Interpretacic3b3n Constitucional de Los Derechos Sociales Prof Javier Ayala
Interpretacic3b3n Constitucional de Los Derechos Sociales Prof Javier Ayala
Interpretacic3b3n Constitucional de Los Derechos Sociales Prof Javier Ayala
SUMARIO:
1
Empresa Plaza de Toros (1869)
Saladeristas de Barracas (1887)
Hileret y Rodríguez c/ Provincia de Tucumán (1903)
S.A. Bodegas y Viñedos Arizu c/ Pcia. de Mendoza (1929)
Santos Martínez (1930)
Avico, Oscar Agustín c/ De la Pesa, Saúl (1934)
Rusich, Elvira c/ Cía. Introductora de Buenos Aires (1938)
Vicente Martini e Hijos S.R.L. (1944)
S.A. Neumáticos Goodyear (1954)
Cantarini, José y otros c/ Acindar s/ indemnización (1957)
Kot, Samuel S.R.L. (1958)
Prattico, Carmelo c/ Basso y Cía. (1960)
Soria de Guerrero c/ Bodegas y Viñedos Pulenta Hnos. S.A. (1963)
Compañía de Seguros “El Comercio” de Córdoba (1964)
Ratto, Sixto y otro c/Productos Stani S.A. (1966)
Outon, Carlos José y otros (1967)
De Luca c/ Banco Francés del Río de la Plata (1969)
Bercaitz, Miguel Ángel (1974)
Aldo Pereira (1974)
Saguir y Dib, Claudia Graciela (1980)
Nordensthol c/ Subterráneos de Buenos Aires (1985)
Víctor Francisco Rolón Zappa s/ queja (1988)
Soengas, Héctor Ricardo y otros c/ Ferrocarriles Argentinos (1990)
Chocobar, Sixto Celestino (1996)
Villarreal, Adolfo c/ Roemmers s/ cobro de salarios (1997)
Guida, Liliana c/ Poder Ejecutivo s/ empleo público (2000)
Campodónico de Beviacqua, Ana Carina c/ Ministerio de Salud y Acción Social
(2000)
Vizzoti, Carlos Alberto c/ AMSA S.A. (2004)
Aquino, Isacio c/ Cargo Servicios Industriales S.A. s/ accidente ley 9688 (2004)
Uran, Roberto Elías c/ Provincia de Buenos Aires (2006)
2
Badaro, Adolfo Valentín c/ Anses (2006)
Madorrán, María Cristina c/ Administración Nacional de Aduanas s/
reincorporación (2007)
Defensor del Pueblo de la Nación c/Estado Nacional y otra (Provincia del Chaco)
s/ proceso de conocimiento (2007)
Estado Nacional c/ Universidad de General Sarmiento (2008)
Asociación de Trabajadores del Estado c/ Ministerio de Trabajo (2008)
Torrillo, Atilio Amadeo (2009)
Rossi, Adriana María c/ Estado Nacional (2009)
Álvarez c/ Cencosud S.A. (2010)
Q. C, S. Y. c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2012)
Sisnero, Mirtha Graciela y otros c/ Tadelva S.R.L (2014)
Registro Racional de Trabajadores Rurales y Empleados c/ Poder Ejecutivo
Nacional y otro (2015)
Orellano, Francisco Daniel c/ Correo Oficial de la República Argentina (2016)
Conclusiones
Bibliografía
INTRODUCCIÓN
Corresponde en primer lugar definir desde distintos ángulos el término
interpretación. Para el diccionario, interpretar es, entre otras acepciones: “Explicar
o declarar el sentido de algo, y principalmente el de un texto” 1. Partiendo de esta
idea, podemos concebir a la interpretación como la tarea intelectual que permite
desentrañar (o brindar) el sentido de un texto. La expresión proviene de la voz
latina “interpretatio”, que puede entenderse como “venir en ayuda de”, o más
1
Real Academia Española. Diccionario de la lengua (h-z). Buenos Aires, Espasa Calpe y Grupo
Planeta, 2002, página 1293.
3
sencillamente, “explicar”. También surge a partir del concepto la figura del
intérprete entendido como intermediario. Dicha figura se extiende igualmente al
traductor, quien pone en lenguaje accesible lo que se encuentra en un idioma
desconocido.
Se ha manifestado que: “De esta forma, tenemos que “interpretar” consiste
en dotar de significado, mediante un lenguaje significativo, a ciertos objetos
(signos, fórmulas o textos); el intérprete determina su sentido y alcance. Así, p.e.,
los brujos, augures o sacerdotes no hacen sino escribir un significado específico a
ciertos hechos, fórmulas o signos misteriosos que, en razón de su posición o
poder, sólo ellos manejan o entienden (o creen que entienden)…El significado es
incorporado mediante la interpretación. En otros términos: los signos, fórmulas o
acontecimientos adquieren una cierta significación en virtud de un acto de
establecimiento de sentido”.2 Se desprende de lo dicho que la misma tarea
hermenéutica o interpretativa termina generando un metalenguaje, establecido por
las pautas o reglas de interpretación.
2
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas. Enciclopedia Jurídica Latinoamericana, tomo VI.
Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2007, página 481.
4
En tal sentido, Zuleta Puceiro señala que: “Por “interpretación” cabe
referirse a su vez y de un modo igualmente genérico al procedimiento intelectual,
conducido según reglas semántico-gramaticales, cánones hermenéuticos
doctrinales y preceptos legislativos, tendiente a “atribuir significado” a una o más
disposiciones. La atribución de significado debe concebirse como un proceso
complejo, a través del cual se avanza hacia la individualización lógica de los
vocablos y las locuciones utilizadas, la explicitación de las partes
comunicacionales implícitas –sintácticamente necesarias o no necesarias-
omitidas presumiblemente por razones de economía en la formulación de las
disposiciones”.3
Sigue explicando el autor reseñado que debe adoptarse una concepción
mixta o intermedia para comprender el proceso de interpretación operativa de la
ley hecho por los jueces. Dicha concepción puede describirse sintéticamente como
integrada por dos fases. La primera es de carácter instrumental, y se basa en la
interpretación instrumental o analítica de los caracteres sintácticos y semánticos
del caso a analizar. También cabe en esta etapa el análisis de aspectos históricos,
o precedentes, o sistémicos. La segunda etapa tiene que ver con una
interpretación de carácter pragmático, que lleven al juzgador a la elección de la
alternativa más justa o conveniente para la resolución del caso concreto.
Por su parte Carlos Nino enseña que: “En las normas que se comunican
utilizando símbolos, lingüísticos o no, la determinación de qué norma ha sido
sancionada presupone la actividad de interpretar tales símbolos, o sea de
atribuirles significado”.4 Destaca también que todos los operadores del derecho
interpretan las normas dentro de su competencia. Y en tal sentido alude a la
interpretación judicial, aludiendo a la misma con el rótulo de “interpretación de las
normas jurídicas y administración de justicia”. Como ya dijimos, ella es la que nos
interesa en la presente monografía. Sobre el particular rechaza la idea simplista de
3
Zuleta Puceiro, Enrique. Interpretación de la ley. Casos y materiales para su estudio. Colección
Académica. Buenos Aires, La Ley, 2006, página 22.
4
Nino, Carlos Santiago. Introducción al análisis del derecho. 2º edición ampliada y revisada.
Buenos Aires, Astrea, 2003, página 246.
5
que los jueces, al interpretar y aplicar las normas para resolver el caso concreto en
realidad están realizando un silogismo, donde la premisa mayor es la norma
aplicable, la menor la descripción del hecho que se juzga, y la conclusión la
resolución del caso. En tal sentido dice: “En verdad no hay nada de malo en
considerar el razonamiento judicial como un silogismo. Lo incorrecto es pensar
que las premisas del razonamiento judicial –las normas jurídicas relevantes y la
descripción de los hechos decisivos-, se obtengan por procedimientos mecánicos.
Como lo han señalado Alchourrón y Bulygin, no es que los jueces no realicen un
razonamiento deductivo al fundamentar una decisión, sino que la elección de las
premisas y las reglas de inferencia de su razonamiento exigen una verdadera
labor creativa.”5 El autor citado se aboca fundamentalmente a relacionar la
interpretación con el análisis del lenguaje natural y su problemática (imprecisiones,
carga emotiva, fuerza de las oraciones) y con los problemas generados por los
defectos lógicos de los sistemas jurídicos (contradicciones, lagunas).
Desde otra perspectiva iusfilosófica, Renato Rabbi-Baldi Cabanillas
destaca la centralidad de la problemática de la interpretación jurídica en el mundo
del derecho. Afirma, entre otras cosas, que: “Desde antiguo, teóricos y prácticos
de lo jurídico se han fatigado en torno de este punto, sin duda crucial, en la
medida que se la vincula con la genuina comprensión, es decir, con el sentido
propio de la realidad jurídica”.6 Este jurista distingue diferentes sentidos de la
interpretación conforme los criterios previos que se tengan en materia de fuentes
del derecho y sistema jurídico. Indica que si se sostiene una concepción unitaria
de las fuentes del derecho y cerrada del sistema jurídico, la interpretación se
reduce a una mera aplicación. Vale decir que si el sistema se compone solamente
de normas, leyes o reglas, y ellas son claras, y se hallan sistematizadas (por
ejemplo en Códigos), solo cabe aplicarlas. Pero por el contrario, si se admite una
concepción plural de las fuentes del derecho y abierta del sistema jurídico debe
admitirse la complejidad de la interpretación, resaltándose entonces a la misma
5
Nino, obra citada, páginas 295 y 296.
6
Rabbi-Baldi Cabanillas, Renato. Teoría del Derecho. Buenos Aires, Editorial Ábaco de Rodolfo
Depalma, 2008, página 241.
6
como una actividad que requiere de la valoración o ponderación del intérprete.
Agudamente observa que: “En este contexto, el afán de una mera aplicación
parece un noble sueño que bien puede conducir una pesadilla de incoherencias
lógicas e injusticias materiales. De ahí que parece inevitable la interpretación,
tanto de los textos normativos cuanto de los textos de la realidad de la vida, ya
que como ha sido puesto de relieve con particular agudeza por la Hermenéutica
filosófica, dicha realidad es también un “texto” y, en tanto que tal, susceptible de
una lectura por parte del intérprete.” 7 Queda claro entonces que la interpretación,
en tanto fenómeno complejo, queda se relaciona inescindiblemente con la
comprensión en el sentido hermenéutico del término.
Por su parte, María Sandra Flores expresa destaca las dificultades y
complejidades de la tarea hermenéutica, indicando que: “El quehacer jurídico se
caracteriza por su alta complejidad, denotado en las múltiples aristas
configurativas del fenómeno. Por un lado no es posible obviar el carácter
lingüístico del derecho...sin embargo, el derecho no es sólo texto, también es
sistema. El pronunciamiento acerca del carácter sistémico del derecho exige el
control sobre el cumplimiento de los requisitos sobre el cumplimiento de los
requisitos lógicos que procuran la coherencia, la independencia y la plenitud
jurídica”8. Conforme la autora, la interpretación jurídica debe enfrentar y sortear
problemas de orden lingüístico y lógico a través, entre otras posibilidades, de
decisiones judiciales, que van a tener un componente volitivo inevitablemente, en
tanto y en cuanto son una decisión. Cabe agregar que este componente de
voluntad debe enmarcarse dentro de la prudencia y la razonabilidad, que serán
siempre la guía de actuación de los magistrados judiciales.
Luigi Ferrajoli destaca la importancia de la fundamentación e implícitamente
de la actividad hermenéutica o interpretativa en la tarea judicial, al señalar que:
“Las leyes, los reglamentos, las resoluciones administrativas y los negocios
7
Rabbi Baldi Cabanillas, obra citada, páginas 241 y 242.
8
Flores, María Sandra. Interpretación constitucional. Córdoba, Editorial Mediterránea, 2006,
página 15.
7
privados son actos exclusivamente preceptivos, ni verdaderos ni falsos y tampoco
cognoscitivamente fundados o infundados. Las sentencias, sin embargo, exigen
una motivación que debe ser fundada en hecho y en derecho.” 9
A partir de este brevísimo repaso por diferentes posiciones de filósofos del
derecho acerca de la interpretación de las leyes realizada por los jueces, cabe
reiterar dos puntos en común. En primer lugar la importancia, la centralidad de la
tarea interpretativa en la función judicial. Y en segundo lugar, la complejidad de la
interpretación, que no debe asociarse a una actividad meramente mecánica o
automática.
8
opciones. En tal sentido, Linares Quintana dice que: “no existe un método propio
distinto del de otros ámbitos del derecho. Sin embargo, y ello es lo que justifica
nuestra tarea, es en el derecho constitucional donde se advierten con mayor
nitidez los problemas cruciales de la hermenéutica de nuestro tiempo. El
intérprete, en este ámbito, se encuentra en presencia inmediata de otro tipo de
reglas, especialmente éticas y políticas, que amenazan interferir en el objeto de su
estudio…”11 Es por ello que, para este autor, la interpretación asume una
importancia crucial en el ámbito de la ciencia del derecho constitucional. Advierte
también Linares Quintana que parte de las dificultades de la hermenéutica en este
ámbito radica también en que, por lo general las teorías interpretativas de la ley
tienen un mayor desarrollo y consistencia en el ámbito del derecho privado: “…la
teoría de la interpretación de las leyes ha sido por lo general elaborada por los
jusprivatistas y, como consecuencia lógica, con exclusiva referencia al derecho
privado”.12
Otro aspecto de relevancia advertido por este jurista consiste en la
necesaria amplitud (y muchas veces gran amplitud) de los preceptos o pautas
constitucionales, destinados a regir una Nación durante mucho tiempo, atento a
que la rigidez de las constituciones, indispensable para consagrar su carácter de
supremas, dificulta su modificación frecuente (la cual además es poco
recomendable ya que acrecienta la inseguridad jurídica a mi entender). Con
respecto a esto señala Linares Quintana: “En ninguna otra rama de la ciencia
jurídica tiene mayor aplicación que en el derecho constitucional, el concepto que
expusiera Wigmore de que “las palabras están lejos de ser cosas fijas: son las
cosas más fluidas e indefinidas”13
Es más, María Sandra Flores llega a sostener que las cláusulas y
disposiciones constitucionales son siempre fruto de una “opción por la
11
Linares Quintana, Segundo V. Tratado de interpretación constitucional. Homenaje a Karl
Loewenstein. Con la colaboración de Antonio Castagno. Segunda edición corregida y aumentada.
Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2007, páginas 83 y 84.
12
Linares Quintana, obra citada, página 84.
13
Linares Quintana, obra citada, página 85.
9
imprecisión”. Y en tal sentido dice que: “Ya hemos indicado que la imprecisión es
una carencia inevitable del lenguaje. Las palabras y sus contextos, materia prima
de la comunicación lingüística son endémicamente imprecisas. Pero las cláusulas
constitucionales parecen ser así por voluntad expresa del legislador constituyente.
Hago propias las palabras de Ronald Dworkin cuando expresa que “Los
estándares vagos fueron elegidos de manera deliberada por los hombres que los
redactaron y los adoptaron, en lugar de las normas más específicas y más
limitadas que podrían haber promulgado. Pero su decisión de usar el lenguaje que
usaron ha causado muchísimas controversias jurídicas y políticas…” 14 El intérprete
se encuentra ante una encrucijada y frente a una situación de incertidumbre, ya
que por un lado aparece la imprecisión semántica y por otro la necesidad de
expedirse acerca del sentido de una norma. Para la autora esto es tan así que,
analizando el tema de la interpretación constitucional con agudeza, se llega a la
convicción acerca de que el derecho siempre está cargado de ideología. Conforme
sus palabras: “Lo cierto es que ante el fenómeno de una interpretación legal cae la
estructura de los que entienden que el derecho está incontaminado de
valoraciones e ideologías, que el derecho no necesita ser interpretado, que su
aplicación es mecánica. Se debe aceptar que la ley no es un hecho aislado del
transcurrir histórico y que la interpretación es una instancia creadora de derecho y
no meramente repetidora del mismo.”15
El jurista alemán Honrad Hesse destaca también la importancia de la
interpretación para el Derecho Constitucional, al afirmar que: “Para el Derecho
Constitucional la importancia de la interpretación es fundamental pues, dado el
carácter abierto y amplio de la Constitución, los problemas de interpretación
surgen con mayor frecuencia que en otros sectores del ordenamiento cuyas
normas son más detalladas.”16 El citado autor sostiene que la finalidad de la tarea
hermenéutica es hallar el sentido correcto de la disposición constitucional a
interpretar: “El contenido de la interpretación es hallar el resultado
14
Flores, Sandra, obra citada, página 37.
15
Flores, Sandra, obra citada, página 39.
16
Hesse, Honrad. Escritos de Derecho Constitucional. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1992,
página 34.
10
constitucionalmente correcto a través de un procedimiento racional y controlable,
creando, de este modo, certeza y previsibilidad jurídicas, y no, acaso, el de la
simple decisión por la decisión.”17 Para Hesse, la interpretación es, de algún modo,
una concretización de la Constitución.18
Remarcando las peculiaridades de la hermenéutica constitucional tenemos
también a Alberto Dalla Vía. Este jurista hace hincapié en la tanto en
trascendencia como en la amplitud de la interpretación en este ámbito del
derecho, manifestando que: “El carácter abierto de la norma constitucional fue
enfatizado por el célebre juez Marshall en el caso “Mc. Culloch vs. Maryland”
cuando dijera: “no debemos olvidar que es una Constitución lo que estamos
interpretando, una Constitución destinada a resistir épocas futuras y,
consiguientemente, a ser adaptable a las variadas crisis de los asuntos
humanos.”19 Adentrándose en lo que considera las diferencias esenciales entre la
interpretación legal y la constitucional, Dalla Vía advierte que ella: “…no reside
sólo en las peculiaridades del objeto, sino también en la función que generalmente
se atribuye a los órganos encargados de realizarla. En este aspecto, una de las
características del juez ordinario es lo que pudiera llamarse “unidad de solución
justa”. Esto es la exigencia institucional de que, en presencia de un caso concreto,
sólo cabe una interpretación correcta, mientras que, en cambio, la misión de la
justicia constitucional no es tanto la de precisar la “mejor” o la “única” respuesta
posible, sino más bien delimitar el camino dentro del cual la “interpretación
posible” resulta admisible o no arbitraria”.20 Vale la pena advertir que,
nuevamente, las diferencias para este autor radican en una cuestión de
importancia e “intensidad”, pero no de métodos concretos, los cuales parecen ser
similares a los utilizados en la interpretación de la ley. También destaca el autor
reseñado la existencia de algunos principios jurídicos que deberían orientar la
labor de los jueces en la interpretación constitucional. Entre ellos destaca los de:
17
Hesse, obra citada, página 35.
18
Hesse, obra citada, página 40.
19
Dalla Via, Alberto Ricardo. Manual de Derecho Constitucional. Segunda Edición. Buenos Aires,
Abeledo Perrot, 2009, página 497.
20
Dalla Via, obra citada, página 497
11
unidad del texto constitucional, concordancia entre las diferentes normas
constitucionales, efectividad de la constitución, fuerza integradora y fuerza
normativa de la constitución (a los fines de no considerarla un mero programa
político, sino una norma jurídica plena). El autor señala asimismo en otra de sus
obra que, en el caso de la Constitución Argentina reformada en 1994, hay que
acudir a distintos principios o directivas interpretativas: “Pero la mezcla de
tendencias se enfatiza con mayor claridad a partir de la Reforma Constitucional de
1994, donde el constituyente reformador se apartó de su fuente tradicional
estadounidense y en materia de derecho comparado se inclinó mayormente por el
derecho constitucional europeo y, especialmente, por la influencia que en
numerosos artículos denota la Constitución Española de 1978.” 21
Horacio Rosatti predica la existencia de principios orientadores de la
interpretación constitucional. Para este jurista, un principio es una norma o idea
que dirige el pensamiento o la conducta, y la función de esos principios radica en
mantener la unidad del texto constitucional. Por ello afirma que: “En nuestro
criterio, el sistema constitucional argentino reconoce tres principios interpretativos
en el sentido indicado: el de juridicidad (también conocido como de legalidad), el
de igualdad y el de razonabilidad…”22
Por su parte, María Sandra Flores expone los criterios del iusfilósofo polaco
Jerzy Wróblewsky sobre el tema. Este autor expone las características que hacen
especial a la interpretación constitucional atendiendo principalmente a sus
funciones. La primera de ellas es la función de orientación, por la que se fijan
criterios para juzgar qué comportamientos son acordes o no a las reglas
constitucionales. La segunda es la función de aplicación, que regula las decisiones
administrativas y judiciales. La tercera es la de control, que ejerce la función de
custodiar el cumplimiento de la Constitución por parte de las normas
infraconstitucionales.23
21
Dalla Via, Alberto Ricardo. Instituciones de Derecho Político y Constitucional. Teoría del Estado y de la
Constitución. Prólogo de Natalio Botana. Tomo I A. Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2013, página 311.
22
Rosatti, Horacio. Tratado de Derecho Constitucional. Buenos Aires, Rubinzal Culzoni, 2010, Tomo I, página
156.
23
Flores, Sandra, obra citada, páginas 416 y 417.
12
Otra cuestión relacionada con la interpretación de las normas
constitucionales tiene que ver en particular con la cuestión de que, en virtud de la
generalidad y amplitud de las disposiciones que integran una constitución, muchas
de ellas pueden ser consideradas por parte de la doctrina como principios
jurídicos, más que como reglas en sentido estricto. En tal sentido, fue el filósofo
del derecho estadounidense Ronald Dworkin el que, en su clásica obra Los
derechos en serio, y, a los efectos de criticar el positivismo jurídico, ideó un
“sistema de reglas y principios”, en función de las siguientes características: a) las
reglas de un sistema son aplicables “todo o nada”, b) los principios, por el
contrario, están sujetos a ponderación y tienen la propiedad del mayor o menor
peso frente a otros principios, c) las reglas tienen una validez estricta, d) los
principios pueden ser desplazados en un caso por otros principios, e) en los casos
difíciles los jueces deben guiarse por los principios. 24 Esta posición, cuyo
antecedente es la clásica noción de los Principios Generales del Derecho, se vio
perfeccionada por el jurista alemán Robert Alexy, en su Teoría de los Derechos
fundamentales. Dicho iusfilósofo considera que tanto las reglas como los principios
son en realidad normas. La diferencia radicaría en que las reglas son normas que
solamente pueden ser cumplidas o no, mientras que los principios son normas que
enuncian en realidad mandatos de optimización, que pueden ser satisfechos en
diferente grado. Considero muy importante a esta distinción para el ámbito del
Derecho Constitucional. Y dicha importancia tiene además especial relevancia en
el campo de la hermenéutica, ya que deviene fundamental la interpretación de los
principios constitucionales. Y en ese sentido, es de primordial importancia la
interpretación judicial de dichos principios.
Prosiguiendo con el tema, y desde una posición iusnaturalista, Rodolfo
Vigo25 señala que el ordenamiento jurídico posee principios en sentido “estricto”, a
los cuales relaciona con los derechos fundamentales o naturales. Estos principios
estrictos le corresponderían a los todos los hombres en su condición de tales, y
24
Ibarlucía, Emilio A. El derecho constitucional a la reparación. Buenos Aires, Editorial Ábaco de
Rodolfo Depalma, 2013, páginas 103 y siguientes.
25
Vigo, Rodolfo. Los principios jurídicos. Perspectiva jurisprudencial. Buenos Aires, Depalma, 2000,
páginas 223 y 224.
13
tienen una estrecha relación con los valores, propios del campo de la ética. Señala
Vigo que la jurisprudencia es justamente el ámbito privilegiado del reconocimento
y operatividad de los principios jurídicos. Y entiendo que en el proceso de
reconocimiento y operatividad de esos principios, muy propios del Derecho en
general y en especial del Derecho Constitucional tiene mucho que ver la tarea
interpretativa. Más de una vez, los jueces, al interpretar la constitución, identifican
o construyen principios. Y esa es una de las peculiaridades o particularidades más
relevantes de la interpretación de las disposiciones constitucionales.
Por su parte, Pavel Holländer resalta también con claridad las
particularidades de la interpretación en el campo del Derecho Constitucional, al
afirmar que: “En caso de que, en contraposición a la interpretación del derecho
común, la interpretación del derecho constitucional se basa más en la
interpretación de los fines que en la interpretación de las obligaciones y facultades,
entonces la cuestión metodológica fundamental de la interpretación constitucional ,
como la interpretación de los principios, es una manera de “reconstrucción” de los
fines constitucionales”26.
Desde otra perspectiva, Juan Vicente Sola sostiene el carácter inevitable de
la interpretación constitucional, distinguiendo los alcances de la misma según el
tipo de constitución de que se trate: “Siempre se debe interpretar la Constitución
de la misma manera que siempre se debe interpretar la ley. Sólo a través de esta
tarea se pasa de la lectura política, ideológica o simplemente empírica para llegar
a la lectura jurídica del texto constitucional. Los alcances del trabajo interpretativo
tienen variaciones que siguen las características del texto constitucional. En las
constituciones históricas con textos amplios y también elásticos que tienen una
vieja tradición de interpretación judicial, existe mayor libertad para el análisis. Es el
caso de la Constitución Argentina, como lo es en la de los Estados Unidos. En
cambio en constituciones más recientes de redacción amplia donde parece que se
ha querido verter la “recta razón” en sus preceptos, la limitación interpretativa es
26
Holländer, Pavel. Interpretación de las normas jurídicas constitucionales: un rompecabezas metodológico.
En: Cardinaux, Nancy (et. al.). Las razones de la producción del derecho: argumentación constitucional,
argumentación parlamentaria y argumentación en la selección de los jueces. Coordinadores: Nancy
Cardinaux, María Laura Clérico y Aníbal D’Auria. Buenos Aires, Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires, 2006, página 86.
14
mayor. Aparece como imagen en este caso la Ley Fundamental de Alemania y la
Constitución de Brasil de 1988”27.
Otro aspecto que hay que resaltar acerca de la especificidad de la
interpretación constitucional radica en la importancia de los precedentes
jurisprudenciales en la materia. En este sentido, Daniel Sabsay señala que:
“Llegados a este punto debemos considerar el valor que tienen en la materia los
precedentes jurisprudenciales, en tanto y cuanto obligan a que a futuro los jueces
deban respetarlos en los casos en que les toca fallar…Se trata de un importante
antecedente del principio de seguridad jurídica o al menos una herramienta que
coadyuva a que éste se cumpla otorgando previsibilidad en el campo de las
decisiones de la justicia.”28 Poniendo la cuestión en su justo cauce, el autor señala
que la importancia de los precedentes jurisprudenciales no debe impedir la
evolución de la jurisprudencia de los tribunales, producto de los inevitables
cambios económicos, sociales y culturales que influyen sobre el ordenamiento
jurídico.29
Por su parte, César Enrique Romero sintetiza la necesidad de concebir a la
Constitución, y, por consiguiente a su interpretación, en el marco del contexto
histórico social y económico: “Toda Constitución es una transacción. Influyen en
ella factores de diferente jaez; hay en ella historia, filosofía, economía, técnica y
cultura. Es ley suprema destinada a regir por tiempo ilímite una comunidad,
asegurar un orden de convivencia fecundo entre hombres que piensan, trabajan,
sueñan y sufren. Aspira al bienestar general, al bien común.” 30
Otro aspecto importante que debemos tener en cuenta al interpretar en
concreto la Constitución de nuestro país, es la influencia del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos luego de la Reforma Constitucional de 1994. En efecto,
luego de la sanción del artículo 75 inciso 22 CN hay disposiciones de fuente
internacional que gozan de la misma jerarquía que la norma suprema, y por ello
27
Sola, Juan Vicente. Control judicial de constitucionalidad. Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2001, páginas 72 y
73.
28
Sabsay, Daniel Alberto. Manual de Derecho Constitucional. Buenos Aires, La Ley, 2011, página 26.
29
Sabsay, obra citada, página 26.
30
Romero, César Enrique. La Corte Suprema y la interpretación constitucional (Meditación Centenaria 1863-
1963). Buenos Aires, La Ley, Tomo 110, página 1124.
15
deben ser tenidas en cuenta por los jueces en el momento de la resolución de una
causa. En este sentido, Eduardo Pablo Jiménez sostiene que: “Baste ahora
recordar que, para nosotros, el plexo normativo incorporado sobre Derechos
Humanos, al igual que sucede en los sistemas español y alemán, una vez
adquirida tal jerarquía constitucional, se constituye –además de texto normativo
supralegal- en una pauta de valoración obligatoria para los poderes Públicos.” 31
En un interesante aporte, Carmona Tinoco describe y explica tres funciones
de la interpretación judicial de la Constitución. A la primera la denomina función de
orientación, y señala que la misma: “…permite a los órganos aplicadores de las
normas constitucionales y, a su vez, a los destinatarios de tales normas, encauzar
sus actos de acuerdo con lo establecido por la Constitución.” 32 La segunda
función, según el autor, es la de actualización. Y la misma se lleva adelante
cuando: “…la interpretación constitucional es utilizada para adecuar el texto
constitucional a las nuevas situaciones que el ritmo de la vida social va ofreciendo,
y que en ocasiones derivan en un distanciamiento con lo que la Constitución
establece.”33 Es, entonces, un mecanismo para adecuar una Constitución a los
cambios sociales, y por ende, podría relacionarla con la interpretación dinámica
que se verá posteriormente. Y, finalmente, la tercera función que describe
Carmona Tinoco es la de control. Sobre la misma señala que es la más difundida y
la que mejor se aprecia en el juez constitucional. Y agrega que: “En este sentido la
interpretación judicial de la Constitución sirve para delimitar las facultades que a
cada órgano corresponden de acuerdo con la ley suprema, el alcance de dichas
facultades en relación a otros órganos y con los individuos. Estas ideas resaltan la
estrecha relación que existe entre la interpretación judicial constitucional y la
justicia constitucional”.34 Veremos esta cuestión a continuación.
31
Jiménez, Eduardo Pablo. Derecho Constitucional Argentino. Buenos Aires, Ediar, 2000, tomo I, capítulo XI,
página 11.
32
Carmona Tinoco, Jorge Ulises. La interpretación judicial constitucional. Prólogo de Jorge Carpizo. México,
Instituto de Investigaciones Jurídicas. Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1996, página 121.
33
Carmona Tinoco, obra citada, páginas 121 y 122.
34
Carmona Tinoco, obra citada, página 124.
16
Finalmente debemos resaltar la íntima relación que existe entre la
interpretación y el control de constitucionalidad de normas infraconstitucionales
que realizan los jueces (en forma difusa conforme nuestro sistema). La cuestión es
expuesta con claridad por Germán Bidart Campos, quien señala que: “En verdad,
creemos que cuando se lleva a cabo el control de constitucionalidad de normas
infraconstitucionales y se las compara con la constitución para decidir si son
inconstitucionales (contrarias a la constitución) o si son constitucionales
(compatibles con la constitución), se verifica indudablemente una doble
intepretación: de las normas inferiores a la constitución, y de las normas de la
constitución que guardan relación con ellas” 35. Este jurista distinguía por un lado la
interpretación “de” la constitución, vale decir de sus normas o disposiciones, y por
otro la interpretación “desde” la constitución, vale decir la interpretación de las
normas infraconstitucionales a la luz de la constitución. Cuando los jueces ejercen
el control de constitucionalidad realizan ambas operaciones. Vale decir, entonces,
que no hay control sin interpretación constitucional.
El control de constitucionalidad es entonces un procedimiento íntimamente
ligado a la interpretación constitucional. Corresponde por consiguiente describir
brevemente sus características esenciales. En el caso argentino, el control de
constitucionalidad judicial difuso es similar al estadounidense, y no surge en forma
expresa y concreta del texto constitucional. Se lo ha intentado derivar en forma
implícita del artículo 116 de la Constitución, el que atribuye a los tribunales “el
conocimiento y decisión de todas las causas” que involucran a la Constitución, a
los Tratados y a las leyes del Congreso. Actualmente sí recibe una mención
expresa en el artículo 43, relativo a las garantías constitucionales, incorporado en
la Reforma Constitucional de 1994.
Ya desde el caso “Municipalidad de la Capital c/Elortondo” (Fallos 33:162),
de 1888, la Corte definió el sentido y las características básicas del control de
constitucionalidad judicial difuso en la Argentina. En dicha oportunidad, el Alto
Tribunal manifestó que: “Que es elemental en nuestra organización constitucional,
la atribución que tienen y el deber en que se hallan los Tribunales de Justicia, de
35
Bidart Campos, Germán José. Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino. Nueva
edición ampliada y actualizada a 1999-2000, Tomo I-A, página 394.
17
examinar las leyes en los casos concretos que se traen a su decisión,
comparándolas con el testo de la Constitución para averiguar si guardan o no
conformidad con esta, y abstenerse de aplicarlas, si las encuentran en oposición
con ella, constituyendo esta atribución moderadora, uno de los fines supremos y
fundamentales del poder judicial nacional y una de las mayores garantías con que
se ha entendido asegurar los derechos consignados en la Constitución, contra los
abusos posibles e involuntarios de los poderes públicos.”
El control judicial difuso faculta a los jueces a que, en el marco de la causa
judicial, declaren la inconstitucionalidad de la norma u acto que ocasione la acción
u omisión lesiva de los derechos constitucionales del afectado. En primer lugar
esta facultad está en manos de todos los jueces de la Nación. Requiere también a
existencia de una causa judicial promovida por una parte que estime
menoscabados sus derechos constitucionales. Asimismo, en el marco del proceso
el juez puede declarar la inconstitucionalidad a pedido de parte (si bien la actual
jurisprudencia de la Corte admite también que esa declaración se haga de oficio).
Y con respecto al efecto de la sentencia que declara la inconstitucionalidad, ella
vale solamente para las partes involucradas en el juicio. De ello se desprende que
la Corte Suprema tiene en el ejercicio del control de constitucionalidad
seguramente su actividad más relevante, erigiéndose como ya dijimos en el
“Tribunal de las garantías constitucionales”, como lo ha denominado Bidart
Campos, ejerciendo un rol jurídico y político a la vez. La Corte es claramente la
cabeza de un poder del Estado –y el Judicial es un poder- en la medida en la cual
ejercen la facultad de controlar la constitucionalidad de las normas emitidas o
dictadas por los otros poderes.
Si bien originariamente se ha concebido al control como mecanismo de
defensa o incidental dentro de un proceso judicial, modernamente la admisión de
la acción de amparo ha dinamizado el control de constitucionalidad. El mismo es
un procedimiento rápido creado para defender los derechos de las personas (salvo
la libertad física o ambulatoria, tutelada por el hábeas corpus) en caso de un
menoscabo o violación ilegal y/o arbitrario por parte del poder público o de los
particulares. Receptado primero por la jurisprudencia de la Corte (en los casos
18
“Siri”, de 1957 y “Kot”, de 1958), recibió luego regulación legal y finalmente se le
dio cabida en el nuevo artículo 43 de la Constitución. En el marco de dicho
proceso pueden los magistrados judiciales declarar la inconstitucionalidad de
normas u omisiones.
Sintetizando, podemos resumir las características del sistema argentino de
control de constitucionalidad siguiendo la descripción de Sagüés 36 : a) es judicial,
b) es difuso, ya que corresponde a todos los jueces sin distinción de fueros o
categorías, c) es fundamentalmente letrado, ya que está en manos de jueces
letrados por lo general , d) es permanente, ya que es ejercido por órganos
permanentes, e) es reparador, vale decir posterior a los hechos, f) puede ser
promovido por todas la partes afectada, pero también el juez de oficio podrá
declararla si la inconstitucionalidad es grave y necesaria 37 , g) controla normas,
actos y omisiones, h) es decisorio, en el sentido de obligatorio para las partes del
caso (efecto inter partes), i) en el caso de los fallos de la Corte Suprema de
Justicia de la nación, si bien el efecto de sus sentencias es inter partes, el mismo
tribunal estableció que existe el deber moral de seguir sus directrices , j) existen
áreas exentas del control , denominadas “políticas”, que constituyen entonces
cuestiones políticas no justiciables (doctrina en claro retroceso, ya que lo que se
tiende a controlar siempre es la dimensión normativa de la causa, y lo que no se
controla es aquello que es discrecional de los poderes políticos competentes en el
tema, con lo que todas las causas revisten aspectos controlables en principio).
36
Sagüés, Néstor Pedro. Derecho Constitucional. Buenos Aires, Astrea, 2007, páginas 174 a 179.
37
Conforme lo estableció la Corte en el caso “Mill de Pereyra” (Fallos, 324:3219).
19
de razonabilidad38, tareas fundamentales en un Estado democrático de Derecho.
Dicho principio tiene su fuente implícita en el artículo 28 CN. En este orden de
ideas, María Angélica Gelli, sosteniendo la operatividad del principio de
razonabilidad, señala que: “Aunque el artículo 28 no contiene la expresión, la
doctrina y la jurisprudencia han elaborado el principio de razonabilidad, como un
intento de delimitación entre la reglamentación legítima y la que altera derechos y
garantías, tarea compleja y nada sencilla de resolver. No obstante, es posible
afinar las pautas o criterios para delinear un principio interpretativo que afiance los
controles y resguarde los derechos”.39 Por su parte, Bidart Campos relaciona el
principio de razonabilidad con la valoración axiológica de la justicia: “¿Qué
significa esto? Que para la constitucionalidad de la ley hace falta un cierto
contenido de justicia. A este contenido de justicia lo llamamos razonabilidad. Su
opuesto es la arbitrariedad. Lo que es arbitrario es inconstitucional.” 40 Conforme el
autor, la razonabilidad, además de su aspecto valorativo, posee una dimensión
técnica, que no dice si para obtener un determinado fin es conducente
determinado medio. Ambos aspectos, el técnico y el axiológico, deben estar
relacionados.41
En un libro clásico sobre el tema, Juan Francisco Linares enseña que hay
tres sentidos del concepto de razonabilidad de las leyes: uno técnico, que alude a
los medios razonables para obtener un fin determinado; otro axiológico o
valorativo, relacionado con la justicia y valores conexos ((solidaridad, cooperación,
etc.); y otro existencial, relacionado con la necesidad de la existencia de una
causa jurídica suficiente para la justificación de una conducta determinada. Linares
identifica asimismo el principio de razonabilidad con el denominado debido
proceso sustantivo. De estos tres significados indicados previamente, el autor
señala como fundamental el axiológico, señalando que: “Pero por razonabilidad en
sentido estricto sólo se entiende el fundamento de verdad o justicia. Así un acto
38
Bidart Campos define al control de razonabilidad como la noción de que para que una ley sea
constitucional, debe poseer un cierto contenido de justicia. Ese contenido de justicia es la razonabilidad. Y
frente a su ausencia, hay arbitrariedad. Confr. Bidart Campos, obra citada, página 805.
39
Gelli, María Angélica. Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada. Tercera Edición
ampliada y actualizada. Buenos Aires, La Ley, 2008, página 327.
40
Bidart Campos, obra citada, pagina 805.
41
Bidart Campos, obra citada, página 806.
20
puede tener fundamento de existencia, en cuanto se dictó y por el hecho de estar
vigente, fundamento de esencia en cuanto se apoya en normas jurídicas y
fundamento de razonabilidad en cuanto es justo.” 42
Por su parte, Guibourg sostiene que, si bien la razonabilidad tiene que ver
con lo axiológico, tiende a presentarse con un perfil intelectual, de mayor asepsia
valorativa. En este orden de ideas, distingue tres tipos o clases de razonabilidad:
la pragmática, relacionada con la selección de los medios más adecuados para
obtener el fin propuesto; la sintáctica, que tiene que ver con la reunión de los fines
dentro de un sistema consistente de fines; y la semántica, consistente en la
compatibilidad de esos fines con los patrones valorativos de una norma o de la
comunidad. En base a esto afirma que: “Se advierte aquí que la atribución de
razonabilidad a una decisión no equivales lisa y llanamente a la aprobación de la
misma decisión individual. La aprobación –nota contenida siempre en el juicio de
razonabilidad- es atribuida a la relación de decisión examinada con su propio
objetivo, o a la relación del objetivo con otros fines o valores del mismo sujeto, o a
la relación del conjunto de los objetivos de un sujeto con un sistema de
fines...Como dentro de los límites atribuidos a lo razonable se admiten algunas
opiniones divergentes entre sí, suele fingirse que esos límites no se hallan fijados
por la preferencia, sino por la razón.”43
Dalla Via señala la trascendencia de este principio en el marco del accionar
de la justicia, afirmando que: “La regla de razonabilidad ha venido a convertirse en
uno de los principios o pautas de interpretación más importantes y aplicables en la
interpretación de la Constitución. Sus referencias son muy frecuentes en la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; a punto tal que toda
norma de rango infraconstitucional, se trate de una ley o de un decreto del Poder
Ejecutivo, ya sea de alcance general o individual, será tachado de “arbitrario” si
vulnera el principio de razonabilidad.”44 Afirmando la relevancia de este principio,
42
Linares, Juan Francisco. Razonabilidad de las leyes. Segunda edición actualizada. Buenos Aires, Astrea,
1970, página 108.
43
Guibourg, Ricardo A. Pensar las normas. Buenos Aires, Eudeba, 1999, páginas 227 y 228.
44
Dalla Via, Alberto Ricardo. Las leyes reglamentarias de la Constitución Nacional. En: Dalla Via, Alberto
Ricardo; García Lema, Alberto Manuel (Directores). Nuevos Derechos y Garantías. Santa Fe, Rubinzal Culzoni,
2008, Tomo I, página 40.
21
Dalla Via sostiene que, en el marco de la hermenéutica de la Constitución, deben
prevalecer los cánones de la razonabilidad por sobre los de la subsunción. 45
También Alberto Dalla Via sostiene y fundamenta la existencia del principio
constitucional de claridad. Define al mismo del siguiente modo: “Por nuestra parte,
sostenemos la existencia de un principio constitucional cardinal: la claridad en la
interpretación. Si bien no es un principio mencionado con frecuencia, el mismo
está incluido en el principio de razonabilidad al que profundiza y precisa a partir de
los mismos argumentos y fundamentos que le dieron cabida en nuestra doctrina.” 46
La finalidad de este principio es la de poner claridad en el ordenamiento jurídico
para que las normas puedan ser conocidas y comprendidas por todos. Conspira
contra el mismo la confusión normativa y el fárrago de normas legales existentes,
que dificultan el conocimiento del derecho vigente y alientan no pocas veces los
abusos en la práctica jurídica ( y judicial). También alientan esto las ambigüedades
e indeterminaciones semánticas, y las lagunas jurídicas. Enseña también Dalla Via
que la claridad interpretativa confiere carácter científico al Derecho, alejándolo de
posiciones pretendidamente eclécticas que carecen de rigor conceptual. Por ello
aconseja profundizar y afirmar el principio constitucional de claridad. 47
22
la interpretación de los textos bíblicos cuyo tenor literal era considerado sacro. Las
leyes también fueron objeto de sacralización y la interpretación del texto legal –la
clásica interpretación de la ley- se atuvo a las recetas de la interpretación
bíblica.”49
Admitiría, conforme el autor, dos variantes posibles. La primera se propone
asignar a las palabras el sentido que tenían al ser elaboradas. Ello vincularía esta
noción con la posiciones originalistas, que veremos luego. La otra, por el contrario,
trata de atribuirle a las palabras de la norma el sentido que poseen en el momento
de ser interpretadas. Esta última posición estaría más vinculada a las posiciones
constructivistas, que también serán expuestas. En los dos casos, además, se
puede distinguir entre el significado técnico o el vulgar de los vocablos. Este
método es criticado por Badeni, quien señala que muchas veces puede llevar a
soluciones irrazonables.
Distingue este jurista el método gramatical del que él denomina semántico.
En este caso, se parte de la noción de que todo vocablo expresado en una
constitución responde a una idea o concepto determinado. Por ello no pueden
descartarse a priori términos por ser considerados superfluos o innecesarios.
Según Badeni: “La interpretación semántica es recomendable en aquellos casos
en que las palabras empleadas por el constituyente tengan un significado
indeterminado, ambiguo, carente de claridad o cuando se incurre en errores de
redacción o el significado atribuido a la palabra priva de coherencia a la norma
objeto de análisis”50
El método semántico se diferencia del meramente gramatical, ya que el
primero debe ser el realizado con razonabilidad y lógica, apartándose de una
aplicación rigurosa del significado de las palabras que pueda distorsionar su
sentido. El objetivo sería el de desentrañar el real significado del término yendo si
es necesario más allá de su definición gramatical o lexicográfica. En tal sentido,
nuestra Corte Suprema ha señalado que: “la interpretación de las leyes debe
practicarse teniendo en cuenta el contexto general y los fines que la informan
49
Vernengo, Roberto J. La interpretación literal de la ley. Segunda edición ampliada. Buenos Aires, Abeledo
Perrot, 1994, página 7.
50
Badeni, obra citada, página 74.
23
(Fallos, 285:322) y a ese objeto la labor del intérprete debe ajustarse a un examen
atento y profundo de sus términos que consulte la racionalidad del precepto y la
voluntad del legislador, extremos que no deben ser obviados por las posibles
imperfecciones técnicas de la instrumentación legal, precisamente para evitar la
frustración de los objetivos de la norma”51
Abordando la cuestión de la interpretación semántica, Linares Quintana
manifiesta que sería aconsejable que las normas constitucionales se
caracterizaran por su claridad y concisión, a los fines de evitar problemas
hermenéuticos.52 Este jurista no aconseja la utilización de terminología jurídica
rigurosa en su redacción.
A modo de evaluación crítica, podemos concluir que el método gramatical,
si bien es importante y necesario, y muchas veces el primer método que debe
utilizarse al interpretar una norma jurídica constitucional o legal, muchas veces no
es suficiente para realizar una hermenéutica completa. Conspiran contra esto
algunas inconsistencias propias de los lenguajes naturales, que conforman toda
norma jurídica, como la ambigüedad, la vaguedad y la textura abierta del lenguaje.
Este método es, más que nada, un punto de partida.
