Imagenes Sagradas Iconografia en Escultu

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IMÁGENES SAGRADAS: UN ESTUDIO ICONOGRÁFICO SOBRE

ESCULTURA EN PIEDRA DEL RECINTO SAGRADO DE


TENOCHTITLAN, TEMPLO MAYOR Y EL ANTIGUO MUSEO
ETNOGRÁFICO.

ÁNGEL GONZÁLEZ LÓPEZ

MEXICO, D.F. 2012

1
Índice

Introducción 6

Capítulo 1. Antecedentes 12

Un estudio pionero del siglo XVIII 12

Los trabajos realizados en el siglo XIX 14

Los trabajos realizados en el siglo XX 19

Los trabajos realizados en el siglo XXI 37

Catálogos de escultura azteca en colecciones extranjeras 40

Capítulo 2. Metodología 47

Procedencia de las esculturas: tres lugares, un mismo estilo 48

Excavaciones en la calle de las Escalerillas 49

El antiguo Museo Etnográfico 51

El Proyecto Templo Mayor 52

El estilo iconográfico azteca 53

Distintos enfoques de estudio 56

La influencia de Eduard Seler 59

El caso del corpus de las excavaciones de Batres, del antiguo Museo Etnográfico y del

Proyecto Templo Mayor 61

Capítulo 3. El corpus 70

Personajes antropomorfos 70

2
Sin atributos divinos 70

Con atributos divinos 117

Deidades de la fertilidad 117

Tláloc 133

Ehécatl-Quetzalcóatl 147

Chicomecóatl 158

Los centzontotochtin o cuatrocientos conejos 172

Itzpapálotl 179

Coatlicue 189

Tlaltecuhtli 196

Xólotl 205

Imágenes zoomorfas 213

Sin atributos divinos 213

Felinos 213

Cánidos 219

Serpientes 222

Rana 228

Búho 229

Con atributos divinos 231

Serpiente de fuego, xiuhcóatl 231

Otras serpientes 235

Elementos rituales 237

Paneles con cráneos humanos y omicallo 237

Representación de líquido 242

3
Caña 242

Diadema de turquesa 245

Estrella 246

Vasija adornada con corazones sangrantes 247

Almenas 247

Peanas 250

4. Conclusiones 257

5. Bibliografía 267

6. Figuras 287

Antecedentes 287

Metodología 289

El corpus 292

Personajes antropomorfos 292

Sin atributos divinos 292

Con atributos divinos 323

Deidades de la fertilidad 323

Tláloc 334

Ehécatl-Quetzalcóatl 341

Chicomecóatl 349

Los centzontotochtin o cuatrocientos conejos 358

Itzpapálotl 366

Coatlicue 371

Tlaltecuhtli 377

4
Xólotl 385

Imágenes zoomorfas

Sin atributos divinos 392

Felinos 392

Perros 398

Serpientes 396

Rana 408

Búho 406

Con atributos divinos 408

Serpiente de fuego, xiuhcóatl 408

Otras serpientes 411

Elementos rituales 412

Paneles con cráneos humanos y omicallo 412

Representación de líquido 416

Caña 417

Diadema de turquesa 418

Estrella 419

Vasija adornada con corazones sangrantes 420

Almenas 421

Peanas 423

5
Introducción

Año 2012, vivimos en un mundo comunicado por diferentes medios. Las imágenes que se generan

en este tiempo nos rodean a cada paso que damos. Las calles se ven inundadas por su presencia, se

les puede ver de piso a techo, están hechas en diferentes tipos de materiales, sus dimensiones suelen

superar las decenas de metros y son innumerables las horas que pasamos frente a ellas; lo que más

nos sorprende es que cada una nos cuenta una historia distinta y que generan un raudal de

sensaciones en el humano. Este bombardeo constante de imágenes nos hace olvidar que, contrario a

lo que parece, actúan con su propia lógica. Las figuras con las que convivimos en la vida cotidiana

y sus mensajes rivalizan y en momentos superan a la palabra escrita.

Un fenómeno similar evolucionó y se experimentó en buena parte del México prehispánico

durante miles de años, aunque a diferente escala. El caso de la escultura en piedra hecha en el centro

de México hecha durante los siglos XV y XVI ha destacado y llamado la atención a generaciones de

investigadores durante varios siglos.

Sabemos que el fin del arte escultórico fue en la mayoría de los casos religioso, político,

étnico y de referencia temporal a eventos concretos. También conocemos que el fenómeno tuvo su

origen durante el Preclásico con los olmecas, un impresionante desarrollo en Teotihuacan; a la caída

de la ciudad florecieron otras escuelas como las de la Huaxteca, la de Xochicalco o la de Tula. En la

Cuenca de México durante el Posclásico tiene un comportamiento especial. Su desarrollo se ve

caracterizado por una multiplicación de figuras una abundancia pocas veces vista, un refinamiento

en las técnicas de manufactura, un aumento de tamaño, por nuevas acciones que ejecutan varios

actores. Todo nos indica que en este espacio geográfico fueron varios los centros productores;

destacando Tenochtitlan sobre los demás.

Al encuentro de las sociedades europeas y prehispánicas siguió una sistemática destrucción

y substitución de las imágenes hechas en piedra. Pero con el paso de los años la actitud hacia ellas

6
cambió. Las que se salvaron formaron parte de diferentes colecciones de museos y de particulares.

Por otro lado, la arqueología nos dice que, ya fueran completas o fragmentadas, eran colocadas en

los cuerpos de agua; eran enterradas en las montañas, en cajas de ofrendas, en los rellenos de sus

edificaciones de mayor importancia o eran parte de su decoración. Es de tal manera que en varias

bodegas de museos de México y del mundo se reúnen materiales escultóricos que hicieron las

sociedades prehispánicas, las cuales aguardan un estudio, como el que a continuación presentamos.

El estudio de la escultura es importante porque fue utilizada por las sociedades prehispánicas

como un medio de comunicación, que transmitía y fijaba información particular. Como estudiosos

de estos grupos humanos a través de sus restos materiales tenemos la oportunidad única de conocer

cuáles fueron las ideas que se plasmaron en piedra. Ante la imposibilidad de una interacción directa

entre las sociedades ya extintas y los arqueólogos, este tipo de artefactos son un excelente medio

para conocer cuáles fueron los personajes principales, las acciones que realizaban, las historias en

las que participaban; en otro nivel de análisis nos informan sobre las ideas que tenían del mundo

natural y sobrenatural que los rodeaba.

El tema que se eligió desarrollar en este trabajo trata de un corpus de escultura en piedra de

estilo azteca,1 principalmente en su aspecto iconográfico. La colección se encontraba en la Bodega

de Resguardo de Bienes Culturales del Museo del Templo Mayor. Fue a principios del año 2002

cuando se dio el primer contacto directo con los materiales. Se trataba de un largo pasillo con

anaqueles llenos de fragmentos de esculturas prehispánicas y coloniales, empolvadas y sin orden.

Una cuantificación inicial arrojó una cifra cercana a los 1500 objetos de lítica pulida: elementos

arquitectónicos como pedazos de muros; clavos arquitectónicos, figuras con elaboradas vestimentas

y adornos. En una primera consulta de los catálogos e informes del Proyecto Templo Mayor

únicamente encontramos una serie de fotografías de algunas piezas, sin mayores datos de

1
Más tarde trataremos el tema de lo que se ha llamado estilo azteca y lo que ello engloba.

7
procedencia o que explicaran su temática. En este punto de la investigación queríamos obtener

información básica de este arte escultórico: ¿de dónde vienen las piezas?, ¿cuáles son las más

representadas y por qué de su frecuencia?, ¿bajo qué nombres se les conocía en la antigüedad?,

¿cuál es su procedencia espacial precisa?, ¿cuál era su papel en la sociedad creadora?, ¿cuáles eran

las creencias que tenían los indígenas sobre ellos?

Hablando de manera particular nos interesaba saber si ¿son de naturaleza humana o divina?,

¿los atuendos y la forma del cuerpo nos indican alguna distinción particular?, ¿qué es lo que

portan?, ¿cuáles son las claves para reconocerlas?, ¿podemos saber cuándo fueron hechas?, ¿cuál es

la razón de que ciertas insignias iconográficas se encuentren únicamente en determinados

personajes? Pero principalmente nos inquietaba encontrar un método para identificarlas.

Al buscar en los estudios clásicos sobre escultura azteca no se encontró un manual que

explicara de forma cabal las maneras de entender este arte, con las cualidades específicas de nuestro

corpus y basados en la perspectiva iconográfica. Existen muy buenas síntesis, pero no una guía que

proporcionara, criterios de aplicación y ejemplos sobe el uso de un sistema de este tipo.

Con un conocimiento pobre de la cosmovisión mesoamericana nos impusimos la meta de

resolver las interrogantes planteadas, para lo cual utilizamos diferentes medios: a) una minuciosa

descripción formal, b) el registro gráfico detallado de cada una de las imágenes; c) la descripción de

las temáticas de las imágenes; d) la búsqueda, análisis e interpretación por medio de las distintas

fuentes de información documental ya sea escrita o pictográfica, tanto coloniales como

prehispánicas; e) el uso del abundante material arqueológico comparativo y f) la literatura contenida

en reportes, dibujos, fotografías, catálogos y compendios. Dado el gran número de materiales

escultóricos tuvimos que reducirlo a aquellos que presentaran cualquier insignia iconográfica, ya

fuera bidimensional o tridimensional.

8
La recurrencia de insignias en ciertos seres nos condujo a preguntarnos sobre las distintas

temáticas plasmadas en los materiales arqueológicos de nuestro estudio. De existir ¿cuáles son?, ¿de

qué tipo?

El recorrido que hicimos para encontrar las respuestas es un proceso que se ve reflejado en

la estructura y contenido de la presente obra. Para una mejor exposición resumimos cada uno de los

capítulos que la integran resaltando el por qué de su contenido.

En el capítulo de antecedentes se examinan de forma cronológica y de manera general los

trabajos sobre escultura azteca que consideramos de mayor repercusión académica. Observando y

destacando sus distintas maneras de abordar el fenómeno, los recursos metodológicos empleados y

las interpretaciones que resultaron. Con el objetivo de brindar al interesado un punto de referencia

sobre la manera en que generaciones de investigadores se han enfrentado al fenómeno. Su análisis y

evaluación brindó la oportunidad para familiarizarnos con las formas, significados y temáticas de

este arte escultórico. Pero principalmente se presentó la oportunidad de observar cómo han

cambiado las ideas que se tenían sobre las obras escultóricas a través del tiempo. Dicho sea de paso,

muchas de esas interpretaciones sirven como base a la presente investigación. Para el interesado en

el tema es necesario un conocimiento de sus diferentes etapas de desarrollo de tales

interpretaciones. Al desconocerlas es sumamente difícil llegar a conclusiones precisas o completas.

Además se corre el riesgo de repetir innecesariamente trabajos que fueron hechos hace tiempo.

Es así que se tomó como punto de partida el estudio clásico de Antonio de León y Gama,

publicado en el año de 1792. El examen continúa por el siglo XIX, cuando hay diferentes tipos de

estudiosos que incluyen arqueólogos, abogados, viajeros, diplomáticos y religiosos. Hacia finales de

este siglo y principios del XX se renueva la comprensión de la estatuaria azteca. Un cambio de las

ideas llega principalmente de investigaciones hechas por mexicanos y alemanes. Para la segunda

mitad del siglo XX, las indagaciones sobre escultura azteca se producen principalmente en México

9
y los Estados Unidos. En territorio nacional destaca el Proyecto Templo Mayor, que se inicia en

1978 y que durante varias temporadas de campo sigue brindando información sobre las imágenes en

piedra y los contextos en que se encontraron. Hacia la parte final del apartado se examina

brevemente una serie de catálogos de piezas que se encuentran en museos del extranjero. Se realiza

con la finalidad de tener una visión más completa de la escultura de estilo azteca, conocer otro tipo

de clasificaciones morfológicas y al mismo tiempo un referente comparativo a nuestras piezas.

El segundo capítulo se dedicó a la metodología. Se explicarán nuestras categorías de

análisis. Al observar cada una de las piezas individualmente y en conjunto, nos daremos cuenta de

la calidad y cantidad de datos que se pueden obtener por medio de un análisis sistemático. Debido a

lo cual examinamos el origen de nuestro corpus y sus características. Se explicarán los problemas

que implican su cuantificación, clasificación e identificación, lo que justifica el enfoque formal e

iconográfico del estudio. A partir de este punto, el estudio se llevó a través de un análisis de

contenido temático o por las afinidades entre las imágenes.

El tercer capítulo es el de mayor extensión. Se estructuró en diferentes niveles de análisis.

En el primero es el morfológico y se presenta el catálogo general del corpus -conformado por 152

piezas. La información incluye sus dimensiones (alto, ancho, espesor, circunferencia y peso), color

Munsell, textura de la roca (gruesa o fina) y origen (sedimentaria, metamórfica o volcánica). Sigue

el registro fotográfico y sus correspondientes dibujos a línea; con la intención de crear grupos bien

diferenciados. Aunque hay que aclarar que las figuras se colocaron al final del capítulo debido a que

al actuar así se observará cada uno de los subgrupos como un conjunto y a un mismo tiempo. Lo

que permite apreciar fácilmente sus afinidades y diferencias morfológicas e iconográficas.

El siguiente paso fue analizar cada uno de los grupos que se formaron. Al conocer lo

representado pudimos utilizar las diferentes fuentes de informaciones complementarias (textuales y

10
pictográficas). Al hacerlo así se facilita la identificación de los seres representados. Una vez que se

ha logrado se hacen subgrupos de acuerdo con la iconografía compartida.

Lo anterior permite llegar al tercer nivel de análisis, el de los subgrupos. Al inicio la

exposición se presentará su descripción, su distinción, su separación e interpretación. Finalmente

basados en las cualidades del conjunto reúnen bajo la temática que representan.

Para terminar con esta introducción recordemos que la humanidad siempre ha tenido la

necesidad de comunicarse. Existen diversas maneras de expresarse e intercambiar ideas. El habla, la

escritura o las imágenes son los medios más recurridos. Para el caso de los grupos humanos durante

el Posclásico tardío, las evidencias materiales de sus efigies nos hablan de una diversidad ya que

fueron hechas en: semillas, resinas, madera, cerámica, obsidiana, piedras semipreciosas o rocas

volcánicas, muchas de ellas se podían encontrar por todas partes. Por lo tanto su omnipresencia es

señal de la importancia en su estudio. Agreguemos finalmente que para la sociedad mexicana del

siglo XXI y la nahua del XVI las imágenes jugaron y juegan un papel de primer orden que siempre

debe ser tomado en cuenta para el estudio de las mencionadas sociedades.

11
Capítulo 1. Antecedentes

Los trabajos científicos sobre escultura azteca tienen una larga historia que se inicia en el año de

1790 y continúa hasta nuestros días. La cantidad de información es abundante y se encuentra

contenida en reportes, dibujos, fotografías, catálogos y compendios. Tales obras nos remiten a la

forma en que los autores interpretaron las piezas. Estos escritos nos proporciona un bosquejo de la

complejidad y problemáticas de las obras escultóricas de la época precortesiana; además la manera

de y un útil marco de referencia, pues nuestros postulados se basan en trabajos previos como los que

analizaremos. Su examen nos brindó un esbozo metodológico de trabajo sobre este tipo de material

arqueológico. Las idas generadas de este material se han transformado notablemente desde la

primera obra que se publicó, la cual tomaremos como punto de partida.

Dada la gran cantidad de escritos existentes, no se pretende que el examen de los trabajos

sea exhaustivo. Nos concentraremos en aquellos que, a nuestro juicio, son de mayor importancia por

sus aportes y por la influencia que tuvieron en investigaciones posteriores. La exposición se

presentará de manera cronológica.

Un estudio pionero del siglo XVIII

Tras la conquista militar de Tenochtitlan, ocurrida en el año de 1521, los españoles

intentaron la destrucción y sustitución íntegra de las imágenes del pueblo vencido. 2

Ocasionalmente, los restos de las efigies fueron utilizadas como material de construcción para las

edificaciones coloniales. Las instituciones del nuevo gobierno, en particular las religiosas, se dieron

a la tarea de borrar toda huella de las expresiones culturales de los vencidos. Entre los siglos XVI y
2
Como un ejemplo del trato que se le dio a las imágenes religiosas prehispánicas por parte de los españoles contamos
con el relato del conquistador Díaz del Castillo, 1968, págs. 160-161, que nos remite a un evento acontecido en
Cempoala,: “Cuando subimos sobre cincuenta soldados (al cu) y los derrocamos, y vienen rodando aquellos sus ídolos
hechos pedazos, y eran de manera de dragones espantables, tan grandes como becerros, y otras figuras de medio
hombre, y de perros grandes, y de malas semejanzas. Y cuando así los vieron hechos pedazos, los caciques y los papas
que con ellos estaban lloraban y taparon los ojos, y en la lengua totonaque les decía que los perdonasen, y que no era
más en su mano, ni tenía culpa, sino esos teules, que os derrocan, y que por temor de los mexicanos no nos daban
guerra”.

12
XVII no sólo no se llevan a cabo estudios arqueológicos, sino que ni siquiera hay búsquedas de

anticuarios al estilo de las que ya abundaban en Europa occidental.3

Los estudios sobre el arte escultórico mexica se inician hasta finales del siglo XVIII, en

1792. Antonio León y Gama publica el primer estudio: Descripción histórica y cronológica de las

dos piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la plaza principal de

México, se hallaron en ella en el año de 1790.4 El autor interpreta el significado y la función de las

dos piezas rescatadas en la Plaza Mayor: la Coatlicue y la Piedra del Sol. Hay que destacar que por

estos años España se encuentra acorralada por las potencias europeas, razón por la cual el escrito de

León y Gama pretende elogiar los logros militares pasados del imperio hispano en América. Una de

las razones que mueve al sabio a escribir fue la de difundir los profundos conocimientos que

poseían los pueblos prehispánicos en las artes y las ciencias.

La ahora famosa Coatlicue fue localizada el 13 de agosto de 1790; identificada por León y

Gama como la conjunción de la diosa Teoyaomiqui y Huitzilopochtli. El sabio novohispano destaca

la relación que ésta guarda con el dios patrono de los mexicas, y con otros dioses. La interpretación

se basa principalmente en el estudio de las crónicas conocidas hasta el momento; las cuales se

complementan con el uso de las fuentes pictográficas. León y Gama también aprendió náhuatl, la

lengua de los creadores, pues no confiaba en las traducciones que otros pudieran hacer de los

documentos. Todo lo anterior se vio complementado con dibujos precisos de las esculturas desde

varios ángulos (figura 1).

La segunda pieza, la Piedra de Sol, se localizó muy cerca de la Coatlicue, el 17 de diciembre

de ese mismo año. León y Gama realizó un estudio extenso para interpretarla de acuerdo con su

conocimiento de los calendarios indígenas. Destacó su íntima relación con el Sol y las cuatro eras

3
Bernal, 1992, págs. 37-38.
4
León y Gama, 1990.

13
que antecedieron al quinto sol (figura 2).5 Al desarrollar sus ideas denota un amplio conocimiento

de la información que había hasta el momento.

León y Gama nos ofrece la primera interpretación. El juicio de la historia le ha sido

favorable pues su estricta metodología será aplicada y seguida por muchos. A partir de la aparición

de su libro, se despierta un interés en la escultura prehispánica, el cual se aprecia en las

publicaciones posteriores. Hay que recalcar que desde esta época se observa que la escultura se

encuentra relacionada con aspectos religiosos. Como lo hace notar acertadamente Ignacio Bernal:

“León y Gama aprecia por primera vez y en forma clara que el calendario indígena se rige por ideas

y conceptos muy diferentes a las del calendario europeo”.6

Los trabajos realizados en el siglo XIX

Pocos años después de la independencia de México, en 1827 Isidro Icaza, asistido por Isidro

Rafael Gondra, divulgan el segundo estudio estos materiales escultóricos. Constituido por una serie

de estampas de materiales arqueológicos, realizadas por Frédéric Waldeck, acompañadas por un

breve texto.7 Esta obra tiene el mérito adicional de ser uno de los primeros ensayos de arte

litográfico en México. La publicación se entregó periódicamente; cada ejemplar se componía de

cuatro láminas, entre las cuales se contaban esculturas en piedra, figurillas de barro, jeroglíficos y

pinturas históricas. Los escritos adjuntos nos ofrecen descripciones breves. Además, proporcionan

las medidas, la materia prima y el lugar del hallazgo. Desafortunadamente, la serie quedó

suspendida y tan sólo llegaron a ser tres entregas, sumando 12 láminas y seis páginas de texto

explicativo.

5
León y Gama, 1990, págs. 89-114.
6
Bernal, 1992, pág. 76.
7
Icaza y Gondra, 1827.

14
Para mediados de siglo, en 1844 Branz Mayer motivado por la obra de William Prescott y

por los viajes de John Lloyd Stephens en Yucatán, presentó su libro.8 La obra aparece en una época

donde los relatos de viajeros son importantes, ya que México y los Estados Unidos se encontraban

al borde de una guerra. Este libro fue producto de su experiencia por territorio mexicano, de sus

observaciones y preocupaciones como historiador. En un año acopia información histórica y

arqueológica. Lo interesante de su libro para nosotros es que realiza una explicación de las piezas

exhibidas en el Museo Nacional y de algunas colecciones privadas. Entre ellas describe las

esculturas que para él son notables por su contenido estético. Nos brinda una visión general del

México prehispánico, así como la situación política que le toca vivir en territorio nacional. El

procedimiento de trabajo fue describir las piezas, basado principalmente en el libro de Prescott.

Proporciona el nombre las materias primas, el lugar del hallazgo, sus medidas y dibujos

esquemáticos que no reproducen fielmente las piezas (figura 3). Como fuentes documentales utiliza

a Cortés, Lord Kingsborough y Clavijero. Uno de los aportes de su trabajo es que se encuentra entre

los primeros extranjeros que dan a conocer los materiales fuera de México. Reconoce, como

muchos otros, que las piezas guardan íntima relación con temas religiosos, dedicadas a los dioses y

a los templos, lo que le sirve para ligarlas a temas mitológicos.

Al final de la traducción al español de la obra de William Prescott,9 editada en 1845, José

Fernando Ramírez, presentó un análisis de cuatro lapidas monumentales,10 que León y Gama

calificaba de indescifrables.11 Este comentario, lejos de desalentarlo, lo impulsa a deliberar sobre la

fecha de realización de los relieves. El propósito fue dar a conocer los tipos de monumentos

conmemorativos utilizados por los mexicanos. Su exposición se inicia con la enumeración de los

elementos observados: dimensiones, materiales empleados para su elaboración, técnicas escultóricas

8
Mayer, 1953.
9
Prescott, 1936.
10
Ramírez, 1970.
11
Ramírez, 1970, pág. 719.

15
y proporciona dibujos detallados de las caras trabajadas. Sus juicios se basan en los textos críticos

disponibles en la época, como León y Gama y Boturini; consulta las fuentes documentales del siglo

XVI como los escritos de Sahagún, Torquemada, el Códice Telleriano-Remensis, y el Códice

Vaticano A, entre otros.12 Los aportes de su trabajo se encuentran en la observación de que las

fechas calendáricas de las lápidas se refieren a eventos y personajes concretos de la historia mexica.

A partir de este momento el imaginario que tratan de explicar los estudios sufre una

transformación; pues ya no se relaciona únicamente con aspectos religiosos, aunque éste sea el

motivo principal que los origina.

Hacia 1882, los mexicanos Gumesindo Mendoza y Jesús Sánchez publican un catálogo de

los materiales arqueológicos que se encontraban en el Museo Nacional.13 El objetivo fue que

elaborar un catálogo con pequeñas notas aclaratorias y dar alguna instrucción a las personas que

desconocían la historia antigua y la arqueología de México.14 El texto incluyó vasijas de barro,

materiales óseos y códices. Parte de las descripciones se concentran en 32 esculturas en piedra, la

mayoría provenientes de la Ciudad de México. Su catalogación ofrece descripciones formales

concisas. Cuando es posible agregaron las dimensiones de la pieza, el lugar del hallazgo y la

materia prima. Al documentarse, retoman los trabajos previos, como los ya clásicos de León y

Gama, Dupaix, Clavijero y José Fernando Ramírez. Sus resultados ofrecen una breve mención de la

identidad de los personajes. La constante que se observa en este escrito, en relación a los anteriores,

es que vincula a las esculturas con eventos históricos o fiestas de gran importancia, como la

conmemoración de una gran hambruna, un año de gran fertilidad o la celebración del Fuego Nuevo.

12
Ramírez, 1970, pág. 720.
13
Mendoza y Sánchez, 1882.
14
Mendoza y Sánchez, 1882, pág. 447.

16
Hacia 1884, el norteamericano W. W. Blake elabora un catálogo en donde presenta el

material resguardado en el Museo Nacional de México.15 Es motivado por el constante incremento

de angloparlantes que entonces visitaban México. Aunque ya se tenían catálogos detallados, éstos

eran en español.16 El método de exposición sigue el orden que se observa en la sala del museo. Nos

da breves descripciones formales, dimensiones y el lugar del hallazgo. El registro que presenta es de

piezas escultóricas que autores del pasado ya habían descrito e interpretado. En esencia, se trata de

la traducción al inglés del catálogo que hicieran Gumesindo Mendoza y Jesús Sánchez, con alguna

nota explicativa adicional. Inclusive sigue su orden de exposición. Blake cree que la influencia

externa, especialmente la de Asia, condicionó las expresiones plásticas del México prehispánico,

como casi todos los estudiosos extranjeros de la época.

Alfredo Chavero, a finales del siglo XIX, en una monumental obra coordinada por el general

Vicente Riva Palacio, publicó varias esculturas en piedra procedentes del centro de México, muchas

con un marcado estilo azteca.17 En su texto aborda diferentes temas sobre los antiguos pobladores

de México. Cuestiones como su cosmología, la historia, lenguaje o costumbres. Además de su

filosofía, la forma en que entendían sus orígenes, la religión, los lugares sagrados. En su momento

el investigador mexicano fue una de las voces con mayor peso académico y las explicaciones de los

temas se ven acompañadas de una gran cantidad de dibujos que enriquecen su obra que en la

actualidad son enorme ayuda.

Para finales del siglo, en 1897, el mexicano Jesús Galindo y Villa presentó su trabajo.18 Este

escrito sirve para festejar la inauguración de la Galería de Monolitos el 16 de septiembre de 1887

(figura 4), por Porfirio Díaz, entonces presidente de la República. Las piezas arqueológicas

proceden de diversos lugares del país, de excavaciones, edificios prehispánicos y donaciones

15
Blake, 1884.
16
Blake, 1884, pág. 11.
17
Chavero, 1882.
18
Galindo, 1897.

17
particulares. Reporta un total de 364 piezas. El monumental trabajo consta de la descripción formal

de cada una de ellas; proporcionó las dimensiones y el peso, un dato que otros investigadores no

toman en cuenta. También menciona las materias primas, los probables lugares de extracción,

aunque sólo de aquellas piezas que piensa como relevantes. En la sección de interpretación toma las

opiniones más autorizadas de la época, entre ellas las de León y Gama, Chavero y del Paso y

Troncoso. La publicación fue ilustrada por Jonás Engberg, pero sólo de aquellas piezas que él

considera las más destacadas y sólo en una de las ediciones. Jesús Galindo y Villa fue de los

primeros investigadores que divide el material en grandes grupos temáticos: astronomía y

cronología, mitología, objetos destinados al culto, urnas, juego de pelota, monumentos

conmemorativos, epigrafía, arquitectura y piezas diversas. La diversidad formal observada en las

esculturas en piedra ahora es entendida como respuesta a la necesidad de expresión a múltiples

temas.

En suma, las obras que realizan los investigadores mexicanos en el siglo XIX se caracterizan

por un fuerte nacionalismo, tratando de explicar el país naciente. Dan a conocer culturas gloriosas y

sus monumentos. En cambio, los autores extranjeros tienden a relacionar los monumentos

escultóricos con culturas distantes en el espacio y en el tiempo, de Egipto y Asia primordialmente.

Al principio, en los estudios sobre escultura en piedra no se observa una clasificación

temática del corpus. El material se entiende como un conjunto uniforme. Se reúnen en un mismo

apartado imágenes que proceden de distintas culturas y temporalidades. Fue hasta finales del siglo

XIX que se comienza a dividir las imágenes en antropomorfas, zoomorfas o fitomorfas. Además, la

comprensión del imaginario prehispánico se presenta con mayor complejidad. Se observa que el

tema religioso no es el único en esta plástica, aunque sea uno de los que los más recurrentes.

Eventos y personajes concretos de la historia mexica aparecen. Salvo contadas excepciones, la

metodología que utilizaron no es sistemática.

18
Los trabajos realizados en el siglo XX

En 1903 Alfredo Chavero publicó un estudio sobre el monolito de Coatlinchan,19 localizado

cerca de Texcoco. El propósito de este trabajo trata sobre la identidad del monumento. Este

investigador cotejó varias fuentes documentales, como las escritas por Durán y Torquemada.

Comparó los atavíos descritos en estas obras con la escultura monumental.20 No conforme, se

adentra en sus descripciones y ubica el lugar donde se encontraba la pieza. No sólo se basa en

fuentes escritas, sino que alude a los documentos pictóricos.

Hacia 1903, otro trabajo de Jesús Galindo y Villa es publicado. 21 Se trata de una ampliación

de su trabajo de 1897. Allí clasificó las colecciones de escultura que el antiguo Museo Nacional de

México custodiaba. Se inicia con una investigación bibliográfica sobre los trabajos anteriores.

Menciona a Orozco y Berra y a Chavero. Además, hizo una breve mención de los instrumentos que

fueron requeridos para la elaboración de las esculturas, así como los materiales empleados para

plasmarlas.22 Este trabajo recopila nuevos datos, complementados con más dibujos que en su

publicación anterior. En las breves descripciones divide las colecciones en dos grandes grupos: los

relieves y las esculturas de bulto. Comenta sobre los temas vistos en los monumentos: asuntos

religiosos, objetos de culto y objetos diversos. Su aporte es dar a conocer un número considerable

de piezas e intentar dividirlas en grupos temáticos, aunque sus interpretaciones presentan poco

fundamento.

Para finales del siglo XIX y principios del XX, las investigaciones científicas de la escultura

fueron fuertemente influidas por el alemán Eduard Seler: arqueólogo, filólogo y etnógrafo.23 Para

Seler muchas de las formas pictóricas eran símbolos o metáforas visuales de conceptos clave que

19
Chavero, 1903.
20
Chavero, 1903, pág. 281.
21
Galindo, 1903.
22
Galindo, 1903, págs. 199-201.
23
Sepúlveda, 1992, pág. 11

19
podían interpretarse. Cuando el significado de una imagen no era claro, apelaba a los documentos

escritos que podían explicarla o a otras imágenes que se le parecían. Rechazó las especulaciones

precedentes y los grandes esquemas teóricos de su tiempo, ya que para él era imposible resolver los

problemas sin entender sus elementos componentes.24 Tal comprensión sólo podía alcanzarse través

de los exhaustivos análisis filológicos, arqueológicos, etnográficos y de la comparación minuciosa

de las esculturas, la cerámica y las fuentes documentales. El conocimiento sobre algunas lenguas de

Mesoamérica facilitó sus estudios de códices mayas y mexicanos, lo cual le permitió relacionar las

imágenes con los nombres, términos y conceptos originarios registrados por autores coloniales.

Nos adentraremos en uno de los trabajos que el alemán realizó sobre la escultura del

Posclásico tardío. Al arribar el siglo XX, se dieron descubrimientos arqueológicos significativos en

el centro de la Ciudad de México. Un gran número de objetos, incluidas varias esculturas, fueron

exhumadas en la calle de las Escalerillas, atrás de la Catedral, cuando se construía un colector de

aguas residuales.25 Otras imágenes fueron recuperadas en el portal de Mercaderes, en el límite

oriental del Zócalo, y, en 1901, una gran cabeza de serpiente de fuego y un enorme cuauhxicalli en

forma de jaguar que se encontraron en la casa del Marqués del Apartado.26 Esas piezas fueron el

objeto de estudio de Seler. En su publicación se presenta la primera reconstrucción del centro

ceremonial, así como la interpretación de los grandes monumentos conocidos hasta entonces: la

Coatlicue, la Piedra del Sol, el cuauhxicalli de Tízoc, el Indio Triste, la cabeza de piedra verde de

Coyolxauhqui, el Chacmool de Tacubaya, el Xochipilli de Tlalmanalco, la piedra del Centro

Mercantil, entre muchas otras. 27

De entre la vasta producción intelectual hecha por Seler, creemos conveniente destacar

artículos dedicados a la plástica azteca, como aquel en que se concentra en examinar la forma y el

24
Klein, 2002, págs. 28-35.
25
Batres, 1902.
26
Seler, 1993, págs. 114-187.
27
Seler, 1993, págs. 114-193.

20
significado del cuauhxicalli,28 la figura humana descarnada de piedra verde del museo de Stuttgart

que identifica como el dios Xólotl (figura 230),29 los relieves en el templo del dios del pulque en

Tepoztlán,30 las cajas de piedra (tepetlacalli)31 o la vasija del pulque de la colección Bilimek,32 por

mencionar un muy reducido número.

El conjunto de monografías y comentarios a códices sigue una cuidadosa norma que ha

marcado la pauta por varios años. La mayoría de su vasta obra apareció en una compilación, en

1996, con una traducción en inglés en 1992. Entre las consecuencias se encuentra el desciframiento

casi total de los más importantes códices mexicanos, con lo que se pudo reconocer la estructura del

panteón mesoamericano.33

Tenemos conocimiento que, de agosto de 1906 a octubre de 1907, Seler realizó una

catalogación íntegra de los objetos exhibidos en el Departamento de Arqueología del Museo

Nacional, en donde registró 10,122 objetos. Allí se aprecian varias esculturas en piedra. Por

desgracia no logramos tener acceso a la obra referida, por lo que remitimos al lector interesado a la

reseña que hace el arqueólogo Felipe Solís.34

Otro destacado arqueólogo alemán Hermann Beyer entrega numerosas e importantes

publicaciones sobre la iconografía prehispánica. Entre ellas destaca la dedicada a la Piedra del Sol.35

De sus vastos escritos tomaremos este último como modelo para ejemplificar su estricta

metodología.36 Emprendió la descripción iconográfica del centro del monumento hacia fuera. Opina

que la cara central de la pieza es el rostro del dios solar, el cual le sirve para tratar el tema de los

28
Seler, 1992, págs. 79-83.
29
Seler, 1993, págs. 198-208.
30
Seler, 1993, págs. 266-280.
31
Seler, 1992, págs. 87-113.
32
Seler, 1992, págs. 199-223.
33
Dolinski, 2003 pág. 38.
34
Solís, 2003, págs. 211-222. En otro trabajo de Solís, 1982, menciona que en 1944, los arqueólogos mexicanos
Alfonso Caso y Salvador Mateos catalogan casi todos los objetos que custodiaba el Museo Nacional de Antropología, al
cual tampoco tuvimos acceso.
35
Beyer, 1965e.
36
Beyer, 1965e, pág. 164-169.

21
cuatro soles o eras precedentes. Analiza puntualmente los signos de cada uno de los veinte días. No

deja detalle por discutir, utilizando la comparación con piezas foráneas a la capital tenochca.

Identifica a los reptiles del borde de la escultura como las serpientes de fuego y los rostros humanos

que emergen como los de los dioses Xiuhtecuhtli y Tonátiuh. En el apartado final trata de las

figuras que se ven en el canto de la piedra. Las claves metodológicas de su estudio provienen de un

vasto conocimiento de las fuentes documentales prehispánicas y coloniales, de una constante

comparación con otras esculturas del mismo periodo y de diferentes partes de México.

No podemos dejar de mencionar otros ejemplos de la enorme producción científica de

Beyer, entre ellos los dedicados a una serie de lápidas recuperadas en los restos del Templo

Mayor,37 a los relieves de Santa Cruz Acalpixcan,38 el dedicado al espejo humeante observado en

las ataduras de los años39 y a la piedra de sacrificio gladiatorio que se encuentra en el Museo

Nacional.40

En resumen, tanto Eduard Seler como Hermann Beyer heredaron a la comunidad científica

valiosos métodos para entender las imágenes en piedra. Encontraron cuáles eran las claves para

conocer los temas plasmados en estas efigies; basados en un modelo estructurado que nos

proporciona información sobre los seres representados.

Atención especial merece Alfonso Caso por su trabajo dedicado al Teocalli de la Guerra

Sagrada.41 En 1927 realiza una de sus primeras publicaciones en el ramo de la arqueología, donde

demuestra un dominio de las fuentes documentales.42 El monolito se encontró en los cimientos del

37
Beyer, 1955, págs. 8-42.
38
Beyer, 1965a, págs. 105-123.
39
Beyer, 1965d, págs. 337-342.
40
Beyer, 1969a, págs. 310-315.
41
Caso, 1927.
42
Véase Caso, 1967, como otro ejemplo de su meticuloso trabajo.

22
Palacio Nacional, debajo de la torre sur. El hallazgo ocurrió en julio de 1926, aunque mucho antes

ya se había reportado.43

Caso relaciona la forma de los objetos con la función que se les dio. Se basa en

interpretaciones de figuras similares y en una constante comparación de las imágenes apreciadas en

los códices y en otras esculturas. Para alcanzar una mejor aproximación, proporciona la etimología

de los nombres en náhuatl. Su método se inscribe en las escuelas de Seler y Beyer, las cuales

intentan relacionar las ideas detectadas en esos objetos con concepciones más generales del

pensamiento mesoamericano.

En 1967, Ignacio Bernal hizo un catálogo de las piezas arqueológicas que el Museo Nacional

de Antropología exhibía. El motivo es la necesidad de guiones explicativos sobre los materiales

expuestos en las distintas salas. Cuando toca el turno a la Sala Mexica, Bernal menciona máscaras

en piedra, objetos hechos de pluma, cristal de roca, cerámica y 60 esculturas de piedra. 44 Inicia su

exposición relatando la historia mexica, con los eventos de mayor importancia ocurridos en los

gobiernos de los reyes de Tenochtitlan. Para él, los creadores de tales monumentos pertenecieron a

una sociedad militarista e imperialista. Por lo tanto, comienza su relato explicando las esculturas en

donde se observan estas ideas; analiza monumentos como un cuauhxicalli, el Teocalli de la Guerra

Sagrada, la Piedra del Sol, la Piedra de Tízoc, entre muchas otras. Realizó un examen de las

imágenes antropomorfas desprovistas de atributos divinos; continúa con las representaciones de

animales, y pasa al tema de las deidades, tanto masculinas como femeninas. De cada grupo indica

su posible función.

Bernal no proporcionó las medidas, aunque en ciertos casos ofrece algunas fotos a color pero

no dibujos complementarios. Lo que sí menciona es la historia de la pieza. La descripción formal es

43
Caso, 1927, págs. 12-29.
44
Bernal, 1967.

23
extensa y precisa, aunque sólo en aquellas que él considera como las más destacadas. Esto se

complementa con sus conocimientos profundos de los significados inherentes a las esculturas.45

Un parteaguas en la interpretación moderna de la escultura del centro de México es el

trabajo de H. B. Nicholson. En 1971 da a conocer su afamado capítulo sobre las tradiciones

escultóricas monumentales; una de éstas, la azteca, figura como la última del periodo prehispánico y

es en la que se concentra. La intención del autor fue hacer una síntesis de la secuencia y desarrollo

de la escultura monumental en el centro de México, describir las características diagnósticas de cada

estilo, basado en la información que le proporcionan los materiales arqueológicos, en este caso la

escultura de grandes dimensiones. Por ello examinó sus antecedentes, encontrándolos en las formas

que se observan en el mundo olmeca y en las ciudades de Teotihuacan, Xochicalco y Tula. Para

cumplir con sus objetivos hace una división cronológica, tomando como base los periodos

Preclásico, Clásico y Posclásico.46 Describe las peculiaridades de cada estilo, tomando en cuenta los

motivos y los sitios donde aparecen, así como sus influencias.47

Dedica gran parte de su trabajo al Posclásico tardío. Realiza una rápida exposición del

contexto histórico: inestabilidad política, guerras frecuentes, constantes migraciones y renacimiento

de la cultura tolteca en la Cuenca de México. En las imágenes de piedra detecta una tradición

estilística más antigua, la denominada Mixteca-Puebla. Según él, una de las características de la

escultura monumental azteca es su producción abundante y su distribución en los actuales estados

de México, Morelos, Guerrero y Veracruz.48 Otro elemento diagnóstico del arte azteca maduro es el

alto grado de estandarización en el sistema simbólico e iconográfico.49 Nicholson define el sistema

iconográfico azteca. Por aquellos tiempos nadie se había encargado de clasificar un sistema tan

45
En otra publicación Bernal, 1971, hace los comentarios a una colección particular sobre materiales arqueológicos del
México prehispánico perteneciente al señor Licio Lagos.
46
Nicholson, 1971a, págs. 93.
47
Nicholson, 1971a, págs. 94-95.
48
Nicholson, 1971a, pág. 120.
49
Nicholson, 1971a, pág. 123.

24
complejo. Ofrece un resumen sistemático de las formas habituales en la escultura monumental. Este

capítulo tiene el mérito de ser igualmente descriptivo que analítico. Discute los principales objetos

que se representaron en la escultura mayor.50

A lo largo de su vida académica, H. B. Nicholson realizó varios e importantes

investigaciones sobre los monumentos de piedra. Consideramos que entre los más destacados se

encuentran los dedicados al temalácatl de Tehuacan;51 un relieve donde se observa parte de la diosa

Tlaltecuhtli de la que sale un personaje relacionado con Tezcatlipoca,52 y un par de artículos en los

que se concentra en las diosas de las aguas y la fertilidad respectivamente.53 Uno de sus trabajos

más destacados es el enfocado al sistema iconográfico del centro de México, donde estudia sus

características básicas; es un conciso resumen enfocado a las representaciones divinas.54 En otro

trabajo examina la policromía en las esculturas.55 Ya para fechas más recientes, contamos con el

análisis hecho a las representaciones de animales relacionados con la muerte.56

Con gran influencia de los trabajos de Seler y Beyer, Nicholson se basa principalmente en

cuestiones estilísticas: cómo se dieron sus cambios a través del tiempo, en distintos grupos

humanos, sus influencias, las formas generales que adoptaron (las antropomorfas y zoomorfas

principalmente), las insignias iconográficas particulares y cómo estas formas se agruparon en temas

de culto. Su metodología fue sistemática, ya que de cada pieza aporta una descripción formal de los

elementos constitutivos y rasgos relevantes, así como fotografías desde varios ángulos. Esto se

conjuga con material gráfico abundante: dibujos detallados e imágenes comparativas. Las

interpretaciones del significado de las imágenes se basaron en un amplio dominio de las fuentes

documentales y datos de la arqueología.


50
Nicholson, 1973, págs. 128.
51
Nicholson, 1955, págs. 95-134.
52
Nicholson, 1958, págs. 593-607.
53
Nicholson, 1961, págs. 44-55; y 1963, págs. 9-30.
54
Nicholson, 1973, págs. 72-97.
55
Nicholson, 1985, págs. 145-171.
56
Nicholson, 2006, págs. 369-388.

25
En 1976 Felipe Solís publicó un catálogo que incluye 92 esculturas de piedras de estilo

azteca. Esta colección procede del Museo Nacional de Antropología y de las excavaciones

arqueológicas en el sitio de Santa Cecilia Acatitlan, Estado de México, que fueron llevadas a un

espacio acondicionado para su exhibición.57 Al inicio de la obra dividió la colección en dos grandes

temas: los aspectos de la vida cotidiana y la cultura de los pueblos que habitaron la Cuenca a la

llegada de los españoles. Para el autor, los escultores representaron principalmente a sus dioses,

muchos de ellos en forma humana.

El otro apartado lo dedica a las formas de los elementos arquitectónicos, los animales y los

elementos rituales. De los datos particulares de cada una de las piezas ofrece el lugar de origen, el

número de inventario del INAH, las tres dimensiones (alto, ancho y espesor pero no en todas), una

foto vista de frente, materia prima y una bibliografía pobre. De ellas nos ofreció una descripción

formal concisa, se enfocó principalmente en los atavíos que porta.

En 1982 Solís inspeccionó una colección de esculturas antropomorfas exentas, procedentes

de las colecciones del Museo Nacional de Antropología.58 El objetivo principal de su trabajo es

detectar sus constantes formales. En opinión del autor, estas constantes revelan la ideología del

grupo dominante, es decir, reflejan sus valores estéticos, morales, sociales y su cosmovisión. 59

Relaciona las diversas posiciones corporales que adoptan las esculturas (parados, encorvados,

sentados, hincados, recostados) y las vestimentas (máxtlatl, delantal, faldilla, capa, chaleco, pieles,

pechera, huipil, quechquémitl, enredo, faja-cinturón, guantes, sandalias), dando por sentado que

cada género portará rigurosamente los atavíos correspondientes a su sexo. De estos postulados se

desprenden los dos grandes grupos en su taxonomía: los personajes masculinos y los femeninos. El

autor se concentró en las esculturas exentas, por lo que el tema iconográfico no es tratado a

57
Solís, 1976.
58
Solís, 1982.
59
Solís, 1982, págs. 73-109.

26
profundidad; deja de lado las relaciones de los personajes identificados con entidades divinas,

gobernantes, sacerdotes.

En 1991 Solís se concentra en las colecciones de escultura en piedra verde y madera

procedentes de las ricas colecciones del Museo Nacional de Antropología, y de aquellas

recuperadas por el Proyecto Templo Mayor.60 Con la intención de presentar la contribución

indígena mexicana al arte internacional, su filosofía y simbolismo, además del carácter particular de

su antigua religión.

Para la segunda mitad del siglo XX, las investigaciones sobre escultura azteca se producen

principalmente en México y Estados Unidos. En territorio nacional el de mayores repercusiones es

el Proyecto Templo Mayor, que se inicia en 1978. De este sitio se recuperaron un sin fin de

esculturas, poco después se publican varios estudios dedicados a ellas. Las efigies fueron

localizadas in situ o en lugares próximos a su ubicación original; contamos a su vez con los

artefactos a ellas asociadas y un contexto espacial con el cual podemos relacionarlas. Entre los

primeros trabajos en ser publicados sobre materiales escultóricos recuperados por este proyecto es

el hecho por Carmen Aguilera en 1978 sobre el monolito circular de la diosa Coyolxauhqui. Su

objetivo fue demostrar la utilidad de un proceso de identificación que utiliza el mayor número

posible de atributos, estudiando cada uno de estos, tratando de encontrar su significación posible.

Con lo cual es posible “leer” los símbolos; que de acuerdo con ella se logra conociendo la cultura lo

mejor posible y estudiando cada uno de los símbolos. Por lo que se puede decir qué representa una

obra y su identificación. El método que utiliza fue a partir del análisis formal, estudiando la obra

cuidadosamente y descomponiéndola en sus detalles. Se basa en las comparaciones, buscando

similitudes entre las formas representadas y otras ya conocidas; para tratar de encontrar el

significado, casi siempre respaldándose en alguna fuente documental. La parte comparativa va de lo

60
Solís, 1991.

27
temporal de lo más reciente a lo más antiguo y en lo espacial del centro hacia afuera. Hay muchos

dibujos comparativos. Y se vale de la opinión de otros expertos (médicos, astrónomos o biólogos).61

Dentro de los primeros trabajos de esculturas exhumadas por el Proyecto Templo Mayor en

se encuentran los de Alfredo López Austin sobre del monolito en piedra verde localizado muy cerca

del relieve circular de Coyolxauhqui. Imagen identificada como la diosa Mayáhuel, que de su pecho

surge un personaje identificado como Ome Tochtli, el principal de los dioses del pulque.62 En este

artículo se explica el significado de los elementos observados en la imagen así como su integración

y una identificación iconográfica. El método empleado por el investigador fue considerar la pieza

como una unidad de análisis; separando los elementos iconográficos. Extraje los elementos más

claros de interpretación, fueron agrupados en campos de relación simbólica; además de ello buscó la

causa de la presencia de elementos que pertenecen a varios campos de relación de la misma unidad

de análisis. El camino más lógico y rico en explicaciones fue la lectura de textos, principalmente de

mitos y conjuros. Esto permitió el esclarecimiento de las relaciones de los elementos en la unidad

semántica. De esta integración gruesa procede a la explicación e integración de elementos más

oscuros. López Austin proporciona además las dimensiones, la descripción formal, el nombre de la

materia prima, material bibliográfico, fotos de los detalles y dibujos minuciosos. Poco tiempo

después hizo un artículo que trata sobre el dios enmascarado del fuego, en el que utilizó la misma

metodología.63

Producto de las exploraciones en la fachada oeste del Templo Mayor Elsa Hernández

examinó una serie de esculturas y artefactos asociados que se encontraron sobre la escalinata de la

etapa III del adoratorio de Huitzilopochtli. Se trata de ocho esculturas con características

iconográficas comunes, como la diadema, la nariguera, el afeite facial, la posición del cuerpo y la

61
Aguilera, 1978.
62
López Austin, 1979, págs. 133-153.
63
Durante las exploraciones arqueológicas en las proximidades del Edificio “C”, al norte del Templo Mayor, apareció
esta escultura. Su examen se puede ver en López Austin, 1985, págs. 251-285.

28
indumentaria. Con base en estas características hace una revisión bibliográfica. Dichas efigies en

piedra las relacionó al culto del pulque.64 La autora presentó un examen formal detallado de cada

pieza, una foto frontal en blanco y negro, descripción formal y material comparativo conciso.

Además de su trabajo sobre este conjunto escultórico, Hernández Pons escribe artículos

relacionados con nuestro tema. Resalta el centrado en una figura zoomorfa, la que identifica como

la representación de un águila real. Esta pieza fue recuperada en las excavaciones de la casa del

Marqués del Apartado, espacio que perteneció al recinto sagrado de Mexico-Tenochtitlan.65

También hay que mencionar el escrito dedicado al Xiuhtecuhtli de piedra verde recuperado en los

trabajos arqueológicos en el predio de avenida Cinco de Mayo 18, en el centro de la ciudad de

México.66 Además, en coautoría con el arqueólogo Carlos Navarrete, publican un examen de seis

lápidas rectangulares labradas, que fueron encontradas con el relieve hacia abajo, bloques

igualmente descubiertos en la casa del Marqués del Apartado.67

En 1983, Esther Pasztory publica su libro Aztec Art. Allí proporciona un marco de referencia

para entender los monumentos escultóricos y un método general de aproximación con el propósito

de profundizar en las grandes obras aztecas.68 Primero, comenta sobre las formas generales que se

plasmaron en las esculturas, posteriormente toca el tema iconográfico. Separa las obras de arte en

menores y mayores; de manera que menciona que una de las funciones del arte fue la comunicación

de ideas acerca del lugar del hombre en el cosmos y en la sociedad. También, nos dice que sirve

para la identificación de grupos o clases sociales.69 Para ella, las obras de arte son a menudo

símbolos de riqueza. Enseguida, manifiesta los pasos para entender la iconografía azteca, que nos

puede proveer de por lo menos tres tipos de significados: el deseado, el secundario y las

64
Hernández Pons, 1982, págs. 221-232.
65
Hernández Pons, 1987, págs. 15-19.
66
Hernández Pons, 1996, págs. 68-70.
67
Hernández Pons y Navarrete, 1997, págs. 73-107.
68
Pasztory, 1983.
69
Pasztory, 1983, págs. 71-72.

29
connotaciones. Dentro del sistema de pensamiento metafórico azteca una imagen nos puede referir a

varias ideas y conceptos, sus alusiones. Prosigue con la función de la escultura de gran formato, que

constituye una de las grandes tradiciones de la escultura en el mundo. Ello se encuentra marcado

por su tamaño colosal, la técnica refinada en los detalles y el pulimento.70

En el capítulo VI, Pasztory se ocupó de las esculturas de formato pequeño. Se trata de

imágenes de dioses, animales, plantas, cajas, vasijas y objetos musicales; resalta que tal variedad es

rara en el arte de Mesoamérica. En contraste con estilos pasados, la mayoría de las efigies aztecas

adopta formas corporales compactas y, algunas veces, detalles realistas. Expresa la vitalidad de los

cuerpos, que no se veía en las esculturas de pueblos anteriores.71 Estos monumentos fueron

necesarios para la compleja liturgia. Representan a dioses de la fertilidad, animales y hombres, en

los que se puede ver el ideal del hombre azteca: humilde, serio y digno.72

En esta misma escuela encontramos a Emily Umberger con su tesis doctoral que data de

1983.73 La intención de su escrito es relacionar las fechas calendáricas observadas en la escultura

con la historia azteca tal y como es conocida en las fuentes escritas y pictóricas. En su estudio

examina 168 esculturas con fechas calendáricas. Para ello ofrece una rápida visión de la sociedad

que las creo. Toca temas como su historia, la religión y las publicaciones que tratan de ella.

Enseguida entra en el tema de las formas de leer los jeroglíficos, así como en la problemática de su

interpretación. Para lo cual se remite al calendario y las ceremonias indígenas prehispánicas.74

Umberger divide su colección de estudio en esculturas de bulto con jeroglíficos

(antropomorfas y zoomorfas), con inscripciones (cajas, bloques cuadrangulares, vasijas redondas,

modelos de piedra) y escultura miscelánea. La tercera parte de su trabajo se concentra en los

70
Pasztory, 1983, págs. 140-141.
71
Pasztory, 1983, págs. 209.
72
Pasztory, 1983, págs. 211.
73
Umberger, 1981.
74
Umberger, 1981, págs. 42-62.

30
relieves tallados en placas, rocas y peñascos.75 Como resultado de su análisis, las fechas en las

imágenes pueden ser interpretadas como referencias a eventos míticos o eventos históricos. Una de

las deducciones de su estudio es la propuesta de una cronología del estilo escultórico

metropolitano.76 La metodología seguida es una descripción formal detallada de cada uno de los

objetos con su etimología en náhuatl, una revisión de los pasajes míticos o históricos del personaje

en cuestión, y una foto o dibujo complementarios.

En este periodo de grandes avances en el conocimiento de la escultura de estilo azteca, se

encuentra el trabajo de Nelly Gutiérrez Solana. En su libro de 1983 busca definir las clases de

objetos ceremoniales y determinar, con base en las características de las piezas, en los datos

arqueológicos y en los informes proporcionados por las fuentes etnohistóricas cuál era la relación

entre las formas y las funciones.77

La muestra en la que se basa asciende a 206 piezas de diversos museos del mundo. Intenta

definir si los objetos fueron hechos por la sociedad mexica como respuesta a necesidades

específicas o si corresponden a tradiciones culturales más antiguas. La respuesta la encuentra en el

examen de la escultura tolteca, los códices del Grupo Borgia y algunos mixtecos, materiales que le

sirven para decir qué símbolos son nuevos y exclusivos de los mexicas.78 Para lograr los objetivos,

sigue una metodología minuciosa que reside en el examen formal de cajas, atado de cañas,

recipientes cilíndricos, cuadrangulares, sacrificiales y obras atípicas. El análisis se ve respaldado

por un registro gráfico. También pone de manifiesto la creación de signos de comunicación como

respuesta a circunstancias y necesidades religiosas y sociales determinadas. Esto le permite

establecer el estilo y los rasgos comunes entre las esculturas.

75
Umberger, 1981, págs. 72-126.
76
Umberger, 1981, págs. 266-283.
77
Gutiérrez Solana, 1983.
78
Umberger, 1981, pág. 186.

31
En 1987, Gutiérrez Solana se ocupa de las esculturas serpentiformes en el imaginario

prehispánico, en especial para la época mexica. Para su análisis elige 49 imágenes en piedra,

procedentes de las colecciones de distintos museos del mundo y de algunas recuperadas durante las

excavaciones del Proyecto Templo Mayor.79De acuerdo con ella, existen aquellas que se acercan

notoriamente a su aspecto natural y las que únicamente muestran aspectos esenciales de su

apariencia o las que se reducen a la figuración de uno de sus rasgos.

Carlos Javier González y Bertina Olmedo publican su tesis de licenciatura en 1986. Allí

examinan las esculturas de piedra verde encontradas en las ofrendas del Templo Mayor.80 Tales

objetos pertenecen al estilo Mezcala, cuya procedencia se ha ubicado en la región de la cuenca del

río Mezcala, en el estado de Guerrero. Su estudio se justifica debido a la carencia de un registro

arqueológico adecuado y de trabajos sistemáticos enfocados a la clasificación de estos objetos en

piedra, especialmente de representaciones antropomorfas y zoomorfas. Los materiales procedentes

de estas excavaciones distaban de ser un conjunto homogéneo, por lo que ambos arqueólogos

clasifican la colección de Templo Mayor. Ordenan los materiales antropomorfos de piedra pulida, a

fin de conocer qué tipos o grupos se encuentran entre ellos. También les interesa conocer cuáles

pueden relacionarse con aquellos que se han propuesto como los diagnósticos del estilo Mezcala y

hasta qué punto se diferencian o integran con otras tradiciones. Se basan en el método de taxonomía

numérica. Asimismo analizan problemas paralelos, como la colocación de diversos objetos a

manera de ofrenda o la relación con la cronología constructiva del edificio.

En 1986 Eduardo Matos publicó su libro Vida y muerte en el Templo Mayor. En él planteó la

idea que esta estructura arquitectónica era el centro de la concepción universal del mexica, el lugar

donde partían los cuatro rumbos del universo.81 Allí interpreta la ubicación del monolito circular de

79
Gutiérrez Solana, 1987.
80
González y Olmedo, 1986.
81
Matos, 1986.

32
Coyolxauhqui y los portaestandartes que se encontraron reclinados en escalinata de la Etapa III,

como los posibles 400 centzonhuitznahua, son de acuerdo con el mito.82 Su estudio demuestra que

las esculturas del Templo mayor se relacionan entre ellas y el espacio arquitectónico para

rememorar la historia del nacimiento de Huitzilopochtli.

Con textos de Eduardo Matos, en 1999, el Colegio Nacional publica un libro dedicado a los

trabajos arqueológicos del Proyecto Templo Mayor.83 Allí ofrece una perspectiva general de las

obras escultóricas presentes en las diferentes etapas constructivas del recinto sagrado, en donde se

aprecia la evolución técnica, de formas y la riqueza iconográfica. Al pasar revista a los edificios

aledaños al Huey Teocalli, observamos una serie de personajes en procesión, animales y figuras de

cráneos. En otra sección del libro se describen las esculturas que se encuentran en exposición dentro

del Museo del Templo Mayor.

De cada etapa constructiva nos ofrece una pequeña descripción de su contexto. Hace una

concisa descripción formal de las esculturas exhumadas, acompañada de fotos. Debido a sus

objetivos, no presenta las dimensiones, ni dibujos. La visión ofrecida no se concentra en el detalle

de cada una de las piezas, sino que le da un enfoque global. Matos Moctezuma sigue la lógica de

que en la estructura arquitectónica del Templo Mayor se representaron mitos de importancia

fundamental; para ello, los constructores se valieron de las esculturas en piedra.

En un trabajo de 1991, Matos examinó seis representaciones en piedra de Coyolxauhqui.

Para observar a la diosa lunar y a Huitzilopochtli dentro de su contexto histórico desarrolla la idea

de cómo diferentes acontecimientos se convirtieron en mito y cómo se recreó la figura de la diosa

de la Luna a través de sus imágenes.84 En su análisis escultórico agrega una buena descripción

formal, las materias primas, la historia de cada pieza, las dimensiones, fotografías y dibujos a línea

82
En el año de 1988, el Fomento Cultural Banamex publica un libro dedicado a las obras maestras del Templo Mayor,
con textos de Eduardo Matos y fotografías de Michel Zabé.
83
Matos, 1999.
84
Matos, 1991, Págs. 15-29.

33
del contexto arqueológico. El escrito se encuentra bien documentado, lo que sirve en sus

interpretaciones, parcialmente basadas en Eduard Seler.85

Rubén Bonifaz, en 1989, concibe un estudio formal de ocho ejemplares característicos de la

escultura azteca presentes en el Museo Nacional de Antropología. Formula una hipótesis estética

que intentó explicar los valores y el sentido del arte prehispánico. Tales ejemplares son una

calabaza, un saltamontes, una cabeza de serpiente, un jaguar y tres representaciones humanas:

Coyolxauhqui, Cihuatéotl y Coatlicue.86 Intentó averiguar cuáles son los elementos principales que

las relacionan y que las integran en una unidad. Llegó a la conclusión de que dicho elemento es un

núcleo de energía condensada. Tal energía hace de este arte una manifestación de la vida en

sorprendente plenitud. Dado que el autor plantea como objetivo principal desarrollar un estudio

estético, no proporciona las medidas de cada una de las piezas que integran su estudio, ni las

materias primas. Tampoco ofrece dibujos o una investigación bibliográfica o documental. Lo que sí

presenta es una serie de fotografías, muchas de ellas en perspectiva y algunos detalles.

En 1993, Leonardo López Luján examina un grupo de imágenes que se localizaron dentro de

la ofrendas del Templo Mayor.87 Se trata de 41 figuras antropomorfas con dos protuberancias sobre

la cabeza. Dado que los estudiosos del México prehispánico no han llegado a un acuerdo con

respecto a la identidad de esta imagen, López Luján hace una reseña de investigaciones que han

tratado de relacionar la figura con un personaje en concreto. Las principales propuestas son cinco,

una de las cuales es la donde lo identifican con Xiuhtecuhtli-Huehuetéotl, dios Viejo del Fuego, la

Turquesa y el Año, el autor se inclina por esta interpretación. En su examen describe: materia

85
Otro trabajo a mencionar, Matos, 1991, es donde hace una exposición de una representación en piedra en forma de
cabeza humana. Por su ubicación en el contexto arqueológico la coloca como la escultura de mayor antigüedad
descubierta hasta la fecha en el Templo Mayor. Por los detalles anatómicos, el arqueólogo piensa que el personaje
presenta parálisis facial, enfermedad que tiene relación directa con el dios de la lluvia. En otro de sus artículos trata las
representaciones de Tlaltecuhtli, Matos, 1997, págs. 15-40.
86
Bonifaz, 1989.
87
López Luján, 1993.

34
prima, dimensiones, indumentaria, posiciones corporales, policromía corporal y los atavíos;

descripciones contextuales; fotografías y dibujos de las piezas.88

Dentro de las pocas aproximaciones globales de la estética plasmada en escultura de estilo

azteca, se encuentra la obra de Paul Gendrop e Iñaki Díaz Balerdi historiador del arte, publicada en

1994.89 La muestra que examinan de la que se valen procede de museos del mundo, colecciones

privadas y excavaciones como las del Proyecto Templo Mayor. Los autores no se guían por criterios

morfológicos, sino que se aproximan a la comprensión del entramado ideológico del mundo azteca.

Sus reflexiones tienen como base la idea de que la escultura servía como un medio de imposición

ideológica, de vehículo de dominación y de recurso para justificar el credo oficial. Disertan sobre

los temas que se observan en la escultura y sus connotaciones estéticas, que según ellos se

encuentran ligadas a la forma de concepción del mundo. La parte medular de su obra se desarrolla

en tres apartados: a) aspectos históricos, culturales, cosmología y objetos rituales, b) escultura

zoomorfa y temas derivados y c) escultura antropomorfa. El primero abarca las fases evolutivas de

la escultura y los antecedentes de la plástica azteca: Teotihuacan, Xochicalco y Tula,

principalmente. Agrupan de acuerdo con ello los relieves y los objetos ceremoniales constituyen un

reflejo de las concepciones cosmológicas, religiosas, políticas y sociales de la cultura creadora. En

el segundo apartado los autores esclarecen los temas observados en los animales y los instrumentos

en donde fueron representados. En su exposición del tercer grupo, el antropomorfo, dividen las

piezas en personas comunes y dioses. Otros datos que complementan su estudio son las fotos

tomadas en blanco y negro desde varios ángulos y una buena descripción formal. Dado que su

aproximación tiene un tono estético, dejan de lado las referencias iconográficas. No se hace

mención de la procedencia o las dimensiones de las piezas.

88
En 1989 López Luján y Noel Morelos publican, un artículo sobre los petroglifos de Amecameca; ubicados al sur de la
ciudad de México.
89
Gendrop y Díaz, 1994.

35
En 1997 Teresa Serrano expone su trabajo en el que reporta materiales descubiertos durante

las excavaciones hechas en la casa del Marqués del Apartado.90 El inventario consta de 30

esculturas en roca volcánica, gran parte de las cuales son fragmentos. Se trata de un escrito

descriptivo que utiliza una metodología rigurosa basada en la obra de Beatriz de la Fuente. Serrano

menciona elementos arquitectónicos, figuras antropomorfas, zoomorfas (naturales y fantásticas) y

destaca un cuauhxicalli en forma de águila en excelente estado de conservación. De cada una de las

piezas ofrece fotografías y dibujos por medio de la técnica de puntillismo.

Al recordar los aportes de las investigación escultórica hechas en el siglo XX, hay que

mencionar que para su primera mitad la influencia de las ideas de Seler y Beyer es considerable. A

esta escuela se adscribe Alfonso Caso y posteriores investigadores mexicanos que lo siguen. Para la

segunda mitad, la figura preponderante en las interpretaciones del material escultórico es H. B.

Nicholson, quien se basa en temas estilísticos, sus cambios a través del tiempo, sus influencias, las

formas generales que adoptaron, las insignias iconográficas particulares y el modo en que se

agruparon en temas de culto.

Estos autores insisten en explicar el mundo de la iconografía como parte de un sistema

mayor, cuyo estudio debe ser enriquecido por constantes comparaciones, por lo general con otro

tipo de materiales en donde aparecen los mismos diseños, ya sea en códices, escultura en piedra,

cerámica o madera.

Poco después del descubrimiento del monolito circular de Coyolxauhqui y el inicio del

Proyecto Templo Mayor, los estudios sobre estos monumentos tienen un nuevo impulso. Gracias a

estos trabajos podemos conocer el lugar en que se encontraban los monumentos durante su vida útil,

los variados artefactos con los que guardan relación –funcional y simbólica- observado en las

90
Serrano, 1997, págs. 109-188.

36
distintas etapas constructivas. En pocas palabras logramos apreciar la evolución técnica, de formas e

iconográfica de una de las escuelas escultóricas más prolíficas del México antiguo.

Los trabajos realizados en el siglo XXI

En 2004 Eulogio Guzmán, intenta definir la forma en que las esculturas de tocado bicorne91

manifiestan materialmente la ideología socio-política del estado mexica.92 Evalúa otros aspectos

como sus atributos formales, estilísticos, composición material, iconografía y relación con otros

objetos presentes en las ofrendas del Templo Mayor.93 Realiza un catálogo de otras

representaciones en colecciones de varios museos del mundo y en el registro arqueológico. Al

analizar las características formales y estilísticas, estudia la multiplicidad de estilos escultóricos.

Para el autor, los motivos y formas guardaban relación con tradiciones artísticas de diversas

culturas.94 Al examinar la composición mineralógica del material, sustenta la posibilidad de que las

diferencias estilísticas reflejen distintos orígenes políticos.95 Para él, la identidad de la figura de

tocado bicorne es múltiple, para ello se sirve de la iconografía. Su inspección continúa con los

materiales asociados, provenientes de varios depósitos rituales.96 Termina proponiendo que la

incorporación de estilos diferentes de arte escultórico puede haber formado parte de una política

exterior mexica, empleada para asegurar la lealtad de los grupos incorporados al imperio.97 Una de

las contribuciones de su trabajo es colocar su interés en otros temas de la estatuaria mexica.

