 1972).
Rafael Lapesa, Historia de la lengua española (España: Escelicer, 1981).
Origen y evolución del idioma español (México: Comisión para la Defensa del Idioma
Español, 1982). 

Esta respuesta fue elaborada por la Comisión de Consultas de la Academia Mexicana de la


Lengua.

El idioma español o castellano es una lengua romance procedente del latín hablado.


Pertenece al grupo ibérico, y es originaria de Castilla, una región histórica de la península
ibérica, en la actual España. Se conoce también por el americanismo coloquial castilla (por
ejemplo: «hablar castilla», «entender castilla»), común en áreas rurales e indígenas
entre México y la Patagonia.
Es la segunda lengua del mundo por el número de personas que la hablan como lengua
materna, tras el chino mandarín, con 427 millones de hablantes nativos, y lo hablan como
primera y segunda lengua con dominio nativo 472 millones, alcanzando los 567 millones de
personas si contamos a hablantes con competencia limitada, Según un informe del 2016 del
Instituto Cervantes, hay 567 millones de hablantes de español. 472 millones lo hablan con
dominio nativo como primera o segunda lengua, el resto lo habla con competencia limitada
entre los que hay 21 millones de estudiantes: El español, una lengua viva. Informe
2016 (página 8). de modo que puede ser considerada la tercera lengua del mundo por el total
de hablantes tras el mandarín y el inglés, con más de 21 millones de estudiantes, y la tercera
en comunicación internacional tras el inglés y francés y también la tercera lengua con más
usuarios de Internet, después del chino y el inglés, con 256 millones de usuarios
aproximadamente, lo que representa el 7,6 % del total.
Es hablada en España, Hispanoamérica, el Sahara Occidental, Guinea Ecuatorial y en
algunas partes de Filipinas, siendo esta la oficial en gran parte de estos territorios. Es uno de
los seis idiomas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas. Es también idioma
oficial en varias de las principales organizaciones político-económicas internacionales —
la Unión Europea, la Unión Africana, la Organización de Estados Americanos,
la Organización de Estados Iberoamericanos, el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas Artículo Transitorio:
«...Suscrito en la ciudad de Brasilia, República Federativa del Brasil, a los veintitrés días del
mes de mayo del año dos mil ocho, en originales en los idiomas portugués, castellano, inglés
y neerlandés, siendo los cuatro textos igualmente auténticos.» Los Estados de África, del
Caribe y del Pacífico y el Tratado Antártico, entre otras— y del ámbito deportivo, la FIBA,
la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, y entre otros.
El español, como las otras lenguas romances, es una continuación moderna del latín hablado
(denominado latín vulgar), desde el siglo III, que tras el desmembramiento del Imperio
romano fue divergiendo de las otras variantes del latín que se hablaban en las distintas
provincias del antiguo Imperio, dando lugar mediante una lenta evolución a las
distintas lenguas romances. Debido a su propagación por América, el español es, con
diferencia, la lengua romance que ha logrado mayor difusión.
La historia del idioma español comienza con el latín vulgar del Imperio Romano.
Específicamente tiene su origen en el latín vulgar presente en la zona central del norte de
Hispania. Tras la caída del Imperio Romano en el siglo V la influencia del latín culto en la
gente común fue disminuyendo paulatinamente. El latín hablado de entonces fue el fermento
de las variedades romances hispánicas, entre ellas el castellano antiguo, origen a su vez (al
menos en la proporción mayor), de las variedades que constituyen la lengua española. En el
siglo VIII, la invasión musulmana de la Península Ibérica hace que se formen dos zonas bien
diferenciadas. En Al-Ándalus, se hablarán los dialectos romances englobados con el término
mozárabe, además de las lenguas de la minoría alóctona (árabe y bereber). Mientras, en la
zona en que se forman los reinos cristianos, desde pocos años después del inicio de la
dominación musulmana, comenzará una evolución divergente, en la que surgen varias
modalidades romances: la catalana, la aragonesa, la asturiano-leonesa y la gallega, además
de la castellana.
El dialecto castellano primigenio se originó en el condado medieval de Castilla (sur de
Cantabria y norte de Burgos), con influencias vascas y germano visigóticas. Los textos más
antiguos que se conocen en español son las Glosas emilianenses, que se conservan en el
Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro
medieval de cultura.
Se extendió al sur de la península gracias a la Reconquista y a los demás reinos españoles
mediante las sucesivas unificaciones dinásticas (unión con León y Galicia con Fernando III
de Castilla, introducción de dinastía castellana en la Corona de Aragón con Fernando I de
Aragón que llevaría a la unión final con los Reyes Católicos). En el siglo XV, durante el
proceso de unificación española de sus reinos, Antonio de Nebrija publica en Salamanca
