Tratado-Del-Espiritu-Santo Monseñor Gaume PDF
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TRATADO
DEL
ESPÍRITU SANTO
TRATADO
DEL
ESPÍRITU santo,
QUE COMPRENDE
la historia general de los dos Espiritas
qne se disputan el imperio del mando y de las dos Ciudades que han formado .
con las pruebas de la divinidad del Espirita Santo ,
la naturaleza y el alcance de sa acción sobre el hombre y sobre el mundo.
OBRA ESCE.TA EN FRANCÉS
POR MONSEÑOR GAUME,
PROTOHOTARIO APOSTÓLICO, DOCTOR ES TE0L03ÍA , ETC.
Y TRADUCIDA
POR 13 JOAQUÍN TORRES ASENSIO,
Prelado doméstico de Su Santidad, Chantre de la catedral de Granada, etc.
Irnnto Deo.
Al Dios
Ai Dio desconocido,
(Act., XVII, 33. )
SEGUNDA EDICIÓN
TOMO PRIMERO
MADRID
AGUSTÍN -JUnEIlA . EDITOR
ALMACENES DE LIBROS
10, calle de Campomanes, 10
1885
Habiéndose cumplido laj condiciones
prescritas en la ley de propiedad intelec
tual , quedan reservados los derechos so
bre esta obra, y no podrá reimprimirso sin
el oportuno consentimiento.
INTRODUCCIÓN.
i.
suerte? Sus obras son palpables y siempre presentes á los ojos del
cuerpo. Las magnificencias de los cielos, la riqueza de la tierra, la '
inmensidad del Océano, el rugido de las ondas, el retumbar del true
no, la armonía maravillosa que reina en todas las partes del universo,
atestiguan incesantemente con elocuencia que todos entienden, la
existencia, la sabiduría y el poder de Dios Padre y conservador de
todo lo que existe.
Se conoce al Hijo , se le respeta , se le ama. No menos numerosos
que los del Padre, ni menos elocuentes, son los predicadores que
hablan de Él. La historia tan encantadora de su nacimiento, de su
vida y de su muerte ; la cruz, los templos, las estatuas, los cuadros,
el sacrificio del altar, las festividades, hacen populares los diferentes
misterios de sus humillaciones, de su amor y de su gloria. La Euca
ristía, en fin, que le tiene personalmente presente en los tabernácu
los, hace gravitar hacia Él toda la vida del católico , desde la cuna
hasta la tumba.
¿Sucede lo mismo con el Espíritu Santo? Sus obras propias no
son sensibles como las del Padre y las del Hijo. La santificación que
opera en nuestras almas , la vida que difunde por todas partes , no
están al alcance del ojo , ni del tacto. No se ha encarnado como el
Hijo ; ni, como éste, ha habitado, bajo la forma de hombre, entre los
hijos de Adán. Tres veces solamente se ha mostrado bajo un emblema
sensible, aunque pasajero : paloma en et Jordán, nube luminosa en
el Thabor, lenguas de fuego en el Cenáculo. Para representarlo , las
artes no tienen, como respecto de Nuestro Señor Jesucristo, la facultad
de variar sus imágenes. Dos simbolos : he ahí todos los medios plás
ticos de que dispone la piedad para hacer ostensible su existencia y
sus beneficios (1). *
(1) Sabido es que la Iglesia tiene prohibido representar al Espíritu San
to de otra manera ojue bajo la forma de una paloma, ó la de lenguas de
fuego. iSpiritus Sancti imagines sub humana juvenis forma damnantur et
probibentur.... Spiritus Sancti tamen imagines in forma columbae appro-
bantur et permittuntur. Item in figura linguarum ignis, uti repraesentatur
mysterium Pentecostes.» (Bmtd'ifl. XIV, BiM. SoUcilodinit, § 10, 16 , SI.)
INTRODUCCIÓN. 3
II.
(1) Et nomo potest dicere: Dominua Jesus, niai in Spirita Sancto. (/ Cor.,
tai, 3.)
6 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
111.
(1) Etnemo poteet dicere : Dominus Jesus, nisi in Spiritu Sancto. (/ Cor.,
mi, 3.)
INTRODUCCIÓN. 7
faga una necesidad , de que muchos no saben darse razón exacta , pero
qne no por eso es menos real. Queremos hablar de la tendencia in
vencible que todo hombre que viene á este mundo experimenta, y
es laque le induce á desarrollarse en Dios : Anima naturaliter chri-
stiana.
El alma, imagen activa de Aquel que es amor, aspira á hacérsele
semejante. Y como, según la fe nos enseña, el Espíritu Santo es el
amor mismo, el amor consubstancial del Padre y del Hijo, resulta de
ahí, que sin el conocimiento sólido del Espíritu Santo, y, por consi
guiente, de la gracia y de sus operaciones , el principio de vida di
vina depositado en nosotros por el Bautismo, se encuentra paralizado
ó contrariado en su desarrollo, y el cristiano sufre, vegeta, langui
dece y difícilmente llega á la verdad de la vida sobrenatural. Para
subir á lo alto de la escala de Jacob, hay que comenzar por conocer
los peldaños.
Estas observaciones se refieren á los buenos cristianos, de los cua
les una gran parte, á pesar de su instrucción, casi podrían decir lo
que en otra ocasión los neófitos de Éfeso : « Si hay un Espíritu Santo,
apenas hemos oído hablar de Él, le conocemos muy poco, y le invo
camos menos todavía (1).»
¿Qué diremos de esas muchedumbres sin número que pululan en
las ciudades ó pueblan las campiñas? Sin otra instrucción religiosa
que las instrucciones catequísticas, forzosamente muy imperfectas y
siempre demasiado pronto olvidadas, ¿qué pensáis será para ellas el
Espíritu Santo? No temeremos decirlo : es el Dios desconocido, cuyo
solitario altar encontró San Pablo cuando entró en Atenas. Si han
conservado algunas nociones de los principales misterios de la fe, la
experiencia enseña que, respecto del Espíritu Santo, de su influencia
necesaria , del encadenamiento y del objeto final de sus operaciones
sucesivas, viven en una ignorancia casi completa. Esas muchedum
bres, nadie lo negará , forman la inmensa mayoría de las naciones
(!) Sed neque si Spiritus Sanctas est, audivimus. (Act., xix, 2.)
8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
(1) Quot artículos edidit , tot mi rácula fecit.... Ipseplus illuminavit Ec-
clesiam , quam omnes alii doctores.... pace aliorum dixerim, unus divus
Thomas est instar omnium.... In cujus libris plus proficit homo uno anno,
quam in aliorum doctrina tolo tempore vitae suae. (Bula de Juan XXII.)
(2) Tolle Thomam , et Ecclesiam dissipabo.—Por mas que Hay le lo nie
gue , esa expresión es de Buccro.
INTRODUCCIÓN. 19
IX.
DEL
ESPÍRITU SANTO
CAPÍTULO PRIMERO.
< Mucho más allá del cielu , el Dios del cielo reside , >
ha dicho Voltaire ; y el Dios que esta más alto que los cielos, no es
la naturaleza personificada, es lo sobrenatural eu persona. A Kl es a
quien las religiones se dirigen .; por poner al hombre en relación con
El , es por lo que se fundan. Sin la fe instintiva del hombreen lo so
brenatural, sin su tendencia espontanea 6 indecible hacia lo sobrena
tural, la religión no existiría (á).«
El humano linaje no cree solamente en la existencia aislada de un
mundo sobrenatural ; cree, además, en la acción libre y permanente.
(1) La perfección del universo exigfa esta gradación de los seres, según
lo observa Santo Tomás: «Nece sse est ponero aliquas creaturas incorpóreas.
Id enim quod praecipue iti rebus creatis Deus intendit, est bonum quod
consistit in assimilatione ad Deum. Perfecta aulem assimilatio effectui ad
causam attenditur , quando effectus imitatur causam secundum illud per quod
causa producit efíectum ; sicut calidum facit calidum. Deus autem creaturam
producit per intellectum et voluntatem. Unde ad perfectionsm universi re-
quiritur quod sint aliquae creaturae intellectuales. » (1. p. q. 50. art. 1.)
(2) Ordo estdivinitus institutus in rebus, secundum Dionysium , ut per
media ultima reducantur ad Deum. {S. Th., dist. xlv. q. nt, art. 9.)
EL ESPIRITU DEL BIEN Y EL ESPÍMTU DEL MAL.
el ser mixto , siendo naturalmente inferior al espíritu puro, solo por
medio de éste puede unirse á Dios. La teología católica formula, pues,
ud axioma de alta filosofía cuando dice: «Todos los seres corpóreos
*m gobernados y mantenidos en el orden por los seres espirituales,
y las criaturas visibles por las invisibles
La naturaleza de la MATEMA. Que la materia es inerte por
su propia naturaleza, nadie lo puede negar. «Sin embargo, dice Santo
Tomás, por todas partes vemos la materia en movimiento. El movi
miento no puede serle comunicado sino por seres naturalmente acti
vos. Estos seres son , y no pueden menos de ser , las potencias espi
rituales, que, subordinadas unas á otras, llegan á los angeles y a Dios
mismo , principio de todo movimiento. De aquí estas palabras de San
Agustín : Todos los cuerpos son regidos por un espíritu de vida, dotado
de inteligencia ; y estas otras de San Gregorio : En este mundo visible
nada puede ser puesto en orden ni en movimiento sino por una cria
tura invisible. Por lo tanto, el mundo corpóreo , todo entero, está
hecbo para ser regido por el mundo de los espíritus (2).»
Á esta prueba , tomada del movimiento de la materia , se agrega
un hecho , « que merece , dice todavía M. Guizot , toda la atención
de los adversarios de lo sobrenatural. Está reconocido y certificado
por la ciencia , que nuestro globo es anterior al hombre. ¿Por qué
arte y por medio de qué potencia comenzó el género humano sobre la
tierra? Su origen no admite más que dos explicaciones : ó ha sido
efecto del trabajo propio é intimo de las fuerzas naturales de la mate
ria, ó bien ha sido hechura de un poder sobrenatural, exterior y
superior á la materia. La creación espontanea ó la creación libre : para
la aparición del hombre sobre la tierra , se necesita una de estas dos
causas.
(1) Cum , secundum Augustinum (lib. III De Trinil., et S. Th., part. i.,
quaest. ex, art. 8),omnia corpora regantur et disponantur per spiritum et
creaturam invisibilem, et natura angélica >it nobilior corpórea, necees* est
angelos habere praesiden tiam super ea. (Ci^íer, cap. m , § 2, v. 9.)
(2) Omnia corpora reguntur per spiritum vitae rationalem (Di Trinil.,
Ub. m, cap. iv). In hoc mundü visibili nihil niei per creaturam invisibi
lem disponi potest. (Dialog. iv , cap. v. (Et ideo natura corporalis nata est
moveri immediate a natura spirituali secundum locum (part. i , quaest. ex,
art. t, 2, 3).— Hay, pues, tantas almas como vidas: vida y alma vegetati
vas; vida y alma sensitivas ; vida y airea intelectivas. Inútil es decir que
las dos primeras aireas no son de la misma naturaleza que la nuestra , lo
mismo que la vida de que pon principio.
30 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
«Pero admitiendo , lo que por mi parte no admito de modo algu
no , las generaciones espontaneas, este modo de producción no podría,
no habría jamas podido producir más que seres niños, como do pri
mera hora y en el primer estado de la vida naciente. Nadie ha dicho
nunca, yo asi lo creo, y nadie dirá jamas, que por virtud de una
'generación espontánea , el hombre, es decir, el hombre y la mujer, la
pareja humana , hayan podido salir , ó que salieron un día , del seno
de la materia del todo formados y ya crecidos, en plena posesión de
su talla , de su fuerza y de todas sus facultades, como el paganismo
griego hizo salir del cerebro de Júpiter a Minerva.
»Y, sin embargo , únicamente bajo esta condición , al aparecer el
hombre por vez primera sobre la tierra , habría podido vivir en ella
y perpetuarse y fundar el linaje humano. 'Figuraos al primer hom
bre naciendo en el estado de la primera infancia , vivo , pero inerte,
sin inteligencia , impotente, incapaz de bastarse á si mismo ni por un
momento , bamboleándose y gimiendo , sin madre que le escuche y le
alimente. Ese es, pues , el único primer hombre que la generación
espontánea pudiera dar de si.
«Evidentemente el otro origen del género humano es el único
admisible, el sólo posible. Solo e¡ hecho sobrenatural de la creación
explica la aparición del hombre en el mundo.... Y los racionalistas se
ven precisados a detenerse ante la cuna sobrenatural de la humani
dad, impotentes como son para hacer salir de allí al hombre sin la
mano de Dios (1). »
En resumen : preguntado acerca del mundo sobrenatural , el gé
nero humano responde con tres actos de fe :
Creo y he creído siempre en la existencia de un mundo superior.
Creo y he creído siempre en el gobierno del mundo inferior , no'
por leyes inmutables , sino por la acción libre de agentes superiores.
Creo y he creído siempre que en ciertos casos Dios interviene,
por si mismo ó por sus agentes, de una manera excepcional , en el
gobierno del mundo inferior: esto es, que suspende ó modifica las
leyes de que es autor , y que hace milagros.
Creo yo en particular (añade el mundo moderno , la flor del linaje
humano), que soy hijo del milagro. Mi existencia toda entera des
cansa sobre la fe en la resurrección de un muerto , y mi civilización
tiene por base un sepulcro.
Para tildar de error estafe constante, universal, invencible, es
(1) Deus chantas est. (¡ Joan. , iv, —Vidit Deus cuneta quae fecerat.
eterantvaldc bona. (Gen., i, 31.)
DIVISION DEL MUNDO SOBRENATURAL. 33
del mondo superior son malos y que no lo son por naturaleza , infié
rese que lo son porque se han vuelto. Xadie se hace malo sino por
culpa suya. Toda culpa supone el libre albedrío. Los ángeles malos
han sido, pues, libres y han ahusado de su libertad. Mas, ¿cual fué
ti prueba en que volunlariamente caserón ? Si la existencia deesa
prueba se averigua por la razón, solo la revelación puede explicar su
uaturaleza. So pena, pues, de eterno desvario, hay que preguntár
selo al mismo Dios , autor de la prueba \ testigo de sus resultados.
He aqui lo que el Anciano de los dias dijo a su más intimo confi
dente : Hubo un gran combate en el cielo ; Miguel ij sus úngeles comba
ban contra el dragón ; y el dragón combatía y tu» ángeles junto con
f'i(l). Estas pocas palabras encierran en si grandes tesoros de luz. Ahí,
v sedo ahí, se encuentra el origen histórico del mal. Fuera de eso, todo
es incertidumbre , contradicciones , tinieblas, andar a tientas eterna
mente. Como hemos puesto la mano en el gran problema del mundo,
detengámonos en cada una de las palabras del oráculo divino.
¿Qué combate es este praelium ? Siendo los angeles espíritus pu
ros, este combate no fué una lucha material , corno la de los Titanes
de la mitología, ni una batalla semejante a las que se libran sobre la
tierra, donde los combatientes mutuamente se disparan proyectiles
desde lejos, use agarran cuerpo á cuerpo, \ unos á otros se derri
ten por tierra y se pisotean. Un combate de ángeles es puramente
intelectual, como los seres que en él loman parte: no es mas que
oposición entre espíritus puros, de los que unos dicen si a alguna ver
dad , y los otros dicen no.
Fué un gran combate, praelium mugnum. ,Grande, efectivamente,
desde cualquier punto de vista que se le considere. Grande por el
número y el poder de los combatientes ; grande porque fué el princi
pio de todos los otros ; grande por sus resultados inmensos , eternos;
grande por ia verdad que lo motivó. Para dividir el cielo en dos cam
pos irreconciliables, para arrastrar al abismo á la tercera parte délos
¿ngeles y asegurar por siempre jamás la felicidad de los otros, preciso
es que la verdad que se litigaba fuese un dogma fundamental (2).
¿Cual puede ser la naturaleza de esta verdad, propuesta como
prueba á la adoración de las jerarquías celestiales? Para los ángeles,
H) Et factum est praelium magnum in cuelo ; Michael et angelí ejus
praeliabantnr enm Dracone; et Draco pngnabat, et angelí ejus. (Ápoc. ,
ta, 7.)
(2) Et canda ejus trahebat tertiam partera -tellarum coeli, et misa eo»
■»t«rram. (Apoc, m, 4.)
TOMO f. 3
34 TRATADO DKL ESPIRITU SANTO.
igual que para los hombres, hay dos clases de verdades : las del orden
natural \ las del sobrenatural. Las primeras no superan las facultades
naturales del ángel, ni del hombre ; las segundas, si. Expliquemos
este punto de doctrina.
Todos los seres, como hechuras de un Dios infinitamente bueno,
han sido criados para la felicidad. La felicidad de un ser consiste en
conseguir el fin para que ha sido criado. Habiendo sido criados lodos
los seres por Dios y para Dios, su felicidad consiste en su unión con
Dios. Si se trata de seres inteligentes, hechos para conocer y amar,
esta anión se verifica por medio del conocimiento y del amor. Este
conocimiento y este amor, desarrollados tanto como lo permiten las
fuerzas de la naturaleza , constituyen la felicidad natural de la criatura.
Mas Dios no se ha contentado con esto. Á fin de procurar á los
seres dotados de inteligencia una felicidad infinitamente mayor, su
bondad, esencialmente comunicativa, ha querido que los ángeles y
los hombres se uniesen al Bien supremo por un conocimiento mucho
más claro y por un amor mucho mas íntimo del que la felicidad natu
ral exige : de aquí la felicidad sobrenatural.
De aquí nacen también dos clases de conocimiento de Dios ó de la
verdad : uno natural, que consiste en ver a Dios en la medida que
la criatura es capaz de verle por sus propias fuerzas ; otro sobrenatu
ral, que consiste en ver á Dios de una manera superior á las fuerzas
de la naturaleza é infinitamente mas clara que la primera. Este se
gundo conocimiento es un favor enteramente gratuito. Los ángeles y
los hombres, como seres libres, para asegurarse su posesión, delieu
cumplir las condiciones bajo que Dios lo ha prometido.
De ahí nacen, en fin, como acaba de decirse, relativamente a loss
angeles y á los hombres, dos clases de verdades, las del orden natu
ral y las del sobrenatural. Los ángeles conocen perfectamente, com
pletamente, en sus principios y en sus últimas consecuencias, en su
conjunto y en sus detalles, todas las verdades del orden natural ; esto
es, las que entran en la esfera nativa de su inteligencia. Dentro de
esta esfera, no hay para ellos error, ni duda, ni por consiguiente
contradicción posible (i). ¿De dónde les viene tan admirable prero-
(I) Angelus semper est actu intelligens , non quandoque actu et quan-
doque potentia, sicut noa. (S. Th., i p., q. l, art. i , et q. lit, art. 4 ; id., q.
«,»rt. i; id., q. lviii, art. i ; id., q. lxxxvii, art. 1.1— Angelí non con-
■iregant divinara cognitionem a rebus divisibilibus aut a sensibilibus. (S.
Oiobji., de Dnin. non., cap. vn , 88.—Id., Vigier, Instituí. , etc., cap. n, § 3;
rt«p m, § 2. )
36 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
éstos dependen de la pura voluntad de Dios. El otro es el conoci
miento sobrenatural que los beatifica, y en cuya virtud ven al Verbo
y en el Verbo todas las cosas. Por esta visión conocen los misterios
de la gracia, no todos, ni en igual grado, sino según á Dios place
revelárselos (1). »
Y el combate tuvo lugar en el cielo , in coelo. ¿Qué cielo es ese? Hay
tres cielos, ó tres esferas de verdades : el cielQ de las verdades natura
les, el de la visión beatifica y el de la fe, medio entre los dos primeros.
Acabamos de ver que desde el primer instante de su creación
conocían los ángeles perfectamente, en su conjunto y en sus últimas
consecuencias, todas las verdades del orden natural. Este conoci
miento constituye su gloria ; en él consiste su inmensa superioridad
sobre el hombre. Asi , ningún interés podia moverles a protestar con
tra ninguna de estas verdades. No tenían siquiera posibilidad de ha
cerlo, porque todo ser repugna invenciblemente su propia destruc
ción. Siendo las verdades del orden natural connaturales a los
angeles , protestar contra ellas habría sido protestar contra su mismo
ser; negarlas, habría sido una especie de suicidio. El combate, pues,
no tuvo lugar en el cielo de las verdades naturales.
Tampoco el cielo de la visión beatifica fué el teatro de aquel com
bate. Este cielo, recompensa de la prueba, es la mansión eterna de la
paz. Allí todas las inteligencias, angélicas y humanas, colocadas
frente á frente de la verdad, que contemplan sin velos, confirmadas
en gracia, unidas en caridad y consumadas en la gloria, viven la mis
ma vida, sin oposiciones , ni divisiones, ni rivalidades posibles.
¿Cuál fué, pues, el cielo del combate? Evidentemente el lugar o
el estado en que los ángeles, lo mismo que el hombre, debían sufrir
una prueba para merecer la gloria. ¿En qué consistía la prueba ?
Evidentemente también en admitir algún desconocido misterio del
orden sobrenatural. Su admisión, para que fuera meritoria, debiade
ser costosa (i difícil. Su objeto, pues, fué algún misterio que á los
ojos de los angeles parecía chocar con su razón , derogar su exce
lencia y menoscabar su gloria.
Admitir humildemente este misterio bajo la fe de la palabra de
Dios ; adorarlo no obstante su oscuridad y las repugnancias que en su
naturaleza sentían, á fm de verlo después de haberlo creído, tai era la
prueba de los ángeles. En este acto de sumisión, aquellas sublimes
inteligencias, inclinando ante el Altísimo sus radiantes frentes, ve-
4
40 TU ATA DO DEL ESPÍRITU SANTO.
jamás tuvieron , porque fué la recompensa de la fe de los ángeles
buenos (1).»
Que todos los ángeles , sin excepción , hayan tenido desde el pri
mer instante de su creación algún conocimiento del Verbo eterno , se
comprende por la razón. El Verbo es el sol de verdad que ilumina á
toda inteligencia que sale de la noche Üe la nada ; no hay más sol que
Él. Pues bien : los ángeles, espejos de rara perfección , no pudieron
menos de reflejar algunos rayos de este divino sol, del cual ellos eran
las imágenes más perfectas. Pero por más que ellos tuvieran con
ciencia de si mismos y de las verdades que poseían , esos rayos esta
ban todavía velados y debían estarlo.
Criados en estado de gracia, los ángeles no gozaron desde su ori
gen de la visión beatifica. No conocieron , pues, sino imperfectamente
el reino de Dios por el Verbo. Que este Verbo adorable , por quien
todo ha sido hecho , sería el lazo de unión entre lo finito y lo infinito,
entre el Criador y la creación toda entera , y que asi establecería glo
riosamente el reino de Dios sobre todas sus obras ; tales fueron los
conocimientos rudimentarios de los espíritus angélicos. Era , en ger
men, el misterio de la Encarnación, ó déla unión hipostálica del
Verbo con la criatura ; poro nada más (2).
Explicando las palabras del Maestro , dice un sabio discípulo de
Santo Tomas : « Los angeles tienen un doble conocimiento del Verbo,
uno natural y otro sobrenatural.
«Conocimiento natural , mediante el cual conocen al Verbo en la
imagen del mismo que brilla en la naturaleza de ellos . Este primer
conocimiento, iluminado por la luz de la gracia y referido á la gloria
de Dios y del Verbo, constituía la bienaventuranza natural en que
fueron criados. Sin embargo, no eran todavía perfectamente felices,
como capaces de mayor perfección y que podían perderla, lo que en
efecto aconteció á gran número de ellos.
« Conocimiento sobrenatural ó gratuito, en virtud del cual los án
geles conocían al Verbo por esencia y no por imagen. Este no les fué
(1) Mysterium regui Dei , quod est impletum per Christum, oraase qui-
dem angelí a principia aliquo modo cognovernnt; sed máxime ex quo bea-
tificati sunt visione Verbi, quam daemones nunquam babuerunt. (P. i,q. lxiv,
art. t, ad 4.)
(2) Otro tanto hay que decir de Adán, y por las mismas razones. (S. Th.,
q. 2 , art. 7.)
DOGMA QUE DIO LUGAR Á LA DIVISIÓN DEL MUNDO SOBRENAT. 41
concedido en el primer instante de su creación, sino en el segundo,
después de una elección libre por parte de ellos (1). »
Oigamos ahora á Suárez, por cuya I»ca , dice Bossuet, habla toda
la escuela : » Debe tenerse por muy probable la sentencia que cree
que el pecado de orgullo, cometido por Lucifer, fué el deseo de la
unión hipostática : lo que le hizo desde el principio enemigo mortal
de Jesucristo. He dicho que esta opinión es muy verosimil, y sigo
diciéndolo. Hemos probado que todos los ángeles en su estado de
prueba tuvieron revelación del misterio de la unión hipostática que
debía verificarse en la naturaleza humana. Es, pues, del todo creíble
que Lucifer encontraría ahí la ocasión de su pecado y ruina (2).»
Una de las glorias del Concilio de Trento, Catharino, sostiene alta
mente la misma opinión. Entre otros comentarios, explica en esta
forma el texto de San Pablo : Y cuando otra vez introduce al Primo
génito en el mundo, dice : Adórenle todos sus ángeles (3). i ¿Por qué
esta palabra de nuevo, otra vez? Por cuanto el Padre Eterno había ya
introducido una vez a su Hijo en el mundo, cuando desde el principio
lo propuso a la adoración de los ángeles y les revelo el misterio de la
Encarnación. Porsegunda vez lo introdujo cuando lo envió á la tierra,
para que se encarnara de hecho. Pues en aquella primera introduc
ción ó revelación, Lucifer y sus ángeles rehusaron á Jesucristo su
adoración y obediencia. Este fué su pecado.
*
44 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Á fin de establecer que el odio al Verbo encarnado fué el pecado
de Lucifer, y que no tuvo otro objeto que combatirle, Naclanto prueba,
que a su vez el Verbo encarnado no tiene otro pensamiento que el
de comlwtir á Satanás y destruir sus obras. «Cristo ha venido para
destruir las obras del diablo. En efecto : Cristo muere, y la cabeza de
Satanás es aplastada , y éste arrojado de su imperio. Cristo desciende
á los inflernos, y Satanás es despojado; las armas y los trofeos en
que teuia puesta su confianza, le son arrebatados. Cristo triunfa,
y Satanás, desnudo y prisionero, es entregado al desprecio del mundo
y dejado como ejemplo á sus partidarios (1). »
La misma enseñanza se encuentra, pero mucho más explícita, en
el gran teólogo español Vigier (2). Hablando del texto de Sauto To
más (3) , dice asi : « Luzbel , considerando la belleza, la nobleza, la
dignidad de su naturaleza y su superioridad sobre todas las criaturas,
se olvido de la gracia de Dios á la cual se lo debía todo. Ademas , des
conoció los medios de llegar á la felicidad perfecta que Dios reserva
á los que le aman Hinchado de orgullo, ambicionó esta felicidad su
prema y el lugar mas alto del cielo empíreo, reservado á la humani
dad de Cristo que debía unirse hipostálicamente al Hijo de Dios, aquel
asiento que en la Escritura se llama la diestra de Dios ; tuvo envidia
á la naturaleza humana, y comunicó su deseo y su proposito á todos
los angeles cuyo jefe natural era.
fComo en los dones naturales era superior á los ángeles, quiso
serlo también en el orden sobrenatural. Les insinuó, pues, que lo
escogieran por mediador para llegar a la bienaventuranza sobrena
tural, en lugar del Verbo encarnado, predestinado desde toda la eter
nidad para tal misión. Eso significan sus palabras : Me remontaré so
bre el cielo; coloraré mi trono encima de los más encumbrados astros.
Me sentaré sobre el monte de la Alianza, ti los lailos del Aquilón. Su
biré sobre las nubes ; seré semejante al Altísimo. (Is., xiv, 13.)
»En el mismo instante . los angeles buenos , teniendo presente la
gracia de Dios, principio de todos los bienes, y conociendo por la
i
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
no solamente por la excelencia de su naturaleza , privilegio de que
ya gozaba, sino queriendo ser su mediador para obtener la bienaven
turanza sobrenatural, la cual él quería adquirir por sus propias fuer
zas. De este modo deseó la unión bipostática, el oficio de mediador y
el lugar reservado á la humanidad del Verbo encarnado , como si á
él le perteneciera mejor que á la naturaleza humana, á la cual sabia que
el Verbo se uniría. Querer, pues, apoderarse de esto era por sji parte
un acto de rapiña. Por eso Nuestro Señor Jesucristo le llama ladrón (1). »
Ruar, Molina y otros te dogos eminentes profesaban la misma
doctrina de un modo no menos absoluto. Mucho antes que ellos , la
había expresado el célebre Ruperto. Sobre aquellas palabras del Sal
vador : Fué homicida desde el principio , y vosotros queréis realizar
sus deseos , dice así : « El Hijo de Dios habla aquí de su muerte. Asi,
nada impide que por este homicida primitivo se entienda el antiguo
odio de Satanás contra el Verbo. El deseo de satisfacer este odio , an
terior al nacimiento del hombre , consumo en cierto modo á Sata
nás. Para conseguir su objeto , emplea todos los medios de hacer
morir al mismo Verbo de Dios, revestido actualmente de la naturaleza
humana.
i Y esto es tanto más verdad , cuanto que Nuestro Señor añade :
So se mantuvo en la verdad ; lo cual se verificó antes de la creación
del hombre. Ciertamente , en el instante mismo en que levantándose
contra el Hijo, imagen única del Padre, dijo en su orgullo : Seré se
mejante al Altísimo , se hizo homicida en la presencia de Dios, sin
perjuicio de serlo ante los hombres al hacer morir á manos de los ju-
(I) Nec para parti in lapide adhaeret, nec in aliquo creatorum, nisi
quia per Verbum conservantur, per quod omnia facía sunt. (S. Aug., Soliloq.,
cap. vi.)
(S) Factus est Deus homo , ut homo fieret Deus. (S. Aug., Serm. xm, de
Temji.)— Cum Verbum divinum humanam naturam assumpsit , quasi reí
omnes in summam redactas aibi conjunxit , et ad se quasi ad auctorem et
primam origiuem , ad Verbum scilicet quo creata sunt , revocavit, sicque
Incarnatione sua Chr¡Btus magnam rebus omnibus altulit dignitatem, om-
nesque quasi dejficavit. (S. Iren., Aiiv. Interes., lib. lu, cap. vm, et Cora, a
Lap., in Epist. ad Eph., cap. I, 10.)
TOMO r. 4
CAPÍTULO V.
(1) Et postquam vidit Draco quod projectus esset in terram, etc. (Apae.,
xiI, 13.)
(2) Rudentibus inferni detractos in tartarum tradidit cruciandos in judi-
cium reservan. (// Pelr., u, 4.)
(3) Vigilate quia adversarius vester diabolus lanquam leo rugiens, circuit
quaerens quem devoret. (I Petr., v, 8.)
Consecuencias de esta división. 5)
rectores de este mundo de tinieblas, los espíritus malignos que habi
tan en el aire (1). <
Asi , los dos órganos más ilustres de la verdad , San Pedro y San
Pablo , señalan por habitación de los angeles raidos el inlierno y el
aire que nos rodea. No obstante cierta discordancia aparente, su len
guaje es exacto : es el eco vibrante de la tradición universal.
Los pueblos antiguos, ¿no admitieron, bajo el nombre de Platón ó
de Sérapis, un rey de los infiernos , habitante de las sombrías mora
das del Tártaro y rodeado de dioses infernales , sus satélites y corte
sanos? ¿No proclamaron al mismo tiempo con mil sacrificios, con mil
formas de oración, con mil ritos diferentes, la presencia de estos dio
ses infernales en las capas inferiores de nuestra atmosfera , asi como
la acción maligna de los mismos sobre el hombre y sobre el mundo?
«No en vano, dice Porfirio, -creemos que los malos demonios están
sometidos a Sérapis, que es el mismo dios que Pluton. Como este
género de demonios habita los lugares más próximos a la tierra, para
saciar mas libre y frecuentemente sus abominables inclinaciones, no
hay suerte alguna de crímenes que no suelan intentar o instigai (2).i
En este punto el lenguaje de la humanidad cristiana es semejante
al de la pagana. Los Padres de la Iglesia hablan lo mismo que los filó
sofos. He aquí lo que dice el Señor, dirigiéndose a Lucifer : «Engen
drado fuiste en la montaña santa de Dios; naciste entre brillantes pie
dras de luz ; y brillabas más que ellas, hasta el día en que la iniquidad
penetró en tu corazón. Tu ciencia se corrompió junto con tu hermo
sura, y caiste precipitado á la tierra (3). »
i Por estas palabras, dice Eusebio, conocemos claramente el pri
mer estado de Lucifer entre las potencias celestiales , y su caída de la
categoría mas eminente por causa de su orgullo y de su rebelión con
tra üios. É inferiormente a él encontramos millones de espíritus de
(1) Idcirco enim insectus est puerum masculum quem peperit mulier,
puta Christum , ob eumque ¡n coelo cum Michaéle dimicavit, voleos eum
morti tradere , quia invidit ei haoc uDionem. Omne enim ejus Lellum est
contra puerum hunc , adeoque duellum quod cum eo inchoavit in coelo , illud
ipsum continuat jugiter in terra. (In Apoc, sn, 4.)
CONSECUENCIAS DE ESTA DIVISIÓN.
ron , sugiere las herejías. Por espacio de ocho siglos , desde el tiempo
de los Apóstoles, pasando por Arrio > llegando hasta Félix y Elipando,
los esfuerzos del infierno se aplican directamente contra el dogma de
la Encantación ; y este ataque , más ó menos velado, continúa en los
siglos subsiguientes.
Mediante una renovación demasiado significativa , la divinidad de
Nuestro Señor, ó el misterio de la Encarnación, clave del mundo so
brenatural , ha venido á ser en nuestros dias lo que fué al principio,
el objeto declarado, el punto capital , el lema del eterno combate. ¿No
ha resucitado Arrio vestido a la moderna en Straus, llenan y consor
tes, corifeos de la lucha actual?
Esperando la ruina casi total de la fe en el dogma de la repara-
non, funesta victoria que le está anunciada para los últimos dias del
mundo , Satanás multiplica sus esfuerzos a fin de hacer inútil dicha
fea los que todavía la conservan. Como en otro tiempo á los judíos,
hoy arrastra á los cristianos á toda suerte de iniquidades , que es lo
que San Pablo llama idolatría espiritual , cuyo efecto inmediato es
aniquilaren todo o en parte la saludable influencio del augusto mis
terio (l).
El Verbo encarnado es, pues, el objeto eterno del odio de Satán;
lie ahí la última palabra de las persecuciones, de los cismas, de las
herejías, de los escándalos , de las tentaciones y de las revoluciones
sociales : en otros términos , he ahí la explicación del gran combate,
que, comenzado en el cielo, se perpetúa en la tierra, para concluir en
una eternidad, ó feliz, ó desdichada.
¿Mas por qué la Encarnación ha sido , es y será siempre el único
objeto de la lucha entre el cielo y el hilierno? Esta cuestión es funda
menta!. La respuesta que se dé es la única explicación posible del
eterno encarnizamiento del combate , asi como de la naturaleza y el
conjunto de los medios empleados para el ataque y la defensa.
La Encarnación es todo el Cristianismo. Pero ¿cuál es el objeto de
la Encarnación ? Ya lo hemos indicado ; es deificar al hombre. Dios no
lo ha ocultado. Sus palabras, cien veces repetidas, ponen de mani
fiesto el divino designio. « Yo lo he dicho : sois dioses é hijos todos del
Altísimo.—Serán llamados hijos de Dios vivo.— Sed perfectos , como
es perfecto vuestro Padre celestial.-—Participantes de la naturaleza
divina.—Se os ha dado poder para haceros hijos de Dios.—Ved
(1) Ego dixi : Dii estis et filii Excelai omnes. (Ps. lxxxi, ü.)—Dicerur eís :
Filii Dei viventis. (Osee, r, 10.)—Estote ergo vos perfecti, sicut et Patet
vester coelestis perfectus eat. (Matth. , v, 48.)—Divinae consortea naturae.
(II Petr. , i, 4.)—Dedit eis potestatem filios Dei fieri. (Joan.,\, 1 S.)~Videte qualem
charitatom dedit nobis Pater, ut fílii Deinominemur et eimus. (/ Joan., va, 1.)
CONSECUENCIAS DE ESTA DIVISIÓN. -»¡7
pías de su naturaleza pudiese conseguir la bienaventuranza (1).»
Santo Tomás no es aquí más que el eco de San Agustín, que dice
claramente : «Adán y Eva quisieron usurpar la divinidad y perdie
ron la felicidad (i). » Quisiéramos que ciertos antropólogos , cuya auda
cia llega hasta negar la unidad de la especie humana, nos explicasen
la influencia mágica que sobre todos los habitantes del globo ha ejer
cido esta palabra: Seréis como dioses. Palabra que, habiendo vencido,
hace seis mil años, á los padres de nuestra raza, la repite Satanás
constantemente a su desgraciada posteridad , y obtiene cón ella el
mismo resultado. Parece que no sabe otra, y con esta, en efecto,
tiene bastante. La psicología del mal, atentamente estudiada, de
muestra que eu el fondo de todas las tentaciones hay algún- deseo de
divinidad ; las victimas de Satán nunca lo son sino por haber querido
ser como Dios.
En resumeu: asi por parte del Espíritu de luz como por parte del
espíritu de las tinieblas, todo versa acerca de la deificación del hom
bre. El primero quiere efectuarla por la humildad; el segundo por el
orgullo. El uno dice al hombre en la tierra la palabra deificadora que
dijo al ángel en el cielo : Sumisión. El otro repite al hombre la pala
bra radicalmente corruptora que él mismo pronunció para su ruina:
Independencia. De estos dos principios opuestos se derivan, cual arro
yos de sus fuentes, los medios contrarios de la deificación divina y la
satánica. Inútil es añadir que la primera es una verdad, y la segunda
una falsificación ; que la una hace al hombre verdaderamente hijo de
Dios, imagen viva de sus perfecciones, heredero de su reino, compa
ñero de su gloria, y la otra hijo de Satanás, cómplice de su rebelión
y participante de su castigo : E.r paire diabolo estis.
No obstante, entre estos medios opuestos existe un paralelismo
completo. Más adelante lo pondremos en claro , porque no es el me
nor peligro que se ofrece eu la gran persecución del ángel caído , pues
Lucifer y sus subalternos « liaran grandes prodigios y cosas asombro
sas, hasta el punto de seducir, si posible fuera, á los mismos elegi
dos, s Tal es la advertencia del divino Maestro, que se olvida con
(1) 2. 2. q. CLxm, art. 2, corp.— «Sed vir, continüa Santo Tomás, non
credidít boc esse verum.» Attamen, ut animadvcrtit Sylvius, valde probabi-
lis est veterum patrum sententia quod non sola Eva , sed etiam Adamus
crediderit aerpentinum illud : Eritit sicut Dii esse verum, fueritquo etiam ipse
deceptus ac sednctus. (Nol. ai S, Thom.j
(2) Adam et Eva rapere voluerunt divinitatem et perdiderunt felicita-
tem. (Gloss. in Pt. ixn\.)
58 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
demasiada facilidad. Siendo verdadera en todos los tiempos, parece
que hoy lo es más que lo haya sido jamás , \ que mañana lo sera to
davía mas que hoy.
El Apóstol termina la grande historia del mal , diciendo : 1 el dra
gón persiguió á la mujer , que parió un hijo: Persecutus est mulle
ren, quae peperit fllium.
La persecución nos es conocida ; pero ¿cuál es la mujer cóntra
quien se dirige? Es la Mujer por excelencia, Madre del Hijo por
excelencia. Es la Mujer de quien se dijo al mismo dragón inmedia
tamente después de su primera victoria : «Pondré guerra entre ti y
la mujer, entre tu raza y la suya; ella aplastará tu cabeza y tú ten
derás asechanzas a su calcañal (1).» ¿Queréis conocer á esa mujer?
Escuchad la voz de los siglos pasados y presentes : todos repiten el
nombre de María.
¿Pero cómo María, cuyo paso por la tierra no duro mas que algu
nos años en un oscuro rincón de la Palestina, puede ser objeto de
una persecución tan duradera como los siglos, tan extensa como el
mundo? María es la mujer inmortal. Cuarenta siglos antes de nacer,
ya vivía en Eva, y Satanás lo sabia. Desde hace diez \ ocho siglos
vive en la Iglesia , y Satanás lo sabe también.
Maria vivía en Eva. Vivía en ella como la hija en su madre, ó
mejor, como el tipo en el retrato. Según los Santos Padres, Adau fué
formado conforme al modelo del Verbo encarnado, y Eva conforme
al de Mana. Desde el principio María fué, en Eva, la madre de todos
los vivientes, porque debía engendrar la vida : Mater cunctornm v¡-
ventium. Este misterio, conocido por Satanás, explica su odio particu
lar contra la mujer. Sin duda la mujer culpable fué condenada á su
frir la dominación del hombre y los dolores propios de su sexo. Mas
esta condenación, ¿basta acaso para explicar la triste condición en que
vemos a la mujer en todos los siglos y en todos los puntos del globo?
¿Qué son los sufrimientos del hombre comparados con las humilla
ciones , los ultrajes y los tormentos de la mujer ? ¿ De donde proviene
esta diferencia ?
Creer que tenga su causa únicamente en la mayor culpabilidad de
la mujer primitiva, nos parece una afirmación atrevida, por no decir
un error. Verdad es , según Santo Tomás , que el pecado de Eva fué
bajo muchos aspectos mas grave que el de Adán ; pero también es
(1) Beata Virgo María, ait Ambrosius, matar eit, imo avia Ecclesiae;
qaia eum peperit, qui eaput et parens est Ecclesiae. (Apucl Com. a Lap. in
Apoe., XII, I.)
(i) Corn. a Lipid. in Gm., III , 1 i ; et in Apoc, xiI.
CAPÍTULO VI.
(1) FeoeruDt itaqua civitates duas amores duo; terrestrem scilicet amor
sui usque ad contemptum Dei; coclestem vero amor Dei usque ad contemp-
tum sui. (S. Aug., De Cíc Dei, lib. xir, o. xmu, ot lib. xi, c. xxxm) , donde
se encuentra un retrato sorprendente de las dos ciudades.
LA CIUDAD DEL BIEN T LA CIUDAD DEL MAL. 65
Se ve, pues, que , como no hay tres espíritus, tampoco hay tres
ciudades, no hay más que dos , y estas abrazan el mundo superior y
el inferior , el tiempo y la eternidad. De aquí nace para cada criatura
inteligente, ángel ú hombre, la indeclinable alternativa de pertene
cerá la una ó a la otra , más acá ó más allá de la tumba. «Haga lo
que haga , nos gritan con voz infatigable la razón , la experiencia y
la fe , el hombre vive necesariamente bajo el imperio del Espíritu
Santo o bajo el de Satanás. Que quiera ó que no quiera , es ciudadano
de la Ciudad del bien ó de la del mal (1).
El hombre es libre para escoger señor , mas no para dejar de te
nerlo. Si se sustrae á la acción del Espíritu Santo , no por eso se hace
independiente , sino que cae , en proporción á su falta , bajo la acción
de Satanás. Y esto que es verdad del individuo , lo es igualmente de
la familia , de la nación y del humano linaje todo entero.
Luego es asunto de interés supremo para el hombre conocer a
fondo las dos ciudades, mansión la una de la vida y la otra de la
muerte, vestíbulo del cielo la primera y del infierno la segunda. Co
nocerlas a fondo es conocerlas en su gobierno, en su historia, en sus
obras y en su objeto. Iniciarnos en este conocimiento decisivo y tan
raro en nuestros días , será el objeto de los capítulos siguientes. Pero
antes de abordarlo, hay un punto que debe esclarecerse.
El mundo está dividido entre las dos ciudades , \ la mas extensa
es la del mal. Según las estadísticas más recientes , la tierra esta po
blada por mil doscientos millones de habitantes. En este número se
cuentan apenas doscientos millones de católicos. Todo el resto, exte
rmínente a lo menos , vive y muere bajo la dominación del mal Es-
Viritn. Nada prueba que esta proporción no haya sido siempre la
misma que hoy. Antes de la Encarnación del Verbo, era aún mucho
mas pronunciada en favor de Satanás.
¿En qué consiste este misterio, piedra de escándalo para el débil,
caballo de batalla para el impío? ¿ Cnmo conciliario con la idea de
Dios y las enseñanzas de la fe ? A fin de no dejar inquietud ninguna
en los ánimos , nos parece necesario allanar anticipadamente esta difi
cultad , que la continuación de nuestro trabajo haría crecer todavía.
Todo lo que pretendemos , y todo lo que se nos puede exigir es , no
explicar lo que es inexplicable , sino probar que la división del gé-
(1) Quinqué enim aut Spiritu Sancto plenu» est , aut Spiritu immundo;
neque utrumque horum caveri potest, quin alterum accidere necease sit.
: CoiMh'f. aposto!., lib. ív, c. xxi.)
TOMO I. ¡i
66 TRATADO DEL ESPÍRITU SAiNTO.
uero humano entre el Espíritu bueno y el malo no presenta ninguna
contradicción con los atributos de Dios , ni con las doctrinas revela
das. I'ara desvanecer la dificultad , esto basta.
Convenimos en que el formidable poder del demonio sobre el
hombre y sobre las demas criaturas es un misterio. Mas esto, ¿qué
prueba ? Dentro de nosotros y á nuestro alrededor, en la naturaleza
lo mismo que en la religión , ¿ no esta todo lleno de misterios ? Nos
otros no comprendemos el todo de nada , ha dicho Montaigne , ni lo
comprenderemos jamas. La naturaleza y la gracia, obras ambas de
Dios , por todos los pinitos tocan a lo infinito : comprender lo infinito
es tan jiosible para el hombre como encerrar el Océano en una cas
cara de nuez. Pero el misterio de un hecho no quila nada á la certi
dumbre del mismo ; hasta el incrédulo mas osado se ve precisado a
confesarlo : cada una de sus respiraciones es un acto de fe en miste
rios incomprensibles ; en el instante en que cesara de creer , cesaría
de vivir. •
¿Se pregunta por qué Dios ha permitido ese terrible poder del
demonio? ¿Por qué con tales limites más bien que con otros? Pre
gunta impertinente. ¿Quién es el hombre para exigir á Dios la razón
de su conducta y para decirle : por qué has hecho esto? Si se atre
viese á ello, desdichado de él , porque escrito está : El que escudriña
la majestad será oprimido por la gloria (1). Y dos veces desdichado si
se atreve á añadir : puesto que no lo comprendo, me niego á creerlo.
Tal pretensión, erigida en principio, es el suicidio de la inteligencia.
La inteligencia vive de la verdad , y toda verdad encierra un miste
rio : pretender no admitir sino lo que se comprende , es condenarse
á no admitir nada. No admitir nada es más que el embrutecimiento,-
es la nada.
Sin embargo , el poder del demonio y la obediencia culpable del
hombre á sus perversas inspiraciones , estudiándolas sin preocupa
ción , pierden una parte de su misteriosa oscuridad. Se ve desdi'
luego que constituyen un desorden puramente pasajero y mas apa
rente que real , y en seguida se comprende que nada tienen de con
trario a la perfección divina.
Desorden pasajero. La lucha del Espíritu del mal contra el Espíritu
del bien tiene por limite la duración del tiempo. Comparado á la eter
nidad que le precede y a la eternidad que le subsigue , el tiempo es
menos que un día. Para discurrir, pues, razonablemente del orden
(I) Qui scrutator est majestatis opprimetur a gloria. (Prov., xtv, 37.)
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 07
provideacial , es menester unir el tiempo á la eternidad , al modo
que para juzgar sanamente de una cosa se la considera, no en un punto
aislado, sino en su conjunto. Conforme á esta regla de sabiduría , el
desorden, medido por la duración del tiempo, es relativamente al
orden providencial en su generalidad lo que una nube fugitiva en un
horizonte resplandeciente de luz.
Desorden más aparente que real. El objeto principal de la creación
y la Encarnación , como de todas las obras exteriores de Dios , es su
gloria (1). El objeto secundario es la salud del hombre. La gloria de
Dioses la manifestación de sus atributos, poder, sabiduría, justicia,
bondad. Que la lucha enlre el bien y el mal exista ó no, que sea favo
rable al hombre ó desfavorable, que el hombre se pierda ó se salve,
uo por eso Dios habrá dejado de conseguir su objeto esencial. El in
fierno no cauta su gloria con menos elocuencia que el cielo. Si el uno
proclama la bondad divina , el otro proclama la justicia, y la justicia
no es en Dios un atribulo menos glorioso que la bondad (2).
(!) Universa propter senietipsum operatus eat Domiuus. (Prov. , xvi, 4.)—
Piopler me, propter me faciam, ul non blasphemer: ot gloriam meam alteri
aondabo. fit. , xlviii , 12.)
(i) Divina intentio non iruatratur nec in his qui peocant, nec in his qui
alvantur. Utrumque enim eventum Deua praecognoscit , et ex utroque
habet gloriam , duin líos ex sua bonitate salvat , illos ex suajustitia punit.
Ipsa vero creatura intellectualis , dum peccat, a fine deftito deficit. Nec hoc
est inconveoiens in quacumque creatura sublimi. Sic enim creatura intellec-
toalis instituía est a Deo , ut in ejus arbitrio positum stt agere propter
-finem. 'S. Th., 1. p. q. lxiii , art. 7.)
Sin duda Dios ha previsto desde toda la eternidad la calda de loa ángeles
y del hombre; pero esta previsión divina no ha perjudicado en nada á la
libertad de loa ángeles y del hombre. Los ángeles y el hombre no han caldo
¡ampie Dios lo ha previsto , sino que Dios lo ha provisto porque ellos han
caldo. De otro modo, Dios sería autor del mal , sería el mal. Que la visión
eterna de Dios no daña á la libertad del hombre, es fácil demostrarlo. Yo
veo á un hombre que se pasea. Mi vista no le impone ninguna necesidad
-ie pasear. Sin que obste el que yo lo vea, puede él cesar de pasearse. Del
mismo modo la presciencia, ó, mejor dicho, la vista de Dios no impone
ninguna necesidad á los actos libres. Sin que obste el que Dios vea, yo soy
libre para cesar de los actos que ejecuto, y aun para hacer los contrarios. En
una palabra: Dios ha querido que los ángeles y el hombre fuesen libres,
para que fueran capaces de mérito. Nosotros tenemos sentido íntimo de
nuestra libertad. Luego la presciencia de Dios no ha perjudicado en Dada
4 la libertad de los ángeles ó de Adán , y en nada tampoco perjudica á la
nuestra.
68 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En cuanto á la salvación del hombre, Dios la hace siempre posi
ble, y mucho mas gloriosamente la obtiene por la guerra que por la
paz. En el orden actual, dice en alguna parte San Agustín, mil peca
dores que se pierdan no pueden quitar á Dios tanta gloria como le da
un solojusto que se salve. Para perderse, bástale al hombre abando
narse á sus inclinaciones depravadas; en tanto que para salvarse ne
cesita vencerlas. Un instante de reflexión muestra suficientemente
cuánta gloria resulta á Dios de semejante victoria.
¿Que es el hombre y que son sus enemigos? El hombre es una
caña, y caña inclinada naturalmente hacia el mal. La naturaleza entera
rebelada contra él, parece haberse conjurado para aplastarlo. En torno
de él, millares de animales malignos ó molestos, ó de mortífero diente
ó de veneno más mortífero todavía , atenían noche y día á su reposo,
a sus bienes y á su vida. Encima de él, el cielo que le ilumina y el
aire que respira , convirtiéndose unas veces en hielo, otras en fuego
sofocante, ponen la conservación de sus días á precio de mil cuidados
fatigosos y de precauciones continuas. En el término de su dolorosa
carrera, se le presenta en perspectiva la tumba con sus tristes miste
rios de descom posición y de gusanos. Entre tanto, la enfermedad bajo
todas formas , con su innumerable cortejo de dolores, los unos más
vivos que los otros, le asedia desde la cuna y le excita incesantemente
a irritarse, á murmurar, y aun algunas veces á la desesperación y la
blasfemia.
En vez de aliviarle la carga, los compañeros de sus peligros y tra
bajos frecuentemente no sirven sino para agravarla. La mitad del
linaje humano parece criada para atormentar a la otra mitad. Conde
nado a cultivar una tierra erizada de espinas, come el pan humede
cido casi siempre con el sudor y las lágrimas. Como el forzado,
arrastra penosamente por el áspero camino de la vida la larga ca
dena de sus esperanzas burladas. Hoy le veréis rico y acompañado ;
mañana en la pobreza y el aislamiento. Su existencia física no
es sino una sucesión continua do engaños, de servidumbres hu
millantes, de trabajos y dolores, por consiguiente de tentaciones
terribles.
Mientras en lo exterior todo lucha contra él , se ve precisado a sos
tener dentro de si mismo una guerra más terrible. Rodeado de ene
migos invisibles, encarnizados, infatigables, de una malicia y un
poder cuyos limites le son desconocidos, para colmo de su daño llera
en si mismo potencias noche y día atentas a combatirlo. Redes de todo
género están siempre tendidas a cada uno de su< sentidos, y el bien
LA CIUDAD BEL BIEN I LA CIUDAD DEL MAL. «9
.mismo se convierte para él en ocasión de caida : tal es el hombre (1).
¡Y bien! Este ser tan frágil, tan combatido, tan expuesto á pere
cer, que el espesor de un cabello, un simple pensamiento malo le
separa del abismo, luchará sesenta años sin caer; ó, si cae alguna vez,
se levantara, volverá a lomar ánimo , y á pesar de la naturaleza , á
pesar del infierno, á pesar de si mismo, quedará victorioso en el pos
trer combate.
Pero rechazar al enemigo no sería más que una parte de su gloria.
Ved a este hijo del polvo y de la corrupción tomar la ofensiva y ele
varse por el heroísmo de sus virtudes hasta á la semejanza de Dios ;
vedle después llevando la guerra al corazón mismo del imperio ene
migo, destruyendo las ciudades de Satanás, arrancándole sus vícti
mas , plantando el estandarte de la cruz sobre las ruinas de sus tem
plos , curando á los que el enemigo había herido , salvando a los que
había perdido , y, a costa de su propia sangre , con generosa alegría
derramada, haciendo florecer la humildad , la caridad , la virginidad
en millones de corazones hasta entonces esclavos del orgullo, del egoís
mo y del placer.
Este espectáculo, que los angeles admiran y que excitaría su envi
dia si los angeles pudieran ser envidiosos , jamas se habría verificado
sin la lucha. Gracias a esta , todos los siglos lo han presenciado, todos
lo presenciarán; y en el gran día de las manifestaciones supremas, las
naciones reunidas acogerán con inmensas aclamaciones este magní
fico triunfo de la gracia, que Dios mismo coronara con eterna gloria,
haciendo sentar al vencedor en su propio trono. Qui vicerít, dabo ei
federe mecum in trono meo. (Apoc. , ni, 21.)
Además , hay que (¡jarse bieu en que no es Dios quien ha dado al
demonio su terrible imperio sobre el hombre ; ha sido el hombre. El
poder del demonio le viene de su misma naturaleza. Es ángel, y el
pecado no le ha hecho perder nada de sus dones naturales , ni de su
fuerza, ni de su inteligencia, ni de su actividad prodigiosa. El imperio
(1) Tal ha sido siempre. Su triste condición , descrita por San Agustín,
se puede esperar que mueva & compasión. «Vita haec, vita misera, vita
caduca, vita incerta, vita laboriosa, vita immunda, vita domina malorum,
regina superborum , plena miseriis et erroribus.... quam humores tumi-
daot, dolores exlenuant et ardores exsiccant, aer moibidat, eecao mllant,
jejunia macerant, joci dissolvunt , tristitiae consumunt, sollicitudo coarctat,
securitas hebetat, divitiae inflant etjactaut, paupertas dejicit, juventus ex>
xottit , senecti» incurvat , infirmitas frangit , moeror deprimit. Et bis malis
ómnibus mors furibunda succedit.» (Medital. xxi.)
70 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
natural que tiene sobro nosotros, lo ejerce con más ó menos exten
sión según los designios divinos , y muy frecuentemente según el
permiso que nosotros mismos tenemos la imprudencia de concederle.
En el primer caso, el poder del diablo, como se ve en el ejemplo de Job
y de los Apóstoles (i), se contrapesa por el de la gracia , en forma que
la victoria no es siempre posible, y aun podemos reportar mayor ven
taja del combate. «Dios es fiel, dice San Pablo, y no permitirá que
seáis tentados más de lo que permiten vuestras fuerzas ; sino que
hará que saquéis provecho de la tentación , á fin de que podáis perse
verar (2).»
En el segundo caso, el hombre sólo á si mismo debe culparse del
poder tiránico del demonio. Asi Adán conocía mucho mejor que nos
otros el mundo angélico (3). En el momento de la tentación sabia per
fectamente cuánto era el poder temible de Lucifer y á qué tirano se
vendía desobedeciendo á Dios. Poseía además todos los medios para
permanecer fiel y conocía los motivos. Para honrarle igualmente que
á los ángeles , Dios le había dado el libre albedrío.
El Criador, cuya sabiduría habia vinculado la bienaventuranza so
brenatural de los espíritus angélicos á un esfuerzo meritorio de los
mismos, ¿tenia acaso obligación de criar impecable al hombre ó de
coronarle sin combate? Pues á pesar de las luces de su razón , á pesar
del grito de su conciencia, á pesar de los auxilios de la gracia, Adán
desobedece á Dios por obedecer al demonio , y se hace esclavo de
éste. En todo esto Dios no tiene parte alguna activa. El poder tiránico
.del demonio sobre el primer hombre es obra del primer hombre.
La tentación de Adau es el tipo de todas las demás. Cuando sucum
bimos en ellas, nos entregamos voluntariamente á nuestro enemigo.
Dios no toma parte en esto, como no lo sea el ultraje que recibe por
nuestra injusta preferencia (4). ¿Qué digo ? En el mal que el hombre
se hace á si mismo entregándose al demonio , Dios sólo interviene
para prevenirlo y para repararlo (5).
so* no ton justos y no antea vuestros caminos son malos? ... Yo no quiero la
muerte del que muere, dice el Señor Dios ; convertios , y vivid.
En el mismo sentido se expresó , bace mil setecientos años , San Ireneo,
qne hablando de los que se condenan, dice asf : «Á los que de Él se apar
tan por su voluntad , los deja en la separación que ellos han escogido.
Pero separarse de Dios es la muerte , y separarse de la luz , tinieblas ;
separarse de Dios es perder todos los bienes que están con Dios. Asi,
pues , los que por su apostasía (apartamiento ) los perdieron , aislados de
todos los bienes, están envueltos en toda clase de penas; y esto . no porque
Dios los castigue por si como causa principal , sino porque la pena los
acosa por cuanto se ven faltos y desesperados de todos los bienes. Mas los
bienes que hay en Dios son eternos y sin fin , y , por lo mismo , la pér
dida de ellos (y la desesperada amargura de haberlos perdido,) es igual
mente eterna y sin fin, asi como los que á sf mismos se sacaron los ojos, ó
han sido cegados por otros , en medio de la más brillante luz quedan priva
dos de la dicha de verla, y no es porque la luz les imponga la pena de la
ceguera , sino porque ésta les acarrea tan grande calamidad. —tQuicumque
«•ítem absistunt secundum sententiasn swtm ab eo , bis eam quae electa est ab ipil*,
'tforalíonem inducit. Separatio aulem Dei , mors; el separatio lucís, tenebrae ; ei
separatio Dei , amissio omnium quae sunt apud eum bonorum. Qui crgo per aposta-
<¡íim amiserunt quae predicta sunt , quippe desolati ab ómnibus bonist in omni poena
"mttrsantur ; Deo quidem principaliter non a semelipso eos puniente, prosequente
■vttem eos poena, quoniam sunt desolati ab ómnibus bonis. Astenia aulem, et fine
fir.e turU a Deo bona : el propter hoc et amissio eorum aelerna et sine fine est : que-
widmodum in immenso lumine, qui excecaverunt semelipios , vel ab aliis excaecali
laní, semper privati sunt jucundilate luminis ; non quod lumen poenam eis inferat
coecitatis, sed quod ipsa coecitns xuper indurat eis caltmitatem.it (Adv. llaer., lib. v,
cap. iivii.)
Así es qne, prescindiendo por un momento del decreto justfsimo y ado
rable de Dios, el infierno (que es lo más duro) se puede explicar contra
los incrédulos Bin más que considerar la naturaleza humana en sf misma.
7J TRATADO DEL ESPÍIUTU SANTO.
tros dias. ¿Á quién deberán culpar del poder formidable del demonio
y de su lamentable esclavitud?
Veo á un padre lleno de ternura y experiencia que dice a su hijo
primogénito : no me abandones. Si te apartas de mi , caerás en un
abismó, en cuyo fondo hay un monstruo ansioso de devorarte. El hijo
desobedece,'cae en el abismo, y el monstruo lo devora. El ejemplo del
primogénito no hace más cautos á los otros hermanos, y caen en el
abismo , y son igualmente devorados por el monstruo. ¿Podrán esos
hijos inculpar al padre por sus desdichas ? En ese padre vemos a Dios:
en esos hijos indóciles vemos á Adán y á todas las generaciones de
pecadores que se han sucedido desde la caída original. Es, pues , una
(I) Nisi quiB renatus fuerit ex aqua etSpiritu Sauctu, non poteat introire
in regnum Dei. (Joan., in, 5.)
CAPÍTULO Vil.
(1) ....Et ideo licet ipsum sacramentum baptismi non semper fucrit nc-
cessarium ad salutem : fides lamen , cujas baptismus sacramentum est, semper
necessaria fuit. (S. Th., 3. p. q. lxviii, art. t.)
76 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nes extrañas á la descendencia de Abraham permanecían , como las
mismas hijas de los judíos, sometidas ala condición primitiva de la
ley natural, que era la fe manifestada por el sacrificio.
«El tiempo anterior y el posterior al Mesias, dice un sabio comen
tador de Santo Tomás , son entre si como lo indeterminado á lo deter
minado; porque en tiempo de la ley natural para perdonarse el pe
cado original no había sacrificio determinado, ni en cuanto á la sus
tancia, ni en cuanto al tiempo , ni en cuanto al lugar. Podían los
padres ofrecer con este objeto el sacrificio que quisieran, cuando
quisieran y donde quisieran. Mas por la circuncisión se determinó el
sacrificio y su tiempo respecto de los varones, y después de esta
determinación no podían purificarse por otro sacrificio que la circun
cisión pasado el día de ésta (que era el octavo del nacimiento, y 'no se
podía anticipar).
Pero si antes del octavo día sobrevenía la necesidad por el peligro
de muerte, los padres quedaban en las condiciones de la ley natural,
y asi podían proveer á la purificación del hijo por medio de otro sa
crificio. IíO que hace decir á Santo Tomás : «Asi como antes de insti
tuirse la circuncisión, la fe sola en el Redentor futuro bastaba para
justificar lo mismo á los niños que á los adultos, del mismo modo
después de la circuncisión. Pero antes de ésta no se exigía nin
gún signo especial protestativo de la fe.... Es probable, no obstante,
que para remedio de los recién nacidos constituidos en peligro de
muerte, los padres fieles ofrecerían al Señor algunas oraciones, ó les
aplicarían alguna bendición, como señal de la fe, conforme los adul
tos lo practicaban por si mismos y por sus hijas, que no estaban su
jetas á la circuncisión (1).»
(1) Via autem hominibus veniendi ad beati tudinem est mysterium In-
carnationis et Passionis Christi. Dicitur enim Act. iv : Non est aüud nomm
datum hominibus in quo opnrteaí nos salios /itri. Et ideo mysterium Incarna-
tioDÍs Christi aliqualiter oportuit omni tempore esse creditum apud homnes:
diversimode tamen secundum diversitatem temporum et personarum.... Di-
cendum quod multis gentilium facta fuit revelatio de Christo.... Si tamen
ahqui salvati fuerunt, quibus revelatio non fuit facta , non fuerunt salvati
absquefide mediatoris : quia etai non haLuerunt fidem explicitam, habuernnt
tamen fídem implicitam in divina Providentia, credentes Deum esse libera-
torem hominum secundum modos sibi plácitos , et secundum quod aliquibus
veritatem cognoscentibus Spirilus revelaseet , secundum illud. (Job., mi:
Qui docel nos super jumenta torros. 9. 2., q. it, art. 7.)
(2) Corneli , exaudita est oratio tua, et elemosynae tuae commemora-
tae in conspectu Dei. (Acu, x, 31 .)
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 79
idolalria, ¿no les dice Tertuliano que « en la prosperidad el alma di
rige sus miradas al Capitolio, pero en la adversidad las eleva al cielo,
donde sabe que reside el verdadero Dios? »
¿Era siquiera necesario con necesidad invariable y absoluta, que el
niño naciera para que le aprovechara la fe de sus padres? » No se lee,
responde un gran teólogo, que se haya ofrecido ni recibido sacrificio
alguno por el niño encerrado en el útero materno. ... Y asi por ley or-
dmariu ninguno obtuvo jamás por los sacrificios exteriores el perdón
del pecado original en el útero, antes de nacer ; aunque algunos pocos
por especial privilegio hayan sido santilicodos en el vientre de su
madre, como Jeremías.... y San Juan Bautista.... Mas no por eso se
reprueban las oraciones, votos y exteriores protestaciones que los pa
dres hacen por sus hijos nacidos ó por nacer, y que se encuentran en
peligro de muerte, porque Dios no ha vinculado exclusivamente su
poder á los sacramentos.
i Por tanto pueden orar para que Dios en su infinita misericordia
se digne concederles el Bautismo, ó perdonarles el pecado original.
Entonces Dios, que es liberalismo, podrá salvarlos, si bien esto no
será en virtud de la ley, sino por mera gracia. Por lo cual , ;i no haber
revelación divina, no debe afirmarse que se hayan salvado y sus
cuerpos no deben enterrarse en lugar sagrado (1) »
¿Hasta dónde se extendía ó se extiende todavía esta posibilidad
de salvación para los niños de quienes hablamos y para los demás en
virtud de las oraciones, las buenas obras y sacrificios de la fe, en fin,
de los padres, aun idolatras ? ¿Quién puede responder tampoco á esta
pregunta? Todas estas dudas y otras más, que pueden resolverse en
el sentido de la misericordia sin faltar á la enseñanza católica, per
miten disminuir, acaso infinüamente mas de lo que se piensa, el nú
mero de los vasallos, y sobre todo de las victimas eternas del Espíritu
maligno. Si necesitara defensa, esto sólo bastaria para justificar á los
ojos de todo hombre imparcial la infmita sabiduría y bondad del
(f) Parcis autem omnibus, quoniam tua sunt, Domine, quiamaa ani
mas. (Sap., xi, 27.)—Sinite párvulos venire ad me, et ne prohibaeritis eo-l;
talium est enim regnum coelorum. (Marc, x, 14.)
He aquí las opiniones de algunos teólogos sobre la salvación de los ninos
que mueren sin Bautismo. «Cajetanus ideirco propugnavit párvulos üdelium
Christianorum, quibus per baptismum subveniri haud potest , non tantum ex
privilegio Dei singulari, sed ex lege Dei communi et ordinaria salvari posse,
votis et precibus parentum ; quae sententia, licet ab Ecclesia non ut liaere-
tica damnata sit , fuit tamen a Congregatione Theologorum impróbala , et
jussu Pii V ex Cajetani operibus Romae excusis expuncta.
Alii cum J. Gersone , putant Deum efficacissimis parentum precibus exo-
ratum, non quidem lege ordinaria sed modo extraordinario etex misericor
dia speciali infantibus, qui ad baptismum non perveniunt, gratiam sanctifi-
cantem concederé.
Ast in utraque sententia dogmata de peccato originali et de necessitate
baptiemi non satis firma et integra manere videntur. Utrumque autem dogma
plane intactum manet in sententia eorum , qui dicunt infantes , qui ab homi-
nibus non baptizantur, ab Angelis baptizari, quos Deus non tam in commo-
dum corporis quam in bonum animae parvulis consociat , ve) aliud médium
nobis ex sapientissimis rationibus non patefaclum constitutum esse, quo in
infantibus baptismus suppleretur prout in adultis suppleri potest pervotum.
(Knollftmtitul. Theolog., part. iv, sect. n.cap. i,art. 5.)—Véase también Sfon-
drati , Noiui praedestinaUonis enuclealus.
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 81
aquel pobre salvaje, el último de los seres humanos, no se condenara
«ioido no sea por su culpa (1).
Tales eran, en general, los medios de salvación de que los paga
nos disponían antes de la venida del Redentor. La Encarnación, mis
terio de infinita misericordia , ¿ habrá empeorado la condición de los
si túales infieles colocados en las mismas condiciones que los antiguos?
. Quién se atrevería a decirlo? De estas explicaciones se derivan ri-
¡mrosamente los corolarios siguientes:
1.° Si la mayor parte de los habitantes del globo no han pertene
cido ¡amas al imperio visible del Espíritu Santo, o, como habla la teo
logía , al cuerpo de la Iglesia , nadie puede probar que uno solo de
ellos se haya encontrado ó se encuentre hoy en imposibilidad abso
luta de pertenecer al imperio invisible del mismo divino Espíritu,
que se llama el alma de la Iglesia, con lo cual puede uno salvarse. La
razón es que si nosotros conocemos los medios exteriores con que
Dios aplica á los hombres los méritos del Redentor , los innumerables
medios interiores de que dispone para el mismo objeto nos son desco
nocidos, y debemos decir con Job (cap. x , 13) : «Aunque vos , Señor,
lo ocultáis en el secreto de vuestro corazón , pero yo sé que de todos
»s acordáis. «
Io Si a pesar de esta resta , la muchedumbre de los vasallos de
Satanás es tan considerable , hay que imputarlo , no á Dios , sino al
fibre albedrio del hombre. Pero nadie podrá probar que Dios haya
debido criar al hombre impecable, ni que la mayor parte de los hom
bres tengan voluntad seria de salvarse.
3.° Esta bien probado , que la presciencia de Dios no daña en
nada a la libertad del hombre y que Dios no tiene parte en el mal que
el hombre se ha hecho vendiéndose al demonio, lo mismo que el pa
dre del prodigo en las picardías y miserias de su rebelde hijo. Dios
(I) I)e insulari vero , ad quem non pervenít L'aptismi notitia, secuedum
fuedameota S. Thomaei'Oe Verít., q. xiv, art. 11), dicendum quod si in primo
iostanti usus rationis coavertat so in Pinem honestum, Deas infundit gratiam,
et remiltitur peccatum origínale. Et si perseveret in gratia et non qpponat
impedimentum peccati mortalis, Dcus , qui non déficit in necessariis, illu-
minabiteum ante raortem interius vel exterius , nec patictur eum mori ab-
«joe sacramento Baptismi ; vel si faciat, supplebit effectnm sacramenti : Non
«ira aUigarit virtuUm nuom sacrammlis, quia cum talis ex illa conversione con-
secutus sit gratiam, si perseveret, non privabilur illa sine culpa, et jam
vidítnr habere baptismum quodammodo in voto, licet confuse, projter
ignorantiam invincibilem. iVigier, fnitilutiones , cap. xvi, § I, v. íi.)
TOMO I. 6
82 TRATADO DEL ESPÍRITU -SANTO.
no ha intervenido en el mal sino para prevenirlo, contenerlo y repa
rarlo. Si el libro albedrío del hombre no pusiera obstáculo, la repara»
cióu sobrepujaría todavía a la ruina en profundidad y extensión.
4.° Dios quiere la salvación de todos los hombres sin excepción.
La salvación es el goce eterno de Dios por la visión beatífica. Y la
quiere Dios con voluntad seria ; supuesto que reserva suplicios eter
nos a los que no la consigan. Á todos los hombres, en todos tiempos,
Dios les ha proporcionado los medios de salvarse , y tan cumplida
mente, que nadie se condenara sino por su propia culpa.
5.° El saber cómo en ciertos casos particulares esos medios de
salvación sean aplicables y aplicados , es la incógnita del problema.
Pues en dogma no menos que en geometría, despejada ó sin despejar,
existe también la incógnita.
Una cosa resulta, pues, matemáticamente cierta, y es, que no obs
tante las sombras misteriosas de que Dios tiene a bien rodear \ot
secretos de su misericordia, siendo infinito poder, infinita sabiduría
y misericordia, no hará injusticia á nadie. Esta verdad es la dulce
almohada sobre que duermen en paz la fe del cristiano y la razón de
todo hombre capaz de unir dos ideas : In paca in idipsum dormiam
el requiescam.
Con estas aclaraciones, por incompletas que sean, se desvanece
la dificultad que debíamos resolver , y con ella la inquietud que pu
diera producir en los espíritus. Nada impide, pues, que continuemos
nuestro camino y pasemos al estudio profundo de las dos ciudades.
CAPÍTULO VIH.
sumario.— Iit Espíritu Santo, Hey do la Ciudad del bien . ¡ por qué ?—Res
puesta dela teología.—Diferentes nombres del ttey de la Ciudad del bien:
Espíritu Santo , Don , Unción. Dedo de Dios, Paráclito.—Explicación de
cada «no de estos nombres.
(1) Coi Spiritus Sanctus donatus est , anima illius illustratur et plus
quam homo cernit. In terra erit Corpus, et anima eoelos contemplabitur....
Exiguus homo cernit priniipium et finem mundi, et médium temporum, et
regnm successiones.... Cernía quomodo illuminat animas Spiritus Sanctus,
lollit ignorantiam, et scientiam reponit. I S. Cyrill. Ilier. Cntech., xvi.)
(2) Sicut digitus a hrachio et manu : ita Spiritus Sanctus a Patre et
Filio procedit. 'Cor. o Lap., in Etvod., vin, 19.)
92 TRATADO DEL ESPÍR1TC SANTO.
dedos, ósea por el Espíritu Santo; porque todas son obras del amor.
Los dedos de nuestras manos no sirven s ilo para hacer las cosas,
sirven también para repartir, dividir, distribuir. Su longitud \ fuerza
desiguales los cónstituyen en dependencia mutua y hacen hermosa la
mano. Del mismo modo Dios reparte y distribuye por el Espíritu
Santo los dones que reserva á cada criatura , y esto en proporciones
desiguales, a una más, a otra menos, según las reglas de su infalible
sabiduría. Desigualdad necesaria, de donde resulta la subordinación
mutua de los seres entre si, la base de todo orden, el principio de
toda armonía en el cielo y en la tierra.
No obstante la multiplicidad de su número, ni la diversidad de
sus formas, ni la variedad de sus movimientos, los dedos, insepara
blemente unidos entre si, obedecen al mismo impulso. También los
dones y las obras del Espíritu Santo, por diversos que sean, proceden
del mismo principio. Considerad los cielos y la tierra. Preguntad su
cesivamente a las innumerables criaturas que contienen, estrellas o
soles, montañas o valles, cedros ó violetas; todas os responderan:
Un mismo Espirito nos ha hecho. Huec antem omnia operatur unvs
atque idem Spiritus.
Levantad vuestras miradas a una creación mas magnifica ; con
templad los órdenes y las jerarquías del mundo angélico , diferentes
en hermosura y poder; ellas os dirán también: un mismo Espíritu nos
ha hecho: Uaec antem omnia operatnr unus atque idem Spiritus.
líajad ahora vuestra vista al cielo de la tierra , á la Iglesia , madre
y modelo de todas las sociedades civilizadas. ¿De dónde le vienen los
dones interiores y exteriores, que con su brillante variedad constitu
yen su poder y su gloria? Una voz responde: «Hay diversidad de
dones, pero no hay mas que un mismo Espíritu ; diversos ministe
rios, pero un solo Espíritu ; diferentes operaciones, pero no hay mas
que un Dios que lo hace todo en todos. El uno posee el dón de hablar
con sabiduría , el otro el don de ciencia , quién el don de fe, quién el
de curaciones , este el don de hacer milagros o el de profetizar, aquel
el de hablar diversas lenguas , estotro el de interpretarlas ; pero un
mismo Espíritu es el que opera todas esas cosas : Haec antem mntii'
operatur unus utijue ídem Spiritus (l).
(I) i Cor., xii, 4 et seqq. Ideo dicitur Spiritus Sanctus digitua Dei,
propter partitionem donorum, quae in eo dantur, unicuique propria, sive
hominum, sive angelorum. In nullis enim membris nostris magis apparet
partitio, quam in digiÚB. (S, Á'tg., Qtatst. Eiung., lib. u, q. xvn.)
F.L UEY OE LA CIUDAD DEL BIEN. 93
Todos nuestros dedos , trabajando cada uno en su esfera, tienden
al mismo objeto, que es la perfección de la obra que han empren
dido. Del mismo modo todos los dedos de Dios, todas las mara
villas del Espíritu Santo se dirigen á un solo fin , a realizar en la
Ciudad del bien la mas perfecta concordia , la más completa unidad
ipie se puede concebir, la misma unidad del cuerpo humano y la
• 'incordia de sus miembros. Como nuestro cuerpo, que es uno,
--compone de muchos miembros, y todos éstos , aunque son mu
chos , no hacen más que un solo cuerpo , asi sucede en la Ciudad
del bien , que es el reino del Espíritu Santo y el cuerpo del Verbo
encarnado.
Como todos los miembros del cuerpo trabajan los unos por los
otros y ninguno puede sufrir sin que todos los demás sufran, ni reci
bir honor sin que todos los otros participen , lo mismo pasa entre los
miembros de la gran Ciudad , de la cual el Espirita de amor es el
autor, el rey , el vínculo (pie la une y el alma que le da vida. ¡Qué
magnifico ideal! Yeste ideal, imperfectamente realizado sobre la tie
rra , lo sera perfectamente en la eternidad.
..Bajo qué títulos podremos nosotros invocar al Espíritu Santo,
que estén mas en relación con nuestras necesidades que el de Dedo de
Dios? ; Oh Santo Espíritu, Dedo de Dios, poder, bondad, instrumento
de milagros , tomad parte en nuestros asuntos y en los del mundo
actual! ¡Juzgad vuestra propia causa ; reparad, restaurad los baluar
tes de vuestra Ciudad ; disipad los ejércitos que la asedian ; haced
.-aliar a los blasfemos que la ultrajan, ultrajaudoos juntamente
a vos!
Que eJ esplendor de vuestras obras desconcierte a vuestros ene
migos, abra los ojos de los ciegos, despierte á los indiferentes, ablande
,1 los obstinados, y fuerce á los modernos magos á confesarse venci
dos, para que el campo de las almas restituido a los ministros de la
verdad, reciba por Qn el cultivo que puede únicamente reemplazar
con frutos de vida esos otros frutos de muerte , cuyo hedor infecto
clama al cielo en demanda de las catástrofes más temibles. Dedo di
vino, grabad profundamente en nuestro corazón la ley regia de la
Ciudad del bien , la fe poderosa , la esperanza inmutable , la caridad
ínmortal ; dadnos a cada uno de nosotros la armadura impenetrable
que nos hace falta para rechazarlos dardos inflamados de un enemigo
mas audaz hoy que nunca.
5.° Se llama Paráclito , Paraclelus. Este nombre, no menos
simpático que bis otros , quiere decir abogado , exhortador , consola
KATADO DEL ESPÍniTU SANTO.
dor. ¡Qué nombres para un Roy (1)! Aunque el Espíritu del bien uu
tuviera otros, ¿no bastarían estos para atraer a la obediencia de sus
leyes á todos los pueblos , á todas las tribus, a todos los miembros dr
la desventurada famifia humana?
Es abogado y defiende. ¿Qué deliende? La causa en que vienen a
parar todas las causas , todos los procesos ; la causa de las almas , la
causa de los pueblos, la causa de la Iglesia y del mundo, la causa di
que depende la eterna dicha ó la eterna infelicidad. ¿Dónde la defien
de? En el doble tribunal de la justicia y de la misericordia. En el
de la justicia, para aplacarla y desarmarla ; en el de la misericordia,
para obtener copiosas efusiones de gracias, de fuerzas, de luces, de
socorro de todo género, sea para preservar á los ciudadanos de su
ciudad de los ataques del enemigo, sea para curarlos de las heridas
recibidas. Tribunales dela justicia y la misericordia divina , curias
soberanas, ante las cuales no hay nadie, ni rey, ni subdito, ni pue
blo, ni particular, que no tenga cada dia y aun cada hora alguna causa
pendiente.
¿Cómo defiende? Como el amor sabe hacerlo. Toda su elocuencia
consiste en suspirar. El Espíritu Santo, escribe el Apóstol, ayuda
nuestra debilidad , porque nosotros no sabemos ni lo qw debemos pe
dir , ni cómo liemos de pedirlo. Pero el Espíritu Santo pide Él mismo
por nosotros con gemidos inefables. (Rom., vm, 2tí.) ¡Cuan profunda
es, pues, oh Dios mío, mi miseria, la miseria del linaje humano!
Privado de todo y mendigo en este valle de lagrimas, yo no conozco
mis verdaderas necesidades, apenas las sospecho y mucho menos las
siento. Si llego a conocerlas, ignoro el modo de pedir su remedio.
¡ Qué necesidad tan grande la mía de tener un maestro hábil que me
enseñe a pedir, caritativo que pida por mi, poderoso que pida con
resultado ! El Rey de la Ciudad del bien en persona me presta este ca
ritativo servicio, y se lo presta a todos. Si , es de fe; el Espíritu Santo
pide por mi, se hace mendigo por mi.
« ¿Qué quiere decir esto? pregunta San Agustín. ¿Acaso puede
gemir el Espíritu Santo, que goza de la suprema felicidad con el Pa
dre y el Hijo? Seguramente no. El Espíritu Santo en si mismo y en
la Beatísima Trinidad no gime ; pero gime en nosotros, enseñándonos
(I) Gloriosa dicta sunt de te, civitas Dei ... Sicut laetantium omnium
habitatio est in te. (Ps. lxxxvi, 3, 7.)
CAPÍTULO IX.
(1) Apud Corn. a Lap., In /»., ixxiv, 14. —En virtud del mismo razo
namiento, ¿no podríamos suponer que la? dos Personas de la Santísima Tri
nidad , que no han tomado cuerpo, el Padre y el Espíritu Santo , se digna
ran también mostrarse á los elegidos bajo alguna forma sensible ? O altitudo
dicitiarwn '.
un TRATADO DEL ESPÍRITU' SANTO.
cielo y la tierra es bella , porque ciclo y tierra reflejan algunos rayos
de la hermosura del Criador. Entre todos los seres materiales el mas
bello es el cuerpo humano , porque posee en más alto grado la fuerza
y la gracia, cuyo dichoso conjunto constituye el sello de la hermosura.
El alma es mas bella que el cuerpo, porque es imagen más perfecta
de la hermosura eterna. Á su vez el ángel , como imagen incompara
blemente más perfecta deesa hermosura, es incomparablemente mas
bello que el alma humana.
¡Qué espectáculo presenta a los ojos de la fe el lte\ de la Ciudad
del bien , rodeado de todas sus principes radiantes como soles , y de
los cuales el menos bello eclipsaría todas las bellezas visibles! El día
en que sea dado al hombre verle cara á cara, entrara en aquel arro
bamiento que fué inefable hasta para el apóstol San Pablo, que tuvo
la dicha de experimentarlo. En el ínterin, la humanidad poseeel ins
tinto de aquella belleza suprema ; pues para significar el mas perfecto
grado de belleza sensible , suele decir : bello como un ángel.
La belleza de los angeles es la irradiación de su perfección esen
cial, y su perfecciónes la inteligencia. ¿Quién explicara su extensión?
Santo Tomas responde que la inteligencia angélica es á manera de la
divina, es decir, que el ángel no adquiere el conocimiento de la ver
dad por medio de las cosas sensibles , ni por el raciocinio, sino por
intuición (1). Enseña también que, siendo los angeles sustancias exclu
sivamente espirítuales, en ellos la potencia intelectiva es completa, es
decir , que no esta nunca en potencia como en el hombre , sino siem
pre en acto, de suerte que el ángel conoce actualmente lodo lo que
naturalmente puede conocer.
Lo conoce todo entero , en conjunto y en sus pormenores , en los
principios y en sus ultimas consecuencias. « Las inteligencias de orden
inferior, como el alma humana, para llegar al conocimiento perfecto
de la verdad , necesitan cierto movimiento , cierto trabajo intelectual,
mediante el cual proceden de lo conocido á lo desconocido. Esta ope
ración no tendría lugar si desde que conocen un principio vieran ins
tantáneamente todas sus consecuencias. Tal es la prerogativa de los
ángeles, quienes en los primeros principios, que conocen naturalmente,
ven al punto todo lo que en ellos hay de cognoscible ; por esto se les
llama Mekrtnales, y a las almas humanos simplemente racionales....
