Liduvina

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P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

SANTA LIDUVINA Y SU ÁNGEL CUSTODIO

LIMA – PERÚ

1
SANTA LIDUVINA Y SU ÁNGEL CUSTODIO

Nihil Obstat
Padre Ricardo Rebolleda
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto

Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)

LIMA – PERÚ

2
ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN

Ambiente social.
Su familia.
Los tres primeros años.
Comunión y pasión.
Alma víctima.
Muerte de su madre.
Los pobres.
Las almas.
El padre Andrés
Los mercenarios
Vida activa
Muerte de su padre.
La Virgen María.
Carismas a) Conocimiento sobrenatural.
b) Profecía. c) Multiplicación de alimentos.
d) Inedia. e) Llagas de Cristo. f) Ciencia infusa.
g) Luz sobrenatural. h) Bilocación.
i) visiones. j) Perfume sobrenatural.
Su ángel.
Documento de los magistrados.
Su muerte.
Algunas maravillas.
Milagros después de su muerte.

CRONOLOGÍA
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA

3
INTRODUCCIÓN

La vida de santa Liduvina está bien documentada por sus mismos


contemporáneos Herman Korner, Juan Gerlac, Juan Brugman y Tomás de
Kempis. Brugman concretamente escribió su vida en latín, basándose en la vida
escrita por Gerlac, también en personas dignas de fe que habían conocido a la
santa y en los datos proporcionados por el padre Juan Wouters, que fue confesor
de la santa durante ocho años y conoció muchas de sus experiencias personales
contadas por ella misma.

Herman Korner (+1437) escribió algunos apuntes sobre la vida de santa


Liduvina en su libro Chronica Novella. Algunos años más tarde, Juan Gerlac,
que era pariente de la santa y vivió muchos años en su misma casa, escribió su
vida. Esta vida de Gerlac fue la fuente primera de la vida escrita por Juan
Brugman, sacerdote franciscano. Esta vida (vita prior) la escribió antes de 1448 y
otra segunda vida (vita posterior) antes de 1456 con muchos datos añadidos a la
primera.

Tomás de Kempis (1380-1471), también contemporáneo, escribió la vida,


basándose en los escritos de Brugman y añadiendo referencias de personas que la
conocieron con algunos datos interesantes.

Personalmente, me he servido especialmente de la vita prior (vida


primera) y de la vita posterior (vida segunda) de Brugman, escritas en latín. Estas
vidas se encuentran en Acta sanctorum, tomo II del día 14 de abril. También he
tomado nota de algunas referencias de Tomás de Kempis y de otros libros bien
documentados.

Para darnos cuenta de la importancia y seriedad de la vida escrita por


Brugman anotemos lo que él dice en el prólogo de la vida primera: Sepan todos
los que leerán estas páginas que la mayor parte de las cosas que aquí escribo
me han sido referidas personalmente por Juan Wouters, que fue durante ocho
años confesor de la santa. El resto está tomado en parte de los escritos de su
pariente, y de una carta que los magistrados de Schiedam escribieron a Juan
Engels de Dordrcht, religioso premostratense y párroco de Schiedam, cuando
dan testimonio de las enfermedades de Liduvina. Además, hay algunos hechos
que me han sido contados por personas dignas de fe; y todo eso ha sido revisado
por Juan Gerlac.

En conclusión, todos los datos que presentaremos a continuación están


bien documentados. Ojalá que la lectura de la vida de esta gran santa nos
estimule a todos en el camino de la santidad y nos lleve a vivir nuestra fe católica

4
en plenitud con ayuda de Jesús Eucaristía, de María nuestra Madre y de nuestro
ángel custodio.

AMBIENTE SOCIAL

Comencemos por recordar la peste negra que se desató en Europa entre


1346 y 1353 y que mató a dos terceras partes de la población europea. Era la
peste bubónica, transmitida por las pulgas de las ratas. Ésta dejó una huella
profunda en toda Europa de la que se fue recuperando poco a poco. Cuando nació
Liduvina en 1380, ya estaba estabilizada la situación en cuanto a la peste, pero
existían otros problemas como el cisma de Occidente y la relajación de
costumbres que afectaron la credibilidad de la Iglesia.

En ese tiempo los Papas vivían en Avignon. Allí estuvieron durante 70


años hasta que el Papa Gregorio XI regresó a Roma en 1377, tres años antes que
naciera nuestra santa. A la muerte de Gregorio XI los cardenales franceses, que
eran mayoría, querían un Papa francés y los romanos un Papa romano o italiano.
Fue elegido Urbano VI de Bari. Los cardenales franceses consideraron que la
elección no era válida por la presión ejercida por el pueblo romano; y trece
cardenales, en su mayoría franceses, eligieron en Fondi a Clemente VII, que se
estableció en Avignon. Así comenzaba el gran cisma, que dio origen a una gran
división, pues unos obedecían al Papa de Roma y otros al de Avignon. El
prestigio de la Iglesia cayó y la disciplina religiosa se resintió.

En 1409 se celebró un concilio en Pisa y declaró cesantes a los dos Papas


de entonces, Gregorio XII y Benedicto XIII. Eligieron a Alejandro V, pero los
Papas depuestos no reconocieron esta elección y así había tres Papas a la vez.

Por fin todo se pudo solucionar cuando el Papa Gregorio XII abdicó por el
bien de la Iglesia, mientras Benedicto XIII, que era antipapa, se encerró en su
castillo de Peñíscola (Castellón). El Papa Gregorio XII, antes de renunciar, dio
lectura a la bula por la cual convocaba al concilio de Constanza, dándole así
validez a sus decisiones. El 11 de noviembre de 1417 se realizó el cónclave y fue
elegido por unanimidad Martín V, superándose así el gran cisma.

Por estos tiempos también sucedieron las guerras entre franceses, y entre
franceses y el rey de Inglaterra, que se consideraba heredero de la corona de
Francia. Dios escogió a una adolescente campesina de trece años y la preparó
para la misión de liberar a Francia de los ingleses y coronar a su rey. Al final, con
19 años, fue tomada prisionera y vendida a los ingleses, quienes organizaron un
falso tribunal y la quemaron viva en 1431, dos años antes de la muerte de nuestra
santa.

5
Por otra parte, no olvidemos que en los años de vida de la santa, entre
1380 y 1433 había luchas fratricidas en Italia entre güelfos y gibelinos, entre
partidarios del Papa y del emperador de Alemania. Los turcos estaban avanzando
y en 1453 tomaron Constantinopla y amenazaban conquistar Roma e Italia con
peligro para Europa y la cristiandad entera.

En una palabra, eran tiempos de revueltas y guerras en las que Dios


escogió a Liduvina como víctima para reparar tantos pecados de los hombres y
para obtener muchas bendiciones para todos, especialmente para su patria,
Holanda. Su vida fue una cruz y un martirio completo para el bien de la
humanidad.

SU FAMILIA

Para comprender un poco por qué Dios escogió a Liduvina como alma
víctima, que debía entregar su vida por la salvación del mundo, podríamos
remontarnos a Juan, su abuelo paterno. A los cuarenta años había quedado viudo
y durante los 50 años de su viudez vivió con sobriedad y mortificación. Ayunaba
a pan y agua dos días a la semana. Era asiduo a la iglesia, adonde iba todos los
días a misa. Era un hombre lleno de compasión con los pobres, los enfermos y
los necesitados. Lleno de santidad murió a los 90 años. Con seguridad, él obtuvo
muchas bendiciones de Dios para su familia. Entre ellas la de tener una santa.

El abuelo de Liduvina fue un hombre de vida intachable. Su padre, Pedro,


fue un jornalero pobre, que por las noches hacía de vigilante nocturno en el
pueblo, pero era muy piadoso y cristiano, siguiendo los pasos y el ejemplo de su
padre. Petronila, la madre de Liduvina, según asegura Tomás de Kempis, fue una
mujer de gran bondad y virtud, aplicada constantemente a gobernar su casa con
gran honestidad. Tuvo nueve hijos. Liduvina era la quinta en medio de ocho
hermanos varones.

Petronila fue a la iglesia el domingo de Ramos de 1380 para asistir a las


celebraciones de Semana Santa y sintió los dolores del parto. Regresó
inmediatamente a casa y dio a luz casi sin dolor a su hija, mientras que en los
cuatro partos anteriores había tenido muchos sufrimientos. Ese mismo día, 18 de
marzo, llevaron a bautizar a Liduvina con la alegría de toda la familia. Creció
sana y alegre y, como única hija mujer, tuvo que aprender desde muy niña las
labores del hogar para ayudar a su madre.

Tendría unos siete u ocho años y todos los días llevaba el almuerzo a sus
dos hermanos menores, que estaban en la escuela, y también a su padre y a sus

6
dos hermanos mayores, que trabajaban en el campo. Aprovechaba a la vuelta
para entrar en la iglesia y rezar ante la imagen de María hacia la que sentía una
atracción especial, sobre todo desde el día en que le sonrió.

Ella se enamoró de María y de aquella imagen en particular; y le rezaba


avemarías con un amor tan grande que se sentía feliz y alegre de ir a verla todos
los días y hablar con ella y observar su rostro en la imagen que le había sonreído.

Liduvina era hermosa de cuerpo y su alegría juvenil realzaba más aún su


atractivo. Tenía unos 13 años y ya algunos jóvenes del lugar se fijaron en ella y
la pidieron a su padre en matrimonio, pero ella ya había hecho su opción de por
vida. Había hecho voto de castidad y no quería otro esposo que Jesucristo. Las
sonrisas de María y su atracción a Jesús sacramentado la habían preparado para
esta opción vital.

Un día su padre le insistió en que se casara, pues algunos de los jóvenes


pretendientes eran de buena posición social, pero ella replicó que de ninguna
manera se casaría. Y que, si no había otra opción, le pediría a Dios que la hiciera
fea o enferma para que nadie pudiera casarse con ella.

Tenía 15 años, entre 1395 y 1396. El futuro le sonreía. Tuvo una


enfermedad no muy grave y se había recuperado casi totalmente. Sus amigas
fueron a su casa a invitarla a patinar sobre el hielo, como es costumbre en
Holanda durante el invierno. Era el 2 de febrero. Al principio no se animó, pero
tanto le insistieron que al fin, con el permiso de su padre, se fue a patinar con
ellas.

La alegría del principio pronto se rompió. Una de las amigas se dirigió


patinando muy rápido hacia el grupo. No pudo detenerse a tiempo y chocó contra
Liduvina, rompiéndole una de las costillas falsas de la parte derecha.

Todas se pusieron a gritar al verla caída e inmóvil. La llevaron a toda prisa


a su casa. Sus padres y hermanos la cuidaron con cariño. Buscaron los mejores
médicos, buscando su salud, pero nada pudieron hacer. En la parte del golpe le
salió un absceso. Sufría lo indecible y rogaba insistentemente a Dios por su
curación. Una tarde, al mes de la caída, su padre estaba sentado junto a ella,
tratando de consolarla. De pronto, llevada por su dolor, salió de la cama y se echó
en sus brazos, buscando refugio. Por el esfuerzo hecho se reventó el absceso por
la parte interior y comenzó a tener fuertes vómitos, que la hacían sufrir
sobremanera.

No podía aguantar estar en cama y se levantaba, arrastrándose, de mueble


en mueble para ir a beber agua, pues le venía frecuentemente una fiebre que la

7
devoraba interiormente. A estos dolores se le sumaban dolores de dientes, que no
la dejaban descansar, ni de día ni de noche. Eran tantos sus dolores que no podía
estar acostada, ni sentada, ni de pie.

LOS TRES PRIMEROS AÑOS

Los tres primeros años de su enfermedad fueron terribles para ella y para
su familia. No podía entender el plan de Dios, no podía sufrir con paciencia.
Quería curarse a toda costa y rezaba insistentemente, pero Dios parecía no
escucharla. Estos tres años (1395-1398) fueron los más amargos de su vida; hasta
que un día apareció el padre Juan Pot, un sacerdote muy espiritual, quien la
animó a ofrecer sus sufrimientos por la salvación de los pecadores y a meditar
constantemente en la pasión del Señor. Al principio ella no podía concentrarse en
la pasión, eran demasiado fuertes sus dolores. El padre Pot le llevaba la
comunión algunos días y la seguía animando.

Uno de los días le llevó la comunión y le dijo: Liduvina, hasta el presente


yo te hablé de los dolores y del amor de Jesús, pero hoy, en este momento, es Él
mismo quien viene a hablarte. Es Él, que tanto ha sufrido y amado, quien viene a
visitarte. Ábrele tu alma y escucha con amor lo que te vaya a decir. Le dio la
comunión y, en ese momento, ella se echó a llorar de emoción. Lloraba de amor
y de bondad. Jesús había tocado su corazón y, desde ese día, su vida cambió
totalmente. De rechazar el dolor y la enfermedad, llegó a aceptarla por amor a
Jesús y por la salvación de las almas. La gracia de Dios había triunfado en su
alma y se hizo una enamorada de la cruz, es decir, de Jesús crucificado. Y Él le
respondía con besos de amor y con visitas y éxtasis que la dejaban llena de
felicidad hasta el punto de poder decir un día a sus familiares: Si supiera que,
rezando un avemaría, me curaría, no la rezaría jamás 1.

