Leer y Escribir
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La secuencia didáctica
7.1. Características de la secuencia didáctica
La secuencia didáctica está organizada en tareas sucesivas
Se ha seleccionado la tarea como unidad de trabajo en el aula porque supone
un tiempo atencional adecuado a la capacidad de los niños y las niñas, un
objetivo preciso por vez, un producto esperado claro y diferente por vez, y
porque la sucesión de una tarea y otra está didácticamente articulada para que
el conjunto constituya una secuencia adecuada a los objetivos propuestos.
Asimismo se presentan en un orden que es importante conservar durante el
desarrollo.
La tarea es una unidad de aprendizaje y de enseñanza
Cada tarea es una unidad de trabajo y aprendizaje para los alumnos y las
alumnas y una unidad de enseñanza para el docente; por eso, estas sesiones
de trabajo se desarrollan presencialmente en el aula y con la guía del docente,
es decir, no están pensadas para ser resueltas en la casa.
Sesiones cortas e intensivas de trabajo
Mientras se desarrolla la capacidad de atención de los niños y las niñas, es
conveniente evitar largas sesiones de trabajo e implementar las tareas en
muchas sesiones cortas e intensas, cada una de las cuales desemboca en una
producción.
Cada tarea focaliza un contenido
En cada tarea se focaliza un determinado contenido aunque se aborda junto
con otros que aparecen con menor relevancia. La temática o foco se indica al
comienzo de cada tarea, por ejemplo: escucha, exploración de paratexto,
lectura global de palabras, reconocimiento de correspondencias.
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El texto, la oración, las palabras y las letras como unidades lingüísticas de
trabajo
Cada secuencia propone una marcha desde el texto hacia la palabra. Cada
secuencia se inicia con el abordaje de un texto como totalidad, con una fuerte
mediación del docente entre aquél y el contexto cultural al que pertenece. Las
primeras tareas tienen como foco el texto completo y van acotando la mirada
en torno de unidades menores: la oración y la palabra. En el trabajo intensivo
con esta última se apunta al descubrimiento del principio alfabético del sistema
y a la temprana construcción de la ortografía a partir del desarrollo de la
conciencia gráfica y la reflexión respecto de las relaciones grafema-fonema, al
tiempo que se ponen en juego las hipótesis de los niños y las niñas en relación
con la escritura, qué representa y el modo en que lo hace.
Participación activa de los niños y las niñas en las tareas individuales y
colectivas
El trabajo que desarrollan los niños y las niñas en cada tarea y en el proceso
en su conjunto es cognitivo, visual y oral con el andamiaje del docente; no
debería ser un trabajo oral a cargo del maestro. En momentos indicados,
resulta apropiado que el docente lea en voz alta y los niños y las niñas renarren
o recuperen información utilizando su memoria. En las restantes tareas, los
alumnos y las alumnas se relacionan directamente con textos, oraciones y
palabras, buscan información en el escrito, según indicación del docente, a
través de la lectura individual, colectiva o en pequeños grupos, en voz alta o de
manera silenciosa. En resumen, la secuencia propone la clase centrada en la
actividad de los niños y las niñas.
Las tareas tienen estructura recursiva
Muchos niños y niñas, especialmente aquellos que no provienen de un entorno
lector, no han tenido la oportunidad de mantener con los textos el contacto
asiduo a partir del cual el texto mismo se vuelve previsible y permite
experimentar la placentera sensación de dominio creciente. Por eso, el
desarrollo de las tareas convoca a los alumnos y las alumnas a observar y
buscar distintos aspectos en el texto que están trabajando. De este modo ellos
vuelven una y otra vez al escrito, que se transforma rápidamente en un objeto
de atención y exploración, que enfrentan cada vez con más conocimientos.
Cada texto es explorado por lo menos diez veces. Esta decisión de trabajar con
tareas recursivas hace que puedan experimentar la sensación de comprensión
creciente en cada contacto, sensación que aumenta la confianza y el gusto por
el aprendizaje de la lectura.