Leonardo López Luján, publica en 2006 su tesis doctoral sobre un edificio al norte del

Templo Mayor, conocido como la Casa de las Águilas.98 En el capítulo V, explica los monumentos

que se recuperaron en las exploraciones arqueológicas de dicho edificio. Para lo cual divide la

91
Otros autores identifican a esta imagen con el dios del fuego Xiuhtecuhtli.
92
Guzmán, 2004.
93
Guzmán, 2004, págs. 30-32.
94
Guzmán 2004, págs. 85-103.
95
Guzmán 2004, págs. 116-133.
96
Guzmán 2004, págs. 185-213.
97
Guzmán 2004, págs. 214-222.
98
López Luján, 2006.

37
exposición en tres secciones. Dos de ellas están dedicadas a la escultura mayor. Las presenta por

secuencia cronológica, conforme a las etapas constructivas del edificio. Comienza con las esculturas

exentas de cerámica y piedra, un total de 16 piezas completas y siete incompletas. En la segunda

sección trata los bajorrelieves de las baquetas de la etapa 2, que asciende a 440 losas que

representan 103 serpientes, 201 personajes y tres zacatapayolli. De cada uno de los personajes

antropomorfos realiza un análisis de las insignias que presentan, como lo son el tocado (yelmo,

xiuhuitzolli, casco hemisférico, una especie de venda o turbante rectangular), indumentaria (prendas

como el máxtlatl, camisa de manga corta, capa o chal de plumas largas y sandalias), adornos

(orejeras, collares, pendientes, ajorcas, tezcacuitlapilli); así como cada una de las variantes que

presentan. Más adelante, trata las 103 representaciones de serpientes ondulantes. En su

interpretación las relaciona con animales mitológicos.99

Los bajorrelieves de la Casa de las Águilas representan series de personajes de cuerpo

completo. Concluye que las 201 imágenes en las banquetas representan dignatarios toltecas del más

alto nivel, que están fuertemente armados. La temática autosacrificial de las banquetas coincide con

el resto del programa iconográfico del edificio y está relacionada directamente con las actividades

religiosas que se llevaban a cabo en este espacio. La obra de López Luján ofrece una interpretación

que se basa en la recuperación de datos que proporciona la arqueología, al realizar una excavación

controlada, su ubicación en el contexto al interior de las ofrendas y la relación que guardan las tallas

con el resto de las edificaciones.

Dentro de las publicaciones de López Luján, junto con Alfredo López Austin, está el artículo

sobre los mexicas y el chacmool, en el 2001.100 En el 2005 divulga un estudio sobre la escultura

policroma y la pintura mural de Tenochtitlan.101 Y en fechas recientes, 2009, publicaron su libro

99
López Luján, 2006, págs. 108-109.
100
López Austin y López Lujan, 2001, págs. 68-73.
101
López Luján et al, 2003, págs. 15-45.

38
Monte Sagrado donde examinan las cabezas de serpiente y un conjunto escultórico de figuras

antropomorfas encontradas en la Etapa III del Templo Mayor, entre otras esculturas.

Así termina nuestra revisión historiográfica de los trabajos que a nuestro parecer son los más

significativos e influyentes sobre la escultura en piedra del Posclásico tardío en la Cuenca de

México. Uno de los objetivos en este recuento fue la de observar las diferentes formas de

clasificación e interpretación de estos artefactos a través del tiempo. Lo cual es de gran importancia

para nuestro estudio ya que estas interpretaciones son en las que nos basamos.

Como fue mencionado al principio, en la mayoría de las investigaciones nos advierten que

para comprender el material escultórico se requieren en condiciones básicas: una constante

comparación entre diferentes piezas de un mismo estilo, un vasto conocimiento de las fuentes

escritas prehispánicas y coloniales, y a últimas fechas la relación que guardan las imágenes en

contextos arqueológicos particulares.

Por otro lado, también observamos que un importante número de investigadores sólo toma

en consideración piezas completas. Así relegan a un segundo plano la inmensa información que se

encuentra en los fragmentos. Si tomamos en cuenta que una parte del quehacer arqueológico trata

de explicar sociedades a través de los fragmentos materiales, entonces no entendemos cómo se

soslayan las fracciones de esculturas mayores, ya que nos pueden transmitir tanta información

como las esculturas completas.

Mayor atención merece aquellos materiales que proceden del recinto sagrado de

Tenochtitlan, de los que conocemos su ubicación espacial, su relación con los edificios y ofrendas.

También podemos observar un desarrollo tecnológico, iconográfico, de las formas, al relacionarlas

con periodos históricos determinados y las etapas constructivas que ya se encuentran fechadas, con

lo cual podemos darnos cuenta de formas que persisten en el tiempo además de nuevo figuras que

aparecen.

39
Catálogos de escultura azteca en colecciones extranjeras

Como hemos visto en esta revisión historiográfica, la información del siglo XX se concentra

en escritos hechos por mexicanos y norteamericanos. Otra fuente de información que no podemos

pasar por alto son los estudios sobre escultura de estilo azteca hechos fuera de México, obras que se

escriben principalmente en Europa. Al rememorar estos trabajos, tendremos un punto de

comparación con respecto a los publicados en territorio nacional y con diferentes clasificaciones

que pueden complementar y mejorar nuestra comprensión del corpus escultórico.

Paz Cabello Carro, en 1980, describe algunos materiales de las colecciones del Museo de

América en Madrid, su cronología y los lugares de procedencia.102 Además las contextualiza

históricamente. Para lo cual realiza una reseña de los orígenes de la escultura de estilo azteca. Inicia

su exposición con material que data del Preclásico, el Clásico, y el Posclásico: los olmecas, los

teotihuacanos, los toltecas, los mayas y los mixtecos son mencionados brevemente.

En su clasificación, Cabello Carro separa su muestra por formas generales. Concentra su

atención en las antropomorfas, las que divide en hombres y mujeres. Destaca sus posturas

corporales. De cada una de ellas realiza una descripción formal detallada y de la indumentaria que

portan. En su plan de exposición menciona la materia prima con que fueron hechas, así como su

color; quién se encuentra representado; una foto a color para cada personaje, de las medidas físicas

sólo proporciona la altura. En su descripción no hay dibujos, ni material comparativo con el cual

complementar la información. Tampoco hay referencia a trabajos anteriores al suyo y en los cuales

se apoyó. En cuanto a la sección iconográfica no abunda en el tema.

En 1983, H. B. Nicholson y Eloise Quiñones Keber hacen el catálogo de la exposición Art of

Aztec Mexico, que tuvo como sede la Nacional Gallery of Art en la ciudad de Washington. 103 En

esta exposición se presentaron materiales arqueológicos procedentes del México prehispánico


102
Cabello, 1980.
103
Nicholson y Quiñones, 1983.

40
hechos en cerámica, hueso, turquesa, oro, cobre, pluma, esculturas en piedra volcánica, entre otros.

Los criterios de selección se encuentran basados en sus cualidades estéticas y por representatividad

de la tradición artística azteca. Al inicio de su libro, nos brindan una introducción en la que

mencionan los principales trabajos en escultura. Abarcan descubrimientos arqueológicos,

catalogación y trabajos interpretativos, que se encuentran muy bien documentados y actualizados

para el momento. Su recuento se inicia en el siglo XVIII con Antonio de León y Gama, y termina a

finales del siglo XX con los descubrimientos del Proyecto Templo Mayor. Continúan con el examen

de los antecedentes históricos del estilo azteca, ya que entienden a esta tradición como producto de

una intensa evolución cultural que se inició en la zona olmeca, pasa a Teotihuacan, Xochicalco y

Tula. Más adelante retoman el tema de la tradición iconográfica Mixteca-Puebla. Durante la

exposición del inventario, nos muestran las formas generales que adoptó la escultura. En seguida,

las agrupan en piezas antropomorfas femeninas y masculinas. Al identificarlas iconográficamente

las reúnen en grupos de deidades afines. La siguiente división son las figuras zoomorfas que en

algunas ocasiones presentan insignias divinas. Estos dos grandes grupos son para ellos los de mayor

importancia en el arte escultórico azteca.

A 28 años de distancia de la publicación de esta obra, continúa vigente y marcando un punto

de referencia obligado para todo aquel que se interese en la clasificación y análisis iconográfico de

las obras escultóricas aztecas. Debido a su estricta metodología analítica, su precisa descripción

formal de cada uno de los elementos constitutivos, por la presencia de múltiples fotografías desde

varios ángulos y algunos detalles cuando los motivos artísticos así lo requiere. Se conjugan con la

presencia de abundante material gráfico comparativo, como lo son dibujos detallados. Las

interpretaciones propuestas sobre el significado que se ven en las imágenes están basadas en un

amplio dominio de las fuentes documentales del siglo XVI. Constantemente se mencionan las obras

de misioneros y conquistadores, en las que podemos encontrar pasajes mitológicos, cantos y

41
descripciones de ritos. Dichos textos sirven como complemento a la información que se obtiene de

la arqueología, la que proporciona datos tan valiosos como lo es la ubicación precisa de los

monumentos localizados en lugares próximos al de su función original.

En 1984, Elizabeth Baquedano hizo un catálogo sobre la colección de escultura azteca que

se encuentra en el Museo Británico. Su interés radica en presentar las imágenes en piedra de una

manera general y destacar sus ricas colecciones del inmueble.104 En la introducción expone la

historia azteca, pues ellos retoman formas vistas de estos pueblos pasados. Menciona civilizaciones

anteriores desde el preclásico, con los olmecas, Teotihuacan en el Clásico, hasta el Posclásico con

los toltecas. También nos da cuenta de los gobernantes mexicas, desde el momento de fundar su

ciudad, hasta de la conquista. Al explicar el inventario de escultura los separa en grandes grupos

formales: antropomorfos, zoomorfos, elementos rituales y figuras varias (relieves, vasos y cajas).

Más adelante continúa su exposición con el tema de la religión, su forma de organización, que se

vio plasmada en las formas, las que podemos identificar claramente por los atuendos que portan.

Otros datos que proporcionó son una foto en blanco y negro casi siempre la vista frontal o algún

detalle. No presenta dibujos que complementen el trabajo, la materia prima, de las dimensiones

únicamente toma en cuenta la altura. Sí se ocupa de las esculturas fragmentadas. La historia de la

pieza no se toma en cuenta.

Gerhard Baer y Ulf Bankmann publican, en 1990, un catálogo de 75 esculturas en piedra,

muchas de ellas de estilo azteca de la colección Lukas Vischer que se encuentran en el Museo

Etnográfico de Basilea.105 Al iniciar su estudio, dedican un apartado completo a la identificación

mineralógica de las piezas. Distintos materiales fueron utilizados para la talla, entre ellos piedras

semipreciosas y de origen volcánico. Enseguida hay una sección bien documentada, de los orígenes

de la colección, procedencia y cronología. Aluden a civilizaciones pasadas que sirven como

104
Baquedano, 1984.
105
Baer y Bankmann, 1990.

42
modelos: los olmecas, los teotihuacanos, los mixtecos y tlaxcaltecos. La manera en que presentan su

muestra es por su morfología: antropomorfas, zoomorfas y figuras varias. De forma general

podemos mencionar que la exposición de las esculturas es clara, concisa y con un gran orden. Para

lograrlo publican cinco o más fotos en blanco y negro, algunas a color desde distintos ángulos y si

es necesario detalles. Proporcionan las medidas físicas (alto, ancho, espesor). Presentan referencias

de trabajos anteriores en los que se apoyan y proporcionan las claves internas del museo. La sección

iconográfica es rica en contenido. Indican las insignias representativas de cada personaje y su

indumentaria, así como las distintas interpretaciones que se han dado. Por su riqueza informativa, se

ocupan de mencionar los fragmentos de las esculturas mayores. Complementan la información con

dibujos hechos con la técnica del puntillismo. Todos estos datos son de gran valía para quien se

interesa la investigación iconográfica, especialmente en las esculturas, referencias que no se

observan en todos los trabajos.

Para celebrar la nueva sala mexicana permanente en el British Museum en 1994, Colin

McEwan crea un catálogo de 11 piezas prehispánicas. Encontramos objetos arqueológicos hechos

en madera, cerámica, materiales semipreciosos como la turquesa y siete esculturas en piedra

completas.106 Con un texto breve, menciona la diferencia entre lo que significa azteca y lo mexica.

Describe rápidamente la visión que tenía este pueblo por la historia. Analiza sus antecedentes

históricos vistos en pueblos anteriores, de los cuales recibieron una marcada influencia cultural.

Entre las figuras representadas en piedra identifica imágenes antropomorfas, masculinas y

femeninas. Algunas imágenes las relaciona directamente con deidades como Mictlantecuhtli,

Chalchiuhtlicue, Xochipilli. De cada deidad explica sobriamente sus características dentro del

panteón azteca. La forma de exposición es presentar una referencia breve de cada una de las piezas,

la identidad del personaje, la etimología del nombre, y algunas de las insignias iconográficas que

106
McEwan, 1994.

43
son características. Agrega una fotografía a color de la cara frontal principalmente, pero no incluye

las dimensiones o dibujos.

En 2005, Leonardo López Luján y Marie-France Fauvet-Berthelot publican en Francia un

catálogo de escultura azteca, de bulto y en relieve, pertenecientes a la colección del Musée du quai

Branly, muestra que asciende a 90 piezas.107

En la primera parte de su trabajo, los autores se ocupan de la descripción de la civilización

azteca, su historia y lo que se representó en las imágenes de piedra. Prosiguen con la exposición de

los posibles instrumentos de los que se valieron para crearlas y los yacimientos de donde obtuvo la

materia prima. Más adelante presentan un panorama de las corrientes plásticas dominantes en el

Posclásico, además una referencia de las escuelas escultóricas regionales de la Cuenca de México.

Continúan con la historia de las colecciones, desde su salida de México y los acontecimientos

ocurridos a las piezas.

Al entrar de lleno en el catálogo, clasifican el corpus en seis grandes campos temáticos:

antropomorfas, antropozoomorfas, zoomorfas, fitomorfas, elementos rituales, de dudosa

autenticidad y falsas. A su vez cada uno se encuentra divido por género, por su naturaleza divina, y

por especie en el caso de los animales y plantas. De cada grupo dan una pequeña introducción, la

identidad del personaje representado, ofrecen la etimología del nombre, sus advocaciones más

comunes, el sector de la población que le rendía culto, su presencia en los mitos, en el calendario

adivinatorio, en el calendario solar, la trecena de la que era regente y se describen los ritos más

destacados de los que era participe. En el caso de las esculturas fitomorfas, por el grado de detalle

presente en las piezas, llegan a una identificación taxonómica de la planta utilizada como modelo.

De cada campo temático brindan las características iconográficas distintivas, como lo son las

posturas corporales, pintura facial, tocados, atavíos, instrumentos que portan, su forma y una

107
López Luján y Fauvet-Berthelot, 2005.

44
descripción formal detallada. Completan su relato con la mención de la materia prima, las tres

dimensiones, número interno del catálogo del museo, a qué colecciones ha pertenecido, referencias

bibliográficas, fotos en varios ángulos, cuando algún detalle no es claro muestran dibujos a línea y

puntillismo.

De esta manera termina la revisión historiográfica de algunos catálogos sobre escultura

azteca hechos hacia finales del siglo XX y principios del XXI. La intención del examen no

pretendió ser exhaustiva. En vez de ello optamos por proporcionar una visión general de las

distintas formas y metodologías empleadas al describir el mismo problema, como los de la presente

obra, por diferentes autores en varios lugares.

Como se mencionó líneas arriba, muchos de esos inventarios fueron hechos en Europa y los

Estados Unidos. Los materiales proceden de las bodegas de diferentes museos, lo que implica que

no se conoce la procedencia espacial ni cronológica. La enorme utilidad de su examen radica en su

riqueza iconográfica es digna de tomarse en cuenta. Otra de las ventajas que ofrece la revisión es

que se tiene un conocimiento más completo de lo que fue la estatuaria pocos años antes de la

llegada de los españoles a estas tierras.

Es claro que los investigadores conceptualizan la escultura de manera disímil. El conjunto

de normas de entendimiento que rigen los trabajos es el sello que los distingue. Mientras algunos

autores se limitan a dar descripciones escuetas,108 las que se acompañan de material gráfico mínimo

(generalmente de una fotografía frontal de la pieza) y el uso nulo de fuentes de información

complementaria. No obstante que se muestran artefactos de un valor simbólico sumamente

profundo. En el otro extremo se encuentran investigadores que dedican mayores esfuerzos al

entendimiento de las obras plásticas, por ejemplo el caso de H.B Nicholson y Eloise Quiñones.

Buena parte de sus ideas parten de sus referencias bibliográficas, del conocimiento y familiaridad

108
Como se menciona en el cuerpo de este trabajo, el arte escultórico azteca fue profundamente sintético, donde el
mínimo detalle proporciona información y por lo tanto debe ser tomado en cuenta.

45
con las formas y las historias que se esculpieron en la piedra, de su origen, evolución e influencias

estilísticas, además del los contenidos de la rica iconografía presente y cuantiosas figuras

comparativas.

Aunque no debemos perder de vista que la evaluación de dichos trabajos debe tomar en

cuenta el momento histórico en que fueron hechos. En el momento en que fueron redactados, los

escritos se encontraban dispersos en diferentes bibliotecas del mundo y en distintos idiomas como el

alemán, el francés, el inglés, el italiano o el español. Por lo que varios libros eran de difícil acceso.

Caso contrario a lo que pasa en la actualidad, donde es relativamente fácil tener acceso a una gran

cantidad de imágenes digitales o escritos que traten sobre escultura azteca, no importa si se

encuentran del otro lado del planeta, pues muchos museos están colocando sus materiales en la red .

Creemos que no está lejos el día en que la inmensa cantidad de imágenes de figuras que han sido

publicadas se concentren en un archivo que quepa en la palma de la mano. Lo que ofrece nuevas

maneras de entender el desarrollo y dinámica del arte escultórico azteca.

46
Capítulo 2. Metodología

En este capítulo examinaremos las características de nuestro objeto de estudio, sus

cualidades y la forma en que lo analizaremos. Haremos un recorrido para inquirir sus características

formales, iconográficas estilísticas.

Al revisar las fuentes escritas durante y después de la conquista militar de Mexico-

Tenochtitlan, al hacer un recorrido por las salas de los museos donde se exhiben materiales

prehispánicos y al leer los reportes de las excavaciones arqueológicas realizadas en el centro de la

Ciudad de México, destacan las imágenes divinas de culto hechas en piedra. En la actualidad

sabemos bastante de este arte escultórico, pero aún quedan varias cuestiones fundamentales por

resolver.

Tenemos una vaga idea de la cantidad de imágenes que se hicieron y exhibieron pocas

décadas antes de la llegada de los españoles. Para esclarecer el punto baste evocar algunos ejemplos

para evaluar la cuestión. De acuerdo con López de Gómara, los dioses adorados en Mexico-

Tenochtitlan eran dos mil.109 Motolinía nos dice que tenían gran cantidad de ídolos de diversas

formas y figuras, que en muchos días no los podían acabar de destruir, así por ser muchos y estar en

diferentes lugares.110 En cuanto a los estudios contemporáneos simplemente hay que revisar las

taxonomías que proporcionan H.B. Nicholson;111 Bodo Spranz;112 o Salvador Mateos Higuera.113

Podemos adelantar que, dentro de la totalidad de las esculturas sobre las que trata nuestro

trabajo, detectamos formas comunes en el imaginario azteca. De manera preliminar se debe destacar

las figuras humanas y animales. En ambos subgrupos encontramos seres naturales y sobrenaturales.

Finalmente mencionemos los elementos rituales, que son básicamente utensilios para la liturgia

109
López de Gómara, 1984, pág. 124.
110
Benavente, 2003, pág. 87.
111
Nicholson, 1971b.
112
Spranz, 1993.
113
Mateos, 1992-1994.

47
plasmados en piedra. De antemano tenemos que considerar que estas imágenes no son

representaciones fortuitas o producto del azar, y que sus características obedecen a múltiples causas.

De esta forma y a manera de introducción diremos que dentro del acervo de materiales

arqueológicos que se encuentran en la Bodega de Resguardo de Bienes Culturales del Museo del

Templo Mayor hay un corpus de lítica pulida formado por más de 1500 piezas.114 Allí podemos

distinguir varios tipos de materiales de distintas épocas, tanto prehispánicos como coloniales y

modernos. En su mayoría se trata de elementos arquitectónicos, como fragmentos de piso o muros

que no muestran mayores decoraciones. En tal conjunto hay 152 obras escultóricas en relieve y de

bulto. Son de diferentes tamaños tanto portátiles como monumentales. Muchas de ellas se

encuentran fragmentadas y unas cuantas completas. En términos generales hemos logrado reconocer

una serie de personajes naturales y sobrenaturales a quienes rindieron culto los habitantes del

México prehispánico.

Antes de explicar los problemas que implican su cuantificación, clasificación e

identificación, creemos conveniente hacer una pequeña pausa y mencionar los lugares de donde

provienen los materiales del presente ensayo.

Procedencia de las esculturas: tres lugares, un mismo estilo

Al rastrear las fuentes de nuestro corpus escultórico, las indagaciones apuntan a distintos

lugares: donaciones de particulares, excavaciones arqueológicas que se efectuaron a principios del

siglo XX dentro del recinto sagrado de Mexico-Tenochtitlan y exploraciones de la primera

temporada de campo del Proyecto Templo Mayor. Por cuestiones metodológicas, en este apartado

preferimos mencionar estos tres eventos de manera general. En el momento de analizar las piezas en

particular, se anotará la información específica de su origen.115

114
Feria, 2005.
115
Ver el capítulo III.

48
Excavaciones en la calle de las Escalerillas

Dos esculturas del corpus fueron recuperadas por Leopoldo Batres. Hacia el año de 1900, el

Departamento de Obras Sanitarias de México excavó una zanja en la calle de las Escalerillas,

actualmente calle de Guatemala, en el centro de la Ciudad de México, con el fin de instalar un

colector de aguas residuales. Al transcurrir la obra, los trabajadores encontraron varios objetos de

considerable valor histórico, por lo que fue necesaria la intervención de un especialista en la

materia.116 Con Batres a cargo, entonces Inspector General de Monumentos Arqueológicos, se

interrumpió la labor de instalación del conducto subterráneo y se procedió a la operación de

salvamento durante los meses de septiembre a diciembre de 1900. El objetivo de la excavación fue

recuperar los materiales “de inestimable valor científico”.117

En la intervención arqueológica se recuperó gran cantidad de elementos arqueológicos que

incluían varios cientos de cuentas de piedra verde, máscaras, recipientes de cerámica, restos de

construcciones, sahumadores, cascabeles de cobre, vasijas de barro, restos óseos, conchas marinas,

cuchillos de pedernal y numerosas esculturas de piedra. Este conjunto (figura 307a) incluía una

lápida de piedra volcánica con relieve con la representación de un dardo con volutas de humo

(figura 306), y otra de cráneos alternando con huesos cruzados (figura 299) que fue parte de un altar

(figura 293a).

Batres publicó el informe de su intervención arqueológica dos años después. Ahí muestra el

número total de artefactos excavados por medio de listados de los materiales encontrados. Sus

registros de excavación consisten en breves narraciones, las cuales describen los hallazgos en orden

de aparición. No registró los artefactos in situ, ya sea por medio de fotografías o dibujos. Sólo hizo

descripciones someras de las características morfológicas de los objetos, acompañadas de

116
Batres, 1902.
117
Batres, 1902, pág. 3.

49
fotografías de estudio, cada una de la cuales muestra el conjunto de artefactos ya restaurados. 118 A

estas referencias se agrega un plano de la calle de las Escalerillas, donde se marcan las coordenadas

bidimensionales de los hallazgos.119

El trabajo de Batres tuvo lugar en un periodo importante de la historia de la arqueología

mexicana, ya que fue la primera vez que los restos del recinto sagrado de los mexicas se excavaban

por medio de métodos científicos y porque tuvieron una gran repercusión en el medio académico de

principios de siglo XX.120

Algunos años después, durante las exploraciones de 1913-1914 al sur del Templo Mayor (en

la 1ª calle de Santa Teresa, antes calle de las Escalerillas), Manuel Gamio encontró elementos

arquitectónicos y escultóricos de las etapas IVa y IVb. El investigador mexicano reporta haber

exhumado varias cabezas de serpiente (similares a las figuras 270-272), clavos cráneo (parecidos a

las figuras 25, 34), almenas, figuras de dioses y miniaturas de madera. En total su informe consigna

23 esculturas; aunque no ofrece dibujos detallados o fotos de las piezas. Lo importante para

nosotros es que agrega que una vez que realizó el dibujo “se trasladaron los braseros y demás

objetos a las bodegas de la Inspección General de Monumentos Arqueológicos de la Republica

mexicana”. Más adelante mencionó que “probablemente esos vestigios serán conservados en un

sótano convenientemente alumbrado”.121 Aunque no estamos completamente seguros de que

algunos de los materiales que aquí se examinan provengan de tal excavación, creemos importante

señalar la intervención arqueológica y la bodega donde se guardan como un antecedente del antiguo

Museo Etnográfico.

118
Batres, 1902, págs. 14-50.
119
Al final de su obra Batres incluye un plano en el cual se presentan las ubicaciones de los hallazgos más destacados,
pero se encuentra sin datos de las capas estratigráficas.
120
Sobre el tema ver Seler, 1992, págs. 114-193.
121
Gamio, 1917, págs. 125-133.

50
El antiguo Museo Etnográfico

Un segundo conjunto de nuestro corpus proviene del antiguo Museo Etnográfico. Se trata de

107 ejemplares individuales. En dicho conjunto vemos una gran variedad iconográfica. La mayoría

de las piezas fueron esculpidas en rocas de origen volcánico;122 y elaboradas siguiendo en diferentes

técnicas escultóricas. Allí observamos figuras antropomorfas, zoomorfas y elementos rituales.

Los registros del archivo técnico del Museo del Templo Mayor, el archivo técnico de la

Coordinación Nacional de Arqueología y el archivo histórico del Museo Nacional de Antropología

nos permiten saber que estas piezas fueron exhibidas en el Museo Etnográfico. 123 Dicho inmueble

se localizaba en las calles de Seminario y Guatemala en el Centro Histórico de la Ciudad de México

(figura 7), y funcionó antes de 1978.124 Durante las exploraciones arqueológicas del PTM fue

utilizado como laboratorio de conservación y bodega (figura 8). Posteriormente fue demolido y el

espacio acondicionado para formar parte de la actual zona arqueológica (figura 9).

En este museo se resguardaban piezas que fueron donadas por diferentes personas, figuras

de cera e indumentaria indígena.125 Y como pieza principal, una maqueta reconstructiva del recinto

ceremonial mexica, basada en los trabajos del arquitecto Ignacio Marquina y realizada por él mismo

con Carmen Antúnez.126

Entre los inconvenientes de estudiar esculturas del Museo Etnográfico, es que desconocemos

los nombres de los donantes, y que no hemos encontrado registros que nos informen de ellas. De lo

que estamos seguros es que no se habían publicado en el pasado. Al analizarlas nos percatamos de

que la mayoría tiene un pequeño rótulo, que sirvió como inventario. Se trata de una delgada de capa

122
Dado que fue imposible el análisis petrográfico de las esculturas, nos contentaremos a un examen macroscópico y al
color según la Tabla Munsell.
123
Al interesando en el tema recomendamos ver Marquina, 1960.
124
Matos y Rangel, 1982, pág. 3.
125
Carlos Navarrete, comunicación personal abril de 2005.
126
Gallardo, 2005, pág. 25.

51
con pintura vinílica blanca sobre la que se escribieron varios números algunas veces en azul o

negro.

El Proyecto Templo Mayor

En febrero de 1978 a partir del hallazgo de la diosa lunar Coyolxauhqui inicia el Proyecto

Templo Mayor (PTM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); bajo la dirección

del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma. Durante la primera temporada de excavación, de marzo

de 1978 hasta noviembre de 1982, se recuperaron numerosos artefactos. Salieron a la luz edificios,

plazas y ofrendas. Desde su inicio, Matos Moctezuma propuso como tesis central que la apariencia

fenoménica debiera correlacionarse con las causas esenciales que llevaron a la construcción de la

pirámide.127 El nuevo proyecto se organizó en torno a cinco áreas externas de asesoramiento y

apoyo, y a dos áreas internas involucradas más directamente en la excavación.128

Una vez organizado el equipo de trabajo, se programó la investigación en tres grandes fases:

la primera consistía en la compilación y estudio de la información disponible sobre el Templo

Mayor, basada en relatos históricos y excavaciones arqueológicas realizadas en el área con

anterioridad.129 Se inició inmediatamente después del descubrimiento de Coyolxauhqui, de la cual

contamos con diversas publicaciones.130 La segunda consistió en la excavación realizada entre los

meses de marzo de 1978 y noviembre de 1982. Se encaminaba en la recolección de datos

arqueológicos del Templo Mayor y edificios adyacentes. Como parte del registro se incluyeron

fotografías, dibujos y levantamientos topográficos, además de la conservación de todo el material

excavado. La tercera consiste en el análisis y la interpretación del material recolectado en las fases

previas. Para lograr este fin, se convocó a un grupo de expertos especializados en diversas

disciplinas.

127
Matos, 1979, págs. 20-22.
128
Matos, 1979, págs 22-23.
129
Matos, 1982, pág. 11.
130
Matos, 1979 y 1988; Dahlgren, et al., 1982.

52
Las exploraciones del Templo Mayor señalaron una importante contribución a los estudios

prehispánicos, debido a que ésta fue la primera vez que se había prestado tanta atención a la

documentación y los registros contextuales de los objetos depositados, así como a la metodología

empleada en la recuperación.131

En la primera temporada de trabajos, que duró cincuenta y ocho meses, se descubrieron 13

etapas constructivas del Tempo Mayor, y un número considerable de esculturas en piedras

completas y fragmentadas, en relieve y en bulto. Aquí analizamos 45 piezas que proceden de la

mencionada excavación. Su distribución espacial se encuentra principalmente en el Templo Mayor,

en los cuerpos del edificio y en las escalinatas. Mencionemos que también se localizaron en las

inmediaciones del Huey Teocalli como la zona norte, este y sur.

El estilo iconográfico azteca

En este estudio hay algunas piezas de las que no conocemos su origen, pero sabemos que por

la forma en que fueron esculpidas pertenecen al llamado estilo imperial azteca. La mayoría de las

personas asocian esta última palabra con el Estado mexica, por lo que es necesario aclarar un poco

la cuestión. En tiempos de la conquista, el término “azteca” no era utilizado por los pueblos del

Centro de México. Las crónicas coloniales nos dicen que los mexicas habían salido en una

peregrinación de un lugar llamado Aztlan.132 También mencionan que su dios Huitzilopochtli se les

apareció y les pidió que utilizaran el nombre de mexicas o mexitin.133 Tiempo después un grupo se

separa y funda una ciudad al norte: Mexico-Tlatelolco. De tal manera, existen las designaciones de

“mexicas tenochcas” y “mexicas tlatelolcas”.134 Muchos años después de la caída de Tenochtitlan,

el término “azteca” fue introducido por Alexander von Humboldt135 y en fechas posteriores fue

131
Para un ejemplos de los métodos de trabajo empleados véase López Luján, 1993; del Olmo, 1999.
132
Durán, 2002; Tezozómoc, 1994 y 1998; Castillo, 1991.
133
Escalante, 1995, pág. 19.
134
Garduño, 1997, págs. 35-48.
135
León-Portilla, 2000, págs. 275-281.

53
retomado y popularizado por el exitoso libro de William H. Prescott, publicado por primera vez en

1843. Es así que hasta la actualidad se continúa utilizando.

Un asunto importante que hay que mencionar es que desconocemos la procedencia espacial

y cronológica de la mayoría las esculturas del presente ensayo. Pero nuestras piezas obedecen a los

cánones escultóricos aztecas imperiales. En este sentido estamos de acuerdo con la definición de

Umberger. Aunque hay que aclarar que no lo utiliza con el significado de mexica o tenochca, sino

de manera más amplia, esto es para reconocer la naturaleza corporativa del imperio y la

participación continua de otras ciudades, incluso después de que Tenochtitlan alcanzara la

preeminencia.136 La autora se basa en la situación política y el estilo que la acompaña, para

mediados del siglo XV. Su distribución espacial abarcó los actuales estados de México, Morelos, el

sur de Hidalgo, el sureste de Puebla y Tlaxcala. Fuera de la Cuenca de México usa la palabra para

etiquetar esculturas cuyos rasgos indican que son resultado de la expansión política del imperio y

del movimiento de gente desde el centro hacia otras áreas.137 Por lo cual se infiere que las piezas

pudieron haber sido hechas en algún punto de este territorio.

De acuerdo con la autora para definir este estilo se deben considerar una serie de atributos

estilísticos y formales: tipos de objetos, tamaños y materiales, características técnicas, convenciones

figurativas, proporciones y diseños compositivos, establecimiento de líneas, espacios y diferentes

tipos de planos, partes de vestido, colorido, talla, grado de complejidad y detalle, evidencias de

añadidos tardíos, cambios de forma, grado de narración, énfasis, paralelismo y contrastes. Así como

la habilidad necesarios para la planificación y la ejecución.138 Los rasgos distintivos del estilo

escultórico azteca incluyen partes del cuerpo redondeadas hasta parecer hinchadas; áreas escogidas

con detalles anatómicos (rodillas, tobillos y huesos de la muñeca); énfasis exagerado en manos, pies

136
Cuando se conozca que la escultura procede del recinto sagrado de Tenochtitlan se hará explícito.
137
Umberger, 2007, pág. 167.
138
Umberger, 2007, pág. 168.

54
y cabezas mediante el aumento y la presencia de detalles de la anatomía y el vestido en tres

dimensiones; un tipo facial distintivo con una línea de pelo baja, nariz carnosa, y labios ligeramente

partidos; superficies perfectamente pulidas y formadas; el esculpido de detalles de los vestidos antes

del pintado; abstracciones conscientes de planos y líneas; contrastes deliberados y sofisticados y

paralelismos entre ellos; y contrastes entre superficies planas y detalladas.139

Aunque derivado de tradiciones escultóricas anteriores y contemporáneas, el estilo azteca no

significa una simple suma o imitación; es más una síntesis. La forma de representación tomó como

modelo numerosas expresiones artísticas de civilizaciones anteriores: Teotihuacan, Xochicalco y

Tula.140 Este sistema iconográfico debe ser entendido tomando en cuenta la influencia que tomó de

la tradición estilística dominante en aquella época, la denominada Mixteca-Puebla.141 Es llamada así

por que al parecer se expresó en esas dos regiones. Caracterizada por su particular precisión al

plasmar los símbolos, más una considerable estandarización.142 Los especialistas en la materia

destacan al menos tres subtradiciones mayores en que puede ser dividida esta escuela: la azteca, la

huasteca y propiamente la Mixteca-Puebla.143 Aunque la mayoría de las características

iconográficas de primer sistema es completamente similar a la de la Mixteca-Puebla,

estilísticamente es distinguible.144 Se asegura además que existió una fuerte influencia del sur de

Puebla, oeste de Oaxaca y costa del Golfo.145 Las características básicas del sistema iconográfico

azteca raramente han sido descritas.146

139
Umberger, 2007, pág. 169.
140
Nicholson, 1971a, pág. 119; Townsend, 1979, pág. 15.
141
Nicholson, 1966; Townsend, 1979, pág. 15-22.
142
Robertson, 1994, págs. 9-14, es el primero en afirmar que la única manera de reconstruir el estilo de las pictografías
nahuas, anteriores a la conquista española, es inferir sus componentes a partir de los códices nahuas coloniales y los
códices de la vecina “escuela Mixteca”. Además observa que las similitudes entre los relieves mexicas y las pictografías
mixtecas precolombinas son tan grandes que, basta con caracterizar el estilo de estas últimas para darse una idea de lo
que fue la “escuela pictórica nahua”.
143
Nicholson, 1973, pág. 73.
144
Nicholson, 1973, pág. 74; Pasztory, 1983, págs. 74, 141, 211-215.
145
Nicholson y Quiñones, 1983, pág. 24.
146
Algunos ejemplos que podemos citar son Nicholson, 1973; Pasztory, 1983.

55
Distintos enfoques de estudio

De numerosas esculturas que forman nuestro objeto de estudio desconocemos el lugar

exacto donde se exhumaron, lo cual nos iluminaría sobre sus asociaciones contextuales cuando se

encontraban en funcionamiento. Sabemos que algunas proceden del Templo Mayor y del recinto

sagrado, espacio en buena parte dedicado al culto religioso. Esto implica que el enfoque de la

investigación tienda hacia el tema iconográfico.

Al principio de nuestra investigación y dadas las características del corpus, no parecía que su

análisis fuera a arrojar información relevante. Sin embargo, al examinar cada una de las piezas

individualmente, nos dimos cuenta de la calidad y cantidad de datos que podíamos obtener por

medio de un análisis sistemático. A nuestro entender estas imágenes en piedra sirvieron como una

vía para la comunicación de ideas específicas. Además pueden ayudar a entender varios aspectos de

la vida de sus creadores. ¿Pero cómo llegar a conocer los mensajes a los que las esculturas en piedra

sirvieron como soporte? No se encuentra en nuestras manos explicarla. La tarea es sumamente

extensa y ardua pero consideramos que de encontrarse una o varias explicaciones sólidas y

generalizables, estarán cimentadas en los estudios extensos de la estatuaria de estilo azteca, que las

examinen individualmente y en conjunto, que tomen en cuenta sus singularidades así como sus

diferencias.

El análisis que planteamos apunta hacia las imágenes como transmisoras de significados,

pero ¿de qué tipo? En el capítulo dedicado a examinar los antecedentes resaltamos que los

significados son de diversa índole. Los estudiosos en el tema han hablado de aspectos políticos,

históricos,147 mitológicos,148 pero al hacer una revisión de los trabajos sobre escultura, desde el siglo

147
Ramírez, 1970; Umberger, 1981; López Luján y Noel Morelos, 1989, págs. 127-156; Aguilera, 2000, págs. 30-31.
148
Beyer, 1965e, págs. 134-256; León y Gama, 1990; Nicholson, 1961, págs. 44-55; López Austin, 1979, págs. 133-
153; Seler, 1992, págs. 199-208; Matos, 1991.

56
XVIII hasta el XXI, se ha remarcado el tema religioso, pues parece ser el motivo principal que las

origina.149 Aunque también se puede mencionar los aspectos sociales, culturales o étnicos.

Si tomamos en consideración las cualidades arriba mencionadas, surgen varias interrogantes

sobre este material. En este trabajo nos interesa conocer ¿a quién se representó?, ¿son hombres y

mujeres?, ¿cómo diferenciarlos basados en sus constantes morfológicas?, ¿qué función tenían

durante su vida útil? ¿Y cómo conocer los temas de culto en los cuales se agrupan? Al

complementar la información obtenida de las esculturas con la información que proporcionan las

fuentes documentales y pictográficas, podemos darnos cuenta que hay ciertos cultos a los que se

asocian directamente, por lo que nuestra meta final es conocer cuáles son.

Otro punto que hay que recalcar es que al hacer el recuento de los estudios sobre este tipo de

escultura, percibimos que no existe un método que sistematice su estudio, tomando en cuenta las

piezas fragmentadas, de tal manera que se hace necesario un protocolo de análisis que tome en

cuenta estas particularidades.

Por las características de la colección en estudio, las respuestas las basaremos en una

metodología que consideramos adecuada: la iconografía. El concepto se deriva de las palabras

griegas eikon, imagen, y graphos, escritura.150 Iniciemos por definir cuál es objeto de esta

disciplina.

El historiador del arte alemán Erwin Panofsky recalcó la importancia de asociar las

imágenes renacentistas con una alegoría o una historia en particular. Según sus postulados para una

correcta interpretación tenemos que seguir un proceso estructurado dividido en:

1. Significación primaria o natural. Ésta se aprehende identificando formas puras (como

representaciones de objetos naturales que pueden ser seres humanos, plantas animales) y

encontrando sus relaciones como acontecimientos y captando ciertas cualidades expresivas, como el

149
Ver capítulo I.
150
Sebastián, 1983, pág. 222.

57
carácter doliente de una postura o un gesto.151 Al conjunto de las formas puras, reconocidas como

portadoras de significaciones primarias o naturales, puede llamarse universo de los motivos

artísticos. Una enumeración de éstos constituirá en nuestro trabajo la descripción pre-iconográfica;

de la cual nos encargaremos primeramente y que desglosaremos más adelante al comentar las

cédulas de trabajo. Al no reconocer lo que se encuentra representado, lo que hacemos es una

narración descriptiva, lo que sirve para aislarlo y posteriormente buscarlo en otras representaciones,

lo que nos obliga a familiarización con las imágenes no conocidas.

Panofsky propuso que a partir de este punto, el estudio se llevará a través de un análisis de

contenido temático de los grupos y los subgrupos. Pasando de la descripción formal al contenido

temático o significado de la obra.152 En la presenta obra creemos que se tiene que ir más allá de las

meras enumeraciones formales de las piezas. Queremos conocer, en lo posible, qué se está

representando y las ideas asociadas. De tal manera, una buena aproximación debe comenzar

exponiendo sus regularidades formales. Su entendimiento presupone su catalogación, su análisis y

su evaluación, base para la comprensión de temáticas generales. Por ende, la información de un

catálogo y de una clasificación de las efigies se hace necesaria.

2. Significación secundaria o convencional. Ésta se aprehende advirtiendo que ciertos

motivos representan conceptos. Los rasgos característicos reconocidos como portadores de una

significación secundaria o convencional puede llamarse imagen y las combinaciones de imágenes

constituyen lo que nosotros llamamos historias y alegorías, las cuales podemos identificar en las

fuentes documentales.153 Así esta etapa del proceso corresponde al dominio de lo que comúnmente

denominamos iconografía.

151
Por ejemplo, sobre los significados de las posturas corporales observadas en los códices mixtecos ver Troike, 1982;
en las esculturas en piedra del dios Xiuhtecuhtli encontradas en las ofrendas del Templo Mayor ver López Luján, 1993,
págs. 171-192.
152
Panofsky, 1972, pág. 13.
153
Panofsky, 1979, pág. 48.

58
De esta manera advertimos que una figura humana provista con “anteojeras”, “bigotera” y

nariz en forma de torzal representa a Tláloc, el dios de la lluvia para los grupos mesoamericanos. O

que una figura femenina que tiene un gran tocado cuadrangular con rosetones es Chicomecóatl, la

diosa del maíz. Para los interesados en los pueblos del Posclásico tardío, existen abundantes fuentes

documentales que sirven como complemento para conocer los distintos nombres con los que se

conocía a estos seres, su etimología, sus celebraciones más importantes, sus esferas de dominio, su

función y la iconografía con la que se les representó. Dicha información nos ofrecen una visión más

completa sobre su papel en las sociedades creadoras.

3 Significación intrínseca o contenido. Esta se aprehende investigando aquellos principios

subyacentes que ponen de relieve la mentalidad básica de una nación, de una época, de una clase

social, de una creencia religiosa o filosófica. No hace falta decir que estos principios se manifiestan

a través de los procedimientos de composición y de la significación iconográfica simultáneamente.

Este apartado corresponde a lo que se ha definido como iconología.154

De tal suerte, los pasos que aquí aparecen como tres modalidades de investigación sin

relación entre sí, se funden en un proceso único e indivisible. El material del presente estudio

permitió la aplicación de las dos primeras modalidades.

La influencia de Eduard Seler

Fueron los trabajos de Eduard Seler la base para generaciones de investigadores, incluido el

nuestro, sobre el significado de las imágenes de varios pueblos mesoamericanos. Algunos de sus

postulados han sido revisados y criticados por varios autores, entre ellos Esther Pasztory. 155 La

autora ha señalado que el sabio alemán clasificó las deidades y sus atribuciones por medio de dos

formas: la substitución directa y la asociación. Destaca que el método de inacabable sustitución

154
Panofsky, 1979, pág. 50.
155
Pasztory, 1999, págs. 63-72.

59
metafórica ha saturado el terreno de estudios precolombinos,156 de forma que muchos conceptos

como agua y sangre son ahora atribuibles a cualquier forma.157 Para ella, Seler interpretó los temas

en las imágenes como metáforas visuales o símbolos de conceptos claves, capaces de ser

descifrados por medio de un método que correlaciona descripciones textuales existentes en fuentes

coloniales con diversas formas y modelos indígenas expresados en códices, monumentos

escultóricos y arquitectura.158 Al aplicar este enfoque los investigadores frecuentemente pasan por

alto o simplifican muchas de las complejas relaciones socio-políticas expresados en la imaginería

precolombina.159

No obstante los argumentos anteriores, las ventajas ofrecidas por la metodología utilizada

por el sabio alemán estas técnicas son de invaluable utilidad. Información sobre los pueblos que

crearon tales obras, el cuándo y dónde determinados temas específicos recibieron una

representación visible, cómo se representaron, los lugares de procedencia o la autenticidad de la

misma proporcionan una base de conocimiento para investigaciones posteriores.

Nos es de especial utilidad esta metodología para el material escultórico procedente del

antiguo Museo Etnográfico y el recinto sagrado; pues en la mayoría de las piezas aquí expuestas no

conocemos su contexto espacial especifico el cual nos proporciona información de su relación con

la arquitectura y otras esculturas. Es por ello que basaremos su estudio en las figuras esculpidas y

sus posibles significados.

Para nosotros la iconografía constituye en su primera etapa una descripción y clasificación

de las imágenes, por lo que, de acuerdo con nuestros objetivos, un examen de los rasgos

característicos nos parece el más indicado.

156
Pasztory, 1999, págs. 63-72.
157
Klein, 2002, pág. 30, comenta que los trabajos de Seler raramente iban más allá de la simple descripción y
comparación.
158
Klein, 2002, pág. 29.
159
Guzmán, 2004, pág. 135-138.

60
Esta metodología ya ha demostrado su utilidad en otros estudios sobre el arte prehispánico

similares al nuestro, entre los cuales podemos mencionar a Seler,160 Beyer,161 Caso,162 Nicholson,163

Quirarte,164 Fuente,165 Gutiérrez,166 López Austin,167 Ojeda,168 Matos,169 y Jiménez,170 entre muchos

otros.

De acuerdo con los postulados del método iconográfico, una de las primeras tareas que se

tienen que efectuar es la descripción pre-iconográfica, la que servirá como base para la siguiente

fase de nuestro estudio.

El caso del corpus de las excavaciones de Batres, del antiguo Museo Etnográfico y

del Proyecto Templo Mayor

Es muy común que en las bodegas donde se resguardan los materiales arqueológicos se

presente el problema de que las evidencias materiales estén mezcladas. Los aquí expuestos no

fueron la excepción, ya que al inicio de la investigación se encontraban en completo desorden.

Como hemos dicho, el conjunto inicial ascendía a 1,582 piezas de lítica pulida. De manera

anárquica ocupaban el mismo espacio materiales arqueológicos de periodos prehispánicos,

coloniales y modernos. Del número total y debido a intereses personales, nos concentramos en el

estudio de 152.

Se trata de piezas de diferente índole. Se trata de varios personajes (humanos y animales),

que realizan distintas acciones (descansar, caminar, ofrecer ofrendas, cargar a otros seres); además

de diferentes elementos rituales. Una de las cualidades que más llama nuestra atención es que en
160
Seler, 1990-1996.
161
Beyer, 1965d, págs. 337-342.
162
Caso, 1927 y 1967.
163
Nicholson, 1963, págs. 9-30; 1991, págs. 158-187 y 2006, págs. 369-388.
164
Quirarte, 1973.
165
De la Fuente, 1977.
166
Gutiérrez Solana, 1983.
167
López Austin, 1985, págs. 251-285.
168
Ojeda, 1986.
169
Matos, 1997, págs. 15-40.
170
Jiménez, 1998.

61
humanos y animales se encuentren cubiertos por varias insignias iconográficas. Recordemos que

estas transmitían al observador la identidad y señalaban la divinidad de las esculturas. Además,

varios de los símbolos eran compartidos por una cantidad considerable de personajes. Dichos

intercambios entre seres sobrenaturales nos habla de lo profundamente complejo e imbricado del

panteón mesoamericano. Nuestro principal interés es conocer la naturaleza de estas efigies de culto,

si puede ser terrenal o divina. Otra de las cuestiones que nos preocupa es saber su identidad; para

ello debemos investigar cuáles eran los diferentes nombres con los que se les conoció (lo que tiene

implicaciones con diferentes actividades específica del dios). A lo que hay que agregar los lugares

físicos donde se encontraban originalmente y las celebraciones dedicadas a ellos.

Las esculturas en piedra que se exponen en este ensayo poseen estas características. Por lo

que se hizo necesario un método de estudio sistemático que nos permitiera conocer las razones de

tales cualidades, de tal manera que se eligió el enfoque iconográfico.

En la literatura especializada hay muy pocos procedimientos explícitos que nos ayuden a

lograr las metas propuestas, que se adapten a las características propias de nuestro material

arqueológico.171 Aquí hay un vacío de información que pretendemos llenar con el presente trabajo;

a lo largo de la obra se desarrollará dicho método.

Las 152 obras escultóricas fueron catalogadas, clasificadas, divididas y subdivididas

sucesivamente, de acuerdo con aspectos formales y de contenido. Es necesario aclarar que esta

primera fase constituye una etapa necesaria para la sistematización y posterior agrupación en

unidades de significación mayores. A continuación se describe la secuencia que seguimos.

171
Un pequeño y conciso resumen es el que hace Nicholson, 1973, págs. 72-97. Inicia con las representaciones divinas.
Comenta que la combinación de insignias fue usualmente única, pero los elementos diagnósticos fueron compartidos,
particularmente por deidades afines. En su propuesta, el sistema iconográfico presenta elementos básicos para la
identificación de las deidades. De manera general destaca las siguientes características: pintura facial, narigueras,
máscaras, tocado, ornamentos para el cabello, objetos usados en la parte posterior de la cabeza, orejeras, pectorales,
divisas en la espalda o cintura, objetos que portan en las manos, escudos.

62
Inicialmente cuantificamos las esculturas. Para ello, en las piezas que no tienen la clave

interna del Proyecto Templo Mayor, se colocó una pequeña capa de pintura blanca soluble en agua

que sirvió como base para escribir la nomenclatura de control interno con tinta china. En este caso

PCTM, esto es proyecto de catalogación del Templo Mayor.172 Se trata de una cifra irrepetible que

registra las iniciales del proyecto, un número arábigo natural y consecutivo del uno al infinito.

Posteriormente esta información se integrará a la base de datos general del museo.173

El siguiente paso fue la clasificación. Los criterios de selección fueron morfológicos. Los

grupos generales iniciales fueron representaciones: a) humanas, b) zoomorfas y c) elementos

rituales.

A partir de esta fase de análisis tomamos como referente los trabajos de Anawalt, 174 de la

Fuente,175 Castillo Tejero176 y Solís177 para estandarizar nuestros términos con estudios previos.

Posteriormente se hizo la descripción de cada una de las piezas, iniciando por las

dimensiones físicas: ancho, largo, espesor, diámetro y peso. Las medidas se registraron en

centímetros y kilogramos, respectivamente. Aunque la mayoría de las piezas se encuentran

fragmentadas, las magnitudes son importantes para estimar el tamaño original de los objetos. El

peso nos sirve para calcular el gasto energético empleado para su elaboración. Dado que no

pudimos analizar petrográficamente las esculturas del corpus, optamos por especificar únicamente

el tipo de rocas utilizadas según su origen (volcánica, sedimentaria o metamórfica), su textura

(densa o porosa)178 y su color Munsell. Sumado a lo anterior, se mencionó la presencia y lugar de

172
Esta etapa de la investigación estuvo a cargo del arqueólogo Alfredo Feria.
173
Feria, 2006.
174
Anawalt, 1981.
175
Fuente et al, 1988.
176
Castillo Tejero y Flores 1984.
177
Solís, 1982.
178
Para ver trabajos que identifican petrográficamente materiales escultóricos y constructivos procedentes del Templo
Mayor consultar López Luján, et al, 2003, págs. 137-166; Guzmán, 2004, págs. 116-133.

63
sustancias extrañas que recubrieron las piezas: estuco, resinas o pintura. Añadimos el estado de

conservación (buena, regular o mala), además de intervenciones de restauración.

Proseguimos con la descripción del personaje, comenzando con su forma general

aproximada. Se hizo de arriba hacia abajo, de derecha a izquierda, de adentro hacia fuera y

extremidades superiores primero e inferiores después.

En las figuras antropomorfas se señaló la manera en que se plasmó el cuerpo. Se

identificaron tres grupos que son: erguidos, los hincados y los sedentes. Se especificó la actitud que

se quiso representar: hierática, de caminar, cargar algo sobre la espalda, abrazar un objeto, etcétera.

Añadimos las particularidades corporales como zonas descarnadas, torso esquelético, peinado,

joroba, pie torcido, presencia de colmillos, lengua de fuera, orificios, etcétera.

Enseguida se describió la indumentaria: máscara, braguero o máxtlatl, delantal, faldilla,

chaleco o xicolli, huipilli, quechquémitl, enredo, capa, falda, ajorcas, sandalias, etcétera. Seguimos

con la descripción de los atavíos y adornos presentes en la cabeza, orejas, nariz, nuca, brazos,

pecho, espalda y pies, procurando incluir el nombre en náhuatl. Agregamos la descripción de

objetos asociados como armas, barras, bastones, cetros, discos sobre la cintura o espalda,

recipientes, bolsas, bultos, cráneos, etcétera. También se mencionaron de otras imágenes

relacionadas, tales como vírgulas de la palabra, bandas ondulantes, glifos o animales con los que

interactúa el personaje.

Es de gran importancia mencionar cada detalle esculpido, pues en el caso de los dioses se les

identificaba por ciertas insignias diagnósticas. Aunque sus combinaciones fueron usualmente

únicas, algunos elementos fueron compartidos. Se les caracterizó como seres dinámicos que son

representados con atavíos y emblemas que se mudan en sus diferentes imágenes. Este punto es

importante, existieron fuertes nexos entre la multiplicidad de dioses y la creciente complejidad de la

64
sociedad.179 Además se pueden vislumbrar las funciones de los dioses dentro de las distintas esferas

sociales. El examen de dichas imágenes pletóricas de símbolos nos permite señalar que las figuras

obedecían a un peculiar código de comunicación, cuyas reglas se encontraban más allá de lo

estético.

El registro gráfico fue nuestra siguiente tarea. Se hicieron fotos en formato digital y en

película de 35 milímetros de cada una de las piezas en diferentes ángulos, tomando sus seis caras

(frontal, lateral derecha, posterior, lateral izquierda, superior e inferior, y algunas perspectivas). En

cada una de las tomas se incorporó una escala gráfica.

Paralelamente a lo anterior, se realizó un dibujo a línea de las caras de mayor

representatividad, por lo general de las vistas frontal, lateral y posterior. Una adecuada descripción

de las esculturas exige, en primer lugar, un conocimiento preciso de los elementos presentes, por lo

que hay que registrar hasta el más mínimo detalle. La importancia de estudiar la escultura en estas

condiciones radica en que nos concentraremos en los múltiples fragmentos como si fueran piezas

completas; recurriendo a la comparación con otras imágenes de la misma tradición iconográfica, ya

sea las vistas en fuentes documentales o en otras esculturas en mejor estado de conservación para

poder llegar a una posible reconstrucción de su función y su significado.180

De las piezas que se recuperaron durante la primera temporada de excavaciones del PTM,

añadiremos su localización espacial, señalando en qué cala y cuadro se localizó, la fecha del

hallazgo, los materiales asociados y qué arqueólogo fue el encargado de su exhumación.

Se completó la información con la ubicación física de las piezas, en anaqueles y charolas,

que desde ahora se integraron a las colecciones de la Bodega de Bienes Culturales del Museo del

179
Tal como lo destaca López Austin, 1983, págs. 75-87.
180
Por medio de la comparación podemos distinguir las equivalencias de los episodios, identificar a los personajes,
encontrar datos complementarios o descubrir el significado de pasajes oscuros.

65
Templo Mayor. Toda la información obtenida fue estandarizada y vertida en cédulas de trabajo

(figuras 5 y 6).

Concluido el análisis formal podemos decir que a nuestros grupos son representaciones: a)

antropomorfas, b) zoomorfas y c) elementos rituales. A su vez cada grupo los dividimos en

subgrupos, de acuerdo con su género, su advocación y grupo de dioses al que pertenece. En el caso

de los grupos zoomorfos se solicitó la opinión de biólogos para la identificación de la especie que

sirvió como modelo.

El conjunto en que se agruparon las imágenes antropomorfas es el que aparentemente

demuestra mayor variación formal. Allí se pueden encontrar personajes que carecen de atavíos

divinos, pero que suponemos los tuvieron. El otro grupo son seres comunes del panteón

mesoamericano. El primer grupo de personajes reunió a 53 ejemplos, hombres y mujeres, en relieve

y de bulto. Se presentaban en diferentes posturas corporales y vistiendo elaborados atuendos. Lo

que más nos sorprendió fue que no encontramos dos figuras idénticas; en cambio, identificamos

algunas de las actividades que realizaban. Las encontramos desprovistas de cualquier rasgo de

personalidad; la individualidad se marcaba por medio de atavíos, postura corporal y glifos o

símbolos.

En cambio, el segundo grupo está integrado por seres supremos: deidades de la fertilidad,

Tláloc, Quetzalcóatl y su advocación Ehécatl, Chicomecóatl, deidades del pulque, Itzpapálotl,

Coatlicue, Tlaltecuhtli y Xólotl.

Al actuar de tal manera separamos los elementos iconográficos, aislándolos y creando una

lista de la que se extrajeron los de interpretación más segura, como la máscara bucal de Ehécatl-

Quetzalcóatl o el tocado de plumas de garza de ciertas deidades de la fertilidad. Tal como afirma

López Austin “los símbolos religiosos se contagian de lo sagrado; dejan de ser un simple medio de

expresión para convertirse en objetos con poderes sobrenaturales y, sobre todo, en seres que

66
encierran en sí mismos una riqueza tal de contenido que siempre es posible descubrir en ellos

nuevos valores semánticos”.181

A continuación los objetos fueron agrupados en campos de relación simbólica, considerando

que un elemento puede pertenecer a varios personajes o a distintas advocaciones.182 Acto seguido,

se buscó la causa de la presencia de tales elementos.

Al separar nuestro corpus tomaremos como punto de partida la forma, las múltiples insignias

iconográficas que muestran y sus implicaciones de su presencia. Con la intención de formar

conjuntos de varios grupos de seres sobrenaturales. Como es obvio aquí encontramos una legión de

deidades que comparten ciertas insignias iconográficas, aunque muchas se presentan en varios

dioses. Se llega a dar el caso de que no se puede hacer una distinción tajante entre ellos, por lo que

pensamos que es de mayor provecho conocer qué temas de culto son expresados por los personajes

identificados.183

Por las características únicas de nuestro corpus y dados los objetivos que se plantearon

desde el principio, la mejor opción fue la propuesta de Nicholson,184 quien agrupó a los dioses en

tres temas de culto:

1. Creatividad celeste-paternalismo divino. Este primer punto está relacionado con


los orígenes creativos y abarca el pensamiento religioso más abstracto y filosófico
de todo el sistema. Se divide en tres subtemas: complejos Ometéotl, Tezcatlipoca
y Xiuhtecuhtli.
2. Lluvia-humedad-fertilidad agrícola. Constituye el tema dominante en la religión
del México central. En éste se encontraban muchas deidades femeninas. Los
subtemas son: complejos Tláloc, Cintéotl-Xochipilli, Ometochtli, Teteo Innan y
Xipe Tótec.

181
López Austin, 1979, pág. 137.
182
López Austin, 2003, pág. 176, comenta que cada imagen, cada advocación, forma parte particularizado que ha ido
distribuyendo sus porciones por el mundo. Los segmentos constituyen un dios; pero en su individualidad son también,
cada uno un dios con atributos e historia propia; en donde el tiempo y el espacio particularizaba diversas
personificaciones y atribuciones.
183
Sobre ejemplos de este tipo de clasificaciones ver Caso, 1953; Kirchhoff, 1972, págs. 199-204; González Torres,
1987, págs. 45-57.
184
Nicholson, 1971b.

67
3. Guerra-sacrificio-nutrición del Sol y la tierra. Considera que este tema está muy
ligado con el anterior sobre todo por la nutrición de la naturaleza a través de la
guerra y el sacrificio. Los subtemas en este caso son: complejos Tonátiuh,
Huitzilopochtli, Mixcóatl, Tlahuizcalpantecuhtli y Mictlantecuhtli.

Basados en tal clasificación, se exponen en el cuerpo de esta obra los personajes

antropomorfos con atributos divinos. Algunas veces no coincidía, empero, la taxonomía propuesta

por el investigador norteamericano y los temas de culto que se plasmaron con el conjunto de efigies

del presente trabajo.

Al inicio de la exposición de cada grupo y subgrupo se darán las generalidades del personaje

representado. Si se trata de un numen específico, se proporciona su etimología, advocaciones,

lugares de veneración, atavíos característicos y se describen los ritos más destacados. El camino

más lógico y rico en explicaciones lo encontramos en las fuentes documentales, códices y prosa,

tanto prehispánicas como coloniales; así como en la comparación con escritos de investigadores que

han tratado el tema de los que se tiene cierto margen de seguridad de sus identificaciones.

Al tema de la figura humana, sigue en importancia el de los animales. 185 Los escultores

plasmaron en piedra un bestiario diverso, habitado por toda clase de mamíferos, aves, reptiles,

batracios, peces, moluscos, arácnidos e insectos. Por la precisión con la que fueron trabajados

ciertos detalles corporales nos permite inferir el género e, inclusive, la especie que fue tomada como

modelo.186 Dentro del grupo zoomorfo, lo separamos en cánidos, felinos, serpientes, anfibios,

búhos, y animales fantásticos. De cada uno de los subgrupos distinguimos los que presentan

atributos divinos de los que no. Recordemos que muchas deidades fueron representadas en forma

antropomorfa, pero algunas poseían un nahualli, esto es, el animal en que ellos se podían

transformar.187 Algunos dioses son representados completamente bajo esta apariencia. El nahualli

puede ser usado también como insignia, casco, máscara o en divisas en la nuca, como el colibrí de
185
Gendrop y Díaz, 1994, pág. 71-111.
186
Como ejemplo ver López Luján y Fauvet-Berthelot, 2005, págs. 24-27.
187
Nicholson, 1973, pág. 90.

68
Huitzilopochtli, la xiuhcóatl de Tezcatlipoca o Xiuhtecuhtli y la mariposa de obsidiana de

Itzpapálotl.

De cada uno de los integrantes, se indagaron las concepciones de los antiguos nahuas, como

sus nombres, asociaciones simbólicas, atributos naturales o sobrenaturales, fiestas donde eran

participes o historias míticas en que aparecen. A partir de su estudio hemos percibido una potencial

fuente de información de lo imaginado sobre los animales por estas sociedades, y cómo se

integraban en su forma de entender el universo.

Además de las imágenes de humanos y animales, existen otros objetos en el arte escultórico

que se desempeñaron como instrumentos para la puesta en escena de la liturgia. El tercer y último

conjunto morfológico que se analizó son denominados como elementos rituales. La nomenclatura se

le dio debido a sus cualidades morfológicas, ya que no entraban en las dos categorías anteriores. El

grupo se conforma por diferentes elementos que en su vida funcional se encontraban como parte de

la arquitectura de edificios. Se piensa que muchos de ellos fueron parte de la decoración de

edificaciones, posibles continentes de materiales o diseños alusivos al poder que ejerció una

determinada clase social en la antigua Tenochtitlan, aunque hay una serie de esculturas que de

acuerdo con nuestras suposiciones sirvió como peanas para colocar ofrendas. Al igual que los dos

anteriores conjuntos de esculturas, los antropomorfos y los zoomorfos, en este caso se trató de

buscar la temática expresada por medio de los diseños presentes en sus superficies. Basados en tales

indagatorias percibimos que la forma y la función de estos elementos se encuentran en completa

relación.188

188
Sobre el tema ver Gutiérrez Solana, 1983; Gendrop y Díaz, 1994, págs. 21-69; López Luján y Fauvet-Berthelot, 2005,
págs. 24-27.

69
Capítulo 3. El Corpus

Personajes antropomorfos

En el catálogo general observamos que la figura humana fue la de mayor presencia. De

hecho se puede percibir tal preferencia en todo el corpus escultórico azteca donde lo antropomorfo

juega el papel principal. Aquí examinemos las figuras de esta colección que tienen forma o

apariencia humana. Adelantemos algunos resultados y digamos que en este grupo se encontramos

dos grandes subgrupos de análisis: el primero contiene efigies que no tienen atributos divinos, en

tanto que el segundo está formado por los que sí los presentaban.

Sin atributos divinos

En primer lugar es conveniente mencionar algunas de las peculiaridades que encontramos en

este subgrupo. Se conforma por 53 piezas, que significa el 27 % del total (figura 10). Otra de las

razones es la ausencia de elementos iconográficos diagnósticos que las relacionen con personajes

históricos o de naturaleza divina.

La mayoría de de los ejemplos son cabezas desprendidas de los cuerpos. Como prototipo se

encuentra aquella donde el pelo es representado como una cubierta que se ajusta al cráneo; las

orejas algo grandes pero con finos detalles en el pabellón; las cejas poco protuberantes y arqueadas;

la nariz aguileña; los labios gruesos y ligeramente abiertos; las cuencas de los ojos vacías o

hemisféricas. En la mayoría de los ejemplos todavía es perceptible la presencia de capas de

pigmento.189 Se distinguen por cierto esquematismo y poco apego al naturalismo, de una persistente

simetría bilateral. Caso curioso que creemos importante señalar es que los rasgos se concentraron en

la cabeza y el rostro.

189
Sobre el tema ver los trabajos de Nicholson, 1985; Ségota, 1995; López Luján et al, 2003.

70
Al respecto debemos mencionar el estudio de Alfredo López Austin sobre el cuerpo humano

y las concepciones que los antiguos náhuas tenían de él, allí menciona la capacidad de expresión de

la cabeza, ya como el uso de la región para producir el símbolo, ya como lugar en el que voluntaria

o involuntariamente aparecen los signos del sentimiento humano. Sobre todo la cara es el sitio por

el que surge la fuerza vital del aliento que está cargada de sentimiento y de valor moral, esto hace

del rostro humano el espejo de las virtudes del individuo.190 Mientras que Miguel León-Portilla

opina que el rostro caracteriza a la naturaleza más íntima del yo peculiar de hombre.191

Otra de las cualidades del subgrupo es que las esculturas se encuentran rotas. Examinemos

algunas posibilidades de este hecho. Como arriba mencionamos, para los habitantes de la Cuenca de

México durante el Posclásico tardío, las esculturas no eran simples figuras inanimadas. Para ellos

eran los contenedores de una fuerza superior. Eran objetos divinos dignos de profundo respeto y

adoración. Con el paso del tiempo, las condiciones cambiaron, específicamente tras la conquista

española. Los primeros europeos en pisar estas tierras las identifican con una imagen falsa adorada

por los paganos; argumento que utilizaron para destruirlas, siguiendo sus objetivos de conquista

espiritual, y que se dio al mismo tiempo que la conquista armada. 192 Tal vez ésta fue una de las

causas por las que gran parte del corpus escultórico azteca no llegara completo hasta nuestro

tiempo. Otras en cambio fueron ocultadas y se salvaron de ser reducidas a pedazos. Podemos

imaginar que la labor de exterminar estas efigies fue exhaustiva, sobre todo cuando leemos la

historia escrita por Motolinía, quien nos dice que “tenían gran cantidad de ídolos de diversas formas

y figuras, que en muchos días no los podían acabar de destruir, así por ser muchos y estar en

diferentes lugares, porque cada día hacían muchos nuevos; porque como no tenían que buscar

190
López Austin, 2004, pág. 184.
191
León-Portilla, 1979, pág. 190.
192
Gruzinski, 2006, pág 34.

71
canteros que los hiciesen, pues muchos de ellos son maestros en este arte”. 193 Al romper las

imágenes, algunos de sus fragmentos fueron utilizados como material constructivo para las

edificaciones de la nueva ciudad. Aún hoy es común que al realizar excavaciones en las

inmediaciones del recinto ceremonial tenochca se encuentren pedazos de esas esculturas.