(1) Et sic angolus ia uno instanti potest esse in uno loco, et in alio
instanti in alio loco, nullo tempore intermedio existente. (1 p., q. luí, art. 3,
ad 3; q. lxii, art. 6.)
(2) A esta participación damos el sentido delas palabra-» de San Pedro:
divinar, entortet natura» , lo que ciertamente no es panteísmo.
(3) Et ideo natura corporalis nata est moveri immediate a natura spi-
rituali secundum locum. Unde et philosophi posuerunt suprema corpora
moveri localiter a spiritualibus substantiis. (t p., q. ct . art. 3.)
(4) Angelus no potest esse in pluribus locis totalibus; nec angelus qui
movet primum mobile, dicitur esse per totum universum inferius, quia non
applicat immediate virtutem suam nisi in oriente. Et ideo ibi dicitur esse a
philosopho, licet virtus ejus derivetur ad alias partes et ad alios coelos , ac
ad inferiora, sicut virtus figuli moventis in una parte rotam. (Tigier, cap. m,
2, v. 4.)
LO? PRiNCIPES DE LA CIUDAD DEL MEN. 107
tte esta fuerza de impulsión se deríva la cónsecuencia lógica de
que los ángeles pueden levantar los cuerpos mas voluminosos y trans
portarlos adonde quieran, y esto con rapidez imposible de calcular.
Según San Agustín , la fuerza natural del último de los augeles es tal,
que todas las criaturas corporales y materiales le obedecen, en cuanto
al movimiento local , en la esfera de su actividad, a menos que Dios
u otro ángel superior no le pongan impedimento. Luego si Dios lo
permitiera , un solo ángel podría transportar una ciudad entera de un
lugar á otro 1), como sucedió con la santa Casa de Loreto, transpor
tada de Nazaret a Dalmacia . y de Dalmacia al lugar en que hoy recibe
los homenajes del mundo católico (2).
So solamente los augeles imprimen movimiento al mundo mate
nal, sino que ademas lo conservan, ora impidiendo á los demonios
perturbar las leyes que producen su armonía", ora velando porque se
mantengan perpetuamente esas leyes admirables. « Toda la creación
material , dice San Agustín , es gobernada por los ángeles, t Y Santo
Tornas añade : « Nada impide afirmar que los ángeles inferiores están
puestos por la sabiduría divina al frente del gobierno de los cuerpos
inferiores, y que a los de categoría mas alta se les ha encargado la
que fe toman por dictámenes de la razón las que no son sino invenciones
opinables, s
Ahora, si alguno se atreve con San Agustín, Santo Tomás y otros Padres
y teólogos emiuentes que enseñaron esa espeoie de astronomía á lo divino,
¡nire, en primer lugar, que no merecerá gran loa por acusarlos de haber ig
norado lo que, en todo caso, la ciencia humana haliría tardado sendos siglos
so averiguar después de la muerte de aquellos. Mire además, y mírelo despa
cio, no sea que ellos acierten mucho mejor que no la ciencia moderna con
™ decantada! leyes. Pues, hablando en puridad , ¿se puede afirmar tran
quilamente q ue la ciencia explica las aausas de las revoluciones siderales?
Yo oigo hablar de fuerzas centrifugas y centrípetas, de atracciones y afini
dades, de relaciones conocidas entre la velocidad y la densidad. Está muy
bien. Pero todo eso, á mi entender, no hace sino consignar el fenomeno, y
dista mucho de explicar las causas, Im rautas cuya investigación constituye
propiamente la ciencia. Así el labrador conoce por la experiencia las leyes
loe el grano enterrado sigue en su germinación. La ciencia no hace más,
ao pasa do ahí ; sólo que su experimentación para rastrear las costumbres de
los attros es más difícil, exige en el observador gran caudal de conocimien
to!, y esto la hace más noble y meritoria. Es verdaderamente admirable el
trabajo del astrónomo ; asombra lo que ha discurrido y combinado para
descubrir una ley. ¿Mas por qué esa ley tiene esta fórmula y no tal otra?
¿Porqué, v. gr., los graves caen vertical y no oblicuamente? ¿ Por qué la
tierra recorre su órbita en veinticuatro horas y no en treinta? Porque ello
* asi, y no de otra manera. Conocemos los hechos , hechos generales y
uniformes, pero no sus causas, y menos sus causas últimas, ó, diré mejor,
w causa última, que es la verdadera. Suelen los hombres buscarlas donde no
están, y acaso buscan unas causa» naturales que no existen. ¿Qué son, en
último análisis, las leyes naturales ? ¿ Por qué son así y no de otra manera?
Son la voluntad de Dios impresa á la materia, la cual obra así porque Dios
*e lo ha mandado. Fiat lu,T, el facía est lace.—Dominas sapientia (undavit lerram,
'toWKril cáelos prudtntia.—I'raeceplum posuit et nón praeteribit. Todo lo que
*diga fuera de esto, dígalo quien quiera , no pasará de ser palabrería sin
Estancia. (Nota del Traductor.)
no TRATADO DEL ESPÍMTU SANTO.
Citemos solamente el ejemplo del profeta Habacuc, transportado
por un ángel desdo la Palestina a Babilonia para que llevase de comer
a Daniel, encerrado en el lago de los leones. Citemos también el ejér
cito de Senaquerib, rey de Asiria, a quien un ángel le mato en una
uoche ciento ochenta y cinco mil combatientes. Recordando este lie
dlo á proposito de las doce legiones de ángeles que Nuestro Señor
habría podido llamar consigo en el jardín de las Olivas , San Crisós-
1omo exclama con razón : « Si un solo ángel pudo matar ciento ochenta
y cinco mil soldados , ¿qué no habrían podido doce legiones ente
ras (I)?» Podría también añadirse el tan conocido paso del ángel ex-
terminador , á quien bastaron breves instantes para hacer perecerá
todos los primogénitos de ambos sexos en el dilatado reino de Egipto.
Por lo que toca á nuestra alma , los ángeles pueden ejercer , y real
mente ejercen, sobre ella acción ordinaria y extraordinaria , cuyo
alcance es difícil de medir. Á ellos debe el entendimiento sus mas
preciosas luces. «Las revelaciones de las cosas divinas, dice el gran
San Dionisio , provienen á los hombres por medio de los ángeles (2). »
Todas las paginas del Antiguo y del Nuevo Testamento comprue
ban las palabras del ilustre discípulo de San Pablo. Abraham , Lot,
Jacob, Moisés, Gedeón, Tobías, los Maeabeos, la Santísima Virgen,
San José, las santas mujeres, los Apóstoles, todos son instruidos y
dirigidos por estos espíritus administradores del hombre y del mundo.
Después veremos cómo el ángel de la Guarda cumple con el alma con
fiada á su cuidado esas mismas funciones, si menos visibles, pero no
menos reales. Esta iluminación, tan influyente en la conducta de la
vida , se verifica de varios modos. Unas veces el ángel fortifica el
entendimiento del hombre para que pueda concebir la verdad : otras
le presenta imágenes sensibles , mediante las cuales pueda conocerlo
que sin ellas no conocería, que es lo mismo que el hombre hace
cuando instruye á otro (3).
¿Se trata de la voluntad '? Verdad es que los angeles buenos ó ma
los no pueden violentar a la voluntad en sus determinaciones, puesto
que el alma permanece libre ; pero la experiencia enseña cuan efica
ces son las inspiraciones de los angeles buenos > las sugestiones de
(I) Dicendum quod ángelus, qui est inferior ordine naturae, praeest
-iaemonibus quamvis superioribus ordine naturae; quiavirtus divinae justi-
tiae, cui inhaerent boni angelí, potior est quam virtua naturalis angelorum.
(1 p. q. cix, art. 4.)
TOMO I. fe
CAPÍTULO X.
'
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 12o
sabéis que os amo. — Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.»
El amor es, pues, el principio, el fin, la ley soberana de la Ciudad
del bien ;.como el odio, según después veremos, es el principio, el
fin y la ley perenne de la Ciudad del mal (1).
(I) Est igitur poniifirai i ¡ seu episcopatus ordo, qui consummante virtute
fultus, perficieiitia quaeque sacri ordinis fflunia praeminenter ciriuumnial,
atque sacrorum disciplinas interpretando tradit, et edocet quaenam ipsis
sacrae competant habitudines atque virtutes. Sarerdolum ordo qui üluminat,
ad sacra mysteria contuenda initiatos manuducit, divinorum ordini pontifi-
cum subjectus.... Ordo ministrorum seu diaconorum est quita-pial et dissimi-
lia discernit, antequam ad sacerdotum sacra veniant; accedentes etiam
lustrat, ut eos a contrariis immunes reddat, atque sacrorum mjsteriorum
spectacolo et communione dignos. (S. Dio»., Ecalts. hitrarch., c. v.)
CAPÍTULO XI.
(I) Epiacopus omnium máximus , Deus est; ejus dioecesil mondos totas,
in quo septem hi spiritus oculorum vice funguntur; non qaod íis , uti homi-
nes , episcopis egeat , sed eamdem ob causam ob quam secundas ad rernm
actioncm et mundi gubernationem causas adhibere diguatur. (Id., id.;elCor»,
a Lapid. Ubi mpra.J
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MIEN. i29
a Roma en i'ffl para propagar el culto de estos ángeles , y buscarles
y edificarles un santuario.
Después de muchos ayunos y oraciones , mereció conocer por re
velación que las Ternías de Diocleciano debían ser el templo de los
siete ángeles asistentes al trono de Dios. Pandábase la elección divina
eu que estas famosas Termas habían sido edificadas por millares de
ángeles terrestres , es decir, por cuarenta mil cristianos condenados
á este duro trabajo ; en que su gigantesca construcción habia durado
siete años ; en que entre todos esos mártires, siete se hahiau distin
guido, especialmente Ciriaco, Largo, Smaragdo, Sisinio, Saturnino,
Marcelo y Thrason, que alentaban á los cristianos y proveían á sus
necesidades.
Comprobada esta revelación , los Soberanos Pontífices Julio III y
Pío IV ordenaron purificar las Termas y consagrarlas en honor de los
siete ángeles asistentes al trono de Dios, ó sea á la Reina del cielo
rodeada de estos siete ángeles. La dirección de los trabajos fué encar
gada á Miguel Angel. El célebre arquitecto, con los ricos materiales
de las voluptuosas Termas del mayor enemigo de los cristianos, le-
ventó el templo magnífico que se admira en nuestros días. Á S de
Agosto de lafil , Pío IV, en presencia del Sacro Colegio y de toda la
corte romana, lo consagró solemnemente á Santa María de los Ángeles,
y lo señaló como titulo cardenalicio (1). Se ve que la Iglesia católica,
en su maternal solicitud, nada omite para hacernos conocer á los án
geles, para honrarlos, aficionarnos á ellos y asegurarnos su poderosa
protección. Nada más atinado (pie semejante conducta. Somos de la
familia de los ángeles , y con ellos hemos de vivir por toda una eter
nidad.
Pasemos á la segunda jerarquía. Ya lo hemos observado : no hay
salto en la naturaleza. Todas las creaciones se tocan y están encade
nadas con lazos misteriosos , de tal modo, que las últimas produccio
nes de un reino superior se confunden con las primeras de otro infe
rior (2). La misma ley rige en el mundo de las inteligencias, prototipo
(4) Haeo secunda hierarcliia hahet tres choros. Primus est Dominatio-
num : et angelí hujus chori habent praecipere de agendis : Domiui enim est
praecipere. (Vig., cap. 3, § n, v. 7.)
(2) Et ideo Dion. dicit, c. íx, Caetest. hier., quod nomen Principatuum
significat ductum cum ordine sacro. (Vig., ibid.)
(H) Corpora quodam ordine reguntur, inferiora per superiora, et omnía
per spiritualem creaturam , et spirítus malus per spiritum bonnm.—Primus
ergo ordo post Dominationes dicitur Principatuum, qui etiam bonis spiritibus
piincipatur. (Apud S. Thora., t p., cvui, art. 6.)
LOS PIIÍSCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN.
desvia rías de su fin. En el orden humano guardan analogía con los
poderes públicos encargados de reprimir á los malhechores y quitar
obstáculos al reinado de la justicia y de la paz (1).
La tercera jerarquía angélica consta de las Virtudes, los Arcánge
les y los Ángeles. Eu los soldados que componen los diferentes cuerpos
de un ejército donde cada regimiento tiene su destino particular, y en
los administradores subalternos de jurisdicción limitada , encontramos
la imagen de estos tres últimos órdenes angélicos y la idea de sus fun
ciones.
Las Virtudes, cuyo nombre significa fuerza, ejercen su imperio
sobre la creación material, presiden inmediatamente al manteni
miento de las leyes que la rigen y conservan el orden que admiramos.
Cuando la gloria de Dios lo exige, las Virtudes suspenden las leyes
de la naturaleza y hacen los milagros. De este modo , los ángeles invi
sibles que nos rodean revelan su presencia y muestran que el mundo
material esta sometido al mundo espiritual como el cuerpo al alma (2).
Todos los ministerios de los órdenes angélicos se refieren á la glo
ria de Dios y á la deificación del hombre, ó, en otros términos, al go
bierno de la Ciudad del bien. Los hombres que pertenecen como sub
ditos á esta gloriosa Ciudad, son objeto particular de la solicitud de
los angeles. Entré ellos y nosotros existe un comercio continuo , figu
rado por la escala de Jacob. Descender los grados de esta escala mis
teriosa y venir en ocasiones solemnes á desempeñar cerca de los
hombres misiones importantes, presidir al gobierno de las provincias,
diócesis , comunidades, etc., tal es la doble función de los Arcángeles,
cuyo nombre significa Angel superior ó Principe de los ángeles pro
piamente dichos.
Interiormente á este orden está el de los Angeles. Angel significa
enviado. Como todos los espíritus celestiales notifican los pensamien
tos y decretos de Dios, es común á todos el nombre de ángel. A esta
función añaden los ángeles superiores ciertas prerogativas, de donde
toman su nombre propio. Y por cuanto los ángeles del último orden
de la primera jerarquía no añaden nada al oficio común de enviados
ó nuncios, retienen simplemente el nombre de ángeles. Estando en
relación mas inmediata y habitual con el hombre , velan y guardan
(1) Potestatce , per quas arcentur mali spiritus , sicut per potestates
terrenas arcenlur malefactores. (S. Th., ibiJ.J
(?) Virtutes quae habent potestatem super corporalem naturam in ope-
íatione miraculorum. (S. Th., ihid.)
132 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
su vida espiritual y corporal , y cada hora y cada instante le comuni
can las luces , fuerzas y gracias que ha menester desde la cuna hasta
la tumba.
Si resumimos este rápido estudio, ¡ qué inmenso horizonte se abre
ante nosotros! ¡ Qué imponente espectáculo so desenvuelve á nuestra
vista ! Es verdad, pues, que, en vez de no ser nada , el mundo supe
rior es todo ; que lo real es lo invisible ; que el mundo material vive
bajo la acción permanente del mundo espiritual; que Dios gobierna
el universo por sus angeles libremente , sin necesidad , sin ser por
nada ni por nadie precisado , como un rey gobierna su reino por sus
ministros y un padre su familia por sus dependientes. Es también
verdad que la acción de estos espíritus administradores afecta á cada
una de las partes del conjunto , de modo que ni el hombre ni cria
tura alguna quedan dejados al azar, ni abandonados á sus propias
fuerzas , ni desamparados y Sin defensa contra los ataques de las
potestades enemigas (1).
Como principes y gobernadores de la gran Ciudad del bien, á que
se refiere todo el sistema de la creación , los ángeles presiden en el
orden material al movimiento de los astros, á la conservación de los
elementos y á la realización de lodos los fenómenos naturales que nos
llenan de alegría ó de terror. Entre ellos está compartida la adminis
tración de este vasto imperio. Unos cuidan de los cuerpos celestes,
otros de la tierra y sus elementos, otros de sus producciones, árboles,
plantas , flores y frutos. Á éstos esta confiado el gobierno de los vien
tos y los mares, de los ríos y las fuentes; á aquéllos la conservación
de los animales. No hay una criatura visible , ni chica ni grande , que
no tenga una potencia angélica encargada de velar por ella (2).
No ignoramos que el hombre animal , animalis homo , niega esta
acción angélica ; pero su negación no prueba más que una cosa , que
es animal. Para el hombre que tieue inteligencia , esa acción es evi
dente. Doquiera que la naturaleza material deja percibir algún orden,
alguna armonía, algo de movimiento , un fin, allí hay que reconocer
inmediatamente un pensamiento , una inteligencia , una causa motriz
(I) Misit Deus ange'.oa suos aJ tutelam cultumqua goncris humani. (De
Instil. Jicin., lib. II, c. xvi.)
134 THATADO DEL ESPÍB1TÜ SANTO.
naciones, cada cual la suya (i); otros la Iglesia universal. Cual ejér
cito formidable defiende una ciudad sitiada, asi ellos defienden la Ciu
dad de su Rey, la santa Iglesia católica, en la guerra eterna que sos
tiene contra los poderes de las tinieblas (2). Los hay también que
cuidan de cada Iglesia , es decir, de cada diócesis particular. >Dos
guardianes y dos guias, enseñan con San Ambrosio los antiguos Pa
dres, hay al frente de cada Iglesia ; el uno visible, que es el Obispo;,
el otro invisible , que es el ángel tutelar (3).»
Silos ángeles cuidan y protegen basta la más pequeña criatura,
del orden físico , insecto o brizna de hierba, para conservar c impe
dir que el demonio la amancille ó la destruya, con mucha más razón
el ser humano, por humilde que se le suponga, es objeto de la soli
citud angélica. Y, en efecto, cada hombre tiene su ángel de la guarda.
Cual tutor poderoso, ose príncipe de la Ciudad del bien vela sobre-
nosotros, basta en el seno matérno, protegiendo nuestra frágil exis
tencia contra los mil incidentes que pueden comprometerla y privar
nos del bautismo.
Dejemos que hable la ciencia: «¡Gran dignidad ciertamente
la de las almas, que cada una tiene desde su nacimiento un án
gel que la guarde 1 Antes de nacer, el niño encerrado en el útero-
materno, es en cierto rnodo parte de la madre, como el fruto pen
diente del árbol es todavía parte del árbol. Es, pues , probable que
el ángel custodio de la madre guarda también al niño que lleva
en el seno, como el que guarda un árbol guarda también su fruto.
¿ Mas sucede que por el nacimiento se separa el niño de la madre?
(1) Dan., x, 13; S. Th., I p., q. cim, art. 8.—Ex iis quidam praefect»
sunt gentibus, alii Tero unicuique fuielium adjuncti sunt comités. (S. üanil.,
lib. m, conlr. Eunom.J—Regna et gentes sub angelis posita eise (S. E¡>iph.,
haem, 41.) — Angelí singulis pracsuut gontibus. (llier., lib. xi in ¡tu.,
o. x7.)— Quin eüam unicuique genti proprium ángel un) praeesse aíliimal
Scriptura. (Theodoret., q. ni , fti Gen.)
(2) Divinia potestatibua quae Ecclesiam Dei ejusque religiosum institu-
tum custodiunt. (Etutb. in ps. 47.)
(3) Non eolum ad euradem gregem Dominusepiscopos. seJ etiam ange
lo» ordinavit. (S. Ambr. , lib. n , ín L\ic. , et lib. i, de Poenit. , c. xx.)— Vult
DeuB angelos singulos Ecclcsiarum singularum eibi comissarum custodes
esse. (Eimb. in pn. 47.)—Angelia liujua urbis cura comissa est. Nec enim ruibi
dubium est quin alii aliarum ecclesiarum praesides et patroni sint, querr.ad-
modum in Apocalypsi Joanncs me docet. (S. Gng. Naz., orat. Xxxm.)
LOS PRINCIPES de la ciudad del bien.
Al punto un ángel particular es enviado para que cuide de él (i). i
El ángel custodio, compañero inseparable de nuestra vida, nos
sigue en todos nuestros caminos, nos ilumina , nos defiende , nos
alienta y nos consuela. Medianero entre Dios y nosotros , intercede en
nuestro favor, ofrece al Anciano de los dias nuestras necesidades,
nuestras lagrimas , nuestras oraciones y buenas obras , como incienso
de agradable olor quemado en un turibulo de oro. Su misión no ter
mina con la vida terrestre, dura hasta que el hombre llega á su fin.
Asi los ángeles presentan las almas al tribunal de Dios y las intro
ducen en el cielo. Si la puerta les está temporalmente cerrada , las
acompañan al purgatorio, donde las consuelan hasta el día de su liber
tad. En cuanto á aquellos cuyo obstinado orgullo hace que sean hasta
la muerte indóciles a los consejos de sus ángeles , éstos los abandonan
solamente en el umbral del infierno, mansión abrasada preparada para
Satanás, para sus ángeles y sus esclavos. Como han presidido al go
bierno del mundo, los ángeles asistirán al juicio del mismo , des
pertarán á los muertos y harán la separación eterna de los elegidos
y los réprobos (2).
Al dejar la Ciudad del bien, conservemos un recuerdo que resu
me el objeto de su existencia y las innumerables funciones de los
Principes que la gobiernan. La Ciudad del bien y los ministerios de
los angeles se relierená un solo objeto, el Verbo encarnado; á un solo
Sumario: Lucifer, rey de la Ciudad del mal.—Lo que él es, según los nom
bres que la Escritura le da.— Dragón, Serpiente, Buitre , León , Bestia,
Homicida , Demonio, Diablo , Satanás.—Explicación de cnda uno de estos
nombres. «
é
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL.
Se llama León , Leo. Como el Verbo encarnado lia sido llamado
Lein de la tribu de Judi , Leo de tribu Juda, por causa de su fuerza;
la Escritura tiene cuidado de llamar al demonio León rugiente , Leo
rugiens , león siempre furioso y buscando siempre la presa, quaerens
quem decoret (1).
Jamas hubo nombre mejor aplicado. El león es el rey de los ani
males : Lucifer es el principe de los demonios. Orgullo , vigilancia,
fuerza , crueldad , eso es el león y eso es el ángel caído. El león devora,
no sólo cuando tiene hambre , sino sobre todo cuando está encoleri
zado : en Lucifer el hambre y el odio de las almas son insaciables. El
leóu desdeña los restos manchados de sus victimas : no hay género
alguno de afrentas y á veces de malos tratamientos, que el demonio
no haga sufrir á sus esclavos , sin hablar de los actos vergonzosos á
que siempre los arrastra.
El león tiene una naturaleza ardiente y es excesivamente luju
rioso (2) : lo mismo sucede con el demonio en cuanto nada omite por
empujar al hombre al vicio impuro. El león exhala un olor penetrante
y desagradable : el demonio arroja un hedor mortal. El hebreo le
llama también Cabrón, y la historia afirma que toma ordinariamente
la forma de este animal inmundo , para hacerse ver y adorar de sus
evocadores. Y este león rugiente y ese inmundo cabrón es el arcángel
caido , es el Rey de la Ciudad del mal (3).
Se llama Bestia, la bestia propiamente dicha, Bestia. Reunid los
caracteres de los diferentes animales en que la Escritura personifica
al arcáugel caido , y tendréis la bestia por excelencia : en un mismo
monstruo el grandor de la ballena , el tragadero y la voracidad del
tríbarón , los dientes , ojos é innobles inclinaciones del cocodrilo , la
astucia y el veneno de la serpiente , la agilidad del ave de rapiña,
la fuerza y crueldad del león. Para concluir el retrato del Arcaugel
convertido en Bestia, los oraculos divinos le dan siete cabezas, simbolo
enérgico de siete instintos temibles, ó de los siete demonios princi
pales que forman su cortejo. Y esta bestia, que no se puede represen-
(1) Hoc ipsum quod anima quodammodo indiget corpore ad suam ope-
rationcm , ostendit quod anima tenet mferiorem gradum intellectualitatis
quam ángelus, qui corpori non unitur. ( 1 p., q. lxxv, art. 7.)
(2) Primus ángelus qui peocavit, dum ennetis agminibus angelorum
praela'.us eorum claritatem transcenderet , ex eorum comparatione clarior
fuit lile qui peccavit fuit superior Ínter omnes. (Homil. xxxiv in Eeanq.,
tlS. Th., 1 p., q. lxvii, ort 7 et 9.)
TOMO I. I!)
1 46 TilATA DO DEL ESPÍRITU SANTO.
siguiente, el mismo poder y el mismo odio al hombre y al Verbo hecho
carne. De aquí le viene otro nombre.
Se llama homicida, homicida por antonomasia , homicida ab ini-
tio. Homicida siempre , homicida de intención , homicida de hecho,
homicida de todo lo que respira, homicida del cuerpo, homicida del
alma. Y este nombre lo tiene demasiado justilicado.
Homicida del Verbo encarnado. En el instante mismo en que el
misterio de la Encarnación le fué revelado, se hizo homicida. Para
hacer fracasar el plan divino, concibió el pensamiento de matar al
Verbo encarnado. Lo mató en su corazón, y fué homicida ante el Pa
dre , ante el Hijo , ante el Espíritu Santo , ante el mundo angélico,
hasta que , andando los tiempos , lo fuera en realidad ante el mundo
humano (1).
Homicida de los ángeles. Arrastrándolos en su rebelión , fué para
ellos causa de su condenación, es decir, de la muerte eterna (i).
Hacer que perezcan , en cuanto los espíritus pueden perecer, cente
nares de millones de criaturas, las más felices y hermosas que hayan
salido de la nada , ¡ qué carnicería y qué crimen !
Homicida de los santos. Lo que fué en el cielo, lo es también en la
tierra. Homicida de Adán , homicida de Abel , homicida de los pro
fetas , homicida de los justos del mundo antiguo, imágenes proféticas
del Verbo encarnado. El Verbo es a quien en ellos persigue , y ator
menta, y mata. Homicida de los apóstoles y mártires, continuación
viva del Verbo encarnado. El Verbo es también , siempre el Verbo,
a quien en ellos insulta, y ultraja , y azota , y despedaza, y mutila, y
quema, y mata , y matara hasta que se acabe el mundo.
Homicida del hombre en general. Él introdujo la muerte en el
mundo. No ha habido una agonía que él no haya causado ; no se ha
derramado una gota de sangre que no recaiga sobre él ; no se ha co
metido un asesinato de que él no haya sido el instigador. Los envene
namientos , los asesinatos , las guerras , los combates de gladiadores,
los sacrificios humanos, la antropofagia , todo esto viene de él. Homi
cida especialmente del niño, que es la imagen más perfecta y más
amada del Verbo , por millares es menester contar los que ha hecho
(I) Ann'ihn de la Propag., etc., 1857, n.° 175, p. 428. Carta de Mgr. Véro-
lies, obispo de Mandchuri.
(i) Causa idololatriae con?ummativa fuit ex parte daemonum , qui se
calendo» liominibus erran tibusexhibueruntin idolis, dando responda, et aliqua.
quae videbantur liominibus mirabilia, faciendo. Unde in Pi. xcv , dicitur:
Oornes dii gentium daemonia. (S. Th., 2. 2., q. xeiv, art. 4.)
148 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
del homicida eterno (1). Tal es la guerra encarnizada é implacable que
Satanás hace al Verbo encarnado, y que le declara merecedor del nom
bre de Homicida. Todavía tiene otros.
Se llama Demonio, Daemon. Para designar á Lucifer, los divinos
oráculos dicen el Demonio, esto es , el mas temible demonio, el rey
de los demonios. La ciencia asombrosa de las cosas naturales, y la no
menos asombrosa que tiene del hombre en general y de cada uno de
los hombres, del carácter, inclinaciones, hábitos, temperamento, en
una palabra, de las disposiciones morales de cada cuál , han hecho
que se le dé este nombre, que significa : Inteligente, sabio, vidente.
No puede leer inmediatamente en nuestra alma ; mas por las ventanas
de nuestros sentidos ve lo que en ella pasa. Nuestros ojos , nuestra
cara , el tono de nuestra voz , los movimientos de nuestros miembros,
nuestro andar, la manera de vestirnos, nuestro continente , nuestro
modo de comer, nuestro comportamiento en todas las cosas, son otros
tantos indicios de que él saca consecuencias ciertas para tendernos
redes y arrojarnos dardos.
Se llama Diablo, ó , mas bien, el Diablo , Diabohis. Este nombre,
más odioso que todos , tiene la significación de calumniador. Dos co
sas constituyen la calumnia : la mentira y el ultraje. Desde ambos
puntos de vista , Lucifer es el calumniador por excelencia.
Por lo que se refiere á la mentira , su nombre presenta al enten
dimiento un conjunto horrible de hipocresia , fraude, arteria, astu
cia , engaño, malicia, bajeza y descaro. Su vida es una mentira con
tinua: él inventó la mentira : es la mentira viviente: Mendax etpater
mendaeii. Mintió en el cielo, miente en el mundo, le mintió á Adán,
miente á toda la descendencia de éste. Miente en sus promesas, miente
en sus amenazas , y hasta miente cuando dice la verdad ; porque no
la dice sino para mejor engañar (2). Miente en todo, miente cón au
dacia , miente siempre, y todas sus mentiras son ultrajantes.
Desde este segundo punto de vista , es también digno de su nom
bre. Calumniar, es decir, blasfemar y ultrajar al Verbo encarnado ;
(1) S. Th , i p., q. T.xiv, art. 2 ; id., id., csiv, art. 3; id., 1. 2., q. Lxxr,
art. 4. — El fámputo general de la administración de la iusticia de Francia durante
el año 1860 hizo constar que el número de los detenidos por ultrajes públicos
al pudor se quintuplicó , y aún más de 1826 á 1860, elevándose desde 727 á
4,108; y en especial de I88B a 1860 la progresión fué todavía mayor. Añá
dase, que de cuarenta afios acá el número di? crímenes de todo género se ha
aumentado en más de un 20 por 100.
(2) S. TU., 1 p., q. lxiv, art. 2 ad 5.
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL. 149
calumniarle en su Divinidad , en su Encarnación , en su veracidad , en
su poder, en su sabiduría, en su justicia, en su bondad, en sus
milagros y beneficios : calumniar a la Iglesi i su esposa , calumniarla
en su infalibilidad , en su autoridad , en sus derechos, en sus pre
ceptos , en sus obras , en sus ministros, en sus hijos ; provocar asi el
odio y el desprecio del Verbo hecho carne y de todo lo que le perte
nece , tal es , y la historia lo prueba , la ocupación incesante del Rey
de la Ciudad del mal.
Se llama Satanas, Satanas Este último nombre compendia todos
los demás. Satanás quiere decir adversario , enemigo. Enemigo de
Dios, enemigo de los ángeles, enemigo del hombre, enemigo de
todas las criaturas, enemigo infatigable , implacable, en acecho noche
y día, y para quien todos los medios son buenos ; enemigo por exce
lencia, que, reuniendo bajo de si á todas las potencias hostiles con su
astucia y su fuerza , las pone al servicio de su odio : tal es el ángel
caído.
En presencia de semejante enemigo , solamente la presuntuosa
ignorancia puede permanecer al descuido y desarmada. Otros son los
pensamientos del talento y diferente su conducta. Andar siempre
cubierto con la armadura divina , única que puede preservarnos de
los dardos inflamados de Satanas , es su solicitud del dia y su preocu
paci in de la noche. •
Aprovechémonos de las advertencias que un terror demasiado jus
tificado inspiraba á San Agustín : « ¿Qué puede haber mas perverso,
ni mas maligno que nuestro enemigo? Introdujo la guerra en el cielo,
el fraude en el paraíso terrestre , el odio entre los primeros herma
nos , y siembra la cizaña en todas nuestras obras. Ved le: en el comer
ha puesto la gula , en la generación la lujuria , en el trabajo la pe
reza, en las riquezas la avaricia, en las relaciones sociales la envi
dia , en la autoridad el orgullo, en el corazón los malos pensamientos,
en los labios la mentira, y en los miembros las acciones culpables.
Cuando estamos despiertos , nos empuja al mal ; cuando dormidos,
nos sugiere ensueños vergonzosos. Cuando alegres , nos lleva á la
disolución ; cuando tristes , al abatimiento y á la desesperación. Por
decirlo todo con una sola palabra ; efecto de su perversidad son todos
los pecados del mundo (1).»
Su odio va más lejos. Como el Verbo encarnado acomoda los auxi-
(1) Sed ut brevius loquar , omnia mala mundi sua sunt peryersitate
commissa. (Serm. comm., lv.J
150 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
líos de su gracia á la naturaleza, posición y necesidades de cada uno,,
así Satanás , aprovechándose de su penetración , prepara diversa
mente sus venenos según la disposición particular de cada alma. Es
cuchemos todavía á otro gran ingenio: «La astuta serpiente, dice San
León , sabe á quién debe presentar el amor de las riquezas , á quién
los estímulos de la gula , á quién las excitaciones de la lujuria, á quién
el virus de la envidia. Conoce al que le conviene confundir con la
tristeza , al que debe seducir por la alegría , al que tiene que abatir
por el temor, al que ha de fascinar por la belleza. Indaga la vida de
todos , estudia los afanes , escudriña las afea-iones , y donde ve que
cada uno coloca preferentemente sus gustos , allí le arma la embos
cada para hacerle daño (1).»
Tal es Satanás, el Arcángel condenado, el Rey de la Ciudad del mal.
-"Sumario : Nuevo rasgo de paralelismo entre la Ciudad del bien y la del mal.
—Lo mismo que los ángeles buenos, algunos demonios son también en
cargados de cada nación , de cada ciudad , de cada hombre y de cada
criatura-—Notables pasajes de Platón, de Plutarco, de Pausanias , de
Lampridio.de -Macrobio y otros historiadores profanos.—Evocaciones
generalmente conocidas y practicadas.— Evocaciones de los generales
romanos: fórmulas.—Nombre misterioso de Roma.—Naturaleza y exten
sión de la acción de los demonios. Pruebas : la escritura, la teología, la
enseñanza de Jn Iglesia.—Palabras de Tertuliano.—El Ritual y el Ponti
fical.— 1.a razóu.—Pueden ponerse en relación directa con el hombre.—
Los pactos, las evocaciones.—La madera i|ue se anima y habla.—Testi
monio importante de Tertuliano.—Consagración actual de los niños chi
nos a los demonios.
prolata est. Constat enim omnes urbes in alicujus Dei esas tutela , morem-
que Komanorum aroaaum et maltia ignotum fuisse, ut , cum obsiderent
urbem hostium eamque jam capí posse confiderent , certo carmine evoca
rent tutelares deos quod aut aliter urbem capi posse non crederent , aut, si
posset , nefas aestimarent deos habere captivos. Nam propterea ipsi Romaoi
et Deum in cujus tutela urbs Roma est , et ipsius urbis latinum nomen igno
tum esse voluerunt.... Ipsius vero urbis nomen etiam doctissimis ignotum
est , caventibus Romanis ne, quod saepe adversus urbes hostium feciase se
noverant, idem ipsi quoque hostil) evocatione paterentur , si tutelas suae
oome.i divulgaretur. (Saíorn., lib. tit, c. iz.)
(I) Superque Roma ipsa, cujus nomen alterum dicere , arcanis caeré -
moniarum netas habetur, optimaque et salutari fide abolitum enunciavit
Valerius Soranus luitque mox poenas.Non alienum videtur inserere hoc loco
exemí.lum religionis antiquae, ob hoc máxime silentium institutae. Namque
diva Angerona, cu¡ sacrificatur a. d. 12 calend. januarii, ore oblígalo obsi-
gnatoque simulacrum habet (Plin., ffitl. nii(.,lib. in, c. 9,n.*3 ) Véanse otros
detalles en los .1ml. dt Filos. Crisl., Febrero de 1865. Bajóla autoridad de
Pomponio Flaco , que vivia en el m ó iv siglo , Pierio y Caraerario llegaron
a decir, que el nombre misterioso de Roma era Valend*. Mas esto no esta
probado de modo alguno. fCamsr., part. n, c. ix.)
LOS PRÍNCIPES dk la ciudad del mal. Ki'J
manera que tengamos pruebas ciertas de ello. Si asi lo hacéis, os pro
meto templos y juegos. Al pronunciar estas palabras, se ofrecían vic
timas y se examinaban sus entrañas para augurar sobre el éxito de la
evocación (1).»
Marcrobio dice que se llamaba á los dioses, es decir, á los demo
nios, por medio de un canto, carmen, de donde viene nuestra pala
bra encantamiento. Este carmen , que probablemente variaba según los
lugares y circunstancias, era vulgar entre los paganos. Cesar no subía
nunca en carruaje sin pronunciar su carmen. En todos los misterios,
en todas las fiestas en que más directamente se ponían en relación
con los espíritus , no podía faltar el carmen. Todavía hoy , los encan
tadores de serpientes en las ludias , Derviches Volteadores en Constan-
tinopla, los Aissaoua de África, a quienes vimos en París en 1867,
comienzan siempre con un canto, especie de melodía que llama al
espíritu , el cual se apodera de ellos y les hace obrar los mas sorpren
dentes prestigios.
Ahora bien : todo esto es una nueva parodia satánica de los usos
de la verdadera Religión. Citáremos sólo un ejemplo. Leemos que,
consultando los reyes de Israel , de Judá y de Edom al p.-ofeta Elíseo,
éste respondió : « Traedme un tañedor de arpa , un músico. Y como
este músico se pusiera á cantar , el espíritu ó el poder del Señor des
cendió sobre Elíseo, y profetizó (2).»
Después de la fórmula de la evocación venia otra de imprecación,
que tenia por objeto entregar á los dieses enemigos la ciudad ó el ejér
cito, privados de sus dioses tutelares por la evocación. Esta secunda
formula, más solemne que la primera, estaba reservada exclusiva
mente á los dictadores y comandantes en jefe de los grandes cuerpos
(I) Est autem carmen hujusmodi, quo dii evocantur cum oppugnatione
«¡Titas cingitur : Si. dbts. si. dea. km. en. popotvs. civitasqvk. {aquí el nom-
Ixede I.» ciudad) kst. in. tvtkla. t». qte. máxime, ille. qvi. vrbis. hvtvs.
POPOLI. QVE. TVTSLAM. BECEPISTI. PRECOR. VBNEROR. QTE. VENIAM. QVE. A. VOBIB.
PITO. TT. T0B. POPOLVM. CIVITATEM. QVE. DEBERATIS. LOCA. TEMPLA. SACRA.
íaBSM. Q7E. BORVM. RELINQVATIB. ABBQVE. HIB. ABÍATIB. II. QVE. POPOLO.
CIVITATI. QVE. METVM. FORMI DIKEM. OBLIVIONLM. INJICIATIS. PHODITI. QÍE.
aOMtX. AD. ME. ME0B. QVE. VIS.NIATIB. NOSTRA. QVE. VOBIB. LOCA. TEMPLA. SACRA.
TIBÍ. ACCEPTIOR. PROBATI0R. QVE. BIT. (UHI. QVE. TOPOLO. QVE. ROMANO. MILITI-
BTB. QVR. MEIS. PRAEPOSITI. BITIB. VT. SCIAMVS. INTELLIOAMVS. QVE. BI. ITA.
PeceniTn. voveo. vobis. tkmpla. lvdos. qve. factvrvm. (Matrob., Saturnal.
Üb. m, c ix.)
(?) Adducite mihi psaltem. Cumque caneret psaltas, facta est super
Wm manu? Domini, etait: etc. ( IV fíeg., c. m , 15.)
170 TRATADO FIKL ESPÍRITU SANTO.
de ejército. Hela aquí: « Dios Padre, ó Júpiter, ó Manes, ó vosotros,
con cualquier otro nombre que sea licito llamaros, llenad del deseo
de huir, de miedo y de terror á esta ciudad ( aquí el nombre de la
ciudad ) y á su ejército, que tengo intención de nombrar; dispersad á
estos enemigos y estos hombres que son contrarios á mis legiones y
ejército, y sus ciudades y sus campos, y á los que habitan en estos
lugares, regiones, campos y poblaciones ; privadlos de la luz supe
rior, y al ejército enemigo, las ciudades y los campos que yo tengo-
intención de nombrar , á fin de que estas ciudades y estos campos,
las cabezas y las edades os sean dedicados y consagrados según las
más terribles fórmulas con que los enemigos hayan sido jamas dedi
cados. Yo , en virtud do mi juramento y autoridad, os los doy y dedico
en lugar mió y del pueblo romano, de nuestros ejércitos y legiones;
para que nos dejóis completamente á salvo -a mi , mi juramento y mi
mando, nuestras legiones y ejército , empeñados en esta empresa. Si
así lo hiciereis de manera que yo lo sepa , lo sienta y comprenda , en
tal caso, cualquiera que sea el que hace este voto y el lugar en que
lo hace , sea tenido por bien hecho. Os conjuro ¡i ti, madre de los
dioses, y á ti, Júpiter, por el sacrificio de tres ovejas negras (1).»
«En los tiempos antiguos, añade Macrobio, encuentro que esuv
imprecación recayó sobre las ciudades siguientes: Tonia, Fragela,
Gabia, Veycs, Fidena , en Italia : fuera de Italia, además deCartago
y Corinto, una multitud de ciudades y ejércitos enemigos en las Ga-
lias, cu las Españas, en África, entre los moros y en las demás na
ciones. »
(1) DlS. PATSR. VE. JOVI3. MANES. PIVE. VOS. QVO. ALIO. NOMINE. FAS. EST.
nominare, vt. omnes. illam. vbbem. (el nombre déla ciudad} kxkbcitvm. qve.
QVEM. EOO. MK. SENTIO. D1CEBE. FVGA. FORMIDINE. TEBBOBE. QVE. COMPI.EATIS.
QTI. QVE. ADVERSVM. I.EI110NEB. EXEBCITVM. EOS. IIOSTES. EOS. QVE. HOMINES.
VRBES. AOnOS. QVE. EOBVM. ET. QTI. II». HI8. LOIIS. BEGION1BVS. QVE. AORIR.
VBB1BV8. VK. ITABITANT. ABDVCATIS. LVMINE. SVPEHO. PRIVETIS. EXEBC1TVSI. QVE.
HOSTIVM. VRBES. AOROS. QVE. EORVM. QVOS. ME. SKNTIO. DICEAK. VTI. VOS. KAS.
VBBES. AGROS. QVE. CAFITA. AETATBS. QVE. EORVM. DEVOTAS. CONSECR ATAS.
QVE. HABKATIS. ILLIS. LEGIRVS. QVIBVS. QVANDO. QVE. SVNT. MAXIME, H09TES.
DEVOTI. EOS. QVE. EGO. VICVRIOS. PUO. ME FIDE. MAGI9TRATV. QVE. MEO. PRO.
POPOLO. ROMANO. EXKRCITIBVS. LEGIONIBV8. QVE. NOSTRI9. DO. DEVOVEO. VT. ME.
MEAM. QVE. FIDEM. IMPEBIVM. QVE. LEGIONES. gXBRCITVM. QVE NOSTRVM. QVI.
1N. HI9. REBV3 GERVNDIS. SVNT. BENE. SALVOS. SIVEBIT1S. ESSE. SI. HAEC. 1TA.
FAXITIS. VT. EGO. SCIAM. SENTIAN. INTEI.LIGAM. QVE. TVNC. QVI-QVIS. HOC. VOTVM.
FAXIT. VBI. VBI. FAXIT. REOTB. FACTVM. KSTO. OVIBV9. ATRIS. TRIBV8. MATKR. TE.
qvb. jvpiteb. OBTKSTon. (ifacrob., S-ilurnal., lib. ni, c. ix.)
los príncipes de la ciudad del mal. 171
Así, la primera operación de un general romano, cualquiera que
'uera sn nombre, Pablo-Emilio, César ó Pompeyo, al poner sitio á
una ciudad, ó al principiar una batalla, era llamar á si .i los dioses
protectores del ejército ó la ciudad enemigos (1). ¿Qué dirán muchos
bachilleres, al saber este hecho, que diez años de estudios paganos
les han dejado ignorar? Se reirán tal vez. Pero con reirse de un hecho
no se destruye. Pues la creencia en la delegación especial de los de
monios es un hecho que tiene por testigos, durante mil años, á los
Camilos, Fabios, Escipiones, Pablos-Emilios, Marcelos y Césares.
Aquí la risa sienta tanto peor, cuanto que no se trata, ni de Padres
de la Iglesia , ni de Santos, ni de hombres de la Edad Media , los de
fe sencilla y candida, como se les ha llamado ; se trata de hombres á
quienes nuestros sabios consideran como seres casi sobrehumanos,
por la seriedad de su carácter, por la solidez de su razón, por la ma
durez de su juicio , por la superioridad de sus talentos militares.
Añadamos que el uso de esta evocación decisiva no venia de ellos.
Los oráculos más misteriosos lo habían revelado : toda la antigüedad
lo hnbia practicado fiel y constantemente. Además, reflexionando bien,
se ve que esta evocación cuadraba maravillosamente con el destino de
Roma pagana. Satanás queria á Roma por capital, y el que quiere el
fin, quiere los medios. Es, pues, natural que enseñara á los roma
nos la manera de desarmar á sus enemigos, es decir, de destituirlos
del auxilio de los demonios que él mismo les habia delegado. ¿No
debían todos los demonios subalternos ceder ante las órdenes de su
rey, y, cediendo, contribuir á la formación de su imperio? Asi to
dos manifestaban un gran deseo de venir á Roma.
(1) «Verrio Flaco , dice Plinio , cita los autores que tiene por garantes
de que en los sitios de las ciudades se debía, ante todo, hacer evocar por los
sacerdotes romanos al dios, debajo de cuya protección estaba la ciudad,
prometiéndole que tendría en Roma el mismo culto y más solemne todavía;
y esta ceremonia sagrada existe aún en las prescripciones de los pontífices,
yes cosa cierta que se ha ocultado el nombre del dios, bajo cuya protección
estaba Roma colocada, á fin de que los enemigos no pudiesen hacer otro
lanto. Porque no hay nadie que no lema >er victima de estas terribles impreca-
ñones. • Verrius Flaccus auctorea ponit, quibus credat, in oppugnationibus
ante omina solitum a Romanis sacerdotibus evocar! deum, cujus in tutela
id oppidum esset; promittique i1 11 eumdem , aut ampliorem apud Romano*
cultura. Et durat in pontificum disciplina id sacrum ; constatque ideo
oceultatum, in cujus Dei Roma esset, ne qui hostium simili modo agerent.
Uefigi quidem diris deprecationibus nema non metuit. ¡Hist. nal., lib. xxvnr,
c. iv, n.° *.)
172 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Que los romanos hayan reconocido la eficacia de esas terribles fór
mulas de evocación é imprecación, lo demuestra toda la historia. Sin
esto , ¿ las habrían empleado tan constante y misteriosamente todos
sus grandes hombres? ¿Habrían atribuido invariablemente sus victo
rias á la superioridad de los dioses de Roma? ¿Habrían prohibido,
bajo pena de muerte, revelar el nombre de la divinidad protectora de
su ciudad? ¿Habrían llevado religiosamente á Roma (lo quaesexcep-
ción única en la historia), colocado en templos suntuosos y hónrado
con sacrificios y juegos del circo y del anfiteatro, á los dioses de las
naciones vencidas ?
¿Qué hacían los generales victoriosos por medio de todas estas
demostraciones , que de otro modo son inexplicables ? Cumplían sus
votos , daban gracias por su complacencia á los dioses de las naciones
vencidas , pagaban la deuda del pueblo romano. Éste no lo ignoraba:
el hecho era tan conocido, que el poeta mas popular del imperio, in
terpretando la fe común , daba gracias públicamente á Júpiter Capi
talino , cuyo poder soberano había evocado á los dioses de los ene
migos y concedido la victoria á su pueblo (1).
Esto en cuanto á los demónios destinados á las ciudades y los
reinos.
La delegación de algunos de estos seres malignos para asediar a
cada hombre en particular no es menos cierta, ni menos conocida de
los paganos. «Los demonios, dice Jámblico, tienen un Jefe que pre
side a la generación. Éste le envía á cada hombre un demonio par
ticular, el cual , apenas investido de su misión , descubre á su cliente
el culto que le pide y su nombre y la manera Je llamarlo. Tal es el
orden que reina entre los demonios (2). »
Asi , el demonio familiar de Pitagoras , de Numa , de Sócrates, de
Virgilio y de tantos otros de quienes habla la historia , no es una ex
cepción , es un hecho que no tiene de excepcional más que la uoto-
(1) San Atan. , tib. de Inr.ar. Verbi ; véase también á Orígenes y & Sao
Agust., antes citados.
(2) Vida del eitra de Ars , tom. i , p. 386.
LOS PRÍNCIPES DE LA, CIUDAD DEL MAL.
Comienza el Ritual con los exorcismos del recién nacido que se
presenla al bautismo, y de los elementos que han de emplearse en su
regeneración. El niño se hace hombre , y los exorcismos continúan :
todas las criaturas con que va á estar en contacto durante su peregri
nación, están infestadas. Para lanzar al demonio , la Iglesia exorciza
el agua y la bendice , agua poderosa , quo la Iglesia recomienda á sus
hijos la guarden cuidadosamente en sus habitaciones , para rociarla
-sobre si mismos y sobre cuanto los rodea. Con el mismo fin bendice
el pan , el vino , el aceite , los frutos , las casas , los campos , los re
baños. En fin , Cuando el hombre está á punto de dejar la vida, ella
emplea nuevas bendiciones para sustraerlo á las potencias de las ti
nieblas.
Pues bien : ¿ qué comprende cada exorcismo? Comprende tres
actos de fe : acto de fe en la existencia de los demonios, acto de fe en
su acción real y permanente, general é individual sobre el hombre y
las criaturas; acto de fe en el poder dado á la Iglesia para arrojar
al usurpador (t).
Y ahora, si hay algo que pueda llamarse extraño, ¿no es la falta
de atención con que muchos cristianos, sumisos, no obstante, de co
razón á la Santa Iglesia , pasan al lado de esos exorcismos, tan ex
presos, tan positivos, sin fijarse en las conclusiones que en ellos se
contienen ? Hoy especialmente es necesario señalar algunas de ellas.
Pues sin salir de nuestros libros litúrgicos, ¿ se quiere saber con
certidumbre cuál y cuánta es la acción demoníaca sobre el hombre y
sobre el mundo , y de cuan diferentes maneras se ejercita ? Abramos
el Ritual, al que añadiremos el Pontifical, este otro monumento no
menos oficial do la fe católica, ese tesoro no menos precioso de toda
verdadera filosofía. ¿Qué enseñan estos libros ?
Enseñan que los demonios pueden liar al hombre con lazos visi
bles é invisibles , como un vencedor puede cargar de cadenas ásu
prisionero.
(1) Diabohis hostia est humanae salutis, quae homini per baptismum
acquiritur ; et habet potestalem aliquam in homiuem ex boc ipso quod
subditur peccato originali , vel etiam actual i . linde convenienter ante bap
tismum expelluntur daemones per exorcismos.... Aqua benedicta datur
contra impugnationes daemonum, quae eunt ab exteriori ; sel exorcismus
ordinatur contra impugnationes daemonum quae sunt ab interiori. (S. Th.,
p. in, q. lxxi , art. 2.)—Quince siglos hace que San Agustín hablaba como
Santo Tomás: Parbuli exsufflantur et exorcizantur, ut pellatur ab eis dia-
boli potestas inimica quae decepit bominem. (Di Simb., lib. i , c. i . a.l lia ¡
180 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
Que pueden cerrarle el espirilu a la inteligencia de las cosas di
vinas.
Que pueden corromper el agua y hacer aparecer en ella fantas
mas, en lo cual consiste la hidromancia.
Que pueden acudir á las casas , amancillarlas y convertirlas en-
penosas y perjudiciales moradas.
Que pueden traer la peste , corromper el aire, comprometer la
salud del hombre, turbar su reposo y molestarlo de lod.os modos.
Que pueden infestar, no solamente los lugares habitados, sitio
también las soledades, y difundir en ellas el terror, y hacerlas focos
de enfermedades contagiosas, ó teatro de molestias inquietantes.
Que pueden atacar al hombre en su cuerpo \ en su alma, caer so
bre él en gran número , y presentársele bajo la forma de espectros y
fantasmas.
Que pueden levantar tempestades, promover huracanes, trombas,
heladas, rayos, en una palabra , poner los elementos al servicio de
su odio eterno.
Que pueden comunicar al hombre su virtud maligna, apoderarse
de él, poseerlo, comunicar á su espíritu conocimientos y a su
cuerpo fuerzas y aptitudes sobrehumanas.
Que pueden , en fin, fatigarlo de una manera más terrible en sus
últimos momentos, y al separarse del cuerpo disputar ai alma el paso
á la bienaventuranza eterna (1).
De estas enseñanzas, tomadas de las fuentes mas puras, resultan
dos cosas : primera , la certidumbre de una acción incesante, gene
ral y particular de los demonios sobre el hombre y sobre las criatu
ras; segunda, la posibilidad de comunicaciones directas, sensibles,
materiales, de los demonios con el hombre, y del hombre con los
demonios. De aquí las evocaciones, los pactos, obsesiones, posesio
nes, maleficios, cuya existencia, tan frecuentemente atestiguada por
la historia antigua y moderna , sagrada y profana, no puede ser ne
gada sin renunciar a toda creencia divina y humana.
Además, para un hombre que rellexione, ni la dificultad intrín
seca de estas comunicaciones, ni las formas extrañas que pueden re
vestir, son motivo para dudar. ¿No está nuestra alma en comunica
ción pernianen le con nuestro cuerpo? Si el espíritu puede comunicar
con la materia, ¿como so podrá probar la imposibilidad radical de
(I) Diabolus nulli nocet, nisi aceeperit potestatem aDeo.fS. Aug., Enarr.
in bi., c. xii.)
(2) Diabolus multa potest virtute suae naturae , a quibus taman prohi-
betur virtute divina. (S. Th., 3 p., q. xxix, art. 1.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 189
currir á su gloria , encomendándoles la misión de castigar el crimen,
o dejáudoles la libertad de tentar a los hombres virtuosos (i).»
Y en otra parte : «Los ángeles malos atacan al hombre de dos ma
neras. La primera, excitándole á pecar : en este sentido no son envia
dos de Dios ; pero algunas veces , según los designios de su justicia,
Dios los deja obrar. La segunda , castigándole y probándole , en este
sentido son enviados de Dios (2).
Conviene observar que el demonio , en razón de su odio invete
rado contra el Verbo , es naturalmente tentador del hombre : ese es
su oficio. Debe además advertirse (jue tienta aun cuando es enviado
para castigar. En efecto : una es su intención cuando castiga , otra la
de Dios que á ello le envía. Él castiga por odio y envidia; en tanto
que Dios lo envia para vindicar los derechos de su justicia (3).
Hay , en fin , que tener presente, que esta delegación ó fiermisión
diviua no añade nada al poder natural de los demonios, no hace más
que desencadenarlo y determinar su uso. Dios les indica , por medio de
los angeles buenos , los lugares y personas en que deben hacer sentir
su temible presencia , el género y los limites de los castigos o las
pruebas de que son ministros. ¿Quién osaría levantarse contra esta
conducta de la Sabiduría infinita ? ¿No es Dios libre para hacer por
quien quiera y como quiera , que se dé al malvado lo que merezca
según sus obras, y que el justo gane la corona que Él le reserva?
Las pruebas de estos dos oficios de probar y castigar , encomen
dados a los angeles malos , abundan en la Escritura y en la historia de
la Iglesia. He aquí algunas.
Oficio de castigar. Por el demonio fueron muertos los primogé-
(1) Nec post exactum a Be daemonem latine loqni potuit, ut palam posset
intelligi non illam per se , sed daemonium per os ejus fuisse locutum. (Labbt,
Collect. Concil., t. vII, col. 1668.)
(2) Edictoque promúlgate) mandavit , ut ad correctionem morum depra-
vatorum quatuor diversis in loéis per Gallias. quatuor diversa concilla
Parisiis, Moguntiae, Lugduni et Tolosae celebrarent. (Labbt , CoH. concil.,
t. vII , col. 1668.)
LOS PRÍNCIPES ÜE LA CIUDAD DEL MAL. I9:i
los j'uslos. Job, que es grande entre todos los principes del Oriente, y
padre de una bella y numerosa familia, y pacifico poseedor de rique
zas inmensas, y patriarca en la fe de Abraham, excita la envidia de
Satanás. El Rey de la Ciudad del mal solicita permiso para someterlo
a la prueba. Dios, que conocía el alma de su siervo, otorga el permiso
solicitado. Sabia que este oro puro ecbado en el crisol del dolor, sal
dría de él mas brillante ; que el triunfo de la debilidad humana ayu
dada de la gracia sería la confusión de Satanás, la admiración de los
siglos y el modelo que habían de imitar todas las víctimas de la adver
sidad .
La misión de probar, lo mismo que la de castigar, esta regulada
por la Sabiduría divina ; el texto sagrado nos suministra también la
prueba. « El Señor dijo a Satanás : todo lo que tiene Job queda en tu
mano ; pero no tocaras á su persona (cap. i, 12).» Vemos efectiva
mente en este primer asalto todas las posesiones de Job desapiadada
mente desbaratadas y tan completamente perdidas, que el santo hom
bre pudo pronunciar con toda verdad aquella palabra de resignación
sublime, que hace cuatro mil años resuena en todos los ecos del
mundo. * Desnudo salí del seno de mi madre, y desnudo he de vol
ver. El Señor me lo dio, el Señor me lo ha quitado. Como ha sido
voluntad del Señor, asi ha sucedido. Bendito sea el nombre del Señor. >
Job ha sido despojado de todo, pero le queda la salud : con todo
el poder de su odio, el demonio no ha podido hacer caer un cabello de
la cabeza de su víctima. Furioso al ver que su malicia no consigue
otra cosa que dar á la virtud un brillo que le confunde, Satanás vuelve
a la carga ; pide á Dios permiso para herir a Job en su cuerpo. Ape
nas lo ha obtenido, Job queda cubierto do pies á cabeza de una ulcera
de la peor especie. Con la misma resignación que tuvo al perder todos
sus bienes, soporta también la pérdida de la salud.
Á fin de exasperarlo y arrancarle alguna murmuración , ya que
no pueda esperar blasfemias, Satanás emplea contra el heroico pa
triarca á la persona que éste quiere más en todo el mundo. La mujer
de Job, cómplice del espíritu maligno, le dice : « ¿Todavía persistes
en tu simpleza? Maldice á Dios y muérete.» Job responde bendiciendo
al que le hiere (u, 7-10). Es visto : la prueba ha concluido : Satanás
ha quedado confundido ; el triunfo del justo es completo. Job, objeto
de la admiración de los angeles y los hombres, no tiene ya que espe
rar más que las bendiciones divinas, recompensa de su victoria.
Pasando por alto la tentación de Nuestro Señor en el desierto, en
contramos en el Nuevo Testamento una misión semejante dada al de
tono i. 13
194 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
monio respecto de Sau Pablo. Escuchemos al gran Apóstol, t Para
que no me engría por la grandeza de las revelaciones , me ha sido
dado un aguijón de mi carne , el ángel de Satanás , encargado de abo
fetearme. Y por esto , tres veces rogué al Señor que le apartase de
mi, y me dijo: te basta mi gracia, porque la virtud se perfeccióna
en la enfermedad.» (// Cor., xn.) Observémoslo bien : San Pablo no
dice : un ángel de Satanás me abofetea , sino : » un ángel de Sata
nás me ha sido dado , datus est mihi, para que me abofetee.» Este
ángel , añaden los comentadores , no es mas que un demonio, á quien
Dios permitió tentar la castidad del gran Apóstol , como habia permi
tido al mismo Satanás tentar la paciencia de Job (1).
Mas ¿ por qué San Pablo llama bofetadus y no simplemente tenta
ciones á los ataques que le hace sufrir el ángel satánico ? Helo aquí :
en los santos las tentaciones de la carne producen el mismo efecto que
una bofetada en las mejillas. No los hieren , pero les hacen salir los
colores a la cara y experimentar los saludables dolores de la l;umi-
llacion. Cuanto más alta es la santidad , tanto mas profunda debe ser
la humildad , quanto magnus es , humilla te in ómnibus. ¿ Qué cosa
más conforme a los designios de la sabiduría de Dios sobre sus ele
gidos , que el que Pablo , elevado al tercer cielo , fuese incesante
mente llamado al sentimiento de su debilidad y su nada por el demo
nio mas a propósito para humillarlo'? «Este avisador, dice Sau
Jerónimo, le fué dado a San Pablo para reprimir en él el orgullo ; al
modo que en la carroza triunfal del vencedor se coloca detras de él an
esclavo, encargado de repetirle sin cesar : Acuérdate que eres hom
bre (i).»
Pablo ha comprendido la intención paternal de su divino Maestro.
Atleta generoso, ciñe sus ríñones para el combate, y seguro de que la
prueba parará en confusión de su enemigo , exclama : ¡ Pues bien '
Yo me gloriaré gozoso en mis bofetadas , humillaciones y enfermeda
des ; cuanto mas viva sea la lucha , mas brillara la fuerza divina que
en mi combate.
En efecto: el Oriente y el Occidente , Jerusalén , Atenas y lioina,
ven pasar al infatigable combatiente. Á pesar de su importuno moni-
(1) Datus est non a diabalo , sed a Deo . non quod Deus tcntationis sit
auctor, sed quia diabolo, tentare Paulum parato , id permisit, idque tantum
in specie et materia libidinís, ad eum humiliandum. (Com. a Lap., (bid.)
(S) Hic monitor Paulo datus est ad premendam superbiam ¡ uti in
curru triumphali triumphanti datur monitor suggerens : liominem te esse
memento. (Ep. xxv ad Paulam, de obitu WoesiUot.J
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 195
lor, marcha de victoria en victoria , hasta el día en que , confundido
el demonio para siempre , entona Pablo el himno de la libertad y del
triunfo sempiterno : i He peleado buena batalla ; he acabado mi ca
rrera : ahora no me resta más que recibir la corona de la justicia.
(7f Tim., iv.)
La historia de la Iglesia ofrece mil ejemplos de la misma delega
ción ó permisión divina dada a los demonios. Por no citar más que
uno solo, ¿ hay nada más célebre que las tentaciones de San Antonio
y de los Padres del desierto ? ¿ Se quiere ver brillar en todo su es
plendor una de esas bellas armonías que se encuentran á cada ins
tante en los consejos de Dios ? Hay que colocarse en las circunstancias
de estas luchas formidables.
Era la mitad del siglo m. La guerra contra la Iglesia se iba á con
vertir en la batalla más espantosa , ó , mejor dicho, en la más horrible
carnicería que el mundo hubiera visto hasta entonces. Del uno al otro
extremo del imperio iba á resonar el grito sanguinario de : ¡ Los
cristianos a Tos leones , christianos ad leones ! Y millares de tiernos
adolescentes, de tímidas vírgenes y débiles mujeres, iban á descender
a la ensangrentada arena de los anfiteatros , para luchar cuerpo á
cuerpo con las bestias feroces y con los ministros de Satanás , más
feroces que las bestias.
En este momento critico, Dios hace partir para las santas monta
ñas de la Tebaida legiones de nuevos Moisés. « Consagrados en abso
luto al servicio de Dios, dice Orígenes , y despegados de los cuidados
de la vida , son los encargados de combatir por sus hermanos , con la
oración, el ayuno, la castidad y la práctica sublime de todas las vir
tudes (1).» Jamás ninguna misión sera mejor cumplida. Desde el fondo
de su soledad , Pablo, Antonio, Pacomio y sus numerosos discípulos
levantaran al cielo sus manos suplicantes ; y la voz de la virtud , ven
ciendo á Diocleciano y Maximiano , alcanzará para los mártires la vic
toria y para la Iglesia un Constantino.
Satanás ve lo que se prepara, y ruge. Dios le permite que se des
encadene contra los intercesores , cuya poderosa oración va á volcar
ios altares y á destruir el imperio del demonio. La lucha será deses
perada. Para que sea más esplendente la gloria del triunfo y más ver
gonzosa la derrota , tendrá lugar en la fortaleza misma del demonio
y contra sus satélites más temibles. ¿Cuál era»esta fortaleza? Eran los
desiertos del alto Egipto, especie de destierro donde la justicia de
(I) Homo, cum in honore eeset, non intellexit : comparatus est ]um*n-
tis insipientibus et similis facías est illis. (Ps. xlviii, 13.)
212 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO. , \fr
El castigo. Para proteger la paz y la vida de sus subditos contra
los ataques del enemigo, el Espíritu Santo circunvala su Ciudad de
un tercer baluarte más sólido que los primeros.
Si el hombre , quienquiera que sea , osa decir al Rey de la Ciu
dad del bien : no quiero obedecerte más , non serviam , al instante,
de libre que oía, se hace esclavo y camina al embrutecimiento. Arras
trado a todas las degradaciones intelectuales y morales , comienza á
sufrir desde esta vida el inlierno que le espera en la otra. Tal es , se
gún acabamos de verlo , la suerte que le está inevitablemente reser
vada al individuo. ¿ Pero sucede que la rebelión contra el Espíritu
Santo se hace contagiosa , hasta el punto de que , en su conjunto , un
pueblo ó el mismo linaje humano no es más que un gran insurrecto?
Entonces el crimen , desbordándose por todas partes , atrae castigos
excepcionales.
Toda ley lleva tras de sí una sanción : toda ley , como impuesta al
hombre que se compone de alma y cuerpo, es una espada de dos filos,
que hiere al prevaricador en las dos partes de su ser. Tomad una ley
cualquiera, divina ó eclesiástica ; examinándola bien, tened por se
guro que encontraréis , sin perjuicio de la sanción moral , una re
compensa ó un castigo temporal que acompaña su observancia ó su
violación.
Omitiendo los azotes particulares , estudíense los anales históricos
\ proféticos del mundo. En ellos se registran tres grandes catástrofes.
La primera, el diluvio ó la ruina del mundo antediluviano. ¿Cuál
fué la causa de este cataclismo , en que pereció la raza humana toda
entera , excepción hecha de solas ocho personas ? El que rompió con
su mano omnipotente los diques del mar y abrió las cataratas del
cielo , nos lo revela en dos palabras. « Mi Espíritu , dice el Señor, no
permanecerá mucho tiempo en el hombre ; porque el hombre se ha
hecho camal (1).»
Esta terrible sentencia se traduce asi : Á pesar de todas mis ad
vertencias, el hombre ha sacudido el yugo de mi espíritu , espíritu
de luz y de virtud ; y se ha entregado á la influencia del espíritu de
tinieblas y malicia. El mundo sobrenatural , su propia alma , yo
mismo, no somos ya nada para él. Do su cuerpo ha hecho su dios:
se ha convertido en carne. Esa criatura culpable y degradada es in
digna del beneficio de la vida ; perecerá. De este modo , i un dilu-
Sumario.—El hombre, nacido partí ser semejante a Dios y hermano del Verba
encarnado.—En la Ciudad del bien , la religión lo conduce n esta seme
janza y fraternidad. En lu Cuidad del mal, la religión lo conduce á la
semejanza y fraternidad de Satanás.—Paralelismo general de las dos re
ligiones.—Tres puntos particulares de compnración: la Biblia, el culto,
el sacrificio.—La Biblia de Dios y la Biblia de Satanás: paralelismo.—
El culto de Dios y el culto de Satanás.—En el culto satánico , lo mismo
fiue en el divino , nada se hn dejado al arbitrio del hombre: testimonio
importante de Porfirio.
(1) Ñeque tantum proprias instituí! sui rabones, aut caetera, quae supe-
riusanobis commemorata suat , verum quilma ipsi rebus aut dclectentur , aut
vincianlur, imo quibus etíam cogautur, imlicarunt. Quibua ilem hostil» rem
saeram iieri , quos diea caveri, quam in formam ac speciem simulacra confi
guran oporteat ; quonam ipsi ore habituque appareant, quibus in locis
assidui sint. Denique nihil omnino est , quod non ab iis nomines ita didice-
rint, uti ex eorum praeceptis doctrinaque duntaxat solemnes postea in iis
colendis rituj adhiberent. (Apui Euttb., Praepar, Ecang., lib. v, c. xi.)
(2) Quae cum argumentis pluribus iisdemque certissimis illustrari
possint, nos tamen e mullís pauca modo proferemus, ne omni orationem banc
testimonio et auctoritate spoliatam reliquisse viieamur. (Id., ib.)
220 TBA.TADO DEL ESPÍHITU SAXTO.
tatúa debe ser de marmol de Paros , ó de marfil bien bruñido (i). >
El dios Pan enseña juntamente la forma en que quiere ser repre
sentado y el himno que en su honor debe cantarse. «Yo, mortal,
dirijo mis votos a Pan , el dios que une las dos naturalezas ; ador
nado de dos cuernos , bípedo, con patas de cabrón , y propenso al
amor (2).»
No ha sido, pues, la Edad Media la que primero represento al
demonio bajo la figura de un cabrón, ó macho de cabrio. Al exigir
esta forma , Satanás , por su voluntad ó por fuerza , se hacia justicia ;
asi como al dársela el paganismo permanecía fiel á una tradición, de
masiado universal para que sea falsa , demasiado inexplicable para
que fuera inventada. El mismo Espíritu Santo la confirma , enseñán
donos que los demonios acostumbran aparecer y ejecutar danzas
infernales bajo la figura de este animal inmundo. Por causa de estos
crímenes , el país de Edom fué entregado á la devastación. Y entre
sus minas danzan los demonios en figura de machos de cabrío y de
otros monstruos conocidos de la antigüedad pagana (3).
El remodo satánico va más lejos todavía. El Rey de la Ciudad del
bien se llama Espíritu de los siete dones. Á fin de remedarlo y con esto
engañar a los hombres , el Rey de la Ciudad del mal se hace llamar
también el Reí/ de los siete dones. Ademas, indica los días favorables
(1) Jam vero, quaenam praeterea simulacri configurandi ratio esse
debeat , ita tradiderunt , ut eam in statuendis imaginibus Cclores postea
dihgenter expresserint. (Apud Sumo., Praepar. Etang., lib. v, c. xm.)
(2) Pan ejusmodi quoque de seipso hymnum edocuit : Oro mortalis satus
Pana cognatum Deum , bioornem , bipedem , hircino crure, lascivientem.
Et quae sequuntur. (Id., ih.J
(3) Et occurrent daemonia onocentauris ; et pilosus olamabat alter ad
alterum. (h-, xxiv, 14.)— «Pilosi sunt iidem daemones , speoie hircorum
hirsuti, quos vetustas Faunos et Satyros dixit : unde Chald. vertit : Daemones
inltr i» colludent.t (Corn. a Lapid. , ibid.l— Lías danzas mundanas, dicen los
Padres de la Iglesia , son hijas de las danzas de los demonios. Gaudent et
assistunt choréis daemones. Unde Conrardus Clingius, de Ion* theolog., c. di
Chorea : Chorea cst ut circulus , cujus centrum est diabolus, circumferentia
omnes angelí ejus ; et Basilius tradit saltationes didicisse homines a daemo-
nibus. (Ihid.)
San Agustín es del mismo parecer de Porfirio : (Ñeque enim potuit, niai
primum ipsis docentibus disciquid quisque illorum appetat , quid exliorreat,
quo invitetur nomine , quo cogatur : unde magicae artes earumque artífices
exstiterunt. (De civil. Dei., lib. xxi , c. vi , n.°'ó.) Ludí scenici, spectacula tur-
pitudinum etlicentia vanitatum, non hominum vitiis , sed Deonim vestro-
rum jussis Romae instituti sunt. flbid.. lib. i, c. xxsu.)
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 221
para invocar a sus siete satélites principales , ministros de los siete
ilones infernales. Remedando Apolo en sus oráculos las formas bíbli
cas , habla asi : • Acuérdate de invocar al mismo tiempo á Mercurio
y al Sol en el dia consagrado al Sol ; después á la Luna en su dia pro
pio ; luego á Saturno ; finalmente a Venus. Emplearás las palabras
misteriosas encontradas por el más grande entre lodos los magos , el
ito/ de los siete dones, muy conocido de todos.... siempre llamaras
por siete veces en alta voz a cada uno de los dioses (l).»
Fácil seria multiplicar los testimonios ; mas ¿para qué? Los que
saben, ya los conocen. Mejor es concluir ya diciendo con Eusebio :
¡ Con citas de estas el filósofo eximio y teólogo singular de los griegos
é intérprete de sus misterios ocultos , dio á conocer la filosofía de los
oráculos como comprensiva de las enseñanzas secretas de los dioses;
ruando lo que verdaderamente pone de manifiesto no son más que las
asechanzas que los demonios mismos ponen á los hombres con sus
malignas artes y astucia (2).»
La inspiración satánica , á la cual se debe en su conjunto y en sus
mas pequeños detalles la religión pagana de los pueblos de la anti
güedad , prescribe con la misma autoridad y reglamenta con idéntica
precisión los cultos idolátricos de los pueblos modernos. Preguntad
á los sacerdotes , ó , como se dice hoy , á los médiums , que presiden
a esas diferentes formas de religión: todos os dirán que vienen de
los espiritus , de los manes ó de algún personaje amigo de los dioses
y encargado de revelar a los hombres la manera de honrarlos ; y en
esto no mienten. Satanás es siempre el mismo , y reina en esos pue
blos desventurados con el mismo imperio que en otros tiempos tuvo
en estas mismas tierras que nosotros habitamos.
(t) ¿Quién creerá que, por ejemplo , los chinos, por más chinos que se
les suponga, no podrían representar á sus dioses más que con ridículos figu
rones ó [dolos monstruosos? «En China, escribe un misionero, el (dolo
principal es ordinariamente de un grandor prodigioso , con la cara hinchada,
el vientre desmesuradamente grande, larga barba postiza y otros aditamentos
del mismo jaez.... Encontramos en una pagoda varios (dolos do doce pies
de altura, ouyo vientre tenía por lo menos 18 pies de circunferencia.»
(Annal., etc., n.° 72 , p. 481 ; n.° 95 , p. 341.)—Lo mismo puede decirse de to
dos los pueblos idólatras, antiguos y modernos.
r
CAPÍTULO XX.
(I) I luí «ni enim proprium mendacium eat, cum et omnes dii esse velint,
et princeps eorum virtutis summi numinis existimationem affectet. lili enim-
vero sunt , qui et libationibus et nidoro camium delectantur , quo utroque
apirituum corporumque genus saginatur. Vitam enim ut vaporibus exhalatio-
nibusque sustentat, idquemodo pro eorum diversitate diverso, ita vires eangui-
nis carniumque nidore confirmat. (Apud Euseb., Pratji. Evang., lib. iv, c. xxH.)
(S) In oblatione sacrificii non pensatur pretium obeisi pecoris, sed si-
gmficatio , qua fit in honorem summi rectoris totius universi. Unde sicut
Augustinus dicit (Be ci'r. Dei. , lib. x , c. xix): «Daemonea non cadaverinas
nidoribus , sed diviois honoribus gaudent.» (2. 2. , q. lxxxiv, arl. 2.)
TOMO I. 15
226 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Después (le haber jurado decir la verdad sobre los misterios demonia
cos, Porfirio se expresa en estos términos: t Voy, pues, á transcribir
los preceptos de la piedad y del culto divino, pronunciados iior el
oráculo. Este oráculo de Apolo expone el conjunto y la división de los
ritos que se deben observar con cada uno de los dioses.
»AI entrar en una calle que haya trazado algún Dios propicio,
acuérdate de cumplir religiosamente los ritos sagrados. Inmola una
victima á las divinidades felices , a los que habitan en las alturas del
cielo, á los que reinan en los aires y en la atmosfera llena de vapores,
á los que presiden en el mar y á los que hay en las sombras profundas
del Erebo, porque todas las partes de la naturaleza están bajo la pro
tección de los dioses que la llenan. Voy en seguida á cantar la ma
nera con que las victimas deben de ser inmoladas. Inscribe mi oráculo
en tablillas vírgenes.
»Á los dioses Lares tres victimas : a los dioses celestiales otras
tres; mas con esta diferencia, tres victimas blancas á los dioses celes
tiales, tres de color de tierra á los Lares. Partiras en tres trozos las
victimas de los dioses Lares ; las de los dioses infernales las enterra
rás en una fosa profunda con su sangre bien caliente. Á las Ninfas les
harás libaciones de miel y de los dones de Baco. En cuanto á bis dio
ses que circulan alrededor de la tierra, la sangre ha de inundar sus
altares por todas partes , y que un pájaro entero sea echado en el fuego
sagrado; pero, ante todo, conságrales tortas de miel y harina de
cebada , mezcladas con incienso y emborrazadas de sal y frutas.
Cuando vayas á sacrificar á la orilla del mar, inmola un pajaro y
tíralo entero en lo profundo de fas olas.
«Una vez cumplidas todas estas cosas según los ritos, acércale á
los coros inmensos de los dioses celestiales. Dales á todos el mismo
honor sagrado : que la sangre mezclada con harina corra á borbollo
nes y forme balsas : que los miembros consabidos de las victimas
queden como parte de los dioses ; echa las extremidades á las llamas
y sea el resto para los convidados. Con el humo agradable de que
llenaras los aires, haz subir hasta los dioses tus súplicas fervorosas (1).»
Estos son, con otros muchos, los ritos obligatorios de los sacri
ficios exigidos por el Rey de la Ciudad del mal. Todos son un remedo
sacrilego de las prescripciones religiosas del Rey de la Ciudad del
(1) Hic ergo hircus emissarius erat quaei anathema , catharma et piacu-
lum populi,cui populus per manum pontificia omnia sua peccata imponebat,
ut ¡fie lis onustas , ea secum extra castra iti deierlum eflerret : perinde ac
Komani et Oraeci tempere communis pestis autluis nomines peculiares seli-
gebant , eosque necando diis devovebaut ad cladem evertendam. Cor. a
Lap., fn Ltvil., xvi, 10 ; et Dyo». Halicarn., apud Euwtt., Praep. Bcang., lib. IT,
c. xvi.)
(2) Hist. Rom., xliii, c. 24.
(.1) Illud adjiciendum videtur , licere consuli dictatorique et praetori,
qunm legiones hostium devovcat, non utique se , sed qu°m velit , ex legione
romana icripta civem devovere. (Lib. vm, c. 10.)—Todos los juegos del anfi
teatro en honor de Júpiter Lacia! comenzaban por un sacrificio humano.
w
HIST01UA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 2.3*
sobre el ara que levantó al efecto. La inmolación do la victima era
acompañada de ceremonias misteriosas (1).»
El Rey de la Ciudad del mal continúa su sangrienta parodia en
todos los lugares en que el Cristianismo no ha destruido su imperio..
Las Thargelias subsisten todavía entre los Condes, pueblo de la India,
en la misma forma poco más ó menos que hemos visto se hacían en
- Grecia , tres mil años ha. Allí se engordan niños á quienes se mata a
centenares en la primavera, y cuya sangre, rociada en los prados, se
cree que tiene la virtud de fecundizarlos.
Con fecha 6 de Setiembre de 1850 , escribía el obispo de Olene,
Vicario apostólico de Visigatapán (India Inglesa) : i El gobierno in
glés ha creído deber llevar la guerra hasta los hogares de los Condes,
y he aquí la razón. Los sacrificios humanos se usan todavía en este
pueblo desventurado. Cón ocasión de una solemnidad ó de una des
gracia, en la época dela sementera sobre todo, inmolan niños de
ambos sexos ; para este fin se hacen como depósitos de estas inocen
tes victimas , para que sirvan en las diferentes circunstancias.... Todo
pretexto es bueno para esta carnicería : una calamidad pública , una
enfermedad grave , una fiesta de familia , etc.
*Ocho días antes del sacrificio, el desgraciado niño o adolescente
que tiene que hacer el gasto, es atado fuertemente. Se le da de comer
y de beber todo lo que él quiere. Durante este intervalo, los pueblos
vecinos son invitados á la fiesta , y concurren en gran número. Cuando
se ha reunido toda la gente , es conducida la victima al lugar del su
plicio. Generalmente se procura ponerla en estado de embriaguez.
Después de haberla sujetado, la muchedumbre danza alrededor. Á
una señal dada , cada uno de los asistentes corre á cortar de la victima
un pedazo de carne y se la lleva : la victima es despedazada viva. El
pedazo que cada uno corta debe palpitar : asi , caliente y chorreando
sangre, es llevado á toda prisa al campo que se quiere fecundizar.
Tal es la suerte reservada acaso á los mismos que me hablaban , y
sin embargo, estuvier on bailando gran parte de la noche (2). »
Los mismos sacrificios se encuentran entre ciertos pueblos maho-
(1) Uhl. des nalioni civiUtées du Meaique , por el al ate Brasseur de Bour-
oug. (Tomo m , pág. 341.)
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 235
cabezas son llevadas á diferentes puntos de la ciudad al son de una
gruesa campanilla.
El 29 se preparan á ofrecer á la memoria del rey Ghezo las vic
timas de costumbre. Los cautivos llevan una mordaza en forma de
cruz, que debe hacerles sufrir enormemente : con su aguda punta se
les pasa la boca y se les aplica en la lengua, lo que les impide do
blarla, y por consiguiente gritar. Estos desventurados, casi todos
llevan los ojos saltados fuera de sus órbitas. No cesan los cantos, ni
tampoco la matanza. Durante la noche del 30 al 31 han caído más de
quinientas cabezas. Varios fosos de la ciudad están llenos de cadáve
res. Los dias siguientes continúa la misma carnicería.
iLa tumba del último Rey es una gran caverna excavada en la
tierra. Ghezo está en medio de todas sus mujeres, las cuales, antes de
envenenarse, se han colocado alrededor de él según el puesto que ocu
paban en su corte. Estas muertes voluntarias se pueden elevar al nú
mero de seiscientas.
iEl 4 de Agosto exhibición de quince mujeres prisioneras, desti
nadas á cuidar del rey Ghezo en el otro mundo. Se las matará esta
noche de una puñalada en el pecho. El 5 está reservado á las ofrendas
del Rey. En ellas figuran quince mujeres y treinta y cinco hombres
amordazados y encordados, con las rodillas encogidas hasta la barba,
los brazos sujetos á las piernas , y metidos cada uno en un canasto que
se lleva sobre la cabeza : el desfile ha durado hora y media. Era un
especticulo diabólico ver la animación, los gestos y las contorsiones
de toda esta negrería.
sDetrás de mi había cuatro magníficos negros haciendo las fun
ciones de cocheros alrededor de una pequeña carroza , destinada á ser
enviada al difunto en compañía de estos cuatro infelices. Ellos igno
raban su suerte. Cuando han sido llamados, se han adelantado triste
mente , sin proferir una palabra : uno de ellos tenia dos gruesas lágri
mas, que á manera de perlas se deslizaban por sus mejillas. Han
sido muertos los cuatro, como se mata un pollo, por el Rey en per
sona.... Después de la inmolación, el Rey se ha subido á un estrado,
ha encendido su pipa y dado la señal del sacrificio general. AI momento
han tirado de los machetes, y las cabezas han comenzado á caer. La
sangre corría por todas partes: cubiertos de ella iban los sacrificado-
- res ; y los desventurados que al pie del estrado real esperaban su fatal
vez , estaban como teñidos de rojo.
sEstas ceremonias van á durar todavía mes y medio , pasado el
cual el Rey saldrá á campaña, para hacer nuevos prisioneros y volver
236 THATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
á comenzar su fiesta de ¡as Costumbres (1); para fin de Octubre habrán
de caer todavía de setecientas á ochocientas canezas (2).»
Al rey Ghezo le ha sucedido su hijo el principe Badú. El entroni
zamiento del nuevo monarca ha sido el triunfo de las antiguas leyes,
que han recobrado todo su sanguinario rigor, reclamado por los feti
chistas. «No se ha de creer que la matanza humana se limite a la
grandes festividades. No se pasa un día sin que caigan algunas
zas bajo el hacha del fanatismo. No ha mucho que Europa ha ten
ocasión de estremecerse, al saber que la sangre de tres mil criaturas
humanas había regado el sepulcro de Ghezo. ¡ Ay ! ¡Si no hubieran
sido más que tres mil (3) ! »
No es solamente en Cana , la ciudad santa de Dahomey, sino tam
bién en Abomey , capital del reino, donde tienen lugar estas san-*
grientas tragedias, i Llamados al palacio del Rey, escribe un viajero,
vimos noventa cabezas humanas , cortadas aquella misma mañana;
la sangre corría todavía por el suelo. Estos horribles despojos estaban
de manifiesto á ambos lados de la puerta, para que el público pudiera
verlos bien.... Tres dias después, nueva visita obligada á palacio, é
idéntico espectáculo: sesenta cabezas, recién cortadas, y enfiladas como
las anteriores a los dos lados de la puerta; y tres dias más tarde, otras
treinta y seis. El Rey habia hecho construir en la plaza del mercado
principal cuatro grandes plataformas, desde donde echó algunas con
chas que sirven de moneda , y por las cuales hizo todavía inmolar
sesenta victimas humanas.»
