Dubet, Sociología de La Experiencia para Fichar
Dubet, Sociología de La Experiencia para Fichar
Dubet, Sociología de La Experiencia para Fichar
FRANWIS DUBET
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NIPO 004-10-022-5
ISBN 978-84-7476-496-3
Depósito I, M-48.704-2010
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11 FRANDOIS DUBET
incluso de conflictos centrales. "La sociedad" es al mismo tiempo moderna v, como versiones hay de ese problema: individualismo/holismo, objetivis-
encarnada en el marco de un Estado-nación, es un "personaje" y un conjunto mo/subjetivismo, micro/macro...
"real". En esa perspectiva, la sociología clásica "inventó" la sociedad. De he- Ahora no sólo el principio de unidad del campo se ha vuelto problemá-
cho, esta ilustración, exageradamente amplia, puede contener muchos mati- tico sino que, frente a la diversidad teórica, el estudiante, a menudo guiado
ces y sensibilidades ideológicas, y son muchas las sociologías principales que por razones aleatorias, elige respondiendo al encanto de los profesores o a la
no están integradas en él, pero sin embargo desde hace tiempo constituye una influencia de una u otra escuela en su departamento universitario. A veces
especie de fundamento esencial, de lengua compartida de los sociólogos. su elección está guiada por la identificación rápida de las teorías disponi-
Solamente los viejos manuales de sociología están redactados de este bles y por las familias de objetos empíricos: "sigue a Crozier" si se interesa
modo, colocando las nociones de rol, valor, institución, socialización, estra- por las organizaciones; "sigue a Bourdieu" si se interesa por la cultura y la
tificación y función en el centro de la representación de la sociedad y de la socialización; "sigue a Touraine" si se orienta a los movimientos sociales; "si-
sociología. No es ya esa imagen la que encuentran los estudiantes que abren gue a Boudon" si estudia situaciones de competencia o de escasez; "sigue a
un manual o un tratado, o que siguen estudios universitarios. La sociología Goffman" si le apasionan las interacciones... La lista no es exhaustiva. Estas
clásica aparece como una teoría entre otras, y la disciplina se presenta al no- actitudes tienen una ventaja indiscutible: pacifican el mundo de los sociólo-
vicio como la yuxtaposición de teorías autónomas, cada una con su propia gos pues los paradigmas no se aplican nunca a los mismos objetos. Pero esta
concepción de la acción, con su representación del sistema y de la sociedad, paz algo indolente tiene tres inconvenientes enormes. El primero, que de
con sus opciones metodológicas. De ese modo, la unidad de la disciplina se hecho teorías generales son tratadas como si fuesen teorías particulares. El
demuestra como una simple convención académica. El desmembramiento segundo, que las modas intelectuales desempeñan un papel central a causa
de la sociología se manifiesta especialmente en la diversidad de teorías de la de la debilidad de los criterios de elección. El tercer inconveniente puede ser
acción qu: .>,‘ proponen al aprendiz de sociólogo. El actor social, ¿es un es- el abandono, sin más revisión, de las aspiraciones de la sociología clásica.
tratega y la sociedad un tablero? ¿Es un Horno oeconomicus en una sociedad La dispersión del paradigma clásico no se explica sólo por la historia de
concebida como un mercado? ¿Es el actor de una interacción situada en una las ideas y por las "necesidades" de la competencia intelectual y científica. En
escena teatral? ¿O es acaso el agente de un habitus, una ficción de sujeto en efecto, por encima de su diversidad, la mayor parte de las teorías contempo-
un sistema todopoderoso? El individuo "concreto", ¿puede ser identificado ráneas comparten algunas críticas hacia la matriz esencial del modelo clásico.
con una sola de estas racionalidades o se inscribe en todas a la vez además de Se trata, en especial, del rechazo de la concepción clásica de la acción, en la
en otras muchas? No son preguntas meramente "escolares", pues todas estas medida en la que identifica de manera total al actor con el sistema y que con-
concepción es remiten a una definición de la acción asociada a diversos temas cibe la sociedad como un organismo "natural". Al fin y al cabo, lo que parece
, ,a ru:ropología, esto es, una definición de la "naturale- dominar hoy es la idea de distancia del actor al sistema, como lo expresan las
za humana". Está también asociada a una epistemología, según la que el actor representaciones "postmodernas" de la vida social y como sugieren las teo-
(L'he se: .‘studi,tu -bjc riente. Está ligada a una ética, pues cada una de rías que sostienen que los actores construyen la sociedad en los intercambios
est.-; 1-)ectiNft:, con, ■ ,11.a una relación con valores, ya que cada sociólogo cotidianos, las prácticas lingüísticas, las apelaciones a la identidad contra un
e:a:a ml-r, mell, ,s "comprometido", aunque solamente sea porque está siem- sistema identificado con la racionalidad instrumental, con la producción de
pre obligado a explicarse, directa o indirectamente, con sus "objetos". la sociedad como mercado formado por la suma de intereses... El actor y el
Cada una de estas teorías comporta además una representación del sistema se separan. Para unos, el vínculo de inclusión entre la acción social y
sistema que no es solamente una imagen de la sociedad y de su evolu- el sistema no da más de sí y la propia idea de sociedad concebida como sis-
ción, sino también una teoría de los vínculos entre el actor y el sistema, tema no puede ya ser aceptada. Para otros, la sociología clásica se mantiene
una manera de explicar los "hechos sociales". Mientras que el vínculo de bajo una forma crítica y desencantada: la autonomía del actor es una ilusión,
inclusión c ¡I; re el act(), y ci sistema estuvo en el centro de la sociología es la expresión misma del poder y de la dominación. Con la quiebra de la
clásica, lo que culmina con Parsons y la noción de acción, la dispersión sociología, la que se deshace es la imagen clásica de "la sociedad", más con-
del modelo clásico supuso múltiples soluciones, entre ellas algunas que cretamente, lo que observamos es la separación de las identidades culturales,
incluso condui )5.1 al rechazo de la idea de sistema. Conocemos algunas de la racionalidad instrumental y de la acción política; la unidad entre actor
de las parejas ineludibles de la sociología contemporánea, que son tantas y sistema no puede concebirse cuando ya no puede darse por hecha la unidad
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en rutinarias, "instalarse". El fracaso escolar y la dificultad de enseñar nos
dicen más de la escuela que los logros ejemplares, del mismo modo que los
jóvenes emigrantes y los "velos" de las chicas nos dan más información sobre
la nación que las declaraciones oficiales sobre la República.
El primer capítulo se concentra en el argumento central de la sociología
clásica: el actor de la sociología es el sujeto de la integración, es un individuo
en una sociedad percibida como un sistema, un Estado-nación y un conjunto
institucional. He querido dedicarme no tanto a un ejercicio de historia de la
sociología como a la construcción de un razonamiento sociológico del que,
incluso a pesar de mis propias críticas, no me alejaré nunca del todo. El se-
gundo capítulo está dedicado al agotamiento de esta sociología clásica y a la
quiebra del campo sociológico que deriva de ella.
Los tres capítulos siguientes conciernen a la sociología de la experiencia
propiamente dicha. El tercero apunta a definir las lógicas elementales de la
acción que se combinan en la experiencia social. Distinguiré tres: la lógica de
la integración, la lógica estratégica, la de la subjetivación. El cuarto capítulo
es un regreso a la problemática clásica, pues tiene como objeto las relaciones
de la experiencia social y del sistema. Destaca los tipos de "causalidad" que
construyen las categorías elementales de la experiencia y que poseen, al me-
nos analíticamente, una gran autonomía. El quinto capítulo se refiere al "tra-
bajo" del actor, a la manera en la que construye su experiencia y se constituye
como sujeto.
El último capítulo es de naturaleza metodológica. Plantea los principios
esenciales de una sociología de la experiencia que no quisiera solamente ser
una manera de leer las conductas sociales, sino también una manera de hacer
sociología.
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I. El actor es el sistema
14. E. Durkheim, Éducation et Sociologie (1922), París, PUF, 1968, p. 42. 18. J. Piaget, Le Jugement moral chez l'enfant, París, PUF, 1969.
15.'bid. 19.Éducation et Sociologie, op. cit., p. 40.
16. Ese hilo conductor, que va del cristianismo primitivo hasta la escuela republicana, re- (1912), París, PUF, 1967, p. 65.
20. E. Durkheim, Les Formes élémentaires de la vie religieuse
corre todas las páginas de L'Évolution pédagogique en France (1938), París, PUF, 1990. P. Bourdieu, "Genése et structure du champ religieux", Revue frangaise de sociologie,
21.
17.Éducation el Sociologie, op. cit., p. 58. XII, 1971, pp. 295-334.
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Bastante alejado de la perspectiva de Durkheim y más cercano a la de A fin de cuentas, la teoría parsoniana de la acción, que se inicia con un estilo
Weber, Parsons, en todo caso en sus comienzos, parte directamente de la idea weberiano, se presenta en la culminación con un estilo más bien durkheimia-
de acción definiendo el "acto unidad" (unit act) como el conjunto compues-
no. En efecto, Parsons abandona el problema weberiano de la heterogenei-
to por un actor que busca unos fines en una situación. El comportamiento dad y de la antinomia de los valores y se emplaza abiertamente dentro de la
del actor es intencional, lo que está lejos de ser un aspecto importante en el problemática clásica del orden. Si el recurso a los valores sitúa a Parsons en
acercamiento de Durkheim. El actor se esfuerza en vincular fines y medios. una filiación weberiana de la que siempre se reivindicó, no por eso compar-
Sin embargo, esta concepción de la acción es antiutilitarista, pues si los me- te con Weber las ideas de quiebra de valores y de conciencia patética, pues
dios pueden depender de los cálculos racionales, los fines vienen dados por para él el mundo de los valores es estable e integrado. Como señala Chazel,
la cultura, como en Durkheim, y son "arbitrarios", como en Weber. Por otro el sistema se caracteriza por la "propiedad de la integración compartida de
lado, la mayor parte de los medios son normas de acción compartidas por los valores'''. La propia autonomía del individuo es un imperativo moral que
actores. De esa manera, la crítica parsoniana del utilitarismo está muy cerca surge de los valores modernos derivados de la ética protestante.