Había aceptado el plan de Dios y había reconocido que Dios no la había


abandonado, sino todo lo contrario, la había escogido entre todas las mujeres y
hombres del mundo como una de sus predilectas, como alma víctima por la
salvación del mundo.

En una oportunidad, en el primer trienio de su enfermedad, dos hombres


lucharon entre sí y uno de ellos persiguió al otro con la espada desenvainada,
dispuesto a matarlo. El perseguido entró huyendo en la casa de Liduvina y llegó
hasta su habitación. El otro también entró en la casa y le preguntó a mamá
Petronila si había entrado allí un hombre. Ella, para evitar problemas, dijo que
no. El hombre entró a la habitación de Liduvina y le preguntó lo mismo. Ella dijo

1
Vita posterior 332.

8
que sí, que allí estaba. Su madre, que estaba presente, le dio una bofetada por
haber sido, según ella, imprudente. El perseguido estaba allí, pero el perseguidor
no lo veía y se retiró. Entonces Liduvina le dijo a su madre que la verdad siempre
triunfa 2. Y la madre, ante este milagro, le tomó cada día más cariño y reconoció
que era una hija predilecta de Dios.

El doctor Zonderdank (significa literalmente: nada de gracias, no me den


las gracias), después de examinarla detenidamente, pudo decir: Esta enfermedad
transciende nuestra facultad médica y en verdad digo que, si quisiéramos recibir
tanto oro como contienen los astros del cielo para curarla, sería en vano. Ni los
principales médicos como Galeno, Hipócrates o Avicena, nada podrían hacer.
Por eso digo que, a mi juicio, el autor de la naturaleza, Dios, hará tantas
maravillas en esta jovencita que quizá no hayan sido nunca oídas de una
criatura mortal. Yo daría el peso de su cabeza en oro para que fuera mi hija 3.

COMUNIÓN Y PASIÓN

La sagrada comunión y la meditación de la pasión eran la fuerza vital con


la que podía afrontar sus sufrimientos y ofrecerlos con amor.

Dice Brugman: Dominici corporis sacra communione et ejusdem


passionis exercitatione, quasi duobus quibusdam brachiis amorosis amplexata
pro parte Dilectum, es decir, abrazaba al Amado con la comunión y la
meditación de la pasión como si fueran dos brazos amorosos. Y continúa
diciendo: Ella podía repetir lo que dice el Cantar de los Cantares: Bolsita de
mirra es mi amado para mí, que reposa entre mis pechos (Cant 1,13). Porque
como la mirra preserva a los cadáveres de la putrefacción, así ella, por el poder
de la comunión y de la meditación de la pasión del Señor, se sentía preservada
de la impaciencia y de los ruidos mundanos, que podían corromperla
espiritualmente. Y no sin razón ella se servía (de la comunión y meditación de la
pasión) como de medicinas eficacísimas para defenderse, procurando vivir en la
morada de su corazón 4.

Estas palabras hermosas nos indican algo que también para nosotros es
muy eficaz en la vida espiritual: Primero, defendernos de las impaciencias y de
los ruidos del mundo exterior. Segundo, tratar de vivir lo más posible en el
interior del corazón, ya que, como decía san Agustín: In interiore homine habitat
veritas (en el hombre interior habita la verdad) 5. Para tener fuerza para superar
2
Vita prior 14.
3
Vita posterior 15.
4
Vita prior 45.
5
De la verdadera religión 39, 72.

9
las distracciones exteriores y las tentaciones debemos usar de estos dos grandes
medios que transformaron la vida de Liduvina, cuando todavía no era capaz de
entregarse totalmente al Señor. Estos dos medios, como ya hemos indicado, son:
La comunión diaria o frecuente y la meditación del Evangelio, especialmente de
la pasión del Señor.

ALMA VÍCTIMA

A partir de la aceptación de su enfermedad, sus males se agudizaron,


porque ella pedía más para demostrar mejor su amor a Jesús.

Tenía grandes dolores de cabeza. Su ojo derecho quedó nublado. Sólo veía
por el izquierdo y no mucho. La luz del día le hacía daño y debía estar siempre a
oscuras y con las cortinas echadas durante el día. No podía moverse y sólo podía
estar echada de espaldas en la cama, y sin poder tener otra posición. Sólo podía
mover el brazo izquierdo, el derecho lo tenía inmóvil. Sólo podía mover la
cabeza y el brazo izquierdo.

Además su rostro quedó desfigurado. La frente estaba hundida y lo mismo


debajo de los labios, el mentón estaba hundido. Su belleza había desaparecido,
parecía una mujer fea y moribunda.

Pronto se le formó un nuevo absceso en la espalda derecha, que entró en


putrefacción, y aparecieron síntomas del mal de piedra. Parecía que todo su
cuerpo se iba a descomponer. Y, cuando debían moverla un poco, debían amarrar
su cuerpo con lienzos para no descomponerse.

Además, en tres lugares diferentes de su cuerpo se abrieron heridas o


llagas y empezaron a salir gusanos que salían a la superficie y amenazaban comer
sus entrañas. Sus intestinos estaban en descomposición y, sin embargo, nunca
hubo mal olor en su cuerpo. Por gracia especial de Dios, siempre salía de ella un
perfume suavísimo y sobrenatural. Su vida era un milagro permanente. Nadie
normalmente hubiera podido vivir con esas enfermedades, ya que todo lo
vomitaba. Para dar de comer a los gusanos, que eran tan gordos como el extremo
de un huso y tan largos como la juntura horizontal de las articulaciones de los
dedos, tenía que ponerse cada día emplastos hechos de harina, miel y grasa de
pollo. Cada día le sacaban hasta cien gusanos, pero se reproducían con mucha
facilidad y muchos estaban dentro de los intestinos.

Era penoso ver todos estos males sin poder aliviarla en sus sufrimientos,
pero ella, a pesar de todo, podía sonreír y animar a los visitantes que se
admiraban de que pudiera vivir sin comer ni beber. Al principio de su

10
enfermedad sólo comía algunos bocados de pan, algunos pedacitos de manzana
con medio vaso de vino, leche o cerveza. Después, poco a poco, el alimento y el
agua o vino le resultaba insoportable y todo lo vomitaba. Sólo podía tomar la
comunión.

MUERTE DE SU MADRE

En 1403, cuando Liduvina tenía 23 años, Petronila, su madre, estaba al


borde de sus fuerzas y muy debilitada por la fiebre. Temiendo la muerte, abrió su
corazón a su hija y le pidió que rezara por ella para que Dios le perdonara sus
faltas, pues cuando era joven había tenido algunas debilidades. Liduvina le
aseguró sus oraciones y le agradeció sus cuidados maternales, pidiéndole perdón
por el exceso de trabajo que había tenido debido a su enfermedad.

Liduvina se ciñó un cilicio de crines de caballo, que le penetraba hasta la


carne viva, para ofrecerlo por las intenciones de su madre. Cuando murió,
Liduvina sintió un gran vacío, porque nadie podía reemplazar los cuidados de su
madre y, sobre todo, porque en su casa todos eran hombres. Su hermano
Guillermo vivía en la casa, pero la cuñada era una mujer difícil de carácter, muy
habladora y le hacía sufrir mucho.

Un día fue a visitarla el duque Juan de Baviera sin darse a conocer y,


como la cuñada no los dejaba hablar en paz, el príncipe dijo: ¿Cómo puede usted
aguantar a esta charlatana en su casa? Ella respondió: Hay que tolerarle con
paciencia sus debilidades e imperfecciones. Pero el duque, molesto, le dio dinero
a la cuñada para que no les molestara ni hablara delante de ellos 6.

Felizmente, Catalina, la esposa de Simón el barbero, la visitaba todos los


días y le hacía servicios personales. Como recompensa, pudo estar presente
algunas veces en sus éxtasis.

6
Vita posterior 70.

11
LOS POBRES

Liduvina se preocupaba de los pobres a pesar de estar inmóvil en cama.


Sabía por experiencia lo que es pasar necesidad y pensaba especialmente en los
ancianos, enfermos y en los que no tenían ni para comer. Los visitantes le daban
alguna ayuda y ella lo guardaba todo para dárselo a los pobres.

Cuando murió su madre, las pocas cosas que le tocaron las vendió para dar
el dinero a los pobres. Brugman afirma que los lunes Liduvina distribuía huevos
y pan blanco. Otro día era pescado cocido y cerveza, de la que tenía dos cántaros
enteros. Al comienzo del otoño, hacía comprar guisantes y un cuarto de ternera
para ellos. Durante el invierno, daba provisiones dos veces por semana a los
pobres y, a veces, acompañaba los alimentos con una moneda. Ella se
preocupaba especialmente de las pobres mujeres enfermas. Les hacía llevar pan,
mantequilla, cerveza y también lana y lienzos.

En sus éxtasis asistía a los banquetes celestiales y después se lo contaba


todo con sencillez a su confesor. Allí tenían platos de oro y plata con comidas
deliciosas, vinos exquisitos en vasos de cristal; y las mesas cubiertas de manteles
de seda. Ella veía sentados a los santos y a los ángeles y, a la cabeza, estaba el
Señor que los presidía. Dios la llamaba a su mesa y Jesús mismo le servía.

Un día fue llevada al cielo. Vio una luz admirable y fue subiendo hacia
aquella luz con otras almas. Vio venir a muchos ángeles y santos. María estaba
en medio de ellos. Y entonces contempló unas mesas suntuosas. Había vasos
preciosos y vinos y comida exquisitos. Un ángel se separó del grupo y le dijo:
“Liduvina, mira estos vinos y estas comidas, son tus limosnas”. Y ella sintió una
extraordinaria felicidad, dándose cuenta de que la comida que había dado a los
pobres se había transformado en comida celestial, que exhalaba un divino
perfume. El vino que ella había enviado a los pobres en vasos de arcilla, era en
el cielo un vino inmortal en aquellos vasos de oro. María dio una señal y
comenzó el banquete. Los ángeles, los profetas, los apóstoles y los mártires, los
sacerdotes y todos los santos, tenían su puesto en el banquete. Y Liduvina estaba
entre ellos, en medio de ellos. Y ella servía a todos los elegidos de Dios y ellos le
servían a ella 7.

7
Coudurier, Vie de la bienheureuse Lidwine, Paris, 1862, pp.119-120.

12
LAS ALMAS

Liduvina rezaba mucho por los pecadores y se preocupaba mucho de su


salvación eterna. También muchos de los difuntos se le aparecían para pedirle
sufragios con el fin de liberarlos del purgatorio.

Un día se le apareció un hombre del purgatorio envuelto en llamas. Él le


dijo: “Liduvina, haz venir a tu habitación a una mujer viuda a quien has tratado
siempre con solicitud maternal. Dile que ella posee una pieza de oro que me
pertenece. En nombre de mis sufrimientos, que ella me restituya ese oro,
haciendo celebrar misas por mí”.

Liduvina lo hizo así y, al oír la petición de parte del difunto, la mujer


palideció y se quedó temblando. Le dijo: “Tú sabes lo que nadie puede saber en
este mundo. Yo soy culpable, yo he engañado a ese hombre y mandaré celebrar
las misas”. Y cumplió su palabra 8.

Había un sacerdote, a quien una mala mujer lo tenía en sus redes


amorosas. Liduvina lo llamó y le pidió que se alejara de esa mujer. Él prometió
enmendarse, pero no lo hizo. Al poco tiempo murió la mala mujer y él fue a
Liduvina para pedirle que le dijera algo de su suerte eterna. Ella le respondió:
“Padre, ¿deseas ver cómo está?”. Él le aseguró que sí lo deseaba. Liduvina le
manifestó que Dios era poderoso para hacerlo. Oró al Señor y obtuvo la gracia.
Poco tiempo después fue llevado el sacerdote y ella por el ángel al más allá y
vieron un antro lleno de demonios y entre ellos la miserable alma de la mujer
entre llamas. El sacerdote quedó lleno de miedo al ver en tanto sufrimiento a la
que amaba en los placeres 9.

Juan Angeli frecuentaba una mujer. Liduvina se lo hizo saber para que se
arrepintiera. Él lo negaba y lo negaba. Un día Liduvina fue llevada al cielo y lo
vio con aquella mujer en la tierra, cometiendo un pecado. Ella volvió a llamarle
la atención, diciéndole detalles. Él quedó asombrado y le preguntaba cómo lo
sabía y, saliendo al huerto, lloró amargamente y prometió cambiar de vida.
Liduvina le manifestó además que pronto sería llamado al tribunal de Dios y que
se preparara. Hizo penitencia, cayó enfermo y se preparó para la muerte. Murió el
día de la Natividad de María del año 1426.