He aquí la forma de este nuevo sacrificio. «Llevaron unos grau-
des canastos, que cada uno contenia un hombre vivo, del cual sólo
la cabeza salia fuera. Los pusieron en línea un momento á la vista del
Rey, y después los tiraron uno tras otro de lo alto de la plataforma al
suelo de la plaza, donde la muchedumbre, danzando, cantando y dando
aullidos, se disputaba estas albricias como en otras partes los chiqui
llos se disputan los confites del bautizo. Todo dahomeyo, bastante
favorecido por la suerte para agarrar una victima y aserrarle la ca-
CAPÍTULO XXI.
(i) Véase , entre otros , el Thentrum mac/num vitae humanas , art. Sacer
dote*.
240 TIUTADO DEL ESPÍIUTU SANTO.
también para si. Conforme exige victimas humanas , exige frecuen
temente de sos adoradores que participen del abominable sacrificio,
comiendo realmente de él. De aquí la antropofagia.
Que la antropofagia , en general , es debida a una inspiración satá
nica , nos parece fácil de probar con un razonamiento perentorio. La
antropofagia es uu hecho : todo hecho tiene una causa : la causa de la
antropofagia es natural ó sobrenatural.
Seria natural , si se encontrase en los instintos de la naturaleza ó
en las luces de la razón. Pues bien : el instinto natural esta tan lejos
de inclinar al hombre a que coma carne de hombre , que en una ciu
dad sitiada , por ejemplo, ó en un barco, falto de todo medio de sub
sistencia, solo en el último extremo, y nunca sin extrema repug
nancia, se decide el hombre a alimentarse de su semejante por salvar
su propia vida.
La razón no encuentra en sus conocimientos nada absolutamente
que mande, ni apruebe , ni mucho menos que glorifique semejante
acción. ¿Qué digo? Apenasen ciertos extremos llega á excusarla.
Asi , no hay nadie que no experimente un sentimiento de horror al
leer en la historia los hechos , muy raros por fortuna , de antropofa
gia, aun en los casos en que parece impuesta por las circunstancias.
Se lamenta , se deplora ; pero aplaudirla , jamás (1).
Si la causa de la antropofagia no es natural , tiene, pues , que ser
sobrenatural. Dos clases hay de sobrenatural : divino y satánico. ¿En
contraremos en el primero la causa de la antropofagia ? Evidente
mente no : Dios la condena. Á no admitir, pues , un efecto sin causa,
hay que atribuirla al segundo; es decir, al enemigo eterno del
hombre. Él es , en efecto , su inspirador ; él , cuya infernal malicia
pervierte todos los instintos de la naturaleza y apaga todas las luces
de la razón , hasta el punto de que el hombre llegue á encontrar pla
cer en un acto que es el trastorno mas completo de las leyes divinas
y humanas.
Volveremos sobre este hecho ; por ahora debemos ocuparnos en
la antropofagia, considerada como apéndice obligado del sacrificio.
La antigüedad nos la muestra practicada entre los Basaros, pueblo de
(1) Praep. Eeang., lib. Til, c. xvi; S. Th., 1 p., q. cxv, art. o.
A
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 251
Es muy evidente que este uso, tan propio para obtener la con
fianza y los homenajes de los hombres, Satanás ha tenido que reme
darlo en provecho propio; y de esto, antes de tener las pruebas, se
tiene ya la certidumbre. ¿Qué vemos, efectivamente, en todos los
pueblos paganos? Oráculos que se va á consultar sobre las cosi.s de
la guerra y de la paz, sobre las calamidades públicas y las aflicciones
domésticas, sobre los casamientos, las enfermedades, las empresas
comerciales. Estos oráculos son de tal manera respetados, que los
más orgullosos generales no se atreven a salir á campaña sin haber
los antes consultado. Son tan numerosos, que Plutarco no vaciló en
escribir esta sentencia célebre : « Sería más fácil encontrar una ciu
dad edificada en el aire, que un pueblo sin oráculos (1).» Luego entre
todos los pueblos de la antigüedad , la existencia de los oráculos satá
nicos era un articulo de fe y la base de la religión.
I'n cuanto á la forma y modo con que se daban, por más extraña
que parezca , nada tiene de sorprendente, nada que afecte á la certi
dumbre del fenómeno. Como el cuerpo está bajo la acción del alma,
que le hace moverse y hablar, asi el mundo material con todas sus
partes está sometido al mundo de los espíritus, y en particular á los
espíritus malos, que son llamados moderadores y gobernadores del
mismo , rectores mundi , tenebrarum harum.
Por consiguiente, para dar oráculos cualquier cosa les aprovecha
lo mismo : una serpiente ó un madero, como en la Escritura ; una
mesa, como se ve en Tertuliano ; un hombre ó una mujer, como se
lee en la historia santa y en la profana ; una encina , como lo refiere
Plutarco ; una estatua de bronce, como la de Memnón ; una fuente,
como la de Colofón ó la de Castalia ; una haba , un grano de trigo, las
entrañas de un animal , una cabra, un cuervo, como se ve en Cle
mente Alejandrino y en veinte autores paganos (2). «Nada hay mas
evidente, añade Porfirio, ni más divino, ni más natural que estos
oráculos (3). »
Sin embargo : por abominable que sea el sacrificio del cuerpo,
tantas veces mandado por los oráculos , no es bastante para el demo
nio. Su implacable odio exige otro más abominable todavía, el sacri-
(!) Véase Theatrum magnum citae humanar, art. Oracula.
(2) Fascinationis veluli negotiationis sociae habeantur caprae ad divi-
Dandum informatae, nec non corvi illi, quos ad responaa reddenda nomines
fÍM mfdiums) erudiere. (ExhoTt. ad Grate,, etc., eto )
(3) His nihil evidentius, nihil aut cum divinitate , ant cum ipsamet
natura conjunctius dici queat. (Apud Euseb, , Praep. Evang. , lib. v, c. vm.)
252 TRATADO DEL ESPIRITU SANTÜ.
ficio del alma. Como inspira el primero, inspira también el segundo.
En la Ciudad del bien el objeto final del sacrificio y de todas las prác
ticas religiosas, es reparar ó perfeccionar en el alma la imagen de
Dios, para que, hecha semejante á su Criador, entre en el momento
de la muerte en posesión de las delicias eternas. Pero despojar al alma
de su hermosura nativa despojándola de la santidad, es decir, borrar
en ella hasta los últimos vestigios de su semejanza con Dios, para
que al salir de esta vida quede esclava y victima eterna de su co
rruptor, es el objeto, diametralmente contrario , del Rey de la Ciudad
del mal.
Con igual tiranía que exige la efusión de sangre, reclama también
la profanación de las almas. Nuestra pluma se resiste á describir las
hecatombes morales llevadas á cabo por orden suya en todos los pun
tos del globo, asi como las circunstancias repugnantes de que el prin
cipe de las tinieblas las rodea. Ignominias é infamias : estas dos pala
bras son el resumen de todo su culto público y secreto.
Ignominias. Ved á Satanás, señor de esas almas inmortales, imá
genes vivas del Verbo encarnado, forzándolas á postrarse ante él, nn
bajo la (igura de un Serafín, resplandeciente de luz y de hermosura,
sino bajo la forma de todo lo que hay más feo y más repulsivo en
toda la naturaleza. Cocodrilo, toro, perro, lobo, cabrón, serpiente,
animales anfibios, bestias de la tierra y del mar, bajo todas estas for
mas exige los homenajes del hombre, y los obtiene. Esta vasta galería
de monstruosidades no es bastante para él : para sumergir al hombre
en ignominias más profundas, inventa otra nueva.
Bajo su inspiración, el Oriente y el Occidente, Egipto, Grecia,
Roma, todos los lugares en que el hombre respira, han visto las ciu
dades y los campos, los templos y las habitaciones particulares , po
blados de figuras monstruosas, desconocidas en la naturaleza. Seres
deformes, mitad mujer mitad pez, mitad hombro mitad perro, muje
res con cabellera de serpientes, hombres con patas de chivo, mujeres
con cabeza de toro, hombres con cabeza de lobo, serpientes con ca
beza de hombre ó de gavilán, orangutanes, figurones que tienen por
cabeza un pan de azúcar, por boca una espantosa raja que corre de
oreja á oreja y por vientre un tonel , en todas las actitudes, ridiculas,
amenazadoras ó cínicas ; á estos dioses, encarnación multiforme y
larga burla del Espíritu maligno, tendrá el hombre que ofrecer tem
blando los honores divinos del incienso y pedirles humildemente sus
favores.
Infamias. ¿Á qué precio será recibido ese incienso? ¿Con qué con
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 253
diciones serán otorgados esos favores ? Pregúntese á los misterios de
Ceres en Eleusis , a los de la buena diosa en Roma , de Baco en Etru-
ria, de Venus en Corinto, de Astarté en Fenicia, de tiendes en
Egipto, de los templos de Guido, do Delfos, de Claros , de Üódona y
otros varios que no queremos nombrar ; en una palabra: pregúntese
fl todos los santuarios tenebrosos , donde , cual tigre que espera su
presa, Satanás noche y dia espera á la inocencia , el pudor, la virtud,
y lodo lo inmola sin piedad, con tal refinamiento de infamia, que ni
el cristiano puede sospechar, ni el mismo pagano habría nunca in
ventado (1).
Lo que Satanás hacia entre todos los pueblos paganos, lo hizo en
tre los Gnosticos , y lo hace cuanto al fondo entre los sectarios mo
demos más directamente sometidos á su imperio. Escuchemos el
relato de lo que pasa , hace algún tiempo, en América; la tierra cla
sica de los espíritus golpeadores y de los grandes mediums. En el mes
de Setiembre, cuando se han recogido las cosechas, hay entre los me
todistas la costumbre de tener reuniones nocturnas durante una se
mana. Se pone un anuncio en los periódicos, á fin de que cada uno
de los Heles esté debidamente preparado y pueda aprovecharse de las
gracias que el Espíritu Santo prodiga en estas circunstancias. Se es
coge un ancho llano en medio de las florestas ; la reunión tiene lugar
al aire libre y en el silencio de la noche. Se ve llegar á los sectarios
por todos los caminos y en todas las clases imaginables de vehículos;
hombres, mujeres, niños, todos acuden á la cita.
El lugar de la reunión es ordinariamente de forma oval.' En una
extremidad se construye el estrado para los predicadores, los cuales
son siempre muchos ; desgraciadamente, esta casta abunda en Amé
rica. Á ambos lados se levantan tiendas , ordenadas en forma de he
rradura , y detrás se colocan los carruajes y caballos. Alrededor se
fijan postes con faroles ó antorchas, que proyectan una luz pálida; en
el centro se coloca la gente. Hacia las nueve ó las diez de la noche, a
una señal dada , suben los ministros al estrado ; se agolpa el pueblo,
y se mantiene de pie o sentado sobre la hierba.
Un ministro comienza ciertas preces, luego declama un pequeño
speech ; es el preámbulo. Succdenle otros varios , que procuran calen
tar el entusiasmo. Pronto la escena se anima y toma un aspecto ex
traño. Uno de los ministros entona con grave y lenta voz un canto
(I) Cltm. Alexand., Exhorta», ai Gratc; el fiuirt., Praep. Stmg., lib. iv,
0. ni.—M. de Mirville, Pntumatnlogie , etc. , t. m ; deucciéme Uémoire. p. 3iC.
254 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
popular (i), la turba le acompaña en todos los tonos : después el mi
nistro ensancha la voz y sigue siempre crescendo, acompañando su
canto con los gestos más excéntricos. ¡No estaba más agitada en su trí
pode la Sibila. Se canta y declama sucesivamente , y va subiendo el
entusiasmo.
Esto dura dos horas enteras : la excitación acaba por llegar á un
punto del cual es imposible formar idea. Entre otras exclamaciones
que se oyen resonar, citamos esta : En la Sueva Jerusalén tendremos
de balde el café y el vino añejo. ¡Alleluia!
Bien pronto toda aquella turba que llena el circuito, se nvzcla,
se empuja, gritando, bailando, en medio de violentos alaridos y rui
dosas risotadas. ¡El espíritu viene! ¡El espíritu viene! Si , viene en
efecto ; pero debe de ser un espíritu infernal , según las contorsiones
que se ven y los aullidos que se oyen. Es aquello una confusión ,' una
algarabía digna del Africa. Los hombres se golpean el pecho, se ba
lancean como los figurones chinos , ó hacen evoluciones raras a ma
nera do los derviches. Las mujeres se echan á rodar por el suelo, con
el cabello suelto. Las jóvenes se sienten levantar .en el aire , y, en
efecto, son levantadas por una fuerza que no es natural.
Entre tanto, los ministros , que parecen atacados de la misma
locura, continúan cantando y meneándose á modo de posesos: es
una zambra completa , un caos....; lejos de allí el pudor, lejos de
allí la moral ; todo es puro para aquellos energúmenos. Dios, dicen,
lo perdona todo. ¡ Vergüenza é infamia sobre los ciegos jefes de un
pueblo ciego!.... Las estrellas del firmamento esparcen su dulce cla
ridad sobre aquel cuadro afrentoso : á veces muge el viento en la
arboleda, y las antorchas hacen aparecer los hombres como sombras....
Asi se pasa la noche. Por la mañanita veréis toda aquella turba tum
bada , inerte , sin fuerzas , rendida. El día se destina al descanso , y
la noche siguiente se vuelve á lo mismo (J). He ahí lo que pasa en la
secta puritana de los metodistas. ¿Quién osaría contar lo que sucede
entre los mormones ?
Tenemos, pues, derecho á repetirlo. Perseguir al Verbo encar
nado en el hombre , su hermano y su imagen ; perseguirle remedan
do, para perderlo, todos los medios divinamente establecidos para
salvarlo; perseguirlo sin descauso en todos los puntos del globo;
perseguirlo con un odio que llega hasta la muerte del cuerpo y del
alma , tal es la única ocupación del Rey de la Ciudad del mal.
(1) El carmen usado en todas las evocaciones.
(2) Historia de un mecting de i&t'>i , Extractos de fot diarias americano*.
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 255
Si no siempre consigue este resultado, siempre lo intenta : cuando
no le es dado destruir la imagen del Verbo, la desfigura. Á falta de
una victoria completa , ambiciona una ventaja parcial. Este luminoso
Principio de la filosofía cristiana nos conduce á un hecho muy nota
ble, hasta el presente poco notado en si mismo y nada estudiado en
su causa. Queremos hablar de la tendencia general del hombre á des
figurarse. Y en vez de general diriamos universal, si no debiera
exceptuarse un pueblo, que pronto nombraremos. Antes de investi
gar la causa , pongamos en claro el fenómeno.
La mania de desfigurarse ó deformarse físicamente se encuentra
Por todas partes. Inútil es añadir que es particular del hombre : el
a"inial , cualquiera que sea , no incurre nunca en ella. Si recorremos
las diferentes partes del globo, encontramos en todas las épocas y en
Srande escala las deformaciones siguientes : deformación de los pies
Por la compresión ; deformación de las piernas y muslos por ligadu
ras ; deformación del talle por el corsé ; del pecho y los brazos por
los petos ; otra deformación del pecho, los brazos, piernas y espalda
Pw medio de feas excrecencias de carne , producidas de incisiones
lúe su hacen con conchas ; deformación de las uñas. por la coloración;
deformación de los dedos por la amputación de la primera falange.
Deformación de la barba, pelándola; dela boca, taladrando el
labio inferior; de las mejillas, agujereándolas y pintándolas ; de la
nariz , aplastándola de una ú otra parte , taladrándole el tabique, sus
pendiendo de ella una larga placa de metal , ó agrandándola exagera
damente por la compresión vertical de sus paredes ; deformación de
las orejas , por el uso de pendientes , que las van estirando hasta ha
cerlas llegar á las espaldas (1) ; deformación de los ojos por la colora
ción ó la depresión del hueso frontal , que los hace salir de su órbita;
deformación de la frente por medio de caracteres obscenos grabados
eu rojo con madera de sándalo ; deformación del craneo por medio
de varias compresiones que le hacen tomar la forma cónica, punti-
(1) tEn los dfas de fiesta, las mujeres de la isla de Patenat se ponen
sus pendientes. Comienzan de mañanita pasándose el lóbulo de la oreja con
»n palito puntiagudo , poco á poco lo van introduciendo más, y el agujero
se ensancha. Entonces introducen nn rollito de corclio , el cual, haciendo
oficio de resorte, extiende y ditata más y más la abertura. Al cabo de algún
tiempo , el lóbulo de la oreja se ha convertido en una tenue correita , que
c»e sobre la espalda como una cinta. Los días de fiesta se introduce en ella
un enorme rollo de corcho : , esto es allí de mucha gracia!»
(Anules de la Propag. df la Fe, 11.)
236 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
aguda, convexa, redonda, triangular, aplastada, cuadrada : defor
mación general por el artificio, los cosméticos y las modas ridiculas:
tal es el fenómeno (f).
¿Qué espíritu le sugiere al hombre, que no está bien conforme
Dios lo ha hecho? ¿De donde le viene esa imperiosa manía de desfigu
rar en su persona la obra del Criador? Dar por toda causa los celos
de unos ó los remilgos de otras, no es resolver la dificultad ; no es
más que huir de ella. Se trata de saber qué principio inspira esos
celos brutales , esa coquetería repugnante ; por qué los unos y la otra
proceden por deformación , es decir, en el sentido más opuesto ¡í la
belleza, y cómo es que se encuentran en todos los puntos del globo.
Si queremos no pagarnos de palabras y poseer el secreto del enig
ma, hay que recordar dos cosas igualmente ciertas : la primera, que
el hombre ha sido hecho, en su cuerpo y en su alma, á imagen del
Verbo encarnado ; la segunda , que el objeto de todos los esfuerzos de
Satanás es hacer desaparecer del hombre la imagen del Verbo encar
nado, para formarlo a su propia imagen. Estas dos verdades incon
testables conducen lógicamente á la conclusión siguiente : la tenden
cia general del hombre á desfigurarse es efecto de una maniobra
satánica. En confirmación de esta conclusión vienen muchos hechos,
cuyo sentido no es equivoco.
{ ,° Algunos pueblos reconocen positivamente la influencia de los
dioses en sus costumbres de desfigurarse. « Á las mujeres de Austra
lia, escribe un misionero, no es la depravación del gusto en adornarse
lo que las decide á mutilarse ; sino la idea de un sacrificio religioso.
Cuando son jo vendías, les atan la punta del dedo meñique de la mano
izquierda con ciertos hilos fuertes de telaraña ; de modo que inte
rrumpiéndose la circulación de la sangre, al cabo de algunos dias se
desprende la primera falange, que se dedica á la serpiente boa , a los
peces ó á los kanguroos (2). »
Lo mismo pasa con la deformación frontal por la coloración. Su
carácter de repugnante obscenidad acusa manifiestamente otra causa,
que no es ni los celos del hombre , ni la coquetería de la mujer.
2.° La parte del cuerpo más universal y profundamente defor
mada es el cerebro. ¿ De dónde proviene esta preferencia ? Desde el
(1) Sobre los testimonios que lo prueban y los pueblos en que se prac
tica, véasela obra del doctor en medicina L. A. Gosse, de (Jénova, titu-
lada : Et*ai í'ir l?* defonnationv arli/icielU* dn vrane . París, 1855, y los Anal,
de la Prop. de la Fe, n.» 98, p. 75.
(?) Armala, etc.,n.° 98 p. 75.
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 257
punto de vista de la acción demoniaca, es fácil comprender el mo
tivo. El cerebro es el instrumento principal del alma. Alterar el cere
bro, es alterar todo el hombre. Pues bien: su deformación tiene por
.Resaltado entorpecer el desarrollo de las facultades intelectuales, favo
recer las pasiones brutales y degradar al hombre hasta el nivel de las
bestias (1).
i¡ " 3,° Entre todos los pueblos , uno sólo, no obstante estar rodeado
de ellos, se libra de esa tendencia; es el pueblo judío. Como inves
tido de una misión providencial, cuya credencial consiste en su iden-
. IMad , es preciso que sea eternamente reconocido por judio , y Satanás
. -jo tiene permiso para desfigurarlo. «Puedo citar, dice Gosse, como
menta de la deformación á esa pequeña nación judia, que tan impor-
. i late papel ha desempeñado en los destinos del linaje humano , y cuyo
tipo se ha conservado puro desde los tiempos más remotos. »
i /' 4." Cuanto más extrañas son las naciones á las influencias del
Cristianismo ó del Espíritu Santo, más general es en ellas la tenden
cia á desfigurarse : por el contrario, á proporción que son mas cris
tianas, se disminuye. «Hablando de los habitantes de Colombia,
observa M. Duflot de Mofras , que donde se ha introducido el catoli
cismo, la deformación ha cesado (2).» Y claro es que desaparece por
completo entre los verdaderos católicos, los santos, los sacerdotes,
los religiosos , etc.
: ' Desfigurar al hombre, á fin de borrar en él la imagen del Verbo,
. -ÍO es bastante : ya hemos dicho que a toda costa Satanas quiere hacer
al hombre a su imagen. Aqui se marca otro nuevo rasgo del parale-
'lsano constante que venimos observando.
En la Ciudad del bien, la más elocuente y popular imagen de Dios
' ¡& el crucifijo. Por lo tanto, el crucifijo debe ser la imagen obligada
del hombre sobre la tierra. Mortificación universal de la carne y de
^ los sentidos , imperio absoluto del alma sobre el cuerpo , consagración
ifimitada á Dios , despego de las cosas temporales , resignación , man-
'ífedumbre, humildad, aspiración constante hacia las realidades de la
Tl1ida futura', ¿no debe consistir en esto toda la vida del hombre via
dor? Pues he ahi lo que significa el crucifijo. Por eso el Concilio de
'Tírenlo definió la vida cristiana: es una penitencia continua: vita
~¿Mistiana, perpetua poenitentia.
*' ' ' ,
(1) Véase el citado Gosse , p. 149.—En diferentes puntos de Francia y
de Europa se practica todavía lu deformación frontal. (Ibid.J
(*) Gosse, pág. 9.
TOMO I. 17
j>.$X TRATADO DEL ESPÍRITU' SAXTO.
También el Rey de la Ciudad del mal define la vida por medio de
sus imágenes , pero la define á su manera. Entre las innumerables
imágenes, debajo de las cuales se presenta á recibir los homenajes de
los hombres, no hay una que no sea un llamamiento á cierta pasión.
Varias veces hemos visitado las galenas de Florencia, los museos de
Roma y Ñapóles, las ruinas de Pompeya y Herculano. Hemos visto
los dioses de la Oceania ; otros han visto por nosotros los templos del
Thibet , las pagodas de la India y de la China. Pues bien: los millares
de imágenes, emblemas, estatuas antiguas y modernas, que llenan
esos lugares, por diferente que sea su época ó su destino, repiten,
cada cual á su manera , la palabra seductora que perdió al hombre en
el paraíso : Goza, es decir, olvida tus destinos, olvida el fin de la
vida, adora tu cuerpo, menosprecia tu alma, degrádate, defórmate;
bórrese de tu frente, de tus pensamientos y de tus actos la imagen del
crucifijo, para que vengas á ser la imagen del que adoras, de la Bestia.
Podríase continuar la historia paralela de las dos Ciudades desde
el punto de vista religioso ; pero es ya tiempo de bosquejarla desde
otro punto de vista no menos instructivo, y es el del orden social.
CAPÍTULO XXII.
(1) Como la serpiente del Oriente , esta otra serpiente Pythón es un ser
sin ejemplo en la naturaleza : es representada como un monstruo enorme,
como un horrible portento. Ovidio la llama el gran Pythón , Serpiente
desconocida, terror de los pueblos. Aunque muerta aparentemente por
Apolo, ella era siempre la que en nombre de Apolo daba los oráculos. (Oei-
dio, Metam., lib. i , v. 438.)
(S) Quoniam ex iis Pythii oraculis, quae Graecorum omnium vocibM
maxime celebrantur, unum etiam illud est, quod Lycurgo sese consulenü
Pythiam edidisse ferunt, his verbis comprehensura :
Tu modo noatra subis in pinguia templa, Lycurge.
Omnibus o Superia, Superum o carissime Patri ,
Te divumne , hominemve vocent oracula nostra,
Ambigimus : Divuin , ut spes est, dixisse licebit ,
Aequa tuis nos jura rogas , damus illa libenter.
{Porphyr., ap»d Etwb. , lib. v, c. xxvn.)
(3) Era el foco religioso del mundo pagano ; por eso Ovidio le llam.i
umbilicum orbis.
(4) Véase á Plutarco, Disc. con/r. Colóles, c. xvn.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 263
alii la ciudad misteriosa, que por el incremento irresistible de su
poder, absorberá a la mayor parte del mundo , y de todos los imperios
fundados por Satanás no formará más que uno solo, del que será capi
tal. ¿Qué influencia tuvo en la fundación de Roma la serpiente legis
ladora? Fácil es prever que deberá de tenerla aquí más señalada que
en ninguna otra parte : esta previsión no es quimérica.
Antes aún de que Roma exista , Satanas comienza por declarar
que esta ciudad sera la suya , y toma posesión de ella con la mayor
solemnidad. Por orden suya , unos sacerdotes, iniciados en sus más
secretos misterios , son mandados desde Toscana , para cumplirlas
ceremonias con que debe fundarse la futura capital de su imperio.
« Rómulo, dice Plutarco, habiendo enterrado á su hermano, se puso
á edificar y fundar su ciudad, enviando á buscar unos hombres de la
Toscana, que le designaron y enseñaron punto por punto todas las
ceremonias que habia que observar, según los formularios que ellos
leníau , ni más ni menos que si se tratase de algún misterio ó sa
crificio.
i-Hicieron ante todas cosas un hoyo redondo en el sitio que al pre
sente se llama Comitium, dentro del cual echaron primicias de todas
las cosas; después echaron también un poco de tierra, traida de
donde cada uno habia venido, y lo revolvieron todo junto : este hoyo
en sus ceremonias se llama el mundo. Alrededor de él trazaron la
cerca de la ciudad que querían levantar, ni más ni menos que como
quien describe un circulo alrededor de un centro.
tHecho esto, el fundador de la ciudad toma un arado, le pone la
reja de hierro, unce un toro y una vaca, y guiando él mismo el arado
alrededor de la marcada cerca , echa un profundo surco , cuidando
los que detrás de él van de volcar á la parte de dentro los terrones
que la reja levanta, sin que ninguno se quede fuera. Donde piensan
hacer una puerta , sacan la reja y llevan ellos el arado en alto , de
jando un espacio de tierra sin arar. En esto consiste que los romanos
consideran santo y sagrado todo el circuito de las murallas , pero no
las puertas. Pues si hubiesen sido consagradas 6 santificadas, habría
sido caso de conciencia entrar ó sacar por ellas algunas cosas necesa
rias á la vida, y que sin embargo no son puras (1).»
Tal fué y tan llena de supersticiones satánicas la fundación de la
ciudad de Roma. ¡ Y los romanos del Renacimiento no tuvieron ver
güenza de celebrar el aniversario con fiestas religiosas I
■■jf<í
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES.
tante quetodo el pueblo en número infinito estaba allí congregado, es
perando con gran devoción el resultado de aquella adivinación , hasta
que aparecieron á mano derecha aves de buen agüero , que confirma
ron la elección. Y entonces Numa , tomando las vestiduras reales,
descendió del Capitolio a la plaza, donde todo el pueblo lo recibió con
grandes clamores de alegría , como al más santo que se hubiera podido
elegir y el más amado de los dioses (1).»
Numa , rey por la gracia del demonio, como Licurgo, como Teseo
y demás fundadores de los imperios paganos , pasó á ser legislador
'bajo la inspiración del mismo espíritu. Ya los rudimentos de legisla
ción que Rómulo había dado á los romanos, provenían de la misma
tMnte. Siendo muy hábil en el comercio con los demonios , oplimus
augur , como le llama Cicerón, había compuesto una parte de las
leyes ; el resto lo había tomado de los griegos, los cuales, ya lo hemos
visto , eran deudores de ellas á la serpiente legisladora (2).
Pero respecto de Roma , la ciudad predilecta y futura capital del
imperio de Satanas, no le bastaba a éste una inspiración indirecta. Él
misino en persona quería dictar sus leyes. Numa fué su Moisés. Este
personaje, á quien hoy llamaríamos un medium, practicaba abierta
mente la hidromancia. Este género do magia , conocida de toda la
antigüedad y condenada tantas veces por la Iglesia, consiste en hacer
sobre el agua parada , ó corriente , invocaciones y circuios concén
tricos, en medio de los cuales aparece el demonio en forma visible, y
da oráculos (3).
Apuleyo cuenta este hecho célebre de hidromancia: «Me acuerdo,
dice , de haber leído en Varrón , filósofo dé gran erudición é histo
riador de gran exactitud , que los habitantes de Trallas , inquietos
sobre el éxito de la guerra contra Mitridates , recurrieron á la ma
gia. Apareció en el agua un niño, que con el rostro vuelto á una
imagen de Mercurio , les anunció en ciento sesenta versos lo que
debía suceder (4).» Tal fué el medio empleado por el legislador de
Roma.
«Numa, escribe San Agustín , que no tenia por inspirador, ni un
(1) Nam et ipse Numa , ad quem nullus Dei propheta, nullus 'sanctus
ángelus mittebatur , hydromantiam faceré compulsas est, ut in aqua videret
imagines deorum, vel polius ludificationes daemonum, a quibus audiretquid,
in sacris constituere atque observare deberet. Quod genus divinationis idem
Varro a pereis dicit allatum , quo et ipsum Numam , et postea Pythagoram
philosophum usum fuisse commemorat : ubi adbibito sanguina etiam inferos
sciscitari.... bis lamen artibus didicit sacra illa Pompilius, quorum sacrorum
facta prodidit : quarum causarum proditos libros senatus incendit. Quid mihi
ergo , Varro , illorum sacrorum alias nescio quas causas velut physicas ioter-
pretatur; quales si libri i11 í habuissent , non utique arsissent. (De Cit. Dei,
lib. vil, c. xxxv.)
(2) De Cir. Dei, lib. vil, cap. xxxiv et xxxv.
CAPÍTULO XXIII.
(1) ....Et tune cum orgiorum bacchicorum sit qua«i quoddam insigne
serpens arcano ritu consecratus; tum vero si aecurate vocero hebraicam
interpretan velis, Heva , cum aBpiratione graviori serpeutom femininam si-
gnificat. (Cabortat. ad Gentes., c. n.)
(2) Ipsa noviesima sacra et ritos initiationisipsius,quibusSebadiisnomen
«Bt, testimonio ense poterunt veritati, in quibus aureus coluber in sinum
dimittitur consecratis, et eximitur rursua ab inferioribus partil us. (Amob.,
lib. v.)—Jovis (acta persequntur (gentiles) ut matrero Rheam ab ejus nup-
tiis abhorrentem persecutus sit, eaque in dracaenam conversa , ipse in dra-
TOMO 1. 18
274 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
la humanidad pagana , la gratitud infinita que debemos al Verbo-
Redentor y la profunda sabiduría de la Iglesia en sus prescripciones
autidenioníacas-, es lo cierto que la veneración en que los Griegos te
nían al odioso reptil era tal, que Alejandro se gloriaba díi haberlo
tenido por padre. De aquí proviene que sus medallas lo representan
bajo la figura de un niño saliendo de la boca de una serpiente (1).
Pronto veremos que Augusto se vanagloriaba también de tener el
mismo origen.
Ningún animal obtuvo en Grecia honores divinos, excepto sólo la
serpiente, la cual tenia gran número de templos en esta pretendida
cuna de la civilización. Los Atenienses conservaban siempre una
serpiente viva, y la miraban como protectora de su ciudad : paro
dia de Jehová , custodio de su pueblo en el arca de la alianza.
Atribuíanle la virtud de leer lo por venir, y por esto mantenían á
los familiares de ella, a fin de tener siempre á mano profetas y pro
fecías (2).
Para continuar magníficamente este culto, tan honroso para la
sabia Atenas, Adriano hizo edificaren esta ciudad un templo resplan
deciente de mármoles y oro, cuya divinidad fué una gran serpiente
traída de la India (3). Hemos tenido, pues, razón para decirlo, y no lo
cesaremos de repetir : en los buenos días de Grecia , y hasta en tiempo
de Adriano, la civilización de Atenas, metrópoli de las luces, como se
la llama en las cátedras , estaba por debajo de la civilización de Haití,
donde se condena a muerte a los adoradores de la serpiente, como
veremos después. Según Plutarco, en Tracia, los Edonienses practi
caban el culto de la serpiente hasta el delirio. «Olimpia, madre de
sipa leer , esta inscripción y las figuras vienen a decir , que esos doce gran
des dioses y Júpiter y Diana no eran en definitiva más que la antigua Ser
piente bajo nombres diferentes, y que allí estaba su imagen para inspirar
temor del castigo, simbolizado por las varas.
(1) Si gelidum eolio nectit Flaccilla draconem.
(Martial, vn , 71.)
Aspice repentes ínter pocula sinusque innoxio lapsu dracones. (Senec,
O» tro, xi, c. 31.)
Istius generis dracones Romanía proceribus et nobilibus feminis fuiose in
deliciis, praeter liunc Tranquilli (Suetonis), testantur alii aliorum auctorum
loci. (Burm., in Sueton. , c. lxxii , id. , in Nerón. , c. v , n.° 6.)
282 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
mentira se manifestó, bajo la forma favorita de serpiente, como una
divinidad benéfica ó como un dios maligno. Por el amor o por el
temor encadenaba al hombre á sus altares. En esto se funda la si
guiente juiciosa observación del sabio M. Nirville : « ¡ La serpiente I
Toda la tierra la inciensa ó la apedrea (1).»
Los de la Lituania, los Samogicios y otros pueblos del Norte, no
eran menos fieles adoradores de la serpiente , y la llamaban sobre
todo para santificar la mesa. En un rincón de sus chozas , como en
los templos de Egipto, se mantenían algunas serpientes sagradas. En
ciertos dias se las hacía subir á la mesa por un lienzo blanco que
descendía hasta su guarida. Probaban todos los manjares, y se volvían
á su agujero : con esto las viandas quedaban santificadas , y los bár
baros las comían sin temor (2).
Especialmente entre los de la Lituania, el culto de la serpiente
existia todavía en el siglo xiv. En 1387 , habiendo ido á Wilna el rey
de Polonia , convocó una asamblea para el día de Ceniza. De acuerdo
con los Obispos que le acompañaban , se esforzó por persuadir á los
naturales á que reconocieran al verdadero Dios. Para hacerles ver
que no era la verdad lo que tendrían que abandonar, hizo apagar
el fuego perpetuo que se mantenía en Wilna y matar las serpientes
que guardaban en las casas y adoraban como dioses. Viendo los
bárbaros que no sobrevenía mal ninguno á los que ejecutaban las
órdenes del príncipe, abriéronlos ojos á la luz y pidieron el bau
tismo (3).
No continuaremos nuestro viaje de investigación entre los pueblos
antiguos. Solamente advertiremos que el culto de la serpiente era tan
universal y tan público en la bella antigüedad , que los templos ha
bían tomado el nombre de Draconia : lo cual significa que para desig
nar un templo se decía morada de serpientes (4). De modo que el culto
de la serpiente viva , de la serpiente de carne y hueso, ha sido uno
de los más difíciles de desarraigar ; y de ello daremos pronto la
prueba. En efecto : según el pensamiento de San Agustín, el demonio
(1) Sabían que con ciertas fórmulas mágicas 99 podía llamar ó desviar
el rayo. Extat annalium memoria , sacris quibu»dam ac precalionibus vol
cogi fulmina vel impetran. (Ausaldi , Hiit., lib. n. c. 54.)
(2) De Divinal., lib. i, cap. XLI.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 303
viendo al que las pronunciaba ; testigos Agar , Gedeón , Samuel en
Silo , Saulo en el camino de Damasco : ó por medio de sueños ; tes
tigos Jacob , Judas Macabeo y otros ciento.
Satanas ha remedado todos estos géneros de revelación. En cuanto ,
a los oráculos propiamente dichos , acabamos de ver eme eran innu
merables en la Ciudad del mal. ¿Y las voces misteriosas? Citaremos
más abajo uno de los ejemplos más notables. Entre tanto he aquí lo
que dice Cicerón : «Frecuentemente los faunos hacen oir su voz; mu
chas veces los dioses se han aparecido en figuras , de tal manera sen
sibles, que todo el que no fuera estúpido ó impio se viera precisado á
reconocer su presencia (1).?
Y en otra parte : «Muchas veces también , según refiere la tradi
ción , se ha oido á los faunos en medio de las batallas ; muchas veces
se han oido voces verdaderas en ocasiones apuradas, sin que se pu
diera saber de dónde venían. Entre muchos ejemplos de este género,
des especialmente merecen llamar la atención. Poco antes de la toma
de Roma , se oyó una voz que salía del bosque consagrado á Vesta....
y esta voz advertía que se reconstruyesen las murallas, pues de lo
contrario la ciudad seria prontamente toinada.... Y este oráculo salió
mu\ verdadero (2).»
Conocidas son las encinas de Dodona , cuya especie no se ha aca
bado. «En Joal, escribe uno de nuestros misioneros de África , hay
árboles fatídicos y ritos misteriosos para la evocación de los genios (3).»
(1) Saepe faunoruni vocea exauriitae ; saepe visae formae deorum,
quemvis nón hebetem aut impium, Deos praesentes esse conflteri coegerunt.
fDePíatur. Deor., lib. il, cap. m.)
(2) Saepe etiam et in praeliis fauni auditi ; et in rei.ua turbidia veridícae
voces ex oceulto miesae esse dicuntur ; cujna generis duo sunt ex multis
exempla, sed maxima, etc. (De Divinal., lib. i, cap. xlv.)
(3) Annal. , etc. , n.° 209 , p. 270 , lS(i;i.—Se encuentran todavía los usos
antiguos, transformados, es verdad, pero fáciles do reconocer, en las cos
tumbres de la Grecia moderna. «La adivinación por el examen de los
huesos, dice Mad. Dora do latria , y particularmente del omoplato tostado,
es una transformación evidente de la inspección de las entrañas de las victi
mas, que tantas veces se menciona en Homero » En DóJona y Deltas el
laurel venerado revelaba lo por venir por la agitación ruidosa de sus hojas
sagradas. En nuestros días las jóvenes griegas examinan el ruido de las hojas
de los rosales. Las encinas fatídicas de Dódona en el Epiro, donde los
Pelasgos tenían un oráculo tan célebre como el de Delfos , reciben todavía
gentes que van á dormir á su sombra para adquirir en sueños el conoci
miento de lo futuro. (Véase Excursión en tliumélie et en Sforée , por Mad. Do
ra de Istria: París , 1863.)
30Í- TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Por lo que toca a los sueños, Cicerón consagra nueve capítulos
(del xx al xxix) do su libio primero Di- Divinatione , a referir algunos
de los mas célebres de Griegos y Romanos. Los templos, adonde se
iba en busca de ellos, se encontraban por doquiera. «El mundo , dice
Tertuliano , estaba lleno de ellos. Por no citar sino algunos , ¿quién
no conoce los de Anfiarao en Ropo , de Auliloco en Malo , de Sarpe-
don en Troade , de Trofónio en Beocia , de Mopso en Cilicia , de Her-
miona en Macedonia , de Pasifae en la Laconia?Es una cosa cierta
que muy frecuentemente los demonios enviau sueños, á veces ver
daderos, graciosos y seductores , y no ignoramos por qué; pero mas
ordinariamente los envían congojosos , falsos, vergonzosos, inmun
dos (1). i Igualmente que Cicerón , el gran apologista presenta un largo
catalogo de ellos.
La creencia en los oráculos, es decir, en los dioses parlantes , no
era menos universal que la existencia misma de los oráculos. Escu-
chemosde nuevo el doble testimonio de la antigüedad. «El Oriente y el
Occidente, continúa Tertuliano, los Romanos y los Griegos, toda
la literatura del mundo, cree en los oráculos, los comenta y los
afirma (2).»
«Nuestra república, dice Cicerón, lo mismo que todos los reinos,
pueblos y naciones, esta llena de ejemplos de la veracidad increíble
de los oráculos. Nunca los de Polydio, de Melampo, de Mopso, de
Anliarao, de Calcas y de Heleno, habrían alcanzado tanta fama : nunca
tantas naciones como la Arabia, la Frigia, la Lycaonia, la Cilicia, y
especialmente la Pisidia, habrían conservado los suyos hasta nuestros
días , si toda la antigüedad no hubiese atestiguado su verdad. Nunca
nuestro Romulo los habría consultado para fundar á Roma, y el nom
bre de Accio Navio no habría sido por tanto tiempo celebrado , si to
dos estos oráculos no hubiesen dicho cosas admirables y verda
deras (3). «
(1) Nam et oraculis hoc genus stipatus est orbis : ut Aphiarai apud
Oropum ; Amphilochi , apud Mallum ; Sarpedonis, in Troade ; Trophonii,
in Bcotia ; Mopsi, in Cilicia; Hermionis, in Macedonia ; Pasiphaae, in
Lacrima. Defínimus enim a daemoniis , plurimum incuti somnia , etc. (Dt
Anima, cap. xlví, xi.vii.)
(2) Quanti autem commentatores et affirmatores in hanc rem.... tota
saeculi litteratura. (D« Anima, ibid.)
(3) Jamavero permultorum exemplorum et nostra plena eet respuiilica,
et omnia regna, omnesque populi , cunctaeque gentes , augurum praedictis
multa incredibiliter vera cecidisae. Neque enim Holyidi, neque Melampodis,
neque Mopsi , neque Amphiarai, neque Calchantis, neque Eleni tantom
F HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 305
Esta fe del linaje humano la apoya Cicerón en el razonamiento
siguiente : «Es cierto que existen los dioses; luego nos dan á conocer
lo por venir. Si nos lo dan á conocer por medio de señales, es me
nester que á la vez nos den el medio de entenderlas : este medio no
puede ser sino la adivinación ; luego hay adivinación.... Si pues la
razón y los hechos están en mi favor ; si las naciones , si los bárbaros,
si nuestros mismos antepasados convienen en todo lo que acabo de
enunciar, ¿qué motivo hay para ponerlo en duda? Y si además de
eso es cosa reconocida por los más grandes filósofos , por los poetas
más célebres, y por los hombres de más eminente sabiduría que fun
daron las repúblicas y edificaron las ciudades, ¿ esperaremos á que
hablen las bestias , y no nos daremos por satisfechos con el acuerdo
unánime del linaje humano?.... La verdad de los oráculos es una
cosa de que jamás se ha dudado en el mundo,,hasta esa filosofía que
se ha extendido de poco tiempo acá (1) ; y aun después del progreso
de esa filosofía, ningún filósofo ha sido de otro parecer. SóloEpicuro
lleva la opinión contraria. ¿Pero deberá estimarse en algo el parecer
deun hombre que sostiene que no hay virtud generosa en el mundo (2)?»
Hablando en particular del oráculo de Delfos, dice : «Yo sostengo
que jamas este oráculo habría sido tan célebre y famoso, jamás habría
sido enriquecido con los presentes de todos los pueblos y de todos los
reyes, si todas las generaciones no hubieran reconocido la verdad de
sus respuestas (3).» Más adelante asegura de nuevo que no es sola
mente el pueblo quien cree en los oraculos, sino todo lo mas ilus
trado que hay en el mundo. «Excepto Epicuro, escribe, que no sabe
más que tartamudear cuando habla de la naturaleza de los dioses , to
dos los filósofos han creído en los oráculos (4). i
(1) .... Nisi se daemones confessi fuerint, ohristiano mentid non auden-
tei, ibídem illius christiani procacissimi sanguinem fundite. Quid isto opere
rnanifestius? quid hac probatione fidelius? (Apol., cap. xxm.)—Esta prueba
se encuentra cien veces repetida en las actas de los mártires de Oriecte y
Occidente.
(2) Hi ergo spiritus sub statuis et imaginibus consecratis delitescunt.
Ili afflatu buo vatum pectora inspirant, extorum fibras animant , avium
volatus gubernant , sortea regunt , oracula efficiunt , falsa veris semper invol-
vunt- (1)3 idníor. vanilat.J
(3) Hic tamen adjurati per Deum verum nobis statim cedunt et fatentur,
et de obsessis corporibus exire conguntur. Videas illos nostra voce et oratione
oceulte flagellis caedi, igne torqueri , incremento poenae propagantis exten
dí, ejulare, gemere , deprecari ; unde veniant et quando discedant, ipsis
etiam qui se colunt audieutibus , confiten. (Ibii.)
(i) Véase Ballus , i part. , p. 90 \ 109.
308 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
t
han hablado á los hombres por medio de los ¡dolos, las encinas, los
maderos, las cavernas, los animales y las partes mas mudas del
cuerpo ; de suerte que el arte de la adivinación no es de modo alguno
cosa de juego para engañar á la gente sencilla (1). »
Por lo demás , el punto controvertido entre cristianos y paganos
no era la presencia de los espíritus en los oráculos, sino la naturaleza
de esos espíritus. Los paganos sostenían que erau dioses y los adora
ban : los cristianos, por el contrario, probaban que eran demonios y
execraban su culto. Pero, lo repetimos, todos estaban conformes eo
reconocer la presencia de agentes sobrenaturales en los oráculos. He
mos dicho que los cristianos probaban que todos esos dioses inspira
dores de los oráculos no eran más que espíritus malignos, y sus ar
gumentos no tenían réplica. ¡
Por una parte, obligaban á los pretendidos dioses á confesar por
si mismos que no eran más que demonios. « Bien sabéis, decía Mi-
nucio Félix á sus antiguos correligionarios, que vuestros dioses, e!
mismo Saturno, Serapis, Júpiter y todos los otros que adoráis, con-
íiesan que no son más que demonios. Pues no es creíble que mientan
por deshonrarse , y menos ante vosotros. Creed, pues, y reconoced
que son demonios, toda vez que ellos mismos dan testimonio de
ello (*)..
Por otra parte, resumiendo, según los mismos autores paganos,
los oráculos de los dioses y los actos que eran su consecuencia , de
mostraban, con la evidencia de la luz , que habían mandado constan
temente los sacriticios humanos é impurezas que daji vergüenza,
habían enseñado la magia y provocado guerras y muertes, habían
(I) Así hablaba el epicúreo Plinio , lib. n , ZVatur. hht., cap. xcm.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 313
es esto? Es que á muclias gentes no les gusta iiablar de demonios , ni
de nada que d esto se refiera : esto recuerda ciertas ideas de la otra
vida : ellos tienen bastante fe en las verdades de la religión , por ra
zonamientos especulativos ; pero otras pruebas demasiado sensibles
de estas mismas verdades les incomodan (1).»
(t) Bailas, ubi tupra. Santo Tomas había dicho que esas negaciones
provienen tx radice incrtdulitatit. (IV Din. xzxiv,art. 3.)
CAPÍTULO XXVI1.
(I) Eorum autem (sacerdotum) duo genera sunto : unum quod praesit
caeremomis sacris : altera ra quod interpretetur fatidicorum et vatum effata
incógnita, cumsonatus populusqueadsciverit. Interpreten autem Iovisoptimi,
máximi, puMici augures, signis et auspicié postea vidento , disciplinare
tenento. Sacerdotes vineta virgetaque et aalutem populi augurarlo. Quique
agont rem duelli , quique popularem , auspicium praemonento , ollique obtem
perante, Divorum iras providento, coelique fulgura regionibus ratiB tempe
rante (De Ltr/ib., lib. n, cap. vil.)
Creían, pues , lo mismo que la Iglesia, que los demonios no eran extraño»
& las tempestades.
(i) Quaeque augur injusta , nefasta, vitiosa, dira defixerit, irrita infecta-
que sunto. Quique non paruerit , capitale esto, flhid.)
(3) El colegio de los arüipices se componía de quince miembros , y se
renovaba por si mismo.
HISTOBIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 319
»En cuanto á los derechos , ¿qué otro puede haber mas importante
que el de disolver los comicios y las asambleas , desde su principio,
sea quien fuere el magistrado que las haya convocado, y de anular sus
actos , cualquiera que sea la autoridad de donde emanen ? ¿ Qué de
recho más importante que el de suspender las más trascendentales em
presas con esta sola palabra: Para otro dia — alio die? ¿Qué derecho
más magnifico que el de poder ordenar a los cónsules que abdiquen su
magistratura ? — Quid magnificentius , qvam posse decernere, ut ma-
gistratu se abdicant cónsules ? ¿ Qué otro más respetable que la facul
tad de conceder o rehusar el permiso de tratar con el pueblo ; de
cancelar las leyes que no han sido juridicamente propuestas, de modo
que nada sea validamente hecho por los magistrados, ni dentro ni
fuera , si no obtiene la aprobación del colegio de los augures : Nihil
domi, nihil foris per magistratus gestum , sine eorum auctorilute posse
cuiquam probari (1) ? »
Veamos ahora ese magnífico poder en ejercicio. Bajo Pompeyo,
César y sus dignos colegas, reina en Roma la mas completa anar
quía. Solo una autoridad es reconocida, la de los augures. Catón
quiere ser pretor ; Pompeyo no quiere que lo sea , y disuelve la asam
blea con esta sola palabra: Mal agüero, es decir, he observado el
cielo y visto pronósticos contrarios (2). En la misma época (53 años
antes de Jesucristo) , Cicerón escribe á Atico : « El tribuno Scévola ha
impedido los comicios para el nombramiento de cónsules, anunciando
diariamente que observaba el cielo, hasta hoy, 30 de Setiembre, en
que escribo esto (3).» En otra carta, dirigida a su hermano á 21 de
Octubre, pone más en claro el poder temible de los augitres. « Todos
los dias , dice, se suprimen los comicios con el anuncio de observa
ciones del cielo, no sin gran satisfacción de las gentes de bien : tanto
se detesta á los cónsules (4).»
De suerte que la observación del cielo tenía en suspenso a todo el
imperio. En aquel mismo año impidió ei nombramiento de cónsules.
(1) De Lerjib., lib. n, cap. xii. —El hecho es, como nos lo enseña la
Santa Escritura, que los paganos no hacían nada, absolutamente nada, sin
consultar al oráculo. Pruébase también en los Annal. de phil. chrr.t., año
1862 y sig.
(2) Plutnrch ., in Pomp .
(3) Ad AUic. , iv , 16 ; t. xvii , pág. 440.
(4) Comitiorum quotidie singuli dies tolluntur obnuntiationibus , magna
voluntate bonorum omnium : tanta invidia sunt cónsules. ( Ad Quintal», m,
t. xx, pág. 824.)
320 TBATADO DEL ESPHUTÜ SANTO.
de modo que el año siguiente (52 A. C.) se estuvo sin cónsules du
rante ocho méses. Es lo que se llama el interregno de Pompeyo. La
ciudad cae en el desorden , las muertes y las violencias se suceden
sin interrupción. «Todo esta cambiado, todo arruinado y casi des
truido, escribe Cicerón—Sunt omnia debilitata jam prope et ex-
tincta (1).» -fc
He ahí , pues, lo que eran en pleno siglo de Augusto esos fieros
Romanos, esos matadores de la libertad, ¡esclavos mudos y temblo
rosos bajo el yugo férreo del demonio! Al celebrar el poder absoluto
de los augures , ¿qué hace Cicerón, sino proclamar solemnemente la
servidumbre , la más vergonzosa y dura servidumbre que jamás
haya existido , de ese pueblo falsamente libre, de ese pueblo soberano,
del pueblo rey, como se le suele llamar en las cátedras? ¿No era
aquello la demonocracia pura, la demonocracia en su más alta expre
sión ? ¡ Y nos presentan á los Romanos como el pueblo más libre que
jamás haya existido ! ¡ Oh educación mentirosa!
¿Dejaban de tener motivo para temblar asi ante las prohibiciones
de Satanás y de los augures, sus intérpretes'/ No ciertamente : ala
menor resistencia que se opusiera, presagios horripilantes y calami
dades espantosas anunciaban el enojo del señor. Parece que se está
viendo estremecerse a Cicerón, cuando cuenta los pronósticos que se
advirtieron el dia en que, en su calidad de cónsul, celebró las Fiestas
latinas en el monte Albino. « Cuando yo hacia las libaciones de leche
a Júpiter Lacio, un cometa brillante anunció una gran carniceria. La
luz de la luna desapareció repentinamente en medio de un cielo lleno
de estrellas, y después se eclipsó también el Sol. Un hombre fué he
rido del rayo en tiempo completamente sereno, tembló la tierra y es
pectros terribles aparecieron durante la noche. Los adivinos en estado
de furor no anunciaron por doquiera más que desdichas. En todas
partes se leían los escritos y monumentos terroríficos de los Etrus-
cos (2). i
Por lo que toca á los temerarios que osaban menospreciar los pre
sagios funestos, aparte de dos ó tres excepciones qne confirman la re
gla, Satanás acostumbraba castigarlos con desapiadado rigor. El temor
universal que inspiraba tenia su fundamento en la certidumbre del
castigo. El año 52 antes de Jesucristo ofrece un ejemplo memorable
de esto. Á pesar de los dioses, Craso se obstina en hacer la guerra á
(1) Intendc templis ac delubris deorum.... Etiam per quieten! déos vide-
mus. audinus, engnoscimus. ¡Miaut. Peí. , in Orlar.)—Sobre las apariciones
do los dioses en formas sensibles , puedan verse los testimonios de los auto
res pacanos en llitllel. Hiit. di Vel<i'>l. dit chrUi., pág. líl 1 y sig.
(2) Véase Atenag., Ugat.
(3) Quam vero Graecia coloniam misit in Aetoliam , loniam . Aeiam,
yiciliam, ltaliam , sine pytliio , autdodonaeo. aut ammonio oráculo ? Aut. f'
quod bellum susceptum ab ea sine consilio deorum est? (Oí dirin., lib. i,
cap. i.)
(i) Hic quoque Amphictionum constitutum erat concilium et de rebuS' , 1
publicÍ8 consulturum. (Strnh. , lib. ix.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 323
consejo de los diosas , envió por espacio de muchos siglos , las colo
nias deque tantos poises de Asia y de Europa recibieron sus prime
ros habitantes ? En Grecia , pues , como en el resto del mundo , la fe
en los oráculos era para los grandes , no menos que para el pueblo,
el primer articulo de la religión.
Por lo tocante á los oráculos entre sueños , de que nos habla el
pagano Cecilio, eran muy comunes y grandemente estimados, aun de
los personajes de primer orden, liemos oido á Cicerón y á Tertuliano
nombrar gran número de ellos , y añadir que se les encontraba á cada
taso. Estrabón cuenta , como un hecho conocido de todo el mundo,
-que una turba de personas se iban a dormir al templo de Serapis, en
Canopa, para conocer los remedios de sus enfermedades ó de las de
fas amigos (I). En Amano se lee, que los principales oficiales del
ejército de Alejandro fueron también a pasar la noche en el templo
del mismo dios , en Alejandría , con el l¡n de saber si deberían llevar
i esta ciudad a su caudillo , para que se curase de la enfermedad de
que murió (2).
Según el testimonio de Cicerón , los éforos y demás magistrados
«le Lacedemónia tenían costumbre de ir al templo de Pasifae, vecino
a su ciudad , en busca de sueños profetices concernientes á los nego
cios de la república , que ellos consideraban corno ciertos (3). Con
idéntico fin iba la madre de Augusto con otras damas romanas á dor
mir al templo de Apolo (4). En fin , el emperador filósofo, Marco
Aurelio , la personificación de la sabiduría , según los paganos mo
dernos, escribe lo que sigue : «otra gran muestra del cuidado que
de mi tienen los dioses , es que en mis sueños me han enseñado
¡Simedios para mis enfermedades , en especial para mis esputos de
sangre y para los valuóos, como iw sucedió cu llaeta (5). »
La consulta entre sueños se hacia, unas veces durtniendoen camas
(1) Slra*)., lili. ¿No tendrá esta adivinación por el sueño algún
(•areatesco con las modernas consultas por el sonambulismo?
(2) De ra-pedít. Aleian I. , lili. vn.
(3) Atque ctiam qui praeerant Lacedcmoniis , non contenti vigilantibus
curis, in Pasiphaie lano, quod est in agio propter urbem , 6omniandi causa
etcubabant . quia vera quietis oracula ducebant. (De divinal., lib. i, c. xliii.)
(4) Suet., in Autf., cap. xeiv.
(5) Diis acceptum fero... quod per msomnia remedia mihi fuerint indi-
cata, cum alia , tum adversus sanguinis excreaiionem et capitis vertiginem,
quod et Cajetae aliquando factum est. (Mará. Aurel. Anión. , De rebut suh.,
lib. i , n.° 17 , ad finem.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SAXTO.
destinadas a este uso , en los templos de oráculos nocturnos , y du
rante el sueño los demonios daban sus consejos ; otras veces , teniendo
en la mano una carta sellada , en la que estaban escritas las pregun
tas, y por la mañana , al despertar , se leían las respuestas ; otras,
Analmente, enviando al oráculo una consulta sellada, y él respondía
sin abrir la carta.
Esto último hizo un dia el emperador Trajano. Corno se propu
siera mover guerra á los Partos , sus oficiales le hablaron con elogio
del oráculo de Heliópolis.y le instaron vivamente a que lo consultara.
Trajano, que no tenia gran fe en esto , y que sospechaba algún enga
ño , envió al oráculo una carta cerrada, á la cual pedia que se contes
tara. Pero la carta no era más que un papel en blanco. Sin abrirla,
los sacerdotes la presentan al dios. Éste, para pagarle a Trajano en la
misma moneda, ordena que envíen al emperador un papel blanco,
bien plegado y sellado. Semejante mandato intimido a los sacerdotes,
porque ignoraban la estratagema de Trajano. Pero él quedó todo asom
brado, y desde entonces tuvo fe en el oráculo.
Envió, pues , por segunda vez una carta sellada, en la que pre
guntaba al dios si volvería a liorna una vez terminada la guerra que
acometía. El dios ordeno que tomaran una vid , que era una de las
ofrendas de su templo , que la hicieran trozos y se la enviaran a Tra
jano. «El suceso, añade Macrobio, salió perfectamente conforme a
este oráculo ; pues Trajano murió en aquella guerra , y condujeron a
Homa sus huesos, que habían sido simbolizados por la vid par
tida (i). «
Lo mismo sucedió al gobernador de CUicia , de quien habla Plu
tarco. Era un epicúreo, que en calidad de tal hacia profesión de no
creer en los oráculos. Por hacer burla , envía al oráculo de Mopso uno
de sus criados con una carta sellada , para la cual pedia una res
puesta que se diera entre sueños. Marcha el criado, ignorando el con
tenido de la carta. Duerme en el templo, y se vuelve a su amo, a
quien refiere lo que ha visto en sueños y lo que se le ha dicho. Estu
pefacto de recibir su carta sellada conforme la había enviado , y de
ver que las palabras de su criado eran la respuesta exacta a lo que
(I) Exitus rei obitu Trajnni apparuit, ossibua Romam relatis. íNam
fragmentis ppecie* reliquia! um , vitis argumento casus futuri temporis
08tenaum eat (Macrob., Saturnal. , Hit. i. c. xxin.} En el siglo iv se prac
ticaba todavfalo mismo en Avidos al extremo de la Tebaida. (Amm. Marcall.,
lib. ix, c. xi.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. ' 325
había preguntado, comunicó el caso á los epicúreos sus amigos, quie
nes no supieron qué replicar (1).
Independientemente de los testimonios irrecusables que se acaban
de leer, dos hechos bastan para demostrar la existencia, la antigüe
dad y universalidad de los oráculos entre sueños. El primero es la
prohibición de acudir a ellos impuesta á los judios , y la condona
ción de los temerarios que osaran entregarse áesta práctica diabólica.
' Y que tI0 se halle entre vosotros , dice el Señor, quien observe los
sueños. .. Extendí mis manos lodo el día a un pueblo incrédulo, pue
blo que en mi cara me esta provocando continuamente á enojo....,
que moran en los sepulcros y se van a dormir á los templos de los
ídolos (2) » í para tener sueños y oir los oráculos).
Explicando este pasaje , añade San Jerónimo: «Allí se acostaban
sobre las pieles de las víctimas, á fin de tener sueños que les revela
sen lo porvenir. Lo cual todavía se hace entre los geniiles , esclavos
del espíritu del error , en el templo de Esculapio y en otros mu
chos (3). '
El segundo testimonio, no menos auténtico, es el uso que el Señor
mismo tenía de emplear los sueños para revelar su voluntad á sus
servidores ; nuevo rasgo de paralelismo , que el Rey de la Ciudad del
mal no podía menos de añadir, remedándólo en provecho propio.
Hay otro todavía no menos notable y perteneciente también al
orden de los hechos. Jerusalén es la morada de Jehová. De Sión parten
las ordenes que dirigen la Ciudad del bien. De todas las partes de la
Judea y del mundo concurren allí los servidores del verdadero Dios(4).
Delf'is es el remedo insolente de Jerusalén. Su oráculo es el más céle
bre del universo. De allí , del antro de la serpiente Pythón, salen las
ordenes por que so rige la Ciudad di'l mal. Para escucharlas, acuden
de todos los pujaos de la tierra turbas innumerables de adoradores
de Satanas. Larga sería la lista de legisladores , reyes , emperadores,
1-
• .v. - ■
HISTORIA SOCIAL OK LAS DOS CIUDADES. :fí7
¿á quién haréis creer una corn|ilic¡dad universal ó una alucinación de
veinte siglos por parte de esos mismos que vosotros nos presentáis
como la flor del linaje humano, el ingenio, la independencia y la
virtud? Si Pascal ha dicho, con razón: Yo creo sin dificultad á tes
tigos que se dejan matar, ¿con qué derecho negaréis á la historia el
derecho de repetir: Creo sin dificultad*;! millones do testigos, que
por atestiguar la realidad de los oráculos han sacrificado durante dos
rail años lo que les era mas querido, sus hijos y sus riquezas?
Es menester añadir (pie todavía los sacrifican. La creencia en los
oráculos satánicos no ha cesado. Reina en todo su vigor sobre la haz
de toda la tierra que no se rige por el oráculo divino. Como en lo an
tiguo, impone sacrificios humanos ó exige otros actos contrarios á los
más vivos sentimientos de la naturaleza : y como en lo antiguo, con
tinúa siendo común a los particulares y á los reyes, á los sabios y á
los ignorantes. El mundo esta lleno de oráculos, oraculis stipatus est
orbis. Esta sentencia de Tertuliano, que hace diez y ocho siglos era
verdadera en Egipto, en Grecia , en Italia, en Cartago, en las Galias
y en la Gemianía, sigue siéndolo en China, en el Thibet , en las In
dias, en África, en América, en Oceanía.
Entre millares de testimonios consignados en las relaciones de los
viajeros ó en las cartas de los misioneros (t) , y que establecen la per
manencia de este hecho, que sois muy dueños de llamar extraño,
absurdo, increíble, pero que no por eso dejara de ser un hecho, cita
remos solamente dos, tomados de pueblos diferentes en costumbres y
separados por grandes distancias.
En 1861, unos viajeros ingleses escribían desde Madagascar:
• Aquí , y particularmente en la corte, hay la costumbre de consul
tar al oráculo Sikidy en toda ocasión, grande ó pequeña. Esto se hace
de la manera siguiente : Se mezclan juntamente cierto número de
habas y piedrecitas, y según la figura que forman , la gente hábil en
el arte de adivinar predico un resultado favorable ó adverso. Hay más
de doce intérpretes de oráculos agregados á la corte, y aun en las
más fútiles circunstancias la reina se apresura á consultarles. Tiene
tal fe en Sikidy, que su voluntad cede siempre ante la del oráculo, y
esta despótica soberana es la primera esclava de su imperio. Si ha de
emprender un viaje , consulta á Sikidy para saber el día y la hora en
que debe partir, lo consulta sobre asuntos de su tocado y de su mesa,
(1) Véanse los Annales de la Prop. de la Fot , v.« 55, p. 17fi; n.° 95, p. 309;
n.« 197, p. 275-279, etc., etc.
328 TRATADO DEL KSPÍRITC SANTO.
y hasta es él quien decide de qué fuente deberá tomarse el agua para
que la reina refresque.
«Hace algunos años , era uso general consultar á Sikidy al nacer
los niños , para saber si era ó no fausta la hora en que habian visto la
luz primera. Como fuera infausta, dejaban á la pobre criatura en
alguno de los caminos por donde suelen pasar grandes rebaños de
bueyes. Si los animales pasaban sobre el niño sin hacerle mal , había
conjurado su triste suerte , y era llevado en triunfo a la Casa de su
padre. Muy pocos salían sanos y salvos de tan peligrosa prueba ; la
mayor parte sucumbían. La reina ha prohibido esta manera de inte
rrogar el destino, y es esta acaso la única ley humana que ha pro
mulgado en todo el tiempo de su reinado (i).»
Esta reina , la célebre Ranavalo , posee una soberbia residencia
^ l eal a algunas leguas de la capital , y va de tiempo en tiempo a pasar
algunas semanas, según que los oráculos tengan á bien permitírselo....
Cuando los extranjeros llegan á la capital , es costumbre que se de
tengan algunos dias en el barrio bajo , hasta que se haya consultado a
los oráculos y se les envié la autorización para que suban (2).
Lo misino que entre los pueblos paganos antiguos , Babilonios,
Egipcios , Griegos , Romanos , Galos y Escandinavos , los actos de la
vida pública y privada do las naciones idolatras actuales se regulan
por los oráculos. El capitán inglés Speake atestigua este hecho en
cada pagina de su Viaje alas fuentes del Nilo. En todas las tribus de
la costa oriental de Africa encontraréis mmliums ó adivinos , asidua
mente consultados y religiosamente obedecidos , no menos por los
principes que por el pueblo. Lo mismo se acostumbra en el interior
del África y en todas las demás partes.
Cuando más frecuentemente se recurre á los oráculos , es en las
enfermedades. De la boca de dos venerables Obispos misioneros hemos
oido los siguientes hechos, que son muy recientes : «Cuando un Gala
está enfermo, se llama lo más pronto posible al hechicero ó hechicera:
he sido testigo cien veces de lo que voy á decir. Al llegar la hechicera
cerca del enfermo , comienza a agitarse , pronto la agitación pasa á
ser convulsiva , y las convulsiones se convierten en contorsiones es-
(1) Traeeh in J.'adafliHcur, 1861.
(i) Amad, de la Prop. de la Fot, n.° 197, p. 275.—Uno de nuestros misio
neros estaba en la India cuando el fenómeno de las mesas giratorias hacia
tanto ruido en Europa. De vuelta á Parts nos decía : «Lleajó á la India la
noticia, llenando de asombro á los europeos. Pero á los indígenas sólo una
cosa les asombraba ; el asombro de los de acá.»
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 329
pantosas. He visto á uua de esas mujeres tocar el tambor en sus ríño
nes con el occipucio. Por esta señal se reconoce la presencia del espí
ritu. Entonces es cuando la pythonisa describe la enfermedad é indica
los remedios (1). >
i *En Cochinchina no se afanan menos por hacer venir á los intér
pretes del espíritu. Ordinariamente son dos : el uno lleva un tambo
ril , de que se sirve para llamar al espíritu ; es el encantamiento , el
carmen antiguo. El otro escucha: poco á poco entra en crisis; el
sino no tarda en manifestarse por contorsiones y movimientos
•on leñados , que transforman a este ser humano en una especie de
semi-denionio ; tan horrible es a la vista. Para asegurarse de que
está en posesión del espíritu , se le presenta una gallina. Él la coge y
la devora entera , con plumas, patos y cabeza ; no deja nada. Des
pués de esta operación , da las respuestas que se le piden (2). »
Esos pueblos no son ya tan crédulos. Para creer, quieren seña
les. Estas señales son humanamente imposible?. Solo cuando las han
visto, creen en los oráculos y hacen lo que les prescriben. Añada
mos que en 1864 todos los adivinos del reino fueron convidados para
la coronación del rey de Gainbodge ; y que en Cochinchina , hoy mis
mo, nunca una barca real se da a la mar sin (pie el oráculo haya sido
consultado.
Mientras en Madagascar la reina , según el ejemplo de los empe
radores romanos y de los grandes personajes de la antigüedad , arre
gla su conducta por las respuestas de los oráculos , en el Celeste Impe
rio el simple chino los consulta solire sus asuntos domésticos , como
en otro tiempo el pueblo de Hoina y de Atenas. Pues el chino , á quien
b filosofía volteriana presentaba como el tipo de la civilizaciones
discípulo ferviente de los oráculos.
«Nosotros , escribe un misionero , leclutamos una gran parte de
nuestros neófitos de entre cierta clase de mujeres , de quienes parece
que Dios tiene una compasión especial , porque han incurrido en el
anatema que los chinos llaman la suerte de la desgracia. He aquí la
historia : En la época de los desposorios, acostumbran los infieles lla
mar un adivino para que haga el horóscopo y vaticine el futuro des
tino de la joven. El médium, se presta á la invitación de los padres.
Llegado á la casa, hace susevocacioues y demás prácticas demoniacas.
Enseguida presenta á la muchacha una urna donde se contienen las
Deus una cum ¡pso concilio dissipavit....; quanquani Deus qiiidem tum opus
eorum magis dissipavit, quam concilium. Licet enim proptor confusionem
linguarum ab opere destiterinl-, illius temen concilii decretum in animis
hominum ante effusionem Spiritassanctinunquam est abrogatum. Qundenim
tune dicehatunusquisque próximo suo : Venile, rtlebremus ñamen uoitrum , etc.,
hoc unusquisque adhuc ex Spiritu Sanelo non renatus, etaibi ipse el aliis dicit
in omnibus conciliis, naotueque huju» decreti observandi facultatem , nun-
quam id qnjdem non exequitur.
Eat cnini decretum universi generis humani, ex quo nata sunt omnia
mundi regna,quibus regnum Cbristi se opposuit eaque evertit ; atque ob hanc
causam instituta sunt concilia generalia Ecclesiae Christi , ut liaec ipsa gen-
tium concilia disturbarentur,etc. (Card, Poli,, De Concilio , quaest. x: Oral, aj
Patra Trid., ajiud labbe , t. xiV , p. 167G.)
(I) Qaarta bestia quartum regnum erit in terra, quod majus erit omni-
bus regáis , etdevorabit universam terram , et conculcabitet comminuet eam.
íÜan., vII , 23.)
TOMO I.
TRATADO DEL ESI'illITI SANTO.
la marca di; su origen ; y su derecho no era sino ia legislación de
sus crímenes. Á contar desde el renacimiento, la Roma pagana no lia
sido conocida sino al través de las ficciones de los poetas, historiado
res y legistas del paganismo. Cuando la gran bestia vivia aún, y la
civilización que ella inspiraba estaba en ejercicio y no en la me
moria , una y otra fueron juzgadas por jueces , que a la vez eran tes
tigos incorruptibles de la verdad.
Escuchemos este juicio, que data del siglo tercero: «Decís que lo*
Romanos se granjearon menos gloria por su valor que por su refi
gión. ¡Ah, ciertamente ! >'os han dejado grandes pruebas de su reli
gión y piedad desde el principio de su imperio. ¿No fué el crimen lo
que los congregó y los hizo terribles para los pueblos circunvecino'
y les sirvió de baluarte para establecer su dominación? Pues al pri
cipio , esto no era sino un asilo de ladrones , traidores , asesinos |
sacrilegos ; y para que el que entre ellos era el mayor, fuera también
el más criminal , mató á su hermano. Ved ahi los primeros pasos '
esta ciudad santa.
•Después, contra todo derecho de gentes, roban las jóvenes ya
metidas, desposadas y alguna hasta casada, y las deshonran , y luego
hacen la guerra á los padres de ellas , á los mismos con anas hijas
se habian ellos casado , y derraman la sangre de sus aliados. ¡ Qué
impiedad ! ¡Qué audacia! En fin : arrojar á sus vecinos , pillar
templos y altares , destruirles las ciudades, llevárselos cautivos ,
grandecerse con las rapiñas y la ruina de los demás, esa es la
trina de Rómulo y de sus sucesores, hasta el punto do que todo lo
tienen, todo lo .que poseen es pillaje.
»No levantaron sus templos sino con los despojos de los pueblos,
con el saqueo de las ciudades , con los restos de los altares , el robo
de los dioses y el asesinato de los sacerdotes. ¡ Que impiedad y
profanación, arrodillarse delante de los dioses que traen cautivos
triunfo! Adorar lo que se ha robado , ¿no es consagrar el latrocinio?
Las victorias que consiguieron marcan el número de los crímenes
cometidos, y los trofeos que tomaron fueron otros tantos sacrilegios.
No por su religión , sino por su impiedad, llegaron ala cumbre de su
esplendor : no por haber sido piadosos , sino por haber sido impune
mente malvados (1).»
He ahi la última palabra de la historia política del mundo y la
revelación luminosa de ese antagonismo temible , que Bossuet no vio
(1) Qoae cum ita sint, non tribuamus dandi regni atque imperii pote-
«latem, Diai Deo vero.... lile igitur unu3 verua Deus.... quando voluit Floma-
nuregnum dedil: qui Jedit Aseynis veleliam Perjia. f!);civ. Dei, lib. v,o. xxi.)
342 T1IATAD0 DEL ESPIRITU SANTO.
ofendido entregándose ;il culto de los ¡dolos y haciendo morirá Cristo,
permaneceríári en el reino de sus padres, menos extenso sin duda,
pero más feliz que los otros (1).»
Sin embargo, el ilustre doctor llama a Caín el primer fundador de
la Ciudad del mal, y a Rómulo el primer fundador de Roma, su
futura capital (2). ¿ Qué misterio es este? ¿Y como se armonizan con
los hechos de la historia las palabras, aparentemente contrarias, de
los doctores de la Iglesia, del demonio y del Evangelio? Veámoslo.
Dios crió á todos los fundadores de la Ciudad satánica , pero no los
crió para este lin : dio á Nabuco la Asiría , á Rómulo el imperio
romano, el dominio del mundo ; peco no les dio la misión de hace:
malos estos imperios.
¿Qué sucedió, pues? Como el padre del linaje humano, estos hom
bres se dejaron dominar por Satanás, que hizo de ellos los fundado
res de su imperio y de sus capitales. Á sabiendas ó sin salterio, lodos
trabajaron para él. En este sentido pudo decir el tentador : Todos los
reinos de la tierra me han sido dados y puedo disponer de ellos, como
ol arlílico dispone de su obra y el amo dispone de sus esclavos. Esto
es lo (pie hay de verdad en las palabras de Satanás y en los hombres
de Dios y Principe de este mundo, que el Evangelio no vacila en
darle.
Mas no por eso Dios había abdicado. No obstante todo eso, la Ciu
dad del mal , con sus grandes monarquías de Asirios, Persas, (1 riegos
y Romanos, fué un instrumento de la Providencia para la realización
de sus designios saludables. De este modo el Rey de la Ciudad del bien
se sirvió de los Asirios para mantener á su pueblo en el cumpli
miento del deber ; de los Persas, para volverlo á la Judea y couser-
var la necesaria distinción de las tribus; de los Griegos, para preparar
los caminos al Evangelio ; de los Romanos, para cumplir del modo
más brillante las profecías relativas al nacimiento del Redentor. Pero
lodo esto se hacia contra la intención del fundador praeter intentionrm
fundatoris , y por virtud de la sabiduría omnipotente , que cambia los
obstáculos en medios, sin alterar la naturaleza de las cosas.
Resulta, sin embargo, que Satanás, merced a la complicidad del
íl) Véase la historia detallada del Uenacimiento en nuestra obra l.i Re-
rolucián , t. ix.
TRATADO DliL ESPÍRITU SANTO.
mos visto, el Espíritu Santo reino con todo el esplendor del imperio.
Teología, filosofía, artes, poesía, literatura, instituciones sociales, la
lengua misma, todo se califica de grosería, ignorancia, superstición,
esclavitud y barbarie. Los lujos se han avergonzado de sus padres y
lian repudiado su herencia. «Y, sin embargo, las creeucias anti
guas, las creaciones antiguas, las aristocracias antiguas, las institu
ciones antiguas, a pesar de lo que pudiera faltarles, como á todo lo
que es humano, ¿qué eran después de todo? Eran el trabajo de nues
tros antepasados, eran la inteligencia, el ingenio, la gloria , el alma,
la vida , el corazón de nuestros padres Debe añadirse : eran el
Cristianismo en la vida de nuestros padres , y el reinado del Espíritu
Santo sobre el mundo.
Segundo fenómeno. Al grito frenético de reprobación contra la
Edad Media sucede la aclamación, no menos frenética ni menos ge
neral , de la antigüedad pagana, fia época en que Satanás fué a la vez
Dios y Rey del mundo se convierte en la edad más gloriosa de la hu
manidad: el sol de la civilización no había brillado con todo su esplen
dor más que en las repúblicas de (irecia y de Italia , vergonzosamente
postradas á los pies de Júpiter y de Clisar. Filosofía , artes , poesía,
elocuencia , virtudes públicas y privadas, caracteres, instituciones
sociales, luces, libertades, todo en ellas es grande, heroico, inimi
table. Volver » su escuela y recibir sus lecciones como oráculos es el
único medio que las naciones bautizadas tienen para salir de la bar
barie y entrar en las vías del progreso.
Tercer fenómeno. No tarda á manifestarse un cambio radical en
la vida pública de Europa. El espíritu de la antigüedad, honorífica
mente restaurado, vuelve a ser el alma del mundo que hace a su
imagen. Entonces comienza un impuro diluvio de filósofos paganos,
de pinturas y esculturas paganas, de libros paganos, teatros paganos,
teorías políticas paganas, denominaciones paganas, panegíricos ince
santes del paganismo, de sus hombres y sus obras. Esta vasta enseñanza
se encarna en los hechos : se ve á las naciones cristianas romper de
repente las grandes lineas de su civilización indígena para organizar
su vida sobre nuevo plan, y arrojando como un andrajo de ignomi
nia el manto real con que la Iglesia su madre las había revestido, arre
bujarse fon los manchados oropeles del paganismo greco-romano.
De ahí ha salido eso que se llama la civilización moderna, civi
lización delicia, que no es el produelo espontáneo ni de nuestra
TOMO I.
CAPÍTULO XXXII.
(I) Diario de los Debales, 8 de Majo de 4863.—En sus días de fiesta, los
soldados mahometanos quedan dispensados de servicio ,;á los soldados
cristianos no se les dispensa nada en domingo. Véase la relación de la fiesta
de Laid-ea-Ghir, celebrada en París en 9 de Marzo de 1864.
380 TRATADO DEL KSPÍRITU SANTO.
De modo que, para ser la más religiosa de las cinco parles de!
mundo, no le falta a la Europa moderna más que tener templos de
los Mormones y templos de Buddha y pagodas de Conlucio y santua
rios de los dioses de África y Oceania. Entonces la victoria sobre el
fanatismo será completa. ¿No es esto llamar al trono al padre de la
mentira y soñar con los buenos días de su antiguo reinado (1)?
En fin: ¿a qué inspirador se deberá atribuir la política de un
mundo que se dice cristiano y se entrega con babilónico furor á todos
los goces materiales , como si al bombre se le regenerase engordán
dolo ; un mundo que con el nombre de derecho nuevo inaugura el
derecho de la fuerza, es decir, que se rehabilita el derecho antiguo,
abolido juntamente con el reinado de Satanas, pretendido derecho
que bajo las palabras retumbantes de progreso y libertad oculta la
secularización de las sociedades y su emancipación cada vez mas com
pleta de la autoridad del Cristianismo, que hace, fomenta o deja que
se haga la guerra al Papa , que lo insulta y lo calumnia y pide á gran
des gritos el despojo del último rincón de tierra independiente don
de pueda reclinar su cabeza (2)? ¿ Será ese el Espíritu que fundo la
Iglesia?
Adormecedores y adormecidos, vosotros negáis la existencia del
demonio y su acción sobre el mundo : decidnos, pues, qué Espíritu
gobierna al mundo actual , considerado en su conjunto.
101 espiritismo.
(I) Idolum aliquamdiu retro con cr.it.... Tamen idololatria agebator, non
in isto nomine, sed in isto opere. Nam et hodie extra templum et sine idolo
agi potest. (Idoloh, c. in.)
EL ESNMTiSMO. 383
raciones y prestigios eran el principal instrumento de su reinado y
una parte integrante de su religión. Era, pues, infalible, que, más
larde ó más temprano , volvería con todo ese cortejo de prácticas
victoriosas , hábilmente modificadas según los tiempos y las perso
nas. Asi hablaba la lógica , que esperaba con confianza , ó diremos
mejor , con terror la conlirmación de sus razonamientos. Asi se en
contraba el mundo , cuando en el pueblo más racionalista del globo
comienzan á manifestarse mil feuómenos extraños, que se atribuyen
á agentes sobrenaturales , y cuyo conjunto ha tomado el nombre de
Espiritismo ó Religión de los espíritus. He aqui su parte histórica:
«Hacia el año 1850 , dice uno de sus grandes sacerdotes , llama
ron la atención en los Estados Unidos de América diferentes fenóme
nos extraños, que consistían en ruidos , golpes y movimientos de
objetos, sin causa conocida. Estos fenómenos se realizaban muchas
veces espontáneamente, con una intensidad y una persistencia singu
lares ; pero se observo también que se producían más particular
mente bajo la influencia de ciertas personas , á quienes se designó
con el nombre de Mediums , y que podían provocar esos fenómenos á
su arbitrio , lo cual pormitio repetir los experimentos.
• Para esto se sirvieron con preferencia de mesas , no porque este
objeto sea más favorable que otros (1) , sino únicamente porque es
movible, más cómodo.... : obtuviéronse rotaciones de la mesa, des
pués movimientos en todo sentido, y se las vió dar saltos repetidos y
caerse y levantarse y dar golpes con violencia, etc. Es el fenómeno
que se designó en un principio con el nombre de Mesas giratorias.
»No se tardó a reconocer en estos fenómenos efectos inteligentes.
Asi, el movimiento obedecía á la voluntad, la mesa se dirigía á la
derecha ó á la izquierda de una persona designada, se levantaba, se
gún se le mandaba , sobre uno ó dos pies, daba el número de golpes
que se pedia, marcaba el compás, etc. Desde entonces fué cosa evi-
(I) Véanse las sainas obras de Del Río, Dit?-uVf.:o»M tnigiVas ; de Pi-
gnatelli, NovUitmat Coniuliationes ; de Desmoinseaiu , Mirville y Liuuuard,
D;i rapports de l'homme ante le Je 'non, 6 vol. ID 8.°
388 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En resumen : á no dar con nosotros en el pirronismo universal,,
forzoso es admitir en su conjunto la realidad de los fenómenos espi
ritistas y la espiritualidad de los agentes que los producen.
Mas ¿ qué espíritus son estos? No pueden ser más que ángeles
tiuenos ó angeles malos, almas santas ó almas reprobadas. Pero ánge
les buenos no son , ni almas santas tampoco. Por una parte , los an
geles buenos y los santos no están á las órdenes del hombre , en el
sentido de que acudan de una manera sensible al llamamiento de
cualquiera para satisfacer su curiosidad y servirle de pasatiempo:
jamás semejante cosa se ha visto, ni dicho, ni creído. 'Por otra parteT
Dios prohibe , bajo las penas más severas , interrogar á los muer
tos (1). Los pretendidos muertos que responden desobedecen á Dios:
luego no son santos.
¿ Qué son , pues ? Condenados ó demonios. Mas del mismo modo
que los demonios, los condenados no están á disposición de los evo
cadores. Luego ¿qué espirilus responden al llamamiento de los mé
diums? Los demonios que habitan corea de nosotros, que están
siempre dispuestos a engañarnos y que tienen mil medios de con
seguirlo. Este es el argumento sin réplica del señor obispo de Poi-
tiers (2).
«Si no es permitido, dice el sabio Prelado, interrogar á los muer
tos, y si , por consiguiente , Dios los niega la facultad de responder a
las preguntas que los vivos no pne.len hacerles licitamente, ¿de
dónde pueden provenir esas respuestas que se jactan de obtener y ob
tienen algunas veces? Evidentemente sólo el Espíritu de las tinieblas
puede obedecer a esas preguntas culpables. La comunicación con los
espíritus es , pues , ni más ni menos que el comercio con los demo
nios. Es, por consiguiente, el retroceso á esos desórdenes monstruo
sos, á esas supersticiones condenables que tuvieron por tantos siglos
y todavía tienen á las naciones paganas bajo la vergonzosa servidum
bre de las potencias infernales (3).»