Una segunda posibilidad es que las modificaciones se hayan dado durante el manejo de las

colecciones arqueológicas a las que han pertenecido. Como vimos, la mayoría del conjunto

escultórico tiene una clave que fue puesta sobre una base de pintura vinílica, rótulo que es un

número de catalogación del antiguo Museo Etnográfico. Algunas de estas esculturas presentan

modificaciones contemporáneas, presumiblemente hechas con herramientas modernas, con las que

se intentó la reintegración de sus partes corporales, muchas de las cuales ahora se encuentran

separadas; en otras ocasiones se agregó cemento gris para formar bases planas (figuras 27, 43, 56)

De lo que sí estamos seguros es que una tercera causa que provocó la mutilación se debió a

sus mismos creadores. Varias esculturas fueron exhumadas del Templo Mayor y el recinto sagrado

de Mexico-Tenochtitlan (figura 22). Como se señalará en cada caso, los informes de excavación nos

indican que las piezas se encontraron en rellenos de ampliaciones constructivas. Además sabemos

gracias las fuentes documentales de la costumbre de destruir las imágenes por parte de sus propios

creadores en época prehispánica. Por ejemplo, tenemos la referencia que nos brinda fray Juan de

Torquemada que en México central y en Yucatán, donde periódicamente se renovaban templos,

ídolos, braseros y casas, principalmente en las celebraciones de ochpaniztli e izcalli.194 Agreguemos

que la información proporcionada por la arqueología confirma que los mismos adoradores de las

esculturas rompían sus imágenes. Como ejemplo para la época mexica baste mencionar los reportes

193
Benavente, 2003, pág. 87.
194
Torquemada, 1969, T. II, págs. 298-300.

72
de José García Payón sobre el sitio de Malinalco, Estado de México.195 Años más tarde y en el

mismo sitio, el arqueólogo Arturo Guevara consigna varias efigies localizadas en la zona

ceremonial, en su gran mayoría fragmentadas en la época prehispánica, a su entender no se trata de

esculturas rotas accidentalmente o relieves simplemente desechados: los fragmentos fueron

localizados en cierto orden y en el interior de recintos del área de culto, algunas de ellos cubiertos

con pisos de estuco.196 Este tipo de ceremonias fue bastante común en toda Mesoamérica.197

En el presente estudio la procedencia espacial precisa de la mayoría de estas efigies es una

de las cuestiones que lamentablemente no se pudo resolver; sin embargo en las esculturas

encontramos formas que permiten sugerir que su origen se encuentra principalmente en la cuenca de

México y que datan del Posclásico tardío. Destaquemos que hay claros ejemplos que poseen

distintos estilos. Sumemos que los materiales en que fueron hechos no corresponden a los

encontrados en el centro de México. Lo que nos hace pensar que muchos de ellos proceden del

actual estado de Guerrero, el Occidente de México, la Mixteca oaxaqueña o el área maya (figuras

31, 41, 46, 50, 54, 57, 58).

Al analizar las imágenes de este subgrupo fue de gran utilidad conocer las vestiduras

portadas por los seres antropomorfos, pues nos permitió saber que hay una clara separación entre las

portadas por las mujeres y las portadas por los hombres. Podemos apreciar que la indumentaria que

cubre los cuerpos de este conjunto es variada. Desde hace mucho se ha mencionado que el braguero

o máxtlatl es la prenda por excelencia de los varones; de hecho es una característica que nos permite

separarlos de las mujeres. Hablando de manera general, se puede decir que en la muestra analizada

esta prenda se compone por una banda de tela que pasaba sobre la cintura y entre las piernas para

195
García Payón, 1946, al realizar exploraciones arqueológicas en el sitio informa haber localizado esculturas que
debieron haber sido fracturadas intencionalmente desde época prehispánica.
196
Guevara, 1991, pág. 19.
197
Ver los informes de Acosta, 1944, págs. 172-194, para Tula, Hidalgo; Sáenz, 1961, págs. 39-65, para Xochicalco,
Morelos; Baudez, 1990, págs. 1689-1712, para Toniná, Chiapas; o Carot, 2008, págs. 231-261, para Loma Alta,
Michoacán.

73
cubrir los órganos genitales. Los cabos se anudaban al frente y caían en la misma dirección. En

ocasiones esta faja se combina con una especie de delantal triangular. En otros ejemplos se

encuentran personajes de alto rango social, pues portan insignias como la xiuhuitzolli, usada por los

gobernantes (figura 13), las sandalias (figuras 11, 12, 15, 18), las tilmas (figuras 12, 15), los tocados

de plumas (figuras 12, 14, 15), las ajorcas y pectorales de materiales preciosos (figuras 11, 12, 15,

18, 22, 24, 75); o se trata de guerreros que ostentan armas ofensivas o defensivas (figuras 11-15,

18).

En el caso de las mujeres la vestimenta por antonomasia es el quechquémitl (figuras 71, 72),

prenda de forma romboidal que cubre el pecho y la zona posterior del cuerpo. Agreguemos a la lista

el cuéitl esto es una falda recta o enredo que va de la cadera a los pies. Estos últimos están

descalzos, apreciándose las divisiones de los dedos. Se llega a dar el caso que el torso se muestre

desnudo, mostrando los senos. Los mencionados atuendos se perciben combinados con cinturones

finamente esculpidos, como el caso de una serpiente emplumada, o sugeridos por delgadas líneas de

pintura (figuras 71, 74)

En cuanto a las actividades que realizan se encuentran en: procesiones rituales; descansando

plácidamente; sentados directamente en el piso, en pedestales de baja altura, sobre animales como la

serpiente198 (figuras 43, 45, 47, 51, 60, 61, 69, 71, 72, 73); de pie (figuras 19, 32, 49, 58, 59), y

cargando el bulto de una deidad (figura 28).

Sobre la cuestión de la edad debe anotarse una marcada preferencia por los individuos

jóvenes. La morfología tiende a la estandarización de los rasgos juveniles: la cabeza es de mayores

proporciones que el resto del cuerpo y es donde existe el mayor detalle; la cara es de superficie

tersa; el pelo cuando se puede observar es corto y lacio, adoptando la forma de casco; las orejas son

198
Hay que destacar que las esculturas de estilo azteca donde humanos y animales se encuentran interactuando son
raras. La impresionante creatividad de los artistas dedicados a tales obras llegan a integrar de una forma armónica lo
animal y lo humano.

74
representadas de manera natural; los ojos son elípticos y en muchas ocasiones cóncavos, lo que

servía para colocar algún tipo de material que simulaba la pupila y la esclerótica; la nariz es

aguileña (figura 52); la boca en la mayoría de las ocasiones se presenta abierta y es de labios

gruesos; los pómulos son marcadamente abultados (figura 64). Son pocos los detalles anatómicos

que se esculpieron; brevemente se pueden enumerar los del torso, en el límite inferior de la caja

torácica, los omóplatos, la columna vertebral, los glúteos, las rodillas y los pies (figuras 47, 60, 69).

Tanto los brazos como piernas son regordetas; las manos se muestran pequeñas con dedos gruesos

(figura 74). Aunque domina la presencia de seres lozanos, existe la cabeza de un anciano con

profundas arrugas en el rostro (figura 42).

Otra de las constantes morfológicas que se encontraron en el corpus son las maneras de

representar el cuerpo.199 Las posiciones corporales de las esculturas femeninas de este subgrupo se

reducen a sedentes sobre sus espinillas, donde los brazos pueden estar a los costados, flexionados,

con las manos proyectadas al frente o reposando sobre las piernas (figuras 71-74). La otra manera es

erguidas, donde las extremidades superiores están sobre el vientre (figura 75).

En lo que respecta a los individuos masculinos hay mayor variación, siendo dos las posturas

básicas: es parados firmemente sobre sus dos pies, sobre el piso o en un pedestal, esto en las

esculturas de bulto (figuras 11, 12, 13, 15, 17, 32, 49). También con una pierna delante de la otra u

orientadas en la misma dirección, para los relieves (figuras 11, 12, 15, 18, 19). En esta variación los

brazos se perciben levantados sobre la cabeza en actitud de arrojar otro elemento; dirigidos al frente

sosteniendo armas, esto en el caso de las imágenes en dos dimensiones (figuras 12, 13, 15). O uno

sobre el otro y ambos en las rodillas (figuras 30, 35, 43, 45, 47, 51, 60, 61), ambos en los costados,

flexionados con las palmas extendidas sobre el pecho o una extremidad superior levantada y

199
Clasificación basada en la metodología de Solís, 1982, págs. 188-251.

75
doblada, mientras que la otra descansa a un costado –en las esculturas exentas (figuras 47, 49, 54,

56, 57). La otra forma que se percibe es la sedente sobre sus nalgas (figuras 28, 30, 35, 43, 47, 51).

Una cuestión diferente es que, al revisar los documentos, prehispánicos, coloniales y

modernos, se mencionan en repetidas ocasiones varias decenas de seres sobrenaturales, 200 pero al

confrontarlo con los restos materiales no se encuentra esa variedad. Para muestra de ello el ejemplo

de las figuras humanas, que fueron las más abundantes, en el presente trabajo y en todo el corpus

escultórico azteca. Allí existen muchas imágenes que no presentan insignias diagnósticas que

permitan identificarlas con un personaje divino. Enseguida salta la pregunta: ¿Por qué no

encontramos atavíos divinos en estas imágenes? Una razón que se nos ocurre fue que, al ser

fragmentos, éstos se encontraban en otra parte del cuerpo, ahora perdido. Aunque existen otras ideas

al respecto201 que sugieren que las esculturas tenían atavíos de materiales precederos –como papel,

pieles, textiles, fibras vegetales o simplemente se diseñaron con pintura- que con el paso del tiempo

se degradaron.202

Al analizar los materiales escultóricos de este subgrupo en primera instancia pensamos que

no se representaron seres sobrenaturales. Pero al examinar atentamente, nos daremos cuenta que no

es que existan muchas representaciones de unos cuantos dioses. Posiblemente a los personajes

antropomorfos que no presentan atributos divinos se les cubrió con insignias hechas con materiales

poco durables. Finalmente, agreguemos que lo que conocemos sobre este panteón es a través de los

conquistadores europeos, los evangelizadores y los cronistas de la nobleza indígena, y se basan

200
De acuerdo con López de Gómara, 1984, pág. 124, los dioses adorados en Mexico-Tenochtitlan eran 2000. Por su
parte Benavente, 2003, pág. 87, nos dice que tenían gran cantidad de ídolos de diversas formas y figuras, que en muchos
días no los podían acabar de destruir, así por ser muchos y estar en diferentes lugares. En cuanto a los estudios
contemporáneos ver las taxonomías que proporcionan Nicholson, 1971b; Spranz, 1993; o Mateos, 1992-1994.
201
Nicholson y Quiñones Keber, 1983, pág. 81; Olivier, 2004a, pág. 120.
202
La arqueología puede aportar valiosa información como lo son los reportes de las figuras ataviadas con materiales
precederos; como muestra de ello baste citar la piel de mono que sirvió como atavío a uno de los cuchillos de pedernal
de la ofrenda 125 del Templo Mayor; en Chávez et al, 2010. Existen otros hechos en madera que tienen las dimensiones
para ser colocadas en las efigies de piedra. Como ejemplo ver el publicado por Pasztory, 1983, pág. 265, fotografía 57.

76
principalmente en las imágenes adoradas en la ciudad de Tenochtitlan. Pero poco sabemos de las

esculturas que existieron en otras localidades de la Cuenca de México o el Altiplano central.

El siguiente paso es aclarar la función de estas figuras. Para los habitantes oriundos de estas

tierras las esculturas no eran simples figuras inanimadas, sino contenedores de una fuerza superior.

Era el dios mismo que se encontraba frente a ellos, a quien debían venerar mediante ofrendas. Los

antiguos nahuas se referían a las imágenes de sus dioses como teixiptla y toptli. La palabra teixiptla

deriva de xip “piel”, “cáscara”, “cobertura” y toptli, “funda”, “envoltura”. Creían que los dioses se

introducían en las imágenes que ellos hacían, porque lo semejante iba hacia lo semejante, se

reconocen en ellas y las porciones de fuerzas divinas se vierten en sus recipientes visibles.203 Entre

la imagen y el dios hay una comunicación que se mantiene, entre la partes de una misma fuerza

dividida.204 Westheim nos dice que su función del arte antiguo de México fue la de traducir las

concepciones religiosas a un lenguaje plástico que es necesario para el culto. El propósito fue dar

expresión a lo inexplicable, a lo aprehensible con los sentidos; dar expresión a intuiciones mágicas,

a concepciones religiosas.205 Se creía que lo sagrado residía en los atuendos e insignias. De esta

manera, los pueblos prehispánicos veían en los símbolos portados por las figuras de culto señales de

divinidad, las que remitían a personajes bien conocidos, emblemas que formaban un conjunto

estructurado, organizado y de fácil identificación. Eran una especie de instrumento que transmitía y

fijaba un saber en quienes las observan, sobre las múltiples esferas de acción y dominio de estos

seres divinos.

203
López Austin, 2003, pág. 178.
204
López Austin, 2003, pág. 179; ver también el trabajo de Hvidtfeldt, 1958, págs. 76-142.
205
Westheim, 1985, pág. 19.

77
PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS
CLAVE ANTIGUA: 10-252117 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO:
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 41 x 26 x 16 cm
PESO: 11.75 kg
COLOR: N2 Grayish black
FIGURA: 11
La cantidad de relieves recuperados en las inmediaciones del Templo Mayor es grande,

muchos de ellos similares a este ejemplo. Pieza hecha en un bloque rectangular, muestra un

personaje, visto de perfil y de pie. Si tomamos como referencia los grabados que se han encontrado

en las cercanías del recinto sagrado de Tenochtitlan, sabemos que es parte de una procesión, que se

dirigía hacia su izquierda.

Su peinado es lacio y corto de tal manera que deja libre la frente, formando la patilla. Tiene

una orejera semicircular lisa, de chalchihuite; un pectoral formado por tres bandas lisas y angostas

de forma concéntrica. El brazalete de muñeca es una banda ancha y lisa, que únicamente se aprecia

en la mano derecha. Las ajorcas colocadas arriba de los tobillos son lisas de tamaño mediano; de

cuero, a juzgar por los restos de pigmento rojo. Tiene una faja de entrepiernas, máxtlatl, y una falda

de forma trapezoidal. Las sandalias son de suela lisa, taloneras altas y nudo sencillo. La mano

derecha se encuentra extendida hacia el frente; sostiene un gran bastón pintado de rojo, que en su

parte superior está rematado por un círculo concéntrico y tres tiras colgantes a los costados, los

cuales muestran pigmento ocre. Frente al personaje se encuentran líneas ondulantes en el cual

descansa el bastón. En otros relieves se han observado líneas como las que éste ejemplo muestra, de

ellos se piensa que representan un medio acuático; sin embargo, no creemos que este sea el caso,

sino parte de la indumentaria de un personaje que se encontraba al frente.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1126
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 41 x 19.5 x 22 cm
PESO: 13.5 kg

78
COLOR: N2 Grayish black
FIGURA: 12
Este bajorrelieve se esculpió imitando viejos estilos, presentes en sitios arqueológicos del

altiplano mexicano como Teotihuacan, Tula y de la zona maya como Chichén Itzá. Varios autores

han sugerido que el arte escultórico mexica tiene sus antecedentes en civilizaciones anteriores la

fundación de Mexico-Tenochtitlan.206 Aquí se muestra un fragmento de banqueta en la cual se

esculpió un personaje de pie firmemente plantado en el suelo, del que únicamente podemos ver su

parte posterior. El brazo derecho se encuentra flexionado en lo alto, a la altura de la cabeza. La

mano sostiene un cetro serpentiforme, con restos de pigmento rojo y ocre, que puede simbolizar las

corrientes de agua y los rayos fertilizadores.207

Al comparar las banquetas que se han exhumado en las cercanías del Templo Mayor con

nuestros ejemplos, podemos suponer que este relieve formaba parte de una larga procesión de

personajes de morfología similar. En este caso se dirigía hacia su izquierda. En la parte superior de

la cabeza porta una pluma larga que se yergue hacia arriba y cae. Más abajo se nota lo que

aparentemente es una bola de plumas. En la base de este conjunto se distingue una tira de cuero

colgante lisa que se dobla hacia el hombro, con restos de color rojo.

En la espalda tiene una especie de tilma o capa dividida en dos, ambas son de superficie lisa

y una tira más angosta que cuelga donde hay con restos de pigmento rojo. En la muñeca porta un

brazalete que es una tira ancha de la cual se desprenden otras más. El collar que se compone de tres

hilos lisos con restos de pigmento rojo. En el torso viste una especie de camisa que llega hasta el

antebrazo. Posiblemente se trata de un ichcahuipilli o jubón de algodón, prenda protectora que no

podía ser traspasada por una flecha.208 Sobre la cintura hay una banda horizontal y una vertical que

pasa entre las piernas, se trata del máxtlatl. En la extremidad inferior tiene una ajorca ancha con

206
Nicholson, 1971a, pág. 119; Townsend, 1979, pág. 15.
207
Se ha dicho que el cuerpo ondulado de la serpiente simboliza las corrientes de agua y rayos además de estar
asociados a los dioses Tláloc y Chalchiuhtlicue; Gutiérrez Solana, 1987, pág. 30; Pasztory, 1974, pág. 27.
208
López Luján, 2006, pág. 112.

79
subdivisiones al interior. Si observamos el pie nos daremos cuenta que tiene una sandalia con

talonera y suela delgada, en el empeine tiene el nudo.

En la parte superior derecha del bloque se observa un rectángulo vertical que se une a un círculo,

forma idéntica es la que se talló más abajo. Se trata del glifo de lluvia. Entre estas dos hay una de

figura que semeja una extremidad de un cuadrúpedo, que por lo deteriorado de la pieza es difícil su

identificación.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1105
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 43.5 x 32 x 19 cm
PESO: 11.25 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 13
A pesar de encontrarse fracturada en tres, sabemos que este relieve sirvió como parte de una

banqueta tal vez colocada al interior de algún edificio. La representación se esculpió en un panel de

basalto, que adopta una forma rectangular, allí vemos a un individuo antropomorfo que está de pie,

en actitud de caminar hacia su derecha. Ya hemos mencionado que este tipo de obras formaron

parte de una larga procesión de personajes armados. Dentro de los atavíos porta una xiuhuitzolli,209

identificada como una corona de mosaico de turquesa, usada por los gobernantes, además asociada

a la delegación de mando militar, la autorización legalizada o como símbolo de conquista realizada

por una alianza de señores.210 Bajo este adorno vemos un rostro representado de forma esquemática,

sobre el que se colocó pigmento ocre, coloración típica para la piel. La frente es amplia, el ojo

hemisférico, su nariz es aguileña bajo la cual se marcó la boca como una línea horizontal, de la cual

sale una vírgula ondulante de la palabra sencilla que se dirige hacia arriba, similar al grupo 7

209
Simeón, 2004, pág. 770, la menciona como una especie de corona, mitra, diadema adornada con turquesa.
210
Noguez, 1975, pág. 93.

80
descrita en el trabajo de López Luján.211 Ostenta una orejera circular de superficie lisa. No podemos

decir más del rostro, ya que se encuentra deteriorado por una serie de golpes intencionales.

Como parte de la indumentaria muestra una especie de camisa de manga corta pintada de

blanco. Sobre ella tiene un pectoral del cual únicamente queda una banda lisa con tres pendientes

circulares. Entre las piernas hay un máxtlatl compuesto por una faja que pasa entre las piernas y que

cae al frente rematado con un nudo sencillo. Más abajo de las rodillas tiene ajorcas lisas con

subdivisiones horizontales. Por desgracia, no hay restos que nos indiquen si el personaje portaba

sandalias.

La mano derecha de la imagen está extendida hacia el frente con la que sostiene un gran

escudo circular o chimalli que presenta un reborde liso en su circunferencia. Allí aún quedan restos

de pigmento azul sobre un fondo blanco. Detrás del arma defensiva se esculpió una ofensiva cuyo

extremo distal termina en acanaladuras diagonales; posiblemente un dardo con punta de pedernal.

En el proximal tiene una serie de plumas que caen en dos planos. En la superior son cuatro piezas

y en la inferior cinco, todas presentan restos de pigmento ocre. Un par de elementos nos parecen

difíciles de interpretar. Se trata de una especie de vírgula dirigida hacia arriba que sale del escudo.

Presumiblemente se trata de humo. Muy cerca de allí hay una serie de bandas diagonales que

rematan en un par de formas rectangulares donde hay pigmento ocre.

Existen formas independientes al frente de nuestro individuo. Al parecer formaban parte del

tocado y el tezcacuitlapilli, disco de mosaico de pirita y turquesa, de un personaje ubicado al frente,

que era parte de la procesión, pero por estar en otra lápida, no podemos decir más.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1112
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 18 x 28 x 18 cm
PESO: 4.75 kg

211
López Luján, 2006, pág. 330.

81
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 14
Siguiendo el mismo estilo que los ejemplos anteriores, tenemos este fragmento rectangular

de banqueta con los restos de una cabeza. El rostro del personaje es visto de perfil, el ojo un

abultamiento redondeado, la nariz chata y la boca está entreabierta. Podemos observar que conserva

todo el tocado; se forma por tres plumas largas que caen al frente. Más abajo hay cinco elementos

rectangulares, no identificados. En la base hay una forma circular que posiblemente se trate de una

bolita de plumón; complementa todo esto una banda delgada y lisa que rodea la cabeza y cae hasta

los hombros. La orejera es circular, la que muestra restos de pigmento azul, tal vez de turquesa. Al

frente del rostro podemos ver lo que posiblemente se trata de un arma ofensiva, la que se conforma

por un bastón con una pequeña banda perpendicular. En la nuca hay un diseño delgado y alargado

que por lo incompleto de la pieza no hemos identificado.

PERSONAJES ANTROPORMORFOS SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 728
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 41 x 32 x 20
PESO: 26.75 kg
COLOR: N2 Grayish black
FIGURA: 15
Bajorrelieve esculpido en una losa de forma rectangular, con la representación de dos

personajes antropomorfos en aparente procesión. Ambos se dirigen hacia su derecha. El primero de

ellos, el más completo, visto de perfil con el cuerpo cubierto de pigmento ocre, se encuentra parado

con su pie derecho al frente, la mano derecha extendida hacia el frente que sostiene un cetro que es

largo y delgado, cubierto de colores ocre, blanco y negro. En su parte superior se observan dos

secciones rectangulares, la inferior adornada con líneas negras, delgadas y horizontales; en la base

hay una forma que no hemos podido definir del todo pues se encuentra erosionada; la mano

izquierda no se aprecia ya que se encontraba en otra lápida, ahora perdida. Creemos que este

instrumento podría ser un cetro o un arma, siendo plausible la primera opción ya que al hacer una

82
revisión de las banquetas similares que han aparecido en el proyecto Templo Mayor no hemos visto

un arma igual. En la cabeza porta un tocado de dos plumas cortas y dos largas que caen al frente.

Salen de una banda lisa que rodea la cabeza. Dos plumas presentan restos de pigmento azul y la

banda que sirve de base es blanca. Parte de sus atavíos se componen de un pectoral formado por dos

hilos lisos y delgados de color azul y rojo, rematados por cuentas circulares. En los brazaletes que

porta penden dos tiras largas delgadas divididas en dos cada una. Son cuatro tiras verticales de color

azul y rojo. En el pie bajo la rodilla presenta el mismo tipo de elemento. Como vestimenta tiene un

braguero sencillo y sandalias con nudo al frente.

El segundo personaje también está de perfil. De él únicamente podemos distinguir la zona

posterior y que se encuentra de pie. Al igual que la primera imagen, el cuerpo está pintado de color

ocre. La mano izquierda está extendida en lo alto a la altura de la cabeza, con la que sostiene un

cetro serpentiforme, o coatopilli, con restos de pigmento azul maya similar al de nuestra figura 16.

Se encuentra parado con su pie derecho al frente. Un tocado formado por una banda que rodea la

cabeza y cae hacia los hombros, en la zona superior hay una especie de rosetón de papel o plumón

pero que por el estado de conservación no es posible su clara identificación. También tiene un

brazalete del que se desprende una tira ancha adornada por líneas horizontales. Al interior presenta

tres tiras lisa de color rojo flanqueadas por dos azules. El pectoral está formado por dos tiras lisas y

angostas de color rojo flanqueada por dos azules. Su indumentaria se constituye por un máxtlatl

sencillo; en la parte posterior un adorno rectangular, una tilma y las sandalias apenas perceptibles

que tienen un nudo al frente.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1115
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 17 x 25 x 15 cm
PESO: 14 kg
COLOR: N2 Grayish black
FIGURA: 17

83
Nuestro recuento sigue con un bloque cuadrangular en la que se encuentra un personaje

antropomorfo que seguramente se encontraba de pie, visto en dos dimensiones. Desgraciadamente

sólo queda un fragmento de una extremidad inferior, que tiene una sandalia con talonera alta, una

suela delgada y un nudo sencillo que se ata al frente. De la indumentaria se puede ver una prenda

larga por debajo de las rodillas, tal vez un faldellín, que presenta diseños geométricos en la parte

inferior y tiene restos de pigmento rojo.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1095
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 32 x 22 x 19 cm
PESO: 8 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 18
El relieve representa un personaje de pie en actitud de caminar hacia su izquierda. Tanto el

cuerpo como el rostro están incompletos. La figura se presenta de perfil. Su brazo derecho se

encuentra extendido hacia atrás, con el cual sostiene un arma defensiva, un chimalli, formado por

dos círculos concéntricos del cual parten tres bandas hacia abajo que presentan cuatro plumas con

pigmento de color rojo y ocre. Del tocado se ve una banda horizontal lisa y delgada en la parte

superior de la cabeza que cae en la nuca, de la cual cuelgan dos tiras que llegan hasta la espalda. La

orejera es circular concéntrica. Además tiene un pectoral que está constituido por tres hilos lisos con

la orilla orlada con círculos. Porta un faldellín y un máxtlatl sencillo que pende hasta llegar a la

altura de los pies, sin nudo. Este personaje tiene una sandalia con talonera media. Al frente le sale

una tira que se anuda. En la zona de la espalda baja tiene un tezcacuitlapilli, disco de mosaicos de

pirita y turquesa, con restos de pigmento rojo.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1528
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 54 x 49 x 9 cm
PESO: 41.5 kg

84
COLOR: 10 R 7/4 Moderate orange pink
FIGURA: 19
La pieza aún tiene restos de una arcilla muy plástica. Puede provenir de las excavaciones del

Templo Mayor. Aunque al revisar los informes de las excavaciones del PTM no hemos encontrado

referencia sobre esta lápida.

La pieza es una lapida rectangular muy delgada, con una fractura que se encuentra en la

parte media y que corre en diagonal. Fue hecha en un tipo de andesita, frecuente en los relieves y en

los materiales constructivos del Templo Mayor. En la base de la cara frontal se nota una especie de

cenefa que enmarca a un personaje humano. Tiene los pies orientados en diferentes direcciones. En

las otras superficies no tiene relieves.

Del personaje sólo se nota de la cintura hacia abajo. Además de su postura corporal,

podemos notar que porta un pequeño delantal liso y parte del máxtlatl adornado con tres bandas en

forma triangular. Los aderezos que tiene en las piernas son ajorcas en ambos pies, conformadas por

tres bandas lisas. La intermedia es más ancha que las otras dos. Más abajo remata con un colgante o

fleco; cada una tiene sus respectivas bandas para anudar. Las sandalias que portan los pies son de

suela angosta, con talonera alta y nudos al frente del tobillo. Del calzado salen cuatro dedos. A la

altura del área lumbar hay un fragmento circular, probablemente un chimalli; de donde sale lo que

puede ser un arma curva o pluma.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24 1126, XI-10-156118 con números negros
NUMERO DE INVENTARIO: 10-264096
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 17 x 15 x 13 cm
PESO: 6.25 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 20
En la estatuaria azteca representaciones como ésta son comunes y poco estudiadas. La figura

general de las esculturas es de dos grandes lóbulos; donde los escultores prestan mayor detalle a la

85
parte superior. En la mayoría de los casos se esculpe una cabeza humana, en cambio la parte inferior

tiene pocos acabados o no presentan relieves.

La escultura que nos concierne está exenta, con tronco esférico colocado para ser observado

frontalmente. La cabeza tiene cara ovalada; el peinado es corto que cae hasta la nuca y cortado de

tal manera que deja visible las orejas; de frente amplia; cejas arqueadas y nariz muy deteriorada de

base triangular, y ojos cóncavos. Curiosamente no se esculpieron las extremidades superiores e

inferiores, ni atavío alguno, por lo pudiéramos pensar que la pieza se encuentra inconclusa. Al

revisar el corpus escultórico de tradición azteca hemos encontrado varias figuras similares y

pensamos que esculpir una imagen como ésta donde no hay vestimentas diagnósticas, obedece a que

en algún momento se le adornó con atavíos intercambiables. A la altura donde estaría el pecho, se

alcanza a distinguir los restos de un rectángulo de color rojo.

Lamentablemente no conocemos la procedencia del siguiente relieve. Muchas de las piezas

de esta colección fueron parte del antiguo Museo Etnográfico. Las identificamos como tales, pues

tienen el número de catálogo en tinta azul o negra, sobre una base de pintura vinílica blanca.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 10-264166
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 18 x 15 x 13 cm
PESO: 3 kg
COLOR: 5R 5/4 Moderate red
FIGURA: 21
Similar al ejemplo anterior, en cuanto a su forma general y a la postura corporal, esta

escultura representa una figura humana. Difiere en que ésta presenta pocos acabados en la zona

inferior, aunque se pueden distinguir las piernas flexionadas y un poco separadas, postura típica de

las representaciones masculinas. De las extremidades superiores no se distinguen los brazos. La cara

es semicircular con dos protuberancias en la parte superior; frente amplia; cejas arqueadas de las

que sale la nariz; los ojos son hemisféricos. La zona posterior es muy irregular con restos de

86
argamasa de estuco de grano muy grueso, contrario al resto del cuerpo, lo que nos sugiere que la

pieza en algún momento se encontraba empotrada.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1281
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 40 x 23 x 21 cm
PESO: 47.5 kg entre las dos piezas
COLOR: 5 YR 6/1 Light brownish gray
FIGURA: 22
Fue recuperada durante las excavaciones arqueológicas del PTM en su primera temporada.

Lamentablemente no conocemos su ubicación precisa. Se trata de una pierna derecha flexionada, lo

que nos habla de que la pieza se encontraba sedente, postura que nos indica que estamos hablando

de un personaje masculino. Como indumentaria presenta una ajorca debajo de la rodilla, de cuatro

bandas. La primera está decorada con círculos concéntricos que llegan hasta la mitad de la misma,

el resto es lisa; en la cara interior de la pierna presentan un nudo doble del que penden tiras anchas y

lisas. La segunda banda tiene una primera sección lisa, con restos de pigmento rojo; tal vez se quiso

representar una tira de cuero, de allí caen unos semicírculos, presumiblemente plumas. En la

segunda sección está un moño doble al interior de la pierna. Por debajo de esta banda se nota otra,

pero de menor anchura en la que se puede apreciar una serie de círculos concéntricos que rodean la

pierna. Como vestuario se alcanza a ver un fragmento de sandalia, es una sección de talonera con un

par de tiras que se enlazan hacia el frente; debajo de esto tiene una banda lisa posiblemente sea la

suela.

Aunque está fracturada en dos partes, sabemos que se trata de una escultura antropomorfa

sedente. Al comparar sus características iconográficas, las dimensiones y el tipo de roca empleada

con un ejemplar exhibido en el Museo Nacional de Antropología damos cuenta de su similitud. Esto

hace pensar que posiblemente procedan de un mismo taller (figura 23). Sabemos que se trata de una

escultura antropomorfa sedente porque en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología se

87
encuentra una pieza de dimensiones y forma similares. Los investigadores han denominado

genéricamente a estas efigies como portaestandartes, pues algunos de ellos ostentan orificios

circulares en las manos posiblemente para sostener mástiles que terminaban en banderines.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1163
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 44 x 22 x 27 cm
PESO: 23.25 kg
COLOR: 5 YR 6/1 Light brownish gray
FIGURA: 24
Las características formales de esta pieza son similares a la anterior. Al comparar el tipo de

piedra y el estilo es alta la probabilidad que formara parte de la misma pieza. Aquí se trata de una

pierna derecha que está flexionada. Debajo de la rodilla vemos dos ajorcas. La superior encuentra

adornada por una serie de chalchihuites que rodean la pantorrilla y llegan a la parte interna de la

pierna donde tiene un nudo doble hecho de cuero, el cual conserva restos de pigmento rojo. La otra

banda, menos ancha que la anterior y que se encuentra más abajo, está adornada con una banda

colgante hecha de plumas, en donde se detectaron restos de pigmento azul.

La pieza fue recuperada por el PTM en su primera temporada, aunque no contamos con las
coordenadas precisas, ni reportes que nos indiquen su temporalidad y asociación espacial.
PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1153
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 19 x 17 x 28 cm
PESO: 11.25 kg
COLOR: 10 R 6/2 Pale yellowish brown
FIGURA: 25
Este caso es un clavo arquitectónico con forma de cráneo; de frente pequeña, con un faltante

en la parte izquierda, por esto no se nota la mitad del rostro. El ojo izquierdo es una oquedad

circular; los pómulos son marcadamente protuberantes; su boca está descarnada con nueve dientes y

encías; además en la parte posterior hay una espiga cilíndrica para empotrar la pieza en un muro.

88
Los artistas mexicas se sirvieron de la estatuaria para decorar las fachadas de sus

edificaciones; afortunadamente conocemos destacados ejemplos de tales obras en el recinto

ceremonial tenochca, como lo es el Edificio B, ubicado al norte del Templo Mayor. Ahí podemos

ver decenas de piezas similares (figura 26).

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: TM-1 B1087 CUL-42, E1 EN-160 con números blancos
NUMERO DE INVENTARIO: 1245
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 22 x 14 x 34 cm
PESO: 12.25 kg
COLOR: N4 Med. Dark gray.
FIGURA: 27
Esta escultura en bulto formó parte en algún momento de una figura mayor. Se compone de

una pierna; destacando su natural manera de representación y sus superficies sumamente pulidas.

Sabemos que es una extremidad inferior pues presenta en el costado de la pierna un pequeño

fragmento de las tiras colgantes del máxtlatl que identifica al personaje como masculino.

Explorando las posturas corporales que se repiten en la escultura antropomorfa, pensamos que las

posibilidades se reducen a dos. La primera es que se encontrara arrodillada y la segunda apunta a la

sedente sobre sus nalgas con las piernas flexionadas y pegadas al cuerpo. Creemos que la más

viable es esta primera, ya que hay desgaste en la zona de la espinilla. En la zona de la rodilla existe

un trabajo de reintegración, pues se encuentra fracturada en dos.

PERSONAJE ANTROPORMOFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1315
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 15 x 19 x 14 cm
PESO: 6 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 28
A primera vista este pedazo de escultura exenta parecería no arrojar demasiada información.

Pero si observamos con atención nos daremos cuenta que su iconografía es única. Fue parte de una

escultura mayor, desgraciadamente rota. Conserva la zona de la cintura y algunos segmentos de las

89
extremidades inferiores. El área superior fue rota y posteriormente alisada hasta dejar una superficie

plana.

La zona superior de la pieza se alisó la superficie. Al analizar los fragmentos de las piernas

que aún se conservan se ve que la derecha se dirigía hacia arriba. Seguramente la pieza se

encontraba sedente sobre sus nalgas adoptando la postura de medio loto, posición propia de

personajes masculinos.

La pierna izquierda no se encuentra, desconocemos si esta fue la manera en que se exhibió

originalmente o fue resultado de una reutilización. Lo que no podemos saber aún es si sucedió en

época prehispánica o posteriormente. Cualquiera que sea el caso allí se muestra un rostro

antropomorfo, sumamente esquemático (curiosamente boca arriba). Tiene simetría bilateral.

Podemos ver un par de ojos circulares concéntricos. En medio de ellos sale lo que aparentemente es

la nariz, con una línea horizontal que la divide en dos. Más abajo hay una boca de forma elíptica y

labios anchos.

El personaje principal porta un máxtlatl que se forma por una franja de tela que pasa en

medio de las nalgas y otra sección que aparece como faja o cinturón, las cuales se anudan en la

parte frontal. Dicha prenda está decorada con dos tiras a intervalos constantes, una más ancha con

nudo doble al frente.

En la parte posterior y en la zona de la espalda baja, por encima del braguero apreciamos un

par de pies de humanos descalzos, orientados en la misma dirección, cada uno con cinco dedos sin

uñas. Todo esto nos hace pensar que la imagen portaba una imagen humana.

Las esculturas en bulto que cargan en su espalda a otras imágenes son relativamente

comunes, más adelante hablaremos de esto, por ahora nos concentraremos en las figuras que se

esculpieron sobre las nalgas. En el glúteo derecho se encuentra un personaje zoomorfo viso de

perfil. Una de sus características es una ceja arqueada protuberante, sumado a un ojo hemisférico y

90
lo que creemos se trata de colmillos. El animal porta una orejera circular. Esta configuración nos

hace pensar en las serpientes. Los mesoamericanos asociaban a este reptil con nociones de fertilidad

terrestre y con el inframundo. Recientes investigaciones han señalado que el tema es más complejo,

pues se han mencionado asociaciones con varias ideas como las corrientes de agua, 212 el maíz, el

relámpago,213 el falo, el poder, la tierra, el fuego, el sacrificio y el autosacrificio,214 por mencionar

unas pocas cuestiones. La sierpe porta un tocado formado por una especie de venda con un nudo y

rematado en la parte posterior por tres largas plumas de quetzal; atavío portado por varias

deidades.215 Esta combinación de serpiente con plumas de quetzal nos remite al dios Quetzalcóatl.

En el glúteo izquierdo hay una almeja marina. La bióloga Belem Zúñiga nos comenta que

posiblemente se trate de una valva izquierda de la familia Pecten.

Para terminar con la descripción diremos que en el costado de la pierna derecha hay un

segundo personaje antropomorfo que se encuentra parado con ambos pies juntos, pero dirigidos en

direcciones contrarias. Al romper y alisar la pierna se perdió la parte superior de este personaje; sin

embargo, se conservan cuatro larguísimas plumas de quetzal que, tal vez, formaban parte del

tocado. Como parte de sus prendas, porta una especie de falda larga con remate de seis elementos

lanceolados. Bajo las rodillas tiene un par de ajorcas con semicírculos al interior. Sobre los pies

encontramos que están cubiertos por sandalias que se anudan al frente de los tobillos.

El conjunto de imágenes similar a nuestro ejemplo suelen ser a) teomama (figura 29b y

29c),216 b) dioses,217 o c) gente común. En la tercera situación cuando había un matrimonio la mujer

era llevada sobre la espalda de una matrona (figura 29).218 Por las cualidades recién enumeradas que

presenta nuestro ejemplo nos inclinamos por la primera opción; un encargado de transportar a las
212
Pasztory, 1983, 233-234.
213
Espinosa, 2001, págs. 265-266
214
Gutiérrez Solana, 1987, pág. 46.
215
Spranz, 1993, pág. 149, fig.416, menciona a Tláloc, Tlahuizcalpantecuhtli y Ehécatl.
216
Ver los ejemplos que proporcionan Pasztory, 1983, págs. 229-230; López Luján y Fauvet-Berthelot, 2005, pág. 80.
217
Recordando el conocido Xochipilli de Tlalmanalco.
218
Sahagún, 2003, pág. 174.

91
deidades principalmente en la espalda. Que además de cargar una de ellas, tiene el cuerpo cubierto

por otro tipo de símbolos; no sabemos si fueron objetos tangibles o a manera de tatuaje. La acción

que realizaba era descansando, sedente. Lo que nos fue imposible de saber, dadas las condiciones de

la pieza y que no hay ejemplos comparativos, es sobre la posibilidad de que el personaje se

encontrara con una amputación corporal.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1323
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 33 x 23 x 25 cm
PESO: 20 kg
COLOR: N4 Med. Gray
FIGURA: 30
Esta escultura exenta muestra a un personaje en actitud hierática al que le falta la cabeza, la

cual fue desprendida a la altura del cuello. Se encuentra sedente sobres sus nalgas; mantiene las

piernas juntas, pegadas al pecho, los pies flexionados. Ambos brazos adoptan la postura poco

ortodoxa, pues están uno encima del otro; aquí el izquierdo está doblado sobre el hombro derecho.

La ausencia del braguero es significativa, pues podemos ver los glúteos. No es frecuente que se

representara la desnudez humana en el arte escultórico azteca; posiblemente en algún momento se

cubrió con materiales precederos. Como único atavío muestra en la parte posterior lo que

aparentemente es el fragmento de estola que cae a manera de seis tiras verticales lisas sobre la

espalda.

Por toda la superficie de esta pieza hay restos de arcilla muy fina de color ocre. Pensamos

que este acabado fue intencional y no el producto de un enterramiento previo. Además hay una

mancha blanca con números negros en el costado izquierdo que no son legibles.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1345
MATERIA PRIMA: Roca de origen metamórfico
DIMENSIONES: 28 x 13 x 13 cm
PESO: 8.25 kg

92
COLOR: 5 G 4/1 Dark greenish gray
FIGURA: 31
Presenta una superficie muy pulida y representa una cabeza humana. En la parte posterior es

totalmente lisa, sin ningún relieve. La frente es muy amplia; los ojos son hemisféricos y abultados;

la nariz está fragmentada; los labios son muy anchos dirigidos hacia abajo; es de pómulos abultados

y mentón redondeado. No presenta ningún atavío diagnostico, ya sea en la parte superior o en la

posterior de la cabeza, ni orejeras o narigueras que nos permita relacionarlo con los dioses. Tiene

una mancha blanca en la ceja izquierda, tal vez estuco, sobre la que se presenta una marca en color

azul. Por su morfología, tipo de roca y el diseño pintado nos habla de una probable relación con el

estilo Mezcala.219

Los mexicas importaban este tipo de piezas. En las excavaciones del Templo Mayor de

Tenochtitlan destacan algunas hechas en rocas metamórficas. Por el tipo de roca y estilo

iconográfico se les ha rastreado en el actual estado de Guerrero.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1347
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 12 x 22 x 14 cm
PESO: 2.5 kg
COLOR: 5 R 5/4 Moderatte red
FIGURA: 32
Varias de las esculturas antropomorfas de estilo azteca que se conocen se encuentran

firmemente paradas sobre sus dos pies en pedestales de forma cuadrangular, como el siguiente

ejemplo. Aquí vemos un par de pies plantados uno al lado del otro, rotos y separados del resto de la

escultura; cabe resaltar la forma natural de representar los tobillos. En algún momento se presentaba

de pie. En la parte posterior del zócalo hay números ilegibles producto de una catalogación anterior.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24-39 -X1-15 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1355

219
Alejandra Aguirre, comunicación personal, agosto del 2009.

93
MATERIA PRIMA: Roca de origen sedimentario
DIMENSIONES: 17 x 14 x 13 cm
PESO: 2.75 kg
COLOR: 10 YR 8/2 Very pale orange
FIGURA: 33
Escultura exenta y fracturada a la altura del cuello. Se conserva la cabeza que es de forma

rectangular. No presenta la línea que nos indique el cabello. Los ojos son hemisféricos, las cejas

arqueadas, su nariz triangular y más ancha en la base, la boca abierta y de labios delgados, las orejas

estilizadas y su mentón en forma cuadrada. Algunas partes de la pieza, principalmente sobre el

rostro, presentan restos de pigmento rojo.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1374
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 16.5 x 19 cm
PESO: 4.5 kg
COLOR: N4 Medium dark gray
FIGURA: 34
Adorno arquitectónico. Su forma general es elíptica. La parte frontal se encuentra muy

erosionada, aunque se nota la presencia de dos orificios circulares que representan los ojos. Más

abajo se distinguen un par de pómulos abultados. Se trata de un clavo-cráneo. En la parte posterior

no presenta grandes detalles, simplemente se esculpió una espiga que sirvió para su empotre. Como

es común en este tipo de piezas, encontramos restos de estuco en su superficie.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 241228-X1-10-156220 y L 79970 con números azules y negros
NUMERO DE INVENTARIO: 1376
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 13 x 15 cm
PESO: 6.5 kg
COLOR: 10 R 8/2 Grayish orange pink
FIGURA: 35
Cuerpo antropomorfo al que le fue desprendido la cabeza. En la zona del cuello fue hecha

una oquedad. La escultura adopta una posición sedente sobre sus nalgas en actitud hierática. El

tronco se encuentra dirigido hacia el frente. Es más ancho en la parte inferior que en la superior. Sus

brazos se encuentran sobre el pecho y cruzados, con un delicado esgrafiado se delinearon los dedos

94
de pies y manos. Ambas piernas se encuentran flexionadas y pegadas al cuerpo. La imagen está

desprovista de indumentaria y atavíos.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: X1-10-155 605 672 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1377
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 14 x 14 x 8 cm
PESO: 0.5 kg
COLOR: 10 YR 4/2 Grayish red
FIGURA: 36
El siguiente ejemplo es singular por lo esquemático de su ejecución. Es una cabeza humana

muy delgada que está fracturada a la altura del cuello. Es redonda de frente ancha, las orejas son

protuberancias sin detalle, los ojos se representan como dos concavidades irregulares, la nariz es

aguileña y delgada, de mentón ovalado, los labios entreabiertos y delgados.

Porta un par de turgencias geométricas en la parte superior de la cabeza. Dentro del panteón

azteca se encuentran varias imágenes que presentan la misma característica. Muchas imágenes en

piedra fueron recuperadas en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan. Existen varias

hipótesis de la identidad de este personaje: deidades de los montes, la lluvia y el agua, Tepeyóllotl,

Napatecuhtli, Ométeotl-Tonacatecuhtli y Xiuhtecuhtli.220 Otra posibilidad es que se trate de la

representación de una mujer casada, cuyo distintivo era precisamente un peinado con dos mechones

de cabello que se amarraban hacia arriba (figura 37).

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24 875, XI-10-155967 con números negros
NUMERO DE INVENTARIO: 1397
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 19 x 17 x 10 cm
PESO: 1.75 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 38
Aunque está muy deteriorada y fracturada a la altura del cuello, podemos distinguir el rostro

que es de frente muy reducida; los ojos hemisféricos, la nariz chata; la boca cerrada; los labios

220
López Luján, 1993, pág. 179.

95
gruesos y las orejas delineadas. En la parte posterior no hay relieve, así como tampoco en la

superior que es plana. Las formas que vemos en esta cabeza humana no son comunes en el arte

escultórico mexica.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 20, números no legibles
NUMERO DE INVENTARIO: 1401
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 26.5 x 26 x 25 cm
PESO: 19.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 39
Las esculturas mexicas que representan seres parcialmente descarnados, como ésta, son

frecuentes. En nuestro caso es destacado el tratamiento de superficie, la cual es muy pulida y de

texturas suaves.

Esta pieza se conforma por una cabeza humana. Sobre el rostro tiene una serie de golpes

intencionales que afectaron parte de los ojos, la nariz y la boca. Tiene simetría bilateral, fracturada a

la altura del cuello. Como rasgo singular, no se representa el cabello.

Tiene una frente amplia, cejas arqueadas, ojos circulares cóncavos (forma típica para

representar a personajes muertos) y la nariz muy dañada. La boca está abierta, ausente de tejidos

blandos, mostrando siete dientes prominentes, en donde hay restos de estuco. La cabeza está

flanqueada por orejas realistas.

Como único atavío vemos que sus lóbulos se encuentran perforados por una orejera larga y

curva, que en los códices aparece en imágenes similares hecha de papel con un remate plisado y

rojo, en otras bajo la forma de una mano humana.

Al comparar nuestra efigie con las fuentes pictóricas, podemos apreciar que son varios los

individuos que se presentan parcialmente descarnados, entre los que hay que menciona a los dioses

del inframundo como Mictlantecuhtli (figura 40), Mictecacíhuatl, Cihuacóatl, al igual que en otras

96
deidades nocturnas, terrestres y del inframundo como Coatlicue, las cihuateteo, Itzpapálotl y las

demás tzitzimime,221 y en general seres muertos.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1420
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 22.5 x 9 x 13 cm
PESO: 2 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray.
FIGURA: 41
Esta escultura no pertenece al estilo azteca. Sus características difieren también en el tipo de

roca usada.222 En la parte superior del bloque se esculpió una cabeza sin cabello, la inferior y la

posterior presentan mínimos detalles. Sus ojos son oquedades. La nariz tiene varios golpes que

desprendieron fragmentos, aunque podemos apreciar que es de forma triangular. La boca es de

labios gruesos. Sobresalen los pómulos marcados y un gran mentón armoniza con el rostro. Una

joroba de tamaño considerable está sobre su espalda. Beatriz de la Fuente y Nelly Gutiérrez

reportan varias esculturas similares para la Huasteca. Son figuras esquemáticas que tienen esa giba

en la espalda, y a decir de las autoras, los rasgos corresponden a una persona adulta.223

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1422
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 14 x 10 x 11 cm
PESO: 1.75 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 42
Esta cabeza es un modelo de la forma en que los antiguos escultores representaron a los

ancianos. Se trata de una cabeza humana, fracturada a la altura del cuello, el rostro es en forma

ovoidal, de frente amplia, cejas prominentes y arqueadas. Los ojos son cóncavos, posiblemente en

ellos se colocó algún tipo de incrustación. La nariz se encuentra deteriorada y los pómulos son

221
López Luján, 2006, pág. 90.
222
Aunque debemos aclarar que este no es un elemento diagnóstico para afirmar si fueron o no encontradas en
Tenochtitlan o el altiplano central mexicano.
223
De la Fuente y Gutiérrez Solana, 1980, pág. 245.

97
prominentes. Curiosamente, la boca se esculpió abierta; las orejas se delinearon de manera

naturalista. La cabeza se muestra sin cabello.

Se logró un gran naturalismo. Como nos explica López Austin, esto se debe a que en la

antigüedad, el rostro donde era el reflejo de la vitalidad acrecentada por la honra, y veían los signos

de la edad en una escala en la que el paso del tiempo iba en razón directa a la experiencia y, con

ella, al valor del hombre entre sus semejantes.224

Tiene una serie de profundas arrugas en la frente y en el pómulo derecho; en el lado

izquierdo no se distinguen por lo erosionado de la zona. Otro de los tratamientos finales hechos por

los tetzontzonque fue cubrirla con pigmento rojo, del que sólo quedan vestigios en la frente y debajo

de la boca.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1435
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 34.5 x 19 x 16 cm
PESO: 13.25 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 43
Al consultar el archivo histórico del Museo Nacional de Antropología, nos enteramos que

esta pieza perteneció a sus colecciones en la época cuando se encontraba en la calle de Moneda.

Gracias a una fotografía de la época sabemos que en aquel tiempo aún conservaba su cuerpo

completo (figura 44). Al cambiar de domicilio a Chapultepec, donde ahora se encuentra, se dejó

bajo la custodia del Museo Etnográfico, de donde paso a la bodega del Museo del Templo Mayor.

El personaje en cuestión tiene una postura corporal sedente sobre sus nalgas. Descansa sobre

un pedestal sencillo de forma cuadrangular de 4 cm de altura, 12 de ancho y 13 de espesor. Los

brazos están cruzados sobre las piernas, que están flexionadas y pegadas al pecho. La actitud

adoptada es hierática. En algún momento, después del traslado de las colecciones del Museo

224
López Austin, 2004, pág. 185.

98
Nacional de Antropología fue decapitado; en la parte superior de esta fractura presenta un orificio

hecho con una herramienta moderna, tal vez para reintegrar la cabeza. En el pecho tiene un orificio

circular para colocar el corazón de la escultura, que muchas veces era de piedra verde. En la zona

posterior, entre los omóplatos, se distingue una protuberancia rectangular: es un fragmento de la

estola que caía sobre la nuca. El tocado se componía de tres protuberancias circulares, una en la

parte superior de la cabeza y dos en los costados. Lo complementaba un nudo sencillo en la parte de

la nuca con una tira que pendía hacia la espalda. Sobre la cintura tiene un máxtlatl ceñido, que no

presenta nudo al frente.

En la parte superior, tiene manchas rojas de pintura vinílica, al igual que en el pedestal, en el

cuello y en la base de la cabeza donde hay restos de una resina café.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1437
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 22.5 x 13 x 13 cm
PESO: 4 kg
COLOR: 5R 4/6 Moderatte red
FIGURA: 45
En algunas zonas de la imagen aún es perceptible estuco con el que se cubrió. Se trata de un

personaje al que la cabeza le fue desprendida a la altura del cuello; con el tronco de frente; las

piernas flexionadas sobre el pecho y un poco separadas. No descansan sobre el suelo sino sobre un

pedestal compuesto de forma cuadrangular; el personaje está levemente levantado por encima del

suelo. Los brazos se encuentran flexionados descansando uno sobre el otro en las rodillas, en

posición hierática. Las vestimentas que porta se reducen a un máxtlatl sencillo que al frente de la

pieza no es perceptible; sin embargo, en la parte posterior se identifica por la franja horizontal que

rodea la cintura y pasa por en medio de las nalgas. La superficie de esta representación es muy

porosa y los acabados son un poco burdos.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24-1135, XI-10.156121 con números azules

99
NUMERO DE INVENTARIO: 1440
MATERIA PRIMA: Roca de origen sedimentario
DIMENSIONES: 28 x 21 x 14 cm
PESO: 7 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 46
Las características formales e iconográficas que presenta este fragmento son distintas al

resto de nuestro conjunto escultórico. Además la roca caliza en la que fue hecha es atípica en la

estatuaria de la Cuenca de México. Hay que decir que fue parte de una obra mayor, lo podemos

inferir al ver la parte posterior, donde no hay relieve alguno y parece que fue desprendida.

Representa una cabeza humana separada del resto del cuerpo del cuello hacia abajo. Una

delgada capa de estuco sirvió como acabado. La cara es de forma elíptica y la nariz aguileña de gran

tamaño, la cual fue desprendida por golpes de los que aún quedan marcas. La cara se encuentra

cubierta por una especie de máscara que deja al descubierto los ojos y la boca. Sus labios son

delgados y entreabiertos, de mentón saliente y abultado.

El tocado se forma por una hilera de cuatro prominencias circulares que recorren la frente de

la cabeza, unidas por una banda lisa intercala, pasando de la parte exterior a la interior. Todo esto

sobre la base que remata en un medio cilindro en la parte superior. Esta prenda de la cabeza se

aparta de los modelos representativos de Mexico-Tenochtitlan y las ciudades vecinas.

Pensamos que dada las características arriba mencionadas corresponden a las observadas en

la escultura de la zona maya.225

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: XI-10-156262 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1449
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 29 x 21 x 21 cm
PESO: 15 kg
COLOR: 5YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 47

225
Opinión que comparte el arqueólogo Carlos Navarrete, quien nos comenta que posiblemente se trate de una pieza
proveniente de la zona maya, de gran parecido a lo visto en Toniná.

100
El cuerpo este personaje fue representado de manera realista, el cual carece de su cabeza,

que fue separada violentamente, a juzgar por las huellas de los golpes que aún se ven en el cuello.

La pieza adopta una postura corporal sedente sobre las nalgas, con el tronco de frente y las piernas

flexionadas pegadas al pecho. Los brazos descansan plácidamente flexionados sobre los costados de

las rodillas, con una actitud hierática. Toda la pieza se encuentra sobre un zócalo cuadrangular

sencillo sin ninguna decoración. Destaca la forma naturalista en que se marcan los músculos de la

espalda, el pecho, y los dedos de pies y manos. Presenta una perforación circular en la zona de la

espalda en el área lumbar; no es común este tipo de detalles, pues muchas de las esculturas tienen el

orificio en el pecho. Otro hueco se observa en la parte superior donde se encontraba la cabeza,

orificio que fue hecho en época reciente al juzgar por las huellas tan regulares que dejó el

instrumento. Como único atavío muestra un máxtlatl formado por una franja horizontal que pasa por

en medio de las nalgas, el nudo doble se encuentra al frente.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24 879, XI-1755689 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1452
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 17 x 12 x 15 cm
PESO: 3.25 kg
COLOR: N4 Med. dark gray
FIGURA: 48
Este fragmento es parte de una pieza mayor. Se reduce a una cabeza rota en la parte que se

une con el tronco. Fue esculpida en un tipo de basalto de superficies muy ásperas; los escultores

prehispánicos vieron una solución a este problema cubriéndola con una fina capa de estuco.

Las facciones que tiene lo presentan en actitud relajada. La frente es angosta, los ojos son de

forma hemisférica, que aparentemente se encuentran cerrados. En medio de éstos sale la nariz que

es aguileña y delgada; está fragmentada en su extremo distal. Los pómulos son muy abultados y la

boca de labios anchos está entreabierta, características que nos recuerdan la forma y disposición en

que se representaba a las personas muertas. La zona posterior no tiene relieves, únicamente un

101
alisado. El tocado se forma por una banda que serpentea la cabeza, combinada por otra que pasa del

parietal al occipital. Tiene gran parecido con esculturas de Xochicalco.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1454
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 32 x 19 x 35 cm
PESO: 5.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 49
La figura humana está de pie con el cuerpo ligeramente inclinado hacia el frente. No

presenta cabeza, con el tronco de frente, las piernas separadas un poco flexionadas, aunque muy

desgastados. El derecho está pegado al costado y el izquierdo flexionado hacia arriba, fragmentado

a la altura de la muñeca.

Una de las prendas que porta es un chaleco, una especie de xicolli, decorado con franjas

diagonales que llegan hasta la cintura. Más abajo tiene un cinturón liso que rodea el tronco y no

presenta nudos ni bandas colgantes. Como última prenda usa una falda corta, separada y adaptada

para cada pierna; es corta a la altura de los muslos, marcando las nalgas. En varias zonas tiene

fragmentos de estuco.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1464
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 40 x 27 x 35 cm
PESO: 44 kg
COLOR: 5Y /2 Yellowish gray
FIGURA: 50

Fragmento de una pieza mayor. En las caras superior e inferior tiene muestras de fractura. Se

encuentra cubierta por un pigmento rojizo. Por la forma que acomoda el cuerpo parecería que se

encuentra abrazando el bloque. El estilo escultórico tiene gran similitud con lo visto en el actual

estado de Morelos; con Xochicalco particularmente

102
Se trata de una escultura bulto que figura un personaje antropomorfo parcialmente

descarnado, ya que es perceptible la columna vertebral y siete costillas en cada costado. El resto del

cuerpo no presenta esta peculiaridad. La cabeza se encuentra dirigida hacia arriba. De la cara

solamente se notan los ojos que son circulares. Los brazos están flexionados y dirigidos hacia el

frente a la altura de la cara. No es posible distinguir los dedos de las manos. Una postura similar

adoptan las piernas, las que vemos separadas a los lados. La imagen no presenta vestimenta o atavío

alguno.

En el costado izquierdo de la pieza se nota una vírgula de la palabra la que está rodeada por

dos formas elípticas. Sobre éstas se observa un pequeño círculo flanqueado por dos barras

verticales.

En la cara posterior, vista de arriba hacia abajo, notamos varios círculos concéntricos. El que

está en el exterior presenta muescas cuadrangulares, del que sale una tira que en la parte inferior

remata con elementos geométricos; en la parte media hay una banda ondulante que se introduce en

la tira arriba mencionada. Esta composición se parece a una flor de varios pétalos (¿cempoaxóchitl?)

de la que sale un pendiente elongado y un chalchihuite.

En el lado derecho se encuentra otra vírgula de la palabra. En este caso es una figura sencilla

con una especie de reborde en el exterior.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1476
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 40 x 30 x 30 cm
PESO: 34.25 kg
COLOR: 5 Y 8/1 Pinkish gray
FIGURA: 51
Al individuo le fue separada la cabeza y parte del cuello. El resto del cuerpo lo vemos

plácidamente sentado sobre sus las nalgas en un pedestal que es de forma cuadrangular. Como

muchos de los ejemplos ya expuestos, el tronco se esculpió para ser visto frontalmente. Ambos

103
brazos se encuentran flexionados uno sobre el otro, que descansan sobre las piernas que también

están dobladas, separadas y pegadas al cuerpo.

Dado que la pieza se encuentra decapitada, no es posible saber si una tira triangular que

cuelga en la espalda es parte del peinado o del tocado. Una banda delgada y lisa, presumiblemente

de algodón, se encuentra rodeando la cintura. Es una faja de entrepiernas o braguero. Los brazaletes

puestos en las muñecas forman básicamente dos tiras lisas y angostas que las rodean. Los atributos

que hemos mencionado no nos permiten relacionar a esta pieza con algún personaje divino, más allá

de identificarlo como masculino.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1479
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 48 x 41 x 30 cm
PESO: 71 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 52
El bloque de piedra original fue lobular. La parte inferior carece de los acabados de

superficie pulidos y los relieves de arriba. La zona superior es redondeada y saliente. El rostro tiene

huellas de mutilación y decenas de golpes hecho con un instrumento puntiagudo. A pesar de ello,

notamos un peinado corto que deja la frente libre. Más abajo tienen forma circular. La nariz fue

desprendida por un golpe en la base que afectó la boca, en la que distinguimos los labios delgados y

cerrados. Más abajo aparece lo que fue un intento de formar un hombro; allí se notan varias

hendiduras prolongadas que pasan una encima de la otra. Parecería que estas huellas son producto

de utensilios que sirvieron para trabajar la pieza, posiblemente de desbaste y aproximación.

PERSONAJE ANTROPOMORFOSIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1498
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 43 x 36 x 27 cm
PESO: 49.75 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 53

104
Esta imagen fue esculpida en una roca sumamente porosa. Es una representación de una

cabeza descarnada, sin cabello. Los ojos son circulares manera común para figurar a personajes

muertos. Sus cejas están arqueadas y son tan prominentes que se juntan para formar el hueso de la

nariz, de donde sale para formar los pómulos. Curiosamente no se esculpieron las orejas. No

presenta labios. En su lugar hay una serie de tres y cuatro dientes, arriba y abajo respectivamente.

La escultura no presenta relieve en las partes posterior e inferior, pero sí un alisamiento de la

superficie.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1514
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 63 x 43 x 15 cm
PESO: 96.5 kg
COLOR: 5Y 8/1 Yellowish gray
FIGURA: 54
Escultura en bulto que seguramente se encontraba de pie, aunque en la actualidad está

fragmentada a la altura de la cintura hacia abajo. En algunas zonas todavía existen vestigios de la

capa de estuco con la que se recubrió.

Una de sus particularidades es que la cabeza es mucho más grande que el resto del cuerpo.

El rostro tiene una forma cuadrangular, donde las cejas son curvas y prominentes. La nariz es de

base rectangular. Los ojos son circulares concéntricos, bajo los que se observan unas bandas

ondulantes que llegan hasta la nariz. Aún son perceptibles las orejas que se esculpieron de una

forma sumamente esquemática. La boca es de labios anchos. El cuello es corto. Es allí donde se

encuentra una serie de estrías; más abajo hay una banda lisa. El brazo derecho está flexionado y

sobre al cuerpo. A pesar de estar roto, aún es perceptible una parte de la mano. El izquierdo

seguramente estaba pegado a un costado. Los diseños que porta en la cabeza serían el peinado o un

tocado. El elemento se compone de tres bandas, unas sobres otras, las cuales se encuentran

105
únicamente en la frente. La zona posterior carece de relieves, a excepción de cuatro líneas curvas

sobre la cintura.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1531
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 47 x 32 x 40 cm
PESO: 51.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 55
Personaje esculpido en un bloque globular. En la zona superior se ve una cabeza

antropomorfa con muy pocos detalles. No se puede distinguir algún rasgo que la pueda

individualizar, pues no tiene insignias divinas, tan solo pelo corto, rasgos faciales muy generales.

El rostro es ovalado, sin pelo, de frente amplia. Las cejas apenas perceptibles, son líneas

curvas de las cuales sale la nariz, que es de base triangular y chata. Los labios son anchos

entreabiertos; el mentón es redondeado de pómulos abultados. Presenta estuco en varias partes de la

pieza. En algunas zonas se aprecia pintura moderna roja.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 91 69 10-264113 con números negros
NUMERO DE INVENTARIO: 993
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 49 x 26 x 15 cm
PESO: 24.25 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 56
Es una forma esquemática de un personaje antropomorfo. Aunque le faltan las extremidades

inferiores, nos damos cuenta que estaba erguida. En ella resalta la cabeza que es más grande que el

cuerpo. El rostro está sumamente erosionado; en él vemos un par de ojos circulares, nariz más

ancha en su base y boca sugerida. Ambos brazos están flexionados y pegados al pecho en ángulo de

45°. En la parte posterior no muestra ningún relieve. Como indumentaria ostenta una tira angosta

que rodea la cintura, complementada con otra lisa que cae al frente. Se trata del máxtlatl que no se

106
anuda tan sólo cae. La pieza presenta restos de estuco en su costado izquierdo. Además en la parte

inferior tiene cemento gris que le sirve como base.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 9143 10- 26 40 87 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO:
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 26 x 14 x 16 cm
PESO: 5.25 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 57
Este ejemplo no pertenece a la zona del altiplano central durante el Posclásico Tardío.

Encontramos restos de una etiqueta muy deteriorada adherida a la espalda; dicho rótulo indica que

fue un donativo de Paul Vail (ilegible). Más adelante se encuentra una marca en tinta negra con el

número 109, la procedencia: Tlaxiaco, Oax.

La imagen en cuestión es la representación poco naturalista de un ser antropomorfo, en

posición sedente sobre sus nalgas, con los brazos flexionados hacia el frente en 90°, en los que no

son perceptibles los dedos. Las piernas están flexionadas. Los pies, encontrados en la parte frontal,

al igual que en las extremidades superiores no tienen delineación los dedos de los pies. Resalta del

resto del cuerpo un abdomen prominente.

El rostro está antecedido por una máscara sumamente esquemática, cubierta con pigmento
rojo. Tiene los ojos redondos, nariz triangular y boca arqueada hacia abajo. El resto del cuerpo está
desnudo.
PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1402
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 33 x 19 x 13 cm
PESO: 7 kg
COLOR: 10 YR 7/4 Grayish orange
FIGURA: 58
Efigie que, por sus caracteres formales, se aparta del resto de nuestra colección. Es un

personaje antropomorfo elaborado en un tipo de piedra distinto al resto del conjunto, que es de

107
grano muy grueso. Al tocarla se desprende con facilidad. Todo esto nos hace pensar que proviene

del exterior de la cuenca de México.

