Funciones Ejecutivas

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NEUROCIENCIA

FUNCIONES EJECUTIVAS
EN EL AULA

DESARROLLO EDUCACIÓN


Funciones Ejecutivas en el Aula
Neurociencia, desarrollo
y educación

Guía práctica para docentes

- un libro de -
Dra. Lina Cómbita Merchán

Todos los derechos reservados


©Copyright 2018
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro. Prohibida la exhibición  de  este  libro  en  cualquier 
plataforma  digital  sin  autorización del autor.

INTRODUCCIÓN

Durante las últimas décadas, los estudios en psicología y educación,

combinados con las técnicas de neuroimagen han venido mostrando que las

experiencias que un niño tiene durante los primeros años de vida y su relación

con los adultos que le rodean tienen una gran influencia en el desarrollo de su

cerebro. Esta relación también se ve reflejada en el desarrollo de las habilidades

cognitivas que son necesarias para que las personas experimenten una vida

física, mental y emocionalmente sana y satisfactoria: las funciones ejecutivas.

En este ebook hemos condensado los aspectos más importantes

desvelados por el estudio científico del desarrollo de las funciones

ejecutivas (FEs) y que son clave para su potenciación en el contexto

educativo.

Más allá que una moda, el interés de los científicos por estudiar y divulgar a la

sociedad el impacto del desarrollo de las funciones ejecutivas en el contexto

escolar, está basado en la enorme trascendencia que tienen estas habilidades

para el aprendizaje, la regulación emocional y la socialización de niños y

adolescentes. Nosotros mismos, a lo largo de nuestra trayectoria como

investigadores en el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva del Desarrollo de la

Universidad de Granada, nos hemos dedicado a estudiar el desarrollo del

cerebro y cómo éste se relaciona con el desarrollo de las capacidades

cognitivas de los niños. En particular, durante la última década, nos hemos

enfocado en el estudio la plasticidad cerebral y a desarrollar estrategias de

intervención cognitiva para potenciar al máximo las habilidades que están a la

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base del aprendizaje, la inteligencia, la regulación emocional y la

creatividad. Esta experiencia nos ha permitido condensar todo ese

conocimiento en herramientas que, como este ebook, facilitan que los

profesionales de la educación puedan conocer el desarrollo de las FEs, entender

por qué es tan importante fomentarlas en el aula y lo más importante, aprender

cómo hacerlo.

Durante mucho tiempo, los docentes que se han interesado por conocer el

desarrollo del cerebro y traer ese conocimiento a su práctica educativa han

encontrado una desconexión en el puente que comunica a los investigadores

con el resto de profesionales que, más allá de los laboratorios, dedican su vida

a trabajar con los niños y que necesitan soluciones prácticas y sobre todo

sólidas para fomentar ese desarrollo.

En este ebook, los profesionales del campo de la educación aprenderán:

ü Qué son las Funciones Ejecutivas

ü Sus bases cerebrales

ü Qué factores afectan su desarrollo: genética y ambiente

ü Cómo se desarrollan

ü Por qué es fundamental potenciarlas en el aula

ü Cuál es el papel de los educadores en su desarrollo

LAS FUNCIONES EJECUTIVAS

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El director de orquesta del cerebro

¿Alguna vez has estado en un concierto de música clásica? Visualiza el trabajo

del director de orquesta: tiene un grupo enorme de músicos, cada uno con su

propia función en la orquesta, cada uno con un momento exacto de

protagonismo. El papel del director de la orquesta es controlar quién entra en

escena, en qué momento, con qué intensidad, acompañado de qué otro

instrumento, la velocidad y el ritmo del compás. Con tan solo unos movimientos,

está controlando a un grupo de entre 40 y 120 personas para que, gracias a su

papel de dirección, se comporten como una sola, haciendo que el resultado sea

una sinfonía agradable a los oídos del exigente público. Ese director de orquesta

en nuestro cerebro son las Funciones Ejecutivas.

