Escribir Bien

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El arte de escribir bien

(RESUMEN: On writing well, William Zinsser, Harper Perennial , New York 1990 (4ª))

1. Sencillez
a. Reglas básicas
- Reducir las frases a sus elementos básicos
- Quitar palabras inútiles
- Quitar adverbios cuyo significado está ya incluido en el verbo
- Las formas pasivas (o reflexivas) del verbo que dejan al lector inseguro respecto a quién
lleva a cabo la acción. Hay que ser cuidadoso al utilizarlas.

Estas y muchas otras cosas parecidas quitan fuerza a una frase. Curiosamente, cuanta más
cultura y nivel tiene quien escribe, más se tiende a incurrir en ellas.

b. ¿Cómo evitar lo superfluo y confuso? Comenzando por simplificar nuestros


pensamientos.
- Lo primero de todo: ver si tenemos claro lo que queremos decir.
- Tener claridad de ideas no es algo innato. Pensar con lógica es un acto consciente, algo
que quien escribe debe conseguir con esfuerzo; es como como resolver un problema de
álgebra.

c. Escribir bien no es algo que salga de modo natural. Es costoso. Una frase clara no es
algo espontáneo. Muy pocas frases salen bien a la primera. Escribir es una de las tareas
más costosas que se pueden hacer.

2. Complicación
La mayoría de los primeros borradores puede abreviarse en un 50%. El autor del libro
corregía los trabajos de sus alumnos de Yale poniendo entre paréntesis las palabras que
consideraba superfluas. A comienzos de curso los paréntesis eran abundantes. A veces
abarcaban párrafos enteros. Pero pronto los alumnos aprendían a poner paréntesis
mentales a lo superfluo de sus escritos y, para el final de curso, sus redacciones estaban
casi limpias. Se trata de desarrollar ese ojo clínico revisando cada frase y preguntándose si
todas las palabras cumplen alguna función.

3. Estilo
Uno puede pensar que, si elimina todo lo superfluo y deja todas las frases ‘en los huesos’,
no va a quedar nada de uno mismo. Pocos se dan cuenta de lo mal que escriben. Nadie les
ha hecho ver la cantidad de cosas superfluas y oscuras que se han metido en su estilo. Si
nos dicen que reduzcamos un artículo de 8 páginas a 4, pensamos que no es posible, pero
cuando lo hacemos queda muchísimo mejor. Después viene lo más difícil: reducirlo a tres.

El asunto es que normalmente hay que desmantelar lo que uno escribe para poder
rehacerlo. Poniendo el ejemplo de la carpintería, es necesario saber cuáles son las
herramientas esenciales y la función de cada una, cómo serrar bien y clavar clavos.
Después se podrán biselar los bordes o añadir acabados elegantes, si eso es lo que a uno le
gusta. Pero nunca se puede olvidar que se está practicando un oficio basado en ciertos
principios. Si los clavos son débiles, la casa se caerá. Si los verbos que uno usa son débiles
y la sintaxis mala, las frases se nos caerán a pedazos.

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4. Palabras
Acostúmbrate a leer lo que escriben otros, contemporáneos y de tiempos pasados. A escribir
se aprende imitando a quienes escriben como a uno le gustaría escribir. No supongas que,
porque un artículo sale en un periódico o revista, tiene que ser bueno.
- Acostúmbrate, también, a usar diccionarios.
• si tienes cualquier duda sobre el significado de una palabra, búscala
• entérate de su etimología y observa qué ramas tan curiosas han brotado de su raíz
• mira si tiene otros significados que ignorabas
• domina la diversidad de matices existente entre palabras que parecen sinónimas

- Al escoger palabras, ten en cuenta también cómo suenan. Esto puede parecer absurdo,
porque los lectores leen con los ojos. Pero resulta que oyen lo que leen -en su oído interno-
mucho más de lo que piensas. Así que el ritmo y la rima son vitales.
• para esto, puede ayudarte leer en voz alta lo que escribes, varias veces incluso
• ve si puedes ganar en variedad invirtiendo el orden de una frase o cambiando una palabra
por otra menos gastada, variando la longitud de las frases, de modo que no suenen como si
salieran todas de un mismo molde; una frase corta puede, ocasionalmente, tener un gran
impacto y permanecer en el oído del lector.
- Recuerda, por tanto, que las palabras son las únicas herramientas con las que cuentas.
Valóralas por su fuerza y su diversidad. Recuerda, también, que alguien por ahí afuera las
está escuchando.

