Albert Hirschman - Las Pasiones y Los Intereses
Albert Hirschman - Las Pasiones y Los Intereses
Albert Hirschman - Las Pasiones y Los Intereses
HIRSCHMAN
LAS PASIONES
Y LOS INTERESES
Argumentos políticos en favor del capitalismo
antes de su triunfo
Traducción de
EouARDO L. Su}.REZ
Título original
The Passions and the Inte¡·ests:
Political Arguments for Capitalism
befare lts Triumph
© 1977, Princeton University Prcss
Princeton, New Jersey
ISBN 968-16.0172·6
Impreso en México
ÍNDICE GENERAL
Agradecimie1ttos . . 9
Introducción 11
P1'imera Parte
Segunda Parte
3 Véase a Herbert A. D eane, The Political and Social Ideas of St. Augusthte
( Nueva York: Columbia Universiry Press, 1963 ) , pp. 44-56 .
• lbid., pp. 52 y 268.
secuencia, "resulta que cada quien contribuye al bienestar ge
neral mientras piensa que trabaja para sus propios intereses".5
Con tal justificación complicada o sin ella, la ética caballe
resca medieval exaltó la búsqueda del honor y la gloria aunque
se opusiese a las enseñanzas fundamentales, no sólo de San
Agustín, sino también de una larga sucesión de escritores re
ligiosos, desde Santo Tomás de Aquino hasta Dante, quienes
atacaron la búsqueda de la gloria como algo vano (inanis) y
pecaminoso.6 Luego, durante el Renacimiento, la búsqueda del
honor alcanzó la posición de una ideología dominante a medi
da que declinaba la influencia de la Iglesia, y los defensores del
ideal aristocrático pudieron recurrir a los abundantes textos
griegos y romanos que celebran la búsqueda de la gloria.7 Esta
poderosa corriente intelectual pasó al siglo XVII: es posible
que la concepción más pura de la búsqueda de la gloria como
la única justificación de la vida se encuentre en las tragedias de
Pierre Corneille. Al mismo tiempo, las formulaciones de Cor
neille eran tan extremosas que pueden haber contribuido a la
dramática caída del ideal aristocrático que había de ser repre
sentada en la escena por algunos de sus contemporáneos.8
Los escritores de varios países de Europa Occidental coope
raron a esta "demolición del héroe";9 los franceses -Francia
era quizá el país que había llegado más lejos en el culto del
ideal heroico- desempeñaron el papel principal. Se demostró
• Esprit des lois, Libro III, Capítulo VII. Todas las traducciones son m ías, a
menos que se indique lo contrario.
• El conflicto ex istente e ntre estas dos tradiciones intelectu ales aparece docu
me ntado en María Rosa Lida de Malkiel, La idea de la fama en la Edad Media
Cas:eUana ( Méx ico : Fondo de Cultura Económica, 1952 ) . Véase también la tra
ducció n francesa de esta ob ra, que lleva el título más adecuado de L' idée de la
gloire dans la tradition occidentale ( París: Kl incksieck, 1 968 ) .
" !bid., Capítulos 1 y 2 . La continuidad de la ética caballere sca me dieval con
e l ideal aristocrático del Renaci mie ntO es subrayada también por Paul Bénichou,
Morales du gra·nd siecle (París: Gallim ard, Collection Idées, 1 948 ) , pp. 20-23 y,
e n una polémica con Buckhardt, por Johan Huizinga, The Waning of tbe Middte
Ages ( Nueva York: D oubleday, 1 9 4 5 ) , pp. 40, 69 y sigs.
• Bénichou, ibid., pp. 1 5 - 7 9 . En lo rel ativo a la te sis de que todos los héroes
de Corneille y sus proyectos te rminan en fracasos, véase a Se rge Doub rovsky,
Comeille et la dialectique du héros (Parí s: G all imard, 1 963 ) .
• f:sta es la frase vigorosa empleada por Bénichou e n Morales, pp. 1 5 5 - 1 80.
que todas las virtudes heroicas eran formas de la mera autocon
servación ( Hobbes ) , del amor a sí mismo ( La Rochefoucauld ) ,
de la vanidad y el escape frenético del verdadero conocimien
to de sí mismo ( Pascal) . Racine presentó como despreciables
las pasiones heroicas, después de que Cervantes las había de
nunciado como tontas, si no es que demenciales.
Esta transformación asombrosa de la escena moral e ideológi
ca aparece de pronto, y sus razones históricas y psicológicas no
han sido bien entendidas todavía. Lo que más nos interesa aquí
es el hecho de que los responsables de la demolición no de
gradaron Jos valores tradicionales para proponer un nuevo códi
go moral que pudiese corresponder a los intereses o las nece
sidades de una nueva clase. En ningún momento se asoció la
denuncia del ideal heroico con la defensa de una nueva ética
burguesa. Esto aparece obvio en Pascal y La Rochefoucauld,
pero también vale para Hobbes, a pesar de algunas interpre
taciones en contrario.10 Durante largo tiempo se creyó que los
dramas de Moliere tenían como mensaje la alabanza de las vir
tudes burguesas, pero se ha demostrado que esta interpretación
no es correcta.1 1
Así pues, por sí misma la demolición del ideal heroico sólo
habría podido restaurar la igualdad de la ignominia que San
Agustín había querido otorgar al amor por el dinero y a la
búsqueda del poder y la gloria (para no mencionar la ambi
ción propiamente dicha) . Por supuesto, el hecho es que menos
de un sigl{) más tarde llegó a alabarse ampliamente el impulso
adquisitivo y· las actividades con él conectadas, tales como el
comercio, la banca, y finalmente la industria, por diversas ra
zones. Pero este cambio tan extraordinario no derivó de nin
guna victoria simple de una ideología bien pertrechada sobre
otra. La historia real es mucho más compleja y enredada.
" Véase a Deane, Political and Soci4l Ideas o/ St. Attgttstine, Capítulo IV, y la
descripción que hace Michael Walzer del pensamiento po lítico de Caldno con el
dtuio de "The Srate as an Order of Repressicn··, en The Revolutio11 of the Saints
(Cambridge, ?.fas�.: Harvard Unive:·sity Press), pp. 30-48.
nan estrechamente en algunos sentidos con el defendido en el
Leviatán. Pero la invención fundamental de Hobbes es su pe
culiar concepto transaccional del Pacto, de espíritu muy dis
tinto al de los anteriores sistemas autoritarios. Notoriamente di
fícil de clasificar, el pensamiento de Hobbes será examinado
bajo una categoría diferente.
