Tratado-Del-Espiritu-Santo Monseñor Gaume PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 951

Acerca de este libro

Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.

Normas de uso

Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:

+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.

Acerca de la Búsqueda de libros de Google

El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com
TRATADO
DEL

ESPÍRITU SANTO
TRATADO
DEL

ESPÍRITU santo,
QUE COMPRENDE
la historia general de los dos Espiritas
qne se disputan el imperio del mando y de las dos Ciudades que han formado .
con las pruebas de la divinidad del Espirita Santo ,
la naturaleza y el alcance de sa acción sobre el hombre y sobre el mundo.
OBRA ESCE.TA EN FRANCÉS
POR MONSEÑOR GAUME,
PROTOHOTARIO APOSTÓLICO, DOCTOR ES TE0L03ÍA , ETC.
Y TRADUCIDA
POR 13 JOAQUÍN TORRES ASENSIO,
Prelado doméstico de Su Santidad, Chantre de la catedral de Granada, etc.
Irnnto Deo.
Al Dios
Ai Dio desconocido,
(Act., XVII, 33. )
SEGUNDA EDICIÓN

TOMO PRIMERO

Con aprobación de la autoridad eclesiástica

MADRID
AGUSTÍN -JUnEIlA . EDITOR
ALMACENES DE LIBROS
10, calle de Campomanes, 10
1885
Habiéndose cumplido laj condiciones
prescritas en la ley de propiedad intelec
tual , quedan reservados los derechos so
bre esta obra, y no podrá reimprimirso sin
el oportuno consentimiento.

Madrid: 1885. — Imprenta de A. I'érez Dubrull: Flor Baja, 42,


El limo. Sr. Obispo de Versalles, en cuya Diócesis
se imprimió por primera vez esta obra, la aprobó por si
mismo en estos términos :
«Felicitamos muy sinceramente á Mons. Gaume por haber tenido e] pensamiento
feliz de hacer un Tratado especial y extenso sobre el Espíritu Santo. Es muy
cierto que en nuestra época la tercera Persona de la Santísima Trinidad es dema
siado desconocida ó demasiado olvidada. Este libro tiene las cualidades que distin
guen á Mons. Gaume en todos sus escritos. Encuéntranse en él la ciencia, el ta
lento, exactitud en la doctrina, y sobre todo grande amor á la Iglesia ; instruirá y
edificará á los que lo lean ; y es de desear que sea muy leido.
Pedro, Obispo de Versalles.
La prensa católica de todos los países anunció , como
se merecía , el Tratado del Espíritu Santo. Entre muchos
testimonios citaremos los siguientes, que resumen la opi
nión general :
• ¿Queréis saber, dice el ilustre Obispo de Poitiers , hacia dónde deberán los
hombres sensatos dirigir preferentemente sus estudios , sus investigaciones y todo el
movimiento de su trabajo intelectual ; sobre qué materias los escritores religiosos,
y. sobre todo , los guías espirituales de los pueblos, deben concentrar sus controver
sias, sus demostraciones, sus enseñanzas ; en fin, cuáles hayan de ser los puntos
de meditación , los objetos de la contemplación y de la oración á que deben
entregarse con más predilección las almas verdaderamente amadas de Dios ? Obser
vad hacia dónde el error dirige sus ataques, sus negaciones y sus blasfemias. Lo
que en cada siglo es atacado , negado, blasfemado, eso es lo que ese mismo siglo
debe defender , afirmar y confesar. Donde abunda el delito , allí es menester que
superabunde la gracia. Al oscurecimiento de los espíritus , á la tibieza de los cora
zones, hay que oponer el aumento de luz, el mayor fervor en el amor. E^ menester
que la verdad , disminuida, desfigurada, paralizada en un gran número de almas,
resulte en las otras más pura, más neta, más eficaz. Cuando el mundo contradice,
entonces es cuando la Iglesia escudriña y profundiza . entonces precisa, define y
proclama. Cuanta más resistencia se opone á su enseñanza, tanto más ésta se
amplifica , se desarrolla é ilumina. El amor de la doctrina , la pasión por la verdad
enardece íos corazones fieles ; y el depósito sagrado , lejos de sufrir ninguna dimi
nución , saca entonces á la luz del día todo el tesoro de sus riquezas.
tMons. Gaume parece que se ha inspirado en estos bellos pensamientos , al
escribir su Tratada del Espíritu Santo. He aquí un libro que viene á tiempo. En una
época en que lo sobrenatural es desconocido , negado y blasfemado por todas partes,
era oportuno remontarse á la fuente misma de lo sobrenatural cristiano, y estudiar
las manifestaciones de la gracia, en su propia causa, que es la tercera Persona de
la adorable Trinidad. La luz de la enseñanza católica ha sido de tal modo velada
acerca de estos puntos, por no sé qué vapores salidos de los pantanos nauseabun
dos del Renacimiento, que las verdades recordadas por Mons. Gaume parecerán
VI
nuevas á muchas inteligencias. Sin embargo , son tan antiguas como el mismo
Catolicismo ; y si alguna doctrina ha podido prevalerse de autoridades imponen
tes , es ciertamente la que en el Tratado del Espíritu Sante se desenvuelve, apoyán
dose casi en cada página , en las Santas Escrituras , los Santos' Padres , los Docto
res de la Iglesia y los Principes de la ciencia teológica. Las verdades católicas,
relativas al Espíritu Santo , pasan , digámoslo asi. en la obra de Mons. Gaume como
entre dos 'filas de escritores de todos los siglos que las aclaman y saludan,
íMas no por esto se vaya á creer que el Tratado del Espiritu Santo sea una
obra de pura erudición , un libro didáctico destinado únicamente á los que estudien
Teología. Es, por el contrario, una obra católica, aun en la acepción literal de esta
palabra ; queremos decir, que se dirige á todo el mundo. ¡ Ojalá el Espíritu Santo
bendiga esta obra emprendida en honor suyo , y cuyo alcance puede ser tan consi
derable! Sí, no vacilamos en decirlo, después de habernos aplicado á juzgarlo con
calma y sin las impresiones de la simpatía natural que nos inspira : el libro de
Mons. Gaume es uno de los más importantes que se han dado á luz desde hace
muchos años. La naturaleza misma del asunto, la manera sabia y profunda con que
el autor lo ha desenvuelto, la aplicación inmediata que de las verdades que dilucida
puede riacerse , sea á los individuos , sea á la sociedad contemporánea , son títulos
que recomiendan el Tratado del Espíritu Santo á todo hombre , por poco iniciado
que esté en el movimiento intelectual y religioso de nuestra época. Al leer estas
páginas , donde la verdad se presenta con sus rasgos tan netamente acentuados y
rodeados de luz tan viva , nos hemos acordado involuntariamente de un libro que
fité el acontecimiento literario y religioso de los principios de este siglo , el Trata
do del Papa, por el conde José de Maistre.
•Cuando escribía el gran publicista católico , el Papado, perseguido, humillado,
sin protección y sin recursos , parecía encontrarse, desde el punto de vista humano,
en una situación desesperada. La incredulidad triunfaba, la desanimación y el ma
rasmo habían invadido á los fíeles y hasta no pocos individuos del clero. Muchas
almas vacilantes se arrojaban en brazos del Galicanismo , aunque no fuera más que
para ponerse á cubierto (asi lo pensaban) de la polvareda que levantaría la caida
irremediable de la Santa Sede. Asi fué que el libro Del Papa no hizo eco alguno
cuando salió á luz. No se tiraron más que trescientos ejemplares, y se tardó largo
tiempo en venderlos. El éxito no vino sino más tarde ; pero fué inmenso.
aLa obra magistral de José de Maistre ha sido, bien puede decirse así, en
manos de la Providencia , el primer motor de ese movimiento de concentración que
se ha producido, hace cuarenta años, en el Catolicismo, y cuyos frutos nosotros tene
mos la dicha de recoger. Si nunca la aureola de la unidad ha brillado más esplén
dida que hoy sobre la frente de la iglesia ; si jamás el episcopado , el sacerdocio y los
fieles han estado más estrechamente apretados en torno del trono de San Pedro,
¿ no lo debemos , en parte , después de Dios , á cíe genio potente , que supo dar a
la primacía y á la infalibilidad del Vicario de Jesucristo la claridad irresistible de la
evidencia? El libro Dd Papa ha sido una losa colocada sobre la tumba del Gali
canismo : fijada con cemento romano , no habrá quien la levante.
»El Tratado del Espíritu Santo por Mons. Gaume se encara con el naturalismo
contemporái co , como la obra de José de Maistre con los errores hostiles á los dere
chos de la Santa S«de. Una vasta cónspiración parece urdida en nuestros días para
desconocer la acción de Dios sobre el mundo. Dios ha sido desterrado del derecho
público de las naciones, de la filosofía , de la historia, de las ciencias y de las artes',
ha sido desterrado de la educación y del hogar doméstico ; lo ha sido de la reli
gión misma , y el oprobio de la civilización liberal es haber engendrado esas sectas
repugnantes, cuyo símbolo se reduce, en último análisis, á una fórmula más ó
menos brutal del ateísmo. Hasta algunos de los mismos católicos se han dejado pren
der en las redes de' naturalismo político y científico. ¿No hemos visto ciertas plu
mas consagradas á la Iglesia, ponderar atrevidamente á gobiernos sin religión y sin
Dios , cual modelos y como instrumentos predestinados para la difusión de las luces
y las conquistas del progreso? ¿No hemos visto historiadores, ligados , según
parece , al Catolicismo por estrechas afinidades , queriendo como borrar de los ana
e? je la humanidad las páginas que Dios ha escrito con su propia mano , y por
adular las preocupaciones del vulgo, llegar hasta secularizar la historia?
iEI libro de Morís. Gaume acomete de frente á todos esos errores, no porque
los combata uno á uno, y, digámoslo asi , cuerpo á cuerpo, sino porque ataca el
mal en su origen , que es la ignorancia de la doctrina católica , tocante al orden
sobrenatural. Por esto , lo diremos sin rodeos , el Tratado del Espíritu Santo no nos
parece destinado á obtener de pronto un éxito brillante. Muchos exclamarán : Durus
ejt ttc termo , estas doctrinas de otros tiempos no son parala sociedad moderna.
Otros organizarán alrededor del libro de Mons. Gaume lo que con razón se ha
limado la conspiración del silencio. ¿ Pero qué importan esos vanos clamores y
cálculos mezquinos, con tal que la verdad se abra camino? Y se lo abrirá. El Catoli
cismo tiene hoy en la prensa europea bastantes órganos para que el nombre de
una obra buena , llegue pronto ó tarde, á pesar de todas las resistencias y preocupa
ciones, á los oídos de todos los hombres de buena voluntad. No pedimos siquiera
diex años. ¿ Y qué son diez años en la vida de las naciones , para que los espíritus
más rebeldes hagan justicia al Tratado del Espíritu Sanio y aprecien los preciosos
servicios que habrá prestado á la sociedad ?
■ Sí , sin duda , á no considerar más que los sucesos exteriores , de que somos
testigos; á no ver sino las bajezas de la política moderna , las vergüenzas de la vida
publica , y demasiado frecuentemente los desórdenes también de la vida privada,
motivo hay para afligirse y temer por lo por venir de la civilización cristiana. Pero
no perdamos de vista el movimiento de los espíritus, el fecundo y silencioso trabajo
deús almas.... Por esta parte parece que se abren horizontes que la esperanza ilu
mina, j Cuántas inteligencias gravitan hacia el Catolicismo , y arrastradas por una
atracción invencible, parecen prontas á abrazarlo I ¡ Cuántos de entre los mismos
católicos se elevan á una comprensión más distinta y más completa de la verdad
religiosa! Los grandes principios del derecho público cristiano se desprenden de las
iccertidumbres y obscuridades de la controversia , y los hechos mismos que más nos
contristan vienen á darles una brillante confirmación. La Iglesia es más conocida
y por esto más amada y más ardientemente deléndida. El nivel de la piedad se
eleva sensiblemente en el mundo católico : la unidad litúrgica está en vísperas de
consumarse ; las asociaciones de oración , las obras de propaganda y de candad se
extienden y multiplican; los corazones, en fin, sienten hambre y sed de amor y
de verdad.
»Este trabajo de las almas viene á activar Mons. Gaume, abriéndoles los tesoros
de la enseñanza católica para que acudan á saciarse , Cuáles son los Frutos del Es
píritu Santo, sus Dones , sus Beatitudes? ¿Cuál es la naturaleza íntima de este
antagonismo entre la graciay el pecado , que se perpetúa á través de la vida humana?
Tales son los grandes problemas que el eminente teólogo resuelve con una ciencia
pura y segura , que, sin perder nada de la precisión dogmática , sin variar su len
guaje y con un estilo ricamente luminoso , se pone al alcance de todos.
>Del hombre individual se eleva Mons. Gaume al estudio de la existencia colec
tiva de la humanidad. Las mismas cuestiones reaparecen , pero aumentadas en
grandeza y profundidad. ¿Cuál es la intervención del Espíritu Santo en el gobierno
del mundo ? i Cuál su participación en el misterio de la redención ? ¿Cuál es la natu-
raieza , cuáles los efectos de la asistencia que presta á la Iglesia ? ¿ Cuál es el origen
j la organización de esas dos ciudades , la Ciudad del bien y la Ciudad del mal, cuya
tacba se prolonga á través de los siglos? ¿ Qué fases presenta esa lucha en el tiempo
pasado, y ad presente? ¿Qué se puede presagiar para lo por venir?
iVasto es ese cuadro , como se ve; sin embargo , no hemos podido trazar sino
algunos de sus grandes rasgos. ¿ Qué sería si pudiéramos indicar todas las cuestio
nes que vienen á agruparse naturalmente en torno de estas cuestiones madres, que
hacen del libro de Mons. Gaume una especie de enciclopedia del mundo sobrena
tural? Buscad en esta obra la teoría cristiana sobre la libertad : ahi la encontraréis
resumida en algunos renglones de Santo Tomás. ¿ Queréis conocer la doctrina cató
lica sobre la gracia ? Abrid el Tratado del Espíritu Santo : ahí la tenéis desenvuelta
en todo su esplendor. ; Deseáis ilustraros sumariamente acerca de las aberraciones
Tin
■.
del espiritismo contemporáneo ? Un capitulo consagrado á esta grave materia os
dará una solución categórica y segura,...
» ¿ Diremos que las formas literarias del Tratado del Espíritu Sanio corresponden
á la riqueza de su fondo? Ciertos críticos severos reprendieron en Mons. Gaume
algunas negligencias de estilo. Creemos que le nueva obra del eminente escritor se
librará de esta censura. Su lenguaje es brillante, enérgico y preciso. Nada de ampli
ficaciones retóricas , es verdad , y por ello felicitamos al autor ; pero, en cambio,
¡ qué bellezas majestuosas y severas, y frecuentemente, qué alta poesía aromatizada
de no sé qué suave perfume bíblico! Para aprovecharse bien, el Tratado del
Espíritu Santo debe leerse con calma y concienzudamente; y, sin embargo, la primera
vez que se hojea , atrae tanto , abre tales horizontes , que no puede uno menos de
seguir leyendo sin parar y sin cansarse ; y cuando se han recorrido estas páginas,
tan ricas de originalidad y belleza , entonces es cuando el lector se siente precisado
á volver sobre sus pasos y á detenerse para saborear cada pasaje.
»E1 Tratado del Espíritu Santo lleva este lema , que expresa bien la piadosa tris
teza que experimentaba el autor al tomar la pluma : tlgnofo Deo, a! Dios descono
cido.» ¡Ojahá que muy pronto esta inscripción no sea ya una verdad!.... El eminente
publicista quedaría bien recompensado, si pudiera retirarla en las nuevas edicio
nes que se hagan de su libro. Sea de esto lo que quiera, y entre tanto que se realice
ese voto, desde hoy Mons. Gaume ha recibido aquella recompensa, cuyo alto precio
solamente los escritores católicos conocen : á los pies de su crucifijo oye sin duda
este consolador testimonio : Bene scripsisti de me.»
(El Bien Público, de Gante.)
«Mons. Gaume es conocido de los lectores de esta Revista, como quien ocupa un
lugar distinguido en esta falange (ocies ordinata) de escritores católicos , que han
consagrado al servicio de la Iglesia su corazón y su pluma. Y no hay que buscarle
en el centro ; en la vanguardia es donde siempre se le encuentra ; Mons. Gaume es
uno de esos espíritus eminentes, de la raza de los Maistre , que marcan el camino
y se anticipan á los tiempos. Sin hablar de su estilo , neto y preciso ; ni del atrac
tivo c interés que sabe dar á todas sus obras , diremos que su gran mérito consiste
en ser profunda y exclusivamente católico, y que esta es la verdadera causa que
le hace ver tan lejos y con tanto tino.
• Fespegado de todas las preocupaciones del siglo , podría decir, como San Pa
blo, que no conoce sino á Jesús , y éste crucificado ; los paños calientes , los aco
modamientos, las medias tintas, los paliativos, no son para él de modo alguno; él se
va derech > al objeto , y mientras otros gustan de explicar un efecto por otro efecto,
sistema que en definitiva no explica nada y rehuye la dificultad, él se remonta á la
causa de las cosas, y pide á la Teología católica la verdadera luz que ilumina la his
toria de la humanidad.
¡(Conforme á este método, ha escrito su libro, Tratado del Espíritu Sanio, obra
que recuerda, por la elevación de sus puntos de vista y por su bellísimo desarrollo,
el magnífico libro De la Ciudad de Dios de San Agustín.
• . quisiéramos que acerca de esta obra de Mons. Gaume, una voz interior
viniera á repetir á cada alma fiel aquellas p.ilabras que tan dulce recuerdo desper
tarán en el corazón de San Agustín . Tolle lege, Toma y lee.»
(La Revista Católica, de Troyes.)
«

INTRODUCCIÓN.

i.

El fin de esta obra es hacer que sea conocida , en cuanto de nos


otros dependa , la tercera Persona de la Santísima Trinidad en si mis
ma y en sus obras. Varios son los motivos que nos han determinado
á emprenderla.
El primero es la gloria del Espíritu Santo. Siendo Dios la caridad
por esencia (1), todas sus obras son amor. Crear, es amar ; conservar,
es amar; redimir, es amar; santificar, es amar; glorificar, es amar.
Ahora bien : el Espíritu Santo es el amor consubstancial del Padre y
del Hijo ; luego está en todas sus obras. Por Él las otras dos Personas
de la augusta Trinidad se ponen , digámoslo asi , en contacto con el
mundo. De aquí esta palabra de Santo Tomás : « Procediendo como
amor, el Espíritu Santo es el primer Don de Dios (2).» Y estas otras
de San Basilio : « Todo cuanto poseen las criaturas del cielo y de la
tierra, en el orden de la naturaleza, lo mismo que en el de la gracia,
les viene del Espíritu Santo (3).»
¿No parece que este divino Espíritu debería , en justo retorno,
ocupar el primer lugar en nuestros pensamientos y en nuestro agra
decimiento? Y , sin embargo, por un extraño desorden, nadie ó casi
nadie se acuerda de Él.
i
Se conoce al Padre , se le respeta , se le ama. ¿ Y podría ser de otra

(1) Deus chantas est. (I Joan., iv, 16.)


(2) Cum SpirituB Sanctua procedat ut amor, procedit íd ratione primi
d«ni. (P. I. q. xZxyIH, art. 2, eorp.)
(3) Neque enim est nllum omnino donum ataque Spiritu Sancto ad
creaturam perveniens. (Lib. de Spir. Sanct., cap. xxix.)
Tomo i. 1
2 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

suerte? Sus obras son palpables y siempre presentes á los ojos del
cuerpo. Las magnificencias de los cielos, la riqueza de la tierra, la '
inmensidad del Océano, el rugido de las ondas, el retumbar del true
no, la armonía maravillosa que reina en todas las partes del universo,
atestiguan incesantemente con elocuencia que todos entienden, la
existencia, la sabiduría y el poder de Dios Padre y conservador de
todo lo que existe.
Se conoce al Hijo , se le respeta , se le ama. No menos numerosos
que los del Padre, ni menos elocuentes, son los predicadores que
hablan de Él. La historia tan encantadora de su nacimiento, de su
vida y de su muerte ; la cruz, los templos, las estatuas, los cuadros,
el sacrificio del altar, las festividades, hacen populares los diferentes
misterios de sus humillaciones, de su amor y de su gloria. La Euca
ristía, en fin, que le tiene personalmente presente en los tabernácu
los, hace gravitar hacia Él toda la vida del católico , desde la cuna
hasta la tumba.
¿Sucede lo mismo con el Espíritu Santo? Sus obras propias no
son sensibles como las del Padre y las del Hijo. La santificación que
opera en nuestras almas , la vida que difunde por todas partes , no
están al alcance del ojo , ni del tacto. No se ha encarnado como el
Hijo ; ni, como éste, ha habitado, bajo la forma de hombre, entre los
hijos de Adán. Tres veces solamente se ha mostrado bajo un emblema
sensible, aunque pasajero : paloma en et Jordán, nube luminosa en
el Thabor, lenguas de fuego en el Cenáculo. Para representarlo , las
artes no tienen, como respecto de Nuestro Señor Jesucristo, la facultad
de variar sus imágenes. Dos simbolos : he ahí todos los medios plás
ticos de que dispone la piedad para hacer ostensible su existencia y
sus beneficios (1). *
(1) Sabido es que la Iglesia tiene prohibido representar al Espíritu San
to de otra manera ojue bajo la forma de una paloma, ó la de lenguas de
fuego. iSpiritus Sancti imagines sub humana juvenis forma damnantur et
probibentur.... Spiritus Sancti tamen imagines in forma columbae appro-
bantur et permittuntur. Item in figura linguarum ignis, uti repraesentatur
mysterium Pentecostes.» (Bmtd'ifl. XIV, BiM. SoUcilodinit, § 10, 16 , SI.)
INTRODUCCIÓN. 3

Y así, ¿ qué conocimiento se liene del Espíritu Santo en el mundo


¿ctoal, y aun entre los cristianos? ¿Dónde están los votos que se le
tacen, el culto que se le da , la confianza y el amor que se le signi
fica, la manifestación seria y constante de la necesidad continua que
tenemos de su asistencia? Su nombre mismo, que pronunciamos al
persignarnos, ¿déspierta idénticos sentimientos que los del Padre y
def Hijo? Da tristeza decirlo, pero es una verdad que la tercera Per
sona de la Trinidad en el orden nominal , el Espíritu Santo, es tam
bién la última en ser conocida y reverenciada por la mayor parte de
Ins cristianos. Este olvido culpable forma , si asi puede decirse , el
Calvario del Espíritu Santo.
Pues si la pasión de la segunda Persona de la adorable Trinidad
conmueve al cristiano hasta en lo más profundo de su ser, ¿cómo ver
con sangre fría la pasión de la tercera? ¿No sufre el mismo abandono,
el mismo desprecio y frecuentemente las mismas blasfemias ? ¿No os
jwrece escuchar de la boca del Espíritu Divino aquella queja que con
moribundo labio exhalaba el hombre de los dolores: « He estado espe
rando quien quisiera compartir mis penas, y no ha habido ninguno;
ó qnien rae consolara, y no he podido encontrar (1).
Consolar al Espíritu Santo ó, por lo menos, como Simón de Cyrene
lo hizo con el Verbo encarnado, ayudarle á llevar su cruz; ¡hermoso
destino ciertamente (2)! Pero las débiles criaturas, ¿qué medio tienen
fl) Snstimii quisimul contristaretur , et non fuit ; et qui consolaretur, et
non inven i. (P>. i'-», 21.)
(2) Sin duda el Espíritu Santo, siendo Dios, no sufre, no puede sufrir ;
pero si fuera capaz de dolor, las ofensas de que es objeto , sobre todo en
nuestros días, le hartan experimentar una especie de martirio. Las palabras
Calvario y Pasión no non sino metáforas justificadas por el uso. Al ver los
crímenes de los hombres antediluvianos, ¿no decía Dios mismo que le tras
pasaban el corazón: Taclus dolore coráis intrtnncut? ¿No dice San Pablo, que
las pecadores crucifican de nuevo al Hijo de Dios : Rursum crucifigmles Fi-
'<ara Drí? San Agustín, ¿no habla de la flagelación de la palabra de Dios :
fngeminantur flagella Christo , quia flagellatur sermo ipsius, etc. ? (Tract. in
Joan.)—Si, pues , las palabras dolor, crucifixión , flagelación pueden aplicarse
i cosas ó seres impasibles ó puramente espirituales, ¿por qué habría de ser
inexacto emplear, en el mismo sentido, las voces Calvario y Postín, hablan
do del Espíritu Santo?
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

para cumplirla ? Emplear toda la actividad de su vida en glorificar á


esta adorable y amabilísima Persona de la augusta Trinidad. ¿ Y cómo
glorificarla? Cambiando, respecto de ella, la ignorancia en conoci
miento, el olvido en tierna memoria, la ingratitud en reconocimiento
y amor, la rebelión en adoración y devoción sin limites. Inútil es de
cirlo : tal empresa es de todo punto superior á nuestras fuerzas ; por
eso, no tanto nos proponemos realizarla, cuanto indicarla.

II.

El segundo motivo, consecuencia del primero , es el beneficio del


clero. Á el es á quien toca la misión de hacer cónocer la tercera Per
sona de la adorable Trinidad. Pero desde luego se le presenta una
grave dificultad , la escasez de fuentes doctrinales. ¡ Cuántas veces he
mos oído á nuestros venerables hermanos en el sacerdocio quejarse
de la falta de obras sobre el Espíritu Santo ! Y tienen razón. Por una
parte, ¿dónde hay un Tratado del Espíritu Santo que se haya publi
cado desde hace muchos siglos? Hablamos de un tratado particular,
y aunque sea poco completo. Por otra parte, ¿-a qué se reduce, en lo
tocante á este dogma fundamental , la enseñanza de los teólogos de
texto únicos casi que se estudian? Á algunas páginas del tratado de
la Trinidad, del Símbolo y de los Sacramentos; y, según confesión de
todos, las nociones que contienen son insuficientes. En cuanto á los
catecismos, necesariamente mucho más compendiosos que las obras
elementales de teología, casi todos se contentan con definir. No se
puede negar que, desde hace mucho tiempo, por lo menos en Fran
cia, la enseñanza relativa al Espíritu Santo deja mucho que desear.
¿Se querrá creer que entre los sermones de Bossuet no hay ni siquiera
uno sobre el Espíritu Santo, ninguno tampoco en Massillon, y uno
solo en Bónrdalue?
El medio de llenar tan lamentable laguna es recurrir á los Padres
dela Iglesia y á los grandes teólogos de la Edad Media. ¿Pero quién
tiene tiempo ni medios para entregarse á este estudio? De aquí le re
INTRODUCCIÓN. s
salta ai presbítero celoso una extrema dificultad, sea para instruirse
¿I mismo, sea para preparar los jóvenes para la Confirmación , sea
para dar á los fieles un conocimiento sólido de Aquel sin cuyo auxi
lio nadie puede nada en el orden de la salud, ni siquiera pronunciar
el nombre de su Salvador (1).
La instrucción de la primera edad se reduce á algunos detalles
muy cortos y bastante abstractos, que fijan en la memoria nombres
más que ideas. En la época solemne de la Confirmación, verdad es,
las explicaciones se hacen con alguna más extensión. Mas por una
parte, la primera Comunión absorbe la atención de los niños; y por
ntra , se continúa trabajando en el terreno de las abstracciones. El
Espíritu Santo no toma cuerpo, bajo la palabra del catequista, reve
lándose por una serie de hechos brillantes. Á falta de recursos para
hablar como conviene de la persona y de las obras del Espíritu
Santo, se pasa á sus dones.
Pero estos dones, puramente interiores, no son accesibles ni á la
imaginación, ni á los sentidos. Grande es la dificultad de hacerlos
conocer ; mas grande todavía lade hacerlos apreciar. En la enseñanza
ordinaria no son explicados claramente, ni en su aplicación á los
actos de la vida, ni en su oposición a los siete pecados capitales, ni
en su encadenamiento necesario para la deificación del hombre, ni
como coronación del edificio de la salud. Asi, la experiencia enseña
que de todas las partes de la doctrina cristiana , los dones del Espíritu
Santo son tal vez la menos comprendida y estimada. Suministrar los
medios de evitar este grave inconveniente, es, á nuestro juicio, si
no un.deber, por lo menos un servicio, cuya importancia ei ejerci
cio del ministerio nos ha enseñado á apreciar.

(1) Et nomo potest dicere: Dominua Jesus, niai in Spirita Sancto. (/ Cor.,
tai, 3.)
6 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

111.

El tercer motivo es la necesidad de los fieles. Cuanto más difícil es


hablar debidamente del Espíritu Santo, más parece que se deberían
multiplicar las instrucciones sobre este dogma fundamental. No ha
cerlo, y tener en cierto modo al Espíritu Santo en la sombra, mien
tras se hacen esfuerzos para poner de relieve todas las demás verdades
de la Religión, ¿no es esto una anomalía, una desdicha, una falta?
¿No es ir manifiestamente en contra de la enseñanza de la fe, contra
las recomendaciones de la Escritura, contra la conducta de los Padres,
contra la intención de la Iglesia, y contra nuestro propio interés?
¿Hemos pensado bien que, colocados entredós eternidades, todos
nosotros, sacerdotes y seglares, so pena de caer, al morir, en las ho
gueras eternas del infierno, tenemos precisión de subir á aquellos tro
nos brillantes, que nos están preparados en el cielo ? ¿ Hemos pensado
bien, que para llegar allá, necesitamos convertirnos, por la perfec
ción de nuestras virtudes, en imágenes perfectamente semejantes de
la Santísima Trinidad? ¿Hemos pensado bien que entre estas virtu
des y nuestra flaqueza hay una distancia infinita? ¿ Hemos pensado
bien, que sin la ayuda del Espíritu Santo, nos es imposible, no sola
mente llegar á la perfección de ninguna virtud, sino aun cumplir
meritoriamente el primer acto de la vida cristiana (1) ?
Y, sin embargo, de la penuria doctrinal del sacerdote resulta que
es insuficiente y rara la instrucción sobre el Espíritu Santo. Los cris
tianos reflexivos se extrañan y se afligen de esto Con palabras que se
nos permitirá citar en la misma forma que han ofendido nuestros
oídos, preguntan si el Espíritu Santo ha sido destituido, puesto que
no se habla de Él. Aunque fundadas en razones diferentes, las quejas
de los fieles son tan legitimas como las del clero. Exigen que se satis-

(1) Etnemo poteet dicere : Dominus Jesus, nisi in Spiritu Sancto. (/ Cor.,
mi, 3.)
INTRODUCCIÓN. 7

faga una necesidad , de que muchos no saben darse razón exacta , pero
qne no por eso es menos real. Queremos hablar de la tendencia in
vencible que todo hombre que viene á este mundo experimenta, y
es laque le induce á desarrollarse en Dios : Anima naturaliter chri-
stiana.
El alma, imagen activa de Aquel que es amor, aspira á hacérsele
semejante. Y como, según la fe nos enseña, el Espíritu Santo es el
amor mismo, el amor consubstancial del Padre y del Hijo, resulta de
ahí, que sin el conocimiento sólido del Espíritu Santo, y, por consi
guiente, de la gracia y de sus operaciones , el principio de vida di
vina depositado en nosotros por el Bautismo, se encuentra paralizado
ó contrariado en su desarrollo, y el cristiano sufre, vegeta, langui
dece y difícilmente llega á la verdad de la vida sobrenatural. Para
subir á lo alto de la escala de Jacob, hay que comenzar por conocer
los peldaños.
Estas observaciones se refieren á los buenos cristianos, de los cua
les una gran parte, á pesar de su instrucción, casi podrían decir lo
que en otra ocasión los neófitos de Éfeso : « Si hay un Espíritu Santo,
apenas hemos oído hablar de Él, le conocemos muy poco, y le invo
camos menos todavía (1).»
¿Qué diremos de esas muchedumbres sin número que pululan en
las ciudades ó pueblan las campiñas? Sin otra instrucción religiosa
que las instrucciones catequísticas, forzosamente muy imperfectas y
siempre demasiado pronto olvidadas, ¿qué pensáis será para ellas el
Espíritu Santo? No temeremos decirlo : es el Dios desconocido, cuyo
solitario altar encontró San Pablo cuando entró en Atenas. Si han
conservado algunas nociones de los principales misterios de la fe, la
experiencia enseña que, respecto del Espíritu Santo, de su influencia
necesaria , del encadenamiento y del objeto final de sus operaciones
sucesivas, viven en una ignorancia casi completa. Esas muchedum
bres, nadie lo negará , forman la inmensa mayoría de las naciones

(!) Sed neque si Spiritus Sanctas est, audivimus. (Act., xix, 2.)
8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

actuales. Tal es *1 sentido en que se encuentra tristemente justificado


el lema de esta obra: « Al Dios desconocido : Ignoto Deo (1).»
Si el conocimiento imperfecto del Espíritu Santo es un obstáculo á
la perfección del cristiano, ¿qué será la ignorancia absoluta ? ¿ Qué
vida divina puede haber en aquel que ni siquiera conoce el principio
de la misma ? Entre él y el mundo sobrenatural hay interpuesta una
(1) Ignoto Deo. tCualquiera sabe—se nos ha dicho—en qué sentido loma
San Pablo estas palabras. Esa manera de presentar al Espíritu Santo, ¿no
equivale á decir que los cristianos han ignorado hasta hoy la divinidad de esta
persona , lo cual es inexacto?»—Tan lejos estamos de que malquiera sepa en
qué sentido dijo San Pablo lo de Ignoto Deo , que hasta los más eruditos lo
ignoran. Puede verse en Cornelio a Lapide m huno locum; en las numerosas
disertaciones escritas sobre este punto, sea en los Armates de Philosophie
Chrétienne , sea en la sabia obra de Mamachi , Origines et Antiquitates Christia-
ium, tomo i, lib. xi.—Tomándola en el sentido más comúnmente aceptado, la
frase Ignoto Deo quiere decir, no que los paganos desconocieran completa
mente al verdadero Dios, sino que no tenían una idea justa de sus perfec
ciones ni de sus obras; y , sobre todo, que no le daban el culto que le era
debido. Aplicadas al Espíritu Santo,1 como lo hemos hecho en el epígrafe de
esta obra, las palabras Ignoto Deo no tienen nada de violentas. En confor
midad al pensamiento de San Pablo , quieren decir, no que los cristianos
de nuestros días ignoren la divinidad del Espíritu Santo, sino que la mayor
parte de ellos no tienen un conocimiento bien claro de sus obras, de sus
dones, de sus frutos, de su acción sobre el mundo, y principalmente, que no
le dan el culto de contianza y amor, áque tiene tantos derechos (a).
(a) Sea lícito al traductor añadir una palabra. El falsario obispo Ricci
dijo en la primera proposición de su conciliábulo de Pistoya, que «en estos
últimos tiempos se ha esparcido una oscuridad general acerca de muchas
verdades muy importantes, pertenecientes á la religión y que son la base de
la fe y de la moral de Jesucristo.» Antes se había dicho también que cías
verdades han venido áser como una lengua extranjera para la mayor parte
de los cristianos. i (XCV de las condenadas por Clemente XI en 1713.) ¿Po
drá decirse que Mons. Gaume haya caído, por exageración, en esas propo
siciones, que son heréticas, como que niegan á la Iglesia la infalibilidad y
la asistencia continua del Espíritu Santo ? Por las explicaciones que preceden
se ve claramente que no. La Iglesia no ha cesado de ensenar todas las ver
dades relativas al Espíritu Santo ; celebra en su honor la festividad solem
nísima de Pentecostés (que en algunos puntos de España es grandemente
popular ; casi todos sus actos más importantes no los principia sin invocar
al Espíritu Santo con el Veni Creator Spiritut ; hace que todos los fíeles se
santigüen, y quiere que comiencen todas sus obras En el Nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo, y á los que no conozcan á las tres Personas de
la Santísima Trinidad , les niega el beneficio de la santa absolución ¡ de
modo que quien sabe que es cristiano sabe siquiera lo más necesario sobre
el Espíritu Santo. Nada de esto desconoce Mons. Gaume : de lo que con razón
se queja en su estilo siempre vivo y apasionado, es de que no se mediten esas
verdades ni se saquea las debidas consecuencias. (Nola del Traductor.)
INTRODUCCIÓN. 9
bóveda de plomo. Este mundo de la gracia, esta verdadera, esta única
sociedad de las almas , con sus elementos divinos , sus leyes maravi
llosas, sus gloriosos habitantes, sus deberes sagrados, sus magnificen
cias incomparables, sus realidades eternas, sus luchas, sus alegrías,
sus medios y su fin; ese mundo para el cual el hombre ha sido hecho
y en el que debe vivir, es para él como si no fuera. La noble ambición
que debía excitar en él se cambia en indiferencia ; la estima eu me
nosprecio , el amor en hastio.
La vida , en lugar de ser toda sobrenatural , ij no lo es más que á
medias, ó, concentrada en el mundo sensible, se convierte en terrestre
y animal. El naturalismo, usurpando el imperio de las almas, forma
el carácter general de la sociedad. ¡ Deplorable divorcio, que desviando
al humano linaje de su fin , despoja al Espíritu Santo de su gloria , y
roba al Verbo encarnado el precio de su sangre para entregarlo al
demonio!

IV.

El cuarto motivo es el interés de ¡a sociedad. Decir que desde la


predicación del Evangelio no se ha visto jamás una insurrección con
tra el Cristianismo tan general y tan obstinada como hoy , es decir
ana cosa trivial de puro repetida, y desgraciadamente de puro ver
dadera. Mas afirmar esto es confesar que jamás el mundo ha estado
tan enfermo , y por consiguiente tan amenazado de catástrofes inau
ditas ; es declarar, en último análisis , que jamás desde hace diez y
ocho siglos Satanás ha reinado con igual imperio que ahora.
¿Quién salvara al mundo? ¿Los hombres? No. En lo temporal como
en lo espiritual no hay más que un Salvador, el Hombre-Dios, Jesu
cristo. Él solo es el camino , la verdad y la vida ; tres cosas sin las
cuales toda salud es imposible. ¿Cómo el Hombre-Dios salvará al
mundo, si el mundo se ha de salvar? Como lo salvó hace dos mil
años; por el Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo es
10 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

la oposición adecuada , la negación completa de Satanás, ó sea del


Espíritu maligno (1).
Avancemos más. Si en ninguna época de los siglos evangélicos el
reino de Satán ha sido tan general y tan aceptado como en nuestros
dias, la acción del Espíritu Santo deberá revestir caracteres de una
extensión y de una fuerza excepcionales. Los axiomas de geometría
no nos parecen más rigurosos que estas proposiciones. De esta nece
sidad que el mundo actual tiene de una nueva efusión del Espíritu
Santo, existen yo no sé qué presentimientos, cuyo valor no se debe
ciertamente exagerar , pero que parecería temeridad no tomarlos en
cuenta.
Aceptados por el conde de Maistre, manifestados por gran número
de hombres respetables por el doble titulo del saber y de la virtud,
han descendido al mundo de la piedad , y forman la base de una ex
pectación bastante general. Abusando de este fondo de verdad, el
demonio mismo ha hecho salir una secta condenada recientemente por
la Iglesia. Á la nueva influencia del Espíritu Santo se atribuye el
triunfo esplendente de la Iglesia , la paz del mundo , la unidad del
rebaño anunciada por los profetas y por Nuestro Señor, lo mismo que
las otras maravillas de que parece ser prenda el dogma de la Inmacu
lada Concepción.
Sea de esto lo que fuere, una cosa queda cierta y da á un Tratado
del Espíritu Santo todo el mérito de la oportunidad. El mundo no
será salvo sino por el Espíritu Santo. ¿Pero como el Espíritu Santo
ha de salvar al mundo, si éste lo rechaza? Y lo rechazará , si no le

(I) El Espíritu Santo es el amor , Satanás el odio : Nuestro Seíor ha


salvado al mundo , encarnándose y muriendo por nosotros. Pero el misterio
de la Encarnación, dice Santo Tomás, se atribuye al Espíritu Santo ; y la
muerte de Nuestro Señor es igualmente atribuida al Espíritu Santo , según
San Pablo: qui per Spirltum Sanclum semetipsum oblulil. Y también David,
previendo la salud del mundo, decía : fEmittes Spiritum tuum et creabun-
tur, et renovabis faciem terrae.» En virtud , pues, del axioma : Cauta camtu
al naum cauiati , es muy permitido decir que Nuestro Señor ha salvado al
mundo por el Espíritu Santo.
INTRODUCCIÓN. II

ama. ¿Como le amará? ¿Cómo le llamará? Perdido como está, ¿cómo


correrá á colocarse bajo el imperio del Divino Espíritu, si no le cono
ce? Hacer, pues, que sea conocido el Espíritu Santo, nos parece, bajo
cualquier aspecto que se mire, una necesidad mas apremiante que lo
haya sido jamás.

V.

Tales son, en compendio, los motivos principales de nuestro tra


bajo. ¿Nos sera permitido añadir otro? Por espacio de veinticinco
años hemos combatido ni Espíritu maligno, señalando la vuelta de
su reinado al seno de las naciones actuales. Este hecho culminante de
la historia moderna, inadvertido largo tiempo para algunos, negado
obstinadamente por otros , es palpable en nuestros días. Por confesión
de todos, el satanismo ó el paganismo, que todo es uno, tiene ante
nosotros una extensión tan desconocida como su poder. La Compañía
de Jesús, nada sospechosa en este punto, por medio de uno desús
órganos más acreditados, reconoció, poco ha, la realidad de este te
rrible fenómeno, y la proclamó en Roma, á algunos pasos del Va
ticano.
Durante la octava de la Epifanía, el P. Cura , redactor de La
Civüta Cattolica, se sube al pulpito, y ocho veces lanza el grito de
alarma, mostrando que Europa, Italia, y la misma liorna, están inva
didas por el paganismo, «El mundo moderno, exclama, vuelve a
grandes pasos al paganismo. Sin resucitar su grosera idolatría, vuelve
a él por sus pensamientos, por sus afecciones, por sus tendencias,
por sus palabras y por sus obras. Tan verdad es esto, que si del in
menso sepulcro que se llama el suelo romano se levantara vivo el
pueblo contemporáneo de los Esci piones y Coriolanos, y sin mirar
nuestros templos y nuestro culto, se fijara solamente en los pensa
mientos, en las aspiraciones y el lenguaje del mayor número, estoy
convencido de que no encontraría entre sí mismo y los hombres de
TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.

hoy una diferencia sensible, como no sea en la postración de las almas


y en la imbecilidad^ de las ideas (1).»
Y más abajo: s ¡Oh! Si ; es demasiada verdad, y por más que
me cueste, he de decirla: callar el mal no es el modo de curarlo. El
mundo actual, y en nuestros dias Italia más tal vez que ninguna otra
parte del mundo , comienza evidentemente á tener tales pensamien
tos, afecciones y deseos, que apenas se diferencian de los paganos.
No creáis que para esto sea necesario adorar los ídolos. No. El paga
nismo, en su parte constitutiva, ó en su razón de ser, no implica otra
cosa que el naturalismo. Pues bien: si os fijáis en la sociedad y en la
familia, si escucháis los discursos que se pronuncian, si leéis los
libros y diarios que se imprimen , si consideráis las tendencias que
se manifiestan , apenas en todo esto encontraréis otra cosa que la natu
raleza, la naturaleza sola, y siempre la naturaleza.
» Y bien : este naturalismo invasor y dominador de la sociedad
moderna es paganismo puro, puro paganismo; pero paganismo mil
veces mas condenable que el antiguo, supuesto que el paganismo
moderno es efecto de la apostasía de aquella fe que los paganos anti
guos recibieron con tanto gozo y abrazaron con tanto amor. Paga
nismo resucitado, que tiene todo el servilismo y todas las abomina
ciones del difunto, sin su originalidad ni su grandeza ; atento que es
imposible resucitar la grandeza pagana, no habiendo obtenido los que
lo intentaron más que parodias desgraciadas y siempre ridiculas, si
demasiadas veces no hubieran sido atroces. Paganismo desesperado,
supuesto que ningún Balaán le ha prometido una estrella de Jacob,
como al antiguo que esperaba un llamamiento á la vida; en tanto que
este otro, nacido de la corrupción del Cristianismo, ó más bien de
una civilización decrépita y gangrenada, no tiene que esperar otro
llamamiento que el del Soberano Juez , vengador de tantas miseri
cordias pisoteadas. >
(1J Todo aquel discurso es una demostración de que la sociedad mo
derna vuelve agrandes pasos al paganismo, etc. ( I\ puganuimo antieo e mo-
(torno. J
INTRODUCCIÓN. 13
Asi , hasta por confesión de nuestros más ardientes adversarios,
el gusano roedor de las sociedades modernas no es el protestantismo
ni el indiferentismo, ni otra alguna enfermedad social que tenga nom
bre particular, sino más bien el paganismo que las comprende todas,
el paganismo con todos sus elementos constitutivos , tal como pesaba
sobre el mundo hace diez y ocho siglos. Pues entonces , para comple
tar nuestros trabajos, ¿qué nos resta, sino esforzarnos por glorificar
al Espíritu Santo, á fin de que, recobrando su imperio, arroje al
usurpador y regenere otra vez la faz de la tierra?

VI.

En cuanto al plan de la obra, diremos que está trazado por la ma


teria de la misma. El Espíritu Santo en si mismo y en sus obras : la
explicación de sus obras maravillosas en el Antiguo y Nuevo Testa
mento; por consecuencia, la acción incesante, universal del Espíritu
Santo , y la acción no menos incesante del Espíritu maligno ; la inter
vención inmensa que en el mundo de la naturaleza, igual que en el
de la gracia, tiene y que, so pena de muerte, debe tener en nuestra
vida la tercera Persona, hoy tan olvidada y desconocida, de la ado
rable Trinidad ; la doble regeneración del tiempo y de la eternidad a
que su amor nos conduce ; la naturaleza, las condiciones, la práctica
del culto que cielo y tierra le deben por tantos títulos, tal es el con
junto de materias que componen este Tratado.
He aquí el orden. Dos Espíritus opuestos se disputan el imperio
del mundo. La lucha , que comenzó en el cielo , se ha perpetuado so
bre la tierra, fsaias y San Juan la describen. San Pablo nos dice que
con el demonio es con quien tenemos que luchar. Nuestro Señor mis
mo anuncia que vino al mundo para destruir el reinado del demonio.
No fingimos nosotros la lucha de estos dos Espíritus ; la lucha existe :
no inventamos el hecho ; no hacemos sino levantar acta de él. Asi
como es imposible conocer la Redención sin conocer la caída , del
mismo modo no se puede dar á conocer al Espíritu del bien sin ha
14 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

cer lo mismo con el Espíritu del mal. Apenas hemos nombrado la


existencia del Espíritu Santo , cuando nos vemos precisados a hablar
de Satanás, cuya negra figura aparece como la sombra al lado de
la luz.
La existencia de estos dos Espíritus supone la de un mundo supe
rior al nuestro, la división de ese mundo en dos campos enemigos,
asi como su acción permanente, libre y universal sobre el mundo in
ferior. Después de fijar la realidad de estos tres hechos , establecemos
la personalidad del mal Espíritu, su caída, la causa y las consecuen
cias de la misma; por consiguiente, el origen histórico del mal.
Los dos Espíritus no so han quedado en regiones inaccesibles al
hombre, ni son extraños á lo que pasa sobre la tierra. Lejos de eso,
señores del mundo se revelan como los fundadores de dos ciudades,
la ciudad del bien y la ciudad del mal. Ciudades visibles, palpables,
tan antiguas como el hombre, tan extensas como el globo, tan dura
deras como los siglos , encierran en su seno al género humano todo
entero , a este y al otro lado de la tumba.
El conocimiento profundo de estas dos ciudades importa igual
mente al hombre, al cristiano, al filósofo y al teólogo.
Al hombre: atento que cada individuo, cada pueblo, cada época,
pertenecen necesariamente á la una ó á la otra.
Al cristiano : atento que la una es la morada de la vida y el vestí
bulo del cielo ; la otra , la morada de la muerte y el vestíbulo del in
fierno.
Al filósofo : atento que la lucha eterna de las dos ciudades forma
la trama general de la historia, y es la única clave para explicar lo
que el mundo ha visto, ve y verá hasta el fin en materia de crímenes
y de virtud, de prosperidades y de reveses, de paz y de revoluciones.
Al teólogo : atento que las dos ciudades , mostrando eu acción al
Espiritu del bien y al Espíritu del mal, los hacen conocer mejor que
todos los razonamientos.
Asi las dos ciudades van á ser objeto de un estudio, cuya impor
tancia, y tal vez la novedad, harán que se perdone su prolijidad. .
INTRODUCCIÓN. lo

La formación , la organización , el gobierno , el objeto de la ciudad


del bien, su Rey, el Espíritu Santo, dado á conocer por los nombres
que lleva en los Libros santos ; sus príncipes , los ángeles buenos, la
naturaleza de estos, sus cualidades, sus jerarquías, sus órdenes, sus
fondones, la razón de los unos y de los otros, serán asunto de otras
tantas investigaciones particulares.
Siguese un trabajo análogo sobre la ciudad del mal. Damos á co
nocer su formación, su gobierno, su objeto; su rey, Satanas, reve
lado por sus nombres bíblicos; sus príncipes, que son los demonios,
oon sus cualidades, sus jerarquías, su habitación, su acción sobre el
hombre y sobre las criaturas.
Toda ciudad se divide en dos clases : los gobernantes y los gober
nados. Detrás de los príncipes , vienen los ciudadanos de ambas ciu
dades, los hombres. Los representamos colocados entre dos ejércitos
enemigos que se disputan su posesión, explicando á la vez los ba
luartes de que el Espíritu Santo rodea la ciudad del bien, para impe
dir que el hombre se salga de ella , ó que el demonio penetre.
Conocer las dos ciudades en si mismas y en su existencia metafí
sica no es bastante para nuestra necesidad ; es menester verlas en
acción. De aquí la historia religiosa, social, política y contempora
nea de la una y de la otra. Este cuadro abraza , en sus causas inti
mas, toda la historia de la humanidad. Nosotros no haremos más que
bosquejarlo. Sin embargo, nuestra investigación pone de relieve el
punto capital, es decir, el paralelismo horripilante que existe entro
la ciudad del bien y la ciudad del mal, entre la obra divina para sal
var al hombre y la obra satánica para perderlo. Exponer este parale
lismo, no sólo en su conjunto, sino también en sus rasgos principa
les, nos ha parecido el mejor medio de desenmascarar al Espíritu de
lis tinieblas, y hacer sentir vivamente al mundo actual , incrédulo ó
figero, la presencia permanente y la acción multiforme de su más te
rrible enemigo.
De aquí resulta, evidente como la luz, la obligación perpetua y
perpetuamente imperiosa que tenemos todos, pueblos é individuos,
16 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

de estar en guardia, y, so pena de muerte, permanecer ó volver á


constituirnos bajo el imperio del Espíritu Santo. Esta consecuencia
pone término al primer volumen de la obra y da paso al segundo.

VII.

Para que el hombre y el mundo sientan la necesidad de volverse


á colocar bajo el imperio del Espíritu Santo, es menester, ante todo,
que conozcan á este Divino Espíritu : Ignoti nulla cupido. Un conoci
miento general y puramente filosófico no podría ser bastante. Se ne
cesita una ciencia íntima , circunstanciada, práctica ; y á facilitarla asi
se dirigen nuestros esfuerzos.
Después de haber mostrado la Divinidad del Espíritu Santo, de
haber hablado de su procesión y su misión , y explicado sus atributos,
seguimos su acción especial sobre ambos mundos, el físico y el mo
ral , en el Antiguo Testamento. Este trabajo nos conduce á los tiempos
evangélicos.
Aquí es donde se revela, en toda la magnificencia de su amor, la ter
cera Persona de la adorable Trinidad. Cuatro grandes creaciones suyas
se presentan ante nosotros. La Santísima Virgen, el Verbo encarnado,
la Iglesia, el Cristiano. Estas cuatro obras maestras las estudiamos
con tanto más cuidado, cuanto que ellas son toda la filosofía de la his
toria ; porque resumen todo el misterio de la gracia, esto es, toda la
acción de Dios sobre el mundo.
Este misterio de la gracia, por el cual el hombre se deifica, se
expone en sus admirables pormenores, en cuanto de nosotros ha de
pendido. Explicamos el principio de nuestra generación divina, los
elementos do que se compone, su naturaleza, su encadenamiento, su
desarrollo sucesivo, hasta que el hijo de Adán haya llegado á la me
dida del Verbo encarnado, Hijo de Dios y verdadero Dios. Las Vir
tudes, los Dones, las Beatitudes, los Frutos del Espíritu Santo, todo
el trabajo intimo de la gracia , tan poco estimado en nuestros dias,
porque es muy escasamente conocido, se exponen con toda la exten
INTRODUCCIÓN. 17
sino que es necesaria para el cristiano que quiere instruirse á si mis
mo, y para el sacerdote que 'tiene el cargo de instruir á los demás.
Las Bienaventuranzas del tiempo conducen á la Bienaventuranza
de la eternidad. El hombre, hecho hijo de Dios por el Espirita Santo,
tiene derecho a la herencia de su Padre. Franqueando el umbral de la
eternidad, intentamos levantar una punta del velo que oculta los es
plendores y las delicias de aquel reino, creado por el amor, regido
por el amor, donde todo es, para el cuerpo y para el alma, luz sin
sombra, vida sin limites, es decir, comunicación plena é incesante
del Espíritu Santo á los elegidos , y de los elegidos al Espirita Santo;
flujo y reflujo de un océano de amor, que a los discípulos del Crisma,
alnmni Chrismath, los tendrá como sumergidos en una especie de
tTübriag'uez eternal.
Tantos lienelicios por parte del Espíritu Santo exigen un reconoci
miento proporcionado de parte de los hombres. Hacemos ver como
■■ski agradecimiento se ha manifestado en la serie de los siglos y como
debe manifestarse todavía. Vésele brillar en el cuadro que formamos
del caito del Espíritu Santo, de las fiestas, asociaciones, practicas pú
blicas y privadas, establecidas en honor de, aquel Eterno Bienhechor,
;i quien toda criatura del cielo y de la tierra es deudora de lo que es,
de lo que tiene y de lo que espera : Ñeque enim est ullum omnino
douum absqne Spiritu Sánelo nd cre.atv.ram perveniem.

VIII.

Para salir con nuestro empeño, triplemente difícil, por su natu


raleza , su extensión y la precisión teológica que exige, hemos llamado
en nuestra ayuda, ademas de los Concilios y las constituciones ponti
ficias, á los oráculos de la verdadera ciencia, los Padres de la Iglesia.
Su doctrina sobre el Espirita Santo es tan profunda y abundante, que
. on nada se la puede reemplazar. Añadamos que hoy es tan poco co-
rtocida, que ofrece todo el interés de la novedad.
¿Se trata de precisar las verdades dogmáticas con definiciones ri-
tomo i. á
18 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
gurosas , de dar la última razón de las cosas , ó demostrar el encade
namiento jerárquico que une los elementos de nuestra formación
divina? En estas cuestiones delicadas, Santo Tomás uos ha servido de
maestro. ¡ Ojalá las numerosas citas que de él hemos tomado, le ha
gan conocer más y más, y aceleren el movimiento que hoy dia em
puja a los espíritus serios hacia este foco incomparable de toda ver
dadera ciencia, divina y humana.
¿Woes ya tiempo, preguntaremos á este proposito, devolveren
si de la aberración , que tan funesta ha sido al clero , á los fieles , á la
Iglesia y a la sociedad misma ? Existe un ingenio, único en su géne
ro, á quien la admiración de los siglos apellida el Principe dela Teo
logía, el Ángel de la Escuela , el Doctor Angélico. En una vasta sintesis
abarca este ingenio todas las ciencias teológicas, filosóficas, políticas,
sociales, y las enseña cón claridad y profundidad incomparables.
Bien que por la forma, y aun alguna vez por el fondo, su doctrina
aparezca de cuando en cuando marcada con el sello inevitable de todo
lo humano, es , no obstante , tan segura en su conjunto, que en el
Concilio de Trento sus escritos, por un privilegio desconocido en los
anales de la Iglesia, merecieron, según es tradición, ser colocados al
lado de la misma Biblia. Este gran ingenio es un Santo, a quien el
Vicario de .Jesucristo, al canonizar sus virtudes, dio este solemne tes
timonio : « Cuantos artículos ha escrito Tomás , otros tantos milagros
ha hecho. Él solo ha iluminado á la Iglesia mas que todos los otros
doctores. Es una enciclopedia que vale por todo. En su escuela se
aprovecha mas en un año que en la de los otros doctores durante
toda la vida (1).» En fm , para que nada falte a su gloria, es mi mge-
nio en tal grado sublime, que un heresiarca del siglo xvi no temía
decir : « Quitad á Tomás , y destruiré la Iglesia (2). «

(1) Quot artículos edidit , tot mi rácula fecit.... Ipseplus illuminavit Ec-
clesiam , quam omnes alii doctores.... pace aliorum dixerim, unus divus
Thomas est instar omnium.... In cujus libris plus proficit homo uno anno,
quam in aliorum doctrina tolo tempore vitae suae. (Bula de Juan XXII.)
(2) Tolle Thomam , et Ecclesiam dissipabo.—Por mas que Hay le lo nie
gue , esa expresión es de Buccro.
INTRODUCCIÓN. 19

Asi , se puedo considerar á Santo Tomás , colocando en medio de


Jos siglos , como un receptáculo donde han venido á reunirse todos
los ríos del salier de Oriente y de Occidente, y n la voz como un tamiz
por el cual las aguas de la tradición, limpias de todo lo que no es alta
y pura ciencia, nos llegan frescas y cristalinas, sin haber perdido
nada de su fecundidad.
Pues á este Doctor, á este Santo, tan útil á la Iglesia y tan terrible
par» la herejía , el Renacimiento lo había casi desterrado de los Semi
narios, como desterro de la enseñanza oficial á todos los autores cris
tianos. Hace unos treinta años, ¿qué profesor de teología, de filoso
fía, de derecho social , hablaba de Santo Tomas? ¿Quién conocía sus
obras? ¿Quién las leía? ¿Quién las meditaba? ¿Quién las imprimía?
¿Por quién y por qué se le reemplazaba?
Sin saberlo, pues, se bahía realizado , en parte al menos , el deseo
del heresiarca. ¿Y qué vino á suceder? ¿Dónde esta hoy entre nos
otros la ciencia de la teología , do la filosofía y del derecho público?
¿En qué estado se encuentran la Iglesia y la sociedad ? ¿De qué tem
ple son las armas que se emplean en su defensa ? ¿Cual os la profun
didad , la extensión, la solidez, la virtud nutritiva de la doctrina que
se distribuye á las inteligencias en la mayor parte de las obras mo
dernas , libros, diarios, revistas, conferencias, sermones, catecis
mos? No tenemos que responder. Más grato nos es saludar el movi
miento que se manifiesta de retorno á Santo Tomás. ¡Feliz yo, is
estos pocos renglones, que se le han escapado á lo que hay de más
intimo en el alma, el dolor y el amor, pudieran hacer mas general
y más rápido el mencionado movimiento.

IX.

Espresaremos nuestro último deseo, que es el de ver despertarse


en el clero , y en el pueblo fiel , el ardor apostólico por el Espíritu
Santo. Si es verdad que entre los tiempos actuales y los primeros
siglos del Cristianismo existen algunas relaciones de semejanza, añada
¿o TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.

mos un nuevo rasgo con nuestra devola afición á conocer y nuestra,


fidelidad en invocar á la tercera Persona de la adorable Trinidad, ma
nantial inagotable de luz, de fortaleza y de consuelo.
Que las palabras del Sabio, aplicadas al Espíritu Santo, y que taiK
perfectamente comprendieron nuestros abuelos, sean el estímulo de
nuestros esfuerzos y la regla de nuestra conducta : «Bienaventurado-
el varón que morare en la sabiduría , y el que meditare en su justi
cia , y pensare cuerdamente en la presencia de Dios. El que refle
xiona sobre los caminos de ella en su corazón, y entiende sus arca
nos ; que va en pos de ella como quien sigue el rastro, y se detiene
en sus caminos: el que mira por sus ventanas, y está escuchando en'
sus puertas: el que reposa cerca de su casa , é hincando una estaca en-
sus paredes, asienta al lado de ella su casilla, y en esta casilla ten
drán sus bienes reposo para siempre: pondrá sus hijos á la sombra
de ella, y morará debajo de sus ramas. Á su sombra será defendido-
del calor, y reposará en su gloria : Et in gloria tijm requiescet (1).»

