Capitulo 3

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Capítulo III

El sentido histórico-gramatical Para descubrir este sentido, nos ayuda mucho familiarizarnos con el
significado común de las palabras y con los usos diversos que el pueblo da a las mismas. Los
métodos que nos ayudan a descubrir estos usos y significados son también fundamentales en el
descubrimiento del sentido histórico gramatical. Las leyes de la gramática de la lengua y el
conocimiento de los factores históricos que inciden en el uso de dicha lengua son muy
importantes.

Cada escritor escribe condicionado por dos factores fundamentales:

La lengua que usa y su gramática, que le indican la forma correcta de usar dicha lengua, y las
circunstancias históricas en las que se mueve. El escritor no puede dejar de tomar en cuenta estos
factores. En otra parte de este libro hablamos del sentido literal, que es el sentido más simple,
sencillo, directo y ordinario de las palabras. A este se opone el sentido figurativo o metafórico. El
sentido históricogramatical podría hasta cierto punto identificarse con el sentido literal, aunque en
lenguas como el español y el inglés la construcción de frases y palabras tiene mucho que ver con el
sentido históri-co-gramatical. Algunos lo definen como «el sentido que el autor da a sus palabras,
de acuerdo con las consideraciones históricas en que escribe»1. El sentido gramatical y el histórico
se confunden, según Davidson.2 Para que los contemporáneos hubieran podido entender a los
autores sagrados, estos tuvieron que conformarse con la lengua y la gramática que regían en su
tiempo y la que se hablaba en el país o región donde les tocó escribir. De otra manera no los
hubieran entendido sus contemporáneos.

Descubrieron, pues, el sentido corriente (usus loquendi) de su idioma y los modificaron de acuerdo
con las circunstancias en que se encontraron, adaptándolo a las mismas. En todo caso, su idioma
siguió las reglas del buen hablar de su tiempo, es decir, las reglas sintácticas y gramaticales en uso.

Principios y leyes del sentido históricogramatical

Las leyes que rigen para el sentido corriente (usus loquendi) son aplicables al sentido histórico-
gramatical. Sin embargo, cada autor da un uso peculiar propio del sentido corriente de las palabras
y de las leyes gramaticales que rigen ese uso. Este uso es parte de lo que llamamos el estilo del
autor, que puede ser bonito y elegante o menos hermoso y hasta desgreñado; y todo esto sin
quebrantar las leyes de la gramática. En español, por ejemplo, es muestra de un estilo pobre el uso
de palabras generales o de estribillos repetidos, como entonces, así, pues; o términos genéricos
como cosa, asunto, o el abuso de pronombres demostrativos o indefinidos como alguno, ese,
muchos, etc. El uso acumulado de adjetivos calificativos que caracterizan un estilo florido, va en
contra del estilo sobrio y escueto de otros. Los recursos del idioma, su léxico, giros y gramática son
suficientemente flexibles y están a la orden de cada escritor o autor.

