5 Cuatro Preguntas para Tomar Decisiones Sabias
5 Cuatro Preguntas para Tomar Decisiones Sabias
5 Cuatro Preguntas para Tomar Decisiones Sabias
DECISIONES SABIAS.
TEXTO: PROVERBIOS 16:1-5
Este proverbio tiene como título “Proverbios sobre la vida y la conducta” y tenemos que comprender
que nuestra conducta afecta directamente nuestra vida. La conducta es nuestra manera de actuar, la
forma como nos comportamos en las diferentes situaciones de la vida.
Y muchas veces nuestra conducta en la vida es siempre tomar decisiones a la ligera o sin reflexionar
en las consecuencias que estas pueden traer a nuestra vida.
Es por eso por lo cual es muy importante que antes de tomar decisiones que pueden afectar nuestra
vida tanto para bien como también para mal, nos hagamos cuatro preguntas muy importantes para
tomar decisiones sabias.
FRASE: La vida nos da opciones, pero somos nosotros los que tenemos que tomar las decisiones.
FRASE: La vida es tomar decisiones y asumir sus consecuencias. Es por eso que si queremos tener
una buena vida, tenemos que tomar buenas decisiones.
Veamos cuales son esas preguntas que tenemos que hacernos para poder tomar decisiones sabias
en nuestra vida:
II) SEGUNDA PREGUNTA: ¿ES AGRADABLE A DIOS? (PROVERBIOS 16:2) todos los caminos
del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus. Posiblemente en
nuestra propia opinión lo que estamos haciendo o lo que queremos hacer es bueno, no daña a
nadie, todos lo hacen, o quizás también es aprobado y aceptado por los demás, pero ¿será
agradable a Dios? Recordemos algo muy importante: LA BENDICIÓN NO VIENE POR AGRADAR
A LOS HOMBRES SINO A DIOS.
Peregrinos o turistas
Introducción: ¿Tenemos conciencia a nivel personal de que los cristianos somos
peregrinos? Hay evidencias de que los creyentes en esta parte del mundo occidental
han perdido totalmente la noción de que son peregrinos. El concepto les suena
extraño, anticuado.
Parece un hecho que la vasta mayoría del pueblo de Dios en este tiempo no se
consideran peregrinos sino turistas. Viven en este mundo con el principal propósito de
divertirse, de disfrutar al máximo de todas las cosas que encuentran a su alrededor,
de probar nuevas sensaciones. Ahora todo es lícito, todo es bueno.
Pensar en cosas prohibidas parece que es un concepto del siglo pasado, cuando sí se
hablaba del pecado y de la mundanalidad.
Ahora los cristianos quieren vivir como turistas y olvidarse de todo aquello que tenga
que ver con trabajo, esfuerzo, disciplina, compromiso, negación de uno mismo,
porque, al fin y al cabo, el turista viene escapando de todas esas cosas en busca de
disfrute y comodidad.
Y por supuesto, estas personas sólo asisten a la iglesia cuando les apetece, sin asumir
ningún tipo de compromiso. Son cristianos superficiales, carentes de profundidad
espiritual ni de conocimiento de Dios.
Ahora bien, ¿por qué muchos cristianos han adoptado esta forma del
cristianismo? ¿Por qué han dejado de considerarse peregrinos? ¿Por qué ya no
tienen una meta por alcanzar y un camino por recorrer? ¿Qué los ha convertido
en turistas vagando por el mundo y por las iglesias?
Esta situación es muy triste, porque este tipo de cristianismo no tiene nada que
ofrecer al mundo, ya que de hecho el mundo los ve como ellos.
¿Cuál es realmente la diferencia entre el mundo y este tipo de cristianos? Tal vez ven
que algunas veces van a la iglesia y que les gusta cantar, pero cuando examinan sus
vidas, son exactamente iguales que las de los inconversos, y algunas veces peores.
En el Nuevo Testamento encontramos tres razones u obstáculos que llevan a los
cristianos a apartarse de su vida de peregrinos.
1. Razón: El mundo
La Biblia habla con frecuencia del mundo y sus deseos, aunque en el día de hoy no se
predique mucho de ello. El mundo está a nuestro alrededor y se presenta de forma
seductora, quizá en el día de hoy de forma más seductora que nunca antes en el
pasado.
La Biblia nos advierte seriamente sobre cuál debe ser nuestra relación con el
mundo.
1 Jn 2:15 "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él."
Hay tres razones por las que el mundo es un obstáculo para el cristiano:
En primer lugar, la gloria y el brillo de este mundo nos puede deslumbrar y hacer
perder de vista nuestra meta y la gloria del mundo venidero.
No debemos pensar en el peregrino viajando a través de un desierto, sino que lo hace
en medio de un mundo atractivo y seductor que a cada paso que da le ofrece
distracciones y diversiones muy seductoras. La finalidad es convertirlo en un
turista.
