Al Cesar Lo Del Cesar - Mateo 22,22
Al Cesar Lo Del Cesar - Mateo 22,22
Al Cesar Lo Del Cesar - Mateo 22,22
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B. Ejemplo de trabajo:
1. INTRODUCCIÓN:
Esta perícopa es una forma literaria llamada controversia, clásica en el
judaísmo rabínico, y por tanto encuadrada en el género literario
sapiencial.
Se enmarca, dentro del Evangelio según San Mateo, en la sección
narrativa de la entrada de Jesús a Jerusalén: tras su entrada mesiánica y
la "purificación del templo"; dando así comienzo el enfrentamiento con
las autoridades religiosas y sus controversias contra la autoridad de
Jesús, quien contesta con las parábolas polémicas de: la higuera estéril,
los dos hijos, los viñadores homicidas y el banquete de bodas; siendo la
cuestión sobre el pago del tributo al César, la primera de cuatro disputas
con los letrados de Jerusalén. La escena de esta perícopa se sitúa,
narrativamente, en el templo de Jerusalén, desde Mat 21:23.
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2. ANÁLISIS:
Mat 22:15
Tras los las invectivas de Jesús contra las autoridades de la religión
judía, éstas deciden contraatacar para tratar de desestabilizar la autoridad
(εξουσιαν G1849) que Jesús se había grajeado entre el pueblo judío (Mar
1:17-28). En este caso, el grupo de los fariseos, el grupo religiosos más
influyente entre el pueblo (ver en diccionarios), tramaron como poner a
Jesús en entredicho.
Mat 22:16-17
Mientras el judaísmo no estuviera sometido por un poder extranjero, que
lo impidiera, el gobierno, la autoridad principal y la última instancia para
administrar la justicia la tenía el rey; pero eran las autoridades religiosas
el primer estamento que regulaba la vida del pueblo; dentro de una
sociedad con un marcado carácter religioso, que se hacía presente en casi
todos los ámbitos de su cotidianidad.
Por ello los escribas, interpretes de la Torá (su legislación) discutían
sobre la licitud religiosa de pagar (rendir) tributo del César, ya que
además de simbolizar su sometimiento, podía ser considerado como
pecado de idolatría, considerándolo como un signo de reconocimiento
hacia un señor distinto de Dios. Así lo consideraban, dentro del
fariseísmo, el sector de los "zelotes".
Pero en este caso los fariseos se confabulan con los herodianos (judíos
partidarios de Herodes, tetrarca impuesto por el César para gobernar al
pueblo judío) para que interrogaran a Jesús sobre la licitud de pagar el
tributo al César, y así comprometerle gravemente ante las autoridades
romanas, si decía que no; o ante los sectores religiosos más
conservadores del judaísmo, si decía que sí.
La pregunta era especialmente insidiosa, porque no apunta al nivel de un
hecho constatado, de una realidad, que era la imposición del "yugo"
romano; sino que le preguntan por la "licitud" del tributo, desde el punto
de vista de la tradición religiosa (la Toráh). (cf. Mat 11:29-30).
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Mat 22:18-20
Jesús comienza poniendo en evidencia la maldad e hipocresía de los que
le lanzan tal insidia. Y les pregunta por qué le tientan. La tentación,
dirigida a Dios, o sus enviados (ver G3986 y H5254 "massá" dirigida a
Dios: cf. Exo 17:7; Num 14:11; Deu 1:32; Isa 7:12-14), es una abierta
declaración de desconfianza y rechazo.
Y pidiéndoles la materia de la cuestión, la moneda del tributo (el dinero:
representante del dios pagano μαμωνα G3126, en Mat 6:24 y Luc 16:13
(iNA27+); le presentaron un denario G1220, cuyo valor representaba el
salario de un día (cf. Mat 6:11 ; Pro 30:7-9).
Entonces, Jesús les pregunta a quién pertenecía la imagen que llevaba
representada y la inscripción. La moneda, de cuño romano, llevaba
grabada la cabeza coronada de laurel del emperador Tiberio, rodeada por
la inscripción: "Teberio César, hijo del divino Augusto" (cuya divinidad
hereda); y en el reverso la inscripción "Sumo Pontífice", acompañada
por la imagen de una dama sedente, que representaba probablemente la
Paz, encarnación de la paz del imperio. De modo que la moneda no era
solo un instrumento económico y un símbolo del sometimiento político
de los judíos a Roma, sino también una parte del culto al soberano que se
fue desarrollando en el siglo I d.C.
Mat 22:21
Y tras responderles que pertenece al César, Jesús contesta, en su estilo
rabínico, con una pregunta, dando un giro copernicano a la cuestión,
donde el que pretende acusarle pasa a ser acusado (forma literaria de la
requisitoria profética):
"Entonces dad lo debido al César y lo de Dios a Dios" (Traducción
personal según iNA27+, teniendo en cuenta el sentido de αποδοτε G591
= dar lo debido (sueldo, deuda, impuesto, recompensa). La traducción de
este verbo es clave en la interpretación del sentido de este dicho de
Jesús.
