Dubet, Sociología de La Experiencia para Fichar

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Sociología de la experiencia

FRANWIS DUBET

Colección DEBATE SOCIAL

UCM EDITORIAL COMPLUTENSE CIS


Centro de Investigaciones Sociológicas
Colección: DEBATE SOCIAL
Coedición de Editorial Complutense y el Centro de Investigaciones Sociológicas
(CIS) Para J.

Actualmente, los libros editados por la Editorial Complutense y el Centro de Investigaciones


Sociológicas han superado el proceso de evaluación experta.

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución,


comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la
autorización expresa de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Título Original: Sociologie de 1 'expérience


• F -ancois Dubet
• 1994, Editions du Seuil
• 2010 de la traducción, Gabriel Gatti
• 2010 by Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)
Montalbán, 8.28014 Madrid
www.cis.es
[email protected]
Catálogo General de Publicaciones Oficiales www.060.es
• 2010 by Editorial Complutense, S. A.
Donoso Cortés, 63 - if planta. 28015 Madrid. Tels.: 91 394 64 61/0. Fax: 91 394 64 58
[email protected]
www.editorialcomplutense.com

• edl ion: Novietni're de 2010

Imprime: :vel

NIPO 004-10-022-5
ISBN 978-84-7476-496-3

ISBN Ed oriat Complutense: 978-84-9938-052-0

Depósito I, M-48.704-2010

)
El papel u, lizado para 1:J impresión de este libro es 100% reciclado
y totalmente libre de cloro.

Impreso en España - Printed in Spain


Agradecimientos

Este libro se ha beneficiado de las lecturas atentas, amistosas y en ocasio-


nes críticas de Jeffrey Alexander, Charles-Henry Cuin, Didier Lapeyronnie,
Danilo Martuccelli y Michel Wieviorka. No hubiera visto la luz sin los años
de trabajo compartidos con Alain Touraine, quien ha sabido guiarme al mis-
mo tiempo que me dejaba libre. A esa libertad quisiera serle fiel.
101 2. LAS LÓGICAS DE LA ACCIÓN
Índice 102 2. 1. La integración
108 2. 2. La estrategia
11 Introducción 115 2. 3. La subjetivación

21 I. EL ACTOR ES EL SISTEMA 125 IV. DE LA EXPERIENCIA SOCIAL AL SISTEMA


22 1. LA SOCIOLOGÍA CLÁSICA 126 1. DE LA ACCIÓN AL. SISTEMA
22 1. 1. El actor como sujeto de la integración 127 1. 1. El sistema de integración y la socialización
29 1. 2. La sociedad como sistema de acción 129 1. 2. El sistema de interdependencia y las obligaciones
34 2. EL ACTOR SOCIAL ES UN INDIVIDUO del juego
37 3. LA IDEA DE SOCIEDAD 1. 3. Las tensiones entre la cultura y las relaciones sociales:
38 3. 1. La sociedad se identifica con la modernidad 135 el sistema de acción histórica
39 3. 2. La sociedad es un Estado nacional 137 1. 4. La pluralidad de sistemas
41 3. 3. La sociedad es un sistema 140 2. LA RUPTURA DE LA ACCIÓN DE CLASE
42 3. 4. La sociedad es un conflicto regulado 141 2. 1. La clase como comunidad
143 2. 2. La clase como conjunto de intereses
49 II. LAS MUTACIONES DEL MODELO CLÁSICO 144 2. 3. La clase como movimiento social
50 1. LA CRISIS DE LA IDEA DE SOCIEDAD 145 2. 4. La separación
50 1. 1. Evolución y cambio 150 3. ¿Es LA ESCUELA UNA INSTITUCIÓN?
56 1. 2. El debilitamiento del funcionalismo 151 3. 1. Una institución ajustada
59 1. 3. El Estado-nación ya no es la "sociedad" 154 3. 2. La escuela ya no es una institución
61 1. 4. El declive de la sociedad industrial 157 3. 3. Las disputas de la cultura
63 2 LA CRÍTICA DEL INDIVIDUO
63 2. 1. El individualismo contra el individuo 163 V. ELTRABAJO DEL ACTOR
69 2. 2. La acción es una práctica 164 1. EL ACTOR DIVIDIDO
71 3. ALGUNOS PARADIGMAS DE LA ACCIÓN 164 1. 1. Las tensiones de la experiencia
73 3. 1. La acción es conocimiento 165 1.2. El Yo disociado
74 3. 2. La acción es interacción 167 1. 3. El trabajo del actor
76 3. 1 La acción es lenguaje 170 2. LA EXPERIENCIA Y LA EXCLUSIÓN
77 3. 4. La acción es estrategia 171 2. 1. Sobre las conductas heterogéneas
78 3. 5. El principio de utilidad 175 2.2. El individuo amenazado
176 2. 3. El "motín"
85 III. LA EXPERIENCIA SOCIALY LA ACCIÓN 178 2. 4. El papel del racismo
86 1. LA EXPERIENCIA SOCIAL 183 3. LA EXPERIENCIA ESCOLAR. ALUMNOS DE INSTITUTO
86 1. 1. El actor no está totalmente socializado Y DE UNIVERSIDAD
90 1. 2. Partir de la subjetividad 183 3. 1. La dualidad de la experiencia del instituto
93 1. 3. La experiencia social está construida 187 3. 2. La jerarquía de experiencias de los institutos
94 1. 4. La experiencia social es crítica 190 3. 3. Los estudiantes y la oferta universitaria
96 1. 5. Los principios de una sociología de la experiencia 193 4. LA QUIEBRA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
193 4. 1. La imagen del movimiento obrero
194 4. 2. Sobre las luchas autónomas
203 VI. ENTRE LOS SOCIÓLOGOS Y EL ACTOR
203 1. LA RUPTURA IMPOSIBLE Y LA VEROSIMILITUD
Introducción
204 1. 1. Las modalidades de ruptura
208 1. 2. La verosimilitud
213 2. UN DEBATE ORGANIZADO
213 Este libro es el producto de la doble actividad que me ocupa desde hace muy
2. 1. Dos niveles de significación
217 pronto veinte años: la de profesor y la de investigador. Pero no es ni un in-
2. 2. Un debate
221 tento de "autobiografía intelectual" ni un regreso a la historia social reciente.
3. ACTORES Y SOCIÓLOGOS
221 El trabajo se preocupa por articular dos reflexiones. La primera concierne
3. 1. Los rechazos y los acuerdos
224 más al profesor y se refiere a las teorías sociológicas contemporáneas; la otra
3. 2. La validación
se apoya en mi actividad como investigador y se refiere a los fundamentos
teóricos y metodológicos de trabajos empíricos respecto de los que me ha
227 Conclusión
227 parecido necesario tomar algo de distancia. La noción de experiencia es la
1. De la acción a la experiencia
229 que puede servir de vínculo entre estos dos proyectos, pues designa a la vez
2. La sociología de la experiencia es una práctica de la sociología
231 un tipo de objeto teórico y un conjunto de prácticas sociales características de
3. La experiencia social y la democracia
nuestra sociedad.
1. Percibida desde el punto de vista de un profesor que se encarga de
235 Bibliografía
transmitir una herencia, una tradición, útiles conceptuales y métodos, la teo-
ría sociológica se nos presenta hoy como un campo disperso. Nos felicitemos
o no del carácter plural de la sociología, lo cierto es que la multiplicidad de
paradigmas implica algunos problemas en cuanto a la propia naturaleza de
la disciplina y a su capacidad de mantener los diálogos críticos que fundan
su unidad y su dinamismo. La extrema diversidad de modelos, métodos y
objetos procede de la quiebra de una sociología clásica que se podría iden-
tificar claramente, y sin arbitrariedades, tanto con las obras de Durkheim
y de Parsons como con la presentación que de la tradición sociológica hizo
Nisbet. Definida de esta manera, la sociología clásica puede concebirse como
la respuesta moderna a las cuestiones esenciales planteadas por las sociedades
industriales, democráticas y postrevolucionarias: ¿cuál es la naturaleza del
orden social cuando sus "garantes metasociales" no pueden asegurar ya su
legitimidad? ¿Cuál es la naturaleza del cambio que parece conducir a todas
las sociedades hacia una evolución compartida? ¿Cómo se articulan orden y
cambio en las conductas de agentes que son, cada vez más, individuos?
La fuerza de la sociología clásica residía en hacerse plenamente cargo de
esas cuestiones y en aportar respuestas antropológicas y epistemológicas que
se inscribían en una matriz básica, durante mucho tiempo central en la disci-
plina: el actor individual se define por la interiorización de lo social, la acción
es sólo la realización de las normas de un conjunto social integrado en torno
a principios comunes a los actores y al sistema. De igual modo que el indivi-
duo es tanto más autónomo cuanto más socializado esté, "la sociedad" existe,
y aparece como un conjunto objetivamente integrado de funciones, valores,

11 FRANDOIS DUBET
incluso de conflictos centrales. "La sociedad" es al mismo tiempo moderna v, como versiones hay de ese problema: individualismo/holismo, objetivis-
encarnada en el marco de un Estado-nación, es un "personaje" y un conjunto mo/subjetivismo, micro/macro...
"real". En esa perspectiva, la sociología clásica "inventó" la sociedad. De he- Ahora no sólo el principio de unidad del campo se ha vuelto problemá-
cho, esta ilustración, exageradamente amplia, puede contener muchos mati- tico sino que, frente a la diversidad teórica, el estudiante, a menudo guiado
ces y sensibilidades ideológicas, y son muchas las sociologías principales que por razones aleatorias, elige respondiendo al encanto de los profesores o a la
no están integradas en él, pero sin embargo desde hace tiempo constituye una influencia de una u otra escuela en su departamento universitario. A veces
especie de fundamento esencial, de lengua compartida de los sociólogos. su elección está guiada por la identificación rápida de las teorías disponi-
Solamente los viejos manuales de sociología están redactados de este bles y por las familias de objetos empíricos: "sigue a Crozier" si se interesa
modo, colocando las nociones de rol, valor, institución, socialización, estra- por las organizaciones; "sigue a Bourdieu" si se interesa por la cultura y la
tificación y función en el centro de la representación de la sociedad y de la socialización; "sigue a Touraine" si se orienta a los movimientos sociales; "si-
sociología. No es ya esa imagen la que encuentran los estudiantes que abren gue a Boudon" si estudia situaciones de competencia o de escasez; "sigue a
un manual o un tratado, o que siguen estudios universitarios. La sociología Goffman" si le apasionan las interacciones... La lista no es exhaustiva. Estas
clásica aparece como una teoría entre otras, y la disciplina se presenta al no- actitudes tienen una ventaja indiscutible: pacifican el mundo de los sociólo-
vicio como la yuxtaposición de teorías autónomas, cada una con su propia gos pues los paradigmas no se aplican nunca a los mismos objetos. Pero esta
concepción de la acción, con su representación del sistema y de la sociedad, paz algo indolente tiene tres inconvenientes enormes. El primero, que de
con sus opciones metodológicas. De ese modo, la unidad de la disciplina se hecho teorías generales son tratadas como si fuesen teorías particulares. El
demuestra como una simple convención académica. El desmembramiento segundo, que las modas intelectuales desempeñan un papel central a causa
de la sociología se manifiesta especialmente en la diversidad de teorías de la de la debilidad de los criterios de elección. El tercer inconveniente puede ser
acción qu: .>,‘ proponen al aprendiz de sociólogo. El actor social, ¿es un es- el abandono, sin más revisión, de las aspiraciones de la sociología clásica.
tratega y la sociedad un tablero? ¿Es un Horno oeconomicus en una sociedad La dispersión del paradigma clásico no se explica sólo por la historia de
concebida como un mercado? ¿Es el actor de una interacción situada en una las ideas y por las "necesidades" de la competencia intelectual y científica. En
escena teatral? ¿O es acaso el agente de un habitus, una ficción de sujeto en efecto, por encima de su diversidad, la mayor parte de las teorías contempo-
un sistema todopoderoso? El individuo "concreto", ¿puede ser identificado ráneas comparten algunas críticas hacia la matriz esencial del modelo clásico.
con una sola de estas racionalidades o se inscribe en todas a la vez además de Se trata, en especial, del rechazo de la concepción clásica de la acción, en la
en otras muchas? No son preguntas meramente "escolares", pues todas estas medida en la que identifica de manera total al actor con el sistema y que con-
concepción es remiten a una definición de la acción asociada a diversos temas cibe la sociedad como un organismo "natural". Al fin y al cabo, lo que parece
, ,a ru:ropología, esto es, una definición de la "naturale- dominar hoy es la idea de distancia del actor al sistema, como lo expresan las
za humana". Está también asociada a una epistemología, según la que el actor representaciones "postmodernas" de la vida social y como sugieren las teo-
(L'he se: .‘studi,tu -bjc riente. Está ligada a una ética, pues cada una de rías que sostienen que los actores construyen la sociedad en los intercambios
est.-; 1-)ectiNft:, con, ■ ,11.a una relación con valores, ya que cada sociólogo cotidianos, las prácticas lingüísticas, las apelaciones a la identidad contra un
e:a:a ml-r, mell, ,s "comprometido", aunque solamente sea porque está siem- sistema identificado con la racionalidad instrumental, con la producción de
pre obligado a explicarse, directa o indirectamente, con sus "objetos". la sociedad como mercado formado por la suma de intereses... El actor y el
Cada una de estas teorías comporta además una representación del sistema se separan. Para unos, el vínculo de inclusión entre la acción social y
sistema que no es solamente una imagen de la sociedad y de su evolu- el sistema no da más de sí y la propia idea de sociedad concebida como sis-
ción, sino también una teoría de los vínculos entre el actor y el sistema, tema no puede ya ser aceptada. Para otros, la sociología clásica se mantiene
una manera de explicar los "hechos sociales". Mientras que el vínculo de bajo una forma crítica y desencantada: la autonomía del actor es una ilusión,
inclusión c ¡I; re el act(), y ci sistema estuvo en el centro de la sociología es la expresión misma del poder y de la dominación. Con la quiebra de la
clásica, lo que culmina con Parsons y la noción de acción, la dispersión sociología, la que se deshace es la imagen clásica de "la sociedad", más con-
del modelo clásico supuso múltiples soluciones, entre ellas algunas que cretamente, lo que observamos es la separación de las identidades culturales,
incluso condui )5.1 al rechazo de la idea de sistema. Conocemos algunas de la racionalidad instrumental y de la acción política; la unidad entre actor
de las parejas ineludibles de la sociología contemporánea, que son tantas y sistema no puede concebirse cuando ya no puede darse por hecha la unidad

12 SOCIOLOG17- T'TERIENCIA 13 FRANCOIS DUBET


funcional y cultural de las sociedades. Por encima y a través de las discusiones definiese de múltiples maneras, aliado y rival, cercano y exótico... Los roles;)
teóricas, lo que se revela es el agotamiento de la representación de lo social las posiciones sociales y la cultura no bastan ya para definir los elementos {
de la sociología clásica, y más concretamente de las sociedades nacionales e estables de la acción, pues los individuos no realizan un programa, sino que
industriales que se formaron con aquella sociología. Quizás seamos más sen- aspiran a la construcción de la unidad a partir de elementos diversos de su
sibles a ese asunto y a esa descomposición en Francia que en otros lugares vida social y de la multiplicad de orientaciones que portan con ellos. De esa
pues, más que en otros sitios, creímos en la idea de sociedad encarnada en un manera, la identidad social ya no es un "ser", sino un "trabajo".
estado nacional republicano. Tomemos un ejemplo sencillo. La mayor parte de los profesores describen I
En un conjunto social que no puede ser ya definido por su homogeneidad sus prácticas no en términos de rol sino en términos de experiencia. De un
cultural y funcional, por sus conflictos centrales y por movimientos sociales lado están atrapados en un estatuto que les impone reglas y distribuye pro- j
también centrales, los actores y las instituciones no se pueden reducir a una tecciones que la mayor parte acepta y defiende pero que no definen más que
lógica única, a un papel y a una programación cultural de las conductas. La parcialmente lo que hacen y lo que son. Es más, los profesores de colegios e
subjetividad de los individuos y la objetividad del sistema se separan: los mo- institutos dedican una gran energía a decir que ellos no pueden ser reducidos
vimientos sociales ya no son conducidos por las "leyes de la Historia" o por a lo que la institución hace 'y espera de ellos, pues ésta es portadora de varios
las "contradicciones centrales", las organizaciones aparecen como construc- principios contradictorios. De otro lado, los profesores se refieren constante-
ciones, no como organizaciones funcionales, las conductas más triviales se in- mente a una interpretación personal de su función desde la construcción de
terpretan como estrategias, no como puesta en práctica de roles... Parecería un oficio presentado como una experiencia privada, cuando no directamente
que la sociología, más o menos conscientemente, da fe de todo ello, concen- íntima. Esta "intimidad" viene de que los actores deben combinar lógica y
trando sus críticas en las representaciones clásicas de la acción, a pesar de las principios diversos, a menudo opuestos, combinaciones que perciben como
reverencias a los padres fundadores, reverencias que no son tanto una señal su obra, como la realización, o el fracaso, de su "personalidad". Por eso, al
de fidelidad como de temor a abandonar el proyecto mismo de la sociología mismo tiempo que están atrapados por las reglas burocráticas que los en-
y de perder el recuerdo de sus raíces. cuadran, los profesores definen su trabajo como una experiencia, como una
Evidentemente, sería absurdo querer superar la quiebra de la sociología construcción individual realizada a partir de elementos dispersos: el respeto
con un cuadro académico, sincrético, sin fundamento y sin utilidad. Hay que a los programas, el cuidado a las personas, la búsqueda de resultados, la de la
dar fe de esta quiebra proponiendo teorías de "alcance intermedio" que no tie- justicia... Mientras que en la concepción "clásica" de la acción la personali-
nen la aspiración de plantear la visión unificada de un mundo que ya no tiene dad es un efecto del rol y se deja aparte, aquí el rol se vive como el producto
centro. Dentro de esa perspectiva es como sugiero aquí construir la noción de de una "personalidad" entendida como la capacidad de administrar la expe-
experiencia social, que designa las conductas individuales y colectivas domina- riencia propia, de hacerla coherente y significativa. En los contextos escolares
das por principios constitutivos heterogéneos y la actividad de los individuos más desregulados es incluso la "personalidad" la que construye la situación
que deben construir el sentido de sus prácticas en el interior mismo de esta escolar. Todo esto nada tiene que ver con el "narcisismo" moderno, pues la
heterogeneidad. construcción de experiencias sociales se impone cuando las situaciones ya no
2. A pesar de sus ambigüedades y de sus imprecisiones, o más bien a cau- se inscriben en universos de sentido homogéneo o, para decirlo de un modo
sa de ellas, he elegido la noción de experiencia para designar las conductas más simple, cuando "la sociedad" ya no es más Una.
sociales que he observado y analizado a lo largo de varios años en trabajos La se unda observación e refiere ala distancia subjetiva que los individuos
referidos a los movimientos sociales, la juventud, la inmigración y la escuela. mantienen con el sistema. Los actores no parecen estar nunca plenamente en
Como estas conductas no podían reducirse ni a roles ni a la búsqueda estraté- su acción, en su cultura, o en sus intereses, sin que esta distancia se manifieste
gica de intereses, la noción de "experiencia" se ha ido imponiendo de manera sin embargo como un fallo de la socialización; conservan siempre una reserva
bastante "natural". Recalca tres rasgos esenciales. y una distancia crítica. Los alumnos, los militantes o algunos jóvenes de las
El primero es la heterogeneidad de los principios culturales y sociales que banlieues' nunca se limitan a dar testimonio de su vida; explican, se explican,
organizan las conductas. Todo sucede como si los actores adoptasen simultá-
neamente varios puntos de vista, como si su identidad no fuese más que el enormemente connotado por las peculiarida-
1. N. del T.: El término francés banlieue está
juego móvil de las identificaciones sucesivas, como si cada vez el prójimo se des de la historia migratoria y de la sociología urbana de aquel país. Aunque "suburbio" y

14 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 15 FRAKOIS DUBET


se justifican, cuentan cómo construyen sus prácticas y su experiencia en un participación política... En su, experiencia, lo que está en juego es la destruc-
mundo que ya estaba ahí. Esto no significa que el actor ya no tenga nada que ción de su personalidad, pues no logran controlar la diversidad de las lógicas
ver con la sociedad, como sostienen con enorme ligereza los que describen el de la acción que les guían; si algo significan las nociones de sufrimiento y
individualismo contemporáneo como el reino de la libertad de los individuos alienación es esto. De igual modo, los alumnos de instituto actúan en varios
en una sociedad que se ha reducido a ser un mercado de oportunidades. Esta registros autónomos entre sí cuando separan las "funciones" de la escuela en-
distancia sobre uno mismo procede de la heterogeneidad de las lógicas de la tre la socialización, la educación y la distribución de títulos y cualificaciones.
acción que se cruzan hoy en la experiencia social, y es vivida como un pro- El oficio de alumno no es un rol, puesto que los actores tienen pocas oportu-
blema, pues hace de cada uno el autor de su experiencia —un autor relativo, nidades para conciliar sus intereses intelectuales y sus intereses sociales, sobre
ya que los elementos sobre los que descansa esta construcción no pertenecen todo en aquellos casos en los que el fracaso no tiene otra "causa" perceptible
a los individuos—. La pluralidad de la experiencia produce un distancia- por los actores que no sea su propia "incapacidad". Observamos además ex-
miento y un desapego. Los individuos no pueden sumarse totalmente a roles plosiones escolares sin movimiento estudiantil, ya que todas las dimensiones
o valores que no necesariamente tienen coherencia interna, que no "pegan" de la experiencia de los alumnos no se ordenan en torno a un proyecto global
con sus personajes. La reserva no es sólo el resultado de un estilo propio de y articulado alrededor de un "conflicto central", cuestión de la que el recuer-
las culturas individualistas de las clases medias ligeramente elegantes y des- do se borra a medida que decae la idea clásica de sociedad. Generalizando,
encantadas, pues se manifiesta de un modo igual de contundente entre los los "nuevos movimientos" solamente pueden aparecer desmembrados, pues
actores dominados y a menudo excluidos con los que he trabajado. las relaciones de dominación desposeen a los actores precisamente del control
En la medida en la que la distancia crítica y la reflexividad de los actores sobre su experiencia social.
forman plenamente parte de su experiencia social, es importante analizar so- Sería un contrasentido reservar la experiencia social para las conductas
ciológicamente ese proceso que define la autonomía de los actores, que hace marginales y "fútiles" como podrían serlo las de los jóvenes o los excluidos. El
de ellos sujetos. Esta subjetivación remite a un mecanismo social, pues supo- movimiento de diversificación de las lógicas de la acción y la exigencia de in-
ne que los actores no se reducen a sus roles y a sus intereses y también que dividualización y de subjetivación que nos revelan comparecen, al contrario,
pueden identificarse con una definición cultural de la creatividad humana, como la forma misma de la experiencia moderna tal y como la anunciaron
al mismo tiempo que se inscriben en relaciones sociales que se definen en otros "padres fundadores", aquellos que consideraron la quiebra de la expe-
términos de obstáculos para un desempeño concebido hoy en términos de riencia social como el principio mismo de la modernidad. Contra la moder-
"autenticidad". nidad de la sociología clásica, descrita como el desarrollo de la homogeneidad
Finalmente, la construcción de la experiencia colectiva sustituye en el análisis funcional, de una socialización reforzada y de la institucionalización crecien-
sociológico a la noción de alienación. A medida que nos distanciamos de la te de las conductas, fueron sobre todo Simmel y Weber los que hicieron de
imagen clásica de "la sociedad", los movimientos sociales no pueden apelar la pérdida de la unidad del mundo el criterio esencial de la modernidad.
a la adecuación de cultura comunitaria, intereses colectivos y utopías com- Con esta visión general es con la que me encuentro en las conductas más
partidas. Los movimientos sociales no pueden ser ya considerados como per- singulares, que no podían reducirse a comportamientos de crisis, al desorden
sonajes "íntegros" que hablan en nombre de la unidad de un mundo, de un pasajero, propio de una coyuntura dificil.
actor y de una causa: "el pueblo", "la clase" o "el progreso". No se trata sólo 3. Este libro no es una obra de sociología general. No propone una vi-
de que la dominación social no unifica la experiencia social, sino de que, in- sión global o una teoría de conjunto de la vida social. No se encontrará en él
cluso la dispersa más aún, como demuestran las conductas de los jóvenes de una teoría de lo político o de las relaciones sociales, tampoco distintos capí-
las banlieues, sobre todo los jóvenes procedentes de la inmigración. Viven en tulos de un tratado de sociología. Está dedicado, en lo esencial, a las teorías
varios mundos al mismo tiempo, en "comunidades" y en la cultura de masas, sociológicas de la acción y a las combinaciones que forman la experiencia
en la exclusión económica y en la sociedad de consumo, en el racismo y en la social. Los esbozos teóricos se ilustrarán, a menudo, con las investigaciones
empíricas que he dirigido o en las que he participado. La mayor parte de
éstas se refieren a "problemas sociales", a las conductas más ambiguas, menos
"periferia urbana" recogen mucho de lo que el concepto original implica, dejan fuera sin
organizadas y, consecuentemente, a aquellas que están más próximas a la
embargo matices relevantes, que van más allá del hecho meramente territorial que ambos
estructura dramática de la experiencia social pues no consiguen convertirse
términos designan. En razón de ello optamos por no traducir el original.

16 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA
17 FRANCOIS DUBET
en rutinarias, "instalarse". El fracaso escolar y la dificultad de enseñar nos
dicen más de la escuela que los logros ejemplares, del mismo modo que los
jóvenes emigrantes y los "velos" de las chicas nos dan más información sobre
la nación que las declaraciones oficiales sobre la República.
El primer capítulo se concentra en el argumento central de la sociología
clásica: el actor de la sociología es el sujeto de la integración, es un individuo
en una sociedad percibida como un sistema, un Estado-nación y un conjunto
institucional. He querido dedicarme no tanto a un ejercicio de historia de la
sociología como a la construcción de un razonamiento sociológico del que,
incluso a pesar de mis propias críticas, no me alejaré nunca del todo. El se-
gundo capítulo está dedicado al agotamiento de esta sociología clásica y a la
quiebra del campo sociológico que deriva de ella.
Los tres capítulos siguientes conciernen a la sociología de la experiencia
propiamente dicha. El tercero apunta a definir las lógicas elementales de la
acción que se combinan en la experiencia social. Distinguiré tres: la lógica de
la integración, la lógica estratégica, la de la subjetivación. El cuarto capítulo
es un regreso a la problemática clásica, pues tiene como objeto las relaciones
de la experiencia social y del sistema. Destaca los tipos de "causalidad" que
construyen las categorías elementales de la experiencia y que poseen, al me-
nos analíticamente, una gran autonomía. El quinto capítulo se refiere al "tra-
bajo" del actor, a la manera en la que construye su experiencia y se constituye
como sujeto.
El último capítulo es de naturaleza metodológica. Plantea los principios
esenciales de una sociología de la experiencia que no quisiera solamente ser
una manera de leer las conductas sociales, sino también una manera de hacer
sociología.

18 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
I. El actor es el sistema

Al afirmar aue el actor es el sistema se trata de demostrar una de las propo-


siciones centrales de una tradición sociológica. tradición de la aue. aunque
sin abandonarla totalmente. nos alejaremos. Esta tradición define la acción
como la realización de normas y valores institucionalizados en roles interiori-
zados por los individuos. Se puede entender que esta afirmación. trivial para
cualquier estudiante. está en el centro de una tradición intelectual aue no se
corresponde con toda tradición sociolóaica, cosa aue no tiene unidad, pero
sí con una gran corriente, encarnada por al menos tres grandes sociólogos,
Durkheim, Parsons. Elias. y de manera más extensa Por todos los aue han
sido designados como "funcionalistas". A pesar de todo lo que puede diferen-
ciar entre sí a estos autores. y no es poco, comparten al menos esa concepción
del actor soportada por la unidad y la reversibilidad entre actor y sistema. aue
comparecen como las dos caras de una misma "realidad".
Este marco teórico descansa sobre una afirmación percibida como una
doble evidencia: la sociedad existe. y está compuesta Por individuos. La so-
ciedad existe como un sistema intearado nue se identifica con la modernidad.
con un Estado-nación y con una división del trabajo elaborada y racional.
Existe también porque produce individuos que interiorizan sus valores y que
realizan sus distintas funciones. Todas estas propuestas. que de tan simples y
tan evidentes aue son pueden ser consideradas truismos, están en el centro de
lo que llamaré, más por convención que por preocupación de rigor histórico,
la "sociología clásica". La sociología clásica de la que hablaré aquí es eviden-
temente un trazo reconstruido a partir de elementos simples. Esta sociología
clásica atraviesa obras a las que no alcanza a definir: es un conjunto de ideas
y de representaciones que no se encarna totalmente en ninguna de esas obras.
La construcción de este modelo no aspira a recortar la historia de la sociolo-
gía, mucho más compleja y fragmentada que lo que nos muestran en oca-
siones los manuales. La sociología clásica no es un personaje colectivo, ni un
estandarte, ni una corriente o una Escuela como puede haberlas en la historia
de la literatura; resume y organiza algunas propuestas sencillas, compartidas
durante tanto tiempo que han terminado por adquirir un carácter "clásico".
Necesitamos de esta ficción como parte de un razonamiento que no la tiene
como su objeto esencial sino como su punto de partida.
1. LA SOCIOLOGÍA CLÁSICA y lo biológico}. La forma natural, primitiva, de la conciencia individual está
mucho más cerca de lo que Freud llamó el Ello, las pulsiones naturales, que
1. 1. El actor como sujeto de la integración del individuo racional y autónomo de las filosofías del derecho natural. De
hecho, esta teoría de las dos conciencias tiene una función epistemológica
En este rápido recorrido teórico es obligado pasar por Durkheim no ya sólo en el pensamiento de Durkheim. Su objetivo es sobre todo demostrar el
a causa de la influencia de su obra, sino también porque esta obra presenta carácter "natural" de la sociedad, que es por ello susceptible de un conoci-
una suma unidad teórica, antropológica y metodológica, que sostiene que el miento positivo ya que posee una naturaleza objetiva, como la naturaleza
actor social es el sujeto de la integración desde esos tres puntos de vista. Nada "natural". Esta concepción permite tratar a los hechos sociales como cosas.
expresa mejor esta unidad que el hecho de que en una obra de metodología, "Los hechos sociales tienen naturaleza propia, existe un reino social tan dis-
Las reglas del método sociológico, sea en donde se encuentran las definiciones tinto del reino psíquico como éste lo es del reino biológico." La sociedad no
más claras del actor y de la acción. Si la acción se define como la interioriza- violenta la naturaleza, "se impone naturalmente a los hombres". En contra
ción cultural y normativa, es antes que nada porque esta afirmación permite de Rousseau, es importante señalar que también lo social es natural y obje-
fijar la especificidad de la sociología como ciencia positiva. Recordemos los tivo, que es primitivo.
principios fundamentales de esta propuesta. En gran parte, esta lectura mantiene aún una concepción dualista, de dos
Los hechos sociales son "exteriores al individuo y están dotados de un "reinos" o dos naturalezas. No obstante, no creo que esta visión, que es sobre
poder de coerción en virtud del cual se imponen a él"2. Por supuesto, esta todo epistemológica, sea realmente la de Durkheim. En efecto, la famosa
coerción no se percibe necesariamente como tal por los individuos, pues crítica del utilitarismo de Spencer que se desarrolla en el comienzo de La
está interiorizada y puede sentirse como libertad. El actor social hace suya división del trabajo social identifica de manera mucho más intensa al actor con
una coerción que de este modo puede vivirse como vocación, imperativo el sistema, y ello en torno a dos argumentos. El primero es la denuncia de lo
moral o "naturaleza" en la medida en que es "reflejada" en la conciencia que Bourdieu llamará el "subjetivismo": las razones para actuar que indican
individual. La socialización es también una subjetivación que genera el los actores son prenociones, ilusiones, ideologías diríamos hoy'. Es el caso de
dominio de sí y la autonomía. El actor se define no por relaciones, por los la búsqueda de la felicidad anhelada por los individuos de las sociedades mo-
vínculos con los demás, por la búsqueda racional de medios... sino por la dernas. El segundo es la crítica de la racionalidad utilitarista y contractual,
interiorización de la sociedad. En todo caso es así como el actor es social, que no puede realizarse si no preexisten elementos culturales compartidos
por la interiorización de la objetividad de la sociedad considerada como por todos los actores y un orden político capaz de garantizar los contratos;
un "hecho'''. lo social precede al contrato, que en consecuencia no lo funda. Parsons re-
Pero estas primeras formulaciones dan forma a una distancia del actor tomará extensamente este desarrollo y Nisbet6 mostrará que esta crítica del
al sistema, ya que la teoría de las dos conciencias, individual y colectiva, se racionalismo individualista de la Ilustración está en el principio mismo de la
inscribe en esta representación. Sin embargo, esta distinción no significa tradición sociológica y de su respúesta al problema del orden formulado por
que exista una conciencia individual anterior a la conciencia social, y au- Hobbes, en su versión pesimista, y por Locke, en su versión optimista y "bur-
tónoma respecto a ella; se corresponde claramente a la separación entre lo guesa". Pero La división del trabajo social mantiene todavía la imagen de una
físico y lo psicológico, lo biológico y lo social, la naturaleza y la cultura. En distancia del actor al sistema en la medida en que el actor no es totalmente
El suicidio, por ejemplo, lo individual "puro" es llevado a la locura o al sexo, el sistema pues el principio de cohesión social propuesto es ante todo el de
lo que significa, en el contexto intelectual de finales del siglo xix, lo natural un orden orgánico, de una diferenciación funcional en la que el individua-
lismo, en tanto que distancia del actor respecto del "todo", se presenta como
un indudable peligro, bajo la forma patológica de la anomia, pero también
2. E. Durkheim, Les Regles de la méthode sociologique (1895), París, PUF, 1963, p. 5. como una necesidad funcional. La división anómica del trabajo, la "anarquía
3. - Todo el mundo conoce la famosa definición del hecho social: "Es un hecho social todo
modo de hacer, fijo o no, susceptible de ejercer una coerción exterior sobre el individuo; o
también, que es general en todo el ámbito de una sociedad dada y que, al mismo tiempo, 4. E. Durkheim, Le Suicide (1897), París, PUF, 1967.
tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales" (ibid., 5. E. Durkheim, De la division du Travail social (1893), París, PUF, 1967.
p. 14). 6. R. A. Nisbet, La Tradition sociologique (1966), París, PUF, 1984.

22 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 23 FRANWIS DUBET


capitalista" se decía en la época, es una dimensión del sistema social, una falta el vértigo del deseo, y cuanto más "se inquieta" el actor, más debe incorporar
de funcionalidad que afecta a las condiciones de la acción, pero no es descrita lo social; mientras la mujer posee "una vida psíquica menos desarrollada":
como una característica del actor'. "Para encontrar la calma y la paz no tiene más que seguir sus instintos". El
Con El suicidio, la anomia cambia de naturaleza. Ya no se la define úni- actor moderno es más individualista que el de la tradición, y por eso debe ser
camente como una característica del sistema, sino que designa el estado de intensamente socializado para ser un individuo.
aquel que no interioriza el sistema. El vocabulario de Durkheim se vuelve El individualismo moderno cambia entonces de naturaleza, pues al mis-
además moral y psicológico ("fatalismo", "altruismo", "egoísmo") y la ano- mo tiempo que es la consecuencia necesaria de la división del trabajo social,
mia forma parte del mismo rango que la acción. Toma forma, según Parsons, reclama el fortalecimiento de la interiorización de lo social. "Es la sociedad
una epistemología á la Freud, construida sobre la oposición de una naturale- la que ha consagrado al individuo; es ella la que ha hecho de él lo respetable
za aprehendida como un Ello y de una sociedad concebida como un modo por excelencia." Esta obligación de ser libre es en principio destructiva, y la
de regulación interiorizada del deseo'. Durkheim habla entonces del "mal paradoja de la civilización no puede ser superada si no es por el incremento
del infinito que la anomia lleva consigo". El individuo es percibido como el de la influencia de lo social sobre el individuo, por la identificación creciente
lugar donde se oponen una naturaleza, deseos infinitos que han dejado de del actor y del sistema. La modernidad convoca al individuo en la medida en
estar regulados naturalmente —"instinto de muerte" diríamos hoy— y una la que es social con el fin de protegerlo de los desórdenes psíquicos inducidos
integración normativa y moral que no.sólo se sobreañade a la conciencia indi- por el movimiento mismo de la civilización.
vidual, sino que constituye la condición propia de la vida individual y social: La sociología de la acción de Durkheim se presenta como una sociología
"En el momento que no se está contenido por nada, no se sabe uno detener de la socialización, una sociología que se preocupa por llevar la acción hacia
por sí mismo'''. los procesos que la determinan en la propia conciencia de los individuos. El
Como subraya Besnard de manera muy acertada, el suicidio fatalista, estudio de la socialización se convierte en un equivalente general de la so-
aquel que procede de un exceso de opresión social explicable de acuerdo a ciología. Es necesario comprender que en Durkheim la preocupación por
la división constrictiva del trabajo, que ocupa un lugar clave en La división la socialización y por la educación procede de una conciencia inquieta, del
del trabajo social, casi desaparece en El suicidio, reducido apenas a una nota sentimiento de extrema fragilidad de una sociedad amenazada por la me-
a pie de página. Con la desaparición de la división constrictiva del trabajo, lancolía, por el bovarismo, por el "nerviosismo"... la anomia. En ese aspecto,
en la que el actor se define con arreglo a sus relaciones con los demás, en Durkheim conecta en ocasiones con el Rousseau del Discurso sobre los orígenes
particular por relaciones de dominación, desaparece también toda una con- de la desigualdad. Al lado de la firmeza y de la confianza epistemológicas
cepción de la acción y de la sociedad entendida en términos de relaciones de Las reglas del método sociológico, Durkheim dibuja una antropología mas
sociales". Esta evolución, si no inversión, es, dice Besnard, aún más notable si ansiosa: "Una sociedad que se disuelve a cada instante para rehacerse sobre
se observa el tratamiento que se da a las mujeres en El suicidio. El exceso de otros puntos, pero en condiciones completamente nuevas y con elementos
suicidios entre las mujeres casadas sin niños se explica por la debilidad de los distintos por completo, no tiene suficiente continuidad como para crearse
"deseos" de las mujeres, más cercanos a la naturaleza, lo que hace que para una fisonomía personal, una historia que le sea propia y a la que puedan
ellas el matrimonio sea más penoso de soportar. Cuanto más nos alejemos, ligarse sus miembros'.
por efecto del proceso de civilización, de la naturaleza "primitiva", más crece La función de la educación moderna es fabricar a los individuos como
sujetos sociales y morales. Más exactamente, los individuos son morales en
7. Sobre las "lecturas" de esta cuestión de la anomia, cf: P. Besnard, L'Anomie, París, la medida en la que son sociales. La verdadera moralidad no preexiste a lo
PUF, 1987; F. Chazel, "Considérations sur la nature de l'anomie", Revue frangaise de so- social, no es la distancia a la norma, es la interiorización "libre" de esa norma;
ciologie", VII, 2,1967, pp. 151-168; A. Pizzorno, "Lectures actuelles de Durkheim", Archives es el amor fati, el amor propio de la necesidad. De este modo, la socialización
européennes de sociologie, IV, 1963, pp. 1-36. es moral a causa, al menos, de tres grandes razones. Supone el dominio de sí
8. T. Parsons, The Structure of Social Action (1937), Glencoe,The Free Press, 1964. mismo frente a los instintos no regulados, funciona como un Superyó: "[La
9. Le Suicide, op. cit., p. 304.
10.Ibid.
11.P. Besnard, "Durkheim et les femmes ou Le Suicide inachevé", Revue frangaise de so-
12.Le Suicide, op. cit., p. 306.
ciologie, XIV, 1973, pp. 27-61.
13.Ibid., p. 433.

24 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 25 FRAKOIS DUBET


sociedad], por la vía rápida, debe agregar al ser egoísta y asocial que acaba de la evidencia de la fuerza a la moral individual. La adhesión infantil deja
de nacer otro capaz de llevar una vida social y morar'. A continuación, la su lugar a la cooperación y a la individualización. La complejidad social acre-
sociedad sujeta al individuo al grupo y define la moral desde del altruismo, cienta la autonomía de la vida interior. "La discusión genera la discusión
es decir, desde el sacrificio al grupo, sacrificio que, lo sabernos, es en lo esen- interior. El control mutuo genera la necesidad de prueba y de objetividad'''.
cial sagrado, puesto que sacrificando al Uno sacrificamos a todos: "No había Pero esta diversificación no quiebra en absoluto la unidad de la sociedad pues,
nada en nuestra naturaleza moral que necesariamente nos predispusiese a escribe Durkheim, "la educación perpetúa y refuerza esta homogeneidad al
ser los servidores de las divinidades, de los emblemas simbólicos de la socie- fijar en el espíritu de los niños las semejanzas esenciales que reclama la vida
dad, a rendirles culto, a pasar privaciones para honrarles'''. Por último, la colectiva"'9.
educación instaura el reino de la razón concebida como la aceptación libre En este juego de identificación del actor y del sistema, Durkheim combate
de las coerciones de la naturaleza, y recordemos que la sociedad es también las "ilusiones del pensamiento privado". Su sociología de la religión no es sólo
una naturaleza objetiva; instaurando la adecuación del actor y de la sociedad, una teoría de lo simbólico y de la integración por medio de valores; es tam-
inscribe al individuo en su verdadera naturaleza social. Acerca de este último bién una sociología del conocimiento. En lo esencial, la tesis de Durkheim
aspecto, Durkheim, muy opuesto a esa filosofía de la Ilustración que hace puede enunciarse de esta manera: la religión descansa sobre la distinción ri-
de la razón una característica natural y no social del hombre, se reencuentra de tualizada entre lo profano y lo sagrado: "Una religión es un sistema solidario
manera plena con esta filosofía al identificar la razón a la naturaleza, a la sociedad de creencias y prácticas relativas a cosas sagradas, es decir, separadas, prohibi-
en la medida en la que es natural. La educación aparece entonces como total das, creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral llamada
y "sagrada", y está lejos de ser algo solamente instrumental, una adquisición iglesia a todos los que se adhieren a ellas'. Lo sagrado funda la moral de la
de aprendizajes útiles; ejerce una influencia total sobre la personalidad. La comunidad y debe ser concebido como la representación simbólica de la con-
educación republicana y laica no es, en ese sentido, diferente de la educación ciencia colectiva, de lo social mismo. De este modo, la religión es la manera
tradicional y religiosa, no promueve un individuo racional en abstracto'6: "Lo a través de la que la sociedad se representa a sí misma su naturaleza social
que construye la autoridad de la que se tiñe tan fácilmente la palabra del sa- pues, al igual que la conciencia colectiva, lo sagrado es exterior a la conciencia
cerdote es la elevada idea que tiene de su misión, pues habla en nombre de un individual, la supera, apela al sacrificio, funda la moral y dota de fuerza a
Dios del que se cree, del que se siente, más cercano de lo que lo está la masa los actores. Como subraya, de manera muy clara, Bourdieu al comparar las
de profanos. El maestro laico puede tener algo de ese sentimiento. Él tam- teorías de la religión elaboradas por Durkheim, Marx y Weber, la originali-
bién es el órgano de una gran persona moral que le supera. Es la sociedad"". dad durkheimiana estriba en la función integradora de lo religioso, pues no
Sabemos que Durkheim habla también de hipnosis en referencia a la relación solamente la religión integra los valores que fundan el orden social, sino que
de los niños con el maestro de escuela. también estructura la personalidad de los individuos'. La razón individual
La identificación entre el actor y el sistema está todavía más evidenciada no puede ser la fuente de la moral, ya que el imperativo kantiano no puede
por el sociólogo en la medida en la que el programa educativo de Durkheim explicar el sacrificio a la comunidad; lo religioso que expresa la comunidad
descansa sobre la afirmación de una homología entre la filogénesis y la onto- debe pues preexistirla. La emoción religiosa es de naturaleza colectiva, englo-
génesis. La evolución del individuo y la de la sociedad recorren las mismas ba la conciencia individual en el olvido de sí mismo, en el sacrificio, y, cuando
etapas; hay una suerte de equivalencia entre el niño y el primitivo, entre el con la racionalización del mundo desaparece la naturaleza propiamente re-
adulto moderno y la solidaridad orgánica moderna. También la educación ligiosa de la moral, esta emoción colectiva, este "trance", persiste en las cere-
debe ir de lo simple a lo complejo, de la familia a la escuela, de la clase reuni- monias de una moral laica y patriótica. Incluso el pensamiento individual y
da por un maestro a la multiplicidad de profesores y, como demostró Piaget, moderno no escapa a esta génesis religiosa, ya que el corte sagrado/profano

14. E. Durkheim, Éducation et Sociologie (1922), París, PUF, 1968, p. 42. 18. J. Piaget, Le Jugement moral chez l'enfant, París, PUF, 1969.
15.'bid. 19.Éducation et Sociologie, op. cit., p. 40.
16. Ese hilo conductor, que va del cristianismo primitivo hasta la escuela republicana, re- (1912), París, PUF, 1967, p. 65.
20. E. Durkheim, Les Formes élémentaires de la vie religieuse
corre todas las páginas de L'Évolution pédagogique en France (1938), París, PUF, 1990. P. Bourdieu, "Genése et structure du champ religieux", Revue frangaise de sociologie,
21.
17.Éducation el Sociologie, op. cit., p. 58. XII, 1971, pp. 295-334.

26 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 27 FRANOOIS DUBET


está en el origen del conocimiento y en particular del conocimiento científi- centros directivos y conscientes de la sociedad'. El "grito de dolor" del so-
co. Todos los pensamientos dualistas, dice Durkheim, derivan de la religión, cialismo no viene tanto de la miseria obrera como del sufrimiento moral de la
incluida la religión laica del individualismo, que hace del individuo mismo anomia. "La cuestión obrera es un elemento secundario del socialismo (...),
un ser sagrado. Así, la idea de jerarquía es social y, por medio de las teorías lo que lo orienta no es el estado de nuestra economía sino el estado de nues-
del maná, también las de fuerza y de causalidad son de origen religioso. De tra moralidad"". La frustración y el sufrimiento obreros no son ignorados
este modo, las categorías del pensamiento moderno son como la religión en por Durkheim —del que sabemos que fue una persona de izquierdas, particu-
el mismo sentido que los hechos sociales deben ser considerados como cosas. larmente cercana a Jaurés, como nos lo recuerda Birnbaum en su presentación
Como destacan Lukes y Pizzorno", el pensamiento de Durkheim evolu- de El Socialismo—, pero, más que la desigualdad por sí misma, para él son
ciona desde una teoría organicista, la de La división del trabajo social, hacia la las desigualdades deslegitimadas por efecto de la crisis moral que libera la
cuestión bergsoniana de la "efervescencia fundadora" de Las formas elemen- infinidad del deseo las que provocan los excesos de poder y hacen insopor-
tales de la vida religiosa. El individualismo vinculado a la división del trabajo table la dominación. La anomia puede entonces aparecer como la condición
se percibe como una religión moderna en la que "el hombre es al mismo de emergencia de una forma de frustración relativa, incluso si no puede ser
tiempo el adorador y el dios de esta religión", y se pasa de una concepción en confundida con esta frustración.
la que el actor está integrado en el sistema a otra en la que el actor integra el Podemos considerar la sociología de la acción durkheimiana, reconstrui-
sistema incluso en sus formas de conocimiento. da aquí de manera demasiado rápida, como la pieza ejemplar de una teoría
Un rápido rodeo a través de la teoría durkheimiana de los movimientos que identifica progresivamente el actor al sistema de acuerdo a un proceso de
sociales confirma y refuerza esta imagen del actor como sujeto de la inte- interiorización de las normas y de los valores por parte de los individuos. El
gración. En los textos recogidos bajo el título El socialismo, el modelo de la modelo durkheimiano es más significativo aún al considerar que articula una
división constrictiva del trabajo está en franca retirada en favor de un análisis epistemología, una antropología, una psicología y una moral alrededor de ese
de la acción colectiva realizado en términos de crisis". De los dos paradigmas principio de integración. Más allá de la propia obra de Durkheim, esta pro-
destacados por Allardt en relación a La división del trabajo social, el de la crisis puesta puede ser considerada como clásica en la medida que es, a la vez, una
y el del conflicto, no queda más que el primero, el de la anomia". Mientras referencia y que nos la encontramos hasta hoy reformulada y desarrollada en
que la ideología del movimiento socialista podría conducir a priori hacia otras obras mayores.
una interpretación en términos de lucha de clases y de conflicto, Durkheim
denuncia esta ilusión ya que los términos de análisis pertinentes no oponen 1. 2. La sociedad como sistema de acción
los "explotadores" a los "explotados" sino el individualismo al socialismo, la
atomización de los intereses personales a la cohesión del conjunto social. El Todavía menos que para el caso de Durkheim, aquí no se trata de presen-
problema que plantea el socialismo es de naturaleza moral, es un llamado tar la sociología de Parsons y seguir su desarrollo, tremendamente complejo.
al orden contra la anarquía de los egoísmos. Su acción está más claramente Pero en la medida en que responde a la cuestión del orden social en términos
representada por las bolsas de trabajo que por las huelgas. Mientras que el de acción y que define el sistema social como un sistema de acción, Parsons
comunismo es una utopía permanente en la historia, la de una sociedad en la participa plenamente del tipo de pensamiento social que nos interesa. ¿Cómo
que los deseos se realizan, en la cual "no hay límites posibles a las exigencias", conciliar el carácter "activo" del actor y el carácter "sistémico" del sistema?
el socialismo es un llamado moral al orden en contra de la anomia: "Se deno- ¿Cómo vincular a Weber y a Durkheim? Ése es el problema planteado por
mina socialista toda doctrina que reclame la vinculación de todas las funcio- Parsons y es ésa la dificultad principal de su obra, si creemos a algunos de sus
nes económicas, o de algunas de ellas que se hallen actualmente difusas, a los intérpretes, fundamentalmente a Alexander, Bourricaud y Habermas".

25.Le Socialisme, op. cit, p. 49.


22. S. Lukes, "Prolegomena of the I nterpretation of Durkheim",
Archives européens de so- 26.'bid.. p. 95.
ciologie, II, 1971, pp. 183-209; A. Pizzorno, "Lectures actuelles de Durkheim",
art. cit. 27. J. Alexander, Sociological Theory since World War II, Nueva York, Columbia University
23. E. Durkheim, Le Socialisme (1928), París, PUF, 1971.
Press, 1987; F. Bourricaud, L'Individualisme institutionnel. Essai sur la sociologie de Talcott
24. E. Allardt, "Emile Durkheim et la sociologie politique", en P. Birnbaum y F. Chazel París, Fayard,
Parsons, París, PUF, 1977; J. Habermas, Théorie de l'agir communicationnel,
(eds.), Sociologie politigue, París, A. Colin, 1971, pp. 15-37.
1987, chap. VII.

28 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
29 FRANCOIS DUBET
Bastante alejado de la perspectiva de Durkheim y más cercano a la de A fin de cuentas, la teoría parsoniana de la acción, que se inicia con un estilo
Weber, Parsons, en todo caso en sus comienzos, parte directamente de la idea weberiano, se presenta en la culminación con un estilo más bien durkheimia-
de acción definiendo el "acto unidad" (unit act) como el conjunto compues-
no. En efecto, Parsons abandona el problema weberiano de la heterogenei-
to por un actor que busca unos fines en una situación. El comportamiento dad y de la antinomia de los valores y se emplaza abiertamente dentro de la
del actor es intencional, lo que está lejos de ser un aspecto importante en el problemática clásica del orden. Si el recurso a los valores sitúa a Parsons en
acercamiento de Durkheim. El actor se esfuerza en vincular fines y medios. una filiación weberiana de la que siempre se reivindicó, no por eso compar-
Sin embargo, esta concepción de la acción es antiutilitarista, pues si los me- te con Weber las ideas de quiebra de valores y de conciencia patética, pues
dios pueden depender de los cálculos racionales, los fines vienen dados por para él el mundo de los valores es estable e integrado. Como señala Chazel,
la cultura, como en Durkheim, y son "arbitrarios", como en Weber. Por otro el sistema se caracteriza por la "propiedad de la integración compartida de
lado, la mayor parte de los medios son normas de acción compartidas por los valores'''. La propia autonomía del individuo es un imperativo moral que
actores. De esa manera, la crítica parsoniana del utilitarismo está muy cerca surge de los valores modernos derivados de la ética protestante.
de la durkheimiana: para que se establezca una jerarquía de elecciones que
afirme el principio de ophelimity, la teoría de las necesidades es insuficiente, En Hacia una teoría general de la acción, Parsons afirma de manera aún
más clara la homología entre el actor y el sistema formulando la tesis de
pues las necesidades están determinadas por valores colectivos. Sin la exis- acuerdo a la que es el sistema mismo el que debe ser definido en térmi-
tencia de virtudes individuales y colectivas combinadas entre ellas, no hay nos de acción'''. La teoría general de la acción es, de hecho, una teoría del
intercambios comerciales posibles. Las acciones "no lógicas" (que no reflejan sistema social que conlleva cuatro elementos invariantes: 1) la acción está
estrictamente la racionalidad instrumental) ni son ilógicas ni están sometidas orientada a valores; 2) supone cierta capacidad de adaptación; 3) se refiere
a los instintos, y están sin duda orientadas hacia valores. Como ha subrayado a normas que aseguran la integración social; 4) implica motivaciones, una
Bourricaud, hay una utilidad propiamente social de la acción. Pero el actor energía. El elemento más abierto de ese sistema, la adaptación, está en rea-
que adapta los medios a los fines no es un átomo de acción aislado, pues está lidad muy limitado, habida cuenta de que la iniciativa está limitada por las
ligado al sistema social por medio de la integración de los valores entre sí y otras tres dimensiones; además, está ligado a un cambio social cuyas condi-
de la interiorización subjetiva de esos valores. Así "la sociología es una teoría ciones se imponen al actor en el marco general de una evolución. Todas esas
analítica de los sistemas de acción social en la medida en la que tales sistemas dimensiones de la acción exigen una interiorización del sistema por parte
pueden ser entendidos como integrados por valores comunes"". de los actores, y así hasta el orden de la personalidad individual. Los már-
No obstante, la integración del actor en el sistema no se realiza sólo' por genes de iniciativa dejados a los individuos son, al fin y al cabo, funcionales,
medio de los fines y los valores, por la cultura. Los medios de los que dispone
adaptativos más que innovadores.
el actor, que definen su situación, también participan del sistema de acción Al definir, al mismo tiempo, el sistema de la acción al actor y al sistema,
en forma de normas, reglas, roles sociales y mecanismos de control. El actor las nociones de institución y de rol se vuelven centrales, pues son las que
no "elige arbitrariamente", en un conjunto abierto, los medios más adaptados permiten el paso de un plano al otro. De manera más concreta, las normas y
para la consecución de unos fines dados por una cultura, ya que, en el regis- los roles se conciben como la institucionalización de los valores, la piedra an-
tro propio del sistema social, estos medios están incluidos en la definición gular del sistema social, lo que "informa" la personalidad y las motivaciones.
de los roles atribuidos a los actores. Para abreviar, para que el actor actúe es "De esa manera Durkheim llegaba, con Freud y G. H. Mead, a esta proposi-
importante que esté "motivado", o dicho de otro modo, que haya integrado ción, que nos parece fundamental: el conjunto de las normas y de los valores
a su personalidad las razones de actuar y de desear los fines comunes. La dis- que definen las relaciones en las que consiste la sociedad están interiorizadas,
tinción analítica entre actor (la personalidad), medios (los roles y las normas) y desde este segundo punto de vista proveen de la estructura de su persona-
y fines (los valores) conduce a pesar de todo a una concepción integradora de
la acción, puesto que a cada uno de esos niveles le corresponde una dimensión
del sistema social que lo determina y de la cual la acción es apenas su anverso.
29. F. Chazel, La Théorie analylique de la société dans I'ceuvre de Talcoll Parsons, París-La
Haya, Mouton, 1974.

28. T. Parsons, The Structure of Social Action, op. cit., p. 768. 30. T. Parsons y E. Shils (eds.), Toward a General Theory of Action, Cambridge (Mass.),
Harvard University Press, 1951.

30 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERfENCIA
31 FRANQDIS DUBET
lidad a los miembros de dicha sociedad". Independientemente de un juicio, de la adolescencia". Cualesquiera que sean el interés y la verosimilitud de
que no se puede dejar de compartir, acerca de esta interpretación de Freud y esta teoría —no estoy lo suficientemente informado como para juzgar todos
de Mead, esta fórmula tiene el mérito de la claridad. Los valores y las normas sus detalles—, sigue siendo el ejemplo de una voluntad de vincular, como
definen las relaciones sociales, que son de ese modo concebidas como roles dos caras de un mismo conjunto, al actor y al sistema, a la personalidad y a
regulados por normas y que remiten a valores. Este mismo conjunto cultural la sociedad.
y normativo es interiorizado por los individuos hasta lo más profundo de sí La teoría parsoniana de la acción colectiva (que de hecho será desarro-
mismos, hasta su personalidad. llada sobre todo por Smelser) participa de este modelo". La acción colectiva
En resumen, escribe Bourricaud, "la acción no es más que la relación de —dudamos de hablar de movimiento social— es analizada como un efecto
un individuo con una situación'''. Esta relación está mediatizada por un con- del cambio social sobre la estructura de la acción y del orden, es una conse-
junto de roles de los cuales sabemos que se organizan de acuerdo a un juego cuencia de la crisis producida por un cambio que no llega a estar institucio-
formalmente limitado, indica Parsons, organizado por la combinación de nalizado. Como procede de la crisis, la acción colectiva puede ser "irracio-
cinco variables de la acción estables, las pattern variables deducidas de la obra nal" cuando "asciende" hacia valores susceptibles de reconstruir, de cara a los
de Tónnies y de la tipología weberiana de la acción. Pero allí donde estos actores, la subjetividad perdida. "El comportamiento colectivo es la forma
autores percibieron, sea una evolución, sea dilemas, Parsons construyó un de acción típica de las personas apremiadas. Esta impaciencia irrita los con-
sistema de complementariedades funcionales. La educación es el aprendizaje flictos y compromete a los actores en caminos que alejan los objetivos que se
de las disposiciones para ocupar esos roles, y la psicología debe ofrecer en ese habían fijado'. El análisis parsoniano del nazismo ilustra esta perspectiva".
contexto una teoría de los aprendizajes y de las motivaciones. La desviación, La situación de Alemania bajo la República de Weimar se describe como
llamada alienación, proviene de un exceso o de un defecto de este aprendizaje; "anómica": crisis económica y social, conciencia nacional herida, legitimidad
sobre todo el exceso bloquea en especial la capacidad de adaptación a nuevas institucional débil... Los actores "ascienden" entonces hacia los valores de la
configuraciones de roles. La socialización debe establecer la coincidencia de fraternidad, hacia un "romanticismo" sostenido por un chivo expiatorio, ha-
roles y de motivos y, como expresa maravillosamente Parsons, en el proceso cia la unidad ofrecida por el amor al jefe: hacia un llamado directo a los valo-
de identificación, el actor debe identificarse con los "motivos del modelo". La res capaces de reconstituir la unidad psíquica y emocional de los individuos,
cultura no es sólo un Superyó, es también un Ideal del Yo que permite tanto que no son sino la faz subjetiva de la crisis del sistema. El problema entonces
la capacidad crítica como la autonomía ética. De todas maneras, al igual que es el de la integración y el de la institucionalización de los valores sociales.
en Durkheim, la acción social no incluye la necesidad de una distancia del Como Durkheim, que era, al mismo tiempo, afín a Jaurés y sociólogo de la
actor respecto al sistema o del actor respecto a sí mismo: "Cuando hablamos integración, Parsons es una persona "de progreso", partidario de Roosevelt,
de un individuo plenamente socializado, un rol no es algo que interpreta, es y un sociólogo conservador. Después de todo, esta doble orientación puede
algo que es"'. La aspiración de Parsons fue la de inscribir totalmente la cues- aparecer en uno y en otro como una de las manifestaciones de la tensión pro-
tión de la personalidad en el modelo de la acción social. Propuso entonces un pia de su trabajo, el intento de articular el orden y el cambio, la unidad de la
modelo de la socialización inspirado muy intensamente por la teoría genética sociedad y la autonomía moral de los individuos, en una teoría de la acción
freudiana, cuyas diversas etapas se corresponden a las funciones esenciales que los conjunte.
del sistema general de la acción. La "latencia" remite a la fusión con la ma-
dre y a la fase anal. La fase edípica, en la medida que implica el reconoci- 34. Cf. T. Parsons y R. F. Bales, Family Socialization and Interaction Process,
Glencoe,
miento de la ley, se asocia a la función de integración. La búsqueda de me- The Free Press, 1955. Esta teoría está desarrollada por C. Dubar en La Socialisation.
tas se corresponde, a partir de los ocho años, con la identificación al Superyó Construction des identités sociales et professionnelles, París, A. Colín, 1991.
de los padres, mientras que la adaptación se pone en escena en el momento 35. N. J. Smelser, Theory of Collective Behavior, Nueva York,The Free Press, 1963. Para una
presentación crítica en francés, cf. M. Dobry, "Variation d'emprise sociale et dynamique
des représentations: remarques sur une hypothése de Neil Smelser", Analyse de l'idéolo-
gie, París, Galilée, 1980, pp. 197-219.
p. 234.
31.T. Parsons, Éléments pour une sociologie de l'action, París, Plon, 1955, p. v. 36. Citado por Bourricaud, L'Individualisme institutionnel, op, cit.,
32. Bourricaud, L'Individualisme institutionnel, op. cit., p. 53. 37.T. Parsons, "Some Sociological Aspects of the Fascist Mouvement", Social Forces, 21,
33. Citado por Bourricaud, Ibid., p. 125. 1942, pp. 138-147.

32 SOCIOLOGÍA DE L.A EXPERIENCIA 33 FRANCOIS DUBET


2. EL ACTOR SOCIAL ES UN INDIVIDUO más clara que el campesino y que el "primitivo", un individuo, cuya vida está
dominada por la tradición y el control social directo'. El individuo surgió de
Debe darse ahora una imagen más "concreta" de la sociología clásica de- la entrada del individuo divino "al mundo" y de la racionalización ética de
finiendo de manera más nítida al actor social. En un texto de 1939, Elias la Reforma, que caracterizó al individualismo moderno con los derechos
es quien afirma claramente que la sociedad está compuesta de individuos, de la conciencia autónoma. Pero lo privado que se constituyó de esta manera
vinculando de ese modo el ascenso del individuo con la propia evolución es sólo la interiorización de lo social; además, si todo el mundo se comporta
social, con la civilización". Es imprescindible en primer término, sostiene autónomamente, fuera de la mirada de los otros, resultará que cada uno se
Elias, rechazar ese dualismo que enfrenta al individuo con la sociedad como comporta como debe, dominando los intereses y los sentimientos. El desarro-
dos realidades diferentes y que conduce hacia alternativas irresolubles, como llo del individuo es un efecto del self control y es la mónada de Leibniz la que
aquellas que oponen en la historia a los grandes hombres y las masas, o la expresa filosóficamente a este individuo programado para ajustarse al mundo
experiencia individual inefable y el anonimato mecánico de un sistema ciego. y a los demás de la misma forma que es, plenamente, un individuo. Al mis-
En ese sentido, podemos pensar en los callejones sin salida de la sociología mo tiempo que los intereses se hacen legítimos, las pasiones individuales se
sartriana, que opone una teoría de la libertad pura a una concepción más o transforman en sentimientos sociales gracias a una socialización emocional;
menos "estalinista" de la sociedad o, en todo caso, fuertemente "mecanicista". los sentimientos auténticos son puros y buenos'.
Cualquier forma de pensamiento dualista es presociológica, pues el indivi- Elias se encuentra aquí con la reflexión de Durkheim. Si el dualismo,
duo es netamente social. la oposición de individuo y de sociedad, de alma y cuerpo, de las categorías
Pero sin embargo el individuo no es una representación sociológica, no autónomas del entendimiento y de la historia, son producto de la sociedad,
es una ficción, y la sociología clásica no es la de la "muerte del sujeto". De la sociología por su parte no puede ser otra cosa que monista, no puede hacer
hecho, el Yo autónomo del individuo, la autoconciencia como individuo, pro- otra cosa distinta que afirmar la unidad del actor y del sistema. Elias obser-
cede de la propia evolución de la civilización, que impone a los actores una va que la afirmación de los derechos naturales y los derechos humanos, que
intensa interiorización del control social, de la moral, de los deberes y de la si pudiera haberlos serían derechos no sociales, no escapa de una definición
obligación de ser libre que caracterizan la modernidad. El individuo encuen- social de la civilización, pues el sujeto tipo de esos derechos ha sido, durante
tra el principio de su acción no fuera de sí mismo, ni en las coerciones de la largo tiempo, un varón, adulto, racional o religioso, propietario u obrero, ciu-
tradición o en el control omnipresente, sino en reglas sociales que ha hecho dadano nacional; en síntesis un individuo ya socializado. Cuanto más indi-
suyas interiorizándolas, percibiéndolas como su propia obra. La división del viduos son los hombres, más necesario es que compartan creencias y valores
trabajo social y la formación del Estado moderno, que posee el monopolio de únicos. De esa manera, como destaca Tocqueville, el triunfo del monoteísmo
la legitimidad y de la fuerza, son las que han promovido al individuo, súbdito acompaña el reinado del individualismo democrático al mismo tiempo que
del rey o ciudadano, cuya socialización garantiza la coordinación del sistema lo protege contra sus tendencias destructivas. Dentro de esta perspectiva, el
al mismo tiempo que procede de él39. La impresión individual de poseer una debate entre individualismo y holismo es un debate falso, pues ambas cues-
vida íntima y privada conducida por un Yo autónomo procede del autocon- tiones están indefectiblemente asociadas. Si la experiencia moderna es nece-
trol del individuo. La afirmación burguesa de la vida privada no significa sariamente dualista, la "realidad" de los sociólogos debe de ser monista. La
que el actor escape de lo social, sino que está en posición de construir su vida sociedad debe ser un sistema para que los actores sean individuos y para que
personal a través de una especie de control ético de sí mismo, que lo coloca di- por su parte la sociedad derive de la acción de esos individuos.
rectamente, sin mediaciones, bajo la mirada de Dios, o del soberano, o bajo el Esta representación del individuo se resume en el siguiente texto: "Lo que
reino de la Razón. El burgués se autopercibe como alguien serio y auténtico, se pone de manifiesto es la autoconciencia de personas a quienes la estructura
dueño de su vida y de sus sentimientos, sinceros y medidos, comparado con el de su sociedad empuja hacia un grado muy elevado de reserva, de represión
aristócrata, artificial, inauténtico, sometido a la etiqueta y a la mirada de los
demás y no a la de su conciencia y sus sentimientos. Es también, de manera
40. N. Elias, La Civilisation des mceurs (1932), París, Calman-Lévy, 1973.
41. Ibid. Puede pensarse de esta manera en el papel "civilizador" de los intereses en la
38. N. Elias, La Société des individus (1939), París, Fayard, 1991. sociedad burguesa; cf. A. Hirschman, Les Passions et les Intéréts, Justifications politiques
39. N. Elias, La Société de tour, París, Flammarion, 1985. du capitalisme avant son apogée, París, PUF, 1980.