(I) Fe;H., xiv,


TRATADO

DEL

ESPÍRITU SANTO

CAPÍTULO PRIMERO.

El Espíritu rtcl l>lon y ol E-s pí r i t ix dol muí.

•SCH ARio.—Dos Espíritus contrarios dominadores del mundo.—Pruebas de su


existeacta : la fe universal , el dualismo.—La existencia de estos dos Espí
ritus supone la de un mundo superior al nuestro.—Necesidad de demos
trarla.—La negación de lo sobrenatural es la gran herejía de nuestros
tiempos.—Qué sea el mundo sobrenatural.—Pruebas de su existencia: la
religión, la historia, la razón.—Pasajes de M. Guizot.

Dos Espíritus contrarios se disputan el imperio del mundo (1).


La historia no es otra cosa que el relato de la lucha eterna de los
mismos.
Este gran hecho supone :
La existencia de un mundo superior al nuestro;
La división de este mundo en bueno y malo;
La doble influencia del mundo superior sobre la creación inferior.
Cuatro verdades fundamentales, que es menester, ante todo, iwner
fuera de controversia.
Que dos Espíritus contrarios se disputan el imperio del hombre y
de la creación , es un dogma escrito al frente de la teología de todos
los pueblos y de la biografía de cada individuo. La revelación lo en
seña. El paganismo antiguo lo muestra en la adoración universal de
los genios buenos y malos El budismo de la India, de la China y del

(1) Esta expresión, cuyas equivalentes se encuentran casi en cada


pigina del Antiguo y Nuevo Testamento , se explicará en el discurso de esto
mismo capítulo.
22 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
Thibet, el fetiquismo del negro de África, como la sangrienta idola
tría del habitante de la Oceania, continúan suministrando pruebas in
contestables. En el corazón mismo de los pueblos civilizados, no-
menos que en el centro de la barbarie, la experiencia hace sensible
ese dogma en un hecho siempre antiguo y siempre nuevo, el Dua
lismo.
Á menos de negar toda distinción entre la verdad y el error, entre
el bien y el mal, entre matar á su padre y venerarlo, es decir, á
menos de hacer del linaje humano un rebaño de cuadrúpedos, fuerza
es reconocer sobre la tierra la coexistencia y la lucha de lo verdadera
y lo falso , de lo justo y lo injusto, de las acciones buenas y las malas.
Pues este fenómeno es un misterio que no se puede explicar sino por
la existencia de dos Espíritus opuestos entre si, y superiores al
hombre.
Citaremos solo una prueba. Los sacrificios humanos bien puede
decirse que han dado la vuelta al mundo ; y esta es la hora en que
continúan entre todos los pueblos que no adoran al Espíritu del bien,
al Espíritu Santo, tal como la revelación nos le ha dado á conocer.
Pero la idea del sacrificio humano están extraña á la luz de la razón
como contraria a los sentimientos de la naturaleza. Por más que haga,
la razón permanecerá eternamente impotente para encontrar una rela
ción cualquiera entre la inmolación de mi semejante y la expiación de
mi pecado. Lejos de seguir el instinto de la naturaleza, el padre, por
muy degradado que se le suponga, ha gemido siempre y siempre ge
mirá al presentar por si mismo al cuchillo del sacrificador el hijo de
sus entrañas.
Y, sin embargo, el sacrificio del hombre por el hombre , del hijo
por el padre, es un hecho ; luego tiene una causa. Es un hecho uni
versal y permanente ; luego su causa es también permanente y uni
versal. Es un hecho humanamente inexplicable; luego debe atribuirse
á una causa sobrehumana. Es un hecho que se produce donde quiera
que no reina el Espíritu del bien ; luego es inspirado y mandado por
el Espíritu del mal.
Estos dos Espíritus, única explicación posible del dualismo, son
los verdaderos dominadores del mundo. Por supuesto, y nos apresu
ramos a decirlo, que no son iguales entre si. Pretender afirmarlo»
seria caer en el maniqueísmo , error monstruoso que la razón re
chaza y la fe condena. La verdad es que estos dos Espíritus son des
iguales , y con una desigualdad infinita. El uno es Dios , poder eterno ;
el otro es una simple criatura , ser efímero que un soplo divino podría
EL ESPiRITU DEL BIEN7 Y EL ESPÍRITU DEI. MAL. 2:!
aniquilar. Solamente por uno de esos designios de la Sabiduría infa
fible, que serán siempre inapeables para el hombre que se arrastra
sobre la tierra , ha dejado Dios a Satanas el formidable poder de bu har
contra Él , y de tener indecisa la victoria sobre la posesión del linaje
humano. Poco más abajo procuraremos levantar una punta del velo
que cubre este incontestable misterio.
Entre tanto , la existencia de los dos Espíritus contrarios supone
ta de un mundo superior al nuestro. Entendemos por esto un mundo
compuesto de seres más perfectos y poderosos que nosotros, desem
barazados de la materia y puramente espirituales : Dios, los ángeles
buenos y malos en número incalculable, el mundo de las causas y
las leyes, sin el cual el nuestro no existiría ó caminaría al azar cual
nave sin brújula ni piloto ; mundo para que el hombre ha sido criado,
y al cual aspira; mundo que nos rodea por todas partes y con el que
estamos incesantemente en relaciones ; mundo á quien hablamos, que
nos Te, nos oye y obra sobre nosotros y sobre las criaturas materia
les realmente, eficazmente, como el alma obra sobre el cuerpo.
Lejos de ser una quimera la existencia de este mundo superior, es
la primera de las realidades. La religión, la historia y' la razón se
reunen para hacer de ella el articulo fundamental de la fe del linaje
humano. Hoy más que nunca es necesario demostrar esta verdad,
porque la negación de lo sobrenatural es la gran herejía de nuestros
tiempos. No ha mucho que sobre esto llamaba la atención M. (¡uizot,
escribiendo asi : 1 Todos los ataques que se dirigen hoy contra el
Cristianismo, por diferentes que sean en su naturaleza y extensión,
parten de un mismo punto y tienden á un mismo fin , á la negación
de lo sobrenatural en los destinos del hombre y del mundo, á la abo
lición del elemento sobrenatural en la religión cristiana, en su histo
ria y en sus dogmas. »
«Materialistas, panteistas, racionalistas, escépticos, críticos, eru
ditos, los unos en alta voz, los otros ladinamente, todos piensan y
hablan bajo el imperio de esta idea, que el mundo y el hombre, la
naturaleza moral lo mismo que la física, son únicamente gobernadas
por leyes generales, permanentes y necesarias, cuyo curso 110 haya
sido jamás, ni haya de ser nunca suspendido por ninguna voluntad
especial (1). »

(I) L'Eglise el to Sonété chrélienne en 1861 , chap. IV.— En su llamada


r¡í/o df Jftúi. Renan ha dado tristemente la razón A (Jruizot. Renán no es más
que un eco.
TRATADO DEI. ESPÍRITU SANTO.
Nada hay más exacto. Sólo añadiremos que indicar uu mal no es
curarlo. Para buscar el remedio , habría sido necesario decir como es
que, tras diez y ocho siglos de sobrenaturalismo cristiano , la Europa
actual se encuentra poblada de naturalistas de todos los matices, cuya
casta, muy floreciente en el antiguo paganismo, babia desaparecido
desde la predicación del Evangelio M). Sea de ello lo que fuere, las
negaciones individuales se desvanecen anle las afirmaciones genera
les. Ahora bien: el linaje humano ha afirmado siempre la existencia
de un mundo sobrenatural.
Es un hecho que todos los pueblos han tenido su religión : este
hecho es inseparable de la creencia en un mundo sobrenatural. « So
bre cierta especie de fe natural en lo sobrenatural, continua M. Gui-
zot; sobre un instinto innato de lo sobrenatural, se fundan todas las
religiones. En todos los lugares , en todos los climas, en todas las
épocas de la historia, en todos los grados de la civilización, el hom
bre lleva en si mismo el sentimiento, que yo llamaría mejor presen
timiento, de que este mundo que ve, este orden de cosas en cuyo
seno vive, los hechos que se suceden regular y constantemente en
torno suyo, no lo son todo.
«En vano hace todos los días descubrimientos y conquistasen este
vasto conjunto ; en vano observa y comprueba sabiamente las leyes
que lo rigen : su pensamiento no se encierra de modo alguno dentro
de este universo entregado a la ciencia. Este espectáculo no es bas
tante para su alma : ella se lanza mas allá; ella busca, ella entrevé
otra cosa ; ella, para el universo y para si misma, aspiraa otros desti
nos, á otro dueño :

< Mucho más allá del cielu , el Dios del cielo reside , >

ha dicho Voltaire ; y el Dios que esta más alto que los cielos, no es
la naturaleza personificada, es lo sobrenatural eu persona. A Kl es a
quien las religiones se dirigen .; por poner al hombre en relación con
El , es por lo que se fundan. Sin la fe instintiva del hombreen lo so
brenatural, sin su tendencia espontanea 6 indecible hacia lo sobrena
tural, la religión no existiría (á).«
El humano linaje no cree solamente en la existencia aislada de un
mundo sobrenatural ; cree, además, en la acción libre y permanente.

(1) Dicho lo ler.emoj en nuestra obra /.'/ Raatonalismn .


(i) L'SjIiw el ¡a Saciítr ••hrilitnnt tn 1 S0 1 , chap. ¡Y , [iig. 2 1 .
EL ESPÍRITU DEL BIEN Y EL ESPÍKITU DEL MAL. 23
inmediata y real desús habitantes sobre el mundo inferior. La prueba
ifc esta fe constante la encontramos en un hecho no menos patente que
!,i religión misma ; hablamos de la oración. « El hombre es el único
que ora entre todos los seres de la tierra. De lodos los instintos mora-
lis do hay ninguno más natural , ni más universal, ni más invenci
ble qne la oración. A ella se presta el niño con devola docilidad. Á
ella acude el anciano , como a un refugio contra la decadencia y el
ligamiento. La oración brota por sí misma de los tiernos labios que
. penas saben balbucir el nombre de Dios, y de la boca del moribundo
(ue no tiene fuerza ya para pronunciar.
>Eu todos los pueblos, célebres ú oscuros, civilizados ó bárbaros,
>e encuentran á cada paso actos y fórmulas de invocación. Donde
'Itiiera que vivan hombres , en ciertas circunstancias, á ciertas horas,
bajo el imperio de ciertas impresiones del alma, se levantan los
ojos, se juntan las manos , se doblan las rodillas, para implorar ó
liara dar gracias , para adorar ó para aplacar. Con alegría o temblan
do, públicamente o en el secreto del corazón, á la oración es adonde
acude el hombre en último recurso para llenar los vacíos de su alma,
» para soportar la carga de su destino. En la oración es donde busca,
cuando todo le falta, apoyo para su debilidad , consuelo para sus do-
I tres y esperanza para la virtud (1).>
Y no se diga que esta confianza en el poder y la bondad de los se
les sobrenaturales es una quimera. Desde luego quisiera yo que se
me mostrase una quimera que sea universal. Además, no hay quien
desconozca el valor moral ó interior de la oración. Por el mero hecho
ile orar, el alma siente alivio, se repone, se tranquiliza y se fortalece.
Al volverse a Dios , experimenta aquella sensación de recobrar la sa-
iud y el reposo, que se goza en todo el cuerpo cuando de un ambiento
j esado y tormentoso se pasa á una atmosfera pura y serena. Dios viene
m ayuda de los que le imploran, antes y sin que conozcan que los
l ini. Si hay algún hombre que considere como quiméricos estos feli
ces efectos de la oración, porque no los ha probado nunca, á este tal
ii'Ugasele lastima, pero no hay que refutarle.
La oración tiene una forma más elevada que la palabra, y es el
sacrificio. Mas fácil de comprobar, como hecho palpable que es, esta
vgunda forma no es menos universal que la primera. Usado entre
todos los pueblos, en todas las épocas, tojo todas las latitudes, el sa-
rriflcio se ha ofrecido á seres buenos ó malos , pero siempre extraños

(lj L'Egtittel lo Sociétí chrititnne tn 1861, chap. iv, pag. ii.


26 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
al mundo inferior. Jamás la sangro de un toro ha corrido sobre los
altares en honor de un toro, de un ser material , ni siquiera de un
hombre.
El derecho al sacrilicio no ha comenzado para ningún hombre sino
cuando la adulación ha querido ver un genio personificado en él , ya
este genio es á quien se dirigía el sacrificio ; ó bien , cuando la muerte,
retirandole de este mundo inferior, ha hecho de él un habitante del
mundo sobrenatural. Es asi que , según lodo el género humano lo ha
entendido, el sacrificio tiene la misma significación que la oración;
luego, habiéndose ofrecido perpetuamente, es una prueba perpetua de
la fe de la humanidad en la influencia permanente del mundo supe
rior sobre el inferior.
El hombre no se ha contentado nunca con admitir una acción ge
neral é indeterminada de los agentes sobrenaturales sobre el mundo
y sobre si mismo. En cualquier momento de su larga existencia que
os plazca preguntarle, siempre os responderá: Creo en el gobierno
del mundo material por el mundo espiritual, como creo que mi
cuerpo es gobernado por mi alma ; creo que cada parte del mundo
inferior es dirigida por un agente especial del mundo sobrenatural
encargado de conservarla y mantenerla en orden. Creo estas verda
des, como creo en los gobiernos visibles, pálido reflejo de este go
bierno invisible: la autoridad soberana, personificada en sus funcio
narios, está presente encada parte del imperio para protegerla y
hacerla concurrir á la armonía general.
Nadie ignora que los pueblos de la antigüedad pagana, sin nin
guna excepción , admitieron la existencia de héroes y semidioses, á
quien atribuían los hechos maravillosos de su historia, su legislación y
la fundación de sus imperios. Nadie ignora que ellos crc\eron, escri
bieron y cantaron , que cada parte del mundo material está animada
por un espíritu que preside a su existencia y a sus movimientos ; que
este espíritu es un ser sobrenatural , digno de los homenajes del hom
bre y bastante poderoso para hacer de la criatura cuyo cuidado le
está encomendado, un instrumento de bien ó de mal. Esta misma
creencia se conserva todavía hoy en pleno vigor entre todos los pue
blos idolatras de las cinco partes del mundo.
En esta creencia unauime, base de la religión y de la poesia, asi
como de la vida pública y privada del género humano, ¿no habrá
ninguna partecita de verdad ? Nadie que no esté atacado de locura,
se atrevería a sostenerlo. El mundo de los cuerpos es gobernado por
el mundo de los espíritus : tal es, aunque alterado en algunos pun
EL ESPÍRITU DEL BIEN Y EL ESPÍRITU DEL MAL. 27
tos secundarios, el dogma fundamental de que el género humano ha
estado siempre en posesión.
¿Queremos conocerlo en toda su pureza? Repasemos los divinos
orarulos. En la primera pagina del Antiguo Testamento vemos al Es
píritu del mal hacerse sensible bajo la forma de la serpiente, y que
este seductor sobrenatural ejerce sobre el hombre y sobre el mundo
nn dominio que no ha perdido jamás. Vemos también, por otra parte,
a los Espíritus del bien gobernar al pueblo de Dios, como los minis
tros de un rey gobiernan la nación.
Desde Abrabam, padre del pueblo escogido, hasta los Macabeos,
últimos campeones de su independencia, todos los hombres de la
Biblia son dirigidos, socorridos, protegidos por agentes sobrenatura
les, cuya influencia determina los grandes acontecimientos consigna
dos en la historia de este pueblo, tipo de todos los otros. El pueblo-
cristiano, sucesor, ó, diremos mejor, desarrollo del judaico, nos ofrece
idéntico espectáculo. Y si las sociedades mas perfectas de todas lian
esLado siempre y estáu todavía bajo la dirección del mundo angélico,
con mayor razón las menos perfectas se encuentran, a causa de su
misma inferioridad, sometidas al mismo gobierno.
Cnanto a las criaturas puramente materiales, oigamos el testimo
nio de los más grandes ingenios que han iluminado al mundo. « Los
ángeles, dice Orígenes, presiden á todas las cosas, á la tierra, al
agua, al aire, al fuego, es decir, á los principales elementos, y si
guiendo este orden, llegan á todos los animales, a todos los gérmenes
y hasta á los astros del firmamento (1).» San Agustín no es menos
explícito : < En este mundo, dice, cada criatura visible ha sido con
fiada á una potencia angélica, según el testimonio muchas veces re
petido de las Santas Escrituras (2). i Del mismo modo hablan San
Jerunimo, San Gregorio Nazianceno y los órganos mas auténticos de
la fe del linaje humano regenerado.
De esta fe universal, invencible, la verdadera filosofía da dos
razones Iierentorias : la armonía del universo y la naturaleza dela
materia.

(O Omnibus 'ebas angelí praeaident , tatn terrae ct aquae, quam arei


etigm, id est praecipuís elementis. ct hoc ordine perveniunt ad omnia ani
maba , H'l omne germen , ad ip*a quoquo astra coeli. (tfomií. vin , in Jrmn.)
(2) Unaquaeque res visibilia in hoc mundo bal et angelicam potestatem
sibi praepositam, aicut aliquot locis Scriptura divina teatatur. {Lili. De Jh-er-
tle , quaest. lxxxiii-lxxix, nura. I.)
28 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
La armonía del universo. En la naturaleza no hay salios: Na
tura non facit saltum. Todas las criaturas visibles á nuestros ojos,
están sobrepuestas, encajonadas, encadenadas unas con oirás por me
dio de lazos misteriosos, cuyo sucesivo descubrimiento constituye los
triunfos de la ciencia. De grado en grado todas vienen á parar en el
hombre. El hombre, compuesto de espíritu y de materia , es la sol
dadura dedos mundos. Si por su cuerpo ocupa el primer grado de
la escala de los seres materiales , por su alma esta en el último de la
escala de los espirituales. Y la razón es, que la perfección de los seres,
por consiguiente , su superioridad jerárquica , se calcula por su
semejanza más ó menos completa con Dios , el ser de los seres, el es
píritu increado , la perfección por excelencia.
Ahora bien: la criatura puramente material es menos perfecta que
la que al mismo tiempo es espiritual y material. Ésta , á su vez , es
menos perfecta que la puramente espiritual. Y puesto que no hay
salto en la obra del Criador , encima de los seres puramente materia
les están los mixtos ; sobre los mixtos, los puramente espirituales;
más alto que el hombre, los ángeles. Estas criaturas brillantes, espí
ritus puros , ordenadas jerárquicamente , continúan la larga cadena
de los seres, y son , respecto del hombre, lo que éste respecto de las
criaturas puramente materiales ó inferiores á él : los espíritus unen
al hombre a Dios , como el hombre une la materia al espíritu (1).
Todo esto esta fundado sobre dos grandes leyes , que la razón no
podría contradecir sin caer en el absurdo. La primera es que toda
creación , como proveniente de Dios , tiende incesantemente a elevarse
a Dios , porque lodo ser gravita hacia su centro. La segunda es que
los seres inferiores no pueden remontarse hasta Dios sino por el inter
medio de los seres superiores (4). Mas, ya lo hemos visto, el ser
puramente material , siendo por su misma naturaleza inferior al ser
mixto , sólo por el intermedio de éste puede volver á Dios. Á su vez

(1) La perfección del universo exigfa esta gradación de los seres, según
lo observa Santo Tomás: «Nece sse est ponero aliquas creaturas incorpóreas.
Id enim quod praecipue iti rebus creatis Deus intendit, est bonum quod
consistit in assimilatione ad Deum. Perfecta aulem assimilatio effectui ad
causam attenditur , quando effectus imitatur causam secundum illud per quod
causa producit efíectum ; sicut calidum facit calidum. Deus autem creaturam
producit per intellectum et voluntatem. Unde ad perfectionsm universi re-
quiritur quod sint aliquae creaturae intellectuales. » (1. p. q. 50. art. 1.)
(2) Ordo estdivinitus institutus in rebus, secundum Dionysium , ut per
media ultima reducantur ad Deum. {S. Th., dist. xlv. q. nt, art. 9.)
EL ESPIRITU DEL BIEN Y EL ESPÍMTU DEL MAL.
el ser mixto , siendo naturalmente inferior al espíritu puro, solo por
medio de éste puede unirse á Dios. La teología católica formula, pues,
ud axioma de alta filosofía cuando dice: «Todos los seres corpóreos
*m gobernados y mantenidos en el orden por los seres espirituales,
y las criaturas visibles por las invisibles
La naturaleza de la MATEMA. Que la materia es inerte por
su propia naturaleza, nadie lo puede negar. «Sin embargo, dice Santo
Tomás, por todas partes vemos la materia en movimiento. El movi
miento no puede serle comunicado sino por seres naturalmente acti
vos. Estos seres son , y no pueden menos de ser , las potencias espi
rituales, que, subordinadas unas á otras, llegan á los angeles y a Dios
mismo , principio de todo movimiento. De aquí estas palabras de San
Agustín : Todos los cuerpos son regidos por un espíritu de vida, dotado
de inteligencia ; y estas otras de San Gregorio : En este mundo visible
nada puede ser puesto en orden ni en movimiento sino por una cria
tura invisible. Por lo tanto, el mundo corpóreo , todo entero, está
hecbo para ser regido por el mundo de los espíritus (2).»
Á esta prueba , tomada del movimiento de la materia , se agrega
un hecho , « que merece , dice todavía M. Guizot , toda la atención
de los adversarios de lo sobrenatural. Está reconocido y certificado
por la ciencia , que nuestro globo es anterior al hombre. ¿Por qué
arte y por medio de qué potencia comenzó el género humano sobre la
tierra? Su origen no admite más que dos explicaciones : ó ha sido
efecto del trabajo propio é intimo de las fuerzas naturales de la mate
ria, ó bien ha sido hechura de un poder sobrenatural, exterior y
superior á la materia. La creación espontanea ó la creación libre : para
la aparición del hombre sobre la tierra , se necesita una de estas dos
causas.

(1) Cum , secundum Augustinum (lib. III De Trinil., et S. Th., part. i.,
quaest. ex, art. 8),omnia corpora regantur et disponantur per spiritum et
creaturam invisibilem, et natura angélica >it nobilior corpórea, necees* est
angelos habere praesiden tiam super ea. (Ci^íer, cap. m , § 2, v. 9.)
(2) Omnia corpora reguntur per spiritum vitae rationalem (Di Trinil.,
Ub. m, cap. iv). In hoc mundü visibili nihil niei per creaturam invisibi
lem disponi potest. (Dialog. iv , cap. v. (Et ideo natura corporalis nata est
moveri immediate a natura spirituali secundum locum (part. i , quaest. ex,
art. t, 2, 3).— Hay, pues, tantas almas como vidas: vida y alma vegetati
vas; vida y alma sensitivas ; vida y airea intelectivas. Inútil es decir que
las dos primeras aireas no son de la misma naturaleza que la nuestra , lo
mismo que la vida de que pon principio.
30 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
«Pero admitiendo , lo que por mi parte no admito de modo algu
no , las generaciones espontaneas, este modo de producción no podría,
no habría jamas podido producir más que seres niños, como do pri
mera hora y en el primer estado de la vida naciente. Nadie ha dicho
nunca, yo asi lo creo, y nadie dirá jamas, que por virtud de una
'generación espontánea , el hombre, es decir, el hombre y la mujer, la
pareja humana , hayan podido salir , ó que salieron un día , del seno
de la materia del todo formados y ya crecidos, en plena posesión de
su talla , de su fuerza y de todas sus facultades, como el paganismo
griego hizo salir del cerebro de Júpiter a Minerva.
»Y, sin embargo , únicamente bajo esta condición , al aparecer el
hombre por vez primera sobre la tierra , habría podido vivir en ella
y perpetuarse y fundar el linaje humano. 'Figuraos al primer hom
bre naciendo en el estado de la primera infancia , vivo , pero inerte,
sin inteligencia , impotente, incapaz de bastarse á si mismo ni por un
momento , bamboleándose y gimiendo , sin madre que le escuche y le
alimente. Ese es, pues , el único primer hombre que la generación
espontánea pudiera dar de si.
«Evidentemente el otro origen del género humano es el único
admisible, el sólo posible. Solo e¡ hecho sobrenatural de la creación
explica la aparición del hombre en el mundo.... Y los racionalistas se
ven precisados a detenerse ante la cuna sobrenatural de la humani
dad, impotentes como son para hacer salir de allí al hombre sin la
mano de Dios (1). »
En resumen : preguntado acerca del mundo sobrenatural , el gé
nero humano responde con tres actos de fe :
Creo y he creído siempre en la existencia de un mundo superior.
Creo y he creído siempre en el gobierno del mundo inferior , no'
por leyes inmutables , sino por la acción libre de agentes superiores.
Creo y he creído siempre que en ciertos casos Dios interviene,
por si mismo ó por sus agentes, de una manera excepcional , en el
gobierno del mundo inferior: esto es, que suspende ó modifica las
leyes de que es autor , y que hace milagros.
Creo yo en particular (añade el mundo moderno , la flor del linaje
humano), que soy hijo del milagro. Mi existencia toda entera des
cansa sobre la fe en la resurrección de un muerto , y mi civilización
tiene por base un sepulcro.
Para tildar de error estafe constante, universal, invencible, es

(1) L'Eglise el la Socicté rhrétiennt en 1 861 , chap. iv, pag. 26.


EL ESPÍRITU DEL BIEN T EL ESPÍMTC DEL MAL.
menester probar que el género humano , desde su origen hasta nues
tros dias, ha sido victima de una triple locura. La locura de haber
creído en la existencia de un mundo sobrenatural ; la locura de haber
creído en la influencia de los seres superiores sobre los inferiores; la
locura de haber creído que el Legislador supremo es libre para mo
dificar sus leyes ó suspender su curso.
Cuando el que niega el orden sobrenatural haya cumplido religio
samente estos tres actos de piedad filial , convenciendo en toda regla
al linaje humano de que ha estado siempre atacado de demencia,
todavía le falta una cuarta demostración : el negador de lo sobrenatu
ral debe, ante todo, probar bien que él no está loco.
capítulo n.

División <iel murado sobrenatural.

Sumario —Certidumbre d« esta división: el dualismo universal y perma


nente.—Causo de esta división : un acto culpable.—Origen historico del
nial.—Explicación del pasaje de San Juan: Hv.bo en el cielo un gran com
bate, etc.—Naturaleza de este combate.— Grandeza del mismo.— En qué
cielo tuvo lugnr.—Dos ordenes «le verdades, las naturales y bs sobrena
turales.—Los ángeles conocen naturalmente las primeras con certidum
bre.— La prueba tuvo por objeto una verdad del orden sobrenatural.—
Caída de los ándeles.

Acabamos do ver que el mundo superior, el mundo de kis inteli


gencias puras , gobierna necesariamente al hombre y al mundo infe
rior. De aqui resulta lógicamente que el Rey del mundo superior es el
verdadero Rey de todas las cosas. Ángeles, hombres, fuerzas de la
naturaleza , todas estas cosas no son más que agentes suyos. Todo de
pende de Él : Él solo no depende de nadie. Siendo asi, parece que en
el universo todo deberi i ser paz y unidad. Pero otra es la realidad : el
dualismo lo llena todo.
Pero el dualismo no existe en el mundo inferior , sino porque lo
hay en el superior ; no existe en el mundo de los hechos, sino por
que lo hay en el mundo de las causas. La división, pues, y la guerra
estallaron en el cielo antes de descender á la tierra. Tan profundas,
encarnizadas, universales, permanentes como son éntrelos hombres,
asi lo són entre los angeles. En una palabra : el mundo sobrenatural
dividido en bueno y malo; he aqui la segunda verdad fundamental
que debemos poner en claro.
Siendo Dios la bondad por esencia, todo lo que sale de sus manos
no puede ser sino bueno (1). Supuesto que una parte delos habitante

(1) Deus chantas est. (¡ Joan. , iv, —Vidit Deus cuneta quae fecerat.
eterantvaldc bona. (Gen., i, 31.)
DIVISION DEL MUNDO SOBRENATURAL. 33
del mondo superior son malos y que no lo son por naturaleza , infié
rese que lo son porque se han vuelto. Xadie se hace malo sino por
culpa suya. Toda culpa supone el libre albedrío. Los ángeles malos
han sido, pues, libres y han ahusado de su libertad. Mas, ¿cual fué
ti prueba en que volunlariamente caserón ? Si la existencia deesa
prueba se averigua por la razón, solo la revelación puede explicar su
uaturaleza. So pena, pues, de eterno desvario, hay que preguntár
selo al mismo Dios , autor de la prueba \ testigo de sus resultados.
He aqui lo que el Anciano de los dias dijo a su más intimo confi
dente : Hubo un gran combate en el cielo ; Miguel ij sus úngeles comba
ban contra el dragón ; y el dragón combatía y tu» ángeles junto con
f'i(l). Estas pocas palabras encierran en si grandes tesoros de luz. Ahí,
v sedo ahí, se encuentra el origen histórico del mal. Fuera de eso, todo
es incertidumbre , contradicciones , tinieblas, andar a tientas eterna
mente. Como hemos puesto la mano en el gran problema del mundo,
detengámonos en cada una de las palabras del oráculo divino.
¿Qué combate es este praelium ? Siendo los angeles espíritus pu
ros, este combate no fué una lucha material , corno la de los Titanes
de la mitología, ni una batalla semejante a las que se libran sobre la
tierra, donde los combatientes mutuamente se disparan proyectiles
desde lejos, use agarran cuerpo á cuerpo, \ unos á otros se derri
ten por tierra y se pisotean. Un combate de ángeles es puramente
intelectual, como los seres que en él loman parte: no es mas que
oposición entre espíritus puros, de los que unos dicen si a alguna ver
dad , y los otros dicen no.
Fué un gran combate, praelium mugnum. ,Grande, efectivamente,
desde cualquier punto de vista que se le considere. Grande por el
número y el poder de los combatientes ; grande porque fué el princi
pio de todos los otros ; grande por sus resultados inmensos , eternos;
grande por ia verdad que lo motivó. Para dividir el cielo en dos cam
pos irreconciliables, para arrastrar al abismo á la tercera parte délos
¿ngeles y asegurar por siempre jamás la felicidad de los otros, preciso
es que la verdad que se litigaba fuese un dogma fundamental (2).
¿Cual puede ser la naturaleza de esta verdad, propuesta como
prueba á la adoración de las jerarquías celestiales? Para los ángeles,
H) Et factum est praelium magnum in cuelo ; Michael et angelí ejus
praeliabantnr enm Dracone; et Draco pngnabat, et angelí ejus. (Ápoc. ,
ta, 7.)
(2) Et canda ejus trahebat tertiam partera -tellarum coeli, et misa eo»
■»t«rram. (Apoc, m, 4.)
TOMO f. 3
34 TRATADO DKL ESPIRITU SANTO.
igual que para los hombres, hay dos clases de verdades : las del orden
natural \ las del sobrenatural. Las primeras no superan las facultades
naturales del ángel, ni del hombre ; las segundas, si. Expliquemos
este punto de doctrina.
Todos los seres, como hechuras de un Dios infinitamente bueno,
han sido criados para la felicidad. La felicidad de un ser consiste en
conseguir el fin para que ha sido criado. Habiendo sido criados lodos
los seres por Dios y para Dios, su felicidad consiste en su unión con
Dios. Si se trata de seres inteligentes, hechos para conocer y amar,
esta anión se verifica por medio del conocimiento y del amor. Este
conocimiento y este amor, desarrollados tanto como lo permiten las
fuerzas de la naturaleza , constituyen la felicidad natural de la criatura.
Mas Dios no se ha contentado con esto. Á fin de procurar á los
seres dotados de inteligencia una felicidad infinitamente mayor, su
bondad, esencialmente comunicativa, ha querido que los ángeles y
los hombres se uniesen al Bien supremo por un conocimiento mucho
más claro y por un amor mucho mas íntimo del que la felicidad natu
ral exige : de aquí la felicidad sobrenatural.
De aquí nacen también dos clases de conocimiento de Dios ó de la
verdad : uno natural, que consiste en ver a Dios en la medida que
la criatura es capaz de verle por sus propias fuerzas ; otro sobrenatu
ral, que consiste en ver á Dios de una manera superior á las fuerzas
de la naturaleza é infinitamente mas clara que la primera. Este se
gundo conocimiento es un favor enteramente gratuito. Los ángeles y
los hombres, como seres libres, para asegurarse su posesión, delieu
cumplir las condiciones bajo que Dios lo ha prometido.
De ahí nacen, en fin, como acaba de decirse, relativamente a loss
angeles y á los hombres, dos clases de verdades, las del orden natu
ral y las del sobrenatural. Los ángeles conocen perfectamente, com
pletamente, en sus principios y en sus últimas consecuencias, en su
conjunto y en sus detalles, todas las verdades del orden natural ; esto
es, las que entran en la esfera nativa de su inteligencia. Dentro de
esta esfera, no hay para ellos error, ni duda, ni por consiguiente
contradicción posible (i). ¿De dónde les viene tan admirable prero-

(i) Angelus intelligendo quidditatem alicujus rei , simul intelligit quid-


quid ei attribui potest , vel removeri ab ea.... per se non poteat esae falsitas.
aut error, autdeceptio in intellectu alicujus angelí.... Nescientia autetn est
in angelis non respectu natural ium cognoscibilium , sed supernaturaüum.
i S. Th., i p. q. lviii, art. 4; id., art. í¡; id., q. lviii, art. 2; írf., q. lviii,
articulo 5.)
DIVISIÓN DEL MUNDO SOBRENATURAL. ;sr,
pm:' De la excelencia misma de su naturaleza. Expliquemos mas
este punió de alta filosofía , tan sabido de la barbarie de la Edad Me
dia, y tan ignorado de nuestro siglo de las luces.
El ángel es una inteligencia pura : su entendimiento está siempre
ai acto : jamás en potencia : es decir, que el ángel no tiene solamente,
ff/mo el hombre, la facultad ó posibilidad de conocer ; siempre esta
actualmente conociendo. Oigamos á esos grandes filósofos, siempre
antiguos y siempre modernos, que se llaman los Padres de la Iglesia
y los teólogos escolásticos. « Los ángeles, dicen ellos, para conocer, no
tienen necesidad ni de investigar, ni de raciocinar, ni de componer,
ni de dividir : ellos se miran, y ven. Y la razón es, que desde el
primer instante de su creación han tenido todos la perfección natural,
yposeido las especies inteligibles, ósea representaciones de las cosas,
l«'rlectamente luminosas, por medio de las cuales ven todas las ver
dades que pueden naturalmente conocer. Su entendimiento es como
mi espejo perfectamente puro, en el que se reflejan y se imprimen sin
sombra, sin aumento, ni diminución, los rayos del sol de la verdad.
■ No asi el entendimiento del hombre. Es un espejo imperfecto, sal
picado de manchas más ó menos espesas, mas ó menos numerosas,
i|iie no desaparecen sino en parte , y esto por el esfuerzo lal>orioso é
incesantemente renovado del estudio y del raciocinio. La razón de esto
fique el alma humana, estando unida al cuerpo, debe recibir suce
sivamente de las cosas sensibles, y por medio de las cosas sensibles,
una parte de las especies inteligibles , mediante las cuales conoce la
verdad. Por esto mismo el alma esta unida al cuerpo (i). »
Supuesto que, desde el instante de su creación, los ángeles cono
cieron perfectamente todas las verdades del orden natural, la prueba
que fueron sometidos tuvo necesariamente por objeto alguna verdad
del orden sobrenatural. Estas verdades, inaccesibles á las fuerzas na ■
liras de su entendimiento, no las conocen los ángeles más que por
delación. « En los ángeles, dice Santo Tomás, hay dos clases de
''onorimiento : el uno natural , con el que conocen las cosas, sea por
su esencia, sea por las especies innatas. En virtud de este conoci
miento , no pueden alcanzar á los misterios de la gracia ; por cuanto

(I) Angelus semper est actu intelligens , non quandoque actu et quan-
doque potentia, sicut noa. (S. Th., i p., q. l, art. i , et q. lit, art. 4 ; id., q.
«,»rt. i; id., q. lviii, art. i ; id., q. lxxxvii, art. 1.1— Angelí non con-
■iregant divinara cognitionem a rebus divisibilibus aut a sensibilibus. (S.
Oiobji., de Dnin. non., cap. vn , 88.—Id., Vigier, Instituí. , etc., cap. n, § 3;
rt«p m, § 2. )
36 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
éstos dependen de la pura voluntad de Dios. El otro es el conoci
miento sobrenatural que los beatifica, y en cuya virtud ven al Verbo
y en el Verbo todas las cosas. Por esta visión conocen los misterios
de la gracia, no todos, ni en igual grado, sino según á Dios place
revelárselos (1). »
Y el combate tuvo lugar en el cielo , in coelo. ¿Qué cielo es ese? Hay
tres cielos, ó tres esferas de verdades : el cielQ de las verdades natura
les, el de la visión beatifica y el de la fe, medio entre los dos primeros.
Acabamos de ver que desde el primer instante de su creación
conocían los ángeles perfectamente, en su conjunto y en sus últimas
consecuencias, todas las verdades del orden natural. Este conoci
miento constituye su gloria ; en él consiste su inmensa superioridad
sobre el hombre. Asi , ningún interés podia moverles a protestar con
tra ninguna de estas verdades. No tenían siquiera posibilidad de ha
cerlo, porque todo ser repugna invenciblemente su propia destruc
ción. Siendo las verdades del orden natural connaturales a los
angeles , protestar contra ellas habría sido protestar contra su mismo
ser; negarlas, habría sido una especie de suicidio. El combate, pues,
no tuvo lugar en el cielo de las verdades naturales.
Tampoco el cielo de la visión beatifica fué el teatro de aquel com
bate. Este cielo, recompensa de la prueba, es la mansión eterna de la
paz. Allí todas las inteligencias, angélicas y humanas, colocadas
frente á frente de la verdad, que contemplan sin velos, confirmadas
en gracia, unidas en caridad y consumadas en la gloria, viven la mis
ma vida, sin oposiciones , ni divisiones, ni rivalidades posibles.
¿Cuál fué, pues, el cielo del combate? Evidentemente el lugar o
el estado en que los ángeles, lo mismo que el hombre, debían sufrir
una prueba para merecer la gloria. ¿En qué consistía la prueba ?
Evidentemente también en admitir algún desconocido misterio del
orden sobrenatural. Su admisión, para que fuera meritoria, debiade
ser costosa (i difícil. Su objeto, pues, fué algún misterio que á los
ojos de los angeles parecía chocar con su razón , derogar su exce
lencia y menoscabar su gloria.
Admitir humildemente este misterio bajo la fe de la palabra de
Dios ; adorarlo no obstante su oscuridad y las repugnancias que en su
naturaleza sentían, á fm de verlo después de haberlo creído, tai era la
prueba de los ángeles. En este acto de sumisión, aquellas sublimes
inteligencias, inclinando ante el Altísimo sus radiantes frentes, ve-

(1) I p., q. tvn, art. 5, corp.


DIVISIÓN DEL MUNDO SOBRENATURAL. 37
nian a decirle : i Nosotros uo somos mas que criaturas tuyas. Tú sólo
eres el ser de los seres. Tu ciencia es infinita ; no asi la nuestra , por
grande que sea. Tu caridad es igual a tu sabiduría. Abrazamos con
la plenitud del amor el misterio que has tenido la dignación de reve
larnos, i En los consejos de Dios, este acto de adoración, que com
prende el amor y la le, era decisivo para los ángeles, como otro
semejante lo fué para Adán , y lo es para cada uno de nosotros : Todo
ti que no crea , se condenará (1).
i Y Miguel y sus ángeles combatían contra el dragón : Miehael el
angelí ejus praeliabantur cum dracone. Apenas se había propuesto el
dogma que debían creer, cuando uno de los más brillantes arcánge
les, Lucifer , lanzó el grito de rebeldía. « ¡ Protesto ! ¡ Se nos quiere
humillar ; yo me elevaré ! Se quiere abajar mi trono ; yo lo colocaré
encima de los astros. Yo me sentaré sobre el monte de la alianza, á
los flancos del Aquilón. Yo, y nadie más, seré semejante al Altísi
mo (2). i Una parte de los ángeles repite al punto : «¡Prótestamos (3)!»
»Al oír estas palabras, otro arcángel , no menos brillante que Luz
bel , exclama : » ¿Quién como Dios? ¿Quién puede resistirse á creer
y adorar lo que El propone á la fe y adoración de sus criaturas? ¡Creo
y adoro (4) ! » Entonces la muchedumbre de las jerarquías celestiales
repite : 1 ¡ Creemos y adoramos ! »
«Lucifer y sus secuaces, tan pronto castigados como culpables,
invertidos en horribles demonios, son precipitados en las profundi
dades del infierno que su orgullo acababa de abrir (o). »
¡Terrible severidad de la justicia de Dios! ¿ Cual es la causa , de
-donde proviene que haya habido misericordia para el hombre y no
para el ángel? La razón esta en la superioridad de su na turaleza. Los
Miigeles no pueden convertirse , y los hombres si. « Es artículo de fe
católica , dice Santo Tomás, que la voluntad de los angeles buenos
está confirmada en el bien , y la de los malos obstinada en el mal. La

(!) Qui vero non crediderit, condemnabitur. (Uarc, xvi, 16.)


(2} Conscendam, super astra Dei exaltabo solium meum , aedebo in
monte testamenti , in lateribus Aquilonis...., simüis ero Altissimo. (!t., xiv,
13, 14.)
(3) Tal e» el primer origen del Protestantismo. En este sentido, bien
puede alegar antigüedad.
(4) QnisutDen»?
(5) Simul fuit peccatum angelí , persuasio et consensos ; sicut eat accen-
«M candela* , illuminatio aérie et visio, quae omnia sunt instantánea. (S. Th.,
in Sentent. , lib. n , dist. 6 , art. 2.—// Pelr., u, 4.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Causa de esta obstinación está , no en la gravedad de la falta, sino en
la condición de la naturaleza. Entre la aprehensión del ángel y la del
hombre media esta diferencia : que el ángel aprehende inmutable
mente por su entendimiento, como se verifica en nosotros respecto de
los principios primarios que conocemos. El hombre, al contrario, por
la razón aprehende la verdad de una manera variable , yendo de un
punto á otro, y hasta pudiendo pasarse del si al no. De donde se sigue
que su voluntad no se adhiere á las cosas sino de un modo variable,
toda vez que hasta conserva el poder de dejarlas é irse á las contra
rias : al revés de lo que sucede con la voluntad angélica ; ésta
adhiere fija é inmutablemente (1).
Conocemos ya la existencia, el lugar y el resultado de la prueba
de los ángeles; pero, ¿cual fué su naturaleza? En otros términos:
¿Cuál es precisamente el dogma cuya revelación vino á ser la piedra
en que tropezaron una parte de las inteligencias celestiales ? El exa
men de esta cuestión será el asunto de los capítulos siguientes.

(1) Part. i, q. lxiv, art. 2, Corp.; et I. 2., q. lxxzv, art. S, ad 3.


capítulo m.

Dogma que dio lugar A la división del mundo


sobrenatural.

Sumario.—La Encarnación del Verbo , causa de la caida de los ángeles.—


Pruebas : enseñanza de los teólogos.—Santo Tomás.—Vigier.- Suárez.—
Catharino.

El dogma de la Encarnación , decretado desde toda la eternidad,


lué en su hora propuesto á la adoración de los angeles. Los unos acep
taron humildemente la superioridad que establecía a favor del hom
bre ; los otros , rebelándose por la preferencia concedida á la natura
leza humana, protestaron contra el divino consejo. Tal es el pensa
miento de gran número de doctores ilustres , y bajo todo aspecto
merece la atención del teólogo y del filósofo. El primero .encuentra ahí
la sólución de las mas altas cuestionesde la ciencia divina. Al segundo
le explica , cón la única explicación posible , el carácter intimo de la
eterna lucha entre el bien y el mal. Tres proposiciones incontestables
nos parece ademas que prueban la exactitud de esa opinión. Deberá
decirse que el misterio de la Encarnación fué la prueba de los ánge
les : si, 1.°, ellos tuvieron conocimiento de este misterio ; si, 2.°, este
misterio era a propósito para lastimar su orgullo y excitar sus celos
si, 3.°, el Verbo encarnado es el único objeto del odio de Satanás y de
sus angeles.
Escuchemos á los doctores que establecen estas tres verdades.
i Todos los ángeles, dice Santo Tomás, conocieron de algún modo,
desde el principio de su existencia , el misterio del reino de Dios,
realizado por Cristo; pero sobre todo , desde el momento en que fue
ron beatificados por la visión del Verbo ; visión que los demonios

4
40 TU ATA DO DEL ESPÍRITU SANTO.
jamás tuvieron , porque fué la recompensa de la fe de los ángeles
buenos (1).»
Que todos los ángeles , sin excepción , hayan tenido desde el pri
mer instante de su creación algún conocimiento del Verbo eterno , se
comprende por la razón. El Verbo es el sol de verdad que ilumina á
toda inteligencia que sale de la noche Üe la nada ; no hay más sol que
Él. Pues bien : los ángeles, espejos de rara perfección , no pudieron
menos de reflejar algunos rayos de este divino sol, del cual ellos eran
las imágenes más perfectas. Pero por más que ellos tuvieran con
ciencia de si mismos y de las verdades que poseían , esos rayos esta
ban todavía velados y debían estarlo.
Criados en estado de gracia, los ángeles no gozaron desde su ori
gen de la visión beatifica. No conocieron , pues, sino imperfectamente
el reino de Dios por el Verbo. Que este Verbo adorable , por quien
todo ha sido hecho , sería el lazo de unión entre lo finito y lo infinito,
entre el Criador y la creación toda entera , y que asi establecería glo
riosamente el reino de Dios sobre todas sus obras ; tales fueron los
conocimientos rudimentarios de los espíritus angélicos. Era , en ger
men, el misterio de la Encarnación, ó déla unión hipostálica del
Verbo con la criatura ; poro nada más (2).
Explicando las palabras del Maestro , dice un sabio discípulo de
Santo Tomas : « Los angeles tienen un doble conocimiento del Verbo,
uno natural y otro sobrenatural.
«Conocimiento natural , mediante el cual conocen al Verbo en la
imagen del mismo que brilla en la naturaleza de ellos . Este primer
conocimiento, iluminado por la luz de la gracia y referido á la gloria
de Dios y del Verbo, constituía la bienaventuranza natural en que
fueron criados. Sin embargo, no eran todavía perfectamente felices,
como capaces de mayor perfección y que podían perderla, lo que en
efecto aconteció á gran número de ellos.
« Conocimiento sobrenatural ó gratuito, en virtud del cual los án
geles conocían al Verbo por esencia y no por imagen. Este no les fué

(1) Mysterium regui Dei , quod est impletum per Christum, oraase qui-
dem angelí a principia aliquo modo cognovernnt; sed máxime ex quo bea-
tificati sunt visione Verbi, quam daemones nunquam babuerunt. (P. i,q. lxiv,
art. t, ad 4.)
(2) Otro tanto hay que decir de Adán, y por las mismas razones. (S. Th.,
q. 2 , art. 7.)
DOGMA QUE DIO LUGAR Á LA DIVISIÓN DEL MUNDO SOBRENAT. 41
concedido en el primer instante de su creación, sino en el segundo,
después de una elección libre por parte de ellos (1). »
Oigamos ahora á Suárez, por cuya I»ca , dice Bossuet, habla toda
la escuela : » Debe tenerse por muy probable la sentencia que cree
que el pecado de orgullo, cometido por Lucifer, fué el deseo de la
unión hipostática : lo que le hizo desde el principio enemigo mortal
de Jesucristo. He dicho que esta opinión es muy verosimil, y sigo
diciéndolo. Hemos probado que todos los ángeles en su estado de
prueba tuvieron revelación del misterio de la unión hipostática que
debía verificarse en la naturaleza humana. Es, pues, del todo creíble
que Lucifer encontraría ahí la ocasión de su pecado y ruina (2).»
Una de las glorias del Concilio de Trento, Catharino, sostiene alta
mente la misma opinión. Entre otros comentarios, explica en esta
forma el texto de San Pablo : Y cuando otra vez introduce al Primo
génito en el mundo, dice : Adórenle todos sus ángeles (3). i ¿Por qué
esta palabra de nuevo, otra vez? Por cuanto el Padre Eterno había ya
introducido una vez a su Hijo en el mundo, cuando desde el principio
lo propuso a la adoración de los ángeles y les revelo el misterio de la
Encarnación. Porsegunda vez lo introdujo cuando lo envió á la tierra,
para que se encarnara de hecho. Pues en aquella primera introduc
ción ó revelación, Lucifer y sus ángeles rehusaron á Jesucristo su
adoración y obediencia. Este fué su pecado.

(1) Angelí duplicem habent cognitionem Verbi , unam naturalem el


aliam gloriae. Naturalem quidem, qua cognoscunt Verbum per ejus simi-
litudinem in eorum natura relucentem , in qua etiam relucent omnes crea-
tDrae inferiores. Ec talis cognitio lumine gratiae illustrata et ad Verbum
me id laudem Dei relata, dicitur matutina ¡mperfecte.... la illa cogaitione
r.aturali Verbi ... consistebat eorum beatitudo naturalis, in qua creati sunt....
perbanc tamen non erant beati simplicíter , cum essent majoris perfectionis
• capaces, et ab illa possent de(icere,sicut quidam illorum defeoerunt. ... Aliam
'ero habent Verbi cognitionem , qnae dicitur gloriae , qua cognoscunt Ver
bum per essentiam , et non per similitudinem . et haec dicitur m ítutina per-
(kle , clarissima. Et hane non habuerunt in primo inBtanti, sed in secundo
postliberam electionem. (Vigkr, cap. m, § 2 vers. 2 )
(i) Valde probabílis est sententia credens Luciferum de facto peccasse
per superbiam. appetendo unionem hypostatícam, et a principio adversarium
Christi fuisse. .. Hanc opinionem ralde verisímilem esso dixi , eodemque
modo de illa nunc censeo.... Ostendimus habuisse omnes angelos in via re-
relabonem mysterii unionis hypostaticae in natura humana perficiendi. Ergo
Innge credibile est inde acoepisse Luciferum peccandi occasionem. ( De Sfa-
hg. Aag., lib. tu, cap. xni, nura. 13 et (8.)
(3) Htbr., i, 8.
42 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
»En efecto: según la doctrina común de los Padres, el demonio
pecó de envidia al hombre, y es lo más probable que pecó antes que
el hombre fuera criado. Pero no debe creerse que los ángeles tuvieran
envidia de la perfección natural del hombre, en cuanto criado á ima
gen y semejanza de Dios. En esta suposición, cada ángel habría tenido
igual razón, y aun mayor, para mirar con envidia á los otros ángeles.
Es, por tanto , más verosimil que el demonio pecó con el pecado de
envidia de aquella dignidad á que vio elevada la naturaleza humana
en el misterio de la Encarnación (1).«
En el capitulo siguiente otras autoridades vendrán a confirmar la
sentencia del ilustre teologo.

(4) ....Commnni Patrum doctrina constat , daemonem peecwae invidia


nominan). Probabilius autem est peccasse antequam homo crearetnr. lia
sentiunt S. Isidoros , 8. Cyprianus, Beda et alii.... Neque estimare debe-
mus angelum invidiaexcellentiae humanas , secondum illius propriam natu-
ram peccasse. Qua enim ratione invideret daemon hominem fuisse creatum
ad imaginem et similitudinem Dei 't Sio enim facilius invideret alteri angelo.
Ergo verisimilius est peccasse daemonem invidia dignitatis humanas , quam
praevidit evehendam ad dignitatem hypostaticae unionis, quam invidia ex-
cellentiae caturalis ejus. (Opuec. de qlorín liealor., apud Vázquez, part. I.
q. lziu , disp. 233.)
CAPÍTULO IV.

(Continuación del anterior.)

Sumario.—N acianto.—Nuevo pasaje de Vigier.—Ruperto.- Razonamiento—


Testimonios de San Cipriano, de San Ireneo, de Cornelio á Lapide.—
Conclusión.

Otro miembro del Concilio de Trente , el sapientísimo Obispo de


Foggia , Nacíanlo, se expresa asi : i Desde el principio, Lucifer y el
mismo Adán conocieron á Cristo, á lo menos por la luz de la fe ó de
una revelación particular, como Criador, Señor y Océano de todos los
bienes. Pero extraviados por su propia falta, apartaron los ojos de la
luz ; y como si no le hubieran reconocido por Señor y Autor de
toda gracia y felicidad , rehusaron someterse a Él. Mas aún : lo me
nospreciaron de la manera más impía, que es lo que la Escritura
llama desconocerle. En cuanto á Lucifer, la cosa es evidente. No so
lamente pretendió elevarse por si mismo sobre el cielo , sino hasta
matar a Cristo , invadir su trono y presentarse como igual a Él (1).«
(i) Et Mundm íptum non ccgnotit. Sicut tola eivitas aliquid fecissc dici-
tur, cum praecipui fecerunt ex ea ; ita et orí ie universos dicitur non cogno-
visse Christum , quia praecipuae ejus partes , Lucifer et protoplastes , non
cognoverunt eum , non quod illum ah initio saltem lumine ñdei aut revela-
tionis particular» , ut opificem . dominum et omnium Lonorum pelagum non
eognoverint, sed quia prepria iniquitate subversi oculos diverterunt a luce.
Et non secus ac si non cognovissent illum . ut Dominum et totius gratiae ac
ielicitatis auctorem , non modo non approbarunt, sed impiisime contempse-
runt ; quod in Scripturis, tropo non insólito, est non cognoscere. Et quidem
de Lucífero res est perspicua , cum non solum praesumpserit per sese in
coelum conscendere, sed Christum occitiere , solium ejus inradere et se illi
peraimüem constituere. (Enarrat. in epieí. aJ Eph., cap. i.)

