Borges y La Teoría Del Doble

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Borges y la teoría del doble

Introducción

El presente trabajo apunta a la consigna de analizar el problema del sujeto como


asunto teórico manifestado literariamente en los textos Borges y Yo y El libro de
arena de Jorge Luis Borges. Los autores que discuten dicho problema son: Douwe
Fokkema, Elrud Ibsch, y Mario Valdés. Como marco teórico para desarrollar este tema se
toma a la autora Ana María Hernando quién desarrolla la teoría del “otro” desde la
perspectiva dialógica de Bajtín, analizando algunos cuentos del autor Borges donde se
pone esto de manifiesto, entre ellos, el texto Borges y yo.
Antes de desarrollar los aspectos principales de los autores vinculando a los dos
textos seleccionados, dentro del marco teórico de Hernando, es imprescindible destacar
que en las obras de Borges como tema recurrente, aparece la fragmentación del yo y el
tema del doble. La palabra proviene de doppel, que significa “doble”, y gänger, traducida
como “andante”. Su forma más antigua se ha traducido habitualmente “el que camina al
lado”1. Este tema se ha estudiado como una proyección psicoanalítica y también dentro
del relato fantástico, que inserta el autor en sus obras. La fragmentación del sujeto
comprende la interpretación, la lectura y el tema del yo, lo que afecta a la hora de analizar.
Según lo plantea la autora Jenny Barros en BORGES. La palabra y el amor, los
relatos de Borges están dentro de lo que se ha denominado Literatura fantástica. Se vale
del autor Emir Rodríguez Monegal quien en su ensayo Narradores de esta América, que
el lector de Borges puede caer en el error de pensar que sus relatos son únicamente
construcciones artificiosas sin ningún contenido. Según lo expresa Monegal, esta
literatura está destinada a ofrecer metáforas de la realidad, por las que el escritor quiere
trascender la superficie indiferente. Por lo que lo fantástico, según lo planteado por los
autores, no quiere evadir la realidad con ficciones, sino para mirarla de una forma más
detenida.
Además, la autora plantea citando a Rodríguez Monegal que “Borges ha preferido
imaginar no dos personas idénticas, sino dos personas aparentemente opuestas, aunque
en realidad complementarias” (Barros: 1996, 67).
Antes de referir las posturas de los autores, es importante definir lo que es El
sujeto2: por un lado, motor y productor del discurso, y sin su participación no sería posible

1
Pablo D. Muñoz. Revista de Filosofía y Psicoanálisis
2
Análisis semiótico de la representación del sujeto en “El Aleph” de J. L. Borges.
la producción de enunciados. Ya sea como hablante, como escritor o como simple
pensador, detrás de cada discurso hay por lo menos un sujeto. Por otro lado, el sujeto
también producto del discurso en el sentido de que va dejando marcas que señalan su
presencia tanto en el nivel de la enunciación como en el del enunciado.