En la noche siguiente Liduvina fue llevada al purgatorio. Le preguntó al


ángel dónde estaría el difunto. El ángel le mostró un pozo y ella pensó que era
el infierno, pero no era el infierno. Junto al pozo había un ángel triste. Era el

8
Coudurier, o.c., pp. 224-225.
9
Vita posterior, pp. 105-107.

13
ángel del difunto. Le preguntó por qué estaba tan triste. Respondió: “Porque su
alma está en el pozo sufriendo grandes penas”.

Liduvina quería verlo y su ángel abrió el pozo y subió su alma a la


superficie toda encendida de fuego. Le dijo a Liduvina: “Oh, carísima madre,
purísimo espejo de la divinidad, ayúdame”. Liduvina se llenó de tristeza al verlo
así. Y, por sus oraciones y méritos, fue llevada el alma del pozo cerrado al
purgatorio común.

Había un sacerdote llamado Pedro de Schiedam, que, después de doce


años de su muerte, estaba aún en el purgatorio. Su ángel le mostró a Liduvina
una catarata cercana con muchísima agua como si se hubieran juntado allí
todas las aguas del mundo y le manifestó que, si quería liberarlo, debía ella
pasar por esas aguas. Ella tenía miedo, pero su ángel la animó. Pasó las aguas
por la catarata y vio el alma del sacerdote por los aires, como si se hubiera
purificado por un nuevo bautismo y lo vio subir volando hacia el gozo de los
santos en el cielo. Al regresar a su estado normal, sus familiares la encontraron
casi exhausta y sudando por tanto esfuerzo que había hecho al pasar la
catarata10.

Otro día se le apareció su hermano difunto Balduino, que todavía estaba


en el purgatorio, pidiéndole que no se olvidará de él. Ella se preocupó de orar y
sacrificarse y así pudo en poco tiempo liberarlo 11.

En una ocasión fue llevada al purgatorio y vio muchas almas sufriendo


entre llamas. El ángel le dijo, señalándole un alma, si quería ayudarla. Ella dijo
que sí. El ángel le manifestó que debía pasar entre las llamas. Ella aceptó y,
pasando por las llamas, vio a los que sufrían y vio al alma por quien había
pasado por el fuego que, liberada ya, se iba con alegría al reino celestial 12.

Otra vez un hombre le pidió a Liduvina que rezara por su padre difunto.
Su ángel la llevó al purgatorio y allí le presentó al hombre por quien quería
orar. El hombre dijo: “Bendito sea Dios que tiene misericordia de mí en esta
hora”. Al poco rato, fue liberado como le fue revelado a su esposa 13.

En otra oportunidad fue llevada al purgatorio y vio un alma sufriendo. Su


ángel le dijo que era el hermano de aquélla que le había pedido rezar por él. Y
fue liberado del lugar donde estaba y fue al purgatorio común menos terrible.
Como la hermana del difunto le insistiera a Liduvina para saber cómo estaba su
10
Vita prior, pp. 109-113.
11
Vita prior, p. 84.
12
Vita posterior, p. 162.
13
Ibídem.

14
hermano, le contestó: “Si te digo lo que sé, no te perturbes”. Y le contó lo que
había visto y para liberarlo completamente le aconsejó hacer ciertas limosnas,
y, entre otras cosas preparar un pollo para los enfermos pobres. Ella lo hizo así.
Por la noche vinieron a molestarle muchos demonios, que parecían tener un
pollo en las manos, mientras otro lo daban a los pobres. La hermana pasó
algunas enfermedades corporales en favor de su hermano, pero no pudo
soportar mucho los dolores y le pidió ayuda a Liduvina. Así pudo ser liberada el
alma de su hermano 14.

La noche de la fiesta de la conversión de san Pablo murió un hombre que


estaba enfermo. Esa noche Liduvina fue llevada por su ángel al purgatorio y vio
un hombre que no conocía, al pie de un monte. Quería subir a la cima, pero no
podía. Él le dijo: “Ten compasión de mí”. Ella lo tomó sobre los hombros y lo
subió a la cima. Él le dijo que se llamaba Balduino. Cuando volvió en sí estaba
tan fatigada por el esfuerzo que casi no podía respirar. En ese momento entró su
confesor. Ella le contó lo que había sucedido con Balduino. Y el confesor, a los
tres días, descubrió que el difunto era el sacristán de Ouderschie, que había
muerto la noche en que ella lo vio al pie del monte 15.

Un eclesiástico dijo en una reunión, mostrando un vaso lleno de granos de


mostaza: Yo me contentaría con sufrir en el purgatorio tantos años como granos
hay en este vaso con tal de tener la seguridad de la salvación.

Oyendo esto, Liduvina le dijo: ¿Cómo habla así? Si supiera qué es el


purgatorio como lugar de purificación y de muchos sufrimientos, no hablaría
así. ¿Por qué no confía más en la misericordia de Dios?

El sacerdote murió no mucho después y algunos que se acordaban de lo


que había dicho, le preguntaron y respondió: Está bien, porque fue un hombre
bueno, pero estaría mejor si durante la vida hubiera tenido más confianza en los
méritos de la pasión del Señor. Habría recibido una sentencia más benigna 16.

Liduvina, diecisiete años antes de su muerte, padecía fiebres tercianas. El


ángel le preguntó si podía aceptar con amor esos dolores por la liberación de sus
amigos que estaban en el purgatorio. Ella dijo que sí. Y el ángel le anunció que
todos los que librara del purgatorio hasta el noveno grado de consanguinidad y
todos aquellos que fueran liberados con sus oraciones, en el cielo estarían bajo su
protección como si ella fuese su princesa y señora 17.

14
Vita posterior, p. 163.
15
Vita posterior, p. 164.
16
Vita posterior, p. 171.
17
Vita prior, p. 29.

15
EL PADRE ANDRÉS

El año 1407 ó 1408 tomó posesión de la parroquia de Schiedam el padre


Andrés de la Orden premostratense, de la abadía de Marienweerd. Era un hombre
egoísta y avaro.

Un día quiso dar un banquete a los magistrados y gente importante de la


ciudad con motivo de los carnavales. Hizo grandes preparativos y, entre otras
cosas, preparó varios pollos escogidos. La víspera del banquete fue a visitar a
Liduvina y ella le pidió que le regalara un poco de la grasa de los pollos para
los emplastos, pero él rehusó. Ella se lo volvió a pedir como una limosna en
nombre de Jesucristo, pero él no aceptó, dando excusas sin fundamento. Ella le
dijo: “Que Dios se los dé a las ratas para que se los coman” 18. Y así sucedió,
como se lo contó a ella el padre Juan Pot que era vicepárroco y confesor de
Liduvina 19.

Otro día ella le pidió algunas manzanas para sus necesidades personales.
De esas manzanas sólo había en el huerto de la parroquia. Él dudó al principio,
pero después, pensando en lo de los pollos, le envió algunas, más por temor que
por generosidad 20.

Su comportamiento con ella fue lamentable. Le quitó algunas comuniones,


porque no creía en los favores extraordinarios que Dios le daba. Creía que era
histérica o algo parecido. Por eso iba raramente a visitarla.

Dice Brugman: El padre Andrés creía que era imposible que ella pudiera
vivir sin comer tanto tiempo. Él le llevaba alguna vez la comunión con reparos.
Un día de 1412 quiso ponerla a prueba. Liduvina fue informada del plan por su
ángel. Llegó le fiesta de la Natividad de María y Liduvina le pidió que le llevara
la comunión. El padre Andrés se apresuró en ir a confesarla y después le llevó
solemnemente la comunión con una hostia no consagrada. Él creía que ella se
quedaría contenta, pero se equivocó. Liduvina no pudo pasar la hostia (al igual
que no podía pasar ningún alimento o bebida normal) y comprendió que no era
una hostia consagrada. Entonces el padre, fingiendo indignación, la regañó con
severidad, reprochándole haber tratado tan mal el cuerpo del Señor.

Ella le respondió: “Padre, ¿cree usted que yo no puedo distinguir el


cuerpo del Señor de un pan ordinario? Yo puedo tomar y pasar fácilmente el
cuerpo de Jesús, pero yo no puedo pasar el pan ordinario. A estas palabras,
18
Donet Deus ut omnes a muribus comedantur.
19
Vita prior, p. 21.
20
Ib. p. 22.

16
confundido de verse descubierto, se regresó a la iglesia. Liduvina quedó muy
triste por no haber podido comulgar 21.

Liduvina sufrió mucho por la falta de fe del padre Andrés, por su dureza,
sus raras visitas, su egoísmo y su avaricia. Su ángel venía frecuentemente y la
consolaba.

Afirma Brugman: El día de la Inmaculada Concepción se le apareció su


ángel inundando su habitación de una gran claridad. La consoló y le dijo que, a
cambio de la tristeza que le había causado el párroco, ella vería a su Salvador
crucificado y muerto por ella. En esos momentos había en la habitación
contigua sacerdotes y otras personas, que habían venido a conversar con ella y
pedirle la curación de un niño enfermo. Cuando ellos vieron la claridad de su
habitación, creyeron que había un incendio y entraron precipitadamente para
apagarlo, pero ella les aseguró que no pasaba nada y los despidió.

El lunes, antevíspera de la fiesta de santo Tomás, hacia las ocho o nueve


de la noche, su habitación fue de nuevo iluminada. Ella abrió los ojos y vio al
pie de su lecho una cruz, semejante a la que se usa para administrar a los
enfermos. En esa cruz estaba crucificado un niño, que ella reconoció como
Jesús. Le habló y, no pudiendo contener su amor, gritó: “Señor, si realmente
eres tú, antes de irte, te suplico que me dejes una señal de tu visita, que me haga
acordarme de ti”. En ese momento el niño descendió delante de ella y tomó la
forma de una hostia, un poco más grande que las que se dan a los fieles y un
poco más pequeña de las que usan los sacerdotes en la misa. Esta hostia estaba
rodeada de tres rayos luminosos. Voló delante de ella y se quedó encima de la
sábana que la cubría. La hostia tenía, como Jesús crucificado, cinco llagas
sangrantes en las manos, pies y costado.

A su vista, Liduvina se emocionó y su corazón comenzó a latir con fuerza.


Creyó que se iba a morir. Llamó a Catalina, la esposa de Simón el barbero,
quien le puso la mano en el pecho para tranquilizarla. Catalina y otros
claramente vieron la hostia con sus cinco llagas sangrantes. En este grupo de
los videntes estaba el papá de Liduvina, Pedro; Guillermo, su hermano;
Petronila, su sobrina; y otros vecinos como Margarita, Ágata y Wivina 22.

Liduvina envió a su hermano Guillermo a avisar al padre Andrés para


que viniera urgentemente, a pesar de no ser buena hora, pues ya estaba
acostado. Cuando llegó, creyó que era todo una ilusión diabólica. Liduvina le
pedía que le diera de comulgar con la hostia que estaba en su lecho. Y después

21
Vita prior, p. 118.
22
Vita prior, p. 119.

17
de mucho insistir, él se la dio. Ella la pasó con normalidad, porque estaba
consagrada.

Al día siguiente, en la primera misa, el padre Andrés pidió a los fieles


presentes que “rezaran un padrenuestro y un avemaría por Liduvina, que en la
noche había sido molestada por ilusiones diabólicas”. Él tomó la hostia
consagrada y solemnemente, seguido de mucha gente, la llevó a la casa de
Liduvina. Al entrar pidió a todos arrodillarse y rezar un padrenuestro y un
avemaría por la salud de la enferma. Después les habló diciendo: “Amigos míos,
sabed que el demonio ha estado aquí esta noche para engañar a la enferma con
una hostia no consagrada donde Dios no estaba presente. Para certificar esto,
estoy dispuesto a dejarme quemar vivo. Yo le voy ahora a dar la comunión y
pido que recen un padrenuestro y un avemaría para que esta comunión sirva a
la enferma para su salvación eterna”. Entonces Liduvina respondió: “Padre, lo
que ha sucedido esta noche no ha sido una ilusión del demonio. Yo, antes del
suceso, le había informado de todo esto, que ya mi ángel me lo había predicho,
esperando que usted pudiera creer. ¿No le he revelado otros secretos que
deberían convencerlo de que la gracia de Dios actúa en mí? Le suplico que no
diga que soy víctima de una tentación o de una obra diabólica”. Pero él, sin
hacerle caso, le dio la comunión y regresó a la iglesia 23.

A partir de ese momento, se levantó una gran ola de protestas contra el


párroco. Varias personas habían visto la claridad en la habitación de Liduvina y
la hostia sobre su lecho. Los familiares y vecinos, que habían sido testigos,
comenzaron a hablar y el pueblo en general comenzó a protestar. La indignación
fue creciendo y los magistrados de la villa le aconsejaron al párroco no
presentarse en público y que se quedara en la iglesia como lugar sagrado, donde
lo respetarían. Pero no pudieron calmar a la gente. Avisaron con urgencia al
obispo, quien llegó con algunos de sus principales eclesiásticos y se presentaron
en casa de Liduvina junto con el padre Andrés, que estaba desconcertado. Antes
de que llegara la comitiva, el padre Andrés le había pedido a Liduvina que
excusara su ignorancia y que no la acusara ante el obispo. Los familiares y
testigos dieron su testimonio de lo acontecido ante el obispo.