En la figura vemos a un ser sedente sobre sus nalgas en una especie de zócalo. Los brazos

están doblados y pegados al pecho. La cualidad que la particulariza es que en la parte superior de la

cabeza tiene una gran oquedad; 226 está sentado con las piernas flexionadas hacia el frente. El rostro

está levemente levantado. Sus ojos son pequeñas concavidades elípticas, con un diminuto reborde

en la zona de los párpados. La nariz, apenas perceptible, fue formada por una protuberancia. La

boca es una concavidad horizontal de tamaño mediano y aparentemente abierta. Por todo el cuerpo

hay restos de pigmento rojo. No se grabaron las insignias divinas típicas como orejeras, narigueras.

Esta efigie posee grandes similitudes con las esculturas del Occidente de México.227

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24-888-10 XI-10-155882 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1434
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 23 x 10 x 8 cm
PESO: 2.75 kg
COLOR: N5 medium gray
FIGURA: 59
Personaje con facciones poco naturalistas que está en posición sedente sobre sus nalgas. La

cabeza es de forma triangular. Los brazos cruzados descansando sobre las rodillas. Las piernas se

encuentran separadas y flexionadas pegadas al cuerpo, con el torso visto frontalmente. Los ojos son

abultamientos circulares. La nariz es de forma rectangular y la boca se encuentra abierta.

Presenta un máxtlatl, visible en la parte posterior. El tocado está fracturado, pero se

distinguen protuberancias elípticas que se yerguen sobre la frente. Hay una espiral con cinco líneas

geométricas sobre la nuca. Creemos que la imagen imita el estilo Mezcala.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 241114 XI-10-15-100 con números azules

226
De hecho los especialistas suelen relacionar las esculturas que poseen una oquedad o un cilindro sobre la cabeza con
el antiguo dios del fuego, el año y la turquesa: Xiuhtecuhtli-Huehueteótl.
227
Como las reportadas por Williams, 1992, pág. 185, figuras 8-16.

108
NUMERO DE INVENTARIO: 1386
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 16.5 x 13.5 x 12 cm
PESO: 5.25 kg
COLOR: N6 med. light gray
FIGURA: 60
Escultura de estilo azteca sedente, carece de cabeza, parte de los brazos y pies. Tiene el

tronco de frente, los brazos descansando sobre las rodillas y las piernas dobladas una sobre otra

pegadas al pecho en actitud hierática. El personaje se encuentra desnudo. Seguramente se le cubrió

con insignias divinas formadas por algún tipo de vestimenta, ya sea con materiales precederos o con

diseños pintados. El acabado de superficie es pulido.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24-1206 X1-10156109 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1441
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 17.5 x 13.5 x 11.5 cm
PESO: 3 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 61
Individuo sentado sobre sus nalgas en un zócalo sencillo de planta cuadrangular. Carece de

cabeza, la que fue separada por un golpe que dejó huella en la base del cuello. Los brazos se

encuentran sobre las rodillas. En ellos se tallaron finamente los dedos de las manos y las uñas. Las

piernas están separadas y flexionadas muy cerca del pecho. No tiene vestimentas. Presenta un

orificio circular en el pecho para colocar el “corazón”. El personaje se muestra desnudo.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 10814 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1352
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 15 x 19 x 18 cm
PESO: 4.5 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 62
Cabeza humana de rasgos toscos y que se encuentra rota en la base del cuello. La forma

general de la cara es ovalada, de frente muy amplia, ojos cóncavos con un reborde en la periferia.

Tal vez en ellos se colocaron incrustaciones. La nariz es chata con base triangular. Los pómulos son

109
abultados; sus labios anchos entreabiertos. Las orejas se representaron estilizadas. Tiene profundas

arrugas a un costado de la nariz. El pelo es largo y lacio, formando tiras que se desprenden desde la

frente y desaparecen en la parte de la nuca.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 363 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1396
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 16 x 17 x 12 cm
PESO: 2 kg
COLOR: 10 R 2/2 Very dusky red
FIGURA: 63
Fue fragmentada a la altura del cuello. Muy posiblemente es parte de una figura de mayores

proporciones. No tiene representación de cabello. La frente es angosta, bajo la cual se observan los

ojos hemisféricos, que tienen un reborde en los parpados. La nariz es chata de base amplia. Tiene la

boca entreabierta. De las orejas sólo queda el costado el izquierdo en forma de arco.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1399
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 15 x 10 x 10 cm
PESO: 1.25 kg
COLOR: 10 R 5/4 Pale reddish brown
FIGURA: 64
La fina textura de esta cabeza humana nos recuerda lo importante que fue la elección del

tipo de piedra, ya que los antiguos escultores buscaban bloques libres de impurezas para obtener

superficies lisas y detalles. Fue tallada dando rasgos de gran naturalidad; por desgracia está

fracturada en la parte que se unía la cabeza con el tronco: La cara es alargada. Los son ojos

ovalados y cóncavos. La nariz es recta y delgada y los pómulos son marcadamente abultados, así

como los labios que se presentan. Las orejas están muy deterioradas. Aunque no hemos encontrado

pintura corporal con la que comúnmente se cubría a este tipo de esculturas aún es perceptible una

fina capa de estuco por varias zonas de la pieza.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 124 10-156116 con números azules

110
NUMERO DE INVENTARIO: 1418
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 21 x 21 x 18 cm
PESO: 5.25 kg
COLOR: 10 R 7/4 Moderate orange pink
FIGURA: 65
Cabeza humana fragmentada a la altura del cuello. Tiene un rostro ovalado, ojos elípticos

cóncavos, boca abierta que se forma por una concavidad horizontal; la nariz de base triangular, rota

por un golpe y orejas esquemáticas. El pelo se presenta lacio y cortado de tal manera que deja libre

la frente y las orejas.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 27- 216, XI- 10- 155211 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1405
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 15 x 14 x 12 cm
PESO: 3 kg
COLOR: N 6 Med. light gray
FIGURA: 66
Pieza con una delgada capa de estuco, sobre la cual se colocó pigmento rojo. Representa una

cabeza humana de forma ovalada, fragmentada a la altura del cuello. No muestra relieves que

indiquen el cabello. Ambas cejas son prominentes y arqueadas, los ojos abultados, la nariz aguileña.

Los labios son gruesos y entreabiertos. Curiosamente no se esculpieron las orejas. En la zona

posterior carece de relieves.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: XI-10-155313 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1381
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 17 x 17 x 13 cm
PESO: 2.5 kg
COLOR: 5Y 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 67
El estado de conservación es malo. Se trata de una cabeza humana, fragmentada en el cuello.

El rostro es alargado, la frente angosta, y el peinado liso, deja ver en la frente y las patillas. Las

cejas son arqueadas, los ojos ovalados cóncavos, la nariz chata de base triangular deteriorada, los

pómulos abultados y los labios delgados.

111
Tiene un tocado formado con dos protuberancias en la parte posterior. Por en medio pasa

una tira transversal ancha y lisa. En la zona frontal, bajo las prominencias, hay una banda angosta,

lisa y ondulante que en las fuentes pictóricas y escritas se dice que era de algodón. Esta rodea la

cabeza, que sólo se ve interrumpida por un par de tiras en los costados. Dicha insignia se presenta

en Ehécatl, Xólotl y los númenes del pulque (figura 68). La banda de algodón se combina con

elementos que se encuentran en los costados de la cabeza. Allí caen dos tiras angostas y lisas,

compuestas de dos líneas verticales con una pequeña separación entre ambas. Varios golpes

afectaron las orejeras que se forman por objetos que cuelgan de los lóbulos; no es posible

determinar de qué tipo son por lo erosionado de la pieza.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1409
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 28 x 18 x 26 cm
PESO: 9.75 kg
COLOR: 5Y 6/1 Light olive gray
FIGURA: 69
Personaje masculino sedente, al que le falta parte de la cabeza. El tronco está ligeramente

encorvado. Ambos brazos se encuentran flexionados sobre las piernas, aunque las manos están

mutiladas. Las piernas están flexionadas, separadas a los lados. Los pies del personaje no tocan el

suelo. Porta un máxtatl con nudo sencillo al frente. No se encuentra sobre un pedestal o

descansando sobre sus nalgas, sino montado a horcajadas sobre una serpiente de cascabel que está

enroscada, y que presenta pigmento rojo. Al ofidio también le fue desprendida la cabeza que se

encontraba en la parte frontal. El crótalo, que tiene cinco secciones, sale y se adhiere a la espalda

del hombre. La sierpe fue tallada en su cara inferior. Todavía conserva fragmentos de estuco en

diferentes partes del cuerpo. En el arte escultórico azteca, las figuras humanas se muestran en

solitario, por eso la rareza de esta imagen. Aunque hay esculturas donde lo humano y lo animal

interactúan (figura 70), este tipo de composición es rara.

112
PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1238
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 32 x 24 x 21 cm
PESO: 10 kg
COLOR: 5 R 5/4 Moderatte red
FIGURA: 71
Figura femenina hincada sobre las espinillas, postura corporal típica que adoptan las

mujeres. Sus pies están dirigidos hacia adentro y encontrados. Ambos brazos se encuentran

flexionados, pegados al cuerpo y ligeramente dirigidos hacia el frente. Las manos fueron mutiladas,

aunque podemos suponer que se encontraban sosteniendo algún objeto alargado como lo muestra la

impronta dejada. La cabeza fue separada del cuerpo a la altura del cuello, y aún son visibles los

golpes en la zona de la espalda. Sobre el pecho se esculpió un orificio circular donde seguramente

se le colocó una piedra simulando el corazón de la imagen.

Tiene un quechquémitl, del que únicamente podemos ver uno de los picos cayendo en la

espalda. Lo que llama la atención es un cinto en forma de serpiente emplumada que rodea

completamente la cintura. La prenda tiene un nudo sencillo en la parte frontal, donde cae la cabeza

que muestra su lengua bífida y los arcos superciliares marcados. A un lado se encuentra la colaron

un crótalo de cinco secciones. El cuerpo de la sierpe fue cubierto con delicadas plumas largas

onduladas de quetzal,228 una quetzalcóatl. Este animal simbolizó la unión de la Tierra y el cielo, un

concepto creativo en muchas mitologías.229 La imagen porta un cinturón de serpiente similar al de

Coyolxauhqui, Chicomecóatl,230 Coatlicue231 y las cihuateteo.

La indumentaria se complementa por un enredo liso o cueitl que llega hasta abajo de la

rodilla.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: X1-10-156104 24-1212 con números azules

228
Sobre el tema de la serpiente emplumada ver en este trabajo el apartado sobre el dios Quetzalcóatl en 3.1.2.3
229
Nicholson, 2000b, págs.145-164.
230
Ver el ejemplo que proporcionan López Luján y Fauvet-Berthelot, 2005, pág. 45.
231
Gendrop y Díaz, 1994, págs. 165 y 167.

113
NÚMERO DE INVENTARIO: 1348
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 11 x 17 x 13 cm
PESO: 2 kg
COLOR: 5 YR 4/1 Brownish gray
FIGURA: 72
Imagen femenina labrada en bulto que no presenta la parte superior del cuerpo, rota del

cuello. Se encuentra hincada sobre sus espinillas. En la parte posterior se ven los pies que están

hacia adentro. Ambos brazos se esculpieron sobre las piernas. Las manos fueron borradas

intencionalmente.

La indumentaria se compone de un collar formado por un hilo de cuentas tubulares y

esféricas intercaladas. Tiene un quechquémitl, con la orilla orlada con una banda angosta y lisa, de

la que cae una hilera de borlas circulares. Esta prenda fue usada solamente en contextos religiosos.

Su simbolismo los asocia con la fertilidad y la abundancia, una relación que pareció existir por toda

la Cuenca de México,232y aparentemente se originó en la Costa del Golfo.233

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 24-1258 X1-10156252 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1407
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 28.5 x 21.5 x 17.5 cm
PESO: 8 kg
COLOR: 5R 4/6 Moderarte red
FIGURA: 73
Representación de un cuerpo humano, femenino, hincado sobre las espinillas, al que le falta

la cabeza que fue arrancada. La mujer aquí representada adopta una posición hierática. El torso está

completamente desnudo; muestra los senos y el ombligo que fue sugerido por una línea horizontal.

En medio de los senos hay una oquedad rectangular. Los brazos están dirigidos hacia el frente,

descansando sobre las piernas. A pesar que a las manos se les prestó poca atención en el momento

de esculpirlas, los dedos se ven delineados, de manera similar a lo que se percibe en los pies, que se

encuentran doblados hacia adentro y encontrados el uno con el otro.

232
Anawalt, 1982, pág. 50.
233
Anawalt, 1982, pág. 63.

114
En la zona las muñecas, igual que en los tobillos, presenta un abultamiento redondeado

correspondiente a los cóndilos. Ostenta una falda larga y lisa, un enredo o cueítl que llega hasta un

poco más arriba de los tobillos donde aún conserva restos de pigmento rojo.

Dentro de las modificaciones modernas que ha sufrido esta escultura se ubica en la parte

superior donde hay una horadación circular, presumiblemente para unirla a la cabeza (ahora

perdida), de cinco centímetros de profundidad.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: XI-10 156163 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1446
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 26 x 20 x 18 cm
PESO: 8 kg
COLOR: 5Y 8/1 Light olive gray
FIGURA: 74
Mujer que se encuentra hincada sobre sus espinillas. La cabeza fue separada del resto del

cuerpo. Los brazos están flexionados y descansando sobre sus piernas. Se presenta desnuda de la

cintura hacia arriba. Los pechos apenas fueron sugeridos por pequeñas protuberancias. Fue vestida

con una falda larga y lisa que llega a la altura de los tobillos, un cueítl, que presenta líneas delgadas

de color negro. Bajo la cintura hay diseños geométricos lineales y diagonales del mismo color.

PERSONAJE ANTROPOMORFO SIN ATRIBUTOS DIVINOS


CLAVE ANTIGUA: 708 con números negros
NUMERO DE INVENTARIO: 1383
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 24.5 x 15.5 x 6.7 cm
PESO: 1.5 kg
COLOR: 5YR 4/1 Brownish gray
FIGURA: 75
Figura femenina hecha en un bloque sumamente delgado. Fracturado en la parte superior lo

que mutiló el rostro. Observamos que se encuentra de pie, desnuda de la cintura hacia arriba. Se

pueden percibir dos pechos circulares. Ambos brazos se encuentran flexionados descansando sobre

el vientre, en actitud hierática.

115
Dentro de sus atavíos se encuentra un collar de tres hilos delgados y lisos; además una falda

corta y lisa que llega hasta un poco más arriba de las rodillas. A un costado del rostro hay parte del

peinado o un tocado de forma cuadrangular. En la parte posterior de la pieza no hemos encontrado

relieves. Tan sólo una marca de catalogación.

116
Con atributos divinos
Deidades de la fertilidad

Los integrantes de este subgrupo suman 14 esculturas lo que significa un 9.21 % del total del

corpus (figura 76). Para los habitantes prehispánicos de la Cuenca de México las esculturas

antropomorfas hechas en piedra referían varias ideas y conceptos. En aquella época se produjeron

tantas figuras de piedra adoptando diversas formas que para los observadores modernos nos parecen

confusas o hasta contradictorias. Las claves para reconocerlas, identificar sus funciones y sus

significados deben tomar en cuenta la indumentaria que portan, la forma en que acomodan el

cuerpo, los símbolos y fechas calendáricas asociadas, los atavíos, y sus combinaciones en la

composición de la obra. Existen casos en que estos objetivos son difíciles de alcanzar, más aún

cuando la pieza está desgastadas o cuando le faltan partes de lo que originalmente fue, como en

nuestro caso. Pero la aparente dificultad se diluye cuando estas efigies de culto se examinan en

conjunto, lo que permite detectar ciertos principios ordenadores, fundamentales e íntimos, los cuales

se encuentran fácilmente en otras fuentes de información. La visión sobre estos personajes se

complementa y enriquece al comparar las distintas prendas en documentos pictóricos y fuentes

documentales del siglo XVI. Al proceder de esta forma, se revela que este conjunto se organiza

alrededor de un extenso tema de culto fundamental y tremendamente generalizado que estaba

yuxtapuesto en varios ámbitos de la vida de los antiguos pobladores del México central: la

fertilidad.

El concepto de “deidades de la fertilidad” no es una categoría empleada por los antiguos

habitantes de la Cuenca de México, es un nombre dado de manera arbitraria a este grupo. Es una

nomenclatura un tanto problemática, pues la palabra fertilidad tiene un sinfín de connotaciones: la

fertilidad del hombre, de la mujer, de la Luna, del Sol, de la tierra, del cielo, etcétera. Al buscar en

las fuentes escritas, pictográficas y arqueológicas qué seres las portaban, nos damos cuenta de que

117
no es posible relacionarlas con un ser en específico. Lo que se percibe, como otros ya apreciaron en

el pasado, es que un particular grupo de personajes las portaba.234 Recordemos que muchas de estas

imágenes representaban dioses que a la vez son fusionables y divisibles; esto implica que un dios

puede unirse a otros para formar una deidad más compleja, o puede dividir su sustancia para formar

distintos dioses, distribuyendo sus cualidades entre ellos.235

Al tratar de encontrar las relaciones entre ellos notamos que son seres cuya actividad en el

mundo nahua se contenía, empalmaba o confundía con temas como el agua, la lluvia, la tierra, el

pulque, el mundo nocturno, la vegetación (personificada por el maíz) y hablando de una manera

muy general, la fertilidad agrícola. Las deidades de la fertilidad pueden entrar en el segundo tema

de culto en la clasificación hecha por Nicholson.236 A partir de esta propuesta, exploraremos otros

temas que también se relacionan. Nos dice por otro lado lo complejo que fue el panteón durante el

Posclásico tardío, lo profundamente imbricado.

Las insignias iconográficas de mayor recurrencia son el tocado formado por plumas

enhiestas de garza, que en náhuatl se denominó aztatzontli, con las puntas redondeadas que

convergen en la parte superior de la cabeza (figuras 78-80, 84-86, 89-91), algunas veces simple y

bajo, otras combinado con una banda de chalchihuites (figura 77). Se puede ver en Tláloc y sus

ayudantes los tlaloque (figura 80, 84), en deidades del maíz (figura 79b), en los dioses del pulque

(figuras 166 y 175), llamados genéricamente los totochtin,237 y en los dioses de la montaña, los

tepictoton “los plasmadillos” (figura 78).238 Eduard Seler pensó que la razón de que estos seres

234
En un conciso artículo sobre una escultura en piedra Nicholson, 1963, págs. 9-30, señala que algunas diosas
personificaron varias expresiones de la fertilidad. Lo hace basándose en las insignias iconográficas compartidas.
Encuentra que varias de ellas se encuentran conectadas con la Tierra, la humedad y el maíz.
235
López Austin, 2003, págs. 160-180.
236
Que agrupa a seres de la lluvia, la humedad y la fertilidad agrícola, integrado por cuatro complejos: Tláloc, Centéotl-
Xochipilli, Ometochtli, Teteoinnan y Xipe Tótec.
237
Ver el conjunto de dioses del pulque de este trabajo, en 3.1.2.5.
238
Por ejemplo ver la descripción de la diosa Iztacíhuatl y de Popocatzin que hace Durán, 2002, págs. 163-166.

118
porten el tocado de plumas de garza, es simplemente porque la garza es un animal del agua. 239

Según él, las plumas blancas aparentemente quieren designar el cielo divino.240 El hecho que los

tlaloque y los totochtin compartieran insignias no debe sorprendernos; ya Gonçalves de Lima lo

señaló.241 En los documentos pictóricos se ve que la pintura con las que se cubrió el cuerpo es negra

y común entre ellos.242 Además suelen llevar en las manos un iztopilli (figuras 78, 80, 84). Y en

algunas ocasiones ostentan orejeras circulares (figura 79). Al respecto, Yólotl González destaca la

estrecha relación que existió entre los dioses de la lluvia, del agua y la Luna cuando analiza varios

mitos de origen. También marca la estrecha relación entre los dioses de la fertilidad que a su vez

son también los de la Luna. 243

Otra de las insignias iconográficas recurrentes en nuestras esculturas y en otras fuentes

documentales, es un adorno de papel que se ataba a la nuca, el amacuexpalli, una especie de moño o

abanico rectangular que algunas veces es liso y otras plisado244 (figuras 77-81, 83, 90, 95). En

ocasiones hay unas tiras que caen por debajo de la nuca en forma de estola (figuras 77, 78, 79a, 88).

Estos dos elementos, según las fuentes documentales coloniales, era de papel pintadas de varios

colores y manchados con hule.245 De hecho el papel se encuentra presente en muchos de estos

dioses, ya sea en el amacuexpalli,246 el máxtlatl o la banda que pasa por el cuello y baja, el

amaneapanalli (figura 84 y 85).

El papel se hacía de la corteza de algunas variedades de la mora y de la higuera silvestre

(Bursera sp.). La corteza producía un papel blanquizco, y de la higuera silvestre se obtenía el papel

moreno. La intensidad del color depende de la edad del árbol; mientras más viejo, más oscuro es el

239
Seler, 1991, pág. 233.
240
Seler, 1993, pág. 58.
241
Gonçalves, 1956.
242
Así lo confirma Sahagún, 2003, págs. 73, 97, 106.
243
González Torres, 1985.
244
Comparar con los apartados dedicados a Tláloc, en 3.1.2.2 y a Ehécatl-Quetzalcóatl, en 4.2.2.4.
245
Al examinar la presencia de papeles manchados de negro, presumiblemente hule, Carreón, 2006, pág. 40, también
encuentra un nexo entre los dioses del agua, de la fertilidad y del pulque.
246
Nagao, 1985a, pág. 92, relaciona este elemento con la fertilidad, la lluvia y la preservación.

119
papel. La higuera silvestre se llama amate o amacuáuhuitl, “árbol de papel”. La corteza se colectaba

de preferencia durante la primavera y cuando la Luna está “tierna”. El motivo de esto es que el

trabajo se facilita y se lastima menos a los árboles.247

El análisis de las fiestas de las veintenas también arroja valiosa información. El mes en el

cual se celebraba a las deidades de las montañas, de la lluvia (incluidos los ehecatotontin

“vientecillos”)248 y el pulque era tepeílhuitl, “fiesta de los montes”. Los indígenas fabricaban

imágenes antropomorfas de los cerros recubiertas de tzoalli, una masa de bledos con miel, y les

ofrecían comida. La gente pudiente cantaba y bebía pulque a honra de sus difuntos. 249 Se

representaba de la misma forma a los que habían muerto por un rayo, ahogados o víctimas de

enfermedades, cuya causa se suponía acuática. El decimonoveno día de la fiesta, las imágenes eran

“bañadas” ritualmente, lavándolas en las “casas de niebla” (ayauhcalli), lugares dedicados a los

dioses de la lluvia. A media noche se les “daba vida”, pintándoles un rostro y cubriéndolas de

ornamentos de papel.250 Al día siguiente se sacrificaban cuatro mujeres y un hombre que

personificaban a las montañas.251

Tepeílhuitl era la primera gran fiesta de los tlaloque, pero no la única. Otras celebraciones

complementaban las ceremonias: Atlcahualo y Atemoztli. Los ritos tenían por objeto obtener la

lluvia y el agua indispensables para el crecimiento del maíz. Era la fiesta de la abundancia de la

bebida y de su consumo en época de obtención de maíz. Al festejar a las montañas se festejaba

también a los lugares de origen de las aguas celestes y terrestres, a los tlaloque y a los dioses de la

tierra, del maíz y del agua.252

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 24-XI-10885 con números azules

247
Christensen y Martí, 1971, pág. 14-16.
248
Ver el apartado dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl en este trabajo.
249
Sahagún, 2003, pág. 240.
250
Graulich, 1999, pág. 162.
251
Sahagún, 2003, pág. 158.
252
Graulich, 1999, pág. 164.

120
NÚMERO DE INVENTARIO: 1367
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 17 x 13 cm
PESO: 3.75 kg
COLOR: 10 R 4/2 Grayish red
FIGURA: 77
Esta imagen combina elementos relacionados con la fertilidad agrícola en general, el

maguey, el pulque y la lluvia.

Aunque es tan solo un fragmento esta cabeza se ve fracturada por el cuello, resalta su forma

realista y las superficies poco ásperas en el rostro y el tocado. Uno de sus elementos a destacar, es

un tocado de plumas de garza, anudadas por cordones pequeños; más abajo vemos una hilera de

chalchihuites enmarcados por bandas lisas. Un detallado adorno de papel (amacuexpalli),

fracturado, aparentemente liso se encuentra sobre la nuca. De él cuelgan cuatro tiras angostas y

lisas. Este atavío fue uno de los más frecuentes; en los códices se representó combinado con una

estola, algunas veces manchadas con hule (figuras 78-80).

El ave que proporcionó las plumas para fabricar el tocado se llamaba áztatl en náhuatl, lo

cual significa “la blanca” (garza, Leucophoyx thula).253 Sahagún dice en su descripción de las aves

que “hay unas que se llaman áztlatl o teuáztlatl. Son blancas como la nieve, tienen poca carne que

no es comestible, su cuello es muy largo y doblado”. 254 Tiene el pico largo, agudo y negro, útil en

un ambiente acuático, como lo eran los lagos de la Cuenca México. El franciscano resalta las

plumas que crecen en los muslos y en los sobacos.

La escultura en bulto que se examina es una cabeza humana ovalada, de frente angosta, cejas

arqueadas, nariz chata, boca entreabierta y mentón ovalado. Observamos parte de la frente, con pelo

corto formando la patilla, nariz ancha y aguileña, ojos hemisféricos y labios delgados. Sobre la boca

tiene una protuberancia irregular. Sobre las orejas, que fueron sumamente detallados, ostenta

orejeras circulares que traspasan completamente los lóbulos y los expande.

253
Seler, 2008, pág. 225.
254
Sahagún, 2003, pág. l008.

121
Sobre el amacuexpalli, que fue fracturado, muestra mancha de pintura negra de un

inventario anterior, los números no son claros y una mancha blanca

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 24-1260 X1-10-156256 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 9155 10-264099
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 31 x 19.9 x 16.2 cm
PESO: 10 kg
COLOR: 5Y 5/2 Light olive gray
FIGURA: 81
Personaje sedente sobre las nalgas, postura que lo que lo identifica como masculino,

ligeramente encorvado hacia adelante. Las piernas flexionadas, separadas y pegadas al pecho, y los

pies mutilados. Las superficies de esta escultura fueron desgastadas intencionalmente hasta perder

muchos de los detalles. En la zona superior de la cabeza, se logró un área prácticamente plana; allí

presenta una perforación de 1 cm de ancho y 0.7 de profundidad. Los brazos se encuentran

flexionados, uno sobre otro y ambos descansan sobre las rodillas. No se pueden distinguir las manos

por lo erosionado de la pieza. Dado el estado de conservación es difícil identificar los detalles del

rostro, a excepción del pómulo izquierdo que es prominente.

Del tocado se alcanza a distinguir una banda ancha y lisa que rodea la cabeza. Ésta se

combina con un adorno de papel liso en la nuca (amacuexpalli). Por debajo de esta prenda se

observa el pelo corto y lacio dejando libre la frente y formando la patilla. El vestuario se compone

por una banda lisa y angosta que rodea la cintura (máxtlatl). No se ve el típico nudo al frente.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 24 1134 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 9153 10-264097 no fue inventariado en el PCTM
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 24 x 13 x 13 cm
PESO: 4.75 kg
COLOR: 5Y 8/1 Yellowish gray
FIGURA: 82
Cabeza humana poco naturalista que aparenta salir de un bloque cilíndrico. Se aprecia un

rostro oval, de frente amplia. Los ojos son cóncavos. No presenta nariz. La boca está entreabierta el

122
mentón es redondeado, y no tiene orejas. Desde la parte inferior del cuello hacia abajo no hay

relieve, así como en ambos costados y la zona de la espalda.

El tocado tiene acanaladuras que se dirigen hacia arriba. Son cinco en total que parten de una

cavidad que está sobre la frente y rodea la cabeza. Pensamos que se trata de plumas de garza

estilizadas.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1469
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 77 x 49 x 26 cm
PESO: 81 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 83
Personaje masculino que se encuentra de pie. Ambas extremidades apenas se encuentran

sugeridas. El brazo derecho está flexionado y dirigido hacia arriba. En la mano se encuentra una

oquedad. El izquierdo está doblado sobre el pecho, en un ángulo de 45°, extendiendo la palma de la

mano. Ambas extremidades se les representó un tanto deformadas. El tronco es notablemente

protuberante. El individuo se observa en actitud hierática.

La cabeza presenta el mayor detalle, aunque con notable desproporción. El pelo es corto y

rodea las orejas. De rostro ovalado, cejas arqueadas y pronunciadas, los ojos se encuentran

marcados por un par de concavidades donde posiblemente se les insertaron diferentes materiales. La

nariz es aguileña y muy grande. La boca se encuentra abierta y un par de arrugas se encuentran en

los costados de ésta. Sobre la nuca hay un moño de papel plisado (amacuexpalli). Presenta una faja

de entrepiernas, es más notable en la parte posterior. Personaje con una protuberancia en la espalda,

probablemente una giba. Pensamos que se representó un jorobado.

123
Los antiguos pobladores de la Cuenca de México pensaban que estas características físicas

eran causa de dioses del agua. Por eso, a los tullidos y a los seres supremos los unían las

características físicas, pues este tipo de dioses eran jorobados, cojos, enanos o bubosos.255

En la fiesta de tepeílhuitl se celebraba a los dioses la lluvia bajo el aspecto de cerro, y a los

del pulque,256 quienes compartieron ciertos atributos iconográficos (figuras 84 y 85). Se hacían

imágenes con tzoalli y que cubrían ramas “retorcidas cual serpientes”. Diego Durán afirma que las

imágenes hechas con las ramas retorcidas eran fabricadas y comidas, de preferencia por los cojos,

jorobados, contrahechos, bubosos y paralíticos que esperaban sanar y que estaban obligados a

proporcionar las semillas para la fiesta del año siguiente.257

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1247
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 17 x 11 x 10 cm
PESO: 2.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 86
Fragmento de una escultura mayor que fue desprendido del resto de la pieza desde el cuello

hacia abajo. La piedra es muy porosa. Para lograr una superficie homogénea se le cubrió con una

fina capa de estuco que rellenó las imperfecciones. Es una cabeza humana, cuyo rostro es alargado.

El tocado no deja ver la frente, las cejas son arqueadas, los ojos hemisféricos, la nariz aguileña y de

base triangular, los pómulos abultados, los labios delgados, entreabiertos y el mentón ovalado.

El tocado, se forma por una serie de plumas de garza. Más abajo tiene como base una banda

que rodea la frente y baja a los costados del rostro. Todo esto se combina con el moño de papel liso

que se anudan en la nuca (amacuexpalli).

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 24504- X-40-155-499 con números azules

255
Graulich, 1999, págs. 161-169.
256
Graulich, 1999, págs. 170.
257
Durán, 2002, pág. 170.

124
NÚMERO DE INVENTARIO: 1351
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 11 x 14 x 11 cm
PESO: 1. 75 kg
COLOR: 10 R 4/6 Moderate reddish brown
FIGURA: 87
Cabeza desprendida del resto del cuerpo por medios violentos. Se trata de un bloque de

piedra sumamente poroso en el cual se representó un rostro de forma triangular. Se alcanza a

distinguir un fragmento del cuello. De frente amplia, cejas arqueadas y ojos circulares abultados. En

medio de éstos sale la nariz chata y aguileña. Los labios son delgados y se encuentran entreabiertos

y el mentón redondeado. Las orejas se representaron protuberantes y esquemáticas.

El único atavío que nos permite relacionarlo con la fertilidad es un amacuexpalli liso de

forma rectangular. Por desgracia se encuentra fracturado en una de sus orillas. Una de las cualidades

que nos llama la atención es que la parte superior de la cabeza es muy plana, como si ella sirviera

para sostener objetos de culto. Posiblemente la efigie que describimos fue hecha para el conjunto de

ritos y ceremonias litúrgicas llevadas a cabo en las unidades domesticas del pueblo común.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 1075 con números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 1363
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 16 x 19 x 17 cm
PESO: 5.75 kg
COLOR: 10 R 6/2 Pale red
FIGURA: 88
Parte de una pieza mayor, se encuentra rota en la zona del cuello. Representa una cabeza

humana de forma naturalista. El peinado es corto y lacio, deja libre la frente, formando la patilla.

Destacan las orejas por el detalle. El rostro ovalado muestra una frente angosta. Las cejas son

prominentes, al igual que los pómulos. Los ojos fueron representados en forma hemisférica. No

podemos saber si se encuentran cerrados, pues en muchos casos se les cubría con colores vivos

imitando los ojos abiertos. La nariz, a pesar de estar rota en la parte distal, es aguileña y de base

triangular. La boca es de labios gruesos y abiertos.

125
En cuanto a las insignias, mencionaremos un moño sobre la nuca. Es una placa lisa con los

bordes redondeados (amacuexpalli). En su lado derecho fue roto. Más abajo se observan cuatro tiras

verticales, lo que podría ser una estola (como se ve en las figuras 78, 80, 84, 85) los que son de

papel pintado de diferentes colores. Además se ve un par de orejeras circulares de superficie lisa.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 24 804, 21-10-155796 con números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 1365
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 16 x 11 cm
PESO: 2 kg
COLOR: 10 YR 5/4 Moderatte yellowish brown
FIGURA: 89
Fragmento de una cabeza humana de forma ovalada, rota a la altura del cuello. Tiene una

marcada simetría bilateral. Los rasgos faciales nos muestran un par de ojos cóncavos, los que

seguramente se encontraban insertos con otros materiales simulando la pupila y la esclerótica.

Vemos la nariz aguileña, y los pómulos abultados. La parte posterior de la pieza es plana y lisa.

Porta tocado compuesto por una especie de corona o gorro de puntas delgadas que convergen al

centro y simulan plumas de garza (aztatzontli). Se combina con un amacuexpalli liso, de forma

trapezoidal y puntas redondeadas.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: ilegible
NÚMERO DE INVENTARIO: 1368
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 22 x 11 x 12.5 cm
PESO: 3.25 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 90
Imagen erguida fracturada que va de la parte baja del pecho hacia abajo. El tronco de la

escultura fue representado para ser observado de frente. El brazo izquierdo está flexionado sobre el

pecho, con la palma de la mano abierta. Su contraparte derecha pegada a un costado. El rostro tiene

126
forma rectangular, ojos circulares, cejas arqueadas, nariz delgada triangular, pómulos abultados con

restos de una resina color negra,258 boca chica entreabierta y mentón cuadrado.

Tiene pelo corto y lacio que deja libre la frente formando la patilla. Un par de líneas

paralelas en la espalda dan la impresión de representar la columna vertebral.

Sobre la cabeza presenta el tocado de plumas blancas de garza. Más abajo existen dos

bandas angostas y lisas que rodean la cabeza por completo. Común en este grupo de seres porta un

amacuexpalli de bordes redondeados. Las orejeras son circulares y lisas que se introduce en los

lóbulos.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 247125, XI-10-156117 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1373
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 22 x 21 x 18 cm
PESO: 7 kg
COLOR: 5 Y 5/2 Light olive gray
FIGURA: 91
Fragmento de una escultura mayor. Se trata de una cabeza humana rota a la altura del cuello

que tiene un rostro poco naturalista; frente angosta, cejas arqueadas, ojos ovalados protuberantes,

nariz recta de base triangular, pómulos abultados y labios delgados entreabiertos.

La escultura tiene atributos de los dioses de fertilidad, como el tocado de plumas blancas de

garza (aztatzontli). En la base de la frente se encuentran tres cintas lisas superpuestas y el moño de

papel colocado sobre la nuca (amacuexpalli). Portaba orejeras circulares de piedra verde.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 24 898, XI-10-1555890 con números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 1414
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 16 x 14 x 11 cm
PESO: 2 kg
COLOR: 5R 5/4 Moderatte red
FIGURA: 92

258
De acuerdo con Nicholson, 1967, la pintura facial negra sobre los carrillos era una de las insignias iconográficas de
seres directamente relacionados con el agua y el maíz, como lo fueron las diosas Chalchiuhtlicue y Chicomecóatl.

127
Imagen de una cabeza con grandes deteriores, principalmente en la nariz y en el cuello. En la

base de la pieza se encuentra un orificio circular de cuatro centímetros de profundidad que tal vez

sirvió para colocar la cabeza con el resto del cuerpo utilizando un perno.

En los costados y la parte superior de la escultura existen depresiones hechas

intencionalmente que llegaron un poco más arriba de las orejas, los cuales extrañamente fueron

resanados con estuco de grano muy fino. Esta particularidad nos hace pensar en que los escultores

cubrieron con argamasa para cubrir el desperfecto.

La cara tiene mejillas regordetas. Sus ojos son ovalados cóncavos en los que seguramente se

insertaron aplicaciones de concha, pirita, obsidiana o copal. La nariz, a pesar de su estado de

conservación, es triangular. La boca tiene labios delgados y entreabiertos, sumados a un mentón

cuadrado.

La escultura en bulto ostenta pocas insignias. Una banda ancha ciñe la cabeza. En algunas

zonas de esta tira existen restos de pigmento rojo. Dos grandes orejeras circulares cubren las orejas.

Todavía son perceptibles algunas manchas de pigmento azul.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA: 616 con números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 1428
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 20 x 13 cm
PESO: 6.25 kg
COLOR: 10 YR 6/2 Yellowish brown
FIGURA: 93
Escultura tallada en una bloque de piedra delgado. La parte posterior es completamente lisa.

En la frontal hay un rostro humano de rasgos nos recuerdan los de la primera etapa del arte

escultórico mexica y su antecedente tolteca. La frente no se alcanza a ver pues parte del tocado la

cubre. Sus ojos se forman por elipses irregulares con un borde que nos indica que en ellos se

insertaron otros materiales. La nariz es aguileña y delgada. La boca se encuentra delineada con una

ligera inclinación en diagonal. La pieza fue mutilada a la altura del cuello.

128
Tiene una especie de casco que cubre gran parte de la cabeza, dejando libre parte del cabello

en la zona de las patillas. En la parte superior hay una banda ancha y lisa que rodea la cabeza. Se

combina con una serie de plumas cortas (aztatzontli) pero en el centro de la banda se nota una

protuberancia circular muy deteriorada, posiblemente un chalchihuite. Sumado a un amacuexpalli

rectangular cubre de la nuca.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1430
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 15 x 10 x 9 cm
PESO: 0.75 kg
COLOR: 5 Y 1/2 Yellowish gray
FIGURA: 94
Esta escultura nos recuerda a una efigie del dios del aire que es parte de este trabajo (figura

142).259 Aunque de menores dimensiones, la cabeza abarca gran parte de la pieza. Bajo del rostro se

encuentra una espiga que es muy larga. La causa de que este elemento se presente podría obedecer a

que la efigie fuera un objeto para el culto en caso que sea un largo cuello, o una especie de espiga

que sirvió para insertarlo o empotrarlo en un orificio.

Presenta una serie de plumas cortas de garza (aztatzontli) que en la base se amarran con una

tira angosta que rodea la cabeza y que no deja ver la frente. Sus rasgos faciales son muy simples:

cejas arqueadas, ojos abultados circulares, nariz larga recta, boca como horadación horizontal poco

profunda, labios ligeramente marcados y oreja izquierda de frente y de forma cuadrada. La oreja

derecha no se nota pues, tiene un golpe que la desprendió, así como parte del abanico de papel

plisado, (amacuexpalli) que ostenta en la nuca. En la zona posterior tiene la típica marca de

catalogación anterior, que no es legible.

DEIDAD DE LA FERTILIDAD
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1111

259
Ver el apartado dedicado al Ehécatl-Quetzalcóatl en este trabajo en 3.1.2.3.

129
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 27 x 20 x 15 cm
PESO: 10.5 kg
COLOR: 5 R 4/6 Moderatte red
FIGURA: 95
Lápida en bajorrelieve de forma rectangular que sirvió como banqueta, muro o piso. Se

encuentra completa, a excepción de la esquina superior derecha. Se observa a un individuo con el

rostro de perfil y el resto del cuerpo de frente.

El personaje está sedente, con las piernas en posición de medio loto, de tal manera que la

extremidad derecha está doblada, en contacto con el suelo. La izquierda se ve flexionada y

levantada. La postura corporal es frecuente en las esculturas mexicas (algunos ejemplos se muestran

en las figuras 96, 98-102). En estos casos se pueden observar hombres haciendo ofrenda de

autosacrificio, ya sea con punzones de hueso y maguey (figuras 98-100), o sosteniendo un cetro o

arma en un intento de arrojarlos (figuras 96, 101 y 102). Más tarde lo mencionaremos pero creemos

que la acción que realiza el individuo de nuestro ejemplo es de arrojar un objeto serpentiforme.

En ambas piernas tiene ajorcas. Las de la izquierda no se encuentran bien definidas, pues a

la altura de la rodilla pasa el corte del bloque de piedra. Las de la pierna derecha nos sirven como

modelo y seguramente en ambas fueron idénticas. La primera ellas está bajo la rodilla, con dos

bandas anchas y lisas. Más abajo hay dos tiras, la superior de mayor anchura que la inferior. Se ven

complementadas por tres elementos periformes que seguramente son cascabeles. En la parte

posterior de la extremidad hay una tira que cae, posiblemente era parte del nudo con que se

amarraba la indumentaria. Ambos pies están calzados por sandalias de talonera alta, suela ancha y

una tira delgada que tiene un nudo sencillo al frente.

En el Museo für Völkerkunde, en la ciudad de Viena existe una lápida con relieves

escultóricos que comparte con nuestro ejemplo la forma, el tamaño y el tipo de piedra, la postura

corporal, varios atavíos (tocado, nariguera, orejera, collar con remate discoidal, máxtlatl, ajorcas,

cascabeles, braguero, sandalias además sujeta un cetro serpentiforme). Todas estas cualidades nos

130
hacen pensar que formaron parte de escenas similares (figura 96). Varios atavíos se encuentran

mejor conservados, lo que sirve para hacer una comparación bastante cercana.

Regresando a nuestro ejemplo el rostro tiene una frente pequeña; el ojo es hemisférico; la

nariz aguileña, atravesada por una nariguera formada por una barra horizontal lisa y recta, la boca

cerrada; el pelo lacio y hacia el frente. El tocado no está completo, pero se observan los restos de

una la banda frontal angosta y lisa que rodea la cabeza. Sobre la nuca del personaje se aprecian

cuatro pequeñas franjas horizontales, los restos del moño de papel plisado (amacuexpalli) En el

relieve que se encuentra en Viena observamos que sobre la cabeza hay por lo menos cuatro largas

plumas, posiblemente de quetzal. En la base hay otras cuatro pero de menor tamaño, tal vez de

águila. Dichos elementos se sujetan con una banda angosta. Al igual que la pieza que se resguarda

en la bodega del Templo Mayor tiene una orejera muy grande de forma circular con un pinjante,

rematado por un chalchihuite.

De las extremidades superiores de nuestro relieve únicamente queda el brazo derecho que

está estirado hacia el frente sosteniendo un objeto, posiblemente sea una bolsa de copal (figura 97) o

un báculo. En la misma zona vemos una pulsera con doble tira colgante y un nudo sencillo. El

miembro izquierdo no se encuentra en el bloque pero al compararlo con el ejemplo que está en el

Museo de Viena, se puede decir que es un cetro serpentiforme (coatopilli) artefacto que ha sido

interpretado como el rayo o corrientes de agua.260

De la indumentaria se ve un collar de dos hilos de cuentas tubulares, dividido en siete

secciones. Cada hilo alrededor del cuello tiene un elemento rematado por un disco de lámina de oro

(cóztic teocuitlacomalli) Además de un faldellín triangular con flecos en el borde; del cual penden

varias tiras verticales más angostas, el remate se puede ver bajo el pie derecho. Frente a la boca hay

una vírgula sencilla de la palabra.

260
Beyer, 1965h, Pasztory, 1974, pág. 27; Gutiérrez Solana, 1987, pág. 30.

131
La figura que acabamos de describir tiene ciertas insignias de dioses solares,261 de la

fertilidad262 y de un sacerdote. Se esculpió a un individuo tal vez ofrendando copal, idea apoyada en

la manera que acomoda el cuerpo y porque agarra un elemento asociado a las corrientes del agua y

los rayos. La vírgula nos dice que el hombre está expresando palabras, una plegaria o un diálogo

con otro ser que se encontraba frente a él y que ahora se encuentra perdido.

261
Nicholson, 2000a, pág. 65, menciona algunas de las insignias de que son frecuentes en el dios solar Tonátiuh, y que
comparte con nuestra pieza como son la nariguera en forma de barra, el pelo lacio, la orejera circular con un pendiente
de chalchihuite, el moño de papel y el cozticteocuitlacomalli. Los cuales no son determinantes para identificarlo con el
numen del Sol.
262
Ver sección dedicado a Tláloc en el presente trabajo en 3.1.2.2.

132
Tláloc
El total de imágenes de Tláloc en este estudio suman 11, lo que significa un 7.23% dentro

del corpus (figura 103). La mayoría se trata de cuerpos humanos. Son cabezas que fueron

separadas. Aunque la presencia de elementos arquitectónicos, como almenas, con su rostro también

muestra su importancia (figuras 116, 117). Debemos mencionar que hay además un ejemplo con

cuerpo globular (figura 112). Allí no se esculpieron las extremidades superiores ni las inferiores. Se

pudiera pensar que éstas no fueron terminadas; sin embargo, la presencia del orificio que sirvió

como contenedor para el corazón, las superficies pulidas y las manchas de hule derretido nos hace

suponer todo lo contrario, ya que estos trabajos eran de los últimos en la manufactura de esculturas.

En este subgrupo encontramos representaciones que van de lo esquemático (figuras 119,

121) a lo detallado (figuras 112, 122). Además se pueden ver diferentes estilos escultóricos, como el

teotihuacano (figura 123).

Los diferentes elementos iconográficos que se despliegan en Tláloc son de los más

conocidos por los interesados en el México prehispánico. Comenzando con el tocado de plumas

blancas de garza que portaba, conocido en náhuatl como aztatzontli (figuras 104-108, 114, 118, 120,

122). Aunque reconocemos que la prenda que cubre la cabeza no se presenta de manera exclusiva

en el dios de la lluvia. Recordemos que también está presente en deidades del pulque y la fertilidad

en general.263 De la frente hacia atrás cae un adorno de plumas hacia la espalda llamado

quetzalmiahuáyotl, que simboliza la espiga del maíz (figuras 106-108). A la altura de la frente se

encuentran las cejas que en muchas ocasiones se doblan perpendicularmente para formar la nariz en

forma de torzal (figuras 111-116, 119, 120 122). Es frecuente que alrededor de los ojos tenga un par

de anillos (figuras 104-107, 112, 114-122) que en los códices son de color azul. En algunas

263
Ver la sección en este trabajo el apartado sobre los dioses de la fertilidad y del pulque.

133
ocasiones son simbolizadas por serpientes (figura 111).264 Comúnmente son designadas

“anteojeras”. Ocasionalmente a un lado de éstas hay emplastos circulares; en náhuatl se le

denominó mixchiahuitícac (figuras 106, 108, 116), son de semillas de chía (Salvia sp.). Bajo la

nariz presenta una voluta labial, especie de bigotera, que baja y se dobla hacia arriba (figuras 104-

107, 112, 114-119). A este ser pocas veces le faltan los dientes largos y puntiagudos (figuras 110-

112, 115, 116, 120, 123) combinados con una lengua bífida (figuras 116, 117, 120).265 El afeite

facial suele ser negro, color con el que se cubrió el resto del cuerpo (figuras 105-107).266

La siguiente característica de estas imágenes que representan al dios del agua celeste es una

orejera rectangular de la que sale un objeto alargado, una representación de un chalchihuite, (figuras

111, 114 y 117) se trata de la amanacochtli, (“orejera de papel”).267 Aunque no es distintiva de este

grupo, ya que se puede ver en el conjunto de los dioses de la fertilidad.268

A la altura de la nuca, Tláloc porta un elemento rectangular que de acuerdo con las fuentes

documentales era de papel, el amacuexpalli, liso o plisado (figuras 104-107, 111, 114, 117, 119-

122). Este también es recurrente en el conjunto de númenes del maíz, de la humedad, del pulque y

de los cerros. Los informantes de Sahagún comentan que también tenía un collar de jade, la piedra

característica de los dioses del agua (figuras 104-107).269 El chalequillo de rocío (iyauach xicol).

Algunas veces sujetaba artefactos diferentes, como un bastón de junco florido, el oztopilin (figuras

106, 108); un cetro serpentiforme, el coatopilli (figura 107, 109), que puede simbolizar las

corrientes de agua, los rayos fertilizadores y que se encuentra relacionado con el mundo acuático; 270

una coa (figura 110), y a veces un escudo con una flor acuática, un atlacuezonchimalli (figura 108).

264
Heyden, 1984, 25.
265
Sahagún, 1958, pág. 121.
266
Cf. Durán, 2002, pág. 90-91.
267
León-Portilla, 1958, pág. 119.
268
Nicholson, 1991, pág. 72.
269
León-Portilla, 1958, pág. 121.
270
Pasztory, 1974, pág. 27; Gutiérrez Solana, 1987, pág. 30. han dicho que el cuerpo ondulado de la serpiente simboliza
las corrientes de agua y rayos.

134
Tláloc es una deidad de gran antigüedad. Es bien conocida la propuesta de Miguel

Covarrubias, quien busca sus orígenes en el Preclásico.271 Su presencia se encuentra prácticamente

por toda el área geográfica cultural llamada Mesoamérica. Recordemos que entre los mayas fue

Chaac, Tajín entre los totonacas, Cociyo con los zapotecos o Dzahui entre los mixtecos.

Según el análisis etimológico realizado por Thelma Sullivan, la palabra Tláloc significa “el

que está hecho de tierra”.272 Fueron diversas advocaciones con las que se nombró a este dios: era

Tláloc Tlamacazqui “el ofrendador Tláloc”,273 Nahualpilli “príncipe mago”, Tlalocantecuhtli “el

Señor del Tlalocan”,274 entre muchos otros.275 Los epítetos con los que se le conoció revelan

diferentes aspectos de este ser supremo. Entre los menos conocidos fungió como señor de los

muertos o dios de la tierra.276 Todas estas actividades nos revelan a un ser complejo, con infinidad

de funciones. Cada una lo mostraba con divisas diferentes.

Los indígenas creían que el dios de la lluvia podía ser un solo individuo o dividirse en cuatro

personajes para ocupar cada uno de los postes del mundo, ubicado en las cuatro direcciones que

sostienen el cielo. Hay ocasiones que existe un quinto: el centro. La llamada caja de Tizapan

ejemplifica muy bien el concepto (figura 104). Allí se ven a cuatro tlaloque cada uno tiene el color

distintivo de uno de los cuatro rumbos del universo: derecha blanco, superior amarillo, izquierda

negro e inferior rojo. Además, estos seres eran concebidos como enanos, asistentes del prominente

Tláloc; fueron individualizados y conocidos con nombres propios (Opochtli, Nappatecuhtli,

Yauhqueme, Tomiyauhtecuhtli,277 etcétera). En este papel también fueron conocidos como

271
Covarrubias, 1946, págs. 154-179.
272
Sullivan, 1974, págs. 213-219.
273
Sahagún, 2003, pág. 120.
274
Sahagún, 2003, pág. 340.
275
Baste decir que según Contel, 2008, Tláloc tenía al menos 26 advocaciones.
276
López Austin, 1994, págs. 180-181.
277
Que curiosamente en los Primeros Memoriales, aparece como un Tláloc y al mismo tiempo bajo el aspecto de uno de
los dioses del pulque, en Sahagún, 1993: 264v.

135
tepictoton,278 es decir, dioses de las montañas. Para remarcar la relación, baste traer a colación que

los cerros eran considerados inmensos recipientes de agua.279 Se pensaba que las lluvias y las nubes

fueron creadas en cuevas o cumbres prominentes que a su vez fueron concebidas como tlaloque

(figura 109). Fray Bernardino de Sahagún lo hace explicito al decirnos que los tlaloque eran

ayudantes y súbditos de Tláloc, que hacían las nubes, las lluvias, el granizo, la nieve, los truenos,

relámpagos y rayos. Como montañas y tlaloque, eran dioses menores de la lluvia y por lo tanto

súbditos de Tláloc. También se encuentra íntimamente relacionado con la diosa de las aguas

terrestres Chalchiuhtlicue. Varias fuentes la describen como esposa, madre o hermana, y en algún

sentido contraparte conceptual.280 Como muchos de los dioses que se adoraban en la antigua

Tenochtitlan, este ser era visto como dual tanto como una deidad benéfica, como maléfica.

La morada de este ser sobrenatural era el Tlalocan, sitio terrenal dentro de una montaña, al

que iban los muertos elegidos por los dioses de la lluvia: lugar de perpetua vegetación, depósito de

las aguas y de los mantenimientos.

En el calendario adivinatorio, un ciclo compuesto de 260 días, Tláloc aparece como octavo

de los trece Señores del Día (figura 105) y noveno Señor de la Noche. Su fiesta movible era 9-

quiahuihtl, patrono del día mázatl (“venado”) y regente de la trecena del tonalpohualli que principia

el día 1-quiáhuitl (“1-lluvia”).281

La importancia de Tláloc era tal que inclusive fue el regente de una edad cósmica, la era

cosmogónica llamada Quiauhtonatiuh, que terminó bajo las llamas enviadas desde el cielo,

convirtiendo a los hombres en aves.

Estas líneas no pretenden agotar la información que se tiene sobre Tláloc. Lo que intentamos

únicamente es dar información general acerca de la enorme importancia que tenía para sus antiguos

278
Nicholson, 1971b, pág. 415.
279
Graulich, 1999, pág. 164.
280
Nicholson, 1971b, pág. 416.
281
Nicholson, 1971b, tabla 3.

136
habitantes. Para darnos una idea de su trascendencia baste recordar que Tláloc estaba involucrado

en nueve de las dieciocho fiestas del calendario mexica.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: ilegible
NÚMERO DE INVENTARIO: 1471
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 45 x 33 x 30 cm
PESO: 59.5 kg
COLOR: 5YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 112
El bloque en que se talló la escultura está conformado por dos grandes lóbulos; en el

superior se ve un rostro antropomorfo cubierto por la máscara del dios de la lluvia. Es de llamar la

atención que el tocado de plumas de garza, tal común en Tláloc, no se encuentre. Lo que sí vemos

es que las cejas apenas se encuentran insinuadas, las que se unen en el centro de la cara, se

entrelazan y forman una nariz en torzal. La prenda que cubre la cara tiene un par de anillos

concéntricos a manera de “anteojeras”. Debajo de la nariz tiene una voluta labial, especie de

bigotera, que baja y se dobla hacia arriba, y a su vez enmarca la boca. Esta tiene un par de colmillos

largos y curvos en cada costado que se presenta entreabierta. Sobre la cara hay manchas de color

negro. Al realizar una inspección con el microscopio óptico, la bióloga Aurora Montúfar López nos

menciona que posiblemente sean restos de hule. De acuerdo con Carreón, esta savia representa

sangre vegetal.282 Dicha resina proviene del árbol de la familia Castilloa elastica. Al respecto nos

parece interesante la descripción hecha por Sahagún de la fiesta llamada Tepeílhuitl (“fiesta de los

cerros”). Comenta el franciscano que durante la celebración se fabricaban imágenes de las

montañas, que eran palos retorcidos simulando serpientes y las efigies de los dioses del viento

recubiertas de tzoalli. Durante la vigilia del evento eran lavadas en unas casas que se llamaban

ayauhcalli. De esta manera en la noche untaban la cara de las imágenes con hule derretido.283

282
Carreón, 2006, pág. 17.
283
Sahagún, 2003, pág. 239.

137
En el segundo lóbulo del bloque de piedra, el inferior, notamos que el resto del cuerpo no

fue representado, a excepción orificio en la parte media, que posiblemente sirvió para colocar el

corazón de la imagen. En la parte posterior de esta efigie no hay ningún relieve; las superficies se

encuentran sumamente pulidas

En la parte del torso presenta una mancha negra de una marca de catalogación anterior, los

números no son legibles. La presencia del orificio que seguramente sirvió como contenedor para el

corazón, las superficies pulidas y las manchas de hule derretido nos hace suponer que la imagen sí

fue terminada. Además se encuentran imágenes con características similares en Castillo de Teayo,

Veracruz; o Naucalpan Estado de México (figuras 113).

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: 24894, XI- 10- 155 886 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1417
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 21 x 23 x 11 cm
PESO: 2.5 kg
COLOR: N6 med. light gray
FIGURA: 114
Fragmento de una pieza mayor. Porta sobre la cabeza un tocado compuesto por plumas

enhiestas de garza (aztatzontli) En la base hay una hilera de cuatro chalchihuites (eran de cinco pero

uno del costado izquierdo está borrado). Sobre la nuca se encuentra un moño liso de papel que

adopta una forma trapezoidal (amacuexpalli). Presenta una máscara que cubre totalmente la cara, la

cual se constituye por un par de bandas angostas sobre las cejas que se doblan y se unen para formar

la nariz en forma de torzal. Tiene “anteojeras” circulares y una especie de bigotera sencilla que se

enrosca en los extremos. Más abajo se encuentran los labios que son delgados y entreabiertos. En

los extremos presenta dos colmillos grandes y curvos. Todo esto se ve complementado con orejeras

cuadrangulares de papel (amanacochtli) de las que únicamente quedan restos en el lado izquierdo y

que aún tiene pigmento rojo. Sobre el amacuexpalli tiene una marca de catalogación anterior de

color blanco.

138
TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1391
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 29 x 20 x 22 cm
PESO: 6.75 kg
COLOR: N2 grayish black
FIGURA: 115
Fragmento de escultura, similar a las ollas votivas recuperadas en las excavaciones del

Proyecto Templo Mayor. Muchas de ellas tienen el rostro de Tláloc en la parte frontal. Este

fragmento tiene forma cilíndrica. La zona posterior no tiene acabados y aparentemente fue

desprendida del resto de la pieza.

Es una cabeza antropomorfa con un tocado muy alto, casi del mismo tamaño que el rostro.

De arriba hacia abajo apreciamos tres bandas: la superior es angosta y seccionada diagonalmente, lo

que nos está indicando que se trata de una cuerda; la intermedia es la más ancha y lisa; por debajo

de estas dos se encuentra la última en la que se detectan una serie de rectángulos que por lo

erosionado de la figura no es posible cuantificar. Las características que identifican nuestra pieza

con el dios de la lluvia o con los tlaloque. En las cejas hay un par de bandas con restos de pigmento

ocre, que se juntan y entrelazan sobre la frente para formar la nariz de torzal. Sale por debajo y se

dobla hacia arriba en sus extremos, formando la bigotera. Allí hay remanentes de una coloración

negra, que como ya mencionamos, es la misma que el afeite facial de Tláloc. La boca está cubierta

por cuatro colmillos largos y curvos; se dice que fueron de serpiente.284 Hay que sumar a todo lo

anterior los anillos sobre los ojos formados por dos aros con oquedades al centro en donde hay

pigmento rojo.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: 10 264093 con números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 656
MATERIA PRIMA: Roca de origen sedimentario
DIMENSIONES: 36 x 24 x 13 cm
PESO: 13 kg

284
Seler, 1996, pág. 215.

139
COLOR: 10 YR 6/6 Dark yellowish orange
FIGURA: 116
Muy posiblemente se trata de una almena que son decoraciones alternadas en los aleros de
tejados o pretiles de azotea en edificios de determinada importancia.285
Morfológicamente hablando, es una pieza cilíndrica con un adelgazamiento en la parte

media, lo que forma dos grandes lóbulos casi del mismo tamaño. En el superior es el que tiene

relieves y se encuentra mutilado; el inferior es completamente liso y tiene una base plana.

Sobre el rostro ostenta la máscara del dios de la lluvia. Comienza en las cejas que se forman

por dos bandas delgadas y lisas; se unen en la frente y se tuercen dando lugar a una nariz. Los ojos

son las llamadas anteojeras. Sobre los carrillos tiene emplastos circulares. Si hacemos caso a las

fuentes documentales, se trata de motas de chía (Salvia mexicana), insignia que en náhuatl se

denominó mixchiahuitíca. Un poco más abajo tiene una bigotera formada por una placa sobre la

boca, misma que se dobla hacia arriba. Sobre la boca tiene cuatro dientes largos y curvos.

En la opinión de los arqueólogos Carrizosa y Aguirre este tipo de almena es una

representación votiva de un recipiente decorado con el rostro de Tláloc. Agregan que formaban

parte del simbolismo arquitectónico de varios edificios, mostrando la función y el significado del

edificio que coronaban. A decir de los autores la imagen impregna de cualidades divinas el espacio

donde se le coloca, separándolo de los lugares profanos.286

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1240
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 33 x 37 x 32 cm
PESO: 22 kg
COLOR: N2 grayish black
FIGURA: 117
Esta figura en bulto funcionó como remate en la parte superior de algún edificio. Se

recuperó durante las excavaciones del PTM. Por desgracia no hemos encontrado referencia alguna

285
Villalobos, 2006, pág. 55.
286
Carrizosa y Aguirre, 2003.

140
sobre su contexto preciso. Este tipo de esculturas han sido encontradas durante las excavaciones

arqueológicas hechas en las inmediaciones del recinto sagrado de Tenochtitlan.287 El arqueólogo

Raúl Barrera reporta el hallazgo de una almena sumamente parecida en forma, dimensiones, materia

prima y atributos iconográficos en un rescate arqueológico en el edificio del Marqués del Apartado;

según el autor la imagen debió formar parte del espacio arquitectónico dedicado Tláloc

correspondiente a la etapa VII del Templo Mayor.288

Tiene semejanza con un bloque bicónico al que le hace falta la parte superior. En esa parte

aún quedan restos de la representación de un rostro humano cubierto por una máscara. La zona

inferior es completamente lisa, cubierta por una delgada capa de estuco. La base en la que se apoya

es plana. En el costado izquierdo hay una protuberancia rectangular, la que tal vez formó parte de

un amacuexpalli.

Todavía es perceptible un parte de las”anteojeras” sobre el ojo izquierdo con restos de

pigmento rojo; también hay restos de la nariz. Sobre la boca es perceptible una bigotera ondulante

con sus extremos doblados hacia arriba. Hay cuatro colmillos agudos y curvos. Hay que agregar que

tiene una orejera cuadrangular con un pendiente que se desprende de su parte media con restos de

color rojo; se trata de la orejera de papel con un chalchihuite como pendiente. Gran parte del rostro

presenta pigmento negro. Sobre la mejilla izquierda hay un circulo que representan motas semillas

de de chia.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: 24 853 XI- 10-155040 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1416
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 20 x 13 cm
PESO: 3.25 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 118

287
Carrizosa y Aguirre, 2003, págs. 269-308.
288
Barrera, 2003, pág. 132.

141
Esta cabeza fue parte de un cuerpo completo; que se fracturó a la altura del cuello.

Únicamente se observa un rostro elíptico cubierto por una máscara. Como parte de los atavíos hay

un gran aztatzontli, cuyas puntas convergen en la parte superior de la cabeza. Más abajo se ve una

banda angosta, seccionada diagonalmente, se trata de una cuerda. La siguiente banda es de

chalchihuites. Se consideraba que estas piedras atraían humedad y eran propiedad de los tlaloque,

eran sus cuerpos o sus espíritus.289 Más abajo se aprecia otra cuerda. La nariz se forma por la unión

de un par de tiras que bajan de las cejas. Sobre los ojos ostenta anillos que armonizan con la

protuberancia labial que es una cinta delgada y lisa que primero dobla hacia abajo y luego arriba,

curvada en los extremos. Tiene el pelo liso como es recurrente en las representaciones de Tláloc. En

el costado izquierdo presenta manchas aparentemente causadas por su exposición al fuego.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: ilegible
NÚMERO DE INVENTARIO: 1366
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 15 x 19 x 14 cm
PESO: 2.25 kg
COLOR: N4 med. dark gray
FIGURA: 119
La constante presencia de las imágenes de Tláloc nos revela la importancia que se le confirió

en la antigüedad. Frente a su efigie se hacían gran cantidad de acciones, desde ofrendar flores,

quemar copal, cantos y danzas, o efectuar ayunos y velar. La Historia general de las cosas de

Nueva España nos informa sobe los castigos que soportaban los tlamacazque (sacerdote) cuando

faltaban al ayuno en fechas anteriores a las fiestas de Tlalocatecuhtli (“Señor del Tlalocan”). La

fuente revela que al sacerdote lo maltrataban en la laguna, arrastrándolo por el fango y golpeándolo.

Lo metían debajo del agua hasta casi ahogarlo; aunque existía una forma de evitarlo y era que los

padres del faltante otorgaran a los sacerdotes castigadores aves y mantas.290

289
Leyenda de los soles, 1945, pág. 126.
290
Sahagún, 2003, pág 702.

142
La siguiente imagen antropomorfa posiblemente se encontraba en alguno de los varios

templos hechos a honra de Tláloc. Seguramente era parte de una figura mayor, de lo que ahora

queda simplemente la cabeza. En ella vemos unos cuantos elementos iconográficos, pero son los

bastante conocidos como para decir que es el dios de la lluvia: un par de bandas sobre la frente que

vistas de arriba hacia abajo se doblan y se encuentran en la frente, mezclándose para dar forma a la

nariz de torzal. Dicha tira no se interrumpe, como en los ejemplos anteriores; sale sobre el labio

superior y rodea por completo la boca. Ahora no tenemos largos dientes agudos, en vez de ello tiene

una lengua larga y protuberante. Complementan a estos atavíos un par de aros sobre los ojos y un

gran amacuexpalli liso sobre la nuca.

Esta pieza ya había sido catalogada con anterioridad, pues en el costado izquierdo muestra

una clave. Por desgracia no se distingue.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: 24-134-X1-156 1257 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1427
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 22.5 x 15 x 17 cm
PESO: 6.5 kg
COLOR: 5 YR Grayish orange pink
FIGURA: 120
Esta escultura muestra una cabeza humana de forma cuadrangular, fragmentada a la altura

del cuello. Sobre la cabeza tiene una serie de plumas enhiestas de garza, de puntas redondeadas, que

convergen en la parte superior (aztatzontli). Al bajar encontramos una banda de chalchihuites que

rodea por completo la cabeza. Ya en el rostro vemos un par de anillos sobre los ojos. La nariz se

forma por bandas delgadas y lisas que salen de la frente y se tuercen. Bajo esta hay una

protuberancia, una especie de bigotera que en sus extremos se dobla hacia arriba. Sobre la boca se

aprecian cuatro largos dientes curvos y al centro una lengua bífida, que nos recuerda que el rostro

de Tláloc se formaba por serpientes. Tiene orejeras cuadrangulares (amanacochtli). Ya en la parte

posterior porta un moño de papel liso, (amacuexpalli) del que se desprenden cuatro bandas lisas que

143
caen verticales sobre la nuca a manera de estola. Del peinado tan solo se puede detectar algunos

fragmentos de las patillas.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: 24438 XI-10-185432 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1403
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 17 x 15 x 11 cm
PESO: 2.25 kg
COLOR: 5YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 121
Esta cabeza humana de rostro alargado se encuentra fracturada a la altura del cuello y en mal

estado de conservación. Se ven atavíos que la distinguen como Tláloc. Vemos un tocado de plumas

de garza. En la base de éstas quedan restos de una banda ancha, aparentemente lisa, que rodea la

cabeza. Como es frecuente en el dios de la lluvia, sobre los ojos tiene un par de anillos concéntricos.

