Hipónimos e Hiperónimos
Hipónimos e Hiperónimos
Hipónimos e Hiperónimos
1. La mariposa blanca
“Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de
Takahama, y que vivía desde su juventud en una pequeña casa que él
mismo había construido junto a un cementerio, en lo alto de una
colina. Era un hombre amado y respetado por su amabilidad y
generosidad, pero los lugareños a menudo se preguntaban por qué
vivía en soledad al lado del cementerio y por qué nunca se había
casado.
3. El ciervo escondido
“Había una vez un leñador de Cheng que encontró un ciervo en un
campo, al cual mató y posteriormente enterró con hojas y ramas para
evitar que otros descubrieran la pieza. Pero al poco tiempo, el leñador
se olvidó del lugar donde había ocultado el animal y llegó a creer que
en realidad todo el asunto había sido un sueño.
Pero esa misma noche el leñador que cazó al animal soñó (esta vez
de verdad) con el lugar donde había escondido el cadáver y con la
persona que lo había encontrado. Por la mañana fue a casa del
descubridor del cuerpo del animal, tras lo que ambos
hombres discutieron respecto a quién pertenecía la pieza. Esta
discusión se intentaría zanjar con la ayuda de un juez, el cual repuso
que por un lado el leñador había matado a un ciervo en lo que creía
un sueño y posteriormente consideró que su segundo sueño era una
verdad, mientras que el otro encontró dicho ciervo, aunque su esposa
consideraba que era él quien soñó haberlo encontrado en base a la
historia del primero.
5. El sabio y el escorpión
“Había una vez un sabio monje que paseaba junto a su discípulo en la
orilla de un río. Durante su caminar, vio como un escorpión había
caído al agua y se estaba ahogando, y tomó la decisión de salvarlo
sacándolo del agua. Pero una vez en su mano, el animal le picó.
6. El espejo chino
“Había una vez un campesino chino, el cual iba a ir a la ciudad a
vender la cosecha de arroz en la que él y su esposa habían estado
trabajando. Su mujer le pidió que, aprovechando el viaje, no se
olvidase de traerle un peine.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió
agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al
que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el
animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este
elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa
porque cree -pobre- que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su
impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese
registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra
vez…”
9. El paisajista
“Érase una vez un pintor de gran talento que fue enviado por el
emperador de China a una provincia lejana y recién conquistada, con
la misión de traer a su vuelta imágenes pintadas. Tras un largo viaje
en el que visitó en profundidad todos los territorios de la provincia, el
pintor regresó, pero sin embargo no portaba ninguna imagen. Ello
generó sorpresa en el emperador, quien terminó enfadándose
con el pintor.
En ese momento, el artista solicitó que le dejaran un lienzo de pared.
En él, el pintor dibujó con gran detalle todo lo que había visto y
recorrido en su viaje, tras lo cual el emperador acudió a verlo.
Entonces el pintor le explicó cada uno de los rincones del gran paisaje
que había dibujado y explorado en sus viajes. Al acabar, el pintor se
aproximó a un sendero que había dibujado y que parecía perderse en
el espacio. Poco a poco, el pintor se adentró en el sendero,
metiéndose en el dibujo y haciéndose cada vez más pequeño hasta
desaparecer tras una curva. Y cuando este desapareció, lo hizo todo
el paisaje, dejando el muro completamente desnudo.”