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Vida en la Medina Nazarí

Este documento describe la vida cotidiana en la medina de la Alhambra. La medina estaba organizada alrededor de una calle principal y contenía una mezquita, baños públicos, comercios y viviendas para apoyar a la corte. Las viviendas se centraban alrededor de un patio central abierto y contenían salas, cocinas y otros espacios. Los objetos domésticos incluían cerámica para cocinar, almacenar agua, iluminación y juguetes para niños que imitaban los objetos de los

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Vida en la Medina Nazarí

Este documento describe la vida cotidiana en la medina de la Alhambra. La medina estaba organizada alrededor de una calle principal y contenía una mezquita, baños públicos, comercios y viviendas para apoyar a la corte. Las viviendas se centraban alrededor de un patio central abierto y contenían salas, cocinas y otros espacios. Los objetos domésticos incluían cerámica para cocinar, almacenar agua, iluminación y juguetes para niños que imitaban los objetos de los

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Módulo 5

5.7 LA VIDA COTIDIANA EN LA MEDINA


Por Silvia Pérez López
Patronato de la Alhambra y el Generalife

La Alhambra era una ciudad palatina, concebida y edificada para uso de sus
funcionarios y servidores. Su estructura urbana se desarrolló a lo largo de dos
siglos y medio de existencia. Al servicio de la corte estaba la población que se
asentaba en la medina, organizada en torno a una calle principal, dotada de
baño público, mezquita, comercios, viviendas… Es decir, toda una estructura
necesaria para el desarrollo de la vida. En la zona más elevada se consolidó un
barrio artesanal con un entramado de casas y talleres, semejantes a los
existentes en el norte de África, del que solo queda vestigios arqueológicos. De
estos restos arqueológicos destacan dos viviendas, cercanas a la torre del
Capitán que excavara y restaurara en su tiempo Leopoldo Torres Balbás.
Ambas son representativas de la casa nazarí.

La casa tenía una concepción general que le venía dada por las relaciones
familiares. El espacio se estructuraba hacia el interior con clara separación
del exterior, pocas aberturas hacia el exterior y habitaciones de tránsito. La
distribución interna de los elementos que la componen se organizaba en torno
a un patio central a cielo abierto, como elemento definidor de la vivienda y eje
de la vida familiar. La conexión entre el patio y la calle se efectuaba a través
del zaguán, estancia generalmente pequeña, que comunicaba la calle y el patio
pero remarcando la separación entre dos mundos, el privado y el público. Los
demás módulos de la vivienda se desarrollaban en torno al patio que se convertía
de esta manera en el eje principal de la casa, ya que funcionaba como
distribuidor, comunicador y centro de las relaciones familiares, siendo el lugar de
encuentro y espacio para muchas de las tareas diarias. Las salas o alcobas son
los espacios más cuidados de la vivienda, se abren al patio con un uso
polivalente: lugar de reunión, comedor, dormitorio e incluso lugar de trabajo. La
cocina, en la mayoría de las veces, se reduce a un pequeño hogar de arcilla
modelada.

Es evidente que la función social de las viviendas, en las que se desenvolvía la


vida familiar y privada de sus habitantes, giraba sobre unos planteamientos
vitales islámicos, marcados por un ambiente introvertido hacia el patio central,
donde transcurría la vida de hombres, mujeres y niños
El uso flexible de los espacios se refleja en la ausencia de muebles
voluminosos y por lo general escasos, poco pesados y móviles: algunas
arcas para la ropa, muebles para el descanso, esteras... Es frecuente el
empleo de estructuras arquitectónicas, como pequeños nichos o armarios
murales que suplen la ausencia de muebles y eran contendores de objetos y
ropa de la morada. Estos objetos fueron los protagonistas y los que
transformaban la vida doméstica. Nos vamos a detener en algunos de ellos que
formaron parte del ajuar doméstico, muy asociado al mundo femenino peo no
exclusivamente.

El ajuar doméstico se clasifica en función de su uso, formando parte de un lugar


concreto de la vivienda. Primero estaría el relacionado con la “cocina”, con
piezas de cerámica muy variada y por lo general carentes de decoración: ollas,
tapaderas, cazuelas, cuencos, platos, tazas, orzas, etc., útiles que posiblemente
servían tanto para guisar los alimentos como para almacenarlos o incluso
ingerirlos directamente de ellos.

Otras piezas serían las relacionadas con el transporte y el almacenamiento de


agua o de otros líquidos: cántaros, tinajas, lebrillos… El aprovisionamiento del
agua era imprescindible, de ahí la cantidad de piezas usadas para el transporte,
como los cántaros, o para el almacenamiento en el interior de la vivienda, como
las tinajas. Los lebrillos o barreños se utilizaban también para el lavado de la
ropa.

Otra serie también muy abundante de piezas de cerámica, y de formas muy


diversas, es la que agrupa objetos usados para contener líquidos o alimentos
y podrían utilizarse tanto en la cocina como en otras dependencias de la
casa: jarras, botellas, redomas (vasija pequeña, ancha en su base y que
se va estrechando hacia la boca), cantimploras, etc., Para la iluminación de
la vivienda se empleaban los candiles, una especia de lámpara que tenía
delante un pico y detrás un mango con una varilla y que se colgaba.

La Alhambra atesora una gran cantidad de objetos que nos ayuda a


documentar la vida cotidiana y que podemos encontrar en el Museo de la
Alhambra, donde contemplamos objetos que formaban parte de la vivienda,
procedentes de hallazgos y de excavaciones realizadas en el conjunto
monumental. De esta rica colección hemos hecho una selección, en función de
su uso y de su presumible ubicación en la vivienda.
Comenzaremos haciendo mención de unas piezas de gran tamaño e
importancia, las tinajas, contenedores por excelencia para almacenar líquidos o
granos, imprescindible en el ámbito doméstico, por lo general inamovibles y a
la vez elemento decorativo. Estos recipientes de gran tamaño tenían
habitualmente con una decoración estampillada a base de símbolos con una
clara función protectora del líquido almacenado; estas tinajas eran
depositadas sobre unas piezas cilíndricas o “reposaderos”, cuya única función
era sostener la tinaja y recoger el agua que de ella exudaba, por lo cual el
reposadero disponía de una plataforma con un pitorro vertedor.

La cantimplora, en contraposición a las anteriores piezas, es pequeña y


transportable, comparte con las anteriores su utilidad, sirve para contener
líquidos y si mencionamos este objeto es por su aparición en el dibujo que
decora una zafa, o vasija en forma de taza, de gran diámetro y poca
profundidad. La zafa es de cerámica vidriada en verde y decorada con unas
estilizadas figuras pintadas en manganeso. En el centro del recipiente se
desarrolla la escena: dos figuras asexuadas y ataviadas con la clásica
vestimenta islámica, una saya listada, llevan en sus manos objetos como los que
contemplamos en el museo, una cantimplora, una copa… estos objetos de uso
cotidiano son reproducidos junto con elementos vegetales conformando la
decoración de esta fuente.

Por último, una sociedad no se concibe sin niños. Los niños del siglo XIV y XV
jugaban y lo hacían con pequeños “cacharritos” que reproducen las formas
del ajuar doméstico, objetos como los que sus madres utilizaban en el día a
día.

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