51
Fallos, 310:1393.
52
Linares Quintana, obra citada, páginas 349 y 350.
53
Badeni, obra citada, página 67.
24
interpretación literal, no entrarían en él.”54 Señala que muchas veces se
instrumentan a través de los argumentos “a fortiori” y “a simili”.
Por el contrario, la interpretación restrictiva consiste en reducir el alcance de
la norma, si su significado literal no permite razonablemente extenderlo a ciertos
casos o en ciertas circunstancias. Ejemplo de ello podría ser la interpretación
restrictiva de los fueros y prerrogativas previstos en la Constitución, a la luz del
55
principio de igualdad previsto en el artículo 16 CN. Ricardo Guastini define a
esta interpretación diciendo que: “Se llama restrictiva a la interpretación que
restringe o circunscribe el significado prima facie de una disposición excluyendo
de su campo de aplicación algunos supuestos de hecho que, según la
interpretación literal, entrarían dentro de él.” 56 Este jurista indica que muchas
veces este método utiliza el argumento de la disociación para excluir los
supuestos de hecho del alcance de la norma que se le podría aplicar.
Estimo por mi parte que en materia de derechos puede pensarse a la
interpretación extensiva como aquella que maximiza el alcance y el contenido de
un derecho constitucional a los fines de proteger a un sujeto activo del derecho, y
a la interpretación restrictiva como aquella que limita el contenido y alcance de un
derecho constitucional a los fines de que no se aplique o beneficie al sujeto activo
en un caso determinado.
EL MÉTODO SISTEMÁTICO
Sobre esta cuestión es de relevancia analizar en primer lugar la postura de
Zuleta Puceiro. Dicho jurista coincide con la idea de la amplitud de la Constitución,
y resalta su importancia social e institucional. Según sus palabras: “Una
Constitución es, entre otras cosas, un programa de vida colectivo. Sus normas
configuran un conjunto de valores, declaraciones, normas, instituciones, standards
éticos y políticos, instrumentos para equilibrar el ejercicio de los derechos y el
funcionamiento del poder…”57 Asimismo, indica por su parte que debería
54
Guastini, Ricardo. Estudios sobre interpretación jurídica. México, UNAM, 1999, página 34.
55
Badeni, obra citada, página 67.
56
Guastini, obra citada, página 39.
57
Zuleta Puceiro, obra citada, página 26.
25
privilegiarse o tenerse siempre en cuenta la idea de unidad o interpretación
sistemática en el caso de la hermenéutica constitucional. En tal sentido manifiesta
que: “La única forma cabal de entender las cláusulas constitucionales es, en
consecuencia, proceder a una lectura sistémica, integral y armónica de sus
instituciones y normas, que permita iluminar lo que los ciudadanos y los poderes
públicos pueden y deben hacer en el futuro. La interpretación de la Constitución
procura desentrañar el sentido de lo que la norma comporta en un caso
determinado y debe, por tanto, considerar, más allá del tenor literal de lo dispuesto
por la norma, su sentido histórico proyectado hacia el futuro”. 58 El autor elabora, en
el marco de las directivas de interpretación sistémica, dos reglas vinculadas
expresamente con la hermenéutica constitucional. Ellas llevan los números 8 y 11.
La primera de ellas dice que: “El preámbulo es un elemento a tener en cuenta en
la atribución de significado a una regla legal, siempre que este sea conforme con
la Constitución”59. La segunda regla indicada expresa: “A una regla constitucional
se le debería atribuir aquel significado sugerido por todo el texto constitucional” 60
Es más, Zuleta Puceiro remarca en el contexto de la hermenéutica sistemática, la
noción de coherencia interpretativa. Dicho criterio implica que la interpretación de
un texto normativo debe evitar las antinomias entre sus distintas disposiciones. 61
En otra de sus obras, el jusfilósofo analizado establece además como directivas
sistémicas aquellas que exigen, aparte de evitar las antinomias, la exigencia de
elegir la interpretación más coherente con las restantes normas del sistema. Se
entiende así a la interpretación sistémica como interpretación armónica. Y ella
alcanza tanto al contexto de la norma (interpretación sistemática extrínseca) como
a su coherencia con los principios de la materia o rama del derecho de que se
trata (interpretación intrínseca).62
Por su parte. Linares Quintana define la interpretación sistemática, o
enfoque sistemático, a través de la siguiente noción: “Cuando se interpreta la
58
Zuleta Puceiro, obra citada, página 26.
59
Zuleta Puceiro, obra citada, página 93.
60
Zuleta Puceiro, obra citada, página 93.
61
Zuleta Puceiro, obra citada, página 88.
62
Zuleta Puceiro, Enrique. Teoría del Derecho: Enfoques y aproximaciones. Buenos Aires, Lexis
Nexis, 2005, página 207.
26
Constitución, nunca debe olvidarse, como principio vertebral de la hermenéutica,
que ella constituye un sistema, o sea, un cuerpo orgánico integrado por principios
y normas racionalmente entrelazados entre sí; lo que plantea el problema de la
armonía interna, de la coherencia y de la homogeneidad del instrumento
fundamental”.63
Hay numerosos ejemplos de la jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal
relativos a la interpretación sistemática de la Constitución. Entre muchos otros,
podemos indicar que la Corte Suprema señaló que: “…la interpretación del
instrumento político que nos rige no debe hacerse poniendo frente a frente a las
facultades enumeradas por él para que se destruyan recíprocamente, sino
armonizándolas dentro del espíritu que les dio vida, ya que la Ley Fundamental es
una estructura sistemática; sus distintas partes forman un todo coherente y en la
inteligencia de una de sus cláusulas ha de cuidarse que no se altere el equilibrio
del conjunto” (“García de Machado, Sara c/ Caja de Jubilaciones de la Provincia
de Córdoba, CSJN, 19/9/89, Fallos 307:326). Por otra parte, también señaló que:
“…no puede constituir criterio interpretativo válido el de anular unas normas
constitucionales por aplicación de otras, sino que debe analizarse el conjunto de
como un todo armónico, dentro del cual cada disposición ha de interpretarse de
acuerdo con el contenido de las demás…” (Repetto, Inés M. c/ Provincia de
Buenos Aires, CSJN, 8/11/1988, Fallos 305:831) 64.
Justo es reconocer que algunas veces la directiva de la interpretación
sistemática sirvió para justificar el reconocimiento de mayores atribuciones a los
poderes estatales, si bien no podemos de ninguna manera identificar
mecánicamente este criterio interpretativo con dicha postura, tal como se
comprende a partir del fallo reseñado precedentemente. Dentro de las sentencias
que reconocen estas mayores facultades estatales podemos destacar varias
sentencias. En tal sentido, el Alto Tribunal señaló que: “Las normas de la
Constitución, como las de toda ley, deben ser interpretadas en forma coherente,
de manera que armonicen entre ellas y no traben el eficaz y justo desempeño de
63
Linares Quintana, obra citada, página 359.
64
En esta sentencia estaba en juego el impedimento a ejercer derecho a enseñar de una
extranjera.
27
los poderes atribuidos al Estado para el cumplimiento de sus fines, del modo más
beneficioso para la comunidad y los individuos que la forman” (Grisolía, Francisco
M., CSJN 23/4/56, LL 82-690). En un notorio leading case donde la Corte
reconoció y enmarcó la constitucionalidad de los tribunales administrativos, se
expresó que: “El artículo 67, inciso 16 de la Constitución Nacional, debe
interpretarse cuidando que sus efectos sean compatibles con los demás derechos
constitucionales, sean de la Nación o de las Provincias, o bien se trate de
derechos individuales” (voto de los Doctores Boffi Boggero y Aberastury in re:
Fernández Arias c/ Poggio, CSJN 19/9/60, LL 100-58). También en un polémico
fallo que convalidó la constitucionalidad (y con amplio alcance) de los decretos de
necesidad y urgencia antes de que ellos tuvieran recepción expresa en la
Constitución Nacional, basado en la doctrina de la emergencia socioeconómica,
nuestra Corte Suprema se basó en el criterio sistemático, entre otros. En dicha
oportunidad señaló que: “La división de poderes no debe interpretarse en términos
que equivalgan al desmembramiento del Estado, de modo que cada uno de sus
departamentos actúe aisladamente, en detrimento de la unidad nacional, a la que
interesa no sólo la integración de las Provincias y la Nación, sino también el
armonioso desenvolvimiento de los Poderes Nacionales” (Peralta, Luis A. c/
Estado Nacional – Ministerio de Economía Banco Central, CSJN, 27/12/90, LL
1991-C-158).
Daniel Sabsay destaca la importancia de este método interpretativo, al que
denomina integrador, al señalar que: “La Constitución es un único instrumento
compuesto por una pluralidad de cláusulas que deben ser interpretadas de
manera armónica y no aislada. Como queda dicho, estamos frente a un cuerpo
único, a una suerte de código que encierra las normas fundamentales de un
Estado lo que obliga a que toda vez que haya que considerar lo que expresa una
norma relativa a una cierta cuestión, el análisis correspondiente deba ser hecho a
la luz de todas las restantes disposiciones que le son concordantes. A esta
modalidad se la denomina interpretación integradora”. 65
65
Sabsay, obra citada, página 22.
28
Concluimos entonces que el método sistemático, que resalta o defiende los
principios de unidad y coherencia de la norma constitucional, es de fundamental
importancia a los fines de desentrañar el sentido de las disposiciones de una
norma fundamental. Debe destacarse, además, que la interpretación sistemática y
coherente ha cobrado mayor relevancia aún en el Derecho Constitucional
Argentino luego de la Reforma Constitucional de 1994. En efecto, en dicha
Reforma se le otorgó jerarquía constitucional a un conjunto de Instrumentos
Internacionales sobre derechos humanos (artículo 75 inciso 22 CN), y ello obliga a
los intérpretes y operadores constitucionales a realizar una hermenéutica
sistemática de los derechos reconocidos a los habitantes tanto en la Constitución
Nacional como en los mencionados Instrumentos Internacionales.
66
Linares Quintana, obra citada, página 273.
29
En este sentido, el juez de la Corte Suprema Dr. Carlos Fayt, en su voto
disidente en la causa “La Pampa c/ Mendoza”, del año 1987 (Fallos, 310:2478)
señaló que: “La Constitución Nacional proporciona, a tal efecto, algunas guías
que, por generales, no son menos seguras, como son las que surgen de su
Preámbulo, en especial, para el caso, el constituir la unión nacional, asegurar la
paz interior y promover el bienestar general. A esta guía normativa deberán los
magistrados agregar el uso de la razón, el conocimiento de la realidad, la
comprensión del pasado y la proyección de las consecuencias futuras…deberá
quedar en claro, asimismo, que los fines de la Constitución deben primar sobre las
soluciones que sólo descansan en fundamentos de índole técnico-jurídica.” 67
Otra definición de interés sobre el tema la brinda Rafael Bielsa, quien
señala que: “la Constitución tiene un fin o fines. La apreciación de los fines implica
la opción por un método teleológico y no positivo lógico formal, ya que cuando un
juez juzga no se limita a un ejercicio de lógica formal, como sería el de establecer
si hay conformidad lógica de la norma legal cuestionada con la norma
constitucional o anterior. El juez examina el valor de la norma o del principio
constitucional. En esta apreciación intelectual por la cual el administrador o juez
deciden mirando al fin, consiste precisamente el empleo del método teleológico,
cuyo valor es mayor en el derecho público.”68 Debe resaltarse entonces, que lo
que distingue a este enfoque o método interpretativo es la directiva hermenéutica
de buscar el fin o la finalidad de la norma. Ello no se relaciona con los
antecedentes o el marco histórico de su sanción, sino que tiene que ver en
realidad con una operación más relacionada con la lógica y la prudencia jurídica.
La importancia de concebir a todo el ordenamiento jurídico como ordenado o
dirigido a un fin, e implícitamente la entronización del método interpretativo
finalista, es destacado por el jurista estadounidense Oliver Wendell Holmes al
señalar que: “Sin embargo, es verdad que un cuerpo de derecho es más racional
cuando cada una de sus reglas está enderezada, articulada y definidamente, a un
67
Linares Quintana, obra citada, páginas 275 y 276.
68
Bielsa, Rafael. La protección constitucional y el recurso extraordinario; jurisdicción de la Corte Suprema.
Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1936, páginas 304 y 305.
30
fin, y cuando el fundamento para desear es fin es expresado o puede en cualquier
momento ser expresado en palabras”69
Estimamos que este método es fundamental para la interpretación de la
norma constitucional, y en tal sentido ha sido utilizado numerosas veces por los
Tribunales, en especial por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Desentrañando los fines de la Constitución los jueces resolverán las causas que
se les sometan cumpliendo con el principio preambular que ordena “afianzar la
justicia”. Una norma destinada a ser suprema en el ordenamiento jurídico y a
perdurar durante muchas generaciones debe ser primordialmente interpretada
conforme a sus fines.
31
Nuestra Corte Suprema ha receptado el enfoque o método pragmático
señalando en este sentido: “la Constitución ha de ser interpretada de modo que
sus limitaciones no traben el eficaz y justo desempeño de los poderes atribuidos al
Estado a los efectos del cumplimiento de sus fines del modo más beneficioso para
la comunidad.”71 En el mismo camino, en otra oportunidad nuestro Máximo
Tribunal sostuvo que: “…entre las reglas de interpretación que han establecido la
doctrina y decisiones de la Corte norteamericana, se encuentra la de que la
Constitución debe recibir una interpretación práctica. No debe darse a sus
limitaciones y prohibiciones una extensión que destruya los poderes necesarios de
los Estados o trabe su ejercicio eficaz…”72. Finalmente, como tercer ejemplo de
utilización del método pragmático, la Corte estableció que: “…la función más
importante de esta Corte consiste en interpretar la Constitución de modo que el
ejercicio de la autoridad nacional o provincial se desenvuelva armoniosamente,
evitando interferencias o roces susceptibles de acrecentar los poderes del
gobierno central en detrimento de las facultades provinciales, y viceversa. Del
logro de ese equilibrio debe resultar la amalgama perfecta que Alberdi propiciaba
mediante la coexistencia de dos órdenes gobiernos cuyos órganos actuaran en
órbitas debiendo encontrarse sólo para ayudarse pero nunca para destruirse…” 73.
Como puede apreciarse, este método o enfoque interpretativo suele utilizarse en
aquellos casos en que se ventilan cuestiones relacionadas con la amplitud o
alcance de las atribuciones del gobierno. Por consiguiente, su peligro radicará en
un permisivismo excesivo en favor de las competencias de los órganos del poder,
sobre todo en las situaciones de emergencia constitucional, muy frecuentes en
nuestro país. Es un método importante, pero entraña sus peligros si el intérprete
olvida que la norma constitucional tiene una finalidad garantista. No debe
convertirse en la justificación de cualquier decisión estatal, lo cual nos llevaría al
dominio de la Razón de Estado.
71
“Botella, Eduardo”, 1949. Fallos 214:436.
72
“Sardi, Carlos y otros c/ Provincia de Mendoza”, 1934. Fallos, 171:87.
73
“Marwick S.A. c/ Provincia de Misiones”, 1985. Fallos, 307:360.
32
Zuleta Puceiro remarca, al igual que, por ejemplo Linares Quintana, el
sentido histórico de la hermenéutica de la constitución. Pero le añade un elemento
de sumo interés: la proyección hacia el porvenir. En efecto, la cuestión temporal
parece ser central, junto con la idea de sistematicidad o unidad, en esta materia.
Y acerca del problema hermenéutico en relación con lo temporal,
encontramos en el ámbito del derecho constitucional dos respuestas totalmente
disímiles: las interpretaciones dinámica y estática de la constitución, denominadas
por la doctrina y jurisprudencia norteamericana como interpretación originalista e
interpretación constructivista respectivamente.
La primera de ellas, la interpretación originalista, muchas veces denominado
método estático, es un intento de evitar la influencia de los jueces en tanto
operadores del derecho. La norma constitucional tiene un significado que fue
establecido originariamente, en el momento de su sanción, y el mismo debe
permanecer inalterable, a los efectos de garantizar la vigencia de la Constitución y
la seguridad jurídica. En efecto, a través de la labor hermenéutica, los magistrados
judiciales podrían, en cada caso concreto, modificar la intención del legislador
plasmada en un texto, y eso conspira tanto contra la seguridad jurídica como
contra la voluntad democrática expresada por el constituyente originario. El tema
tiene también indudable relación con la interpretación histórica, vale decir la que
bucea en la intención del legislador (en nuestro caso el constituyente). Para
Roberto Gargarella este criterio hermenéutico implica: “Una forma de “anclar” la
interpretación constitucional, impidiendo al intérprete que ponga en lugar del texto
de la Constitución sus propias opiniones”74 En favor del originalismo, Gargarella
encuentra dos argumentos. Para el primero, esta modalidad hermenéutica se
encuentra ligada al pensamiento de los fundadores del constitucionalismo, en
especial los norteamericanos, como James Madison o Alexander Hamilton. Y para
el segundo argumento, el originalismo garantiza la seguridad jurídica al constreñir
la actividad del intérprete a desentrañar la intención del constituyente originario.
Señala en este sentido el autor que: “El originalismo viene a “bloquear” aquellos
74
Gargarella, Roberto, Interpretación constitucional, en: Albanese, Susana… (et. al.). Derecho
Constitucional. Buenos Aires, Editorial Universidad, 2004, página 655.
33
intentos aventureros de los intérpretes constitucionales. El sentido de la
Constitución, nos dicen, no se renueva a cada momento, sino que ya está
históricamente fijado. Para interpretar la Constitución no debe mirarse hacia
adelante, sino hacia el pasado, hacia lo que ya se ha escrito.” 75
Frente a la crítica de que el originalismo termina estancando la
interpretación constitucional (pienso que de allí viene lo de interpretación estática),
sus partidarios responden rápidamente alegando que ellos no impiden con la
consagración de este método cambio alguno en el texto constitucional, que puede
realizarse a través de los mecanismos establecidos en el texto constitucional
(procedimiento de reforma de la Constitución). Los que no pueden realizar
cambios por vía interpretativa son los jueces. El método aludido se convertiría
entonces en el que mejor garantiza no sólo ya la seguridad jurídica, sino también
la voluntad democrática del conjunto de la ciudadanía. Para Gargarella resulta
curioso que, más allá de este fundamento “archidemocrático”, sean los jueces más
conservadores en Estados Unidos los que sostengan el originalismo como criterio
interpretativo.76
Más allá de lo dicho, el autor realiza críticas concretas sobre este método
hermenéutico. En primer término, indica que apegarnos a la voluntad del legislador
o constituyente histórico no puede eximir al juez de tomar decisiones concretas de
moralidad pública en los casos concretos. Y agrega que: “…no basta con tomar
lecciones de lenguaje o consultar un diccionario para tomar las decisiones más
importantes en materia de interpretación constitucional…Adviértase que,
simplemente para tomarnos en serio el originalismo, estamos obligados a adoptar
cruciales y muy difíciles decisiones, optando entre muchas alternativas posibles.” 77
Amén de lo dicho hay que tener también en cuenta que muchas veces difiere el
75
Gargarella, Roberto, obra citada, página 656.
76
Sin duda contribuye a ello que los textos constitucionales liberales son afines en la actualidad al
pensamiento conservador en lo que atañe a la defensa, por ejemplo, de los derechos de primera
generación, la que puede realizarse en forma estricta adhiriendo al pensamiento de los
constitucionalistas liberales de fines del siglo XVIII y el siglo XIX.
77
Gargarella, obra citada, página 660.
34
pensamiento de los mismos constituyentes originarios acerca del alcance de las
disposiciones constitucionales, lo que agrega un problema adicional a la cuestión.
Y además surgiría otra cuestión central: ¿A qué textos u obras de los
constituyentes originarios debemos circunscribir la hermenéutica originalista? Ello
lleva a concluir a Gargarella que: “Lo que vemos, en definitiva, es que el
originalismo no nos asegura una de las promesas más importantes que
orgullosamente nos ofrecía, y que era la de la “certeza interpretativa”…recurre, por
un lado, al método hermenéutico para examinar la historia evitando
arbitrariedades, pero, por otro lado, abandona tal método a fin de seleccionar las
opiniones constitucionales que va a tomar en cuenta. En dicha tarea, no sólo se ve
obligado a reconstruir el pasado, sino a hacerlo creativamente.” 78
De alguna manera, la posición de Alberdi resulta una buen ejemplo –
doctrinaria, no judicial- de una defensa del originalismo o la interpretación estática.
En efecto, en su “Sistema económico y rentístico”, el ilustre jurista manifestó lo
siguiente: “Al legislador, al hombre de Estado, al publicista, al escritor, sólo toca
estudiar los principios económicos adoptados por la Constitución, para tomarlos
como guía obligatoria en todos los trabajos de legislación orgánica y
reglamentaria. Ensayar nuevos sistemas, lanzarse en el terreno de las novedades,
es desviarse de la Constitución en el punto en que debe ser mejor observada,
falsear el sentido hermoso de sus disposiciones, y echar el país en el desorden y
en el atraso, entorpeciendo los intereses materiales, que son los llamados a
sacarlo de la posición oscura y subalterna en que se encuentra.” 79
Otros juristas no hablan del originalismo, pero sí del método de
interpretación histórico, que pretende desentrañara la voluntad del legislador
originario a través de la indagación en las fuentes históricas (documentos,
debates, etc.). Entiendo que válidamente pueden verse relacionados ambos
métodos. En tal sentido, y contrariamente a Gargarella, Linares Quintana resalta el
valor y la importancia de este método interpretativo, llegando incluso a sostener
que: “En la metodología de la interpretación constitucional, el enfoque histórico
78
Gargarella, obra citada, páginas 661 y 662
79
Alberdi, Juan Bautista. Sistema económico y rentístico. Buenos Aires, Ediciones Ciudad Argentina, 1998,
página 12.
35
reviste particular trascendencia, y a veces hasta llega a ser la clave para
desentrañar correctamente, con verdad y exactitud, el sentido y alcance de las
normas y de los comportamientos constitucionales.” 80 Para este constitucionalista
el análisis lógico de la historia de la norma constitucional es indispensable en el
momento de impartir justicia. Es más, califica –como muchos otros- a la
interpretación histórica de la Constitución como “interpretación auténtica”. Sería
entonces erróneo, a su entender, una interpretación judicial de la norma
constitucional que prescinda de la historia. Zuleta Puceiro señala por su parte que
el método histórico de interpretación obra muchas veces como auxilio en el
camino de desentrañar la intención del legislador. 81 El argumento histórico para
este jurista tiende a identificar en el texto interpretado el significado más acorde
con la forma en que los diversos legisladores sucesivamente han aplicado la
norma. Señala la diferencia con el denominado argumento psicológico, que busca
principalmente desentrañar la voluntad de los redactores de una ley.
Como todos los métodos hermenéuticos, tanto el argumento originalista
como el histórico han sido utilizados por nuestra Corte Suprema de Justicia de la
Nación. En un importante leading case de principios del siglo XX, donde el Alto
Tribunal invalidó una ley provincial impositiva sostuvo: “Que hay error en atribuir a
las declaraciones y garantías contenidas en la Primera Parte, Capítulo Único, de la
Constitución, el alcance de restricciones tan sólo a los poderes públicos
nacionales, bajo la influencia de teorías y precedentes que no están en armonía
con las fuentes inmediatas de la ley fundamental, con algunas disposiciones
peculiares de ella, con las necesidades y anhelos de la época en que se dictó y
con la inteligencia que se le ha dado en documentos históricos y numerosos fallos
omitiendo, en efecto, otros, bastaría recordar a ese respecto el informe de la
comisión encargada de formular un proyecto de Constitución en la primera
Convención Nacional de Santa Fe.” (Hileret c/ Provincia de Tucumán, CSJN,
5/9/1903, Fallos 98:20)82. En otro de sus más trascendentes fallos, nuestro
Máximo Tribunal indicó que: “…el mayor valor de la Constitución no está en los
80
Linares Quintana, obra citada, página 213.
81
Zuleta Puceiro obra citada, página 51.
82
Este fallo se analizará en la parte especial de este trabajo.
36
textos escritos que adoptó y que antes de ella habían adoptado los ensayos
constitucionales que se sucedieron en el país durante cuarenta años, sin lograr
realidad, sino en la obra práctica, realista, que significó encontrar la fórmula que
armonizaba intereses, tradiciones, pasiones contradictorias y belicosas. Su
interpretación auténtica no puede olvidar los antecedentes que hicieron de ella una
creación viva, impregnada de realidad argentina, a fin de que dentro de su
elasticidad y generalidad que le impide envejecer con el cambio de las ideas,
crecimiento o redistribución de intereses, siga siendo el instrumento de ordenación
política y moral de la Nación.” (Bressani, Carlos H. y otros c/ Provincia de
Corrientes, CSJN, 2/6/1937, Fallos 178:128). Y también la Corte muchas veces en
su indagación histórica, evaluó antecedentes más remotos de las disposiciones
constitucionales: “Que resulta necesario recordar, a los fines de la solución del
caso, que un principio constitucional impone que las cárceles tengan como
propósito fundamental la seguridad y no el castigo de los reos detenidos en ellas,
proscribiendo toda medida “que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos
más allá de lo que aquella exija” (art. 18, Constitución Nacional). Tal postulado,
contenido en el capítulo concerniente a las declaraciones, derechos y garantías,
reconoce una honrosa tradición en nuestro país que ya figura en términos más o
menos parecidos en las propuestas constitucionales de los años 1819 y 1824 a
más de integrar los principios cardinales que inspiran los primeros intentos
legislativos desarrollados por los gobiernos patrios en relación a los derechos
humanos.” (López Bolado, Jorge Daniel, CSJN, 29/8/1986, LLC 986-10-734).
Otro crítico de la interpretación estática es Héctor Masnatta, quien
fundamenta su pensamiento a partir de la misma jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. En este orden de ideas este jurista destaca
que: “En 1963 el Tribunal expuso con claridad que la exégesis estática no es
adecuada, particularmente en el ámbito de la interpretación constitucional y de las
leyes de su inmediata reglamentación”83. Y señala Masnatta que el Tribunal
añadió: “Pues nadie ignora, después de Marshall, que se trata de normas
83
Masnatta, Héctor. Interpretación de la Constitución. En: Rosatti, Horacio Daniel (et. al.). La Reforma de la
Constitución. Interpretada por miembros de la Comisión de Redacción. Santa Fe, Rubinzal Culzoni Editores,
1994, página 28.
37
destinadas a perdurar regulando la evolución de la vida nacional, a la que han de
acompañar en la discreta y razonada interpretación de su creador. Las
consecuencias contrarias genéricas más evidentes de este tipo de interpretación
jurídica importarían la paralización de la acción gubernativa y del progreso de la
República, comprometiendo la satisfacción de las necesidades más ineludibles,
incluso la defensa de la Nación”84.
Finalmente podemos expresar que, más allá de sus bondades o
desaciertos, el método reseñado ha sido utilizado para la interpretación de la
norma constitucional en reiteradas oportunidades.
84
Masnatta, obra citada, página 28. La cita de fallos corresponde al caso “Nación Argentina v. Provincia de
Buenos Aires”, Fallos 256:588.
85
Linares Quintana, obra citada, página387.
38
Por su parte Zuleta Puceiro relaciona este tipo de argumentos con aquellos
que denomina “teleológico-evaluativos”, cuyo objetivo es enmarcar la
interpretación hacia la obtención de un fin determinado. Indica el autor que es en
este tipo de argumentos donde se advierte que la tarea hermenéutica en materia
jurídica es una variante del razonamiento práctico, compuesto necesariamente de
juicios prudenciales. Y como una de las alternativas de argumentación teleológica-
evaluativa señala Zuleta Puceiro (con cita de Ezquiaga Ganuzas) que:
“Finalmente, en cuarto lugar, cabría un enfoque aún más genérico basado en la
referencia a los fines de la sociedad en que el precepto va a ser aplicado. Los
fines de la sociedad en el momento en que se interpreta el precepto priman en
este enfoque por sobre los fines específicos que el legislador pudo tener en cuenta
en la circunstancia histórica en que se encontraba.” 86
Una visión muy prudente de la interpretación constitucional dinámica es la
que propone el constitucionalista Gregorio Badeni cuando señala que: “Un texto
constitucional, dotado de suficiente flexibilidad y generalidad, es un instrumento de
gobierno destinado a satisfacer de manera permanente la idea política dominante
que determinó la formación de la organización política global y las cambiantes
necesidades sociales que se operan en el ámbito de aquella idea…Es la
proyección de las cláusulas constitucionales sobre situaciones no previstas en
ella, que permite resolver los problemas y necesidades que éstas traen
aparejadas, sin alterar la esencia ni la letra de la Constitución.” 87 Como se
advierte, el autor admite en forma limitada la actualización dinámica de los
preceptos constitucionales.
Por el contrario, Roberto Gargarella destaca las virtudes de este sistema
interpretativo. Sostiene que este criterio se basa en la idea de pensar “aquí y
ahora” lo que significa la Constitución. Vale decir que el intérprete tiene
(renovadamente) la tarea de desentrañar el significado del texto supremo ante
nuevas circunstancias fácticas. Llega a decir: “La idea de tener una Constitución
“viva” resulta, a primera vista al menos, muy atractiva ,porque ella viene a
descalificar una alternativa que parece claramente desagradable, cual es la de
86
Zuleta Puceiro obra citada, página 174.
87
Badeni, obra citada, página 77.
39
estar “sujetos por la mano muerta del pasado”. Quienes postulan la “actualización”
permanente de la Constitución nos prometen, entonces, una vida jurídica
“moderna”, acorde a los tiempos.”88 Advierte sin embargo el autor algunas
objeciones que podrían hacerse sobre el particular. En primer lugar, se les podría
plantear a los partidarios de este método que en realidad deben luchar desde la
política para cambiar la Constitución, y no desde el mundo del derecho. Porque la
gran duda es “quien” es el sujeto encargado de actualizar la interpretación
constitucional: ¿Los poderes políticos o el Poder Judicial? Pero concluye Roberto
Gargarella que: “La alternativa judicial no parece, en principio, inaceptable. En
definitiva los jueces están en contacto diario con las normas jurídicas –están
versados en ellas, las conocen como pocos otros miembros de la comunidad- a la
vez que están en contacto permanente con la sociedad, y, más aún, con los
afectados por el derecho. Ellos saben, entonces, de los alcances y problemas de
los textos constitucionales.”89
Germán Bidart Campos destaca con claridad las bondades de la aplicación
de un método judicial interpretativo dinámico equilibrado: “Siempre habíamos
postulado –y en eso nos guiábamos por el derecho judicial de la Corte Suprema-
que la constitución había de interpretarse de modo dinámico, sin congelarla en el
momento histórico en que fue sancionada, para de esa manera ir adecuando esa
misma interpretación a las transformaciones sucesivas temporalmente
progresivas. Eso sí –también lo dijimos con contundencia- en esa interpretación
evolutiva nunca se podía ni se puede tergiversar la voluntad histórica del
constituyente, ni oponerse a ella.”90
Veamos seguidamente algunos ejemplos de fallos de nuestra Corte
Suprema adonde se haya utilizado la argumentación dinámica, constructivista o de
la “constitución viviente”. Por ejemplo, en una recordada sentencia donde se
convalidó la constitucionalidad de una ley que establecía una moratoria
hipotecaria, por razones de emergencia económica y social, la Corte destacó; con
88
Gargarella, obra citada, página 652.
89
Gargarella, obra citada, página 653.
90
Bidart Campos, Germán J. El Constitucionalismo Social (esbozo del modelo socioeconómico de la
Constitución, reformada en 1994). En: Bidart Campos, Germán J. (Coordinador). Economía, Constitución y
Derechos Sociales. Buenos Aires, Ediar, 1997, página 177.
40
grandes referencias a la jurisprudencia norteamericana, que: “No es admisible la
réplica de que esta necesidad pública no fue comprendida (o sospechada) un siglo
ha, ni insistir en que aquello que significó el precepto constitucional según el
criterio de entonces, deba significar hoy según el criterio actual ("visión of our
time"). Si se declarara que la Constitución significa hoy, lo que significó en el
momento de su adopción, ello importaría decir que las grandes cláusulas de la
Constitución deben confinarse a la interpretación que sus autores les habían dado,
en las circunstancias y con las perspectivas de su tiempo, y ello expresaría su
propia refutación". "Para prevenirse contra tal concepto estrecho, fue que el
presidente de la Corte Mr. Marshall expresó la memorable lección: "No debemos
olvidar jamás que es una Constitución lo que estamos interpretando (Mac. Culloch
v. Maryland, 4 Wheat 316, 407) una Constitución destinada a resistir épocas
futuras, y consiguientemente a ser adaptable a las variadas crisis de los asuntos
humanos"... El caso que examinamos debe ser considerado a la luz de nuestra
experiencia total y no solamente en lo que se dijo un siglo ha"...Finalmente, ha de
tenerse presente en la interpretación de la Constitución que ésta fue sancionada
para resistir épocas futuras, y debe adaptarse a las variadas crisis de los asuntos
humanos…” (Avico, Oscar Agustín c/ Dela Pesa, Saúl G., CSJN, 7/12/1934, Fallos
172:21). Volveremos a analizar este fallo en la parte especial de este trabajo.
Asimismo, en un señero fallo que, pretorianamente, dio recepción a la
acción de amparo contra actos de particulares, la Corte tuvo la oportunidad de
argumentar con criterio “dinámico” o actualizador. Entre otras cuestiones, el Alto
Tribunal remarcó en esa oportunidad que: “Las leyes y con mayor fundamento la
Constitución, que es la ley de leyes y se halla en el cimiento de todo orden jurídico
positivo, no pueden ser interpretadas sólo históricamente, sin consideración a las
nuevas condiciones y necesidades de la comunidad, porque toda ley, por
naturaleza, tiene una visión de futuro, está predestinada a recoger y regir hechos
posteriores a su sanción.” (Kot, Samuel (Soc. de Resp. Ltda.) s/ Hábeas corpus,
CSJN, 5/9/1958, LL 92-626)91
91
Este fallo también será analizado posteriormente.
41
Y finalmente, una innovadora sentencia donde se declaró la
inconstitucionalidad de la indisolubilidad del vínculo matrimonial, vigente en una
ley de centenaria, decisión que abrió la puerta al divorcio vincular en la Argentina,
constituye sin duda un paradigma de la interpretación dinámica. Allí la Corte
Suprema dijo: “Que el control de constitucionalidad no puede desentenderse de
las transformaciones históricas y sociales. La realidad viviente de cada época
perfecciona el espíritu de las instituciones de cada país, o descubre nuevos
aspectos no contemplados antes, sin que pueda oponérsele el concepto medio de
una época en que la sociedad actuaba de distinta manera (Fallos, 211:262). Esta
regla de hermenéutica no implica destruir las bases del orden interno
preestablecido, sino defender la Constitución Nacional en el plano superior de la
perdurabilidad…” (Sejean c/ Zaks de Sejean, CSJN, 27/11/1986, Fallos 308:2268).
A modo de conclusión, es preciso resaltar la importancia y trascendencia de
este método hermenéutica, en virtud de las consideraciones expuestas.
92
Sagüés, Néstor Pedro. La interpretación judicial de la Constitución. Buenos Aires, Lexis Nexis
Argentina, 2006, páginas 42 a 44.
42
amplitud en la interpretación dinámica nos pondría en el borde de la mutación de
la norma constitucional?
Dejo de lado la cuestión de la interpretación mutativa amplia, o “praeter
constitutionem”, donde, al no haber solución al problema en el texto formal de la
constitución, pareciera que el campo de discrecionalidad del intérprete judicial se
acrecienta. Circunscribo, en cambio, el problema a la interpretación mutativa
estricta o “contra constitutionem”. En tal sentido, Sagüés sostiene que: “…la
interpretación es ilegítima cuando desvirtúa o falsea la norma constitucional no
injusta, alterando el mensaje jurídico político encapsulado en la norma vigente.
Como acto infiel, la intepretación mutativa promotora de la interpretación contra
constitutionem, de una norma constitucional no injusta, resulta axiológicamente
disvaliosa salvo, que por derecho de necesidad, o por un indudable cambio en el
contexto de vida o en las creencias sociales, una comunidad quiera entender hoy
una regla constitucional de modo distinto del de otro tiempo, y ello no lesione
derechos humanos fundamentales…”93 Coincido con el autor en cuanto a
considerar que la interpretación judicial “mutativa” no es “per se” inconstitucional,
pero puede llegar a serlo en ciertos casos.
93
Sagüés, obra citada, página 59.
94
Sagüés, obra citada, páginas 165 a 178.
95
Sagüés, obra citada, página 166.
43
argumentativo, en provecho de un interés particular o inferior. En este último caso,
la manipulación constitucional nunca es gratuita o inocente. Sus técnicas,
conforme el pensamiento de este jurista, son variadas, y abarcan, por ejemplo,
prácticas como dar a las palabras de la Constitución un sentido absurdo,
interpretar en forma aislada un artículo a los fines de evitar su necesaria
concordancia con otro, realizar afirmaciones meramente dogmáticas, practicar
analogías improcedentes o utilizar inapropiadamente principios jurídicos.
Con respecto a los tipos de manipulación constitucional, Sagüés distingue
varios. Hay manipulación ideológica cuando el operador constitucional la
instrumenta con un ritmo ideológico distinto al de ella o diferente al que tenía
cuando fue creada. Ejemplos de ello son la interpretación constitucional mutativa y
la doctrina de la Constitución viviente (living constitution) que, al entender que la
norma constitucional es algo que muta y se recrea continuamente, hace
prevalecer en forma indirecta la ideología mayoritaria. El tema es complejo, ya que
hay un difuso límite con la interpretación dinámica o constructivista de la
Constitución. Lo que sí queda claro es que todo texto constitucional tiene techos
ideológicos, y que muchas veces ellos son múltiples (en el caso argentino
conviven en el mismo texto los techos axiológicos de 1853-60, 1957 y 1994), lo
cual hace aún más complejo el tema. Hay manipulación gubernativa, cuando se
realiza una lectura de la Constitución a favor de aquellos que gobiernan. Hay
manipulación partidista, cuando la interpretación se utiliza para favorecer los
intereses de algún o algunos partidos políticos concretos. Hay manipulación
narcisista, cuando el objetivo de la misma es favorecer la figura del intérprete, con
el objetivo de demostrar que su interpretación es la única posible y aceptable. Hay
manipulación forense si se practica para defender posturas concretas en procesos
judiciales y la Constitución termina siendo desvirtuada en función de esos fines.
El concepto de manipulación no surge de la Constitución ni del Derecho
Constitucional. Para Sagüés es fruto de la dimensión fáctica o existencial de la
norma suprema. Estimo, como opinión, que es una patología que debe ser
identificada y rechazada siempre y en todos los casos.
44
LA ARGUMENTACIÓN
En el siglo XXI puede entenderse a la interpretación en el marco o
contenida por el discurso racional argumentativo 96. Ello va a implicar dos cosas: en
primer lugar recuperar la retórica, entendida como la ciencia y el arte de la
persuasión, vale decir en su sentido original aristotélico; y en segundo lugar
enmarcar las reglas de la lógica hermenéutica dentro de este contexto persuasivo.
Este cambio se relaciona con la puesta en crisis del paradigma teórico que le
asignaba el rol central del ordenamiento jurídico a la ley, en el cual la
interpretación era siempre “interpretación de la ley”. Dicho paradigma tuvo su
apogeo en el siglo XIX y la primera mitad del XX. Producto de la crisis del mismo,
aparece la noción de argumentación y discurso argumentativo como noción que
comprende y a la vez supera la noción de interpretación, y, además, le asigna al
juez un rol más relevante y activo en el proceso hermenéutico.
Según Imerio Jorge Catenacci97: “La argumentación, por lo tanto, constituye
un razonamiento formulado con el propósito de conseguir la aceptación o el
rechazo de una tesis determinada. Esta aceptación o rechazo dependerá de la
eficacia o ineficacia de la argumentación que le sirve de apoyo” 98. Precisando aún
más este concepto, el autor señala que: “...argumentar significa obtener un
conjunto de razones o pruebas de apoyo de una conclusión. El argumento no es la
afirmación de una opinión. Es el intento de apoyar una opinión con razones. Al
argumentar debemos expresar los fundamentos de nuestras creencias. La
capacidad de defender nuestras opiniones reside en la argumentación.” 99
Originariamente, la argumentación se relacionaba con el arte de la Retórica
y la Oratoria. Aristóteles se ocupó especialmente del tema en su libro “El Arte de la
Retórica”. Allí señaló que: “El arte de la Retórica es paralelo al de la Dialéctica,
porque ambas tratan de aquello que comúnmente todos pueden conocer de
alguna manera y que no pertenece a ninguna ciencia determinada. Por eso, todos
96
Vigo, Rodolfo Luis. Interpretación (argumentación) jurídica en el Estado de Derecho
Constitucional. Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2015, páginas 15 a 17.
97
Catenacci, Imerio Jorge. Introducción al Derecho. Teoría General. Argumentación. Razonamiento Jurídico.
Buenos Aires, Astrea, 2001.
98
Catenacci, obra citada, página 343.
99
Catenacci, obra citada, página 350.
45
poseen ambas artes en alguna forma, como quiera que todos tratan, hasta cierto
punto, de buscar razones y sostener lo que afirman y se ingenian para defender y
acusar”100. A diferencia de la Lógica, estructurada a partir del silogismo, la Retórica
se basaba en lo que el Estagirita denominaba entimemas y poseía reglas propias.
El objetivo es convencer, persuadir y que los argumentos esgrimidos sean
verosímiles. Distinguía tres géneros retóricos: el deliberativo, propio de las
asambleas, el judicial y el demostrativo101. En Roma, Marco Tulio Cicerón
vinculaba especialmente el arte de persuadir y la oratoria con el mundo del
Derecho. En tal sentido señaló que: “La facultad oratoria es una parte, no todo el
saber civil. Su oficio es decir de una manera acomodada para la persuasión; su
fin, persuadir con palabras”102
Conforme lo explica Manuel Atienza103, lo que se conoce en la actualidad
como teoría de la argumentación jurídica tiene sus comienzos en los años
cincuenta del siglo XX. En dicho momento, varios autores comenzaron a
manifestar, a través de sus obras, su rechazo de la lógica formal como
instrumento para analizar los razonamientos jurídicos 104. Dentro de estos autores,
Atienza menciona en primer lugar a Theodor Viehweg, quien, en su libro “Tópica y
Jurisprudencia”, de 1953, reivindicó la importancia teórica del modo de pensar
tópico o retórico, retomando la tradición clásica, de Aristóteles y Cicerón. El modo
de pensar el discurso jurídico deja la idea de la lógica formal y el legiscentrismo, y
retoma la idea dialéctica de la retórica. En este orden de ideas, la tópica es una
parte de la dialéctica que se relaciona con el conocimiento de lo probable 105. No se
trata de demostrar, sino de argumentar y dar razones a partir de posiciones
100
Aristóteles, El arte de la Retórica. Traducción, introducción y notas: E. Ignacio Granero. Buenos Aires,
Eudeba, 2015, página 39.
101
Aristóteles, obra citada, página 51. El género deliberativo, propio de las asambleas, se dirigía hacia el
futuro. El judicial, relacionado con la actividad de abogados y magistrados judiciales, se orientaba siempre
hacia el pasado. Y el demostrativo o epidíctico, propio de la literatura, se centraba en el presente.
102
Cicerón, Marco Tulio. Obras Completas. Vida y discursos. Buenos Aires, Grandes Librerías Anaconda,
1946, Tomo I, página 46.
103
Atienza, Manuel. Las razones del derecho. Teoría de la argumentación jurídica. Instituto de
Investigaciones Jurídicas. UNAM. México, 2005.
104
Debe remarcarse la influencia de la crisis que el genocidio nazi produjo en el paradigma legalista y
positivista propio del siglo XIX y la primera mitad del XX. Esta crisis llevó a que muchos teóricos del derecho
redescubrieran la Retórica y la teoría de la Argumentación como forma de conciliar principios morales y
jurídicos en la interpretación de la ley.
105
Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, tomo IV, página 3286. Madrid, Alianza Editorial, 1979.
46
determinadas. También destaca Atienza el aporte de Perelman y su “nueva
retórica”. Este filósofo del derecho, interesado por la lógica de la argumentación,
en su obra “La lógica jurídica y la nueva retórica”, parte de la idea que el análisis
de los razonamientos que utilizan políticos, jueces o abogados tiene que ser el
punto de partida para la creación de una teoría de la argumentación relacionada
con el derecho106. Dichos argumentos no están determinados por la necesidad,
sino que se mueven en el terreno de lo plausible o verosímil. Y remarca la noción
de retórica a los fines de resaltar que en la misma cobra un gran papel el auditorio.
En efecto, este razonamiento argumentativo tiene como finalidad convencer o
persuadir a un auditorio determinado (por ejemplo las partes de un proceso, o la
comunidad en su conjunto). Y en este sentido en el proceso dialéctico de la
retórica varias partes intervienen constantemente, por lo que se opone a la noción
unipersonal de deducción. Conforme Perelman, hay tres partes en este
encadenamiento: el discurso, el orador y el auditorio; y tres géneros, el deliberativo
(propio de las asambleas), el judicial (el de los tribunales) y el epidíctico (teatral).
Si el proceso retórico se dirige a un auditorio universal, lo que debe hacerse es
convencer, mientras que si se dirige a un auditorio particular, lo que debe
procurarse es persuadir.
Otro autor relevante que señala Atienza es el británico Toulmin. Este autor
se desarrolla el concepto de “lógica informal”, y su intención es trascender el
modelo clásico que pretende hacer de la lógica una ciencia formal y desplazar el
centro de atención de la teoría de la lógica a la práctica de la lógica. Y su modelo
es la jurisprudencia, lo que lo lleva a plantear un modelo no formal de
argumentación.107
También el autor describe el pensamiento de Robert Alexy 108. Conforme
este jurista alemán, el discurso argumentativo jurídico es una especie del discurso
práctico general, el discurso moral. Su teoría es eminentemente procedimental.
