Las Psicosis Ordinarias y Las Otras
Las Psicosis Ordinarias y Las Otras
Las Psicosis Ordinarias y Las Otras
interpelar al menos, algo vivo de la clínica psicoanalítica actual. Lo vivo, trozo de real con
que la experiencia analítica no deja de encontrarse
Durante una época, el psicoanálisis se sostuvo en la solidez de una clínica estructural que
permitía distribuir los casos entre dos campos diferenciados: la neurosis y la psicosis.
Dejando a un lado la perversión, el corte de esta clínica estructural era neto; la presencia
o ausencia del significante del Nombre del Padre en el lugar del Otro repartía las aguas:
a un lado los unos, al otro lado los otros. La primacía de lo simbólico otorgaba al
significante la potestad de la diferencia y del ordenamiento.
El psicoanálisis tenía que soltarse de la mano del padre como único operador para
responder a los desafíos de una praxis que tiene que “hacerle la contra” a lo real.
Con la pluralización de los Nombres del Padre, primero, y con la consideración de las
soluciones singulares después, la función del Nombre del Padre perdía su exclusividad
como tratamiento del goce y debía ser incluido, bien a título de semblante, bien a título de
síntoma, en una perspectiva más amplia. Una perspectiva que desbordaba la estructura
binaria y donde el poder limitador del orden simbólico sobre lo real del goce quedaba,
literalmente, en entre-dicho.
Acompañando la declinación del Nombre del Padre y la ascensión del objeto a al cenit de
la civilización, en la práctica analítica se constataba un aumento de casos en los que no
se encontraban los elementos precisos y concluyentes de una neurosis.Casos raros que
no parecían entrar ni en una ni en otra de las categorías de la clínica binaria. Estos
casos, que fueron primeramente considerados “inclasificables de la clínica
psicoanalítica”, poblaban la zona de frontera del binario estructural, ensanchándola.
Las psicosis ordinarias permiten ampliar el abanico de soluciones posibles para el agujero
forclusivo..
Ordinarias o extraordinarias, lo que encontramos siempre son los índices de “un agujero,
una desviación o desconexión que se perpetúa”.
Lo que nos interesa examinar son las maneras en que un sujeto inventa un nudo con lo
imaginario, lo simbólico y lo real que se sostenga sin el auxilio del Nombre del Padre,
bien sea por su no inscripción radical, bien sea por haberlo captado en su ser de
semblante.
Pase y psicosis no se podrían pensar sin la invención ya que ella acompaña –tanto como
la angustia- el transitar la zona más allá del padre, aunque no más allá del sinthome que
es donde un real analítico puede ser captado.