La solución represiva del problema planteado por el reco
nocimiento de las pasiones incontroladas del hombre tiene
grandes dificultades. Porque ¿qué ocurre si el soberano no
cumple su tarea adecuadamente por su exceso de tolerancia,
de crueldad, o por alguna otra incapacidad? Una vez planteado
este interrogante, la perspectiva del establecimiento de un so
berano o una autoridad debidamente represivos parece tan pro
bable como la perspectiva de que los hombres refrenen sus pa·
siones gracias a las exhortaciones de filósofos moralizantes o
eclesiásticos. Dado que esta última perspectiva se considera
nula, la solución represiva resulta contradecir sus propias pre·
misas. La concepción de una autoridad ex machina que de al
gún modo elimine la miseria y la destrucción que los hombres
se infligen entre sí a resultas de sus pasiones significa en efecto
un rodeo a las dificultades mismas descubiertas, antes que su
solución. Es quizá por esta razón que la solución represiva no
sobrevivió largo tiempo al análisis detallado de las pasiones rea
lizado en el siglo XVII.
Una solución más compatible con estos descubrimientos y
estas preocupaciones de carácter psicológico es la idea del con
trol de las pasiones en lugar de su mera represión. De nuevo se
confía en el Estado o la "sociedad" para la realización de esta
hazaña, pero ahora no sólo como una protección represiva, sino
como un medio transformador, civilizador. Ya en el siglo XVII
pueden encontrarse especulaciones acerca de tal transforma
ción de las pasiones destructoras en algo constructivo. Anti
cipándose a la mano invisible de Adam Smith, Pascal defien
de la grandeza del hombre por el hecho de que "se las ha
arreglado para sacar de la concupiscent:ia un resultado admira-
'
"18
ble" y "un orden tan h ermoso . ,
A principios del siglo XVIII, Giambatti�ta,, Vico articuló la
idea con mayor vigor al mismo tiempo que con su estilo pe
culiar la dotaba con la aureola de un descubrimiento excitante:
en soci�dad humana.19
21
Según Herder, "codas las pasiones del corazón del hombre son impulsos salva
:es de una fuerza que no se conoce todavía a sí rni�ma, pero que, de acuerdo con
su naturaleza, só:o puede conspirar hacia un mejor orden de cosas··. Idun zur
Philosophie der Geschichte der Memchheit, en ilí'erke, ed. Suphan (Berlín, 1909),
Vol. 14, p. 2 13.
EL PRINCIPIO DE LA PASIÓN COMPENSADORA
22
El orgullo, la envidia y la codicia son las tres chispas que encienden los cora
zones de los hombres. In/erno, Canto VI, líneas 74-75.
"' Ambición, deseo de poder, y codicia.
cwn ordinaria en bloque con los dictados de la razón o los
requerimientos de la salvación.
Las alegorías medievales han representado con frecuencia
tales combates de las virtudes contra los-vicios, en el campo
de batalla del alma del hombre.24 Es probable que esta tradi
ción haya permitido paradójicamente que una época posterior,
más realista, concibiera una clase de combate muy diferente,
donde una pasión se enfrenta a otra, con el resultado final,
como antes, del beneficio del hombre y la humanidad. El he
cho es que esta idea surgió, y lo hizo en efecto en extremos
opuestos del espectro del pensamiento y la personalidad del
siglo XVII: Bacon y Spinoza.
Para Bacon, la idea fue una consecuencia de su intento sis
temático por destruir los yugos metafísico y teológico que
impedían a los hombres pensar en forma inductiva y experi
mental. En las secciones de The Advancement of Learning que
se ocupan de "El apetito y la voluntad del hombre" critica a
los filósofos morales tradicionales por haber actuado
'" "Of Refinement in rhe Ans", en David Hume, 117ritings 01z Ecottomics, ed.
E. Rotwein ( Madison, Wis.: Universiry of Wisconsin Press, 1 9 70 ) , pp. 3 1 ·32.
de la astronomía. ¿Qué poca cosa es aun todo el planeta en com
paración [con} la extensión i nfinita de la naturaleza?" Esta con
sideración es evidentemente demasiado distante para que tenga
un efecto algún día. O si tuviese alguno, ¿no destruiría el pa
triotismo junto con la ambición? 36
'"' Véase sobre este tema a Arthur O. Lovejoy, Re/lectiom on Human Nature
(The Johns Hopkins Press, 1 9 6 1 ) , Lectura II: "The Theory of Human Narure in
the American Constirution and the Method of Counterpoise'' ; Richard Hofs:adter,
The American Political Tradition and tbe Me1¡ Who Made It (Nueva York:
Alfred A. Knopf, 1948 ) , Capírulo 1: "The Founding Fathers : An Age of Realism";
y Martín Diamond, "The American Idea of Man: The View from che Founding"',
en Irving Kristol y Paul Weaver, comps., The Americans 1 976 ( lexingcon, Mass. :
D. C. Hearh, 1 9 76 ) , Vol. Il, pp. 1 · 23.
b!e, es probable que su avaricia triunfe sobre su precaución, su
vanidad o su ambición.
•• !bid., pp. 5 2 · 5 5 .
• • En francés en e l original.
60 Friedrich Meinecke, !bid., p. 2 1 1 .
51 Introducción a l a Parte II. Significativamente, la razón se rebaja aquí al papel
puramente instrumental de encontrar dónde reside el verdadero interés del Esrado.
de varios ejemplos de príncipes que han sufrido por seguir sus
pasiones en lugar de su interés.
Resulta muy irónico que la nueva doctrina del interés del
príncipe llegue a prevenir y a despotricar contra la rendición
ante las pasiones tan poco tiempo después de que los precep
tos moralizantes y religiosos de los antiguos habían sido ridi
culizados como poco realistas e inútiles. Esta ironía no estaba
ausente en los proveedores de estos preceptos, y algunos de
ellos aprovecharon encantados su aliado nuevo, algo inespe
rado. Podemos citar por ejemplo al Obispo Butler, quien de
muestra cómo "el razonable amor de sí mismo" -es decir, el
interés- se alía a la moral contra las pasiones:
65 Raab escribe al final de una larga nota bibliográfica sobre el "Interés"" : "Fue
al final de este periodo [es decir, en el último decenio del siglo xvn] que 'in
terés' adquirió un significado. . . específicamente económico . · ' The English Face
o/ Machiavelli, p. 2 3 7 . Gunn afirma en términos más generales: "El interés viajó
con gran rapidez de las cámaras del consejo al mercado." Politics, p . 42.
5 6 Characteristics o f Men, Mmmers, Opinions, Times, reprodu(ciÓn de la edición
de 1 7 1 1 ( Indianápolis : Bobbs-Merrill, 1964 ) , pp. 3 3 2 y 3 3 6 (subrayado en el
texto ) .