En segundo lugar, el amor del mundo es incompatible con el amor a Dios. La Biblia
nos dice que quien ama el mundo el amor del Padre no está en él.
Y, en tercer lugar, no debemos amar este mundo porque es provisional. El Señor
dijo que este mundo pasa y sus deseos también, sin embargo, el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre.
Vivir para el mundo es una mala inversión de tiempo, de esfuerzo, de ilusiones, de
mente y de amor.
Los cristianos que viven para el mundo, se encontrarán al llegar al cielo que han
perdido todas sus inversiones, pero, aunque la Biblia habla claramente de esto,
aun así, muchos creyentes viven para las cosas de este mundo.
2. Razón: El diablo
El apóstol Pedro advirtió del peligro que el diablo representa para el creyente de una
forma muy gráfica:
1 P 5:8 "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."
Recordemos que nada más que el Señor Jesucristo se presentó en este mundo, el
diablo se dirigió a él con el fin de tentarle. En un momento le enseñó todos los reinos
de este mundo y la gloria de ellos. Él sabía que el señor Jesucristo había venido a
morir por los pecadores, y quiso apartarle de ese propósito haciéndole una oferta muy
tentadora.
El diablo estaba dispuesto a ofrecerle todos los reinos de este mundo a cambio de su
adoración, evitándole de ese modo tener que sufrir en la cruz. Le estaba ofreciendo un
camino distinto al del peregrino, sin esfuerzo ni sacrificio (Mt 4:8-10).
Nosotros no podemos ver al diablo, pero él está presente detrás de todo el sistema de
este mundo. Tiene siglos de experiencia tentando a los hombres, y conoce
perfectamente cuáles son sus debilidades.
Ha refinado sus tácticas con millones de personas y sabe cuáles son las formas
más efectivas para hacerles pecar. Con gran sutileza ha hecho caer a muchos
creyentes, incluso a grandes hombres de Dios.
Y el problema está en que no lo vemos, y por esa razón, hay muchas personas que ya
no creen en su existencia, lo que los deja completamente indefensos ante sus ataques.
3. Razón: La carne
Es una quinta columna que está dentro de cada uno de nosotros y que
constantemente batalla contra el Espíritu. Es nuestra vieja naturaleza, y que por
muchos años de creyentes que vivamos, nunca se reforma ni mejora, sino que sigue
siendo tan mala y perversa como al principio, y si no estamos atentos, puede hacernos
caer en cualquier momento.
Es como la ley de gravedad que siempre tira de nosotros hacia abajo. Nos mostrará
los defectos de los otros cristianos para desanimarnos a servirles, o nos hará creer
que, puesto que ya somos salvos, no es necesario esforzarnos en sacrificarnos por
alcanzar una mayor santidad.
Si alguien duda de que el cristiano está inmerso en una verdadera batalla espiritual,
sólo es necesario que tome en serio su vida cristiana y muy pronto lo descubrirá.
Cuando el creyente se propone dedicar tiempo cada día para leer su Biblia y orar,
cuando busca oportunidades para compartir el evangelio con otras personas no
creyentes, o incluso cuando desea involucrarse más en su iglesia local,
inmediatamente surgen los problemas de una forma irracional.
1 P 1:17 "Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la
obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación."
Esto es algo que debemos tomar muy en serio y nos debe llevar a tener cierta actitud:
1 P 1:13 "Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad
por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado"
Un israelita ceñiría sus largas ropas en su cintura cuando se proponía hacer cualquier
tipo de esfuerzo, pero Pedro exhorta a los creyentes aquí a ceñir "los lomos de vuestro
entendimiento".
Y ahora Pedro dice que nosotros fuimos redimidos por la sangre del verdadero Cordero
pascual, el Señor Jesucristo, y que igual que ellos, fue en ese momento donde
comenzó nuestro peregrinaje en este mundo:
1 P 1:17-20 "Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según
la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado
desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por
amor de vosotros."
Dios ha pagado un tremendo precio por nuestras vidas: la sangre preciosa del
Unigénito Hijo de Dios. Esto quiere decir que, si hemos aceptado su salvación,
claramente hemos aceptado también que Dios tiene derechos sobre nuestras
vidas y que vamos a conducirnos conforme a los deseos y planes que él tiene
para nosotros. ¡Cómo no vamos a amarle y obedecerle si él ha pagado un precio
tan alto para conseguir nuestra libertad!
Como parte integrante de las buenas noticias que Dios predicó a los israelitas en
Egipto, estaba también la promesa de la posesión de la Tierra Prometida (Ex 6:6-8).
Dios iba a redimirlos de la esclavitud en Egipto con el fin de darles libertad y reposo en
su nueva herencia. No habría tenido ningún sentido sacarlos de Egipto para dejarlos
en el desierto. Dios les prometió que los sacaría de Egipto y también que los llevaría a
poseer la Tierra Prometida.