34 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
35 FRANQOIS DUBET
emocional, de renuncia a los instintos y su transformación, la autoconciencia ligros, de desórdenes y de poderes autoritarios, en la que el individualismo no
de personas acostumbradas a ocultar un cúmulo de estallidos, de expresio- está atemperado por los vínculos comunitarios, los poderes intermedios y el
nes instintivas y deseos en enclaves de la intimidad privados y alejados de la temor de Dios. La sociedad de los individuos puede volverse una sociedad de
mirada del 'mundo exterior' o incluso en rincones del propio espíritu, en el masas atomizada, sumisa frente a las pasiones y a los intereses. Durkheim tie-
semiconsciente o en el inconsciente. En suma, esta autoconciencia se corres- ne los mismos temores ante la anomia. Elias explica que un Yo sin Nosotros
ponde con una estructura del espíritu que aparece en determinadas etapas es patológico, puro narcisismo, pura ilusión, nada más, de hecho, que la des-
del proceso de una civilización. Está caracterizada por una diferenciación y trucción de lo social.
una tensión especialmente fuertes entre las órdenes y prohibiciones sociales En cualquier caso, el individuo no es una ilusión, tanto como lo son el
asumidas como autoinhibiciones y los instintos e impulsos no superados o rechazo y las r epresentaciones de la vida psíquica que produce. Pero la so-
reprimidos"". El proceso de individuación resulta entonces de la civilización, ciología clásica rechaza la representación dualista del individuo, necesaria
de la división del trabajo social, pues la complejidad refuerza el autocontrol a porque está socialmente construida en el proceso en el curso del cual el actor
expensas del control comunitario, en el que cada cual está permanentemente interioriza, por medio de las instituciones, las coerciones, la cultura y las ex-
vigilado por todos. Este control de sí es también una represión aceptada que pectativas sociales. En esa perspectiva, la vocación de la sociología es mostrar
produce lo reprimido, el inconsciente concebido como aquella parte de la na- cómo las categorías de la práctica y de la experiencia personal no son, de he-
turaleza que sigue parcialmente insumisa al imperativo moral. Las categorías cho, sino las del conjunto de la sociedad. El desvelamiento de los mecanismos
para la descripción de la experiencia del Yo son, pues, categorías sociales. La de la socialización se convierte en una especie de imperativo general de la
idea de Yo surge de la "tensión propia de la socialización": cuanto más fuerte sociología: se trata de mostrar cómo conductas percibidas como elecciones y
es el control social interiorizado, más es lo que se reprime de las pulsiones y libertades están de hecho socialmente constituidas, cómo conviene explicar
más se desarrolla el sentimiento del Yo, el sentimiento de ser un individuo lo social por lo social, cómo lo social es, hasta cierto punto, autosuficiente. La
particular cuyos sentimientos, emociones y reacciones sólo le pertenecen a acción social no es el reino de la libertad, pero no es percibida tampoco como
él. Desde el final de la Edad Media, el individuo se percibe como un sujeto y un condicionante, o como un determinismo, sino como una interiorización
mira el mundo que le rodea como un objeto, "como algo de lo que le separa de lo social que permite al individuo producir o "inventar" las conductas
un abismo (...); [es ésa la causal de que se sienta a sí mismo como observador adaptadas al funcionamiento de ese sistema, cuyos principios fundamentales
externo del resto de la naturaleza y sienta esta naturaleza como 'paisaje', de hace suyos transformándolos en categorías del Yo. Cuanto más interioriza
que se considere a sí mismo como un individuo independiente de todas las lo social, más autónomo es el individuo, pero el sociólogo clásico no puede
demás personas y a las demás personas como unos seres extraños que ori- creer que esta vivencia de la autonomía sea la libertad, pues procede de la
ginalmente nada tiene que ver con él, como un 'ambiente', un 'medio', una integración social y del trabajo de la socialización. Debe entonces mostrar
`sociedad'"". Resulta entonces natural que el actor social se perciba como no de qué modo la acción de los individuos, incluida la acción más personal (la
social, como "propietario de sí mismo", que sólo perciba la posición relacional elección de pareja, la decisión del voto, los gustos estéticos, las maneras de
y la historia excepcional que le hacen, a sus propios ojos, único. El individuo conocer o las prácticas religiosas) está socialmente constituida y, a poco que le
se siente como un Yo puro, como el sujeto clásico del conocimiento: "Un busquemos una explicación causal, determinada.
adulto que nunca fue niño"".
La sociología clásica es al mismo tiempo el producto de la modernidad 3. LA IDEA DE SOCIEDAD
y de su crítica, pues cuando el individuo moderno autónomo y crítico cree
escapar de lo social, queda vacío, desesperado y alienado. Basta con recordar En la tradición sociológica, la idea de individuo se asocia a la de sociedad. Del
en este sentido los análisis de Tocqueville, que ve en la democracia el ascenso mismo modo que el sociólogo cree en la existencia del individuo, cree aún
de un individualismo igualitarista, producto de una civilización plena de pe- más intensamente en la de sociedad, noción que es, evidentemente, aún más
central, pero noción tan compleja, ambigua y polisémica que son muy pocos
los que se han aventurado a definirla. Así, dos tratados de sociología recien-
42. N. Elias, La Société des individus, op. cit., p. 65.
tes no incluyen la voz "Sociedad" v una famosa enciclopedia dedica cuatro
43. lbid., p. 99.
44. lbíd. p. 159.

36 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 37 FRANWIS DUBET


veces menos páginas al artículo "Sociedad" que al artículo "Sociología"". La la división del trabajo en Durkheim o la complejidad creciente del sistema
definición de la sociedad no adquiere verdadera precisión más que cuando en Parsons... Nos importa poco aquí que los sociólogos sean optimistas o no,
va asociada a un adjetivo: sociedad de masas, sociedad primitiva, sociedad nos importa poco que crean o no en la necesidad de "leyes de la Historia",
rural, sociedad industrial, sociedad postindustrial. En cualquier caso, parece- que estén más o menos cerca del historicismo, que abarca la historia de una
ría que tanto la sociología clásica como el propio uso corriente de la palabra cultura, o del evolucionismo, que engloba toda la aventura humana bajo las
forjan una representación de la sociedad de la que pueden deducirse algunos marcas de la civilización y del progreso. En todos esos casos, la sociedad se
elementos estables. Este ejercicio no es un intento de definición de la "esen- identifica con la forma moderna de estar juntos, precisamente ésa que pro-
cia" de la sociedad; apenas es un esbozo formado a partir de algunos rasgos duce individuos arrancándolos del encantamiento o de la oscuridad, según,
comunes. El examen de los autores "clásicos" que hemos tratado hasta aquí, de los mundos comunitarios.
así como de algunos otros, parecería que conduce a realzar cuatro rasgos aso- Definir una sociedad es entonces definir el estadio de desarrollo en el que
ciados a la definición clásica de la sociedad. se sitúa, su grado de complejidad, de racionalización técnica e intelectual,
su capacidad para institucionalizar los conflictos, para producir individuos
3. 1. La sociedad se identifica con la modernidad autónomos susceptibles de asegurar el orden de manera política y formali-
zada, sin volverse atrás, hacia el orden eterno del mundo, el de los "garantes
En un primer sentido, sociedad se opone a comunidad. La famosa obra de metasociales"". ¿Cómo es posible ese orden? Como, perfectamente, mostró
Tónnies construyó una oposición elemental en la que el concepto mismo de Nisbet, la sociedad en la sociología clásica tan sólo existe por la combinación
sociedad se identifica con la modernidad". La sociedad es compleja, racional, de lo comunitario y de lo societario. Los registros de la legitimidad mezclan la
conlleva un alto grado de división del trabajo, es extensa, impone relaciones tradición con la racionalidad legal; ambas formas de solidaridad se combinan
formalizadas y contractuales, incluye un espacio profano, clases sociales... en las manifestaciones de la conciencia colectiva moderna; las comunidades
Mientras la comunidad se caracteriza por la simplicidad, por una débil divi- locales resisten la atomización democrática; el sistema de clases no está nunca
sión del trabajo, por un pensamiento no científico, "mágico", una extensión del todo abierto... Vimos que Parsons propuso una teoría de la integración
limitada, relaciones cara a cara, órdenes y castas, el dominio de lo sagrado... mediante la combinación de variables de configuración de roles cuyas distin-
Retomada más o menos fielmente por los distintos padres fundadores, este tas dimensiones, ajustadas de manera complementaria, son la formalización
tipo de oposición está en el centro de todas las representaciones clásicas de del par elemental formado por la oposición de comunidad y de sociedad.
la sociedad. La encontramos en los dos tipos de solidaridad descritos por
Durkheim, en los tipos puros de acción y autoridad construidos por Weber, o 3. 2. La sociedad es un Estado nacional
incluso en las Pattern variables de Parsons.
En ese sentido, la sociología clásica siempre estuvo intelectualmente com- La idea de sociedad no solamente se opone a la de comunidad, sino que se
prometida con cierto evolucionismo, que describió el surgimiento de las so- identifica con la formación de un Estado nacional'''. Después de las revolu-
ciedades, por lo tanto también de las sociedades modernas, como un proceso ciones americana y francesa y de la "primavera de los pueblos", parecería ser
natural, constituido por etapas de las que el sociólogo debe trazar la genea- evidente que la sociedad moderna sólo se realiza plenamente bajo la forma de
logía con el fin de jerarquizar esas sociedades según su grado de moderni- Estado nacional'''. En ese terreno, el vocabulario de los sociólogos se distingue
dad. La democracia, la igualdad de condiciones, es, según Tocqueville, un poco del de los miembros de la sociedad: hablar de la sociedad remite siempre
movimiento inevitable de la historia, del mismo modo que lo es en Weber la a una formación nacional completa, construida por su historia, su Estado, su
racionalización del mundo, el desarrollo de las fuerzas productivas en Marx,
47. Acerca de esta noción, cf A. Touraine, Production de la société, París, Éd. du Seuil,
1973.
45. A modo de ejemplo, cf.: R. Boudon y F. Bourricaud, Dictionnaire critique de la sociolo- 48. M. Mauss, por ejemplo, sitúa al Estado-nación en la cumbre de la evolución; cf "La
gie, París, PUF, 1982; R. Boudon (ed.), Traité de sociologie, París, PUF, 1992; Encyclopaedia nation", L'A nnée sociologique, 1956.
Universalis. S. Moscovici (La Machine á faire des dieux, París, Fayard, 1988) observa que en 49. Retomo con esto un tema desarrollado por A.Touraine, "Une sociologie sans société",
la obra de Durkheim la noción de sociedad es omnipresente y "hierática". Revue fran9aise de sociologie, XXII, junio 1981, pp. 3-13; y D. Lapeyronnie, De l'expérience á
46. F.Tónnies, Communauté etSociété (1887), París, Retz, CEPL, 1977. l'action, París, EHESS, 1992.

38 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 39 FRANOOIS DUBET


cultura y su territorio, su lengua... Tanto si se concibe la formación de los dictorios; menos lo fueron aún durante el período de las luchas anticoloniales
Estados nacionales como la expresión política soberana de una comunidad y de los movimientos de liberación nacional.
cultural preexistente, al modo de Herder", como si se percibe la nación, al El Estado nacional es la sociedad de los individuos gracias al papel re-
contrario, como el producto de un Estado que construye la nación en torno presentado por las instituciones. Pero, de la misma manera que la noción
de un mercado integrado y de una "gran cultura", al modo de Gellner, el de sociedad es doble, a la vez sistema de roles y valores y realidad "concre-
resultado es que la sociedad no tiene realidad sino es en forma de Estado ta" del Estado-nación, la de institución posee también un significado doble.
nacional". Es necesario señalar que, a pesar de sus principios internacionalis- De un lado, las instituciones aseguran la integración de los individuos en el
tas, el marxismo no se desmarcó claramente de esta concepción de la nación, Estado-nación, socializan a los actores. De otro lado, las instituciones desig-
oscilando entre la creencia en el papel civilizador de las grandes naciones nan los sistemas políticos modernos, distintos de los Estados patrimoniales
europeas, sobre todo en Marx y Engels, y la afirmación en Bauer del derecho tradicionales, capaces de representar intereses distintos y de arbitrarlos; el
de las nacionalidades". El Estado nacional comparece como el marco político nacimiento en el Estado-nación moderno se identifica con el desarrollo de
de la sociedad moderna porque asegura la integración de una cultura, una un espacio político autónomo y "racional-legal"56 . Las instituciones políticas
economía y un sistema político en torno de una soberanía única. Habría in- de la sociedad son más o menos representativas y más o menos autónomas,
cluso que añadir que el Estado nacional democrático es la figura culminante y articulan los intereses de diversos grupos sociales y la defensa de la unidad
de la sociedad moderna; es "la sociedad que se ve a sí misma compuesta por de la nación moderna; aseguran la mediación entre la unidad del Estado y la
individuos", como escribe Dumont". diversidad de los individuos.
La nación es la forma de asociación moderna; es pues la sociedad porque
erosiona a las comunidades tradicionales locales cerradas sobre sí mismas. 3. 3. La sociedad es un sistema
En el tiempo de los padres fundadores, los Estados-nación y los movimientos
nacionalistas eran ampliamente modernizadores. El Estado-nación asocia lo "La sociedad" no se identifica solamente con la modernidad y con el Estado-
universal de la modernidad con la afirmación y el reconocimiento de una cul- nación: es también un sistema, un conjunto funcional. Desde ese punto de
tura y de valores específicos. Democrático o no, el Estado-nación hace que las vista, es correcto decir que la tradición sociológica es "holista" en la medida
particularidades de una cultura ingresen en la universalidad del progreso. Si que afirma que la sociedad es una unidad funcional. Evidentemente, es en
Durkheim prolonga el espíritu francés del iluminismo sobre la civilización, referencia a la filiación de Durkheim y de Parsons como esta tradición se hace
Weber desea que la burguesía alemana tome conciencia de su rol histórico más clara (se sabe que Weber renegaba del "falso realismo conceptual" del
y construya una Alemania verdaderamente moderna". Mucho más adelan- funcionalismo). Hasta no hace mucho se podía afirmar que el progreso de la
te, Parsons se dejó llevar por la idea de que Estados Unidos eran la nación sociología era el progreso de la idea de sistema y que todo enfoque sociológico
moderna por excelencia pues realizaban los valores liberales más acabados". era, necesariamente, funcionalista57. Sin duda la sociología se ha alejado del
Hubo siempre, sin duda, tensiones entre el nacionalismo contrarrevolucio- organicismo y del funcionalismo radical que defendió Malinowski". Merton
nario y el nacionalismo "progresista", pero hasta la llegada de las grandes propuso una versión claramente atemperada y suavizada del funcionalismo,
rupturas fascistas, el patriotismo y la modernidad no se veían como contra- distinguiendo entre las funciones latentes y las funciones manifiestas, eviden-
ciando los juegos de equivalencia funcional y rechazando el postulado de la
50. El historicismo alemán de Fichte o de Herder participa plenamente del espíritu de la unidad funcional de la sociedad".
Ilustración pues la nación es concebida como el orden político "natural" de los individuos;
cf. L. Dumont, Essais sur l'individualisme, París, Éd. du Seuil, 1983.
51.E. Gellner, Nations et Nationalismes, París, Payot, 1989. Sociologie de l'État,
56. Cf las teorías del desarrollo político en B. Badie y P. Birnbaum,
52.Cf. G. Haupt, M. Lowy y C. Weill, Les Marxistes et la Question nationale, París, Maspero, París, Grasset, 1979.
1974. París, PUF, 1975; K. Davis, "Le mythe
57. P. Birnbaum y F. Chazel, Théorie sociologique,
53. L. Dumont, Horno hierarchicus. Le systérne des castes et ses implications, París, de ('analyse fonctionnelle", en H. Mendras, Eléments de sociologie. Textes (1959), París, A.
Gallimard, 1966, p. 380. Colin, 1968.
54.Cf. W. J. Momsen, Max Weber et la Politique allemande, 1890-1920, París, PUF, 1985. París, Maspero, 1968.
58.B. Malinowski, Une théorie scientifique de la culture,
55 T. Parsons, Le Systéme des sociétés modernes (1971), París, Dunod, 1973. (1949), París, Plon, 1965.
59.R. K. Merton, Éléments de théorie et de méthode sociologique

40 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
41 FRANCOIS DUBET
Sin embargo, sea relativo o absoluto, el funcionalismo ha dominado la re- organización industrial, el lugar de cada uno se define por su utilidad social,
presentación de la sociedad, percibida como la distribución de funciones que por su contribución a la producción colectiva. Esta utilidad está muy ligada
aseguran la integración a través de distintos órganos e instituciones, hasta el a la visión organicista, funcionalista pues, de toda la sociedad. La nueva mo-
punto de que durante mucho tiempo era evidente que la explicación socioló- vilidad social ofrecida por las normas de achievement y por las brutales trans-
gica consistía en aclarar las funciones desarrolladas por las instituciones, las formaciones estructurales no impide que la sociedad sea percibida como una
creencias, las conductas —incluidas aquellas que parecen a priori más disfun- jerarquía ordenada cuyos niveles sustituyen a las antiguas barreras.
cionales, como la desviación, por ejemplo . La sociedad moderna posee una Esta jerarquía establece las costumbres, los gustos y las aspiraciones de
unidad funcional compleja, que habilita el análisis en términos de sistemas los miembros de la sociedad. De hecho, la sociología, en Halbwachs por
en los que cada elemento no tiene otra utilidad que no proceda de la contri- ejemplo, rápidamente hizo suyo el objetivo de explicar las conductas de los
bución que le vincula al sistema general de la sociedad. actores con arreglo a la posición que ocupan en ese sistema 60. Se privilegian
Esta imagen relativamente abstracta y teórica de la sociedad no puede temas como los de la producción, el consumo o las necesidades pues es a
separarse de la representación histórica de la sociedad como Estado nacional través de estas conductas como los individuos ocupan un lugar en el siste-
en el que está asegurada la integración de una cultura, de las instituciones ma y lo reproducen. El mismo tipo de razonamiento dominó por mucho
y de un sistema económico. La sociedad no existe realmente más que en la tiempo la investigación sociológica, en la que la explicación estaba garanti-
medida en la que los individuos son capaces de vincular una cultura que es- zada cuando la correlación entre una conducta y una posición social parecía
tablece sus representaciones, sus aspiraciones y su moral, a su adhesión sobre establecida y constante. La teoría de Bourdieu sobre los diversos tipos de
todo a las instituciones políticas y a sus actividades económicas en un merca- capitales y sus modos de conversión es una formalización especialmente
do regulado por esas instituciones y esos valores. De ese modo, una sociedad elaborada de esta representación.
"concreta", Francia por ejemplo, es también un sistema integrado, formado La jerarquía no es sólo la expresión de un orden funcional, es también
por el espíritu de una cultura nacional, de una "civilización", por un sistema conflicto, y la sociología clásica no rechazó el asunto del conflicto, como se le
económico autónomo y distinto de su entorno internacional, y por la sobera- ha reprochado en ocasiones. La oposición de los sociólogos del orden y de los
nía de un Estado y de un sistema político. Las nociones marxistas de modo de sociólogos del conflicto se nos muestra entonces ligeramente artificial pues
producción y de formación social no escapan totalmente de este tipo de repre- para Tónnies, como para Marx o para Durkheim, producir el conflicto es
sentación, ya que la formación social no tiene ni unidad ni existencia reales si algo que está en la naturaleza de la propia sociedad; eso es lo que la distingue
no es por el dominio de un modo de producción que asegure la integración del unanimismo comunitario. De acuerdo al modelo de la división constric-
funcional de la sociedad, incluso si es la dominación de clase la que impone tiva del trabajo elaborado por Durkheim, el conflicto social es inevitable, ya
esta unidad funcional. que no hay ajuste automático y perfecto entre las posiciones sociales y los
valores de la sociedad que los legitiman. También Parsons concede más es-
3. 4. La sociedad es un conflicto regulado pacio al conflicto de lo que suele decirse'. El conflicto se percibe como una
forma de "contradicción" provocada por el encuentro de un orden social y
Esta última imagen de la sociedad está estrechamente articulada con el ca- de un cambio que desestabiliza sin cesar las posiciones de los actores. Las
rácter industrial de las formaciones sociales en las que se construyó el pen- "frustraciones relativas" son, pues, inagotables, y provocan, en particular en
samiento sociológico. La sociedad es un conjunto estratificado, dividido en las relaciones de producción, conflictos que conducen a nuevos ajustes. Los
clases sociales en función de un reparto desigual de los recursos y de las con- conflictos de clase de la sociedad industrial son estructurales, pero están ins-
tribuciones. Aunque descanse sobre una base de creciente "igualdad de con- titucionalizados y, a fin de cuentas, terminan por reforzar la integración del
diciones", la división moderna del trabajo separa los grupos, atribuyéndoles sistema y de los actores. El conflicto posee una función, como cualquier ele-
tareas específicas. Aquí, la noción de sociedad se mezcla estrechamente con mento de la sociedad a priori disfuncional, la desviación por ejemplo, a no ser,
la de sociedad industrial. La relación con la producción y con la naturale-
za es la que establece la jerarquía social y hace de ella un orden funcional,
(1912), París, Gordon and Breach,
oponiendo a quienes detentan los recursos y las decisiones económicas y a 60. M. Halbwachs, La Classe Ouvriére ét les Niveaux de vie

aquellos que venden su cualificación profesional y su fuerza de trabajo. En la 1970.


61. Cf. J. Alexander, Sociological Theory since World War II, op. cit.

42 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 43 FRANCOIS DUBET


claro está, que la institucionalización lo fije dentro de los límites del sistema. Estas proposiciones ocupan en nuestra reflexión un lugar que es sobre
Es un aspecto del conflicto que sobre todo Coser ha evidenciado'. Dentro todo "clramatúrgico", que busca mostrar el carácter "novedoso" de las socio-
del sistema, el conflicto cumple una función de adaptación y de integración logías contemporáneas. Hay que calibrar la importancia del modelo clásico,
de los actores en conflicto, y así refuerza las propias normas, estableciendo del que no es fácil deshacerse sin salirse del campo de la propia sociología.
fronteras más nítidas entre los distintos grupos. Esta representación de la Por esta razón, estos llamados son también un homenaje, pues el surgimiento
sociedad por parte de la sociología clásica no es revolucionaria sin duda, pero de otros paradigmas no puede conducir a la ruptura radical con un modelo
tampoco es tan conservadora como con frecuencia se ha dicho, sobre todo cuya economía general aporta las respuestas esenciales a los problemas fun-
porque reconoce la oposición entre clases en la sociedad industrial y porque damentales de la sociología. Si es posible formar sociólogos postclásicos, no es
cree en la institucionalización de esta oposición en un proceso que incremen- posible creer hoy en sociologías anti-clásicas. Este rodeo por las raíces de un
ta la integración de la sociedad. pensamiento social clásico no es una mera reverencia obligada o un simple
ejercicio académico.

He aquí esbozado entonces, de manera muy esauemática v muy infiel a la


historia de la sociología (están ausentes, en especial, Weber, Simmel, Pareto
—que por cierto no se definían como sociólogos— y algunos más), el cuadro
de una sociología clásica de la cual la mayor parte de sus elementos están
hoy en discusión y Parecen haber perdido. en Francia al menos. su carácter
evidente. La idea central de ese cuadro es la identidad entre el actor y el
sistema establecida por medio de la noción de acción. Por eso no es erróneo
decir que esta sociología es "sociologista", pues propone una representación
una interpretación relativamente cerradas sobre sí mismas, hechas de co-
rrespondencias v de equivalencias sucesivas en la matriz misma de esta ecua-
ción general. La sociedad es un sistema de acción y la acción procede de la
interiorización del sistema por parte de los actores. En cuanto al actor, es un
individuo más autónomo cuanto más socializado. Finalmente, esta sociología
clásica "cree" en la existencia de una "sociedad", que es una representación
muy singular de lo social.
Por supuesto que la sociología clásica no es tan total ni está tan unida como
pareciera que afirmamos para hacer más cómodo el razonamiento. Tiene tam-
bién una faz menos clara, menos positiva y más inquieta, la que en ocasiones
destaca la distancia entre el actor y el sistema a través de la cuestión de la alie-
nación, de la crisis y de la propia fragilidad de la sociedad. Pero la alienación
no ocupa el centro de esta construcción, y la separación del individuo y de la
sociedad se entiende como una patología, como un drama. Que el ideal se sitúe
en la necesidad de la evolución o en la voluntad humana indica siempre un
incremento de la integración entre el actor y el sistema y, por ese medio, una
individualización más fuerte, percibida a menudo como un "progreso" ético.

62. L. Coser, Les Fonctions du contlit social. París. PUF. 1987.

44 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 45 FRANCOIS DUBET


II. Las mutaciones del modelo clásico

Después de haber esbozado la definición de tres de los elementos que com-


ponen un modelo plausible y posible de la sociología clásica, modelo del que
debo recordar una vez más su condición reconstruida y "ficticia", debe ahora
describirse su crisis y sus transformaciones. En la medida en que sea posible
pensar que la formación y la recepción de ese modelo se inscriben en un mo-
vimiento de ideas que no es independiente de las transformaciones y repre-
sentaciones de la sociedad, el razonamiento anterior debe recorrerse en senti-
do contrario. Partiremos del nivel más elevado y vago, que es, además, el que
está asociado de manera más intensa a las transformaciones históricas y socia-
les; la representación de "la sociedad" como un conjunto funcional nacional.
Después mostraremos cómo la conceptualización del individuo perdió poco
a poco su credibilidad, de un lado, frente al terna del individuo narcisista y,
del otro, al de la "muerte del sujeto"; ambos aparecen como las dos caras de la
descomposición de la imagen "clásica" del individuo. Finalmente atendere-
mos a las ideas de la acción social y de la quiebra del modelo clásico aplicadas
a una serie de figuras o de paradigmas que, en su mayor parte, rompen con la
identificación clásica entre el actor y el sistema.
Todos esos paradigmas, hayan nacido en los últimos veinte años o hayan
sido, sobre todo por parte de la sociología francesa, redescubiertos, tratan tan-
to del concepto de acción como de las representaciones de la sociedad y de su
"naturaleza", aunque esas dimensiones sean intensamente dependientes. Son
las lógicas de la acción y las relaciones del actor con el sistema las que están
en juego, lo que crea cierta unidad en los términos del debate, a pesar de la
dispersión de las teorías sociológicas que puede observarse hoy en Francia.
No es seguro que en otros contextos nacionales sea tan fuerte esta impresión
de dispersión, pues la diversidad de paradigmas es mucho más antigua y está
mucho más estructurada, sobre todo en Estados Unidos. Como me ha indi-
cado J. Alexander, la percepción de esta ruptura es muy fuerte estrictamente
en el campo "hexagonal"", ya que el modelo clásico ocupó en Francia un
lugar central, al menos en su versión crítica reinterpretada por el marxismo.
En todo caso, la sociología francesa se presenta hoy como una yuxtaposición

63. N. del T.: Si l'Héxagone (el hexágono) refiere figuradamente a Francia, en alusión a la
forma del perímetro de su territorio continental, "hexagonal" refiere entonces a un campo
"estrictamente francés".

49 FRANCOIS DUBET
de paradigmas débilmente conectados entre los que los debates son infre- tivas. La idea según la cual bastaba retirar los obstáculos al desarrollo_desde
cuentes. Los manuales de sociología se construyen como catálogos de temas, una acción voluntaria y revolucionaria para que las sociedades dominadas
lo que es normal, pero también como catálogos teóricos que suman teorías y subdesarrolladas pudiesen retomar el gran río de una historia percibida
definidas como conjuntos cerrados, lo que plantea más problemas para una como la sucesión de etapas necesarias, se deshizo con la transformación de
disciplina que reivindica tener un estatuto científico. esos regímenes en totalitarismos o autoritarismos a menudo incapaces de ase-
gurar el desarrollo económico, la democracia y una modernización cultural
1. LA CRISIS DE LA IDEA DE SOCIEDAD profunda. Tampoco los Estados nacionales revolucionarios surgidos tras la
descolonización lograron promover el desarrollo económico y la democracia.
La crisis de la idea de sociedad no se refiere, evidentemente, a lo que normal- Pero ¿nos autoriza eso a decir que el triunfo de la alternativa liberal y del
mente llamamos la "crisis social". Es la crisis de esa representación particular mercado confirma la visión evolucionista, que instaura al fin el reino de la
de la vida social que se llama en la sociología clásica "la sociedad", crisis que sociedad, que establece el fin de la historia? No lo parece. Vemos que en el
no debe ser extendida, como en ocasiones se dice bajo pretexto de postmoder- corazón mismo de las sociedades occidentales renacen los nacionalismos co-
nidad, a la propia realidad de los movimientos sociales. Si se acepta la con- munitarios, las luchas por la identidad, los movimientos religiosos, que no re-
vención con arreglo a la cual hemos definido las cuatro características de la chazan todos los avances pero que los separan del proceso de modernización,
idea de sociedad, debemos hacer ahora el seguimiento de la transformación o cultural y político. En las sociedades dependientes, estas contratendencias no
del debilitamiento de cada uno de esos elementos". pueden ser reducidas a simples fracasos del desarrollo, como bien indica, por
ejemplo, la revolución iraní". Además, los distintos renacimientos comuni-
1. 1. Evolución y cambio" taristas étnicos y religiosos no nacen necesariamente entre los marginados del
desarrollo, el crecimiento y la modernidad'.
La idea de sociedad se ha identificado siempre con las de modernidad y de Buena parte de la sociología, que estuvo durante largo tiempo vincula-
evolución, siendo "la sociedad" la forma de organización social moderna ins- da al evolucionismo, se desestabiliza por causa de esta crisis. Como señala
crita en una evolución necesaria. El concepto de sociedad articulaba una teo- Riviére, un cierto número de mitos se quebraron tras la fase de la moderni-
ría del orden con una teoría del cambio. El evolucionismo de los sociólogos zación asociada al período llamado de "sustitución de importaciones'. En
sostenía la asociación "natural" del desarrollo económico, de la moderniza- particular se trata del papel de las "industrias industrializadoras", del papel
ción social y de la democracia política. Dicho más exactamente, la moderni- del Estado y, sobre todo, de la función de freno del imperialismo, que no
zación debía integrar alrededor de principios comunes a la economía, a la aparece ya como el obstáculo absoluto y único al desarrollo. A pesar del desa-
organización social y a la cultura. Desde un fin de siglo al otro, ese esquema rrollo económico, en numerosos casos la dualización de la sociedad persiste.
se ha debilitado considerablemente y los cimientos de la oposición entre co- La gran ciudad tercermundista continúa siendo a menudo más un símbolo
munidad y sociedad se han deshecho. La mayor parte de estas mutaciones de las fragmentaciones sociales que de las luces de la modernidad...
son tan conocidas y han sido tan comentadas que es inútil insistir más en Mucho más activa, y seguramente también mucho más influyente sobre
ellas. Recordémoslas a modo de resumen. el pensamiento social, fue la respuesta a la modernidad, nacida en el corazón
La puesta en entredicho más llamativa vino desde los Estados y partidos mismo de las sociedades occidentales. La crítica a la ideología del progre-
marxistas que se habían identificado de manera más intensa como el propio so, durante mucho tiempo marginal o asociada a tradiciones conservadoras
movimiento de la historia, del avance del progreso y de las fuerzas produc- o reaccionarias, se extendió vigorosamente en los años setenta en la mayor
parte de las sociedades occidentales, en las que la reflexión y el movimiento
64. El asunto que se recorre en esta sección fue ya abordado por Alain Touraine, "Une
sociologie sans société", art. cit. En este sentido pueden también recordarse los análisis
de J. Habermas (Raison et Légitimité, París, Payot, 1978), que observa una disociación de París, Presses
66. F. Khosrokhavar, L'Utopie sacrifiée. Sociologie de la révolulion iranienne,
los distintos elementos del sistema social que se manifiesta en la crisis de legitimidad y de la FNSP, 1993.
en la separación del sistema y del "mundo de la vida". 67. G. Kepel, La Revanche de Dieu, París, Éd. du Seuil, 1991.
65. Esta sección toma mucho de F. Dubet, "Aprés l'évolutionnisme, y a-t-il une sociologie Année Sociologique,
68. C. Riviére, "Introduction: développement 'corrigé' ou 'retraité —,
du changement?", Connexions, 45, 1985, pp. 16-35.
42, 1992, pp. 25-46.

50 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
51 FRANQOIS DUBET
ecologistas fueron adquiriendo, poco a poco, carta de ciudadanía. La idea del Pero no se gana gran cosa sustituyendo la idea del factor único del cambio
desarrollo infinito fue sustituida por la de un mundo finito y cerrado. El pos- por la de convergencia o por la de combinación de causas del cambio, puesto
tulado moderno del hombre dueño y soberano de la naturaleza y de sí mismo que incluso en las versiones moderadas del determinismo histórico, el cambio
gracias a la ciencia v la razón queda malparado por el doble llamamiento a continúa concibiéndose como una historia natural debida a la combinación
una historia social de la naturaleza y a la humanidad como parte de esa na- de causas no sociales: la demografía, las fuerzas productivas, la tecnología o
turaleza. La confianza en la ciencia se ve amenazada por la crítica del poder las aventuras del Pensamiento lEspritl... La sociedad reacciona a causas aje-
y de la soberbia de los aparatos científicos y de los riesgos provocados por su nas a sí misma, su historicidad no le pertenece. Es el cambio el que conduce a
desarrollo "ciego". Todo lo que la confianza en el progreso pudiese tener de las sociedades más que ser éstas las que producen el cambio. La mayor parte
encanto y magia se transformó en despecho y amargura. Poco importa que de esas críticas apuntan también hacia las teorías críticas del cambio, las teo-
esos movimientos ecologistas sean ambiguos, heterogéneos, a menudo con- rías del desarrollo que entienden aue la dependencia económica es la única
servadores. v que opongan al progreso el "romanticismo" de los equilibrios causa del subdesarrollo". Puesto aue la sociología del cambio está demasiado
v del scr natural: poco importa también aue la crítica de la ciencia pretenda claramente ligada al evolucionismo. aparece como el "rostro científico" de las
apoyarse sobre un razonamiento científico mientras esté claro que la instala- ideologías de progreso del último siglo. También Nisbet profesa en este cam-
ción de una sensibilidad ecológica v su larga transformación en fuerza políti- po un absoluto escepticismo. afirmando incluso une el estudio del cambio
ca indiquen una importante transformación: el declive del evolucionismo del debe ser dejado para la historia. Los grandes cuadros, al estilo de Parsons.
progreso natural y científico''. los de las "tendencias" y las "etapas", deben dejar su lugar al análisis de expe-
Es también importante no subestimar una dinámica "postnietzscheana" riencias históricas específicas. puesto que las teorías demasiado globales del
crítica de la modernidad, cuya influencia fue extremadamente relevante en cambio no pueden someterse a criterio de verificación alguno. Las filosofías
Francia a través de la obra de Foucault. El reino de la Razón, no sólo el de la de la historia. tanto en sus formas evolucionistas como en las historicistas. va
razón instrumental. DUCS se trata de la "voluntad de saber", se asocia. incluso no pueden sostener la sociología del cambio. Parece más razonable conside-
se identifica. con la formación de nuevos dispositivos de poder. El mismo rar aue las teorías clásicas del cambio y de la modernización proceden de una
sujeto libre de la razón se transforma en apenas una representación del poder particular coyuntura histórica: el momento en el que algunos Estados-nación
interiorizada en la idea de suieto autónomo, en la convicción de la realidad occidentales podían identificarse con el desarrollo económico. la moderniza-
de un individuo dueño de su Yo. El gran relato de la modernidad v de la ción cultural y la conauista colonial.
evolución no es va el de la liberación y el conocimiento, sino el de la historia La crítica de las teorías clásicas del cambio afecta a algunos de los concen-
del sometimiento. Tal rechazo no convoca. evidentemente, a los viejos equi- tos centrales de la sociología, sobre todo a aquellos que se sitúan en la articu-
librios y a las comunidades tradicionales, ni nada tiene aue ver con la crítica lación entre el orden y la evolución. Desde las teorías críticas. Castoriadis ha
"contrarrevolucionaria" V romántica. Pero también aquí, como en el caso de evidenciado las dificultades no sólo ideológicas sino lógicas a las que condu-
la ecología, el eco que encontró esta idea puede interpretarse como un indica- cía identificar un actor social, el proletariado, con el sentido de la historia.
dor muy sólido del desencanto. esto es, con la modernización". La doble afirmación de una lógica de la evo-
La crítica del evolucionismo v, en consecuencia, de su vínculo con la idea lución económica como fuerza de cambio y de los conflictos de clase —de-
de sociedad atraviesa la sociología clásica, que desde este punto de vista no re- terminados por las leyes contradictorias de esa evolución— como agentes de
sulta ser más que una de las modalidades de este pensamiento social. Algunas ese cambio lleva a yuxtaponer. hasta confundirlos. el reino de la necesidad
críticas, más antiguas, son menos radicales; sin embargo, a partir del rechazo con el de la libertad en el proyecto de una política concebida científicamente.
del "factor dominante", del económico, del demográfico, del tecnológico, que Castoriadis mostró cómo la noción de contradicción era el operador que per-
determine la evolución, ponen en tela de juicio los modelos más clásicos2"... mitía afirmar al mismo tiempo que los conflictos y la acción de los hombres

69. L. Ferry, Le Nouvel Ordre écologique, París, Grasset, 1992.


71. Sobre este punto, cf R. Boudon, La Place du désordre, París, PUF, 1984,
70. Cf. G. Gurvitch y W. E. Moore. La Socioloqie du XX siécle. París. PUF, 1947. B. Valade 72. R. N. Nisbet, Social Chancle and History. N uevaYork. Oxford University Press. 1969.
retorna este tipo de problemas; cf. "Changement social", en R. Boudon (ed.), Trade de 73.T. Parsons, Sociétés. Essai sur leur évolution comparée (1966), París, Dunod, 1973.
socioloaie. París, PUF. 1992.
74. C. Castoriadis. L'Institution amaina/re de la société. París, Ed. du Seuil. 1975.

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53 FRANCOIS DUBET
"hacen la historia" y que esta historia es necesaria y responde a leyes. La idea dos partes, como si las categorías del orden y las del cambio estuviescrunnidas
de contradicción quiere articular dos órdenes de realidad diferentes pero por un principio de continuidad. Ni la idea de contradicción, que designa
confundidos: el del funcionamiento de un sistema y el de la acción humana y al mismo tiempo un estado del sistema y un conflicto social, ni la de crisis,
las relaciones sociales, el de las leyes objetivas y el de la conciencia de los actores. que caracteriza un estado del sistema y las representaciones subjetivas de los
El propio marxismo se hace contradictorio, pues los conflictos son los agentes actores, parecen aceptables toda vez que la teoría del cambio se ha deshecho
del cambio, cuando es el cambio quien les define y les confiere así su sentido de su antigua base evolucionista y/o historicista.
objetivo. Por eso el marxismo "real" oscila sin cesar entre el voluntarismo La distinción analítica entre problemas del orden y problemas del cambio
de la ruptura política conducida por una vanguardia consciente y el someti- debe mucho a la sociología histórica comparada, que matizó enormemente, si
miento a las leyes necesarias de la Historia. no es que directamente los quebró, los grandes frescos de la evolución. Estos
Por parte del funcionalismo clásico, la interpretación de la acción colec- trabajos subrayan la multiplicidad de procesos de cambio y de moderniza-
tiva en términos de crisis originadas por la modernización presenta dificul- ción que, al contrario que en la imagen clásica, no conducen a la formación
tades comparables. En verdad, el actor no actúa, es decir, no se moviliza ni de un sistema funcional que sea "moderno" en conjunto, en su cultura, en su
va más allá de la simple realización de los roles que se le atribuyen, a no ser economía y en sus instituciones políticas. El juego de arreglos entre los diver-
en caso de que una crisis del sistema, dicho de otro modo, de un cambio, sos niveles del sistema es bastante más abierto que lo que suponían las teo-
desestabilice sus expectativas y sus identidades. Cuando los actores ven des- rías clásicas. Ni el modelo inglés ni el americano pueden ser tomados como
aparecer las formas de integración y solidaridad tradicionales se movilizan los caminos reales y acabados de la modernización. El privilegio anglosajón,
para "resistir" o para encontrar antiguas formas de integración. Una de las el de haber sido el primer caso de modernización "acabada", no puede ser
versiones más características de esta concepción de la acción colectiva es la transformado en el one best way. Los trabajos de Barrington Moore muestran
de la teoría de la sociedad de masas propuesta especialmente por Germani que el caso inglés de una industrialización protagonizada por una burguesía
y Kornhauser: la acción colectiva se presenta como una reacción al cambio, asociada a un Estado débil en el interior pero imperial en el exterior, no es
como la defensa de un equilibrio pasado mezclado con el sueño de un nuevo más que una forma particular de la modernización, la que la sociología clá-
orden". Esta interpretación ha sido muy discutida, particularmente cuando sica universalizó". A causa de que esta sociedad ha vivido la modernización
considera las conductas en términos de resistencia al cambio, pues sería sen- como el resultado "natural" de la extensión del mercado, de la secularización
cillo mostrar que implica la identificación con el punto de vista "racional" de y de la democracia podemos estar tentados de darle a ese modelo un alcance
los dirigentes y un postulado de irracionalidad del actor en lo que se refiere a general. Sin embargo, ni la Alemania de Bismarck, ni el Japón de los Meiji,
su conocimiento de las evoluciones necesarias". Estas teorías en las que la ac- ni Italia, ni en cierta medida tampoco Francia, se modernizaron de acuerdo
ción colectiva es tratada como la respuesta a crisis provocadas por un cambio con ese modelo. En cada uno de esos casos, la naturaleza misma del proceso
procedente del exterior han sido también desacreditadas por la observación de cambio creó tipos de sociedades diferentes, que comparecen como otros
de las movilizaciones que a priori las tenían que ilustrar mejor: no son nece- tantos rostros de la modernidad o, si se quiere, de "la sociedad". El cambio no
sariamente los actores en crisis los que más se movilizan en los movimientos es un proceso puramente endógeno. ni tampoco un sencillo encadenamiento
de corte autoritario o fascinante, que sin embargo fueron considerados como histórico "aleatorio". En este terreno, la posición más aceptable es probable-
la ilustración más típica de este análisis". mente la de Boudon, que propone "un determinismo bien temperado", el
Desde el punto de vista de la teoría sociológica, se hace cada vez más di- de las "teorías condicionales", "pues en general existen respuestas variadas a
fícil clasificar las conductas sociales con arreglo al eje del "progreso" y de la una demanda estructural y algunas innovaciones no responden a demanda
"resistencia", como si el cambio social cortase la sociedad en dos campos y en alguna'. De manera aún más clara, es conveniente atender a Touraine, que
propone distinguir radicalmente modernidad y modernización, sincronía y

75. G. Germani, Politique, Société et Modernisation, Gembloux, Duculot, 1972; W.


Kornhauser, The Politics of Mass Society, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1965.
76. R. Boudon, La Place du désordre, op. c /t. 78. B. Moore, Les Origines sociales de la dictature et la démocratie (1967), París, Maspero,
77. P. Birnbaum, Dimensions du pouvoir, París, PUF, 1984; A. Oberschall, Social Conflict 1979.
and Social Movements, Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1973. 79. R. Boudon, La Place du désordre, op. cit., p. 192.

54 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 55 FRANCOIS DUBET


diacronía, movimientos sociales y movimientos históricos". Los procesos, las crítica, temprana en la historia de la sociología, se refiere al principio de las
acciones voluntarias, las estrategias de desarrollo no pueden ya confundirse representaciones de "la sociedad".
con elementos de funcionamiento de la sociedad. Así, uno de los pilares del Sin pretender realizar un balance exhaustivo, es posible diferenciar tres
pensamiento social clásico, aquel que identifica las categorías del cambio con grandes críticas dirigidas al funcionalismo. La primera, la más conocida, tra-
las del funcionamiento, parece no ser ya aceptable; se ha convertido en un ta de la idea de totalidad funcional. Conocemos las prevenciones de Merton
episodio de la historia del pensamiento social. respecto de ese funcionalismo absoluto del que Malinowski puede ser con-
siderado como uno de sus paladines": si todo órgano puede satisfacer una
1.2. El debilitamiento del funcionalismo función, no es posible deducir que esa función sea necesaria para el manteni-
miento del conjunto del sistema. Merton, al sugerir distinguir las funciones
Como afirma Davis, existen buenas razones para subrayar el carácter "mí- latentes de las funciones manifiestas, entre las que se constituyen los efectos
tico" del funcionalismo cuando es considerado como una teoría sociológica no intencionados de la acción, rechaza la cuestión de la totalidad funcional.
particular, siendo que toda trayectoria científica acude a ese esquema que Con la noción de teoría de alcance intermedio, no abandona el funcionalis-
consiste en explicar los elementos de un conjunto de acuerdo con su utilidad mo, pero ya no hace de él la metáfora general de una sociedad en la que se
en ese conjunto". Considerado en este sentido tan amplio, el funcionalismo admite que puedan coexistir subsistemas relativamente autónomos. Así, la
atraviesa todas las sociologías y se parece a veces a un truismo, dado que si famosa tipología de conductas desviadas que propuso Merton descansa sobre
todos los sistemas "funcionan" es porque sobreviven. Pero el funcionalismo la idea según la cual la anomia viene de la distancia, o de la contradicción, en-
sociológico era mucho más que este principio metodológico; era también, y tre, de un lado, la cultura y, del otro, las normas". Sin embargo, evidenciar la
sobre todo, una representación de la sociedad concebida como un todo fun- falta de unidad funcional no rompe en lo fundamental con el funcionalismo,
cional, como un sistema en el que la utilidad de cada elemento asegura la pues la dinámica de la acción que se crea de este modo es un rasgo funcional
integración del conjunto. Leído como una filosofía social, el funcionalismo de la sociedad americana, a la que así asegura, simultáneamente, vitalidad y
es una teoría del orden social y, aún más, una representación de la sociedad capacidad de innovación.
nacional cuando rebasa las fronteras de la vieja comunidad, tiene una divi- Mucho más radical es la segunda crítica, surgida de la sociología de las or-
sión del trabajo compleja, "orgánica", y no puede ya dar fundamento a su ganizaciones, campo en el cual el funcionalismo parecía imponerse más na-
unidad en razón de la similitud de los actores y de los vínculos personales. turalmente. Silverman muestra cómo la historia de la sociología de las orga-
En la representación clásica, "la sociedad" no descansa sobre sí misma, so- nizaciones puede describirse como la de un abandono progresivo del modelo
bre ningún garante metasocial, y la función de cada uno se convierte en un funcionalista, que considera que una organización es una totalidad integrada
principio normativo, un principio de juicio, de jerarquización de valores y de que satisface algunas funciones internas y externas ligadas con su entorno".
distribución del prestigio y de los recursos. Giovanna Procacci ha mostrado La supervivencia del sistema, por un lado, las exigencias de la adaptación a
claramente cómo se constituyó en Francia esta representación funcionalista, un entorno que se percibe como natural, por el otro, podían ser consideradas
en la confluencia entre la economía social y el positivismo, con el fin de en- como las invariantes funcionales que determinaban la distribución de roles,
frentar la imagen orgánica de una solidaridad social a las fuerzas "malignas" la jerarquía y la circulación de poder y de la información, la tecnología...
y destructoras del mercado y del individualismo, de un lado, y sustituir las A finales de los cincuenta, March y Simon rompieron con esta imagen de
cohesiones comunitarias perdidas para siempre, del otro". El funcionalismo la organización funcional, que era también el modelo normativo de la or-
aparece entonces corno una teleología, en la que todo contribuye al mante- ganización racional". La organización nace de las elecciones estratégicas de
nimiento de la sociedad, percibida como un conjunto orgánico. Por ello el
funcionalismo no puede reducirse a una postura metodológica y por eso su 83. R. K. Merton, "L'analyse fonctionnelle en sociologie", Éléments de théorie et de méthode
sociologique, op. cit., pp. 65-139; B. Malinowski, Une théorie scientifique de la culture, op. cit.
84. R. K. Merton, "Structure sociale, anomie et déviance", Éléments de théorie et de mé-
80. A. Touraine, Production de la société, op. cit.; La Parole et le Sang, París, Odile Jacob, thode sociologique, op, cit., pp. 167-191.
1988. 85. D. Silverman, LaThéorie des organisations, París, Dunod, 1970.
81. K. Davis, "Le mythe de ('analyse fonctionnelle", art. cit. (1958), París, Dunod, 1991 (prefacio de
86. J. G. March y H. A. Simon, Les Organisations
82. G. Procacci. Gouverner la misere, París, Ed. du Seuil, 1993. M. Crozier).

56 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 57 FRANCOIS DUBET


racionalidad limitada efectuadas por los diversos actores. Los miembros de dudas referidas a las sociologías "holistas", es decir, al postulado según el que
la organización representan, más que los roles, los "repertorios de programas el sistema y su coherencia determinan la acción de cada uno. Pensemos tam-
de acción" de los que disponen, elegidos en función de sus representacio- bién en las críticas a la noción de rol, que fundamenta las distintas corrien-
nes de los problemas y de las oportunidades ofrecidas. La organización no tes del interaccionismo y, más ampliamente, todos los análisis referidos a las
puede ser ya ni comprendida ni analizada a partir de sus finalidades, de su concepciones "hipersocializadas" de la acción'. En Francia, estos ataques
coherencia y de sus fronteras; es un espacio de acciones racionales y de inter- afectaron sobre todo a la sociología crítica y a su "hiperfuncionalismo", del
acciones organizadas, que definen sin cesar a la propia organización y a sus que debe admitirse, sin embargo, que introdujo un cambio con respecto a la
fronteras. Hay una distancia entre la norma funcional y la práctica de las or- sociología clásica al reducir al actor a su posición y al postular un determinis-
ganizaciones. Crozier y Friedberg siguieron esta orientación, intensificando mo absoluto de las conductas y de las representaciones'. Sin caer en lo carica-
más aún la crítica del funcionalismo". Regresaremos más adelante sobre ello, turesco, podría decirse que, en lo esencial, las teorías sociológicas aparecidas,
pero basta ahora decir que la noción de organización como sistema ya pre- importadas o redescubiertas en Francia desde hace una veintena de años se
sente, fijado en sus jerarquías, sus fronteras y sus funciones, se sustituye por han sostenido sobre la crítica al funcionalismo.
la noción de acción organizada. El sistema funcional aparece entonces como El declive del funcionalismo no puede, sin embargo, extenderse a la idea
un constructo que resulta del juego de las interacciones y de las estrategias de sistema, mucho más abierta, compleja y polisémica. Esta idea está par-
de los individuos y los grupos. La organización se produce por actores que ticularmente ligada a las nociones de efectos emergentes, de equilibrio, de
persiguen objetivos limitados; esas estrategias no son los equivalentes de las combinación de sistemas autónomos... Las teorías modernas del sistema son
funciones del sistema. Para Crozier y Friedberg, como para March y Simon, mucho menos "realistas" que los modelos funcionalistas, especialmente a
el abandono de la representación funcionalista equivale al agotamiento del causa del problema de las fronteras, de la autonomía de los subsistemas y del
modelo de la burocracia racional y del reparto "científico" de tareas que defi- abandono de las nociones de "centro" y unidad. El análisis de sistemas es un
ne las normas de las funciones, las disfunciones y los poderes. En Le Pouvoir modo de razonamiento, mientras que el funcionalismo es una representación
et la Régle, Friedberg lleva la crítica algo más lejos sustituyendo la noción de de la sociedad.
organización por la de sistema de acción con el objetivo de liberar más clara-
mente a la sociología de las organizaciones de los preceptos normativos que 1. 3. El Estado-nación ya no es "la sociedad"
el funcionalismo contiene todavía".
También en el campo de la sociología de la familia podría describirse el Si la noción de sociedad se asoció a la de modernidad, fue asociada del mismo
mismo declive del funcionalismo. La imagen de la institución y de los roles modo al Estado nacional, percibido como el marco político y cultural "natu-
familiares asociada al modelo parsoniano ha sido sustituida poco a poco por ral" de las sociedades modernas, de "la sociedad". Esta idea, más exactamente
la de una "economía política" de las relaciones conyugales. El equilibro de la esta ambigüedad constante del vocabulario, significaba que la soberanía po-
familia y los procesos de socialización se producen, más que por la conformi- lítica, la cultura nacional y el mercado se articulaban en una misma unidad,
dad a las normas, por los ajustes entre los miembros de la pareja, que "mi- la del Estado nacional. Aunque la forma del Estado nacional está lejos de
den" costes y beneficios económicos y emocionales". haber sido históricamente dominante, no por eso ha dejado de ser, a la vez,
El último tipo de crítica al funcionalismo es el más importante para nues- una norma y una aspiración que dio a la idea de sociedad su encarnación
tro objetivo ya que se refiere a la concepción misma de acción. Regresaremos más "concreta". La adhesión a la idea nacional no está visiblemente amena-
entonces más tarde sobre ello. Baste recordar la coincidencia entre todas las zada; después de todo, la mayor parte de las luchas, a menudo sangrientas,
de las guerras y de los movimientos están hoy conducidos por una voluntad
87. M. Crozier y E. Friedberg, L'Acteur et le Systeme, París, Éd. du Seuil, 1977. nacional. Pero al mismo tiempo, ni siquiera en los viejos Estados-nación, el
88. E. Friedberg, Le Pouvoir et la Regle, París, Éd. du Seuil, 1993; "L'organisation", en R.
Boudon (ed), Traité de sociologie, París, PUF, 1992. Un corte tan radical no deja sin em-
American
bargo de plantear problemas, en particular cuando rechaza toda concepción "estructural" 90. D. H. Wrong, "The Oyersocializad Conception of Man in Modern Sociology",
del poder. Sociological Review, XXVI, 1961, pp. 183-196.
89. Cf. J.-C. Kauf mann, La Trame conjugale, París, Natham, 1992; F. de Singly, Fortune et Revue fran-
91. F. Bourricaud, "Contre le sociologisme: une critique et des propositions",
Infortune de la femme mariée, París, PUF, 1987. 9aise de sociologie, XVI, 1975, pp. 583-603.

58 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 59 FRANCOIS DUBET


acomodo de la cultura, de la soberanía y de la economía tiene ahora aquella La mayor parte de los países de Europa occidental se enfrentan de hecho a
fuerza y coherencia que hacía del Estado-nación la "realidad" histórica de problemas de reconocimiento de las minorías culturales surgidas de la inmi-
"la sociedad". gración, minorías que no amenazan al Estado nacional pero que transforman
Uno de los fenómenos más espectaculares de este fin de siglo es, sin duda, su representación de tal modo que provocan la formación de tendencias con-
la aceleración de la internacionalización de la economía. Mientras que con trarias, nacionalistas y chovinistas. El desarrollo del racismo expresa por una
frecuencia la nación se formó en torno a la integración de un mercado en un parte los miedos provocados por las mutaciones en las representaciones de la
territorio soberano, la propia noción de economía nacional está actualmente cultura nacional. En Francia en particular, donde la identificación de nación
amenazada por la mundialización de los intercambios, por la progresiva en- y modernidad fue especialmente intensa, la crisis de ese modelo de cultura
trada de las economías en un mercado que quiebra las distintas protecciones nacional se vive intensamente". A este cuadro podría añadirse la formación
y sitúa los intercambios económicos y financieros en un espacio extranacio- durante los años setenta de movimientos cuasi-nacionalistas que hicieron un
nal'2 . El fenómeno es espectacular en los antiguos países comunistas, aunque esfuerzo por criticar el modelo de cultura nacional francesa y por distinguir
es menos brutal en la Europa occidental, está todavía más acentuado. Uno el Estado de la nación, el marco político de la cultura'". Por su parte, las an-
de los efectos principales de esta evolución es el proceso de dualización de las tiguas sociedades comunistas ven resurgir antiguos nacionalismos precomu-
sociedades, que distingue a los sectores económicos colocados en el mercado nistas y a veces preimperiales. El Estado nacional moderno parece a menudo
internacional de aquellos que esencialmente se orientan hacia un mercado in- más frágil que lo que permitía suponer la confianza en la historia, sobre la
terior amenazado. La "desarticulación de la sociedad" entre un sector moder- que los padres fundadores construyeron la idea de sociedad.
no, vinculado a la competición internacional, y un sector interno, no es sólo un Las mutaciones de la economía y del modelo de cultura nacional tienen
atributo de las sociedades dependientes, "rotas" entre sectores de exportación consecuencias en la definición del Estado nacional y de su papel. En Francia
y sectores tradicionales, cerradas hacia el interior". Asimismo la estructura tiene lugar un doble movimiento. De una parte, la necesidad de construir un
"funcional" de las clases sociales está atravesada por la cesura que enfrenta a mercado más extenso que el mercado nacional ha conducido al abandono de
los sectores integrados de los sectores "marginales", los grupos in de los gru- algunas esferas de soberanía tradicional en beneficio de Europa; desde ese
pos out. Más allá de la imagen, demasiado fácil, de la "crisis", parecería que punto de vista, se entiende que cl objetivo de una moneda común europea
el sistema económico y la unidad de la nación se disocian; más exactamente, obligue a una considerable mutación de las representaciones de "la" sociedad.
el largo proceso de integración social y nacional de las sociedades occidentales De otra parte, desconcentrándose y aligerándose, el Estado perdió alguno
parece agotarse, de manera más o menos espectacular según los casos. de sus privilegios privativos en beneficio de los poderes locales, lo que cla-
La cultura nacional sigue siendo el gran motor de la integración; el sen- ramente explica que numerosos funcionarios y grupos sociales vinculados al
timiento nacional y el patriotismo de los Estados-nación no han muerto. Sin Estado tengan la impresión de estar "abandonados'''. El referéndum sobre el
embargo, es obligado constatar que incluso en un país tan fuertemente in- Tratado de Maastricht mostró hasta qué punto esta evolución se sentía como
tegrado como Francia, la "gran cultura" es, a causa de la influencia de los un peligro por parte de un amplio sector de la opinión pública y cómo los
medios de comunicación de masas y de la cultura de mercado, cada vez más cortes políticos tradicionales se habían desestabilizado. Aunque sin duda los
internacional. Muchas culturas populares no son actualmente más que cul- Estados-nación no están amenazados, su doble identificación con el "sentido
tura de masa proletarizadas. Eso es lo que observamos, por ejemplo, en las de la historia" y con el sistema social ya no resulta obvia.
banlieues populares de las grandes ciudades francesas, en las que los jóvenes
se proyectaban con más facilidad hacia la escena cultural y musical que venía 1. 4. El declive de la sociedad industrial
de Nueva York que a la de París, sin dejar de estar socialmente relegados".
La sociedad nacional y funcional era también una sociedad industrial, tenien-
do, por cierto, este último rasgo efectos concretos sobre la representación fun-
92. Cf. R. Reich, L'Economie mondialisée, París, Dunod, 1993.
93. Acerca de la noción de desarticulación, cf. A. Touraine, Les Sociétés dépendantes,
Gembloux, Duculot, 1976. 95. Cf M. Wieviorka et al,, La France naciste, París, Ed. du Seuil, 1992.
94. F. Dubet, La Galére: jeunes en survie, París, Fayard, 1987, y Ed. du Seuil, colección París, Ed. du Seuil, 1981.
96. Cf A.Touraine, F. Dubet el al., Le Pays contre l'Etat,
"Points Actuels", 1993. Cf sobre todo P. Bourdieu, La Misére du monde, París, Ed. du Seuil, 1992.
97.

60 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 61 FRAKOIS DUBET


cionalista de la sociedad como distribución racional de roles y de utilidades, a de la sociedad no fue la de toda la sociología, pero en particular en_Trancia
imagen de la empresa, leída como el centro de las relaciones sociales. Ahora, sostuvo buena parte de la producción sociológica a lo largo de cerca de veinte
en el momento de su declive, la historia de la sociedad industrial se nos puede años, a partir de mediados de los años sesenta, cuando una parte considerable
mostrar como un largo proceso de conflictiva integración y como un modo de la sociología urbana, de la sociología de la educación, de la sociología de
de estructuración de la sociedad. El alcance del modelo industrial superó con la cultura, buscaban explicar las conductas y las decisiones por medio de las
mucho el restringido límite de la fábrica y de la empresa cuando el trabajo relaciones y de las dominaciones de clase.
y la utilidad se volvieron los criterios esenciales de organización y de juicio. Esta imagen, que es sin duda demasiado simple, tropieza hoy con el sur-
Por encima del orden de clases tenía también-lugar el trabajo productivo, que gimiento de otros principios de identificación de los actores, como el sexo, el
aparecía a la vez como la actividad humana creadora por excelencia y como nivel formativo, el estilo de vida, la "comunidad"... A las utopías obreras les
el centro de la vida social, en toda una visión de la sociedad que fue desde siguen los sueños naturalistas y neocomunitarios de los nuevos movimientos
Marx a Friedman. En un espacio intelectual mucho más extenso que el mero sociales. La misma imagen de los problemas sociales se ha desplazado desde
marxismo, fue posible considerar que las relaciones de producción eran el la empresa a la ciudad, es decir, desde el trabajo y la explotación a la participa-
centro de la vida social, lo que hizo durante mucho tiempo de la sociología ción social y la segregación... A las desigualdades referidas a la organización
del trabajo un capítulo crucial de la sociología. De una parte el marxismo, de de la producción se superponen los cortes de la exclusión. La dominación
otra el funcionalismo, se impusieron entonces como las representaciones más social ya no puede ser reducida solamente al poderío económico. Los modos
evidentes de la sociedad. En la sociedad industrial, las clases sociales apare- de consumo masifican e individualizan a los actores de acuerdo a un guión
cían como actores colectivos y como conjuntos lo suficientemente coherentes más cercano a los análisis de Tocqueville que de los de Marx. Incluso si la no-
para ser considerados como las variables determinantes de la acción y de las ción de sociedad postindustrial puede parecer demasiado polisémica y vaga,
prácticas institucionalizadas, sobre todo en la escena y en la vida políticas. resulta que, al alejarnos de la sociedad industrial, nos aparta también de las
Nacida con la sociedad industrial, la sociología clásica se enfrenta hoy a su representaciones de aquello que la sociología clásica llamaba "la sociedad"".
declive.
Aunque reciente en Francia, el tema es demasiado común como para 2. LA CRÍTICA DEL INDIVIDUO
que lo desarrollemos en profundidad. El lento desgaste de la clase obrera,
el fin de las utopías asociadas a ella, de las cuales muchas participaban de 2. 1. El individualismo contra el individuo
los asuntos cardinales de la propia idea de sociedad, provocaron el declive
de la conciencia de clase. La conciencia de clase obrera se sostenía sobre la El individuo de la sociología clásica, el de Parsons, Durkheim o Elias, no
representación de un conflicto global que "universalizaba" las luchas "par- existe más que por la "incorporación" del sistema, los valores y las normas
ticulares", emprendidas por los obreros en sus empresas en nombre de los que estructuran su personalidad y que además le permiten vivirse como un
valores de la sociedad moderna: el progreso, la participación, la integración individuo autónomo. Pero esta definición del individuo ha sido incesante-
nacional...". A causa de esta doble faz, de conflicto y de adhesión, la insti- mente contrabalanceada por otras dos imágenes. La primera es la del "indivi-
tucionalización y el reconocimiento de los conflictos sociales fueron tomados dualismo ético"'", esa "religión" de los tiempos modernos de la que hablaba
como características principales de la sociedad industrial moderna. Las clases Durkheim, ese "egoísmo" que, al separar al actor del sistema, amenaza sin
eran "mundos" y la posición de clase aparecía como la variable que con más cesar la misma existencia de la cohesión social. Se trata del individuo demo-
vigor era susceptible de explicar la acción y las prácticas, hasta el punto de crático que América reveló a Tocqueville, ése que se aísla de la "gran socie-
que la sociología podría manifestarse como una actividad que consistía en dad" y que se repliega sobre sus pasiones y sus intereses privados, que produce
correlacionar posiciones sociales y actitudes. Contra el mercado "destructor" nuevas desigualdades, se desvía del interés general y amenaza la democracia
y contra el derecho "abstracto", la sociología no dejó jamás de apelar a lo
"social", es decir, y en lo esencial, a las clases sociales. Esta representación
99. Cf D. Bell, Vers la société post-industrielle (1973), París, R. Laffont, 1976; R. Inglehart,
The Silent Revolution, Princeton University Press, 1987; A.Touraine, La Société post-indus-
98. A.Touraine, La Conscience ouvriére, París, Éd. du Seuil, 1966; A.Touraine, M. Wieviorka trie/le, París, Denoél, 1969.
y F. Dubet, Le Mouvement ouvrier, París, Fayard, 1984. 100. Cf P. Birnbaum y J. Leca (eds.), Sur l' ndividualisme, París, Presses de la FNSP, 1986.

62 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 63 FRANCOIS DUBET


de la que, sin embargo, es el resultado'°'. Situándose también en un punto del individualismo ya no hay individuo. Este tipo de crítica, sea radical o
de vista durkheimiano, Dumont describe el ascenso de este individualismo, conservadora, ha conocido alguna proyección desde hace unos veinte años,
en el que el sujeto solamente se realiza en la distancia con la sociedad en la y desde hace más tiempo con los análisis de la Escuela de Francfort, los de
búsqueda de una independencia que amenaza la cohesión social y que por Adorno y Horkheimer. Se la encuentra también en Marcuse, cuando descri-
ende produce los modernos movimientos totalitarios'". Igualmente antigua be al hombre unidimensional, en el que la débil represión de las pulsiones
es la segunda versión del individualismo, la del Horno oeconomicus asociado genera el sometimiento a las industrias culturales y, en consecuencia, la au-
al desarrollo del mercado, actor racional guiado solamente por sus intereses sencia de sublimación y de indignación'". El mismo asunto fue desarrollado
y que construye el bien común sin desearlo, conforme a la moral de la fábula por Lasch en su crítica del narcisismo: el individualismo no promueve al in-
de Mandeville. La sociología clásica se construyó explícitamente en contra de dividuo, lo destruye, pues la referencia a sí mismo se vacía'. El triunfo del
esta concepción del actor. Estas dos definiciones del individuo están hoy en individualismo produce un individuo autorreferencial, en el que la búsqueda
el centro de las representaciones y de las filosofías sociales; amenazan y debi- obsesiva de una subjetividad no social destruye la subjetividad "sincera" del
litan los cánones de la sociología clásica introduciendo una tensión, es decir, hombre de la Ilustración, de la democracia americana o de la convicción pu-
una ruptura, entre el actor y el sistema, en el lugar en el que la sociología ritana. Este tipo de individualismo conduce a lo que Bloom llama "el alma
clásica había construido un principio de continuidad. desarmada", a un relativismo radical imposible de asumir, hacia la búsqueda
Más que inscribirse en la renovación o en el redescubrimiento de algunos de transparencia absoluta, al desapego indiferente, que amenaza la propia
paradigmas sociológicos, el individualismo aparece como un discurso sobre existencia de la sociedad y de la democracia'". La apelación a una comunidad
los actores sociales, como una manera de describirlos contraria a la figura clá- de individuos auténticos se vuelve destructiva, el rechazo de los fundamentos
sica del individuo. El tema no es nuevo. En un libro notable, Riesman mos- legítimos de la autoridad lleva a la dependencia agresiva, mucho más servil
tró que el individuo clásico, "intro-determinado", ha sido producido por el cara a los poderes autoritarios o carismáticos107. En el ideal de la educación,
modelo protestante y por las exigencias de la acumulación capitalista, por una parecería que el hombre sensible, sensato, sustituye al hombre culto; la edu-
ética de la producción y de la inversión'". El paso de la sociedad industrial cación debe ser remplazada por la personalización, pues el Yo social aparece
a la sociedad de consumo habría dado a luz a un nuevo tipo de individuo como una ilusión a la que debe sustituir un Yo auténtico. Este lenguaje es el
"hetero-determinado", incapaz de hacer suyos algunos valores esenciales, a de la cultura psicológica dominante, que afirma que la personalidad del niño
partir de los que construye su identidad y orienta su acción. Ese individuo debe ser lo que está en juego en la socialización. El "verdadero Yo" es un im-
se convierte en el receptáculo de los estímulos publicitarios, es manejado por pulso que no puede desvelarse más que oponiéndose a las instituciones y a los
una inclinación conformista que manipulan los media, por un deseo de reco- roles impuestos'". Esta literatura, en ocasiones crítica, apelando a menudo a
nocimiento inmediato y fútil. En suma, el individualismo moderno destruye regresar al orden'", puede adoptar también un tono "mágico" y encontrar en
al individuo autor de su propia vida, el sujeto de la sociología clásica se vuelve la muerte del individuo clásico y autónomo, el de la Ilustración, una nueva
vacío, hueco; sus intereses, al igual que sus compromisos, no le pertenecen libertad y un individualismo más auténtico'''. Sin embargo, registra en todos
realmente pues no ha interiorizado los valores esenciales de la sociedad, los los casos el declive del individuo de la sociología clásica, ése que no existe más
que le hacen autónomo. Sufre no tanto del exceso de interiorización nor- que por la interiorización de la sociedad, de la cual hace el principio de una
mativa que provocaba las neurosis de la moral victoriana, como de crisis de
identidad, puesto que no sabe ya quién es más allá de las gratificaciones in- 104.H. Marcuse, L'Homme unidimensionnel (1964), París, Éd. de Minuit, 1968.
mediatas del consumo. Su búsqueda de autenticidad culmina en la nada, en 105.C. Lasch, Le Culte de Narcisse, París, R. Laffont, 1980.
la impresión de no adecuarse nunca a sí mismo, en la yuxtaposición de "falsos 106.A. Bloom, L'Ame désarmée. Essai sur le déclin de la culture générale, París, Julliard,
self'. El actor y el sistema se separan; más precisamente, a causa del triunfo 1987.
107.Cf. R. Sennett, Les Tyrannies de Pintimité, París, Éd. du Seuil, 1979; Autorité, París,
Fayard, 1981.
101.R. Bellah et al. desarrollan esta visión tocquevilliana de la sociedad americana en 108. R. H. Turner, "The Real Self: From Institution to Impulse", American Journal of
Habits of the Heart, Berkeley, University of California Press, 1985. Sociology, 81, 5, 1975, pp. 989-1016.
102.L. Dumont, Essais sur l'individualisme, op. cit. 109.C. Lasch, The True and only Heaven, NuevaYork, Norton Company, 1991.
103.D. Riesman, La Foule solitaire (1950), París, Arthaud, 1964. 110.G. Lipovetsky, L'Ere du vide, París, Gallimard, 1983.