Pasando al planteo de los autores, El autor Douwe Fokkema en su trabajo


Cuestiones Epsitemológicas plantea como tema central la importancia de la
epistemología, de una teoría del conocimiento en los estudios literarios. Distingue sujeto
investigador de objeto: “Paul Ricceaur, Hans Robert Jauss, René Wellek, Claudio Guillén,
entre otros, sostienen que, en los estudios literarios, la separación total del sujeto y del
objeto es ficticia y hasta indeseable” (Fokkema: 1993, 377); por el contrario de estos
autores que menciona, afirma que el valor del texto no tiene por qué afectar o ser
obstáculo a la hora de abordarlo. En lugar de creer que el objeto está definido por el
sujeto, el objeto es quién lo define a este. El sujeto se modifica, el objeto sigue siendo
independiente.
Elrud Ibsh, e la misma línea que Fokkema, en su trabajo La recepción literaria
explica cual ha sido el aporte de la recepción desde distintas perspectivas. Aborda su
teoría desde un punto de vista científico. Una de las teorías que plantea, propuesta por
Hans Robert Jauss, refiere al Horizonte de expectativas, el conjunto de expectativas
dirigidas por una ideología. La ideología hace al horizonte de expectativas cuando se
procede a leer un texto. El horizonte de expectativas será corresponde al momento de la
historia en el que se encuentra el lector. El autor investigador debe construir el horizonte
de expectativa de ciertos momentos. Así lo expresa Ibsch: “La contribución de Hans
Robert Jauss a la teoría de la recepción tiene por origen el cuestionamiento hermenéutico
de las relaciones que unen los horizontes de expectativas históricamente diferentes (...)”
(Ibsch: 1993, 291) Este tema, según lo expresa la autora, implica un juicio de valor sobre
las obras y el reconocimiento o la constitución de una norma artística. El lector es quien
da valor a la obra, y por lo tanto la obra es el conjunto de significaciones que el sujeto le
atribuye.
Mario Valdés, en cambio, estudia la cuestión de la interpretación desde un punto de
vista hermenéutico. Expresa Valdés: “La función de la interpretación es producir una
comprensión y como consecuencia, compartir significaciones precisas con otros lectores”
(Valdés: 1993, 317)
Afirma que la lectura es posible porque un texto no está cerrado sobre sí mismo,
hay algo que decir a alguien a propósito de alguien. La lectura, para el autor, realiza la
fusión de la competencia lingüística del lector en el discurso del texto. Esto genera que
cada vez que el lector lee, le confiere un nuevo significado al texto.
Como bien lo afirma Fokkema, Valdés no admite la separación entre sujeto y
objeto. Se demuestra con la siguiente cita “Los lectores de los textos se convierten en
críticos- intérpretes de los textos cuando satisfacen las exigencias del texto y completan
su sentido para ellos mismos y para los demás que comparten el texto”( Valdés: 1993,
328). Se requieren tato el sujeto como el objeto.
Ahora que se han expuesto los criterios principales de los autores, se volverán a
ellos dentro del marco de Hernando para abordar los textos de Borges. La autora plantea
que una de las contribuciones más importantes del pensamiento de Bajtín está
relacionada con la teoría del sujeto y expresa que “lo que define precisamente al ser
humano en cuanto tal es la relación que establece con el otro en el acto creador”
(Hernando:2011,81). Bajtín refiere esta cuestión del “otro” en Estética de la creación
verbal :
Cuando observo a un hombre íntegro, que se encuentra afuera y
frente a mi persona, nuestros horizontes concretos y realmente
vividos no coinciden (...) cuando nos estamos mirando, dos mundos
diferentes se reflejan en nuestras pupilas. Para reducir al mínimo esta
diferencia de horizontes, se puede adoptar una postura más
adecuada, pero para eliminar la diferencia es necesario que los dos
se funda en uno, que se vuelvan una misma persona. (BAJTÍN,1928: 28)