de la durkheimiana: para que se establezca una jerarquía de elecciones que
afirme el principio de ophelimity, la teoría de las necesidades es insuficiente, En Hacia una teoría general de la acción, Parsons afirma de manera aún
más clara la homología entre el actor y el sistema formulando la tesis de
pues las necesidades están determinadas por valores colectivos. Sin la exis- acuerdo a la que es el sistema mismo el que debe ser definido en térmi-
tencia de virtudes individuales y colectivas combinadas entre ellas, no hay nos de acción'''. La teoría general de la acción es, de hecho, una teoría del
intercambios comerciales posibles. Las acciones "no lógicas" (que no reflejan sistema social que conlleva cuatro elementos invariantes: 1) la acción está
estrictamente la racionalidad instrumental) ni son ilógicas ni están sometidas orientada a valores; 2) supone cierta capacidad de adaptación; 3) se refiere
a los instintos, y están sin duda orientadas hacia valores. Como ha subrayado a normas que aseguran la integración social; 4) implica motivaciones, una
Bourricaud, hay una utilidad propiamente social de la acción. Pero el actor energía. El elemento más abierto de ese sistema, la adaptación, está en rea-
que adapta los medios a los fines no es un átomo de acción aislado, pues está lidad muy limitado, habida cuenta de que la iniciativa está limitada por las
ligado al sistema social por medio de la integración de los valores entre sí y otras tres dimensiones; además, está ligado a un cambio social cuyas condi-
de la interiorización subjetiva de esos valores. Así "la sociología es una teoría ciones se imponen al actor en el marco general de una evolución. Todas esas
analítica de los sistemas de acción social en la medida en la que tales sistemas dimensiones de la acción exigen una interiorización del sistema por parte
pueden ser entendidos como integrados por valores comunes"". de los actores, y así hasta el orden de la personalidad individual. Los már-
No obstante, la integración del actor en el sistema no se realiza sólo' por genes de iniciativa dejados a los individuos son, al fin y al cabo, funcionales,
medio de los fines y los valores, por la cultura. Los medios de los que dispone
adaptativos más que innovadores.
el actor, que definen su situación, también participan del sistema de acción Al definir, al mismo tiempo, el sistema de la acción al actor y al sistema,
en forma de normas, reglas, roles sociales y mecanismos de control. El actor las nociones de institución y de rol se vuelven centrales, pues son las que
no "elige arbitrariamente", en un conjunto abierto, los medios más adaptados permiten el paso de un plano al otro. De manera más concreta, las normas y
para la consecución de unos fines dados por una cultura, ya que, en el regis- los roles se conciben como la institucionalización de los valores, la piedra an-
tro propio del sistema social, estos medios están incluidos en la definición gular del sistema social, lo que "informa" la personalidad y las motivaciones.
de los roles atribuidos a los actores. Para abreviar, para que el actor actúe es "De esa manera Durkheim llegaba, con Freud y G. H. Mead, a esta proposi-
importante que esté "motivado", o dicho de otro modo, que haya integrado ción, que nos parece fundamental: el conjunto de las normas y de los valores
a su personalidad las razones de actuar y de desear los fines comunes. La dis- que definen las relaciones en las que consiste la sociedad están interiorizadas,
tinción analítica entre actor (la personalidad), medios (los roles y las normas) y desde este segundo punto de vista proveen de la estructura de su persona-
y fines (los valores) conduce a pesar de todo a una concepción integradora de
la acción, puesto que a cada uno de esos niveles le corresponde una dimensión
del sistema social que lo determina y de la cual la acción es apenas su anverso.
29. F. Chazel, La Théorie analylique de la société dans I'ceuvre de Talcoll Parsons, París-La
Haya, Mouton, 1974.
28. T. Parsons, The Structure of Social Action, op. cit., p. 768. 30. T. Parsons y E. Shils (eds.), Toward a General Theory of Action, Cambridge (Mass.),
Harvard University Press, 1951.
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lidad a los miembros de dicha sociedad". Independientemente de un juicio, de la adolescencia". Cualesquiera que sean el interés y la verosimilitud de
que no se puede dejar de compartir, acerca de esta interpretación de Freud y esta teoría —no estoy lo suficientemente informado como para juzgar todos
de Mead, esta fórmula tiene el mérito de la claridad. Los valores y las normas sus detalles—, sigue siendo el ejemplo de una voluntad de vincular, como
definen las relaciones sociales, que son de ese modo concebidas como roles dos caras de un mismo conjunto, al actor y al sistema, a la personalidad y a
regulados por normas y que remiten a valores. Este mismo conjunto cultural la sociedad.
y normativo es interiorizado por los individuos hasta lo más profundo de sí La teoría parsoniana de la acción colectiva (que de hecho será desarro-
mismos, hasta su personalidad. llada sobre todo por Smelser) participa de este modelo". La acción colectiva
En resumen, escribe Bourricaud, "la acción no es más que la relación de —dudamos de hablar de movimiento social— es analizada como un efecto
un individuo con una situación'''. Esta relación está mediatizada por un con- del cambio social sobre la estructura de la acción y del orden, es una conse-
junto de roles de los cuales sabemos que se organizan de acuerdo a un juego cuencia de la crisis producida por un cambio que no llega a estar institucio-
formalmente limitado, indica Parsons, organizado por la combinación de nalizado. Como procede de la crisis, la acción colectiva puede ser "irracio-
cinco variables de la acción estables, las pattern variables deducidas de la obra nal" cuando "asciende" hacia valores susceptibles de reconstruir, de cara a los
de Tónnies y de la tipología weberiana de la acción. Pero allí donde estos actores, la subjetividad perdida. "El comportamiento colectivo es la forma
autores percibieron, sea una evolución, sea dilemas, Parsons construyó un de acción típica de las personas apremiadas. Esta impaciencia irrita los con-
sistema de complementariedades funcionales. La educación es el aprendizaje flictos y compromete a los actores en caminos que alejan los objetivos que se
de las disposiciones para ocupar esos roles, y la psicología debe ofrecer en ese habían fijado'. El análisis parsoniano del nazismo ilustra esta perspectiva".
contexto una teoría de los aprendizajes y de las motivaciones. La desviación, La situación de Alemania bajo la República de Weimar se describe como
llamada alienación, proviene de un exceso o de un defecto de este aprendizaje; "anómica": crisis económica y social, conciencia nacional herida, legitimidad
sobre todo el exceso bloquea en especial la capacidad de adaptación a nuevas institucional débil... Los actores "ascienden" entonces hacia los valores de la
configuraciones de roles. La socialización debe establecer la coincidencia de fraternidad, hacia un "romanticismo" sostenido por un chivo expiatorio, ha-
roles y de motivos y, como expresa maravillosamente Parsons, en el proceso cia la unidad ofrecida por el amor al jefe: hacia un llamado directo a los valo-
de identificación, el actor debe identificarse con los "motivos del modelo". La res capaces de reconstituir la unidad psíquica y emocional de los individuos,
cultura no es sólo un Superyó, es también un Ideal del Yo que permite tanto que no son sino la faz subjetiva de la crisis del sistema. El problema entonces
la capacidad crítica como la autonomía ética. De todas maneras, al igual que es el de la integración y el de la institucionalización de los valores sociales.
en Durkheim, la acción social no incluye la necesidad de una distancia del Como Durkheim, que era, al mismo tiempo, afín a Jaurés y sociólogo de la
actor respecto al sistema o del actor respecto a sí mismo: "Cuando hablamos integración, Parsons es una persona "de progreso", partidario de Roosevelt,
de un individuo plenamente socializado, un rol no es algo que interpreta, es y un sociólogo conservador. Después de todo, esta doble orientación puede
algo que es"'. La aspiración de Parsons fue la de inscribir totalmente la cues- aparecer en uno y en otro como una de las manifestaciones de la tensión pro-
tión de la personalidad en el modelo de la acción social. Propuso entonces un pia de su trabajo, el intento de articular el orden y el cambio, la unidad de la
modelo de la socialización inspirado muy intensamente por la teoría genética sociedad y la autonomía moral de los individuos, en una teoría de la acción
freudiana, cuyas diversas etapas se corresponden a las funciones esenciales que los conjunte.
del sistema general de la acción. La "latencia" remite a la fusión con la ma-
dre y a la fase anal. La fase edípica, en la medida que implica el reconoci- 34. Cf. T. Parsons y R. F. Bales, Family Socialization and Interaction Process,
Glencoe,
miento de la ley, se asocia a la función de integración. La búsqueda de me- The Free Press, 1955. Esta teoría está desarrollada por C. Dubar en La Socialisation.
tas se corresponde, a partir de los ocho años, con la identificación al Superyó Construction des identités sociales et professionnelles, París, A. Colín, 1991.
de los padres, mientras que la adaptación se pone en escena en el momento 35. N. J. Smelser, Theory of Collective Behavior, Nueva York,The Free Press, 1963. Para una
presentación crítica en francés, cf. M. Dobry, "Variation d'emprise sociale et dynamique
des représentations: remarques sur une hypothése de Neil Smelser", Analyse de l'idéolo-
gie, París, Galilée, 1980, pp. 197-219.
p. 234.
31.T. Parsons, Éléments pour une sociologie de l'action, París, Plon, 1955, p. v. 36. Citado por Bourricaud, L'Individualisme institutionnel, op, cit.,
32. Bourricaud, L'Individualisme institutionnel, op. cit., p. 53. 37.T. Parsons, "Some Sociological Aspects of the Fascist Mouvement", Social Forces, 21,
33. Citado por Bourricaud, Ibid., p. 125. 1942, pp. 138-147.
34 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
35 FRANQOIS DUBET
emocional, de renuncia a los instintos y su transformación, la autoconciencia ligros, de desórdenes y de poderes autoritarios, en la que el individualismo no
de personas acostumbradas a ocultar un cúmulo de estallidos, de expresio- está atemperado por los vínculos comunitarios, los poderes intermedios y el
nes instintivas y deseos en enclaves de la intimidad privados y alejados de la temor de Dios. La sociedad de los individuos puede volverse una sociedad de
mirada del 'mundo exterior' o incluso en rincones del propio espíritu, en el masas atomizada, sumisa frente a las pasiones y a los intereses. Durkheim tie-
semiconsciente o en el inconsciente. En suma, esta autoconciencia se corres- ne los mismos temores ante la anomia. Elias explica que un Yo sin Nosotros
ponde con una estructura del espíritu que aparece en determinadas etapas es patológico, puro narcisismo, pura ilusión, nada más, de hecho, que la des-
del proceso de una civilización. Está caracterizada por una diferenciación y trucción de lo social.