Brugman refiere que el obispo alabó a Dios por el amor inefable que le
había manifestado a Liduvina, dándole una señal y consagró para el servicio del
altar la sábana sobre la que se había colocado la hostia 24.

Por consideración a Liduvina, el párroco no fue separado de la parroquia,


pero se le aconsejó tratarla bien y cuidar ese gran tesoro que Dios le había
confiado.
23
Vita prior, p. 124.
24
Vita prior, p. 127.

18
Según dicen los historiadores, el padre Andrés aprovechó las advertencias
y, a partir de entonces, tuvo más caridad y atención con Liduvina, llevándole la
comunión cada quince días.

En una ocasión, hubo una peste que afectó a muchas personas de


Schiedam. Muchos morían. También Liduvina fue contagiada. Uno de los días
mandó a su hermano Guillermo para que viniera a su casa el padre Andrés a
traerle la comunión. Vino y Liduvina observó que se tapaba la boca y la nariz
como para prevenir cualquier contagio. Ella le manifestó: “Padre, ni usted ni
nadie morirá por mi causa”. El padre respondió: “Hija querida, ojalá pudiera
yo ver tu muerte”. Y ella le contestó: “Padre, no verá mi fin, sino que yo veré el
suyo. Por ello le suplico que se prepare” 25.

El padre Andrés estaba sano, pero al poco tiempo enfermó, se acordó de


las palabras de Liduvina y envió a uno de sus amigos a pedirle que rogara por
su salud. Ella le insistió que se preparase con una buena confesión y restituyese
lo que tenía en casa que no era suyo. Él respondió que no tenía nada ajeno.
Liduvina le manifestó qué cosas no eran suyas y a qué personas pertenecían.
Murió sin devolver nada a nadie. A los pocos días Liduvina fue llevada por su
ángel a un lugar de sufrimientos y vio cómo lo llevaban de unos sufrimientos a
otros 26.

Liduvina no dice dónde estaba, pero lo cierto es que tendría que sufrir
mucho por no haber restituido por su avaricia lo que no era suyo.

El sucesor del padre Andrés fue el padre Juan Engels. Necesitó un tiempo
para asimilar y aceptar los hechos extraordinarios de Liduvina, pero cuando los
comprendió y aceptó, fue para ella de gran ayuda.

Doce años después de su muerte Liduvina supo, por revelación divina, que
él necesitaba oraciones y sufragios y oró mucho por él hasta que lo liberó del
purgatorio.

LOS MERCENARIOS

En otoño de 1425 el duque de Borgoña, Felipe el bueno, llegó a Schiedam


para reclamar el condado de Holanda a Juan de Baviera, el otro contendiente. El
25
Vita prior, p. 132.
26
Vita prior, p. 133.

19
10 de octubre los habitantes le prepararon una suntuosa comida y cuatro soldados
mercenarios aprovecharon para visitar a Liduvina, de quien habían oído hablar.
Le pidieron al párroco Juan Engels llevarlos a la casa de Liduvina.

Apenas llegados, empezaron a maltratarla de palabra y obra. Petronila,


la pequeña sobrina, se interpuso y ellos la rechazaron con violencia y le dejaron
heridas que sufrió toda la vida. Liduvina no podía defenderse, el párroco estaba
asustado y no le permitían acercarse. Le quitaron la cubierta y la golpearon,
haciéndole heridas que aparecieron ocho años más tarde el día de su muerte.
Fueron momentos de horror en el que sin respeto la maltrataron y dijeron de
ella cosas indecentes como si fuera una vulgar mentirosa y prostituta.

Al final, se lavaron las manos, pero ella les dijo: “¿Por qué no temen a
Dios e ignoran que su juicio sobre ustedes será inminente?”. Al enterarse del
maltrato recibido de estos mercenarios, los magistrados de la ciudad quisieron
acudir al conde Felipe para que los castigara. Sin embargo, ella les dijo que no
quería venganzas humanas, afirmando que Dios los juzgaría.

De hecho, uno de ellos, el que le había puesto la luz ante los ojos para
hacérselos sangrar y hacerla sufrir, ese mismo día, cerca de Rotterdam, estando
en un navío, cayó al mar y murió con la cerviz rota. El segundo, cerca de Azirk-
zee, se volvió furioso y para que no hiriera a nadie fue arrojado al mar y murió.
Lo enterraron en esa ciudad. El tercero murió en combate por las heridas
recibidas. Y el cuarto, que decía ser médico, tuvo una apoplejía y no podía
hablar. Aconsejado por un criado se arrepintió y dio pruebas de ello con señales
de manos y boca; y también murió. Su criado regresó a Schiedam para pedir
perdón para su patrón y Liduvina se lo concedió 27.

En uno de sus éxtasis Dios le había mostrado a Liduvina una magnífica


corona, enriquecida con piedras preciosas, que aún no estaba acabada. Dios le
hizo comprender que esa corona estaba destinada para ella, pero debía pasar por
nuevos combates y sufrimientos. Ella, animada por esta visión, pidió al divino
esposo que le enviara más pruebas a fin de terminar la bella corona con las joyas
que le faltaban.

Después de que se fueron los mercenarios, a los pocos días, vino su ángel,
resplandeciente como el sol, y le dijo: Queridísima hermana, te doy una gran
alegría. La corona que un día viste imperfecta, ahora está completa y esto por lo
que has padecido por estos soldados impíos 28.

27
Vita prior, pp. 88-92.
28
Vita posterior, p. 223 y Vita prior, pp. 88-93.

20
VIDA ACTIVA

Liduvina estaba inmóvil en su cama y apenas podía mover su cabeza y el


brazo izquierdo. Parecía una persona inútil a los ojos del mundo; sin embargo,
era muy activa espiritualmente. Sus oraciones y sufrimientos, ofrecidos con
amor, obtenían para todos gracias inmensas.

Acudían a ella de todas partes laicos, gente pobre y rica, y también


sacerdotes y religiosos angustiados, en busca de consejo. Ella era una madre para
todos y a todos los encomendaba al Señor. Ciertamente tenía el corazón de madre
y sentía que en el cielo tendría muchos hijos, a quienes había ayudado en la
tierra.

Cierto día un canónigo, bueno y digno sacerdote, de vida ejemplar, vino a


visitarla. Tenía una voz maravillosa, pero era un poco vanidoso por ello. Le dijo
a Liduvina: “Rece por mí para que Dios me quite todo lo que le desagrade y me
impida el progreso espiritual”. Así lo hizo ella y la voz del canónigo
enronqueció y no podía cantar. Después de quince días, el canónigo se preocupó
mucho y, a pesar de ir a los mejores médicos, no podía recuperar la voz. Un
médico le dijo que fuera a ver a Liduvina y él se acordó de lo que le había
pedido. Perdió vanidad, pero ganó perfección espiritual 29.

Declara Brugman que también curaba enfermos: Una persona principal


de Schiedam fue curada instantáneamente de una fístula, que muchos médicos
no habían podido curar. Un mercader inglés fue curado de una llaga dolorosa al
echar sobre ella el agua con la que habían lavado las manos de la santa 30.
Tenía mucha caridad con los pobres y conocía el interior de cada uno. Por
eso su caridad no era ciega. Cierto día desenmascaró a una mujer que con sus
mentiras y lloros había engañado a la buena Catalina y a su confesor para que le
dieran buenas limosnas.

Cuando cayó enfermo el padre Juan Wouters con unas fiebres malignas,
ella oró a Dios por él y el señor lo sanó tal como ella misma le contó a Cecilia,
una de las tres hermanas del sacerdote, que vivía con él. Él fue su confesor
durante los últimos siete años de su vida. Era un sacerdote piadoso y de gran
piedad. Le llevaba la comunión casi todos los días y era su confidente. Por eso
los testimonios que dio a Juan Brugman sobre Liduvina son de primera mano y
fidedignos.

29
Coudurier, o.c., pp. 189-190.
30
Vita posterior, p. 147.

21
Cuando llegaba el tiempo de los carnavales, en que siempre hay excesos,
ella redoblaba sus oraciones y sacrificios para reparar los pecados que suelen
cometerse en esos días.

Oraba especialmente por las noches, ya que, no solo no comía ni bebía


nada, sino que no podía dormir. En los últimos siete años de su vida habría
dormido lo equivalente a dos noches, según dijo ella misma.

Liduvina no es la única santa que ha vivido muchos años sin comer ni


beber ni dormir. Marta Robin, la sierva de Dios, francesa, fundadora de los
foyers de Charité, vivió 50 años sin comer, sin beber y sin dormir en absoluto.
Son las maravillas de Dios, que cumple su palabra, ya que dice en el Evangelio:
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida (para el cuerpo y
para el alma) (Jn 6,55).

MUERTE DE SU PADRE

Su padre era guardián nocturno de la ciudad y, gracias a este empleo, tenía


un sueldo suficiente para él. Una noche fría de invierno se le congeló un pie y
tenía grandes sufrimientos. Perdió el empleo y la indigencia llamó a sus puertas.
Felizmente el conde Guillermo de Holanda vino a Schiedam y le informaron de
la pobreza de Pedro. Quiso verlo y le dijo que, por consideración a su hija, quería
ayudarlo y darle una pensión. Respondió Pedro: “Generoso príncipe, yo siempre
he sido pobre; con doce escudos creo que será suficiente”. “Me parece que es
poco y, si me pides más, te daré el doble de esa suma”.

Con esta pensión del conde, Pedro estaba tranquilo y su principal


ocupación era ir a la iglesia a rezar por su numerosa familia. Recordemos que en
total eran nueve hijos y, a pesar de estar débil y con poca vista, todas las mañanas
iba a misa a la iglesia parroquial, y de su modesta pensión, daba siempre algo a
los más pobres.

Un día Pedro salió por la tarde al oficio de Vísperas de Pentecostés. Un


hombre se le presentó y le invitó a salir a pasear a las afueras de la ciudad. Se
cayó en una fosa y aquel hombre desapareció. En esos momentos difíciles, un
buen hombre, que iba con su carruaje por aquel lugar, lo sacó de la fosa y con
su carro lo llevó a su casa. Antes de que llegara, ya alguien había esparcido la
noticia de que Pedro se había caído y había muerto. Cuando se enteró Liduvina,
sufrió mucho. Felizmente, al poco rato, llegó su padre, pero ella nunca se olvidó
de su padre en la vigilia Pentecostés por este suceso 31.

31
Vita prior, p. 39.

22
Su padre murió la víspera de la Inmaculada Concepción el año 1425. Su
ángel le confirmó que se había salvado 32.

No obstante, los demonios la contristaban diciéndole que su padre estaba


condenado con ellos y ella lloraba, como si fuere cierto. En una ocasión su
ángel la llevó al cielo y los demonios se le presentaron en el camino. Un
demonio tomó la figura de su padre y otros le decían a Liduvina: “Mira,
tenemos a tu padre con nosotros”, pero ella conoció la ilusión diabólica y les
dijo: “Ése no es mi padre”. Y de pronto, ellos desaparecieron; y ella siguió
tranquila a su ángel 33.

La muerte que más le dolió fue la de su sobrina Petronila. Murió el 14 de


enero de 1426. Su muerte, a un mes de la de su padre, le afectó mucho. La casa
parecía vacía. Faltaba su madre, su padre y ahora su sobrina querida. Le quedaba
el sobrino Balduino de 10 años, que la atendió lo mejor que pudo hasta el final.
Su dolor exagerado, según dicen los biógrafos, fue motivo de que Dios se alejara
de ella durante ocho meses, en los que no tuvo éxtasis ni gracias especiales, hasta
que aceptó la voluntad de Dios con paz y tranquilidad.

Ocho meses después de la muerte de Petronila, murió también el párroco


Juan Engels. Él la llamaba: la buena madre Liduvina. Juan Engels le llevaba al
principio la comunión cada dos semanas. A partir de 1421 se la llevaba más
veces, cada dos días, cuando las fiebres le daban un descanso. Él murió el 8 de
septiembre de 1426.

LA VIRGEN MARÍA

El amor de Liduvina a la Virgen María era extraordinario, más de lo que


se puede pensar humanamente. La imagen de la Virgen que había en la parroquia
de Schiedam, era para ella un tesoro.
32
Vita posterior, p. 237.
33
Vita prior, p. 94.