64 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 65 FRANCOIS DUBET


acción que, aunque sea enteramente social, es autónoma y subjetivamente mundo; por lo tanto, explica Kundera, ya no podemos escribir novelas-testas
"libre". ¡He ahí el misterio!
últimas observaciones forman parte de lo chic postmoderno, y comentarlo es
Los análisis que acabamos de tratar no se sitúan, en lo esencial, en el es- aún más chic, pues en lo "postmoderno" nadie se lleva a engaño)14.
tricto campo de la sociología "profesional". Forman voluntariamente parte El trabajo que Touraine dedica a la crítica de la modernidad retorna la
del ámbito de la filosofía social, de la crítica moral o del ensayo. Pero eso cuestión de la doble naturaleza de la modernidad, pero para darle un sen-
no debe llevarnos a considerarlos insignificantes. Atestiguan una mutación tido bien distinto'". De un lado, la modernidad triunfante se identifica con
social que no puede ser reducida a los simples humores de la opinión, pues el reino de la Razón, las leyes de la Naturaleza, de la Historia y del propio
tienen eco en el pensamiento y en los trabajos sociológicos más académicos. funcionamiento de la sociedad y del logos. De otro lado, y en la sombra, la
Puede aquí pensarse en la obra fundamental de Bell, Las contradicciones cul- modernidad también es una llamada al sujeto, al individuo y a la auten-
turales del capitalismo". La modernidad es múltiple; la vida política está diri- ticidad contra la razón total; es la afirmación de la fe y de la experiencia
gida por la igualdad; la economía está sometida a la eficacia, a la racionalidad personal contra la gran metafísica de la Razón. Quien mejor encarna esta
instrumental, a los valores del ascetismo y, de otro modo, de la competición tensión es el dualismo cartesiano. La crisis de la modernidad ha supuesto
y del buen resultado. En suma, la cultura que define la imagen del sujeto la destrucción de la idea de Yo, la de un actor dueño de sí mismo en cuanto
y de la persona está sostenida por valores de expresión y de realización de está de acuerdo con las leyes de la razón y de la naturaleza. Esta crisis, ins-
uno mismo sostenidos por los sentimientos y las experiencias emocionales. pirada por un nihilismo postnietzscheano, ha comportado la muerte del su-
Baudelaire, en la búsqueda de la experiencia más auténtica y más indivi- jeto histórico o individual, es decir, la muerte del individuo de la sociología
dual, es quien mejor encarna esta modernidad cultural; es él quien llama a clásica, que está desde entonces y por eso desencantada. Touraine afirma
la "multiplicación de las individualidades" en la diversidad de experiencias que el sujeto regresa sobre las ruinas de ese individuo, pero este retorno se
artísticas y plásticas. La optimización de las capacidades, de sus prestaciones desarrolla contra la idea de una vida social autosuficiente; es una activi-
y de sus sensaciones se ha vuelto un imperativo moderno'''. Lo público se dad autónoma, irreductible a las leyes de la sociedad. Se elija el pesimismo
desliza hacia lo privado, y lo privado hacia lo íntimo; es decir, hacia la nada a conservador de Bell o se esté más cercano del optimismo conflictual de
ojos de Bell. La modernidad está dominada por la separación de los órdenes Touraine, la figura clásica de un individuo constituido por una vida social
político, económico y cultural y por la quiebra de los roles. La identidad de homogénea no parece ya aceptable.
los individuos no descansa ya sobre principio central alguno. El rol social y El "redescubrimiento" de Simmel en Francia parece depender del mismo
la persona se separan, firmando la muerte de los personajes. En la sociedad clima y del mismo declive de la representación del individuo en la sociología
postindustrial, ya no hay individuo pues la modernidad enfrenta una racio- clásica. El asunto principal de este "redescubrimiento" es el de la separación y
nalidad instrumental, que no es ya la de la Razón ilustrada y de progreso, y la distancia del actor y el sistema, en contra del postulado, afirmado durante
una cultura nihilista, que no tiene más principio que la experiencia "auténti- mucho tiempo, del funcionalismo y del estructuralismo sociológico de los
ca" del sujeto. Contra la crisis de la modernidad, que certifica la muerte del años sesenta116. La experiencia moderna por antonomasia, dice Simmel, es la
individuo, Bell reclama una "restauración": el regreso de la comunidad y de de la separación de la objetividad cultural y social de la subjetividad de los in-
la religión. dividuos. Precisamente en la experiencia de una discontinuidad es en donde
Los actores no se dejan engañar por los signos, que no son más que citas la sociología clásica construye, al contrario, una filiación determinada. Esta
sin verdadero valor de uso, y, al igual que en el desierto punteado de carteles distancia no es la que opone los intereses individuales y el interés general,
publicitarios descrito por Baudrillard, la modernidad instaura un mundo que sino la que está ligada al movimiento de la modernidad. Opone la liberación
no es ni siquiera un paisaje, "reflejo" de una sensibilidad'''. Esta búsqueda propia de la Ilustración, el reconocimiento de los intereses y de las pasiones, el
de autenticidad hace dudar de la realidad del mundo mismo, pues la cultura
ya no puede construir la coherencia de la experiencia y de la relación con el
114.M. Kundera, L'Art du roman, París, Gallimard, 1986.
115.A.Touraine, Critique de la modernité, París, Fayard, 1992.
111. D. Bell, Les Contradictions culturelles du capitalisme, París, PUF, 1978.
116. En este punto se hace necesario precisar que se trata de aquel estructuralismo so-
112.Cf. A. Ehrenberg, Le Cu/te de la performance, París, Calman-Lévy, 1991.
ciológico que encarnaron, sobre todo, Althusser y Poulantzas, y no del estructuralismo
113. J. Baudrillard, Cool Memories. 1980-1985, París, Grasset, 1985.
antropológico, el de Lévi-Strauss por ejemplo.

66 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
67 FRANCOIS DUBET
deseo de ser el autor de la propia vida, a la totalidad orgánica de la sociedad. 2. 2. La acción es una práctica
"Advierto la colisión más completa y de más vastos alcances entre la sociedad
y el individuo, no en el aspecto que asumen los intereses particulares, sino en La destrucción del individuo de la sociología clásica ha seguido un camino
la forma general de la vida individual. La sociedad aspira a la totalidad y a la completamente distinto, opuesto a la precedente, por mediación de la so-
unidad orgánica, donde cada uno de sus miembros constituya sólo una parte, ciología crítica, que dice que el Yo y el individuo son ilusiones. Esta lógi-
un componente. El individuo, como parte de la sociedad, tiene que cumplir ca intelectual, que en la sociología francesa encarna la importante obra de
funciones especiales y emplear todas sus fuerzas; todos esperan que perfec- Bourdieu, está sin embargo muy cercana de la sociología clásica, y reivindica
cione sus aptitudes hasta el punto de convertirse en el ejecutor más calificado el triple patrocinio, de Durkheim, de Marx y de Weber, al tiempo que dota a
de esas funciones. Pero a este rol se opone la inclinación del hombre por la esta filiación de un sentido muy particular'''.
unidad y la totalidad, como expresión de su propia individualidad"n 7. Esta La noción de práctica procede de la voluntad de superar la alternativa
individualidad corresponde a lo que Simmel llama "temperamento", del cual entre el "subjetivismo" y el "objetivismo", entre el punto de vista del actor
la obra de arte es la expresión más precisa. El ideal individual se ha disociado y la lógica del sistema'". Planteado así, el problema sigue siendo el de la so-
del estado de naturaleza, pues cada uno "debe" ser excepcional'''. La separa- ciología clásica, particularmente el de Parsons: ¿cómo vincular la actividad
ción de la objetividad social y de la subjetividad individual crea una "antino- autónoma de los individuos y la coherencia del sistema? Bourdieu rechaza al
mia moral": el trabajo, la naturaleza, la autoridad, la religión, la arquitectura, mismo tiempo el objetivismo, según el cual la acción sería la aplicación de un
el amor... son formas en las que la experiencia individual nunca se reconoce rol ya totalmente escrito, "un rito en marcha", y el subjetivismo, que implica
totalmente. No se trata solamente, como en Tocqueville, del corte entre lo el reconocimiento de un actor libre, llevado por sus intenciones. Así, la acción
privado y la gran sociedad, sino de una cesura que anida en el corazón mismo no es ni mecánica ni estrictamente racional. Incluso en el caso en que el indi-
de la acción individual. Aquí la alienación no es ni la ausencia de sociedad, la viduo escoja la libertad, como en la apuesta de Pascal, eso no impide que sea
anomia, ni la explotación que separa al hombre de sus obras; descansa sobre a causa del sometimiento a los ritos sociales, a la "fe del carbonero", que esta
la objetivación del mundo. Sin embargo, la tragedia de la cultura no se vive libertad pueda realizarse; las "formas" de la fe establecen su "contenido".
necesariamente como un drama; se manifiesta frecuentemente como nostal- Conocemos cuál es la respuesta de Bourdieu a esta disyuntiva: la práctica
gia, como el sueño de una perdida adhesión a la comunidad'''. Por esta razón es la realización de un habitus, es decir, de un conjunto de códigos y de dis-
el extranjero aparece como la figura emblemática de la modernidad: a pesar posiciones adquiridos tempranamente y que el individuo pone en práctica
de su "errancia", permanece en la "metrópolis", en sociedad. El extranjero no en circunstancias variadas. Este conjunto produce conductas "objetivamente
es aquel que pertenece a otra cultura; está en el centro mismo de la sociedad, `reguladas' y 'regulares' sin ser el producto de la obediencia a reglas y, a la
separado de ella por su individualidad, por una "reserva" y una indiferencia vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser producto de la acción
protectoras. Es el precio del desarrollo de la subjetividad. El declive del in- organizadora de un director de orquesta"'". La acción no es una respuesta a
dividuo de la sociología clásica no se manifiesta como signo de la crisis de la las coerciones, no es entonces un comportamiento, pues el habitus es, a la vez,
modernidad sino como el mecanismo de separación de la subjetividad y de programación y estrategia. Es una estrategia necesaria en la medida que la
la objetividad, separación que está inscrita en la propia modernidad. En con- racionalidad social no es "deliberativa". El individuo se presenta como una
secuencia, la sociología clásica, que postula que el actor es el sistema, puede mónada, construida sobre un habitus que establece un principio de coheren-
entenderse corno la representación cientificista de esta modernidad". cia con el conjunto social, al modo de la orquesta sin director de Leibniz. El

117.G. Simmel, Sociology of Religión (p. 48), citado por R. Nisbet, La Tradition sociologique, 121. Estas pocas líneas no son una presentación crítica de la teoría y del trabajo de
op. cit., p. 378. Bourdieu, pues no se refieren más que a la definición de la práctica. Para una presentación
118. Acerca de la filosofía de Simmel, cf F. Leger, La philosopohie de Georg Simmel, París, crítica extensa, puede verse J. Alexander, The Reality of Reduction: The Failed Synthesis of
Kimé, 1989. Pierre Bourdieu, multicopiado.
119. G. Simmel, Tragédie de la culture et Autres Essais, Marseil le, Rivages, 1988. 122.El texto central es: P. Bourdieu, Le Sens pratique, París, Ed. de Minuit, 1980.
120.Es ése un punto que ha puesto en evidencia con fuerza S. Moscovici, quien en tal sentido 123. lbid. p. 89. Acerca de esta noción, cf F. Herán, "La seconde nature de ('habitus.
aspira a "rehabilitar" a la psicología contra el sociologismo, aunque no estoy totalmente se- Tradition philosophique et sens commun dans le langage sociologique", Revue franlaise
guro que sea exactamente de eso de lo que se trate. Cf La Machine á (aire des dieux, op. cit. de sociologie, XVIII, 1987, pp. 385-416.

68 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 69 FRANCOIS DLJBE1


orden social es el que "reina en los cerebros", pues las "condiciones objetivas "mala fe" en la que se mezclan la ignorancia y los intereses, necesariamente
producen las disposiciones objetivamente compatibles con esas condiciones". inconfesables e inconfesados para ser más eficaces. La absoluta coincidencia
"De la necesidad, virtud". La estrategia enunciada por los actores enmascara de la objetividad y de la subjetividad hacen del Yo una ilusión. En el fondo,
su habitus, pero su habitus enmascara, a su vez, su estrategia. En los "campos" el único individuo real, el único sujeto posible, es el sociólogo separado del
que organizan las relaciones sociales, las estrategias de los agentes no son habitas "vulgar" y del habitas "erudito vulgar", gracias a su propia historia y a
verdaderas estrategias, las de jugadores que calculan sus jugadas; están de su propio autoanálisis, que es posible por su excepcional travesía de distintos
hecho programadas e incluidas en el habitas de los actores. Por eso los mejo- habitas, lo que le autoriza a objetivarlos. Ahí está lo que cimenta la prueba o
res jugadores son aquellos que han integrado más enérgicamente el habitas la validez de un análisis sociológico situado muy lejos de una epistemología
y que lo ejecutan con mayor soltura y adecuación, los que poseen realmente el popperiana.
"sentido del juego"; para "subir a la red a destiempo" no hay que calcular el gesto; La sociología clásica creía en el Yo del individuo; compartía una parte del
deben haberse interiorizado los esquemas del juego mejor de lo que lo hace optimismo iluminista al tiempo que se oponía al individualismo racionalista.
un adversario enfrascado en anticipaciones tácticas. Pero desde que el sistema social se ha reducido a la exclusiva lógica de la do-
Esta teoría se orienta hacia un nuevo objetivismo y hacia el fin del indi- minación, este individuo es un engaño. La sociología debe buscar esa ilusión
viduo, hacia la crítica del Yo del individuo clásico, que se vuelve una "ilu- en el arte, en la elección política, en los gustos, también en las actividades
sión" necesaria, puesto que, para funcionar con eficacia, la práctica implica críticas.
la amnesia de las condiciones en las que se forma el habitas y una ceguera,
una ilusión, en cuanto a las lógicas del sistema y de la dominación que guían 3. ALGUNOS PARADIGMAS DE LA ACCIÓN
la realización de las prácticas: "el desconocimiento de la verdad es parte de la
verdad". En efecto, el habitas tiende a "asegurar las condiciones de su propia Basta con hacerse con un curso de introducción a la sociología general de
reproducción" y el individuo apenas es un estilo personal, un sentido par- un primer ciclo de universidad para darse cuenta de la quiebra teórica
ticular del juego, dentro de un sistema desigual que se reproduce por la pro- de la disciplina. Sin duda, la ficción de una sociología clásica no debe lle-
pia eficacia de las prácticas. El actor está tan intensamente integrado al siste- varnos a subestimar los conflictos y la diversidad de las viejas corrientes
ma y el monismo del sociólogo es tan radical, que el habitas aparece al mismo sociológicas. Pero esas corrientes podían organizarse en debates relati-
tiempo como causa y como consecuencia. De ese modo, la clase es captada vamente sencillos y estructurantes: orden/progreso, integración/conflic-
como una variable dependiente, un conjunto objetivo de habitas homogé- to, holismo/individualismo... Estos grandes debates no están totalmente
neos, y como una variable independiente: una práctica es un habitas produci- agotados, pero ya no dan cuenta de la producción sociológica francesa
do por clases objetivas. contemporánea, pues los distintos paradigmas actuales parecen autono-
El alejamiento de la figura del individuo clásico se manifiesta con gran mizarse y, sobre todo, no parecen desarrollarse de acuerdo a las reglas de
claridad en la postura epistemológica que supone esta definición de la acción un diálogo oculto.
en términos de práctica. Debido a la ceguera que es necesaria para las prácti- Hay sin embargo un denominador común entre la mayor parte de las
cas, y que no es solamente la ignorancia de las causas, ya que, por ejemplo, los teorías actuales: se definen como teorías de la acción'". Cada una de ellas
deseos de reforma pedagógica no son más que ilusiones, conservadurismos o se construye a partir de una imagen, además de una definición de la actividad
intereses que se esconden a sí mismos, el sociólogo debe "romper" con el ac- de los actores, de una antropología y de una representación de las relaciones de
tor, que es un agente, nunca un sujeto. El sociólogo "enuncia determinismos" los actores con el sistema. Las discusiones de los sesenta relativas a la natu-
y "la sociología libera liberando de la ilusión de libertad"129. raleza de la sociedad, por ejemplo, sociedad de masas o sociedad industrial,
De esta manera, la sociología clásica resulta ser, a la vez, respetada y con- sociedad industrial o capitalista, han pasado a un segundo plano en el trabajo
trariada, pues la autonomía del individuo no está vinculada al reconocimiento teórico de los sociólogos. Los debates por supuesto existen, pero se manifies-
de los valores o a la racionalidad de los intereses; apenas es la ficción necesaria tan ante todo como argumentos referidos a la naturaleza de la acción social,
para la práctica. La actividad crítica de los agentes, la denuncia, indica una

125. F. Chazel, "French Sociology at the Beginning of the Nineties", Revue Suisse de soci-
124. P. Bourdieu, Choses diles, París, Éd. de Minuit, 1987, p. 26. ologie, 1, 1992, pp. 197-213.

70 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 71 FRANWIS DUBET


siendo ésta, a su vez, una manera de acceder a la sociología y a la lectura
de los hechos sociales. Algunas corrientes teóricas americanas, ya antiguas, Sociología clásica
cruzan el Atlántico y tienen un gran éxito. Algunos padres fundadores son
redescubiertos y releídos, como Simmel, y dan sustento a nuevas referencias
legitimadoras.
Todos estos paradigmas de la acción tienen también otro punto en Comunicación Racionalidad
común: el rechazo más o menos neto de los principios de la sociología La acción
clásica que esbozamos en el capítulo precedente. Más precisamente, re- es conocimiento
baten la imagen que de esos principios dio la sociología "estructuralista"
y marxista de los años setenta, la de la "muerte del sujeto" y del rechazo
de la idea misma de actor por medio de la coincidencia exacta de actor y La acción es
de sistema. La mayor parte de las teorías que están vivas hoy se oponen La acción es interacción
estrategia
a lo que Bourricaud llama el "hiperfuncionalismo restituido", sin poner-
se sin embargo de acuerdo en las consecuencias de ese rechazo126. Estas
sociologías de la acción abandonan la convicción de acuerdo a la que la
acción social sería al fin y al cabo una ilusión, pues estaría totalmente La acción es lenguaje La acción es utilidad
determinada por las exigencias de un sistema que se manifiesta como un
"dios escondido" y cuyos designios conoce sólo el sociólogo. La fórmula
"todo sucede como si" en realidad permite ahorrarse al actor, sus repre- 3. 1. La acción es conocimiento
sentaciones y sus objetivos, que son entendidos como puras necesidades
funcionales o como engaños igualmente necesarios'. Contra esta imagen Desde la fenomenología, particularmente Schutz, Berger y Luckmann pien-
crítica hay que reconocer a los individuos alguna capacidad de iniciativa san que el objeto de la sociología es el estudio del modo en el que los actores
y de elección; hay que atribuirles, pues, cierta distancia en relación al definen la realidad, en especial la realidad social'. Sin embargo, si la pers-
sistema. Estos rechazos compartidos conducen sin embargo a definicio- pectiva que a priori sostienen Berger y Luckmann es de inspiración fenome-
nes muy diferentes de la acción. Sin ánimo de ser exhaustivo, es posible nológica, las respuestas que aportan siguen siendo cercanas a la sociología
identificar algunas, que por comodidad para la exposición calificaremos clásica.
a partir de una palabra. Definiendo una sociología de "lo cotidiano", Schutz no se propone en
Situaré estas definiciones en dos de las grandes vertientes de la descom- absoluto estudiar las "costumbres", sino construir una sociología de la "ex-
posición del modelo clásico: la de la comunicación o de la fenomenología (no periencia subjetiva de la vida"; del "sentido común", una sociología del co-
obstante, Goffman puede difícilmente pasar por ser un defensor de la feno- nocimiento vulgar de los miembros de una sociedad. La experiencia de los
menología) y la de la acción racional. miembros se objetiva por medio del lenguaje y de sus categorías de organización
de la realidad, que clasifican y hacen presente una gran variedad de objetos y de
relaciones. Esta perspectiva se centra únicamente en el actor, del que hay que
analizar las "construcciones teóricas", que hacen las veces de realidad social,
esto es, de sistema social. Los agentes tienen competencias, son eruditos que
lo ignoran y construyen la realidad por medio de una actividad de "tipifica-
ción" en la pragmática de las interacciones y de las situaciones cotidianas.

126. F. Bourricaud, "Contre le sociologisme", art. cit. 128. P. Berger y T. Luckmann, La Construction sociale de la réalité, París, Méridiens-
127. Más aún que ala de Bourdieu, estas criticas apuntan a la teoría de Althusser. Klincksieck, 1986.

72 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 73 FRANCOIS DUBET


Berger yLnckmann retoman este programa y lo "remolcan" hacia pro- A no ser que se considere la interacción como un nivel microsociztógito
blemáticas mucho más clásicas. La tipificación se hace a través de institucio- en el que se realicen los mecanismos centrales de un sistema, lo que estricta-
nes que se estabilizan en el tiempo. Esas instituciones, aunque ya existentes, mente hablando no es interaccionismo, el objeto del interaccionismo es una
son producidas por las actividades de los actores, que las realizan en el flujo realidad independiente y fundacional, que no apela a la idea de sistema so-
de la vida cotidiana. El actor interpreta el mundo y su propia historia dentro cial. Eso es lo que expresa, maravillosamente, Goffman: "No me encargo de
de categorías que le preexisten, las de roles e instituciones definidas como la estructura de la vida social, sino de la estructura de la experiencia indivi-
maneras de organizar la realidad. La integración del sistema no pasa por nor- dual de la vida social. Personalmente le doy prioridad a la sociedad y consi-
mas y valores últimos, sino por el conocimiento compartido. De ese modo, "la dero los compromisos de un individuo como algo secundario: este trabajo
legitimación 'explica' el orden institucional atribuyendo validez cognoscitiva no trata, pues, más que de lo que es secundario'''. Una manera elegante de
a sus significados objetivados"'". Aunque este punto de vista pueda suponer decir que el actor y el sistema están separados y que el individuo no se define
una verdadera ruptura con el positivismo, sigue estando intensamente unido por la interiorización de lo social; en verdad, lo que no tiene "importancia" es
a la sociología clásica, de la que presenta una versión subjetivista, un poco a la el sistema.
manera en la que Bourdieu propone su versión objetivista. Esta proximidad El actor de Goffman se define por la interacción en la que se compromete;
con la sociología clásica se revela por el lugar que ocupa la socialización, por de todos modos, no apunta ni hacia las normas ni hacia los valores últimos
mucho que la socialización secundaria, más plástica y móvil, juegue un papel de la sociedad, sino simplemente hacia el éxito que le permita ser reconocido
central'". En Berger y Luckmann reencontramos buena parte del utillaje por el prójimo. El éxito descansa no en criterios objetivos globales, sino en la
conceptual de la teoría clásica de los roles sociales: grupo de pertenencia, con- capacidad de mantener la interacción y de hacerse aceptar de manera que re-
gruencia de estatus, consistencia de roles... La interpretación de Mead está sulte conveniente. Por lo demás, es esta misma necesidad de mantener la in-
notablemente "funcionalizada"; por ejemplo, la pregunta por la identidad, teracción la que demanda estrategias de evitación y de civilidad. El problema
"¿quién soy?", se plantea todavía en términos de integración pues no aparece, principal del actor es entonces el de la "apariencia", el de la puesta en escena
dicen Berger y Luckmann, más que en el individuo mal socializado. El giro de sí mismo en el marco de la vida cotidiana, que funciona también como una
hacia el "subjetivismo" sigue estando marcado por el deseo de unir a Weber puesta en escena. Esta apariencia no es la expresión del individuo clásico y
y a Durkheim. Aunque la influencia de Schutz es recortada de manera nota- de su Yo, pues no hay nada detrás de la apariencia, y el lector de Goffman se
ble, eso no impide que este movimiento sea en sí mismo un alejamiento de la introduce en un mundo sin "motivaciones", sin "interioridad". Siguiendo las
sociología clásica, aunque sólo sea por la afirmación reiterada de la construc- metáforas teatrales tan del gusto de Goffman, digamos que no hay persona
ción cognitiva de la sociedad en la propia actividad de los actores. detrás del personaje, nada más allá de lo "superficial" de los encuentros. Las
interacciones no proceden de acciones previamente organizadas que se cru-
3. 2. La acción es interacción zan y armonizan; se desarrollan con su propio tiempo y en un espacio para
presentaciones del sí mismo que no tiene más finalidad que el reconocimien-
Es imposible presentar en unas pocas líneas todo lo que en sociología se to del prójimo. El individuo aparece como una "empresa de roles" que tiene
guarda bajo el término "interaccionismo", de Blumer al grupo de Palo Alto el fin de ser creído por los demás. La interiorización de los roles es efectiva
pasando por Goffman... No son los roles, las normas y los valores los que en la medida en que es necesaria para la credibilidad; de otro modo, el actor
dirigen la acción social, sino las relaciones cara a cara, en las que los actores desentonaría. La acción no es la unidad principal, pues no existe más que en
ponen en práctica estratagemas y competencias que afirman sus identidades la interacción, que fija tanto sus límites como aquello que está en juego. "La
y realizan las del prójimo. También en este caso las nociones de sociedad y de naturaleza más profunda de las relaciones entre las personas se da a flor de
individuo están lejos de ser fundamentales, pues lo que se llama "realidades piel, es la piel de los demás (...). El Yo es lo que podemos decir del individuo
sociales" apenas son el resultado de tales interacciones. cuando interpretamos el lugar que ocupa en la organización de una actividad
social, interpretación que confirma su comportamiento expresivo"I".

129.lbid., p. 129.
130.C. Dubar se inspira claramente en esta perspectiva en su estudio sobre los cambios 131.E. Goffman, Les Cadres de l'expérience (1974), París. Éd. de Minuit, 1991, p. 22.
de identidades profesionales. Cf La Socialisation, op. cit. . 132.E. Goffman, Les Rites d'interaction, París, Éd. de Minuit, 1974, pp. 338 y 341.

74 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 75 FRANWIS DUBET


Se entiende entonces fácilmente por qué la teoría de Goffman ha podido que una situación resulte descriptible"'". De ese modo se explica la fórmula
ser percibida como cínica: "Es una pintura de la sociedad en la que hay esce- de acuerdo a la cual la actividad es una "relación social"'". La acción es sólo
nas, pero no intrigas. Del mismo modo que en esta sociología no hay ni in- la realización de la propia actividad, y la reflexividad del actor tiene lugar en
triga ni historia, tampoco hay 'caracteres' (en el sentido teatral del término): el lenguaje y no en el corte sujeto/objeto, que nada más es una construcción
las acciones de los personajes no cambian en nada sus vidas. Hav solamente posible, una manera, entre otras, de "dar cuenta". Dicho de manera más con-
una serie infinita de adaptaciones"'. Lapeyronnie subraya sin embargo que creta: la acción social es una forma de organización del relato que conlleva
existe un segundo Goffman, el de Internados, para el que la institución total una "gramática" de la acción, de la intencionalidad y de la descripción. Los
destruye la individualidad'il. Cuando la interacción estigmatiza, no destruye actores movilizan procedimientos de descripción.
sólo la superficie del individuo, alcanza lo que podría muy bien llamarse su Con el rechazo de la dualidad del actor y del sistema, la orientación etno-
"Yo". El poder movilizado por los unos y la resistencia manifestada por los metodológica produce un accionalismo radical y una teoría no determinista
otros conducirían entonces a la "resocialización" de la imagen goffmania- de la acción en la que la actividad es social en la medida que implica dar
na del actor. Pero es obligado dejar constancia que no discurre por ahí la cuenta a otros. Esta actividad no exige en absoluto que exista una realidad
corriente central de una obra sin individuo ni sociedad, en todo caso en el "en sí", y particularmente un orden social "en sí". La conversación, por ejem-
sentido que dio a esos conceptos la sociología clásica. plo, produce una realidad a partir de las propiedades indexicales del lengua-
je, referidas al saber hacer lingüístico y no a la aplicación de reglas sociales
3. 3. La acción es lenguaje previas. La única obligación es la de la inteligibilidad recíproca, sin que haya
realidad más allá de los signos.
La pretensión de Schutz, que observaba en la actividad lingüística de los Observamos que, en el campo de la sociología contemporánea, esta con-
miembros de una sociedad la verdadera capacidad compartida de construir cepción de la acción es la que se sitúa sin duda más lejos de la de la sociolo-
lo social, está más claramente presente y sostenida en la etnometodología que gía clásica, pues no implica "interioridad" alguna del actor ni exterioridad
en la obra de Berger y Luckmann. También la ruptura con la sociología clá- alguna del sistema. Lo que llamamos "la sociedad" es sólo una manera entre
sica es en él mucho más radical. Sabemos por cierto que la obra de Garfinkel otras de describir y el sociólogo solamente puede dar cuenta de la manera en
arranca con una crítica a la acción concebida como roP. Las normas son la que los actores dan cuenta de ella. No tiene el privilegio del conocimiento
aproximativas y diferenciadas, las acciones expresiones simbólicas y cons- singular. La critica a la sociología clásica pasa menos por el análisis de sus
trucciones de la realidad, de la "sociedad" misma, que es una de las posibles conceptos y teorías que por un marcado rechazo de una epistemología posi-
expresiones de esa "realidad". El orden social, lo que habitualmente llama- tiva, lo que, me parece, puede conducir, en nombre de una sociología pura,
mos "sistema", es una realización de la acción que se lleva a cabo sin que hacia la salida del propio campo de la sociología.
la hipótesis de la realidad "verdadera", para el científico, de ese sistema sea
útil para la realización de ese orden. No hay caos original, guerra de todos 3. 4. La acción es estrategia
contra todos, en la que la sociedad establezca el orden correcto, pues la idea
de sociedad es una de las maneras de dar cuenta de la acción, de describirla y En El actor y el sistema, Crozier y Friedberg se preocupan por construir una
explicarla. La actividad revela los "etnométodos" de los agentes, que los reali- sociología general partiendo de una concepción estratégica de la acción'
zan de manera práctica en su lenguaje. "(...) Las actividades por medio de las El actor se orienta por sus intereses, la percepción que tiene de ellos y las
que los miembros de una colectividad organizan y gestionan las situaciones
de su vida corriente son idénticas a los procedimientos utilizados para hacer 136. !bid., cap. 1 [traducido en K. M. Van-Metter (ed.), La sociologie, París, Larousse,
19921.
137. Para redactar estas pocas líneas hemos recurrido especialmente a: H. Mehan y H.
Wood, The Reality of Ethnomethodology, Nueva York, John Wiley, 1975; L. Quéré, "Agir
133. R. Sennett, Les Tyrannies de l'infimité, op. cit., p. 39. dans l'espace public", en L. Quéré y P. Pharo (eds.), Les Formes de l'action, París, EHESS,
134. D. Lapeyronnie, De l'expérience á l'action, op. cit.; E. Goffman, Asiles (1961), París, Ed. 1990, pp. 85-112; y "L'argument sociologique de Garfinkel", Problémes d'épistémologie en
de Minuit, 1968. Sciences Sociales. Arguments ethnométhodologigues, Paris, CEMS, 1985.
135. H. Garfinkel, Studies in Ethnometodologies, Nueva York, Prentice Hall, 1967. 138.M. Crozier y E. Friedberg, L'Acteur el le Systeme, op.

76 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 77 FRANCOIS DUBET


reglas que los organizan. Es una estrategia situada en un espacio de juego movimiento igualmente contrastado por la vía del individualismo racionalis-
que no escoge pero que puede modificar mientras juega. De ello se deriva ta. En ambos casos, pero de manera opuesta, la pareja de actor y sistema no
una racionalidad limitada con arreglo a los objetivos que se persigan y las es realmente significativa.
oportunidades que se ofrecen al individuo. La racionalidad del estratega La crítica del holismo metodológico llevó a Boudon a un individualismo ra-
está limitada porque los actores no conocen todas las condiciones del juego dical en el que el modelo de la acción lógica paretiana se extiende a las acciones
y no pueden anticipar todas las consecuencias de sus decisiones a nivel del no lógicas, a las acciones socialesi". Hay que partir de las elecciones individua-
sistema. No obstante, cada cual dispone de un poder que depende de su les, que dependen de una apreciación subjetiva pero racional de los intereses.
capacidad de negociación; el otro no es sólo un obstáculo, es también una El actor es guiado por una racionalidad limitada, pues no concede prioridad a
fuente estratégica, lo que explica la ambivalencia emocional de las rela- las consecuencias de su acción sobre los otros. Sin embargo, este utilitarismo se
ciones, hechas de alianzas y de rivalidades, siendo el prójimo, por turnos, ve fuertemente ponderado por el hecho de que el individuo puede estar guiado
aliado y rival. por intereses que no son estrictamente económicos, para lo que Boudon aporta
Frente a las estrategias de los actores tienen lugar las lógicas del sistema, un concepto particularmente abierto, el de las "buenas razones": "Las buenas
pues el juego está estructurado en un mundo organizado. "Sin sistemismo, la razones son aquellas que el actor aportaría si tuviese tiempo de reflexionar y
interacción no supera la interpretación fenomenológica (...), sin verificación el placer de entregarse a esta interpretación"'". Con rigor, Boudon califica su
estratégica, el análisis sistémico es meramente especulativo"'". El juego es individualismo como "metodológico", pues se apoya en una antropología uti-
posible porque el sistema nunca es total; prepara zonas de incertidumbre, litarista lo suficientemente abstracta y general como para contener las motiva-
que son el terreno de la estrategia. Así, cada uno dispone de un poder, pero, ciones más variadas, de manera que no es un utilitarismo estricto.
visto que los actores actúan solamente sobre los recursos "en función de sus La verdadera originalidad de esta perspectiva no reside en esta concepción
intereses personales" y de las incertidumbres cruciales, sobre las que tienen del actor, cercana por ejemplo a la de Crozier, sino en su reconstrucción de la
el control, ese poder es estratégico. No hay entonces ni un mercado puro de idea de sistema como efecto emergente de las acciones individuales. El orden
interacciones, al estilo de Goffman, ni un dominio absoluto del sistema, como social y el sistema son un efecto de composición surgido de la disposición de
en el funcionalismo; existen, al mismo tiempo, jugadores y condicionantes los átomos de acción individual. Que este efecto de composición emergente
del juego. sea o no "perverso", contrario a los intereses a los que aspiran los individuos,
Esta concepción estratégica de la acción está inscrita en el lugar de articu- carece de importancia. El sistema social —Boudon habla más cómodamen-
lación de dos perspectivas: las estrategias son racionales y las estructuras son te de "fenómenos macrosociales"— resulta de las estrategias individuales,
culturales. El razonamiento del sociólogo es también doble: el análisis del de igual modo que los "grandes equilibrios" del mercado proceden de los
sistema es deductivo, el del actor es inductivo. El paso de uno a otro se opera a cálculos limitados de los individuos, como es el caso del precio en el plano
través de las nociones de poder y de juego, que pertenecen a la vez al mundo de los equilibrios económicos. Las nociones más clásicas de la sociología se
de la acción y al del sistema. La integración social no se realiza ni por las interpretan dentro de esta perspectiva: los estatus sociales se definen como
normas sociales ni por los contratos establecidos entre individuos racionales, obligaciones asociadas a las posiciones, el cambio como un efecto emergente,
sino a través del juego combinado del encuentro de ambos. La dualidad del la ideología como una creencia racional en función de los efectos de posición
actor y del sistema reemplaza a su antigua unidad, principio central de la de los actores, la acción colectiva como un agregado de intereses individuales,
sociología clásica. la desviación como calculo racional...
Una de las virtudes del individualismo metodológico es que garantiza, con
3. 5. El principio de utilidad gran elegancia teórica, el paso del actor al sistema, incorporando a la sociología el
modelo del análisis económico'". Al hacerlo, rompe con los principios centrales
Al igual que la etnometodología puede entenderse como una vía de escape de la sociología clásica, más caracterizada por el monismo que por el "holismo".
radical de la sociología clásica que sigue los caminos de la fenomenología y
de la filosofía del lenguaje, el individualismo metodológico se inscribe en un
140.R. Boudon, La Logique du social, París, Hachette, 1979.
141.R. Boudon, Vldéologie, París, Fayard, 1986, p. 25.
139. lbid., p. 6.
142. P. van Parijs, Le Modéle économique et ses niveaux, Ginebra, Droz, 1990.

78 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
79 FRANCOIS DUBET
La presentación, premeditadamente plana y poco crítica, de estas pocas modelos sustituye a la antigua unidad. En ese caso, la crisis de una sociología
teorías de la acción, tenía como objetivo evidenciar la ruptura del campo de la es también la crisis de la sociología, es decir, de un tipo de pensamiento so-
sociología'". Si hubiésemos abordado este tema desde el punto de vista de los cial de la modernidad y de modelo global autosuficiente que constituyó, por
métodos o desde el de las representaciones de la sociedad, las conclusiones no ejemplo según Nisbet, el propio proyecto de la sociología'". ¿Sobrevive la
hubiesen sido muy distintas. Podemos interpretar esta dispersión desde dis- sociología al desvanecimiento del contexto y de las condiciones intelectuales
tintos puntos de vista: el de una historia de las ideas o aquel, más sociológico, y sociales en las que se elaboró?
de una historia social que asocie las teorías sociológicas a los contextos sociales Lógicamente la quiebra de la sociología clásica debería conducir a una
que las generan. No son las perspectivas que se eligieron aquí. respuesta negativa. Después de todo, a priori nada impide que la sociología
Estoy tentado, más exactamente, de considerar que la actual quiebra de conozca un destino comparable al de disciplinas "emparentadas" como la
la sociología, la quiebra en conjunto más que cada uno de los elementos que geografía o la psicología, cuyos principios centrales se han atomizado en es-
se derivan de ella, nos informa sobre la naturaleza de las conductas sociales pecializaciones particulares entre las que en ocasiones el diálogo es, más que
que el sociólogo debe estudiar hoy, a poco que se entienda que la teoría tiene difícil, imposible.
un vínculo, por oscuro que sea, con los retos de "lo real". El alejamiento de la Sin embargo, no adoptaré esta posición, pues la reflexión sobre la acción
sociología clásica significa que la sociedad y el actor se separan, que la acción social parece que establece hoy un principio de unidad del pensamiento so-
ya no tiene "centro", que la variedad de lógicas de la acción se ha vuelto hoy el ciológico por encima de la diversidad de paradigmas. Precisamente esta di-
problema más crucial del análisis sociológico. Si no fuese porque el término versidad supone un problema y, antes que ver en ella el desmembramiento de
es tan polisémico que resulta inutilizable, diríamos que este cuadro "post- un modelo, entendido como creador, "original" y mítico, elegiré interpretarla
moderno" de una sociología rota, debe ser considerado el mejor indicador como el desvelamiento de lógicas de la acción separadas poco a poco por la
del adiós de las figuras clásicas de la sociedad y del actor. Este razonamiento historia de nuestras sociedades. De hecho, el tema central es el agotamiento
tan vago está evidentemente muy encerrado dentro del propio pensamiento mismo de la idea clásica de sociedad, a poco que se acepte dar a esta noción
sociológico; la idea según la cual las teorías sociológicas y el estado de la socie- un sentido concreto. Si "la sociedad" no es ya una representación adecuada,
dad tienen "algo que ver" compromete poco, y no equivale a una sociología si ya no es identificable a un sistema, si no tiene centro ni unidad, habrá que
del conocimiento. Pero al mismo tiempo, es una idea de la que el sociólogo no pensar entonces que la dispersión de las lógicas de la acción se ha vuelto la
puede deshacerse sin dar a su propia disciplina un estatuto que rechaza para regla. La multiplicidad de paradigmas sobre la acción procede de esta muta-
las otras ciencias humanas, encastradas como ella entre las representaciones ción. Invita "empíricamente" a oponer la noción de experiencia a la de acción
sociales y los métodos positivos. de la sociología clásica. Pero se debe rechazar al mismo tiempo la aspiración
sincrética de una sociología "total" y construir una combinatoria de las lógi-
cas de la acción. Es un proyecto menos ambicioso.

Hay algo arbitrario y "escolar" en la presentación de un campo disciplinar,


que lleva a subestimar el juego de filiaciones y puentes que produce un espa-
cio de posiciones establecidas más o menos intensamente. Pero la dificultad
principal no está ahí; concierne a la propia noción de crisis de la sociología. La
crisis del modelo clásico puede inscribirse en la perspectiva kuhniana de un
cambio de paradigma. En ese caso, no es más que la crisis de una sociología.
Pero debemos reconocer que esta imagen optimista, la de una historia hecha
de rupturas, no se sostiene, pues la dispersión es la regla y la combinación de

143. Si no fuese por el temor ala excesiva extensión, el miedo a aburrir al lector y quizás...
nuestros límites culturales, hubiese sido posible multiplicar los paradigmas propuestos. 144. R. A. Nisbet, La Tradition sociologique, op. cit.

80 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 81 FRANCOIS DUBET


III. La experiencia social y la acción

La noción de experiencia se me fue imponiendo como la menos inadecuada


para designar la naturaleza del objeto con el que me encontré en algunos es-
tudios empíricos, en los que las conductas sociales no se manifestaban como
algo que pudiese reducirse a simples aplicaciones de códigos interiorizados
o a encadenamientos de elecciones estratégicas que convirtiesen la acción en
una serie de decisiones racionales. Sin embargo, estas conductas no se diluyen
en el flujo continuo de una vida cotidiana hecha de interacciones sucesivas;
se organizan gracias a principios estables, aunque heterogéneos. Esta misma
heterogeneidad nos invita a hablar de experiencia, que en el caso de la expe-
riencia social está definida por la combinación de varias lógicas de la acción.
El hecho de aue haya reflexionado sobre todo acerca de las acciones colecti-
vas y las conductas juveniles y más o menos marginales, no lleva sin embargo
a reservar la noción de experiencia para situaciones de crisis, desorganizadas
y desestructuradas, o para conductas inciertas y conducidas por una especie
de ilusión de libertad vinculada a la "moratoria" de la juventud. Los profe-
sores y los inmigrantes a los que hemos estudiado apuntan también hacia las
mismas categorías de análisis'".
La experiencia social se forma allí donde la representación clásica de
"la sociedad" no es ya adecuada, allí donde los actores están obligados
a administrar simultáneamente varias lógicas de la acción, que remiten
a diversas lógicas del sistema social, que ya no es entonces "un" sistema
social, sino la copresencia de sistemas estructurados por principios au-
tónomos'". Las combinaciones de lógicas de la acción que organizan la
experiencia no tienen "centro", no descansan sobre ninguna lógica única
o fundamental. En la medida en la que su unidad no viene dada, la expe-
riencia social genera necesariamente una actividad en los individuos, una
capacidad crítica y una distancia en relación a sí mismos. Pero la distancia
en relación a sí mismo, la que hace del actor un sujeto, es también social,
está socialmente construida en la heterogeneidad de lógicas y de racio-

145. Cf F. Dubet, La Galére, op. cit.; Les Lycéens, París, Ed. du Seuil, 1991; con B. Delage et
al., Les étudiants, le Campus et leuts études, LAPSAC, CEDAS, Université de Bordeaux II,
1993.
146. En este sentido prefiero no hablar de "subsistemas", pues esta noción comporta una
visión jerárquica o sistémica en sí mismos dentro de un conjunto más amplio.

85 FRAKOIS DUBET
nalidades de la acción. Éstos son los pocos principios que debemos ahora No podemos dejar aquí de referirnos a las críticas dirigidas a 1-as-eence-p-
desarrollar. ciones "hipersocializadas" de la acción, las que postulan una programación
total de la acción o, por retomar la famosa expresión de Garfinkel, las que
1. LA EXPERIENCIA SOCIAL hacen del individuo un "idiota cultural". Por su parte, tampoco las concep-
ciones puramente estratégicas de la acción eluden necesariamente esta crítica,
La noción ordinaria de experiencia es ambigua y vaga, especialmente porque al aparecer en ellas la libertad de decisión del individuo apenas de un modo
evoca dos fenómenos contradictorios a los que sin embargo es importante re- teórico, pues éste no elige más que lo que puede elegir en función de sus inte-
lacionar. En un primer sentido, la experiencia es una manera de sentir, de ser reses y preferencias. El sujeto del utilitarismo no necesariamente es más actor
invadido por un estado emocional lo suficientemente intenso como para que que el del estructuralismo, particularmente cuando está demostrado que no
el actor, al tiempo que descubre la subjetividad personal, no se sienta ya dueño posee más que una sola posibilidad de juego en una situación que le viene
de sí. En este sentido hablamos habitualmente de experiencia estética, amoro- dada; una racionalidad como ésa puede estar tan determinada como el some-
sa, religiosa... Pero esta representación de "lo vivido" es en sí misma ambiva- timiento a un código cultural. Aun siendo diferentes de las de la naturaleza o
lente. De una parte, se presenta como lo verdaderamente individual, en últi- de las de la sociedad, las "leyes" de la economía se imponen a la elección libre.
ma instancia inefable, "misteriosa" e irracional, una manifestación romántica Cuando los actores están socialmente dominados, el exit es una alternativa
del "ser" único y de su particular historia. De otra parte, la experiencia puede tan abstracta como el suicidio del sabio que prueba de ese modo su libertad;
concebirse como la superposición de la sociedad y de la conciencia individual, hay generalmente muy pocos suicidios y raramente se sale con total libertad
como ese "trance" original de lo social del que hablaban Durkheim y Weber, de las coerciones impuestas por las "necesidades" económicas. Este actor "hi-
en el que el individuo olvida su Yo para fundirse en una emoción compartida, posocial" está tan sometido a las leyes como su rival "hipersocializado"'".
la del "gran ser" que no es otra cosa que la sociedad percibida como una emo- Frente a las imágenes demasiado nítidas, que oponen la todopoderosa
ción, o bien la del amor generado por la emoción carismática... cultura a la razón autónoma, es más conveniente subrayar que en la expe-
A esta representación emocional de la experiencia se yuxtapone un se- riencia social hay algo inacabado y opaco, pues no hay una adecuación abso-
gundo significado: la experiencia es una actividad cognitiva, una manera de luta entre la subjetividad del actor y la objetividad del sistema. A la manera
construir lo real y, sobre todo, de "verificarlo", de experimentarlo. La expe- de Simmel, debe rechazarse la idea de una socialización total: "El modo en
riencia construye los fenómenos a partir de las categorías del entendimiento que un individuo está socializado depende también del modo en que no lo
y de la razón. Evidentemente, para el sociólogo estas categorías son ante todo está"'". Esto puede explicar el sentimiento de extrañeza que caracteriza la
sociales, son "formas" de construcción de la realidad. Desde ese punto de experiencia social moderna. Cuando el individuo "ingresa en el mundo" no
vista, la experiencia social no es una "esponja", una forma de incorporar el está, por definición, totalmente acomodado a él, a no ser que se pierda como
mundo a través de las emociones y de las sensaciones, sino una manera de individuo. Ocurre que los símbolos culturales son signos que no remiten más
construir el mundo. Es una actividad que estructura el carácter fluido de "la que a sí mismos. Retomando viejos lenguajes, no hay valor de uso más allá
vida". Intentemos formalizar estas primeras definiciones. del valor de cambio, no hay referente objetivo tras las relaciones sociales. Los
actores nunca se comprometen totalmente ni construyen una reserva que les
1. 1. El actor no está totalmente socializado impulse a actuar, por exceso o por defecto, en relación a lo que exigiría su
papel o su racionalidad instrumental.
La noción de experiencia tiene sentido y utilidad si la acción no puede redu- Tomemos de nuestras propias observaciones algunos ejemplos, muy sim-
cirse a la versión subjetiva del sistema, si el actor no está totalmente socializa- ples. Durante mucho tiempo se ha considerado que el rol social del profesor
do. Pero esta propuesta, que se ha vuelto cuando menos trivial, plantea nu- constituía la identidad de los profesores. Para decirlo de manera más sencilla,
merosos problemas pues la parte no socializada de la acción continúa estando el rol daba lugar a un personaje, esto es, a la fusión de los códigos culturales
socialmente definida y construida. Si el actor no está totalmente socializado,
no es porque le preexistan elementos "naturales" e irreductibles, por ejemplo
el alma o la razón; es porque la acción social no tiene unidad, no puede redu- 147. Regresaremos sobre este punto en el siguiente capítulo, dedicado al problema del
cirse a un programa único. "determinismo social".
p. 189.
148. Citado por F. Leger, La philosophie de Georg Simmel, op. cit.,

86 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
87 FRANCOIS DUBET
y de la personalidad. El profesor era "realmente" un profesor, cuya subje- explícitas'''. Eso no impide que, a fin de cuentas, se opere una suerte de sepa-
tividad estaba formada al mismo tiempo por las representaciones de la vo- ración de la subjetividad del individuo y de la objetividad de su rol, distancia
cación y por las expectativas sociales bien establecidas de los colegas, de la que no es una ilusión sino un modo de funcionamiento en una escuela que
administración, de los alumnos y de los padres. En la mejor de las hipótesis, realmente ya no se muestra como una institución. La socialización no es total,
"jugaba" a profesor, y, corno el camarero de Sartre, terminaba por creérselo no porque el individuo escape de lo social, sino porque su experiencia se ins-
porque los demás se lo creían. Ahora bien, la imagen que en las entrevistas cribe en registros múltiples y no congruentes. Ahí se sostiene lo que se podría
individuales o de grupo los profesores presentan actualmente de sí mismos considerar como la autonomía del individuo.
es muy distintam. No hablan de su rol, sino de su experiencia, pues dedican Podemos mirar otro ejemplo igual de trivial: el caso de los jóvenes en
lo esencial de sus palabras a decir que no son personajes y que se constituyen galérel" y sometidos a una intensa estigmatización". Esos adolescentes de las
como individuos desde la distancia respecto a su rol y no por su total adhe- banlieues no son sólo víctimas del paro, del fracaso escolar y de cierta pobreza,
sión. ¿Por qué es esto? De hecho, su experiencia flota entre dos universos de sino que están también sometidos a-un conjunto amplio de estereotipos ne-
referencia disyuntivos y entre dos lógicas de la acción específicas. De un lado, gativos asociados a la mala reputación del barrio en el que viven, al racismo,
hablan en términos de estatus, como miembros de una organización que fija a las redadas policiales... En buena medida, interiorizan estos papeles de
conductas, relaciones con los demás, modos de argumentar y de legitimación. víctimas y de "gamberros", se suman a las categorías que los excluyen. Están
De otro lado, hablan en términos de oficio y, cuando no encuentran en los "alienados" en la medida en la que se perciben como los responsables de su
alumnos las actitudes y las expectativas que correspondan a su definición del propia desgracia y se comportan como las víctimas de un destino oprimente.
estatus, viven el oficio como una puesta a prueba de su personalidad, como En particular, aceptan la imagen negativa que proporciona de ellos la escue-
una experiencia más íntima que privada, en la que los criterios de referen- la: incapacidad, ausencia de voluntad, "tontería"... Y cuanto más la escuela
cia y de reconocimiento por parte del prójimo están disociados del plano de "se dedica" a sacarlos adelante, tanto más difícil les resulta resistirse a este
los estatus. Aún más, el oficio solo se hace posible en el olvido del estatus estigma. En resumen, se definen de acuerdo con los estigmas que les son
o en su negación. Es descrito como una interpretación permanente, como impuestos'. Pero, en términos generales, la teoría del estigma, que permite
un debate social interno en lo concerniente a las finalidades de la escuela, a describir adecuadamente las prácticas de los aparatos de control, no resulta
las normas de la justicia, como una actividad poco rutinaria. De ese modo, aquí totalmente aceptable, pues la mayor parte de los jóvenes se constituyen
cuando el estatus de profesor pueda producir sufrimiento y desvalorización precisamente contra el estigma y el desvío. La actitud más común consiste en
("los profesores están mal reconocidos"), el oficio puede aparecer como un invalidar el estigma mediante el exceso de conformismo: los jóvenes "exage-
desafío gratificante o desgraciado, pero que no cabe ser transcrito al lenguaje ran" el estigma, manifiestan "demasiada" violencia, demasiada delincuencia,
del estatus, incapaz de dar cuenta de ese oficio. Por el contrario, el oficio demasiado rechazo del esfuerzo, y vacían el estigma de contenido. Se iden-
puede ser descrito como una destrucción de la personalidad y el estatus pue- tifican en exceso con los personajes que les imponen para volverse "insopor-
de ser revindicado bajo una modalidad defensiva y protectora. En general,
los compromisos ideológicos y políticos relacionados con la esfera del estatus
151. Cf J.-L. Derouet, École et Justice. De l'égalité des chances aux compromis locaux,
no correlacionan con las elecciones propias del oficio, que parecen depender París, A. M. Métaillé, 1992.
de una parte menos socializada del individuo —lo que no quiere decir más 152. N. del T.: Galére es un término que se refiere, en general, a algo complicado, lioso,
"auténtica" o más "racional""--. Esta forma de presentar la cuestión no ne- terrible... Cuando se aplica a personas adjetiva a alguien merecedor de esos calificativos.
cesariamente está vinculada con una crisis de la institución escolar, aunque En este libro aparece sin embargo como expresión que se refiere a zonas en las que se
en ocasiones pueda ser vivida de ese modo, pues la dualidad podría también vive precariamente, de manera incómoda, penosa. En esos casos termina dando nombre a,
ser altamente funcional a un sistema que debe administrar demandas contra- por ejemplo, el propio barrio: "Vivo en la galére". Esta singular espacialidad de la expresión
dictorias y en el cual se han diversificado la unidad funcional y las finalidades la hace difícilmente traducible, en razón de lo cual optamos por dejar el original francés.
El propio Franois Dubet ha trabajado sobre estas cuestiones en La Galére: jeunes en sur-
vie, París, Fayard, 1987, y Éd. du Seuil, colección "Points Actuels", 1993.
153.F. Dubet, La Galére, op. cit.
149. F. Dubet, Les Lycéens, op. cit. 154.Cf M. Pialoux, "Jeunesse sans avenir et travail intérimaire", Actes de la recherche en
150. Cf. M. Gilly, Maitre-Éléve. Róles institutionnels et représentations, París, PUF, 1980. sciences socia/es, 26-27, 1979, pp. 20-47.

88 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 89 FRANCOIS DUBET


tables" e "ingobernables" por parte de aquellos mismos que les estigmatizan. la condición humana, como de una necesidad metodológica, puesla_subjeti,
Útil de control social, el estigma se desvía de su sentido por exceso y se vuelve vidad de los actores, la conciencia que tienen del mundo y de sí mismos, es
contra sus autores. Esta actitud apunta a la reconstrucción de cierta dignidad, el material esencial del que dispone el sociólogo de la acción. En ese terreno
de un Yo propio, independiente de las categorías de identidad impuestas des- es preciso estar atentos a los postulados de una sociología "fenomenológica",
de fuera. El juego social elaborado por estos jóvenes es tan extremo que se considerar que no hay más conducta social que la que interpretan los propios
vuelve "inverosímil"; en alguna medida, hay un desvío respecto del estigma actores, que no cesan de explicarse, de justificarse, a veces incluso para decir
como hay un desvío respecto de la ley'". Dicho de otro modo, la domina- que sus conductas son automáticas o tradicionales, que son lo que son porque
ción más absoluta no basta para reducir la experiencia de los actores a roles así ha de ser. Pero a medida que nos alejamos del mundo de la tradición y de
impuestos, constituyéndose, sin duda socialmente, una subjetividad propia. la suposición del carácter automático de las conductas, los actores tampoco
Esta subjetividad no es un asunto puramente individual. A menudo, los cesan de explicarse y de justificarse, y no solamente cuando tienen tiempo o
movimientos sociales son arrastrados por la indignación, por el testimonio están ociosos; basta con que el investigador u otros les propongan la cuestión.
de una experiencia colectiva opuesta a la dominación y a las categorías de En ese sentido, ¿todavía es necesario recordar que los hechos más objetivos,
rol y de interés impuestas. En este sentido Thompson, en una respuesta a es decir, aquellos que se construyen para analizarlos según métodos objeti-
Althusser, propuso construir la categoría dé "experiencia humana" para de- vos, son también el resultado de una actividad "subjetiva", una cristalización
signar el conjunto impreciso de situaciones y de emociones que una clase so- cuya génesis social ha sido olvidada'?
cial construye y opone al destino que le está prescrito'". Los actores colectivos La subjetividad de los actores no debe ser identificada con la imagen de-
no sólo se forman por agregación de los intereses materiales y simbólicos de masiado blanda y vaga de "lo vivido", ésa que evoca tanto la cuestión de la
los individuos, sino mostrando que éstos no se reducen a lo que el sistema, sea conciencia como reflejo como la del flujo ininterrumpido de sentimientos
el orden o el mercado, hace de ellos. En ese sentido existen varios movimien- que se considera que son la expresión de una personalidad "auténtica" do-
tos sociales que conllevan una parte de profetismo ejemplarizante gracias al mada por la sociedad. Al contrario, debe tomarse en serio el sentimiento de
cual los actores se separan de las categorías que les definen. Esto no quiere libertad manifestado por los individuos, no porque sea la expresión de una
decir, evidentemente, que esta separación no sea también social. "verdadera libertad", sino porque da fe de la experiencia misma, de la nece-
En los dos casos tratados, muy diferentes entre sí, ni la funcionalidad de sidad de administrar varias lógicas, de la percepción de la acción como un
una "institución" ni la extrema dominación bastan para que la identidad del desafío y como un "drama"; por supuesto, el sociólogo leerá en ésta "desafio",
actor se construya solamente en las categorías del sistema social. La brecha "cosas en juego" y problemas sociales'''. Al contrario de la imagen heroica de
que se abre de ese modo no debe ser interpretada como la distancia de rol un sentimiento de libertad conquistador, los actores sienten esta libertad más
que asegura una mejor adaptación, sino como una invitación a pasar de las bajo forma de ansiedad, de incapacidad de elegir, de inquietud en relación a
categorías "clásicas" a las de la experiencia social, que subrayan la necesidad las consecuencias de sus elecciones. Lo expresan también de manera "nega-
de los individuos de construir una acción propia. tiva" denunciando los contratiempos y los obstáculos que dificultan sus pro-
yectos. De manera general, los actores viven con más facilidad su actividad
1. 2. Partir de la subjetividad como sujeto en el sufrimiento que en la dicha, y el deseo de ser el autor de la
propia vida es más un proyecto ético que una realización.
'El objeto de una sociología de la experiencia social es la subjetividad de los Pasar por el sentimiento de libertad no significa que la experiencia sea
actores. Esta sociología comprensiva exige realizar un doble rechazo: el de la inefable, que sea la expresión de una esencia, de un ser ya presente, pre-
estrategia de la sospecha y el de la ingenuidad, el de la imagen de un actor existente a lo social. En perspectiva sociológica, la subjetividad se percibe
completamente ciego o de uno completamente clarividente. La lección de
esta posición no depende tanto de un postulado ontológico, relacionado con
157. Puede pensarse en el famoso ejemplo de las estadísticas sobre delincuencia juve-
nil: A. Cicourel, The Social Organization of Juvenile Justice, Nueva York, Wiley, 1968; La
155.Acerca de estas estrategias en la escuela, cf.: P. Wi Ilis, Learning to Labor. How Working Sociologie cognitive, París, PUF, 1979.
Class Lads get Working Class Jobs, Farnborough, Saxon House, 1977. 158. Retomamos aquí las hermosas expresiones, algo olvidadas, de C. Wright Milis,
156.E. P.Thompson, Poverty of Theory,, Londres, Martin, 1978. L'Imagination sociologique, París, Maspero, 1967.

90 SOCIOLOGiA DE LA EXPERfENCÍA 91 FRANVDIS DUBET


como una actividad social generada por la pérdida de adhesión al orden sociales del sentimiento amoroso: prensa femenina, "psy-shows"''', aseso-
del mundo, al lodos. En ese sentido, no es absurdo ver el terreno de la ex- res matrimoniales, educación sexual...
periencia como la consecuencia del dualismo moderno, que introduce una De esta manera, haciéndose mucho más subjetiva, la experiencia indi-
separación del sujeto, del individuo y de las leyes de la naturaleza, creando vidual se vuelve mucho más social. Está entonces más "manipulada", más
de esa manera el espacio de la subjetividad'". La existencia de Dios se expe- controlada, más abierta a la mirada de los otros. Pero al mismo tiempo esta
rimenta de dos maneras diferentes: a través de la razón, donde se confunde experiencia no puede ser legítima a ojos de los actores más que en la medida
con el orden de la naturaleza, y a través de la fe, donde se expresa como una en la que siga siendo una experiencia "auténtica", vivida como la expresión
experiencia emocional. Esta fe es una experiencia puramente individual y de una personalidad.
plenamente social. De esa manera, la creencia protestante en la predestina-
ción sólo puede ser una experiencia angustiada o confiada, una relación de 1. 3. La experiencia social está construida
ada uno consigo mismo. Este tipo de desafíos, reservados durante mucho
tiempo al individuo ajeno al mundo y a la santidad, sin duda se degrada La experiencia social no es ni una esponja ni un flujo de sentimientos y emo-
y se "vulgariza" convirtiéndose en una experiencia social común, menos ciones, no es la expresión de un ser o de un sujeto puro, pues está socialmente
cálida pero más socializada. construida. En la medida en la que lo que conocemos de la experiencia es lo
Podríamos desarrollar un razonamiento semejante en relación al senti- que dicen los actores de ella, este discurso bebe de las categorías sociales de
miento amoroso. Construido durante mucho tiempo, de creer a Denis de la experiencia. Sirnmel sitúa explícitamente la noción de experiencia en la
Rougemont, en contra de la institución conyugal, el sentimiento amoroso filiación kantiana de las categorías a priori. "Sería fácil concebir del mismo
apareció como una experiencia no social, una pasión extrema y destructi- n-iodo la cuestión de las condiciones a priori en virtud de las que la sociedad
va. No se podía amar si no era en contra de la sociedad, pretendiendo "ser es posible. Hay también ahí elementos individuales que, en cierto sentido, se
amado por uno mismo". Un buen amor solamente podía ser desdichado, mantienen siempre separados unos de otros, como es el caso de las percepcio-
un momento de pasión breve que rompía la vida; el amor ya no sólo se nes sensibles, y que experimentan su síntesis en la unidad de una sociedad,
degradaba en el matrimonio, sino que se apreciaba en el sufrimiento... La solamente gracias a ese proceso de la conciencia que relaciona la existencia
literatura occidental creó una retórica y un pathos del amor como experien- individual de elementos aislados con la de otros elementos bajo formas de-
cia extraña a y radicalmente peligrosa para la sociedad. Con la separación finidas y según reglas definidas"'". Dicho de otro modo, la concepción del
de la empresa y de la familia, con la autonomía de la familia conyugal, el mundo social como algo único y coherente procede del trabajo del individuo
amor se volvió más social, más trivial y, sobre todo, se volvió socialmente que organiza el trabajo de su experiencia a partir de formas definidas.
necesario, pues es él, más que los sacramentos, las coerciones económicas La experiencia social apela a un código cognitivo que designa las cosas
y la presión del grupo, el que sostiene el mantenimiento de la pareja y la y los sentimientos, que identifica los objetos rebuscando dentro del stock
familia. Así, "un sentimiento" asegura la estabilidad de una institución, lo cultural disponible. Incluso si la experiencia se quiere, muy a menudo, pura-
que De Singly muestra analizando cómo se creó en la familia una economía mente individual, no por eso deja de ser cierto que a ojos del individuo exista
de los sentimientos y de los intereses que trabaja en dirección a obtener su de verdad solamente al ser reconocida por otros, eventualmente compartida
propia estabilidad'. Uno de los efectos de esta evolución es, evidentemen- y confirmada por otros. Desde ese punto de vista, la experiencia individual
te, la notable subida de las tasas de divorcio, de las uniones libres, de las pura es una aporía. Regresemos por un momento a la experiencia religio-
familias monoparentales; más nos queremos, más nos separamos... Una sa. Los trabajos de Vidal sobre de los místicos y las sectas religiosas de los
experiencia a priori puramente subjetiva e interindividual ya no es tutelada siglos xvii y xviii muestran cómo prácticas y éxtasis que se presentan como
por la sociedad, se rutiniza y sostiene la estabilidad de una institución. Al escapes del mundo se inscriben en realidad en un lenguaje extremadamente
mismo tiempo se conforma una completa vulgarización de las tecnologías

161. A/. del T.: Formato de talle show conducido y/o ordenado alrededor de los consejos de
159. Es esta perspectiva la que confiere al dualismo cartesiano una posición central en el un psicólogo.
relato de la modernidad reconstruido por A.Touraine, Critique de la modernité, op. cit. 162. G. Simmel, La Sociologie et l'expérience du monde moderne, París, Méridiens-
160.Cf F. de Singly, Fortune et infortune de la femme rnariée, op. cit. Klincksieck, 1986.

92 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 93 FRANCOIS DUBET


codificado. El lenguaje del cuerpo de los profetas que hablan "en la lengua", lo hacen, justificándose. Esta actividad no es la escoria de la práctica; tiene
lengua de la -que se diría que es lo no social por excelencia pues es de ese también lugar fuera de la situación "artificial" de la entrevista, organTza -
modo como Dios se dirigiría directamente a la naturaleza, es un discurso mayor parte de las conversaciones y de los intercambios. En ese punto, no po-
que sigue siendo social, hablado y entendido por algunos fieles, que tiene demos sino hacer nuestras las indicaciones fundacionales de Garfinkel acerca
sus propios ritos, su propio código, aunque sea el del cuerpo'". Se observa- de la necesidad de "dar cuenta" de las prácticas. Por su parte, Boltanski y
rá también que no hay discurso más estereotipado que el amoroso, puesto Thévenot tienen razón cuando muestran que, desde que los valores no son
que se elige no hablar otra lengua que la ya disponible, la de los poetas y las ya evidentes, no son ya "trascendentes", son redefinidos y reconstruidos sin
declaraciones ya hechas, como si la más individual de las experiencias no cesar en un gran número de situaciones y de interacciones'''. No es indispen-
pudiese reconocerse más que en los clichés más utilizados, aunque éstos no sable interesarse únicamente por las situaciones "tensas" para ver en acción
agoten su valor emocional. esta actividad crítica, en la que se construyen acuerdos y arreglos a través de
Como destaca Cassirer, la modernidad de la Ilustración no sólo promovió la puesta en juego de una "filosofía política" corriente y cotidiana. En efecto,
el reino de la Razón y de los intereses; instaló también el de los sentimientos cuanto más nos alejemos de la unidad del actor y del sistema, más se diversi-
y las pasiones "honestas"164 . Del mismo modo que se extiende el poder de esta fican los universos de referencia compartidos y más se invita a los individuos
Razón, bajo forma de racionalidad instrumental, se desarrollan los códigos a "deliberar".
de la experiencia individual, que valorizan y refuerzan su propia autonomía En esta práctica de justificación elemental, los individuos se colocan
cultural. Hoy la trivialización del discurso psicológico y, en una medida me- a distancia de su propia experiencia, la juzgan, apelan a normas más o
nor, del discurso sociológico proporciona una gramática de la experiencia. menos latentes, movilizadas para la ocasión. Basta con plantear la pre-
Basta, por ejemplo, con escuchar a un público de profesores o de trabajadores gunta, o que la pregunta se plantee al hilo de la conversación, para que
sociales para observar que el oficio, vivido como la expresión del individuo, los individuos se sientan invitados a explicarse y argumentar, a apelar a
se presenta a los otros con categorías propias de las ciencias humanas. El dis- criterios de justicia, de autenticidad y de verdad, con el fin de dar sentido
curso psicoanalítico ha dado lugar a una vulgata de modos de expresión de a su experiencia. El papel inmanente de las normas dentro de esta activi-
uno mismo que hace, por ejemplo, de la referencia al inconsciente una de las dad confiere a la experiencia una dimensión crítica, pues el individuo sólo
claves de la propia presentación; la fórmula "en algún sitio", que supone la puede evaluar su experiencia en relación a otros y a los debates normativos
existencia de mecanismos psíquicos no conscientes, es uno de los códigos más aparecidos en una situación.
sencillos. Incluso entre los usuarios de los servicios de los trabajadores socia- Dicho de otro modo, los actores no viven en la adhesión inmediata y el
les se hace notar algún dominio de este lenguaje, al menos para hacerse creí- simple testimonio, pues están siempre reconstruyendo una distancia en rela-
ble frente a sus interlocutores. El discurso científico (suponiendo que en este ción a sí mismos. El trabajo reflexivo es tanto más intenso cuanto más se en-
caso lo sea) es reapropiado por los actores como una manera de organizar las cuentren los individuos en situaciones que no estén enteramente codificadas
representaciones de sí mismos por medio del doble proceso de "objetivación" y previsibles. Regresemos al caso de los profesores. Una operación como la
y de "anclaje", que lo moldea en las categorías del conocimiento espontáneo evaluación está lejos de manifestarse como la simple aplicación de una nor-
y de la expresión de sí mismo'". La experiencia más personal no se desprende ma, como demuestran las desviaciones obtenidas en las correcciones múlti-
de las categorías sociales de las que da fe. ples "a ciegas". Pero es poco lo que se avanza diciendo que la evaluación es
subjetiva, pues esa subjetividad se manifiesta como una deliberación solitaria
1. 4. La experiencia social es crítica en la que el profesor hace intervenir criterios diversos de equidad, vincula-
dos a los resultados, a los esfuerzos del alumno, a las apreciaciones sobre el
167.
Partamos de la más obvia observación que podamos hacer como investiga- nivel de la clase, a las consideraciones sobre las consecuencias de la nota...
dores: los actores sociales "pasan el tiempo" explicando lo que hacen, por qué
París,
166. L. Boltanski y L. Thévenot, De la justification. Les économies de la grandeur,
163. D. Vidal, L'Ablalif absolu, París, A nthropos, 1977. Gallimard, 1991.
164.E. Cassirer, La Philosophie des Lumiéres (1932), París, Fayard, 1966. 167. P. Merle, "La pratique évaluative en classe terminale: consensus et illusion",
165.S. Moscovici, La Psychanalyse, son image el son public, París, PUF, 1961. Sociologie du Iravail, 2, 1991.