*
44 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Á fin de establecer que el odio al Verbo encarnado fué el pecado
de Lucifer, y que no tuvo otro objeto que combatirle, Naclanto prueba,
que a su vez el Verbo encarnado no tiene otro pensamiento que el
de comlwtir á Satanás y destruir sus obras. «Cristo ha venido para
destruir las obras del diablo. En efecto : Cristo muere, y la cabeza de
Satanás es aplastada , y éste arrojado de su imperio. Cristo desciende
á los inflernos, y Satanás es despojado; las armas y los trofeos en
que teuia puesta su confianza, le son arrebatados. Cristo triunfa,
y Satanás, desnudo y prisionero, es entregado al desprecio del mundo
y dejado como ejemplo á sus partidarios (1). »
La misma enseñanza se encuentra, pero mucho más explícita, en
el gran teólogo español Vigier (2). Hablando del texto de Sauto To
más (3) , dice asi : « Luzbel , considerando la belleza, la nobleza, la
dignidad de su naturaleza y su superioridad sobre todas las criaturas,
se olvido de la gracia de Dios á la cual se lo debía todo. Ademas , des
conoció los medios de llegar á la felicidad perfecta que Dios reserva
á los que le aman Hinchado de orgullo, ambicionó esta felicidad su
prema y el lugar mas alto del cielo empíreo, reservado á la humani
dad de Cristo que debía unirse hipostálicamente al Hijo de Dios, aquel
asiento que en la Escritura se llama la diestra de Dios ; tuvo envidia
á la naturaleza humana, y comunicó su deseo y su proposito á todos
los angeles cuyo jefe natural era.
fComo en los dones naturales era superior á los ángeles, quiso
serlo también en el orden sobrenatural. Les insinuó, pues, que lo
escogieran por mediador para llegar a la bienaventuranza sobrena
tural, en lugar del Verbo encarnado, predestinado desde toda la eter
nidad para tal misión. Eso significan sus palabras : Me remontaré so
bre el cielo; coloraré mi trono encima de los más encumbrados astros.
Me sentaré sobre el monte de la Alianza, ti los lailos del Aquilón. Su
biré sobre las nubes ; seré semejante al Altísimo. (Is., xiv, 13.)
»En el mismo instante . los angeles buenos , teniendo presente la
gracia de Dios, principio de todos los bienes, y conociendo por la

(1) Venit Christus ut disolvat opera diaboli. Christo moriente, contrünm


est capnt ejus ;. et ipse foras eat á principatu dejectus. Christo descendente,
Tartarus est spoliatus, et arma et trophaea in quibus confidebat sunt direpta.
Christo triumphante, nudus et captivus palam est ostentatus et reliquia ejus
membris in ezemplum traductus. fEnarr. in epiit. ai Eph., xi.)
(2) Natural de Granada , del Orden de Predicadores ; floreció en el si
glo xvi. (Nota del Trad.)
(3) Part. i, q. liiii, art. 3 ; el Di malo, q. xvni, art. 3 , ad 4.
DOGMA QUE DIO LUGAR Á LA DIVISION DEL MUNDO SOBREÑAL 45
fe la pasión del verdadero Mediador, el Verbo encarnado, á quien
los decretos eternos habían reservado el oficio de mediador que Lu
cifer queria usurpar, no quisieron asociarse á su rapiña. Se opusie
ron a él, y en virtud del mérito de la pasión prevista de Cristo,
vencieron por la sangre del Cordero. Asi es que la gravitación hacia
Dios, que desde el primer instante de su creación habían comenzado
a sentir libre pero imperfectamente , en parte por inclinación natu
ral, en parte por impulso de la gracia, se continuó en ellos con plena
y perfecta libertad.
»En cuanto á los ángeles malos , los hubo de todas las jerarquías,
de todos los órdenes, formando, en suma, la tercera parte del cielo.
Desvanecidos como Luzbel por la nobleza y hermosura de su natura
leza , cayeron en el deseo de obtener la bienaventuranza sobrenatural
por sus propias fuerzas y por los auxilios de Lucifer, accedieron a
las sugestiones de ésto, aplaudieron su proyecto, tuvieron envidia á
la naturaleza humana, y juzgaron que la unión hípostática, el oficio
de mediador y la diestra de Dios le correspondían mejor á Lucifer
que a la naturaleza humana , que es inferior a la angélica.
'Desde aquel mismo instante, cuya duración no conocemos, de
elección completamente libre, Dios Todopoderoso comunicó a los an
geles buenos la visión clara de su esencia , y condenó al fuego eterno
a los malos, con Lucifer su jefe, á quien dijo : S'o subirás, sino que
descenderás y serás arrastrado al infierno (1). Inmediatamente los án
geles buenos, con Miguel y Gabriel á la cabeza , ejecutaron la orden
de Dios , y a Lucifer y a sus secuaces les mandaron salir del cielo,
doude pretendían permanecer. Muy a pesar suyo, tuvieron que ol)e-
decer.
iDe lo dicho se infiere como evidente : 1 .°, que Lucifer no peco
por ambición de ser igual á Dios. Sabia demasiado para ignorar que
es imposible igualarse a Dios, puesto que es imposible que haya dos
infinitos. Además , es imposible que una naturaleza de un orden
inferior se trueque en otra de un orden superior, supuesto que para
esto sería menester que se aniquilase. Él no podía tener semejante
deseo, siendo asi que toda criatura desea ante todo é invenciblemente
su propia conservación. Asi el profeta Isaías no le hace decir: Yo
seré igual, sino : Yo seré semejante, á Üios.
«Infiérese en segundo lugar, que Lucifer pecó por desear culpable
mente ser semejante a Dios. Él ambicionó ser el jefe de los ángeles,

i
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
no solamente por la excelencia de su naturaleza , privilegio de que
ya gozaba, sino queriendo ser su mediador para obtener la bienaven
turanza sobrenatural, la cual él quería adquirir por sus propias fuer
zas. De este modo deseó la unión bipostática, el oficio de mediador y
el lugar reservado á la humanidad del Verbo encarnado , como si á
él le perteneciera mejor que á la naturaleza humana, á la cual sabia que
el Verbo se uniría. Querer, pues, apoderarse de esto era por sji parte
un acto de rapiña. Por eso Nuestro Señor Jesucristo le llama ladrón (1). »
Ruar, Molina y otros te dogos eminentes profesaban la misma
doctrina de un modo no menos absoluto. Mucho antes que ellos , la
había expresado el célebre Ruperto. Sobre aquellas palabras del Sal
vador : Fué homicida desde el principio , y vosotros queréis realizar
sus deseos , dice así : « El Hijo de Dios habla aquí de su muerte. Asi,
nada impide que por este homicida primitivo se entienda el antiguo
odio de Satanás contra el Verbo. El deseo de satisfacer este odio , an
terior al nacimiento del hombre , consumo en cierto modo á Sata
nás. Para conseguir su objeto , emplea todos los medios de hacer
morir al mismo Verbo de Dios, revestido actualmente de la naturaleza
humana.
i Y esto es tanto más verdad , cuanto que Nuestro Señor añade :
So se mantuvo en la verdad ; lo cual se verificó antes de la creación
del hombre. Ciertamente , en el instante mismo en que levantándose
contra el Hijo, imagen única del Padre, dijo en su orgullo : Seré se
mejante al Altísimo , se hizo homicida en la presencia de Dios, sin
perjuicio de serlo ante los hombres al hacer morir á manos de los ju-

(1) Lucifer in secunda instanti pulchritudinem, nobilitatem et digni-


latem suae naturas consideraos , et se esse super omnes crealuras , non
advertens ad gratiam, quam Deus illi dederat. nec considerans media per-
veniendi ad beatitudinem consummatam et supernaturalem , quam Deus
diligentibus se praeparavit , in superbiam elatus, illam , et eminentissimum
coeli empyrei locum humanitati Christi Filio Dei hypostatice uniendae
praeparatum , qui locus dextera Dei in sacris Litteris nuncupatur, appetiit,
et humanas naturae invidit votumque sive desiderium suum ómnibus aliis
angelí» , quibus naturaliter praeerat, indicavit....
Appetiit praeese multitudini Angelorum.... quantum ad hoc quod alii
per ejus mediationem consequerentur beatitudinem , quam ipse volebat
consequi per suam naturam. Sic appetiit unionem hypostaticam et media
tionem et locum bumanitatis Chrisli , taoquam melim ei conveniret, quam
naturae humanae, quam ex fule cognoscebat uniendam. Et sic secundum
rapinam voluit eam babere. Ideo vocatur fur a Ohristo. Joan. , x. (Yigitr,
cap. ni, § 2, vers. 15.)
DOGMA QUE DIÓ LUGAR Á LA DIVISIÓN DEL MUNDO SOBREÑAL 4"
dios al objeto eterno de su odio.... Estas palabras , no se mantuvo en
la verdad , significan que dejó de amar al que es la verdad , al Hijo de
Dios. En efecto : permanecer en la verdad es lo mismo que amar la
verdad , y permanecer en Cristo es lo mismo que amar á Cristo. Sa
tanás es , pues , homicida desde el principio , porque ha tenido siem
pre odio indecible á la verdad, que es el Verbo (1).»
Este notable testimonio puede resumirse asi : Lucifer, antes de su
caída, conocía á las Personas adorables de la Santísima Trinidad y las
amaba (2). Su inteligencia era demasiado grande para que pudiera
tener celos á Dios , y menos todavía podía tener la pretensión de ha
cerse Dios. Entonces se mantenía en la verdad. Pero cuando supo que
el Verbo debía unirse á la naturaleza humana para divinizarla y con
esto elevarla por cima de los ángeles, por cima del mismo Lucifer,
entonces éste no se mantuvo en la verdad. Entró en él el orgullo el
orgullo produjo la rebelión, la rebelión el odio , el odio la caída.
Fuera de esto, la razón , por poco que reflexiono, puede por si mis
ma persuadirse sin trabajo de que la prueba de los ángeles debió de
consistir en creer el misterio de la Encarnación. Desde luego, el pe
cado de los ángeles fué un pecado de envidia ; este es un punto in
contestable de la enseñanza católica. Entre todos los Padres, oigamos
nada más a San Cipriano, que, hablando de la envidia: «¡Qué
grande es, hermanos amadísimos, exclama, este pecado, que hizo
raer á los ángeles , que fascinó á aquellas altas inteligencias , arrojo
de sus tronos á las potencias más sublimes , y engaño al mismo enga
ñador! De allí la envidia descendió á la tierra. Por ella se pierde
quien, tomando por modelo al maestro de perdición , oliedece á sus

(I; Proinde, quoniam et de sui ipsius ¡nterfectione nunc loquitur Filio»


Dei.... Nomine homicidae antiquum diaboli odium intelligere nihil vetat,
quo et ante hominem conditum se intorsit adversas eumdem Fiiium Dei,
qaem nunc hominem factum desiderabat et festinabat interfici.... Et revera
mox ut contra Filium Dei, qui solus similitudo Patris est, superbo turaes-
cena odio, dixit in corda suo : Similit ero Altietimo, quoniam odium illud per
manas Judaeorum homicidio consummandum erat, jam tune in conspectu
Patris et ipsius qui haec loquitur Filii homicida erat....
Et in veriíate non ílstil, idem ac si dixisset: Filium Dei, Verbum Dei....
con dilexit. Stare namque in veritate, ídem est quod veritatem amare ; stare
vel esse in Christo, idem est quod Christum diligere.... Idcirco veritaa in
Uto non est ; quia homicida est ab initio, veritatem, quae est ipse Dei Filius,
semper abhorrens ineffabili odio. (Comment. in Joan., lib. vil, ad illa : Ille
»raí homicida.)
(i) Vid. S. Th., part. i, q. lxiu, art. I, ad 3.
18 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
inspiraciones, según lo que está escrito : Por la envidia del demonio
entró la muerte en el mundo (1). »
La envidia de los ángeles no pudo tener más que dos objetos: Dios
ó el hombre. Respecto de Dios , querer ser semejante á Dios, igual a
Dios considerado en si mismo y hecha abstracción del misterio de la
Encarnación , es un deseo que el ángel no pudo tener. « Este deseo,
dice Santo Tomás , es absurdo y contra naturaleza, y el ángel lo sa
bía (2).» Luego el objeto de la envidia de Lucifer fué el hombre. «Por
la envidia que tuvo al hombre, dice Sanlreneo, el ángel se hizo
apóstata y enemigo del linaje humano (3). t Mas , conforme ya lo he
mos visto, el ángel no tenia razón alguna para envidiar la dignidad
natural del hombre. Esta dignidad consiste en haber sido criado á
imagen y semejanza de Dios ; pero el ángel fué también hecho á ima
gen de Dios, y aun de un modo más perfecto que el hombre (4). Una
sola cosa elevaba al hombre por cima del ángel y podía excitar sus
celos, la unión hipostatica.
Si el dogma de la Encarnación, considerado en si mismo, basta
para explicar la caída de Lucifer, la explica mejor todavía examinado
en sus relaciones y en sus efectos. Por una parte, este misterio es el
fundamento y la clave de todo el plan divino, lo mismo en el orden de
la naturaleza que en el de la gracia. Por otra , para que los ángeles lo
aceptaran, exigía de ellos el mayor acto de abnegación : acto sublime
en relación con la sublime recompensa que debía coronarlo.
Toda la creación, material, humana y angélica , desciende de Dios
y debe remontarse á Dios , porque el Señor lo ha hecho todo por si y
para si solo (5). Pero una distancia infinita separa lo creado de lo in-
(1) Quale peccatum, fratres dilectissimi, quo ángelus cecidit, quo cir-
cumveniri et subvertí alta illa et praeolara sublimitas potuit; quo deceptus
est ipse qui decepit ! Exinde invidia grassatur in terris, dum livore periturua
magiatro perditioois obsequitur , dum diabolum qui zelat imitatur , sicut
scriptum est : Invidia diaboti more introivil in orden» terrarum. (Opuse, de zeta el
lieare.)
(2) Bcivit hec este impossibile , naturali cognitione.... et dato quod
esset posBibile , boc esset contra naturale desiderium. (Part. i , q. lxui , art.
3 ; id. Pelar, de Ang., cap. Ix.)
(3) Ex tune enim apostata est angelus et inimicus, ex quo zelavit plas
ma Dei et inimícum illum Deo faceré agressus est. (Lib. it, Adv. haera.,
cap. Lxxviii.)
(4) S. Aug., De Trinil., lib. xII, cap. vu.
(i) Universa propter semetipsum operatusest Dominas. (Pros., xvi, 4.)
—Ego Dominus , boc est nomen meum , et gloriam meam alteri non dabo.
iIs., xLII, 8.)
DOGMA QUE DIÓ LUGAB Á CA DIVISIÓN I)£L MUNDO SOBBENAT. 4'J
creado. Para suprimir esa distancia se necesita un mediador , y si se
necesita, lo habrá. Este mediador, estableciendo el punto de unión, y,
digamos, la soldadura de lo finito y lo infinito, sera el lazo misterioso
íliie una todas las creaciones entre si mismas y con Dios (1).
¿Quién sera este mediador? Aquel evidentemente que, habiendo
hecho todas las cosas, no puede dejar imperfecta su obra: el Verbo
Eterno. Á la naturaleza divina unirá hipostáticamente la humana, en
la cual se reúnen la creación material y la espiritual. Gracias á esta
unión del ser divino y del humano, de lo finito y lo infinito en una
misma persona, Dios será hombro y el hombre sera Dios. Este Dios-
hombre vendrá á serla deificación de todas las cosas, principio de
gracia y condición de gloria hasta para los angeles, que deberán ado
rarle como á su Señor y dueño (2).
¡Un hombre-Dios, una Virgen-madre , la sublimación mas alta
del mas bajo de los seres, la naturaleza humana preferida á la angé
lica, la obligación de adorar en un Hombre-Dios a su inferior conver
tido en superior! Ante esta revelación, el orgullo de Luzbel se rebela,
su envidia estalla. Dios lo ha visto. Rápida como el rayo, la justicia
hiere al rebelde y á sus cómplices en esas disposiciones culpables, que,
eternizando ef crimen, eternizan su castigo. Tal es el gran combate de
que nos habla San Juan.
Su primer teatro fué el cielo ; la tierra será el segundo.

(I) Nec para parti in lapide adhaeret, nec in aliquo creatorum, nisi
quia per Verbum conservantur, per quod omnia facía sunt. (S. Aug., Soliloq.,
cap. vi.)
(S) Factus est Deus homo , ut homo fieret Deus. (S. Aug., Serm. xm, de
Temji.)— Cum Verbum divinum humanam naturam assumpsit , quasi reí
omnes in summam redactas aibi conjunxit , et ad se quasi ad auctorem et
primam origiuem , ad Verbum scilicet quo creata sunt , revocavit, sicque
Incarnatione sua Chr¡Btus magnam rebus omnibus altulit dignitatem, om-
nesque quasi dejficavit. (S. Iren., Aiiv. Interes., lib. lu, cap. vm, et Cora, a
Lap., in Epist. ad Eph., cap. I, 10.)

TOMO r. 4
CAPÍTULO V.

Consecuencias de esta división.

Sumario. — Expulsión de los áúseles rebeldes. — Su habitación : el infierno


y el aire.—Pasajes de San Pedro y de San Pablo,—de Porfirio,—de Eu-
sebio,—de Beda,— de Vigier,—Je Santo Tomás.-»-Kazón de esta doble
mansión.—Del cielo, la lucha desciende á la tierra.—El odio al dogma de
la Encarnación, última palabra de todas las herejías y de todas las revo
luciones, antes y después de la predicación del Evangelio.—;ídio particu
lar de Satanás contra la mujer.—Pruebas y razones.

Y el Dragón , añade el Apóstol , fué precipitado sobre la tierra :


projeclum in terram ({).
¿Cual es esta tierra? Hablando de la caída de Lucifer \ sus cóm
plices, San Pedro dice que Dios los precipitó en el infierno, donde son
atormentados y guardados hasta el día del juicio (2). Además , nos
exhorta a la vigilancia, previniéndonos que el demonio , semejante a
un lemi rugiente, anda sin cesar dando vueltas alrededor de nosotros
buscando a quien devorar (3).
San Pablo, á su vez , llama a Satán el Príncipe de las tinieblas del
aire , y advierte al linaje humano que se abroquele con su armadura
divina, para que pueda resistir á los ataques del diablo. « La lucha,
dice , que nosotros tenemos que sostener , no es contra enemigos de
carne y sangro, sino contra los principes y las potestades, contra los

(1) Et postquam vidit Draco quod projectus esset in terram, etc. (Apae.,
xiI, 13.)
(2) Rudentibus inferni detractos in tartarum tradidit cruciandos in judi-
cium reservan. (// Pelr., u, 4.)
(3) Vigilate quia adversarius vester diabolus lanquam leo rugiens, circuit
quaerens quem devoret. (I Petr., v, 8.)
Consecuencias de esta división. 5)
rectores de este mundo de tinieblas, los espíritus malignos que habi
tan en el aire (1). <
Asi , los dos órganos más ilustres de la verdad , San Pedro y San
Pablo , señalan por habitación de los angeles raidos el inlierno y el
aire que nos rodea. No obstante cierta discordancia aparente, su len
guaje es exacto : es el eco vibrante de la tradición universal.
Los pueblos antiguos, ¿no admitieron, bajo el nombre de Platón ó
de Sérapis, un rey de los infiernos , habitante de las sombrías mora
das del Tártaro y rodeado de dioses infernales , sus satélites y corte
sanos? ¿No proclamaron al mismo tiempo con mil sacrificios, con mil
formas de oración, con mil ritos diferentes, la presencia de estos dio
ses infernales en las capas inferiores de nuestra atmosfera , asi como
la acción maligna de los mismos sobre el hombre y sobre el mundo?
«No en vano, dice Porfirio, -creemos que los malos demonios están
sometidos a Sérapis, que es el mismo dios que Pluton. Como este
género de demonios habita los lugares más próximos a la tierra, para
saciar mas libre y frecuentemente sus abominables inclinaciones, no
hay suerte alguna de crímenes que no suelan intentar o instigai (2).i
En este punto el lenguaje de la humanidad cristiana es semejante
al de la pagana. Los Padres de la Iglesia hablan lo mismo que los filó
sofos. He aquí lo que dice el Señor, dirigiéndose a Lucifer : «Engen
drado fuiste en la montaña santa de Dios; naciste entre brillantes pie
dras de luz ; y brillabas más que ellas, hasta el día en que la iniquidad
penetró en tu corazón. Tu ciencia se corrompió junto con tu hermo
sura, y caiste precipitado á la tierra (3). »
i Por estas palabras, dice Eusebio, conocemos claramente el pri
mer estado de Lucifer entre las potencias celestiales , y su caída de la
categoría mas eminente por causa de su orgullo y de su rebelión con
tra üios. É inferiormente a él encontramos millones de espíritus de

(I) Secundum principem potestatis aéris bujus. (Ai Eph., n, 2.)—Indulte


vos armaturam Dei , ut possitis stare adversu? insidia» diaboli. Quoniam
non est nobis colluctatio adversus carnem et sanguinem : sed adversus prin
cipes et potestates , adversus mundi rectores tenebrarum harum , contra spi-
ritualia nequiliae, in coelestibus. (Id., vi, II et 12.)
(-2) Improbos daemones Serapi subditos esse haud temeré suspicamur
atque idem prorsus qui Pluto deus isto est. (Porphyr., apud Euieb., Praep.
E«ang, , ltb. iv, cap. xxiu, etc.) — lloc genus daemonum , Dt in locis tcrrae
vicinioribui cupiditatiB explendae causa libentius frequentiusque versatur,
nihil plane sceleris est , quod moliri non soleat. (Ihid. , lib. it . cap. xxu.)
(3) Ezsch., xxvm , t4.
52 • TRATADO DEL ESPÍRITU .SANTO.
igual Índole, inclinados a las mismas prevaricaciones y expulsados
por su impiedad de la mansión de los bienaventurados. En lugar de
aquella región clara de luz, morada de la Divinidad; en lugar de
aquella gloria que brilla en el palacio del cielo; en lugar de la socie
dad de los coros angélicos, 'habitan en la mansión preparada para los
impios por la sentencia justa de Dios Todopoderoso, en el Tártaro, que
los Libros santos designan con los nombres de abismo y de tinieblas.
Con el fin de ejercitar en la virtud á los atletas y enriquecerlos de
méritos, una parte de estos seres malignos recibió deDios permiso para
habitar cerca de la tierra, en las regiones inferiores del aire, y asi fue
ron concausas de los errores humanos y de la impiedad de los gentiles.
La Escritura suele llamarlos espíritus malignos y demonios, princi
pados y potestades de este mundo. Otras veces Dios, para confortar á
los hombres á quienes ama, designa a aquellos bajo algunos símbolos,
como cuando dice : « Andarás sobre el áspid y el basilisco, y magulla
rás con tu pie los leones y dragones
Omitiendo otros cien nombres, el venerable Boda hablaba en Occi
dente el siglo vni, como Ensebio había hablado en Oriente el siglo ív.
He aquí sus palabras: « Ora los demonios volteen por el aire, ora
recorran la tierra, sea que anden errantes por el centro del globo,
sea que estén allí' encadenados, por todas parles llevan consigo las
llamas que los atormentan, semejantes al calenturiento que ni en un
lecho de marfil puede evitar el calor, ni expuesto al sol se libra del
frío que la enfermedad le produce. De modo que, ni (pie los demonios
sean honrados en suntuosos templos, ni que recorran el ancho espa
cio del aire, nunca cesan de arder en el fuego del infierno (2).>
Más adelante, otro testigo de la fe universal se explica en estos tér
minos : * Una parle de los espíritus malignos arrojados del cielo
quedó en la oscura región de las nubes , es decir, en las capas medias
é inferiores de la atmosfera, llevando consigo los tormentos inferna
les : en ellas están por disposición de la Providencia para ejercitar á
los hombres. Los otros demonios fueron precipitados al infierno, des
pojados de toda nobleza y dignidad ; mas no de la natural, supuesto
que, como lo enseña San Dionisio, los angeles caídos no perdieron sus
dones naturales sino los gratuitos, la amistad de Dios, las virtudes y
dones del Espíritu Santo, que Isaías llama las delicias del Paraíso (3).

(1) Prnep. Emng., lib. Til , cap. vi.


(2) Camment. in cap. IU , Episl. Jaob.
(3) Vigié', cap. ni, § 2, vers. 15.
CONSECUENCIAS DE ESTA DIVISIÓN. 53
Con su penetración ordinaria descubre Santo Tomás la razón de
fítt doble mansióo de los angeles rebeldes : « La Providencia, dice el
telar Angélico, conduce al hombre á su fin de dos maneras : direc
tamente, llevándole al bien ; y este es el ministerio de los ángeles : ht-
limctamente, ejercitándole en la lucha contra el mal. Era conveniente
que este segundo modo de procurar el bien del hombre fuese encar
ado a los ángeles malos, para <|iie éstos contribuyeran de algún
modo al orden general. Por esto hay para ellos dos logares de tor
mentos : el uno por razón de su culpa, y es el infierno ; el otro por
raz">u de que deben ejercitar á los hombres, y es la atmósfera tene
brosa que nos rodea.
iY como el procurar la salvación del hombre ha de durar hasta el
dia del juicio, hasta entonces durará también el ministerio de los án
geles buenos y la tentación de los malos. Así es que hasta el último
día del mundo los ángeles buenos continuaran siendo enviados á nos
otros, y los malos habitando en el aire caliginoso para nuestro ejerci
cio. Aunque algunos de ellos permanecen también ahora en el infierno
para atormentar a los que indujeron al mal, asi como una parte de
los angeles buenos están en el cielo con las almas santas (t).«
El texto sagrado continúa diciendo : i Una vez precipitado <í l<t
tierra, el dragón se dio á perseguir á la mujer: perseculus est mu-
lierem.'
¿Qué persecución es esta? No es otra cosa que la continuación del
combate de Lucifer y de sus ángeles contra el Verbo encarnado. En
la tierra , como en el cielo, hoy como al principio y hasta el fin del
mundo, los mismos combates, las mismas armas , el mismo fin. Ahí
esta toda la filosofía de la historia pasada , presente y futura. El que
uo comprende esto, no entenderá jamás ni una palabra del grande
enigma que se llama la vida del linaje humano sobre la tierra. Visto
liemos ya, y con palabras de Gornelio á Lápide repetimos , que : « El
pecado de Lucifer y de sus ángeles fué un pecado de ambición. Ha
biendo tenido conocimiento del misterio de la Encarnación , vieron
fon envidia la naturaleza humana preferida a la angélica. De aquí su
odio contra el hijo de la mujer, es decir , contra Cristo. De aquí su
(I) Dicendum quod angelí secundum Buam naluram medii sunt ínter
Deam el hominos. Ilabet autem hoc divínae providenliae ratio , quod infe-
riorum bonara per superiora procuretur. Bonum autem hominis dupliciter
procaratnr per divinam providentiam.... Procuratio autem salutis humanas
Protendítnr usque ad diem judicii. Unde et usque tune durat ministerium an
gelaron!, et exercitati o daemonum. (Part. t, q. lxiv, art. 4.)
o4 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
'tuerra en el cielo, guerra sin tregua que continúan sobre la (ie
rra (1).»
No habiendo podido oponerse al decreto de la unión biposUitica de
ia natura divina con la humana, Lucifer y sus satélites están cons
tante y únicamente ocupados en frustrar sus efectos. Hacer imposible
o inútil la fe en el dogma de la Encarnación , tal es la última palabra
a que dirigen todos sus esfuerzos. Abramos la historia. Por arle de
la malicia diabólica , el hombre, que debía principalmente aprove
charse de la Encarnación, comienza por hacerse prevaricador. Á fin
de retenerlo eternamente alejado del Verbo, su libertador , Satanás
carga al hombre, su noble esclavo, con una triple cadena. Hasta la
venida del Mesias , tres grandes errores dominan á las naciones : el
Panteísmo, el Materialismo, el Racionalismo. Estos tres grandes erro
res se compendian en uno solo, que es el principio y el finde aque
llos : el Satanismo.
Esas herejías monstruosas , madres de todas las dcm;is , tienden,
como se ve fácilmente, á hacer radicalmente imposible la creencia en
el dogma de la Encarnación. El panteísmo : Si todo es Dios, la En
carnación es inútil. El materialismo: Si todo es materia, la Encarna
ción es absurda. El racionalismo : Si la sabiduría suprema consiste
en creer solamente á la razón, la Encarnación es quimérica. Esto para
las naciones paganas.
Rospedo del pueblo judio, encargado de conservar la promesa del
gran misterio, todos los esfuerzos de Salan tienen por objeto hacerle
caer en alguno de estos errores y arrastrarle á la idolatría. Y muchas
veces lo consiguió, a lo menos en parte. Al pie de los ídolos , Isfoel
ólvida al Verbo encarnado, futuro libertador del mundo. Entonces
Satán reina en paz sobre el linaje humano vencido, y las crónicas de
la antigüedad no son más que la historia de su insolente triunfo.
¿Y quó vemos cuando llega la plenitud de los tiempos ? Rugen
por todas partes las potencias infernales. La guerra contra el dogma
de la Encarnación se reproduce con indecible encarnizamiento. Para
impedir que se establezca el reino de Dios encarnado, desencadena
Satanás las persecuciones. Para arruinarlo en las almas que loacepta-

(1) Idcirco enim insectus est puerum masculum quem peperit mulier,
puta Christum , ob eumque ¡n coelo cum Michaéle dimicavit, voleos eum
morti tradere , quia invidit ei haoc uDionem. Omne enim ejus Lellum est
contra puerum hunc , adeoque duellum quod cum eo inchoavit in coelo , illud
ipsum continuat jugiter in terra. (In Apoc, sn, 4.)
CONSECUENCIAS DE ESTA DIVISIÓN.
ron , sugiere las herejías. Por espacio de ocho siglos , desde el tiempo
de los Apóstoles, pasando por Arrio > llegando hasta Félix y Elipando,
los esfuerzos del infierno se aplican directamente contra el dogma de
la Encantación ; y este ataque , más ó menos velado, continúa en los
siglos subsiguientes.
Mediante una renovación demasiado significativa , la divinidad de
Nuestro Señor, ó el misterio de la Encarnación, clave del mundo so
brenatural , ha venido á ser en nuestros dias lo que fué al principio,
el objeto declarado, el punto capital , el lema del eterno combate. ¿No
ha resucitado Arrio vestido a la moderna en Straus, llenan y consor
tes, corifeos de la lucha actual?
Esperando la ruina casi total de la fe en el dogma de la repara-
non, funesta victoria que le está anunciada para los últimos dias del
mundo , Satanás multiplica sus esfuerzos a fin de hacer inútil dicha
fea los que todavía la conservan. Como en otro tiempo á los judíos,
hoy arrastra á los cristianos á toda suerte de iniquidades , que es lo
que San Pablo llama idolatría espiritual , cuyo efecto inmediato es
aniquilaren todo o en parte la saludable influencio del augusto mis
terio (l).
El Verbo encarnado es, pues, el objeto eterno del odio de Satán;
lie ahí la última palabra de las persecuciones, de los cismas, de las
herejías, de los escándalos , de las tentaciones y de las revoluciones
sociales : en otros términos , he ahí la explicación del gran combate,
que, comenzado en el cielo, se perpetúa en la tierra, para concluir en
una eternidad, ó feliz, ó desdichada.
¿Mas por qué la Encarnación ha sido , es y será siempre el único
objeto de la lucha entre el cielo y el hilierno? Esta cuestión es funda
menta!. La respuesta que se dé es la única explicación posible del
eterno encarnizamiento del combate , asi como de la naturaleza y el
conjunto de los medios empleados para el ataque y la defensa.
La Encarnación es todo el Cristianismo. Pero ¿cuál es el objeto de
la Encarnación ? Ya lo hemos indicado ; es deificar al hombre. Dios no
lo ha ocultado. Sus palabras, cien veces repetidas, ponen de mani
fiesto el divino designio. « Yo lo he dicho : sois dioses é hijos todos del
Altísimo.—Serán llamados hijos de Dios vivo.— Sed perfectos , como
es perfecto vuestro Padre celestial.-—Participantes de la naturaleza
divina.—Se os ha dado poder para haceros hijos de Dios.—Ved

(1) Quodest idolorum servitus. (Gal, v, 20.)


-
56 TRATADO DEL ESPÍRITU SAN'TO.
cuál es la caridad del Padre ; que nos llamemos v seamos hijos do
Dios (1); i
El hombre conoce eldiviao consejo, y lo ha conocido siempre. Sabe
y ha sabido siempre que debe hacerse hijo de Dios en el sentido
católico de la palabra. A ello aspira con todas las potencias de su ser.
Satanás lo sabe también, y tiende la red al hombre por este lado. Las
primeras palabras que le habló son estas : Comed de este fruto, y seréis
como Dioses. (Gen. , ni, S.)
Cuyo sentido es : «Vosotros debéis ser Dioses, lo sé y no lo con
tradigo. Os propongo solamente un medio breve y lácil de llegar :i
serlo. Para que seáis Dioses , se os ha dicho : «Humillaos , obedeced,
absteneos, reconoced vuestra dependencia. Someteros a semejantes
condiciones es lo más contrario al fin apetecido. La humillación no
puede conducir á la elevación. ¿Queréis elevaros? Romped vuestras
ligaduras. El primer paso hacia la deificación es la libertad. »
Como en toda herejía , hay en estas palabras algo verdadero. Lo
verdadero que hay es que el hombre debe ser deificado. Lo falso es
que pueda llegar a esto por el camino indicado por Satanas. Por esto,
fijémonos bien ello, esa promesa de deificación , por más extraña que
parezca, no excita en los padres del linaje humano ni asombro, ni
indignación, ni la más leve sonrisa de desprecio : la acogen , y por
haberla tomado en el sentido del tentador se pierden al acogerla. Asi
Santo Tomás observa, con razón, que el principal pecado de nuestros
primeros padres no fué ni la desobediencia, ni la gula, sino más bien
el deseo desordenado de hacerse semejantes á Dios. La desobediencia
y la gula lueron los medios ; la ambición ilegitima de ser como Dioses
fué el objeto final de su prevaricación. •
«El primer hombre, dice el gran Doctor, pecó principalmente am
bicionando ser semejante a Dios en cuanto á la ciencia del bien y del
mal , conforme se lo sugirió la serpiente , de modo que por las fuer
zas de su propia naturaleza se fijase á si mismo las normas de lo bueno
y de lo malo y conociese previamente lo bueno y lo malo que le pu
diera acontecer. Secundariamente pecó por el deseo de hacerse seme
jante á Dios en cuanto al poder, de manera que por las obras pro-

(1) Ego dixi : Dii estis et filii Excelai omnes. (Ps. lxxxi, ü.)—Dicerur eís :
Filii Dei viventis. (Osee, r, 10.)—Estote ergo vos perfecti, sicut et Patet
vester coelestis perfectus eat. (Matth. , v, 48.)—Divinae consortea naturae.
(II Petr. , i, 4.)—Dedit eis potestatem filios Dei fieri. (Joan.,\, 1 S.)~Videte qualem
charitatom dedit nobis Pater, ut fílii Deinominemur et eimus. (/ Joan., va, 1.)
CONSECUENCIAS DE ESTA DIVISIÓN. -»¡7
pías de su naturaleza pudiese conseguir la bienaventuranza (1).»
Santo Tomás no es aquí más que el eco de San Agustín, que dice
claramente : «Adán y Eva quisieron usurpar la divinidad y perdie
ron la felicidad (i). » Quisiéramos que ciertos antropólogos , cuya auda
cia llega hasta negar la unidad de la especie humana, nos explicasen
la influencia mágica que sobre todos los habitantes del globo ha ejer
cido esta palabra: Seréis como dioses. Palabra que, habiendo vencido,
hace seis mil años, á los padres de nuestra raza, la repite Satanás
constantemente a su desgraciada posteridad , y obtiene cón ella el
mismo resultado. Parece que no sabe otra, y con esta, en efecto,
tiene bastante. La psicología del mal, atentamente estudiada, de
muestra que eu el fondo de todas las tentaciones hay algún- deseo de
divinidad ; las victimas de Satán nunca lo son sino por haber querido
ser como Dios.
En resumeu: asi por parte del Espíritu de luz como por parte del
espíritu de las tinieblas, todo versa acerca de la deificación del hom
bre. El primero quiere efectuarla por la humildad; el segundo por el
orgullo. El uno dice al hombre en la tierra la palabra deificadora que
dijo al ángel en el cielo : Sumisión. El otro repite al hombre la pala
bra radicalmente corruptora que él mismo pronunció para su ruina:
Independencia. De estos dos principios opuestos se derivan, cual arro
yos de sus fuentes, los medios contrarios de la deificación divina y la
satánica. Inútil es añadir que la primera es una verdad, y la segunda
una falsificación ; que la una hace al hombre verdaderamente hijo de
Dios, imagen viva de sus perfecciones, heredero de su reino, compa
ñero de su gloria, y la otra hijo de Satanás, cómplice de su rebelión
y participante de su castigo : E.r paire diabolo estis.
No obstante, entre estos medios opuestos existe un paralelismo
completo. Más adelante lo pondremos en claro , porque no es el me
nor peligro que se ofrece eu la gran persecución del ángel caído , pues
Lucifer y sus subalternos « liaran grandes prodigios y cosas asombro
sas, hasta el punto de seducir, si posible fuera, á los mismos elegi
dos, s Tal es la advertencia del divino Maestro, que se olvida con
(1) 2. 2. q. CLxm, art. 2, corp.— «Sed vir, continüa Santo Tomás, non
credidít boc esse verum.» Attamen, ut animadvcrtit Sylvius, valde probabi-
lis est veterum patrum sententia quod non sola Eva , sed etiam Adamus
crediderit aerpentinum illud : Eritit sicut Dii esse verum, fueritquo etiam ipse
deceptus ac sednctus. (Nol. ai S, Thom.j
(2) Adam et Eva rapere voluerunt divinitatem et perdiderunt felicita-
tem. (Gloss. in Pt. ixn\.)
58 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
demasiada facilidad. Siendo verdadera en todos los tiempos, parece
que hoy lo es más que lo haya sido jamás , \ que mañana lo sera to
davía mas que hoy.
El Apóstol termina la grande historia del mal , diciendo : 1 el dra
gón persiguió á la mujer , que parió un hijo: Persecutus est mulle
ren, quae peperit fllium.
La persecución nos es conocida ; pero ¿cuál es la mujer cóntra
quien se dirige? Es la Mujer por excelencia, Madre del Hijo por
excelencia. Es la Mujer de quien se dijo al mismo dragón inmedia
tamente después de su primera victoria : «Pondré guerra entre ti y
la mujer, entre tu raza y la suya; ella aplastará tu cabeza y tú ten
derás asechanzas a su calcañal (1).» ¿Queréis conocer á esa mujer?
Escuchad la voz de los siglos pasados y presentes : todos repiten el
nombre de María.
¿Pero cómo María, cuyo paso por la tierra no duro mas que algu
nos años en un oscuro rincón de la Palestina, puede ser objeto de
una persecución tan duradera como los siglos, tan extensa como el
mundo? María es la mujer inmortal. Cuarenta siglos antes de nacer,
ya vivía en Eva, y Satanás lo sabia. Desde hace diez \ ocho siglos
vive en la Iglesia , y Satanás lo sabe también.
Maria vivía en Eva. Vivía en ella como la hija en su madre, ó
mejor, como el tipo en el retrato. Según los Santos Padres, Adau fué
formado conforme al modelo del Verbo encarnado, y Eva conforme
al de Mana. Desde el principio María fué, en Eva, la madre de todos
los vivientes, porque debía engendrar la vida : Mater cunctornm v¡-
ventium. Este misterio, conocido por Satanás, explica su odio particu
lar contra la mujer. Sin duda la mujer culpable fué condenada á su
frir la dominación del hombre y los dolores propios de su sexo. Mas
esta condenación, ¿basta acaso para explicar la triste condición en que
vemos a la mujer en todos los siglos y en todos los puntos del globo?
¿Qué son los sufrimientos del hombre comparados con las humilla
ciones , los ultrajes y los tormentos de la mujer ? ¿ De donde proviene
esta diferencia ?
Creer que tenga su causa únicamente en la mayor culpabilidad de
la mujer primitiva, nos parece una afirmación atrevida, por no decir
un error. Verdad es , según Santo Tomás , que el pecado de Eva fué
bajo muchos aspectos mas grave que el de Adán ; pero también es

(') Inimícitias ponam inter te et Molierem , et semen tuum et semen


illius : ipsa conteret caput tuum, ettu insidiaberis calcaneo ejaa. /Gen., ui, 15.)
CONSECUENCIAS DE ESTA DIVISIÓN. 39
verdad , según ol mismo doctor , que por razón de la persona el pe
cado de Adán fué mas grave que el de Eva (i). ¿Cómo se podría pin
tor que a los ojos de la justicia divina no hay alguna suerte de com
pensación que establezca la igualdad en el castigo de los culpables?
Si queda alguna diferenciado culpa desfavorable a la mujer, ¿es
.«•aso bastante para explicar la enorme agravación de su pena ? ¿Es
bastante, sobretodo, para explicar la preferencia incontestable que
la mujer lia tenido siempre , por desgracia suya , en el odio de Sa
tanás f
En lodos los países en que él ha reinado « reina todavía , la mujer
es la criatura mas desdichada que hay debajo del cielo. Esclava de
nacimiento, bestia de carga , apaleada , vendida , ultrajada de todos
modos, aniquilada con los mas rudos trabajos, su historia no puede
escribirse sino con lagrimas , con sangre o con cieno. ¿ Por qué este
encarnizamiento del dragón contra el ser mas débil y de quien , por
ronsiguiente , parece que menos tiene que temer ? ¿ De donde viene
esa predilección a escoger a la mujer, y sobre todo a la doncella, por
tneilium , por órgano de sus mentiras, por instrumento de sus mani
festaciones ridiculas ó culpables (2) ? Imposible nos es dudarlo: es
una venganza del dragón.
En la mujer, en la virgen sobre lodo, él ve a Maria. Ve á la que
debe quebrantarle la cabeza , y quiere a toda costa atormentar a la
mujer, envilecerla, degradarla, sea para vengarse de su derrota, sea
para impedir al mundo vreer en la dignidad incomparable de la mu
jer, y asi quebrantar hasta en sus fundamentos el dogma de la Encar
nación. Persenitun est mulierem (3).
¿No parece que debería ser el hombre, más bien que la mujer,
quien tuviera la preferencia en el odio de Satán ? Porque al fin no es
ia mujer, sino el Hombre-Dios , quien ha destruido el imperio de'
demonio. Sin duda el vencedor del dragón es el hijo de la mujer; pero

(1) 2. 2. q. clxiii, art. 4.


(2). La Historia está llena fie estas preferencias vergonzosas.
(3) Esta preferencia de odio , dice Carnerario . se observa hasta en el
orden puramente físico. Se cree que las serpientes, crueles enemigas del
hombre , lo non todavía más de la mujer ; que la atacan más frecuentemente,
y con más frecuencia también la matan con sus mordeduras. Un hecho
evidente lo confirma, y es , que entre una turba de hombres, como haya una
mujer, á ella le va á morder la serpiente. «Id enim in eo máxime perspici-
tur, quod etiam in turba Irequentissima virorum serpens unius mulieris,
etiam si sola fuerit. calcibus insidiari consueverit. » (Medit. Mil., part. i,
cap. íx.)
(JO TRATADO DEL ESPiRITU SANTO.
también es verdad que sin la mujer, sin María, este vencedor na hahna
existido, y que Satanás continuaría siendo tranquilamente lo que en
otro tiempo fué , el Dios y el rey de este mundo. La observación es
tanto más justa , cuanto que el vencedor de Satanás no lia venido del
hombre sino de la mujer, sin participación alguna del hombre.
Con razón, pues, el dragón se venga de su derrota, no en el hom
bre, sino en la mujer. Con razón , pues , Dios mismo le anunció que
la mujer y no el hombre habría de quebrantarle la cabeza. Con razón,
pues, la Iglesia rinde homenaje á María por sus victorias, y le repite
on todos los puntos del globo : « Alegraos , ¡ oh Virgen María ! ; vos
sola habéis destruido todas las herejías del uno al otro cabo del mun
do (1). » Con razón , pues , la mujer es el objeta preferente del odio de
Satanás : Perseeutvs ett mulierem. Con razón , pues , á todos los triun
fos de María corresponden otros tantos rugidos del dragón , y éstos
son tanto más furiosos cuanto el triunfo es más brillante.
Estas ideas, á la vez tan racionales y tan misteriosas, tan subli
mes y tan sencillas, ¡qué bien evplican la encarnizada é inaudita
lucha que presenciamos en estos tiempos ! ¿Qué ha hecho la Iglesia
para sublevar contra si tantos furores? No hay que preguntarlo. Al
proclamar el dogma do la Inmaculada Concepción, ha glorificado á la
eterna enemiga de Satanás con una gloria hasta ahora desconocida.
Pues elevando hasta los últimos limites el triunfo de María, ha hecho
caer sobre el dragón el último estallido del rayo, con que fué amena
zado hace seis mil años. Hoy es verdaderamente cuando el pie virgi
nal de la mujer pesa con toda su fuerza sobre la cabeza de la serpien
te. Que Pío IX sufra amarguras indecibles ; bien las ha merecido.
María, que en Eva, su madre, y en todas las mujeres, sus herma
nas, fué perseguida por el ángel de las tinieblas con una rabia tal que
la historia apenas puede dar idea de ella, lo ha sido también en su
persona. ¿Cual fué su vida desde la gruta hasta la cruz? Madre de las
penas, como su Hijo fué varón de dolores, ella sola tiene derecho de
repetir de generación en generación : « ¡Oh vosotros los que pasáis
por el camino; atended y ved si hay dolor comparable á mi dolor (2)! ^
Á ninguna otra, por consiguiente, le conviene como á ella el titulo de
Reina de los mártires.

(I) Gaude, Maria Virgo, cunetas haereses sola interemisti in universo


mundo. (Brtv. Ram.)
(2) O vos omnes, qui transitis per viam , attendite et videte si est dolor
sicut dolor meus. (Thren., i, 12.)
CONSECI ENCIAS DE ESTA DIVISIÓN. 61
María muere, y la persecución no so para ante su tumba. En efecto:
como María había vivido en Eva, su madre y su iigura, asi vive en
la Iglesia , su hija y su prolongación. Decimos su hija , porque la san
are divina de que nació la Iglesia es sangre de María (1). Decimos su
prolongación : la Iglesia es, como María, virgen y madre á la vez. Es
virgen; jamas la ha manchado el error : es madre; cuantos cristianos
engendra, otras tantas veces puede decirse que engendra á Cristo:
Christianus alter Christus. María fué la esposa del Espíritu Santo;
igual privilegio goza la Iglesia : Él es quien la protege, quien la ali
menta, quien cuida de ella y la hace madre de innumerables hijos (4).
Asi la mujer, que fué pesadilla'eterna del dragón, es Eva, es María,
es la Iglesia, ó, mas bien, es María, siempre viviente en Eva y en la
Iglesia. Mujer por excelencia , en quien un privilegio sin ejemplo
retine las glorias más incompatibles de la mujer: la integridad de la
virgen y la fecundidad de la madre'; mujer del Génesis y del Apoca
lipsis , colocada al principio y al lia de todas las cosas , ¡ bendita seas!
Tu existencia nos da la clave para explicar la gran lucha que sin ti
nadie comprendería ; y del mismo modo tu misión, inmortal como tu
existencia, explica la perennidad indefectible del odio infernal deque
eres objeto, y nosotros contigo: Persecutus est mulierem quae pepe-
rit masculum.

(1) Beata Virgo María, ait Ambrosius, matar eit, imo avia Ecclesiae;
qaia eum peperit, qui eaput et parens est Ecclesiae. (Apucl Com. a Lap. in
Apoe., XII, I.)
(i) Corn. a Lipid. in Gm., III , 1 i ; et in Apoc, xiI.
CAPÍTULO VI.

'Ca Ciudad del l>loii y la Ciudad del mal.

Sumahio.—Influencia del mundo superior sobre el inferior, probada por la


existencia de la Ciudad del bien y la del mal.—Lo que son estas dos ciu
dades consideradas en si mismas.—Todo hombre pertenece necesaria
mente á la una ó á la otra.—Necesidad de conocerlas á fondo.—Extensión
dela ciudad del mal.—Uespuesta á la objeción que de ella se saca. —El
mal no constituye sino un desorden más aparente que real.—Gloria que
ocasiona á Dios —Los combates del hombre.—El poder deldemonio sobre
el hombre proviene del hombre y no de Dios.— Dios no ha intervenido
en el mal sino para prevenirlo, contenerlo y repararlo: pruebas.

De las cuatro verdades que forman la base de esta obra , hemos


probado ya tres. Dos espíritus opuestos se disputan el imperio de la
creación ; hay un inundo sobrenatural; este mundo se divide en bueno
y malo.
Los dos espíritus son : por una parte, el Espíritu Santo , el espí
ritu de Dios, espíritu de luz, de amor y de santidad , que tiene á sus
órdenes legiones de ángeles, llamados por San Pablo esprilus ad
ministradora! enriados á ministrar, para cuidar de los elegidos.
(Hebr., i, 14.) Por otra parle, Lucifer ó Satanás, el arcángel caído, es
píritu de tinieblas , de odio y de malicia , que manda un ejército de
espíritus perversos, incesantemente ocupados en hacer de cada hombre
un cómplice de su rebelión, para convertirlo en compañero de sus su
plicios. (Epli., ív, 11.)
En un trabajo donde constantemente hemos de estar tratando de
los agentes sobrenaturales, era indispensable lijar ante todo estos dog
mas fundamentales, sobre los cuales reposa además la verdadera filo
sofía de la historia.
Réstanos establecer la cuarta verdad : la influencia del mundo
sobrenatural, bueno ó malo, sobre el mundo inferior. Ya la hemos
LA CIL'DAII DEL FUEN Y LA CIUDAD DEL MAL.
indicado, pero una indicación no es bastante : el estudio profundo de
esta doble inlluencia , de sus caracteres y extensión , es uno de los
elementos necesarios de la historia del Espíritu Santo.- Como en pin
tura el estudio de las sombras es indispensable al estudio de la luz,
asi en la'filosofía cristiana el conocimiento de la redención no se puedo
-eparar del de la caida. v
Pues la certidumbre de este nuevo dogma está alionada por un
hecho, luminoso como el sol, palpable como la materia , intimo como
¡a conciencia : hablamos de la Ciudad del bien y la Ciudad del mal.
• Dos amores, dice San Agustín, fundaron dos ciudades.»
Los dos espíritus opuestos , con las fuerzas de que disponen , no
permanecieron ociosos en las regiones inaccesibles del mundo supe
rior: su presencia en el mundo inferior es permanente. Si continúan
invisibles en si mismos , sus obras son palpables : tal es su influencia,
que cada uno de ellos ha hecho un mundo , ó, por repetir la palabra
del gran Doctor, una ciudad á su imagen. Estas dos ciudades, tan visi
bles como la luz, tan antiguas como el mundo, tan extensas como el
humano linaje, tan opuestas entre si como la noche y el día , acusan
como autores dos espíritus esencialmente diferentes. Esas dos ciuda
des son la Ciudad del bien y la Ciudad del mal. Para conocerlas bien,
es menester ante todo considerarlas en si mismas.
Toda sociedad, siendo un desarrollo del hombre, que se compone
de alma y cuerpo, tiene una parte palpable y otra espiritual. En la
ciudad del bien como en la del mal , la parte palpable y visible es la
reunión de los hombres que las componen. Bajo el nombre de bue
nos y de malos , ó , como dice la Escritura , de hijos de Dios é hijos de
los hombres, los miembros de estas dos ciudades existen desde el ori
gen de los tiempos , y se dan a conocer en cada página de la historia.
Nosotros los vemos , nos codeamos con ellos y nos contamos entre los
unos o los otros. Probar este hecho sería cosa superflua. Además,
nadie lo contradice, excepto el salvaje civilizado, bastante embrute
cido para negar la disiinción del bien y del mal ; pero la negación del
bruto no se toma en cuenta.
La parte invisible de las dos ciudades es el espíritu que las ani
ma. Entendemos por esto los fundadores y gobernadores de la una y
do la otra ; por consiguiente , la acción real , permanente y universal
del mundo superior sobre el inferior, del mundo de los espíritus so
bre el mundo de los cuerpos.
De estas dos ciudades , la una se llama la ciudad del bien. Y la
razón es que su fundador y su rey es el espíritu del bien; sus gober
64 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
»
nadores y guardianes los ángeles buenos ; sus ciudadanos lodos los
homlires que trabajan en su deificación, en conformidad al plan tra
zado por el misino Dios. Esta ciudad es el orden universal. Ella es
el orden , porque toma por regla de su voluntad la voluntad misma
de Dios, que es el orden soberano. Ella es el orden, porque su pen
samiento, subordinando lo finito a lo infinito, lo presente a lo por ve
nir, tiende á la eternidad , objeto de todos sus esfuerzos y aspiraciones;
pues la eternidad es el orden, ó el reposo inmutable de los seres en
su centro. Ella es el orden universal , porque en esta ciudad todo está
en su lugar; Dios arriba y el hombre abajo.
Esto ciudad es el Catolicismo. Inmensa \ gloriosa familia, nacida
con los tiempos, compuesta de ángeles y fieles de todos los siglos, y
cuyos miembros, separados hoy, mas no desunidos, forman la Iglesia
de la tierra, la Iglesia del purgatorio, la Iglesia del cielo, hasta eldia
en que, confundiéndose en un abrazo fraternal las tres, no formaran
mas que una Iglesia eternamente triunfante.
La otra es la ciudad del mal. Se llama asi, porque su fundador y
su rey es el espíritu del mal , sus gobernadores los ángeles condena
dos, sus ciudadanos todos los hombres que trabajan en su pretendida
deificación conforme a las reglas dadas por Satanas. Esta ciudad es
el desorden, el desorden universal. Es el desorden , porque se toma
a si misma por regla , sin tener en cuenta la voluntad de Dios. Es el
desorden, porque, rompiendo con su pensamiento las relaciones entre
lo finito y lo infinito , entre lo presente y lo porvenir, se concentra
en los limites del tiempo , cuyos goces forman el único objeto de sus
aspiraciones y trabajos. Es el desorden universal , porque en ella nada
está en su lugar ; el hombre arriba y Dios abajo.
Esta ciudad es el Satanismo. Inmensa y repugnante familia , na
cida de la rebelinn angélica , compuesta de los demonios y los malva
dos de todos los paises y de todos los siglos , siempre con fiebre de
libertad \ siempre esclava , siempre anhelante de la felicidad y siem
pre desdichada, hasta el dia en que el último trueno de la colera di
vina la hara entrar en orden a la fuerza , precipitándola entera en los
abismos abrasados de la eternidad. Allí, por no haber querido glori
ficar el eterno amor, glorificará la inexorable justicia (1).

(1) FeoeruDt itaqua civitates duas amores duo; terrestrem scilicet amor
sui usque ad contemptum Dei; coclestem vero amor Dei usque ad contemp-
tum sui. (S. Aug., De Cíc Dei, lib. xir, o. xmu, ot lib. xi, c. xxxm) , donde
se encuentra un retrato sorprendente de las dos ciudades.
LA CIUDAD DEL BIEN T LA CIUDAD DEL MAL. 65
Se ve, pues, que , como no hay tres espíritus, tampoco hay tres
ciudades, no hay más que dos , y estas abrazan el mundo superior y
el inferior , el tiempo y la eternidad. De aquí nace para cada criatura
inteligente, ángel ú hombre, la indeclinable alternativa de pertene
cerá la una ó a la otra , más acá ó más allá de la tumba. «Haga lo
que haga , nos gritan con voz infatigable la razón , la experiencia y
la fe , el hombre vive necesariamente bajo el imperio del Espíritu
Santo o bajo el de Satanás. Que quiera ó que no quiera , es ciudadano
de la Ciudad del bien ó de la del mal (1).
El hombre es libre para escoger señor , mas no para dejar de te
nerlo. Si se sustrae á la acción del Espíritu Santo , no por eso se hace
independiente , sino que cae , en proporción á su falta , bajo la acción
de Satanás. Y esto que es verdad del individuo , lo es igualmente de
la familia , de la nación y del humano linaje todo entero.
Luego es asunto de interés supremo para el hombre conocer a
fondo las dos ciudades, mansión la una de la vida y la otra de la
muerte, vestíbulo del cielo la primera y del infierno la segunda. Co
nocerlas a fondo es conocerlas en su gobierno, en su historia, en sus
obras y en su objeto. Iniciarnos en este conocimiento decisivo y tan
raro en nuestros días , será el objeto de los capítulos siguientes. Pero
antes de abordarlo, hay un punto que debe esclarecerse.
El mundo está dividido entre las dos ciudades , \ la mas extensa
es la del mal. Según las estadísticas más recientes , la tierra esta po
blada por mil doscientos millones de habitantes. En este número se
cuentan apenas doscientos millones de católicos. Todo el resto, exte
rmínente a lo menos , vive y muere bajo la dominación del mal Es-
Viritn. Nada prueba que esta proporción no haya sido siempre la
misma que hoy. Antes de la Encarnación del Verbo, era aún mucho
mas pronunciada en favor de Satanás.
¿En qué consiste este misterio, piedra de escándalo para el débil,
caballo de batalla para el impío? ¿ Cnmo conciliario con la idea de
Dios y las enseñanzas de la fe ? A fin de no dejar inquietud ninguna
en los ánimos , nos parece necesario allanar anticipadamente esta difi
cultad , que la continuación de nuestro trabajo haría crecer todavía.
Todo lo que pretendemos , y todo lo que se nos puede exigir es , no
explicar lo que es inexplicable , sino probar que la división del gé-

(1) Quinqué enim aut Spiritu Sancto plenu» est , aut Spiritu immundo;
neque utrumque horum caveri potest, quin alterum accidere necease sit.
: CoiMh'f. aposto!., lib. ív, c. xxi.)
TOMO I. ¡i
66 TRATADO DEL ESPÍRITU SAiNTO.
uero humano entre el Espíritu bueno y el malo no presenta ninguna
contradicción con los atributos de Dios , ni con las doctrinas revela
das. I'ara desvanecer la dificultad , esto basta.
Convenimos en que el formidable poder del demonio sobre el
hombre y sobre las demas criaturas es un misterio. Mas esto, ¿qué
prueba ? Dentro de nosotros y á nuestro alrededor, en la naturaleza
lo mismo que en la religión , ¿ no esta todo lleno de misterios ? Nos
otros no comprendemos el todo de nada , ha dicho Montaigne , ni lo
comprenderemos jamas. La naturaleza y la gracia, obras ambas de
Dios , por todos los pinitos tocan a lo infinito : comprender lo infinito
es tan jiosible para el hombre como encerrar el Océano en una cas
cara de nuez. Pero el misterio de un hecho no quila nada á la certi
dumbre del mismo ; hasta el incrédulo mas osado se ve precisado a
confesarlo : cada una de sus respiraciones es un acto de fe en miste
rios incomprensibles ; en el instante en que cesara de creer , cesaría
de vivir. •
¿Se pregunta por qué Dios ha permitido ese terrible poder del
demonio? ¿Por qué con tales limites más bien que con otros? Pre
gunta impertinente. ¿Quién es el hombre para exigir á Dios la razón
de su conducta y para decirle : por qué has hecho esto? Si se atre
viese á ello, desdichado de él , porque escrito está : El que escudriña
la majestad será oprimido por la gloria (1). Y dos veces desdichado si
se atreve á añadir : puesto que no lo comprendo, me niego á creerlo.
Tal pretensión, erigida en principio, es el suicidio de la inteligencia.
La inteligencia vive de la verdad , y toda verdad encierra un miste
rio : pretender no admitir sino lo que se comprende , es condenarse
á no admitir nada. No admitir nada es más que el embrutecimiento,-
es la nada.
Sin embargo , el poder del demonio y la obediencia culpable del
hombre á sus perversas inspiraciones , estudiándolas sin preocupa
ción , pierden una parte de su misteriosa oscuridad. Se ve desdi'
luego que constituyen un desorden puramente pasajero y mas apa
rente que real , y en seguida se comprende que nada tienen de con
trario a la perfección divina.
Desorden pasajero. La lucha del Espíritu del mal contra el Espíritu
del bien tiene por limite la duración del tiempo. Comparado á la eter
nidad que le precede y a la eternidad que le subsigue , el tiempo es
menos que un día. Para discurrir, pues, razonablemente del orden

(I) Qui scrutator est majestatis opprimetur a gloria. (Prov., xtv, 37.)
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 07
provideacial , es menester unir el tiempo á la eternidad , al modo
que para juzgar sanamente de una cosa se la considera, no en un punto
aislado, sino en su conjunto. Conforme á esta regla de sabiduría , el
desorden, medido por la duración del tiempo, es relativamente al
orden providencial en su generalidad lo que una nube fugitiva en un
horizonte resplandeciente de luz.
Desorden más aparente que real. El objeto principal de la creación
y la Encarnación , como de todas las obras exteriores de Dios , es su
gloria (1). El objeto secundario es la salud del hombre. La gloria de
Dioses la manifestación de sus atributos, poder, sabiduría, justicia,
bondad. Que la lucha enlre el bien y el mal exista ó no, que sea favo
rable al hombre ó desfavorable, que el hombre se pierda ó se salve,
uo por eso Dios habrá dejado de conseguir su objeto esencial. El in
fierno no cauta su gloria con menos elocuencia que el cielo. Si el uno
proclama la bondad divina , el otro proclama la justicia, y la justicia
no es en Dios un atribulo menos glorioso que la bondad (2).

(!) Universa propter senietipsum operatus eat Domiuus. (Prov. , xvi, 4.)—
Piopler me, propter me faciam, ul non blasphemer: ot gloriam meam alteri
aondabo. fit. , xlviii , 12.)
(i) Divina intentio non iruatratur nec in his qui peocant, nec in his qui
alvantur. Utrumque enim eventum Deua praecognoscit , et ex utroque
habet gloriam , duin líos ex sua bonitate salvat , illos ex suajustitia punit.
Ipsa vero creatura intellectualis , dum peccat, a fine deftito deficit. Nec hoc
est inconveoiens in quacumque creatura sublimi. Sic enim creatura intellec-
toalis instituía est a Deo , ut in ejus arbitrio positum stt agere propter
-finem. 'S. Th., 1. p. q. lxiii , art. 7.)
Sin duda Dios ha previsto desde toda la eternidad la calda de loa ángeles
y del hombre; pero esta previsión divina no ha perjudicado en nada á la
libertad de loa ángeles y del hombre. Los ángeles y el hombre no han caldo
¡ampie Dios lo ha previsto , sino que Dios lo ha provisto porque ellos han
caldo. De otro modo, Dios sería autor del mal , sería el mal. Que la visión
eterna de Dios no daña á la libertad del hombre, es fácil demostrarlo. Yo
veo á un hombre que se pasea. Mi vista no le impone ninguna necesidad
-ie pasear. Sin que obste el que yo lo vea, puede él cesar de pasearse. Del
mismo modo la presciencia, ó, mejor dicho, la vista de Dios no impone
ninguna necesidad á los actos libres. Sin que obste el que Dios vea, yo soy
libre para cesar de los actos que ejecuto, y aun para hacer los contrarios. En
una palabra: Dios ha querido que los ángeles y el hombre fuesen libres,
para que fueran capaces de mérito. Nosotros tenemos sentido íntimo de
nuestra libertad. Luego la presciencia de Dios no ha perjudicado en Dada
4 la libertad de los ángeles ó de Adán , y en nada tampoco perjudica á la
nuestra.
68 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En cuanto á la salvación del hombre, Dios la hace siempre posi
ble, y mucho mas gloriosamente la obtiene por la guerra que por la
paz. En el orden actual, dice en alguna parte San Agustín, mil peca
dores que se pierdan no pueden quitar á Dios tanta gloria como le da
un solojusto que se salve. Para perderse, bástale al hombre abando
narse á sus inclinaciones depravadas; en tanto que para salvarse ne
cesita vencerlas. Un instante de reflexión muestra suficientemente
cuánta gloria resulta á Dios de semejante victoria.
¿Que es el hombre y que son sus enemigos? El hombre es una
caña, y caña inclinada naturalmente hacia el mal. La naturaleza entera
rebelada contra él, parece haberse conjurado para aplastarlo. En torno
de él, millares de animales malignos ó molestos, ó de mortífero diente
ó de veneno más mortífero todavía , atenían noche y día á su reposo,
a sus bienes y á su vida. Encima de él, el cielo que le ilumina y el
aire que respira , convirtiéndose unas veces en hielo, otras en fuego
sofocante, ponen la conservación de sus días á precio de mil cuidados
fatigosos y de precauciones continuas. En el término de su dolorosa
carrera, se le presenta en perspectiva la tumba con sus tristes miste
rios de descom posición y de gusanos. Entre tanto, la enfermedad bajo
todas formas , con su innumerable cortejo de dolores, los unos más
vivos que los otros, le asedia desde la cuna y le excita incesantemente
a irritarse, á murmurar, y aun algunas veces á la desesperación y la
blasfemia.
En vez de aliviarle la carga, los compañeros de sus peligros y tra
bajos frecuentemente no sirven sino para agravarla. La mitad del
linaje humano parece criada para atormentar a la otra mitad. Conde
nado a cultivar una tierra erizada de espinas, come el pan humede
cido casi siempre con el sudor y las lágrimas. Como el forzado,
arrastra penosamente por el áspero camino de la vida la larga ca
dena de sus esperanzas burladas. Hoy le veréis rico y acompañado ;
mañana en la pobreza y el aislamiento. Su existencia física no
es sino una sucesión continua do engaños, de servidumbres hu
millantes, de trabajos y dolores, por consiguiente de tentaciones
terribles.
Mientras en lo exterior todo lucha contra él , se ve precisado a sos
tener dentro de si mismo una guerra más terrible. Rodeado de ene
migos invisibles, encarnizados, infatigables, de una malicia y un
poder cuyos limites le son desconocidos, para colmo de su daño llera
en si mismo potencias noche y día atentas a combatirlo. Redes de todo
género están siempre tendidas a cada uno de su< sentidos, y el bien
LA CIUDAD BEL BIEN I LA CIUDAD DEL MAL. «9
.mismo se convierte para él en ocasión de caida : tal es el hombre (1).
¡Y bien! Este ser tan frágil, tan combatido, tan expuesto á pere
cer, que el espesor de un cabello, un simple pensamiento malo le
separa del abismo, luchará sesenta años sin caer; ó, si cae alguna vez,
se levantara, volverá a lomar ánimo , y á pesar de la naturaleza , á
pesar del infierno, á pesar de si mismo, quedará victorioso en el pos
trer combate.
Pero rechazar al enemigo no sería más que una parte de su gloria.
Ved a este hijo del polvo y de la corrupción tomar la ofensiva y ele
varse por el heroísmo de sus virtudes hasta á la semejanza de Dios ;
vedle después llevando la guerra al corazón mismo del imperio ene
migo, destruyendo las ciudades de Satanás, arrancándole sus vícti
mas , plantando el estandarte de la cruz sobre las ruinas de sus tem
plos , curando á los que el enemigo había herido , salvando a los que
había perdido , y, a costa de su propia sangre , con generosa alegría
derramada, haciendo florecer la humildad , la caridad , la virginidad
en millones de corazones hasta entonces esclavos del orgullo, del egoís
mo y del placer.
Este espectáculo, que los angeles admiran y que excitaría su envi
dia si los angeles pudieran ser envidiosos , jamas se habría verificado
sin la lucha. Gracias a esta , todos los siglos lo han presenciado, todos
lo presenciarán; y en el gran día de las manifestaciones supremas, las
naciones reunidas acogerán con inmensas aclamaciones este magní
fico triunfo de la gracia, que Dios mismo coronara con eterna gloria,
haciendo sentar al vencedor en su propio trono. Qui vicerít, dabo ei
federe mecum in trono meo. (Apoc. , ni, 21.)
Además , hay que (¡jarse bieu en que no es Dios quien ha dado al
demonio su terrible imperio sobre el hombre ; ha sido el hombre. El
poder del demonio le viene de su misma naturaleza. Es ángel, y el
pecado no le ha hecho perder nada de sus dones naturales , ni de su
fuerza, ni de su inteligencia, ni de su actividad prodigiosa. El imperio

(1) Tal ha sido siempre. Su triste condición , descrita por San Agustín,
se puede esperar que mueva & compasión. «Vita haec, vita misera, vita
caduca, vita incerta, vita laboriosa, vita immunda, vita domina malorum,
regina superborum , plena miseriis et erroribus.... quam humores tumi-
daot, dolores exlenuant et ardores exsiccant, aer moibidat, eecao mllant,
jejunia macerant, joci dissolvunt , tristitiae consumunt, sollicitudo coarctat,
securitas hebetat, divitiae inflant etjactaut, paupertas dejicit, juventus ex>
xottit , senecti» incurvat , infirmitas frangit , moeror deprimit. Et bis malis
ómnibus mors furibunda succedit.» (Medital. xxi.)
70 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
natural que tiene sobro nosotros, lo ejerce con más ó menos exten
sión según los designios divinos , y muy frecuentemente según el
permiso que nosotros mismos tenemos la imprudencia de concederle.
En el primer caso, el poder del diablo, como se ve en el ejemplo de Job
y de los Apóstoles (i), se contrapesa por el de la gracia , en forma que
la victoria no es siempre posible, y aun podemos reportar mayor ven
taja del combate. «Dios es fiel, dice San Pablo, y no permitirá que
seáis tentados más de lo que permiten vuestras fuerzas ; sino que
hará que saquéis provecho de la tentación , á fin de que podáis perse
verar (2).»
En el segundo caso, el hombre sólo á si mismo debe culparse del
poder tiránico del demonio. Asi Adán conocía mucho mejor que nos
otros el mundo angélico (3). En el momento de la tentación sabia per
fectamente cuánto era el poder temible de Lucifer y á qué tirano se
vendía desobedeciendo á Dios. Poseía además todos los medios para
permanecer fiel y conocía los motivos. Para honrarle igualmente que
á los ángeles , Dios le había dado el libre albedrío.
El Criador, cuya sabiduría habia vinculado la bienaventuranza so
brenatural de los espíritus angélicos á un esfuerzo meritorio de los
mismos, ¿tenia acaso obligación de criar impecable al hombre ó de
coronarle sin combate? Pues á pesar de las luces de su razón , á pesar
del grito de su conciencia, á pesar de los auxilios de la gracia, Adán
desobedece á Dios por obedecer al demonio , y se hace esclavo de
éste. En todo esto Dios no tiene parte alguna activa. El poder tiránico
.del demonio sobre el primer hombre es obra del primer hombre.
La tentación de Adau es el tipo de todas las demás. Cuando sucum
bimos en ellas, nos entregamos voluntariamente á nuestro enemigo.
Dios no toma parte en esto, como no lo sea el ultraje que recibe por
nuestra injusta preferencia (4). ¿Qué digo ? En el mal que el hombre
se hace á si mismo entregándose al demonio , Dios sólo interviene
para prevenirlo y para repararlo (5).