una tensión especialmente fuertes entre las órdenes y prohibiciones sociales En cualquier caso, el individuo no es una ilusión, tanto como lo son el
asumidas como autoinhibiciones y los instintos e impulsos no superados o rechazo y las r epresentaciones de la vida psíquica que produce. Pero la so-
reprimidos"". El proceso de individuación resulta entonces de la civilización, ciología clásica rechaza la representación dualista del individuo, necesaria
de la división del trabajo social, pues la complejidad refuerza el autocontrol a porque está socialmente construida en el proceso en el curso del cual el actor
expensas del control comunitario, en el que cada cual está permanentemente interioriza, por medio de las instituciones, las coerciones, la cultura y las ex-
vigilado por todos. Este control de sí es también una represión aceptada que pectativas sociales. En esa perspectiva, la vocación de la sociología es mostrar
produce lo reprimido, el inconsciente concebido como aquella parte de la na- cómo las categorías de la práctica y de la experiencia personal no son, de he-
turaleza que sigue parcialmente insumisa al imperativo moral. Las categorías cho, sino las del conjunto de la sociedad. El desvelamiento de los mecanismos
para la descripción de la experiencia del Yo son, pues, categorías sociales. La de la socialización se convierte en una especie de imperativo general de la
idea de Yo surge de la "tensión propia de la socialización": cuanto más fuerte sociología: se trata de mostrar cómo conductas percibidas como elecciones y
es el control social interiorizado, más es lo que se reprime de las pulsiones y libertades están de hecho socialmente constituidas, cómo conviene explicar
más se desarrolla el sentimiento del Yo, el sentimiento de ser un individuo lo social por lo social, cómo lo social es, hasta cierto punto, autosuficiente. La
particular cuyos sentimientos, emociones y reacciones sólo le pertenecen a acción social no es el reino de la libertad, pero no es percibida tampoco como
él. Desde el final de la Edad Media, el individuo se percibe como un sujeto y un condicionante, o como un determinismo, sino como una interiorización
mira el mundo que le rodea como un objeto, "como algo de lo que le separa de lo social que permite al individuo producir o "inventar" las conductas
un abismo (...); [es ésa la causal de que se sienta a sí mismo como observador adaptadas al funcionamiento de ese sistema, cuyos principios fundamentales
externo del resto de la naturaleza y sienta esta naturaleza como 'paisaje', de hace suyos transformándolos en categorías del Yo. Cuanto más interioriza
que se considere a sí mismo como un individuo independiente de todas las lo social, más autónomo es el individuo, pero el sociólogo clásico no puede
demás personas y a las demás personas como unos seres extraños que ori- creer que esta vivencia de la autonomía sea la libertad, pues procede de la
ginalmente nada tiene que ver con él, como un 'ambiente', un 'medio', una integración social y del trabajo de la socialización. Debe entonces mostrar
`sociedad'"". Resulta entonces natural que el actor social se perciba como no de qué modo la acción de los individuos, incluida la acción más personal (la
social, como "propietario de sí mismo", que sólo perciba la posición relacional elección de pareja, la decisión del voto, los gustos estéticos, las maneras de
y la historia excepcional que le hacen, a sus propios ojos, único. El individuo conocer o las prácticas religiosas) está socialmente constituida y, a poco que le
se siente como un Yo puro, como el sujeto clásico del conocimiento: "Un busquemos una explicación causal, determinada.
adulto que nunca fue niño"".
La sociología clásica es al mismo tiempo el producto de la modernidad 3. LA IDEA DE SOCIEDAD
y de su crítica, pues cuando el individuo moderno autónomo y crítico cree
escapar de lo social, queda vacío, desesperado y alienado. Basta con recordar En la tradición sociológica, la idea de individuo se asocia a la de sociedad. Del
en este sentido los análisis de Tocqueville, que ve en la democracia el ascenso mismo modo que el sociólogo cree en la existencia del individuo, cree aún
de un individualismo igualitarista, producto de una civilización plena de pe- más intensamente en la de sociedad, noción que es, evidentemente, aún más
central, pero noción tan compleja, ambigua y polisémica que son muy pocos
los que se han aventurado a definirla. Así, dos tratados de sociología recien-
42. N. Elias, La Société des individus, op. cit., p. 65.
tes no incluyen la voz "Sociedad" v una famosa enciclopedia dedica cuatro
43. lbid., p. 99.
44. lbíd. p. 159.
40 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
41 FRANCOIS DUBET
Sin embargo, sea relativo o absoluto, el funcionalismo ha dominado la re- organización industrial, el lugar de cada uno se define por su utilidad social,
presentación de la sociedad, percibida como la distribución de funciones que por su contribución a la producción colectiva. Esta utilidad está muy ligada
aseguran la integración a través de distintos órganos e instituciones, hasta el a la visión organicista, funcionalista pues, de toda la sociedad. La nueva mo-
punto de que durante mucho tiempo era evidente que la explicación socioló- vilidad social ofrecida por las normas de achievement y por las brutales trans-
gica consistía en aclarar las funciones desarrolladas por las instituciones, las formaciones estructurales no impide que la sociedad sea percibida como una
creencias, las conductas —incluidas aquellas que parecen a priori más disfun- jerarquía ordenada cuyos niveles sustituyen a las antiguas barreras.
cionales, como la desviación, por ejemplo . La sociedad moderna posee una Esta jerarquía establece las costumbres, los gustos y las aspiraciones de
unidad funcional compleja, que habilita el análisis en términos de sistemas los miembros de la sociedad. De hecho, la sociología, en Halbwachs por
en los que cada elemento no tiene otra utilidad que no proceda de la contri- ejemplo, rápidamente hizo suyo el objetivo de explicar las conductas de los
bución que le vincula al sistema general de la sociedad. actores con arreglo a la posición que ocupan en ese sistema 60. Se privilegian
Esta imagen relativamente abstracta y teórica de la sociedad no puede temas como los de la producción, el consumo o las necesidades pues es a
separarse de la representación histórica de la sociedad como Estado nacional través de estas conductas como los individuos ocupan un lugar en el siste-
en el que está asegurada la integración de una cultura, de las instituciones ma y lo reproducen. El mismo tipo de razonamiento dominó por mucho
y de un sistema económico. La sociedad no existe realmente más que en la tiempo la investigación sociológica, en la que la explicación estaba garanti-
medida en la que los individuos son capaces de vincular una cultura que es- zada cuando la correlación entre una conducta y una posición social parecía
tablece sus representaciones, sus aspiraciones y su moral, a su adhesión sobre establecida y constante. La teoría de Bourdieu sobre los diversos tipos de
todo a las instituciones políticas y a sus actividades económicas en un merca- capitales y sus modos de conversión es una formalización especialmente
do regulado por esas instituciones y esos valores. De ese modo, una sociedad elaborada de esta representación.
"concreta", Francia por ejemplo, es también un sistema integrado, formado La jerarquía no es sólo la expresión de un orden funcional, es también
por el espíritu de una cultura nacional, de una "civilización", por un sistema conflicto, y la sociología clásica no rechazó el asunto del conflicto, como se le
económico autónomo y distinto de su entorno internacional, y por la sobera- ha reprochado en ocasiones. La oposición de los sociólogos del orden y de los
nía de un Estado y de un sistema político. Las nociones marxistas de modo de sociólogos del conflicto se nos muestra entonces ligeramente artificial pues
producción y de formación social no escapan totalmente de este tipo de repre- para Tónnies, como para Marx o para Durkheim, producir el conflicto es
sentación, ya que la formación social no tiene ni unidad ni existencia reales si algo que está en la naturaleza de la propia sociedad; eso es lo que la distingue
no es por el dominio de un modo de producción que asegure la integración del unanimismo comunitario. De acuerdo al modelo de la división constric-
funcional de la sociedad, incluso si es la dominación de clase la que impone tiva del trabajo elaborado por Durkheim, el conflicto social es inevitable, ya
esta unidad funcional. que no hay ajuste automático y perfecto entre las posiciones sociales y los
valores de la sociedad que los legitiman. También Parsons concede más es-
3. 4. La sociedad es un conflicto regulado pacio al conflicto de lo que suele decirse'. El conflicto se percibe como una
forma de "contradicción" provocada por el encuentro de un orden social y
Esta última imagen de la sociedad está estrechamente articulada con el ca- de un cambio que desestabiliza sin cesar las posiciones de los actores. Las
rácter industrial de las formaciones sociales en las que se construyó el pen- "frustraciones relativas" son, pues, inagotables, y provocan, en particular en
samiento sociológico. La sociedad es un conjunto estratificado, dividido en las relaciones de producción, conflictos que conducen a nuevos ajustes. Los
clases sociales en función de un reparto desigual de los recursos y de las con- conflictos de clase de la sociedad industrial son estructurales, pero están ins-
tribuciones. Aunque descanse sobre una base de creciente "igualdad de con- titucionalizados y, a fin de cuentas, terminan por reforzar la integración del
diciones", la división moderna del trabajo separa los grupos, atribuyéndoles sistema y de los actores. El conflicto posee una función, como cualquier ele-
tareas específicas. Aquí, la noción de sociedad se mezcla estrechamente con mento de la sociedad a priori disfuncional, la desviación por ejemplo, a no ser,
la de sociedad industrial. La relación con la producción y con la naturale-
za es la que establece la jerarquía social y hace de ella un orden funcional,
(1912), París, Gordon and Breach,
oponiendo a quienes detentan los recursos y las decisiones económicas y a 60. M. Halbwachs, La Classe Ouvriére ét les Niveaux de vie
63. N. del T.: Si l'Héxagone (el hexágono) refiere figuradamente a Francia, en alusión a la
forma del perímetro de su territorio continental, "hexagonal" refiere entonces a un campo
"estrictamente francés".
49 FRANCOIS DUBET
de paradigmas débilmente conectados entre los que los debates son infre- tivas. La idea según la cual bastaba retirar los obstáculos al desarrollo_desde
cuentes. Los manuales de sociología se construyen como catálogos de temas, una acción voluntaria y revolucionaria para que las sociedades dominadas
lo que es normal, pero también como catálogos teóricos que suman teorías y subdesarrolladas pudiesen retomar el gran río de una historia percibida
definidas como conjuntos cerrados, lo que plantea más problemas para una como la sucesión de etapas necesarias, se deshizo con la transformación de
disciplina que reivindica tener un estatuto científico. esos regímenes en totalitarismos o autoritarismos a menudo incapaces de ase-
gurar el desarrollo económico, la democracia y una modernización cultural
1. LA CRISIS DE LA IDEA DE SOCIEDAD profunda. Tampoco los Estados nacionales revolucionarios surgidos tras la
descolonización lograron promover el desarrollo económico y la democracia.