94 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 95 FRANCOIS DUBET


No es necesario ser consciente de todas esas operaciones para que sean efecti- a) La acción social no tiene unidad
vas. Es así como la más mínima deliberación colectiva, la más mínima asam-
blea de alumnos, hace que emerjan disputas en cuyo transcurso todos deben Weber es central aquí, no sólo porque es el teórico de la acción "significativa"
explicarse, exponer los criterios que movilizan, dar fundamento a la legitimi- y de la sociología comprensiva, sino también porque propone una tipología
dad de sus prácticas. Es necesaria muy poca cosa para que la calma aparente múltiple de la acción. Según él, no existe un sistema y una lógica de la acción,
de las prácticas revele tensiones que prohíben reducir las conductas a rutinas sino una pluralidad no jerárquica.
o a aplicaciones de roles. Los individuos pueden padecer estas discusiones La famosa distinción entre cuatro tipos de acción introduce de entrada
que "no llevan a ningún sitio" pues en ellas sólo se puede "ascender" hasta una pluralidad de significaciones puras: la acción tradicional, la acción ra-
los principios más generales, pero padecen del mismo modo el silencio, que cional con arreglo a fines, la acción racional con arreglo a valores y la acción
puede aparecer como una forma de hipocresía, de desdén, como una ausencia afectiva (emocional)168 . Cada uno de esos tipos se caracteriza por una lógica
de seriedad profesional... propia, identificada con las finalidades que persiguen los individuos. Ocurre
A medida que nos alejamos de la acción considerada como un rol, que que los intérpretes de Weber no recogen más que la acción racional con arre-
nos orientamos hacia las experiencias sociales, hacia las conductas estructu- glo a fines, con la doble excusa de que es a la vez la forma "más" moderna de
radas por lógicas diversas, más consideraremos lo grande que resulta esta la acción y la que se "entiende" más fácilmente, ya que es la que se manifiesta
reflexividad. En el ejemplo elegido, la diversidad de criterios de califica- como la más consciente'". Como indica la fórmula de Touraine, "aunque
ción se amplía y se hace más contradictoria cuanto menos pueda el estatus Weber reverenciaba a Moisés, solo entendió bien a Maquiavelo"m. Ahora
del profesor definir su oficio y cuanto más vea la escuela que se le atribuyen bien, esta interpretación es altamente discutible, y al menos por tres razones.
"funciones" autónomas y poco congruentes, las de la educación, las de la De acuerdo con Weber, todas estas lógicas de la acción son "significativas".
formación profesional, las de la selección de las elites... La acción tradicional es, como las demás, afrontada subjetivamente por par-
No necesariamente tenemos que pensar en las formas de acción más con- te de los actores; no es ni más natural ni más automática, como señalan las
flictivas para poner en evidencia una reflexividad que, aunque no sea nece- páginas dedicadas a la nación y a la comunidad, "afrontadas" por los actores.
sariamente crítica, da sustento a una capacidad crítica permanente. De todas Weber considera que solamente la acción afectiva está en el límite de la ac-
maneras, en los movimientos sociales es donde esta crítica es más clara; allí los ción social, tan próxima del reflejo como de la acción, "en la frontera, si no
actores anteponen su experiencia con el fin de poner en tela de juicio una or- más allá muchas veces de lo que es la acción consciente con sentido'''.
ganización social o, más precisamente, la dominación de la que deriva. Una Más adelante algunos textos de Weber presentan una versión claramen-
sociología de la experiencia invita a considerar a cada individuo como a un te dramática de esta tipología, que subraya la fragmentación del individuo
"intelectual", como a un actor capaz de dominar conscientemente, al menos entre varias lógicas. El famoso análisis de las tensiones entre, de un lado, la
en cierta medida, su relación con el mundo. ética de la responsabilidad y la ética de la convicción, y, del otro, la "guerra de
los dioses" que "el pathos judeocristiano había logrado disimular", significan
1. 5. Los principios de una sociología de la experiencia claramente que no hay reconciliación posible y que la acción, al igual que el
mundo, está quebrada'". La destrucción de la unidad del mundo instaura
La sociología de la experiencia social busca definir la experiencia como una com- conflictos de valor que han pasado a ser conflictos internos de los actores.
binación de lógicas de la acción, lógicas que vinculan al actor a cada una de las Con el desencanto del mundo, no hay ya reconciliación con los dioses y la
dimensiones de un sistema. El actor es llevado a articular lógicas de la acción vida no es una totalidad, no es ya posible sentirnos "colmados por ella". Este
diferentes, y es la dinámica producida por esta actividad la que constituye la sub-
jetividad del actor y su reflexividad. Esta definición de la experiencia como
objeto sociológico apela a tres grandes principios de análisis, tomados, en lo 168. M. Weber, Economie el Société (1922), París, Plon, 1971.
esencial, de Weber. 169, En particular, pensemos en la utilización de las referencias a Weber en R. Boudon y F.
Bourricaud, Dictionnaire critique de la sociologie, op, cit.
170.A.Touraine, Sociologie de l'action, París, Ed. du Seuil, 1965, p. 35.
171. M, Weber, Economie et Société, op, cit., p. 22.
172.M. Weber, Le Savant et le Politique (1919), París, Plon, 1958, p. 86.

96 SOCIOLOGÍA DE I A EXPERIENCIA
97 FRANCOIS DUBET
proceso genera una "obligación de ser libre" que no puede ser sino el recono- `acción social', por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su
cimiento de la pluralidad de valores y de las rupturas de la acción. La ética sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta-
protestante, como moral del individuo, se inscribe en un proceso de "racio- en su desarrollo'''. La acción se define por la naturaleza de las relaciones I
nalización ética" que asegura principios morales "interiores", mientras que la sociales. Una acción es una orientación subjetiva y una relación. Hay mucho
moral tradicional es la expresión de la comunidad'''. La racionalización con- más que una simple correspondencia entre ambas; podemos considerar que
duce a separar progresivamente ámbitos "puros" conducidos por una lógica esa orientación no se desarrolla más que dentro del tipo de relación que le
autónoma. Weber menciona a Tolstoi cuando explica que la ciencia nada dice corresponde y, de manera complementaria, que un tipo de relación llama
de la "verdadera naturaleza" y de la "verdadera felicidad" y que no responde a un tipo de orientación. La articulación de ambas dimensiones constituye
a la única cuestión que realmente nos interesa: ¿qué tenemos que hacer? una lógica de la acción. Lo propio de las relaciones sociales reside en eso que
Por último, la sociología weberiana de la religión se centra en la cuestión Weber llama "el poder" [puissance]16 , pues la acción es social en la medida
de la "tensión" entre distintas lógicas: tensiones entre los profetismos y su ru- que señala siempre, más o menos directamente, hacia el prójimo. El poder
tinización, tensiones entre la fe y el capitalismo, nunca totalmente resueltas... no es sólo un atributo; es una relación que puede sostenerse sobre posiciones
Cada actor adopta lógicas diferentes y, al lado del pesimismo del desencanto, sociales, y el equilibrio de una relación no es otra cosa que el equilibrio de
cuando domina la racionalidad instrumental, hay una lectura más analítica los poderes presentes. Por esta razón, Weber define las relaciones sociales en
y dramatúrgica de los distintos tipos de acción. "Distintos órdenes de valores términos de legitimidad, es decir, de capacidades no estrictamente violentas
se enfrentan en el mundo en una lucha inexpiable"'". En un segundo plano, de hacer aceptar el poder [puissance] asociado a todas las relaciones. El orden
en esta teoría se oponen fe y razón a lo largo de una serie de antagonismos: el social no resulta ni de la pura coerción, ni del contrato, ni del ordenamiento
del carisma y la legitimidad legal-racional, el de la convicción y la responsa- de las funciones, ni del mercado; este último "es incomparablemente menos
bilidad, el de la nación y el capitalismo... estable que aquel que se afirma gracias al principio de la ejemplaridad y de la
No retomaremos la tipología de la acción de Weber, sino que adoptare- obligación, esto es, de la legitimidad"'.
mos mucho más claramente la de Touraine, que por otra parte es a menudo La acción tradicional es, pues, inseparable de una forma de legitimidad,
deudora de aquélla. Pero debemos retener de Weber la idea de una diver- como la acción racional con arreglo a fines lo es en su relación a la legitimi-
sidad analítica no jerárquica de la acción. Se trata aquí de una guerra de dad racional legal. La correspondencia es menos evidente en el caso de la
dioses que es interna a cada uno de nosotros, al igual que la lucha entre las legitimidad carismática, que a veces parece asociada a la acción emocional
lógicas de la acción autónomas y diferenciadas, pero no como la guerra entre y a veces a la acción racional con arreglo a valores. Los análisis dedicados al
el diablo y el buen Dios. Es ella misma una guerra desencantada; como hace carisma conducen sin embargo hacia la segunda solución, ya que, incluso si el
notar Habermas, lo verdadero, lo justo y lo bello se separan y, todavía más, carisma moviliza emociones, la verdadera característica del líder carismático
los registros de juicios cognitivos, normativos y expresivos. Como ya no hay se refiere a su capacidad para encarnar algo más que él mismo, algo más que
racionalidad total ni unidad de lo social, la acción de la sociología clásica se las simples virtudes de un individuo: los valores susceptibles de instaurar un
transforma en experiencia. nuevo orden religioso, nacional, moral, estético... pero siempre revolucio-
nario. "Sacrificio apasionado a una causa, al dios o al demonio que sea su
b) La acción se define por relaciones sociales
175. M. Weber, Économie et Société, op. cit., p. 4.
La acción social no puede definirse sólo por las orientaciones normativas y 176.N. dell: A diferencia de la versión en castellano de Economía y sociedad, la francesa
culturales de los actores. "Por `acción' debe entenderse una conducta humana que se cita en el original diferencia entre pouvoir y puissance, yendo el primero de los con-
(bien consista en un hacer externo o interno, ya en omitir o permitir) siempre ceptos asociado al de legitimidad y el segundo al de capacidad, o, en palabras del propio
que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La Weber, a "la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social,
aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad" (Max
Weber, Economía y sociedad, FCE, 1944, p. 43). A fin de no contradecir la traducción al
173. Acerca de este punto, cf. las destacadas páginas que Habermas dedica aWeber, "La théo- castellano y de respetar al tiempo los matices a los que apunta Franois Dubet, conserva-
rie de la rationalisation chez Max Weber", Théorie de l'agir communicationnel, op. cit., t. 1. remos puissance en las ocasiones en las que se utilice en el original francés.
174 lbid. p. 83. 177.(bid. p. 30.

98 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 99 FRANCOIS DUBET


amo"'", el carisma conlleva "un sometimiento extraordinario frente al carác- social es apenas el producto de la acción social v que, como dice Goethe, "en
ter sagrado o al valor ejemplar de una personalidad, o incluso a los órdenes el principio fue la acción", eso no impide que cada lógica pura de la acción
que ésta revela o propone"'". no pertenezca del todo al actor. De entrada, porque es una lógica que implica
Las lógicas elementales que estructuran la experiencia no son entonces, cierta coherencia, una obligación de racionalidad en la que en el marco de
meras orientaciones normativas, pues están también definidas por relaciones cada lógica de la acción no todo es posible. Luego, porque está "determinada"
sociales. De hecho, la orientación de la acción y el tipo de relaciones sociales por la naturaleza del sistema social al que remite; los hechos sociales pueden
en el que se inscribe son las dos caras de un mismo conjunto. No es el sentido ser alcanzados a través de los actores y de su experiencia.
vivido por el actor lo que determina la naturaleza de las relaciones en las que
está implicado, como tampoco son esas relaciones las que fijan el sentido de la 2. LAS LOGICAS DE LA ACCION
acción. Estos dos elementos analíticos vienen dados conjuntamente. aparecen
simultáneamente en una misma lógica; dar sentido a una acción es, al mismo El debilitamiento de la idea clásica de sociedad nos lleva a considerar que un
tiempo, atribuir un estatuto al prójimo. conjunto social que ya no está estructurado de acuerdo a un principio de cohe-
rencia interna está fbrmado por la yuxtaposición de tres grandes tipos de siste-
c) La experiencia social es una combinatoria ma (véase capítulo 2). El primero es un sistema de integración, lo que durante
mucho tiempo se ha llamado una "comunidad". El segundo es un sistema de
El análisis de la experiencia social impone tres operaciones intelectuale-s esenciales. competición, un mercado o varios mercados —aquí la noción de mercado se
La primera es de tipo analítico. Busca describir y aislar las lógicas de la ac- sale del mero terreno económico—. El último de estos elementos es un sistema
ción presentes en cada experiencia "concreta". Siguiendo dentro del lenguaje cultural, la definición de una actividad humana que no puede ser totalmente
de Weber, diríamos que una experiencia combina diversos tipos puros de reducida a la tradición y a la utilidad. Por hablar en términos más concretos y
acción que conviene distinguir, si bien están completamente entremezclados forzosamente toscos, se podría decir que una formación social está compuesta
en una misma experiencia social y los actores adoptan todos. Hay pocas opor- de una "comunidad", de una economía y de una cultura. Cada uno de esos ele-
tunidades de que una experiencia social pueda identificarse por medio de un mentos se conduce por una lógica propia y se define en un campo y un espacio
tipo puro de acción. particulares: en general, las comunidades son nacionales, locales, "étnicas"... el
La segunda operación busca la comprensión de la propia actividad del mercado es internacional, la cultura es hoy la de los individuos. Así por ejem-
actor, es decir, a la manera a través de la que combina y articula estas di- plo, la sociedad francesa no puede ya ser considerada como un sistema que in-
versas lógicas. Desde ese punto de vista, el individuo es siempre una especie tegra "naturalmente" una "comunidad" nacional, una economía y una cultura;
de entre-dos, está en un espacio mixto, intermediario entre varias lógicas. Si existe tan sólo por la capacidad política y "voluntaria" de vincular todos esos
es posible construir intelectualmente tipos puros de acción, no puede haber elementos. Y ello tanto para la idea de sociedad como para la de organización:
tipos puros de experiencia. Las experiencias sociales son siempre construc- es un constructo más que un sistema natural.
ciones históricas, "tipos históricos" formados por la combinación de "tipos Cada experiencia social procede de la articulación de tres lógicas de la
puros", si queremos usar conceptos weberianos. Como subraya Raynaud, el acción: la integración, la estrategia y la subjetivación. Cada actor, individual o
tipo ideal "puro" es antidialéctico, no contradictorio, mientras que el tipo colectivo, necesariamente adopta esos tres registros de la acción, que definen
histórico puede, por su parte, ser complejo, esto es, contradictorio'". simultáneamente la orientación marcada por el actor y la manera de concebir
La tercera tarea consiste en "ascender" desde la experiencia hacia el siste- las relaciones con los demás. De ese modo, en la lógica de la integración el ac-
ma, en comprender cuáles son las diversas lógicas del sistema social por me- tor se define por sus pertenencias, busca mantenerlas o reforzarlas al amparo
dio del modo en que los actores las sintetizan y las catalizan, tanto en el plano de una sociedad que es considerada así como un sistema de integración. En la
individual como en el colectivo. Incluso si se puede considerar que el sistema lógica de la estrategia, el actor intenta realizar la imagen que ha elaborado de
sus intereses en una sociedad aue es concebida entonces "como" un mercado.
En el registro de la subjetivación social, el actor se representa como un sujeto
178.M. Weber, Le Savant el le Politique, op. cit., p. 163. crítico confrontado con una sociedad definida como un sistema de produc-
179.M. Weber, Economie et Société, op. cit., p. 222.
ción v de dominación.
180.P. Raynaud, Max Weber et les Dilemmes de la raison moderne, París, PUF, 1987.

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Cada una de esas lógicas de la acción remite a los elementos que en la través de la que el actor interioriza los valores institucionalizados-por medio
idea clásica de sociedad se confundían. En efecto, la sociedad como Estado- de los roles. El individuo se define y se "presenta" a los demás a través de su
nación tenía la capacidad de articular hasta juntarlas a una comunidad, un pertenencia, de su posición, de lo que vive como "un ser", a menudo como
mercado y una cultura. Hoy, a causa de que esos elementos se separan, deben una herencia. En ese registro de la acción, la personalidad está muy cercana
distinguirse claramente las lógicas de la acción a las que corresponden. Pero al personaje social. El individuo ha hecho tan suyas, en el curso de la socia-
eso no es óbice para que una formación social se defina por la copresencia lización primaria, infantil y profunda, las expectativas del prójimo, que, en
de una capacidad de integración comunitaria, que opone un Nosotros a un lo que a la lengua y la nación, el sexo, la religión, la clase social... se refiere,
"otros", de un sistema de competencia regulada, y de una cultura, que define transforma incluso esa identidad en una especie de naturaleza; esos elemen-
la capacidad crítica y de acción voluntaria. tos le vienen dados desde su nacimiento y, más que llevar con él, están en él.
Esta tipología de la acción está inspirada muy directamente por la obra de En este nivel de la acción, la noción de "personalidad de base" puede tener
Touraine'''. Cada una de esas lógicas de la acción puede descomponerse en algún sentido en la medida que el individuo ha interiorizado los códigos so-
unos principios analíticos más sencillos, como son los principios de Identidad, ciales elementales, cuya destrucción o cuestionamiento es vivida, por cierto,
de Oposición y de Totalidad, en los que el actor pone en juego una definición de como una amenaza profunda, que atañe al núcleo estable de su ser. Desde ese
sí mismo, de la naturaleza de su relación con el prójimo y de lo que está en jue- punto de vista, la identidad se vive como una ascription, una atribución social
go en esa relación. El juego de los principios I/O/T no está reservado sólo para gracias a la que el actor está constituido como ser social.
los movimientos sociales; es un útil analítico de mayor alcance. Aunque toma- En sus formas más profundas, esta identidad se vive como una histo-
das de Touraine, estas tres lógicas de la acción se distancian sin embargo de él ria, como una base más allá de la que no habrá más que barbarie o muerte.
en un punto. En efecto, quisiera considerar que estas lógicas son ampliamente Ninguno de nosotros, por "moderno" que sea, se escapa de esta forma de
autónomas y que no necesariamente se jerarquizan dentro de cada tipo de so- identificación mediada por una filiación, un nombre, el fantasma de una tra-
ciedad. Por esta razón prefiero hablar de "experiencia" más que de "acción": dición familiar, la adhesión a algunos valores enterrados tan profundamente
con el fin de subrayar mejor la autonomía de cada una de estas lógicas. Al con- que son una "segunda naturaleza". A menudo, la identidad integradora se
trario que en la sociología clásica, a la que en este punto Touraine sigue siendo queda en los márgenes de la conciencia. El Yo del individuo no es más que
fiel, que afirma que estas lógicas de la acción mantienen entre sí relaciones la representación de un papel y de una posición incorporada, encarnada en
necesarias, tiendo por mi parte a creer que en el momento intelectual y social un cuerpo, en una lengua, en una relación tan íntima consigo mismo que
en el que estarnos, posterior al de la sociología clásica y al de la representación solamente la introspección, en la medida que sea posible, o, dicen, el trabajo
de "la sociedad" que estaba asociada a ella, sus relaciones son aleatorias. analítico, puede hacer que emerja a la conciencia.

2. 1. La integración b) Ellos/Nosotros

Esta lógica de la acción es la de la sociología clásica; corresponde a lo que Como observa Mead, no hay Yo sin Nosotros'''. En consecuencia, los distin-
Touraine llama "nivel de la organización", es decir, a los mecanismos de in- tos grupos y comunidades construyen ritos que fijan el Yo en los Nosotros
tegración en funcionamiento en toda sociedad sin ser sin embargo identifica- que lo estructuran. En particular pensemos en los ritos de paso, ésos que do-
bles a "la sociedad" en su conjunto. tan al individuo de un estatus, que es también una nueva personalidad, un
renacimiento. En La muerte de los Sara, Jaulin describe uno de esos ritos en
a) La identidad integradora cuyo curso los niños, convirtiéndose en adultos, pierden hasta su nombre, fin-
gen olvidar su lengua para renacer para la sociedad provistos de una nueva
En este registro de acción, la identidad del actor se define como la faz sub- identidad'''. Los ritos de esta naturaleza, tan "claros", han desaparecido, por
jetiva de la integración del sistema. La identidad no es sino esa manera a supuesto, de las sociedades modernas, pero se encontrarán sin dificultades

181. A.Touraine, Production de la société, op. cit.,. La Voix et le Regard, París, Éd. du Seuil, 182. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi et la Société (1934), París, PUF, 1963.
1978.
183.R. Jaulin, La Mort Sara, París, Plon, 1971.

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103 FRANWIS DUBET
algunos sustitutos, bastante dulcificados, que van desde las desviaciones to- En la lógica de la integración, los niveles son siempre barreras. Más alejados
leradas reservadas para la adolescencia hasta las novatadas, pasando por las del centro de la vida social, más "orientados hacia lo material", los grupos
"comidas de familia"... Aunque realmente no se trata de ritos que marquen dominados son también los más comunitarios, dice Halbwachs, prolongando
pasos, estas ocasiones y ceremonias reactivan sin embargo las identidades in- en ese aspecto el pensamiento de Durkheim.
tegradoras. Las rupturas biográficas, por ejemplo las de la adolescencia o de Algunos ritos pueden ser interpretados en esos términos, en particular
la inmigración, ponen de actualidad la crisis de las filiaciones, origen de trau- los ritos de purificación, en los que los grupos expulsan lo que en ellos es
mas tan violentos que los individuos no pueden nacer a la nueva sociedad si "impuro", creando al enemigo que asegura la integración'''. No es indispen-
han perdido sus vínculos con esas raíces. sable que todos los grupos tengan adversarios reales para estar en situación de
Tomada de Hoggart, la oposición entre Ellos y Nosotros designa la na- "inventarlos". Es ésa la función del chivo expiatorio y, más extensamente, del
turaleza de las relaciones sociales asociadas a la identidad integradora'". La castigo. Como indica Durkheim, creando una diferencia radical, el castigo
forma elemental de esta relación opone el intragrupo [in-group], que no exis- al culpable provoca el reforzamiento de la conciencia colectiva herida por el
te más que en la afirmación constante de su diferencia y de su distancia, al crimen'''. Así pues, lo que explica la condena, más que el propio delito, es la
extragrupo [out-group]. La identidad integradora no se mantiene sino es en necesidad de asegurar la integración del grupo y, en consecuencia, la identi-
esa relación; la "necesita" al mismo tiempo que esta relación la engendra. El dad de cada cual.
otro se define por su diferencia y su extrañeza. Podríamos referirnos a cien-
tos de observaciones y análisis para ilustrar estos fenómenos: la división de c) Los valores
sexos sólo existe en su oposición; las naciones no tienen más realidad que la
de sus diferencias y sus estereotipos; los roles de una organización solamente En la lógica de la integración, la cultura se define en términos de valores. Esta
se mantienen por los marcadores simbólicos de las distancias entre ellos... concepción no depende solamente de una perspectiva sociológica concreta,
Las comunidades, incluso cuando coexisten pacíficamente, sólo se mantienen de la que la teoría durkheimiana de la religión puede aparecer como la forma
por medio de la reciprocidad de las miradas. Los grupos de jóvenes deben más acabada, sino también del punto de vista adoptado por los actores cuan-
su estabilidad únicamente a la construcción de una oposición más o menos do se sitúan en la lógica de la integración. En esta orientación, los individuos
caliente contra otros grupos: las bandas exigen una "guerra", aunque sea fría. representan la sociedad como un edificio cuya clave de bóveda son los valores
No es necesario que las relaciones entre Ellos y Nosotros sean explíci- compartidos. Cuando están amenazados, la identidad de los individuos se
tamente hostiles para inscribirse en una lógica de integración; basta que se ve directamente comprometida. Las "heridas" infligidas a los valores son de
desarrolle en el reconocimiento de una diferencia que mantiene y refuer- hecho heridas que se infligen a la identidad de cada cual. La cultura es, a la
za la identidad integradora. Sin embargo, muy a menudo el conflicto re- vez, el sostén de la identidad y una moral, en el sentido más trivial, incluso
fuerza el sentimiento de pertenencia de los individuos y, consecuentemente, conservador, del término.
su integración, su identidad. El líder expresivo asegura la integración del En realidad, la lógica de la integración es bastante limitada, pues en
grupo alrededor de sentimientos comunes, de su capacidad de reducir las esta perspectiva los objetos culturales no aparecen ni como un ideal, por
tensiones internas y de mantener la frontera con los demás. Las relaciones definición siempre más o menos "fuera del mundo" y criticable, ni como
sociales pueden percibirse desde ese punto de vista, como hace por ejemplo, un recurso ideológico, un capital que se moviliza en relaciones de compe-
Halbwachs, considerando que las clases sociales se definen por relaciones de tencia. Sin duda, la cultura es todo eso a la vez, y sabemos que esta plura-
distancia dentro de las cuales las actividades más valoradas son las que mar- lidad de significados ha provocado no pocas discusiones. Por ejemplo, la
can la distancia y sueldan el sentimiento de pertenencia de los individuos'". religión puede considerarse como un conjunto de valores instituidos, es
Para identificarse y mantenerse, los modos de vida exigen la construcción de decir, una representación sagrada de la sociedad, como una definición éti-
diferencias y jerarquías, de una escala del buen y del mal gusto, y de agru- ca del sujeto, o incluso como un recurso ideológico que enmascara la reali-
paciones que establezcan esas ieraruuías v suelden entre sí a los individuos.

184. R. Hoggart, La Culture du pauvre (1957), París, Ed. de Minuit, 1970. 186.R. Girard, La Violence et le Sacré, París, Grasset, 1972.
185. M. Halbwachs, La Classe Ouvriére el les Niveaux de vie, op. cit. 187.E. Durkheim, Les Regles de la mélhode sociologique, op. cit.

104 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 105 FRANCOIS DUBET


dad de la actividad y de las relaciones sociales'". Ninguna de estas lecturas una crisis de la socialización, por lo general vinculada a trayectorias ~ató-
invalida a las otras dos, pero tampoco ninguna las abarca todas. Puede de- rias que desorganizan la experiencia de los individuos, que quiebran las anti-
cirse esto sin adoptar una posición sincrética, que afirme llanamente que guas socializaciones sin ser, sin embargo, capaces de brindarles otras nuevas.
"todo está en todo", pues la definición de religión depende, en la práctica Pero la lógica de la integración no sólo explica la "patología"; explica también
y en la experiencia social, de la lógica de la acción movilizada por los ac- la reacción de los actores: las bandas son un intento de recrear vínculos so-
tores en el mismo momento de su acción. Resulta extremadamente trivial lidarios, pertenencias sólidas, aportan a los miembros seguridad emocional
observar que el mismo "valor" puede ser utilizado en el interior profundo y orgullo, mantienen relaciones hostiles con otras bandas para soldar a los
de los intercambios sociales siguiendo lógicas y racionalidades diferentes. individuos entre sil".
Podrían elegirse muchos otros ejemplos. Hemos tratado ya (véase capítulo 1) el paradigma de la crisis en la so-
Volvamos por un momento a la escuela. El valor de la igualdad puede ciología de la acción colectiva, según el cual los actores se movilizan cuando
aparecer en ella como uno de los pilares de la identidad de los profesores su identidad se ve amenazada por la desorganización y el cambio social. La
"republicanos"; dibuja una frontera entre Ellos y Nosotros, y es festejado teoría de la disonancia cognitiva puede evidenciar los mecanismos profundos
y ritualizado. Pero ese mismo valor puede construirse también por parte de este tipo de acción. Con el fin de mantenerse, la identidad integradora se
de los actores como el punto nodal de una crítica a la escuela. Puede, por esfuerza en percibir el mundo de acuerdo con el principio de defensa de esta
último, ser movilizado como un recurso o como una astucia asociada a identidad; así, convoca inmediatamente a los "valores", a la representación de
las estrategias de los que creen que se benefician de esta igualdad porque los propios principios de la integración, a esos que parecen ser los más esta-
sacan partido de ella. El significado de este "valor" objetivado en formas bles y menos negociables. A costa de un trabajo singular de transformaciones
retóricas relativamente estables depende solamente de la lógica de la ac- y de negaciones, los actores consiguen mantener su identidad en el contexto
ción en lá que se encuentra inscrito. En la lógica de la integración, el actor de un entorno cambiante'''.
interpreta la cultura como un conjunto de valores que aseguran al mismo La lógica de la integración rige la sociología clásica, y aún estando nues-
tiempo el orden y su identidad. A causa de esto los valores, concebidos de tros ejemplos tomados de sus modelos, es necesario insistir en el hecho de
ese modo, remiten directamente a la autoridad, es decir, al "poder" [puis- que esta lógica es una racionalidad apuntada por el actor. Es un punto de
sanee] asociado a una posición social que encarna la capacidad de mante- vista que éste adopta acerca de la sociedad, acerca de los otros y acerca de sí
ner la integración del conjunto. mismo. Se trata de una actividad subjetiva constituida por esta economía
de la integración en la que los individuos buscan el mantenimiento o el
d) Las conductas de crisis cambio del mundo con el fin de mantener la continuidad de su identidad.
Es cierto que la sociología espontánea de los individuos a menudo está
Cada lógica de la acción tiene una cara "patológica", una cara por medio de muy cerca de la sociología erudita. La explicación de las conductas en tér-
la que se presenta con más claridad a ojos del observador, donde rompe con la minos de crisis y de defensa de la identidad participa del lenguaje común
evidencia de las cosas. La lógica de la integración se hace evidente de modo de la experiencia social, que surge cuando las identificaciones integradoras
particularmente intenso en la sociología de las conductas de crisis. están amenazadas. Los temas de la crisis, de la caída, de la muerte de los
En conjunto, la sociología clásica ha desarrollado ampliamente esta pers- valores, de la defensa de la identidad, de la anomia, inundan las editoria-
pectiva con las cuestiones de la anomia y la desorganización social'". Las con- les, las conversaciones de café o de salón, incluso aún más que los tratados
ductas sociales "patológicas" se interpretan como indicadores de un defecto de sociología.
de socialización, que remite a su vez a un defecto de integración del sistema.
Por ejemplo, los estudios sobre la delincuencia juvenil desarrollados por los
sociólogos de la Escuela de Chicago explican que esta desviación procede de 190. C. R. Shaw y M. D. Mac Kay, Juvenile Delinquency in Urban Area, Chicago, University
of Chicago Press, 1940; F.Thrasher, The Gang (1927), Chicago University Press, 1963. Para
una reciente recuperación de este tipo de análisis: M. S. Jankowski, lslands in The Street,
188.Cf. P. Bourdieu, "Genóse et structure du champ religieux", art. cit. Berkeley, University of California Press, 1991.
189.Acerca de la desorganización social, cf. W.Thomas y F. Znaniecki, The Polish Peasant 191. L. Festinger, A Theory of Cognitive Dissonance, Evanston, Row, Peterson and Co.,
in Europe and America (1918), Nueva York, Dover, 1958. 1957.

106 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


107 FRANOIS DUBET
2. 2. La estrategia amenaza esta identidad, la debilita y la descompone, la estigmatiza. Pero
al mismo tiempo que los jóvenes "son" esta identidad, la reconstruyen, la
En la lógica de la estrategia, la identidad del actor, las relaciones sociales y objetivan en una cultura y en afirmaciones explícitas, transforman esta et-
sus retos, se definen de una manera muy distinta, tanto en las sociologías que nia en "etnicidad" y la utilizan como una fuente de acción colectiva, no sólo
adoptan este punto de vista como principio central de análisis como en los como un medio para identificarse, sino también como un útil para acceder
actores cuando se sitúan en esta perspectiva. al mercado político local. Nombrándose, también se afirman en un espacio
de competencia y negociación'. No pudiendo ya acceder a la vida política
a) La identidad recurso desde el trabajo y el sindicalismo, acceden a ella por medio de la cultura y
la etnicidad. Estas dos lógicas de la identidad no están desligadas; pero sin
La identidad social, aquella que puede percibirse desde el punto de vista de embargo no pueden ser confundidas, pues cuanto más fuerte es la primera,
la integración, desde que la sociedad no se muestra ya como un sistema in- menos puede ser instrumentalizada políticamente; no se convierte en una
tegrado sino como un campo competitivo del cual el mercado es la figura etnicidad política más que en jóvenes ya fuertemente alejados de las raíces
"pura", puede por parte de los actores construirse también como un recurso. y las tradiciones, capaces de distanciarlas para hacer de ellas un recurso.
No obstante, esta lógica no solamente implica al terreno de los intercambios De manera general, los movimientos por la identidad, los que hacen de la
económicos, sino al conjunto de las relaciones sociales. identidad un reto y un recurso, no nacen allí donde la identidad es obvia; la
El actor define su identidad en términos de estatus, en el sentido que mutación se desarrolla entre los actores que se alejan de la identidad y no
Weber da a ese concepto y que será retomado después por las teorías de la están totalmente sumergidos en ella.
estratificación. El estatus se refiere a la posición relativa de un individuo, es Mientras los "motivos" de la acción integradora apuntan al reforza-
decir, a la "posibilidad" que tiene de influir a los demás gracias a los recursos miento, la confirmación y el reconocimiento de la pertenencia, los de la
asociados a esa posición. Durante mucho tiempo este componente de la iden- acción estratégica son materia de una racionalidad limitada, que apunta a
tidad se identificó con la propia modernidad en la cuestión del achievement, fines "competitivos". En ambos casos, la "psicología abstracta" de los acto-
de la adquisición de un estatus con arreglo a las reglas de competencia esta- res no es la misma. La estrategia implica una racionalidad instrumental,
blecidas en las organizaciones, las burocracias, la escuela, o en los mercados un utilitarismo de la propia acción que pretende consagrar los medios a
económico y político. Pero es preciso extender la definición de esta forma de las finalidades buscadas dentro de las oportunidades abiertas por la situa-
identidad social, pues en realidad, en su "contenido", no se distingue de la ción. Esto no significa que el individuo "en sí" pueda considerarse como
identidad integradora; es la puesta en práctica de ésta, la herencia y el "ser", un átomo utilitarista que mida los costos y los beneficios esperados, sino
desde el punto de vista de los recursos en una relación de competencia. En que adopta esa posición interpretando la situación bajo esa perspectiva, ex-
esta perspectiva, el Yo social funciona como un medio. Tal como, muy acer- plicándola desde ese punto de vista. La postura que adopta el actor no es
tadamente, dice Bourdieu, el habitus no solo es un "ser", es también un re- la exposición desnuda de la realidad antropológica disimulada detrás de
curso estratégico: un "capital". Pero mientras Bourdieu piensa que esas dos la moralidad ordinaria, sino una de las lógicas posibles de la acción'. Por
dimensiones, estrategia e integración, están absolutamente mezcladas, y que muy "interesada" que sea, esta lógica de la acción no se puede reducir úni-
la estrategia es en sí misma una identidad integradora, nosotros creemos, al camente al terreno económico; no corresponde entonces a un nivel o a un
contrario, que estos dos modos de definición de sí son distintos y toman un campo de prácticas sociales. Participa también de interacciones puramente
sentido diferente según la lógica de la acción en la que se sitúen. sociales. Pensemos en las estrategias de las minorías activas que ha anali-
El paso de una lógica de la identidad a la otra puede ilustrarse con la re-
lación de los jóvenes inmigrantes con su "etnicidad". Por un lado, la identi-
dad étnica aparece como una definición de sí, como un ser profundo, como 193. Acerca de este punto, cf F. Dubet, La Galére, op. cit.; D. Lapeyronnie, "Assimilation,
fidelidad a una filiación. Cambiar de nacionalidad es traicionar a la fami- mobilisation et action col lective chez les jeunes de la seconde génération de l'immigra-
lia y a menudo a uno mismo'". En ocasiones el propio proceso migratorio tion maghrébine", Reme francaise de sociologie, XXVIII, 2, 1987, pp. 287-318.
194. Podemos pensar que hoy esta perspectiva es compartida por muchas sociologías; cf
192.A. Sayad, "Inmigration et naturalisation", en C.Wihtol deWenden (ed.), La Citoyenneté, A. Caillé, "La sociologie de I'intérét est-elle intéressante?", Sociologie du trayail, 3, 1981,
Paris, Édilig, 1988. pp. 257-274.

103 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 109 FRANCOIS DUBET


zado Moscovici o, de manera aún más general, en numerosas interacciones en la sociología de la acción organizada propuesta por Crozier y Friedberg198.
descritas por Goffman, en las que el otro aparece como un recurso y un No es ni la guerra —la competencia no reclama la destrucción dedver-sá--
medio utilizados con finalidades de utilidad "narcisista"'". rio— ni la paz atribuida a las comunidades, ya que el otro es un rival o un
En esta perspectiva, la integración del sistema es sustituida por la regu- aliado potencial.
lación, por la necesidad de mantener las reglas del juego para que el juego En muchas situaciones, los individuos se enfrentan a dos maneras de de-
siga siendo posible. La civilidad y la pertenencia al grupo tampoco son una finir sus relaciones con los demás. Tomemos el caso de una clase infantil. De
norma, sino una forma del interés bien entendido, una condición necesaria un lado, los alumnos describen una comunidad que asienta su identidad, un
para la prosecución de los objetivos. Goffman, por ejemplo, muestra que es Nosotros opuesto al de otras clases y a los adultos. Esta lógica de la integra-
importante asegurarse vías de escape, posibilidades de rechazar el juego, o de ción construye representaciones y prácticas: chivos expiatorios, presiones a los
perderlo con dignidad para mantener el self. Esta civilidad es indicativa de un "traidores" que "colaboran" con los profesores, ayuda mutua, rivalidad inte-
aprendizaje específico, el del juego infantil, que es considerado como un gradora de chicos y chicas, jaleos unánimes, cadena de dones y deudas... De
game en el que el logro exige sorprender al otro, anticiparse, y no imitar los otro lado, los mismos niños describen fácilmente la clase como un grupo en
roles de los adultos. Sin embargo, este tipo de juego supone que la integración competencia permanente, un grupo roto por las jerarquías y las clasificacio-
social de los roles esté ya hecha'". Dicho de otro modo, la acción estratégica nes y en el que cada uno persigue intereses "egoístas". Siendo a menudo sor-
más claramente realizada no sería posible sin el apoyo de una mínima in- da, la competición da lugar a mil estrategias, en las que los otros se perciben
tegración. De igual manera que en una conversación los interlocutores es- como rivales o como medios: hay que situarse cerca de los mejores alumnos,
tablecen constantemente las condiciones del intercambio para permitir que conseguir copiar, hacerse notar por parte del profesor sin traicionar la solida-
continúe, los jugadores están impulsados a asegurarse el mantenimiento de ridad del grupo... La clase no es una Comunidad; es un universo de alianzas
las reglas que hacen posible el juego, asegurando de ese modo una mínima y de conflictos. Los alumnos que aportan esta descripción espontánea de las
integración'''. Sin una lógica simultánea de integración, la competencia se relaciones sociales en la clase sueñan con una "buena clase", es decir, una clase
convertiría en guerra. que asociaría sin tensiones las virtudes de la integración comunitaria con las
de una competición abierta que dé acceso a cada uno a todos los recursos.
b) La competencia Pero si la clase oscila a un lado o al otro, ya no será una buena clase; se con-
vierte en una comunidad delictiva aplastada por sus propios mecanismos de
En la lógica de la estrategia, las relaciones sociales se definen en términos de integración, o si no en un campo de batalla en el que triunfan los "bufones",
competencia, de rivalidad más o menos caliente entre intereses individua- los adulones, los vanidosos... Los alumnos describen la clase como una co-
les o colectivos. El lenguaje de los actores es el de la estrategia, del deporte, munidad y como una jerarquía competencial. Y las categorías con las que se
del juego, de las jugadas, de los adversarios y los aliados, a menudo incluso describen estos dos órdenes no son nunca confundidas por los actores, que
el de los socios enfrentados... La sociedad es percibida como un sistema de de ese modo convierten el testimonio de su experiencia en la descripción y la
intercambios competitivos en la carrera para obtener bienes escasos: dinero, definición de un problema.
poder, prestigio, influencia, reconocimiento... No es la guerra de todos con- En la lógica de la competencia, el dinero, el mercado y la economía per-
tra todos, el juego está regulado, raramente es de suma cero. Los sociólogos miten construir una especie de metáfora general de las relaciones sociales.
también usan más fácilmente el lenguaje del juego o del mercado que el de Se habla entonces de "mercado" conyugal, de "mercado" escolar, de "mer-
la guerra para describir esas relaciones con los demás. Pensemos sobre todo cado" político, sin que haya que establecer una correspondencia exacta con
los bienes económicos; la "lógica" del mercado se basta a sí misma'''. Esta
metáfora va mucho más allá de lo estrictamente económico; evidencia la muy
195. E. Goffman, Les Rites d'interaction, op. cit.; S. Moscovici, Psychologie des minorités
actives, París, PUF, 1979.
196. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi et la Société, op. cit. 198. M. Crozier y E. Friedberg, L'Acteur el le Systéme, op. cit.
197. Acerca de la articulación de esta doble perspectiva durkheimiana y estratégica, cf. 199. A este respecto puede recordarse el análisis de los procesos políticos realizado en
J.-D. Reynaud, Les Regles du jeu. L'action collective et la régulation sociale, París, A. Col i n, términos de mercado político: A. Downs, An Economic Theory of democracy, Nueva York,
1989. Harper and Row, 1957.

110 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 111 FRANCOIS DUBET


particular naturaleza de las relaciones sociales, que siguen siendo sin embar- se desea más que los retos que desean los otros, las preferencias se derivan de
go relaciones sociales. Durante mucho tiempo se consideró que el mercado la propia competencia... ¿Hay algún equivalente universal entre todas estas
destruía la solidaridad social. Recordemos la oposición construida por Mauss relaciones competitivas? Se podría pensar de manera verosímil que se trata
entre el mercado y el don y su apelación a reintroducir el don en el mercado del poder o, por retomar el vocabulario de Weber, del "poder" [puissance],
por medio de una economía social'''. El dinero destruye lo social, pues se- de la capacidad de influir en el prójimo. Pero las discusiones relativas a la
para los objetos y los bienes de las personas que los poseen, impone sobre la naturaleza de ese reto universal apenas tienen interés. Es más importante ob-
cohesión social la lógica del interés. El valor se disocia del sujeto social y se servar que en esta perspectiva los retos culturales, que podrían aparecer como
autonomiza, es adorado por sí mismo; el dinero quiebra la reciprocidad, que valores, son percibidos como recursos o, en un vocabulario más trivial, como
depende de la obligación: permite pagar las deudas, mientras que el don se ideologías, como ideas más útiles que verdaderas. Bajo la influencia de la
inscribe en un círculo de deudas y de créditos inagotable. En el lado opuesto, utilidad, los "valores" se vuelven tanto preferencias como ideologías. Las pri-
Simmel asocia el dinero a la formación de una autonomía individual que está meras realmente no explican las conductas, pues una vez que las elecciones
separada de la dependencia generalizada, limitada al estrecho círculo de los se afirman, las acciones se desarrollan de acuerdo al principio del optimum
dones y de los valores personales". Equivalente general, el dinero permite económico. Para las segundas, el discurso de los valores es una "derivación"
la competencia entre los deseos y los sacrificios permitidos para obtenerlos. que busca disimular y encubrir la realidad más profunda de las pasiones y de
Al mismo tiempo, establece cierta igualdad porque borra la deuda; permite los intereses auténticos pero inconfesables'.
la deliberación interna, permite la unidad de los intercambios a pesar de la Si se admite que el sentido real de la acción tiene lugar dentro de la
diversidad de los deseos, pudiendo todos los valores subjetivos competir con racionalidad limitada de los actores, los valores no son una finalidad, sino
un criterio compartido. Evidentemente, el dinero es el enemigo de la integra- un medio de la acción: un recurso. De igual modo, más que las tensio-
ción comunitaria. La comunidad se venga: el dinero es "la patria de los sin nes vividas por los actores, son las oportunidades que se ofrecen para la
patria", cosmopolita, sucio... Y el antisemitismo moderno depende mucho consecución de las utilidades las que explican la movilización. La teoría
más del odio al individualismo racional y "abstracto" que de la hostilidad a de la movilización de recursos ha formalizado este tipo de análisis'''. Los
la "diferencia" religiosa. movimientos sociales no son ni irracionales ni espontáneos, como postula
La especificidad de la lógica estratégica no se revela nunca tanto como en la el modelo de la crisis heredado de la vieja psicología de las masas. El com-
tensión que la opone a la de la integración. Mientras, sin embargo, vivimos en promiso con la acción colectiva es racional; no rompe con las conductas
los dos mundos, alternando el don y el mercado, la camaradería y el "egoísmo", políticas institucionales y no aspira, en el fondo, más que a la entrada al
redefiniendo cada vez la naturaleza de nuestras relaciones con los demás. sistema político o al establecimiento de una presión suficiente sobre los que
deciden. El conflicto social no opone frontalmente a los grupos, los pone
c) El "poder" a competir en el acceso a los recursos políticos. El área de influencia de la
movilización de recursos parte de la paradoja de la acción colectiva que
Subjetivamente, cada actor situado en la lógica estratégica define los objeti- desarrolla Olson, referida a la extrema dificultad de sumar intereses indi-
vos que persigue, los bienes que pretende, que le colocan en competencia con viduales en un movimiento social204 . La paradoja no puede ser superada
los otros. La naturaleza de esos objetivos sigue estando definida por los indi- sin que la pregunta que le corresponde sea invalidada, sin hacer evidentes
viduos y los grupos como lo que les interesa, lo que les es "útil". La definición
de esos bienes puede sin duda variar de manera casi infinita, en función de 202.Se trata aquí de la concepción paretiana de los valores, concepción sin embargo com-
los campos en los que se desarrolla la acción. Y la literatura nos enseña que, pleja, pues, si las derivaciones disimulan los afectos, también los expresan; cf. A. Bouvier,
al lado de los grandes retos, que son el dinero, el poder y el reconocimiento, "Modéles parétiens et théories des idéologies. Sociologie des représentations", L'Année
existen muchos otros, como son la conquista amorosa, que exige tanta habi- sociologique, 42, 1992, pp. 345-368.
lidad estratégica como la competición política; a poco que se admita que no 203. Cf. en francés F. Chazel, "Mouvements sociaux", en R. Boudon (ed.), Traité de socio-
logie, París, PUF, 1992; D. Lapeyronnie, "Mouvements sociaux et action politique", Revue
francaise de sociologie, XXIX, 1988, pp. 593-619; P. Mann, L'action collective, París, A. Colín,
200. M. Mauss, "Essai sur le don", Sociologie et Anthropologie, París, PUF, 1950. 1991.
201. G. Simmel, La Philosophie de l'argent (1900), París, PUF, 1987. 204. M. Olson, Logique de l'action collective (1965), París, PUF, 1978.

112 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 113 FRANCOIS DLJBET


las incitaciones selectivas ofrecidas por los "profesionales", por los promo- versiones críticas, las que identifican la integración conrá aónimación,
tores de la movilización, que también sacan partido de los beneficios sim- también ella descansa sobre un soporte crítico.
bólicos y materiales de la acción colectiva. El movimiento debe ser capaz
de movilizar ayudas exteriores, de conectar a sus miembros, de encontrar 2.3. La subjetivación
aliados... Se comporta como un "empresario". Lo que explica la moviliza-
ción, no es tanto el descontento, la frustración relativa de los individuos, La integración y la estrategia comparecen como lógicas "positivas" de la ac-
sino la posibilidad de hacerse con las oportunidades ofrecidas, sobre todo ción, como "realidades". Realidades tanto más sólidas que fundan lo esencial
por parte del sistema político. La existencia de vínculos comunitarios y de de la crítica de las ilusiones asociadas a la idea de sujeto, sea reduciendo el
cortes superpuestos es también un factor de movilización, a poco que los Yo a pura producción social, sea haciendo de la acción racional con arreglo a
dirigentes de los movimientos sepan aprovecharlos. El éxito de un movi- fines la única "realidad" de la acción. Resulta mucho más difícil definir una
miento depende de la estructura de oportunidades que se le ofrecen, de lógica social del sujeto si se tiene en cuenta que la sociología se construyó
su capacidad de movilizar recursos o, más concretamente, de utilizar los principalmente contra la misma idea de sujeto, se trate del sujeto histórico
vínculos comunitarios, las ideologías, en ocasiones a los propios adversa- del historicismo o del sujeto individual de la Razón. No regresemos sobre
rios, como recursos. La metáfora general no es tanto la de la competición esas críticas, que en buena medida aceptamos.
económica sino la del juego político. La mayor parte de ellas apuntan a un sujeto "orgulloso", clarividente y
soberano, y sobre todo, no social, anterior a la sociedad. Ahora bien, no es
d) Los bloqueos en contra de la apertura así, de manera positiva, como se manifiesta una lógica del sujeto. Ésta no
aparece más que de manera indirecta en la actividad crítica, la que implica
La sociología de la acción estratégica, ésa que Habermas designa como que el actor, cuando adopta un punto de vista distinto al de la integración o
"acción orientada al éxito"205, parece a priori estar mucho más débilmen- al de la estrategia, no puede reducirse ni a sus roles ni a sus intereses. Aunque
te articulada con una postura normativa que la de la integración social. muy a menudo negada, es una postura que eligen los sociólogos de manera
Dentro de la tradición sociológica, la acción estratégica ha aparecido a casi espontánea, aunque sea para criticar esa ilusión según la que los actores
menudo como la amenaza principal y como la figura propia de la alie- serían también sujetos. Ahí reside la paradoja de la denuncia, que sólo puede
nación moderna: anomia, egoísmo, guerra de todos contra todos... De desenmascarar las ideologías del sujeto atribuyéndose para sí la posición y el
manera aún más tosca, se la identificó como la ideología del capitalismo. privilegio de un sujeto consciente gracias al conocimiento de las "leyes" de la
Pero esta actitud de acusación, tan común, así como la voluntad de desmi- sociedad o por la originalidad de una trayectoria personal.
tificar las ilusiones moralizantes, a partir del núcleo duro de la acción es- Sea cognitiva o sea normativa, la actividad crítica implica que existe una
tratégica, no impiden sin embargo una posición crítica, sobre todo desde lógica cultural gracias a la cual el actor se distingue de las otras lógicas. Pero
el momento en que esta teoría está de acuerdo con esa visión liberal de la apenas haya adoptado esta posición, dejará de experimentarla de manera po-
sociedad que denuncia las tradiciones, los bloqueos, los corporativismos, sitiva y completa para vivirla como una tensión con las otras lógicas de la
las intervenciones reglamentadoras que obstaculizan la formación de los acción. La ética de la convicción, más allá de la figura heroica del profeta,
estados de equilibrio armoniosos de una "sociedad abierta", en la que se define sobre todo en su tensión con la racionalidad instrumental, o con la
cada cual dispondría de algún poder. Desde el liberalismo clásico a los moral comunitaria. Probablemente por esta razón el sujeto no tiene verda-
"libertarios", pasando por Von Hayek, la concepción de la acción como deramente "realidad encarnada" alguna fuera de sus representaciones en el
búsqueda de la utilidad y de la sociedad como espacio de competencia, no arte como "subjetividad pura", aunque, ahí también, la definición del sujeto
está, tampoco ella, libre de una antropología normativa y de una repre- sea social y cultural.
sentación de la democracia. Dicho de otro modo, incluso si esta posición
lleva a la crítica del "holismo" de la sociología de la integración y de sus a) El compromiso

A falta de algo mejor, podríamos definir la identidad de un sujeto corno un


205. J. Habermas, Morale et Communication: conscience et activité communicationnelle,
compromiso, un compromiso con los modelos culturales que construyen la
París, Éd. du Cerf, 1986.

114 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


115 FRANWIS DUBET
representación de ese sujeto. Touraine, en ese sentido, habla de la representa- representación, no social, de una fraternidad, de la que Habermas piensa que
ción de la creatividad humana sobre la que se apoya el individuo que quiere está contenida en una ética de la comunicación. Aunque sólo sea para gestio-
construir y juzgar su propia vida: la del hombre de fe, la del sujeto autónomo nar sus roles, el individuo no puede hacer suyo ninguno de ellos. A causa de
propio de la Razón, la del trabajador, la del individuo auténtico2U6... A partir esto la cuestión de "la humanidad" tiene un lugar principal. Pienso en esas
del momento que es socialmente "eficaz" al introducir una distancia entre él imágenes de la orquesta de Sarajevo repitiendo el segundo movimiento de la
mismo y la sociedad, poco importa que ese sujeto sea un mito o una ilusión. Séptima sinfonía de Beethoven en la guerra, sin público, con frío, sin luz...
Retomando el vocabulario de Dumont, el sujeto está siempre parcialmente Croatas, musulmanes y serbios se definían solamente como seres humanos
"fuera del mundo"; más concretamente, su identidad está formada por su que defendían lo que podía quedar de emoción y de subjetividad personales,
tensión con el mundo, es decir, con la acción integradora y con la estrategia. de fraternidad humana. Sin una lógica del sujeto, por insignificante que sea,
209
Este compromiso con una representación cultural del sujeto se vive como ninguno de esos músicos hubiese tenido fuerzas para tocar .
algo inacabado, como una "pasión imposible" y deseada que le permite perci- Con la excepción del santo o del héroe, que son más símbolos culturales
birse como el autor de la propia vida, aunque eso sea a través del sufrimiento que personajes, nadie vive como un sujeto, pero, al mismo tiempo, ningún
generado por la imposibilidad de realizar plenamente ese proyecto. La iden- actor se reduce a ser solamente su Yo o sus intereses, aunque nada más sea
tidad subjetiva se hace ver y se experimenta de manera indirecta en una "teo- por la actividad crítica que exige la referencia cultural a la idea de sujeto. Es
logía negativa", como falta o como dificultad de realizar la representación ésa además una de las aporías de la sociología crítica, que por lo menos exige
cultural del sujeto. Mientras que el actor de la integración es un individuo que su autor se conciba como un sujeto de verdad posible con el fin de no
moral, que identifica el bien con el interés colectivo y con la utilidad de cada invalidar su propio discurso encerrándolo en una espiral nihilista de la que
cual, el sujeto es un actor ético, porque no acepta esta identificación, porque sólo escapará gracias a su autoridad'''.
sabe que el culpable es una víctima, que el chivo expiatorio es inocente, que
la razón instrumental no es la Razón... Como escribe Touraine: "El sujeto es b) Los obstáculos
siempre un mal sujeto"207.
La parte subjetiva de la identidad es percibida tanto en la desafección Desde el punto de vista del sujeto, las relaciones sociales se perciben en térmi-
como en el compromiso, pues la identificación con la definición cultural nos de obstáculos para el reconocimiento y para la expresión de esta subjeti-
de un sujeto prohíbe la adhesión total al Yo, al Nosotros y a los intereses. vación. Aquí el conflicto social no se reduce a la defensa de las identidades o
Provoca una distancia sobre sí mismo que impide al individuo ser totalmen- a la competencia entre "poderes" ípuissances]; tiene el reto de controlar lo que
te su rol o su posición, ser su personaje social. Aquí, la lectura de Mead, en Touraine llama "la historicidad", la capacidad de los actores dirigentes de
particular la propuesta por Habermas, es de gran ayuda'. El Yo se presenta identificarse con la creatividad social. La imagen más simple de ello la apor-
como el control interno de las expectativas de rol dirigidas al individuo; es el tan los movimientos sociales, que se enfrentan a la dominación en nombre de
producto del Superyó por medio de la interiorización de las exigencias nor- la definición histórica del sujeto: el Progreso, la Fe, el Individuo... La lucha
mativas adquiridas en particular durante la infancia y en la adhesión. El Mí social se desarrolla dentro de las categorías culturales del sujeto: en nombre
es la mirada subjetiva dirigida al Yo, una puesta a distancia; la identidad se de la fe y contra la Iglesia instituida en las sociedades religiosas, en nombre de
sitúa en esa relación del Yo al Mí, que Habermas sugiere que sólo se reconci- la Razón y contra la tradición en el mundo burgués, en nombre del trabajo
lian en la obra de arte. Pero esta distancia está socialmente construida, pues creador y contra su explotación, en la sociedad industrial. La conciencia de
el Mí se constituye en referencia a una norma más "universal" que la del rol clase obrera encarna perfectamente esta lógica de la acción cuando no se re-
social, a un "otro generalizado", que no es la suma de los roles sociales sino la duce a los sentimientos de pertenencia comunitaria o a los simples intereses
de los asalariados, cuando es percibida como la lucha del trabajo, identificado

206. A.Touraine, Production de la société, op. cit.; Critique de la modernité, op. cit.
207. Critique de la modernité, op. cit., p. 319. 209.Envoyé spécial, Antenne 2, 23 de diciembre de 1993.
208. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi el la société, op. cit.; J. Habermas, "Le changement de pa- 210. Por lo demás, tengamos en cuenta que los más brillantes de esos pensadores han
radigme chez Mead et chez Durkheim: de l'activité finalisée á l'agir communicationnel", sido o son aún objeto de una "adoración" que resulta ser una extraña y arcaica forma del
Théorie de l'anir communicationnel, op. cit,, t. 2. sujeto "héroe".

116 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 117 FRANCOIS DUBET


a una creatividad desposeída de su sentido por la dominación de clase. La este universo emocional no es ni un recurso ni el retorno a las rnAsaspuede
conciencia de clase afirma la autonomía y la centralidad del trabajo contra los aparecer como el momento fugaz durante el que el actor se vive como sujeto.
intereses "particulares" y la cultura "particular" de los dueños de la industria.
El movimiento obrero apelaba a los valores más esenciales de la sociedad c) La cultura como definición histórica del sujeto
industrial, al de la creatividad humana en el trabajo y contra el orden social.
El asalariado se afirma como sujeto definiéndose como trabajador, es decir, La cultura no solamente es el conjunto de valores y normas que sueldan una
como el productor de riquezas y progreso. En esta operación, frecuentemen- sociedad, no es tampoco un stock de recursos simbólicos para la acción; es
te mesiánica, se forman tanto una crítica general de la sociedad como un también una definición del sujeto que permite la crítica social. Durante largo
actor colectivo, que se vive como sujeto'''. El movimiento obrero sólo fue una tiempo la representación cultural del sujeto ha dominado la sociedad y fue
figura particularmente fuerte, "consciente y organizada", un sujeto formado identificada la trascendencia religiosa, a valores universales, como la Razón,
en las categorías historicistas de la sociedad industrial, categorías que fueron rápidamente trasformada en Ser supremo. Dicho de otro modo, el sujeto era
las de los dirigentes que se identificaron de manera igualmente ingenua con sagrado; su legitimidad no dependía ni de la sociedad ni de la historia. La
el Progreso, la Ciencia y la Razón. crítica social se sostenía en la declaración de principios generales; en ocasio-
En esta lógica de la acción, el adversario y el orden social que se combaten nes los filósofos guiados por la Razón pensaron "inventar" tales principios.
se designan por medio de la cuestión de la alienación. (En el universo del La desaparición o el debilitamiento de estos principios "trascendentes" de la
movimiento obrero, la explotación no era más que una modalidad particular subjetividad no desencantó totalmente al mundo. Walzer mostró muy bien
de la alienación.) La alienación aparecía como la privación del sentido, como cómo la cultura, tal como está en la sociedad, permite una crítica social cons-
la desposesión de la autonomía como resultado de la dominación, que redu- tante, como experiencia social trivial del sentido común'''. En esa actividad
cía a los actores a ser poco más que el soporte de roles y agentes de intereses crítica, el individuo es invitado a "desprenderse de sí", a transformarse en un
limitados impuestos, unos y otros, por los dominantes o "del sistema". Por filósofo.
esta razón la cuestión de la alienación aparecía en todas las sociologías más De hecho, más que el contenido mismo de los valores movilizados por la
o menos ambiciosas, constituyendo al tiempo el capítulo menos sociológico crítica, lo que importa es la perspectiva elegida por los actores, que interpre-
de esas teorías, el que más comprometé las relaciones con los valores del in- tan esos valores desde el punto de vista de la definición del sujeto que esos
vestigador, el que lo compromete como sujeto'''. Seguramente tendríamos valores permiten. Después de todo, la religión puede ser a la vez el opio del
dificultades para hacer de la alienación una categoría positiva de análisis, pueblo y el instrumento más común de su resistencia y de su liberación. Para
pero estamos obligados a constatar que la expresión en los actores de una ex- comprender la pluralidad de las lógicas de la acción basta con observar cómo
periencia alienada es relativamente constante: sentimiento de vivir una vida los marginales urbanos de Santiago de Chile, los "pobladores", interpretaban
desprovista de sentido, sentimiento de no ser nunca uno mismo, impresión el discurso religioso como el de la afirmación de su existencia y de sus dere-
de "impotencia", sentimiento de no ser más que el espectador de la propia chos. El discurso de la comunidad y del orden moral puede también conver-
vida, temor de ser "invisible" por sentirse reducido a un cliche"... tirse en el de la liberación desde el momento en que permite definir un sujeto
Solamente esta lógica de la acción permite dar cuenta de lo que hay de y los obstáculos que se oponen a su formación'''.
"irracional" y de excesivo en los movimientos sociales: esa ilusión lírica de
la entrega de sí mismo que en ocasiones llega al verdadero sacrificio, esa eu- d) La alienación y la dominación
foria, ese sentimiento de no existir plenamente más que en la acción. Todo
No es útil que se insista mucho más acerca de las posturas críticas asociadas a
esta lógica de la subjetivación, tanto en la teoría sociológica como en la prác-
211. Acerca de la conciencia de clase obrera, cf. A. Touraine, M. Wieviorka y F. Dubet, Le
Mouvement ouvrier, op. cit.
212. J. lsraél, L'Aliénation, de Marx á la sociologie contemporaine, París, Anthropos, 1972. 214. M. Walzer, Critique el Sens commun. Essai sur la critique socia/e et son interprétation,
213. Acerca del intento de construir la noción de alienación como indicador empírico de París, La Découverte, 1990.
París,
conductas sociales, cf. M. Seeman, "Les conséquences de l'aliénation dans le travail", 215. Cf. F. Dubet, E.Tironi, et al., Pobladores. Ludes sociales et démocratie au Chili,
Sociologie du travail, 1967, pp. 113-133. L'Harmattan, 1989.

118 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 119 FRANCOIS DUBET


tica social. En lo esencial, se trata de teorías más o menos explícitas de la alie- Pero desde el punto de vista de los actores, no existe un punto central, y en
nación y de la dominación. De manera general, se concibe la alienación como las discusiones corrientes, las disputas no se agotan. Los actores adoptan uno
la privación de la capacidad de ser sujeto. Es la separación del trabajador y de por uno todos los puntos de vista, y cuanto más se desvanece la idea clásica de
sus productos, no tanto por la explotación económica sino por la reificación sociedad, esa representación de la sociedad como un sistema que encierra las
de las relaciones sociales, que se manifiestan como mecanismos objetivos a los distintas lógicas, clausurando el conjunto como si fuese una máquina, más se
que el individuo está sometido como lo está a las leyes naturales. Es también implican en esta circulación. Cuanto más se aleja la idea clásica de la acción,
la vía del desencantamiento, que vacía de sentido la experiencia social a tra- los actores se comprometen más en experiencias y más "activos" resultan,
vés de las racionalidades instrumentales independientes, que descomponen debiendo recorrer un espacio de lógicas cada vez más alejadas, enfrentándose
la unidad del mundo vivido; es la pérdida de la "totalidad" en la teoría crí- a identidades y a relaciones progresivamente más diversificadas. Nada les au-
tica de la Escuela de Francfort, desde ese punto de vista más weberiana que toriza a elegir dentro de esta circulación a marcar el paso; son "todo al mismo
marxista. También podríamos abordar el proceso de objetivación por el que tiempo", y las normas de justicia y de intercambio que establecen entre ellos
la cultura se hace extraña al actor, y otras muchas imágenes de la alienación. aparecen así ante el sociólogo como "arreglos", como los resultados de las
Sin duda porque no puede ser aislada de sus fundamentos normativos, experiencias sociales.
la noción de alienación no es un "verdadero" concepto sociológico. Pero no
por eso desaparecen los fenómenos que designa. Muchos de ellos forman
parte plenamente del campo de la sociología. Se trata, primero, de todas las
conductas que derivan de lo que imprecisamente llamamos el "sufrimien-
to", el sentimiento de destrucción de sí, de estar privado de lengua propia,
producido por la dominación social. Hay estudios clásicos que conciernen
a la alienación obrera o a la experiencia totalitaria, desde ¿A dónde va el
trabajo humano?, de Friedman, hasta Internados, de Goffman. Estos aná-
lisis oponen las cuestiones de la integración y de la competencia a las de la
dominación, y las de la integración y los intereses a las de la indignación
y la revueltan6. El punto de vista teórico de la subjetivación construye sus
propios objetos y sus propias perspectivas, a condición de no identificar el
conjunto de una experiencia y del funcionamiento de una sociedad con la
dominación y la alienación, lo que de hecho supondría negar el sujeto al
que apela.

Las tres lógicas de la acción que acabamos de definir pueden fácilmente re-
mitirnos a corrientes sociológicas claramente establecidas. Entre ellas estas
corrientes mantienen disputas y generan invectivas que no hemos revisado.
Cada una de estas lógicas constituye una posición crítica respecto de las otras
dos, ya que en general afirman poder reconstruir el conjunto social a partir
de un punto central.

216. Cf. el hermoso libro de B. Moore, injustice. The Social Bases of Obedience and Revoll,
Macmillan Press, 1978.

120 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 121 FRANCOIS DUBET


IV. De la experiencia social al sistema

Con la noción de experiencia social, que designa la combinación subje-


tiva realizada por los individuos entre distintos tipos de acción, existe
el gran riesgo de hacer de ella una noción subjetiva, de concebirla como
una "vivencia" totalmente "flotante" v sin relación con el sistema social
o, por decirlo más sencillamente, de hacer de ella un objeto socialmente
no "determinado". De ese peligro corresponde ahora preservarse re-
cordando que cada una de esas lógicas de la acción que se combinan
en la experiencia social se inscribe en cierta "objetividad" del sistema
social. Aquí la objetividad no remite a postulado alguno acerca de la
naturaleza de la "realidad" del sistema; significa simplemente que los
elementos simples que componen la experiencia social no pertenecen al
actor sino que le vienen dados, le preexisten o le son impuestos a través
de una cultura, de relaciones sociales, de coerciones impuestas por la
situación o por la dominación. Más allá de la experiencia de los actores,
se plantea entonces el problema de la "inteligencia" de lo social, es decir,
de las hipótesis relativas a los mecanismos de articulación de la acción
con el sistema, relativas a la naturaleza de los vínculos de "causalidad"
que los asocian'''.
En un sentido muy general, siempre es posible considerar que la
acción es la faz subjetiva del sistema. Sin embargo, esta afirmación no
implica en absoluto un regreso a la sociología clásica, pues no necesa-
riamente postula la unidad de la acción y, consecuentemente, la idea
de un principio central común en la acción y en el sistema. Tampoco
supone la idea de una jerarquía funcional entre las distintas lógicas de
un sistema, a la manera de Parsons. La heterogeneidad de principios
de la acción remite a la del sistema y a la propia heterogeneidad de los
mecanismos que "determinan" las lógicas de la acción. Por otra parte es
esta pluralidad la que permite hablar de "actor" y no sólo de "agente",
pues la construcción de una coherencia de la experiencia y de una ca-
pacidad de acción propia es una exigencia que deriva de ello. Dicho de
otro modo: el actor construye una experiencia que le pertenece partiendo

217. J.-M. Berthelot ha propuesto seis "esquemas de inteligibilidad" sociológica;


cf. L'Intelligence du social, París, PUF, 1990.