(I) Job., i, 12; Luc, xxn, Si.


(-2) / Cor., x, 13.
(3) S. Th., t. p. q. xc , art. 2.
(4) Dios no hace el mal que es mancha , sino sólo el que es castigo-
Axioma que expresa Santo Tomás diciendo : «Deus est auctoftr.ali poense,
non autem mali culpae. (i. p. q. xLViir, art. 6.)
(5) En el cap. x'mi de Ezequiel, Dios responde directamente á la acu
sación blasfema que se le hace sobre los pecados y la condenación de los
hombres ; y entre otras, pone estas notabilísimas palabras : ¿Acaso «•» coao-
LA CICDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 71
Dios lo previene. Á fin de ponerá Adán y á sus hijos á cubierto
de las seducciones del tentador , los provee de todos los medios de
resistencia y les anuncia claramente las consecuencias inevitables de
íd infidelidad : si desobedecéis , moriréis , morte moriemini. Adán
arrostra temerario esta amenaza; sus descendientes le imi{an. El dilu
vio viene á vengar á Dios ultrajado; pero el hombre se obstina en su
rebeldía. Apenas pasada la catástrofe, los descendientes de Noé vuelven
la espalda al Señor , y se entregan de propósito al culto del demonio.
So obstante las nuevas amenazas y los. nuevos castigos , Satanás se
hace el dios y rey de este mundo. Lo mismo que hicieron los pecado
res de otros tiempos, lo vemos nosotros hacer á los pecadores de nues-

so* no ton justos y no antea vuestros caminos son malos? ... Yo no quiero la
muerte del que muere, dice el Señor Dios ; convertios , y vivid.
En el mismo sentido se expresó , bace mil setecientos años , San Ireneo,
qne hablando de los que se condenan, dice asf : «Á los que de Él se apar
tan por su voluntad , los deja en la separación que ellos han escogido.
Pero separarse de Dios es la muerte , y separarse de la luz , tinieblas ;
separarse de Dios es perder todos los bienes que están con Dios. Asi,
pues , los que por su apostasía (apartamiento ) los perdieron , aislados de
todos los bienes, están envueltos en toda clase de penas; y esto . no porque
Dios los castigue por si como causa principal , sino porque la pena los
acosa por cuanto se ven faltos y desesperados de todos los bienes. Mas los
bienes que hay en Dios son eternos y sin fin , y , por lo mismo , la pér
dida de ellos (y la desesperada amargura de haberlos perdido,) es igual
mente eterna y sin fin, asi como los que á sf mismos se sacaron los ojos, ó
han sido cegados por otros , en medio de la más brillante luz quedan priva
dos de la dicha de verla, y no es porque la luz les imponga la pena de la
ceguera , sino porque ésta les acarrea tan grande calamidad. —tQuicumque
«•ítem absistunt secundum sententiasn swtm ab eo , bis eam quae electa est ab ipil*,
'tforalíonem inducit. Separatio aulem Dei , mors; el separatio lucís, tenebrae ; ei
separatio Dei , amissio omnium quae sunt apud eum bonorum. Qui crgo per aposta-
<¡íim amiserunt quae predicta sunt , quippe desolati ab ómnibus bonist in omni poena
"mttrsantur ; Deo quidem principaliter non a semelipso eos puniente, prosequente
■vttem eos poena, quoniam sunt desolati ab ómnibus bonis. Astenia aulem, et fine
fir.e turU a Deo bona : el propter hoc et amissio eorum aelerna et sine fine est : que-
widmodum in immenso lumine, qui excecaverunt semelipios , vel ab aliis excaecali
laní, semper privati sunt jucundilate luminis ; non quod lumen poenam eis inferat
coecitatis, sed quod ipsa coecitns xuper indurat eis caltmitatem.it (Adv. llaer., lib. v,
cap. iivii.)
Así es qne, prescindiendo por un momento del decreto justfsimo y ado
rable de Dios, el infierno (que es lo más duro) se puede explicar contra
los incrédulos Bin más que considerar la naturaleza humana en sf misma.
7J TRATADO DEL ESPÍIUTU SANTO.
tros dias. ¿Á quién deberán culpar del poder formidable del demonio
y de su lamentable esclavitud?
Veo á un padre lleno de ternura y experiencia que dice a su hijo
primogénito : no me abandones. Si te apartas de mi , caerás en un
abismó, en cuyo fondo hay un monstruo ansioso de devorarte. El hijo
desobedece,'cae en el abismo, y el monstruo lo devora. El ejemplo del
primogénito no hace más cautos á los otros hermanos, y caen en el
abismo , y son igualmente devorados por el monstruo. ¿Podrán esos
hijos inculpar al padre por sus desdichas ? En ese padre vemos a Dios:
en esos hijos indóciles vemos á Adán y á todas las generaciones de
pecadores que se han sucedido desde la caída original. Es, pues , una

En efecto : nuestra alma es inmortal por su propia naturaleza ; para que


dure eternamente, ¿qué se necesita? Dejarla existir, no aniquilarla.
La mayor pena del infierno, dice la Teología católica con profunda
sabiduría , es la de daño , la privación de DiJs. ¡Sea , pues , un hombre que
voluntariamente muere snemigo de Dios , en pecado mortal; tales son todos
los que se condenan. ¿Qué es menester para que ese hombre esté eterna
mente privado del cielo? Dios no tiene que hacer nada: basta con no llevarle
i la gloria ; basta con no darte á él .
¿Y qué le pasara naturalmente á este infeliz? Al morir, penetra en la
región de la verdad allí, desembarazado del cuerpo , que aagraul animam,
ve con claridad indeciblemente mayor que aquí; ve loque vale la pose
sión eterna de Dios; velo que no valen las cosas de acá que antepuso á
Dios ; ve cuan fácil le fué salvarse , cuántas ocasiones y aviaos despreció ;
ve que la causa de su perdición es él, y concibe odio contra sí mismo ; ve que
se salvaron los que él ridiculizó , y pronuncia tarde y en vano aquel no» in
tensan. ... ¿Quién será capaz de calcular su desesperación? La pérdida de un
bien frivolo, que pudimos conseguir , y por nuestro descuido ó culpa no con
seguimos, nos ocasiona dolor y amargura en esta vida. ¿Quién marcará
los grados de la amargura y del dolor de un condenado , al ver lo que perdió ,
por qué lo perdió, etc.? •
Más todavía : los grandes sinsabores del espíritu , por la constitución
natural del hombre , influyen sobre el cuerpo y lo ponen malo , le hacen
sufrir. ¿ Cuánto no deberá de sufrir en su día, por esa sola razón , el cuerpo
del condenado?
Tenemos , pues , eternidad , pena de daño , positiva é indecible aflicción
en el espíritu , tormentos incalculables en el cuerpo. Desarrollad estas indi
caciones , y decidme si es poco infierno ese .
Cuentan que un día Fichte dijo á sus discípulos : i Hoy vamos á crear á
Dios.» Ridiculizando esa frase, tan necia como impía, del filósofo alemán,
algün catedrático ha podido decir á los suyos : c Vamos á hacer el infierno,
sin molestar á Dios para nada.» (Nota del Traductor.)
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 73
blasfemia hacera Dios responsable de nuestras caídas y del poder tirá
nico del demonio sobre el mundo culpable.
Dios lo repara. Apenas el hombre se ha vendido, cuando, para res
catarlo, da el Señor la sangre de su propio Hijo. Este Hijo adorable,
regenerando con su sangre al hombre, se presenta cual segundo Adáu,
tronco de un nuevo género humano restaurado en todos sus derechos
perdidos. Y como basta con ser hijo del primer Adán para ser esclavo
del demonio, para que concluya esta esclavitud basta hacerse hijo del
segundo Adán (1).
Asi, en el poder dejado al demonio por la sabiduría infinita no hay
que ver sino dos cosas : la primera, un estado de prueba, necesaria
para conquistar el reino eterno ; la segunda , la grandeza de la recom
pensa, que sera el fruto de una victoria á tanto precio comprada.
Resta saber cómo se hace uno hijo del segundo Adán, y si todos
pueden serlo.
El hombre es hijo del hombre por generación humana , y se hace
hijo de Dios por otra generación divina. Esta generación se verifica
en el Bautismo. Mas aquí reaparece como una objeción insoluble el
inmenso imperio del demonio en todas las épocas de la historia.
Por una parte, Dios quiere la salvación de todos los hombres , y
la quiere con voluntad positiva , pues su Hijo ha muerto por todos
los hombres. Pero la salvación no es solamente la posesión de una fe
licidad natural despulís de la muerte , ni la exención de la pona del
infierno, sino la bienaventuranza sobrenatural, que consiste en la vi
sión intuitiva de Dios (2). Por otra parte, ninguno puede salvarse sin

(1) Sicat in Adam omnes moriuntur, ita et in Chr¡Bto omnes vivifica-


bmntor. (I Cor., xV, 22.)
(2) Omncs homines vult salvos fieri, et ad agnitionem veritatia venire.
(ITim., xvi, 4.J—Pro omnibus mortuus est Chriatus, ut et quí vivunt jam non
aibi vivant, sed ei qui pro ipsis mortuus est et resurrexit. (II Cor. , v , 15.)—
Benedictus Deus et pater Domini nostri Jesu Christi , qui secundum miseri-
cordiam euam magnam regeneravit nos in apem vivam , per resurrectionem
Jesu Christi ex mortuis , in haereditatem incorruptibilem et incontaminatam
et immarcesibilem , coaservatam in coelis in vobis. (I Petr., i, 3 et 4.)—Deus
aulem omnis gratiae, qui vocavit nos ta aeternam suam gloriam in Chriato
Jesu. (Id. , v , 10.)—El objeto de la redención es restituir al hombre con au
mento todo lo que perdió por el pecado original. Pues Adán , ea decir , todo
el género humano, fué constituido en un eatado de justicia sobrenatural, cuyo
término es la visión clara de Dios en el cielo. Luego el fruto de la redención
es restituir á todo hombre el estado sobrenatural y el cielo á que conduce.
(Conc. Trid., sess. v, De Peccat. orig.)
74 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ser bautizado (1). ¿Cómo, pues , con ciliar con el estado antiguo del li
naje humano y con la estadística actual la posibilidad del bautismo para
todos los hombres ? ¿ Qué medio han tenido ni tienen tampoco ahora
para bautizarse tantos millares de criat uras humanas , completamente
extrañas al Cristianismo? ¿Se tendrá que admitir, por ejemplo, que
todos los niños que desde hace seis mil años han nacido fuera del
Cristianismo y han muerto antes de poder pecar, estén eternamente
privados de la visión de Dios ? Si esto es asi , ¿como se establece que
Dios ha provisto suficientemente á la reparación del mal ?
Todo esto es un misterio. Pero, lo repetimos : porque una verdad
sea misteriosa , no por eso es menos cierta. Ahora bien : que Dios
haya proveído suficientemente a la reparación del mal , dando á cada
hombre todos los medios de salvación , os una verdad tan cierta como
la existencia misma de Dios. Admitir lo contrario, seria admitir un
Dios sin verdad, sin poder, sin sabiduría , sin hondad infinita, un
Dios que quiere el fin sin querer los medios , un Dios que no es Dios,
un Dios-nada. Esta respuesta del buen sentido es perentoria, y con ella
podríamos contentarnos. Sin embargo, tentaremos dar algunas expli
caciones en el capitulo siguiente.

(I) Nisi quiB renatus fuerit ex aqua etSpiritu Sauctu, non poteat introire
in regnum Dei. (Joan., in, 5.)
CAPÍTULO Vil.

Continuación del anterior.

Sumario.—Nuevas pruebas de la reparación del mal y de la posibilidad de


salvación para todos los hombres.—Dogma catolico: la circuncisión, la
fe, el bautismo.—Qué fe sea necesaria para la salvación y para que se
perdone el pecado original. Doctrina de San Agustín y de Santo Tomás.
—De los niños que mueren antes de salir ¿luz.—Los adultos.—Resumen
de las pruebas y las respuestas.

t Ser salvo, enseña la teología católica, es ser incorporado á Jesu


cristo , el nuevo Adán. Aun antes de la Encarnación del Verbo y desde
el origeu del mundo, la salvación no ha sido posible sino con esta con
dición. Escrito está : No hay otro nombre debajo del cielo', dudo d los'
hombres, en que podamos ser salvos. Pero antes de la Encarnación los
hombres se incorporaban á Jesucristo por la fe en su venida futura :
signo de esta fe era la circuncisión. Antes de la circuncisión se le in
corporaban por la fe sola y por el sacrificio, signo de la fe de los
antiguos Padres. Después del Evangelio se verifica la incorporación
por el Bautismo. El mismo sacramento del Bautismo no ha sido,
pues, necesario siempre para la salvación ; pero si lo ha sido siempre
la fe, cuyo signo sacramental es el Bautismo (1).»
La circuncisión no era, como se ve, sino una señal local y pasa
jera. Como exclusivamente propia de la raza judia, no era obligato
ria de modo alguno para los otros pueblos. Su aplicación no se ex
tendía tampoco sino á los hijos, y de ningún modo á las hijas de los
hebreos. Por lo que toca a la expiación del pecado original , las nacio-

(1) ....Et ideo licet ipsum sacramentum baptismi non semper fucrit nc-
cessarium ad salutem : fides lamen , cujas baptismus sacramentum est, semper
necessaria fuit. (S. Th., 3. p. q. lxviii, art. t.)
76 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nes extrañas á la descendencia de Abraham permanecían , como las
mismas hijas de los judíos, sometidas ala condición primitiva de la
ley natural, que era la fe manifestada por el sacrificio.
«El tiempo anterior y el posterior al Mesias, dice un sabio comen
tador de Santo Tomás , son entre si como lo indeterminado á lo deter
minado; porque en tiempo de la ley natural para perdonarse el pe
cado original no había sacrificio determinado, ni en cuanto á la sus
tancia, ni en cuanto al tiempo , ni en cuanto al lugar. Podían los
padres ofrecer con este objeto el sacrificio que quisieran, cuando
quisieran y donde quisieran. Mas por la circuncisión se determinó el
sacrificio y su tiempo respecto de los varones, y después de esta
determinación no podían purificarse por otro sacrificio que la circun
cisión pasado el día de ésta (que era el octavo del nacimiento, y 'no se
podía anticipar).
Pero si antes del octavo día sobrevenía la necesidad por el peligro
de muerte, los padres quedaban en las condiciones de la ley natural,
y asi podían proveer á la purificación del hijo por medio de otro sa
crificio. IíO que hace decir á Santo Tomás : «Asi como antes de insti
tuirse la circuncisión, la fe sola en el Redentor futuro bastaba para
justificar lo mismo á los niños que á los adultos, del mismo modo
después de la circuncisión. Pero antes de ésta no se exigía nin
gún signo especial protestativo de la fe.... Es probable, no obstante,
que para remedio de los recién nacidos constituidos en peligro de
muerte, los padres fieles ofrecerían al Señor algunas oraciones, ó les
aplicarían alguna bendición, como señal de la fe, conforme los adul
tos lo practicaban por si mismos y por sus hijas, que no estaban su
jetas á la circuncisión (1).»

(1} ....Ante vero octavum diem in casu necessitatis remittebantur páren


les ad legem nalurae, ut scilicet per aliud sacrificium providere possent
inasculo. Unde S. Thomas, p. 3,q. Lxx.art. 4 ad 2 : «Quod sicut ante
institutionem circumcisionis , sola fides (Jhristi futuri justificabat tam pueros,
quam adultos : ita etiam et circomcisione data. Sed antea non requirebatur
aliquod sigmim protcstatívum hojns fidei, quia nondum nomines (ideles
seorsum ab inlidelibus coeperant adunan ad cullum unius Dei. Probabile
tamen est quud parantes (¡deles pro parrulis natis , et maxime in periculo
existentibus , aliquas preces Deo funderent, vel aliquam benedictionem eis
adhiberent, quod erat quoddam signaculum fidei, siout adulti pro seipsis
preces et sacrificia ofíerebant. < Piout etiam parantes pro filiabus, quae
non erant subjectae sacramento circumcisionis. (Vigier, Itutít., c. xv, § 2,
vera. 3.)
LA CIUDAD DEL BIEN T LA CIUDAD DEL MAL. 77
¿Cual era esa fe, que entre los judíos anteriormente á la circunci
sión y entre los gentiles hasta el Evangelio, bastaba para incorporar
los hombres al segundo Adán ? Consistía esencialmente en la creencia
más ó menos explícita de un Dios verdadero , Redentor del mundo,
creencia que se manifestara por un signo exterior, oración, bendición
¿sacrificio (1). ¿ Y quién podría probar que esta fe imperfecta ñola
haya conservado Dios entre los paganos en grado suficiente para la
salvación ? Por lo que toca á la existencia de un solo Dios , dice San
Agustín : «Jamás las naciones cayeron tan hondo en la idolatría, que
perdieran la idea de un solo Dios verdadero, Criador de todas las
cosas (2).
En cuanto á Dios Redentor, ¿no se llama Nuestro Señor el Deseado
de todas las naciones (3) ? Nunca se desea lo que no se conoce y de
que no se siente necesidad. Luego todas las naciones del antiguo
mundo, asi los gentiles como los judíos , juntamente con la concien
cia de su caída , tenían la fe en el Redentor futuro.
Sobre esta verdad consoladora escuchemos al incomparable Santo
Tomás. Después de haber recordado que Dios quiere la salvación de
todos los hombres , añade : « El camino que los hombres tienen para
salvarse es el misterio de la Encarnación y Pasión de Cristo.... Ha
sido, pues, necesario que este misterio fuera de algún modo creído
en todo tiempo y por todos los hombres; si bien diferentemente, según
la diversidad de los tiempos y las personas. Antes de pecar Adán, tuvo
fe explícita del misterio de la Encarnación en cuanto éste se ordenaba
á la consumación de la gloria eterna, mas no según que se ordenaba
a librar del pecado por la Pasión del Redentor....
' Después del pecado fué explícitamente creído el misterio de la
Encarnación , no sólo en si mismo, sino también en cuanto á la Pa-
sión y Resurrección, que libran al hombre del pecado y de la muerte.
De otro modo no se habría prefigurado la Pasión de Jesucristo en al
gunos sacrificios antes y después de la ley de Moisés. La significación
de esos sacrificios era bien conocida de los mas instruidos ; los demás,

(1) Fidos autem nostra in duobas principaliter consistit. Primo quidem


in vera Dei cognitione-, secundum itlud Heb. xi : Acccdentem ad Deum oportel
credere 311la est. Secundo , ia mysterio incarnationis Christi, secundum illud
Joannis xw : Crtditis in Dsum el in me credite. (S. Th , i. 2., q. clxxiv, arl. fi.)
(4) Gestes non usque adeo ad falsos Deos esse delapsas, ut opinionem
omitterent unius veri Dei, ex quo est omnis cualiscumque natura. (Contr.
t'aust., lib. xx, H. 19; id., Laclanl., De errare.)
( 3) Movebo gentes , et veniet Desideratus cunctis gentibus. (Agg., u, 8.)
78 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
bajo el velo de aquellos sacrificios , que creían instituidos por Dios,
tenian cierto conocimiento oscuro de la venida futura de Cristo. Y
estos misterios tanto más difícilmente los conocían cuanto más dista
ban de Cristo, y con tanta más claridad cuanto estaban mas cerca de
ÉL...
«Tocante á los paganos, se ha de decir que á muchos de ellos se les
reveló el misterio de Cristo. Asi Job dice: Yo sé que vive mi Reden
tor.... También la Sybila vaticinó algunas cosas de Cristo, como
afirma San Agustín. Y en la historia romana se refiere que en tiempo
del emperador Constantino y su madre Santa Elena, se encontró un
sepulcro en que yacía un hombre con una lámina de oro sobre el pe
cho, en la que se leia : Cristo nacerá de una Virgen , i/yo creo en Él.
¡Oh sol , tú me volverás á ver en los tiempos de Elena y Constantino'.
Si algunos se salvaron sin esta revelación, no se salvaron sin la fe en
el Mediador ; pues si no la tuvieron explícita, pero si implícita en la
Providencia divina , creyendo que Dios es quien salva a los hombres
por los medios que le place y según á algunos lo había revelado (1).»
Encuéntrase, además, en todas las épocas y bajo todos los climas
el uso de los sacrificios, de las purificaciones, la adoración, la súpli
ca, lo mismo entre los paganos que entre los judíos. ¿Quién podra
afirmar que ninguno de estos actos protestativos de alguna fe, no
tenia en ninguna circunstancia alguna relación más ó menos estrecha,
con la expiación del pecado en general y del pecado de origen en
especial? ¿No está escrito del centurión Cornelio, cuando todavía era
pagano, que sus oraciones y sus limosnas eran agradables á Dios (2)?
Hablando á los paganos de su tiempo, sepultados en la más grosera

(1) Via autem hominibus veniendi ad beati tudinem est mysterium In-
carnationis et Passionis Christi. Dicitur enim Act. iv : Non est aüud nomm
datum hominibus in quo opnrteaí nos salios /itri. Et ideo mysterium Incarna-
tioDÍs Christi aliqualiter oportuit omni tempore esse creditum apud homnes:
diversimode tamen secundum diversitatem temporum et personarum.... Di-
cendum quod multis gentilium facta fuit revelatio de Christo.... Si tamen
ahqui salvati fuerunt, quibus revelatio non fuit facta , non fuerunt salvati
absquefide mediatoris : quia etai non haLuerunt fidem explicitam, habuernnt
tamen fídem implicitam in divina Providentia, credentes Deum esse libera-
torem hominum secundum modos sibi plácitos , et secundum quod aliquibus
veritatem cognoscentibus Spirilus revelaseet , secundum illud. (Job., mi:
Qui docel nos super jumenta torros. 9. 2., q. it, art. 7.)
(2) Corneli , exaudita est oratio tua, et elemosynae tuae commemora-
tae in conspectu Dei. (Acu, x, 31 .)
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 79
idolalria, ¿no les dice Tertuliano que « en la prosperidad el alma di
rige sus miradas al Capitolio, pero en la adversidad las eleva al cielo,
donde sabe que reside el verdadero Dios? »
¿Era siquiera necesario con necesidad invariable y absoluta, que el
niño naciera para que le aprovechara la fe de sus padres? » No se lee,
responde un gran teólogo, que se haya ofrecido ni recibido sacrificio
alguno por el niño encerrado en el útero materno. ... Y asi por ley or-
dmariu ninguno obtuvo jamás por los sacrificios exteriores el perdón
del pecado original en el útero, antes de nacer ; aunque algunos pocos
por especial privilegio hayan sido santilicodos en el vientre de su
madre, como Jeremías.... y San Juan Bautista.... Mas no por eso se
reprueban las oraciones, votos y exteriores protestaciones que los pa
dres hacen por sus hijos nacidos ó por nacer, y que se encuentran en
peligro de muerte, porque Dios no ha vinculado exclusivamente su
poder á los sacramentos.
i Por tanto pueden orar para que Dios en su infinita misericordia
se digne concederles el Bautismo, ó perdonarles el pecado original.
Entonces Dios, que es liberalismo, podrá salvarlos, si bien esto no
será en virtud de la ley, sino por mera gracia. Por lo cual , ;i no haber
revelación divina, no debe afirmarse que se hayan salvado y sus
cuerpos no deben enterrarse en lugar sagrado (1) »
¿Hasta dónde se extendía ó se extiende todavía esta posibilidad
de salvación para los niños de quienes hablamos y para los demás en
virtud de las oraciones, las buenas obras y sacrificios de la fe, en fin,
de los padres, aun idolatras ? ¿Quién puede responder tampoco á esta
pregunta? Todas estas dudas y otras más, que pueden resolverse en
el sentido de la misericordia sin faltar á la enseñanza católica, per
miten disminuir, acaso infinüamente mas de lo que se piensa, el nú
mero de los vasallos, y sobre todo de las victimas eternas del Espíritu
maligno. Si necesitara defensa, esto sólo bastaria para justificar á los
ojos de todo hombre imparcial la infmita sabiduría y bondad del

(0 Non improbantur tamen preces et orationes ac exteriores protesta-


tiones parentum pro fíliis aut liliabus in utero aut extra uterum in periculo
mortis existentibus, eo quod Deus non alligavit virtutem suam sacramentis.
Ideo orare poaaunt ut dignetur eos Deus ex sua infinita misericordia ad sa
cramentan) Baptiemi perducere, vel peccatum origínale remitiere. Tune Deus.
qui est liberalissimus, poterit eos salvare. Sed hoc non erit ex lege , sed ex
neragratia. Et ideo nisi Deus revelaverit, non debent asseri salvari , neque
eorum corpora in loco sacro sepeliri. (Vigiar, cap. xv, § S, v. 3.)
80 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
eterno amante de las almas , y especialmente de las almas de los
niños (1).
¿Y respecto de los adultos nacidos en el antiguo paganismo?
Egipcios, Asirios, Persas, Griegos, Romanos, iberos, Galos y Cel
tas, todos tenían, para sustraersedel imperiode Satanás, el conocimiento
esencial de la ley primitiva , la gracia para cumplirla ó para arrepen
tirse de haberla violado ; en fin, podrían tener de algún modo el bau
tismo de deseo que suple la falta del efectivo y real. Acudamos otra
vez á Santo Tomás. Escogiendo el ejemplo más decisivo , el de un sal
vaje nacido en medio de los bosques , que no hubiera oído nunca
hablar del bautismo, el gran Doctor enseña una doctrina que toda la
escuela sigue. Viene á decir, que si al llegar al uso de la razón aquel
salvaje se dirige á un fin honesto , Dios le concede la gracia y el pe
cado original se le perdona. Y si persevera , Dios , que no falta en lo
necesario, le iluminará interior ó exteriormente, hasta hacerlo bauti
zar, ó suplirá el efecto del bautismo, pues no ha vinculado exclusiva
mente su virtud á los sacramentos , de suerte que de todos modos

(f) Parcis autem omnibus, quoniam tua sunt, Domine, quiamaa ani
mas. (Sap., xi, 27.)—Sinite párvulos venire ad me, et ne prohibaeritis eo-l;
talium est enim regnum coelorum. (Marc, x, 14.)
He aquí las opiniones de algunos teólogos sobre la salvación de los ninos
que mueren sin Bautismo. «Cajetanus ideirco propugnavit párvulos üdelium
Christianorum, quibus per baptismum subveniri haud potest , non tantum ex
privilegio Dei singulari, sed ex lege Dei communi et ordinaria salvari posse,
votis et precibus parentum ; quae sententia, licet ab Ecclesia non ut liaere-
tica damnata sit , fuit tamen a Congregatione Theologorum impróbala , et
jussu Pii V ex Cajetani operibus Romae excusis expuncta.
Alii cum J. Gersone , putant Deum efficacissimis parentum precibus exo-
ratum, non quidem lege ordinaria sed modo extraordinario etex misericor
dia speciali infantibus, qui ad baptismum non perveniunt, gratiam sanctifi-
cantem concederé.
Ast in utraque sententia dogmata de peccato originali et de necessitate
baptiemi non satis firma et integra manere videntur. Utrumque autem dogma
plane intactum manet in sententia eorum , qui dicunt infantes , qui ab homi-
nibus non baptizantur, ab Angelis baptizari, quos Deus non tam in commo-
dum corporis quam in bonum animae parvulis consociat , ve) aliud médium
nobis ex sapientissimis rationibus non patefaclum constitutum esse, quo in
infantibus baptismus suppleretur prout in adultis suppleri potest pervotum.
(Knollftmtitul. Theolog., part. iv, sect. n.cap. i,art. 5.)—Véase también Sfon-
drati , Noiui praedestinaUonis enuclealus.
LA CIUDAD DEL BIEN Y LA CIUDAD DEL MAL. 81
aquel pobre salvaje, el último de los seres humanos, no se condenara
«ioido no sea por su culpa (1).
Tales eran, en general, los medios de salvación de que los paga
nos disponían antes de la venida del Redentor. La Encarnación, mis
terio de infinita misericordia , ¿ habrá empeorado la condición de los
si túales infieles colocados en las mismas condiciones que los antiguos?
. Quién se atrevería a decirlo? De estas explicaciones se derivan ri-
¡mrosamente los corolarios siguientes:
1.° Si la mayor parte de los habitantes del globo no han pertene
cido ¡amas al imperio visible del Espíritu Santo, o, como habla la teo
logía , al cuerpo de la Iglesia , nadie puede probar que uno solo de
ellos se haya encontrado ó se encuentre hoy en imposibilidad abso
luta de pertenecer al imperio invisible del mismo divino Espíritu,
que se llama el alma de la Iglesia, con lo cual puede uno salvarse. La
razón es que si nosotros conocemos los medios exteriores con que
Dios aplica á los hombres los méritos del Redentor , los innumerables
medios interiores de que dispone para el mismo objeto nos son desco
nocidos, y debemos decir con Job (cap. x , 13) : «Aunque vos , Señor,
lo ocultáis en el secreto de vuestro corazón , pero yo sé que de todos
»s acordáis. «
Io Si a pesar de esta resta , la muchedumbre de los vasallos de
Satanás es tan considerable , hay que imputarlo , no á Dios , sino al
fibre albedrio del hombre. Pero nadie podrá probar que Dios haya
debido criar al hombre impecable, ni que la mayor parte de los hom
bres tengan voluntad seria de salvarse.
3.° Esta bien probado , que la presciencia de Dios no daña en
nada a la libertad del hombre y que Dios no tiene parte en el mal que
el hombre se ha hecho vendiéndose al demonio, lo mismo que el pa
dre del prodigo en las picardías y miserias de su rebelde hijo. Dios

(I) I)e insulari vero , ad quem non pervenít L'aptismi notitia, secuedum
fuedameota S. Thomaei'Oe Verít., q. xiv, art. 11), dicendum quod si in primo
iostanti usus rationis coavertat so in Pinem honestum, Deas infundit gratiam,
et remiltitur peccatum origínale. Et si perseveret in gratia et non qpponat
impedimentum peccati mortalis, Dcus , qui non déficit in necessariis, illu-
minabiteum ante raortem interius vel exterius , nec patictur eum mori ab-
«joe sacramento Baptismi ; vel si faciat, supplebit effectnm sacramenti : Non
«ira aUigarit virtuUm nuom sacrammlis, quia cum talis ex illa conversione con-
secutus sit gratiam, si perseveret, non privabilur illa sine culpa, et jam
vidítnr habere baptismum quodammodo in voto, licet confuse, projter
ignorantiam invincibilem. iVigier, fnitilutiones , cap. xvi, § I, v. íi.)
TOMO I. 6
82 TRATADO DEL ESPÍRITU -SANTO.
no ha intervenido en el mal sino para prevenirlo, contenerlo y repa
rarlo. Si el libro albedrío del hombre no pusiera obstáculo, la repara»
cióu sobrepujaría todavía a la ruina en profundidad y extensión.
4.° Dios quiere la salvación de todos los hombres sin excepción.
La salvación es el goce eterno de Dios por la visión beatífica. Y la
quiere Dios con voluntad seria ; supuesto que reserva suplicios eter
nos a los que no la consigan. Á todos los hombres, en todos tiempos,
Dios les ha proporcionado los medios de salvarse , y tan cumplida
mente, que nadie se condenara sino por su propia culpa.
5.° El saber cómo en ciertos casos particulares esos medios de
salvación sean aplicables y aplicados , es la incógnita del problema.
Pues en dogma no menos que en geometría, despejada ó sin despejar,
existe también la incógnita.
Una cosa resulta, pues, matemáticamente cierta, y es, que no obs
tante las sombras misteriosas de que Dios tiene a bien rodear \ot
secretos de su misericordia, siendo infinito poder, infinita sabiduría
y misericordia, no hará injusticia á nadie. Esta verdad es la dulce
almohada sobre que duermen en paz la fe del cristiano y la razón de
todo hombre capaz de unir dos ideas : In paca in idipsum dormiam
el requiescam.
Con estas aclaraciones, por incompletas que sean, se desvanece
la dificultad que debíamos resolver , y con ella la inquietud que pu
diera producir en los espíritus. Nada impide, pues, que continuemos
nuestro camino y pasemos al estudio profundo de las dos ciudades.
CAPÍTULO VIH.

El Hoy tío la Ciudad ilel bien

sumario.— Iit Espíritu Santo, Hey do la Ciudad del bien . ¡ por qué ?—Res
puesta dela teología.—Diferentes nombres del ttey de la Ciudad del bien:
Espíritu Santo , Don , Unción. Dedo de Dios, Paráclito.—Explicación de
cada «no de estos nombres.

El orden visible no es sino el reflejo del orden invisible. En los


gobiernos de la tierra el orden su compone esencialmente de una auto
ridad suprema y de autoridades subalternas encargadas de ejecutar la
voluntad de la primera. Ninguna sociedad puede concebirse sin estos
dos elementos. Lo mismo pasa en la Ciudad del bien y en la Ciudad
del mal. En la una y en la otra el gobierno se compone de un rey v
de ministros con poder diferente y sumisos a sus órdenes. Pues con
forme ya lo hemos indicado, el Rey de la Ciudad del bien es el Espí
ritu Santo.
¿Por qué se atribuye al Espíritu Santo , y no al Hijo ni al Padre,
-el glorioso cetro de la Ciudad del bien? La teología católica responde
'que si bien todas las obras exteriores de la Santísima Trínidad, optra
nd euliu, son comunes a las tres Personas , sin embargo, el lenguaje
sagrado suele atribuir por apropiación al Espíritu Santo las obras, en
que el amor de Dios se manifiesta con más vivo esplendor. Asi al Pa
dre se atribuye el poder, al Hijo la sabiduría , al Espíritu Santo la
bondad. No obstante , en las tres divinas Personas el poder , la sabi
duría y la bondad són una cosa sola é indivisible , como igualmente
lo son la divinidad , la esencia y la naturaleza (1).
(I) Indivisa quippe aunt opera Trinitalis ad extra. Verum consuetu lo
etst sacrielcquii, interduni appropriare uni persónae quod proprie et verissi-
me dicitur de utraque: sicut Patri attribuitur potentia, filio sapientia, bonitris
Spiritui Sancto. Et tamen una et indivisibiUa potentia et sapientia et boni
tas in Ins tribus, sicut una deitaa , una e;sentia, una natura. (Con':. Vaur.,
cap. i, an. 1368.)
Si TKATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Y por cuanto la Ciudad del bien es la creación más magnifica del
amor de Dios, con razón se llama Rey de ella al Espiritu Santo,
f|iie es el amor consustancial del Padre y del Hijo. El fundamento, ó,
como habla la Escritura , la piedra angular de esta Ciudad, es el Verbo
encarnado. Pero la Encarnación del Verbo es obra del Espíritu Santo.
El Ángel de las Escuelas muestra con su profundidad ordinaria la
exactitud de este lenguaje. « La concepción del cuerpo de Jesucristo,
dice el gran Doctor, es obra de toda la Trinidad. Se atribuye, no obs
tante, al Espíritu Santo, por tres razones. La primera, porque esto
conviene á la causa de la Encamación considerada por parte de Dios.
Pues el Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo, y del inmenso
amor proviene que el Verbo tomara carne en el vientre de la Virgen.
Y asi dice San Juan : Tanto unió Dios al mando, que le dio su Hijo
Unigénito.
La segunda, porque esto conviene á la causa do la Encarnación
considerada por parte de la naturaleza humana. Pues asi se hace en
tender que el Hijo de Dios tomó la naturaleza humana, y la unió ;i su
Persona divina, no por algunos méritos que ella tuviera, sino por
una gracia que se atribuye al Espir itu Santo, según aquello del Após
tol : //</;/ diversas gracias ; pero vienen del mismo Espíritu....
>La tercera, porque esto conviene al término de la Encarnación.
Pues el término de la Encarnación fué la concepción de Aquel que
seria Santo é Hijo de Dios ; y ambas cosas, la santidad y la filiación
divina, se atribuyen al Espiritu Santo. Pues por Él los hombres son
hechos hijos de Dios, como San Pablólo dice ¡i los (Jálalas : Por
cuanto sois hijos de Dios, í)ios enrió el Espritu de su Hijo ó vues
tros corazones y en F.l podemos exclamar diciéndole : Padre, Padre.
Es también Espiritu de santificación, como el mismo Apóstol lo dice
en su carta a lo? Romanos. Por lo tanto, asi como otros son espiri-
tualmente santificados por el Espiritu Santo para que sean hijos adop
tivos de Dios, del misino modo Cristo fué concebido en la santidad
por el Espiritu Santo para ser Hijo natural de Dios. Y asi el Apóstol,
después de haber dicho del Señor : Que fué predestinado Hijo de Dios
con poder, explica estas palabras por estas otras : según el Espíritu de
santificación , es decir, por cuanto ha sido concebido por el Espirito
Santo. Y el arcángel de la Anunciación de las palabras que primero
dijo : El Espíritu Santo vendrá sobre ti , saca esta conclusión : )/ por
eso lo Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios (11. i

(i) S. Th., p. 3, q. xxxn. art. 1.


EL BEY DE LA CIUDAD DEL BIEN. 8o
El Espíritu Santo que es Roy de la Ciudad del bien por haber for
mado su base viviente, lo es también porque es su alma y su vida,
alma y vida que, circulando cu todas las partes de este gran cuerpo,
como la sangre eu nuestras venas y la luz en el aire, con su caridad
lo anima , con su sabiduría lo rige, con su hermosura lo embellece,
y lo protege con su poder (1). Para conocer la naturaleza y el modo
de su comunicación divina, o, en otros términos, el gobierno del Rey
de la Ciudad del hien, acerquémonos con respeto mezclado de amor
al trono en que se sienta , y veamos lo que es en si mismo este divino
Rey. Su exacto conocimiento es lo que mas vehementes deseos puede
infundir en nosotros de vivir bajo su imperio.
Conocer un ser es saber su nombre. ¿Quién nos dirá los nombro
propios del Rey de la Ciudad del bien? Él únicamente ; porque al Ser
infinito nadie puede ponerle nombre más que Él mismo. Se llama,
pues, Espíritu Santo, Don, Unción, Dedo de Dios, Paráclito, listas
palabras divinas deben ser tomadas en su mas alta significación aun
por las may ores inteligencias criadas, y éstas habrán de tener pre
sente que, á pesar de todos sus esfuerzos, distarau infinitamente de
concebir las sublimes realidades, que aquellos nombres significan.
Tal es el deber del hombre al estudiar al Inefable.
1.° Se llama Espíritu Santo, Spiritus Sanctux.
Espíritu. Las otras dos Personas divinas , el Padre y el Hijo, suii
igualmente Espíritus y Espíritus Santos. Todos los angeles del cielo
y todas las almas bienaventuradas, lo son también. /.Por qué , pues,
se atribuye á uno el nombre común a muchos ? Verdaderamente,
responde Santo Tomas, la Trinidad, en su naturaleza y en sus Per
sonas, es Espíritu Santo. Sin embargo, como la primera Persona
tiene un nombre propio, que es el de Padre, y la segunda el de Hijo,
se ha dejado para la tercera el de Espíritu Santo, por distinguirla de
las otras dos y dar á entender la naturaleza de sus operaciones.
Este nombre la distingue , porque designa la persona que procede
por vía de amor. Indica la naturaleza de sus operaciones, porque en
las cosas corporales, la palabra espíritu significa un cierto impulso.
De aquí que llamemos espíritu al aliento y al viento. Ahora bien: es
propio del amor impulsar la voluntad del que ama hacia el objeto
amado , y, por otra parte, a las cosas que tienden a Dios se les atribuye
la santidad. Luego con toda propiedad se llama Espíritu Santo la ter-

(I) Omnipotena sempiterna Dcus, cujus Spirilu totum corpm Ecolcsiae


ianclificatur it regilur. (Oral. Eccl. interdicen.;
TR ATADO DEL ESPÍE1TC SANTO.
cem Persona de la Trinidad, que procede por vía de amor , amor con
el cual nosotros amamos á Dios (1).
También es verdad que los augeles y las almas bienaventuradas
son espíritus santos ; pero siendo puras criaturas, no son santos sino
por gracia, en tanto que el Espíritu Santo es por naturaleza santo y
la santidad misma. L'uego también por esto justamente se le llama
por excelencia Espíritu Banto. El nombre del Espíritu Santo, como
los del Padre y del Hijo, no viene de los hombres, sino del mismo
Dios. Debemos su conocimiento á la Escritura , que lo repite mas de
trescientas veces , tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Santo. Santo quiere decir puro, evento de mezcla (2). El Rey de
la Ciudad del bien es llamado Santo, porque es el ser propiamente
dicho, el ser puro de toda mezcla y el manantial de toda pureza. Lo
que es el Océano a la lluvia que fecundiza la tierra y á los rocíos que
la refrescan, eso es el Espíritu Santon la santidad , y mas todavía.
No es s-ilo su receptáculo inagotable , es su principio eterno y eterun-
mente fecundo.
Pues en el orden moral, como en el material, es una verdad que
la causa del mal , y por consiguiente de la inmoralidad y del dolor, es
la mezcla, el dualismo, ó, por decirlo con la palabra propia, la im
pureza. ¿Qué hace el Espirito de santidad al comunicarse á las cria
turas? Elimina los elementos extraños que las deshonran y hacen
sufrir. Cuanto mas abundante es esta comunicación , mas se sim
pfifican las criaturas : cuanto más se simplifican, más se perfeccio
nan, porque se acercan más á su pureza nativa y a la pureza inefable
de su Criador y modelo. Pero cuanto más se perfeccionan, se hacen
más hermosas y felices. De estas nociones, fundadas en la esencia
misma de las cosas, resulta que la santidad es el principio único de
la hermosura y la felicidad. Y puesto que el Rey de la Ciudad del
bien es la santidad misma, se puede juzgar cuan glorioso y cuán
dulce será vivir bajo sus leyes.
Hasta las criaturas materiales nos revelan algunas de las ríquezas
encerradas en este nombre misterioso del Espíritu Santo. Puede de
cirse que de todos los elementos, el aire ó el viento es el más necesa
rio. Por él vive todo lo que respira.
Es también el más fuerte; no ha mucho que le hemos visto arran-

(1) S. Th., t p. q. xxxvi, art. I.


(2) En griego agios , i«l est aine terra , dice Santo Tomas. ('2. i.r
q. lxxxi, art. 8.)
KL HKy DE LA CIUDAD DEL MEX. 87
carde raíz, en menos de siete minutos , cien rail árboles seculares en
ima extensión de tres leguas. Los navegantes ven todos los días cómo
descubre los abismos de la mar, elevando hasta las nubes la pesada
aiii de sus aguas.
Es el mas agradable. ¿Quién, en medio de los abrasadores calores
del estío , no ha sentido anhelo de su acción benéfica ó no se ha de
leitado «i disfrutarla? Es el más independiente, el más útil y miste
rioso. El viento es el principio siempre activo que purifica nuestras
riadades. nuestros campos y nuestras habitaciones: no hay quien
pueda encadenarlo. Es el vehículo de la palabra, y por medio de ella
"I lazo necesario de la sociedad.
En otro orden mas elevado , es decir, más real, el Espíritu Santo
es todo esto. Es la vida , la fuerza, el placer, es el purificador de todo
y el vincnlo universal. En Él todo es una cosa, y la inmensa Ciudad
donde reina , aunque repartida en el cielo, la tierra y el purgatorio,
no forma masque un cuerpo y obedece á un mismo impulso. Por eso
San Cipriano le llama alma del mundo. « Este divino Espíritu , dice
el glorioso mártir, alma de todo lo que existe, de tal manera llena
los seres con sus larguezas , que las criaturas irracionales, lo mismo
que las inteligentes, reciben de Él, cada una en su género, la existen
cia y los medios de obrar en conformidad á su naturaleza : no poi que
Él sea sustancialmente el alma de los diversos seres , ó porque sub
sista sustancialmente en ellos , sino porque, munífico distribuidor de
su plenitud, comunica á cada criatura y le apropia sus divinas in
fluencias , semejante al sol que, sin disminuirse ni apagarse, comu
nica el calor y la vida á la naturaleza entera [i).
i." Se llama Dow Tal es el nombre propio, el verdadero nom
bre del Rey de la Ciudad del bien. ¿Quién dirá sus riquezas incompa
rables? Dones loque se da sin intención de ser correspondido, lo
cual implica la idea de donación gratuita. La razón de la donación
gratuita es el amor: no damos a uno gratuitamente, sino porque le
(I) Htc Spiritus Sanctus omnium viver.tium anima, ita largitate sua
omnibns aljundanter infundit, ut habeant omnia rationabilia et iiralionabilia
secundara genus suum ex eo, quod sunt, et qood in suo ordine suae naturae
competentía agunt, non quod ipse Bit sutjfctantialis anima singulis et in se
singulariter manens: de plenitudine sua distril utor magníficus, proprias
-fíicientias sicgulis dividit et largitu r, et quasi sol omnia calefaciens subjecta
omnia nutrit et aboque ulla sui diminutione integritatem suam de inexhausta
abundantia. quod satis est et sufficit ómnibus commodat et impertit. ( Serm.
de PenUm'l. in 0¡'/Iío<. vet. homü-..)
88 TKATADO DEI. ESPÍRITL' SANTO.
queremos Lieu. Asi , la primera tosa que le damos es nuestro amor;
de donde manifiestamente se sigue que el .amor es el primer don, su
puesto que por él damos gratuitamente todo lo demás.
Siguese también que el Espíritu Santo, siendo el amor mismo, es
el primero de todos los dones, la fuente de todos ellos, el don por
excelencia. Á nadie le conviene como a Él este nombre adorable . >
de tal modo le conviene, que es su nombre personal. Por lo demás,
no se crea que este nombre significa en el Espíritu Santo inferioridad
alguna respecto del Padre y del Hijo : pensarlo seria una herejía,
decirlo una blasfemia. Indica solamente la relación de origen del Es
píritu Santo respecto del Padre y del Hijo que nos le dan. Mas ese
don es el mismo Espíritu Santo, don igual al donante, eterno, infini
to, omnipotente, en una palabra, Dios (1).
í Cuando oímos llamar al Espíritu Santo don de Dios , dice San
Agustín , debemos tener presente que esa expresión es semejante a
esta otra de la Escritura , nuestro cuerpo de carne. Al modo que el
cuerpo de carne no es otra cosa que la carne , asi el don del Espíritu
Santo es el mismo Espíritu Santo : es don de Dios solamente en el
sentido de que se nos da. Pero supuesto que el Padre y el Hijo nos le
dan y Él mismo se nos da , no es inferior a ellos ; porque es dado
como don de Dios, y Él mismo se nos da como Dios.»
Nadie, en efecto, puede decir que el Espíritu Santo no es dueño
de si mismo y perfectamente independiente, cuando está escrito: Et
Espirita sopla donde quiere ; y lo que añade el Apóstol : Todas estas
cosas las obra uno solo y el mismo Espíritu, repartiendo á rada uno
como quiere. Por donde en todo esto no hay que ver ni inferioridad
en el qiie es dado, ni superiorídad en los que dan , sino la concordia
inefable del que es Dón y de los donantes (2).
Asi amor donado, amor sustancial, amor infmito, amor vivo,
amor principio, amor Dios , tal es el Espíritu Santo. Mas es propio

(1) Donum secundum quod personalitcr sumitur in divinis , est pro-


prium nomen Spiritus Sanc'.i... Donum secundum quod est nomen persó
nate in divinis non importat subjectionem , sed originem tantum in compa-
ratione ad dantem.... Sicut corpus carnis nihil aliud est quara caro , xie
donum Spiritus Sanetus est nomen personale : ergo et donum. (S. Th., i p.
q. xxxrin, art. 1-2.—S. Ilanil., lib. De Sjiir. Sanela, c. xxiv.)
(1) S. Aug., De Trinit., lib. xv, c.xvn.num. 36 — Lílique Spiritus Sanctus
Dei Donum est, quod quidem et ípsum est acquale donanti, et ideo Dea* est
etiam Spiritus Sancti, Patre filioque non minor. (Id. , Kn-hirid. de Fide, tpc el
cluu-it., o. xxxvn, num. ti.)
EL REY DE LA CIUDAD DEL BIEN. 8Í>
del amor tender á la unión. Es propio del amor infinito tender a la
unión infinita. La unión infinita es la unidad. Hacer que, conforme
al deseo del Verbo encarnado, todos los hombres sean una cosa, una
cosa eutre si , una cosa con Dios, con unidad semejante a la delas
tres Personas de la augusta Trinidad ; procurar mediante esta unidad
universal la paz, la dicha , la deificación universal; lie ahi el pensa
miento del Rey de la Ciudad del bien , el objeto supremo á que se
refieren todas las leyes, todas las ruedas de su gobierno.
¡ Oh hombre que , seas quien fueres , no eres más que polvo y
nada : si consideras tu desnudez , tu impotencia , la triple nulidad de
tu espíritu , tu corazón y tu cuerpo ; qué amor tan irresistible no
debe despertar en ti ese titulo adorable de Don, bajo el cual el Rey
de la Ciudad del bien se presenta a tu pensamiento! ¡Qué enérgica
voluntad de vivir bajo sus leyes! Tú no tienes nada , y lo necesitas
todo ; el Espíritu Santo es el don que comprende todos los dones;
don de fe que ilumina ; don de esperanza que consuela ; dón de cari
dad que deifica ; don de humildad , de paciencia, de santidad ; don
de conversión y de perseverancia ; don de lodos los bienes , asi del
alma como del cuerpo.
En nombre de tus necesidades , en nombre do tus peligros , en
nombre de tus penas , en nombre de las necesidades, los peligros y
las penas de tus prójimos , de tus amigos , de la sociedad y de la Igle
sia , hazte subdito fiel del Rey de la Ciudad del bien. Con toda la
fuerza de tu fe invoca al Espíritu Dios, don y donador, que desea ar
dientemente comunicarse á ti. En El sólo encontraras todos los bie
nes, «na;» bonum in quo sunt omnia bona : fuera de El todos son
males ; indigencia pura tu corazón , vanidad para tu espíritu , mal
estar para tu vida, terrores para tu muerte y suplicio? para la eter
nidad.
3.° Se llama l'.vuióx, indio. Entre gran número de significacio
nes admirables, unción quiere decir sabiduría y luz. Cónforme es
amor por esencia, el Rey de la Ciudad del bien es la. misma sabidu
ría , la luz sin sombra , la luz eterna, el sol sin eclipses. De su pleni
tud reparte á sus subditos ó inunda su imperio, y, participando de
ella los subditos, se hacen todo lo que hay más grande entre los hom
bres, reyes, presbíteros) profetas.
Reyes : en vez de ser dominados, dominan ; en vez do estar escla
vizados a la materia, á las criaturas, á los sentidos, a las pasiones
y a los áageles rebeldes, los tienen encadenados á sus pies. Ni las
promesas, ni las amenazas, ni los reveses, ni las enfermedades, ni
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
las tentaciones, logran hacer caer la corona de su frente ó el cetro de
sus manos. Su autoridad , dirigida por la sabiduría eterna, tiene por
caracteres la equidad , la dulzura y la fortaleza.
Presbíteros : sirvense de su principado sobre las criaturas y sobre
si mismos para hacer de todo lo ijue ha sido criado, de todo lo que
tienen , de todo lo que son, una gran víctima fiara Dios, de quien
proviene todo lo que es, y á quien todo debe volver. Real sacerdocio,
pueblo querido entre todos los pueblos , donde reinan los hijos de la
Ciudad del bien, la luz se hace, el orden se establece , la civilización
se desenvuelve, y felices Lunaciones que siguen tranquilamente su
camino. ¿Queréis la prneba ? Preguntad á la historia, y echad una
mirada sobre el mapamundi.
Profetas : sus palabras y sus obras, mas elocuentes que sus pala
bras, hacen irradiar sobre la tierra la luz divina que los inunda. Pro
claman incesantemente las leyes eternas del orden, la existencia del
mundo futuro, el gran día de la justicia y las dos mansiones de la fe
licidad y la desdicha sin fin al otro lado de la tumba.
« Mas todavía, exclama un Padre de la Iglesia , lo que el ojo hu
mano apenas puede distinguir a través de espesas nubes , lo que to
dos los sabios no hicieron más que vislumbrar , los ciudadanos de la
Ciudad del bien lo ven con claridad. Su cuerpo está en el mundo,
pero su alma está en el cielo : ven, como Isaias, al Señor sentado en
su eterno trono : ven , como Ezequiel , al que descansa sobre los que
rubines : ven , como Daniel , los millares de ángeles que están á su
alrededor. Un hombrecillo , exiguus, homo , ve oon ana sola mirada
el principio y el fin del mundo , la marcha de los tiempos y la suce
sión de los imperios : sabe lo que no ha aprendido , porque tiene en
si el principio de toda luz: permaneciendo mero hombre, recibe del
Rey de la Ciudad del bien una ciencia poderosa , que llega hasta des
cubrir las acciones secretas de los demás.
i Pedro uo estaba personalmente con Ananías y Saphira cuando
vendían su campo ; pero estaba mediante el Espiritu Santo, y asi les
dijo : ¿ Para que Satanás ha tentado vuestro corazón hasta haceros
mentir al Espíritu Santo? No había ni acusador ni testigos. ¿Como,
pues, lo sabia ? ¿ No erais muy dueños, añadió, de guardaros vuestro
campo; y, vendido, no os pertenecía? ¿Porque, pues, habéis concebido
este mal pensamiento? Por donde se ve, que este hombre sin letras
poseia por la gracia del Espíritu Santo una ciencia que todos los sabios
de Grecia no conocieron jamas. ¿No la encontramos también en Elí
seo? Estando ausente ve a Giezi recibir los presentes de Naaman ; y
EL REY DE L\ CIUDAD mu CIEN. 91
;d volver le dice: ¿ Acaso mi espíritu no viajaba contigo? Mi cuerpo
estaba aquí ; pero él Espíritu de Dios me hadado ií conocer lo que
pasaba ti lo lejos. Ved cómo el Rey de la Ciudad del bien ilumina,
cliando le place, á sus subditos, aparta sn ignorancia y los enriquece
con la ciencia (1). »
4.° Se llama Dedu de Dios, Digilus Dei. Este nombre, de riqueza
incomparable, indica a la vez la procesión del Rey do la Ciudad del
Wen y su poder infinito, asi como la diversidad de sus dones y ope
raciones en la unidad eterna del amor. Estudíese el hombre por un
ínstante y justificará en si mismo, como imagen de Dios, la exactitud
de este divino nombre.
Los dedos proceden de la mano y del brazo, sin separarse de la
una y del otro : el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, á
quienes permanece inseparablemente unido (2). En todas las lenguas,
i-I brazo, la mano, los dedos significan el poder y la acción de que
són instrumentos necesarios. De aquí que el nombre Dedo de Dios se
emplee tan frecuentemente por la Escritura para expresar la acción
todopoderosa de Dios sobre las criaturas materiales ó espirituales.
Aunque en Dios la fuerza activa sea única, eí, sin embargo, múltiple
y multiforme en sus obra*. De aqui es también que la Escritura hable
sucesivamente de los dedos y del dedo de Dios. Asi el profeta Isaias
nos representa al Todopoderoso sosteniendo el globo con tres de
dos (xl, 12). David dice al Señor que los cielos son obra de sus dedos
(Ps. viii ). Moisés anuncia que las Tablas de la Ley fueron escritas
por el dedo de Dios; y los magos de Faraón, no pudiendo contrahacer
ciertos milagros obrados por-Aarón y su hermano, exclaman : el dedo
de Dios está aquí (Exod., vtn, 19).
¿Qué nombre podría convenir ai Espíritu Santo mejor que éste?
Se lo preguntamos al hombre mismo. ¿No lo hace todo con sus dedos ?
Si el género humano careciera de ellos, no existiría ninguna de las
obras maravillosas que cubren la superficie del globo. Si los per
diera, mañana todos esos monumentos no serian masque ruinas, y
él mismo moriría. También Dios opera todas sus maravillas con sus

(1) Coi Spiritus Sanctus donatus est , anima illius illustratur et plus
quam homo cernit. In terra erit Corpus, et anima eoelos contemplabitur....
Exiguus homo cernit priniipium et finem mundi, et médium temporum, et
regnm successiones.... Cernía quomodo illuminat animas Spiritus Sanctus,
lollit ignorantiam, et scientiam reponit. I S. Cyrill. Ilier. Cntech., xvi.)
(2) Sicut digitus a hrachio et manu : ita Spiritus Sanctus a Patre et
Filio procedit. 'Cor. o Lap., in Etvod., vin, 19.)
92 TRATADO DEL ESPÍR1TC SANTO.
dedos, ósea por el Espíritu Santo; porque todas son obras del amor.
Los dedos de nuestras manos no sirven s ilo para hacer las cosas,
sirven también para repartir, dividir, distribuir. Su longitud \ fuerza
desiguales los cónstituyen en dependencia mutua y hacen hermosa la
mano. Del mismo modo Dios reparte y distribuye por el Espíritu
Santo los dones que reserva á cada criatura , y esto en proporciones
desiguales, a una más, a otra menos, según las reglas de su infalible
sabiduría. Desigualdad necesaria, de donde resulta la subordinación
mutua de los seres entre si, la base de todo orden, el principio de
toda armonía en el cielo y en la tierra.
No obstante la multiplicidad de su número, ni la diversidad de
sus formas, ni la variedad de sus movimientos, los dedos, insepara
blemente unidos entre si, obedecen al mismo impulso. También los
dones y las obras del Espíritu Santo, por diversos que sean, proceden
del mismo principio. Considerad los cielos y la tierra. Preguntad su
cesivamente a las innumerables criaturas que contienen, estrellas o
soles, montañas o valles, cedros ó violetas; todas os responderan:
Un mismo Espirito nos ha hecho. Huec antem omnia operatur unvs
atque idem Spiritus.
Levantad vuestras miradas a una creación mas magnifica ; con
templad los órdenes y las jerarquías del mundo angélico , diferentes
en hermosura y poder; ellas os dirán también: un mismo Espíritu nos
ha hecho: Uaec antem omnia operatnr unus atque idem Spiritus.
líajad ahora vuestra vista al cielo de la tierra , á la Iglesia , madre
y modelo de todas las sociedades civilizadas. ¿De dónde le vienen los
dones interiores y exteriores, que con su brillante variedad constitu
yen su poder y su gloria? Una voz responde: «Hay diversidad de
dones, pero no hay mas que un mismo Espíritu ; diversos ministe
rios, pero un solo Espíritu ; diferentes operaciones, pero no hay mas
que un Dios que lo hace todo en todos. El uno posee el dón de hablar
con sabiduría , el otro el don de ciencia , quién el don de fe, quién el
de curaciones , este el don de hacer milagros o el de profetizar, aquel
el de hablar diversas lenguas , estotro el de interpretarlas ; pero un
mismo Espíritu es el que opera todas esas cosas : Haec antem mntii'
operatur unus utijue ídem Spiritus (l).

