Amar Hoy Desde El Reino. Fidel Aizpurúa

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© Instituto Teológico de Vida Religiosa
Facultad de Teología ^
Vitoria/Gasteiz

Editorial ESET
Vitoria/Gasteiz

D.L.: SS-1013/92.

| ■ '• 1 impresión: ■;■


g /K Geirtu Imprimategia
•••••••' Oñati. Gipuzkoa ' * '
Fidel Aizpurúa Librería Diocesana
José Alonso, 1
T eléis. 22 73 31-22 73 32
31001 PAMPLONA

AMAR HOY DESDE EL REINO


La afectividad de la Vida Religiosa
integrada en la cultura actual

Instituto Teológico de Vida Religiosa


Erlijioso Bizitzaren Teologi Institutoa
Gasteiz/Vitoria
Indice

Introducción........................................................................................ 3

Tema 1. Mirada y rastreo................................................................. 5


Taller de lectura y diálogo.....................:.........................22

Tema 2. Los m ecanism os............... ............................................... 23


Taller de lectura y diálogo ................................................30

Tema 3. La búsqueda.......................................................................31
Taller de lectura y diálogo............................................... 41

Tema 4. La pregunta....................................................................... 43
Taller de lectura y diálogo........... ....................................45
Introducción

Enfocar la realidad desde el lado nuestro mundo, de todos. Seamos


del afecto, pensado y vivido, es dar comprensivos a la vez que discernido-
con ese punto de vista que aproxima y res; valorémoslo como a un hermano
explica muchos de nuestros comporta­ del alma aunque con sagacidad para
mientos; muchas de nuestras viven­ situar bien los problemas. Una visión
cias. Por eso, para escritores, pensado­ conciliadora e integradora no está re­
res, científicos incluso, el tema es ina­ ñida con la profecía; el abrir horizon­
gotable. Este cuaderno no tiene gran­ tes, el suscitar la pregunta no es algo
des pretensiones desde el lado acadé­ opuesto a una mirada compasiva y
mico. Quiere ser una reflexión, donde acogedora ul mundo entorno. Ver al
la experiencia, siempre corta pero mundo de hoy como enemigo, por la
siempre viva, tenga su sitio adecuado. razón que sea y en el ámbito que sea,
Precisamente por este remitirse a la es, no lo olvidemos, echar piedras so­
experiencia no se espere un estudio bre el propio tejado. Aunque solo fue­
con sesuda bibliografía. Se citarán li­ ra por eso, apelamos a la comprensión
bros de actualidad, artículos periodís­ más fraterna y profunda.
ticos que nos hagan llegar las voces de
lo que hoy se piensa sobre el tema, re­ Este es un “cuaderno de frontera”.
ferencias, a veces muy coyunturales, Ello quiere decir que no todos los po-
que nos hablen de ese hoy en el que se sicionamientos han de ser comparti­
cuecen muchas de nuestras actuales dos, que no todas las opciones han de
vivencias. En ese marco de hoy se ser comunes. Quiere decir que, aun
quiere engarzar la experiencia de lo contando con un modo moderado en
afectivo que la Vida Religiosa trata de la forma y en el fondo, no tienen por­
encajar y orientar. qué coincidir las opiniones de los lec­
tores y del autor. Nos daríamos por sa­
Por eso mismo, ya desde ahora, se tisfechos si aportáramos algo a la re­
pide al amable lector un voto de con­ flexión, si la oferta de pensamiento
fianza a nuestra sociedad de hoy, por quedara ampliada, si se hiciera más
ser la nuestra, para tratar de hacer va­ respirable el ámbito de nuestras viven­
loraciones liberadas de acritud, de cias personales y comunitarias. La
condena global, de fácil desprestigio frontera siempre es un sitio peligroso,
en materia moral. El mundo de hoy es pero rico en experiencias; un lugar de
riesgo, pero posibilitados El “carisma evangélica del Reino de Dios puede
de la frontera” sigue siendo altamente imprimir a esta labor en las honduras
beneficioso para la vida de la Iglesia y de lo humano un sesgo definitivo. Un
para la misma sociedad, envueltas am­ tipo de dinámica así será algo enrique-
bas, con frecuencia, en la nube pega­ cedor de la vida humana, un contraste
josa y liante de cualquier justificación útil para enfocar esas mociones últi­
estructural. mas del sistema operativo de lo huma­
no tan decisivas para el mundo de re­
No extrañe, pues, que no entremos a lación sobre el que se asienta la vida
grandes y ajustadas definiciones; la afectiva.
sugerencia, la intuición, el acerca­
miento serán la herramienta que utili­ Ojalá pudiéramos escapar a plante­
zaremos para trabajar el tema. En el amientos tópicos no contrastados que,
fondo, creyendo en la capacidad im- a la larga, son estériles. Cómo nos da­
plicativa del lenguaje, se buscará al­ ríamos por bien pagados si, en la con­
gún tipo de respuesta, algún enriqueci­ frontación con estas páginas,.alguien
miento que haga más vivo el mundo encontrara alguna luz para reafirmar
hermoso y complejo de la experiencia sus más hondas opciones, sean cuales
afectiva. fueren. Tendríamos la evidencia de
haber dado con el mayor fruto de un
A todas estas páginas subyace una amor maduro: crecer en las raíces de
tesis que, desde ahora, desvelamos: el la persona para abrazar desde ahí al
mundo del afecto no es algo fatal, un hermano ensanchando así los límites,
elemento,incontrolable en el que uno siempre deseosos de horizonte, del
tenga que sumergirse y dejarse llevar amor humano. Y, mezclado a ese lo­
no se sabe muy bien adonde. Por el gro, la formidable potencia que la op­
contrario, creemos que es algo que^e ción por el Reino imprime a toda la
puede construir, contrastar, orientar, ir realidad.
llenado de sentido. No son esfuerzos
estériles todos aquellos que toman por “Se parece el Reino de los cielos a la
campo de trabajo el ancho mundo del levadura que metió una mujer...” (Le
t
afecto. Incluso más, estas páginas 13,21). No sabemos hasta dónde lle­
quieren sostener que la espiritualidad gará el fermento, pero está activo.
T em a 1
Mirada y rastreo

Antes de trabajar las posibilidades En ese sistema juegan una serie de


y dificultades que la vida afectiva planteamientos que han brotado y se
plantea a la Vida Religiosa, será bue­ han conformado en las más elementa­
no el mirar y rastrear el enorme es­ les experiencias vitales: la idea que
fuerzo que la persona de hoy, la de nos hemos hecho de la persona (la
siempre, ha desplegado para tratar de nuestra y la de los demás), la idea a la
entenderse en este componente fuerte que hemos llegado acerca del sentido
de la realidad humana que es lo afecti­ de la vida en el grupo social, la misma
vo, Es una pregunta viva que pide idea de Dios que se nos ha inculcado y
respuestas igualmente vivas. Mire­ que hemos elaborado en sus estratos
mos, pues. más iniciales. Esto juega de tal modo
en la vida de la persona que luego de­
termina múltiples de nuestras actua­
X. El ancho mundo del afecto ciones. Para esto, como para todo, los
años iniciales de la vida, los ambien­
Hemos dicho que no nos metería­ tes familiares, las experiencias prime­
mos en el difícil mundo de la preci­ ras de apertura a la vida son decisivas.
sión científica, de la definición exacta. A veces la “fuerza” del Evangelio co­
Nosotros globalizamos más y desde mo Correctivo de estos elementos bá­
ahí quisiéramos sugerir. sicos se estrellará como contra un mu­
ro. O casi.

a) Comprensión global del mundo del El mundo del afecto, por lo tanto,
afecto hace referencia a la historia personal
en cuanto algo en sí y en cuanto algo
Podríamos decir, tomando el símil asumido. Es justamente en esto segun­
de los ordenadores, que el ancho mun­ do donde a la persona se le plantean
do del afecto es como nuestro sistema todos los interrogantes. Los elementos
operativo, como ese mundo de órde­ intocables de nuestro sistema operati­
nes básicas sobre las que luego se vo nos sobrepasan hasta llegar a veces
pueden asentar los diversos “progra­ a desconocerlos, tan enraizados están
mas” de la vida (el de la fe y el dé op­ en los últimos componentes de lo
ción evangélica como uno de ellos). nuestro. Pero su posterior reordena­
miento, la posibilidad de una creciente do en el simple afán de querer y que­
asunción, la pretensión de influir algo rer y ser querido. Ahí se inscriben los
sobre ellos dándoles otra dirección es, enormes esfuerzos vitales por dar con
sin duda, una posibilidad abierta. Y ese interlocutor en el que lo nuestro
ello por muy limitada que se suponga quede entendido al menos en la ver­
esta posibilidad en casos donde la per­ dad que nosotros queremos otorgarle;
sona ha llegado a estar marcada por y, además, está esa otra búsqueda de
sus circunstancias históricas. Negar alguien a quien entender amándole.
una puerta abierta a la manipulación Aquí se establece ese trasvase de vida
de este mundo es echarse en brazos de que sostiene la débil espina dorsal de
un destino ciego; creer, por el contra­ nuestra existencia y que hace crecer la
rio, que esto es pan comido, es una in­ realidad personal hasta hacerla valiosa
creíble ingenuidad. y con prometedores horizontes. Ya de­
cía el viejo aforismo de Sir 6,14:
El mundo del afecto hacer relación “Quien encuentra un amigo fiel, en­
a las pulsiones últimas por las que, a cuentra un tesoro”, el tesoro de enten­
veces incomprensiblemente, se mueve der y situar, mejor la realidad de s:u
nuestra vida. Ahí se hallan insertos los propia existencia. Por eso le resulta
gozos últimos, tan personales; los tan vital.
miedos últimos, tan causantes de pa­
vores insuperables a veces; las para­
dojas últimas, tan inconfesables y, con b) Dejarse envolver, saber discernir
frecuencia, tan difíciles de aceptar
aunque sean evidentes; las heridas úl­ A nadie se nos escapa que, tanto en
timas que uno va tragando en ese dis­ la Vida Religiosa como en cualquier
loque interno que produce la experien­ otro género de opciones vitales, hay
cia de toda enfermedad. Todo esg*se no pocas personas que, por unas razo­
mezcla en algo que, con frecuencia, nes o por otras, se han situado fuera
tiene una manera extraña de percibirse de la corriente de lo afectivo. A ello
y de tratarse. Extraños a nuestro pro­ les han llevado múltiples causas: la
pio fin, a nuestro propio componente. superficialidad que llega a hacer una
Esto ha generado el hondo caudal de costra impenetrable, obstáculo ante el
tragedia que acompaña, en una medi­ que se estrella toda pregunta en serio
da o en otra, la existencia humana. por las realidades de la vida; los esco­
zores no curados que llevan a no bus­
De forma más sencilla pero tal vez^ carse nuevas complicaciones en este
más certera quizá el mundo ancho y mundo del afecto; los desconocimien­
complejo del afecto pueda ser resumi­ tos increíbles que han llegado a forjar
— 7 —

una idea fantasmal e inexistente de to­ jico, conviene incidir en una ineludi­
da esta realidad; los desengaños hon­ ble tarea de discernimiento; saber ca­
dos para los que ya no hay bálsamo da vez más cuáles son los objetivos en
que suavice y cure; los posiciona- este momento de la propia vida, que­
mientos irrevocables que provienen de rer entrar con decisión en los proble­
ideologías espirituales o morales que, mas dispuestos a asumir riesgos, tra­
puestos por delante, impiden cualquier bajar lo más posible para que esto sea
planteamiento en novedad y gozo. To­ algo que no desbarate los otros com­
das estas causas han hecho que el ponentes de la propia realidad. No ha­
mundo de la afectividad sea un tren brá que ahorrarse este esfuerzo que
perdido cuya marcha se mira desde el tiene todos los síntomas de un trabajo:
andén en el que uno ha instalado ya su el gozo por lo conseguido, el esfuerzo
vida. y hasta el enfado por los momentos
estériles, el sudor molesto de quien sa­
Por eso, es preciso animar a dejar­ be que ha puesto la carne en el asador,
se envolver por este torbellino que es los hermosos logros que uno va incor­
el mundo afectivo en la inmensidad de porando a su vida. Precisamente por­
sus variantes y'raíces. Dejarse envol­ que es un verdadero trabajo es algo
ver es saberse parte viva de algo que también de verdad positivo para la
puede ser enormemente posibilitador persona, a la corta o a la larga.
para la construcción de la verdad de la
persona; desear entrar en este mundo Ya lo decimos desde ahora, para
sin frenesí pero con la certeza de que esta peculiar, hermosa y, a veces, dura
en ello se juega mucho de lo nuestro; labor, las ayudas serán imprescindi­
mantener la certeza de que ahí se jue­ bles. Ayudas que se traducirán sobre
ga algo de lo que nadie va a ahorrar­ todo en personas, en aumento de la ca­
nos el trabajo y el gozo de lo hecho pacidad reflexiva, en contraste vital
por nosotros mismos. Dejarse envol­ con situaciones similares en cualquie­
ver como quien sabe que sí logra ati­ ra de los campos de la vida que uno
nar en el tratamiento correcto del te­ frecuente, participación real en el.
ma, esto ha de producir, sin duda, fru­ mundo afectivo de los otros por el
tos de vida altamente positivos. cauce de la sintonía y del compartir en
esos niveles. Quizá esto último sea lo
Todo esto no está reñido con un más difícil, pero, sin duda, lo más fe­
discernimiento perpetuo acompañante cundo.
de nuestro trabajo en el mundo del
afecto. Precisamente porque mucho de Cualquier sistema vital (el de la Vi­
este mundo es global, difuso, paradó­ da Religiosa, por ejemplo) que apaga
— 8 —