Á la autoridad del ilustre Obispo añadamos la de un teólogo ro
mano , cuya reciente obra ha sido honrada con una carta del Soberano
(1) Nec inveniatur in te.... qui quaerat a mortuis veritatem. (Deulir.,
xvin, 11 ; Eocod., xxn, 8.)—Este e« el uso criminal qu« se practícala entre
los gentiles : Numquid non populus a deo suo requiiet pro viví* a m«-
luis? (h. , vm , 19.)—Omnia haec abomina'ur Dominus. (Ueulrr. , ibid ¡
(2) Y también de San Agu6l(n , lib. De cura pro mor/, gorend., c. xm ; >'
de Balito Tomás, 1. p , q. lxxxix, art. 8.)
(3) Inslr. pait., t. in, p. 43 et 45.
EL ESPIRITISMO. 389
Pontífice Pío IX. «El magnetismo animal , dice el P. Perrone, el so
nambulismo y el espiritismo no son en su conjunto más que la res
tauración de la superstición pagana y del imperio del demonio (1). i
Los Espiritistas, negando la personalidad de los demonios, protes
tan contra este razonamiento ; pero con una inconsecuencia que los
confunde, como luego veremos , sostienen que las comunicaciones
con los espíritus son un hecho conocido de toda la antigüedad. «La
realidad de los fenómenos espiritistas , escriben, encontró numerosos
contradictores. Los unos no vieron en esto más quo un juego.... Los
materialistas rechazaron la existencia dn los espíritus á la categoría
de fábulas absurdas.... Otros , no pudieudo negar los hechos é influi
dos do cierto orden de ideas (2), atribuyeron estos fenómenos a la in
fluencia exclusiva del Diablo, y por este medio procuraron amedren
tar á los tímidos. Vero hoy el temor del Diablo ha perdido muchísimo
de su influencia. Tanto se ha hablado de él, de tantas maneras lo han
pintado, que nos hemos familiarizado con esta idea, y muchos han
dicho que se debía aprovechar la ocasión para ver lo que re límente
era. De aquí ha resultado que , aparle de un número reducidode mu
jeres timoratas , el anuncio de la llegada del verdadero diablo picaba
la curiosidad de los que no lo habían visto sino pintado ó en el teatro;
esto ha sido para muchas gentes un estímulo poderoso (3).«
Después de haber hecho , sin enterarse de ello, el retrato exacto
de las disposiciones generales del mundo moderno relativamente al
demonio , el oráculo del Espiritismo dice en otra parto : « Si bien los
fenómenos espiritistas se lian producido en estos últimas tiempos de,
una manera más general , todo prueba que los hubo ya desde los
tiempos mas remotos. Esto , pues, que nosotros vemos hoy no es un
descubrimiento moderno , es el despei tar de la antigüedad ; pero de la
antigüedad despojada del cortejo místico que engendró las supersti
ciones, de la antigüedad ilustrada por la civilizacíón y el progreso en
las cosas positivas.... (4). »
(1) Magneti-imus animalis, somnambuüsmus et apiritismua , in suo com-
plexu , nil aliud smit quim paganae superstitionis atque impera daemonU
instaurado. (De Virl. Rthg.)
(2) Léase, el clero y los catolico* fieles alas enseñanzas de la revelación.
(3) Alian Kardec, L". Spiriliimr. a m plm simple expresiion, p. 56.
(4) Esto quiere decir : da la antigüedad tal como era antes del Ci istia-
cismo, tal como retori, a á medida que el Cristianismo pierde terreno. Alian
Kardec se explica perfectamente. Nosotros le habríamos pagado esta decla
ración, paia sostener nuestra gran tesis del paganismo moderno; que no
podría decirse cosa mejor.
390 TIUTADO DKL ESPÍRITU SANTO.
«El hecho de las comunicaciones con el mundo invisible se en
cuentra en términos nada equívocos en las historias bíblicas, en San-
Agustín , San Jerónimo , San Crisóstomo , San Gregorio Nazianceno.
Lo admitieron los mas sabios filósofos de la antigüedad , Platón , Zo-
roastro, Coníucio, PItágoras.... Lo encontramos en los misterios y
oráculos.... en los adivinos y hechiceros de la Edad Media.... enloda
la falanje de ninfas, genios buenos y malos de la tierra y del aire,,
hadas , trasgos, etc. (1). »
Tales, pues, la honrada genealogía del Espiritismo. Por confe
sión de su órgano más acreditado, los espiritistas modernos tienen
por padres y colegas á todas las pythonisas y hechiceras, a todos los
espíritus de los tiempos antiguos. Esta antigüedad les gusta y se glo
rían de ella. Así los protestantes se jactan de tener por antepasados a
los llusitas , Valdenses y Albigenses, y de remontarse por ellos hasta
los primeros siglos de la iglesia.
En el prospecto de una magnetizadora que se estableció en uno
de los barrios principales de París en Marzo de 18G'i , leemos : «La
ciencia con que vamos a ocupar á nuestros lectores es seguramente
una de las mas antiguas y que mas interesan á la especie humana.
Antes del siglo xvi , esta ciencia se conocía con el nombre de espíritu
de sortilegio y de magia. Dos siglos después , el doctor Mesmer reco
noció en esta ciencia no definida un agente poderoso que se insinúa
con su influencia celestial cerca de los nervios, cuya actividad des
arrolla , etc.»
Tiene razón : los fenómenos espiritistas de hoy son exactamente
los mismos de la antigüedad pagana y del mundo actualmente some
tido a la idolatría. En efecto: ¿qué diferencia encontráis, como no
sea en la forma, entre las evocaciones, oráculos, consultas y pres
tigios que nosotros vemos reaparecer en Europa al cabo de diez y
ocho siglos de Cristianismo, y lo que se hacia, dos mil años ha , en
Claros , Dódona , Prenesta , en todas las ciudades de los Griegos y de
los Bárbaros , como dice Plutarco , y se practica todavía en Africa,
en las Indias, en el Thibet , en China , donde (miera , en fin , que el
Evangelio no ha sido predicado ?
Si al autor no le hubieran cegado sus preocupaciones, habría
concluido diciendo: La identidad de los efectos demuestra la iden
tidad de la causa : ahora bien : toda la antigüedad atribuye los fenó
menos espiritistas á los demonios y no á las almas de ios muertos;
(I) Los católicos tendrán presente quesería tan peligroso como absurdo
negar en su conjunto la autenticidad de las manifestaciones demoníacas
actuales. La negacii n de lo sobrenatural satánico conduce a la negación de
lo sobrenatural divino. Lo sobrenatural satánico no es tal sino con relación
áno-rtros; relativamente a los demonios es natural. Este es el sentido que
damos a esta palabra en el discurso de nuestra obra.
(5) Ma^ia quae animas.... evocatui aiu se ab inferum iixolatu polli-
cetur. Quid ergo droemus magiara ? quod omnespe.ne, fallaciam. bed ratio
fallaciae sol s non fugit christianos . qur spiritualia nequitiao novimus.... In
qua *o daemones perinde morluos fingunt.... itaque invocantur quwJem
Ahori et liiotbanati , sed daemones operar, tur sub obtentu earum (anima-
tum). 'De Anim., c. lvii.)
(3) Hispiritua, non natura, sed vitio faílaces , óimutait se deos et ani
mas dt functorum, daemones autem non simulant, sed plane sunt. (De Civil.
Dti, ltb. x, c. xi.)
39:! TRATABO DKL ESPÍRITU SANTO.
radicales. En efecto : el catolicismo es la verdad , toda la verdad,
nada mas que la verdad. Toda afirmación contraria es el error , y
viene evidentemente del padre de la mentira.*'
Pues bien: los espiritistas enseñan seis errores, es decir, seis
negaciones, que se encaminan á la ruina completa del catolicismo.
Niegan : 1.°, la existencia de los demonios ; 2.°, la eternidad de las
penas ; 3.°, la resurrección de los cuerpos ; 4.°, el pecado original;
5.°, la revelación cristiano ; 6.°, por consiguiente, la divinidad misma
de Nuestro Señor Jesucristo.
Vamos á las pruebas Por el órgano dn todos sus mediums, y sobre
todo por la boca de su sumo sacerdote Alian Kardec , los espiiitns
dicen : « El Espiritismo combate la eternidad de las penas , el fuego
material del infierno, la personalidad del diablo. Según la doctrina
de los espiritas acerca de los demonios , el diablo es la personificación
del mal , es un ser alegórico, compendio de todas las malas pasiones
de los espíritus imperfectos : los espíritus no son otros que las
almas.
»Los espíritus se revisten temporalmente de un cuerpo material.
Los que siguiendo por el camino del bien avanzan más rápidamente,
tardan menos en conseguire! objeto, y llegan áélen condiciones menos
penosas.... El perfeccionamiento del espirito es el fruto de su propio
trabajo : no podiendo adquirir en una sola existencia corporal todas
las cualidades morales ó intelectuales que deben conducirlos á su fin,
llegan á él mediante una serie de existencias sucesivas, en cada una
de las cuales adelantan algunos pasos en la vía del progreso.... Cuando
una existencia ha sido mal empleada , es infructífera para el espíritu,
que tiene que volverla a comenzar en condiciones más ó menos peno
sas, á cansa de su negligencia y mala voluntad....
«Los espíritus al encarnarse llevan consigo lo que adquirieron en
sus existencias precedentes. Las malas inclinaciones naturales son
los restos de 1ii imperfección del espíritu , que no se ha despojado
completamente de ellas ; són indicios de las faltas que cometió , son
el verdadero pecado original.... Con decir que el alma, al renacer,
trae el germen de la imperfección de sus existencias anteriores, se
da del pecado original una explicación lógica , que cualquiera com
prende y puede admitir....
•Despojándose poco a poco de sus impurezas el espíritu en sus
encarnaciones sucesivas, y' perfeccionándose por el trabajo, II -£a
al término de sus existencias corporales , pertenece entonces al
orden de los espíritus puros o ángeles , y goza á la vez de la vista
EL ESPIRITISMO. 393
de Dios y de una felicidad sin mezcla por toda la eternidad (1).
•El Espiritismo es independiente de todo culto particular.... No
prescribe ninguno, no so ocupa eu dogmas especiales.... Se puede
ser católico griego ó romano, protestante, judión musulmán...., y a
la vez espiritista : la prueba es que el Espiritismo tiene adeptos en
todas las religiones.... Hombres de todas castas , de toda secta y co
lor, todos sois hermanos ; porque Dios os llama á todos hacia si. Alar-
gaos, pues , la mano, cualquiera que sea vuestra manera de adorar
lo, y no os lancéis el anatema ; porque el anatema es la violación de
la ley de la caridad proclamada por Cristo (2). »
' i Se querrá creer que para hacerlos aceptar más fácilmente, el
Espiritismo tiene la audacia de poner sus monstruosos errores hasta
en las bocas más católicas? Lázaro, San Juan Evangelista , San Pa
blo, San Agustín , San Luís , San Vicente de Paul , nuestros predi
cadores célebres y hasta el venerable cura de Ars , vuelven del otro
mundo para decir á los vivos que nuestros más sagrados dogmas son
fábulas, y ellos, por consig 1iente , engañados ó impostores. ¿ÍVoes
esta la más radical , y, sin disputa , la más pérfida (3) negación del
catolicismo que se haya visto en las naciones bautizadas?
(I) lie aquí el nombre de algunas de las calles en que se verifican esas
reuniones pública» ó privada» : calle Lainé , Rambuteau , de l'Arbre-Sec , des
EnfanU-Kouges , pasaje de Sainte-Aone , calle de Danjou Dauphine , Sain-
te-Anne, M. lePrince, Bondy , Dauphine (varias í, Saintc-Placide , Mont-
martrs , tiaint-Denis , Saint-Germain , faubourg Poissonmérc , faubourg
Saint-Denis { dan J , id. Montmartre (doi i¡ tres), id. Menilmontant fmuchati,
Mootrougé (macha»), Belleville (macha»J ; calles de Sabot, Palais-Royal.
Neuilly , Fontenay-aux-Iioses, Argenteuil, les Ternes, ete. —Estas reunio
nes llegan al número de 3,000. Se verifican siempre de noche, y cuentan
cada una ?0 , Sj, 30 , 40, y hasta Í00 personas.
EL ESl'llUTIS.MÚ.
<er o consulta sobre el éxito probable de un matrimonio, de un pro
feso, de una esperanza de sucesión que haya de venir 6 se quiera
pretender,- sobre el encuentro de efectos ó dinero, aunque estén ente
nados ó escondidos. La sonámbula responderá ad mn con lucidez y
presencia de espíritu, sobre los resultados de las cosas lejanas , aun
que, sucedan á mil doscientas leguas de distancia. Si la persona que
consulta padece cualquier enfermedad , la consultada sentirá en si
misma la afección en la misma parle que el enfermo, y podra aconse
jar lo necesario , sin haber aprendido nunca el arte de curar (1).»
Si estas promesas no tuvieran otra garantía que la palabra de la
sonámbula , motivo habría para burlarse de ella ; pero no es asi. Las
preguntas enumeradas son literalmente las mismas que se proponían*
a los oráculos antiguos ; basta tal punto, que al leerlas parece que se
está leyendo una pagina de Porfirio. Inspiradas por el mismo espíri
tu, resuellas por procedimientos análogos, unos y otras tienen la
misma autoridad. Pues nada hay mas probado que la autoridad de los
oráculos, ó, en otros términos , nada es más falso que la creencia de
que lodo era falso en sus respuestas.
A la par de París marchan las provincias. Enlre todas ellas, Lyon,
la ciudad de la Santísima Virgen , se distingue por su fervor a favor
del nuevo culto y por el número de adherentes que le da. < Tanto es
así , nos escribe de esta ciudad una persona bien informada, que el
jefe del Espiritismo, Alian Kardec, que al pasar á Lyon en 18b'i apenas
contaba allí de 4,000 á 3,000 espiritistas, en 1862 no teme elevar el
número a 25,000. Yo creo que se estará más cerca de la verdad
reduciendo esta cifra a 13,000 ó 20,000.»
Burdeos cuenta unos 10,000 espiritistas. Tours, Metz , Nancy,
l.isieux, Oléron , Mareunes , Le Havre , Sauraur , Marsella , Arbois,
Strasburgo, Brest, Montreuil-sur-Mer, Carcasona, Chauny, Laval,
\ugers,-Moulins, Gallene-prés deTullins, Passy, Saint-Etienne, To-
losa, Limoges, Pontfouchard , Marmande, Macón, Valonee , Niort,
Douai, Pau, Villenavc-de-Bions, Gadenet, Grenoble, Besancon, po
seen grupos espiritistas mas o menos numerosos.
Fuera de Francia . Bruselas , Amberes , San Petersburgo , Cons-
(I) Sicut veritas hortatur homines fieri socios sanctorum angelorum , tta
seducit impietas ad eocietatem daemoniorum. {Epist.cn, a.° 19.)
(i) Spiritus autem manifeste dicit quia in noviasimis temporibns disce-
dent quidam a fide, attendentes «piritibus error is et doctrinis daemoniorum.
¡I ad Tim., ív, I )
CAPÍTULO XXXIV.
Bélgica 57
Suecia 67
Inglaterra 84
Francia 100
Prusia 108
(t) He aquí algunas declaraciones que nos han hecho verbalmente algu
nos espiritistas muy adelantados en las prácticas del espiritismo, y testigos de
los hechos que nos confiaban : (El espiritismo está lleno de peligros para la
«alud, y aun para la vida. Donde quiera que se desarrolla con cierta intensi
dad , surgen enfermedades anómalas , un número inmenso de casos de locura
y U propagación deplorable del suicidio , en que vienen á caer los que so
dan con ardor al espiritismo. • Algunos espiritistas , que no sin trabajo habían
vuelto de sus errores . nos referían gran número de casos de suicidio y locura
acaecidos entre sus hermanas en espiritismo. Su testimonio no hacía mas que
confirmar nuestra experiencia personal.
A propósito de esto , la Vera huona novetla dice que en Florencia , donde
el magnetismo y el sonambulismo cuentan numerosos secuaces , un impío se
dió al oficio de espiritista. Tomó por médium & una pobre joven , y se puso á
evocar los espíritus infernales. A fuerza de llamamientos, los tales espíritus,
que no son sordos , acudieron , y acudían con frecuencia ; con tal frecuencia,
que estimaron más sencillo establecerse de asiento en la infeliz muchacha,
que á la hora presente es toda una posesa y está á punto de morir.
(2) He aquí el texto de la Encíclica: Adeo crevit hominum malitia, ut
neglecto licita studio scientiae , potius furiosa sedantes, magna cuín animarum
Jactura , ipsiusque cieiiis societatis detrimento , ariolandi , dirinundive principium
quaddam se nados glorientur. Uinc somnambulismí et clarae intuitionis, uti
vocant, presligiis mulierculae illae gesticulationibus non semper rerecundis abreptae,
se invisibilia quaeque conspicere effutiunt , ac de ipsa religione sermones inslituere,
animas mortuorum evocare, responsa accipere, ignota ac longinqua detegere,
nliaqw id genue superstttiosa e.vercere ausu temerario praesumunt.... In hisce
ómnibus, quacumque demum utantur arte, vel illusione, cum ordinentur media
physica ad effenlus non naturales, reperitur deceptio omnino illicita et haeretica-
lis, et scandalum contra honestalem morum.—Jgitur ai tantum nefas et religioni
416 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Aunque el decreto no cita por su nombre el Espiritismo, que ;i
la sazón no se habia desenmascarado, queda, sin embargo, condenado
en estas palabras : evocar las almas de los muertos y obtener de ellos
respuestas...., es cosa ilícita y heretical. Más adelante fué condenado
directamente , cuando el mismo Pió IX , por decreto de la Sagrada
Congregación del Santo Oficio, dado en 20 de Abril, y de la Sagrada
Congregación del Concilio expedido á 2o del mismo mes y año de
1860, condeno todas las obras de Alian Kardec que tratan del Espiri
tismo y todas las demás obras sobre materias semejantes : omnes libri
similia trocíanles.
En fin , el P. Perrone , jesuíta romano, establece teológicamente
la siguiente proposición que condena las modernas prácticas demo
níacas : < El magnetismo animal , el sonambulismo y el Espiritismo,
en su conjunto, no son otra cosa que la restauración de las supersti
ciones paganas y del imperio del demonio (I).» ,
Una sola cosa impide al Espiritismo producir todos siis frutos , e!
Catolicismo. Pues bien : el Catolicismo se personifica en el Papado.
Mucho mejor queMazzini y Garibaldi lo sabe Satanás : de aquí lo que
estamos viendo ; su guerra encarnizada contra Roma. Desde su con
ciliábulo de Babel hasta la venida del Mesías , los esfuerzos perseve
rantes del principe de las tinieblas no se dirigieron más que á una
sola cosa , a formar su gigantesca ciudad y hacer de Roma su capital ,
y lo logro : señor de Roma , era señor del mundo.
Por lo mismo, apenas los Apóstoles son armados por el Espíritu
Santo , Roma es el blanco del combate. Roma ó muerte es el grito de
guerra de la Ciudad del bien y de la Ciudad del mal , grito que re
suena durante tres siglos en Oriente y Occidente. Once millones de
mártires atestiguan la extensión de la batalla y el encarnizamiento de
CAPÍTULO PRIMERO.
El Espíritu del bien y el Espíritu del ¡nal.
-Sumario.—Dos Espíritus contrarios dominadores del mundo.—Pruebas de su
existencia: la fe universal, el dualismo.—La existencia de estos dos Espí
ritus supone la de un mundo superior al nuestro.—Necesidad de demos
trarla.—La negación de lo sobrenatural es la gran herejía de nuestros
tiempos.—Qué sea el mundo sobrenatural.—Pruebas de su existencia." la
religión, la historia, la razón.—Pasajes de M. Guizot Pág. 21
CAPÍTULO II.
División del mundo sobrenatural.
Sumario.— Certidumbre de esta división: el dualismo universal y perma
nente.—Causa de esta división: un acto culpable.—Origen histórico del
nial.—Explicación del pasaje de San Joan: Hubo en el cielo un aran com
bate, etc.—Naturaleza de este combate.— Grandeza del mismo.—En que
cielo tuvo lugnr.—Dos órdenes de verdades, las naturales y las sobrena
turales.—Los ángeles conocen naturalmente las primeras con certidum
bre.— La prueba tuvo por objeto una verdad del orden sobrenatural.—
Caída de los ángeles Pág. 32
CAPITULO ILL
Dogma que dio lugar á la división del mundo sobrenatural.
Sumario.—La Encarnación del Verbo, causa de la caída de los ángeles-
Pruebas: enseñanza de los teólogos.—Santo Tomás.—Vigier.—Suarez.—
Catharino. Pág. 3<J
Í2á ÍNDICE.
CAPÍTULO IV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Nacíante'.—Nuevo pasaje de Vigier.— Ruperto.-Razonaroiento.—
Testimonios de San Cipriano, da Sun Ireneo, de Cornelio á Lapide. —
Conclusión Pág. 43
CAPÍTULO V.
Consecuencias de esta división.
Sumario. — Expulsión de los ángeles rebeldes. — Su habitación : el infierno
y el aire.—Pasajes de San Pedro y da San Pablo,—de Porfirio,—de Eu-
sebio,—de Beda,— de Vigier,—de Santo Tomás.—Razón de esta doble
mansión.—Del cielo, la lacha desciende á la tierra.—El odio al dogma de
la Encarnación, última palabra da todas las herejías y de todas las revo
luciones, antes y después de la predicación del Evangelio.—Odio particu
lar de Satanás contra la mujer.—Pruebas y razones Pág. 30
CAPÍTULO VI.
La Ciudad del bien y la Ciudad del mal.
Sumario.— Influencia del mundo superior sobre el inferior, probada por la
existencia de la Ciudad del bien y la del mal.—Lo que son estas dos ciu
dades consideradas en si mismas.—Todo hombre pertenece necesaria
mente á la una ó á la otra.—Necesidad de conocerlas á fondo.—Extensión
de la ciudad del mal.—Respuesta á la objeción que de ella se saca.—El
mal no constituye sino un desorden más aparente que real.—Gloria que
ocasiona á Dios.—Los combates del hombre.—El poder del demonio sobre
el hombre proviene del hombre y no de Dios.—Dios no ha intervenido en
ei mal sino para prevenirlo, contenerlo y repararlo: pruebas. Pag. 6?
CAPÍTULO VIL
(Continuación del anterior.)
Sumarió.—Nuevas pruebas de la reparación del mal y de la posibilidad de
salvación para todos los hombres.—Dogma católico: la circuncisión, la
fe, el bautismo.—Qué fe sea necesaria para la salvación y para que se
perdone el pecado original. Doctrina de San Agustín y de Sauto Tomás.
—De los niños que mueren antes de salir á luz.— Los adultos. —Resumen
ilelas pruebas y las respuestas Pág. Ti
CAPÍTULO VIH.
El Rey de la Ciudad del bien.
Sumario.—El Espíritu Santo, Rey de la ciudad del bien : t por qué i— Res
ÍNDICE. 423
puesta de la teología.—Diferentes nombres del Rey de la Ciudad del bien:
Espíritu Santo, Don , Unción, Dedo de Dios, Paráclito —Explicación de
cada uno de estos nombres Pág. 83
CAPÍTULO IX.
Los príncipes de la Ciudad del bien.
SUMABio.—Los ángeles buenos , principes de la Ciudad del bien. — Prueba
particular de su existencia.—Su naturaleza.—Son puramente espirituales,
pero pueden tomar cuerpos.' pruebis.—Sus cualidades: la incorruptibi-
lidad , la belleza, inteligencia , agilidad, fuerza.— La ejercen sóbrelos
demonios, sobre el mundo y sobre el hombre, en cuanto al cuerpo y en
cuanto al alma : pruebas Pág. 99
CAPÍTULO X.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Número de los ángeles.—Jerarquías y órdenes angélicos.—Defini
ción de In jerarquía.—Su razón de ser.—Por qué entre los angeles hay
tres jerarquías y no más.—Definición del orden.—Por qué en cada jerar
quía hay tres órdenes y no más.—Imágenes de la jerarquía angélica en
la rglesia y en la sociedad.—Funciones delos ángeles.—Los ángeles supe
riores iluminan á los inferiores.—ilabla de los ángeles.—Gran división
de los ángeles: asistentes y ejecutores.— Funciones de los serallnes.—
De los querubines.—De los tronos.— Reflejo de esta primera jerarquía
en la sociedad y ea la Iglesia Pág. 111
CAPÍTULO XI.
. ' (Conclusión del anterior.)
Sumario. —Los siete ángeles asistentes al trono de Dios.—Son los gobernado
res supremos del mundo.— Pruebas. Culto que la Iglesia les tributa.—
Historia del templo de Santa María de los Angeles, dedicado en su honor
en Roma.—Punciones de las dominaciones.—De los principados.—De las
potestades.—Funciones de las virtudes.—De los arcángeles.—De los an
geles.—Angeles de la guarda.—Pruebas y detalles Pág. 126
CAPÍTULO XII.
El Rey de la Ciudad del mal.
Sumakio.—Lucifer, rey de la Ciudad del mal.—Lo que él es, según los nom
bres que la Escritúrale da.— Dragón, Serpiente, Buitre , León , Bestia,
Homicida , Demonio, Diablo, Satanás.—Explicación de cada uno de estos
nombres Pág- 137
424 INDICE.
CAPITULO XIII.
Los príncipes de la Ciudad del mal.
Sumario.—Los ángeles malos , principes de la Ciudad del mal.—Su jerar
quía.—Los siete demonios que asisten al trono de Satanás.—Paralelismo
entre las dos Ciudades.— Número de los ángeles malos.—Su habitación:
el infierno y el aire: pruebas.—Sus cualidades: la inteligencia. Pág. 1">I
CAPÍTULO XIV.
(Continuación del anterior.)
8UMAR10.— Agilidad de los ángeles malos.—Poder de los mismos.—Notable
pasaje de Porfirio Pág. 158
CAPÍTULO XV.
(Conclusión del anterior.) *
Fum ario.—Nuevo rasgo de paralelismo entre la Ciudad del bien y la del mal.
—Lo mismo que los ángeles buenos , algunos demonios son también en
cargados de cada nación, de cada ciudad , de rada hombre y de cada
cyiatura.—Notables pasajes de Platón, de Plutarco, de Pausanias , de
I.ampridio , de Macrobio y otros historiadores profnnos.— Evocaciones
generalmente conocidas y practicadas.— Evocaciones de los generales
romanos: fórmulas.—Nombre misterioso de Roma.—Naturaleza y exten
sión de la acción de los demonios. Pruebas : la escritura, la teología, la
enseñanza de ln Iglesia.—Palabras de Tertuliano.— El Ritual y el Ponti
fical.—La razón.—Pueden ponerse en relación directa con el hombre.—
Los pactos, las evocaciones.—La m'adera que se anima y habla.—Testi
monio importante de Tertuliano.— Consagración actual de los niños chi
nos á los demonios i Pág. 16.1
CAPÍTULO XVI.
(Conclusión del anterior.)
Sumario.—El poder de los demonios regulado por la Sabiduría divina.—
Castigan y tientan.— Castigan : pruebas, Egipto, Saúl, Acab.— Célebre
confesión del demonio.—Tientan : pruebas, Job, Nuestro Señor, San Pa
blo, los Padres del desierto, todos los hombres.— Por qué no todos les
resisten.— Imprudencia y castigo de los que se ponen en relaciones con
el demonio.—Tienta por odio al Verbo encarnado Pág. 1SS
CAPÍTULO XVII.
Los ciudadanos de las dos ciudades.
Sumario.—Los hombres, ciudadanos de las dos Ciudades.— Peligros de que
están rodeadas su existencia física y su vida espiritual.—Solicitaciones
índice.
incesantes de los principes de la Ciudad del mal.—Medios de defensa,
dados por el Espíritu Santo.—La esclavitud , la vergüenza , el castigo es
peran al hombre que se sale de La Ciudad del bien.— La esclavitud , pri
mer salario del que desertade la Ciudad del bien.—Lo que es la libertad.
—Hermosa definición de Santo Tomás.—Cuadro de la esclavitud a que se
condena el tránsfuga de la Ciudad del bien Pág. 200
CAPÍTULO XVIII.
(Continuación del anterior.)
sumario.—La afrenta , segundo salario del desertor de la Ciudad del bien.
—Ó Dios, ó bestia, no hay medio para el hombre.— El ciudadano de la
Ciudad del bien se deifica; pruebas.—El ciudadano de la Ciudad del mal
se hace bestia; pruebas.—Una sola cosa distingue al hombre de las bes
tias; la oración.—El ciudadano de la Cuidad del mal ya no ora.— Vive
del yo.—Lo que eá et yo.—Pierde la inteligencia ; pruebas.—El castigo,
tercer salario del desertor de la Ciudad del bien.—Castigos particulares.
Catástrofes universales: el diluvio de agua; el diluvio de sangre; el
diluvio de fuego Pag. 806
CAPÍTULO XIX.
Historia religiosa de las dos Ciudades.
Sumario.—El hombre, nacido parn ser semejante á Dios y hermano del Verbo
encarnado.—En la Ciudad del bien, la religión lo conduce á esta seme
janza y fraternidad. Bu la Ciudad del mal, la religión lo conduce á la
semejanza y fraternidad de Satanás.— Paralelismo general de las dos re
ligiones.—Tres puntos particulares de comparación ." la Biblia, el culto,
el sacrificio.—La Biblia de Dios y la Biblia de Satanás: parulelismo.—
El culto de Dios y el culto de Satanás.—En el culto satánico , lo mismo
que en el divino , muia se hn dejado al arbitrio del hombre: testimonio
Importante de Porfirio Pág. 21-4
CAPÍTULO XX.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Bl sacrificio : es el acto religioso más significativo y el más inex
plicable.—Comprende dos misterios: un misterio de expiación, y otro
de renovación : un misterio de muerte, y otro de vida.—Tristeza y ale
gría: dos caracteres del sacrificio.—Manifestaciones de la alegría : dan
zas, cantos, festines.—Triple manducación de la victima.— Parodia satá
nica de todas estas cosas- Como el Rey de la Ciudad del bien , también
f1 de la Ciudad del mal exige sacrificios.—Determina su materia y todas
las circunstancias; nuevo testimonio de Porfirio.—En odio al Verbo en
carnado manda el sacrificio del hombre.—Paralelismo : el Chivo emisario
de los Judíos y las Thargelias de los Griegos.—Los mismos sacrificios en
tre los pueblos paganos , antiguo» y modernos : testimonios. Pág. 223
i2tí
CAPÍTULO XXI.
(Otra continuación del anterior.)
Sumario.—Nuevo rasgo de paralelismo entre la religión de la Ciudad del
bien y la de la Ciudad del mal: la manducación déla victima.—La an
tropofagia : su causa.—Carta de un misionero de África.' historia de un
sacrificio humano con manducación de la victima.—Otros testimonios.—
La antropofagia entre los antiguos : pruebas.— Otro rasgo de paralelis
mo ." el sacrificio mandado por Dios y también por Satanás.—Pruebas de
razón.—Testimonio de Ensebio.—Tiranía do Satanás para obtener victi
mas humanas : pasajes de Dionisio de llnliearnaso y de Diodoro de
Sicilia Pág. 839
CAPÍTULO XXII.
(Conclusión del anterior.)
Sumario.—Existencia délos oráculos divinos y de los satánicos, probada
por el hecho de los sacrificios.—Palabras de Ensebio.— Nuevo rasgo de
paralelismo.— Kl Espíritu Santo , oráculo permanente de la Ciudad del
bien ; Satanás , oráculo permanente de la Ciudad del mal. — Satanás se
sirve de todo para hablar.—No se contenta con el sacrificio del cuerpo:
en odio al Verbo encarnado, quiera el sacrificio del alma.—Exige infa
mias é ignominias: pruebas generales. — Cuando no puede matar al
hombro, lo desfigura. — Tendencia general del hombre á desfigurarse
físicamente.— Explicación de este fenómeno.—Sólo un pueblo es excep
ción, y por quó.—Otro rasgo de paralelismo: para hacer al hombro"
semejante á si , Dios se le muestra en cuadros y estatuas. — Para hacer
al hombre semejante á sí , Satanás emplea el mismo medio : lo que pre
dican estas representaciones Pág. 249
CAPÍTULO XXIII.
Historia social de las dos Ciudades.
Sumario.— Paralelismo de las dos Ciudades en el orden social.—Para cons
tituir la Ciudad dol bien en estado social , el Espirita Santo le da sus le
yes por ministerio de Moisés.—Los fundadores de los pueblos paganos
reciben sus leyes del Rey de la Ciudad del mal.—Testimonio de Porfirio
—Les pueblos del alto Oriente reciben sus leyes del dios serpiente con
cabeza de gavilán.—Licurgo reeit e las de Esparta de la serpiente Python.
— Nimia las de Roma de la antiguo serpiente bajo la forma de la ninfa
Egeriu.—Roma fundada por inspiración directa del demonio: pasaje de
Plutarco.— Las leyes de Roma dignas de Satanás por su inmoralidad:
pasajes de Varrón y de San Agustín Pág. 25t>
Í.NDICK. 427
CAPÍTULO XXIV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.— N'uma, mono de Moisés.—Nuevo rasgo de paralelismo : el Espí
ritu Santo, guardián permanente de las leyes sociales dela Ciudad del
bien.—Satanás, bajo la forma de serpiente, guardián permanente de las
leyes sociales de la Ciudad del mal.— La serpiente-Dios adorada en todas
partes: en Oriente, en babilonia, en Persia , en Egipto, en Grecia: las
Bacantes, en Atenas, en Epiro, en Délos, en Delfos: descripción del
oráculo de Delfos.—En Roma , las serpientes de Lavinio.— La serpiente de
Epidauro , en la ista del Tiber.—Culto de la serpiente entre los Galos y en
los pueblos del N'orte.—Universalidad de este culto en la antigüedad paga
na.—Su causa.—Las serpientes del tiempo de Augusto.— Las vestales.—
Serpientes de Tiberio, de Nerón, de Eliogábalo.— De las damas ro
manas Pág. S67
CAPÍTULO XXV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Culto de la serpiente entre las naciones modernas que todavía
son idólatras.—La secta de los Olitas.—La China adora al gran Dragón.—
Este es el sello del imperio.—Procesión solemne en honor del Dragón.—
La emperatriz actual.—La Cochinchina.— La India : adoración pública de
la serpiente.—Templo de Soubra Manniah.— Fiesta de la penitencia.—
Culto privado de la serpiente.—Africa.—Culto do la serpiente en Eiio-
pia'en tiempo de San Frumencio.—Culto actual, el más célebre de todos.—
Pasajes de Des Brosses y de Bosman.—Culto de la serpiente en el reino de
Juidah (Widah), hace un siglo.—Culto actual , el mismo que en la anti
güedad pagana.—Curiosos y tristes detalles. —Relación de los misioneros
y de un cirujano de marinn.—América.—Culto de la serpiente en la época
del descubrimiento.—Caito actual.—Relato del P. Bonduel.—Culto de la
serpiente en la Polinesia, Australia , Oceania. — El Vaudux.— Culto en
los Estados-Unidos.— Palabras de un misionero. —Otros testimonios.— En
Haiti.—Sacrificio humai o.—Ejecución de los culpables en 1*G 1. Pág. 2fM
CAPÍTULO XXVI.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—El Espíritu Santo, oráculo y director del orden social en la Ciu
dad del bien.—Satimás, oráculo y director del orden social en la Ciudad
del mal.— Existencia universal de los oráculos satánicos : testimonio de
Plutarco y de Tertuliano. — Creencia universal en los oráculos : pasajes
de Cicerón; de Baltus. — Eran les demonios mismos quienes daban los
oráculos: palabras da Tertuliano , de San Cipriano, de Minucio Félix.—
Los oráculos no eran cosn de juglares : pruebas Pág. 300
428 ÍNDICE.
CAPITULO XXVII.
(Conclusión del anterior.)
Sumario. — Nuevas pruebas de que los oráculos no eran cosa de juego.—
Ejemplo de los Romanos durante todo el tiempo de su imperio.—Hechos
curiosos del tiempo de Cicerón.—Pena de muerte contra los que despre
ciasen los oráculos. —Ejemplos de los Griegos.—Procesiones continuas á
loa templos de los oráculos: testimonios de Cicerón, de Estrabón, de Mar
co Aurelio.—Oráculos en sueños : nuevo rasgo de paralelismo : testimo
nio de Arriano, de Cicerón y de Tertuliano.—Otro punto de paralelismo."
el templo de Jerusalén y el templo de Delfos.— Celebridad y riqueza de
este último.—Existencia actual de los oráculos entre todos los pueblos
que todavía son paganos." Madagascar, China, Cochinchina.—Resumen del
paralelismo entre lis dos Ciudades.— Billas palabras de un Padre del
Concilio de Trento Pág. 311
CAPÍTULO XXVIII.
Historia política de las dos Ciudades.
Sumario.—Dos religiones, dos sociedades, por consiguiente, dos políticas.—
Objeto de la unn y de la otra.—Necesidad de conocerlo para comprender
la historia.—En virtud de un consejo divino, Jerusalén es la capital de la
Ciudad del bien.— En virtud de un conciliábulo satánico, Babilonia y Ro
ma son sucesivamente la capital de la Ciudad del mal.—Doctrina lumi
nosa del célebre Cardenal Polo en el Concilio de Trento.—"or qué los
reinos del mundo fueron mostrados á Daniel bajo las figuras de Bestias.
—En particular, Roma, fundada por la Bestia, lleva los caracteres de la
Bestia y hace las obras de la Bestia." testimonios de la historia y de Mi-
nucio Félix.—Murante toda la antigüedad. Satanás tuvo por único objeto
de su política elevar á Roma , hacer de ella su capital y una fortaleza
inexpugnable para el Cristianismo. — Cuadro de su política y de la di
vina: pasaje de San Agustín.— En qué sentido pudo Satanás decir que
todos los reinos le pertenecían.—Doctrina de San Agustín. — Observa
ciones Pág. 334
CAPÍTULO XXIX.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Satanás se encarna en su política.—Es el Espíritu de tinieblas,
de impureza, de orgullo, de mentira, el gran Homicida.—El triunfo de
su política hac ; todo eso.—Lucha del Espíritu Santo contra el reino de
Satanás.—San Pedro sitia á Roma.—1.a toma.—Roma se convierte en
la capital de la Ciudad del bien.—Reconocimiento universal hacia el Es
píritu Santo. -Beneficios de su política.— Cuatro grandes hechos: esta
blecimiento de la verdadera religióo.— Constitución de la Iglesia.—De la
Sociedad.—De la familia.—Cuadro Pág. 344
íjídicíj. 42»
CAPÍTULO XXX.
Historia contemporánea de las dos Ciudades.
Sumario —Satanás , echado de Roma , ha querido siempre volver á entrar.
—Sus esfuerzos incesantes para reconstituirse una ciudad.—Soborna á los
ciudadanos de la Ciudad del bien: herejías, escándalos, ataques de la
barbarie musulmana.—La Europa permanece inquebrantable.—Satanás
la seduce eomo sedujo á la primera mujer: so transforma en Dios de lo
bello.—VA Renacimiento.— Cinco fenómenos que se han seguido de él : re
probación de la Edad Media.—Aclamación de la antigüedad pagana.—
Cambio radical en la vida de Europa.— El olvido del Espíritu Santo.—
Cambio de las cuatro bases de la Ciudad del bien.—Restablecimiento del
reino de Satanás.—Sus grandes caracteres, antiguos y modernos : el Ra
cionalismo , el Sensualismo, el Cesarismo, el odio al Cristianismo.—Mo
vimiento actual íe unificación y de disolución Pág. 330
CAPÍTULO XXXI.
(Continuación del anterior.)
Sumario.— Acción palpable del demonio sobre el mundo antiguo y el mo
derno.— Renovación de bis prácticas demoníacas del paganismo.— Bula
<!e Sixto V.— El mal continúa.— Manifestaciones ruidosas. — Debilitación
general de ta fe en el demonio.—Cinco grados de la invasión satánica: el
demonio se hace familiar.—Se hace negar.—Se hace rehabilitar.—Se hace
llamar como Rey —Se hace invocar como Dios.—Familiaridad de nuestra
época con el demonio.—Ya no inspira ni temor , ni horror.—Se le llama
á cada instante por su propio nombre.— Nomenclatura significativa.—Se
oree poco en el demonio y menos todavía en su influencia sobre el hom-
hre y las criaturas.—Consecuencias Pág. 362
capítulo xxxn.
(Fin del anterior.)
Sumario.—El demonio se hace rehabilitar.—La Filosofía.—Las artes.—La
novela —El teatro.— ta Hermosura del UtaMo.—Análisis de esta pieza.—
Su significación.—El demonio se hace llamar Rey Pág. 370
CAPÍTULO XXXIII.
El Espiritismo.
Sumario.—Hacerse adorar, objeto supremo de Satanás.—El Espiritismo.—
Su aparición.—Su práctica.—Su doctrina.—Sus pretensiones.—Forma una
religión nueva.—Su símbolo.—Sus reglamentos.— Su hacienda.—Sus me
dios de propaganda Número creciente de sus adeptos Pág. 3S1
't30 ín'du:e.
CAPÍTULO XXXIV.
(Conclusión del anterior.)
Sumario.—Resultados del Espiritismo.—La negación cada vez más general
del Cristianismo.— Libertad concedida á todas las pasiones.— La locura.
— El suicidio —Estadística.— Último obstáculo contra la invasión satá
nica : el Pontificado.—Srito actual de guerra : Ruma ó inuerle.—El mie
do, sentimiento general de Europa.—Único medio de calmarlo : volver á
colocarse bajo el imperio del Espirita Santo. — Como deba esto ha
cerse Pág. 408
TRATADO
DEL
ESPÍRITU SANTO
TRATADO
DEL
ESPIRITU SANTO-
QUE COMPRENDE
la historia general de los dos Espíritus
que se disputan el imperio del mundo y de las dos Ciudades que han formado ,
con las pruebas de la dh'inidad del Espíritu Santo ,
la naturaleza y el alcance de su acción sobre el hombre y sobre el mundo.
OBRA ESCRITA EN FRANCÉS
POR MONSEÑOR GAUME,
PROTONOT\RIO APOSTÓLICO, DOCTOR Etf TEOLOGiA , ETC.
Y TRADUCIDA
POR D. JOAQUÍN TORRES ASENSIO,
Prelado domestico de Su Santidad, Chantre de la catedral de Granada, etc.
Ignoto Deo.
Al Dios desconocido.
( Act., icvii, ai. )
SEGUNDA EDICIÓN
TOMO SEGUNDO
MADRID
AGUSTÍN JUBERA, EDITOR.
ALMACENES DE LIBROS
10, calle de Campomanes , 10
1885 /<~r^
Habiéndose cumplido la; condiciones
prescritas en la ley de propiedad intelec-
tnal, quedan reservados los derechos so
bre esta obra, y no podrá reimprimirse sin
el oportuno consentimiento.
ESPÍRITU SANTO
TOMO II
CAPÍTULO PRIMERO.
(1) Gentes non usque adeo ad falsos deos esse delapBas , ut opinionem
amilterent unius veri Dei , ex quo est omnis qualiscumque natura. (S. Aug.,
Contra Fouií., lib. xx, n.° 19; Laclan!., De error».)
8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
verdad, lo justo y lo injusto se confunden en el derecho del más
fuerte. En medio de esas tinieblas, todas las más vergonzosas concu
piscencias , adormecidas en el corazón del hombre , se despiertan , y
sin temor como sin remordimientos , se disputan los restos mutilados
de las fortunas, de las ciudades y de los imperios ; la guerra estalla
por todas partes, guerra de todos contra todos, cpie convierte al
mundo en una caverna de ladrones y asesinos.
Tal espectáculo el ojo del hombre no lo ha visto jamás, como no
ha visto al universo sin el astro que lo vivifica. Pero lo que si ha visto
es un mundo , en que semejante al sol velado por espesas nubes , la
idea de Dios n'o despedía mas que un relucir dudoso. Al través de las
tinieblas en que voluntariamente se habían sepultado , los pueblos
paganos no percibían sino confusamente la unidad incomunicable de
la divina esencia. Como la antorcha que debia dirigir al género hu
mano vacilaba según el viento de las pasiones, los intereses y las
opiniones, su marcha intelectual y moral fué sucesivamente vacilante,
absurda , retrógrada : los dioses extraviaban á los hombres.
Eternas incertidumbres sobre las cuestiones más importantes y
sencillas, supersticiones groseras y crueles , sistemas vanos ó inmo
rales, condenaron al hombre, por tiempo de veinte siglos, á la escla
vitud de la idolatría. En ella yacen todavía encadenadas las naciones
modernas alejadas de las zonas benditas sobre que brilla en todo su
esplendor el dogma tutelar de la unidad divina. No puede ser de otro
modo : entre el hombre y el mal no hay mas que una barrera , Dios,
Dios conocido, Dios respetado. Si quitáis á Dios, el hombre, sin regla
y sin freno, se convierte en una bestia feroz, que desciende alegre
mente hasta los combates de gladiadores y los festines de carne hu
mana.
Por el contrario: ¿se quiere impedir que el hombre caiga en el
abismo de la degradación y la desdicha? Y si ha caído en él , ¿se
quiere sacarle y conducirlo al mas alto grado de luz, de virtud y
felicidad? Nada de discursos, nada de combinaciones y sistemas.
Decid á ese gran enfermo : Hay un Dios : levantate y anda en su pre
sencia. Que el linaje humano tome en todo su valor esta palabra , de
modo que el dogma soberano de la unidad divina influya con todo su
peso sobre los espíritus y las voluntades, y el enfermo queda curado.
Dios reina, y el hombre es iluminado con la única luz que no enga
ña ; es virtuoso con el único género de virtud que no es una careta;
es feliz con la única felicidad que no es una decepción; es libre con la
única libertad que no es una vergüenza , ni uu crimen , ni una men
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 9
tira. Ambula coram me , et esto perfectus [Gen. , xvn). Lo repetimos
con esta sola palabra : Si se respeta á Dios, el mundo será curado ; é
si non, non.
Esta palabra fué dicha un día al linaje humano, gaugrenado de
paganismo ; le fué dicha en todas partes con autoridad soberana, y el
gran Lázaro se levantó de su lecho doloroso y besó ardientemente la
mano que le salvó. Filósofos , políticos , senado , areópago , vosotros
lodos los que os llamabais y os llamáis todavía médicos de las nacio
nes, esa mano no fué la vuestra, ni lo será jamas. Todos los días se
pronuncia todavía esa palabra soberana , en Europa sobre alguna
alma enferma, en las lejanas islas de la Oceania sobre alguna tribu de
antropófagos ; y aquí cerca , como allá lejos , la vemos producir en
nuestros días el efecto milagroso que producía hace mil ochocientos
años. Tal es , probado por la razón y por la historia , el poder salu
dable , por consiguiente, la verdad del dogma de la unidad de Dios.
¿Y qué es Dios? Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres
personas distintasen una sola naturaleza divina. En otros términos :
Dios es ia Trinidad , y no puede menos de serlo. Preguntado sobre
esto Dios mismo , respondió: Yo soy el que es, Ego sum qui sum; yo
soy el Ser, el Ser absoluto, el Ser sin calificación. Pues el ser abso
luto posee necesariamente todo lo que constituye el ser, y lo posee eu
toda su perfección. Tres cosas constituyen el ser : la medida, el nú
mero y el peso (1).
• En los seres materiales , la medida es el fondo ó la sustancia ; el
número es la figura que modifica la sustancia ; el peso es el lazo que
une la sustancia a la figura y todas las partes entre sí. Recorred toda
la naturaleza, desde el cedro hasta la brizna de hierba , desde el ele
fante hasta el arador, desde la montaña hasta el grano de arena , no
encontraréis un solo ser que no reúna esas tres cosas. Son tan esen
ciales , que si una sola falta , el ser material no puede existir , ni
siquiera concebirse. Quitad la sustancia , ¿qué os queda? Nada. ¿Y
sin la figura? Nada. ¿Y sin la unión? Nada (2).
La medida , el número y el peso no están en las criaturas, sino
porque Dios las ha puesto. Dios no ha puesto esas tres cosas sino
porque las posee , es decir, porque Él mismo es de algún modo me-
(t) Haec tria : modus, speciea et ordo, tanquam generaba Lona sunt in
rebus a Deo factis. Et ita haec tria ubi magna sunt , magna, l ona sunt ; ubi
parva, parva liona sunt ; ubi milla . nullum bonura est. (S. Aur¡., Lib. de nn-
lur. honi, o. m.)
(2) Trinitalis vestigium in creaturis apparet. (Lib. vi , De Trini!., c. x, ad
fin.)—Haec igituromnia quae arle divina facta sunt , unitatem quamdam in
se ostendunt, etspeciem, et ordinem. Quidquid euim horumest, et unum ali-
quidest, sicut sunt naturae corporum, et ingenia animarum ; et aliqua specie
formatur, sicut sunt figurae vel qualitates corporum , ac doctrinae vel artes
animarum ; et ordinem aliquem petit aut tenet , sicut sunt pondera vel colloca-
tiones corporum , atque amores aut delectationes animarum. O portel igitur
ut Creatorem , per ea quae facta sunt, inlellectum conspicientes , Trinitatem
intelligamus , cuius in creatura , quomodo dignum est, apparet vestigium.
In illa enim Trinilate, summa origo est rerum omnium , et perfectissima
pulcliritudo , et beatissima delectatio. (Id., De Trini!., lib. vi, n." 12.)
(3) Véase filos?.. De Tr'.nit. quaest. i, art. t.
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. II
Asi, el sol, el árbol, el manantial, son predicadores elocuentes de la
Trinidad. En la unidad de su única esencia nos muestran: el uno el
foco, el rayo y el calor ; el otro la raiz , el tronco y las ramas; el
tercero el receptáculo, la salida y la corriente.
Explicando la doctrina de los Padres, añade el Angel de las Es
cuelas : « En cada criatura se encuentran cosas que tienen relación
necesaria con las personas divinas como causa. En electo : cada cria
tura tiene su propio ser y su forma, que determina la especie y la
relación que dice con otras cosas. Ahora bien : según que es una sus
tancia criada , representala causa y el principio, y asi denota á la
persona del Padre , que es principio sin principio. Según que tiene
una forma y especie , denota al Verbo, en cuanto la forma de la obra
proviene de la concepción del artífice. Según que tiene orden y rela
ción, denota al Espíritu Santo, que es amor -, porque el orden ó re
lación que unos seres dicen á otros proviene de la voluntad del
Criador.... A esto se refieren la medida ,' el número y el peso ; la
medida a la sustancia de la cosa , el número á la especie y el peso al
orden
Si las criaturas inanimadas, que son las últimas en la escala de
los seres , presentan vestigios de la Trinidad , es evidente que debe
mos encontrarlas más brillantes en las criaturas de un orden supe
rior. Mas ¿qué digo? No es sólo el vestigio, sino la imagen de la Tri
nidad lo que éstas nos ofrecen. « Todo efecto, continua Santo Tomas,
representa en algo a su causa, si bien de diferentes modos. Algunos
efectos representan solamente la causalidad de la causa , sin indicar
su forma , como el humo representa al fuego. Este modo se llama re
presentación por vestigio : y con razón , pues el vestigio prueba que
(O In creaturis omnibus invenitur repraeeentatio Trinitatis per modum
vestigii ; in quantum in qualibet creatura inveniunhir aliqua quae necease
est reducero in divinas personas , sieut in causam. Quaelibet enim creatura
subsistit in suo esse , et habet formam per quam determinatur ad speciem,
et habet ordinem ad aliquid aliud. Beoundum igitur quod est quaedam sub-
atantia creata , repraesentat causam et principium ; et sic demonstrat per-
sonam PatriStqui est principium non de principio. Secundum auteni quod
habet quamdam formam et speciem, repraesentat Verbum , secundum quod
forma artiliciati est ex cocceptione artiticis. Secundum autem quod habet
ordinem, repraesentat Spiritum Banctum, in quantum est amor ; quia ordo
effectus ad aliquid altcrum , est ex voluntate Creantis.... et ad haec etiam
reducuntur illa tria, numerus, pondus, mensura. Nam mensura refertur ad
substantiam rei limitatam sais principiis , numerus ad speciem, pondus ad
ordinem. (I p., q. xlv, art. 7.)
12 , TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
la cosa ha pasado por allí , pero uo dice que esté alli. Otros efectos
representan á la causa en cuanto á la semejanza : asi el fuego produ
cido representa el fuego productor, y la estatua de Mercurio á Mer
curio. Este modo se llama representación por imagen.
•Pues las procesiones de las personas divinas se consideran según
los actos del entendimiento y de la voluntad. En efecto : el Hijo pro
cede como la palabra del entendimiento ; el Espíritu Santo como el
amor de la voluntad. De donde resulta que en las criaturas raciona
les, dotadas de entendimiento y voluntad, se encuentra la representa
ción de la Trinidad a manera de imagen, puesto que se representa en
ellas el Verbo concebido y el amor que procede (1). Resulta también
que el dogma de la Trinidad se refleja en tantos espejos como ángeles
hay en el cielo y demonios en el infierno , y hombres nacidos ó por
nacer sobre la tierra desde el principio hasta el fin del mundo.
En resumen: lo que en las criaturas inanimadas es medida , nú
mero y peso, en los seres racionales se llama poder, sabiduría , amor;
y en Dios Padre ó poder, Hijo ó sabiduría, Espíritu Santo ó amor
mutuo del Padre y del Hijo. Estas tres cosas, poder, sabiduría y
amor, de tal modo son esenciales en Dios , que faltando una, Dios uo
puede existir, ni siquiera concebirse. Si le quitáis el poder, ¿qué os
queda? Nada. ¿Y sin la sabiduría? Nada. ¿Y sin el amor? Nada (2).
Añadimos arriba que Dios posee las tres condiciones esenciales del
ser en toda su perfección. Mas en el ser propiamente dicho la perfec
ción de esas condiciones consiste en que sean reales, sustanciales , sub
sistentes por si mismas , en una palabra , verdaderas hipústasis o per
sonas distintas.
Mientras damos las pruebas directas del dogma de la Trinidad,
sirva lo dicho, no para demostrar lo que es indemostrable, sino para
mostrar que el augusto misterio no tiene nada de contrario á la razón,
y que todavía la verdadera filosofía vislumbra su existencia antes de
tener noticia cierta de él (3). Asi lo ha querido Dios. ¿ Y por qué? Por
una parte, para no dejarse á Sí mismo sin testimonio, imprimiendo
su vestigio ó su imagen en todas las criaturas ; y por otra, para dar
(I) Trinitatis lides per quam subsiBtil omnis Ecclesia. (Orig,, homil.
ix in Ej)oí., n.° 3.)—De mysterio agimus, quod fidei nostrae praecipuum
caput est , et totius christianae religionis fundamentan!. Hoc subíalo , jam
nulla esset Verbi incarnatio , nulla Christi satiafactio, nulla hominum re-
demptio, nulla Spiritus Sancti effusio. nulla gratiarum largitio, nulla
8acramentorum efficacia : totum rueret salutis opus. (Liebirm. , Instil. Iheo-
log., t. m.)
CAPÍTULO II.
Lo primero que hay que saber acerca del Espíritu Santo, es que
es Dios como el Hijo y el Padre ; que tiene la misma naturaleza, la
misma divinidad, las mismas perfecciones ; que es aomo ellos eterno,
todopoderoso, infinitamente sabio é infinitamente bueno ; digno como
ambos de la confianza y del amor, de las adoraciones, oraciones y
alabanzas del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres.
He aqui todo lo que confesamos, cuando decimos : Creo en el Espíritu
Santo : Credo in Spiritum Sancium.
Ahora bien: en los libros santos, desde el Génesis hasta el Apo
calipsis, en la enseñanza, no interrumpida durante diez y ocho siglos,
de los Padres de la Iglesia y de la Iglesia misma , la divinidad del
Espíritu Santo brilla con no menos esplendor que la divinidad del
Hijo y del Padre. La prueba de todo esto se encuentra en los testimo
nios aducidos hasta aqui en favor del dogma de la Trinidad (1). Con
ellos podríamos contentarnos ; porque nada hay mejor fundado que
nuestra fe en la divinidad del Espíritu Santo. No obstante, aduzca
mos algunas pruebas directas de esta verdad fundamental. Multitud
(1) Dixit autem Petrus : Anaína, car tentavit Satanas cor tuum , men-
tiri te Spiritui Sancto et fraudare de pretio agri?.... Non est mentitus homi-
nibus, sed Deo. (Am., v, 3-4.)
(2) Ttoen., i, 1-3.
(3) Spiritus Domini replevit orbem terrarum (Sap., i, 7.) — Quo ibo a
Spiritu tuo et quo a facie tua fugiam ? Si ascendero in coelum , tu illic est ;
si descenderá in infernum, ades. Si sumpsero peanas meas diluculo et habi-
tavero in extremis maris, etenim illuc manus tua deducet uia et tenebit me
dextera tua. (Ps. cxxxvm, 7-10.)
PRUEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 29
La inteligencia infinita. Aquel lo ve todo , lo conoce todo y lo sabe
todo , para quien ni el cielo ni la tierra tienen secreto alguno , que
penetra los misterios de Dios hasta sus últimas profundidades , que
abarca la verdad , toda la verdad en lo pasado , presente y porvenir,
y que es doctor infalible de la misma. Tal es el Espíritu Santo.
Hablando de las maravillas de la Jerusalén celeste , dice San Pa
blo : «Que ojo no vio , ni oreja oyó, ni corazón de hombre jamas
alcanzó lo que preparó Dios para aquellos que le aman. Pero Dios nos
lo reveló á nosotros por su Espíritu ; porque el Espíritu lo penetra
todo , aun las profundidades de Dios. Porque, ¿quién de los hombres
sabe las cosas que hay en el hombre , sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espí
ritu de Dios (1).» Y San Juan : «El Consolador, el Espíritu Santo que
enviará el Padre en mi nombre, os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo aquello que yo os hubiere dicho.... y os anunciara las
cosas que han de venir (2). »
Estos textos tan claros fueron las armas de que San Ambrosio y
los antiguos Padres se sirvieron para confundir al negador de la divi
nidad del Espíritu Santo , el impío Macedonio.
La omnipotencia. Aquel es Todopoderoso que con un signo de su
voluntad hace salir de la nada al ser, y cuyas obras denotan todas un
poder infinito. Tal es el Espíritu Santo. «Los cielos , dicen los profe
tas , han sido criados por el Verbo del Señor, y por el Espíritu de su
boca toda la virtud de ellos. Poique el Espíritu de la sabiduría crea
dora es todopoderoso (3).»
Las obras. No haremos aquí mas que desflorar e§te vasto asunto;
pues debemos tratarlo circunstanciadamente en el discurso de nuestro
trabajo. Las obras de Dios son de dos clases : de naturaleza y de gra
cia. Pues unas y otras se atribuyen al Espíritu Santo , como al Hijo y
al Padre. En el orden natural , la creación del hombre y del mundo,
como acabamos de verlo por el testimonio de los libros santos. Aña
damos solamente la palabra tan precisa del santo hombre Job: «El Es
píritu de Dios me crió. Spiritus Domini fecit me. t (xxxm, 4.)
En el orden de la gracia, la regeneración del hombre y del mundo.
(1) Joan., m, v. 5.
(2) Matlh., xxviii, 19.
(3) / Cor., ni, 16, 17; vi, 19.
(4) F.lév. sur les mytl., n Serm. , Eli*. 5.
(5) Vivit Deuset Dominus Jesús Christus et Spiritua Sanctus. (Lib. clt
Spir. Sannt., c. ixix, n.°72.)
(6) Hunc (Patrom) et qui ab eo venit.... Filium et Spiritum Sanctum
colimuB et adoramm , oum ratione et veritate venerantes. (Apvlog., i , n." 6.)
PltUERAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 31
decia , el yugo de la ley, y se dejan arrastrar de sus concupiscencias,
sin tener deseo alguno del Espíritu Santo, el Apóstol los llama con
razón hombres de carne (1). >
En la misma época, preguntaba Atenágoras : «¿No es extraño
que se nos llame ateos á nosotros , que predicamos al Dios Padre , al
Dios Hijo y al Espíritu Santo (2) 1
Su contemporáneo , Eusebio de Palestina , para animarse á hablar,
decía: «Invoquemos al Dios de los profetas, autor de la luz, por
nuestro Salvador Jesucristo con el Espíritu Santo (3).>
Veinte años pasan apenas , y encontramos el testimonio, no ya de
un solo hombre, sino de toda una Iglesia. El año 169, los fieles de
Smirna escriben á los de Filadelfia la admirable carta en que refieren
cómo San Policarpo, su Obispo y discípulo de San Juan . próximo á
padecer el martirio , glorificaba á Dios en estos términos : « Padre de
vuestro amado y bendito Hijo Jesucristo, Dios dolos ángeles y de
las potestades , Dios de toda criatura , yo os alabo, y bendigo, y glo
rifico por Jesucristo, vuestro amado Hijo, Pontífice eterno, por quien
sea á Vos la gloria con el Espíritu Santo , ahora y por los siglos de
los siglos (4). »
Los paganos mismos sabían que la divinidad del Espíritu Santo era
un dogma de la fe cristiana. Uno de los mayores enemigos , Luciano,
en su dialogo intitulado Philopatris , introduce un cristiano que in
vita á un catecúmeno á jurar por el Dios soberano, por el Hijo del
Padre , por el Espíritu que procede de ellos , que hacen uno en tres y
tres en uno , que es el verdadero Dios.
(1) Nob vero et semper et nunc magis.... unicum quidem Deum credi-
mus.... Custodiatur oikonomia» sacramentum , quae unitalem in Trinítatem
disponit, tres dirigens Patrem et Filium et Spiritum Sanctum.... Hanc me
regulam professum , qua inseparatos ab alterutro Patrem et Filium et Spiri
tum Sanctum testor, tene ubique : et ita quid quomodo dicatur , agnosoes.
Ecce enim dico alium esse Patrem et alium Filium , et alium Spiritum Sanc
tum. (Adv. Proa;., c. i , II , Ix.)
(2) ....Tandem nunc vobis scribere desinimuB : Deo autem Patriet Filio
Domino nostro Jesu Christo cum Sancto Spiritu gloria et imperium in sae-
cula saeculorum. Amen. (Apud S. Basü. , ubi supra.J
(3) Nos enim qui et illorum verborum modum didicimus, nec ignoramos
fidei gratiam , gratias agimus Patri , qui nobis suis creaturia praebuit uni-
versorum servatorem ac Jesum Christum , cui gloria, majeatas, «aim Sancto
Spiritu in saecula. (Apud S. Basil., ubi tupra, a.° 73.)
PRIJEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPIRITU SANTO. 33
la divinidad del Espíritu Santo, á saber, las oraciones de la luz y el
himno de Atenógenes. «Pareció bien á nuestros padres, dice, no reci
bir en silencio el beneficio de la luz por la noche, sino dar gracias al
punto que se la ve brillar. No sabemos quién sea el autor de esta ora
ción que se dice en acción de gracias, cuando se encienden las luces;
pero todos rezan esta antigua fórmula, que nadie ha tachado de im
pía : Gloria al Padre y al llijn y al Espíritu Santo. Quien conozca el
himno de Atenógenes, que el mártir dejo como preservativo á sus
discípulos cuando marchaba á la hoguera , sabe lo que los martires
pensaban sobre el Espíritu Santo (1).»
El ilustre Obispo es á su vez un órgano poderoso de la tradición.
«El Espíritu Santo, dice, se llama Santo en el misino sentido en que
lo son el Padre y el Hijo; Santo, no como la criatura que toma de
fuera la santidad , sino Santo por la esencia misma de su naturaleza.
Asi, Él no es santificado, sino que santifica. Se le llama btwno en el
mismo sentido que es bueno el Padre; porque la bondad es esencial
en Él : igualmente, se le llama recto, como es recto Dios Nuestro
Señor, por cuanto es, por naturaleza , la misma rectitud, la misma
verdad, la misma justicia, sin variación ni alteración, á causa de la
Inmutabilidad de su naturaleza. Se le llama Paráclito , en el misino
sentido que lo es el Hijo ; de manera , que todos los nombres comunes
al Padre y al Hijo convienen al Espíritu Santo , en virtud de serles
común la naturaleza. Y si no, ¿por qué (2)-/»
quod per se ait ipsa veritas , et ipsa juetitia, nec in liane nec íb illam partera
se vertens aut flectena, propter naturae immutabilitatem. Paracletus nuncu-
patur velut Unigenitua: sicut ipse ait : K70 royado Palrem meum, el dahit vahU
alium PnracUlum. IIoc pacto communia 8unt nomina Patri, Filio, et Spiritui
Sancto , qui has appellationes ex naturae con8ortio habet. linde enim
abunde? (Lib. de Spir. Sanct., c. xix , n.° 48.)
(I) Spiritus Sanctus et semper erat , et est , et erit , nec ullo ortu genera-
tus, nec finem habiturua, etc. (Oral, indie Pentecosl.)
As DE LA DIVINIDAD DEL ESPIBITU SANTO. 35
dad' accidental ó amor pasajero, sino Caridad substancial y Amor eter
namente subsistente (i).»
Y para hacer resaltar más la divinidad del Espíritu Santo, añade el
profundo teólogo : « ¿Queremos tener alguna idea de este Amor y de
su majestuoso poder? Tomemos dos criaturas del mismo género y de
igual especie, de las cuales la una lo posea y la otra no. Si las esco
gemos entre los ángeles , uno es Lucifer y el otro San Miguel : entre
los hombres , el uno es Pedro y el otro Judas. La única diferencia que
hay entre esos dos ángeles y esos dos hombres , consiste en que el uno
tiene el Espíritu Santo y el otro no. A la majestad del Verbo que los
crio deben entrambos el ser racionales; no se distinguen entre si,
como acaba de decirse, sino por la participación o privación del amor
eterno. Este ejemplo hace brillar el carácter propio de la operación
del Espíritu Santo : la criatura racional debe al Verbo eterno el ser;
al Espíritu Santo el ser bien (2). »
La gran palabra de los siglos se ha encarnado en muchas prácticas
eminentemente tradicionales : queremos hablar de las tres inmersio
nes del Bautismo, del Kyrie repetido tres veces en honor de cada
persona divina , del Trisagio cantado en la liturgia , de la señal de
la cruz de la doxologia y del Gloria Patri. Estas dos oraciones son
especialmente la proclamación manifiesta del dogma de la Trinidad, y,
por consiguiente , de la divinidad del Espíritu Santo. Estas fórmulas
admirables, eco terrestre del trisagio eterno de los serafines, termi
nan todos los himnos y salmos del Oficio divino. Desde los tiempos
---
Sumario.— Lo que sijnillca proceder. — Existencia de las procesiones ! en ¡
Dios. — Pruebas: la Escritura, la tradición , la razón iluminada por laft¿''l
—rasaje de Santo Tomás.—Doctrina de San Cirilo de Alejandría.—De San 1
Máximo.— Dos procesiones en Dios: pruebas.— Procesión del Espirtft-'.'l
Santo: explicación de Bossuet.—La Iglesia invariable en su doctriné.-- I
Palabras de Vicente de Leriu.
La Iglesia católica , órgano infalible del Verbo hecho carne para '
instruir al género humano, ha creido siempre que la tercera persona T
de la Santísima Trinidad, igual en todo al Padre y al Hijo, procede :¿
del uno y del otro. Las pruebas de esta creencia invariable abundan ^
en los cuatro Símbolos, de los Apóstoles, de Nicea, de Constautino-
pla y de San Atanasio , asi como también en los escritos de los Podres
griegos y latinos, primeros testigos de la enseñanza apostólica.
La voz proceder, según su etimología, significa pasar de un lugar
á otro. En sentido figurado se emplea para designar la emanación ó
producción de una cosa que sale de otra. La Iglesia católica entiende
por procesión : El origen eterno y la eterna producción de una prrto-
na divina, de otra ó de otras dos. V-
Sobre lo cual hay que notar, que, tratándose de la Trinidad, la
voz procesión se toma en dos sentidos. El primero, en cuanto se
aplica al origen del Hijo y del Espíritu Santo ; porque de uno y otro
se dice que proceden. El segundo, en cuanto se aplica al origen par
ticular del Espíritu Santo. En efecto - siendo el Hijo y el
Santo dos personas distintas, se dice del Hijo que es engendrado,
del Espíritu Sanio simplemente que procede (1).
. personae divinae al) altera seu a di *
(1) Processio est aeterna unius
simul origo et productio. Processionu nomen dupliciter accipitur : t.°
dem ut commune est Filii et Spiritus Sancti productioni ; uterqui
procederé dicitar ; 2.° quatenus est speciale ac proprium Spiritus 4
productioni ; cum enim ambo distinguuntur, Filius quidem dicitur gigni,
ritusautem sanctus simpliciter procederc (\'iia»e, De Trinil., q. v. art. I
PROCESION DEL ESPÍRITU SANTO.
La Escritura , la tradición y la razón misma enseñan del modo
ás claro que , en el sentido teológico de la palabra , hay procesión
ta Dios. ¿Quién no conoce estos testimonios del Antiguo Testamento?
El Señor me dijo : tú eres mi hijo , yo te he engendrado hoy. Te
gendré de mi seno antes del lucero (1).» Contemplando al Verbo
; el profeta Micheas : « Y la salida de él desde el principio, desde
|os días de la eternidad (2).» Ahora bien: la idea de generación, de
alida, de origen , implica necesariamente la idea de procesión.
El Nuevo Testamento aún está más explícito. ¡Nuestro Señor Jesu-
Icristo, hablando de Sí mismo, dice : « De Dios procedo y vine (3).»
¿ Breve y sublime palabra, por la cual el Verbo encarnado se revela
lodo entero! Procedo de Dios : he aquí su generación eterna; y vine:
be aquí su generación temporal y su misión en el mundo. Y con su
feugusta boca rinde el mismo testimonio al Espíritu Santo. « Cuando
Eviniere el Paráclito, que yo os enviaré de mi Padre , el Espíritu de
perdad (pie procede del Padre (4).»
Este pensamiento divino, recogido fielmente por la tradición,
psta formulado en el Símbolo de San Atanasio, que lo expresa con
sta precisión inimitable : «El Hijo es del Padre solo ; no hecho, ni
. lo, sino engendrado. El Espíritu Santo, del Padre y del Hijo; no
pecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente (5).»
Á su vez la razón , ilustrada por la fe , apoya sólidamente el dogma
featólico con sus razonamientos, y dice : Dios es el ser perfecto; la
fecundidad es una perfección; luego Dios la posee. «¿Pues yo, pre
munía el Señor, que á los otros hago parir, no pariré yo mismo? Yo
iroe a los otros doy la fecundidad, ¿seré acaso estéril (6)?» Por el ór
gano de San Cirilo de Jerusalén la razón añade : «Dios es perfecto,
i solamente porque es Dios, sino también porque es Padre. Por lo
Icual el que niega que Dios es Padre, quita la fecundidad a la natu-
(1) Dominus dixit ad me : Fitina meus est tu; ego odie genui te. (Ps. n,
)—Ex utero ante Luciferum genui te. (Pt. cxi , 3.)
(2) Egresusejus ab initio, a diebus aeternitatis. (Mich., v, 2.)
(3) Ego ex Deo processi et veni. (Joan., vm, 44.)
(4) Cum autem venerit Paraclitus, quem ego mittam vobis a Patre, Spi-
im veritatis qui a Patre procedit. (Joan., xv, 26.)
(5) Filius a Patre solo est : non factus , neo crcatus , sed genitus. Spi-
itus Sanctus a Patre et Filio: non factus, nec creatus, nec genitus, sed
irocedens.
(6) Numquid ego qui alios parere fació, ipse non pariam?.... Si ego qui
[enerationem caeteris tribuo, sterilisero? (h., lxvi, 9.)
TRATADO DEI. ESPÍMTC SANTO.
raleza divina, quedando ésta imperfecta, al carecer de la virtud de
engendrar (1).» San Juan Daniasceuo, explicando esta fecundidad
divina , continúa : «La razón no permite decir que Dios esta privado
de la fecundidad natural. Ahora bien: la fecundidad cónsiste en que
engendre semejantemente á su naturaleza, de Sí mismo, esto es, de
su propia substancia (2).»
La distinción de las personas divinas proporciona á la razón otra
prueba sin réplica. En Dios hay tres personas distintas; lo hemos pro
bado. En las divinas personas no hay mas que dos cosas, la natura
leza y la relación de origen o procesión; asi en el Padre la naturaleza
divina y la paternidad; en el Hijo la naturaleza divina y la generación ;
en el Espíritu Santo la naturaleza divina y la procesión. ¿En qué,
pues, está la distinción? No está en la naturaleza, puesto que es una
é idéntica en las tres divinas personas; resta, pues, que se ponga en
la comunicación diferente de esta naturaleza a cada una de las divi
nas personas.
También el Ángel de las Escuelas, hablando7 del Espíritu Santo,
dice con razón: «El Espíritu Santo es personalmente distinto del Hijo,
porque el origen del uno es distinto del origen del otro. Ahora bien:
la diferencia de origen consiste en que el Hijo es solamente del Padre,
en tanto que el Espíritu Santo es del Padre y del Hijo. Las procesiones
no se distinguen de otra manera (3).»
De aquí esta profunda doctrina de San Gregorio de Naziauzo, que
los griegos llaman el Teólogo : «El Hijo no es el Padre, pero es lo que
es el Padre; el Espíritu Santo no es el Hijo, pero es lo que es el Hijo.
Estos tres són uno en la divinidad, y este uno es tres en las propie
dades (4). »
Para explicar la unidad de la naturaleza divina, que permanece
entera é indivisible en las tres personas perfectamente distintas, recor
demos una comparación empleada frecuentemente por los Padres. iLo
(1) Perfectus est, non solum quia Deu» est, sed etiam quia Pater.
Quare qui Deum negal Patrem ense, is foecunditatem aufert a natura divina,
ut jam perfecta non Bit , quae generandi virtute careat. (Apud Vitasse, Truel.
de Trinit.)
(2) Impossibile est Deum foecunditate naturali destitutum dicere. Porro
foecunditas in eo sita est, ut ex ipso.hocest, ex propria substantia, secun-
dnm naturam similem generet. (De fide orlhnd., lib. i, c. vui.)
(3) 1 p. , q. xxxvi , art. 2.
(4) Filius non est Pater....sed hoc estquod Pater; neque ápiritus Sanc-
tus est Filius.... sed hoc est quod Filius. Tria haec unum divinitate sunt, et
unum hoc proprietatibus sunt tria. (Oral, xxxvn.)
PROCESIÓN DRL ESPÍRITU SANTO. 17
mismo sucede, dicen ellos, con la naturaleza divina que con la
humana : ésta es una é idéntica en todos los hombres; multiplicándose
m ellos, no por eso se divide. Sea cual sea el número de hombres,
no hay siempre sino una naturaleza humana. Pedro es Pedro, y no
es Pablo; y Pablo no es Pedro. Sin embargo, permanecen indistintos
en la naturaleza. Pues la razón de substancia es una en ambos , y po
seen, sin diferencia alguna, todo lo que constituye la unidad natu
ral. ... Pedro, Pablo y Timoteo son tres personas, pero una sola huma
nidad. Á la manera que no son dos humanidades la de Pedro y la de
Pablo , asi no hay dos divinidades en el Padre y el Hijo. Pues nos
otros tenemos diferente persona cada cual, pero no diferente huma
nidad (I).»
La Escritura, la tradición y la razón misma < pie con unánime
acuerdo nos acaban de probar que hay procesión en Dios, nos enseñan
con la misma certidumbre que en Dios hay dos procesiones, y nada
mas que dos. Después es fácil probar que no son en mayor número. En
Dios hay tantas procesiones, cuantas son las personas que proceden.
Ahora bien: no hay más que dos personas divinas que proceden, y en
Din- no hay más que tres personas. Mas el Padre, como primera, no
procede de ninguna otra ; luego solamente son dos las que proceden.
Además, no hay en Dios mas que dos facultades que obran inte
riormente, mi intnt » immanciitcr, como se dice en Teología. Estas
.dos facultades son el entendimiento y la voluntad, facultades que
obran necesariamente , porque Dios no puede dejar de conocerse á Si
mismo y amarse. Estas facultades están obrando siempre, porque
Dios es la acción inlinita (á).
(1) Petrus est Pctrus, et non l'aulus ; ct Paulus non cst Petrus. Verum-
tamen indistincti manent natura. Una est enim in ambobus ratio substan-
tiae, et eadem citra varietatem liullam halient . quae ad naturalem unitatem
colligantur. (S. Cyrill. Ale.vand., lib. ix, Cnmmenl. in Juan.)—Petrus, Paulus
et Thimotheu8 tres hypostascs sunt, et humanitas una.... quemadmodum
non sunt duae humanitates l'etri et Pauli , sic non sunt divinitates duae
Patris et Filii. Etcnim nos aliam et aliam habamus bypostasim , sed non
aliara et aliam humanitatem. ( S. Maxim, marlyr, Dialog. 1 de Trinil.— Id.
Greij. Nytt., lib. De ••nmmnnih. mtinnih.; ¡>,H., lian. Dimite., De Filie ortkod.,
lib. III, C. viu.)
(2) Productio iminauens, cum res producía intra principium suum
habitat. InDeonon sunt plures, quam duae facúltales immanenter operan
tes, intellectus nempe et voluntas. Eae facúltales necessario agunt. Ñeque
enim Deus continere se potest ab intelligenda et amanda essentia sua. Sem-
per agunt, cum non possit Demab eo abstinere. (Vitw., Di Trinil., q>umt. v,
art. 1 et 2 , assert. 3.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Establecidos estos dogmas, la enseñanza católica añade que el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, es decir, que sale del
uno y del otro , no por via de generación , sino por espiración. Oiga
mos a Bossuet acerca de estas divinas palabras: « El Espíritu Santo,
dice el obispo de Meaux , que sale del Padre y del Hijo , es de la misma
substancia que uno y otro , es un tercero consubstancial , y con ellos
un mismo único Dios. Mas ¿ por qué Él no es Hijo , puesto que es,
por su origen , de la misma naturaleza ? Dios no lo ha revelado ; tan
solo ha dicho (pie el Hijo era único (1), porque es perfecto, y todo lo
que es perfecto es único. Asi , el Hijo de Dios , Hijo perfecto de un
Padre perfecto, debe ser único ; tanto, que, si pudiera haber dos Hi
jos , la generación del Hijo sería imperfecta. Luego todo lo que venga
después ,, ya no será Hijo , y, aunque de la misma naturaleza , no
vendrá por generación (9}.»
¿Cuál sera , pues , esta producción linal de Dios ? Es una proce
sión sin nombre particular. El Padre , eternamente inteligente , se
conoce á si mismo eternamente, y, al conocerse asi, produce eterna
mente su Verbo ó su Hijo , igual á Él , eterno como Él. El Padre y el
Hijo, siendo eternos , no pueden estar sin conocerse eternamente , ni
conocerse sin amarse con un amor igual á ellos, infmito y eterno
como ellos. Este amor reciproco y consubstancia) , es el Espíritu Snü*fl-'
to. Procede éste , pues , del Padre y del Hijo.
« Asi , continúa Bossuet . se explica la razón mística y el orden
profundo de la Trinidad. Si el Hijo y el Espíritu Santo procediesen ^Jj
igualmente del Padre , sin relación alguna entre si , lo mismo !
podría decir : El Padre , el Espíritu Santo tj el Hijo, que El Padre, <
el ¡lija n el Espíritu Santo. Pero Jesucristo no habla asi. El orden de '.♦J*'i
las personas es inalterable ; porque si se nombra al Hijo después del
Padre , por proceder de Él , el Espíritu Santo procede del Hijo, toda
vez que se nombra después de Él, y es Espíritu del Hijo, como el
Hijo es hijo del Padre. Este orden no puede ser trastornado. En i
orden se nos ha bautizado ; y el Espíritu Santo no puede ser
brado el segundo, como el Hijo no puede ser nombrado el primero.
iAdoremos este orden de las tres divinas personas y las mutuas re
laciones que se encuentran entre ellas , y que constituyen su igual
dad , asi como su distinción y su origen. El Padre se comprende ó Si
mismo, se habla á Si mismo y engendra á su Hijo, que es su palabra.
(1) Quod tibí creditum , non quod a te inventum ; quod accepisti , non
quod excogitasti ; rem non ingenii , sed doctrinae ¡ non usurpationis priva-
tae , sed publicas traditionis ; rem ad te perductam non a te prolatam ; in qua
auctor non debes esse, sed custos.... Christi vero Eoclesia, sedula et cauta
depositorum apud se dogmatum custos , nihil in his unquam permultat ; nihil
minuit, nihil addit; non amputat necessaria, non apponit superílua; non
amittit sua, non usurpat aliena.... hoc , inquam , semper , nec quicquam
praeterea, haereticorum novitatibus excitata, conciliorum suorum decretos
catholica perfecit Ecclesia , nisi ut quod prius a majoribus sola traditione
PROCESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. Si
Hasta la consumación de los siglos cumplirá este encargo con fide
lidad incorruptible ; y cuando llegue el último de los días, devolverá
■á Dios, sobre la tumba de las cosas humanas, el depósito de todas las
verdades que recibió en el Cenáculo, y cuyas bases se remontan hasta
4a cuna del linaje humano (I).»
que han ejercitado todo el ingenio de los críticos más ilustres. Dele corre
girse al P. Perrone , que en sus PratUrttonM Theolagicac. —De frinilate, cap. v,
prop. 2." nota Haec Synoiui , dice que el Filioquk no se introdujo entre nos
otros sino en el Concilio 111 Toledano , el año 589 Pero lo verdaderamente
peregrino es que el conocido escritor D. Miguel Sánchez, en *u Curnu Tho-
logia Dogmattau, part. 3.', trae. 8 .«. punct. 9, traslada raa^istralmente la
sobredicha declaración del Concilio I do Toledo nada meno-s que al VIII,
celebrado el aflo 633 , sólo poi que los Padres de éste último recitaron el anti
guo Símbolo. | Saltar es! (Sota del Traductor.)
(1) Battatjüni, Islor. unir, dei con'-., q. 2t7 , 218.
(i) S. Th., 1 p., q. xxxti, art. 2. Et De Potenl., q. x, art. 4.
HISTORIA DEL «FILIOQUEí. 55
locutus est. En ol tiempo mismo del Concilio de Constantinopla , el
Papa San Dámaso enseñaba esta doctrina : «El Espíritu Santo no es-
Espíritu solamente del Padre, o solamente del Hijo; pues está es
crito : Si alguno ama al mundo, no está en el el Espíritu del Padre. Y
en otra parte : El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. Nom
brándose, pues, al Padre y al Hijo , se entiende el Espíritu Santo, de
quien el Hijo dice en el Evangelio : Porque el Espíritu Santo procede
del Padre y tomará de lo mío y os lo anunciará (1). »
Desde la celebración de este Concilio de Toledo , todos los católicos
de España y de las Galias recitaron el Símbolo de Constantinopla cón
la adición Füioque. Ninguna oposición hizo la Santa Sede ; ninguna
reclamación produjeron los Orientales contra este uso, que llevaba
cuatro siglos de duración cuando Carlo-Magno volvió á sus Estados,
después de haber sido coronado Emperador en Roma por el Papa
León III.
El Emperador había obtenido para las iglesias de su vasto impe
rio la autorización de cantar en la Misa el Símbolo de Constantinopla.
Los Obispos reunidos en Aix-la-Chapelle en 807 le preguntaron si,
con arreglo á la autorización pontificia, se podría cantar eu público,
como se recitaba en particular, con el Füioque. El gran principe res
pondió que no le tocaba á él decidirlo, y que se debía consultar al
Soberano Pontífice. En consecuencia, fueron a RomadosObispos y el
abad de Corbie, comisionados por el Concilio.
El Papa les dió benigna acogida ; pero negó resueltamente el per
miso de introducir en el Símbolo las ocho letras Füioque. « Induda
blemente, les dijo, es un artículo inviolable de le, que el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo ; pero no se pueden poner en el
Símbolo lodos los artículos de fe. Fuera de esto, no se deben modi
ficar, ni siquiera en una silaba , los simbolos decretados por los Con
cilios ecuménicos (2).»
(1) Porro non Leonia id fuil novum inventum , sed praedeceesorum tra-
ditio. Nam Damasus haec ait: (Damat., in eoncil. Rom. apud Crescon. Collect.)