(I) i Cor., xii, 4 et seqq. Ideo dicitur Spiritus Sanctus digitua Dei,
propter partitionem donorum, quae in eo dantur, unicuique propria, sive
hominum, sive angelorum. In nullis enim membris nostris magis apparet
partitio, quam in digiÚB. (S, Á'tg., Qtatst. Eiung., lib. u, q. xvn.)
F.L UEY OE LA CIUDAD DEL BIEN. 93
Todos nuestros dedos , trabajando cada uno en su esfera, tienden
al mismo objeto, que es la perfección de la obra que han empren
dido. Del mismo modo todos los dedos de Dios, todas las mara
villas del Espíritu Santo se dirigen á un solo fin , a realizar en la
Ciudad del bien la mas perfecta concordia , la más completa unidad
ipie se puede concebir, la misma unidad del cuerpo humano y la
• 'incordia de sus miembros. Como nuestro cuerpo, que es uno,
--compone de muchos miembros, y todos éstos , aunque son mu
chos , no hacen más que un solo cuerpo , asi sucede en la Ciudad
del bien , que es el reino del Espíritu Santo y el cuerpo del Verbo
encarnado.
Como todos los miembros del cuerpo trabajan los unos por los
otros y ninguno puede sufrir sin que todos los demás sufran, ni reci
bir honor sin que todos los otros participen , lo mismo pasa entre los
miembros de la gran Ciudad , de la cual el Espirita de amor es el
autor, el rey , el vínculo (pie la une y el alma que le da vida. ¡Qué
magnifico ideal! Yeste ideal, imperfectamente realizado sobre la tie
rra , lo sera perfectamente en la eternidad.
..Bajo qué títulos podremos nosotros invocar al Espíritu Santo,
que estén mas en relación con nuestras necesidades que el de Dedo de
Dios? ; Oh Santo Espíritu, Dedo de Dios, poder, bondad, instrumento
de milagros , tomad parte en nuestros asuntos y en los del mundo
actual! ¡Juzgad vuestra propia causa ; reparad, restaurad los baluar
tes de vuestra Ciudad ; disipad los ejércitos que la asedian ; haced
.-aliar a los blasfemos que la ultrajan, ultrajaudoos juntamente
a vos!
Que eJ esplendor de vuestras obras desconcierte a vuestros ene
migos, abra los ojos de los ciegos, despierte á los indiferentes, ablande
,1 los obstinados, y fuerce á los modernos magos á confesarse venci
dos, para que el campo de las almas restituido a los ministros de la
verdad, reciba por Qn el cultivo que puede únicamente reemplazar
con frutos de vida esos otros frutos de muerte , cuyo hedor infecto
clama al cielo en demanda de las catástrofes más temibles. Dedo di
vino, grabad profundamente en nuestro corazón la ley regia de la
Ciudad del bien , la fe poderosa , la esperanza inmutable , la caridad
ínmortal ; dadnos a cada uno de nosotros la armadura impenetrable
que nos hace falta para rechazarlos dardos inflamados de un enemigo
mas audaz hoy que nunca.
5.° Se llama Paráclito , Paraclelus. Este nombre, no menos
simpático que bis otros , quiere decir abogado , exhortador , consola
KATADO DEL ESPÍniTU SANTO.
dor. ¡Qué nombres para un Roy (1)! Aunque el Espíritu del bien uu
tuviera otros, ¿no bastarían estos para atraer a la obediencia de sus
leyes á todos los pueblos , á todas las tribus, a todos los miembros dr
la desventurada famifia humana?
Es abogado y defiende. ¿Qué deliende? La causa en que vienen a
parar todas las causas , todos los procesos ; la causa de las almas , la
causa de los pueblos, la causa de la Iglesia y del mundo, la causa di
que depende la eterna dicha ó la eterna infelicidad. ¿Dónde la defien
de? En el doble tribunal de la justicia y de la misericordia. En el
de la justicia, para aplacarla y desarmarla ; en el de la misericordia,
para obtener copiosas efusiones de gracias, de fuerzas, de luces, de
socorro de todo género, sea para preservar á los ciudadanos de su
ciudad de los ataques del enemigo, sea para curarlos de las heridas
recibidas. Tribunales dela justicia y la misericordia divina , curias
soberanas, ante las cuales no hay nadie, ni rey, ni subdito, ni pue
blo, ni particular, que no tenga cada dia y aun cada hora alguna causa
pendiente.
¿Cómo defiende? Como el amor sabe hacerlo. Toda su elocuencia
consiste en suspirar. El Espíritu Santo, escribe el Apóstol, ayuda
nuestra debilidad , porque nosotros no sabemos ni lo qw debemos pe
dir , ni cómo liemos de pedirlo. Pero el Espíritu Santo pide Él mismo
por nosotros con gemidos inefables. (Rom., vm, 2tí.) ¡Cuan profunda
es, pues, oh Dios mío, mi miseria, la miseria del linaje humano!
Privado de todo y mendigo en este valle de lagrimas, yo no conozco
mis verdaderas necesidades, apenas las sospecho y mucho menos las
siento. Si llego a conocerlas, ignoro el modo de pedir su remedio.
¡ Qué necesidad tan grande la mía de tener un maestro hábil que me
enseñe a pedir, caritativo que pida por mi, poderoso que pida con
resultado ! El Rey de la Ciudad del bien en persona me presta este ca
ritativo servicio, y se lo presta a todos. Si , es de fe; el Espíritu Santo
pide por mi, se hace mendigo por mi.
« ¿Qué quiere decir esto? pregunta San Agustín. ¿Acaso puede
gemir el Espíritu Santo, que goza de la suprema felicidad con el Pa
dre y el Hijo? Seguramente no. El Espíritu Santo en si mismo y en
la Beatísima Trinidad no gime ; pero gime en nosotros, enseñándonos

(I) ConBolator ergo ille vel advocatus (utrumque enim interpretatur)


quod est graece paracletus, Christo abscedente fuerat necessarius. {S. Aug.,
¡n Joan., trac, cxiv, num. 2.)—Exhortator, incitator , impulsor. (Cor. a Lap.,
in Joan., xit, 16.)
EL UEY DE LA CIUDAD DEL DIEN.
a gemir. V' ciertamente no es pequeña cosa que el Espíritu Santo nos
enseñe a gemir. Insinuándonos al oído de nuestro corazón que somos
viajeros en este valle de lagrimas , nos ensena a suspirar por la eterna
patria, y este deseo produce nuestros gemidos. El que esta bien, ó,
mejor dicho, el que cree estar bien en este lugar de destierro, el que
se embriaga con los placeres de los sentidos, y nadando en la abun
dancia de bienes temporales se harta de su vana felicidad , este tal no
deja oir sino la voz del cuervo ; pues este animal no gime, sino que
grazna.
»Por el contrario, el que siente la carga do la vida, viéndose to
davía separado de Dios y privado de la bienaventuranza infinita que
nos ha sido prometida, de la cual tiene esperanza, mas no la poseerá
realmente hasta el dia en que el Señor vendrá en todo el esplendor de
su gloria, después de su primera venida que ha sido humilde, el que
eso conoce, gime, y si por eso gime, gime bien : el Espíritu Santo es
quien le enseña a gemir asi, imitando a la paloma. Muchos, en efecto,
gimen cuando les sorprende la adversidad, cuando los dolores do
aguda enfermedad hacen presa en ellos, bajo los cerrojos de una pri
sión, en las cadenas de la esclavitud, al verlas olas que so abren
para tragárselos, al caer en las emboscadas que sus enemigos les pre
pararon ; pero estos no gimen con gemido de paloma , no es el amor
de Dios el que les hace gemir, ni el Espíritu Santo quien gime en
ellos. Asi, tan pronto como se ven libres de aquellos niales, oís
los gritos de su vano regocijo ; lo que prueba que son cuervos y no
palomas (1). »
Es exhortador. Todo el bien digno de este nombre, que se ha
hecho desde el principio del mundo, que se hace actualmente y que se
hará hasta la consumación de los siglos , es debido a los hijos del Es
píritu Santo, a los ciudadanos de la Ciudad del bien. ¿Quién les da
que lo quieran y lo hagan? Su Rey. Sin su auxilio nadie puede ni
siquiera pronunciar con provecho para el cielo el nombre del Reden
tor [i). Abel ofrece generosamente al Señor los corderos mas pingües
de su rebaño : yo veo el sacrificio ; pero ¿donde esta el alma que lo
inspira? ¿Quién le exhorto á ofrecerlo? El Rey do la Ciudad del
bien.
(1) Ideo tales cum ab ipsis pressurb fuerint liberati , exsultant in gran-
dibns vocibos : ubi apparet quod corvi sunt, non columbae. (S. Aug., in
Joan,, tract. vi, num. 2.)
(2) Et nemo potest dicere : Dominus Jesus, nisi in Spiritu Sanólo
¡I Cor., xn, 13.)
TRATADO DEL ESPÍMTU SANTO.
Por espacio de cien años Xoé ar rostra las burlas de sus contem
poráneos y construye lentamente el arca en que el linaje humano se
había de salvar : yo contemplo el ánimo del patriarca y veo su navio.
¿Quién alentó al constructor é inspiró la construcción? El Rey de la
Ciudad del bien. Yo veo a Abraham atando sobre la leña a su unigé
nito Isaac y levantando la mano para inmolarlo : ¿quién fué ol exhor
tador y el guia del heroico padre de los creyentes? El Rey de la Ciudad
del bien. Yo veo en el discurso de los siglos antiguos á los patriarcas,
protetas , reyes y guerreros de Israel llevando a cabo mil hazañas,
triunfando de mil dificultades , afrontando intrépidos innumerables
dolores. ¿ Cuál fué el alma de esas grandes almas? ¿Quién fué su
exhortador ? El Rey do la Ciudad del bien.
En tiempos mas modernos , preguntadles á los pescadores de Gali
lea , ¿quién les lanzó á los cuatro entremos del mundo , para repartir
por doquiera , como nubes benéficas , el roció divino de la gracia;
quién les dió la inteligencia y fortaleza necesarias para emprender
tan nidos trabajos , llevar la guerra hasta el corazón de la Ciudad del
mal , batir en brecha esta cindadela colosal, desmantelarla , minarla,
y edificar sobre sus ruinas la Ciudad del bien ? Y cuando es menester
defender la obra divina á costa de toda clase de sacrificios, ¿quién es
el exhortador de los mártires , quién sostiene su valoren presencia
de los tribunales , de los caballetes , de las hogueras y de las bestias
del anfiteatro ? El Rey de la Ciudad del bien.
Lo que el divino Rey fué para los Apóstoles y los mártires, lo ha
sido-y continúa siéndolo para los solitarios, las vírgenes, los misio
neros, los santos y los fieles, que en todas las condiciones ven todos
los países emprenden continuamente y conducen a feliz término la
obra heroica de su santificación y de la ajena. Contad, si podéis, el
número de sus buenos pensamientos y resoluciones saludables, las
veces que tienen que sacrificar sus inclinaciones, sus gustos, sus in
tereses, su genio, su afección y pasiones durante una vida de cin
cuenta años para salvar su alma; calculad su extensión, y veréis
qué bueno, qué infatigable, qué poderoso exhortador es el Espíritu
Santo.
Es consolador. Amados míos, hasta aquí yo mismo os he ense
ñado, dirigido y consolado ; por esto os causa tristeza mi próxima
partida. Tomad ánimo : en lugar mío os enviaré otro Consolador que
permanecerá con vosotros, no un poco de tiempo como yo, sino para
siempre. Él os instruirá , dirigirá y consolará en vuestras penas, dudas
y tentaciones incesantes. Tal es el sentido de las palabras del Verbo
f?í, EL REY DE LA CIUDAD DEL BIEN. 97
encamado, al anunciar el Espíritu Sanio á sus Apóstoles y a cada uno
. deaosotros (1).
^Consolador. Menester era conocer bien a la humanidad para dar
este nombre al Rey de la Ciudad del bien. ¿ No la veis? ¿No veis á esa
pobre humanidad , ruina viviente, atravesando hace sesenta siglos una
tierra de miserias llamada con harta razón valle de lágrimas, en
vuelta en tinieblas, rodeada de enemigos, estropeada por los trabajos,
consumida de dolores, roida de cuidados, dejando en las piedras de
so camino las manchas de su sangre y en las zarzas de los lados sus
carnes despedazadas, arrastrando consigo una larga cadena de espe
ranzas frustradas, viendo en lontananza , como última (terspectiva,
una tumba entreabierta con misterios de descomposición en qne no osa
lijar la vista, y mas allá los abismos insondables de las dos eternida
des? Preciso es convenir en que si la pobre humanidad necesita de
algo, es ante todo de uno que la consuele.
El Rey de la Ciudad del bien es el consolador por excelencia, con-
Kküor oplime , y tiene bien merecido este nombre verdaderamente
real. Su realeza no tiene otro objeto que enjugar las lagrimas de sus
subditos, o transformarlas en perlas inmortales. Consolador poderoso
royos consuelos no son vanas palabras que se estrellan en la super
ficie del corazón, sino consuelos eficaces y goces Íntimos. Consolador
universal, que no hay sufrimiento del cuerpo, ni dolor del alma, ni
revés de fortuna, ni duda, ni perplejidad, ni tampoco falta alguna,
para los que no tenga un remedio, una luz o una esperanza.
Que el hombre, el pueblo, el siglo, que no tiene ningún asunto en
el tribunal de la justicia y de la misericordia divina , que no necesita
oi luz [era conocer el bien, ni estimulo para emprenderlo, ni perse
verancia para llevarlo á cabo, ni alivio en sus miserias, ni conduelo
en sus penas; en una palabra, que la orgullosa nada, que tiene la
pretensión de bastarse á si misma, o de encontrar en brazos de carne
apovo suficiente
~": ' para sü debilidad , desdeñe ú olvide al Abogado
divino, at Exhortador sobrenatural, al soberano Consejero.... no te
nemos nada que decirle. Compasión profunda, oraciones y lagrimas,
«80 es todo lo que nos queda para Él. I'ero el hombre, el pueblo ó el
siglo que tenga conciencia de sus necesidades, encontrará en el fondo

\l) Joan , xiv, Ab operatione nomen imponit: reddit enim pertur-


taiione alienas , et incredibile gaudium tribuit : sempiterna enim laetitia in
torum corda versatur, quorum Spiritua Saijctus habitator est. (Didym., Lib.
* Sp. Sánelo. In'er Opp. S. Hierony. 1
tomo r.
1)8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
de su alma mil motivos, de dia en dia mas apremiantes, para invocar
al Espíritu Santo y vivir bajo sus leyes.
Tal es el Rey de la Ciudad del bien, segun los nombres principa
les que lo caracterizan. Si a todos estos títulos, que son peculiares de
Él , se añaden los que comparte con el Padre y el Hijo , se nos repre
sentará sin duda como el mas grande, el mas magnífico, el más sabio,
el mejor de todos los monarcas : su Ciudad como el reino mas glo
rioso, el mas libre, el más feliz que el hombre pueda concebir : sus
subditos como una familia de hermanos, como una asamblea de dio
ses, incoados por la gracia y en camino de ser consumados en la
gloría. Si semejante espectáculo nos deja todavía fuerzas para hablar,
será para que digamos con el Salmista: ¡Oh Ciudad de mi Dios,
qué hermosa eres! ¡ Felices los que en ti habitan (1) !

(I) Gloriosa dicta sunt de te, civitas Dei ... Sicut laetantium omnium
habitatio est in te. (Ps. lxxxvi, 3, 7.)
CAPÍTULO IX.

Los principes do la Ciudad, del bien.

Sumario.—Los ángeles buenos , principes de la Ciudad del bien. — Prueba


particular de su existencia.—Su naturaleza.—Son puramente espirituales,
pero pueden tomar cuerpos: pruebis.—Sua cualidades: la incorruptibí-
liUad , la belleza, inteligencia , agilidad, fuerza—La ejercen sóbrelos
demonios , sobre el mundo y sobre el hombre, en cuanto al cuerpo y en
cuanto al alma: pruebas.

El Rey de la Ciudad del bien no está solo. Alrededor de su trono


se mantienen, formando su corte, innumerables legiones do principes
radiantes de hermosura. (Dan., vn.) Su ocupación es honrar al gran
Monarca, velar por la conservación de la Ciudad y presidir a su go
bierno : estos príncipes son los ángeles buenos. So pena de dejar en
la oscuridad una de las mayores maravillas del mundo superior y de
las má« importantes ruedas de su administración, debemos darlos
a conocer. Para esto es necesario hablar de su existencia, naturaleza,
número, jerarquías, ordenes y funciones.
Existencia de los angeles. Los ángeles son criaturas incorpóreas,
invisibles, incorruptibles, espirituales, dotadas de inteligencia y vo
luntad (1). La fe del género humano, la razón, lá analogía de las leyes
divinas, están de acuerdo para establecer sobre su fundamento inque
brantable- el dogma de la existencia de los ángeles. Ya hemos visto la
fe del linaje humano manifestarse brillantemente en el culto universal
de los genios buenos y malos. La razón demuestra sin trabajo que
nuestro mundo visible, por la imperfección de su naturaleza, no
tiene, no puede tener en si mismo, ni la razón de su existencia, ni el
principio de las leyes que lo rigen. Hay que buscarlas en un mundo
superior, del cual éste viene á ser un rellejo (i). No de otro modo el
(I) Angelus est substantia creata, immaterialissive incorporalis, invisibi-
lis, et apiritualis, intellectu perspicáx et voluntate pollens. (Vigier, c. m , § 2 )
(S) Invisibilia enim ipsius a creatura mundi , per ea quae facta sunt in-
tellecta conapiciuntur. (Rom., i , 20.)
100 MATADO DKL ESPÍRITU SANIO.
árbol extiende ante nuestra vista su ramaje ; pero los principios de so
vida y solidez están ocultos en las profundidades de la tierra.
La observación mas sabia de las leyes divinas proclama este axio
ma : que no hay salto en la naturaleza , ni ruptura en la cadena de
los seres (I). Al mismo tiempo demuestra que de esta cadena magni
fica el hombre no puede ser el último anillo. Dios es el océano de la
vida , y la distribuye bajo todas las formas, vegetativa, animal , inte
lectual. Según que la vida es mas ó menos abundante, marca el grado
jerárquico de los seres. .
Ahora bien : la vida es mas abundante a medida que más se apro
xima á Dios. Asi el Omnipotente , para cuya infinita sabiduría la for
mación del universo ha sido como un entretenimiento, á fin de atraer
hacia si por grados insensibles toda la creación que proviene de Él,
ha sacado de la nada diferentes especies de criaturas. Las unas visibles
y puramente materiales , como la tierra, el agua, las plantas; las
otras visibles á la vez é invisibles, los hombres ; otras , en fin , invi
sibles é inmateriales, los ángeles.
Estas últimas son , pues, una necesidad de la creación no menos
que las otras. Escuchemos al mayor de los filósofos. « Supuesto el de
creto de la creación , dice Santo Tomás , la existencia de ciertas cria
turas incorpóreas es una necesidad. En efecto : el fin principal de la
creación es el bien. El bien ó la perfección consiste en la semejanza
del ser criado con el Criador, del efecto con la causa. La semejanza
del efecto con la causa es perfecta cuando el efecto imita a la causa
en aquello con que la causa produce el efecto, como un fuego produce
otro fuego. Mas Dios produce las criaturas con el entendimiento y la
voluntad. Y asi la perfección del universo exige que haya criaturas
intelectuales é incorpóreas (2). »
Luego la existencia de los ángeles, y que éstos son seres perso
nales y no mitos ni alegorías, es una verdad enseñada por la reve-

(I) Natura non facit saltus. (Línneo.)


(i) Necease est poneré aliquas creaturas incorpóreas, fd enim quod
praecipue in rebus creatis Deus intendit, est bonum , quod consistit in assi-
milatione ad Deum. Perfecta autem assimilatio effectus ad causam attendi-
tur, quando effectus imitatur causam, secundum íllud per quod causa pro-
ducit cffeclum: sicut calidum facit calidum. Deus autem creaturam producit
per intellectum et voluntatem.... Unde ad perfectionem universi requiritur
quod sint aliquae creaturas intellectuales. Intelligere autem non potest esae
actus corporis, nec alicujus virtutis corporeae, quia omne corpus determina-
tur ad hio et nunc. Undo necesse est poneré ad hoc quod UDiversum sil per-
fectum, quod sit aliqua incorpórea creatura. (I p.,q. L, art. 1.)
LOS PBÍ3TC1PES DE LA l'.ICDAD DEL BIES. 101
lación, confirmada por la razón y atestiguada por ia fe del linaje
humano.
Naturaleza de los angeles. Acabamos de indicar que los angeles
son incorpóreos, es decir, que no tienen cuerpos a los que estén natu
ralmente unidos. La razón es que, siendo seres completamente intelec
tuales y subsistiendo porsi mismos, formae substantiales , comoliabla
Santo Tomas, no tienen necesidad de cuerpos para ser perfectos. Si
el alma humana esta Unida al cuerpo, es porque no tiene la plenitud
de la ciencia y se ve obligada a adquirirla. por medio de las cosas sen
sibles. Pero los ángeles, siendo perfectamente intelectuales por su na
turaleza, no tienen nada que aprender de las criaturas materiales, y
el cuerpo les seria inútil (1).
De aquí resulta que los angeles no pueden, como las ahitas huma
nas, estar esencialmente unidos a los cuerpos y formar con ellos una
misma persona. Son , por consiguiente , incapaces de ejercer ningún
acto de la vida sensible ó vegetativa, como ver corporalmente, oir,
comer, ü otros semejantes (2). Pueden, no obstante, formarse cuer
pos del aire o de alguna otra materia preexistente y darles una figura
a forma accidental. El arcángel Rafael decía á Tobías: Cuando yo es
taba con vosotros por voluntad de Dios , parean que comía y bebía;
mas yo uso de alimentos invisibles. (Cap. xn.)
Por manera que la aparíción de los angeles bajo una forma sensi
ble no es una visión imaginaria. La visión imaginaria no existe sino
en la imaginación del que la ve : para los demás no es nada. Pero la
Escritura nos habla frecuentemente de angeles que aparecen bajo for
mas sensibles, y que son vistos indistintamente de todos. Los angeles
que se aparecieron a Abraham los vio el patriarca, toda su familia,
Lot y los habitantes Je Sodoma. Asimismo ai ángel que se apareció a
Tobías lo viii él , su mujer , su hijo , Sara y toda la familia de ésta.
Es , pues, manifiesto que esas no eran visiones imaginarias : eran
visiones corporales, en las cuales el que de ellas gozaba veía una cosa
que habia fuera de él. Mas el objeto de tal visión , es decir , la cosa
exterior, no puede ser mas que un cuerpo. Y como los angeles son

(1) \ p , q i.i , ait. i.


(2) Sequitur etiani ex illa immaterialitate , quoel angelus non potest
esse actus sive forma intrínseca corporis , neo uniri materiao aut corpori
intrinsece ctessentialiter, hoc est, communicare ei suura esse existentiae, et
líeri unum suppositum cum illo; ct per consequenB neo exercere opera vitae
«auBibilia aut vegetabilis, quae sunt videre corporaliter, audire, gustare, vel
generare, et alia liujusmodi. (Vigier, ubi
102 TBATADO DEL ESPIRITU SANTO.
incorpóreos y no tienen cuerpos á los que estén unidos naturalmente,
resulta que cuando tienen necesidad toman cuerpos accidentalmente
formados (1).
Esos cuerpos , compuestos de aire condensado ó de alguna otra
materia, los angeles no los toman por si mismos, sino por nosotros.
Todas sus apariciones se refieren al misterio fundamental de la En
carnación del Verbo y á la salvación del hombre , de la que ese mis
terio es condición indispensable. Las unas lo preparan , las otras lo
confirman , al mismo tiempo que prueban la existencia del mundo
superior con sus eternas realidades , gloriosas ó terribles. «Al con
versar familiarmente con los hombres, dice Santo Tomas, los ángeles
quieren mostrarnos la verdad de esa gran sociedad de los seres inte
ligentes que esperamos en el cielo. En el Antiguo Testamento sus
apariciones tienen por objeto preparar el género humano á la Encar
nación del Verbo ; pues todas eran figuras de la aparición del Verbo
en la carne (2). »
En la Nueva Ley contribuyen al complemento del expresado mis
terio, sea en si mismo , sea en la Iglesia y eu los elegidos. Fácil es
convencerse de ello examinando las circunstancias de las apariciones
angélicas a Zacarías , á la Santísima Virgen , a San José, San Pedro,
los Apóstoles , los mártires y santos de todos los siglos.
Según los más doctos intérpretes , las apariciones accidentales de
los angeles en el mundo no deben de ser más que el preludio de su
aparición habitual en el cielo. «Los reprobos, dicen ellos, serán ator
mentados, no solamente en su alma por el conocimiento de sus supli
cios, sino también en sus cuerpos al ver las figuras horribles de los
demonios. Pecaron con los ojos del cuerpo lo mismo que con los del
alma, y es justo que imos y otros reciban el castigo.

(I) S. 77.'.. i p.. e!. i.i , art. I.


(-2) Licet aer in sua rnritate manens non retineat figuram, neque colo-
rem ; quando lamen cnndcnsatur et figuran etcolorari potest , sicut palet m
nubibus ; et sic angeli assumunt corpora ex acre , condensando ipsum vir-
tute divina , quantum necesse est ad corporis assumcndi formalionem. (I p.,
qti, art. 2.)— Angeli non indigent corpore aasumpto propter seipsos , sed
propter nos; ut familiariter cum hominibus conversando , demonstrent intel-
ligibilem societatem , quam liomines cxpectant cum eis habendam in futura
vita Hoc autem quod angelí assumpserurt corpora in Veleri Testamento,
fuit quoddam figúrale indicium , quod Verbum Dei assumpturum esset cor-
pus humanum. Omnes enim apparitiones Veteris Tcstamenti ad íllam appa-
ritionem ordinatae fuerunt, qua Filius Dei apparuit in carne. ¡Ibid.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL II1EN. 103
Asimismo es probable que en el cielo los angeles tomaran magní
ficos cuerpos aéreos, para regocijar la vista de los elegidos y conver
sar con ellos boca á boca. Esto parece que lo exige por una parte la
amistad, unión y comunicación intimas que habra entre los ángeles y
los bienaventurados , como conciudadanos de la misma patria ; y por
otra la recompensa debida a la mortificación de los sentidos y á la
vida angélica que los Santos llevaron en el mundo , con la esperanza
de gozar de la sociedad de los ángeles. De otro modo, los sentidos de
los elegidos no recibirían de los angeles ningún contentamiento , y
hasta les seria imposible toda relación con ellos. Todo se reduciría á
una comunicación mental, y el cuerpo quedaría privado de una parte
de su recompensa (1). »
Hablando del juicio final', añade : «Es muy creíble que aparecerán
.illi en cuerpos resplandecientes. Á no ser asi , los impíos no verían
esta gloria del Hijo de Dios, que la desplegara principalmente por
ellos : el poderoso ejército de los cielos no contribuiría nada a la
majestad exterior del Juez Supremo, majestad que la Escritura tiene
cuidado de describir con tanta precisión.
« Siendo, pues, innumerable la muchedumbre de los angeles, lle
nara ios inmensos espacios del aire y presentará á las naciones con
gregadas el aspecto formidable de un ejército formado en orden de
batalla. No es menos creíble que los demonios aparecerán bajo for
mas corporales; sin esto no serían vistos por los reprobos, y la gloria
de Nuestro Señor y la confusión de los malvados exigen que sean
visibles. »
Cualidades de los angeles. De la simplicidad é incorporeidad de
su naturaleza resulta que los príncipes de la Ciudad del bien són inco
rruptibles. Exentos de dolores y enfermedades, no conocen la necesi
dad de alimento y reposo , ni la debilidad de la infancia . ni los
achaques de la vejez. Resalta igualmente que están dotados de una
hermosura , una inteligencia , una agilidad y una fuerza incompren
sibles para el hombre.
Dios es la helleza perfecta y el origen de toda belleza. Cuanto más
se asemeja a Dios un ser cualquiera , tanto más bello es. Bello es el

(1) Apud Corn. a Lap., In /»., ixxiv, 14. —En virtud del mismo razo
namiento, ¿no podríamos suponer que la? dos Personas de la Santísima Tri
nidad , que no han tomado cuerpo, el Padre y el Espíritu Santo , se digna
ran también mostrarse á los elegidos bajo alguna forma sensible ? O altitudo
dicitiarwn '.
un TRATADO DEL ESPÍRITU' SANTO.
cielo y la tierra es bella , porque ciclo y tierra reflejan algunos rayos
de la hermosura del Criador. Entre todos los seres materiales el mas
bello es el cuerpo humano , porque posee en más alto grado la fuerza
y la gracia, cuyo dichoso conjunto constituye el sello de la hermosura.
El alma es mas bella que el cuerpo, porque es imagen más perfecta
de la hermosura eterna. Á su vez el ángel , como imagen incompara
blemente más perfecta deesa hermosura, es incomparablemente mas
bello que el alma humana.
¡Qué espectáculo presenta a los ojos de la fe el lte\ de la Ciudad
del bien , rodeado de todas sus principes radiantes como soles , y de
los cuales el menos bello eclipsaría todas las bellezas visibles! El día
en que sea dado al hombre verle cara á cara, entrara en aquel arro
bamiento que fué inefable hasta para el apóstol San Pablo, que tuvo
la dicha de experimentarlo. En el ínterin, la humanidad poseeel ins
tinto de aquella belleza suprema ; pues para significar el mas perfecto
grado de belleza sensible , suele decir : bello como un ángel.
La belleza de los angeles es la irradiación de su perfección esen
cial, y su perfecciónes la inteligencia. ¿Quién explicara su extensión?
Santo Tomas responde que la inteligencia angélica es á manera de la
divina, es decir, que el ángel no adquiere el conocimiento de la ver
dad por medio de las cosas sensibles , ni por el raciocinio, sino por
intuición (1). Enseña también que, siendo los angeles sustancias exclu
sivamente espirítuales, en ellos la potencia intelectiva es completa, es
decir , que no esta nunca en potencia como en el hombre , sino siem
pre en acto, de suerte que el ángel conoce actualmente lodo lo que
naturalmente puede conocer.
Lo conoce todo entero , en conjunto y en sus pormenores , en los
principios y en sus ultimas consecuencias. « Las inteligencias de orden
inferior, como el alma humana, para llegar al conocimiento perfecto
de la verdad , necesitan cierto movimiento , cierto trabajo intelectual,
mediante el cual proceden de lo conocido á lo desconocido. Esta ope
ración no tendría lugar si desde que conocen un principio vieran ins
tantáneamente todas sus consecuencias. Tal es la prerogativa de los
ángeles, quienes en los primeros principios, que conocen naturalmente,
ven al punto todo lo que en ellos hay de cognoscible ; por esto se les
llama Mekrtnales, y a las almas humanos simplemente racionales....

(1) Nou aoquirit intelligibilem veriutem ex varietate rerum composi-


taruoi; non intelligit veritatem intelligibilem discursiva , sed simplici intuitu.
(i. 2., q. clixx, art. ü, ad S.)
'- " ¡ *

LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. iOo


Y asi no cabe falsedad, ni error, ni decepción en el entendimiento de
ningún augel (1).»
¿A qué cosas se extiende el conocimiento de los principes de la
Ciudad del bien? Á todas las verdades del orden natural (2). Para
ellos el cielo y la tierra no tienen nada oculto ; y desde que fueron
confirmados en gracia , conocen la mayor parte de las verdades del
orden sobrenatural. Decimos la mayor parte , porque hasta el dia del
juicio, en que terminara el curso de los tiempos, los ángeles recibirán
nuevas comunicaciones sobre el gobierno del mundo, y en particular
sobre la salud de los predestinados (3).
Si la inteligencia de los principes de la Ciudad del bien es para
ellos origen de goces inefables , para nosotros es motivo de consuelo,
de tristeza y de esperanza. De consuelo: los angeles buenos no em
plean su inteligencia sino para beneficio nuestro y gloria del Padre
celestial. De tristeza: nosotros poseíamos en Adán una inteligencia se-
nrjantei la de ellos, y la perdimos. De esperanza: porque la volvere
mos a recobrar en el cielo, y ya poseemos sus primicias en la luz de la fe.
De la incoporeidad de los augeles nace su agilidad. El ángel, como
ser finito, no puede estar simultáneamente en todas partes; pero tal
es la rapidez de sus movimientos, que equivale casi á la ubiquidad.
El augel, enseña Santo Tomás, no es compuesto de diversas naturale
zas, de' modo que el movimiento de la una impida ó retarde los de la
otra , como sucede al hombre , en quien la acción del alma so ve em-

(1) Inferiores íntellectus , scilicet hominum , per quemdam rootum et


discursum intellectualis operationis perfectionem in cognitione veritatis adi-
piscuntur ; dum scilicet ex uno cognito in aliud cognitum procedunt. Si
Mtem statim in ipsa cognitione principü noti inspicerent, quasi notas, om-
nes conclusiones consequentes, in eis discuraus locum non haberct. Et lioc
est in angelis ; quia statim in illis quae primo naturaliter cognoscunt, inspí-
einnt omnia quaecumque in cis cognosci possunt. Et ideo dicuntur intdtec-
iw!«.... animae vero humanac... rationales vocantur.... Si enim habereot
plemtudinem intellectualis luminis, sicut angelí , statim in primo aspecto
principiorum totam virtutem eorura comprehetderent, intuendo quidquid ex
eU syllogizan posset. (I p., q. lviii, art. 3.)—Intelligendo quidditates simpli-
ees.... non est falsitas; quia vel totaliter non attinguntur,et nihil iutelligimus
iie eia, vel cognoasuntur ut sunt. Sic igitur per se non potost esse (alsítas,
»il error, autdeceptio m intellectu alícujus angelí. (Id., art. o.)
(2) S. Th., t p., q. et seq.
(3) Usque ad diem judicii semper nova aliqua supremis angelis reve-
Untur divinitus de his quae pertinent ad dispositionem mundi, et praecipue
»d ssilutem electorum. Unde semper remauet utsuperiores angeli inferiores
illuminent. (Q. cví, art. 4, ad 3.)
IO0 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
barazada por los organos. Y como ningún obstáculo se le opone ni lo
retarda , el ser intelectual se mueve con toda la plenitud de su fuerza.
Para él el espacio es como si no fuera. De este modo los principes de
la Ciudad del bien «en un instante pueden estar en un lugar, val
instante siguiente en otro , sin que medie tiempo alguno (I). « Tal es,
por otra parte , la sutilidad de los angeles , que los cuerpos más opa
cos lo son menos para ellos que un velo diáfano para los rayos del sol.
La fuerza de los angeles, lo mismo que su agilidad , proviene de
la esencia misma de su ser, que participa más abundantemente que
todos los demás de la divina esencia , fuerza infinita (2). Asi , la agi
lidad y la fuerza que conocemos en la naturaleza son muy inferiores
á las de los aDgeles , quienes las tienen en grado incalculable y las
ejercitan sobre el mundo y sobre el hombre.
Sobre el mundo. Los ángeles son quien le imprime movimiento.
Todas las criaturas materiales, inertes por su naturaleza , han nacido
para ser movidas por criaturas espirituales, como el cuerpo por el
alma. «Es ley de la sabiduría divina, enseña el Doctor Angélico, que
los seres inferiores sean movidos por los superiores. Y por eso la
naturaleza material, como inferior que es á la espiritual, debe ser mo
vida por seres espirituales. Esto mismo afirmáronlos filósofos (3). >
Pues los ángeles están dotados de tal fuerza impulsiva , que basta
uno solo de ellos para poner en movimiento á todos los cuerpos del
sistema planetario ; y siendo este movimiento hacia Oriente , según
antigua creencia conservada aún entre los paganos, su acción se hace
sentir en todas las partes del globo. No de otro modo el hombre, cuya
mano hace jugar la rueda maestra de una inmensa máquina, produce
sin cambiar de sitio el movimiento de todas las piezas secundarias (4).

(1) Et sic angolus ia uno instanti potest esse in uno loco, et in alio
instanti in alio loco, nullo tempore intermedio existente. (1 p., q. luí, art. 3,
ad 3; q. lxii, art. 6.)
(2) A esta participación damos el sentido delas palabra-» de San Pedro:
divinar, entortet natura» , lo que ciertamente no es panteísmo.
(3) Et ideo natura corporalis nata est moveri immediate a natura spi-
rituali secundum locum. Unde et philosophi posuerunt suprema corpora
moveri localiter a spiritualibus substantiis. (t p., q. ct . art. 3.)
(4) Angelus no potest esse in pluribus locis totalibus; nec angelus qui
movet primum mobile, dicitur esse per totum universum inferius, quia non
applicat immediate virtutem suam nisi in oriente. Et ideo ibi dicitur esse a
philosopho, licet virtus ejus derivetur ad alias partes et ad alios coelos , ac
ad inferiora, sicut virtus figuli moventis in una parte rotam. (Tigier, cap. m,
2, v. 4.)
LO? PRiNCIPES DE LA CIUDAD DEL MEN. 107
tte esta fuerza de impulsión se deríva la cónsecuencia lógica de
que los ángeles pueden levantar los cuerpos mas voluminosos y trans
portarlos adonde quieran, y esto con rapidez imposible de calcular.
Según San Agustín , la fuerza natural del último de los augeles es tal,
que todas las criaturas corporales y materiales le obedecen, en cuanto
al movimiento local , en la esfera de su actividad, a menos que Dios
u otro ángel superior no le pongan impedimento. Luego si Dios lo
permitiera , un solo ángel podría transportar una ciudad entera de un
lugar á otro 1), como sucedió con la santa Casa de Loreto, transpor
tada de Nazaret a Dalmacia . y de Dalmacia al lugar en que hoy recibe
los homenajes del mundo católico (2).
So solamente los augeles imprimen movimiento al mundo mate
nal, sino que ademas lo conservan, ora impidiendo á los demonios
perturbar las leyes que producen su armonía", ora velando porque se
mantengan perpetuamente esas leyes admirables. « Toda la creación
material , dice San Agustín , es gobernada por los ángeles, t Y Santo
Tornas añade : « Nada impide afirmar que los ángeles inferiores están
puestos por la sabiduría divina al frente del gobierno de los cuerpos
inferiores, y que a los de categoría mas alta se les ha encargado la

(1) Virtus enim naturalis etiam minimi angeli, secundum S. Aug.,


lili, ni, De Trinil., tanta est , quod omrna corporalia el materialia ei obediunt
admotum localem infra sphaeram activitalis eoium, nni impediantur a Deo.
'el auperiore eorum. Sic quod, si Deus permitteret, po«6ot totam unam civi-
talem iategram transferre ex uno loco ad alium , etc. (Vigiar, loe. cit.)
(2) Como el año 1876 tuve el consuelo de visitar este augusto santuario,
ponJré aquí algunas noticias interesantes. Sobre una colina que se enseño
rea del cercano Adriático, dentro de suntuosa basílica, se encierra , cual
precioso relicario , la tanta casa de Naza-ret. Es una pieza de 9 metros y 42
centímetros de larga, por 4 metros y :! centímetros d? anebura ; los muros,
'ie un metro de e«peser , se elevan á -í metros 25 centímetros , y estan for
mados de piedras francas, en la forma y el tamaño semejantes á los adobes.
En aquella humilde casilla nació la Virgen concebida sin pecado : en ella
reciliió la visita del arcángel y concibió al Verbo divino : Angelui Domininun-
-mil Varia» eí ranrepit de Spiri'u Snnrlo. Entre aquellas pobres paredes
habitó Jesús, bajo la obediencia de María y de José, et eral mbiitue ilV». La
tnu oaia de Loreto es el corazón del mundo : por e^ Dios la conserva á
fuerza de prodigios.
Guardada providencialmente hasta la conversión de Constantino, Santa
Elena fué á visitarla, y tras ella infinitos santos y peregrinos, desde los
humilde' solitarios San Pablo y San Jerónimo hasta el rey San Luí■. Mas
por la sanguinaria ferocidad de los sarracenos vencedores, Nazaret quedaba
inaccesible para la Cristiandad. Cuando be aquí que en Mayo de 1291 la
108 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dirección de los cuerpos superiores, y que, en fin , los que ocupan el
lugar supremo tienen el destino de asistir cerca de Dios (1).»
Hay, pues, que desengañarse : el orden maravilloso que admira
mos en la naturaleza y sobre todo en el firmamento, no es debido al
acaso, ni a la fuerza de las cosas , ni á leyes inmutables, sino á la
acción continua de los principes de la Ciudad del bien. Á las ordenes
de su Rey, conducen los globos inmensos que componen el ejército
brillante de los cielos , como los oliciales guían á sus soldados , y los
jefes de tren sus temibles maquinas ; con la diferencia de que los úl
timos pueden equivocarse y los primeros jamas.
No obstante la pasmosa rapidez que imprimen áesas masas gigan
tescas, las mantienen en su órbita, haciendo que cada una la recomí
con precisión matemática (2). Un día solamente , que será el último

tanta ca.ii fué milagrosamente transportada á Dalmacia, donda estuvo cuarenta


y tres meses. De allí los ángeles la trajeron á Italia el 10 de Diciembre* de
1294. Ocho meses después, infestado de bandidos el largo y espeio bosque
en que la imla cana se hallaba, pasó repentinamente á unos mil quinientos
metros de distancia : y como dos hermanos dueños del terreno se enemistaran
gravemente por codicia, dejando su heredad se salió poco después adonde
ahora se venera. Así, con ocasión de los pecados de los hombres, Dios ensal
zaba tan venerando sagrario.
En Abril do 17o 1 , al renovar el pavimento , se vió que la tanta rnta
descansa, sin otro algún apoyo, sobre tierra tan movediza, que con las ma
nos abrían por cualquier parte agujeros por debajo de los muros hasta el
lado opuesto. Hechos todos los experimentos periciales, se comprobó plena
mente el perenne prodigio, y se dejó á vista del público por espacio de ocho
días. ¿Y qué tiene de extraño? Nunca Dios escasea la ostentación de su po
der, tratándose de la gloria de su Madre. iNoln del Traductor.)
(\) Tota cieatura corporalis administratur a Deo per angelos, nt Aus?.
dicit, lib. ni, De Trinit., c. iv et v. Unde nihil prohibet dicere inferiores
angelos divinitus distiibutoB esse, ad administrandum inferiora corpora
superiores vero, ad administrandum corpora superiora; supremos vero, ad
assistendum Dco. (t p., q. lxiii, art. 7.)
(?) Esta doctrina sobre la dirección inmediata de los asiros por los án
geles no es ningun dogma de fe, y conviene advertirlo, para que los que no
estén conformes con ella sepan que la Iglesia no les obliga á profesarla, y
los que se crean autorizados para aplicarle calificaciones duras, no por eso se
las apliqufn á la fe cristiana, en cuyo sagrado depósito no consta auténtica
mente que se compienda ese punto. Luego, aunque la ciencia pudiera pro
bar la falsedad de esas aserciones, no por eso habría motivo para atacar á la
divina revelación, t La vana apariencia de contradicción entre la fe y la ra
zón, dice el Concilio Vaticano , nace principalmente , ó de que los dogmas
de la fe no se han entendido y explicado según la mente de la Iglesia, ó de
I.US PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 109
Je Jos días , llegara á faltar esta magnífica armonía. Cuando se apro-
íime el soberano Juez, cuando todas las criaturas se armarán contra
¿I hombre prevaricador , los poderosos conductores de los astros tras
tomarán el orden del sistema planetario. Entonces las naciones se se
carán de miedo de lo que lia de suceder.
Subre el hombre. En virtud de la misma ley de subordinación, los
«es espirituales de orden inferior están sometidos á la acción de los
«periores a ellos. Asi el hombre está sometido, en cuanto al cuerpo y
en cuanto al alma, á las potencias angélicas, y estas al hombre no. Seria
necesario recorrer toda la Escritura, si se hubieran de referir las
diferentes operaciones de los ángeles sobre el cuerpo de los hombres.

que fe toman por dictámenes de la razón las que no son sino invenciones
opinables, s
Ahora, si alguno se atreve con San Agustín, Santo Tomás y otros Padres
y teólogos emiuentes que enseñaron esa espeoie de astronomía á lo divino,
¡nire, en primer lugar, que no merecerá gran loa por acusarlos de haber ig
norado lo que, en todo caso, la ciencia humana haliría tardado sendos siglos
so averiguar después de la muerte de aquellos. Mire además, y mírelo despa
cio, no sea que ellos acierten mucho mejor que no la ciencia moderna con
™ decantada! leyes. Pues, hablando en puridad , ¿se puede afirmar tran
quilamente q ue la ciencia explica las aausas de las revoluciones siderales?
Yo oigo hablar de fuerzas centrifugas y centrípetas, de atracciones y afini
dades, de relaciones conocidas entre la velocidad y la densidad. Está muy
bien. Pero todo eso, á mi entender, no hace sino consignar el fenomeno, y
dista mucho de explicar las causas, Im rautas cuya investigación constituye
propiamente la ciencia. Así el labrador conoce por la experiencia las leyes
loe el grano enterrado sigue en su germinación. La ciencia no hace más,
ao pasa do ahí ; sólo que su experimentación para rastrear las costumbres de
los attros es más difícil, exige en el observador gran caudal de conocimien
to!, y esto la hace más noble y meritoria. Es verdaderamente admirable el
trabajo del astrónomo ; asombra lo que ha discurrido y combinado para
descubrir una ley. ¿Mas por qué esa ley tiene esta fórmula y no tal otra?
¿Porqué, v. gr., los graves caen vertical y no oblicuamente? ¿ Por qué la
tierra recorre su órbita en veinticuatro horas y no en treinta? Porque ello
* asi, y no de otra manera. Conocemos los hechos , hechos generales y
uniformes, pero no sus causas, y menos sus causas últimas, ó, diré mejor,
w causa última, que es la verdadera. Suelen los hombres buscarlas donde no
están, y acaso buscan unas causa» naturales que no existen. ¿Qué son, en
último análisis, las leyes naturales ? ¿ Por qué son así y no de otra manera?
Son la voluntad de Dios impresa á la materia, la cual obra así porque Dios
*e lo ha mandado. Fiat lu,T, el facía est lace.—Dominas sapientia (undavit lerram,
'toWKril cáelos prudtntia.—I'raeceplum posuit et nón praeteribit. Todo lo que
*diga fuera de esto, dígalo quien quiera , no pasará de ser palabrería sin
Estancia. (Nota del Traductor.)
no TRATADO DEL ESPÍMTU SANTO.
Citemos solamente el ejemplo del profeta Habacuc, transportado
por un ángel desdo la Palestina a Babilonia para que llevase de comer
a Daniel, encerrado en el lago de los leones. Citemos también el ejér
cito de Senaquerib, rey de Asiria, a quien un ángel le mato en una
uoche ciento ochenta y cinco mil combatientes. Recordando este lie
dlo á proposito de las doce legiones de ángeles que Nuestro Señor
habría podido llamar consigo en el jardín de las Olivas , San Crisós-
1omo exclama con razón : « Si un solo ángel pudo matar ciento ochenta
y cinco mil soldados , ¿qué no habrían podido doce legiones ente
ras (I)?» Podría también añadirse el tan conocido paso del ángel ex-
terminador , á quien bastaron breves instantes para hacer perecerá
todos los primogénitos de ambos sexos en el dilatado reino de Egipto.
Por lo que toca á nuestra alma , los ángeles pueden ejercer , y real
mente ejercen, sobre ella acción ordinaria y extraordinaria , cuyo
alcance es difícil de medir. Á ellos debe el entendimiento sus mas
preciosas luces. «Las revelaciones de las cosas divinas, dice el gran
San Dionisio , provienen á los hombres por medio de los ángeles (2). »
Todas las paginas del Antiguo y del Nuevo Testamento comprue
ban las palabras del ilustre discípulo de San Pablo. Abraham , Lot,
Jacob, Moisés, Gedeón, Tobías, los Maeabeos, la Santísima Virgen,
San José, las santas mujeres, los Apóstoles, todos son instruidos y
dirigidos por estos espíritus administradores del hombre y del mundo.
Después veremos cómo el ángel de la Guarda cumple con el alma con
fiada á su cuidado esas mismas funciones, si menos visibles, pero no
menos reales. Esta iluminación, tan influyente en la conducta de la
vida , se verifica de varios modos. Unas veces el ángel fortifica el
entendimiento del hombre para que pueda concebir la verdad : otras
le presenta imágenes sensibles , mediante las cuales pueda conocerlo
que sin ellas no conocería, que es lo mismo que el hombre hace
cuando instruye á otro (3).
¿Se trata de la voluntad '? Verdad es que los angeles buenos ó ma
los no pueden violentar a la voluntad en sus determinaciones, puesto
que el alma permanece libre ; pero la experiencia enseña cuan efica
ces son las inspiraciones de los angeles buenos > las sugestiones de

(1) Si unus ángelus centum octoginta quinqué armatorum millia inter-


fecit, quid facerent duodecim legiones angelorum? (In Malth., xxvi.)
(2) Revelationes divinorum perveniunt ad nomines mediantibus ange-
lis fCiel. hier., c. iv.)
(3) S. Th., t p. q. cxi, art. I.
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIE.W 111
ios malos para inducirnos al bien ó al mal. Unas y otras toman una
gran parte de su fuerza del poder que tienen los principes de la Ciu
dad del bien y los de la del mal , para obrar profundamente sobre los
sentidos exteriores.
Ejercitando ese poder , los demonios fascinan la imaginación con
imágenes engañosas que quitan al mal su fealdad y lo revisten cón
apariencias de bien; conmueven toda la parte inferior del alma, é in
flaman asi la concupiscencia. Los ángeles buenos , por el contrario,
disipan las nubes del error y las tinieblas de las pasiones , devuelven
a los sentidos la pureza y exactitud que les son propias, y producen
como una segunda vista , mediante la cual las cosas se presentan á las
apreciaciones del alma en su verdadero aspecto. En ciertos casos
pueden los angeles basta privar al hombre del uso de los sentidos,
como sucedió á los habitantes de Sodoma. Á esta ley pertenecen la
larga serie de hechos del orden sobrenatural divino y del satánico,
que llenan los anales de todos los pueblos, sin que pueda la razón ni
explicar su naturaleza , ni desconocer su causa, ni negar su autenti
cidad (1).
Los paganos, menos ignorantes y no tan obstinados en el error
aimo nuestros modernos racionalistas, no habían inventado todavía
el sistema de las leyes inmutables, y proclaman altamente y sin res
tricciones el libre gobierno del hombre y del mundo por las potencias
angélicas. Además de los testimonios ya citados, tenemos el de Apti-
leyo. Es tan explícito , que parece una página arrancada del libro de
Job. « Si no esta bien, dice, que un revio haga todo y lo gobierne
todo por si mismo, mucho más desdice de Dios. Para conservarle,
pues, toda su majestad, debe creerse que está sentado en su trono su
blime , y que rige todas las partes del universo por medio de las po
testades celestiales. Y, en efecto, mediante la acción cuidadosa de és
tos, gobierna el mundo inferior. Para esto no necesita pasar cuidados
ni echar cálculos , cosas únicamente necesarias para la ignorancia y
debilidad del hombre.

(1) Angelí revelant aliqua in somnis, ut patet, Mallh., i et I I , de angelo


qui Joseph in somnis apparuit. Ergo.... Dicendum quod angelus, tam bonus
quam malas, virtute naturaesuae, potest moveré imaginationem hominis....
Angelus potest immutare sensum hominum sua naturali virtute. Potest enim
ángelus opponere exterius sensui sensibile aliquod vel a natura formatum,
vel aliquod de novo formando sicut faoit dum Corpus assumit. Similiter eliam
potest interius commoverespiritus et humores, ex quibus sensus diversimodo
immutentnr. (1 p. q. cvi. art. 2; q. cu, art. 3 et i.)
na TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
•Y asi, cuando el Rey y Padre de los seres, á quien sólo podemos
ver con los ojos del alma, quiere mover la inmensa máquina del uni
verso, tachonada de estrellas, brillante con mil bellezas y regida por
sus leyes, debe suceder, si es permitido decirlo asi, lo que acontece
en el momento de una batalla. Suenan las trompetas, y animados por
su acento se agitan los soldados. El uno toma su espada, el otro su
broquel, éste la coraza, aquél el casco, el de más allá se pone las es
puelas, aqui ensillan los caballos , allí enganchan los tiros de los ca
rras. Todos se preparan con ardor. Los infantes forman filas, los
oficiales pasan revista, los jefes se ponen á la cabeza. Cada cual se
ocupa en su oficio, y, sin embargo, todo el ejército obedece á la
voz de un solo general, que el rey le pone al frente.
»No de otro modo sucede en el gobierno de las cosas divinas y
humanas. Bajo las órdenes de un solo jefe, cada una conoce su deber
y lo cumple, aunque desconozca el resorte que la hace obrar y éste
sea invisible para los ojos del cuerpo. Pongamos un ejemplo que esté
á nuestro alcance. En el hombre el alma es invisible. No obstante,
seria preciso haber perdido el juicio para negar que todas las acciones
humanas provienen de ese principio invisible. A él debe la vida hu
mana su duración, los campos su cultivo, los frutos su aprovecha
miento, lasarles su ejercicio; en una palabra, todo lo que hace el
hombre (1).»
Bossuet, pues, fué un eco de la fe universal cuando pronuncio
estas palabras magistrales : « La subordinación de las naturalezas cria
das exige que este inundo sensible é inferior sea regido por el supe
rior é inteligente, y la naturaleza corporal por la espiritual (2).»
Que no lo olvide, pues , el hombre. Como el mundo material es
gobernado por las potencias angélicas, el hombre esta también subor
dinado á la acción inmediata de un ángel , bueno ó malo. Ni una pa
labra, ni un acto, ni un miuuto de su existencia dejan de experimen
tar la influencia de una ú otra do estas poderosas criaturas. Pero es
consolador el pensamiento de que los principes de la Ciudad del bien
aventajan en poder á los de la Ciudad del mal.
i En Dios, dice el Angel de las Escuelas, esta el origen primor
dial de toda superioridad. Cuanto más se aproximan á Dios las cria
turas, tanto más participan de Él y son más perfectas. Pero la mayor
perfección, la que más se aproxima a la de Dios, corresponde á los

(1) De mundo ¡ib. unfM.


(2) Sermón de los Sanios Apóstoles.
I.OS príncipes de. la ciudad del bien.
sures que están gozando de Dios , como son los ángeles buenos. Los
demonios están privados de esta perfección. Por eso los ángeles bue
nos les aventajan en poder y los tienen sujetos a su imperio. De donde
consecuentemente se infiere que el último de los santos angeles manda
en el mayor de los demonios, por cuanto la fuerza divina deque
aquel participa puede más que la propia de la naturaleza angé
fica (i), i

(I) Dicendum quod ángelus, qui est inferior ordine naturae, praeest
-iaemonibus quamvis superioribus ordine naturae; quiavirtus divinae justi-
tiae, cui inhaerent boni angelí, potior est quam virtua naturalis angelorum.
(1 p. q. cix, art. 4.)

TOMO I. fe
CAPÍTULO X.

( Continuación del anterior.)

Sumario .. Número de los ángeles.—Jerarquías y órdenes angélicos.—Defini


ción de la jerarquía.—Su razón de ser.—Por qué entre loa ángeles hay
trosjerarquías y no más.—Definición del orden.—Por qué en cada jerar
quía hay tres órdenes y no más.—Imágenes de la jerarquía angélica en
la Iglesia y en la sociedad.—Funciones de los ángeles.—Los ángeles supe
riores iluminan á los inferiores.—Habla de los ángeles.—Gran división
de los ángeles: asistentes y ejecutores.—Funciones de los serafines.—
De los querubines.—De los tronos.— Reflejo de esta primera jerarquía
en la sociedad y en la Iglesia.