El maestro, fuente de información, confianza y aliento para los niños y las niñas
El docente asume el rol permanente de fuente de informaciones confiables
sobre la escritura. Es importante que esté siempre dispuesto a ofrecer
respuestas y a alentar las preguntas de los niños y las niñas, así como a
brindar indicaciones acerca de cómo desarrollar las distintas tareas. Además
aporta la confianza que los alumnos y las alumnas necesitan para sentirse
capaces de aprender a leer y escribir y el aliento en la búsqueda de
información y en la superación de los errores.
Tareas de cierre
Al finalizar cada texto con todas sus actividades, los alumnos y las alumnas
están en condiciones de escribir al dictado algunas palabras aprendidas y de
formular frases y oraciones breves referidas a los temas tratados. El docente
ha de realizar con ellos las tareas de cierre, dándoles tiempo para repasar
cuántas palabras aprendieron, qué frases y pequeños textos pueden escribir.
Se trata de momentos destinados a evaluar y disfrutar de los propios
aprendizajes.
7.2. Las tareas de la secuencia didáctica
Primera tarea: Texto y cultura
La primera tarea consiste en entablar una conversación con los alumnos y las
alumnas en torno al texto seleccionado para la lectura. Es recomendable que
siempre focalice aspectos relacionados con el contexto cultural en el que
circula el texto. Recordemos que alfabetizarse es ingresar en un contexto
cultural que requiere nuevos conocimientos, habilidades y estrategias; no es
solamente adquirir una técnica de transcripción. En esta tarea el docente puede
presentar brevemente el texto que van a leer y conversa con los niños y las
niñas acerca de qué función comunicativa cumple, quiénes son habituales
lectores de ese tipo de texto, para qué se lee, quién/es son sus autores, qué
otros textos similares conocen los alumnos y las alumnas, cuáles son sus
características generales, dónde circula habitualmente, y todo conocimiento
que pueda movilizarse a partir de la llegada del texto a la clase.
Este es el momento en que los alumnos y las alumnas activan los
conocimientos que puedan tener sobre cada género discursivo. Muchos niños y
niñas pueden no tener experiencias previas de lectura que les permitan
disponer fácilmente de estos conocimientos, en ese caso es el docente quien
tiene la oportunidad de enriquecer el trabajo, brindando mucha información que
contextualice la lectura que se va a realizar.
Se trata de una tarea en la que el docente asume un importante rol de
mediador cultural haciendo referencia al contexto cultural al que pertenece el
texto que se va a leer. Además brinda información sobre las características
típicas del formato. A medida que los niños y las niñas van leyendo varios
textos del mismo género aumentan sus conocimientos y es cada vez mayor la
información que evocan por su cuenta antes de leer y que luego utilizan en la
comprensión.
Segunda tarea: Lectura en voz alta del docente
A continuación el docente lee el texto en voz alta. Es decir, realiza una lectura
modélica del texto. Es muy importante recordar que los alumnos y las alumnas
no tienen por lo general buenos modelos lectores en su entorno, situación que,
en la mayoría de los casos, coloca al docente como único modelo lector.
Asumir esta responsabilidad implica darle a la lectura en voz alta la función de
estimular el deseo de leer impulsando a los niños y las niñas a esforzarse por
sortear las dificultades del aprendizaje. Desde la perspectiva del maestro, la
lectura en voz alta supone algunas acciones previas:
Seleccionar los textos de acuerdo con las características de legibilidad y
lecturabilidad que se han expuesto. En su primera fase alfabetizadora
seguramente los alumnos y las alumnas se beneficiarán con textos que tienen
imágenes que ayudan a comprender el contenido, no demasiado extensos,
con frases que se repiten y diálogos sencillos de entender. Por eso hay que
comenzar con este tipo de materiales. Sin embargo, es importante pensar
que no se trabajará indefinidamente con ese tipo de textos, sino que se irá
aumentando paulatinamente la extensión y la complejidad de los materiales
escritos.
Prepararse para leerles a los niños y las niñas. Es fundamental que el
docente prepare la lectura antes de compartirla, para lo cual puede practicar
para leer de manera fluida, para encontrar la entonación adecuada,
realizar las pausas que el texto requiera, poner énfasis donde corresponde,
darles voz y hacer hablar con distintos tonos a los personajes que dialogan,
incorporar un gesto que ayude a la comprensión de un pasaje, manejar los
silencios y el suspenso. También hay que prever las preguntas posibles de
los niños y las niñas y prepararse para responderlas, para explicar el texto,
para aclarar el significado de algunas palabras o frases disponiendo de
sinónimos apropiados.