estos anhelos es un sistema sospecho­ una capacidad crecientemente flexible


so. Lograr imponer una ataraxia afec­ para encajar el riesgo de tratar un
tiva como si ello fuera un logro defini­ asunto vivo. Esta mirada fecunda y
tivo es no haber entendido el torbelli­ abierta es absolutamente necesaria si
no del amor y, más al fondo, el vértigo se quiere tratar el tema con. posibilida­
de la vida. De ahí que proclamemos des de éxito. En el fondo, abolir los
ya desde estas páginas iniciales la rei­ viejos modos que persisten rutinaria­
vindicación básica de hacer parte de mente2*no es tarea fácil; están inextri­
este mundo en cualquiera de las situa­ cablemente mezclados a las raíces ins­
ciones vitales en las que uno se inserte titucionales de los grupos religiosos.
y de las que haga parte. Negarse a esto No nos extrañe que persistan. Pero el
es una mutilación vital de consecuen­ trabajo por crearse otra mirada, por si­
cias incalculables y nefastas. tuar el corazón en terrenos de más no­
vedad y libertad será, a la larga y. si se
sabe hacer con el correlativo discerni­
c) Otra mirada miento, un beneficio de incalculables
frutos en humanidad y en fe correcta­
Proviniendo de una cultura, social mente entendida.
y religiosa, donóte lo relativo al afecto
ha sido globalmente maltratado y ma­
lentendido, es difícil dejar de mirar el d) Escuchar la voz
tema con mirada desconfiada, esqui­
nuda y hasta enemiga. Los transfon­ Una actitud cerrada y visceral­
dos morales que han jugado un papel mente tradicional ante el tema de lo
decisivo han empobrecido, ridiculiza­ afectivo hace oídos sordos a los mo­
do y vaciado de sentido, en no pocos dos nuevos y a los lenguajes en que
aspectos, lo relativo al mundo^tel hoy se expresa lo afectivo. No se trata
afecto. de participar sin más en el aturdimien­

Y, sin embargo, habrá que intentar dad de materia" en este solo aspecto de lo afectivo-
mirar ese mundo del afecto con otra sexuai.

clase de mirada: un modo abierto que 2 ¿Cóm o v a a encarar de un m odo nuevo este tem a
aleje prejuicios innecesarios, un talan­ un joven sacerdote en cuya ordenación se insiste en
la peculiaridad y diferencia de su persona respecto a
te benevolente que comprenda y excu­ la de los demás y termina la ceremonia, hoy en día,
se al menos lo mismo que en otros as­ en un inacabable besamanos? ¿Cómo va a encajar la
problem ática afectiva de un modo nuevo una joven
pectos importantes de la vida1, incluso' religiosa a la que se le pone un hábito diferenciador,
se le coloca en un trabajo diferenciador, se le da un
ámbito relacional diferenciador y se la rodea de un
1 Recordar aquella curiosa claúsula de la "no parve- espiritualidad díferenciadora?
— 9

to y en eí guirigay que, con frecuen­ ma de sentimientos5. Pero también,


cia, es el modo como la sociedad de cualquiera es consciente del peligro de
hoy presenta el mundo de lo afectivo. aislamiento que. rodea al sentimiento
Escuchar la voz que habla el lenguaje interior y del peligro de dispersión que
del afecto con modos actualizados es le acecha cuando sale afuera. De ahí
tratar de situarse en el lado valorador que será necesario un tratamiento efi­
de un componente humano y social caz de los sentimientos, mezclado éste
evidente; es trabajar por llegar a sínte­ con una creciente apertura y una ma­
sis, lo más pacificadoras posible, don­ yor clarificación. Con esos correctivos
de el corazón y la vida se reconcilien y sabiendo que “los sentimientos hay
al máximo; es vibrar solidariamente que vivirlos con entera libertad, sin
con todos aquellos para los que el lo­ ocultarlos como si fuesen una ver­
gro de una vida afectiva en riqueza no güenza, pero tampoco entregarlos a
es un simple pasatiempo sino una ta­ cualquiera”6, los sentimientos pueden
rea de existencial3. ser vehículo valioso en la compren­
sión y vivencia del mundo afectivo, a
la vez que elemento vinculante en op­
e) Una vuelta a ios sentimientos ciones de vida en grupo, como lo es la
Vida Religiosa7.
Al decir de los analistas4, el pensa­
miento de hoy postula una vuelta a los
sentimientos que, con los debidos co­ 2. Un modo peculiar de vivir lo
rrectivos, puede ser un enriquecimien­ afectivo
to para la manera de vivir el afecto.
Nadie duda del efecto serenizante y Ese es el modo de nuestra cultura
enriquecedor de la ternura, del cuida­ de hoy. Y, por lo tanto, conviene
do amoroso, del rumiar el devenir hu­ echarle una mirada para rastrear las
mano desde el lado de la honda y ma­ maneras más características de esa vi­
tizada comprensión de la realidad. Na­ vencia, sabiendo que, de una o de otra
die duda del efecto positivo de la su­

3 Tom em os, p o r ejem plo, un lenguaje censurado 5 H asta en aquel "tenían todos un mismo sentir" en
hasta ahora, tanto a nivel social como a nivel religio­ torno al Evangelio de Hech 4, 32 creem os reconocer
so: el lenguaje de la caricia. ¿Cóm o se entiende? algo de esto.
¿Cómo se practica? C F A. GALA, El águila bicéfa­
6 C f C. G U RM EN D EZ, art. d i.., p. 2.
la, M adrid 1993^, pp. 269-271; La "terapia de la
caricia", en Vida Nueva n° 1095 del 31/7/93, p. 33. 7 H asta cierto punto parece lógico que la V R haya
estigm atizado las pasiones descontroladas; pero el
4 C f C, GURM ENDEZ, Vuelta a los sentimientos, aplicar la m ism a m edida represiva a los sentim ientos
en Babelia/ELPAIS, n° 88, sábado 19 de ju n io de quizá h a contribuido a un notable em pobrecim iento
1993, pp. 2-3. de las personas.
10 —

forma, se hace parte de esta realidad y yos, menos te ocuparás de la vida pú­
ahí es donde el religioso/a de hoy tie­ blica, del mundo social, de sus con­
ne que ir insertando su vivencia de lo flictos. Esta manera involucionada de
afectivo, incluso con el componente vivir la relación de pareja es rasgo cla­
evangélico. ro y peculiar de vivir el afecto hoy.

* Por otro lado, la manera como el


a) Modos peculiares, denominador sector joven vive el afecto es, así mis­
común mo, peculiar. “Los jóvenes de. ahora
han desublimizado el amor y lo viven
No es preciso hacer gran esfuerzo como sentimiento gozoso y dispersi­
para mostrar que el tema del amor y vo. No buscarán, como generaciones
del afecto es componente continuado pasadas, la criatura ideal. Encuentran
de la persona histórica8. Pero cada una, luego otra, se poseen mutuamen­
época, debido a un complejo conglo­ te como objetos que se consumen rá­
merado de variables antropológicas, pidamente. Esta experiencia sexual
sociales e históricas, lo vive a su ma­ empírica erosiona el sentimiento amo­
nera. Destaquemos tres rasgos: roso, porque el placer que proporcio­
nan las satisfacciones eróticas sucesi­
* El sociólogo A.MONCADA9 a- vas no se renueva, es parcial, limitado
naliza cómo el amor libre, la emanci­ al acto, y acaba despertando una gran
pación de la mujer, la rápida disolu­ angustia. Entregados a su pasión fun­
ción de las ligazones amorosas, han gible, necesitan siempre nuevos obje­
desencadenado una reacción conser­ tos en que agotar su energía pulsiva,
vadora y de serias coacciones para estableciendo relaciones sin compro­
consolidar el vínculo de la pareja por miso alguno. Al no entregarse nunca
el matrimonio. Así, la vida sentimen­ total y verdaderamente, el amor están
tal y familiar se convierte en un meca­ lejano como una estrella de otra gala­
nismo disuasorio de la participación xia”10. Quizá sea parcial este modo de
política. O de otro modo: cuanto más valorar, pero refleja una peculiaridad
ames y te sientas más feliz con los tu­ evidente del modo afectivo de la ju­
ventud actual.

8 A sí lo atestiguan las viejas tragedias, los deshini- * Tal vez sería interesante percatar­
bidos versos de Cátulo, ios dramas shakespearianos,
el Bergerac de Rostand, la novela romántica y c u al^
se del esfuerzo que la sociedad dé hoy
q uiera de los últim o s lib ro s en los an aq u eles de
nuestras librerías.
10 C f G. GURMENDEZ, art. dt., p. 3. V er el film
9 Cf A. MONCADA, La crisis de la pareja, Ed. La
"Amo tu cam a rica" que trata parecida problemática.
lectura, Madrid 1992.
— 11 —

está haciendo por extender el uso, dis­ Y, sin embargo, debajo de todo es­
frute y asimilación de lo afectivo y lo to hay una sed inapagada, un afán por
sexual a sectores a los que antes les vivir a fondo lo que solamente se vi­
estaba vedado este tema: tercera edad, vencia a nivel superficial, una intui­
mundo de las deficiencias psíquicas, ción de que Se da ahí un mundo de
etc. Es, sin duda, un rasgo peculiar, verdad que atrae y obsesiona13. En es­
aunque modesto, de una manera de ta paradoja se desenvuelve no poco de
entender lo afectivo más como patri­ lo que la persona de hoy elabora en
monio de la persona que como algo de torno a la realidad afectiva.
uso y disfrute de ciertas bandas exclu­
sivas de la sociedad11.
b) La dificultad mayor: recuperar la
Pero la característica más pecu­ profundidad
liar por la que se podría caracterizar la
manera con la que la sociedad de hoy No pocos pensadores de hoy14 han
vive este componente de lo humano dejado en evidencia la urgente necesi­
que es el mundo afectivo es la inercia, dad que la persona tiene de recuperar
una especie de falta de pasión, en sen­ la dimensión de profundidad, a la que
tido positivo, un dejarse llevar por las llaman “dimensión perdida”. Quedan
aguas comunes de lo que hace todo el aterrados ante un estilo de sociedad
mundo, un no poder de unos modos donde el cada vez más/cada vez ma-
uniformados de comportamiento en yor/cada vez mejor, nuestro “todo va­
los que uno se ve irremediablemente le” de ahora, son los dinamismos que
atrapado. Todo esto lleva a un empo­ activan la vida del ciudadano de hoy.
brecimiento enorme de la vida afecti­ Ese caminar en la horizontalidad lle­
va y, do que es peor, a no desear traba­ va, irremediablemente, a un estilo de
jar el tema, a sentirse fatalmente en­ vida despersonalizado, superficial e
vuelto en un indiscernido torbellino inhumano en todas sus variantes.
que incapacita para el análisis12.
Una vez más se comprueba que e l.
11 C f J. L. ARANGUREN, La vejez como autorre-
alización personal y social, Madrid 1992, pp. 41-42;
A A .V V ., La sexualidad del deficiente, Ed. Ceac,
13 "«El águila bicéfala» lleva siete ediciones en un
M adrid 1988.
mes. H a sido algo bastante raro. Quizá la gente está
12 En la hermosa canción "Palomas al vuelo” del deseando que le hablaran de amor". A. GALA en LA
disco de Mecano, Descanso dominical, se dibuja la RIOJA 18-7-93, p. 6.
problemática ante el afecto conflictivo: "Una opina
14 Ver, por ejemplo, la todavía viva obra de P. TI-
que aquello no está bien; la otra opina que qué se le
LL1CH, La dimensión perdida, Bilbao 1970, en la
va a hacer; y lo que opinen los demás está de más".
que se refiere a la dimensión de profundidad como
Un pequeño botón de m uestra de verse envuelto en
esa dimensión perdida que el hombre de hoy necesi­
una especie de fatalidad que sobrepasa a la persona..
ta urgentemente recuperar.
— 12 —