125 FRANCOIS DUBET


de lógicas de la acción que no le pertenecen y que le vienen dadas desde las
distintas dimensiones del sistema, que se separan a medida que la imagen Sistema de acción histórica
clásica de la unidad funcional de la sociedad se pierde. La explicación "cau-
"dialéctica"
sal" de la formación de las lógicas de la acción no impide la formación
de una experiencia autónoma.
Como escribe, en un contexto intelectual totalmente distinto, Lévi- Subjetivación
Strauss, "lo que desaparece cuando muere una individualidad consiste en
una síntesis de ideas y conductas tan exclusivas e irremplazables como las que EXPERIENCIA SOCIAL
efectúa una especie floral a partir de los cuerpos químicos simples utilizados
por todas las especies'''. Como esas "especies", las experiencias sociales son Integración Estrategia
combinaciones subjetivas de elementos objetivos.
"Sociaización" `Juego"
1. DE LA ACCIÓN AL SISTEMA
Sistema de integración Sistema de interdependencia
Cada una de las lógicas de la acción se inscribe en un tipo de "causali-
dad", y depende de un modo de explicación que se atiene, más que al
modelo de conocimiento sociológico que emplea, a la propia naturaleza
de los mecanismos sociales que están implicados. La lógica de la inte- 1. 1. El sistema de integración y la socialización
gración descansa esencialmente sobre los procesos de socialización, que
remite a formas de explicación causal o estructural. La acción estratégica No interesa insistir demasiado en el razonamiento que sostiene lo esencial de
está ligada al sistema a través de las coerciones impuestas por la situación la sociología clásica: la explicación de la acción a partir de la socialización
y la modalidad de explicación remite al modelo de sistema de interde- de los individuos. Incluso si admitimos que los actores sociales "buscan" su
pendencia'''. integración, eso no impide que lo hagan porque identifican una parte de su
En cuanto a la subjetividad, está socialmente definida por la tensión personalidad con los modelos y los códigos que aseguran su mantenimiento,
entre una representación del sujeto y las relaciones sociales; por eso, su ar- el reconocimiento por parte del prójimo y la permanencia. Desde que el pro-
ticulación con el sistema es de tipo dialéctico'. blema sociológico principal es el de la estabilidad de las conductas sociales y
Podemos representar este razonamiento desde el siguiente esquema que el problema de los actores es el mantenimiento de una identidad social, lo
(el "círculo" del sistema está indicado aquí en negrita, el de la acción en esencial de la acción social se explica por la realización de los modelos cultu-
cursiva, el del vínculo causal entre comillas): rales que los actores han asimilado. Por esta razón, una parte importante del
programa de lo que hemos llamado "la sociología clásica" es una sociología
de la socialización, del aprendizaje, de la reproducción de los códigos cultu-
rales comunes, que permiten, a la vez, el intercambio social y la continuidad
de las sociedades. El hecho de que la mayor parte de las normas y de los
218. C. Lévi-Strauss, Tristes Tropiques, París, Plon, 1955. procesos de aprendizaje no estén presentes en la conciencia de los actores no
219. Esta noción esta tomada de R. Boudon, que de un modo muy esclarecedor la opone a ha de llevar necesariamente a afirmar que son inconscientes. Muchas normas
la de sistema funcional. Cf. La Logique du social, op. cit. son sencillamente no conscientes y están rutinizadas, lo que debe hacernos
220. He de reconocer que esta noción, "dialéctica", a causa de sus diversas connotaciones ser prudentes respecto de la idea de "código profundo", al estar en general
y de su carácter demasiado amplio y total, está muy lejos de ser totalmente adecuada. No los individuos en condiciones de explicar lo que hacen, incluso si lo hacen
obstante, si se acepta reconocer que la crítica y la puesta a distancia es una lógica de automáticamente"': un conductor experimentado olvida lo que hace cuando
la acción, y no sólo la del conflicto, es también necesario admitir que las tensiones del
propio sistema permiten esta actividad. Aquí, la palabra "dialéctica" no significa nada
más que eso. 221. A. Giddens, La Constitution de la société, París, PUF, 1987.

126 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 127 FRANOIS DUBET


conduce; no proyecta realmente más que una ínfima parte de sus gestos, pero vergüenza, de fastidio, pues son portadores de una cultura y de una historia
es capaz de explicarlos si se le da la ocasión. que no han elegido y que sin embargo está en lo más profundo de su perso-
Cuando la acción se percibe como la faz subjetiva de la integración, para nalidad. Probablemente la sociología proporciona miles de ejemplos de este
explicar las conductas sociales hay que descubrir los modelos culturales con tenor, que muestran que, cualesquiera que sean las posiciones, los gustos, los
arreglo a las que se conforman y, sobre todo, decir cómo los actores las han intereses, el individuo hereda de una sociedad, de una lengua, de una cultura,
adquirido y cómo las mantienen. La socialización, como, de una parte, edu- esquemas corporales que se han hecho suyos sin ser, sin embargo, obra suya.
cación y como, de otra, control social, asegura los fundamentos de esta lógica Por medio de esto, la lógica de la integración está determinada, proporciona
de la integración. Como hemos mostrado extensamente, la sociología no ha el stock de útiles culturales y sociales a partir de los que se puede construir una
dejado de "ascender" desde la observación de las conductas hasta el análisis lógica de integración. Siendo incluso posible admitir que, en las sociedades
del sistema de integración, haciendo para ello de la socialización la variable modernas, los mecanismos de integración están cada vez más construidos y
que intermedia entre las conductas y las condiciones objetivas. Son la socia- cada vez menos dados, que el achievement domina sobre la ascription, resulta
lización, las expectativas, las aspiraciones programadas, los códigos, los que, que los modelos integrados por los actores remiten a la estructura de un sis-
más allá de la racionalidad de las elecciones relacionadas con el contexto, tema de integración.
explican las conductas de los individuos. La fuerza de ese tipo de explicación La segunda fuerza de este modelo es de tipo epistemológico y metodoló-
es doble. gico. Permite hacer un análisis causal de las conductas sociales al establecer
En primer lugar debe insistirse en la verosimilitud psicológica. Las fisuras correlaciones entre, de un lado, los comportamientos y las actitudes de los
y las heridas más sutiles en ocasiones no son sino el efecto de las delicadas individuos y, del otro, sus posiciones sociales, indicando así una correspon-
rupturas sociales que sufren aquellos individuos que han conocido conflictos dencia entre dos series de fenómenos, de las cuales una se presenta objetiva,
de identidad, que no son sino fracturas sociales interiorizadas. Estar dentro independiente de los actores, y la otra subjetiva. El carácter "dado" de las
o estar fuera, estar adaptado o desviarse, no son, en la mayor parte de las normas y de los modelos permite establecer un principio de filiación entre
ocasiones, elecciones del actor sino el resultado de un recorrido individual y las dos series de datos. La técnica estadística de análisis multivariante, por
de una mutación colectiva cristalizada en un desafio para la personalidad. En lo detallado de las correlaciones que establece, pone al día este tipo de causa-
dos famosos trabajos, sobre los que no es posible discernir si son "psicológi- lidades. Las fuertes coherencias observadas permiten también inscribir esas
cos" o "sociológicos", Hoggart mostró cómo la sedimentación de una prime- regularidades en una interpretación funcional y estructural. Sin embargo, el
ra socialización obrera nunca desaparece del todo a lo largo de una historia paso de un modelo causal a su interpretación funcional no es una necesidad
personal de movilidad socialm. El malestar por no estar nunca "en tu lugar", lógica, aunque es necesario dejar constancia de su frecuencia —por ejemplo,
por no pertenecer a ninguna de las dos culturas, obrera y universitaria, se en la sociología de la educación, en la que las desigualdades han sido inter-
explica como el efecto de la distancia social que organiza las identificacio- pretadas a menudo en clave de finalidades del sistema: la correlación es la
nes y la socialización en la sociedad británica. En un artículo referido a los causa, y la causa, una finalidad—. Pero este deslizamiento teleológico es, más
problemas de naturalización de los jóvenes argelinos que viven en Francia, que una necesidad lógica, una extrapolación del modelo causal.
Sayad describe cómo lo que esos jóvenes llaman "una nacionalización" es
vivido como una traición en relación a la infancia y a la familia, también a la 1.2. El sistema de interdependencia
historia argelina'. Aunque normalmente están bien asimilados en Francia, y las obligaciones del juego
no han conocido la guerra de Argelia, tienen a menudo escasa simpatía por el
régimen político de ese país y por muchas de sus tradiciones, y tienen además Al lado de la causalidad de tipo "holista", que explica las lógicas de la inte-
interés en hacerse franceses, experimentan un sentimiento de traición, de gración, las concepciones estratégicas del actor —en todo caso, las más ra-
dicales—, se muestran en ocasiones como teorías de la acción "no determi-
nada". Autónomo v racional. el individuo hace elecciones en función de las
222. R. Hoggart, La Culture du pauvre, op. cit.; 33 Newport Street. Autobiographie d'un intel-
oportunidades nue se le ofrecen. Las correlaciones que se observan entre las
lectuel issu des classés populaires ang/aises, París, Gallimard/Le Seuil, 1991.
situaciones y las acciones no proceden de socializaciones diferenciales sino de
223. A. Sayad, "Les immigrés algériens et la nationalité francaise", en S. Laacher (ed.),
Questions de nationalité. Histoire et enjeux d'un code, París, CIEMI, L'Harmattan, 1987.

128 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 129 FRANCOIS DUBET


elecciones individuales vinculadas a esas situaciones'. Aquí, el modelo de si tuviese tiempo de reflexionar sobre ellas y el placer de entregarse a esta
sistema ya no es el de la unidad funcional, sino el de la interdependencia de las interpretación"226. Esta racionalidad, que de hecho es un acto de fe que sos-
acciones individuales. En esta línea de análisis, que aunque no responde aun tiene que el actor hace lo mejor para sí mismo, descansa sobre una psicología
estricto utilitarismo deriva muy claramente del modelo económico, es el sis- tremendamente abstracta, útil apenas para una lógica de razonamiento en la
tema, como efecto de composición, el que deriva de la acción y no a la inversa; que el sistema sea comparable a un mercado.
las estructuras provienen de la "composición" de las conductas individuales Conocemos la aplicación de este razonamiento en las elecciones políticas.
y constituyen, a su vez, las situaciones en las que se forman las conductas. La Oponiéndose a las explicaciones del voto en términos de socialización políti-
anterior causalidad es entonces invertida; el principio explicativo es indu- ca, en particular al "paradigma de Michigan", Downs afirma que el elector
dablemente muy distinto del modelo de la socialización, pero la imagen de vota tras una serie de cálculos de utilidad: su elección es útil, es determinante,
una acción "libre" no es, sin embargo, totalmente aceptable, incluso si está le otorga ventajas simbólicas y sociales227. Pizzorno ha subrayado uno de los
en el centro de la definición de la acción estratégica. Mirándola de cerca, la límites de esta lectura a posteriori de la racionalidad del actor: si los actores
racionalidad del actor estratega está sometida a unas tales coerciones que, sin fuesen verdaderamente racionales, la mayoría de las veces no votarían y a
desdeñar el valor de la intencionalidad racional y estratégica del actor, no menudo no votarían, como lo hacen, por razones simbólicas e "irraciona-
es posible hacer de esta lógica de la acción una figura de la libertad opuesta les", en particular por hacer manifiesta una pertenencia social". El conocido
a la causalidad "holista" y "totalitaria" de la sociología "estructural" de la ejemplo que da Boudon acerca de los campesinos indios y de la anticoncep-
socialización. La relación de esta acción estratégica con el sistema procede ción no es muy convincente". Es sin duda sensato y correcto pensar que esos
precisamente de que la racionalidad del individuo está limitada. campesinos no rechazan la anticoncepción a causa de unos simples "reflejos"
Siguiendo algunas de las críticas de Caillé, recordemos que la sociología culturales que les llevan a resistirse al cambio. Pero la afirmación de que su
de la acción racional e interesada no puede sostenerse sobre una concepción rechazo se sostiene sobre buenas razones racionales, pues el número elevado
hiposocializada del actor, pues la capacidad de definir y de procurar unos in- de niños protege de las miserias de la vejez, no es una explicación que segura-
tereses es también social'. En efecto, más allá de su coherencia, este modelo mente baste: los niños son también un bien cultural; el cambio de las conduc-
sigue estando sujeto a un criterio de verosimilitud antropológica que es en tas sexuales comporta un coste psíquico y social elevado, afecta al estatuto de
este caso problemático. Pero esto no lo invalida totalmente, pues esta raciona- las mujeres. Y sobre todo, en muchos otros casos los campesinos eligieron la
lidad puede manifestarse en culturas muy diferentes. Más discutible es el he- anticoncepción por razones tan buenas como ésas: teniendo menos niños, tie-
cho de que la noción de racionalidad limitada funcione como un equivalente nen más tierras sin dividir, menos gastos de dote... Los campesinos franceses
general de la acción que permita caracterizar todas las conductas individuales lo sabían mucho antes de la planificación familiar. Si no se hace el esfuerzo
que, por cierto, el sociólogo raramente estudia como tales, sino que las infiere de pensar de acuerdo a un verdadero enfoque comprensivo, lo que sin em-
del análisis de los efectos post facturoregistrados por datos macrosociológi- bargo resulta inútil a causa del equivalente general de las buenas razones, la
cos, que revelan los "equilibrios" de un sistema concebido como un efecto de racionalidad limitada del actor tiene todas las opciones de convertirse en un
agregación y de interdependencia. Aunque esta sociología se presente como truismo y de parecerse a una finalidad retrospectiva al estilo de Pangiós23o,
una sociología de la acción, en la realidad de la tarea de investigación el so- a una racionalidad ex post. El mismo razonamiento podría aplicarse a la ra-
ciólogo no va del actor al sistema, sino que analiza los estados colectivos como cionalidad de las elecciones escolares: si se observa que cada alumno no elige
resultado de conductas individuales racionales. Al "Todo sucede como si" de más que lo que puede elegir en función de sus recursos escolares y sociales, las
la socialización más o menos ciega, se yuxtapone el "Todo sucede como si"
de las "buenas razones" de las que habla Boudon. Basta con que los actores 226. R. Boudon, L'Idéologie, op. cit., p. 25.
actúen en su situación por buenas razones, "las que el mismo actor aportaría 227. A. Downs, A n Economic Theory of Democracy, op. cit.
228. A. Pizzorno, "Sur la rationalité du choix démocratique", en P. Birnbaum y J. Leca
(eds.), Sur l'individualisme, París, Presses de la FNSP, 1986, pp. 330-369.
224. Es de ese modo como R. Boudon lee e interpreta las estadísticas de la desigualdad 229. R. Boudon, La Place du désordre, op. cit.
de oportunidades escolares: L'Inégalité des chances. La mobilité sociale dans les sociétés 230. N. del T.: Se refiere a Panglós, el personaje del Cándido de Voltaire. Panglós es un
industrielles, París, A. Colin, 1973. creyente convencido en la causa escondida detrás de toda cosa, cuya existencia responde
225.A. Caillé, Splendeurs et Miséres des sciences sociales, Genéve, Librairie Droz, 1985. siempre a unos propósitos concretos.

130 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 131 FRAKOIS DUBET


buenas razones no son más que un consuelo; si cada alumno ha constituido tantes, la tasa de criminalidad sería mayor de lo que ahora es si la represión
sus recursos en función de sus elecciones iniciales, eso supone una excepcio- fuese menor. Podemos también preguntarnos, como hace Cusson, por qué las
nal racionalidad a largo plazo, y deja sin explicación, fuera de la causalidad tasas de reincidencia son tan altas, por qué el control y la represión no "mar-
estructural, el problema de la desigual distribución de los proyectos. chan", como debería set el caso en una acción estrictamente utilitaria. Para
La distribución de las obligaciones y de las posiciones dentro de un con- responder a estas preguntas, Cusson retorna la mayor parte de los razona-
junto de oportunidades de elección precede a la racionalidad de las elecciones mientos sociológicos que había rechazado en nombre del principio de la racio-
estratégicas. De otro modo, aplicado a objetos sociales, un análisis en términos nalidad autónoma de la acción. El primero es la tendencia al desvío: "Hay en
de pura estrategia conduce a callejones y paradojas importantes. Cusson ha algunos individuos una predisposición al desvío que se manifiesta de manera
intentado aplicar de manera bastante sistemática ese paradigma de la acción polimorfa"". Cuando la acción racional no funciona, la "personalidad crimi-
racional "no determinada" al caso de la desviación. Postula que la acción des- nal" toma el relevo. La reincidencia se explica también por el hecho de que la
viada, como todas las demás, procede de una decisión en la que el individuo elección depende de las oportunidades del mercado, de la organización social,
mide las ventajas y los inconvenientes de sus actos, los beneficios de su acción cosas todas ellas que no conciernen al actor, y porque, sostiene Cusson, en las
—incluido el placer que supone— y sus inconvenientes, en particular la re- democracias las oportunidades de desviación crecen, mientras que los casti-
probación y el riesgo de castigo"'. Armado de ese paradigma, Cusson critica gos disminuyen"6. De hecho, las sociedades modernas no tendrían ya el valor
las teorías clásicas de la desviación, en particular las teorías del estigma, que de "censurar enérgicamente" a los jóvenes desviados y, al mismo tiempo que
postulan una socialización todopoderosa, de manera que el actor se identifica descendería el control social, el control de sí y la interiorización de los valores
con las representaciones que se le proporcionan sobre su propia desviación. se debilitarían237. Así, se reintroduce en estas teorías tan profundamente "ho-
Rechaza también las teorías de la subcultura delincuente como, de manera listas" de la socialización, de la anomia y de la desorganización una tonalidad
general, todas las teorías "holistas", que, afirma, manifiestan una simpatía notablemente conservadora: "Los delincuentes han recibido una educación
por el culpable, reservando sus ataques para el control social y sus agentes". marcada por la indulgencia, el dejar hacer y la indiferencia'. A causa de que
Contra esas teorías, Cusson además afirma: "Los trabajos más rigurosos los jóvenes delincuentes carecen de sentido moral, reinciden; también porque,
muestran que, en idénticas circunstancias, la criminalidad varía en función a causa de los valores propios de la subcultura delictiva, son menos sensibles
inversa de la probabilidad de encarcelamiento'''. Precisamente ese "en idén- a la censura, añade Cusson. El modelo de la elección racional se disuelve en
ticas circunstancias" resulta problemático, pues en algún número de campos una teoría del control social que no deriva en modo alguno de un paradigma
es una simple afirmación de principio. No parece que haya, por ejemplo, una de la acción estratégica. Expulsadas por la puerta, las teorías más tradicionales
relación estable entre la dureza del código penal y la criminalidad de un país; reingresan por la ventana; a lo largo de este curioso recorrido solamente han
a menudo ese código es más severo con los asesinos en Estados Unidos que incorporado una connotación "de seguridad" y represiva. "Todo sucede como
en Francia, donde sin embargo se asesina mucho menos231. Que se sepa, la si" fuese necesario que, en el sentido más clásico del término, una sociedad esté
severidad —de igual modo en todo caso que la lasitud— frente al tráfico y el bien integrada para que los actores estuviesen conformes con el modelo liberal
consumo de drogas no ha demostrado su eficacia; al contrario incluso, puede de las elecciones económicas "puras".
incrementar las expectativas de beneficio, como en el "círculo vicioso" de la Evidentemente, estas anotaciones no buscan rechazar las nociones de es-
prohibición. De esta afirmación se deriva la proposición, totalmente indemos- trategia y de acción limitada y más bien conducen a insistir en el hecho de
trable, de acuerdo con la que, a beneficios esperados de la delincuencia cons- que el "mercado" está ya ahí y que, en lo esencial, el optimum de elecciones
viene fijado por la distribución de los recursos, de los modelos de las aspira-
231. M. Cusson, Le Contróle social du crime, París, PUF, 1983; Croissance et Décroissance ciones, de las reglas del juego... En lo que se refiere a la acción estratégica, la
du crime, París, PUF, 1989; "Déviance", en R. Boudon (ed.), Traité de sociologie, París, PUF,
1992.
232. M. Cusson, "Déviance", art. cit., p. 396. 235. M. Cusson, "Déviance", art, cit., p. 399.
233. Ibid., p. 395. 236. Esta afirmación viene más de una declaración de principio de seguridad que de un
234. Desde hace treinta años la criminalidad aumenta en los Estados Unidos, tanto como análisis histórico; cf. J.-C. Chesnais, Histoire de la vio/ente, París, R. Laffont, 1981.
la severidad de los castigos que se aplican a los delincuentes; cf. el dossier de M.-F.Toinet 237. Le Contróle social du crime, op. cit,, p. 119.
en Les Cahiers de la Sécurité Intérieure, 16, 1994. 238. Ibid., p. 127.

132 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 133 FRANCOIS DUBET


relación del actor con el sistema se define en términos de juego, no en térmi- gias son racionales y las estructuras son culturales. El rechazo déla imagen
nos de mercado. Eso no impide que el espacio de un juego baste para que los de un sistema funcional y de una coherencia terminada, que produce una
individuos puedan desarrollar conductas creativas, pues es una situación que causalidad englobante, no puede llevar al abandono de las ideas de sistema
se interpreta en términos de competencia y de juego. No sólo vienen dadas y de determinación de la acción. Incluso cuando el sistema se define en tér-
las reglas de juego y sus obligaciones, sino que una gran parte de las relacio- minos de interdependencia, impone reglas y coerciones a los individuos. En
nes sociales busca el mantenimiento o la transformación de las reglas de ese ese registro de la acción, solamente podemos orientarnos hacia una solución
juego. A esa conclusión conduce la sociología de las relaciones profesionales, mixta dominada por la metáfora del juego que articule la racionalidad de
que se construye como una sociología de la regulación, que bebe a la vez del los actores con la presencia de reglas y de situaciones que coartan el juego y
modelo del actor interesado y racional y del modelo de la integración social distribuyen desigualmente las capacidades de jugar.
por medio de reglas legítimas, sosteniendo así los dos extremos de una cadena
compuesta por el individualismo metodológico y por la sociología durkhei- 1. 3. Las tensiones entre la cultura y las relaciones
miana239. Son las relaciones conflictivas negociadas las que crean la solidari- sociales: el sistema de acción histórica
dad. La capacidad de transformar las reglas del juego no se presenta tanto
como una estrategia deliberada al igual que, en la mayoría de los casos, como Evidentemente, la lógica de la subjetivación no es únicamente resultado de
un efecto no querido del juego mismo; es el caso de los "juegos evolutivos" la socialización, ni solamente la puesta en juego de intereses dentro de un es-
analizados por Adam y Reynaud"°. Aunque nadie lo decide, el capitalismo pacio de competición. El hecho de que, en lo esencial, el actor se afirme como
se transforma, y no es sólo que el juego esté regulado, sino que además existe sujeto en la crítica, en la distancia o en el compromiso, y de que en todos los
la obligación de jugar. Retomando el conocido ejemplo de la "ley" de la ten- casos se desmarque de la evidencia y del orden de las cosas acudiendo a prin-
dencia a la baja en la tasa de beneficio, ésta no es una ley objetiva o normativa, cipios suficientemente generales como para permitirle la crítica, no puede sin
pues resulta de la estrategia individual y racional de cada empresario, pero embargo hacernos creer que esta especie de autodeterminación no dependa
aquel que no la respetase desaparecería'. Desde ese punto de vista, el exit, la en nada de la sociedad. Cuando la duda del sujeto entra en el mundo, la crí-
salida del juego, aparece nada más como una posibilidad teórica; en realidad, tica se hace trivial, y si cada cual es un sabio, cada cual es también un sujeto
los que salen son los perdedores, aquellos que no pueden anticipar más que los que no puede dar nada por supuesto: un "intelectual". La representación del
fracasos. También las capacidades de jugar están distribuidas; en las organi- sujeto, el alma, la Razón, la individualidad, los derechos naturales, proce-
zaciones, la interdependencia de los actores hace que todos jueguen, pero no den de una actividad social, la que Touraine llama la "historicidad'''. Los
todos juegan tanto como quieren. En el monopolio estudiado por Crozier, sacerdotes, los clérigos, los artistas y los intelectuales definen los valores y los
los trabajadores de mantenimiento juegan mucho más que los trabajadores elementos a partir de los que pueden construirse la crítica social, pues esos
especializados'. valores no son sólo creencias compartidas acerca de la integración social o
Evidenciar una lógica de la acción autónoma, estratégica y racional, una recursos ideológicos, son también elementos de una crítica de la sociedad, so-
acción que no se puede reducir a la aplicación de un programa de socializa- ciedad que no está nunca del todo conforme con el modelo de la creatividad
ción, no impide entonces que la estrategia esté inscrita dentro de obligaciones y de la autonomía cultural que se atribuye.
y de reglas de juego que preexisten a los actores y se les imponen. Es eso La actividad del sujeto, entendida como capacidad o como deseo de con-
por cierto lo que Crozier y Friedberg destacan al hablar de las coerciones ducir su propia vida, implica al mismo tiempo convocar "los valores" y de-
estructurales como de una cultura que permite jugar juntos". Las estrate- finir los obstáculos para su realización. El pasado, la dominación y el propio
orden obstaculizan la "realización" de ese sujeto que tiene la posibilidad de
emplazarse fuera del mundo para criticarlo. Sin embargo, este movimiento
239. J.-D. Reynaud, Les Regles du jeu, op. cit. de salida no es la expresión de una libertad no social, con la excepción qui-
240. G. Adam y J.-D. Reynaud, Conflits du travail et Changement social, París, PUF, 1978. zás de la imagen weberiana del profeta "puro" que "inventa" otro sistema
241. Acerca de la lectura "individualista metodológica" de Marx, cf. J. Elster, Logic and de sentido, que crea un acontecimiento. La actividad crítica del sujeto no se
Society, NuevaYork, 1978.
242. M. Crozier, Le Phénoméne bureaucratique, París, Éd. du Seui I, 1963.
243. M. Crozier y E. Friedberg, L'Acteur et le Systeme, op. cit. 244. A.Touraine, Production de la société, op. cit.

134 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 135 FRAKOIS DUBET


desarrolla ni en un vacío cultural ni en un vacío social, e incluso en el secreto de clase y que se adherían más que otros a los valores de la sociedad indus-
de las conciencias la introspección no es otra cosa que un diálogo social inte- trial, adhesión que los "desplazaba" socialmente porque con frecuencia
riorizado. habían viajado y circulado en el espacio social y en su historia de vida'''.
Entre las tres vías posibles de crítica, el descubrimiento, la invención En su estudio de los movimientos estudiantiles radicales de los años sesen-
y la interpretación, las dos primeras se presentan según Walzer como no ta, Keninston muestra también que la intelligentsia estudiantil se adhería
sociales, sin lugar; son sociales sólo por la lengua y por los valores"'. El con convicción a los valores tradicionales de la universidad y que procedía
descubrimiento descansa sobre la revelación de principios universales es- frecuentemente de familias radicales; esta adhesión crea una crítica de la
condidos hasta entonces, mientras que la invención implica la suspensión universidad y de la sociedad"". Estos estudiantes no se vuelven críticos
de las coerciones sociales, la puesta entre paréntesis de la sociedad, de sus porque sean marginales, pero si eventualmente se volviesen "marginales"
intereses particulares, de la dominación, de las culturas especificas. Pero es porque son críticos°. En ese punto la actividad crítica de un sujeto
si son los intelectuales, los especialistas de la cultura, quienes descubren e puede tomar la "forma" de un movimiento social, pues se coloca en la
inventan, lo esencial de la actividad crítica se realiza a través de la inter- tensión entre la cultura y las relaciones sociales definidas como relaciones
pretación, en un mundo ya habitado por principios de juicio y crítica. A de dominación. Es éste un aspecto central de la sociología de Touraine: los
Boltanski y Thévenot corresponde el enorme mérito de haber mostrado movimientos sociales no se pueden reducir a la defensa de una comunidad
que la actividad crítica y la búsqueda de acuerdos justificados no se limitan o a la agregación de intereses; apelan a la imagen cultural de un sujeto,
a la máscara de los intereses y de las relaciones de fuerza, ni a la aplicación contra la dominación social, o más aún, contra lo que obstaculiza la reali-
de una norma, y que la exigencia de justicia que comporta la crítica no es zación de ese sujeto.
una ideología'''. Pero si no se explica esta actividad con arreglo a las causas Sin embargo, el concepto de movimiento social es ambiguo pues designa,
subyacentes. ¿quiere decir que se desarrolla sin conflictos, sin relaciones de al mismo tiempo, una lógica de la acción surgida de la tensión entre una ima-
fuerza, sin ardides? ¿Los arreglos y los beneficios que se obtengan no guar- gen cultural del sujeto y las relaciones sociales y una acción colectiva más o
dan relación con las posiciones de los individuos, con sus recursos? Con las menos organizada. Ahora bien, tal como indica el propio Touraine, muchas
"economías de la grandeza", ¿no nos situamos, por seguir en el vocabulario acciones colectivas no son movimientos sociales pero, sobre todo, la lógica del
de Walzer, más dentro de la invención que de la interpretación? Incluso movimiento social es más trivial y mas difractaria en las conductas que sus
si la lógica del sujeto no es, por definición, ni la expresión de un código simples cristalizaciones, heroicas, "conscientes y organizadas". Los proble-
inconsciente ni la capacidad estratégica del jugador, sigue siendo, no obs- mas de la acción colectiva, como puesta en común y movilización de acciones
tante, por medio de la tensión entre la cultura y las relaciones sociales, entre individuales, y del movimiento social, como expresión de una lógica particu-
la comunidad y el mercado, una actividad social. Ahora bien, esta tensión lar de la acción, son analíticamente distintos.
le viene dada al actor como un estado del sistema, como una pregunta, no
como una respuesta. 1. 4. La pluralidad de sistemas
La toma de distancia crítica implica una adhesión previa, una inver-
sión de los valores establecidos contra el orden de las cosas. Como apunta De esta discreta ascensión desde el actor hacia el sistema por medio de los
Walzer, el hombre indignado apela a la moral compartida y la crítica opo- tipos de "causalidad" se desprende que no existe unidad alguna del conjunto
ne las relaciones sociales a los valores: "No nos distancia de la implicación social sino que cada lógica de la acción remite a elementos autónomos "del"
sino de la autoridad y de la dominación"247. A causa de esto los individuos sistema social, que no refiere entonces más que a una disposición en particu-
más orientados hacia esta actividad están a menudo en posiciones en las
que se mezclan adhesión y distancia. Maurice observó que los militantes 248. M. Maurice, "Déterminants du syndicalisme et projet syndical des ouvriers et des
obreros no estaban totalmente "absorbidos" Dor la cultura v la comunidad techniciens", Sociologie du trayail, 1965, 3, pp. 254-272.
249.K. Keninston, Young Radicals. Notes on Committed Youth, Nueva York, Harcourt Brace,
1968.
245. M. Walzer, Critique et sens commun, op. cit. 250. Esta lectura se opone a la tesis de E. Shils, que entiende que la crítica de los intelec-
246. L. Boltanski y L.Thévenot. Les économies de la qrandeur, París, PUF, 1987. tuales procede de una marginalidad social. Cf. The intellectuals and the Powers, and Other
247. M. Walzer, Critique el Sens commun, op. cit., p. 76. Essays, Chicago,The University of Chicago Press, 1972.

136 SOCIOLOGIP DE LA EXPERIENCIA 137 FRANQOIS DUNET


lar de estas lógicas: las del sistema de integración, del sistema de interdepen- del individuo el sujeto de su propia conducta, un individuo autónomo, juez
dencia y del sistema de acción histórica. Si rechazamos la idea de jerarquía y único de los valores a los que se suma "libremente"253. Este asunto tampoco
de relaciones funcionales entre estos elementos, que es lo que se corresponde es original porque se retorna en muchas representaciones que llamamos hoy
con el agotamiento de la idea "clásica" de sociedad, la noción de sistema social en día "postmodernas", y si no fuese por la confusión asociada a esta noción,
no sirve más que para efectuar la simple constatación de que estos elementos nos hubiésemos podido colocar bajo ese estandarte. Pero eso que se llama
están copresentes. El hecho de que la sociedad "se mantenga junta" no quiere postmoderno" a menudo parecería ser "apenas" moderno, por lo que tiene ,
necesariamente decir que sea un sistema. de representación de la modernidad como creciente disociación, como des-
De igual modo, si esta presentación de las lógicas de la acción y de los aparición de los grandes relatos y de los garantes metasociales. El estandarte
sistemas a los que corresponden sigue estando muy cercana a la teoría de postmoderno se refiere a tantas corrientes y teorías que no se sabe nunca de
Touraine, se aleja de ella sin embargo en un punto importante: la afirmación cuál postmodernidad se trata'. Es quizás la de Bell, para quien la postmo-
de la centralidad de la historicidad que domina la jerarquía de los distintos dernidad es crisis y decadencia. Es acaso también la de Lash, que identifica
"niveles" que permiten construir y definir los sistemas de acción históricos la postmodernidad al capitalismo tardío, a la dominación del consumo, a la de-
como tipos de sociedades, algo equivalente a los "modos de producción" de la saparición de las ideologías y de los movimientos revolucionarios, una post-
teoría marxista. A partir del momento en el que la representación de una ac- modernidad en la que la fragmentación de la experiencia social no impide
255
ción social organizada alrededor de un principio central no parece ya acepta- que el sistema social se organice alrededor de un principio de dominación .
ble, debe renunciarse también a la idea de un sistema autocentrado. La sepa- La heterogeneidad de las lógicas de la acción, invita, pues a pensar la socie-
ración de las diversas lógicas de la acción no es otra cosa que la separación de dad como un conjunto desprovisto de centro en el que no existe regulación
los elementos del conjunto de una formación social: el sistema de integración, a nivel de la sociedad como totalidad, siendo "abierto" el ensamblaje de
el sistema de interdependencia (el "mercado", aunque no sólo económico) y sus elementos. No hay concordancia entre la totalidad y el sentido subje-
la tensión de la cultura como definición de la historicidad y de las relaciones tivo de la experiencia'. De igual modo que la experiencia social es una
de dominación. Si no fuese porque los temas de la crisis y de las contradiccio- combinación de lógicas de la acción cuyo sentido viene de un trabajo del
nes siguen postulando una unidad "natural" y "normal" de la sociedad, estas individuo, lo que llamamos "el sistema social" o "la sociedad" es una com-
escasas conclusiones podrían claramente unirse con las de Bell. La cultura binación de elementos cuya unidad resulta de la capacidad política de los
como imagen del sujeto se separa de los valores que rigen los universos de la actores'.
producción, de la competencia económica y política, que se separan también En términos epistemológicos, la diversidad de lógicas de la acción in-
de esas modalidades de integración que se han vuelto "neo-comunitarias""'. vita a aceptar diversos tipos de explicación, ya que la definición de la na-
Es eso también lo que se desprende del análisis (le la modernidad que ha turaleza de un sistema no es sólo una representación de la realidad, es
propuesto Habermas: la cultura recurre a normas y a valores abstractos, la so- también una apuesta por la inteligibilidad —de las "inteligencias de lo
ciedad descansa sobre procedimientos formales y racionales, la personalidad social", diría Berthelot—. Ya no resulta entonces muy razonable proponer
tiende "a la individualización del sujeto que se hace cargo de sí mismo en la inscribirse en una teoría general del sistema cuyo carácter, necesariamente
medida en la que los intereses personales abstractos remiten a una racionali- muy amplio, no resultaría muy útil. De otro lado, si debemos aceptar la
zación de sí mismo"'--52 .
Concedámoslo: este tema no es muy original; está presente en las repre- 253. Acerca de la distinción entre "interdependencia" y "autonomía" como dos expresio-
sentaciones de la modernización como fenómeno de creciente diferenciación. nes opuestas de la modernidad, cf. A. Renaut, L'Ére de l'individu, París, Gallimard, 1989.
Weber en particular insistió en esa dimensión del proceso de racionalización, 254.Acerca de este punto, cf. una recopilación de las distintas teorías sociales de la post-
que autonomiza las distintas esferas de la práctica social en otros tantos ám- modernidad en D. Martucelli, "Lectures théoriques de la post-modernité", Sociologie et
bitos "puros", como la política en Maquiavelo, el arte por el arte en el pasado Sociétés, 1, 1992, pp. 157-168.
siglo, el capitalismo y, sobre todo, la racionalización ética, que busca hacer 255. S. Lash, Sociology of Post-modernity, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1990.
256.Es ese tipo de experiencia, siempre inacabada, el que evoca la imagen del dédalo pro-
puesta por G. Balandier: Le Dédale. Pour en finir avec le XXe siécle, París, Fayard, 1994.
251. D. Bel!, Les Contradictions culturelles du capitalisme, op. cit. 257. Podríamos encontrar representaciones aceptables de este tipo de sistema que no es
252. J. Habermas, Le Discours politique de la modernité, París, Gallimard, 1988. una unidad funcional centrada en la obra de N. Luhmann.

138 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 139 FRANCOIS DUBET


diversidad de procesos de explicación como expresión de otros tantos "as-
censos" desde la acción hacia el sistema, no es posible hacer del sincretismo Conciencia de clase
una virtud. Al contrario incluso, es más conveniente distinguir y separar / \
racionalidades y órdenes de "realidad" que confundirlo todo so pretexto Defensa t9tooular Réivindicación democrática
de "complejidad". / \
Planteados estos pocos elementos teóricos, es necesario ahora que los de- / \
sarrolle y los ilustre partiendo de algunas nociones. De entre las más clásicas, / ,
Inte gración Accion estratégica
he escogido dos: la de clase social y la de institución; partiré de ejemplos to- N
mados de la literatura sociológica y, parcialmente, de mis propias investiga-
Acción reivindicativa
ciones o de aquellas en las que he participado.

2. LA RUPTURA DE LA ACCION DE CLASE


2. 1. La clase como comunidad
Un concepto tan central como el de clase social ha podido durante mucho
Las clases sociales no reemplazan solamente a los órdenes y a las castas como
tiempo aparecer, en particular en las versiones "de izquierda" de la sociología
modo de estructuración de las sociedades democráticas, en el sentido en el
clásica, como un concepto "total". Las clases eran al mismo tiempo lo que
que lo entendía Tocqueville. También reemplazan a la comunidad, consti-
había que explicar y lo que permitía explicar las conductas individuales y
tuyendo el marco de la integración de los individuos que comparten la mis-
colectivas, aunque fuese en "última instancia". La importancia de esta noción
ma cultura, los mismos modos de vida, sintiéndose unidos al mismo grupo.
no es una mera cuestión ideológica o de "orientación", pues en la sociedad
La conciencia de clase es en primer término la conciencia de pertenecer a
industrial las clases sociales aparecen en todos los registros de la acción a la
un grupo; las relaciones de clase se manifiestan ante todo desde sentimien-
vez como conjuntos colectivos que aseguran la integración de los individuos
tos de distancia social y de solidaridad. Hemos hablado ya de la teoría de
tras el agotamiento de la comunidad, como agrupaciones de intereses comu-
Halbwachs, que se esforzó por articular la concepción durkheimiana de la
nes dentro de las relaciones de producción, y como los principales actores
sociedad con una teoría de la estructuración'''. Los obreros no sólo son re-
colectivos de la historia.
legados a la "parte baja" de la sociedad, no solamente están dominados; por
La división del trabajo moderno crea clases que dividen la sociedad y que
medio de su trabajo son encaminados hacia lo material y "des-socializados"
integran a los individuos, produce también los intereses que gobiernan la
por su trabajo, separados de los centros más activos y densos de la vida social.
representación política, las utopías y las ideologías, la historia y el sentido de
Los modos de vida de los obreros, sus maneras de consumir, sus costumbres
la historia. Se piense en la tradición marxista, en Dahrendorf, o incluso en
alimentarias, valorizan la comunidad, el calor, lo que une. Las formas obre-
el Aron de las Lecciones sobre la sociedad industrial, las clases son los "perso-
ras de ocio prolongan el trabajo con utilidad por medio del bricolaje, pero
najes" centrales de la sociedad industrial en la medida que en ellas parecen
son también los entretenimientos comunitarios los que refuerzan el grupo:
mezclarse y superponerse todas las lógicas de la acción 25s. Con el juego de
el café, la calle —y el fútbol, podríamos añadir—. La sociabilidad obrera se
nociones que hemos propuesto, el concepto "total" de clase social y de acción
orienta con más claridad hacia la fusión que hacia las afinidades electivas'".
de clase puede representarse del siguiente modo (las categorías "puras" de
Esta cultura de clase se centra en las virtudes de la comunidad, las que prohí-
la acción se representan en negrita, sus dimensiones prácticas y sintéticas en
ben distinguirse y aseguran un control social de proximidad"'. El corte entre
cursiva):
lo público y lo privado se afirma claramente allí, pero lo privado se ajusta sin
reservas a la norma colectiva —el rumor y el qué dirán velan por ello—. En
la ciudad, el mundo obrero forma una "sociedad" en ocasiones separada del

258. R. Aron. Dix-huit Lecons sur la société industrielle. París. Gallimard, 1962; Les Luttes de 259. M. Halbwachs, La Classe Ouvriére et les Niveaux de vie, op. cit.
classes. Nouvelles lecons sur la société industrielle, París, Gallimard, 1964; R. Dahrendorf, 260. R. Sainsaulieu, Les Relations de travail á l'usine, París, Éd. D'Organisation, 1972.
C/asses et Conflits de classes dans la société industrielle, París, Mouton, 1972. 261. Cf. el notable trabajo de O. Schwartz, Le Monde privé des ouvriers, París, PUF, 1990.

140 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 141 FRANWIS DLJBET


resto del mundo; a menudo estigmatizada, y cuidadosa de su homogeneidad, Aunque esta concepción de la clase social como conjunto cultural, como
esta comunidad trabaja para su mantenimiento a través de asociaciones, del lenguaje y como sentimiento de pertenencia se haya apoyado, -fuarnen-
control de la reputación y por medio de la sensación de distancia con los talmente, en los estudios sobre la clase obrera, "la clase por excelencia", los
otros. De ese modo, en ocasión de un estudio que condujimos en una ciudad mismos razonamientos han sido aplicados a otras categorías sociales: las cla-
siderúrgica belga, los habitantes interpretaban los excesos de "sus" jóvenes, ses medias, los "buenos barrios", los pobres. Las actitudes y las opciones po-
salidas seguidas de peleas y de "cogorzas" de sábado noche, como formas líticas, los gustos, los estilos educativos, son expresiones multiformes de las
totalmente naturales de divertirse, reprimidas por una policía y una justicia pertenencias de clase que se reproducen y que en esta perspectiva, más que
sometidas a las normas y a los ideales excesivamente refinados de las clases enfrentarse, se diferencian.
medias262. Con frecuencia, los barrios obreros están aislados, recortados del
resto de la ciudad, construidos a la sombra de una fábrica o al pie de los pozos 2. 2. La clase como conjunto de intereses
mineros. En Silesia, los mineros nos hablaban de sí mismos, no sin sarcasmo,
como de "tribus"'''. Evidentemente, esta dimensión comunitaria varía nota- La segunda forma de concebir las clases sociales es haciendo de ellas grupos
blemente en función de la historia de las sociedades industriales y según los definidos por intereses comunes: las clases son agregados de individuos que
tipos de organización de las ciudades. Fue y sigue siendo extremadamente comparten los mismos intereses en función de sus posiciones comunes en una
fuerte en Gran Bretaña, donde se constituyó la cuestión de las dos naciones; escala de estratificación ligada a la división del trabajo, al reparto desigual
es mucho más débil en Estados Unidos, en donde la clase obrera ha sido du- de los recursos. Se habla entonces de estratificación, admitiendo, por lo ge-
rante mucho tiempo el lugar de paso de los emigrantes'''. neral en la estela de Weber, que los distintos estratos no necesariamente se
A partir de esta dimensión de la clase obrera Lipset dio forma a su teoría ordenan del mismo según sean los criterios de clasificación utilizados. Las
sobre el autoritarismo de las clases populares'". Identificada con la comu- yuxtaposiciones parciales, las incoherencias de estatus y las oportunidades de
nidad, la conciencia de clase no puede más que defender sus valores y en- movilidad son los elementos que otorgan más o menos "realidad" a estos
frentarse a lo que la amenaza: el liberalismo cultural, la apertura hacia los distintos estratos26'.
extranjeros, las transformaciones de los papeles sexuales... En consecuencia, Pero "no hay clase sin conciencia de clase", y un estrato no se vuelve cla-
los partidos políticos surgidos de esta clase obrera han adoptado frecuente- se si no posee una representación de la comunidad de intereses. De Marx a
mente tonalidades autoritarias ligadas al jefe que los representa. Los hechos Olson, el problema sigue siendo el mismo: el de la definición de los intereses
han desmentido con frecuencia este análisis, demasiado somero, pues en par- de clase y, sobre todo, el de la conciencia que los actores pueden tener de sus
ticular en el caso del ascenso del nazismo, el conservadurismo privado no ne- intereses comunes. La acción de clase es necesariamente una acción colectiva
cesariamente se trans formó en autoritarismo político"'. Pero es cierto que la organizada, que busca defender y promover los intereses compartidos. En
acción organizada de clase se asocia de modo muy fuerte con esta conciencia esa perspectiva, la conciencia de los intereses colectivos no es una evidencia,
comunitaria, incluso si no puede ser reducida a ella. La conciencia comunita- y las teorías de la movilización de recursos han aclarado cuál es el papel del
ria puede surgir como un componente importante de la movilización, o como sentimiento comunitario en la capacidad de acción colectiva de un grupo, así
una dimensión esencial en las luchas por la supervivencia de una empresa o como el de la "superposición de cortes" y el de los incentivos selectivos'''. Pero
de una región amenazadas. Pero la percepción de los intereses comunes y si la pertenencia comunitaria es un recurso para la acción de clase, no es su
de las oportunidades abiertas a las reivindicaciones es un factor igualmente principio central, pues el problema principal sigue siendo el de la conciencia
decisivo para la movilización. de los intereses compartidos. Las relaciones entre las clases son relaciones de
competencia dentro de un campo dado. Y la naturaleza de ese campo desem-
peña un papel central en el desarrollo de la acción de clase. Es eso lo que han
262. F. Dubet, La Galére, op. cit.
263. A.Touraine et al., Solidarité, París, Fayard, 1982.
264. Cf la famosa tesis de W. Sombart, Pourquoi le socialisme n'existe-t-il pas aux États- 267. Se puede consultar el balance extremadamente prolijo de las teorías de la estrati-
Unis? (1906), París, PUF, 1992. ficación que ha propuesto M. Cherkaoui, "Stratification", en R. Boudon (ed.), Traité de
265. S. M. Lipset, L'Homme el la Politique, París, Éd. du Seuil, 1962. sociologie, París, PUF, 1992.
266. Cf. P. Birnbaum, Dimensions du pouvoir, op. cit. 268. A. Oberschall, Social Conflict and Social Movements, op. cit.

142 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 143 FRANOOIS DUBET


mostrado Shorter y Tilly estudiando las series de huelgas y de movilizaciones Esta lógica de la acción de clase va más allá de la comunidad y de la rivali-
obreras en Francia, que se asocian sólo débilmente a la coyuntura económica dad de intereses, pues convierte las relaciones de conflicto en el trabajo en un
y dependen más directamente del grado de apertura y de oportunidad ofre- principio de dominación y de conflicto general. En las sociedades industriales
cido por el sistema político e institucional'". De hecho, es la situación de los europeas ha construido una importante representación crítica de la sociedad,
jugadores y la naturaleza del juego lo que favorece la expresión de intereses en la que el orden funcional es interpretado como la constitución de una
de clase que podían aparecer latentes. dominación de clase. La oposición entre el trabajo y el capital no se limita ya
En esta perspectiva, la acción obrera se analiza en términos de reivindica- a la empresa; está también en la ciudad, en la cultura, en la educación... El
ciones económicas: el papel del sindicato es el de vender la fuerza de trabajo trabajo no es sólo un bien económico que deba venderse al mejor postor; es
de los obreros al mejor precio270. Pero esta imagen estrictamente económica también un valor y una "antropología" sobre las que, apelando a la dignidad
está lejos de ser suficiente, pues la intensidad y la frecuencia de las huelgas y a la autonomía del trabajador, se construye la definición de los sujetos y de
dependen del marco institucional de la negociación colectiva. La acción de las utopías alternativas. La cuestión del trabajo como soporte de una iden-
clase se inscribe en un sistema de relaciones profesionales; es también polí- tidad orgullosa, opuesta a los propósitos de la organización industrial, fue
tica"'. Los verdaderos actores de este tipo de análisis son más que las clases evidenciado en particular por Touraine en su análisis de las trasformaciones
los grupos de interés, las organizaciones y las minorías activas, que es lo que de la conciencia obrera272 . De ese modo, los movimientos obreros, sean re-
Lenin decía, a su manera singularmente clara. formistas o revolucionarios, pretenden convertirse en fuerzas políticas que
rebasen los intereses exclusivos de los obreros, y sobre todo de los obreros
2. 3. La clase como movimiento social organizados273. En este siglo que acaba, la vida política de las sociedades euro-
peas se ha organizado alrededor de ese corte en el que el movimiento obrero
Entre los debates más clásicos relacionados con la noción de clase social hay y sus "aliados" se han opuesto a la clase dirigente y a sus "aliados". Desde el
dos que recorren toda la historia de la sociología. El primero se refiere a punto de vista a la vez cognitivo y normativo, una acción social particular ha
la cantidad de clases sociales; el segundo, a la noción de intereses de clase. sido capaz de adoptar un punto de vista "universal" al pensar que la socie-
Acerca de la cantidad de clases, a menudo se han confrontado distintos textos dad estaba organizada alrededor de un conflicto principal, conflicto que dividía
de Marx, que afirmaban, o bien que no hay más que dos clases fundamenta- la sociedad pero que estaba también en condiciones de integrarla a través de la
les comprometidas en un conflicto irreductible (así El Manifiesto), o bien que negociación, de la apertura del sistema institucional, de aquello que entonces
la sociedad contiene muchas más (véase La lucha de clases en Francia), exis- se llamaba "el progreso". Poco importa hoy que este conjunto de imágenes y
tiendo algunos grupos "objetivos", como el campesinado, que no cabía con- concepciones nos pueda parecer tan ideologizado, tan peligroso incluso; no
siderar como una clase debido a la ausencia de conciencia sobre sus intereses debemos olvidar esta capacidad de construir un movimiento cuya aspiración
comunes. El debate relacionado con los intereses de clase opone la definición era ir más allá de los exclusivos problemas del trabajo y de las injusticias.
de esos intereses como conciencia de los intereses inmediatos, es decir, como
la capacidad de sumar intereses individuales, a la de la conciencia de clase 2. 4. La separación
como conciencia de un "papel histórico" o, por acudir a un vocabulario me-
nos anticuado, como conciencia de un conflicto radical que implica al conjunto Las tensiones entre estas tres dimensiones de la clase han alimentado durante
de la sociedad. Es evidente que este debate opone la clase como comunidad de largo tiempo debates y estudios sociológicos. Sabemos que los marxistas han
intereses a la clase como actor histórico, como movimiento social o, hablando planteado incesantemente el problema de los vínculos y las tensiones entre
como Aron, a la "clase como voluntad". la conciencia de los intereses económicos "a corto plazo" y la conciencia de

269. E. Shorter y C. Tilly, Strikes in France. 1830-1968, Cambridge, Cambridge University 272. A.Touraine, La Consciente ouvriére, op. cit.
Press, 1974. 273. S. M. Lipset ha propuesto una tipología comparativa interesante, que se preocupa por
270. Es ésa la concepción que desarrolla H. Clegg en General Union: Study of the National explicar la emergencia de formas radicales o revolucionarias, políticas o sindicales, del
Union of General and Municipal Workers, Londres, Blackwel I, 1954. movimiento obrero: "Radicalism or Reformism: the Sources of Working Class Politics",
271. J.-D. Reynaud, Les Régles du jeu, op. cit. The American Political Science Review, vol. 77, 1983, pp. 1-18.

144 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 145 FRANCOIS DUBET


clase "histórica". Recordamos la respuesta de Lenin, separando claramente ros [banlieues rouges]277, la experiencia obrera se presenta como-un-bloque:
la acción reivindicativa "socialdemócrata" de la acción política revoluciona- las organizaciones obreras hacen que "se sostengan juntas" una fuerte perte-
ria. Todas las discusiones acerca de los papeles y los vínculos "del" partido nencia comunitaria, a menudo conservadora, y una conciencia de clase que
y los sindicatos señalan hacia el mismo problema. En los años sesenta, los organiza una representación de la sociedad como un conflicto y que sostie-
debates sobre el "aburguesamiento" de la clase obrera, sobre la disolución del ne un proyecto. Los actores se presentan en ella primero como "personajes"
sentimiento comunitario y sus efectos sobre la conciencia de clase, plantean enraizados en la comunidad, organizados por los partidos y los sindicatos,
también el problema de la ausencia de continuidad entre las distintas dimen- sosteniendo una utopía e identificándose con el progreso. Evidentemente, la
siones de la clase'. En Francia, durante el mismo período, Mallet planteó la imagen es demasiado simple, pero en esta clase obrera seguía siendo la re-
cuestión próxima de la "nueva clase obrera": ¿cómo se transforma la concien- ferencia central aquella norma a partir de la cual los individuos se ponían
cia de clase cuando la cultura obrera pierde sus especificidades comunitarias, de acuerdo y evaluaban la evolución de la sociedad. Siguiendo estudios de
relacionadas sobre todo con la pobreza, y cuando la tecnología transforma entonces, los obreros se definían como militantes que vinculaban la vida de
las relaciones de producción, pasando de la cadena a los flujos, de los obreros la fábrica a la del barrio, la defensa de un grupo a la crítica de la sociedad,
profesionales a los técnicos'"? Todos estos debates indican que el paso de un los intereses "particulares" a una lucha global. Ese mundo se descompuso tan
nivel de acción al otro no resultaba obvio, pero muestran también que la uni- rápidamente, en las transformaciones sociales y en las representaciones, que
dad de la acción de clase era un problema político y sociológico central en la estas líneas parecen ya arcaicas, caricaturescas, a lo sumo nostálgicas"'.
mayor parte de las sociedades industriales europeas, pues, al margen de estas En las investigaciones desarrolladas a comienzos de los años ochenta, los
discusiones "empíricas", lo que estaba en juego era la propia estructuración militantes obreros no hacían otra cosa que dar testimonio de la separación de
de las relaciones sociales y de la vida política. todos estos componentes de la acción. Ninguno de ellos podía ya vincular los
La considerable importancia de la noción de clase social en el análisis so- distintos significados de la acción de clase, y su experiencia estaba dominada
ciológico remite a la unidad o al deseo de unidad de las tres lógicas que aca- por la separación de todas aquellas lógicas que parecía que se habían refor-
bamos de presentar. Si en la sociedad industrial el concepto de clase social ha zado mutuamente. Ya no eran "personajes", sino actores dispersados por la
alcanzado un lugar tal es por la creencia en un fuerte principio de continui- ruptura de su mundo. En esa conciencia dramática del fin de un mundo esta-
dad entre las tres lógicas de la acción. La comunidad se pensaba como grupo ba en juego, a medida que los elementos de la condición obrera se separaban,
de intereses y como el actor de un movimiento social. la sustitución de la acción por la experiencia social, como si en la descompo-
Debe claramente decirse que esta convicción no era estrictamente ideoló- sición de su mundo fuesen los propios obreros los que saltasen en pedazos.
gica y que algunos aspectos de la sociedad industrial parecían confirmar esta Como comunidad y como cultura, decían estos obreros, la clase obrera se
representación. Hemos tenido la ocasión de trabajar en sectores industriales debilita, sometida a dos movimientos opuestos. Las fortalezas y los barrios
en los que la clase obrera se presentaba como un bloque sin fisuras entre obreros se deshacen. Por una parte, los obreros calificados o empleados en
esas tres concepciones de la clase social. Sea en Rombas, en la siderurgia de sectores relativamente protegidos viven como fracciones inferiores de las cla-
Lorena, en Seraing, en la siderurgia valona o en un barrio de ferroviarios del ses medias. Sus modos de vida y de consumo se definen más como niveles de
Périgueux, la cohesión comunitaria, sin duda amenazada por la masificación
cultural, no era para nada discutida, tampoco la comunidad de intereses re-
Flammarion, 1969. Acerca de Seraing puede también leerse B. Franck y D. Lapeyronnie,
presentados por las organizaciones obreras, ni la existencia de una conciencia
Les Deux Morts de la Wallonie sidérurgique, Bruselas, CIACO, 1990.
obrera276. En la formación histórica de estas sociedades o de los barrios obre-
277. N. del T.: Banlieue rouge refiere a la zona de los suburbios, en general parisienses,
con una fuerte implantación del partido comunista; por extensión, refiere a barrios con
274. J. H. Goldthorpe, D. Lockwood, F. Bechhofer y J. Platt, L'Ouvrier de l'abondance (1968), una fuerte marca de clase y con una orientación marcadamente obrerista en formas de
París, Éd. du Seuil, 1963. consumo, de ocio y también de movilización social.
275. S. Mallet, La Nouve/le C/asse ouvriére, París, Éd. du Seuil, 1963. 278. Recordemos sin embargo que todavía a comienzos de los años ochenta muchos so-
276. Cf. A. Touraine, M. Wieviorka y F. Dubet, Le Mouvement ouvrier, op. cit. El barrio de ciólogos no se privaron de criticar los trabajos del CADIS [N. del T.: Centre d'Analyse et
ferroviarios de Toulon, en Périgueux, ha sido descrito por P. Nizan en su novela Antoine d'Intervention Sociologiques] acerca del movimiento obrero y los nuevos movimientos
Bloyé (París, Grasset, 1933) y en los trabajos de A. Kriegel sobre el partido comunista, sociales que subrayaban el declive del movimiento obrero. Sucede ahora que esos mis-
en especial las huelgas de los años veinte: Aux origines du communisme franl'ais, París, mos nos encuentran algo "arcaicos".

146 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 147 FRANCOIS DUBET


consumo relativos que por la distancia social y por la afirmación de una iden- con claridad lo mostraron las tensiones internas de una CFDT2" querien-
tidad obrera. Unos "ascendieron" hacia las zonas residenciales, otros fueron do modernizarse, sino que dejen al margen a todo un nuevo proletariado.
obligados a quedarse en el mundo, más popular que obrero, de las viviendas Más allá de la crisis del sindicalismo francés, la conciencia de clase obrera se
colectivas. Los barrios y las fábricas se separaron, el ocio "de clase" se disolvió disocia en conciencia de intereses específicos y en sentimiento de exclusión.
en los modelos de los media y los niños, atrapados por la masificación escolar, No parece que sea posible ver en la coordinación de algunos conflictos, en la
proyectan hacer estudios de larga duración. De otra parte, otro sector distinto Salud Pública o en la RATP286 particularmente, un renacimiento de la acción
de la clase obrera se "subproletariza" de nuevo; se le define no tanto por su de clase sino más bien una protesta corporativa exasperada y la manera de en-
oficio y su cualificación como por su exclusión relativa'''. Hoy en día se le trar en la acción colectiva organizada de grupos que durante mucho tiempo
percibe desde el mundo de las banlieues, en las que el déficit de participación eran marginales respecto a ellas, como las mujeres.
social, política y económica, lo arrastra muy por encima del sentimiento de Los acontecimientos más importantes de este fin de siglo son sin duda la
pertenecer a la clase obrera. Los vínculos comunitarios que pueden rehacer- desaparición del mundo comunista, el azotamiento de las luchas de libera-
se apelan a otros principios, como los del "territorio" o la etnia. Sintiéndose ción y el ascenso de los movimientos neocomunitaristas. Más allá de la caída
amenazados por esta subproletarización, algunos sectores de la clase obrera de un imperio, del desplome de una ideología y de las derrotas políticas y de
se encierran en una conciencia comunitaria chovinista y racial y es a menudo las transformaciones geopolíticas, es la idea de un movimiento social total la
donde esta comunidad fue más fuerte donde este movimiento es más nota- que desaparece287. Ya los años sesenta y setenta fueron los del izquierdismo,
ble280. Como comunidad, la clase se diluye en las jerarquías infinitas de la es decir, los años de un movimiento obrero sin clase obrera, los años de las
distinción, o se autonomiza en el deseo de una comunidad "pura". vanguardias sin base, de los "focos"'" revolucionarios sin pueblo revolucio-
Disociada de una comunidad extensa y de una conciencia de clase "uni- nario, los años en los que se impusieron los modos de pensamiento social
versal", la acción reivindicativa también se autonomiza por medio de una que percibían la sociedad como un orden absoluto, sin fisuras y sin actor. En
serie de acciones singulares, defensivas o corporativas. El sindicalismo "de algunas situaciones, esta lógica "pura" de un movimiento sin sujeto condu-
clase" está en declive. Se observa una creciente autonomía de los problemas jo al terrorismo289. Dentro de las sociedades industriales, los valores propios
de organización, lo que lleva a la acción sindical a defender los intereses de del movimiento obrero, en la medida en la que no son más que una de las
un grupo limitado pero estratégicamente bien situado para el ejercicio de una expresiones de los principios centrales de este tipo de sociedad, han sido cues-
presión intensa"'. Solamente recurriendo a un encantamiento puede este gru- tionados por los nuevos movimientos, que se apoyan en una cultura "post-
po apelar a una "base de masas y de clase". A veces también, en particular en materialista"298. El hecho de que la mayor parte de estos nuevos movimientos
la función pública, la acción sindical se identifica con la defensa de la posición no se haya podido constituir como "verdadero" movimiento social así como,
y de la "vocación" de servicio público de la empresa —así por ejemplo en la
SNCF282, en la EDF"' o en la Enseñanza Pública 284 ...—. No se trata sola-
mente de que estos dos tipos de acción se contradigan algunas veces, como 285.N. del CFDT, Confédération franQaise démocratique du travail, organización sindi-
cal de orientación socialdemócrata.
286. N. del T: RATP, Régie autonome des transports parisiens, empresa pública encarga-
279. F. Dubet y D. Lapeyronnie, Les Quartiers d'exil, París, Éd. du Seuil, 1992. da de la coordinación de la red de transportes parisienses.
280. Cf. M. Wieviorka el al., La France raciste, op. cit. J.-P. Guillemet (Le Vote Front National, 287. Sin embargo, tenemos que dejar constancia de la excepción polaca: en una socie-
DEA, Université de Bordeaux II, 1990) evidencia varios tipos de voto al Frente Nacional, dad que es todavía ampliamente industrial, un movimiento obrero que comportaba un
entre los cuales un voto obrero en los viejos barrios comunistas. Pero contrariamente a movimiento nacional y democrático destruyó el poder comunista, que no hubiese podido
las ideas preestablecidas, este voto está muy lejos de constituir lo esencial del voto popu- mantener el orden más que a través, de un golpe de Estado militar. Frente a un poder con
lar favorable a J.-M- Le Pen. No hay vasos comunicantes entre el PC y el FN. vocación totalitaria, el movimiento sindical tuvo la capacidad de reunir el conjunto de
281. J.-D. Reynaud, Les Régles du jeu, op. cit. aspiraciones de la sociedad. Cuando el régimen se hundió, todas las lógicas entremezcla-
282. N. del T: SNCF, Société nationale des chemins de fer, compañía nacional pública de das en Solidaridad se separaron, debilitadas ven ocasiones opuestas. Cf. A. Touraine, F.
los ferrocarriles franceses. Dubet, M. Wieviorka y J. Strzelecki, Solidarité, op. cit.
283. N. del T.: EDF, Electricité de France, empresa nacional de electricidad de Francia. 288. N. del T.: En castellano en el original.
284.Cf. la noción de neocorporativismo en P. Schmitter, "Neo-Corporatism and the State", 289. Cf. M. Wieviorka, Sociétés et Terrorisme, París, Fayard, 1988.
en W. Grant (ed.), The Political Econorny of Corporatism, Londres, Macmillan, 1985. 290. R. Inglehart, The Silent Revolution, op. cit.

148 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 149 FRANWIS DUBET


actualmente, la influencia del desempleo, no ha dado sin embargo nuevas producir una cultura; se identifica con un modelo cultural que busca produ-
oportunidades al movimiento obrero. En la sociedad postindustrial, nuevas cir un tipo de sociedad y de individuo. Desde ese punto de vista, la eFección
formas de dominación han transformado las relaciones de clase industriales, de los currícula tiene siempre algo de arbitrario, y toda escuela convoca algu-
y la generalización del mercado y de los aparatos tecnocráticos sustituye poco nas concepciones del sujeto. Pero la escuela no es una comunidad monástica,
a poco al poder "central" de la burguesía industrial. pues produce jerarquías y cualificaciones escolares a partir de las jerarquías
La antigua acción obrera, asociada a la unidad relativa de los componentes sociales que le vienen dadas. El estudio de las relaciones entre esos dos niveles
de la clase obrera, deja lugar a una experiencia social en la que los individuos constituyó durante mucho tiempo lo esencial de una sociología de la educa-
se perciben como dispersos, separados de sí mismos por la pluralidad de lógicas ción entendida como estudio de las desigualdades producidas o reproducidas
de la acción en las que se sitúan. Se viven entonces como sujetos que deben por la escuela. En fin, la escuela relaciona un proyecto educativo y las jerar-
construir la unidad de su experiencia en una sociedad que ya no se ofrece como quías sociales por medio de una organización cuyas reglas de vida, formas de
un sistema unificado cuyo "centro" eran las relaciones de producción. Esto no regulación, distribución de roles, aseguran una función de integración de los
significa, regresaremos sobre ello, la desaparición de las relaciones de clase y niños o de los jóvenes en una sociedad "más extensa", como decía Durkheim,
de dominación. Pero diversos niveles de relaciones sociales se forman sin que que la simple familia. Dicho rápidamente, la institución escolar asegura tres
ninguno de ellos se imponga. Además, los personajes y las personalidades na- "funciones": una función de educación, una función de selección, una función
cidas de la sociedad industrial se diversifican pues no necesariamente existe un de socialización. Jerarquizadas, estas tres funciones remiten a la imagen tradi-
principio de continuidad de una esfera social a otra. Si existe todavía una cla- cional de la transformación de los valores en normas y de las normas en roles.
se obrera y si existen obreros, la clase como "mundo total" se ha agotado, y los Una investigación que desarrollamos acerca de la experiencia escolar de los
obreros ya no son identificables a lo que durante mucho tiempo fue "el obrero" alumnos de instituto nos llevó a transformar ligeramente esta representación
de la sociedad industrial y del barrio obrero [banlieue rouge], mezcla de mito de la escuela, pues revela que, desde el punto de vista de los actores, estas tres
y de realidad. La integración social se separa de la competencia entre intereses, funciones no están integradas, no forman un todo, que en realidad están en
que a su vez se separan de la capacidad crítica y utópica. relaciones de tensión muy fuerte292 . La institución no aparece tampoco como
un "bloque" de funciones integradas, sino como una construcción relativa-
3. ¿ES LA ESCUELA UNA INSTITUCIÓN? mente inestable, como un arreglo'''.