Asumir que mientras los niños y las niñas no leen por sí solos es el docente
quien produce el vínculo entre ellos y los textos. La lectura en voz alta, además
de producir este contacto, representa para alumnos y alumnas el primer
escalón en la comprensión del texto.
Crear un clima adecuado para disfrutar la lectura.
Tercera tarea: Exploración del paratexto, formato, diagramación
Las tareas que concentran a los niños y las niñas en la forma en la que cada
texto ha sido “puesto en la página” les permiten la exploración de su
materialidad gráfica, es decir, la exploración del texto como objeto.
El reconocimiento de los distintos elementos del paratexto -ya sean lingüísticos
(títulos, partes destacadas, tipo y tamaño de letras, etc.) o no lingüísticos
(ilustraciones, fotos, etc.)- estimula las anticipaciones acerca del contenido del
texto y aumenta la comprensión, ya que pone en marcha procesos de
inferencia, es decir procesos por los cuales los lectores aportan información en
relación con la que aparece en el texto.
Cuarta tarea: Renarración, comentario, relectura de fragmentos específicos,
recitado
Los alumnos y las alumnas pueden renarrar el cuento reconstruyendo la
secuencia narrativa; recordar y explicar con sus palabras el texto que ha leído
el maestro o solicitarle la relectura de un fragmento, para lo cual el docente les
pedirá que lo evoquen. En el caso del texto instructivo recuperan la información
sustancial de cada parte. Si se trata de textos poéticos, pueden memorizar en
grupo y en la clase la totalidad o alguna de sus partes y lo recitan de distintas
formas.
Estas actividades desarrollan la memoria de los alumnos y las alumnas y le dan
sentido a la escucha atenta de la lectura en voz alta del maestro puesto que, a
través de distintas tareas que se propondrán alternativamente según el texto -
renarración, comentario, relectura, recitado- los niños y las niñas irán
recuperando elementos de los textos, utilizando la memoria para recordar
grupalmente con ayuda del docente la mayor parte de los detalles de lo que se
acaba de leer.
Mientras los alumnos y las alumnas hacen este trabajo de recuperación o
recuerdo, el docente va anotando las palabras más importantes en el pizarrón
(con la tipografía que aparece en el texto y al lado en cursiva). Por ejemplo, si
se trata de un cuento se escribe en el pizarrón la fórmula de apertura, los
nombres de los personajes, el lugar, una oración o palabra que expresa el
conflicto, otra con la resolución, la fórmula de cierre. Si se trata de un texto
poético, el docente escribe en el pizarrón las partes para recitar en grupo:
estrofas, versos, finales de estrofas, estribillos. Si se trata de un texto
informativo, se pueden anotar palabras clave o elaborar un cuadro sencillo en
el pizarrón. Para cerrar la tarea, el docente lee las palabras clave y/o partes
seleccionadas, señalando las escrituras.
El objetivo de este trabajo es que el texto escrito empiece a ocupar un lugar en
la memoria de los alumnos y las alumnas y quede escrito en el pizarrón o en
carteles de papel que estarán a la vista mientras se desarrolle el resto de las
tareas.
Quinta tarea: Lectura y escritura de palabras y oraciones, relectura de
fragmentos
Esta tarea representa una bisagra entre las que se desarrollan sobre el texto y
las que lo hacen sobre oraciones y palabras. Es el momento en el que se
acentúa la escritura a cargo de los alumnos y las alumnas con la enseñanza
del docente que va guiando la lectura, parte por parte, del texto. Recordemos
que los niños y las niñas tienen el texto en su memoria, porque se les ha leído
y lo han renarrado, comentado o recitado; además tienen el texto escrito en un
cartel colgado en el pizarrón, y también lo tienen en una copia personal pegada
en sus cuadernos o, si están leyendo libros de cuentos, cada uno tiene su
ejemplar. Tienen además, según la tarea 4, las palabras claves escritas en el
pizarrón o en un cartel a la vista.