La crisis de la idea de sociedad no se refiere, evidentemente, a lo que normal- Pero ¿nos autoriza eso a decir que el triunfo de la alternativa liberal y del
mente llamamos la "crisis social". Es la crisis de esa representación particular mercado confirma la visión evolucionista, que instaura al fin el reino de la
de la vida social que se llama en la sociología clásica "la sociedad", crisis que sociedad, que establece el fin de la historia? No lo parece. Vemos que en el
no debe ser extendida, como en ocasiones se dice bajo pretexto de postmoder- corazón mismo de las sociedades occidentales renacen los nacionalismos co-
nidad, a la propia realidad de los movimientos sociales. Si se acepta la con- munitarios, las luchas por la identidad, los movimientos religiosos, que no re-
vención con arreglo a la cual hemos definido las cuatro características de la chazan todos los avances pero que los separan del proceso de modernización,
idea de sociedad, debemos hacer ahora el seguimiento de la transformación o cultural y político. En las sociedades dependientes, estas contratendencias no
del debilitamiento de cada uno de esos elementos". pueden ser reducidas a simples fracasos del desarrollo, como bien indica, por
ejemplo, la revolución iraní". Además, los distintos renacimientos comuni-
1. 1. Evolución y cambio" taristas étnicos y religiosos no nacen necesariamente entre los marginados del
desarrollo, el crecimiento y la modernidad'.
La idea de sociedad se ha identificado siempre con las de modernidad y de Buena parte de la sociología, que estuvo durante largo tiempo vincula-
evolución, siendo "la sociedad" la forma de organización social moderna ins- da al evolucionismo, se desestabiliza por causa de esta crisis. Como señala
crita en una evolución necesaria. El concepto de sociedad articulaba una teo- Riviére, un cierto número de mitos se quebraron tras la fase de la moderni-
ría del orden con una teoría del cambio. El evolucionismo de los sociólogos zación asociada al período llamado de "sustitución de importaciones'. En
sostenía la asociación "natural" del desarrollo económico, de la moderniza- particular se trata del papel de las "industrias industrializadoras", del papel
ción social y de la democracia política. Dicho más exactamente, la moderni- del Estado y, sobre todo, de la función de freno del imperialismo, que no
zación debía integrar alrededor de principios comunes a la economía, a la aparece ya como el obstáculo absoluto y único al desarrollo. A pesar del desa-
organización social y a la cultura. Desde un fin de siglo al otro, ese esquema rrollo económico, en numerosos casos la dualización de la sociedad persiste.
se ha debilitado considerablemente y los cimientos de la oposición entre co- La gran ciudad tercermundista continúa siendo a menudo más un símbolo
munidad y sociedad se han deshecho. La mayor parte de estas mutaciones de las fragmentaciones sociales que de las luces de la modernidad...
son tan conocidas y han sido tan comentadas que es inútil insistir más en Mucho más activa, y seguramente también mucho más influyente sobre
ellas. Recordémoslas a modo de resumen. el pensamiento social, fue la respuesta a la modernidad, nacida en el corazón
La puesta en entredicho más llamativa vino desde los Estados y partidos mismo de las sociedades occidentales. La crítica a la ideología del progre-
marxistas que se habían identificado de manera más intensa como el propio so, durante mucho tiempo marginal o asociada a tradiciones conservadoras
movimiento de la historia, del avance del progreso y de las fuerzas produc- o reaccionarias, se extendió vigorosamente en los años setenta en la mayor
parte de las sociedades occidentales, en las que la reflexión y el movimiento
64. El asunto que se recorre en esta sección fue ya abordado por Alain Touraine, "Une
sociologie sans société", art. cit. En este sentido pueden también recordarse los análisis
de J. Habermas (Raison et Légitimité, París, Payot, 1978), que observa una disociación de París, Presses
66. F. Khosrokhavar, L'Utopie sacrifiée. Sociologie de la révolulion iranienne,
los distintos elementos del sistema social que se manifiesta en la crisis de legitimidad y de la FNSP, 1993.
en la separación del sistema y del "mundo de la vida". 67. G. Kepel, La Revanche de Dieu, París, Éd. du Seuil, 1991.
65. Esta sección toma mucho de F. Dubet, "Aprés l'évolutionnisme, y a-t-il une sociologie Année Sociologique,
68. C. Riviére, "Introduction: développement 'corrigé' ou 'retraité —,
du changement?", Connexions, 45, 1985, pp. 16-35.
42, 1992, pp. 25-46.
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ecologistas fueron adquiriendo, poco a poco, carta de ciudadanía. La idea del Pero no se gana gran cosa sustituyendo la idea del factor único del cambio
desarrollo infinito fue sustituida por la de un mundo finito y cerrado. El pos- por la de convergencia o por la de combinación de causas del cambio, puesto
tulado moderno del hombre dueño y soberano de la naturaleza y de sí mismo que incluso en las versiones moderadas del determinismo histórico, el cambio
gracias a la ciencia v la razón queda malparado por el doble llamamiento a continúa concibiéndose como una historia natural debida a la combinación
una historia social de la naturaleza y a la humanidad como parte de esa na- de causas no sociales: la demografía, las fuerzas productivas, la tecnología o
turaleza. La confianza en la ciencia se ve amenazada por la crítica del poder las aventuras del Pensamiento lEspritl... La sociedad reacciona a causas aje-
y de la soberbia de los aparatos científicos y de los riesgos provocados por su nas a sí misma, su historicidad no le pertenece. Es el cambio el que conduce a
desarrollo "ciego". Todo lo que la confianza en el progreso pudiese tener de las sociedades más que ser éstas las que producen el cambio. La mayor parte
encanto y magia se transformó en despecho y amargura. Poco importa que de esas críticas apuntan también hacia las teorías críticas del cambio, las teo-
esos movimientos ecologistas sean ambiguos, heterogéneos, a menudo con- rías del desarrollo que entienden aue la dependencia económica es la única
servadores. v que opongan al progreso el "romanticismo" de los equilibrios causa del subdesarrollo". Puesto aue la sociología del cambio está demasiado
v del scr natural: poco importa también aue la crítica de la ciencia pretenda claramente ligada al evolucionismo. aparece como el "rostro científico" de las
apoyarse sobre un razonamiento científico mientras esté claro que la instala- ideologías de progreso del último siglo. También Nisbet profesa en este cam-
ción de una sensibilidad ecológica v su larga transformación en fuerza políti- po un absoluto escepticismo. afirmando incluso une el estudio del cambio
ca indiquen una importante transformación: el declive del evolucionismo del debe ser dejado para la historia. Los grandes cuadros, al estilo de Parsons.
progreso natural y científico''. los de las "tendencias" y las "etapas", deben dejar su lugar al análisis de expe-
Es también importante no subestimar una dinámica "postnietzscheana" riencias históricas específicas. puesto que las teorías demasiado globales del
crítica de la modernidad, cuya influencia fue extremadamente relevante en cambio no pueden someterse a criterio de verificación alguno. Las filosofías
Francia a través de la obra de Foucault. El reino de la Razón, no sólo el de la de la historia. tanto en sus formas evolucionistas como en las historicistas. va
razón instrumental. DUCS se trata de la "voluntad de saber", se asocia. incluso no pueden sostener la sociología del cambio. Parece más razonable conside-
se identifica. con la formación de nuevos dispositivos de poder. El mismo rar aue las teorías clásicas del cambio y de la modernización proceden de una
sujeto libre de la razón se transforma en apenas una representación del poder particular coyuntura histórica: el momento en el que algunos Estados-nación
interiorizada en la idea de suieto autónomo, en la convicción de la realidad occidentales podían identificarse con el desarrollo económico. la moderniza-
de un individuo dueño de su Yo. El gran relato de la modernidad v de la ción cultural y la conauista colonial.
evolución no es va el de la liberación y el conocimiento, sino el de la historia La crítica de las teorías clásicas del cambio afecta a algunos de los concen-
del sometimiento. Tal rechazo no convoca. evidentemente, a los viejos equi- tos centrales de la sociología, sobre todo a aquellos que se sitúan en la articu-
librios y a las comunidades tradicionales, ni nada tiene aue ver con la crítica lación entre el orden y la evolución. Desde las teorías críticas. Castoriadis ha
"contrarrevolucionaria" V romántica. Pero también aquí, como en el caso de evidenciado las dificultades no sólo ideológicas sino lógicas a las que condu-
la ecología, el eco que encontró esta idea puede interpretarse como un indica- cía identificar un actor social, el proletariado, con el sentido de la historia.
dor muy sólido del desencanto. esto es, con la modernización". La doble afirmación de una lógica de la evo-
La crítica del evolucionismo v, en consecuencia, de su vínculo con la idea lución económica como fuerza de cambio y de los conflictos de clase —de-
de sociedad atraviesa la sociología clásica, que desde este punto de vista no re- terminados por las leyes contradictorias de esa evolución— como agentes de
sulta ser más que una de las modalidades de este pensamiento social. Algunas ese cambio lleva a yuxtaponer. hasta confundirlos. el reino de la necesidad
críticas, más antiguas, son menos radicales; sin embargo, a partir del rechazo con el de la libertad en el proyecto de una política concebida científicamente.
del "factor dominante", del económico, del demográfico, del tecnológico, que Castoriadis mostró cómo la noción de contradicción era el operador que per-
determine la evolución, ponen en tela de juicio los modelos más clásicos2"... mitía afirmar al mismo tiempo que los conflictos y la acción de los hombres
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"hacen la historia" y que esta historia es necesaria y responde a leyes. La idea dos partes, como si las categorías del orden y las del cambio estuviescrunnidas
de contradicción quiere articular dos órdenes de realidad diferentes pero por un principio de continuidad. Ni la idea de contradicción, que designa
confundidos: el del funcionamiento de un sistema y el de la acción humana y al mismo tiempo un estado del sistema y un conflicto social, ni la de crisis,
las relaciones sociales, el de las leyes objetivas y el de la conciencia de los actores. que caracteriza un estado del sistema y las representaciones subjetivas de los
El propio marxismo se hace contradictorio, pues los conflictos son los agentes actores, parecen aceptables toda vez que la teoría del cambio se ha deshecho
del cambio, cuando es el cambio quien les define y les confiere así su sentido de su antigua base evolucionista y/o historicista.