Spiritus Sanctus non est Patria tantummodo , aut Filii tantummodo Spiritus.
Scriptum cat enim : Si quis dilei'erit mundum, non est Spiritus Patris in ilh.
(I Joan., ii.) Item scriptum est: Qui aultm Spiritum Christi non habet, hic non est
ejus. (Rom. , fin.) Nomínalo itaque Patre et Filio , intelligitur Spiritus Sanc-
tua, de quo Filius in Evangelio dicit: Quia Spiritus Sanctus a Patre procedit,
elde meo accipiet, et annuntiabit vobis. Joan., iv. ¡Apud Barón., an. 447, n.° 21.)
(2) Bini.,ad Synod. Aquisgran . , t. m , Canctt.; Labbe, t. tu, p. 1198;
Bar., an. 809 , n.° 57.
36 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Para hacer ver que su resolución era inmutable, mandó el Papa
grabar inmediatamente el Símbolo de Constantinopla en griego y en
latín, sin la adición del Filioque, en dos escudos de plata, que pesa
ban noventa y cuatro libras, y los hizo colocar en la basílica de San
Pedro, á derecha é izquierda de la confesión (l).»
Digámoslo de paso, este hecho y el que vamos á referir son dos
pruebas monumentales de la fidelidad incorruptible con que la Iglesia
romana guarda las tradiciones del tiempo pasado. No solamente se
niega á las súplicas de Garlo-Magno, su bienhechor, para que se in
serten en el Símbolo de Constantinopla cuatro silabas que expresan
netamente un articulo de fe, sino que no canta el Símbolo en la Misa.
Entretanto que todas sus hijas , las iglesias de Oriente y Occidente,
hacen resonar sus basílicas con el Símbolo de Constantinopla , ella
mantiene el de los Apóstoles, y no lo recita sino en la administración
del Bautismo y cuando la costumbre prescribe la profesión de fe.
Sin embargo, los siglos pasan y las circunstancias cambian con
los siglos. Dirigida siempre por el Espíritu Santo, la Iglesia romana
liará más adelante lo que al principio ha rehusado, siendo tan infali
ble cuando ahora accede , como cuando antes lo rehusaba. Mientras
la procesión del Espíritu Santo no es atacada, la Iglesia no toca a sus
antiguas fórmulas tradicionales. Pronto se dejan oir sordos rumores :
hacia el año 866 suceden á los rumores las negaciones públicas, cuyos
órganos son, en Occidente el patriarca de Aquileya, y en Oriente
Focio, patriarca intruso de Constantinopla.
Roma entonces, para responder á estos novadores, como había
respondido á Arrio y a Macodonio, hace insertar en el Símbolo de
Constantinopla la adición Filioqw ; y no habiendo cantado nunca en
la Misa ningún Símbolo, canta el de Constantinopla asi explicado, y
manda que se «inte en todas partes. Desde entonces, un concierto
inmenso de voces católicas responde de día y de noche á las blasfemias
de los novadores (2).
La manera con que se hizo esta memorable adición , ofrece un
nuevo ejemplo do la sabiduría y prudente lentitud con que procede
(1) Hic vero , pro amore et cautela orthodoiae fidei fecit ubi supra (in
basílica sancti Pelri ) , scutos argénteos dúos , scriptos utroque symbolo , unom
quidem litteris Graecis , et alium Latinis , sedentes dextara laevaque super
ingressum corporh , pesantes argenti libras nonaginta quatuor, et uncías sex.
(Atuut. BiUiolA. in león III, apud Bar. , an. 809, n.° 62.)
(2) Bar., an. 883 , n.° 34.
HISTORIA DEL «FILIOQUE». 57
la Santa Sede. Se convocó en Roma un Concilio numeroso. Se expuso
al Soberano Pontífice que desde antiguo las iglesias de España , délas
Galias, de Inglaterra y Alemania estaban en posesión de cantar pú
blicamente el Símbolo de Consiantinopla ; que Roma las aprobaba,
Itero que en las circunstancias actuales , la prolongación de su resis
tencia á añadir el Filioque se podría interpretar por los malévolos
como una reprobación tácita ó como temor de profesar altamente la
fe ; que los enemigos de la Iglesia no dejarían de aprovecharse de
esto, haciendo surgir divisiones y acaso un cisma ; y que en todo
caso la adición del Fiiioque seria el mejor medio de confundir á
Focio y sus secuaces (1).
El Soberano Pontífice cedió á estas razones, y la autorización fué
concedida el año 883. Sin embargo, en Roma no se comenzó á cantar
el Símbolo sino ciento veintinueve años después, ¿instancias del
emperador San Enrique. Este gran principe , digno de Carlo-Magno
por sus virtudes y los eminentes servicios que prestó á la Santa Sede,
habiendo ido a Roma para ser coronado, se admiro de no oír cantar
el Credo en la Misa, y pregunto el motivo.
« He aquí, escribe el abad Bernon, lo que le respondieron en mi
presencia: La Iglesia de Roma no sé ha manchado nunca con ninguna
herejía ; sino que, fiel á la doctrina de San Pedro, permanece inmu
table en la fe católica. Por esto no tiene necesidad de hacer profesión
de su fe : este deber toca á las iglesias que han podido o pueden alte
rarla ó perderla (2).»
¡Magnifica respuesta! No obstante, instando el Emperador, el
Papa Benedicto VIII decidió que Roma misma cantase también el
Símbolo de alli en adelante. Y se canto el de Consiantinopla con la
adición Filioque (3).
Desde cualquier punto de vista que se considere, esta inserción
se hizo del modo mas legitimo y regular. Igualmente que las expli-
(I) Dilectio namque, quae ex Deo est et Deus est, proprie Spiritus Sanc-
tus dicitur, per quem chanta* Dei diffussa est in cordibus nostris , per quem
tota Tnnitas in nobis habitat. (S. Bern., Méiit., c. i.)
62 TRATAD0 DEL ESPÍRITU SANTO.
y bienaventurados. La obra del Espíritu Santo es, pues, mas comple
ta que las del Padre y del Hijo , como coronamiento de una y otra (1).
Que esta obra suprema pertenece al Espíritu Santo, se prueba con
toda claridad. Él es quien forma a María , madre del Redentor, y en
el virginal seno de María al Redentor mismo. Él es quien lo dirige,
le inspira , le da el hacer milagros y lo glorifica : Ule me clarificabit.
Él es quien , como prolongación de esta obra de santificación univer
sal , forma la Iglesia, madre del cristiano, y en el seno virginal de la
Iglesia al cristiano mismo, hermano del Verbo encarnado. Él es quien
lo dirige, lo inspira y lo levanta poco á poco á la santificación, y de
la santificación á la gloria (2).
Esta grande obra , sintesis magnífica de todas las obras del Padre
y del Hijo, no podia quedar aislada en las regiones inaccesibles de la
eternidad. Lejos de eso, debia hacerse palpable y realizarse en el
tiempo. Para realizarla , pues, el Espíritu Santo ha debiólo de tener
una misión. Es menester, antes de pasar más adelante, explicar esta
palabra , tan frecuentemente pronunciada y tan poco comprendida.
Cuando la teología católica habla de las personas divinas, entiende
por misión : El destino eterno de una persona de la Trinidad para
cumplir una obra en el tiempo, destino qw se le da por la persona de
quien procede (3). Desde toda la eternidad estaba decretado que el
Verbo se hiciera hombre y viniera al mundo para salvarlo (4) : he ahi
su misión. Desde toda la eternidad estaba decretado que el Espíritu
Santo viniera al mundo para santificarlo (5) : he ahí la misión del Es
píritu Santo.
(I) Haec cst enim voluntas Dei sanctificatio veslra. (1 Ten., iv, 3.)
(2) In virtute sscundum Spiritum sanctificationis , etc. Sobre este texto,
dice Cometió : Hanc potentiam (faciendi miracula, remittendi peccata,
sa;:ctiCeandi nomines) Verbum caro factum habuit a Spiritu Sánelo , qui
tolum lioc unionis hominis cum Dco opus in Christo peregit , eumque ita
san ctiticavit , ut illi virtutem dederit omnes nomines sanclificandi. (In Epi>t.
ad fíom., c. i, 4.)— El mismo comentador añade : Per Spiritum Sanctum , id
cst. Spiritu Sancto eum movente et incitante ad se aponte sua offerendum
Patri, pro peccatis nostris. (In Epist. ad Hebr., c. ix. 14.)
(3) Missio est unius personae a persona ex qua procedit deatinatio ad
aliquem effectum temporalem. (Vid. S. Th., 1 p., q. xuu,art. t.— Vilaa.,
De Trini/., p. 8, art. 5.)
(4) Non enim miait Deus Filium suum in mundum , ut judicet mundum,
sed ut salvctur mundus per ipsum. (Joan. , til, 17.)
(5) Spiritus Sanctus procedit temporaliter al saictificandam cieaturam.
(8. Aog., De Trinil., lib. m , c. iv.)
MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 61)
De este modo, hay en las personas divinas tantas misiones como
procesiones. El Padre no tiene misión, poique no procede de nadie.
El Hijo recibe su misión del Padre solo, porque solamente de Él pro
cede (i). El Espíritu Santo la recibe del Padre y del Hijo, porque
procede de ambos (2).
Oigamos á San Agustín: « El Hijo, dice, es enviado por el Padre,
porque Él apareció en carne , no el Padre. Vemos también que el Es
píritu Santo ha sido enviado por el Hijo : Cuando yo me vaya, os lo
enviaré ; y por el Padre : El Padre os le enviará en mi nombre. Por
donde claramente se ve que ni el Padre sin el Hije, ni el Hijo sin el
Padre han enviado al Espíritu Santo ; sino que éste ha recibido su
misión del uno y del otro. Sólo del Padre no se lee en parle alguna
que haya sido enviado : la razón es que ni es engendrado, ni pro
cede de nadie. En efecto : ni la luz ni el calor envían el fuego , sino
que el fuego envía el calor y la luz (3).»
No pasemos adelante sin admirar la exactitud profunda del len
guaje divino. Cuando el Verbo encarnado anunció el Espíritu Santo á
sus Apóstoles , dice : « Él me glorificara , porque tomará de lo-mio y
os lo anunciará (4).» No dice : tomará de mi ; porque esto sería decir
en cierto modo que Él era el único principio del Espíritu Santo, y
que el Espíritu Santo procede del Hijo como éste del Padre, es decir,
de Él sólo. Mas no es asi , y por eso dice : Tomará de lo mío, y no
dice de mi. Pues si bien toma de Él , no toma sino lo que el Hijo ha
tomado del Padre. Por manera, que la misión del Espíritu Santo
viene juntamente del Hijo y del Padre, de quien el Hijo mismo lo ha
recibido todo.
Por lo demás, no se crea que la misión implique ningún género
de inferioridad en el que la recibe con relación al que la da. La misión
no denota inferioridad , igualmente que la procesión, de la que es con
secuencia. «En las personas divinas, dice sabiamente Santo Tomás,
la misión no implica sino procesión de origen , que es con igualdad. ...
Y asi esta misión es sin separación; solo indica distinción de ori-
~
*
(1) Qui misil me Pater. (Joan., vin, 16.)—Misit Deus Filium suum.
fGal. , iv , 4.)
(2) Cum autem venerit Paracletus , qnem ego mittara vobis a Paire.
(Joon., xv, 26.)
(3) Contra Serm. Ariarn., c. n.° 4,
(4) Joan. , xvi , 15.
64 ' TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
gen(l).» De este modo, aunque la comparaciónes imperfecta, el rayo
es enviado por el foco, y la planta echa su flor, sin separarse entre si,
y conservando en ambos casos la naturaleza de sus principios res
pectivos.
Completemos estas nociones fundamentales, añadiendo que hay
dos clases de misión para el Hijo y el Espíritu Santo, una visible y
otra invisible. Para el Hijo la misión visible fué la Encarnación , para
el Espíritu Santo su aparición en el Bautismo de Nuestro Señor, en
el Tabor y el día de Pentecostes. En el Hijo la misión invisible tiene
lugar todas las veces que como sabiduría infinita y luz sobrenatural
se comunica al alma bien dispuesta , en la cual habita como en su
templo. En el Espíritu Santo la misión invisible se renueva siempre
que como amor infinito y caridad sobrenatural se comunica al alma
bien preparada, en la cual habita como en su santuario (2).»
El objeto de esas dos misiones es asimilar el alma a la persona
divina que es enviada a ella : Símiles ei erimus. Ahora bien: como el
Hijo, luz eternal, y el Espíritu Santo, eterno amor, han sido envia
dos para todo el mundo, la intención de Dios es asimilarse el género
humano, y asimilándoselo por la verdad y la caridad , deificarlo. ¡ Oh
hombre ! ¡ Si comprendieras el don de Dios; si scires dotium Dei! En
el entendimiento divino esta misión no es transitoria, sino perma
nente ; lo es , en efecto , en tanto que el hombre no le dé fin por el
pecado mortal. Y no solamente lleva al alma las luces del Hijo y los
dones del Espiritu Sarrio, sino que el Hijo y el Espíritu Santo vienen
en persona a habitar en ella (3).
(1) Talis misaio. est sine aeparatione , sed habet solam diatinctionem
originis. (1 p. , q. xlui, art. 1.)
('2) Tune invisibiliter Filias unicuique mutilar, cum a qcoquam cogno-
acítur atque percipitur. (S. Aug., apnd S. Th., 1 p., q. icliii, art. o, ad 1.)—
Anima per gratiam conformatur Deo. Unde ad hoc quod atiqua persona
divina mittatur ad aliquem per gratiam , oportet quod fíat aasimjlatio illius
ad divinam personam quae mittitur , per aliquod gratiae donum. Et quia
Spiritus Sanctus est amor , per donum charitatis anima Spiritui Sancto
assimilatur. Unde secundum donum charitatis attenditur misio Spiritus
Sanoti. (Ibid., ad 2.)
(3) Si quis diligit me.... ad eum veniemus et manaionem apud «um
faciemus. (Joan., xiv, 23.)—Spiritus Sanctus per charitatem et gratiam nos
formaliter justificat, inbabitat. vivifícat et adoptat. Justitia enim inhaerens,
non est una aimplex qualitaa. Sed multa complectitur.... ac ipsum Spiritum
Sauctum donorum auctorem.... non tantum donatur homini chantas et
, MISIÓN DEL ESPIRITU SANTO. 65
Completar la obra'del Verbo haciendo en los corazónes lo que Él
había hecho en las inteligencias, acabar de esto modo la transforma
ción del hombre en Dios, es la magnifica misión del Espíritu Santo.
En razón de su importancia suprema, debió de ser el último térmíno
del pensamiento divino, y, por consiguiente, el alma de la historia,
el móvil y la clave de todos los acontecimientos realiza dos desde el
origen del mundo. Si , pues , la Encarnación del Verbo ha debido ser
conocida de todos los pueblos, y por esto prometida, figurada, pre-
dicha, preparada desde la creación del hombre, con mayor ra
zón ha debido suceder lo mismo con la misión del Espíritu Santo, que
corona la Encarnación ; este razonamiento está confirmado por los
hechos.
Pues para que se entienda bien que las promesas, figuras, pro
fecías y preparaciones , cuyo cuadro vamos á bosquejar, se refieren
á la tercera persona de la Santísima Trinidad, y no a ningún otro
espíritu , será bueno recordar la enseñanza de los Padres sobre la sig
nificación que la palabra Espíritu tiene en las Escrituras.
Basta oir á San Agustín : « Se puede preguntar, dice, si cuando
la Escritura dice el Espíritu de Dios, sin añadir nada más, se debera
entender el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad,
consubstancial al Padre y al Hijo, por ejemplo: Donde está el Espíritu
de Dios , allí liaij libertad ; y en otra parte : Dios nos lo ha revelado
por su Espíritu ; y aquello otro : Lo que hay oculto en Dios , nadie lo
sube más que el Espíritu de Dios. En estos y otros muchos pasajes
donde nada se añade , se trata evidentemente del Espíritu Santo : el
contexto lo da a entender claramente. En efecto : ¿de qué otro habla
la Escritura cuando dice : El Espíritu mismo da testimonio ú nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios;— El Espíritu mismo anuda nues
tra debilidad;—Uno es é idéntico el Espíritu que opera todas estas cosas,
repartiendo á cada uno como quiere? En todos estos lugares no se
añade á la palabra Espíritu ni la palabra Dios , ni la de Santo; y, sin
embargo , es cosa clara que se trata del Espíritu Santo.
No sé si se podría probar con un solo ejemplo auténtico , que
donde la Escritura nombra el Espíritu de Dios sin aditamento , pre-
tenda hablar , no del Espíritu Santo , sino de algún otro espíritu bue-
gratia , vel ipse Spiritus Sanctus quoad dona aua dumtáxat; sed etiam datur
¡psissima persona Spiritus Sancti ac consequenter datnr ipsa deitas totaque
sancta Trinitas. (Corn. a Lap., in I Pelr., í , i .)
TOMO II. ü
66 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
no , pero criado. Todos los textos que se citen en contrario , son dudo
sos^ necesitarían aclaraciones (1). »
Lo acabamos de ver: estaba decidido en los consejos eternos que
dos personas de la Santísima Trinidad descendieran visiblemente al
mundo ; el Hijo para salvarlo por sus méritos infinitos ; el Espíritu
Santo para santificarlo con la efusión de su gracia. Pero cuando un
monarca , tiernamente amado de su pueblo , debe visitar las diferen
tes partes de su reino derramando beneficios por doquiera , todas las
gentes se preocupan de su venida. La fama va delanle de él , los co
rreos le preceden , todos los caminos se allanan ante él , y nada se
omite para prepararle una recepción digna de las esperanzas que ha
hecho concebir y del entusiasmo que inspira.
Esto es lo que Dios hizo para preparar la venida del Verbo encar
nado : no hay un cristiano que no lo sepa. El Deseado de las naciones,
prometido , figurado , profetizado y esperado durante cuarenta siglos,
domina majestuosamente el mundo antiguo. Es el alma de la ley y
los profetas , objeto de todos los votos , fin de todos los acontecimien
tos, clave de la elevación y la caída de los imperios; en una palabra:
es el eje divino sobre el cual gira todo el gobierno del universo.
Esta preparación , que asombra con su grandeza y majestad , no
era solamente debida á la segunda persona de la Santísima Trinidad,
sino también á la tercera. El Espíritu Santo, igual al Hijo en la dig
nidad de su naturaleza , superior en cierto sentido por la sublimidad'
de su misión, y debiendo descender personalmente á la tierra como
el Hijo , debía ser precedido , como el Mesías , de una larga serie de
promesas, figuras , profecías y preparaciones, para ser objeto cons
tante de la expectación universal no menos que el Hijo : Desidertitus
cunctis gentibus. La fe no se equivoca en esta inducción. La historia
nos va á mostrar á la tercera persona de la Trinidad ocupando el
mismo lugar que la segunda , ya en el pensamiento de Dios, ya en la
esperanza de los hombres, ya en la dirección de todos los sucesos del
mundo antiguo , durante el largo intervalo de cuatro mil años.
(I) /*íá.,v. 28-39 —El día mismo do Pentecostés declaró San Pedro á
los judíos, que las nnravülas que presenciaban con sus ojos eran el cum
plimiento de la promesa del Señor, hedía por el profeta Joel. Todos los
Padres hablan como el Príncipe do los Apóstoles. (Víase, entre otros, & San
Crisoit., ín princ. Acl. Ap., y Corn. a Lip. fn Joel, n, 28.)
EL ESPÍRITU PROMETIDO Y FIGURADO EN EL ANT. TESTAM. 69
tierra de Egipto ; y mi Espíritu estara en medio de vosotros ; no te
máis.... Aún falta un poco ; y yo conmoveré el cielo , y la tierra, y
la mar, y todo el universo. Y moveré todas las gentes , y vendrá el
Deseado de todas las naciones , y henchiré esta casa de gloria...., y
grandf s#rá la gloria de esta última casa, más que la de la pri
mera (1). n
Esta segunda promesa, más explícita que la primera, no se limita
al anuncio de la venida del Espíritu Santo , sino que designa la época.
Vendrá cuando el mundo será sacado de la verdadera esclavitud de
Egipto por la sangro del .Cordero de Dios, cuando los Apóstoles se
dedicaran á construir el gran edificio católico en que el Espíritu Santo
debe habitar eternamente.
Hacia la misma época , otro profeta , Zacarías, es encargado do
anunciar la venida del divino Espíritu , que debe cambiar la faz de
la tierra , después de haber camfiiado los corazones. También aquí el
Señor tiene cuidado de reunir en la misma predicción la venida del
Mesias y el descendimiento del Espíritu Santo. La razón es que estos
dos acontecimientos se relacionan íntimamente. El primero es la prueba
del segundo, y el segundóos consecuencia del primero. No se puede
admitir el uno sin admitir el otro. «Y acaecerá en aquel día , dice el
Señor, procuraré abatir todas las gentes que vengan contra Jerusalén.
Y derramaré sobre la casa de David , y sobre los moradores de Jeru
salén , el Espíritu de gracia y de oración ; y pondrán su vista en Mi,
a quien habrán crucificado. Y llorarán sobre Mí , como sobre un hijo
único ; y harán duelo como se suele hacer en la muerte de un primo
génito (2).»
Zacarías , dicen los Padres é intérpretes , leyendo lo más remoto
de las edades , fija su vista en el día memorable de Pentecostés , en
que el Espíritu Santo desciende sobre los Apóstoles reunidos en Jeru
salén. Ve al divino Espíritu produciendo la gracia y la santificación;
después oye los gemidos y súplicas de las almas iluminadas sobre el
enorme atentado cometido por la nación judia en la persona adorable
del Mesias. Todo esto es tan preciso, que el libro de los Hechos Apos-
(I) Agto , ii, v. 2-10.—Todos los Padres, San Atanasio, San Cirilo do
Jerusalén , San Gregorio Niceno , Teodoreto , etc., han visto en estas nota
bles palabras la promesa del Espíritu Santo. (Véanse , entre otros, San Jerón.
tn Agg., ii, y Corn. a Lap., ibH.)
(2) Zach., xn, 9 , 10.
♦
70 TBATADO DEL ESPIRITU SANTO.
tólicos , al referir la historia de Pontéeosles , no parece sino la repro
ducción de las palabras de Zacarías (1).
Pero Dios no anunció solaraente-al mundo la venida del Espíritu
santilicador por medio de estas promesas solemnes y otras muchas
que abundan en el Antiguo Testamento.
En cuanto al Mesias , vemos que , además de las promesas , hay
innumerables figuras, que llaman continuamente la atención hacia
el futuro Libertador. Lo mismo sucede respecto del Espíritu Santo.
Al lado de las promesas se muestran constantemente las figuras, que
lo revelan en su naturaleza y en sus dones. Apoyándonos en la auto
ridad de los santos Doctores , vamos á dar a conocer algunas.
El Espíritu de los siete dones, que es el principio vital, la luz, la
belleza del mundo moral y de la Iglesia en particular, se encuentra
representado en los diferentes setenarios que tan frecuentemente sa
len en la creación del mundo material y en la formación del pueblo
figurativo. Citaremos sólo dos ejemplos : el mundo físico fué criado
en seis días , seguidos del día del descanso ; y lo mismo sucede con
el mundo moral. El sublime compendio de éste, el hombre, es for
mado por el Espíritu de los siete dones.
En el orden de la naturaleza , la luz aparece el día primero.
Es figura del don de temor, mediante el cual el hombre comienza á-
conocer á Dios eficazmente, conforme aquella palabra del Profeta: (
El temor de Dios es el principio de la'sabiduría.
En el segundo dia de la creación se despliega el firmamento que
separa las aguas inferiores de las superiores. Es emblema del don de
ciencia, que nos enseña á discernir las doctrinas verdaderas de las
falsas. Adornado el hombre de este precioso don, se asemeja al fir
mamento por la estabilidad inquebrantable de su fe. Manteniendo una
separación radical entre la verdad y el error, les impide juntarse ja
más en su inteligencia para sumirla en el caos. No de otro modo el
firmamento, colocado inmutablemente entre lasaguas superiores y las
inferiores, les impide confundir sus masas y producir un nuevo di
luvio.
El tercer dia la tierra se separó de las aguas. La tierra, mostrando
enjuta su superficie, se cubre de toda suerte de hierbas y plantas. Es
una imagen viva del don de piedad. Separado el hombre de las aguas
inferiores, es decir, de las doctrinas de mentira, idolatría, supersti
ción, incredulidad, y vivificado por el don de piedad, honra al ver
-
CAPÍTULO IX.
(1) Virga beata virgo María , flos Christus , radix familia Davidis jam
ablato sceptro quasi emortua et succisa , ita ut sola ejm radix in plebe laterc
el vivere videatur: sed haec ipsa reflorescente profert florem Christum tan-
quam regem regum. (S. Hier., in huno loe.)
(2) S. Hier. Ihid., in /*., xi.
7S TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
' v*'
Consultemos también aquí la historia, y preguntémosla qué día se
realizó este cambio tan admirable. ¿Quédia se rompió el cetro de
hierro que por espacio de dos mil años pesaba sobre la cabeza del
mundo pagano ? ¿Qué dia comenzó la destrucción del reino de la ido
latría ? ¿ Qué día se abrazaron por vez primera como hermanos los
Judíos y los Gentiles? ¿Qué día comenzó, para no acabar jamás» ||
veneración del Calvario y el culto de su Sepulcro santo y glorioso?
Toda la tierra nombra con voz unánime el dia por siempre memora
ble de Pentecostés. Si preguntáis al Mesias mismo , que es el autor
de todos esos portentos , á quien debemos rendir nuestro agradeci
miento, os responde con humildad : « El Espíritu de Dios sobre mi;
por lo que me ha ungido ; para dar buenas nuevas á los pobres me
ha enviado , para sanar á los contritos de corazón , para anunciar i
los cautivos redención y a los ciegos vista , para poner en liliertad á
los quebrantados.... Hoy se ha cumplido esta escritura (1).»
Escuchemos á otro Profeta. Ezequiel describe con igual precisión
que Isaías á la tercera persona de la Santísima Trinidad , su venida,
sus caracteres y sus admirables operaciones. También aquí el Verbo
y el Espíritu Santo se dan la mano para trabajar en la regeneración
del mundo. « Santificaré, dice'el Señor, mi grande nombre, que está
deshonrado entre las gentes.... , para que sepan las gentes que yo soy
el Señor.... Y derramaré sobre vosotros agua pura , y os purificaréis
de todas vuestras inmundicias , y de todos vuestros ídolos os lim
piaré. Y os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo en
medio de vosotros. Y quitaré de vuestro pecho el corazón de piedra,
y os daré corazón de carne. Y pondré mi Espíritu en medio de vos
otros ; y haré que andéis en mis preceptos , y que guardéis y hagáis
mis juicios.... Y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios (2). » '
La primera cosa que llama la atención del profeta es el gran iiaáfr- .
bre de Dios indignamente profanado entre todas las naciones. He abí
claramente el reinado de la idolatría , tal como la historia nos lo
muestra á la venida del Redentor ; reinado de supersticiones vergon
zosas y crueles , en que el nombre de Dios dado á los cocodrilos/f ,'-
las serpientes , á los gatos , á las legumbres y á las piedras , rec8Sj$.''
los más sangrientos ultrajes. Luego, el Profeta ve caer repentfafe'} .
mente del cielo un agua pura que lava la tierra y á sus habitantes
todas sus iniquidades, y que el nombre santo de Dios vuelve a a6r; _
(I) .S. Aug. , De iloct. rhriti., lib. ni, c. ixxiv , n.° 28 : et Paires, passim
apud Com. n Lapid., Ezech., xxxvi , 25.
8(1 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
hombre, diras al espíritu : Esto dice el Señor Dios: de los cuatro
vientos, ven, ¡oh Espíritu!, y sopla sobre estos muertos, y revivan.
» Y profeticé como me lo había mandado: y entró en ellos espíritu
y vivieron : y se levantaron sobre sus pies un ejército numeroso en
extremo. Y me dijo: Hijo de hombre, todos estos huesos, la casa de
Israel es : ellos dicen : Secáronse nuestros huesos, y pereció nuestra
esperanza, y hemos sido cortados. Por tanto, profetiza, y les dirás:
Esto dice el Señor Dios : He aquí yo abriré vuestras sepulturas, y os
sacaré de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os conduciré á la tierra
de Israel. Y sabréis que yo soy el Señor.... cuando pusiere mi Espí
ritu en vosotros, y viviereis, y os haré reposar sobre vuestra tierra;
y sabréis que yo el Señor hablé é hice, dice el Señor Dios
Energía , precisión , transparencia , ¿qué le falla á esta profecía
sobre la resurrección moral de la humanidad por el soplo del Espí
ritu Santo ? Cuando la tercera persona de la augustísima Trinidad
sopló sobre el mundo por la palabra de los Apóstoles salidos del Ce
náculo, ¿no era toda la tierra un campo lleno de huesos? ¿Qué pue
blo vivía entonces con la vida verdadera? Esos huesos, ¿no estaban
desecados por el tiempo, y calcinados por el hálito abrasador del
Espíritu homicida, espíritu de orgullo y sensualidad? ¿Qué otro Espí
ritu esparció el movimiento y la vida en ese vasto osario del linaje
humano? Proponer estas cuestiones equivale á resolverlas.
Pasemos á otra profecía. En ella aparecen igualmente reunidas las
dos personas adorables de la Trinidad , cuya venida había de salvar
al universo. Es Zacarías quien habla. Bajo la figura del restableci
miento de Israel en la patria de sus abuelos y de la construcción del
segundo templo, anuncia la gran realidad del restablecimiento uni
versal de todas las cosas y la fundación de la Iglesia , templo inmor
tal del verdadero Dios. El Oriente magnifico se levanta sobre el
inundo : se construye Él mismo un templo del que es á la vez el pon
tífice y la piedra angular. Siete ojos brillan en esta piedra magnífi
camente cincelada. Ante sus esplendores , la iniquidad desaparece de
la tierra, y la paz reina por todas parles.
«Oye Jesús, sumo sacerdote, dice el profeta, tú y lus amigos
que moran delante de ti, que son varones de portento : Mira que
yo haré venir á mi siervo el Oriente. He aqui la piedra que puse
delante de Jesús : sobre esta única piedra hay siete ojos : he aqui yo
la labraré con cincel , dice el Señor de los ejércitos , y quitaré la mal-
(I) Status novae legis medias est ínter statum veteris legis, cujus figurae
implentur in nova lege , et Ínter statum gloriae in qua omnis nade et perfecta
roanifestabitur veritas. (3 p., q. lxi, art. 4, ad I.)
(i) Superferebatur huic materiae.... excellentia et eminentia dominan-
tia super.omnia voluntatig, ut omnia conderentur. (S. Aug., De dicen. <¡unesi.,
lib. ii , n.» 5.)
8S TBVTADO DEL ESPIRITO SANTO.
especie, ya su propio ser, ya el poder hacer dentro de su, esfera particu
lar lo que conviene á su naturaleza. Seguramente , no es alma substan
cial de las cosas y subsistente en ellas ; sino que, como distribuidor
magnífico de sus dones, los comunica y reparte según las necesidades
de cada criatura. Semejante al sol, á todo da calor, y sin diminución
alguna de si mismo, presta y distribuye á cada uno de los seres lo que
le es necesario y suficiente (1).»
San Basilio añade : « No encontraréis ningún don en las criaturas,
sea del género que fuere, que no provenga del Espíritu Santo (2).«
El firmamento, que es la parte más bella de la creación material,
le debe toda su magnificencia. Cuando el ojo contempla el innumera
ble ejército de los cielos, el brillo deslumbrador de esos batallones, el
orden de su marcha , la incomprensible rapidez y precisión de sus
movimientos , no se olvide el corazón de dirigir un himno de recono
cimiento á la tercera persona de la adorable Trinidad. Todos esos pri
mores , todas esas grandezas le gritan : Ipsr. fecit nos , Él es quien nos
hizo (3).
No es menor la gratitud del mundo angélico. Los esplendores in
efables con que brillan las jerarquías celestiales, astros vivos del em
píreo, al Espíritu Santo se los deben. < Si con el pensamiento, dice
San Basilio, suprimís al Espíritu Santo, todo es un caos en el cielo.
Se acabaron los coros angélicos, se acabaron las jerarquías, se acabó
la ley, y el orden, y la armonía. ¿Cómo cantarán los ángeles: Gloria á
Dios en las alturas , si no reciben del Espíritu Santo el poder hacerlo?
.¿Puede alguna criatura decir : Señw Jesús , si no es por el Espíritu
Santo? Y cuando las criaturas hablan por el Espíritu Santo, nadie
dice anatema a Jesús. Si los ángeles rebeldes pronunciaron ese ana
tema , su caída es la prueba de que para perseverar en el bien , las
inteligencias celestiales tenían necesidad del Espíritu Santo.
ik mi ver, Gabriel no pudo anunciar lo futuro sino con la pres
ciencia del Espíritu Santo. La prueba está en que la profecía es uno
de los dones del Espíritu divino. Por lo que toca a los Tronos y las
(1) Hic Spiritus Sanctus omnium viventium anima ... orania nntrit et
absque ulla sui diminutione integritatem *uarn do inexhausta abundantia .
quod satis est et sufficit, ómnibus commodatct impartit. (S. Cyp., sive qui-
vis aliua, Serm. in die Ptnttco't )
(i) Nequo enira est ullum omnino donum ¿bsque Spiritu Sancto ad crea-
turam perveniens. (Lib. ieSpir. Smol., xxiv, n.' 55.)
(3) Verbo Domini coeli firmati sunt . et Spiritu oris ejus omnia virtus
eorura. (Pa. xxxn, ti.)— ¡Spiritus ejus ornavit coeloa. {M., xrxvi, 13.)
PREPARACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.
Dominaciones, los Principados y las Potestades , ¿como habrían do
gozar de la bienaventuranza si no vieran constantemente la cara del
Padre que está en los cielos? Pues la visión beatifica no tiene lugar
sin el Espíritu Santo. Si por la noche quitáis la luz de una casa , todos
los ojos se quedan ciegos ; órganos y facultades , todo parece inerte,
no se distiugue ni la hermosura , ni el valor de los objetos ; el oro se
pisa ignorantemente como si fuera hierro. Del mismo modo, en el
orden espiritual es también imposible que la vida bienaventurada del
mundo angélico suhsista sin el Espíritu Santo, como es imposible que
un ejercito guarde el orden sin un general que lo mantenga, y que
una orquesta conserve la armonía sin un director que regule los
acordes.
» Y los seralines , ¿cómo podrían decir : Santo, santo, santo, si
el Espíritu no les enseñase cuándo deba cantarse el himno de gloria?
Si , pues , los ángeles alaban á Dios y sus maravillas , lo hacen con
ayuda del Espíritu Santo ; si millares y millares de ellos , que asisten
de pie en presencia de Él , ejecutan sus órdenes soberanas , no llenan
dignamente sus funciones sino por la virtud del Espíritu Santo. En
una palabra : ni la sublime é inefable [armónía de los ángeles en el
culto de Dios , ni el acuerdo maravilloso que reina entre estas inteli
gencias celestiales, podrían existir sin el Espíritu Santo (1).»
¿Queda probada con bastante claridad la acción del Espíritu Santo
sobre los ángeles ? Gracia , perseverancia en el bien , conocimien
to de lo futuro, bienaventuranza , armonía , hermosura , todo lo
debe el mundo angélico á la tercera persona de la Santísima Tri
nidad.
Pasemos mas adelante. Para enseñar a todas las generaciones que
es autor de todas las bellezas del cielo y de la tierra , el Espíritu de
los siete dones se graba á Sí mismo en todas sus obras , todo lo hace
con el número siete. Como testigos de su acción y predicadores de su
futura venida , lucen en el firmamento siete planetas principales. En
el mundo inferior, el tiempo se divide en siete dias. Desde Adán
hasta Noé , siete grandes patriarcas marcan la ruta de los siglos (2).
El espacio entre la inmolación del cordero pascual y la promulgación
(I) Hic est Spiritua Sanctua quem Magi in Aegypto tertii signi osten-
sione convicti , cum sua deíecisae praestigia faterentur, Doi digitum appe-
larunt. libid.)
(i) Hic Spiritua Rubri maria aquas siccavit , et suspenaia hiac ind«
vehementissimis (luctibus.... populum ad spiritalem eremi libertatem eduxit
incolumem. (Ser., ubi suprn.)
(3) Non dimiaiati coa in deserto.... Spiritum tuum bonum dediati qui
doceret oos. (II F.tdr., íx, 19, 20.)
(4) Etcod., xxicI, 18.—Legimm dígito Dei scriptam legem, et datam per
Moyrmi sanctum servum ejus ; quem digitum Dei multi intelligu:it Spiritum
Sanctum. (S. Aug., Enarrat., in ps. VIII, n.° 7.)
PREPARACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 93
oro , y plata , y cobre , de mármol y piedras preciosas y diversidad
de maderas. Y le he dado por compañero a Ooliab.... para que hagan
todo lo que te he mandado, el tabernáculo de la alianza y el arca del
testimonio, y el propiciatorio que está sobre ella, y todas las bases
del tabernáculo (1).» En esta obra primorosa de todas las artes re
unidas , no hay una parte que no sea una figura, un bosquejo de la
Iglesia catolica, tabernáculo inmortal que el Espíritu Santo había de
construir á la augustísima Trinidad.
¿Se necesita un caudillo animoso y hábil, que introduzca la na
ción santa en la tierra de promisión ? El Espíritu Santo forma á Josué,
hijo de Num (2). ¿Hacen falta también magistrados supremos, que
con un» mano dicten juicios llenos de equidad y con la otra rechacen
con su espada misteriosa á los reyes de Siria, á los Madianitas, á los
hijos de Ammón, á los Filisteos y otros enemigos de Israel? El Espí
ritu Santo suscita sucesivamente a Othoniel , Gedeón , Gepté , Sansón,
Samuel y esa larga serie de sabios y guerreros , á quienes los demás
pueblos no tienen quien comparar (3).
¿Tiene necesidad el pueblo figurativo, en las diferentes épocas de
su existencia, de un prodigio de fortaleza, de sabiduría, de ciencia,
de piedad? El Espíritu de los siete dones lo hace] aparecer sin tar
danza : debajo de su mano ningún elemento se resiste, i Toma un
pastor, dice un Padre, y hace de él un tañedor de arpa, que sabe
subyugar á los espíritus malos. Ve á un cabrero cogiendo moras, y lo
convierte en profeta. Acordaos si no de David y de Amos. Observa
un joven apuesto, y lo constituye juez de los ancianos: testigo Da
niel (4).
Enemigo de avaros y falsarios , castiga á Giezi con incurable lepra.
Impone silencio á Balaam pagado para maldecir; hace que sea repren
dido por su asna y (pie esta le magulle la pierna, obligándole á vol
verse á su país, lleno de confusión , cojo y con las manos vacias. Él
es quien mantiene el orden que se admira en la nación santa, el que
Sumario.—María creada para ser esposa del Espíritu Santo.— Petición del
desposorio.—Consentimiento de la Santísima Virgen.—María creada pnra
ser madre del Verbo encarnado. — Misterio de la Encarnación. — Expli
cación de las palabras del ángel.— María creada para ser la base dela
Ciudad del bien.—Por quéNuestro Señor Jesucristo no se la llevó consigo
al cielo.—María nodriza de la Iglesia, — institutora de los Apóstoles ,—
fortaleza de los mártires , — consuelo de los fieles. — María continúa su
misión después de su muerte.— Dos cabezas de Satanás : la idolatría y la
herejía.—María las quebranta.—Querra de Satanás contra María.
(I) Alhert, Magn., apud Dion. Carth. De laúd. Virg., lib. i, C. xiI.
(i) Merito in te respiciunt oculi omnis creaturae, quia in te, et per la
ot de te benigna manus Omnipotente quidquid creaverat, recreavit. (Serm. II
dt Penter.oH.)
100 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
veamos de qué manera es solicitado el de la Santísima Virgen. Las
tres personas de la Santísima Trinidad envían un embajador , encar
gado de pedirla en matrimonio. Asombrada de tanto honor , Maria su
turba ; mas pone sus condiciones, y trata con Dios como de igual a
igual. Yo consentiré, dice, con la condición de conservar intacta la
azucena de mi virginidad. Asi, una jovencita de quince años tiene en
sus manos la salvación del mundo. De su voluntad depende que se
cumpla la obra , a la cual se refieren , desde la eternidad , todos los
divinos consejos.
La augusta Trinidad aparece como suplicante en presencia de
Maria. ¡Trance inefable , que contiene toda una revolución moral ! La
mujer , que hasta entonces había sido el ser mas abyecto , se hace de
repente el ser más respetado. ¿ Tendrá el género humano un Salvador?
La respuesta de una mujer va á decidirlo. María reflexiona. Al acep
tar el doble titulo de esposa del Espíritu Santo y madre del Verbo,
sabe que acepta el de Reina de los mártires. Ante sus ojos se desen
vuelve una larga serie de imágenes lúgubres y sangrientas , el pese
bre, la cruz, el calvario, todo estoserá para ella, puesto que ha de
ser para su hijo.
«Consentid, consentid , le grita San Agustín ; no retardéis la sal
vación del mundo. El ángel ha empeñado su palabra ; quedaréis vir
gen y seréis madre ; tendréis un hijo, y vuestra virginidad no sufrirá
detrimento. ¡ Feliz Maria ! Todo el género humano que está cautivo,
te suplica que consientas. El mundo te constituye junto á Dios en
rehenes de su íe. No tardes ,. responde al embajador ; consiente en ser
madre , empeña tu palabra y experimentarás la virtud del Omnipo
tente (i).»
Maria ha inclinado dulcemente sú cabeza virginal , y ha dicho: He
aquí la esclava del Señor , hágase en mi según tu palabra. Ya es
esposa ; ya es madre ; y su corona nupcial es una corona de espinas,
y las alegrías de su maternidad son el principio de un martirio pro
longado. Entre tanto , el mundo está salvado /salvado por una mujer ;
y el anatema, cuarenta veces secular, que pesaba sobre la mujer,
queda levantado para siempre ; porque en adelante la mujer aparecerá
a la cabeza de todo bien.
(I) Jam audisti quomodo liet hoc ¡ responde nunc verbom. Vitam
quid tricas mundo? Noli morari, Virgo; nuncio festinanter responde verhuin
et suscipe filium; da fidem, et sentí virtutem. (Serm. XXIII deSanct.—S. Hem.,
Serm. I!I *up. Múms..)
EL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 107
Sin embargo, el Espirita Santo ha venido sobre María , y el ser
santo que de ella nacerá , sera llamado Hijo de Dios. ¿ Por qué Hijo
de Dios y no Hijo del Espíritu Santo ? La fe católica responde por
boca de sus Doctores: No será llamado, ni será Hijo del Espíritu San
to, porque no será formado de la substancia del Espíritu Santo. Su
carne , carne será de Maria , y María será su madre ; pero como su
carne no ha sido formada de la substancia del Espíritu Santo, el Es
píritu Santo no será su padre.
Notemos la precisión maravillosa del lenguaje divino. El ángel
uo dice : El será Humado , ó Él seni santo ; sino que dice : El ser santo
que nacerá de ti , será llamado Hijo de Dios. En efecto : el que María
concibe existia desde largo tiempo ; era santo por esencia é Hijo de
Dios. No había , pues , más que llamarle lo que era , y llamándole
asi , manifestar «pie era Hijo de Dios , no por adopción , sino por na
turaleza.
El ángel no dijo : El santo que nacerá de ti , sino La cosa santa,
el ser santo que nacerá de ti. ¿ Por qué ? Poíque un gran número son
llamados santos ó santificados ; pero no hay más que una cosa santa,
uu ser santo, la santidad misma , de donde emana la de todos los
santos. Este ser Santo es el Santo de los Santos, el Hijo de Maria.
Extraño á las prevaricaciones de Adán , concebido por obra del Espí
ritu Santo, nacido de una virgen sin mancha , no tuvo necesidad, ni
en su concepción , ni en su nacimiento , de una santificación acci
dental , sino que es santo por esencia y la santidad misma (1).
Ved ya , pues , á la joven virgen de Judá hecha.esposa del Espi-
ritu Santo, madre del Verbo, parienta de toda la Trinidad , consan
guínea Trinitatis. No es para ella sola tanta gloria. Como Eva y Adán
fueron las bases de la Ciudad del mal , Maria y su Hijo serán las bases
de la Ciudad del bien , elevada sobre la tierra á su mas grande per
fección. Conocida en el mundo entero bajo el nombre incomunicable
de Iglesia católica , esta gloriosa Ciudad reconoce á María por su ma
dre y señora. Ella responde á los Chinos , á los del Thibet , á los sal
vajes actuales , lo mismo que á los Griegos y á los bárbaros de los
(I) .... Conceptua iste, Spiritus Sancti non ger.eratio , sed opcratio est.
Caro do carne Virginia, non do ipsa erit substantia Sancti Spiritus. Hoc
sanctum est iste sanctus Sanctorum , quem non in delicio praevaricationis
Adae conceptum vel natum sanctitas accidens sanctificavit , sed esseutiahter
sanctum, virgo incorrupta de Spiritus Sancto concepit. Sic igilur mslius
atque praestantius dictum est, ut dici debuit : Quod enim nascetur ex te
sanctum, vocabitur Filius Dei. (Ruperi., De Spir. Sanct. , lib. i, c. x.)
•
108 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
pasados tiempos , cuando le preguntan por su origen : Soy hija del
Verbo eterno, concebido por obra del Espíritu Santo, y nacido de
María virgen : Conceptus de Spiriíu Sancfa, natus ex Maria virgine.
Es madre y señora de la Iglesia : esta prerrogativa de Maria explica
un misterio, de otro modo inexplicable. Cuando se considera el afecto
recíproco de Jesús y Maria , se pregunta con asombro : ¿ Por qué el
Salvador, al subirse al cielo, no llevó consigo á su amadísima Ma
dre ? ¿ No había participado ella más que nadie de sus trabajos , hu
millaciones y sufrimientos ? ¿ Quién , pues , mejor que ella merecía
ser asociada á sus glorias y á sus alegrías *? Cuando Él mismo , el me
jor de los hijos , va á gozar de una dicha completa y sin fin , ¿ por
qué deja á la mas tierna de las madres en las tristezas del destierro?
Los justos del Antiguo Testamento , que forman su cortejo, ¿ son de
mejor condición que Maria ? Sus deseos de ir al cielo , ¿ serán acaso
más vivos que los de María ? ¡ El buen ladrón mismo sube al cielo,
y Maria se queda en la tierra ! <¡ Cuál es el misterio de semejante con
ducta ?
Nuestro Señor Jesucristo, al volverse á su Padre, dejaba á su
Iglesia en la cuna. Y esta Iglesia , cual niño pequeño y delicado, ne
cesita! iíi de leche y cuidados maternales ; Él le da su madre por no
driza, ecce Filius tuus. Maria, siempre sumisa., acepta este cargo
que prolongará su destierro. Y lo ejercita con una solicitud inexpli
cable, alimentando á la joven esposa de su hijo con sus oraciones,
lecciones y ejemplos, como habia alimentado con la leche de sus vir
ginales pechos al Esposo de la Iglesia, mientras fué niño.
Asi como en una casa, en ausencia del padre ó después de su
muerte, la madre toma á su cuidado la familia y despacha los nego
cios , de la misma manera , habiendo el jefe de la Iglesia cesado de
estar visiblemente presente en medio de ella, lo reemplaza Maria (1).
He aqui por qué los Apóstoles y los discípulos le rinden sus respetos
y su filial obediencia. Esta misión de Maria explica su presencia en el
Cenáculo con los Apóstoles, y sus continuas oraciones para obtener
les el Espíritu Santo (2).
Tal misión explica también la fidelidad de los Apóstoles en con-
(1) Hac eoim de causa Christu* matrem sibi superstitam esse voluit, ut
quaai sui vicaria, columen esset Ecclesiae, doctrix apostolorum el eonsola-
trix fidelium. (Corn. a l.ap., in Acl.¡ v, 42.)
(2) Per Mariae,su9piriaet orationes , repletisuntapostoli Spiritu Sancto.
(Dionys. Carthui., lib. iv, Di praecon. B. M. V.)
BL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 10S>
sultarla sobre los asuntos importantes. Poseyendo ella sola mas gra
cias y luces que todo el colegio apostólico junto, cuando los órganos
del Verbo tienen necesidad de quien complete su instrucción , ó de
un testimonio para confirmar la interpretación de las Escrituras , re
curren á la que durante nueve meses fué el asiento vivo de la sabi
duría, Sedes sapientiae. De aquí proviene el que San Buenaventura
llame á María maestra de los maestros, maestra de losEvangelistas(1).
Los bellos días de la Iglesia primitiva nos la presentan en el pleno
ejercicio de esta prerogativa. Su palabra soberana aclara todas las
dudas, su autoridad maternal unifica todas las divergencias. Ella es
la que en el Concilio de Jerusalén toma parte en la cuestión de las
observancias legales ; cuestión delicada, vivamente discutida, causa
de serios disturbios para la Iglesia naciente, y que, si bien por un
instante, había dividido á Pablo y Cefas. «No como si Mana, dice
Ruperto , hubiera presidido el Concilio ; tal función no convenia á
una mujer, sino en cuanto ella había coadyuvado a sus decretos (i).»
María es la que , antes de la dispersión de los Apóstoles , abre su
boca en medio de la Asamblea de los Santos, y deja caer, á manera de
rocío, las palabras de su sabiduría, para ilustrar á los principes de
la Iglesia (3). ¿Cómo los Apóstoles y los discípulos hubieran podido
conocer, si no hubiera sido por las instrucciones de la Virgen , los
misterios de la sania infancia y de la vida oculta de Jesús? ¿Quién
sino la divina Madre podía referirles el anuncio del Precursor, la vi
sita de Gabriel y su plática con María, la visita á Santa Isabel, la
santificación de Juan Bautista en el seno de su madre , el cántico vir
ginal , el nacimiento admirable del Precursor y el cántico de Zaca
rías, el nacimiento del Salvador , su circuncisión, su presentación al
templo, el cántico y la profecía de Simeón, la llegada de los Magos,
(1) Ideo conceptua Elieabeth Marías nuntiatus est, ut dum nunc Bal-
vatoris, nunc Praecursoris edocetur adrentas , rerum tempus , et ordinem
tenens, ipsa malina postmodum scriptoribus ac praedicatoribus Evangelii
reaeraret veritatem quao plene de omnibus a principio coelitus fuerat ¡n-
structa inysteriis. (Hom. iv, sup. Mis.)
(2) Corn. a Iip., in Acl., vII, 57.
(3) Miseria et afflictis illa condolebat coaflicta, neque segniter subvenie-
bat, humilibua devota, quae et devotis devotius humiliaretur , omnium qui-
dem operum pietatis apud fideles ministra. f(S. Igual, martyr., Episí, aymi
Caais., Dt María Deip., lib. v , c. i.)
(4) Erat aerva servorum tuorum, o Domine.... Ita curam gessit , quasi
omues genuisset ; ka servivit, quasi ab omnibus genita fuisset. (Con fas..
lib. iv . c. íx.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
La misión de consolar á la Iglesia , de alentarla , de protegerla , no
acaba cón la vida mortal de la Santísima Virgen. Imperecedera como
la palabra que lleva por título, durará tanto como los siglos. Mira
abi á tu hijo, Ecce filius tuus. La fidelidad de María al divino man
dato está en todas las páginas de la historia.
Por un lado, la Iglesia no duda atribuirle la destrucción de todas
las herejías; cunetas haereses sola interemisti in universo mundo. Por
otro, le da el glorioso titulo de Auxilio de tos cristianos, Auxilium
christianorum. Por boca de los espléndidos santuarios elevados en su
honor en todos los puntos del globo, por medio de las manifestacio
nes entusiastas de su filial confianza , amor y respeto , los individuos
y los pueblos , desde el principio del Cristianismo , repiten con una
voz que jamás la impiedad podrá reducir al silencio : María es el au
xilio de los cristianos, la columua de la Iglesia, el terror de Satanás,
la esperanza de los desesperados, el consuelo de los afligidos, la sa
lud de los enfermos, la salvación del mundo, la piedra angular de la
Ciudad del bien.
La Sinagoga hace coro con la Iglesia , y por la boca de sus docto
res proclama las glorias, el poder y las bellezas de la Virgen de Judá.
«Dios ha criado el mundo, dicen ellos , por su amor á la Virgen in
maculada. No solamente lo ha criado por este amor, sino que por él
lo conserva. Ya ha tiempo que el mundo hubiera perecido por sus
crímenes, si la poderosa intercesión de la dulcísima Virgen no lo
hubiera salvado (1).» San Bernardo hace ver que la fe más ortodoxa
no puede encontrar exageradas las palabras de los rabinos, y ex
clama : «Por causa de Maria ha sido hecha toda la Escritura ; por ella
ha sido criado todo el universo. Llena es de gracia, por ella ha sido
rescatado el género humano, el Verbo hecho carne, Dios humillado
y el hombre ensalzado (2). »
Esposa del Espíritu Santo , Madre del Verbo , piedra angular de
la Ciudad del bien, obra acabada de belleza interior y exterior, María
es la perla del universo. ¿Y' tan gloriosas prerrogativas son la última
palabra de su creación? De ninguna manera. María reune en si , por
(1) Amore intemeratae Virginia creavit Deua coelum et terram. Non
solum amare Virginia cóndilos est mundus, sed etiam sustentatur , etc. (R.
Onkelos túpud Corn. a Lap-, in Prov., vía, 22.)
(2) Propter hanc omnis Soríptura /acta est ; propter hanc totus manda?
íaetus est ; et baec gratia Dei plena est : et per hanc homo redemptus est ;
Verbnm Dei caro factum ; Deus humilia , et homo sublimis. (Strm. V, in Saire
regina.)
UL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 113
un privilegio único, dos glorias incompatibles de la mujer, la virgi
nidad y la maternidad. Virgen y madre, misterio de santidad y mis
terio de amor, misterio de gracia y de pureza, de tímida modestia y
de valor, misterio de abnegación sublime: tipo de una mujer nueva,
desconocida en la antigüedad, cepa eternamente fecunda de una glo
riosa generación do mujeres, vírgenes por su pureza sin mancha
y madres por el heroísmo de su caridad : tal es María y tal de
bía ser (1).
Desde la prevaricación primitiva , pesaba sobre la mujer un ana-
lema especial; era preciso que una mujer viniese á levantarlo. Era
preciso, á fin de que el Principe de la Ciudad del mal pasase por la
vergüenza de ser vencido por aquella misma que le había servido
para instrumento de su victoria. Era preciso, para que la mujer,
causa principal que había sido de la ruina del hombre , lo fuese de su
salvación. Culpable mensajera del demonio , había dado la muerte al
hombre; bienhechora mensajera de Dios, ella debía devolverle la
vida (2). El género humano lo sabia; todas las tradiciones del mundo
antiguo colocaban la mujer á la cabeza del mal , todas las tradiciones
del mundo nuevo deberán colocarla á la cabeza del bien.
Las generaciones antiguas, repitiéndose unas á otras : La mujer
es la causa de todas nuestras desdichas (3), habían acumulado sobre
ella tanto odio y tanto desprecio, que habían convertido á la antigua
compañera del hombre en el ser mas abyecto y miserable, ilepitiendo
hasta los umbrales de la eternidad las nuevas generaciones : Á la mu
jer debemos lodos nuestros bienes, la rodearán de una veneración y de
un reconocimiento tal, que harán de ella el ser más respetado y más
santamente amado de todos los que Dios ha sacado de la nada.
Virgen y madre , María es lo que fué en el pensamiento del Cria
dor ; la ayuda del hombre, semejante á él : Adjutorium simile sibi.
María cria hijas semejantes á ella , madres como ella , y madres dig
nas de este nombre ; vírgenes como ella , y vírgenes dignas de este
nombre. Como María había resumido en si todas las glorias de las mu-
(1) Unum in quo nec primam similem visa est nec babero sequentem,
gaudia malris habens cum virgioitatis honorc , Mariae privilegium est , non
dabitur alteri. (S. Ilern., Serm. IV , m Asmmpl.)
(2) Per feminam mor», per feminam vita; por Evam interitus, per
Mariam Balns. (S. Aug., De Symbol, ad catechum., tract. ni, § i.)
(3) A muliere icitium íactum est peccati , et per illam omne» morimur.
fEtrfc». , xxv, 33.)
TOMO II. 8
H4 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
jeres bíblicas, que fueron preparación y figura de la misma, adj
mímica sus cualidades á las mujeres evangélicas , que son su pi
gación y continuación. Todas son hijas suyas ; pero , por niuv
y bellas que sean, Maria las aventaja á todas. Inés es hija suya, ¡JÉ
es hija suya , Cecilia es hija suya , Águeda es hija suya , Catalina-,
hija suya; todas estas vírgenes, todas estas mujeres resplandecientes
en virtudes , ricas en méritos y glorias , son hijas de María, peru eB8;
las aventaja á todas (1).
Seria necesario recorrer los anales de todos los pueblos cal
si se quisiera nombrar á esas mujeres nuevas , hijas gloriosas de Ma
ria; esas madres de familia tan grandes, tan respetadas, tan queridas
y tan sumisas ; esas vírgenes heroicas , graciosas llores del jardin del
Esposo , abejas infatigables que componen , con las virtudes más
extraordinarias, un bálsamo eficacísimo para todas las enferme
dades.
Mirad mas bien y ved lo que el mundo debe á la mujer regene
rada por Maria. Le debe la familia!; y á la familia es deudora la socie
dad de toda su superioridad. La mujer es una potencia cristiana. Este
elemento de civilización faltaba al mundo antiguo; falta todavía al
mundo idolatra , y sin él, le falta y faltará siempre la civilización. Le
debe la variedad más asombrosa de servicios gratuitos para todas las
necesidades de alma y cuerpo. Le debe la conservación de la fe que
queda sobre la tierra. La mujer , primera en las catacumbas , es la j
ultima al pie de los altares. Le debe , hoy mismo , un espectáculo el
más bello acaso y seguramente el mas misterioso que se haya visto
jamás.
Hasta aquí las mujeres y las vírgenes católicas , hijas y hermanas
de Maria , habían permanecido en lo interior del hogar doméstico!'; I
por lo menos , jamás habían pasado las fronteras del mundo civilfc'.
zado para ir a evangelizar. De repente el Espíritu del Cenáculo se
derrama sobre ellas. Su ardor las anima , su fuerza las sostiene. Trans
formadas como los Apóstoles , vuelan á la conquista de las al
Timidez , delicadeza, miramientos, lazos de la carne, lodo ha
recido ; la mujer cede su lugar á la heroína.
Como las ligeras semillas que en los días de otoño esparce el v
en todas direcciones, para hacer que nazcan planteles de flores y
bustos , asi van ellas, llevadas en alas de la Providencia, á
(!) Opas ergo Spiritus Virgúiis partus est. Dubitare ergo non possumus
Spiritum creatorem , quem Dominicae cognoacimus ¡ncarnationis auctorem.
Quomodo ergo in utero habuit María ex Spiritu Bancto? 8i quasi ex substan-
(ia : ergo Spiritus in carneen et osea conversus est : non utique Si quasi ex
operatione et polf state ejus virgo concepit, quia neget Spiritum creatorem?
(S. Ambr. , De Spir. Sonrio, lib. n , c. v.)—In uno unius ejusdemque person ae
Christo, creatam hominis naturam conjunxitincreato Dei Verbo. (Rujien., Dt
Spiril. Sanelo, c. xm.)
(S) Reddidit igitur Maria gratiae mutuum hujus officium ; et non ex
viro, sed ex ipsa sola impcllute ex Spiritu Sancto virtuteque Dei peperit.
(Oatieh. , xir.) \'
(3) S. Aug., De Trinil,, lib. xv, c. xxvi.
120 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
la anterior pregunta ha ocupado también á las mas elevadas inteli
gencias cristianas de Oriente y Occidente. «Fué elegida la paloma,
dice San Crisóstomo , como simbolo de la reconciliación del hombre
con Dios , y de la restauración universal que el Espirita Santo iba a
obrar por Jesucristo. Ella pone en relación el Antiguo Testamenta
con el Nuevo, y hace que la realidad suceda á la figura. La paloma
primera con la rama de olivo en su pico, anuncia a"Noé haber cesado
el diluvio de agua : la segunda , posándose sobre la gran victima del
inundo, anuncia el próximo fin del diluvio de iniquidades (1).»
San Bernardo ve en la paloma del Jordán la dulzura infinita det
Redentor, el cual es designado por los dos seres más dulces de la
creación, el cordero y la paloma. Juan el Bautista le llama Cordero
de Dios , Agnus Dei. Ahora bien: nada más propio que la paloma
para indicar al Cordero de Dios. Lo que es el Cordero entre los cua
drúpedos, es la paloma entre las aves; del uno y de la otra es extre
mada la inocencia, extremada la dulzura, extremada la sencillez.
¿Qué más extraño á toda malicia que el cordero y la paloma (2)? La
misión del Hombre-Dios y todo el espíritu del Cristianismo se revelan
por este doble simbolo.
La paloma indica, según Ruperto , la divinidad del Verbo hecho
carne. « ¿Por qué, pregunta, una paloma y no una lengua de fuego?
La llama ó cualquier otro simbolo podía designar una infusión par
cial del Espíritu Santo ; mas no la plenitud de sus dones. Ahora bien : , ;
en Jesucristo habita corporalmente toda la plenitud deladivinidad (3).
La paloma entera en todas sus partes, la paloma sin mutilación, po
sándose sobre él, demostraba que no faltaba al Verbo encarnado
ninguna de las gracias del Espíritu septiforme, y que era el Padre de
la adopción , el caudillo de todos los hijos de Dios , y el gran Pontífice
del tiempo y de la eternidad (4). »
Santo Tomás encuentra en la paloma siete cualidades que la hacen
simbolo perfecto del Espíritu Santo, descendido sobre el que se bau
tizó en el Jordau. La paloma , según él , habita junto á las corrientes
de las aguas. En ellas , como en un espejo, ve la imagen del gaviláa .•'
que se cierne en el aire , y se pone en seguro : don de sabidurísí
Muestra un admirable instinto en escoger los mejores granos dfr'"^
J
JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SA.NTO. 121
trigo : don de ciencia. Alimenta a los polluelos de otras aves : don de
consejo. No desgarra con el pico : don de inteligencia. No tiene hiél :
don de piedad. Hace su nido en las hendeduras de las rocas : don de
fortaleza. Gime en vez de cantar : don de temor (1).
Veamos cómo resplandecen en el Verbo encarnado todas estas
cualidades de la paloma divina. Habita en las orillas de los ríos de las
Escrituras , cuya plena inteligencia posee : allí ve todas las astucias
pasadas , presentes y futuras del enemigo, asi como los medios de
librarse de ellas : don de sabiduría. Elige con el más admirable
acierto , en el inmenso tesoro de los oráculos divinos , las armas de
precisión contra cada una de las tentaciones en particular, las sen
tencias más apropiadas a las circunstancias de lugares , tiempos y
personas , como aparece en sus respuestas al demonio del desierto y
á los doctores del templo : se ve cómo deja sumidos en el asombro
á sus dichosos oyentes con su profundo conocimiento de las Escritu
ras : don de ciencia.
Alimenta álosextraños, es decir, á los gentiles sustituidos en lugar
de los judios ingratos : los ilumina, losadmite a su alianza y los colma
de gracias: don de consejo. No imita en manera alguna al hereje Arrio,
al hereje Pelagio, al hereje Lulero, aves de rapiña de corvo pico,
que , arrojándose sobre las Escrituras , las desgarran con las inter
pretaciones del sentido individual , sirviéndose de los girones que se
•levan como de andrajos para ocultar sus mentiras , engañar á los
sencillos y perder las almas. Él , discípulo de la paloma , comprende
la Escritura en su verdadero sentido , la admite en todas sus partes,
y hace brotar de cada texto un rayo luminoso , que muestra en su
persona al Verbo Redentor del género humano: don de inteligencia.
No tiene hiél. La infinita mansedumbre de su alma se transparenta
en las parábolas del Samaritano , de la oveja perdida y del hijo pró
digo. Él mismo , practicando su doctrina , no vuelve mal por mal,
ni injuria por injuria. ¿Qué digo? Lo que jamás se había visto , lo
que jamás hombre alguno habia imaginado ; pide por sus verdugos :
don de piedad. Hace su nido en la roca inquebrantable de la confianza
en Dios , y el de sus pequefwelos en las llagas de su adorable cuerpo,
doble asilo inaccesible á la serpiente. Sus enemigos quieren precipi
tarle de lo alto de un monte , y Él pasa tranquilamente por entre
medio de ellos. Bajado á los abismos del sepulcro , sale de él lleno de
vida. Por donde quiera que pasa , hace huir á los demonios , cura
CAPÍTULO XIV.
(I) Satanás habla hecho popular en Egipto otro remedo del Dios recon
ciliador. Todos los años se ofrecía al pueblo un espectáculo , cuja base era
la vida de Osiris. El Dios-sol nace bajo la forma de un niño : una estrella
anuncia su nacimiento : el Dios crece y se ve obligado á huir, perseguido
por animales feroces : sucumbiendo por fin á la persecución , muere.
Entonces comienza un luto solemne : el Dios-sol , poco antes privado de la
vida , resucita , y se celebra su resurrección.—Véase también á Plutarco, De
Iside et Osiride.
138 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
y los hombres no hubieran sido instruidos , el uno muy claramente,
los otros en confuso , de que el Redentor había de aparecer un día
con estos rasgos, ¿de dónde los habrían tomado ?
Pero la realidad histórica, que ha servido de base á todas estas
fábulas, ¿dónde la encontraremos sino en la persona del Verbo en
carnado, que cambió la faz del mundo á cosía de sus trabajos y su
sangre? Si el universo entero , diremos una vez mas , después de
haberse engañado en sus esperanzas por espacio de cuatro mil años,
se engaña también en su fe por espacio de otros dos mil, ¿qué ver
dad hay para el espíritu humano ?
CAPÍTULO XV.
(1) Qualis est arüfex iate Spiritua I Nulla ad discendum mora ngitur in
omne quod volucrit. Mox cnim ut tetigerit nientem , docet, solumque tetigisw,
ducuisss est. (S. Greg. , Hom. xxi , in Etang.)
Columnas, porque ellos son los cimientos y apoyo de la Iglesia:
puertos, porque dan abrigo al mundo en las tempestades de las
persecuciones, de las herejías, de los escándalos: triunfaron de estas
tempestades para si y para nosotros, de ollas triunfan todavía y siem
pre triunfarán : gobernadores, porque han sacado la humanidad á
buen camino: pastores, porque han arrojado los lobos y guardado
las ovejas : agricultores , porque han arrancado las espinas y sem
brado el grano de la piedad : médicos , porque han curado nuestras
heridas.
»Y á fm que no tomes mis palabras por vano hablar, pongo ante
tu vista á Pablo haciendo todas estas cosas. ¿Quieres ver en él á un
agricultor? Escucha : Yo planté, Apolo regó; mas Dios es el que ha
dado el crecimiento. ¿Áun constructor? Como sabio arquitecto, eché
elcimiento. ¿Á un soldado? Yo asi lidio , y no como quien da golpes
al aire. ¿Á un andador veloz? Desde Jerusalen y sus cercanías hasta la
¡liria y más allá , hasta España (1) y hasta los confines de la tierra,
lo lie llenado todo del Evangelio de Jesucristo. ¿ Á un atleta ? Nosotros
no tenemos que luchar contra la carne y la sangre, sino contra los
principados y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas del
mundo, contra los espíritus de maldad en los aires. ¿Áungoueral?
Tomad la armadura de Dios, y embrazad el escudo de la fe, el yelmo
de la salud y la espada del Espíritu Santo. ¿Á un guerrero? Yo he
peleado buena batalla ; he guardado la fe. ¿Á un vencedor? Reservada
me está la corona de la justicia. Lo que San Pablo hizo por si solo, lo
hicieron los demás Apóstoles ; porque el Espíritu Santo , que es in
divisible , está entero en cada uno de ellos (2). »
«Tanquam advenientis Spiritus vehementis; este ruido era como el
. de un viento fuerte que llega.» Este viento no era el Espíritu Santo,
(i) Ibant gaudentes a conspeotu concilü quoniam digni habiti eunt pro
nomine Jesu contumeliam pati. (Act., v, 41.)
TOMO II. 11
162 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Escuchad a uno de estos locos riéndose del mundoentero: «¿Quién
pondrá acusación contra los escogidos de Dios? ¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿la tribulación ? ¿o la angustia? ¿ó el hambre?
¿ó la desnudez? ¿o el |«ligro? ¿ó la persecución? ¿ó la espada?....
Yo estoy cierto que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados,
ni virtudes, ni cosas presentes , ni venideras, ni fortaleza, ni altura,
ni profundidad , ni otra alguna criatura me podrá apartar del amor
de Dios que es en Jesucristo Nuestro Señor (1).»
Lo más extraño es que la embriaguez de los Apostóles fué epidé
mica. De entre la turba que se habia burlado de ellos , tres mil hom
bres quedaron al punto ebrios también y locos ; ebrios con santa
embriaguez : locos con la locura sublime del Cenáculo. Como las pri
meras espigas de la nueva cosecha , que en los dias de Pentecostés
eran presentadas á Dios en el templo, asi fueron ellos las primicias
de ese inmenso pueblo de locos, cuya raza incurable se ha perpetuado
al través de los siglos en todos los puntos del globo, y que, á despe
cho de todo,s los medios de la sabiduría humana, se perpetuará hasta
el fin del mundo. Este pueblo de locos es la gran nación católica.
¿Cómo podremos enumerar todos los rasgos de esta locura ? ¿No
veis al cabo de dos mil años esos enjambres innumerables de jóvenes
de ambos sexos , ídolos del hogar doméstico , alegría del mundo , flor
de la humanidad , renunciando á todos los placeres de lo presente y
á todas las esperanzas de lo por venir, y sin que nadie les obligue á
ello, sino libremente y con júbilo, abandonando padres y patria,
para hacerse cautivos bajo el yugo de la obediencia , vivir pobres,
ignorados, menospreciados, ocupados noche y día en lo quemas
repugna la flaca naturaleza? Como en otro tiempo a Pablo, les gritan
que están locos: Insanis , Paule. Y ellos convienen en esto, como
convino Pablo : Nos stulti propter Christum, é igualmente que el
Apóstol , no tratan de hacerse sabios ; solo aspiran á que esta su locura
sea completa.
Más locos son los mártires. Delante de estos seres extraños, hom
bres, mujeres, niños, ancianos , de todo estado y condición , que
se han visto en todos los lugares que el sol alumbra y se ven toda
vía en las playas ensangrentadas de Conchinchina y de Tonkin , se
presentan con todos sus horrores la indigencia , el hambre, le des
nudez , el destierro , las mazmorras, el aparato de los suplicios, la
muerte, en fin, entre los más crueles tormentos. Una palabra que
(1) Dicimus animal viverc , cuín incipit ex se motum habere. (S. Th..
1 p., q. xvui, art. t.)
(2) Serm. 185 d? Temp.
(3) Ácl., i , 8.
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU S\NTO , LA IGLESIA. 169
de Nazareth; vengan los Judíos y los gentiles ; vengan los Empera
dores romanos con su poder ; venga como un solo hombre la #ieja
sociedad con el furor de su odio y la locura de sus excesos ; no fal
lará quien les responda. La joven sociedad , animada por el Espíritu
Santo , se reirá de sus amenazas , desafiará sus suplicios ; y, rodeán
dose de milagros, les dará en cara con estas palabras sin réplica :
«Vale mas obedecer á Dios que á los hombres. » Prestad oído atento, y
después de diez y ocho siglos oiréis resonar en todos los puntos del
globo esta palabra siempre vencedora de las puertas del infierno.
El Espíritu Santo inspira á María é inspira á la Iglesia. María es
llamada Reina de los Profetas por la sublimidad de su canto profético.
Sien los profetas fué la inspiración un arroyuelo, en María fué un
río, un vasto mar. Lo mismo sucede con la Iglesia: el espíritu de
sabiduría, que, en boca de los niños ó de hombres del pueblo, asom
bra á los pretores romanos por la oportunidad y la sublime sencillez
de sus respuestas, se expresa en las asambleas de la Iglesia por el
órgano de los Pontífices con lucidez que desconcierta al error y con
autoridad hasta entonces desconocida.
Desde un principio, cuestiones graves obligaron á los antiguos
pescadores de Galilea á reunirse en Concilio. Como teólogos de pri
mer orden, y por consiguiente filósofos eminentes, discuten los pun
tos más difíciles con una elevación que eclipsa las sesiones tan ponde
radas del Senado y del Areopago. Terminados los debates, el Concilio
envía á los fieles de Oriente y de Occidente su decisión, formulada
en términos que jamás Asamblea ninguna humana pudo atreverse á
emplear : Ha parecido bien al Espíritu Santo y á nosotros : Visum
est Spiritui Sancto et nobis.
¡ La inteligencia humana colocada en la misma línea que la inteli
gencia divina ! ¡ El hombre compartiendo con Dios la infalibilidad
doctrinal y el poder judicial ! Si aquí no está lo sublime , ¿ donde se
encontrará? Esta deificación del hombre por el Espíritu Santo no ha
cesado jamás en la Iglesia. Todos los Concilios generales, desde hace
diez y ocho siglos, repiten, en diferentes términos, pero con la misma
seguridad, la gloriosa fórmula : «El muy santo , universal y ecumé
nico Concilio de Trento , legítimamente reunido por el Espíritu Santo,
«nseña , establece, ordena , prohibe,» etc. Los Concilios tienen la
razón por dos lados ; pues, por una parte, el Espíritu de verdad está
siempre con ellos (1); y, por otra, la historia prueba que entre
■
capítulo xvin.
■•
(4) Vade autem ad fruiré* meos et dic eis : Aseando ad Patrem meum
et Patrem vestrum. (Joan., xx, 47.)—Qui enim sanctificat et qui sanctifican*
tur ex uno omnes, propter quam causam non confunditur fratreí eos vocare,
dicens : Nuntiabo nomen tuum ¡mlrihus meis.... Unde debuit per
fratribus Bimilari, etc., etc. (Hebr., xi, ti, II, 17.)
CUARTA CREACIÓN DEL KSPÍRITÜ SANTO , EL CRISTIANO. 175
•
Es Dios : Yo dije : sois Dioses é hijos del Dios vivo (1). «Gracias al
Espíritu Santo, añade San Basilio, los Santos son Dioses (2).i Y San
Atanasio: «Lo mismo que Dios se ha hecho hombre encarnándose,
de la misma manera el hombre es Dios por el Verbo encarnado (3). »
El Verbo es hijo de su Padre por generación eterna : esta generación
es el tipo de la del cristiano. Desde toda eternidad , Dios Padre engen
dra un Hijo consubstancial é igual á El en todas las cosas. En el tiem
po, engendra hijos que son por la gracia lo que 'ese su único Hijo
es por uaturaleza. De este modo, el cristiano es un ser aparte y el
resultado de un fiat especial (4).
No^es hijo de dioses muertos , ni de ídolos mudos , ni de la carne
ni de la sangre, ni de la voluntad del hombre ; es hijo de Dios vivo,
Filii Dei viventis. Es semejante al Verbo cuyo Padre dice desde toda
eternidad : Tú eres mi hijo ; hoy mismo te he engendrado (5).i
Es coheredero de todas las cosas. El Verbo encarnado , dice San
Pablo , es el heredero universal de Dios (6). Todo es suyo en el cielo y
en la tierra. Y añade : Y nosotros somos todos coherederos de Cristo (7).
No han sido hechos el cielo y la tierra para los ángeles malos, ni (Mira
los perversos, sino para el cristiano: el cielo es su reino, su país, su
morada en la eternidad. La tierra es sil lugar de paso : el mundo aca
bará cuando el último cristiano haya recibido el Bautismo y enco
mendado su alma en las manos de su divino Padre, y concluirá por
haber perdido su razón de ser : Omnia propter electos : consumma-
tum est.
I Inexplicable grandeza y más inexplicable bondad I Hacer salir de
la nada el cielo con los astros y con los ángeles , la tierra con sus ri
(1) Quocirca Spiritus Sanctus «ponte sua ae anexan donis suis , gratiae
et charitati, ut quandocumque ea infundit animae , dimití cum eis et per oa
infundat seipsum persooaliter ac substantialiter, juxta itlud Apostoli : Cha-
rilas Dsi diffuia Mt in cordihut nostris per Spiriíotn Sanctum , qui datui eit nobis.
(Rom., t, 5 )—.... Haec ergo est Bamma Dei nostri dignatio aeque ac noatra
summa dignitas etexaltatio, qua recipientes charitatem et gratiam , aimul
recipimua ipsam personam Spiritus Sancti quae se sponte charitati et gratiae
inserit et annectit, ac per ea nos inbabitat, vivificat, adoptat , deifícat , agit.
que ad omne bonum. (Corn. a Lap., in One, i, 10.)
(2) Joan., xiV, 28.
180 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nalmente en nosotros por la gracia y nosotros permanecemos perso
nalmente en Dios (1).
Guardémonos de comparar esta mansión de Dios en nosotros á la
de un rey en su palacio , ni siquiera á la presencia de Dios en cual
quier otra pura criatura: esto seria un error. La mansión de Dios en el
alma justa es unión activa, que tiende a la transformación del hombre
en Dios. Tallué la gloria inmensa que para nosotros pidió y ohtuvo
el Verbo encamado, nuestro hermano mayor, en la oración que hizo
al Padre antes de morir. «Que todos sean una cosa; asi como tú. Padre
mió, en mi y yo en ti, que también sean ellos una cosa en nosotros (2).»
¿Cuales son los efectos principales de esta unión, ó mas bien, de
nuestra generación divina? El primero es la vida. «Yo he venido,
dice el Hedentor, para que tengan vida y la tengan mas abundante
mente (3). » El Espíritu Santo, sucesor y continuador del Verbo, tiene
derecho a hablar del mismo modo. ¿Pero qué vida nos da? Hay cua
tro géneros de vida; vida vegetativa que es la de las plantas, sen
sitiva que es la de los animales , racional que es la de los hombres,
y divina que es la de Dios mismo y de los angeles. Guando el Espíritu
Santo descendió al mundo, la vida de los tres primeros géneros abun
daba como ahora y siempre ; y el Espíritu de amor no dejó las altu
ras celestiales para dar más incremento á esos géneros de vida. Pero
la vida divina estaba casi extinguida. ¿Quién la tenia? ¿Quién la
conocía siquiera? Los ilustrados, los sabios, los que pasaban por
virtuosos, no vivían sino con vida animal (4).
Luego la vida que el Espíritu Santo nos comunica por la gracia,
es la vida de Dios. Esta vida , que domina y absorbe toda otra vida,
expulsa del alma el pecado, que es principio de muerte, y hace sobre
natural lo que es puramente natural. La gracia , dice Santo Tomás,
cura el alma, hace que quiera el bien y que lo practique y persevere
en él, y asi llegue á la gloria: enuoblece todas sus potencias y las hace
capaces de actos sublimes en relación con el principio divino que las
mueve (5).»
(I) Tota ergo Trinitas personaliter et substantialiter venit ad aoimam
quae justificatur et adoptatur, in eaque quasi in suo templo nianet ct inha-
bitat, quamdiuilla in justitia perdurat. (Ibid.J
(i) Joan , xtii , 2t.
(3) íbid., x, 10.
(4)
(5) P».
SicutXLV11I.
ab essentia animae effluunt ejus polentiae , quae sunt ejua ope-
rum principia, ita eliam ab ipsa gratia efíluunt virtutes in poténtias -■ -
per quas potentiae movenlur ad actúa. (I. 2., q. ex, art. 4.)
CUARTA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , EL CRISTIANO. 181
Á esta vida divina debieron las naciones cristianas y deben todavía
toda la superioridad intelectual y moral que las distingue. Si por des
gracia suya llegan ó perderla , no les quedara sino la pobre vida de
la razón , dominada bien pronto , como en el mundo pagano , por la
vida de la planta y de la bestia. Si Europa no se apresura á ponerse
en estado de gracia , esta nueva caída de la humanidad es infalible:
entre el hombre antiguo y el moderno no hay mas diferencia que la
que el Cristianismo ha puesto.
El segundo efecto de la generación deifica es la adopción divina.
Nuestra adopción divina no se parece en nada á la que tiene lugar
entre los hombres. En ésta los hijos no reciben nada de la naturaleza
física de su padre adoptivo ; le deben únicamente un nombre que les
da derecho a la herencia. Otra es la adopción divina. «Ved, dice San
Juan, qué caridad nos ha tenido Dios; que, no sólo nos llamemos,
sino que seamos hijos de Dios (1).» En efecto: el cristiano recibe de
Dioscon la gracia la naturaleza divina, de la que se hace participante,
no sólo accidental, sino como substancialmente. Somos, pues , hijos de
Dios y como dioses ; puesto que Dios nos comunica y da realmente su
naturaleza (2).
Si nosotros somos realmente hijos de Dios , Dios es también ver
daderamente nuestro Padre. En efecto : aquel es verdaderamente pa
dre que comunica su naturaleza a su hijo ; con razón , pues , Dios es
llamado, no solamente Padre de nuestro Señor Jesucristo , sino Padre
nuestro, toda vez que nos comunica su naturaleza por la gracia , como
(I) / Joan., m , 1.
(2) Qua adoptione accipimus huidmam dignitatem filiationis divinae, ut
Teip*a non tantiim accidentalitev per gratiam , sed et quasi substantialiter
per naturam simus filii Dei , et quasi Dii. Deus enim suam naturam realiter
nobis communicat et doaat. (Cor», a Lup., in 0<«, i, 10.)— En otro pasaje
«1 sabio comentador explica estas dos palabras , accidentalmente y substan-
-cialmerite. Amdentalmente participa el cristiano de la naturaleza divina por
la gracia santificante, que es un don accidental infuudido en el alma , en vir
tud del cual participa de la naturaleza divina del modo más perfecto y ele
vado. Substancialmente , porque participa realmente de la naturaleza divina
que lees comunica la; porque la gracia de alopoión no puede ser separada
del Eepír tu Santo , lo mismo que la adopción del Espíritu Santo no puede
separarle de la gracia, ála manera que el rayo luminoso no se puede sepa
rar del sol, ni éste de aquél. Nec enim gratia adoptans a Spiritu Sancto , nec
Spiritus Sancti adoptio a gratia divelli potest : sicut radiui a solé , et sol a
radio divelli nequit. (In U Petr., i, 4.)
182 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
la comunica por la unión hipostática á Nuestro Señor , de quien nos-
hace verdaderos hermanos (i). Asi lo enseña formalmente el mismo
Espíritu Santo. «Los que conoció en su presencia, dice San Pablo
(Rom., vin , 29), á estos también predestinó para ser hechos confor
mes á la imagen de su hijo , para que Él sea el primogénito entre
muchos hermanos.» Y San Juan : « Les dió poder de ser hechos hijos
de Dios, á aquellos que creen en su nombre ; los que son nacidos,
no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
mas de Dios. » (i , 12.)
¿ Qué diremos de tan alta gloria ? Hijos de Dios , prestemos aten
ción á las palabras del mismo Apóstol , arrebatado de admiración en
vista de tanta grandeza : « Carísimos , ahora somos hijos de Dios : y
no aparece aún lo que habernos de ser. Sabemos que cuando Él apa
reciere , seremos semejantes á Él (2). i ¡ Oh cristiano , ser sublime si
sabes comprenderte ! Ser hijo de Dios , heredero de Dios , es infini
tamente mas que ser rey, emperador, papa, monarca de todo el
universo ; más que ser ángel , arcángel , querubín ó serafin. Ser hijo
de Dios , ser Dios sobre la tierra , terrenas Deus ; asimilarse por la
alimentación todas las- criaturas inferiores, alimentarse de la carne
y sangre del mismo Dios , y ser realmente participantes de su natu
raleza , divinae consortes natitrae ; he ahí el panteísmo católico. La
razón se deslumhra al contemplarlo. ¿Nos pasmaremos del éxito in
menso que obtiene Satanás cuando lo falsifica y presenta al hombre
un remedo en vez del original '?
¡ Qué digna de ambicionarse es la filiación divina 1 ¡ üh , hombre,
cómo debes amarla ! ¡ Con cuánta solicitud debes conservarla , y si
por desgracia la llegas á perder, con qué prontitud debes recobrarla 1
Debes portarte con Dios como un hijo con su padre. Vive siempre
de la confianza , del amor y del respeto filial. Á ejemplo de tus abue
los, Noó, Henoch y Abraham, sé perfecto en todos tus caminos. Que
los ángeles , más bien que los hombres , formen tu sociedad. Que
nada llame la atención , que nada fascine al que sabe que es hijo de
CAPÍTULO XIX.