enemigo mayor de la vida humana, en vidas en profundo olvido, el mundo


todas sus facetas, es la banalización, la del amor de los queridos por nadie, los
enorme superficialidad a la que some­ que no saben el sabor de un beso de
temos los procesos vitales. Ante una amor, los que no han sentido nunca la
manera como esa de entender la vida cálida presión de una mano acaricia­
se estrella cualquier argumento. La dora, los que no saben cómo se susu­
misma vida afectiva queda empobreci­ rra el cariño ni cómo es el brillo de un
da y en riesgo de pérdida de sentido rostro vuelto a quien se ama. Además,
cuando no se la sabe situar en esa pro­ cada vez es más amplio y extenso el
fundidad vital que da a las cosas los mundo de los amores rotos, de los ca­
perfiles y los matices peculiares que minos que fueron hermosos y están
las van integrando en la verdad de lo hoy intransitables de zarzas, de las im­
que somos. Situar el afecto en la pro­ posibilidades harto comprobadas, del
fundidad, en la realidad más honda de sometimiento a unas circunstancias de
la persona, es una tarea no solo pen­ vida que parecen incambiables, de los
diente para la persona de nuestra cul­ muchos quebrantos de corazón y de
tura, sino imprescindible si quiere cuerpo que conlleva el vivir con quien
contrarrestar el empuje hacia la super­ el amor no es planta viva. Y luego es­
ficie, terreno donde los devastadores tán las situaciones afectivas de difícil
de la historia y de la vida hacen su superación (amores rechazados social­
agosto15, mente, situaciones afectivas sin salida,
perplejidades grandes en cuestiones de
amor). Y el duro mundo de los inco­
c) El ancho mundo d el d e s a m o r municados, de los envueltos en pe­
numbras continuas, de los que tienen
El mundo del desamor siempre ha por compañero de diálogo la bebida
sido ancho y profundo. Quizá particu­ alienante, las drogas alienantes, las fu­
larmente hoy. O tal vez como nunca gas alienantes. Y crece el número de
nos hace mella el amor vulnerado. los que, sobre todo en materia afecti­
Aquí entran las grandes soledades, las va, no han visto nunca cumplidos sus
deseos. Ancho mundo todo él, profun­
da herida.
15 Un antídoto contra la superficialidad, adem ás
del cultivo de la reflexión en todas sus variantes, es
la cercanía al lenguaje poético. El que en las librerí­
Obviar todo este mundo sería igual
as haya aumentado, aunque siempre será poca y son
todavía escasas las capas sociales que se acercan al^ que volver el rostro a la inevitable rea­
mando de lo poético, es un signo positivo de posibi-" lidad de un amigo enfermo. Trabajar,
lidsdes de profundización en la vida y, desde ahí, de
posibilidades para una vida afectiva enriquecida. C f aunque fuera poco, por reconstruir es­
G, SANTAYANA, Interpretaciones de poesía y re­ te derribo solo será posible desde una
ligión, Ed, Cátedra, Madrid 1993,
— 13 —

sintonía de amor en esa profundidad nuestros el único cambio destacable


en la que se aproximan todos los que en los últimos quince años es que aho­
se ven necesitados de salud en el cora­ ra los hombres de clase media creen
zón16. que ayudan más en casa. Imaginemos,
a niveles de clases sociales bajas, las
limitaciones y opresiones con las que
d) El mundo de la mujer se entremezcla la vida de no pocas
mujeres. Nada decimos de la crueldad
Todo el mundo coincide hoy en se­ sexual, de las historias de denigración
ñalar, como una característica peculiar y despotismo que encierran muchas de
de nuestra sociedad, los logros socia­ las alcobas de cualquier domicilio.
les que la mujer ha alcanzado, ha Cambiar los fundamentos de una cul­
arrancado más bien, en pro de su tura no es cosa de días. Es preciso ser
igualdad. Pero mirando el fenómeno crítico.
más de cerca observa uno que no es Y, sin embargo, el crecimiento en
oro todo lo que reluce17. La mujer co­ el mundo del afecto pasa por una inte­
mo hecho social débil es algo que si­ gración y equilibrio entre la realidad
gue en pie, ya que en los países más hombre/mujer. “El hombre secular­
desarrollados (EEUU, por ejemplo) mente está dispuesto de una manera,
las mujeres representan los dos tercios como un conjunto de compartimentos
de los adultos pobres, el 75% de las estancos, uno lo dedica al trabajo, otro
mujeres ganan la mitad anual del sala­ a los amigos, otro a sus aficiones, otro
rio de los hombres, el 80% de los al amor...La mujer es mucho más ca­
puestos de trabajo femenino están pe­ paz de dedicar la casa entera a esa
or remunerados que los hombres, solo quemazón, a esa alegría, a esa inunda­
el 8% de los jueces federales son mu­ ción gozosa y dolorosa que es el
jeres18. Pensemos lo que pasa en los amor”19. Es necesario un trasvase en­
países más explotados. Incluso en los tre ambas realidades para que el mun­
do del afecto funcione en nuestra so­
16 Ver una problemática sim ilar en la novela de M. ciedad de hoy20*.
HIDALGO, Azucena, que juega al tenis, Ed. Mon-
dadori, M adrid 1988.

17 A ún suena hiriente y con cierto realismo aquel


aforism o de los R olling Stones en "Let it bleed",
donde decían: "Este es un m undo de hombres, y las
mujeres solo tienen un lugar en él: bajo las sábanas". 19 C f A. G A LA , entrevista en LA RIOLA 38-7-93
p. 6.
18 Ver estos datos en el artículo de M. PEREZ OLI­
VA, La mujer difamada. La autora norteamericana 20 A sí lo ve también, a su manera, la encíclica de
Susan Faludi advierte sobre la ofensiva ideológica Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, cuando define a
contra el feminismo, en Babelia/EL PAIS 27-3-93, la m ujer como "otro yo" en la humanidad común, n°
PP* 2-3 4.
— 14 —

e) La dificultad para generar procesos viejos tiempos ha habido modos muy


directos de tratar el tema22. Pero, co­
Siempre han sido difíciles los pro­ mo fenómeno social, tal vez sea una
cesos afectivos; también en nuestra característica de la moderna sociedad.
sociedad de hoy. Esta dificultad gene­ El mismo mundo censurador de anta­
ra modos no asimilados de vivir la ño ha dado pie a una desinhibición
afectividad. De ahí que se la vida co­ que quizá conlleva el mismo riesgo de
mo a saltos, a trompicones, a momen­ despersonalización que antes. “La li­
tos tópicamnte dedicados a ella. No se bre satisfacción erótica produce una
la vive como algo envolvente, como paradójica insatisfacción íntima y un
un proceso generador de amor. creciente aislamiento. La carencia de
amor mueve a un apoderarse de los
Esta dificultad se manifiesta en la cuerpos ante la imposibilidad de pose­
dialéctica amor/sexo en la que el se­ er las almas. Se escapa así el espíritu
gundo de los términos se lleva la parte del objeto sexual y el del sujeto no en­
del león. “El amor no quiere decir cuentra ni asidero ni reposo”23. Y, sin
simplemente sexo. El amor salpimenta embargo, este es un dato con el que
el sexo. Llegar al sexo sin amor, insis­ hay que contar, dadas las dimensiones
to, es bailar sin música”21. Sin embar­ sociales que va tomando.
go, gran parte del hecho social empuja
al sexo sin amor, en sus múltiples va­ Un discernimiento continuado, un
riantes. El trabajo por generar proce­ aprecio de la belleza junto con un re­
sos en los que el amor envuelva al se­ chazo de lo sórdido, serán instrumen­
xo y a todos los otros componentes tos válidos para saber moverse en esta
del mundo afectivo es una tarea que la realidad e incluso para integrarla, en
sociedad de hoy tiene pendiente y de la medida de lo posible, en la cons­
la que depende no poco de la hun^ni- trucción del procesos afectivo. El
zación del mundo del afecto, tan nece­ principio rector de todo este asunto se­
sario para una vida integradora y equi­ rá el grado de humanización o su con­
librada. trario que lo compone.

f) ¿ Un fenómeno de hoy?

Nos referimos al amplio fenómeno


del erotismo. Cierto que, desde lo# 22 C f C A TU LO , Poesías, Ed. A lianza, M adrid
19838.

21 C f A. G A LA , entrevista en LA RIO JA 18-7-93 23 C f A. GALA, El erotismo, en EL PAIS SEMA­


NAL, 19-9-93.
p .7 .
15 —

g) ¿Entra la castidad en este esquema a acusar de inhumanidad ciertas pos­


de sociedad? turas oficiales sobre enfermedades co­
mo el SEDA, pidiendo simbólicamente
Globalmente hablando, es preciso una condena del estado moderno a la
decir que cualquier opción de vida en cerrazón, según ellos, que postula co­
castidad, máxime la castidad por op­ mo única salida al problema el de la
ción religiosa, entra con mucha difi­ continencia26.
cultad en una manera de entender la
castidad tal como la venimos descri­
biendo. Si en modos religiosos teocrá­ Cerrar sistemáticamente los oídos a
ticos gozó, al menos a nivel oficial, de estas opiniones o disentir en todo por
gran predicamento, hoy, a nivel popu­ principio tal vez sea cerrarse a una re­
alidad social que, en parte, también in­
lar, es un elemento cultural que de de­
preciado ha pasado a ser prácticamen­ fluye en la correcta situación de la vi­
te no considerado. vencia de lo afectivo en la Vida Reli­
giosa dentro de nuestro concreto mun­
No creo innecesario el ser flexible do de hoy.
para escuchar las voces de aquellos
que discrepan de nuestras maneras ha­
bituales de valorar lo religioso y desde
ahí la castidad por motivos de fe24. 3* Insertos en este hoy
Ellos niegan la castidad dictada en tér­
minos absolutos, impuesta absoluta­ Es en este marco donde la Vida
mente a todos como norma universal Religiosa tiene que ir construyendo su
de la que haya que derivar categorías opción de vida que incluye un amor
éticas generales que consideran repre­ desde la óptica del Reino. Por muy
soras. Para ellos la castidad está de­ ajenas que parezcan ambas realidades,
preciada en las personas que dicen ha­ es preciso ir aproximándolas. En el
ber optado por ellas ya que es algo fondo, son elementos integrados, co­
que se les impone, que los desmotiva mo una es la vida de cualquier perso­
de cara al mundo del afecto y que, na en unidad total con su momento
además, no cumplen25. Identifican la histórico.
castidad religiosa con un puritanismo
exagerado y opresor. E incluso, llegan

24 Léase el artículo de T. M OIX, Su castidad el Pa­


pa, en EL PAIS 3-7-93 p. 16. 26 Léase el volcánico artículo de A. PE R E Z RA­
MOS, Tablado de malhechores, en EL PAJS 20-4-93
25 C f A. MENDATA, La Iglesia también cae en el pp. 13-14. También G. VATIMO, Hacia una sexua­
sexto, en CAMBIO 16, 26-7-93. lidad más humana, en EL MUNDO, 5-7-93.
— 16 —

a) No al mundo de los tópicos do la captación y vivencia de los me­


canismos del Reino nó es algo que va
Como toda institución, larga en de sí; aquel que recurre al tópico de
años, la Vida Religiosa tiene el peligro una opción hecha desde la madurez,
de vivir en un mundo tópico, indiscer­ cuando sabemos que “nadie alcanza
nido, sin contexto. Persistir en vivir plenamente la madurez y la integra­
los componentes de la Vida Religiosa, ción total de su mundo afectivo-se-
uno de ellos el de la afectividad desde xuaT’29. Ajustar esta clase de afirma­
el Reino, sin considerar el contexto en ciones es colaborar a situar nuestra
el que nos movemos hoy es, por decir­ opción célibe en la verdad y en el con­
lo de algún modo, un suicidio. No traste del mundo en el que realmente
puede llevar sino a una inadmisible nos movemos.
alienación que no la salva ni siquiera
la posible buena voluntad con la que Por otra parte, es preciso caer en la
se hace27. cuenta de que una vida célibe desde el
Reino es un modo de amor peculiar,
Esos tópicos sin contraste son muy no habitual. Requiere un tratamiento
plurales. Nos referimos a algunos de adecuado para que no se convierta en
ellos: aquel que todavía no ha logrado algo nocivo para la persona. No que­
erradicar el sentimiento de que la vir­ remos decir, claro está, que sea un
ginidad es un modo de vida (estado, modo deficiente de amor, sino simple­
dicen) superior al del matrimonio28; m ente recalcar su peculiaridad de
aquel que dice que el celibato nos ha­ amor más difícilmente encajable en
ce más libres, siendo esto así cuando los esquemas psicológicos habitua­
se lo asimila desde raíces antropológi­ les30. Además, los procesos afectivos
cas válidos, si no, en ciertos casos, es en la Vida Religiosa, por motivos
un obstáculo al crecimiento personal; complejos aunque explicables, tienen,
aquel que afirma taxativamente que la con frecuencia, los rasgos de lo que
opción célibe lo es por el Reino, cuan- podríamos llamar un amor tardío: se
descubre y pasa por todas las etapas
27 Leíamos hace poco la valoración que una Con­ en la adultez, lo que le otorga también
gregación Religioza hacía de su ' carism a inmaculis-
ta", viviendo su espiritualidad m añana en tomo a la
Inmaculada en modos y formas totalmente inadecua­ 29 C f J. M. CASTILLO, art. cit., p. 15.
das a la realidad de hoy,
30 El crecimiento de am ores no habituales, no de
28 Aún hay autores de prestigio, como J, M. C A S -^ pareja, en nuestra sociedad de hoy, aunque pequeño
TILLO, Claves de la vida religiosa, Liébana 1993 ■' es significativo. Pone en cuestión la realidad fami­
(fotocopiado) p. 16 que hablan de una "fecundidad liar tradicional como realidad afectivo-legal única y
superior" del celibato por e l Reino; nos preguntamos lan za una pregunta sobre la realidad m ism a de los
si en la citada Mulieris dignitatem, n° 20 por ejem­ m ecan ism o s del am or; c f tam bién A. G A L A , El
plo, no persiste aún esta espiritualidad. águila bicéfala, pp. 297-299.
— 17 —

la peculiaridad de los amores en época posible.