objetivo. Por eso el marxismo "real" oscila sin cesar entre el voluntarismo La distinción analítica entre problemas del orden y problemas del cambio
de la ruptura política conducida por una vanguardia consciente y el someti- debe mucho a la sociología histórica comparada, que matizó enormemente, si
miento a las leyes necesarias de la Historia. no es que directamente los quebró, los grandes frescos de la evolución. Estos
Por parte del funcionalismo clásico, la interpretación de la acción colec- trabajos subrayan la multiplicidad de procesos de cambio y de moderniza-
tiva en términos de crisis originadas por la modernización presenta dificul- ción que, al contrario que en la imagen clásica, no conducen a la formación
tades comparables. En verdad, el actor no actúa, es decir, no se moviliza ni de un sistema funcional que sea "moderno" en conjunto, en su cultura, en su
va más allá de la simple realización de los roles que se le atribuyen, a no ser economía y en sus instituciones políticas. El juego de arreglos entre los diver-
en caso de que una crisis del sistema, dicho de otro modo, de un cambio, sos niveles del sistema es bastante más abierto que lo que suponían las teo-
desestabilice sus expectativas y sus identidades. Cuando los actores ven des- rías clásicas. Ni el modelo inglés ni el americano pueden ser tomados como
aparecer las formas de integración y solidaridad tradicionales se movilizan los caminos reales y acabados de la modernización. El privilegio anglosajón,
para "resistir" o para encontrar antiguas formas de integración. Una de las el de haber sido el primer caso de modernización "acabada", no puede ser
versiones más características de esta concepción de la acción colectiva es la transformado en el one best way. Los trabajos de Barrington Moore muestran
de la teoría de la sociedad de masas propuesta especialmente por Germani que el caso inglés de una industrialización protagonizada por una burguesía
y Kornhauser: la acción colectiva se presenta como una reacción al cambio, asociada a un Estado débil en el interior pero imperial en el exterior, no es
como la defensa de un equilibrio pasado mezclado con el sueño de un nuevo más que una forma particular de la modernización, la que la sociología clá-
orden". Esta interpretación ha sido muy discutida, particularmente cuando sica universalizó". A causa de que esta sociedad ha vivido la modernización
considera las conductas en términos de resistencia al cambio, pues sería sen- como el resultado "natural" de la extensión del mercado, de la secularización
cillo mostrar que implica la identificación con el punto de vista "racional" de y de la democracia podemos estar tentados de darle a ese modelo un alcance
los dirigentes y un postulado de irracionalidad del actor en lo que se refiere a general. Sin embargo, ni la Alemania de Bismarck, ni el Japón de los Meiji,
su conocimiento de las evoluciones necesarias". Estas teorías en las que la ac- ni Italia, ni en cierta medida tampoco Francia, se modernizaron de acuerdo
ción colectiva es tratada como la respuesta a crisis provocadas por un cambio con ese modelo. En cada uno de esos casos, la naturaleza misma del proceso
procedente del exterior han sido también desacreditadas por la observación de cambio creó tipos de sociedades diferentes, que comparecen como otros
de las movilizaciones que a priori las tenían que ilustrar mejor: no son nece- tantos rostros de la modernidad o, si se quiere, de "la sociedad". El cambio no
sariamente los actores en crisis los que más se movilizan en los movimientos es un proceso puramente endógeno. ni tampoco un sencillo encadenamiento
de corte autoritario o fascinante, que sin embargo fueron considerados como histórico "aleatorio". En este terreno, la posición más aceptable es probable-
la ilustración más típica de este análisis". mente la de Boudon, que propone "un determinismo bien temperado", el
Desde el punto de vista de la teoría sociológica, se hace cada vez más di- de las "teorías condicionales", "pues en general existen respuestas variadas a
fícil clasificar las conductas sociales con arreglo al eje del "progreso" y de la una demanda estructural y algunas innovaciones no responden a demanda
"resistencia", como si el cambio social cortase la sociedad en dos campos y en alguna'. De manera aún más clara, es conveniente atender a Touraine, que
propone distinguir radicalmente modernidad y modernización, sincronía y
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67 FRANCOIS DUBET
deseo de ser el autor de la propia vida, a la totalidad orgánica de la sociedad. 2. 2. La acción es una práctica
"Advierto la colisión más completa y de más vastos alcances entre la sociedad
y el individuo, no en el aspecto que asumen los intereses particulares, sino en La destrucción del individuo de la sociología clásica ha seguido un camino
la forma general de la vida individual. La sociedad aspira a la totalidad y a la completamente distinto, opuesto a la precedente, por mediación de la so-
unidad orgánica, donde cada uno de sus miembros constituya sólo una parte, ciología crítica, que dice que el Yo y el individuo son ilusiones. Esta lógi-
un componente. El individuo, como parte de la sociedad, tiene que cumplir ca intelectual, que en la sociología francesa encarna la importante obra de
funciones especiales y emplear todas sus fuerzas; todos esperan que perfec- Bourdieu, está sin embargo muy cercana de la sociología clásica, y reivindica
cione sus aptitudes hasta el punto de convertirse en el ejecutor más calificado el triple patrocinio, de Durkheim, de Marx y de Weber, al tiempo que dota a
de esas funciones. Pero a este rol se opone la inclinación del hombre por la esta filiación de un sentido muy particular'''.
unidad y la totalidad, como expresión de su propia individualidad"n 7. Esta La noción de práctica procede de la voluntad de superar la alternativa
individualidad corresponde a lo que Simmel llama "temperamento", del cual entre el "subjetivismo" y el "objetivismo", entre el punto de vista del actor
la obra de arte es la expresión más precisa. El ideal individual se ha disociado y la lógica del sistema'". Planteado así, el problema sigue siendo el de la so-
del estado de naturaleza, pues cada uno "debe" ser excepcional'''. La separa- ciología clásica, particularmente el de Parsons: ¿cómo vincular la actividad
ción de la objetividad social y de la subjetividad individual crea una "antino- autónoma de los individuos y la coherencia del sistema? Bourdieu rechaza al
mia moral": el trabajo, la naturaleza, la autoridad, la religión, la arquitectura, mismo tiempo el objetivismo, según el cual la acción sería la aplicación de un
el amor... son formas en las que la experiencia individual nunca se reconoce rol ya totalmente escrito, "un rito en marcha", y el subjetivismo, que implica
totalmente. No se trata solamente, como en Tocqueville, del corte entre lo el reconocimiento de un actor libre, llevado por sus intenciones. Así, la acción
privado y la gran sociedad, sino de una cesura que anida en el corazón mismo no es ni mecánica ni estrictamente racional. Incluso en el caso en que el indi-
de la acción individual. Aquí la alienación no es ni la ausencia de sociedad, la viduo escoja la libertad, como en la apuesta de Pascal, eso no impide que sea
anomia, ni la explotación que separa al hombre de sus obras; descansa sobre a causa del sometimiento a los ritos sociales, a la "fe del carbonero", que esta
la objetivación del mundo. Sin embargo, la tragedia de la cultura no se vive libertad pueda realizarse; las "formas" de la fe establecen su "contenido".
necesariamente como un drama; se manifiesta frecuentemente como nostal- Conocemos cuál es la respuesta de Bourdieu a esta disyuntiva: la práctica
gia, como el sueño de una perdida adhesión a la comunidad'''. Por esta razón es la realización de un habitus, es decir, de un conjunto de códigos y de dis-
el extranjero aparece como la figura emblemática de la modernidad: a pesar posiciones adquiridos tempranamente y que el individuo pone en práctica
de su "errancia", permanece en la "metrópolis", en sociedad. El extranjero no en circunstancias variadas. Este conjunto produce conductas "objetivamente
es aquel que pertenece a otra cultura; está en el centro mismo de la sociedad, `reguladas' y 'regulares' sin ser el producto de la obediencia a reglas y, a la
separado de ella por su individualidad, por una "reserva" y una indiferencia vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser producto de la acción
protectoras. Es el precio del desarrollo de la subjetividad. El declive del in- organizadora de un director de orquesta"'". La acción no es una respuesta a
dividuo de la sociología clásica no se manifiesta como signo de la crisis de la las coerciones, no es entonces un comportamiento, pues el habitus es, a la vez,
modernidad sino como el mecanismo de separación de la subjetividad y de programación y estrategia. Es una estrategia necesaria en la medida que la
la objetividad, separación que está inscrita en la propia modernidad. En con- racionalidad social no es "deliberativa". El individuo se presenta como una
secuencia, la sociología clásica, que postula que el actor es el sistema, puede mónada, construida sobre un habitus que establece un principio de coheren-
entenderse corno la representación cientificista de esta modernidad". cia con el conjunto social, al modo de la orquesta sin director de Leibniz. El
117.G. Simmel, Sociology of Religión (p. 48), citado por R. Nisbet, La Tradition sociologique, 121. Estas pocas líneas no son una presentación crítica de la teoría y del trabajo de
op. cit., p. 378. Bourdieu, pues no se refieren más que a la definición de la práctica. Para una presentación
118. Acerca de la filosofía de Simmel, cf F. Leger, La philosopohie de Georg Simmel, París, crítica extensa, puede verse J. Alexander, The Reality of Reduction: The Failed Synthesis of
Kimé, 1989. Pierre Bourdieu, multicopiado.
119. G. Simmel, Tragédie de la culture et Autres Essais, Marseil le, Rivages, 1988. 122.El texto central es: P. Bourdieu, Le Sens pratique, París, Ed. de Minuit, 1980.
120.Es ése un punto que ha puesto en evidencia con fuerza S. Moscovici, quien en tal sentido 123. lbid. p. 89. Acerca de esta noción, cf F. Herán, "La seconde nature de ('habitus.
aspira a "rehabilitar" a la psicología contra el sociologismo, aunque no estoy totalmente se- Tradition philosophique et sens commun dans le langage sociologique", Revue franlaise
guro que sea exactamente de eso de lo que se trate. Cf La Machine á (aire des dieux, op. cit. de sociologie, XVIII, 1987, pp. 385-416.
125. F. Chazel, "French Sociology at the Beginning of the Nineties", Revue Suisse de soci-
124. P. Bourdieu, Choses diles, París, Éd. de Minuit, 1987, p. 26. ologie, 1, 1992, pp. 197-213.
126. F. Bourricaud, "Contre le sociologisme", art. cit. 128. P. Berger y T. Luckmann, La Construction sociale de la réalité, París, Méridiens-
127. Más aún que ala de Bourdieu, estas criticas apuntan a la teoría de Althusser. Klincksieck, 1986.
129.lbid., p. 129.
130.C. Dubar se inspira claramente en esta perspectiva en su estudio sobre los cambios 131.E. Goffman, Les Cadres de l'expérience (1974), París. Éd. de Minuit, 1991, p. 22.
de identidades profesionales. Cf La Socialisation, op. cit. . 132.E. Goffman, Les Rites d'interaction, París, Éd. de Minuit, 1974, pp. 338 y 341.