57 T1·eatise, Libro Ill, Parte JI, Sección 11.
58 Gunn, Politics, Capítulo 5 y p. 265. Esto no es incompatible con la cono
cida demostración de Viner de que el poder y la abundancia eran objetivos
simultáneos de la política exterior, igualmente importantes durante roda la época
mercantilista. Véase a Jacob Viner, "Power versus Plenry as Objectives of Foreign
Policy in the Seventeenth and Eighteenth Centuries", en lf7orld Politics, Vol. 1
( 1948 ) , reproducido en D. C. Coleman, comp., Revisions in Mercantilism . (Lon
dces: Methuen, 1 9 69 ) , pp. 6 1 - 9 1 .
desarrollada en los escritos políticos a partir de Maquiavelo
-es decir, la idea de un entendimiento disciplinado de lo que
se requiere para incrementar nuestro poder, influencia y ri
queza- se volvió de uso común a principios dd siglo XVII
y pronto la utilizaron los grandes moralistas y otros pensa
dores del periodo en su disección meticulosa de la naturaleza
humana individual. Dado que el escenario de que se ocupaban
estos autores era típicamente la corte de Luis XIV, los actores
se "interesaban" en categorías muy semejantes a las del sobe
rano mismo : no sólo en la riqueza, sino también y quizá so
bre todo en el poder y la influencia. En consecuencia, el interés
se empleó a menudo con un significado muy amplio. Pero ya
entonces -y éste es el punto de convergencia de la historia
inglesa y la francesa- se estaba estrechando ese significado,
por algún proceso, para aplicarse sólo a la búsqueda de la
ventaja material, económica. Esto puede inferirse del "Consejo
al Lector" que utilizó La Rochefoucauld como prefacio a la
segunda edición ( 1666) de sus Maximes:
Así como el mundo físico está gobernado por las leyes del mo·
66 De l' esp.rit, p. 5 3.
07 Por lo tanto, Louís Hartz asume una posición ancihíscóríca cuando habla
la rechazaron de plano. Como admirador ardiente de San Agus
tín, Bossuet veía poca diferencia entre la pasión y el interés.
Para él, "tanto el interés como la pasión corrompen al hom
bre", y previene contra las tentaciones de la corte real que
es "el imperio de los intereses" y "el teatro de las pasiones".68
Pero una postura tan negativa era' la excepción. En general,
los críticos de la nueva doctrina sólo dudaban de que el in
terés, en el sentido de un "amor a sí mismo" razonable, deli
berado, pudiese igualarse a las pasiones. Tal fue la concepción
de Spinoza:
Todos los hombres buscan sin duda su propia ventaja, pero raras
veces lo hacen de acuerdo con los dictados de la razón sensata; en
la mayoría de los casos el ,,petito es su única guía, y en sus deseos
y juicios sobre lo benéfico se ven arrastrados por sus pasiones,
que no toman en cuenta el futuro ni ninguna otra cosa.69
de ""el pesimismo liberal acerca del hombre, que lo contempla nabajando en for·
ma autónoma de acuerdo con su inrerés propio"" y contrasta esta visión pesimista
de la naturaleza humana con ""el pesimismo feudal acerca del hombre, que lo
contempla sólo adecuado para el dominio externo"'. The Liberal Tradition .in
A mei"Íca ( Nueva York: Harcou¡-r, Brace and World, 1 9 5 5 ) , p. 80. Original
mente, la idea de que el hombre está gobernado por el interés no se conside
raba pesimista en absoluto.
., Politique ti.reé des propres paroles de !'Escriture Sainte, ed. J. LeBrun ( Gi
nebra : Droz, 1 9 62 ) , p. 24, y A. ]. Krailsheimer, Studies m Self-Interest from
Descartes to La Bruyere ( Oxford : Clarendon Press, 1962 ) , p. 1 84.
00 Tractatus theologico-politicus, Capítulo V, en Spinoza, Th.; Political Works,
ed. A. G. Wernham ( Oxford : Clarendon Press, 1 9 5 8 ) , p. 93.
nidad por Dios Todopoderoso ; debe haber alguna arcilla nueva: el
material antiguo nunca for j ó una criatura tan infalible.70
70 Marqués de Halifax, citado por Raab en Tbe EngliJb Pace of M.achiat•elli, p. 247.
71 Cardenal de Rets, Mémoires (París: Pléiade, NRF, 1 9 5 6 ) , pp. 1008- 1009.
En otra parte, Retz escribe también: '"En la época. . . en que vivimos debemos
r�unir las inclinaciones de los hombres con sus intereses para juzgar sobre su
comportamiento probable". Ibid., p. 984. Alexander Hamiltoa, otro político prác
tico (y reflexivo) , expresa una opinión sorprendentemente similar más de un
siglo después : "En lo principal, las naciones se gobiernan por lo que suponen
es su interés, pero no estará muy versado ea la naturaleza humana quien . . . no
sepa c¡ue las disposiciones (generosas o egoístas] pueden moldear o sesgar insen
siblemente las concepciones del interés propio". Citado e n Gerald Stourzh, A!exan
n
der Hapzilton and tbe Idea o/ Republicall Govemment ( S ta for d , Calif. : Stanford
Universiry Press, 1 9 7 0 ) , p. 92.
72 Les cwracteres ( París: Garnier, 1 9 3 2 ) , p. 1 3 3 .
Es quizá significativo el hecho de que La Bruyere adopte aquí
una postura fríamente clínica; en contraste a las opiniones an
tes citadas, no expresa ningún desaliento por la ocasional vic
toria de las pasiones sobre los intereses.
En el siglo XVIII se sometió a una crítica mucho más vigo
rosa la concepción de que el interés es predominante. Veamos
dos presentaciones típicas, la primera de Shaftesbury y la se
gunda del Obispo Butler :
" Acto I, Escena 6, Línea 3 7. "Porque el mundo está gobernado sólo por
el interés" . El cambio del significado en relación con el proverbio aparece aquí
fuertemente auxiliado por la inserción de la palabra "nur": "sólo" o "nada más".
" Felix Gilbere, Machiavelli and GuicciMdini ( Princeton, N. J.: P rinceton
Universiq• Press, 1 9 6 5 ) , p. 1 5 7 .
son "ingratos, volubles, falsos, hipócritas, cobardes, codiciosos".
La idea de que los hombres se guían invariablemente por sus
intereses podría lograr una aceptación mucho más amplia, y
cualquier disgusto ligero que la idea dejara tras sí quedaba
luego eliminado por el pensamiento confortante de qrie el
mundo podría volverse así un lugar más previsible. En el fo
lleto "Interest Will Not Lie" se hace hincapié sobre este punto :
tienen llna ventaja sobre los más sabios, que no es de escasa im
portancia, porque ningún hombre puede conjeturar, ni imaginar
por adelantado, el camino que probablemente seguirán en cual
quier asunto que se presente, mientras que no es difícil prever,
por sus intereses, lo que hombres más sabios tenderán a hacer
llevados por la razón.83
'" Véase a Leonard Krieger, The Politics of Discretion: Pu/endorf and tbe Accep
tance of l--.'atu;·at Law ( Chicago : Chicago Universiry Press, 1 9 6 5 ) , p. 1 19 .