Número de los ángeles. Cuando los autores inspirados , que fue


ron admitidos á ver algunas realidades del mundo superior, quiereu
indicar la muchedumbre de los ángeles , no hablan sino de millones
y centenares de millones. «Yo estaba atento á lo que veia , dice Da
niel (vn, 10), hasta que los tronos fueron colocados y el Anciano de
los días tomó asiento. Era su vestido blanco como la nieve, y los cabe
llos de su cabeza como limpia lana. Su trono era de llama ardiente, y
las ruedas de ese trono de fuego abrasador. Un río de fuego é impe
tuoso salia ante su faz. Millares de millares le servían, y diez mil
cientos de millares asistían delante de Él. »
San Juan , testigo del mismo espectáculo , continúa : «Y vi , y oí
voz de muchos ángeles alrededor del trono.... y era el .número de
ellos millares de millares.» (Apoc., v, 11.) Más adelante, habiendo
expresado á todos los escogidos del linaje de Abraham , añade : « Des
pués de esto vi una grandemuchedumbre, que ninguno podía contar,
de todas naciones, y tribus, y pueblos, y lenguas (vn, 9).» Y como
desde el principio del mundo cada predestinado y aun cada reprobo
tiene por guardián un ángel del orden inferior, siguese que el número
de los ángeles de todas las jerarquías es verdaderamente incalculable.
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 115
Sau Dionisio, depositario de la enseñanza de su maestro San Pablo,
que fué arrebatado al tercer cielo, habla del mismo modo : «Los ejér
citos bienaventurados de las inteligencias celestiales exceden en nú
mero lodos los pobres cálculos de nuestra aritmética material. No
debe suponerse exageración alguna en las palabras de los profetas : el
número de los ángeles es incalculable, mayor que el de todas las cria
turas y que el de los hombres que han sido , son y serán (1).»
Y la razón la da el Angel de las Escuelas, cuyo razonamiento es el
siguiente. El objeto principal que Dios se propuso en la creación de
los seres es la perfección del universo. La perfección y hermosura del
universo resulta de la más esplendente manifestación de los atributos
de Dios dentro de los limites marcados por su sabiduría. De donde se
sigue que cuanto más bellas y perfectas son ciertas criaturas , en
mayor abundancia han sido criadas. El mundo material confirma este
pensamiento.
Dos clases de cuerpos se encuentran en él, los corruptibles y los
incorruptibles. La primera se reduce á nuestro globo , habitación de
los seres corruptibles, y nuestro globo no es casi nada comparado con
los globos del firmamento. Ahora bien : como la grandeza es para los
cuerpos la medida de su perfección , el número lo es para los espíri
tus. Asi la razón misma nos encamina á la conclusión de que los seres
inmateriales exceden á los materiales en número incalculable (2).
Entre tanto que el cielo nos revela la exactitud de estos magníficos
oimputos del ingenio ilustrado por la fe , es gran motivo de tranqui
lidad duraute nuestra peregrinación , saber que los ángeles buenos son
mucho más numerosos que los malos. La cola del Dragón, según San
Juan, solamente arrastró la tercera parle de las estrellas (3). No hay
un solo intérprete que por estas estrellas caídas no entienda los ánge
les rebeldes (4).
Jerarquías y órdenes de los ángeles. Una muchedumbre sin orden
es la confusión ; los ángeles no pueden estar de ese modo. Todas las
obras de Dios están ordenadas , según el Apóstol; ó, como está escrito

(1) Multi üont lieati exercitus supornarum mentium, infirman) ct astric-


tam noetrorum materialium numerorum commensurationem excedentes....
Angelí sant innumeri, adeoque superant numerum omnium creaturarum,
etiam hominum quiunquam faerunt , santet erunt. (De Catlest. hier. , c. n
et xit.)
(2) 1 p. q. L, art. 3. "
(3) Et cauda ejus trahebat tertiam partem stellamm. (Apon., xii, 4.)
(4) Corn. a Lap„ in xa. Apoc. et S. Th., 1 p. q. uv, art. 9.
H6 TiUTADO DEL ESPÍBITU SANTO.
en otra parte, « Dios ha hecho todas las cosas en número, peso y me
dida,* es decir, con orden perfecto (1). El orden es lo que primera
nos llama la atención en el mundo material. El orden produce la ar
monía , y esta supone la subordinación mutua de todas las partes del
universo. Á su vez esta armonía revela una causa inteligente que la
ha criado y la mantiene.
Evidentemente, en el mundo de los espíritus, prototipo del mundo
de los cuerpos y obra maestra de !a sabiduría creadora , debe existir
la misma armonía , y más perfecta si es posible. La subordinación,
pues , y por consiguiente la jerarquía de los seres que la componen,
es ley del mundo invisible, como lo es del visible. Esto enseña la fe y
lo afirma invariablemente la razón.
Según la etimología déla palabra, jerarquía es principado sa
grado (2). Rajo el nombre de principado, lo mismo se significa el prin
cipe que la muchedumbre colocada bajo sus órdenes. Inliérense de
aquí tres consecuencias que arrojan viva luz sobre el orden general
del universo y -obre el gobierno particular d'i la Ciudad del bien.
Siendo ftios el Criador de los ángeles y los hombres, no hay respecto
de Él más que una jerarquía, y de ella es supremo jerarca. Lo mismo
ha de decirse respecto del Verbo encarnado. Rey de reyes , Señor de
los señores, á quien todo poder ha sido dado en el cielo y en la tie
rra , es el supremo jerarca de los ángeles y los hombres ; por consi
guiente, de la Iglesia triunfante y militante.
Como Vicario del Verbo encarnado, Pedro es el supremo jerarca
de la Iglesia militante en virtud de estas divinas palabras : Apacienta
mis corderos, apacienta mis ovejas. Pedro á su vez ha establecido (3)
oíros jerarcas , y éstos' han puesto rectores subalternos encargados de
dirigir las diferentes provincias de la Ciudad del bien. Pero entre
(1) Quae autem sunt, a Deo ordinatae sunt. (Rom., xm, ).)—Omnia in
mensura, ct numero et pondere disposuisti. (Sap.t xi, 21.)
(2) Ilierarchia est sacer piincipatus. (S. TU., 1 p. q. cvm, art. 1.)
(3) La jerarquía eclesiástica, que consta de obispos, presbíteros y minis
tros, ha sido establecida por el mismo Dios; y esto es un dogma de fe, defi
nido por el Concilio de Trento e.i la sesión xxiti, canon vi. Las palabras del
autor no significan sir.o que el Papa, conforme & la disposición divina,
nombra y constituye los obispos, y éstos ordenan á los presbíteros y minis
tros, componiendo entre todos un solo cuerpo, del que es cabeza visible el
Vicariode Jesucristo, Obispo de los obisposy único Pastor universal de toda
la (rrcy cristiana; sin que por esto pueda entenderse que el Papa haya esta
blecido la jerarquía: al modo que la cabeza rige a todos los miembros sin
que los haya hecho ni puesto en el cuerpo humano. (Sola del Traductor.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MEX. 117
todos uo forman más que una jerarquía, porque todos militan bajo un
mismo Jefe , que es Jesucristo. Muy pronto veremos que. la jerarquía
angélica es el tipo de la eclesiástica, y ésta de la social.
Si el principado se considera en sus relaciones con la muchedum
bre-, se llama jerarquía el conjunto de seres sometidos ti una misma ley.
Si obedecen á leyes diferentes, forman jerarquías distintas, sin dejar
de pertenecer a la jerarquía general (1). De este modo se ven en un
mismo reino y bajo un mismo rey ciudades regidas por leyes especia-
tes (2). Pero los seres no están sometidos a las mismas leyes , sino
porque tienen la misma naturaleza y las mismas funciones. Y como
esto no sucede en los ángeles y los hombres, resulta que forman
jerarquías distintas. Además, como son diferentes las funciones de los
angeles, el mundo angélico se divide en varias jerarquías.
La razón y la prueba de que los ángeles y los hombres forman
jerarquías distintas, consiste en la perfección relativa de unos yotros.
Esta perfección es tanto mayor, cuanto más abundante participación
de las perfecciones divinas tienen los seres. El ángel, criatura pura
mente espiritual, participa más* que el hombre. En efecto: el ángel
recibe las luces divinas en la pureza de su naturaleza Intelectiva, en
tanto que al hombre le llegan bajo la imagen más ó menos transpa
rente de las cosas sensibles, como la palabra y los sacramentos.
Es, pues, el ángel una criatura mas perfecta que el hombre, y
debe, por consiguiente, formar una jerarquía diferente. Además,
corno en el mundo angélico hay jerarquía, es decir, orden de subor
dinación, es evidente que no todos los ángeles son iluminados igual
mente. Hay, por tanto, ángeles superiores é inferiores entre si. Esta
superioridad tiene por fundamento el conocimiento más ó menos per
fecto, más ó menos universal de la verdad.
• Este conocimiento, dice Santo Tomás, marca tres grados en los
angeles ; porque puede ser considerado bajo tres aspectos.
¡Primeramente, los ángeles pueden ver la razón de las cosas en
Dios, primer principio universal. Esta manera de conocer es preroga-
tiva de los angeles que más se acercan á Dios, y que, según la bella
frase de San Dionisio, están en el vestíbulo de la morada divina.
(1) Un"" prir.cipatm dicitur secundum quod multitudo uno ct eodem
modj potest gubernationem principia recipere. (S. Th., 1 p. q. cviu, art. t.)
(2) Y por lo mismo se celia de ver que la centralización en un gran
estado es contraria á las lejes fundamentales del prden , y como conse
cuencia ineludible debe producir quebrantos , malestar , revoluciones y
ruinas.
H8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
»En segundo lugar, pueden ver la verdad en las causas universa
les criadas, que se llaman leyes generales. Siendo múltiples estas
causas, su conocimiento es menos preciso y menos claro. Este modo
de conocer es pertenencia de la segunda jerarquía.
»En tercer lugar, pueden ver la verdad en sus aplicaciones á los^
seres individuales, en cuanto éstos dependen de sus causas ó de las
leyes particulares que los rigen. Así conocen los ángeles de la tercera
jerarquía.» (1. p., q. cvm, art. i.)
Luego hay en los ángeles tres jerarquías, y sólo tres : la cuarta no-
sería posible. Efectivamente: estas tres jerarquías tienen su razón de
ser en las tres maneras posibles de ver la verdad : en Dios, en las-
causas generales, ó en las particulares ; es decir, como habla el su
blime Areopagita, en la vida más ó menos abundante de que gozan
los ángeles que la componen (1).
La revelación nos descubre, además, en cada jerarquía, tres co
ros ú órdenes diferentes. Se llama coro ú orden angélico, cierta multi
tud de ángeles semejantes entre si en ios dones de naturaleza y de gra
cia (2). Cada jerarquía tiene tres , y no más de tres. Mas de tres seria,
demasiado, y menos, no seria bastante. En efecto: cada jerarquía
compone como un pequeño Estado ; y cada Estado consta necesaria
mente de tres clases de ciudadanos, ni más ni menos. «Por muchos
que sean , dice Santo Tomás, los ciudadanos de un Estado se reducen .
á tres clases, correspondientes á las tres cosas que constituyen toda
sociedad bien ordenada, principio, medio y fin. Así vemos invaria
blemente tres categorías entre los hombres: en la primera , la aristo
cracia ; en la última, la plebe ; y entre ambas, lo restante del pueblo-
(que hoy se llama la clase media).
>Lo mismo sucede entre los ángeles. En cada jerarquía hay tres
órdenes diferentes. Igualmente que las jerarquías, los órdenes se dis-

(1) He aquí las palabras de San Dioniaio, maestro de Santo Tomas en


esta cueBtión : «Cum divini spiritua entílate sua caeteris entibua antecellant
ewcehnliutque emoní aliis viventibus, et intetligant cognoscautque supra sen-
sum et rationem, et prae cunclia entibus pulebrum et bonum appetant par-
ticipentque , hoc utique viciniores Bono aunt, quo luculentius ihud parti
cipantes, plures etiam et ampliores ab ipso dotes acceperunt; sicut etiam
ratioDalia sensilivia antecellunt, quo uberiori ratione pollent, uti et sensitiva
sensu atque alia vita.» (De dMn. nom., c. v.)
(2) Ordo aopelorum dicitur multitudo coeleatiam spirituum qui ínter se
aliquo muñere gratíae aimilantur, sicut et naturalium datorum participationft
conveniunt.» (Magiit. Sent., Dist. 9, n.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 119
tinguen por la excelencia natural de los ángeles que los componen , y
por la diferencia de sus funciones. Éstas se refieren todas necesaria
mente á tres cosas, ni más ni menos: el principio, el medioy el fin(t).t
Lo veremos con claridad al explicar las funciones particulares de
cada orden.
Antes de entrar en esa explicación , hacemos constar que la mag
nifica jerarquía del cielo ó de la Iglesia triunfante , se prueba á si
misma, reflejándose á nuestros ojos en la jerarquía de la Iglesia mi
litante, que es esta otra porción de la Ciudad del bien. Basta abrir los
ojos para ver que la Iglesia de la tierra se divide en tres jerarquías,
y cada una de éstas en tres órdenes.
La primera se compone de los Prelados superiores , y comprende
el Sapremo Pontificado , los Arzobispos y los Obispos. Al Supremo
Pontificado se refieren los Cardenales, que son los coadjutores del So
berano Pontífice, como al arzobispado se reduce la dignidad patriar
cal, cuya jurisdicción se extiende á muchas diócesis y aun provincias
eclesiásticas.
La segunda se compóne de los Prelados menores , que reciben de
los Prelados superiores la dirección, y desempeñan ciertas funciones,
sea en virtud de su autoridad propia , sea por delegación. Comprende
también tres órdenes : los presbíteros, con poder de bendecir y aun
á veces de confirmar ; los priores y abades , con poderes más ó menos
extensos ; los rectores ó curas, encargados de las parroquias, á quie
nes se refieren como auxiliares los vicarios y clérigos inferiores.
Todos tienen la misión de administrar los Sacramentos.
La tercera se compone de los fieles ó del pueblo, á quien pertenece
recibir los bienes espirituales, mas no administrarlos. Igualmente que
las otras, esta jerarquía comprende tres órdenes : vírgenes, continen
tes y casados, cuyos deberes son diferentes, como es distinta su
vocación.
En la regularidad con que funcionan estas jerarquías y estos órde
nes presentan la más bella armonía que el hombre pueda contemplar
sobre la tierra , y que no es más que la imagen de aquella armonía,
mil veces más hermosa , que veremos en el cielo. Allí se mostraran
ante nuestra vista, sin nubes y sin velos, las tres jerarquías angéli
cas con sus nueve coros resplandecientes de luz y de hermosura : en
la primera, los Querubines, los Serafines y los Tronos ; en la segun-

(1) 1 p. q. cvin, art. 2 et 4.


120 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
da, las Dominaciones, los Principados y las Potestades ; en la tercera,
las Virtudes, los Arcángeles y los Ángeles.
Funciones de los ángeles. El mundo angélico, compuesto de tres
grandes jerarquías, cada una délas cuales se divide en tres órdenes
distintos, se nos representa como un ejército magnífico, perfecta
mente formado. Pero saber esto no es bastante : para gozar del espec
táculo de un ejército inmenso en su formidable magnificencia, es me
nester verlo en movimiento. Del mismo modo, para formar ideas del
brillante ejército de los cielos y calcular el lugar que en el plan de
la Providencia ocupan los príncipes de la Ciudad del bien , es menes
ter estudiarlos en el ejercicio de sus funciones.
Ser purificados, iluminados ó peifeccionados ; ó purificar, ilumi
nar y perfeccionar, tal es el doble objeto á que se reducen todas las
funciones de las jerarquías y los órdenes angélicos (1). ¿Cuál'es el sen
tido de estas misteriosas palabras? Todos los ángeles no conocen
igualmente los secretos divinos. La primera jerarquía, hemos dicho
con .Santo Tomás, ve la razón de las cosas en Dios mismo : la se
gunda, en las causas segundas universales ; la tercera, en la aplica
ción deesas causas á los efectos particulares. Pertenece á la primera la
consideración del fin ; á la segunda , la disposición universal de los
medios; á la tercera, la ejecución (2).
Las luces que toman del seno del mismo Dios los ángeles de la
primera jerarquía las comunican, según conviene, á los ángeles de
la segunda ; éstos á los de la tercera , y los de la tercera hacen par
ticipantes de ellas á los hombres. Pero no hay reciprocidad ; pues los
ángeles inferiores no tienen nada que enseñar á los superiores, ni los
hombres á los ángeles (3).
Esta comunicación incesante, que se necesita para el gobierno de 1
mundo, durará hasta el juicio final ; comprende lo que hemos 11a-
(1) Ordo hierarchiae est alios quidem purgari, illuminari et perfici;
alios autem purgare, ¡Iluminare et perficere. (S. Dion., ajmd S. Th., t p.,
q. cvm, art. 1.)
(2) Quia Ueus est finís non solum angelicorum ministeriorum, sed etiam
totius naturae , ad primam bierarchiam pertinet consideratio finís ; ad me-
diam vero dispoeitio universalis de agendis ; ad ultimam autem applicatio
dispositionis ad effectum, quae est operis exeeutio. (Ib., art. 6.)
(3) S. Dionyíiu», 8, cap. Caslsst. hier., dicitquod angeli secundae hierar
chiae purgantur et illuminantur ac perficiuntur per angelos primae , et an
geli tertiao per angelos secundae, et nomines per angelos, etnon e converso:
quia dicit hanc legem divinitatis immobiliter firmatam, ut inferiora reducán-
tur in Deum per superiora. (Vigitr, cap. 3, § 2, v. 3.)
LOS PRÍNCIPES DE LA. CIUDAD DEL 1!IEN. 13!
mado purificación, iluminación y perfeccionamiento. En efecto : la
manifestación de una verdad , hecha á quien no la conoce , purifica su
entendimiento, disipando las tinieblas de la ignorancia : le ilumina,
haciendo brillar la luz donde reinaba la oscuridad, y lo perfecciona,
enriqueciéndole con el conocimiento cierto de la verdad (i). Tales son
las operaciones de los ángeles superiores con relación á los inferiores,
que por esto se dicen purificados, iluminados y perfeccionados. Ni
una siquiera de estas operaciones de la jerarquía celeste deja de en
contrarse en la jerarquía de la Iglesia militante (2).
Las comunicaciones angélicas se hacen mediante la palabra; pues
los ángeles, imágenes perfectas del Verbo, tienen un lenguaje y ha
blan entre si. Que hablan los ángeles, nos lo enseña San Pablo cuando
dicé : Si yo hablara los idiomas de los hombres y de los ángeles, etc. (3).
Sin embargo, guardémonos de pensar que el lenguaje de losange-
Ies sea semejante al de los hombres, ni que tengan necesidad de soni
dos articulados ó signos exteriores como vehículos del pensamiento
de un ángel a otro. Su lenguaje es todo interior, todo espiritual, como
los ángeles mismos. Consiste por parle del ángel superior en la vo
luntad de comunicar una verdad al ángel inferior, y por parte de ésto
en la voluntad de recibirla. Estas dos operaciones, como no encuen
tran obstáculo alguno ni en la naturaleza de los ángeles, ni en sus
disposiciones individuales, son instantáneas é infalibles (4).
()) Compendio denique non abs re dixerim, divinae scientiae participa-
tionem esse purgationem et illuminationcm atque perfectionem :dum quidem
ignorantiam quodammodo expiat per perfectorum mysteriorum scientiam,
quao pro saa cuique dignitate conceditur; per divinam vero cognitionem
illuminat, qua etiam purgat mentem illam , quae antea non vidorat ea,
qaae modo illi per sublimiorem illuitrationem elucidantur; sursumque per-
ficit eodem ipso lamine, per stabilem scientiam clarissimarum eruditionum.
(S. fíion., Caele.it. hier., c. tu.)
(2) Sanctissitna ¡taque mysteriorum consecralio primam quidem virtu-
tem deiformem habet, qua profanos saeris tarpiat ; mediam vero , quao eos
qui jam ejtpiati sunt ¡Iluminando initiat; postremam denique, etsummam
praecedentium , qua saeris initiatos propriarum conservationum scíentia
ctmmmmat ac perficit. (Caelest. hier., o. v , y las hermosas páginas siguientes.)
(3) / Cor., xin, t.
(4) Unde S. Greg., n. 2, Moral, dio¡t: «Alienis ooulis intra secretum
mentís quasi post parietera stamus; sed cum manifestare nos ipsos cupi-
muí, quasi per linguas januam egredimur , ut, quales sumus, extrinsecus
ostendamus. Hoc autem obstaculum non est in angelo , ideo quamprimum
vult qnod alius cognoscat , statim cognoscit , et illa voluntas qua vult alium
scire lingua methaphorice dicitur et locutio interior,» etc. (Vigier, ib.)
122 TRATADO DEL ESP ÍRITU SANTO.
La jerarquía segunda y la tercera reciben de la primera , inmedia
tamente la una, mediatamente la otra, las iluminaciones divinas. De
ahi nace, relativamente a su dignidad y sus funciones, esa gran divi
sión de los ángeles en asistentes y ejecutores ó administradores. Los
primeros contemplan en Dios mismo la razón de las cosas que se han
de hacer, y las manifiestan a los ángeles inferiores encargados de eje
cutarlas. Bajo esta imagen nos representa la Escritura Sagrada á los
ángeles de la primera jerarquía. Uno de esos ilustres principes de la
corte del gran Rey, hablando con Tobías , le dijo : Yo soy Rafael, uno
de los siete espíritus que asistimos delante de Dios(xu, 15). Literal
mente : Que nos mantenemos de pie delante de su trono.
Menester es decir que esta bella expresión : Ser asistente al trono
de Dios, tiene varios sentidos. Los ángeles asisten ante Dios, cuando
toman sus órdenes ; cuando le ofrecen las oraciones , limosnas, buenas
obras y votos de los mortales ; cuando defienden contra los demonios
la causa de los hombres en el tribunal supremo ; cuando fijan sus mi
radas en los rayos de la faz divina para percibir las delicias inefables
que constituyen su felicidad. En este último sentido todos los augeles,
sin exceptuar ninguno, son asistentes delante de Dios ; porque todos
gozan sin interrupción de la visión beatifica , aun mientras se ocupan
en desempeñar alguna misión en el gobierno del mundo. Pero en su
sentido estricto, la expresión asistir delante de Dios designa los ánge
les de la primera jerarquía y que no suelen ser empleados en minis
terios exteriores (1).
Estos ángeles asistentes al trono de Dios y superiores á todos los
demás, se llaman Serafines, Querubines, Tronos, y forman la pri
mera jerarquía.
Puesto qne las jerarquías del mundo inferior no son más que un
reflejo de las del mundo superior , una comparación tomada atenta
mente de la corte de los reyes de la tierra nos ayudara á comprender
la categoría y las funciones de estos altos dignatarios de la Corona
eterna. Entre los cortesanos hay alguuos que por su dignidad pueden
entrar familiarmente á ver al príncipe , sin necesidad de serintrodu-
cidos ; otros hay que sobre este privilegio tienen el de conocer los

(1) Adatare , Btricte et presse ad eos angelos attinet, qui ad ministeria


externa mitti non solent; sed rationes rerum faciendarum in Deo contuentes,
inferiores angelos ea munera executuros docent atquc ¡lluminant. Unde
dittinguuntur angelí in Asaistentes et Ministrantes. (Corn. a J.ap., in
Tob., xn, 15.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 123
secretos del principe; otros, en fin, mas favorecidos todavía, compa
ñeros inseparables del principe , parece que forman un todo con él.
Estos últimos nos represeutan á los Serafines, que, siendo las cria
turas más sublimes que Dios ha sacado de la nada , deben su nombre
a las llamas de su amor (i). Colocados en el vértice de las jerarquías
criadas, tocan, en cuanto lo finito puede tocar al Infinito, á la Trini
dad divina, amor sustancial y foco eterno de todo amor. Las misiones
solemnes que á, veces se les confian, lejos de entibiar su ardor, parece
que lo acrecientan y les hacen repetir con más intimo placer el cán
tico oido por Isaías : « Los serafines estaban de pie.... y daban voces
el uno al otro y decían : Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejér
citos, llena está toda la tierra de su gloria.»
En los afortunados cortesanos que conocen todos los secretos del
principe tenemos una imagen de los Querubines , cuyo nombre signi
fica la plenitud de la ciencia (2). Con una mirada que no deslumhran
ni confunden los rayos centellantes de la faz de Dios, estos espíritus
deiformes contemplan en su fuente las razones intimas de las cosas, á
fin de comunicarlas á los angeles inferiores , cuyas funciones deben
aquellos determinar y dirigir la«onducta. Ellos son también algunas
veces enviados en misión ; y así se vió á un querubín encargado de
guardar la entrada del paraíso terrenal é impedirla al hombre culpa
ble. ¿Por qué fué un querubín y no otro ángel ? Velar y ver de lejos
son las dos cualidades de un centinela ; y, como su nombre lo indi
ca, los querubines poseen estas dos cualidades en grado eminente (3).
Los Tronos están representados en los grandes señores que tienen
entrada libre cerca del Rey. Elevación, hermosura , solidez : he aquí
las tres ideas que trae al entendimiento el nombre del asiento que los
monarcas ocupan en ocasiones solemnes. Nada podría designar mejor
al tercer orden angélico de la primera jerarquía. Los tronos son así
llamados porque estos ángeles de belleza deslumbradora están sobre
todos los coros de las jerarquías inferiores , á quienes intiman las

(t) Seraphim, quod nomen fuit impositum ab excesu charitatis. Angelí


bujus ordinis excedunt alias in ardore et fervore charitatis, ad quam paten
tar inferiores excitant. f Vigitr , ib., v. 7.—S. Dion. , 7 ; Caeleil. hier.)
(2) Cherubim , quod nomen est impositum ab excesu scientiae. Unde
interpretatur plenitudo scientiae. ( Vigitr, ibid.J
(3) Cherubim potius quam Thronis, Virtutibus , aut Principatibus cu
stodia paradisi demandata est, quia Cberubini sunt vigilantissimi et perspica-
cissimi ; unde a scientia vocantur Cherubini , ideoque aptissimi sunt vindices
omniscientiae Dei, quam ambierat Adam. (Corn. a lap., in Gen., Mi, 23.)
12'l TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
órdenes del gran Rey, compartiendo con los seraflues y querubines
el privilegio de ver claramente la verdad en Dios mismo, es decir,
en la causa de las causas (1).
Fijos en Dios por la intuición de la verdad, son inmobles. Ade
más , al modo que el trono material tiene un lado abierto para que
entre el monarca que habla desde tan majestuoso asiento, asi los tro
nos angélicos están abiertos para recibir al mismo Dios que habla por
bncade ellos. Tócales después la noble función de transmitir las co
municaciones soberanas á los ángeles de las jerarquías inferiores, dis
tribuidos en todas las partes de la Ciudad del bien. En efecto : los
tronos, siendo el último orden de la primera jerarquía ó de los ánge
les asistentes, están en comunicación inmediata con las Dominaciones
que forman el coro más alto de los ángeles administradores.
Tales son , en dos palabras , las relaciones y diferencias que exis
ten entre los angeles de la primera jerarquía. Todos son asistentes al
trono, todos contemplan la razón de las cosas en la causa primera. El
privilegio de los serafines es estar unidos á Dios de la manera más
intima en los ardores deliciosos de su indecible amor. El de los que
rubines consiste eu ver la verdad de un modo superior que todos los
que hay debajo de ellos. El de los tronos está en transmitir á los au
geles inferiores, en la proporción necesaria, las comunicaciones divi
nas cuya plenitud poseen (2). De este modo la Trinidad augusta, cuya
imagen se trasluce á través de todas las creaciones, brilla con esplen
dor incomparable en la mas pura de todas. En los tronos venios el
poder ; en los querubines la inteligencia ; en los serafines el amor.
La jerarquía eclesiástica, reflejo de la celestial, presenta el mismo
espectáculo. En el diácono tenemos el poder que ejecuta , en el pres
bítero la inteligencia que ilumina, en el Pontífice el amor que consu
ma, según las palabras dirigidas al Jefe supremo del Pontificado:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que los otros? — Señor, vos

(I) Ordo Tbronoruin habet excellentiam prac inferioribus ordinibus, in


boo quod ¡inmediato in Deo rationes divinorum operum cognoscere possunt.
Sed Cherultim habent excellentiam scientiae ; Seraphim vero excellentiam
ardoris. Et licet i» liis duabus excellentiis includatur tertia; non lamen in
illa, quae est Tbronorum , includuntur abae duae. Et ideirco ordo Throno-
rum diatinguitur ab ordine Cberubim et Seraphim. (S. Th., 1 p., q. cvm,
art. 5.)
(?) Aecipiur.t enim divinas illum inationes per convenientiam ad imme
diato illuminandum secundam lúerarchiam, ad quam pertinet dtspositio
divinorum ministeriorum. (S. Th., 1 p., q. cvm, art. 6.)

'
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 12o
sabéis que os amo. — Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.»
El amor es, pues, el principio, el fin, la ley soberana de la Ciudad
del bien ;.como el odio, según después veremos, es el principio, el
fin y la ley perenne de la Ciudad del mal (1).

(I) Est igitur poniifirai i ¡ seu episcopatus ordo, qui consummante virtute
fultus, perficieiitia quaeque sacri ordinis fflunia praeminenter ciriuumnial,
atque sacrorum disciplinas interpretando tradit, et edocet quaenam ipsis
sacrae competant habitudines atque virtutes. Sarerdolum ordo qui üluminat,
ad sacra mysteria contuenda initiatos manuducit, divinorum ordini pontifi-
cum subjectus.... Ordo ministrorum seu diaconorum est quita-pial et dissimi-
lia discernit, antequam ad sacerdotum sacra veniant; accedentes etiam
lustrat, ut eos a contrariis immunes reddat, atque sacrorum mjsteriorum
spectacolo et communione dignos. (S. Dio»., Ecalts. hitrarch., c. v.)
CAPÍTULO XI.

(Conclusión del anterior.)

Sumario: Los siete ángeles asistentes al trono de Dios.—Son los gobernado


res supremos del mundo.— Pruebas. Culto que la Iglesia les tributa.—
Historia del templo da Santa María delos Ángeles, dedicado en su honor
en Roma.—Funciones de las dominaciones.—De los principados.—De las
potestades.—Funciones de las virtudes.—De los arcángeles.—De los an
geles.—Angeles de la guarda.—Pruebas y detalles.

Antes de dejar la primera jerarquía angélica , nos parece necesario


decir una palabra de los siete ángeles asistentes al trono de Dios , de
quienes se habla en ambos Testamentos. «Yo soy Rafael , uno de los
siete que estamos de pie delante de Dios,»decia Rafael a Tobías (xn, 15).
«Juan, a las siete Iglesias que hay en Asia. La gracia y la paz sean
con vosotros de parte del que es y que era y que ha de venir, y de
parte de los siete espíritus que están delante de su trono,» escribía el
discípulo amado (Apoc., i, 4.)
Con efecto : la tradición católica , intérprete fiel de las enseñanzas
divinas, venera siete ángeles más hermosos, más grandes, más pode
rosos que todos los demás, los cuales rodean el trono de Dios, dis
puestos siempre á ejecutar por si mismos ó por otros la voluntad
soberana (1). Para confirmar esa tradición, se ha complacido el Señor
frecuentemente én mostrarse á los santos y á los mártires rodeado de
esos siete principes radiantes de esplendor. En esa forma se apareció
al comandante de la primera cohorte pretoriana, San Sebastián, para
animarlo al combate del martirio, y como prenda de victoria hizo que
esos siete ángeles lo vistieran con un manto de luz (2).

(1) Septem sunt quorum máxima est potentia. Primogeniti angelorum


principes. (Clem. Alecc., Slrom., lib. vi.)
(2) Corn. o Lap,, in Apoc, i, V. 4.
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 127
Otra tradición común á los judíos, á los filósofos y á los teólogos
atribuye á esos siete angeles el gobierno supremo del mundo físico y
del moral. Aseméjanse en esto á los ministros de los reyes, cuya vida
parece inactiva porque se pasa junto al trono; pero que , en realidad,
es el alma de todo el movimiento del imperio. Figurados , según San
Jerónimo, en el candelera de siete brazos del tabernáculo mosaico,
presiden a los siete grandes planetas , cuyas revoluciones determinan
la marcha de todas las ruedas secundarias de esa máquina maravi
llosa que se llama el universo material.
Bajo la misma figura vemos á estos siete espíritus presidiendo al
mundo moral. «De ahí proviene, según lo observa un sabio comen
tador, la distribución septenaria tan frecuente en las obras divinas.
Como en el mundo hay siete planetas y en la semana siete días , asi
hay en la Iglesia siete dones del Espíritu Santo y siete virtudes prin
cipales , de que están encargados estos siete ángeles superiores , á fin
de conducir á los hombres por medio de ellas á la vida eterna (1). »
Oigamos aún á otro teólogo: tEl número siete que designa los siete
grandes principes de la corte celestial es exacto ; porque cuando se
le encuentra en la Escritura , que son muchas veces en diferentes
pasajes , sobre todo en materia de historia , la regla es tomarlo en su
acepción matemática. Hay, pues, siete ángeles superiores á los demás.
Sus funciones especiales son velar por los siete dones del Espíritu
Santo, á fin de obtenerlos , comunicárnoslos y hacerlos fructificar ;
sujetar con una fuerza especial á los siete demonios que presiden á
los siete pecados capitales, regir los siete cuerpos más brillantes del
firmamento , y hacernos practicar las siete virtudes necesarias para
la salvación , las tres teologales y las cuatro cardinales.
«Dado que bajo la dirección de Satanás siete demonios presiden á
los siete pecados capitales, y en su implacable odio al hombre nada
omiten para hacérnoslos cometer y arrastrarnos á la condonación,
¿por qué no hemos de creer que al mando del gran Rey de la Ciudad
del bien siete ángeles escogidos de entre los más notables están encar
gados de hacer frente a esos siete enemigos principales , de ponernos
á cubierto de sus ataques , y hacernos practicar las virtudes que de
ben asegurar nuestra eterna salvación? ¿ Podrá el ataque ser superior
á la defensa? Y si hay acuerdo entre los ángeles malos para perder á
los hombres , ¿por qué no lo ha de haber entre los buenos para sal
varlos (2)?»
(1) Cor», o Lap. , ibid.
(2) Serarius, (n Biblia, c. Ilj Tob. quaestiuncul. 3.
128 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
La Iglesia , heredera fiel de estas enseñanzas , ha tenido cuidado
de conservarlas en sus jerarquías. Diremos más : el divino Fundador
de la Iglesia militante ha querido que ésta ofreciera en su jerarquía la
imagen de la jerarquía de su hermana la Iglesia triunfante. ¿Por qué
los Apóstoles , dirigidos por el Espíritu Santo , establecen siete diáco
nos, y no seis ni ocho? ¿ Por qué los primeros sucesores de San Pedro
crean siete Cardenales diáconos? ¿ Por qué disponen que siete diáco
nos asistan al Soberano Pontífice y aun al Obispo, cuando ofician
pontificalmente ? Para recordar los siete ángeles asistentes al Irono
de Dios.
«Estos siete diáconos , continúa Serario , se llamaban los ojos del
Obispo, mediante los cuales veía todo lo que pasaba en su diócesis.
Pues Dios es el primero y el mayor de los Obispos : su diócesis es el
inundo : de todo lo que en él pasa le dan cuenta sus siete diáconos
angélicos ; no seguramente porque tenga necesidad de las criaturas,
como los Obispos han menester de los diáconos para conocer todas
las cosas , sino porque quiere servirse de ellos por la misma razón
que emplea las causas segundas en el gobierno del universo. Esta
razón no es otra que la de honrar a sus criaturas (1).»
Los siete grandes principes angélicos tienen demasiada parteen la
creación y en el gobierno del mundo; son demasiados los favores que
nos consiguen y los servicios que nos prestan ; son también dema
siado honrados de Dios , para que la Iglesia pueda olvidarse de tri
butarles un culto especial de reconocimiento y veneración. Su memo
ria es célebre en diversas partes del mundo católico ; pero en ninguna
tanto como en Sicilia , Nápoles, Venecia, Roma y otras ciudades de
Italia.
Estos lugares , donde parece que se conservan más religiosamente
que en otras partes las antiguas tradiciones , nos las representan en
pintura , en escultura y aun en mosaico. Palermo , capital de Sicilia,
posee una hermosa iglesia dedicada á los siete ángeles principes de
la celestial milicia. Sus antiquísimas imágenes fueron descubiertas
en 1516 por el arcipreste de aquella iglesia el venerable Antonio Luca.
Este santo hombre, movido por frecuentes inspiraciones divinas, fué

(I) Epiacopus omnium máximus , Deus est; ejus dioecesil mondos totas,
in quo septem hi spiritus oculorum vice funguntur; non qaod íis , uti homi-
nes , episcopis egeat , sed eamdem ob causam ob quam secundas ad rernm
actioncm et mundi gubernationem causas adhibere diguatur. (Id., id.;elCor»,
a Lapid. Ubi mpra.J
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MIEN. i29
a Roma en i'ffl para propagar el culto de estos ángeles , y buscarles
y edificarles un santuario.
Después de muchos ayunos y oraciones , mereció conocer por re
velación que las Ternías de Diocleciano debían ser el templo de los
siete ángeles asistentes al trono de Dios. Pandábase la elección divina
eu que estas famosas Termas habían sido edificadas por millares de
ángeles terrestres , es decir, por cuarenta mil cristianos condenados
á este duro trabajo ; en que su gigantesca construcción habia durado
siete años ; en que entre todos esos mártires, siete se hahiau distin
guido, especialmente Ciriaco, Largo, Smaragdo, Sisinio, Saturnino,
Marcelo y Thrason, que alentaban á los cristianos y proveían á sus
necesidades.
Comprobada esta revelación , los Soberanos Pontífices Julio III y
Pío IV ordenaron purificar las Termas y consagrarlas en honor de los
siete ángeles asistentes al trono de Dios, ó sea á la Reina del cielo
rodeada de estos siete ángeles. La dirección de los trabajos fué encar
gada á Miguel Angel. El célebre arquitecto, con los ricos materiales
de las voluptuosas Termas del mayor enemigo de los cristianos, le-
ventó el templo magnífico que se admira en nuestros días. Á S de
Agosto de lafil , Pío IV, en presencia del Sacro Colegio y de toda la
corte romana, lo consagró solemnemente á Santa María de los Ángeles,
y lo señaló como titulo cardenalicio (1). Se ve que la Iglesia católica,
en su maternal solicitud, nada omite para hacernos conocer á los án
geles, para honrarlos, aficionarnos á ellos y asegurarnos su poderosa
protección. Nada más atinado (pie semejante conducta. Somos de la
familia de los ángeles , y con ellos hemos de vivir por toda una eter
nidad.
Pasemos á la segunda jerarquía. Ya lo hemos observado : no hay
salto en la naturaleza. Todas las creaciones se tocan y están encade
nadas con lazos misteriosos , de tal modo, que las últimas produccio
nes de un reino superior se confunden con las primeras de otro infe
rior (2). La misma ley rige en el mundo de las inteligencias, prototipo

(1) Véase Andrés Victorelli, De minieleriie angelorum ; y Corn. a Lap.,


Apoc, i, 4.)
(3) Nam sempersummum inferioris ordinis aflinitatem habet cum ultimo
rnperioris, sicut infima animalia parum distantaplantis. (S. Th., t p., q. cvin,
art. 5.)-rrEl Doctor Angélico había adivinadoel espectáculo que presentaá los
ojos de todos el curioso aquarium del Jardín de aclimatación de Parts : en el
anemona, animal-flor, ó flor-animal, se ve, así como en otros, la soldadura
de los reinos animal y vegetal.
TOMO I. 9
130 TRATADO DEI, ESPIRITO SANTO.
del mundo de los cuerpos. Así los Tronos, último orden de la primera
jerarquía angélica, tocan inmediatamente al orden más alto de la se
gunda, a las Dominaciones. Si los Tronos concluyen la jerarquía de
los Ángeles asistentes , las de los Ángeles administradores comienzan
en las Dominaciones ; y, siendo tres, ocupan en el gobierno del mundo
y de la Ciudad del bien el misino lugar que en las sociedades huma
nas los jefes de los altos cuerpos del Estado, los generales del ejército
y los magistrados. La mas elevada se compone de las Dominaciones,
los Principados y las Potestades.
Indicar y mandar lo que debe hacerse es el oficio de las Domina
ciones. Llámanse así, y con razón, porque dominan sobre todos los
órdenes angélicos encargados de ejecutar la voluntad del gran Rey,
como el generalísimo de un ejército domina sobre todos los jefes de
cuerpo colocados bajo sus órdenes , y les hace maniobrar según las
intenciones del principe á quien representa (1).
Continuando la comparación, los Principados, cuyo nombre sig
nifica conductor de orden sagrado (á), representan á los generales y
oficiales superiores, que mandan á sus subordinados los movimientos
y maniobras en conformidad á las prescripciones del generalísimo.
Estos poderosos espíritus , Principes de los reinos y naciones, los
guian, cada cual en lo que le concierne, á la ejecución del plan di
vino. En este ministerio , el mas importante de todos , son secunda
dos por los angeles inmediatamente sometidos á sus órdenes. De aquí
resulla la magnifica armonía de que habla San Agustín : «Los cuer
pos inferiores, dice el gran Obispo, son regidos por los cuerpos su
periores, y unos y otros por los ángeles, y los ángeles malos por los
buenos (3). •
Vienen, finalmente, las Potestades. Revestidos, como su nombre
lo indica, de una autoridad especial, estos ángeles están encargados
de quitar los obstáculos que se oponen á la ejecución de las órdenes
de Dios . alejando á los ángeles malos que asedian las naciones para

(4) Haeo secunda hierarcliia hahet tres choros. Primus est Dominatio-
num : et angelí hujus chori habent praecipere de agendis : Domiui enim est
praecipere. (Vig., cap. 3, § n, v. 7.)
(2) Et ideo Dion. dicit, c. íx, Caetest. hier., quod nomen Principatuum
significat ductum cum ordine sacro. (Vig., ibid.)
(H) Corpora quodam ordine reguntur, inferiora per superiora, et omnía
per spiritualem creaturam , et spirítus malus per spiritum bonnm.—Primus
ergo ordo post Dominationes dicitur Principatuum, qui etiam bonis spiritibus
piincipatur. (Apud S. Thora., t p., cvui, art. 6.)
LOS PIIÍSCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN.
desvia rías de su fin. En el orden humano guardan analogía con los
poderes públicos encargados de reprimir á los malhechores y quitar
obstáculos al reinado de la justicia y de la paz (1).
La tercera jerarquía angélica consta de las Virtudes, los Arcánge
les y los Ángeles. Eu los soldados que componen los diferentes cuerpos
de un ejército donde cada regimiento tiene su destino particular, y en
los administradores subalternos de jurisdicción limitada , encontramos
la imagen de estos tres últimos órdenes angélicos y la idea de sus fun
ciones.
Las Virtudes, cuyo nombre significa fuerza, ejercen su imperio
sobre la creación material, presiden inmediatamente al manteni
miento de las leyes que la rigen y conservan el orden que admiramos.
Cuando la gloria de Dios lo exige, las Virtudes suspenden las leyes
de la naturaleza y hacen los milagros. De este modo , los ángeles invi
sibles que nos rodean revelan su presencia y muestran que el mundo
material esta sometido al mundo espiritual como el cuerpo al alma (2).
Todos los ministerios de los órdenes angélicos se refieren á la glo
ria de Dios y á la deificación del hombre, ó, en otros términos, al go
bierno de la Ciudad del bien. Los hombres que pertenecen como sub
ditos á esta gloriosa Ciudad, son objeto particular de la solicitud de
los angeles. Entré ellos y nosotros existe un comercio continuo , figu
rado por la escala de Jacob. Descender los grados de esta escala mis
teriosa y venir en ocasiones solemnes á desempeñar cerca de los
hombres misiones importantes, presidir al gobierno de las provincias,
diócesis , comunidades, etc., tal es la doble función de los Arcángeles,
cuyo nombre significa Angel superior ó Principe de los ángeles pro
piamente dichos.
Interiormente á este orden está el de los Angeles. Angel significa
enviado. Como todos los espíritus celestiales notifican los pensamien
tos y decretos de Dios, es común á todos el nombre de ángel. A esta
función añaden los ángeles superiores ciertas prerogativas, de donde
toman su nombre propio. Y por cuanto los ángeles del último orden
de la primera jerarquía no añaden nada al oficio común de enviados
ó nuncios, retienen simplemente el nombre de ángeles. Estando en
relación mas inmediata y habitual con el hombre , velan y guardan

(1) Potestatce , per quas arcentur mali spiritus , sicut per potestates
terrenas arcenlur malefactores. (S. Th., ibiJ.J
(?) Virtutes quae habent potestatem super corporalem naturam in ope-
íatione miraculorum. (S. Th., ihid.)
132 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
su vida espiritual y corporal , y cada hora y cada instante le comuni
can las luces , fuerzas y gracias que ha menester desde la cuna hasta
la tumba.
Si resumimos este rápido estudio, ¡ qué inmenso horizonte se abre
ante nosotros! ¡ Qué imponente espectáculo so desenvuelve á nuestra
vista ! Es verdad, pues, que, en vez de no ser nada , el mundo supe
rior es todo ; que lo real es lo invisible ; que el mundo material vive
bajo la acción permanente del mundo espiritual; que Dios gobierna
el universo por sus angeles libremente , sin necesidad , sin ser por
nada ni por nadie precisado , como un rey gobierna su reino por sus
ministros y un padre su familia por sus dependientes. Es también
verdad que la acción de estos espíritus administradores afecta á cada
una de las partes del conjunto , de modo que ni el hombre ni cria
tura alguna quedan dejados al azar, ni abandonados á sus propias
fuerzas , ni desamparados y Sin defensa contra los ataques de las
potestades enemigas (1).
Como principes y gobernadores de la gran Ciudad del bien, á que
se refiere todo el sistema de la creación , los ángeles presiden en el
orden material al movimiento de los astros, á la conservación de los
elementos y á la realización de lodos los fenómenos naturales que nos
llenan de alegría ó de terror. Entre ellos está compartida la adminis
tración de este vasto imperio. Unos cuidan de los cuerpos celestes,
otros de la tierra y sus elementos, otros de sus producciones, árboles,
plantas , flores y frutos. Á éstos esta confiado el gobierno de los vien
tos y los mares, de los ríos y las fuentes; á aquéllos la conservación
de los animales. No hay una criatura visible , ni chica ni grande , que
no tenga una potencia angélica encargada de velar por ella (2).
No ignoramos que el hombre animal , animalis homo , niega esta
acción angélica ; pero su negación no prueba más que una cosa , que
es animal. Para el hombre que tieue inteligencia , esa acción es evi
dente. Doquiera que la naturaleza material deja percibir algún orden,
alguna armonía, algo de movimiento , un fin, allí hay que reconocer
inmediatamente un pensamiento , una inteligencia , una causa motriz

(1) S. Th., 1 p., q. vii, art. 2 ; q. liv, art. 5, et lviii, art. ?.


(2) Virtutea coelestea hujus mundi ministeria ita suscepisse , ut illae
terrae , vel arboruin germinationibus ; illae fluminibus ac fontibus ; aliae
ventis; aliae marinis; aliae torrenis animalilms praesánt. fOrig., homil xxn,
¡n JoMti.)—Unaquaeque rea visibilia ¡u hoc mundo habet angelicam pote-
statem siU praepositam, sicut aliquotloois Scriptura divina testatur. (S. Aug..
lib. lxxxiii, quaeti. lix.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL BIEN. 133
y directiva. Y en la naturaleza material nada se hace sin orden , sin
armonía, sin movimiento , sin fin.
¿Cual es el principio de todas estas cosas? No está ni puede estar
en la materia , inerte y ciega por su propia naturaleza. Seguro es que
el viento no sabe ni cuándo debe soplar, ni en qué dirección, ni con
cuanta violencia , ni qué tempestades debe levantar, ni qué nubes
agrupar. La lluvia , la nieve, el rayo, ¿saben acaso dónde deben for
marse, ó dónde han de descargar, ó la dirección que deben llevar, ó
el efecto que habrán de producir, ó el dia y la hora en que conviene
que caigan ? Lo mismo sucede con las otras criaturas materiales,
a quienes tan impropiamente se concede el honroso nombre de
agentes.
¿Dónde esta , pues, el principio del orden, de la armonía y el
movimiento? A no admitir efecto sin causa, es preciso buscarlo fuera
de la creación material, en una naturaleza inteligente, esencialmente
activa, superior y extraña á la materia. Ahí , y sólo ahí, lo coloca,
en electo, la verdadera filosofía. Hablando del Criador, principio del
movimiento y la armonía, el Profeta nos dice : que las criaturas eje
cutan la palabni de Él, es decir, cumplen su voluntad, faciunt ver-
bum ejus. Mas ¿ como la palabra creadora se pone en contacto univer
sal y permanente con el mundo inferior hasta llegar al último de los
seres de que éste se compone? Del mismo modo que la palabra de un
monarca con las partes más remotas y oscuras de su imperio por me
dio de otros.
Estos subalternos de Dios son los espíritus celestiales: qui facit
atujelas suos spiritus: es una verdad de fe universal. En todos los cli
mas, en todas las épocas, el mismo paganismo la proclama, y la leo-
logia católica la manifiesta en todo su esplendor. Saber que todas las
partes del universo viven bajo la dirección de los ángeles, ¡oh qué
fuente tan inagotable de luces y de admiración para el espirita, de
respeto y adoración para el corazón !
En el orden moral , no es menos cierto ni menos noble el ministe-
terio de los ángeles. Son, según la bella expresión de Lactancio, los
encargados de la guarda y cultura del linaje humano (1).
También aquí sucede que las funciones de los angeles no son me
nos variadas que las necesidades de sus pupilos. Unos guardan las

(I) Misit Deus ange'.oa suos aJ tutelam cultumqua goncris humani. (De
Instil. Jicin., lib. II, c. xvi.)
134 THATADO DEL ESPÍB1TÜ SANTO.
naciones, cada cual la suya (i); otros la Iglesia universal. Cual ejér
cito formidable defiende una ciudad sitiada, asi ellos defienden la Ciu
dad de su Rey, la santa Iglesia católica, en la guerra eterna que sos
tiene contra los poderes de las tinieblas (2). Los hay también que
cuidan de cada Iglesia , es decir, de cada diócesis particular. >Dos
guardianes y dos guias, enseñan con San Ambrosio los antiguos Pa
dres, hay al frente de cada Iglesia ; el uno visible, que es el Obispo;,
el otro invisible , que es el ángel tutelar (3).»
Silos ángeles cuidan y protegen basta la más pequeña criatura,
del orden físico , insecto o brizna de hierba, para conservar c impe
dir que el demonio la amancille ó la destruya, con mucha más razón
el ser humano, por humilde que se le suponga, es objeto de la soli
citud angélica. Y, en efecto, cada hombre tiene su ángel de la guarda.
Cual tutor poderoso, ose príncipe de la Ciudad del bien vela sobre-
nosotros, basta en el seno matérno, protegiendo nuestra frágil exis
tencia contra los mil incidentes que pueden comprometerla y privar
nos del bautismo.
Dejemos que hable la ciencia: «¡Gran dignidad ciertamente
la de las almas, que cada una tiene desde su nacimiento un án
gel que la guarde 1 Antes de nacer, el niño encerrado en el útero-
materno, es en cierto rnodo parte de la madre, como el fruto pen
diente del árbol es todavía parte del árbol. Es, pues , probable que
el ángel custodio de la madre guarda también al niño que lleva
en el seno, como el que guarda un árbol guarda también su fruto.
¿ Mas sucede que por el nacimiento se separa el niño de la madre?

(1) Dan., x, 13; S. Th., I p., q. cim, art. 8.—Ex iis quidam praefect»
sunt gentibus, alii Tero unicuique fuielium adjuncti sunt comités. (S. üanil.,
lib. m, conlr. Eunom.J—Regna et gentes sub angelis posita eise (S. E¡>iph.,
haem, 41.) — Angelí singulis pracsuut gontibus. (llier., lib. xi in ¡tu.,
o. x7.)— Quin eüam unicuique genti proprium ángel un) praeesse aíliimal
Scriptura. (Theodoret., q. ni , fti Gen.)
(2) Divinia potestatibua quae Ecclesiam Dei ejusque religiosum institu-
tum custodiunt. (Etutb. in ps. 47.)
(3) Non eolum ad euradem gregem Dominusepiscopos. seJ etiam ange
lo» ordinavit. (S. Ambr. , lib. n , ín L\ic. , et lib. i, de Poenit. , c. xx.)— Vult
DeuB angelos singulos Ecclcsiarum singularum eibi comissarum custodes
esse. (Eimb. in pn. 47.)—Angelia liujua urbis cura comissa est. Nec enim ruibi
dubium est quin alii aliarum ecclesiarum praesides et patroni sint, querr.ad-
modum in Apocalypsi Joanncs me docet. (S. Gng. Naz., orat. Xxxm.)
LOS PRINCIPES de la ciudad del bien.
Al punto un ángel particular es enviado para que cuide de él (i). i
El ángel custodio, compañero inseparable de nuestra vida, nos
sigue en todos nuestros caminos, nos ilumina , nos defiende , nos
alienta y nos consuela. Medianero entre Dios y nosotros , intercede en
nuestro favor, ofrece al Anciano de los dias nuestras necesidades,
nuestras lagrimas , nuestras oraciones y buenas obras , como incienso
de agradable olor quemado en un turibulo de oro. Su misión no ter
mina con la vida terrestre, dura hasta que el hombre llega á su fin.
Asi los ángeles presentan las almas al tribunal de Dios y las intro
ducen en el cielo. Si la puerta les está temporalmente cerrada , las
acompañan al purgatorio, donde las consuelan hasta el día de su liber
tad. En cuanto á aquellos cuyo obstinado orgullo hace que sean hasta
la muerte indóciles a los consejos de sus ángeles , éstos los abandonan
solamente en el umbral del infierno, mansión abrasada preparada para
Satanás, para sus ángeles y sus esclavos. Como han presidido al go
bierno del mundo, los ángeles asistirán al juicio del mismo , des
pertarán á los muertos y harán la separación eterna de los elegidos
y los réprobos (2).
Al dejar la Ciudad del bien, conservemos un recuerdo que resu
me el objeto de su existencia y las innumerables funciones de los
Principes que la gobiernan. La Ciudad del bien y los ministerios de
los angeles se relierená un solo objeto, el Verbo encarnado; á un solo

(t) 11as;na dignitas animarum, ut unaquaeque ab ortu nativitatis suae


habeat angelum ad custodiam sui deputatum. Quia cum parvulus in útero
matris existit, adhuc est aliquid matris per quamdam colligationem , sicut
írnctus pendens in arbore , est aliquid arboris ; et ideo probabile est quod
ángelus qui datus est in custodiam matri , custodiat parvulum existentem in
ntero; sicut qui custodit arborem , custodit fructum. Sed cum separatur a
matre, in nativitate, dalur particularis ángelus. (S. llier. in ilatlh., c. xvm.)
(2) Angelí eorum semper vident faciem Patris mei qui in coelis cst.
(Walth., xvni, 19.)—Unaquaeque anima dum incorpui mittitur, angelo com-
mittitur. (S. Armlm., Ehn-id.)— Angeli tenenteuram animarum nostrarum. et
lis ab infantia tanquam tutoribus et curatoribus cominittuntur. (Butib. praep.
ev., lib. xni, c. vii.)—Ego obtuli orationem tuam Domino. (Tob., xn, 12;
Apoc, tiii, 3.)—Si civitatem civitale vertentes egemus doductoribus, multo
magiB anima a corpore divulsa, et ad futuram transiens vitam opus habebit
vitae ducibus. (S. Chryi., in Lw\, xvi, 22 : cono. II de Lázaro.)—Munia ange-
Iorum eustodum sunt post mortem auimam in ccelum deducere ; velsi pur-
gatione indigeat , ad Purgatorium comitari , ibique eam subinde consolari,
doñee, ea peracta, illam ad coelum evebat. (Con. a Lap., inttatlh., xvm, 10.)
I3fi TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
fln, la salvación del hombre por su unión con el Verbo encarnado.
Monarca absoluto de todos los seres, Criador de los siglos, heredero
de todas las cosas del cielo y de la tierra , el Verbo encarnado es la
última palabra de todas las obras divinas, como' la salud del hombre
es la última palabra de su pensamiento. ¿ Dónde hay nada más lógico,
ni mas sencillo, ni más sublime, ni mas luminoso, ni, por consi
guiente, mas verdadero , que esta filosofía del mundo angélico y esta
historia de la Ciudad del bien (1) ?

(1) Omnibus (angelis) revelalum est ( myst erium Incarnationis) a prin


cipio suae beatitudinis. Cujus ralio est , quia hoc est quoddam genérale
principiuin , ad quod omnia eorum officia ordyiantur. Omnes enim sunt
administratorii spiritus, in ministerium missi propter eos qui haereditatem
-capiunt salutis ; quod quidem fU per Incarnationis mysterium. Unde opor-
tuit hoc mysterio omnes a principio coinmuniter edoceri. (S. Th. , 1 p.,
q. lvii , art. 5.)
— Creer que las explicaciones que preceden son el resultado de simples
conjeturas máí l ien que de conocimientos positivos , seria un error. La cien
cia del mundo angélico es una ciencia cierta ; cierta porque es verdadera,
verdadera porque es universal. La revelación , la tradición , la razón misma
de todos los pueblos la conocen , enseñan y practican. Como todas las demás
verdades, ha 6Ído restituida á su pureza primitiva y desarrollada por Nuestro
Señor, cuyas enseñanzas no escritas son , segün testimonio de San Juan,
infinitamente más numerosas que las que el Evangelio nos hadado á conocer.
La Virgen María fué la más rica depositaría de esta9 preciosas enseñanzas,
y sabido es que esta Madre de la Iglesia y Maestra de los Apóstoles habló
sapientísimamente de los ángeles, á quienes conocía mejor que nadie.
También San Pablo, á quien se podría llamar el Apóstol de los ángeles y
que enumera todos sus órdenes, San Pablo . arrebatado al tercer cielo , no lo
fué sin haber traído al mundo un conocimiento profundo de lo que habla
visto , no por bien suyo , sino en beneficio d-3 la Iglesia. Su ilustre discípulo
San Dionisio es, en efecto, el primero entre los Padres que haya dado una
explicación detallada, sabia, sublime, del mundo angélico. Esta descripción,
fundada en las Escrituras y en el testimonio de los otros Padres, es el punto
de partida de los escritores posteriores , y en particular la guía del incompa
rable Santo Tomás en su magnífico estudio del mundo angélico. Tales son
los canales por donde ha llegado hasta nosotros el conocimiento de los ánge
les . de sus jerarquías , órdenes y ministerios. ¿Dónde hay otra ciencia más
cierta ?
CAPÍTULO XU.

El Rey do la Ciudad del mal.