Las reglas que elabora se aplican no solamente para las proposiciones que se
sostienen, sino que también alcanzan al comportamiento de los hablantes. Para
106
Atienza, obra citada, páginas 47 y 48.
107
Atienza, obra citada, página 82.
108
Atienza, obra citada, páginas 149 y siguientes.
47
Alexy, el discurso práctico posee reglas fundamentales (como por ejemplo no
contradecirse), reglas de la razón (como la obligación de todo hablante de justificar
sus dichos) y de carga de argumentación (como la que prescribe que quien ataca
una proposición o norma debe dar razones para ello). Asimismo hay reglas de
fundamentación que señalan cómo deben llevarse a cabo este discurso práctico.
Alexy advierte, conforme Manuel Atienza, que muchas veces el debate moral no
puede conducir a acuerdos plenos. Y aquí es donde aparece el Derecho, el cual
de alguna manera logra cerrar o terminar el debate a partir de la norma jurídica. La
autoridad del Derecho se funda entonces principalmente en su dimensión
normativa. Estamos ante una visión principalmente prescriptiva de la
argumentación jurídica.
Finalmente es el propio Atienza quien señala cuáles deberían ser las
funciones de una teoría de la argumentación jurídica 109. Dichas funciones son tres.
Una primera, de carácter teórico o cognoscitivo, que nos debe permitir entender el
fenómeno jurídico y la forma de argumentar. Una segunda función, es la de
ofrecer una orientación útil en las tareas de producir, interpretar y aplicar el
derecho. Y una tercera función, relacionada con la posibilidad de permitir
determinar qué ideología moral y política sirve de base a dicha argumentación
jurídica.
Aquí se encuentra el desafío de los jueces en el siglo presente. Y esa
argumentación debe darse en el contexto de la sociedad abierta interpretativa
explicada por Häberle. Ya el juez no puede ser solamente la “boca de la ley”, sino
que debe encarar el desafío de expresarse y convencer a un amplio auditorio
acerca del acierto de sus decisiones. Esto debe convertirse en una práctica
dialógica racional imprescindible. Hoy en día la función judicial moderna debe
recuperar su carácter dialéctico y, en tal sentido, la legitimación social de las
decisiones judiciales reviste una trascendental importancia. Y para que ello sea
posible, es necesario no solamente una adecuada justificación lógica “intrínseca”
de la sentencia, sino además un discurso argumentativo destinado a convencer y
persuadir a toda la sociedad por parte de los magistrados judiciales. Desde luego
109
Atienza, obra citada, página 216 y siguientes.
48
que esto no implica descartar los métodos hermenéuticos tradicionales, sino
comenzar a verlos como no como métodos lógico deductivos sino como
argumentos lógico persuasivos. Y en función de estos criterios debemos
considerar a los jueces en el presente siglo como actores fundamentales de la
democracia. Y la ciudadanía espera que estén a la altura de las circunstancias.
Veremos a continuación un modelo posible de interpretación para el siglo XXI.
En este orden de ideas, Olsen Ghirardi remarca la noción de que el proceso
judicial, si bien se rige por las reglas de la lógica, está estructurado
dialógicamente: “El razonamiento judicial se da en un proceso o con motivo de un
proceso. Esta característica tiene una consecuencia: la estructura del proceso lo
afecta y lo condiciona. Para ser más preciso, lo “embreta”, porque lo enmarcan,
principalmente, las reglas que dirigen el proceso. Por eso, para comprender con
hondura cómo razonamos, es menester considerar dónde razonamos y en qué
circunstancia.”110 Seguidamente, el autor sintetiza la estructura dialógica del
proceso de la siguiente forma: “Se perfila de esa manera a raíz de un conflicto
entre dos partes, dirigido por un juez, regulado por normas adjetivas y en
presencia de un auditorio que lo valora y, en cierto sentido lo controla. Concluye
con una decisión.”111
Prosiguiendo con la estructura de la argumentación, conforme Vigo 112 la
misma tiene una doble dimensión justificativa. La primera es la interna, que tiene
que ver con la conexión lógico formal entre los diferentes enunciados. Y la
segunda es la externa, que son los argumentos o razones justificatorias de las
premisas enunciadas. Estas últimas pueden evaluarse conforme su calidad o valor
persuasivo, muchas veces denominado “peso” de los argumentos. Esta estructura
nos va a ubicar al conocimiento jurídico como un saber práctico, que va a requerir
del magistrado una dimensión moral, ya que en el Estado Constitucional de
Derecho y frente a opciones divergentes debe buscarse la mejor solución posible.
El Derecho no podrá divorciarse de la Ética. Y también implica una dimensión
política del argumentador, producto del carácter moral de sus sentencias. Un
110
Ghirardi, Olsen A. (Director). El razonamiento judicial. Córdoba, Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales. Instituto de Filosofía del Derecho, 2001, página 27.
111
Ghirardi, Olsen A., obra citada, página 28.
112
Vigo, Rodolfo Luis, obra citada, páginas 36 y siguientes.
49
ejemplo de este rol político, entendido obviamente como política arquitectónica y
no como política partidaria, está dado por el control de constitucionalidad, que
tiene dimensiones o aristas jurídicas, y también político institucionales. Esto lleva a
sostener a Vigo, siguiendo a Alexy, que en la sociedad actual los jueces adquieren
frente a la comunidad una representatividad argumentativa siempre y cuando sus
decisiones sean compartidas por los ciudadanos en una comunidad de diálogo
racional y con conciencia constitucional. Esto implicaría el marco de la legitimidad
de ejercicio de los magistrados judiciales. Y obviamente no está exento de
tensiones, ya que obliga simultáneamente a los jueces a realizarlo y a la vez no
salirse del perímetro de sus competencias. Finalmente, otro aspecto esencial del
tema es el enclave constitucional de la argumentación. Para Vigo, el modelo
interpretativo clásico decimonónico se encuentra básicamente anclado en el
derecho civil, mientras que, por el contrario, el modelo argumentativo, propio del
Estado Constitucional de Derecho, se encuentra basado en la jurisprudencia
constitucional y los principios constitucionales. En efecto, todo el derecho es
interpretado a partir o “desde” la Constitución.
Cabe pensar que, más allá de lo dicho, hay una relación de continuidad
subterránea entre los conceptos de interpretación y argumentación. Las
diferencias, a mí entender, radican principalmente en tres cuestiones: a) el rol que
se asigna a la ley, b) el rol que se asigna a la Constitución y c) el papel de los
jueces. En el modelo de la interpretación de la ley, la norma legal es el centro de la
actividad hermenéutica, su principal objeto. La Constitución es relevante, pero el
ejercicio del control de constitucionalidad (y por ende una hermenéutica) es
prudente y deferente hacia las decisiones del legislador –o directamente la
Constitución es considerada más Carta política que norma jurídica, como en
Europa en el siglo XIX-. Y los jueces tienen un papel de interpretación moderado,
ya que, si bien no son la “boca que pronuncia las palabras de la ley, como diría
Montesquieu, el centro de su actividad se circunscribe a desentrañar el significado
de la legislación para aplicarla a casos concretos. Por el contrario, el modelo de la
argumentación jurídica le asigna un rol no tan preponderante a la ley, le otorga un
papel trascendente a la Constitución y a los principios constitucionales y, por
50
consiguiente, revitaliza y pone en el centro de la actividad jurídica el rol de los
jueces, lo que deriva en el ejercicio de un control de constitucionalidad (y por ende
de una hermenéutica) muchas veces activista. Pero la estructura del proceso
hermenéutico y los recursos o herramientas interpretativas son similares en ambos
modelos teóricos, por lo que pienso que más allá de los cambios hay
continuidades subyacentes.
51
argumentos justifica una decisión en función o apelando, justamente, a los
principios.
c) Axiológico o moral: Tienen que ver con aquellas razones metanormativas,
valorativas, que pueden brindarse.
d) Consecuencialista: Se basa precisamente en justificar un razonamiento en
función de las consecuencias –jurídicas, económicas, políticas, sociales, etc.- que
pueden desprenderse del mismo.
e) Genético: Es el tipo de argumentos que se relacionan con el origen de una
norma que va a aplicarse. Esto tiene una indudable relación con el método
originalista o histórico.
f) Lingüístico: Son los argumentos que se basan en el significado o sentido de las
palabras. Se relacionan con la interpretación gramatical y con la semántica.
g) Doctrinario: Aparece cuando se apela a la autoridad de los juristas que brindad
una opinión que justifica el razonamiento judicial realizado.
h) Jurisprudencial: Es una variante del argumento de autoridad, pero en este caso
posee un especial valor institucional. Podríamos decir que posee una capacidad
de justificación mayor a la de la doctrina.
i) Lógicos: En la medida en la cual la lógica es la ciencia y el arte del razonar, su
presencia es imprescindible en una sentencia. Muchas veces, señala Vigo, suele
utilizarse en sentido negativo, vale decir para descalificar un discurso que no ha
respetado las reglas de la lógica.115
j) Analógicos: Este argumento refiere a la relación de similitud o semejanza entre
la solución que debe justificarse en el caso bajo examen y alguna otra que ya haya
sido resuelta de una forma que podría aplicarse a la primera.
k) A fortiori: Se utiliza este argumento para apelar a que si una solución jurídica
resulta aplicable a un caso, “con más razón” debe aplicarse al caso bajo examen,
ya que esta última situación es menos grave o puede quedar subsumida en la
primera.
l) Apagógicos: Se utilizan para descartar por absurdos, disvaliosos, ineficaces o
imposibles alternativas de resolución de un caso, a los efectos de descartarlos.
115
Vigo, obra citada, página 231.
52
Presuponen que el derecho siempre es razonable. Tiene que ver con la reducción
al absurdo.
ll) A contrario: Se aplica a los efectos de impedir que se aplique una determinada
solución jurídica al caso bajo examen, demostrando que dicha alternativa no
puede extenderse por ser la cuestión de una naturaleza diferente.
m) Sistemáticos y coherentes: Se basan en la idea de coherencia y plenitud del
ordenamiento jurídico. Obviamente tienen una gran relación con el método de
interpretación sistemático.
n) Jerarquía: De indudable relevancia en el Derecho Constitucional, tiene que ver
con aquellos argumentos que se basan en la prevalencia de una norma aplicable
por sobre otra en virtud de la distinta posición en un orden jurídico. Tiene una
indudable presencia permanente en el ejercicio del control de constitucionalidad.
ñ) Económicos: En realidad se refiere a que un orden jurídico siempre debe ser
racional, y por ende en el mismo no puede haber contradicciones o redundancias.
o) Teleológicos: Apuntan, al igual que el método interpretativo ya explicado, a la
justificación de una solución jurídica a partir de la finalidad intrínseca buscada por
alguna norma jurídica.
p) Sociológicos: Remiten a las razones que se dan para justificar un razonamiento
judicial en función de la realidad social imperante. Puede vinculárselos a la
interpretación dinámica o progresista.
q) Comparativos: Son argumentos que se basan en citar el Derecho Comparado, a
los fines de aplicarlo a una solución local. Muchas veces la Corte Suprema de
Justicia de nuestro país, sobre todo en sus primeras composiciones, citaba
soluciones elaboradas por la doctrina y la jurisprudencia norteamericana, por
ejemplo. Se lo puede relacionar con los argumentos Jurisprudenciales si se citan
sentencias extranjeras.
r) Históricos: Son aquellos que se esgrimen cuando se intenta justificar una
decisión o solución jurídica apelando a la historia de las normas relacionadas o a
la misma historia social o política. Indudablemente se relaciona con el método de
interpretación histórico.
53
s) Pragmáticos: Se conectan con la tesis de que el legislador siempre es racional y
que por consiguiente no pude hacer regulaciones inútiles o ineficaces. Desde
luego tiene su conexión con el método pragmático de interpretación.
El filósofo del derecho Enrique Marí, en una interesante observación,
sostiene de qué modo los juristas utilizan los recursos interpretativos –muchos de
cuyos ejemplos acabamos de reseñar-, al indicar que: “Tanto en el caso de estos y
otros recursos interpretativos (como los argumentos a simili, a contrario sensu, a
fortiori, etc.) los juristas no son estrictamente consecuentes en su uso, soliendo
cambiar su preferencias por uno u otro, de acuerdo con el mayor grado de
persuasión que les atribuyen al enlazarlos, circunstancialmente, con las
características de la situación jurídica que consideran.” 116 También, atinadamente,
explica que ello no debe verse en forma disvaliosa o tendiente a pensar que el uso
de los argumentos por parte de los juristas o jueces puede ser absolutamente
discrecional. Lo que sucede es que la argumentación y sus recursos son técnicas
utilizadas para la consecución de un fin (persuadir) y enmarcadas en un contexto.
En este sentido Marí señala que: “...hay que atender a una franja más compleja y
comprensiva como la estrategia argumentativa global de la que este recurso es
parte integrante, y a otro conjunto de factores que han sido objeto de extensos
debates en la teoría del derecho: los antecedentes históricos de la legislación, los
contextos políticos, económicos y sociales en que se inscriben las normas
jurídicas, los problemas lingüísticos de las normas, el sistema de creencias y
valores que forman la matriz de todo acto hermenéutico, y la evolución
contemporánea de la sociedad, el Estado Moderno y las cambiantes funciones de
los sistemas judiciales.”117
¿Existiría algún parámetro concreto para descartar argumentos incorrectos
en el marco de la teoría de la argumentación? El tema es más que arduo, sobre
todo en el caso de conflictos entre principios constitucionales, y los juristas y
filósofos del derecho no se ponen de acuerdo sobre el mismo, sosteniendo
diferentes posturas. Ricardo Lorenzetti remarca que un criterio concreto de
pretensión de corrección de los argumentos y razonamientos judiciales lo
116
Marí, Enrique. La interpretación de la ley. Buenos Aires, Eudeba, 2014, página 17.
117
Marí, Enrique, obra citada, página 18.
54
constituye la doctrina judicial elaborada por nuestra Corte Suprema sobre las
sentencias arbitrarias. En este sentido señala que: “La doctrina de la arbitrariedad
de las sentencias avala esta postura, en tanto se ha producido su descalificación
cuando la sentencia contiene una fundamentación sólo aparente y por lo tanto
consiste, básicamente, en analizar si ha seguido criterios de corrección en el
razonamiento jurídico.”118 Por ende, independientemente de los criterios
iusfilosóficos sobre el particular, podemos concluir que los razonamientos
argumentativos incorrectos o inadecuados existen, y son corregidos por el mismo
Poder Judicial a través de mecanismos recursivos como el mencionado.
Como puede advertirse a partir de las sintéticas definiciones brindadas,
muchos de los argumentos clasificados coinciden con los métodos tradicionales de
interpretación de la dogmática jurídica, mientras que los restantes parecerían no
encuadrarse concretamente en ninguno a de ellos. Pero en realidad siempre
estuvieron presentes en mayor o menor medida. Ello es así en función de que,
más allá de las importantes diferencias teóricas entre la teoría de la interpretación
y la de la argumentación, existe una gran continuidad práctica entre ambos
paradigmas, tal como lo he sostenido previamente. Por ello, cuando se analicen
los ejemplos jurisprudenciales concretos, me permitiré hablar indistintamente de
métodos de interpretación o argumentos.
118
Lorenzetti, Ricardo Luis. Teoría de la decisión judicial. Fundamentos del Derecho. Santa Fe, Rubinzal
Culzoni, 2008, página 211.
119
Confr. Häberle, Peter. El Estado constitucional. Buenos Aires, Astrea, 2007, páginas 263 y
siguientes.
55
visión que impide dar una respuesta completa a la relación entre la Constitución y
la realidad. Para Häberle debe cambiarse este punto de vista y adoptarse otra
posición, que implica concebir una interpretación “por” y “para” una sociedad
abierta. Con tal finalidad, expone que en los procesos de interpretación
constitucional están incluidos en potencia todos los órganos del Estado, todos los
poderes públicos, todos los grupos y ciudadanos. No existe en esta cuestión un
“numerus clausus”.
Debe señalarse que, según su pensamiento, todo aquel que “vive” una
norma, la interpreta en forma directa o indirecta. Por ello hay que dejar claro que la
concepción del jurista alemán de la idea de hermenéutica es distinta y más amplia
que la de desentrañar el sentido o comprender una disposición. Conforme ello, los
ciudadanos y los grupos activos son “fuerzas productivas de interpretación”, y los
destinatarios de las normas participan siempre de su interpretación. Entre otros
participantes del proceso hermenéutico Häberle distingue: a) los funcionarios
estatales (jueces, legisladores, el ejecutivo en distintas formas), b) los
participantes no estatales (las partes del proceso, otros terceros que puedan
intervenir en el mismo –como en nuestro caso el “amicus curiae” si es un tema de
interés público, etc.), y c) el espacio público democrático pluralista (que no son
participantes formalmente en un proceso, como por ejemplo los medios de
comunicación masiva, los partidos políticos y grupos de interés en el marco de una
sociedad plural).
Como puede advertirse, es una teoría diferente y novedosa, que enmarca al
proceso hermenéutico dentro de las relaciones entre la Constitución y la realidad
constitucional y concibe a la primera como un producto jurídico cultural. Y que,
además, nos lleva a concluir que un proceso interpretativo amplio y completo
solamente puede darse en el marco de una sociedad abierta, democrática y
pluralista.
56
este sentido, Alfonso Santiago afirma que: “El dictado de una sentencia es, de
modo análogo a la sanción de la Constitución o de una ley, un acto de naturaleza
político-jurídica. Si bien allí el componente político es claramente menor, no por
ello desaparece por completo. Por eso, debajo de las discusiones y posturas
acerca de la interpretación judicial, suele subyacer un debate del rol institucional
que se le quiere asignar a los jueces”.120 Conforme al autor, la cuestión se
relaciona con el arduo tema de definir el grado de autonomía y libertad que se le
quiere asignar a los jueces. En este sentido, lo que puede apreciarse es que a lo
largo del siglo XX se verifica por lo general una disminución de la discrecionalidad
de los poderes políticos en su actuación, por un lado, y un progresivo aumento de
la discrecionalidad de los jueces en el ejercicio de su función jurisdiccional.
Conforme este criterio, podemos concluir que siempre existe una cierta
dosis de politicidad en la decisión judicial. Entre otros argumentos a favor de ello,
Santiago señala los siguientes: a) toda sentencia es una decisión que se
pronuncia en nombre del Estado, b) el grado de politicidad de una sentencia se
hace especialmente evidente en los llamados “casos difíciles”, para cuya
resolución los magistrados deben recurrir a mayores grados de creatividad,
valoración y discrecionalidad, c) también tienen un alto nivel de politicidad las
sentencias en las cuales se ejerce el control de constitucionalidad de actos de
otros poderes del Estado, d) todas las sentencias, en mayor o menor medida,
tienen una trascendencia social e influyen en la comunidad en general, yendo sus
efectos o consecuencias más allá de las partes involucradas en el caso.
Obviamente que esto no implica de ninguna manera ser una excusa para que los
magistrados abandonen la independencia e imparcialidad que deben mantener en
el momento de impartir justicia. Mas bien debe ser entendido en sentido contrario,
vale decir como un elemento que incremente su grado de responsabilidad en el
ejercicio de sus funciones.121 Cabe agregar, además, que ese grado de politicidad
aumenta a medida que el tribunal en cuestión es de superior nivel o jerarquía,
120
Santiago, Alfonso (h). En las fronteras entre el Derecho Constitucional y la Filosofía del Derecho:
consideraciones iusfilosóficas acerca de algunos temas constitucionales. Buenos Aires, Marcial
Pons Argentina, 2010, página 146.
121
Santiago, obra citada, páginas 147 y 148.
57
llegando al máximo nivel en el caso de las Cortes Supremas o Tribunales
Constitucionales.
Siguiendo con su exposición, el autor desarrolla el interesante concepto de
“fallo institucional”. Señala que así como en el ámbito de la actividad del Poder
Ejecutivo se distinguen actos administrativos, de gobierno, políticos e
institucionales; en el ámbito del Poder Judicial, y especialmente en el marco de la
actuación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cabe diferenciar o
distinguir sentencias que implican primordialmente administración de justicia, de
otras más trascendentes, cuyas consecuencias exceden los intereses de los
litigantes, que pueden ser definidas como sentencias institucionales. Dentro de los
rasgos distintivos de este tipo de fallos podemos encontrar los siguientes: a)
deciden cuestiones de repercusión pública, b) no pasan desapercibidos a los que
siguen de cerca la vida política del país y a los medios de comunicación en
general, c) exigen por parte del tribunal una toma de decisión sobre el fondo de la
cuestión y también sobre las acciones u omisiones de otros poderes del Estado, d)
en estos casos se encuentran presentes, además de los intereses de las partes,
cuestiones relativas al interés general o al bien común, e) ello implica que los
jueces deben evaluar las consecuencias sociales de sus decisiones con mayor
prudencia, f) para su comprensión cabal es necesario tener siempre presente el
contexto político en el cual fueron dictados, g) son los casos en los que una Corte
Suprema o Tribunal Constitucional actúa como órgano de gobierno, y emitiendo
opiniones más generales sobre el tema en cuestión (muchas veces a través de
amplios obiter dictum)122. Coincide también con la idea de la existencia de un
componente político institucional en la jurisprudencia de los Tribunales Supremos,
Jorge Reinaldo Vanossi. En este orden de ideas, y refiriéndose a nuestra Corte
Suprema de Justicia de la Nación, el autor sostiene que: “Esto guarda armonía
con la necesaria consonancia del sistema constitucional todo y, particularmente,
con la debida relación e imbricación que debe haber entre una filosofía
constitucional, una política constitucional y una técnica constitucional, ésta última
al servicio instrumental de aquellas primeras y para resolver el tema que
122
Santiago, obra citada, páginas 148 a 154.
58
realmente interesa”123. Puede pensarse entonces a los métodos interpretativos o
argumentos utilizados por los tribunales como técnicas o medios necesarios para
la consecución de altos fines político institucionales relacionados con la plena
vigencia de la Constitución y su plexo de valores en la realidad social.
Continuando con el tema, Vanossi indica que: “Una Corte Suprema, ya sea esta o
cualquier otra, anterior o futura, es la expresión de una política constitucional. El
término “política” se utiliza en el sentido más arquitectónico de la palabra. Porque
es la Corte la que en definitiva va a decir si las implementaciones guardan o no
consonancia con el conjunto de valores que la sociedad ha querido privilegiar y ha
decidido colocar en un orden de prelación para asegurar la convivencia societaria
y el derecho colectivo”124. Destaca también el mencionado autor la importancia de
la interpretación constitucional realizada por la Corte Suprema para perfeccionar y
estabilizar el sistema democrático. En este orden de ideas manifiesta que: “Esto
se consigue por medio de tres pernos o cauces, que animan la perdurabilidad de
un sistema constitucional. En primer lugar, se halla la interpretación de la
Constitución, que es una tarea fundamental a cargo de la Corte Suprema, que en
nuestro país tiene la palabra final en la hermenéutica constitucional...” 125
Augusto M. Morello destaca también el rol político de la Corte Suprema,
intérprete final de la Constitución, señalando que dicha actividad admite: “Grados,
matices, prudencia, contención, desde luego. Pero la Corte no es indiferente y
está presente y orienta la línea de las grandes coordenadas del sistema de la
República y la igualdad democrática, con el docente espíritu de formación cívica
en miras de amar y respetar la Constitución y las instituciones, bregando con el
conjunto de la ciudadanía, para mejorar su calidad y hacer más confiable su
práctica.”126 Lo propio hace Carlos Fayt, quien describe con claridad el hilo
conductor que existe entre la actividad política y el rol de los jueces: “Como la
política es el arte de transformar las tensiones sociales en normas jurídicas, la
123
Vanossi, Jorge Reinaldo A. El Estado de Derecho en el Constitucionalismo Social. Tercera edición. Buenos
Aires, Eudeba, 2000, página 251.
124
Vanossi, obra citada, página 251.
125
Vanossi, obra citada, páginas 255 y 256.
126
Morello, Augusto Mario. La Corte Suprema en el sistema político. Buenos Aires, Lexis Nexis, Abeledo
Perrot, 2005, página 121.
59
función de la Corte consiste en determinar si esas normas no se encuentran a
extramuros de la Constitución. La Corte tiene como herramientas el control de
constitucionalidad de las leyes, adecuando al sistema jurídico por las
circunstancias históricas, en salvaguardia de los derechos y garantías individuales,
asegurando a la sociedad su existencia dentro de las normas del derecho, la
justicia y la libertad.”127
Por su parte, Dalla Via distingue dos planos o dimensiones de la relación
entre la justicia y la política: “Por eso, a mi entender, la relación entre justicia y
política tiene dos planos, uno ético, definitivamente personal e individual cuyo
riesgo o reaseguro se encuentra en los procesos de designación de los
magistrados y otro funcional o sistémico y tiene que ver en cómo un determinado
sistema político articule la relación entre la justicia y la política.” 128 En este orden
de ideas, el autor descalifica la politización entendida como una patología o
deformación interpretativa basada en una teleología unidireccional. 129 Pero por el
contrario señala que: “No incluimos en esta crítica la adopción de criterios políticos
en la interpretación cuando los mismos se incardinan en el plexo de valores propio
del ordenamiento aceptado, tal lo expresan García de Enterría en su tesis sobre la
“interpretación conforme” y Raúl Canosa Usera proponiendo la fórmula política” en
la interpetación constitucional.” 130 Dalla Via rechaza, como criterio meramente
político, a las teorías que avalan y preconizan el “uso alternativo del derecho”.
Quizá podría pensarse que estos criterios podrían justificar interpretaciones
mutativas de la norma constitucional.
SEGUNDA PARTE
127
Fayt, carlos S. La Corte Suprema y la evolución de su jurisprudencia. Leading cases y hodings. Casos
trascendentes. Buenos Aires, La Ley, 2004, página VII, prólogo.
128
Dalla Via, Alberto Ricardo. Teoría política y constitucional. México, UNAM, 2006, página 218.
129
Dalla Via, Alberto Ricardo. Instituciones..., obra citada, página 313.
130
Dalla Via, Alberto Ricardo. Instituciones..., obra citada, página 313.
60
Veremos a continuación diferentes pautas, criterios, métodos interpretativos
y/o argumentativos usados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
materia de derechos sociales, económicos y culturales. A los efectos de este
trabajo, vamos a adoptar una definición amplia de derechos económicos, sociales
y culturales (DESC). Puede citarse como marco definitorio, lo explicado por Carlos
Fayt: “Se trata, desde una perspectiva más amplia, del conjunto de derechos
económicos, sociales y culturales. Con tal rótulo suelen abarcarse el derecho a la
salud física y mental, a la educación, la alimentación y la vivienda, la accesibilidad
y las condiciones de empleo dignas, la sindicalización, la seguridad social, la
prioridad a la familia y a la protección especial a los niños, el disfrute de la cultura,
todo ello en un contexto de igualdad real de oportunidades.” 131 Una definición
clásica acerca de cuáles son estos derechos la brinda Héctor Fix Zamudio, quien
lo relaciona con los derechos de segunda generación y manifiesta que: “Los
derechos de segunda generación están constituidos por los derechos económicos,
sociales y culturales del hombre, se les reconoce también como derechos de
“igualdad” en los cuales corresponde al Estado una obligación de hacer, dado que
tales derechos tienen que realizarse a través o por medio del Estado. En ese
ámbito, el Estado debe actuar como promotor y protector del bienestar económico
y social, en otras palabras, tiene que convertirse en garante del bienestar de todas
las personas dependientes de su jurisdicción, para que éstos desarrollen al
máximo, individual y colectivamente. Estos derechos han sido propugnados desde
hace varios años por el constitucionalismo social, entre los cuales tenemos:
derecho al trabajo, a la seguridad social, a la educación; al salario equitativo, a la
seguridad social, a la educación, al salario equitativo, a la sindicación, la huelga; al
descanso y al pleno empleo.”132
Por su parte Humberto Quiroga Lavié define a los derechos sociales como:
“...nuevos derechos correspondientes a protagonistas o titulares sectorizados, con
“nombre propio” (trabajadores, mujeres, niños, ancianos, gremios, familia), para
131
Fayt, Carlos S. La evolución de los derechos sociales; del reconocimiento a la exigibilidad: el legado del
siglo XX y los desafíos del siglo XXI. Buenos Aires, La Ley, 2007, página 19.
132
Fix Zamudio, Héctor, Valencia Carmona, Salvador. Derecho Constitucional mexicano y comparado.
Séptima edición. México, Editorial Porrúa, 2010, pagina 433.
61
corregir, remediar o morigerar las injusticias sociales más notorias engendradas
bajo el Estado liberal burgués. Es decir, que se especifican distintos titulares y
nuevos contenidos que antes se disolvían en el genérico y abstracto concepto de
persona y de derecho individual, y aparece una nueva gramática de los derechos
humanos con la incorporación progresiva de nuevos sujetos en situación de
desventaja fáctica dotados de nuevas facultades.” 133
Courtis y Abramovich relacionan la aparición de los derechos sociales en el
contexto de la crítica al modelo del Constitucionalismo Liberal del siglo XIX. En
este orden de ideas afirman que: “Desde el punto de vista histórico, los derechos
sociales están relacionados con el origen de la idea de “Derecho Social", que se
sitúa en el último tercio del siglo XIX, y tiene lugar centralmente a partir de la
crítica del empleo de las nociones jurídicas típicas del modelo liberal a las
relaciones entre capital y trabajo.”134 En similares términos, el constitucionalista
brasileño Paulo Benavides conceptualiza al Estado Social, que garantiza los
derechos socioeconómicos, como una superación y ampliación positiva del Estado
Liberal. En este sentido manifiesta que: “El liberalismo de nuestros días, en cuanto
liberalismo realmente democrático ya no puede ser, como vimos, el tradicional de
la Revolución Francesa, sino que ha de estar aumentado por todos los elementos
de reforma y humanismo con los que se han enriquecido las conquistas
doctrinales de la libertad. Éstas lo han de recomponer, enderezarán sus conceptos
con los ingredientes de la socialización moderada para poder mantener no
simplemente un liberalismo jurídico, sino además el económico y social para que
sea efectivamente un liberalismo que contenga la plena identidad del derecho con
la justicia.”135
Con referencia a la naturaleza jurídica de los derechos económicos,
sociales y culturales, Alberto Dalla Via sostiene la inexistencia de diferencias
sustanciales entre los diferentes derechos declarados por la Constitución: “No hay
133
Quiroga Lavié, Humberto; Benedetti, Miguel Ángel; Cenicacelaya, María de las Nieves. Derecho
Constitucional Argentino. Segunda edición actualizada por Humberto Quiroga Lavié. Tomo I. Santa Fe,
Rubinzal Culzoni, 2009, página 262.
134
Courtis, Christian; Abramovich, Víctor. El umbral de la ciudadanía. El significado de los derechos sociales
en el Estado social constitucional. Buenos Aires, Del Puerto, 2006, página 11.
135
Bonavides, Paulo. Del Estado Liberal al Estado Social. Buenos Aires, Astrea, 2014, página 33.
62
diferencia de sustancia entre los derechos constitucionales, aun cuando es
admisible que los derechos económicos y sociales suelen añadir el requisito de la
progresividad en cuanto a que el Estado debe proceder a remover los obstáculos
de la desigualdad. Esa obligación de hacer por parte del Estado no define la
esencia del derecho protegido, ya que bien se ha señalado que también importan
“costos” los derechos civiles y políticos (ej. derecho al sufragio)” 136. El citado jurista
considera que la característica común a todos los derechos constitucionales –
incluidos los económicos y sociales- radica en realidad en su exigibilidad:
“Considerar a un derecho económico, social o cultural como derecho es posible
solamente si –al menos en alguna medida- el titular está en condiciones de
producir, mediante una demanda o queja, el dictado de una sentencia que
imponga el cumplimiento de una obligación que constituye el objeto de su
derecho”137. A similar conclusión llega Christian Cao, quien manifiesta que: “...no
obstante sus diferencias temporales, la Constitución Argentina no estipula ningún
tipo de diferencia dogmática en el plano de preferencias de derechos. Ello incluso
considerando sus clasificaciones provenientes de ámbitos académicos.
Consecuentemente sostenemos que a priori la totalidad de los derechos
reconocidos en el cuerpo de su ordenamiento poseen la misma jerarquía y
similares principios jurídicos, los cuales a su vez se vinculan en su interrelación
con las garantías constitucionales receptadas en aquella norma. Las eventuales
colisiones entre esos bienes jurídicos fundamentales deberán ser resueltas en
términos de razonada ponderación argumentada.” 138 En este orden de ideas, debe
resaltarse también que, más allá de la caracterización efectuada sobre esta
categoría de derechos, debe tenerse presente siempre el principio de unidad e
indivisibilidad de todos los derechos humanos, lo que permite relacionar distintas
clases o categorías de derechos entre sí en la medida en que confluyan en un
mismo titular o sujeto activo. Un claro ejemplo de esta posibilidad es presentada
136
Dalla Via, Alberto Ricardo. Derechos económicos y sociales, pobreza extrema y protesta social. En
Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Anales. Tomo XXXIII Parte I (2006), Buenos Aires, 2007,
página 495.
137
Dalla Via, obra citada, página 499.
138
Cao, Christian Alberto. Constitución socioeconómica y derechos fundamentales. Estudio comparado entre
los casos de España y Argentina. Buenos Aires, Ediar, 2015, página 383.
63
por Emilio Ibarlucía al comentar un fallo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos relativo a la guarda de niños con fines de adopción 139. Este jurista
manifiesta que: “Reiteramos que tal es el camino que deben seguir todos los
tribunales del país que se enfrenten a estas situaciones. Mucho se ha discutido en
los últimos tiempos sobre la operatividad de los derechos consagrados en el Pacto
Internacional sobre Derechos económicos, sociales y culturales de 1966 (ratificado
por Argentina en 1986 y elevado a jerarquía constitucional en 1994), y de las
diversas cláusulas concordantes de la Constitución Nacional y Constituciones
provinciales. Asimismo, varios fallos se han dictado en esa dirección, pero pocas
veces se ha dicho que, si existe un ámbito en que esa operatividad debe tornarse
especialmente efectiva, es en lo que se refiere a los derechos de los niños, niñas y
adolescentes. Es aquí donde confluye el Pacto con la Convención Internacional de
Derechos del Niño y las leyes que en el orden nacional y provincial, reglamentan
sus principios y directivas.”140
Este conjunto de derechos responde y se relaciona axiológicamente con el
valor justicia social, consagrado expresamente en el artículo 75 inciso 19 de la
Constitución Nacional reformada en el año 1994. El mismo es definido por Gastesi
de la siguiente forma: “Progreso económico con justicia social insinúa un orden
económico con predominio de los principios éticos, al servicio del pleno desarrollo
de la persona humana, con igualdad de oportunidades reales y efectivas a favor
del mayor número de integrantes de la mayor cantidad de sectores de la
comunidad, poniendo especial atención en la tutela, protección y nivelación de los
más necesitados, con participación en la vida económica, cultural, cívica y social, y
distribución equitativa de la riqueza nacional”. 141
Puede concluirse entonces que los derechos económicos, sociales y
culturales son derechos que han sido reconocidos progresivamente en el orden
139
Ibarlucía, Emilio A. Guarda de niños con fines de adopción. Lecciones del caso “Fornerón” de la CIDH.
Buenos Aires, La Ley 2014 C, 954.
140
Ibarlucía, obra citada, páginas 961 y 962. Debe mencionarse que el autor de la nota ha mantenido esta
postura en su actividad como juez. Ello puede comprobarse consultando su voto como integrante de la Sala
I de la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mercedes, Provincia de
Buenos Aires, en la causa “M., D s/ medida de abrigo”, expediente SI 114618 del 8/11/2013.
141
Gastesi, Efraín Rodolfo. El valor justicia social en la Constitución Nacional. En: Asociación Argentina de
Derecho Constitucional. A 10 años de la Reforma de la Constitución Nacional. Buenos Aires, AADC, 2005,
página 582.
64
constitucional argentino y que poseen la misma jerarquía que aquellos derechos
previamente previstos en la Constitución. Ello nos debe inducir a pensar que los
métodos de interpretación judicial o de argumentación en la materia debe ser la
misma utilizada para interpretar todos los derechos constitucionales, y toda la
norma constitucional en su conjunto.
Para este trabajo analizaremos la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en orden cronológico, centrando el análisis en algunos de
diferentes métodos de interpretación de la Constitución o argumentación
constitucional utilizados en cada uno de ellos.
Valga como advertencia metodológica preliminar que, siempre, al dictar una
sentencia, un tribunal de justicia esgrime diferentes y variados argumentos para
justificar su decisión. Por consiguiente no es el objetivo de este trabajo agotar
exhaustivamente todos los argumentos que brindan cada una de las sentencias
que se comentarán, sino solamente brindar algunos ejemplos que permitan ilustrar
las cuestiones generales expuestas en la primera parte, poniendo un especial
enfoque en los derechos económicos y sociales. La idea que propongo es la de
pensar cuáles pueden los argumentos más relevantes –ya sea explícitos o
implícitos- que llevan a la Corte a tomar su decisión en el fallo estudiado, y
ubicarlos en alguno de los métodos o sistemas interpretativos vistos en la primera
parte del trabajo. Desde luego que el tema es abierto, complejo y por demás
opinable. Vale recordar en este sentido, lo expresado por Sagüés: “Es del caso
destacar que para la Corte Suprema argentina la Constitución, con frecuencia,
permite ser interpretada de distintos modos (Corte Sup., Fallos 319:3241,
“Chocobar” –JA 1997-II-557-)142. Ello importa un significativo rechazo, para
muchas situaciones, de la “interpretación única” de la Constitución, circunstancia
que le permite -de paso- al tribunal un buen margen de maniobra para optar por
una entre varias rutas exegéticas, incluso cambiantes en el tiempo, conforme a la
doctrina de la interpretación dinámica que de vez en cuando usa.” 143 En idéntico
sentido se expresa Segundo Linares Quintana, quien manifiesta que:
“Consideramos que el intérprete constitucional, para cumplir correctamente su
142
Este fallo será analizado posteriormente.
143
Sagüés, obra citada, página 145.
65
compleja y delicada misión –que es desentrañar el verdadero, cabal y exacto
significado y alcance de las normas y comportamientos constitucionales-, debe
utilizar todos los criterios o enfoques metodológicos que resulten más adecuados
para lograr dicha finalidad, evitando incurrir en la peligrosa unilateralidad a la que
lo llevaría, inevitablemente, el empleo excluyente de uno o de varios enfoques,
dejando de lado otro, no pocas veces tanto o más valiosos, lo que le impediría
alcanzar la visión integradora y total que exige una correcta interpretación” 144. Para
este autor entonces, la pluralidad de métodos o criterios interpretativos no
solamente es algo que sucede en la práctica, sino que también es algo necesario,
ya que es justamente esta pluralidad la que le va a otorgar al intérprete las
diversas herramientas que va a necesitar para desentrañar el significado de la
norma aplicada al caso concreto. De lo que no puede quedar duda alguna es de la
importancia de la tarea hermenéutica de los jueces en el marco del ejercicio de
sus funciones. Es relevante en este sentido la opinión del Catedrático español
Gregorio Peces-Barba, quien señaló que: “Pese a la desconfianza originaria con la
que los liberales contemplaron la autonomía del juez, frente a la ley,
representación de la voluntad general, el papel del juez ha ido aumentando en el
ámbito de los derechos fundamentales…En el plano de la Teoría General del
Derecho está completamente superada la concepción que veía en la actividad
judicial una mecánica de subsunción al caso concreto de las normas generales” 145.
Amén de lo dicho, la interpretación judicial cobra especial relevancia en
materia de derechos económicos y sociales durante gran parte de nuestra historia
constitucional. Indudablemente, en parte del siglo XX fueron los tribunales, y en
especial la Corte Suprema de Justicia, los que permitieron, a partir del método
interpretativo o argumentativo dinámico, aggiornar el texto constitucional y dar
cabida a los nuevos derechos producto del advenimiento del Estado Social.
Comentando la jurisprudencia de este período, Pablo Manili señala que: “Es
necesario aclarar y distinguir que, durante las tres primeras décadas del siglo,
hasta 1930, la ideología jurídica de la Corte era, en líneas generales, liberal,
144
Linares Quintana, obra citada, página 233.
145
Peces-Barba, Gregorio. Derechos Fundamentales. Segunda Edición. Madrid, Biblioteca Universitaria
Guadiana, 1976, página 172.
66
mientras que en la década de 1930 predominaban en sus miembros las posturas
conservadoras. No obstante esas diferencias ideológicas...hubo varios fallos
dictados durante las décadas de 1920 y 1930 que tuvieron como resultado –tal vez
no deseado por quienes los redactaron- la aplicación en la Argentina de principios
propios del Constitucionalismo Social.”146 Como se advertirá más adelante,
muchos de estos fallos se estructuraron argumentativamente a partir de la noción
de emergencia constitucional.
67
texto constitucional no consagraba derechos absolutos que no pudieran
reglamentarse. En virtud de estas consideraciones el Máximo Tribunal decide
declarar que la cuestión de no es de competencia federal, rechazar la apelación
interpuesta y confirmar el fallo del a quo.
68
Poder Ejecutivo, el cual le sería concedido previo dictamen del Consejo de Higiene
Pública. La Corte Suprema realizó en el caso que contempló una interpretación
restringida del ejercicio del poder de policía del Estado en materia de
reglamentación de los derechos constitucionales, compatible con el liberalismo
económico, que abarca cuestiones de salubridad 147. Por ejemplo en el
considerando 3° se afirma que: “…ninguno puede tener un derecho adquirido a
comprometer la salud pública…”, señalándose en forma enfática que el Estado
puede limitar los derechos patrimoniales en función de la salud de los habitantes.
También en el considerando 4° se afirma que es obligación del gobierno proteger
la salud pública. En este orden de ideas, en el considerando 6° de la sentencia se
afirma que los derechos constitucionales están sujetos a las leyes que
reglamentan su ejercicio. Ejemplo de ello son el Código Civil y sus restricciones al
dominio. Y, en el caso, la ley del 6/9/1871, dictada a los efectos de preservar la
salud pública, no lesiona el derecho de propiedad ni ningún otro derecho
constitucional, ya que no se tiene derecho alguno a afectar a otro. Dentro de los
argumentos normativos expuestos (art. 2611 del Código Civil, leyes y reglamentos
provinciales), la Corte agregó normativa hispana (argumento normativo
comparado) ley 13, título 32, partida 3ª. Entiendo también que la cita de esta
última norma obra simultáneamente como argumento histórico, que refuerza la
legitimidad de la decisión. También estimo que, implícitamente, es un fallo de
naturaleza originalista, ya que realiza una hermenéutica compatible con la
voluntad e intención del Constituyente Originario. En virtud de estas razones se
rechaza la demanda interpuesta por los accionantes contra la Provincia de Buenos
Aires.
147
También de moralidad, como se vio en el caso “Plaza de Toros”.
69
económico148. Los hechos eran los siguientes: una ley de dicha provincia había
creado un impuesto adicional sobre la producción de azúcar del año 1902, cuya
alícuota se incrementaba si se excedía cierto nivel de producción, con el objetivo
de limitar la producción de los ingenios. Además, la ley disponía que el producido
del impuesto se distribuiría entre los productores que no hubieran podido vender la
totalidad de su cosecha. La medida fue considerada intervencionista y lesiva de
los artículos 10, 14, 16, 20 y 28 de la CN por el actor. El impuesto se apartaba de
la idea liberal clásica planeada por el constituyente de 1853-60 y reglamentaba
derechos patrimoniales en función del interés social yendo más allá de la noción
de poder de policía restringido. El mismo sólo justificaba la restricción de los
derechos constitucionales civiles por razones de cuestiones de salubridad,
seguridad y moralidad. El fallo se dictó el 20 de septiembre de 1903, no tuvo
disidencias y fue suscripto por Abel Bazán, Octavio Bunge, Nicanor G. Del Solar,
M.P. Daract y Antonio Bermejo. En su decisión, la Corte separa lo relacionado con
la oportunidad y mérito de la ley en términos económicos, de lo estrictamente
jurídico. Y decide que su competencia debe limitarse a analizar solamente esto
último (considerando 2°). Sin embargo, en el considerando 3°, el Alto Tribunal
opina sobre la conveniencia y oportunidad de la norma, y la estima desacertada,
ya que en realidad permite proteger a algunos empresarios que han tomado
decisiones incorrectas con el esfuerzo de toda la población. Seguidamente, a
partir de los considerandos 7° y siguientes estima que la norma cuestionada es
contraria a los artículos 14 y 16 de la Constitución, ya que limita en forma
irrazonable y excesiva el derecho de trabajar y ejercer industria lícita, y el de
comerciar, por un lado, y la igualdad como base de las cargas tributarias, por otro.
Esta norma no puede tampoco de ningún modo fundarse en la autonomía de las
provincias, tal como argumentaba la demandada, ya que las autonomías
provinciales no pueden ser fundamento para dictar normas que restrinjan
indebidamente los derechos constitucionales. Y es en el considerando 15 donde
encontramos expresado con prístina claridad el argumento originalista en el fallo,
148
Puede verse una síntesis del mismo en Manili, Pablo Luis. Evolución de la jurisprudencia de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación 1863-2007. Buenos Aires, Editorial Universidad, 2007,
páginas 73 a 77.