" Pecer Laslecc, "Incroduction", en John Locke, Two Treatises o f Govemme11t,
ed. L�slcct ( Cambridge: Universiry Press, 2'�- ed., 1 9 67 ) , p. 7 4 .
88
Tu·o Tratises, Il, par. 1 2 7 .
" lbid., p a r . 2 2 .
tando de construir y la imagen de un mundo gobernado por
el interés. Porque en la búsqueda de sus intereses los hom
bres se suponen firmes, constantes y metódicos, por oposición
al comportamiento de hombres que se ven castigados y cegados
por sus pasiOnes.
Este aspecto de la cuestión nos ayuda también a entender
la identificación final del interés en su amplio sentido origi
nal con una pasión particular, el amor al dinero. Porque las
características de esta pasión, que la distinguen de otras, eran
precisamente la constancia, la tenacidad, y la igualdad de un
día al siguiente y de una persona a otra. En uno de sus en
sayos, Hume habla de la avaricia -sin molestarse en disfra
zarla de "interés"- como una "pasión obstinada"; 90 en otro
ensayo precisa :
" Ré/lexions et maximes, en Oettvres ( París: Cité des livres, 1 9 2 9 ) , Vol. 11,
p.151.
09 Salvador d e Madariaga, The Fall o/ the SptVaish-American Empire ( Londres :
Hollis and Carrer, 1 947 ) , p. 7. Sin subrayado en el original.
la renuncia general a tomarlo en serio o a considerarlo capaz
de grandes designios o realizaciones, una renuencia muy evi
dente en la observación del doctor Johnson.
El apotegma de Johnson acerca de la inocuidad de la "ob
tención de dinero" ruvo su homólogo en Francia. En realidad,
el mismo término "inocente" puede encontrarse como una des
cripción de las actividades comerciales en el preámbulo del
edicto de 1 669 que declaraba compatible con la nobleza el
comercio marítimo :
. . . e s casi una regla general que dondequiera que los modos del
hombre son amables ( moeurs douces) hay comercio; y dondequiera
que hay comercio, los modos de los hombres son amables.103
10'
Sav;¡ry, consciente de las consideraciones comerciales y del intercambio, pudo
aceptar la instirución de la esclavicud señ�lando que "'el cultivo del tabaco, el azÚ·
car y el añil . . . no deja de ser ventajoso'" para los esclavos, a causa "'del cono
cimiento del Dios verdadero y de la religión cristiana que se les rrasmite como
una especie de compensación por la pérdida de la libenad"" . Citado en E. Levassear,
Histoiu du commerce de la France ( París: A. Rousseau, 1 9 1 1 ) , Vol. I, p. 302.
108 El Capital, Vol. I, Capítulo XXIV, Sección 6, p . 639. El término se convinió
aparentemente en una broma privada entre Marx y Engels. Cuando Engels renunció
finalmente, en 1 869, a su conexión con la empresa textil de su familia, para
dedicarse por entero al movimiento socialista, escribió a Marx : "' ¡ Hurra! Este día
marca el final del doux commerce, y soy un hombre libre " ' . Cana de 1 de julio
de 1 869, en Karl Marx-Friedrich Engels, Werke ( Berlín : Dietz, 1 965 ) , Vol.
32, p. 329.
LA GANANCIA DE DINERO COMO UNA PASIÓN
TRANQUILA
l . MONTESQUIEU
Casi nos sentimos tentados a pasar por alto esta alabanza del
comercio por ser tan extravagante. Pero más adelante formula
.Montesquieu un argumento mucho más detallado y razonado
con mayor cuidado sobre los efectos políticos favorables del
comercio. Este argumento ha sido poco comentado, y ahora lo
reseñaré con algún detalle. Debe advertirse que el argumento,
por oposición al antes citado, no sólo no se restringe a los
efectos del comercio sobre una democracia sino que se aplica
con vigor particular a las otras dos formas de gobierno que
.Montesquieu examina a lo largo de toda su obra y con las
que estaba íntimamente familiarizado y preocupado: la mo
narquía y el despotismo.
En la Parte Cuarta de El espíritu de las leyes, Montesquieu
examina el comercio ( Libros XX y XXI ) , el dinero ( Libro
XXII ) , y la población ( Libro XXIII ) . En el Libro XX ex
presa su opinión sobre una gran diversidad de temas genera
les, desde "el espíritu del comercio" hasta la conveniencia de
permitir que la nobleza participe en actividades comerciales. En
cambio, en el Libro XXI se ocupa Montesquieu de un solo
tema, la historia de la navegación y del comercio, y además
es más empírico que nunca. Resulta entonces muy sorpren
dente que de pronto formule un principio general en el capí-
1 V, 7.
tulo en el que analiza "Cómo surgió del barbarismo el co
mercio de Europa". Montesquieu describe aquí en primer
término cómo se veía obstruido el comercio por la prohibición
eclesiástica del cobro de intereses y fue tomado en consecuen
cia por los judíos; cómo sufrieron los judíos violencias y ex
torsiones constantes a manos de nobles y reyes; y cómo reac
cionaron finalmente inventando la letra de cambio ( lettre de
change) . En la parte final del capítulo se llaga a conclusiones
sorprendentes :
0 XXI, 2 0 .
Ésta es una generalización verdaderamente magnífica, ba
sada en la expectativa de que los intereses -es decir, el co
mercio y sus corolarios, como la letra de cambio- inhibirán
las pasiones y las acciones "malvadas" inducidas por la pasión
de los poderosos. Varios pasajes relacionados de la obra de
Montesquieu aclaran que las ideas propuestas en el Libro XXI
constituían un componente importante de su pensamiento so
bre la relación existente entre la economía y la política.3 En
el libro siguiente ( XXII ) utiliza un argumento muy similar al
discutir el envilecimiento de la moneda por obra del soberano.
Los emperadores romanos siguieron esta práctica con gran cui
dado y beneficio, pero en épocas más modernas el envileci
·
miento de la moneda es contraproductivo a causa de las ex
tensas operaciones de divisas y arbitrajes que producirían d e
inmediato :
. . . estas operaciones violentas no podrían ocurrir en nuestra épo
ca; un príncipe se engañaría a sí mismo y no engañaría a nadie.