Sumario: Lucifer, rey de la Ciudad del mal.—Lo que él es, según los nom
bres que la Escritura le da.— Dragón, Serpiente, Buitre , León , Bestia,
Homicida , Demonio, Diablo , Satanás.—Explicación de cnda uno de estos
nombres. «

Acabamos de bosquejar, en conformidad á la enseñanza universal,


el cuadro de las jerarquías celestiales. ¡Qué magnificencia en esas
creaciones angélicas ! ¡ Qué armonía en ese gran ejército de los cielos!
¡Qué admirable variedad, y al mismo tiempo qué poderosa unidad en
el gobierno de la Ciudad del bien! Si el hombre lo comprendiera , su
vida , suponiendo que pudiera vivir, sería un éxtasis prolongado.
Pero se moriría de espanto si pudiera ver con sus ojos al Rey de
la Ciudad del mal , rodeado de sus horribles príncipes y de sus negros
satélites. De él vamos á hablar. ¿Cual es este Rey de la Ciudad del
mal? ¿Cuáles son sus caracteres? ¿Qué idea debemos tener de su
poder y su odio? ¿Cuánto horror debe inspirarnos ? Pedimos la res
puesta a Aquel que únicamente la conoce a londo.
Ya lo hemos dicho; nombrar es definir. Definir es expresar las
cualidades distintivas de una persona ó cosa. Pues el que no puede
engañarse da al Rey de la Ciudad del mal los siguientes nombres : el
Dragón , la Serpiente, el Buitre , el León , lá Bestia , el Homicida, el
Demonio , el Diablo, Satanás.
¿Por qué á un mismo ser se le ponen todos estos nombres dife
rentes? Porque Lucifer reune todos los caracteres de las bestias á que
se asemeja; y esto en tal grado , que hacen de él un ser aparte. ¡ Un
ángél , un arcángel, el más hermoso tal vez de los arcángeles, conver
tido instantáneamente en todo lo que hay más inmundo, mas odioso,
más cruel y más terrible en el aire, en la tierra y en las aguas!....
¡ Qué caída ! ¡Y esto por un solo pecado I ¡ Oh Dios mío ! ¿ Qué es, pues,
el pecado!
138 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Ello es asi : á este principo angélico, antes tan bueno , tan dulce,
tan brillante de luz y de hermosura , la Escritura lo llama Dragón,
Druco , gran Dragón , braco magnas. En los libros santos , lo mismo
que en las memorias terroríficas de los pueblos , esa palabr a significa
un animal monstruoso por su talla, terrible por su crueldad, espan
toso por su figura , temible por la rapidez de sus movimientos y la
penetración de su vista. Animal de tierra , domar, de lagunas; rep
til de vigorosas alas , con largas filas de acerados dientes, coii ojos san
guinolentos, espanto de la naturaleza entera : todo esto es el dragón
de la Escritura y de las tradiciones de los pueblos (I).
Bajo esta [orina ó la de algún otro reptil monstruoso se encuentra
por todas partes al demonio, que hasta.los tiempos de la Encarnación
era dueño del mundo. ¡Cuántos santos fundadores do alguna iglesia,
■ al poner manos á la obra , no se vieron precisados a comenzar por
combatir contra un dragón, pero dragón de carne y hueso ! En la
Bretaña tenemos á San Aruiel , San Tugdual , San Efflam , San Brieuc,
San Pablo de León. Boma, Paris, Tarascón, Draguiñán (cuyo nom
bre viene de dragón ), Aviñón, Perigueux , Mans y yo no sé cuántos
otros lugares de Escocia y otras partes, fueron teatros de igual com
bate. Y hoy mismo , ¿no es también el dragón ó la serpiente adorada
contra quien tienen que luchar nuestros misioneros de Africa?
Pero esos antiguos relatos, ¿no serán meras leyendas , y esas des
cripciones cuadros de imaginación? ¿Han existido realmente dra
gones? Respondemos desde luego que el dragón con sus diferentes
caracteres se nombra demasiadas.veees en los libros santos , y aun en
todas las lenguas antiguas, para que sea un animal fantástico.
Añadiremos en seguida que en todos tiempos y por todas partes,
en Babilonia como en Egipto, el demonio ha preferido la forma dedra
gón para ofrecerse á la adoración de los paganos, hasta el punto de
que sus templos tenían el nombre genérico de Dracontia. Además,
esta forma se encuentra demasiado frecuentemente en el origen cris
tiano de los pueblos yjeslá demasiado apoyada en la tradición (que
por fin nuestros sabios modernos (A. Thierry) reconocen como cuatro
veces más verdadera que la historia ) , para no ser más que un símbolo
del paganismo.
No podemos sufrir, en fin, que nuestros más gloriosos timbrSs se
traten de piadosas alegorías ó de relatos legendarios. No menos en las

(1) Billar, in Ps. nm ; Corn. a Lap. in It. Li , 9, el passim.; S. AugUBt. in


Ps. cm.
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL. 139
luchas de los primeros misioneros contra la serpiente de carne y hue
so , que en la tentación del Paraíso terrenal, rechazamos el sistema
mítico como base de nuestra historia religiosa. Creemos en esos com
bates materiales, visibles y palpables, porque los enviados de Dios
tenían necesidad de ellos para acreditar su misión ; porque de ellos
dau testimonio nuestros padres en todos los siglos; porque todos esos
hechos se operan, como dice Mabillón, con las circunstancias nor
males del milagro; y porque la Iglesia autoriza esos reíalos admitién
dolos en las oraciones públicas.
Respondemos, linalmente, que, merced a los descubrimientos
modernos de la geología, la existencia de los dragones no puede ya
ponerse en duda. Lo mismo respecto del dragón que del unicornio,
de que tanto se mofaron Voltaire y su escuela de bufones, la ciencia
ha venido a dar la razón á la Biblia y á las antiguas creencias de los
pueblos.
David habla del unicornio. Aristóteles descríbe el Oryx ( asno in
dio), que, según él , no tenia mas que un cuerno. Plinio menciona
la Fera Monoceros (bestia leonada, con un solo cuerno). Los historia
dores chinos citan el Kio-ta-onan (animal de cuerno recto), como
barritante de la Tartaria. Todos estos testimonios no lograban detener
á la impiedad bufona del último siglo. Sin embargo, tenían fuerza
para hacer creer que existió desde antiguo este animal, y aun tam
bién que acaso se llegaría á encontrarlo en algún tiempo. Esta espe
ranza se ha realizado hacia el año 1834. Un inglés residente en las
Indias, llodgson, envió á la Academia de Calcuta la piel y el asta de
un unicornio muerto en los criaderos del Radjahde Népaul. Posterior
mente, en conformidad á las indicaciones de los historiadores chinos,
se ha descubierto en el Thibet un valle en que se encuentra el animal
bíblico.
Tocante al dragón, dejemos hablar á uno de los mas ilustres geó
logos. « Un género bien notable de reptiles, cuyos despojos abundan
en las arenas superiores, es el Megalosauro (gran lagarto): llamase
asi con razón, porque, teniendo las formas de los lagartos y particu
larmente de los Monitores, con la dentadura corlante y dentellada de
los mismos, era de una talla tan enorme, que suponiéndole las propor
ciones de los monitores, debía pasar de setenta pies de largo : lagarto
largo como una ballena (1).»
(1) • Véanse , anota Guvier , mis Investigaciones sobre la» osamentas fósi-
la , t. v, 2.^ part., pág. 343.—Mr. Buekland lo descubrió en Inglaterra ; pero
también lo tenemos en Francia.» (Oiso. sóbrelas m. del globo.)
140 TRATADO DEL ESPÍRITD SANTO.
Más abajo Cuvier habla del Plesiosauro (parecido al lagarto) y del
Pterodáctilo ( que vuela con las patas como el murciélago) , los cuales
sou cierta especie de lagartos « armados de dientes agudos, sostenidos
en altas patas, cuya extremidad anterior tiene un dedo excesivamente
prolongado, que e.< verosímil tuviera una membrana á proposito para
sostenerle en el aire, acompañada de otros cuatro dedos de dimen
siones ordinarias y terminados poruñas corvas.» Y añade : «Si al
guna cosa pudiera justificar esas hidras y demás monstruos cuya
figura se repite tantas veces en los monumentos de la Edad Media (1),
seria incontestablemente este Plesiosauro.»
Efectivamente: a este monstruo y á sus parecidos, ¿qué les falta
para ser los Dragones de que nos habla la historia? Sin embargo,
para restituirles sin contradicción ese nombre , le falla todavía al gran
naturalista el conocimiento positivo de ciertos detalles. Sus prodigio
sas dimensiones y la facultad de volar no son aún más que suposi
ciones verosímiles de Cuvier. Mas he aquí que para contusión de la
incredulidad, la tierra abre de nuevo sus entrañas , y las conjeturas
del sabio naturalista resultan hechos palpables. Los periódicos traen
el descubrimiento de reptiles gigantescos. Cuvier los ve, y da de ellos
la descripción siguiente : 4 Heme aquí , dice , á vista de estos que entre
todos los reptiles, y acaso entre todos los animales fósiles, son los
que menos se asemejan á todo lo que conocemos , y cuyas combina
ciones de estructura parecerían increíbles , sin duda alguna , a todo
el que no tuviera ocasión de observarlos por si mismo.
íEl Plesiosauro con patas de cetáceo , cabeza de lagarto y largo
cuello, que se compone de más de treinta vértebras , número superior
al de todos los domas animales conocidos, tan largo como su cuerpo,
y que se levanta y se repliega como el cuerpo de las serpientes. He
ahí lo que el Plesiosauro y el Ichtyosauro han venido a ofrecernos,
después de haber estado sepultados millares de años debajo de masas
enormes de piedras y de mármoles (2). »

(I) Y de todos los pueblos antiguos.


(i) Rwthtrehe», etc., t. v, pág. 245. — «Los ojos del Ichtyosauro eran do
extraordinario grandor. La potenoiade su visión le permitía a la vez descubrir
su presa á las mayores distancias y perseguirla durante la noche ó en las
mas oscuras profundidades del mar. Se han visto cráneos de Ichtyosauros en
los cuales las cavidades de las órbitas tenían un diámetro de 35 a .'i6 centí
metros. En la especie mayor las mandíbulas , armadas de dientes agudos , tie
nen la abertura de casi dos metros.• (Maugin , Le monde morí» , part. UJ , pá
gina 219 , ed. 1805.
EL REY DE LA CIUDAD DEL .MAL. tíl
Hablando del Pterodáctilo-gigante, continúa el mismo naturalista:
«He ahí, pues, un animal que en su osteología, desde los dientes
hasta la punía de las uñas, ofrece todos los caracteres clasicos de los
saurios. -No se puede dudar que tenga también los caracteres de los
mismos en los tegumentos y en las partes blandas, que tuviera las
escamas, la circulación.... Era al mismo tiempo un animal provisto
de medios para volar.... , que podía servirse también de sus dedos
mas cortos para suspenderse.... , pero cuya posición tranquila debía
de ser ordinariamente sosteniéndose sobre los pies traseros, á la ma
nera de las aves. Entonces debería también de tener, como ellas, el
cuello echado bacia airas y encorvado, para que su enorme cabeza
uo rompiera el equilibrio (1).»
Andando el tiempo, la demostración resulta más y mas lumino
sa. Asi es que en 1862 se descubrieron en un desmonte del ferro
carril, cerca de Poligni, los restos de un enorme saurio. La dimen
sión de los huesos recogidos es tal, que no se pueden señalar al animal
encontrado menos de 30 á 40 metros de longitud (2).
Por otra parto, el célebre Zimmermann ha publicado los dibujos
de fósiles gigantescos descubiertos recientemente en Alemania. ¡ Cosa
notable! Esos dibujos, copia fiel de la realidad, se asemejan mucho
alas figuras de dragones conservadas entro los chinos, el pueblo mas
tradicionalista del mundo. «Se encuentran , dice el sabio alemán, fusi
les de lagartos del tamaño de la mas enorme ballena. Á una de estas
monstruosasespeciesperteneceel Hydrarchos (el principe de las aguas),
cuyo esqueleto tiene 120 pies de largo...., al que añadimos otro mons
truo, que parece justificar todas las leyendas de los tiempos antiguos
sobre los dragones alados. Es el Pterodáctilo.
-La membrana que le sirve para volar se desarrolla entro el pie
delantero y el trasero , de modo que le dejaba libres las uñas para
agarrar la presa. La cabeza del monstruo es casi tan grande como la
mitad del tronco. Su mandíbula va armada de dientes agudos y re
torcidos, que debían hacerlo enemigo terrible para los animales en
que hacía sus victimas (3). »
Digan lo que quieran Voltaire y los volterianos , ha existido una
especie de monstruos anfibios de 100 pies de largo y proporcional-
niente recios, que se sostenían sobre largas patas terminadas en uñas

(1) R?n)urc/ics , t. v, pig. 245.


(2) SmHmtteitu Jura y Armales de phil. rhrel.. Set. do 1862.
(3) Lt monde av. la eréal, de Vkommi., lib. xxxu, pág. 4; 185G.
142 TfiATADO DEL ESPÍltlTL' SANTO.
de león, con alas de murciélago, escamas de cocodrilo, dientes de
tiburón, cabeza de marsopa (especie de ballena), cuello y cola de ser
piente : he ahí el dragón.
Tal es el arcángel caído , el Rey de la Ciudad del mal. Para vindi
car la Escritura , nos liemos creído en el deber de extendernos sobre
el primer nombre que le da.
Se le llama también Serpiente , Serpens , vieja Serpiente , Serpens
antiquus. Lo conviene este nombre , ya porque como serpiente tiene
seis mil años de edad y su larga practica le hace lo más temible que
pueda haber ; ya porque para tentar á Eva se sirvió de una serpiente ;
ya porque tiene todas las cualidades del odioso reptil. Serpiente por
la astucia , serpiente por el veneno, serpiente por la fuerza , serpiente
por su poder de fascinación. Este poder es tal, que seduce á todo el
mundo: snducit universum orbem , de tal modo, que el culto del demo- » -\
nio bajo la forma de serpiente ha dominado en toda la tierra. Los
babilonios , los egipcios , los griegos, los romanos , todos los grandes "V
pueblos de la antigüedad pagana que se suponen civilizados, adora
ron á la serpiente , como todavía la adoran los degradados negros del £j
África (1).
Y esa serpiente , más horrible que todas las demás , es el arcángel i
caído , es el Rey de la Ciudad del mal.
Se llama Buitre, Ave de rapiña, Avis. Por las regiones que habita,
por la agilidad de sus movimientos, por la habilidad en descubrir su
presa, por su prontitud en caer sobre ella , por su rapidez en arreba
tarla sobre el aire , por la crueldad con que le chupa la sangre y te
devora las carnes, el demonio es muy bien un ave de rapiña, un bui—'.n
tre. Y este buitre, más cruel que todos los otros, es el arcángel caído,
es el Rey de la Ciudad del mal (2).
-l2
(I) Corn a Liji., in Gm., ni , 15; et Dto., xiv, 2S. —Diabolus dictus est
serpens, quia cum latenter obrepit, cum per paci* imaginem fallens ocultis
accessibus serpit, indo nomen serpentis accepit. Ea eit ejus astutia , ea cir-
cumveniendi nomines latebrosa fallacia, ut asserere videatur noctem pro die,
venenum prosaluto, desperationcm sub obtentu Bpei , perlidiam sub prae-
textu fidei, Antichriatum sub vocabulo Ghristi; ut dum verisimilia mentituFr
veritatemsubtilitate frustretur. Nam transfiguratse in angelum lucís. (S. Cyp.t
de Pradal, simpl. , trnet. tu.)
(2) Diabolus dicitur jumentum, dr.icn et ae/»: in ei» quos excitat ad
luxuriam , jumentum est. In eis quos ad nocendi malitiam inflammat , draco'
est. In eis quos ad superbiam elevat, avis est. In ilhs quos pariter luxuria,''"
malitia et suJierbia polluit , jumentum , draco simul et avis existit. (S. Grtg*
lib. xxxiu, J/orní., xiv.)

é
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL.
Se llama León , Leo. Como el Verbo encarnado lia sido llamado
Lein de la tribu de Judi , Leo de tribu Juda, por causa de su fuerza;
la Escritura tiene cuidado de llamar al demonio León rugiente , Leo
rugiens , león siempre furioso y buscando siempre la presa, quaerens
quem decoret (1).
Jamas hubo nombre mejor aplicado. El león es el rey de los ani
males : Lucifer es el principe de los demonios. Orgullo , vigilancia,
fuerza , crueldad , eso es el león y eso es el ángel caído. El león devora,
no sólo cuando tiene hambre , sino sobre todo cuando está encoleri
zado : en Lucifer el hambre y el odio de las almas son insaciables. El
leóu desdeña los restos manchados de sus victimas : no hay género
alguno de afrentas y á veces de malos tratamientos, que el demonio
no haga sufrir á sus esclavos , sin hablar de los actos vergonzosos á
que siempre los arrastra.
El león tiene una naturaleza ardiente y es excesivamente luju
rioso (2) : lo mismo sucede con el demonio en cuanto nada omite por
empujar al hombre al vicio impuro. El león exhala un olor penetrante
y desagradable : el demonio arroja un hedor mortal. El hebreo le
llama también Cabrón, y la historia afirma que toma ordinariamente
la forma de este animal inmundo , para hacerse ver y adorar de sus
evocadores. Y este león rugiente y ese inmundo cabrón es el arcángel
caido , es el Rey de la Ciudad del mal (3).
Se llama Bestia, la bestia propiamente dicha, Bestia. Reunid los
caracteres de los diferentes animales en que la Escritura personifica
al arcáugel caido , y tendréis la bestia por excelencia : en un mismo
monstruo el grandor de la ballena , el tragadero y la voracidad del
tríbarón , los dientes , ojos é innobles inclinaciones del cocodrilo , la
astucia y el veneno de la serpiente , la agilidad del ave de rapiña,
la fuerza y crueldad del león. Para concluir el retrato del Arcaugel
convertido en Bestia, los oraculos divinos le dan siete cabezas, simbolo
enérgico de siete instintos temibles, ó de los siete demonios princi
pales que forman su cortejo. Y esta bestia, que no se puede represen-

(1) Christus vocatur Leo propter fortitudinem : Diabolus ob feritatom.


lile leo ad vincendum ; iste leo ad nocendum. (S. Aug. , serm. xlvi.)
(2) Leaena, teste Ariatotele etl'linio, semper gestit ad coitum ; nec
leone contenta ; eliam cum hyena et pardo miseetur: inde enim naecuntur
leopardi. (Vid. Corn. a Lapid. , in Dan., vII , 4.)
(3) Corn. a Lap., 1 Peí., v, 8.—Véase Rap¡iorts de l'homme avie le déman,
por M. Bizouard; 6 vol. en 8."
144 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
tar sin palidecer, es el Arcángel caído , el Rey de la Ciudad del mal (1).
Más todavía que las cualidades terribles cuyo cuadro acabamos de
bosquejar, dos cosas le hacen temible : su naturaleza y su odio. El
león, el dragón, la serpiente y demás monstruos corpóreos , no líeiiau
más que un poder limitado. Están sujetos al cansancio, al hambre, á
la vejez , á la muerte , á las leyes de la pesantez y las distancias.
Cuando están lejos , ó son rechazados , ó se encuentran enfermos , ó
se mueren , ó duermen , ó están encadenados , entonces no hacen daño.
Poro Satanás, puro espíritu, no conoce la fatiga, ni la necesidad, ni
las cadenas , ni la vejez , ni el sueño, ni la muerte , ni la pesantez,
ni distancia alguna que sea apreciable en nuestros cálculos (2).
En virtud de su misma esencia , tiene poder natural sobre el mundo
de la materia. Como el cuerpo está destinado á ser movido por el
alma, asi la creación material, en razón de su inferioridad , está
sometida al impulso de los seres espirituales. Satanás no perdió en
su caída nada de ese su natural poder. Y éste es tan grande, que
puede trastornar nuestro globo, á lo menos en parte, volcarlo y com
binar sus elementos de modo que se produzcan los efectos más extra
ños (3).
Este poder de Satanás no debe admirarnos , si juzgamos por el
que tiene nuestra alma. ¿ Qué no háce el alma humana de la creación
material á que su acción alcanza ? ¿ Y cuanto más no haría si no se
viera embarazada ? Entre sus manos , aun la materia mas rebelde
viene á ser como un juguete en poder de un chiquillo. La quebranta,
la taja, la perfora , la lleva de una á otra parte , la sumerge en los.
abismos del Océano , la lanza sobre los aires y en ellos la obliga á
mantenerse. No hay forma que no le imprima : sucesivamente la hacer
solida , liquida, aeriforme. La condensa, la disuelve, la hace volar
dando brillantes estallidos. Con sus fuerzas combinadas produce el
rayo que mata ó la electricidad que transmite el pensamiento cón la
rapidez del relámpago. Sea hielo, nieve, fuego, roca, montaña, lla
nura , bosque , lago, mar ó río , en todo ejerce su imperio.

(1) Corn. a Lap., Apon., xn, 3.


(2) Angelus in uno instanti potest csse in uno loco, et in alio instanti in
alio loco, uullo tempore intermedio existente. (S. Th., 1 p., q. luí, art. 3.)
(3) Natura corporalis nata est moveri iinmediate a natura spirituali secun-
dum lucum. Licet daemones possint moveré aliquam partem terrae, non
sequitur quod possint moveré totam terram , quia hoc non esset proportio-
natum naturae ipsorum , ut mutent ordinem elementorum mundi. ( S. Th.,
1 p. , q. ex , art. 3 ; et De malo , q. xvi , art. (0.)
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL. I4S
Lo que el alma humana hace de la materia que tiene a su alcance,
lo liana igualmente con el resto del globo. ¿Qué digo? Haría mil ve
ces más, si no se viera impedida por lastrabas que la sujetan al
cuerpo y por la imperfección de los instrumentos de que dispone.
Diariamente sus pensamientos gigantescos atestiguan que uo es fuerza
lo que le falta, sino medios de ejecución.
Si el poder de nuestra alma sobre la materia alcanza proporciones
que nos son desconocidas , ¿ como medir el de los ángeles , espíritus
puros de una naturaleza tan superior á la de nuestra alma (1) ? ¿Como,
sobre todo, se calculara el poder del primero entre los espíritus? Y
ese es Satanás , el rey de la Ciudad del mal. «El primer ángel que
pecó, dice San Gregorio, era el jefe de todas las jerarquías. Como á
todas excedía en poder, así se les aventajaba en brillantez (á).»
Para no citar más que un ejemplo de lo que puede, contentémo
nos con recordar la historia de Job. Con la mira de probar la virtud de
este santo hombre , Dios permite á Satanás emplear contra él el poder
de su odio, dentro de ciertos límites. En un abrir y cerrar de ojos,
condensa las nubes , desencadena los vientos , enciende el rayo , con
mueve la tierra , y los edificios de Job quedan arruinados. Sus gana
dos han desaparecido , sus hijos han muerto. Unos pocos instantes le
iian bastado para causar todas estas ruinas. Tan pronto como se le
conceda permiso, empleara todavía menos tiempo en cubrir a Job,
de pies á cabeza , de úlceras purulentas ; y del mas esplendoroso
principe del Oriente hará un mendigo solitario y el patriarca del dolor.
Mas tarde, le vemos atacar, sin conocerle, al Hijo mismo de
Dios. Con la rapidez del rayo le transporta sucesivamente del fondo
del desierto al pináculo del templo y á la cima de una montaña. Allí,
por medio de uno de esos prestigios que nosotros no podemos com
prender y le son a él tan familiares, hace pasar ante la vista del Verbo
encarnado todos los reinos de la tierra con todos sus esplendores. Pero
lo que el Rey de la Ciudad del mal era en tiempo de Job y de la reden
ción, eso es en nuestros días : la misma naturaleza tiene, y, por con-

(1) Hoc ipsum quod anima quodammodo indiget corpore ad suam ope-
rationcm , ostendit quod anima tenet mferiorem gradum intellectualitatis
quam ángelus, qui corpori non unitur. ( 1 p., q. lxxv, art. 7.)
(2) Primus ángelus qui peocavit, dum ennetis agminibus angelorum
praela'.us eorum claritatem transcenderet , ex eorum comparatione clarior
fuit lile qui peccavit fuit superior Ínter omnes. (Homil. xxxiv in Eeanq.,
tlS. Th., 1 p., q. lxvii, ort 7 et 9.)
TOMO I. I!)
1 46 TilATA DO DEL ESPÍRITU SANTO.
siguiente, el mismo poder y el mismo odio al hombre y al Verbo hecho
carne. De aquí le viene otro nombre.
Se llama homicida, homicida por antonomasia , homicida ab ini-
tio. Homicida siempre , homicida de intención , homicida de hecho,
homicida de todo lo que respira, homicida del cuerpo, homicida del
alma. Y este nombre lo tiene demasiado justilicado.
Homicida del Verbo encarnado. En el instante mismo en que el
misterio de la Encarnación le fué revelado, se hizo homicida. Para
hacer fracasar el plan divino, concibió el pensamiento de matar al
Verbo encarnado. Lo mató en su corazón, y fué homicida ante el Pa
dre , ante el Hijo , ante el Espíritu Santo , ante el mundo angélico,
hasta que , andando los tiempos , lo fuera en realidad ante el mundo
humano (1).
Homicida de los ángeles. Arrastrándolos en su rebelión , fué para
ellos causa de su condenación, es decir, de la muerte eterna (i).
Hacer que perezcan , en cuanto los espíritus pueden perecer, cente
nares de millones de criaturas, las más felices y hermosas que hayan
salido de la nada , ¡ qué carnicería y qué crimen !
Homicida de los santos. Lo que fué en el cielo, lo es también en la
tierra. Homicida de Adán , homicida de Abel , homicida de los pro
fetas , homicida de los justos del mundo antiguo, imágenes proféticas
del Verbo encarnado. El Verbo es a quien en ellos persigue , y ator
menta, y mata. Homicida de los apóstoles y mártires, continuación
viva del Verbo encarnado. El Verbo es también , siempre el Verbo,
a quien en ellos insulta, y ultraja , y azota , y despedaza, y mutila, y
quema, y mata , y matara hasta que se acabe el mundo.
Homicida del hombre en general. Él introdujo la muerte en el
mundo. No ha habido una agonía que él no haya causado ; no se ha
derramado una gota de sangre que no recaiga sobre él ; no se ha co
metido un asesinato de que él no haya sido el instigador. Los envene
namientos , los asesinatos , las guerras , los combates de gladiadores,
los sacrificios humanos, la antropofagia , todo esto viene de él. Homi
cida especialmente del niño, que es la imagen más perfecta y más
amada del Verbo , por millares es menester contar los que ha hecho

(t) Ruperl., in Joan., lib. VIH, 11.° 242, 1H.


(2) Lucifer hit aliis cansa damnationn sivs mortis aeternae. Uade
Christua dicit : lile homicida , scilicet angelorum , quibus fuit causa mortu
aeternae, eral ab initio, id cst post initium. (Vig,, c. ni , § 2 , v. 15.)
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL. 147
inmolar a su oJio en todos los pueblos de Oriente y Occidente, y los
que continúa inmolando todavía.
Es homicida , no solamente instigando al hombre á que mate á su
semejarte , sino induciéndole á que se mate á si mismo. El suicidio
es obra suya. Lo probaremos en otra parte , haciendo ver que el sui
cidio en grande escala no se ha visto en el mundo más que en dos
«pocas , en que el reinado de Satanás ha estado en su apogeo. Entre
tanto, citaremos el testimonio de uno de nuestros Obispos misione
ros. • ¡ Cuántos hechos podría yo referiros para demostrar más y
más el poder que Satanás ejerce sobre los infieles , si en esto cupiera
duda! Entre mil , he aquí uno que es ordinario en China, lo mismo
en el Su-Tchuen que aquí en Mandchuri, y que está atestiguado por
miliares de testigos. Cuando por alguna disputa que baya tenido con
su suegra o con su marido, por haber sido golpeada ó maltratada de
palabra , se decide alguna mujer á ahorcarse (y el caso es frecuente
en este imperio), no es necesario colgarse. La desdichada se sienta en
una silla ó en su klang (especie de estrado), se pasa al cuello el fatal
cordón , y el que fué homicida desde el principio se encarga de lo
demás él aprieta el nudo (1). »
Mas no le basta matar los cuerpos. El hombre es imagen del Verbo
encarnado principalmente por su alma , y contra el alma sobre todo
se dirige el gran homicida. Su existencia no es más que una cacería
de almas , ¡ y qué matanza hace en ellas ! Tiene á sus órdenes millo
nes de cazadores y millones de verdugos. Por todas partes tiene lazos
tendidos ; por todas partes caen víctimas. De los primeros está cu
bierta la tierra ; de las segundas lleno el infierno.
La idolatría , que ha reinado y reina todavía en la mayor parte
<lel globo, ¿qué es , sino un inmenso matadero de almas ? ¿ Quién es
la causa que consuma tan cruel iniquidad ? El gran homicida, oculto
bajo mil nombres y mil formas diferentes (2). En el seno mismo del
Cristianismo, ¿de dónde proviene la tendencia funesta y de día en
día más general , que empuja tantos millones de almas al suicidio de
si mismas / No ciertamente del Espíritu Santo ; sino , como siempre,

(I) Ann'ihn de la Propag., etc., 1857, n.° 175, p. 428. Carta de Mgr. Véro-
lies, obispo de Mandchuri.
(i) Causa idololatriae con?ummativa fuit ex parte daemonum , qui se
calendo» liominibus erran tibusexhibueruntin idolis, dando responda, et aliqua.
quae videbantur liominibus mirabilia, faciendo. Unde in Pi. xcv , dicitur:
Oornes dii gentium daemonia. (S. Th., 2. 2., q. xeiv, art. 4.)
148 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
del homicida eterno (1). Tal es la guerra encarnizada é implacable que
Satanás hace al Verbo encarnado, y que le declara merecedor del nom
bre de Homicida. Todavía tiene otros.
Se llama Demonio, Daemon. Para designar á Lucifer, los divinos
oráculos dicen el Demonio, esto es , el mas temible demonio, el rey
de los demonios. La ciencia asombrosa de las cosas naturales, y la no
menos asombrosa que tiene del hombre en general y de cada uno de
los hombres, del carácter, inclinaciones, hábitos, temperamento, en
una palabra, de las disposiciones morales de cada cuál , han hecho
que se le dé este nombre, que significa : Inteligente, sabio, vidente.
No puede leer inmediatamente en nuestra alma ; mas por las ventanas
de nuestros sentidos ve lo que en ella pasa. Nuestros ojos , nuestra
cara , el tono de nuestra voz , los movimientos de nuestros miembros,
nuestro andar, la manera de vestirnos, nuestro continente , nuestro
modo de comer, nuestro comportamiento en todas las cosas, son otros
tantos indicios de que él saca consecuencias ciertas para tendernos
redes y arrojarnos dardos.
Se llama Diablo, ó , mas bien, el Diablo , Diabohis. Este nombre,
más odioso que todos , tiene la significación de calumniador. Dos co
sas constituyen la calumnia : la mentira y el ultraje. Desde ambos
puntos de vista , Lucifer es el calumniador por excelencia.
Por lo que se refiere á la mentira , su nombre presenta al enten
dimiento un conjunto horrible de hipocresia , fraude, arteria, astu
cia , engaño, malicia, bajeza y descaro. Su vida es una mentira con
tinua: él inventó la mentira : es la mentira viviente: Mendax etpater
mendaeii. Mintió en el cielo, miente en el mundo, le mintió á Adán,
miente á toda la descendencia de éste. Miente en sus promesas, miente
en sus amenazas , y hasta miente cuando dice la verdad ; porque no
la dice sino para mejor engañar (2). Miente en todo, miente cón au
dacia , miente siempre, y todas sus mentiras son ultrajantes.
Desde este segundo punto de vista , es también digno de su nom
bre. Calumniar, es decir, blasfemar y ultrajar al Verbo encarnado ;

(1) S. Th , i p., q. T.xiv, art. 2 ; id., id., csiv, art. 3; id., 1. 2., q. Lxxr,
art. 4. — El fámputo general de la administración de la iusticia de Francia durante
el año 1860 hizo constar que el número de los detenidos por ultrajes públicos
al pudor se quintuplicó , y aún más de 1826 á 1860, elevándose desde 727 á
4,108; y en especial de I88B a 1860 la progresión fué todavía mayor. Añá
dase, que de cuarenta afios acá el número di? crímenes de todo género se ha
aumentado en más de un 20 por 100.
(2) S. TU., 1 p., q. lxiv, art. 2 ad 5.
EL REY DE LA CIUDAD DEL MAL. 149
calumniarle en su Divinidad , en su Encarnación , en su veracidad , en
su poder, en su sabiduría, en su justicia, en su bondad, en sus
milagros y beneficios : calumniar a la Iglesi i su esposa , calumniarla
en su infalibilidad , en su autoridad , en sus derechos, en sus pre
ceptos , en sus obras , en sus ministros, en sus hijos ; provocar asi el
odio y el desprecio del Verbo hecho carne y de todo lo que le perte
nece , tal es , y la historia lo prueba , la ocupación incesante del Rey
de la Ciudad del mal.
Se llama Satanas, Satanas Este último nombre compendia todos
los demás. Satanás quiere decir adversario , enemigo. Enemigo de
Dios, enemigo de los ángeles, enemigo del hombre, enemigo de
todas las criaturas, enemigo infatigable , implacable, en acecho noche
y día, y para quien todos los medios son buenos ; enemigo por exce
lencia, que, reuniendo bajo de si á todas las potencias hostiles con su
astucia y su fuerza , las pone al servicio de su odio : tal es el ángel
caído.
En presencia de semejante enemigo , solamente la presuntuosa
ignorancia puede permanecer al descuido y desarmada. Otros son los
pensamientos del talento y diferente su conducta. Andar siempre
cubierto con la armadura divina , única que puede preservarnos de
los dardos inflamados de Satanas , es su solicitud del dia y su preocu
paci in de la noche. •
Aprovechémonos de las advertencias que un terror demasiado jus
tificado inspiraba á San Agustín : « ¿Qué puede haber mas perverso,
ni mas maligno que nuestro enemigo? Introdujo la guerra en el cielo,
el fraude en el paraíso terrestre , el odio entre los primeros herma
nos , y siembra la cizaña en todas nuestras obras. Ved le: en el comer
ha puesto la gula , en la generación la lujuria , en el trabajo la pe
reza, en las riquezas la avaricia, en las relaciones sociales la envi
dia , en la autoridad el orgullo, en el corazón los malos pensamientos,
en los labios la mentira, y en los miembros las acciones culpables.
Cuando estamos despiertos , nos empuja al mal ; cuando dormidos,
nos sugiere ensueños vergonzosos. Cuando alegres , nos lleva á la
disolución ; cuando tristes , al abatimiento y á la desesperación. Por
decirlo todo con una sola palabra ; efecto de su perversidad son todos
los pecados del mundo (1).»
Su odio va más lejos. Como el Verbo encarnado acomoda los auxi-

(1) Sed ut brevius loquar , omnia mala mundi sua sunt peryersitate
commissa. (Serm. comm., lv.J
150 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
líos de su gracia á la naturaleza, posición y necesidades de cada uno,,
así Satanás , aprovechándose de su penetración , prepara diversa
mente sus venenos según la disposición particular de cada alma. Es
cuchemos todavía á otro gran ingenio: «La astuta serpiente, dice San
León , sabe á quién debe presentar el amor de las riquezas , á quién
los estímulos de la gula , á quién las excitaciones de la lujuria, á quién
el virus de la envidia. Conoce al que le conviene confundir con la
tristeza , al que debe seducir por la alegría , al que tiene que abatir
por el temor, al que ha de fascinar por la belleza. Indaga la vida de
todos , estudia los afanes , escudriña las afea-iones , y donde ve que
cada uno coloca preferentemente sus gustos , allí le arma la embos
cada para hacerle daño (1).»
Tal es Satanás, el Arcángel condenado, el Rey de la Ciudad del mal.

(I) Et ibi causas quaerit nocendi, ubi quemcumque viderit studiosius.


¡Serm. vm,(d< Natir.)
CAPÍTULO XIII.

IjOh príncipes de la Ciudad del mal.

Sumario. —Los ángeles malos , principes de la Ciudad del mal.—Su jerar


quía.—Los siete demonios que asisten al trono de Satanás.—Paralelismo
entre las dos Ciudades.—Número de los ángeles malos.—Su habitación:
el infierno y el aire: pruebas.—Sus cualidades: la inteligencia.

Su jerarquía. Para saciar su odio contra Dios y contra el hom


bre, el Rey de la Ciudad del mal no está solo. Manda en millones de
espíritus, menos poderosos que él , es verdad, pero igualmente ho
rribles y no menos malignos.
Mona de Dios, simia Dei, como le llama San Bernardo, Satanás
ha organizado la Ciudad dei mal conforme al plan de la Ciudad del
bien (1). En la Ciudad del bien hemos visto siete angeles escogidos
entre todos, asistentes al trono de Dios , poderosos vireyesdel mundo
superior y del inferior. Y la Escritura nos muestra en la Ciudad del
mal siete demonios principales que rodean á Lucifer , y son como
sus primeros ministros é íntimos confidentes. Los siete augeles de
Dios, por medio de los siete dones que tienen á su cargo, dirigen
todos los movimientos de la humanidad hacia el Verbo encarnado.
Los siete angeles del demonio , ministros de los siete pecados capita
les, hacen volver el mundo moral hacia el polo opuesto, que es el
odio al Verbo. Serafines de Satanas, profundizan con su inteligencia
en las honduras de la malicia de aquél ; en la fragua de su odio en-

(1) Reducido este lenguaje á la exactitud teológica , significa que Sata


nás se ha aprovechado del orden jerárquico, de que no es autor, y ha vuelto
contra el Verbo encarnado lo que primitivamente se había establecido para
gloria del mismo Verbo.
TRATADO DEL ESPiltITU SANTO.
tienden ellos el suyo, y transmiten a los demonios inferiores las ór
denes del Jefe (1).
En estos siete demonios principales, opuestos á los siete principes
angélicos, no tenemos más que el primer rasgo del paralelismo de
las dos Ciudades. Lo mismo que entre los ángeles buenos, hay entre
los malos una jerarquía completa , é igualmente que la Ciudad del
bien, tiene también la del mal su gobierno organizado. De que hay
jerarquía entre los demonios, la Escritura no permite abrigar duda.
¿No decían los judíos , blasfemando contra el Hijo de Dios : «Con
el poder del Principe de los demonios arroja á los demonios.» Y en
otra parte: «Lanza los demonios en nombre de Beelzebub , príncipe
de los demonios » ? También leemos : «Id, malditos , al fuego eterno,
que está preparado para el demonio y para sus ángeles.» Finalmente,
en el Apocalipsis : « El Dragón combatía y sus ángeles juntamente
con él (2).»
Nada hay más claro que estas revelaciones divinas y otras que se
podrían citar. Pero si entre los demonios hay un principe , un rey,
un superior, habrá también inferiores, vicegerentes, ministros que
ejecuten las órdenes de aquél. En una palabra : hay jerarquía y su
bordinación entre los angeles caídos.
Santo Tomás da la razón, enseñando que la subordinación mutua
de los angeles era , antes de la caída , una condición natural de su
existencia , y que ellos, al caer, no perdieron sus condiciones y do
nes naturales. Así , todos permanecen en los órdenes superiores ó
inferiores á que antes pertenecían. De donde resulta que las acciones
de los unos están sometidas a las de los otros , y que existe entre
ellos una verdadera jerarquía ó subordinación natural (3). Pero no se
ha de creer que los superiores sean menos miserables que los infe
riores : lo contrario es la verdad. Hacer el mal es ser miserable ; pero
mandarlo es ser más miserable todavía.
Del mismo modo se expresa Cornelio á Lapide : « Entre losdemo-

(1) HaUh., xn , kh;Marc, XVI, 9; Luc, VIH , S ; Ápoc, xn , 4 , etc.—Dia-


bolua hostia Dei hisce septem angelis ex adverso opposuit septem daemo-
nes , quoa eum septem capitalibus vitiis praefecisse tradit S. Antonias
apud Atbanasium et Serenas apud Cassianum. (Coll. VII, c. xix; et ex his
Serariu8. Tob. III , 8 , quaest. vi.) Per septem capita accipe aeptem nefarios
epiritus, quos sancti Patresdaemoni adscribuut. (Corn. aLvp. in Apo^., XII, 3.)
(2) U'íílh., ix, 45; Lw:., xi , 15 ; Matth. , xxv , 41; Apoc, xu,l.
(3) 1 p., q. cix, art. 1 et2.
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 133
nios, dice, sucede lo mismo que entre los angeles ; hay superiores é
inferiores. Los primeros pertenecen á las jerarquías mas elevadas y
son de naturaleza más noble ; por cuanto , después de la caida , con
servaron intactos sus dones naturales. De este modo, los que cayeron
del orden de los Serafines, los Querubines ó los Tronos, son superio
res a los que cayeron de otros órdenes inferiores, las Dominaciones,
los Principados y las Potestades (i). Estos, á su vez, son superiores á
los que pertenecen al orden de las Virtudes, de los Arcángeles y de
los Ángeles. Del mismo modo, entre los soldados sublevados se con
servan los abanderados , capitanes y coroneles. Sin esto, en el ejército
no cabe formación, ni orden, como un reino no puede existir sin
orden y subordinación. Pues el principe de todos los demonios es Lu
cifer ; y el de todos los ángeles buenos, San Miguel (t).i
Muy pronto citaremos á los dos maestros de la teología pagana,
Jámblico y Porfirio, y les oiremos hablar como los Doctores de la
Iglesia.
La existencia de la jerarquía satánica es el segundo rasgo del pa
ralelismo entre las dos Ciudades | pero comprende todavía otro. Entre
los ángeles buenos la primera jerarquía manda en la segunda , y esta
en la tercera. Asi los demonios superiores mandan en los inferiores,
de modo que pueden impedirles hacer lo que quisieran y arrojarlos
de los cuerpos y de las criaturas en que se encuentran. Esta creencia,
fundada en la superioridad natural, y, por consiguiente, inadmisible
de los unos sobre los otros, y conservada fielmente entre los judíos,
como lo vemos en sus blasfemias contra Nuestro Señor , ha dominado
el mundo entero á través de todos los siglos (3).
La historia nos hace ver que por todas partes los paganos antiguos
J modernos, para precaverse ó librarse de la malquerencia de los
dioses inferiores, recurren á los dioses sujteriores (4). En el seno
(4) Gomo cayeron ángeles de todas las jerarquías , y los hombres debeD
Henar los asientos que dejaron vacantes en el cielo, habrá santo9 colocados
entre los Angeles, los Querubines y Serafines. Entre otras muchas pruebas,
pueden citarse las revelaciones repetidas á Santa Margarita de Cortona. Le
fué mostrado San Francisco de Asís entre los Serafines , ocupando uno de los
mis brillantes tronos de tan sublime jerarquía. Ella misma recibió la segu
ridad de que seria admitida en la propia jerarquía, y una de sus compañeras
entre los Querubines. (Viti, etc., por Marchesi, lib. n.)
(J) Omnium vero daemonum princeps est Lucifer, sicut angelorum est
sanctos Michael. (ln Mattk., IX , 34.) ,
(3) Víanle los testimonios de Jámblico y Porfirio , citados más adelante.
(4) Fiectere si nequeo Superos, Acheronta movebo.
154 TRATADO DEL ESPÍRITL' SANTO.
mismo del Cristianismo, ¡cuantas personas, creyéndose victimas de
un hechizo ó maleficio de un hechicero, ó, como hoy se dice, de un
medium, van d pedir remedio á otros hechiceros ó mediums, que tie
nen fama de poder más, y lo consiguen ! Pero advierte Santo Tomás
que de estas curaciones no hay una verdadera. Satanás no obra nunca
contra si mismo. El cuerpo quedará libre, mas el alma se hace es
clava de otro demonio más poderoso : desaparece el mal físico, pero
el moral se agrava (1).
Que existe, pues, orden jerárquico entre los ángeles caídos, es
una verdad ensjñada por la teología, la razón y la experiencia.
Toda jerarquía produce cierta concordia entre los que pertenecen a
aquélla ; pero guardémonos de creer que la concordia de los demo
nios nazca del respeto, la atención y el amor reciproco de estos seres
perversos. Tiene por principio el odio, por objeto la guerra al
Verbo encarnado, en la Iglesia su esposa , en el hombre su hermano,
en la criatura obra de sus manos. Fuera de esto, los demonios se
aborrecen con aborrecimiento inmutable é incalculablemente vio
lento (2).
Del mismo modo suele verse á los malvados, de quien aquellos
son inspiradores y modelos , unidos entre si cuando se trata de atacar
á la Iglesia ó al orden social ; pero después de la victoria , dividirse
infaliblemente , acusarse , proscribirse y perseguirse á todo trance.
Si necesitan combatir de nuevo , al punto los odios particulares se
confunden en el odio común / los fugitivos vuelven á incorporar
se, el ejército se forma y permanece unido hasta que una nueva
victoria traiga nuevas divisiones. Tal es el circulo vicioso en que
giran , hace seis mil años , los demonios y los hombres esclavos
suyos.
Su número y habitación. Si en los días tristísimos en que nos ha
tocado vivir es incalculable el número de nuestros enemigos visibles,
¿quién podrá contar la muchedumbre de los invisibles? Aunque los
augeles caídos son menos numerosos que los buenos , sin embargo,
como las criaturas espirituales exceden en número casi infinito á las

(1] Virtute superiorum daemonum ita daemones a corporiLus liominum


expelluntur , quod lamen remanet dominium eorum quantum ad animam;
non enim contra regnum suum Diabolus agit. (3p., q. xun, art. 2.)
(2) Concordia daemonum , qua quidam aliis obediunt , non est ex ami-
citia quam ínter se habeant , sed ex communi nequicia, qua domines
odiunt, et Deijustitiae repugnan t. (S. Th., 1 p., q. cix, art. 2.)
LOS PRINCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. loa
materiales, resulta que los demonios son en número incomparable
mente mayor que los hombres (1).
Explicando San Jerónimo estas palabras del Apóstol: Nuestra lucha
es contra las potencias del mal que habitan en el aire, se expresa de este
modo s En sentir de todos los Doctores , el aire que media entre el
cielo \ la tierra, que llaman el vacío, está lleno de potencias enemigas(2\
Medid la extensión y profundidad de la atmósfera que envuelve
nuestro globo ; considerad también la tenuidad de un espíritu, y calcu
lad , si podéis , la muchedumbre espantable de ángeles malos de que
estamos rodeados.
'Su número es tal , dice Casiano , que debemos bendecir á la Pro-
videncia porque los ha ocultado de nuestros ojos. La vista de sus
muchedumbres , de sus terribles hiovimientos, de las formas horribles
Pe toman según quieren , cuando se les permite , penetraría á los
hombres de intolerable pavor : semejante espectáculo, ó les haria morir,
ó los volvería cada vez más malos, pues corrompidos por el ejemplo
de ellos, imitarían su perversidad; entre los .hombres y esas inmundas
potencias aéreas llegaría á haber familiaridad , y se establecería cierto
comercio, que vendría a parar en la desmoralización universal (3).»
¿Se quiere saber la profunda filosofía que hay en las palabras del
ilustre discípulo de San Juan Crisóstomo? Recuérdese lo que era el
mundo pagano en el nacimiento del Cristianismo. Por medio de una
multitud de prácticas tenebrosas, consultas, evocaciones, oráculos,
iniciaciones, sacrificios, el linaje humano se había puesto en rela
ciones habituales con los dioses , es decir , con los demonios. Bajo la
inspiración de éstos había vulgarizado , por medio de las artes y de la
poesia , sus prestigios , ruindades y crímenes. La tierra se habia con
venido en una cloaca de sangre y lodo : Símiles Mis fiant qui faciunt
¿Qué habría sucedido , si el hombre hubiera visto con sus propios
"jos a los demonios en si mismos , revestidos de cuerpos aéreos, co
metiendo sus abominaciones é invitándole materialmente a imitarlas?
(I) Plures nobi>cum sunt quam cumiüit (IVIteg., vi, 16); quod exponitur
ifo bonis angelis qui sunt nobiscum in auxilium, et de malis qui nolis
adversantur. (S.Th., 1 p , q. lxiii , art. 9.) —Unde rationaüle est quod sub-
•tantiae immateriales excedant secundum mullitudioem tubstantias materia-
Ios , qua»i incomparabiliter. (Id. , id. , q. l , art. 3.)
(i) Haee autem omnium Doctorum opinio eat , quod aér iste , qui
Cbehun et terram medios dividena inane appellatur , plenus sit contrariis
¡ortitudinibus. (In ep. ad Eph., vi , 12.)
(3) Per hoc inter hominea et immundas alque aereas potestates fieret
noiia quaedam familiaritaa atque perniciosa conjunctio. (IV Cu¡/.,vin,c. xn )
156 TRATADO DEL ESPÍIUTU SANTO.
La creencia en millones de espíritus , convertidos por la idolatría
en otros tantos dioses , es común a los paganos de hoy como á los
antiguos. Los indios cuentan trescientos mil, y los japoneses ocho
cientos mil, á quienes llaman Kamis (1).
Sus cualidades. Las legiones infernales , aunque son invisibles
para nosotros , no por eso dejan de rodearnos. Cada soldado particu
lar, cada oficial subalterno, es menos temible que el jefe supremo.
Y, sin embargo , es tal el poder de cada demonio , aun del orden infe
rior , que espanta con razón á quienquiera que trate de medir su
alcance. En efecto : el poder de los angeles caídos está en razón directa
de la excelencia de su naturaleza. Pues repetimos, que esta naturale
za , incomparablemente superior á la del hombre , no ha perdido nada
de sus prerogativas esenciales. Estas prerogativas son, entre otras,
la inteligencia , la agilidad , el poder obrar sobre las criaturas mate
riales y sobre el hombre por mil medios diversos y hasta limites des
conocidos : lodo puesto al servicio de su implacable odio. Digamos
una palabra sobre cada una de estas terribles realidades.
La inteligencia. Siendo los demonios espíritus puros, su inteli
gencia es parecida á la de Dios. Es decir, que conocen la verdad ins
tantáneamente , sin raciocinar, sin esfuerzo, en si misma y en todas
sus consecuencias. La caída no les ha quitado ni disminuido esta pre
rrogativa que tenían por su naturaleza. «Los angeles, dice Santo
Tomás , no son como el hombre , a quien se puede castigar quitándole
una mano ó un pie ; como seres simples , no se les puede quitar nada
de su naturaleza. De aquí nace este axioma ya citado : Los dones na
turales permanecen íntegros en los ángeles caídos. Asi , su facultad
natural de conocer no»se ha alterado por su rebelión (2).
¿ Hasta dónde se extiende esa facultad que tan temible es para
nosotros ? Gomo lo indica el nombre mismo que han tenido en todos
(t) Annal. de la Prop. de la Fe, 1863, u.° 209.
(2) Et ideo dicit Dionysius quod «dona naturalia in eis integra ma-
uent.i Unde naturalia cognitio in eis non eat diminuta. (S. Th. , i p-,
q. lxiv, art. 1.)—Loa ángeles prevaricadora fueron despojados de los bie
nes sobrenaturales, es decir, de la felicidad y bienaventuranza con que
personalmente hablan sido enriquecido? por el Criador; pero no fueron de
modo alguoo privados de las faculta ies que constituyen au naturaleza. Del
mismo modo acontece en un ejército ; cuando algunos soldados se hacen
reos da ciertas faltas , son degradados y despojados del uniforme que han
deshonrado , se les aprisiona y se lea declara indignos de que se llamen
militares. En una palabra : pierden todos los privilegioe personales del sol
dado; mas, á pesar de todo, conservan la naturaleza del hombre, la misma
LOS PRÍNCIPES de la ciudad dp.l mal. 157
los pueblos , los demonios , siendo espíritus ó inteligencias puras,
conocen instantáneamente todas las cosas del orden natural. Desde
que perciben un principio, ven todas sus consecuencias especulativas
y practicas. De modo que sobre el mundo natural y sus leyes , sobre
los elementos y sus combinaciones , sobre todas las verdades del orden
puramente moral , en astronomía , en física , geografía , historia,
medicina , en ninguna ciencia pueden engañarse, no hay error posible
para ellos mas que en el orden sobrenatural (1).
Aun en éste, ellos conocen muchas cosas que nosotros ignoramos ;
y entre las que conocemos las hay en gran número que ellos conocen
mejor que nosotros : « Los ángeles buenos , dice Santo Tomas , reve
lan a los demonios una multitud de cosas relativas á los misterios di
vinos. Esta revelación se verifica siempre que la justicia deDios exige
ipie los demonios hagan ciertas cosas, sea para castigo de los malos, ó
para ejercicio de los buenos: á la manera que en lo humano los aseso
res del juez notifican á los ejecutores la sentencia que fia dictado (2). »
En cuanto á lo futuro, su conocimiento excede en mucho al nues
tro. Si se trata de lo futuro necesario, los demonios lo conocen con
certidumbre en las causas. ¿ So trata de futuros contingentes , de esos
que se verifican la mayor parte de las veces? Los conocen conjetu-
ralmente , como el médico conoce si el enfermo se muere ó se mejora.
En los demonios esta ciencia conjetural es tanto más segura , cuanto
que ellos conocen las causas mas universal monte y con mayor per
fección , al modo que las previsiones del médico son tanto más cier
tas , cuanto él sea más hábil. Pero lo futuro , en su parte puramente
casual o fortuita , esta reservado á Dios únicamente (3). Tal es la pro
digiosa inteligencia de los demonios y la terrible ventaja que les da
sobre nosotros.
inteligencia, la misma voluntad, loa mismos medios de acción. Igualmente
los demonios, después de haber sido arrojados del cielo por causa de su
rebelión , permanecieron tales cuales en su creación habían sido constituidos,
esto es, espíritus dotados de esa sublime inteligencia, de esa fuerza y gran
poder que hemos visto.
(I) Daemones in his quae naturaliter ad rem pertinent, non decipiun-
tur; sed decipi possunt quantum ad ea quae supernaturalia sunt. (S. Th.t
I p., q. lviii , art. S.)
(!) Per sanctos angelos multa de divinis mysteriis daemonibus reve-
lantur, cum divina justilia exigit ut per daemones aliqua fiant vel ad
pnoitioncm malorum , vel ad exercitationem bonorum ; sicut in rebus huma-
nis aiisessores judiéis revelant tortoribu? ejus sententiam. (Id., q, cis , art. i.)
(3) S. Th., I p., q. lvii, art. 3.
CAPÍTULO XIV.

(Continuación del anterior.)

Sumario.— Agilidad de los ángeles malos.—Poder de los mismos.—Notable


pasaje de Toril rio.

La agilidad. La agilidad de los demonios no los hace menos te


mibles que su inteligencia. Para que el hombre se traslade de un
lugar á otro, necesita de un tiempo relativamente bastante largo, mi
nutos, horas, dias, semanas : frecuentemente le faltan los medios de
transporte ; otras veces la enfermedad ó la vejez no le permiten mo
verse. Pero los ángeles malos, lo mismo que los buenos, no conocen
ninguno de estos obstáculos : en un abrir y cerrar de ojos se encuen
tran , según les place , en los puntos más opuestos del espacio. Asi se
explica la respuesta de Satanás , que leemos en el libro de Job : * ¿De
dónde vienes? (le pregunta el Señor.) Y Satanás responde : Vengo de
dar vuelta al mundo : Circuivi terram. » Como no hay distancias para
los demonios, lo que está pasando en un extremo del Asia lo pueden
decir en el extremo opuesto de Europa, y viceversa.
Se comprende fácilmente que esa agilidad es tan peligrosa para
nosotros como incontestable. Es peligrosa : ningún otro medio más
poderoso tienen los demonios para hacer que el hombre se asombre,
y del asombro pase á la confianza, y de ésta á la familiaridad, á la
sumisión y aun al culto. Es también incontestable : ¿quién no admi
rará los designios de Dios? No hace mucho que una ciencia, de ori
gen sospechoso, joven de edad, pobre de méritos, pero rica de pre
sunción, la geología, no parecía nacida sino para atacar al Génesis.
Dios dijo entonces á la tierra : Ábrete ; muéstrale los restos de las
criaturas ocultas en tu seno desde hace seis mil años. Y la geología,
batida con sus propias armas, se vió precisada á rendir un testimonio
brillante á la verdad del relato de Moisés.
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 159
Muestra época materialista se permitió negar los seres espirituales
y sus propiedades. Para confundirla, Dios ha reservado el descubri
miento de la electricidad. Gracias á este misterioso vehículo, el hombre
puede hacerse presente, no sólo con el pensamiento, sino con la pa
labra, en todos los puntos del globo en imperceptible espacio de
tiempo. En vista de semejante resultado, ¿se negará todavía la agili
dad de los espíritus ?
El poder. Del mismo modo que el cuerpo , precisamente porque es
cuerpo, esta naturalmente sometido al alma; asi el mundo visible, en
razón de su inferioridad , esta sometido naturalmente al mundo angé
lico. Desde que se admite otra cosa que la materia , negar esa verdad
es contradecirse en los términos. Pues los demonios no han perdido
nada de la superioridad ó del poder inherente a su naturaleza. Este
poder, lo mismo que el de los ángeles buenos, se extiende á todas
las criaturas sin excepción ; á la tierra, el aire, el agua , el fuego,
las plantas , los animales y el hombre mismo en su cuerpo y en su
alma. Ellos pueden variar los efectos de todas estas cosas de mil ma
neras, que asombran á nuestra razón y alarman nuestra debilidad.
Ese poder, esencialmente benéfico en los ángeles buenos, es esen
cialmente pernicioso en los demonios. Cuando Lucifer esclavizó por
ol petado al rey de la creación , esclavizo á la creación entera. Al
hombre y al mundo les hace sentir su tiranía, les inocula su veneno,
les comunica sus ruindades , y, apartándolos de su fin, los hace ins
trumentos de guerra contra el Verbo encarnado.
Que esta acción malignante de los demonios es real y tan antigua
como el mundo, y tan extensa como el linaje humano, es una de las
verdades que con mayor certidumbre conocemos. La tradición uni
versal la conserva fielmente, y la experiencia confirma la tradición.
No hay un pueblo, aun entre los más groseramente paganos, que no
haya admitido la acción maligna de las potencias espirituales sobre
las criaturas y sobre el hombre en especial. Los testimonios auténticos
de esta creencia se manifiestan en cada página de la historia religiosa,
política y doméstica del linaje humano. Tratar esto de fábula , seria
una locura. Ver locos por todas partes , es estar loco uno mismo.
Entre mil testimonios, nos contentaremos con citar el de Porfirio.
El principe de la teología pagana se expresa de este modo : « Todas
las almas tienen un espíritu unido y pegado perpetuamente á ellas. Si
ellas no llegan á subyugarlo , están subyugadas por él en muchas
cosas. Cuando les hace sentir su acción, las induce a la cólera, infla
ma sus pasiones y las agita miserablemente. Estos espíritus, estos de
. ' • T,

160 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.


monios perversos y malignos, son invisibles é imperceptibles á los
sentidos del hombre ; porque no tienen cuerpo sólido. Por otra parte,
no tienen la misma forma, sino que presentan muchas figuras distin
tas entre si, y éstas, unas veces se dejan ver, otras se disipan, yá
veces se cambian, á lo menos en los que son peores....; sus formas
corporales son completamente irregulares.
« Y como esta clase de demonios , para saciar sus pasiones, gusta
con preferencia de habitar más frecuentemente en los lugares más
próximos á la tierra, no hay género alguno de maldad que ellos rió
maquinen. Conjunto como son de doblez y de violencia, se mueven
con sutilidad y rapidez, como si saltasen de una emboscada ; tan pronto
emplean el disimulo, tan pronto echan mano de la violencia. Estas
cosas hacen y otras semejantes, para apartarnos del verdadero y sano
conocimiento de los dioses y arrastrarnos en pos de si (1).»
Entrando á determinar las practicas de los mismos , el filósofo
pagano continúa hablando como un padre de la Iglesia. < Les gusta
todo lo que es desordenado é incoherente, se gozan de nuestros erro
res : el cebo conflue atraen á la gente es inflamar las pasiones, ahora
por el amor de los placeres, ahora por la avaricia de las riquezas, la
ambición del poder, la sensualidad o la vanagloria. Asi encienden las
sediciones, las guerras y todo lo que viene detrás de ollas.
í Ellos son los padres de la magia : por eso los que por medio de
prácticas ocultas cometen acciones malvadas, los veneran, y princi
palmente al jefe de ellos. Tienen en abundancia vanas y falsas imáge
nes de las cosas, y son eminentemente hábiles en hacer jugar resor
tes secretos para urdir engaños. Á ellos hay que achacarles los filtros

(1) Quaecumque animae conjunctum aibi adhaeremtemque perpetuo


spiritum usqueadeo non euperant. ut ab eo potius in plerisque ómnibus
superentur, eae proimle si cuando sese spiritus iracundiae, et cupiditaturo
aestus atque impetus effuderit, miserandum in modam jactan solent....
Daemones... improbi ac malefici.. .. necoculis, nec alio quovis humano
senau attingi omnino possunt. Neque enim autsolidum corpus, aut eamdem
omnes formam, sed plures interseque distinctas figuras prae se feran'-
Pon o suo singulae «pirita certis propriisque notis expressae imagines modo
apparent. modo evanescunt, modo vuttum speciemque mutant, ii saltem,
qui deteriores sunt.
Atque genus lioc daemonum, ut in locis terrae ricinioribus cupiditau»
explendae causa liL entius frequentiusquo versatur, nihil plane sceleris est,
quod moliri non soleat.. . Vehementes ac repentinos ut plurimum impe'u'
haLet, insidiisque persimües, partim ut facilius , partim ut vi , quod aibi
propositum est, extorqueat. (Apud Ernnb. , Pratp. Eranr/. , lib. iv, o. "ü-)
LOS PRINCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 161
amorosos: de ellos proviene la intemperancia en el placer, y la codi
cia de las riquezas y de la gloria , y ademas de eso todas las artimañas
del fraude y la hipocresia, pues su elemento es la mentira.»
Después de hafifer hablado de los principes de la Ciudad del mal,
Porfirio pasa á tratar de su Rey, á quien llama Sérapis o Plutón. En
este punto parece que uno esta leyendo, noá un Alosólo pagano, ni á
un Padre de la Iglesia, sino el Evangelio mismo : tan precisa es la
tradición sobre este punió .fundamental. « No somos temerarios al afir
mar que los malos demonios están'sometidos á Sérapis. Nuestra opi
nión no se funda solamente en los simbolos y atributos de este Dios,
sino mas principalmente en el hecho de que todas las prácticas, que
tienen la virtud de llamar ó de ahuyentar á los espíritus malignos, se
dirigen á Plutón, según lo hemos hecho ver en el libro primero.
Ahora bien : Sérapis es el mismo que Plulon ( el rey de los infiernos);
y lo que prueba incontestablemente que es el jefe de los demo
nios, es que él da los signos misteriosos para arrojarlos y hacerlos
huir.
• Él es , con efecto , el que descubre , a los que se lo piden , cómo
los demonios toman la forma y semejanza de los animales para po
nerse en relación con los hombres. Y de aqui proviene que entre los
egipcios , los fenicios , y, sin excepción , entre todos los pueblos ex-
lertos en las cosas religiosas , se tiene cuidado de romper, antes de
la celebración de los misterios sagrados, los cueros que hay en los
templos y de golpear contra el suelo los animales. Los sacerdotes
ahuyentan á los demonios en parte por el aliento, en parte por la
sangre de los animales , en parte por la percusión del aire, á fin de
que, desalojando el sitio, puedan los dioses ocuparlo.
•Porque hay que saber que toda habitación esta llena de ellos. Por
estose la purifica, ahuyentándolos, siempre que se quiere orar á
los dioses. Más todavía : todos los cuerpos están también llenos de
ellos ; pues ellos saborean particularmente cierto género de alimento.
Asi , cuando nos ponemos ú comer , no sólo se colocan cerca de nues
tras personas , sino que se pegan también á nuestro cuerpo. De ajui
tiene el uso de las lustraciones , cuyo fin principal, no tanto es invocar
á los dioses, cuanto lanzarlos demonios. Deléitanse, sobre todo, en la
sangre y en las impurezas ; y, por hartarse, se introducen en los
cuerpos de los que á ellas están viciados. No hay en el cuerpo un
movimiento violento de sensualidad , no hay en el espíritu un apetito
vehemente de codicia , que no sean excitados por la presencia de tales
huéspedes. Ellos son los que hacen á algunos hombres proferir soni-
tomo i. 11
162 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dos inarticulados y sollozar bajo la impresión de ciertos goces que
participan con ellos (1).»
Entre todas las verdades que brillan en este pasaje como las estre
llas en el firmamento, hay una sobre la cual llamamos la atención de
paso , pues hemos de volver sobre ella : es la profunda filosofía que
se encierra en la bendición de la mesa, y la estupidez no menos pro
funda de los que la desdeñan.