tardía, con una reducción del tiempo
del proceso y una frecuente inadecua­ Según J. M. CASTILLO31, la inte­
ción entre edad y experiencias afecti­ gración de lo afectivo se alcanza cuan­
vas. do se dan, estos tres elementos: 1) la
resolución de Edipo como renuncia a
Por lo tanto, modestia y decisión. los fantasmas parentales (renuncia,
Modestia para no manejar tópicos in­ podríamos decir, a buscar “padres” o
discernidos que nos otorgan un estatus “madres” por la vida). 2) La capaci­
afectivo que no existe a priori. Deci­ dad para integrar en una relación las
sión para intuir que en la afectividad corrientes sensuales y tiernas de la se­
desde el Reino se esconde algo de va­ xualidad. 3) La capacidad para el en­
lor digno de ser buscado y trabajado. cuentro del otro como “tu”, libre y di­
Y desde ahí, en la mayor conexión ferente, y no como mero objeto de de­
con el hoy que vivimos, tratar de pendencia o de posesión y de domi­
construir una vida lo más coherente nio.
posible desde los postulados del Rei­
no. ¿Están muchos religiosos/as adul­
tos por esta labor? Nos tememos que
les pilla tarde. Pero hay que repetir, a
b) Las viejas raíces pesar de todo, que el camino por el
que habría que haber seguido era ese y
Será preciso aprender a convivir que el modo de ir integrando los pro­
con ellas, sobre todo en este complica­ cesos afectivos de la Vida Religiosa al
do mundo de lo afectivo. Muchas co­ mundo de hoy es ese. Cualquier ayuda
munidades religiosas no han recibido que colabore a saber conllevar con hu­
a tiempo la posible terapia que podría manidad las inerradicables viejas raí­
haber reconvertido su vida afectiva y ces de una afectividad poco cultivada,
haberla adecuado al momento antro­ hará un favor notable a la Vida. Reli­
pológico, momento de grandes muta­ giosa.
ciones sociales y eclesiales, que les ha
tocado vivir. Quizá es ya tarde. Pero
esa es la hora que se tiene mano y des­ c) Tema por tratar
de ahí habrá que insistir en una bús­
queda que libere de complejos y que Insertar la problemática afectiva,
trate de alcanzar la mayor madurez crear procesos actualizados, es tarea
tan árdua para muchos que, unido to­
do ello a un cierto alejamiento del he­
31 C f art. cit., p. 15.
18 —

cho social, se sigue respondiendo con raímente insertas en medios de vida


el silencio. No tratar el tema, no darle que no son los conventuales de siem­
salida por ningún lado es responder pre, que están más capacitadas para
sin dar ninguna respuesta. Los grupos llevar adelante una adecuación entre
religiosos casi ni se lo plantean seria y sus procesos afectivos y el mundo en­
ordenadamente, no lo hacen tema de torno del que hacen más consciente
formación permanente. Es sintomático parte. Sin ninguna duda, su mejor ayu­
que contando no pocas comunidades da es precisamente el esfuerzo que re­
religiosas con técnicos de casa (psicó­ alizan como comunidad por buscar un
logos, sociólogos, etc), no logren estos modo de Vida Religiosa que sintonice
ser empuje para la madurez afectiva más significativamente con el mundo
del hermano. Por eso realizan su tra­ de hoy. Esto se nota en la vivencia del
bajo fuera de casa, con otras personas. proceso afectivo.

Ha habido autores que han tratado No obstante, con frecuencia son


el tema con agudeza y acierto32. Quizá grupos integrados por personas que,
su mayor mérito no sea solo la perspi­ en una fuerte medida, provienen de
cacia del análisis o las posibles “solu­ ambientes oficialmente descontextua-
ciones” que aportan, siempre dentro lizados y, por lo tanto, no es de extra­
de la ortodoxia moral. Tal vez su ma­ ñar que surjan los pequeños proble­
yor valor sea el haber colaborado a mas de ajuste, incluso en el mundo de
poner sobre la mesa todo un mundo lo afectivo. Así se hace más viva la di­
que está por tratar y que pide cada día ficultad para acogerse en las maneras
una respuesta nueva y actualizada. íntimas de ser al ponerse estas más en
Nos tememos que, hoy por hoy, son evidencia, más en común; las celoti­
prédicas en desierto, o casi. Sus frutos pias que acompañan inevitablemente
son tardíos, pero vendrán porque les la vida de las personas se hacen más
asiste la mayor de las verdades: el manifiestas, más pesadas, más ridicu­
tiempo es su aliado y la vida nos va las; la dialéctica en la sintonía de afec­
llevando a ello. tos de un religioso/a con otro, sobre
todo en el mundo femenino, es vivido
no pocas veces desde el lado de la ri­
d) La dificultad cara adentro dél gru- validad y del mal humor; la pequeña
po herida diaria que se establece como
agravio comparativo entre las perso­
Hay comunidades religiosas, gend* nas con más capacidad afectiva y
aquellas, otras que tienen los mecanis­
32 Cf J. GARRIDO, Grandeza y miseria del celiba­ mos más apagados es más sangrante;
to cristiano, Sai Tem e, Santander 1987.
19

la dificultad para soportar el peso del ta, corazón abierto”. Ambas realidades
corazón, el propio y el del hermano, son importantes. La casa abierta exige
se hace más consciente y a veces pare­ flexibilidad y una capacidad de acogi­
ce más imposible de superar. da a la que no se nos ha acostumbra­
do. Pero, eso no es nada cuando uno
Y, sin embargo, por la dicha mejor decide de verdad abrir su corazón a
adecuación con el hoy social, estos las personas que van incidiendo en el
grupos tienen el horizonte y la posibi­ propio camino personal. Ahí el riesgo
lidad de lograr un proceso afectivo es mayor porque la acogida es mayor,
denso mucho más a la mano que los situándose con frecuencia en niveles
grupos tradicionales donde el tema ca­ que para uno son totales. Se experi­
si ni se trata. Lo hemos dicho, es un menta en ese caso una pluralidad de
fruto más de la adecuación a la socie­ amores que exige no poco esfuerzo y
dad en la que se hallan insertos. tiempo para situar, ordenar, asimilar.
El riesgo de un desencaje amenaza
siempre estas situaciones. Pero si se
e) La dificultad cara afuera del grupo va haciendo una obra de asimilación,
discernimiento e integración; si se da
Siempre lo ha sido. Tradicional­ el tiempo necesario para que las cosas
mente se ha reaccionado generando avancen al ritmo de la alteridad de la
una serie múltiple de defensas de todo vida; si se logra ir aplicando los co­
tipo, legales, morales, de costumbres, rrectivos necesarios para que esto fun­
etc. Todo este mundo defensivo se cione en positivo, quizá estamos dan­
resquebraja desde el momento en que do con ese camino de maduración per­
el grupo religioso decide encarar, en el sonal que hace fecunda cualquier op­
grado que sea, la realidad social de la ción, incluida la opción de amar desde
que hace parte. Porque, ciertamente, el elemento ordenador y determinante
una cosa es teorizar sobre la inserción de Reino de Jesús. Tal vez aquí se ha­
y otra cosa vivirla. Una de las conse­ lla más vivamente planteado el pro­
cuencias de una inserción plasmada en blema de la adecuación de la vida,
un plan de vida es la mutación en las afectiva de la Vida Religiosa en rela­
relaciones afectivas con aquellos con ción con el mundo que a uno le ha to­
los que se convive. cado vivir, ya que la traducción de ese
mundo pasa, sobre todo, por el entra­
Suele decirse, no sin cierta inge­ mado de personas en las que la vida
nuidad, que el ideal de una buena rela­ de uno se ve envuelto. Incrementar los
ción con el vecindario de la fraterni­ instrumentos fraternos que conjuren
dad se resume en el dicho “casa abier­ los riesgos y abran las posibilidades es
- 20 -

la gran tarea de la fraternidad en todo cambio de mentalidad que piensa, de


este asunto. salida, que lo que dice el clérigo tiene
más fundamento que lo que piensa la
religiosa; la asunción de los riesgos
que conlleva toda capacidad de deci­
f) El contencioso de la Vida Religio­ sión, porque es preciso estar a las dura
sa femenina y las maduras; la lucha en todos los
frentes posibles, desde la pequeña ac­
Precisamente por la situación de la tuación del capellán o del párroco has­
mujer en la sociedad de hoy todavía ta las grandes líneas de actuación ecle-
problem atizada por su no lograda sial35*.
igualdad, la Vida Religiosa femenina
sufre también, dentro de la Iglesia33 y Si la mujer es “otro yo” en la hu­
de la Vida Religiosa34, una situación manidad común, también lo es, sin pa­
de dificultad manifiesta. Esta situa­ liativos de ninguna clase, en la Iglesia
ción, acentuada por un clericalismo y en la Vida Religiosa. Adecuar los
masculino que imbuye la vida de la procesos afectivos a esta ineludible re­
Iglesia desde sus grandes cuerpos le­ alidad es una manera más de ser sensi­
gislativos hasta las actuaciones diarias ble a la lucha que la mujer lleva a ca­
de cualquier clérigo de la Iglesia, re­ bo en la sociedad de hoy por el logro
quiere un tratamiento que hasta ahora de su más inmediata igualdad.
no se le ha dado.

Porque la Vida Religiosa femenina g) ¿Puede la Vida Religiosa de hoy


ha sido campo de un tradicional ma­ reorientar lodo esto?
chismo clerical, le urge una tarea de
liberación que incluye elemento^fco- Es preciso ser cauto. Cualquier lo­
mo estos: una formación adecuada gro no será ahorrándose un gran es­
que logre poner en su sitio la pretendi­ fuerzo, sobre todo el de la adecuación
da capacidad orientadora de los cléri­ con el hoy social. El alejamiento de
gos por el mero hecho de serlo; un esta realidad deriva, entre otras cosas,
en una imposibilidad para generar mo­
33 C f Revista de Pastoral Misionera, n° 178-179 dos de procesos afectivos válidos. Por
(1991); K. E. BORRENSEN, Mujeres y hombres en eso mismo, se necesita una flexibiliza-
la creación y en la Iglesia, en Concilium 166 (1981)
417-427. -i ción que lea la realidad de hoy no co-
34 C f d . ALEIXANDRE, Religiosas en la Iglesia:
desde dentro y desde el margen, en Iglesia Viva 6 33 El documento La vida consagrada y su función
(1986) 547-566; E. CARROL, Lo mujer en la Vida en la Iglesia y en el mundo (Lineamenta), no recoge
Religiosa, en Concilium 111 (1976) 117-128. (ver n° 19) esta clase de planteamientos.
21

mo un sarampión pasajero sino como ligiosa se sitúa en la sociedad adole­


el advenimiento, el de la era secular, cen de esta conexión social que podría
de una manera totalmente diversa de abrir sus horizontes37 y puede impul­
entenderse y de entender la vida36. sar la reorientación de los procesos
afectivos desde lados nuevos.
Al mismo tiempo, se necesitan, co­
mo verdaderos impulsores de una nue­ Hasta el vocabulario necesita una
va reorientacidn en lo afectivo y en adecuación. Términos como “consa­
otros asuntos básicos, planes de vida, gración ”, “voto de castidad”, “virgini­
maneras plásticas de lanzarse a vivir dad”, “celibato”, etc, necesitan ser re­
la Vida Religiosa en modos no habi­ pensados conceptualmente. Si no, re­
tuales. Son los mismos modos que sultan totalmente inelocuentes para el
maneja el hombre de hoy animados, ámbito social en el que se quiere vivir
eso sí, por una opción evangélica. Las el contenido de esas palabras38.
viejas maneras con las que la Vida Re­