Más abajo se nota que la boca no tiene la protuberancia sobre el labio superior, simplemente se

encuentra entreabierta. Al pasar a la zona posterior se pueden ver los restos de un amacuexpalli.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA: 24409, XI- 10-156403 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1458
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 21 x 17 x 14 cm
PESO: 2.75 kg
COLOR: N7 Light gray
FIGURA: 122
Esta escultura se compone básicamente de una cabeza humana que tiene gran detalle en los

acabados y que es de forma elíptica. Se encuentra decapitada a la altura del cuello. Los atavíos que

lo relacionan con Tláloc son un gran tocado de ocho plumas de punta redondeada (aztatzontli). Más

abajo hay una hilera chalchihuites enmarcados por dos tiras más angostas y lisas con divisiones

diagonales al interior, representando cuerdas. Sobre el rostro tiene una máscara que se forma por

una tira angosta y lisa que inicia en la frente. Después se dobla hacia abajo, uniéndose para formar

la nariz protuberante y en forma de torzal. Tiene además un par de anillos sobre los ojos. Al bajar

vemos una especie de bigotera que en sus extremos se dobla hacia arriba; lo que enmarca una boca

144
entreabierta. Las orejas lucen una placa discoidal. Los atuendos se complementan con un

amacuexpalli sobre la nuca.

TLÁLOC
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1460-1461
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 27 x 19 x 5 cm
PESO: 2.25 kg
COLOR: 10R 7/4 Moderatte orange pink
FIGURA: 123
Esta delgada escultura presenta figuras de mucho interés, a pesar que se encuentra fracturada

en dos y estar en mal estado de conservación.

Hay bajorrelieves en las caras frontal y posterior. En la primera de ellas muestra un

personaje antropomorfo ricamente ataviado del que sólo queda de los hombros hacia arriba. Tiene

un gran tocado cuadrangular, rematado por un pequeño triangulo al centro. En la base tiene un

rectángulo con varios círculos al interior de los que aún quedan dos que recuerdan el glifo del año.

En los costados tiene varios pendientes. Sobre los ojos hay un par de “anteojeras”. Agreguemos una

nariguera formada por una placa colgante curva con los extremos doblados hacia arriba, que es una

estilización de una mariposa. Hay un par de grandes colmillos curvos y una placa rectangular. En el

costado izquierdo vemos una orejera circular concéntrica. Más abajo vemos un collar de tres hilos y

una banda lisa y angosta. El estilo en que se plasmó nos recuerda al Tláloc del Clásico en

Teotihuacan.291

En la cara posterior se encuentra una mariposa. Podemos identificarla por su proboscis, el

aparato bucal en forma de trompa dispuesto para la succión. En el costado izquierdo vemos lo que

posiblemente sea parte de las antenas. El resto del cuerpo es inconfundible: un par de ojos circulares

y las alas con diseños ondulantes en su interior.

291
Pasztory, 1974, propuso distinguir en Teotihuacan a un Tláloc A, el dios de la lluvia en el posclásico, de un Tláloc B
con rasgos felinos, un dios de la guerra y el sacrificio.

145
Las mariposas en Teotihuacan aludían al tema militar. A menudo fueron representadas con

fauces de jaguar y anteojeras. Estos insectos representaban, al igual que entre los mexicas, el alma

del guerrero muerto, el fuego o el Sol.292

292
Taube, 2000.

146
Ehécatl-Quetzalcóatl
El total de imágenes de Quetzalcóatl que se encontraron fueron diez, es decir un 6.57 % del

total dentro del corpus (figura 124). Muchas de ellas pertenecieron a las colecciones del antiguo

Museo Etnográfico. En lo que respecta a las posturas corporales que adoptaron tan sólo se pudieron

conocer dos de ellas: erguido, con los brazos flexionados y levemente proyectados hacia el frente, o

uno descansando en un costado y el otro doblado que se encuentra hacia arriba (figuras 133, 134).

Del resto de los casos ha sido imposible saberlo. No obstante pensamos que fueron parten de efigies

de culto de dimensiones mayores; a excepción de lo que posiblemente se trate de un cetro (figura

142). En cuanto a las insignias iconográficas, que se explicaran más adelante, no difieren de las que

se pueden observar en los documentos pictóricos, de las hechas en cerámica, hueso o en otros

monumentos escultóricos.

En lengua náhuatl Quetzalcóatl significa literalmente “serpiente de pluma rica”. Bajo su

aspecto animal es bastante frecuente que se le muestre como una serpiente cubierta de plumas, de

donde viene su nombre. Aunque se podía transformar en araña, caracol, mono, pájaro y ave

acuática.293 Se ha interpretado que la combinación de reptil y plumas de ave podría ser aquella que

simboliza el ambiente celeste al igual que el terrestre, tal vez la unión del cielo y la tierra un

concepto creativo en muchas mitologías.294 Este dualismo opuesto pero complementario es típico de

la ideología religiosa mesoamericana. Un significado secundario más metafórico puede ser

“Gemelo Precioso”. Otros nombres con los que se le conoció fueron las designaciones calendáricas

(que coinciden con las llamadas fiestas movibles cuando fue celebrado), estas fueron 1-ácatl (“1-

caña”), 9-ehécatl (“9-viento”) y 1-ehécatl (“1-viento”).

Uno de sus desdoblamientos de mayor recurrencia es Ehécatl (“viento”), dios del viento.

Bajo este aspecto las fuentes documentales también lo describen en forma cuádruple, seres

293
Espinosa, 2001, pág. 279.
294
Nicholson, 2000b.

147
conocidos genéricamente como los ehecatotontin (“vientecillos”), es decir, los vientos de los puntos

cardinales;295 manera interesante para designarlos ya que son al mismo tiempo parte de los tlaloque,

dioses menores y súbditos de la lluvia; lo que indica el estrecho enlace que existió entre ambas

deidades. Para resaltar tal nexo agreguemos que los informantes de Sahagún señalan a los

ehecatotontin como imágenes de los montes hechas con masa de bledos y alma de madera. En el

tiempo de su llegada había abundancia de todos los mantenimientos.296

Quetzalcóatl fue una de las deidades más importantes y complejas del panteón

mesoamericano. Este famoso y discutido ser demuestra muchas creaciones. Como ejemplo se puede

mencionar que este dios se encuentra en prácticamente todos los aspectos de la vida humana. Es

larga la lista sus capacidades, entre las que podemos enumerar que fue Sol durante la segunda edad

cósmica (figura 125).297 De acuerdo con la Histoyre du Mechique, es quien crea a la tierra;298 esta

misma fuente afirma que es el dador del pulque. En Tula se embriaga con esta bebida y migra al

área de la Costa del Golfo, donde muere o desaparece, con la promesa de un eventual retorno.299

Agreguemos a la lista el calendario, la música, los mantenimientos,300 de la guerra, iniciador del

autosacrificio de sangre y del ayuno, patrono de los médicos, numen de los mercaderes y padre del

Sol. En los códices es representado como uno de los cuatro sostenedores del cielo en el este; es

Venus en su forma de la estrella matutina así como de la vespertina; patrón del calmécac, noveno

Señor del Día; patrono del día que lleva su imagen (ehécatl); patrón de las trecenas del

tonalpohualli que inician con los días 1-océlotl (“1-jaguar”), 1-mázatl (“1-venado”) y 1-itzcuintli

295
Sahagún, 2003, pág. 73, menciona que normalmente precedía el comienzo de las lluvias; fue considerado como el
barredor de los dioses de la lluvia.
296
Sahagún, 2003, págs. 158, 239.
297
Según la Leyenda de los soles el segundo Sol fue Ehecatonatiuh, asignado al dios del aire, presidido por
Quetzalcóatl, y fue destruido por grandes huracanes; la humanidad subsistió a base de piñones que al final fueron
transformados en monos.
298
Histoyre du Mechique, 1985, págs. 180-120.
299
Nicholson, 2001.
300
Leyenda de los soles relata cómo Quetzalcóatl transformado en una hormiga negra fue al Tonacatépetl guiado por
otra de color roja. Aquí obtuvo algunos granos de maíz y los llevó a Tamoanchan.

148
(“1-perro”). Habitaba en varios espacios del universo: en el cielo, la tierra y el inframundo. En

general se creía que Quetzalcóatl tuvo un papel principal en la mayor parte en la creación

mitológica del hombre y del universo.

Como ya hemos mencionado la iconografía que ostenta Ehécatl-Quetzalcóatl en este

subgrupo no difieren de aquella vista en los documentos pictóricos y en representaciones hechas en

otro tipo de materiales. Para empezar con un tocado alto cónico de piel de jaguar (el ocelocopilli)

(figuras 131, 135, 141, 142). En algunas ocasiones bajo éste se presenta una banda ondulante de

algodón que rodea la cabeza (figuras 126-129, 131, 133, 135, 136-139). Cuando falta, por lo general

lo sustituye un ojo grande en torno al cual hay una superficie oscura guarnecida de ojos más

pequeños, probablemente un símbolo de la noche (figuras 125 y 128). Otras veces se puede ver en

la zona de la nuca y unido con el gorro cónico, una serie de plumas largas, distribuidas

radialmente.301 En náhuatl se les conocía como cuezalhuitóncatl (figuras 128, 129, 131, 134, 135).

Las fuentes documentales lo muestran con el cuerpo pintado negro, al igual que el dios de la lluvia y

los seres de la fertilidad (figuras 106, 126-129). El afeite facial tiene la zona central amarilla; el área

de las sienes y la posterior de las mejillas son negras, en el límite entre ambos colores lo forma una

raya negra que baja desde el borde superior de la frente, pasa sobre el ojo y llega hasta la barbilla

(figura 128).

El distintivo común que lo califica como la advocación de dios del viento, Ehécatl, es su

máscara bucal roja en forma de pico de ave (ehecaxayácatl) (figura 125-127, 129-131, 136-142),

que abarca la parte de la boca. Las orejeras son circulares concéntricas, de las cuales se desprende

un elemento que se dobla hacia arriba a manera de gancho, (epcololli) (figuras 125-131, 133-137) o

simplemente circulares (figura 139). En los códices es frecuente encontrar el pendiente de caracol

seccionado sobre el pecho y que se denomina ehecacózcatl, “collar del viento” (figuras 126-129,

301
Sahagún, 1993, pág. 96

149
132), que se complementa con un collar de caracoles del género Olivella (figuras 126-129, 131).302

Sobre la nuca se observa un adorno de forma trapezoidal algunas veces liso otras plisado; se trata de

un moño de papel (amacuexpalli) que es un atributo compartido por los dioses la lluvia, Tláloc y

sus ayudantes, el pulque, el maíz, y en general los númenes de la fertilidad agrícola (figuras 77, 78,

84, 120, 129, 133, 139 y 166). En sus piernas hay cascabeles atados con piel de jaguar. Es usual ver

en su mano derecha un escudo circular que exhibe un caracol cortado. Algunas veces ase un cetro

ganchudo (ehecatopilli) (figuras 126, 128, 131).303

Quetzalcóatl aparece en un sinfín de mitos. En uno de tantos, se le muestra como un

sacrificador. Cuenta la historia que cuando los dioses se reúnen para crear al quinto Sol, hacen una

enorme pira donde Nanahuatzin, el buboso, salta para después salir y permanecer en el cielo como

el Sol. Pero una vez creado se queda quieto. Para propiciar su movimiento los dioses deciden

sacrificar sus vidas, siendo Ehécatl-Quetzalcóatl quien se encarga de matar a los demás dioses.304

La Leyenda de los soles menciona que Quetzalcóatl crea a la humanidad y, para lograrlo,

baja al inframundo para conseguir los huesos con los que se haría tal obra. La fuente nos relata que

se presentó frente Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, a quienes dice que había llegado hasta allí por

los huesos preciosos que guardaban, ante lo cual el dios de los muertos se los da. En su retorno

encuentra una serie de complicaciones: el señor del reino infraterreno le coloca trampas para que no

huya, pero Quetzalcóatl recibe la ayuda de los gusanos. Posteriormente, cae en otro de los engaños,

en un hoyo. El golpe le causa la muerte, cayendo la preciada carga, que luego mordieron las

codornices. Al poco tiempo resucitó, lloró, juntó los huesos e inmediatamente se fue a Tamoanchan.

302
Velázquez, 2000, pág. 109.
303
Sahagún, 2003, pág. 73.
304
Sahagún, 2003, pág. 697.

150
Cuando llegó los molió la diosa Quilaztli quien los echó en un lebrillo sobre el que Quetzalcóatl

sangró su miembro, de donde salió una pareja de humanos de la cual procede la humanidad.305

En otro relato, la serpiente emplumada crea a la tierra. De acuerdo con la Histoyre du

Mechique,306 al principio de la era presente dos dioses, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, trasformados

en enormes serpientes, bajaron del cielo a la diosa Tlaltéotl, la apretaron tanto que la hicieron

partirse por la mitad. Enojados los dioses por esta iniciativa, decidieron compensarla: todos los

frutos de la tierra, nacerían de ella. Esta diosa a veces lloraba durante las noches, pues quería

comerse los corazones de los hombres, y no guardaría silencio hasta que recibiera alguno; tampoco

produciría el fruto sin remojarlo en la sangre de los hombres.

En la clasificación hecha por H.B. Nicholson coloca a Quetzalcóatl en el tercer tema de

culto.307 Sin embargo en este trabajo ubicamos a este ser supremo en el tema de culto de fertilidad

agrícola, humedad, lluvia, debido a la iconografía que muestran las esculturas y a la aparente

conexión que existe con otros seres del mismo culto. Y a que no hemos encontrado elementos de

guerra o sacrifico. Ejemplo de ello es que dentro de las 18 fiestas anuales se le rindió culto en

etzalcualiztli, atlcahualo y huey tecuílhuitl, donde era celebrado en su calidad de dios del viento y

compañero de Tláloc.

QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 9165 10-264109 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 57 x 38 x 20 cm
PESO: 45.25 kg
COLOR: 5YR Light brownish gray
FIGURA: 133
Fracturada de sus extremidades inferiores, esta imagen representó en algún momento a un

personaje de pie. Ambos brazos se encuentran pegados al cuerpo, flexionados y orientados hacia el

305
Códice Chimalpopoca, 1945, pág. 120-121.
306
Histoyre du Mechique, 1985, págs. 180-120`.
307
Integrado por la guerra, el sacrificio, y la nutrición de la Tierra y el Sol.

151
frente en ángulo de 45°; el derecho más arriba que el izquierdo que presenta restos de pintura

moderna roja. Lamentablemente, las manos se encuentran erosionadas y no se pueden distinguir del

todo. La cabeza del personaje es ovalada, con un rostro apenas perceptible. Sus ojos son

concavidades elípticas. La pieza presenta un golpe en la nariz que la desprendió. El tocado deja ver

parte de la frente, que se compone por una tira de algodón, ondulante, angosta y lisa que rodea la

cabeza, dejando la parte superior al descubierto. En la zona de la nuca tiene un moño de papel

plisado y cuadrangular (amacuexpalli). Más bajo se nota una banda delgada trenzada que cae por la

espalda, posiblemente una cuerda, que es más delgada en la parte proximal. Esta imagen del dios

Quetzalcóatl tiene orejeras circulares concéntricas de las que sale un pendiente que se dobla hacia

arriba. Se trata de las del tipo epcololli. Como única indumentaria, tiene un máxtlatl que rodea la

cintura. Pasa entre las nalgas con un nudo doble al frente, del que caen dos tiras largas al frente.

QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 241821 A X (no legible)-50213 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1244
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 41.5 x 34 x 9 cm
PESO: 11 kg
COLOR: N4 Med. Dark gray
FIGURA: 134
Esta escultura exenta representa a un personaje antropomorfo que posiblemente estuvo de

pie. La cabeza fue desprendida a la altura del cuello. Ambas piernas están rotas muy cerca de las

rodillas. El brazo derecho está flexionado y dirigido hacia arriba; no tiene la mano. El brazo

contrario se encuentra sobre el costado. Está fracturado, probablemente unido al cuerpo como se

muestra en un fragmento que aún conserva en la pierna. A la altura del pecho hay una perforación

cuadrangular, donde se depositaba el “corazón” de la imagen. Del tocado solamente quedan cuatro

tiras lisas que caen hasta la espalda baja. En este caso se trata de plumas, entre las cuales

encontramos restos de pigmentos negro y rojo, cuezalhuitóncatl. En la parte frontal de la escultura

152
podemos notar restos de las orejeras epcololli. Como vestimenta porta un máxtlatl con paño

colgante de nudo sencillo, indicado por un semicírculo que se ata por el frente.

QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24-768, XI-10-155760 con número azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1382
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 25 x 17 x 12 cm
PESO: 4.5 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 135
Escultura exenta de gran realismo. Destaca el fino pulimento que se le dio a sus superficies.

Se trata de una cabeza fracturada a la altura del cuello, de rostro ovalado, cejas arqueadas, pómulos

prominentes, nariz chata, ojos almendrados y labios delgados.

Su tocado se forma por un enorme ocelocopilli, gorro cónico truncado en su parte superior.

Más abajo, en la base, hay una banda lisa y ondulante que rodea por completo la cabeza, con un

nudo sencillo al frente de algodón (similar a las figuras 126-129). Otra de las partes que forma el

adorno de la cabeza se encuentra en el costado izquierdo, donde existe una serie de plumas largas,

tal vez de quetzal, dispuestas en dos planos, en series de cuatro cada una, contrario al lado derecho

donde no las presenta. En la parte posterior encontramos seis tiras angostas y lisas que caen hasta la

espalda. Al tomar en consideración que los escultores seguían las norma de un arte de simetría

bilateral nos daremos cuenta que el adorno para la oreja derecha fue idéntica a la izquierda, la que

se forma por un chalchihuite circular, con cuatro tiras colgantes en la parte inferior, de los cuales se

desprende una orejera epcololli.

EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24-766, XI-10-155758 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1429
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 14 x 15 x 12 cm
PESO: 1 kg
COLOR: 10 R 6/2 Pale red
FIGURA: 136

153
Fragmento de escultura fracturada de los hombros hacia abajo. Se compone principalmente

por una cabeza de forma cuadrangular. Los ojos son concavidades con un pequeño reborde en la

zona de los párpados, lo que nos indica que posiblemente se insertaron materiales que simulaban ser

ojos, tales como el hueso, la concha, la obsidiana, el pedernal o la pirita. La nariz es triangular y

aguileña. En la superficie el pómulo derecho se aprecia una depresión muy profunda. El tocado se

forma por una banda de algodón ondulada que rodea la cabeza, dejando la parte superior libre. Los

atavíos se completan por un amacuexpalli liso, del cual quedan algunos restos.

Las orejas fueron delineadas de manera natural, resaltando el pabellón. Las orejeras se

constituyen por dos placas circulares concéntricas de la cuales penden las orejeras epocololli. A la

altura de la boca encontramos una protuberancia, lo que creemos es la ehecaxayácatl, aunque muy

pequeña.

EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1369
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 28 x 15.5 x 17.5 cm
PESO: 4 kg
COLOR: 5 Y 4/1 Olive gray
FIGURA: 137
Cabeza humana fracturada a la altura del cuello. En algunas partes de la pieza se observa una

delgada capa de estuco; en la nuca hay números borrados en color azul, producto de una

catalogación anterior.

Se trata de una representación muy esquemática con dos orificios circulares como ojos. Una

protuberancia rectangular forma su nariz. El tocado se compone por una banda ondulada, de la que

quedan restos en la frente. Sobre la boca tiene una máscara en forma de pico de ave. En el en

costado izquierdo hay restos de una orejera tipo epcololli.

EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 1321 con
números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 1921

154
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 26 x 12 x 23 cm
PESO: 9 kg
COLOR: 5Y 5/2 Light olive gray
FIGURA: 138
Cabeza elíptica que aún conserva parte del cuello. Posee una enorme máscara bucal

proyectada hacia el frente. Los ojos son hemisféricos y la nariz apenas se aprecia. Lo que se

conserva del tocado está constituido por tres protuberancias rectangulares sobre la frente. En la

parte superior de la máscara hay un abultamiento. Muestra líneas onduladas y elipses a la altura de

los carrillos.

EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1443
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 11 x 14 cm
PESO: 3 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 139
Cabeza humana fracturada en el cuello. El rostro del personaje es cuadrangular, las cejas

arqueadas, los ojos son dos círculos protuberantes, la nariz recta, de base triangular y más angosta

en su parte distal y los pómulos abultados. Las orejas presentan el pabellón erosionado. El peinado

es apenas perceptible en la zona de la patilla. Es liso y corto.

El tocado se forma por una banda ondulante, lisa y angosta de algodón que rodea la cabeza,

dejando la parte superior descubierta. En la frente se puede observar un nudo sencillo. Esto se

complementa con un pequeño amacuexpalli rectangular y liso en la nuca.

Presenta una media máscara que parece emerger de la boca, que cubre la sección inferior de

la faz. Se parece al pico de varias aves acuáticas, constituido por tres barras horizontales largas. En

las dos superiores existe un pequeño cuadrado que las una hacia la mitad de éstas, es la

ehecaxayácatl. En las orejas ostenta un tipo de pendiente, pero por el estado de conservación no es

posible determinar su tipo.

155
EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 241287, XI-10-155279 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1364
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 14 x 12 x 13 cm
PESO: 2.5 kg
COLOR: N2 Grayish black
FIGURA: 140
Esta escultura, de la cual queda únicamente la cabeza, está fracturada a la altura del cuello.

Representa al dios Quetzalcóatl bajo su aspecto de numen del aire. El rostro del personaje es

ovalado y su nariz aguileña. Los dos ojos son abultamientos hemisféricos con cejas prominentes, los

pómulos abultados y el mentón ovalado.

El tocado es una banda delgada y lisa que rodea la totalidad de la cabeza, con restos de

pigmento rojo. Muy posiblemente sea la representación de una tira de cuero. En la parte posterior se

desprenden una serie de estolas lisas, pasando por el cuello, donde aún observamos colores rojo y

ocre.

Sobre la boca porta una ehecaxayácatl con restos de color rojo. Es una máscara en forma de

pico de ave rematada en la parte superior por un pequeño prisma, en donde hay pequeños círculos.

El atavío tiene una clara inclinación diagonal, contraria al hieratismo y a la simetría bilateral que

vemos en el resto de las esculturas mexica. La impresión de movimiento es frecuente en las

imágenes de Ehécatl, ya sea de la cabeza, las piernas o el torso. Para terminar con esta figura de

culto, hay que añadir que en los costados presenta orejeras circulares, de las cuales se desprende un

pendiente elíptico, tipo epcololli.

EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: ilegible
NÚMERO DE INVENTARIO: 1432
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 13 x 11 x 14 cm
PESO: 0.5 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 141

156
Es una cabeza de una escultura mayor, de rostro ovalado, nariz aguileña, ojos cóncavos, y

orejas apenas perceptibles dado el estado lamentable de conservación. Presenta números producto

de una catalogación anterior, aunque no son legibles.

El tocado es cónico y poca altura (ocelocopilli). En la parte de la nuca tiene cuatro plumas

largas (cuezalhuitóncatl). Sobre la boca conserva la ehecaxayácatl, aunque muy corta.

Por lo burdo de la talla, nos inclinamos a creer que este fragmento sirvió para adorar al dios

del viento en espacios domésticos.

EHÉCATL-QUETZALCÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24-802, XI-10-55984 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 1424
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 24 x 11 x 11 cm
PESO: 1.5 kg
COLOR: N6 med. light gray
FIGURA: 142
Sobre la cabeza hay un ocelocopilli corto, aunque se encuentra fracturado. Cabeza de ojos

apenas sugeridos por concavidades circulares. La zona de la nariz tiene un golpe así como en la

zona distal de la media máscara que cubre la cara. Las orejas no se observan. En la boca apreciamos

una máscara con forma de pico de ave, que aunque está rota, sabemos que es una ehecaxayácatl. En

el área donde se presenta el cuello existe un elemento cilíndrico muy largo, el cual tal vez sirvió

como empuñadura; posiblemente es un cetro que remata con la efigie del dios del viento, o

ehecatopilli.

157
Chicomecóatl

El número total de imágenes de Chicomecóatl del presente ensayo sumó 12 ejemplares, es

decir un 7.89% del total de nuestro corpus (figura 143). De todo el subconjunto conocemos que una

de ellas procede del recinto sagrado de Tenochtitlan. El resto perteneció a las colecciones del

antiguo Museo etnográfico. En general presentan un mal estado de conservación; varias sufrieron

mutilaciones intencionales que desprendieron partes. Es bueno recordar lo fragmentado de la

muestra, pues se compone, en la mayoría de los casos por cabezas separadas de los cuerpos.

En cuanto a las dimensiones tenemos que agregar que son esculturas de formato pequeño, la

más grande apenas supera el medio metro de altura. Todas hechas en roca volcánica. Se

identificaron varias posturas corporales: de pie, firmemente plantada sobre sus dos extremidades

inferiores (figuras 149-151, 164). La forma de colocar los brazos no difiere mucho al resto de las

imágenes analizadas, ambos sobre el pecho (figura 149-151), con las palmas abiertas (figura 164).

La indumentaria que se conservó se trata de una falda o enredo sencillo, el cuéitl, que rodea por

completo la cintura y llega debajo de las rodillas (figuras 149, 150, 164). Suele combinarse con un

cinturón sencillo (figura 149). Es extraño que en dos casos la parte superior del cuerpo no se

presente ropajes, como podría ser el quechquémitl. En lugar de ello muestran un par de pechos

(figuras 149, 151), reiterando la relación con la fertilidad. La excepción es el fragmento que se

consideró como la representación de un sacerdote vistiendo la piel de una sacrificada y las insignias

de Chicomecóatl (figura 154).

Entre las diosas de la fertilidad agrícola a las que rindieron culto los habitantes del México

prehispánico estaba la del maíz, entidad conocida como Chicomecóatl (“7-Serpiente”) su

calificativo calendárico (figura 148). También se le llamaba Centéotl (algunas veces un ser

masculino, otras femenino), Xilonen (“Muñeca de Mazorca Tierna”) o Chalchiuhcíhuatl (“Mujer de

158
Piedra Verde”).308 Otra forma singular que menciona Durán es la de Tecuani para remitir el daño

que hacía cuando se helaban las sementeras.309

Chicomecóatl era la diosa de los mantenimientos, de lo que se come y de lo que se bebe,

principalmente el maíz. Se le consideraba la personificación de las sustancias del hombre. De

acuerdo con los informantes de Sahagún, fue la primera mujer que comenzó a hacer pan, otros

manjares y guisados.310 Relacionada con los dioses del agua, se le considerada hermana de los

tlaloque y, por asociación, de las siembras y de la germinación.

En el calendario adivinatorio, es la regente secundaria de la trecena que comienza el día 1-

quiáhuitl (“1-lluvia”), periodo en el cual Tláloc desempeña el papel principal, lo que nos recuerda la

relación simbólica que dieron las poblaciones prehispánicas a las lluvias y la planta de maíz.

Las insignias iconográficas que encontramos en Chicomecóatl no le eran exclusivas, pues en

los dioses prehispánicos existían fusiones y fisiones, frecuentemente con Chalchiuhtlicue (la diosa

de las aguas terrestres). Aclarando lo anterior, la mayoría de las representaciones de esta diosa se

identifican principalmente por su tocado rectangular de gran tamaño llamado amacalli, estructura

hecha con papel amate y cuerda o “coroza de papel”;311 (figuras 144-147, 149-154, 158-161, 163).

En la zona más alta se ve rematada por almenas de ángulos rectos o de forma redondeada que

algunas veces presenta nudos en las bases. Las esquinas del amacalli se pueden ver flanqueadas por

rosetones plisados y tiras largas de papel que caen hacia los costados (figuras 144, 147, 149, 152,

155, 157). Algunas veces ostenta al centro una especie de medallón (figuras 144, 147, 149, 152,

157, 158, 161), que en la base suele tener una renglera de chalchihuites (figuras 154, 155, 160, 163).

308
Durán, 2002, pág. 142.
309
Durán, 2002, pág. 142.
310
Sahagún, 2003, pág. 75.
311
Molina, 2004, f4r.

159
Al parecer la composición del tocado está representando la parte superior de un templo. Durán dice

que el cabello le daba a los hombros, y que tenía un collar de mazorcas de maíz.312

Su camisa y su falda estaban decoradas con el brote de una planta acuática, sumado a su

escudo que tenía el signo de la flor del Sol (figura 145). En lo que respecta al afeite de la cara, es

usual que sea de color rojo (figuras 144, 145, 149, 153, 154, 159, 161). Con regularidad se combina

con una o dos franjas verticales negras en sus carrillos, cualidad que también se ve en las diosas del

agua como Chalchiuhtlicue o en las capillas del Tláloc y en general son parte del mundo acuático.313

Las orejeras que porta son circulares concéntricas (figuras 152, 161, 164), de piedra verde. Con

relación a los objetos que sostiene en sus manos se distinguieron un cetro compuesto por un par de

mazorcas estilizadas, el cémmaitl (figuras 144, 145, 147, 149, 156), que en otras ocasiones se

intercambia con un chicahuaztli, que es un objeto alargado de una punta triangular, Artefacto que ha

sido relacionado a un rayo solar, un círculo flanqueado por dos barras, y un mango largo (figuras

146, 147). Algunas imágenes de este numen se les esculpió su nombre calendárico: 7-Serpiente

(figura 148).314

Las celebraciones dedicadas a esta diosa fueron básicamente dos: Huey Tozoztli y

Ochpaniztli. Durante la primera fiesta unas muchachas vírgenes llevaban a cuestas y envueltas en

mantas, mazorcas de maíz al templo de Chicomecóatl para que allí se bendijeran. Sobre las

mazorcas echaban gotas de hule. Poco después, las jóvenes regresaban a sus casas y las echaban en

una troje, y cuando llegaba el tiempo de sembrar, las sacaba.315

Ochpaniztli era la fiesta de Toci-Teteo Innan, Centéotl y Chicomecóatl.316 Durante la

celebración se degollaba y desollaba a una esclava de doce o trece años que representaba a

312
Durán, 2002, pág. 142.
313
Nicholson, 1963.
314
Para mayor información de las insignias iconográficas este conjunto de diosas de la fertilidad ver Nicholson, 1963.
315
Sahagún, 2003, págs. 180-190.
316
Graulich, 1999, págs. 89-143.

160
Chicomecóatl, y un sacerdote se ponía su piel. Pero un día antes, a media noche se le colocaba sobre

una litera adornada con semillas de todo tipo. Luego aparecía un sacerdote que le cortaba los

cabellos de la parte superior de la cabeza, donde se le pegaba una pluma verde que representaba al

maíz listo para la cosecha. Cargada en la litera, pasaba delante del templo de Huitzilopochtli.

Enseguida era llevada al templo de la diosa del maíz. Se dice que el adoratorio estaba lleno de

mazorcas, flores y todo tipo de semillas.317

Ya se ha mencionado que en la tradición religiosa mesoamericana los dioses se podían

fusionar o fisionar, cuando esto pasaba las individualidades resultantes compartieron atavíos de

distintas deidades. El culto que rodeó al maíz se combinó en gran medida con el del agua, ya sea

celeste (Tláloc) o terrestre (Chalchiuhtlicue), y con la fertilidad agrícola. 318 También hemos dicho

que a la diosa del maíz fue conocida por varios nombres, Chicomecóatl fue el más conocido pero no

el único. El resultado de estas combinaciones fue que en este conjunto de diosas hubo un

intercambio frecuente de insignias iconográficas, y que a veces es difícil hacer una distinción clara

entre ellas.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 9133 10- 26 40 17 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO:
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 44 x 22 x 10 cm
PESO: 14.75 kg
COLOR: N4 Med. dark gray
FIGURA: 149
Figura humana que originalmente estaba de pie. En la actualidad le falta la pierna izquierda.

También está dañada en la zona del rostro, de las manos y del torso. El torso está desnudo y

mostrando los pechos. En la parte media del cuerpo se nota un cuéitl corto y liso que rodea la

cintura; llega hasta las rodillas. Está combinado con lo que posiblemente sea un cinturón, el cual

únicamente se observa al frente. Éste forma por una tira lisa que tiene un pequeño reborde.

317
Durán, 2002, pág. 142.
318
Nicholson, 1971b, pág.416.

161
La cabeza es desproporcionada si la comparamos con el resto del cuerpo. El rostro se

muestra sereno. Tiene el afeite facial de color rojo del que tan sólo quedan algunos restos. La cara

es elíptica, con frente amplia, cejas arqueadas, ojos de gran tamaño, boca ligeramente abierta con

labios delgados, mentón redondeado y pómulos abultados. Ambos brazos están flexionados y

pegados a los costados, con las manos proyectadas hacia el frente, sosteniendo un par de mazorcas

de maíz (cémmaitl). A las manos no se les tallaron los dedos.

Ostenta un gran amacalli, armazón cuadrangular con dos tiras lisas que penden a los

costados. Este elemento tiene rosetones de papel plisado en las esquinas. En la zona central se nota

una especie de medallón o un nudo sencillo. A los lados del tocado penden tres tiras lisas y

angostas, mientras que en la posterior hay cuatro lisas y delgadas que caen hacia el cuello.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24 837, XI-10155825 con números azules
NÚMERO DE INVENTARIO: 9180 10-264164 no fue inventariada en el PCTM
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 21 x 16 x 9 cm
PESO: 4.75 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 150
Esta figura representa a Chicomecóatl de manera poco naturalista. La imagen fue tallada en

un bloque cuadrangular y delgado. Los relieves se concentran en la parte frontal.

Se aprecia un personaje antropomorfo completo y erguido, aunque los pies no se

representaron. Ambos brazos se encuentran flexionados sobre el pecho. Las manos no se

delinearon.

Una de las insignias diagnósticas que la relacionan con la diosa del maíz es un tosco tocado

de forma rectangular, liso en su totalidad, que cubre por completo la cabeza y parte de la frente

(amacalli). Los ojos son concavidades burdas, la nariz no se aprecia y la boca es una horadación

horizontal de tamaño mediano que da la impresión de encontrarse abierta. Sobre la cintura se

alcanza a distinguir un pequeño faldellín liso (cueítl).

162
CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 9184-210-264167 no fue inventariada en el PCTM
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 40 x 18 x 10 cm
PESO: 8.75 kg
COLOR: 5 YR 8/1 Pinkish gray
FIGURA: 151
Esta escultura en bulto representa a un personaje femenino. Originalmente se encontraba de

pie. El rostro destaca del resto del cuerpo. De cara cuadrangular, la frente es amplia, las cejas

arqueadas, los ojos un par de oquedades elípticas, la nariz rectangular y la boca formada por una

línea horizontal dando la idea de una pequeña concavidad. Los brazos se encuentran flexionados y

pegados al pecho.

Tiene un tocado cuadrangular de gran altura, del que se distingue una banda que parece ser

lisa. A los lados penden dos bandas hacia los costados que llegan a la altura de los hombros

(amacalli). Dado lo dañado de la pieza no es posible determinar qué tipo de vestimenta porta.

Se muestran un par de senos muy separados. No existe huipil o quechquémitl que cubra el

torso. La explicación a tal peculiaridad tal vez deba buscarse en el aspecto de fertilidad y dadora de

los mantenimientos que se le atribuía a Chicomecóatl.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24866, X1-10-155850 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1350
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 24 x 17 x 10 cm
PESO: 3.5 kg
COLOR: N7 Light gray
FIGURA: 152
Pieza delgada y alargada. Fue parte de una pieza mayor de la que ahora queda parte de la

cabeza. El rostro tiene una frente angosta, los ojos son pequeñas oquedades circulares, la nariz es

triangular y recta con la base más ancha, la boca se encuentra sugerida por una horadación

horizontal que muestra labios delgados y entreabiertos, el mentón es ovalado y las orejas son

naturalistas.

163
Queda buena parte del amacalli, que muestra una serie de cuatro almenas fracturadas. Más

abajo hay otro conjunto de formas idénticas, cuyas puntas son redondeadas. En el cuerpo de cada

una de éstas hay pequeñas bandas rectangulares divididas por cintas angostas y lisas. Al bajar se ve

un gran panel con un medallón elíptico en la parte central, flanqueado por delgadas tiras lisas que

sirven de marco. A los costados de la cara se observa un par de tiras colgantes angostas y lisas. En

la parte posterior se nota un diseño similar, pero con cuatro tiras colgantes que caen a la altura del

occipucio, donde quedan restos de pigmento rojo. Como complemento la deidad tiene un par de

orejeras circulares.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1358
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 18 x 15 x 9 cm
PESO: 1.5 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 153
Fragmento de una pieza mayor que fue rota a la altura del cuello. Está sumamente dañada en

el rostro. Tiene un amacalli con diseños triangulares. A los costados caen tiras lisas. En la zona

trasera no hay relieves, únicamente se alisó la superficie. Esto se debe a que este tipo de imágenes

fueron concebidas para ser vista frontalmente dentro de los adoratorios.

Se aprecian pocos rasgos faciales como lo son una frente amplia y los ojos como oquedades

elípticas. La nariz y la boca apenas se distinguen. Posee el afeite facial rojo.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1388
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 16 x 8 cm
PESO: 3 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 154
Entre las insignias de esta pieza resalta un amacalli de gran altura. Está roto en la parte

superior. Allí aún existe una capa de pigmento rojo en varias zonas. El tocado se encuentra

164
conformado por una serie de siete tiras verticales lisas y angostas. Más bajo hay un panel

rectangular que encierra cuatro chalchihuites. Está enmarcado por una cuerda muy dañada. En la

base hay una serie de flecos, posiblemente de papel. Flanqueando la cara hay dos bandas anchas que

caen hasta el cuello. La parte posterior está cubierta por diseños similares: siete tiras, un panel

rectangular y bandas lisas de papel con pigmento rojo.

La cabeza está fracturada a la altura del cuello. Las superficies son irregulares; en algunas

zonas presentan restos de estuco y pigmento rojo. El rostro es de frente amplia y cejas arqueadas.

En los ojos presenta un reborde en dos planos muy marcados, distinto a lo que muestran las

esculturas con incrustaciones de chapopote, concha, pedernal u obsidiana. La nariz es de base

triangular y los labios gruesos y entreabiertos, flanqueados por dos profundas acanaladuras. Sobre la

boca existe una protuberancia.

Esta escultura pudiera representar al Chicomecóatl o a alguno de sus personificadores. Al

respecto debemos hacer una pausa y darle la palabra al dominico Diego Durán; cuenta que a la

diosa se le ofrecía una joven de doce o trece años. La víctima era ataviada como ella, llevaba un

collar de mazorcas de maíz y sostenía algunas más con la mano. A media noche se le colocaba

sobre una litera adornada con mazorcas de maíz, pimientos y semillas de todo tipo. Luego aparecía

un sacerdote que le cortaba los cabellos de la coronilla de la cabeza, donde se le pegaba una pluma

verde. Enseguida, se le exhibía por el Templo Mayor, cargada en una litera. Posteriormente, era

conducida al santuario donde se encontraba la efigie de la diosa. El cuarto se llenaba de mazorcas,

pimientos, flores y toda clase de granos. Al llegar el alba, se incensaba a la víctima antes de

arrojarla sobre un montón de mazorcas y granos donde se le degollaba. Su sangre se recogía en una

copa y servía para rociar la efigie de la diosa y toda la comida. Era desollada y un sacerdote se

vestía con su piel y sus insignias. Adornado de tal forma, dirigía una danza en la plaza del Templo

165
Mayor. A las personas que habían costeado la victima les era entregado el cuerpo, que luego se

comía en un banquete.319

Sahagún ofrece una versión parecida. Comenta que en el templo de Cintéotl, también

durante la noche, se desollaba a una esclava que personificaba a Chicomecóatl.320

No es extraño encontrar ejemplos de imágenes en piedra de sacerdotes de la diosa del maíz

portando la piel de una sacrificada (figura 155). Este hecho explicaría que nuestro ejemplo tenga

rebordes en los ojos y las arrugas en las comisuras de la boca. Es claro que la escultura que ahora

analizamos es la representación de un sacerdote vistiendo la piel de una víctima que representaba a

la Chicomecóatl durante la fiesta de Ochpaniztli.

Estas fuentes, sin embargo, no hacen referencia directa a la protuberancia sobre la boca de

nuestra escultura. Una imagen del Códice Borbónico donde se describen las ceremonias en

Ochpaniztli aclara las dudas (figura 156a). Allí se puede apreciar a un sacerdote de Chicomecóatl

vestido con la piel de la víctima. Aparece de frente, parado sobre una plataforma. Lleva también dos

mazorcas de maíz en cada mano y, según Graulich,321 sobre la boca una codorniz viva. Esta ave se

puede ver sobre la boca del sacerdote en el mismo códice (figura 156b). En otra ceremonia que se

encuentra íntimamente relacionada con las diosas del maíz, Sahagún señala que era sacrificada una

mujer que representaba a Aticpaccalqui Cíhuatl “la mujer que habita en Atícpac”,322 cuya piel era

vestida por un sacerdote llamado Aticpacteohuatzin, Xochipilli. Luego este personaje recorría las

calles llevando una codorniz viva asida por los dientes.323 Por fortuna, se cuenta con otro tipo de

materiales arqueológicos que complementan las hipótesis, como lo es una placa de terracota (figura

319
Durán, 2002, págs. 141-147.
320
Sahagún, 2003, pág. 277.
321
Graulich, 1999, pág. 99.
322
Sahagún, 2003, pág. 279, dice que Atícpac era el oratorio donde hacían fiesta y ofrecían a las cihuapipiltin.
323
Sahagún, 2003, pág. 291.

166
157) donde se aprecia un personaje, presumiblemente cubierto con una piel humana, que sostiene

con los dientes un de ave, quizás una codorniz (cat. MNA 10-1069).

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24 878, XI-10-155870 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1415
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 18 x 10 cm
PESO: 3.5 kg
COLOR: 5Y 6/1 Light olive gray
FIGURA: 158
Parte de una pieza mayor que conserva buena parte de la cabeza. Está fracturada a la altura

del cuello. Destaca del resto de nuestros ejemplos por tener la superficie del rostro sumamente lisa.

La cara es muy esquemática, de frente angosta, cejas abultadas y arqueadas. Los ojos son

concavidades circulares pequeñas, la nariz aguileña y chata, la boca con labios delgados, el mentón

redondeado y los pómulos abultados.

Un gran amacalli cubre la cabeza. Consta de cuatro protuberancias, tal vez almenas

estilizadas. Más abajo existe un panel rectangular enmarcado por dos tiras delgadas y lisas que lo

delimitan. Está complementado con un medallón protuberante al centro. A ambos lados existen

bandas de papel que descienden. Se notan dos grandes tiras que caen desde la parte superior hasta la

parte media de la cara. En la parte posterior tiene cuatro flecos lisos que caen.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 24 11 28, XI-10-156120 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1431
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 20 x 17 x 11 cm
PESO: 2 kg
COLOR: 5 R 2/2 Blackish red
FIGURA: 159
Fragmento de una pieza mayor de la que queda únicamente la cabeza, rota en el cuello. La

piedra es sumamente porosa, por lo que se recubrió con estuco muy fino. No presenta relieve en la

parte posterior,

167
Tiene un amacalli cuadrado y de tamaño pequeño, compuesto por un par de bandas lisas,

colgantes a los lados que penden de una tira horizontal lisa y angosta que llega hasta los hombros,

El rostro es de frente pequeña, las cejas son arqueadas. Los ojos están formados por oquedades

elípticas, la nariz es prominente, aguileña y de base ancha; la boca es pequeña y se encuentra

abierta. Ostenta un collar liso. Sobre el rostro y el tocado hay pigmento de color rojo sobre un fondo

ocre.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 41-10 -156135 no fue inventariada en el PCTM
NUMERO DE INVENTARIO: 1456
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 23 x 15 x 9 cm
PESO: 1.5 kg
COLOR: 5 YR 3/2 Grayish brown
FIGURA: 160
Escultura en bulto hecha en una laja muy delgada. Se encuentra representada una cabeza

humana fragmentada a la altura del cuello. Se puede apreciar gran parte del tocado y de la cara. Esta

es de frente angosta, cejas arqueadas, nariz recta y angosta, ojos hemisféricos, pómulos prominentes

y boca marcada por una breve línea horizontal.

El amacalli, aunque fracturado, muestra precisión en el delineado del diseño. Adopta forma

triangular. Tiene el típico panel rectangular, enmarcado por dos cuerdas. Al centro se ven los restos

de dos círculos concéntricos; pensamos que originalmente eran tres, como se observa en la zona

posterior. Más abajo tiene una serie de cuatro flecos rectangulares de papel sobre la frente.

Flanqueando la cara hay dos tiras verticales.

En la parte frontal presenta una incisión de 1 cm de profundidad y de 8 cm de largo que pasa

diagonalmente por el tocado. Atrás hay otro canal parecido pero de menor tamaño. En este caso se

trata de una impureza de la piedra en la que fue hecha.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1473

168
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 46 x 32 x 20 cm
PESO: 31 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 161
Esta pieza se recuperó en las exploraciones del Proyecto Templo Mayor durante su primera

temporada, por desgracia no sabemos dónde. Conocemos que en los primeros días de agosto de

1978 (figura 162). Esta efigie ejemplifica perfectamente el grado de maestría con la que los

antiguos escultores mexicas tallaron esculturas en piedra volcánica. Cercana al medio metro de

altura y fracturada por el cuello, podemos imaginar el tamaño de la figura cuando estaba en

funciones.

Su pelo es lacio y peinado de tal manera que deja libre una frente angosta, la nariz es

rectangular, los ojos elípticos y protuberantes. La nariz es triangular. La boca no se percibe. Hay un

par de surcos en las comisuras de la boca. Sobre la faz aún se puede encontrar restos de pigmento

rojo.

Si hemos relacionado esta figura con la diosa del maíz es debido al enorme tocado que porta

sobre la cabeza. Se encuentra facturado en la zona superior, en el lado izquierdo y en el inferior.

Podemos ver las tiras de papel que cuelga en el costado derecho y seguramente estuvieron en el

izquierdo. Es del tipo amacalli. En la parte superior suele estar rematado por una serie de almenas; a

pesar de que se encuentran deterioradas, se puede calcular que en algún momento fueron siete. Más

abajo está el panel rectangular delimitado por cuerdas delgadas; al centro existe un medallón

circular protuberante rodeado por una cuerda; en esta área quedan restos de pigmento rojo.

Finalmente diremos que sobre la cabeza existen flecos rectangulares de papel. En la parte posterior

existe un diseño similar, a excepción del medallón del centro.

Del resto de los atavíos únicamente queda una orejera de forma circular en la parte derecha

de la imagen.

169
CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA: 241123, XI-10-156115 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1423
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 22 x 12 cm
PESO: 7.5 kg
COLOR: N6 med. light gray
FIGURA: 163
Fragmento sumamente esquemático, fue parte de una pieza más grande. Es una cabeza

humana, fracturada desde la base del cuello. Porta un tocado de gran tamaño que adopta una forma

cuadrangular, constituido por una banda horizontal muy ancha que se encuentra decorada por una

serie de seis protuberancias alternadas, simulando almenas. Más abajo hay una banda angosta y lisa.

Por debajo de esta se encuentran cinco pequeños círculos. En los costados se pueden ver dos

grandes tiras colgantes, cada una subdividida en dos. En la parte superior hay una concavidad que

sirvió tal vez como ara. El rostro del personaje es de frente amplia, cejas arqueadas, nariz

prominente y aguileña, ojos circulares y cóncavos, labios gruesos y boca apenas señalada.

CHICOMECÓATL
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 9171 10-264115 no inventariada en el PCTM
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 58 x 21x 21 cm
PESO: 40.25 kg
COLOR: 5YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 164
Escultura de bulto que representa a un personaje femenino visto de pie, sobre un pequeño

pedestal cuadrangular, con ambas manos flexionadas sobre el pecho. La efigie se encuentra dañada

por varias partes: el rostro, que prácticamente fue borrado y del que sólo se aprecia parte del

pómulo izquierdo con algunos restos de pintura roja. Los relieves del costado derecho fueron

completamente borrados, así como parte del pie derecho, por no hablar de la zona posterior que no

tiene diseño alguno.

Se percibe una diadema ancha que rodea la frente. A no ser por un círculo en el costado, se

pensaría que la tira está lisa. Tiene dos borlas a los costados. Bajo la tira hay bandas que caen

170
verticalmente, que nos recuerdan a las que descienden del amacalli de Chicomecóatl y que sirven

para delimitar el rostro. Aún quedan rastros de ambas orejeras, que son circulares concéntricas, muy

posiblemente de piedra verde.

La vestimenta se reduce a un enredo que rodea la cintura (cuéitl). Los diseños que adornan

esta falda larga que llega hasta los tobillos se plasmaron en dos series: una superior compuesta por

largos flecos rectangulares y una inferior con formas idénticas. Estos diseños son similares a los de

Atlacoaya (figura 146) o Tláloc (figura 106). En el torso no existen prendas.

Tal vez la cualidad que distingue y relaciona a esta imagen con la diosa Chicomecóatl sea

una serie de símbolos que se encuentran en el costado izquierdo. Allí se ven tres largas figuras que

simulan hojas de maíz o tal vez largas plumas (¿de quetzal?). Al revisar las representaciones de

estas nos daremos cuenta que se plasmaron exactamente igual; por los demás elementos que porta

figura nos inclinamos por la primera opción. Es de suponer que estas se encontraban en el otro

costado pero fueron borradas.

171
Los centzontotochtin o cuatrocientos conejos.

El total de esculturas de piedra de este subconjunto fue de tres, es decir un 1.97% dentro del

corpus (figura 165). Lo que destaca de ellas es que de dos conocemos el lugar del hallazgo.

Sabemos que fueron encontradas durante la primera temporada del PTM. La primera imagen es de

cuerpo completo, aunque ahora le faltan los pies. El segundo ejemplo se trata de una cabeza que fue

desprendida del resto del cuerpo. Poco después fue sepultada cuidadosamente por los mexicas en

los rellenos constructivos, en las cercanías del Templo Mayor. El tercer caso, de menor tamaño que

las dos anteriores, también es una cabeza que fue desprendida violentamente. Es una representación

esquemática que probablemente perteneció a un adoratorio doméstico. El común denominador de

las figuras de culto es que presentan atavíos que las relacionan el pulque

El México prehispánico es partícipe de innumerables ceremonias litúrgicas dedicadas a

cientos de entes sobrenaturales. Entre ellos destacan por su abundancia un grupo de seres

relacionados con la fertilidad, personificados por el maguey y la bebida intoxicante que produce: el

octli o pulque. Líquido de naturaleza fría, relacionado con la vegetación y el agua.

Aclaremos que eran varios los dioses del pulque. Al conjunto se le llamaba centzontotochtin

(“cuatrocientos conejos”) o simplemente totochtin (“conejos”). Su nombre calendárico 2-tochtli,324

remitía a las innumerables formas de emborracharse.325 Un borracho era comparado con este roedor

porque corría en cualquier dirección.326 Sahagún comenta que los que nacían en el signo 2-tochtli

serían borrachos, “inclinado a beber vino, y no buscaba otra cosa; y si no tiene para comprarlo con

la manta o el máxtlatl con que se viste lo compra, anda cayéndose, lleno de polvo y bermejo, todo

324
Sahagún, 2003, pág. 359.
325
Es interesante como describe Sahagún, 2003, pág. 359, los efectos del pulque en la población pues algunos “no les es
perjudicial, emborrachándose, luego caen dormidos o se ponen cabizbajos, ninguna travesura hacen ni dicen. Y otros
comienzan a llorar tristemente y a sollozar, y les corren lágrimas por los ojos como arroyos de agua. Y otros comienzan
a cantar; y otros no cantan, sino luego comienzan a parlar y hablar consigo mismo, o a infamar a otros y decirse ser uno
de los principales”.
326
Durán, 2002, pág. 207.

172
espeluzado, descabellado y muy sucio. Decían que cuando entraba el día festivo hacían fiesta al dios

principal de los dioses del vino”.327

En los escritos de Sahagún,328 Durán329 y los códices Borbónico,330 Magliabechi,331

Telleriano-Remensis,332 Tonalámatl de Aubin,333 y Códice Tudela;334 podemos distinguir ciertas

insignias propias de los conejos. Como lo hizo notar Nicholson,335 algunos de los nombres de los

centzontotochtin son gentilicios. Además contamos con Mayáhuel (“El redondel de pencas”), la

única diosa del complejo. En este grupo de dioses encontramos a Tepoztécatl (“El de Tepoztlan”),

Patécatl (“El de Patlan”, lugar de la medicina), Toltécatl (“El de Tollan”), Tezcatzóncatl (“El de

Tezcatzonco”), Totoltécatl (“El de Totolan”), Yauhtécatl (“El de Yautépec”), Colhuatzíntécatl (“El

del pequeño Colhuacan”), entre muchos otros (figura 166). Parece ser que estas fuentes coinciden

de manera general en cuanto a las insignias características de estos seres sobrenaturales.

Entre sus atributos iconográficos destacan336 la cara pintada de dos colores (la parte central

rojo y los costados de negro) afeite facial conocido como chictlapanqui (figuras 166, 172); el

ornamento nasal en forma de “U”, la yacameztli (“nariguera lunar”), símbolo lunar (figuras 167,

169, 170, 172, 175, 177).337 Los dioses del pulque portan distintivos típicos de la Huaxteca. Esto ha

sugerido que su culto se originó en esa área.338 Estas imágenes presentan también un ornamento

cuadrangular en las orejas del que sale un chalchihuite (figuras 166a-g, 169, 170, 172, 175), se trata

327
Sahagún, 2003, pág. 357.
328
Sahagún, 1979 y 2003.
329
Durán, 2002.
330
Códice Borbónico, 1991.
331
Códice Magliabechi, 1996.
332
Códice Telleriano-Remensis, 1995.
333
Tonalámatl de Aubin, 1981.
334
Códice Tudela, 1980.
335
Sobre el tema ver la lista de fuentes documentales complementarias que proporciona Nicholson, 1991, págs. 149.
336
En un conciso artículo sobre cómo se organiza el panteón azteca, Nicholson, 1971b, págs. 419-420, analiza las
insignias iconográficas de este grupo y concluye que es uno de los complejos de dioses más estandarizados, al que
denominó como complejo ometochtli.
337
Como lo han mencionado González Torres, 1975, págs. 94-95; Gonçalves, 1956, págs. 73-79; Nicholson, 1991, pág.
172 y Graulich, 1999, pág. 155.
338
Nicholson, 1971b, pág. 420.

173
de la amanacochtli (“orejera de papel”).339 No es exclusiva de este grupo, pues se encuentra en los

númenes de la lluvia como Tláloc y en general en los de la fertilidad (figuras 114, 117). Otro de los

emblemas es el tocado de plumas blancas de garza o aztatzontli (figuras 166a-g, 168, 175) que

también comparte con los dioses de la fertilidad.340 Sobre la nuca portan un elemento de forma

rectangular, el amacuexpalli o moño de papel que puede ser liso o plisado (figuras 166a-g, 170,

172, 175, 177),341 también presente en los dioses del agua, de la tierra y la fertilidad. Mencionemos

asimismo el hacha de piedra itztopilli (figura 166 a-g). Estos elementos se conjugan con la

xiuhuitzolli (“diadema de turquesa”). Aunque es usada por otros seres superiores, frecuentemente la

vemos en los dioses del pulque (ver figura 170, 172).342

El grupo de los dioses del pulque ha llamado la atención de algunos especialistas, entre ellos

a Seler,343 Gonçalves de Lima,344 H.B. Nicholson,345 González Torres,346 López Austin,347

Hernández Pons,348 Mateos Higuera,349 Spranz350 y Taube.351

Durante la decimotercera fiesta del calendario solar, en la veintena de tepeílhuitl (“fiesta de

los cerros”) se celebraba a las deidades de la montaña, a las de la lluvia, a los tepictoton y a las del

pulque. En la misma celebración varias víctimas ataviadas con las insignias de los dioses del octli

eran sacrificadas,352 incluyendo a Mayáhuel.353

339
León-Portilla, 1958, pág. 119.
340
Ver los conjuntos de Tláloc y de dioses de la fertilidad, en el presenta trabajo.
341
Nicholson, 1991, pág. 74.
342
Aunque no hay que olvidar lo dicho por Beyer, 1969b, que esta insignia era distintiva de tres divinidades:
Tonacatecuhtli, Xiuhtecuhtli y Mictlantecuhtli.
343
Seler, 1991, págs. 30-32.
344
Gonçalves, 1956.
345
Nicholson, 1971b, págs. 419-420 y 1991, págs. 158-187.
346
González Torres, 1975, págs. 94-95.
347
López Austin, 1979, págs. 133-153.
348
Hernández Pons, 1982, págs. 221-232.
349
Mateos, 1993a, págs. 25-66.
350
Spranz, 1993, págs. 140.
351
Taube, 1997, págs. 111-154
352
Sahagún, 2003, pág. 158.
353
Sahagún, 2003, págs. 158, 240.

174
Una de las más importantes ceremonias era celebrada en esta veintena. Delante de la imagen

del dios del pulque se colocaba una vasija de piedra llamada ometochtecómatl (“vasija dos conejo”),

esculpida en forma de conejo y con unas cañas bebían el octli (figura 171).354

De acuerdo con la Historia general de las cosas de Nueva España,355 en el cuadragésimo

cuarto edificio del recinto sagrado de Tenochtitlan existió un espacio destinado a su culto, conocido

como Centzontotochtlin Inteopan. Aquí mataban tres cautivos a los dioses del pulque.

En cuanto a las causas de encontrar este tipo de imágenes en las inmediaciones del Templo

Mayor, se han mencionado algunas ideas. Muchas de las interpretaciones se basan en el mito de

nacimiento de Huitzilopochtli y la lucha con sus enemigos los dioses estelares, los

centzonhuitznáhuah. Estos dioses se han identificado con los 400 mimixcóah y con los 400

totochtin.356 Por ejemplo, poco después del descubrimiento del conjunto de esculturas de en la

fachada principal del Templo Mayor Eduardo Matos las identifica como parte de los “400

surianos”.357 A su vez Graulich y Taube encuentran esta misma equivalencia.358

Al hacer el análisis de este subconjunto nos damos cuenta de que otros seres también portan

varias insignias, como por ejemplo Tláloc o los dioses de la fertilidad. El hecho de que los tlaloque

y los totochtin compartieran insignias no debe sorprendernos; hace varios años Gonçalves de Lima

señaló que estos seres se convirtieron en deidades agrarias. Por consiguiente, la planta y su jugo

fermentado quedaron relacionados con los trabajos agrícolas, con el agua y con la lluvia.359

Recordemos que los efectos del pulque debieron adjudicarse a una fuerza superior centrada en la

Luna, misma que influía sobre la vegetación y el agua.360 En fechas recientes López Austin y López

354
Sahagún, 2003, pág. 360.
355
Sahagún, 1943, pág. 33.
356
Seler, 1963, vol. I pág. 196.
357
Matos, 1986, pág. 84.
358
Graulich, 1990, pág. 157; Taube, 1997.
359
Gonçalves, 1956.
360
González Torres, 1975, pág. 94.

175
Luján proponemos que los totochtin son dioses pluviales con atributos estelares que los hermanan a

la diosa de la Luna.361

DIOS DEL PULQUE


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1544
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 112 (131 con pies y zócalo) x 39.5 x 24 cm
PESO: 100.25 kg (sin pies)
COLOR: 5YR 7/2 Grayish orange
FIGURA: 172
Esta figura se encontró reclinada sobre la escalinata de la Etapa III del Templo Mayor (plano
1), correspondiente a los años comprendidos entre 1427 y 1440, del lado de Huitzilopochtli, junto
con otras siete que comparten características formales e iconográficas (figura 173a y 174). 362
Es una figura humana de cuerpo completo que originalmente se encontraba de pie sobre un

pedestal de forma cuadrangular. Está mutilada y separada de la zona de las rodillas hacia abajo

(figura 173b). Sobre el rostro y en el tocado presenta una resina. Al parecer se trata de chapopote o

hule. En la nariz se encuentra pigmento color rojo del afeite facial chictlapanqui.

Los ojos son abultamientos hemisféricos. En medio de ellos sale la nariz que es grande y

chata. La boca es una cavidad horizontal con labios delgados; mentón cuadrado y pómulos

abultados. El cuello es corto y ancho. El brazo derecho está flexionado y dirigido hacia arriba con

un orificio, cerca del que se recuperó un fragmento de madera de aproximadamente 30 centímetros

de largo.363 La extremidad derecha se encuentra a un costado del cuerpo. Sobre el pecho tiene un

orificio circular de 3.1 cm de profundidad por 5.2 cm de diámetro. Gracias a los informes de

excavación, tenemos noticia que se localizaron tres cuentas de piedra verde, dos circulares y una

361
López Austin y López Luján, 2009, pág. 366.
362
Sobre el conjunto escultórico ver Hernández Pons, 1982, págs. 221-232; López Austin y López Luján, 2009, págs.
359-367.
363
Hernández Pons, 1982, pág. 24.

176
tubular (figuras 173c y 174).364 Se trata del corazón con que se dotaba a las imágenes y uno de los

centros anímicos mayores, el teyolía.365

Viste un máxtlatl compuesto por dos bandas: una horizontal que cubre la cintura del

personaje y una vertical que pasa por en medio de las nalgas, con un paño colgante por el frente sin

nudo. Sobre esta prenda se localizaron dos cuchillos de pedernal. 366 En la cabeza hay un tocado

triangular, la xiuhuitzolli, emblema del poder (comparar con la figura 170). 367

En la nuca apreciamos un amacuexpalli, orejeras rectangulares con restos de pigmento

blanco y rojo, con un colgante rectangular liso y muy largo que se desprende desde el centro

(amanacochtli). Como complemento, la nariguera lunar o yacamezti apenas perceptible.

DIOS DEL PULQUE


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1475
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 47 x 45 x 29 cm
PESO: 66.75 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 175
Figura recuperada en las cercanías del Templo Mayor, en la intersección de la cala L, con

el cuadro 3 (plano 2), el día 11 de mayo de 1981, a una profundidad de 2.7 metros. El arqueólogo

Eduardo Contreras368 hace notar que poco después de inhumarla los mexicas la protegieron con

piedras formando un cerco (figura 176).

Se trata de la representación de una cabeza humana, fragmentada a la altura del cuello. Se

observa la parte media de la frente ya que de ahí parte el tocado hacia arriba. Los ojos son

abultamientos ovales, las cejas están arqueadas, la nariz es chata y triangular más ancha en su base

que en la parte distal, la boca está abierta y es de labios delgados, los pómulos son pronunciados y

el mentón cuadrado. La forma general se asimila al estilo escultórico tolteca.


364
Hernández Pons, 1982, pág. 324.
365
López Austin, 2004, págs. 373-374.
366
Hernández Pons, 1982, pág. 324.
367
Noguez, 1975, págs. 83-94.
368
Contreras, 1982, pág. 77.

177
El tocado consta de tres bandas. La superior está formada por elementos ondulantes,

posiblemente de la planta malinalli. Más abajo hay cuatro plumas de garza (aztatzontli) con restos

de pigmento negro. La interior es angosta y encierra círculos delimitados por un par de cintas

angostas y lisas. De ésta banda sale una protuberancia elíptica que contiene diseños geométricos,

posiblemente se trate de una placa de lámina de oro que aparece en la frente de muchos

centzontotochtin o un pájaro azul estilizado (Cotinga amabilis) conocido en náhuatl bajo el nombre

de xiuhtótotl. En la parte posterior se observa un moño de papel (amacuexpalli). El relieve es liso

pero da la impresión de ser plisado ya que muestra líneas diagonales convergentes al centro del

moño, en colores rojo y negro; colores que identificaban a los dioses del pulque. Bajo el atavío se

ve una estola dividida en siete tiras verticales rojas que caen hasta el cuello. Presenta orejeras

amanacochti con un pendiente ovalado que sale del centro; lo que se complementa con una

nariguera lunar.

DIOS DEL PULQUE


CLAVE ANTIGUA: ilegible
NUMERO DE INVENTARIO: 1425
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 17 x 20 x 16 cm
PESO: 4.5 kg
COLOR: 10 YR 8/2, Very pale orange
FIGURA: 177
Representación de una cabeza rota a la altura del cuello. En la parte posterior vemos

números ilegibles de una catalogación anterior. Procesión

De cara ovalada y ojos cóncavos ovalados con un reborde pronunciado, lo que nos hace

pensar en que en algún momento tuvo incrustaciones. La nariz se encuentra deteriorada, los

pómulos son abultados, los labios delgados y entreabiertos, y el mentón ovalado. Presenta un par de

perforaciones circulares en los extremos laterales de la boca.

El tocado se compone de una especie de banda ancha y lisa, dividida en dos menores que

rodean la cabeza dejando libre la parte superior de ésta y las orejas. En la nuca observamos un moño

178
de papel (amacuexpalli). Aunque se encuentran muy deterioradas, las orejeras son las típicas de este

tipo de dioses, de las cuales sale un colgante elíptico y liso. La nariguera es una placa colgante

curva con los extremos enroscados, una yacameztli.

179
Itzpapálotl

Este subgrupo trata cuatro fragmentos exhumados durante las excavaciones del PTM, que

significan el 2.63% del total dentro de nuestro corpus (figura 178). Pensamos que no obstante estar

fracturados y que no se unen, son parte de la misma unidad, dada sus características morfológicas e

iconográficas. Suponemos que en algún momento tuvo una forma similar a un cubo que en sus caras

tenía imágenes similares. Allí se podía ver a Itzpapálotl bajo la forma de su nahualli –una mariposa

con cuchillos de pedernal en sus alas- la cual fue rodeada por miembros humanos; entre los que

podemos contar manos, pies, hígados y huesos largos, que tienen marcas de cercenamiento y de los

que salen chorros de sangre. Estas escenas tenían como fondo un cuerpo acuático y fueron

delimitadas por una especie de marco liso. En la base del cubo se encuentra Tlaltecuhtli, en su

aspecto masculino.

Podemos rastrear representaciones de Itzpapálotl (“mariposa de obsidiana”) en épocas

anteriores a la fundación de Mexico-Tenochtitlan, como la lápida que se recuperó en Tula. 369 A la

caída de esta ciudad, algunos grupos migran hacia la Cuenca de México y llevan consigo a la

mariposa de obsidiana. En otras regiones de Mesoamérica se encuentra su culto, como en

Tototepec, Tlaxcala y en Huexotzingo. La vemos en Yopitzinco,370 además de Pochutla, en la costa

oaxaqueña.371

Por parte de los especialistas han surgido diversos supuestos en torno a este numen. Eduard

Seler la identifica como representante de las cihuateteo, relacionadas con Tamoanchan y la vincula

con las tzitzimime, a quienes da un carácter astral. Lewis Spence llega a la conclusión de que

Itzpapálotl en su origen fue diosa estelar de grupos chichimecas nómadas que, al volverse

369
Jiménez, 1998, pág. 323.
370
Davies, 1968, pág. 215.
371
Ojeda, 1986, pág. 29.

180
agricultores hacen de ella una deidad de los mantenimientos.372 Fue un aspecto de la diosa de la

Tierra que manifiesta su naturaleza guerrera como se relata en un canto a ella dedicado:

-¿Dónde váis? ¿dónde váis?