Las operaciones con divisas ( le cha1zge ) han enseñado a los ban
queros a comparar monedas de todo el mundo y a asignarles su
valor correcto. . . . Estas operaciones han eliminado las acciones
arbitrarias grandes y repentinas ( les grands coups d'autorité ) del
soberano, o por lo menos su buen éxito.4
6 Mes pensées, No. 753 en Oeuvres completes (París: Gallimard, ed. Pléiade,
1949 ) , Vol. 1, p. 1 206. No resultaba en modo alguno desusada en esa época esta
alabanza de la letra de cambio, tras un largo periodo de sospecha por su supuesta
invención por los judíos y su posible conexión con la usura. Medio siglo después,
durante la discusión del Código de Comercio Napoleónico, el proponente de la
sección relativa a la letra de cambio exclamaba: "La letra de cambio ha sido in
ventada. En la historia del comercio, éste es un acontecimiento casi comparable
al descubrimiento del compás y de América. • . Ha liberado el capital mueble,
ha facilitado sus movimientos, y ha creado un inmenso volumen de crédito. A
parrir de ese momento, la expansión del comercio no ha tenido más límites que
los del globo msmo." Citado en Henri Lévy-Bruhl, Histoire de /.a Jettre de change
en France aux J 7e et 1 8• siecles (París: Sirey, 1 9 3 3 ) , p. 24.
6 XX, 2 3 .
' Capítulo VI, pár. 1 2 ; véase a Spinoza, The Political Works, p. 3 2 1 .
8 Capítulo VII, pár. 8; ibid., pp. 3 4 1 - 3 4 3 .
sociedad.9 Como veremos, la importancia creciente de la ri
queza mueble en relación con la tierra habría de ser utilizada
como base de conjeturas políticas similarmente optimistas, no
sólo por Spinoza y Montesquieu, sino también por Sir James
Steuart y Adam Smith.
Debemos hacer aquí una breve mención de actitudes apa
rentemente distintas hacia el crecimiento de la deuda pública
y el inCremento consiguiente del monto de las obligaciones
gubernamentales o "acciones públicas". Un grupo de autores
ingleses y franceses, que incluía a Hume y Montesquieu, con
sideró perniciosa, antes que benéfica, esta variedad de la ri
queza mueble.10 Pueden encontrarse en sus argumentos algunos
elementos de una doctrina de "billetes reales", pero criticaron
la expansión de la deuda pública sobre todo por razones polí
ticas. Resulta en efecto que su crítica derivaba de la misma
preocupación básica por los excesos del poder estatal que los
había llevado a hacer una evaluación positiva del incremento
de otros tipos de riqueza mueble, como la letra de cambio.
Montesquieu y otros aprobaron los tipos mencionados en úl
timo término porgue se esperaba que limitaran la disposición
y la capacidad del gobierno para realizar grands coups d'auto
rité. Pero esta capacidad, y el poder gubernamental en gene
ral, sólo podría aumentar si la tesorería obtenía la capacidad
de financiar sus operaciones mediante la emisión de deuda en
gran escala. Por lo tanto, resultaba enteramente congruente
el hecho de que estos autores alabaran el aumento de la circu-
3. }OHN MILLAR
"' El pasaje suprimido aparece reproducido como nota de pie en Essa;>J, Vol. I,
p. 97. Giarrizzo examina el episodio en David Httme, p. 82.
39 Pauline Maier, "Popular Uprisings and Civil Authority in Eighteenth ·Century
America", en lf/illiam and Mar'' Quarterly 27 ( enero de 1 9 7 0 ) , p. 1 8 ; véase
también a Dirk Hoerder, "People and Mobs: Crowd Action in Massachusem during
rhe American Revolution'' ( tesis inédita, Freie Universitat, Berlín, 1 9 7 1 ) , pp.
1 2 9- 1 3 7 .
'" Maier, ib;d., p . 27.
CONCEPCIONES RELACIONADAS PERO
DISCORDANTES
1.5 Los temores y las esperanzas suscitados por el surgimiento de las diversas for
mas del capital mueble como un componente importante de la riqueza total en
el siglo XVIII ofrece muchos paralelos interesantes con las percepciones similar
menee contradictorias provocadas más recientemente por el ascenso de la corpora
ción multinacional.
•• Jacob Viner, "Adam Smith and Laissez Faire", en ]ournal of Political Eco
•tomy 35 ( abril de 1 9 2 7 ) , pp. 198-232.
4 7 Artículo ''Hommes" ( 1 7 5 7 ) , en FranfoÍl Quesnay et la Pbysiucratie ( l. N .E. D.,
1 9 5 8 ) , Vol. JI, p. 5 7 0.
con mayor modestia de cambiar algunas políticas específicas.
Examinaremos por turno sus posiciones respectivas.
l . LOS FISIÓCRATAS
59 !bid., p. 3 7 1 .
"" David Hume, The History o f E�>gl.a?Zd ( Oxford, 1 82 6 ) , Vol. V , p . 4 3 0 ( Apén
dice III, "Manners" ) , y Adam Smith, Lectures on Justice, Palie e, Revenue a,;d
!lrms, ed. E. Cannan ( Oxford : Clarendon Press, 1 896 ) , pp. 4 2 - 4 3 .
llo económico produzca mejoras por sí mismo. En cierto mo
mento, cuando habla de "la ambición caprichosa de reyes y
ministros", afirma específicamente :
"' Sobre este punto, y otros de las páginas siguientes, mi i nterpretación difiere
grandemente de la presentada por .T oseph Cropsey en su estimulante ensayo Polity
and Economy: An lnterp•·etation of the P'f'inciples of Adam Smith ( La Haya:
Nijhoff, 1 9 5 7 ) . Sólo enunciaré y documentaré mi punto de vista, en lugar de
compararlo en todo momento con el de Cropsey, que "en sus términos más ge
nerales" sosti�ne que "La posición de Smirh puede interpretarse en el sentido
de que el comercio genera la libertad y la civilización, y al mismo tiempo las
instituciones libres son indispensables para la preservación del comercio" ( p. 9 5 ) .
Se encuentra una evaluación crítica reciente de la interpretación de Cropsey en
Duncan Forbes, "Sceptical Whiggism, Commerce and Libeny" , en A . S. Skinner
y T. \Xfilson, comps., Essays on Adam Smitb ( Nueva York: Oxford University
Press, 1 97 6 ) , pp. 1 94-201.
bamos de citar. Obviamente gustaba del resultado del proceso
que describía --después de todo, era "orden y buen gobierno,
y con ellos la libertad y la seguridad de los individuos"-,
pero al mismo tiempo le repugnaban extraordinariamente la
cadena de acontecimientos y las motivaciones generadoras de
ese resultado feliz. La explicación de esta posición ambiva
lente puede encontrarse, por lo menos en parte, en el deleite
que encontraba, aquí como en otras partes, en revelar y sub
rayar los resultados no buscados de la acción humana. No
podemos dejar de sentir que en este caso particular exageró
Smith su "mano invisible" : porque la forma despreciativa y aun
salvaje del relato que hace de la "estupidez" de los señores
plantea en la mente del lector la duda de que los señores pu
dieran ser tan ciegos a sus intereses de clase.65
.