Las FEs son una serie de habilidades cognitivas que nos permiten:

→ Cambiar flexiblemente de una tarea a otra

→ Controlar nuestros impulsos

→ Retener información en memoria y trabajar con ella

→ Focalizar nuestra atención de manera voluntaria

La primera, conocida como Flexibilidad Cognitiva, hace referencia a la

capacidad que tenemos de ajustarnos fácil y eficientemente a las demandas

cambiantes del ambiente en el que vivimos: adaptarse ante un cambio

inesperado de planes, responder acertadamente cuando hay un cambio de

reglas, cambiar de perspectiva y ser capaz de ver las cosas desde otro punto

de vista.

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La segunda, el Control Inhibitorio, es una de las habilidades más

importantes para el desarrollo y hace referencia a la capacidad de controlar

pensamientos, emociones y comportamientos automáticos para responder de

forma auto-controlada a las distintas situaciones que encontramos en la vida.

Gracias a esta habilidad, los niños son capaces de esperar su turno, modular

sus movimientos para construir una torre con bloques de madera, prestar sus

juguetes aunque tema perderlos o superar un miedo y atreverse a hacer algo

que le causa temor.

La tercera función ejecutiva, la Memoria de Trabajo, se refiere a la capacidad

de retener información en memoria por periodos cortos de tiempo y trabajar con

ella para responder adecuadamente a las demandas del ambiente. La memoria

de trabajo es necesaria para que los niños recuerden las instrucciones que se

le dan para completar una tarea, resolver problemas matemáticos que implican

varios pasos o simplemente seguir las reglas de un juego en el que tenga que

recordar cierta información clave.

Por último, la Atención Ejecutiva representa la capacidad de focalizar

voluntariamente la atención en aquellos aspectos del ambiente que son

relevantes y darles prioridad a la hora de procesar esa información. La atención

ejecutiva es fundamental para que un niño sea capaz de monitorizar su

comportamiento, detectar cuando comete un error y adaptar su respuesta para

corregirlo o simplemente enfocar su atención a pesar de la distracción en clase.

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Aunque a nivel teórico se haga una distinción de estas capacidades y se

las estudie como entidades individuales, en las situaciones del día a día las FEs

no trabajan por separado, más bien funcionan en conjunto complementándose

entre sí. Estoy segura que como educador/a puedes enumerar diferentes áreas

de desarrollo en las que las FEs son fundamentales pero para darte una visión

más práctica de su función, en el día a día, las FEs permiten que un niño:

ü Inhiba las distracciones internas y externas (ruido en la clase, el móvil

que vibra en su mochila, la preocupación por los problemas en casa…)

y pueda focalizar su atención.

ü Sea capaz de procesar la información que recibe, relacionarla con el

conocimiento y experiencias previas y ponerla en práctica cuando sea

necesario. En otras palabras, que sea capaz de aprender.

ü Se ponga un objetivo y tenga la capacidad de planificar lo que tiene que

hacer para alcanzarlo.

ü Persista y se esfuerce en conseguir objetivos que le cuestan trabajo.

ü Sea capaz de ponerse en el lugar de otro y empatizar con sus

sentimientos.

ü Pueda controlar reacciones emocionales fuertes como sucumbir ante la

provocación de otro y golpearle.

ü Adaptarse cuando los planes o las reglas cambian.

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Bases neurales

Ese papel de director de orquesta lo cumple la parte más frontal de nuestro

cerebro: la corteza prefrontal. Pero ¡ojo! No es que esa parte del cerebro actúe

en solitario controlando todas nuestras reacciones. Lo que los estudios

muestran es que diferentes áreas de la corteza prefrontal, como la corteza

cingulada o la corteza dorsolateral-prefrontal están conectadas con diferentes

estructuras de nuestro cerebro y ejercen sobre ellas un papel de control y

regulación de su activación. En otras palabras, su función como director de

orquesta es la de coordinar la activación en áreas relacionadas con el

procesamiento sensorial, la atención, las emociones, el comportamiento, la

memoria, el razonamiento, etc., para asegurarse que la respuesta sea la más

adaptativa dadas las condiciones del ambiente que nos rodea.