70
que vale la pena transcribir: “Que hay error en atribuir a las declaraciones y
garantías contenidas en la primera parte, capitulo único de la Constitución, el
alcance de restricciones tan sólo a los poderes públicos nacionales, bajo la
influencia de teorías y precedentes que no están en armonía con las fuentes
inmediatas de la ley fundamental con algunas disposiciones peculiares de ella, con
las necesidades y anhelos de la época en que se dictó y con la inteligencia que se
le ha dado en 'documentos históricos y numerosos fallos. Omitiendo, en efecto,
otros, bastaría recordar a este respecto el informe de la comisión encargada de
formular un proyecto de Constitución en la primera Convención Nacional de Santa
Fe'. La comisión, se dice en ese informe, se ha preocupado especialmente de la
resolución de ese problema ¿cómo hacer para que el gobierno federal proporcione
a la Nación respeto y reputación exterior, paz interna desenvolvimiento del
comercio, de la industria y la población? La comisión ha creído resolverlo por los
medios consagrados en las declaraciones y garantías. Nuestra situación es
dolorosa por retrógrada. Es preciso que la práctica del régimen constitucional a
que aspiramos, dé cuando menos para nuestros sucesores, seguridad a la vida y
propiedades, medios de trabajo, precio a nuestras tierras y productos y facilidades
para comerciar con los pueblos extranjeros de cuyos artefactos y ciencias
carecemos... Por último, el proyecto que la comisión tiene la honra de someter a
examen de V.H. no es obra exclusivamente de ella. Es la obra del pensamiento
argentino manifestado por sus publicistas... (Congreso General Constituyente de
Santa Fe. Sesión de 18/4/1853).” La Corte continúa con su razonamiento en los
considerandos siguientes, haciendo mención a las ideas de Alberdi (considerando
16 y 17). Señala finalmente que, de hacerse extensivo el criterio de la ley, no
habría actividad comercial o industrial que no pudiera regularse o coartarse,
restringiendo derechos constitucionales (considerando 23). Finalmente, en función
de dichos argumentos, la ley de la provincia de Tucumán es tachada de
inconstitucional. Como puede apreciarse, el fallo realiza una férrea defensa del
liberalismo económico, y, entre otros métodos hermenéuticos, apela al
originalismo más claro para justificar su decisión.
71
SOCIEDAD ANÓNIMA BODEGAS Y VIÑEDOS ARIZU C/ PCIA. DE MENDOZA
(1929)
El 23/10/1929, durante la segunda presidencia del Dr. Hipólito Yrigoyen, la
Corte Suprema dictó sentencia en el caso “Sociedad Anónima Bodegas y Viñedos
Arizu C/ Pcia. De Mendoza, por inconstitucionalidad de las leyes números 732 y
922 y devolución de sumas pagadas” (Fallos, 156:20). El objeto de la cuestión
radicaba en la demanda por inconstitucionalidad contra la Provincia de Mendoza y
la repetición de las sumas pagadas en concepto de salario mínimo en virtud de
dos leyes provinciales que lo instauraban en dicha jurisdicción. Las normas locales
eran cuestionadas por la accionante en virtud de considerar que invadían
facultades exclusivas de la Nación, ya que lo legislado implicaba una intromisión
en temas de derecho común, propio de los códigos de fondo, cuyo dictado
compete al Congreso Nacional. Y por ende, no se trataba de una cuestión
reservada a las Provincias en el marco del poder de policía reglamentario del
trabajo. Amén de ello, estimaba vulnerado el derecho de propiedad, industria y
trabajo garantizados en los artículos 14 y 17 de la Constitución Nacional. El
Procurador General, Dr. Horacio R. Larreta, citando antecedentes
jurisprudenciales de la misma Corte, dictamina en favor de la parte actora en virtud
del argumento relacionado con la competencia de la Nación y no de la Provincia
sobre la cuestión.
El Máximo Tribunal admite el caso atento que se encuadra en su
competencia originaria (actual art. 117 CN). La sentencia fue suscripta, sin
disidencias, por los Dres. José Figueroa Alcorta, Roberto Repetto, R. Guido
Lavalle y Antonio Sagarna. La Provincia demandada esgrimió, entre otros
argumentos en su favor, que las normas cuestionadas no eran contrarias a la
Constitución Nacional en cuanto tendían a asegurar a los trabajadores un
“mínimum de bienestar económico”, que en el marco de la sociedad capitalista hay
voces provenientes de la doctrina católica (por ejemplo la Encíclica Papal Rerum
Novarum de 1891) y del pensamiento socialista que abogan en favor de la
existencia de un salario mínimo, atento que el trabajo humano no es mercancía,
que los fines de la ley son justos y totalmente compatibles con los objetivos del
72
Preámbulo de la Constitución Nacional y que asegurar un mínimo bienestar a los
trabajadores de la provincia forma parte de las atribuciones en materia de poder
de policía de la misma.
La Corte decidió resolver en favor de la empresa accionante en virtud
de diferentes argumentos. Entre otros podemos indicar el argumento
jurisprudencial (autoprecedente), atento que manifiesta: “Que la jurisprudencia de
esta Corte ha señalado en reiterados fallos el carácter de exclusividad
correspondiente a ese poder, al declarar que todas las leyes que estatuyen sobre
las relaciones privadas de los habitantes de la República son del dominio de la
legislación civil o comercial y están comprendidas entre las facultades de dictar los
códigos fundamentales que la Constitución atribuye exclusivamente al Congreso,
a cuya legislación deben conformarse las Provincias.” Prosiguiendo con su
argumentación, señala el Máximo Tribunal no solamente que el tema es de
derecho común, propio de los códigos de fondo, y por ende ajeno a la
competencia legislativa de las provincias, sino que la admisión del salario mínimo
viola la libertad de contratación –tratándose en el caso de una locación de
servicios- prevista en el Código Civil. Entiendo que se realiza aquí una
argumentación de tipo estática u originalista, que abarca en primer lugar a una
norma legal (el Código Civil) e implícitamente a la Constitución Nacional. Esto
puede advertirse en el hecho de que la Corte niega autonomía científica y
normativa al Derecho del Trabajo, pese a su incipiente desarrollo, y opta por
subsumir la cuestión en las normas civiles. Vale decir que elige resolver el tema
apelando a las normas más antiguas y al Derecho más consolidado frente a los
argumentos esgrimidos por la Provincia. Remarco esto porque la
inconstitucionalidad no es resuelta solamente por cuestiones relacionadas con el
reparto de competencias en el marco del federalismo, sino que también la Corte
consideró que se vulneraba el derecho de fondo. Y es aquí donde se advierte el
criterio originalista o estático. En palabras del mismo Tribunal: “Que aun cuando
se reconoce por esta Corte el amplio desenvolvimiento alcanzado en la ciencia
contemporánea por la rama nueva del derecho llamada Legislación Industrial o
derecho obrero, no se puede negar, empero, que, en el fondo, gran parte de su
73
contenido se constituye de elementos o instituciones que se mantiene dentro del
campo de las relaciones civiles (contrato de trabajo, salarios, accidentes de
trabajo, etc.), correspondiendo los otros al dominio del derecho administrativo y
aún al de la ciencia económica o financiera.” 149 Finalmente, el Alto Tribunal le
otorga al poder de policía de las provincias un carácter “residual” que debe ceder
ante facultades exclusivas de la Nación. De este modo entonces se declara la
inconstitucionalidad peticionada.
74
cuestionado entonces el derecho de trabajar y el principio de igualdad ante la ley.
La Corte decidió la cuestión con la firma de los Doctores Figueroa Alcorta, Guido
Lavalle y Sagarna. El Alto Tribunal decidió rechazar la solicitud de
inconstitucionalidad fundando su sentencia en el poder de policía en materia de
salubridad y moralidad que posee Congreso, citando jurisprudencia
estadounidense, por un lado, y en que la norma cuestionada no es irrazonable ni
arbitraria porque la regulación del tema no es de ninguna manera ajena al
legislador y lo decidido es una razonable regulación de un tema que no se
encuentra totalmente enmarcado en el ámbito privado sino que es de orden
público. La Corte en esta oportunidad entonces convalidó limitaciones al derecho
de trabajar fundada en razones de orden público, avanzando en la regulación de
un tema que podría haber sido cuestionado si se siguiera el criterio liberal
ortodoxo sostenido en otras oportunidades, como en el caso “Hileret” años antes.
De cualquier modo, atento a la naturaleza de la cuestión, podría haber sido más
sencillo decidir de esta manera ya que el descanso dominical tiene raíces
religiosas y por ende no era necesario hacer una hermenéutica innovadora para
darle cabida.
Hay importante jurisprudencia de la Corte en materia de limitación de la
propiedad por razones de bien común que puede relacionarse con el surgimiento
del Constitucionalismo Social por vía de interpretación dinámica. Sin embargo,
debe tenerse presente que esta jurisprudencia convalidó normativa regulatoria
siempre bajo el carácter de norma de emergencia, vale decir, con carácter de
excepcional en virtud de ciertas circunstancias fácticas, y por tiempo limitado o
determinado. Nos encontramos puntualmente en este caso con una interpretación
extensiva de los derechos sociales (del trabajador individual) y una interpretación
dinámica de la Constitución Nacional, que se aparta de los precedentes en la
materia. También hay una interpretación extensiva del alcance del poder de policía
en materia de reglamentación de los derechos constitucionales.
75
Otro ejemplo paradigmático de esta jurisprudencia es el caso “Avico, Oscar
Agustín c/ De la Pesa, Saúl C. S.” (Fallos 172:21), dictado durante la presidencia
de Agustín P. Justo. En dicha causa se discutía la constitucionalidad de la ley
11.741 que recortaba intereses pactados en los préstamos con garantía
hipotecaria. Ello se hacía en el marco de la crisis económica mundial que se
desató en 1930. El fallo fue dictado el 7 de diciembre de 1934. El Presidente de la
Nación era el General Agustín P. Justo. En el proceso se discutía si esta ley
violaba el derecho de propiedad y contratar garantizados por los artículos 14, 17 y
28 de la Constitución Nacional. En la instancia anterior ley había sido declarada
inconstitucional por lesionar esos derechos. Concedido el recurso extraordinario,
la Corte decide a favor de la constitucionalidad de la ley con varios argumentos.
En primer lugar justifica la aplicación retroactiva de la norma legal de emergencia,
que la hacía aplicable a contratos en curso de ejecución, bajo la noción de que no
hay derechos absolutos (considerando 5°). Seguidamente, señala que si bien el
derecho de propiedad que emerge de un contrato es constitucionalmente igual al
que se tiene sobre una propiedad, el Congreso puede modificar legítimamente el
plazo de exigibilidad de los intereses por razones de interés general (considerando
6°). Alude posteriormente a la jurisprudencia norteamericana contemporánea –
argumento jurisprudencial- , ya que en el país del norte se había decidido un caso
análogo, el 8 de enero de 1934. Hablamos de la causa “Home Building and Loan
vs. John H. Blaisdell y señora de Blaisdell”, en el cual la Corte norteamericana
había resuelto a favor de la constitucionalidad de una medida legislativa similar
(considerandos 8° y siguientes). Tal como corresponde a una interpretación
dinámica, la sentencia tiene en cuenta las circunstancias actuales que van a
justificar su decisión. Por ejemplo, en el considerando 12 se hace mención a la
crisis económica que dio sustento a la sanción de la ley, señalando que la misma
se expresó con claridad en la discusión parlamentaria, y que la extensión y
gravedad de la misma justifica esta normativa en el marco de una emergencia.
También entonces hay una interpretación extensiva del poder de policía en
tiempos de emergencia y una argumentación social y económica de carácter
pragmático. El fallo fue suscripto por Antonio Sagarna, Julián V. Pera (con
76
ampliación de fundamentos), Luis Linares y B. A. Nazar Anchorena. Hay una
disidencia parcial del Dr. Roberto Repetto, quien se opone a la aplicación
retroactiva de la ley, por considerar que dicha aplicación es irrazonable, arbitraria y
lesiva del derecho de propiedad.
77
obrero accidentado o víctima de una enfermedad profesional; ha creído y resuelto
que las mujeres y los niños sólo en cierta medida y condiciones pueden trabajar…”
señalando que esta normativa se inspira en: “…la doctrina social de la Iglesia en
las conocidas Encíclicas Papales…” y con el objetivo de proteger la higiene y la
salud social. Agrega luego un argumento analógico: “¿Qué diferencia existe entre
el descanso pago de medio día de sábado hasta el lunes y los pocos días de
vacaciones anuales?” También cita precedentes jurisprudenciales de la misma
Corte (argumento jurisprudencial) que convalidaron leyes favorables a los
trabajadores por similares motivos (“Saltamarini c/ Compañía de Tranways La
Nacional”. Es entonces este fallo otro ejemplo de interpretación dinámica de la
Constitución a partir de avalar normas legislativas de carácter social que se
adaptaban a los cambios de época.
78
norma de emergencia, pero dispensa a la norma no indicar plazo, atento a que, la
situación de guerra era de por sí transitoria. El fallo fue suscripto por Roberto
Repetto, F. Ramos Mejía, Tomás D. Casares. Encontramos entonces una
interpretación extensiva del alcance del poder de policía en materia de
reglamentación de derechos en el marco de una argumentación de tipo dinámico.
Por su parte, firma en disidencia B. A. Nazar Anchorena. Su disidencia no radica
en una impugnación a la constitucionalidad de la ley, sino a su aplicación en el
caso concreto, la cual juzga irrazonable. Entiende que el legislador tiene la
facultad de fijar razonablemente precios máximos en una situación de emergencia,
pero no habilita a exigir a un comerciante vender a pérdida.
Hemos visto entonces como sin que hubiese una reforma de la Constitución
de 1853-60 sobre el tema, por vía argumentativa dinámica se le dio un contenido
diferente y se permitió el ejercicio del poder de policía de emergencia en materia
de libertad de trabajar, contratar y derecho de propiedad. Ello implica también, una
interpretación extensiva del alcance de la emergencia en términos
constitucionales.
79
Civil). En un escueto fallo, la Corte decidió admitir el recurso de queja interpuesto
y considerar el fondo del asunto. Y en tal sentido, estimó que los muebles
embargados no eran bienes de lujo, sino el ajuar modesto de la familia del
demandado, por lo que la interpretación realizada por el a quo entraba en colisión
con las normas de rango constitucional (recordemos que se hallaba en vigencia la
Constitución de 1949, y los derechos mencionados se encontraban en el artículo
37 de dicha norma) que garantizaban el derecho al bienestar del trabajador y la
protección de la familia. En este orden de ideas, se ordenó revocar la sentencia
apelada y declarar contraria a las normas constitucionales la interpretación hecha
por el a quo de la ley cuestionada. Estimo que nos hallamos ante argumentos de
tipo jerárquico normativos (prevalencia de las disposiciones constitucionales sobre
las legales), finalistas, ya que se tiene presente el objetivo de los principios de la
Constitución, y sistemáticos en el sentido de propiciar la coherencia y
sistematicidad de todo el ordenamiento jurídico.
80
proceso a los alcances del artículo 67 del decreto 33.302/45 151. En tal sentido
indica que se ha violado el principio de igualdad garantizado por el artículo 16 de
la Constitución Nacional atento a que sostuvo que hubo resoluciones
contrapuestas basadas en esa interpretación diferente de la norma que motivaron
el dictado de sentencias contradictorias. Además, señala que en el caso recurrido.
Amén de esto señala que la resolución recurrida se ha desconocido los Derechos
del Trabajador declarados en el artículo 37 de la Constitución de 1949, dictada
durante el gobierno peronista. Recordemos que el reclamo judicial seguramente
comenzó antes de la derogación de dicha norma y por ello el actor la menciona en
el marco de sus agravios. El fallo es precedido de un extenso y meduloso
dictamen del Procurador Sebastián Soler. La Corte adhiere al mismo en un fallo
sin disidencias, firmado por los Doctores Alfredo Orgaz, Manuel J. Argañarás,
Carlos Herrera y Benjamín Villegas Basavilbaso. En ese marco, entiendo que el
criterio hermenéutico restrictivo se presenta en el momento de evaluar los
Derechos del Trabajador declarados en el artículo 37 invocados por el actor. En
este sentido el Alto Tribunal señaló, coincidiendo con el Procurador General, que
las disposiciones pertinentes de esa reforma en la materia que se indica, no
contenían sino declaraciones teóricas y no añadían derecho alguno a los que
había establecido efectivamente la legislación laboral bajo el imperio de la
Constitución de 1853. Así, clasificándolas como meras declaraciones teóricas, la
Corte hace una interpretación restrictiva del alcance de los derechos consagrados
en la Constitución de 1949. Luego, prosiguiendo con su razonamiento, estima que
además el tema no es revisable por la Corte y resolviendo la cuestión, considera
que el recurso ha sido mal concedido ya que en la causa se están debatiendo
cuestiones de derecho común relacionadas con la interpretación del alcance de
normas de derecho común que no revestían carácter federal y por ende no podían
ser de competencia de la Corte.
151
Dicho decreto había establecido entre otros temas, el pago obligatorio del aguinaldo, la
duplicación de la indemnización por despido y plazos máximos para suspensiones por falta de
trabajo y despidos por razones de fuerza mayor.
81
Durante la presidencia del Dr. Arturo Frondizi, el 5/9/1958, la Corte
Suprema dictó el fallo “Kot, Samuel S.R.L. s/ recurso de hábeas corpus” (Fallos,
241:291). Con dicha sentencia quedó incorporado al ordenamiento jurídico
argentino el amparo contra actos de particulares. Los hechos eran los siguientes:
en el marco de un conflicto gremial, los trabajadores de la empresa textil
accionante habían ocupado la planta fabril. Considerando la medida como
ejercicio ilegítimo del derecho de huelga, la actora inicia acciones judiciales a los
fines de recuperar la posesión de la fábrica. Consideraba vulnerados sus derechos
constitucionales a la propiedad, a ejercer industria lícita y a trabajar (art. 14 y 17
CN). Y por ello solicita la desocupación de la fábrica a través del mecanismo del
amparo, que había sido consagrado pretorianamente en el caso “Siri” en 1957. La
diferencia radicaba en que el precedente invocado la cuestión se relacionaba con
un acto de autoridad pública, no de un particular. Las instancias inferiores fueron
rechazaron la petición. El Procurador General, Dr. Ramón Lascano, dictaminó en
favor del rechazo del recurso extraordinario interpuesto en virtud de que, a
diferencia de “Siri”, se trataba de relaciones entre privados y no había acto alguno
de autoridad pública, y que la legislación infraconstitucional contemplaba remedios
legales específicos para resolver la cuestión (interdicto de recobrar) que eran
idóneos para resolver la cuestión.
La Corte, en fallo dividido, resolvió en favor de la parte actora. La mayoría,
integrada por los Dres. Alfredo Orgaz, Benjamín Villegas Basavilbaso y Juan
Carlos Beccar Varela realizó una clara interpretación dinámica y progresista de la
Constitución y un apartamiento del método histórico u originalista. En tal sentido
expresó: “Es verosímil presumir que, en el ánimo de los constituyentes de 1853,
las garantías constitucionales tuvieron como inmediata finalidad la protección de
los derechos esenciales del individuo contra los excesos de la autoridad pública.
En el tiempo en que la Constitución fue dictada, frente al individuo solo e inerme
no había otra amenaza verosímil e inminente que la del Estado. Pero los
constituyentes tuvieron la sagacidad y prudencia de no fijar exclusivamente en los
textos sus temores concretos e históricos, sino, más bien, sus aspiraciones y sus
designios permanentes y, aún, eternos, la protección de la libertad. Esto último es
82
lo que resulta del inequívoco y vehemente espíritu liberal de la ley suprema,
aquello otro lo que se comprueba en los textos constitucionales mismos.” 152 Como
puede apreciarse, la interpretación dinámica de la Constitución en este caso
queda unida a una argumentación de tipo finalista. Se puede actualizar lo previsto
en la Constitución atento a la amplitud de las disposiciones y siempre con la
mirada puesta en los fines que tuvo el constituyente. Destaca también el Alto
Tribunal que no pudo preverse en 1853 la aparición de entidades u asociaciones
intermedias como nuevos actores sociales, y por lo tanto justifica implícitamente la
interpretación dinámica que está realizando. En palabras de la Corte: “Si, en
presencia de estas condiciones de la sociedad contemporánea, los jueces tuvieran
que declarar que no hay protección constitucional de los derechos humanos frente
a tales organizaciones colectivas, nadie puede engañarse de que tal declaración
comportaría la de la quiebra de los grandes objetivos de la Constitución, y, con
ella, la del orden jurídico fundamental del país.”
En forma concomitante con estos argumentos desarrollados, el Máximo
Tribunal decide aplicar el precedente “Siri” al caso bajo examen apelando también
a una argumentación de tipo amplia. Ello es reconocido en el voto de la mayoría
cuando se expresa que. “La misma amplitud corresponde reconocer al recurso de
amparo, que esta Corte, en el precedente antes mencionado (Fallos, 239:459),
extrajo de la misma sabia norma del artículo 33 de la Constitución.” Es claramente
una interpretación extensiva, ya que amplía la garantía reconocida frente a actos
de autoridad pública y la aplica ante actos producidos por particulares. Puede
agregarse también, que, casi anticipando la jurisprudencia de la Corte posterior a
la Reforma de 1994, cita normas internacionales para justificar su decisión (art. 8
Declaración Universal de los Derechos Humanos). Luego de constatar la
ilegitimidad de la ocupación de la fábrica y, en virtud de las consideraciones
vertidas, la Corte hace lugar al recurso solicitado por la parte actora.
La disidencia fue suscripta por los Dres. Aristóbulo D. Aráoz de Lamadrid y
Julio Oyhanarte. Queda claro en ella la interpretación restrictiva del amparo
reconocido en “Siri”. Dice el voto minoritario: “Que no todos los derechos de que
152
No se cita número de considerando porque no hay tal distinción en el voto mayoritario.
83
una persona puede ser titular están incluidos en el concepto jurídico de “garantía
constitucional”. Para que un derecho individual revista este carácter, es preciso, en
principio, que se trate de un derecho público subjetivo reconocido al hombre frente
al poder público” (considerando 3°). Solamente puede haber amparo frente a actos
del poder estatal para la disidencia. Manifiestan seguidamente que lo que está en
juego no es un derecho público subjetivo sino un derecho subjetivo privado. Los
magistrados rechazan expresamente la interpretación restrictiva, con el argumento
de que: “…lo que ahora se pide es que el más alto tribunal de la Argentina
inaugure una doctrina y cree una acción que, inevitablemente, servirán para que el
enfrentamiento de dos derechos privados sea resuelto en perjuicio de uno de
ellos.” (considerando 4°). Esta generalización del amparo traería como
consecuencia “una absoluta inseguridad jurídica” (considerando 12°) señala la
minoría, utilizando entonces un argumento de tipo consecuencialista. Conforme
estas consideraciones y, ante la existencia de interdictos que puede presentar la
actora, el voto minoritario decide rechazar el recurso interpuesto.
84
cuestionaba la sentencia por arbitraria, ya que invertía la carga de la prueba y
obligaba a acreditar hechos al demandado (considerando 2°).
Denegado el recurso extraordinario por el a quo la cuestión llega a través
del recurso de queja. El Procurador General, Ramón Lascano, dictamina en favor
de la desestimación de la misma por razones formales. Sin embargo la Corte
decide hacer lugar a la queja en atención a la existencia de cuestión federal
suficiente. A partir de aquí, el Alto Tribunal resuelve el fondo de la cuestión. En el
considerando 4° señala que los decretos impugnados no se relacionan con el
poder impositivo, sino con el poder de policía del Estado Nacional, y por ende
rechaza este agravio.
En los considerandos 5° y 6°, utilizando como argumento la jurisprudencia
de la Corte Suprema de los Estados Unidos, indica que las legislaturas poseen
amplios poderes para restringir los derechos constitucionales en función del
bienestar general. Como puede advertirse, entran a jugar, de acuerdo con el
momento histórico del fallo, directivas interpretativas ligadas con un ejercicio
prudente del control judicial de constitucionalidad (como por ejemplo amplias
facultades legislativas, presunción de constitucionalidad de los actos de los
poderes políticos, etc.).
En los siguientes considerandos, 7° y 8°, realiza una interpretación
dinámica y sistemática de la Constitución. En este sentido, por un lado justifica la
concesión de facultades hechas al Poder Ejecutivo por el Poder Legislativo
(siempre a través de pautas inteligibles previstas por el legislador) por razones de
eficacia y practicidad. De esta manera se convalidaba el dictado de decretos
reglamentarios muy similares a los delegados. Luego de esa justificación más
formal, se convalida el fondo de los decretos impugnados en atención a que los
mismos buscaban que los trabajadores gozaran de un nivel de vida adecuado, lo
cual era lo ordenado por la misma Constitución reformada en 1957. En tal sentido,
se expresa lo siguiente: “Dicho de otro modo: en orden a lo que, dentro del
derecho constitucional argentino, puede ahora llamarse “salario mínimo vital”, toda
vez que la libertad del empleador entre en conflicto con la libertad contra la
opresión del empleado u obrero, esta última debe prevalecer sobre aquella,
85
porque así lo requieren los principios que fundan un ordenamiento social justo. No
otro es el sentido de la cláusula que los constituyentes de 1957 agregaron a
continuación del artículo 14 de la Ley Fundamental” (considerando 7°).
Posteriormente la Corte destacó que además la norma impugnada era de carácter
transitorio y de emergencia (considerando 10), y rechazó el cuestionamiento por
arbitrariedad (considerando 12). También se convalida una interpretación
extensiva del poder de policía en materia de reglamentación de derechos. La
sentencia fue suscripta por los Doctores Benjamín Villegas Basavilbaso, Aristóbulo
Aráoz de Lamadrid, Julio Oyhanarte y Ricardo Colombres. No hubo disidencias.
86
Para ello, utiliza la analogía como argumento principal, ya que compara el
procedimiento de formación y sanción de las leyes con el de formación y sanción
de las normas constitucionales (considerandos 1° y 4). Esta similitud es clave para
la fundamentación de la sentencia. Y sobre ella se agrega un argumento de
autoridad, que tiene que ver con la doctrina coherente y uniforme de los
precedentes de la misma Corte sobre el tema (considerando 1°), y el argumento a
fortiori, que luce en el considerando 4°, donde se señala que si es cuestión política
no justiciable la formación y sanción de las leyes en el orden nacional y provincial,
con el fin de preservar las competencias del Poder Legislativo, con mayor razón
debiera serlo la formación y sanción de una norma de rango constitucional. Esta
argumentación justifica una interpretación restrictiva con respecto al alcance de las
facultades de los jueces en el marco del control judicial de constitucionalidad.
Debe puntualizarse como matiz, sin embargo, que dicho criterio no sería
absoluto para el voto mayoritario, y podría ceder si la parte afectada demostrase la
inexistencia de los requisitos mínimos e indispensables para la creación de una
norma (considerando 3°). En el caso entonces, la doctrina de las cuestiones
políticas no reviste un carácter absoluto.
Con respecto a la disidencia, ella es suscripta por el Dr. Luis María Boffi
Boggero. Dicho magistrado, sin decidir sobre el fondo del asunto, ratifica su
posición crítica, expresada en numerosos fallos, acerca de las cuestiones políticas
no justiciables. Lo medular de su voto se encuentra en el considerando 8°, donde
señala: “Que ello es así porque una cosa significa la política en sí misma y otra es
el derecho político que regula jurídicamente la vida de aquella; y una es, en
consecuencia, la política en materia de elecciones y una muy diferente es el
derecho electoral que regula”. En base a esta distinción, señala que un tema
político puede ser jurídico si el mismo se encuadra dentro de una causa judicial, y
atañe o se relaciona con las normas. Y en dicho caso será el Poder Judicial el que
deba expedirse sobre ello, en virtud de que es una atribución que la misma
Constitución le ha asignado. En este orden de ideas, decide la apertura del
recurso (considerando 11). Como puede advertirse, la posición del Dr. Boffi
Boggero reconoce al Poder Judicial mayores facultades de control y se funda en
87
una interpretación extensiva de las facultades de los magistrados judiciales en el
marco del control judicial de constitucionalidad, producto de desestimar la
existencia de cuestiones políticas no justiciables.153
153
Para indagar acerca de la repercusión del fallo en el momento de su dictado puede consultarse: Linares
Quintana, Segundo V. La doctrina de la Corte Suprema sobre amparo de la libertad y los grupos de interés y
presión. Buenos Aires, La Ley, Tomo 92, página 626.
88
con lo que en él se declara, “el Estado otorgará los beneficios de la seguridad
social.” El empleo de la palabra Estado, sin otro aditamento, indica
indudablemente que se le ha dado al término un sentido general, que abarca tanto
al Estado Nacional como a los Estados provinciales.” En su esta interpretación de
tipo semántica se realiza también una argumentación extensiva del término
Estado, no realizando distinciones restrictivas allí donde el Constituyente no lo ha
hecho. Amén de lo dicho, el Procurador destacó también que a la fecha no había
sido dictado ningún Código de la Seguridad Social y que dicho término no se
encontraba previsto en el artículo 67 inciso 11 de la Constitución Nacional
(recordemos que hubo posteriores modificaciones al respecto en la Reforma
Constitucional de 1994). También rechazó los restantes argumentos vertidos por
la actora incluidos los precedentes jurisprudenciales de la misma Corte, que
consideró inaplicables al presente caso. En función de todo ello, aconsejó
confirmar la sentencia apelada.
Por su parte la Corte, señala, en primer término, que no hay norma
constitucional que impida la entrada en vigencia de un régimen de Cajas de
Previsión provinciales, salvo que haya un convenio con la Nación, conforme lo
indicaba la ley 14.397, y que, en el caso, no se había celebrado ningún acuerdo
entre Córdoba y la Nación al respecto (considerando 2°). Vale decir que estima
que estamos ante una facultad concurrente, y no exclusiva de la Nación.
Asimismo, indicó, en un razonamiento que abarca los considerandos 3° a 9°, que
no se halla lesionado el derecho de propiedad de la actora por los aportes
realizados, los que se justifican por existir una relación jurídica suficiente entre la
Compañía accionante y los profesionales que se desempeñan en relación de
dependencia con ella, y que serán los futuros beneficiarios de la Caja Previsonal
provincial cuestionada. Y resulta de especial interés el considerando 10° del fallo.
El mismo señala que: “Que ello es así porque el trabajo humano tiene
características que imponen su consideración con criterios propios que
obviamente exceden el marco del mero mercado económico y que se apoyan en
principios de cooperación, solidaridad y justicia, también normativamente
comprendidos en la Constitución Nacional (arts. 14, 14 nuevo, 33, 67,inc. 16, y 28;
89
doctrina de Fallos 246:345; 250: 46; 252: 158 y otros). Y ello sustenta la obligación
de los que utilizan sus servicios, en los términos de las leyes respectivas, a la
preservación de quienes las prestan.” Podemos advertir como, en un breve
párrafo, la Corte realiza una argumentación constitucional axiológica, principialista,
sistemática y jurisprudencial (autoprecedentes), extensiva en lo referido a los
obligados a satisfacer el derecho a la seguridad social. Amén de esto, vale
también señalar que la noción de que el trabajo humano no es una mera
mercancía era la opinión de los Constituyentes Reformadores de 1957.
Finalmente, el Alto Tribunal rechaza los cuestionamientos a la igualdad fundados
en el artículo 16 CN, indicando que, conforme su propia y pacífica jurisprudencia
(argumento jurisprudencial), esta disposición no impide al legislador crear
diferentes categorías en función de situaciones que considera distintas, mientras
la discriminación no sea arbitraria. En función de los argumentos vertidos, la Corte
Suprema decide confirmar la sentencia apelada.
90
operatividad del derecho a igual remuneración por igual tarea consagrado en el
artículo 14 bis, ya que “aun admitiendo su operatividad”, dicha disposición es
expresión derivada del principio general (expresado en el mismo artículo) que
dispones que la remuneración debe ser justa (considerando 2°). Y por
consiguiente, la finalidad de la cláusula es oponerse a discriminaciones arbitrarias,
señalando como ejemplo de ellas a las que se fundan en razones de sexo,
religión o raza. Pero no implica que impidan distinciones que se basen en razones
de bien común, citando como ejemplo de ellas la disposición que ordena pagar
una mayor retribución a quienes tienen mayores cargas de familia, que surge del
tercer párrafo del artículo 14 bis (compensación económica familiar). Adviértase
como en este último razonamiento se justifica la decisión a partir de una
interpretación sistemática que homologa un derecho del trabajador individual con
un derecho de la seguridad social que quizá tengan una naturaleza diferente más
allá de su convivencia en el mismo artículo.
En el considerando 3° el Alto Tribunal señala como consecuencia de lo
dicho que le está permitido al empleador realizar diferencias en razón de la mayor
eficacia o laboriosidad de los obreros. Se realiza aquí una clara interpretación
semántica y se critica a la interpretación meramente gramatical, ya que la Corte
sostiene que: “La ley no debe interpretarse conforme a la desnuda literalidad de
los vocablos usados, ni según rígidas pautas gramaticales, sino con arreglo a su
significado jurídico profundo”.
Prosiguiendo con su decisión, la Corte define como remuneración justa a la
establecida en el marco de un convenio colectivo. Por lo cual, al pagar dicho
salario, el empleador satisface la exigencia constitucional de la remuneración justa
(considerando 4°). Luego de ello, se remarca como positivo para la sociedad la
posibilidad de que el empleador premie con una mayor remuneración a los que
demuestren mayores méritos, relacionando dicha facultad con el interés de toda la
comunidad y el objetivo de hacer justicia. Es más, la Corte señala como disvaliosa
y nociva la “igualación forzosa al más bajo nivel”, a la cual llevaría una eventual
impugnación de la actitud patronal en este caso. Vale decir entonces que no
91
solamente convalida la decisión de la demandada, sino que la juzga justa y
socialmente útil (considerando 5°). Se realiza aquí una interpretación finalista de la
norma.
Finalmente, en el siguiente considerando, y, para de alguna manera
facilitar el ejercicio de esta atribución por parte de los empleadores, manifiesta que
no puede exigirse la prueba por parte de los mismos acerca de los criterios
utilizados para establecer la los mayores méritos de los trabajadores premiados,
atento a lo sutil y complejo de la cuestión. Ello deberá quedar librado a su
prudente discrecionalidad, lo que por supuesto excluye las discriminaciones
arbitrarias. Nos encontramos también ante una interpretación limitada o restrictiva
del alcance de la cláusula de igual remuneración por igual tarea prevista en el
artículo 14 bis.
92
inconstitucionalidad de leyes, decretos y ordenanzas” (artículo 2° inciso d) ley
16.986). Esto agregaba un elemento más a dilucidar por la justicia, ya que se
estaba solicitando una declaración de inconstitucionalidad a través de un amparo.
Recordemos, en este sentido, que en su origen pretoriano, tanto en los casos “Siri”
como “Kot” el amparo se había utilizado con esa finalidad. En primera instancia, la
Justicia Nacional del Trabajo concedió el amparo y ordenó inscribir en la Bolsa de
Trabajo a los accionantes sin exigir la presentación del carnet sindical. Sin
embargo la Cámara, revisando la cuestión, optó por revocar la sentencia de
primera instancia, fundada en el precedente “Spinofer Industrial y Comercial S.A.”
(Fallos, 258:227, del año 1964). En esa oportunidad la Corte Suprema había
resuelto, antes del dictado de la ley 16.986, que la demanda de amparo no
constituía una vía adecuada para obtener la declaración de inconstitucionalidad de
normas legales o reglamentarias, cuestión que ya había sido resuelta en este
sentido en otras oportunidades. A pesar de ello, la Cámara estimó que podía
cuestionarse la constitucionalidad de la norma impugnada a través de un recurso
extraordinario. Es así que los actores presentan dicho recurso, el cual les es
concedido.
Llegada la causa al Máximo Tribunal, emitió su dictamen el Procurador
General, Dr. Eduardo H. Marquardt. En el mismo, aconsejó apartarse de la
jurisprudencia de la misma Corte que negaba la posibilidad de discutir la
constitucionalidad de normas legales o reglamentarias y establecer una excepción
en este caso. Basó su postura en el criterio esgrimido por su predecesor, Ramón
Lascano, en el dictamen presentado a la Corte en el caso “Leguiza”, de 1966
(Fallos, 264:37). En este orden de ideas entonces, el Procurador General
dictamina a favor de la procedencia del amparo como vía idónea para tratar la
inconstitucionalidad del decreto impugnado en forma excepcional, atento a las
circunstancias de la causa, y en tal sentido propicia revocar el fallo apelado y la
declarar la inconstitucionalidad del artículo 16 inciso b) del decreto 280/64.
El fallo de la Corte no tuvo disidencias, y fue suscripto por los Dres. Ortiz
Basualdo, Chute, Risolía, Cabral y Bidau. El Máximo tribunal comienza por hacer
una referencia a los precedentes “Siri” y “Kot”, que dieron origen a la acción de
93
amparo (considerandos 1° a 4°), estimado como finalidad del mismo la admisión
de un remedio excepcional cuyo fin es la protección de todas las garantías
constitucionales consagradas en la Ley Suprema ante ataques inconstitucionales y
flagrantes. Señaló posteriormente, en el considerando 5°, que la misma Corte en
varios pronunciamientos estimó que “...la admisión de este remedio excepcional
puede engendrar la falsa creencia de que cualquier cuestión litigiosa tiene solución
por esta vía; o peor aún, que mediante ella es dable obtener precipitadas
declaraciones de inconstitucionalidad. Y por tanto la jurisprudencia de la Corte
estableció que no es pertinente, como principio, la declaración de
inconstitucionalidad en esta clase de procedimientos...” Vemos hasta aquí que se
ha usado el argumento judicial (autoprecedente) a los fines de establecer la
finalidad y los límites del amparo. Luego, en el considerando 6°, se sostiene que el
principio limitativo no es absoluto, si bien debe regir en la mayoría de los casos. Y
en este sentido, con el propósito de brindar herramientas hermenéuticas que
permitan distinguir cuándo procede una excepción al principio general, en los
considerandos siguientes la Corte recurre a una interpretación de carácter
finalista. En este sentido el amparo es para la Corte un medio razonable y
excepcional cuyo fin es la preservación de las garantías individuales ante actos o
normas manifiestamente arbitrarias, y no debe convertirse en un medio caprichoso
para obstaculizar la vigencia de las leyes. Pero debe mantener su máxima
amplitud procesal (es decir que debería obtenerse una declaración de
inconstitucionalidad por esta vía) si las normas cuestionadas son palmariamente
contrarias al espíritu y la letra de la Constitución (considerando 7°). En el
considerando 8°, la Corte cita precedentes propios (autoprecedentes) donde se
señala como mejor método hermenéutico al finalista. Entre otros párrafos se cita
que: “el mejor método de interpretación es el que tiene en cuenta la finalidad
perseguida por la norma” (Fallos 260:171). Y en este sentido, se afirma con
respecto a la ley 16.986 en el considerando 9° lo siguiente: “...una correcta
hermenéutica –que tenga en cuenta no sólo la literalidad del texto sino también los
fines perseguidos con su sanción- debe conducir, en la especie, a la conclusión de
que, en rigor de verdad, la mencionada disposición se ha limitado a consagrar la
94
tesis, ya sentada en la jurisprudencia, de que en principio no cabe declarar
inconstitucionalidades en un juicio de naturaleza sumaria, como los es el de
amparo. Pero esto entendido no de un modo absoluto, porque tanto equivaldría a
destruir la esencia misma de la institución, que ha sido inspirada por el propósito
definido de salvaguardar los derechos sustanciales de las personas, cuando no
existe otro remedio eficaz al efecto”. Indudablemente nos encontramos ante un
ejemplo muy claro de interpretación o argumentación finalista y extensiva del
alcance del amparo.
Prosiguiendo con su razonamiento, el Máximo Tribunal consideró que se
encuentra dentro de sus atribuciones y obligaciones la de ejercer el control de
constitucionalidad (considerandos 10° y 11°) y que, en este orden de ideas, va a
ejercerlo en el presente caso (considerando 12°). Pasa luego la Corte a analizar
las cuestiones de hecho y los antecedentes de la causa (considerandos 13° a 16°)
y a establecer que la misma se encuadra dentro del objeto procesal del amparo
(considerandos 17° y 18°). Considera el Alto Tribunal que se encuentran en juego
en la causa derechos humanos fundamentales y esenciales, ya que está
comprometida la atención de necesidades primarias del hombre, y no pueden
argüirse cuestiones formales para rechazar el test de constitucionalidad que debe
realizarse. Asimismo, tampoco es óbice para impedirlo la presunción de
constitucionalidad de un decreto cuando su ilegitimidad es palmaria
(considerándoos 19° y 20°). Dadas las condiciones de hecho y derecho
necesarias para ejercer el control de constitucionalidad (considerandos 21° y 22°),
la Corte precede a hacerlo. Y en este sentido juzga incompatible con la Norma
Fundamental el decreto impugnado. Para ello realiza una argumentación
semántica o conceptual, a los fines de determinar el alcance y contenido de los
derechos en juego (considerandos 23° y 24°). De tal forma, indica que la libertad
de agremiación implica el derecho de afiliarse al sindicato que se prefiera o no
afiliarse a ninguno y que el derecho constitucional de trabajar no puede quedar
supeditado a la pertenencia de un determinado sindicato mientras dure la
ocupación. Agrega también que la afiliación compulsiva a un sindicato por
supuestas razones de bien común es incompatible con la libertad de agremiación
95
y “puede ser la base de un odioso sistema de sumisiones y preeminencias
ilegítimas”. Esta última frase puede calificarse como un argumento
consecuencialista, ya que la Corte evalúa las posibles consecuencias de una
norma cuestionada en un caso. Luego de ello, la Corte aporta un argumentos
normativos internacionales en su favor, como el artículo 23 de la DUDH y el
Convenio 87 de la OIT. Recordemos que en al momento del dictado de la
sentencia no había Tratados o Convenciones Internacionales que tuvieran
jerarquía constitucional o supralegal (considerando 25°). En virtud de lo
argumentado, la Corte Suprema decidió declarar inconstitucional el artículo 16
inciso b) del decreto 280/64 y ordenó revocar la sentencia apelada.
96
Lo que se observa con claridad es una interpretación finalista de la Constitución
basada en el valor justicia –la cual conduce a la inconstitucionalidad de la
normativa infraconstitucional-. En efecto, la Corte en los medulares considerandos
5° y 6° entiende al régimen legal como intrínsecamente injusto ya que consagra,
al otorgar la estabilidad propia de manera tan extensiva, un derecho en favor de
los actores a cobrar sin trabajar, y por ende lesivo del derecho de propiedad y de
la libertad de contratar. Esto implicaría un enriquecimiento sin causa en favor de
los demandantes que les permitiría jubilarse con solamente seis meses de trabajo
efectivo (considerandos 8° y 9°). Conforme lo reseñado, puede afirmarse que la
Corte justifica su decisión a través de argumentos, además de finalistas,
sistemáticos (ya que hay una interpretación coherente entre el art. 14 bis –no
mencionado- con los artículos 14 y 17 CN). Firme en su postura, el Máximo
Tribunal decide apartarse de sus propios precedentes en la materia (considerando
7°), y lo hace fundamentalmente en defensa de la garantía de la propiedad. Allí se
resume el pensamiento de la Corte en la materia: “En tal sentido, este Tribunal
considera que una vez rota la relación laboral a raíz de un despido injusto debe
reconocerse el derecho a reclamar una indemnización razonablemente
proporcionada al perjuicio sufrido. Pero también, que no puede admitirse como
legítima la carga de seguir abonando remuneraciones que, en cuanto tales,
carecen de toda justificación”. La Corte llega a considerar al régimen legal
impugnado como sancionatorio y represivo, ya que castiga al empleador que se
niega a reincorporar a un empleado e, inclusive, totalmente arbitrario, ya que
beneficia a aquellos que habiendo trabajado poco tiempo antes del despido
obtienen la estabilidad y perjudica a aquellos que han permanecido trabajando
(considerando 10°). La sentencia niega el pago de los salarios caídos y beneficios
previsionales a los actores pero deja a salvo su derecho a percibir una
indemnización. En síntesis, se utilizan en el fallo principalmente finalistas y
sistemáticos y se rechaza de plano la interpretación extensiva de la protección
contra el despido arbitrario de los trabajadores del sector privado hecha por el
legislador.
97
BERCAITZ, MIGUEL ÁNGEL (1974)
Como ya vimos al analizar las peculiaridades de la intepretación
constitucional, una de las funciones más relevantes de dicha tarea es la de
reconocer o sistematizar principios generales a través de la jurisprudencia de las
Cortes o Tribunales Constitucionales. En tal sentido, Bidart Campos los ha
caracterizado como: “Ideas fundamentales e informadoras de la organización
jurídica, criterios de valor, pautas directrices de justicia y equidad, y muchas cosas
más: todo ello acude en explicación de lo que son los principios que nos
ocupan”154. El autor destaca entonces el papel central del Derecho Constitucional y
los tribunales que lo aplican en la elaboración de principios generales del derecho,
sosteniendo: “El Derecho Constitucional, como base que es de todo ordenamiento
jurídico, anida principios generales. Algunos de ellos le son propios, y otros los
comparte con el derecho civil, el derecho penal, el derecho procesal, etc.
Privativos o comunes, los principios generales del derecho constitucional se filtran
a todo el orden jurídico, por la sencilla razón de que, en los Estados donde
funciona la supremacía de la Constitución y el control de constitucionalidad, la
Constitución goza de prioridad sobre el resto del derecho vigente” 155. Dejamos
como interrogante iusfilosófico si esos principios son creados por los jueces o
extraídos de un concepto de justicia. Iusnaturalistas y positivistas tendrán sin duda
diferentes respuestas. Pero lo concreto es que la jurisprudencia constitucional
elabora principios generales que pasan a integrar el canon jurídico. Vale decir
entonces, que en el Derecho Constitucional muchas veces se apela a la
argumentación principialista.
Un ejemplo concreto lo encontramos en el caso “Bercaitz, Miguel
Ángel” (Fallos: 289: 430). Fue resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación el 13/9/74, integrada por Conjueces. Dentro de ellos se encontraban
Roberto Marfany, Felipe S. Pérez y Arturo Enrique Sampay. El Dr. Marfany
elaboró un voto propio. El actor, Dr. Bercaitz, a la sazón Juez de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en ese momento, reclamaba el reajuste de su
154
Bidart Campos, Germán José. La Corte Suprema. El Tribunal de las Garantías Constitucionales.
Actualizado por Pablo L. Manili. Buenos Aires, Ediar, 2010, página 53.
155
Bidart Campos, obra citada, página 54.