23
Esa imagen había sido traída a Schiedam por el mismo escultor que la
había hecho. Esto había sucedido poco tiempo antes del nacimiento de Liduvina.
El escultor era un extranjero, que había fabricado la imagen en madera y la
llevaba a venderla a Amberes, donde se iba a celebrar la fiesta de la Asunción de
María, que concentraba a mucha gente, por lo que sería fácil encontrar
comprador. El barco en que viajaba hizo escala en Schiedam y, a la hora de
partir, fue imposible hacerlo, por más esfuerzos que hicieron los marineros.
Entonces se pasó la voz y concurrió mucha gente. Todos decían que querían que
se quedara con ellos la Virgen. Le ofrecieron dinero al escultor y él aceptó el
precio. A continuación el barco pudo partir sin ninguna dificultad, lo que fue
tenido como un milagro y una clara manifestación de que la Virgen quería
quedarse para siempre entre ellos.

Para acompañarla a la iglesia, se formó una procesión improvisada y la


imagen fue llevada entre aplausos y ovaciones, agradecidos todos ante semejante
milagro y regalo que Dios les hacía.

En la parroquia se formó una cofradía que organizaba cada año su fiesta y


por las tardes le cantaban las letanías y la Salve Regina.

Cuando el incendio quemó la iglesia y el convento contiguo en 1428, la


imagen quedó indemne y, mientras reparaban la iglesia, la llevaron a la casa de
Liduvina. ¡Cuántas miradas de amor pudo así dirigirle y cuántas muestras de
amor de su parte! Era la imagen que le había sonreído siendo niña. Su felicidad
duró poco, ya que el 18 de noviembre de ese año 1428 ya la iglesia estaba
reparada y regresaron allí a la imagen bendita.

Al poco tiempo el ángel la llevó al cielo y le salió al encuentro la Virgen


María. Le dijo: “¿Cómo has venido sin velo con la cabeza descubierta?”. Ella
respondió: “Así me ha traído mi guía, el ángel”. La Virgen, después de hablar
familiarmente con ella, le prestó un velo. Ella no quería tomarlo, pero el ángel
le dijo: “Tómalo y ponlo sobre tu cabeza, porque sólo por siete horas podrá
estar en la tierra. Entrégalo al confesor para que lo ponga en la cabeza de la
imagen de la Virgen de la iglesia”. El velo era hermoso y exhalaba un perfume
suavísimo y agradable. Antes de que se cumplieran las siete horas, mandó
llamar al confesor para que se lo pusiera a la imagen. Le anunció que para
subir hasta la imagen, encontraría una escalera en tal lugar. Así fue. El confesor
colocó el velo y después oró unos momentos ante la imagen. Entonces vino el
ángel y se llevó el velo al cielo de nuevo 34.

34
Vita prior, pp. 69-71.

24
CARISMAS

A) CONOCIMIENTO SOBRENATURAL

Conocimiento sobrenatural es el conocimiento de muchas cosas que sólo


pueden conocerse por revelación de Dios. Dios le daba a conocer los principales
pecados que se cometían en la ciudad. Y ella se los hacía conocer a los
interesados para que pudieran arrepentirse y salvarse.

Cuando estaba para morir su sobrina Petronila, el Señor se lo dio a


conocer con seis horas de anticipación y así pudo consolarla antes de morir 35.

Una tarde, en una taberna Schiedam, había un grupo de bebedores


hablando de Liduvina. Todos menos uno decían que era una mentirosa, que
aparentaba no comer, pero por la noche debía comer sin que la vieran. Algunos
decían que estaba poseída por el demonio, que era una hipócrita y que hacía
una comedia. El que callaba, llamado Otger, se levantó y dijo a todos:
“Cállense, a Liduvina debemos alabarla o al menos callar. Insultarla es una
ingratitud. Yo creo que es una santa y hace milagros”. Los otros empezaron a
insultarlo, llamándolo borracho y otras cosas. Uno le dio une bofetada y él, que
era el más fuerte, no quiso pegarle, pudiendo hacerlo. Les dijo: “No me quiero
vengar. Recibo esta afrenta como premio por haber defendido a la santa. Al
menos una vez en mi vida he hecho una buena acción”. En ese momento,
Liduvina estaba hablando con su confesor y, de pronto, se interrumpió y le dijo:
“¿Conoce usted a Otger? Vaya a verlo y dígale de mi parte: Liduvina te saluda,
te agradece tus palabras y te dice que Dios te recompensará”. A partir de ese
día Otger se convirtió y dejó la taberna y los malos amigos 36.

B) PROFECÍA

Una mañana Liduvina dijo a sus familiares: “Pronto, vayan a abrir la


puerta que viene un persona con mucha tristeza”. Era una mujer que se postró
junto a su cama. Ella le preguntó: “¿Qué pasa con tu esposo?”. “Quiero
35
Vita prior, p. 95.
36
Coudurier, o.c., pp. 190-193.

25
morirme, no aguanto más. Seguí tu consejo y no dio resultado”. Liduvina le
aconsejó: “Regresa a tu casa con tu esposo (pensaba suicidarse) y te prometo de
parte de Dios que, a partir ahora, habrá paz entre los dos. Lo creyó la esposa y
regresó a su casa”. Su esposo estaba durmiendo y ella se durmió a su lado. Esa
noche el espíritu de Dios vino sobre el esposo y lo transformó. Parecía un
hombre nuevo, cambiado de lobo en cordero y de león en manso ternero. Había
sido como una fiera cruel y Dios lo transformó por la fidelidad de su esposa 37.

Una noche de 1421 ella anunció a sus familiares y amigos la gran


catástrofe que ocurrió cuando la parte sur de Holanda fue inundada por una gran
tempestad que rompió los diques y se anegaron unas 20 villas de esa región.

Las víctimas humanas fueron muchos miles. Esta inundación, en los


anales del país, es conocida como Inundación de Santa Isabel, porque sucedió en
la noche del 18 al l9 de noviembre, víspera de la fiesta de santa Isabel de
Hungría. La santa lloró y oró por su pueblo en duelo. Sus biógrafos declaran que
ella se apareció esa noche a una pobre mujer, espantada por el ruido del huracán
y de las olas. Y le aseguró que las olas no llegarían más lejos y así fue.

Una mañana sucedió que unos marinos mercantes iban a salir en varios
barcos a un lugar lejano. Iban juntos para evitar peligros en el mar. Tenían ya
determinado el día de salida. Uno de ellos fue a consultar a Liduvina y ella le
aconsejó que de ninguna manera saliera con sus compañeros; y fuera solo otro
día. Siguió el consejo de Liduvina. Los otros salieron el día establecido y se
reían de él. Sin embargo, se encontraron con piratas, tuvieron que luchar con
ellos y perecieron casi todos: unos murieron en la batalla y otros fueron hechos
cautivos. En cambio el marino que fue en su barco sin otra compañía que la de
sus propios marineros, fue el único que llegó indemne a la meta 38.

En otra ocasión, Nicolás Wit, prior de la cartuja de Schoonven, le llevó un


joven religioso que estaba tentado de desesperación. Ella lo consoló y le aseguró
que el joven religioso, con paciencia y oración, superaría las tentaciones y
recibiría grandes gracias de Dios, como así sucedió. Estos hechos los nombra
Brugman como que se los contaron personalmente los interesados.

El padre Juan Wouters, su confesor, cayó con fiebres cuartanas en el


mismo día en que ella solía tenerlas. Viendo esto la hermana de padre Juan, le
preguntó hasta cuándo tendría fiebre su hermano. Ella respondió que hasta el
primer domingo de Cuaresma. Y así sucedió. Y, cuando el padre Juan se
enfermó de muerte con una grave enfermedad, ella se compadeció de él y rezó

37
Vita posterior, p. 201.
38
Vita posterior, p. 205.

26
mucho, consiguiendo del Señor un alargamiento de la vida y un retardo de su
muerte 39.

Un sacerdote, rector de Santa Cecilia de Utrecht, vino a visitarla en 1413 y


él le dijo que se sentía que se iba a morir para Pascua. Ella le aseguró que viviría
hasta Pentecostés y se cumplió su predicción.

Un religioso cisterciense fue propuesto para obispo, pero él no quería


aceptar, porque se creía incapaz de superar tantas dificultades. Se fue a visitar a
Liduvina para pedirle consejo y ella le dijo que si quería escapar de ese peligro,
no aceptando, caería en otro peor. El religioso no aceptó su consejo y rechazó el
cargo. Y, según la profecía de Liduvina, sucedió lo que menos pensaba. Tuvo
tantas tribulaciones que hubiera sido mejor soportar con humildad el cargo
propuesto 40.

Un día dos soldados se batieron en duelo. La madre de uno de ellos corrió


a pedir ayuda a Liduvina. Ella le aseguró que no pasaría nada y ciertamente en
ese momento, los dos se reconciliaron y dejaron las armas.

El año 1428 los familiares de Liduvina le habían oído decir que Dios iba a
castigar a Schiedam. El 18 de julio se desató un formidable incendio que se
extendió por toda la ciudad. El fuego sucedió con motivo de una cena de los
pescadores para celebrar la pesca de arenques, que iba a comenzar. El fuego
redujo a cenizas la parte central del pueblo, donde se encontraba la casa de
Liduvina. La iglesia de San Juan y el convento de Santa Úrsula quedaron
inhabitables. El convento tuvo que ser trasladado de lugar a las afueras de la
ciudad. Liduvina se encontraba sola en casa, ya que todos habían salido a
observar el incendio y ver cómo podían ayudar. Ella sentía que el calor se hacía
cada vez más intenso dentro de su habitación. Gracias a Dios el fuego se detuvo
precisamente delante de su casa, que era de madera. Se salvó su casa y el resto
del pueblo. Entre los habitantes que perdieron todo estaba la buena Catalina, que
tanto ayudaba a Liduvina. Ella se encontraba en una peregrinación y, al regresar,
se encontró con su casa hecha cenizas. Eso fue ocasión propicia para que
Liduvina la recibiera en su casa y así pudieran estar juntas todo el tiempo y ella
cuidar a Liduvina como enfermera hasta el fin. Así pudo ser testigo de muchas de
las maravillas que Dios obraba en la santa enferma.

C) MULTIPLICACIÓN DE ALIMENTOS

39
Kempis parte 2, cap. 23.
40
Vita posterior, p. 75.

27
El año 1423 murió Guillermo, el hermano de Liduvina. Tenía varias
deudas, que sus dos hijos pequeños no podían pagar. Liduvina tomó algunas
joyas de la herencia de su madre y mandó venderlas. Le dieron ocho libras
holandesas o poco más. Llamó a su cuñado Nicolás, que vivía en la misma casa,
y lo envió a los acreedores para pagar las deudas con ese dinero. Después de
pagar a todos, le pidió a Nicolás que viera cuánto quedaba en la bolsa.
Quedaban otra vez ocho libras y, desde ese día, llamó a esa bolsa la “bolsa de
Jesús”, y de ella distribuía a los pobres. Nunca faltaba dinero en la bolsa,
porque daba limosna a los pobres.

Después de pagar las deudas dio a los pobres más de 40 libras de la


bolsa, como ella reveló a algunos amigos suyos. Después de esta revelación,
durante los cinco o seis años que todavía vivió, siguió dando a los pobres y,
cuando murió, encontraron en la bolsa ocho libras como al principio 41.

Balduino, el sobrino de Liduvina de doce años, la cuidaba en los últimos


tiempos. Había una vasija con agua de la cual ella solía beber. Cerca de la
fiesta de la natividad de la Virgen María, le pidió a su sobrino que colocara la
vasija cerca de su lecho. Por la mañana le mandó a Balduino que bebiera. Él
encontró que estaba llena, cuando el día anterior estaba a medias. Además la
bebida no era agua sino una mezcla agradable de cinamomo y de otras cosas.
De esta vasija milagrosa, muchos bebían y todos disfrutaban de ese suavísimo
licor 42.

Con frecuencia Dios premiaba su caridad con verdaderos milagros. Un día


vio entrar a una mujer epiléptica que mendigaba el pan de puerta en puerta.
Estaba devorada de una sed ardiente y pidió de beber. Liduvina le hizo señas para
beber de una vasija, que estaba medio llena de vino. La mujer la vació. Cuando
en la tarde, Liduvina quiso tomar un poco de vino, por estar también ardiendo en
fiebre, le pidió a su padre. Él encontró el cántaro lleno hasta el borde. Era un vino
exquisito, que durante mucho tiempo no disminuyó a pesar de beber
regularmente43.

Tomás de Kempis declara que este vino duró desde la fiesta de San
Remigio, 1 de octubre, hasta la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el 8
de diciembre.

Casos semejantes sucedían de distintas formas. Un año Liduvina pudo


asistir a 36 familias con las provisiones que había comprado para tres pobres. Sus
parientes se dieron cuenta de que los recipientes con los guisantes se vaciaban
41
Vita prior, pp. 78-79.
42
Vita prior, p. 135.
43
Brugman coloca este hecho en 1400.

28
muy lentamente. Ese año, después de Pascua, las provisiones solamente se habían
agotado hasta la mitad, a pesar de tantas limosnas y de usarlos para la comida
normal de todos los de la casa.