Genética y ambiente

Tanto el desarrollo de estas estructuras como su funcionamiento está

determinado por una interrelación de factores genéticos y ambientales. Es

equivocado pensar que gracias a los genes que hemos heredado de nuestros

padres nos comportamos de una forma u otra o somos buenos para algunas

cosas y para otras no. Si bien los genes transmiten de una generación a otra

una especie de manual de instrucciones con la información esencial para el

desarrollo cerebral, el impacto de ese esquema o incluso el hecho de que ciertos

puntos del manual se implementen o no, depende de la influencia del ambiente.

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Un ejemplo claro de esta disposición se puede observar en el desarrollo

del lenguaje. Los estudios muestran que durante los primeros 9 meses de vida

de un bebé, las neuronas de la corteza auditiva están programadas para

discriminar entre los diferentes fonemas de cualquier lengua. De esta forma si,

por ejemplo, un niño nace en Rusia, pero sus padres son franceses, las

neuronas de su corteza auditiva son capaces de distinguir y responder a los

fonemas de los dos idiomas. Sin embargo, para el final del primer año de vida,

esas neuronas se especializarán y dejarán de responder a las diferencias entre

fonemas de otros idiomas como el español, porque no son relevantes para el

desarrollo del habla de ese bebé en particular.

Los estudios en neurociencia del desarrollo muestran que las experiencias

tempranas, ya sean positivas o negativas ejercen un impacto importante en el

cerebro en desarrollo y uno de los aspectos centrales de esas experiencias es

la relación que mantienen los niños con los adultos que les rodean. Cuando los

niños crecen en un ambiente adecuado, y con ello no me refiero a tener juguetes

caros ni el videojuego más reciente, sino a padres y educadores capaces de

responder a sus necesidades básicas de afecto, nutrición, salud y educación,

esto tendrá un impacto importante en el desarrollo de su cerebro y en el

desarrollo de sus FEs, lo que a su vez influirá en su desarrollo social, emocional

y mental.

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Desarrollo de las funciones ejecutivas

Para entender el desarrollo de las FEs, es importante conocer uno de los

aspectos centrales del desarrollo del cerebro: su carácter jerárquico. Las áreas

del cerebro que primero alcanzan su punto de desarrollo máximo son aquellas

que sustentan el procesamiento sensorial básico: la corteza visual y la corteza

somatosensorial. A éstas le siguen las áreas motoras y las vías occipitales, cuyo

desarrollo se extiende durante la primera década de la vida y por último están

las áreas más anteriores del cerebro como la corteza prefrontal dorsoparietal y

el giro cingulado, que no terminan de desarrollarse hasta el final de la

adolescencia y el comienzo de la edad adulta.

Al depender de la maduración de estructuras de la corteza prefrontal, el

desarrollo de las capacidades cognitivas se extiende durante toda la niñez y no

alcanza niveles adultos sino hasta el comienzo de la adolescencia coincidiendo

con el final de la poda sináptica y la especialización de las redes neuronales. Es

por esto que el desarrollo de las FEs también sigue un curso jerárquico: las

funciones cognitivas más complejas se desarrollan sobre la base de las más

sencillas. Por ejemplo, para que un niño sea capaz de cambiar flexiblemente de

una tarea a otra, necesita ser capaz de mantener información en memoria de

trabajo, controlar voluntariamente su foco atencional y regular y monitorizar las

respuestas que da.