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prestación jubilatoria ante el Instituto Municipal de Previsión Social, puesto que
había desempeñado, entre otras tareas, las de Director del Registro Civil de la
Capital Federal y Asesor Letrado en lo Administrativo de la Dirección de Asuntos
Legales de la Municipalidad de la Ciudad. La pertenencia del accionante a la Corte
motivó la actuación de conjueces. El fallo fue dictado durante la presidencia de
María Estela Martínez de Perón. Yendo a lo medular de la sentencia, en dicha
ocasión, el voto mayoritario del Máximo Tribunal integrado por conjueces sostuvo,
al fallar a favor del actor, y en lo que a interpretación constitucional se refiere, que:
“… el principio fundamental de la hermenéutica jurídica en los Estados que, como
el nuestro, adoptan una “Constitución rígida”, consiste en interpretar las leyes
conforme al fin que esa “superley” se propone promover; y este fin establecido en
el documento de la Constitución formal por una generación del pasado, “como
derecho recibe su fuerza a la luz de las condiciones del presente y con las miras
puestas en las condiciones del presente” (Edward S. Corwin. The Constitution and
what it means today, -Atheneum-, New York, 1963, p. 2). Y como esta Corte lo ha
declarado, “el objetivo preeminente” de la Constitución, según lo expresa su
preámbulo, es lograr el “bienestar general” (Fallos: 278:313), lo cual significa decir
la justicia en su más alta expresión, esto es la justicia social, cuyo contenido actual
consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los miembros de la comunidad y
los recursos con que ésta cuenta con vistas a lograr lo que todos y cada uno de
sus miembros participen de los bienes materiales y espirituales de la civilización.
Por tanto, tiene categoría constitucional el siguiente principio de hermenéutica
jurídica: in dubio pro justitia socialis”. Como podrá advertirse a través la cita, la
Corte interpreta la Constitución de una forma dinámica y finalista y sistemática, y
construye un principio general hermenéutico que ordena el sistema jurídico en
función al valor declarado. Nos debe importar lo que la Constitución significa para
la comunidad en la actualidad, y para ello debe vérsela como un todo
interrelacionado y apreciarse su finalidad última, propia del Constitucionalismo
Social, de la idea de justicia. Encontramos también argumentos doctrinarios (cita
de un constitucionalista estadounidense) y principialistas.
99
ALDO PEREIRA (1974)
El 6/11/1974 la causa “Aldo Pereira v. Cooperativa de Vivienda Limitada
Manantial” fue resuelta por la Corte Suprema de Justicia (Fallos, 290:179).
Presidía la Nación la señora María Estela Martínez de Perón. El fallo, que no tuvo
disidencias, fue firmado por los Doctores Miguel Ángel Bercaitz, Agustín Díaz
Bialet, Manuel Arauz Castex, Ernesto Corvalán Nanclares y Héctor Masnatta. En
dichos autos, la actora reclamaba una indemnización por cobro de salarios y fondo
de desempleo, que no había abonado la demandada. En su defensa, la misma
había argumentado que el pago de lo solicitado afectaba los derechos
constitucionales a una retribución justa y a igual remuneración por igual tarea, ya
que se estarían remunerando servicios no prestados por el accionante, peón
albañil. El reclamo de la parte actora fue aceptado tanto en primera como en
segunda instancia. Contra esta última decisión, la Cooperativa interpuso Recurso
Extraordinario, que le fue concedido. El Procurador General, Enrique Petracchi,
aconsejó desestimar el recurso, estimado que los agravios constitucionales
carecían de relación directa e inmediata con la cuestión. Por su parte la Corte, en
una breve sentencia, declaró improcedente el recurso interpuesto, entendiendo
que el actor no podía alegar un agravio constitucional atendible si el mismo
derivaba de su propia conducta discrecional (considerando 5°). Más allá de esto,
convalidó la constitucionalidad de la norma legal que implementaba el fondo de
desempleo en el considerando 4°, en función de argumentos económicos y
pragmáticos, como la versatilidad del trabajo en ese tipo de actividades. Amén de
ello, y, realizando una interpretación finalista y principialista, el Alto Tribunal señaló
en el mismo considerando que: “De donde antes que inconstitucional, resulta
plenamente coincidente con los fines de justicia social que inspiran a la norma
constitucional citada, establecer, como lo hace el legislador que, mientras el
obrero no cuente con el fondo de desempleo establecido a su favor –y que el
empleador periódicamente debió depositar a su nombre-, continúe percibiendo sus
haberes.”
100
Durante la presidencia de facto del General Jorge Rafael Videla, el
06/11/1980, la Corte Suprema de Justicia dictó sentencia en el caso “Saguir y Dib,
Claudia Graciela” (Fallos, 302:1284). El mismo se relaciona con los transplantes
de órganos, comprendidos más genéricamente dentro del derecho a la salud. Los
padres de la actora, menor de edad, Juan Saguir y Nélida Aurora Dib de Saguir,
solicitaban la autorización judicial para que Claudia, de 17 años y 8 meses de
edad, pudiera donar uno de sus riñones a su hermano Juan Isaac Saguir y Dib,
quien padecía de una insuficiencia renal crónica. El menor ya había recibido un
transplante renal de la madre, que había tenido un relativo éxito. Los exámenes
clínicos que se habían realizado habían determinado una histocompatibilidad total
entre los hermanos. En Primera Instancia el informe médico forense desaconsejó
el transplante solicitado dada la edad de Claudia y las posibles consecuencias de
dicha ablación sobre su salud. Coincidió con la postura negativa la Asesora de
Menores, basándose en el artículo 13 de la ley 21.541, con el argumento de que
la menor no estaría capacitada para evaluar las gravísimas consecuencias de la
ablación. Luego de estas intervenciones, la jueza interviniente dictó sentencia
rechazando la petición. Fundó su resolución en los antecedentes reseñados y en
la condición de menor de edad de la accionante. Recurrida la sentencia, la causa
recayó en la Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Dicho
tribunal confirmó lo decidido en primera instancia, en votación dividida. Contra este
pronunciamiento la accionante interpuso recurso extraordinario federal. Dentro de
los fundamentos de la apelación se encontraban las circunstancias de que se
negaba el derecho natural a la vida, subsistencia e integridad física,
conjuntamente con que el art. 13 de la ley 21.541 no prohíbe la donación de
órganos a menores vivos, sino que somete a la misma al consentimiento previo de
los padres y de la autoridad judicial. Asimismo, tachó de arbitraria la decisión del a
quo por basarse solamente en afirmaciones dogmáticas y extralegales. Y
considera violados los arts. 18 y 19 CN.
El Procurador General, Dr. Mario Justo López dictamina en favor del
rechazo del recurso. Dentro de sus fundamentos realiza una argumentación de
tipo histórico, ya que alude a la voluntad del legislador, indicando que en la
101
exposición de motivos de la ley156 se dispuso una norma restrictiva con respecto a
la donación de órganos por parte de menores. Señala asimismo que no
corresponde a los jueces establecer excepciones frente a lo dispuesto por el
legislador, ni tampoco opinar acerca del acierto o no de sus disposiciones. Finaliza
el dictamen con una cita del jurista alemán Gustav Radbruch: “Que el derecho sea
seguro, que no sea interpretado y aplicado hoy y aquí de una manera, mañana y
allá de otra, es, al mismo tiempo, una exigencia de la justicia (Radbruch, Gustav:
“Arbitrariedad legal y Derecho supralegal”, pág. 36)”. Nos encontramos entonces
frente a argumentos de tipo normativo, histórico o de la voluntad del legislador, y
doctrinarios.
La Corte suprema dictó un fallo con divergencia en los fundamentos. En el
voto suscripto por los Dres. Adolfo R. Gabrielli y Abelardo F. Rossi, luego de
realizar una reseña de las actuaciones en los primeros considerandos, puede
destacarse lo mencionado en el considerando 6°: “El quid del problema reside
entonces en optar por una interpretación meramente teórica, literal y rígida de la
ley que se desinterese del aspecto axiológico de sus resultados prácticos
concretos o por una interpretación que contemple las particularidades del caso, el
orden jurídico en su armónica totalidad, los fines que la ley persigue, los principios
fundamentales del derecho, las garantías y derechos constitucionales y el logro de
resultados concretos jurídicamente valiosos”. Como puede apreciarse, los
magistrados contraponen dos modelos interpretativos, uno de carácter literal y
supuestamente neutro en lo axiológico, y otro sistemático, finalista y previsor,
atento a las particularidades del caso y a impartir justicia eficazmente en el caso
concreto. Y resuelven que este segundo modelo es el camino a seguir. Y en tal
sentido, el considerando 7° señala como misión de la Corte Suprema la de velar
por la vigencia real y efectiva de los principios constitucionales, y en especial el
procurar la vigencia del objetivo de afianzar la justicia previsto en el Preámbulo de
la Constitución Nacional. Señalan los magistrados que: “La misión judicial, ha
dicho esta Corte, no se agota con la remisión a la letra de la ley, toda vez que los
jueces, en cuanto servidores del derecho y para la realización de la justicia, no
156
La ley 21.541 es una ley de facto, por lo que no hubo debate parlamentario. Es por ello que en el
dictamen se alude a la exposición de motivos de la norma como manifestación de la voluntad del legislador.
102
pueden prescindir de la ratio legis y del espíritu de la norma; ello así por
considerar que la admisión de soluciones notoriamente disvaliosas no resulta
compatible con el fin común tanto de la tarea legislativa como de la judicial
(doctrina de Fallos: 249:37 y sus citas”. De este modo encontramos en este fallo
de la Corte los siguientes argumentos: el autoprecedente (cita de su propia
jursiprudencia), finalista, y respetuosa del espíritu de la norma (antes que de su
literalidad) y principialista. Seguidamente, en el considerando 8° señala que deben
ponderarse los valores y derechos contrapuestos, vale decir, se señala que la
misión judicial es la de realizar un juicio de ponderación: “La cuestión radica
entonces en valorar ambos derechos en las especiales circunstancias de la causa
y en el conjunto orgánico del ordenamiento jurídico.” Se brinda aquí un argumento
sistemático que sirve de base a la ponderación, ya que los derechos en conflicto
surgen del mismo ordenamiento jurídico. En este orden de ideas, en el
considerando 9° se expresa que los derechos en pugna son el derecho a la vida
del receptor y el derecho a la integridad física del donante. Y el voto se inclina en
favor del primero, ya que se indica en el considerando 10° que la norma no
prohíbe la donación de órganos a menores de edad, sino que la restringe, y que
en materia de actos jurídicos la regla es la capacidad mientras que la incapacidad
es la cuestión (máxime tratándose de menores adultos). El considerando 12°
vuelve a remarcar cuál debe ser el criterio hermenéutico de la Corte, sosteniendo
que: “Que no se trata en el caso de desconocer las palabras de la ley, sino de dar
preeminencia a sus fines, al conjunto armónico del ordenamiento jurídico, y a los
principios fundamentales del derecho en el grado y jerarquía en que éstos son
valorados por el todo normativo…De lo contrario, aplicar la ley se convertiría en
una tarea mecánica incompatible con la naturaleza misma del derecho y con la
función específica de los magistrados que les exige siempre conjugar los
principios contenidos en la ley con los elementos fácticos del caso…” Puede
resaltarse también que en esta cita el voto alude a un argumento interpretativo de
carácter realista, atento a que la misión de impartir justicia siempre debe remitirse
al caso concreto bajo examen. Los Dres. Gabrielli y Rossi deciden, luego de estas
103
consideraciones, admitir el recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia
apelada y atento a la urgencia del caso autorizar el transplante peticionado.
El restante voto es suscripto por los Dres. Pedro J. Frías y Elías P.
Guastavino. Ambos magistrados reconocen el interés institucional que reviste el
caso (concepto que entiendo similar al de gravedad institucional, que justificaría la
admisión de una decisión de la Corte vía recurso extraordinario) en el
considerando 2°. En el considerando 4° reiteran que para la resolución de la causa
debe optarse por una interpretación sistemática, finalista, atenta a los derechos y
garantías constitucionales y a la realización concreta del valor justicia.
Seguidamente, en el considerando 5° se reconocen a los derechos a la vida y a la
integridad personal como derechos naturales preexistentes al ordenamiento
estatal y que la incapacidad es excepción y no regla, por lo cual no se la puede
presumir. Esto conlleva obviamente a realizar una interpretación extensiva y
atenuada de la ley, evitando una aplicación literal de la misma. Más adelante, en el
considerando 9° se indica que otro de los derechos involucrados es el de
protección integral de la familia, previsto en la tercera parte del art. 14 bis CN. Y se
señala que en el caso debe optarse por una interpretación semántica y
sistemática: “En efecto, por encima de lo que las leyes parecen decir literalmente,
es propio de la interpretación indagar lo que ellas dicen jurídicamente, es decir, en
conexión con las demás normas que integran el ordenamiento general del país. En
esta indagación no cabe prescindir, por cierto, de las palabras de la ley, pero
tampoco atenerse rigurosamente a ellas, cuando la interpretación razonable y
sistemática así lo requiere (Fallos: 241:277).” Finalmente, y más allá de las
diferencias con la redacción del voto anterior, los magistrados Frías y Guastavino
llegan a idénticas conclusiones que sus colegas del Máximo Tribunal, por lo que
deciden dejar sin efecto el fallo apelado y autorizar el transplante.
Como puede advertirse, es un fallo muy rico en consideraciones
hermenéuticas, donde se definen distintos métodos de interpretación y, sin
declarar inconstitucionalidad alguna, se realiza un juicio de ponderación y una
104
interpretación sistemática, finalista y realista para resolver un delicado tema
vinculado con los derechos a la vida, a la salud y a la integridad física. 157
105
En su Dictamen, el Procurador General, Dr. Máximo I. Gómez Forgues,
basa su argumentación en una clara y explícita interpretación sistemática u
armonizadora, con la finalidad de atenuar la tesitura del actor. En tal sentido
sostiene que: “Pienso que la intangibilidad que pretende adjudicar el accionante a
la convención colectiva citada, lo cual, no obstante haber cumplido con las
prescripciones de la ley 14.250, entre las que se cuenta la homologación por
autoridad administrativa, debe ser relativizada y no puede legitimarse con el
argumento de ser el art. 14 nuevo posterior en el tiempo al art. 31 de la
Constitución Nacional, de donde vendría a dimanar la pretensa autonomía de las
normas convencionales. Tal tesitura no condice con reiteradas decisiones de la
Corte en las que se ha sentado doctrina acerca de la interpretación correcta de la
Constitución, fuente que “debe analizarse como un conjunto armónico dentro del
cual cada parte ha de interpretarse a la luz de las disposiciones de todas las
demás” (Fallos: 240:311, pág. 319)”. Continúa señalando el Procurador, en el
marco de esta interpretación sistemática acompañada del argumento de autoridad
(la cita de los precedentes de la misma Corte): “A la luz de esta doctrina no cabe
admitir, como parece hacerlo el apelante, antinomia alguna entre el art. 14 nuevo y
el art. 31 de la Constitución Nacional…” Por ende, una ley podría válidamente
privar de efecto a una norma convencional.
Seguidamente, el Procurador –cuyo pensamiento se reseña ya que la
mayoría de la Corte comparte su fundamentación- pasa luego a expresar que lo
que debe revisarse es si la ley 21.476 ha sido dictada en consecuencia de la
Constitución (tal como lo señala el art. 31 CN). No discute su validez formal, pese
a ser una norma de facto, ni la intencionalidad o finalidad política de la norma
(cuestión que estima ajena al control de los magistrados judiciales). Señala que
los grandes objetivos de la política estatal se encuentran en el Preámbulo de la
Constitución (argumento finalista) y que, por ello, le cabe a los jueces el control de
razonabilidad de los medios elegidos por el legislador para reglamentar o limitar
derechos en orden a la promoción o protección del interés general. Considera a la
norma legislativa de facto modificatoria de la Ley de Contrato de Trabajo como
una norma de emergencia. Y a las normas de emergencia como disposiciones
106
admitidas por la jurisprudencia de la Corte (nuevamente argumento de autoridad)
pero con el condicionamiento de que las restricciones dejen a salvo la sustancia
del derecho que se limita (art. 28 CN). Y es aquí donde el Procurador General
considera a la norma legislativa como irrazonable, y por ende violatoria del art. 28
CN, por lo que opina que corresponde revocar la sentencia apelada y hacer lugar
al recurso extraordinario.
La mayoría de la Corte, integrada en la causa por los Dres. Genaro R.
Carrió, José Severo Caballero y Enrique Santiago Petracchi, comparte los
fundamentos del Procurador y decide revocar la sentencia apelada.
Por su parte, los Dres. Carlos Fayt y Augusto César Belluscio disienten en
cuanto a los fundamentos de la sentencia. Lo medular de su voto se encuentra en
el considerando 5°, donde señalan que las convenciones colectivas de trabajo son
fuente de derecho autónoma no estatal pero incorporadas al régimen laboral luego
de su homologación y por ende las mejores condiciones laborales obtenidas por
los trabajadores no podrían ser derogadas por normas legales posteriores (pero sí
por otras convenciones). Negar este criterio –que era lo sostenido por el
Procurador y por la mayoría del tribunal- conlleva la pérdida de eficacia de las
convenciones colectivas. El voto minoritario realiza una interpretación similar a la
realizada por la parte actora, y considera por consiguiente irrelevante realizar un
análisis de la razonabilidad de la norma legal cuestionada, a la que considera
violatoria del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Por ende realiza una
interpretación que podría considerarse como extensiva en materia de derechos
sociales.
107
previsionales, recurre en queja ante la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo. Conjuntamente con ello impugna por inconstitucionales los arts. 6 y 7 del
mencionado decreto. La Sala III de dicha Cámara se declaró incompetente para
resolver esta última cuestión y remitió las actuaciones a la Cámara Nacional en lo
Contencioso Administrativo Federal. Contra esa decisión el actor interpuso recurso
extraordinario. El Procurador General, Dr. Andrés José D’alessio estimó que debía
rechazarse el recurso por razones procesales e invocando doctrina de la propia
Corte en la materia. Señala además que no hay arbitrariedad en la decisión del a
quo y que no se le priva al actor del acceso a la justicia, ya que el tema se reduce
a una cuestión de competencia.
La Corte Suprema se aparta del dictamen. En un fallo sin disidencias,
suscripto por los Dres. Augusto César Belluscio, Carlos Fayt, Enrique Santiago
Petracchi y José Antonio Bacqué, hacen lugar al recurso extraordinario y ordenan
al a quo dictar nueva sentencia conforme a los fundamentos invocados. El núcleo
argumentativo de la sentencia se encuentra en el considerando 4°, donde se
señala el carácter alimentario de los créditos de naturaleza previsional, citando
fallos de la misma Corte (autoprecedentes), se realiza también una interpretación
de carácter finalista, sosteniendo que: “…las cuestiones de competencia tienden a
proteger a los justiciables a fin de asegurar la mayor eficiencia y celeridad de las
decisiones judiciales, y si para ello es indispensable remover los obstáculos que
puedan encontrar los jueces para desempeñar eficazmente sus funciones, no
caben interpretaciones que sólo conducen a atribuir más importancia a los medios
que se instrumentan para alcanzar dicha finalidad, que a ésta en sí misma”. Para
reforzar este criterio señala, como ampliación del argumento de autoprecedente, la
sensibilidad que ha mantenido la Corte ante el resguardo de los derechos de los
beneficiarios de prestaciones previsionales (considerando 5°). En el siguiente
considerando se realiza una interpretación de tipo sistemática y finalista, al invocar
en favor de una rápida resolución de la causa la finalidad preambular de “afianzar
la justicia”. Y en el considerando 7° la Corte, reconociendo las dificultades
concretas que afligen al fuero del trabajo, señala que igualmente, en virtud del
principio de especialidad es este el fuero competente, por lo que impone a dichos
108
jueces el deber de paliar dicha situación. Se remarca entonces en el fallo la
interpretación amplia de los derechos previsionales (al reconocer su carácter
alimentario), y la interpretación finalista, que obliga a dejar de lado ápices
procesales frustratorios del derecho invocado por la parte actora.
109
precedente “Nordensthol”, ya analizado, y relacionado con la constitucionalidad de
la ley 21.476. En virtud de ello, y, conforme la pericia contable producida en autos,
se juzgó irrazonable, y por ende inconstitucional, el cercenamiento sufrido por los
actores en sus retribuciones. Por el contrario, el Tribunal sostuvo la
constitucionalidad de la restante ley impugnada, 23.126. Contra esta sentencia
interpuso recurso extraordinario la empresa demandada, que fue denegado, lo que
la obligó a presentar un recurso de queja. Cuestionaba la sentencia por arbitraria,
por estimar al Convenio Colectivo 21/75 inaplicable por ser una norma acordada
en el marco de un acelerado proceso inflacionario, y por considerar al régimen
salarial vigente como razonable en los términos del artículo 28 CN. El Dictamen de
la Procuración General, suscripto por el Dr. Guillermo Horacio López, estima
procedente el recurso de queja, atento a que se ha resuelto en contra de la validez
de una ley nacional (art. 14 ley 48). Estima que la cuestión se delimita al examen
de la constitucionalidad de la ley 21.476, pero considera inaplicable el precedente
“Nordensthol”, ya que en dicha oportunidad se cuestionaba el artículo 2° inciso a)
de dicha ley y en el presente caso el artículo 2° inciso d) de la misma norma
(interpretación restrictiva de los alcances de dicho precedente jursiprudencial).
Circunscribiendo aún más la cuestión, estima que lo que debe analizarse es la
razonabilidad de la norma impugnada, no su legitimidad, ya que la cuestión no se
había planteado en autos (recordemos que la ley 21.476 era una norma de facto).
Se resalta en el Dictamen el carácter de dicha ley como una norma de emergencia
económica, cuyo objetivo era contribuir a frenar un creciente proceso inflacionario,
sosteniéndose que esta facultad de intervenir en la negociación colectiva laboral
no solamente tenía acogida en el Derecho Argentino, sino también en el
Comparado. Es más, considera a dicha norma como una norma de emergencia a
pesar de carecer de plazo. Y señala que la ley 23.126 reconocía la subsistencia de
la situación de emergencia económica, al planificar una moderada salida de ella y
una gradual liberación de las facultades gremiales en materia de negociación
colectiva. En síntesis, la norma cuestionada era razonable y debía ser entendida
como una disposición de emergencia. En virtud de estas y otras consideraciones
el Dictamen aconsejó hacer lugar a la queja interpuesta y revocar la sentencia
110
apelada. Nos encontramos ante una interpretación extensiva del poder de policía
del Estado en el marco de la emergencia.
La Corte Suprema falló en forma dividida. El voto mayoritario fue suscripto
por los Dres. Levene (h), Cavagna Martínez, Petracchi, Barra, Nazareno y
Oyhanarte. Y en disidencia votaron los Dres. Fayt y Belluscio.
El voto de la mayoría, luego de reseñar los antecedentes de la causa,
decidió admitir la queja en virtud de que en la causa se ha impugnado la validez
de una ley nacional y la decisión ha sido en contra de su validez (art. 14 inciso 1
ley 48) –considerando 3-. Posteriormente, se adelanta que asiste razón a la parte
demandada que había interpuesto el recurso (considerando 4). Con esta finalidad,
en el siguiente considerando la mayoría afirmó que no podía aplicarse al caso el
precedente “Nordensthol” por dos motivos: en primer lugar lo cuestionado en dicho
precedente era otro inciso de la ley 21.476, y en segundo lugar el tema es
totalmente distinto. En el caso bajo análisis la norma impugnada versa sobre
cuestiones ajenas a la Ley de Contrato de Trabajo, y se relaciona con la facultad
de otorgar por parte del Estado, aumentos salariales generales, automáticos y
futuros que contemplaran la indexación constante. Luego de esto, los magistrados
señalaron que lo dispuesto en esta ley se relacionaba con una ley anterior, 21.307.
La misma ordenaba que los incrementos de remuneraciones solamente deberían
ser dispuestos por decreto del Poder Ejecutivo, con intervención de los Ministros
de Economía y Trabajo. De hecho, en el marco de una argumentación que
presupone tanto la interpretación finalista como que se relaciona con la coherencia
del legislador, la Corte sostiene que tanto la norma cuestionada como la 21.307
tenían como finalidad coadyuvar a la ejecución de un plan de emergencia
destinado a resolver la crisis económica que abatía al país en el momento del
dictado de estas disposiciones de facto. Recurre la mayoría en este sentido a un
precedente de la misma Corte –argumento jurisprudencial, autoprecedente-, para
reforzar su argumentación (caso “Firpo, Arnaldo c/ Estado Nacional”, 31/8/89).
Sentada la finalidad de la norma, pasó el Alto Tribunal a considerar si la misma se
encuadraba dentro de los límites que tanto la Constitución como la jurisprudencia
de la misma Corte Suprema le imponen a ejercicio del poder de policía de
111
emergencia (considerando 7). En este orden de ideas, y citando nuevamente su
jurisprudencia, la mayoría sostiene que en situaciones de emergencia social y
económica la facultad de regular derechos puede ser ejercida con mayor energía
que en tiempos de sosiego y normalidad (Fallos 200:450, entre otros). Nos
hallamos entonces ante una interpretación extensiva del poder de policía de
emergencia. Además, señala el voto como elemento relevante en la causa que los
actores no habían sufrido una disminución de sus salarios, ya que la norma
solamente regulaba los aumentos salariales futuros. Finalmente, en el
considerando 8, reitera que por estas consideraciones resulta inaplicable lo
resuelto por la misma Corte en “Nordensthol”, y se debe considerar a la norma
impugnada como una razonable disposición de emergencia. Como corolario de
ello, la mayoría resuelve admitir la queja y rechazar la demanda.
El Dr. Fayt votó en disidencia. Luego de sintetizar los antecedentes del caso
y considerar admisible el recurso (considerandos 1 a 3), estimó que correspondía
precisar o delimitar el alcance y contenido de la doctrina del caso “Nordensthol”,
señalando en tal sentido que la mayoría resolvió considerar la relatividad de la
intangibilidad de las convenciones colectivas de trabajo, las cuales pueden ser
modificadas por una norma legal posterior, salvo que esta última sea
desproporcionada o irrazonable. Destaca también que una minoría sostuvo que un
convenio colectivo no podía ser dejado de lado por una ley posterior, ya que el
primero es una fuente de derecho autónomo reconocido por la Constitución
Nacional. Y en tal sentido, expresa el magistrado que, a los efectos de
complementar la posición minoritaria, debe analizarse la naturaleza jurídica de los
convenios colectivos (considerando 4). Podemos estimar que el Dr. Fayt ha
elaborado en este considerando una argumentación jurisprudencial –
autoprecedente- en forma analítica y detallada. Prosiguiendo con su voto, en el
considerando 5 el magistrado realiza una argumentación de tipo doctrinaria a los
fines de precisar precisamente la naturaleza del convenio colectivo. Y señala en
tal sentido que la no hay un acuerdo pleno entre los juristas para encuadrar este
instituto, ya que algunos autores lo ubican dentro del derecho público mientras que
otros consideran que forma parte del derecho privado, cuestión que obviamente
112
no es menor. En este sentido explica Fayt que el convenio no se trata de una ley
estatal, ya que es producto de la autonomía de un sector profesional que lo
elabora y que adquiere fuerza normativa con la homologación. Precisamente esa
homologación es el acto de autoridad estatal que verifica la compatibilidad del
convenio con el interés público, y si bien tiene un carácter obligatorio que lo
asimila a una ley, lo es solamente en sentido material pero no en sentido formal
(considerando 6). Agregando luego un argumento de tipo finalista y sociológico, en
el considerando 7 se indica que: “...en su aspecto funcional, las convenciones
colectivas constituyen un instrumentos de adecuación de la política social a los
requerimientos de los sectores del trabajo, con efectos en los términos de la
ecuación económica general. De ahí su gravitación en la producción, en los
precios y en la industria...”. En este sentido, las convenciones colectivas como
fuente material de derecho deben ajustarse al orden jurídico general
(considerando 8, argumento que defiende la coherencia del orden jurídico). Y
luego, en el siguiente considerando, a través del argumento jurisprudencial –
autoprecedente- señala, contrariamente a la mayoría, que en el caso sí es
aplicable la doctrina elaborada por la Corte en el precedente “Nordensthol”, y las
convenciones colectivas prevalecen sobre la ley si reconocen mayores derechos a
los trabajadores. Sin embargo deja a salvo que en ciertas ocasiones de “real
emergencia” (se entiende que para Fayt no se daría este supuesto en el caso),
una ley podría dejar de lado, suspender o limitar un convenio. Pero claramente, no
son normas jerárquicamente iguales (argumento jerárquico). En función de lo
sostenido, considera el magistrado que disposiciones como la impugnada en autos
tienden a tornar ilusorias las garantías constitucionales (considerando 10) y,
citando como aplicable el precedente “Firpo” de la misma Corte, señala que en el
caso bajo examen solamente una norma de igual jerarquía puede modificar los
derechos adquiridos de los trabajadores en el Convenio 21/75. Por este motivo,
resuelve hacer lugar a la queja pero confirmar la sentencia recurrida.
El Dr. Belluscio también votó en disidencia. Sus breves fundamentos
remiten a lo sostenido, tanto por Fayt como por él mismo, en “Nordensthol”
(considerandos 4 y 5). Estamos entonces frente a un argumento jurisprudencial
113
(autoprecedente) con cita de su propio voto. En función de sus consideraciones
estimó violatorio del artículo 14 bis CN el artículo 2° inciso d) de la ley 21.476,
haciendo lugar a la queja y confirmando la sentencia apelada.
114
impugnación referida a la ley 23.928. Dentro de los argumentos utilizados,
encontramos en el considerando 4° el jurisprudencial (autoprecedente), ya que se
señala por ejemplo que: “...este Tribunal ha señalado reiteradamente que en sus
sentencias...”. En el considerando 5°, la Corte desecha la impugnación de la
demandada con respecto a la decisión de la Cámara referida a la
inconstitucionalidad de los artículos de la ley 18.037 hasta abril de 1991, citando
para ello el precedente “Rolón Zappa” (argumento jurisprudencial-
autoprecedente). En este orden de ideas, en el considerando 6°, el voto de la
mayoría circunscribe la cuestión a debatir a la actualización de haberes
provisionales a partir de la entrada en vigencia de la Ley de Convertibilidad, e,
independientemente de las disposiciones de ley 24.463, que implicaban remitir al
tribunal inferior la cuestión para un recálculo del haber, la Corte, interpretando
restrictivamente en el caso el alcance de esta norma, decide tratar el fondo de la
cuestión atento al carácter alimentario de los haberes provisionales (considerando
7°). Posteriormente, en el considerando 8° y, destacando la trascendencia
constitucional y social del tema a dilucidar (argumento económico, sociológico y
consecuencialista) señala que la forma de interpretación adecuada es la dinámica
y sistemática, atento al responsabilidad de la Corte como cabeza de uno de los
Departamentos del Estado. En el considerando 9° la Corte analiza el alcance de la
movilidad jubilatoria, ordenada en el tercer párrafo del artículo 14 bis CN. En este
sentido, estima que es una disposición que admite una razonable reglamentación
legislativa, y no puede quedar sujeta a una única determinación, en lo que parace
ser una interpretación restringida del alcance de este derecho constitucional a la
movilidad del haber jubilatorio. Para ello se apela en el considerando 10° a un
argumento de naturaleza histórica, o de la voluntad del Constituyente, citando lo
expuesto por varios Convencionales en los debates de la Convención
Constituyente de 1957 a favor de una reglamentación más precisa de esta
cláusula, y el posterior fracaso de esta propuesta. De esto se concluye que la
voluntad mayoritaria de los Convencionales Constituyentes fue la de no dar un
standard preciso y cuantificable de la movilidad de los haberes provisionales.
Posteriormente, en los siguientes considerandos, la Corte señala que, luego de la
115
Reforma Constitucional de 1994 y, con el otorgamiento de Jerarquía
Constitucional a diversos Tratados e Instrumentos Internacionales sobre Derechos
Humanos debe interpretarse la norma suprema de modo armónico y sistemático.
Es más, en tal sentido, señala que no hay disposiciones en los Tratados
jerarquizados que se opongan a la norma constitucional, atento a que el
Constituyente, al darles tal jerarquía, realizó un juicio de comprobación y ha
verificado dicha armonía (considerando 12°) y que, en definitiva, ningún artículo de
los Tratados deroga o se opone a algún artículo de la Constitución: “Ello indica
que los constituyentes han efectuado un juicio de comprobación en virtud del cual
han cotejado los tratados y los artículos constitucionales y han verificado que no
se produce derogación alguna, juicio que no pueden los poderes constituidos
desconocer o contradecir”. Esta construcción hermenéutica fue posteriormente
respetada por la Corte en su jurisprudencia posterior y marca el carácter inevitable
en la actualidad de realizar una hermenéutica sistemática y armonizadora de la
norma suprema, atento a la Jerarquía Constitucional de los Tratados sobre
Derechos Humanos enumerados por el artículo 75 inciso 22 CN, más aquellos a
los que el Congreso, con una mayoría calificada (dos tercios del total de los
miembros de ambas Cámaras) le otorgue dicha jerarquía. En esta oportunidad en
realidad, el voto mayoritario de la Corte realiza esta interpretación a los fines de
considerar que el Estado está obligado a cumplir con sus obligaciones en materia
de derechos sociales utilizando “hasta el máximo de sus recursos disponibles”
(artículo 26 CADH), en lo que en realidad prefijará una interpretación restrictiva y
limitativa de las disposición de movilidad del artículo 14 bis CN: “Tales referencias
–que vinculan los beneficios sociales a las concretas posibilidades del estado-
resultan idóneas para interpretar el alcance de la movilidad aludida en el artículo
14 bis de la Constitución Nacional, toda vez que esta debe ser considerada como
un conjunto armónico, dentro del cual cada una de sus disposiciones ha de
interpretarse de acuerdo con el contenido de las demás” (considerando 11°).
Concluye entonces la mayoría del Tribunal que el criterio de los “recursos
disponibles” puede ser un principio eficaz para aplicar a la actualización de los
haberes provisionales (argumento principialista).
116
El argumento jurisprudencial es reiterado en el considerando 14°, donde se
alude a jurisprudencia del Alto Tribunal, en especial a los casos “Avico” y “Kot”, a
los fines de marcar la necesidad de realizar en autos una interpretación dinámica
de la Constitución y citando la frase de Chief Justice John Marshall en “Mc Culloch
vs. Maryland” (1819) “...es una Constitución lo que estamos
interpretando...concebida para adaptarse a las distintas crisis de los asuntos
humanos” (intepretación jurisprudencial comparada y también argumento de
carácter doctrinario, sobre la cual se regresa luego en el considerando 18°). Marca
la Corte en este mismo considerando los inconvenientes de la interpretación
estática de la Constitución. La cuestión es continuada en el considerando 15°
cuando la mayoría señala que: “...el alcance y contenido de la garantía
constitucional de movilidad de las prestaciones provisionales no son conceptos
lineales o unívocos que dan lugar a una exégesis única, reglamentaria e
inmodificable sino, opuestamente, susceptibles de ser moldeados y adaptados a la
evolución que resulte de las concepciones políticas, jurídicas, sociales y
económicas que imperan en la comunidad en un momento dado.” En este orden
de ideas, se relaciona la interpretación dinámica con la finalista y principialista al
indicar que es el mejor modo de permitir el cumplimiento de los principios
constitucionales. Dicho esto, en los considerandos siguientes el voto mayoritario
señala que es el Poder Legislativo el indicado para reglamentar los dererechos
constitucionales conforme los criterios expuestos y según la oportunidad mérito y
conveniencia, no siendo correcto realizar una exégesis restrictiva de estas
facultades, en lo que constituye una interpretación extensiva de las facultades
reglamentarias del Poder Legislativo (considerandos 16° y 17°). Robustece su
posición en el considerando 18° a través de citas jurisprudenciales y doctrinarias
estadounidenses (regresa sobre el voto citado del Juez Marshall y doctrina
constitucional de ese país). Pero agrega que lo dicho no implica admitir la
omnipotencia del legislador (considerando 19°), ni colocar a éste por fuera del
control de los tribunales de justicia.
Seguidamente, la Corte analiza con detalle sus antecedentes
jurisprudenciales específicos sobre el tema (autoprecedentes), para llegar a la
117
conclusión que las diferentes soluciones sobre la movilidad de los haberes
provisionales dependen muchas veces de la hermenéutica de los textos
legislativos más que de la interpretación de lo dispuesto por la Constitución
Nacional en la materia (considerandos 20° a 24°). Es más, descalifica esta
jurisprudencia al adjetivarla como “errática” (considerando 25°). Vale decir que,
para la mayoría del Tribunal, no hay un criterio hermenéutico inteligible que
permita otorgarle un contenido concreto al alcance de la movilidad jubilatoria. Por
ello estimo que los argumentos jurisprudenciales utilizados lo son, en realidad,
para ser desechados en esta oportunidad. Dicho esto, en los siguientes
considerandos y, utilizando una exégesis normativa, destaca la claridad,
relevancia e importancia de la Ley de Convertibilidad, 23.928, cuya finalidad de
preservar el valor de la moneda, tiene anclaje constitucional. Y en este sentido
destaca que el articulado de dicha norma desecha la aplicación de toda forma de
actualización e indexación de deudas (considerandos 25° a 27°). En este último
considerando, la Corte realiza una interpretación teleológica, que apunta a
desentrañar los fines que tuvo el legislador al sancionarla. Y señala que dicho fin
no era otro que el de lograr el bienestar de la comunidad, limitando los derechos
patrimoniales en situaciones de emergencia económica. Aparece también
entonces una hermenéutica extensiva de las facultades de los Poderes del Estado
en el marco de la emergencia: un Poder de Policía de la Emergencia, habilitado
para restringir derechos constitucionales de naturaleza patrimonial. Continuando
con la hermenéutica de la ley 23.928, la Corte determina que, en el decreto
reglamentario de la misma –que debe respetar la pauta establecida por el artículo
99 inciso 2° CN- se exime de la desindexación a los créditos previsionales
(considerando 30°). De ello concluye, en una argumentación histórica, ligada a
respetar la voluntad del legislador, que el mismo hizo una excepción en algunos
casos a la regla legal establecida en la Ley de Convertibilidad. En este orden de
ideas, realiza una síntesis de la actividad interpretativa de los jueces como una
actividad compleja que se nutre de todos los métodos interpretativos al decir: “Que
ello es así, pues configura un principio de hermenéutica sentado por este Tribunal
en reiterados pronunciamientos que la inteligencia de las leyes debe practicarse
118
teniendo en cuenta el contexto general y los fines que la informan y a ese objeto la
labor del intérprete debe ajustarse a un examen atento y profundo de sus
términos, que consulte la racionalidad del precepto y la voluntad del legislador,
extremos que no deben ser obviados por las posibles imperfecciones técnicas de
la instrumentación legal, precisamente, para evitar la frustración de los objetivos
de la norma (Fallos: 308:2246; 310:572 y 1390; 311:2751; 321:1484).” Como
puede advertirse, en el párrafo citado se alude a distintos métodos de
interpretación o argumentación como el sistemático, el semántico, el finalista, y el
de la voluntad del legislador o histórico. Reconoce posteriormente el voto
mayoritario la existencia de un nuevo sistema legal en la materia –la ley 24.241,
Régimen Integrado de Jubilaciones y Pensiones- que cambia el cálculo de
movilidad establecido en la ley general anterior (18.037), ya que solamente
pueden tener prevalencia sobre la 24.241 los regímenes previsionales especiales
que establecen mecanismos de actualización propios. Amén de ello, en una
interpretación realista y pragmática, indica que la movilidad de la ley cuestionada
-18.037- era propia de un contexto inflacionario que ya no existe en el país desde
la vigencia de la Convertibilidad (considerandos 35° y 36°).
Continúa el voto mayoritario afirmando que debe evaluarse el
perjuicio patrimonial producido en los haberes de los trabajadores pasivos no
desde una hermenéutica propia del derecho privado, de naturaleza contractual,
sino desde una lógica jurídica propia del derecho público y de carácter asistencial,
que no exige una proporcionalidad estricta entre los aportes realizados y los
haberes percibidos (considerando 41°). En este orden de ideas la Corte señala
que el nuevo sistema de actualización jubilatorio establecido por las leyes 24.241 y
24.463, que reemplaza al de la ley 18.037, no ocasiona en sí mismo agravio
constitucional alguno, y fue dispuesto legítimamente por el Congreso en el marco
de una situación de emergencia (considerando 42°). Apoya esta afirmación con
argumentos judiciales propios (autoprecedentes). Luego de esto y, a los efectos
de establecer un criterio de movilidad en el caso, la Corte reitera la necesidad de
una interpretación coherente del ordenamiento jurídico, basándose en este caso
en la idea del legislador racional: “Sentado el marco legal en juego, corresponde
119
destacar que las disposiciones aquí implicadas deben ser interpretadas con
arreglo al numerosas veces reiterado principio, según el cual la inconsecuencia o
falta de previsión jamás se supone en el legislador y, por esto, se reconoce como
regla inconcusa que la interpretación de las leyes debe hacerse siempre evitando
darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones, destruyendo las unas
por las otras, y adoptando como verdadero el sentido que las concilie y deje a
todas con valor y efecto…” (considerando 43°). También se advierte en este
párrafo una argumentación de carácter principialista. En función de estas
consideraciones, la mayoría del tribunal decide considerar inconstitucional la
actualización dispuesta por el artículo 7° inciso 1 apartado b de la ley 24.463 y sus
decretos reglamentarios, por ser irrazonables en su aplicación concreta y no
garantizar el derecho constitucional afectado con eficacia (considerando 47°). Y
estima que debe aplicarse otro sistema de actualización entre 1991 y 1994,
relacionada con la variación del AMPO (Aporte Medio Previsional Obligatorio),
para luego aplicar como coeficiente de actualización el dispuesto por el artículo 7°
inciso 2° de la ley 24.463 (considerando 48°). En definitiva, la mayoría del Tribunal
decide: declarar abstracta la cuestión relativa al pago de los intereses reclamados
(a los que el actor había renunciado), declarar procedente el recurso en los
restantes temas, revocar la sentencia apelada, declarar inconstitucional el inciso
1° apartado b del artículo 7° de la ley 24.463 y aplicar otro sistema de
actualización de haberes previsionales entre 1991 y 1994 conforme lo establecido
en el fallo. Como se puede advertir, en este extenso voto la Corte aplica un
sistema novedoso de actualización de haberes jubilatorios (que resulta inferior al
reclamado por el actor) y para justificar su decisión alude reiterada y
explícitamente a la cuestión de la interpretación de la Constitución y las leyes,
estableciendo criterios complejos y métodos variados para realizar esta tarea.
El Doctor Boggiano elaboró un voto con fundamentos propios, coincidiendo
con la decisión mayoritaria. Como ejemplos indicaremos algunos de sus
argumentos principales. En este sentido, destaca que el sentido de la movilidad
jubilatoria reconocida en el tercer párrafo del artículo 14 bis CN puede ser
reglamentado razonablemente pero no desconocido por el legislador
120
(considerando 7°), pero que deben relacionarse con los recursos financieros
existentes en las arcas estatales (considerando 8°), lo que constituye un
argumento de tipo pragmático o realista. Utiliza también precedentes
jurisprudenciales de la misma Corte (autoprecedentes) (considerando 10°), e
interpretación sistemática similar a la indicada por la mayoría (considerando 11°)
al señalar la importancia de los Tratados sobre Derechos Humanos que han
adquirido Jerarquía Constitucional luego de la reforma Constitucional de 1994 y la
necesidad de realizar dicha hermenéutica. Asimismo destaca la relevancia del
este principio hermenéutico de sistematicidad relacionándolo con la idea del
legislador coherente y racional (considerando 15°), con cita de autoprecedentes.
Similar decisión tomó el Doctor Vázquez. Tomando algunos ejemplos de
sus argumentos, destacamos el argumento de tipo histórico, cuando en el
considerando 5° y siguientes, donde explica el surgimiento de los sistemas
previsionales y su evolución hacia un sistema universal, solidario y de reparto.
Señala también en su voto el fracaso del sistema, fruto de políticas a las que
califica de “voluntaristas” (considerando 10°). Continuando con su desarrollo
argumentativo de tipo histórico, explica posteriormente la emergencia previsional y
las distintas herramientas utilizadas por el legislador (considerandos 12° y 13°),
para concluir en que estas causas han impedido la aplicación plena del artículo 14
bis CN en la materia (considerando 14°). Ante esta realidad, propone para impartir
justicia en el caso una hermenéutica integradora y dinámica (considerando 18°),
considerando a la movilidad jubilatoria prevista en la Constitución Nacional como
un “enunciado puramente programático” (considerando 19°) y, por ende, pasible
de amplia reglamentación legislativa. Refuerza este argumento con cita de
autoprecedentes de la Corte Suprema en la materia. Con un criterio hermenéutico
deferente hacia las atribuciones del legislador y extensivo del poder de policía
(considerandos 23° y 24°, por ejemplo), justifica la legislación previsional vigente al
momento del dictado de la sentencia, con excepción del artículo 7° inciso 1
apartado b de la ley 24.463, al que estima inconstitucional por omisión, al no
preveer un sistema de real actualización de haberes por tres años, lo que estima
121
“indamisible” (considerando 27°). En este orden de ideas, coincide con la decisión
de la mayoría.