5. El Comienzo
- La frase más importante de cualquier texto es la primera. Si no lleva al lector a seguir con
la segunda, se acabó tu artículo. Lo mismo pasa si la segunda frase no le induce a leer la 3ª.
- El arranque de un artículo debe conseguir captar el interés. No hay reglas fijas sobre qué
extensión ha de tener este planteamiento inicial. Depende del tipo de escrito. En algunos
casos, bastan unas pocas frases; en otros, se requerirán varios párrafos o páginas.
- Debe dar algunos detalles que digan al lector por qué se ha escrito aquello y por qué debe
leerlo, aunque sin agotar la explicación.
- El método más antiguo y compulsivo para atraer la atención de la gente es contar una
anécdota, un sucedido.

6. El final
- Saber cuándo hay que terminar un artículo es más importante de lo que muchos piensan.
Hay que escoger la última frase casi con tanto cuidado como la primera.
- Como el sermón que una y otra vez parece que va a concluir con una conclusión perfecta,
pero no acaba de terminar, el artículo que no termina donde debiera terminar es un fracaso.
- La mayoría de nosotros somos todavía prisioneros de la lección que nos machacaron los
profesores de composición en nuestra juventud: que todo relato debe tener un comienzo,
una parte central y un final. Eso está bien para estudiantes de primaria y secundaria: les
lleva a ver que todo escrito debe tener un planteamiento lógico que introduzca y desarrolle
un tema. Es una lección válida a cualquier edad.
- Sin embargo, hay muchos tipos de escritos en los que debes olvidarte de la tercera parte
de ese famoso esquema de los profesores de composición. Sabrás que has llegado a ella
cuando empieces a poner: ‘Por tanto, en resumen, se puede decir que...’ Tus lectores se

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darán cuenta y se preguntan si te pones a resumir porque crees que no han sido capaces de
captar lo que ya les dijiste. Y cortan la lectura.
- Una buena frase o párrafo final es, en sí mismo, una alegría. Levanta el ánimo y se le
queda al lector en la cabeza.
- El final perfecto debe tomar al lector un poco por sorpresa y, sin embargo, parecerle
completamente adecuado. Es como en una obra de teatro. Pensamos que estamos en mitad
de una escena, cuando de pronto uno de los actores dice algo divertido o airado o lapidario,
y las luces se encienden. Tras la sorpresa inicial porque la obra ha terminado, nos gusta
aquel final. En el fondo, lo que nos gusta es el perfecto control del autor.
- Cuando estés listo para terminar, termina. Si has presentado todos los hechos y has dicho
lo que querías decir, busca la salida más próxima.
- Con frecuencia, unas pocas frases bastan. Lo mejor es que resuman la idea central y
terminen con una frase contundente por su acierto o por lo inesperada que resulta.

7. Asuntos varios
• Verbos
- Usa siempre que puedas, verbos activos en vez de pasivos. Tienen más claridad y fuerza.
Son más breves, vivos y directos.
• Adverbios
- La mayoría son innecesarios, tienen un significado ya incluido en el verbo. Los verbos
fuertes se debilitan con adverbios redundantes.
• Adjetivos
- La mayoría son también innecesarios, tienen un significado ya dado por el nombre.
- Usarlos cuando cumplan una función necesaria.
• Signos de puntuación
- Punto y seguido: Hay muchos riesgos en las frases demasiado largas.
- Coma, Punto y coma, Guión, Dos puntos: saber usarlos. La coma es fácil, los otros no
tanto.
• Cambios de tono
- Advertir al lector con una palabra adecuada: pero, sin embargo, no obstante, aún así, en
vez de, por tanto, consiguientemente, mientras tanto, hoy, más tarde, ahora, etc.
• Exageraciones: evitarlas.
• Credibilidad: asegurarse de la veracidad y exactitud de lo que dices.
• Párrafos
- Los párrafos cortos son más fáciles de leer.
• Atascos
- Pasajes que no te acaban de quedar bien: muchas veces la solución más rápida es
eliminar la frase o las palabras que no acaban de quedar bien.
• Fluidez
- Escritos en los que parece que oyes al autor hablándote: parece que deben salirle al autor
sin esfuerzo. Todo lo contrario: requieren mucho esfuerzo, hay que rehacerlos; los clavos de
la gramática y de la sintaxis están clavados en su sitio.

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