36 Todavía es abundante el número de nostálgicos 38 Un intento de traducción, a m odo de sugerencia:


::que piensa que "esto va a cambiar", pensando en los consagración: "vida intensa desde el R eino"; voto de
viejos tiempos de abundancia y estabilidad. castidad: "compromiso eclesial con el m undo del de­
samor"; celibato: "opción totalizadora desde el Rei­
:37 Midamos cómo queda cuestionada la realidad so- no"; virginidad: "corazón del todo volcado al Rei­
cioreligiosa de la vivienda convento, por ejemplo. no".
— 22

iJÍGaller de lectura y diálogo d) ¿Crees que es necesaria en nues­


tros grupos religiosos una “vuelta a
los sentimientos”?
v :l . Leer Mulieris dignitatem, n° 6-
: í 1 y hacer un pequeño resumen de la e) ¿Piensas que la banalizacíón de
visión bíblica y espiritual que ahí ma- la vida afecta a nuestros procesos
• 'V
,- neja en tomo la realidad compuesta en afectivos?
la relacionalidad hombre-mujer.
f) ¿Sienten las comunidades reli­
giosas femeninas una particular urgen­
2. Hacer cinco grupos de trabajo cia en la adecuación de la vivencia de
que tome, cada uno, dos de las diez la afectividad con la sociedad de hoy?
preguntas del siguiente cuestionario.
Una vez respondidas y por escrito, se g) ¿Piensas que los tópicos en tor­
puede hacer una o dos sesiones de no a la vida afectiva dentro de la Vida
puesta en común para enriquecimiento Religiosa son muchos todavía?
del conjunto.
h) ¿Hasta dónde las comunidades
religiosas son deudoras de viejas raí­
a) ¿Sientes inquietud por cómo en­ ces en materia afectivo-sexual?
tender y vivir mejor en la realidad so­
cial del mundo que te rodea (barrio, i) ¿Cómo solventar las dificultades
vecindario, pueblo, ciudad, país)?. que conlleva la creación de un proceso
afectivo equilibrado tanto en las difi­
b) Crees que tu proceso afectivo, cultades de cara adentro como en las
en la medida de su existencia, puede ir de cara afuera del grupo religioso?
encajando con tu hoy social?
j) ¿Te sientes con fuerza para ir tra­
c) ¿Cómo tiene que ser, en concre­ bajando día a día en esta tarea de ade­
to, esa “otra mirada” con la que enfo­ cuación de lo afectivo a la vivencia de
quemos el hoy del mundo afectivo? lo social?
Tem a 2
Los mecanismos

No es nuestra pretensión dibujar trañe que, con frecuencia, los procesos


minuciosamente los inextricables me­ afectivos sean problemáticos hasta ex­
canismos de los procesos afectivos. tremos con no poca frecuencia irreso­
Pero, antes de plantear la búsqueda de lubles. Y, lo que todavía hace más di­
quien intenta amar desde el Reino fíciles las cosas, esa problematicidad
hoy, es preciso, además de contar con implica a otras personas, con lo que el
el contexto actual en el que quedan in­ asunto se complica y genera dificultad
sertos, esbozar, siquiera de modo muy hasta límites a veces no fáciles de su­
aproximativo, el talante de esos meca­ perar.
nismos. Hay mucho indiscemimiento
y mucho lirismo vacío en todo esto. Pues bien, si, con sensatez a rauda­
Por eso, cualquier pequeño esfuerzo les, se logra no embarullar más las co­
que se haga, puede ser bienvenido. sas, poner un dique, a base de com­
prensión y cercanía, a esas hondas
concéntricas del amor en conflicto, ya
1. Lo oscuro
se habrá hecho mucho. Si, además, se
tiene el suficiente equilibrio para asis­
Formados en modos mentalmente
tir con humanidad a esa, a veces, cere­
férreos y en maneras fijas de entender
monia de tinieblas, dura con frecuen­
a la persona, no nos extraña que, a ve­
cia, ya se está siendo luz. El acompa­
ces, el mundo del afecto nos parezca
ñamiento solidario es base imprescin­
oscuro y embarullado. Como todo lo
dible para cualquier ulterior curación,
que compone la base de lo humano, el
para cualquier crecimiento que aleje
mundo afectivo anda en los fondos de
lo más posible al amor que crece y vi­
la zona oscura (verdadera) de nuestra
ve de la confusión y el barullo.
persona, ahí donde uno es lo que es
para bien y para mal. Hace referencia
a esa dura mezcla de deseos insacia­
2. Lo lento
dos, de anhelos perseguidos, de pre­
tensiones inconfesables39. No nos ex­
Una mala comprensión de la es­
39 Recordamos cómo un misionero franciscano en tructura honda de la realidad personal
Tailandia desarrollaba entre nosotros, a propósito de ha hecho que, en materia de procesos
la poligamia, cómo la persona humana es, en el fon­
do, promiscua y polígama.
afectivos, se le haya querido imponer
24 —

un ritmo que no podía soportar. Los trecha a aquel a quien se ama. Es la


resultados son devastadores. Trabajar fraternidad en el corazón a la que está
el mundo del afecto es trabajo lento, al llamada la persona humana.
que es preciso darle todo el tiempo ne­
cesario40. Incluso, el ideal sería acom­
pasar las diversas etapas del proceso 3. Lo radical
afectivo con los tiempos personales
apropiados. Es trastornante el tener-un Radical porque afecta a la raíz. De
amor de adolescencia a los cuarenta ahí su decisividad. La raíz misma de
años; es desequilibrador cerrarse en nuestra entidad personal se ve envuel­
un amor pretendidamente único a los ta en un proceso afectivo que la deter­
cincuenta años; es, a veces, difícil en­ mina. Por eso, situar lo afectivo fuera
contrar una respuesta de amor perso­ de la raíz es destrozarlo, separarlo del
nal en el otoño de la vida41. El ideal es lugar que lo hace crecer. Pretender,
que a cada tiempo de la vida corres­ por el contrario, que todo lo radical
ponda la parte respectiva del proceso. tenga que ver con el proceso afectivo,
El ideal, porque a veces son las cir­ quizá sea una exageración. De cual­
cunstancias las que marcan el ritmo y quier modo, estar hoy por un radica­
la persona religiosa sufre una enorme lismo en lo afectivo es una forma de
arritmia afectiva. decir que se quiere tomar absoluta­
mente en serio el valor peculiar de lo
Es un buen síntoma no exasperarse afectivo como componente y envoltu­
ni por la lentitud ni por la irregulari­ ra de la raíz personal
dad. Mantener la certeza de que, paro­
diando a M. BENEDETTI42, lento vie­ El piscoanálisis distingue en este
ne el amor, lento, pero viene, es una terreno de lo radical envuelto por lo
gran sabiduría. No imponer ritiftros afectivo entre instinto y pulsión43. “El
inadecuados e insoportables, ser soli­ instinto, a diferencia de la pulsión, su­
dario con el ritmo del otro es la mane­ pone un comportamiento no aprendi­
ra como el corazón amigo abraza y es­ do, sino biológicamente adquirido; el
instinto se dirige de un modo automá­
tico y casi mecánico hacia un objeto
40 "El am or da conocimiento; el amor y, sobre todo, bien preciso y se despierta por unos
el tiempo", E. LLEDO, El silencio de la Escritura,
M adrid 1992, p: 109. estímulos bien determinados. Sin em­
bargo, a medida que se asciende en la
41 Ya dijimos que los procesos afectivos en la Vida^
Religiosa tienen, no pocas veces, la apariencia de un
"amor tardío".
43 C f V. E. FRANKL, Psicoterapia y humanismo.
42 M. BENEDETTI, Inventario poesías 1950-1980, ¿Tiene un sentido la vida?, Ed. PCE, M éxico 1978,
M adrid 1986, p. 25. p. 13.
escala biológica, el instinto va per­ eos, analizar los riesgos, medirlos para
diendo rigidez y va ganando flexibili­ ver si se adecúan al ritmo del proceso.
dad. A llegar a la especie humana es­ Si no, habrá que poner medidas de fre­
talla convertido en pulsión. Y la pul­ no (alejamiento provisional, mesura
sión se derrama por todo el ser vivien­ en la relación, dejar el control a un
te, nos recorre por entero, hasta el tercero) precisamente para que la rela­
punto de que todo en el hombre tiene ción progrese a un ritmo apropiado.
una dimensión sexual”44. De cualquier forma, la reacción ante
el riesgo que se manifiesta en modos
Lograr este tránsito es una de las de comportamiento defensivos, y que
mayores aspiraciones de quien sitúa suele ser habitual entre los religioso/as
los procesos afectivos en lo serio de adultos46, es camino que, a la larga, no
su vida, en lo radical. Quizá haya que lleva a ninguna parte. Aquí riesgo y
decir una palabra de esperanza a este miedo se hacen aliados, para mal.
“arcaico corazón” de la persona43 que
le haga creíble y más al alcance de la Un baremo que puede indicar con
mano la posibilidad de dar madurez a aproximación si el riesgo está bien
los instintos básicos de las pulsiones asumido puede ser este: que de esa re­
del amor. Así funciona la raíz de la lación salgan fortalecidas las propias
persona cuando se la pone en contacto opciones personales básicas. Es decir,
con la dinámica del afecto. cuando aquello que uno considera
componente valioso de su vida sale
potenciado al filo de una relación per­
4. Lo arriesgado sonal, es indicio claro de que los ries­
gos van siendo asumidos. Incluso, po­
Ya hemos aludido al componente tenciarán los valores positivos de esa
de riesgo que conlleva todo proceso relación. De cualquier manera, piénse­
afectivo, sobre todo en lo que concier­ se que un proceso afectivo es, ante to­
ne a la vida de las personas que inter­ do, algo práctico. Y toda praxis con­
fieren en él. El desarrollo de un proce­ lleva riesgos inevitablemente.
so afectivo, según cómo se lo trate,
puede constituir una avalancha que se
lleve todo por delante, algo destructor. 5, Lo tópico
.Conviene, pues, como hacen los ban-
Una manera, del todo cuestionable,
44 C f 3. M. CASTILLO, art. cit, p. 14,
de vivir las cosas grandes es vivirlas

:;.45 C f el herm oso poema de B. ATXAGA, Arcaico


corazón, en Poemas &. híbridos, M adrid 1990, p. 71. 46 C f J. GARRID O , Grandeza y miseria.., P, 23.
— 26 —

tópicamente. Ante la imposibilidad de cristiano, una fe crecientemente culti­


encajar esa magnitud se da una res­ vada en sus contenidos básicos. Si no,
puesta trillada y tópica. Ello indica el imposible.
alto nivel de superficialidad en el que
se enraiza la vida. Por todo esto, el
amor ha generado tópicos a raudales: 6. Lo herido
el tópico de la belleza física como ga­
rantía única de un amor fuerte; cuando Parece que, de alguna manera, la
a esto se suma la fortuna próspera, el herida es algo inseparable del gozo del
tópico llega a límites extremos. El tó­ amor. Así lo atestiguan desde la sensi­
pico de un “para siempre” no trabaja­ bilidad de los místicos47 hasta el últi­
do y, por lo tanto, irreal. El tópico del mo amor de la adolescente que sufre
amor único donde, como suele decir­ sin recursos para superar el dolor que
se, tres son ya multitud. El tópico de ella cree único en el mundo. Entran en
construir una familia o trabajar por los este campo del amor herido todo el
hijos, cuando los divorcios y separa­ cúmulo de imposibilidades que en­
ciones, mayoritariamente en los diez vuelve los procesos afectivos. Y es
primeros años de convivencia, con el que el amor conlleva determinados su­
horizonte económico ya despejado y frimientos que la persona sensible
los hijos encarrilados, le hacen volver acusa más, aunque también goza más.
a uno a la dura realidad, a la dura sole­ Parece legítimo aspirar a sufrir so­
dad. Y multitud de tópicos menores de lamente las heridas positivas del amor,
los que se aprovechan a tope los in­ aquellas que lo hacen más verdadero y
ventores del consumo. Añadamos a más fecundo: la necesaria lejanía que
este mundo tópico del amor humano da el perfil a las cosas; el silencio ne­
el matiz religioso (Dios nos ha unido, cesario que ayuda a asimilar experien­
somos hermanos, etc) y se acrecienta cias marcantes; el sosiego suficiente
más el riesgo de una vida en el vacío. para encajar la imposibilidad de com­
penetración total; los lenguajes inade­
¿Cómo escapar al riesgo del tópico cuados que hablan de lo inmaduro y
en la vivencia del amor en todas sus de lo por hacer. Todo ese mundo pues­
variantes? No será tiempo perdido el to delante más como un reto y una po­
continuar, si se puede, en esa desigual sibilidad que como un peso amargo.
batalla por reformular todo: el lengua­
je, los símbolos, las actuaciones de vi­
da, los estilos de relación. Quizá los
mejores antídotos sean una vida en
47 C f San Juan de la Cruz, Obras completas, Ma­
trabajada profundidad y, desde el lado
drid 19802, p. 99, el poema "Un pastorcito".
27 —