La ambivalencia de Smith hacia el capitalismo naciente no
·se limitó a este caso. Su manifestación más famosa se encuen
tra quizá en su tratamiento de la división del trabajo, que
celebra el Libro 1, sólo para denigrada en el Libro V. Se ha
.
. mueho acerca de este contraste. 66 Aqm resu1ta parttcu-
escnto '
1 Citado en Emmanuel Chill, ed., PQWer Property and Histor,•: /oseph Barnave's
l11troduction to tbe Franch Revolution and Other Writings ( Nueva York: Harper,
1 97 1 ) . p. 142.
2 Según Paul Samuelson, la falacia de composición es uno de los principios
más básicos l' claros que debemos tomar en cuenta en el estudio de la ciencia
económica. Véase Economics, 3i- ed. (Nueva York: McGraw-Hill, 1 95 5 ) , p. 9.
desde el inicio mismo del Essay on the History of Civil Society
( 1 767 ) y formula sus críticas a un nivel más general. En el
proceso, se anticipa no sólo al joven Marx sino también a
Durkheim y Tonnies, cuando contrasta la solidaridad caracte
rística de las tribus muy unidas con el "espíritu reinante en
un Estado comercial, donde . . . el hombre aparece a veces
como un ser aislado y solitario", donde "trata con sus seme
jantes como lo hace con su ganado y su suelo, en aras de los
beneficios que le producen", y donde "se rompen los lazos del
afecto".3
Al mismo tiempo -y esto es particularmente interesante
para el desarrollo de nuestro argumento-, Ferguson se in
clinaba más que Adam Smith a especular sobre las consecuen
cias políticas más amplias de la expansión económica. Lo hace
así hacia el final del Essay, donde empieza en una forma en
gañosamente ortodoxa :
13 Discours sur !'origine et les fondements de l'inégalité parmi les hommes, nota l.
argumentos políticos en favor del capitalismo cuya carrera he
mos descrito no son los únicos que se han empleado. Un argu
mento mucho más familiar ahora afirma que la existencia de
la propiedad privada, y en particular la de la propiedad pri
vada de los medios de producción, es esencial para que los
hombres puedan contar con una base material para disentir
de las autoridades existentes y para oponerse a ellas. Por ejem
plo, se dice, el derecho a la libre expresión puede resultar nulo
si quien desea ejercitarlo debe depender para su misma sub
sistencia de las autoridades a quien le gustaría criticar. No es
éste el lugar propicio para evaluar ese argumento o rastrearlo
con algún detalle; pero no hay duda de que suena más verosí
mil a nuestros oídos que el argumento examinado en este
ensayo.
El principal apoyo del argumento "moderno" proviene de
la comparación entre países capitalistas y socialistas en lo to
cante a las oportunidades para el disentimiento.14 Por lo tanto,
no debe sorprendernos que el argumento no haya sido articu
lado en la época de Montesquieu. Pero su aparición no esperó
a los regímenes comunistas del siglo xx. Se formuló en cuanto
NOTAS CONTEMPORÁNEAS
139
Einaudi, Mario, 1 04n Goerhe, Johann Wolfgang von, 27
élite y capitalismo, 13 3 grands coups d'autorité, 80, 8 1 , 8 5 ,
E11ciclopedia, 34 8 8 , 9 3 , 9 5 , 1 02, 1 28
Engels, 69n guerra : y capitalismo, 1 3 8; y el co-
Escocia, la filosofía moral en, 70, 7 8 mercio, 86, 87
España, el ideal aristOcrático en, 6 5 Guerras Napoleónicas, 1 1 8
Estado de naturaleza, 5 9 -60 Guizor, Fran�ois, 1 2 6
ética protestante, la, 1 3 3 - 1 3 4 Gunn, J . A . W., 43n, 44n
expansión económica: l a VIS10n d e A.
Ferguson, 1 24, 1 2 8; la visión de Halifa.x, George Savile, 5 1 , 52
]. Millar, 9 5 -99; las doctrinas de Hamilton Alexander, 36, 3 7, 52n,
Montesquieu y ]. Steuart, 1 2 1 - 1 22, 125n
124, 1 27, 128, 132; la visión de Hartz, Louis, 5 C n
Monresquieu, 8 5 -87, 94; el proble Hayek, F . A., 1 3 1 , 1 37n .
ma de la, en los siglos XIX y XX, Hegel, Georg Wilhelm Fnednch, . 90;
1 3 0; y las pasiones, según T. Hob concepto de, de la Razón observan
bes y ]. j. Rousseau, 1 2 9 - 1 3 0 ; la re, 2 5 , 27
visión de los fisiócratas, 100- 103 ; Heilbroner, Robert, 1 1 1 n
la visión de A. Smith, 1 0 0 - 1 0 1 , Helvecio, Claude Adrien, 35, 49-50
1 0 2 , 106- 1 1 8 ; l a visión d e ]. Herder, Johann Gottfried von, 27
Steuart, 89-93; y la ética protes Herle, Charles, 5 7 n
tante de M. Weber, 1 3 3 · 1 3 4 Hobbes, Thomas, 20-22, 49, 59, 60,
84, 1 04, 1 14, 1 1 7 ; su concepto
falacia d e l a composición, 123, 128 del Pacto, 24, 3 8 · 3 9 ; su concep
Federatist, The, 36-37 ción de la monarquía, 1 0 3
Ferguson, Adarn, 64, 88, 9 5 , 1 1 3, Hoerder, Dirk, 99n
1 2 3 - 1 26, 1 28-1 29, 1 3 8 Holbach, Paul Henri Diecrich, 34
feudalismo, A . Smith e n torno al, 1 06· hombre "cal como realmente es" ', el,
107 2 1 -22, 3 5 ; véase también natura