Los Doctores Belluscio, Petracchi y Bossert votaron conjuntamente en
disidencia. Brindaré algunos ejemplos de sus fundamentos. En el considerando 7°
esta disidencia realiza una argumentación de tipo finalista y principialista. Al
destacar la relevancia del principio protectorio en materia previsional que debe ser
satisfecho a través de la celeridad procesal en el caso. Ello a los efectos de
justificar la decisión de la Corte sobre el fondo del asunto, sin remisión a
Tribunales Inferiores. También, en oposición al voto de Vázquez, consideran a los
haberes jubilatorios como protegidos por la Constitución, fruto de la remuneración
que cobraban los trabajadores pasivos cuando estaban en actividad, y que forman
parte del patrimonio de los jubilados, lo que constituye un límite infranqueable al
legislador. Lo que advertimos aquí es una visión más restringida o restrictiva del
poder de policía del Estado en la materia (considerando 9°). En este orden de
ideas, en el considerando siguiente se alude como características de la seguridad
social, sus condiciones de “integral” e “irrenunciable”. Si bien coincide en que la
movilidad jubilatoria está sujeta a la reglamentación legislativa, enfatiza los límites
constitucionales de dicha reglamentación (considerando 12°). En el siguiente
considerando, y con cita de autoprecedentes, destacan que la Corte ha
considerado inconstitucional la inmovilidad absoluta de los haberes jubilatorios por
término incierto. En el considerando 15°, utilizando una hermenéutica finalista,
destacan el carácter humanista, y no meramente economicista, de la movilidad
jubilatoria. Y en este sentido defienden la constitucionalidad de la ley 18.037 y su
fórmula de actualización de haberes, estimado que la misma no se encuentra en
colisión con la ley 23.928, para lo cual se utilizan argumentos históricos, ya que se
alude a los debates parlamentarios de dicha ley (considerando 28°). Asimismo, se
advierte un argumento de tipo analógico ya que consideran al haber jubilatorio
como prestación sustitutiva del salario, por lo que deben guardar una razonable
proporcionalidad (considerando 30°). En el considerando 40° luce un argumento
de tipo principialista, ya que se cita que cualquier eventual contradicción legislativa
en la materia debería resolverse a partir del principio “in dubio pro justicia socialis”,
122
principio que ostenta, para estos magistrados, rango constitucional. También este
voto disidente se aparta de lo resuelto por la mayoría, proponiendo atenerse a la
ley 18.037 a los fines de no crear un sistema de actualización pretoriano, lo que
considera lesivo del principio de separación de poderes. Pese a ello, deciden que
deberá estarse a lo dispuesto por el fallo de Cámara, ya que, de aplicarse el
criterio legal de movilidad, se perjudicaría al apelante (ANSES), lo que configuraría
una “reformatio in pejus” contraria a la garantía de la defensa en juicio
(considerando 58). En este orden de ideas, esta disidencia dispone declarar
procedente el recurso extraordinario interpuesto, salvo en lo que respecta a la tasa
de interés, revocar la declaración de inconstitucionalidad de los artículos 53 y 55
de la ley 18.037, mantener el régimen de movilidad dispuesto por el fallo de
Cámara, y desechar los agravios manifestados contra el régimen de movilidad de
la ley 24.463.
El Doctor Carlos Fayt también votó en disidencia. De su decisión podemos
señalar varios argumentos. En primer lugar, en el considerando 5° hace una
enfática defensa de la plena vigencia de los derechos y garantías constitucionales,
incluidos los previstos en el artículo 14 bis CN sobre la seguridad social, que será
“integral” e irrenunciable”. En una interpretación principialista y sistemática de la
norma suprema, sostiene Fayt que: “De tal modo, es por imperio de la
Constitución Nacional, que en nuestro país el sistema provisional se articuló sobre
la base de la protección estatal, la movilidad de las prestaciones y la tutela de los
derechos adquiridos.” Esta aseveración conlleva implícitamente una interpretación
limitada y restringida sobre el poder de policía y las facultades reglamentarias del
legislador en la materia. Agrega a estos fundamentos un argumento de carácter
doctrinario, en el considerando 6°, citando a Joaquín V. González, y sosteniendo
que sus dichos, en el sentido de que la necesaria intervención del Poder Judicial,
a los efectos de defender la supremacía de la Constitución es corolario
precisamente de ese carácter de la norma suprema y del principio de separación
de poderes, garantía de la libertad y los derechos. Haciendo énfasis en la
importancia de la cuestión, la califica como de “gravedad institucional”
(considerando 7°). En el considerando 8° el magistrado realiza una detallada
123
exposición de los antecedentes históricos del artículo 14 bis CN en la Convención
Reformadora de 1957 (argumento histórico), detallando que la voluntad o finalidad
del Constituyente histórico era garantizar la integralidad e irrenunciabilidad de la
seguridad social, vocablo amplio que debía comprender no solamente a las
prestaciones jubilatorias, sino también a otros conceptos, como la seguridad e
higiene en el trabajo, la protección de los incapacitados, la de los desempleados,
etc. En el siguiente considerando, se realiza una argumentación de tipo axiológica
al valorativa, ya que Fayt sostiene, con respecto al desempeño concreto del
sistema previsional, que: “El éxito del emprendimiento suponía el compromiso
ético entre la sociedad y el Estado y con la clara conciencia de que se estaba
gestando un pacto de solidaridad y un explícito enlace intergeneracional.” Se
destaca entonces como guía interpretativa en materia provisional la defensa del
valor solidaridad intergeneracional. En los considerandos 10°, 11° y 12° el
magistrado describe el fracaso histórico del sistema provisional a partir del
incumplimiento de las pautas y principios enumerados previamente.
Posteriormente destaca y pone en su debido cauce el rol de la Justicia, que es la
de ejercer el control de la normativa sancionada por el Congreso en
reglamentación de las disposiciones constitucionales, vale decir un control a
posteriori (considerando 13°). En el considerando 14° Fayt establece el alcance
del concepto de movilidad, realizando una interpretación semántica y extensiva de
esta garantía: “...asegurando a los beneficiarios un nivel de vida similar, dentro de
una proporcionalidad justa y razonable, a las que le proporcionaba, a él y a su
núcleo familiar, las remuneraciones percibidas en la actividad. Se trata, por
consiguiente, de una técnica o mecanismo que garantiza la adecuada relación del
haber con el nivel de ingresos de los agentes en actividad.” Rechaza
posteriormente los argumentos económicos y consecuencialistas –sostenidos en
los votos de la mayoría- por estimar que no pueden justificar el quebrantamiento
de los principios constitucionales. A partir de los considerandos siguientes el juez
trata el conflicto normativo que presenta el litigio, estimando que la mejor garantía
de la movilidad jubilatoria consisten en el mantenimiento del cálculo establecido
por la ley 18.037, desechando cualquier fórmula de carácter pretoriano para
124
dilucidar la presente cuestión (considerando 21°). Posteriormente, en el
considerando 25° y, reconociendo la crisis económica del país en general y
previsional en particular, presenta un argumento axiológico al sostener que la guía
para resolver el problema está en la concreción del valor fraternidad y solidaridad,
y en reconocer el carácter alimentario de las prestaciones provisionales. En virtud
de estas y otras consideraciones, el Dr. Fayt decide dejar sin efecto la declaración
de inconstitucionalidad de los artículos 53 y 55 de la ley 18.037, establecer que el
régimen de movilidad dispuesto por el primero de esos artículos sigue vigente y no
ha sido derogado implícitamente por la ley 23.928, declarar la inconstitucionalidad
del artículo 7°, inciso 1, apartado b, de la ley 24.463 por “pulverizar” la movilidad
jubilatoria y dejar firme el cálculo de movilidad establecido en autos por la Cámara
de Apelaciones, limitando la aplicación del criterio de la ley 18.037.
Como puede advertirse, en este extenso fallo se encuentran
explicitados variados argumentos y métodos de interpretación constitucional que
justificaron decisiones disímiles de los distintos magistrados.
125
Asimismo consideraba que el artículo 14 bis CN no se encontraba afectado en el
caso. En particular, destacaba que el tope salarial impugnado surgía de un
convenio colectivo de trabajo en cuya celebración habían participado
representantes legítimos de los trabajadores.
La Corte Suprema admite el recurso extraordinario y resuelve la cuestión a
través de un fallo sin disidencias, firmado por los Dres. Eduardo Moliné O’ Connor,
Augusto César Belluscio, Antonio Boggiano, Guillermo A. F. López y Adolfo
Roberto Vázquez. En el mismo podemos encontrar un argumento jurisprudencial,
ya que en el considerando 5° la Corte cita sus propios precedentes
(autoprecedente), señalando que ya en circunstancias anteriores ya había
establecido que la indemnización tarifada prevista por el artículo 245 de la Ley de
Contrato de Trabajo era razonable y por ende compatible con la Norma
Fundamental (cita de Fallos: 302:654 y 304:543). En una interpretación restrictiva
de las atribuciones de control de los jueces (y amplia de las facultades del
legislador) en la materia se sostuvo que: “...corresponde al legislador, en
cumplimiento del deber constitucional del Estado de asegurar la protección del
trabajador contra el despido arbitrario (art. 14 bis de la Constitución Nacional),
establecer las bases jurídicas que reglamentan las relaciones de trabajo y las
consecuencias que se derivan de la ruptura del contrato laboral, sin que los jueces
se hallen facultados para decidir sobre el mérito o conveniencia de la legislación
sobre la materia...”
Continuando con su razonamiento, en el considerando 7°, el Alto Tribunal
aplica analógicamente un precedente jurisprudencial propio sobre otra cuestión
perteneciente al ámbito del Derecho del Trabajo (Fallos: 306:1964). En el mismo
se establecía la validez de los módulos vinculados al salario mínimo elaborados
por el Poder Ejecutivo, al que le corresponde reconocer una razonable amplitud de
criterio para determinar los alcances de la política económica y social en aras del
bienestar general, siempre y cuando no se demuestre que dicho Poder ha
incurrido en decisiones absurdas o arbitrarias.
Posteriormente, en el considerando 8°, estima relevante destacar que el
tope indemnizatorio no fue establecido en forma unilateral por el Poder Ejecutivo
126
en el caso, sino que refleja un acuerdo colectivo entre partes, y que el monto
indemnizatorio es razonable, por lo que no hay lesión al derecho de propiedad del
actor. De alguna manera implica esta decisión una interpretación extensiva del
alcance de la facultad reglamentaria del legislador. En virtud de estos argumentos
y consideraciones se decidió en la causa declarar procedente el recurso
extraordinario y dejar sin efecto la sentencia de Cámara, ordenando que dicho
tribunal de origen dicte nueva sentencia con arreglo a la decisión tomada por la
Corte.
127
decreto como violatorio de la garantía de igualdad prevista en el artículo 16 CN, ya
que afectaba solamente a algunos empleados del Estado. Frente a esta decisión,
el Estado Nacional dedujo recurso extraordinario fundado en que la cuestión era
de gravedad institucional y la decisión del a quo adolecía de manifiesta
arbitrariedad. El Procurador General de la Nación, Dr. Eduardo Nicolás Becerra,
señala que es de interés que la Corte se pronuncie sobre el particular más allá de
que la norma se encuentre derogada conforme el decreto 1421/97, atento a que
corresponde que el Alto Tribunal se expida sobre los efectos jurídicos que produjo
la norma en cuestión durante el lapso en que tuvo vigencia. Entrando en el análisis
del tema, descarta las objeciones hechas al decreto 290/95 relacionadas con el
procedimiento de los DNU previsto en el artículo 99 inciso 3º CN atento a que, a
su entender, la ratificación legislativa posterior purgaba cualquier vicio que pudiera
existir. Así planteada la situación, el Procurador sostiene luego que debe
determinarse entonces la facultad que tiene el Estado para reducir los salarios de
sus agentes, y, en caso afirmativo, en qué medida y con qué límites. En primer
término señala que la doctrina admite esta facultad estatal como disposición
excepcional y más allá de la naturaleza jurídica del empleo público (ya sea
entendido como relación contractual o reglamentaria). En segundo lugar sostiene
que la doctrina lo admite si la ley que lo dispone reduce los salarios futuros, no los
devengados. Y en tercer término, indica que la reducción salarial debe adoptarse
en el marco de una emergencia –dado su carácter de medida excepcional-, tiene
que ser de efecto general, vigencia hacia el futuro, transitoria y no confiscatoria
(“no desnaturalice el derecho a la retribución). Finalmente, aplicando un
argumento analógico, relaciona el tema con la disminución de los haberes
previsionales. En virtud de estos argumentos aconsejó a la Corte admitir el recurso
extraordinario y revocar la sentencia apelada.
La decisión mayoritaria de la Corte se expresó a través de varios votos. El
suscripto por los Dres. Julio Nazareno y Eduardo Moliné O’Connor sostiene, en
primer término, y luego de reseñar los antecedentes de la causa, que lo que se
encuentra sujeto a decisión del Máximo Tribunal es el decreto 290/95 ratificado
íntegramente por la ley 24.624, resaltando que dicha ratificación obra como control
128
parlamentario de dicho decreto, cumpliéndose así con lo ordenado por el artículo
99 inciso 3º CN (considerando 6º). Creo que nos encontramos ante una
interpretación amplia, extensiva o laxa de dicha disposición constitucional, que
atiende a la finalidad de la norma pero se aparta claramente de la letra de la
misma. En el considerando 7º podemos ver un argumento finalista o teleológico,
ya que los magistrados puntualizan que: “…el fundamento de las leyes de
emergencia es la necesidad de poner fin o remediar situaciones de gravedad que
obligan a intervenir en el orden patrimonial, como una forma de hacer posible el
cumplimiento de las obligaciones, a la vez que atenuar su gravitación negativa
sobre el orden económico e institucional y la sociedad en su conjunto.” Este
razonamiento es avalado por argumentos de carácter jurisprudencial vinculados a
decisiones previas de la misma Corte Suprema. En el considerando 8º se realiza
una interpretación amplia de estas facultades de emergencia reconocidas a los
Poderes Políticos a través del argumento finalista de que las mismas son
razonables en la medida que ayudan a evitar un mal mayor. Como en muchas
sentencias relativas a cuestiones de emergencia socioeconómica, se hace
siempre presente la fundamentación relacionada con la restricción de derechos
constitucionales como necesaria para la supervivencia del Estado y la continuidad
del orden jurídico. En idéntico sentido, el considerando 9º califica a las
reducciones salariales cuestionadas como “modificaciones en los márgenes de las
remuneraciones”, justificadas por una grave crisis financiera internacional,
temporaria, y que no requiere de indemnización o compensación atento la
naturaleza jurídica de la relación de empleo público y las prerrogativas del Estado.
Otro argumento interesante que puede advertirse tiene que ver con que el voto en
análisis minimiza o reduce a la insignificancia el recorte de haberes producido, ya
que no altera la sustancia de la relación contractual ni es confiscatoria
(considerando 11º). Prosiguiendo con la interpretación amplia, generosa y
extensiva de las facultades de emergencia, el considerando 13º señala que la
omisión del plazo de duración de la medida no constituye un elemento
descalificador de la validez de la norma, ante la existencia en el decreto de la
facultad del PE de dejar sin efecto parcial o totalmente las medidas de emergencia
129
cuando las causas que le dieron origen hubieran cesado. Conforme los
magistrados, esta previsión, si bien discrecional, permitiría satisfacer el requisito
de temporalidad de las medidas de emergencia. Por el contrario, la interpretación
de las disposiciones del artículo 14 bis CN es restrictiva en este voto. Podemos
señalar como ejemplo de ello a los considerandos 14 y 15. En los mismos se
alude a la estabilidad del empleado público como un derecho “no absoluto”, que
implique colocar a sus beneficiarios por encima del interés general, y que la
intangibilidad del sueldo del empleado público no está asegurada por ninguna
disposición constitucional, descartándose la existencia de un derecho adquirido a
mantener un nivel remunerativo futuro sin variantes. Conforme estos criterios, se
resuelve hacer lugar al recurso extraordinario deducido y se revoca el fallo
impugnado.
El Dr. Carlos Fayt adhirió a la mayoría a través de un voto individual. En el
mismo encontramos en el considerando 4° un ejemplo de argumento
jurisprudencial comparativo, ya que se cita jurisprudencia de la Corte Suprema de
los Estados Unidos y doctrina constitucional de esa nación con el objetivo de
enmarcar los poderes administrativos que deben serle reconocidos al Poder
Ejecutivo. Luego, en el considerando 6° el magistrado apela al argumento
jurisprudencial citando un fallo de la misma Corte Suprema de Justicia de la
Nación, lo que es denominado por Rodolfo Vigo como “autoprecedente”. Se trata
del caso “Verrocchi” (Fallos 322:1726). En dicha sentencia se remarcaba que la
justicia debía en el caso de los DNU, y atento su carácter de normas de
emergencia y excepcionales, debe constatar la existencia tanto de la necesidad de
legislar sobre el tema en cuestión, como de la imposibilidad de hacerlo a través de
la actuación del Congreso, extremos fácticos justificatorios de un DNU. Podemos
concluir entonces que Fayt realiza una interpretación más restringida de las
facultades del Poder Ejecutivo en materia de emergencia en este caso, pero, a
pesar de ello, considera que se encuentran acreditados los extremos exigidos por
la Constitución Nacional en la materia y por ello decide revocar el fallo apelado y
hacer lugar al recurso extraordinario interpuesto.
130
También coincide con la decisión mayoritaria a través de un voto individual
el Dr. Augusto Belluscio, en el cual se remarca la insignificancia de la reducción
salarial impuesta (considerando 6°) y la inexistencia de un derecho adquirido de
los empleados públicos a mantener el nivel remunerativo sin variantes y en todos
las circunstancias (considerando 8°).
Lo mismo hace el Dr. Antonio Boggiano. De su voto vale destacarse el
considerando 3° un argumento lingüístico (conforme Vigo) o semántico, cuando se
realiza la siguiente distinción: “Cabe advertir que la ley 22.140 no acordaba a los
funcionarios y empleados públicos el derecho a una retribución intangible, sino,
meramente, el derecho a una “retribución justa” (concepto reiterado en el régimen
aprobado por la ley 25.164); por lo que el Congreso de la Nación goza
normalmente de la facultad de disponer la reducción de las remuneraciones de los
agentes públicos siempre que lo considerase necesario o conveniente, bajo
condición de respetar una razonable relación de equivalencia entre los servicios
prestados y el sueldo pertinente”. En virtud de estas consideraciones, y de la
situación de emergencia constatada en autos y la convalidación legislativa
posterior del DNU impugnado, este magistrado fundamenta su voto admitiendo el
recurso extraordinario interpuesto.
El Dr. Gustavo Bossert también adhirió a la decisión de la mayoría a través
de un voto individual. Entre los argumentos expresados por dicho magistrado
puede destacarse el finalista o teleológico, que luce en el considerando 5°. En el
mismo se señala que: “Que cabe recordar que el fundamento de las leyes de
emergencia es la necesidad de poner fin o remediar situaciones de gravedad que
obligan a intervenir en el orden patrimonial, como una forma de hacer posible el
cumplimiento de las obligaciones, a la vez de atenuar su gravitación negativa
sobre el orden económico e institucional y la sociedad en su conjunto...” Dicho
argumento se encuentra entrelazado con citas de precedentes jurisprudenciales
de la misma Corte Suprema. Luego de afirmar que el DNU cuestionado no lesiona
los derechos de propiedad e igualdad, expresa, en el considerando 10°, su
rechazo a los argumentos brindados por el a quo relacionados con este último
131
tema, a los que califica de dogmáticos ( y por consiguiente descalificables por
arbitrariedad). Por estas razones decide hacer lugar al recurso interpuesto.
De idéntica forma decide el Dr. Adolfo Vázquez. En su voto, adhiere a la
mayoría y modifica solamente dos considerandos, el 15 y el 16. Puede resaltarse
en el considerando 15 de su decisorio la argumentación sistemática o armónica de
las normas constitucionales. En tal sentido, señala que la intangibilidad de las
remuneraciones debe limitarse a lo previsto en los artículos 92, 107, 110 y 120 CN
(Presidente, Ministros, Jueces e integrantes del Ministerio Público) a los efectos de
no lesionar la garantía de igualdad prevista en el artículo 16 CN. Señala el Dr.
Vázquez: “Que lo contrario implicaría desconocer que dicha intangibilidad debe ser
interpretada armónicamente con otras cláusulas constitucionales que no admiten
ningún tipo de privilegio, al declarar vg. que el art. 16 de la Constitución Nacional
que todos los habitantes son iguales ante la ley.” Consecuencia de ello se
establece una interpretación restrictiva de la intangibilidad de las remuneraciones
de empleados y funcionarios públicos.
El voto disidente es el del Dr. Enrique Petracchi. Destaco en el mismo el
argumento normativo. En realidad tiene que ver en primer lugar con la ausencia de
norma reglamentaria que regule el procedimiento de dictado de los DNU en el
momento tanto de la entrada en vigencia de la norma como en el momento de la
sentencia. Señala el magistrado en el considerando 7°: “Ahora bien: al no haberse
sancionado la ley que reclama el artículo 99 inc. 3, no puede cumplirse con la
denominada “subetapa legislativa” (prevista en dicho artículo), lo que determina la
imposibilidad (del Poder Ejecutivo Nacional) de recurrir a esos remedios de
excepción que son los decretos de necesidad y urgencia”. Esta conclusión de
Petracchi reitera lo sostenido por él en el precedente “Verrocchi”, ya citado.
Adiciona a este razonamiento un argumento de coherencia o armonía normativa
interna del mismo artículo 99 inciso 3 CN, el que dispone como principio general
hermenéutico que el Poder Ejecutivo no puede emitir disposiciones de carácter
legislativo en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable
(considerando 8°), y señala que ningún DNU que incumpla el procedimiento
previsto por la Constitución puede ser convalidado. Y dicho procedimiento no
132
podía ser satisfecho en ausencia de la norma legislativa reglamentaria (la misma
fue sancionada posteriormente, en 2006 –ley 26.122-). Por ello, la norma
reglamentaria podría solamente ser considerada constitucional a partir de la
sanción de la ley que la convalida –en el caso la ley de Presupuesto 24.624-
careciendo anteriormente de validez. Posteriormente el magistrado expresa que
no considera acreditado suficientemente el carácter confiscatorio o arbitrario de la
reducción salarial impuesta a la actora, atento a que la misma es solamente del
5% (considerando 9°). Considera asimismo que la jurisprudencia de la Corte en
materia de igualdad (argumento jurisprudencial) no impide que el legislador
contemple en forma distinta situaciones diferentes mientras no haga distinciones
arbitrarias –considerando 11-, lo que lo lleva a concluir que en el caso no se
encuentra lesionada la igualdad constitucional. Finalmente, y, teniendo en cuenta
la convalidación legislativa posterior del DNU a través de la ley de Prepuesto
24.624, considera válida la reducción salarial impugnada a partir de la sanción de
dicha ley, en 1995, y hasta la derogación de la medida en 1998. Vale decir que
revoca parcialmente la sentencia apelada.
133
reclamarlo primariamente a su Obra Social, que tenía la obligación legal de
proveerlo, y luego a las autoridades provinciales (ya que la actora vivía en la
ciudad de Río Cuarto, Córdoba). Tanto en el Juez de Primera Instancia como la
Cámara Federal hicieron lugar al amparo presentado. Finalmente, el caso llegó a
la Corte Suprema ante el recurso presentado por la demandada. La misma
argumentaba en primer lugar arbitrariedad normativa, ya que el a quo había
omitido tratar normas aplicables al caso, como la ley 24.455; y en segundo lugar
reiteraba las cuestiones esgrimidas en las anteriores instancias en su defensa –
básicamente el carácter supletorio o subsidiario de su intervención en el tema-. El
Máximo Tribunal dispuso en primer término que, tal como se había dispuesto en
numerosas oportunidades, su actuación no se encuentra limitada por las
argumentaciones esgrimidas en las instancias inferiores. Y a partir de allí decide,
luego de rechazar de plano la arbitrariedad, a la cual consideró una mera
disconformidad con lo decidido por el a quo, encarar la construcción de un
principio hermenéutico en materia de derecho a la salud a partir de la
interpretación sistemática, principialista y finalista de las normas constitucionales
involucradas conjuntamente con las disposiciones de jerarquía constitucional
emergentes de los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos que
poseen dicho rango conforme el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional.
El principio hermenéutico elaborado queda claramente expresado en el
considerando 15 del fallo: “Que el Tribunal ha considerado que el derecho a la
vida es el primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y
garantizado por la Constitución Nacional (Fallos: 302:1284; 310:112). También ha
dicho que el hombre es eje y centro de todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí
mismo -más allá de su naturaleza trascendente- su persona es inviolable y
constituye valor fundamental con respecto al cual los restantes valores tienen
siempre carácter instrumental (Fallos: 316:479, votos concurrentes)”. Luego, en el
considerando 16 dispone que el derecho a la salud se encuentra comprendido en
el derecho a la vida. Para la construcción de este principio constitucional que
delimita el alcance y contenido de los derechos involucrados – a la salud y por
ende a la vida- se mencionan los siguientes artículos de la Constitución Nacional:
134
14, 14 bis, 18, 19 y 33 (tomados de la argumentación de la Cámara Federal y que
lucen en el considerando 6 del fallo de la Corte), y, por otro lado las siguientes
normas internacionales que poseen jerarquía constitucional: Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. VII), Declaración Universal
de los Derechos Humanos (artículo 25 inc. 2), Convención Americana de derechos
Humanos (arts. 4 y 19), Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 24
inciso 1), Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art.
10 inciso 3), y Convención de los Derechos del Niño (art. 3). Estas normas
internacionales son citadas a partir del considerando 17 del fallo.
Independientemente del principio hermenéutico elaborado, la Corte también
realiza una interpretación semántica al dotar de sentido a la expresión de que los
Estados parte de una Convención se obligan “hasta el máximo de sus recursos”
para proveer, garantizar o promover un derecho, en el marco de un Estado
Federal (considerandos 19 y 20). A partir de dicho razonamiento se excluye
cualquier posibilidad de desligar como obligado principal al Estado Nacional en la
defensa, protección y promoción del derecho a la salud, al que se le otorga
carácter prioritario como parte integrante del derecho a la vida. También puede
señalarse la constante y permanente decisión de la Corte de aplicar y brindar
fuerza normativa a todas las normas internacionales sobre derechos humanos
también a los efectos de evitar que el Estado incurra en responsabilidad
internacional por un eventual incumplimiento. El fallo finalmente confirmó la
sentencia apelada, dando la razón a la parte actora. Fue suscripto por los
Doctores Nazareno, Moliné O’Connor, Fayt, Petracchi, Boggiano, López y
Vázquez. El Doctor Belluscio votó en disidencia, rechazando la cuestión planteada
en el recurso a través de la aplicación del artículo 280 del CPCCN, utilizando el
llamado “certiorari negativo”, y dejando entonces vigente la decisión de la Cámara
Federal, también favorable a la actora. Es por ello que estimo que la disidencia no
es lo suficientemente relevante como para invalidar la construcción del principio
interpretativo.
135
El trascendente caso “Vizzoti, Carlos Alberto c/ Amsa S.A. s/ despido”, fue
dictado el 14 de septiembre de 2004 (Fallos: 327: 3677). El fallo fue dictado
durante el gobierno de Néstor Kirchner. Los magistrados que suscriben la
sentencia fueron Zaffaroni, Highton de Nolasco, Fayt, Petracchi, Boggiano,
Belluscio y Maqueda. No hubo disidencias, lo cual refuerza la trascendencia
institucional de la decisión. En el caso se discutía la constitucionalidad del tope
legal a las indemnizaciones por despido incorporado por la ley 24.013 a la Ley de
Contrato de Trabajo en el artículo 245. El fallo decidió la inconstitucionalidad del
tope (no de la indemnización tarifada). Dicha disposición ya había sido
cuestionada anteriormente, pero se había fallado a favor de su constitucionalidad
(“Villarreal, Adolfo c/ Roemmers s/ cobro de salarios”, 1997, Fallos: 320:2665, en
fallo con votación dividida)158. Entre otros argumentos, la Corte defiende el carácter
de norma jurídica y la fuerza normativa de la Constitución, que a su entender le
brinda sentido al control de constitucionalidad y de razonabilidad de las leyes
(considerando 8). La Constitución no puede declarar “derechos huecos”, sino que
ellos tienen un contenido. Y ese contenido puede ser fijado por la Corte, entiendo
que a través de la interpretación constitucional. En el considerando 8 ya
mencionado se afirma que: “Todo explica que la determinación de dicho contenido
configure, precisamente uno de los objetos de estudio centrales del intérprete
constitucional. Explica también que al reglamentar un derecho constitucional, el
llamado a hacerlo no pueda obrar con otra finalidad que no sea la de dar a aquél
toda la plenitud que le reconozca la Constitución Nacional...” Aquí se define
entonces el sentido de la función hermenéutica de los jueces y se da como pauta
interpretativa de los derechos constitucionales el criterio o argumento finalista. En
el considerando 9 la Corte elabora un principio particular de interpretación del
artículo 14 bis de la Constitución Nacional, que es hoy idea rectora en la
hermenéutica de los derechos sociales: en la relación de trabajo, el trabajador es
sujeto de preferente tutela: “Que el art. 14 bis, cabe subrayarlo, impone un
particular enfoque para el control de constitucionalidad. En efecto, en la relación y
contrato de trabajo se ponen en juego, en lo que atañe a intereses particulares,
158
Vale resaltar que en Vizzoti el perjuicio ocasionado al actor al aplicar el tope era groseramente
confiscatorio y manifiestamente inconstitucional.
136
tanto los del trabajador como el del empleador, y ninguno de ellos debe ser
descuidado por las leyes. Sin embargo, lo determinante es que, desde el ángulo
constitucional, el primero es sujeto de preferente tutela, tal como se sigue de los
pasajes del art. 14 bis anteriormente transcriptos, así como de los restantes
derechos del trabajador contenidos en esta cláusula.” Una clara construcción de
un principio pretoriano en el marco de una argumentación principialista. Para
lograrlo, la Corte acude esta vez a un criterio histórico y apela a la voluntad del
Constituyente Reformador de 1957: “Esta preferencia, por lo demás, es la
respuesta constitucional dada en 1957 a diversas situaciones y comprobaciones
fácticas, entre otras, la desigualdad de las partes que regularmente supone la
relación de trabajo, pero que habían arraigado en la jurisprudencia de esta Corte
anterior a la vigencia del artículo 14 bis (vgr. Fallos: 181:209, 213/214)”. El
argumento es de alguna manera, “doblemente histórico”, ya que enlaza la decisión
del caso con la finalidad de la Reforma Constitucional de 1957 y a ésta con la
tradición jurisprudencial anterior de la Corte.
Pero este anclaje en el pasado convive en el fallo con la interpretación
sistemática y dinámica que surge del considerando 10. En el mismo se remarca
que: “...sostener que el trabajador es sujeto de preferente tutela constitucional no
es conclusión sólo impuesta por el 14 bis, sino por el renovado ritmo universal que
representa el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que cuenta con
jerarquía constitucional a partir de la reforma constitucional de 1994 (Constitución
Nacional, artículo 75 inciso 22)...” Conviven entonces para fundamentar la decisión
argumentos de distinta índole, históricos, sistemáticos y dinámicos. Y la Corte
realiza a través de ellos el control de constitucionalidad y convencionalidad 159 de
159
A los efectos de definir el control de convencionalidad es muy apropiado seguir la explicación de Adelina
Loianno, quien señala que: “En cuanto al control de convencionalidad, es un concepto cuya definición más
clara se encuentra en el voto razonado del magistrado de la Corte Interamericana Antonio Cancado Trindade
en el caso Myrna Mack Changg vs. Guatemala, al decir que: ...Cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, sus jueces también están sometidos a ella, lo que les obliga a
velar porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado o anulado por la aplicación de leyes
contrarias a sus disposiciones, objeto y fin. En otras palabras, los órganos del Poder Judicial deben ejercer no
sólo un control de constitucionalidad, sino también de “convencionalidad” ex officio entre las normas
internas y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las
regulaciones procesales correspondientes...” Loianno, Adelina. El marco conceptual del control de
convencionalidad en algunos fallos de la Corte Suprema argentina “Arancibia Clavel”, “Simón”, “Mazzeo”,
en: Albanese, Susana (Coordinadora). El Control de Convencionalidad. Buenos Aires, Ediar, 2008, página 114.
137
norma cuestionada en clave garantista, reputándola incompatible con las normas
supremas del Bloque de Constitucionalidad (Constitución Nacional e Instrumentos
Internacionales con Jerarquía Constitucional del artículo 75 inciso 22 CN).
También la noción de que el trabajador es “sujeto de preferente tutela
constitucional” es, de alguna manera, una argumentación o interpretación de
carácter principialista, ya que se elabora pretorianamente un principio
hermenéutico que podrá ser aplicado a futuro por el Alto Tribunal. 160
160
Atento a la trascendencia del fallo y, a los efectos de profundizar sobre la repercusión que tuvo en el
momento de su dictado, puede consultarse el artículo de Gelli, María Angélica. Los casos “Vizzoti” y
“Aquino” y el examen de los efectos de las sentencias. Buenos Aires, La Ley 2005-A, 922. Allí se realiza un
análisis crítico del mismo. También puede consultarse: Maza, Miguel Ángel. El tope salarial del artículo 245
de la LCT y la doctrina del caso “Vizzoti” de la Corte Suprema. Revista de Derecho Laboral. Buenos Aires,
Rubinzal Culzoni, 2004, Número extraordinario. Fallos recientes de la CSJN, página 41.
138
General, Dr. Felipe Daniel Obarrio, remitió por razones de brevedad a lo
aconsejado en la causa “Ponce, Ricardo Daniel c/ Ferrosider S.A. y otro” del
10/03/2004. En dicha causa, había dictaminado en forma similar a lo resuelto en
Primera Instancia y en Cámara en la presente acción. La Corte Suprema decidió la
cuestión a través de varios votos particulares que coincidieron en cuanto al fondo
de la decisión. El voto de los Dres. Enrique Santiago Petracchi y Raúl Eugenio
Zaffaroni se lo puede considerar como el principal. Luego de considerar que había
cuestión federal suficiente como para tratar el tema (considerando 2°), pasó a
considerar los distintos agravios vertidos por las partes. En el voto pueden
apreciarse variadas argumentaciones. El considerando 3° desprende
hermenéuticamente del artículo 19 CN el principio general que prohíbe a los
hombres perjudicar los derechos de un tercero. Para sostener dicha afirmación se
basa no solamente en argumentos de tipo normativo, sino también en argumentos
jurisprudenciales brindados por la misma Corte en causas anteriores. La
construcción de este principio obedece a la criterio finalista de procurar la
realización del valor justicia (criterio teleológico). En tal sentido, se sostiene que:
“Cabe recordar, entonces, que “el valor de la vida humana no resulta apreciable
con criterios exclusivamente económicos. Tal concepción materialista debe ceder
frente a una comprensión integral de los valores materiales y espirituales, unidos
inescindiblemente en la vida humana ya a cuya reparación debe, al menos, tender
la justicia...” (Fallos 292:428, 435 considerando 16)”. También se cita como
antecedente de la Corte el fallo “Campodónico de Beviacqua”, ya analizado, en
cuanto a que considera al hombre como fin, eje y centro del sistema jurídico.
Prosiguiendo con los argumentos jurisprudenciales que construyen una
interpretación finalista de la Constitución, y por ende de las normas
infraconstitucionales y, con el objetivo de demostrar que la finalidad última del
sistema normativo es la realización del valor justicia, se señala que el trabajo tiene
características que lo alejan de una mirada exclusivamente centrada en el
mercado. Y por ello, no puede ser compatible con los fines de la Constitución una
legislación que regule los temas relacionado con el trabajo humano solamente
desde esta perspectiva. En palabras de la Corte: “En breve, como fue expresado
139
hace varios siglos, no es la mano la que trabaja, sino el hombre mediante la mano:
homo per manum.”
Seguidamente, en el considerando 4°, Se establece el fundamento
constitucional de la indemnización justa como derivado del artículo 17 CN . Y se
señala que esta doctrina surge a partir de los reclamos en materia de
expropiación. Pero que, con mayor razón (argumento a fortiori), debe sostenerse
idéntico criterio en esta causa, atento a que está en juego no solamente el
patrimonio, sino también la inviolabilidad física, psíquica y moral del individuo
trabajador. También indica que hay fundamento constitucional a favor de una
reparación integral en el alcance de la voz “condiciones equitativas de labor”
prevista en el artículo 14 bis, realizando así una interpretación semántica de la
norma constitucional. Rescata también, a través de una interpretación sistemática,
lo dispuesto por el art. 21 inciso 2) de la CADH, que alude a indemnización “justa”
en el caso de reclamos patrimoniales o no patrimoniales.
En el considerando 6° se evalúa cuál fue la intención del legislador en
sancionar la norma. En esta interpretación histórica se llega a concluir que: “Que
puesto el debate en el quicio indicado, lo primero que debe afirmarse es que
resulta fuera de toda duda que el propósito perseguido por el legislador mediante
el artículo 39, inciso 1, no fue otro que consagrar un marco reparatorio de
alcances menores que los del Código Civil.” Y la Corte juzga incorrecta esta
intención, considerando que esta conclusión está reñida con elementales criterios
de hermenéutica jurídica, remarcando los arduos debates parlamentarios que se
suscitaron en oportunidad de la sanción de la norma cuestionada. Aquí nos
volvemos a encontrar con el problema tradicional de la interpretación basada en la
voluntad del legislador: no hay una sola voluntad legislativa, o es muy difícil que la
haya. En este caso el tema es remarcado por la Corte Suprema a los fines de
descalificar la norma y hacerla aparecer como de dudosa constitucionalidad desde
el momento de su misma sanción.
En el considerando 7° reaparece la interpretación teleológica o finalista del
artículo 14 bis CN, tomando el mismo principio elaborado en “Vizzoti”: “En efecto,
es manifiesto que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional no ha tenido otra
140
finalidad que hacer de todo hombre o mujer trabajadores, sujetos de preferente
tutela constitucional.” Del mismo artículo se desprende el fundamento
constitucional del llamado principio protectorio, ya que el trabajo gozará de la
protección de las leyes. Destaca el mismo considerando que la Reforma
Constitucional de 1957 fue un hito mayúsculo de nuestro orden constitucional, que
vino a enriquecer el bagaje humanista de la Constitución de 1853-60. Aquí apela a
la voluntad del constituyente, describiendo la Corte lo que considera una
interpretación histórica adecuada a los valores constitucionales. En este sentido,
rescata la opinión del Convencional Lavalle, miembro de la Comisión Redactora,
quien señalaba como finalidad de la reforma derrotar al “hombre tuerca” con una
finalidad humanista.
En el considerando 8° se realiza una interpretación sistemática citando
Tratados Internacionales con Jerarquía Constitucional que refuerzan los
argumentos esgrimidos. Entre otras disposiciones, se cita el art. 7 del PIDESC, el
art. 11 de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer, el artículo 32 de la Convención sobre los Derechos
del Niño y el artículo 19 de la CADH. Asimismo se señala como argumento
doctrinario y de autoridad, la actividad del Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales en la medida en que es el intérprete autorizado del PIDESC.
Dicho Comité, indica el Máximo Tribunal, había mostrado su inquietud por algunos
cambios normativos hechos en nuestro país. Claro ejemplo de interpretación
sistemática y armonizadora, que presume la racionalidad y coherencia del
constituyente es la siguiente: “Desde otro punto de vista, el ya mencionado
principio protectorio del artículo 14 bis guarda singular concierto con una de las
tres obligaciones que, según el Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, impone el PIDESC ante todo derecho humano: la de “proteger”...”
Dichas obligaciones se acentúan –argumento a fortiori- en el caso de personas
con discapacidad, las que deben ser protegidas especialmente. Además de las
opiniones del Comité, la Corte señala, brindando un argumento jurisprudencial, lo
resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la causa “Hamaca
Velásquez vs. Guatemala” del año 2002. En dicha causa se establecía que una
141
justa indemnización debe procurar hacer desaparecer los efectos de las
violaciones cometidas. En el considerando 10 se ejerce con claridad el control de
convencionalidad, al indicar que la norma legal cuestionada es incompatible con el
PIDESC y con la interpretación que se realiza de esta norma de jerarquía
constitucional en sede internacional. También se citan otros argumentos
jurisprudenciales que refuerzan la decisión de la Corte, como son las resoluciones
del Tribunal Constitucional de Portugal y el Consejo Constitucional Francés.
En función de estos argumentos, en el considerando 11° del voto, se señala
que el art. 39 inciso 1) de la LRT es contrario a la dignidad humana “...ya que ello
entraña una suerte de pretensión de reificar a la persona, por vía de considerarla
no más que un factor de la producción, un objeto del mercado de trabajo...”
Posteriormente, en el considerando 12° este voto de la Corte indica que la
norma cuestionada choca con otro principio “señero” de nuestra Constitución y del
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el principio de justicia social. Se
alude aquí, brindando otro argumento jurisprudencial, al caso “Bercaitz”, ya
analizado. Se esgrime también, a través de un argumento semántico y normativo ,
que el paradigma constitucional argentino luego de 1994 promueve los valores
desarrollo humano y progreso económico con justicia social. Y resalta que la
norma impugnada no ha tendido a la realización de la justicia social: “Antes bien;
ha marchado en sentido opuesto al agravar la desigualdad de las partes que
regularmente supone la relación de trabajo...”. El considerando 13° retoma la
crítica a la voluntad del legislador que sancionó la ley, estimando que las razones
que motivaron la sanción de la misma no son compatibles con los principios de la
Constitución y las normas de los Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos con Jerarquía Constitucional, oponiéndose también a la procura del bien
común y de la prosperidad general. En tal sentido, el considerando siguiente
señala que la norma en conflicto es irrazonable, y por ende violatoria del art. 28
CN. En función de los argumentos esgrimidos se admite el recurso interpuesto y
se confirma la sentencia apelada.
Por su parte, en el voto de los Dres. Belluscio y Maqueda señala también la
irrazonabilidad de la norma y su incompatibilidad con los arts. 14 bis y 19 CN y
142
realiza una interpretación extensiva del principio de no dañar a otros: “En suma, lo
expresado determina que quepa conferir al principio alterum non laedere toda la
amplitud que éste amerita, y evitar la fijación de limitaciones en la medida en que
impliquen “alterar” los derechos reconocidos por la Constitución Nacional (art. 28).”
(considerando 7°). En el considerando 8° se realiza la argumentación sistemática
citando las normas internacionales aplicables al caso, ejerciendo el control de
convencionalidad y concluyendo que tampoco la ley cuestionada es compatible
con dichas prescripciones. También este voto dispone la confirmación de la
sentencia apelada.
El Dr. Boggiano, en breve voto remite a los considerandos 8° a 11° del voto
de los Dres. Belluscio y Maqueda y llega a la misma conclusión.
Finalmente, la Dra. Highton de Nolasco destaca en el considerando 9° el
principio hermenéutico protectorio, que establece que el trabajador es sujeto de
preferente tutela constitucional a partir del art. 14 bis y la normativa internacional
sobre derechos humanos que surge del art. 75 inc. 22 CN, realizando una
interpretación finalista y sistemática de estas disposiciones. Considera que la
norma legal impugnada es arbitraria y por ende irrazonable (considerando 13°), y
un retroceso en la concepción humanista prevista en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Al igual que los otros magistrados de la Corte Suprema,
decidió admitir el recurso y confirmar la sentencia apelada.
143
Vivienda o algún sistema similar. Motivaba el amparo el hecho de que habían
realizado reclamos administrativos previos ante todas estas instancias
gubernamentales y no habían obtenido respuesta alguna. Roberto Uran padece
una discapacidad de nacimiento que le impide trabajar y otra de las accionantes,
Rosa Mabel Domínguez, sufrió la pérdida de visión de uno de sus ojos. Amén de
ello, luego del nacimiento prematuro de sus hijos mellizos no puede efectuar
tareas fuera del hogar. Viven en una pequeña habitación de una casa tomada
junto con otras familias en condiciones muy precarias. El actor percibe una
pensión por invalidez que resulta insuficiente para su subsistencia y la de sus
hijos. Solicitaban también que se les asignaran subsidios en forma cautelar y
fundaban su pretensión en disposiciones de la Constitución Nacional (art. 75 inciso
22 CN), Tratados Internacionales y disposiciones legales (leyes 26.061, 24.901 y
otras).
En esta oportunidad el Máximo Tribunal resolvió dictarse incompetente en
la causa. En primer lugar trató lo atinente a la hermenéutica del artículo 117 CN.
En tal sentido, en el considerando 2° del breve fallo se dispuso que, más allá de
que la jurisprudencia de la misma Corte establecía que si se demandaban
conjuntamente en una causa a la Nación y a una o varias Provincias correspondía
remitir la causa a la Corte Suprema en forma originaria, esta no podía ser la
doctrina aplicable al caso. Y ello era así en virtud de un argumento puramente
fáctico, ya que se estimó que no podía afirmarse que efectivamente se hubiera
realizado un reclamo administrativo previo ante las autoridades nacionales –
Ministerios de Desarrollo Humano e Infraestructura-, ya que el oficio acompañado
como prueba documental no presentaba ni sello ni firma de empleado que pudiera
acreditar fehacientemente su efectiva presentación. En tal sentido la Corte afirmó
que: “Por lo tanto, en el presente caso, no media incumplimiento alguno por parte
del Estado Nacional que justifique la presente acción de amparo”.
Finalmente se señala que atento a lo expuesto y a que el domicilio de los
actores se encuentra en San Isidro, Provincia de Buenos Aires, la Corte es
incompetente para entender en el caso.
144
BADARO, ADOLFO VALENTÍN C/ ANSES (2006)
El 8 de agosto de 2006 la Corte tuvo la oportunidad de pronunciarse en la
causa “Badaro, Adolfo Valentín c /ANSES s/ reajustes varios” (Fallos, 329:3089).
El fallo fue dictado durante la presidencia del Dr. Néstor Kirchner. El tema llegó al
Alto Tribunal en virtud de sendos recursos ordinarios (conforme lo permitía en ese
momento el artículo 19 de la ley 24.463). Al actor la Cámara Federal de la
Seguridad Social le había ajustado su haber previsional conforme los precedentes
de la Corte “Chocobar”(Fallos 319:3241) y “Heit Rupp” (Fallos 322:2226). El
mismo argumentaba que dicho ajuste era ineficaz en su caso, y que no le permitía
acceder a un nivel de vida adecuado, atento a que se basaba en la aplicación de
la ley de convertibilidad 23.928, que al momento no se encontraba en vigencia.
