Árboles Como Sumideros de Carbono

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ÁRBOLES COMO SUMIDEROS DE CARBONO.

Reducir las emisiones de gases contaminantes en la atmósfera es uno de los


principales debates en la actualidad y una forma para conseguirlo es aumentar la
presencia de los sumideros de carbono en  la Tierra.
La naturaleza cuenta con sus propios recursos para intentar que la temperatura
media del planeta no siga aumentando. Uno de ellos son los sumideros de
carbono: depósitos naturales —océanos, bosques y suelos— que absorben y
capturan el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera reduciendo su presencia en
el aire.

QUÉ SON LOS SUMIDEROS DE CARBONO.

Son depósitos naturales que absorben y capturan el dióxido de carbono (CO2) de


la atmósfera reduciendo así su concentración en el aire.
Los océanos y bosques representan los depósitos naturales ya que se encargan
de la absorción de dióxido de carbono de la atmosfera mediante procesos
naturales o biológicos.
Los océanos son considerados los principales sumideros de carbono naturales, ya
que son capaces de absorber alrededor del 50 % del carbono emitido a la
atmósfera. En concreto, el plancton, los corales, los peces, las algas y otras
bacterias fotosintéticas son los organismos encargados de esta captura.
En el caso de los bosques y otras áreas forestales, el secuestro de carbono se
realiza mediante la fotosíntesis. Las especies vegetales absorben CO2 de la
atmósfera, almacenan una parte del carbono y devuelven oxígeno a la atmósfera.

El problema de los sumideros de carbono naturales es que tienen un límite,


provocando la acidificación de los océanos cuando se sobrepasa.
Para apoyar y acelerar los procesos de secuestro de carbono existen técnicas
artificiales que permiten capturar dióxido de carbono del aire y almacenarlo en la
corteza de la tierra. Sin embargo, estas tecnologías no cuentan con la suficiente
eficiencia para afrontar el cambio climático.

LA IMPORTANCIA DE LOS SUMIDEROS DE CARBONO.

Estos agentes biológicos funcionaron sin alteraciones hasta que el ciclo del
carbono, inmutable durante milenios, comenzó a sufrir las consecuencias de la
quema de combustibles fósiles y el consiguiente aumento acelerado de la
concentración de CO2 en la atmósfera. Y esta realidad no solo no se ha
mantenido en el tiempo, sino que se ha ido agravando: desde los inicios de la
Revolución Industrial hasta nuestros días, la concentración de CO2 en el aire ha
pasado de 278 partes por millón (ppm) a 400 ppm, tal y como advierte la
organización Global Carbon Project (2017).
Ante este incremento desproporcionado de las emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI) —en 2017 se registraron unos valores de CO2 en la atmósfera
de 405,8 ppm—, los principales sumideros de carbono tan solo son capaces de
retirar el 50% de la circulación.
Pero, a pesar de que las actividades humanas sigan causando estragos en los
principales sumideros naturales del planeta —la deforestación ha provocado que
muchos bosques ya no actúen como sumideros sino como fuentes de emisiones y
los océanos están gravemente afectados por la acidificació.

 Se estima que un poco más del 50% del CO2 antropogénico (co2 por
quemas) es absorbido por bosques y océanos.

 Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO),


la reforestación y la gestión del suelo de forma sostenible podrían suponer
una bajada de 9 Gigatoneladas (Gt) de CO2 en 2030.

La captación de CO2 por los ecosistemas vegetales terrestres constituye un


componente importante en el balance global de Carbono (C). A escala mundial se
considera que la biosfera terrestre fija cerca de 2.000.000 toneladas/año (UNESA,
2005). Este valor es el resultante de la pequeña diferencia entre la absorción
fotosintética de CO2 y las pérdidas por respiración, por descomposición de la
materia orgánica y por perturbaciones de diferente naturaleza.

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