, (1) Nulla ex ómnibus rebns tantas haljore videtur ad usum rerum neces-
sitates quantas aqua.... «ine aqua nec corpas animalium nec ulla cihi virtus
poteat nasci, nec tueri, nec parari. (Vilruv., lib. Tin , c. iv.)
(2) De Laúd. Constant., p. 605.
TOMO II. ta
194 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
adornadas de esculturas y bajos relieves. Las aguas no salen por ori
ficios sencillos y sin arte, sino graciosos y variados. Salen alternati
vamente del pico de una ave, de la garganta de un leon ó de la boca
de cualquier otra criatura animada ; y el ruido, dulce ó retumbante,
que hace al caer , produce un concierto que es, según la expresión
del Profeta , las palmadas de aplauso de las aguas : Flumina plaudent
manu.
Nadie mejor que los dos grandes pueblos de la antigüedad , los
Judios y los Romanos, comprendió el culto de las aguas. Los acueduc
tos de Salomón eran de una magnificencia increíble y de una longi
tud y grandeza que parecerían fabulosas, si no estuviesen evidencia
das por pruebas escritas y materiales. Nunca entraron los Césares en
Roma con tanta pompa como las aguas llamadas á embellecer la Ciu
dad Eterna. Sobre arcos de triunfo de diez y quince leguas de largo,
llegaban cual reinas lat magnificas aguas Paulinas y Virginales,
cuya abundancia y pureza hacen todavía de la Roma actual la ciudad
de las hermosas fuentes. Nuestros acueductos, escribía Plinio , són
las maravillas del mundo -.Orbis miranda (1).
¿ Habremos de asombrarnos de que la gran mona de Dios , Sata
nás , se haya apoderado de esta veneración instintiva hacia las aguas,
y la haya hecho ceder en su provecho? Para corromper al hombre
y hacer que insulte a Dios por medio de la más bella de sus criatu
ras , ha puesto empeño en profanar las aguas y las fuentes ; las pri
meras fueron pobladas de una multitud de divinidades impuras; de
las segundas ha hecho un espectáculo de lubricidad. Las fuentes, he
chas otra vez paganas, saliendo de la boca ó de la concha de sirenas,
náyades y tritones, es decir, de demonios provocativos, no cantan ya
los atributos del Criador, sino las infamias de Satanás, de sus ange
les y su culto (2).
El asombro sube de punto, ó mejor, la ciencia se desarrolla al
considerar el importante papel del agua en el orden moral. ¿Qué ele
mento ha servido más para las maravillas del Omnipotente? El dilu
vio , el paso del mar Rojo, la roca de Horeb , el paso del Jordán , el
culto mosaico con sus numerosas ceremonias , de que el agua forma
casi siempre una parte integrante , ¿no son testigos de que el agua es
el elemento preferido por el Criador ? Seria largo enumerar las veces
que el Verbo encarnado la ha hecho servir para sus misterios y mi-
CAPÍTULO XX.
(1) .... Quod Mt matriz embryoni, hoc est aqua fideli : in aqua enim
Gngitur et formatur, etc. (In Joan., homil. x»v, n.° 2.)
(2) .... Sed nos pisculi eecundum ij»un nostrum , Jesum Christum , in^
aqua naBcimur ; neo aliter quam in aqua permanendo salvi sumus. (Dt Bap-
4¡sm., c. i.)
198 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
vocado el nombre de Dios, cuando el Espíritu Santo desciende desde
las alturas del cielo á las aguas, las santifica por Si mismo, y santi
ficadas de esta manera, reciben la virtud de santificar (1).
Es verdad, pues, que el mundo moral y el mundo físico han sa
lido del mismo elemento generador, bajo la acción del mismo Espí
ritu. Los cielos y la tierra existen del agua y viven en el agua , ex aqua
et per aquam , dice San Pedro ; y el mundo cristiano existe del agua
y no puede vivir mas que en el agua. In aqua nascimur ; nec aliter
quam in aqua permanendo salvi sumus. Este doble hecho nos de
muestra , mejor que todos los discursos, la excelencia del agua y el
lugar que ocupa en las obras divinas.
Por esto mismo será inevitablemente objeto del odio privilegiado
del demonio. Si , pues , el gran enemigo del Verbo encarnado había
profanado el agua , considerada solamente como principio de la crea
ción material, no dejaremos de verle redoblar su furor para profa
narla y deshonrarla , como elemento de la creación espiritual é ins
trumento especial de los milagros del Hombre-Dios.
Y así es. Seria casi imposible referir lo que el príncipe de las tinie
blas ha hecho para corromper las aguas y hacer de este elemento
sanlilicador un instrumento de mal moral y físico. Se diría que Sata
nás, conociendo los destinos sublimes del agua para la regeneración
del mundo, había descargado su odio sobre este elemento dos veces
misterioso, como ya lo había descargado sobre la mujer.
Tertuliano, que lo veía obrar, cita algunas de sus sacrilegas paro
dias y negras ruindades. «Tiene, dice él, su bautismo para iniciar á
sus adeptos en los misterios de Isis y de Mithra. Por todas partes se
ve á sus adoradores purificar por medio del agua los campos , las
casas, los templos, las ciudades enteras. En los juegos de Apolo y de
Pelusa , los combatientes se sumergen en el agua , creyendo que a¿i
se regeneran y obtienen el perdón de sus culpas. Entre os antiguos^
el hombre que acababa de cometer un homicidio se purificaba con el
agua. Reconozcamos en esto a Satanás, envidioso de Dios; puesto
que también tiene su bautismo. Pero ¿qué comparación hay entre el
suyo y el nuestro? ¡El inmundo purificando, el matador vivificando,
el condenado absolviendo ! ¿ Destruirá su obra borrando los crímenes
que él mismo inspira ?
(1) Annon et alias sine ullo sacramento immundi Spiritus aquis incu-
iiant, adfectantes illam in primordio divini Spiritns gestationem? Sciunt
opaci quique fontes , et avii quique rivi , et in bal neis piscinas et euripi in
domibus vel cisternae et putei qui rapere dicuntur, scilicet per vim 9pirittis
nocentis. Nam etenectos et Iimphat03 et hydrophobos vocant, quos aquae
necavemnt aut amentia vel formidine exercuerunt. (Tertnll. , De Baplis-
mo , c. v. )
(2) Juxta nonacrim in Arcadia Styx , nec odore differens , nec colore,
epota illico necat. Item in Iibroso Taororum tres fontes, sine remedio, sine
dolore, mortiferi.... Colophone in Apollinis Olarii specu lacuna est , cujus
potu mira redduntur oracula bibentium breviore vita. (Lib. n,c. cvi.)—Ibi
(in Phrygiae Gallo Domine) in potando neceBsarius modus ne lymphatcs
agat ; qnod in Aethiopia accidere his qui a fante rubro biberint, Ctesias
scribit ... et Sotion, ín laKtrpti* tac Cttsia, soribit : Ctesias in Aethiopia fontem
esse narrat , cujus aqua Cinnabaris colorem refert : bibentes vero ex eo mente
alienati, ea quae clam perpetrarunt , eloquuntur. — Et Oviri., Metam., xv,
369: Cu i non audita est obscoenae Salmacis undi? Aethiopesque lacus?
quos si quis faucibus hausit. aut furit, aut mirum petitur gravitate somnum.
—In Beotia ad Trophonium Deum , juxta flumen Orchomenom dúo sunt
fontes, quorum alter memoriam , aller oblivionem affert. (Lib. xxxi , c. i et
c. xi.)—In Cea Ínsula fontem esse quo halietes fiant. (Id., id., c xii.)—Ne-
care aquas Theopompus et in Thracia apud Cychros dicit: Licus in Leonti-
ni8, tertio die quam quis biberit. (Ibid., c. xix.)
200 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
El gran teólogo del paganismo , Porfirio , confirma los mismos
hechos y cita este oráculo de Apolo á Alejandro: «Hijo de Eaco,
guárdate de aproximarte a las aguas de Aquerusa y de Pandosia;
pues te espera en ellas una muerte inevitable (i).» «Hay, dice Psela,
un cuarto género de demonios , acuátil y marino , que se sumergen
en las aguas , gustan de habitar cerca de los lagos y rios , y escitan
borrascas y tempestades , sumergen hasta lo hondo los navios con sus
tripulaciones y ahogan á muchos entre las olas (2).»
Estos hechos y otros muchos permiten , pues , afirmar con toda se
guridad que entre las criaturas animadas , el objeto privilegiado del
odio de Satanás es la mujer; y entre las inanimadas, el agua. La mu
jer, porque en la persona de María es la Madre del Verbo encarnado;
el agua , porque en el Bautismo es la madre del cristiano, hermano del
Verbo encarnado. De ahí proviene la solicitud particular con que la
Iglesia vela por la mujer , y especialmente por la doncella. De ahí
proviene también que entre todos los elementos el agua es el que la
Iglesia purifica más frecuentemente y del que se sirve siempre para
purificar las criaturas.
Tertuliano concluye diciendo: «¿Á qué fin hemos referido estas
cosas ? Para que á nadie se le haga difícil creer en la acción que los
ángeles buenos tienen sobre las aguas para bien del hombre, siendo
asi que los espíritus malignos se ponen frecuentemente en contacto
con el mismo elemento para perdernos (3).»
Pero contra la incredulidad moderna no tenemos necesidad de
semejante prueba. La virtud milagrosa del agua del Bautismo es un
hecho que brilla como el sol. Venga el más audaz negador de lo sobre
natural ; yo le pregunto : ¿Hay ó no diferencia entre el mundo paga
no y el cristiano? ¿entre un mundo prosternado ante mil ídolos,
horribles todos , impuros y crueles, á quienes ofrece en sacrificio
millares de víctimas humanas ; y un mundo que adora un solo Dios,
(1) Secundum hoc igitur dúplex est gratia. Una quidem , per quam jpse
homo Deo conjungitur , quac vocatur gratia gratum faciens. Alia vero , per
quam unus homo cooperatur alteri ad hoc quod ad Deum reducatur. (1. 2.,
q. cxi , art. i.)
(9) Conc. Trid., sess. vi , c. vn.
TOMO II. 14
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cación de los grados de la escala misteriosa por donde el hombre sube
de la tierra al cielo, y de hijo de Adán se hace hijo de Dios.
El Espíritu Santo comunica al alma la vida sobrenatural por el
Bautismo; por los otros sacramentos la fortalece y conserva.
Pero asi como el grano de trigo no se envuelve en la tierra sino
para que brote en espigas , del mismo modo el elemento sobrenatu
ral no se infunde en el alma sino para que se manifieste por medio
de hábitos sobrenaturales que se llaman virtudes. Las virtudes son
siete, como los sacramentos , tres teologales y cuatro cardinales.
Á las virtudes se agregan los dones, que, como inspiraciones per
manentes del Espíritu Santo , perfeccionan las virtudes , comunicán
dolas un nuevo impulso , una energía más sostenida , una tendencia
más elevada. Son también siete, y forman, dice un Concilio, las siete
grandes santificaciones del cristiano (1).
Con la ayuda de estos medios poderosos, el cristiano 'se encuen
tra en estado de creer , como conviene, los artículos del Símbolo , y
de practicar, como se debe , los preceptos del Decálogo , lo que es el
fin dela vida y principio de la gloria. Advirtamos de paso, con el Con
cilio citado , que el Símbolo se divide naturalmente en siete artículos
relativos á la Santísima Trinidad, y otros siete que se refieren al Hijo
de Dios hecho hombre. Igualmente , los diez preceptos del Decálogo
dicen relación á las siete virtudes , teologales y cardinales.
Guando el cristiano ha llegado á la perfección de la vida divina,
lo que resta es que persevere en ella. Mas esto no puede conseguirlo
por si sólo. Su debilidad natural, junto con los ataques incesantes de
sus enemigos , le exponen continuamente al peligro de un fracaso.
Pero la gracia que hemos visto manifestarse en las virtudes y los
dones , se manifiesta aquí en oraciones. Las siete peticiones de la ora
ción dominical corresponden á los siete dones del Espíritu Santo.
Cuantas veces repetimos esta adorable oración, pedimos la conserva
ción y acrecentamiento de esos dones divinos ; y para hacerla más
eficaz , el mismo Espíritu Santo la dice en el alma del cristiano con
gemidos inefables.
Los siete dones del Espíritu Santo, conservados y vigorizados por
la oración , se convierten en las manos del cristiano en armas de pre
cisión contra sus enemigos. Satanás nos ataca con siete armas que se
(I) Haec dona, juxta sacras acripturas , consimiliter stptem case asseri-
mus, qaasi septem sanctificationes fidelium mentinm. (Cono. Vaur., c. i.)
DESARROLLO DEL CRISTIANO. 211
llaman los siete pecados capitales : los siete dones del Espíritu Santo
son su oposición adecuada.
El cristiano, librando valientemente los nobles combates de la
virtud , se mantiene en el orden. El orden le proporciona la paz con
Dios , con sus hermanos y consigo mismo. De esta paz nacen las siete
bienaventuranzas.
En fin , los buenos trabajos dan fruto glorioso , como dice la Es
critura : Bonorum enim laborum gloriosus est fructus (1). Y como no
hay mejores trabajos que los que se llevan á cabo en el vasto campo
de la vida espiritual , corrresponden a estos nobles trabajos los doce
frutos del Espirilu Santo. El alma feliz que de estos frutos deliciosos se
alimente , cata ya en el mundo aquel otro fruto que los comprende á
todos, el fruto de la vida eterna : Frtictus in vitam aeternam.
Viene el fin del tiempo; y el cristiano, deificado por el Espíritu
Santo, entra en posesión de ese fruto incomparable , cuya vista , cuyo
gusto, cuyo goce , lo inundará en delicias indecibles ; porque ese
fruto será Dos mismo, visto, saboreado, poseído sin temor por un
amor sin limites (2).
No obstante, hasta aquí conocemos solamente los efectos de la
gracia santificante, principio de la deificación personal del cristiano.
Para dar una idea completa de los tesoros que el Espíritu Santo re
parte en el alma bautizada , debemos mostrar además los efectos de las
gracias gratis dadas. Repetimos que el cristiano, ser social é hijo de
la Iglesia , debe trabajar por la gloria de su madre y en la justifica
ción de sus hermanos. Para esto son indispensables tres cosas: cono
cer á fondo las verdades cristianas para instruir á los demás, estar
Loi números.
(I) (Sapientia) dedit números omnibus rabas, etiam infimis. (S. iag,,
ubi supra.)—Tolle numerum in rebus omnibus, et omnia pereunt. Adime
saeculo computum , et cuneta iguorantia caeca complectitur. Neo differre
potest a caeteris animalibus , qui oalculi nescit rationem. (R'ipert, Deoperib.
eanctintimie Trinitatis, lib. lxii; De Spiril. Snnct., lib. vII , c. xiv.)
(2) Multos novi numerarios et numeratores, vel si quo alio nomine
vocandi sunt , qui summe ac mirabiliter computant ; sapientes autem per-
paucos. (S. Aug., ubi mpra.)
(3) Ergo aeternos esse (numero) non negas. Imo fateor. (S. Aug., De
Mutica; Id., Demorib. Munich., c. xl ; De Civ. Dei., lib. xII, c. xvm.)
218 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Agustín , elevaos por encima de las obras de Dios , en cuyas partes
todas resplandece el número. Elevaos por encima del alma humana,
que tiene en si misma la visión interior del número. Id hasta Dios;
allí, en el santuario intimo de la misma Sabiduría, veréis el número
eterno, tipo y origen de todos los números. Pero ¿la sabiduría misma
existe por el número, ó consiste en el número? No me atrevo á de
cirlo (1).»
Una cosa hay cierta , y es que si el número, en su esencia , no
es la sabiduría misma , realizado en las obras de Dios es la expresión
más perfecta de ella. Otra cosa hay igualmente cierta , y es que hay
números , sobre todo en la Santa Escritura, que son sagrados y están
llenos de misterios (2). La tradición de todos los siglos está unánime
acerca de este punto ; son sagrados porque el mismo Dios los fijó ;
están llenos de misterios , porque son las leyes venerables del orden
moral y la expresión de las estrechas relaciones entre el hombre y las
criaturas, entre Dios y el hombre, entre el tiempo y la eternidad. Por
este doble título son dignos de profundo respeto y ardoroso estudio.
¿Cuáles son estos números misteriosos y sagrados? Hay una mul
titud de ellos. San Agustín señala solamente en la construcción del
Tabernáculo más de veinte, todos ellos llenos de misterios (3). Basta
que estudiemos algunos más notables, que son el tres, el cuatro, el
siete, el diez, el doce y sus múltiplos.
En el Antiguo y en el Nuevo Testamento el número tres sale mas
de 359 veces, el número cuatro 16o veces, el número siete 347 ve
ces, el número diez 239 veces , el número doce 177 veces, el numero
cuarenta 152 veces, y el número cincuenta 61 veces.
Si tenemos en cuen ta que la Biblia es, entre todos los libros cono
cidos , el único que indica constantemente y con precisión aparente
mente minuciosa los números de las cosas , de las medidas y de los
años; que la Biblia es la obra de la sabiduría infinita; que no con
tiene nada inútil y no encierra sino misterio y verdad; si tenemos en
(1) In quaternario numero est insigne temporum , etc. (Serm. 552, o. x.)
—Manifestum est ad Corpus quateroarium numerum pertinere , propter ele
menta notissima quibos constat. (Enarral. inpn. vi.)
(3) El tiempo, móvil imagen de lo eterno inmóvil.
LOS NÚMEROS. 223
por la Santísima Trinidad y llamada á la deificación. En el día del
juicio , dice el Verbo creador , redentor y santificador , habrá prepa
rados doce asientos para los doce Apóstoles llamados á juzgar á las
doce tribus de Israel.
«¿Qué significan estos doce asientos?, pregunta San Agustín. ¿Por
qué el número doce y no otro ? El mundo se divide en cuatro partes,
según los cuatro puntos cardinales. Los habitantes de estas cuatro
partes son llamados, perfeccionados y santificados por la Santísima
Trinidad. Como tres veces cuatro son doce , ved por qué los santos
pertenecen al mundo entero, y por qué habrá doce asientos prepara
dos para los doce jueces de las doce tribus de Israel. En efecto : por
una parte, las doce tribus de Israel representan, no solamente la tota
lidad del pueblo judio , sino la de todos los pueblos ; por otra parte,
los doce jueces representan la universidad de los santos , venidos de
las cuatro partes del mundo y llamados á juzgar á los pecadores traí
dos también de las cuatro partes del mundo. Así, el número doce re
presenta á todos los hombres, jueces y juzgados, reunidos de las cua- .
tro partes del mundo ante el tribunal del Hombre-Dios (1).»
¿Cuántas veces el número doce, en su misterioso , pero elocuente
lenguaje , recuerda esos grandes dogmas de la creación de los hom
bres por la Santísima Trinidad , de su vocación al Bautismo por la
Santísima Trinidad , y de la cuenta que en el último día tendrán que
dar de las tres facultades de su alma , que son imagen de la Santísima
Trinidad 1 Nosotros los vemos escritos en los doce hijos de Jacob , en
Jas doce tribus de Israel , en las doce fuentes del desierto, donde los
Israelitas , peregrinos de la tierra prometida , apagaron su sed ; eu
las doce piedras preciosas del racional sobre las cuales está grabado
el nombre de las doce tribus , en los doce morteros de oro que ser
vían en el tabernáculo , en las doce vinajeras de plata que se usaban
para las libaciones , en los doce exploradores enviados por Moisés y
en las doce piedras que se depositaron en el fondo del Jordán.
Los encontramos más claros todavía en los doce Apóstoles , en las
doce canastas que se llenaron de los pedazos de pan milagroso, y en
la célebre visión de San Pedro, i El caudillo de la Iglesia universal,
dice San Agustín , vió un vaso semejante á un lienzo que bajaba del
cielo, sostenido de las cuatro puntas y donde se encontraban anima
les de toda especie. La visión se verificó tres veces. Este lienzo, sus
pendido por sus cuatro puntas , era figura del mundo dividido en
TOMO II. 13
CAPÍTULO XXIII.
■
230 TRATADO DEL ESPÍRITU SAXTO.
titud innumerable de los santos , significados por los ciento cincuenta-
y tres peces (1).»
Si el orden moral, la virtud , la santidad, descansan sobre el nú
mero diez combinado con el siete , resulta que el signo del desorden
moral ó del pecado es el número once , y que la totalidad del desorden
moral ó del pecado se designa por el mismo número multiplicado por
siete. Expliquemos este nuevo teorema de la geometría divina. Su
puesto que el número diez marca la perfección de la virtud en el
mundo y de la bienaventuranza en el cielo, el once debe indicar ne
cesariamente el pecado. En efecto : ¿ qué es el pecado ? Es una trans
gresión de la ley ; y como el nombre mismo lo dice , la transgresión
tiene lugar cuando se sale del límite del deber, significado por el nú
mero diez. Pues bien: saliendo del diez, el primer número que se
encuentra infaliblemente es el once (2).
Y así sucede que en el Evangelio nunca el número once se mul
tiplica por diez , sino por siete. ¿ Por qué no se multiplica por diez?
Porque diez es el signo de la perfección, y comprende la Trinidad re
presentada por tres , y al hombre representado por siete a causa del
alma con sus tres facultades, y del cuerpo con sus cuatro elementos.
Pues la transgresión no puede pertenecer á .la Trinidad : y asi , para
multiplicar el once, signo del pecado, queda el siete en significación
de los pecados del alma y del cuerpo. Los pecados del alma son la
profanación de sus tres facultades , como los del cuerpo son la profa
nación de sus cuatro elementos.
Estas simples palabras del lenguaje de los números revelan clara
mente el sentido, generalmente desconocido, de las amenazas tañías
veces repetidas en Amos. Hablando por órgano del Profeta , dice Dios:
iSi Damasco llega á cometer tres y cuatro crímenes , no le perdonaré.
Si Gaza comete tres y cuatro crímenes, no le perdonaré. Si Tiro
(1) Lex habet decem praecepta: Spiritus autem gratiao , per quam solam
lex impleiur , septiformis legitur.... Deoem ergo et septem tenent omnes per
tinentes ad vitam aeternam , id est legem implentea per gratiam Spiritus....
Si computes ab uno ad decem et septem fiunt centum quinquaginta tres, et
invenies numerum sacrum fidelium* atque sanctorum in coelestibus cum
Domino futurorum. (S. Aug., serm. 248, o. iv.)—Efectivamente: sumando 1,
más 2 , más 3 , y asi hasta 17 inclusive , resultan 153.
(2) Lex enim per decem , peccatum per undecim. Quare peccattim per
undecim? Quia transgressio denarii est ut eas ad undenarium. Inlege autem
modus fixus est; transgressio autem peccatum est. Jam ubi transgreden*
denarium ad undenarium venis. (S. Aug., serm. 83, c. vi.)
LOS NÚMEROS. 231
comete tres y cuatro crímenes , no le perdonaré. Si Edom comete tres
y cuatro crímenes , no le perdonaré. Si los hijos de Ammon cometen
tres y cuatro crímenes , no les perdonaré (1).» ¿Por qué el Señor per
donará uno y dos , y negará el perdón á tres y cuatro ? Porque tres
y cuatro, sumando siete, marcan la transgresión total de la ley
y la rebelión completa del hombre , compuesto de un alma y un
cuerpo.
De este modo, once multiplicado por siete, designa la totalidad de
la transgresión y el último límite del pecado. ¿Habremos de repetir
que este cálculo no tiene nada de arbitrario? Es la verdad misma
quien lo emplea y nos lo explica. Pedro ha recibido el poder de per
donar y retener todos los pecados. Pregunta al divino Maestro cuán
tas veces deberá perdonar. Sin aguardar la respuesta , se apresura á
decir : ¿Hasta siete veces? No hasta siete veces, responde el Señor,
sino hasta setenta veces siete (2).
Á no acusar á la Sabiduría eterna de haber hablado sin concierto,
preciso es convenir en que este número tiene su razón de ser. ¿Cuál
es esa razón, y por qué se emplea este número y no otro? Menos,
habría sido demasiado poco ; más , habría sido inútil. Menos , habría
sido demasido poco ; porque todos los pecados son remisibles y se
obtiene el perdón cuantas veces se pide sinceramente. Mas , habría
sido inútil ; porque setenta veces siete indic a la totalidad de los peca
dos , según ya lo hemos visto , y la perpetuidad del perdón , como lo
vamos á ver.
En efecto: un nuevo golpe de luz nos manifiesta lo que significa
el número setenta y siete , haciendo brill ar en todo su esplendor la
sabiduría adorable que lo dispuso todo con número. Trazando San
Lucas la genealogía del Redentor, cuenta setenta y siete generaciones.
Es decir, que en los consejos eternos , el descendimiento del Hijo de
Dios al mundo tuvo lugar en el momento preciso en que habían pa
sado setenta y siete generaciones de pecadores ; para dar á entender
con este número misterioso que había venido á borrar todos los peca
dos cometidos por el género humano (3).
Hemos explicado el número siete, combinado con el diez y el
once : resta explicarlo, tomándolo-aisladamente. Entre todos los nú
meros sagrados, el siete es , á juicio de esos intérpretes incompara-
(t) Septenarius numerus indicat creaturam, quia 8ex diebus Deus ope-
ratus est et séptimo ab operibus quievit. (S. Aug., serm. 258, ex.)
(2) Spiritus Sanctus in Scripturie septenario praecipue numero com-
mendatur. (S. Aug., Enarrat., inps.'h.)
(3) Septenarius numerus quo universitatis significatio saepe fíguratnr,
qui etiam Ecclesiae tribuitur propter instar universitatis. (S. Ana., tpist.,
class. u.J
(V) Et quare septies pro eo quod est semper ponatur , certissima ratio
est : septem quippe diebus venientibus et redeuntibus , totum volvitur tempus.
(Id., serm. 1 14.)
LOS NÚMEROS. 233
miento á los culpables. Cuando las aguas del diluvio han disminuido,
Noé espera siete dias antes de soltar la paloma por segunda vez , y
después otros siete antes de soltarla por tercera.
Para jurar su alianza con Abimelech, inmóla Abraham siete cor
deros. Jacob sirve siete años para que le den por esposa á Raquel,
imagen del verdadero Jacob , trabajando durante los siete años del
mundo para conquistar á la verdadera Raquel , la Iglesia su esposa.
Las espigas llenas y las vacas gruesas, simbolo de la plena abundan
cia de Egipto , son siete. Los funerales de Jacob duran siete días , re
presentación elocuente de la vida del hombre en este valle de lágri
mas. Los Judíos comen el pan ázimo durante siete dias , en los cuales
el pan con levadura se debe quitar totalmente de las casas bajo pena
de muerte , mortificación completa del cuerpo y del alma para entrar
en comunicación con Dios por la manducación del cordero pascual.
El candelabro del Tabernáculo tiene siete brazos , calor y luz uni
versal del Espíritu septiforme. Las manos de los sacerdotes se consa
graban por espacio de siete días. Antes de recibir la victima, el altar
debía purificarse siete dias consecutivos y ser rociado siete veces. La
purificación de las inmundicias duraba siete dias. En las tres fiestas
solemnes , el pueblo judio, tipo de todos los otros, debía ofrecer
siete corderos. Siete semanas de años forman el jubileo. Siete nacio
nes enemigas ocupan la tierra prometida : sólo cuando las hayan
aniquilado , serán los Judíos pacíficos poseedores de la tierra de ben
dición ; figura de los siete pecados capitales , cuya destrucción puede
únicamente ponernos en posesión de la paz de la conciencia y de la
eterna bienaventuranza.
Si , como no es posible dudar de ello , el número siete no se em
plea arbitrariamente en los misterios de la verdadera religión, pre
ciso es prepararse para ver al demonio servirse frecuentemente del
mismo número en las prácticas de su culto (1). Púas bien : esta gran
mona de Dios, más instruida que nosotros en los misterios profundos
del número siete, quiere que sus sacerdotes no sean tales sino inmo
lando siete carneros. Para que den resultado sus evocaciones, ordena
Balartn á Balac que levante siete altares, y quiere para víctimas siete
La Confirmación.
(1) Unele Melchiades Papa dicit : Spiritus Sanctus qui euper aquas bap-
tiemi salutífero descendit lapsu, in fonte plenitudinem tribuiL ad innocentiam;
io confirmatione , augmentum praeetat ad gratiam. In baptiamo regeneramur
ad vitam ; poet baptismum confirmamur ad pugnam. In baptiamo abluimur;
post baptismum roboramur. (Apud S. Th., 3 p., q. i.m , art. I.)
(2) Joan., xx , 16. —Isic, xxiv, 49; xx, 15.
(3) Effeclus autem confirmationis sacramentó est quia in eo datur 8pi-
ritus Sanctus ad robur , sicut datus est apostolis in die Pentecostes ; ut vide-
licet christianus audacter Christi confiteatur nomen. (Decret. ad Arm.)
Sil) TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
que había de enviar. Todas estas promesas fueron cumplidas á los
Apóstoles el dia de Pentecostés , conforme sus actos lo atestiguan del
modo más brillante (1).»
Ademas , se cumplen todos los dias para los ñeles , en las cuatro
partes del mundo, por el sacramento de la Confirmación. La razón de
esto se halla en que el Espiritu Santo permanece siempre en la Igle
sia, y en que sus favores son tan necesarios para formarla como
para conservarla. Ahora bien : el Espiritu Santo, al comunicarse por
la Confirmación al cristiano, su criatura privilegiada, obra en él mu
chas y grandes maravillas.
Es la primera una nueva infusión de la grada santificante. La
misión ó donación del Espíritu Santo, enseña Santo Tomás , jamás
tiene lugar sin la gracia santificante, de la cual Él mismo es princi
pio. Claro está, pues, que la gracia santificante es comunicada por la
Confirmación. En el Bautismo ven la Penitencia, esta gracia hace
pasar al hombre de la muerte á la vida. En los otros sacramentos, y
especialmente en la Confirmación , aumenta y fortalece la vida ya
existente. Este sacramento perfecciona los efectos del Bautismo y de
la Penitencia , en cuanto da al penitente una remisión más perfecta de
sus pecados. Si un adulto, por ejemplo, hallándose en estado de pe
cado sin saberlo, ó también no estando perfectamente contrito, se
acerca de buena fe á la Confirmación, recibe el perdón de sus culpas
por la gracia de este sacramento (2).
La segunda es la gracia sacramental. Cada uno de los sacramen
tos confiere, además do la gracia santificante, una gracia particular,
que está en relación con el objeto del sacramento que la da ; á esta
gracia se la llama sacramental , y en el sacramento de la Confirma
ción es la gracia de la fortaleza. Así la gracia sacramental añado algo
a la gracia santiliante propiamente dicha (3).
En la Confirmación añade la fuerza necesaria al cristiano : fuerza
de memoria para retener, sin olvidarlas jamás, las grandes verdades
católicas que son la base y la brújula de la vida ; fuerza de entendi
miento para entender la religión en sus dogmas y preceptos, en el
detalle de sus prácticas y en su magnifico conjunto, en sus beneficios
(1) Habitué dicitur dispositio secundum quam bene vel male disponitur
dispositum aut secundum ae aut ad aliud , ut sanitaa habitua quidam est. Et
bíc loquimur nunc de habitu ; unde dioendum est quod habituB eat qualitas.
(S. Th., \. 2., q. xux.art. t.)—Secundum te, id est secundum suam naturam.
aut ai aliud, id est in ordine ad finem. (Id., art. 3.)—Habitua est actua
quidam , in quantum est qualitas ; et secundum hoc potest eBse principium
operationis ; sed ett in potentia per respectum ad operationem : unde habitúa
dicitur actus primus, et operalio actus secundus. (U. id. )
(S) De ratione virtutis humanae est quod sit habitua bon i operativus.
(Id., q. lv, art. \ et 3.)
i", i TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cualidad ó un habito del alma, por el cual se vive rectamente, del-
cual nadie hace uso para lo malo , y que Dios produce en nosotros sin
nosotros (l).»
En el orden puramente natural se distinguen las virtudes infusas
y las virtudes adquiridas. Las primeras , como dice San Agustín, es
tán en nosotros sin nosotros; pero es evidente que por los actos fre
cuentemente repetidos, estas buenas cualidades adquieren á la larga
una grande energía. Asi desarrolladas, se llaman virtudes adquiri
das. Tanto en unas como en otras, el hombre no debe atribuirá si
mismo lo que pertenece á Dios; pues lo mismo en el orden natural
que en el sobrenatural, trabaja siempre sobre un fondo divino. Los-
górmenes de las virtudes adquiridas están en él sin él. Su mérito
cónsiste solamente en el cultivo que da á los dones del Criador. Y aun
asi, los actos que resultan de su cooperación, no llegan jamás ala
perfección del principio de que dimanan ; son semejantes al arroyuelo,
cuyas aguas nunca son tan puras como las del mismo manantial (2).
Las virtudes naturales infusas ó adquiridas, procediendo de prin
cipios puramente naturales, es decir, uo siendo más que el desarrollo
de la vida humana, tienen por término la perfección natural. Pedir
les que eleven al hombre á un fui sobrenatural , esto es, que lo con
duzcan á la perfección de su vida divina , seria pedir un absurdo. La
razón de esto es tan clara como la luz del dia. En todas las cosas, los
medios deben ser proporcionados al fia ; luego lo natural no puede
producir lo sobrenatural. Sin embargo, lo sobrenatural es el fm para
el cual ha sido criado el hombre. ¿Cómo llegará á él? Santo Tomás
va á darnos la respuesta con la claridad que acostumbra.
«Hay en el hombre, dice el Angélico Doctor, dos principios mo
tores: el uno interior, que es la razón ; el otro exterior, que es
Dios (3). El primero, generador de las virtudes puramente humanas,
pone al hombre en estado de obrar, en muchos casos , conforme a la
rectitud y á la equidad natural. Pero esto no es bastante ; el hombre
esta llamado á vivir una vida divina. El mismo Espíritu Santo es el
principio de esta segunda vida : la gracia que infunde en el alma eu
(1) Virtus cst bona qualitaB seu LaUtus mentís, qua recte vivitur et íjui
noUna male utitur , et quam Deua in nobis sine nobií operatur. ( De Uh. arhit.,
lib. si , c. xvm.)
(2) S. Th ., I. S., i|. Lxm , art. 4.)
(3) In nomine est duplex principium moTene; unum quiJem interius,
quod est ratio; aliuJ autem extsriui . quod est Deas. (1. 2.,q. lxtiii, arl. 4.)
h\ CONFIRMACIÓN.
el momento del Bautismo, es un elemento divino, de donde proceden
las virtudes sobrenaturales , como las naturales proceden de la razón
ó del elemento humano. Tales virtudes reciben el nombre de virtudes
sobrenaturales infusas, y no son la gracia , como las virtudes natu
rales no son la razón , como el acto no es la potencia , como el electo
no es la causa (1). »
En orden á la vida divina que hay en nosotros, y de la cual
debemos vivir á fin de conseguir nuestro último fin , esas virtudes
sobrenaturales son tanto y más necesarias que las virtudes puramente
naturales ó humanas, i La virtud , dice Santo Tomás , perfecciona al
hombre y lo hace capaz de actos que están en relación con su felici
dad. Ahora bien : hay para el hombre dos especies de felicidad ó bea
titud: la una proporcionada á su naturaleza de hombre, á la cual
puede llegar por sus fuerzas naturales , mas no sin el auxilio de Dios,
nón lamen abique adjutorio divino ; la otra superior á la naturaleza,
á la cual no puede llegar el hombre más que por las fuerzas divinas,
por ser ella cierta participación de la naturaleza misma de Dios. Como
'los elementos constitutivos de la naturaleza humana no pueden elevar
al hombre á esta segunda beatitud , se hace necesario que Dios sobre
añada nuevos elementos , capaces de conducir al hombre á la. beatitud
sobrenatural , como los elementos naturales lo conducen á una beati
tud natural (2).»
Todos estos elementos se comprenden bajo la palabra gracia , la
más profunda , sin disputa, y la más bella de la lengua religiosa.
Ahora bien: á la cabeza de las virtudes nacidas de la gracia , forma n
las tres teologales , fe , esperanza y caridad. Primeras expansiones de
la vida divina , nos ponen , cual conviene , en relaciones sobrenatu
rales con Dios, nuestro último fin y objeto inmediato de las mis
mas (3).
La fe deifica la inteligencia , poniéndola en posesión de algunas
verdades sobrenaturales que la luz divina le hace conocer. La espe-
(í) Prudentia recta agendornm ratio, seu virtus, qua in quovis occur-
renle negotio , noscimus quid honestara sit , quid turpe ; seu quid agendom,
ut honestum , et quid fugieadum , ut inhoneslum. I Ferrari», Biblioth., art.
Virtus, n.' 97.)
(í) Unde virtus moralis sitie prudentia esse non potest. (t. 2., q. ltiii,
art. 4; etq. lvii, art. 5.)—Tolle discretionem , et virtus vitium erit. (S. Ber
narda serm. xl super Cant.)
248 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
La segunda virtud moral que brota de la gracia , como el fruto
brota del árbol, y llega á su madurez con el sol de la Confirmación,
es la justicia. La justicia es u na virtud que hace dar d cada uno lo que
essuyo (i). La justicia sobrenatural, ilustrada por la prudencia, res
peta ante todo los derechos de Dios. Dios , propietario incónmutable
de todo , tiene derecho a todo y sobre todo ; por consiguiente , tiene
derecho al culto interior y exterior del hombre y de la sociedad. Aqui
la justicia se manifiesta en la virtud de la religión , que comprende
la adoración , la oración , el sacrificio , el voto y el cumplimiento fiel
de los preceptos relativos al culto directo del Criador. . «
La justicia respeta los derechos del prójimo, rico ó pobre, débil
ó fuerte, inferior ó superior. El.mundo le es deudor de que acabara la
explotación del hombre por el hombre , el infanticidio , la esclavitud,
el despotismo brutal que pesó sobre todos los pueblos antes de la
redención , y pesa todavía sobre todas las naciones que no han reci
bido los beneficios del Evangelio. Enseña también al hombre á que
se respete á si mismo , su alma con sus derechos , su cuerpo con los
suyos, su vida, su muerte y hasta su tumba. Enséñale, en fin , á
respetar las criaturas, gobernándolas con equidad , es decir, en con
formidad con su fin; con espíritu de dependencia , como bienes aje
nos ; con temor , como quien ha de dar cuenta del uso que de ellos
haga. ¡Oh! ¡Imaginadlo que seria el mundo bajo el imperio dela
justicia, sobrenatural!
La tercera virtud sobrenatural es la fortaleza.. Sin ella, la pruden
cia y la justicia serían letra muerta ; pues no basta conocer el bien,
ni siquiera quererlo; es necesario tener valor para ponerlo por obra.
Este valor es hijo de la fortaleza. La fortaleza es una virtud que tiene
al alma en equilibrio entre la audacia y el temor. El audaz peca por
exceso , el meticuloso por defecto , el fuerte ocupa un medio entre
ambos (2). La fortaleza tiene dos oficios , activo y pasivo : con el pri
mero , arrostra los peligros por cumplir con el deber ; con el segundo,
opone la paciencia á la adversidad.
Son hijas de la fortaleza la magnanimidad , la confianza , la sere
nidad , la constancia , la perseverancia, la resignación , la actividad.
Toda esta familia , que es sobrenatural por la gracia , eleva el carác-
(1) Justitia est constaría et perpetua voluntas jus suum unicuique tri-
buendi. (Commnnh apud Theol.)
(2) Fortitudo est mediocritas ínter audaciam ettimorem conatituta.^purf
Ftrrarie, Bibliolh., etc., art. Virtm , n.' 1S0.)
LA CONFIRMACIÓN. 2«
ter del hombro a su más alto grado de nobleza , al mismo tiempo que
en la vida privada y en la pública engendra los hechos admirables
que sin cesar se admiran desde que el Espíritu Santo, derramado por
el mundo , los lia hecho tan comunes. ¿ Habrá Decesidad de decir
que , por razón de las circunstancias presentes, la fortaleza debe ser la
:jran virtud de los cristianos? Fortaleza para contraponer el número,
la grandeza y la santidad de sus obras á las iniquidades del mundo;
fortaleza heroica para resistir á los ataques excepcionales que se les
dirigen ; fortaleza para sufrir los ultrajes inauditos que se prodigan a
todo lo más sagrado y más querido que tienen.
La cuarta virtud cardinal es la templanza , que es una virtud que
regula el comer y el beber, reprime la cmicupiscencia y modera los pla
ceres de los sentidos (1). La templanza, igualmente que sus tres her
manas , es madre de noble y numerosa familia. La sobriedad , la abs
tinencia, la castidad, la continencia, la virginidad, el pudor, la
modestia , la clemencia, la humildad y la amabilidad son hijas suyas.
Téngalas un hombre, y ese hombre será el tipo de la belleza moral , la
personificación del orden.
Ilustrada el alma por la. prudencia, regida por la justicia, soste
nida por la fortaleza, impera sobre el cuerpo, y sus mandatos, exac
tamente ejecutados , apartan todo lo que degrada á la naturaleza hu
mana. Lejos del hombre temperante la glotonería, la embriaguez, la
crápula, la impureza , la loca prodigalidad , el ruinoso lujo , los pla
ceres seductores , en una palabra , la vergonzosa esclavitud del espí
ritu bajo el despotismo de la'carne.
Tal es la cuarta virtud á que el Espíritu Santo comunica nueva
energía en la Confirmación. Dígase ahora si la templanza, en todas sus
aplicaciones, es una virtud necesaria al cristiano moderno, condenado
á vivir en medio de un mundo esclavo todo él de la intempe
rancia.
Aunque en muchos casos es muy difícil distinguir entre lo natu
ral y lo sobrenatural , entre la razón y la gracia , ese doble motor de
los actos humanos , como dice Santo Tomás ; sin embargo , hay dis
tinción real , admitida constantemente por la teología católica, y fun-
(1) Dona Spiritus Sancti suDt quidam habitua quibus homo perficitur
ad prom pte obediendum Spiritui Sancto. (1 . i., q. lxviii , art. i. )— Dona sunt
quaedam hominis perfectiones, quibus homo disponitur ad boo quod bene
sequatur instinctum divinum. (¡hid,, art. 2.)— Desarrollando un poco osta
definición, puede decirse : Los dones del Espíritu Santo son habitudes ó in
clinaciones inherentes al alma, distintas delas virtudes sobrenaturales infu
sas, necesarias para hacer el bien é inseparables unas de otras.
(2) Calich., xv.
(3) Bonum gratiao unius majusest, qua-'.i bonum naturae totius uni-
versi. (S. Th., i. 2., q. cxm, art. 9.)
254 TflATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
¿Quién podra medir la extensión de osle Iteneficio? Dar la vida
natural á un ángel y a millones de ángeles, á un hombre y á millones
de hombres, á un ser cualquiera y á millones de seres; volver la
vista á un ciego y á millones de ciegos, el oido á un sordo y á mi
llones de sordos, el movimiento á un paralitico y á millones de para
líticos, son sin duda beneficios, inmensos benelicios.
Pero recoger de entre la basura en que se arrastra á este gusani
llo que se llama hombre, y después comunicarle la vida misma de
Dios á ese ser-nada, y llenar su entendimiento de luces divinas y su
corazón de sentimientos divinos y su voluntad de fuerzas sobrehu
manas para hacer el bien y vencer al mal, he ajii otros beneficios y
benelicios muy superiores á los primeros..
Sin Embargo, imprimir á estos elementos de vida divina, á estas
luerzas sobrenaturales, un fmpulso potente y sostenido que, durante-
una larga serie de años > de combates, les haga producir actos per
fectos de todas las virtudes, tales que el mismo Dios pueda presentar
a las jerarquías celestiales el cristiano que los hace y decirles roa
cierta especie de orgullo : Este es mi hijo muy amado en quien tengo
todas mis complacencias ; ¿ no es este el beneficio de los benelicios , el
don que corona todos los dones? Al describirlo acabamos de describir
los dones del Espíritu Santo y su excelencia incomparable. Son mas
que la vida natural, mas que la vida sobrenatural, mas que las
grandes virtudes de prudencia , justicia, fortaleza y templanza sobre
natural ; son sus motores divinos (1).
Dones del Espíritu Santo, y no del Padre ó del Hijo. Los done.-,
maravillas de la caridad , no pueden atribuirse sino al Espíritu Santo,
que es la caridad misma de Dios, el amor consubstancial, el amor en
persona, eternamente vivo y eternamente infinito. Á la manera qui
en la naturaleza física no hay más que un sol , principio del calor y
de la vida ; asi en el mundo moral no hay más que un principio san-
tificador , el Espíritu Santo. Los dones , que son medios superiores de
santificación , vienen de líl y nos conducen á El. Pues bien: santifi
car es unir. Si analizando los designios de Dios , los reducís a su mas
sencilla expresión , encontraréis un fin único, traer todas las cosas a
la unidad.
Por una parte, siendo Dios uno y únicamente bueno, uo puede
tener en sus obras otro fin que la unidad y la unidad beatificante. Por
otra parte, el hombre, compuesto dedos naturalezas, es In soldadura
(I) Spiritus ergo in genere est incitatus aoimi motus , ímpetus et ardor
immissus vel a natura et oupiditate, vel etiam a daemone, tumqoe dicitur
furor et insana cupido ; sic vocatur spiritus superbiae , irae , accedía*, oto.;
vela Deo,tumque dici'.ur Spiritus Domini, utque aliquando permanens , ali-
quando cito transiens. (Corn. a Lap., in h., 11 , 2.)
LOS DONES DEL ESPÍBITd SANTO. 257
alma por el Bautismo. Añora bien : el Espíritu santificador se comu
nica por los siete dones. Y asi se llaman dones , no solamente porque
se derraman en nosotros por el Espíritu Santo, sino también porque
se ordenan á hacer al hombre pronto y fácil para obrar bajo la in
fluencia divina. Sigúese de ahí que el don, en cuanto se distingue de
la virtud infusa , puede definirse : Lo que Dios da para poner en mo
vimiento la virtud infusa (1).»
Una comparación pondrá de manifiesto esta distinción fundamen
tal. Lo que la savia es al árbol , son las virtudes infusas para el alma
bautizada. Para que un árbol crezca y dó fruto , se necesita que la
savia sea puesta en movimiento por el calor del sol , á fin de que
circule por todas las partes del árbol , desde las raíces hasta la punta
de las ramas. Lo mismo le*pasa al cristiano. Posee por el Bautismo
la savia de las virtudes sobrenaturales ; pero si ha de crecer y dar
frutos, es menester que esta savia divina sea puesta en movimiento
y circule por todas las potencias de su ser.
¿Cuál es el sol cuyo vivo calor puede únicamente poner en mo
vimiento esta savia preciosa? Ya lo hemos dicho : El Espíritu de los
siete dones. Ahora , la cuestión de la superioridad de los dones sobre
las virtudes ó de éstas sobre aquéllos, se explica por si misma. Los
dones son inferiores á la virtudes teologales. En efecto : estas virtu
des unen el alma á Dios , en tanto que los dones no hacen más que
moverla hacia Él. Pero los dones son superiores á las virtudes mora
les, cuyo oficio es quitar los obstáculos que nos alejan de Dios, mien
tras los dones nos dirigen verdaderamente y nos mueven hacia Él (2).
La definición termina diciendo : Que nos dúponen á obedecer con
(1) Sicut oculus corporis plenissime sanus, nisi candore luois aJjutus
non potest cerneré ; sic et homo perfectissime etiam justificatus, nisi aeterna
lucejustitiaedivínitus adjuvetur, recte non potest vivere. (Vid. Lib. de natura
el gratia.)
(2) Es un axioma de las ciencias laicas, lo mismo que de las morales,
que el agente secundario no puede obrar sino por virtud del primario: nullum
agens secundum agit, nisi virtute primi.
200 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
mas su discípulo, que no esta bien instruido todavía, no puede ejer
cer sin que lo instruya el maestro. Asi , pues , en cuanto a aquellas
cosas que caen bajo el dominio de la razón , es á saber : en orden al
fin connatural al hombre , puede éste obrar por el juicio de la razón;
y si en esto le ayuda también Dios por inspiración especial , sera
efecto de la superabundante bondad divina.
•Pero en orden al fin último sobrenatural , al cual nos induce la
razón en cuanto es informada de algún modo é imperfectamente por
las virtudes teologales, en esto no basta la moción de la razón , como
no se añada la inspiración y moción del Espíritu Santo, conforme á
aquello de San Pablo : Todos los que son movidos por el Espíritu ie
Dios, los tales son hijos de Dios. Y lo que dice el Salmista : Vuestro
Espíritu bueno me conducirá á la tierra de los justos. Asi , nadie puede
entrar en la herencia del cielo , si no es movido y guiado por el Es
píritu Santo. Por tanto , para conseguir aquel fin , es necesario al
hombre tener el don del Espíritu Santo (1).»
Toda esta bella y profunda doctrina del Ángel de las Escuelas
debe resumirse asi : «Por las virtudes teológicas y morales el hombre
no se perfecciona tanto en lo relativo á su fin último, que no necesite
siempre ser guiado por la moción superior del Espíritu Sauto (J).i
Los dorios del Espíritu Santo, necesarios como principios genera
les del movimiento ¡tobrenatural , lo son además por otros títulos par
ticulares. Son necesarios para conocer el bien y para ponerlo por
obra; son necesarios también para evitar el mal ; de modo que son
aun mismo tiempo luz, fuerza y protección. De donde se iiiliere
que seria un error considerarlos como un soplo fecundo, como un
simple impulso, sin virtud propia. Se les debe tener por otras tanta?
perfecciones activas y vivificantes, añadidas á las virtudes y poten
cias del alma : Dona sunt quaedam hominis perfecliones (3).
(1) Rationi humanae non sunt omnia cognita ñeque omnia possibilia
sive accipiatur ut perfecta perfectione naturali , sive accipiatur ut perfecta
theologicis virtutibus; unde non potest quantum ad omnia repeliere stulti-
tiam et alia hujusmodi.... Sed ille cujus scientiae et potestati omnia subsunt,
sua motione ab omni stultitia et ignorantia et hebetudine et duritia et cáete-
ris hujusmodi nos tutos reddit. Et ideo dona Spiritus Sancti , quae faciunt
nos bene sequentes instinctum ipsius, dicuntur contra hujusmodi defectus.
fU., art. 2.)
(2) Operatio Spiritns Sancti quae nos movet et protegit , non circum-
scribitar per effectum habitualis doni quod in nobis causat ¡ sed praeter hunc
effectum , nos movet et protegit cum Patre et Filio.—Homo in gratia consti-
tutos indiget divino auxilio ipsum dirigente et protegente contra tentationum
impulsus. (S. Th., t. 2., q. cix, art. 9.)
á62 TRATADO DEL ESPÍP.ITÜ SANTO.
y los dones, añade Santo Tomás, bastan para excluir los pecados y
los vicios en cuanto al presente y á lo futuro, en el sentido de que
impiden cometerlos. Pero en cuanto á los pecados pasados, que pa
san como actos y permanecen como reato , el remedio lo tiene el hom
bre en los sacramentos (1).»
Queda , pues, bien probado que los dones del Espíritu Sanio*, ya
como principios del movimiento sobrenatural , yá como elementos de
luz, de fuerza y de defensa , son tan necesarios para la salvación como
el movimiento para la vida , el calor para la savia , el viento para el
barco y el vapor para la locomotora. Pero ¿ son todos los dones igual
mente necesarios ó en el mismo grado? Sin duda alguna.
«Entre los dones del Espíritu Santo, dice la teología católica , ocupa
el primer lugar la sabiduría , y el último el temor. Pero ambos sou
necesarios para la salvación ; pues de la sabiduría está escrito : .4 na
die ama Dios sino al que habita con la sabiduría, y del temor se lee:
El que no time temor , no se podrá justificar. Luego también los otros
dones son medios necesarios para la salvación : Ergo etiam alia dona
media sunt necessaria ad salutem (2).i Además, sin el Espíritu Santo
es imposible la salvación ; pero el Espíritu Santo es inseparable de
sus dones : ó está en el alma con todos ellos , ó totalmente no esta.
La consecuencia es que los siete dones del Espíritu Santo son todos
igualmente necesarios para la salvación : Septem dona sunt tiecessurié
ad salutem (3).
(I) Isaías incipit a summo dono scilicet sapientiae et dascendit per media
usque ad infimum , scilicet donum timoris Domini. Sed dos, inquit Grego-
rias. (Moral. , \ib. xxu , c. nv) , qui a terrenis ad coelestia tendimus , eosdem
gradua ascendendo numeramus, et incipiendo ab intimo scilicet timori*
Domini, usque ad donum sápidas sapientiae. (S. Bonav., ubi supra.)
268 TRATADO DEL ESFÍRITU SANTO.
dones del Espíritu Santo se oponen directamente á los pecados capi
tales. Pues bien : el orgullo es padre de todos los demás : Initium
omnis peccati est superbia ; por eso se explica el primero. Su reme
dio es el temor , como lo haremos ver ; y asi , por el temor debe co
menzar la explicación de los dones del Espíritu Santo.
Como es fácil de ver, estos dos órdenes , ascendente el uuo y des
cendente el otro , encierran grandes enseñanzas y bellas armonías.
Ni las unas ni las otras se escaparon á lá mirada penetrante de los
Doctores de la Iglesia, s Los dones , dice San Agustín , nos revelan
con el número siete al Espíritu Santo , que, descendiendo sobre nos
otros , empieza por la sabiduría y acaba por el temor ; en tanto que
nosotros , para elevarnos á Él , comenzamos por el temor y concluí
mos por la sabiduría. Pues el temor de Dios es el principio de la
sabiduría (1).»
Y en otro lugar : « Cuando el profeta Isaías celebra los dones ma
ravillosos del Espíritu Santo, parte de la sabiduría y llega al temor,
como descendiendo desde lo más alto hasta nosotros para enseñarnos
á subir. Parte del punto adonde nosotros debemos llegar, y llega al
punto en que nosotros comenzamos. Descansará sobre Él el Espíritu
del Señor, el Espíritu de sabiduría y de entendimiento, el Espíritu de
consejo y de fortaleza , el Espíritu de ciencia y de piedad , el Espíritu
de temor del Señor. Á la manera , pues , que el Verbo encarnado , no
aminorándose , sino enseñándonos , desciendo desde la sabiduría
hasta el temor ; asi debemos nosotros elevarnos avanzando desde el
temor hasta la sabiduría. El temor, en efecto , es el principio de la sa
biduría : es aquel valle de los lamentos , que nombra el Profeta cuando
dice : Dispuso las ascensiones en su corazón , en el fondo del valle dt
las lágrimas.
«Este valle es la humildad. ¿ Y quién es el humilde , sino el que
teme á Dios , y por este temor deja correr de su corazón las lágrimas
de la confesión y la penitencia ? Dios no desprecia un corazón contrito
y humillado. No tema , pues , el hombre permanecer en el fóndo del
valle. En ese corazón contrito y humillado ha preparado Dios las as
censiones, mediante las cuales nos elevamos hasta Él. ¿Dónde se
verifican estas ascensiones ? En el corazón , dice el Profeta , in cor-
. -
(1) Istae septem optrationes commendant septenario numero Spiritam
Sanctum ,qui quasi descendensad nos incipit a sapientia, et finital timorem,
nos autem ascendentes incipimus a timore , perfícimur in sapientia. Initium
enim sapientiae timor Domini. (Serm. 448, c. iv.)
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 269
de. ¿De donde se ha de subir? Del fondo del valle de los llantos.
¿ Adonde hay que elevarse ? Al lugar que Dios mismo ha preparado,
in locum quem disposuit. ¿Qué lugar es este ? La mansión del reposo
y de la paz , en que habita radiante de luz la Sabiduría inmortal.
«Asi, para instruirnos, Isaías desciende por grados desde la sabi
duría hasta el temor, es decir, desde la morada de la paz eterna hasta
el fondo del valle de los llantos; llantos pasajeros como lo es el tiempo.
Quiere enseñarnos, a nosotros, pobres penitentes que gemimos y llo
ramos, que no nos quedemos en los gemidos y lágrimas, sino que
nos elevemos desde este triste valle hasta la montaña espiritual , hasta
la cima en que esta edificada la Jerusalén santa , nuestra madre,
donde gozaremos de una alegría sin mezcla y sin fin. Esta es la razón
de colocarse en el primer lugar la sabiduría , que es la verdadera luz
del alma, y en el segundo la inteligencia. Como si respondiera á los
que le preguntaseu asi : ¿De dónde hay que partir para llegar a la
sabiduría? De la inteligencia. ¿Y para llegar á la inteligencia? Del
consejo. ¿Y para llegar al consejo? De la fortaleza. ¿Y para llegar á
la fortaleza ? De la ciencia. ¿Y para llegar á la ciencia? De la piedad.
¿ Y para llegar á la piedad ? Del temor. Luego desde el temor, á la
sabiduría; del valle de los lamentos, al monte de la paz (1).»
Tomando ocasión el abad Ruperto del modo con que Isaías habla
del don de temor cual se encuentra en Nuestro Señor, nos hace ad
mirar la condescendencia profunda del Verbo encarnado , hecho el
Salvador y preceptor del género humano. Estas son sus palabras :
«Dice el Profeta : Y el Espíritu del temor del SeTwr lo llenará. Es
digno de notarse que , hablando de los seis primeros dones, Isaías
dice constantemente : Sobre Él reposará el Espíritu, del Señor, el Es
píritu de sabiduría , el Espíritu de inteligencia, y asi los demás. ¿Por
qué al llegar al séptimo cambia la palabra y dice : El Espíritu de temor
lo llenará ? Se comprende el misterio : Dios ha querido mostrar
al universo este espectáculo asombroso , el Criador del hombre , el
Dios de la eternidad descendiendo hasta el punto de que debe partir
(I) Ergo ille cum praeposuisset sapientiam , lumen scilicet mentis ¡nde-
ficiens, adjunxit intellectum : tanquam quaerentibus unde ad sapientiam
veniretur responderet : Ab int'olleclu ; linde ad intellectum : A concilio ; unde
ad consilium : A fortitudine ; unde ad fortitudinem : A scientia; unds ad
scientiam: A pietate; unde ad pietatem: A ti more. Ergo ad sapientiam a
timore ; quia initium sapientiae timor Domini ; A convalle plorationis usque
ad montem pacis. (Serm. 247, c. m.)
270 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
el hombre pecador para salir del abismo del vicio y librarse de las
cadenas iufernales del pecado.
»En efecto: el principio de la sabiduría es el temor del Señor :
hasta esto ha descendido el Criador. El Espíritu del temor de Dios lo
llenará , dice el Profeta. Nada tiene de extraño que haya dicho : Sobre
Él reposará el Espíritu de sabiduría y de inteligencia. Estas magnífi
cas cualidades convienen á la majestad de un Dios. Pero ¿cuál es el
ángel ó el hombre que no se pasme al ver que el Señor desciende
hasta el temor del Señor, que el soberano y temible dueño del cielo
y de la tierra está lleno de temor, y no en parte, sino plenamente, en
toda la extensión que los hombres, inspirados por el Espíritu Santo,
pudieron dar á la palabra plenitud ({)'! »
Tal es la misteriosa escala que el Verbo, dirigido por el Espiritu
Santo, ha recorrido descendiendo para llegar hasta nosotros, y que
nosotros debemos subir para llegar hasta Él. Detengámonos un ins
tante á considerar esto doble movimiento de ascenso y de descenso.
Este estudio, interesante en sí mismo, tiene tres grandes ventajas. La
primera, comprobar con hechos la enumeración jerárquica de Isaías:
la segunda , orientarnos en el ejercicio de los dones del Espiritu
Santo; la tercera, poner en claro los efectos generales que los dones
del Espiritu Santo producen en el género humano.
l.° Comprobar la enumeración jerárquica de Isaías. Indudable
mente , la vida del Verbo hecho carne es una manifestación conti
nua del Espiritu que rebosaba en Él. Encuéntranse, no obstante , cir
cunstancias en que brillan más espléndidamente cada uno de los dones
del Espíritu sepliforme en el mismo orden con que el Profeta los
enumera.
Entra Jesús en su vida pública, y el primer don que brilla en Él
es la sabiduría. Apenas ha salido de las aguas del Jordán , el Espiritu
lo guía al desierto. Alli ayuna cuarenta días y cuarenta noches; per
mite al demonio que le venga á tentar , á lin de tener ocasión de ven
cerlo; rechaza sus ataques con palabras divinas admirablemente ele
gidas, y asi da principio á todas las victorias que Él y sus discípulos
de todos los siglos y de todos los países reportarán sobre el eterno
tentador.
(I) Quis autem angelorum aut hominum non miretur Dominum , usqua
ad timorem Domini descendisse, Deum et Dominum coelis ac terris timen-
dnm , timoratum factura tase, non partirá sed plenarie, et quantum verlio
repletionis aut plcnitudinis potuerunt nomines, in eodem Spiritu Sancto
loquentes, significare? (De Spir. Smct., lib. i , c. xxv.)
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 271
¿Dónde está el hombre cuya vida presente una sabiduría compa
rable á la suya?
Uno de sus primeros actos , al volver á presentarse entre los hom
bres, es entrar en la Sinagoga de Nazareth : allí se levanta para ex
plicar los libros santos. Se pone en sus manos á Isaías ; lo abre, y le
sale este pasaje : «El Espíritu del Señor sobre mi : por lo que me ha
ungido , para dar buenas nuevas á los pobres me ha enviado, para
sanar á los contritos de corazón, para anunciar á los cautivos reden
ción y á los ciegos vista , para poner en libertad á los quebrantados,
para publicar el año favorable del Señor y el día del galardón (1).»,Y
cuando hubo cerrado el libro , añadió : Hoy se ha cumplido esta Escri
tura en vuestras orejas. Se ha cumplido, puesto que el Profeta habla
de milagros del orden moral, y vais á ver cómo en mi y por mi se
obran todos estos milagros.
Hallar inmediatamente este pasaje de Isaias y dar su exacto sen
tido, ¿no es el triunfo del don de Inteligencia?
He aquí el don de consejo. Conociendo la incredulidad de sus
oyentes , les hace entender que esos milagros no son para ellos. En
verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en tiempo de
Elias, cuando fué cerrado el cielo por tres años y seis meses, cuando
hubo una grande hambre por toda la tierra ; mas a ninguna de ellas
fué enviado Elias, sino á una mujer viuda en Sarepta de Sidonia. Y
muchos leprosos había en Israel en tiempo de Elíseo profeta ; mas
ninguno de ellos fué limpiado, sino Naamán de Siria (2).»
Conocimiento claro y revelación precisa de los decretos eternos
acerca de los Judíos y de los gentiles, todo se encuentra en estas pa
labras que en boca de Jesús quieren decir : Judíos, con vuestro or
gullo cerraréis sobre vuestras cabezas el cielo de la misericordia ; toda
la lluvia de gracias, caída sobre vosotros por el ministerio de Moisés y
los profetas , tomará su dirección hacia los gentiles ; y vuestra lepra,
de que no querréis sanar, será la curación de la lepra de las nacio
nes á quienes purificará y curará el Espíritu de los siete dones.
¿Puede brillar más claramente el don de Cornejo?
No es más difícil encontrar el don de Fortaleza. Los Judíos, irri
tados con la prueba que acababa de darles del don de consejo , se apo
deran del Verbo encarnado y lo conducen á la cima de la montaña,
sobre la cual estaba edificada su ciudad, á fin de precipitarlo desde lo
(1) Propterea non dixit , do Spiritnm , sed effundam de Spiritn meo super
omnem carnem. (Eacpotit., in Ps. iliv, n.' 2.)
876 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
.una gota del Espíritu Santo. Y que esto lo hace solamente una gota,,
el Profeta lo declara diciendo : Yo derramaré de mi Espíritu. Ved,
pues , cuan grande es la poderosa fecundidad de la gracia del Espíritu
Santo , que , después de tan largo tiempo, basta para el mundo ente
ro, y que , no conociendo fronteras ni diminución , colma al género-
humano de inefables riquezas , sin empobrecerse ella en lo más mí
nimo (1).»
Antes que el ilustre patriarca de Constantinopla , había celebrado
el gran Tertuliano la rápida deificación del género humano por el
Espíritu de los siete dones. Este milagro era para él una prueba irre
futable de la divinidad del Verbo hecho carne , de quien el mundo
habia recibido el Espíritu regenerador. > Los Apóstoles , dice en su
magnifico lenguaje , fueron las bocinas del Espíritu Santo , y sus
palabras resonaron en todos los ámbitos del universo. ¿ A quién si no
han creído las naciones del globo ? Á Cristo , y sólo á Cristo. Ante Él
se abren todas las ciudades , ante Él se rompen todas las cerraduras,
y las puertas de bronce giran sobre sus goznes para darle entrada.
Sin duda que estos milagros pertenecen al orden moral , y es menes
ter entenderlos en el sentido de que los corazones de los habitantes
de lá tierra , asediados, cerrados, poseídos por el demonio , quedaron
libres y abiertos por la fe de Cristo. Á pesar de esto , son muy reales
esos milagros , puesto que el pueblo cristiano habita hoy cu todos los
lugares. Ahora bien : ¿quién puede extender su reino al universo
entero, si no es Crista Hijo de Dios, anunciado como el que debía
reinar eternamente sobre todas las naciones?
«Reinó Salomón ; pero en las fronteras de la Judea , desde Dan
hasta Bersabó. Reinó Darío sobre los Babilonios y los Persas ; pero no
más allá. Reinó Faraón sobre los Egipcios ; pero sobre ellos sola
mente. Reinó Nabucodonosor desde la India hasta la Etiopia ; pero un
poco más lejos su imperio era desconocido. Reinó Alejandro el Mace-
donio ; pero sobre una parte del Asia solamente. ¿ Qué diré de los
Romanos? Estos rodearon su imperio de puestos militares , y estas
barreras vivientes eran los limites de su poderío. En cuanto á Jesu
cristo , su reino y su nombre se extiende por todo él mundo. En to
das las partes es creído, en todas las partes es adorado, en todas
(1) Haec autem omnia fácil stilla Spiritus.... Considera ergo quatn iit
omni ex parte sufliciens gratia Spiritus, quae universo orbi terrarum tanto
tempore suflicit , et neque circamscribitur , nec consumitur , sed omne quidem
implet opibns et gratia: ipsa vero minime consumitur. (Chrysotl., ubi *upra.}
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 277
las partes manda , dándose a todos sin acepción de personas, igual
para todos , rey para todos , juez para todos , y Dios y Señor para
todos. Cree todo esto sin dudar, puesto que lo ves con tus mismos
-ojos (t).»
Admirado de este mismo espectáculo, exclama San Gregorio : «El
Espíritu invisible se ha hecho visible en sus servidores. Sus mila
gros prueban su presencia. Nadie puede ver el disco deslumbrador
del sol cuando comienza á salir ; mas podemos ver la cima de las
montañas que dora con sus rayos y sabemos que está sobre el hori
zonte. Puesto que no podemos contemplar en si mismo al Sol de jus
ticia, vemos las montañas que él hace resplandecer con su luz, los
Apostoles santos cuyas virtudes y milagros anuncian a toda la tierra
la salida de sol divino. Si es invisible en si mismo, vemos las mon
tañas que alumbra. La virlud de la Divinidad en si misma , es el sol
-del cielo ; la virtud de la Divinidad en los hombres , es el sol de la
tierra. Contemplemos , pues , el sol sobre la tierra , ya que no pode
mos contemplarlo en el cielo (2).»
El género humano, sacado de la barbarie pagana y colocado en
la plena luz del Evangelio , tales son los efectos generales de los do
nes del Espíritu Santo. Digámoslo de paso : ante este hecho siempre
antiguo y siempre nuevo, ¿qué son las objeciones de la incredulidad
contra el Cristianismo ? Lo que son los razonamientos de un ciego de
nacimiento contra la existencia del sol, lo que las palabras del insen
sato contra la evidencia de los axiomas de la geometría. ¿ Cómo se ha
realizado este grande hecho en la humanidad? Del mismo modo que
se realiza en cada uno de los hombres. Comenzó por el don de temor,
el cual ha ido llamando á todos los demás.
¿Qué es lo que predica Juan Bautista, el precursor de la luz? El
temor. «Haced frutos dignos de penitencia.... Porque ya está puesta
la segur á la raíz de los árboles. Pues todo árbol que no hace buen
fruto, cortado será y echado al fuego (3).» Y Pedro, primer 1ntér-
Sumario.—Los siete dones del Espíritu Santo opuestos á los siete pecados
capitales —Luminoso punto de vista —Lo que es el don de temor.—Sus
efectos ; respeto á Dios , horror al pecado.—Su necesidad : él nos da la
libertad, librándonos del temor servil.—Del temor mundano.—Del temor
carnal.—Nos arma contra el espíritu de soberbia.— Qué sea la soberbia y
lo que produce.
(1) Haec dona sunt septem Spiritus missi in omnem terram contra sep
tera Spiritus nequam , de quibut dicitur. (Ma llh . , ni . )— .... Donum timoris
expellit superbiam.... donum pietatis expellit spiritum invidiae.... Spiritus
scientiae repellit spiritum ¡rae.... Spiritus consilii fugat spiritum avaritiae....
Spiritns fortitudinis illuminat spiritum tristem accidiae ... Spiritus intelleotus
removet spiritum gulas.... Spiritus sapientiae obruit spiritum luxuriae...
(Summ. Iheolog., iv p. , tit. x, c. i, § 4.)
á80 TBATA.DO DEL ESPÍBITU SANTO.
Este luminoso golpe de vista nos descubre , ya la naturaleza ínti
ma de los siete dones del Espíritu Santo , ya el papel necesario que
representan , ya el inmenso lugar que ocupan en la obra de la reden
ción humana. El santo Arzobispo revela y justifica con una sola pala
bra todo el plan de nuestra obra. En efecto : dos espíritus opuestos se
disputan el imperio del mundo. Haga lo que quiera , el hombre vive
necesariamente bajo el imperio del espíritu bueno ó bajo el del malo.
Jesucristo ó Bel ial; no hay medio. Tales son las verdades, funda
mento de toda filosofía, luz de toda la historia , que nosotros no nos
cansaremos de demostrar. Pues bien : según la revelación del mismo
Verbo, el Espíritu malo, Satanás, va acompañado de otros siete espí
ritus peores que él. Estos espíritus nos son conocidos por sus nom
bres y por sus obras.
Por sus nombres : en lenguaje católico se llaman : espíritu de so
berbia, espíritu de avaricia, espíritu de lujuria , espíritu de gula,
espíritu de envidia, espíritu de ira, espíritu de pereza.
Pot sus obras : ellos son los inspiradores y fautores de todos los
pecados, de todos los desordenes privados y públicos, de todas las
vergüenzas , de todas las bajezas ; por consiguiente , la causa ince
sante de todos los males del mundo ¿Quién de nosotros no ha sido
objeto de sus ataques? ¿Quién no ha sentido más de una vez su ma
ligna influencia? Crueles, astutos, infatigables, nos asedian y fatigan
día y noche. Es evidente que el hombre , abandonado á si mismo, es
demasiado débil para sostener la lucha ; testigo la historia de los par
ticulares y de los pueblos que se sustraen á la influencia del Espíritu
Santo.
Así , uno de los dogmas más consoladores de la religión es el
que nos muestra al Espíritu del bien viniendo en socorro del hombre,
con siete espíritus ó siete potencias opuestas á las siete fuerzas del
Espíritu del mal. Estos siete espíritus auxiliares nos son igualmente
conocidos por sus nombres y por sus obras.
Por sus nombres : se llaman el Espíritu de temor de Dios, el Espí
ritu de consejo, el Espíritu de sabiduría, el Espíritu de entendimiento,
el Espíritu de piedad, el Espíritu de ciencia y el Espíritu de fortaleza.
Por s us obras : son los inspiradores de todas las virtudes públicas
y privadas , los promovedores de todo género de sacrificios , de todo
lo que honra y embellece á la humanidad , por consiguiente , la causa
incesante de todos los bienes del mundo (i). Para decirlo en dos pala-
(1) Ñeque enim est ullura omuiuo donum absque Spiritu Saneto ad crea-
turam perveniens. (S. flase'í., Dt Spir. Sanct., p. 66.)
EL DON DE TEMO a. 281
bras, el género humano es un gran Lázaro, herido con siete heridas
mortales ; un soldado débil , atacado noche y dia por siete enemigos
formidables. El Espíritu de los siete dones se convierte en infalible
médico del Lázaro, propinándole los siete remedios exigidos por sus
llagas; en auxiliar victorioso del soldado, poniendo á su disposición
siete fuerzas divinas opuestas a las siete fuerzas infernales. .
Al dibujar con esta, exactitud la condición del hombre sobre la
tierra , ¿ puede la teología católica , que es también la verdadera filo
sofía , dar una idea más dará de los siete dones del Espíritu Santo,
y hacer sentir mejor su necesidad absoluta, é inspirar á las naciones,
lo mismo que á los individuos , un temor mas serio do perderlos?
Quedan por explicar en si mismos y en su oposición con cada uno
de los pecados capitales todos estos dones admirables. El primero que
se presenta es el temor. Con el fin de dar una idea práctica del mis
mo , vamos á responder á tres cuestiones. ¿ Qué os el temor ? ¿Cuáles
son sus efectos ? ¿ Cuál es su necesidad ? i
i.° ¿ Qué es el don de temor ? El temor es un don del Espíritu
Santo que tíos Mee temer á Dios como d un padre , y huir del peca
do, porque le desagrada (1). Este precioso temor no es ni el temor
servil , ni el temor mundano , ni el temor carnal. Aunque Dios sea su
objeto, este don no es contrario á la esperanza. La esperanza tiene
dos objetos: la dicha futura y los medios de llegar á ella. También
son dos los objetos del temor : el mal que el hombre teme , y lo que
puede ocasionarlo. En el primer caso, Dios, siendo como es bondad
infinita , no puede ser objeto del temor ; en el segundo puede serlo.
En efecto : Él puede castigarnos por nuestras faltas , y apartarnos de
Si por toda la eternidad. En este sentido , Dios puede y debe ser te
mido. Tal es el don de temor en si mismo. Veamoslo en sus relacio
nes con el alma.
Los Doctores de la Iglesia han visto en los siete días de la creación
la figura de los siete dones del Espíritu Santo. Como en cada dia de
la semana primitiva el Verbo hacia salir una nueva criatura de los
elementos preparados por el Espíritu Santo , asi en la semana que se
llama la vida , cada -uno de los dones del Espirita Santo embellece al
mundo moral , al hombre , con una nueva maravilla. Cuando llega al
(1) Timor filialia est donum Spiritus Sancti , a gratia in voluntate fluena,
quo quia disponitur ad prompte at faciliter ssquendum motionem Spiritus
sancti , qua movet aliquem ut es amoro revereatur Deum tanquam Patrem,
et tnneat illum offendere atque ab eo separan. i Vi ntr , Intíit., etc.,c. xiII,
§8, v. 2.)
282 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
alma cualquier don del Espíritu Santo, se puede aplicar con toda ver
dad la palabra del Profeta : «Enviarás tu Espíritu y todo será creado
y renovarás la haz de la tierra. » De este modo, la venida del soplo di
vino es, lo mismo para el hombre que para el mundo, una hora
solemne de creación y regeneración. Justifiquemos esta bella armonía,
y comencemos por el don de temor.
El hombre caído está tan hundido en las cosas de los sentidos , que
pasa al lado de las más alias verdades del orden moral sin verlas , ó,
si las entrevé , apenas le causan ninguna impresión. Pero cuando el
Espíritu de temor de Dios desciende sobre él , pasa en su alma algo
parecido al estampido del trueno en una noche oscura. Este trueno,
que todo lo hace temblar, es precedido de un relámpago que rasga
las negras nubes é ilumina el horizonte. Esto mismo sucede en el
corazón del hombre cuando entra en él el Espíritu de temor de Dios.
Como luz repentina, disipa las tinieblas y hace ver con claridad la
grandeza de Dios y la fealdad del pecado. Como fuerza , produce en
el alma un impulso que la conmueve profundamente. «Mira la tierra,
dice el Salmista, y la hace temblar (cin).» Esta tierra es el corazón
del hombre. De esta tierra, repentinamente iluminada y fuertemente
removida, se vea salir, como dos plantas inmortales , un profundo
respeto á Dios y un horror extremo al pecado; lo que vamos á cono
cer estudiando la segunda cuestión.
2." ¿Cuáles son los efectos del don de temor de Dios ? Como se
acaba de indicar, el don de temor produce dos efectos: respeto á
Dios y horror al pecado (1).
Respeto á Dios: no un respeto ordinario , de- la razón mas bien
que del corazón, sino profundo, universal y práctico. A los ojos del
alma llena del Espíritu de temor, sólo Dios es grande; ante su auto
ridad, desaparece toda autoridad ; ante su majestad, se eclipsa toda
otra majestad: ante sus derechos , no hay otros derechos, ni ante su
servicio otro servicio, ni ante su palabra otra palabra , ni ante sus
promesas otras promesas, ni ante sus amenazas otras amenazas, ni
ante sus juicios otros juicios.
El alma no contempla solamente a esta majestad infinita en si
misma , sino que la ve reflejarse en todas las demás potestades esta
blecidas por Dios, potestades religiosas y sociales, potestad parterna y
(I) Et eic liabetfdonum timoris) dúos actnset per consequens dúo objecia.
ActuB sunt timare et revereri. Objectum primum est malum cutpae. Sccun-
dum est bonitas et dignitas Patris. (Vig., cap. un , § 8, v. 2.)
EL DON DE TEMOR. 283
civil , potestades superiores ó inferiores ; la ve en todo lo que lleva
el sello de lo divino, en el hombre y en el mundo.
De aquí nace el respeto á la Iglesia , á las Santas Escrituras , á la
tradición, á las ceremonias, los templos , losdias y las cosas de Dios :
respeto al alma y á cada una de sus facultades ; respeto al cuerpo y á
cada uno de sus sentidos; respeto al prójimo y á su fe , sus costum
bres, su vida, su reputación, sus bienes , su debilidad, su pobreza ;
respeto á su ancianidad, su superioridad y todos sus derechos.
Respeto á las criaturas. Para el discípulo del crisma , ahimnus
chrismatis, todas son sagradas, todas vienen de Dios, son de Dios
y han de volver á.Dios. Usa de todas y de cada una de ellas ; pero
con espíritu de dependencia , porque ninguna es suya ; con espíritu
de temor, porque tendrá que dar cuenta de todo; con espíritu de
agradecimiento, porque todo es un beneficio, hasta el airo que respi
ramos. Como se ve, el don de temor de Dios es el fundador de lo que
siempre es tan necesario, y especialmente en el mundo actual ; la re
ligión del respeto.
Horror del pecado. Tiradas al don de temor , el alma se encuentra
de repente en otro estado : ya no se conoce á si misma. Los grandes
dogmas de la majestad de Dios y de la enormidad del pecado, de la
muerte, del juicio, del purgatorio y del infierno, que poco ha esta
ban para ella en la oscuridad ó sólo á media luz, brillan con esplen
dor tan vivo , que exclama con Santa Catalina de Sena : »Si yo viera
á un lado un mar de fuego , y al otro el más pequeño pecado , antes
me arrojaría mil veces al fuego, que cometer el pecado.»
Pasmado de no haber visto siempre lo que ahora ve, afligido de no
haber sentido siempre lo que siente ahora , el cristiano enriquecido
con el don de temor de Dios , exclama con toda la sinceridad de su
asombro y con toda la fuerza de su sentimiento : ¿Quién no os te
merá , Señor, y quién osará ofenderos? Solo vos sois grande, y santo,
y bueno, y poderoso. Vos sois el soberano Señor de la vida y do la
muerte, y juez supremo de los reyes y de los pueblos ; Vos revisáis
todos los juicios y juzgáis todas las justicias ; Vos, en cuyas manos
es cosa horrible caer , Dios vivo , que , después de hacer morir el
cuerpo, podéis precipitar el alma en el infierno; Vos, que no pu-
diendo sufrir ni siquiera la vista de la iniquidad , la perseguís , hace
seis mil años, con castigos espantables en los ángeles y en los
hombres , y la castigaréis con horribles suplicios por toda la eter
nidad.
Tales son, y más enérgicos todavía , los sentimientos del alma
284 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
penetrada del Espíritu de temor de Dios. Si nada hay más noble , nada
es tampoco mas indispensable.
3.° ¿Cuánta es la necesidad del don de temor? Esto es lo mismo
que preguntar si el hombre necesita ser cuerdo y trabajar en la salva
ción de su alma ; pues el temor es la primera condición de la cordura
y de la salud (1). Es lo mismo que preguntar si el hombre necesita no
perder nada de lo que, haciéndole hombre, le impide confundirse con
la bestia ; pues el temor de Dios hace al hombre y á todo el hom
bre (2). Es, en liu , lo mismo que preguntar si el hombre tiene nece
sidad de conservar su libertad y su dignidad de hombre y de cris
tiano. En efecto: hay que persuadirse hiende ello : el Espíritu de
temor de Dios es el único principio de la libertad y el único guardián
de la dignidad humanas. Y la razón es que solo él nos libra de todo otro
temor; El hombre, quionquiera que sea , está expuesto á tres clases
de temor; al temor servil, al temor mundano y al temor carnal. Uno
sólo de éstos es bastante para convertir al hombre, aunque sea empe
rador ó rey, en un esclavo, y esclavo degradado.
El temor servil es el que hace respetar á Dios, sólo por miedo ; y
huir del pecado , solo por el castigo (3). Fúndase en el amor de sí
mismo : este amor no es malo por su naturaleza , porque no es con
trario a la caridad ; y no es contrario á la caridad , puesto que, en vir
tud de la misma caridad , el hombre debe amarse s si mismo después
de Dios , y más que á los otros ; por consiguiente, debe temer y evi
tar el mal del alma y del cuerpo. El temor servil , pues , nacido de
este amor personal , no es malo en si mismo. Antes al contrario, una
de las funciones principales de los profetas fué llenar de él el corazón
de los pecadores.
«Cuarenta días quedan aún , clamaba Joñas a los Nini vitas , y Ni-
nive será destruida (4).» Y Dios aprobó la penitencia de éstos, aunque
nacida de temor servil. «Raza de víboras, decía San Juan Bautista á
los Judíos obstinados , ¿ quién os ha enseñado á huir de la ira venide
ra?.... Puesta está ya la segur a la raíz de los árboles. Todo árbol
que no hace buen fruto , cortado será y echado en el fuego (5). » Nues-
(1) Initíum sapieotiae timor Domini. (Ps. ex.)—Cum melu et (remore
salutem vestram operamini. (Philip., n, 12.)
(2) Deum timo et mandata ejus observa; hoc est enim omnis homo.
(Beel., ni , 13.)
(3) Timere Deum propter malum poenae , est timor servilis. (Vigier.,
c. xiii , § 8.)
(4) Jan., m , 4.
(5) Matth., ni , 10; Lto., ni , 7-9.
EL DON DE TEMOR. 285
tro Señor mismo , ¿ cuántas veces no atacó esta fibra del temor servil
para atraer los pecadores á penitencia ? Ahora les recuerda el infierno
con sus braseros eternos y sus tinieblas exteriores ; ahora les presenta
la parábola de la higuera estéril y del rico avariento ; ahora amedrenta
sus oidos con estas terribles palabras : «Si no hacéis penitencia, pere
ceréis todos sin excepción (1). >
El temor servil no es , pues, malo por su propia naturaleza. Si se
hace malo, cuando el hombre, constituyendo en si mismo su último
fin , no respeta á Dios ni evita el pecado , sino en razón de su interés
personal. Semejante disposición , esencialmente contraria á la cari
dad, constituye la servilidad del temor y hace al hombre esclavo, y
equivale á decir : Si Dios no tuviera el rayo en su mano, si no hu-»
biese infierno, yo pecana. Es el razonamiento del esclavo, que teme
el látigo, pero no ama á su amo ; de los Judios idólatras al pie del
Sinai ; de los paganos de Samaría , á quienes se llamó con razón los
prosélitos de los leones ; del malvado Antíoco á la vista de los terrores
de la muerte ; de tantos y tantos cristianos que conculcan las leyes de
Dios y de la Iglesia , porque no ven sanción alguna penal para sus
provaricaciones; ó que se abstienen de conculcarlas, porque creen
entrever esa sanción, y únicamente por esto (2). Inútil seria insistir
sobre lo vergonzoso y culpable que es el temor servil (3).
Temor mundano es el que se concibe por la pérdida de los bienes
(4) Imc., xiii , 3.