Durante el primer año de vida, las primeras capacidades atencionales

comienzan a emerger. Los bebés incrementan progresivamente sus periodos de

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vigilia y pueden enfocar de forma más voluntaria su atención en aquello

que quieren explorar. Para el final del primer año de vida y aunque su control

atencional aún dependa en gran parte de la estimulación que proviene de su

ambiente, ya son capaces de redirigir su atención voluntariamente. Piensa en

un bebé de 9 meses que llora porque le han quitado un juguete: aunque su

madre sea capaz de distraerle y calmarle, a esa edad el bebé ya es capaz de

volver a dirigir su atención a ese evento y continúa llorando aún después de

haberse calmado. Además de controlar de forma muy básica su atención, para

el final del primer año de vida, los bebés ya son capaces de detectar errores e

incluso de inhibir algunas respuestas automáticas. Sin embargo, estos son los

primeros pasos de su desarrollo cognitivo y hará falta mucha práctica y

maduración cerebral antes de que sean completamente funcionales.

A los tres años, los niños ya son capaces de mantener en memoria información

relevante para poder completar alguna tarea o juego, una capacidad que

además les permite adaptar flexiblemente sus respuestas cuando tienen que

hacer una tarea que combina dos tipos de regla diferentes. A esta edad, también

comienzan a mostrar una capacidad más refinada de controlar respuestas que

son automáticas pero inapropiadas como pedir un juguete en vez de quitarlo sin

preguntar y son capaces de esperar por tiempos más prolongados para recibir

algo que les gusta o les atrae mucho, como esperar su turno para hablar o

esperar para comer su fruta favorita después de la comida. Sin embargo, a pesar

de estos importantes avances, las FEs de un niño de 3 años son aún muy

básicas.

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El salto más grande en su desarrollo se puede observar entre los 3 y los 6 años.

Durante este periodo, el desarrollo del cerebro y el rápido desarrollo del lenguaje

contribuyen a la creciente capacidad de los niños de mantener su atención por

periodos prolongados de tiempo, focalizar su atención a pesar de la presencia

de eventos distractores, resolver problemas complejos, ponerse un objetivo y

seguir los pasos para alcanzarlo, inhibir respuestas inapropiadas como gritar en

un hospital e inhibir su punto de vista para poder ponerse en el lugar de otro y

entender sus pensamientos o sentimientos.

A partir de los 7 años en adelante, algunas capacidades comienzan a mostrar la

eficiencia propia de la edad adulta, sin embargo el proceso de desarrollo no

termina ahí. Entre los 7 y los 12 años y a lo largo de la adolescencia, las FEs

continúan su curso de desarrollo, incrementando en complejidad y eficiencia.

Durante la vida adulta, las FEs nos permiten mantener en memoria diferentes

tareas, implementar diferentes estrategias dependiendo del problema que

queramos resolver, inhibir comportamientos inapropiados para alcanzar un

objetivo (como comer chocolate cuando estamos haciendo una dieta),

adaptarse adecuadamente a las demandas cambiantes de la vida como un

cambio de profesión, de ciudad o de pareja; planificar y tomar decisiones

complejas, etc.

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¿Por qué fomentar su desarrollo en el entorno escolar?

Si durante la niñez son tan importantes para aprender, resolver problemas,

prestar atención o regular las emociones, ¿qué importancia tienen las FEs

durante la vida adulta de cualquier persona?

Esta pregunta la han tratado de responder muchos científicos durante las

últimas décadas. Para ello, se han puesto en marcha numerosos estudios

longitudinales, estudios en los que se sigue la trayectoria de desarrollo de los

niños desde edades tempranas y hasta la vida adulta.