7. Lo dialéctico un proyecto total: por eso y nada más


es el motor del universo”49.
Es posible que siempre haya existi­
do en los procesos afectivos una ten­
sión dialéctica entre lo particular y lo
universal. Hay que descartar, de sali­ 8. Lo valioso
da, el planteamiento que sitúa lo afec­
tivo, por más sublime, en el exclusivo Lo más valioso que posee el indivi­
campo de lo universal. Amar a todos duo es lo que le han aportado los de­
en general para no verse mezclado en más”®. Y eso más valioso se adensa,
ningún amor concreto es un a priori con frecuencia, en la plural aportación
sin posibilidad de llegar a ser real. Por de los demás al proceso afectivo per­
otra parte, un amor particular cerrado sonal. Efectivamente, es cosa harto
sobre sí mismo, termina por estrangu­ comprobada que el aprecio, la estima
larse48. Lo correcto parece ser el amor y el amor contienen unas posibilida­
que lleva desde una honda e insustitui­ des de regeneración muy grandes. Hay
ble experiencia personal a las otras interiores personales que han experi­
playas y mares de los amores que se mentado largos y penosos deterioros y
van adhiriendo a esa espina dorsal. que han comenzado a reconstruirse
Conservando el amor experimentado desde la captación y vivencia de la fi­
como punto de partida su naturaleza delidad de otro que acompaña su vida.
de espina dorsal, quedaría infecundo No vamos a ser ingenuos diciendo que
sin la realidad de los otros amores que un proceso regenerativo brota de una
en él van quedando integrados. simple mirada tierna. Pero que el po­
tencial amoroso puede hacer mutacio­
El amor no debe reducir el mundo nes definitivas, eso parece claro. Del
al tamaño de unos ojos; ha de amarlo mismo modo que es innegable el com­
a través de quien se ama; ha de mejo­ ponente trágico y hasta destructor de
rarlo porque lo habita quien ama. El un amor desorientado, igualmente hay
amor es una luz que todo lo ilumina que valorar la capacidad impulsora de
irremediablemente. En él caben no so­ un amor valioso.
lo el ni y el yo y el nosotros, sino el
ellos también. Si ellos están ausentes, Por supuesto, estos dinamismos vi­
él amor se consume en sü pequeña vos del afecto no quedan constreñidos
■anécdota. Y ha de ser, por el contrario, a los ámbitos estrictos de los amores
oficiales o socialmente reconocidos.
48 Recordar el planteamiento del film "El marido de
;la peluquera".
® N. MTJCHN1CK, Mujeres y proyecto de socie­
4? C f A. GALA, El águila..., p. 263. dad, en EL PAIS 9-9-93, p. 12.
— 28 —

Abarca el ancho mundo de la relación conformar un proceso afectivo y de


y, con frecuencia, aparecen en marcos conjurar el riesgo de que pueda termi­
de vida al margen. Así brilla más, por nar, algo tan sutil y tan leve.
ser más libre, el valor de una relación
regeneradora y viva. •
10. Lo cálido

9. Lo leve Un cartel que muestra el abrazo de


dos enamorados tiene la leyenda:
Con ser algo tan en la entraña, los “Aquí tienes tu casa”. Más allá de su
contenidos de los procesos afectivos intención publicitaria52, se refleja ahí
son algo sutil, leve y amenazado por una verdad hermosa: que la casa real
la finitud. “A veces pensamos que, de de la persona es la realidad viva de
pronto, el amor se termina, y no es otra persona. Ahí, en esa calidez vital,
verdad. Se va terminando, igual que la se verifica la hermosura honda que el
vida. El amor empieza a terminarse cariño intuye. Por eso, cuando se cali­
con no sé qué impuntualidad, con una fica a la persona amada como “casa
mala palabra, con una mala contesta­ mía”, se está diciendo la verdad que se
ción, con una falta de entrega, con una anhela. Ahí, comò en casa, el desnu­
falta de generosidad. Eso va acumu­ damiento existencial cobra todos los
lándose fatalmente hasta que llega a tintes de la ofrenda del amor. No ex­
su último destino, que es la termina­ traña que, en la medida en que se dé
ción del amor”5?. esta situación, nazca, crezca y se re­
nueve cada vez el gozo del encuentro,
Quizá la única manera de mante­ el relámpago de la identidad, la inme­
nerse vivo en esta levedad sea el culti­ diatez que no requiere ningún tipo de
vo exquisito y expreso de la fidelidad, explicación previa. En esas circuns­
del cuidado en los detalles, de la parti­ tancias, el tiempo cobra la dimensión
cipación solidaria en lo poco que con­ nueva de lo vivido con intensidad y en
figura el cada día de la persona queri­ creciente expansión. Ahí se palpa la
da, el echar la suerte y el corazón a un cercanía con un realismo inequívoco
lado de la vida. Esta participación en y, desde ahí, se viven con otro dina­
lo concreto es ineludible a la hora de mismo los problemas que genera la vi­
da. La seguridad de este apoyo vital es
lo que hace que estos gozos soporten
51 A. GALA en LA RIOJA 18-7-93, p. 7. Un m odo?
de percibir este deterioro en ¡o diario que lleva a un
amor terminado, en el libro de F. G. TOLA, Cómo
hacer absolutamente infeliz a un hombre, M adrid 52 El citado cartel pertenece a una cam paña de la
1988. CAI de Zaragoza, Verano-Otoño 1993.
cualquier p e s o e incluso cualquier esta clase de entregas aunque, eso sí,
contradicción generados por el proce­ tengan que ser vividas en modos di­
so afectivo o por cualquier otra cir­ versificados. Lo cálido del amor, en su
cunstancia adversa. múltiple presencia,-es, de algún modo,
anuncio del amor pleno, ese incluso
Creemos que ninguna situación vi­ que se derrama y se anuncia en las pá­
tal exige necesariamente la renuncia a ginas del Evangelio.
Taller de lectura y diálogo c) ¿Piensas que tus instintos perso­
nales se van transformando en pulsio­
nes de amor?
1. Tomar como lectura común las
páginas de J. GARRIDO, Grandeza y d) ¿Cómo asumes realistamente los
miseria del celibato cristiano, Ed.Sal riesgos del amor?
Terrae, Santander 1987, pp.63-70.
Tras leerlas en privado hacer un co­ e) ¿Cómo liberarse de los tópicos
mentario común sobre sus contenidos. de los que inevitablemente se ve rode­
Citar algunos otros textos de referen­ ado el mundo del afecto?
cias que ayuden entender mejor y de
forma sencilla los mecanismos del f) ¿Te ves cada vez más capacita-
proceso afectivo. do/a para encajar el sufrimiento fecun­
do que genera el amor vivo?

2. Hacer cinco grupos y que cada g) ¿Observas si cada vez queda


uno de ellos tome dos de las diez más clarificada la dialéctica entre lo
cuestiones aquí propuestas. Que las universal y lo concreto en tus relacio­
comenten en privado y luego, en una nes afectivas?
segunda sesión, se pongan los resulta­
dos en común para enriquecimiento b) ¿Crees realmente que tu trabajo
del grupo afectivo te regenera y regenera a
otros?

a) ¿Tratas con creciente paciencia i) ¿Cómo cuidar lo leve y frágil de


tus oscuridades afectivas? todo proceso afectivo?

b) ¿Crees que tu proceso afectivo j) ¿Cómo vivir con creciente gozo


crece al ritmo de las etapas de tu vida? lo cálido del afecto?
Tem a 3
La búsqueda

Establecido el marco general en el no se puede renunciar (sería bloquear


que se mueve el mundo de lo afectivo el Mensaje) a beber el contenido ins­
en nuestra sociedad y aproximados a pirador del Evangelio y, desde ahí, ilu­
los mecanismos que funcionan en la minar una situación concreta de vida
verdad del amor, podemos adentramos cristiana, la de amor desde el Reino,
en la búsqueda más propia que la Vida por ejemplo. Esta segunda opción,
Religiosa hace en torno al mundo claro está, es la nuestra. Por eso, noso­
afectivo, componente suyo también. tros tomaremos un pequeño ramillete
de textos, a modo de ejemplo, para
animar al lector/a a volcarse sobre las
1. La mirada a la Palabra páginas de la Palabra en búsqueda de
esos elementos inspiradores que ilu­
El derecho y la obligación (el Espí­ minan y alientan nuestras opciones de
ritu empuja a ello) que el creyente tie­ fe. Leamos, pues, la Palabra:
ne de mirar a la Palabra para iluminar
su propia realidad cristiana, alienta a
abrir las páginas del Evangelio, si­ a) Ya desde el principio: Le 2, 41-52
quiera significativamente, para lanzar
la pregunta básica de cómo amar des­ Cierto que este texto habla de la
de el Reino. ruptura de Jesús con todo el mundo de
la tradición judía: para encontrar a
Tengamos en cuenta que, debido a Dios no será preciso ir al Templo, sino
un cierto fundamentansmo religioso ir al Padre. Pero, dado que los compo­
del que en modo alguno nos hemos nentes históricos del relato pueden ser
visto libres, se han querido tomar las tenidos en cuenta, vemos ahí la reali­
páginas del Evangelio como apoyo dad de un Jesús que, muy dotado para
ideológico de la opción de celibato en lo religioso, se ve atrapado por dentro
sus diversas variantes. Pretender en­ ya desde adolescente por un proyecto
contrar en las páginas bíblicas las “ra­ de vida que apunta a las realidades
zones” por la que uno hace opciones más profundas del pueblo y de la fe de
eclesiales totalmente posteriores a Israel. No es un chico que se “pierde”,
ellas es, además de un anacronismo, sino que se queda. Algo tendría que
una impropiedad. Pero, sin embargo, vislumbrar por ese camino de perte­
32 —

nencia exclusiva a “las cosas de mí primir a su vida la óptica correcta en


Padre”, Jesús cogido por dentro ya el ámbito de una intensa oración. Es
desde el principio. ahí donde sin duda ha ido modelando
esa opción por el Reino en totalidad.
Sin sacar de quicio el texto, pero sí Es una oración que la suponemos den­
nos resulta sugerente de cara a esa pri­ sa y fuerte, extremosa incluso, donde
mera hora de la Vida Religiosa donde ha ido resolviendo la pregunta por el
uno se ve, a veces, fuertemente atrapa­ modo del mesianismo. Es seguramen­
do en sus lados vivos por la fuerza y te ahí donde el Padre ha ido tocando
el anhelo del Evangelio. Cierto que sus fibras más vivas hasta apropiarse
esos impulsos tendrán que ser proba­ de ellas y posibilitar así el que el pro­
dos y discernidos por el duro caminar yecto del Reino llegara a la plenitud
en la Vida Religiosa. Pero son muy deseada.
valiosos porque quÍ2á habrá que recu­
rrir a ellos muchas veces si se quiere
reencontrar la frescura de una opción. A veces se ha propuesto la oración
Tal vez en ese principio decidido y de­ como remedio a las deficiencias en
cisivo halle la ilusión por seguir ade­ materia de afectividad. No estamos
lante quien se vea acechado por la de­ muy seguros del éxito. Sin embargo,
bilidad y por la fatiga en el largo ca­ concebir la oración constante y tenaz,
mino que es el de construir un interior en modos contantes y sonantes, como
orientado al Reino. un. ámbito donde se puede ir moldean­
do,- poco a poco, la fibra viva en la
que se asienta la verdad de lo que so­
mos; entender el trabajo orante como
b) En la barabúnda de la vida: un marco en el que se puede ir entran­
Me 1, p * do en el secreto que el Padre tiene pa­
ra la vida personal y del grupo; usar el
Este texto parece querer indicar el camino orante como la posibilidad de
tipo de respuesta que Jesús esboza a desvelar y hacer atrayente, cada vez
un planteamiento de su ministerio que más, la huella y el deseo del Padre so­
la gente quiere encauzar por el camino bre la propia historia, eso sí que puede
del mesianismo político, como sería lo ser una ayuda para captar con crecien­
obvio. Jesús busca otra orientación pa­ te salud el tema del amor desde el Rei­
ra su vida personal. Y lo interesante e$ no.
que lo haga en el marco de una ora­
ción nocturna. En este caso, quizá en
muchos otros, Jesús ha tratado de im­
33 —

c) En un género de vida humano y en espacio de vida y libertad. A nivel de


libertad: Le 8,1-3 ampliar modos de vida en sintonía con
la exclusión: social hasta formar la co­
He aquí un texto singular ,por mu­ munidad evangélica tiene no poco
chos conceptos. Por el estilo itinerante donde agilizarse. Una forma de enten­
de vida de Jesús y de su grupo; por la der el asunto desde esta flexibilidad
mezcla de los Doce y un grupo de mu­ creyenté y vital solamente podrían
jeres; por su nivel significativo: la co­ brotar de quien va entrando en esos
munidad formada por los Doce y mu­ secretos* del comportamiento evangéli­
jeres excluidas; por dar el nombre ex­ co de jesús que el texto sugiere.
preso de tres de ellas. Todos esos ni­
veles son interesantes para el tema que
nos ocupa. Reflejan estos breves ver­ d) La difícil primacía del Reino:
sos la verdad de un Jesús que forma el Mt 19, 1-12
nuevo grupo de la fe más allá de los
prejuicios habituales sobre estados de Este texto sobre los “eunucos por
vida, sobre consideración de personas, el Reino” ha sido texto obligado en
sobre calificaciones sociales. Un Jesús los manuales de Vida Religiosa ya que
que plantea el Reino en estos términos se ha querido encontrar en él la funda-
es uno que ha tenido que llegar a inte- mentación precisa del voto de casti­
. grar de forma intensa el deseo salva­ dad. Sin embargo, tal como lo tene­
dor del Padre y la honda necesidad de mos hoy, no cabe duda que el texto es­
la vida humana. En ese sentido, Jesús tá articulado en asuntos relativos al
se desvela como respuesta a la necesi­ matrimonio y su problemática. Efecti­
dad más fuerte de la vida. Solo un co- vamente, lo que el texto mantiene es
:;razón y una vida en perfecta integra­ que el repudio que la ley sostiene es
ción podría ser respuesta para tales ne­ una corruptela del deseo salvador de
cesidades. Solo un corazón del todo Dios, del “principio”, y que, el no to­
orientado al Reino, en dedicación hon- car otra mujer que la suya (está leído
da y mística para desvelar la realidad desde el lado del hombre) es, en el ca­
de la incidencia de Dios en la historia so de quien no tuviera inconveniente
podría ser luz para otros. reconocido para hacerlo (como los dos
que ahí se nombran) una verdadera
í: ' No en vano el texto citado ha sido vocación, un modo de comportamien­
.muy evocador para muchos movi- to de quien va siendo familiar al se­
Unientos religiosos en la historia de la creto del Reino. De ahí que el número
ríe. La Vida Religiosa tiene, aun hoy de los que han recibido ese don parece
'■día, no poco que replantearse como restringido, y más vista la reacción de
— 34 —