-¡A la guerra, al agua divina:
Allí tiñe a los hombres
Nuestra Madre Itzpapálotl,
En el campo de batalla!373
Ángel María Garibay, en sus comentarios al canto, destacó el aspecto terrestre de la deidad y

piensa que Itzpapálotl es un nombre de la Diosa Madre en un aspecto nocturno, y que debió ser

concebida como una mariposa negra como la obsidiana.374 Nicholson la explica con la noción de

fertilidad materna, particularmente como una proyección de la tierra y la vincula con las

cihuateteo.375 Por su parte Heyden cree que representa a la Tierra y a la Luna. Basándose en Seler,

acepta que es una de diosa guerrera, patrona de las cihuateteo, además de que en las fuentes

históricas representa a los viejos tiempos chichimecas. 376 Ojeda piensa que era una diosa concebida

desde sus orígenes como diosa de la tierra, con fuertes características nocturnas, de muerte y

maléficas, con tendencias agrícolas e íntimamente relacionada al desmembramiento humano.377

La Historia general de las cosas de Nueva España dice que las cihuateteo eran las mujeres

que morían del primer parto, a las cuales canonizaban por diosas.378 Ellas están juntas por el aire y

aparecen a los que viven sobre la tierra. Enferman a los niños y niñas con perlesía (debilidad

muscular acompañada de temblor). Agrega que “se encontraban en las encrucijadas de los caminos

haciendo daños; por esto les hacían fiesta en su templo o en el cruce de los caminos colocaban

ofrendas de pan hecha de diversas figuras: mariposas, rayos, además de preparar tamales y maíz

372
Spence, 1923, pág. 223.
373
Garibay, 1958, pág. 67.
374
Garibay, 1958, págs. 73.
375
Nicholson, 1971b, pág. 422.
376
Heyden, 1974, 3-14.
377
Ojeda, 1986.
378
Sobre estos ritos consultar a Sahagún, 2003, págs. 609-614.

181
tostado”.379 Todas estas características que mencionamos nos ayudan a una mejor comprensión de

la naturaleza de Itzpapálotl.

Fue regente de la decimoquinta trecena del tonalpohualli que inicia con 1-calli (figura 179),

su nombre calendárico y forma para designarla,380 que es el mismo nombre de una de las

cihuateteo.381 En el libro cuarto de la obra de Sahagún, que trata sobre este signo, nos explica que

era mal afortunado. Cuando reinaba descendían las diosas cihuateteo. “Decían que los nacidos en

esta fecha morirían en la guerra acuchillados en la piedra del desafío o le quemarían vivo, sería en

ella cautivo; que sería esclavo, que él mismo se vendería, comería y bebería su precio. Además

siempre viviría triste y descontento; todos los médicos y las parteras eran muy devotos de este

signo, y en sus casas le hacían sacrificios y ofrendas”.382 Y si era mujer la que nacía en este signo

también era mal afortunada “no era buena para nada, ni para hilar, ni para tejer, risueña, soberbia y

habladora. Y como no sabe ni moler maíz, ni hacer pan, ni otra cosa ninguna, su amo la vendía a los

que trataban esclavos para comer, y así moría en el tajón de los ídolos”.383

En cuanto a los atavíos de esta diosa, no se encuentran tan estandarizados como en otros

seres del panteón azteca, como nota acertadamente Ojeda.384 En los códices en donde aparece

Itzpapálotl, sus elementos iconográficos varían considerablemente. Podemos mencionar así que el

tocado se presenta bajo la forma de un cuauhpilolli, la borla de plumas del dios Mixcóatl.385 Su

afeite facial es color amarillo con un círculo concéntrico sobre la mejilla. En la nariz suele estar un

cuchillo de pedernal. Los ojos, así como la boca, se encuentran descarnados, mostrando enormes

dientes y colmillos. En su aspecto animal se le ve alada, ya sea cómo águila (figura 180) o

mariposa, esta última combinada con cuchillos de pedernal (figuras 179, 181-183). No es de
379
Sahagún, 2003, pág. 79.
380
Caso, 1967, pág. 195.
381
Sahagún, 2003, pág. 400.
382
Sahagún, 2003, pág. 400.
383
Sahagún, 2003, pág. 401.
384
Ojeda, 1986, pág. 16.
385
Sobre este atavío consultar Beyer, 1965c.

182
extrañar que esta diosa aparezca bajo la forma de un lepidóptero, ya que este insecto fue su

nahualli, y forma parte de su nombre. Carlos Hoffmann identifica las mariposas plasmada en los

códices asociadas a Itzpapálotl con la Rothschildia orizaba conocida como la “mariposa cuatro

espejos” (figura 184).386 En el pensamiento prehispánico a estos seres los concebía en diferentes

aspectos, en primer lugar la mariposa es sencillamente el animal de las flores, en el segundo, es la

efigie de la flama y en el tercero, un símbolo del alma del muerto.387

Dentro de las representaciones de relieves en piedra que conocemos y que han sido

identificadas como esta deidad, encontramos la lápida que se recuperó de las excavaciones de Tula,

estado de Hidalgo (figura 185), donde se observa a una diosa en posición de vuelo. Muestra un par

de alas con cuchillos de pedernal. Está ubicada cronológicamente en el Posclásico temprano. Ya en

tiempos mexicas, podemos destacar dos relieves que se encuentran actualmente en el Museo

Nacional de Antropología. Se trata de la base de una caja de piedra donde vemos a la diosa en

posición semejante a la de Tlaltecuhtli (figura 186),388 con la marcada diferencia de que se

esculpieron alas de mariposa rodeadas de cuchillos de pedernal. Otro ejemplo, es un paralelepípedo

(cat. MNA 11-338546699). Cuatro de sus caras tienen la imagen de Itzpapálotl, relieve que fue

cuidadosamente analizada por Ángeles Ojeda (figura 187a). También se debe mencionar la imagen

de la mariposa de obsidiana que se encuentra en un tezcacuitlapilli de piedra verde que se localizó

en la Cámara I (figura 187b) del Templo Mayor.

Creemos importante decir unas pocas palabras sobre el conjunto al que perteneció

Itzpapálotl. En la religión de los antiguos nahuas hay un conjunto de divinidades que giraban

alrededor de una misma idea: el de la diosa madre.389 El concepto adoptó múltiples formas y fue

386
Hoffmann, 1932, pág. 423.
387
Beyer 1965g, pág. 465-468.
388
Ya algunos investigadores han señalado las semejanzas entre estas dos deidades: Gutiérrez Solana, 1983, pág. 25 y
Ojeda, 1986, pág. 75
389
Al respecto de este tema ver Olivier, 2005, págs. 245-271.

183
muy extendido por toda Mesoamérica. En esta figura se conjugaron aspectos que al mismo tiempo

pueden ser benéficos o dañinos –de vida o de muerte, proveedora de los mantenimientos o de

enfermedades-; caracteres que al espectador moderno lucen contrarios o hasta irreconciliables, pero

que para las sociedades que crearon las esculturas coexistieron bajo una lógica particular. El

subgrupo que a continuación examinaremos es el mismo tema de culto que en la propuesta de

Nicholson, pero en el complejo Teteo Innan.

Por la iconografía que muestran los fragmentos del pedestal, nos percatamos que tiene

características nocturnas, mortuorias y maléficas, con tendencia agrícola, íntimamente relacionadas

al ritual de desmembramiento humano. Ideas que se encuentran en concordancia con los relieves

que aquí se analizan.

ITZPAPÁLOTL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1721
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 47 x 22 x 19.5 cm
PESO: 15.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 188
Los siguientes fragmentos fueron recuperados por el equipo del Proyecto Templo Mayor

durante su primera temporada. De acuerdo con la arqueóloga Isabel Gutiérrez, el descubrimiento

fue en mayo de 1981,390 en la capa III del relleno constructivo frente al acceso del ala norte de la

Casa de las Águilas (plano 3), y en la alfarda este de dicha entrada, en las calas comprendidas U´-

R´, cuadro 63. Que corresponde a la etapa 4 del edificio (c. 1486 d. C.).391 Los pedazos se

encontraron cerca unos de otros.392 Desafortunadamente no se unen. Por sus características

morfológicas y de manufactura nos hacen suponer que pertenecieron a una misma escultura.

390
Gutiérrez Sansano, 1981.
391
López Luján, 2006, pág. 37.
392
Gutiérrez Sansano, 1981.

184
Se ha pensado que estos pedestales de forma cuadrangular sirvieron como cuauhxicalli.393

Otros especialistas argumentan que tenían una función de pedestal para imágenes sagradas.394

Nuestro ejemplo se trata de un fragmento de bloque cuadrangular, que en dos de sus caras

presenta relieves. La pieza en algún momento tuvo la forma de un cubo. En sus paredes se observan

dos personajes. En el primero se ven tres elementos lanceolados, cada uno con cuchillos de pedernal

en su interior. Desafortunadamente no se localizó el resto del cuerpo. Pero si la comparamos con la

figura 187a nos daremos cuenta que la pieza aquí tratada es la parte posterior de Itzpapálotl bajo su

forma de mariposa. El insecto se encuentra descendiendo. Una serie de líneas onduladas que

representan un líquido, agua tal vez, le sirve de fondo. Como es propio de este tipo de esculturas

hay una banda ancha y lisa que sirve como marco para la escena.

Al comparar los elementos de la lápida que se encuentra en el Museo Nacional de

Antropología y la que se extrajo del patio norte de Templo Mayor nos daremos cuenta de que hay

grandes similitudes formales y estilísticas, lo que nos hace pensar que la escena plasmada en las dos

piezas son idénticas, o al menos muy parecidas: mariposas que descienden, rodeadas por partes

humanas que fueron cercenadas y de las que salen gruesos chorros de sangre. Agreguemos que

ambas fueron esculpidas en el mismo tipo de roca. Por el estilo escultórico, tal vez provengan del

mismo taller.

Hay que mencionar brevemente una aparente contradicción. Se ha dicho que Itzpapálotl

significa “la mariposa de obsidiana”. Lo que se observa en la iconografía dentro de las alas no son

cuchillos de este vidrio volcánico de coloración oscura, sino elementos lanceolados con diseños al

interior, una forma muy típica para representar al pedernal o técpatl. Un técpatl también puede

simbolizar lo árido, lo seco, relacionado con la zona norte, el Mictlampla, denotando a su vez lo que

393
Caso, 1967, págs. 200-207.
394
Nicholson, 2006.

185
hiere y lesiona, y principalmente un elemento celeste. Todas estas ideas se encuentran en

concordancia con Itzpapálotl.

ITZPAPÁLOTL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1101
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 28 x 35 x 29 cm
PESO: 10.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 189
Localizada espacialmente muy cerca del elemento anterior, pensamos que son parte de la

misma escultura. El fragmento tiene tres de sus caras con relieves. En la primera de ellas se tallaron

dos lóbulos simétricos y adornados por dos pequeños círculos concéntricos al interior y seis que lo

rodean en el exterior. Esta es la conocida representación del hígado humano,395 que fue cortado

como lo señala el diseño ondulado de la parte superior. A la izquierda se aprecian una formación

triangular con reborde al interior. Posiblemente sea un fragmento de ala de mariposa. La escena se

encuentra sobre un fondo de líneas ondulantes, una forma para designar un medio acuoso, en donde

hay restos de pigmento rojo y con un reborde a manera de marco en los extremos.

La razón por la que se esculpió el hígado se debe a que, de acuerdo con las concepciones

náhuas del siglo XVI, allí se aloja el ihíyotl, una de las tres almas del cuerpo. De acuerdo con López

Austin,396 cada una de estas entidades anímicas está vinculada con un sector determinado del

cosmos. Menciona que hay una relación entre el ihíyotl y la tierra. Desde el hígado, el ihíyotl

controlaba a la vez la vida, el vigor, la sexualidad y el proceso digestivo. En opinión de Ojeda, este

órgano fue dado a la tierra pues fue grande la cantidad de sangre que se obtenía en el momento de

realizar el desmembramiento de la victima; la considera una ofrenda típica para la diosa tierra. 397

La siguiente cara presenta una mano izquierda. También fue cortada y tiene el muñón

expuesto, del cual salen tres chorros de sangre rematados en círculos concéntricos denotando
395
De acuerdo con Beyer, 1940 pág. 161-164; y Caso, 1967, págs. 200-207.
396
López Austin, 2004, pág. 258-262.
397
Ojeda, 1986, pág. 54.

186
preciosidad. La extremidad muestra su cara dorsal, de la cual sólo se aprecia en su totalidad el dedo

pulgar. Los demás están incompletos. En su interior hay dos círculos concéntricos. Los elementos

descritos se encuentran sobre un fondo de líneas onduladas, donde hay restos de color rojo. La

escena es delimitada por un marco liso.

El último relieve corresponde a un pie derecho cortado a la altura del tobillo. Llegó a tal el

detalle con que se esculpió esta pieza que se representaron las uñas de los dedos. El diseño que se

observa en la articulación nos dice que se encuentra cercenado, con su muñón sangrante. También

se ven los cinco dedos del pie; todo sobre un fondo de líneas ondulantes con restos de pigmento rojo

y su marco esculpido.

ITZPAPÁLOTL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1140
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 28 x 26 x 19 cm
PESO: 12.25 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 190
Tiene dos de sus caras esculpidas. En la primera se representó en bajorrelieve un hueso largo

humano. Por su morfología podemos pensar que es un fémur. Su diáfisis tiene un diseño en forma

de herradura del que salen volutas, tal vez chorros de sangre. En la parte superior izquierda se

aprecia un diseño triangular con reborde interno; se trata de los restos de las alas de mariposa. Toda

la escena se plasmó sobre un fondo de líneas ondulantes, posiblemente la representación de un

medio acuático. Podemos ver en el exterior el conocido marco esculpido marcado por líneas

paralelas. La otra cara únicamente tiene un círculo concéntrico y un fondo de líneas onduladas. La

pieza aún tiene restos de arcilla negra y pigmento rojo.

ITZPAPÁLOTL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 10-253245 no fue inventariada en el PCTM
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 26 x 23 x 22 cm
PESO: 18 kg
COLOR: N5 Medium gray

187
FIGURA: 191
Fragmento con diseños en tres de sus caras. En la primera se perciben en bajorrelieve, dos

lóbulos simétricos con pequeños círculos concéntricos al interior y seis que lo rodean en el exterior.

Es la conocida representación del hígado humano con el símbolo de corte de donde sale un chorro

de sangre, todo sobre un fondo de líneas ondulantes, posiblemente agua.

En su otra cara encontramos la representación de una mano humana izquierda, de la que sólo

queda el dedo pulgar completo. El resto aún conserva pequeños fragmentos, con su muñón; el que

tiene el símbolo de corte del cual salen varios hilos de sangre; rodeado por el marco liso y ancho.

En la tercera superficie tiene un fragmento de mano (¿izquierda?) del que sólo queda la parte distal

de tres dedos sobre un fondo de líneas ondulantes rodeado por el marco arriba descrito.

188
Coatlicue

Se trata del relieve con mayor grado de complejidad en nuestro corpus. Fue parte de un

paramento vertical; únicamente presenta relieves en una de sus caras ya que el resto fue modificado

posiblemente durante la Colonia. Es la única pieza de la diosa dentro de nuestro corpus lo que

significa un 1.52% del total (figura 192). Contrario a lo que pasa con la mayoría de las piezas de

nuestro estudio, de este fragmento conocemos su procedencia espacial: en un edificio de gran

importancia al norte del Templo Mayor, en la llamada Casa de las Águilas. De acuerdo con el

arqueólogo Francisco Hinojosa, esta escultura se localizó en las calas J´-K´, cuadros 56-57, en el

pozo n° 2, que fue un basurero colonial (plano 4). El hallazgo ocurrió durante la primera mitad del

año de 1982 (figura 193). Según los informes de la excavación este pozo posiblemente se hizo para

la extracción de agua y después fue rellenado con basura, cerámica, vidrio, hueso metal, etcétera.

Teniendo entre los materiales arqueológicos fragmentos de mayólica de Puebla del siglo XVI, se

pueden fechar en este periodo.398 La imagen se registró como el elemento 37. Por la iconografía que

muestra y los reportes arqueológicos podemos decir que el monolito seguramente fue hecho pocos

años antes de la llegada de los españoles a Tenochtitlan.

Representa a Coatlicue (“la de la falda de serpientes”) otro aspecto de la Tierra; la gran

madre de cuyo seno nace toda vida, los mantenimientos y el maíz. Este numen también tiene un

lado siniestro. Recordemos que era ella quien devoraba al Sol.399 Coatlicue fue un aspecto de

Cihuacóatl, advocación de la tierra voraz y madre tolteca de la tierra.400 Es la madre de

Huitzilopochtli, Coyolxauhqui y los centzonhuitznahua (“los cuatrocientos surianos”) es decir del

Sol, la Luna y las estrellas.

398
Hinojosa, 1982.
399
Seler, 1992, págs. 123-127.
400
Pasztory, 1983, págs. 157-160.

189
En un mito registrado por Sahagún, se cuenta que en el cerro de Coatépec (“Cerro de las

Serpientes”), cerca de Tula, habitaba una mujer de nombre Coatlicue y allí hacía penitencia

barriendo. Ella era madre de Coyolxauhqui y los centzonhuitznahua. Cando barría, bajó del cielo

una bola de plumas finas que guardó en su seno. Al terminar su labor, buscó la pluma pero nada

encontró, en ese momento quedó encinta. Coyolxauhqui y los cuatrocientos surianos se ofendieron,

se sintieron deshonrados y acordaron matar a su madre. Poco antes de llevar a cabo el matricidio,

nace Huitzilopochtli ya adulto y completamente armado (figura 204). Decapita y despedaza a

Coyolxauhqui, y vence al resto de sus hermanos.401

Elizabeth Boone dice que, iconográficamente hablando, Coatlicue pertenece a esos seres

sobrenaturales, celestes, femeninos, que se creía que descenderían para devorar a los hombres al

terminar el Quinto Sol; las tzitzimime.402 Las cuales en la mayoría de sus imágenes tienen la cara

descarnada, gesto feroz, pelo crespo decorado con banderas de sacrificio. Sobre las coyunturas

ostentan mascarones de seres telúricos, un collar de manos y corazones. Inclusive, en una imagen

del Códice Magliabechi, se alcanza a ver una serpiente de cascabel que baja por la entrepierna

(figuras 198, 199).

En las imágenes en piedra se ve a la deidad con el pecho descubierto flácido, los brazos

pegados a los costados y dirigidos hacia el frente. Las manos y pies son sustituidos por grandes

garras (figuras 195a y 205). Más abajo se ve un cinturón de serpiente (figuras 195a, 202) con un

nudo al frente rematado por un enorme cráneo. En la zona baja de la espalda penden tiras de cuero

trenzadas y caracoles del género Oliva (figura 200). El atavío que califica a Coatlicue es una falda

de serpientes entrelazadas. Algunas veces tiene ajorcas decoradas con cascabeles de cobre (figura

200), y una enorme serpiente ondulante y reticulada que baja por entre las piernas (figura 195a).

401
Sahagún, 2003, págs. 300-302.
402
Boone, 1999, págs. 197-198.

190
Eran varias las celebraciones dedicadas a Coatlicue. Una de ellas fue Tozoztontli (“Pequeña

velada”). En esta festividad los pobladores de Tenochtitlan “ofrecían las primicias de las flores en el

templo llamado Yopico. Antes de que las ofrendaran nadie osaba olerlas. Los oficiales de las flores,

los xochimanque, hacían fiesta a su diosa Coatlicue, que tenía por otro nombre Coatlantonan”.403

Se comenta que los xochimanque le tenían gran devoción. Por esto hacían fiestas y

sacrificios en el último día de Tlacaxipehualiztli. En esta ceremonia se hacían unos tamales que se

llamaban tzatzapaltamalli, de bledos o cenizos. Los preparaban principalmente los del barrio de

Coatlan,404 y los ofrecían frente a Coatlicue.405

Durante el sexto día de quecholli, que se llamaba zacapanquixoa, mataban dos esclavos a

honra de Mixcóatl y Coatlicue. Que en este contexto aparece como su mujer. Quienes compraban a

las víctimas eran los calpixque (funcionarios cuya actividad principal era la recolección de tributo).

Asimismo mataban muchas mujeres, a las cuales llamaban Cóatl incue. En la noche del vigésimo

día debían velar y se les extraían cabellos de lo alto de la cabeza. Antes del amanecer se les

conducía al lugar de su suplicio, sacrificando primero a las Coatlicue en el templo denominado

Coatlan, y después se mataba a Mixcóatl.406

En la clasificación de Nicholson coloca a Coatlicue en el tema de culto III, dentro del

complejo Teteoinnan. Todas estas diosas parecen estar relacionadas con la noción de fertilidad

materna.407 Particularmente como proyección en la tierra. El ejemplo que aquí tratamos es una

imagen de la diosa madre, la gran dadora de vida, pero en un aspecto amenazante y terrible.

Podemos adelantar brevemente que, por la iconografía que muestra, tiene características que la

403
Sahagún, 2003, págs. 186-190.
404
Según González Aparicio, 1973, Coatlan formaba parte de Tenochtitlan como uno de sus barrios y estaba situado
hacia el noroeste de la ciudad.
405
Sahagún, 2003, pág. 139.
406
Sahagún, 2003, pág. 245.
407
Nicholson, 1971b, pág. 421.

191
relacionan con Tlaltecuhtli o Cihuacóatl-Quilaztli. Evidencias que apoyan las ideas del investigador

norteamericano.

COATLICUE
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1516
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 76 x 53 x 62 cm
PESO: más de de 300 kg
COLOR: N4 med. dark gray
FIGURA: 194
Por cuestiones de método, la figura se describirá en dos planos. En el primero se distingue

una pierna, que en la parte superior tiene dos serpientes. De ellas únicamente podemos ver las

cabezas y parte de los cuerpos cubiertos por escamas y bandas que se extienden de un lado a otro a

lo ancho. Muestran largas lenguas bífidas. Sobre la serpiente que está en la parte superior hay una

tira reticulada que hasta el momento no hemos podido identificar. En las imágenes comparativas lo

más cercano es un máxtlatl de una víctima de sacrificio visto en la Piedra de Itzpapálotl408 y los

pendientes de tela que ostenta Tlaltecuhtli en las orejas (figuras 213, 216a). Por la posición que

ocupan los ofidios en el cuerpo del ser fantástico, a la altura de la cintura, sumado a los restos de un

tercer reptil que se percibe en el fondo, suponemos que todas ellas formaron parte de una falda

compuesta por varios de estos animales. Existen otras piezas similares que nos sirven de

comparación. Uno de ellos es el monolito que se exhibe en Museo Nacional de Antropología, en el

cual tiene esculpidos varios de estos ofidios (figura 195). Otros ejemplos son dos fragmentos que

están en ese mismo recinto (figuras 196, 197).

Al bajar la vista un poco, en la rodilla, se perciben los restos de un círculo concéntrico,

complementado con tres elementos curvos, largos y agudos. Podría ser parte de un mascarón de un

ser telúrico. Dichas caras aparecen con frecuencia sobre las coyunturas, en tobillos, rodillas, codos,

408
Ojeda, 1986.

192
muñecas, sobre deidades de la tierra y de la muerte (figuras 198, 199); su acomodo se da en

conjuntos de cuatro y cinco ejemplares.

Más abajo apreciamos un par de pequeñas tiras horizontales con tres figuras colgantes, que

podemos identificar como cascabeles periformes409 (similares a los que se ven en la figuras 195,

197, 200). El pie termina con un ojo circular rematado por una gran ceja, lisa en su totalidad y

cuatro enormes colmillos, curvos y afilados. Se trata de otro mascarón, semejante al de la rodilla

que al mismo tiempo es una garra (figuras 195a, 198-200).

Bajo la extremidad salen tres bandas angostas con divisiones al interior, con una figura

elíptica al centro. Estos diseños podrían tratarse de una flama o tal vez plumas largas.

Toca el turno a la descripción del segundo plano de la imagen. De la entrepierna de la figura

sale una serpiente que se dobla hacia arriba hasta alcanzar la altura de la cintura. Por la posición que

adopta, podemos decir que está en actitud de acecho. Sobre su cabeza hay dos series de plumas. Las

de mayor altura son largas y se doblan hacia un costado; las de abajo son cortas y semejan a las del

tocado de Cihuacóatl-Quilaztli y Coatlicue en los documentos pictóricos (figuras 201, 202). Al

parecer son de águila. En la opinión de León-Portilla esta divisa es un atributo de la diosa madre en

un aspecto guerrero.410 La totalidad de la cabeza del ofidio se encuentra cubierta por escamas. De la

maxila salen dos dientes curvos y un colmillo que es más largo y agudo que los otros. 411 Los tres

tienen delineada su respectiva encía. Tiene una larga lengua bífida, como las otras cabezas de

serpiente que se encuentran en la falda.

El resto del cuerpo de las sierpes se aprecia cubierto con motivos reticulares y entrelazados,

que conforman un patrón de rombos, cada uno de los cuales tiene inscrito al centro un

409
Siguiendo la propuesta de Schulze, 2008, pág. 236.
410
León-Portilla, 1958, pág. 136.
411
Esta característica se observa en las serpientes de cascabel, Norma Valentín, comunicación personal, febrero 2010.

193
chalchihuite.412 Estos rombos ondulantes son indicación de la textura del cocodrilo, animal asociado

a la tierra,413 al igual que las serpientes, tortugas y animales nocturnos, como los murciélagos que

los tienen sobre las alas. A intervalos regulares se sobreponen a dichos motivos pares de anillos

transversales similares a las coralillos y falsas coralillos.414 La zona ventral también fue cubierta por

estas láminas de origen dérmico. Hacia la parte media del cuerpo existe una voluta que se dobla

hacia arriba. Una vez más estamos frente a una larga pluma. Bajo ésta hay una figura lanceolada

con diseños geométricos al interior. Al parecer es una mandíbula con tres dientes con la parte distal

apuntando hacia abajo. En este caso se trata de la representación típica de un cuchillo de pedernal o

técpatl.415 Pensamos que otra de las causas por la que este artefacto se esculpió fue para simbolizar

la agresividad de la sierpe. Este ser combina las características vistas en varias serpientes cuyos

cuerpos fueron cubiertos con plumas y cuchillos respectivamente, como las observadas en un par de

urnas de las ofrendas 14 y 10 del Templo Mayor (figura 203).

Entre la pierna del ser antropomorfo y la serpiente más larga hay un conjunto de plumas de

águila, similares a las observadas en los pies de la diosa Coatlicue del Museo Nacional (figura 200).

En un estudio reciente sobe la mencionada escultura, López Luján propone que estas extremidades

corresponden a las finas “plumas laterales” propias de las águilas. De acuerdo con este autor “se

trata de estructuras especiales que tapan los flancos plegándose y desplegándose a voluntad del

animal”.416 Finalmente diremos que la totalidad de nuestra escena se ve delimitada por una banda

lisa que se encuentra al frente de la diosa.

En resumen, nuestra imagen se trata de Coatlicue. Posee muchas de sus insignias

iconográficas: mascarones de seres telúricos y pertenecientes a la muerte. La sustitución de pie por

412
Al analizar el monolito de Coatlicue, Fernández, 1959, págs. 214, sugiere que estos diseños significan preciosura.
413
Beyer, 1965b, págs. 124-133.
414
López Luján, 2009a, pág. 185.
415
Para mayor información sobre las representaciones de cuchillos de pedernal ver la sección de elementos rituales de
este trabajo en 4.4.9.
416
López Luján, 2009a, pág. 193.

194
garras, las plumas laterales similares a las que presentan las águilas, un animal celeste; cascabeles

que cobre como ajorcas; una gran víbora que sale de la entrepierna decorada con motivos

relacionados a la tierra, el inframundo y la muerte. Pero tal vez lo más sugerente sea una serie de

serpientes en la zona de la cadera, restos de un enredo, similar al que se muestra en la figura 195b.

Hasta el momento esta es la única representación de piedra reportada que se plasmó en dos

dimensiones de la madre de Huitzilopochtli. La imagen muestra elementos iconográficos que la

ligan con la tierra, el inframundo y la muerte. En palabras de Nicholson, “la diosa es al mismo

tiempo útero y tumba de toda vida”.417

Seguramente cuando se encontraba en funcionamiento se le vio formando parte de una

escena de uno o varios paneles; muy posiblemente en un muro o piso.

417
Nicholson, 1971b, pág. 422.

195
Tlaltecuhtli

Son cuatro las imágenes de Tlaltecuhtli que se han identificado de este conjunto y

constituyen el 2.63% de nuestro corpus (figura 206). Los dos primeros ejemplos forman parte de

una misma pieza. Por desgracia, fue rota, separada y enterrada por los mismos mexicas. Suponemos

que su forma original era similar a la de un cubo, cuyas cara superior e inferior mostraba a la deidad

de la tierra en dos aspectos diferentes.

El tercer relieve es muy similar al anterior conceptualmente hablando. Una vez más, la figura

de la diosa se presenta en un bloque de piedra que simula un pedestal o zócalo para otra escultura.

En la cara superior se esculpió a Tlaltecuhtli en su aspecto masculino. Lo que la hace distinta es que

en la inferior se encuentra la diosa madre de la tierra, pero bajo el aspecto de Itzpapálotl, rodeada

por miembros humanos cercenados con gruesos chorros de sangre saliendo de ellos. Hasta donde

tenemos conocimiento, dicha composición no ha sido reportada.

El último de los casos contrasta con los anteriores. Se trata de la efigie de Tlaltecuhtli pero en

su aspecto zoomorfo. El relieve presenta un fragmento de la cabeza de una serpiente con sus

enormes fauces abiertas, dejando a la vista una serie de dientes y un gran colmillo. Esto se

complementa con una gran sierpe, que sale de la base de la cabeza, cuyo cuerpo está cubierto por

escamas.

De entre las obras que esculpieron los mexicas, una de las de mayor recurrencia es la deidad

terrestre, Tlaltecuhtli (“Señor/Señora de la Tierra”). Esta denominación puede referirse tanto al

género masculino como al femenino. No es de extrañar que los antiguos nahuas pensaran en un ser

ambiguo. Como lo explica Mircea Eliade: “en muchos pueblos del mundo ni siquiera es necesario

precisar su género ya que muchas divinidades de la tierra, son indistintas”.418

418
Eliade, 1986, pág. 240.

196
En la época prehispánica la tierra fue pensada como un ser espinoso, como el animal

llamado cipactli, en parte un cocodrilo y pez (figura 207). Otras como un sapo. La imaginaban

flotando sobre un enorme cuerpo de agua.

La deidad terrestre ocupaba un lugar importante en la religión de los mexicas. En historia

general de las cosas de nueva España se menciona la necesidad de los hombres de servir tanto a la

tierra como al Sol.419 Durán dice que: “le tenían gran honor y que le reverenciaban con grandes

sacrificios y ofrendas”.420 En el tonalámatl del Códice Borbónico ocupa el segundo lugar de la serie

de los trece señores de la noche (figura 209). Era la devoradora del Sol durante el atardecer (figura

208). También engullía la sangre y corazones de las victimas sacrificiales y el alma de los muertos.

Hasta el momento no se ha encontrado un adoratorio específico donde recibiera culto, como

lo hace notar Eduardo Matos.421 Fray Bernardino de Sahagún tampoco menciona ningún templo

dedicado al dios en su relación de los 78 edificios que se encontraban en el interior del recinto

sagrado.

Las maneras en las que se representó a Tlaltecuhtli no fueron exactamente las mismas.

Existen diferencias de forma y contenido. Desde hace tiempo los expertos se percataron de estas

características y propusieron varias clasificaciones. En 1967, H.B. Nicholson describe tres tipos de

figuras: a) un “monstruo” con las fauces abiertas y vientre hacia arriba (figuras 211 y 212); b) con

rostro humano y la boca abierta (figura 213); c) en la figura se mezclan atributos de Tláloc, y el

cuerpo se ve agazapado (figuras 210, 214).422 En 1983 Nelly Gutiérrez distingue tres variantes

basadas en la forma del rostro. Dos de ellas tienen la cara zoomorfa (figuras 207b, 208, 209, 211 y

419
Sahagún, 2003, pág. 485, menciona que “el dios de la tierra abre la boca con hambre de tragar la sangre de muchos
que morirán en esta guerra. Parece que se quieren regocijar el Sol y el dios de la tierra, llamado Tlaltecuhtli. Quieren dar
de comer y de beber a los dioses del Cielo y del Infierno, haciéndolos convite con sangre y carne de los hombres que
han de morir en esta guerra”.
420
Durán, 2002, pág. 332.
421
Matos, 1997, pág. 19.
422
Nicholson, 1967.

197
212) y la tercera antropomorfa (figura 214).423 En 1997 Eduardo Matos observa que fueron cuatro

las formas del numen.424 Las dos primeras tienen rostro y cuerpo humanos (piensa que son

masculinas y femeninas) (figuras 210, 213). Al tercer grupo las denominó zoomorfo femenino

(figuras 211 y 212). Mientras que el cuarto grupo son representaciones con el rostro de Tláloc.

Nos podemos dar cuenta que los elementos iconográficos de Tlaltecuhtli dependen del

aspecto que adopte. Cuando es antropomorfa femenina tiene piernas y brazos flexionados,

separados a los costados, los que se ha interpretado como una actitud de dar a luz;425 que constituye

una de sus características más destacadas, pero la posición también se encuentra en Itzpapálotl (otro

aspecto de la diosa madre). El rostro sea humano (o zoomorfo) tiene cabello ensortijado. Muchas

veces allí se puede ver el malinalli (figura 213b), e insectos asociados con la noche y el inframundo

como ciempiés, escorpiones, arañas, serpientes.426 En algunos casos porta espinas de maguey u ojos

de la noche pedunculados (figuras 215 y 216b). La boca muchas veces descarnada, puede mostrar

uno o varios cuchillos de pedernal y grandes dientes (figuras 209, 212 y 213). Las mejillas se

encuentran adornadas por un par de círculos concéntricos (figuras 213b, 216a). 427 De las orejeras

circulares sale un pendiente con el símbolo de lo precioso. En el ombligo puede existir un enorme

quincunce, un chalchihuite o un personaje mitológico saliendo (figuras 210 y 216).

Puede presentar máxtlatl con uno de sus cabos cayendo hacia el frente (figura 214) o cueítl

con diseños alternados de huesos cruzados y cráneos (figuras 216). Se complementa con una cuerda

y pendientes cuadrangulares. La falda se combina con una divisa dorsal de piel de jaguar, una faja

de estrellas de la que caen varias tiras de cuero rojo trenzadas. Además de pulseras y ajorcas de

piel. Sobre las coyunturas puede tener mascarones de seres telúricos o cráneos humanos (figuras

423
Gutiérrez Solana, 1983, pág. 23
424
Matos, 1997.
425
Nicholson, 1967, pág. 82
426
Nicholson, 2006.
427
También presentes en deidades relacionadas con la tierra y la oscuridad.

198
211, 215, 216, 220). Porta un cinturón con broche de cráneo, plumas y caracoles del género Oliva

(figuras 211, 212 y 216a), conocido como citlalicue. Además la falda tiene una decoración

distintiva: cráneos humanos, huesos largos cruzados, una cuerda y flecos reticulados (figura 294).

En su aspecto masculino luce un tocado compuesto por una banda en forma de “U” invertida.

Se complementa con tres círculos que están sobre la frente (figuras 210 y 214). Tanto en las manos

como en los pies se pueden observar enormes garras curvas que sostienen cráneos humanos (figuras

210 y 217b). Porta sandalias que cubren por completo los pies, cuyas puntas se dirige hacia arriba;

en la zona de la talonera tiene una cruz de san Andrés. Bajo esta apariencia es frecuente que porte

indumentaria similar a la de Tláloc (amacuexpalli, “anteojeras”, “bigotera”, grandes colmillos

saliendo de la boca, orejeras).428

Otra de las particularidades de este numen es que por lo general su imagen se encontraba

oculta al observador: en la superficie que está en contactó con el suelo, o la cara inferior de otras

esculturas (figura 210-212). Aunque existen ejemplos contrarios, como en el Teocalli de la Guerra

Sagrada

Un mito escrito en la Histoire du Mechique cuenta la creación de la tierra hecha por

Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Ambos convertidos en dos enormes serpientes bajaron del cielo a la

diosa. Cada uno la sujetó de una de las extremidades y la apretaron tanto que hicieron que se

partiera por la mitad. Tlaltecuhtli veces lloraba durante las noches, pues quería comerse los

corazones de los hombres, y no guardaba silencio hasta que los recibía. Tampoco produciría frutos

sin antes remojarlos en la sangre. Enojados los dioses por esta iniciativa, decidieron compensarla:

“de esta manera todos los frutos de la tierra indispensables para los hombres nacerían de ella”. 429

428
Comparar con las insignias de Tláloc en 3.1.2.2.
429
Garibay, 1964, pág. 180.

199
Estos eventos ocurrieron en el año 1-tochtli (“1-conejo”) que representa el día en que fue creada y a

su vez su nombre calendárico (figura 210).430

La deidad de la Tierra es el modelo ideal para mostrar las complicaciones al clasificar a los

dioses en categorías rigurosas o excluyentes, ya que puede entrar en el tema que trata a la lluvia, la

humedad y la fertilidad agrícola o en el de alimento del Sol y la Tierra por medio de sangre. Debido

a que el panteón mexica está integrado por divinidades que se funden unas con otras. Por ejemplo,

con la idea de la diosa madre que demuestra varios aspectos como la de deidad de la tierra benéfica

o bajo un aspecto terrible. Ya que los dioses cambian considerablemente de atributos y naturaleza

cuando realizan diferentes funciones.

Son varias las causas por las se incluyó en este tema de culto a la deidad terrestre. La

principal es por la iconográfica que presentan los relieves. Otra causas es debido a que tiene entre

sus principales funciones la de ser la devoradora de diferentes seres, la destinataria final de los

corazones y sangre humana, pero también era la creadora de todos los seres vivos.

TLALTECUHTLI
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1526, 1501, 1117, 1171
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 77 x 68 x 21 cm
PESO: 138.25 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 217
Durante los últimos meses de 1981 se exploró la zona norte del Templo Mayor, en la

intersección de la cala G con el cuadro 60 (plano 5), al este del edificio conocido como la Casa de

las Águilas.431 En los reportes de las excavaciones, la arqueóloga Isabel Gutiérrez Sansano informa

el descubrimiento de una figura antropomorfa cubierta con pigmento azul, sedente con los brazos

descansando sobre las rodillas, el signo 5-cuetzpallin en la espalda y el dibujo de una mano sobre la

430
Caso, 1967.
431
Olmedo, 2002, pág. 269-281.

200
boca (figura 218a).432 Dichas características relacionan a la escultura con el dios Xochipilli.

Cubriendo esta figura estaban los restos del relieve que aquí tratamos. Temporalmente se le puede

asociar a la Etapa VI del Templo Mayor, que abarca un periodo de años entre 1486 a 1502. D. C.

Como lo indica un esquema hecho por el arqueólogo Guillermo Ahuja (figura 218b).

La escultura fue rota intencionalmente por los mexicas. Por la forma de los fragmentos

podemos inferir que se esculpió en un bloque sólido limitado por seis paralelogramos, cuyas caras

opuestas eran iguales. En cuatro de de sus paredes tiene diseños similares entre sí, y en las otras dos

(la superior e inferior) hay seres antropomorfos.

De la cara 1 contamos con las extremidades inferiores de un personaje masculino con las

piernas abiertas a los costados. Tiene un máxtlatl de nudo sencillo, con una tira al frente, compuesto

por un paño colgante de forma trapezoidal con reborde. Sobre el braguero tiene los restos de un

gran quincunce. En los pies porta sandalias cuyas puntas se dirigen hacia arriba, en la talonera hay

un motivo en forma de cruz y círculo al centro; es un quinterno.

En la cara 2, la inferior, se esculpió un personaje femenino del que se aprecian las

extremidades inferiores con las piernas separadas hacia los lados. En lugar de presentar las sandalias

tiene cinco garras curvas.433 Porta una divisa dorsal de siete tiras colgantes de cuero y rematadas por

caracoles marinos del género Oliva, similar a las que se muestran en las figuras 211, 212 y 216a.

En las caras 3-6 se esculpieron figuras geométricas idénticas. Son formas triangulares de las

que sale una espiga unida a una banda lisa y ancha; más abajo se ve una serie de grandes círculos

concéntricos que representan chalchihuites; más abajo se ve otra banda lisa. Para terminar, otra vez

los triángulos como los arriba descritos. Estos grabados posiblemente nos estén indicando la textura

del monstruo de la tierra (figura 207). Una reconstrucción hipotética se muestra en la figura 217f.

432
Gutiérrez Sansano, 1980.
433
Este rasgo encuentra lógica en Mendieta, 2002, pág. 186, quien dice que “a la tierra tenían por diosa y la pintaban
como rana fiera con bocas en todas las coyunturas llena de sangre, diciendo que todo lo comía y tragaba”.

201
Esta escultura y el relieve de Tlaltecuhtli antropomorfo que se exhibe en la sala 2 del Museo
434
del Templo Mayor (figura 213) (num. de cat. 10-220483) son parte de la misma pieza. Lo

suponemos debido a que coinciden en tamaño, tipo y color de piedra, estilo iconográfico y que las

imágenes se complementan. Los reportes de excavación mencionan que ambas efigies de piedra se

encontraron en la misma capa y a pocos metros la una de la otra (plano 5). La figura fue encontrada

asociada al Templo Rojo Norte o edificio C.435 Lo que implica que los mexicas rompieron la pieza y

que sus restos fueron colocados por una zona amplia.

En cuanto a su función, se ha pensado que estos pedestales de forma cuadrangular sirvieron

como bases para imágenes sagradas.436 Idea que parece confirmarse cuando se descubrió la

asociación directa entre la efigie que aquí tratamos y una escultura de Xochipilli, que tiene la fecha

5-cuetzpallin.

Hay otras esculturas similares que fueron encontradas en la misma zona, como el ejemplo

que se exhibe en la sala 6 del Museo del Templo Mayor, localizado en cala G´ cuadro 50. El relieve

fue reutilizado después, durante la Colonia como capitel de una columna.437 La escultura presenta

los mismos diseños (figura 220). En las caras superior e inferior tiene a Tlaltecuhtli (masculino y

femenino). En las caras 3-6 se esculpieron formas triangulares de las que sale una espiga unida a

una banda lisa y ancha, seguida de círculos concéntricos.

TLALTECUHTLI
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1777
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 22 x 47 x 23 cm
PESO: 25.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 221

434
Al respecto la arqueóloga Isabel Gutiérrez reporta que dicho relieve se encontró muy cerca del que aquí tratamos, en
la cala C cuadro 61.
435
Olmedo, 2002, págs. 269-281.
436
Nicholson, 2006.
437
Gutiérrez Sansano, 1981, menciona que se encontró reutilizada por los españoles, fue modificada principalmente en
uno de sus costados.

202
Relieve localizado en mayo de 1981 frente a las escalinatas de la Casa de las Águilas, al

norte del Templo Mayor, en un relleno constructivo. La pieza fue hecha en un bloque cuadrangular.

Allí se observan dos personajes en bajorrelieve. El primero ya fue descrito e identificado como

Itzpapálotl.438 El otro es la representación de un ser antropomorfo masculino agazapado, con las

piernas flexionadas y separadas a los costados. En el pie derecho se puede ver un fragmento de la

sandalia, con su reborde superior y un elemento de cuatro lóbulos en la zona del tobillo, un

quincunce. Tiene un máxtlatl con pigmento rojo. Al igual que la efigie de la “Mariposa de

Obsidiana”, Tlaltecuhtli se encuentra sobre un fondo de líneas onduladas que denotan un medio

acuático o un cuerpo de agua.

TLALTECUHTLI
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1169
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa porosa
DIMENSIONES: 23 x 42 x 23 cm
PESO: 27 kg
COLOR: 5 R ¾ Dusky red
FIGURA: 222
Fragmento de forma rectangular. En una de sus caras laterales tiene la representación en

bajorrelieve de tres cráneos humanos que se encuentran en secuencia. Todos están parcialmente

descarnados. Tienen frente pequeña, ojos en forma de círculos concéntricos y una ceja prominente.

La nariz se muestra como una línea que se prolonga y se dobla hacia arriba. En su base sale otra que

también se dobla hacia arriba, pero que se encuentra inserta en la parte posterior del cráneo de

enfrente. La boca está abierta, descarnada mostrando los dientes y con la lengua de fuera. Estas

imágenes las podemos ver esculpidas en procesión en las paredes laterales de zócalos

cuadrangulares y paneles limitados por pleitas (figura 223) o en peanas y mesas dispuestas para la

liturgia.

438
En 3.1.2.6.

203
En otra de sus caras tiene representada a Tlaltecuhtli en su aspecto zoomorfo. Se trata de la

cabeza de la deidad con las fauces abiertas (similar a las que se muestran en las figuras 208, 209,

211, 212). Se forma por dos bandas paralelas armadas de por lo menos dos dientes y un enorme

colmillo. Más abajo, se puede ver una de las fosas nasales similares a las que muestran los reptiles.

De la cabellera sale una gran serpiente cubierta de escamas, con dos colmillos grandes y una lengua

bífida.

204
Xólotl

Dentro del corpus se identificó un sólo caso de Xólotl, lo que significa un 1.52% dentro del

total (figura 224). Al hacer el recuento de los diferentes elementos de la imagen en cuestión, surgen

varias hipótesis sobre su identidad. Una de ellas es que se trate de Quetzalcóatl, otra es que sea

Xólotl. Nos inclinamos por la segunda ya que únicamente al dios que acompaña a los muertos al

inframundo se le representó con las insignias de Quetzalcóatl pero con la sustitución de manos y

pies por garras.

La postura corporal que adopta este personaje es de genuflexión; que fue vista en contextos

rituales y parece tener un sentido de reverencia;439 hay varios ademanes observados en las

pictografías que la relacionan con la presentación de ofrendas. Uno consiste en mostrar los brazos

abiertos y las palmas de ambas manos hacia el frente, una de ellas con los dedos hacia arriba y la

otra con los dedos hacia abajo. Podemos suponer que la esta imagen se encontraba originalmente en

un espacio dedicado especialmente al ritual, que la acción que ejecuta es la presentación respetuosa

de una ofrenda, que se expresa en el símbolo de atl-tlachinolli, es decir la guerra. O que con sus

manos hace la guerra.

Suponemos que en este bajorrelieve se esculpió la historia del sacrificio de los dioses a

manos del dios de las cosas dobles, lo que marca el inicio de la guerra para alimentar al Sol y

provocar que siga su curso por el cielo.

Xólotl fue el dios de los gemelos, del juego de pelota, de las cosas dobles, de los deformes y

una de las advocaciones de Quetzalcóatl. Fue el que baja al recinto de los muertos y acompaña al

Sol a través de esta región por lo que los indígenas nahuas le otorgaron el nombre de Tlalchi

Tonatiuh “el Sol cercano a la tierra” (figura 225). Xólotl abandona el inframundo junto con el Sol y

439
Escalante, 1996, pág. 319-320.

205
hace que éste salga por el oriente. Además está relacionado con Venus como estrella de la tarde440 y

al rumbo del oeste. Xólotl es la deidad con atavío de perro (figura 226), descrito como hermano de

Quetzalcóatl.441

El término xólotl distingue todo ser de naturaleza doble. Por eso este personaje fue llamado

el dios de los gemelos y de lo monstruoso.442 Los informantes de Sahagún mencionan que esta

palabra designaba una doble mata de maíz un doble maguey (mexólotl)443 así como la mano de

piedra para la molienda (texólotl). Otros epítetos que proporcionan Rémi Simeón y Alonso de

Molina es el de “paje joven” y “joven criado”.444 Siguiendo estas ideas, tiene lógica que fuera

representado con los atavíos de Quetzalcóatl, pues este nombre no sólo significa “Serpiente

Emplumada”, sino también “Gemelo Precioso”.445 También se le ha dado la denominación de “el

pie hecho de bola”.446 Este numen también fue conocido como Nanáhuatl.

En el Códice Borbónico (figura 225), el Códice Telleriano-Remensis (figura 226a) y el

Tonalámatl de Aubin (figura 227) aparece en su papel de regente de la decimosexta sección del

tonalámatl, que inicia con el día 1-cozcacuauhtli (“1-buitre”). Los intérpretes de estos códices le

dan el nombre de Xólotl y lo califican como numen de los gemelos. Probablemente era en su

calidad de dioses del viento y compañeros de Tláloc que se festejaba a estos dos hermanos;447 pues

cuando se realizaban trabajos en el campo, recibían plegarias.448 Y en caso de sequías extremas

ambos personajes eran invocados.449

440
Idea que ya ha sido presentada por varios autores el primero de ellos Seler, 1996, págs. 198-208; siguiendo al sabio
alemán podemos mencionar a González Torres; 1975, pág. 112; Brundage, 1982, pág. 120 y a Sprajc, 1996, pág. 47.
441
El Códice Magliabechi, 1996: 33 v, menciona que “Quetzalcóatl era hermano de un dios que se llamaba. Xubotl.
442
Sobre el axólotl ver Moreno, 1969.
443
Sahagún, 2003, pág. 697.
444
Simeón, 2004, pág. 778; Molina, 2004, pág. 169r.
445
Seler, 1993, pág. 208.
446
De esta manera lo designan García Quintana y López Austin, en Sahagún, 2003, pág. 1384.
447
Graulich, 1999, pág. 368.
448
Graulich, 1999, pág. 369.
449
Muñoz Camargo, 2003, págs.169-170.

206
No existen evidencias históricas ni arqueológicas de un adoratorio en Tenochtitlan dedicado

a Xólotl. Alfonso Caso sugiere que pudo estar situado al sur de la ciudad, próximo a la calzada de

Iztapalapa, en Xoloco “lugar de Xólotl”.450 Diego Muñoz Camargo, refiere una fiesta popular que se

hacía en un Tlaxcalla, donde los xoloizcuintli eran llevados al Xoloteopan, es decir, el templo de

Xólotl. Allí se les extraía el corazón, el cual era ofrecido al dios de la lluvia. El mismo cronista

agrega que, cuando los sacerdotes iban caminando al Templo Mayor comenzaba a llover y a

relampaguear violentamente.451

Xólotl participó en mitos cosmogónicos de gran importancia para la humanidad. En uno de

ellos, los dioses piden a su madre que les proporcione el poder y modo para crear hombres que les

servirán. La diosa, en respuesta, les sugiere que vayan al reino de los muertos para que

Mictlantecuhtli les entregue los huesos o cenizas de humanidades pasadas, para que sobre ellos

hagan sacrificio. Los hermanos acordaron que el dios con cabeza de perro fuera al inframundo. Así

lo hizo Xólotl. El señor de la región de los muertos lo persigue, por lo que Xólotl cae. El hueso que

llevaba -que era de una braza de largo- se quiebra en fragmentos de diferentes tamaños, razón por la

que se decía que los hombres son de diversas tallas. Después, el protagonista de esta historia se

levanta, recoge los pedazos y los lleva con sus hermanos. Los colocan en un lebrillo y sacan sangre

sobre ellos. Cuatro días después salió un niño y una niña.452

En los mitos existe una relación profunda entre Quetzalcóatl y Xólotl, tanto que el papel de

ambas deidades a veces se intercambia y confunde. Por ejemplo en la Leyenda de los soles es

Quetzalcóatl453 es quien baja al inframundo para conseguir los huesos con los que se crearía al

hombre.454

450
Caso, 1970, pág. 33.
451
Muñoz Camargo, 2003, págs.167-171.
452
Mendieta, 2002, págs. 181-182.
453
Garibay, 1964, pág. 106.
454
Códice Chimalpopoca, 1945, pág. 120.

207
Existe una variante de este mito donde los dioses se reúnen para crear al Quinto Sol. Con ese

objetivo, Nanahuatzin salta al fuego para después permanecer en el cielo como Sol. Pero, una vez

creado, no se mueve. Los dioses deciden entonces sacrificarse: Ehécatl, una de las advocaciones de

Quetzalcóatl, se encargó de matar a todos los dioses. Cuando toca el turno a Xólotl, éste huye se

rehúsa a morir, suplicando y llorando hasta que se le hincharon los ojos. Xólotl huye, escondiéndose

entre los maizales y se convierte en pie de maíz con dos cañas, que los labradores llamaban

precisamente xólotl. Pero de nada le valió, ya que fue visto. Huyó nuevamente, se escondió entre los

magueyes convirtiéndose en el agave de dos cuerpos que se llama mexólotl. Una vez más fue visto

y echó a huir, esta vez se metió en el agua y se transformó en un ser que se llama axólotl. Allí lo

tomaron y lo mataron.455 En la versión de Mendieta Xólotl es quien mata a los dioses y poco tiempo

después a él mismo.456 Acción que marca el inicio de la guerra como ofrenda que alimenta al Sol.

Al respecto Brundage nos dice que todos los desdoblamientos de Quetzalcóatl, incluidos

Xólotl, están relacionados al cielo nocturno, y el inframundo.457 Ruiz de Alarcón comenta que

Xólotl fue otro de los nombres del dios de la muerte.458

Los materiales arqueológicos que nos indican que en la antigua ciudad de Tenochtitlan se

rindió culto a Xólotl son numerosos y variados. Dentro de las piezas comparativas hemos

encontrado un par de cabezas de perro prácticamente idénticas que se encontraron en el Centro

Histórico de la ciudad de México (figura 228).459 Otra de los efigies que representan a este dios es

una pieza de madera con incrustaciones en concha, obsidiana, oro y plata que se encuentra en el

Museum für Völkerkunde de Viena (figura 229). También existen figurillas de cerámica como las

de las bodegas del Museo Nacional de Antropología.460 De entre todas estas piezas, la de mayor

455
Sahagún, 2003, pág. 697.
456
Mendieta, 2002, pág. 183.
457
Brundage, 1982, pág. 228.
458
Ruiz de Alarcón, 1953, pág. 121.
459
Mateos, 1979, págs. 61-90.
460
Mateos, 1993a.

208
delicadeza es una escultura en piedra verde que se encuentra en el Museo de Stuttgart, en la que es

representado como un ser antropomorfo descarnado y caracterizado como el planeta Venus de la

tarde. Esta pieza fue considerada por Seler como una advocación de Xólotl (figura 230).461

A Xólotl y Quetzalcóatl se les representaba con las mismas insignias: como el

cuezalhuitóncatl (figura 231), especie de penacho de plumas negras y rojas; el ehecacózcatl o “joyel

del viento” (figuras 225, 226a, 227, 231); la orejera de concha curva o epcololli (figuras 225, 226a,

227, 228, 230, 232-236); el tocado cónico u ocelocopill, (figura 231),462 del cual penden un par de

tiras dobles con terminación redondeada (figuras 225, 226a, 230, 232), y el pendiente de caracoles

del género Olivella (figuras 226a, 227, 233 y 234).463

Se suele plasmar a Xólotl con cabeza de perro y el cuerpo cubierto de arrugas. 464 Estas

mismas arrugas las vemos como líneas paralelas en la pintura facial de Xólotl en el Códice

Borbónico (figura 225 y 228). Otra particularidad es la oreja doble, una de ellas cortada de la punta,

con el borde de la herida dentada y pintada (figura 231, 233, 234 y 236).465

XÓLOTL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1484
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 59 x 102 x 23 cm
PESO: más de 100 kg
COLOR: N4 Med. dark gray
FIGURA: 242
Localizada por el Proyecto Templo Mayor durante su primera temporada (1978-1982), esta

lápida de basalto negro presenta en bajorrelieve en una de sus caras a un personaje antropomorfo.

En los otros lados observamos restos de argamasa de estuco, lo que indica que se encontraba

461
Seler, 1993, págs. 199-208.
462
Ver el subgrupo Ehécatl-Quetzalcóatl en 3.1.2.3.
463
Para la identificación de este artefacto que se encuentra presente en algunas deidades ver el trabajo de Velázquez,
2000, pág. 111.
464
Caso, 1970, pág. 31.
465
Seler, 2008, pág. 42.

209
empotrada en un muro o en un piso. Esta pieza presenta gran detalle en los acabados, aunque el

relieve fue mutilado con profundas hendiduras diagonales que afectaron parte de los diseños.

El personaje antropomorfo presenta la cabeza vista de perfil derecho y el torso de forma

frontal. Adopta la postura de genuflexión, con la pierna izquierda doblada hacia arriba y cercana al

cuerpo. La derecha tiene la rodilla en el suelo. Los brazos están proyectados hacia el frente.

Desafortunadamente no podemos ver las palmas completas ya que fueron borradas

intencionalmente. Pero por los restos que aún quedan, suponemos que una de ellas se encontraba

con los dedos hacia arriba y la otra con los dedos hacia abajo, como en la figura 226a. Entre ellas

sale un gran símbolo doble.

El rostro se muestra parcialmente descarnado, con el ojo circular de muerto (similar a la

figura 240). Frente a la nariz hay un abultamiento lanceolado, se trata de un cuchillo de pedernal

(comparar con las figuras 236, 237). La boca no presenta tejido blando, únicamente dos hileras de

dientes y la lengua de fuera. El brazo izquierdo está descarnado. Estas características implican que

el relieve tiene relación con las deidades de la muerte.466

El tocado tiene un nudo sencillo sobre la frente con restos de pigmento negro.

Lamentablemente la parte superior se encuentra dañada. Sobre la nuca hay tres largas plumas de

águila que bajan. Cinco de estos elementos son de menor tamaño y de color rojo (cuezalhuitóncalt).

Entre las plumas hay dos pendientes largos con divisiones al interior y terminación redondeada.

Abajo se representó un elemento con remates rectangulares y emblemas horizontales. Frente al

rostro apreciamos una tira delgada y lisa que tal vez formaba parte del tocado.

Apreciamos una orejera tipo epcololli, el centro es de piedra verde. Bajo el rostro hay un

pendiente de caracoles del género Olivella (comparar con las figuras 226a, 227 y 234). Sobre el

466
En un estudio realizado por Furst, 1982, págs. 207-225, hace notar que en los códices mixtecos las deidades con rasgos
esquelético tienen, más que un carácter funerario o mortífero, una función generadora. En particular, la mandíbula
descarnada no es un atributo de las deidades que se pudieran considerar de la muerte, en un sentido occidental, sino una
insignia de las deidades relacionadas con la vida, la regeneración y el maíz.

210
pecho se encuentra una posible flor con su cáliz y por lo menos tres pistilos.467 En el brazo

izquierdo tiene una ajorca a la altura de la muñeca, la cual se compone de tres elementos elípticos,

posibles plumas o chalchihuites; además cuatro bandas angostas y lisas. El atavío se complementa

con una banda que se anuda al centro y cuyos extremos se ven arriba y abajo. La ajorca del brazo

derecho es idéntica, pero tiene un elemento circular concéntrico. Ambos atavíos tienen restos de

color rojo en la superficie.

En la pierna izquierda debajo tiene una ajorca que se compone por una barra horizontal lisa

con un círculo al centro. Más abajo hay otro par de círculos que enmarcan un par de flecos

rectangulares. Esto se suma a una banda lisa que tiene un amarre en el tobillo. La ajorca de la pierna

derecha es idéntica. Se represento como un panel rectangular con tres diseños dirigidos

diagonalmente al centro, posiblemente hubo un cuarto pero fue borrado. Se trataría de un

quincunce.468 Abajo se encuentra una tira angosta y lisa. En otro plano se observan las tiras del nudo

en el tobillo y que posiblemente representa el mismo diseño que en la pierna izquierda. Sobre la

rodilla porta un mascarón de la tierra, aunque muy erosionado.

En lugar de pies tiene garras con cuatro uñas curvas y una quinta oponible. En su interior

presenta un ojo circular concéntrico; la combinación forma un mascarón común en los seres

telúricos y de la muerte.

De las manos sale una gran banda que se divide en dos entrelazadas. Una de ellas se dirige

hacia arriba y conserva restos de color rojo. Es ancha con cuatro subdivisiones lisas. En la base hay

un círculo concéntrico. Una mariposa estilizada complementa el diseño, que representa una flama.

La banda que se encuentra hacia abajo tiene una serie de acanaladuras longitudinales. Es una

467
Aurora Montúfar López, comunicación personal, mayo 2006.
468
Klein, 1976, pág. 74. Hace notar que el quincunce es uno de los elementos que señalan el final de los ciclos
temporales, es decir que implica tanto el fin como el inicio de periodos del tiempo.

211
corriente de agua. La principal se divide en tres de menor tamaño, rematadas por caracoles y

círculos. Los dos símbolos conjugados representan el atl-tlachinolli, una metáfora de la guerra.469

El jeroglífico atl-tlachinolli usualmente consiste en una corriente de agua rodeada por

caracoles y chalchihuites, la que se entrelaza con una corriente de fuego. Las imágenes del fuego

despliegan una superficie con campos oscuros con amarillo o rojo, alternados, el color del fuego y

con pequeños puntos y ganchos (figura 241). Hay casos en el cual los que la tira de fuego está

formada por una mariposa esquemática.470Algunas veces es reemplazada por una figura curvada o

por un diseño lobular; elemento que se encuentra en las pictografías asociado a dioses y diosas del

fuego, como es el caso del Códice Borbónico en el tocado de Chantico (figura 238), de

Tlahuizcalpantecuhtli (figura 239) y Xiuhtecuhtli.471

Regresando a nuestra pieza, bajo la espalda hay dos diseños de forma rectangular con

terminación redondeada que al interior presenta subdivisiones horizontales angostas y lisas. Más

abajo hay elementos de forma oval. Cuelga un tezcacuitlapilli, insignia que comúnmente se

colocaba en la cintura de las imágenes antropomorfas (figuras 231).

469
Este símbolo ya ha sido identificado por otros estudiosos; sobre el tema consultar a Seler, 1993, págs. 104-148; Caso,
1927; Pasztory, 1983 págs. 165-169; Graulich, 1997, págs. 157-207.
470
Para conocer las formas y el simbolismo de las mariposas entre los mexicas ver Beyer, 1965g, 465-468.
471
Seler, 1993, págs. 199-208.

212
Imágenes zoomorfas

Los animales fueron para estos pueblos más que simple alimento, materia prima, compañía o

guardianes; también fueron fuente de miedo, respeto y admiración. Complejas ideas se mezclaban

con la gama zoológica con la que convivieron los antiguos habitantes del México central. Éstas se

encuentran plasmadas en las imágenes de piedra. En ellas se ve un rico y creativo arte al servicio de

los dioses; por medio de su análisis podemos conocer algunos conceptos de su sistema religioso y

ritual, pues estas efigies jugaron papeles de primer orden. Muchas formaron parte de lugares

sagrados como templos y sus inmediaciones; en cambio muy pocas funcionaron como artículos

decorativos en su sentido más estricto.

Sin atributos divinos

Los antiguos mexicanos habitaron una zona geográfica de increíble diversidad animal y

vegetal, buena parte de esta variedad se vio reflejada en su arte escultórico. La piedra fue trabajada

hasta lograr representaciones sumamente apegadas a los individuos vistos en la naturaleza. Entre los

de mayor recurrencia se encuentran los grandes mamíferos, como felinos y cánidos; pero también es

frecuente ver aves, insectos, batracios, peces y reptiles. De esta forma nos explicamos que la

escultura zoomorfa de este trabajo fuera el segundo grupo de mayor abundancia. En nuestro corpus

se encontraron 17 ejemplos (figura 243), lo que significa un 11.18 %.

Siguiendo la lógica de estudio para las esculturas con forma humana, las zoomorfas se han

agrupado en esta sección debido a que no se encuentran divisas que las liguen a otros conjuntos de

seres sobrenaturales o animales mitológicos.

Felinos

Las imágenes de félidos son omnipresentes en tiempo y espacio en el arte de casi todas las

civilizaciones prehispánicas. Tuvieron un lugar preponderante en la religión y la iconografía

213
mexica. Aunque la imaginería felina se concentró en el jaguar (Panthera onca), el puma (Felis

concolor) y el ocelote (Felis pardalis) demuestran su importancia.

Al jaguar se le llamó océlotl. De él dijeron los antiguos nahuas: “es noble, príncipe y señor

de los otros animales”.472 Es el felino más grande de América. Por 3000 años fue uno de los más

importantes símbolos mesoamericanos. Su imagen logró fusionar características de lo animal y lo

humano. Reunió cualidades físicas y atributos sobrenaturales con las que se identificaron poderosos

dioses, espíritus divinos y gobernantes (figura 247).473 Sus cualidades físicas como la fuerza, la

agilidad o sus fuertes garras lo hicieron un modelo de las virtudes masculinas, asociadas

principalmente con la caza y la guerra. Para los mexicas el jaguar era el animal fuerte, valiente y

compañero del águila. Cuauhtli-océlotl, “águila y jaguar” (figura 246), es el nombre convencional

con el que se referían a los guerreros valientes. El jaguar era el representante de la oscuridad y de la

tierra, el animal que durante los eclipses devora al Sol. Tenía un destacado papel en el calendario,

pues era el decimocuarto de los veinte signos de los días (figura 244).

Por sus capacidades para no ser detectado, su habilidad para ver y cazar en la oscuridad se le

relacionó con la hechicería y la magia. Era el aliado sobrenatural en el que se podían transformar los

magos; además fue el espíritu familiar de los sacerdotes y reyes. Era el doble animal predilecto en

que se transformaba el poderoso Tezcatlipoca. Bajo la advocación de Tepeyolotli, era el dios de las

cuevas (figura 245), el representante del oeste, del Sol poniente.

En las historias míticas, Tezcatlipoca transformado en jaguar coincide con el fin de una era,

por ejemplo, con la caída de Tollan. Se le identifica con el Sol nocturno o las estrellas. Este animal

se impone como modelo de transformación de los astros o de ciertas constelaciones nocturnas. Era

472
Sahagún, 2003, pág 987.
473
Nicholson, y Quiñones, 1983, pág. 30.

214
quien reinaba en espacios a la vez celestes y terrestres, siempre relacionados con la oscuridad: el

cielo nocturno, donde lo encontramos en forma de estrellas, la Luna y la tierra. 474

Las implicaciones religiosas de este tipo de imágenes son profundas. Se ha dicho que existe

una filiación entre estos grandes carnívoros, Tezcatlipoca y el dios de la lluvia Tláloc,475

correspondencia que, se presenta desde el preclásico. Además, este animal reina en espacios a la vez

celestes y terrestres, que siempre están relacionados con la oscuridad, el cielo nocturno, donde lo

encontramos en forma de estrellas, la Luna y la Tierra.476 En fechas recientes Valverde ha señalado

que entre los mayas el jaguar pertenece al inframundo, la tierra y al ámbito celeste. 477

En la mayoría de las representaciones pictóricas la cabeza del felino es redonda con dibujos

de manchas, en muchos casos se encuentran trazadas en forma esquemática con unos círculos, en

otros casos están más elaboradas, acercándose más a la forma natural. En los manuscritos del centro

de México la punta de las orejas generalmente está pintada de negro (figuras 244, 245); hay casos

en que en lugar de la cabeza del jaguar aparece una oreja redonda, aguzada, con la punta negra y un

dibujo de manchas, aparte de que el lado interior se muestra peludo y sin pintura.478

FELINO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1336
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 26 x 20 x 22 cm
PESO: 27.25 kg
COLOR: 5Y 8/1 Yellowish gray
FIGURA: 248
Esta escultura se reduce a la parte superior del cuerpo de un mamífero, fragmentada a la

altura del cuello. Las orejas se presentan como protuberancias de poca altura, redondeadas. La

izquierda es la mejor conservada. Los ojos son concavidades circulares y aún conservan parte de los

parpados. El hocico es corto, proyectado hacia el frente y abierto, en el cual se observan dos
474
Olivier, 2004a, págs. 173-178.
475
Covarrubias, 1946. pág. 153-179; Bonifaz, 1986, págs. 45-46; Olivier, 2004a, págs. 179-182.
476
Olivier, 2004a, págs. 173-178.
477
Valverde, 2004, págs. 75-99.
478
Seler, 2008, pág. 38.