El docente ayuda a los alumnos y las alumnas a identificar en el texto de su
cuaderno o libro esas expresiones, párrafos u oraciones que previamente ha
seleccionado, leído, releído y escrito en el pizarrón. En esta actividad, se
profundiza gradualmente la concentración sobre las marcas gráficas del texto y
se afianza la observación detallada de la disposición, linealidad, dirección,
espacios entre palabras y líneas, sangría, mayúsculas y letra capital; es decir,
todas las pistas gráficas que facilitan la comprensión y permiten avanzar en el
conocimiento del sistema en el que está escrito el texto.
El docente relee el fragmento seleccionado y propone a los alumnos y las
alumnas identificar cuántas oraciones tiene el fragmento, cuántas palabras
tiene la oración, dónde aparecen las mayúsculas y los puntos que son las
marcas gráficas que caracterizan visualmente a la oración escrita.
Recordemos que los alumnos y las alumnas han escuchado, renarrado y
explorado varias veces el texto, por lo cual seguramente han memorizado no
sólo su estructura sino sus palabras. El docente seleccionará precisamente las
partes que más familiares resulten a los niños y las niñas y que sean
significativas en la estructura del texto. Luego puede proponerles preguntas
que los desafíen a leer:
¿Hay palabras repetidas en las oraciones? ¿Cuáles? ¿Hay palabras que
empiezan con mayúscula adentro de la oración? ¿Por qué sucederá esto?
¿Dónde dice “Había una vez”? ¿Cuál es la palabra más corta que aparece en
la oración? Y así con las restantes palabras, identificándolas en el propio
escrito y en el pizarrón.
Finalmente toda la clase lee en voz alta las oraciones, fragmentos o párrafos
sobre los que han estado trabajando.
Sexta tarea: Lectura, escritura y revisión de palabras
Comparación de palabras
Toda palabra escrita muestra el sistema alfabético funcionando con todas sus
características: la palabra se lee y escribe en una dirección, linealmente, con
letras sucesivas, puede ser escrita en distintos tipos de letras, se separa del
resto con un espacio, y tanto para leerla como para escribirla es necesario
conocer el principio alfabético y la ortografía que le es propia. El docente puede
transformar la palabra en un “juguete” manipulable que sus alumnos y alumnas
pueden comparar, coleccionar, armar, desarmar, recortar, pegar... Por eso, en
el proyecto alfabetizador de este Programa, mientras se toma el texto como
marco para el avance en la lectura y el posicionamiento de los niños y las niñas
como verdaderos lectores, se propone la palabra como puerta de entrada al
aprendizaje del sistema alfabético de escritura.
Para ello, el docente puede seleccionar un conjunto de palabras que
pertenecen al texto que se está leyendo o están relacionadas con el mismo y
proponerles a los niños y las niñas que las comparen. La comparación es una
estrategia lectora que concentra la atención sobre la materialidad de la
escritura y conduce paralela y progresivamente el reconocimiento de siluetas
de palabras (largas, cortas, con letras altas, con tilde, etc.), de las letras como
elementos menores de la escritura (la palabra que tiene una “z”, la que tiene
más “a” o más “e”, la que tiene “qu” y así sucesivamente con las distintas
letras) y de las vocales y consonantes.
Asimismo, en el plano morfológico, la comparación de los principios y
finales de las palabras constituye una estrategia para reconocer singular,
plural, femenino, masculino y familias de palabras. En esas últimas hay un
morfema base que mantiene el mismo significado en toda la familia y que
además mantiene, salvo pocas excepciones, la misma ortografía en todos
los miembros de la familia; por ejemplo la “jota” en la familia de “juego,
jugar, juguete, juguetón” y en la de “conejo, conejito, conejera”. Por eso, la
comparación es también una estrategia para aprender la ortografía de las
palabras, que más adelante podrá explicarse a través de reglas.