los discípulos. Se trata de caer en gativa. Podemos darle ese otro giro
cuenta de que la tremenda opción en del trabajo y esfuerzo que tiende hacia
materia afectiva que es unir la vida a el mundo del desamor, siempre tan vi­
una sola mujer53 es camino de vida y vo, quizá hoy más que nunca en la
de fe para él, quizá por el gran miste­ persona urbana y secular.
rio de fidelidad que es la vida humana,
derivado del básico misterio de fideli­
dad que es la relación de Dios con la e) En matrimonio con el pueblo:
historia. De todos modos, esto es un Jn 1,19-28
desvelamiento de pura fe y, por lo tan­
to, no imponible a la estructura matri­ Este texto de la embajada a Juan
monial de modo directo y absoluto. Bautista sostiene un significado muy
En el fondo, se está hablando aquí del plural. Nosotros nos atenemos sola­
modo de entender lo afectivo de un mente a uno: el evangelista pone en
orientado al Reino, de uno que ha lle­ boca del Bautista una confesión de su
gado a esa difícil primacía que da sen­ no mesianidad en favor de Jesús, me-
tido a las cosas hasta en sus niveles sías único. Lo hace bajo la figura del
más hondos. texto levirático de desatar la correa de
la sandalia ya que era uno de los dos
Aunque, como decimos, el texto no gestos (el otro era escupirle en la cara)
apunta directamente a problemáticas que componían el ritual de trasmisión
de Vida Religiosa, tal como lo enten­ del derecho-obligación de llevarse a la
demos es aplicable por extrapolación. mujer sola. El Bautista no es quién (no
El ser eunuco del que habla el pasaje se trata de ninguna humildad, sino de
puede significar, por ampliación, no impropiedad) para desatarle la correa
solo el “no tocar mujer” de quien hace de la sandalia a Jesús. O sea: no está
del Reino la norma orientadora, siífo por encima de él en la lista de preten­
el tocar la mujer abandonada, la que dientes y no hay cuestión de desatar
no es pretendida por nadie, la que no nada porque el Esposo, Jesús, no ha
es repudiada porque no está casada. renunciado a la Esposa, el pueblo54.
Es el ser eunuco que apunta a todo el Por eso se puede decir qne Jesús ha te­
ancho mundo de la desafección con el nido como vocación al pueblo y ello
que la persona del Reino se va identi­ en el marco de lo esponsal, en los ám­
ficando y conformando más. La for­ bitos de un amor cuya hondura noso­
mulación del pasaje evangélico es ne­ tros no sabremos nunca apreciar pero

53 Ya hemos hablado del carácter promiscuo y polí­


gam o de la persona. Hay quien dijo que todo hom ­ 54 En la más pura línea veterotestamentaria, según
bre del Mediterráneo lleva un harén dentro. Os, 1er, Ez.
— 35

que la fe de la primitiva Iglesia ha sa­ pero con vivacidad, desde las pimeras
bido perfectamente intuir. horas de opción de Vida Religiosa. Si
no, faltaría un punto de referencia al
La Vida Religiosa, en la fecundi­ que habrá que remitirse en muchas
dad de su opción por el Reino, y con­ ocasiones de la vida.
tando con lo concreto de una vida cé­
libe, se halla en condiciones óptimas 2) Vivir el amor desde el Reino no
para ejercer su “matrimonio con el postula, en modo alguno, un aleja­
pueblo” que no es solamente un popu­ miento de la realidad concreta de los
lismo de corte demagógico y contem­ problemas de la vida. Por el contrario,
porizador. Es el afán porque lo común, el amor desde el Reino está llamado a
lo de todos, los valores de grupo va­ ser fecundo en esos ámbitos más rea­
yan saliendo adelante. Es la colabora­ les, más duros, de lo diario. Es su vo­
ción, sin esperanza ni consuelos, en cación sanadora.
favor del bienestar humano y creyente
de todos aquellos que se hallan singu­ 3) Solo en lugares donde crece la
larmente en situaciones de desaten­ valoración de lo humano en recia pro­
ción institucional. Es ser sensible a to­ fundidad y la libertad en anchura cada
do aquello que nace de la base, que se vez mayor puede vivir con salud el
expresa en categorías de pueblo, que amor desde el Reino.
se celebra en el gozo del vecindario.
Hecho todo ello desde la más simple 4) Hacer una reorientación y una
pertenencia a lo común, sin afanes de organización de las opciones vitales,
liderazgo estéril y en el simple ideal grandes y pequeñas, desde el amor del
de llegar a ser un buen vecino. Modos Reino es haber dado con el núcleo del
seculares de la mística de lo esponsal Evangelio.
que aparecen con frecuencia en los es­
critos evangélicos, particularmente en 5) Al fin y al cabo, el amor desde
el Evangelio de Juan. el Reino termina en el otro, en,el pue­
blo que más soporta el peso de la his­
toria, porque la innegable fecundidad
Con este simple rastreo a través de de este amor está llamada a generar
los textos evangélicos podemos esta­ vida en “matrimonio”, en sintonía to­
blecer cinco modos básicos de enten­ tal, con la historia.
der el amor desde el Reino:

1) El amor desde el Reino tiene


que hacerse presente de algún modo,
— 36 —

2. Una tarea de restauración Estas posibilidades a las que nos refe­


rimos son:
¿Puede la Vida Religiosa entrar
con vivacidad por esta dinámica? ¿No * la hoy más evidente que nunca
son impedimento inamovible los mo­ posibilidad de una flexibilización en
dos otros con los que el tema ha sido nuestros modos diarios de vivir la Vi­
enfocado en nuestra historia reciente da Religiosa y lo afectivo con ella.
de la Vida Religiosa? ¿Hay recursos Después de la rigidez tremenda en que
personales y comunitarios que sean se ha desarolladó la vida de muchos
capaces de afrontar el reto de entender religiosos/as hoy se nos invita, desde
la afectividad-sexualidad desde pers­ muchos lados, a modos más flexibles
pectivas nuevas? ¿Es posible una de vida, más posibilitadores de cara al
comprensión del Mensaje en esta di­ difícil logro de la madurez deseada y
námica de novedad que estamos sugi­ soñada por no pocos.
riendo? Son preguntas que no tienen
* la cercanía en modos más inme­
respuesta fácil ni obvia. Muchos reli­
diatos a la persona en necesidad de
giosos han sucumbido ante esta enor­
apoyo, de aclaración, de sosiego, de
me tarea*55*,convencidos de que les han
consuelo incluso. La libertad de ex­
enseñado a soportarse, pero no a
presión, la posibilidad de un diálogo
amarse.
personal más respetado, la evidente
sensibilidad por la dignidad de cada
■Y, sin embargo, es preciso creer en
persona hacen que esa cercanía posi­
las posibilidades de una obra restaura­
bilité la reparación y el ajuste de mu­
dora por medios sencillos y tenaces.
chas conductas afectivas que uno solo
Hoy más que nunca la Vida Religiosa
no sabría encauzar.
está necesitada de hermanos terapeu­
tas, de personas que, con una hont^ y
* la apertura ideológica abre tam­
compasiva comprensión de su propia
bién muchas posibilidades a una reo­
realidad personal55, se acerquen al
rientación del tema afectivo. Muchos
mundo herido que la Vida Religiosa
temas que hasta ahora habían sido
viene soportando, quizá como algo
considerados prohibidos saltan a la
constitutivo de sus propias dinámicas.
palestra del diálogo con más naturali­
dad. La misma formación permanente
55 Cf L. IZQUIERDO, El proceso psicológico de la que, poco a poco, va haciendo parte
desilusión de la Vida Religiosa, Ed. Depalma, Bue- ^ constitutiva de la Vida Religiosa cola­
nos Aires 1976.
bora a esa flexiblización ideológica y,
55 El ideal es que estos "terapeutas" sean personas con ella, a una posibilidad de sanación
que hayan experimentado la situación de debilidad
en su propia persona. en el dominio afectivo.
— 37 —

* la normal y creciente facilidad creador. También es necesario, del to­


para acudir a la ayuda de especialistas do, el empuje estructural. Crear mo­
(psicólogos, médicos, etc) como ins­ dos de vida organizativo que apoyen
trumentos que faciliten la compren­ todo esfo es obra común, requisito im­
sión de las dificultades que genera la prescindible! Cito tres puntos, a modo
vivencia de lo afectivo y como media­ de sugerencia:
ciones de terapias de alivio.
* una necesaria evolución en el há­
* la fraterna libertad para acercarse bitat de la Vida Religiosa, sobre todo
al corazón del hermano sin tener que en la vivienda y lo que comporta. La
soportar presiones externas; la posibi­ estructura conventual conlleva, entre
lidad real de un cultivo personalizado otros muchos modos cuestionables,
de la amistad sin ver en ello contuber­ una dificultad manifiesta para la rela­
nios ni extrañas “desviaciones”; el ción personal, base de todo proceso
mayor respeto por parte de las estruc­ afectivo. Si el corazón abierto es algo
turas a los acercamientos personales a lo que está abocado necesariamente
que la vida va efectuando en la perso­ el trabajo afectivo, esto no podrá darse
na de los hermanos; he aquí todo un sin un modo de vivienda flexible y
conjunto de posibilidades que animan abierto. Razón de más para no cansar­
a una obra restauradora en lo referente se de tantear en estos caminos de bús­
al mundo del afecto. queda.

Posiblemente todo esto parezca * el anhelo de que las comunidades


una generalización. Pero los que han religiosas encuentren un modo de con­
vivido caminos duros en el mundo del formación que no pase siempre y del
afecto saben que estamos hablando de todo por el solo parámetro del despa­
un horizonte nuevo y de un aire más cho del superior. O sea: mientras las
limpio. Hay quien piensa que esto no fraternidades se conformen por diná­
llega demasiado tarde. Su posibilidad micas sobre todo estructuraless difícil­
de reorientación es garantía de verdad mente se hará creíble al interior nece­
y ánimo para quien quiere de verdad sitado de horizonte afectivo que en
amar desde el Reino, o sea, vivir un esos hermanos/as concretos hay una
afecto integrado viviendo una fe inte­ posibilidad real57*.
grada.
57 H a sido inconveniente s e c u te a la hora de for­
Pero no es solamente a nivel perso­ mación de com unidades el obstáculo de q ue las per­
sonas que form aban el grupo fuesen am igas. Pero,
nal el campo a trabajar para que el ¿qué mejor base para la fraternidad evangélica que
mundo del afecto se mantenga vivo y la amistad? ¿O es que una cierta "enem istad” es la
mejor garantía de éxito de un grupo cristiano?
38

* el avance efectivo en la compren­ trabajo previo por aclararse y reorien­


sión y vivencia del tema de la obe­ tar, poco a poco, aspectos muy con­
diencia y de la disponibilidad en la Vi­ cretos del proceso afectivo. Luego
da Religiosa. Es normal que la estruc­ vendrá lo demás.
tura, si no se le hace verlo así, no mire
con frecuencia a los intereses vitales
de la persona. No son los suyos. Por
eso, es preciso hacerle ver, para bien 3. Una obra de difícil logro
del conjunto de intereses, los de la
persona y los del grupo. Estas necesi­ Pero la dificultad no afecta solo al
dades básicas, las afectivas y otras, colectivo mayoritario y adulto de la
modifican los mecanismos de una Vida Religiosa. Quizá los jóvenes reli­
obediencia simplemente organizativa. giosos/as tienen menos inconvenientes
históricos debido a la pertenencia a un
Toda esta tarea es ardua, pero her­ mundo más flexible que el de épocas
mosa. Y, por lo demás, es el campo anteriores. Pero persiste la misma difi­
único en el que muchos religiosos/as cultad para generar procesos afectivos
han de librar su particular batalla por correctos y valiosos. La doble integra­
encauzar y reconstruir este sector de la ción que pretende el mundo afectivo
personalidad y de la fe. No apuntarse en la Vida Religiosa, la que afecta a la
cada día a esta tarea sería renunciar a persona y la que mira al hecho social,
un mundo de verdor y de futuro. Tra­ es algo que persiste, con variantes, en
bajar tenazmente los componentes bá­ la vida de los religiosos/as jóvenes. La
sicos de la persona, uno de ellos este resolución de esta problemática afec­
de la afectividad, es el modo mejor de ta, lo sabemos, a la génesis vocacio-
creer en el futuro, el que cada uno, ca­ nal, al simple número de vocaciones59.
da grupo, se va labrando. No hay oíro. Razones todas más que suficientes pa­
ra que dirigir ahora la mirada a este
Por otra parte, casi nada hemos di­ otro sector.
cho de cómo insertar todo este trabajo
en la realidad social que envuelve la Cuando hablamos de una “pedago­
vida del religioso/a. Quizá, con ser de­ gía del afecto” de cara al mundo de
cisivo58, ,el problema mayor no es aún los religiosos/as jóvenes estamos refi­
la inserción en el hecho social sino el riéndonos a cosas muy concretas: la