El concepto de institución, más polisémico aún que el de clase social, fue 3. 1. Una institución ajustada
igualmente central en la teoría sociológica. Con el análisis de la escuela como
institución de socialización, la concebiremos en un sentido relativamente li- Hasta llegar a las grandes convulsiones de los últimos veinte años, la escue-
mitado, de aparato de socialización encargado de transmitir una cultura y de la aparecía como una institución en la medida en la que podía articular sin
distribuir cualificaciones. Definida muy toscamente, la función de la institu- grandes tensiones sus distintas funciones. En Francia, la función de selección
ción de socialización es la de transformar valores en normas y en roles que, a de la escuela se gestionó de modo relativamente "armonioso" mientras el sis-
su vez, estructuran la personalidad de los individuos; debe institucionalizar tema escolar estuvo constituido por la yuxtaposición de escuelas diferentes y
los valores. En lo que se refiere al sistema educativo, esta función tan general separadas, que aproximadamente se correspondía con las grandes divisiones
puede especificarse en elementos diferenciados"'. sociales'". A pesar de las sucesivas reformas y de la creciente introducción de
Como Durkheim destacó, la educación escolar se distingue de la que se "becarios", el instituto, precedido por el petit lycée' , tenía la vocación de aco-
dispensa en la familia en lo que tiene de "voluntaria". No apunta solo a re-
292. F. Dubet, Les Lycéens, op. cit.
293. Está expresión está tomada de J.-L. Derouet, "Désaccords et arrangements dans les
291. El vínculo de la institución escolar con "los valores" fue perfectamente iluminado por colléges (1981-1986)", Revue frangaise de pédagogie, 83, 1988, pp. 5-22.
Durkheim, que establece la génesis de la escuela en un proyecto voluntario de transfor- 294. Sobre la historia del sistema educativo, consúltese A. Prost, Histoire de l'enseigne-
mación de la personalidad en nombre de la fe y del universalismo cristianos. La institu- ment en France, 1800-1967, París, A. Colin, 1968.
ción transforma los valores en personalidades sociales. Cf. L'Evolution pédagogique en 295 N. del T.: En Francia, el Petit lycée fue una etapa del sistema de enseñanza que formaba
France, op. cit. alumnos destinados a cursar estudios universitarios. Fue suprimido oficialmente en 1945.

150 SOCIOLOGÍA. DE LA EXPERIENCIA 151 FRANCOIS DUBET


ger a un público "burgués". En lo esencial, la selección escolar era en realidad dades; sus preocupaciones culturales daban la espalda a la economía y a la
una selección social realizada antes del propio instituto. Todavía en 1962, el técnica300 . La escasez de los títulos de secundaria y superiores garantizaba
89% de los hijos de los ejecutivos considerados como alumnos "excelentes" su valor. La escuela primaria no sólo tenía el objetivo de enseñar a leer a
entraban en sexto de primaria [sixiéme], contra un 42% de los hijos de obreros los niños en una sociedad ya extensamente alfabetizada; debía sobre todo
igual de excelentes; las tasas eran del 64 y el 14% para alumnos "medios" y la crear la Francia republicana, promover los valores de la Razón y de la
distancia crecía más, entre 50 y 2%, para los alumnos "flojos"296. La escuela Ilustración contra la Francia del Antiguo Régimen'''. Si el profesor en-
republicana, que durante mucho tiempo se limitó únicamente a la escuela carnaba la cultura y el saber, el instructor, como decía Durkheim, debía
primaria, era la escuela del pueblo, y constituía la totalidad de la escolaridad tener "algo sagrado". El prestigio de los maestros procedía, más que de su
para la mayoría de los alumnos, de los cuales más de la mitad, recordémoslo, nivel de vida, de los valores que representaban por medio de una institu-
no obtenía el certificado de estudios primarios al borde de los años treinta. ción a la que, al haber sido a menudo antiguos becarios, muchos le debían
De nuevo era únicamente el nacimiento lo que decidía el acceso a la escuela todo.
primaria, y el elitismo republicano de los padres fundadores de la escuela lai- En fin, en la gran separación que se instauró durante la guerra escolar
ca no era en absoluto asimilable a un proyecto de movilidad social-''. Entre entre instrucción y educación, la escuela quedó del lado de la instrucción. Era
estas dos escuelas, el sistema intermedio del primer ciclo de la enseñanza una escuela encerrada en sus propias reglas y sus propios valores. Realmente,
secundaria [collége] 2'x ofrece una escolaridad más larga a los hijos de la clase no le preocupaba ni el niño ni el adolescente, pues se dirigía a lo que hay de
media baja y a los más dotados de los hijos del pueblo. Si se hacían becarios, adulto y de razonable en ellos. Esta escuela separaba los sexos, se mantenía
los mejores podían esperar alcanzar a los alumnos de instituto, pero durante distanciada de los modelos educativos anglosajones o alemanes que preten-
mucho tiempo estaban excluidos de las ramas nobles, en las que reinaba el dían formar cierto tipo de hombre dentro de la vida colectiva, el aprendizaje
griego, el latín y los Herederos. En lo que concierne a los hijos de obreros de las responsabilidades a través de ejercicios no escolares, la vida en común,
más meritorios, algunos colegios profesionales los acogían, formando de ese el deporte, la fraternidad de los alumnos...
modo una futura "aristocracia" del trabajo. El conjunto de este sistema se De ese modo se constituía una institución muy intensamente regulada,
caracterizaba por una selección social situada antes de la selección escolar, lo considerablemente cerrada a la competición de la movilidad social, que aco-
que producía una escasa competencia escolar, de manera que se garantizaba gía públicos homogéneos alrededor de proyectos educativos claramente defi-
con certeza la escasez de calificaciones elevadas. En ocasiones la escuela podía nidos, realizados por profesores también ellos homogéneos y estrechamente
favorecer a los alumnos brillantes a través del juego de los concursos y de las controlados por la institución. La cultura escolar, la distribución de las cua-
becas, lo que hacía que apareciese como un mundo de justicia frente a una lificaciones y la educación componían un todo. En el instituto, los profesores
sociedad que distribuye de manera muy desigual las oportunidades de acceso eran "personajes". De acuerdo con un modelo platónico, el amor al maestro
a cualquier sistema299. se convertía en amor a las ideas del maestro y a los valores que encarnaba; el
Enfrentada a públicos escolares homogéneos, la institución escolar ideal educativo apuntaba a producir alumnos, a la vez que convencionales,
tradicional estaba también en posición de afirmar con fuerza ambiciones poco academicistas'. Incluso el jaleo de clase podría aparecer como una de
educativas. El instituto mantenía y defendía la gran cultura y las humani- las modalidades de regulación de esta institución: más nue amenazar al sis-
tema, concedía a los alumnos la parte de juego y de complicidad necesarias
296. Citado en A. Prost, Education, Société et Politique, París, Éd. du Seuil, 1990. para la integración escolar303. Las expectativas de los profesores, de los alum-
297. El propio Durkheim, del que sabemos el papel que tuvo en la instalación de este mo- nos y de sus familias se ajustaban, hasta el punto de que poco a poco se formó
delo escolar republicano, no concedía sin embargo a la escuela un papel central en la
movilidad social. Cf. C.-H. Cuin, "Durkheim et la mobilité sociale", Revue franpaise de so- París, PUF, 1970.
300.V. Isambert-Jamati, Crises de la société et Crises de Penseignement,
ciologie, XXVIII, 1, 1987, pp. 43-65. 301. C. Nicolet, L'Idee républicaine en France, París, Gallimard, 1982.
298. N. del T.: En Francia, el collége es el primer ciclo de la enseñanza secundaria, para 302. T. Parsons describió muy bien este tipo de relación educativa y sus componentes
alumnos de entre once y quince años. psicoanalíticos en "The School Class as a Social System", Harvard Educational Review,
299. Esta representación de una escuela justa frente a una sociedad injusta tuvo sus con- 29, 4, 1959, pp. 221-241.
secuencias en la alianza entre los instructores y los obreros, que durante mucho tiempo 303. J. Testaniére, "Chahut traditionnel et chahut anomique dans I'enseirmement du se-
fue uno de los pilares de la izquierda y de la ideología republicana y social. cond degré", Revue franaise de sociologie, VIII, 1967, pp. 17-33.

152 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 153 FRANCOIS DUBET


la idea de una edad de oro escolar. De esa edad de oro hay que recordar, sin tros, adquieren valores muy distintos. Por lo tanto, no es sólo pós_una sim-
embargo, que implicaba una fuerte segregación social en relación a la escuela, ple moda intelectual por lo que la sociología de la educación ha dejado algo
un cierre de la escuela sobre sí misma y una gran distancia en las relaciones abandonadas las grandes investigaciones macrosociológicas para estudiar los
entre los maestros y los alumnos. procesos más finos de la "producción" de las desigualdades escolares. Parece
Esa imagen de una institución escolar ajustada no sólo no ha sido cuestio- que en gran medida es la propia escuela, a través de sus múltiples interaccio-
nada por parte de la sociología crítica, sino que incluso ha sido reforzada 304 . nes, la que "acelera" y refuerza las desigualdades que recibe306. La imagen de
La cuestión de la "reproducción" como ajuste espontáneo de las culturas es- la escuela ha cambiado; ya no es ese islote de justicia formal dentro de una so-
colares a las desigualdades sociales por medio del habitus, de las aspiraciones ciedad desigual; produce sus propias desigualdades y sus propias exclusiones.
y de los códigos lingüísticos, propone una imagen tan perfectamente ajustada Evidentemente, la masificación escolar ha quebrado el viejo ajuste entre las
de la escuela, que incluso los conflictos y las críticas que nacen en la escuela enseñanzas y los distintos públicos escolares. El primer ciclo de la enseñanza
participan de esta integración como astucias de la razón. La noción de "apa- secundaria [collége], el último año del instituto [seconde]307 y los primeros ci-
rato ideológico del Estado" aplicada a la escuela incluso ha endurecido este clos universitarios se perciben como niveles en los que se multiplican los pro-
razonamiento sometiendo la institución al finalismo funcional de la produc- blemas de heterogeneidad de públicos, de extrañeza de los alumnos respecto
ción legítima de las clases sociales'". a las normas escolares, de desconcierto de los profesores frente al "nivel", de
ansiedad de los alumnos...
3. 2. La escuela ya no es una institución Se ha trastornado la relativa homogeneidad de los modelos educativos
y de las finalidades de la escuela, pues la escuela se ha masificado, el au-
Si le otorgamos a la palabra "institución" el sentido relativamente limitado mento del número de títulos ha cambiado su valor relativo, que es el único
que hemos escogido, el de una fuerte capacidad de integración en torno a va- que socialmente cuenta308, y desde hace ya tiempo las líneas de división entre
lores centrales, la escuela ya no es una institución. Esto puede explicar el sen- la educación y la instrucción han sido perturbadas. Eso es lo que indica la
timiento de crisis que produce, pero no debe por eso llevarnos a decir que la naturaleza de los debates y de las políticas escolares, que ven cómo se suce-
escuela "ya no funciona": simplemente, no funciona ya como una institución. den los modelos sin que nunca se imponga ninguno totalmente; es también
La masificación escolar ha transformado profundamente las modalidades eso lo que muestran los debates, a veces las tensiones, que atraviesan la vida
de distribución de las cualificaciones. En la medida en la que todos los alum- de los centros y que particularmente se manifiestan cuando se les demanda
nos toman la salida en la misma competición, con el primer ciclo obligatorio redactar un "proyecto"309. La escuela parece estar atrapada en una serie de
de la enseñanza secundaria [collége unique], la escolaridad se parece a una dilemas de los que le es difícil salir. Algunos desean que se repliegue sobre
larga prueba de selección a lo largo de la cual el talento, las ambiciones, los sí misma y reencuentre su vocación de institución, si no cerrada, sí al menos
recursos y las capacidades estratégicas de los alumnos y de sus familias son independiente. Pero los que esperan este regreso de la escuela se dividen en-
los útiles indispensables. Desde el punto de vista de los actores, lo esencial de tre los que sostienen una cultura escolar tradicional, republicana y justa, que
la selección no se desarrolla va antes de la escuela, sino durante los propios privilegie la búsqueda de resultados dentro de la afirmación de las reglas
estudios. Incluso si a fin de cuentas las desigualdades escolares reproducen
una gran parte de las desigualdades sociales, se ha transformado profunda-
306.Podríamos citar numerosos trabajos, entre los cuales los de R. Ballion, La Bonne École.
mente el modo en el que las jerarquías escolares se producen. Las pequeñas Évaluation et choix du collége et du lycée, París, Hatier, 1991; M. Duru-Bellat y A. Mingat, en
diferencias y las distancias medidas y acumuladas a lo largo del recorrido particular De l'orientation en fin du 5eau fonctionnement des colléges, Cahiers de l'IREDU,
escolar terminan por producir jerarquías notables en el seno de un sistema Dijon, n. 45, 48 y 51, 1985, 1988 y 1992. Para un balance actualizado de la sociología de
que se fragmentó de manera infinita. Se ha puesto en marcha una especie la educación se puede remitir a A. Henriot-Van Zanten y M. Duru-Bellat, Sociologie de
de "mercado" escolar en el que las distintas disciplinas, las ramas, los cen- l'école, París, A. Colin 1992.
307 N. del T.: En Francia, seconde es el curso de la enseñanza secundaria que se realiza a
los quince años.
304. Se trata de los análisis de P. Bourdieu y de J. C. Passeron, Les Héritiers. Les étudiants 308. Cf. J.-C. Passeron, "L'inflation des dipl8mes. Remarques sur quelques concepts ana-
el la culture, París, Éd. de Minuit, 1964. logiques en sociologie", Revue fran9aise de sociologie, XXIII, 1982, pp. 551-584.
305. C. Baudelot y R. Establet, L'École capitaliste en France, París, Maspero, 1971. 309. Acerca de estos desacuerdos, cf. J.-L. Derouet, École et Justice, op. cit.

154 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 155 FRANCOIS DUBET


y de las jerarquías escolares, y los partidarios de una escuela educativa que 3. 3. Las disputas de la cultura
desean centrarla en el niño y el adolescente, que sueñan con una escuela que
no sea únicamente "escolar" y que dé a los alumnos aquello que su familia y Podemos admitir, con la condición de que se me conceda el derecho de ha-
la sociedad no puede darles. Según las categorías que se usan en las salas de cer algunas simplificaciones, que nociones como las de clase o de institución
profesores, este conflicto enfrenta a los "reaccionarios" [réacs] y a los "peda- están dominadas por un proceso de diferenciación. No parece que sea ése el
gogistas" [pédagos]31 caso de la noción de cultura, que en seguida ha apárecido fragmentada en el pla-
Sucede igualmente que se le reproche a la escuela no estar lo suficiente- no sociológico y como un terreno de debate y de improperios circulares y repe-
mente abierta a la sociedad y a la economía. Muchos profesores, y muchos tidos entre sus diversas significaciones. En una obra dedicada a la disputa
más padres y alumnos, desean una escuela adaptada a la demanda econó- de los currícula escolares en Inglaterra, Forquin ilumina perfectamente los
mica, una escuela útil y eficaz; el éxito de las IUT y de las BTS31, la cues- conflictos intelectuales y sociales que se organizan alrededor de la noción de
tión, recurrente, del aprendizaje, dan peso a esta tendencia. Sin embargo, la cultura'''.
cuestión de la apertura de la escuela se entiende también por parte de otros Para algunos, la cultura escolar no puede ser más que la "gran cultura", el
como una llamada al papel social e integrador de la escuela, muy alejado de stock de conocimientos seleccionados "naturalmente" por el trabajo que una
las poblaciones de los "barrios difíciles"; se trataría de reencontrar una tradi- sociedad o, más aún, la humanidad se ha aplicado a sí misma a través de la
ción integradora, también "republicana": aquí los "realistas" se oponen a los ciencia y de la construcción de una gran tradición estética y cultural. Se trata
"asistentes sociales". La dispersión de los modelos educativos, más allá de la de una utopía, en el sentido que Manheim daba a esta noción. Esta cultura
apelación mágica a la tradición republicana, suficientemente generosa como no tiene que adaptarse al mundo; dibuja un "sujeto colectivo" autónomo,
para que todo el mundo la reclame como propia, ha conducido al sistema situado "por encima" de las culturas particulares, las de las clases sociales o
escolar a ajustes parciales, con frecuencia a nivel del centro, a veces incluso de de los inedia. De acuerdo con la famosa sentencia, "enseñar es resistir', esta
la clase'. cultura, identificándose a la historia, en su voluntad de producir un pensa-
Conminada a definir parte de sus objetivos y de sus modos de ajuste miento crítico, normas universales y una subjetividad "introdeterminada", se
a sus públicos y a su entorno, la escuela, desde el primer ciclo de la en- identifica también a la historicidad.
señanza secundaria hasta la universidad, se corresponde cada vez más Evidentemente, quienes razonan en términos de competencia y de utili-
claramente con la definición que da Crozier de una organización, más dad escolar no tienen ningún problema en mostrar que esta jerarquización
por su capacidad de producir acción concertada que por sus valores o de los saberes no es en realidad más que una ideología, es decir, la univer-
sus funciones. Hablando con propiedad, no se trata, pues, de una crisis salización más o menos inocente de una cultura particular con ninguna
sino del fin de un modelo de organización concebido como un aparato finalidad distinta del mantenimiento de los privilegios escolares y sociales
de institucionalizar valores. El modelo "serial" o mecánico, en el cual la de aquellos que han heredado esta cultura desde su nacimiento. Aquí la
coherencia del conjunto provenía de la conformidad de los actores y de su cultura se percibe desde el ángulo de su eficacia estratégica, como un re-
adhesión personal a los valores de la institución, deja su lugar a un mo- curso, y la disputa, sin cuestionar necesariamente su "grandeza", pone en
delo más "político" en el que la coordinación de las acciones proviene del evidencia todo lo que socialmente obstaculiza la adquisición de la cultura
ajuste a las coerciones del entorno, de la capacidad propiamente política por parte de todos. Los que se colocan desde el punto de vista de la igualdad
de coordinar las acciones a pesar de la heterogeneidad de los actores y de de oportunidades retoman un poco el juicio que Marx sostenía acerca de los
los objetivos que persiguen. derechos humanos y la Ilustración cuando subrayaba no su oposición a este
ideal, sino su hostilidad con respecto a lo que, en una sociedad capitalista
en la que los obreros estaban excluidos, en lo esencial, de la participación
310. N. del T,: Réacs et pédagos son etiquetas intraducibles al castellano; sin matizar de- política, podía aparecer como una representación abstracta del hombre
masiado, podría proponerse unos mucho más amplios y menos expresivos "reacciona- bureués.
dos" y "pedagogistas".
311. N. del T.: IUT, Institut universitaire de technologie, escuela técnica superior; BTS,
Brevet de technicien supérieur, Certificado de técnico superior. 313. J.-C. Forquin, Ecole el Culture, Bruselas, Editions universitaires De Broeck, 1989.
312. J.-P. Obin, La Crise de I'organisation scolaire, París, Hachette, 1993. 314. Cf. A. Bloom, L'Ame désarmée, op. cit.

156 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA


157 FRANCOIS DUBET
El tercer principio de la disputa insiste en la heterogeneidad de las cul- Si la escuela ya no puede ser considerada como una institución, no es
turas y en la dignidad de todas ellas. Desde este punto de vista, la gran tampoco posible observarla como una empresa limitada a responder a los
cultura no es sino una cultura particular que se ha impuesto a todos como impulsos del mercado. No es tampoco una comunidad educativa que da la
modelo. Aquí cultura se entiende en su sentido antropológico, como un espalda a la sociedad. Buena parte del malestar y del sentimiento de crisis que
conjunto de maneras de ser, de hacer, y de representaciones del mundo. Se desde hace tanto tiempo embarga a los actores de la escuela se arraiga en la
corresponde con la cultura de la tradición antropológica culturalista: "La experiencia de la creciente separación entre las "funciones" del sistema esco-
fuente de los conocimientos, de las actitudes y de los modelos habituales de lar. Aunque en Francia sea aún débil, la autonomía concedida a cada centro
comportamiento compartidos y que transmiten los miembros de una sociedad aparece como la única respuesta posible al declive de la forma institucional,
particular'''''. El principio de autonomía de las culturas y de no jerarquía im- mucho más que a la crisis de la burocracia de la Educación Nacional. Parece
plica la formación de una escuela abierta a las diversidades culturales, pues que solamente la capacidad "política" de los directores de los centros y de los
la gran cultura no es más que un particularismo entre otros. Evidentemente, profesores está en situación de, con mayor o menor fortuna, combinar las
esta postura se opone a la vez a la gran cultura y al universalismo crítico, demandas contradictorias que se les dirigen. Los centros más "eficaces", es
acusados de destruir las culturas reales en nombre de una cultura universal decir, aquellos que, "a igualdad de todas las demás condiciones", presentan
reducida a la cultura del mercado, a la razón instrumental o a la cultura de los mejores resultados, en especial en virtud de los alumnos que acogen, son
los dominantes. los que poseen, por razones más o menos aleatorias, la capacidad de construir
Evidentemente, la forma de esta disputa no es nueva; aparece ya en la una norma compartida y de asegurar el mínimo de integración entre los dis-
crítica dirigida por Herder a la "Civilización". Continúa en el pensamiento tintos componentes de las "demandas" escolares'''. Ha pasado el tiempo de
crítico de Marx y del Nietzsche de La genealogía de la moral. Más cerca de las grandes reformas, no sólo porque son políticamente muy pesadas y muy
nosotros podríamos seguir los meandros y los rebotes de las críticas dirigidas arriesgadas, sino también porque no son ya "pensables" para el conjunto de
a los distintos ministros de Cultura, acusados sucesiva y simultáneamente un sistema. La conciencia de "las resistencias" y de los efectos perversos se
de elitismo, de conservadurismo, de demagogia... Pero lo que sorprende es ha vuelto muy pesada. Solamente queda gestionar la tensa dialéctica entre la
la duración y la regularidad de esta espiral de disputas, pues, por referirse a unidad de un conjunto educativo y la diversidad de lógicas.
perspectivas bien distintas, los actores usan siempre la misma noción, la de
cultura, que designa los mismos objetos, las mismas "realidades". Dicho de
otro modo, los actores se distinguen más por las perspectivas que adoptan
que por los "valores" que eligen. Cada una de estas perspectivas sólo tiene
sentido por medio de lo que la vincula y la opone a las otras, y pone en juego, En el fondo, como se ha propuesto aquí, y en la medida que no implica la
en cada ocasión una lógica de la acción dominante. En relación a cuáles son idea de una separación del actor y el sistema, la sociología de la experiencia
los términos de este debate, hay tantas posibilidades de acuerdo como de se- social no conduce a la ruptura con la sociología clásica. Al contrario, rechazo
paración radical. la unicidad de ambos términos. A cada lógica de la acción "corresponde" un
A lo largo de esas disputas inagotables, los actores sociales se sitúan en los elemento del sistema que la "determina" de acuerdo a un vínculo específico
tres universos de referencia, considerando por momentos la sociedad como de causalidad. La acción integradora corresponde a un sistema de integra-
un sistema de referencia, como un sistema de interdependencia y como una ción por medio de la socialización. La acción estratégica se inscribe en un
tensión dialéctica entre una definición del sujeto y del orden de las cosas. sistema de interdependencia por medio del "juego". La subjetivación depen-
Cuanto más larga es la escolarización, más importante es el papel que desem- de de un sistema de acción histórica por medio de una tensión "dialéctica",
peña en la distribución de las posiciones sociales, más activa es en la cons- más concretamente, de una crítica y de un conflicto. En esta perspectiva, el
trucción de una cultura compartida, más desciende el debate, durante largo debate que opone holismo e individualismo carece de sentido. Por el con-
tiempo reservado a los profesionales de la cultura, a la experiencia de los trario, la idea clásica de la unidad del actor y del sistema, idea que implica
actores bajo la forma de elecciones y de alternativas.
316. Cf F. Dubet, O. Cousin y J.-P. Guillemet, "Mobilisaton des établissements et perfor-
315. R. Linton, De l'homme, París, Éd. de Minuit, 1968. mances scolaires", Revue frangaise de sociologie, XXX, 1989, pp. 235-256.

158 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 159 FRANCOIS DUBET


la existencia de una lógica central, no es aceptable. No se trata solamente de
que los vínculos de causalidad que unen al actor y al sistema sean complejos,
complejidad que, por lo demás, no cuestionaría esa naturaleza única, sino de
que la propia lógica de esa causalidad es múltiple, lo que reclama para cada
caso metodologías específicas.
Más concretamente, este razonamiento descansa en la observación de la
creciente autonomía de las lógicas de la acción y de los sistemas, lo que se
puede captar en objetos que durante mucho tiempo se han percibido como
conjuntos homogéneos. Más allá de los ejemplos escogidos, los de la clase
social y la institución escolar, se ve claramente que es la idea clásica de so-
ciedad la que está siendo cuestionada. La experiencia de los actores es ante
todo la de esta dispersión, de esta crisis, que no es única, de esta historia que
a menudo no es sino la búsqueda del propio proyecto de la modernidad. Al
no descansar ya sobre el sistema, la unidad de significaciones de la vida social
no puede existir más que en el trabajo de los propios actores, trabajo para el
que construyen su experiencia y que se convierte por eso en uno de los objetos
esenciales de la sociología.

160 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA


V. El trabajo del actor

Hemos diferenciado tres lógicas "puras" de la acción y mostrado en qué, ana-


líticamente, se manifiestan disociadas, en qué remiten a procesos y a meca-
nismos sociales autónomos, es decir, a "sistemas" que no mantienen entre sí
relaciones necesarias y funcionales. Debemos regresar ahora a la subjetividad
del actor, a la actividad del individuo implicado en todas esas lógicas y en-
frentado a su dispersión. De esta representación se desprende la imagen de
una identidad social disociada en su interior y construida como un trabajo,
como poner en contacto elementos heterogéneos: como una actividad. Ese
trabajo constituye el objeto de la sociología de la experiencia. Sería induda-
blemente deseable proponer aquí una teoría general sobre las reglas que or-
ganizan esta actividad, una especie de gramática, pero no hemos hecho más
que esbozar un vocabulario elemental. No estoy sin embargo en condiciones
de ir tan lejos en la abstracción y la formalización, y tampoco es seguro de
que eso sea deseable. Nos quedaremos en la fase de ilustración de este trabajo
de la experiencia a partir de algunos ejemplos, que no son más que figuras
particulares.
La experiencia de los individuos está situada antes de la acción colectiva,
pero es ella o alguno de sus elementos los que se ponen en juego, los que se mo-
vilizan en los movimientos sociales y aportan parte de su sentido. Si se puede
considerar que los movimientos sociales, en la medida en que son aconteci-
mientos, rompen con las formas corrientes de la experiencia, pues implican
condiciones y racionalidades particulares, estarán también dentro de un prin-
cipio de continuidad con la experiencia que los individuos "llevan" a la acción
colectiva. La sociología de la acción colectiva debe responder a dos preguntas
esenciales: la primera concierne a la naturaleza de los propios mecanismos
de la movilización; la segunda quiere saber qué es lo que se moviliza en tér-
minos de intereses, de solidaridades y de orientaciones culturales, y sobre
todo cuáles son las combinaciones que hacen posible el paso de lo individual
a lo colectivo. Este último asunto es el que nos interesa aquí. A medida que
la experiencia social sustituye a las formas integradas de la acción, los movi-
mientos sociales, como "personajes" colectivos estructurados alrededor de un
significado central, dan paso a movimientos desmembrados, dispersos entre
lógicas articuladas débilmente y en las cuales la capacidad política de vincu-
lar esas orientaciones ocupa un lugar cada vez más importante. Pero esto no
puede llevarnos a afirmar que el núcleo duro de los movimientos sociales sea

163 FRANBOIS DUBET


de naturaleza política y que lo que está en juego con los movimientos sólo sea y de la burocracia, dioses que se ajustan "a los intereses de las capas sociales
el acceso al poder. privilegiadas", al dios de la "racionalidad" formal, que apela a una moral y
a un amor universales. Pero estas tensiones no sólo conciernen a los dioses y
1. EL ACTOR DIVIDIDO las ideas, no son simples contradicciones que oponen las diversas esferas de
la vida social: atañen también a la experiencia profunda y a la propia per-
1. 1. Las tensiones de la experiencia sonalidad de los individuos. La guerra de los dioses es también una guerra
psíquica. Weber destaca, por ejemplo, las tensiones que enfrentan la esfera
Si la noción de experiencia puede parecer más adecuada que las de rol o es- erótica con la esfera ascética, tensiones muy intensas, pues ambas movilizan
tatus es en gran medida porque evoca la heterogeneidad de "lo vivido", la sentimientos próximos entre sí: "Es precisamente esta proximidad psicológi-
diversidad allí donde la noción de rol sugiere ante todo coherencia y orden. ca la que incrementa naturalmente la profunda enemistad de sentido entre
La cuestión de los conflictos de rol tampoco se acomoda totalmente, pues en ambas'''. Las tensiones que sienten los actores están ancladas en el núcleo de
ese caso el actor pasa de un rol al otro sin que la unidad de su experiencia la experiencia, aunque, estrictamente hablando, no sean psicológicas, ya que
esté amenazada, sin que esta obligación aparezca como un problema. Sólo aunque sean los individuos los que las conducen, se inscriben en registros de
en algunas condiciones particulares, como en las incongruencias de estatus, significación profundamente diferentes.
la pluralidad de roles afecta a la continuidad de la identidad, cuando los ro- Para Weber, estas tensiones sólo pueden profundizarse con el movimien-
les sostienen racionalidades profundamente divergentes. Pero las lógicas de to de la modernización, que separa las distintas esferas de la actividad y
la acción que estructuran la experiencia social no se corresponden con roles parcela la experiencia humana. "Desencantada", la experiencia ya no puede
organizados; se sitúan antes de los roles y, sobre todo, mantienen entre ellas construirse sobre la significación central de un mundo vivido como Uno. La
relaciones de tensión. experiencia social moderna está parcelada respecto a la plenitud de la expe-
En Weber se encuentra una de las utilizaciones más fuertes de la noción riencia humana que tuvieron el "campesino", el "señor feudal" o el "héroe
de tensión, cuando muestra cómo un tipo de lógica y de significación reli- guerrero", "todos aquellos que cumplen el ciclo de su existencia sin ir hacia
giosa se transforma al relacionarse con los distintos campos de la vida social, ninguna otra cosa más allá de ellos mismos. Podían incluso esperar, a su ma-
con los cuales, al dejar de estar aislado en su "pureza", necesariamente se nera, la perfección de este mundo, que resultaba de lo que era, clara e inge-
confronta. La tensión procede del hecho de que la significación religiosa no nuamente, su vida'''.
se disuelve cuando choca con otra esfera de la existencia, ni siquiera de que
establezca con ella un dilema insalvable, una contradicción. El caso que ana- 1. 2. ElYo disociado
liza Weber es el de las religiones salvíficas cuando oscilan entre las esferas
mundana y ultramundana, produciendo entonces una tensión interna entre No hace falta estar atrapado en el pesimismo weberiano para aceptar esta
la ascesis y la mística'''. De igual manera, no hay una verdadera ruptura en- imagen del actor disociado. Aquí es la referencia a Mead la que se impone,
tre lo sagrado y lo profano, sino una tensión, en la que se instalan los indi- no ya para retomar con mayor o menor fidelidad su teoría, sino para des-
viduos; una dualidad objetiva se manifiesta en la experiencia en forma de tacar algunos aspectos, esenciales para nuestros objetivos. Es sabido que la
tensión psíquica. Las relaciones entre la integración del grupo y la fe también concepción meadiana de la personalidad y de la socialización es eminente-
se definen por la tensión, explica Weber; es la que opone la esfera doméstica mente sociológica, pues hace del intercambio con el prójimo el fundamento
con sus "dioses'privados", los de las comunidades y las instituciones, al dios de la formación de la personalidad, a través de la percepción, y luego de la
más universal de la fraternidad, ése que, al contrario, hace del extraño un ser interiorización de las expectativas sociales. "Inconscientemente, nos habla-
plenamente humano. Exactamente más aún, Weber opone los "dioses fun- mos como los demás nos hablan'. El Yo del individuo se constituye como
cionales" de la esfera política, dioses sometidos a los intereses de los grupos control interno de los múltiples selfs, adquiridos en distintas modalidades del

317. M. Weber, "Parenthése théorique: le refus religieux du monde, ses orientations et 318. M. Weber, "Parenthése theórique", art, cit., p. 156.
ses degrés", Enquéte, 7, 1992, pp. 127-172. Véase también el comentario de P. Fritsch, "La 319. /bid., p. 166.
Zwischenbetrachtung, un espace intermédiaire", Etiquete, 7, 1992, pp. 173-193. 320. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi el la Société, op. cit., p. 148.

164 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 165 FRANCOIS DUBET


juego infantil, desde la imitación hasta la capacidad de jugar con reglas más por Haberma-s paiá aceptar que el Mí, el sujeto de la experiencia, se consti-
generales. Concebido desde ese punto de vista, el Yo y el self se inscriben en el tuye solamente si el individuo dispone de referencias culturales que superan
linaje de la sociología clásica como interiorización de lo social por medio del las meras normas asociadas al Yo y a la integración social. Así, "el Mí aparece
par formado por ego y alter. "El individuo se experimenta a sí mismo como como la fuente de la unidad"325. En cualquier caso, la cuestión del Mí es siem-
tal, no directamente, sino sólo indirectamente, desde los puntos de vista par- pre difícil de representar, pues a diferencia del self y del Yo, que son las dos
ticulares de los otros miembros individuales del mismo grupo social, o desde caras del rol social, el Mí no tiene "contenido"; aparece esencialmente como
el punto de vista generalizado del grupo social, en cuanto un todo, al cual un trabajo que el actor ejerce sobre sí mismo, como una actividad y como una
pertenece porque entra en su propia experiencia como persona o individuo, subjetividad. "El Yo proporciona el sentimiento de libertad, de iniciativa"326.
no directa o indirectamente, no convirtiéndose en sujeto de sí mismo, sino Es posible leer a Goffman desde esta perspectiva: el self se presenta enton-
sólo en la medida en que se convierte primeramente en objeto para sí del ces como un objeto sagrado, íntimo, a preservar; se revela como lo que está
mismo modo que otros individuos son objetos para él"321. A partir de ahí, el realmente en juego en las interacciones, en donde se hace frente a la "apa-
modelo de la sociología clásica puede tomar una inflexión interaccionista; riencia". El sujeto aparece no tanto como una esencia, sino como un trabajo
pensemos, por ejemplo, en la perspectiva de Blumer y, en alguna medida, en (face work)327 . El Yo es doble "imagen reunida a partir de lo que implica el
la de Goffman. flujo completo de los acontecimientos; jugador en una especie de juego ritual
No obstante, la gran aportación de Mead, que particularmente Habermas al que se enfrenta con la situación más o menos suerte y diplomacia"328. Esta
ha subrayado con fuerza, no procede tanto de esta representación psicosocial interpretación puede ciertamente estar fundada en el famoso análisis de la
de la socialización y de la identidad como de la concepción y del lugar del institución total, del internado, cuya finalidad no es sólo controlar a los indi-
Mí como definición de un sujeto social322 . El Mí no es la suma de los Yo que viduos, sino destruir su self, o sus Mí en el vocabulario de Mead.
se deduce de la multiplicidad de roles y de posturas sociales; surge como una La distancia que se construye de ese modo, mucho más que la adhesión
distancia sobre uno mismo, como una capacidad crítica; no puede reducirse a a los valores de un otro generalizado, es lo que constituye la subjetividad. Si
un Yo más general y abarcador. "Reaccionamos al Yo como un Mí"323. De ese no hubiese cierto peligro de confusión en la búsqueda de equivalencias con
modo, la conciencia no es un "ser" sino la actividad producida.por la "con- los conceptos freudianos, el Mí podría definirse por la tensión entre el Yo y el
versación interior" entre Yo y Mí, en la que Mí no es un "súper" Súper-Yo, ideal del Yo. Sea cual sea el contenido de ese ideal, el Mí no se manifiesta bajo
una conciencia moral más fuerte, sino una distancia al Yo, a los roles y a los la forma de búsqueda de autonomía, de capacidad de dominar la propia vida.
intereses. El Mí se coloca en un punto de vista más amplio que los distintos En esto, el Mí implica necesariamente un sentimiento de distancia respecto
Yo, ya que el "otro generalizado" no es una extensión abstracta de los roles al "sistema". Pero toda la fuerza del razonamiento de Mead está en mostrar
y de las expectativas de rol, sino la adopción de una perspectiva suficiente- que esta distancia es un efecto del sistema. Este rápido giro hacia Mead no
mente universal como para cimentar la distancia de uno a sí mismo, es decir, pretende situar mis pasos tras los suyos, sino iluminar mejor la manera de
la distancia del actor respecto de su rol. Habermas atribuye esta perspectiva representar el trabajo del actor en la experiencia social:
universal a la naturaleza ética de la comunicación, en la que el individuo
construye su verdadera individualidad. Es una adhesión más amplia que la 1. 3. El trabajo del actor
de los roles que elabora el Mí. "Efectivamente, de todas las clases (o subgru-
pos), la que define la unidad del lenguaje es también la que comporta el ma- a) En el espacio de la experiencia social, las tensiones a la vez ligan y enfren-
yor número posible de miembros, la que permite a un número ilimitado de tan las distintas lógicas de la acción. La lógica de la integración establece una
individuos entrar en una especie de relación social, por indirecta o abstracta relación de tensión con la de la estrategia; la de la estrategia está en tensión
que sea"324. No es necesario adoptar la teoría de la comunicación construida

325. lbid., p. 287.


321. lbid. 326. lbid., p. 151.
322. J. Habermas, Théorie de l'agir communicationnel, op. cit., tomo 2. 327. Cf. la lectura de Goffman a cargo de A. Ogien, "La décomposition du sujet", Le Par/er
323. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi et la Société, op. cit., p. 148. Erais d'Erving Goffman, París, Éd. de Minuit, 1987.
324. lbid. 328. Goffman, Les Rites d'interaction, op. cit.

166 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 167 FRANCOIS DUBET


con la definición del sujeto; la del sujeto está en tensión con la lógica de la parece aceptable allí donde los mecanismos del "mercado" y los de la integra-
integración. Cada objeto de la experiencia es, uno por uno, percibido a partir ción social tienden a separarse'.
de esos tres puntos de vista. De ese modo, cada uno de nosotros puede fácil- b) Porque la experiencia social no tiene centro, la concepción del Mí que
mente poner en escena su identidad definiendo, una por una, sus pertenen- propone Mead es necesaria, pues es ese Mí el que está en condiciones de dotar
cias, sus recursos y sus compromisos. Evidentemente, esta presentación de de sentido y coherencia a una experiencia dispersa por naturaleza. Así, el Mí,
uno mismo tiene todas las opciones de borrar las tensiones ya que el propio o si se prefiere la identidad social profunda, no tiene "realidad", sólo es el tra-
ejercicio de la presentación pública exige la construcción de una coherencia bajo del actor construyendo su experiencia como su experiencia. Establece un
y de una complementariedad entre las distintas dimensiones, al igual que la principio de autonomía, más frecuentemente reivindicado que realizado. En
autobiografía es la transformación del azar en destino [destinée] y del destino esto no hay muerte del sujeto, incluso si el sujeto no preexiste a su experiencia
[destin] en vocación. Pero el análisis concreto de algunas experiencias socia- y no se manifiesta más que desde la distancia respecto de la experiencia. De
les muestra que los actores viven constantemente en estas tensiones, en las hecho, el Mí aparece como lo que está en juego en la experiencia, pues esa ca-
interfaces de las lógicas de la acción. Así, la mayor parte de los individuos pacidad de decir "mí" está constantemente amenazada por la determinación
explican que son "al mismo tiempo" lo uno y lo otro, y la definición "autén- de las lógicas de la acción, las mismas que reducirían al actor a no ser más que
tica" de uno mismo se manifiesta como un ejercicio imposible y como una la yuxtaposición de sus raíces, de sus intereses y de su cultura.
exigencia de la experiencia social cuando los actores ya no pueden "adecuar- Sin embargo, en ese trabajo y en esa distancia sobre uno mismo, la defi-
se" a sus roles. nición cultural del sujeto ocupa un lugar muy particular, pues la subjetiva-
La cuestión de las tensiones de la experiencia social no debe remitir a una ción no se puede concebir sin referencia a una concepción de la creatividad
concepción necesariamente dramática, desgarrada, de la existencia. Muchas humana y a una ética, sin una definición de la autonomía. Percibido como
tensiones se rutinizan y se olvidan; el sociólogo deberá entonces descubrirlas una mónada, el individuo es independiente, pero no autónomo"'. No está
detrás de lo que se presenta como una "división del trabajo" armoniosa de la en posición de reconstruir, para él, el sentido y la coherencia de su experien-
personalidad. Pero si admitimos que la modernidad está caracterizada por cia. Esta afirmación no implica en absoluto que esta definición de la auto-
una creciente autonomía entre esferas de la actividad, dotar de coherencia nomía sea trascendente, como lo fueron el alma, la Razón o la Historia; se
a estas esferas hace que la identidad sea más un problema que un ser. Y de mantiene también dentro de las concepciones de la vida buena y justa, de la
igual modo que esta representación conlleva el rechazo de la hipótesis de un autenticidad, de la realización, que no pueden reducirse a las representacio-
principio central de la acción, conlleva también distinguir las lógicas "puras" nes ideológicas y aceptables del narcisismo de las sociedades modernas y del
de la acción, subrayando de ese modo las tensiones que las separan. En ese despotismo suave de la sociedad de consumo. Si la historia de la modernidad
punto, por ejemplo, seré gustosamente el mayor crítico respecto a la noción es la del "descenso" del sujeto a la experiencia social, no es sin embargo la de la
de habitus construida por Bourdieu. La fuerza, pero, desde mi punto de vista, muerte del sujeto332 . Como muestra Taylor, la búsqueda de una experiencia
también la debilidad de este concepto es que mezcla hasta confundirlas dos social "auténtica", ese ideal autorreferenciado, resiste al mismo tiempo a la
racionalidades de la acción: una es la de la integración cultural, otra es la de absorción del individuo dentro de sus raíces y al reino de la razón instrumen-
la acción estratégica. La noción de habitus borra cualquier tensión entre la tal, encarnado en la racionalidad de las organizaciones, de los aparatos y de la
lógica de reproducción de un programa cultural y la que busca la defensa y a
la promoción de intereses en un "campo" competitivo. La acción estratégica Esta impresión de distancia sobre uno mismo no se manifiesta tanto en
se convierte entonces en una necesidad de la integración cultural y la repro- la introspección, o en el análisis de "las tripas y el corazón", cuanto en la
ducción de esta cultura sólo se realiza a través de una estrategia necesaria.
Esta fusión de las dos lógicas, que son las dos caras del mismo habitus, sirve
quizás para el campesino cabil y para el Sr. De Norpois', que viven ambos 330. Recordemos que, por comodidad, llamamos "mercado" al espacio en el que se desa-
rrolla la acción estratégica; el mercado económico es sólo uno de esos mercados.
en sociedades fuertemente integradas, asentadas sobre su reproducción; no
331. Sobre este punto, cf. A. Renaut, L'Ére de l'individu, op. cit.
332. Cf. A.Touraine, Critique de la modernité, op. cit.
329. N. del T.: Se refiere al marqués de Norpois, personaje de En busca del tiempo perdido, 333. C.Taylor, Sources of the Self, Cambridge, Cambridge University Press, 1989; Grandeur
de Marcel Proust. et Misére de la modernité, Montreal, Bellarmin, 1992.

168 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 169 FRANCOIS DUBET


sensación de extrañeza respecto al "sistema". Si hubiese que escoger un indi- res, no destruyen las relaciones sociales tradicionales, las de la "explotación".
cador sencillo que permitiese distinguir la experiencia social de la acción so- Pero éstas han sido poco a poco cubiertas por un tipo de relaciones que se
cial entendida en su sentido clásico, habría que inclinarse probablemente por nos muestra cada vez más fundamental: el de la exclusión social. Una jerar-
esta impresión de extrañeza, de no adhesión. El individuo no puede pegarse quía completa de niveles de participación relativa sustituye a las categorías y
totalmente a su rol, a sus intereses, ni siquiera a su cultura, pues esos tres conflictos de la sociedad industrial. Los problemas sociales no se definen por
elementos están disociados. Como mostró perfectamente Simmel, el mundo las relaciones de producción, sino como problemas urbanos, problemas de
se manifiesta parcialmente extraño y el individuo tiene la impresión de no distancia social, de identidad y de integración'''.
ser nunca lo que lé indican sus roles y sus relaciones. En realidad, esta impre-
sión es muy trivial, cuando, en las discusiones comunes y en las entrevistas 2. 1. Sobre las conductas heterogéneas
sociológicas, los individuos explican que no son lo que socialmente deberían
ser, que son espectadores porque buscan ser ellos mismos. Pero sólo son ellos a) Durante una investigación de larga duración sobre y con los jóvenes de las
mismos en ese movimiento de desprendimiento. banlieues populares "difíciles", me topé con una extrema heterogeneidad de
Evidentemente, no nos podemos quedar con una imagen tan negativa, conductas. Observando los comportamientos de los jóvenes, interrogándolos,
"hueca", del trabajo del actor, pues estas lógicas de la experiencia vienen defi- confrontándolos con interlocutores, tuve la sensación de estar delante de se-
nidas por relaciones sociales, por conflictos. Es a través del conflicto, del com- cuencias de prácticas o de discursos entre los cuales era terriblemente difícil
promiso que supone, que se plantea la autonomía como lo que socialmente encontrar un principio estable y una jerarquía significativa.
está en juego frente a lo que la amenaza y la hace imposible. En este sentido, En ocasiones, los jóvenes parecen totalmente replegados sobre sí mis-
el compromiso se opone a la adhesión, es la introducción de la subjetivación mos, construyendo una socialidad estrecha y fugaz, participando de redes
en las relaciones sociales a través del conflicto"'. El éxito de la acción colecti- de conocimiento locales de las que es muy difícil trazar los límites. La vida
va no depende solamente de que el Yo quede cubierto por un Nosotros más cotidiana aparenta ser un largo deambular sin objeto; las conversaciones se
amplio, de la fusión de la conciencia individual y de la conciencia colectiva; presentan deshilvanadas, atadas a acontecimientos menores, palabras sin otro
viene también de una autonomía individual más fuerte, de una subjetividad propósito que no sea el de mantener la presencia física de las personas alre-
más afirmada. Desde ese punto de vista, los movimientos sociales son mo- dedor de una mesa, en un prado, en las bodegas... Con Didier Lapeyronnie
vimientos de individuos; sin tener eso en cuenta no entenderíamos por qué la y un equipo de investigadores pasamos días enteros intentando entrar en el
muerte de un movimiento produce tantas crisis personales, ni por qué tantos secreto de esta sociabilidad estrecha, que en nada se parece a la vida "orga-
individuos han aceptado sacrificar su vida por un movimiento o por la idea nizada" de las "bandas", y de la que es complicado percibir sus estructuras
que se hacían de él. sociométricas y sus fronteras336 . Preguntados por esta cuestión los jóvenes, no
Para subrayar el trabajo de los actores, abandonemos el vocabulario un tan- dan más sentido a esta vida social que el de protegerse de la soledad o, más
to abstracto utilizado hasta este punto para analizar algunas experiencias socia- simplemente aún, el de pasar el rato. Al mismo tiempo, este tipo de relaciones
les que hemos estudiado. Con el objetivo de evidenciar el papel de la domina- resiste obstinadamente la mayor parte de los intentos de ser organizado y
ción y del conflicto en la construcción de la experiencia, abordaré de manera tutelado por los trabajadores sociales; los jóvenes no usan los servicios que se
aproximativa dos casos que retoman los análisis del capítulo anterior: el de la les proponen más que para abrigar esta sociabilidad retraída. Por ejemplo, las
exclusión social y el de la influencia del aparato escolar sobre las clases medias. competiciones deportivas raramente se transforman en prácticas organizadas
y regulares. La afición por el baloncesto o por el fútbol no alimenta los clubes
2. LA EXPERIENCIAY LA EXCLUSIÓN de deporte. No se configura ninguna identidad afirmada, y sin embargo, ese
tipo de vínculo de pertenencia se mantiene y se defiende.
Las mutaciones del aparato económico, de un lado, y, del otro, la influencia
de una cultura de masas que disuelve las pertenencias y las culturas popula-
335. Acerca de esta mutación, cf. F. Dubet y D. Lapeyronnie, Les Quartiers d'exil, op. cit.
Estos barrios "difíciles" son los que acumulan distintas desventajas: pobreza, tasa de
334. Es por eso que A. Touraine define el Mí como un movimiento social (critique de la desempleo, heterogeneidad poblacional, aislamiento, mala reputación...
modernité, op. cit.). 336. F. Dubet, La Galére, op, cit.

170 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 171 FRANCOIS DUBET


Durante otras secuencias, frente a otros interlocutores, o a partir de Esta heterogeneidad de las conductas se refuerza por la observación de las
que se establece la confianza y la familiaridad, es otro universo el que se relaciones entre los jóvenes de la cité y distintos actores, que se sitúan alterna-
manifiesta. Es el de los pequeños negocios, el de los "chanchullos", el de tivamente en posiciones múltiples, a la vez extraños, rivales y adversarios, a
las jugadas más o menos legales en las que los jóvenes se muestran como los que se les solicita también ayuda, comprensión y autoridad... De esta ma-
empresarios marginales a pequeña escala. Su barrio no sólo es para ellos nera, los trabajadores sociales o los profesores son definidos como los agentes
un refugio, sino también un coto privado de caza donde se desarrolla un de la exclusión, como los enemigos, y como los aliados indispensables para la
"mundo de negocios", donde se ofrecen oportunidades, actividades orien- supervivencia en la galére. De igual modo, los policías son definidos simultá-
tadas a la supervivencia o, con más frecuencia, hacia la adquisición de los neamente como "fascistas", árbitros de la delincuencia, y como agentes de un
medios que permitan hacer alarde de un look, de "fardar", de construir un orden deseado.
nivel de participación social, de introducir en escena las imágenes difun- b) No es demasiado difícil relacionar estas distintas conductas en términos
didas por los media. de las lógicas de la acción que les subyacen. El modo en que los actores defi-
En otros momentos, la vida de la galére parece dejarse arrastrar por con- nen su situación es inequívoco.
ductas "excesivas", conductas que no parecen depender ni de un repliegue En primer lugar, la vida de la cité se describe como "anómica", desor-
protector ni de una racionalidad más o menos desviada. A menudo, entonces, ganizada: "guerra" de todos contra todos, ausencia de referencias estables,
los jóvenes se vuelven violentos, agresivos, tensos, y no sólo en contra de los conductas imprevisibles, sentimiento de inseguridad, de "locura". Estamos
extraños para la cité337, sino también en sus propias relaciones. Las peleas es- lejos del cuadro, a menudo levemente populista, de la comunidad popular.
tallan bruscamente con pretextos que nada más son pretextos. La delincuen- La lógica de la integración se define en términos de crisis y de falta 339. El
cia se hace por provocación y placer; los objetos robados se destruyen a ojos manifiesto apego expresado respecto a las cités no impide esta descripción
de todos en la escenificación de los "rodeos"' . anómica del mismo.
El problema que se plantea con estas observaciones no deriva de las con- En segundo lugar, los jóvenes se describen como excluidos de distintos
ductas mismas sino de su yuxtaposición. Así, los jóvenes participan de to- "mercados": mercado escolar, mercado de trabajo y, más ampliamente, esfera
das, y ninguna de ellas les define totalmente. Ninguna se presenta realmente del consumo de bienes y de la cultura de los jóvenes que asimismo imponen
como una subcultura con su propia estructura, sus tradiciones y sus fronteras. un nivel de participación social. Se perciben como excluidos, pero no como
La cité no alberga jóvenes retraídos, jóvenes delincuentes y jóvenes violen- marginales, en la medida en la que participan plenamente de una cultura de
tos, sino actores que parecen ser todo al mismo tiempo, imprevisibles para masas que les concede, por otra parte, un lugar importante al estetizar sus
los demás y para sí mismos. Su experiencia no tiene centro. Oscilan de una "looks" de jóvenes de barrios de la banlieue.
conducta a otra a merced de las circunstancias y de las oportunidades, como En definitiva, estos jóvenes no perciben "la sociedad" y los valores de la
si fuesen las circunstancias las que les arrastrasen y no orientaciones autó- autonomía más que en forma de dominación bruta, de violencia de la com-
nomas. Por esta razón, la mayor parte de los trabajos que están dedicados a petición social y de asistencia. Excluidos de la conciencia de clase obrera,
ellos se construyen alrededor de esta heteronomía y de la victimización de los no enfrentan la dominación que soportan con ninguna definición colectiva
jóvenes, que aparecen como juguetes de las fuerzas sociales; la descripción "orgullosa" y autónoma de sí mismos. El mundo es una jungla en la que la
de los contextos y de la situación, yuxtapuesta a la de las conductas, es lo que dominación no se imputa a ningún grupo en particular, a ningún tipo de
está, entonces, debe explicarles. relación social; se impone a los individuos, y sin embargo carece de sentido.
La experiencia de la galére se estructura entonces como la combinación de
337.N. dell: Al igual que banlieue, el término cité tiene connotaciones especificas, ligadas esas dimensiones, constituyendo las distintas conductas a las que nos hemos re-
a la historia de la emigración en Francia, a sus políticas urbanísticas durante los años se- ferido más arriba. Esta actividad combinatoria, en este caso altamente inestable,
senta y setenta o a la construcción de los HLM (Habitation á foyer modéré) y sus muy idio- es un primer trabajo del actor. Es posible presentarla del siguiente modo:
sincrásicos paisajes sociales. Por eso no parece recomendable optar por alguna de sus
traducciones usuales (barrio, barriada, ciudad dormitorio..,), que reducirían el concepto a
sus sentidos más triviales. En razón de ello optamos por no traducir el original. 339. No sería demasiado difícil dar cuenta de las descripciones que hacen los actores en
338. N. dell.: "Rodeos" son carreras de coches realizadas, en general en las banlieues, con términos de los indicadores formalizados de la desorganización social y de los estados
automóviles robados. anómicos.

172 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 173 FRANCOIS DUBET


La sociabilidad retraída resulta de la combinación de una lógica de momento como actores. Los "incontrolados" de las manifestaciones
integración debilitada y de la exclusión social. Asociada a la débil estudiantiles de marzo de 1994 evidenciaron esta orientación de la
integración comunitaria, la exclusión se transforma en conciencia acción, esta mezcla de "rabia", de delincuencia y de excitación lúdi-
desdichada; los individuos se perciben como los responsables de ca, expresada en estos jóvenes que intervienen en la escena pública
sus fracasos, ya que la comunidad es demasiado débil como para al mismo tiempo contra la policía, contra los periodistas y contra el
interpretar esos fracasos y esas exclusiones en el marco de un "des- movimiento estudiantil, que es percibido también como una lucha
tino de clase"340. Por lo tanto, se crea esta sociabilidad mínima cuya propia de relativos privilegiados.
finalidad es proteger a los jóvenes de una exclusión demasiado
agotadora; produce un mundo que neutraliza las imágenes desva- 2. 2. El individuo amenazado
lorizadas de sí mismo creadas por los fracasos escolares y profesio-
nales, y más ampliamente por los estigmas sociales asociados a la Cada conducta se forma como una articulación entre dimensiones elementa-
mala reputación de la cité. les de la experiencia, y, en el caso que aquí nos interesa, estas dimensiones son
Las conductas delictivas se inscriben en la combinación de dos todas "negativas", están definidas por la falta: anomia, exclusión y rabia. Eso
lógicas de la acción: la de la exclusión y la de la rabia. Asociada a es lo que hace de éste un caso límite de la experiencia.
la rabia, la exclusión produce una desviación conformista a cau- En primer término, esta experiencia es descrita por los individuos en térmi-
sa de la simple frustración del deseo de participación; la rabia nos de amenaza y de destrucción de la personalidad, pues no perciben ningún
distrae de la conciencia desdichada. Se trata de obtener ilegal- principio de coherencia en la circulación continua de una vertiente a otra de su
mente los bienes de los que se está privado. Pero el efecto de la "desgracia". Se sienten sacudidos, llevados por las circunstancias, y los efectos
exclusión sobre la rabia también produce el deseo de afirmar la de arrastre del grupo les empujan a no sentirse en absoluto autores de su pro-
propia fuerza y una relativa neutralización de la culpabilidad pia vida. Es el prójimo, los pequeños acontecimientos de la cité, las diferentes
asociada a la desviación"'. La delincuencia de la ga/ére no es una prácticas y "curros", los encuentros... los que los van llevando de una lógica a
pura actividad racional; se apoya también en el deseo de demos- otra. Esta presentación de sí mismos no se puede reducir a una técnica de "neu-
tración, de pavoneo, de revancha... A menudo, de hecho, es esta tralización" que consista en ponerse en escena como una víctima irresponsable
relativa irracionalidad la que la pierde. y, así, no culpable, aunque en ese terreno esto tenga cierta utilidad.
Finalmente, la rabia y la desorganización social producen una vio- La amenaza que pesa sobre la personalidad se manifiesta a partir de cues-
lencia sin objeto, o más precisamente, una disposición a la violencia tiones triviales. Los jóvenes no necesariamente se sienten seguros de su de-
que se dirige a objetos distintos, o a actores diferentes, que juegan seo de trabajar: temor al fracaso, miedo de no ser ya capaz de llevar una
el papel de "agentes provocadores": policías, profesores, porteros, vida equilibrada... La dependencia del juicio y de la mirada de los otros es
guardias de seguridad, transeúntes, los colegas de la cité... La ra- también extrema, con una susceptibilidad a flor de piel, siempre amenazada.
bia explica parte de la irracionalidad y de la "maldad" de la ga/ére, Exacerba una especie de hipertrofia del Yo social, pues el individuo está muy
rabia que desborda la racionalidad propia de la delincuencia y per- poco seguro de su propia identidad, de su coherencia y de su consistencia.
mite que los que se distinguen como víctimas se perciban por un Hablando en los términos de Goffman, no hay más que la "apariencia" y el
cara-a-cara. Los ciclos del honor y del reto ganan importancia por la muy es-
340. Nos encontramos con ese fenómeno de conciencia desdichada y de "odio" de uno casa capacidad de construir un juicio autónomo, pues los actores están cons-
mismo en la idea de que los habitantes de los HLM [N. del T.: Habitation á loyer modéré, tantemente obligados a asegurarse. De ese modo, la sociabilidad está lejos de
una suerte de Vivienda de Protección Oficial en alquiler] tienen de la reputación de su ser siempre amistosa y cálida. Los jóvenes se están constantemente "cachon-
cité. Cf. D. Duprez y M. Hedli, Le Mal des banlieues? Sentiment d'insécurité et crise iden- deando" y cada encuentro supone el rechazo de un miembro, la formación
titaire, París, L'Harmattan, 1992; R. Dulong y P. Paperman, La Réputation des Cités HLM, por unas horas o por unos días de un chivo expiatorio, dentro de una espiral
París, L'Harmattan, 1992. infinita y agresiva de exclusiones y de incorporaciones, sucesivas y sin orden.
341. Acerca de la cuestión de la neutralización, cf. D. Matza y G. M. Sykes, "Techniques La "apariencia" surge como un bien supremo, mucho más frágil cuanto más
of Neutralisation: a Theory of Delinquency", American Sociological Review, 1957, 22, pp. los individuos, a menudo excluidos, dominados y estigmatizados, dependen
657-669.

174 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 175 FRAWOIS DUBET


del juicio de los demás sin poder sentirse "internamente" seguros. Así, la El motín se desata desde fuera, por una "provocación" real o supuesta,
mayor parte de las peleas entre jóvenes, al igual que los enfrentamientos con poco importa dentro de la larga serie de choques y desafíos que enfrentan a
los adultos y los profesores, encuentran su pretexto en la obligación de salvar los policías y a los guardias de seguridad con los jóvenes del barrio. El mo-
las apariencias: me desprecia, me "mira", me desafía, me avergüenza delante tín se asemeja a lo que se llamaba "una emoción" antes de la revolución: los
de los demás, me "traiciona"... jóvenes se agrupan, desafían, juegan, escenifican la rabia. Pero el motín es
En el trabajo que llevamos adelante son los discursos acerca de la droga también delictivo: pillajes en el supermercado, robo de materiales de la casa
los que mejor ilustran esta angustia de la destrucción de la personalidad. de juventud, degradación de la escuela. Además, con frecuencia son los equi-
Aunque la droga, "blanda" o "dura", sea un recurso económico importante, pamientos sociales el objetivo, los que fueron instalados para los jóvenes, y
y la droga blanda, la "maría", comparezca como el médium de cierta socia- toda la amargura confluye en el momento en el que los jóvenes destruyen su
bilidad, el "equivalente" al alcohol entre los adultos, no por eso el consumo propio barrio. Resulta notable que este tipo de explosiones no aparece necesa-
de droga dura deja de simbolizar la destrucción "voluntaria" de la perso- riamente en los barrios más degradados y más abandonados, sino allí donde
nalidad. Así, los jóvenes describen el "agujero negro" de la toxicomanía, la ha habido esfuerzos serios de equipamiento por parte de los servicios públi-
dependencia "biológica" del producto, como algo que comporta una salida cos o de los poderes locales. Atacados, los equipamientos sociales representan
del espacio de la galére: la destrucción de las relaciones, la mentira y la el fracaso y la frustración, más aún cuando permitieron a algunos "salirse".
explotación de la familia y de los amigos, la desaparición del individuo. El El motín se apoya en el deseo, que no es sólo frustración, sino también humi-
"drogata" es aquel que ya no tiene amigos, que ya no puede enamorarse, llación de estar frustrado. Entonces, no pudiendo obtener legalmente algu-
aquel al que la vida se le fue. La condena del toxicómano es muy intensa nos bienes, los individuos los destruyen, de manera que nadie se beneficie de
aquí, pues el agujero negro está cerca y amenazante; aparece como el punto ellos y manteniendo de ese modo la unidad del grupo y la "apariencia'. El
de un recorrido en el que la galére deshace al sujeto, que ya no resiste la motín, en fin, dibuja un territorio; a menudo gracias a los media, proporciona
destrucción de su experiencia social. identidad a los jóvenes, les da ese cuarto de hora de fama del que rápida-
menté descubren que es un medio nada despreciable para hacerse oír. Pero
2. 3. El "motín" el motín, que se presenta como la fusión de una experiencia social diluida, no
se transforma en acción organizada ni en movimiento social. Decae muy rá-
Es fácil de entender que, aunque sea fruto de una condición particularmente pidamente; también muy rápidamente los que surgieron como líderes --que
injusta y penosa, la experiencia de la galére no produce fácilmente acción son casi "abducidos" por el juego político local— son abandonados por parte
colectiva. Los sentimientos solidarios son solubles y, sobre todo, están sujetos de una "base" que no existe fuera del acontecimiento público.
a la vergüenza. La conciencia de tener intereses comunes se rompe por efecto Para que se forme un embrión de movimiento deben transformarse ele-
de la atomización de las estrategias individuales y por la dependencia. La ra- mentos de la experiencia de los individuos; es particularmente necesario que
bia, en fin, comparece como lo opuesto del conflicto, pues no se canaliza por la "pura" rabia deje su lugar a una imagen del conflicto, que la presencia de
medio de ninguna representación colectiva de una relación social de domina- un adversario y de un reto no sólo favorezca el propio proceso de moviliza-
ción'. Sin embargo, los pequeños motines de barrio, que fueron noticias en ción, sino que también transforme la experiencia. A lo largo de mucho tiem-
la sección de sucesos y que operan como desencadenante de las operaciones po de nuestra historia social la conciencia obrera cumplió ese papel, haciendo
"antiverano caliente" y de muchas políticas urbanas, se presentan como la que el motín y la "emoción" se orientasen hacia una acción organizada. Hoy
forma de acción colectiva producida por la galére; en ellas encontramos todos el movimiento obrero no está en posición de desarrollar esa función. Son los
los ingredientes de esta experiencia. jóvenes inmigrantes quienes están en primer plano, a causa de los efectos
inducidos por el racismo.

342. Es cierto que en el plano individual los educadores y los trabajadores sociales logran
disciplinar la rabia a través de la práctica de deportes de combate en los que los actores
alcanzan cierto control de sí mismos. Esta técnica de control social, al igual que el papel
del boxeo en el gueto negro norteamericano, no puede sin embargo considerarse una "so- 343. Sobre el deseo, cf. S. Freud, "Psychologie des foules et analyse du moi", Essais de
lución", como en ocasiones se hace. psychanalyse, París, Payot, 1981.