215
grandes colmillos curvos en la parte superior, distribuidos uno a cada lado, que se complementan

con cuatro incisivos de menor tamaño. Da la impresión de que el animal está rugiendo. La nariz es

una pequeña protuberancia de forma triangular. La superficie de la zona posterior no presenta

relieve, tan solo alisamiento. Encontramos abundantes restos de pigmento rojo y algunos

manchones de un enlucido de estuco.

Según la bióloga Norma Valentín, esta representación fue inspirada en un ejemplar

perteneciente a la familia Felis, cf Panthera onca, jaguar o Felis concolor, puma. La manera en que

se plasmaba a estas dos especies fue muy parecida. Lo único que permite diferenciarlas es la

presencia en el primero de las típicas manchas en forma de rosetones. No hay que olvidar que

muchas esculturas se encontraban originalmente cubiertas por pigmentos. El actual territorio

mexicano está en una zona biogeográfica de alta biodiversidad y contiene seis especies de felinos

silvestres distribuidos en tres géneros distintos: el Panthera, el Felis y el Lynx.479

JAGUAR
CLAVE ANTIGUA: 24-12 11, XI- 10 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1272 (inferior) 1149 (superior)
MATERIA PRIMA: Roca sedimentaria
DIMENSIONES: 28 x 18 x 13 cm
PESO: 6.25 kg
COLOR: 10 YR 8/2 Very pale orange
FIGURA: 249
Son varios fragmentos de esta escultura que representó a un mamífero, posiblemente un

jaguar. La superficie se encuentra sumamente erosionada, lo que prácticamente borró el rostro y las

garras.

El acomodo corporal del mamífero es sedente, de forma hierática, sobre sus cuartos traseros.

Las patas delanteras no están flexionadas, lo que permite que la cabeza se encuentre en alto. Las

fauces son desproporcionadas, abiertas, mostrando un par de colmillos curvos; da la impresión de

479
Valverde, 2004, pág. 41.

216
que el animal se encuentra rugiendo. El rugido era una señal de mal agüero que presagiaba la

muerte, la enfermedad, la esclavitud y provocaba terror en los desdichados que lo oían.480

Una de las singularidades que presenta nuestro ejemplo es que rodeando el cuello hay una

cuerda y como remate tiene un par de tiras verticales delgadas y lisas que caen al frente. Es común

encontrar este elemento asociado a efigies de jaguares en varias zonas y periodos; ya sea en la

antigua ciudad de Tula, estado de Hidalgo (figura 250), o en la zona maya,481 por mencionar un par

de ejemplos, en donde vemos a estos animales sentados y con las fauces abiertas mostrando los

colmillos (figura 253, 254).

FELINO
CLAVE ANTIGUA: 1113- XI-10156175 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1322
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 33 x 22 cm
PESO: 20 kg
COLOR: N6 Med. light gray
FIGURA: 251
Esta escultura en bulto no conserva la cabeza ni parte de las patas. El felino se encuentra

recostado sobre su vientre, que es abultado. Las patas delanteras están a los costados; sin embargo,

los cuartos traseros adoptan una postura atípica. La extremidad de la izquierda está flexiona y

termina en la parte trasera del animal, donde se delinearon las garras. La derecha, también se

encuentra pegada al tronco pero doblada y proyectada hacia el frente. Parecería que el animal está

agazapado o a punto de saltar. Una cola larga y delgada descansa sobre el dorso.

La piedra fue pulida y cubierta con una delgada capa de estuco, que se conserva en varias

zonas.

FELINO
CLAVE ANTIGUA: 24-12 68 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1324

480
Olivier, 2004a, págs. 192-193.
481
Ver como ejemplos los proporcionados por Valverde, 2004, figuras 1, 2, 22, 28 y 29.

217
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 14 x 32 x 13 cm
PESO: 11.25 kg
COLOR: N5 medium gray
FIGURA: 252
Porción de la parte posterior de un felino. La zona inferior de la pieza es plana, lo que

implica que en su contexto original funcionó tal y como se presenta en las fotografías y dibujos.

El animal está echado sobre su costado derecho. Las patas traseras se encuentran una encima

de la otra, lo que permite que las garras curvas se junten. Sobre los cuartos descansa una larga cola.

Esta posición corporal es frecuente en esculturas de felinos como en la de la figura 253 que procede

de Xochimilco.

Tiene una gran oquedad elíptica sobre la espalda, de 22 cm de largo, 11 de ancho y 7 de

profundidad. En la parte baja de este elemento existe un canal que atraviesa una de las paredes; hay

que agregar que en el fondo de este hueco hay una serie de golpes que se hicieron con un

instrumento agudo.

Lo que tenemos aquí es un recipiente destinado a contener los corazones, vasija conocida

como cuauhxicalli. Uno de los más bellos y completos ejemplos de figuras de felinos que sirvieron

como cuauhxicalli es el que se encuentra en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología

(figura 254).

FELINO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1494
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 32 x 46 x 57 cm
PESO: 100 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 255
Regordete felino, agazapado sobre su vientre. Las patas traseras descansan a los costados del

cuerpo, las delanteras se encuentran ligeramente levantadas del suelo que están bajo el rostro del

animal. En las cuatro patas no figura ningún relieve alusivo a las garras. Las orejas son redondeadas

y de poca altura. Tiene ojos circulares concéntricos, forma con la que regularmente se simbolizaban

218
en los documentos pictóricos.482 La nariz es apenas sugerida. Tiene las fauces abiertas, con dos

grandes colmillos curvos, que armonizan con una serie de dientes tres arriba y tres abajo. Una

gruesa cola se encuentra sobre la espalda.

Cánidos

El perro era, junto con el guajolote, el animal doméstico por excelencia de los habitantes de

la Cuenca de México. Ambos se criaban para servir de alimento.

En Mesoamérica existieron distintas variedades de perros. Se les conocía por varios

nombres: chichi, itzcuintli,483 xochcocóyotl, tetlamin. Eran de diversas tonalidades: negros, blancos,

cenizos, castaños oscuros, pardos y manchados.484 Unos carecían de pelo y su piel era suave y lisa

manchada de leonada azul. Eran animal de convivencia del humano, tal y como lo menciona

Sahagún: “estos acompañan o siguen a su dueño, menean la cola en señal de paz, otros gruñen y

ladran; bajan las orejas y el cuello en señal de amor”.485

El perro también tenía un significado ritual. Los antiguos nahuas veían en su imagen al

fuego y en especial al fuego que cae del cielo, es decir el relámpago. Imaginaban que el relámpago

que raja la tierra abría el camino al inframundo. Sólo con la ayuda de un perro se podía llegar

venturosamente hasta este sitio.486 Es preciso recordar que un cánido bermejo era el ayudante de las

almas al cruzar el río del inframundo, el Chicnahuapan.487 Se dice que después de cuatro años el

alma del muerto emprende el viaje por los nueve niveles del inframundo, donde está un río muy

grande y ancho, en su ribera viven perros y es allí por donde pasan los difuntos. Cuando el ánima

llega a este lugar, mira al perro y si este reconoce a su amo, se echa nadando al río, hacia la otra

482
Seler, 2008, págs. 33-40.
483
Sahagún, 2003, pág. 998, comenta que por carecer de pelo a estos perros los abrigaban con mantas por las noches
para dormir.
484
Sahagún, 2003, pág. 998.
485
Sahagún, 2003, pág. 998.
486
Seler, 2008, pág. 42.
487
Ver el apartado dedicado a Xólotl, en 3.1.2.9.

219
parte, y lo pasa a cuestas. Por esta causa los indígenas solían tener y criar estos cánidos. 488 La

relevancia del cuadrúpedo es palpable si se toma en cuenta que también fue un animal mitológico,

encargado de las cosas dobles y monstruosas, personificado por Xólotl (figura 256).

El perro era el décimo de los veinte signos de los días y se le representaba con la imagen del

dios de la muerte en forma aislada, o con el dios del Sol junto al de la muerte, es decir, el Sol que

desciende hacia los muertos.489 En los códices mexicanos el perro generalmente está pintado de

blanco con grandes manchas negras alrededor de los ojos (figura 257).

Mercedes de la Garza opina que este animal es uno de los más cercanos al humano y que

comparte su vida cotidiana.490 Destaca su relación con los tres estratos del universo (celeste,

terrestre e inframundo), fundamentalmente con una significación ctónica.491

CÁNIDO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1219
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 13 x 12 x 15 cm
PESO: 2.25 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 258
Fragmento que representa la cabeza de un Canis familiaris. La figura tiene varios golpes que

desprendieron completamente las orejas y la nariz.

Son perceptibles un par de ojos circulares. El hocico se proyecta hacia el frente, abierto,

mostrando un par de colmillos curvos y sus respectivas encías, gesto que denota agresividad. Tiene

tres pares de acanaladuras de poca profundidad en la parte más prolongada de la cabeza. Son

similares a las arrugas que cubrían el cuerpo del xoloizquintli y que nunca aparecen en

488
Sahagún, 2003, pág. 329.
489
Seler, 2008, pág. 42.
490
De la Garza, 1997, pág. 118.
491
De la Garza, 1997, pág. 111-133.

220
representaciones de jaguares, pumas o coyotes (Canis latrans).492 Vemos estas arrugas como rayas

paralelas en la pintura facial de Xólotl en el Códice Borbónico (figura 256).

CÁNIDO
CLAVE ANTIGUA: 11-13, XI- 155177 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1313
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 26 x 15 x 15 cm
PESO: 7. 75 kg
COLOR: 5 Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 259
Parte de la cabeza de un cánido, que tiene una forma ovoide con un extremo más ancho y

agudo que el otro, y con los arcos cigomáticos curvos y muy marcados. El rostro es notablemente

alargado. El animal tiene grandes ojos hemisféricos y la nariz comparte esta forma. El hocico está

abierto, proyectado al frente, donde presenta siete dientes rectangulares. Atrás del hocico y bajo el

ojo se ve una tira que se arquea, posiblemente la representación de las arrugas típicas de los perros.

Sobre los parietales es posible observar un par de bandas que se doblan perpendicularmente; tal vez

sean las orejas. La bióloga Norma Valentín opina que se trata de un Canis familiaris.

PERRO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1317
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 11 x 11 x 12 cm
PESO: 3 kg
COLOR: 10 R 6/2 Pale Red
FIGURA: 260
Pieza completa que corresponde a la parte superior de un Canis familiaris. Es de forma

elíptica, con la zona del hocico abierto proyectado hacia el frente. De ojos circulares, las orejas se

presentan abultadas y redondeadas. Como acabados de superficie tiene restos de estuco y en la parte

posterior pigmento banco sobre el que se dibujaron líneas onduladas y círculos en color azul.

COYOTE
CLAVE ANTIGUA: 24-966, XI-10-155958 con números azules
NUMERO DE INVENTARIO: 1319

492
Caso, 1970, pp. 31-33.

221
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 15 x 14 x 17 cm
PESO: 2.25 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 261
Representación esquemática, fragmentada a la altura del cuello. Con los ojos circulares y

pequeños, el hocico está proyectado hacia el frente. Lamentablemente la zona de la mandíbula se

encuentra desprendida. Presenta una serie de dientes y una nariz rectangular. Las orejas son de

mayores dimensiones con una concavidad en su interior. La parte posterior de la cabeza es plana y

con un alisamiento en la superficie.

Podemos encontrar piezas similares en el Occidente de México. Esculturas sumamente

parecidas las reporta Williams, hacia la zona del actual estado de Michoacán.493 Este autor relaciona

esas figuras con los coyotes (figura 262).

Serpientes
La serpiente fue uno de los animales más representados en piedra por los mexicas y por los

pueblos vecinos. Para estos grupos humanos era un ser dotado de fuerzas extraordinarias, un ente

sobrenatural y divino. El nombre genérico en náhuatl para las serpientes era cóatl.

No solamente esculpieron las vistas en la naturaleza, ya que efectuaron varias fusiones

fantásticas con diferentes conceptos de su vida diaria, cada una de ellas con significados

particulares, variedad que nos habla de su enorme complejidad. De tal manera existieron las

serpientes de fuego,494 de nubes, emplumadas (figuras 71, 203a) aquellas cuyos cuerpos se

encuentran cubiertas de cuchillos (figura 203b) o espejos de obsidiana; también se creía en

serpientes con dos cabezas (figura 263).495 El valor otorgado al reptil es palpable cuando se

recuerda que el principal templo de los mexicas era dual fue llamado Coatépec o “Cerro de las

493
Williams, 1992.
494
Ver el apartado que se dedica a la xiuhcóatl en 3.2.2.1.
495
La característica de este ofidio fue que se le imaginó con dos cabezas, cualquier encuentro con la maquizcóatl era
considerada por los indígenas como un mal augurio, Sahagún, 2003, pág. 1043.

222
Serpientes”. Señalemos también que el quinto signo de los veinte días fue precisamente cóatl

(figura 264).

Recientes investigaciones han señalado que el simbolismo de la serpiente es muy complejo,

pues se han encontrado asociaciones con las corrientes de agua,496 el maíz, el relámpago,497 como

símbolo del falo, el poder, la tierra, el fuego, el sacrificio y el autosacrificio.498 Además se asociaba

con varios dioses, ya sea como parte de sus propios cuerpos o como parte de sus nombres: Tláloc,

Chicomecóatl, Quetzalcóatl, Cihuacóatl, Coatlicue, Mixcóatl.

La serpiente fue omnipresente en las creencias indígenas, tal y como lo mencionan López

Austin y López Lujan: “La serpiente es flujo, camino, conducto, vehículo y carga. Es tanto curso

como cauce: se erige como la vía que comunica los distintos espacios cósmicos; es corriente de

tiempo, aguas, vientos, vapores, fuego, astros, dioses, fuerzas fertilizantes, luz, oscuridad, mandatos

divinos, entidades anímicas de los muertos”.499

Este reptil fue usado también como medicamento Sahagún comenta que la grasa fue

utilizada como ungüento para contrarrestar los malestares provocados por la gota; otro de los

remedios contra la fiebre fue darle al paciente beber el pellejo molido de víbora.500

En la Cuenca de México existe gran variedad de especies de serpientes. En las crónicas de

los evangelizadores se describen las serpientes de agua acóatl, la mazacóatl, la cincóatl; además de

la falsa coralillo (tlapapalcóatl). La serpiente de cascabel es la más mencionada. Uno de los

nombres, tal vez el más común, fue tecuhtlacozauhqui que Sahagún caracteriza como “el príncipe o

princesa de todas las culebras”.501

496
Pasztory, 1983, págs. 233-234.
497
Espinosa, 2001, págs. 265-266.
498
Gutiérrez Solana, 1987, pág. 46.
499
López Austin y López Lujan, 2009, págs. 55-59.
500
Sahagún, 2003, págs. 1041-1042.
501
Sahagún, 2003, pág. 1041.

223
Por los rasgos tan detallados que se encuentran en las esculturas de sierpes exhumadas en el

recinto sagrado de Mexico-Tenochtitlan, se ha llegado a una tentativa identificación taxonómica.502

SERPIENTE
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1158
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 23 x 25 x 19 cm
PESO: 14.75 kg
COLOR: 5 YR 6/1 Light brownish gray
FIGURA: 265
Siguiendo la clasificación de Gutiérrez Solana, está es una serpiente anudada

verticalmente.503 Por desgracia, la cabeza fue separada. El cuerpo cilíndrico del animal se encuentra

doblado varias veces sobre sí mismo. Se observa un crótalo de cuatro secciones.

Se alcanzan a distinguir las escamas ventrales. El resto del cuerpo se encuentra cubierto con

líneas ondulantes, alternadas con chalchihuites y espirales. Estos diseños los encontramos en

contextos acuáticos (figuras 241, 256, 318). En la zona inferior presenta relieves. Tiene restos de

estuco por varias zonas de la pieza y pigmento de catalogación anterior. Los números no son

legibles. Según la bióloga Norma Valentín esta escultura tiene rasgos del Crotalus o Sistrurus.

SERPIENTE
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1131
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 22 x 22 cm
PESO: 20. 25 kg
COLOR: 5Y 6/1 Light olive gray
FIGURA: 266
Esta pieza no parece haber sido concluida, ya que el bloque de piedra, que adopta una forma

cuadrangular, apenas presenta relieves en dos de sus caras, el resto simplemente fueron

emparejadas. Hay restos de estuco por varias zonas y ceniza en el ojo.

En un costado se encuentran relieves de poca profundidad que simulan la cabeza de un

reptil. Se distingue un ojo circular con una ceja ancha y prominente. Las fauces están proyectadas

502
Por ejemplo ver los trabajos de Herrera, 1925; López Lujan y Fauvet-Berthelot 2005; López Austin y López Luján,
2009.
503
Gutiérrez Solana, 1987, págs. 58-84.

224
hacia el frente y abiertas, mostrando un gran colmillo curvado hacia atrás que sale de la maxila. En

la mandíbula hay otro, pero que se dirige hacia arriba.

En la parte dorsal de la pieza hay diseños geométricos inconclusos de poca profundidad.

Dichos trazos aparecen en otras esculturas como las que decoran la plataforma de la Etapa IVb del

Templo Mayor de Tenochtitlan. Allí se encuentran dos cabezas de serpiente que flanquean la

escalinata del lado de Huitzilopochtli (figura 267), Los elementos se componen por formas

similares a ganchos.

Las otras caras del bloque no fueron trabajadas y parece que fue rota donde terminan los

relieves y comienza una especia de espiga, elemento que nos indica que esta escultura fue

concebida para ser empotrada en una pared.

SERPIENTE
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1327
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 21 x 54 x 22 cm
PESO: 27 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 268
En el archivo fotográfico del Proyecto Templo Mayor, encontramos la única referencia

contextual que se tiene de esta pieza. Nos indica que su procedencia es el recinto sagrado y que fue

recuperada durante la primera temporada de dicho proyecto (figura 269). 504 Por la secuencia y por

el día en que fue tomada suponemos que se localizó en la plataforma del Templo Mayor en su Etapa

IVb (c. 1469-1481 d.C.). La roca trabajada fue recubierta por una delgada capa de estuco y aún

tiene restos de arcilla sumamente plástica.

Se alcanza a distinguir la cabeza de una serpiente rota en las fauces. El cuerpo fue

toscamente trabajado. Tiene una especie de espiga en la parte posterior para empotrarla en un

paramento vertical

504
Archivo de fotos en blanco y negro, libro 30, hoja 6, foto 7.

225
La pieza representa un reptil de ojos hemisféricos, que tienen la placa supra orbital muy

marcada, con restos de pigmento ocre en el ojo derecho. Se observan dos protuberancias que

simulan las fosas nasales. En las fauces abiertas podemos observar un pequeño reborde y los restos

de un colmillo.

SERPIENTE
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1509
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 33 x 36 x 62
PESO: 64 kg
COLOR: 5 Y 6/1 Light olive gray
FIGURA: 270
La situación de las tres piezas siguientes es la misma. Su procedencia fue tal vez el Templo

Mayor o uno de los edificios del recinto sagrado; a juzgar por los reportes de las excavaciones

realizadas por Leopoldo Batres en la calle de las Escalerillas a principios del siglo pasado que nos

dicen que fueron recuperadas 22 ejemplares505 y dos más en la calle de Santa Teresa.506 Esta

información nos hace pensar que que fueron parte de este edificio. Además vale la pena mencionar

que los clavos arquitectónicos en forma de cabeza de serpiente son recurrentes en la iconografía del

Templo Mayor de Tenochtitlan; se les puede observar tanto en la plataforma como en los taludes de

la pirámide. Estas esculturas se han encontrado en las dos plataformas exploradas hasta ahora: la de

la Etapa IVb y la de la VI.507

La pieza se compone por un bloque de piedra en forma de paralelepípedo, con una espiga en

la parte posterior. Tiene una cabeza de serpiente que es ancha y plana. Cuenta también con grandes

ojos hemisféricos que tienen arcos supraorbitales prominentes y grandes colmillos curvos, dos de la

zona superior y dos de la inferior. Es una serpiente de cascabel perteneciente a la familia Viperidae

(Norma Valentín, comunicación personal). Hay un par de espirales en la zona frontal que simulan

505
Batres, 1902.
506
Herrera, 1925.
507
López Austin y López Luján, 2009, pág. 292.

226
las fosas nasales. Tiene una lengua bífida larga que asoma entre las fauces abiertas. Este órgano es

cilíndrico en los ofidios y no aplanado como aparece en la escultura

SERPIENTE
CLAVE ANTIGUA:
NÚMERO DE INVENTARIO: 1517
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 33 x 39 x 62 cm
PESO: 83 kg
COLOR: 5 Y 6/1 Light olive gray
FIGURA: 271
Bloque en forma de paralelepípedo, con una enorme espiga en la parte posterior. Representa

una cabeza de serpiente, de ojos grandes y elípticos, con los arcos supra orbitales muy abultados. En

la zona frontal superior, precisamente al centro, se observan dos espirales que simulan las fosas

nasales. Más abajo hay un reborde que rodea el hocico, que se presenta abierto. Hacia los costados

se ven dos grandes colmillos curvos que salen de la zona superior. Entre éstos hay una placa

rectangular, probablemente representaron los dientes. En la parte inferior de las fauces se detectaron

restos de colmillos. La lengua es bífida y plana, y se proyecta hacia el exterior. La podemos agrupar

en la familia Viperidae y el género Cf Polystictus o serpiente cabeza de puerco.

SERPIENTE
CLAVE ANTIGUA: 1022034 con números negros
NÚMERO DE INVENTARIO: 1518
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 38 x 51 x 103 cm
PESO: 93 kg
COLOR: N4 Med. light gray
FIGURA: 272
Representación de una cabeza de serpiente. En la parte posterior se observa una espiga.

Vista en planta, presenta una forma elíptica. Los ojos son ovalados con un reborde supra orbital que

se distingue en su cara superior; las fauces están abiertas dejando ver cuatro grandes colmillos

curvos, dos en la parte superior y dos en la inferior. De entre las fauces sale una lengua sumamente

plana y bifurcada. Este órgano es cilíndrico en los ofidios y no aplanado como en esta escultura.

Hay restos de estuco por varias zonas de la pieza.

227
Los arcos supra orbitales nos permiten relacionarla a la familia viperidae, género cf.

Polystictus o serpiente cabeza de puerco (Norma Valentín, comunicación personal).

Rana

RANA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1320
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 13 x 19 x 32 cm
PESO: 10 kg
COLOR: 5Y 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 273
En el plano simbólico todos los batracios eran asociados a la humedad, los cuerpos de agua,

la lluvia y la fertilidad. Los indígenas creían que anunciaban las lluvias (figura 274). Baste

mencionar como ejemplo un pequeño altar rematado con dos pequeñas ranas en la plataforma del

Templo Mayor en la etapa IVb en su fachada poniente, del lado correspondiente a Tláloc (figura

275).

Cada ocho años, en la fiesta de Atamalcualiztli varios individuos llamados mazatecah,

tragaban culebras y ranas vivas por valentía. Bailaban y se las tragaban poco a poco; después de

hacerlo les daban mantas.508

Esta criatura se esculpió recostada sobre su vientre. El cuerpo es regordete y tiene una

simetría bilateral. Carece de relieves para simular los ojos, que tal vez fueron indicados por

incrustaciones o con pintura. La boca es marcada por una línea curva que se orienta hacia abajo.

Presenta estuco en varias zonas. Tiene restos de pigmento rojo y negro sobre la espalda, y restos de

una base de cemento moderno.

La bióloga Norma Valentín nos comenta que se trata de la representación de una rana. A las

ranas los antiguos náhuas las llamaban cuéyatl. Como menciona Sahagún: “unas son negras, otras

pardillas, son barrigudas y son comestibles; a las grandes las llamaban tecálatl, había otras llamadas

508
Sahagún, 2003, pág. 286.

228
acacuíatl (“rana de las cañas”) que están manchadas de verde y negro”. Además menciona otras

conocidas como zoquicuíatl, “ranas de cieno”, que se crían en el cieno. Nos dice que, aunque se

seque el agua no se mueren, pues se meten en la humedad de la tierra.509

Búho
BÚHO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1316
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 13 x 17 x 13 cm
PESO: 3.75 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Yellowish gray
FIGURA: 276
Esta cabeza de ave no parece haber sido separada del resto del cuerpo por medios violentos,

pues las superficies no se encuentran dañadas. En la cara inferior hay un alisamiento que formó una

base plana con una pequeña acanaladura que la atraviesa a lo ancho. La parte posterior de la pieza

no presenta relieves.

Ostenta grandes ojos circulares. El izquierdo está muy erosionado. En el derecho se

observan finas plumas. Hay un gran pico levemente abierto y con restos de pigmento negro. A los

costados y en la parte superior detectamos la presencia plumas ondulantes más largas y anchas que

las que se ven en el ojo.

Los grandes ojos redondos, las plumas pequeñas y rígidas que los rodean, las plumas de la

parte inferior de la cabeza, y el pico ganchudo lo califican como un búho.

Dos especies de búho viven en Mesoamérica: el gran búho cuernudo (Bubo virginianus

virginianus), el tecólotl para los nahuas, mide aproximadamente 60 cm de altura. El otro es la

lechuza (Otus asio asio) conocida en náhuatl como chichtli o chiquatli, de 25 cm de altura.510

Ambos animales tienen un anillo de plumas alrededor de los ojos.511

509
Sahagún, 2003, pág. 1034.
510
Grube, 2001, pág. 426.
511
Seler, 2008, pág. 190.

229
En el pensamiento indígena el búho fue el representante de la noche, de la oscuridad y sus

poderosas fuerzas.512 Vemos al búho en imágenes con un cráneo en vez de cabeza (figura 277). Está

asociado con los poderes del inframundo, con Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, del cual era

mensajero.513 Su ulular fue un portento que anunciaba la muerte, especialmente de los enfermos.514

En los manuscritos adivinatorios, el chichtli figuró como el sexto de los trece pájaros

sagrados y el tecólotl como el décimo (figura 277).515

Por sus afinidades naturales a la noche y a las cuevas. El búho fue considerado como el

mensajero entre los humanos y lo divino. En el Códice Borgia acompaña al dios de la muerte y se

encuentra en el tempo donde reside (Figura 278). Su imagen sirvió, entre otras muchas funciones,

como contenedor para las ofrendas (figuras 279 y 280).

512
Seler, 2008, pág. 191.
513
Por eso lo llamaban yautequihua, Sahagún, 2003, 447.
514
Sahagún, 2003, pág. 447.
515
Nicholson y Quiñones, 1983, pág. 148.

230
Con atributos divinos

Fueron cuatro los ejemplo de animales fantásticos que se encontraron dentro del corpus, lo

que significa un 2.63 % dentro del total (figura 281). Aunque sabemos que varias deidades fueron

representadas bajo un aspecto esencialmente zoomorfo, éstas fueron esculpidas con cabezas de

animal y cuerpo de humano, más que animales completos. Además es frecuente encontrar tales

imágenes rodeadas de insignias y atavíos divinos. Como lo menciona H.B. Nicholson, 516 estas

criaturas son conocidas, pero no son recurrentes, como por ejemplo Xólotl, Huehuecóyotl o

Itzpapálotl. El significado y simbolismo que envolvió a tales figuras fue enorme. Sin embargo hay

que dejar claro que cada uno de los subconjuntos que aquí presentamos es merecedor de otros

trabajos que los abarquen con la profundidad que merecen.

Serpiente de fuego, xiuhcóatl

Como es sabido cóatl significa “serpiente”517 y xíhuitl “año”, “cometa”, “turquesa” o

“hierba”.518 Se piensa xiuhcóatl que significa “la serpiente turquesa” o “la serpiente de fuego.”

Se decía que tenía la voluntad de Huitzilopochtli y que gracias a la misma la nación

mexicana perduraba.519 Fue el arma del Colibrí del Sur con la que disipó la Luna y las estrellas en

Coatépec.

La concepción fantástica de este animal es esencialmente serpentiforme (figura 286), a

menudo con miembros y garras de reptil, y cuerpo de la sierpe ígnea donde muestra secciones

trapezoidales;520 aunque hay ejemplos donde tiene las cuatro extremidades rematadas por garras

(figura 286a)Uno de los principales atributos es que la parte superior del hocico se prolonga y se

516
Nicholson, 1973, pág. 90.
517
Simeón, 2004, pág. 115.
518
Simeón, 2004, pág. 770.
519
Graulich, 1999, pág. 212.
520
Nicholson, 1973, pág. 90.

231
tuerce hacia atrás, a manera de cresta sobre la cabeza (figura 286),521 donde pueden tener círculos

interpretados como ojos de la noche o las estrellas.522 Según Beyer representan la constelación

Xonecuilli,523 relacionada con la Osa Menor (figura 282).524 En algunas ocasiones se observan

mariposas estilizadas la cubren; mismas que representan al fuego (figura 283b, 287). 525 La cola es

particularmente distintiva, formada por una serie de franjas paralelas de papel, usualmente cuatro,

con nudos centrales que anteceden a un elemento trapezoidal y un rayo (ver figura 284 y 288). Esta

combinación de trapecio y rayo constituye el conocido símbolo del año (xíhuitl), llevando el primer

elemento del nombre de la criatura. Esta idea fue reforzada al colocarle tallos de una planta

rematados con botones redondos, de la planta de pericón o yauhtli (Tagetes lucida).

Este animal fantástico aparece como actor principal en la fiesta de Panquetzaliztli (“erección

de banderas”), dedicada a Huitzilopochtli. Las crónicas mencionan que de lo alto del Templo Mayor

descendía un sacerdote con un hachón de teas que representaba a la xiuhcóatl. Sahagún dice que

“tenía la cabeza y la cola como serpiente, a la que le colocaban en la boca plumas coloradas, que

daba la impresión de ser fuego, que traía la cola hecha de papel, y que cuando descendía parecía una

gran culebra. Al llegar a la parte baja del templo, el sacerdote iba a un pilón donde estaba el papel, y

lo ofrecía a los cuatro rumbos del mundo. Luego la arrojaba al fuego ardiente.526

La xiuhcóatl se encuentra presente como insignia diagnóstica en la espalda de Xiuhtecuhtli y

Huitzilopochtli (figura 285). Las serpientes de fuego habitaban en el cuarto cielo, donde producían

los cometas y otros fenómenos celestes.527

Seler las consideró como símbolo del fuego y del año.528 Beyer pensó que representaban el

año y el zodiaco,529 Para Townsend, las serpientes de fuego significan la luminosidad celestial, el
521
Gutiérrez Solana, 1987, págs. 137-140.
522
Beyer, 1965f, págs. 44-48; Caso, 1967, pág. 202.
523
Beyer, 1965e, pág. 232.
524
González Torres, 1975, pág. 124.
525
Beyer, 1965g, pág. 465-468.
526
Sahagún, 2003, pág. 252.
527
Graulich, 1997, pág. 172.

232
calor y el poder generativo del Sol.530 En la opinión de Nicholson y Quiñones, básicamente fue

parte del bestiario celestial mesoamericano, con fuerte asociación solar.531 Para Graulich se

relacionan más con el cielo nocturno que con el diurno, con el xonecuilli, con los cometas y con

Tezcatlipoca, deidad de la noche.532 De ella se ha destacado su íntima relación con la

transformación de los guerreros muertos, cambio similar de una crisálida a mariposa. Agreguemos

su identificación con armas ofensivas terribles y letales; y que recientemente se ha retomado el tema

de sus orígenes en la historia de Mesoamérica.533

SERPIENTE DE FUEGO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1157
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 30 x 33 x 13 cm
PESO: 10.75 kg
COLOR: 5YR Light brownish gray
FIGURA: 287
Sección medial del fuste de una columna, en la que se encuentra plasmada en bajorrelieve

una serpiente vista longitudinalmente de perfil. La imagen se encuentra fragmentada a la altura del

hocico, del cual sólo alcanzamos a distinguir la parte que se dobla hacia atrás con terminación de un

círculo y un fragmento de la ceja ondulada, que son los restos de la representación de las estrellas

(ver figuras 282, 284 y 286). Los brazos están semi-flexionados y dirigidos al frente. El derecho

presenta los restos de la garra característica. Al interior de los brazos tiene diseños geométricos en

forma de trapecios calados. En la parte superior e inferior del cuerpo se ve una mariposa estilizada,

una convención iconográfica prehispánica para designar al fuego. En la primera es más clara. Se

528
Seler, 1990, pág. 209.
529
Beyer, 1965e, págs. 123-256.
530
Townsend, 1979, pág. 70.
531
Nicholson y Quiñones Keber, 1983, pág.47.
532
Graulich, 1997, pág. 173.
533
Taube, 2000; Hermann, 2011.

233
trata de una mariposa estilizada, con un círculo concéntrico en la base. 534 El cuerpo de la serpiente

presenta escamas en la zona del vientre y el resto del cuerpo se observa seccionado.

La pieza presenta restos de estuco en varias zonas y pigmento rojo, principalmente en las

escamas ventrales, brazo y una parte de la cabeza. En segundo plano, se detectaron líneas

diagonales que pasan por detrás de la serpiente.

SERPIENTE DE FUEGO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1162
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica densa
DIMENSIONES: 23 x 17 x 17
PESO: 20.25kg
COLOR: N 5 Medium gray
FIGURA: 288
Fragmento distal de fuste de columna con una espiga cuadrangular en la parte superior. 535 En

la zona frontal presenta en bajorrelieve un gran triángulo que tiene divisiones con restos de

pigmento rojo. A los costados vemos bandas anchas ondulantes, con divisiones tal vez papel como

en la figura 284. Más abajo se encuentran seis círculos con pigmento rojo y tiras verticales. En la

base del triángulo detectamos los restos de una forma trapezoidal. Esta composición es la

representación de la cola de la xiuhcóatl, que también representa el glifo del año, como rayo-

trapecio. A los costados presenta tallos de yauhtli (Tagetes lucida) con remates de botones redondos

En los costados observamos líneas diagonales que forman una “V” invertida. En la parte

trasera vemos la misma imagen solo que hacia arriba. Posiblemente se trata de la representación de

rayos solares.

Los elementos que la distinguen como una serpiente de fuego son muy claros: la dupla rayo-

trapecio que forman la cola del animal y glifo del año, los botones de yauhtli con restos de pigmento

rojo y las tiras de papel a los costados.

534
Beyer, 1965g, pág. 468.
535
Lo que sirvió para ensamblarla a otra pieza y darle mayor altura. Técnica usada en los llamados atlantes de Tula.

234
Otras serpientes
SERPIENTE CON NUBES
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1096
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica porosa
DIMENSIONES: 16 x 27 x 24 cm
PESO: 7 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 289
De esta pieza desconocemos el lugar de origen. Sección de cornisa de una banqueta como

las recuperadas por el Proyecto Templo Mayor. En la superficie esculpida presenta restos de

pigmento rojo y estuco en varias zonas de la superficie esculpida. En bajorrelieve tiene la parte

trasera del cuerpo de una serpiente ondulante, con volutas que salen del cuerpo, y que según los

trabajos de López Luján representan nubes.536 Observamos dos secciones del crótalo. El diseño está

delimitado por dos secciones son lisas y angostas. Como fondo podemos apreciar rojo y ocre.

SERPIENTE CON PLUMAS


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1129
MATERIA PRIMA: Piedra volcánica porosa
DIMENSIONES: 21 x 27 x 22
PESO: 12.5 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 290
Cornisa de una banqueta; con abundantes restos de pigmento y estuco. Representación en

bajorrelieve de la parte posterior del cuerpo de una serpiente ondulante cubierta por una serie de

largas plumas. En la parte superior e inferior del ofidio vemos varios círculos concéntricos, tal vez

chalchihuites; un poco más hacia su extremo distal podemos apreciar secciones rectangulares,

elementos que no hemos podido identificar con seguridad. El ofidio tiene dos secciones del crótalo.

Como fondo hay pigmentos rojo y blanco, restos de pintura moderna sobre el crótalo.

Esta serpiente con plumas de quetzal remiten directamente al dios Quetzalcóatl ser que

simboliza el ambiente celeste y el terrestre, tal vez la unión de la tierra y el cielo, un concepto

536
López Luján, 2006, pág. 108.

235
creativo en muchas mitologías.537 Al examinar los frisos que tienen las mismas criaturas ondulantes

en el edificio de la Casa de las Águilas, el arqueólogo López Lujan opina que estos representarían

una banda celestial, cuya función sería limitar la escena procesional en su parte superior.538

537
Nicholson, 2000b.
538
López Luján, 2006, pág. 108.

236
Elementos rituales

El arte escultórico desarrollado pada mediados del siglo XV y principios del XVI en la

Cuenca de México fue prolífico. Ya hemos mencionado sus dos principales grupos formales: los

antropomorfos y los zoomorfos; ahora toca el turno para el tercero en abundancia, los elementos

rituales.

En nuestro estudio llamamos elementos rituales esos artefactos plasmados en piedra que

fueron réplica a los utilizados en diferentes liturgias y eran parte de la escena ritual. Abarca relieves

que marcaban simbólicamente las paredes de ciertos edificios, imágenes que se encontraban en el

piso de la plaza, emblemas de poder político y jurídico, vasijas y mesas rituales. Aunque en el resto

del corpus de estilo azteca es más rico en formas y significados.

El tercer grupo formal de nuestro trabajo se forma por los elementos rituales. Dentro del

corpus se encontraron 16 ejemplos, lo que constituye el 10.5% del total (figura 291).

Paneles con cráneos humanos y omicallo

Las siguientes seis piezas son bastante interesantes debido a la temática que en ellas se

encuentra esculpida. Se agruparon en esta sección pues comparten varias características, como el

que todas están hechas en bloques rectangulares de piedra volcánica negra, conservar la misma

forma y tener aproximadamente las mismas dimensiones. En la cara frontal invariablemente tiene

en relieve series de cráneos humanos, alternados con huesos largos cruzados; más abajo se aprecia

una cuerda y varios flecos rectangulares. El par simbólico fue visto recurrentemente en contextos de

muerte y principalmente en la falda de la diosa de la Tierra.

Varios de estos paneles se colocaban juntos, uno al lado de otro, para formar cuatro paredes

(figura 292) de poca altura. Desplantaban de una pequeña plataforma, que superaba el medio metro

de altura; la parte superior fue plana donde tenía otros paneles que algunos autores han interpretado

como un respaldo, sin techo y presentaba una oquedad en el centro, que contenían varios objetos

237
ofrendados entre ellos varios atados de caña o xiuhmolpilli. Edificios con características similares

son conocidos en la jerga arqueológica con el vocablo náhuatl momoztli.

Dentro del recinto sagrado de Tenochtitlan se han reportado varios ejemplos. Hace casi

ciento diez años sucedió el primer hallazgo.539 Durante las excavaciones arqueológicas dirigidas por

Leopoldo Batres en la Calle de las Escalerillas, hora Guatemala (figura 292) el 20 de noviembre de

1900. Uno de esos altares contenía en su interior un par de xiuhmolpilli (“atado de años”) como el

que se aprecia en la figura 293. La información del contexto indica que estaba en una zona frente al

Templo Mayor, a una distancia de 107.2 metros de la intersección con la calle de Seminario y

Escalerillas a una profundidad de 4.67 metros.540

Eduard Seler identifica este tipo de altares como repositorios de ofrendas. En cuanto a los

dos atados de cañas de piedra encontrados en su interior, afirma que eran asientos para los dioses

Omácatl y Tlacahuepan.541 Años más tarde Alfonso Caso relaciona los dos xiuhmolpilli (figura 293)

del altar recubierto con la ceremonia del fuego nuevo, con lo que él llamó el entierro del siglo.542

Caso compara los grabados de los altares con los diseños de la falda de la Diosa de la Tierra (figura

294a-c);543 aclara que este par de símbolos se encuentran en contextos alusivos al final del ciclo de
544
52 años y a la muerte del Sol-Huitzilopochtli. Cecelia Klein, al examinar varias figuras con

diseños similares, las relaciona con ofrenda de sangre (figura 301), las tzitzimime y las cihuateteo.545

En fechas recientes, Guilhem Olivier señala que Tezcatlipoca y Huitzilopochtli también vestían

prendas con las mismas figuras.546

539
Batres, 1902.
540
Batres, 1902.
541
Seler, 1992, págs. 172-176.
542
Caso, 1967, pág. 65-76.
543
Caso, 1967, pág. 75.
544
Caso, 1967, págs. 134-135.
545
Klein, 2000, págs. 17-62.
546
Olivier, 2004a, pág. 148-154.

238
Existieron edificios similares en diferentes lugares y tiempos de Mesoamérica. En tales
ejemplos vemos que sus paredes fueron decoradas con pinturas, esculturas de barro o de piedra. Al
parecer el dúo simbólico se remonta al periodo clásico en el área maya, en Teotihuacan y en
Cholula. Sin embargo se generalizan en el centro de México durante el Posclásico tardío. 547 Los
altares decorados con cráneos también han aparecido en diferentes ciudades además de
Tenochtitlan, al norte de la cuenca de México en Tenayuca (figura 295); Calixtlahuaca, al noroeste
del Valle de Toluca; en el Valle de Tula, Hidalgo; hacia la costa del Golfo en Zempoala o la zona
maya en Chichén Itzá.
PANEL CON CRÁNEO HUMANO Y OMICALLO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 766
MATERIA PRIMA: Roca volcánica porosa
DIMENSIONES: 23 x 17 x 15 cm
PESO: 8.25 kg
COLOR: N4 Med. Dark gray
FIGURA: 296
Panel rectangular con la representación en bajorrelieve de un personaje humano

parcialmente descarnado y visto de perfil. De ojos circulares concéntricos, el hueso del vómer se

representa con un triángulo flanqueado por pequeñas incisiones. Muestra cuatro dientes arriba y tres

abajo. Al frente vemos dos huesos largos cruzados (omicallo). Más abajo hay una banda horizontal

delgada y lisa que se encuentra sumamente erosionada. La pieza presenta estuco especialmente en el

cráneo y los huesos largos.

PANEL CON CRÁNEO HUMANO Y OMICALLO


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1122
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 20 x 32 x 15 cm
PESO: 11 kg
COLOR: 5 R 6/6 Light red
FIGURA: 297
Fragmento de bloque rectangular parecido al ejemplo anterior. En este fragmento de

muro se observa un cráneo humano de perfil, con un ojo circular concéntrico. 548 El maxilar es

protuberante y grande en relación con el resto del cuerpo. Sobre el cráneo quedan restos de

547
López Luján, 2006, pág. 126.
548
Que como hemos mencionado arriba, es la forma común en que se representó a los seres muertos.

239
pigmento azul. Al frente hay dos huesos humanos cruzados en omicallo. En la zona inferior se

encuentran los restos de otro cráneo y un hueso largo, seguramente formando el mismo par.

PANEL CON CRÁNEOS HUMANOS Y OMICALLO


NUMERO DE INVENTARIO: 1123
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 27 x 23 x 17 cm
PESO: 9 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 298
Bloque de piedra de paredes regulares. Donde se labró un cráneo humano visto de perfil,

parcialmente descarnado. En la parte derecha de la pieza se muestra parte de la frente, nariz, maxilar

y mandíbula, con cuatro dientes arriba y cuatro abajo. En la esquina inferior izquierda existen

fragmentos de otra figura similar. Al frente de la primera descripción encontramos dos huesos

largos cruzados (omicallo). Las epífisis están grabadas de manera esquemática por medio de un par

de semicírculos. La escultura tiene una delgada capa de estuco, con restos de pigmento azul.

PANEL CON CRÁNEOS HUMANOS Y OMICALLO


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 10-262564 no inventariada en el PCTM, posiblemente calle de las
Escalerillas.
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 52 x 40 x 31 cm
PESO: 95.5 kg
COLOR: N4 Med. Dark gray
FIGURA: 299
Fragmento de muro de un pequeño altar, el cual presenta una serie de cráneos vistos de perfil

en bajorrelieve. Tres de ellos están orientados hacia la izquierda, los seis restantes a la derecha.

Varios tienen una pequeña perforación circular en la zona del occipucio, las narices carecen de su

extremo cartilaginoso, lo que deja visible las paredes del vómer. La mandíbula se encuentra

descarnada, perceptible pues se esculpieron los cóndilos y dos series de dientes, cuatro arriba y

cuatro abajo. Rodeando el cráneo hay huesos largos cruzados (omicallo). En la zona del relieve

presenta restos de una delgada capa de estuco.

PANEL CON CRÁNEOS HUMANOS Y OMICALLO


CLAVE ANTIGUA:

240
NUMERO DE INVENTARIO: 1515
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 52 x 41 x 30 cm
PESO: 84.75 kg
COLOR: N4 Med. Dark gray
FIGURA: 300
Fragmento de uno de los muros de un pequeño altar. El panel tiene vario relieves que por ser

prácticamente idénticos únicamente describiremos los mejores conservados. El primero de ellos es

una serie de ocho cráneos. La mitad de este grupo está completa; todos están orientados en la misma

dirección. Tienen un ojo circular que denota que son seres de la muerte. La frente es globular, el

hueso del vómer triangular y muchos presentan la boca descarnada. En el parietal presentan una

perforación circular. Al frente y atrás tiene grabados huesos largos cruzados (omicallo). Por debajo

hay dos cuerdas de las cuales penden cuatro tiras horizontales, posiblemente representando un textil

(figura 301).

PANEL CON CRÁNEOS HUMANOS Y OMICALLO


CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 10- 266036 no inventariada en el PCTM
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 51 x 32 x 24 cm
PESO: 46.75 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 302
Bloque de piedra densa y de grano fino, el cual adopta la forma de un paralelepípedo. Cinco

de sus caras se encuentran trabajadas. En dos de sus paredes tiene diseños, lo que nos indica que fue

una piedra esquinera de un altar. Los relieves de la cara frontal representan cráneos orientados

mayoritariamente en la misma dirección. Tienen un ojo circular. La frente es de forma globular. El

vómer es triangular. Todos presentan la boca descarnada y en el parietal una perforación circular.

Invariablemente se encuentran asociados con huesos largos cruzados (omicallo) Por debajo hay dos

cuerdas de las cuales penden cuatro tiras horizontales (similar a la falda que se muestra en la figura

204a).

241
En la cara lateral también se encuentran presentes los mismos diseños, con la diferencia que

se encuentran en peor estado de conservación con restos de pigmento color rojo.

De acuerdo con una foto que se encuentra en el Archivo del Proyecto Templo Mayor este

fragmento de muro aparece en la sección 2, cala E1 cuadro 37, a una profundidad de 2.35 metros

desde el banco de nivel 2, el día 27 de mayo del 1979 (figura 303). Dicha intersección cae en la

fachada este del Templo Mayor, en la etapa III del lado dedicado a Tláloc (plano 6).

Representación de líquido
LÍQUIDO
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1135
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 33 x 39 x 12 cm
PESO: 22.75 kg
COLOR: 5 YR 7/2 Grayish orange pink
FIGURA: 304
Bajorrelieve que representa un gran chalchihuite del que sale un pendiente con el símbolo

del agua y lo precioso. A los costados se ven dos líneas ondulantes, que en la iconografía mexica

era la manera de representar líquidos. Una de ellas está rematada por un círculo concéntrico

fragmentado. Existen dos posibilidades sobre el significado de esta escultura. Por lo visto en otras

imágenes similares se nos ocurre que sea la representación gráfica de sangre (comparar con el

chorro que sale de la figura 305 y lo que sorbe la figura 294 o que se trate de agua (figura 318).

Dardo con humo, glifo ácatl


DARDO CON HUMO, GLIFO ÁCATL
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1100
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 25 x 30 x 12 cm
PESO: 9.25 kg
COLOR: N4 med. dark gray
FIGURA: 306

242
Lápida cuadrangular que perteneció al recinto sagrado de Mexico-Tenochtitlan. Fue

exhumada el 31 de octubre de 1900 en la calle de las Escalerillas, durante las exploraciones

arqueológicas coordinadas por Leopoldo Batres, aproximadamente a 53 metros hacia el oeste desde

la esquina con la calle del Seminario.549 Esta lápida compartía espacio con otro tipo de relieves

(figura 307a) que tienen el rostro del dios de la lluvia, rosetones de papel portados por seres de la

muerte y una nariguera de turquesa. Pocos años después, la pieza fue analizada brevemente por

Seler.550 Gracias a los trabajos del Proyecto Templo Mayor (PTM) y al Proyecto de Arqueología

Urbana (PAU),551 sabemos de un conjunto de lápidas formaron parte integral del piso de la plaza

frente al Templo Mayor de los mexicas, del que nuestro ejemplo formó parte.

La pieza en la parte posterior presenta una protuberancia que sirvió para su empotre. Al

frente hay un grabado de una barra muy larga que va en diagonal desde el ángulo superior izquierdo

al inferior derecho. La primera parte del dibujo tiene una forma triangular con una división

diagonal, similar a los vistos en el extremo distal de los cuchillos de pedernal (figuras 324a y 325).

El diseño continúa liso hasta llegar a un plumón de águila. El relieve termina en el extremo

proximal del astil que es liso. Se representó la forma de una caña con remate distal hecho de una

punta de pedernal (figura 307b). Gracias a los trabajos de Olivier sabemos que los proyectiles de

propulsor (atlátl) y de arco (tlahuitolli) son referidos indistintamente con los términos ácatl,

tlacochtli, mitl y tlaxichtli).552 A los costados del tallo de la planta se encuentran volutas ondulantes

que rodean la parte central de la caña. Puede que estén representando algún tipo de humo o nubes

que se confirma si la comparamos con la figura 307c. Cabe destacar la gran similitud formal entre el

glifo mixteco del año caña y nuestro ejemplo.

549
Batres, 1902.
550
Seler, 1992, pág. 170.
551
Barrera, et al., 2012.
552
Olivier, 2004b.

243
En resumen, observamos el decimotercero de los veinte signos de los días y uno de los

portadores del año: ácatl “caña, carrizo” (figura 307c). El emplear la caña como utensilio para sacar

lumbre, evidentemente ha dado causa a ser relacionado con el sol, el globo de fuego.553

553
Beyer, 1965e, pág. 248.

244
Diadema de turquesa, xiuhuitzolli

DIADEMA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1124
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 26 x 44 x 13 cm
PESO: 12 kg
COLOR: N4 Med. dark gray
FIGURA: 308
Bajorrelieve esculpido en un sillar de roca volcánica que fue parte de una escena de mayores

dimensiones, como lo sugiere la forma del bloque. Es la representación de una diadema alta, vista

de perfil, de forma triangular. En la parte superior, existen dos tiras paralelas alargadas con diseños

geométricos al interior, asociadas con la penitencia y el ayuno,554 abajo hay una cuerda. En esta

misma dirección existe una banda que servía para amarrar la prenda a la cabeza, misma que en los

códices aparece comúnmente de color rojo. En el área inferior de la diadema hay una cabellera

lacia.555 En la parte posterior de la prenda tiene cuatro círculos que debido a lo desgastado no hemos

podido identificar con mayor certeza. La insignia que tenemos aquí es la conocida “diadema de

turquesa”, o xiuhuitzolli como se le conoció en lengua náhuatl, que Simeón identifica como una

corona o mitra, diadema adornada con piedras preciosas. 556

La xiuhuitzolli puede tener varios tipos de connotaciones, entre las más importantes es su

carácter de signo onomástico o en su calidad de símbolo del fuego,557 como la forma esquematizada

de la cabeza de la xiuhcóatl, animal ígneo por naturaleza.558 Cuando forma parte de un complejo

onomástico, suele estar acompañada de uno o más elementos glíficos complementarios. 559 Como lo

propone Noguez,560 cuando el glifo xiuhuitzolli no aparece en relación con una deidad o un

554
Nicholson y Quiñones, 1983, pág. 65.
555
Nicholson, 1991, pág. 65, menciona que algunas de las características de Tonátiuh y varias deidades solares es
precisamente el pelo lacio.
556
Simeón, 2004, pág. 770.
557
Noguez, 1975, pág. 87.
558
Ver el apartado dedicado a la xiuhcóatl en 3.2.2.1.
559
López Luján y Olivier, 2009, págs. 40-46.
560
Noguez, 1975. pág. 93.

245
hueitlatoani, parece estar asociada a la delegación de mando militar, la autorización legalizada o

como símbolo de las conquistas realizadas por una alianza de señoríos.

En este caso resulta problemático establecer si pertenecía a una deidad (figuras 309a-c),561 a

uno de los reyes que gobernaron Tenochtitlan, (figura 310), a los principales líderes militares o a los

jueces que desempeñaban sus funciones en nombre del rey.562 También la llevaban los bultos

funerarios de los guerreros muertos en batalla y los sacerdotes ofrendadores del fuego (figuras 311).

Estrella

ESTRELLA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1116
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 19 x 29 x 14 cm
PESO: 4.75 kg
COLOR: N3 Dark gray
FIGURA: 312
Sillar trabajado en cinco de sus caras, suponemos que formaba parte de una pared o piso. Al

centro del relieve se observa un gran círculo dividido en la zona media por una línea horizontal;

aproximadamente a la mitad de ésta salen tres semicírculos hacia el borde, donde existen restos de

pigmento rojo.

El símbolo que fue grabado en este sillar nos remite al espacio celeste, al cielo visto en la

noche. Se trata de un ojo estilizado, que representa a una estrella; adorno de los seres del

inframundo, colocado comúnmente sobre la cabeza (figura 315b). El símbolo conlleva además de su

significado propio otro de tipo nocturno como es claro en la escena del Códice Borbónico (figuras

313a-b) que tiene la representación de la noche como ojos redondos.563

561
Tal como lo señala Beyer, 1969b, esta insignia era distintiva de tres divinidades: Tonacatecuhtli, Xiuhtecuhtli y
Mictlantecuhtli; aunque es conveniente remarcar que varios dioses del pulque también la portan. Al respecto ver en este
trabajo el apartado dedicado a los dioses de esta bebida.
562
Noguez, 1975.
563
Beyer, 1965f, págs. 44-48.

246
Vasija adornada con corazones sangrantes

VASIJA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1146
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 32 x 23 x 13 cm
PESO: 6.75 kg
COLOR: N4 med. dark gray
FIGURA: 314
Fragmento de una pieza mayor. Por la forma general digamos que fue una vasija circular de

piedra. De paredes recto divergente; la cara interior no presenta diseños, únicamente un pulido, la

exterior muestra una decoración en relieve. Por lo que suponemos que se encuentra emparentado

morfológicamente hablando con esos artefactos conocidos como cuauhxicalli.

En la cara frontal existen tres grandes elementos elípticos. El del lado superior es diferente

ya que en su interior hay siete líneas verticales. Los dos restantes, de la zona inferior, tienen la

misma forma. Aparentemente eran parte de una serie que se acomodaba horizontalmente. De la

parte superior de los elementos globulares salen un par de volutas. Más abajo estos mismos tienen

dos conjuntos de líneas ondulantes, que son la forma convencional para representar el

cercenamiento.

Los dos relieves son corazones cortados de los cuales emana sangre,564 como se muestran en

la figura 315, idea remarcada con la presencia de restos de pigmento rojo.

Almenas

ALMENA
CLAVE ANTIGUA: ilegible
NUMERO DE INVENTARIO: 1472
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 44 x 38 x 21 cm
PESO: 60.75 kg
COLOR: N4 med. dark gray
FIGURA: 316

564
Beyer, 1965e, pág. 161.

247
Dentro nuestro corpus ésta es de las pocas piezas que ya habían sido publicadas. En un

capítulo firmado por Salvador Mateos Higuera que data del año de 1990 se menciona brevemente.

Lamentablemente no refiere la zona donde se encontró, ni los materiales asociados. La descripción

breve que nos ofrece dice: “fragmento rectangular con relieves en cinco de sus caras; estas

consistían en dibujos escalonados, xicalcoliuhqui en círculos concéntricos”.565

Este elemento fue hecho en un bloque rectangular de piedra. Tanto las caras frontal como la

superior tienen el mismo tipo de diseños

En la parte de enfrente se observan dos series de figuras geométricas, una sobre otra,

delimitadas por una banda horizontal. En la superior se distinguen líneas geométricas

perpendiculares que dan la apariencia de dos cuadrados concéntricos. Esta es una figura con gran

antigüedad en el México prehispánico. En la literatura especializada se le conoce como xonecuilli

(figura 317a).566 En la zona inferior hay tres figuras cuadrangulares concéntricas, alternadas. En la

base observamos un pequeño reborde, de nueve centímetros de ancho, elemento que pensamos que

sirvió como una especie de espiga para colocarla en una superficie horizontal. En las paredes

laterales se labró un círculo concéntrico, bajo el cual hay un cuadrado que tiene la misma figura en

el centro, y que sirve como base al relieve anterior. Posiblemente representa a un chalchíhuitl. En la

cara superior vemos un cuadrado concéntrico muy similar a los que se muestran en la cara frontal; a

su lado hay otro elemento rectangular concéntrico cerrado. La pieza presenta restos de cemento

moderno y una marca de catalogación anterior que no es distinguible. Nos recuerda a las que

presentan las almenas del sitio arqueológico de Chichén Itzá (figura 317b). Los mencionados

elementos arquitectónicos han sido identificados como la representación de caracoles cortados.567

565
Mateos, 1979, pág. 566, foto 24634.
566
Que Sahagún, 2003, pág. 79, relaciona con la figura del rayo que cae del cielo.
567
Carrizosa y Aguirre, 2003, pág. 272, fig. 2d.

248
Si nuestras suposiciones son ciertas, estamos frente a una almena. Tal y como lo mencionan

Carrizosa y Aguirre,568 la palabra almena en el contexto del México prehispánico está despojada de

su connotación militar. La mayoría de los especialistas hacen hincapié en su acepción de elemento

arquitectónico decorativo.

Al examinar las asociaciones que tiene el símbolo de xonecuilli en el edificio principal de los

mexicas López Austin y López Luján comentan su relación con temas pluviales, astrales, ya que

puede representar tanto el rayo, la nube569 y la constelación Citlalxonecuilli.570 Agregan que su uso

es muy antiguo pues se le encuentra desde el Preclásico medio. 571 Otra hipótesis factible es que se

representó bajo una forma esquemática una corriente de agua como se puede apreciar en la figuras

318a y 318b.

ALMENA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1506
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 67 x 41 x 22 cm
PESO: 48 kg
COLOR: 10 R 4/2 Grayish red
FIGURA: 319
La siguiente escultura se encontró fragmentada durante la primera temporada del PTM

(figura 320). Su hallazgo fue en la sección II, cala M1, a una profundidad de 2.13 metros, el 9 de

mayo de 1978, muy cerca de la esquina sureste del Templo Mayor (plano 7). Al examinar la

fotografía in situ nos daremos cuenta que al depositarla ya se encontraba rota, presumiblemente por

los mismos mexicas, en el relleno constructivo.

La pieza se compone por un bloque rectangular fracturado en su zona media. En la cara

posterior muestra una espiga cuadrangular que tal vez sirvió para empotrarla. Al frente es donde se

encuentran líneas verticales ligeramente curvas. Hacia la parte media encontramos una fila de

568
Carrizosa y Aguirre, 2003, pág. 269.
569
Curiosamente Carrizosa y Aguirre, 2003, pág. 289, mencionan la existencia de un tipo de almena tipo nube.
570
López Austin y López Luján, 2009, pág. 350-351.
571
López Austin y López Luján, 2009, pág. 288.

249
cuatro círculos que presentan una línea horizontal y una protuberancia alternadamente una hacia

arriba y otra hacia abajo. Posiblemente representen a cuatro nudos de un gran atado como se puede

observar en la figura 321. Presenta restos de estuco y pigmento rojo en las bandas verticales.

Peanas
Durante su fase final el arte escultórico mexica alcanzó un alto grado de desarrollo. Los

materiales arqueológicos que han llegado hasta nuestros tiempos nos indican que las técnicas de

manufactura mejoraron, las escenas que representaban mostraban una mayor complejidad

iconográfica, aumentó notablemente la producción en poco tiempo, las obras fueron de mayores

dimensiones y las efigies en piedra se veían por doquier. En Tenochtitlan y en las ciudades vecinas

esta revolución se vio acompañada de nuevas formas, que incluían esculpir en piedra algunos

objetos esenciales en las liturgias. Podemos mencionar brevemente una amplia gama de efigies

portátiles, instrumentos musicales; anillos y cilindros para el sacrificio gladiatorio, temalácatl; los

tajones sacrificiales, téchcatl, las diferentes formas de los continentes para las ofrendas,

cuauhxicalli; las cajas de piedra, tepetlacalli; los anillos de juego de pelota, tlachtemalácatl; las aras

y mesas para presentar ofrendas y soportar a otros seres, tlamanalco.

Como ejemplo de esas mesas mencionemos las últimas tres piezas de este estudio; todas

ellas rotas por los mexicas. De ellas destaquemos que no se conocen formas similares en el corpus

escultórico. Debido al mismo estilo escultórico, diseños tipo de roca, dimensiones aproximadas, y

que los tres fueron encontrados muy cercanos unos de otros, suponemos que formaban parte de un

mismo conjunto iconográfico, que estaba en íntima relación con el Edificio A del recinto sagrado de

Tenochtitlan, al norte del Templo Mayor.572

572
En el relleno constructivo frente al acceso del ala norte de la Casa de las Águilas la arqueóloga Gutiérrez Sansano
reporta haber encontrado otra figura similar en la cala V´, cuadro 64, en la capa III, dentro de una matriz de tezontle y
lodo; sus dimensiones son 0.67 cm de largo, por 0.66 cm de espesor. Se encontró bajo piso de lajas que cubrió la
escalinata norte, aproximadamente sobre la alfarda oeste de la escalinata.

250
Morfológicamente hablando se compone por dos elementos. El primero lo podemos

describir como una especie de caja, cuya pared superior e inferior muestra un marco de líneas lisas,

que delimitan un panel que tiene un diseño de líneas onduladas, entrecruzadas formando rombos; al

centro de cada uno hay un círculo concéntrico, donde aun se pueden observar restos de pigmento

rojo. El segundo parece emerger de las caras laterales de esta caja, se trata de varios elementos

lanceolados dispuestos radialmente; cada uno tiene un rostro de un ser telúrico, que tiene cejas

protuberantes, ojos circulares, una especie de placa sobre la boca, y varios dientes curvos; estos

seres pueden ser interpretados como representaciones de cuchillos de pedernal o técpatl.

Mencionemos brevemente que el diseño de líneas entrecruzadas es la representación de piel

de serpiente o de la Tierra (figura 322b). Estos rombos ondulantes son indicación de la textura del

cocodrilo, animal se asociado a la tierra,573 al igual que las serpientes (figura 322a),574 tortugas,

alacranes, mariposas nocturnas y los murciélagos (figuras 323a-c) que lo tienen sobre las alas. Por

asociación también aparece en deidades de la lluvia, como en las anteojeras de Tláloc, y en general

se puede ver en seres del inframundo y de la noche.

En cuanto al pedernal o técpatl, entre los mexicas era el 18° signo de los días. En las fuentes

pictóricas se muestra una piedra brillosa, invariablemente terminaba en una cabeza lanceolada, con

un extremo o los dos pintados de rojo, ocasionalmente con un filo ondulante (figura 324a). Las

propiedades cortantes fueron marcados por una mandíbula que contiene una serie de dientes (figura

324b), denotando lo que hiere y lesiona. Hay casos que la totalidad de la imagen fue cambiada por

un rostro humanizado con grandes incisivos o con cabezas de muertos con mandíbulas abiertas

573
Beyer, 1965b, págs. 124-133.
574
Mondragón, 2007, págs. 105-114, señala que este motivo se asocia a divinidades que representan la tierra como lugar
físico donde viven los humanos.

251
(figura 324a y 324c).575 Otros ejemplos muestran a este artefacto con una figura humana pintada de

negro con la cabeza lanceolada.

El pedernal fue símbolo de sequía y aridez. De acuerdo con Sahagún, los nacidos bajo este

signo eran energéticos y valientes, respetuosos y ricos, buenos cazadores y nobles. Esta misma

fuente afirma que los que nacían bajo el signo 1-técpatl eran valientes, esforzados para la guerra y

venturosos, y las mujeres que nacían eran varoniles, hábiles para todo. Era el signo de

Huitzilopochtli y Camaxtli.576 Además de ser uno de los 20 signos de día del tonalpohualli o

calendario ritual, era uno de los cuatro portadores del año. Este instrumento también representaba

una de las cuatro regiones del mundo, el del norte, la región árida; además se asociaba a la parte

septentrional del mundo, que era llamado por los antiguos nahuas Mictlampa.577 De acuerdo con

Graulich,578 el pedernal fue una piedra que contenía un resplandor, el resplandor fue vida, además el

pedernal fue comparable con los huesos, los cuales realmente son semillas: son la parte central del

cuerpo, exactamente como las semillas del fruto. Entre los antiguos escultores existió la costumbre

de trasformar una lengua expuesta de algunos seres en cuchillo de pedernal. La notamos en varias

esculturas, materiales arqueológicos e imágenes vistas en códices, por ejemplo en Tlaltecuhtli

(figura 325b) o en sustitución de la lengua de las serpientes emplumadas (figura 325a). Para el caso

de la diosa de la tierra, Beyer explica que es el símbolo de la luz, como rayo. 579 En la cosmovisión

de las sociedades posclásicas del Centro de México al pedernal le otorgaron un carácter celeste e

ígneo, opuesto y complementario a la obsidiana.

El pedernal era una piedra con la que sacan lumbre y es el instrumento para la

cardioectomía, que también se asociaba a los espacios celestes.580 Al mismo tiempo se le

575
Seler, 1990, pág. 133.
576
Sahagún, 2003, pág. 390.
577
Sahagún, 2003, 705.
578
Graulich, 1997, págs. 167.
579
Beyer, 1965e, pág. 155.
580
Olivier, 2004a, pág. 199.

252
relacionaba a la generación. Como ejemplo hay que mencionar la siguiente historia mítica: en el

cielo había un dios llamado Citlallatónac, y una diosa llamada Citlalicue, esta parió un pedernal, sus

hijos espantados y admirados decidieron echar del cielo al técpatl. De tal manera, cayó, se hizo

pedazos y de él salieron 1600 dioses. Esto pasó en Chicomóztoc.581 En una imagen del Códice

Vaticano 3738 (figura 326) se encuentra una pareja oculta bajo una manta; entre las figuras

humanas hay un cuchillo de pedernal, mientras que detrás de cada una de ellas se levanta una caña,

son palos sacadores de fuego, el pedernal representa el fuego que se produce y el conjunto

simboliza la unión sexual.

El pedernal y el diseño de piel de serpiente son elementos opuestos pero complementarios.

El primer material es de origen celeste, ígneo, caliente, seco, masculino, relacionado con la luz,

mientras que el segundo es del inframundo, a lo frío, a lo femenino, es oscuro y húmedo. Parece que

esta composición de contrarios armonizaba en estos objetos.

PEANA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1500
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 30 x 54 x 40 cm
PESO: 95 kg
COLOR: N 5 Medium gray
FIGURA: 327
Esta escultura fue localizada el 6 agosto de 1981 al excavar los rellenos constructivos que

cubrieron la escalinata este del edificio A, que se encuentra al norte del Templo Mayor, en la 3ª

sección unidad M´-N´ cuadros 50-51, capa III que se componía de tezontle y lodo (plano 8). De

acuerdo con el informe de la exploración arqueológica se localizó fuera de su contexto original

(figura 328).582 Según la cronología de Matos, la ampliación referida se hizo entre los años de 1486

y 1502 d.C. bajo el reinado de Ahuítzotl, que corresponde con la etapa III del edificio A.583

581
Mendieta, 2002, pág. 181.
582
Gutiérrez Sansano, 1980.
583
Camila Pascal, comunicación personal junio 2010.

253
Se trata de un bloque con dos de sus caras planas, la superior y la inferior, donde tiene

motivos similares. Al centro de la cara superior, que es la mejor conservada, presenta en

bajorrelieve una forma cuadrangular, con una banda lisa y angosta que sirven como un marco para

la imagen. Al interior existe un diseño de líneas onduladas y entrecruzadas que forman una especie

de red, que dan pie a motivos romboidales, cada uno con un círculo concéntrico al centro; este

conjunto caracteriza la piel de las serpientes y al monstruo de la tierra (figura 322a y 322b).584 Esta

zona encontramos presencia abundante de pigmento rojo.