fisiócratas, los 78, 1 10, 1 26; y la leza humana
expansión económica, 100- 1 0 2 ; su honor, búsqueda de, 19, 1 1 4
visión de la organización política, Huizinga, Johan, 19n
103-106 Hume, David, 32-33, 44, 54, 62-63,
Forbes, Duncan, 1 1 On, 1 24n 70, 90, 95, 98, 1 08, 1 1 1n ; "amor
Forbonnais, Fran�ois de, 66n por la ganancia", 6 1 , 72-73; sobre
fortuna, significado cambiante de la la deuda pública, 83
palabra, 4 7n Hucchenson, Francis, 7 0 - 7 1 , 72
Fourier, Fran�ois Marie Charles, 1 3 6
Francia: actitud hacia e l comercio, ideal aristocrático; honor y gloria en
66-69; ideal heroico, demolición en, el, 1 9 ; y la ganancia de dinero, 6 5 ;
1 9 ; concepción del interés en, 43, l ' las pasiones, 1 1 7 - 1 1 8
44-46 ideal caballeresco, 1 9
Freud, Sigmund, 2 5 , 1 36
ideal heroico, 1 9 -20, 65
Friedman, Milron, 1 3 1
!lustración, la, 5 4
!lustración escocesa, la, 78, 8 8 , 9 5 ,
Galbraith, John Kennerh, 1 3 2
123
Galileo Galilei, 2 1
industria, ideas d e A . Smith sobre la,
Giarrizzo, Giuseppe, 54n, 99n
1 06 - 1 0 8
Gilbert, Felix, 55 n
Inglaterra: equilibrio d e intereses en,
gloria, búsqueda de, 1 8-20
5 8; interés, concepto de, 43 -44; la
gobierno : concepción de los fisiócraras filosofía moral en, 70-7 1 ; especu
sobre el, 1 03 - 1 06, la doctrina de lación y corrupción política en, 63-
A. Smith en corno al, 1 0 6 - l l C ; 64
tranquilidad y orden e n el, 1 24- interés : definición, 39-40; económico,
127; véase también poder, restric 5 7 - 5 8 ; como nuevo paradigma, 49-
ciones al 5 5; dicotomía del, y las pasiones,
49-55, 64-65, 70-7 1, 7 7-78, 80- 8 1 , Linguet, Simon Nicolas Henri, 1 05
1 0 8, 1 28- 129; y las pasio n es, acti Locke, John, 60, 96; su concepto del
tud de A. Smirh ante el, 1 1 5 - 1 1 7 ; E�rado de naturaleza, 60
las pasiones domadas p o r el, 3 8-49; lucha de clases, la, 1 3 0
en la política, 56-58; del príncipe l.uis XIV, 4 5
o el Estado, 40-4 3 ; la doarina de Luis Felipe, 126
A. Smith sobre el interés propio, lujo: y comercio, la visión de A.
1 06- 1 1 8 Smith, 1 0 7 - 1 08, 1 1 2 ; la visión de
intereses: equilibrio de, 5 8 ; defini B . Mandeville, 2 5 -26; pasión por
ción, 39-40; individuales y de gru el, 26
po, 4 3 -49; doctrina de la armonía Lovejoy, Arthur 0., 36n, 1 1 4n
de los, 104, 1 2 7 ; y la doctrina de
Hobbes, 1 0 3 - 1 04 ; las pasi ones do Mably, Gabriel Bonnet de, 64
madas por los, 3 8-39 Macpherson, C. B., 20n
interés gobierna al mundo", "el, 49, ?-.·! adariaga, Salvad or de, 65n
5 3 , 5 4 ; constancia y posib ili dad de Madison, James, 3 7
previs ión de un mundo gobernado Maier, Pauli n e, 9 9 n
por el interés, 5 5 -63; ética p rotes Malkiel, María Rosa Lida de, 1 9 n
tante y el mundo gobernado por el Malrhus, Thomas R., 92
interés, 1 3 2 - 1 3 5 Mandeville, Bernard, 25 -26, 3 3 , 1 1 8,
interés n o mentira", "el, 4 7 , 49, 56, 123, 1 3 4
57 Manifiesto Comunista, 6 3
mano invisible, la, 1 1 1 : anticipación
Johnson, Samuel, 62, 1 3 7 ; sob re la del concepto de A. Smith, 18, 24,
avaricia, 6 1 -62; sobre la ganancia de 25
di ne ro, 64, 66 Maquiavelo, Nicol:ís, 2 1 , 22, 47n, 5 5 ,
59, 1 1 7 ; s u concepto del interés,
Kant, l mmanuel, 2 8 4 1 . 47-48
Katzenellenbogen, Adolf, 29n mlÍ.quina, metáfora de la, 97, 1 00
Keohane, Nannerl 0., 2 5 n Mares del Sur, escá nd alo de los, 63
Keynes, John Mayna rd, 9 2 , 1 3 7 - 1 3 8
Marx, Karl, 69, 1 24, 1 2 8, 1 3 6
Kirshner, Julius, 1 7n
marxismo, 1 0 5 , 1 3 8
Koebner, R., 5 3 n Matheron. Alexandre, 8 3 n
Krailsheimer, A . ] . , 5 1 n
Meek, Ronald L., 88n, 1 00n
Kramnick, Isaac, 64n
Meinecke, Friedrich, 40, 4 1 , 42
Krieger, Leonard, 60n
Melon, Jean-Fran,ois, 8 7 -83
Kristol, lrving, 36n
mercantilismo, 59, 86, 89-90
Millar, John, 78, 88, 98n, 1 1 1 n; su
La Bruyere, Jean de, 52-53, 8 1 n
doctri na, 94-99
Jaissez faire, 104, 1 10
Mirabeau, Victor R iqueti , 1 0 1 - 102
La Rochefoucauld, Pran�ois de, 20,
M:ses, Ludwig von, 1 3 1
23, 45, 49
Moliere, Jean Bapriste Poquelin, 2 0
Laslet, Peter, 60n
Momesquieu, Charles Louis d e Secon-
Lehmann, William C., 96n
dat, 1 8, 62, 78, 79, 99, 1 00, 1 0 5 ,
Leibniz, Gortfried Wilhem von, 94n
1 2 3, 1 2 9 , 1 3 1 ; sobre l a letra d e
Le Mercier de !a Riviere, Paul Pierre,
cambio, 79-80, 8 1 -82, 8 3 -86; so
104 bre el comercio, 7 8-88; sobre el
letra de cambio, 82n, 89; Montes- dottx commerce, 67; y los fisiócra
quieu sob re la, 80-82, 8 3 - 8 5 tas, 1 02 - 1 04; sobre el poder, 8 5 ;
Levin, Harry, 1 26n sobre la propiedad, 8 2 , 100- 1 0 1 ;
Lévy-Bruhl, Henri, S2n comparado con A . Smith, _1 0 8 , 1 1 0,
libertad: las ideas de Ferguson sobre 1 1 2- 1 1 3 ; su influencia sobre ].