Amén de ello alegaba que a partir de la sanción de las leyes 25.561 y 25.565 se
había iniciado un proceso de acomodamiento en los precios que lo perjudicaba.
Dentro de su argumentación, la Corte indica que el artículo 14 bis de la
Constitución garantiza la movilidad de los haberes dejando librada a la prudencia
legislativa la determinación del método, pero remarcando que el mismo debe ser
razonable y no puede desconocer el derecho de los beneficiarios a una vida
decorosa. Nos encontramos ante una interpretación prudente de la norma
constitucional (considerando 4°). Como corolario de ello, la justicia siempre tendría
la posibilidad de evaluar la constitucionalidad o no de un reajuste en el marco de
un caso concreto (considerando 5°). Posteriormente, analizando otros aspectos de
la causa, señala que las leyes de presupuesto nacional no han previsto durante
los últimos años un aumento de los haberes previsionales (considerando 7°).
El Alto Tribunal atiende luego a la situación fáctica de la causa. Por ello,
remarca en el considerando 9° que los cambios macroeconómicos producidos en
el país a partir de 2002 han deteriorado los ingresos de los jubilados. Destaca
asimismo que sí hubo recuperación para los ingresos salariales a partir del año
2003, pero que dicha recomposición no alcanzó a todos los trabajadores pasivos,
sino solamente a aquellos que se perciben haberes más bajos (considerandos 10
a 12). Estimo entonces que nos encontramos ante una interpretación realista de la
145
norma constitucional, ya que su alcance en el caso no concreto no puede de
ninguna manera desentenderse de las circunstancias fácticas que la rodean.
Por su parte, en el considerando 13 queda expuesto con claridad el método
de interpretación finalista, ya que la Corte expresa que: “…la finalidad de la
garantía constitucional en juego es acompañar a las prestaciones en el transcurso
del tiempo para reforzarlas a medida que decaiga su valor con relación a los
salarios de actividad (Fallos: 307:3266). Se sigue de ello que la falta de corrección
en una medida que guarde relación con el deterioro sufrido, como acontece en
autos, configura un apartamiento del mandato del art. 14 bis de la Constitución
Nacional”. Prosiguiendo con el mismo método, el Alto Tribunal remarca que la
movilidad no es un mero reajuste por inflación, sino que es una prestación
sustitutiva del salario con profundo contenido social, que debe mantener una
proporción razonable con los ingresos de los trabajadores (considerando 14).
Considera posteriormente que el primer obligado constitucionalmente a
cumplir con la manda constitucional es el legislador (considerando 15) y que por
ello no es apropiado que el Tribunal fije sin más la movilidad de los haberes atento
la trascendencia macroeconómica de dicha medida, que podría afectar
directamente al gasto público (considerando 16). Nos encontramos entonces ante
una interpretación prudente y previsora. En el siguiente considerando nos
encontramos ante la método armónico o sistemático, ya que la Corte relaciona al
artículo 14 bis con el artículo 75 incisos 19 y 23 de la Constitución, que ponen en
cabeza del Congreso la promoción del desarrollo humano y el progreso económico
con justicia social a través de normas legislativas, y en especial para los ancianos,
dentro de otros grupos. Y en el considerando 19 manifiesta su novedosa decisión,
ya que manifiesta que, atento a las relaciones que tienen que existir dentro de los
diferentes departamentos del Estado, corresponde notificar a las autoridades que
tiene asignada las atribuciones para realizar las correcciones necesarias para la
actualización de los haberes (Poderes Legislativo y Ejecutivo) a los fines de que
se subsane esta omisión inconstitucional. Es una interpretación prudente, pero a la
vez dinámica, ya que la Corte se sale de su rol tradicional en materia de control de
constitucionalidad y promueve el diálogo entre poderes ante la constatación de
146
una omisión inconstitucional, en este caso de una parte del artículo 14 bis. Como
puede advertirse a partir de la lectura de este resumen, la Corte abandonó sus
criterios clásicos en materia de control de constitucionalidad y, de modo activista,
pero a la vez prudente, declaró la inconstitucionalidad por omisión frente al
incumplimiento del mandato constitucional previsto en el artículo 14 bis que
ordena la existencia de jubilaciones y pensiones móviles. Desecha de este modo
la distinción ortodoxa entre normas constitucionales operativas y programáticas y
establece un mecanismo interesante y novedoso: el diálogo entre poderes. Lo
hace al advertir esa omisión pero no subsanarla inmediatamente, ya que esa
atribución le corresponde en principio al Poder Legislativo, sino exhortando a dicho
Poder a cumplir con la manda constitucional. Se advierte con este ejemplo el rol
especial que en el siglo XXI y en el marco del Estado Constitucional de Derecho le
cabe cumplir a todos los integrantes del Poder Judicial –y en especial a los jueces
de Cortes Supremas y Tribunales Constitucionales-. Son actores relevantes en el
marco de la compleja tarea de impartir justicia en la sociedad democrática
contemporánea. Asimismo, queda claro que se siguen utilizando los tradicionales
métodos de interpretación de normas jurídicas, pero hoy en día hay que
entenderlos más como métodos de argumentación, insertos en procesos
dialógicos, y no como tradicionalmente se entendía, como métodos
exclusivamente lógico deductivos. Adviértase que en el caso la Corte ejerció un rol
activo, satisfizo una necesidad social importante, y lo hizo sin salirse del marco de
sus competencias y atribuciones.
147
el laudo 16/92, frente al despido injustificado le correspondía una indemnización
en los términos de la Ley de Contrato de Trabajo. La accionante, considerándose
empleada pública, y por ende con derecho a una estabilidad propia conforme lo
indica la primera parte del artículo 14 bis, inició acciones judiciales. En Primera
Instancia su petición fue rechazada. Pero la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo (Sala VI) hizo lugar a su reclamo, revocando la sentencia apelada y
declarando inconstitucional el convenio colectivo por violar la estabilidad del
empleado público. Conforme este criterio, ordenó la reincorporación de la actora y
el pago de los salarios caídos desde la fecha del distracto o, si no se hiciera
efectiva la reincorporación, hasta el momento de la jubilación. Contra esta decisión
la demandada interpuso recurso extraordinario federal, que fue concedido.
Llegada la cuestión a la Corte Suprema, el Procurador General, Dr. Nicolás
Becerra consideró el remedio federal formalmente admisible en lo referido a
cuestionamiento constitucional del convenio colectivo, y aconsejó confirmar la
sentencia de Cámara, haciendo compartiendo los argumentos esgrimidos en esa
instancia. El Máximo Tribunal tomó una decisión unificada en lo resolutivo pero
con diferente fundamentación. El voto mayoritario de la Corte, suscripto por los
Dres. Lorenzetti, Fayt, y Petracchi señaló, en el considerando 3°, que el único
tema a dilucidar era si el régimen dispuesto por el convenio colectivo impugnado
era o no compatible con la estabilidad del empleado público dispuesta en el
artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Entre los diferentes argumentos o
métodos interpretativos utilizados podemos señalar el histórico, o de la voluntad
del constituyente originario, en el considerando 4°. En este sentido, se cita la
opinión del Convencional Carlos A. Bravo, quien señaló en la Convención: “La
estabilidad –sostuvo-salvo pocas excepciones, está tipificada en el caso de los
empleados públicos, ya que puede ser considerada como un elemento natural de
la relación entre ellos y la administración. Esto por la naturaleza especial del
servicio y de la función pública, que es perenne y sujeta a mínimas variaciones…”.
En este mismo considerando se indicó, en una combinación de argumento
histórico y finalista, cuál era el objetivo de la disposición incorporada en 1957,
señalando que: “Dicha estabilidad, importa destacarlo, tendía a eliminar, a juicio
148
del constituyente, una práctica que merecía su reprobación…Se trataba de la
existencia, según lo observó esta Corte, “de un claro interés público en la
proscripción de la arbitrariedad jerárquica o de la política partidaria en la
organización burocrática estatal” (Fallos: 261:361, 366, considerando 11).” Como
vemos, la argumentación jurisprudencial aparece también.
El considerando 5° nos presenta el argumento de la coherencia del
legislador, o del constituyente combinado con una reducción al absurdo
(argumento apagógico): “Parece incuestionable que este último razonamiento
tiene un peso sólo levantable mediante quiebre de elementales pautas de
exégesis normativa, pues requerirá concluir en que la Constitución Nacional, nada
menos que en la formulación de los derechos fundamentales, ha incurrido, en un
mismo artículo y no obstante el empleo de palabras diferentes y extrañas a la
sinonimia, en enunciados superfluos por repetitivos.” Obviamente se refiere a
“protección contra el despido arbitrario” y “estabilidad del empleado público”,
derechos individuales del trabajador incluidos en la primera parte del artículo 14
bis. Esto se completa con un argumento pragmático, que busca destacar que las
normas del ordenamiento jurídico no pueden ser superfluas: “Luego, un método de
exégesis que conduzca a restar un efecto útil a una expresa cláusula
constitucional, o a vaciarla de contenido (Fallos: 304:1524 y otros), amén de poco
recomendable en lo general, resulta de imposible aplicación en la cuestión sub
examine.
Seguidamente, en el mismo considerando, se utiliza el argumento
jurisprudencial o de autoridad al citar el principio elaborado en los caso “Bercaitz” y
“Aquino”: “in dubio pro justitia socialis”, estimado además, en con un argumento
normativo, que la justicia social ha sido incorporada expresamente al texto de la
Constitución Nacional en la Reforma Constitucional de 1994 (art. 75 inciso 23 CN).
El considerando 6° vuelve sobre la finalidad del constituyente: “…el
propósito deliberado de los constituyentes consistió en poner a los servidores del
Estado al abrigo de la discrecionalidad de las autoridades de turno y de los
vaivenes de la vida política.” Seguidamente, en el considerando 7° se esboza un
argumento sistemático al indicar que lo dispuesto en el artículo 14 bis en cuando a
149
la estabilidad del empleado público es compatible con el principio de igualdad ante
la ley previsto en el artículo 16 CN.
El extenso considerando 8° agrega el argumento sistemático y comparado
relacionado con las Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos que han
adquirido jerarquía constitucional a partir de la Reforma Constitucional de 1994 y
sus disposiciones aplicables al caso. Entre otras normas, y citando los
precedentes “Vizzoti”, “Aquino” y “Milone”, resalta los artículos 6 del PIDESC, 23.1
de la DUDH entre otros. En este sentido, el voto mayoritario de la Corte estima
como principios de derechos humanos aplicables al caso el de progresividad en el
cumplimiento de derechos y el principio pro homine. Me parece importante
destacar que también se aplican al caso los criterios internacionales del derecho a
una carrera laboral y de plena reparación (restitutio in integrum). Este último
principio es introducido no a través de un argumento normativo y sistemático, sino
a través de un argumento jurisprudencial muy relevante para la Corte, como lo son
las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (caso
“Baena, Ricardo y otros (270 trabajadores) vs. Panamá” del 02/02/2001).
En el considerando 9° se vuelve sobre la interpretación coherente o
armónica, al señalar que el alcance dado a la estabilidad del empleado público en
el fallo no interfiere con las facultades del Poder Ejecutivo en cuanto a
nombramiento y remoción de funcionarios y empleados, ya que dicho Poder
carece de atribuciones que pueda ejercer con prescindencia de toda legalidad. En
el siguiente considerando, la Corte defiende el carácter operativo del derecho
lesionado: “Es sabido que la Constitución Nacional es una norma jurídica y que, en
cuanto reconoce derechos, lo hace para que estos resulten efectivos y no
ilusorios, sobre todo cuando, en el sub examine, está en discusión un derecho
humano, y la “estabilidad del empleado público” expresada por el artículo 14 bis es
cláusula operativa…” Relacionado con ello, blinda su conclusión con un
argumento apagógico y a contrario, indicando que: “De lo contrario, debería
admitirse otro resultado no menos inadmisible y que, a la par, echaría por tierra el
control de constitucionalidad confiado a la magistratura judicial: que la Constitución
Nacional enuncia derechos huecos, a ser llenados por el legislador, o que no
150
resulta más que un promisorio conjunto de sabios consejos, cuyo seguimiento
quedaría librado a la buena voluntad de este último. Todo ello explica que la
determinación de dicho contenido configure precisamente, el objeto de estudio del
intérprete constitucional”. En función de estos argumentos desarrollados, la Corte
Suprema decide confirmar en su totalidad la sentencia de Cámara, declarando
inconstitucional el art. 7 del convenio colectivo 56/92 “E” según texto dispuesto por
el laudo 16/92 del Ministerio de Trabajo por colisionar con el artículo 14 bis; y
ordenando la reincorporación de la actora a su trabajo en la Administración
Nacional de Aduanas.
El voto de los Dres. Highton de Nolasco y Maqueda, si bien coincide en la
decisión final, establece que, si bien en el caso el contenido del convenio colectivo
es lesivo para los derechos constitucionales de la actora (considerando 9°), lo
resuelto en la causa no puede aplicarse sin más a todos los empleados de la
Administración Pública Nacional, atento a que debe revisarse en cada caso la
normativa aplicable y la conducta de las partes durante la relación de empleo
(considerando 10°). Estimo entonces que en este voto hay una interpretación más
restrictiva del alcance de la pauta constitucional de estabilidad del empleado
público y más amplia a favor de las potestades legislativas en la materia.
Finalmente, el voto de la Dra. Argibay también coincide en el fondo de la
cuestión pero remarca que no puede desnaturalizarse la estabilidad del empleado
público prevista en el artículo 14 CN y ser reemplazada por una indemnización por
despido. Sí podría haber períodos de prueba y causas razonables de cesantía.
Para la magistrada, esto debe ser interpretado en forma coherente y armónica con
las atribuciones del Poder Ejecutivo en la materia (considerando 4° de su voto).
151
Tribunal no fue unánime. Motivaba la demanda presentada ante la Corte por el
Defensor del Pueblo de la Nación la finalidad de que la Corte condenara a las
demandadas a adoptar las medidas necesarias para modificar la condición de vida
de los habitantes de la región sudeste del Departamento General Güemes y
noroeste del Departamento Libertador General San Martín de la Provincia del
Chaco. La mayoría de estos habitantes se encuentran en una situación de
emergencia extrema con sus necesidades elementales y básicas insatisfechas.
Estima que ello se debe a la inacción tanto del Estado Nacional como Provincial. Y
que por ende se encuentran sin cumplir disposiciones de la Constitución Nacional,
Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos con Jerarquía Constitucional,
Tratados Internaciones, leyes (como por ejemplo la ley 23.302) y la Constitución
de la Provincia del Chaco. En especial solicita que se garanticen los derechos a
una calidad digna de vida, a la vida, a la salud, a la asistencia médico-social, a la
alimentación, al agua potable, a la educación, a la vivienda, al bienestar general, al
trabajo, a la inclusión social; en forma continua y permanente. Aporta como prueba
informativa documentos elaborados por la misma Defensoría, por la Secretaría de
Derechos Humanos de la Nación, por el Instituto del Aborigen Chaqueño, así
como información periodística. Destaca que, a raíz de la crisis social y
humanitaria, habían fallecido 11 personas en la región. Sostiene que las
demandadas no han cumplido en modo alguno con las disposiciones
constitucionales, convencionales y legales aplicables en autos. Amén de esto,
solicita como medida cautelar que se envíe personal idóneo, medicamentos y
alimentos a las regiones aludidas. Como puede advertirse, se trata de una
población vulnerable y postergada socialmente que carece del goce de derechos
humanos básicos, incluidos todos los derechos económicos, sociales y culturales.
El voto mayoritario fue suscripto por los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi,
Maqueda y Zaffaroni. Luego de relatar los hechos, en el considerando 3° los
magistrados comienzan a argumentar a favor de intervenir en la cuestión en forma
cautelar, independientemente de la resolución final en materia de competencia de
la Corte en la causa. Se destacan en este sentido dos argumentos de carácter
teleológico o finalista. En primer lugar, uno referido a la misión que debe cumplir el
152
Poder Judicial de la Nación. Señala en este aspecto que el mismo es: “...buscar
los caminos que permitan garantizar la eficacia de los derechos y evitar que estos
sean vulnerados...sobre todo cuando está en juego el derecho a la vida y a la
integridad física de las personas.” Esta finalidad conlleva la facultad de los jueces
de garantizar derechos e inclusive suplir omisiones estatales en la medida que
esos derechos están vulnerados (control judicial de omisiones inconstitucionales).
La decisión se basa también en un argumento realista, ya que se invoca para
tomarla razones de necesidad y urgencia que exigen de la Corte el ejercicio de las
actividades de control de actos de otros poderes estatales, encomendadas a la
justicia.
En virtud de lo dicho, la Corte se autodefine como “custodio de las garantías
constitucionales”. Y en tal sentido, decide hacer lugar a la medida cautelar
solicitada, convocar a las partes a una audiencia, solicitar informes
socioambientales al Estado Nacional y a la Provincia del Chaco y hacer llegar
agua potable, alimentos y transporte a las comunidades indígenas de la región en
forma provisoria. Como podemos advertir, la argumentación teleológica o finalista
justifica una decisión activista moderada en el marco de un modelo judicial
dialógico, y un control de constitucionalidad de omisiones inconstitucionales. Esto
constituye una interpretación extensiva de las facultades de la Corte Suprema en
su carácter de cabeza del Poder Judicial y Tribunal de garantías constitucionales.
En virtud de estas consideraciones se solicitan informes socioambientales a la
Nación y a la Provincia del Chaco a los efectos de indicar cuál es la situación de la
población originaria vulnerable que motivó la presentación del Defensor del
Pueblo; se convocó a una audiencia oral a realizarse en la Corte con la presencia
de las partes y se hizo lugar a la cautelar peticionada, ordenando el suministro de
agua potable, alimentos y un medio de transporte adecuado para el acceso a los
puestos sanitarios.
El voto minoritario fue firmado por las Dras. Argibay y Highton de Nolasco.
Es muy breve, y entiendo que en el mismo predomina una argumentación más
apegada a lo normativo, y, por consiguiente, menos activista. En el mismo se
remite a los fundamentos vertidos por la Procuración General (considerando 1°), y
153
por consiguiente se decide hacer lugar a la medida cautelar solicitada según lo
establecido por el artículo 232 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
por razones de peligro en la demora y verosimilitud en el derecho. Pero
simultáneamente resuelven declarar la incompetencia de la Corte para entender
en estas actuaciones, por lo que no se solicitan informes socioambientales ni se
convoca a audiencia alguna. En síntesis, una argumentación más respetuosa de
lo normativo, más restrictiva acerca de las potestades de la Corte y más alejada
de la concepción de una Corte Suprema que promueva el diálogo entre poderes.
154
provocar un desequilibrio que conduciría a una aplicación indiscriminada de la
gratuidad. Por ende, para la Cámara, equidad y gratuidad son conceptos
conjuntos y complementarios como principios de política educativa pública. Contra
esta decisión la Universidad interpuso recurso extraordinario federal, que fue
concedido.
El voto de la mayoría del Alto Tribunal comienza entendiendo que existe
agravio federal suficiente en la medida en la cual se encuentra en juego la
interpretación de normas federales, como la Constitución Nacional y la ley de
Educación Superior 24.521 y la decisión ha sido adversa al recurrente. Luego, en
el considerando 4° hay una cita del precedente “Ministerio de Cultura y Educación
– Estado Nacional s/ art. 34 de la ley 24.521” (autoprecedente), en el cual se
analiza el alcance de las disposiciones del artículo 75 inciso 19 CN, es plenamente
aplicable al caso. En este orden de ideas, el considerando 5° del voto mayoritario
apela al argumento histórico para dilucidar la cuestión, ya que se estima necesario
desentrañar cuál fue el alcance que le quiso dar el legislador constituyente
originario a la autonomía universitaria. Y por ello pasa al análisis del debate del
inciso 19 del artículo 75 CN en la Convención Constituyente de 1994. Estima en
primer término, que la voz “autonomía” es un concepto vago e indeterminado, pero
que los argumentos vertidos en el debate pueden permitir delinear el alcance y
contenido del mismo. En este sentido cita la mayoría la opinión del Convencional
Jesús Rodríguez, quien cita la definición de autonomía brindada por Carlos
Sánchez Viamonte (argumento doctrinario), quien enseñaba que la autonomía
universitaria implicaba la atribución de dichas casas de estudio de dictar sus
propios estatutos. Posteriormente se explicita la opinión del Convencional
Humberto Quiroga Lavié, el cual sostiene que la autonomía posee varias
dimensiones: institucional, académica, económica y financiera, pero que ella no
puede negar la atribución del Congreso de sancionar una ley universitaria de base.
En el siguiente considerando, el 6°, se señala que la autonomía universitaria está
ligada al cumplimiento de los fines de dichas instituciones, a la libertad
académica, a la autarquía financiera, pero siempre en el marco de las instituciones
públicas. Como vemos, la interpretación histórica permite a la Corte definir el
155
alcance del término. Y por consiguiente, señala el considerando 7°, la autonomía
universitaria no puede concebirse como una prohibición o impedimiento de
cualquier regulación estatal en la materia, sino en uno de los principios que deben
ser tenidos en cuenta por el legislador al sancionar normas de organización y base
de la educación. Continúa la mayoría de la Corte con una argumentación armónica
y sistemática de las disposiciones constitucionales (relacionando por ejemplo las
dos cláusulas del progreso –arts. 75 incisos 18 y 19 CN-) conjuntamente con una
argumentación histórica a partir de la voluntad del Constituyente Reformador de
1994. En este sentido, señala la Corte que el Convencional Jesús Rodríguez
sostuvo que el derecho de enseñar y aprender (artículo 14 CN) previsto por los
Constituyentes de 1853, debe ser garantizado a todos los habitantes, sin
discriminación alguna y estableciendo una real igualdad de oportunidades. Por
ello, para este Convencional, debe garantizarse la gratuidad, otorgarse el
financiamiento necesario a la educación pública de calidad y que el acceso y la
permanencia en la educación pública sea equitativa, vale decir que no haya
discriminación alguna por motivos económicos o sociales. En función de lo dicho,
la Corte señala que este es el marco constitucional bajo el cual se analizará si los
Estatutos de la demandada cumplen con los fines previstos por la ley y la
Constitución Nacional (considerando 8°). Aquí se promueve una interpretación
prudente en el momento del ejercicio del control de constitucionalidad: “En
consecuencia, deben extremarse los recaudos para efectuar una interpretación
que, resguardando el mandato constituyente, compatibilice con aquél la norma
infraconstitucional aplicable en el caso concreto”. En este orden de ideas, el voto
mayoritario indica que debe realizarse una interpretación armónica y sistemática
de la Constitución para dilucidar el conflicto: “La consagración constitucional de los
principios de gratuidad y equidad para la educación pública estatal obliga al
operador constitucional a preservar los criterios de armonización entre ambos,
atendiendo para ello a los fines y propósitos que parecen haber guiado su
formalización. Ambos principios no son excluyentes, y teniendo en cuenta los
principios de solidaridad, desarrollo social (art. 75, incs. 18 y 19) e igualdad de
oportunidades en sentido material (art 75, inc. 23), la equidad está asignando
156
sentido y alcance a la gratuidad.” Es más, podemos advertir que frente a la
existencia de principios constitucionales, la pauta hermenéutica seguida por la
Corte es no solamente la sistemática, sino también la finalista, en la medida en la
cual deben tenerse en cuenta el propósito de la norma. En el caso en análisis,
dicho propósito se descubre acudiendo a la voluntad del Constituyente
Reformador. En este sentido, se acude nuevamente a la opinión del Convencional
Rodríguez, quien indicó que la gratuidad debe ser interpretada a la luz de la
equidad, a los efectos de que la primera no termine convirtiéndose en un principio
autónomo que dañe en los hechos la equidad y la igualdad de oportunidades.
También en el orden de la interpretación sistemática se citan como
aplicables al caso las disposiciones del PIDESC, que gozan de jerarquía
constitucional en virtud del artículo 75 inciso 22 CN. Dicha norma establece la
accesibilidad a la educación universitaria y la implementación progresiva de la
gratuidad. Por ende, la gratuidad no está considerada en términos absolutos.
También se cita el PSS, norma supralegal, que resalta la igualdad de
oportunidades en materia educativa. En virtud de esta interpretación sistemática y
armónica de los principios constitucionales, la mayoría de la Corte estima que no
sería lesivo de los mismos que el legislador recurriese a contribuciones o cánones
teniendo en cuenta variables de distinta naturaleza con el fin de instrumentar el
acceso real a la educación superior de los sectores económicamente más
postergados. Luego de esto, en el considerando 10°, se indica que tanto la ley
24.521 como el Estatuto de la Universidad demandada prevén la posibilidad,
dentro de la autonomía universitaria, de generar recursos propios en concepto de
contraprestaciones por los servicios brindados, lo cual es compatible con la noción
de equidad elaborada por la Corte. Es más, dicho Estatuto, en otro de sus
artículos, el 1°, alude a la igualdad de oportunidades. Esta normativa es
considerada satisfactoria y compatible con el principio de equidad. Y por
consiguiente, en el considerando 11° la mayoría del Tribunal resuelve que el
Estatuto de la Universidad de General Sarmiento no se aparta de las directivas de
la ley de base y es compatible con la letra y los valores de los artículos 16 y 75
157
incisos 19, 22 y 23 CN. En este orden de ideas se resuelve declarar procedente el
recurso extraordinario y revocar la sentencia apelada.
Por su parte, las dos disidencias parciales (Petracchi y Zaffaroni, por un
lado, y Fayt por otro) remiten a sendos votos emitidos por los magistrados
firmantes en un caso análogo (“Estado Nacional – Ministerio de Cultura y
Educación formula observación a los Estatutos UNC – art. 34 ley 24.521”, Fallos
322:875, de 1999). Estamos frente al caso entonces de argumentación
jurisprudencial (autoprecedente).
158
La Corte declaró admisible dicha queja. Dentro de la fundamentación de su
decisión podemos encontrar en primer lugar argumentos de tipo sistemático, muy
utilizados luego de 1994 en virtud de lo ya expresado en relación con el Bloque de
Constitucionalidad y su doble fuente –interna e internacional-. En este sentido, y al
abordar el tema de la libertad sindical, el Alto Tribunal le otorga fundamento no
solamente como una derivación de la libertad de asociación prevista en el artículo
14 bis, que promueve el derecho a la existencia de organizaciones sindicales con
carácter libre y democrático, sino también en lo dispuesto en numerosos
instrumentos internacionales, con jerarquía constitucional, como la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. XXIII), la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (art. 20), el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (art. 22.1) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (art. 8.1.a). Queda claro entonces que para la Corte los
perfiles y alcances de la libertad sindical van a quedar conformados y
determinados a través del juego y la interpretación armónica y sistemática de
todas las normas mencionadas (considerando 3°).
Seguidamente, se alude la relación entre la libertad sindical y los propósitos
de la OIT, señalando, a través de una hermenéutica finalista, que el propósito de
dicha libertad para esta organización internacional es indispensable para lograr la
paz y armonía universal, por lo cual la cuenta dentro de sus principios
fundamentales. Amén de los principios generales, se alude específicamente al
Convenio 87 de la OIT que regula la materia, y que posee rango supralegal. En el
considerando 5° promueve la Corte nuevamente la interpretación armónica y
sistemática, al sostener que la forma correcta de interpretar el Convenio 87 de la
OIT es a la luz de lo dispuesto por el PIDESC en su citado artículo 8.3. Se
remarca que según este convenio internacional los trabajadores tienen el derecho
de constituir las asociaciones que estimen convenientes, así como la libertad de
afiliarse a las mismas, con la consiguiente obligación de obedecer sus estatutos. Y
que dicha norma promueve la mínima injerencia estatal en la materia, que no
puede ser alterada o menoscabada por la legislación nacional o interna.
159
En el considerando 6° se alude al contenido que tiene sobre el particular las
disposiciones del corpus iuris del derechos humanos –vale decir la jurisprudencia
internacional en especial la de la Corte Interamericana de Derechos Humanos-,
utilizando un argumento de autoridad y citando fallos de dicho tribunal
internacional. Luego de ello, en el considerando 7° realiza la hermenéutica del 14
bis, enmarcándolo dentro del contexto del constitucionalismo social, y
desarrollando formas interpretativas históricas y finalistas, ya que alude la Corte
en su argumentación a los fines y propósitos de la libertad sindical, que se
relacionan con el cumplimiento de su misión con los menores obstáculos posibles
atento a la importancia de los sindicatos, y también a lo señalado en la
Convención Constituyente de 1957 por el Convencional Becerra, quien defendió la
libertad sindical en forma amplia. Es más, una de las manifestaciones de la
democracia sería para la Corte la democracia sindical.
A continuación, la Corte expresa que la noción de “sindicato más
representativo” diseñada por el legislador debe interpretarse a la luz de todas las
normas mencionadas, y además, conforme los criterios elaborados sobre la
libertad sindical en sede internacional por la OIT y sus comisiones. Vale decir, el
sentido, el significado de ese término no puede dejarse en forma exclusiva a la ley,
sino que debe desentrañarse “desde” la Constitución y las normas del Bloque
(considerando 8°). Esta noción la explica con claridad Germán Bidart Campos
señalando que: “La interpretación “desde” la constitución desciende hacia abajo, o
sea, hacia el plano infraconstitucional. Empieza valiéndose de la interpretación
“de” la constitución y, una vez que se le ha efectuado, la proyecta a las normas
inferiores a la constitución y la utiliza para interpretar, “desde” la constitución, todo
el orden jurídico derivado”162Y es en el marco de esta hermenéutica que el Alto
Tribunal juzga como contraria a la libertad sindical la legislación cuestionada, por
considerarla ilegítimamente restrictiva de la misma, ya que tiene como efecto
indirecto limitar la libertad de los trabajadores al crear diferentes categorías de
sindicatos. Por ello, en el considerando 9° señala que hay incompatibilidad entre el
monopolio sindical legislativo y la libertad sindical (fundamentada en normas como
162
Bidart Campos, Germán José. Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, obra
citada, página 372.
160
la Constitución, los Tratados Internacionales con Jerarquía Constitucional, y
disposiciones supralegales emanadas de la OIT).
Y, atento a que dicha restricción no encuentra justificación razonable, la
Corte decide revocar la sentencia apelada haciendo lugar en este punto a la queja
y ordenando el dictado de una nueva sentencia en función de lo resuelto. El fallo
no tiene disidencias, y es firmado por los Doctores Lorenzetti, Highton de Nolasco,
Fayt, Petracchi, Maqueda y Zaffaroni.
161
doctrinario (en el considerando 4° hay citas de juristas internacionales). En el
mismo considerando (4°) luce como relevante el argumento sistemático, ya que se
citan como aplicables al caso diversos Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos que gozan de Jerarquía Constitucional, entre otros el PIDESC, el de
Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer y la Convención de
los Derechos del Niño; todos ellos en consonancia y armonía con las
disposiciones del artículo 14 bis CN (en especial las disposiciones que ordenan
que el trabajo gozará de la protección de las leyes y el trabajador gozará de
condiciones dignas y equitativas de labor). Asimismo, en este mismo considerando
4° se establece, a través de un argumento principialista y finalista, el rango
constitucional del principio protectorio en materia de relaciones laborales que debe
prevalecer en el ordenamiento jurídico argentino. También se alude a las
consideraciones del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en
su carácter de intérprete internacional del PIDESC, lo que constituye un
argumento de carácter doctrinario (ya que no es un órgano jurisdiccional ni elabora
normas de Derecho Comparado), que explican el alcance de la normativa del
Pacto, en cuanto alude a la necesidad de que existan condiciones de trabajo
higiénicas y seguras; a la adopción de medidas preventivas de accidentes y
enfermedades laborales; y al principio de dignidad del trabajo humano.
Continuando con la argumentación normativa sistemática y coherente, el
voto mayoritario analiza posteriormente la normativa infraconstitucional aplicable al
caso. Alude entonces a las disposiciones del Protocolo de San Salvador, adicional
a la Convención Americana de Derechos Humanos. Posteriormente cita, en un
argumento jurisprudencial de carácter internacional, a lo resuelto en la materia por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva 18/03 de
dicho organismo donde sostiene que el trabajo, para el que lo presta, “debe ser
una forma de realización y una oportunidad para que desarrolle sus aptitudes,
habilidades y potencialidades, y logre sus aspiraciones, en aras de alcanzar su
desarrollo integral como ser humano”. Es más, la Corte, interpretando en forma
armónica, sistemática y finalista, destaca que esa finalidad se corresponde con la
Constitución Nacional, no solamente con el 14 bis, sino con el artículo 75 inciso 19
162
CN, que ordena al Congreso promover “el desarrollo humano” y “el progreso
económico con justicia social”. Finalmente, en el mismo considerando 4°,
encontramos el argumento jurisprudencial –autoprecedente- donde se citan
precedentes de fallos que han protegido la integridad psicofísica del trabajador,
entre otros “Vizzoti” y “Aquino”. Seguidamente, en el considerando 5°, el voto
mayoritario analiza el alcance y contenido de las disposiciones de la Ley de
Riesgos del Trabajo y su decreto reglamentario, y, luego de una argumentación
semántica y sistemática de su articulado, llega a la conclusión –argumento
finalista- del papel relevante de las ART en materia de prevención (considerando
6°). Por su parte, el considerando 7° en una interpretación finalista y principialista,
establece cuáles son las misiones u objetivos que deben tener las ART, que
abarcan dimensiones individuales, sociales e internacionales. Justifica esta
conclusión además con cita de jurisprudencia propia e internacional. Todo ello
lleva a la Corte a la conclusión de que no hay motivo para excluir a las ART de las
disposiciones del Código Civil en materia de daños a un trabajador (considerando
8°), por lo que se realiza una interpretación extensiva de la responsabilidad de las
aseguradoras, que va más allá de lo prescripto por la ley, y se fundamenta en
normativa constitucional y convencional, jerárquicamente superior. En orden a
estas consideraciones, se decide confirmar la sentencia apelada favorable a los
accionantes y se descarta que la misma haya sido arbitraria.
Por su parte, las Doctoras Highton de Nolasco y Argibay se limitan a aplicar
el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, estimando que
no hay cuestión federal trascendente que analizar en el caso y rechazando el
recurso de queja. Esto constituye un argumento normativo, que deja firme la
sentencia del a quo.
Finalmente, en su disidencia, el Dr. Lorenzetti utiliza argumentos
normativos que lo llevan a una interpretación restrictiva de la aplicación de las
normas de responsabilidad civil a las ART, atento a las diferencias de normativas
de fondo y procesales existentes entre el Derecho Civil y el Laboral. En efecto,
sostiene y enfatiza las mayores exigencias probatorias que tiene la parte actora en
el proceso civil, y se vale también del argumento del autoprecedente, citando un
163
fallo de la Corte cuya doctrina considera aplicable al caso (“Rivero”). En este orden
de ideas, considera carente de sustento lógico y normativo a la sentencia recurrida
y por ende la califica como arbitraria, haciendo lugar a la queja interpuesta.
164
de la libertad sindical, prevista en la Norma Fundamental y en Tratados
Internacionales ratificados por la Argentina (Convenios 87,98 y 135 de la OIT), y
no habiendo la Cámara tratado con detenimiento esa cuestión, la queja era
procedente y debía la Corte revocar la sentencia apelada y ordenar al a quo dictar
un nuevo fallo.
La sentencia de la Corte fue suscripta por los Dres. Lorenzetti, Highton de
Nolasco, Fayt, Petracchi, Maqueda, Zaffaroni y Argibay. Esta última jueza elaboró
un voto propio. El voto de la mayoría comienza por rechazar la impugnación de
arbitrariedad realizada por la actora con fundamento en el artículo 280 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación (certiorari negativo). Estamos claramente
ante un argumento de carácter normativo exclusivamente (considerando 2). Por el
contrario, decide admitir el recurso de queja para tratar lo relacionado con el
alcance constitucional de la libertad sindical, por considerar que está encuadrado
en lo previsto en el artículo 14 de la ley 48.
En este sentido, la mayoría de la Corte remite a lo decidido por el mismo
Tribunal en el caso “ATE” del año 2008, ya analizado (considerando 3). Nos
encontramos entonces frente a un argumento jurisprudencial –autoprecedente-.
En dicha oportunidad, partiendo de una argumentación sistemática, el Alto
Tribunal había sostenido que la libertad sindical en términos constitucionales
estaba consagrada tanto en el artículo 14 bis CN bajo los términos de
“organización sindical libre y democrática”, como en numerosas normas
internacionales con y sin jerarquía constitucional. Bajo estas premisas se
consideró en dicha oportunidad inconstitucional un artículo de la ley 23.551 que
concedía a los sindicatos con personería gremial privilegios que excesivos en
detrimento de los sindicatos simplemente inscriptos.
Posteriormente, en el considerando 4, la mayoría de la Corte continúo
señalando que: “…la libertad sindical debe estar rodeada, como atributo intrínseco
o inherente para el logro de un ejercicio cabal y fecundo, de un particular marco de
protección de los representantes gremiales.” Realiza la mayoría aquí una
interpretación semántica o argumentación lingüística (conforme Vigo) con respecto
al alcance de los términos de la protección otorgada en el segundo párrafo del
165
artículo 14 bis CN a los representantes gremiales. En este orden de ideas, se
puntualiza que la Norma Fundamental, al prescribir que estos representantes
gozarán de las garantías necesarias para el complimiento de su gestión sindical,
está señalando que, a partir de la expresión “necesarias” se indica no solamente el
sentido y destino de esas garantías sino también el carácter inevitable y forzoso
de su existencia. Ello se ve reforzado, al decir de la Corte, por el uso en el artículo
de la expresión “gozarán”, a la cual califica de categórica en el sentido de enfatizar
el carácter necesario de dichas garantías para los representantes sindicales a los
fines de garantizar la libertad sindical. Es más, también puede sostenerse, a través
de una argumentación finalista, que la protección de la libertad sindical –finalidad
perseguida por la norma constitucional- requiere como uno de los medios
necesarios para su concreta realización de garantías en favor de los
representantes gremiales. Prosiguiendo con el desarrollo del voto mayoritario, en
el mismo considerando 4 se citan los principios hermenéuticos elaborados por la
Corte en los precedentes “Vizzoti” y “Aquino” (argumento jurisprudencial –
autoprecedente-), a los cuales considera importantes para dilucidar el alcance de
las garantías gremiales discutidas en el presente caso. Y la Corte realiza una
interpretación amplia y extensiva de dicha protección, que debe proteger tanto de
actos como de omisiones, provenientes ya sea de particulares o del Estado.
También cita en favor de esta interpretación amplia o extensiva jurisprudencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos –argumento jurisprudencial de
carácter supranacional-. En la causa “Huilca Tecse vs. Perú” del año 2005, dicho
Tribunal sostuvo, al interpretar el alcance del art. 16 de la CADH que el Estado
tiene, frente a la libertad sindical y la libertad de asociación, una obligación
“negativa”, de no interferir en su desarrollo, y una “positiva”, que consiste en el
deber de adoptar las medidas necesarias para proteger y preservar el ejercicio de
la libertad sindical.
Posteriormente, en el considerando 5, se somete al test de
constitucionalidad a la norma cuestionada en virtud de los parámetros
hermenéuticos establecidos. Y se llega a la conclusión de que el art. 52 de la ley
23.551 ha violado la esfera de la libertad sindical garantizada por la Constitución
166
Nacional. Estima la Corte Suprema que la regulación legal impugnada, al
establecer dos estándares distintos de protección –uno para los gremialistas que
representan a sindicatos con personería gremial y otro para aquellos que
representan a los sindicatos simplemente inscriptos- mortifica excesivamente a
estos últimos.
En favor de esta conclusión, en el considerando 6, la mayoría de la Corte
Suprema señala en favor de su posición, como argumento normativo, las
disposiciones de la OIT en materia de libertad sindical, en especial el Convenio 87
de dicha Organización Internacional. Y remarca que el régimen legal argentino en
materia de libertad sindical fue objeto de observaciones individuales de la OIT en
varias ocasiones. Y en especial estas observaciones alcanzaron a los artículos 48
y 52 de la ley 23.551, cuestionados justamente por establecer prerrogativas
solamente en favor de algunos representantes sindicales y en detrimento de otros
sin fundamento en los criterios del organismo internacional. Finalmente, en virtud
de lo expuesto, la mayoría del Máximo Tribunal decidió hacer lugar a la queja
interpuesta, revocar la sentencia apelada y remitir la causa al tribunal inferior a los
fines de que se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a las pautas indicadas
en la sentencia.
La Dra. Argibay elaboró su propio voto. En los primeros considerandos del
mismo, del 1 al 4, resumió los hechos del caso, los fundamentos de la sentencias
de primera y segunda instancia y los principales argumentos del recurso
extraordinario presentado por la actora. La magistrado consideró admisible el
recurso de queja interpuesto (considerando 5) por encontrarse en juego la
interpretación del alcance del derecho que todo trabajador tiene a una
organización sindical libre y democrática –art. 14 bis CN-. En el considerando 6
comienza a desarrollar el núcleo argumentativo de su decisión. Al igual que la
mayoría, relaciona las garantías gremiales con la libertad sindical. Y en este
sentido remite a lo resuelto por la Corte en el fallo “ATE” del año 2008, en el que
se había decidido que el otorgamiento a un solo sindicato del derecho a elegir
delegados significaba una alteración inconstitucional de la libertad sindical por
impedir a otro sindicato el ejercicio de uno de sus derechos gremiales por
167
excelencia. Estamos entonces frente a un argumento jurisprudencial
(autoprecedente). A partir del mismo se remarca que un derecho constitucional
puede limitarse en una sociedad democrática por razones de seguridad nacional,
orden público, para resguardad derechos o libertades ajenas o para promover el
bienestar general. Estamos frente a una definición del pode de policía en el marco
de un Estado Social y Democrático de Derecho elaborado por la Corte en dicho
precedente. Prosiguiendo con su voto, la Dra. Argibay indicó que a partir de esta
pauta hermenéutica iba a ejercer el control de constitucionalidad de la norma
impugnada en el caso (considerandos 7 y 8). Y señaló, en el siguiente
considerando, que, a partir de lo dispuesto por el artículo 35 de la ley 23.551(que
prescribe que una federación gremial no puede actuar en una empresa o actividad
donde ya hay un sindicato de primer grado ejerciendo la representación) las
instancias de grado fallaron en contra de la actora, privándola de sus garantías
como representante gremial –artículo 52 ley 23.551- Luego, en el considerando
10, establece que la finalidad de la ley de asociaciones profesionales de
trabajadores, al establecer la personería gremial, es la de promover la unidad de la
acción sindical. Pero que esta finalidad debe necesariamente ser interpretada de
modo armónico con el derecho a la libertad sindical garantizado por la
Constitución Nacional en el artículo 14 bis. Y esta interpretación armonizadora es
expuesta por la Dra. Argibay a través de una hermenéutica sobre el alcance del
artículo 35 de la ley. En este sentido expresó que: “Esta inteligencia de las normas
específicas, sobre los derechos de los representantes gremiales ante sus
empleadores, no se ve refutada por la letra del artículo 35 de la ley 23.551 que no
alude puntualmente a esta cuestión sino en general a la relación entre entidades
gremiales de distintos grados en cuanto a la representación de trabajadores,
según la cual la de primer grado tiene precedencia. Ahora bien, inferir de esta
regla de coordinación entre diferentes sindicatos otra que niega la tutela a un
representante para el cumplimiento de su gestión sindical, implica otorgarle el
precepto legal y sin que medie una razón de peso un significado que lo pone en
contradicción con el artículo 14 bis previamente mencionado.” Por ende, con base
en una argumentación armonizadora, que presupone una coherencia entre los
168
fines establecidos por el constituyente y los regulados por el legislador, la Jueza
descalifica la sentencia recurrida. Asimismo, cita a favor de su postura las normas
internacionales señaladas en el voto mayoritario. A partir de los argumentos
vertidos, la Dra. Argibay resuelve hacer lugar parcialmente a la queja , revocar la
sentencia impugnada y ordenar el dictado de una nueva con arreglo a las
directivas expuestas.
169
de los mismos, y obtuvieron sentencias favorables a sus dos pretensiones. Se
aplicó en tal sentido la ley antidiscriminatoria 23.592. Contra la decisión de la
Cámara la demandada interpuso recurso extraordinario federal. El mismo fue
rechazado, y el caso llegó a la Corte como recurso de queja.
El voto mayoritario comienza admitiendo la cuestión solamente en lo
atinente a la interpretación de las normas federales, y se desecharon los agravios
relacionados con la valoración de la prueba. En especial el tema que consideró
cuestión federal la Corte es si la ley 23.592 podía ser aplicada a una relación de
empleo privado y es compatible con los artículos 14, 14 bis y 16 CN (considerando
2°). Posteriormente, en el considerando 3°, deciden encuadrar el tema en el
ámbito del Derecho Constitucional de los Derechos Humanos, por lo que señalan
que: “En tal sentido, el principio de igualdad y prohibición de toda discriminación,
presente en la Constitución Nacional desde sus orígenes (art. 16), no ha hecho
más que verse reafirmado y profundizado por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos y los instrumentos de éste que, desde 1994, tienen jerarquía
constitucional...” Nos encontramos ante un argumento sistemático. En este orden
de ideas se citan todos los instrumentos internacionales aplicables al caso, entre
los que se mencionan la DADH (art. II), la DUDH (arts. 2° y 7°), el PIDESC (arts.