Lo que los estudios han demostrado es que la capacidad cognitiva de los niños

a una edad tan temprana como los 4 años, se relaciona con una gran cantidad

de aspectos de éxito, satisfacción, salud y estabilidad financiera durante la vida

adulta:

ü Completar los estudios de secundaria y universitarios

ü Tener relaciones sociales y sentimentales estables

ü Conseguir y mantener un puesto de trabajo

ü Tener buenos ingresos económicos y además saber cómo administrarlos

ü Menor riesgo de consumo de drogas

ü Persistir para alcanzar un objetivo a pesar de los obstáculos

El mensaje que estos estudios nos dan es que durante los primeros años de

vida, cuando las interacciones del del día a día con los niños pueden generar un

impacto importante en el desarrollo de las FEs, es el mejor momento para

comenzar a sembrar las semillas que los niños cosecharán durante toda su vida.

Entonces ¿cómo podemos hacerlo?

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Fomentar las FEs en el aula: el rol de los educadores

Cuando hablamos de fomentar capacidades cognitivas inmediatamente

pensamos en juguetes, instrumentos o métodos complejos. Sin embargo, lo que

la ciencia muestra, y el objetivo de lo que queremos transmitir en este ebook es

que las FEs se construyen y se fortalecen sobre la base de las interacciones

cotidianas adulto-niño. La única fórmula mágica es que nosotros, docentes,

educadores, orientadores, psicólogos y padres aprendamos qué procesos

cognitivos debemos fortalecer (atención, control, flexibilidad y memoria) y

generemos la consciencia de introducir pequeños cambios, actividades o tareas

en nuestras interacciones con los niños para fortalecerlas. De esta forma,

facilitaremos que las capacidades más complejas como la comunicación, el

razonamiento lógico o matemático, la lectoescritura, la toma de decisiones, la

empatía o la creatividad, se desarrollen sobre una base cognitiva sólida.

¿Qué principios básicos debemos seguir?

Las actividades curriculares que se realizan en los centros educativos ya

incluyen un gran número de actividades que apoyan el desarrollo de las FEs.

Para potenciar su impacto, los educadores pueden tener en cuenta estos

sencillos principios:

→ El primero y más importante: ser el ejemplo a seguir. Los niños nos

aprenden a nosotros: durante una semana observa y presta atención a

tus propias reacciones. ¿Cómo manejas un momento de estrés o

frustración? Tu capacidad de parar, respirar, modular la voz, considerar

diferentes cursos de acción y no actuar automáticamente en reacción a

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situaciones estresantes es una de las mejores lecciones que les

puedes dar a los niños. Tenemos la mejor herramienta para enseñar las

FEs en nuestras manos, ¡tan sólo debemos ponerlas en práctica!

→ Sé un facilitador del aprendizaje: para promover el aprendizaje de una

nueva habilidad, no basta con decirle al niño qué debe hacer. Debemos

comenzar por modelar la habilidad que queremos transmitir, por ejemplo

hacer un puzle o resolver un problema matemático, dividir la tarea en

pequeños pasos comenzando por los más sencillos y progresivamente ir

guiando al niño en el proceso de completar cada uno de acuerdo con su

nivel de desarrollo. En este proceso de aprendizaje, las interacciones

adulto-niño son fundamentales. Cuando se equivoque, ayúdale a

reflexionar acerca del error que cometió ¿qué paso? ¿por qué sucedió?

¿qué puede hacer para evitar que esto ocurra de nuevo? De esta forma

estarás promoviendo qué él mismo sea el que regule su comportamiento

y genere estrategias de respuesta más eficientes. Estas técnicas,

conocidas como andamiaje, facilitan que el niño ponga en práctica las

FEs de manera progresiva de la mano de los adultos y, poco a poco,

dependa cada vez menos de esa ayuda y se haga autónomo a la hora de

implementarlas.