la, 1 2 5 ; Millar sobre el espíritu Steuart, 89, 9 2 - 9 5
de, 9 5 -98; A. Tocqueville sobre la, 1\{onresquieu-Steuarr, doctrinas, 1 1 8,
126 1 2 1 - 1 22, 124, 127, 128
Morrelly, 64 Proudhon, Pierre Joseph, 1 3 1, 132n
naciones "pulidas" y "rudas o bárba Prudencia, 29n
ras", 68, 1 2 3 Pufendorf, Samuel von, 60
naturaleza, Estado de, 6 0
naturaleza humana, l a , 2 1 , 23, 3 2 , Quesnay, Fran�ois, 1 0 1 - 1 02, 1 04, 1 09
3 5 , 37, S i n, 5 5 , 7 3 ; y e l capita
lismo, 1 35 - 1 36; Hobbes y Rousseau
sobre, 1 1 4, 129- 1 3 0 ; A. Smith so Raab, Felix, 43n, 44n
bre, 1 1 4-1 1 6 Racine, Jean Baptiste, 20
razón, interés y pasiones, 50, 52
Nedham, Marchamont, 43n
Nef, John U., 1 26n Razón observante, la, 25, 2 7
Nicole, Pierre, 24 n relaciones internacionales: e l comer
cio, 86-87, 88-89; la guerra, 86,
Oresmus, Nicolás, 94n 87
reloj, metáfora del, 92, 93 -94, 99,
Pacto, la concepción de Hobbes, 24 100, 1 2 5
Pascal, Blaise, 20, 24 Renacimiento, búsqu eda del honor y
pasión compensadora, 28-38, 47, 8 5 ; la gloria en el, 1 9
e n la Constitución· de los Estados Retz, Jean Franc;ois d e Gondi, 5 2
Unidos, 3 6 - 3 7 ; principio de la, 28- revolución d e 1 848, la, 1 2 8
38 Revolución Fran cesa, la, 1 1 8
pasiones, las: y la aristocraci a, 11 7; revueltas y rebeliones, la visión de
compensadoras, 28-38, 47, 8 5 ; y la Millar, 96-99
expansión económica, 129; incons riqueza: temor a perderla, 1 2 5 , 1 29 ;
tancia de, 59 -60; y los intereses, ! a s ideas d e Ferguson sobre la, 1 24-
4 9 - 5 5 , 65, 70-:'2, 7 7 - 7 8, 8 1 , 108, 1 2 5 , 129; y el poder, según A.
129; el interés y los intereses como Smith, 1 0 6 - 1 0 7 ; como propiedad,
domadores de, 38-49; y los intere 1 00-1 02; la búsqueda de, en la
ses como sinónimos, 1 1 6; y la ra doctrina de A. Smich, 1 1 4; véase
zón, 5 0 ; la actitud de A. Smith también dinero
frente a las, 1 1 3, 1 1 6; básicas, 1 8, Robertson, Wiliam, 67, 90
20, 28; transformadas en vinu2es, Roban, Henri, 4 1 , 4 3 -44, 49, 5 8,
24-26; y la guerra, 86 116
pecado: la idea de Sn. Agustln, 1 8 ; Romanticismo, 1 3 6
l a avaricia como, 2 0 , 2 8 , 4 7 Rosenberg, Nathan, 26n, l l l n, 1 1 4n
p erso nal ida d , efec tas del cap i talismo Rousseau, Jean Jacques, 22, 35, 1 1 3 ;
sobre ia, 1 3 6 sobre e l amour d e soi y el amo•ur
Peters, Richard S., 21 n propre, 1 1 4 ; sobre los intereses y
Platón, 5 0 las pasiones, 1 30
Pocock, ]. G. A . , 9, 4 7 n , 64n, 1 1 3n, Rudé, George, 98
125n
poder: frenado, 8 5 ; deseo de, como Sacy, Louis de, 88n
pecado, 1 8, 2 0 Samuelson, Paul A., 1 2 3 n
poder, restricciones al : las ideas de Santayana, George, 1 3 7
Millar sobre las, 96-99; las ideas Savary, Jacques, 66
de Monresquieu sobre las, 85, 94- Schiller, Johann Christoph Friedrich
9 5 ; las ideas de Proudhon sobre von, 5 5
las, 1 3 1 - 1 3 2 ; las ideas de J. Steuart Schumpeter, Joseph A., 1 7 n, 1 0 7n,
sobre las, 84-9 5 138
poderes, principio de separación de, Sen, S. R., 92n
85 separación de poderes, 85
Polanyi, Michael, 7 7 Shackleton, Robert, 85 n
propiedad, la: la visión d e Montes Shaftesbury, Anthony Ashley Cooper,
quieu, 82, 1 00 - 1 0 1 ; mueble e in 44, 5 3 , 54; sobre la ganan cia de
mueble, 8 1 -83, 1 00; privada, ar dinero, 7 1
gumentos en favor de, 1 3 1 - 1 3 2; la Shklar, Judith, 1 O
visión de B. Spinoza, 82 Silhon, Jean de, 45, 46n
Simmel, Georg, 62 Tendler, Judith, 1 0
Skinner, A. S., 100n Thatcher, Sanford, 1 O
Skinner, Quentin, 1 0, 64 n Thomas, Keith, 20n, 1 1 7 n
Smith, Adam, 26, 46, 70n, 72-73, Thompson, E, P., 98n
77, 78, 83, 88, 95, 123, 124, Tocqueville, Alexis de, 1 23 , 1 2 6 - 1 28,
1 34 ; domina 1 06-1 1 8 ; su visión 138
de la expansión económica 100, Tónnies, Ferdinand, 124
1 02 , 1 0 6- 1 1 8 ; comparación entre
La riqr<eza de las naciones y Teo Ure, Andrew, 9 8
ría d e los sentimientos morales,
1 14-116 Vauvenargues, Luc de Clapiers, 34, 6 5
Smith D . W . , 25n, 35n Veblen, Thorstein, 1 1 4n
socialismo, 1 3 1 Venruri, Franco, 3 4n
Sombart, Werner, 1 7n Vermassung, 130
Spinoza, Baruch de, 22, 29, 5 1, 5 2, Vico, Giambattista, 22, 25, 27, 1 3 4
5 9 ; sobre la propiedad, 82-83 Viner, Jacob, 44n, 67
Steuart James, 5 6, 78, 83, 99, 1 0 5 ; virtudes : contra los vicios, 2 9 ; pa
sobre el comercio, 88-90; doctrina, siones transformadas en, 24-26
88-94; la influencia de Montesquieu Voltaire, Fran>ois Marie Arouet, 94n
sobre 89, 92-95; y los fisiócrat�,
1 0 0 ; comparado con A. Smith, 1 0 8·, Walpole, Robert, 63
1 10, 1 1 3 ; véase también Montes Walzer, Michael, 1 0, 23n
quieu-Steuarr, doctrinas Weaver, Paul, 36n
Stourzh, Gerald, 52n Weber, Max, 17, 1 3 3 - 1 3 4
·
Strauss, Leo, 2 2 n, 3 0 n Wenlersse, Georges, 1 04n
sublimación, 2 5 White, Lynn, 94n
Sutcliffe, F. E . , 4 8 n Wilkes, disturbios de, 9 8