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En resumen, la comparación de palabras es una tarea importante en la
secuencia de alfabetización que además puede constituir un juego didáctico
cotidiano, a partir del cual los niños y las niñas almacenan en su memoria
colecciones de palabras iguales, similares, diferentes o muy diferentes. Esta
exploración es la base para todo el desarrollo del léxico, que ocupa un rol
importante tanto en el aprendizaje de la ortografía como en el proceso de
comprensión lectora.
Análisis de cantidad, orden, sonido y tipo de letra de una palabra
El docente puede seleccionar algunas palabras clave del texto para ponerlas
bajo la lupa. Como ya se ha dicho, en la palabra los niños y las niñas focalizan
las letras a partir de las cuales establecen las correspondencias con los
fonemas. Para ello, se propone el análisis de la cantidad, el orden o lugar que
ocupa cada letra, el sonido y tipo de letra (cursiva o imprenta, minúscula o
mayúscula) de cada palabra.
El docente puede escribirla en un cartel, que cortará en letras para que los
niños y las niñas la vuelvan a “armar”, colocando sucesivamente una a una las
letras en el orden que corresponde. Esta actividad es colectiva porque es
necesario involucrar a todos en el procedimiento de análisis; mientras uno
“arma” la palabra, el resto le va indicando desde el banco cuál letra va. Esto
debería repetirse en la actividad individual, para lo cual el docente puede
distribuir individualmente un papel con la palabra completa; los niños y las
niñas la cortan en letras y la vuelven a armar pegándola en el cuaderno.
Luego se presenta nuevamente (en cartel o escrita en el pizarrón) la palabra ya
trabajada y el docente la escribe (o agrega otro cartel) en minúscula o en
cursiva para que los niños y las niñas comparen ambas escrituras y vayan
desarrollando la idea de que las palabras pueden estar escritas en distintos
tipos de grafías, pero en el cambio de un sistema a otro (imprenta a cursiva,
por ejemplo) siempre se mantiene la misma cantidad, orden y sonido de cada
letra. Para ello se promueven el análisis de la palabra, su lectura en voz alta y
su posterior escritura.
Escritura con y sin ayuda, reflexión y revisión
Una tarea sustancial en la secuencia didáctica es la escritura sin ayuda -en
principio, de palabras, pero luego de oraciones y textos- ya que los niños y las
niñas tienen que encontrar en la propuesta alfabetizadora un momento para
escribir según lo pueden hacer dado el estado de sus conocimientos, y además
porque esta escritura es muy indicativa de sus progresos. Sin embargo, en el
aprendizaje de la lengua escrita hay procesos muy complejos como la reflexión
y la revisión del propio escrito que necesitarán la guía del maestro durante todo
el ciclo.
Esto no implica proponer que el maestro llegue al tercer año guiando paso a
paso la revisión. Si se trabaja desde el primer año con una fuerte valoración de
las convenciones escritas, en tercer año los niños y las niñas deberían estar en
condiciones de hacerlo solos. Se trata de un proceso que se va complejizando
y va delegando en los alumnos y las alumnas la revisión de sus propias
escrituras, puesto que para concentrarse en aspectos superiores o en unidades
más complejas tienen que haber automatizado los procesos más simples para
que no los distraigan: los niños y las niñas no pueden revisar un texto completo
sin poder revisar solos, por ejemplo, la copia del pizarrón, la escritura de una
palabra o de una oración.
Por eso la secuencia didáctica sugiere tareas en las que el docente propone
escribir alguna palabra u oración relacionada con un texto leído pero nueva
para los alumnos. Lo propone siempre como un problema: “Quiero escribir...
¿Me ayudan?”. Mientras se desarrolla la tarea los niños y las niñas escriben
solos y el docente suspende la ayuda pero luego propone un trabajo colectivo
en el pizarrón.
Les pide que le vayan diciendo cómo se escribe cada palabra, qué letra pone
primero, cuál le sigue, etc. llamando a atención sobre las características de
cada una (forma, altura, etc.), que le indiquen cuándo tiene que dejar un
espacio para separar. Una vez que se cuenta con el escrito correcto, es
oportuno proponer la revisión guiada de lo que los niños y las niñas escribieron
en el pizarrón. Luego, los alumnos y las alumnas revisan sus propios escritos
en el cuaderno con la guía del docente desde el pizarrón: primero revisan la
cantidad de palabras que escribieron, los espacios entre ellas, luego una a una
las letras que forman cada palabra, descubren cuál omitieron, cuál pusieron de
más, dónde se olvidaron de colocar tilde, cuáles se les “pegaron”, etc.
