Crisis: Liderazgo
Crisis: Liderazgo
Crisis: Liderazgo
DE
LIDERAZGO
Lección 2 para el 9 de enero de 2021
El rey Uzías “hizo lo recto ante los ojos de Jehová” (2Cr. 26:4).
No obstante, “se enalteció para su ruina” (2Cr. 26:16). Por
esta razón, tuvo que compartir los últimos años de su
reinado con su hijo Jotam.
Durante esa crisis, Isaías fue llamado como profeta para
denunciar los pecados de Israel. Pero, al morir Uzías, Dios
consideró necesario renovar el llamamiento profético de
Isaías con una visión que marcaría su misión durante el resto
de su ministerio profético.
El contexto de la visión.
La santidad de Dios. Isaías 6:1-4.
La transformación de Isaías. Isaías 6:5-7.
La comisión. Isaías 6:8.
El mensaje. Isaías 6:9-13.
Como miembro de la familia real, Isaías tuvo
un estrecho contacto con Uzías.
Uzías fue un fiel siervo de Dios y recibió
grandes capacidades. Fue un gran estratega,
constructor y agricultor (2Cr. 26:5-7, 9-10, 15).
Pero quiso ser más de lo que Dios le había
encargado. Aspiró a realizar funciones sacerdotales,
y Dios le castigó con lepra (2Cr. 26:16, 19, 21).
Durante ese periodo, el pueblo pareció contagiarse
de una “lepra” moral. Necesitaban que Isaías les
presentase al Rey santo, puro, inmortal y perfecto.
Uzías quiso presentarse ante Dios y
quedó herido por Su santidad. Dios se
presentó ante Isaías y éste quedó
transformado por Su santidad.
Sentado en un trono alto y sublime, la
presencia de Dios cubría todo. Las
puertas se estremecían y el humo
llenaba el templo. Seres envueltos en
llamas [serafín significa “el que arde”]
le rodeaban y le alababan, LA SANTIDAD DE DIOS
proclamando la santidad de Dios.
El mensaje era claro: Dios es santo y exige “Y el uno al otro daba voces,
santidad (Lv. 11:45; 19:2; 20:26; 1P. 1:16). diciendo: Santo, santo, santo,
Al igual que Ezequiel, Daniel o Juan, la fe Jehová de los ejércitos; toda la
de Isaías quedó fortalecida con esta visión tierra está llena de su gloria”
(Isaías 6:3)
(Ez. 1; Dn. 10; Ap. 1).
“¿Qué importaba que las potencias terrenales
estuviesen desplegadas contra Judá? ¿O que en
su misión Isaías tuviese que hacer frente a la
oposición y resistencia? Había visto al Rey, el
Señor de los ejércitos; había oído el canto de los
serafines: “Toda la tierra está llena de su
gloria”, y el profeta había sido fortalecido para
la obra que tenía delante de sí. Llevó consigo a
través de toda su larga y ardua misión el
recuerdo de esta visión”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 5, pg. 701)
“y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus
labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (Isaías 6:7)
Dada la similitud con el Día de la Expiación, donde el humo
llenaba el Lugar Santísimo, ocultando al sacerdote de la gloria
directa de Dios, es comprensible que Isaías se sintiese juzgado…
¡y condenado!
El carbón encendido fue tomado del altar de
oro, donde se ofrecía el incienso intercesor.
Representaba, pues, a la intercesión de Jesús,
el único capaz de perdonar el pecado y
transformar a los creyentes.
Uzías quiso ofrecer incienso y cargó con su pecado.
Al ser tocado por el carbón, Isaías fue hecho
incienso por Dios, y su pecado fue perdonado.
“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por
nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8)
Reconfortado por el perdón divino, Isaías fue
movido a ofrecerse voluntariamente para
cumplir la misión a la que Dios le quisiese enviar.
Pablo nos insta a acudir
confiadamente al Santuario,
ante el trono de Dios, y hallar
gracia, porque allí se encuentra
Jesús intercediendo por
nosotros (Hebreos 4:14-16).
Después de todo, es en el Santuario Celestial donde el creyente
encuentra consuelo para sus aflicciones y fuerzas para llevar
adelante su misión (Salmo 73:17; Apocalipsis 5:4-6).
El propósito de Dios es que todos se arrepientan y se
salven (Jn. 3:16; 2P. 3:9). Por eso, envía continuamente
mensajes de reprensión a través de sus mensajeros (y
cada creyente es un mensajero de Dios).
Estos mensajes provocan dos tipos de
reacciones: aceptación o rechazo. Al
igual que ocurrió con Faraón, cuanto
más se rechace el mensaje, más se
endurece el corazón, más se cierran los
oídos y más se ciegan los ojos.
Los pocos que lo aceptan son llamados
“simiente santa” (Isaías 6:13).
“A todo aquel que llega a ser partícipe de su gracia, el
Señor le señala una obra que hacer en favor de los
demás. Cada cual ha de ocupar su puesto, diciendo:
“Heme aquí, envíame a mí.” Isaías 6:8. Al ministro de la
Palabra, al enfermero misionero, al médico creyente, al
simple cristiano, sea negociante o agricultor,
profesional o mecánico, a todos incumbe la
responsabilidad. Es tarea nuestra revelar a los hombres
el Evangelio de su salvación. Toda empresa en que nos
empeñemos debe servirnos de medio para dicho fin”
E.G.W. (El ministerio de curación, pg. 106)