Como bien lo dice la autora, la mirada del otro conforma de alguna manera parte de
lo que uno o es capaz de ver, formando una totalidad. Si se quiere percibir una persona
entera, un ser completo, esto proviene de la concepción del otro, jamás de la que se tiene
de uno mismo porque la vida es dialógica por naturaleza y vivir significa participar de un
diálogo. Preguntar, pedir opiniones, consejos, sugerencias, intercambiar ideas. En eso
consiste la vida en sociedad.
En el cuento El otro de Borges, dos personajes, el narrador (el Borges mayor) y “el
otro” (el Borges joven) se encuentran a orillas de un río en un banco. El Borges mayor se
encuentra recostado en un banco, a orillas del río Charles, cuando “el otro”, el Borges
joven de sienta en el otro extremo del banco y comienza a silbar, silbido que el narrador
reconoce. De inmediato le pregunta por su procedencia y al referir el otro su domicilio, el
Borges mayor afirma que este es también Jorge Luis Borges. fantasía y realidad
El tiempo y el espacio que ambos ocupan se ve alterados. Para Borges adulto están en
Cambridge, a orillas del río Charles en 1969; para el otro Borges, el joven, están junto al
Ródano de Ginebra en 1918. El otro, el joven no se convence del argumento del otro
Borges, por lo que este intenta convencer al joven de que ambos son la misma persona,
aunque estén separados por medio siglo de vida. Le da razones para que crea esto: “ En
casa hay un mate de plata con un pie de serpientes, que trajo del Perú nuestro bisabuelo
(...) en el armario de tu cuarto hay dos filas de libros”.( Borges: 1975, 7) El joven, por su
parte, pretende convencerse de que este encuentro no es más que un sueño: “ Estas
pruebas no prueban nada. Si yo lo estoy soñando, es natural que sepa lo que yo sé. Su
catálogo prolijo es del todo vano”. ( Borges: 1975, 7). El otro Borges, le dice para
tranquilizarlo y para tranquilizarse, algo que según él no sentía: “Mi sueño ha durado ya
setenta años. Al fin, a recordarse, no hay persona que no se encuentre consigo misma. Es
lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos. Se puede notar que aquí se plantea
un tema de la realidad del ser humano dentro de la ficción, en algún momento de la vida
el hombre se encontrará consigo misma. Lo que los salva aquí, es que so dos, que
charlan, que comparten gustos por las lecturas y temas de interés.
Según lo que plantea Hernando valíéndose de Bajtín, las relaciones que el yo
establece con el otro, argumentando que este otro es “simplemente alguien que no soy
yo, otro inmediato y cotidiano”. El yo es el Borges mayor, y el joven es el otro, en este
caso. A través de la interacción cotidiana, del sujeto con otros hombres se da todo un
sistema de relaciones que propone Bajtín. El yo de Borges, el yo adulto se ve reflejado en
su yo joven. Tiene su perspectiva de cómo es el, pero la perspectiva de cómo es el para
otro es lo que lo completa. Y él se ve a sí mismo de joven, ve a otra persona, en otra
época, y él mismo cambió. “Yo, que no he sido padre , sentí por ese pobre muchacho,
más íntimo que un hijo de mi carne, una oleada de amor”. (Borges: 1975, 10). Nunca fue
padre y sin embargo siente el cariño de un padre en su otro yo joven, un sentimiento que
tal vez no había experimentado y el paso del tiempo se lo hace sentir. En el momento en
que se presenta el diálogo entre ambos, el sujeto se fragmenta en el otro y el “yo”. El otro
es su reflejo social, pero también individual porque conforma parte de lo que él fue en otra
época. Como lo afirma Hernando, la comprensión dialógica como categoría batiiana:
“construye un puente entre una reflexión filosófica y una teoría social, en la cual un yo
entra en relación con un tú con el que se completa, pero también se diferencia”.(Herando:
2011,84). Esto sucede con este cuento, está presente lo social pero también lo filósofico,
el otro yo que tenemos, y dentro de la realidad fantástica y onírica, Borges lo presenta
como un personaje, como un componente social. De acuerdo al planteo de la autora
Ibsch, cada Borges tendría un horizonte de expectativa, tiene una ideología. Según la
crítica, Borges joven representaría la figura más inexperta, con otra mirada del mundo.
Borges mayor, tiene ya una vida hecha, contemplada, y su ceguera lo representa, el paso
mismo del tiempo. Esto en cuánto al plano de ficción. En la realidad y en la ficción existen
varios Borges: personaje, el tema del yo (1969), el narrador (1972), autor del epílogo
(1975) donde propone un camino para la lectura de las obras. Además, Borges produce
en diferentes épocas, por lo que la recepción de sus obras será diferente, porque también
el horizonte de expectativa de los lectores es diferente.
De acuerdo con la multiplicidad de Borges, se vincula también la separación que
hace Fokkema de los sujetos y de la que también hace Hernando: “El autor persona real
está presente en la obra como una totalidad, pero nunca puede formar parte de la obra”
(Herando:2011,85) El sujeto investigador es influenciado por la obra pero no pertenecen a
ella como autor, al igual que Borges epilogista. Por el contrario, el Borges narrador y
personaje corresponden al plano de la ficción. Hernando expresa que se produce un
encuentro de dos conciencias: la de quien escribe y la de quien recibe. El que recibe es el
lector, que lee en épocas diferentes a la del escritor, con una conciencia distinta.
Siguiendo el planteo de Hernando, “Borges y yo” se inscribe en una relación
dialógica. Según lo planteado por Bajtín, en “Borges y yo” hay varias voces en un misma
conciencia. Ambos textos son iguales, existe el diálogo pero la estructura narrativa en
Borges y yo no lo amerita.
Según el criterio de Bajtín, habría diálogo en esta obra en la narración en primera
persona, monológica, ya que sostiene que el enunciado es “de doble voz” o “de doble
dirección”. En los enunciados de “Boges y Yo” se enfrentan intereses, elecciones, valores
diferentes unos de otros, o unos en contra de otros. Una voz con alternativas, dudas,
siempre abierta a la opción, al cuestionamiento, que no termina de expresar su
pensamiento aunque exhorte al final: “No sé cuál de los dos escribe esta página” . En
definitiva, en Borges y yo, el narrador se interroga a sí mismo, dialoga con su otro yo.
Borges, narrador y protagonista, afirma en el inicio del micocuento que “al otro, a
Borges es a quien le ocurren las cosas”. De forma paradójica, sugiere la posibilidad para
el lector de ser uno y ser otro al mismo tiempo, o también ser cualquier otro. Cuando el
lecotr ha conciliado que se el narrador habla del otro, afirma que “lo bueno” de sus
páginas, “ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición”. A medida
que transcurre la narración, va cediendo su ser al otro: “así mi vida es una fuga y todo lo
pierdo y todo es del olvido, o del otro”, llegando a concluir: “no sé cuál de los dos escribe
esta página”.
Ese otro, ese Borges, según Hernando: “es un yo social. Es un yo que tiene la
experiencia de vivir y en el se condensan todos los deseos, expectativas, ilusiones,
temores, vividos como ser social”. (Hernando: 2011, 89). Así en el microcuento el narrador
expresa “de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de
profesores o en un diccionario biográfico”. En el terreno de la ficción es asechado por el
otro yo personal, el yo que le causa miedo, temor, el yo de la desconfianza. En estos
cuentos, el objeto es el otro, el doble, expresión de nuestra otra imagen, que está fuera y
a su vez se implica. Borges lo ve con su propia imagen de la juventud.
Así expresa Fokkema en su conclusión del trabajo expresado al inicio del trabajo:
“Esta es la cuestión más compleja que existe en el campo de las letras y de las ciencias
humanas en particular”.(Fokkema: 1993, 407). Se vale de Freud para plantear que ha sido
el referente que más ha dejado claro la distinción de ese sujeto en los niveles de
consciente y subconsciente para abordar el comportamiento humano.
Desde la mirada de Valdés, este afirma que el lector puede desempeñar el papel
de un jugador en una interminable partida en la que es absorbido por la red interna del
texto al mundo de la acción y al público de sujetos hablantes del que él forma parte.
Desde esta afirmación, el lector de Borges es absorbido por esa paradoja constante al
que este los somete. En la acción que transcurre en la fantasía puede decifrar esa
situación fantástica como proyección de su vida real en la que convive con los demás
hablantes. Aunque es sabido que el mundo de la ficción no se cruza con la realidad, el
lector toma, interpreta y lo lleva a sus experiencias vividas. Lo recepciona, y así van
surgiendo distintas recepciones, a través del tiempo, según lo platea Ibsch. El lector
acepta el pacto ficcional, de saber que lo ocurrido en ese mundo no pasará de modo
igual, pero se identifica con este. Entonces el sujeto analiza.