Finalmente copian la escritura correcta del pizarrón. El docente revisa esta
copia para observar los avances o la persistencia de dificultades que tendrán
que ejercitarse.
Estas actividades se realizan con las oraciones del primer párrafo. Luego se
continúa con los restantes. A medida que van avanzando, la lectura se hace
más fluida porque hay palabras que se repiten y los alumnos y las alumnas las
leen en forma de vistazo.
Leer de un vistazo entre distractores
No sólo el análisis es indispensable para avanzar en el proceso lector. También
es necesario leer de un vistazo, arriesgar un significado (eso también es leer) a
partir del reconocimiento global de la silueta de una palabra, de una letra o
comienzo rápidamente identificado, de un rasgo gráfico que ha quedado
guardado en la memoria, o por similitud con una palabra conocida.
Nota sobre la tipografía de los textos
Los primeros textos que escriben los alumnos y las alumnas se relacionan con
las funciones regulativas de la lengua escrita. El nombre propio, los nombres
de maestro, compañeros y compañeras, el nombre y número de la escuela, son
saberes imprescindibles para afirmar la identidad de cada niño y niña y su
integración a un nuevo ámbito. Estos primeros listados pueden realizarse en
letra de imprenta, dado que en general son carteleras, tarjetas identificatorias y
registros.
Además, como se trata de las primeras manipulaciones de letras en el armado
(escritura) de palabras, conviene operar con letras de imprenta, que son
fácilmente percibidas como independientes unas de otras.
A medida que se avanza en la lectura, es recomendable que los alumnos y las
alumnas tengan a su vista el texto que están trabajando en tipografía de
imprenta y en tipografía cursiva, con buena diferenciación entre mayúsculas y
minúsculas y con la puntuación completa. Se los debería estimular para que
escriban alternadamente de las dos formas, sin mezclarlas.
8. La evaluación en la alfabetización inicial
La alfabetización promueve y a la vez exige un cambio cognitivo en el sujeto
que aprende a leer y escribir. Tal cambio cognitivo no es un proceso sencillo ni
obedece a etapas estipuladas con carácter universal para todos los
alfabetizandos.
Por el contrario, es un proceso de aprendizaje altamente complejo y variable
según los alumnos y las alumnas, sus condiciones de partida, el proyecto
educativo que se les ofrece, su contexto social y personal. Por eso mismo
requiere enseñanza explícita y cuidadosos ajustes en las secuencias
didácticas.
Es muy importante observar periódicamente cuáles y cómo son los
conocimientos y procesos de construcción de los niños y las niñas en los
distintas momentos de su aprendizaje.
Desde esta perspectiva, la evaluación es un dispositivo que permite:
El relevamiento sistemático y organizado de información y su interpretación, de
manera que permita modificar y reconducir el proceso educativo y corregir sus
errores y sus desviaciones.
El análisis de resultados de un proceso complejo para ponderar la congruencia
y el grado de eficiencia con el que se ha concretado cada uno de sus pasos.
Para efectuar este análisis, es necesario reflexionar sobre diversos
planos de la evaluación, a fin de que sus resultados sirvan para mejorar el
proceso en su conjunto.
8.1. ¿Qué evaluamos?
En el primer año se evalúan los conocimientos iniciales de los alumnos y las
alumnas. Se evalúa un “estado de la cuestión”. Para ello deberíamos
seleccionar ítemes clave con ejercicios que permiten relevar el posicionamiento
de los alumnos y las alumnas respecto del uso de la lengua escrita.
Posicionamiento: es un término técnico no vinculado puntualmente
con la evaluación tradicional numérica, que hemos acuñado para referirnos al
lugar de construcción desde donde cada niño o niña interroga al sistema de
escritura en función de las situaciones didácticas que haya podido
experimentar, vivenciar.