Otra vez Liduvina pidió prestado un poco de jamón a un amigo. Éste


quedó muy sorprendido cuando regresó a su casa y encontró colgado en su sitio
una pieza mucho más grande y hermosa que la que había prestado a Liduvina.

Un día una señora le mostró una pieza de tela con la que quería hacer un
vestido para ella y otro para su hija. Liduvina la comprometió a hacer una sotana
para un sacerdote pobre que ella le nombró. La señora midió la tela y la tela
pareció multiplicarse, pues alcanzó para la sotana y para los dos vestidos.

D) INEDIA

Los últimos 19 años de su vida (1414 a 1433) vivió sólo con la comunión.
Su cuerpo deformado, casi en descomposición, no causaba problema a los que la
cuidaban, porque emanaba un agradable olor. Le preguntaban de dónde venía la
materia que vomitaba frecuentemente, si no comía ni bebía. Decía: Mirad las
viñas, que parecen secas y muertas en invierno y que renacen cada primavera.

Pocas semanas después de la muerte de Juan Engels (1426) llegó el duque


de Borgoña con sus mercenarios, pero esta vez no sufrió maltratos. El capitán
que mandaba a los soldados recibió la orden de esclarecer el caso de Liduvina
sobre si comía o no. Él la sometió a una vigilancia total, turnándose día y noche
seis soldados para que nadie se le acercara a darle de comer, y ver, si realmente
vivía sin alimentos ni bebidas. Solamente permitían que se acercara Catalina
para hacerle algunos servicios personales indispensables. Todo el tiempo que
estaba sola, ella se dedicaba a la contemplación y, a veces, era llevada en
éxtasis por el ángel. Estos soldados vieron la gloria de Dios en ella, que no
comía ni bebía, y dieron testimonio de ello. Después de nueve días se fueron,
pidiéndole oraciones 44.

Un cierto joven de la diócesis de Colonia, llamado Gerardo, que había


oído hablar de Liduvina, vino a visitarla para pedirle consejo. Él pensaba irse de
ermitaño, pero no sabía si ésa era la voluntad de Dios. Ella le aseguró que esa era
su vocación… Gerardo se dirigió a Egipto y, entrando en el desierto, encontró
una celda elevada en un árbol, de modo que allí podía defenderse de las fieras.
Iban con él dos compañeros que, al poco tiempo, se retiraron. Allí pasó Gerardo
17 años y aconteció que un obispo inglés con dos acompañantes visitó aquellos

44
Vita posterior, p. 226.

29
lugares después de haber visitado Jerusalén, el Monte Sinaí y las reliquias de
santa Catalina virgen. Encontraron a Gerardo en aquellas soledades con el rostro
que parecía un ángel y el cuerpo grueso, como si no hiciera penitencia y comiera
buenos alimentos. Gerardo les dijo que desde hacía 13 años no había visto un ser
humano y que no comía nada, pues sólo se nutría de la gracia divina y de un
maná divino que tomaba como los israelitas en el desierto.

Ellos dudaron que hubiera personas sin comer. Él les dijo que en Holanda,
en Schiedam, estaba Liduvina que no comía después de muchos años y padecía
muchas enfermedades. Y les pidió que, al regresar a Europa, fueran a visitarla y
le preguntaran tres cosas. Primero cuántos años él vivía solitario como ermitaño;
segundo cuántos tenía cuando se fue al desierto; y tercero por qué causa hacía
unos meses que ella no tenía visiones celestiales. Ellos regresaron y fueron a casa
de Liduvina. Ella conocía las respuestas. Gerardo llevaba 17 años en el desierto y
tenía 19 años cuando se fue al desierto. A la tercera pregunta respondió que por
la muerte de sus seres queridos y sentir tanta tristeza, Dios se había alejado algún
tiempo de ella.

Gerardo murió el año 1426, el 12 de octubre, lo que le fue revelado a


Liduvina, que vio su alma llevada el paraíso por los ángeles 45.

E) LLAGAS DE CRISTO

Liduvina, cual otro san Francisco de Asís recibió las llagas de Jesús. Un
día Jesús se le apareció con sus llagas brillantes como cinco soles. Liduvina
miraba amorosamente las llagas del Señor, cuando, de pronto, vio salir de ellas
rayos luminosos que se dirigieron a sus manos, pies y costado; y se le
imprimieron en su cuerpo. A la vista de estas heridas ella temió las miradas de
los hombres y gritó: Oh Jesús, ¿qué habéis hecho? Los hombres verán estas
llagas y no las podré ocultar, me colmarán de visitas y sus alabanzas me
llenarán de orgullo. Os pido que las hagáis invisibles o me las quitéis, me basta
tu gracia. Y así fue, pues sufrió los dolores de las llagas de Jesús, pero de modo
invisible.

F) CIENCIA INFUSA

Había un doctor en teología, dominico, que fue a visitar a Liduvina para


hacerle algunas preguntas, concretamente sobre la S. Trinidad y la Encarnación

45
Vita prior, pp. 99-103.

30
del Señor. Ella no quería responderle, pero ante tanta insistencia le manifestó que
el misterio de la S. Trinidad se parecía al sol. Del mismo sol salían tres rayos
distintos y después se juntaban en uno solo. El sol semejaba a la divinidad
misma, los tres rayos a las tres divinas personas que, unidas, actuaban en la
Encarnación del Verbo en las entrañas de María como los tres rayos del sol que
actuaban después unidos como un solo Dios. El doctor quedó admirado de su
respuesta.

G) LUZ SOBRENATURAL

Su habitación estaba siempre a oscuras, porque no podía soportar la luz


natural y, sin embargo, a veces se iluminaba con una luz sobrenatural que ella
podía mirar sin daño para sus ojos. En ocasiones sus familiares creían que había
un incendio, pero no, todo era producido sobrenaturalmente por el fuego del
amor divino que ardía en su corazón o por la presencia de seres celestiales.

A veces, algunos veían un maravilloso reflejo de luz sobre la cabeza de


Liduvina o alrededor de su lecho.

H) BILOCACIÓN

Es la facultad de poder estar en dos lugares al mismo tiempo por gracia de


Dios. No es algo voluntario, sino cuando Dios quiere. A Liduvina se le
presentaba su ángel, la tomaba de la mano y la llevaba a diferentes lugares del
mundo o también al cielo, al purgatorio o al infierno. Lo realmente extraordinario
era que con frecuencia regresaba a casa con algunas heridas, que se había hecho
en su viaje de bilocación. De esta manera, el ángel le aseguraba que el viaje no
había sido una imaginación, sino una realidad, y que había ido, no sólo con su
alma, sino también con su cuerpo.

En estos viajes de bilocación conoció a muchas personas que nunca había


visto personalmente e, incluso, conocía lugares lejanos, como si hubiera vivido
en ellos.

Había un joven, llamado Enrique, a quien corporalmente nunca había


visto, y que sin saberlo sus padres, había tomado hábito en un monasterio de
cartujos cerca de Diest. Su padre, ignorando lo que había pasado con su hijo,
fue a ver a Liduvina y descubrió que ella lo conocía por nombre y apellido. Y le

31
dio a conocer que había tomado el hábito en el susodicho monasterio. Su padre
quedó admirado de que ella supiera esto 46.

Otro religioso visitó a Liduvina en su habitación y ella lo saludó por su


nombre. Como nunca lo había visto corporalmente, él se quedó asombrado. Al
preguntarle de dónde lo conocía, ella le dijo simplemente que Dios se lo había
manifestado. Estos dos casos los conoció Brugman de boca de los mismos
interesados 47.

Un día ella le hizo tal descripción de su convento al prior de Santa Isabel


de Briel y de la distribución de sus locales, que él quedó asombrado.

Durante mucho tiempo, casi todas las noches, era llevada por su ángel al
cielo, al purgatorio, al infierno o a distintos lugares de la tierra como a Tierra
Santa y a Roma; también a muchos lugares sagrados o conventos para visitar
reliquias de santos. Durante 24 años casi todas las noches tuvo estas bilocaciones.
A cierto prior le manifestó que conocía su monasterio e iglesia como él mismo. Y
una vez le dijo que esa noche había visto a los hermanos durmiendo y que había
visto a sus ángeles junto al lecho de cada uno.

Liduvina conocía, bien el lugar de Belén, donde nació Jesús, Nazaret,


Jerusalén y el Calvario. No había un lugar importante en Tierra Santa que ella
no hubiera visitado. Su confesor se admiraba de esto 48.

Cuando su ángel la llevaba en bilocación, su cuerpo se quedaba en la


cama como muerto y sin vida y, si alguien la tocaba, no sentía nada. Cuando el
ángel venía, la tomaba de la mano y la llevaba primero a saludar a la imagen de
la Virgen María de la iglesia de Schiedam y, después, la llevaba a distintos
lugares del mundo. A veces la llevaba el cielo y veía lugares llenos de rosas,
lirios y toda clase de flores. Ella no se atrevía a entrar, sino cuando la invitaba
su ángel, que siempre la precedía 49.

Un día en su viaje de bilocación se torció un pie y se le inflamó. Estuvo


varios días inflamado hasta que se curó. Su ángel le dijo: “Esto pasó para que
sepas que vas también corporalmente”. Otra vez visitaba los lugares santos de
Roma y, caminando entre arbustos, una espina se le clavó en un dedo 50.

I) VISIONES
46
Vita prior, p. 48.
47
Ibídem.
48
Vita posterior, p. 173.
49
Vita prior, p. 50.
50
Vita prior, pp. 52-53.

32
Con mucha frecuencia el Señor le regalaba con sus visitas o las visitas de
la Virgen María, de algunos santos y, sobre todo de su ángel custodio.

Había un sacerdote venerable llamado Weremboldi, confesor y rector de


las hermanas de la tercera Orden de Santa Cecilia. Él fue llevado al cielo en la
fiesta de la Anunciación y Encarnación; y aconteció que a la misma hora había
sido llevada también Liduvina. Así se conocieron. Este padre quiso conocer
personalmente a Liduvina y fue a visitarla. Sintió compasión de su estado y le
dio dinero para ropa de cama y otras necesidades. Después se fue a la iglesia y
predicó un sermón a los fieles, increpándoles la falta de misericordia con
Liduvina, dejándola sufrir con tantas necesidades que tenía.

Después de fallecido tuvo que esperar nueve días para entrar al cielo como
le fue revelado a Liduvina 51.

En una ocasión fue llevada al cielo y vio una procesión de santos,


ordenados por coros. Veía a los patriarcas, a los profetas, a los apóstoles, a los
mártires, a los confesores, a las vírgenes, a los sacerdotes y clérigos, cada uno
en su coro según su dignidad.

Iban desde la iglesia de Schiedam, precedidos por la cruz y los cirios


hasta la puerta de la casa de Liduvina. Ella los seguía con tres coronas, una
llevaba en la cabeza y otras dos en las manos, significando que iban a recibir a
su sobrina Petronila, que murió después de esta visión 52.

En las fiestas de los santos solía ser llevada al cielo por su ángel. Así vio
a san Agustín, san Jerónimo, san Gregorio, san Ambrosio, san Francisco y otros
santos. En el día de la conversión de san Pablo, tres o cuatro años antes de su
muerte, vio al apóstol san Pablo rodeado de gloria con una capa preciosísima,
llena de gemas y oro, sólida y fuerte 53.

Una noche de Navidad fue llevada al cielo y vio una innumerable multitud
de vírgenes, y entre ellas estaba la santísima Virgen María. Liduvina fue admitida
en el coro de las vírgenes. Junto a las vírgenes había una innumerable multitud de
ángeles 54.

J) PERFUME SOBRENATURAL
51
Vita prior, pp. 35-37.
52
Vita prior, p. 96.
53
Vita prior, p. 86.
54
Vita prior, p. 59.

33
A pesar de que Liduvina estaba totalmente podrida por dentro y no podía
comer nada y tenía los intestinos llenos de gusanos, nunca despedía mal olor por
una gracia especial de Dios. Más bien su habitación y su cuerpo despedían un
perfume sobrenatural que admiraba a los que la cuidaban y a los que conocían el
hecho.

Por ello sus familiares y amigos que la visitaban sentían una atracción
especial de estar con ella y conversar con ella de las cosas espirituales por tantos
conocimientos que ella tenía de Dios y del más allá.

Tomás de Kempis afirma que, cuando venía a visitarla su ángel o el


Señor o a la Virgen María, se sentía en su habitación un perfume sobrenatural y
lo mismo sucedía cuando ella regresaba de sus paseos del cielo 55.

SU ÁNGEL

El ángel custodio de Liduvina era su amigo y confidente permanente. Casi


todos los días lo veía con sus ojos y hablaba con él. Él la llevaba a lugares lejanos
en bilocación y también al cielo y al purgatorio. Él le manifestaba cosas ocultas y
la corregía de sus defectos.