(2) Timor servilis est malos non qnidem secundum se , sed secundum
eervilitatem ei annexam. Servilitas aotem timoris in eo consistit quod non
propter Deum , ñeque propter seipsum in ordine ad Oeum , sed contra Deum,
nt malum poenae eyadat , operatur quod chantas reprobat. In hoc enim quis
dicitur esse servus , qui non causa sui operatur , sed quasi ab extrínseco
motus. (Vigier., cap. xm , § 8, ▼. 1.)
(3) Conviene aclarar más este punto , tan delicado como importante por
loque ge roza con la Confesión. El temor servil consiste suhstaacialmente en
el temor de la pena. Pero se distinguen dos clases : el temor simplemente
servil y el servilmente senil. Con el primero de tal modo se teme la pena , que
se detesta el pecado ; es , por consiguiente , contrición ; la cual , aun siendo
imperfecta, si va unida con la confianza en la misericordia divina y con la
resolución de hacer las demás cosas necesarias, dispone al hombre para que
se le perdonen los pecados en el sacramento de la Penitencia. Con el otro
temor, que se llama servilmente servil, de tal modo se teme la pena , que queda
la voluntad de pecar si no hubiera castigo; no es, pues, detestación, ni
dolor del pecado, no es contrición. El primero produce el cambio de la volun
tad de mala en buena: el segundo, no. (Véase Perrone, Proel. Theol., tract.
de Poenil., cap. u.) (Ñola del Traductor.)
286 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
del mundo, riquezas, dignidades, honores y otros semejantes (1); el
cual , aunque en si mismo es inocente, cesa de serlo cuando nos arras
tra al pecado por evitar la pérdida de las ventajas temporales. La his
toria está llena de las crueldades, cobardías, bajezas , traiciones, en
venenamientos, asesinatos, conciencias vendidas y crímenes de todo
género que el temor mundano ha hecho cometer.
Faraón ve que se multiplican los hijos de Israel , teme por su reino,
y ordena la matanza de todos los recién nacidos de los Hebreos. Jero-
boán , rey de Israel , teme que las diez tribus , si van á adorar al ver
dadero Dios en Jerusalén, se aparten de su cetro; las arrastra , pues,
á la idolatría , y los hijos de Abraham tendrán que postrarse , bajo
pena de muerte, ante los becerros de oro desde Dan hasta Bersabé.
Herodes sabe por los Magos el nacimiento del Rey de los Judíos : el
temor de perder su corona lo induce á degollar á todos los niños de
Belén y sus cercanías. En el tiempo de la Pasión, los sumos sacer
dotes tienen miedo á los Romanos, y por no perder sus dignidades,
su fortuna y su poder, decretan la muerte del Hijo de Dios. Pilatos
reconoce y proclama la inocencia del Señor, y hasta resiste al furor de
los Judios. Pero Pilatos teme perder la amistad del César y con -ella
el empleo; hace, pues, traición á su conciencia y entrega la sangre
del Justo.
No hay un reino, ni antiguo ni moderno, que no presente algu
nas y aun muchas de estas iniquidades públicas , de estas ilustres
ignominias, hijas del temor mundano ; y si descendemos á un orden
menos elevado,' ¿quién será capaz de contar las adulaciones vergon
zosas , las abdicaciones de conciencia y de carácter, las intrigas cul
pables, las injusticias, las crucifixiones de la verdad, las afecciones
hipócritas de los menguados Pilatos y de los Giezi codiciosos y cu
biertos de lepra, siempre tan numerosos en épocas como la nuestra,
en que todo se vende porque se compra todo (2) ?
Descendamos todavía y preguntemos á esas muchedumbres de
jóvenes, hombres y aún mujeres, ¿ por qué vuelven la espalda á la
religión y abandonan hasta sus más sagrados deberes como la fre-
(I) Timor dicitur carnalu quo scilicet qais ita timet incommoda carnis
ral etiam moriem ipaam , quod Deum offendit mortaliter contra aliquod
praeceptorum faciendo, vel venialiter praeter praecepta agendo. (S. Antón.,
ubi mpra, c. m.)
(i) P». Liv , 5-6.
288 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
completa? ¿Qué son , hoy más que nunca , todas esas adoraciones de
la carne, toda esa molicie de las costumbres y de la educación , toda
esa cobardía en presencia del deber , todo ese horror á la pena y la
mortificación , todo ese refinamiento anticristiano de lujo y bienestar,
todas esas consultas módicas de médiums más que sospechosos ? Los
frutos del temor carnal.
El primer beneficio del don de temor de Dioses librarnos de estas
vergonzosas tiranías. El temor servil con el egoísmo que lo inspira,
con las desconfianzas y los sombríos terrores que lo acompañan , des
aparece ante el temor filial. El que posee este último, encontrando
dentro de si mismo el testimonio de que es hijo de Dios, teme á Dios
como un hijo teme a su padre. Su temor va siempre acompañado de
confianza y amor. Este doble sentimiento no le abandona jamas , ni
siquiera cuando ha cometido faltas ; es entonces el pródigo que vuelve
á su padre.
En cuanto al temor mundano y al carnal , no ejercen sobre él su
ilegítimo imperio. El temor filial los domina , los absorbe ó entera
mente los echa fuera. Nada teme, nada siente, nada deplora masque
una cosa , el pecado. Y éste lo teme, lo siente y lo deplora , no por
interés egoísta , sino por amor de Dios y por respeto á su majestad.
La conclusión es que para ser hombre de carácter é independiente,
se necesita ser cristiano temeroso de Dios , y sólo de Dios. En otros
términos , la verdadera fórmula de la libertad y dignidad del hombre
está en aquel conocido verso :
tTemo á Dios, querido Abner, y no tengo otro temor.»
(1) Fili, sine oonsilio nihil facías et poat factum non poenitebit. fEeeS.,
xxx, 2i.)—Qui autem confiditin cogitationibus suis, impie agit. (Pmc., xu.
2.)—Novitjustus jumentorum auorum animas; viscera autem impiorum eru-
delia. ('Pror., xu, JO.)—Via stulti recta in oculis ejus ; qui autem sapiens es:
audil consilia. (Prov.. xu , 15.)—Filius sapiens doctrina Patris ; qui autíia
illusor est , non audit cum arguitur. (Prov., xm , i.)—Inter superbos semper
jurgiasunt, qui autem regunt omnia cum consilio reguntur sapientia. fli ,
xm, 10.)—Odibilis coram Deo est et hominibus superbia. fEneli., x, 7.)
como la sombra al cuerpo (1). Humillación intelectual ; el falso juicio,
el error, la ilusión. Humillación moral ; la impureza con todas sus
vergüenzas. Humillación pública ; Aman espira sobre un madero de
cincuenta codos de alto : Nabucodonosor se ve transformado en bes
tia. Humillación social ; la antigüedad pagana pasa todo el tiempo de
su existencia forcejeando entre el despotismo y la anarquía. Humilla
ción religiosa ; el inundo y el hombre pagano yacen inevitablemente
postrados á los pies de ídolos inmundos y crueles. Y bien : librar á la
humanidad de semejantes ignominias, ¿no es nada? ¿Quién la libra?
El don de temor de Dios. ¿Habremos , pues , de preguntar si es ne
cesario, especialmente en nuestros dias?
(I) Ubi fuerit auperbia , ibi erit et contumelia. (Prov., xr, 2.)
CAPÍTULO XXVIII.
El doxi de Piedad.
(1) Factum eat cor meum Unquam cera liquescens in medio ventris
mei. (Ps. mi.)
(?) Considerando Deum ut Creatorem et ut l'atrem, excellcntius est
«xhibere ei honorem filiali affcclu tanquam patri , quam ut creatori et
Domino , quasi servili atfectu : et ideo donum pietatis est potius quam virtus
religionis. (Vig.,ibid.)
(3) / Joan. , m , 1.
(4) 5. Anión., xv , c. i.
29 i TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
jetos: Dios , y todo lo que al mismo pertenece , sus templos , sus mi
nistros , su palabra ; el prójimo , su cuerpo y su alma (1). Siendo Dios
el principal objeto del don de piedad , resulta de aqui que el acto prin
cipal de este don es el culto fdial , interior y exterior que damos a
Dios.
Culto interior. Se compone de todos los sentimientos de íe , espe
ranza y caridad impresos en un corazón ablandado por el fuego de la
piedad filial. Sentimientos todos que revisten un carácter particular,
difícil de explicar. En efecto: ¿cómo decir lo que son los deliquios
de amor , las resoluciones heroicas , las lágrimas placenteras , los
santos deleites , las dulces familiaridades , la confianza y las confiden
cias infantiles , las mismas quejas y los tiernos reproches del alma
que se siento hija y esposa de Dios ?
Prestemos oido atento á algunos de esos ecos. Ella le dic<" en sus ter
nuras: Mi amado para mi, y yo para él.... yo le así, y no le dejaré ¡i)-,
en sus expansiones: Preparado está mi corazón, ¡ oh Dios ! , preparado
esta mi corazón; tú eres mi herencia; fuera de ti, no hay nada para mi
ni en el cielo ni en la tierra (3) ; en sus arideces : ¿Hasta cuando me
olvidaras '? Bien ves que soy en tu presencia como un jumento , y mi
alma como una tierra sin agua (i) ; en sus tristezas : ¿Por qué apar
tas de mi tu rostro? ¿Por qué te manifiestas como dormido, oh Se
ñor ? ¿No ves que mi voz ha enronquecido á fuerza de llamarte? Pero
hagas lo que hagas , yo no me apartaré de ti sin que me bendigas (5);
en su desaliento : Aunque me mates, Señor, esperaré en ti (6) ; en
sus sufrimientos : Preciso es confesar que sois maravillosamente há
bil para atormentarme. ¿Por ventura soy yo duro como las piedras,
ó mi carne como el estaño? ¿Está bien, ¡oh Dios mió!, que descar
guéis todo el peso de vuestro poder contra una hoja seca que se lleva
el viento (7)?; en los reveses de la fortuna, ó en la pérdida délos
allegados: Cállome, Señor, y no abro mi boca, porque sois vos
quien lo ha hecho : asi sea, ¡ oh Padre mió!; puesto que asi lo habéis
tenido á bien (8) ; en sus mismas faltas : Sois mi Redentor y mi,
(1) Quarluo actué ejus est constitutia in miseria subvenire. (S. Ant., ubi
sujtra.)
EL DON DE PIEDAD. 299
y es extranjero , se cierra la noche , y no tiene abrigo ni medios de
procurárselo. El Espiritu de piedad quiere que lo tenga , y lo tendrá.
A diferencia de la hospitalidad natural , que antes de abrir su puerta
examina los andrajos del pobre y su semblante , la hospitalidad cris
tiana lo recibe á ojos cerrados y con los brazos abiertos. Sabe que en
la persona del pobre , cualquiera que pueda ser , dispensa acogida y
albergue y abrigo al Mendigo celestial : Christus est qui in universi-
tate pauperum mendicat.
3.a Vestir al desnudo. El Espiritu de piedad filial ha dado y sigue
dando todos los dias y en todos les puntos de la tierra en que se deja
sentir, pañales al recién nacido, y al pobre vestido para cubrirse y
cama para descansar. Él hace resonar en todos los oídos cristianos
estas palabras de un gran Doctor de la Iglesia : « Al famélico perte
nece el pan que guardas en tu casa ; al desnudó, el vestido que tienes
encerrado en el fondo de tu arca ; al descalzo, ese calzado que la po
lilla se come ; al necesitado, ese dinero que tienes enterrado. Cuantos
sean los pobres que pudiendo socorrer no socorras , tantas serán las
injusticias que cometas (1).»
i." Visitar al enfermo. El mundo pagano , que contaba por miles
sus teatros, no tenia un solo hospital. Mas sopló el Espiritu de pie
dad , y el mundo se llena de palacios para recibir á las victimas de las
enfermedades humanas. Generación tras generación , estos palacios se
han poblado de ángeles visibles , cuyo risueño semblante ha conso
lado al enfermo, cuya industriosa caridad le ha procurado mil dul
zuras, y cuya mano, suave y fuerte á la vez , ha curado sus llagas ó
ahuecado la paja de su lecho. El mismo espiritu lleva , sin cesar un
solo dia , á la dama caritativa , á la discipula de San Vicente de Paul,
al asilo del sufrimiento ; y bajando asi el fuerte hasta el débil , con
tribuye , mas eficazmente que lodos los discursos , á apretar los lazos
sociales.
o.a Consolar al preso. Ordinariamente el pobre, lo mismo que el
enfermo, pueden en muchas circunstancias exponer sus necesidades
y excitar la compasión. Este recurso falta al prisionero, l'na doble ba
rrera aleja de él la caridad : los muros de su prisión y la repugnancia
que inspira. Gracias al don de piedad, los horribles calabozos del paga-
(I) Eeurientis eBt pañis ¡He quem tu apud te detines: nudi , vestís illa
quam in celia tibí servas : discalceati , calceus ille qui domi tuae putredine
corrumpitur : egeni, argentum quod humi defossum habes. Itaque tot injuria
afficis , quot tuis rebus , dum licet , non juvas. (S. Ba»U. como, iv de Elemos.)
300 TRATADO DEL ESPÍKITL" SANTO.
nismo y las fétidas mazmorras del mahometismo se han cambiado en
prisiones menos mortíferas. El prisionero no estará ya solo para devo
rar sus lagrimas y arrastrar sus cadenas , y si debe subir al patíbulo,
tendrá un brazo fraternal que lo sostenga , y un amigo desinteresado
que lo consuele y le abra el cielo en recompensa de su sacrificio.
6.a Redimir al cautivo. La Roma pagana daba al acreedor er de
recho de vender por dinero al deudor insolvente. El Espíritu de pie
dad, al soplar sobre el mundo , no solamente abolió este derecho bár
baro , sino que inspiró al mismo tiempo fundaciones consagradas al
rescate del deudor. Toda la antigüedad pagana hacia la guerra para
conquistar botín y esclavos; rara vez se rescataba á los soldados pri
sioneros. Ser vendidos como bestias de carga , inmolados sobre la
tumba de los vencedores , ó reservados para los juegos homicidas del
anfiteatro, era la suerte ordinaria que les esperaba. Gracias al don de
piedad, la guerra se ha hecho más humana ; la vida délos prisionero>
es restada , su canje ó su rescate ha venido á ser ley sagrada entre
las naciones cristianas. El cautivo cristiano , cualquiera que sea su
nombre, su condición ó su país , es para el cristiano un hermano y
amigo. Los anales de Marruecos , de Tánger, de Túnez, de Argel >
otras mil ciudades , darán eternamente cuenta de los milagros de re
dención verificados durante muchos siglos á favor de los cautivos
cristianos (i).
7.a Enterrar á los muertos. Colocar en el numero de las obras
más excelentes todo lo que más repugna á la naturaleza , es obra ad
mirable del Espíritu de piedad. Pues bien : el mundo cristiano ha
visto lo que el mundo pagano no hubiera podido jamas ni aun supo
ner : asociaciones numerosas , tales como los Celitas , consagradas a
dar sepultura á los muertos. ¡ Qué lección de respeto al hombre no se
encierra en los cuidados religiosos que aun hoy mismo deben tenerse
con los restos mortales del pobre , no menos que con los del rico!
¡Qué incesante predicación de ese dogma que es el consuelo de la
vida y la base de la sociedad , del dogma de la resurrección de la car
ne! Asi escomo el corazón del cristiano , fundido por el Espíritu
(1) Desde 1198 hasta 1787 , los Trinitarios rescataron en las costas de
Berbería AOD,000 esclavos. Por su parte los Padres de la Merced libertaron
Íi00,0i)0. Contándolos gastos de viaje y de transporte , los derechos que tenían
que pagar y otras extorsiones de dinero , el precio de un esclavo ascendía
por término medio á (¡,000 libras, lo cual para 1.200,000 da el total enorme
de 7.000,000 de pesetas. | Y aún se habla de la caridaí moJerna y de la filan
tropía! (Véanse los Anales de la Propagación de la Fe, n.° 233, p. 271, an. 1867.)
EL DON DE PIEDAD. 301
Santo , cual la cera es fundida por el Juego , se reparte para todas las
necesidades corporales del hombre , desde la cuna hasta el sepulcro.
Con igual solicitud se consagra á sus necesidades espirituales ; siete
géneros de sacrificio 6 siete obras de misericordia las alivian.
1.1 Enseñar al que no sabe. La primera necesidad del alma es la
verdad. Hacerla brillar á sus ojos es también la primera devoción que
inspira el Espíritu de piedad. La bella antigüedad no era más que un
rebaño de bestias. Las tres cuartas partes, y algo más, del género hu
mano, compuestas de esclavos , vivían sin Dios , sin fe , sin esperan
za , sin consuelo , sin otra ley que el capricho de sus amos. Estos
mismos , esclavos a su vez del Espíritu de las tinieblas , ó desdeña
ban, ó ignoraban , ó combatían, ó desfiguraban la verdad. El amor
fraternal de las almas , inspirado por el Espíritu de piedad , ha cam
biado la faz del mundo , sacándolo de la barbarie é impidiendo que
vuelva á caer en ella. Él es el que de uno á otro polo multiplica los
órganos de la verdad , y desde la entrada hasta la salida de la vida,
enciende los faros destinados a alumbrar el tenebroso derrotero de la
humanidad. Él es quien todos los dias lleva allende los mares y
establece en medio de las tribus salvajes al misionero católico y á la
hija de la caridad.
2.a Corregir al que yerra. Apenas llega el hombre al uso de la
razón , cuando ya siente en si mismo la ley de la carne ; esta potencia
funesta emplea mil solicitaciones para arrastrarlo al mal. Advertirle,
a tin de prevenir la caída; levantarlo cuando cae ; tal es , en el or
den espiritual , el segundo beneficio del Espíritu de piedad. ¿ Quién
podrá medir su extensión ? Preservar ó curar al hombre de una en
fermedad mortal , es un beneficio ; dar la vista á un ciego , es un be
neficio ; volver á poner en camino al viajero extraviado que marcha
al precipicio , es un beneficio.
Mas preservar al alma ó curarla de la lepra mortal del pecado;
abrir los ojos al pecador que no ve su desgracia , que no la quiere
ver ; hacer que acepte el consejo que rechaza, la corrección que le -
irrita, el socorro de la mano que lo detiene al borde del abismo, ¿no
es un beneficio incomparablemente más grande ? Para realizar todo
esto, ¡qué hábiles industrias , qué dulces palabras, qué sacrificios
más difíciles para la naturaleza , y qué medios inás ingeniosos nos
sabe inspirar el Espíritu de piedad ! Y , sin embargo , nunca se contará
el número de las almas, almas de jóvenes y ancianos, almas de pa
dres y de hijos, que él ha preservado ó apartado del mal , y que pre
serva ó aparta todos losjlwrs'.
\
302 TRATADO DEL ESPÍRITU SAHTO.
3.a Dar buen consejo ai que lo ha de menester. ¿Quién no tiene
necesidad de esle nuevo benelicio del Espíritu de piedad 1 El hombre
nace envuelto en tinieblas ; no tiene para guiarse más que los res
plandores inseguros de su razón vacilante. Con la edad llega á ser ju
guete de su imaginación y de sus sentidos. En las relaciones con sus
semejantes está expuesto con frecuencia á ser víctima de los artificios
de un extraño ó de sus propias perplejidades. Infeliz, si queda aban
donado á si mismo; más infeliz todavía, si no quiere admitir con
sejo. El que se constituye en maestro de si mismo , se hace discípulo de
un tonto (1).
Si por cierto : es un hecho acreditado por la experiencia , que la
necedad , hija del orgullo, conduce á la ruina. Asi , de un consejo de
pende á veces la fortuna, el honor y la salud ; por consiguiente , no
hay limosna más útil que un consejo inspirado por el Espíritu de
piedad. Aun cuando el tribunal de la penitencia uo tuviese otro ob
jeto que el de dar consejos, todavía seria digno de las bendiciones de
toda la tierra.
4. a Consolar al triste. La vida del hombre en esta tierra de prueba
no es sino una serie de sufrimientos bajo todos nombres y en todas
las formas. En tanto que la muchedumbre se apiña en derredor de los
dichosos del siglo, deja solo con sus pesadumbres al afligido. El Es
píritu de piedad proviene este acto cruel de egoísmo, inspirando al
hombre una verdadera compasión hacia el que sufre. Gracias á él,
¡qué diferencia entre el desgraciado bajo el imperio del paganismo, y
el desgraciado bajo el reinado del Cristianismo! Allí , una insensibi
lidad estoica y casi barbara ; aquí , corazones enternecidos y ojos que
lloran. Allí , cuando más, algunas palabras frias como el destino ine
xorable; aquí, palabras llenas de esperanza, que reaniman el valor
abatido y hacen la cruz ligera, llegando á veces hasta hacerla preferi
ble á los más dulces placeres. Por lo menos, ¡cuántas lagrimas dulcifi
cadas, cuántas desesperaciones evitadas, cuántos suicidios impedidos!
5. " Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos. El
consuelo nos ayuda á soportarnos á nosotros mismos; la paciencia no>
hace soportar á nuestro prójimo. Haz con tu hermano, dice el Espí
ritu de piedad al cristiano, lo que quieras que él haga contigo. Él
tiene sus defectos, tú tienes los tuyos. Si quieres que él te sufra , sú
frelo tú también á él. Llevando entre los dos la carga, la encontraréis
(I) Divina scienlia non e-it discursiva vel ratiocinativa , sbJ absoluta et
simple* : cui similis est scientia quae ponitur donum Spiritua Sancti, cum
sit quaedam participata similitudo ipsius. (S. Th., 2. 1., q. rt , art. 1 ad I.)
(1) Omnia dona ad perfectioneaj tlieolosjicarum virtutum ordinantur. (S.
Th ., 2. 2. , q. ix , art. I , ad 3 . )
EL DON DE CIENCIA. 307
peso y medida, y lo dirige todo á un mismo fin : oye lo que de otros
no es oido, el concierto armonioso de los seres que cantan , cada uno
á su modo, las alabanzas de su autor (1).
No es la ciencia natural. El hombre, con el trabajo de su razón,
puede llegar á juzgar con certidumbre de ciertas verdades ; es decir,
que la ciencia humana so adquiere por el raciocinio y la demostra
ción. Pero Dios juzga con certidumbre de la verdad, sin razonamien
tos ni discursos , por simple intuición ; y lo propio le pasa , dentro de
ciertos limites , al hombre dotado del don de ciencia (2). De ahí pro
viene una enorme diferencia entre el sabio que no tiene el don de
ciencia y el cristiano que lo posee. Con la cabeza llena de álgebra,
como dice el conde de Maistre, tiene el primero una ciencia , penosa
en su marcha , incierta en sus afirmaciones y estéril en sus resul
tados.
Bien diferente es la ciencia del segundo. Con libertad en sus pro
cedimientos y dotado de aquella mirada segura que debe al Espíritu
Santo , distingue sin trabajo entre la verdad y el error. Es una cien
cia neta en sus afirmaciones. La historia de la razón privada del don
de ciencia, es un libro de partida doble. La primera página dice si;
la segunda dice no : resultado, cero. Repasad todas las escuelas de
la antigüedad pagana : ¿en cuál de ellas encontraréis una afirmación
firme, una de esas afirmaciones que se sostienen á costa de la vida?
Pero recorred esos mismos países después de la difusión del Espíritu
de ciencia. Por todas partes oiréis afirmaciones firmes , inquebranta
bles , vencedoras del sofisma y de la espada.
Al modo que en el centro del sistema planetario veis al sol radiante
de luz , asi en el centro del mundo cristiano veréis un magnifico
cuerpo de doctrina, compuesto de doce artículos ; y después veréis
también á los mas brillantes ingenios, que, aplicando aquellas verda
des á todos los estudios materiales , sociales y políticos, componen la
gran sintesis de la ciencia católica ;i que la humanidad cristiana debe
bajo todo aspecto su evidente superioridad.
Es una ciencia inmensa en su extensión. La ciencia del sabio ordi-
(1) Cum homo per res creatas Deum cognoscit , magia videtur hoc per-
tinere ad acieatiam . al quam perlinet formaliter. flbid., art. 2, ad 3.)— LiLer
pulclierrimus , intus et foris depietus . est creaturarum universitas , in quo
Dei perspicua hal.etur notitia.... Tot audisntium audit voces quot creatura
rum intuetur species. (S. Laartnt., B: casto omnub., c. xíx.)
(i) S. Th., 2. 2., q. ix, art. t ad i.
308 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
nario, igualmente que la razón que es su principio y su guía, es
limitada en su objeto. El mundo sobrenatural , es decir , más de la
mitad del dominio científico, se lo escapa ó no lo ve sino al través de
oscuras nubes. Con algunas verdades penosamente enlazadas en forma
de sistema, podra formar algunos sabios en ramos especiales; pero un-
verdadero sabio, jamás : siempre le faltarán la profundidad y la sín
tesis. La profundidad : esa ciencia ve las superficies y las aplicacio
nes materiales de las cosas ; pero el quid divimim , que se oculta en
la brizna de hierba no menos que en el sol , ni lo sospecha siquiera,
como no sospecha las aplicaciones morales á que da lugar. La síntesis:
como no conoce de modo alguno, ó solo conoce muy imperfectamente
á Dios, al hombre, al mundo y sus mutuas relaciones, es incapaz de
enlazar, como se necesita, los conocimientos del orden inferior con
las verdades del orden superior y de dar á sus trabajos un carácter de
verdadera utilidad.
Es una ciencia fecunda en sus resultados. El más hermoso resul
tado de la ciencia es conducir el hombre á ta fin. Pues bien : la
ciencia humana no ha enseñado nunca á nadie , ni enseñará jamás á
ninguno de una manera cierta , cuál sea ese fin y cuáles los medios
que a él conducen. Mas el don de ciencia, no solo engrandece todas las
ciencias humanas y las coordina , sino que ademas ha dotado al mundo
de una ciencia cuyo nombre mismo fué desconocido de las academias
paganas, de una ciencia que ella snla hace más servicios á la socie
dad que todas las otras juntas. Hablamos de la ciencia de los santos,
scientia sanctorum.
Efectivamente: la ciencia de los santos es entre todas la más mag
nifica, la más extensa, la más útil , la única necesaria, la única que
hace progresar verdaderamente á la humanidad, la única á que nece
sariamente se refieren, so pena de corromperse , todas las demás
ciencias sociales, filosóficas, naturales y matemáticas. ¿Y por qué es
asi? Porque la ciencia de los santos es la única que está llena de
verdad y sólo de verdad: verdad sobie Dios, sobre el hombre y sobre
el mundo.
Para disipar una ilusión, que muchas veces engendra una admi
ración funesta, acabemos de marcar la diferencia que existe entre un
entendimiento rico del don de ciencia y otro que no lo tenga, i La
diminución de la fe, que produce la diminución de la verdad, dice
Donoso Cortes, no lleva consigo forzosamente la diminución, sino el
extravio de la inteligencia humana. Misei icordioso y justo á un tiempo
mismo. Dios niega á las inteligencias culpables la verdad, pero no
EL DON DE CIENCIA. 309
las niega la vida ; las condena al error, mas no a la muerte. Por eso
todos hemos visto pasar por delante de nuestros ojos esos siglos de
prodigiosa incredulidad y de altísima cultura, que han dejado en pos
de si un surco, menos luminoso que inflamado en la prolongación de
. los tiempos, y que han resplandecido con una luz fosfórica en la his
toria. Poned, sin embargo, eu ellos vuestros ojos ; miradlos una vez
y otra vez, y veréis que sus resplandores son incendios, y que no
iluminan sino porque relampaguean. Cualquiera diria que su ilumi
nación procede de la explosión súbita de materias de suyo oscuras,
pero inflamables, más bien que de las purísimas regiones donde se
engendra aquella luz apacible, dilatada suavemente en las bóvedas del
cielo, con soberano pincel, por un pintor soberano.
» Y lo mismo que aquí se dice de las edades puede decirse de los
hombres. Negaudoles ó concediéndoles la fe, les niega Dios ó les
quita la verdad : ni les da ni les quila la inteligencia. La de los incré
dulos puede ser altísima, y la de los creyentes humilde. La primera,
empero , no es grande, sino á la manera del abismo ; mientras que la
segunda es santa, a la manera de un tabernaculo : en la primera ha
bita el error, en la segunda la verdad. En el abismo esta, con el error,
la muerte; en el tabernáculo, con la verdad, la vida. Por esta razón
para aquellas sociedades que abandonan el culto austero de la verdad
por la idolatría del ingenio, no hay esperanza ninguna. En pos de
los sofismas vienen las revoluciones, y en pos de los solistas los ver
dugos (1).»
Después de haber considerado el don de ciencia en si mismo, para
conocerlo mejor, falta estudiarlo en sus efectos. •
2.° ¿Cuáles son los efectos ó las aplicaciones del don de ciencia ?
Ei ignórame ve la superficie de las cosas ; el sabio ve el fondo. El
ignorante se deja fascinar ; no asi el sabio, que lo pesa y lo mide todo.
Üe este modo , el primer efecto del dón de ciencia es , según lo hemos
indicado, hacernos discernir con certidumbre lo verdadero de lo
falso, lo solido de lo imaginario, lo verdadero de lo aparente. El
cristiano que lo posee comprende instintivamente la falsedad de las
objecíones de la impiedad contra la religión. Estos ataques, lejos de
quebrantar su fe, le mueven á despreciarlos y le causan fastidio y
horror. Para él, el hombre a quien el Cristianismo sacó de la barbarie,
de la idolatría, de la esclavitud, y que después niega el Cristianismo;
el que insulta ó deja insultar al Cristianismo; el que se avergüenza
aiderar las cosas bajo otro aspecto peculiar, que las constituye verdaderas
ciencias, distintas de la teología y entre si. Las potencias y los hábitos, en
que se comprenden las ciencias , enseña también el Angélico Maeitro , que
tienen su unidad , no por su objeto material , mas según la razón formal del
objeto. El firmamento estudian la teología y la astronomía ; pero la primera
lo mira como criado, ordenado , conservado por Dios y cual pregonero do
la gloria divina ; en tanto que la astronomía no piensa en eso , sino en la
constitución física y en las leyes del movimiento de los astros. Otro tanto
sucedo con las artes: en fa piedra trabaja el cantero, el lapidario y el escul
tor; pero á nadie se le ocurrirá llamar lapidario ni cantero á Miguel Angel
porque Bea de mármol su Moisés. (Nota dtl Traductor.)
(I) Entayo , etc., ibid.
(2) El sabio autor francés no llevará á mal que intercalemos aquí justí-
simamonte el nombre inmortal de la incomparable Doctora mística , honra
de su seio y gloria preclarísima de España. (Nota del Traductor.)
314 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
literarias, ni en las asambleas políticas, ni en las corporaciones que
presumen de sabias; buscad todo eso en los verdaderos cristianos.
«La ciencia de Dios, continúa el ilustre publicista español , da al
que la posee sagacidad y fuerza; porque á un mismo tiempo aguza el
ingenio y lo dilató. Lo que para mí hay de más admirable en la vid»
de los Santos , y señaladamente en la de los padres del Yermo, es una
circunstancia que aún no ha sido apreciada debidamente. Yo no sé de
ningún hombre acostumbrado á conversar con Dios y ejercitarse en
las divinas especulaciones, que, en igualdad de circunstancias, no se
aventaje a los demás, ó por lo entendido y vigoroso de su razón, ó
por lo sano de su juicio, ó por lo penetrante y agudo de su ingenio;
y , sobre todo , no sé de ninguno que , en circunstancias iguales , no
saque ventaja á los demás en aquel sentido práctico y prudente que
se llama el buen sentido
3.° ¿ Cuánta es la necesidad del don de ciencia? El don de cien
cia , ya lo hemos visto , nos hace discernir con certidumbre lo verda
dero de lo falso, lo rea! de lo imaginario. ¿Ha sido nunca más nece
sario que hoy? En un mundo que niega á Dios, que niega á Jesu
cristo, que niega la Iglesia, que proclamando la igualdad de toda*
las religiones envuelve la verdad y el error en un desprecio común,
que niega la distinción absoluta del bien y del mal, que llama pro
greso á lo que no es sino desviación , y luz á las tinieblas, y libertad
á la servidumbre, ¿como discernir lo verdadero de lo falso? En un
mundo que nó vive más que para las riquezas, los honores y los pla
ceres, que no estima en nada los bienes del alma y de la eternidad,
que ha llegado á tratar de quimera el mundo sobrenatural lodo en
tero, ¿cómo será posible librarse de la fascinación general? En medio
de semejante Babilonia, ¿ no deberemos levantar la vista al cielo y cla
mar al Espíritu Santo : «Señor, Dios mió, ilumina mis ojos para que
yo nunca me duerma en la muerte; no sea que alguna vez diga mi
enemigo : He prevalecido contra él (2)?»
Este deber es tanto más apremiante cuanto que el hombre se en
cuentra en la alternativa indeclinable de vivir bajo el imperio del Es
píritu de ciencia, ó bajo la tiranía del Espíritu contrario. ¿Cual es
este espíritu directamente opuesto al don de ciencia? Según San An-
toiüno, es el quinto don de Satanás, que se llama Ira. El Espíritu de
ciencia, dice el santo teólogo, rechaza el Espíritu de ira que. impide
. ♦
El don de fortaleza.
/
320 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
obras y evitar todos los males y peligros: la prueba está en que acaba
por sucumbir muriendo en ellos. El don de fortaleza verifica todas
estas maravillas consoladoras. En efecto : por las obras generosas que
al hombre hace realizar, lo conduce á la vida eterna, que es el fin de
todas las empresas y la victoria de todos los peligros. Glorioso resul
tado que lo llena de una confianza que excluye todo temor contrario,
y que San Pablo celebra , diciendo : Todo lo puedo en aquel que me
conforta (1). Tal es el don de fortaleza en si mismo. Resta mostrarlo
en sus relaciones con los otros dones y en los efectos que produce.
2.° ¿ Cuales son los efectos del don de fortaleza ? Ya se cuente
subiendo, ya descendiendo, el don de fortaleza ocupa el cuarto lugar
entre los dones del Espíritu Santo. Está colocado en el centro de este
brillante cortejo como un rey en su trono, o como un general en me
dio de sus oficiales. Dos razones explican el lugar que le está desig
nado. Por una parte, entre todas las- obras divinas, las que mas
llaman la atención son las obras de fortaleza ; por otra, el don da
fortaleza protege a todos los demás dones y los reduce á actos. Por
ellos , por su conservación y su gloria , libra continuos combates. Si
el reposo interior es obra de todos los dones , la acción exterior per
tenece al de fortaleza (2). Y como sus dos objetos son hacer y padecer,
realizar ambas cosas con valor y perseverancia son los dos efectos que
produce.
Hacer. El don di; fortaleza, hemos dicho, comunica el valor di!
emprender grandes cosas. ¿Cuales son? Si no se tratase mas que de
ciertas acciones ruidosas, ajenas á la vida ordinaria de la mayor parte
de los hombres, no seria de muy alto precio el don de fortaleza, por
que rara vez seria necesario ; y , sin embargo , es indispensable para
la salvación, como todos los demás. ¿Cuáles son las grandes cosas á
que se aplica ? Para conocerlas basta con estudiarla cuestión siguien
te : ¿Qué es el hombre?
El hombre es uh rey destronado que va en busca de su trono. Que
el hombre fué creado rey y que cayó de su dignidad real , es una ver
(I) Ad magna praemia perveniri non potest, nisi per magnos labores.
(S. dreg., in Evang., komil. xxxvn.)
TOMO II. 21
322 TBATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sentaremos esta carne que conspira siempre contra el espíritu? Es Eva,
que ofrece el fruto prohibido á su marido , y le invita á gozarse cou
ella en el mal. Es la mujer de Putiphar, que solicita al crimen al
hermoso y casto Josef. Es Tamar, que ataviada con vestidos de corte
sana , se sienta en la encrucijada, para esperar á Judá y enredarlo en
sus lazos vergonzosos. Es Dalila, que adormece á Sansón en su regazo, .
le corta la cabellera donde residía su fuerza, y lo entrega á los Filis
teos , es decir, á los demonios, que le sacan los ojos y se divierten
con él.
Hábil la carne para arrastrar al mal , no lo es menos para apartar
del bien. No hay género de guerra contra sí mismo que el hombre no
deba conocer ; no hay sacrificio que no deba estar pronto á imponer
se. Ya es una pasión largo tiempo alimentada que es preciso dominar;
ya una amistad llena de encantos seductores que es necesario cortar;
ya bienes malamente adquiridos que es preciso restituir , y para todo
esto, ¡ qué reclamaciones , qué objeciones , qué dificultades y extor
siones no hay que sufrir! Otras veces llama Dios a una vocación su
blime : quiere un sacerdote , un misionero, una carmelita , una hija
de la caridad , los cuales , como Abraham , deben abandonar la tierra
de sus padres, su familia , sus amigos y partir a remotas regiones.
¿Quién podrá decir las lágrimas, las súplicas, los pretextos, los
obstáculos que la carne y la sangre oponen aquí también al divino
llamamiento? Y sin embargo, bajo pena de muerto , es preciso so-
breponerse á todo.
El mundo : turba inmensa de renegados que se agitan en medio
de placeres insensatos , y cuyas provocaciones , chocarrerías , máxi
mas , costumbres , lujo , fiestas , teatros, modas , festines , grabados,
estatuas , bailes , cantos , escritos , son otros tantos dardos inflama
dos. Es preciso que el hombre viva en medio de esa fascinación gene
ral, sin dejarse fascinar; en medio de ese incendio de lujuria, sin
quemarse , como los tres niños hebreos estuvieron en el horno de
Babilonia sin perder ni siquiera uno de sus cabellos. Venc«r al de
monio , vencerse á si mismo, tal es la obra que el hombre del» rea
lizar , obra inmensa y muy por encima de Sus fuerzas. Con todo, esta
es la primera y más fácil parte de su tarea : padecer es la segunda.
Padecer. San Antonino y Santo Tomás aducen muchas razones
para probar que exige más fuerza el padecer que el obrar. Sin duda,
dicen, atacar y arrojarse en el peligro es antes, en cuanto al tiempo,
que padecer y sufrir. Sin embargo, padecer y sufrir toca más á la
esencia de la fortaleza , es más noble , más difícil y más perlecto.
EL DON DE FORTALEZA. 323
Desde luego, es más difícil combatir contra uno más fuerte , que con
tra otro más débil. Aliora bien : el que ataca se presenta como más
fuerte , mientras el que sostiene el choque aparece más débil.
Además , aquel que sufre y padece , siente actualmente el mal y
el peligro, en tanto que aquel que ataca no los ve más que como po
sibles. Pues bien : es más fácil impresionarse por el mal presente
que por el futuro. En fin : el padecer supone un largo período de
tiempo , mientras que el atacar puede verificarse en un abrir y cerrar
de ojos. Mas para continuar largo tiempo impertérrito en el ataque,
el peligro y el dolor, se necesita mucha más energía que para llevar
a cabo de repente una obra difícil (1). De aquí esta sentencia de un
gran capitán : « Xo son las mejores tropas las más ardorosas en el
combate , sino las más duras en la fatiga, i
¿ Qué es lo que el hombre debe padecer ? Mejor seria preguntar
•qué es lo que no debe padecer. Dolores físicos y dolores morales,
nacidos unos de adentro, venidos otros de afuera, foris pugnae, intus
timara; enfermedades de todo género y de todos los órganos, po
breza, contradicciones, calumnias, injurias, injusticias, ataques
por parte del mundo, del demonio y de la carne ; en una palabra,
penas del cuerpo y del alma bajo todas las formas : tal es el cortejo
<jue rodea al hombre durante todo el curso de su peregrinación sobre
la tierra.
Y no hablamos más que de la condición común á todas las exis
tencias. Con frecuencia el hombre, y sobre todo el cristiano, está
predestinado á sufrimientos excepcionales. Su virtud irrita al mundo
y al demonio. Contra él especialmente se dirigen su odio, sus sarcas
mos , sus desprecios. Para él , hoy como otras veces , se forjan en la
mayor parte de la tierra las cadenas , se abren las prisiones , se levan
tan las horcas , se afilan los sables y se encienden las hogueras. Es
preciso que el hombre , el niño y el anciano y la tímida doncella
desafíen todo este aparato de muerte y la muerte misma : la apostasía
seria el infierno.
Pero ¿ qué es el hombre ? La misma debilidad. Buscad lo más dé
bil que hay en la naturaleza , una hoja que el viento arrebata ; esto es
el hombre. Asi lo define el mismo Espiritu Santo : Eolium quod vento
rapitur (2). Incapaz de concebir un peusa miento bueno, no puede
hacer ni querer por si mismo cosa que pueda aprovecharle para su
(í) De Btercore boum lapidatusest piger ; et omnis c[ui tetigerit eum exou-
tict manum ejus. (Ecc.l. , xxu , i ; xxm, 29; Pros., vi, 11, x, 26; mu, 4;
xxiv, 30.)—De itercore boum, dicen los comentadores ; porque el buey es
modelo de trabajo.
CAPÍTULO XXXI.
El don de consejo.
(1) CoDsilium est donura quo Spiritus Sanctus dirigit nos in ómnibus
quae ordinantur in finem vitae aetornae , sive sint da necessitate Balutis , sive
non. (S. Tintan., iv p., tit. xii, c. i.)
(i) Sap., ix, 14.
330 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Espíritu Santo nos comunica su luz, y determina nuestra elección (1).
En cuanto a la diferencia entre ei don de consejo y el don de deu
da , he aqui en qué consiste. Al comunicarnos el don de ciencia el
conocimiento cierto de la verdad , nos hace capaces de discernir fácil
mente lo verdadero de lo falso, y el hien del mal. El don de consejo
va más lejos. Nos hace distinguir y escoger entre lo verdadero y lo
más verdadero, entre lo bueno y lo mejor : es decir, que nos indica
los medios más apropiados á nuestro lin supremo, segúu las circuns
tancias de tiempos , lugares y personas.
Empero , no basta considerar en si mismo el don de consejo ; par»
conocerlo bien es menester verlo en sus efectos.
2.° ¿Cuáles son los efectos del don de consejo ? Acabamos de in
dicarlos diciendo que el don do consejo nos hace escoger los medios
más á propósito para alcanzar nuestro último fin. Esto quiere decir
que eBte don divino nos preserva de las desgracias , desesperadas mu
chas veces , á que nos conduciría una elección imprudente. Esto sig
nifica también que nos ayuda a hacer nuestras obras, como el mismo
Dios hace las suyas , con número , peso y medida. Esto denota, en fin,
que, como miembros que somos del gran cuerpo del Verbo encamado,
nos coloca á cada uno en su lugar y nos hace funcionar de manera
que se procure, sin embarazo, la armonía del conjunto: armonía
magnifica , poderosa unidad , que es el fin de todos los dones y ope
raciones del Espíritu Santo.
El don de consejo es de un uso incesante. Como el ciego necesita
do un guia para todo, así el hombre, quienquiera que sea, niño,
mozo ó viejo, rico ó pobre, rey ó vasallo, eclesiástico ó seglar, tiene
necesidad de ser dirigido en cada uno do sus actos, y lo es en reali
dad. Y esto que es verdad en los individuos, lo es en la familia, yeu
las sociedades , y en el género humano enteró. ¡ Desgraciado , pues,
aquel que en el gobierno de su vida ó de la vida de otros desdeña el
Espíritu de consejo ! ¡ Más desgraciado todavía el que busca el espí
ritu de consejo donde no está ! Y está donde esté el Espirita Santo, y
no está más que allí , y está en proporción de las comunicaciones del
Espíritu Santo. De aqui proviene que los santos , es decir, los hom-
(I) Spiritus conBilii fugat spiritum avaritiae ,quao necconsilia neo man-
data Dei sinit implere, quijubetvel coasulit pauperibus indigentibus subve-
niri, sol ipsi sibi congregal lutum. (S. Antón., ivp., lit. x, c. i.)
(i) Sap., iT, 12.—/ ad Tim , vi, 9-tO.—Telas araneae texuerunt. (h.,
lix , 5.)
334 TBATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ni las lágrimas del huérfano y de la viuda, son capaces de hacerle
desatar el cordón de su bolsa. Tiene sobre su alma el seco y duro sello
del metal que adora. La falsía, falsilai. No hay mentiras , ni engaños
que el avaro escrupulice, sea para vender, sea para comprar. Entre
todas las virtudes , la buena fe es la que menos conoce.
El fraude, fraus. De las palabras pasa a los actos. Defraudaren
los pesos y medidas , defraudar en la naturaleza y calidad de los obje
tos , es para el avaro moneda corriente. La violencia , violentia. Este
nombre tiene que darse á las concusiones públicas , a los robos eu
grande , á los compromisos escandalosos , á los contratos usurarios,
á las intrigas miserables con que se engaña a los crédulos, se abusa de
la debilidad , se trafica con la conciencia , y se hacen riquezas á ex
pensas del honor y la justicia.
La traición, perfidia. El avaro no tiene más que un amigo, su
oro. En un sentido bien diferente que Melchisedech , puede afirmar
que no tiene pudre, ni madre, ni hermanos, ni hermanas, ni ge
nealogía alguna en el mundo. El enemistarse con sus parientes y ami
gos , moverles pleitos , fomentar las divisiones y los odios, descender
á todas las bajezas , vivir del egoísmo , de la difamación y la envidia,
es cosa sencilla para un avaro , como haya de por medio pérdidas ó
ganancias.
Si el espíritu de avaricia se extiende á la sociedad , todos los estig
mas justamente aplicados al avaro individual , deberán hacerse exten
sivos al avaro colectivo. De esta sociedad , de esta nación , de esa
muchedumbre se podrá decir con toda verdad , que nadie hay más
malvado ; que no tiene temor de Dios, ni justicia , ni lealtad ; que es
un vasto bazar en que todo se vende, porque se compra todo, la liber
tad , el honor , la conciencia; una agregación de filibusteros y piratas
que , á menos de una conversión milagrosa , acabará por no contar
masque dos clases de individuos , los engañados y los bribónes.
Entre tanto, esta sociedad, poseída del demonio de la avaricia, se
distinguirá por dos caracteres. Latente ó manifiesta , será permanente
eu ella la guerra de los que no tienen contra el que tiene. Revolucio
nes incesantes traerán catástrofes sin fin, como justo castigo de gente
que cambió su Dios por el becerro de oro. La locura reemplazará la
razón , el tiempo será preferido á la eternidad , lo que es menos á lo
que es mas.
¿Qué sabiduría , qué buen sentido , pregunta la Escritura , qué
elevación de inteligencia puede quedar á aquel que está soldado a su
arado, que constituye su gloria en sus máquinas y en la aguijada cón
EL DON' DE CONSEJO.
que pica á los bueyes, que no habla más que de pastos, agricultura
y trabajos materiales , cuyas conversaciones son todas de becerros,
cuyo corazón está hundido en los surcos de sus tierras y su pensa
miento en la manteca de sus vacas (1) ?
Salvar al mundo de semejante degradación, ¿no será hacerle un
beneficio inmenso? ¿De quién se puede esperar? ¿Acaso de los legis
ladores , filósofos ú otros semejantes? No, de modo alguno, sino del
Espíritu de consejo, y sólo de él. ¡Y el mundo lo olvida!
(!) Avaro nihilest scelestiua ; nihil est talquina quam amare pecuniam....
hic enim et animam auam venalem habet. (EccUi., x, 9 , 10; Eph., v, 5¡
Eecl,, xxvii, 1.)— Qua sapientia replebitur qui tenet aratrum , et qui glo-
riatur in jaculo ; stimulo boves agitat , et conversatur io operibus eorum , et
enarralio ejns in tiliis taurorum? Cor suum dabit ad versando» guieos et
vigilia in sagina vaccarum. (Rccl., xxxvm , 45-27.)
CAPÍTULO XXXIT.
(I) Qui ssmel est , Deus est; homo , qui vis; bestia, qui ter.
(2) Sapientianon habitabit in terra suaviter viventium. (Job., xivin , 13.)
(3) Cogitavi in corde meo abstrahere a vino carnom meam , ut animum
meum transferrem ad sapientiam. (Eccl., n , 3.)
(4) Animalis autem homo non percipit ea quae sunt Spiritus Dei.
(I Cor., ii, 14.)
(5) lápeculumsordibusobsitum non exprimit distincte objectam formam,
et intellcctus saturitate obtusua ac hebetatus non suscipit Dei cognitionem.
(S. Nilus, Truel, de octo spiriíib. malit., c. II.)
346 TflATADO DEL, ESPÍRITU SANTO.
alma ; ciega la inteligencia, y no le permite percibir cosa alguna (1).»
Acerca de este punto, como acerca de los demás, la Iglesia no deja de
ser el órgano infalible de una ley fundamental, cuando, en el prefacio
de Cuaresma, recuerda al mundo entero estas verdades Uin poca me
ditadas en nuestros días: «SI ayuno reprime los vicios, eleva lamente
y da la virtud y el premio : Vitia comprimís, mentem elevas , cirtu-
tem loryiris et proemio,. »
El segundo efecto del espíritu de gula es la loca alegría, inepta
hietitio. Victoriosa la carne sobre el espíritu, á consecuencia del ex
ceso eo los alimentos, publica su insolente triunfo. Risas inmode
radas, chistes ridiculos, ocurrencias las ni. s veces obscenas, gestos
inconvenientes ó pueriles , cantos , gritos , bailes , placeres ruidosos,
fiestas teatrales, son su inevitable expresión. «Y sentóse el pueblo,
dice la Escritura , á comer y beber , y se levantaron á jugar (í).» Y
en otra parte : «Llenémonos de vino precioso y de perfumes.... coro
némonos de rosas.... no baya prado alguno por el que no pase nues
tra licencia (3).» Y también en Isaías : i Y he aquí gozo y alegría , ma
lar becerros y degollar carneros , comer carnes y beber vino : Coma
mos y bebamos, porque mañana moriremos (4). «
Este hecho , tan frecuentemente repetido en los sagrados libros, no
se escapa á la penetración de San Gregorio : «Casi siempre , dice, la
voluptuosidad es compañera de la vida regalada , pues mientras el
cuerpo se deleita en los goces de la comida , el corazón se esparce en
locas alegrías (3).» Todo pueblo de glotones es un pueblo de bufones;
tal es el axioma formulado por la filosofía y confirmado por la expe
riencia. En todos los tiempos se ven seguir á los placeres de la mesa
las manifestaciones de la alegría sensual , y estas manifestaciones, ora
sangrientas , ora obscenas, están siempre en razón directa de la causa
que las produce.
KI don de sabiduría.
(1) Donura sapientiae eit habitas infnsus, qao quis ia gratuitis cogni-
tionibus «ubito et prompte secundum quamdam connaruralitatem , per cau
sara altissimam hahet rectum et certum judicium de hiBquae sunt fídei. ( Vig. ,
c. xm, § 4.)— Vet: sapientia est habitus divinitus infusus quo meas redditur
facile mobilis a Spirito Sanoto , ad contemplandum divina et ad judicandum
tum de tilia s tnm de humanis secundum rationes divinas. (Apud S. Th.,
8. 2., q. mv, art. i.)—Sumitar noraen sapientiae secundum quod saporera
quemdam impnrtat. (S. Th., ibii., art. 1.)—Sapiens dictus a sapore, quia
sicntgustus est aptus ad discretionem saporis cihorum , sic sapiens dicitur
ad dignoscentiara rernm et cansarara circa divina et agenda. (S. Mi. , Di
elymolog.)
352 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ciona a todos los demás. Conocimiento y amor de la verdad en el más
alto grado á que el hombre puede llegar : he aquí lo que es dicho
don. Ahora bien : hay muchos modos de conocer la verdad.
El conocerla por las causas segundas , por las criaturas , 'por las
obras exteriores de Dios , tales como la encarnación del Verbo , la
creación y gobierno del mundo , la justificación del hombre y otras
semejantes , pertenece al don de ciencia (1).
Conocerla por los motivos de credibilidad , hasta el punto de que
dar tan convencido que no haya nada capaz de debilitar nuestra adhe
sión, es el objeto del don de entendimiento.
Conocerla en las aplicaciones que deben hacerse á los actos par
ticulares , es el beneficio que el don de consejo nos hace.
En fin : hay todavía un modo más j)erfecto de conocer la verdad,
cual es el de verla en la causa primera, en la causa delas causas, en
Dios, y verla con un amor inmenso. Desde esta altura se juzga con
certidumbre de todas las causas segundas y de sus efectos ; se pone el
pensamiento y la acción en armonía, no ya con tal ó tal verdad ais
lada , con tal ó cuál causa segunda , con tal ó tal efecto particular, sino
con la causa primera. Entonces, el hombre participa en cierto modo
del privilegio de los ángeles de la primera jerarquía, los cuales ven
en Dios mismo la razón de las cosas. Posee en este caso la magnifica
sintesis de la verdad , y puede juzgar de todo el pian divino, asi en el
orden natural como en el sobrenatural , puesto que puede juzgar del
mismo Dios (2). - '
Se ve, pues, cuán superior es el don de sabiduría á los dones de
ciencia, de consejo y de entendimiento, y cómo los perfecciona, no
(1) El donde ciencia nos enseña a conocer la verdad por las causas
segundas, por las criaturas, y á arreglar nuestra conducta en conformidad
con este conocimiento. El don de sabiduría nos hace ver la verdad en la causa
de las causas , en Dios mismo , y nos la hace amar en Dios y en sus obras.
Asi , el don de ciencia tiene por objeto principal los efectos , y el don de
sabiduría la causa. El uno procede por vía de análisis, el otro por vía da
síntesis. (Véase S. Th., S. 2., q. ix, art. t-S.)—Se ve que en el sistema de
nuestra deificación , no ha quedado olvidado ningún medio , y que el Espí
ritu Santo se acomoda á todas las condiciones.
(2) Spiritualis autem judicat omnia. (I Cor., u, 15.)—Spiritus enim
omnia scrutatur etiam profunda Dei. (¡bid.)— Ad sapientem pertinet consi
derare causam altissimam , per quam certissime de aliis judicatur , et secun-
dum quam omnia ordinare potest. (S. Th., 2. 2., q. xlv, art. I ; q. vm,
art. 6 ; S. Antón., ív p., tit. x, c. m.)
EL DON DJ¡ SAUIDI'HÍA. 363
menos que a los de temor, piedad y fortaleza. Gracias al don de sa
biduría, los actos de los otros dones adquieren una energía , una cons
tancia , una extensión , una suavidad , una perfección proporciona
das á las luces y efusiones de amor que fluyen de este don superior á
los demás. Asi es cómo queda elevado el corazón del hombre á nivel
de su inteligencia.
En cuanto á la diferencia que hay entre el don de sabiduría y la
fe , la virtud de sabiduría y la sabiduría gratuita, fácil es conocerla.
La fe se adhiere a la verdad , tal como le es propuesta, y no va más
lejos. La virtud de la sabiduría es un hábito adquirido por el esludio,
ó infundido por la gracia; pero esta virtud, natural ó sobrenatural,
no tiene la altura , ni la extensión , ni la certidumbre, ni la suavidad,
ni la espontaneidad del don de sabiduría (1). Este don , tomando como
punto de partida la verdad conocida por la fe , confirmada por el don
de ciencia , penetrada por la virtud de sabiduría , la ilumina en todas
sus partes, y saca de ella las consecuencias, ya para orientar nues
tros pensamientos , ya para dirigir nuestras acciones y conformar
nuestra vida intelectual y moral á la razón divina.
Otras muchas diferencias existen también entre el don de sabidu
ría y la sabiduría , á las que alude el Apóstol , cuando dice : Á una
es dado por el Espíritu Santo el discurso de sabiduría (2). Por de
pronto, ésta puede ser comun a los buenos y á los malos. Ds privile
gio suyo conocer las verdades divinas, no con un conocimiento ad
quirido, sino por ciencia infusa, á fuerza de discurso, y tan perfecta
mente, que pueda enseñarlas á los demás y refutar a los que las
contradijeren. Mas la sabiduría no se encuentra sino en los buenos, á
quienes comunica , no solamente la luz, sino también el gusto de las
cosas divinas. Habita lo mismo en el niño que en el hombre, mien
tras perseveran en estado de gracia : en el segundo está en acto , en
el primero en potencia , por razón de su poca edad. Aunque en di
ferentes grados , todos la poseen, en cuanto es necesaria para su sal
vación (3).
(1) Sapientia, quae est donum , eat excellentior quam sapientia , quae
est virtus intellectualis , utpote magia de propinquo Deum attingens per
quamdam Spiritns unionem ad ipsuru. Et inde habet quod non solum dirigat
in contemplatione , quod facit sapientia virtus intellectualis ; sed etiam in
actione circa humana. Qúanto enim virtus est altior , tanto ad plura se exten-
dit. (S. Antón., ubi mpra.j
(2) 1 Cor., xII, 8.
(3) S. Anión., ubi iupra.
TOMO II. ¿3
354 TRATADO DKL ESPÍRITU SAMO.
2.° ¿ Cuáles son los efectos del don de sabiduría ? Inundar al es
píritu en una luz superior á toda otra luz, llenar el corazón de una
afición inefable hacia Dios y todas las cosas divinas : tales son, como
acabamos de indicar, los dos electos principales del don de sabidu
ría. Veamos lo que sucede al hombre dotado de este precioso don. Le
sucede lo que á un ciego que recibe la vista á la edad de treinta n
cuarenta años. ¿Qué pensaría este hombre del mundo mientras es
tuvo ciego? Creia en la existencia del - sol, de la luna y de las estre
llas, creía que hay arboles, frutos y (lores, y muchas especies de
peces en el agua y de aves en el aire y de otros'animates en la tierra.
Creia lodo osto , porque se lo habían dicho; pero no excitaba en él
ningún conocimiento preciso, y no le producía ni amor, ni alegría,
porque no había visto nada.
Mas he aquí que este hombre obtiene de repente la vista. Ve cómo
el sol esparce por doquiera sus rayos ; ve las montañas cubiertas de
árboles y de frutos ; ve los prados esmaltados de flores á cual mas
bella , y, asombrado de tanta hermosura que ve por vez primera, se
queda estupefacto.
Dejad ahora al ciego , y volveos hacia el alma humana. Posee ésta
la luz de la fe; cree que Dios es infinito, que es manantial inagota
ble de todas las perfecciones ; pero como esta luz es bastante pálida,
no excita eu el alma mucho amor de Dios ni mucha alegría. Poro 'que
el Espíritu Santo le comunique la luz del don de sabiduría; ¡qué
súbito cambio se obra en ella! Las perfecciones divinas se muestran
á su vista en todo su esplendor : queda como fuera de si misma y
como sumergida en el océano de la divinidad (1).
Hemos visto que el don de entendimiento abre también los ojos
del alma; pero entre la iluminación que produce y aquella que pro
cede del Espíritu de sabiduría , hay una gran diferencia. El don d?
entendimiento ilumina , una tras otra , las verdades particulares:
pero no contemplándolas en la causa primera, no las relaciona entre
si hasta el punto de hacer de ellas una vasta sintesis. Este privilegia
pertenece al don do sabiduría.
En la amorosa luz de que es foco, abraza \ hace ver todo el con
junto de las cosas divinas, las verdades de la fe, toda la doctrina
cristiana, la teología, la esentura, las reglas de la moral pública \
privada, y todo lo que puede contribuir á la santidad de la vida y al
logro de la salvación (2).
(1) Pergmayer, Méditat., etc., p. Jti.iv.
(2) Com. a Lap., in farol)., c. in , 17.
EL DON DE SABIDURÍA. 355
El don de entendimiento no va acompañado , al menos en tanto
grado como el de sabiduría, del gusto y del amor de las cosas divi
nas ; y esta es otra gran diferencia.
«En efecto, dice San Buenaventura: una cosa es saber que la
miel es dulce , y otra es comerla y gustar realmente su dulzura.»
Iluminada el alma por el don de entendimiento , cree y sabe que
Dios es infmitamente dulce ; sin embargo , no gusta su dulzura. Pero
¿posee el don de sabiduría? Entonces, no solamente sabe que Dioses
infinitamente dulce , sino que gusta también su inexplicable dulzura,
y su corazón se llena de ella. De aquí resulta , que el alma encuentra
sus delicias en conversar con Dios y procurar su gloria. De aquí pro
viene el espíritu de oración , el espíritu de recogimiento , el espíritu
de sacrificio , la unión amorosa del alma con Dios , transformándose
de algún modo en El; el reposo de todas sus potencias , la calma de
sus pasiones , el amor de la soledad y del silencio. Entonces es cuando
el alma puede decir, imitando a la esposa de los Cantares : Mi amado
es todo para mi , y yo soy toda de mi amado ; yo soy su propiedad y
su reino. El reina en mi y me gobierna. Él es el dueño y el director
de mi vida interior y exterior. No soy yo quien en mi vive , sino que
Él es quien vive en mi.
La sabiduría , como luz y amor que es , esparciéndose afuera , bace
al hombre enteramente á su imagen. Ahora bien : según el Apóstol
Santiago , la sabiduría que viene del Espíritu Santo , es casta , paci
fica , modesta , dócil , amiga de los buenos , llena de misericordia y
de buenos frutos , no juzgadora ni fingida (1). Tal es, á grandes ras
gos, el retrato del verdadero sabio.
Es casto. Aqui debe entenderse que, no solamente tiene la pureza
de cuerpo , sino también la pureza de alma y de doctrina. Es un he
cho que la verdadera castidad conyugal , la verdadera virginidad,
la verdadera continencia , la verdadera pureza de palabra y de doc
trina , no se encuentran mas que en el Cristianismo y en el sabio cris
tiano. Basta , para convencerse de esto , echar una mirada sobre el
paganismo , sobre el mahometismo , el protestantismo , el racionalis
mo moderno y sobre los pretendidos sabios de sus diferentes escuelas.
Es pacifico. Las luchas , las discusiones, las riñas, las dispulas,
le son antipáticas ; nuevo rasgo que lo distingue de los falsos sabios.
La razón de esto es muy sencilla. La verdadera sabiduría es hija del
Espíritu Santo ; el Espíritu Santo es manantial de paz y de concor-
(1) Non es*, enim ista sapientia desursum descendens , sed terrena, ani
malia, diabólica. (Epist., tu, 15.)
(2) Nomen stultitiae , secundum Isidorum , videtur rsse a stupore. Stu-
por autem interpretatur scnsuum alienatio, eo quod sensvs stupeant. Unde
stultua dicitur , qui prepter stuporem non movetur.... Stultitia importat hebe-
tudinem et obtusionem cordis. (Vig., c. xm , § 4, ver. t.)
360 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Médicos , no os acerquéis demasiado á él ; elegid una buena hora,
insistid con maña para hacerle que acepte. vuestros remedios : aun
asi no estaréis seguros de que no responda á vuestros caritativos ala
nes con burlas, cnn injurias, irritándose contra vosotros , pegán
doos ó dándoos la muerte , como lo ha hecho frecuentemente y toda
vía lo hace ; vedlo si no al punto.
El género humano estaba atacado de esta criminal y deplorable
locura'1, cuando el Verbo encarnado bajó del .cielo para curarlo. Por
sus Profetas, por Sí mismo y por sus Apostóles, le anuncia el objeto
de su misión. ¡ Oh hombre , tu sabiduría te engañó ! Esta sabiduría es
terrena, animal , diabólica: es la locura, es la muerte. Yo perderé la
sabiduría de los sabios, yo reprobaré la prudencia de los pruden
tes (1). Á las nuevas de la llegada del divino médico, todos los enaje
nados del corazón se conturban hasta las profundidades de su ser,
y se preparan á recibirlo, como asi lo hicieron, insultándolo, persi
guiéndolo, crucificándolo (2).
La segunda observación es que la triple sabiduría, ó mejor, la
triple locura de que acabamos de hablar, terníina casi siempre por la
locura de la carne. Por un loco de orgullo y avaricia , hallaréis cien
locos de lujuria. Esta caída está en la naturaleza de las cosas. El hom
bre ha sido criado para adorar : si no adora al Dios altísimo, adorara
á los dioses mas viles; si no adora al Dios espíritu, divinizara y ado
rará la carne. De aquí resulta que, si los examináis con cuidado, en
el fondo de todos los cultos paganos , de todas las prácticas demonia
cas, de toda conciencia emancipada, encontraréis una inmundicia.
Venus es la última palabra de todo esto. El despotismo de la carne
comienza por la gula y acaba por la lujuria. Pues bien: de todas las
locuras es la lujuria la más vergónzosa , la más furiosa , la más fe
cunda en desastres y la mas difícil de curar.
Asi como el Espíritu Santo es inseparable de sus dones, Satanás
es inseparable de los suyos. Como el don de sabiduría supone y co
rona todos los dones del Espíritu Santo, el don de lujuria supone y
arrastra en su seguimiento todos los dones satánicos. No hay impuro
X-*a« bienaventuranzas.
El estudio que hemos hecho de los dones del Espíritu Santo puede
resumirse en las verdades siguientes : los dones del Espíritu Santo
son los principios deificadores del hombre y de la sociedad ; el mundo
les debe todo lo que tiene verdaderamente bueno. Al don de temor
de Dios, debe sus grandes hombres ; al don de piedad , sus innume
rables asilos para todas las miserias ; al don de ciencia , sus afirma
ciones ciertas y sus sabios de buena ley : al don de consejo, la multi
tud de sus vírgenes y todos sus servicios gratuitos de caridad ; al don
de inteligencia , la superioridad intelectual que tiene sobre las nacio
nes que no son cristianas ó han dejado de serlo ; al don de sabiduría,
esos sublimes locos que se llaman santos , y son luz , gloria y salud
de la humanidad (1).
Á los dones del Espíritu Santo se oponen los siete pecados capita
les , principios corruptores del hombre y del mundo, dones satánicos
que producen efectos proporcionados a su naturaleza , á los que deben
atribuirse todas las vergüenzas y todos los crímenes del linaje humano.
Como quiera que el hombre y el mundo viven bajo la influencia
del Espíritu del bien ó del Espíritu del mal , resulta que desde la
(I) Nos stulti propter Christum. (¡ Cor., iv, 10.) —Placuit Deo per stul-
titiam praedicationis salvos faceré credentes. (Id., i, Í3.)
LAS BIENAVENTURANZAS. 363
caida primitiva obedecen á un impulso septiforme : septilorme es , y
debe serlo. Por una parte , el Espíritu Santo es inseparable de sus
dones , como Satanás de lo suyos. Por otra , este impulso debe alcan
zar á todas las facultades del hombre , y determinar , como de hecho
determina , sus operaciones, buenas ó malas. Tales son los (¡os prin
cipios que mueven á los hombres. El mundo , dirigido por el soplo
del Espíritu Santo , es un navio que á velas desplegadas se dirige al
puerto : dirigido por el soplo del Espíritu maligno , es una nave sin
brújula, que acaba infaliblemente por perderse. Si se quiere, pues,
vaticinar la suerte futura de cualquier reino ó de cualquier época,
no se necesita sino ver á qué impulso obedecen.
En medio de esto , la deificación del hombre, comenzada por el
Verbo y continuada por el Espíritu Santo , no ha llegado aún á su
perfección. Los siete dones divinos no son en nosotros fuerzas dormi
das ; son otros tantos principios activos que deben manifestarse por
medio de operaciones proporcionadas á la naturaleza y objeto de cada
cual. No de otro modo el árbol, cuya savia se pone en movimiento
por el calor del sol, debe producir hojas, flores y frutos, según su
especie. La comparación evangélica , que ya nos ha hecho sensible
la diferencia entre las virtudes y los dones , nos hará también com
prender la diferencia entre los dones y las bienaventuranzas.
¿Qué se entiende por bienaventuranzas? ¿De dónde viene este
nombre? ¿Cuántas son? ¿Qué relación guardan con la felicidad de
cada hombre? ¿Cómo contribuyen al bien de la sociedad? ¿En qué
son superiores á las virtudes? ¿Cuál es su orden jerárquico? ¿Cuales
sus relaciones con los dones del Espíritu Santo? Estas cuestiones
comprenden en su conjunto , á juicio nuestro , una materia tan poco
conocida y no menos interesante que los dones del Espíritu Santo.
1." ¿Qué se entiende por bienaventuranzas? Las bienaventuran
zas son los dones del Espíritu Santo en acción (1). Pasa con el cris
tiano lo mismo que con el árbol. Cuando ha recibido en el Bautismo
la vida divina y con ella las virtudes infusas ; "cuando el Espíritu
Santo ha venido con sus siete dones á poner en movimiento todas
esas virtudes , como el calor lo hace con la savia , el cristiano puede
y debe practicar ciertos actos de perfección sobrenatural que lo enca
minan a su último fin (2).
(1) Bealitudines distinguuntur a donis et virtutibua , sicut actos ab habí-
tibus. (Vig., c. xm, § 9.)
(2) No es necesario decir que todo esto se hace simultáneamente y con
una sola operación.
364 TEATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Estos actos se llaman bienaventuranzas , esto es , beatíficos. Dife-
réncianse de las virtudes y los dones , como el electo se diferencia de
la causa , el arroyo del manantial y la flor del árbol ; ó , por hablar el
lenguaje teológico, como la facultad en acto se diferencia de la facul
tad en potencia. «Las bienaventuranzas', dice Santo Tomás, se distin
guen de las virtudes y los dones, como los actos de los hábitos (1).» De
esta manera , las bienaventuranzas no son , como su nombre parece
indicarlo , hábitos ó estados permanentes , sino actos transitorios,
producidos por habitudes permanentes que se llaman dones del Espí
ritu Santo.
2.° ¿De dónde viene su nombre? El nombre , tan dulce y tan
poco conocido , de bienaventuranzas significa dicha perfecta , reposo
final. «La bienaventuranza , dice un gran teologo , es el soberano bien,
el fin último: todos convienen en esto. Y entendemos por soberano
bien el que tiene todas las cualidades del bien y ninguna del mal , y
no le falta nada , ni se le puede añadir nada ; el cual iconsta que no
es más que uno , á saber : Dios que es bondad infinita , de quien todos
los demás bienes dependen en su ser , origen y conservación , y cuya
posesión hace bienaventurados á los ángeles y á los hombres, que par
ticipan de su bienaventuranza uniéndose á El (2).»
Al;ora bien : la bienaventuranza es el fin último de la vida hu
mana (3). Tan cierta es esta verdad , que el hombre podrá, si, falsear
la ley que le inclina á la felicidad ; mas no podrá sustraerse á ella. Á
sabiendas ó sin saberlo, por el camino del crimen ó por las sendas
de la virtud , trabaja noche y dia por la felicidad : tranquilo y con
tento , si la encuentra ; inquieto y desgraciado , si la persigue en
vano. Es como la aguja imantada, que, sometida á una atracción mis
teriosa, gravita incesantemente hacia el polo, y no para hasla ponerse
en relación directa con este punto del cielo.
Si la bienaventuranza es la felicidad perfecta , y la felicidad per
fecta es la plena posesión de Dios , tres cosas resultan evidentes. La
primera : que con relación al hombre, la bienaventuranza es a un
mismo tiempo perfecta é imperfecta. Imperfecta en el mundo, donde
(I) Dicitar enim aliquis jam Iintuí babere prupler speni liuis obtinendi....
Spea autem de fine consequendo imnrgit ex hoc quod aliquis convenienter
movetur ad finen) , et appropinquat ad ipsum ; quod quidem fit per aliquam
actionem. Ad finem autem bealitudinis movetur aliquis et appropinquat per
operatiooes virtutum . et praecipue donorum , si loquamur de beatitudine
aeterna , ad quam ratio non sufficit , sed in eam inducit Spiritus Sanctus, ad
cujus obedientiam etaequelam per dona perficimur. Et ideo bealitudines di-
stinguuQtur quidem a virtutibus et donis , non sicut habitus ab eis distincti,
sed sicut actus distinguuutur ab habitibus. /S. Th., I. 2,,q. LxU, art. i.)
366 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Justificaremos de una manera sensible este uombre de bienaven
turanza cuando expliquemos las relaciones de cada una con el dón
correspondiente. Y lo haremos, con el fin de que se vea que las cosas
de que el Evangelio hace depender la felicidad no son el manantial
de una simple felicidad mística , como ahora dicen , en significación
de puramente espiritual y casi imaginaria. La verdad es que, bajo
todos los aspectos y en la más lata acepción de la palabra , las bien
aventuranzas producen lo que su nombre expresa. Para la vida pre
sente, lo misino que para la futura, son realmente manantial de feli
cidad.
3.° ¿Cuantas son las bienaventuranzas? Siete contamos, según los
Concilios y Santo Tomas. La octava , enunciada por San Mateo , no es
sino la confirmación y manifestación de las otras. En efecto : desde
que el hombre está afianzado en la pobreza espiritual , en la manse
dumbre y demás beatitudes , la persecución es impotente para apar
tarlo de estos bienes inestimables (1).
Las razones de este número siete se revelan por si mismas. Por
una parte, bastan siete bienaventuranzas para constituir la felicidad:
menos , seria poco ; más , sería inútil. Por otra , no siendo las bien
aventuranzas ó actos beatíficos sino las operaciones de los dones del
Espíritu Santo, ó, más bien , estos mismos dones en acción , no pue
den ser más que siete. Además , según teólogos profundos , estas siete
beatitudes guardan relación con las siete edades de la vida del hom
bre ; asi como estas siete edades del hombre están eu arjnonia con las
siete edades del mundo , y éstas , a su vez , con los siete días de la
creación (2).
4.° ¿Qué relación tienen las bienaventuranzas con la felicidad de
cada hombre ? i La vida presente, dice San Antonino , se divide eu.
siete edades , durante las cuales el Verbo encarnado se ha hecho
nuestro regulador universal , mediante las siete bienaventuranza?.
Éstas , que no son sino actos virtuosos , debe el hombre tenerlas tmias
y siempre ; pero acomodando cada una eu particular á la edad en
(1) Vel Bunt ipsa beatitudo, vel aliqua inchoatio ejus: et ideo non
ponuntur in beatitudinibue tanquam merita , aed tanquam praemia. Ponun-
tarautem tanquam merita effectuB activae vitae, quibus bomo disponitur
ad contemplativam vitam. (1. 2., q. xux, art. m.)
372 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
nos ayuda á medir la altura que el cristiano tiene sobre el hombre
honrado y sobre el sabio pagano. Y en vista de esto, ¿quién no com
padecerá á los pretendidos moralistas del siglo xtx? Caídos de las
alturas del orden sobrenatural en que el Bautismo los había colocado,
estos soberbios ignorantes , superbus nihil sciens , osan hacer paran
gón entre la perfección cristiana y la pagana , entre la moral de Só
crates y la moral de Jesucristo. Blasfemos y perjuros , no temen lla
mar á la primera, la moral de este mundo y de la gente honrada ; y
á la segunda , la moral del otro mundo y de los rm'sticos : y luego,
so pretexto de que ellos no son vasos de elección , se quedan sin prac
ticar ninguna.
7.° ¿Cuál es el orden jerárquico de las bienaventuranzas? Lo
mismo que los dones del Espíritu Santo que las producen , las bien
aventuranzas están encadenadas entre sí dentro de un orden jerár
quico , por cuyos grados se eleva el cristiano hasta la perfección del
ser divino, y, por consiguiente , al colmo déla felicidad, como lo
haremos ver más adelante. Al presente tenemos que estudiar dos
cosas dignas de la Sabiduría , que lo hace todo con número , peso y
medida. La primera es, la relación que existe entre cada bienaven
turanza y su recompensa ; la segunda , la graduación de la misma
recompensa.
La recompensa. £1 cielo ó la felicidad perfecta es indudablemente
la recompensa común de todas las bienaventuranzas ; pero esta re
compensa se presenta bajo diferentes aspectos, en armonía con el género
particular de mérito que alcanza cada una de las bienaventuranzas.
Si , pues , es una verdad que el pecador es castigado en aquello mis
mo en que pecó , es igualmente verdad que el justo recite recom
pensa eu lo mismo en que mereció. ¿Qué cosa más á propósito que
esta divina ecuaeióu para excitar nuestro celo y sostener nuestro
aliento en los diferentes senderos que conducen a la felicidad?
Así, para los que se hacen pequeños y pobres, el cieloes el poder,
la opulencia , la gloria : Regnum coelorum.
Para los que se distinguen por su ma nsedumbre , el cielo es el
imperio de los corazones en la tierra de los vivos : Posidebunt terram.
Para los que lloran , el cielo es el consuelo y la alegría sin altera
ción y sin lin : Consolabuntur.
Para los que tienen hambre de justicia , el cielo es la hartura per
fecta : Saturabuntur.
Para los misericordiosos, el cielo es la misericordia con sus ter
nuras inefables : Hisericordiam consequentur.
LAS B1EN'AVENTURANZAS. 373
Para los limpios de corazón , el cielo es la visión clara de Dios en
todo el esplendor de su hermosura y en toda la magnificencia de sus
obras : Deum videbunt.
Para los pacíficos , el cielo es el nombre glorioso y el privilegio
incomparable de hijos de Dios : Filii Dei vocabuntur.
Á esta bella armonía hay que agregar otra. , que es la graduación
en la recompensa. Para comprenderla, basta con un poco de aten
ción. La primera recompensa es tener el cielo. Esta es la felicidad
común de todos los santos , mas no igual para todos ; pues en la bien
aventuranza hay muchos grados , como en la casa del Padre celestial
hay muchas moradas.
La segunda es poseerlo. Poseer el cielo significa más que tenerlo.
Hay muchas cosas que se pueden tener sin poseerlas de una manera
tranquila y permanente.
La tercera es tener consuelo. Estar contento con la posesión del
cielo es mas que tenerlo y poseerlo. ¡ Cuántas cosas hay que son agra
dables, y no se poseen sin dolores!
La cuarta es saciarse. Lo cual es más que estar contento. La har
tura supone la abundancia dei consuelo y el reposo en la alegría.
La quinta es ser objeto de la misericordia. La dicha celestial no se
medirá , ni por nuestros méritos , ni siquiera por nuestros deseos,
sino por las riquezas infinitas de la infinita misericordia. ¿Quién podrá
comprender lo que este favor divino añade á todos los otros?
La sexta es ver á Dios. Esta nueva felicidad sobrepuja a todas las
precedentes. Ver á Dios es más que todo lo dicho , y significa una dig
nidad más alta. Ver al Rey con intimidad y cuando se quiere, es mas
que habitar en su palacio y que disfrutar de sus beneficios.
La séptima es ser hijo de Dios. Ya no hay nada que sea más que
ésta. En la corle de los reyes el grado más alto es el de sus hijos, he
rederos del trono.
De esta manera, conducir al hombre de grado en grado hasta la
dignidad suprema de hijo de Dios, de hermano y coheredero del
Verbo encarnado, es la ultima palabra de todas las bienaventuranzas
y de todas las operaciones del Espíritu Santo (1).
Cuando se ha completado el misterioso trabajo de deificación , el
Espíritu de amor le envía al justo el sueño de la muerte. Al despertar
de él al otro lado de la tumba , encuentra el justo todas las bienaven
turanzas que ha practicado , reunidas , inmortalizadas y magnifica-
(1) Annalst, etc.. n." 83 , p. 263 , an.. 1842. Los preciosos Amhn de ¡a
Prop. de li Fe ejtan sembrados de ejemplos que prueban cómo nuestros oue-
vos bermmos del Asia, del Africa y del Oriente poseen la plenitud del don
de ciencia , aplícalo , ya al desprecio de los filaos bienes , ya á la estima de
la pobreza , ya al discernimiento de ln verdad y del error; dindo todo por
resultado la firmeza en la fe y la concordia de las familias.
LAS BIEN.YVENTIRANZAS. :tS9
(barca, y no la había ; un piloto, y no se encontraba. Solicitó con
instancia á hombres que se tenian por intrépidos , y no pudo conseguir
ni piloto ni barca. Lejos de desmayar, el misionero redobló su con-
fianza eu Dios, y no quedó defraudado.
En medio de esta defección universal, un padre jesuíta , misionero
en la China, que poseia algunos conocimientos de náutica, vino a ofre
cérsele de piloto. Llegó a encontrarse también un pequeño junco
pagano y algunos remeros. Para proteger , en cuanto era posilde , la
pequeña expedición, el cónsul de Francia en Chang-Hai encapgó al
padre Helot, erigido en comandante de la Ilota, la comisión de visitar
los restos del naufragio de un buque francés que encalló en las costas
de la Corea. Todo asi organizado, el pequeño junco levó su ancla de
madera , desplegó sus velas de paja , y comenzó á navegar ligero por
el mar Amarillo hacia la isla, desconocida del campo francés. Apenas
había entrado en alta mar, cuando se levantó repentinamente una
furiosa tempestad. Era Satanás quien la suscitaba , para impedir el
efecto do tan santa empresa. Largo tiempo luchó la embarcación con
tra las olas que, con horrible mugir, se amontonaban sobre ella para
detenerla en su camino y engullírsela. Después de inútiles esfuer
zos, hubo que virar de bordo é ir á buscar abrigo detrás de una isla
cercana.
Este fatal contratiempo, en vez de concluir con el valor de los do*
misioneros convertidos en pilotos, aún se le aumentó. Pasados que
fueron dosdias, volvió á desplegar sus velas la frágil embarcación. Ya
habían perdido de vista la costa , y era prudente asegurarse de la direc
ción que habían de seguir. Se consultaron los instrumentos, y- no
dieron indicaciones ciertas. Al cai» de ocho días no se había presen
tado sobre el horizonte cosa alguna que pudiera alegrar las miradas
inquietas de los intrépidos navegantes. Eu fin, al noveno día se encon
traron delante de un pequeño grupo de islas, hacia el cual dirigieron
con alegría la embarcación. Los misioneros bajaron á la ciudad edi
ficada sobre la costa , para entablar conversación con sus habi
tantes.
Cuando he aquí que llega el mandarín del lugar á hacer a los
extranjeros embarazosas preguntas. Se le invitó á pasar á bordo. El
padre Helot, que desempeñaba las funciones de piloto, de capitón y de
encargado de negocios, se apresuró á tomar el primero la palabra , y
á presentar sus cartas al mandarín , suplicándole le indicase el lugar
del naufragio. El astuto magistrado rehusó contestarle. Se 1/3 habló de
marcharse, y apenas volvió las espaldas, se pusieron á la vela. Con
390 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
permanecer algunas horas, hubieran comprometido el éxito de su
empresa.
Tras de una navegación verificada en medio de peligros de todo
género, descubrieron el punto deseado para el desembarco. Asi que
hubo llegado la noche , el sacerdote Maistro se apresuró á ponerse el
pobre traje propio de la Corea , en medio del religioso asombro de la
escasa tripulación : después de lo cual bajó con su viejo guia a una
pequeña canoa que llevaba por mástil una caña de bambú y una estera
por vela. Echándose á la espalda un lio de las cosas más necesarias,
el intrépido misionero comenzó á subir por las escarpadas sendas de
las montañas , detrás de las cuales desapareció bien pronto para ex
poner su vida a los inminentes riesgos del apostolado (1).
Es un valiente el que arrostra la muerte sobre el campo de batalla,
por mas que esté rodeado de millares de hombres que la arrostren
igualmente, y vaya pertrechado de todas las armas necesarias para
defenderse. ¿Pero qué nombre daremos á aquel que, solo y sin ar
mas, va a desafiar el peligro cierto de morir en medio de un pueblo
entero , para el cual sera alegre liesta inmolarlo y gozarse en su su
plicio? Sólo el Espíritu de fortaleza puede obrar un prodigio seme
jante. Buena prueba es de ello el que no lo vio nunca el antiguo
mundo pagano, como ni tampoco el cisma ni la herejía. Sufriré*
mucho más heroico todavía, siendo esto también un nuevo milagro
del Espíritu de fortaleza. Refiramos solamente dos ejemplos de esta
fortaleza sobrehumana en las pruebas y en medio de las mas violenta?
tentaciones.
a Sucedió en Cochinchina que dos jovencitas, hijas de un cristiano
llamado Nam , la una de catorce años y de diez la otra, habían sido
conducidas á la prefectura, juntamente con su madre, su padre y su
abuelo. Como rehusaran apostatar, ordenó, el mandarín que les gol
peasen los pies y las piernas , para hacer que avanzasen y pisaran lo
cruz ; pero á pesar de este cruel suplicio , quedaron defraudadas lak
esperanzas del mandarín.
«Las dos niñas se dejaron magullar horriblemente antes que da «
un paso hacia adelante. Llevadas y colocadas , á la fuerza, sobre el
instrumento de su salvación, no cesaban de protestar contra la vio
lencia que se les hacia , y se defendían de esta profanación involun-
(1) /Inniíí», n.o 148, p. 233 y sig., año de 1 853. — El sacerdote Mais-
tre llegó a ter uno de los mártires de la Corea.