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La presentación, premeditadamente plana y poco crítica, de estas pocas modelos sustituye a la antigua unidad. En ese caso, la crisis de una sociología
teorías de la acción, tenía como objetivo evidenciar la ruptura del campo de la es también la crisis de la sociología, es decir, de un tipo de pensamiento so-
sociología'". Si hubiésemos abordado este tema desde el punto de vista de los cial de la modernidad y de modelo global autosuficiente que constituyó, por
métodos o desde el de las representaciones de la sociedad, las conclusiones no ejemplo según Nisbet, el propio proyecto de la sociología'". ¿Sobrevive la
hubiesen sido muy distintas. Podemos interpretar esta dispersión desde dis- sociología al desvanecimiento del contexto y de las condiciones intelectuales
tintos puntos de vista: el de una historia de las ideas o aquel, más sociológico, y sociales en las que se elaboró?
de una historia social que asocie las teorías sociológicas a los contextos sociales Lógicamente la quiebra de la sociología clásica debería conducir a una
que las generan. No son las perspectivas que se eligieron aquí. respuesta negativa. Después de todo, a priori nada impide que la sociología
Estoy tentado, más exactamente, de considerar que la actual quiebra de conozca un destino comparable al de disciplinas "emparentadas" como la
la sociología, la quiebra en conjunto más que cada uno de los elementos que geografía o la psicología, cuyos principios centrales se han atomizado en es-
se derivan de ella, nos informa sobre la naturaleza de las conductas sociales pecializaciones particulares entre las que en ocasiones el diálogo es, más que
que el sociólogo debe estudiar hoy, a poco que se entienda que la teoría tiene difícil, imposible.
un vínculo, por oscuro que sea, con los retos de "lo real". El alejamiento de la Sin embargo, no adoptaré esta posición, pues la reflexión sobre la acción
sociología clásica significa que la sociedad y el actor se separan, que la acción social parece que establece hoy un principio de unidad del pensamiento so-
ya no tiene "centro", que la variedad de lógicas de la acción se ha vuelto hoy el ciológico por encima de la diversidad de paradigmas. Precisamente esta di-
problema más crucial del análisis sociológico. Si no fuese porque el término versidad supone un problema y, antes que ver en ella el desmembramiento de
es tan polisémico que resulta inutilizable, diríamos que este cuadro "post- un modelo, entendido como creador, "original" y mítico, elegiré interpretarla
moderno" de una sociología rota, debe ser considerado el mejor indicador como el desvelamiento de lógicas de la acción separadas poco a poco por la
del adiós de las figuras clásicas de la sociedad y del actor. Este razonamiento historia de nuestras sociedades. De hecho, el tema central es el agotamiento
tan vago está evidentemente muy encerrado dentro del propio pensamiento mismo de la idea clásica de sociedad, a poco que se acepte dar a esta noción
sociológico; la idea según la cual las teorías sociológicas y el estado de la socie- un sentido concreto. Si "la sociedad" no es ya una representación adecuada,
dad tienen "algo que ver" compromete poco, y no equivale a una sociología si ya no es identificable a un sistema, si no tiene centro ni unidad, habrá que
del conocimiento. Pero al mismo tiempo, es una idea de la que el sociólogo no pensar entonces que la dispersión de las lógicas de la acción se ha vuelto la
puede deshacerse sin dar a su propia disciplina un estatuto que rechaza para regla. La multiplicidad de paradigmas sobre la acción procede de esta muta-
las otras ciencias humanas, encastradas como ella entre las representaciones ción. Invita "empíricamente" a oponer la noción de experiencia a la de acción
sociales y los métodos positivos. de la sociología clásica. Pero se debe rechazar al mismo tiempo la aspiración
sincrética de una sociología "total" y construir una combinatoria de las lógi-
cas de la acción. Es un proyecto menos ambicioso.
143. Si no fuese por el temor ala excesiva extensión, el miedo a aburrir al lector y quizás...
nuestros límites culturales, hubiese sido posible multiplicar los paradigmas propuestos. 144. R. A. Nisbet, La Tradition sociologique, op. cit.
145. Cf F. Dubet, La Galére, op. cit.; Les Lycéens, París, Ed. du Seuil, 1991; con B. Delage et
al., Les étudiants, le Campus et leuts études, LAPSAC, CEDAS, Université de Bordeaux II,
1993.
146. En este sentido prefiero no hablar de "subsistemas", pues esta noción comporta una
visión jerárquica o sistémica en sí mismos dentro de un conjunto más amplio.
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nalidades de la acción. Éstos son los pocos principios que debemos ahora No podemos dejar aquí de referirnos a las críticas dirigidas a 1-as-eence-p-
desarrollar. ciones "hipersocializadas" de la acción, las que postulan una programación
total de la acción o, por retomar la famosa expresión de Garfinkel, las que
1. LA EXPERIENCIA SOCIAL hacen del individuo un "idiota cultural". Por su parte, tampoco las concep-
ciones puramente estratégicas de la acción eluden necesariamente esta crítica,
La noción ordinaria de experiencia es ambigua y vaga, especialmente porque al aparecer en ellas la libertad de decisión del individuo apenas de un modo
evoca dos fenómenos contradictorios a los que sin embargo es importante re- teórico, pues éste no elige más que lo que puede elegir en función de sus inte-
lacionar. En un primer sentido, la experiencia es una manera de sentir, de ser reses y preferencias. El sujeto del utilitarismo no necesariamente es más actor
invadido por un estado emocional lo suficientemente intenso como para que que el del estructuralismo, particularmente cuando está demostrado que no
el actor, al tiempo que descubre la subjetividad personal, no se sienta ya dueño posee más que una sola posibilidad de juego en una situación que le viene
de sí. En este sentido hablamos habitualmente de experiencia estética, amoro- dada; una racionalidad como ésa puede estar tan determinada como el some-
sa, religiosa... Pero esta representación de "lo vivido" es en sí misma ambiva- timiento a un código cultural. Aun siendo diferentes de las de la naturaleza o
lente. De una parte, se presenta como lo verdaderamente individual, en últi- de las de la sociedad, las "leyes" de la economía se imponen a la elección libre.
ma instancia inefable, "misteriosa" e irracional, una manifestación romántica Cuando los actores están socialmente dominados, el exit es una alternativa
del "ser" único y de su particular historia. De otra parte, la experiencia puede tan abstracta como el suicidio del sabio que prueba de ese modo su libertad;
concebirse como la superposición de la sociedad y de la conciencia individual, hay generalmente muy pocos suicidios y raramente se sale con total libertad
como ese "trance" original de lo social del que hablaban Durkheim y Weber, de las coerciones impuestas por las "necesidades" económicas. Este actor "hi-
en el que el individuo olvida su Yo para fundirse en una emoción compartida, posocial" está tan sometido a las leyes como su rival "hipersocializado"'".
la del "gran ser" que no es otra cosa que la sociedad percibida como una emo- Frente a las imágenes demasiado nítidas, que oponen la todopoderosa
ción, o bien la del amor generado por la emoción carismática... cultura a la razón autónoma, es más conveniente subrayar que en la expe-
A esta representación emocional de la experiencia se yuxtapone un se- riencia social hay algo inacabado y opaco, pues no hay una adecuación abso-
gundo significado: la experiencia es una actividad cognitiva, una manera de luta entre la subjetividad del actor y la objetividad del sistema. A la manera
construir lo real y, sobre todo, de "verificarlo", de experimentarlo. La expe- de Simmel, debe rechazarse la idea de una socialización total: "El modo en
riencia construye los fenómenos a partir de las categorías del entendimiento que un individuo está socializado depende también del modo en que no lo
y de la razón. Evidentemente, para el sociólogo estas categorías son ante todo está"'". Esto puede explicar el sentimiento de extrañeza que caracteriza la
sociales, son "formas" de construcción de la realidad. Desde ese punto de experiencia social moderna. Cuando el individuo "ingresa en el mundo" no
vista, la experiencia social no es una "esponja", una forma de incorporar el está, por definición, totalmente acomodado a él, a no ser que se pierda como
mundo a través de las emociones y de las sensaciones, sino una manera de individuo. Ocurre que los símbolos culturales son signos que no remiten más
construir el mundo. Es una actividad que estructura el carácter fluido de "la que a sí mismos. Retomando viejos lenguajes, no hay valor de uso más allá
vida". Intentemos formalizar estas primeras definiciones. del valor de cambio, no hay referente objetivo tras las relaciones sociales. Los
actores nunca se comprometen totalmente ni construyen una reserva que les
1. 1. El actor no está totalmente socializado impulse a actuar, por exceso o por defecto, en relación a lo que exigiría su
papel o su racionalidad instrumental.
La noción de experiencia tiene sentido y utilidad si la acción no puede redu- Tomemos de nuestras propias observaciones algunos ejemplos, muy sim-
cirse a la versión subjetiva del sistema, si el actor no está totalmente socializa- ples. Durante mucho tiempo se ha considerado que el rol social del profesor
do. Pero esta propuesta, que se ha vuelto cuando menos trivial, plantea nu- constituía la identidad de los profesores. Para decirlo de manera más sencilla,
merosos problemas pues la parte no socializada de la acción continúa estando el rol daba lugar a un personaje, esto es, a la fusión de los códigos culturales
socialmente definida y construida. Si el actor no está totalmente socializado,
no es porque le preexistan elementos "naturales" e irreductibles, por ejemplo
el alma o la razón; es porque la acción social no tiene unidad, no puede redu- 147. Regresaremos sobre este punto en el siguiente capítulo, dedicado al problema del
cirse a un programa único. "determinismo social".
p. 189.