Ella decía: El ángel, aunque superior a nosotros en naturaleza e


inteligencia, no se desdeña en servir a los hombres en muchas cosas. Su
familiaridad con las almas puras es admirable. Caminemos en su presencia y no
olvidemos darle las gracias. No conozco ninguna pena, ninguna amargura y
ninguna angustia del corazón que la sola mirada de mi ángel no pueda disipar.

Tomas de Kempis anota que ella conocía a los ángeles de sus confesores
y de sus familiares y de otros muchos. Y el mismo ángel se le aparecía bajo
diferentes formas. Unas veces como un hombre muy hermoso y siempre con un
gran resplandor como un ángel de luz. A veces el resplandor de su luz era tan
grande que miles de soles juntos no lo igualarían. Otras veces se le aparecía con
menos brillo, pero siempre venía con una cruz en la frente para que no fuera
imitado por Satanás, que se puede transfigurar en ángel de luz. En algunas
oportunidades eran tantos los visitantes que quedaba perturbada por sus
conversaciones o por no ser personas puras y el ángel se alejaba de ella algunos
días 56.

55
Kempis 2 parte, cap. 3.
56
Tomás de Kempis, parte 2, cap. 13.

34
Un año, el miércoles de ceniza, el confesor le preguntó si quería que fuese
a su casa para imponerle la ceniza. Ella contestó que ya el Señor le había
proveído. Un poco antes había ido el ángel y le había impuesto la ceniza. El
confesor le descubrió la cabeza y vio en la frente que tenía la ceniza. El ángel le
había manifestado que todos los que recibían la ceniza debían hacerlo con la luz
de la fe y como prueba de obediencia y mortificación 57.

En esta época sucedió un hecho que refieren todos los historiadores. Uno
de los hermanos de Liduvina había encendido una vela. Cuando iba a salir de
casa la colocó sobre un mueble, detrás de la cabeza de Liduvina, para que no le
incomodara la luz. El caso es que la vela se cayó y prendió fuego al lecho de paja
de Liduvina. Cuando ella se dio cuenta, estaba sola en casa, no podía gritar y no
podía huir. Pero milagrosamente con la mano izquierda, que era la única que
podía mover, pudo apagar las llamas sin quemarse. Cuando llegó su familia,
encontró que la mitad de su cama estaba hecha cenizas; y todo el mundo
reconoció el milagro de Dios, porque ella no tenía ninguna quemadura. ¿Le
habría ayudado su ángel? Con toda seguridad.

Siempre que Liduvina tenía alguna dificultad le pedía ayuda a su ángel y


el ángel acudía con toda sencillez como un amigo. Ella le contaba sus tristezas,
sus deseos, sus esperanzas. Ella siempre le pedía que le diera noticias de su
Amado Jesús. Preguntaba: ¿Qué hace a esta hora? ¿Te habla de mí? ¿Me ama
todavía? ¿Me puedes decir a qué hora vendrá mi esposo Amado? Vete a Jesús,
salúdalo de mi parte y dile que el corazón de su esposa es todo para él. Vete
rápido y salúdalo; y dime algo de su parte.

El ángel iba y regresaba con la repuesta. Él decía algo así: Feliz esposa de
Jesús. Él ha recibido tus saludos, tu amor ha tocado su corazón. Él quiere que te
asegure de su divino amor. Ha dicho: Yo la veré de nuevo, la consolaré y su
corazón reposará en mi corazón. Que tenga ánimo, los días de prueba
terminarán.

También venían a visitarla otros ángeles. Ella los conocía a todos y los
llamaba por sus nombres. Las conversaciones con los ángeles eran habituales y
ellos le enseñaban a purificarse de sus pequeñas faltas y ella disfrutaba con su
compañía, especialmente con la de su ángel custodio.

Brugman declara que su ángel la visitaba frecuentemente y hablaba con


ella, que le llamaba amigo. También conocía a los ángeles de sus confesores y a
los de sus familiares y de otras muchas personas. Su ángel se presentaba de
distintas formas, a veces en forma de varón hermosísimo y con gran resplandor.

57
Vita prior, p. 73.

35
Si en alguna ocasión ella faltaba en algo, su ángel la privaba de su visita, pero
después de unos días volvía y la llevaba en bilocación a distintos lugares. El
ángel iba delante y ella lo seguía 58.

Liduvina conoció con anterioridad el gran incendio que destruiría casi


toda la ciudad a causa de sus pecados. Por ello mandó que llevaran unos
tablones a su casa para prevenir el incendio.

Ella tenía junto a su cama un bastón para que en verano pudiera abrir un
poco las cortinas a fin de que entrara un poco de aire por el demasiado calor. El
año 1428, cuando ocurrió el incendio, los familiares salieron a las calles a ver y
la dejaron sola. El fuego del incendio se notaba en su casa y ella se sofocaba de
tanto calor. Buscó el bastón y no lo encontró. Pidió ayuda a su ángel y él le trajo
una vara del mismo tamaño que su bastón, sin afinar, sino al natural, y ella pudo
así abrir las cortinas para que entrara un poco el aire.

Ese mismo día encargó al padre Juan Pot que llevara la vara al
carpintero para que la afinara un poco. Al afinarla, salió un perfume tan
suavísimo que quedaron admirados el confesor y el carpintero, que no sabía qué
clase de madera era esa. Cuando el confesor se la llevó de nuevo a Liduvina, le
preguntó de dónde había conseguido esa vara, pero ella le dijo que no sabía y le
habló cómo la había obtenido.

El ángel vino un día y la llevó al cielo, y allí le enseñó un árbol de donde


había tomado la vara. Al regresar de ese viaje celestial, le contó todo al
confesor y le dijo que al ángel le había dolido que hubiesen cortado algunas
partes de la vara para afinarla. Y, al difundirse la noticia, muchos quisieron ver
esa vara, pero al tocarla un cierto hombre perdió el perfume y Liduvina se
arrepintió de que tantos la hubieran tocado, siendo tan pura y celestial. Sin
embargo, solía decir que por esa vara el diablo sería castigado, tal como lo
había oído decir a su ángel. Y sucedió que en algunos exorcismos, después de la
muerte de Liduvina, fue usada y los demonios salían huyendo de los posesos 59.

En una oportunidad el confesor se quedó en su habitación sin que ella se


diera cuenta. Después del mediodía llegó su ángel y daba vueltas alrededor de
su cama, pero no se acercaba. Ella, extrañada, le preguntó por qué no se
acercaba como otras veces; y el ángel le dijo que era porque había una
presencia que quería espiarla. El ángel se fue y ella se puso muy triste por no
haber podido disfrutar de las alegrías del cielo y comenzó a llorar. El confesor,
oyéndola llorar, salió y le pidió perdón60.
58
Vita prior, p. 49.
59
Vita prior, pp. 60-64.
60
Vita prior, pp. 66-67.

36
DOCUMENTO DE LOS MAGISTRADOS

Observemos detenidamente el documento suscrito por los magistrados de


la ciudad sobre el estado de Liduvina. Lo presentamos de forma abreviada.

Nosotros los magistrados y consejeros de Schiedam al duque de Holanda


y a todos los que lean este documento, salud y conocimiento de la verdad:
Persuadidos de que es siempre un derecho y con frecuencia un deber manifestar
y publicar, afirmar y certificar la verdad y toda la verdad para honor y gloria de
Dios. Nosotros manifestamos, publicamos, afirmamos y certificamos las cosas
maravillosas e inauditas que se han cumplido y se cumplen todavía en nuestra
ciudad en la persona de la virgen Liduvina, hija de Pedro. Afirmamos y
certificamos por este escrito:

1.- Después de 23 años, Liduvina está acostada en su lecho con horribles


dolores.
2.- Durante los tres primeros años de su enfermedad no tomó para su
alimentación y, de vez en cuando, más que un poco de manzana cocida, o un
bocado de pan empapado en leche.
3.- Durante trece años que han seguido, ella ha debido limitarse por
semana a media pinta de vino, mezclado con agua, con un poco de azúcar o
canela.
4.- Desde hace siete años, ella no ha tomado absolutamente ningún
alimento ni bebida.
5.- En el curso de 23 años, y solamente al principio, ella ha dormido
apenas el tiempo de dos noches.
6.- De su cuerpo se sale una parte de sus intestinos.
7.- Ella está cubierta de terribles llagas, donde viven los gusano; sin
exhalar, sin embargo, ningún mal olor
8.- En el tiempo en que ella podía moverse, hacía falta atar todos los
miembros de su cuerpo para impedir que se deshicieran.
9.- Desde hace siete años ella vive acostada sobre su espalda, inmóvil
como un cadáver.
10.- De ella sale frecuentemente abundante cantidad de sangre por la
nariz, la boca, las orejas y los ojos, lo que es inexplicable porque no come nada.
11.- De tres en tres días ella tiene una fiebre maligna que comienza con
un calor intolerable y termina con un frío glacial. Y cuando cesa la fiebre, la
deja durante diez o doce horas casi sin vida.
l2.- Su vientre está tan podrido que es necesario usar un cojín para
contener las entrañas.

37
En testimonio de lo cual nosotros, magistrados de Schiedam, bien
informados y testigos oculares, hemos escrito las presentes.

En Schiedam a 21 de julio de 1420. Siguen las firmas 61.

SU MUERTE

Antes de su muerte, vio tres o cuatro veces en el año un rosal, al principio


sin rosas, después iba creciendo y salían los botones. El ángel le decía que ella
no moriría hasta que todas las rosas estuvieran abiertas. Y como esto se lo
contara a Catalina y al padre Juan Wouters, ellos en diferentes ocasiones le
preguntaban cómo iban las rosas. Tres meses, antes de su muerte, en enero de
1433 dijo que ya las rosas estaban abiertas y que esperaba que su muerte estaría
cercana 62.

El 22 de febrero, el prior de Schoonhoven, Nicolás Wit, fue a visitarla y le


llevó la comunión en lugar del párroco. Encontró la habitación llena de un
perfume suavísimo. Ella le dio a entender que para Pascua iría al cielo. Cuando el
día de Pascua Juan Wouters vino a visitarla, ella le manifestó que su partida
estaba próxima. Entonces él debió recordar un hecho de cuatro o cinco años
atrás. Ella le había pedido a Dios como un favor poder morir plenamente
consciente, pero sola.

El día de Pascua vino Jesucristo a quien esperaba pues el ángel se lo


había anunciado. Vino con la Virgen María, con los doce apóstoles y muchos
santos y ángeles. Jesús se colocó a la derecha de su lecho y la Virgen a la
izquierda; los demás a su alrededor. Vio sobre una mesita una cruz y un cirio
que iluminaba toda la habitación. Y Jesús le dio la unción de los enfermos. Jesús
le dio a ella el cirio para tenerlo en sus manos y con su madre tenía la cruz.
Después desapareció todo 63.

El martes de Pascua le pidió Liduvina a su confesor el padre Juan


Wouters que ese día la dejaran sola. Sólo estaría presente su sobrino Balduino,
quien avisaría si ocurría cualquier novedad. Ese día se sentía muy mal y vomitó
hasta 20 veces una materia verde que parecía salir de la hiel. En el último
vómito parecía que se iba a asfixiar y Balduino se fue a llamar al confesor y a
los familiares. Cuando llegó el confesor, pensó que estaba aún viva, aunque
inmóvil. Le preguntó si vivía, pero no respondió, le colocó una luz y se dio
cuenta de que ya había fallecido. Así se cumplía, afirma Brugman, lo que el
61
Vita posterior, pp. 13-19.
62
Vita prior, p. 138.
63
Vita posterior, pp. 271-272.

38
confesor sabía desde hacía cuatro o cinco años: ella le había pedido al Señor
morir sola y consciente 64.

Murió el martes de Pascua, 14 de abril de 1433, a los 53 años de edad.


Eran las tres de la tarde, la hora en que murió Jesús.

La misma noche de su muerte, una viuda fue favorecida con la visión


siguiente. Vio entrar en su habitación una multitud de vírgenes de una belleza
celestial, acompañadas de otra multitud de santos. Ellas eran seguidas por un
hombre joven de una belleza incomparable. A su costado iba una virgen más
bella que las otras y vestida como una reina, radiante de luz. Estaba preparado
un festín nupcial y se sentaron los primeros. La viuda reconoció a Liduvina que
le dijo: “Acuérdate que me oíste decir durante mi vida mortal que en el cielo
tendría un esposo infinitamente más bello que todos los hombres de la tierra.
Mira bien y dime si me he equivocado. Yo gozo ahora de su divina presencia y
nunca la perderé 65.

Esta misma noche de su muerte, una amiga íntima de Liduvina quiso


pasarla ante su cuerpo y, encontrándose entre el sueño y la vigilia, vio su alma
elevarse radiante al cielo, llevada por una multitud de ángeles. Después vio una
multitud de otras almas venir a su encuentro y les oyó decir: “Bienvenida,
querida Liduvina, eres bienvenida. Tu llegada nos llena de nuevas alegrías en el
Señor” 66.