59 N o nos referimos solamente a la relación entre


58 Tal vez no haya manera de reorientar realmente celibato y Vida Religiosa (teóricamente[?]-no habría
un trabajo defectuoso en lo afectivo sino en la me- problema), sino al más ancho campo de la compren­
diación de una creciente inserción en la historia con­ sión de la castidad por el Reino como camino de vi­
creta de la que uno hace parte. d a posible y coherente.
— 39

ajustada comprensión del bagaje afec­ siempre (sus amigos/as), tiene una ca­
tivo con el que ella joven de hoy acce­ pacidad ampliada para absorber el
de a un proyecto de Vida Religiosa60; mundo del erotismo y su flexibilidad
el análisis correcto de los horizontes para mezclar situaciones afectivas
reales que la Vida Religiosa les abre múltiples es más notable.
para encauzar, enriquecer y llevar a
buen puerto su proceso afectivo61; los * Desde un lado más discutible se
procesos de personalización que los percibe mucho más débil su capacidad
grupos de Vida Religiosa son capaces para iniciar procesos de ruptura, alar­
de construir para contexto vital del ga muchísimo el tiempo de sus indeci­
trabajo afectivo de los/las jóvenes, siones afectivas y termina por mostrar
más allá del límite estrecho y peculiar el lado embarullado en el que real­
de las fraternidades de formación62. mente están inmersas muchas de sus
Habrá que tener en cuenta todos estos experiencias.
datos para aprender el delicado arte de
acompañar, participar y ayudar a so­ * No cabe duda que, desde el punto
brellevar las soledades peculiares del de vista de inserción de su proceso
mundo del afecto hasta llegar a hacer­ afectivo en el hoy social, el joven reli­
las fecundas desde una lectura creyen­ gioso/a tiene una posibilidad de inte­
te de la realidad. gración mayor, llegando más fácil­
mente a un equilibrio emocional entre
Es, justamente, en este punto de la lo que siente como más suyo en la en­
inserción en la realidad de hoy donde trega al Reino y su sentido de perte­
el joven religioso/a trabaja con presu­ nencia real a la sociedad de la que
puestos más nuevos: nunca ha salido. Por otra parte, la vi­
vencia plural del afecto en modos y
* Desde un punto de vista aparen­ personas hace, por un lado, que se am­
temente positivo, el joven religioso/a plíen sus posibilidades de crecimiento
dé hoy mantiene una continuidad con afectivo y, por otro, que ese caudal del
el mundo afectivo en que ha vivido afecto anegue también esas otras par-,
celas de los mundos del desamor hacia
60 No puede ser fácil ni para los mismos educadores,
los que no pocos religiosos/as jóvenes
ya que ellos mismos pertenecen a otro modo de ex­ son muy sensibles.
periencias afectivas vividas muy distintamente.

61 Al hablar de horizontes "reales" no nos estamos


refiriendo a teorías espirituales o psicológicas, sino a
De cualquier modo, al joven reli­
posibilidades concretas de vida. gioso/a, aunque parta de premisas di­
62 C f J. GARRIDO, Qué es personalización. Para versas a las de los religiosos/as adul­
educar y evangelizar hoy, en Frontera-Hegian n° 2, tos, no le será ahorrado el trabajo, ar-
Vitoria 1993.
— 40 —

dúo a veces, de construir el adecuado Desde esta perspectiva, podría ser


proceso afectivo que le sea más fecun­ entendido el voto de castidad como un
do en vida y en fe. Ciertamente en es­ hacer voto de ser compañero/a del de­
to, ya lo hemos dicho, el futuro es el samor; como la promesa firme que va
que se va labrando cada cual. involucrando (es algo dinámico) a to­
da la persona, al grupo religioso inclu­
so, en la solidaridad vital con los fon­
4. Compañeros/as del desamor dos más heridos de la vida de los que
uno va haciendo parte. El carácter
¿Cómo el religioso/a de hoy, joven oblativo del voto ya no sería, en ese
o adulto, puede integrar en esta men­ caso, una ofrenda extraña de lo físico
talidad que pretende insertar los pro­ o de lo espiritual incluso a “la divini­
cesos afectivos en los sociales repen­ dad” o al Evangelio divinizado, sino
sar y vivir de forma nueva el llamado una ofrenda al corazón destrozado de
voto de castidad? Quizá haya que co­ aquel que soporta con la mayor dureza
menzar por clarificar la noción de vo­ los pesos de la historia. Para no pocos
to. Tradicionalmente se ha entendido religiosos/as, jóvenes incluso, este
el voto como virtud; pero tal vez haya planteamiento puede ser algo carente
que dar paso a una noción de voto co­ de mística, de sublimidad. Pero es pre­
mo situación de vida63. En ese caso, el ciso pensar seriamente si no ha llega­
voto no sería primordialmente algo do ya el tiempo de enfocar la espiri­
que mirara a una espiritualidad inti- tualidad de la Vida Religiosa desde
mista sino una visión de los sectores posicionamientos similares.
débiles de la historia desde un pro­
fundo amor a la realidad del Reino
que pretende su sanación y revaloriza­
ción. £'

63 Cf J. B. METZ, Las órdenes religiosa. Su misión


en un futuro próximo como testimonio vivo del se­
guimiento de Cristo, Ed. Herder, Barcelona 1978,
pp. 56-89.
41 —

Taller de lectura y diálogo tres personas de cada uno de los pun­


tos.
1. Si alguien ha leído de la obra de
J.B.METZ, Las órdenes religiosas. Su 4. Que los religiosos/as más adul­
misión en un futuro próximo como tes­ tos de la comunidad digan por qué es
timonio vivo del seguimiento de Cris­ tan difícil hacer en ellos una obra de
to, Herder 1978, Barcelona, pp.56-89 restauración en lo afectivo. No cen­
podría exponer, brevemente, qué jui­ trarse en anécdotas sino tender a pe­
cio le merece esa visión de los votos. queñas síntesis dé vida
¿Se compagina con la visión tradicio­
nal? ¿Es más posibilitadora? 5. Que los religiosos/as más jóve­
nes de la comunidad digan cómo ven
2. Valorar uno de los textos bíbli­ ellos este asunto de lo afectivo, qué
cos propuestos en este tema. Sugeri­ posibilidades se les van abriendo, qué
mos el de Mt 19,1-2. ¿Es posible dar- dificultades no terminan de aclararse.
les entre todos una lectura nueva?
6. Finalmente, ¿qué juicio ideoló­
3. Haced una'consideración de los gico y práctico merece la definición
cinco modos básicos de entender el del voto de castidad como “compañía
amor desde el Reino. Para diversificar en el desamor”? ¿Puede llegar a tener
el trabajo podrían encargarse dos o esto consistencia y futuro?
Tem a 4
La pregunta

Llegados a este último capítulo, es­ complejos, pertenecen a nuestra enti­


tamos en condiciones para hacernos dad. Aquellos, con ser claros ideológi­
ya, a modo de síntesis, algunas pre­ camente es difícil hacerlos confluir
guntas que, trabajadas, puedan abrir con la realidad humana. De ahí el tra­
horizontes más amplios en la vivencia bajo de la fe.
del Amor desde el Reino. Lo hacemos
en forma de tesis64 y será el diálogo 3. El AR no exige ruptura infecun­
sobre ellas la otra parte del trabajo. das sino esfuerzos integradores.
Estos planteamientos siguen teniendo
la misma preocupación de todo el tra­ 4. El AR conlleva necesariamente
bajo: valorar el hoy social para tratar una nueva visión de la historia huma­
de insertar ahí el Amor desde el Rei­ na. Esa visión es nueva por la crecien­
no. te profundidad con la que se le quiere
leer; por la total solidaridad en la que
1. La espina dorsal del Amor desde uno se va viendo envuelto; por el co­
el Reino (AR) no es el Reino sino el razón compasivo en el que uno se va
amor. Nos referimos a la experiencia adhiriendo a sus lados más sufrientes.
fontal del amor, incluso de un solo
amor, desde donde se extiende, como 5. Traducir el llamado voto de cas­
un racimo, todo el conjunto de amores tidad por la “compañía en el desamor”
que desencadena el proceso afectivo. supone el voto como situación de vi­
El Reino envuelve, orienta, ordena y da, la mirada compasiva al ancho
plenifica ese núcleo vivo del amor. mundo del desamor, la certeza de que
Así desvela el Evangelio su calidad de ese es el objetivo final del Evangelio.
correctivo de la historia. Así el AR es lenguaje de la compañía
que el Padre presta a nuestra historia,
2. En la dinámica del AR es mayor anhelante de amor.
dificultad captar los mecanismos del
Reino que los del amor. Estos, con ser 6. Mezclar la Palabra con el AR no
es fácil por la carga de religión con la
que la hemos envuelto. Una lectura
64 El género literario tesis se vierte en frases breves,
de cierto impacto, no contrastadas (esa es tarea de la secular de la Palabra puede colaborar
discusión), sugerentes, a desarrollar en grupo y en a hacer más viable el AR como ele­
formas diversa.
— 44 —

mentó dinaraizador de la vida. ' para quien mantiene realmente vivos


los núcleos de su persona.
7. La Vida Religiosa, a pesar de 11. Del mismo modo que no es po­
nuevas dinámicas, instrumentos más sible asumir los mecanismos del afec­
valiosos, posibilidades más a la mano to desde fuera, como si uno no se vie­
no podrá entender el AR mientras no ra realmente implicado en ellos, tam­
se vuelque con decisión vital al mun­ poco se puede entender el AR sin si­
do del desamor. Es su posibilidad y su tuarlo en lo vivo e impíicativo de la
reto. realidad personal. Un AR que no inte­
rroga a la vida es un lirismo vacío,
8. Tal vez el AR no sea algo elo­ cuando no un engaño.
cuente a la sensibilidad de hoy si, a la
par, no se cultiva expresamente una 12. Quizá son trabajos perdidos el
vuelta a los sentimientos, un crecer en tratar de convencer a la sociedad de
ternura, cercanía, vuelta al corazón del hoy de las excelencias del celibato.
otro. M ejor em plear esos esfuerzos en
acompañar vidas heridas.
9. Las dificultades para construir
un proceso afectivo, tanto de cara 13. Los gozos del celibato, como
adentro del grupo religioso como de los del AR, solo pueden ser vividos a
cara afuera del mismo, hablan de la la par que los simples gozos y soleda­
verdad de lo afectivo como compo­ des del amor. Aquí, distanciar es des­
nente de la realidad personal. Por eso, truir. .
el AR no puede ser un por supuesto
del grupo religioso, sino una tarea de­ 14. Por ser mujer, la religiosa que
liberadamente común. se plantea el AR hoy tiene más difi­
fr ­ cultad y más posibilidades. Más difi­
ío. Hacer una tarea de restauración cultad porque ser mujer implica, hasta
de lo afectivo y, con ello, del AR no en esto, lucha mantenida; más posibi­
es dar simples retoques a los plantea­ lidades porque nadie le podrá arreba­
mientos de siempre. Es aprestarse, con tar su capacidad peculiar de dedicarse
realismo y decisión, a replantear mu­ por entero a esa mediación gozosa y
chos aspectos de la vida personal que dolorosa que es el amor.
han quedado deformados. Es trabajo
45 —

Taller de lectura y diálogo tes. Comentarlas una por una.

1. Leer, como complemento, del li­ 3. Para un segundo encuentro, co­


bro de J.B. METZ-T. RAINER PE- mentar el resto.
TERS, Pasión de Dios. La existencia
de las órdenes religiosas hoy; Ed Her- 4. Hacer una valoración del con­
der, Barcelona 1992, pp.53-84. Si al­ junto de los cuatro temas de este cua­
guien pudiera hacer una pequeña sín­ derno. ¿Te ha aportado algo su estu­
tesis, mejor. Distribuirla por escrito dio? ¿Abre posibilidades? ¿Qué suge­
antes de la reunión y comentarla un rencias harías al autor de este trabajo?
poco.
5. ¿En qué puntos personales y co­
2. Elegir, para un primer encuen­ munitarios habría que comenzar a to­
tro, las tesis que resulten más sugeren- mar nuevas direcciones?

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