Conclusión

Bajtín y Hernando nos han enseñado que el texto es un cruce de superficies


textuales, un diálogo de varias escrituras: del escritor, del destinatario, o de los
personajes, del contexto cultural anterior o actual. Así, el sujeto convive con muchos
sujetos y se comunica a través del diálogo. Pero también nosotros mismos somos varios
sujetos, en la vida social y en nuestro interior. Y nos complementamos con la mirada de
los demás. Y en fin, somos uno, desde muchas miradas más. Pero no somos los mismos
a lo largo de la vida. Porque nunca recepcionaremos de la misma manera Hamlet de
Shakespeare, y nunca tomaremos el mismo café. Y cada vez que pasemos por ese lugar
que tanto nos marcó en la infancia, seremos un sujeto diferente. Pero en fin, seremos
uno. El que investiga, el que sueña, el que añora.
Hoy de joven leo estas obras de Borges, tan paradójicas, tan reales, tan ficticias al
mismo tiempo. Me quedo con las palabras que el Borges viejo le dice al joven, que alude
al destino, la cual leeré muchas veces más:
“Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que
pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente
obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y
haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar”. (Borges: 1975, 8).
Referencias

-Borges, Jorge Luis, El libro de Arena, Buenos Aires: Emecé Editores S.A, 1975.
-Borges, Jorge Luis. “Borges y yo” en El hacedor , Buenos Aires: 1960.
-Fokkema, Douwe. “Cuestiones Epistemológicas”. En Marc Angenot y otros, Teoría
Literaria, México: Siglo XXI, 1993.
-Ibsch, Elrud. “La recepción literaria”. En Marc Angenot y otros, Teoría Literaria, México:
Siglo XXI, 1993.

-Valdés, Mario. “De la interpretación”. En Marc Angenot y otros, Teoría Literaria, México:
Siglo XXI, 1993.

-Hernando, Ana María. “Bajtín, Borges y la resurrección de la rosa”. En Jorge Luis


Borges. Siete puertas. Buenoss Aires: Facultad de Lenguas, 2011.

-Barros, Jenny Borges. La palabra y el Amor. Uruguay: Editorial Técnica SRL, 1996.

Extraído de:
dspace.uces.edu.ar:8180/jspui/bitstream/123456789/.../Fenomeno_doble_Muñoz.pdf
cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/49/TH_49_002_017_0.pdf

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