Es a través de este uso que debemos descubrir el verdadero sentido histórico-gramatical de cada
escritor. Pero por sobre todo, lo que nos permitirá extraer el verdadero sentido histórico-
gramatical está en la construcción de las frases: un sujeto con sus predicados; cláusulas principales
o subordinantes y cláusulas subordinadas, etc. Otro principio fundamental del sentido histórico-
gramatical es que las palabras y las oraciones solo pueden tener un significado y una única
conexión entre sí. Si tienen varios significados en la misma frase o párrafo, desconcertamos al
lector. El lector presupone que el escritor está usando la palabra o frase en el significado común
universal que todo el mundo entiende. Es lo que llamamos el significado de sentido común. Por
ejemplo, todo el mundo capta fácilmente el significado de la narración de Daniel y sus tres
compañeros en el capítulo primero del libro que lleva su nombre. Hasta el más sencillo de los
niños capta el sentido de lo que les está pasando a los tres jóvenes y por qué, gracias al claro
sentido gramatical-histórico del texto. Este nos transmite lo que el autor quiere mostrarnos a
través de este hecho: que Dios honra y protege a quienes cumplen con su ley y siguen las reglas de
pureza y abstinencia que su Palabra enseña, en cuanto al uso de los placeres y de los alimentos.
Concretamente en el caso de Daniel, él y sus compañeros se arriesgaron a perder su posición y
hasta la vida por negarse a comer y a beber lo que el rey les ofrecía, porque iba contra sus
convicciones y quebrantaba los mandamientos divinos. No pueden tener otro sentido las palabras
de esta narración. Lo mismo podemos decir en la mayoría de las narraciones bíblicas que nos
describen, por ejemplo, la vida de los patriarcas en el libro del Génesis. Estas y otras narraciones e
historias que encontramos en la Biblia, basta con leerlas en la forma en que están escritas en el
lenguaje original, que utiliza las reglas básicas de la gramática para transmitirnos los hechos tal
como sucedieron. Es esto lo que les da pleno crédito como historias verídicas y plena confianza a
los lectores para aceptarlas como tales.3 ¿Qué decir de los milagros? Estos son, tal como nos los
presentan las Escrituras, hechos que ocurrieron según se narran, atestiguados por muchos. Los
escritores no nos dan ningún indicio o motivo para pensar que no es así. Es bien claro que los
evangelistas, por ejemplo, nos transmiten la resurrección de Jesús como un hecho real que ocurrió
tal como ellos lo cuentan. El lenguaje que utilizan es histórico; no hay otra explicación ni racional
ni misteriosa para el hecho. Su sentido histórico-gramatical fue el que se impuso en la iglesia
primitivayalolargodetoda la historia del cristianismo. Otras explicaciones naturalísticas o míticas no
han podido hacer mella en el hecho tal como los escritores sagrados nos lo transmitieron, usando
el sentido histórico-gramatical: ocurrió como se dice; por lo tanto, las palabras que se usan son
reales, claras y verídicas, y significan lo que primordialmente deben significar: que Jesús se levantó
de entre los muertos y se apareció a sus discípulos. Las discrepancias que se alegan entre los
evangelistas confirman las evidencias; cada uno narró el hecho utilizando la misma lengua griega
en su mejor estilo. Quizás cada uno de ellos enfatice ciertos aspectos; pero el hecho central y
básico está claramente presentado, y quien sabe griego puede leerlo en esa lengua y llegará a la
misma conclusión: «Cristo resucitó». Esto mismo se da en otros muchos pasajes de los evangelios
donde se narran hechos, palabras o milagros de Jesús, atestiguados por uno, dos, tres o los cuatro
evangelistas. Hechos evidentes Este lenguaje histórico-gramatical que nos presenta los hechos
escueta y claramente es el que nos da confianza en las narraciones bíblicas. En el caso de los
evangelios, y más concretamente en el hecho de la resurrección, descubrimos fácilmente que las
siguientes afirmaciones son evidentes: 1. Jesús preanunció con bastante exactitud su muerte y
pasión, aunque sus discípulos tardaron en aceptarlo. 2. Después de la crucifixión se apoderaron de
los discípulos el desánimo, la decepción y el miedo; pero, al tercer día, después de las apariciones
del Resucitado, el estado de ánimo de ellos cambió por completo. Todos admitían haber visto al
Señor y narraban con detalles estos encuentros con el Cristo resucitado. 3. Afirmaron, además,
que lo vieron subir al cielo. Poco después los descubrimos a todos predicando a Jesús resucitado
en las calles de Jerusalén, en Palestina y fuera de Palestina. 4. Cerca de veinte años después, Pablo
declara todos estos hechos como reales; afirma que Jesús se les apareció a Pedro y a los otros
discípulos, y también a quinientos testigos juntos, que en su mayoría estaban vivos todavía cuando
Pablo escribía este testimonio. Pablo llegó a afirmar que si el hecho de la resurrección de Cristo no
fuera verdad, tal como lo narran los evangelistas, nuestra fe sería vana y falsa (véase 1 Corintios
15:14). Es, pues, evidente que Pablo toma muy en serio todos estos testimonios en su más estricto
sentido histórico-gramatical, es decir, como hechos que ocurrieron tal como se narran, en el
sentido que las palabras y las frases tienen en sí (gramaticalmente) y no interpretándolas como
queriendo decir algo diferente. Podemos agregar que no sólo Pablo, sino la historia religiosa y
profana tomaron todas estas narraciones en el mismo sentido. Estas han constituido por veinte
siglos la base histórica sobre la que se ha levantado el ministerio de la iglesia cristiana.