Este primer elemento de la pieza originalmente adoptaba la conformación de una pequeña

caja, que se complementaba con la presencia de elementos lanceolados que salen de los costados y

se encuentran dispuestos radialmente, que son simétricos y de cuerpo grande; de los que ahora

quedan tres. Todos encierran dos ojos circulares grandes, cada uno con una ceja ancha y lisa en

forma de media luna. Más abajo hay una voluta, que en otros contextos se le conoce como bigotera,

cuyo extremo se dobla sobre sí misma. Se encuentra sobre cuatros enormes colmillos curvos, que

aún tiene pigmento rojo sobre una capa muy delgada de estuco. Debido al arreglo espacial de los

elementos lanceolados suponemos que originalmente eran ocho (figura 322c). En la cara inferior de

la escultura se encuentran estos rostros. Esta es la forma común para representar un cuchillo de

pedernal. Su nombre en lengua náhuatl fue técpatl.

PEANA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1545
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 31 x 57 x 46 cm
PESO: 95.5 kg
COLOR: N5 Medium gray
FIGURA: 329
Escultura rota por los mexicas, localizada muy cerca de la anterior, durante la primera

temporada de campo del PTM. De acuerdo con la arqueóloga Gutiérrez Sansano, estaba sobre la

584
Este diseño que semeja la piel de la serpiente y la superficie de la tierra lo trataremos con mayor profundidad más
adelante.

254
parte central de la escalinata este del edificio A.585 Esta pieza comparte muchas características

formales que la precedente; se trata de un bloque rectangular fracturado con relieves en varias de

sus caras.

Aún quedan los restos de dos protuberancias lanceoladas muy grandes, que se encuentran

saliendo de una especie de caja; podemos inferir que existieron más de este tipo y que el patrón de

distribución fue repetitivo de una manera radial. Al interior de estas figuras se muestran dos grandes

ojos circulares y concéntricos, con un arco supraorbital en forma de media luna. Ésta es la forma

típica de ojos de muerto. Debajo de los ojos hay una banda ondulada que se dobla hacia adentro,

una especie de bigotera que se combina con cuatro dientes largos, arreglo que al mismo tiempo

conforma una cabeza fantástica vista de perfil; la efigie no indica la nariz. Ésta es la típica forma de

representar cuchillos de pedernal. Presenta restos de estuco sobre el que se colocó pigmento rojo. 586

Al parecer la cara inferior también presentaba los mismos diseños, aunque sólo se aprecian restos de

los ojos y de una voluta.

Arriba y abajo del paralelepípedo, del que salen los cuchillos de pedernal, hay elementos

cuadrangulares que tiene relieves de bandas rectas perpendiculares, angostas y lisas en los extremos,

los que sirven como límite. Por lo horizontal de las caras superiores e inferiores nos hace pensar que

la escultura se encontraba sobre una superficie plana. En el interior se alcanzan a distinguir varias

líneas ondulantes que se entrelazan formando motivos reticulares, que conforman un patrón de

rombos, cada uno de los cuales tiene inscrito al centro un chalchihuite.587

PEANA
CLAVE ANTIGUA:
NUMERO DE INVENTARIO: 1529
MATERIA PRIMA: Roca volcánica densa
DIMENSIONES: 25 x 40 x 32 cm
PESO: 27.75 kg

585
Gutiérrez Sansano, 1980.
586
Olivier, 2004a.
587
Al analizar el monolito de Coatlicue Fernández, 1959, pág. 214, sugiere que estos diseños significan preciosura.

255
COLOR: 10 YR 6/2 Pale yellowish brown
FIGURA: 330
Esta escultura es prácticamente idéntica a las dos precedentes y fue encontrada muy cerca de

ellas. Se trata de un bloque que tiene la forma de un paralelepípedo, donde la cara inferior se

presenta plana y la superior tiene un pequeño desnivel. Posiblemente fue un ara o basa para colocar

encima algún tipo de ofrenda o una imagen.

En las cara superior (que es la mejor conservada) e inferior presentan diseños idénticos: un

par de bandas lisas y angostas que enmarcan la imagen interior, un pequeño rectángulo con relieves

de rombos ondulados y un círculo concéntrico, que líneas arriba identificamos como elementos que

representan la superficie de la tierra, la piel de algunos animales terrestres, nocturnos y del

inframundo. A un costado observamos la presencia de dos elementos lanceolados, cada uno con

cuatro enormes colmillos curvos. Se trata cuchillos que se encontraban dispuestos radialmente. La

escultura tiene abundante pigmento rojo en los rostros de los cuchillos y en el diseño de piel de

serpiente hay color azul.

256
4. Conclusiones

Al llegar al punto final de este trabajo, después de haber mencionado las múltiples formas

que adoptó la escultura de tradición azteca, de conocer a algunos de los seres sobrenaturales que

habitaron su cosmovisión, de examinar sus atavíos, de mencionar los diferentes espacios donde las

colocaron y tratar de manera general las ideas que tenían de ellas sus creadores tan sólo podemos

imaginar la complejidad del fenómeno en el momento que se desarrolló. Al igual que pasa con las

imágenes de nuestro tiempo, los restos materiales que se han conservado de la estatuaria, nos hablan

de su abundancia, omnipresencia, importancia y complejidad.

Para los habitantes de estas tierras las esculturas no eran simples figuras inanimadas. Eran

contenedores de una fuerza superior, eran los dioses mismos que se encontraban frente a ellos, y a

quienes debían venerar. Los antiguos nahuas se referían a las imágenes de sus dioses como teixiptla

y toptli. Como lo explica López Austin “creían que los dioses se introducían en las imágenes que

ellos hacían, porque lo semejante va hacia lo semejante, se reconocen en ellas”. 588 Entre las

imágenes y los dioses había una comunicación que se mantiene, entre las partes de una misma

fuerza dividida.

Dando un enorme salto temporal y a casi quinientos años de distancia para un observador no

familiarizado con la información que portan estas efigies parecen confusas.589 Pero como material

tangible de sociedades pasadas, las esculturas en piedra son un excelente medio para poder conocer

a los grupos humanos pretéritos a quienes sirvieron. Existen muchas formas para estudiar a los

pueblos creadores, que depende del enfoque con que se aborden. La arqueología brinda útiles

herramientas para hacerlo. Pueden ser por ejemplo de tipo tecnológicas, es decir cómo se hicieron,

los conjuntos de técnicas que permitieron su creación; la evolución estilística del conjunto de

588
López Austin, 2003, pág. 178.
589
Situación que en la mayoría de los casos las condena a especulaciones poco atinadas o a parcas descripciones.

257
imágenes a lo largo del tiempo; la naturaleza de estas representaciones; su relación con el espacio

físico que las circundaba; el significado implícito de las imágenes y las relaciones simbólicas entre

ellas son algunas cuestiones que se nos ocurren.

Antes de cerrar esta etapa de investigación, debemos completar y resumir de modo

satisfactorio las ideas expuestas a lo largo de este trabajo.

El material que aquí se examinó presenta características comunes a aquellos que se

encuentran en espacios donde se almacena material arqueológico y por ello el método con el que

fue estudiado puede ser aplicado a situaciones similares. Las cualidades de las piezas de nuestro

estudio son que de la inmensa mayoría se desconoce la procedencia contextual; gran parte de los

ejemplos que conforman el corpus se encuentran rotos. No obstante, tienen una destacada calidad,

diversidad y complejidad simbólica. Dentro de los objetivos generales planteados al inicio del

presente trabajo fue el conocer su naturaleza y qué tipo de seres se encuentran representados. Para

ello se hizo necesaria la revisión histórica de los estudios de mayor impacto en el medio académico

sobre escultura de estilo azteca. Al hacer las indagaciones necesarias para contestar las mencionadas

cuestiones nos llevaron a la lectura y examen de diferentes obras, y de inmediato destacó la enorme

cantidad de escritos.

Al examinar tales obras nos percatamos de las múltiples maneras de estudiar los materiales

escultóricos a través de diferentes periodos de tiempo. Por ejemplo, los del siglo XIX se

caracterizan por un fuerte nacionalismo. Sus intereses fueron dar a conocer culturas gloriosas y sus

monumentos. En cambio, los autores extranjeros tienden a relacionar los monumentos escultóricos

con culturas distantes en el espacio y en el tiempo, de Egipto y Asia primordialmente. En aquella

época el arte escultórico se entiende como un conjunto uniforme. Se reúnen en un mismo apartado

imágenes que proceden de distintas culturas y temporalidades, dejando de lado la diversidad

cultural de los pueblos mesoamericanos. Hasta finales del siglo XIX se comienza a dividir las

258
imágenes de acuerdo con su morfología y temática, principalmente en antropomorfas, zoomorfas y

fitomorfas. Agreguemos que la comprensión del imaginario prehispánico se vuelve más profunda.

Se observa que el tema religioso no es el único en esta plástica, aunque sea uno de los que lo

origina. Aparecen eventos y seres concretos de la historia prehispánica.

A principios del siglo XX destacan las figuras de los alemanes Eduard Seler y Hermann

Beyer, quienes dan un orden de lectura a dichas imágenes. Cada uno ofrece las claves para conocer

los temas plasmados. Utilizando una metodología estructurada y sistemática nos proporcionan

información del personaje representado. Para la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI,

las investigaciones sobre escultura de estilo azteca se producen principalmente en México y los

Estados Unidos. En territorio nacional el de mayor trascendencia y repercusiones es sin duda el

Proyecto Templo Mayor, que se inicia en 1978. De este sitio se recuperaron un sin fin de esculturas

siguiendo un riguroso registro de campo. Se puede decir que a partir de estas excavaciones se tiene

una nueva perspectiva de lo que fueron las imágenes en piedra. Las efigies fueron localizadas in situ

o en lugares próximos a su ubicación original; contamos a su vez con los artefactos asociadas a

ellas, y un contexto espacial con el cual se pueden relacionar.

La revisión de cada uno de estos trabajos fue bastante productiva. Poco a poco se iban

encontrando respuestas. De entrada se reveló que el arte escultórico con el que tratábamos era de

índole predominantemente religiosa, aunque el tema político también se presentó. Los escritos de

los especialistas permiten vislumbrar las diferentes metodologías empleadas para su comprensión.

Al mismo tiempo, apreciamos que no se ha hecho una propuesta que abarque el estudio sistemático

tanto de las formas como del contenido de los temas esculpidos en estos materiales, desde el punto

de vista arqueológico. Y que por otro lado se adaptara a las condiciones que presentaba nuestro

corpus.

259
Otro de los objetivos que nos impusimos fue conocer el origen del corpus de estudio. Por

desgracia, únicamente de algunas esculturas pudimos averiguar su contexto original. De manera

general podemos mencionar distintos lugares: donaciones de particulares al antiguo Museo

Etnográfico, de excavaciones arqueológicas que se efectuaron a principios del siglo XX en la calle

de las Escalerillas y exploraciones de la primera temporada de campo del Proyecto Templo Mayor.

Ahora sabemos que dos relieves fueron recuperados por Leopoldo Batres. Hacia el año de

1900, el Departamento de Obras Sanitarias de México excavó una zanja en el centro de la Ciudad

de México con el fin de instalar un colector de aguas residuales. Lo que no menciona el arqueólogo

es el lugar preciso del hallazgo. La información disponible nos dice que se ubicaron dentro del

recinto sagrado de Mexico-Tenochtitlan, asociadas a otras esculturas de forma similar. Una de ellas

se ha asociado a un conjunto de lápidas con relieve (figura 306), que fueron parte integral de la

plaza frente al Templo Mayor, durante etapa IVa (1440-1469 d.C.)

También sabemos que 107 imágenes provienen del antiguo Museo Etnográfico; los registros

del archivo técnico del Museo del Templo Mayor, el archivo técnico de la Coordinación Nacional

de Arqueología y el archivo histórico del Museo Nacional de Antropología nos permiten saber que

estas piezas fueron exhibidas allí. Algunas piezas pertenecieron a las colecciones del Museo

Nacional de Antropología; que cuando se mudó a su actual dirección, dejó bajo resguardo del

antiguo Museo Etnográfico.

El antiguo Museo Etnográfico se localizaba en la intersección de las calles de Seminario y

Guatemala y funcionó hasta 1978. Durante las exploraciones arqueológicas del PTM fue utilizado

como laboratorio de conservación y bodega. Posteriormente fue demolido y el espacio

acondicionado para formar parte de la actual zona arqueológica. En este espacio se resguardaban

piezas que fueron donadas por diferentes personas, y otras que se encontraban en las bodegas del

Museo Nacional de Antropología. Por el estilo iconográfico, podemos inferir que muchas de estas

260
esculturas pertenecen al llamado estilo imperial azteca que se desarrolla durante el posclásico

tardío, que abarca espacialmente la Cuenca de México y los actuales estados de México, Morelos, el

sur de Hidalgo, el sureste de Puebla y Tlaxcala.

Una tercera fuente fue el Proyecto Templo Mayor. Durante la primera temporada de

excavación, de marzo de 1978 hasta noviembre de 1982, se recuperaron numerosos artefactos. Bajo

la dirección del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, salieron a la luz edificios, plazas, ofrendas

y esculturas. Aquí analizamos 45 piezas que proceden de dicha investigación. La distribución

espacial de las figuras que nos concierne se encuentra principalmente en el Templo Mayor o en sus

proximidades. También las ubicamos en los cuerpos del edificio y en las escalinatas; en las

escalinatas del edificio A, en los rellenos constructivos frente a la Casa de las Águilas, o en las

ampliaciones de la zona norte. Además contamos el caso de una pieza encontrada en el interior de

un basurero colonial. Al asociar los restos de las esculturas a las diferentes etapas constructivas,

podemos decir que los años en que fueron hechas rondan la segunda mitad del siglo XV y principios

del XVI.

Otra cuestión que se presentó durante la investigación fue que encontramos un estilo

iconográfico complejo y en ocasiones muy difícil de comprender, ya que tratamos con fragmentos

de la pieza original. Por las características de la colección en estudio, fundamentamos las claves

para su comprensión en una metodología que consideramos adecuada: la iconografía.

El historiador del arte alemán Erwin Panofsky recalcó la importancia de asociar las

imágenes con una alegoría o una historia en particular. Según sus postulados, para una correcta

interpretación tenemos que seguir un proceso estructurado en una significación primaria o natural y

una significación secundaria o convencional.

Al aplicar sus postulados a nuestros materiales, el primer paso fue crear y analizar un

vocabulario de elementos iconográficos, vistos de manera individual y en conjunto. De esta manera

261
se impuso la tarea de desarrollar un catálogo basado en las formas que permitiera su estudio

sistemático para poder manejar sus diferentes variables.

Al principio de nuestra investigación no parecía que este tipo de análisis arrojaría

información relevante pues desconocíamos cuáles eran las categorías en las que debíamos dividir la

estatuaria indígena. Sin embargo, al observar las imágenes nos dimos cuenta de la calidad y

cantidad de datos que podíamos obtener por medio de su inspección sistemática. Como primer paso

para su comprensión es necesario una descripción morfológica detallada. De tal manera dentro de

un cierto conjunto detectamos formas comunes y de fácil identificación.

Hablando de manera general destacan la figura humana, la animal y los elementos rituales.

Son precisamente estos tres conjuntos los que le dieron forma a nuestro siguiente nivel de distinción

y separación.

Al actuar bajo esta lógica pareciera que nuestro análisis le da demasiado peso a las

descripciones de las formas, ante lo cual hay que recordar que lo sagrado residía precisamente en

atuendos e insignias. Muchos de los símbolos portados por las figuras de culto eran señales de

divinidad, las que remitían a seres bien conocidos que formaban un conjunto estructurado,

organizado y de fácil identificación para los espectadores. Eran un instrumento que transmitía y

fijaba un saber sobre las múltiples esferas de acción y dominio de estos seres divinos. Por ello, el

mínimo detalle es importante en la composición de la obra y por lo tanto digno de atención.

El grupo en que se reunieron las imágenes antropomorfas fue el que demostró mayor

complejidad. Allí se pueden encontrar personajes que no tienen atavíos divinos, pero que

suponemos que en algún momento los tuvieron; el otro grupo son seres comunes del panteón

mesoamericano, de naturaleza divina.

262
El primer subgrupo de personajes reunió a 53 ejemplos en relieve y de bulto. El examen

arrojó que son representaciones tanto de hombres como de mujeres. Se pudo distinguir por ciertas

características, como lo son las vestimentas que portan.

De los personajes antropomorfos sin atributos divinos identificamos algunas de las

actividades que realizaban: en procesión o descansando plácidamente. Las posibles funciones de

estas imágenes fueron el servir como efigies de culto o como parte de la decoración de las

edificaciones o pisos. Aquí hay que destacar que la mayoría de las representaciones son de

individuos jóvenes.

El segundo grupo estaba integrado por 60 seres sobrenaturales. Con base en las insignias

iconográficas que portan se formaron subgrupos. Los pudimos definir como deidades de la

fertilidad, Tláloc, Quetzalcóatl y su advocación Ehécatl, Chicomecóatl, deidades del pulque,

Itzpapálotl, Coatlicue, Tlaltecuhtli y Xólotl. Al consultar las fuentes documentales que hablan de

estos personajes, los mostraban en campos de acción cercana. El siguiente paso era conocer cuáles

eran los temas de culto bajo los que se agrupaban. Por las características únicas de nuestra muestra

y dados los objetivos que se plantearon desde el principio, la mejor opción fue la propuesta de H. B.

Nicholson, quien agrupó a los dioses en tres grandes temas: 1) deidades creadoras; 2) deidades

agrícolas de la lluvia y la fertilidad; 3) deidades de la guerra y el sacrificio. Cada grupo está

integrado por diferentes complejos y presidido por dioses importantes.590

Al aplicar su taxonomía en nuestro corpus, llegamos a lo siguiente:

1) Deidades celestes creadoras. No se encontraron representantes de este tema.

2) Deidades agrícolas de la lluvia y la fertilidad. Este se conformó por las deidades de la

fertilidad, Tláloc, Quetzalcóatl y su advocación Ehécatl, Chicomecóatl, deidades del pulque,

Itzpapálotl y Coatlicue.
590
Nicholson, 1971b.

263
3) Deidades de la guerra y del sacrificio. Tlaltecuhtli y Xólotl.

Basados en tal clasificación se expusieron en el cuerpo de este trabajo los personajes

antropomorfos con atributos divinos. Los análisis revelan que esta gran legión de deidades fue

organizada alrededor de pocos temas de culto fundamental. Algunas veces no coincidía la

taxonomía propuesta por el investigador norteamericano y los temas de culto del conjunto de efigies

de nuestro corpus. El problema reside en dos causas principales: la primera es que ante lo

deteriorado de la muestra no fue posible determinar la identidad de muchos de los personajes. La

segunda fue la increíble dinámica del panteón mesoamericano. Recordando que se regían bajo la

lógica de la fusión o fisión de los seres divinos, compartiendo o separando sus insignias

iconográficas; además que el espacio y el lugar donde se encontraban determinaba la forma en que

se presentaban.

Un problema al que nos enfrentamos al aplicar esta metodología fue que existen dificultades

al tratar de clasificar ciertas imágenes de nuestro estudio al riguroso sistema propuesto por

Nicholson. Por lo que futuras investigaciones deben tomar en cuenta un punto fundamental de este

tipo de materiales: su dinámica. Conocer precisamente cuáles son las razones por la que varios seres

compartan insignias iconográficas, cuáles son sus relaciones, de qué tipo y principalmente los ciclos

en que se encontraban.

Creemos conveniente resaltar que el estudio del panteón de estas sociedades es importante,

pues existieron fuertes nexos entre la multiplicidad de dioses y la creciente complejidad de la

sociedad.591 Además se pueden vislumbrar las funciones de los dioses dentro de las distintas esferas

sociales. El examen de dichas imágenes pletóricas de símbolos nos permite señalar que obedecían a

un peculiar código de comunicación, cuyas reglas se encontraban más allá de lo estético.

591
Tal como lo destaca López Austin, 1983, 75-87.

264
El grupo en que se reunieron las imágenes zoomorfas fue el segundo en importancia. Allí se

formaron dos subgrupos. El primero se integró por felinos, cánidos, reptiles, batracios y aves. En

ellos no se perciben divisas que los ligan a seres sobrenaturales o animales mitológicos. Por los

rasgos tan detallados que se encuentran en los animales, se ha llegado a una tentativa identificación

taxonómica, basados principalmente en las atinadas observaciones de los biólogos. El segundo

grupo de esta sección se relacionó con seres fantásticos, integrado en su totalidad por serpientes, ya

fueran de fuego, con plumas o volutas.

De cada uno de los animales, sin importar si fueron fantásticos o no, se indagaron las

concepciones que tenían los antiguos nahuas, como sus nombres, las asociaciones simbólicas, sus

atributos naturales o sobrenaturales, las fiestas donde eran partícipes o las historias míticas en que

aparecen. A partir de su estudio hemos percibido cómo se integraban en su forma de entender el

universo. Y de paso debemos mencionar que lamentablemente no se cuenta con un estudio extenso

a detalle que trate el tema de las clasificaciones de los animales de acuerdo con la taxonomía de los

antiguos nahuas.592

El tercer y último conjunto morfológico que se analizó son los elementos rituales. Muchos

de ellos fueron parte de la decoración con la que se cubrió las paredes o remataban las

edificaciones, posibles continentes de materiales o diseños alusivos al poder que ejerció una

determinada clase social. Hay una serie de esculturas que, de acuerdo con nuestras suposiciones,

sirvieran como peanas para colocar ofrendas. Al igual que los dos conjuntos anteriores, en este caso

se trató de buscar la temática expresada por medio de los diseños presentes en sus superficies.

Basados en tales indagaciones percibimos que la forma y la función se encuentra en completa

relación.

592
Sobre el problema de las influencias europeas en las fuentes documentales utilizadas ver Olivier, 2007, Págs. 125-
147.

265
Al hacer el estudio mediante técnicas sistemáticas, un asunto es claro: los símbolos que se

plasmaron en las efigies de piedra tienen múltiples asociaciones y aparentemente incluyen varios

mensajes al mismo tiempo. Hay que recordar que en esta obra se exploró el tema religioso, pero

pueden también existir los temas político, social, cultural o étnico. Es importante conocer el

significado inherente de los atavíos e insignias iconográficas; saber el por qué de la composición

interna de la obra, particularmente en las escenas complejas y prestar mucha atención al tipo de

relaciones entre ellas.

Otro de los asuntos a examinar en los futuros estudios sobre escultura de estilo azteca son las

relaciones simbólicas entre efigies y cómo el espacio donde se encontraban condicionó su aspecto

exterior. El objetivo debe tomar en cuenta cómo varias imágenes se conjugaban para ofrecer al

espectador un discurso determinado y saber el papel dentro de un programa iconográfico global.

Finalmente y no menos importante, es entender el significado de los emblemas en un momento

específico y a través del tiempo, desde la siempre productiva perspectiva de la función de los

artefactos.

No resta más que hacer un sincero llamado a los interesados en el tema para que desordenen

las bodegas donde se resguardan materiales arqueológicos. Es casi seguro que no se van a

desilusionar, allí se encuentran muchas sorpresas que no piden nada a las que dan las excavaciones.

Para muestra un botón.

266
5. Bibliografía
Lista de siglas

AATM Asociación de Amigos del Templo Mayor


ADV Akademische Druck-u. Verlagsanstalt
ATMTM Archivo Técnico del Museo del Templo Mayor
CONACULTA Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
CONACYT Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
ENAH Escuela Nacional de Antropología e Historia
ENCRyM Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía
FCE Fondo de Cultura Económica
FFyL Facultad de Filosofía y Letras
GV García Valadés (editores)
IIE Instituto de Investigaciones Estéticas
IIFL Instituto de Investigaciones Filológicas
IIH Instituto de Investigaciones Históricas
INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia
INI Instituto Nacional Indigenista
SEP Secretaría de Educación Pública
SEQC Sociedad Estatal Quinto Centenario
SHCP Secretaría de Hacienda y Crédito Público
SMA Sociedad Mexicana de Antropología
UCLA University of California Los Angeles
UNAM Universidad Nacional Autónoma de México

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286
6. Figuras
Antecedentes

a b c
Figura 1. Coatlicue a) vista frontal; b) vista posterior; c) vista lateral (tomada de León y
Gama 1990, lámina I).

Figura 2. Piedra de Sol (tomado de León y Gama 1990, lámina II).

287
Figura 3. Dibujos de esculturas (tomado de Mayer, 1953, pág. 362).

Figura 4. Salón de Monolitos (tomado de Bernal, 1992, lámina 87).

288
Metodología

Cédula de registro para la escultura en la Bodega de Resguardo de Templo


Mayor

Condición:
Número de inventario:
Dimensiones: Alto: cm Materia prima:
Ancho: cm Color Munsell:
Espesor: cm
Peso: kg
Ubicación espacial: Etapa constructiva: ____Cala: ___ Cuadro: ___ X: ___ Y: ___ Z: ___

Año en que se excavó: Quién excavó:

Materiales asociados:

Sustancias extrañas a la pieza:

Descripción de la pieza en general:

Particularidades corporales:

Descripción del tocado:

Descripción de los adornos:

Descripción de la indumentaria:

Sexo:

Descripción de los objetos asociados:

Descripción de los objetos independientes:

Foto: Ubicación:
Dibujo:

Representa:

Figura 5. Cédula de registro de personajes antropomorfos.

289
Cédula de registro para la escultura en la Bodega de Resguardo de Templo
Mayor
Condición:
Numero de inventario:
Dimensiones: Alto: cm Materia prima:
Ancho: cm Color Munsell:
Espesor: cm
Peso: kg
Ubicación espacial: Etapa constructiva:_____Cala: ___ Cuadro: ___ X: ___ Y: ___ Z: ___

Año en que se excavó: Quién excavó:

Materiales asociados:

Sustancias extrañas a la pieza:

Descripción de la pieza en general:

Particularidades corporales:

Identificación taxonómica:

Descripción de los adornos:

Descripción de la indumentaria:

Sexo:

Descripción de los objetos asociados:

Descripción de los objetos independientes:

Foto: Ubicación:
Dibujo:
Representa:

Figura 6. Cédula para el ingreso de datos de esculturas no antropomorfas.

290
Figura 7. Ubicación del Museo Etnográfico (tomado de Matos 2000, plano 1).

Figura 8. Bodega del Proyecto Templo Mayor (fotografía cortesía de Elsa Hernández Pons).

291
Figura 9. Vista de las excavaciones del Templo Mayor. En segundo plano se observa el Museo
Etnográfico (fotografía cortesía Proyecto Templo Mayor).

El corpus
Personajes antropomorfos
Sin atributos divinos

Figura 10. Presencia del subgrupo personajes antropomorfos sin atributos divinos dentro del
corpus.

292
0 5

a)
Figura 11. a) Frontal.

0 5

a)
Figura 12. a) Frontal.

0 10

a)
Figura 13. a) Frontal.

293
. 0 10

a)
Figura 14. a) Frontal.

a) 0 10

Figura 15. a) frontal.

a) b)
Figura 16. Tláloc portando un cetro serpentiforme. a) Códice Borbónico (1991: 7); b) Tonalámatl
de Aubin (1981: 7).

a) 0 10

Figura 17. a) Frontal.

294
0 10

a)
Figura 18. a) Frontal.

0 10

a)
Figura 19. a) Frontal

295
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 20. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
0 5
a) b)
Figura 21. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

296
0 10 0 10
0 10

a) b) c)
Figura 22. a) Frontal; b) lateral derecho; c) lateral izquierdo.

Figura 23. Personaje antropomorfo (tomado de Gendrop y Díaz, 1994, pág. 141, figura 207).

297
0 10
0 10 0 10

a) b) c)
Figura 24. a) Frontal; b) lateral derecho; c) lateral izquierdo.

0 5 0 5

a) b)
Figura 25. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

298
Figura 26. Edificio B, adornado con clavos cráneo (tomado de Matos, 2002, pág. 254).

0 5
0 5

a) b)

Figura 27. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

299
0 5 0 5

a) b)

0 5
c)
Figura 28. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

300
a) b) c)
Figura 29. Personas cargando en la espalda a otros individuos. a) Durante la ceremonia del
matrimonio (Códice Mendoza, 1925: 61r.); b) un portador de Huitzilopochtli (Tira de la
Peregrinación, lám. IV, tomado de Noguez, 2006, pág. 50), c) portador de Chicomecóatl.

0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 30. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

301
0 10 0 10

a) b)
Figura 31. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 32. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

302
0 10
0 10

a) b)
Figura 33. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 5

0 5
a) b)
Figura 34. a) Frontal; b) lateral derecho.

0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 35. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

303
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 36. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

Figura 37. Peinado de la mujer casada (Códice Mendocino, 1925: 38r).

0 10
0 10

a) b)
Figura 38. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

304
0 5
0 5

a) b)

0 5
c)
Figura 39. a) Frontal, b) lateral izquierdo, c) posterior.

305
a) b)
Figura 40. Seres parcialmente descarnados. a) Una efigie de Mictlantecuhtli (Códice Magliabechi,
1983: 88r); b) personaje antropomorfo descarnado que tiene una orejera en forma de mano humana,
(Códice Borgia, 1980: 23).

0 10

a)

0 10

b)
Figura 41. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

306
0 5
0 5
0 5

a) b) c)
Figura 42. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

307
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 43. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

Figura 44. Misma escultura, aún con cabeza, nótese la forma del tocado (fotografía cortesía del
archivo histórico del Museo Nacional de Antropología).

308
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 45. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 46. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) lateral izquierdo.

309
0 10 0 10 0 10

a) b) c)
Figura 47. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 10 0 10
0 10

a) b) c)
Figura 48. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

310
0 10 0 10 0 10

a) b) c)
Figura 49. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 10 0 10

a) b)

0 10
0 10

c) d)
Figura 50. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

311
0 10
0 10 0 10

a) b) c)
Figura 51. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 10

a) b)
Figura 52. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

312
0 10
0 10

a) b)
Figura 53. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 10 0 10 0 10

a) b) c)
Figura 54. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

a) 0 10
b) 0 10

Figura 55. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

313
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 56. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 10
0 10 0 10

a) b) c)
Figura 57. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

314
0 5
0 5 0 5
0 5
a) b) c) d)
Figura 58. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior; d) superior.

0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 59. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

315
0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 60. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 61. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

316
0 5
0 5

a) b)
Figura 62. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 5 0 5

a) b)
Figura 63. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 10 0 10 0 10

a) b) c)
Figura 64. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

317
0 5 0 5

a) b)
Figura 65. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 10 0 10
a) b)
Figura 66. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 5 0 5 0 5
a) b) c)
Figura 67. a) Frontal; b) lateral izquierdo; posterior.

318
a) b) c)
Figura 68. Personajes que portan el mismo tocado. a) Ehécatl-Quetzalcóatl (Códice Magliabechi,
1996: 61r); b) Pahtécatl (Códice Magliabechi, 1996: 53r) y c) Xólotl (Códice Borbónico, 1991: 16).

0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 69. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

319
a) b)
Figura 70. Personajes interactuando con serpientes. a) Tlazoltéotl (Códice Feyérváry-Mayer, 1994:
17); b) Monumento 47 de San Lorenzo (tomado de de la Fuente 2004, pág. 316, figura 51).

0 5 0 5 0 5

a) b) c)

Figura 71. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

320
0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 72. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 73. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

321
0 5 0 5
a) b) 0 5
c)
Figura 74. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 75. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

322
Con atributos divinos
Deidades de la fertilidad

Figura 76. Presencia del subgrupo deidades de la fertilidad dentro del corpus.

0 5
0 5
a) b)

0 5 0 5
c) d)
Figura 77. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior; d) lateral izquierdo.

a) b)
Figura 78. Uno de los tepictoton, nótese el Figura 79. Deidades portando el aztatzontli
adorno para la cabeza está hecho de papel a) Caja de Tizapan (tomado de Caso, 2006,
(Primeros Memoriales, 1993: 267r). pág. 90, figura 6); b) deidad de la fertilidad
(tomado Pasztory, 1983, pág. 293, fig. 307).

323
Figura 80. Tláloc portando un tocado de plumas de garza (Primeros Memoriales, 1993: 261v).

0 5
0 5 0 5
a) b) c)
Figura 81. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

324
0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 82. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 10
0 10
0 10 0 10

a) b) c) d)

325
Figura 83. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior, d) lateral izquierdo.

Figura 84. Tomiyauhtecuhtli un tlaloque y dios del pulque, con adornos de papel y plumas de garza
(Primeros Memoriales, 1993: 264v).

Figura 85. Uno de los dioses del pulque con aztatzontli y amacuexpalli (Primeros Memoriales,
1993: 261v).

326
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 86. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 87. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

327
0 5 0 5
a) b)

0 5
0 5
c) d)
Figura 88. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior; d) lateral derecho.

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 89. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

328
0 5 0 5 0 5
a) b) c)
Figura 90. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
0 5
0 5

a) b) c)
Figura 91. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

329
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 92. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 10 0 10
0 10

a) b) c)
Figura 93. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

330
0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 94. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
a)
Figura 95. a) Frontal.

331
Figura 96. Lápida que se encuentra en el Museo Figura 97. Personaje sosteniendo
für Völkerkunde, en la ciudad de Viena (tomado una bolsa de copal (Códice
de Zabern y Mainz, 1986, lám. 200). Telleriano-Remensis 1995: 21 r).

Figura 98. Personaje de alto rango, perforándose Figura 99. Tezcatlipoca en


la oreja como autosacrificio (tomado Gendrop y Díaz, autosacrificio (tomado de Gendrop y
1994, pág 45, fig. 45). Díaz, 1994, pág. 454, fig. 42).

Figura 100. Tezcatlipoca y Huitzilopochtli en auto sacrifico (tomado de Nicholson y Quiñones


Keber, 1983, pág. 31).

332
Figura 101. Tonátiuh en disco solar (tomado de Gendrop y Díaz, 1994, pág. 55, fig. 52).

Figura 102. Tonátiuh sosteniendo un lanzadardos (tomado de Gendrop y Díaz, 1994, pág. 147, fig.
215e).

333
Tláloc

Figura 103. Presencia de Tláloc dentro del corpus.

Figura 104. Tepetlacalli llamado Caja de Tizapan, Figura 105.Tláloc como octavo Señor del
donde se aprecian cuatro tlaloque Día (Códice Borbónico, 1991: 16).
(tomado de Caso 2006, pág. 90, fig. 6).

Figura 106. Tláloc con aztatzontli. Figura 107. Tláloc con aztatzontli (Códice
(Códice Magliabechi, 1996: 34r). Magliabechi, 1996: 89r).

334
Figura 108. Tláloc portando tocado Figura 109. Tláloc en su morada (Códice
de plumas de garza y quetzalmiahuáyotl Borbónico 1991: 35).
(Primeros Memoriales, 1993: 261v).

Figura 110. Tláloc sosteniendo una coa (Códice Borgia, 1980: 20).

Figura 111. Escultura de Tláloc cuya máscara se encuentra formada por serpientes (tomada de
Seler, 1996, pág. 208, fig. 259).

335
0 10
0 10
a) b)
Figura 112. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

a) b)
Figura 113. Figuras de Tláloc, nótese que únicamente la parte superior fue trabajada. a) Monumento
10 de Castillo de Teayo, Veracruz (tomado de Solís, 1981, lámina 13a); b) Tláloc y Chalchiuhtlicue
encontradas en el cerro la Malinche, Naucalpan (tomado de García Moll, 1968, pág.26, fig. 5 y 6).

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 114. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

336
0 5
0 5

a) b)
Figura 115. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 5

0 5
a) b)
Figura 116. a) Frontal; b) lateral derecho.

337
0 10
0 10

a) b)
Figura 117. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

0 5 0 5

a) b)
Figura 118. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

338
0 5
a) 0 5
b) 0 5
c)
Figura 119. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 120. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

339
0 5
0 5 0 5
a) b) c)
Figura 121. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
a) 0 5
b) 0 5
c)
Figura 122. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

340
0 10
0 10

a) b)
Figura 123. a) Frontal; b) posterior.

Ehécatl-Quetzalcóatl

Figura 124. Presencia de Quetzalcóatl dentro del corpus.

341
Figura 125. Quetzalcóatl en la Piedra Figura 126. Quetzalcóatl en Figura 127. Con la banda
del Sol (tomado de su advocación de Ehécatl ondulante en el tocado
Beyer, 1965e, pág. 178, fig. 91). (Códice Magliebechi, (Códice Telleriano-
1996: 61r). Remensis, 1995: 8v).

Figura 128. Quetzalcóatl con su típica pintura facial (Códice Magliabechi, 1996: 62r).

Figura 129. Quetzalcóatl (Códice Figura 130. La máscara de Ehécatl


Borbónico, 1991: 22). (Códice Magliebechi, 1996: 7v).

342
Figura 131. Ehécatl-Quetzalcóatl en hueso Figura 132. El joyel del viento (Códice
esgrafiado (tomado de Von Winning, 1913, fig. 3). Magliabechi, 1996: 3v).

0 5
0 5

a) b) c)
Figura 133. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

343
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 134. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
a)

0 5

b)

344
0 5
c)

0 5
d)
Figura 135. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior; d) lateral izquierdo.

0 10 0 10 0 10
a) b) c)
Figura 136. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

345
0 5 0 5
a) b)
Figura 137. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5
a) b)

0 5

c)
Figura 138. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

346
0 5 0 5
0 5
a) b) c)
Figura 139. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

a) 0 5
b) 0 5
c) 0 5

Figura 140. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

347
0 5
0 5
0 5
a) b) c)
Figura 141. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 142. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

348
Chicomecóatl

Figura 143. Presencia de imágenes de Chicomecóatl dentro del corpus.

Figura 144. Chicomecóatl (Tonalámatl de Aubin, Figura 145. Chicomecóatl (Primeros


1981: 7). Memoriales, 1993: 262r).

Figura 146. Atlacoaya, (Códice Magliabechi Figura 147. Chicomecóatl con chicahuaztli (tomada
1996: 75r). de Nicholson y Quiñones Keber 1983, pág. 76).

349
a) b)
Figura 148. Esculturas con el numeral 7-Serpiente. a) En relieve (tomado de Gendrop y Díaz, 1994,
pág. 37, fig. 31); b) escultura en bulto (fotografía cortesía Metropolitan Museum of Art, Accession
Number: 1979.206.1386).

0 10
0 10
a) 0 10 b) c)
Figura 149. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

350
0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 150. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5
0 5
0 5

a) b) c)
Figura 151. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

351
0 5 0 5
0 5
a) b) c)
Figura 152. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 153. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

352
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 154. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

Figura 155. Sacerdote de Chicomecóatl vestido con piel humana (tomado de López Luján y Fauvet-
Berthelot, 2005, pág. 47).

353
a) b)
Figura 156. La diosa del maíz portando una codorniz sobre la boca. a) Chicomecóatl vestida piel
humana (Códice Borbónico, 1991: 29); b) Chicomecóatl sacrificada, (Códice Borbónico, 1991: 30).

Figura 157. Placa de terracota representativa de la fiesta de Ochpaniztli (tomada de Pasztory, 1983,
pág. 282, fig. 297).

354
0 5
0 5 0 5

a) b) c)
Figura 158. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 159. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

355
0 5 0 5
0 5

a) b) c)
Figura 160. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 161. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

356
Figura 162. Escultura de Chicomecóatl una vez fuera de su contexto original (fotografía cortesía
Proyecto Templo Mayor).

0 5
0 5

a) b) c)
Figura 163. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

357
0 5 0 5 0 5

a) b) c)
Figura 164. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

Los centzontotochtin o cuatrocientos conejos

Figura 165. Presencia de los dioses del pulque dentro del corpus.

358
a) b)

c) d)

e) f)

g) h)

Figura 166. Dioses del pulque. a) Tepoztécatl (Códice Magliabechi, 1996: 49r); b) Pahtécatl
(Códice Magliabechi, 1996: 53r); c) Toltécatl (Códice Magliabechi, 1996: 52); d) Tezcatzóncatl,
(Códice Florentino, 1979, Lib. I: 12v; e) Totoltécatl (Primeros Memoriales, 1993: 265r); f)
Yauhtécatl (Códice Magliabechi, 1996: 51); g) Colhuatzíntecatl (Códice Tudela, 1980: 38v); h)
Mayáhuel (Tonalámatl de Aubin, 1981: 8).

359
Figura 167. La Luna y el conejo, (Códice Figura 168. Dios del pulque con itztopilli, al
frente Borgia, 1980: 55) se observa una olla con pulque y un maguey
(Códice Florentino, 1979, Lib. I: 52f.

Figura 169. Fragmento de una deidad del pulque, sobre la nuca presenta el amacuexpalli, núm. de
cat. MNA: 24-710 (tomado de Mateos Higuera, 1993a, fig. 82/2).

a) b)
Figura 170. a) Escultura del dios Ome Tochtli con xiuhuitzolli, procedente de Veracruz (tomado de
Solís, 1981, lám. 56); b) Deidades del pulque con la xiuhuitzolli como tocado y portando la
nariguera lunar, yacameztli (tomado de Seler, 1980, pág. 112, fig. 339 y 340).

Figura 171. Ometochtecómatl, (“vasija dos conejo”) donde se aprecia las cañas con las que se bebía
el pulque (Códice Florentino, 1979, Lib. IV: 256v).

360
0 10
0 10
a) b)

0 10
0 10

c) d)
Figura 172. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior; d) lateral izquierdo.

a) b) c)
Figura 173. Dios del pulque. a) in situ, junto a siete esculturas con características similares; b) pieza
completa, nótese la fractura a la altura de las rodillas; c) cuentas de piedra verde que se recuperaron
del orificio del pecho (tomado de Hernández Pons, 1980).

361
Figura 174. Momento del descubrimiento de las esculturas (fotografía cortesía Proyecto Templo
Mayor).

0 10

a)

0 10

b)

362
0 10

c)
Figura 175. a) Frontal; b) lateral izquierdo; d) posterior.

a) b)
Figura 176. Dios del pulque en la excavación. a) Un cerco de piedras lo protege; b) el arqueólogo
Eduardo Contreras dibujando la pieza recién excavada (fotografía cortesía del PTM).

0 5

a)

363
0 5

b)

0 5

c)
Figura 177. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

364
PCTM
1544

Plano 1. Planta general del Templo Mayor. Ubicación de las esculturas de los dioses del pulque,
frente a las escalinatas de la Etapa III del lado de Huitzilopochtli (tomado de Victoria Lona, 2004).

365
PCTM
1475
Plano 2. Planta general del Templo Mayor. Ubicación del dios del octli, muy cerca de la esquina
sureste del Templo Mayor (tomado de Victoria Lona, 2004).

Itzpapálotl

Figura 178. Presencia de Itzpapálotl dentro del corpus

366
Figura 179. Itzpapálotl como regente de la Figura 180. Itzpapálotl ataviada como águila
decimoquinta trecena del tonalpohualli (Códice (Códice Borbónico: 1991: 15).
Telleriano-Remensis, 1996: 18v).

Figura 181. Itzpapálotl con cuchillos de pedernal (Códice Vaticano A, 1979: 31v).

Figura 182. Itzpapálotl en el Códice Borgia Figura 183. Itzpapálotl en el Códice


(1980: 12). Borgia 1980: 67).

367
Figura 184. Rothschildia orizabae o” mariposa cuatro espejos” (tomado de Beutelspacher, 1988,
pág. 44, fig. 81).

Figura 185. Lápida de Tula (tomado de Figura 186. Itzpapálotl (tomado de Ojeda 1983,
Jiménez, 1998, pág. 323, figura 157). figura 9).

a) b)
Figura 187. Mariposa de Obsidiana en relieves. a) Itzapapálotl del Museo Nacional de Antropología
e Historia (tomado de Ojeda, 1983, dibujo 1); b) Itzpapálotl en placa circular de piedra verde del
Templo Mayor (tomado de López Austin y López Luján, 2009, pág. 336, fig. 118).

368
0 10

a)
Figura 188. a) Superior.

0 10

a)

0 10

b)

0 10
c)
Figura 189. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) lateral derecho.

369
0 10 0 10

a) b)
Figura 190. a) Frontal; b) lateral derecho.

0 10
0 10
a) b)

0 10

c)
Figura 191. a) Frontal; b) lateral derecho; c) inferior.

370
Área donde se
localizaron los
relieves

Plano 3. Casa de las Águilas, frente a la cual se localizó la lápida de Itzpapálotl (tomado de
López Luján, 2006, pág. 234, fig. 108).

Figura 192. Presencia de imágenes de Coatlicue dentro del corpus.

371
Coatlicue

Figura 193. a) Coatlicue in situ (foto cortesía del Proyecto Templo Mayor).

0 10

a)
Figura 194. a) Frontal.

372
a)

b)
Figura 195. a) Coatlicue que se encuentra en el MNA; b) detalle de la falda (tomado de López
Luján, 2009a, págs. 172 y 187).

373
Figura 196. Fragmento de Coatlicue, MNA (tomado de López Luján 2009a, pág. 222).

Figura 197. Fragmento de Coatlicue, MNA (tomado de López Luján 2009a, pág. 223).

374
Figura 198. Tzitzímitl, que en sus Figura 199. Tzitzímitl, (Códice
coyunturas muestra mascarones de Magliabechi, 1996: 76r).
seres telúricos (Códice Tudela, 1980: 46r).

Figura 200. Plumas y


cascabeles vistas en las piernas
de Coatlicue (tomado de López
Luján, 2009a, pág. 192a).

Figura 201. Cihuacóatl-Quilaztli, portando un Figura 202. Coatlicue (Primeros


tocado de plumas de águila (Primeros Memoriales, Memoriales, 1993: 264v).
1993: 264r.)

375
a) b)
Figura 203. Relieves vistos en urnas procedentes de las ofrendas 14 y 10 del Templo Mayor. a)
Serpientes cubiertas con plumas y b) con pedernales (dibujos de Fernando Carrizosa, tomado de
Chávez, 2002, pág. 264, fig. 61).

Figura 204. Coatlicue en el cerro de Coatépec (Códice Florentino, 1979, Lib. III: 3r).

Figura 205. Coatlicue de Coxcatlan (tomado de Gendrop y Díaz Balerdi, pág. 165).

376
Pozo Colonial

Plano 4. Localización del basurero colonial, donde se dio el hallazgo del relieve de
Coatlicue, dentro de la Casas de las Águilas (tomado de López Luján, 2006, pág. 234,
figura, 108).

Tlaltecuhtli

Figura 206. Presencia de imágenes de Tlaltecuhtli dentro del corpus.

377
a)

b)
Figura 207. a) Cipactli (Códice Borgia, 1993:21); b) Tepetlacalli de Nicolás Islas y Bustamante
(tomado de López Luján, 2006, pág. 505, fig. 382e).
.

Figura 208. Monstruo de la tierra Figura 209. Tlaltecuhtli, como uno de


devorando al Sol (Códice Borbónico, 199: 16). los señores de la noche (Códice
Borbónico, 1991: 16).

378
Figura 210. Tlaltecuhtli en la base de Coatlicue, con la fecha 1-conejo (tomado de Pasztory, 1983,
pág. 159, fig, 111 y 113).

a) b)
Figura 211 Tlaltecuhtli en la Caja de Hackmack. a) Relieve; b) dibujo (tomado de Nicholson y
Quiñones Keber, 1983 pág. 66).

Figura 212. Imagen de Tlaltecuhtli en su aspecto zoomorfo femenino en cuauhxicalli (tomado de


Pasztory, 1983, pág. 242, fig. 48).

379
a) b)
Figura 213. Tlaltecuhtli. a) La diosa de la tierra en su aspecto antropomorfo femenino (tomado de
Nicholson y Quiñones Keber, 1983, pág. 61); b) detalle de la cabellera crispada (fotografía cortesía
Proyecto Templo Mayor).

Figura 214. Tlaltecuhtli masculino (fotografía cortesía Proyecto Templo Mayor).

Figura 215. La cabeza de Tlaltecuhtli, con pelo crespo rodeado de animales nocturnos (fotografía
cortesía del Proyecto Templo Mayor).
.

380
a) b)
Figura 216. Zona central de la diosa de la Tierra. a) personaje antropomorfo (tomado de López
Luján, 2009b, pág. 416); b) chalchihuite (tomado de Pasztory, 1983, pág. 151, fig. 97).

0 10

a)

0 10

b)

381
0 10 0 10

c) d)

0 10

e) f)
Figura 217. a) Tlaltecuhtli en su aspecto masculino; b) en su aspecto femenino; c) cara lateral
derecho; d) lateral izquierdo; e) frontal; f) reconstrucción hipotética del monumento.

a) b)
Figura 218. Escultura del dios Xochipilli-Macuilxóchitl. a) Limpio y restaurado; b) relieves de
Tlaltecuhtli cubriendo la escultura in situ (parcialmente basado en esquema de Ahuja, 1981).

382
a) b)
Figura 219. Figura de Tlaltecuhtli asociada al Templo Rojo Norte. a) in situ; b) al momento de
levantarla (fotografías cortesía del Proyecto Templo Mayor).

Figura 220. Escultura de Tlaltecuhtli que la muestra en dos aspectos y que fue reutilizada como basa
de columna colonial (fotografía cortesía del Proyecto Templo Mayor).

0 10
a)
Figura 221. Tlaltecuhtli masculino. a) En la parte inferior de un pedestal.

383
0 10

a)

0 10

b)
Figura 222. Tlaltecuhtli femenino en su aspecto zoomorfo. a) Frontal; b) inferior.

.
Figura 223. Pedestal con calaveras y figura de Tlaltecuhtli, localizado en la antigua calle del Coliseo
viejo (tomado de Seler, 1992, pág. 145, fig. 22).

384
Escultura de Xochipilli-Macuilxóchitl

Plano 5. Ubicación de los restos de Tlaltecuhtli (tomado de Victoria Lona, 1994).

Xólotl

Figura 224. Presencia de imágenes de Xólotl dentro del corpus.

385
Figura 225. Xólotl, derecha, frente al Sol muerto (Códice Borbónico, 1991: 16).

a) b)
Figura 226. Aspectos de Xólotl. a) Con cabeza de perro (Códice Telleriano-Remensis, 1995: 13v); b)
Xólotl como perro (Códice Vaticano B, 1993: 29).

Figura 227. Xólotl frente al sol muerto (Tonalámatl de Aubin, 1981: 16).

386
a) b)
Figura 228. Figuras de perro recuperadas en las excavaciones del Centro Histórico de la Ciudad de
México. a) Escultura procedente de la calle de las Escalerillas (tomado de Seler, 1992, pág. 169, fig.
70); b) escultura recuperada entre las calles de Palma e Isabel la Católica (tomado de Nicholson y
Quiñones, 1983, pág. 122).

Figura 229. Xólotl de madera (tomado de Pasztory, 1983, pág. 269, fig. 64).

Figura 230. Xólotl como el planeta Venus con forma humana (tomada de Gendrop y Díaz, 1964,
pág. 146, fig. 215).

387
Figura 231. Xólotl en el Códice Vindobonensis (1992: 49).

Figura 232. Xólotl en la fiesta de Etzalcualiztli (tomado de Seler 1980, pág 146, fig. 371).

Figura 233. Xólotl portando sus atavíos en Figura 234. Xólotl descendiendo
el Códice Borgia (tomado de Seler, 1980, pág (tomado de Seler, 1980, pág. 148, fig. 374).
147, fig. 373).

388
Figura 235. Xólotl con cabeza humana descarnada (Códice Borgia 1980: 38).

Figura 236. El dios con cabeza de perro. Nótese la lengua de fuera y las protuberancias sobre la
nariz, muestra colmillos y un tocado similar a nuestra pieza (Códice Zouche-Nuttall, 1992: 76).

Figura 237. Xólotl con cuchillo de pedernal en la nariz, tocado y posible quinterno en la tilma
(Códice Zouche-Nuttall, 1992: 14).

389
Figura 238. Detalle del tocado del Chantico (tomado de Seler, 1992, pág. 106, fig. 1c).

Figura 239. Atl-tlachinolli en el tocado de Tlahuizcalpantecuhtli (Tonalámatl de Aubin, 1981: 9).

Figura 240. El dios 5-Flor como dios del planeta Venus en forma de un esqueleto (Códice Zouche-
Nuttall, 1992: 10).

Figura 241. Atl-tlachinolli como símbolo de guerra en el Códice de Huamantla (tomado de Seler,
1980, pág. 98, fig. 319).

390
a)
Figura 242. Xólotl descubierto durante las exploraciones del Proyecto Templo Mayor. a) Frontal.

391
Sin atributos divinos

Figura 243. Presencia de de imágenes zoomorfas sin atributos divinos dentro del corpus.
Felinos

Figura 244. Océlotl como parte del calendario (Códice


Telleriano-Remensis, 1996: 17r).

Figura 245. Tezcatlipoca bajo el aspecto de Tepeyóllotl,


(Códice Tellerino-Remensis, 1996: 9v).

392
Figura 246. Emblema del par águila y jaguar (tomado de Pasztory 1983, pág. 83, fig. 40).

Figura 247. Motecuhzoma II, derecha, adornado con piel de felino (tomado de Olivier, 2004, pág.
520, lám. 28a).

0 10

a)

393
0 10

b)

0 10
c) 0
d)10

0 10

e)

Figura 248. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior; d) lateral derecho; e) superior.

394
0 10 0 10
0 10

a) b) c)
Figura 249. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

a) b)
Figura 250. Jaguares sedentes procedentes del sitio arqueológico de Tula en el actual estado de
Hidalgo, nótese que portan una cuerda y un remate al frente. a) Portaestandarte (tomado de Jiménez,
1998, pág. 59, fig. 19); b) escultura en bulto (tomado de Jiménez, 1998, págs. 58, fig. 18).

395
0 10 0 10 0 10 0 10

a) b) c) d)
Figura 251. a) Superior; b) inferior; c) lateral derecho; d) lateral izquierdo.

0 10 0 10
0 10
a) b) c)
Figura 252. a) Superior; b) frontal; c) lateral izquierdo.

Figura 253. Felino recostado sobre su costado Figura 254. Ocelo-cuauhxicalli (tomado
(fotografía cortesía del Museo Arqueológico de Nicholson y Quiñones Keber, 1983, pág.
de Xochimilco). 30).

396
0 10 0 10

a) b)

0 10
0 10

c) d)
Figura 255. a) Frontal; b) lateral derecho; c) lateral izquierdo; d) superior.

397
Perros

a) b)
Figura 256. Xólotl, a la derecha, frente al Figura 257. Perros a) en el Códice Borgia
Sol muerto (Códice Borbónico, 1991: 16). (1980: 21); b) en el Códice Borbónico, (1991: 14).

0 10
0 10 0 10

a) b) c)
Figura 258. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) lateral derecho.

398
0 10 0 10 0 10
0 10

a) b) c) d)
Figura 259. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) lateral derecho; d) superior.

0 10 0 10
0 10

a) b) c)
Figura 260. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

399
0 10 0 10 0 10

a) b) c)
Figuras 261. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior.

a) b)
Figura 262. Coyotes antropomorfos de occidente. a) Cánido con manos sobre el pecho (tomado de
Williams, 1992, fig. 194); b) coyote con las fauces abiertas (tomado de Williams, 1992, fig. 195).

Serpientes

Figura 263. Serpiente de con dos cabezas, maquizcóatl (tomado de Baquedano, 1984, pág. 21).

a) b)

400
Figura 264. a) La serpiente como el quinto signo de los días (Códice Telleriano-Remensis, 1996:
23r); b) serpiente (Códice Magliabechi, 1996: 11v).

0 10 0 10 0 10 0 10

a) b) c) d)
Figura 265. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) posterior; d) inferior.

0 5
0 5

a) b)
Figura 266. a) Lateral izquierdo, b) superior.

Figura 267. Serpiente que se encuentra en la plataforma de la Etapa IVb del Templo Mayor de
Tenochtitlan (tomado de López Luján et al, 2005, fig. 2b).

401
0 10
0 10

0 10
0 10
a) b) c) d)
Figura 268. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) lateral derecho; d) superior.

Figura 269. Escultura in situ (fotografía cortesía del proyecto Templo Mayor).

402
0 10
0 10
0 10

a) b) c)
Figura 270. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) superior.

0 10 0 10
0 10

a) b) c)

Figura 271. a) Frontal; b) lateral izquierdo; c) superior.

403
0 10

a)

0 10

0 10

Figura 272. a) Frontal; b) lateral derecho; c) superior

404
Rana

0 10
0 10
0 10 0 10

a) b) c) d)
Figura 273. a) Frontal; b) lateral derecho; c) superior; d) inferior.

Figura 274. Batracio vertiendo agua, Figura 275. Altar de ranas del Templo Mayor
(Códice Laud, 1994: 1). (tomado de López Austin y López Luján, 2009, lám.
53).

405
Búho

0 10
0 10

a) b)

0 10 0 10

c) c)
Figura 276. a) Frontal; b) lateral derecho; c) lateral izquierdo; d) superior.

406
Figura 277. Búho con cabeza de cráneo Figura 278. Búho y Mictlantecuhtli
(Códice Borgia, 1980: 71). (Códice Borgia, 1980: 52).

Figura 279. Cuauhxicalli con forma de búho (tomado de Baquedano 1984, pág. 76, lám. 46).

Figura 280. Búho descendente, costado del llamado cuauhxicalli del dios de la muerte (tomado de
Nicholson, 2006, pág, 371, fig. 1a).

407
Con atributos divinos

Figura 281. Presencia de de imágenes zoomorfas con atributos divinos dentro del corpus.

Serpiente de fuego, xiuhcóatl

a) b)
Figura 282. Serpiente de fuego. a) Escultura de xiuhcóatl (tomado de Beyer, 1965e, fig. 216); b) la
constelación Xonecuilli formada por siete estrellas (tomado de Beyer, 1965e, fig. 217).

a) b)
Figura 283. Serpiente de fuego. a) Xiuhcóatl con secciones trapezoidales (tomado de Beyer, 1965e,
fig 216); b) cuerpo de sierpe con representaciones de mariposas estilizadas de la Piedra del Sol
(tomado de Beyer, 1965e, fig 216).

408
Figura 284. Xiuhcóatl que se encuentra en el British Museum; nótese la cola que muestra las franjas
paralelas de papel, con nudos centrales que preceden un elemento trapezoidal y un rayo (tomado de
Nicholson y Quiñones Keber, 1983, pág. 46).

a) b)
Figura 285. Xiuhcóatl como divisa. a) Xiuhtecuhtli (Primeros memoriales, 1993: 62v); b)
Huitzilopochtli (Primeros Memoriales, 1993: 261r).

Figura 286. a) Xiuhtecuhtli con disfraz de serpiente de fuego (relieve que se encuentra en Museo
Nacional de Antropología, cat. MNA 10-0607779); b) xiuhcóatl de Tenayuca.

409
0 10

a)
Figura 287. a) Dibujo desplegando la imagen.

0 10

a)

0 10

b)

0 10

c)

410
0 10

d)
Figura 288. a) Frontal; b) Lateral derecho; c) Posterior; d) lateral izquierdo.

Otras serpientes

0 10

a)
Figura 289. a) Frontal.

0 10

a)
Figura 290. a) Frontal.

411
Elementos rituales

Figura 291. Presencia imágenes de elementos rituales dentro del corpus.


Paneles con cráneos humanos y omicallo.

Figura 292. Momoztli que encontró Batres en la calle de las Escalerillas (tomado de Batres 1902).

a)

412
b)
Figura 293. Dos xiuhmolpilli dentro plataforma con paredes adornadas con cráneos y huesos
cruzados. a) Esculturas in situ (tomado de Nicholson y Quiñones Keber, 1983, pág. 44); b) atados
de cañas, fuera del contexto original (tomado de Seler, 1992, pág. 174, fig. 76).

a) b) c)
Figura 294. Falda de la Diosa de la Tierra con diseños de cráneos, y huesos cruzados. a) Tlaltecuhtli
localizada en el Mayorazgo de Nava Chávez (tomado López Luján, 2009, pág. 416); b) Tlaltecuhtli
en escultura de piedra verde (tomado de Gendrop y Díaz, 1994, pág. 147, fig. 215f), c) Tlaltecuhtli
zoomorfa (tomado de Pasztory, 1983, pág. 151, fig. 97).

Figura 295. Cráneos y omicallo. Altar de Tenayuca (tomado de Caso, 2006, pág. 66).

413
0 10

a)
Figura 296. a) Frontal.

0 10
a)
Figura 297. a) Frontal.

a) 0 10

Figura 298. a) Frontal.

414
0 10

a)
Figura 299. a) Frontal.

0 10
a)
Figura 300. a) Frontal.

a) b)
Figura 301. Par simbólico cráneo y huesos cruzados. a) Vieja hechicera (Códice Tudela, 1980: 50r);
b) altar que sirve como base para una efigie de Mictlantecuhtli (Códice Magliabechi, 1996: 88r).

415
0 10 0 10

a) b)
Figura 302. a) Frontal; b) lateral izquierdo.

Figura 303. Relieve de cráneos y huesos cruzados poco después de su excavación (fotografía
cortesía del Proyecto Templo Mayor).

Representación de líquido

0 10
a)
Figura 304. a) Frontal.

416
Figura 305. Chorro de sangre que sale de un hueso en tocado de un dios del pulque (Códice
Borbónico, 1991: 11).
Caña, ácatl

0 10
a)
Figura 306. a) Frontal.

a) b)

c)
Figura 307. Cañas con proyectiles y puntas de pedernal. a) Lápidas con relieves descubiertas en la
Calle de las escalerillas (tomado de Batres, 1902); b) decapitado que en una de sus manos sostiene
un haz de cañas con punta de pedernal (Códice Feyérváry-Mayer. Pág. pág. 41); c) proyectil con
volutas de humo, punta de pedernal y plumones de águila (Códice Zouche-Nuttall, 1992: 69).

417
Diadema de turquesa, xiuhuitzolli

0 10

a)
Figura 308. Xiuhuitzolli. a) frontal.

a) b) c)
Figura 309. Diferentes dioses portando la diadema de turquesa. a) Mictlantecuhtli (Códice
Telleriano-Remensis 1996: 9r); b) Xiuhtecuhtli (Códice Telleriano-Remensis, 1995: 9r), c) escultura
de uno de los dioses del pulque con xiuhuitzolli (tomado de Solís, 1981, lám. 56).

a b c
Figura 310. Algunos de los tetecuhtin que gobernaron Tenochtitlan y que portan la xiuhuitzolli a)
Tízoc, b) Ahuítzotl, c) Motecuhzoma II (Primeros memoriales, 1993: 51v).

418
a) b)
Figura 311. Diferentes individuos portando la xiuhuitzolli. a) Bulto funerario de los guerreros
muertos en batalla (Códice Magliabechi, 1996: 72r); b) los sacerdotes ofrendadores del fuego
(Códice Borbónico, 1991: 34.

Estrella

0 10
a)
Figura 312. a) Frontal.

a) b)
Figura 313. Estrellas vistas en el cielo nocturno. a) Ojos de la noche (Códice Borbónico, 1991: 16);
b) cielo estrellado (Códice Borbónico, 1991: 8).

419
Vasija adornada con corazones sangrantes

0 10

a)
Figura 314. a) Frontal.

a) b)
Figura 315. Corazones en algunas escenas. a) sacrificio de un acompañante en el funeral de un
dignatario (Códice Magliabechi, 1996: 66r); b) Personaje antropomorfo, el hechicero, que en cada
una de sus manos sostiene un corazón, (Códice Borgia, 1980: 23).

420
Almenas

0 10
0 10 0 10

a) b) c)
Figura 316. Almena. a) Frontal; b) lateral derecho; c) superior.

a) b)
Figura 317. Diseños similares a nuestro ejemplo. a) Relieve del Rey, Chalcatzingo, se distingue que
el asiento y el objeto que sostiene el personaje es un xonecuilli (tomado de López Austin y López
Luján, 2009 pág. 255); b) almena de Chichén Itzá (tomado de Carrizosa y Aguirre, 2006, figura 2d).

a) b)
Figura 318. Cuadrados y círculos concéntricos como representación de flujo agua. a) Como parte
del signo átl-tlachinolli (Códice Borgia, 1980: 69), b) Chalchiuhtlicue y chorro de agua que sale
bajo ella (Tonalámatl de Aubin, 1981: 5).

421
0 10 0 10
0 10

a) b) c)

Figura 319. Almena. a) Frontal; b) lateral derecho; c) posterior.

Figura 320. Escultura in situ (fotografía cortesía del Proyecto Templo Mayor).

422
Figura 321. Nudos en el tocado de la diosa del agua (Códice Borbónico, 1991: 5).
Peanas

a) b)

c)
Figura 322. Diseño reticulado. a) Visto en Coatlicue; b) piel del monstruo de la tierra
(Códice Borgia, 1980: 71v); c) motivo central del monumento y arreglo espacial en una
reconstrucción hipotética.

423
a) b) c)
Figura 323. Diseños reticulares en diversos animales. a) Tortuga en vaso maya (tomado de
Mondragón 2007, pág. 110, fig 10); b) alacrán, (tomado de Seler, 1980, pág. 44, fig. 98); c) en las
alas de la mariposa de obsidiana (tomado de Ojeda, 1986, fig. 98).

a) b)

c)
Figura 324. Diferentes representaciones de cuchillos. a) Cuchillo de pedernal con borde ondulante
(tomado de Seler, 1980, pág. 23, fig. 53); b) cuchillos dentro de las alas de Itzpapálotl; c) cuchillos
antropomorfos con grandes dientes filosos (tomado de Seler, 1980, pág. 23, fig. 52).

424
a) b)
Figura 325. Cuchillos de pedernal en fauces. a) Como lengua en una serpiente emplumada (tomado
de Gutiérrez Solana 1987, pág. 52, fig. 104); b) en Tlaltecuhtli (Códice Borbónico, 1991: 5).

Figura 326. Presencia del pedernal en el acto sexual (Códice Vaticano A, l979: 12v).

425
0 10
0 10 0 10

a) b) c)

0 10
0 10

d) e)
Figura 327. Peana de cuchillos radiales. a) Superior; b) lateral izquierdo; c) lateral derecho; d)
frontal; e) inferior.

426
a) b)

c)
Figura 328. Escultura al ser descubierta. a) En el relleno que cubría la escalinata este del edificio A;
b) mostrando su cara inferior; c) cara superior (fotografías cortesía del Proyecto Templo Mayor).

a) b)

427
0 10 0 10

a) b)

c)
Figura 329. Peana formada con cuchillos acomodados en forma radial. a) Superior; b) inferior; c)
lateral derecho.

0 10

a)

428
b) 0 10

0 10

c)
Figura 330. Peana. a) Superior; b) inferior; c) lateral izquierdo.

429
10- 266036

Plano 6. Ubicación del panel decorado con cráneos y huesos cruzados (tomado de Victoria
Lona, 2004).

430
PCTM
1506

Plano 7. Localización de la almena (tomado de Victoria Lona, 2004).

431
Plano 8. Localización de la escultura en la escalinata este del edificio A (tomado de Victoria
Lona 2004).

432

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