En este sentido, la evaluación aporta datos sobre distintos posicionamientos:
Posicionamiento de los alumnos y las alumnas en relación con el uso de la
lengua escrita en las rutinas escolares (escritura del nombre, copia de la fecha,
lectura de consignas sencillas): se considera que los alumnos y las alumnas
tienen que adquirir velocidad de respuesta en un conjunto de rutinas escolares.
Por ejemplo, la presentación de hojas de trabajo con nombre y fecha. La
escritura del nombre propio es un contenido prioritario por razones identitarias,
de seguridad y pedagógicas, que se enseña desde el Nivel Inicial. La fecha es
una rutina escolar que permite incorporar nociones de tiempo.
Posicionamiento de los alumnos y las alumnas respecto de algunos
textos sencillos e interpretación de su significado y sentido; por ejemplo,
a través de la evaluación se pueden apreciar las posibilidades de los
alumnos y las alumnas respecto de la lectura de consignas sencillas, sus
posibilidades de lectura de textos breves de tipo narrativo; sus posibilidades
de reconocer qué se pide en un ejercicio de llenado o completamiento.
Posicionamiento de los alumnos y las alumnas respecto de la primera
articulación lingüística; es decir, estado de sus conocimientos en torno
del hecho de que el discurso que perciben como una emisión continua
cuando hablan, en realidad se segmenta en palabras discontinuas, que son
unidades con significado. Para ello se puede relevar la copia de frases, el
armado de frases; la copia de palabras, la separación de palabras en la
frase. La conciencia de que un texto/discurso está formado por frases y
estas a su vez por unidades menores, que son las palabras, no es una
competencia
universal de los sujetos. Es el producto de un aprendizaje y de una
reflexión consciente guiados por el docente, que los lleva a comprender
esta primera segmentación del discurso que se denomina primera articulación
lingüística. La noción de palabra se concreta por la frecuentación del
escrito, ya que es la lengua gráfica la que sistematiza y permite observar
claramente la segmentación y el espacio entre palabras. Como dijimos, la
lengua oral es un continuo y hace falta una reflexión metacognitiva guiada
por el docente para aprender a segmentarla (lo mismo le pasa a más de un
adulto con enunciados como en seguida o tal vez).
Posicionamiento de los alumnos y las alumnas respecto de las particularidades
gráficas de la lengua escrita; es decir, posibilidad de que
pongan en juego diversas estrategias frente a la necesidad de reconocer
una palabra entre distractores. Este problema puede resolverse en algunos
casos mediante una lectura global, de vistazo, que permite diferenciar la
silueta de “conejo”, que no tiene consonantes altas, y la de “abadejo”, que
tiene dos consonantes altas.
Posicionamiento de los alumnos y las alumnas respecto de la segunda
articulación lingüística: la estrategia anterior de lectura global o de vistazo
no es suficiente para diferenciar una palabra de otra en todos los casos
(por ejemplo, es ineficiente para diferenciar “conejo” de “consejo”). La
comprensión de la forma en que la lengua escrita se correlaciona con la
lengua oral requiere que los alumnos y las alumnas tomen conciencia de que el
discurso se segmenta dos veces. Ya vimos que hay una primera segmentación
en palabras. A la vez, la palabra hablada se segmenta en unidades que no
tienen significado (fonemas), pero que pueden diferenciar significado por
contraste (la P y la M no tienen significado, pero su alternancia en la
palabra permite diferenciar COPA de COMA). Paralelamente
a esta comprobación en la lengua oral, el aprendizaje escolar de la lengua
escrita debería permitir que los alumnos y las alumnas experimenten y
comprendan la segmentación de la palabra escrita en unidades que no tienen
significado (letras), pero que diferencian significado por contraste (COPA,
COMA, COSA, COTA).
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En esta dimensión de la evaluación se observan las posibilidades de los
niños y las niñas para el análisis interno de la palabra, para la discriminación
de vocales y consonantes, para los completamientos de palabras.
Cuando realizan estas actividades están trabajando en el nivel de la segunda
articulación lingüística, que opera con las unidades más abstractas del
sistema en la medida en que su valor es puramente contrastivo. La E es
distinta de la A, no porque signifique distintas cosas sino porque permite
diferenciar, por ejemplo, MASA y MESA.