su Grammatica. Es el primer tratado de gramática de la lengua española, y también primero
de una lengua vulgar europea. La colonización y conquista de América llevada a cabo
simultaneamente expandió el idioma por la mayor parte del continente americano.
El original idioma español derivó luego en numerosas variantes dialectales que, si bien
respetan el tronco principal, tienen diferencias de pronunciación y vocabulario, como sucede
con cualquier otra lengua. A esto hay que agregar la influencia de los idiomas de las
poblaciones nativas de América, como el aimara, náhuatl, guaraní, chibcha, mapudungun,
taíno, maya, y quechua, que hicieron también contribuciones al léxico del idioma, no solo en
sus zonas de influencia, sino en algunos casos en el léxico global.
La historia del idioma español comienza con el latín vulgar del Imperio Romano.
Específicamente tiene su origen en el latín vulgar presente en la zona central del norte de
Hispania. Tras la caída del Imperio Romano en el siglo V la influencia del latín culto en la
gente común fue disminuyendo paulatinamente. El latín hablado de entonces fue el fermento
de las variedades romances hispánicas, entre ellas el castellano antiguo, origen a su vez (al
menos en la proporción mayor), de las variedades que constituyen la lengua española. En el
siglo VIII, la invasión musulmana de la Península Ibérica hace que se formen dos zonas bien
diferenciadas. En Al-Ándalus, se hablarán los dialectos romances englobados con el término
mozárabe, además de las lenguas de la minoría alóctona (árabe y bereber). Mientras, en la
zona en que se forman los reinos cristianos, desde pocos años después del inicio de la
dominación musulmana, comenzará una evolución divergente, en la que surgen varias
modalidades romances: la catalana, la aragonesa, la asturiano-leonesa y la gallega, además
de la castellana.
El dialecto castellano primigenio se originó en el condado medieval de Castilla (sur de
Cantabria y norte de Burgos), con influencias vascas y germano visigóticas. Los textos más
antiguos que se conocen en español son las Glosas emilianenses, que se conservan en el
Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro
medieval de cultura.
Se extendió al sur de la península gracias a la Reconquista y a los demás reinos españoles
mediante las sucesivas unificaciones dinásticas (unión con León y Galicia con Fernando III
de Castilla, introducción de dinastía castellana en la Corona de Aragón con Fernando I de
Aragón que llevaría a la unión final con los Reyes Católicos). En el siglo XV, durante el
proceso de unificación española de sus reinos, Antonio de Nebrija publica en Salamanca
su Grammatica. Es el primer tratado de gramática de la lengua española, y también primero
de una lengua vulgar europea. La colonización y conquista de América llevada a cabo
simultaneamente expandió el idioma por la mayor parte del continente americano.
El original idioma español derivó luego en numerosas variantes dialectales que, si bien
respetan el tronco principal, tienen diferencias de pronunciación y vocabulario, como sucede
con cualquier otra lengua. A esto hay que agregar la influencia de los idiomas de las
poblaciones nativas de América, como el aimara, náhuatl, guaraní, chibcha, mapudungun,
taíno, maya, y quechua, que hicieron también contribuciones al léxico del idioma, no solo en
sus zonas de influencia, sino en algunos casos en el léxico global.
Nombre de la lengua
Etimología
Según la Real Academia Española (RAE), la palabra español procede
del provenzal espaignol, y este del latín medieval Hispaniolus, que significa «de Hispania»
(España).66
La forma en latín HĬSPĀNĬOLUS procede de la denominación latina de la provincia
de HĬSPĀNĬA que incluía a la península ibérica, más bien, de su forma ultracorrecta.67 Cabe
recordar que en latín tardío no se pronunciaba la /H./ La abertura de la /Ĭ/ latina breve en /e/
habría dado por tanto en protorromance:ESPAŇOL(U).
Otra hipótesis sostiene que español procede del occitano espaignon.68 Menéndez
Pidal ofrece otra explicación etimológica: el clásico hispanus o hispánicus tomó en latín
vulgar el sufijo -one (como en borgoñón, bretón, frisón, lapón, sajón, etc.) y de *hispanione se
pasó en castellano antiguo a españón, «luego disimilando las dos nasales se llegó a español,
con la terminación -ol, que no se usa para significar naciones».69
La otra denominación, el castellano, procede del latín castellanus, que significa de Castilla,
reino medieval situado en la parte central de la península ibérica y origen de esta lengua.70
Polémica en torno a «español» o «castellano»
Artículo principal: Controversia por el nombre del idioma español
La polémica en torno a los términos «español» y «castellano» estriba en si resulta más
apropiado denominar a la lengua hablada en Hispanoamérica, en España y en otras zonas
hispanohablantes con uno u otro término, o bien si ambas son formas
perfectamente sinónimas y aceptables.
Como muchas de las controversias relacionadas con la denominación de una lengua
identificable con un determinado territorio (español con España, y castellano con Castilla, el