Su confesor Juan Wouters, estando en cama, durante la noche vio con los
ojos abiertos el alma de Liduvina como una blanquísima paloma, cuyo cuello
parecía de oro, las plumas de las alas de plata y el cuerpo muy blanco 67.

El viernes de Pascua se celebró la misa de funeral y fue enterrada en el


cementerio de la iglesia de San Juan Bautista de Schiedam.

ALGUNAS MARAVILLAS

Después de su muerte, Dios hizo grandes milagros para glorificación de su


sierva. Se dieron cuenta de que tenía los dos brazos unidos con los dedos
entrelazados, mientras que durante muchos años no había podido mover su brazo
derecho, que siempre lo tenía inmóvil. Los dos brazos estaban cruzados sobre el
64
Vita prior, pp. 140-141.
65
Vita posterior, p. 280.
66
Vita posterior, p. 279.
67
Vita posterior, p. 278.

39
pecho. Su cilicio de crines de caballo, que llevaba desde hacía mucho tiempo y
que no habría podido quitarse ella sola, lo encontraron en la cabecera. Pronto
todo el pueblo se enteró de su muerte y vinieron a visitarla a su casa desde
Rotterdam, Dels, Leidis, Briel y otros lugares. Catalina la había vestido con ropa
de lana, que ella había mandado hacer. Sobre la cabeza llevaba una especie de
corona. Su cuerpo, que había quedado feo durante 40 años por el mentón
hundido, los labios descarnados y por las llagas y tumores, quedó sano como el
de un niño. Solamente se podían ver las tres cicatrices de las heridas de los
soldados mercenarios. Brugman afirma que parecía un cuerpo glorioso 68.

Era un cuerpo hermoso a pesar de haber pasado toda la vida en cama con
toda clase de sufrimientos. Dios, a la hora de su muerte, quiso glorificarla ante el
mundo con su hermosura. Todos querían verla y los niños muy pequeños pedían
que los tomaran en brazos para verla.

Las tres hermanas del párroco Juan Wouters la velaron noche y día. En un
momento dado, una mujer tocó su rostro con sus manos impuras y pareció que le
salían manchas. Este incidente hizo que el prior del convento de Brielle suplicara
a todos que no la tocaran e hizo que colocaran el cadáver en un féretro hasta el
momento de los funerales. Estos tuvieron lugar el viernes 17 de abril. Después de
los funerales su cuerpo fue enterrado en el cementerio contiguo a la iglesia
parroquial. Y se cumplió uno de los deseos de la santa: que su cuerpo no tocara la
tierra. La base del sepulcro la hicieron con piedras y madera.

En los años posteriores a su muerte, se erigió sobre su tumba una capillita,


que daba a la iglesia, y que fue dedicada a la Santísima Trinidad.

El hijo del doctor Zonder Dank compró la casa de Liduvina y construyó en


1434 un hospicio para mujeres pobres. En 1461 esta casa fue cedida a las clarisas
venidas de Harlem como convento.

Cuando en 1572 los calvinistas tomaron control de Holanda demolieron la


capilla y saquearon el convento. Parece que el sepulcro de la santa no fue
profanado, pero escondieron la losa sepulcral con su nombre para que nadie
supiera dónde estaba su cuerpo. Después de doce años (1609-1621), a ruegos del
archiduque Alberto y de su esposa Isabel Clara Eugenia de Bélgica y a precio de
oro, pudieron extraer sus restos (15 de diciembre de 1615) y llevarlos a Bélgica.
Alberto e Isabel los repartieron entre varias iglesias. Una parte entregaron a las
canonesas de Santa Walburga de Mons en 1616, pero la parte principal
permanecía en la capilla del palacio de los archiduques de Bruselas; de donde
más tarde pasaron una parte a las carmelitas de Bruselas en 1626 y otra a la

68
Vita prior, p. 147.

40
catedral de Bruselas o de santa Gudelia en 1650. El arzobispo María Hovius
autorizó el culto de Liduvina en las iglesias de su inmensa diócesis de Malinas el
14 de enero de 1616.

Después de las peripecias de distintas guerras, los católicos pudieron


rehacerse. En 1822 construyeron una nueva iglesia dedicada a san Juan Bautista
en Schiedam. Treinta años más tarde construyeron otra segunda iglesia
parroquial en honor de nuestra Señora de la Visitación. Y después otra, la del
Santo Rosario, en 1880, administradas ambas por los padres dominicos.

El 14 de marzo de 1890, el Papa León XIII confirmó con un decreto el


culto inmemorial de santa Liduvina para ser así declarada beata oficialmente y el
culto oficialmente reconocido. El día de su fiesta es el 14 de abril, aniversario de
su muerte. Normalmente se la llama santa Liduvina.

Actualmente sólo se encuentran reliquias de la santa en el Carmelo de


Bruselas y una parte, que en 1871 se regaló a Schiedam, está en la iglesia
parroquial de la Visitación de Schiedam.

Se conserva hasta el presente su cilicio, que todavía emite un suave olor.


Yo (Brugman) lo he tocado con mis manos y es poderoso para expulsar
demonios 69.

MILAGROS DESPUÉS DE SU MUERTE

El doctor Zonderdank refirió a Tomás de Kempis tres hechos milagrosos


de los que tuvo conocimiento personal como médico.
1.- Una doncella llevaba ocho años postrada en cama, gravemente
enferma. La visitaban cuatro médicos famosos, deseando curarla por compasión
y amor de Dios. Los médicos no sabían cuál era su enfermedad y no podían
darle una medicina apropiada. Uno de ellos, el doctor Zonderdank le dijo a esta
doncella: Tú llevas postrada algunos años y el Señor hace muchos milagros por
medio de otra doncella llamada Liduvina. Ella, al oírlo, rezó tantos
padrenuestros como miembros hay en el cuerpo humano en honor de Liduvina
(pidiéndole la salud). Después de esto, Liduvina se le apareció dándole un
remedio con el que se curó y ahora está sana, comiendo y caminando
normalmente. De ello da testimonio el doctor Zonderdank, porque quedó
admirado del suceso.

69
Vita posterior, p. 277.

41
2.- Otro milagro sucedió a una religiosa que tenía contracción de los
nervios de la tibia y andaba encorvada, pues no podía alargar esa pierna más de
dos palmos. Ella hubiera deseado visitar al doctor Zonderdank, pero los
Superiores no se lo permitieron. Entristecida por ello, lloró durante varios días,
pensando que quedaría coja para toda la vida. Pero una noche se le apareció
Liduvina y le dijo: “Pide a tus hermanas que recen cinco padrenuestros y
avemarías en honor de la virgen Liduvina y que te lleven el domingo a la iglesia
para que seas sanada de la tibia. Todo esto lo cumplieron y durante la misa fue
curada completamente, dando gracias a Dios de que la hubiera curado por
intercesión de la virgen Liduvina.

3.- El tercer milagro fue para otra religiosa, que tenía en el cuello un
bulto duro canceroso, como una manzana de grande. No podía comer ni beber.
Y si se inclinaba, se sofocaba. Ella fue descalza al sepulcro de Liduvina para
pedirle la curación. Como no la obtuvo, regresó a su convento triste. En la
noche siguiente, fue curada del tumor canceroso que tenía desde hacía ocho
años. A esta enferma la vio personalmente el doctor Zonderdank y tocó su cuello
con sus manos y da testimonio por escrito.

Y añade el mismo doctor: Doy testimonio ante Dios que estos tres hechos
sucedieron en breve tiempo. Al igual que otros muchos que he visto con mis
propios ojos y que sería largo enumerar. Estos tres milagros sucedieron en
1448, siendo Papa Nicolás V 70.

CRONOLOGÍA

380 Nace en Schiedam (Holanda) el 1 de marzo.


1380-1394 Vive en su casa y, a la vez que estudia, ayuda en las labores del
hogar a partir de los seis años.
1395 Caída en el hielo y comienzo de sus enfermedades.

70
Apéndice de Vita prior, pp. 153-157; Tomás de Kempis, 2 parte, cap. 33.

42
1395-1398 Son tres años en los que no acepta su enfermedad y pide
insistentemente su curación. Comulga una vez al año.
1398 El padre Juan Pot le sugiere meditar en la Pasión del Señor y aceptar su
enfermedad como una misión que el Señor le da por la salvación del
mundo.
1400 Liduvina a partir de ahora permanecerá de por vida acostada de espaldas
sin poder moverse.
1402 Probablemente este año murió su madre Petronila. Le ofrece a Dios
generosamente sus méritos por ella.
1405 Comienzan los éxtasis, bilocaciones y otros hechos sobrenaturales.
1406 Fue un año con un invierno muy frío, durante el cual sufrió mucho.
1413 Liduvina comenzó un ayuno completo sin comer ni beber nada hasta su
muerte.
1420 Informe de los magistrados de Schiedam sobre su vida y milagros.
1423 Muere su hermano Guillermo y paga sus deudas.
1425 Es el año en que soporta los maltratos de los cuatro soldados mercenarios.
1426 Muere su sobrina Petronila y es tanto su dolor y su tristeza que el Señor se
disgusta y durante algunos meses no recibe gracias místicas.
1433 Muere el 14 de abril y es enterrada en el cementerio público.
1434 Se construye una capilla sobre su tumba en el cementerio.
El hijo del doctor Zonderdank compra la casa de Liduvina y construye un
hospicio para mujeres pobres. Unos años después fue cedido el local a las
religiosas clarisas. En 1572 los calvinistas holandeses destruyeron el local.
En 1605 había allí un orfanato, reconstruido en 1771.
1615 Sus restos fueron trasladados de Schiedam a Bruselas por el archiduque
Alberto y su esposa Isabel Clara Eugenia.
1890 El Papa León XIII autorizó oficialmente su culto inmemorial.

CONCLUSIÓN

Después de haber leído la vida admirable de santa Liduvina podemos


exclamar llenos de alegría: Bendito sea Dios y todos sus santos. Los santos son
héroes de la humanidad, porque con sus buenas obras y sufrimientos consiguen

43
muchas bendiciones para todos y reparan con su amor tantas ofensas que Dios
recibe de los pecadores en el mundo entero.

Liduvina fue un alma víctima, un alma penitente y mártir como pocos.


Desde los 15 años hasta su muerte a los 53, fue un continuo sufrimiento ofrecido
con amor.

Y Dios manifestó en su vida cosas admirables para demostrarle su


predilección. Son incontables sus visiones, éxtasis y bilocaciones a lo largo del
mundo. ¡Cuánto ayudó a las almas del purgatorio, cuánto bien hizo a personas en
necesidad, que la visitaban para pedirle consejo u oraciones!

Su ángel custodio aparece continuamente a lo largo de su vida. Él la


llevaba de la mano en viajes de bilocación, él la llevaba al cielo, al purgatorio e,
inclusive, hasta el infierno. Su ángel era su amigo y confidente. Hemos visto
cómo la cuidaba y la atendía, y le comunicaba cosas desconocidas como el estado
del alma de muchas personas o los pecados que se cometían en su ciudad para
que pudiera rezar por todos.

Ojalá aprendamos de ella a comunicarnos con nuestro ángel como con un


amigo cercano, que siempre está a nuestro lado y nunca nos abandona, aunque no
lo veamos ni lo sintamos.

Amado lector, que Dios te bendiga por medio de María, y no olvides que
tienes a tu lado un ángel amigo que te acompaña siempre por los difíciles
caminos de la vida.

Que seas santo, es mi mejor deseo para ti.

Tu hermano y amigo del Perú.


P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino recoleto

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www.libroscatolicos.org
BIBLIOGRAFÍA

Acta originalia processus ordinarii super cultu ab immemoriabili tempore


praestito servae Dei Liduinae Schiedammensi sanctae nuncupatae
Harlemensis.

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Auteur de L´Eucaristie méditée, Vie de sainte Lidwine, Avignon, 1863.
Cardenal Pitra, La Hollande catholique, Paris, 1850.
Caoult, La vie admirable de Madame sainte Ludwine, 1600.
Causa harlemensis confirmationis cultus S. Liduinae.
Coudurier, Vie de la bienheureuse Lidwine, Paris, 1862.
D´Esne Michel, La vie de la très sainte et vrayment admirable vierge Lydwine,
tirée du latín de Jean Brugman, de l´ordre de saint François et mise en
abrégé, 1608.
En el Acta sanctorum, tomo II, edición de los bolandistas, Paris, 1866 se
encuentra la traducción latina del texto de Brugman.
Huysmans, Sainte Lidwine de Schiedam, 17 edición, Paris, 1911.
Kempis Tomás de, Opera omnia, vol I, 1660.
Kempis Thomas de, St. Lydwine of Schiedam, Londres, 1912
Meuffels Hubert, Sainte Lydwine de Schiedam, segunda edición, Paris, 1925.
Thiersault Guillaume, Vie de Sainte Lydwine, 1637.

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