176 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 177 FRANCOIS DUBET


2. 4. El papel del racismo ramas escolares marginales; al igual que ellos, están marcadamente afectados
por el desempleo... Viven con tanta intensidad como los franceses la distan-
a) Tanto la observación de las conductas como la de los indicadores esta- cia entre una asimilación cultural muy fuerte y una integración social débil.
dísticos llevan en general a subrayar la cercanía que hay entre los jóvenes Es solamente por efecto de la rutina que se continúa, en relación a ellos, ha-
procedentes de la inmigración y los franceses que pertenecen a las mismas blando del "problema de la inmigración", de manera que su situación se con-
categorías sociales"'. En la mayor parte de los barrios en los que hemos tra- funde con la de los demás jóvenes de ambientes populares, de tal modo que el
bajado, la fisura que separa a los jóvenes franceses de los jóvenes inmigrantes problema es más claramente de naturaleza social que cultural. En unos pocos
es notablemente menos clara que la que enfrenta a todos esos jóvenes con su años los jóvenes procedentes de la inmigración serán tan poco "inmigrantes"
entorno. El territorio más pertinente es el de la cité, en el que la composición como los negros lo son en Estados Unidos, lo que querrá decir que estarán
étnica está casi siempre lejos de ser homogénea. La connotación "inmigran- igual de mal integrados, aún siendo completamente "nacionales". Señalemos
tes" asociada a las cités es, más que una descripción, un estigma, pues los asimismo que esta "contradicción" entre la asimilación y la integración re-
barrios acogen a grupos que son heterogéneos desde el punto de vista del vierte la situación de la generación de sus padres, que estaban incluidos en la
origen, de la antigüedad de su presencia en Francia, de sus proyectos... Las producción mucho antes de estar asimilados por la cultura346.
culturas de origen entran en crisis a causa del propio proceso inmigratorio. Lo que fundamentalmente diferencia a los jóvenes inmigrantes de los jó-
Los jóvenes inmigrantes, más que al drama corneliano345 de la doble perte- venes franceses de los mismos barrios no es tanto su condición, sino el racis-
nencia, se sienten arrastrados a una crisis cultural. En cierta medida, y sin mo que soportan y la segregación. En la experiencia migratoria, el racismo es
jugar a las paradojas, la desorganización social de las cités es un indicador algo omnipresente. Lo es por el lugar que ocupa la inmigración en el debate
del grado de asimilación cultural de las jóvenes generaciones. En lo esencial, político francés desde hace ya más de diez años y por el creciente aumento de
comparten aspiraciones y gustos con su clase de edad y su grupo social. Sus la hostilidad en relación a los jóvenes varones magrebíes'. Los jóvenes que
prácticas religiosas están ya notablemente "laicizadas", replegadas a la esfera se perciben "como los demás", no estando ya ni siquiera protegidos por el
privada, lo que manifiesta, más que la afirmación de una diferencia irreduc- sentimiento de sus diferencias comunitarias y culturales, son tanto más sen-
tible, la fidelidad a los orígenes y a la familia. De igual modo, la elección del sibles al racismo cuanto es esta proximidad cultural y social la que produce
cónyuge se manifiesta como la conciliación de una exigencia endogámica de- ese sentimiento. Siguiendo un mecanismo que ya describió Tocqueville, el
pendiente de la tradición familiar, y el valor moderno de la elección amorosa racismo moderno se desarrolla cuando las barreras culturales y sociales se
autónoma; la pareja se elige libremente dentro del grupo que para la familia reducen y cuando los "parecidos" de los jóvenes inmigrantes parecen ser más
es aceptable, lo que no es precisamente original. Las tasas de natalidad de las amenazadores que sus "diferencias": los viejos, replegados sobre sus particu-
jóvenes se acercan muy rápidamente a las de las francesas. Los resultados larismos, son percibidos de manera menos negativa y son menos agredidos
escolares, en la medida que sea posible calcularlos con precisión, aparentan que los jóvenes magrebíes vestidos con vaqueros y cazadoras, usuarios más
estar claramente determinados por los orígenes sociales. En suma, parece que frecuentes de los McDonalds que de las salas de oración. Pero el racismo no
el tiempo es el dueño y señor del proceso migratorio, y estos jóvenes, que en es sólo un asunto de discurso y de violencia, de agresión; en lo esencial, se ma-
su casi totalidad han nacido o han sido educados en Francia, han asimilado lo nifiesta en la segregación que bloquea el acceso a algunos empleos, prohíbe
esencial de las culturas populares de masas a las que se han enfrentado. Esta algunos barrios, algunas escuelas... De manera aún más sutil, el racismo es
asimilación es, de hecho, uno de los obstáculos al proyecto de sus padres de una cuestión de miradas, de actitudes explícitas o imperceptibles, que inva-
retornar a sus países de origen. den la existencia, niegan al individuo como persona y lo reducen a parte del
Al igual que los jóvenes franceses que viven en las mismas cités, los jó- grupo. Más allá de las agresiones y de los estigmas, el racismo, particular-
venes procedentes de la inmigración tienen una alta representación en las mente para los jóvenes procedentes de la inmigración magrebí, se convierte
en una dimensión fundamental de su experiencia social. Gracias a él, si se

344. Para un balance de los trabajos sobre este tema puede remitirse al que realizamos en:
F. Dubet, Inmigrations: qu'en savons-nous?, París, La Documentation frangaise, 1989. 346. Cf. G. Noirel, Le Creuset frangais. Histoire de l'immigration (X IIC-XX' siécle), París, Éd.
345.N, del T.: O propio de Corneille, es decir, un drama en el que los personajes se enfren- du Seuil, 1988.
tan a dilemas en ocasiones insuperables. 347. Cf. M. Wieviorka, La France raciste, op. cit,

178 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 179 FRANCOIS DUBET


nos permite decirlo, la rabia adquiere sentido. Toma distintos rostros, el de la comprometen en las acciones colectivas, aún siendo al mismo tiempo quienes
policía especialmente; la experiencia individual escapa del retraimiento y del están atrapados más fuertemente en la ga/ére. El racismo da sentido a la rabia
cierre y se vincula a los otros y a la sociedad desde la representación general y recompone la experiencia social, estimulando una lógica del sujeto que se
de un conflicto, desde una dominación significativa. impone a los demás componentes de la acción y los transforma.
b) Ser víctima del racismo transforma la experiencia social y la unifica. A la luz del racismo, la lógica de la integración se reconstituye desde el
En el plano "cognitivo", permite asignar una "causa" a su situación y a su asunto de la etnicidad399. A la identidad de la gakre se superponen, sin por
malestar. Poco importa que los individuos tengan buena o mala fe; sufrir ello borrarla, una construcción cultural, una presentación de sí mismo como
el racismo permite especialmente presentarse como una víctima "irrespon- el sostén de una conciencia orgullosa. Los jóvenes "arman" una identidad y
sable" y escapar de la conciencia desgraciada. Los alumnos de origen in- un look a partir de algunos elementos de la cultura tradicional (muy pocos
migrante pueden atribuir sus fracasos al "racismo" y a la discriminación por cierto), de la cultura mediática, de una imagen estereotipada de Estados
escolar. Las condiciones de la vivienda se presentan, más que como producto Unidos, percibido como el país de las identidades afirmadas y de las minorías
de la fatalidad del mercado, como el efecto de la voluntad de los organismos orgullosas. Los árabes se vuelven Beurs350 , los negros se vuelven Blacks, es
encargados del alquiler y de los poderes locales. La sobrerrepresentación de decir, a un mismo tiempo modernos y específicos; al estigma se opone una
los jóvenes inmigrantes en la población delincuente identificada, perseguida imagen positiva de sí mismo, lo que permite que por ese medio se formen
y encarcelada, tiene que ver con el racismo policial, en el que por cierto es redes de sociabilidad y de reconocimiento del embrión de lo que en Estados
fácil de creer habida cuenta del a priori estigmatizante del color de la piel y Unidos se llama una "conciencia comunitaria". En el devastado espacio cul-
de las actitudes policiales durante los arrestos y las detenciones preventivas. tural de las banlieues, este trabajo de la etnicidad construye una cultura po-
En todos esos casos, es difícil medir exactamente las dificultades asociadas a pular autónoma en el momento en el que las culturas de clase tradicionales se
las acritudes racistas, pues no se dispone apenas de estudios objetivos sobre han replegado al universo de los "blanquitos" [petits Blancs]. Como muy bien
la segregación, tema ampliamente negado en Francia pero central en las lo ha descrito Roy, esta nueva "etnia" es antes que nada la de los perdedores
políticas sociales de Estados Unidos, donde su estudio se domina mejor'''. de la integración''.
Pero la relativa dificultad que pueda existir para objetivar lo que hay de Evidentemente, esta etnicidad es muy ambivalente. Está estrecha-
racismo en la condición atribuida a los actores no impide que el racismo se mente asociada a las industrias culturales, al deseo de movilidad de los
imponga como una categoría cognitiva fundamental, categoría que, a partir individuos y comparece, sobre todo, como un recurso. Un recurso que es,
del momento en el que la víctima del racismo se comporta como tal víctima, ante todo, económico. Esos jóvenes, al haber sido fuertemente excluidos
resulta más apremiante, pues induce una lectura y unas expectativas sobre de los trabajos industriales, se orientan hacia los servicios comerciales a
los comportamientos del prójimo que, al negar el racismo, no hacen sino partir, más que de la etnia, de la etnicidad. Estos vínculos también son
afirmarlo; de igual modo que el ser de quien sufre el racismo se reduce a los movilizados en las actividades ilegales y en la formación de las bandas.
este-reotipos de su raza, las actitudes del grupo dominante se reducen a los cli- La etnicidad constituye un recurso político en el espacio local. Por medio
chés o a las estratagemas del racismo. de este asunto, más que del de la comunidad tradicional, los actores se es-
Pero no son sólo cognitivos los efectos del racismo. En la medida en la que fuerzan en ser reconocidos por el sistema político. Como consecuencia de
se manifiesta como negación de la persona, provoca una resistencia mayor incidentes o de motines, surgen entre los jóvenes interlocutores políticos;
del sujeto, que se afirma como un individuo y como un ser humano, y cuya fue así como muchos de ellos fueron "cooptados" por el sistema político
defensa de la "apariencia" se hace más intensa, eventualmente más agresiva, local o a través del trabajo social o de las políticas locales de empleo, de
sobre todo en una sociedad como la nuestra, en la que se mezclan las actitu- animación, culturales...
des racistas con la condena ideológica y moral sin fisuras de las mismas. El
llamamiento a la personalidad y al individuo es así más acentuado. Parecería
que esta actitud y esta fuerza explican que la mayor parte del tiempo los jó- 349.Cf. D. Lapeyronnie, "Assimilation, mobilisation et action collective chez les jeunes de
venes inmigrantes sean los líderes de la vida asociativa juvenil, los que más se la seconde génération de l'immigration maghrébine", art. cit.
350.N. del T:Término popular que se usa para referirse a los franceses de origen magrebí.
Vil/e, exclusion el citoyenneté,
351. 0. Roy, "Les immigrés dans la ville", en J. Roman (ed.),
348. P. Noblet, L'Amérique des minorités, París, L'Harmattan, 1993. París, Esprit, 1993.

180 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 181 FRANCOIS DUBET


Así, la existencia de un principio de conflicto y de subjetividad comporta los movimientos no se limita únicamente, lo veremos, al caso de-los excluidas-
una cierta recomposición de la experiencia social, una relativa reunificación y de los inmigrantes, pues es general que la dominación, asociada a la exclu-
de sus significaciones, que hace de los jóvenes inmigrantes los actores princi- sión, rompa los cuadros de la experiencia de los actores.
pales de la galére y el centro de una experiencia colectiva de la que se convier-
ten en símbolo, más allá incluso de la inmigración. 3. LA EXPERIENCIA ESCOLAR. ALUMNOS
e) La recomposición de la experiencia mediada por el racismo puede ex- DE INSTITUTOY DE UNIVERSIDAD
plicar la capacidad de acción de los jóvenes procedentes de la inmigración;
explica algunas movilizaciones antirracistas, especialmente las que siguen a El análisis en términos de experiencia social no puede limitarse a las conduc-
algunos "atropellos" policiales. Sin embargo, esa movilización no logra per- tas que parecen más descompuestas y menos reguladas. Hay que orientarse
durar, estabilizarse en un movimiento social, pues la indignación antirracista hacia las condiciones más comunes en una sociedad en la que las clases me-
y el reclamo de dignidad que la guía no superan el profundo corte de una dias son, de lejos, mayoritarias y en donde la influencia de las grandes orga-
experiencia mestiza. La historia de las movilizaciones antirracistas de los ba- nizaciones es fuerte. El mundo escolar es en este sentido ejemplar, pues la
rrios da fundamento a esta afirmación. Después de varios incidentes, rodeos y educación no puede reducirse ni a un servicio ni a un mercado, y es también
atropellos, ocurridos en los primeros años ochenta, y con el apoyo de diferen- un conjunto estratificado en el que se juegan procesos esenciales de distribu-
tes asociaciones militantes y religiosas, los Beurs tomaron la iniciativa de una ción social y de transmisión cultural.
marcha de protesta moral contra el racismo apelando a los derechos humanos
y a la dignidad de todos'''. La "marcha contra el racismo" fue, más que un 3. 1. La dualidad de la experiencia del instituto"'
movimiento organizado, una emoción, y varios meses después de la marcha,
las distintas coordinadoras de barrio se deshicieron. De una parte, algunos En el capítulo anterior vimos que el aparato escolar no podía ser considera-
privilegiaban la formación de un movimiento centrado en la propia comuni- do ya como una institución en el sentido clásico del término, a causa de la
dad, en un movimiento de identidad o "nacionalista" que se orientase sobre creciente autonomía de sus distintas "funciones". Las "funciones" de distri-
todo hacia la afirmación de una identidad musulmana y al reconocimiento bución, las "funciones" educativas y las "funciones" de socialización tienden
de sus derechos. Esta lógica comportaba una ruptura con las asociaciones y a distinguirse y a construirse sobre registros distintos. Esta separación com-
los partidos "franceses". De otra parte, la etnicidad apareció como un medio porta modalidades particulares de una experiencia cuyo problema es, a fin de
para, en nombre de los valores republicanos, entrar en el sistema político cuentas, el de la articulación de lógicas bien distintas.
francés; había que mezclarse con las fuerzas políticas y sindicales francesas. a) El primer registro del discurso de los alumnos de instituto es el de una
La movilización no sobrevivió a este desgarro, en ocasiones interiorizado por acción estratégica situada en un "mercado" escolar. El centro, las ramas, las
los individuos. En un período muy corto, el movimiento Beur conoció el cor- materias que se enseñan, las clases, son descritas en términos de jerarquía y
te central del movimiento negro americano, el que opuso a los seguidores de de utilidad. Los centros de un mismo territorio ven que les conceden una
los civil ri ghts y a los militantes de la ruptura comunitaria, a Martin Luther reputación que los sitúa de acuerdo a una jerarquía implícita y, sin embargo,
King y a Malcolm X. compartida, que articula de manera sutil los grados de excelencia escolar y los
La fractura del movimiento no se puede reducir a un movimiento políti- niveles de reclutamiento social. Algunos están muy escogidos y son de muy
co; es también la propia dispersión de la experiencia social la que pasó por el difícil acceso; al otro lado de la cadena están los "institutos basura", los que
mestizaje en una sociedad en la cual las relaciones de exclusión se superponen no se elige pero para los que se está "orientado"354 . Las diferentes ramas tam-
a los mecanismos de participación vinculados a la escuela, a la cultura de bién están jerarquizadas de manera más explícita, ya que son los claustros los
masas y a la reiterada afirmación de un credo democrático y social. Los acto- que deciden las orientaciones y los que establecen una jerarquía compartida
res están al mismo tiempo dentro y fuera, son asimilados y excluidos. Sólo en por los profesores, los padres y los alumnos'". La clasificación de las ramas
nombre de su exclusión pueden construir su identidad; no pueden integrarse
si no es destruyendo esa identidad, traicionándose. Realmente este aspecto de
353. F. Dubet, Les Lycéens, op. cit.
354. Cf. R. Ball ion, La Bonne École, op. cit.
352. Acerca de la marcha de los Beurs, cf. F. Dubet, La Galére, op. cit. 355. J.-M. Berthelot, École, Orientation, Société, París, PUF, 1993.

182 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 183 FRANGOIS DUBET


supone la de las disciplinas, siendo las más valoradas las que obtienen los b) Pero la experiencia del instituto está lejos de reducirse a ese espacio
coeficientes más altos en las ramas más prestigiosas. Pero dentro de la misma estratégico. Al lado de la esfera individualista de la estrategia se levanta la
disciplina, las materias que se enseñan están también clasificadas: las lenguas esfera de la integración, en especial la de la comunidad juvenil. Descansa en
muertas son "superiores" a las lenguas vivas, y las lenguas vivas están tam- principios totalmente opuestos a los de la estrategia, de igual modo que "co-
bién jerarquizadas en función de la representación de la dificultad que se les munidad" se opone a "sociedad" o la expresividad al instrumentalismo. Ahí
atribuye. En fin, en no pocos centros, las distintas clases de una misma rama el alumno no busca la distinción o el resultado, sino la participación dentro
están también ordenadas de acuerdo con el valor de los alumnos, al que en de un grupo de pares, una philia, un grupo de iguales que valoriza la amistad,
ocasiones se supone va asociado el de los profesores. la confidencia, el amor'. Los sondeos nos dicen que la inmensa mayoría de
Situados en ese universo, los alumnos explican sus prácticas escolares en los alumnos quieren a su instituto; de hecho, quieren el mundo de las afini-
términos de racionalidad competitiva. "Invierten" donde los beneficios es- dades electivas que se desarrolla en las fisuras de la organización escolar, los
perados son elevados, limitan los costes donde los beneficios son débiles. En descansos, los recreos, los cafés, las salidas, todo aquello que, desde su punto
la mayor parte de los casos, en particular entre los "buenos alumnos", esta de vista, participa en la formación de su personalidad. En esta perspectiva,
racionalidad se impone sobre la afirmación de los gustos y de las "vocaciones" el buen profesor es quien .favorece esta convivialidad sin por ello parasitarla
intelectuales. El habitus no siempre ajusta gustos e intereses. El compromiso con una excesiva familiaridad que tendría como efecto mezclar la esfera de la
con una materia poco prestigiosa se considera un sacrificio, y la pasión por estrategia y la de la integración, y haría de él un personaje demasiado ambi-
una disciplina escolarmente útil se interpreta como una suerte. El peso de guo, que molestaría la distinción entre géneros. El buen instituto es aquel que
esta lógica instala, en el centro de la experiencia escolar, una tensión entre la permite la coexistencia pacífica de estas dos esferas antinómicas; ni tan laxo
acción estratégica y los intereses sociales, de una parte, y la formación intelec- como para perjudicar los resultados, ni tan autoritario como para rechazar la
tual, la educación, de la otra. Ocurre a veces sin duda que un profesor tenga
comunidad juvenil.
el talento de conseguir vincular estas dos lógicas, que sea capaz de unir el Si bien las lógicas de la acción y de la integración social están separadas,
interés y la utilidad, pero, estructuralmente, los alumnos de instituto distin- los alumnos viven en ambos universos y sus prácticas procuran hacerlos
guen con claridad los dos órdenes, las dos "ciudades", siguiendo a Boltanski compatibles. De esa manera, la competición entre todos debe atenuarse para
y Thévenot.
mantener la unidad; se ayuda a los rezagados, se frena a los que van dema-
Esta tensión —en algunos casos puede vivirse como una contradicción— siado rápido. El grupo de alumnos se esfuerza por neutralizar el peso de las
produce una descripción de las conductas en términos estratégicos, en térmi- jerarquías escolares al objeto de permitir que todos salven las apariencias.
nos de oficio de alumno, de habilidad táctica y de comprensión sutil de las Pero la regla general es la del no compromiso, la de la implicación limitada
expectativas de los profesores y de las inversiones útiles. La primera virtud con los profesores y en la vida escolar. El control social espontáneo condena
del profesor es su eficacia, su capacidad para obtener resultados competitivos de manera firme al que "cree" en ella, al que "cree que es", al que se apasio-
adaptando de manera concreta su enseñanza a los retos; los alumnos quieren na demasiado visiblemente por sus estudios, al que verdaderamente se toma
ejercicios, precisión, repetición. Quieren también justicia, pues estárben riva- por un alumno de instituto. Es un "bufón", ya que la buena actitud es la de
lidad latente y el profesor es un árbitro en la competición por lugares escasos. la indiferencia relativa. La "buena clase" es a la vez cálida y resultadista, es
La relación con los profesores se objetiva en esta conducta estratégica, que es solidaria y permite la competición. Hacia este equilibrio tienden en cada mo-
enunciada de manera clara, incluso cínica, por alumnos en los que los padres mento los individuos que la componen, esforzándose por reducir la tensión
han desarrollado una competencia del mismo nivel para la prosecución de sus entre objetivos contradictorios.
estudios. Al oficio de los alumnos corresponde el oficio de los padres y a unos c) La dualidad de la experiencia escolar está "arbitrada" por una terce-
y a otros se les proponen revistas especializadas, consejos sobre "ubicaciones ra esfera, la de la formación de una subjetividad entendida como lo que se
escolares", palmarés... Las transformaciones de la competición escolar, vin- juega en los estudios. Al lado de las competiciones y de la integración está el
culadas a la masificación y el estrechamiento del mercado laboral, otorgan a
llamado constante al terna de la autenticidad como valor central. Así, las ideas
esta lógica "económica" una verdadera autonomía; el individualismo meto-
dológico propone aquí no sólo una herramienta de análisis útil, sino también
una antropología verosímil. tesis, París,
356. P. Rayou, La Cité invisible. Essai sur la socialisation politique des lycéens,
EHESS, 1994.

184 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA


185 FRANQOIS DUDET
parecen justas porque son sinceras; las personalidades son "buenas" cuando La búsqueda de autenticidad, como cualquier otra figura del sujeto, apa
son auténticaS, cuando se liberan a la vez de los resultados y del conformis- rece menos claramente de manera positiva que de manera negativa en la crí-
mo con la participación en la cultura juvenil. Este asunto del individualismo tica de los obstáculos que se le ponen. Así, la cuestión crítica central, aunque
psicológico y moral construye la figura de un sujeto que tiene la capacidad de incómoda de formular para los actores, es la del desprecio. El desprecio viene
mantener su autenticidad más allá de una experiencia dual que amenaza con de la identificación del individuo con su posición y, en una jerarquía esco-
reducir al actor al "artificio" del resultado y del conformismo mercantil de la lar que es la de los fracasos relativos, el desprecio irriga la larga cascada de
cultura juvenil. distinciones —estos desprecios son tanto más sensibles cuanto las múltiples
Los alumnos de instituto, sobre todo los de clases medias que siguen estu- jerarquías implican tanto a los centros como a los profesores—. Pero el sen-
dios intermedios, están dominados por la problemática rousseauniana de la timiento de desprecio es también más profundo; deriva de la dualidad de la
transparencia y del obstáculo'. La experiencia personal se manifiesta como experiencia, que hace del individuo un ser transparente, desconocido por los
una tensión entre la sinceridad y el artificio del juego social. La política, la profesores y por la organización escolar, alguien cuyos gustos y talento real, a
cultura mediática, son "falsas", mientras que algunos hombres públicos enfa- menudo sus sufrimientos, son ignorados por una institución escolar que, en
dados y marginales de la vida política o de los movimientos altruistas, algu- muchos centros, se siente también despreciada.
nas estrellas, cuando aparece el "éxito", son "auténticas". El alumno, hombre
dual, percibe su experiencia como la búsqueda de una personalidad que se le 3. 2. La jerarquía de experiencias de los institutos
plantea como un problema, no como una esencia'. La sociología de la lectu-
ra resalta claramente la diversidad de registros de la experiencia de esos jóvenes Si la organización de la experiencia en el instituto no cambia de "estructu-
lectores que son los alumnos. Muestra que existen tres grandes "razones" para ra", la fuerza de las tensiones que se tejen entre las distintas lógicas de la ac-
leer, que son al mismo tiempo motivaciones y causas. La primera, revelada ción varía muy notablemente a lo largo de la jerarquía escolar. El peso de los
por la jerarquía social de los lectores y de sus gustos, hace de la lectura el procesos de dominación en la experiencia nos aleja claramente de la lectura
producto de un aprendizaje cultural y social: leen los jóvenes procedentes de funcionalista, y más concretamente parsoniana, a la que podrían invitarnos
medios en los que la lectura es una costumbre y un deber. La segunda razón los análisis precedentes. Cuanto menos son los recursos, los resultados, los
tiene que ver con la utilidad social y escolar de la lectura: se lee lo que sirve capitales escolares de los que disponen los actores, más dominados —aunque
para los estudios y también para diferenciarse. La tercera razón para leer no esta noción no sea aquí del todo adecuada— están, más fuertes son las tensio-
se refiere ya al "placer del texto", sino al proceso de formación de la identidad nes de su experiencia. Distinguimos cuatro grandes figuras de la experiencia
personal en una relación consigo mismo que el texto objetiva: después de del instituto36D:
todo, la primera palabra que aprendemos a leer y a escribir es el propio nom- a) En la cima están los "verdaderos alumnos de instituto", todavía cerca-
361
bre359. Si estas tres razones para leer se agregan, reforzándose mutuamen- nos al personaje del Heredero descrito por Bourdieu y Passeron . Provisto
te, en el "gran lector", las encuestas nos enseñan que se separan claramente de un fuerte capital escolar, el "verdadero alumno de instituto" domina per-
en los otros, pues no se pasa fácilmente de un registro de lectura a otro; ni fectamente el oficio de alumno y sobre todo posee la capacidad de pasar fá-
leen los mismos textos ni lo hacen de la misma manera. De hecho, De Singly cilmente del registro de la estrategia al de la integración juvenil. Heredó el
muestra que aquellas personas a las que se les pregunta por sus lecturas dicen arte de convertir los gustos culturales en resultados escolares; sabe elegir los
que no leen, porque "apenas" leen de manera personal; la ideología del "gran libros, las películas y las conversaciones que le serán útiles en los estudios. Al
lector" impide a los otros percibirse como lectores. mismo tiempo, posee esa capacidad de distanciamiento que le permite
tomar los conocimientos escolares como conocimientos escolares, conoci-
357. Cf. J. Starobinski, Jean-Jacques Rousseau. La transparente et l'obstacle, París.
mientos de los que es preciso desmarcarse y que incluso hay que criticar
Gallimard, 1971. para aumentar los pi- Opios éxitos sin enredarse en ello.
358. La noción de hombre dual está tomada de F. de Singly, "L'homme dual", Le Débat, 61,
1990, pp. 138-151.
359. Acerca de la sociología de la lectura, cf. M. Chaudron y F. de Singly (eds.), ldentité, 360. Es evidente que esta tipología descansa, como toda tipología, sobre una simplifica-
Lecture, Écriture, París, Centre Georges Pompidou, 1994; F. de Singly, "Les jeunes et la ción arbitraria, y podría ser afinada.
lecture", Éducation et Formation, enero 1993. 361. P. Bourdieu y J.-C. Passeron, Les Héritiers, op. cit.

186 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 187 FRANCOIS DUBET


No obstante, la observación de los "verdaderos alumnos de instituto" su cultura y la forma de integración del grupo juvenil están muy lejos de
muestra que esta experiencia, dominada por una fuerte integración de sus las normas académicas. Experimentan también dificultades especiales para
componentes, no es dominante, incluso en los centros "muy buenos". La ac- construir con eficacia su oficio de alumno. Esperan mucho de las relaciones
titud de los Herederos, la que por ejemplo asocia el radicalismo político a pedagógicas y de la personalidad de los profesores, que les permitirán, pien-
la agresividad en la competición escolar, se percibe a menudo como "snob", san, "motivarse". Muchos "nuevos alumnos de instituto" son, al mismo tiem-
despectiva, inauténtica. Muchos alumnos se describen antes que nada como po que dependientes de las normas escolares, incapaces de controlarlas; están
"emprendedores" racionales, creados por la inquietud por la carrera plani- simultáneamente incluidos y excluidos. En ellos la experiencia escolar puede
ficada y muy poco "desinteresada". La experiencia se organiza fundamen- percibirse como una amenaza contra la personalidad; en ellos la cuestión del
talmente alrededor del resultado, incluyendo la búsqueda de esparcimientos desprecio es más fuerte, la tensión entre la "autenticidad" y los obstáculos es
"inteligentes", como las estancias lingüísticas, por ejemplo. Estos alumnos más viva. Por eso la personalidad se construye alrededor de la cuestión de la
reconocen estar sometidos a la fuerte presión del éxito, y el discurso aristocrá- retirada, del refugio en lo privado.
tico es superado de lejos por la ansiedad del capitalista y del ejecutivo. d) La experiencia de los alumnos de formación profesional es doble.
b) Los "buenos alumnos de instituto", los que no están implicados en las Para unos, inscritos en una tradición familiar obrera o técnica y que
competiciones más duras, los que se protegen en primer lugar de una even- acceden a los bachilleratos profesionales, la experiencia se reconcilia en
tual caída social, construyen su experiencia desde una neta separación de las torno a estrategias profesionales concretas, con una cierta proximidad
lógicas de la acción. La vida escolar se manifiesta como la superposición de a la cultura juvenil y a la de sus profesores antiguos obreros, y con una
esferas autónomas. Siguiendo el modelo "femenino" de separación de los concepción del individuo organizada alrededor de valores obreros362. En
ámbitos profesional y doméstico, buscan un equilibrio que asocie una vida su caso, como en el de los Herederos, la escuela es una institución de
personal completa con unos resultados escolares honrosos. Estos alumnos es- socialización.
tán en el centro del doble liberalismo de la cultura y del mercado, quieren Para los otros, la experiencia escolar está descompuesta y es conflictiva.
conciliar la bondad de una vida personal "auténtica" con sus compromisos La formación profesional es percibida como un camino de relegación y de
morales en causas tan generosas como lejanas y con la moderada defensa de exclusión. El grupo juvenil no se forma al lado de la escuela, sino contra
sus intereses. ella, por medio de conductas de resistencia y desafío363. Solamente situán-
La experiencia de estos alumnos reproduce y anticipa a la vez la ética de dose contra el proyecto de la escuela el sujeto puede salvar su imagen de sí
las clases medias profesionales, que construyen su vida en torno a la yuxta- mismo, tan desvalorizada; se balancea entre la interiorización de un estig-
posición de ámbitos separados, protegidos el uno del otro y que aseguran al ma y la permanente puesta en juego de la "apariencia" contra todo lo que la
individuo la mayor autonomía personal. Este mundo del instituto es el de los amenaza. El buen profesor, más que ser eficaz o afable, es aquel que "respe-
compromisos limitados que concilian las tres figuras centrales del individuo: ta" a los alumnos, aunque sin embargo poco espera de la escuela. En térmi-
la del emprendedor racional, la del actor integrado de los sociólogos clásicos, nos de jerarquía escolar, los alumnos "dominados" no llegan a controlar una
la del individuo moral autónomo. El grupo del instituto no es una comuni- experiencia amenazadora; no pueden vincular sus estudios a un proyecto que
dad, sino una red compleja de afinidades electivas. les dé sentido "estratégico", ni gestionar la tensión de las estrategias y de los
c) Los "nuevos alumnos de instituto" están en el centro de tensiones mu- vínculos comunitarios, ni dar un sentido intelectual y moral a su trabajo.
cho más intensas que las de los dos grupos anteriores. Estos alumnos son Más allá de algunos conflictos, estos alumnos no son en absoluto críticos.
los grandes beneficiarios de la masificación de la enseñanza secundaria ex- Ellos "fingen" ser alumnos que se enfrentan a los profesores, que "fingen"
tendida y a menudo son la primera generación de sus familias en entrar en dar clase, o más bien que se esfuerzan en alcanzar las condiciones que les
el instituto. Desde este punto de vista, se sienten conducidos hacia arriba, permitirían dar clase.
pero dentro de la escuela descubren su relegación relativa a las ramas y cen-
tros menos prestigiosos. Se perciben como los perdedores de un mercado es-
colar que les entrega una moneda poco fiable. Su capacidad de proyectarse 362. Cf. C. Grignon, L'Ordre des choses. Les fonctions sociales de l'enseignement technique,
hacia un futuro profesional es débil, y sus estudios devienen útiles entonces París, Ed. de Minuit, 1971; L.Tanguy, L'Enseignement professionnel en France, Des ouvriers

para evitar la caída y la exclusión social. Estos alumnos no son "becarios"; aux techniciens, París, PUF, 1991.
363. Cf. P. Willis, Learning to Labor, op. cit.

188 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 189 FRANCOIS DIJBET


Cuanto peor situados están los individuos en el "mercado" escolar, hasta Las tres dimensiones referidas aquí corresponden a las tres lógicas fundamentales de la
el punto de no tener en algunos casos ninguna opción, más se separa la lógica acción que estructuran la experiencia social. La "vocación" remite a la subjetivación, el
de la integración de la lógica estratégica y más se presenta la experiencia esco- "proyecto" a la inversión estratégica y la "integración" a la socialización de los estudiantes
lar como una desafio para la personalidad. La jerarquía social no es sólo una por parte de la organización universitaria. Cada una de estas dimensiones se corresponde
a la vez a la oferta y a la demanda universitaria; nada indica que se correspondan
jerarquía de recursos y de culturas; es también una jerarquía de experien-
exactamente.
cias cuyas tensiones crecen desde la cima hasta la base del aparato educativo.
En la cima (1 y 2) de la vida estudiantil se desarrollan las formaciones se-
Mientras que los "dominantes" disponen de facilidades y de capacidades para
lectivas y profesionalizadas. La mayor parte de las veces van asociadas a una
convertir entre sí las distintas lógicas de la acción, los "dominados" se enfren-
fuerte influencia de la organización de los estudios y de la comunidad estu-
tan a un desafío mucho más dificil, cuyas tensiones se manifiestan incluso en
diantil sobre los individuos; ocio y trabajos comunes, diversos ritos, asocia-
el interior de la personalidad.
ciones múltiples... En ocasiones, estas formaciones van asociadas a un fuerte
discurso vocacional, que se manifiesta particularmente en una actitud crítica
3. 3. Los estudiantes y la oferta universitaria
respecto a una formación demasiado ritualizada, burocrática, muy alejada
de los valores intelectuales y culturales que se proclaman. Entre los médicos
La imagen de una jerarquía única de las experiencias escolares sigue siendo
se encuentra frecuentemente este tipo de actitudes, como si la vocación no se
demasiado simple, pues no toma suficientemente en cuenta la gran diversi-
realizase más que en la constante postergación del logro profesional'''. En
dad de situaciones y de ofertas educativas. El análisis de las diferentes mane-
otros casos, por ejemplo el de las IUT, la cuestión de la vocación es más débil
ras de ser universitario ilumina principios de jerarquización múltiples36a.
y la crítica atañe a la utilidad social de los títulos.
Desde el punto de vista de los universitarios, las tres dimensiones fun-
En el otro extremo del abanico de experiencias estudiantiles (7 y 8) se
damentales de la experiencia estudiantil pueden presentarse así: la lógica
sitúan los casos totalmente "negativos", en los que los estudiantes tienen la
estratégica remite a un principio de utilidad de los estudios; la lógica de inte-
impresión de estar enfrentados a la anomia universitaria y a la "muchedum-
gración remite al grado de integración de la vida estudiantil y universitaria,
bre solitaria" de las aulas universitarias, no perciben ninguna finalidad profe-
la dimensión subjetiva se vive como una forma de vocación intelectual y de
sional precisa y no manifiestan ninguna "vocación", de modo que su carrera
realización personal por medio de los estudios. A cada una de estas dimen-
escolar resulta de elecciones por defecto. Se trata de los primeros ciclos de
siones corresponde un tipo de oferta educativa que depende de la finalidad
masa en los que los estudiantes no se sienten realmente estudiantes y viven
profesional de las formaciones y del valor de los títulos, al grado de influencia
sus estudios como un problema de adaptación personal y de supervivencia.
de la organización escolar sobre la vida estudiantil y al lugar otorgado a la
Forman una especie de "proletariado" universitario inquieto, y distante más
vocación y al discurso del compromiso intelectual y "moral" en los estudios.
que opuesto frente a la "aristocracia" de los "verdaderos" estudiantes.
El cruce de estas tres dimensiones permite obtener ocho tipos de expe-
Entre estos dos polos se construyen además otras modalidades de expe-
riencia estudiantil según se le atribuya rápidamente un valor fuerte o débil a
riencia estudiantil que dependen de diversas combinaciones. Algunos son es-
cada una de esas dimensiones. No es cuestión de describir cada uno de estos
tudiantes sólo gracias a la comunidad juvenil y a una experiencia de vida más
tipos de experiencia. Retengamos simplemente su dispersión:
autónoma. Otros se concentran en la construcción de una carrera sin parti-
cipar de la vida estudiantil, no conocen a nadie ni manifiestan un acentuado
VOCACIÓN fuerte VOCACIÓN débil gusto intelectual por sus estudios. Otros todavía se dicen llevados por una
PROYECTO fuerte 1 2 3 4 "vocación" gratuita, sin perspectivas profesionales concretas... Todos estos
PROYECTO débil 5 6 7 8 son estudiantes en una sola dimensión de su experiencia.
fuerte débil fuerte débil Mientras unos comprometen su personalidad en sus estudios, otros son
INTEGRACIÓN INTEGRACIÓN ajenos a su formación y apuntan más bien a preservar su personalidad, a

365. Este fenómeno ya fue subrayado por R. K. Merton, G. C. Reader y P. L. Kendall


364. Cf. F. Dubet, B. Delage, J. Andrieu, D. Martucelli y N. Sembel, Les Éludiants, le Campus (eds.), The Student-Physician. lntroductory Studies in the Sociology of Medical Education,
et leurs Etudes, op. cit. Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1957.

190 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 191 FRANWIS DUBET


construir una distancia que les proteja de un sentimiento profundo de fra- cia de una dominación directamente perceptible en la experiencia social, el
caso y de inutilidad'. Los primeros, situados en la cima de la jerarquía, son de la ausencia de un punto de apoyo que permita al individuo o a los actores
comprometidos y críticos, pero también conservadores y elitistas; los últimos colectivos construirse contra un adversario susceptible, en el propio conflicto,
están ansiosos, defensivos, y tan lejos de la universidad que no la critican, de sostener la experiencia en una reivindicación de autonomía. De hecho, la
esperando de ella sólo que les abrigue. En el peor de los casos, protestan "gra- dominación se ha disuelto en las categorías propias de la experiencia bajo la
fiteando" los edificios degradados para dejar clara la degradación de su con- forma de conciencia desdichada. No es sólo que los individuos son las causas
dición o se ponen "en la cola" de las marchas para representar en ellas el papel de su fracaso, sino que ya no son los dueños de su experiencia.
de "incontrolados".
La oferta educativa está diversificada con más claridad aún que en el caso 4. LA QUIEBRA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
de los alumnos de instituto. Los futuros dirigentes o dominantes siguen sien-
do socializados y formados por una institución que busca hacerse cargo de 4. 1. La imagen del movimiento obrero
ellos; la institución está completamente disuelta para los otros, empujados
al repliegue, a las inversiones limitadas y la búsqueda de pequeñas alegrías Durante mucho tiempo participé apasionadamente en la búsqueda intelectual
privadas, a la coexistencia entre varias esferas de la existencia. Todo sucede y social sobre los nuevos movimientos sociales, aquellos que, en la mente del
como si las futuras elites estuviesen formadas como individuos en el sentido equipo formado en torno a Touraine a mediados de los años setenta, debían
clásico del término, mientras que los otros son empujados a estrategias de relevar al movimiento obrero. El mérito de aquel programa de investigación
adaptación múltiples y a la formación de una personalidad capaz de superar fue ciertamente el de no haber confundido jamás sus deseos con la realidad:
las tensiones de su experiencia. las conclusiones de todos nuestros estudios fueron negativas. Ninguna de las
Sería tentador dar una interpretación "finalista" de estas observaciones nuevas luchas que estudiamos podría ser considerada como un "verdadero"
asociándolas de manera "funcional" al tipo de estructura social que hoy se movimiento social"'. El optimismo del proyecto jamás se hizo profético.
forma. En el "centro", ahí donde se procesan la decisión, la racionalidad y la Una buena parte de aquel optimismo procedía sin duda de la imagen,
inversión, se mantienen formas introdeterminadas de socialización: los in- todavía aplastante, del movimiento obrero como movimiento "total", que
dividuos de la sociología clásica. En el vasto mundo de las clases mechas, so- conducía un contraproyecto de sociedad, que desarrollaba estrategias reivin-
metidos al mismo tiempo a las mutaciones rápidas de las tecnologías y de los dicativas y movimientos políticos poderosos, que movilizaba comunidades y
modelos de producción y al "deber " de participar plenamente del consumo, grupos "concretos'. Por eso para la explicación de la dificultad que podían
la experiencia individual está disociada, yuxtapone esferas autónomas, entre tener los nuevos movimientos sociales para formarse estuvimos tentados de
las que el individuo debe adaptarse. Finalmente, para los demás, la exclusión sobrestimar el peso de las conductas de crisis, el de la ideología izquierdista y
relativa se vive totalmente como un problema de personalidad, estando ya el de la inadecuación de las categorías políticas. En suma, pudimos pensar, o
desvinculados los términos de la experiencia social. La que domina es la figu- en todo caso yo pensé, que el desmembramiento de los nuevos movimientos
ra "mestiza" del emigrante. sociales se debía al mismo tiempo a una coyuntura económica y política des-
Esta percepción jerárquica puede aparecer, por coherente, como algo per- favorable y a la lentitud de las mutaciones hacia la sociedad postindustrial. A
turbador y podríamos caer en la tentación de ver en ella una "finalidad del la luz del análisis de la historia social reciente he llegado más bien a creer que
sistema". Nada impide plantearse este tipo de cuestiones, pero el umbral si- el desmembramiento de los nuevos movimientos sociales constituye su estado
gue siendo dificil de superar. No obstante, lo que los sociólogos se prohíben "normal".
los ciudadanos se lo permiten. Las experiencias sociales evocadas indican que
la dominación se manifiesta, más que por la violencia, la explotación o el con-
trol, por la destrucción de la experiencia social, por la dificultad de hacerse
La Prophétie anti-nu-
sujeto en ella. Al contrario incluso, el "problema" principal es el de la ausen- 367. Cf. A. Touraine el al., Lutte étudiante, París, Ed. du Seuil, 1978;
cléaire, París, Ed. du Seuil, 1980; Le Pays contre l'Etat, op. cit.
368. A.Touraine desarrolla el mismo análisis retrospectivo en Critique de la modernité
366. D. Lapeyronnie y J.-L- Marie, Campus Blues. Les étudiants Pace á leurs études, París, (op. cit.) y en el prefacio ala edición de bolsillo de Production de la société (París, Ed. du
Éd. du Seuil, 1992. Seuil, 1993).

192 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 193 FRANCOIS DDBET


Uno de los rasgos centrales del movimiento obrero en Europa occidental de la RATP. Es también el caso de los grupos que luchan-para salygtareh r
ha sido el &apoyarse en una experiencia social excepcionalmente integrada, posiciones, un espacio de competencia altamente reglamentado por el Estado
como vimos en el capítulo precedente. La conciencia de clase, la reivindica- o por convenios colectivos: médicos, estibadores, obreros gráficos...
ción, la lucha política, la defensa comunitaria, parecen encajar como muñe- Otras movilizaciones parecen definirse principalmente como operaciones
cas rusas. Es probable que nunca un movimiento social haya construido ni morales identificadas con principios que no designan a ningún adversario
teórica ni prácticamente una homogeneidad semejante, ni que haya impues- social ni se apoyan en ninguna base social ni sobre ningún interés particular.
to una proximidad análoga entre las categorías sociales y los agentes políticos. Los actores se comprometen como individuos, y no a partir de una defini-
Desde este punto de vista, el desmembramiento de los nuevos movimientos ción social de sí mismos, de sus intereses y de sus culturas. Estas cruzadas
no es una crisis, sino el retorno a la situación "normal" de los movimien- funcionan como movimientos de opinión que encuentran a menudo su ex-
tos arraigados en la experiencia rota de los actores. En cualquier caso, los mo-
presión más fuerte en los media —los conciertos de las estrellas de rock son
vimientos sociales, como el sujeto en la experiencia individual, se distinguen la manifestación más ejemplar—. La defensa de las ballenas, la de la selva
de los otros tipos de acción colectiva por su trabajo de unificación de sentido. amazónica y, en cierta medida, la lucha por los derechos humanos aparecen
De igual manera, la distancia entre los movimientos y, de una parte, los pro- claramente en los sondeos de opinión más como apego a ideas que bajo la
blemas sociales y, de otra, la organización de la vida política, distancia vivida forma de movilizaciones concretas. Se podría incluso indicar que estas movi-
como una crisis de la representación y como la formación de un mercado lizaciones morales son tanto más unánimes e influyentes cuanto más concier-
político autónomo, debe ser tomada como una modalidad de gestión de la nen a problemas alejados de la experiencia inmediata de los individuos. Son
heterogeneidad de las demandas sociales más que como una crisis. rápidamente relevadas por los actores políticos y no se encuentran realmente
con adversarios en los casos en los que intervienen. Son movimientos de opi-
4. 2. Sobre las luchas autónomas
nión, que duran lo que dura la opinión y en ocasiones, podríamos decirlo, las
modas.
a) No todas las acciones colectivas son movimientos sociales, y podemos des- Por último, aquí y allí se observan movilizaciones estrictamente centradas
cribir un gran número de conductas colectivas sin acudir nunca a esta noción. en la defensa y afirmación de una identidad. A menudo comunitarios, en
Las movilizaciones sucedidas en Francia durante los últimos años pueden a ocasiones nacionales o culturales, estos movimientos defienden una identi-
menudo aparecer como muestras de una racionalidad que, si no única, sí es dad que parece amenazada, una tradición, un arraigo local. Son los movi-
al menos hegemónica.
mientos "espontáneos" de extrema derecha los que mejor ilustran esta lógica
Muchas luchas pueden definirse como acciones estratégicas estrictamente de protección de las comunidades, de construcción de un enemigo "natural", de
reivindicativas. Puesto que no cuestionan ninguna relación social global ni reclamo de seguridad, de protección de los vínculos de vecindad contra los
ningún modelo cultural, se definen solamente por la agregación de intereses extranjeros. En la mayor parte de los casos, estas movilizaciones no van más
individuales y de los recursos de los que los actores disponen. Analizarlas en allá del problema concreto que las genera.
términos de elecciones racionales y de movilización de recursos parece ser La clara separación de estas lógicas impide, en cada uno de estos casos,
pertinente. Las movilizaciones campesinas fijadas por el calendario político y hablar de movimiento social, lo que no constituye un juicio que se refiera
las fluctuaciones del mercado, seguras de estar en posesión de un verdadero a la importancia o a los efectos de estas movilizaciones. Pero puede ocurrir
poder político, están esencialmente definidas por las relaciones de competen- también que todas estas lógicas se fusionen en una movilización que se ase-
cia económica en un mercado mundial y por la capacidad de presión sobre el meje así a un movimiento de masas con objetivos y principios extremada-
Estado. Lo que debe explicarse aquí son los golpes y los juegos tácticos de sus mente imprecisos. Es el caso de los movimientos de alumnos de instituto y
dirigentes. El llamado a un imaginario rural es una fuente de la movilización, de universidad surgidos en Francia en 1986 y en 1994. Estas movilizaciones
no lo que está en juego. Podríamos desarrollar un análisis similar en relación mezclan la inquietud provocada por un proyecto de transformación de las
a las luchas de los grupos profesionales que se benefician de una situación reglas del juego y la provocada por el miedo de quedar excluidos de la mo-
estratégica excepcionalmente favorable. Las comunidades de acción colectiva vilización de una comunidad escolar que se experimenta como tal en el pla-
son tanto más pertinentes cuanto más limitadas estén y son por eso podero- cer del movimiento mismo. Los intereses más diferentes, léase más opuestos,
sas. Es el caso de los controladores aéreos, de los maquinistas de la SNCF y se confunden en una oposición compartida al gobierno. Estos movimientos

194 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


195 FRANCOIS DUBET
condujeron también a una protesta moral contra el racismo en 1986. Pero las formación de una cultura femenina, de una escritura femenina, con el fin de
orientaciones autónomas de los actores eran tan débiles que estas moviliza- que ya no resulten extrañas a sí mismas.
ciones se vieron muy rápidamente transformadas en ejército de reserva de Sin duda muchas feministas apelaban a los dos modos de pensar y a las
parte de grupos a menudo extremadamente minoritarios. La cuestión de los dos orientaciones y querían fundirlas. Pero a pesar de ello, esta aspiración
"chanchullos", de las intrigas, invade entonces la lucha y la destruyen. Son combinada no se tradujo nunca en una práctica integrada y el movimiento
movilizaciones que no generan ninguna organización reivindicativa propia: se separó sin cesar entre una lógica de participación y una lógica de integra-
tras algunas semanas de manifestaciones, los sindicatos estudiantiles están ción propia. Unas se "disolvieron" en movimientos más generales, partidos
tan debilitados como lo estaban cuando surgió la acción; las tasas de partici- y sindicatos; otras en ocasiones se transformaron en sectas. Se concluye que
pación en las elecciones universitarias no se elevan, incluso el recuerdo de las el feminismo como movimiento no tiene en realidad sentido si no es dentro
movilizaciones desaparece entre los actores. Y sin embargo, la acción resulta, de esta tensión, que es la tensión de la experiencia femenina entendida como
los gobiernos reculan. No obstante, estas luchas no movilizan ni intereses la dualidad de la igualdad y de la diferencia. Esta tensión no es sólo la de lo
concretos ni una crítica a la escuela y a la universidad. Suman por unos días público y lo privado, pues se encuentra en cada una de estas dos esferas, y el
los componentes de una experiencia pero no los estructuran. movimiento feminista precisamente es crítico con esta dualidad que impide
b) Los movimientos sociales se caracterizan por su voluntad de articular la reconciliación de una experiencia. Desde este punto de vista, no es posible
y de jerarquizar todas las dimensiones de la acción. Pero es de rigor consta- concluir, so pretexto de su ruptura y de su incapacidad de incorporarse a la
tar que, si esta voluntad existe, el movimiento no existe fuera de ese trabajo política con sus propios estandartes, que el movimiento haya fracasado. Un
del actor, no existe fuera del deseo de los militantes de construir una acción movimiento como ése no puede vivir más que en la dualidad y en el esfuerzo
autónoma e integrada, pues, en los hechos, los distintos componentes de la por superarla, de igual manera que cada individuo construye su experiencia y
acción no cesan de separarse, al igual que los propios términos de la expe- se encuentra al mismo tiempo a ambos lados. El movimiento no puede hacer
riencia social. otra cosa entonces que orientar demandas a la escena política y construir un
Durante los años setenta, el movimiento de las mujeres fue sin duda uno cambio cultural sin estar en posición no obstante de unificar sus demandas en
de los que más contribuyó a transformar las representaciones culturales de un programa propio. La ruptura es la forma de vida "normal" del movimien-
las relaciones de género y de sexo en las sociedades occidentales. En ocasiones to. El movimiento es democrático, quiere agrandar las oportunidades de las
han tenido efectos apreciables en el derecho de familia, el aborto, la anticon- mujeres en un espacio de competencia; es también cultural y quiere definir
cepción... Al mismo tiempo, este movimiento no ha logrado jamás, ni en su otras formas de integración social distintas a las del patriarcado. La sombra
práctica ni en su organización, unir dos orientaciones fundamentales, que no que proyectan estos dos temas sobre la definición del sujeto femenino que
han dejado de cruzarse y dividirse. Una, encarnada por Simone de Beauvoir está en el centro del movimiento provoca la dualidad del discurso crítico y
y Betty Friedan, apuntaba a la integración y a la igualdad, al acceso de las de la subjetividad. Lo vivo de las tensiones en este nivel no tiene quizás más
mujeres a las posiciones y a los privilegios controlados por los hombres. Esta fuente que la proximidad psicológica de lo vivido y el alejamiento de los dos
lógica desembocaba en el rechazo de una femineidad, de un sujeto femenino, universos de sentido. La lucha sólo tiene unidad en la acción defensiva y en
una "naturaleza" construida por los hombres que funda y legitima la aliena- la protesta contra una política o un acontecimiento concretos, como en el caso
ción y la dominación femeninas. El peso dado a la participación social y a la del juicio de Bobigny contra la penalización del aborto.
competencia con los hombres abocaba a definir a las mujeres en referencia a Un razonamiento idéntico puede aplicarse al movimiento ecológico y an-
un sujeto universal de la razón y de la democracia cuyo paternalismo las ha- tinuclear'". La observación de la vida interna del movimiento y de su ingreso
bía excluido en nombre del eterno femenino... La otra tendencia, encarnada en la escena política indica la presencia de varias lógicas de la acción neta-
por el Women's Lib y Kate Millet, partía de una lógica distinta y aspiraba al mente diferenciadas. La mayor parte de los militantes comparten un cierto
descubrimiento y al reconocimiento de una identidad, de una especificidad número de convicciones comunes asociadas con la crisis de valores centrales
de la sexualidad v de la opresión femeninas en contra del universalismo que de la sociedad industrial. No creen ya en la identificación del progreso cien-
excluye a las mujeres y que no las reconoce como iguales si no es a costa de tífico y del progreso, sostienen la presencia y la responsabilidad moral del
la destrucción de su identidad. Esta tendencia del movimiento se orientaba
hacia el psicoanálisis, también él criticado, buscando la "concienciación", la La Prophétie anti-nucléaire, op. cit.
369. Nos apoyamos aquí, sobre todo, en A.Touraine,

196 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 197 FRANCOIS DUBET


hombre en la naturaleza, el fin del planeta, apelan a los equilibrios frente "instrumentalismo" y de la "expresividad". Ya no es fácil pasar de una
la conquista, son apolíneos en una sociedad dionisiaca... Pero este stock de orilla a otra371 .
creencias y de principios, de valores y de definiciones de sí mismos sigue es- Se quebraron los movimientos sociales. Si son movimientos es sólo por
tando muy indeterminado. la voluntad, siempre renovada, de vincular significaciones distintas. No fra-
Para unos, debe transformarse directamente en acción ejemplar, even- casan más de lo que fracasaba el movimiento obrero, si consideramos su ca-
tualmente profética, orientada a la construcción de nuevas comunidades, pacidad de presión sobre el sistema político, la formación del derecho y la
de formas de integración y de socialización directamente inspiradas en transformación de las "costumbres". Pero no pueden transformarse directa-
nuevos valores. Es éste el caso de los que se denominan en ocasiones in- mente en fuerzas políticas. La propia política ha cambiado por su causa; los
justamente "fundamentalistas", los militantes que rehúyen de la acción partidos no pueden ya ser la expresión directa de "fuerzas sociales"; apenas
política, los que quieren construir aquí y ahora una nueva sociedad, ci- son operadores entre estos movimientos y el Estado, que asegura la regula-
mentada por otras tecnologías, otros intercambios, otra cultura. Para los ción de elementos dispersos de sistemas que se llaman ahora "la sociedad".
otros, la ecología está asociada a la crítica democrática de una sociedad También en este caso, la "crisis" de la representación política, si procede de
cuyas grandes elecciones científicas y técnicas no están sometidas a la crí- un lenguaje "viejo", y, en lo que a la izquierda concierne, del agotamiento del
tica pública y siguen siendo un ámbito reservado para los expertos y los movimiento obrero, acaso no sea otra cosa que la formación de una relación
científicos. Esta tendencia se ha desarrollado principalmente en las luchas más inestable y más instrumental entre las demandas sociales y los partidos.
antinucleares y persiste hoy en su articulación con defensas locales ex-
tremadamente instrumentales, las movilizaciones "NIMBY"370, para las
que la ecología apenas es un recurso ideológico asociado a la defensa de
intereses muy locales.
Incluso en esto los militantes ecologistas desean llevar adelante su lucha Los movimientos sociales solamente tienen fuerza y duración, solamente
en ambos frentes. Pero debemos claramente constatar que nunca las dos ten- consiguen convertirse en "personajes" históricos, cuando se apoyan en expe-
dencias han conseguido realmente unirse y que el paso a la acción política riencias sociales altamente integradas. Si no es el caso, la sociedad comparece
está muy por debajo del apoyo dado por la opinión pública a las ideas ecolo- como un campo de luchas dispersas. Y del mismo modo que los individuos
gistas. La defensa del entorno se ha impuesto como una obligación cardinal están obligados a construir su experiencia, los movimientos deben articu-
para la actividad económica; se ha convertido en una dimensión fuerte de las lar constantemente significaciones relativamente heterogéneas. Solamente
decisiones políticas. Los publicistas y los partidos políticos se han apropiado existen en ese trabajo, que es la reivindicación de autonomía sin utopía, sin
de ella, y esta "recuperación" denunciada una y mil veces no es más que un proyecto; la búsqueda individual de la "autenticidad" no puede tampoco en-
signo del éxito del movimiento. gancharse a una imagen positiva sin destruirse. En ese sentido, el trabajo de
No podemos continuar interpretando esta situación paradójica como los individuos y el de los movimientos sociales son idénticos. Pero el princi-
el signo de la juventud del movimiento ecologista y como el efecto de una pio de continuidad analítica que puede establecerse en este campo no es un
coyuntura particularmente desfavorable. La dualidad del movimiento mecanismo de continuidad práctica, de paso de lo individual a lo colectivo.
no se asemeja al combate entre los reformistas y los radicales; todos son Aquí las teorías de la movilización son de gran ayuda, pero, si analizan una
reformistas y los efectos del izquierdismo en la ecología se han vuelto "tecnología" y unas condiciones de movilización, no dicen realmente lo que
muy débiles. Las dos "culturas" ecológicas no sólo proceden de la ten- se moviliza y lo que tiene lugar en la experiencia social de los individuos.
sión provocada por la institucionalización del movimiento, sino que la
propia dualidad de sus orientaciones "se corresponde" con la distancia y 371. Siguiendo el mismo hilo argumenta', podríamos haber recordado el fracaso de los
la tensión del espacio estratégico de la acción y del de la integración, del movimientos cuasi-nacionalistas occitano o bretón, que se esforzaron por vincular una
conciencia cultural y las luchas económicas. Más allá del propio acontecimiento consti-
tuido por las ejemplares luchas del Larzac, las revueltas de los vinateros o las resisten-
370. "Not in My Back Yard": la expresión refiere a las movilizaciones que aspiran a pre- cias de Plogoff, las distintas racionalidades nunca pudieron ser conectadas y aún hoy se
servar un entorno contra la implantación de una "molestia" pública (carretera, vía férrea, encuentran fragmentos yuxtapuestos de nacionalismo, de defensa de las lenguas regio-
industria...). nales y de movilizaciones económicas.

198 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 199 FRANCOIS DUBET


Las tensiones de la experiencia y del trabajo del actor no pueden conducir
hacia una imagen "desestructurada" y, más que eso, anómica de la experien-
cia social, como si nada más que eso tuviera sentido y unidad. El sentido
vivido de la experiencia social ya no viene "dado" por la vida social y por la
unidad del sistema; es el producto de una actividad que está frecuentemente
rutinizada, pero que a pesar de todo es una actividad. Esta actividad que pro-
duce la imagen de un sujeto continúa ligada a la representación histórica y
cultural de un sujeto que es hoy la imagen de un individuo, esto es, la imagen
del Yo de la integración y de ese Horno oeconomicus situado en el centro de la
acción estratégica. Por esta razón, no se pueden aceptar las representaciones
de la vida social como la simple yuxtaposición de comunidad y de mercado,
yuxtaposición que apela así a dos sociologías autónomas, "holista" e "indivi-
dualista", que no son, de una parte, más que la representación de la dualidad
de la experiencia social, y, de la otra, de un planeta desgarrado entre culturas
irreductibles y una economía mundial.

200 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


VI. Entre los sociólogos y el actor'

La sociología de la experiencia social, puesto que parte de la subjetividad de los


actores, de su trabajo y de su autonomía, depende de la extensa familia de las
sociologías comprensivas. También es una sociología analítica, que busca in-
terpretar conductas y discursos, descomponerlos en elementos simples y re-
componer la experiencia social de acuerdo a un sistema coherente. Pero este
trabajo sociológico sobre el trabajo de los actores no se reduce a un modo de
lectura sociológica, a una forma de mirar o de escribir. Ha de proceder de un
método susceptible de dejar un lugar para la subjetividad de los individuos,
capaz de tratarla lo más objetivamente posible. Aquí la objetividad viene en
primer lugar de un modo de construcción del material a partir de las catego-
rías comunes de la experiencia. Deriva también de un tipo de discusión entre
los sociólogos y los actores. Implica finalmente una forma de "demostración",
incluso si entendemos esta noción en un sentido débil: el de la verosimilitud de
los análisis surgidos de las propias obligaciones de un método.
Dentro del esfuerzo de asociar la sociología de la experiencia social con al-
gunos principios metodológicos somos conducidos a definir con más precisión
las aspiraciones de este proyecto. En efecto, el verdadero alcance de un cuadro
conceptual sólo se realiza por medio de elecciones metodológicas. Éstas marcan
los límites de un proyecto teórico, pues el método elegido no es "universal" y
no puede adecuarse al conjunto de los objetos sociológicos, en particular a las
organizaciones concretas y a los procesos sistémicos, sea cual sea la lógica de
ese sistema. En esto este método puede y debe asociarse a otras elecciones. Pero
este método es, al mismo tiempo, ambicioso pues se corresponde a un tipo de
objeto y de problema; la sociología de la experiencia no puede satisfacerse úni-
camente con una selección más o menos fija de técnicas tomadas de la caja de
herramientas de la sociología. La sociología de la experiencia social no es una
sociología general, pero querría ser más que un "estilo" sociológico.

1. LA RUPTURA IMPOSIBLEY LA VEROSIMILITUD

Cualquier investigación empírica puede definirse como el encuentro más o


menos directo entre actores e investigadores. Se presenta como una larga se-
rie de discusiones cruzadas y más o menos mediatizadas entre esos dos polos,

372. Este capítulo retorna ampliamente un artículo publicado en 1994 en L'Année sociologique.

203 FRANWIS DUBET


el momento en el que la sociología de los sociólogos se encuentra con la so- social, sino que la propia sociología debe construirse lo más lejos posible de
ciología de los actores, con la manera en la que interpretan su experiencia en
las significaciones subjetivas y del sentido común.
una lengua "natural". Este encuentro no es sólo una dificultad para la inves- Desde el punto de vista de la ciencia positiva, la ruptura epistemológi-
tigación, un artefacto del que haya que deshacerse. No está tampoco asociado ca apunta a establecer causalidades objetivas allí donde los agentes colocan
a elecciones metodológicas particulares, pues ninguna sociología realmente intenciones o causalidades teleológicas, que tan sólo son intenciones cuan-
se escapa de una exigencia de significación: ninguna puede ignorar las signi- do son enunciadas en futuro perfecto. Los actores no solamente están en un
ficaciones apuntadas por los actores y los efectos que sus conclusiones com- error, sino dentro de "prenociones" e ilusiones inevitables, pues deben des-
portan en ellos. La manera en la que las teorías sociológicas son "digeridas" conocer el modo en el que han interiorizado lo social para que sea eficaz;
por los individuos y se añaden a su sentido común basta para mostrarlo. Sin "internalizada", la coerción de los hechos sociales se viven como evidencia
duda, el éxito público no demuestra para nada el valor de una teoría; pero, de las cosas, como "naturaleza". Las significaciones que el individuo otorga a
¿valdría algo una teoría que no tuviese eco alguno en la experiencia social? sus actos y a sus relaciones no guardan relación con su función objetiva y real.
Esta cuestión está en el centro de una sociología de la experiencia social a par- Esta objetividad de lo social hace que el individuo no conozca ni las causas
tir del momento en que se admite que los actores desarrollan una actividad "reales" ni las consecuencias de sus actos, inscritos en mecanismos cerrados
autónoma y, de cierta manera, crítica. para siempre al conocimiento espontáneo. Mientras que aquel que castiga
Abierto u oculto, público o desarrollado en la parte trasera de los méto- cree que condena o endereza a un culpable, el verdadero sentido del castigo,
dos, el debate entre actores e investigadores forma parte plenamente de la explica Durkheim, es de naturaleza diferente: mantener una conciencia co-
sociología. En lugar de considerar los juegos de discusión recíprocos entre lectiva que necesita "culpables". El actor cree que el crimen define el castigo,
actores y sociólogos como residuos u obstáculos para el conocimiento, pro- mientras que, sociológicamente, la prioridad se invierte. Los dos órdenes, el
ponemos tratarlos como uno de los posibles materiales de la sociología. En de las significaciones vividas y el de las leyes del sistema, no guardan relación.
ocasiones, el conocimiento de la acción nada más es posible a este precio,
Es sabido que El suicidio es la aplicación más radical y brillante de esa regla
en particular cuando los individuos están fuertemente capacitados para in- metodológica que postula la separación radical de las dos conciencias, es de-
terpretar y explicar su propia acción. De un lado, los actores producen los cir, de las dos "naturalezas", individual y social. El actor no puede conocer los
acontecimientos y tiene un conocimiento pragmático y causal de las secuen- mecanismos profundos de la sociedad, que son de una naturaleza distinta a
cias de la acción, de las situaciones, de las decisiones y de las elecciones, de la de los motivos que él tiene para actuar.
las anticipaciones. Por otro lado, estos mismos actores disponen de recursos La sociología crítica se sitúa en otra tradición de ruptura, que fortalece la
interpretativos e ideológicos más o menos estructurados que el sociólogo no precedente: la denuncia de las ilusiones religiosas. Aquí el desconocimiento
puede barrer con un solo golpe de mano, salvo si se sitúa sobre el terreno del actor no solamente está vinculado a la naturaleza objetiva del hecho so-
mismo y se limita a desarrollar el rol de ideólogo favorable u hostil frente a
cial, es una ilusión necesaria producida por la dominación social que se en-
los que estudia. El sociólogo sólo puede construir su objeto argumentando mascara en la ideología. La ignorancia y la ilusión son necesarias para velar
en contra de esta doble representación de la acción: la de una causalidad los procesos sociales reales de alienación y de dominación. El individuo no
hiperpragmática en la que la acción social es considerada como una sucesión sólo no puede conocer las verdaderas causas de su acción, sino que no debe
de golpes, y la de una significación tan global que las respuestas preceden a conocerlas para que se reproduzcan los mecanismos sociales objetivos. Así,
las preguntas.
vive como libertad lo que es coerción, no elige ni desea más que lo que debe
elegir y desear, pues la ignorancia de la programación de sus objetivos, de sus
1. 1. Las modalidades de ruptura proyectos y de sus gustos, la amnesia de sus habitas son uno de los engranajes
centrales del orden social. Es el inconsciente, o más bien lo no-consciente bajo
Incluso antes de hablar de la discusión entre los actores y los investigadores, forma de cultura incorporada, lo que guía las prácticas y los discursos.
debe al menos admitirse que este debate puede tener lugar y que desde el Hay que admitir claramente que estas dos maneras de repudiar el debate
punto de vista del conocimiento es útil. Ahora bien, es sabido que muchas entre los actores y los investigadores dan fundamento a una gran parte de
tradiciones sociológicas rechazan incluso la pertinencia de tal debate, pues las prácticas trivialesy poco discutibles de la sociología, las que consisten en
no sólo los actores no pueden "realmente" saber lo que hacen y conocer lo evidenciar los "determinismos" sociales desde las regularidades estadísticas.

204 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


205 FRANCOIS DUBET
Las elecciones y los gustos más individuales son el resultado de determinacio- de los actores, considerados como agentes, no es un problema sociológico;-es-
nes y de comportamientos que el sociólogo desvela: las elecciones 'escolares y a lo sumo, una dificultad que aparece después, una consecuencia social de la
políticas, al igual que la elección de cónyuge o los gustos musicales, presentan investigación. Nótese sin embargo que, de manera paradójica, la adhesión de
una distribución tan regular que el discurso de los actores se muestra a lo los individuos a los análisis sociológicos que imputan a su acción un sentido
sumo como una cuestión de "estilo" personal, como una racionalidad secun- diferente del que afirmaban inicialmente no parece ser materia de una verda-
daria, un consuelo, o bien, en su forma más consciente, como un amor a la dera reflexión, cuando plantea un problema fundamental para la epistemo-
necesidad. Es verdad que muchas conductas se presentan de ese modo, bajo logía de la ruptura. En efecto, si los actores pueden reconocer la verdad sin
la forma de esta inevitable y necesaria doble ceguera. Pensemos, por ejemplo, pasar ellos mismos por los desafíos y la ascesis del conocimiento, esto puede
en los proyectos de orientación escolar de lo alumnos: la mayor parte de los indicarnos dos cosas: o esta verdad revelada es también ella ideológica, es una
alumnos a los que se interroga superficialmente presentan su posición escolar nueva máscara, o el actor puede acceder a ella a través de la razón, y nada
como el resultado de un proyecto y de una elección, mientras que la mayo- prueba entonces que no sea capaz de cierto conocimiento y de una reflexivi-
ría de ellos no ha escogido más que lo que pudo escoger en función de sus dad crítica autónomas, independientemente de la sociología.
recursos escolares y sociales". No estoy evocando con eso los mecanismos Algunas formas del individualismo metodológico no escapan de esta pos-
"profundos" de la elección, sino una ausencia real de alternativa. El simple tura sobre la investigación, aunque partan de premisas totalmente opuestas.
paralelismo de estas series de datos invita a pensar que el proyecto escolar no Sucede en efecto que la categoría de racionalidad limitada sea el mínimo
guía la orientación, que a menudo es sólo una ilusión, una manera de man- común denominador en las elecciones de los actores bajo forma general del
tener el respeto por uno mismo, de salvar las apariencias. Los individuos no interés limitado. La argumentación del actor, sus justificaciones y sus motiva-
conocen las "leyes" objetivas de la distribución escolar y tendrían un "interés ciones se reducen a distintas formas de "derivaciones" y de ideologías que en-
subjetivo" en ignorarlas, mientras que el sistema tendría "interés" en que las mascaran, no ya leyes del sistema o códigos culturales inconscientes, sino inte-
ignoren. (¡En la medida en la que un sistema tenga intereses!) reses. El discurso es entonces un recurso de la acción estratégica cuyo sentido
Cuando el sociólogo adopta una de estas posiciones, asociadas por lo ge- se da en términos estrictamente instrumentales. Al "Todo sucede como si" del
neral a una concepción hipersocializada de la acción, no tiene que cruzar su behaviorismo o del habi tus, puede yuxtaponerse el "Todo sucede como si"
interpretación con la de los actores, o, más precisamente, con la manera con del utilitarismo. Vimos que los análisis de Cusson dedicados a la delincuencia
la que los actores reaccionan a sus análisis". La discusión que está en juego ilustran bastante bien este tipo de enfoque. Estos análisis, inicialmente críti-
es la de la verdad y el error, la ciencia y la ilusión. Los argumentos que los ac- cos con las teorías de la desviación en términos de subcultura, de tensiones
tores enfrentan al sociólogo son uno por uno leídos como manifestaciones de estructurales o de estigmas, conducen en seguida todas las conductas desvia-
ignorancia, como "resistencias", como formas de mala fe, como algo propio das a un cálculo de utilidades y de oportunidades que reduce el sentido de la
de los intereses del desconocimiento. De hecho, la negación es la prueba, el acción a un principio de utilidad central en relación al que las distintas "teo-
rechazo de la interpretación del sociólogo por parte de los actores confirma la rías" de la desviación, teorías eruditas o teorías de sentido común, son meras
validez del análisis en un sistema teórico donde la ceguera de los individuos ideologías'. Aquí, el debate con los actores tiene poco más sentido que en el
es funcional o "insuperable" desde un punto de vista epistemológico. El in- caso de los modelos holistas, pues el significado de la acción viene ya dada en
vestigador tiene siempre la última palabra. En todos los casos, el argumento una antropología del interés racional. Por otra parte, podrá observarse que
muchos trabajos que apelan al individualismo metodológico se eximen, en
la práctica de la investigación social, de cualquier orientación comprensiva,
373. Cf. particularmente: J.-M. Berthelot, "De la terminale aux études post-bac: itinéraires
es decir, de cualquier investigación sobre las relaciones establecidas entre el
et logiques d'orientation", Revue franqaise de pédagogie, 81,1987, pp. 5-15; B. Convert y M.
Pinet, "Les classes de terminale et leur public", Revue frawaise de sociologie, XXX, 1989,
sentido definido por los actores y el que los sociólogos pueden reconstruir. Se
pp. 211-234; F. Dubet, Les Lycéens, op. cit. limitan a postular que los actores actúan, en la situación que les es propia, por
374.Cf. particularmente: F. Bourricaud, "Contre le sociologisme: une critique et des propo- "buenas razones". Esta sociología, pretendiéndose comprensiva, está a me-
sitions", art. cit., D.Wrong, "The Oversocialized Conception of Man in Modern Sociology",
art. cit. Este tipo de críticas se han multiplicado desde hace una veintena de años y pare-
cen compartirse por parte de todas las corrientes sociológicas —y son numerosas— que 375. Cf. M. Cusson, Le Contróle social du crime, op. cit.; Croissance et Décroissance du
se definen como sociologías de la acción. crime, op. cit.; "Déviance", art. cit.