148. Citado por F. Leger, La philosophie de Georg Simmel, op. cit.,
86 SOCIOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
87 FRANCOIS DUBET
y de la personalidad. El profesor era "realmente" un profesor, cuya subje- explícitas'''. Eso no impide que, a fin de cuentas, se opere una suerte de sepa-
tividad estaba formada al mismo tiempo por las representaciones de la vo- ración de la subjetividad del individuo y de la objetividad de su rol, distancia
cación y por las expectativas sociales bien establecidas de los colegas, de la que no es una ilusión sino un modo de funcionamiento en una escuela que
administración, de los alumnos y de los padres. En la mejor de las hipótesis, realmente ya no se muestra como una institución. La socialización no es total,
"jugaba" a profesor, y, corno el camarero de Sartre, terminaba por creérselo no porque el individuo escape de lo social, sino porque su experiencia se ins-
porque los demás se lo creían. Ahora bien, la imagen que en las entrevistas cribe en registros múltiples y no congruentes. Ahí se sostiene lo que se podría
individuales o de grupo los profesores presentan actualmente de sí mismos considerar como la autonomía del individuo.
es muy distintam. No hablan de su rol, sino de su experiencia, pues dedican Podemos mirar otro ejemplo igual de trivial: el caso de los jóvenes en
lo esencial de sus palabras a decir que no son personajes y que se constituyen galérel" y sometidos a una intensa estigmatización". Esos adolescentes de las
como individuos desde la distancia respecto a su rol y no por su total adhe- banlieues no son sólo víctimas del paro, del fracaso escolar y de cierta pobreza,
sión. ¿Por qué es esto? De hecho, su experiencia flota entre dos universos de sino que están también sometidos a-un conjunto amplio de estereotipos ne-
referencia disyuntivos y entre dos lógicas de la acción específicas. De un lado, gativos asociados a la mala reputación del barrio en el que viven, al racismo,
hablan en términos de estatus, como miembros de una organización que fija a las redadas policiales... En buena medida, interiorizan estos papeles de
conductas, relaciones con los demás, modos de argumentar y de legitimación. víctimas y de "gamberros", se suman a las categorías que los excluyen. Están
De otro lado, hablan en términos de oficio y, cuando no encuentran en los "alienados" en la medida en la que se perciben como los responsables de su
alumnos las actitudes y las expectativas que correspondan a su definición del propia desgracia y se comportan como las víctimas de un destino oprimente.
estatus, viven el oficio como una puesta a prueba de su personalidad, como En particular, aceptan la imagen negativa que proporciona de ellos la escue-
una experiencia más íntima que privada, en la que los criterios de referen- la: incapacidad, ausencia de voluntad, "tontería"... Y cuanto más la escuela
cia y de reconocimiento por parte del prójimo están disociados del plano de "se dedica" a sacarlos adelante, tanto más difícil les resulta resistirse a este
los estatus. Aún más, el oficio solo se hace posible en el olvido del estatus estigma. En resumen, se definen de acuerdo con los estigmas que les son
o en su negación. Es descrito como una interpretación permanente, como impuestos'. Pero, en términos generales, la teoría del estigma, que permite
un debate social interno en lo concerniente a las finalidades de la escuela, a describir adecuadamente las prácticas de los aparatos de control, no resulta
las normas de la justicia, como una actividad poco rutinaria. De ese modo, aquí totalmente aceptable, pues la mayor parte de los jóvenes se constituyen
cuando el estatus de profesor pueda producir sufrimiento y desvalorización precisamente contra el estigma y el desvío. La actitud más común consiste en
("los profesores están mal reconocidos"), el oficio puede aparecer como un invalidar el estigma mediante el exceso de conformismo: los jóvenes "exage-
desafío gratificante o desgraciado, pero que no cabe ser transcrito al lenguaje ran" el estigma, manifiestan "demasiada" violencia, demasiada delincuencia,
del estatus, incapaz de dar cuenta de ese oficio. Por el contrario, el oficio demasiado rechazo del esfuerzo, y vacían el estigma de contenido. Se iden-
puede ser descrito como una destrucción de la personalidad y el estatus pue- tifican en exceso con los personajes que les imponen para volverse "insopor-
de ser revindicado bajo una modalidad defensiva y protectora. En general,
los compromisos ideológicos y políticos relacionados con la esfera del estatus
151. Cf J.-L. Derouet, École et Justice. De l'égalité des chances aux compromis locaux,
no correlacionan con las elecciones propias del oficio, que parecen depender París, A. M. Métaillé, 1992.
de una parte menos socializada del individuo —lo que no quiere decir más 152. N. del T.: Galére es un término que se refiere, en general, a algo complicado, lioso,
"auténtica" o más "racional""--. Esta forma de presentar la cuestión no ne- terrible... Cuando se aplica a personas adjetiva a alguien merecedor de esos calificativos.
cesariamente está vinculada con una crisis de la institución escolar, aunque En este libro aparece sin embargo como expresión que se refiere a zonas en las que se
en ocasiones pueda ser vivida de ese modo, pues la dualidad podría también vive precariamente, de manera incómoda, penosa. En esos casos termina dando nombre a,
ser altamente funcional a un sistema que debe administrar demandas contra- por ejemplo, el propio barrio: "Vivo en la galére". Esta singular espacialidad de la expresión
dictorias y en el cual se han diversificado la unidad funcional y las finalidades la hace difícilmente traducible, en razón de lo cual optamos por dejar el original francés.
El propio Franois Dubet ha trabajado sobre estas cuestiones en La Galére: jeunes en sur-
vie, París, Fayard, 1987, y Éd. du Seuil, colección "Points Actuels", 1993.
153.F. Dubet, La Galére, op. cit.
149. F. Dubet, Les Lycéens, op. cit. 154.Cf M. Pialoux, "Jeunesse sans avenir et travail intérimaire", Actes de la recherche en
150. Cf. M. Gilly, Maitre-Éléve. Róles institutionnels et représentations, París, PUF, 1980. sciences socia/es, 26-27, 1979, pp. 20-47.
161. A/. del T.: Formato de talle show conducido y/o ordenado alrededor de los consejos de
159. Es esta perspectiva la que confiere al dualismo cartesiano una posición central en el un psicólogo.
relato de la modernidad reconstruido por A.Touraine, Critique de la modernité, op. cit. 162. G. Simmel, La Sociologie et l'expérience du monde moderne, París, Méridiens-
160.Cf F. de Singly, Fortune et infortune de la femme rnariée, op. cit. Klincksieck, 1986.
96 SOCIOLOGÍA DE I A EXPERIENCIA
97 FRANCOIS DUBET
proceso genera una "obligación de ser libre" que no puede ser sino el recono- `acción social', por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su
cimiento de la pluralidad de valores y de las rupturas de la acción. La ética sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta-
protestante, como moral del individuo, se inscribe en un proceso de "racio- en su desarrollo'''. La acción se define por la naturaleza de las relaciones I
nalización ética" que asegura principios morales "interiores", mientras que la sociales. Una acción es una orientación subjetiva y una relación. Hay mucho
moral tradicional es la expresión de la comunidad'''. La racionalización con- más que una simple correspondencia entre ambas; podemos considerar que
duce a separar progresivamente ámbitos "puros" conducidos por una lógica esa orientación no se desarrolla más que dentro del tipo de relación que le
autónoma. Weber menciona a Tolstoi cuando explica que la ciencia nada dice corresponde y, de manera complementaria, que un tipo de relación llama
de la "verdadera naturaleza" y de la "verdadera felicidad" y que no responde a un tipo de orientación. La articulación de ambas dimensiones constituye
a la única cuestión que realmente nos interesa: ¿qué tenemos que hacer? una lógica de la acción. Lo propio de las relaciones sociales reside en eso que
Por último, la sociología weberiana de la religión se centra en la cuestión Weber llama "el poder" [puissance]16 , pues la acción es social en la medida
de la "tensión" entre distintas lógicas: tensiones entre los profetismos y su ru- que señala siempre, más o menos directamente, hacia el prójimo. El poder
tinización, tensiones entre la fe y el capitalismo, nunca totalmente resueltas... no es sólo un atributo; es una relación que puede sostenerse sobre posiciones
Cada actor adopta lógicas diferentes y, al lado del pesimismo del desencanto, sociales, y el equilibrio de una relación no es otra cosa que el equilibrio de
cuando domina la racionalidad instrumental, hay una lectura más analítica los poderes presentes. Por esta razón, Weber define las relaciones sociales en
y dramatúrgica de los distintos tipos de acción. "Distintos órdenes de valores términos de legitimidad, es decir, de capacidades no estrictamente violentas
se enfrentan en el mundo en una lucha inexpiable"'". En un segundo plano, de hacer aceptar el poder [puissance] asociado a todas las relaciones. El orden
en esta teoría se oponen fe y razón a lo largo de una serie de antagonismos: el social no resulta ni de la pura coerción, ni del contrato, ni del ordenamiento
del carisma y la legitimidad legal-racional, el de la convicción y la responsa- de las funciones, ni del mercado; este último "es incomparablemente menos
bilidad, el de la nación y el capitalismo... estable que aquel que se afirma gracias al principio de la ejemplaridad y de la
No retomaremos la tipología de la acción de Weber, sino que adoptare- obligación, esto es, de la legitimidad"'.
mos mucho más claramente la de Touraine, que por otra parte es a menudo La acción tradicional es, pues, inseparable de una forma de legitimidad,
deudora de aquélla. Pero debemos retener de Weber la idea de una diver- como la acción racional con arreglo a fines lo es en su relación a la legitimi-
sidad analítica no jerárquica de la acción. Se trata aquí de una guerra de dad racional legal. La correspondencia es menos evidente en el caso de la
dioses que es interna a cada uno de nosotros, al igual que la lucha entre las legitimidad carismática, que a veces parece asociada a la acción emocional
lógicas de la acción autónomas y diferenciadas, pero no como la guerra entre y a veces a la acción racional con arreglo a valores. Los análisis dedicados al
el diablo y el buen Dios. Es ella misma una guerra desencantada; como hace carisma conducen sin embargo hacia la segunda solución, ya que, incluso si el
notar Habermas, lo verdadero, lo justo y lo bello se separan y, todavía más, carisma moviliza emociones, la verdadera característica del líder carismático
los registros de juicios cognitivos, normativos y expresivos. Como ya no hay se refiere a su capacidad para encarnar algo más que él mismo, algo más que
racionalidad total ni unidad de lo social, la acción de la sociología clásica se las simples virtudes de un individuo: los valores susceptibles de instaurar un
transforma en experiencia. nuevo orden religioso, nacional, moral, estético... pero siempre revolucio-
nario. "Sacrificio apasionado a una causa, al dios o al demonio que sea su
b) La acción se define por relaciones sociales
175. M. Weber, Économie et Société, op. cit., p. 4.
La acción social no puede definirse sólo por las orientaciones normativas y 176.N. dell: A diferencia de la versión en castellano de Economía y sociedad, la francesa
culturales de los actores. "Por `acción' debe entenderse una conducta humana que se cita en el original diferencia entre pouvoir y puissance, yendo el primero de los con-
(bien consista en un hacer externo o interno, ya en omitir o permitir) siempre ceptos asociado al de legitimidad y el segundo al de capacidad, o, en palabras del propio
que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La Weber, a "la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social,
aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad" (Max
Weber, Economía y sociedad, FCE, 1944, p. 43). A fin de no contradecir la traducción al
173. Acerca de este punto, cf. las destacadas páginas que Habermas dedica aWeber, "La théo- castellano y de respetar al tiempo los matices a los que apunta Franois Dubet, conserva-
rie de la rationalisation chez Max Weber", Théorie de l'agir communicationnel, op. cit., t. 1. remos puissance en las ocasiones en las que se utilice en el original francés.
174 lbid. p. 83. 177.(bid. p. 30.