Esta frase ha hecho correr ríos de tinta respecto a las relaciones entre
Iglesia y Estado, a lo largo de la historia, influyendo de manera decisiva,
la interpretación de la perícopa, en el posicionamiento de las diversas
Iglesias cristianas (Católica, Protestante y Ortodoxa), cuya exposición
rebasaría en este sencillo comentario bíblico; mencionando únicamente
la encíclica de Leon XIII Immortale Dei, de 1885, donde se hace
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distinción entre la competencia del Estado y la competencia de la Iglesia
Católica. Mientras la Iglesia Ortodoxa Rusa no lo interpretó así.
La mayoría del judaísmo del aquel tiempo, y todo el cristianismo
naciente, aprendió a afrontar las dificultades y conflictos por las
diferencias iterculturales, en su justa tolerancia, sin dejar por ello de
denunciar las injusticias y los atropellos que llegaron a sufrir en las
posteriores persecuciones romanas; como relata el capítulo 13 del
Apocalípsis. Por otra parte Rom 13:1-10, texto más afín a esta temática
en el N.T., refleja el posicionamiento pacifista del judaísmo helenístico.
Jesús no establece una norma absoluta para las relaciones entre los
cristianos y los gobernantes, dejando espacio para el discernimiento de
sus oyentes cuándo entran en conflicto las reclamaciones del César y de
Dios y cuándo no. En caso de desacuerdo la opción era obvia (cf. Hch
5:29). Pues siguiendo el orden de la frase de Jesús, se da a entender que
las demandas de Dios superan a las del César. Pero las exigencias de
estas dos "autoridades" no siempre entran en conflicto, y entonces es
posible ser leal a ambos. Pero, los lectores implícitos del relato, que
sobrevivieron a la revuelta judía contra Roma, causada precisamente por
los judíos rebeldes a pagar el tributo, tenían claro que el pago del
impuesto era cuestión de vida o muerte.
Mat 22:22
"Al oir esto quedaron εθαυμασαν (cf. G2296: perpléjos [traduciría yo]
aunque también: pasmados o con estupor [asombrados, sin saber qué
hacer ni decir]) y dejándolo se fueron".
Esta perícopa (o pasaje) ha versado sobre la relación del creyente con la
autoridad suprema terrenal, que tiene en sus manos el poder de vida o
muerte. En el pasaje que le sigue (Mat 22:23-33) se tratará sobre la
relación del creyente con el poder mismo de la muerte (cf. Mat 10:26-
33).
3. SÍNTESIS:
El posicionamiento de Jesús nos recuerda el pasaje anterior de Mat 6:31-
34 sin caer en determinismos providencialistas, pues tratar de establecer
el reinado de y su justicia, conlleva implícitamente a entregarse en esta
vida por un mundo mejor y más humanitario. Pero sin caer en buenismos
(Mat 10:16-18), pues Jesús al consagrar su vida a la voluntad de Dios, al
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tratar de hacer una realidad el reinado de Dios en este mundo (Luc
17:20-21); no solo se dedicó a hacer el bien, sino también afrontar el
mal, denunciando las injusticias, que fue lo que le condujo a la muerte
(cf. Luc 13:31-33). Y no podemos pensar Jesús actuó como un
kamikaze, o un talibán suicida, lo que sí demostró es ser firme y audaz
en sus convicciones, sin entrar en provocaciones (cf. Mat 5:38-42; Luc
6:27-36).
Para Jesús la soberanía gubernamental es limitada y distinta de la divina
(cf. Jn 18:36).
En el proceso a Jesús (según Juan), los judíos no podían ejercer la pena
capital, reservada al poder romano, por eso lo denunciaron como rebelde
a Roma, bajo la acusación referida en nuestra perícopa. Y Pilato trató de
evadirse de aquel conflicto, percatándose de que en el trasfondo de la
denuncia había una mera cuestión de conflictos por intereses religiosos.
Por último los judíos, resignados contra Dios, blasfeman: "No tenemos
más rey que el César". Para el judaísmo clásico su único rey es Dios, y el
que ejerce como rey "terreno" es su ungido (su designado). (1Sa 8:5-7).
Fue precisamente la cuestión del pago del tributo al César, la chispa que
enciendió la mecha de las Guerras Judías, que por poco no acabaron con
el pueblo judío. El enfrentamiento se fue gestando desde la revuelta de
Judas el Galileo, a principios de siglo, pero el detonante definitivo
aconteció en el año 66, tras los abusos romanos, que muchos judíos no
toleraron, estallando la rebelión de las Guerras Judías, desde el 66 al 135
d.C.
El gran imperio romano claudicó (cf. Dan 2:44), pero la pequeña semilla
del cristianismo expandió el reinado de Dios por el mundo (cf. Mat
13:31-33). Incluso los emperadores romanos: primero Constantino,
declarando el cristianismo como religión lícita (313); y después
Teodosio, declarándola como religión oficial (380) se aprovecharon del
positivismo (no el filosófico) de aquel movimiento creciente para
conseguir la pax romana.
En los últimos tiempos, el Magisterio de la Iglesia insta a los católicos a
colaborar en el mundo por un desarrollo equitativo en todos los ámbitos
de la sociedad, como refleja el Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia, cuyo destacado promotor fue Leon XII, a finales del siglo XIX
(cf. Mat 5:13-16). Aunque ya en el siglo II, la Carta a Diogneto decía: Lo
que es el alma para el cuerpo, son los cristianos para el mundo.