→ Promueve la consciencia presente: durante los primeros años de vida,

la capacidad atencional de los niños es muy limitada y además depende

en gran medida de lo que sucede a su alrededor. Para fomentar que sean

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ellos quienes estén “al mando” de su atención, ante una situación

nueva o diferente, da un paso atrás, déjales que exploren e invítales a

reflexionar: ¿esto es algo nuevo? ¿qué es? ¿qué color tiene? ¿a qué

huele? ¿cómo se siente? Practicar la consciencia presente tanto del

mundo exterior como del interior (sensaciones, emociones,

pensamientos) es un ejercicio muy potente cuando el cerebro está

construyendo la maquinaria atencional. Además, es un ejercicio muy fácil

de hacer en cualquier momento del día. Solo hace falta parar y “abrir” la

puerta atencional a lo que proviene de los sentidos en ese momento.

→ Observa, analiza y responde: la sensibilidad de los adultos a responder

a las necesidades de los niños es un factor clave en el desarrollo de las

FEs. No hay una fórmula o método mágico. Basta con que observes, te

mantengas receptivo a sus demandas y respondas de forma cariñosa y

cuidadosa. Contar con el apoyo de las personas más cercanas de su

entorno, sienta las bases para un desarrollo cognitivo y emocional

adecuado.

→ Enséñale a valorar los errores y el proceso de aprendizaje: antes que

una debilidad, los errores son una fuente de aprendizaje y debemos

utilizarla como tal. Entender que cada aprendizaje requiere un proceso

de ensayo, error, práctica, constancia y esfuerzo facilita que el niño

persista ante las dificultades y alcance los objetivos que se proponga.

Usa cada equivocación para promover el aprendizaje y facilita que el niño

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valore su importancia: “¡has aprendido algo nuevo!”, “la semana

pasado no podías hacer eso, ahora lo has conseguido”.

→ Valora las diferencias: dada la complejidad del comportamiento

humano en el que múltiples factores genéticos y ambientales entran en

juego, ¿cómo podríamos esperar que todos los niños se comporten de

la misma manera o tengan las mismas capacidades? Las etiquetas que

les ponemos los encasillan en cajas y no reconocen su capacidad de

aprendizaje. Reconocer sus puntos “débiles” y sus puntos “fuertes”

transforma nuestra visión y la centra en el potencial de desarrollo: ¿en

qué aspectos nos debemos centrar? aunque cueste trabajo, la práctica

el esfuerzo y la constancia le ayudarán a fortalecer esos puntos “débiles”.

→ Protege el juego libre: contrario a lo que se pueda pensar, el juego libre

es un tesoro que desaprovechamos cada día. Los espacios y momentos

de juego libre son como un gimnasio mental en el que los niños ponen en

práctica cada una de las funciones ejecutivas y crean un espacio en el

que la regulación emocional, la creatividad, el autocontrol y la

imaginación son las protagonistas. Además, es muy fácil de implementar,

¡tan solo hay que sentarse y observar!

→ Volvamos a las raíces: campo y ejercicio físico: salir al campo, jugar al

aire libre, correr, desplazarse en bicicleta, un fin de semana en la playa…

Los estudios muestran que no solo el ejercicio físico sino además el estar

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en contacto con la naturaleza, promueve el desarrollo cognitivo en

los niños. Si además lo conectamos con los puntos anteriores, lo

tenemos aún más fácil: salir al campo y dejar que exploren, corran,

huelan, sientan y experimenten.

En conclusión:

• Las funciones ejecutivas son una serie de procesos cognitivos necesarios

para el desarrollo social, emocional e intelectual de cualquier persona.

• Su desarrollo depende tanto de aspectos genéticos como del medio

ambiente en el que crecen los niños.

• El desarrollo de estructuras de la corteza prefrontal del cerebro es clave

para el desarrollo de las FEs.

• Las interacciones adulto-niño juegan un papel muy importante en el

desarrollo de las FEs.

• Las actividades e interacciones de la vida cotidiana se pueden

transformar en una oportunidad para estimular las FEs, la regulación

emocional y las habilidades sociales.

• Las semillas que se siembren durante la niñez fomentando las FEs, serán

cosechadas por los niños durante toda su vida.

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BIBLIOGRAFÍA



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¡GRACIAS!

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