Importancia del sentido histórico-gramatical El sentido histórico-gramatical ha servido de base


para entenderno solo los hechos sino las enseñanzas de la Biblia. Un solo artículo puede alterar el
sentido de una frase. Por ejemplo, óros en griego (montaña), sin el artículo significa algo distinto
de to óros, (una montaña o la montaña). En Marcos 3:13 se emplea la expresión determinada con
el artículo definido tó (la) para decir que Jesús «subió a la montaña». «Subir a la montaña», así con
el artículo definido, es una expresión en el Antiguo y Nuevo Testamentos para indicar algo más
que el simple movimiento de ir de abajo a arriba; tiene, por lo general, el sentido de «buscar la
presencia o la comunicación divina» el añadir el artículo tó (la) es importante. Es muy posible que
sea este el significado que Marcos da aquí a la acción de Jesús cuando se preparaba para tomar
una decisión tan trascendental en su ministerio como era la de nombrar a su equipo de doce
apóstoles. No quería hacerlo solo, sin antes consultar con su Padre en oración «subiendo a la
montaña»4 Cuando Juan colocó un artículo delante de la palabra kurios (señor) para decir ó kúrio
(el Señor) en el pasaje de la pesca milagrosa (Juan 21: 1-14), para advertir a Pedro que acababa de
descubrir a Jesús en el personaje que había aparecido en la orilla del mar de Galilea, quiso
intencionalmente identificar de manera especial al Maestro con su título especial de «el Señor».
Este título de «el Señor» equiparaba en la mente de los discípulos la persona de Jesús con el Señor
(Adonai) del Antiguo Testamento, que era Dios mismo. Más adelante en el mismo pasaje (v.12)
repite el mismo apelativo ó kúrios para mostrar el respeto y santo temor que sobrecogió a los
discípulos ante la presencia de Cristo resucitado. En efecto, cuando Jesús los llama a desayunar,
dice Juan: «Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, porque sabían
que era el Señor» (ó kúrios, Juan 21:12). La posición de las palabras puede dar énfasis a las
afirmaciones. No es lo mismo traducir Génesis 1:1: «En el principio, Dios creó» que «Dios, en el
principio, creó …», como lo hace la Nueva Versión Internacional (NVI). Hay cierto matiz teológico
que enfatiza en el segundo caso no solo la centralidad de Dios como protagonista de la creación,
sino su preexistencia, antes de que todo tuviera principio.5 Pasa lo mismo con el uso de los verbos
y sus tiempos. En el Salmo 23, antiguas versiones traducen: «Jehová es mi pastor, nada me
faltará» utilizando el tiempo futuro en todo el Salmo: «me hará descansar. me pastoreará. me
guiará …» etc. La Nueva Versión Internacional (NVI) y otras versiones modernas utilizan el
presente: «nada me falta. me hace descansar. me conduce. me infunde nuevas fuerzas … me guía
…» etc., transmitiendo el mensaje de que el ejercicio de la providencia y protección divinas no son
para el futuro, sino para aquí y ahora, lo que puede estar más de acuerdo con la doctrina de la
providencia divina en toda la Biblia.6 El uso de conjunciones y adverbios es también delicado; una
simple conjunción puede cambiar el sentido. Por ejemplo, en 2 Corintios 5: 14 la versión Reina
Valera Revisada (RVR) traduce: «Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si
uno murió por todos, luego todos murieron …». La conjunción si no está en el original griego y
debe omitirse, porque la frase no es condicional, sino que establece un hecho y es afirmativa. El
texto debe traducirse: «El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno
murió por todos, y por consiguiente todos murieron» (NVI). El primer verbo «nos obliga» (sunéXei)
está en presente y denota la experiencia presente del apóstol al tiempo de