206 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 207 FRANCOIS DUBET


nudo tentada de considerar la acción únicamente desde el punto de vista del hién ellas construidas Dor procedimientos sociales. Estas anotaciones son lo
tipo de racionalidad con arreglo a fines, es decir, de la acción que se entiende suficientemente triviales para aue no sea necesario insistir. Basta con dejar
de manera más inmediata, la que evita los problemas de la interpretación y claro que. contrariamente a una opinión hov muv extendida, no invalidan
del cruce de discusiones con los actores. Como escribe Adorno: "Con la ra- en modo alguno las pretensiones de objetividad; simplemente nos recuerdan
cionalidad, Weber, fuese consciente o no, estaba tanteando a la búsqueda de Que la objetividad de los métodos está construida v limitada al marco mismo
ese Mismo entre sujeto y objeto"' —ese "Mismo" pudiendo ser solamente del método. No basta entonces con una crítica del método. Pero todas esas
la razón—. Pero, como ya hemos subrayado, el privilegio comprensivo de la buenas razones no bastan, por sí solas, para exigir la construcción de un de-
razón no puede transformarse en postulado antropológico, agotando así el bate entre los actores y los investigadores.
problema de la comprensión —lo que, por otra parte, Weber no hace. Mucho más importante es la observación <me dice que los razonamientos
de los sociólogos no están tan radicalmente cortados de las teorías espontá-
1. 2. La verosimilitud neas de los actores como sostienen las concepciones más duras de la ruptura.
Entre el mundo de las ideas eruditas acerca de la sociedad y el de las ideas
Mirando de cerca estas imágenes muy claras de la ruptura epistemológica, en propias del sentido común, hay muchas más pasarelas de lo aue sostienen
los dos primeros casos por lo menos, el del positivismo y el de la sociología ciertas retóricas profesionales de los sociólogos. Es un punto que ha alumbra-
crítica, desde el punto de vista de la experiencia de investigación sobre la do con mucha claridad Cicourel. por ejemplo'.
acción social no se sostienen. Se podrían recordar algunas dificultades clá- Examinemos brevemente el caso de las teorías sociológicas eruditas v de
sicas, entre las cuales está la "paradoja del observador", bien ilustrada por las teorías sociológicas espontáneas acerca de la delincuencia juvenil. Grosso
Labov en sus estudios de sociolingüística referidos al lenguaje de los guetos modo podemos distinguir tres grandes tipos de teorías formalizadas de la de-
negros americanos'. El investigador transforma su objeto sin estar nunca lincuencia. El primero explica la delincuencia por defectos de socialización
totalmente en condiciones de saber en qué lo transforma, pues los indivi- de regulación social: se trata. dicho muy rápidamente. de las teorías de la ano-
duos disponen de varios registros de palabras de los que hacen uso durante la mia y de la desorganización. El segundo tipo de teorías descansa en la idea
entrevista sin que el investigador esté en condiciones de captar esos deslices de una desviación conformista: la delincuencia es una estrategia "racional"
—aunque, como indica Becker, es poco verosímil que los individuos puedan que responde a una tensión estructural provocada por la distancia entre las
aguantar la máscara por mucho tiempo-37'. Desde ese punto de vista, la aspiraciones y los recursos; el modelo de Merton forma parte de esta familia
observación objetiva es un mito y toda situación de investigación fabrica su de teorías. La delincuencia puede ser considerada. por último, como expre-
material independientemente incluso de los postulados teóricos y de las hipó- sión de una cultura o de una subcultura estigmatizada y sometida al "arbitrio
tesis del investigador. Toda investigación es en sí misma una relación social normativo" de la cultura dominante. Cada una de esas familias teóricas se
en la cual el observado analiza también al observador. Igualmente clásico es hace concreta en teorías "locales" que pueden adoptar connotaciones ideoló-
el recordatorio del carácter socialmente construido del material objetivado gicas particulares. Partiendo de la dominante de cualquiera de estos grandes
por cl investigador. De un lado, cada método atribuye un estatus al actor a paradigmas, la mayor parte de los trabajos sociológicos se presenta a menudo
causa de la propia naturaleza de las preguntas que plantea; el ejemplo más como una combinación. Las entrevistas que realizamos en los barrios de las
clásico es el de la técnica de preguntas con respuesta cerrada que atribuyen banlieues en los eme la delincuencia juvenil es relativamente común nos mos-
al individuo una posición de "consumidor" que debe efectuar una elección traron que estos grandes tipos de explicaciones estaban ampliamente instala-
a partir de alternativas preconstruidas, preexistiendo en relación a él las ac- dos en la sociología espontánea de los actores. que sucesivamente los recorren
titudes y las opiniones. De otro lado, sabernos que las categorías sociológicas v los desarrollan con arreglo a sus intereses de conversación, a los elementos
más objetivas, las que hacen las veces de variables independientes, están tam- de los que disponen, a sus elecciones ideológicas y a su experiencias". En el
discurso de los individuos, la anomia es la crisis de la familia, de los valores,
de las "funciones paternas", la dejadez generalizada... La desviación confor-
376.T. Adorno y K. Popper, De Vienne á Francfort, la querelle allemande des sciences socia-
les, Bruselas, Complexe, 1979, p. 18.
377.W. Labov, Le Parler ordinaire, Éd. de Minuit, 1978. 379.A. Cicourel, La Socioloqie coanitive, op. cit.
378.H. Becker, "Field Work Evidence", Sociolo,qical Work. Chicago, Aldine, 1970. 380.F. Dubet, La Galére, op. cit.

208 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 209 FRANCOIS DLIBP


mista es el reino del interés, la exposición a los media que exacerba el deseo todo, condujo hasta una tipología "subjetiva" y comprensiva de _los tipos de
conformista de consumir, el sentimiento de injusticia social, la presencia de suicidio. Los tipos de suicidio, elaborados a partir del análisis de las fuerzas
oportunidades... La subcultura remite bien a las "taras" de algunos grupos sociales o de las "corrientes", son descritos como tipos de experiencia social.
estigmatizados, bien a la "justicia de clase"... De igual manera que el soció- La credibilidad de la tesis depende tanto del rigor del trabajo como de la
logo percibe razonamientos "eruditos" en estas discusiones, los actores "com- verosimilitud psicológica de la tipología. Por otra parte, es a partir de ese
prenden" los razonamientos eruditos del sociólogo por medio de sus teorías punto como se desarrollaron las principales críticas a El suicidio, incluida
espontáneas. la de Halbwachs382 . Dicho de otra manera, ninguna explicación sociológica
Es obvio que los dos niveles no son identificables, que las teorías eruditas puede prescindir de una antropología y menos aún de una psicología, ambas
no son una simple formalización de las teorías espontáneas, y que éstas no abstractas pero verosímiles. Como ha recalcado Matalon, no basta con que
proceden solamente de un proceso de anclaje y de objetivación de las teorías esta psicología satisfaga al sociólogo; es necesario además que sea verosímil
eruditas vulgarizadas"'. Los libros de sociología no alimentan las conversa- a ojos de los actores, que, a pesar de su ignorancia, no son los peor colocados
ciones de las banlieues, tampoco lo hacen, por otra parte, con las de los "salo- para juzgarla'''. Para que una teoría sea creíble es importante entonces que
nes", y la sociología no se ha vulgarizado de un modo que sea comparable al tenga eco en la experiencia de los actores que se supone que analiza y des-
psicoanálisis. Pero es de rigor dejar constancia que se da una suerte de "reco- cribe. "Cualquier interpretación exacta, incluso la interpretación que es del
nocimiento" mutuo entre la argumentación sociológica y la argumentación ámbito de las ciencias morales, sólo es posible en el lenguaje compartido por
social, la de los actores, por mucho que los sociólogos busquen prohibirlo, sea el intérprete y su objeto. Debe valer para el sujeto y para el objeto'. Esta
rechazando el debate, sea acudiendo a un vocabulario que lo haga imposible. afirmación de Habermas no tiene solamente un sentido normativo; es una
El mismo tipo de observación es válido a fortiori en el caso del sindicalismo, exigencia de la propia interpretación.
en el que los militantes disponen de teorías propias tomadas más amplia- La teoría más convincente, al mismo tiempo que responde a criterios de cien-
mente del corpus sociológico. Esta reflexión sirve aún más en el caso de los tificidad, es aquella que esté más cercana de la experiencia de los actores y
profesores, que disponen de numerosas teorías nativas del fracaso escolar, no que no se concede la comodidad de dejarlos ciegos; pensemos a este respecto
del todo ajenas a las teorías formalizadas, y en las que el sociólogo reconoce en las teorías de la desigualdad de oportunidades escolares. La más fuerte es
sin dificultades lo esencial de las grandes argumentaciones sociológicas. también la más verosímil en el plano microsociológico, es decir, al nivel de la
Si se acepta no reducir este tipo de debate al de la verdad y el error, si se experiencia de los actores. Esto no quiere decir que se adecue a la ideología
acepta también hacerlo empíricamente posible encontrándose con los actores de los actores, sino que puede explicar su experiencia y, en consecuencia, que
y explicándose, muchas son las preguntas que surgen. ¿Qué deben las teorías en algunas condiciones éstos pueden reconocerse en ella. El debate entre los
de los sociólogos a las de los actores? ¿Qué significa que los actores se opon- sociólogos y los actores se desarrolla, si no el terreno de un desafío, sí al menos
gan o reconozcan las teorías si se supone que disponen de cierta racionalidad en el de una verosimilitud, lo cual no es desdeñable a los efectos de una demos-
y de ciertas competencias? Dicho de otro modo, ¿cuál es el espacio de una tración. La gran debilidad de los modelos que generalmente se denominan
discusión recíproca? Este tipo de preguntas no puede ser ignorado, mucho "mecanicistas" no deriva tanto de su falta de rigor metodológico —que al
menos aún cuando los sociólogos están vinculados a los actores de dos mane- contrario, es a menudo muy fuerte— como de su falta de verosimilitud en la
ras, antes y después de la investigación. experiencia de los actores; por otra parte, generalmente el sociólogo se resiste
Antes de la investigación, la explicación siempre se apoya, de manera más a aplicarse a sí mismo tales modelos.
o menos acentuada, en una exigencia de tipo comprensivo. Con el propósi- Después de la investigación, de la investigación de campo en todo caso,
to de ser creíble, el análisis sociológico debe remitir a la experiencia de los hay que insistir en la deuda del sociólogo para con sus "objetos". Los actores
actores. Debe ser verosímil. Como afirma Ricceur, "explicar es entender me-
jor". La ilustración más clara de esta obligación puede tomarse de El suicidio.
El suicidio en Les Causes du suicide,
Mientras que la aspiración de Durkheim fue la de construir conocimiento 382. M. Halbwachs dirige una crítica "comprensiva" a
lo más alejado posible de las motivaciones de los actores, su trabajo, pese a París, F. Alcen, 1930.
L'Année sociologique,
383. B. Matalon, "La psychologie et I'explication des fait sociaux",
31, 1981, pp. 125-185; 32, 1982, pp. 115-161.
381. S. Moscovici, La Psychanalyse, son image el son public, op. cit. París, Gallimard, 1973, p. 293.
384. J. Habermas, Connaissance el Intérét,

210 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


211 FRANCOIS DUBET
sociales no tienen la vocación de ser estudiados por los sociólogos. Cualquier cierto. A pesar de eso, la propia situación de investigación se define por esta
investigación exige un cierto grado de compromiso por parte de los indivi- tensión, por estas discusiones silenciosas o manifiestas, pues no pueden dejar
duos: entrevistas. participación, acceso a documentos; se asienta sobre una de existir vínculos y superposiciones entre el sentido para el actor y el sentido
negociación. Cuando se trata de actores organizados, v todavía más de ac- construido por el sociólogo'.
tores "conscientes v organizados", como las profesiones, los movimientos Es a partir de la superposición parcial de las significaciones que tiene la
sociales, las instituciones, el sociólogo no sólo debe "seducir" y mostrar en experiencia social para el investigador y para su objeto, es a partir de esa
aué es útil su estudio para aquellos a los nue estudia. sino que también se discusión oculta, como podemos imaginar un método. Descansa sobre un
enfrenta a una sociología espontánea que descansa sobre algunas competen- principio de explicitación y de objetivación de ese debate en el curso del que
cias creíbles. En alguna medida, los militantes o los dirigentes son expertos; los actores siguiendo un proceso analítico desarrollan las dimensiones de su
han acumulado un conocimiento. una "sabiduría", una información relativa experiencia y las cruzan con las interpretaciones de los sociólogos.
a ios mecanismos íntimos de ia acción aue el sociólogo no tiene oportunidad
alguna de adauirir. Los actores, Dor más aue solamente vean una mínima 2. UN DEBATE ORGANIZADO
parte de ias cosas. conocen ias secuencias más sutiles de ia acción. ias series de
decisiones v de elecciones. los cálculos v las anticipaciones de las acciones de 2.1. Dos niveles de sianificación
ias aue son ios agentes v. en parte. ios autores: no estan todos como Fabrice en
Waterloo'. El trabajador social v el conserje conocen mejor el barrio que el Es evidente que la "comprensión" no puede en modo alguno reducirse a la
investigador más atento. No hay investigación de campo que no se sostenga empatía, incluso si supone cierta capacidad de ponerse en el lugar del otro,
sobre los informadores relevantes aue el sociólogo encuentra: los que cons- capacidad que, por lo demás. es necesaria en todo intercambio social. Con
tituyen la memoria viva de una colectividad, los aue detentan sus secretos, excepción de la acción puramente racional con arreglo a fines, aue se debe
los aue se han tomado tiempo para reflexionar sobre su acción. La deuda del Poder comprender del mismo modo aue admitimos que 2 más 2 son 4. con
investigador con ellos, y en consecuencia con su visión, es mucho mayor que excepción también de la acción puramente emocional, de la que Weber
lo que conviene confesar. en ocasiones incluso de confesárselo a uno mismo, piensa, además, que se sitúa en el límite de la acción social, la interpretación
'en lo que tiene que ver con la formación de hipótesis, esos razonamientos sociológica se presenta como un problema, problema de relaciones entre el
verosímiles que luego es necesario confirmar. Estas interacciones son tanto sentido endógeno de la acción tal como es enunciado por el actor, y el que es
más importantes cuando tienen que vérselas con situaciones, movimientos, reconstruido por el sociólogo. En efecto, el trabajo de interpretación es do-
individuos o grupos que se apoyan en una ideología organizada que explica ble, pues consiste, primero, en comprender el sentido de la acción desde el
a los individuos lo que hacen y que al mismo tiempo son una guía de la ac- punto de vista del actor y, luego, en interpretar ese sentido en el marco de
ción. Ahora bien, estas ideologías son también el producto de una experiencia un modelo general de organización de la sociedad, de las relaciones sociales.
social y de una acción racional, no sólo son una ilusión. Dentro del propio Como subraya Freund, son múltiples los caminos de esta interpretación: por
estudio y de la entrevista el investigador se encuentra comprometido en un "atribución", cuando el sociólogo atribuye "motivos" a los actores; por "dis-
juego de discusiones incluido en el cuestionamiento del sociólogo: "¿Puede tribución", cuando interpreta estadísticas; como "representación", por medio
ser más preciso?", "¿No piensa usted acaso en algunas objeciones"?, "¿No del método del tipo ideal"'. Todos estos modos de interpretación descansan
hay casos diferentes a ése?". En acción, la sospecha construye una argumen-
tación. Una entrevista no es nunca solamente la recogida de opiniones; es 386, G. Dévereux afirmaba aue el rechazo de esta proximidad podría tener alao de "neuró-
también una discusión en la que el investigador elabora sus propias tesis y, tico", como una defensa obsesiva de la identidad del investiaador amenazada por el poder
en cierta medida, discute con un "colega". No es extraño que esa situación de los actores: cf. De l'anaoisse et la méthode dans les sciences du comnortement,
París,

genere amistades, que el sociólogo adopte su objeto y que el "objeto" se vuel- Flammarion, 1980. Podríamos también recordar la ansiedad que puede invadir a los apren-
va un poco sociólogo. Se objetará que esta confusión es un error grave. Es dices de sociólogo ante sus primeras entrevistas: la distancia precisa entre la adhesión al
discurso de los actores y la sordera no es de las me se encuentra fácilmente.
Essai sur la théorie de la science, París,
387. Cf. J. Freund, "I ntroduction". en M. Weber.
Plon, 1965; "De l'interprétation dans les sciences sociales", Cahiers internationaux
385. N. del T.: Se refiere a Fabrice del Donó°, el protagonista de de
La cartuja de Parma de
Stendhal, que llegó demasiado tarde a la batalla de Waterloo. sociologie, LXV, 1978, pp. 214-236. Véase también P. Pharo, "Problérnes empiriques de la

212 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA


213 FRANCOIS DURET
en técnicas diferentes y requieren frecuentemente proyectos de investigación muy reducido. Los actores, de los que decimos que son ciegos, se manifiestan
distintos. Pero en todos los casos, y cualquiera que sea la objetividad del mé- entonces como muy buenos sociólogos, capaces de establecer precisamente
todo, se plantea un problema de interpretación, ya que existe una zona de las jerarquías de las ramas, de las disciplinas y de las materias; explican al
superposición entre los dos niveles presentes de significación, el del actor y el sociólogo la naturaleza de los mecanismos que ha venido a estudiar y a des-
del investigador, que es lo que, por cierto, hace posible el debate. Ahora bien, velarles. Para algunos eso resulta más fácil pues la elección que han realizado
como observa Weber, la explicación causal es adecuada cuando "el desarrollo fue en contra de lo que percibían como sus gustos; es también en ocasiones el
externo y el motivo han sido conocidos de un modo certero y al mismo tiem- caso de los alumnos que escogieron las ramas científicas únicamente por su
po comprendidos con sentido en su conexión"388. utilidad social. Otros hablan más fácilmente aún, pues su elección de orienta-
En general, la ventaja del sociólogo frente al actor es que posee infor- ción les fue totalmente impuesta por los consejos escolares. Incluso los buenos
maciones sobre el conjunto de la sociedad que el individuo no controla de alumnos dudan también de la realidad de su elección habida cuenta de que
la misma manera. Tiene también ideas más claras sobre las consecuencias en ocasiones han confiado su futuro tan sólo a la jerarquía de los concursos.
previsibles, en el plano colectivo, de las acciones individuales, efectos de com- La cuestión de la "elección", que en su simplicidad resulta algo metafísica,
posición que no necesariamente son perversos. Dispone de un abanico de se ve sustituida por el análisis de los mecanismos de la decisión en la que
elementos comparativos que le permiten situar los casos estudiados en con- los actores movilizan estas lay theories, estas teorías espontáneas, que tanto
juntos más amplios y unos en relación con los demás. Moviliza un conjunto recuerdan a las de los sociólogos: capital cultural de la familia, elecciones an-
de conocimientos y de informaciones que están en el principio de sus formas teriores de ramas y de centros, need achievement, efectos Pigmalion positivos
de argumentación profesional; adopta un punto de vista más amplio, a veces o negativos... A partir del momento que sitúa a los actores en situación de
tan amplio que el individuo no puede reconocerse en él o, dicho de modo explicarse, el sociólogo está en el terreno del conocimiento. El problema, muy
más preciso, en el que no debe reconocer más que la necesidad objetiva del difuso, de la libertad de elección es reemplazado por el de la capacidad de ser ac-
sociólogo. tor, de ser sujeto de la propia vida desde la posibilidad de crítica y de distancia
Para hacer "como si la acción real transcurriera orientada conscientemen- en relación a sí mismo que manifiestan en esta ocasión los individuos. Los
te según sentido"389, es importante suponer que el actor es capaz de tal cosa, alumnos no son actores porque elijan, sino porque pueden hacer explícitas
y hacerlo en la manera misma de interrogarlo y de hablar con él. Nuestras las razones de sus elecciones y, sobre todo, de sus no-elecciones. Por supuesto
investigaciones sobre los alumnos de instituto nos condujeron a menudo a que los individuos no se vuelven sociólogos; no formalizan ni universalizan
encontrarnos con dos situaciones relativamente ejemplares390. El primer caso, los mecanismos que describen; sin embargo, a poco que el sociólogo les pro-
ya evocado anteriormente, es el de la naturaleza de la elección de orientación. ponga sus propias teorías, están, ampliamente, en posición de argumentar, de
Es cierto que la mayor parte de los alumnos, cuando se les plantea la pregunta contraponer una experiencia que no es solamente un trozo de vida, sino una
directa y brutalmente, afirman que han elegido sus estudios por gusto. Es eso interpretación que puede confirmar o rechazar los análisis del investigador.
lo que a menudo indican los sondeos y las entrevistas breves, confirmándose Este tipo de interrogaciones puede ser, evidentemente, penoso para un actor
de ese modo la idea según la que la acción no es más que coerción interiori- obligado a descentrarse y para un investigador que abandone el monopolio
zada y, en la mayor parte de los casos, una dominación interiorizada. Ahora del sentido. Los intereses del conocimiento y los de la acción no son los mis-
si se pregunta a los alumnos no si han escogido "libremente", sino cómo han mos, pero eso no impide argumentar "racionalmente" y reconocer lo que hay
escogido, surge muy rápidamente que la mayor parte de ellos describen los de compartido entre actores e investigadores.
espacios de coerción que les fueron impuestos, particularmente los recursos El segundo ejemplo, conciso una vez más, concierne a la recurrente dis-
escolares. Han escogido sin duda la única rama que podían escoger; sin em- cusión en los encuentros con los profesores acerca del "nivel" de los alumnos.
bargo, hablan de elección coaccionada o de elección dentro de un espacio Si para facilitar la argumentación se da por demostrada la tesis de Baudelot y
Establet de que "el nivel sube"391 , se debe dejar constancia de que el discurso
de los profesores con los que nos encontramos en los centros afirma casi siem-
sociologie compréhensive", Revue franaise de sociologie, XXVI, 1985, pp. 120-149.
388. M. Weber, Économie el Société, op. cit., p. 10.
389.'bid., p. 19. 391. C. Baudelot y R. Establet, Le niveau monte, París, Éd. du Seuil, 1989. Nuestra discusión
390. F. Dubet, Les Lycéens, op. cit. parte del postulado de que esta tesis es "objetivamente" verdadera.

214 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 215 FRANCOIS DUBET


pre lo contrario. Este punto de vista puede explicarse de muy distintas mane- 2. 2. Un debate
ras: la extendida queja acerca del nivel de los jóvenes. aue viene desde Platón,
el sentimiento de crisis de una profesión Que habiendo perdido parte de su Lo que llamamos "intervención sociológica" busca construir metodológi-
prestigio, percibe las mutaciones del sistema escolar como una decadencia, la camente esos debates392 . Más que la puesta en práctica de una concepción
influencia de los media y de los intelectuales conservadores hostiles respecto de la sociedad, lo es de la concepción de un actor, del que se supone que es
a la masificación del sistema escolar, la amnesia respecto de su propia ju- parcialmente capaz de conocimiento, de reflexividad. Esto no significa que
ventud. y todavía muchas cosas más... Sea como sea, el sociólogo tiene esca- los actores y los sociólogos deban confundirse, sino que es posible producir
sas posibilidades de convencer a individuos completamente persuadidos del un conocimiento en la discusión con los actores y controlando las reglas del
descenso de nivel. Observada desde más cerca, la opinión de los profesores. debate. Este método no excluye las otras técnicas, pero, como todo método,
a tenor de su experiencia. no carece de fundamento. La mayor parte de los implica coerciones particulares. Evoquemos algunas de esas reglas:
oue profesan esta opinión están emplazados en los lugares del sistema escolar a) Partiendo del principio elemental de acuerdo al que la acción es social
en los que tiene lugar la masificación, donde llegan los nuevos públicos porque "refiere al prójimo", la intervención sociológica constituye grupos de
escolares, que son comparados a los viejos públicos, más concordantes con individuos que "encarnan" un problema social o sociológico, y que partici-
las demandas de la escuela. Los buenos alumnos de antaño se han desplazado pan de la misma acción colectiva o comparten una experiencia común. Los
hacia otras ramas. los recién llegados no son comparados con sus "ancestros" individuos participan "en tanto que" militantes, habitantes de un barrio, es.
escolares sino con los aue les precedieron en las mismas clases. La masifica- tudiantes, padres de alumnos... En la mayor parte de las ocasiones, la unidad
ción puede combinar una subida general del nivel y un deslizamiento de los práctica que se estudia es un "problema social", es decir, y dicho de manera
distintos públicos que hace que el individuo que se queda en un punto fijo, vaga, un tipo de experiencia en la que los individuos perciben una distancia
no situado en la cima de la pirámide. pueda tener la impresión de una caída notable entre lo que es y lo que debería ser, entre lo que viven y las categorías
de nivel. Este punto de vista se acentúa más cuanto más sitiado se esté en la en las que lo viven. Los problemas sociales, con lo que implican de interven-
parte "baja" del sistema (los centros de formación profesional y los institutos ción pública, y en consecuencia de reconocimiento político del problema, son
populares). pues los alumnos salidos de los medios desde los aue no se accedía sólo la figura más marcada de este tipo de experiencia. Pero se deben estudiar
a la enseñanza secundaria son comparados con los alumnos aue se han cola- las situaciones en las que se puede esperar, bajo la forma de crítica o de sufri-
do hacia arriba. De ese modo, desde el punto de vista de los actores, hay cine miento, que los actores no se adecuen totalmente a las definiciones sociales de
ascender en las jerarquías escolares para encontrar un "nivel" comparable. su acción.
El argumento de los profesores no es ni absurdo, ni irracional, ni antisocio- En razón de un problema de número (no se pueden constituir más que
lógico. Incluso al contrario, da acceso a otras cuestiones bastante más sutiles. una decena de grupos, compuesto cada uno por una docena de individuos), el
relativas a la naturaleza de las percepciones y de las opiniones disonantes con grupo —en realidad, cada uno de los grupos, pues es importante multiplicar
este razonamiento y que pueden entonces remitir a muchas otras lógicas, a las experimentaciones— no puede evidentemente responder a una exigencia
muchas otras racionalidades, entre las cuales algunas pueden confirmar la hi- seria de representatividad. Sucede en ocasiones que la población de referencia
pótesis de un sentimiento de crisis de estatus o de sometimiento a ideologías no se conozca con suficiente precisión. Puede entonces utilizarse una técnica
externas. Este ejemplo debe llevarnos a dos conclusiones: empírica altamente "impura", la de los casos críticos, que consiste en elegir
poblaciones dentro de conjuntos relativamente delimitados y característicos.
La tesis más fuerte es también la más verosímil; permite dar cuenta
de las reacciones v de las resistencias de los actores admitiendo la
racionalidad de su punto de vista. 392. La intervención sociológica ha sido desarrollada en el CADIS por el proyecto de
La organización de estos debates no sólo aporta, a partir de las ma- estudio de los movimientos sociales en la segunda mitad de los años setenta; véase
neras sociológicas de argumentar de los propios actores, un mate- A.Touraine, La Voix et le Regard, op. cit. Entre los principales trabajos del grupo podemos
rial sociológico inédito. sino que tiene consecuencias sobre el pro- mencionar: Lutte étudiante, La Prophétie anti-nucleaire, Le Pays contre l'État, Solidarité, Le
pio argumento sociológico. Mouvement ouvrier, todos ya citados; y M. Wieviorka, Sociétés et Terrorisme, op. cit. Entre
los estudios referidos, más que a movimientos, a experiencias sociales: F. Dubet, La
Galére, op. cit.; Les Lycéens, op. cit.; M. Wieviorka, La France raciste, op. cit.

216 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 217 MANC;OIS DUBET


Por ejemplo, en un estudio sobre los estudiantes, se elegirá formar grupos en las propias expectativas e ideologías a la prueba de las relaciones sociales. Ni
las ramas relativamente importantes y bien identificables en términos de las los patrones, ni los magistrados, ni los profesores se comportan exa-ctamente
carreras esperadas, de los tipos de formación, de la composición de los pú- de acuerdo con las expectativas de los miembros de los grupos o de algunos
blicos estudiantiles... Los miembros de esos grupos son escogidos por los so- de ellos. Lo que parecía ser un "mundo", lo que era evidente, se transforma
ciólogos, pero participan en el trabajo de manera voluntaria y conocen los en problemas.
objetivos que se espera alcanzar: producir conocimiento sociológico a partir A juzgar por la experiencia acumulada, este trabajo es, al mismo tiempo,
de encuentros y de discusiones. Esta exigencia introduce otro sesgo de repre- penoso y placentero. Es penoso en la medida en la que desestabiliza algunas
sentatividad, pues no concierne más que a los actores más motivados, por ra- representaciones, en virtud de la obligación de justificarse, de explicarse, por
zones que permanecen, a veces, en el misterio —en efecto, hemos observado eso que Boltanski y Thévenot llamarían "situaciones tensas". Es, al contra-
que no eran necesariamente los individuos más intelectuales ni los más com- rio, placentero disfrutar de la libertad de discutir, del placer de argumentar
prometidos los que participaban en este tipo de trabajo393—. Este sesgo no es, sin que el juego tenga consecuencias "reales", del placer de dejarse llevar y
en el fondo, distinto del de todo método de entrevista, y puede ponderarse de de comprometerse siendo tomado en serio por los demás y por los inves-
la misma manera, con la búsqueda de otros casos, el análisis de documentos tigadores. En ocasiones, en particular en las categorías sociales condenadas
producidos de forma diferente. al silencio, esta discusión tiene el efecto de una revelación. La intervención
b) Los individuos que se reúnen en los grupos aportan testimonio de su sociológica crea un espacio artificial de debate que tiende hacia la norma tra-
experiencia o de su acción colectiva, pero lo hacen "condicionados", pues el zada por Habermas, la de un debate sin relaciones de poder que realiza una
sentido de la acción está siempre articulado con la naturaleza de las relacio- ética de la comunicación. Pero el debate que creamos y que observamos no
nes en las que se expone. La condición esencial es la presencia, en algunas se parece en nada al desarrollo soberano de la Razón; es un debate social, que
sesiones de trabajo, de interlocutores pertinentes, de actores que encarnen moviliza pasiones e intereses, en el que los argumentos intercambiados se
una posición importante dentro del problema considerado. A menudo, esta nutren de todos los registros de la acción. Las opiniones de los individuos no
presencia tiene un efecto catalizador, estimula a los individuos, que pueden se yuxtaponen como bloques, sino que se reconstruyen sin cesar en debates
discutir con total libertad con sus interlocutores, en pie de igualdad, mientras que movilizan un completo abanico de argumentos. El carácter ejemplar,
que en la "vida real" esta discusión es, o imposible, o está demasiado deter- la experiencia personal, la convicción, los valores "en última instancia", la
minada por las consecuencias reales que pueda generar: es el caso de los poli- autoridad, la racionalidad de los medios, el conocimiento disponible, las exi-
cías con los jóvenes de las banlieues, de los profesores con los alumnos, de los gencias de no contradicción, alimentan las discusiones y nutren el trabajo de
patrones con los obreros... Para que esta discusión sea posible es importante un grupo. De estos encuentros no surge acuerdo alguno, ninguna "verdad";
que los individuos presentes no formen un conjunto en la vida real y que simplemente, ese sentido de la acción y de la experiencia, que generalmente
nada pueda ser negociado "realmente" en los grupos. La presencia de inter- aparece como un bloque en una entrevista en la que el individuo es condu-
locutores tiene efectos mucho más importantes, pues, al mismo tiempo que cido naturalmente a reconstruir su personaje, a reconstruir una coherencia,
estimula la palabra, desestabiliza las representaciones, impide que la ideolo- ese sentido, se descompone en una serie de significaciones fragmentadas, a

gía se cierre sobre sí misma en forma de simple testimonio. Efectivamente, en menudo heteróclitas. Los debates rompen las opiniones, la coherencia de las
este encuentro se trata antes que nada de responder a los demás, de someter historias de vida, las racionalizaciones...
Elaborada en la perspectiva de estudiar las luchas sociales, la intervención
sociológica ha sido llevada a otorgar un gran papel a los interlocutores, en
393. En el caso de los movimientos sociales, los que pasan por intelectuales orgánicos
pueden incluso vacilar a la hora de "embarcarse", pues perciben los riesgos que este mé-
particular a los rivales o a los aliados en esas luchas. En ese marco la crítica
todo puede comportar para las ideologías más fuertemente articuladas. Así, en ocasiones ideológica es un papel esencial de esos encuentros. La sociología de experien-
hemos tenido que negociar con los dirigentes de los movimientos para acceder a la vez
cias sociales definidas menos netamente por un conflicto o por la influencia
a la participación de algunos responsables y a la libertad necesaria para ese trabajo. Cf. de una organización lleva a modificar el método en una orientación más cla-
particularmente, A.Touraine etal., Le Mouvement ouvrier y Le Pays contre /'État, op. cit. En ramente "clínica". Pero la necesidad de objetivación sigue íntegra, así como
un caso, los movimientos feministas de los años setenta, las exigencias de control plan- el giro a través de las relaciones sociales, que es igualmente indispensable.
teadas por algunos grupos feministas, hicieron la investigación extremadamente difícil, Pueden, pues, utilizarse otras modalidades de estimulación; puede tratarse
casi imposible.

218 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 219 FRANDOIS DUBET


de estudios de caso, de historias personales acerca de las cuales los miem- jetividad de la investigación; se aprecia mejor en qué protege al investiga-
bros del grupo reaccionen. Lo fundamental es que los individuos aporten su dor de una crítica tanto más difícil de soportar cuanto él será justamente
testimonio al mismo tiempo que construyen poco a poco cierta distancia en acusado de "traicionar". En todas las investigaciones en las que hemos
relación a sí mismos. La afirmación de principios no prohíbe la imaginación participado, cada grupo de intervención contaba con dos investigadores,
metodológica. lo que puede permitir un mejor control de los propios sociólogos y atenúa
c) La tercera característica de este método se refiere al papel de los so- un poco las tensiones psicológicas producidas por un trabajo en el que el
ciólogos. No se limitan a plantear preguntas y a animas discusiones; tam- investigador es invitado a "desvelarse", a exponer un razonamiento frente
bién participan, proponiendo a los grupos interpretaciones sociológicas a actores capaces de apropiárselo.
de su trabajo, transformando desde ese lado la naturaleza de los debates,
haciendo presente el sentido endógeno de la acción y el que los sociólogos 3. ACTORESY SOCIOLOGOS
construyen. El trabajo de interpretación sociológica, realizado general-
mente en ausencia de los actores, se realiza en el grupo y, sobre todo, se les 3. 1. Los rechazos y los acuerdos
restituye.
Las hipótesis interpretativas se construyen de todas las maneras posibles Reunidos durante varios encuentros (aproximadamente entre seis y doce)
y habituales. Privilegian, evidentemente, el material producido por la inter- los actores sociales están "armados" para embarcarse en un debate con los
vención sociológica: los informes de las reuniones, los acontecimientos de sociólogos. Están particularmente armados para resistir análisis que son
la investigación (disputas, tensiones, bromas significativas...). El privilegio tan cercanos a su experiencia que podrían aplastarlos bajo el peso de la
del sociólogo está también en movilizar otros conocimientos: informaciones objetividad del discurso científico y del argumento de autoridad asociado
generales, estadísticas, historiales, comparaciones, modelos teóricos... todo a la experticia de los profesionales. No pueden contentarse ya con un aná-
aquello que compone el arsenal clásico del razonamiento sociológico. Estas lisis que sería percibido como algo que no guarda relación con sus propias
hipótesis se someten a los miembros de los grupos en forma de exposición interpretaciones.
referida en particular a las distintas dimensiones analíticas de la acción es- a) Podemos presentar un primer caso: los actores rechazan las interpreta-
tudiada y a sus modos de articulación, a los encadenamientos lógicos, a los ciones de los investigadores. Este rechazo puede manifestarse de dos mane-
dilemas que hayan aparecido. Esta exposición es entregada a los grupos en ras: bien a través de la oposición explícita --las personas no están de acuer-
un lenguaje accesible, y será tanto más accesible cuanto más se apoye en su do—, bien a través de una indiferencia cortés que significa que el análisis
trabajo. sociológico no tiene sentido desde el punto de vista de su propia elaboración.
Después de que los sociólogos se hayan esforzado en interpretar las En ambos casos no se reconocen en el trabajo de los sociólogos, que crea des-
opiniones de los actores, éstos a su vez son invitados a interpretar los aná- orden, indiferencia, hostilidad, frustración. Desde el punto de vista de los
lisis de los sociólogos, a reaccionar ante ellos. Ciertamente esta operación objetivos buscados, esta situación es un fracaso; retomando el lenguaje de
es la menos "natural" que existe dentro del trabajo sociológico, en el que se Weber, los individuos no reconocen los motivos de su acción en los tipos pu-
acostumbra a separar, en el espacio y en el tiempo, la recogida de material ros construidos por los sociólogos a partir de la extensa exposición analítica
de su análisis. A menudo incluso el actor que ha proporcionado un mate- de esos "motivos".
rial lo desconoce todo acerca del análisis que se hará de él"4. No siempre Esta situación se produjo varias veces. Pienso particularmente en un
se aprecia, por cierto, en qué exactamente esta costumbre garantiza la ob- encuentro con jóvenes de una banlieue popular de París. Después de haber
reunido al grupo varias veces y de haber organizado encuentros con distin-
tos interlocutores (policías, jueces, políticos electos, sindicalistas...), propuse
394. Sin embargo, hay que destacar que esta práctica es común en el caso de las interven- al grupo una interpretación de sus conductas muy inspirada en análisis de
ciones de las consultorías, en particular en la sociología de las organizaciones. Pero en Cloward y Olhm395. Este análisis se rechazó en nombre de dos argumentos
esta tradición el investigador busca en la mayoría de las ocasiones un objetivo de cambio,
que no es el caso en la intervención sociológica. No obstante, existe entre estos métodos
Nueva York, The Free
la convicción compartida sobre que la participación de los actores en la producción de 395. R. A. Cloward y L. E. Olhin, Delinquency and Opportunity,
conocimientos aumenta sus libertades. Cf. E. Friedberg, Le Pouvoir et la Regle, op. cit. Press, 1960.

220 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 221 FRANCOIS DURES


fundamentales: los jóvenes no reconocían en esos apuntes el carácter plural con violencia un análisis que les proponía una imagen de-sí-mismos muy-ale-
de sus conductas, se sentían "encerrados" en tipos con los que ninguno de jada de la imagen heroica que tenían. Nuestro análisis no sólo provocó con-
ellos se identificaba totalmente; tenían también un sentimiento de destrucción fusión, sino que la agresividad era tan intensa que algunos en el grupo se pe-
personal y de cólera del que este análisis no daba cuenta. Siendo incapaz de learon. Fue al día siguiente de esta pelea cuando un joven dijo que había que
proponer otra interpretación, consideré no obstante que mi análisis era "falso" aceptar el análisis de los sociólogos porque explicaba las violencias de la vís-
porque no resultaba creíble a ojos de los que estaban mejor armados para dis- pera, y también porque sacaba a la luz las tensiones constantes e inconfesadas
cutirlo. No es agradable, pero las experimentaciones fallidas pueden también entre aquellos que buscaban la integración por medio de la política y los que
ser tan instructivas como las experimentaciones exitosas. Podría evocar otros deseaban antes que nada afirmar su identidad étnica. Después de esta "con-
casos, tomados de otras investigaciones en las que la oposición de los actores fesión", el grupo retomó los debates en los términos de los sociólogos, cada
fue menos clara, pero que provocaron, sobre todo, indiferencia y decepción. uno se situó en el espacio de ese análisis. Los jóvenes se apropiaron del cuadro
b) Puede suceder que el trabajo se haya hecho bien, que los sociólogos ten- propuesto por los investigadores, lo desarrollaron y enriquecieron, escribieron
gan también algo de talento y que los actores se reconozcan en los análisis de en él otros capítulos, particularmente en lo que concierne a las distintas signi-
los sociólogos. Esto no es para nada un descubrimiento. Pero desde el punto ficaciones del uso de la droga, la naturaleza de las relaciones con la policía...
de vista de los actores, los tipos puros producen una sensación de clarificación Este tipo de debate se sitúa en la zona en la que se superponen el senti-
y de reconocimiento: "¡Es eso!" Evidentemente no basta con que tenga lugar do para el actor y el sentido para el investigador; está, pues, asociado a un
este reconocimiento para concluir que hay una correspondencia entre los dos sentimiento de transparencia, en ocasiones al placer, real, de hablar el mis-
niveles de significación. Es también necesario que los actores se apropien de mo idioma. La construcción de este idioma compartido exige un esfuerzo
este análisis, que por su cuenta lo retomen en sus discusiones, que se apode- de traducción del lenguaje sociológico al de las lay theories elaboradas por el
ren de él como si se tratara de un juego y de un lenguaje que manipulen lo grupo. No hay que tener dudas al transformar en conceptos algunas de las
suficientemente bien como para volver a situar en él su experiencia y el tra- palabras clave tomadas del lenguaje de los actores y, cuando no sea posible,
bajo del grupo. El investigador reconocerá en esta actividad la prueba de una en proponer conceptos de los que el grupo se pueda apoderar. Para los soció-
"verosimilitud" de sus hipótesis. logos la "traducción" es a menudo menos difícil intelectualmente que psico-
El acuerdo de los actores es difícil de obtener, pues supone, la mayor parte lógicamente, pues implica la renuncia a un nivel de lenguaje que asegura el
de las veces, reconocer la distancia entre la sociología espontánea, la imagen monopolio del sentido y, en consecuencia, una protección y un poder. Sólo a
que se hacen de sí mismos y de su acción y el análisis de los sociólogos. Esto ese precio pueden cruzarse los argumentos: si se admite que los argumentos
es especialmente claro en el caso del estudio de los movimientos sociales, en de cada cual tienen tanto peso como los razonamientos del sociólogo. El éxito
el que este reconocimiento está casi siempre asociado a la destrucción de las de esta operación está asegurado cuando se observa que todos los miembros
propias ideologías del movimiento. Pienso en la situación de los militantes de un grupo, sea cual sea su nivel de formación escolar, acceden al mismo
obreros que miden, por ejemplo, la distancia entre la lógica política y la de la nivel de discusión, cuando las capacidades analíticas de un grupo son inde-
reivindicación social mientras que siempre afirmaron, partiendo del modelo pendientes de su capital escolar"'. Si la intervención sociológica transforma a
comunista, un principio de continuidad total. Pienso también en los militan- los actores en "intelectuales", más concretamente, si los permite distanciarse,
tes ecologistas, que se enfrentan de cara a la ruptura de un movimiento del es que no es sólo un método destinado únicamente a los intelectuales'.
que postularon la unidad de significaciones. Pensemos también en los profe-
sores a los que se les hacen manifiestas las contradicciones entre la defensa del riferia de Lyon, se sucedieron varias jornadas de incidentes y movilización entre jóvenes
estatus, el apego a una defensa de principios universalista y el uso instrumen- de las banlieues y policía. En parte como consecuencia de esos incidentes, se desarrolló
en 1983 la Marcha por la Igualdad, que recorrió buena parte de la geografía francesa y cons-
tal de la escuela. Pero esta dificultad es también grande en el caso de actores
tituyó uno de los primeros signos de movilización organizada de las banlieues francesas.
menos "conscientes y organizados". Regresemos al estudio sobre los jóvenes 397. De ese modo trabajamos con grupos a menudo desfavorecidos y, además de eso,
marginados. Cuando presentamos el modelo de la galére al grupo de jóve- muy alejados culturalmente, como los de menores en Silesia, los marginales urbanos de
nes formado en Minguettes luego de la Marcha por la Igualdad", rechazaron Santiago de Chile, viticultores de Corbiéres, los "macarrillas" de las banlieues... En cuan-
to a los alumnos de formación profesional, no fueron ni menos activos ni menos "inteli-
gentes" que los de los grandes institutos de París.
398. Es en este último caso que la sociología , encuentra más dificultades frente a aque-
396. N. del T.: En septiembre de 1981, en el barrio de Minguettes, en Venissieux, en la pe-
llos cuyo oficio es racionalizar el sentido de la acción o de la experiencia para conducirlo

222 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


223 FRAKOIS DUBET
Aunque el método de la intervención sociológica sea a menudo muy lar- los actores obliga casi siempre a tener en cuenta la heterogeneidad de la ac-
go, el debate es efímero, no se prolonga fuera de la investigación. Fuera de ción, la copresencia de diferentes tipos de motivos y de diversos tipos puros
sus muros, este método no genera efectos perceptibles, y los actores implica- dentro del mismo conjunto y dentro de cada actor. La depuración y la revi-
dos se reencuentran muy rápidamente con las categorías de la acción. Se trata sión de la complejidad de la experiencia social alrededor de una única racio-
de un breve encuentro organizado por investigadores en función de un obje- nalidad de la acción, de un único principio, son rechazados por los actores
tivo cognitivo. Por su parte, cuando los investigadores son invitados a pasar en la casi totalidad de los casos. Tienen más la sensación de administrar una
del lado de la acción, a dar consejos, no es seguro que hayan adquirido una diversidad de significaciones que de encarnar una racionalidad única.
competencia particular. El dilema del político y el científico sigue íntegro. La verosimilitud es tanto más fuerte cuanto el método elegido responda a
los criterios clásicos de la experimentación:
3. 2. La validación
a) Es preciso, en primer lugar, asegurarse cierta regularidad en los
¿Cuáles son los elementos de validez que pueden aportar la organización de procesos observados. Por esta razón siempre hemos formado va-
debates entre los actores y los investigadores y, sobre todo, el reconocimiento rios grupos de investigación; cuando el sociólogo tiene la impre-
de un análisis sociológico por parte de los actores? sión de algo ya visto, de estar dando vueltas, de repetición, cuando
Respecto a los criterios epistemológicos más duros, particularmente los los mismos discursos y los mismos fenómenos se reproducen, es
del conocimiento positivo y de la norma popperiana de falsación, está fuera razonable, si no racional, deducir que el material recogido no es
de lugar hablar de "prueba". Por eso preferimos el término, mucho más débil estrictamente aleatorio.
pero no necesariamente despreciable, de verosimilitud, de hechos y de argu- b) Es también importante que el artefacto ligado a los investigadores
mentos que convergen en un conjunto de presunciones. esté relativamente controlado; los equipos de investigadores deben
El acuerdo de los actores no constituye prueba, tampoco el rechazo. Pero entonces cambiar a lo largo del estudio para controlar, en la medi-
es sin embargo bastante más verosímil, pues resulta mucho más difícil de da en que se pueda, su "subjetividad".
obtener a partir de un material que el investigador no controla por com- c) Los análisis elaborados no deben entrar en contradicción con los
pleto y del que incluso se asegura respecto de su capacidad de resistencia. datos objetivos registrados por otros métodos y por otros investiga-
La observación, la entrevista, la elección de documentos dispersos ofrecen dores, por mucho que estos últimos parezcan indiscutibles.
al investigador una libertad mucho mayor; de una parte, elige sus datos con d) Los análisis, finalmente, deben, en cierta medida, ser capaces de
fines ilustrativos más que demostrativos; de otra parte, los actores no respon- dar cuenta de los "acontecimientos" que tienen lugar fuera de la
den. La verosimilitud supone una doble exigencia. Debe acomodarse a las investigación. Así, dentro de grupos de obreros polacos observamos
normas habituales del oficio de sociólogo, que organiza y racionaliza datos, las lógicas de la ruptura de Solidaridad antes incluso de que se ma-
que va a buscar fuera de su propio material y que está sujeto a una exigencia nifestasen en la vida del movimiento; pudimos también "explicar"
de no contradicción. Debe también ser creíble para esos actores de los que se las formas muy particulares de movilización estudiantil de los años
afirma que son competentes y no del todo ciegos en lo que se refiere a lo que ochenta a partir del trabajo realizado con ocho grupos de alumnos.
hacen, en la medida en la que toda acción exige una actividad de justificación
y de explicación. La argumentación del sociólogo apunta entonces a un pú- Se ha reprochado a menudo a los métodos comprensivos y analíticos no
blico doble: la comunidad científica, con sus propios criterios, y los actores, ser métodos, y dejar demasiada libertad al investigador. El riesgo es real, so
que controlan otros datos. El sociólogo, al colocarse en la articulación de esta pretexto de espiral hermenéutica, de hacer del material sociológico un simple
doble exigencia, se otorga a sí mismo reglas de argumentación doblemente test proyectivo. Es cierto también que el sociólogo debe "comprometerse" en
coercitivas. En el mismo movimiento se impone a sí mismo explicar y com- una interpretación, atribuyendo un sentido que no puede deducir del simple
prender. Mientras que la explicación o la interpretación a posteriori pueden juego de las correlaciones entre las variables seleccionadas'''. Por esta razón
contentarse con evidenciar una sola lógica de la acción, la confrontación con
399. No es seguro de que en este último caso esté dispensado de ello; la operación tiene

hacia la acción colectiva organizada y hacia la política. probabilidades, no obstante, de parecer menos arbitraria.

224 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 225 FRANGOIS DUBET


es importante insistir sobre las coerciones de la interpretación. La construc-
ción metódica de un espacio de discusión entre los sociólogos y los actores es
ciertamente la más fuerte. Conclusión

1. De la acción a la experiencia

El intento de construir una sociología de la experiencia social descansa en el


La mayor parte de las teorías de la acción que han aparecido o han sido "redes-
rechazo de la falsa equivalencia entre la sociedad y el sujeto. De ese modo, se
cubiertas" en Francia desde hace una veintena de años son extremadamente
aleja de la sociología clásica y de la identificación del actor y del sistema alre-
diversas, y cubren un vasto espacio, que va desde la tradición fenomenológica
dedor de un principio central, el de la integración social, que define a la vez
a la elección racional. Todas, sin embargo, se proclaman más o menos clara-
a uno y a otro como las dos caras, subjetiva y objetiva, del mismo conjunto.
mente en la línea de Weber y afirman, contra el estructuralismo dominante
El abandono de esta imagen no viene sólo de una crítica teórica; viene sobre
de los años sesenta, que los individuos hacen la acción, tienen competencias,
todo del agotamiento de la representación clásica de la sociedad del modo
no son totalmente ciegos. Hay que extraer algunas consecuencias metodoló-
en que fue construida por la sociología clásica. La sociedad no es un sistema
gicas de esta posición. Evidentemente, esta afirmación no puede llevar a creer
organizado alrededor de un centro; no es ni un personaje ni una máquina.
en la clarividencia absoluta de los actores; supone solamente que existen un
Y si los individuos son impulsados a administrar varias lógicas de la acción,
conocimiento y un reconocimiento posibles entre actores e investigadores.
es porque la sociedad no es Una. Aparece como la yuxtaposición de una "co-
Por lo demás, durante el desarrollo real de una investigación, esta idea es
munidad", de un "mercado" y de una "historicidad". En el registro de la
constantemente puesta en práctica de manera implícita.
acción, este tipo de conjunto disocia una lógica de la integración, una lógica
Hemos querido ir algo más lejos haciendo del problema de la verosimi-
estratégica en un espacio competitivo y una lógica de subjetivación que viene
litud, es decir, del reconocimiento de una teoría sociológica por parte de los
de la tensión entre una concepción de la creatividad y de la justicia, de una
actores implicados, el punto de partida de un esfuerzo metodológico. No se
parte, y relaciones de dominación, de otra. Tal conjunto social descompone la
trata de superar la dualidad de las perspectivas entre el sentido endógeno y el
imagen clásica de los roles, de la acción y de la subjetividad. Eso es lo que me
sentido construido de la acción, sino de dar lugar a un espacio de discusiones
ha llevado a hablar de experiencia social. Ése ha sido el argumento principal
recíprocas. En ese espacio, el sociólogo puede encontrar material para cons-
truir sus razonamientos y sus hipótesis; puede también basar en él algunas de este libro.
Pero por muchos aspectos mi razonamiento sigue estando cercano al de la
formas de validación.
sociología clásica, pues acepta su pregunta —¿cómo conciliar la autonomía
del actor y el carácter "determinado" de la acción?— y rechaza la idea de una
separación radical entre el actor y el sistema, como si se tratase de dos órdenes
de realidad diferentes. No está de un lado el actor y del otro el sistema, sino
una pluralidad de racionalidades de la acción que remite a una pluralidad de
sistemas a través de diferentes mecanismos. En el registro de la integración,
la causalidad es la de la producción de la acción a través de la socialización
de acuerdo a modalidades que siguen siendo las de la sociología clásica. La
acción estratégica se inscribe en otro tipo de sistema, el que surge de la com-
posición de intereses concurrentes. Por último, la subjetivación sigue estando
socialmente definida por una cultura y, sobre todo, por la tensión "dialéctica"
construida entre esta cultura y las relaciones de dominación.
En esta percepción de la experiencia social, el sujeto se constituye en la
medida en la que es impulsado a construir una acción autónoma y una iden-
tidad propia en virtud de la pluralidad de mecanismos que lo encierran y de

226 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA


227 FRANCOIS DUBET
las pruebas por las que pasa. Está obligado a oponer la unidad de un Yo a la Pero es sin embargo a partir de ahí como se construyen una capacidad
diversidad de las lógicas de su acción. Eso puede producir un sentimiento de crítica y una voluntad de reunificar una experiencia cuyo sentido no es obvio
extrañeza del actor respecto del sistema, sentimiento que no implica que esta o ya no es obvio. El individuo se vuelve sujeto autónomo en la distancia y el
extrañeza sea real, descansando sobre dos "realidades" ontológicas diferen- conflicto. Primero en la distancia, asunto en el que hemos insistido desde la
tes. El sujeto social se define por un juego de tensiones, por un trabajo y no cuestión de la crítica, el desprendimiento, la capacidad de análisis y la expli-
por un ser. La dificultad de este razonamiento deriva de que no es "sustan- cación movilizada por actores que rechazan ser reducidos a las categorías del
cialista", pues cada objeto social depende sucesivamente de las tres lógicas interés y de la integración. El individuo se hace sujeto por medio de la disi-
de la acción; no remite nunca al mundo homogéneo de una acción "pura". dencia desde la que construye su autonomía. Esta actividad es especialmente
Así, los valores son al mismo tiempo recursos ideológicos, modalidades de in- clara en los casos de dominación extrema, cuando los individuos se repliegan
tegración y de control y apelaciones a una subjetividad "no. social" aunque y resisten o cuando sufren por no poder controlar su vida. Su destrucción y su
socialmente definida. Sucede lo mismo con las relaciones sociales, que son desgracia por lo menos prueban que no se reducen a lo que la integración y la
simultáneamente relaciones de integración, relaciones de competencia y re- dominación esperan de ellos. En esta perspectiva, los problemas sociales no se
laciones de dominación que limitan la autonomía de los individuos y de los limitan ni a la anomia ni a la exclusión, sino a la destrucción de la capacidad
grupos. Desde este punto de vista, cada individuo o cada movimiento social de ser sujeto. Pero es sobre todo a través del conflicto como el actor se hace
afronta problemas idénticos, los de la combinación en una experiencia de sujeto, cuando se opone a la dominación que obstaculiza su autonomía y su
varias lógicas de la acción. "autenticidad", cuando opone su individualidad al "sistema". Es esto lo que
La experiencia social no se define solamente en la tensión y la oposición debe invitarnos a reencontrarnos con la cuestión de la alienación. A través
de la comunidad y el mercado. Esta imagen, muy "clásica" por lo demás, de los pocos casos que he evocado en este libro, la dominación se manifiesta
presenta la ventaja de hacer presentes categorías históricas "simples" y "rea- corno destrucción de la experiencia. Los individuos y los grupos dominados
listas": las naciones y el capitalismo internacional, las comunidades y la socie- son desposeídos de la capacidad de unificar su experiencia y de darle un sen-
dad de masas, las relaciones cara a cara y la burocracia, la religión y la racio- tido autónomo. El trabajo a través del que logran reconstruirla es mucho más
nalidad... Sin embargo, esta representación no es suficiente, pues solamente pesado y difícil que el de los dominantes, que se benefician de inmediato de
con esta dualidad no sería posible para los individuos y los grupos superar recursos culturales y sociales que les permiten ser actores. El caso de la escue-
un corte que, en el fondo, no sería más que una versión entre otras de los dos la es a este respecto ejemplar: no es sólo que los más débiles estén excluidos,
tipos de solidaridad durkheimianos, "la comunidad" y "la sociedad", además sino que son "destruidos", no logran comprender lo que les sucede. Si esta
de muchas otras parejas conceptuales... Termina siempre por oponer la na- cuestión nos acerca a la del conflicto como momento de la subjetivación, por
turaleza a la Historia. contra nos aleja de la imagen histórica de los movimientos sociales. En efecto,
La experiencia social está construida a partir de un principio de subjeti- de igual manera que la unidad de la acción se ha perdido, la unidad de los
vación. Hoy la dificultad procede de que ese principio ya no apela a trascen- movimientos sociales no parece posible fuera del trabajo político que, duran-
dencia alguna, a ningún reino no social: la reconciliación de la experiencia te el acontecimiento, unifica las significaciones de una lucha. En cuanto a lo
no se realiza alrededor de Dios, la Razón, la Historia, un valor, una norma demás, los movimientos de los dominados o son unidimensionales o se han
o un movimiento social susceptibles de superar la quiebra de la sociedad y descompuesto; no ganan unidad y coherencia más que a través de un trabajo
de la experiencia individual. Hoy la definición cultural del sujeto es la del político y militante capaz de combinar las significaciones y de jerarquizarlas.
"individuo" y, retomando los términos de Taylor, la de su "autenticidad".
Pero la noción de individuo es muy ambigua, pues designa al mismo tiempo 2. La sociología de la experiencia es una
el individualismo "narcisista" de la sociedad de masas y el individualismo práctica de la sociología
"egoísta" del utilitarismo; figuras de un actor reducido, en ambos casos, a
las categorías del mercado. La ambigüedad del término "individuo" pro- La sociología de la experiencia social solamente puede ser una sociología de
cede asimismo de que no evoca ya nada de la trascendencia de un individuo los actores. Estudia representaciones, emociones, conductas y las formas por
"fuera del mundo". Es totalmente inmanente, se entrega en sus emociones, sus medio de las cuales los actores dan cuenta de ellas. Es una sociología de la
sentimientos, su indignación, su sufrimiento, su distancia y su compromiso. subjetividad cuyos objetos prácticos, dados por las categorías sociales comu-

228 SOCIOLOGIA DE LA EXPERIENCIA 229 FRAN(:01S DUBET


nes, tienen todas las opciones de aparecer como problemas sociales, expe- cionar sin un equivalente o una prolongación en la psicología particular de
riencias en las que las conductas no se corresponden con las expectativas y los individuos.
con los roles atribuidos, en las que la subjetividad no remite a los modelos Esforzándose en permitir a cada cual que se comprenda mejor es como
de las actitudes y de las representaciones propuestas. Los problemas socia- una sociología de la experiencia puede producir conocimiento. La orientación
les conciernen a las fallas especialmente visibles de la experiencia social. Por de la investigación hacia la subjetividad de los actores sociales no implica en
esta razón, una sociología de la experiencia social puede, en primer lugar, absoluto el recurso a métodos también ellos "subjetivos". La construcción de
orientarse hacia los problemas de la escuela y de la educación, hacia los de la un debate entre los actores y los investigadores implica obligaciones metodoló-
enfermedad, hacia los problemas urbanos, hacia los del trabajo y, de manera gicas, siendo la más pesada la búsqueda de un criterio de "verosimilitud" por
general, hacia las conductas que ponen directamente en cuestión la inadecua- el que el razonamiento sociológico pueda, en el tiempo de la investigación, ser
ción de la subjetividad de los individuos y las expectativas "objetivas". Tales apropiado por parte de los actores. Pero de igual manera que una sociología de
problemas nos interesan no sólo porque no se limitan a las disfunciones de la experiencia no es una sociología general que pretenda abarcar el conjunto
un sistema, sino porque la articulación de las lógicas de la acción es en ellos del campo sociológico a partir de su paradigma, no excluye otras formas de
especialmente difícil y, sobre todo, porque en ellos se manifiesta el rostro de conocimiento, en particular los conocimientos objetivados de los elementos
una dominación social que se mezcla con la exclusión y con la tutela pública, de los sistemas y de los tipos "puros" de la acción en los que se inscriben las
generando una "patología" en la que el conflicto se pierde. Esta manera de experiencias de los individuos. El trabajo de vaivén del actor respecto a los
entrar en una sociología de la experiencia no es evidentemente exclusiva; es elementos de la situación exige de la sociología de la experiencia social que se
simplemente cómoda. Pero todas las conductas pueden ser reconstruidas en inscriba en un conjunto de conocimientos objetivos ya constituidos.
términos de una sociología de la experiencia.
El estudio "objetivo" de la subjetividad de los actores determina una rela- 3. La experiencia social y la democracia
ción particular con los individuos desde el momento en que se les reconocen
algunas capacidades, en particular la de construir su propia experiencia. El La unidad de la experiencia social no viene dada; procede de un trabajo del
rechazo de una concepción radical de la ruptura epistemológica lleva a con- individuo, que relaciona varias lógicas de la acción. El problema que se le
cebir la investigación sociológica como una forma de debate entre actores e plantea al individuo no es, en su "naturaleza", distinto del que se le plantea
investigadores, que reconoce al mismo tiempo lo que tienen en común y lo a una formación social que ya no es una sociedad en el sentido clásico del
que les separa. término: ¿cómo construir un principio de unidad a partir del momento en el
Es importante entonces estudiar la subjetividad del actor y su activi- que éste ya no está dado por el carácter "natural" de la sociedad?
dad. No se trata solamente de analizar sus representaciones, sino también En la articulación de estos dos problemas pueden diseñarse retos que
sus sentimientos y la relación que construye consigo mismo. El proyecto sean, a la vez, individuales y colectivos y también establecerse ese principio de
de una sociología de la experiencia puede parecerse al de una sociología continuidad sin el que no existe verdaderamente actor, y menos aún sujeto.
"clínica", que aborde desde el punto de vista sociológico los problemas y ¿Cuál es el principio mediador entre las "desafíos" individuales y los "retos"
las conductas que se reservan por lo general para la perspectiva psicológica colectivos"? Si se admite que ni la experiencia individual ni el conjunto social
o para la pintura impresionista de las emociones y de los sentimientos. No se constituyen alrededor de un principio único y central, si se observa tam-
se trata de descubrir, por ejemplo, los mecanismos globales que producen bién que los movimientos sociales no tienen ya unidad fuera de la actividad
el fracaso escolar, sino de orientarse hacia la experiencia misma de un fra- militante misma, hay que abandonar la antigua imagen de los movimientos
caso, que no puede ser sino la experiencia de individuos particulares, que sociales capaces de unir en torno a un principio único a un sujeto individual
construyen su mundo y su subjetividad dentro de una historia particular. y a un "sujeto histórico". Esto supone despedirse de la idea misma de sujeto
Es cierto que este proyecto nos acerca a la psicología, y que el diálogo con histórico para reemplazarla por la imagen, más modesta, de la acción demo-
esta tradición no siempre es fácil, pero no se podrá resolver siempre sepa- crática, pues la democracia es, más que una norma, la combinación de varios
rando la sociología abstracta de los sociólogos de la psicología clínica de los elementos.
psicólogos, que nunca funciona, por otra parte, sin una sociología latente. Sociológicamente, puede definirse la democracia por su capacidad de
Un análisis de la experiencia que incursione en la sociología no puede fun- combinar las lógicas de la acción copresentes en una formación social. Puede

230 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 231 FRANCOIS DUBET


admitirse que cada democracia está formada por la articulación original de y sin mantenimiento de los derechos fundamentales puede ser, y ha sido ya,
tres grandes principios, también de tres tradiciones de la filosofía política, en tiranía plebiscitaria y terror. El voto sin "virtud" ciudadana y sin derechos
ocasiones contradictorias en sus fundamentos y en su racionalidad. individuales se degrada en una competición política limitada a los partidos,
Una primera concepción de la democracia es una concepción contractual. "democracia formal" en la que las fuerzas políticas no representan más que
La democracia define, más que la participación política, los derechos y los a sus clientelas. Los derechos humanos sin participación política pueden pro-
deberes de los ciudadanos, que comparten una parcela de poder y que, por ducir apenas indiferencia política.
mediación de la Razón, de la Virtud y de la Nación, construyen una comuni- La necesidad de combinar todas estas dimensiones de la democracia es
dad política. Es lo que se llama, particularmente en Francia, la República. La lo que la aproxima a la experiencia social. Se ve bien cómo cada una de estas
democracia define lo que tienen en común los miembros de una comunidad concepciones de la democracia puede aparecer como la expresión política y
política, lo que los hace ciudadanos de una misma nación. La finalidad de esa normativa de cada una de las lógicas de la acción que estructuran la experien-
democracia es la integración de una sociedad de individuos que conceden a la cia social. La democracia del "contrato" de los ciudadanos define política-
comunidad política una parte de su individualidad. En ese sentido recorde- mente vínculos de solidaridad y de identidad. La democracia representativa
mos que cualquier democracia es siempre nacional, y que los ciudadanos son construye un "mercado" de rivalidades y de influencias políticas. La demo-
siempre los agentes de una nación o de un proyecto de nación, los miembros cracia de los derechos individuales define el espacio de lo que es autónomo,
de una comunidad de individuos que es unánime, pues procuran erigir una respetable, auténtico y "sagrado" en cada uno, sea o no sea ciudadano, esté o
voluntad general. no esté representado. El trabajo de un sistema político democrático consiste
El segundo sentido del término "democracia" designa su carácter repre- en articular estas dimensiones, de igual modo que el trabajo del actor radica
sentativo. La democracia se define como la representación legal y pacífica de en dar sentido a su experiencia. Pero en ambos casos, el del colectivo y el del
intereses opuestos, reconocidos y aceptados. La democracia es el sistema que individuo, la unidad del conjunto no es obvia. Cada sistema democrático se
trasforma las oposiciones sociales en rivalidades políticas legales. Ya no es define por sus tensiones, como lo hace la experiencia de cada uno. Así, desde
concebida como la expresión de una comunidad de individuos, sino como un el actor al sistema se establece un principio de continuidad formal. Y la de-
modo de participación competitivo para la toma de decisiones. Esta demo- mocracia surge, no como un ideal o como una forma institucional particular,
cracia implica entonces, que por mediación de los partidos, de las asociacio- incluso cuando esté necesariamente inscrita en un marco institucional, sino
nes y de los sindicatos, los intereses en competición se enfrenten de acuerdo a como el trabajo a través del cual un conjunto que no es ya un sistema "na-
reglas establecidas. De igual modo que la democracia contractual es siempre tural" logra construir una coherencia global que asocia la comunidad de los
nacional, la democracia representativa es a menudo censitaria, es siempre una individuos, la diversidad de los intereses y el respeto de las subjetividades
oligarquía electiva; no todos los nacionales votan y no todos los intereses es- individuales. La democracia organiza una coherencia social y surge así como
tán representados. Durante mucho tiempo incluso hemos calificado como una de las condiciones para el control de las experiencias individuales.
"democráticas" sociedades en las que las mujeres no votaban y en las que el No hay que considerar esta democracia solamente como una forma po-
derecho de asociación obrera estaba limitado. lítica "central". Es sin duda eso, pero no sólo, pues las relaciones sociales or-
Finalmente, una tercera tradición califica de "democráticos" los regímenes ganizadas dependen cada vez más claramente de una problemática cercana.
en los que los individuos se benefician de derechos "naturales" que les pro- La capacidad política de sostener conjuntamente los tres términos de la expe-
tegen de la omnipotencia del Estado, de la Iglesia y de las instituciones. La riencia define las modalidades de gestión de los problemas sociales, de las po-
democracia se define entonces como el respeto de los derechos humanos y de líticas locales, como el gobierno de las organizaciones que deben responder,
la persona contra los abusos del Estado; es el régimen de libertad de expresión al mismo tiempo a una exigencia de integración, a una exigencia de acción
y de asociación, el de la libertad de conciencia y del derecho de las minorías. racional competitiva y a la salvaguarda de un campo de acción individual
No es necesario que los individuos sean ciudadanos y electores para que esta autónoma. Evidentemente, esta representación supone la despedida del ore
dimensión democrática esté presente, pero no hay democracia sin ella. best way de las soluciones definitivas, de las sociedades reconciliadas y, por eso
Corno se ve claramente, incluso a partir de estas breves definiciones, la mismo, de gran parte del imaginario político de las sociedades industriales.
democracia sólo se realiza en aquellos casos en los que estos elementos se aso- Así, cuando la escuela ya no está gobernada por valores centrales, cuando no
cian y no se destruyen mutuamente. La ciudadanía sin competición electoral es ya una institución, se define "políticamente" por su capacidad para articu-

232 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 233 FRANCOIS DUBET


lar el espacio de una competencia, el de una integración reglada y el de una
formación de la individualidad. El mismo tipo de razonamiento podría serle
BIBLIOGRAFÍA
aplicado a las políticas migratorias, en las que no se puede discernir entre la
"República", la "Democracia" y la "representación comunitaria". Cada una de
estas exigencias se inscribe en una "esfera de justicia" particular, cada una está en
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