antiguo reino de donde surge el idioma y se empieza a enseñar en América), o que lleva
aparejada una ideología o un pasado histórico que provoca rechazo, o que implica una lucha
en favor de una denominación única para facilitar su identificación internacional y la
localización de las producciones en dicha lengua (por ejemplo, en redes informáticas), la
controversia es extralingüística.
Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, no es posible justificar preferencias por una
denominación u otra.
En el ámbito normativo o prescriptivo, según la normativa establecida por los principales
organismos de política lingüística del área hispanohablante en lo relativo a la codificación del
estándar idiomático (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua
Española), «castellano» y «español» son términos sinónimos, aunque el Diccionario
panhispánico de dudas, obra de esta misma institución de carácter normativo, señala: «El
término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de
modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas.
Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente
(Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.)».71
Asimismo, el diccionario normativo editado por la Real Academia Española y la Asociación
de Academias de la Lengua Española se titula Diccionario de la lengua española.72
Determinados autores han mostrado su preferencia por uno u otro término, como el lingüista
venezolano Andrés Bello, que titulaba su principal obra Gramática de la lengua castellana, o
el valenciano Gregorio Mayans, que escribía, en 1737, en su libro Orígenes de la lengua
española lo siguiente:
Por «lengua española» entiendo aquella lengua que solemos hablar todos los españoles
cuando queremos ser entendidos perfectamente unos de otros.73
Por otra parte, la Constitución española de 1978, en su artículo tercero, utiliza la
denominación específica de «castellano» para la lengua, diferenciándola de las otras
«lenguas españolas» también existentes, tales como el euskera, el aragonés,
el catalán o valenciano, el asturleonés, el gallego o el aranés.
En cuanto a los filólogos, algunos autores justifican el uso preferente de uno u otro término a
partir de su origen y evolución histórica, interpretados de maneras distintas.
La historia del idioma español en España comienza con la evolución lingüística del latín
vulgar y da origen a los dialectos de España.
El origen del idioma español se puede rastrear en la familia de las lenguas indoeuropeas.
Alrededor de 2000 años antes del nacimiento de Cristo, los celtibéricos hablaban un idioma
celta antiguo.
Los habitantes de esta región, un área a la que luego los intelectuales se referirían como
«Hispania», comenzaron a aprender latín de los romanos. La combinación del idioma celta y
el latín evolucionó en lo que muchos denominan «latín vulgar». El latín vulgar era una forma
del latín adaptada que usaba frases y palabras diferentes del latín tradicional.
Cuando los visigodos tomaron el poder sobre la región llamada Hispania, el latín siguió
siendo el idioma predominante y oficial de la región. Esto continuó hasta que los moros, un
grupo hablante de árabe, conquistaron la región. El árabe se convirtió en la lengua
predominante, excepto por ciertas regiones dominadas por los cristianos. En esas áreas, el
latín vulgar seguía siendo el idioma oficial. A medida que los grupos cristianos comenzaron a
recuperar la España mora, el latín vulgar volvió a ser la lengua predominante en todas las
regiones.
Dialecto Castellano
Si bien predominaba el latín vulgar, adoptó una forma diferente, integrando el árabe y formas
de un dialecto cercano llamado mozárabe. Se estima que aproximadamente unas 3000-4000
palabras del español actual derivan del árabe.
Los dialectos castellanos del español comenzaron a tomar forma alrededor del siglo XIII con
el rey Alfonso X de Castilla y León, al que se conocía como «el Sabio». Toledo se convirtió
en el epicentro cultural para el Rey y sus intelectuales. En Toledo, estos intelectuales crearon
obras en castellano y luego comenzaron a realizar una serie de traducciones al castellano de
diversas obras pertenecientes a las ramas de las ciencias, las leyes, la literatura, la historia,
etc. Estas traducciones se convirtieron en la base para la divulgación de información en una
parte significativa de Europa occidental. El Rey pronto declaró al castellano lengua oficial
para los documentos y decretos .
El predominio del dialecto castellano siguió creciendo a medida que los reinos católicos se
apoderaron de la mayor parte de las regiones de España. Isabel y Fernando declararon al
castellano dialecto oficial. Poco tiempo después, apareció el Arte de la Lengua Castellana,
una obra que ayudó a dar forma a la lengua española y normalizarla.
El castellano entonces se convirtió en el idioma oficial para materiales educativos y
documentos oficiales en toda España. Ciertas regiones mantuvieron diferentes dialectos: el
más notable entre ellos es el andaluz, que se habla en Sevilla y sus alrededores.

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