2° y 3°), el PIDCP (arts. 2.1 y 26), etc. También se considera normativa aplicable
al caso –argumentos normativos-Tratados y Convenciones de jerarquía
infraconstitucional pero supralegal, como lo son el PSS, la Cartas de la OEA, la de
la ONU, la Democrática Interamericana y el Convenio 111 de la OIT. En este
último caso se señala el objetivo de “...eliminación de la discriminación en materia
de empleo y ocupación”. Considera la mayoría de la Corte a estos objetivos como
la libertad, la justicia social, la dignidad humana, seguridad y no discriminación
(argumento finalista). Este principio de no discriminación también se considera
presente en la Declaración Sociolaboral del Mercosur (artículo 1°). En este caso, y
atento a la naturaleza de dicho instrumento, considero apropiado pensar en la cita
del mismo como un argumento de tipo doctrinario. Luego, en el considerando 4°,
el voto se refiere a toda esta normativa señalada precedentemente como un
“corpus iuris”, en lo que considero es un argumento sistemático. También se
170
menciona la Opinión Consultiva 18/03 del año 2003, de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, sobre condición jurídica de los migrantes indocumentados
(argumento jurisprudencial). En la misma se alude a la no discriminación como
derivación del principio de unidad del género humano y fundada en la dignidad de
la persona humana. En este orden de ideas, la Corte estima que este principio no
discriminatorio forma parte del jus cogens y es de carácter imperativo. Por tal
motivo, acarrea la obligación por parte de los Estados de adoptar medidas
positivas para revertir situaciones contrarias. Y, en una interpretación extensiva de
este principio, la Corte considera que pesa sobre el Estado la obligación de no
tolerar la violación del mismo en el ámbito privado. Es, por ende, obligación del
empleador respetar los derechos humanos de sus trabajadores. Se cita también
en el mismo sentido jurisprudencia del Tribunal Penal Internacional para la ex
Yugoslavia (argumento jurisprudencial). Posteriormente, en el considerando 5°, la
mayoría destaca que esta obligación adquiere en el ámbito interno dos
obligaciones para el Estado: una de legislar, y otra de que los tribunales
interpreten favorablemente dicha normativa. En tal sentido, se considera aplicable
a estas cuestiones la ley antidiscriminatoria 23.592 y se la relaciona –en un
argumento sistemático- con la ley 25.212, que ratifica el Pacto Federal del Trabajo,
en cuyo anexo II se califica como infracción muy grave la discriminación del
empleador en materia laboral. Fruto de este razonamiento, el considerando 6°
estima plenamente aplicable la ley 23.592 al caso bajo examen. Refuerza esta
conclusión con cita de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (argumento
jurisprudencial), cita de precedentes jurisprudenciales propios (autoprecedentes),
como lo son los casos “Pérez c/ Disco” y “Madorrán”. Ello configura una obligación
fundamental mínima de cumplimiento inmediato por parte del Estado. También
agrega la mayoría que el principio pro homine (argumento principialista) obliga a la
Corte a tener presente y aplicar toda la normativa citada, a los fines de resolver del
modo más favorable a la persona, indicando que en el precedente “Bercaitz”
(autoprecedente) ya se hablaba de “principio de favorabilidad”. En el considerando
7° se elabora una interpretación sistemática y armonizadora, ya que se estima que
no lesiona el derecho a contratar y ejercer industria lícita, que emerge del artículo
171
14 CN con la obligación de reincorporar a trabajadores despedidos en forma
dicriminatoria. En este orden de ideas, se desecha la aplicación del precedente
“De Luca c/ Banco Francés, de 1969), estimándose que los hechos del caso son
distintos. Le hermenéutica sistemática y de unidad es expuesta explícitamente en
el considerando, al señalarse que: “En efecto, es doctrina permanente de esta
Corte que la Constitución Nacional debe ser entendida como una unidad, esto es,
como un cuerpo que no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere,
como un conjunto armónico en el que cada uno de sus preceptos ha de
interpretarse de acuerdo con el contenido de los demás.” Se agrega además que
este principio se ve reforzado luego de la Reforma Constitucional de 1994, y ello
es así atento la existencia de un “bloque de constitucionalidad federal”,
conformado por la Constitución Nacional y los Tratados e Instrumentos
Internacionales con Jerarquía Constitucional (art. 75 inc. 22 CN). En este orden de
ideas, se señala que el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
del PIDESC, en sus Observaciones generales 16 y 18 (argumento doctrinario,
atento a que no es un órgano jurisdiccional el que lo emite ni sus disposiciones
son imperativas), ha indicado que la reparación de un derecho laboral afectado
puede incluir la restitución en el empleo. A idéntica conclusión llega el PSS en su
artículo 7°. En el mismo considerando se citan luego numerosos autoprecedentes
de la Corte donde se convalidaron diversas leyes laborales que limitaban el
derecho a contratar, ejercer industria lícita y propiedad de los empleadores en el
marco de la relación de trabajo. Se agregan también, como principios axiológicos
(argumento principialista) justificatorios de la no discriminación al “ritmo universal
de la justicia”, “exigencias éticas”, “libertad contra la opresión” y la “conciencia
jurídica universal”. Luego de esto, en el considerando 8°, se agrega un nuevo
argumento principialista, indicando que la no discriminación, y la consiguiente
reinstalación en el trabajo de los actores, es congruente con el principio de plena
reparación (restitutio in integrum) de los daños irrogados. Citan en apoyo de este
fundamento jurisprudencia –argumento jurisprudencial- de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (caso “Baena c/ Panamá” del año 2001) y el
autoprecedente “Madorrán”. En este orden de ideas, se prefiere la restitución a la
172
compensación, considerándose más compatible a la primera con la plena vigencia
de los Derechos Humanos. Se refuerza esta opinión incluso jurisprudencia de la
Corte Permanente de Justicia Internacional del año 1928 (argumento
jurisprudencial, caso “Chorzow Factory”). Luego de ello, en el considerando 9°, se
continúa justificando la reincorporación al trabajo de los actores, apelando a una
hermenéutica extensiva del principio de “protección contra el despido arbitrario”
del art. 14 bis CN. A este fin, se enlaza este razonamiento con la defensa del
método interpretativo dinámico, al señalarse que: “...las leyes no pueden ser
interpretadas sólo históricamente, sin consideración a las nuevas consideraciones
y necesidades de la comunidad, porque toda ley, por naturaleza, tiene una visión
de futuro , está destinada a recoger y regir hechos posteriores a su sanción...”, cita
del autoprecedente “Kot”, de 1958. Y también del sistemático expresado en el
autoprecedente “Vizzoti” de 2004. En el considerando 10° se utiliza principalmente
un argumento de tipo principialista, elaborado no solamente a partir de la exégesis
constitucional, sino también de la Ley de Contrato de Trabajo, que lleva a la Corte
a considerar que lo peticionado por la demandada en el recurso de queja es
incompatible con el principio de que el trabajo humano no es una mercancía. Para
el Alto Tribunal la empresa invierte el principio, y sus argumentos lucen cercanos a
una posición instrumental del legislador, incompatible con el principio
hermenéutico defendido por el voto mayoritario. Justifica ello con cita de
autoprecedentes (“Mata c/ Ferretería Francesa”, por ejemplo). En este orden de
ideas, se estima plenamente aplicable al caso la ley 23.592, a la cual se la
considera reglamentaria del artículo 16 CN (considerando 11°). Y por lo tanto su
aplicación se relaciona finalmente con el principio pretoriano (argumento
principialista) elaborado en “Vizzoti”: el trabajador en sujeto de preferente tutela
constitucional. En virtud de estas consideraciones la mayoría decide hacer lugar a
la queja y confirmar la sentencia apelada.
El voto en disidencia es en realidad una disidencia parcial. Hay bastante
similitud en varios argumentos, salvo en lo referido a la reincorporación de los
actores a la empresa. Con respecto al recurso, al igual que en el voto mayoritario,
el mismo es admitido, en el considerando 3°, solamente en lo referente a las
173
normas federales cuestionadas (arts. 14, 14 bis, 16 CN y ley 23.592). En el
considerando 4° se sostiene que la correcta interpretación del caso debe
realizarse a partir de la interpretación de las normas constitucionales como una
unidad (argumento sistemático, con cita de autoprecedentes). Dicho argumento,
sistemático y normativo, es reforzado en el considerando 6° con la mención de los
Tratados Internacionales con Jerarquía Constitucional aplicables al caso, en
especial la CADH y el PIDCP. Y también este mismo argumento sistemático se
cimenta a partir de la mención de normativa legal (art. 17 Ley de Contrato de
Trabajo) y, en el considerando 7°, del Convenio 111 de la OIT, sobre
Discriminación en Materia de Empleo y Ocupación (1958). Como argumento
doctrinario, no imperativo, se mencionan también la Declaración de la OIT sobre
principios y derechos fundamentales del trabajo (1998), que señala que los
principios de la OIT deben ser cumplidos y respetados por los países miembros
aunque no hayan ratificado específicamente el Convenio en el cual se encuentra
dicho principio, vale decir, que se obligan a respetar sus principios por el hecho de
pertenencer a la Organización. Y también se alude a la Declaración sociolaboral
del Mercosur (1998) y sus disposiciones en materia de discriminación. En este
orden de ideas, y en el intento de armonizar los derechos en pugna en el caso –
por un lado la libertad de contratar y ejercer industria lícita, y por otro el derecho a
la no discriminación y la protección contra el despido arbitrario- se citan
autoprecedentes de la Corte (casos “De Luca”, “Figueroa” y “Agnese”) en los
cuales se sostuvo que no se puede obligar a un empleador a mantener en su
puesto a un trabajador, apartándose de lo sostenido por el voto mayoritario
(considerando 9°). Seguidamente, en los considerandos 10° a 13°, la minoría del
Alto Tribunal considera plenamente aplicable al ámbito laboral –y por ende al
caso- la ley 23.592. En el considerando 14° se reitera la necesidad de una
interpretación armónica o sistemática de los derechos constitucionales de ambas
partes, indicando que la solución pasaría por adoptar una protección más intensa
para el trabajador en los casos de discriminación, agregando argumentos
normativos en favor de esta solución (artículos 177, 178,182 de la Ley de Contrato
de Trabajo; artículos 48 y 50 de la Ley de Asociaciones Sindicales). Amén de ello,
174
se sostiene también que la el derecho constitucional a la estabilidad en el empleo
admite diferentes grados o posibilidades reglamentarias, cuestión que fue
dilucidada en el autoprecedente “Madorrán” (considerando 15°). Y yendo a la
solución del caso, atento a la falta de una normativa específica, la minoría acude a
la analogía (argumento analógico) a los fines de resolver que corresponde
indemnizar en forma agravada a los actores, pero no ordenar su reincorporación a
la empresa. En especial se alude a los despidos discriminatorios regulados por los
arts. 177/78 y 182 de la Ley de Contrato de Trabajo como aplicables al caso. Esta
sería la forma o modo de armonizar los derechos en juego (considerando 16°). En
defensa de esta solución se sostiene que la misma no colisiona con la doctrina del
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del PIDESC (Observación
General nros. 16 y 18). Y el considerando 17° que la reincorporación al trabajo es
una de las varias modalidades posibles de impartir justicia en el caso, sosteniendo
esta aseveración a partir de un argumento jurisprudencial de carácter internacional
(Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, caso “M. Helen Marshall”,
1993). En orden a estas razones la minoría del Tribunal decide declarar
procedente la queja interpuesta y revocar la sentencia con el alcance indicado,
vale decir otorgando a los actores una indemnización adicional pero no la
reincorporación a sus trabajos.
175
permitiese abonar íntegramente el costo del lugar en el que se alojen. Amén de
ello, solicitaron cautelarmente que, mientras dure la tramitación del proceso, el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires los incluyera en los programas de
emergencia habitacional. Manifestaba que ya había recibido un subsidio
correspondiente al Programa Atención para Familias en Situación calle de la
Ciudad, pero que al finalizar las cuotas previstas en su normativa solicitó su
renovación y su reclamo nunca fue respondido por las autoridades, lo que
motivaba la presentación judicial. En primera instancia, la justicia local hizo lugar
tanto a la cautelar como a la acción de amparo. La Sala II de la Cámara de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos
Aires rechazó el recurso presentado por la demandada contra la decisión de
primera instancia y ordenó la provisión de un subsidio en favor de los accionantes.
Contra esta resolución al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires interpuso
recurso de inconstitucionalidad. El Superior Tribunal de la Ciudad hizo lugar al
recurso presentado y ordenó que el a quo se expida en la cuestión con el alcance
señalado en el punto 16 del voto de la Dra. Conde y el Dr. Lozano en el
precedente “Alba Quintana, Pablo c/ GCBA y otros s/ amparo”. En dicha
oportunidad, ambos integrantes del Superior Tribunal se habían expedido en favor
de la constitucionalidad del régimen temporario del Programa de Atención de
Familias en situación calle del Gobierno de la Ciudad y habían considerado fuera
de su competencia el análisis de las cuestiones de hecho y prueba atinentes a la
acreditación de la situación de vulnerabilidad del actor que lo hiciera acreedor a
una prestación social en materia de vivienda. En esos términos, la causa era
devuelta a la instancia inferior a los fines de que se dictara un nuevo
pronunciamiento acorde con esos lineamientos. Por consiguiente, se ordenó lo
mismo en la acción de amparo en análisis. Esta resolución del Superior Tribunal
fue recurrida a través de un recurso extraordinario federal por la Asesora General
Tutelar. Rechazado el mismo, se interpuso recurso de queja. Dicho recurso se
basaba fundamentalmente en el desconocimiento de la sentencia impugnada del
alcance y contenido del derecho a la vivienda reconocido en los arts. 14 bis y 75
inc. 22 CN. En este último caso se citaban expresamente el art. 11 del PIDESC, el
176
27 de la Convención sobre los Derechos del Niño, el art. 25 de la DUDH, el 11 de
la DADyDH en los arts. 10 y 31 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.
El voto mayoritario de la Corte Suprema fue suscripto por los Dres.
Lorenzetti, Highton de Nolasco, Fayt, Maqueda y Zaffaroni. Luego de hacer un
relato de los hechos del caso, dicho voto señala los fundamentos brindados por el
a quo, destacando que se resalta en dicho fallo la hermenéutica armonizante entre
la Constitución local, la Nacional y la norma internacional en juego (el PIDESC).
En tal sentido, en el considerando 3° se destaca que el Tribunal Superior de la
Ciudad señaló como regla hermenéutica –elaborada en realidad por la Corte
Suprema- que: “…de dos interpretaciones debe optarse por aquella que armoniza
mejor con la norma de rango superior”. Con este fundamento se sostuvo que el
PIDESC no obliga a los países signatarios a proporcionar vivienda a cualquier
habitante que adolezca de esa necesidad, sino que se impone la obligación
mínima de garantizar un contenido mínimo de dicho derecho, que puede
resumirse en brindar “abrigo” a aquellos que carecen de techo. Por ese motivo el
Tribunal Superior consideró compatible con la Constitución el régimen parcial y
temporario vigente en la materia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En
términos más generales, se realizó una interpretación restringida o de mínima
acerca del alcance y contenido del derecho a la vivienda. Ya en el mismo
considerando el voto mayoritario de la Corte adelante su posición contraria al fallo
del a quo, al señalar que: “Sin perjuicio de lo expuesto, el otorgamiento de
subsidios no es absolutamente discrecional. Por el contrario, los jueces tienen el
deber de controlar y asegurar que la asignación de estos beneficios respete las
prioridades previstas por el bloque constitucional que rige la materia...Desde esa
perspectiva, los decretos 690/06 y 960/08 resultan cuestionables e ilegítimos, pues
no contemplan previsiones claras que resguarden el sistema de previsiones
referido...”163
El voto mayoritario continúa señalando que se cumplió con la audiencia
pública informativa prevista en la acordada 30/2007 (considerando 5°) y estima, en
el considerando siguiente, formalmente admisible el recurso de hecho interpuesto
163
Se trata de decretos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
177
al encontrarse en juego normas de carácter federal (art. 14 inciso 3° de la ley 48).
Aquí se marca la discrecionalidad de la Corte en materia de argumentación, al
remarcar que: “Cabe recordar, en este punto, que en la tarea de establecer la
inteligencia de preceptos constitucionales y de normas federales, el Tribunal no se
encuentra limitado por las posiciones del a quo ni por los argumentos de las
partes...”. Posteriormente, considera debidamente acreditados que los actores
residen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que, de no estar vigente una
medida cautelar, tendrían que estar viviendo en las calles de la Ciudad
(considerando 7°).
Seguidamente comienzan a aportarse argumentos de tipo normativo y
sistemático, a los fines de establecer, en los términos del mismo Tribunal, el
“...marco normativo en el que se inserta la problemática bajo estudio, tanto en el
orden federal como el local.” (considerando 8°). Señala en ese sentido como
normas de federales aplicables al tercer párrafo del art. 14 bis CN (derecho al
acceso a una vivienda digna), al del art. 75 inc. 23 CN (obligación del Congreso de
legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen los derechos
reconocidos en particular respecto de niños y personas con discapacidad), a la
DUDH en su art. 25 (derecho a un nivel de vida adecuado), al art. 11.1 del
PIDESC (derecho a un nivel de vida adecuado que contemple alimentación,
vestido y vivienda adecuados), al art. XI de la DADyDH (derecho a vestido, salud y
vivienda), a la Convención sobre los Derechos del Niño, arts. 24 y 27 (derecho del
niño mental o físicamente impedido a disfrutar de una vida plena y decente en
condiciones dignas y obligación estatal de utilizar en con ese fin el máximo de los
recursos disponibles), la Convención sobre los Derechos de las Personas con
discapacidad, aprobada a través de la ley 26.378, art. 7 (derecho de niños y niñas
discapacitados a gozar plenamente de todos los derechos humanos) y la
Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Personas con Discapacidad, ley 25.280 (eliminación
progresiva de la discriminación y promoción de prestación o suministro de bienes
necesarios, como la vivienda, art. 3). Todos estos instrumentos internacionales
poseen jerarquía constitucional con excepción de ese último. Sin embargo merece
178
aclararse que la Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad
alcanzó dicha jerarquía con posterioridad al dictado de esta sentencia, a través de
la ley 27.044 en 2014.
Posteriormente, en el mismo considerando se señala el marco normativo
local, integrado por el artículo 31 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (derecho a vivienda y hábitat adecuado) y diferentes normas legales
y reglamentarias locales, como la ley 1251 que crea el Instituto de Vivienda de la
Ciudad. Entre las mismas se encuentran los decretos impugnados, 690/06 (y sus
modificatorios 960/08 y 167/11) que instituyen el Programa “Atención para
Familias en Situación de Calle”. Queda claro que esta extensa cita de normas obra
como argumento a los fines de justificar la decisión de declarar la
inconstitucionalidad de la norma reglamentada cuestionada, ya que hace ver que
la misma se debe interpretar a la luz de un conjunto de normas superiores que la
limitan en su discrecionalidad.
Ello es dicho claramente por la Corte en el considerando 10, cuando se
remarca que: “...la primera característica de esos derechos y deberes es que no
son meras declaraciones, sino normas jurídicas operativas con vocación de
efectividad.” Esta afirmación se apoya en argumentos jurisprudenciales del mismo
Tribunal –autoprecedentes- que sostienen que la Constitución Nacional consagra
derechos humanos para que estos resulten efectivos y no ilusorios (Fallos
327:3677 y 332:2043). La base de la operatividad del derecho a la vivienda surge
para el Máximo Tribunal de la obligación de hacer a cargo del Estado –promover
ese derecho, garantizarlo- que surge claramente de todas las normas citadas.
Pese a ello, la Corte no reconoce a los derechos sociales una operatividad
“directa”, que permitiría a cualquier ciudadano solicitar judicialmente la provisión
de una vivienda. Como puede advertirse, la interpretación del derecho a la
vivienda es más amplia que en el fallo del Tribunal Superior de la Ciudad, pero
igualmente se establecen límites razonables a su ejercicio.
Otra cuestión importante que aborda el voto mayoritario surge del
considerando 12. En el mismo señala que esta operatividad derivada de los
derechos sociales está sujeta a control de razonabilidad por parte del Poder
179
Judicial. Luce aquí un desarrollo argumentativo de carácter semántico a los fines
de desentrañar el significado en el caso del concepto de razonabilidad. La Corte
utiliza, por ejemplo, argumentos doctrinarios, señalando que, en el presente caso,
hay que entender el principio de razonabilidad con el alcance que le da John
Rawls en su “Teoría de la Justicia”: “Lo razonable en estos casos está relacionado
con el principio que manda desarrollar las libertades y derechos individuales hasta
el nivel más alto compatible con su igual distribución entre todos los sujetos que
conviven en una sociedad dada, así como introducir desigualdades excepcionales
con la finalidad de maximizar la porción que corresponde al grupo de los menos
favorecidos…” La proyección de esta regla hermenéutica en el campo de
actuación del Poder Judicial implica que los magistrados, sin perjuicio de las
facultades discrecionales de otros poderes del Estado, deben verificar, dentro del
control de razonabilidad que les compete, que se respeten las garantías mínimas
indispensables para preservar la dignidad de las personas. En materia de
derechos sociales entonces, para la Corte, control de razonabilidad es control de
que se hayan tomado las medidas necesarias que garanticen el principio de
dignidad humana y que el Estado haya hecho el máximo esfuerzo presupuestario
y de gestión para que ello sea así. Señala el Máximo Tribunal que, con esta
interpretación se deja a salvo el principio de división de poderes, y se concilia la
discrecionalidad de actuación de los Poderes Ejecutivo y Legislativo con las
necesidades mínimas de los sectores más prudentes cuando éstos solicitan el
auxilio de los jueces. A mi entender, la hermenéutica en materia de derecho a la
vivienda que efectúa la Corte en el caso es amplia, pero prudente y conciliadora
con los poderes políticos.
Conforme estas pautas, el voto mayoritario estima en el considerando 13
como “insuficiente” la solución brindada por la demandada a la solicitud de la
actora, ya que no se atienden las mínimas necesidades de Q. ni de su hijo. Esto
abarca en especial al programa “Atención para Familias en Situación de Calle”.
Prosiguiendo con su voto, la Corte expresa en el considerando 14 que debe
rechazarse lo indicado por la Ciudad en la audiencia pública en el sentido que el
presupuesto es “inelástico” y la atención de este tipo de situaciones choca con la
180
limitación presupuestaria establecida por la ley local. Señala el Máximo Tribunal
que en el caso el esfuerzo presupuestario del Estado debe guiarse por lo señalado
por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del PIDESC. Y
dicho organismo ha señalado que la obligación de satisfacer el derecho social es
inmediata, y que la sola mención de que no hay recursos disponibles es una
respuesta insuficiente a la luz de la obligación de garantía de los derechos
asumida por el Estado parte del Pacto. Estimo que en este caso nos encontramos
ante una variante de argumento de autoridad similar al jurisprudencial, atento al
carácter de las observaciones emitidas por dicho Comité, que pueden asimilarse a
recomendaciones. También constituye una interpretación del alcance y contenido
internacional del Pacto.
Remarca la Corte luego en el considerando 15 que la situación se agrava
por la condición de discapacitado del hijo de la actora, lo que resalta la
insuficiencia de la respuesta del Gobierno de la Ciudad en el caso. Cita en su
favor un precedente judicial propio –autoprecedente-: “…los menores, máxime en
circunstancias en que se encuentra comprometida su salud y su normal desarrollo,
a más de la especial atención que requieren de quienes están directamente
obligados a su cuidado, requieren también la de los jueces y de la sociedad
toda…” (Fallos: 327:2127). En las presentes circunstancias estima la Corte que el
Estado debe hacer un esfuerzo para garantizar una asistencia social con carácter
de integral (nótese que es la palabra utilizada por el mismo art. 14 bis CN tercer
párrafo).
Entonces, en virtud de los argumentos expuestos, el voto mayoritario de la
Corte decide hacer lugar a la queja y al recurso extraordinario y revocar la
sentencia apelada. Asimismo, y en el uso de las facultades asignadas por el art.
16 de la ley 48, ordena al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que
intervenga con los equipos de asistencia y salud en favor del menor, garantice
orientación a la actora y les proporcione provisoriamente de un alojamiento con las
condiciones edilicias adecuadas sin perjuicio de su inclusión en algún programa de
vivienda en curso o futuro.
181
El Dr. Petracchi elaboró en esta causa un voto propio. Entre otros aspectos
del mismo podemos destacar, en el considerando 8, una visión holística de los
derechos fundamentales, de la mano de una argumentación sistemática y
armónica de los mismos. En este sentido, señala el citado magistrado que:
“Asimismo, corresponde señalar que el acceso a la vivienda digna está
íntimamente relacionado con otros derechos humanos fundamentales. De hecho,
un individuo que no tiene un lugar donde instalarse para pasar sus días y sus
noches y debe deambular por las calles no sólo carece de una vivienda, sino que
también ve afectadas su dignidad, su integridad y su salud, a punto tal que no está
en condiciones de crear y desarrollar un proyecto de vida, tal como lo hace el resto
de los habitantes...” Seguidamente, en el considerando 10, define el alcance del
principio de razonabilidad a la luz del caso, sosteniendo que: “Las medidas
adoptadas deben ser proporcionadas, esto es, adecuadas para alcanzar, a partir
de la realidad que pretenden regular, la finalidad impuesta por la Ley
Fundamental...Ello implica que el Estado debe tener en cuenta las distintas
capacidades personales, sociales y económicas de los habitantes y, sobre esa
base, implementar políticas apropiadas y conducentes para lograr que todos
tengan la oportunidad de acceder a una vivienda digna.” Es una definición de
razonabilidad estructurada a partir de una concepción realista o pragmática del
concepto. Ser razonable es reglamentar un derecho a partir de medidas
proporcionadas teniendo en cuenta la realidad que se pretende regular.
Consecuentemente con lo expresado, Petracchi destaca que pese a lo dicho, cabe
recordar que en materia de políticas sociales el Estado tiene un amplio margen de
discrecionalidad, siempre y cuando se respeten los límites establecidos
(considerando 11).
El magistrado pasa luego a realizar un control de razonabilidad a partir de
las premisas establecidas, las cuales lo conducen a respuestas similares a las
brindadas por el voto de mayoritario. El esfuerzo de la demandada para resolver el
tema que motivaba el amparo interpuesto era insuficiente. Destaca en especial
que los paradores estatales que provee el Gobierno de la Ciudad para resolver el
problema resultan insuficientes y precarios (considerando 14). Y señala,
182
realizando una interpretación semántica o conceptual de las obligaciones estatales
a la luz del PIDESC que el mismo ha sido redactado de modo tal de que en casos
de falta de cumplimiento de obligaciones mínimas por falta de recursos, sea el
Estado el que deba demostrar que ha realizado todos los esfuerzos por satisfacer
sus deberes, y no el afectado que ve sus derechos insatisfechos (considerando
17). Vale decir que en este tipo de casos debería invertirse la carga de la prueba,
y ser el Estado demandado el que demuestre que realizó todos los esfuerzos
posibles para satisfacer los derechos sociales reclamados por la parte actora. Esta
interpretación semántica del alcance del Pacto deriva en una regla procesal. Y en
este sentido destaca que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no
ha cumplido con esta carga probatoria. Por estos motivos, el Dr. Petracchi adhiere
a la decisión mayoritaria.
Finalmente, la Dra. Argibay resuelve la cuestión a través de su propio voto.
En el relato de los hechos destaca la historia de vida de la actora, de nacida en
Bolivia, y resume todos los antecedentes del caso (considerandos 1 a 7). Cobra
especial relevancia lo sostenido por la magistrado en el considerando 10, donde
se propone demostrar la voluntad del Estado Argentino de brindarle una especial
al tema de la discapacidad. Con este objetivo apela a una argumentación
normativa, señalando los diferentes instrumentos internacionales suscriptos por
nuestro país en la materia, más la normativa legal vigente. Estima irrazonable lo
realizado por la Ciudad demandada atento a que ha tratado a los accionantes
igual que al resto de los habitantes de la urbe, sin tener en cuenta sus particulares
condiciones. Deviene entonces irrazonable e inconstitucional tratar de igual modo
a los desiguales. Esto constituye un derivado del principio hermenéutico
jurisprudencial elaborado por la Corte en materia de igualdad constitucional, que
predica el tratamiento igualitario de aquellos que se encuentran de condiciones
similares. Finalmente, la Dra. Argibay resuelve declarar admisible la queja,
procedente el recurso extraordinario interpuesto pero, a diferencia de los votos
precedentes, decide no dar solución a la cuestión de fondo, derivando la solución
al gobierno local demandado. Considera que ese debe ser el límite de la
competencia apelada de la Corte Suprema.
183
SISNERO, MIRTHA GRACIELA Y OTROS C/ TADELVA S.R.L. (2014)
En el caso “Sisnero, Mirtha Graciela y otros c/ Tadelva SRL y otros s/
amparo” de fecha 20 de mayo de 2014 (Fallos, 337:611), dictado durante la
presidencia de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, la Corte esgrimió para
fundamentar su decisión argumentos de tipo sistemático y finalista, entre otros. La
cuestión llega al Alto Tribunal a través de un recurso de queja o de hecho. Los
hechos eran los siguientes: la actora conjuntamente con la Fundación Entre
Mujeres (FEM) presentaron una acción de amparo colectivo contra una serie de
empresas de transporte de la provincia de Salta. La demanda tenía dos aspectos,
uno individual, ya que Sisnero reclamaba la violación al derecho de igualdad y no
discriminación al no permitírsele trabajar como chofer de colectivo en alguna de
esas empresas de transporte (con lo cual se afectaba también su derecho de
trabajar). Y tenía también un aspecto colectivo, por el que la fundación
mencionada denunciaba esta violación al derecho de igualdad y no discriminación,
solicitaba se contrate como chofer a Sisnero y solicitaba el establecimiento de un
cupo para mujeres que quisieran trabajar como conductoras de colectivo. La
Cámara de Apelaciones en lo Civil de Salta hizo lugar a la demanda, pero la Corte
salteña rechazó la pretensión indicando que, si bien era notoria la existencia de
discriminación de género en esta cuestión, no se había acreditado en autos la
idoneidad de la actora para conducir colectivos ( a pesar de que tenía el registro
habilitante) y que la mera negativa de las empresas a contratarla no terminaba de
probar la discriminación en el caso. El tribunal solamente exhortó a las empresas
prestadoras del servicio a tener en cuenta la situación y a implementar en el futuro
soluciones al problema. Presentado el recurso extraordinario federal por violación
de los artículos 14, 16, 43 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional y por
arbitrariedad de sentencia, el mismo es rechazado por la Corte provincial, lo que
obliga a las actoras a concurrir a la Corte Suprema de Justicia de la Nación a
través de una queja por recurso denegado.
Llegado el caso al Alto Tribunal, el mismo admitió el recurso, señalando que los
principios de igualdad y no discriminación son elementos estructurales del orden
184
jurídico constitucional argentino e internacional, con especial cita no solamente del
artículo 16 de la Constitución sino también de varias normas internacionales –en
ejercicio del control de convencionalidad-, en especial el artículo 11 de la
Convención para la Eliminación de Toda Forma de Discriminación contra la Mujer,
que posee jerarquía constitucional conforme el artículo 75 inciso 22 de la
Constitución, y el Convenio 111 de la OIT, de rango supralegal (considerando 2°).
Indudablemente este criterio hermenéutico de la Corte es el sistemático, que
conduce a no interpretar los derechos o artículos de la Constitución en forma
aislada, sino en el marco de otras normas relacionadad. Desde luego que este
criterio es muy marcado luego de la Reforma Constitucional de 1994, atento a la
jerarquía constitucional de los Instrumentos Internacionales sobre Derechos
Humanos previstos en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución y la conformación
del denominado Bloque de Constitucionalidad.
Posteriormente, en el considerando 3°, la Corte apela a un argumento de tipo
finalista, señalando que “Nada hay en la letra ni en el espíritu de la Constitución
que permita afirmar que la protección de los llamados derechos humanos –porque
son los derechos esenciales del hombre- está circunscripta a los ataques que
provengan solo de la autoridad”. En realidad, la cita que luce en este considerando
remite a los dichos de la misma Corte en el caso “Kot, Samuel (Fallos, 241:291),
en el cual por vía pretoriana se dio nacimiento al amparo contra actos de
particulares. Luego de ello, el Alto Tribunal identifica como derecho afectado como
el derecho constitucional de elegir libremente empleo (considerando 4°). En el
siguiente considerando, se descalifica la sentencia en revisión apelando también
entiendo a un argumento de tipo finalista, ya que la Corte indica que en el caso,
atento a la complejidad de probar la discriminación, había que acudir a la noción
de cargas probatorias dinámicas e invertir la carga de la misma, poniendo esta
obligación en cabeza de las empresas demandadas, ya que están en mejores
condiciones de probar los hechos controvertidos en la causa. Entiendo que el
mismo instituto de las cargas probatorias es finalista, ya que busca la realización
del valor justicia como fin y la prosecución de la verdad objetiva del proceso
dejando de lado formalidades procesales. Luego de ello, en el considerando 6°
185
descalifica por irrazonable (y por ende arbitraria) la apreciación de la prueba
efectuada por el a quo, estimando finalmente en el considerando siguiente que
corresponde revocar la sentencia apelada, ordenando al tribunal superior de la
causa que dicte nueva sentencia conforme el criterio establecido por la Corte.
186
responder puntualmente las quejas planteadas por dicho organismo. En este
orden de ideas, en el considerando 6°, la Corte Suprema señaló que el a quo
omitió analizar los argumentos vertidos por la actora en el sentido en que el nuevo
ente creado por el legislador a través la ley 26.727 creaba un régimen de
administración diferente al modelo dispuesto por el artículo 14 bis, implicaba una
violación tanto al espíritu como a la letra de la norma constitucional Recordemos
en tal sentido que dicho artículo señala que “...la ley establecerá: el seguro social
obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con
autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con
participación del Estado...”, y la actora señalaba que la estatización de esta obra
social chocaba con lo dispuesto claramente en la norma constitucional, argumento
que hace suyo la Corte. Agrega posteriormente un argumento dinámico y
sistemático, ya que señala o vincula esta disposición con el principio de
progresividad o no regresión, que impide al legislador adoptar medidas
injustamente regresivas que puedan violar derechos humanos fundamentales, por
ende, el 14 bis es en este caso bajo examen una norma clara articulada con otras
disposiciones de la Constitución o de normas de fuente internacional de similar
jerarquía que no puede ser tergiversada por una disposición de rango legislativa
de rango inferior. Señalo que este es un argumento dinámico y sistemático ya que
la jerarquía constitucional de los instrumentos internacionales sobre Derechos
Humanos fue incorporada al texto constitucional en 1994, luego de la sanción del
artículo 14 bis. Tenemos hasta aquí entonces argumentos de tipo semántico y de
tipo dinámico.
A mayor abundamiento, se agrega un argumento de tipo histórico fundado
en la voluntad del constituyente reformador de 1957 que viene a complementar el
arsenal hermenéutico de la Corte a favor de su decisión. Dicho argumento es, en
realidad, muy genérico, ya que no se refiere específicamente al tema de la
seguridad social y las obras sociales, sino en realidad a la interpretación
progresiva del artículo 14 bis, que será por ende coincidente con las reglas
hermenéuticas dispuestas por el constituyente reformador en 1994. Señala el Alto
Tribunal que el convencional Lavalle en la Convención Constituyente de 1957
187
expresó que: “un gobierno que quisiera sustraerse al programa de reformas
sociales iría contra la Constitución, que es garantía de que no se volverá atrás,
sino que se irá adelante”.
Como podemos apreciar, en esta oportunidad se utiliza el argumento
histórico, que tiene en cuenta la voluntad del legislador (constituyente) originario
pero en forma supletoria o subsidiaria, ya que el núcleo argumentativo reside en la
interpretación semántica de una disposición que se considera clara y en el marco
de un principio general en materia de Derechos Humanos como es el de
progresividad. En virtud de estas consideraciones, la sentencia de Cámara fue
revocada.
Frente a la contundencia argumental y decisoria del fallo se destaca la disidencia
de la Dra. Highton de Nolasco, quien rechaza la queja en virtud del artículo 280 del
CPCCN, vale decir que estimó que el tema era insustancial o ya había doctrina de
la Corte convalidatoria de la decisión de la Cámara, que fue descalificada por la
mayoría del tribunal por arbitraria.
188
representaban al personal. Dicha medida había ocasionado retraso en las tareas
de la empresa. Por su parte el actor cuestionó el despido con fundamento en la ley
23.592 por considerarlo discriminatorio. Tanto en primera como en segunda
instancia la decisión fue favorable al actor, ya que se ordenó su reincorporación al
trabajo y un resarcimiento por daño moral. Para decidir de este modo, la Cámara
se fundó en el trato discriminatorio recibido por el trabajador, en los derechos
emergentes del artículo 14 bis y en la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (casos ATE y Rossi). En tal sentido, se identifica a la palabra
“gremio”, que forma parte de la segunda parte del artículo 14 bis, como “grupo de
trabajadores de la misma actividad u oficio unidos por una causa”. Y por
consiguiente la huelga es un derecho reconocido a los gremios, y no se puede
restringir su ejercicio a la decisión de sindicatos orgánicos. Vale decir entonces
que para esta interpretación, “gremio” no es igual a “sindicato orgánico”.
El fallo de la Corte no tuvo disidencias y fue firmado por Lorenzetti, Highton
de Nolasco y Maqueda. Veamos ahora algunos de sus argumentos. Luego de
admitir el recurso, el Alto Tribunal hace en primer término una serie de precisiones
de carácter semántico acerca del concepto de huelga. De tal razonamiento deduce
que la huelga tiene dos facetas. Una individual, que consiste en la libertad de
sumarse o no a una medida de fuerza que tiene el trabajador, y otra colectiva, que
es el poder de declarar o no la huelga (considerando 7°). A partir del siguiente
considerando aborda una interpretación semántica, ya que pretende desentrañar
el significado de los términos del artículo, y sistemática a la vez, atento a que
intenta dar una respuesta a partir del encuadre de una palabra en el marco de un
artículo. La palabra es la palabra “gremio”. Destaca la Corte que el derecho de
huelga ingresó en nuestro ordenamiento jurídico en la Reforma Constitucional de
1957, que consagró una serie de derechos de orden laboral y social que habían
sido universalmente reconocidos durante la primera mitad del siglo XX. Describe
seguidamente el diseño normativo del artículo 14 bis y su división en tres partes:
derechos del trabajador individual, derechos de los gremios y derechos o
beneficios de la seguridad social. Pasa luego la Corte Suprema a describir el
encuadramiento del derecho de huelga en el artículo, dentro del segundo bloque.
189
En función de esa inclusión, señala, al contrario que la Cámara, que la noción de
“gremio” debe coincidir con la de “asociación sindical” y no con la de “grupo de
trabajadores”. Recordemos entonces que esta interpretación semántica y
sistemática permite descubrir o desentrañar el significado de un término utilizando
herramientas que van más allá de una definición lexicográfica.
Luego de estos argumentos de carácter semántico y sistemático, pasa la
Corte Suprema a brindar a favor de su decisión argumentos de tipo histórico, en el
considerando 9°. Para ello alude al debate que se suscitó en la Convención
Constituyente de 1957 durante la discusión del tema. Había en el seno de la
Convención dos posiciones. Una de ellas pretendía que el derecho de huelga se
reconociera en cabeza de todos los habitantes, mientras que otra propiciaba que
se encontrara solamente en cabeza de los “gremios”.
La última posición, más restrictiva, fue sostenida entre otros
Convencionales por Jaureguiberry, Acuña, Corona Martínez, Colombo y
Ponferrada. Se hacía hincapié en considerar a la huelga como un derecho
colectivo, y, por ende, perteneciente a los gremios. También se trataba de evitar
una “anarquía” en los reclamos laborales (convencional Acuña).
Posteriormente, en el considerando 10, se describe la opinión del Convencional
Bravo, partidario de una posición amplia en la materia, vale decir en reconocer el
derecho de huelga a los trabajadores. Para ello, estima que la palabra gremio nos
remite a una situación de hecho, ya que se pertenece a un gremio en razón del
oficio que se ejerce. Y ello no depende de la afiliación o no a un sindicato, que es
un acto voluntario del trabajador. Por ende, para esta postura, ambos términos,
gremio y sindicato, no son sinónimos. Para la posición restringida sí lo son.
En función de esta discordancia, la Corte decide que los argumentos históricos no
son concluyentes para arribar a una decisión consistente sobre el punto en
debate. Considero por ello que en este fallo quedan palmariamente demostrados
los límites y problemas que nos trae la interpretación histórica. Muchas veces
sucede que cuando tratamos de indagar acerca de la “voluntad del legislador”
podemos encontrarnos que ella no es muchas veces unívoca y precisa, y ello nos
impide formular una conclusión razonable.
190
Para tomar finalmente su decisión, el Alto Tribunal hace un repaso por la
normativa internacional, tanto los Tratados Internacionales con Jerarquía
Constitucional como los Convenios de la OIT, de rango supralegal, no debemos
olvidar que luego de la Reforma Constitucional de 1994, y cada vez con mayor
intensidad los tribunales de justicia ejercen tanto el control de constitucionalidad
como el de convencionalidad. El Tribunal termina por concluir que solamente el
derecho de huelga puede ser utilizado por los gremios y que debe entenderse
como gremio a aquellas agrupaciones sindicales de trabajadores inscriptas en un
registro especial. Vale decir que el triunfo de una de las interpretaciones posibles
de la norma debió argumentarse o fundamentarse en razones de orden
sistemático o semántico, porque la historia no fue de gran ayuda en el caso.
Resulta también de interés señalar que en el caso la Corte remarcó un tradicional
principio judicial que señala la “autonomía interpretativa” del Alto Tribunal, ya que
para emitir su fallo no debe encontrarse limitado por los argumentos vertidos por el
tribunal apelado ni por los esgrimidos por las partes del caso, sino que le incumbe
efectuar una declaración sobre el punto disputado según su propia y recta
interpretación (considerando 6°).164
CONCLUSIONES
Como forma de concluir el presente trabajo, se pueden sintetizar las
principales ideas expuestas de la siguiente manera:
a) La interpretación, como actividad de desentrañar el sentido de un texto es
una actividad trascendental e imprescindible en el mundo del derecho.
b) Dentro de ese marco, la interpretación de los textos constitucionales reviste
una importancia mayor, dadas las características del lenguaje de las
Constituciones, integradas por normas redactadas muchas veces en forma
genérica, con la finalidad de obtener el consenso y asegurar su vigencia durante
plazos muy largos. Si la problemática de la interpretación es relevante en el
Derecho, lo es aún mucho más en el Derecho Constitucional.
164
Para indagar sobre la repercusión del fallo en el momento en el que se dictó puede consultarse: Gialdino,
Rolando E. La Corte Suprema y la titularidad del derecho de huelga. El caso Orellano: un regreso al siglo XIX.
Buenos Aires. Derecho del Trabajo, Thomson Reuters La Ley, octubre de 2016, página 2367.
191
c) Asimismo, esta interpretación adquiere una importancia sociopolítica muy
grande, que muchas veces trasciende las fronteras del derecho. Las proyecciones
de la interpretación de las leyes –y de la Constitución primordialmente- tienen gran
implicancia en sociedad. A su vez, ese contexto social, cultural y económico
influye sobre los operadores del Derecho que deben interpretarlo.
d) Como especie dentro del género de la interpretación de la ley, la
interpretación de la Constitución reglas hermenéuticas similares que aquella.
e) Existe una íntima relación entre la interpretación y el control de
constitucionalidad. No hay control de constitucionalidad sin interpretación. El
control de constitucionalidad –y el de razonabilidad- presuponen la realización de
una tarea hermenéutica.
e) En un primer momento la Teoría del Derecho hablaba de métodos de
interpretación. Ese concepto estaba vinculado a un momento histórico
nomocéntrico. La misión del juez consistía en desentrañar su sentido o significado.
f) Posteriormente la Teoría Jurídica retomó la idea clásica de la argumentación. Y
comenzó a cobrar importancia el rol de los jueces como elaboradores de
sentencias que deben ser persuasivas, deben convencer a un auditorio (las
partes, la comunidad jurídica, la sociedad toda).
g) Sin embargo, muchos de los métodos interpretativos pueden pensarse también
como argumentos. A los efectos de este trabajo no se realiza una distinción tajante
entre métodos de interpretación y argumentos, en el sentido en que, respetando
las diferencias iusfilosóficas existentes, el sentido y la finalidad de los mismos es
equivalentes.
h) Pueden señalarse como métodos hermenéuticos o argumentativos que cobran
gran importancia en relación con la Constitución los siguientes: el finalista o
teleológico, el sistemático (que entiende la Constitución como una unidad), el
originalista o estático, el histórico o de la voluntad del Constituyente, y el
dinámico, constructivista o progresista. Ellos son los que más veces aparecen
utilizados en los fallos reseñados.
i) Los diferentes argumentos esgrimidos en una sentencia se hallan generalmente
relacionados o encadenados entre sí. Constituyen una serie de razones que
192
justifican una decisión judicial. Por consiguiente, cada sentencia puede verse
como estructurada por una estrategia argumentativa.
j) En este orden de ideas, podrían distinguirse en el marco de una sentencia
judicial, y dentro de su estructura argumentativa, un argumento principal y
argumentos accesorios
k) Nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación, en todas sus composiciones y
a lo largo del tiempo, ha utilizado todos los métodos interpretativos.
l) Y en materia de interpretación de las disposiciones sociales de la Constitución,
todos los métodos hermenéuticos han sido utilizados a lo largo del tiempo por la
Corte Suprema, con la finalidad de garantizar la plena vigencia del Estado Social y
Democrático de Derecho, propio del Constitucionalismo Social, vigente en la
Argentina desde la Reforma Constitucional de 1957 y reforzado por la Reforma
Constitucional de 1994 que le ha otorgado una doble protección suprema: de
fuente interna y de fuente internacional.
ll) Lo que puede notarse a través de la lectura de los fallos estudiados es que los
métodos o argumentos finalista y sistemático, son los más utilizados por la Corte
dentro de la materia.
m) Y que cobra especial relevancia a partir de la Reforma Constitucional de 1994
el método sistemático, a los fines de interpretar el Bloque de Constitucionalidad
compuesto por la Constitución Nacional y los Instrumentos Internacionales con
Jerarquía Constitucional (art. 75 inc. 22 CN). Dicha importancia lo convierte, a mi
entender, en un método o argumento que siempre debe estar presente en las
sentencias que resuelvan litigios sobre derechos económicos, sociales y culturales
de rango constitucional.
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