Pero en un momento del camino, el pueblo de Israel decidió que no quería entrar en la
Tierra Prometida sino que querían regresar a Egipto (Nm 14:4).
Esto ocurrió cuando los doce espías enviados por Moisés para inspeccionar el
país informaron al pueblo de las dificultades que iban a encontrar para
conquistar su herencia, y decidieron que no querían luchar por ello, así
comenzaron a planear su regreso a Egipto.
Aparentemente todos ellos eran el pueblo de Dios, pero la realidad es que no compartían
sus propósitos ni planes, sino que de hecho, eran incrédulos (He 3:19).
(1 Co 10:6). LBLA Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no
codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron.
Ahora bien, notemos lo que hizo Dios. Si ellos no querían entrar, Dios no les dejaría
entrar, así que todos los mayores de veinte años murieron en el desierto sin alcanzar
nunca la Tierra Prometida, a excepción de Josué y Caleb.
Pero ¿por qué rechazaron la herencia que Dios les estaba prometiendo? Ellos tomaron
esta decisión cuando se dieron cuenta de que la posesión de Canaán implicaría que,
aunque Dios les iba a dar la victoria, sin embargo, ellos tendrían que luchar, y no
estaban dispuestos a eso.
Querían vivir como turistas, y como turistas murieron en el desierto.
Y en este contexto, el autor de la epístola a los hebreos nos hace a nosotros también
una seria advertencia:
A nosotros también, Dios según su grande misericordia, nos hizo renacer para una
esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos, "para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1
P 1:3-4).
Por lo tanto, nuestro peregrinaje por este mundo, tiene la finalidad de prepararnos
para participar de esa relación. Dios nos está preparando para ese día y esto es muy
difícil. Muchos creyentes no llegan ni a tener quince minutos de comunión diaria con
Dios, ¿cómo pueden estar preparados para ir al cielo y estar toda la eternidad en
comunión con él?
En tercer lugar, Dios no llevó al pueblo directamente a Canaán, sino que los guio
durante cuarenta años de peregrinaje por el desierto. Allí les enseñó sus leyes y
también lo que implicaba vivir juntamente con Dios.
Sólo de esa forma llegarían a ser pueblo de Dios; cuando reflejaran el carácter de Dios
en sus vidas en medio de un mundo perverso.
Además, Dios iba a permitir ciertas dificultades en el camino para que entendieran lo
que implicaba confiar en Dios y al mismo tiempo pudieran comprobar su grandeza y
poder. Por lo tanto, el viaje de Egipto a Canaán tenía el propósito de ser un camino de
descubrimiento de Dios.
Así que en su corazón se propusieron volver a Egipto donde, aunque vivirían como
esclavos, sin embargo, tendrían las comodidades que ellos deseaban.
Así que, una y otra vez en el libro de Números leemos que se "encendió la ira de Dios
contra ellos". ¡Y eso que Dios se había presentado anteriormente ante ellos como
"tardo para la ira y grande en misericordia"!, pero es que ellos habían traspasado
todos los límites posibles.
Quizá algunos piensan en la salvación como un pasaporte para entrar en el cielo y, por
lo tanto, una vez que lo tienen, ya quieren pensar en nada más hasta el momento en
que el Señor venga o ellos mueran.
Pero el diablo está empeñado en que no progresemos en nuestro peregrinaje, así que
podrá todos los obstáculos posibles en nuestro camino.
Una de las tácticas en las que más va a insistir es en intentar convencernos de que no
existe otro mundo aparte del nuestro, de que no hay vida más allá de la muerte, y que
lo más sensato es vivir para este mundo. Nos animará para que disfrutemos del aquí y
el ahora todo cuando podamos. Su lema es: "Comamos y bebamos porque mañana
moriremos". Quiere que invirtamos nuestro tiempo, dinero, bienes, dones, en fin, toda
nuestra vida, para este mundo.
Otra táctica que el diablo utiliza también es la de intentar convencernos de que este
mundo es más bello y atractivo que cualquier otro mundo con el que pudiéramos
soñar.
Así que, si la primera propuesta del diablo tiene como objetivo llevarnos a la
incredulidad, esta segunda tiene como fin que vivamos como mundanos. Y este es un
ataque dirigido especialmente a los cristianos que sí que creen que hay otro mundo.
¿Cómo evitarlo? Tenemos que ganar la tentación de la misma manera que el Señor
venció al diablo. El diablo le ofreció todos los reinos de este mundo y la gloria de ellos,
pero notemos la contestación del Señor: "Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo
servirás". Debemos tomar la misma determinación.
Sólo hay una manera de preservar esa visión de ese otro mundo sin la cual perecemos
en el camino, y es conociendo al Señor por medio de las Escrituras y estando en
comunión con él. Como Moisés que se sostuvo "como viendo al invisible" (He 11:27). Y
eso es lo que nosotros tenemos que hacer por medio de su Palabra.