escribir. El amor de Cristo (es decir, el amor de Cristo por la humanidad) nos obliga, nos ata. Todos
sentimos la experiencia de Pablo y participamos del mismo sentimiento. «Estamos convencidos»
(krinantas) es un participio aoristo griego que señala un juicio definitivo que Pablo se había
formado en el pasado, quizás después de su conversión, y que ahora lo expresa como presente.
Este matiz de pasado y presente, o una acción del pasado que se prolonga en el presente, es
precisamente lo que expresa el tiempo aoristo en griego. Encontramos en este mismo pasaje otro
caso de verbo en aoristo: apéthanen (murió por todos). La muerte de Cristo es un hecho realizado
y concluido en el pasado una vez por todas, pero sigue teniendo vigencia permanente en el
presente.7 Importancia de consultar varias versiones de la Biblia Estos pocos ejemplos nos
muestran la importancia del análisis del sentido histórico-gramatical para entender mejor la Biblia.
El sentido gramatical debe, pues, estudiarse con cuidado, siguiendo las reglas exegéticas y
hermenéuticas de un buen manual de esta materia. Hay principios y reglas bien establecidas del
lenguaje — tanto en el lenguaje original de la Biblia como en el de los lenguajes receptores— en
que estudiamos la Palabra. Es aquí donde vemos la necesidad e importancia de utilizar diferentes
traducciones de la Biblia y no contentarnos con una sola por mucho que la amemos y nos guste
porque es la que siempre hemos usado. Como hemos visto en los pocos ejemplos citados, una
traducción complementa a otra y a veces la corrige. Las traducciones modernas son necesarias
precisamente para afinar el conocimiento exacto y correcto del sentido histórico-gramatical a la
luz de los adelantos de las ciencias bíblicas, especialmente las que tienen que ver con la lengua
misma: lingüística, semántica, filología, gramática, semiótica, etc. Estas disciplinas nos van a
ayudar a dar una atención más cercana y completa al sentido y relación de las palabras; a seguir
con atención y sentido el curso del pensamiento bíblico expresado por las palabras y frases del
autor; a descubrir, a través de las expresiones y construcciones gramaticales de las narraciones y
enseñanzas bíblicas, el sentido no solo superficial y aparente, sino el sentido profundo del mensaje
bíblico, que viene siempre arropado en palabras y expresiones cuyo significado completo debemos
desentrañar bien para entender lo que Dios nos quiere decir a través del texto.8 ¿Tal vez sería esto
lo que Cristo quiso decir cuando pidió a sus paisanos judíos incrédulos, especialmente a los líderes
fariseos y doctores de la ley: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas
tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. Juan 5:39 (RVR) y: Ustedes estudian
con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que
dan testimonio en mi favor! Juan 5:399 Un testimonio elocuente de lo que puede hacer en una
comunidad el estudio asiduo y profundo del texto bíblico lo tenemos en lo que Pablo y Silas
pudieron testimoniar en la ciudad de Berea, cuando visitaron la comunidad judía en su sinagoga y
le hablaron del Evangelio de Jesucristo. Dicen los Hechos de los Apóstoles de los judíos de Berea:
Éstos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje
con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que les
anunciaban. Muchos de los judíos creyeron, y también un buen número de griegos, incluso
mujeres distinguidas y no pocos hombres. Hechos 17:11-12 1

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