2. 1. La integración b) Ellos/Nosotros
Esta lógica de la acción es la de la sociología clásica; corresponde a lo que Como observa Mead, no hay Yo sin Nosotros'''. En consecuencia, los distin-
Touraine llama "nivel de la organización", es decir, a los mecanismos de in- tos grupos y comunidades construyen ritos que fijan el Yo en los Nosotros
tegración en funcionamiento en toda sociedad sin ser sin embargo identifica- que lo estructuran. En particular pensemos en los ritos de paso, ésos que do-
bles a "la sociedad" en su conjunto. tan al individuo de un estatus, que es también una nueva personalidad, un
renacimiento. En La muerte de los Sara, Jaulin describe uno de esos ritos en
a) La identidad integradora cuyo curso los niños, convirtiéndose en adultos, pierden hasta su nombre, fin-
gen olvidar su lengua para renacer para la sociedad provistos de una nueva
En este registro de acción, la identidad del actor se define como la faz sub- identidad'''. Los ritos de esta naturaleza, tan "claros", han desaparecido, por
jetiva de la integración del sistema. La identidad no es sino esa manera a supuesto, de las sociedades modernas, pero se encontrarán sin dificultades
181. A.Touraine, Production de la société, op. cit.,. La Voix et le Regard, París, Éd. du Seuil, 182. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi et la Société (1934), París, PUF, 1963.
1978.
183.R. Jaulin, La Mort Sara, París, Plon, 1971.
184. R. Hoggart, La Culture du pauvre (1957), París, Ed. de Minuit, 1970. 186.R. Girard, La Violence et le Sacré, París, Grasset, 1972.
185. M. Halbwachs, La Classe Ouvriére el les Niveaux de vie, op. cit. 187.E. Durkheim, Les Regles de la mélhode sociologique, op. cit.
206. A.Touraine, Production de la société, op. cit.; Critique de la modernité, op. cit.
207. Critique de la modernité, op. cit., p. 319. 209.Envoyé spécial, Antenne 2, 23 de diciembre de 1993.
208. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi el la société, op. cit.; J. Habermas, "Le changement de pa- 210. Por lo demás, tengamos en cuenta que los más brillantes de esos pensadores han
radigme chez Mead et chez Durkheim: de l'activité finalisée á l'agir communicationnel", sido o son aún objeto de una "adoración" que resulta ser una extraña y arcaica forma del
Théorie de l'anir communicationnel, op. cit,, t. 2. sujeto "héroe".
Las tres lógicas de la acción que acabamos de definir pueden fácilmente re-
mitirnos a corrientes sociológicas claramente establecidas. Entre ellas estas
corrientes mantienen disputas y generan invectivas que no hemos revisado.
Cada una de estas lógicas constituye una posición crítica respecto de las otras
dos, ya que en general afirman poder reconstruir el conjunto social a partir
de un punto central.
216. Cf. el hermoso libro de B. Moore, injustice. The Social Bases of Obedience and Revoll,
Macmillan Press, 1978.
258. R. Aron. Dix-huit Lecons sur la société industrielle. París. Gallimard, 1962; Les Luttes de 259. M. Halbwachs, La Classe Ouvriére et les Niveaux de vie, op. cit.
classes. Nouvelles lecons sur la société industrielle, París, Gallimard, 1964; R. Dahrendorf, 260. R. Sainsaulieu, Les Relations de travail á l'usine, París, Éd. D'Organisation, 1972.
C/asses et Conflits de classes dans la société industrielle, París, Mouton, 1972. 261. Cf. el notable trabajo de O. Schwartz, Le Monde privé des ouvriers, París, PUF, 1990.
269. E. Shorter y C. Tilly, Strikes in France. 1830-1968, Cambridge, Cambridge University 272. A.Touraine, La Consciente ouvriére, op. cit.
Press, 1974. 273. S. M. Lipset ha propuesto una tipología comparativa interesante, que se preocupa por
270. Es ésa la concepción que desarrolla H. Clegg en General Union: Study of the National explicar la emergencia de formas radicales o revolucionarias, políticas o sindicales, del
Union of General and Municipal Workers, Londres, Blackwel I, 1954. movimiento obrero: "Radicalism or Reformism: the Sources of Working Class Politics",
271. J.-D. Reynaud, Les Régles du jeu, op. cit. The American Political Science Review, vol. 77, 1983, pp. 1-18.
El concepto de institución, más polisémico aún que el de clase social, fue 3. 1. Una institución ajustada
igualmente central en la teoría sociológica. Con el análisis de la escuela como
institución de socialización, la concebiremos en un sentido relativamente li- Hasta llegar a las grandes convulsiones de los últimos veinte años, la escue-
mitado, de aparato de socialización encargado de transmitir una cultura y de la aparecía como una institución en la medida en la que podía articular sin
distribuir cualificaciones. Definida muy toscamente, la función de la institu- grandes tensiones sus distintas funciones. En Francia, la función de selección
ción de socialización es la de transformar valores en normas y en roles que, a de la escuela se gestionó de modo relativamente "armonioso" mientras el sis-
su vez, estructuran la personalidad de los individuos; debe institucionalizar tema escolar estuvo constituido por la yuxtaposición de escuelas diferentes y
los valores. En lo que se refiere al sistema educativo, esta función tan general separadas, que aproximadamente se correspondía con las grandes divisiones
puede especificarse en elementos diferenciados"'. sociales'". A pesar de las sucesivas reformas y de la creciente introducción de
Como Durkheim destacó, la educación escolar se distingue de la que se "becarios", el instituto, precedido por el petit lycée' , tenía la vocación de aco-
dispensa en la familia en lo que tiene de "voluntaria". No apunta solo a re-
292. F. Dubet, Les Lycéens, op. cit.
293. Está expresión está tomada de J.-L. Derouet, "Désaccords et arrangements dans les
291. El vínculo de la institución escolar con "los valores" fue perfectamente iluminado por colléges (1981-1986)", Revue frangaise de pédagogie, 83, 1988, pp. 5-22.
Durkheim, que establece la génesis de la escuela en un proyecto voluntario de transfor- 294. Sobre la historia del sistema educativo, consúltese A. Prost, Histoire de l'enseigne-
mación de la personalidad en nombre de la fe y del universalismo cristianos. La institu- ment en France, 1800-1967, París, A. Colin, 1968.
ción transforma los valores en personalidades sociales. Cf. L'Evolution pédagogique en 295 N. del T.: En Francia, el Petit lycée fue una etapa del sistema de enseñanza que formaba
France, op. cit. alumnos destinados a cursar estudios universitarios. Fue suprimido oficialmente en 1945.
317. M. Weber, "Parenthése théorique: le refus religieux du monde, ses orientations et 318. M. Weber, "Parenthése theórique", art, cit., p. 156.
ses degrés", Enquéte, 7, 1992, pp. 127-172. Véase también el comentario de P. Fritsch, "La 319. /bid., p. 166.
Zwischenbetrachtung, un espace intermédiaire", Etiquete, 7, 1992, pp. 173-193. 320. G. H. Mead, L'Esprit, le Soi el la Société, op. cit., p. 148.
342. Es cierto que en el plano individual los educadores y los trabajadores sociales logran
disciplinar la rabia a través de la práctica de deportes de combate en los que los actores
alcanzan cierto control de sí mismos. Esta técnica de control social, al igual que el papel
del boxeo en el gueto negro norteamericano, no puede sin embargo considerarse una "so- 343. Sobre el deseo, cf. S. Freud, "Psychologie des foules et analyse du moi", Essais de
lución", como en ocasiones se hace. psychanalyse, París, Payot, 1981.
344. Para un balance de los trabajos sobre este tema puede remitirse al que realizamos en:
F. Dubet, Inmigrations: qu'en savons-nous?, París, La Documentation frangaise, 1989. 346. Cf. G. Noirel, Le Creuset frangais. Histoire de l'immigration (X IIC-XX' siécle), París, Éd.
345.N, del T.: O propio de Corneille, es decir, un drama en el que los personajes se enfren- du Seuil, 1988.
tan a dilemas en ocasiones insuperables. 347. Cf. M. Wieviorka, La France raciste, op. cit,
para evitar la caída y la exclusión social. Estos alumnos no son "becarios"; aux techniciens, París, PUF, 1991.
363. Cf. P. Willis, Learning to Labor, op. cit.
372. Este capítulo retorna ampliamente un artículo publicado en 1994 en L'Année sociologique.
genere amistades, que el sociólogo adopte su objeto y que el "objeto" se vuel- Flammarion, 1980. Podríamos también recordar la ansiedad que puede invadir a los apren-
va un poco sociólogo. Se objetará que esta confusión es un error grave. Es dices de sociólogo ante sus primeras entrevistas: la distancia precisa entre la adhesión al
discurso de los actores y la sordera no es de las me se encuentra fácilmente.
Essai sur la théorie de la science, París,
387. Cf. J. Freund, "I ntroduction". en M. Weber.
Plon, 1965; "De l'interprétation dans les sciences sociales", Cahiers internationaux
385. N. del T.: Se refiere a Fabrice del Donó°, el protagonista de de
La cartuja de Parma de
Stendhal, que llegó demasiado tarde a la batalla de Waterloo. sociologie, LXV, 1978, pp. 214-236. Véase también P. Pharo, "Problérnes empiriques de la
gía se cierre sobre sí misma en forma de simple testimonio. Efectivamente, en menudo heteróclitas. Los debates rompen las opiniones, la coherencia de las
este encuentro se trata antes que nada de responder a los demás, de someter historias de vida, las racionalizaciones...
Elaborada en la perspectiva de estudiar las luchas sociales, la intervención
sociológica ha sido llevada a otorgar un gran papel a los interlocutores, en
393. En el caso de los movimientos sociales, los que pasan por intelectuales orgánicos
pueden incluso vacilar a la hora de "embarcarse", pues perciben los riesgos que este mé-
particular a los rivales o a los aliados en esas luchas. En ese marco la crítica
todo puede comportar para las ideologías más fuertemente articuladas. Así, en ocasiones ideológica es un papel esencial de esos encuentros. La sociología de experien-
hemos tenido que negociar con los dirigentes de los movimientos para acceder a la vez
cias sociales definidas menos netamente por un conflicto o por la influencia
a la participación de algunos responsables y a la libertad necesaria para ese trabajo. Cf. de una organización lleva a modificar el método en una orientación más cla-
particularmente, A.Touraine etal., Le Mouvement ouvrier y Le Pays contre /'État, op. cit. En ramente "clínica". Pero la necesidad de objetivación sigue íntegra, así como
un caso, los movimientos feministas de los años setenta, las exigencias de control plan- el giro a través de las relaciones sociales, que es igualmente indispensable.
teadas por algunos grupos feministas, hicieron la investigación extremadamente difícil, Pueden, pues, utilizarse otras modalidades de estimulación; puede tratarse
casi imposible.
hacia la acción colectiva organizada y hacia la política. probabilidades, no obstante, de parecer menos arbitraria.
1. De la acción a la experiencia