LAS BIENAVENTURANZAS.
tari;i por medio de actos del más profundo respeto. El juez no pudo
menos de admirar su valor, y colmándolas de elogios, las volvió á
enviar con su madre (1). »
El Espíritu de fortaleza que hace dos heroínas de estas dos niñas
Annamitas, naturalmente tan tímidas, obra el mismo milagro en
China. «Véanse algunos detalles de la constancia de que dio pruebas
en la persecución una joven China, llamada Ana Kao. Sorprendida
en el momento de estar entregada á sus oraciones , fué presa por los
satélites , que le propusieron elegir entre la apostasia y la muerte.
No dudo ni siquiera un instante , y les respondió con firmeza que
prefería morir. La condujeron, pues, al tribunal de los grandes
mandarines. Éstos le mandaron ponerse de rodillas sobre una cadena
de hierro ; dos soldados desenvainaron sus espadas , y se las pusie
ron al cuello para asustarla. En esta actitud se le mandó insultar á
la cruz, y resistió á esta nueva prueba con igual constancia.
' Entonces los mandarines , que sabían estaba extenuada de ham
bre, hicieron que le presentasen alimentos, y le dijeron que comiera
en señal de apostasia. Ella les contestó al punto : Si comer es á vues
tros ojos una apostasia, yo os declaro que moriré de hambre antes que
tomar el más pequeño alimento ; pero si no veis en ello más que una
acción ordinaria é índiferente , comeré. Confundido el mandarín, le
dijo encolerizado : Fres una testaruda ; come de la manera que le
agrada.
«La mujer y la hija del mandarín, movidas á compasión hacia la
virgen cristiana, unieron sus instancias á las de los jueces, y la exhor
taron vivamente a renunciar á la fe ; pero ella resistió á esta nueva
tentación , como había resistido a las amenazas. Conducida á la capi
tal, continuó sosteniendo los mismos combates, y siempre con una
constancia inquebrantable Todavía sigue presa (2).»
Al lado de semejantes pruebas , ¿qué otra cosa son las nuestras sino
juegos de niños? Si sucumbimos, es porque nos falta el don de forta
leza. Cuando habita en una alma, obra lo que acabamos de admirar,
y lo que dice un piadoso escritor : « La madera unida con cola fuerte,
primero se rompe por otra cualquier parte que por la apegadura. Lo
mismo sucede, Dios mío, con el alma unida á Vos por el don de la
fortaleza ; testigos son los mártires. Más difícil era apartarlos de vues-
(I) Homo cum in lionoro easet non iotellcxit; comparatas ejt jumentil
insipicntibae ct similix faetus cst lilis. (Pt xlviii.)— Animalis homu. (I Cor.,
11, lí.)
:¡í)8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sia bendiciendo á Dios. Nuestros padres misioneros salieron presuro
sos á recibirnos ; y los primeros cristianos de la Nueva Caledonia,
perseguidos de sus compatriotas por la fe , eran recibidos como her
manos por los neofitos de Futuna (1).»
Abandonar su pais y su familia antes que dejar el camino del cielo,
es un rasgo evidente del don de consejo ; pero abandonarse á si mismo
os otro aún más evidente. «En VValis , escribe un misionero , donde
ejercité el santo ministerio por espacio de cinco meses , tuve muchos
motivos de consuelo. Fué, entre otros, cuando tres doncellas , hijas
de los principales jefes de la isla , me pidieron con grandes instancias
permiso para consagrarse á Dios de una manera especial por el voto
de castidad. Este pensamiento lo habían concebido ellas mismas por
inspiración de la gracia. El Espíritu Santo les habia hecho entender
que es un consejo evangélico y que agradan al Señor los que lo prac
tican libremente (2).»
Y no solamente en las playas inhospitalarias de la Uceanía hace el
Espíritu Santo germinar las llores de la virginidad. Por su divina
influencia crecen también en el manchado suelo de la China y la &>
chinchilla. Dejemos hablar á un Apóstol del Celeste Imperio. «Tene
mos en cada cristiandad cierto número de personas que , sin estar
ligadas con los votos religiosos, hacen profesión de guardar la vir
ginidad. Con razón se las puede llamar la flor de la misión , y flor
que es la gloria del jardín de la santa Iglesia. ¡ Qué hermoso es ver
la cepa de la virginidad germinar lozana aquí , en medio del fangr.
de la idolatría ! No hay palabra para explicar la licencia de costum
bres de un país infiel ; pero el exceso del vicio sirve en los designios
de Dios para hacer que resalte mas el brillo de la más pura de las
virtudes ; y con esto bastaría á cualquier entendimiento claro para
reconocer el origen celestial de la virginidad. Más de trescientas alma?
cultivan esta virtud solo en mi distrito , que tiene unas nueve mil
personas. Todo lo que hacen en Europa las Hermanas de San Vicente
de Paul , son capaces de hacerlo las vírgenes de China (3).»
¡Oh! ¡Las hijas de los antropófagos o de embrutecidos idólatras
convertidas de repente en vírgenes cristianas , es decir, en todo lo
que hay más hermoso, sublime y angelical (4) ! Al ver este milagro
(1) Annales, n.° 138, p. 383 et suiv. , an. 1851.
(2) Ihid., n.° 96 , p. 398 , an. 1844.
(3) Ibid.. etc., n.° UG, p. 44, an. 1848.
(4) En París hay una joven Hermana de la Caridad , que es parienla de
Abd-el-Kader.
LAS BIENAVENTURANZAS. 399
mil veces repetido, ¿qué habría dicho el mundo pagano, él que en
tiempo de Augusto no pudo encontrar siete vestales en el imperio de
los Césares? Menos incrédulo y más racional que los impíos moder
nos , habría seguramente exclamado : El dedo de Dios está aquí : Di-
gitut l)ei est hic.
El sexto don del Espíritu Santo es el de entendimiento. Los actos
que produce y que forman la sexta bienaventuranza, revelan un co
nocimiento claro de las verdades cristianas , magnanimidad en la fe,
conformidad constante entre lo que se cree y la vida que se lleva; en
una palabra , el reino efectivo de lo sobrenatural en el hombre y en
la sociedad.
«Diríase, escribe un misionero de Oceanía , que el Espíritu Santo
en persona se ha hecho catequista del niño de quien voy a hablar. He
encontrado en Tonga un pequeño prodigio que difícilmente creeríais.
Es un niño de cinco años , y á pesar de esto tan suficientemente ins
truido, que no he logrado que se turbara en ninguna cuestión de
catecismo, preguntándole de todas las maneras. Este angelito nos ha
pedido permiso para enseñar la doctrina cristiana á sus parientes,
quienes , excepto su padre y su madre, permanecen todos en el pa
ganismo. Es un catequista tanto más excelente, cuanto que nada es.
posible negar á su ¡nocente sencillez.
«Él es quien bendice la mesa y da gracias al fin de la comida en
la familia. Apenas había visto celebrar la Misa cinco ó seis veces , y
ya sabe imitar todas las ceremonias. Una hoja de plátano le sirve de
corporal : una concha marina , de cáliz. (Insta él mucho de repetir
que cuando sea hombre dirá Misa de veras, ¡Plegué a Dios confir
mar est.) vocación y que la Oceanía cuente un dia á este prodigioso
niño entre sus apóstoles (l).'
El don de inteligencia, que tan maravillosamente abre el espíritu
de los niños , produce en los adultos una especie de intuición de la
verdad, en virtud de la cual, despojándose la fe de sus sombríos
velos, se hace inquebrantable. En este género nada hay superior al
ejemplo dado por el rey de Bongo en el Japón. Su conversión fué la
alegría de la Iglesia. A consecuencia de esto, abrumado de adversi
dades y humillaciones, cuando todo parecía conjurarse para turbar
su fe, pronunciaba solemnemente estas hermosas palabras : «Juro en
vuestra presencia, ¡oh Dios Todopoderoso!, que aunque todos los Pa
dres de la Compañía de Jesús , por cuyo ministerio me llamasteis al
Los frutos.
Sumahio.— Lo que son los frutos del Espíritu Santo : relación que dicen con
los frutos de los árboles.— Cualidades que constituyen el fruto.— Como
se producen los del Espíritu Santo.— El ingerto , la poda.— Explicación
que la visión de Santa Perpetua suministra.— Variedad de especies en el
jardín del Espíritu Santo.— Por qué se llaman frutos.— Este nombre nos
recuerda nuestra semejanza con Dios y la bondad de Dios para con nos
otros.— Diferencia entre los frutos y las bienaventuranzas.
(1) Bonorum enim laborum gloriosus est fructus. (Sap., tu, 15.)
LOS FBUTOS. 407
Santo? ¿Cómo se producen ? ¿ Por qué se llaman así ? ¿ En qué se di
ferencian de las bienaventuranzas ? ¿Cuál es su número ? ¿ Á qué se
oponen ?
i.° ¿ Qué se entiende por fruto del Espíritu Santo? En el orden
natural se llama fruto el producto de los árboles y plantas : la man
zana es el fruto del manzano ; la nuez , de la noguera; la fresa , de la
planta del mismo nombre, y asi de los demás. Los frutos, tan varios
como las plantas , se asemejan todos en que tienen algo que es agra
dable según la especie de cada uno, y en que son el último esfuerzo
de la planta (1). Ser agradable y el último esfuerzo de la planta son
las dos condiciones necesarias para constituir el fruto propiamente
dicho. Por falta de ellas , las hojas y las flores no se llaman frutos.
Aun el mismo fruto , antes de madurar , no lleva el nombre de tal
simplemente y por excelencia. Para nombrarlo cuando se encuentra
en ese estado imperfecto , se le agrega un epíteto que califique su im
perfección , y se dice fruto ácido , fruto verde. La razón es que no
tiene todavía las cualidades esenciales del fruto , el color , el sabor, la
dulzura , cuyo conjunto constituye su belleza y su bondad, formando
un producto perfecto. Cuando el árbol ha dado su fruto , ha cumplido
su destino ; entonces descansa , y se prepara á dar nuevos frutos á su
debido tiempo.
De aquí esta definición del Ángel de las Escuelas: «Se llama fruto
al producto de la planta cuando llega á la perfección y tiene cierta
dulzura (2).»
Según una comparación familiar del Evangelio , el hombre es un
árbol , sus obras son los frutos. De donde se toma esta otra definición
de Santo Tomas : «Frutos son todas las obras de virtud , en las cua
les se deleita el hombre (3).» Los frutos del hombre , como los de las
plantas , se diferencian unos de otros por sus cualidades, según la
naturaleza de la savia que circula por las venas de ese árbol viviente.
¿ Cuántos son los frutos del Espíritu Santo ? Son tan numerosos y
tan variados como los frutos materiales que encantan nuestra vista
y saben tan agradablemente á nuestro paladar. ¿ Por qué esta in
mensa variedad de frutos en la naturaleza? ¿Por qué la misma va
riedad en el jardín espiritual del Verbo encarnado? La razón es la
misma. Dios ha escrito dos grandes libros : el libro de la naturaleza y
el de la gracia ; ó , para seguir la comparación , ha plantado dos mag
níficos jardines ; el de la naturaleza y el de la gracia. El primero para
satisfacer las necesidades y recrear los ojos del cuerpo ; el segundo
para las necesidades y ios ojos del alma. Si preguntáis cual es el fin de
estos dos jardines , el Apóstol responde : Para hacer que brille la sabi
duría multiforme de Dios : Ut innotescaí multiformes sapientia Dei (1).
¿Para qué es el firmamento con sus ejércitos de estrellas, tan mag
nificas en su conjunto , tan prodigiosas por su número , tan diferen
tes en su claridad , tan ordenadas en sus movimientos ? Para hacer
que brille la sabiduría multiforme de Dios. ¿Para qué la tierra con
sus producciones tan ricas que bastan para todo , tan bellas que ago-
0) Eph., ni, 10.
TOMO II. 17
413 TRATADO DEL BSPÍRITU SANTO.
tan la admiración, tan variadas que no se pueden contar? Para hac«r
que brille la sabiduría multiforme de Dios. ¿Para qué el mar con sus
innumerables habitantes, con sus abismos insondables, con sus leyes
tan invariables como misteriosas? Á fin de que brille la sabiduría mul
tiforme de Dios. ¿Para qué, finalmente , este vasto universo, compuesto
de tantos millones de criaturas, de las cuales ninguna se parece á otra?
Para hacw que resplandezca á los ojos corporales del hombre la sabi
duría multiforme de Dios : Ut innolescat multiformis sapientia Dei.
Todos los actos, todos los movimientos , todas las producciones de
estas criaturas del firmamento , de la tierra y del mar , son , en el or
den natural , los frutos del Espíritu Santo ; atento que, como dice San
Basilio, todo lo que poseen las criaturas lo deben al divino Espíritu (1).
Mas, por elocuente que sea el mundo material para manifestar la
sabiduría multiforme del Criador, no es mas que un eco, una som
bra, un reflejo. Para presentar esta sadiduria cu toda su gloria, se
necesitaba otro mundo, mil veces más real, mas espléndido y mas
variado : tal es el mundo de la gracia. Este mundo se compone de los
ángeles y los hombres, criaturas superiores á estas otras que nosotros
vemos, elevadas á la participación de la naturaleza misma de Dios,
destinadas á gozar de su gloria, y que producen, cada una de ellas
según su especie , frutos de una belleza incomparable y de una varie
dad infinita. Si preguntamos para qué son tantos arboles que den-
fruto en este nuevo jardín del Espíritu santíHcador, el Apóstol nos
respondo por segunda vez : Para hacer que brille la sabiduría multi
forme de Dios : Ut innotescat multiformis sapientia Dei.
Y más particularmente, para revelar la inagotable fecundidad del
árbol divino en que todos estos arbeles están ingertados ; para distin
guir de entre todos los árboles emponzoñados la verdadera viña plan
tada por el mismo Verbo, regada con su sangre y vivificada por su
Espíritu ; para proveer de afimento suficiente a todas las generaciones
que se suceden ; porque los frutos del árbol uo son únicamente adorno
del arbel , son también alimento para los que van de paso. Cada rama
del gran árbol tiene los suyos, y asi todo viajero puede elegir. Como
hemos indicado ya, la historia cita una multitud de estos golosos es
pirituales, que iban cogiendo de todos los árboles los frutos de su
gusto, con los que se arreglaban un alimento exquisito. ¡Oh! ¡enán
bello merodeo puede hacerse recorriendo las vidas de los sanios : Ut
innotescat multiformis sapientia Dei !
(■I) Non obstat quod Apostolus ponit ínter fruotua nomina virlutum quan
sunt habitus, ut patientia et chantas et hujusmodi , cuín lamen fructus sint
actus. i i p. , tit. v , c. xxi.)
(S) Primus itaque fructus ventris Mariae mentalis dicitur chantas quae
bic non importat virtutem , sed actum ejus. IS. Anión., iv p., iv , c. íxxvi.)
«o TRATADO DEL ESPÍR1TU SANTO.
toda planta nace de una semilla ó de una raiz. El Espíritu Santo es
la semilla de Ios frutos que llevan su nombre , y el Espíritu Santo es
la caridad misma. ¿ Deberemos extrañar que su primer fruto sea la
caridad (1)? • ¡Ved , dice San Crisóstomo, qué exactitud en las pala
bras del Apóstol , qué conveniencia en su doctrina ! Ante todo pone
la caridad, en seguida los actos que provienen de ella ; fija la raiz,
después muestra los frutos; establece el fundamento, y sobre él cons
truye; parte desde el manantial, y llega hasta el rio (2).»
Santo Tomás, tratándola misma cuestión, añade que el orden
y la distinción de los frutos del Espíritu Santo se saca de la manera
como el Espíritu Santo procede con el hombre (3). Pues bien : el Es
píritu Santo procede con el hombre, elevándolo por grados á la per
fección, hasta hacerle gustar su dicha. Gusta el hombre esta dicha
sobre toda dicha , cuando está plenamente en el orden. Está plena
mente en el orden, cuando lo está respecto á loque tiene encima,
respecto á lo que en si mismo posee, respecto á lo que existe á su
alrededor, y respecto a lo que tiene debajo. En estas condiciones, el
hombre posee la paz por dentro y por fuera, la paz asegurada por
todas partes ; y la vida, á pesar de sus inevitables amarguras, es para
el .tima lo que el fruto para el paladar.
Los tres primeros frutos ordenan al cristiano respecto á lo que
tiene encima (4). Estos frutos son : la caridad, el gozo y la pac.
La Caridad, Char¡tas. Con ella, en ella y por ella se nos comu
nica el Espíritu Santo , puesto que Él misino es caridad. Como la
llama se dirige hacia lo alto, asi la caridad tiende hacia Dios, a la
unión con Dios, á la transformación en Dios. Donde esta nuestro
tesoro, allí está nuestro corazón ¡5). La caridad, lo mismo que la
llama, no es inerte ; por lo contrario, nada hay mas activo que ella.
Mil ejemplos lo prueban. Uno solo sera suficiente para mostrar en
(1) lrructus Spiritus Sancti ,quasi cujusdam divini seminis. (S. Th.,{. 2.,
q. lxx , art. 1 )
(¿) Oí sannl. Pentecostt, homil. II, D.° 3.
(i) t. 3., q. m , art. 3.
(4) Ex his dirigitur a Spiritu Sancto tota conversatio hominis ut sit vir
tuosa El por prima tria dirigitur quoad euin , qui est supra.-e. Per secunda
tria dirigitur quoad animum suum , qui est intra se. Per tertia tria dirigitur
quoad proximum , qui estjuxtase. Per ultima tria quoad corpus suum , quod
est infra se. (S. Anión., iv p., tit. v, c. xxi.)
(o) Dicitur autem caritas quasi chantas seu chara anilas ,qum íacit unió-
ncm animae cum Dco. (íl.id.J
LOS FRUTOS. 42!
acción este primer fruto del Espíritu Santo, y la suavidad de que llena
al cristiano que tiene la dicha de gustarlo.
Sucedió en la China, en el año 1848 , que muchos cristianos pre
sos por la fe se hallaban reunidos al pie del tribunal. «El mandarín
preguntó á uno de ellos, para qué le servia una sobrepelliz encon
trada entre los objetos que le habían sido confiscados. — Es una prenda
que se viste para rezar, respondió valerosamente el confesor. — Vea
mos cómo se hace eso. Pónlela , y reza como si estuvieras en tu iglesia.
—Dicho y hecho. Ved á mi hombre que en pleno tribunal se pone a
cantar el Padre nuestro , el Credo, etc. , y los mandarines á escuchar.
—Está bien , dicen ; pero ¿ sabes tú cómo han sido tratados hasta aqu¡ ,
los que han adorado á tu Dios ? — Lo sé. — Si lo sabes , ¿ por qué
has venido desde Su-tchuen , para predicar aquí esa religión ? —
Porque no temo morir por ella. — ¡ Ah ! No tienes miedo : pues bien ;
pisa esta cruz. — No puedo. — Sí no la pisas, haré que te crucifiquen
como, á tu Jesús.— ¡Oh! No, mandarín; sería para mi demasiado
honor,—respondió sonriéndose el generoso atleta ; vale más que me
hagas morir de otra manera.
»A1 momento fué sometido á un horrible apaleo.— Y bien : ¿estás
mejor con esto? — Aún no es bastante : ni el apaleo, ni la crucifixión
impedirán que sea predicada la religión en Kouci-yang.— ¿ Pues qué
se tendrá que hacer para que en adelante no vengan de Su-tchuen á
volver cristianos á los de aquí ? — Para esto , seria menester cortarme
la cabeza y colgarla á las puertas de la ciudad. Los predicadores , al
verla , tal vez no se atrevan á entrar , ni á predicar nuestra santa
religión.— [ Insolente ! ¡ Que oses asi desafiar mi cólera ! —Y el apaleo
volvió á repetirse en seguida. ¡ Tenía este hombre cerca de sesenta
años (1)1 »
Conservar la tranquilidad de espíritu en presencia de los verdu
gos , y la alegría del corazón en medio de los tormentos , ¿ no será el
último esfuerzo de la caridad, y, por consiguiente , un delicioso fruto
del Espíritu Santo?
El Gozo , Gaudium. Todo corazón se regocija de estar unido al
objeto amado. La caridad está siempre unida á su objeto , que es Dios,
según estas palabras de San Juan : « El que permanece en la caridad,
en Dios permanece , y Dios en él La alegría es , pues , la pri-
(I) Illud eat verum gaudium quod non de creatura,, sed de Greatore oon-
cipitur, cujas comparatione omne pulchrum , íoedum ; omne dulce , amarum;
omne quod delectan potest, molestum. (S. Antón., uhi supra.)
(i) De Cic Dei., lib. iix.
424 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
en lo bajo de la iglesia , levanta la voz, y manda á la tropa que haga
salir á los cristianos y los vaya atando. En cuanto a los dos sacerdo
tes , mandó que los guardaran cerca del altar y trajeran dos cangas.
Pero el sacerdote que habia celebrado le dijo: — Yo no llevaré la
canga ; no tienes derecho á imponérmela. — ¿Y por qué?— El rey
no persigue. Muéstrame el edicto , y no solamente me dejare poner
la canga , sino también cortarme la cabeza , si esto es del agrado del
mandarín.—Vencido éste por la sangre fria y la admirable inlrepidei
del sacerdote , adoptó el partido de retirarse (1). »
La Paciencia, Patientia. Aun cuando la paz reinara en todo el
mundo y poseyerais bienes temporales á medida de vuestro deseo , si
no poseéis á Dios por la gracia , no tendríais ni paz ni reposo. Ved
porqué el Espíritu Santo, con sus tres primeros frutos, pone al hom
bre en orden con respecto á Dios ; con los tres que a ellos siguen , lo
constituye en el orden con respecto á sí mismo ; su cuarto fruto es la
paciencia.
Amar á Dios y en Él todo lo que se'debe amar , amarlo como debe
ser amado y gozar plenamente de este amor, ¿qué cosa más dulce
puede haber? Perora vida presente es una lucha. ¿Quién podrá im
pedir que el enemigo penetre en nuestra alma , introduzca en ella la
turbación , y le arrebate la dicha producida por la tranquila posesión
del bien ? La paciencia , que es el reinado del alma y el fruto ma.'
delicioso. El alma que se alimenta de él, ve estrellarse contra si las
tribulaciones, de cualquier naturaleza que sean, como nosotros vemos
las olas del mar venir á romperse contra las rocas de la playa. Admi
rémosla en el siguiente rasgo.
«Bauticé, ya hace algunos años, escribe un misionero del Tong-
kin , á un hombre como no he visto á ninguno desde que estoy aquí.
Era el terror de su aldea antes de su conversión. Habiendo oído hablar
de nuestra santa religión , quiso conocerla á fondo. Me siguió algún
tiempo para estudiarla más á su gusto. Sin embargo, hacia esto con
tal ardor, que perdía el sueño, olvidándose a veces hasta de comer.
No tardó en verse puesto en tales pruebas, que yo creí no seria capaz
de sostener; porque apenas se supo que se quería convertir, todos
sus conocidos se volvieron furiosamente contra él ; pero él, que hasta
entonces habia sido tan fiero y tan vengativo, y tanto se habia hecho
temer, lo sufrió todo con la paciencia más grande.
(1) Mitte mihi pomae paradiso sponsi tui, cuai eo pervener¡9. —Faciam,
inquit illa.
(2) Barón., an. 304, n.» 69 ; Corn, a Ltp., Apoc, mi. —En algunas
partes ae conserva todavía el uso de bendecir frutas el dia de Santa Dorotea,
en memoria de este milagro.
452 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Luz. Dios no es solo eternidad; es también luz. Asimismo, nues
tro cuerpo transfigurado será luz, nuestro espíritu será luz y luz sin
sombra. Al modo que nuestros ojos verán todas las bellezas sensibles,
cuyo deslumbrante fulgor podrán soportar sin cansarse , asi nuestro
espíritu, en quien vivirá el Espíritu Santo con la plenitud de que es
capaz una criatura finita, conocerá todas las bellezas espirituales, con
viene á saber , toda la verdad , omnem veritatem. Entonces quedará
completa y eternalmente satisfecho uno de los deseos más ardientes
del hombre.
Infatigable investigador de la verdad, ¿qué hace desde la cuna
hasta el sepulcro? Apenas, despertando del sueño de la infancia,
entra en la vida de la inteligencia , pregunta por la verdad á todo lo
que le rodea , como pide el pan de que se alimenta. ¿Qué hace du
rante todo el curso de su existencia sino mendigar la verdad, verdad
en religión, verdad en política , en historia, en filosofía, en matemá
ticas, en industria , en artes, en comercio , en agricultura ? Vedle
encerrándose durante largos años en fatigosas escuelas, empren
diendo viajes penosos, cruzando mares, subiendo trabajosamente
hasta la cima de las mas altas montañas , bajando hasta las entrañas
de la tierra y consumiéndose en vigilias prolongadas, que le hacen
gastarse antes de tiempo. ¿ Y para qué todo esto? Para conocer alguna
verdad más. Inconsolable si sus esfuerzos no dan resultado, se reputa
feliz cuando logra robar á la naturaleza uno solo de sus secretos, ti
descifrar un enigma de la historia, ó columbrar la más pequeña be
lleza del mundo espiritual.
Y, sin embargo, ¿qué son todas estas verdades investigadas a costa
de tantos trabajos? No son más que partículas, átomos, sombras vis
tas á través de otras sombras. Mas el cielo sera la visión de la verdad,
de toda la verdad, contemplada cara á cara y sin velos. Una vez intro
ducidos en el santuario de la Santísima Trinidad, conoceremos á
Dios ; lo finito conocera á lo infinito ; lo verá tal como es : Yidcbimus
eiim sicuti est. Á este Dios tan grande, tan incomprensible, del cual
tanto hemos oído hablar, sin haberlo visto jamás, lo conoceremos, lo
veremos ; con esto está dicho todo.
En Él conoceremos los consejos más Íntimos de la sabiduría eterna,
la creación del mundo, la caída del ángel y del hombre, la redención
del universo, todas las revoluciones materiales y morales que por
espacio de seis mil años asombran y desafían á la ciencia. Se nos mos
trarau con toda claridad todos los secretos de la naturaleza y de las
almas, que se tornarán transparentes ; y este conocimiento prodigioso
EL FRUTO DE LA VIDA ETERNA. 453
irá en aumento, sin llegar jamás á su último limite : De claritate in
claritatem.
Amor. Dios es amor , y el cielo es el reino del amor infinito
obrando con toda la libertad de sus movimientos. El hombre, imagen
de Dios, es también amor. Si es verdad que amar y ser amado es la
necesidad mas imperiosa del corazón del hombre, también lo es que
amar y ser amado es la necesidad más imperiosa del corazón de Dios.
Si es verdad que en amar y ser amado consiste la felicidad del hom
bre, también lo es que en amar y ser amado consiste la bienaventu
ranza de Dios. Si es verdad que el amor tiende á la unión, y el amor
eterno á la unión eterna , y el amor infinito á la unión infinita , ¿quién
podrá explicar la intimidad de la unión de Dios con el hombre? ¿Quién
será capaz de imaginar sus encantos y transportes?
Los cuales serán tanto más grandes , cuanto que irán acompaña
dos de la certidumbre de que no se han de acabar jamás. Océano de
vida , océano de luz, océano de amor ; eso es Dios , y en este triple
océano vivirán por siempre jamás los habitantes glorificados de la
Ciudad del bien.
Conocemos ya el término final á que el Espíritu Santo conduce á
la humanidad que es dócil á su acción. Réstanos nombrar la morada
eterna á que el Espíritu del mal arrastra á sus'adeptos : es el último
rasgo de paralelismo entre la obra divina y la satánica.
El cielo de Satanás es el infierno.
Vida, y vida eterna ; luz , y luz eterna ; amor, y amor eterno;
dicha , y dicha eterna : Bienaventurados , Señar, los que moran en tu
casa : por los siglos de los siglos te alahardn (i). He aquí el cielo del
Espíritu Santo.
Muerte , y muerte eterna ; tinieblas , y tinieblas eternas ; odio, y
odio eterno ; tormentos , y tormentos eternos : Serán atormenta
dos día y noche por los siglos de los siglos (2). Tal es el cielo de
Satanás.
Entre estas dos mansiones no hay medio. Á cada instante entra la
humanidad en la una ó en la otra , y entra para no salir. ¿Cómo evi
tar el infierno y llegar al cielo? Cual es la vida , tal es la muerte. Vivir
bajo el imperio del Espíritu Santo, á fin de morir en su gracia ; mo
rir en la gracia , á fin de reinar en la gloria : en esto se encierra todo
para el hombre , y para las sociedades lo mismo. Aunque éstas no
(1) Et tu oolis Deum , et coleris a Dea. Recte dicitar , oolo Deam : qao-
modo autem color a Deo ? Inrenimusapud Apostolum , Dei agricultura *riü....
Colit te ergo Deus, ut sis fruotuosus ; et colis Deum, ut sis fructuosas. Tibi
bonum est quod te colit Deas ; tibibouam est quod colis Deum ,etc. (S. iug.,
Bnarral , in jii. cxlv , n.° 1 1 . )
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 457
arrojan sobre ti con más rapidez que un ave de rapiña. Solamente
un espíritu puede luchar contra otro espíritu ; el Espíritu del bien
contra el Espíritu del mal : ó te mantienes á cubierto bajo las alas del
Espíritu del bien , ó caes inevitablemente en las garras del Espíritu
del mal (1). Asi hablan todos á una los maestros de la ciencia. Escu
chemos lo que dice cada cual en particular.
Dios. Á fm de que el hombre tenga siempre presente la necesidad
del culto del Espíritu Santo , Dios ha escrito dos grandes libros : el
mundo y la Biblia. Estos dos libros celebran con igual elocuencia las
glorias del Espíritu Santo , su amor eterno á los hombres, y la in
dispensable necesidad de su asistencia. El cielo con sus soles, la tie
rra con sus riquezas , la mar con sus leyes , el caos mismo que un
día ordenó y fecundó, hablan de Él lo mismo que del Hijo y del Pa
dre. Mus de ciento cincuenta veces nombra el Antiguo Testamento a
la tercera persona de la Santísima Trinidad, y siempre es bendicién-
dola. Doscientas diez veces le es tributado el mismo homenaje en el
Testamento Nuevo.
¿Qué otra cosa revela esta frecuente repetición, sino la suprema
y eterna participación del Espíritu Santo en la creación , gobierno y
redención del mundo ? ¿Qué predica, sino el deber, impuesto á los
hombrés y á los ángeles , de tenerlo siempre presente con el Padre y
el Hijo en sus pensamientos , súplicas y adoraciones ? Y aún podría
mos decir que , si en este culto incesante pudiera haber alguna pre
ferencia, debería ésta ceder en favor del Espíritu Santo. Amor subs
tancial del Padre y del Hijo , no se revela más que por beneficios.
Todos los dones de la naturaleza y de la gracia vienen directamente
4e Él.
Jesucristo. Á la voz de la Biblia y de las criaturas viene á unirse
la de la verdad en persona , el Verbo encarnado. Ni ejemplos ni pala
bras , nada omitió el divino Maestro del género humano para hacer
que amásemos al Espíritu Santo y en Él pusiéramos toda nuestra con
fianza. Lo que Juan Bautista fué para Jesús , esto parece ser Jesús
para con el Espíritu Santo. El hijo de Zacarías, el más grande de entre
los hijos de los hombres, es elegido por precursor del Mesias. El mis
mo Hijo de Dios hace las veces de precursor del Espíritu Sauto, y
parece no proponerse otro objeto que preparar el mundo á recibirlo.
Determinó hacerse hombre, pero quiso que su madre fuera la
esposa del Espíritu Santo; quiso que su cuerpo fuese formado por
TOMO II. 30
CAPÍTULO XLII.
(1) ....Pide, spe, charitate, culeudum Deuin. fS. Aug., Enchyriii., c.tn )
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 467
nidad ; amar al Espíritu Santo con un amor perfecto, de complacen
cia , de agradecimiento, de esperanza , lo mismo que se ama al Hijo
y al Padre y por los mismos motivos ; tales son los tres actos funda
mentales del culto interior que el mundo debe al Espíritu Santo.
Decimos amor de complacencia, por la amabilidad infinita del Espí
ritu Santo ; amor de agradecimiento, por los beneficios que nos con
cede. Pasando otros por alto, el mundo le debe la Santísima Virgen,
el Hombre-Dios , la Iglesia y el carácter cristiano. Decimos , en fin,
amor de esperanza , por sus magníficas promesas : el cielo será el
reino especial del Espíritu Santo, puesto que será el reino do la ca
ridad (1).
Como el rayo sale del foco, el culto externo sale necesariamente
del interno, y es igualmente obligatorio. Es imposible que el hom
bre , compuesto de dos substancias , no manilleste por signos exterio
res los sentimientos de su alma. Más todavía ; todos sus actos exteriores
no son otra cosa que la expresión de sus pensamientos y sentimientos
internos. Ademas , necesitaría violentar continuamente su naturaleza,
para retener en el fondo de su alma lo que tiende imperiosa y cons
tantemente á manifestarse : el hombre debe á Dios el homenaje de sus
sentidos , igualmente que el de su espíritu. Asi , todos los actos ex
ternos de adoración , como oraciones , sacrificios y acciones de gracias
que debe al Padre y al Hijo, los debe de la misma manera al Espíritu
Santo. .
El hombre no es un ser aislado, sino que es un ser social , y por
este título esta obligado á dar á Dios un culto público. Habiendo for
mado Dios las familias , los pueblos y la sociedad , como formó á los
individuos, tiene derecho a los homenajes del ser colectivo, lo mismo
que a los del ser individual. Los seres colectivos , como personas pú
blicas que son , no pueden pagar á Dios su tributo de otra manera que
adorándole coleclivamente. Un pueblo sin culto público seria un pue
blo ateo; y como jamás existió pueblo alguno ateo, de aquí es que
desde el origen del mundo y en todos los países del globo ha habido
culto público.
Añadamos que este culto cede todo en beneficio de las naciones, y
que éstas tienen necesidad de él para vivir. Un sencillo argumento
bastara para probarlo. No hay sociedad sin religión , ni religión sin
culto interno, ni culto interno sin externo. Todas estas proposiciones
son otros tantos axiomas de geometría moral y otras tantas leyes so-
(l) Véase Gtuiliniani , hi. di tutti gli ordin. milit., et //e/i/o/-, Jíüt,' dta
ordra réligieux, t. vin, p. 319, edit. in 4.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 471
que el caballero acreditase su lealtad con alguna hazaña , el nudo
permanecía atado.
Pero si en el combate contra un enemigo superior en número , el
caballero había recibido honrosas heridas, ó reportado alguna victo
ria notable, llevaba desde este mismo día su nudo desatado, hasta ir
al Santo Sepulcro á rendir á Nuestro Señor Jesucristo el homenaje de
su triunfo. Á su regreso volvía á atarse el nudo con este mote : Quí
solo Dios, acompañado de una llama, en forma de lengua de fuego,
como recuerdo de la figura simbólica en que el Espíritu Santo des
cendió sobre los Apóstoles.
Estos guerreros , verdaderamente cristianos, ayuuaban todos los
viernes del año y daban de comer en este día á tres pobres en honor
del Espíritu Santo. Se reunían anualmente en Ñapóles el día de Pen
tecostés ; la celebración de la fiesta concluía por un banquete que el
rey en persona presidía. En el centro del vasto salón había una
mesa llamada la Mesa deseada , a la cual se sentaban los caballeros
que durante el año habían desatado su nudo. Los que llevaban su
nudo entrelazado ya con la llama, recibían además una corona de
laurel.
Cuando moría algún caballero, el rey mandaba celebrar solemnes
exequias por el descanso eterno de su alma, á las que asistían todos
los caballeros presentes. El pariente mas cercano, ó en su defecto un
amigo, seguido del rey y de los demás caballeros, tomaba por la punta
la espada del difunto y la ofrecía sobre el altar. En seguida se arrodi
llaban y rogaban por el alma del caballero; y, una vez terminadas las
exequias, se suspendía la espada en la pared de la capilla. Recibida
de Dios, empleada en el servicio de Dios, volvía á Dios. Si el caba
llero había llevado la llama sobre el nudo, se esculpía sobre su tumba
una llama, de la que salían estas palabras: Llevó d cabo su hazaña del
buen deseo, y quedaba obligado cada uno de los caballeros á mandar
decir siete misas por el eterno descanso del finado (1).
Dos siglos después , también tuvo Francia su orden del Espíritu
Santo. Enrique III fué elegido rey de Polonia el día de Pentecostés del
año 1573, y en igual día del siguiente año 1574 fué llamado al trono
de Francia. Con el fin de inmortalizar su agradecimiento al Espíritu
Santo, dió este principe en 1578 la patente para la institución de la
Orden militar del Espíritu Santo, orden que ha llegado á ser tan glo
riosa en la historia de Europa. Expresa en ella sentimientos que pro-
(1) Haec autem omnia quae peccati electionem impediunt, sunt elfedm
Spiritun Sancti in nobis ; et ideo sic ex malttia peccare , est peccare in Spi-
ritum Hanctuin. (2. 2., q. xiv , art. 1 , ct art. i.)
(2) Spirii., tom. n , part. xi.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 181
católica , intérprete infalible de la doctrina de su Esposo , enseña como
no hay contradicción alguna entre esas palabras divinas : enseña que
el Redentor universal no ha puesto ninguna limitación á su miseri
cordia , que ningún pecado es irremisible en el sentido riguroso de la
palabra , y en la persona de .Novato excomulga a quien so atreva á sos
tener lo contrario.
¿Cómo se ha de entender, pues, eso de que el pecado contra el
Espíritu Santo es irremisible? Si se trata de la impenitencia final, es
una verdad rigurosa que este pecado contra el Espíritu Santo no se
perdona. La impenitencia final es el pecado mortal en que el hombre
permanece hasta la muerte. Mas este pecado ni se perdona en este
mundo por la penitencia, como es claro, ni en el otro, donde no hay
redención. ¿Pero se trata de los otros pecados contra el Espíritu Santo?
En tal caso no se entienda que el perdón es absolutamente imposible,
sino solo extremadamente difícil. La razón es que el pecado contra el
Espíritu Santo no merece remisión, ni en cuanto á la pena, ni en
cuanto á la culpa.
En cuanto a la pena. El que peca por ignorancia ó debilidad,
parece excusable hasta cierto punto : en todo caso, merece menos
castigo. Pero el que peca á sabiendas y por malicia, ex certa rrntli-
tia, no tiene excusa ninguna ni merece diminución de pena. Tal es
el que peca contra el Espíritu Santo.
En cuanto a la culpa. Se declara incurable toda enfermedad que
por su misma naturaleza rechaza todos los medios de curarla , por
ejemplo , cuando hace imposible retener ninguna especie de alimento
ó remedio , por mas que Dios puede siempre curarla. Asi, el pecado
contra el Espíritu Santo se llama irremisible por su naturaleza en
cuanto rechaza lodos los medios de perdón , puesto que se opone activa
y directamente al Espíritu de luz, de gracia y misericordia. Mas esto no
quiere decir que el camino del perdón y de la curación esté cercado á
la omnipotencia y á la misericordia de Dios, el cual , asi como puede
siempre curar las enfermedades incurables, puede igualmente perdo
nar los pecados irremisibles. ¡ Gracias mil le sean dadas ! De estos mi
lagros de bondad hay ejemplos que presentar (1).
Cuando se reflexiona sobre el pecado contra el Espíritu Santo y
sobre las consecuencias que lleva consigo , ¿es fácil no llenarse de te-
(1) Per hoc tamen non praccluditur via remit tendí et sanandi omnipo-
tentiae et misericordiae Dei per quam aliquando tales qnasi miracolose spi-
ritualiter sanantur. (S. Th., i. 2., q. xiv, art. 3.)
TOMO II. 31
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
mor por la suerte que le espera á una época como la nuestra, en (pie
ese pecado terrible se comete tan frecuentemente y por tan grande
número de personas de toda condición? ¿Son acaso pocos en nuestros
dias los que, á pesar de reiteradas advertencias, se obstinan en el li
bertinaje del espiritu ó del corazón, y ponen fin á sus dias con el sui
cidio, ó mueren con la insensibilidad de la bestia? ¿Son pocos los in
diferentes que sin cumplir con los delieres esenciales de la religión, se
las prometen muy felices para después de la muerte, diciendo con im
pía sonrisa que Dios es demasiado bueno para que los pierda? ¿Son
pocos los que en sus conversaciones, en sus discursos, en sus diarios,
en sus obras, atacan audazmente la verdad cono ida? ¿Son pocos les
que, llevando la blasfemia hasta los límites á que el infierno mismo no
llegó, se atreven, por una parte, a calumniar todo cuanto pertenece
al catolicismo, al Vicario de Jesucristo, al Hijo misino de Dios ; y , por
otra parte, añaden á estos insultos satánicos la glorificación de lodo lo
anticristiano, de Judas, Nerón, Juliano Apóstata y del mismo Satanás?
¿Qué es esto, en labios bautizados, sino el pecado contra el Espi
ritu Santo, con todas las circunstancias más odiosas que puedan ima
ginarse? ¿Qué suerte les espera a las naciones que asi ultrajan)
dejan ultrajar al autor mismo de todos sus bienes? La Providencia ha
querido presentaren la historia un hecho quedala respuesta a esa
pregunta.
Desde los primeros siglos, dejándose los griegos llevar del espiritu
maligno, no habían cesado de atacar á la tercera persona de la Santí
sima Trinidad. Macedónio, Focio, Miguel Cerulario, son los padres
culpables de esa larga posteridad que insulta al Espíritu Santo. La
Iglesia latina, alarmada por el gran pecado de su hermana, nada
oínitite por restituirla á la unidad. Trece veres firman solemnemente
los (¡riegos el símbolo católico, y trece veces violan la fe jurada.
En 1 W9 , apenas llegan al Oriente de vuelta del Concilio de Florencia,
se burlan de la firma que acaban de estampar, y vuelven a blasfemar
contra el Espíritu Santo.
Este último crimen colma la medida, y el nuevo deicida va a ser
castigado como el primero (1). Desde aqui empieza esa semejanza te
rrible quelos observadores cristianos han hecho notar entre la ruina de
Jerusaléu y el saqueo de Constantinopla. » Para encontrar algo seine-
(1) Llamamos á loa griegos iticidm itet Etpiriti S mi» en el mismo sen
tido que San Pablo aplica este aomlire 4 loi que con sus pecados crunfiriín de
nuevo al Hijo de Dios. (Histb., vi, 6.)
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO 483
jante á la ruina de Constantinopla por Mahomet, hay que remontarse
á la ruina de Jerusalén por Tito. Para que los Griegos no pudieran
dudar que la causa de su desastre era su rebelión obstinada contra el
Espíritu Santo, su capital fué tomada, y su emperador fué muerto, y
su imperio aniquilado precisamente en la fiesta de Pentecostés (1).»
Pocos años antes de la ruina de Jerusalén , un tal Jesús, hijo de
Anano, se puso á gritar de repente en el templo : <; Voz del Oriente,
voz del Occidente, voz de los cuatro vientos , voz contra los recién
casados y las recién casadas , voz contra todo el pueblo ! » Después, co
rriendo dia y noche por las calles y plazas de la ciudad, repelía ince
santemente el mismo grito , añadiendo entre lúgubres alaridos : «¡ Ay
de Jerusalén , ay del pueblo, ay del Templo! En fin: andando un día
por las murallas , gritó : « ; Ay do Jerusalén , y ay de mi también! » En
el mismo instante una piedra lanzada por una máquina .enemiga le
dejó muerto en el acto (2).
La voz de la misericordia que había llamado en vano á los Judíos
cedía su lugar á la voz de la justicia. Lo mismo cabalmente les paso
á los Griegos.» Como cosa de dos años (3) antes de la toma de Cóns
tantinopla, el Papa Nicolás V, después de haber agotado todos los
medios de persuasión, les amenaza oun la ruina próxima de su impe
rio. «Aguantamos todavía vuestra tardanza, les escribió, acordando-
nos de Jesucristo, Pontífice eterno, que dejó en pie la higuera estéril
hasta el tercer año, aunque el labrador se disponía á cortarla , por
que no daba fruto. Nos hemos esperado tres años por ver si á la voz
del divino Salvador, volvíais de vuestro cisma. Pues bien : si nues
tra espera queda frustrada, seréis destruidos, para que no ocupéis
inútilmente la tierra (4).»
El Vicario de Jesucristo mandó al Oriente un legado con estas le
tras proféticas. Este último mensajero de la misericordia fué el grande
y santo cardenal Isidoro, arzobispo de Kief , griego de origen , y cé
lebre entre los mismos Griegos por el talento que había manifestado
(1) Hifl, uní», de la Iglesia, tom. xzii. —Ut intelligant causam exitii aui
filiase pertioaciam in errore de processione Spiritus Sancti , in ipsis feriia
Spiritus Sancti capta fuit Constantinopolis aTurcis, imperator occisas, et
imperium omnino deletum. 'Beííarm., DeChrislo, lib. n , c. xsx ; vide etiam
.S. Anión., Chronin., part. ni, t. n , c. xm )
(2) Jotefo, De Bello judairo , lib. vn , c. xI:.
(3) Octubre de 1451 .
(4) Apud Reginald., an. H5! , n.° 1 et 2.
'
W'i ¿TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
en el Concilio de Florencia. Era, bajo todo aspecto , el hombre más
á propósito para reducirlos á la unidad.
Los Judíos no hacen caso de las predicaciones del hijo de Anano;
antes le injurian y le pegan. En vez de oir esta voz inspirada, pre
tieren seguir á los falsos profetas que los excitan á la guerra contra
los Romanos, prometiéndoles auxilio del cielo.
Los Griegos desprecian las advertencias del Soberano Pontífice,
vuelven la espalda á su enviado, y se muestran más hostiles que
nunca á la unión: corren en tropel al monasterio en que reside el de
masiado famoso Jorge Escolar, y le preguntan lo que deben hacer.
El orgulloso monje , sin dignarse salir de su celda , les respoade
fijando en su puerta un cartel en que se anatematiza á los latinas, y
acuden todos los griegos á leerlo como un oráculo. Leámoslo también
nosotros: «Miserables ciudadanos, decía: ¿por qué os extraviáis?
Renunciando á la religión de vuestros padres, abrazáis la impiedad,
y os echáis encima el yugo de la servidumbre. En vez de contar coa
los Francos, poned vuestra confianza en Dios. Señor , juro que soy
inocente de este crimen (1). »
Las palabras de aquel hombre, a quien tenían por profeta, cam
bian el odio contra los latinos en fanatismo popular. Por las calles de
Coustautinopla resuena imponente este grito : ¡Fuera los azimistas!
¡ No necesitamos del auxilio de los Latinos ! ¡Mejor queremos ver en
Constantinopla el turbante de Mahomet, que el capelo de Isidoro! ¿No
es este el grito de los Judíos cuando decían : ¡Quítalo, quítalo! Xo
queremos que reine sobre nosotros? Lo mismo que los Judíos, los
Griegos esperaban también un prodigio que los salvara. Todas Iss
noches se les veía reunidos en las encrucijadas, donde llamaban en
su ayuda á la Virgen, bebiendo á la salud de su imagen, y colmando
de imprecaciones a los Occidentales.
Tito , extranjero y de diferente religión, puso sitio á Jerusalén al
frente de su pueblo, y la aparición de las águilas romanas delante de
la ciudad de David fué la abominación de la desolación en la tierra
santa (2). Los Romanos hicieron prodigios de actividad para estrechar
sus lineas de circunvalación y encerrar en un círculo de hierro,»
(t) Bueno es saber que este Escolar ó Genadio, cuando estaba en Flo
rencia , era el que mas empeño mostraba de presentarse al Papa para ser
tenido por el principal autor de la reunión de los Griegos ¿ la Iglesia.
(2) Et civitatem et sanctuarium dissipabit populus cum duce venturo : el
finis ejuB vastitas et.... statuta desolatio. (Dan., n, S6.)
EL CULTO DEL BSPÍRITU SANTOft
más bien, en un sepulcro de vivos, a Jerusalén y sus habitantes. Los
Judios se agitaban en el vértigo del orgullo y en el furor de la guerra
civil. Como si fuera poco verse acosados por los enemigos exteriores,
se dividen en facciones que se despedazan mutuamente, y convierten
á Jerusalén en imagen del infierno.
Mahomet II , príncipe extranjero y de diferente religión, se pre
senta bajo los muros de Constantinopla al frente de su pueblo. Este
pueblo de infieles se componía de trescientos mil soldados, acompaña
dos de una flota de cuatrocientos navios: y la formidable aparición de
la Media Luna delante, de la ciudad de Constantino era la abominación
de la desolación en' tierra cristiana. Entre tanto, Mahomet, ansioso de
la victoria , forma sus campamentos , dispone sus máquinas y coloca
sus cañones. Bien pronto , enseñoreándose los sitiadores de todas las
obras exteriores , baten de cerca las murallas, rellenan los fosos,
abren brechas y se preparan á dar el asalto.
Los Griegos , en vez de unirse , se dividen cada vez más, como
hicieron los Judios. Los que parecía que aceptaban el dogma católico
tocante al Espirito Santo, son considerados como impios. La gran
iglesia de Santa Sofia, que era en Constantinopla lo que el Templo en
Jerusalén , como había sido el lugar de reunión de los católicos, «no
es para los cismáticos más que un templo pagano, un asilo de los de
monios, donde no se deja un cirio ni una lampara. Reinaba en ella
oscuridad horrible y triste soledad , imagen funesta de la desolación
á que nuestros crímenes la iban a reducir en breve (1).» Tan ciego es
el odio de los sitiados ó tan extrema su cobardía, que una ciudad de
trescientas mil almas, reducida a tal apuro, no opone al enemigo más
defensores que siete mil ciudadanos y dos mil extranjeros.
Este pequeño ejército hace prodigios de valor, como en otro
tiempo los sicarios de Jerusalén. Empero su valeroso esfuerzo no
logra más que exasperar á Mahomet , coma la resistencia de los Ju
dios no sirvió sino para exasperar á Tito. El puerto de Constantino-
pía estaba cerrado con una gruesa cadena que hacía inútil a la flota
otomana. Mahomet concibió el audaz proyecto de introducir sus na
vios en el puerto , haciéndolos subir á lo alto de un promontorio , y
deslizándolos desde allí, sobre maderos ensebados, hasta el pie de los
baluartes de Constantinopla. Este trabajo se hizo de noche, y al rayar
el día los Griegos , estupefactos, vieron la armada enemiga dentro
del puerto.
CAPITULO PRIMERO.
Divinidad del Espíritu Santo.
Eumario.—Existencia de Dios.—Pruebas y necesidad da este dogma.—Dios
es la Trinidad.—Probar el dogma de la Trinidad es probar la divinidad
del Espíritu Santo.—Desarrollo de esta idea.—Pruebas indirectas de la
Trinidad : la noción del ser, las criaturas materiales y las racionales.—
Necesidad é influencia de este dogma Pág. 5
CAPÍTULO II.
(Continuación del anterior.)
Suma-Rio.—Pruebas directas de la Trinidad : la Biblia.—El mundo, el hom
bre, el cristiano: tres creaciones que revelan el misterio de la Trinidad.
—En et principio. Dios crió el cielo y la tierra y el Espíritu de Dios era
llevado sobre las aguas : fórmula de la creación del mundo físico.—Ex
plicación de San Agustín.—Hagamos el hombre á nuestra imagen : fór
mula de la creación del hombre.— Explicación de Santo Tomas , de San
Crisóstomo, de San Agustín, de Bossuet.—Manifestaciones múltiples de
la Trinidad.—Pasaje de M. Drach.— Yo te bautizo en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo: fórmula de la creación del cristiano.—
Explicación.—Cuantas pruebas tiene la Trinidad, otras tantas la divini
dad del Espíritu Santo Pág. 11
CAPÍTULO III.
Pruebas directas de la divinidad del Espíritu Santo.
Sumario.—Los nombres.—Todos ios nombres que convienen solamente á
Dios se dan al Espíritu Santo : en el Antiguo Testamento, Jehovd ; en el
Nuevo, Dios.—Los atributos : la eternidad, la inmensidad , la inteligencia
infinita, la omnipotencia.—I.as obras : la creación y la regeneración del
hombre y del mundo.—La tradición: San Clemente, San Justino, San
Ireneo, Atenágoras , Ensebio de Palestina, la Iglesia de Smirna, Luciano,
Tertuliano, San Dionisio de Alejandría , Julio Africano, San Basilio, San
Gregorio de Naziar.zo, Ruperto: la liturgia, la señal de la cruz, doxo-
logia , el Gloria Patrt Pág. 25
492 índice.
•
CAPÍTULO IV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Bl símbolo de los Apóstoles, el de Nicea , de Constantinopla, de
San A tanasio.—Rebelión del Espirito del mal contra el Espíritu Santo.—
Macerionio.—Su historia.—Su herejía.—Concilio general de Constantino-
pía-—Vindica la divinidad del Espíritu Santo.—Su carta sinodal.—Nuevo
ataque de Satanás contra el Espíritu Santo.—El socinianismo.— Historia
de los dos Sócinos.—Su herejía, mas radical que la de Macedonio.—El
Concilio de Trento Pág. 37
CAPÍTULO V.
Procesión del Espíritu Santo.
Sumario.— Lo que sisrnilica proceder. — Existencia de las procesiones en
Dios.— Pruebas: la Escritura, la tradición , la razón iluminnda por la fe.
—rasaje de Santo Tomás.—Doctrina de San Cirilo de Alejandría.—De San
Máximo.— Dos procesiones en Dios: pruebas— Procesión del Espirita
Santo : explicación de Bossuet.—La Iglesia invariable en su doctrina.—
Palabras de Vicente de Lerín Pág.
CAPÍTULO VI.
Historia del Filioque».
Sumario.—Los sectarios de Macedonio extendidos á lo lejos.—Los Priseilia-
nistas infestan á España y niegan la divii.idad del Espíritu Santo.—CarU
del Papa San León el Grande á los Obispos do España.—'Enseña clara
mente que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.—El Concilio
de Toledo luce recitar el símbolo con la adición Filioque.~^o era esto
una innovación: pruebas; Santo Tomás, la Escritura, San Dámaso.—
Cauto del Símbolo autor.zado en las (¡alias.—Prohibición de introducir
el Filioque.—Más tarde Roma ordena que se cante el Filioque.—Razones
de su conducta.—Quejas infundadas de los Griegos. —Cisma de Kocio.—
Cisma y herejía de Miguel Cerulario; niega que el Espíritu Santo procede
del Padre y del Hijo.—Concilio de Lyon.—Los Griegos reconocen la legi
timidad del Filioque.—Hacen traición á su fe.—Concilio de Florencia,—
Los Griegos vuelven á la unidad : después recaen en el cisma. Pág. 3
CAPITULO VII.
Misión del Espíritu Santo.
Sumario. — Lo santificación es la obra propia del Espíritu Santo.—Esta obra
supone una misión.—Lo que se entiende por misión.— Cuántas misiones
hay.— No implioan ninguna inferioridad en la persona enviada.— Dife
rencia entre la misión del Hijo y la del Espíritu Santo.— Ambas fueron
INDICE.
prometidas, figuradas, predichas y preparadas desde el origen del mun
do.— Significación de la palabra Espíritu en la Escritura. — Pasaje de
San Agustín Pág. 61
CAPÍTULO VIH.
El Espíritu Santo prometido y figurado en el Antiguo Testamento.
Somario.—Promesas del Espíritu Santo ." Joel, Ageo, Zacarías.—Figuras:
los siete días de la creación , el candelabro de los siete brazos , el edificio
de la Sabiduría eterna con las siete columnas Pág. 67
CAPÍTULO IX.
Predicciones sobre el Espíritu Santo.
Sumario.— David anuncia la gran obra d*el Espíritu Santo , la regeneración
del mundo.— Isaías dice el modo con que el Espíritu Santo llevará á cabo
esta maravilla.—Ezequiel muestra bajo una figura sorprendente al género
humano muerto á la verdadera vida , y su resurrección por el Espíritu
Santo.—Zacarius anuncia, en los siete ojos déla piedra angular del templo,
el Espíritu de los siete dones y sus operaciones maravillosas en el Verbo
hecho carne.—Judith celebra la futura victoria del Espíritu del bien sobre
el Espíritu del mal.—El libro de la Sabiduría le anuncia como la luz y
la fortaleza del genero humano.—Todas las profecías reunidas forman la
designación completa del Espíritu Santo Pág. 75
CAPÍTULO X.
Preparación del Espíritu Santo.
Sumario.— Todos los acontecimientos del mundo antiguo preparan al Es
píritu Santo. — Preparación particular.— Preludios con que el Espíritu
Santo se anuncia á Si mismo. —Su acción sobre el mundo material.—
Sobre el mundo angélico. — Sobre el mundo moral. — Número siete.—
Crea los Patriarcas y los grandes hombres de la antigua ley.— Crea al
pueblo judío , lo dirige y lo conserva. — Inspira á los profetas. — Por qué
Él, y no el Hijo ó el Padre Pág. S5
CAPÍTULO XI. t
El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento : primera creación.
Sdmario.—Acción del Espíritu Santo continuada en el Nuevo Testamento.—
Pasajes de San Basilio y San León.—Cuatro grandes creaciones del Espí
ritu Santo: la Santísima Virgen, el Verbo encarnado, la Iglesia, el Cris
tiano.—María resumiendo en si todas las glorias de las mujeres del
Antiguo Testamento y todas las perfecciones de los santos. — María,
océano de gracias: doctrina de Santo Tomás.— Belleza corporal de la
Virgen Santísima.—Mnria formada por el Espíritu Santo, y por qué.—His
494 ÍNDICE.
toria de esta formacióu.—Concurso de las tre6 personas de la Santísima
Trinidad.—Hermoso comentario del P. Argentan Pág. 97
CAPÍTULO XII.
(Continuación de! anterior.)
Sumario.—Maria creada para ser esposa del Espíritu Santo.— Petición del
desposorio.—Consentimiento de la Santísima Virgen.—María creada para
ser madre del Verbo encarnado. — Misterio de la Encarnación. — Supli
cación de las palahras del ángel.— María oreada para ser la base déla
Ciudad del bien.—Por qué Nuestro Señor Jesucristo no se la llevó consigo
al cielo.—María nodriza de la Iglesia, — institutora de los Apóstoles ,—
fortaleza de los mártires ,— consuelo de los fieles. — María continúa sa
misión después de su muerte.— Dos cabezas de Satanás : la idolatría y 1»
herejía.—María las quebranta.—Guerra de Satanás contra María. Pag. 105
CAPÍTULO XIII.
Jesucristo : segunda creación del Espíritu Santo.
Sumario.—Objeto final de las obras de Dios y de la Encarnación.—Forma
ción del Homtire-Dios.—Primer asto de su vida pública, la predicación
de la penitencia.—El mismo Espíritu Santo forma al divino predicador.—
Porqué baja sobre él en forma de paloma.—Por qué lo conduce al de
sierto.—Ludia del Hombre-Dios contra Satanás: modelo de todas las la
chas y preludio de todas las victorias.—Toda la vida riel Hombre-Dioses
continuación do la lucha del desierto.— Esta lucha es dirigida siempre
por el Bspir tu Santo.—Dependencia continua del Hombre-Dios respe>-!í>
al Espíritu Santo Pág. US
CAPÍTULO XIV.
(Continuación del precedente.)
Sumario. —El Hombre-Dios, obra acabada del Espíritu Santo.—Nuestro Sí-
Sor Jesucristo, tipo único de perfección. — Hombre por excelencia.—
Único centro de la histeria.—En vez de ser nada , lo es todo.—En El ter
mina el mundo antiguo.—De El parte el mundo moderno.— El cielo, 1«
tierra , el infierno , lo reconocen por el alfa y omegn de todas las cosas.—
Los ángeles y los astros hacen su profesión de fe.—Cálculos astronómi
cos.—La tierra hace su profesión de fe: expectación general del Mesías
—Testimonios.—El infierno hace su profesión de fe." fuga de los demo
nios.—Sus palabras.— Cesación de los oráculos. — Muerte del gran Pan.—
EBte triple acto de adoración continua después de dos mil años.—La En
carnación , quicio del mundo moderno , cuya existencia descansa sobre
la resurrección de un muerto.—Ó creerla, ó estar loco.—Tentativas del
demonio para impedir la creencia en la E icarnación Pág iS
ÍNDICE. 49o
CAPÍTULO XV.
Tercera creación del Espíritu Santo : la Iglesia.
Sumario.—Relación entre la Santísima Virgen y la Iglesia.—Lo que la Vir
gen es al Vorbo encarnado, es la Iglesia al cristiano. —Como Marín, la
Iglesia es formada por el Espíritu Santo. — Palabras de San Basilio.—
Historia circunstanciada de Pentecostés Pág. 139
CAPÍTULO XVI. -
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Continuación de la historia de Pentecostés.—Explicación de cada
una de las palabras del sagrado texto.— Cuántas veces y de qué manera
fué dado el Espíritu Santo á los Apóstoles.— Doctrina de los Padres.—
Semejanza entre el monte Sinaí y el monte Sión.—Contraste con la torre
de Babel.—Embriaguez y locura de los Apóstoles.—Perpetuidad y efectos
de esta misteriosa embriaguez y de esta sublime locura Pág. 149
CAPÍTULO XVII.
(Conclusión del anterior.)
S umarjo.—Nuevas relaciones entre la Iglesia y la Santísima Virgen.—María
llena de todos los dones del Espíritu Santo: la Iglesia también.—María
es Virgen y madre: la Iglesia lo mismo.—El Espíritu Santo es inseparable
de María: inseparable igualmente de la Iglesin.—Protege, inspira y dirige
a María : todo esto hace con la Iglesia.—María es un foco de caridad : la
Iglesia es también foco de caridad.— Para salvar al mundo, María da
su Hijo: la Iglesia da los suyos Pág 161
CAPITULO XVIII.
Cuarta creación del Espíritu Santo : el cristiano.
Sumario.—Esta cuarta creación es el objeto de las tres primeras , y por qué.
—El cristiano, hermano del Verbi encarna lo , hijo de Dios, participante
de la naturaleza divina. — Principio de esta filiación ó generación divina.
— La gracia. — Profundo misterio de la gracia. — Cómo se verifica esta
diviua generación. — Sus efectos principales : la vida divina , la filiación
ó adopción , el derecho á la herencia paterna. — Dónde tiene lugar esta
generación. — Resumen Pág. 174
CAPÍTULO XIX.
Nacimiento del cristiano : el bautismo.
Sumario.—El agua es la materia del Bautismo —Lo que es el agua." la ma
dre del mundo, la sangre de la naturaleza.— Palabras de los Padres y de
ÍNDICE.
San Pedro.—Tradición pagana.—El agua es una madre buena y fecunda.
—Papel que el agua desempeña en el orden moral.—Honores tributados
ni agua.—El agua corrompida por el demonio.—Por qué el agua es el
elemento del Bautismo.—Pasajes de San Crisóstomo y de Tertuliano.—
Falsificación satánica.—Pruebas de la eficacia sobrenatural del aguadel
Bautismo Pag. l«l
CAPÍTULO XX.
(Continuación del precedente.)
Sumahio.—Ma-avillas salidas del seno de las aguas en el orden natural y en
el orden sobrenatural.—Admiración de los Padres y Doctores de la Igle
sia.—El agua, objeto privilegiado del odio del demonio á causa de su ex
celencia.— Palabras de Tertuliano. — Hechos de la historia profana.—
Plinio, Porfirio.—Pasaje de Pselo.— Certidumbre del milagro obrado por
el aguadel Bautismo.—Magnificencia del Bautismo de los cristianos. de
ducida de su semejanza con el Bautismo del Verbo encarnado. Pág. 196
CAPÍTULO XXI.
Desarrollo del cristiano.
Bomario.—Elementos de la formación deifica .' los sacramentos , las virtudes
los dones, las bienaventuranzas , los frutos del Espíritu Santo.—Bazon
de los sacramentos : lugar que ocupan en el plan de nuestra deificación.—
Dan, conservan y fortalecen la vida divina.—Razón de las virtudes : son
el desarrollo de la vida divina.—Principio de donde se derivan : gracia
santificante y gracias gratis dadas.—Los dones : su razón y objeto.—Los
dones conducen á las bienaventuranzas : qué sean estas.—Las bienaven
turanzas hacen gustar los frutos.—Los frutos del tiempo conducen al fruto
de la eternidad.—Cálculos admirables con arreglo a los cnales se nan
empleado esos elementos divinos Pág. Kí<
CAPÍTULO XXII.
Los números.
Sumario.— Importancia y dignidad de la ciencia de los números. — Sin el
número, el universo seria el caos y el hombre un broto.— Dios y el
hombre lo hacen todo con número.— Los números son las leyes del orden
universal , las proporciones geométricas según las cuales y en las cuales
todo ha sido hecho.— Los números sagrados.— Principales números sa
grados.— El número tres : sus significados.— Su empleo en el orden físi
co y en el orden moral.— El número cuatro, su significación y su em
pleo.— Sus múltiplos, doce y cuarenta.— Las grandes verdades que
enseñan Pág. M5
ÍNDICE. 497
CAPÍTULO XXI11.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—El número diez : sus misterios.— Último limite de los números.—
Lo que significa añadido al número cuarenta. — Pruebas en el empleo del
número cincuenta.— Multiplicado por tres, su hermosa significación.—
Once, número de desorden.— Pruebas.— Razón del número setenta veces
siete.— Siete, número muy misterioso.—Sus aplicaciones — Como todo
lo demás del universo, el cristiano ha sido hecho con número.— Ha sido
hecho con el número siete y el número diez. — Hermoso pasaje de San
Agustín Pág. 220
CAPÍTULO XXIV.
La Confirmación.
Sumario.—Estudio detallado de los elementos de que se compone el cristia
no.—La Confirmación: lugar que ocupa. —Lo que añade al Bautismo.—
Enseñuiiia católica; el Papa San Melquíades; los Concilios de Florencia
y de Maguncia.— Efectos de la Confirmación ; gracia santificante, gracia
sacramental ■ carácter, aumento de las virtudes.—Definición de los hábi
tos.—De lns virtudes.—Virtudes naturales y sobrenaturales: virtudes in
fusas y virtudes adquiridas.—Virtudes cardinales.—Diferencias entre las
virtudes naturales y sobrenaturales Pág. 237
CAPÍTULO XXV.
Los dones del Espíritu Santo.
Sumario.—Definición.— Explicación detallada fie cada palabra.— Lo que hay
de común o distinto entre las virtudes y los dones. — Función propia de
los dones del Espíritu Santo.— Son necesarios para la salvación.— Nece
sarios camo principios generales del movimiento sobrenatural.— Nece
sarios como elementos de luz, de fortaleza y de defensa.— Todos son
necesarios y con igual necesidad Pág. 252
CAPÍTULO XXVI.
(Continuación del precedente.)
Suva rio.—Número de los dones del Espíritu Santo.—Inseparabilidad.—Per
petuidad.— Dignidad.— Orden de los dones en Nuestro Señor.— Comien
zan por la sabiduría y acaban por el temor. — Razón de este orden. —
.Manifestación (fe cada uno de los dones del Espíritu Saíito en la vida de
Nuestro Señor.— En nosotros los dones comienzan por el temor y acaban
por la sabiduría.— Razón de este orden.— Ley del mundo moral.— Nece
sidad de conocerla y seguirla.— Efectos generales de los dones del Espí
ritu Santo sobre el género humano Pág. Se:i
TOMO II.
498 ÍNDICR.
CAPÍTULO XXVII.
El don de temor.
Sumario.—Los siete dones del Espíritu Santo opuestos á los siete pecados
capitales.—Luminoso punto de vista —Lo que es el don de temor.—Sus
efectos ; respeto á Dios, horror al pecado.—Su ivecesidad : él nos dala
libertad, librándonos del temor servil.— Del temor mundano.—Del tomor
carnal.—Nos arma contra el espíritu de soberbia.—Qué sea la soberbia y
lo que produce Pag. K9
CAPÍTULO XXVIII.
El don de piedad.
Sumario.—Lo que es el don de piedad.—En qué se diferencia de la Virtud,
de ln religión y de la caridad.—Dos objetos del don de piedad : Dios y el
liombre.— Sus efectos respecto á Dios.— Respecto al prójimo: obras de
misericordia , corporales y espirituales.—Necesidad del don de piedad,
opuesto al espíritu de envidia. — Lo que es la envidia : Pág. ft-i
CAPÍTULO XXIX.
El don de ciencia.
sumario.—Lo que es el don de ciencia.— Obra sobre el entendimiento.— Ln
ferencia entre el don de ciencia , ln fe y la ciencia natural.— Palabra» i.'
Donoso Cortés. — El don de ciencia hace discernir con certidumbre lo
verdadero de Lo falso y preserva de los sofismas del error.— Obra sobre
la voluntad y nos preserva iié las fascinaciones mundanas.— Desarrolla
y ennoblece todas las ciencias. — Pasaje de Donoso Cortés.— El don de
ciencia es hoy mas necesario que nunca.— Opuesto al espíritu de colera.
Pruebas de esta oposición. — El don de ciencia, principio de paz uni
versal Pag. 385
CAPÍTULO XXX.
El don de fortaleza.
Sumario.— Qué sea el don de fortaleza.— Diferencia entre la virtud de forta
leza y el don de fortaleza.— Lugar medio que ocupa entre los siete dones.
— Los dos objetos del don de fortaleza: hacer y padecer. — I.o que el
hombre debe hacer : reconquistar el cielo.— Tres enemigos que tiene que
vencer: el demonio, la carne, el mundo.— Lo que el hombre debe pane-
ccr.— Debilidad del hombre.— Efectos del don oe fortaleza, ya para ha
cer, ya para padecer.— Palabras de San Pablo.— Necesidad del donde
fortaleza.— Su oposición con la pereza.— Qué sea el espíritu de pereza.—
Lo que obra.—Retrato del mundo esclavo del espíritu de pereza. Pág. ílí;
ÍNDICE. 499
CAPÍTULO XXXI.
El don de consejo.
Sumario.—Lo que es el clon de consejo.—Ed qué se distingue de la pru
dencia y del don de ciencia.—Efectos del don de consejo —Respecto á
nuestra vida y á la vida de los demás.—Palabras de Donoso Cortés.—El
don de consejo ha creado las órdenes religiosas.—Explicación de este
hecho.—Inmenso beneficio del don de consejo.—Necesidad del don de
consejo : se opone á ln avaricia.—Explicación.—Naturaleza de la avaricia
y sus efectos con relación al hombre y al mundo Pág. H28
CAPÍTULO XXXII.
El don de entendimiento.
Sumario.—Lo que es.—En qué se diferencia de la fe y del don de ciencia.—
Sus efectos : obra sobre el entendimiento y sob»e la voluntad.— Do qué
modo.— Ejemplo de los Apóstoles.—Lo} que es el cristiano sin el don de
entendimiento.—Lo que es cuando lo posee.—Su necesidad.—De qué espí
ritu nos libra.—Palabras deSnn An tonino.—El espíritu de gula y sus efec
tos.—La debilitación de la inteligencia.—La loca alegría.—La inmodes
tia.—La pérdida de la fortuna y de la salud.—Cuadro del sensualismo
actual Pág. 336
CAPÍTULO XXXIII.
El don de sabiduría.
Sumario.—Qué sea el don de sabiduría.—Todos los dones del Espíritu Santo
contribuyen ti la deificación del hombre ; de qué modo contribuye á ello
el don de sabiduría;— Diferencia que le distingue de los demás dones, de la
fe, de ln virtud de sabiduría , dela s;ibidurí.i gratuita.—Efectos del don de
sabiduría sobre el entendimiento y sobre la voluntad.—Retrato del ver
dadero sabio.—Necesidad del don de sabiduría. - Libra al hombre de la
tiranía del espíritu contrario, la lujuria.—La lujuria en el hombre y en
la sociedad Pág. 350
CAPÍTULO XXXIV.
Las bienaventuranzas.
Sumario. -Resumen del estudio sobre los dones del Espíritu Santo.—Son
principios activos.—Lo que producen.—Lo que son las bienaventuran
zas.—De dónde Tiene su nombre.' cuál sea su número.—Se adaptan á
las diferentes edades de la vida Relación que dicen con la felicidad de
cada hombre.—Cómo promueven el bien de la sociedad.—Superioridad
que tienen sobre las virtudes.—Su orden jerárquico.—Relación de cada
bienaventuranza con su recompensa.—Grados de la recompensa. Pág. 362
son ÍNDICE.
CAPÍTULO XXXV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.— Relaciones entre los dones y las bienaventuramos.— listas con
los dones en acción.— Cada bienaventuranza corresponde á uu don.—Im
portancia de este estudio para estimar la riqueza y apreciar la necesi
dad de las bienaventuranzas y los dones.— Kl don de temor en acciou;
primera bienaventuranza; ejemplo.— El don de piedad en acción: se
gunda bienaventuranza ; ejemplo.— El don de ciencia en acción.' tercera
bienaventuranza ; ejemplo.— El don de fortaleza en acción : cuarta bien
aventuranza ; ejemplo Pafr. 37'-
CAPÍTULO XXXVI.
(Conclusión del anterior.)
Sumakio.—El don de consejo en acción: quinta bienaventuranza.— Ejemplo-
—El don de entendimiento en acción : sexta bienaventuranza —Ejemplos.
—El don de sabiduría eu acción : séptima bienaventuranza.—Ejémplos.—
Remedo satánico de las bienaventuranzas divinas.—Los siete dones del
Espíritu del mal , traduciéndose en sus siete bienaventuranzas. Pag. 3SK
CAPÍTULO XXXVII.
Los frutos.
Sumario.— Lo que son los frutos del Espíritu Santo .' relación que dicen con
los frutos de los árboles.— Cualidades que constituyen el fruto.— Como
seproducen los del Espirita Santo.— El ingerto , la poda.— Explicación
que la visión de Santa Perpetua suministra.— Variedad de especies en el
jardín del Espíritu Santo.— Por qué se llaman frutos.— Este nombre nos
recuerda nuestra semejanza con Dios y la bondad de Dios para con nos
otros.— Diferencia entre los frutos y las bienaventuranzas Pág. JOS
capitulo xxxvm.
(Continuación del precedente.)
Sumariu.—Número de los frutos del Espíritu Santo.—Ks incalculable, y por
qué.—Número doce en que los tija San P.iblo.—Razón de este número.—
Kazón del orden de su enumeración.—Explicación práctica de los nueve
primeros frutos.—La Caridad: ejemplo.—El Gozo: ejemplo.—Lo P«:
ejemplo.—La Paciencia: ejemplo.—La benignidad: ejemplo.—Ln Bondad.'
ejemplo.—La Longanimidad: ejemplo.—La Mansedumbre: ejemplo.—
La Pe: ejemplo Pág. 117
ÍNDICE. 301
CAPITULO XXXIX.
(Conclusión del precedente.)
Sumario. — La modestia : ejemplo. —I, a continencia : ejemplo.—1.a castidad;
ejemplo.—Cuales sean las cusas opuestas a los frutos del Espíritu Santo.
—Obrns de la carne.—Lo que es la carne.—Por qué se dicen sus obras y
no sus frutos.—Oposición sreneral de las obras de la carnea los frutos
del Espíritu Santo.—Oposición particular.—Necesidad social de todas las
operaciones del Espíritu Santo Pág. 131
CAPÍTULO XL.
El fruto de la vida eterna.
Sumario.—Por qué el cielo se llama fruto. — Armonía en las obras de Dios.—
El cielo será el reino del Espíritu Santo , ó del aiuor infinito.—Efecto de
este amor." transfigurara todas las cosas.— Las criaturas serán transfigu
radas, no destruidas.—Hermosura del mundo futuro.—Transfiguración
del hombre y cualidades del cuerpo transfigurado.—Hoces de cada uno de
los sentidos.—Rasgo histórico.—Cualidades del alma transfigurada.—Ale
gría de todas las facultades.—Contraposición del cielo, el infierno.—In
exorable necesidad de ir al uno ó al otro.—Medio de lograr el cielo.—El
culto del Kspiritu Santo Pág. Ui
CAPITULO XLI.
El culto del Espíritu Santo.
Sumario. —Desproporción entre el trabajo y la recompenso : explicación.—
El mundo debe dar culto al Espíritu Santo.— Predicadores de este culto:
Dios , Nuestro Señor Jesucristo , los Apóstoles , los Padres , la Iglesia.—
Testimonios. — Necesidad que ni presante hay más que nunca del culto del
Espíritu Santo Pag. <!S5
CAPITULO XLII.
(Continuación del precedente.)
. Sumario.—Cuál sea el culto que el mundo debe ni Espíritu Santo.—Culto de
latría.—Culto interno.— Culto externo.—Culto público —Cullo doméstico.
—Culto privado.— Práctica del culto del Espíritu Santo: el recuerdo, la
oraoicu.—Por qué nos dirigimos al Kspiritu Santo para obtener las luces
necesarias y no al Hijo.— Imitación: castidad , caridad.—Órdenes del Es
píritu Santo; su historia.—Cofradías del Espíritu Santo.—Su origeu, sus
obras, su lin.— Necesidad de restablecerlas. Pag. -lo*i
ÍNDICE.
CAPITULO XLIII.
(Fin del anterior.)
(Sumario.—Pecado contra el Espíritu Santo.—Su enormidad.— Palabras de
Nuestro Señor.—Diferencia entre la blasfemia contra el Espíritu Santo y
la que es contra el Dios-hombre.—La blasfemia contra el Espíritu Santa
no es el único pecado contra el mismo.—Lo que es el pecado contra ei
Espíritu Santo.—Sus diferentes manifestaciones.— En qué sentido es irre
misible el pecado contra el Espíritu Santo.—Castigo de este pecado,—
Paralelismo entre la ruina de Jerusalén , deicida del Verbo encarnado, y
la de Constan tinopla , deicida del Espíritu Santo.— Advertencia á las na
ciones modernas.—Conclusión Pag. 477
OBRAS
que se hallan de venta en los almacenes de D. Agustín Jabera ,
calle de Gampomanes, núm. 10, Madrid.
Al nía abrasada (El) amor divino , por su unión con los Sagrados Cora
zones de Jesús y ue María, por Beaudrand, con láminas. Un tomo en I2 0 ; 1
pesetas.
Alma al ule del Calvario (El)) considerando los tormentos de Jesucristo,
hallando al pie de la cruz el consuelo de sus penas, traducida por D. Manuel
Vela y Olmo , con láminas. Un lomo en I2.'; 2 pesetas.
Alma afianzada en la fe (El) y fortalecida contra la seducción del
error, etc., por Beaudrand , con láminas. Un tomo en 12.°; 2 pesetas.
Alina contemplando Jan grandezas de Dio», por Beaudrand, con
láminas. Un tomo en I2.° ; 2 pesetas.
Alma desterrada (El), leyenda, por Ana María , traducida porOchoa. Un
tomo en I2." ; 2 pesetas.
Alina elevada ú Dios por medio de consideraciones y discursos dispuestos
para cada uno de los días del mes. Un tomo en I2.°, con láminas; 2 pesetas.
Alma religiosa (El) elevada á la perfección por medio de los ejercicios de
la vida interior, por Beaudrand , con láminas. Un tomo en I2. 2 pesetas.
Alma santificada (El), ó la Religión práctica por la perfección en todas
las acciones de la vida, por Beaudrand, con láminas. Un tomo en I2.': 2.50
pesetas.
Ano cristiano (Novísimo) 1 contiene la vida de todos los Santos que cele
bra la Iglesia y mencionan los Santos Padres, por D. Ramón Muñoz y Andrade.
Doce tomos en 8.' mayor con láminas ; 25 pesetas.
Aparición de la Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza al
Apóstol Santiago , patrón de las Españas , por D Raimundo de Miguel. Leyenda
premiada con primer premio por la Academia Bibliográfico-Mariana ; I peseta.
Avisos de la Providencia en las Calamidades públicas, por
San Alfonso de Ligorio. Un tomo en I6. ' ; I,50 pesetas.
Biblioteca del cara párroco ó del sacerdote en todos los grados de su
jerarquía , obra enciclopédica , destinada á proporcionar á los curas y teólogos,
y á todo hombre que desee saber la suma de conocimientos necesanos para el
buen desempeño de su ministerio y gobierno como particulares. Obra en donde
se considera al sacerdote como hombre público y para el público , como particu
lar , con todo aquello que pueda necesitar para el alivio de sus necesidades do
mésticas. Tres tomos en 4. '; I2 pesetas.
Biblioteca de predicadores, por D.Juan Troncoso , la última edición y
la mejor. Once tomos en 4."; 55 pesetas.
Biblioteca selecta y económica del cristiano instruido. Trece tomos en 8.*
mayor; 20 pesetas.
Colección de cánones de la Iglesia de España y de Ultramar, por Tejado.
Seis tomos en folio; I25 pesetas.
Correspondencia de un rector de Seminario con un joven sacerdote , y
viceversa. Un tomo en 4.'; 2,50 pesetas.
Cosmogonía de Moisés, comparada con los hechos geológicos , escrita por
M. deSerres, traducida por una sociedad de sacerdotes. Tres tomos en
mayor ; i o pesetas
Cristiano (El) Instruido en la ley. Discursos morales y doctrinales,
dados á luz en lengua toscana , por Seneri , y traducidos por Baeza ; obra muy
útil para toda clasode personas doctas é indoctas , llena de todo género de erudi
ción sagrada y protana. Cuatro tomos en 4."; 15 pesetas.
Dad al <:ésar lo que es del César, pero dad también á Dios lo que
es de Dios , ó sea disertación sobre la potestad reguladora de la disciplina ecle
siástica . por el Abate Zacearía , de la Compañía de Jesús. Un tomo en S.' mar-
quilla ; 2,50 pesetas.
De Iiiimuciiluto IE. V. Marine coneeptu ati dogmático decreto ¿ fíinsrt
posst disqutsiiio Ibeologica Jóannis Peronne, SocietaU jesu. Esta interesante obra
está dedicada por el autor á Su Santidad Pío IX , y aumentada por el editor es
pañol con notas y documentos relativos á la antigüedad de la devoción de los es
pañoles á la Santísima Virgen en el misterio de su Concepción Inmaculada.
Consta de un tomo en 8." marquilla de 400 páginas, de hermosa y esmerada
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Delicia» de la Religión cristiana ó del poder del Evangelio para ha
cernos íélices , por Lamourette. Un tomo en 12." ; 2 pesetas.
Dcioclóu al Nafrado Corazón de desús. Obra escrita en trances por
el piadoso cartujo Rigaud Je Montettart , traducida por primera vez al español y
aamentada con varias oraciones y noticias de la Colección romana ; novena ai
Corazón de Jesús y al de María , gozos , versos , etc., de modo que forman un
Manual completo de lo.s devotos de los Sagrados Corazones. Un tomo en 8." rnar-
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Diccionario de Teología, por el abate Bergier ; edición enriquecida con
notas extractadas de los más celebres apologistas de la Religión , y traducido
libremente al español é ilustrado con notas por el Dr. D. Ramón García Cón
sul , cura párroco y castrense de San Juan el Real de la provincia de Oviedo ; del
gremio y claustro de su Real Universidad, é individuo de la Real Sociedad de!
Principado de Asturias. Once tomos en 4.0 mayor ; 40 pesetas.
Diccionario Alosó Ileo de la Religión . en que se prueban y <c esta
blecen todos los puntos de la Religión combatidos por los incrédulos de nues
tros tiempos, y se responde á sus objeciones
de Ligorio.porTres
el abate
tomosNonnote; obrapesetas.
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D. Mariano Bernardo ? de la Orden del Císter , con una introducción y nota?
historiéis por el P. Chrístian ; traducción libre por D. Joaquín Roca y Carnet',
aumentada con noticias de Santos y personajes españoles. Edición de gran lujo
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Historia del Antiguo y Nuevo Testamento* adornada. con 700 iim¡-
nas , según las explicaciones :^acadas de la Santa Escritura y Padres de ta Igle
sia, traducida de la que escribió en francés el maestro Sacy (Royaumont) : segura
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Abecedario de la virtud dedicado á los niños . por D. J. de D¡os
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ción pública, revisada y aprobada por la autoridad eclesiástica , premiada
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mejí r recomendación de esta obra ís que ríe ella se han hecho i? numeróos
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Las confesiones de Sun Agustín, conforme á la edición éc
Sun M.1111 o. traducidas por el Rdo. P. Fr. Eugenio Ceballos , de U Orden
del Santo, seguidas de las meditaciones . soliloquios y manuat . traducida- por
el P. Rivüdeiieira , de la Compañía de Jesús. Dos tomos en 8.' mayor , con el
retrato de San Agustin ; 4 pesetas.
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