(1) Improbos daemones Serapi subditos esse haud temeré suspicamur:


quippe hanc ad opinionem non ejus tantum symbolis et insignibus aducti;
sed etiam quod quaecumque vim eos vel conciliandi habent , vel averrun-
candi, ad Plutonem omnia referuntur, queraadmodum libro primo osten-
dimns. Atque idem prorsus qui Pluto deus iste est....
Daemones a sacerdotibus partim spiritu , partim animalium sanguine,
partim aéris ipsius percussione abiguntur, ut iis ejectis deus interesse velit.
Plenae siquidem eorum sunt aedes univeraae , quas ante propterea ipsis
ejiciendis expiant , quoties diis supplicaturi sunt. Quin etiam eorundem plena
sunt corpora , quod certo quodam ciborum genere praecipue delectentur.
¡taque accumbentibus nobis non accedunt ipsi modo, sed etiam nostrum ad
Corpus adhaerescunt ; quae causa est quamobrem lustrationes adhiberi con-
sueverint, non deos potissimum , sed potius ut daemones recedere atque
alio migrare cogantur, etc. (Apud Entch., Praep. Evang., lib. iv, c. xxm.)
CAPÍTULO XV.

(Conclusión del anterior.)

-"Sumario : Nuevo rasgo de paralelismo entre la Ciudad del bien y la del mal.
—Lo mismo que los ángeles buenos, algunos demonios son también en
cargados de cada nación , de cada ciudad , de cada hombre y de cada
criatura-—Notables pasajes de Platón, de Plutarco, de Pausanias , de
Lampridio.de -Macrobio y otros historiadores profanos.—Evocaciones
generalmente conocidas y practicadas.— Evocaciones de los generales
romanos: fórmulas.—Nombre misterioso de Roma.—Naturaleza y exten
sión de la acción de los demonios. Pruebas : la escritura, la teología, la
enseñanza de Jn Iglesia.—Palabras de Tertuliano.—El Ritual y el Ponti
fical.— 1.a razóu.—Pueden ponerse en relación directa con el hombre.—
Los pactos, las evocaciones.—La madera i|ue se anima y habla.—Testi
monio importante de Tertuliano.—Consagración actual de los niños chi
nos a los demonios.

«Aparece de las Sagradas Letras , dice Bossuet , que Satanás y sus


ángeles suben y bajan. Suben, según San Bernardo (1), por el orgullo,
y bajan contra nosotros por la envidia : Ascendit studio vanitalis, de-
scsndit libare malignitatís.Se propusieron subir, cuando siguieron al
que dijo: Ascendam, yo me elevaré y me haré semejante al Altísimo.
Pero, rechazada su audacia , descendieron llenos de rabia y desespera
ción , como lo dice San Juan en el Apocalipsis: «¡ Ay de la tierra y del
mar! , porque el diablo desciende á vosotros lleno de grande cólera :
Vae terrae ct mari , quia descendil diabolus ad vos, habeos iram ma-
gnam (2).»
En efecto: por un nuevo rasgo del paralelismo, que no es el menos
temible, la acción general de los demonios se individualiza, como la de
■los angeles buenos. Dios, en su infinita bondad, ha dado ácada reino,

(t) In Ps. Q'ii habitat.. Ser. xu, num. 2.


(2) Apoc, xn, 12.— Bossuel , Sermón sobre los Santos Angeles.
164 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
á cada ciudad, á cada hombre, un ángel tutelar encargado de velar por
ellos y dirigirlos á su fin último , que es el amor eterno del Verbo
encarnado. Asimismo Satanás , en su implacable malicia, destina á
cada nación , ciudad y hombre , desde que existen, un demonio par
ticular, encargado de pervertirlos y asociarlos á su odio al Verbo en
carnado (1).
Esta delegación satánica , fundada en el paralelismo riguroso de
las dos ciudades, es un hecho de la historia universal. Los paganos lo
conocían perfectamente : sabian que en cada reino y en cada ciudad,
como en cada individuo , presidían divinidades particulares. «Asi
como en el momento del nacimiento , decían ellos, espíritus diferen
tes se ponen en contacto con los niños , del mismo modo el día y hora
en que se levantan los muros de una ciudad, llevan consigo un hado ó
un genio, cuyo gobierno asegurara el poderío de la misma (2).»
Conocían por sus nombres á las divinidades tutelares de gran nú
mero de ciudades. El prolector de Dódona , era Júpiter ; de Tebas,
Baco ; de Cartago y do Samos, Juno ; de Micenas, Plutón ; de Atenas,
Minerva ; de Delfos , centro del mundo , Apolo ; de los bosques de la
Arcadia , Fauno ; de Rodas , el Sol ; de Gnido y Pafos , Venus ; y asi
de otras muchísimas (3).
Sabian que los dioses tomaban partido por sus protegidos , les
asistían con sus oráculos y los animaban con su espíritu. Todos los
poetas , todos los historiadores, todos los ritos religiosos deponen en
favor de esta creencia. Atribuían las victorias al favor de sus dioses,

(1 ) Sicut enim cuilibet homini a nativitate aasignatur a Deo ángelus


bonos ad custodiam; ita eidem a Lucífero ángelus malus ad tentationem. Et
sicut cuilibet regno assignatur a Deo ángelus bonus ad tulelam , quasi prae-
ses; ita eidem a Lucífero assignatur ángelus malus praeses, qui regni statum
turbetet evertat. (Corn. aLap., in Dan., x, 13.)
(2) ... .Sicut variae nascentibus , inquit ,
Contiugunt pueris animae , sic urbibus adfert
Horadiesque, quum primum maenia surgunt ,
Aut fatum aut genium , cujus moderamine regnent.
(Prudent., Adt;. Symmach., lib. ti.)
(3) Dodona est tibí sacrata ,
Junoni Samos et Myeena Diti
Undae Tenaros aequorisque regí ;
Pallas Cecropias tuelur arces, etc.
Martial , Epigram. ad oustod. hortor. apud Ansaldi , De Romana tutelarium
deorum evocalione, c. iv.— Véase también Alex. ab. Alex., Lib. dierum jíimu-
lium, c. iv.
LOS phímcipes de la ciudad del mal. 16o
las derrotas á su enojo : tan persuadidos estaban de que el mundo
interior es dirigido por el superior (1).
Sabían que los dioses protectores estaban presentes en las estatuas
ó en los templos debidamente consagrados , pero que la evocación los
'obfigaba á salir de ellos, i Sabemos muy bien , decían , que el bronce,
el oro, la plata y demás materias de qu^ hacemos las estatuas no son
por si mismas dioses y no las miramos como tales ; pero honramos
en las estatuas á aquellos que por la dedicación sagrada son atraídos
á habitar en los simulacros fabricados por mano de hombre (2).» ¿Y
quién no verá en esta poderosa dedicación la parodia de nuestros
ritos sagrados , por los cuales se confiere cierta virtud sobrenatural
á los objetos benditos ?
Si la dedicación atraía los dioses á las estatuas , la evocación ó
execracUMos hacía salir de ellas (3). Especialmente los romanos, tenían
tal fe en el poder de la evocación , que no vacilaban en atribuirle
todavía la importancia de su imperio (4). De aquí los usos de que
vamos á hablar.
En los diferentes pueblos de Oriente y Occidente se encadenaban
las estatuas de los dioses , para que la evocación no pudiera sacarlos
'de su santuario y hacerles abandonar el reino ó la ciudad colocados
bajo su protección, i Las estatuas de Dédalo, dice Platón , están en
cadenadas. Cuando no lo están , se conmueven y se van ; pero estando
sujetas , el dios permanece en su lugar (5).»
Pausanias refiere que había en Esparta una antiquísima estatua de
Marte , atada por los pies. « Al sujetarla de este modo, dice el grave
historiador, habían querido los espartanos conservar este dios como

(1) Mulciber ¡n Trojam , pro Troja atabal Appollo :


Aequa Venus Teuoris , Pallas ioiqua fuit , etc.
(Ovid., Trist., lib. I, eleg. 2.)
(2) Neque nos aera, neque aun , argentique materias, neque alias,
qoibus signa sonficitmt , easesseper sédeos , et religiosa decernimus numina;
sed eos in his colimus , eosque veneramur quos deiieatio infert sacra , et
fabrilibus efficit inbabitare simulacris. (Arnob., Ada. Gentes, vi.)
(3) Desacratis igitur evocationis ope simulacris , vacuae credebantur
deorum spiritu , et omni destitutae virtute illae sedes. (Ansaldi, ibid., pá
gina 24.)
(4) Véase Mío. Felit , Octav., y Ansaldi , ibid.
(5) Daedali signa nisi religata fuerunt, abire et fugam arripere , ubi
vero reviñeta sunt, consistere. (¡nMeaona, apud Philipp. Camerar., UedU.hM.,
part. n, c. tx.)
166 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
defensor perpetuo de sus personas y república , y reteniéndolo como-
en prenda, impedirle que jamás desertara de su causa (1).»
Y Plutarco : « Los tirios pusieron gran cuidado en sujetar sus-
dioses.... cuando Alejandro fué á poner sitio á su ciudad. En efecto:
gran número de habitantes creyeron oir en sueños a Apolo que decía :
Lo que se hace en la ciudad me desagrada , y quiero irme con Ale
jandro. Por esto, tratándolo como á un tránsfuga que quiere pasarse-
ai enemigo, encadenaron la estatua colosal del dios y la clavaron en
la base , llamando á Apolo Alejandrino. « (In Alex.)
Homero afirma que los trípodes de Delfos andaban solos.
(11. xviii.) Estos hechos y otros muchos prueban que los paganos
creían en la eficacia de la evocación : y no se equivocaban. También
la practicaban con frecuencia : sus altares y los nuestros dan fe de-
ello (2). Esta creencia universal explica la conducta de Balac, llamando
á Balaán para maldecir á Israel.
El poder de la evocación y los movimientos de las estatuas ó dé
los dioses se manifestaban , sobre todo, cuando el pueblo , la ciudad
ó el templo estaban amenazados de alguna gran desgracia. Hablando-
de ciertas calamidades públicas , dice Estacio : «Voces terroríficas se
dejaron oir en los santuarios , y las puertas de los dioses se cerraron
por si mismas (3).» Y Xililino : i Se encontraron en el Capitolio mu
chas huellas grandes de los dioses que se iban : y los custodios dieron
cuenta de que por la noche el templo de Júpiter se había abierto por
si mismo con gran estruendo (4).» Y Lampridio : «Se vieron en el
foro las pisadas de los dioses que se iban Y el historiador
Josefo : «Algo antes de la ruina de Jerusalén se oyu en el templo
una voz que decía : Vámonos de aquí, migremus hiñe. En la antigüe-

(1) In Mt-none , apud Philip. Camarar., Medií. hi*t., part. n, x.


(2) Plin., //'»!., lib. xxvni.c. ix; Festua, Inprreqrin; Virgil. , Aeneid. , lib. n;
Macrob., Saturnal., ni, 9; Horac , Carmín. , lib. n, oda I; Ovíd., Fmt., 6;
Petron., Sntyriron; Starió, Thebaid., lib. n, v. 8, 10 ; Claudian., De Probo ct
Olibr. co«.t ; Tertull., Apolog., x ; Prudent., lib. II, Adr. Symmach ; S. Ambr.,
epist. ad Yalenl. adv. Sijinmach , etc.
(3) Terrificaeque adylis voces, claosaeque dforum.
Sponte torea. (Thtbaid,\\b. tu.)
(4) Inventa quoquo 3unt in Capitolio multa et magna vestigia deorum
excedentium ; renuntiatumque est a vigilibus , ea nocte templum Jovis sur.
sponte magno cum fragore apertum esse. (In ViMHnm.)
(5) Vestigia deorum in Foro visa sunt exeuntium. (In Commod.J
LOS PRÍNCIPES de la ciudad del mal. 167
dad pagana, este mismo fenómeno se verifico millares de veces (1).»
Se verificó también, según el testimonio de Lueano, en una de
las circunstancias mas memorables de la historia romana. Antes de
la batalla de Farsalia, Pompeyo conoció que los dioses y los destinos
de Roma, evocados por César , le habían a él abandonado (2).
Era igualmente conocido que los dioses permanecían inmobles y
la evocación sin efecto, si no se pronunciaba el nombre propio, el
nombre misterioso de la ciudad ó el lugar de donde se les quería ha
cer salir (3).
Esta tradición , común al Oriente y al Occidente, se resume en
dos hechos que iluminan toda una fase de la historia romana. Macro
bio trae este verso de Virgilio : «Salieron de sus santuarios y de los
altares abandonados todos los dioses tutelares de este imperio.» Des
pués añade : «Del fondo de la más remota antigüedad romana, y jun
tamente del secreto de los más ocultos misterios , ha salido esa pala
bra. En efecto: consta que todas las ciudades están bajo la guarda de
algún Dios, y es costumbre entre los romanos, costumbre secreta y
desconocida del vulgo, que cuando ponen sitio á una ciudad de que
tienen esperanza de apoderarse, invocan , por medio de un encanto,
carmen, á los dioses tutelares. Sin esto, ó no creerían poder tomar la
ciudad, ó considerarían como un crimen hacer -prisioneros á sus dio
ses. Ved por qué los mismos romanos han querido que la divinidad
protectora de Roma y el nombre misterioso de esta su ciudad fuesen
completamente desconocidos hasta de los más sabios. No querían que
alguna indiscreción permitiese á nadie del mundo hacer contra ellos
la evocación que ellos habían hecho frecuentemente contra sus ene
migos (4). »
(1) Quod millies factum esse tradidere scriptores. (Vid. Bulenger, De pro-
iigi'i reter., c. XLvm.)
(2) Transisse déos, Romanaque fata
Scnderat infeliz. (Phartal , Til. )
Todo esto no era más que la parodia anticipada de las estatuas cristianas,
que han cambiado de sitio.
(3) Spiritus enim nunquam ejiciuntur , nisi nomen loci proprium
audiant et hoc pacto nulla unquam spirituum (Romae1 evocatio fieri
potuit. (Camer., ibid., c. x, pág 37.)—Así en la Ciudad del mal, las ciuda les
tenían un nombre vulgar que todos conocían , y otro nombre misterioso,
puesto sin duda por el demonio , y cuyo conocimi ento estaba reservado , bajo
graves penas, á un cortlsimn numero de iniciados.
(t) Excessere oinnes, adytis arisque relictis,
Di, quibus imperium hoc steterat.
Et de velustissimo Romanorum more et de occultissimis sacris vox ista
168 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO. N
El nombre misterioso , el nombre mágico de Roma, no era Roma.
¿Cuál, pues, era? Nadie lo sabe al presente. Aun entre los romanos
ese nombre era apenas conocido de algunos iniciados, á quienes, bajo
pena de muerte, estaba prohibido revelarlo. Varrón, Plinio y Solino
nos enseñan que en tiempo de Pompeyo, un eruditísimo tribuno de
la plebe, Valerio Sorano, por haberlo pronunciado un día, fué inme
diatamente ajusticiado en cruz (1).
«En cuanto a la fórmula de la evocación, continúa Macrobio, hela
aquí tal como yo la encontré en el libro v de las Cosas secretas de
Sereno Samónico. Éste declara haberla tomado de un libro antiquí
simo de un tal Furio. Cuando se ha formalizado el sitio, el general
romano pronuncia este encanto evocatorio de los dioses: Dios ó diosa,
quien quiera que seas, protector de este pueblo y esta ciudad ; tú , sobre
todo, á quien está confiada especialmente la guarda de este pueblo y
esta ciudad, yo te suplico, y te venero, y te conjuro áque salgáis de
este pueblo y esta ciudad, y á que abandonéis sus tierras, templos,
sacrificios y habitaciones, y á que os apartéis de ellos, y olvidéis a
este pueblo y á esta ciudad, y los llenéis de temor y espanto , y á que,
saliendo de ellos , os vengáis á Roma , conmigo y con los mios, y con
cedáis vuestras preferencias y favores á nuestro pais , á nuestros tem
plos, á nuestros sacrificios y á nuestra ciudad ; y á que en adelante
seáis mis protectores, del pueblo romano y de mis soldados, de tal

prolata est. Constat enim omnes urbes in alicujus Dei esas tutela , morem-
que Komanorum aroaaum et maltia ignotum fuisse, ut , cum obsiderent
urbem hostium eamque jam capí posse confiderent , certo carmine evoca
rent tutelares deos quod aut aliter urbem capi posse non crederent , aut, si
posset , nefas aestimarent deos habere captivos. Nam propterea ipsi Romaoi
et Deum in cujus tutela urbs Roma est , et ipsius urbis latinum nomen igno
tum esse voluerunt.... Ipsius vero urbis nomen etiam doctissimis ignotum
est , caventibus Romanis ne, quod saepe adversus urbes hostium feciase se
noverant, idem ipsi quoque hostil) evocatione paterentur , si tutelas suae
oome.i divulgaretur. (Saíorn., lib. tit, c. iz.)
(I) Superque Roma ipsa, cujus nomen alterum dicere , arcanis caeré -
moniarum netas habetur, optimaque et salutari fide abolitum enunciavit
Valerius Soranus luitque mox poenas.Non alienum videtur inserere hoc loco
exemí.lum religionis antiquae, ob hoc máxime silentium institutae. Namque
diva Angerona, cu¡ sacrificatur a. d. 12 calend. januarii, ore oblígalo obsi-
gnatoque simulacrum habet (Plin., ffitl. nii(.,lib. in, c. 9,n.*3 ) Véanse otros
detalles en los .1ml. dt Filos. Crisl., Febrero de 1865. Bajóla autoridad de
Pomponio Flaco , que vivia en el m ó iv siglo , Pierio y Caraerario llegaron
a decir, que el nombre misterioso de Roma era Valend*. Mas esto no esta
probado de modo alguno. fCamsr., part. n, c. ix.)
LOS PRÍNCIPES dk la ciudad del mal. Ki'J
manera que tengamos pruebas ciertas de ello. Si asi lo hacéis, os pro
meto templos y juegos. Al pronunciar estas palabras, se ofrecían vic
timas y se examinaban sus entrañas para augurar sobre el éxito de la
evocación (1).»
Marcrobio dice que se llamaba á los dioses, es decir, á los demo
nios, por medio de un canto, carmen, de donde viene nuestra pala
bra encantamiento. Este carmen , que probablemente variaba según los
lugares y circunstancias, era vulgar entre los paganos. Cesar no subía
nunca en carruaje sin pronunciar su carmen. En todos los misterios,
en todas las fiestas en que más directamente se ponían en relación
con los espíritus , no podía faltar el carmen. Todavía hoy , los encan
tadores de serpientes en las ludias , Derviches Volteadores en Constan-
tinopla, los Aissaoua de África, a quienes vimos en París en 1867,
comienzan siempre con un canto, especie de melodía que llama al
espíritu , el cual se apodera de ellos y les hace obrar los mas sorpren
dentes prestigios.
Ahora bien : todo esto es una nueva parodia satánica de los usos
de la verdadera Religión. Citáremos sólo un ejemplo. Leemos que,
consultando los reyes de Israel , de Judá y de Edom al p.-ofeta Elíseo,
éste respondió : « Traedme un tañedor de arpa , un músico. Y como
este músico se pusiera á cantar , el espíritu ó el poder del Señor des
cendió sobre Elíseo, y profetizó (2).»
Después de la fórmula de la evocación venia otra de imprecación,
que tenia por objeto entregar á los dieses enemigos la ciudad ó el ejér
cito, privados de sus dioses tutelares por la evocación. Esta secunda
formula, más solemne que la primera, estaba reservada exclusiva
mente á los dictadores y comandantes en jefe de los grandes cuerpos
(I) Est autem carmen hujusmodi, quo dii evocantur cum oppugnatione
«¡Titas cingitur : Si. dbts. si. dea. km. en. popotvs. civitasqvk. {aquí el nom-
Ixede I.» ciudad) kst. in. tvtkla. t». qte. máxime, ille. qvi. vrbis. hvtvs.
POPOLI. QVE. TVTSLAM. BECEPISTI. PRECOR. VBNEROR. QTE. VENIAM. QVE. A. VOBIB.
PITO. TT. T0B. POPOLVM. CIVITATEM. QVE. DEBERATIS. LOCA. TEMPLA. SACRA.
íaBSM. Q7E. BORVM. RELINQVATIB. ABBQVE. HIB. ABÍATIB. II. QVE. POPOLO.
CIVITATI. QVE. METVM. FORMI DIKEM. OBLIVIONLM. INJICIATIS. PHODITI. QÍE.
aOMtX. AD. ME. ME0B. QVE. VIS.NIATIB. NOSTRA. QVE. VOBIB. LOCA. TEMPLA. SACRA.
TIBÍ. ACCEPTIOR. PROBATI0R. QVE. BIT. (UHI. QVE. TOPOLO. QVE. ROMANO. MILITI-
BTB. QVR. MEIS. PRAEPOSITI. BITIB. VT. SCIAMVS. INTELLIOAMVS. QVE. BI. ITA.
PeceniTn. voveo. vobis. tkmpla. lvdos. qve. factvrvm. (Matrob., Saturnal.
Üb. m, c ix.)
(?) Adducite mihi psaltem. Cumque caneret psaltas, facta est super
Wm manu? Domini, etait: etc. ( IV fíeg., c. m , 15.)
170 TRATADO FIKL ESPÍRITU SANTO.
de ejército. Hela aquí: « Dios Padre, ó Júpiter, ó Manes, ó vosotros,
con cualquier otro nombre que sea licito llamaros, llenad del deseo
de huir, de miedo y de terror á esta ciudad ( aquí el nombre de la
ciudad ) y á su ejército, que tengo intención de nombrar; dispersad á
estos enemigos y estos hombres que son contrarios á mis legiones y
ejército, y sus ciudades y sus campos, y á los que habitan en estos
lugares, regiones, campos y poblaciones ; privadlos de la luz supe
rior, y al ejército enemigo, las ciudades y los campos que yo tengo-
intención de nombrar , á fin de que estas ciudades y estos campos,
las cabezas y las edades os sean dedicados y consagrados según las
más terribles fórmulas con que los enemigos hayan sido jamas dedi
cados. Yo , en virtud do mi juramento y autoridad, os los doy y dedico
en lugar mió y del pueblo romano, de nuestros ejércitos y legiones;
para que nos dejóis completamente á salvo -a mi , mi juramento y mi
mando, nuestras legiones y ejército , empeñados en esta empresa. Si
así lo hiciereis de manera que yo lo sepa , lo sienta y comprenda , en
tal caso, cualquiera que sea el que hace este voto y el lugar en que
lo hace , sea tenido por bien hecho. Os conjuro ¡i ti, madre de los
dioses, y á ti, Júpiter, por el sacrificio de tres ovejas negras (1).»
«En los tiempos antiguos, añade Macrobio, encuentro que esuv
imprecación recayó sobre las ciudades siguientes: Tonia, Fragela,
Gabia, Veycs, Fidena , en Italia : fuera de Italia, además deCartago
y Corinto, una multitud de ciudades y ejércitos enemigos en las Ga-
lias, cu las Españas, en África, entre los moros y en las demás na
ciones. »

(1) DlS. PATSR. VE. JOVI3. MANES. PIVE. VOS. QVO. ALIO. NOMINE. FAS. EST.
nominare, vt. omnes. illam. vbbem. (el nombre déla ciudad} kxkbcitvm. qve.
QVEM. EOO. MK. SENTIO. D1CEBE. FVGA. FORMIDINE. TEBBOBE. QVE. COMPI.EATIS.
QTI. QVE. ADVERSVM. I.EI110NEB. EXEBCITVM. EOS. IIOSTES. EOS. QVE. HOMINES.
VRBES. AOnOS. QVE. EOBVM. ET. QTI. II». HI8. LOIIS. BEGION1BVS. QVE. AORIR.
VBB1BV8. VK. ITABITANT. ABDVCATIS. LVMINE. SVPEHO. PRIVETIS. EXEBC1TVSI. QVE.
HOSTIVM. VRBES. AOROS. QVE. EORVM. QVOS. ME. SKNTIO. DICEAK. VTI. VOS. KAS.
VBBES. AGROS. QVE. CAFITA. AETATBS. QVE. EORVM. DEVOTAS. CONSECR ATAS.
QVE. HABKATIS. ILLIS. LEGIRVS. QVIBVS. QVANDO. QVE. SVNT. MAXIME, H09TES.
DEVOTI. EOS. QVE. EGO. VICVRIOS. PUO. ME FIDE. MAGI9TRATV. QVE. MEO. PRO.
POPOLO. ROMANO. EXKRCITIBVS. LEGIONIBV8. QVE. NOSTRI9. DO. DEVOVEO. VT. ME.
MEAM. QVE. FIDEM. IMPEBIVM. QVE. LEGIONES. gXBRCITVM. QVE NOSTRVM. QVI.
1N. HI9. REBV3 GERVNDIS. SVNT. BENE. SALVOS. SIVEBIT1S. ESSE. SI. HAEC. 1TA.
FAXITIS. VT. EGO. SCIAM. SENTIAN. INTEI.LIGAM. QVE. TVNC. QVI-QVIS. HOC. VOTVM.
FAXIT. VBI. VBI. FAXIT. REOTB. FACTVM. KSTO. OVIBV9. ATRIS. TRIBV8. MATKR. TE.
qvb. jvpiteb. OBTKSTon. (ifacrob., S-ilurnal., lib. ni, c. ix.)
los príncipes de la ciudad del mal. 171
Así, la primera operación de un general romano, cualquiera que
'uera sn nombre, Pablo-Emilio, César ó Pompeyo, al poner sitio á
una ciudad, ó al principiar una batalla, era llamar á si .i los dioses
protectores del ejército ó la ciudad enemigos (1). ¿Qué dirán muchos
bachilleres, al saber este hecho, que diez años de estudios paganos
les han dejado ignorar? Se reirán tal vez. Pero con reirse de un hecho
no se destruye. Pues la creencia en la delegación especial de los de
monios es un hecho que tiene por testigos, durante mil años, á los
Camilos, Fabios, Escipiones, Pablos-Emilios, Marcelos y Césares.
Aquí la risa sienta tanto peor, cuanto que no se trata, ni de Padres
de la Iglesia , ni de Santos, ni de hombres de la Edad Media , los de
fe sencilla y candida, como se les ha llamado ; se trata de hombres á
quienes nuestros sabios consideran como seres casi sobrehumanos,
por la seriedad de su carácter, por la solidez de su razón, por la ma
durez de su juicio , por la superioridad de sus talentos militares.
Añadamos que el uso de esta evocación decisiva no venia de ellos.
Los oráculos más misteriosos lo habían revelado : toda la antigüedad
lo hnbia practicado fiel y constantemente. Además, reflexionando bien,
se ve que esta evocación cuadraba maravillosamente con el destino de
Roma pagana. Satanás queria á Roma por capital, y el que quiere el
fin, quiere los medios. Es, pues, natural que enseñara á los roma
nos la manera de desarmar á sus enemigos, es decir, de destituirlos
del auxilio de los demonios que él mismo les habia delegado. ¿No
debían todos los demonios subalternos ceder ante las órdenes de su
rey, y, cediendo, contribuir á la formación de su imperio? Asi to
dos manifestaban un gran deseo de venir á Roma.

(1) «Verrio Flaco , dice Plinio , cita los autores que tiene por garantes
de que en los sitios de las ciudades se debía, ante todo, hacer evocar por los
sacerdotes romanos al dios, debajo de cuya protección estaba la ciudad,
prometiéndole que tendría en Roma el mismo culto y más solemne todavía;
y esta ceremonia sagrada existe aún en las prescripciones de los pontífices,
yes cosa cierta que se ha ocultado el nombre del dios, bajo cuya protección
estaba Roma colocada, á fin de que los enemigos no pudiesen hacer otro
lanto. Porque no hay nadie que no lema >er victima de estas terribles impreca-
ñones. • Verrius Flaccus auctorea ponit, quibus credat, in oppugnationibus
ante omina solitum a Romanis sacerdotibus evocar! deum, cujus in tutela
id oppidum esset; promittique i1 11 eumdem , aut ampliorem apud Romano*
cultura. Et durat in pontificum disciplina id sacrum ; constatque ideo
oceultatum, in cujus Dei Roma esset, ne qui hostium simili modo agerent.
Uefigi quidem diris deprecationibus nema non metuit. ¡Hist. nal., lib. xxvnr,
c. iv, n.° *.)
172 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Que los romanos hayan reconocido la eficacia de esas terribles fór
mulas de evocación é imprecación, lo demuestra toda la historia. Sin
esto , ¿ las habrían empleado tan constante y misteriosamente todos
sus grandes hombres? ¿Habrían atribuido invariablemente sus victo
rias á la superioridad de los dioses de Roma? ¿Habrían prohibido,
bajo pena de muerte, revelar el nombre de la divinidad protectora de
su ciudad? ¿Habrían llevado religiosamente á Roma (lo quaesexcep-
ción única en la historia), colocado en templos suntuosos y hónrado
con sacrificios y juegos del circo y del anfiteatro, á los dioses de las
naciones vencidas ?
¿Qué hacían los generales victoriosos por medio de todas estas
demostraciones , que de otro modo son inexplicables ? Cumplían sus
votos , daban gracias por su complacencia á los dioses de las naciones
vencidas , pagaban la deuda del pueblo romano. Éste no lo ignoraba:
el hecho era tan conocido, que el poeta mas popular del imperio, in
terpretando la fe común , daba gracias públicamente á Júpiter Capi
talino , cuyo poder soberano había evocado á los dioses de los ene
migos y concedido la victoria á su pueblo (1).
Esto en cuanto á los demónios destinados á las ciudades y los
reinos.
La delegación de algunos de estos seres malignos para asediar a
cada hombre en particular no es menos cierta, ni menos conocida de
los paganos. «Los demonios, dice Jámblico, tienen un Jefe que pre
side a la generación. Éste le envía á cada hombre un demonio par
ticular, el cual , apenas investido de su misión , descubre á su cliente
el culto que le pide y su nombre y la manera Je llamarlo. Tal es el
orden que reina entre los demonios (2). »
Asi , el demonio familiar de Pitagoras , de Numa , de Sócrates, de
Virgilio y de tantos otros de quienes habla la historia , no es una ex
cepción , es un hecho que no tiene de excepcional más que la uoto-

(I) (Virgilius) ut, praeter evocationem , etiam vim devotionis ostenJe-


ret, in qua praecipue Júpiter , ut diximus, invocatur , ait :
.... Ferus omnia Júpiter Argos,
Transtulit. (Macrob., Saturnal. , lib. m, o. Ix.)
(i) Quare et in daemonibus unus quidam dux eorum, qui circa gene-
ratiouem ubtinct piincipatum. Daemonem suum ad unumquemque demittit.
PoBtquam igitur adest unicuique »uus, tune et congruum sibi cultom pan-
dit, nümenque suum modumque invocationis auae proprium petefacit. Ui«
estordo daemonum. (De mytl. Aegypl., p. 171.)
LOS PItÍNCIPES DE LA CICDAD DEL MAL. 173
riedad que lo acompaña. Por si mismo descubre la existencia de un
sistema general , como el ardiente humear de las faldas del Vesubio
revela con certidumbre la proximidad oculta del volcán.
La enseñanza de Jámblico es confirmada por un testimonio curioso
de Tertuliano. «Todos los bienes que traemos al nacer, dice este Pa
dre , el mismo demonio que tuvo envidia de ellos en el principio, los
oscurece ahora y Jos adultera , sea á flu de ocultarnos la causa de
ellos, sea para impedir que convenientemente los usemos. En efecto:
¿cuál es el hombre que no lleve adherido un demonio, paradislero
de almas , que esta en acecho desde el umbral mismo de la vida , ó
que ha sido llamado por medio de todas esas supersticiones que acom
pañan al parto? Todos nacen teniendo á la idolatría por partera:
Omnes idolatría obsletrice nascuntur.
»La idolatría es la que hace fajar el vientre de las madres con
cintas hechas en los templos de los ¡dolos y asi consagra sus hijos á
los demonios : ella es la que en el parto hace ofrecer á Lucina y á
Diana los gemidos de la madre : ella es la que durante una semana
hace quemar incienso en el altar del Genio del recién nacido, á Juno
por la-- niñas , al Genio por los niños : ella es la que el último dia
hace escribir los destinos de la criatura y la constelación bajo'que ha
nacido, para conocer su porvenir ; ella es la que al poner el niño en
el suelo hace ofrecer un sacrificio á la diosa Statina.
» ¿Cuál es después el padre ó la madre que no consagra á los dioses
un cabello ó todo el primer pelo de su hijo, que no hace con él un
sacrificio para satisfacer su devoción particular, ó la de su familia, ó
de su raza , ó del pais á que pertenece? De este modo un demonio se
apoderó de Sócrates todavía niño, y asi también los genios, que es el
nombre délos demonios, son destinados á todos los hombres : Sicet
ómnibus genii deputantur, quod daemonvm nomen est (i).»
El ángel custodio de cada hombre , reino, provincia ó comunidad

(I) De anima, cap. Iiztz.—La consagración de los niños al demonio es


todavía una ley de las religiones paganas. Para consagrar sus hijos á Nues
tro Señor ó a la Santísima Virgen , las madres cristianas les ponen al cuello
alguna medalla, ú ofrecen vestirlos de azul ó blanco. Oid ahora lo que
hacen las madres paganas :
Un religioso francés escribía desde Pinand : • Aquí leemos el Tratado del
Espíritu Sanio. Esta obra nos ezeita el más particular interés. Nosotros vivi
mos en el pafs del Rey de la Ciudad del mal. Estarnos rodeados de paganos;
vemos con nuestros ojos las supersticiones del paganismo. Los que no
qnieran creer , que vengan aquí. Aquí verán bien clara la verdad de lo que
174 TRATADO DEL ESPÍRITU SA.VTO.
no es enviado indiferentemente por el Rey de la Ciudad del bien,
sino escogido según las necesidades particulares del individuo ó del
cuerpo colectivo que se le confia. Igualmente en un estado bien orde
nado, no son elevados á los empleos públicos los hombres incapaces
de llenar sus deberes , sino que se buscan los que tienen la capacidad
que se necesita para salir bien con su misión. También en esto Sata
nás parodia con infernal habilidad la conducta de la Sabiduría eterna.
Indudablemente, él no posee , como Dios, el poder de leer en el fondo
de los corazones ; pero tiene mil medios de conocer por los signos
exteriores las disposiciones buenas ó malas de cada hombre, el fuerte
y el llaco de cada pueblo, y deputa a cada cual el demonio más á pro
pósito para perderlo.
Los tiene de todos los caracteres y aptitudes para fomentar cada
pasión , y , sobre todo , la dominante. La Escritura mete miedo cuando
nos da su nomenclatura. Nombra, entre otros, á los espíritus de adi
vinación ó pythónicos, spirilus divinalionis , seductores del mundo,
reveladores de secretos y decidores de oraculos; espíritus de celos,
spiritus zelotypi, que siembran en las almas los sentimientos de Caín
contra Abel y de los judios contra Nuestro Señor ; espíritus de mal
dad, spiritus nequam, inspiradores de negra malicia; espíritus de
mentira, spirítut mendacii, maestros de hipocresia, audaces nega-
dores de la verdad conocida, hoy en mayor número y mas poderosos
que nunca; espíritus de las tempestades, spiritus procellarum , á
quienes debe el mundo las tormentas , trombas, heladas, naufragios
y trastornos físicos, tan frecuentes especialmente en la historia mo
derna ; espíritus de venganza, spiritus ud vindictam, que, sustitu-

se dice en ese libro sobre la esclavitud de los infelices ciudadanos de la


Ciudad del mal.
«Frecuentemente somos visitados por mujeres chinas, que nos traen sus
familias. El otro día, una de ellas nos mostraba un hermoso niño de seis
meses. Llevaba en la cabeza un gorrito , de la forma de una milra, todo
bordado de oro, representando las mis horribles figuras de animales; escor
piones , serpientes , dragones. La del diablo estaba en medio, formada de
diamantes. El niño llevaba al cuello otras figuras, suspendidas con no del
gadas cadenas también de oro. El gorro sólo costaba más de 500 piastras,
12.000 reales próximamente ; y se puede creer , según el peso.
> Preguntamos á esta mujer qué significaban aquellas figuras. Respondió
con la mayor sencillez que eran imágenes de sus dioses , y que la del Senor
estaba en medio. Por lo demás, apenas vemos ninguna de estas desventu
radas criaturas , por pequeñas que sean , que no lleven la efigie del Key de
la Ciudad del mal.»
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 175
yendo la ley del odioa la ley de la caridad , encienden las guerras , pro
vocan las riñas é inducen al asesinato bajo todas las formas; espíritus
de fornicación, spiritus fornicationis , cuyo manjar favorito es la ino
cencia ; espíritus inmundos, spiritus inmundus , cuyo afán consiste
'en borrar en el hombre hasta los últimos vestigios de la imagen del
Verbo encarnado, haciéndole descender más abajo de la bestia ; espí
ritus de enfermedad, spiritus infirmitatis , que afligen al hombre en
el cuerpo en tanto que sus consortes le matan el alma ó la cubren de
heridas.
Toda la tradición, fundada en el texto sagrado, proclama unáni
memente la existencia de esta guerra individual ó incesante de los
Espíritus de las tinieblas contra cada hombre y cada criatura. Uno de
los testigos mas competentes, San Antonio, decia : « Como en un ejér
cito todos los soldados no combaten del mismo modo ni con las mis
mas armas , asi entre los demonios están repartidos los papeles. Su
malicia toma todas las formas, y tiene tantos géneros de ataque
cuantas virtudes hay (1).»
Sereno añade : « Debemos saber que no todos los demonios ins
piran á los hombres las mismas pasiones ; sino que cada demonio
está encargado de inspirar una en particular. Unos se complacen en
las inmodestias é inmundicias de la sensualidad, otros en las blasfe
mias ; éstos son propensos á la cólera y al furor, aquéllos a la som
bría tristeza ; los hay que prefieren el regalo y el orgullo ; cada uno
se esfuerza por inocular en el corazón del hombre su vicio favorito.
sQue hay en los espíritus inmundos otras tantas pasiones como
en los hombres, seria fácil probarlo. ¿No nombra la Escritura á los
demonios que encienden el fuego del libertinaje y de la lujuria,
cuando dice : El Espíritu los sedujo y fornicaron lejos de Dios? ¿No
habla también de los demonios del dia y los de la noche? ¿ No señala
entre ellos tal variedad, que seria difuso explicarla detalladamente?
Recordemos solamente esto : los hay que los profetas llaman centau
ros, lamias, aves nocturnas, avestruces , erizos: en los Salmos se
designan otros bajo el nombre de áspides y basiliscos : otros se llaman
en el Evangelio leones, dragones, escorpiones, principes del aire. Creer
que todos estos nombres se les han dado al aoiso y sin motivo , seria
un error : el Espíritu Santo ha querido significarnos la ferocidad y

(1) Diversa et partita daemonum pequitia est.... atque omnes pro


Tiriom facultate diversa contra singulas causa? seu virtutes sumpsere certa-
mina. (S. Athan., in Vil. S. Antón. J
176 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
rabia de los demonios en su infinita variedad , por medio de las cua
lidades de esas bestias más ó menos temibles (i).s
La misma guerra se extiende á todas las partes del mundo visible
y á cada una de las criaturas que lo componen. Es también este un
hecho universal mente creído, y fundado en el paralelismo de las dos
ciudades. Satanás , como enemigo implacable del Verbo , le persigue
en todas sus obras. Donde quiera que el Rey de la Ciudad del bien ha
colocado uno de sus ángeles para conservar algo ó ennoblecerlo , allí
el Rey de la Ciudad del mal envía unos de sus satélites para destruir
y corromper. De aquí proviene que el antagonismo existe en todas las
partes de la creación , y que se puede afirmar con seguridad sobre
los ángeles malos lo que los Padres de la Iglesia , San Aguslin en
particular, decían de los ángeles buenos: no hay criatura visible en
este mundo que no tenga un demonio especialmente delegado para
tenerla cautiva, amancillarla y hacerla enemiga del Verbo encarnado
y dañosa para el hombre : Unaquaeque res visibilis in hoc mundo an-
gelicam potestalem Habet sibi praepositam.
Conforme lo hemos dicho , esta lucha de Satanás contra el Verbo
Redentor es, en la sustancia, toda la historia de la humanidad. Comen
zada en el cielo y continuada en el paraíso terrestre, prosiguió sin tre
gua en todos los siglos antiguos. Al encarnarse el Hijo de Dios , la
encontró mas encarnizada que nunca. Él mismo en el desierto la sos
tiene en persona , y declara que no ha venido al mundo sino para
destruir la obra del diablo y arrojar al usurpador. Entrado en la vida
pública, persigue á Satanás por todas partes, lo expulsa de todos los
cuerpos y se oye al demonio y á sus ángeles decirle : Has venido á
perdemos. S¿ quién eres, el Santo de Dios. (Marc, i, 23). ¿lias venida
acá á atormentarnos antes de tiempo?.... Sinos echas de aqui (del
hombre), envíanos d la piara de puercos. ( Matth. , vm , 29 )
Habiendo vencido por su muerte al Demonio y á sus Principados
y Potestades , los ata á su cruz, y en el día de su resurrección los con
duce como trofeo en presencia del cielo y de la tierra. Pero aunque
debilita el imperio de Lucifer, no lo destruye enteramente. Al modo
que el Señor había dejado en medio del pueblo judio pueblos idó
latras para que ejercitasen á Israel en la virtud ; asi el divino Sal-
(1) Quae vocabula non sine causa nec fortuito indita illis debemus
accipere, sed significatione istarum ferarum , quae apud nos vel minos
noxiae, vel magia perniciosae sunt, illorum ferocitates rabiesque distinguí.
(Collat. vn, c. xvii; et Collal. xxxn.)—Sobre cómo se encuentran todas las-
pasiones en los demonios , véase Santo Tomás , 1 p. , q. lxui , art. 2.
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 177
vador deja al Demonio cierto poder , a fin de probar la fidelidad del
pueblo cristiano. Tuvo cuidado de anunciar á sus Apóstoles antes de
abandonarlos y á sus discípulos de todos los siglos , que tendrían que
continuar contra Satanás la guerra que Él había comenzado victorio
samente.
El odio de Satanás se manifestara con particular furor contra los
miembros del Colegio apostólico, y sobre todo contra Pedro, que es el
jefe. Simón , Simón , Satanás os ha pedido para zarandéal os como
trigo ¡pero yo lie orado por ti, para que no falte tu fe. ( Luc, xxn , 31.)
Parten para su destino , y desde los primeros pasos Pedro encuentra
al enemigo en la persona de un apóstata , llamado Simón. Era éste el
primogénito de Satanás ; seducía al pueblo , haciendo en su presencia
prodigios extraños con ayuda del demonio. Un dia el mago llegó á
elevarse sobre el aire : Pedro se postra de rodillas, y ora : al instante
los demonios abandonan á Simón , y el primero de los Papas le en
seña á Satanás qué poder tendrá que combatir en todos los demás
Pontífices de Roma sucesores de Pedro.
Pablo se lo encuentra también en la Pythonisa de Filipos : Te
mando , le dijo , en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y en la
misma hora salió. (Act., xvi, 18.) ¡ Con qué seguridad el mismo Após
tol impera también á Satanás , que se servia del mago Elymas para
esterilizar su apostolado ! Hijo del diablo, no cesas de trastornar los
caminos derechos del Señor. Mas ahora , la mano de Dios sobre ti , y
serás ciego , que no verás el sol hasla cierto tiempo. Y luego cayó en él
oscuridad y tinieblas , y volviéndose de todas partes buscaba quien le
i'wse lu mano. (Act., xm, 10.)
Todos los demás Apostóles vencieron también á Satanás. Lo pro
pio sucedió con los mártires; él es quien, por vengarse, les hizo
morir en medio de tormentos no oídos hasta entonces. Suprimid la
instigación de Satanás en los martirios de los cristianos, y no los
comprenderéis. En esta sangrienta lucha, Satanás es también vencido;
pero no se desanima. Vedlo emplear nuevas armas. Con su aliento
homicida suscita entre los cristianos la división , los cismas y here
jías. Tampoco aquí es posible explicar , sin la acción de Satanás , este
gran misterio de odio fraterno y do errores.
Para destruir en las diferentes partes del mundo los restos del pa
ganismo , Roma envía misioneros ; y hemos visto que tuvieron que
combatir a Satanás bajo la forma palpable de serpientes y dragones
monstruosos. ¿ Sucede que para reparar los escándalos ocasionados por
los cismas y herejías, la Providencia deputa en los desiertos del alto
tomo t. 12
178 TRATADO DEF, ESPÍRITU SANTO.
Egipto legiones de expiadores ? Pues allí , entre los Antonios , los
Pacomios , los demás patriarcas del desierto y Satanás , se emprende
una guerra sin tregua. La vida de San Antonio es la gran epopeya del
combate dt;l hombre contra el demonio.
Esta epopeya no ha terminado : siempre antigua y siempre nueva,
cada uno 'de nosotros es en ella el héroe ó la victima. Lo mismo su
cede con las criaturas que nos rodean ; más frecuentemente de lo que
se piensa , son en manos de Satanás instrumentos de su odio cóntra el
hombre. La Iglesia , depositaría de todos los misterios del mundo
moral y de todas las tradiciones verdaderas de la humanidad, en nada
pone mayor empeño que en conservar siempre presentes en el espí
ritu de sus hijos las temibles verdades, cuyo conocimiento la vigilante
Providencia había tenido cuidado de conservar aun entre los pueblos
paganos.
« Antiguamente , nos dice por boca de los Padres , los demonios
engañaban á los hombres tomando diversas formas , y colocándose
junto á las fuentes y los ríos , en los bosques y sobre las rocas , sor
prendían con sus prestigios á los mortales insensatos. Mas desde la
venida del Verbo divino, sus artificios son impotentes ; basta la señal
de la cruz para desenmascarar todos sus engaños (1).» La solicitud
de la Iglesia no se limita a señalar la presencia de éstos. Gracias al
poder que el vencedor del demonio le ha conferido , ha preparado y
puesto en manos del hombre todas las armas necesarias para arrojar
al enemigo, ó preservarse á si mismo y las demás cosas de sus pérfi
dos ataques.
En efecto : « hay un libro, cuyo testimonio nadie puede recusar
ni negar su competencia sin abjurar de la fe ; es el Ritual romano, el
órgano más seguro y autorizado de la doctrina ortodoxa , el monu
mento mas auténtico de la tradición. En él , no solamente se afirma
en cada pagina la existencia de los demonios , sino que están minu
ciosamente señaladas , y aun podría decirse que descritas , las arte
rias de Satanás, sus maniobras, sus negras empresas contra el hombre
y las criaturas (2). • Ningún libro hace conocer mejor á los principes de
la Ciudad del mal , cuya historia nos ocupa en este momento ; nin
guno confirma mas poderosamente lo que basta aquí hemos dicho y
lo que nos queda por decir.

(1) San Atan. , tib. de Inr.ar. Verbi ; véase también á Orígenes y & Sao
Agust., antes citados.
(2) Vida del eitra de Ars , tom. i , p. 386.
LOS PRÍNCIPES DE LA, CIUDAD DEL MAL.
Comienza el Ritual con los exorcismos del recién nacido que se
presenla al bautismo, y de los elementos que han de emplearse en su
regeneración. El niño se hace hombre , y los exorcismos continúan :
todas las criaturas con que va á estar en contacto durante su peregri
nación, están infestadas. Para lanzar al demonio , la Iglesia exorciza
el agua y la bendice , agua poderosa , quo la Iglesia recomienda á sus
hijos la guarden cuidadosamente en sus habitaciones , para rociarla
-sobre si mismos y sobre cuanto los rodea. Con el mismo fin bendice
el pan , el vino , el aceite , los frutos , las casas , los campos , los re
baños. En fin , Cuando el hombre está á punto de dejar la vida, ella
emplea nuevas bendiciones para sustraerlo á las potencias de las ti
nieblas.
Pues bien : ¿ qué comprende cada exorcismo? Comprende tres
actos de fe : acto de fe en la existencia de los demonios, acto de fe en
su acción real y permanente, general é individual sobre el hombre y
las criaturas; acto de fe en el poder dado á la Iglesia para arrojar
al usurpador (t).
Y ahora, si hay algo que pueda llamarse extraño, ¿no es la falta
de atención con que muchos cristianos, sumisos, no obstante, de co
razón á la Santa Iglesia , pasan al lado de esos exorcismos, tan ex
presos, tan positivos, sin fijarse en las conclusiones que en ellos se
contienen ? Hoy especialmente es necesario señalar algunas de ellas.
Pues sin salir de nuestros libros litúrgicos, ¿ se quiere saber con
certidumbre cuál y cuánta es la acción demoníaca sobre el hombre y
sobre el mundo , y de cuan diferentes maneras se ejercita ? Abramos
el Ritual, al que añadiremos el Pontifical, este otro monumento no
menos oficial do la fe católica, ese tesoro no menos precioso de toda
verdadera filosofía. ¿Qué enseñan estos libros ?
Enseñan que los demonios pueden liar al hombre con lazos visi
bles é invisibles , como un vencedor puede cargar de cadenas ásu
prisionero.

(1) Diabohis hostia est humanae salutis, quae homini per baptismum
acquiritur ; et habet potestalem aliquam in homiuem ex boc ipso quod
subditur peccato originali , vel etiam actual i . linde convenienter ante bap
tismum expelluntur daemones per exorcismos.... Aqua benedicta datur
contra impugnationes daemonum, quae eunt ab exteriori ; sel exorcismus
ordinatur contra impugnationes daemonum quae sunt ab interiori. (S. Th.,
p. in, q. lxxi , art. 2.)—Quince siglos hace que San Agustín hablaba como
Santo Tomás: Parbuli exsufflantur et exorcizantur, ut pellatur ab eis dia-
boli potestas inimica quae decepit bominem. (Di Simb., lib. i , c. i . a.l lia ¡
180 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
Que pueden cerrarle el espirilu a la inteligencia de las cosas di
vinas.
Que pueden corromper el agua y hacer aparecer en ella fantas
mas, en lo cual consiste la hidromancia.
Que pueden acudir á las casas , amancillarlas y convertirlas en-
penosas y perjudiciales moradas.
Que pueden traer la peste , corromper el aire, comprometer la
salud del hombre, turbar su reposo y molestarlo de lod.os modos.
Que pueden infestar, no solamente los lugares habitados, sitio
también las soledades, y difundir en ellas el terror, y hacerlas focos
de enfermedades contagiosas, ó teatro de molestias inquietantes.
Que pueden atacar al hombre en su cuerpo \ en su alma, caer so
bre él en gran número , y presentársele bajo la forma de espectros y
fantasmas.
Que pueden levantar tempestades, promover huracanes, trombas,
heladas, rayos, en una palabra , poner los elementos al servicio de
su odio eterno.
Que pueden comunicar al hombre su virtud maligna, apoderarse
de él, poseerlo, comunicar á su espíritu conocimientos y a su
cuerpo fuerzas y aptitudes sobrehumanas.
Que pueden , en fin, fatigarlo de una manera más terrible en sus
últimos momentos, y al separarse del cuerpo disputar ai alma el paso
á la bienaventuranza eterna (1).
De estas enseñanzas, tomadas de las fuentes mas puras, resultan
dos cosas : primera , la certidumbre de una acción incesante, gene
ral y particular de los demonios sobre el hombre y sobre las criatu
ras; segunda, la posibilidad de comunicaciones directas, sensibles,
materiales, de los demonios con el hombre, y del hombre con los
demonios. De aquí las evocaciones, los pactos, obsesiones, posesio
nes, maleficios, cuya existencia, tan frecuentemente atestiguada por
la historia antigua y moderna , sagrada y profana, no puede ser ne
gada sin renunciar a toda creencia divina y humana.
Además, para un hombre que rellexione, ni la dificultad intrín
seca de estas comunicaciones, ni las formas extrañas que pueden re
vestir, son motivo para dudar. ¿No está nuestra alma en comunica
ción pernianen le con nuestro cuerpo? Si el espíritu puede comunicar
con la materia, ¿como so podrá probar la imposibilidad radical de

(I) El Ritual , en cada página : el Pontifical , especialmente en la bendi


ción de las campanas.
LOS PRÍNCIPES de la ciudad del mal. 181
«jueuii espíritu comunique con otro espíritu ? ¿Y respecto de las for
mas? Los anales del género humano, ¿no comienzan por una manifes
tación demóniaca? Desde cualquier puoto de vista que se considere,
¿do es esa manifestación una de las más extrañas? Y, sin embargo,
na sido admitida por todos los pueblos. No hay siquiera uno cuyas
tradiciones no hayan conservado el recuerdo del hecho que el Géne-
M nos refiere, y que fué la causa primera del mal y de todo mal.
¿Qué digo? Esta comunicación primitiva , real, palpable, de Sa
tanás con el hombre , es un dogma de fe tan cierto como la Encarna
ción del Verbo. « Afuera el diablo, afuera Dios,» decía Voltaire. Es
menester añadir: sin diablo no hay caída: sin caída, no ^íay Redención;
sin Redención , no hay Encarnación ; sin Encarnación , no hay Cris
tianismo : sin Cristianismo, pirronismo universal.
No es nuestro objeto explicar circunstanciadamente la acción sen
sible y multiforme de los príncipes de la Ciudad del mal sobre el
hombre y las criaturas; se la puede ver en las sabias obras de Mir-
ville, Monsseaux y Bizónard. Sin embargo, las circunstancias actua
les no permiten pasar en silencio ciertas manifestaciones demoniacas,
tinto más dañosas cuanto más empeño se pone en negar su verdadera
cansa. Queremos hablar de las comunicaciones directas con los espí
ritus , de las mesas giratorias y de otras practicas, que recientemente
han conmovido el antiguo y el nuevo mundo, que no han cesado
nunca , y hoy se reproducen con inaudito recrudecimiento.
Lo que mas nos extrañó á la aparición de estos fenómenos, fué la
-estrañeza general que produjeron. No parece sino que para los hom
bres de estos tiempos la razón esta herida de impotencia , la teología
« como si no fuera , y la historia muda. El primer dogma de la razón
«s que dos señores contrarios se dispulan el imperio del humano
linaje, el cual vive necesariamente bajo el imperio del uno ó del otro.
Al ver al mundo actual emanciparse rápidamente del reinado del Cris
tianismo , era muy fácil y muy lógico concluir que caía con la misma
rapidez bajo el reinado del satanismo.
Pues bien: Satanás es siempre el mismo: al volver al mundo,
vuelve con lodos los atributos de su antiguo reinado. Oráculos, pres
tigios , manifestaciones varias , todo el cortejo de seducciones, signos
é instrumentos de su reino, de que había llenado el antiguo mundo y
llena todavía el mundo idolatra , debían reaparecer por necesidad en
■inmundo convertido en domimo suyo por el alejamiento del Cristia
nismo. Esto dice la razón , como dice que dos y dos son cuatro.
¿Y la teología? Seiscientos años hace que el Ángel de las Escuelas,
182 TRATADO DEL ESPÚUTU SANTO.
exponiendo la doctrina de la Iglesia, decia, como su maestro Sao
Agustín (1): « Los demonios son atraídos por ciertos géneros de pie
dras, de plantas, de bosques , de animales, de cantos y ritos, en
cuanto son señales del honor divino de que tienen gran ambición....
Frecuentemente fingen que son almas de los muertos. Muchas veces se
aparecen bajo la forma de bestias , que designan las cualidades de
ellos. También alguna vez dicen la verdad para mejor engañar , y
descienden á ciertas familias á lin de atraer á los hombres á que se
familiaricen con los mismos (2).»
En estos pocos renglones , que desenvolveremos más adelante,
¿no tenemos la explicacínn, compendiosa sin duda pero exacta, de lo
que está pasando ante nuestros ojos? Asi habla la teología.
¿Y la historia? ¿Qué dice en particular de la madera que se ani
ma y da oráculos ? Es un hecho demoniaco , cuya existencia , cua
renta veces secular, tiene por testigos al Oriente y al Occidente. ¿Qué-
cosa hay más célebre ni más probada en la historia profana que las
encinas de Dódona ? Si , conforme se pretende, es falso que jamás los
árboles hayan emitido sonidos articulados, la creencia sostenida du
rante muchos millares de años en este hecho, atestiguado por los
hombres más graves y realizado en medio de los pueblos más cultos,
seria mas increíble que el hecho mismo. Por otra parte , ¿no lo pone
fuera de duda ese libro en el cual todo es verdad? ¿ Quién no ha leído
en la Escritura los anatemas lanzados contra cualquiera que diga á la
madera que se anime, se levante, ó hable como un ser vivo? « ¡ Ay del
que dice al madero : despierta; á la piedra muda, levántate! Mi pue
blo pidió oráculos á su leño, y su báculo le respondió (3).»
Á fin de especificar más y más en esta cuestión, ¿se quiere saber
algo de las mesas giratorias y parlantes? Pues son conocidas desde la
tí) Daemones alliciuntur per varia genera lapidum , herbarum , ligno-
rum, animalium, carminum , rituum , non ut animalia ciLis , sed ut spi-
rítus signis , in quantum scilicet haec eis exhibentur in signum divini honoris,
cujus ipsi sunt cupidi. (Apud 5. Th., 1 p. , q. cxv.)—Frequenter daemones
simulant, se esso animas mortuorum ad confirmandum Gentilium errorem,
qui hoccredebant. (Id. , q. cxvn, art. 4.—IJ.,id.,q. lxxxix , art. 8; id., i. 2.,
q. clxv , art. 2.)
(2) Id., 1 p. , q. lxiv, art. 2.—Omnia illa quae videntnr esse ven ¡alia
daemones procurant , ut nomines ad sui familiaritatem attrahant et sic dedu-
cant eos in peccatum mortale. (1. 2 ., q. lxxxix, art. 2.)
(:?) Vae qui dicit ligno : expergisccre et surge. (Uabac, ii, 19.)—
Populus meus in ligno 6uo interrogavit ¡ et baculus ejus annuntiavit e¿.
(Oteat. , iv, 12.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 183
más remota antigüedad. Sobre este fenómeno demoniaco, que no
puede causar extrañeza más que á la ignorancia , tepemos , entre otros,
el testimonio perentorio de Tertuliano. En su inmortal Apologético,
es decir, en un escrito en que no podia atreverse á decir nada que no
fuera ¡«'contestable sin comprometer la gran causa de los cristianos,
este Padre, nacido en el seno del paganismo y profundamente ins
truido en sus prácticas , nombra con todas las letras las mesas que los
demonios hacen hablar. Y lo más notable es que habla de ellas, no
como de un hecho extraordinario y oscuro, sino como de cosa habi
tual y conocida de todo el mundo. Sin vacilar designa por su nom
bre á lo-; agentes espirituales del fenómeno , seguro como estaba de
que seria la risa de todo el imperio, si , a la manera de nuestros pre
tendidos sabios, hubiera querido explicarlo por los fluidos.
El testimonio del gran apologista es demasiado precioso para no
citarlo entero. «Decimos que existen ciertas sustancias espirituales;
y su nombre no es nuevo. Los filósofos saben que hay demonios ; tes
tigo el mismo Sócrates, que para hablar ú obrar esperaba la orden
de su demonio. ¿Y cómo no, cuando se dice que desde niño tuvo adhe
rido un demonio que le apartaba de todo bien? Sabenlo también los
poetas ; y hasta el indocto vulgo emplea su nombre en las maldicio
nes.... Su trabajo consiste en destruir al hombre : Operado eorum
est hominis eversio. Asi, su maliciase inauguró perdiendo al hom
bre. Al cuerpo le acarrean enfermedades y crueles accidentes ; al
alma movimientos violentos, extraordinarios y repentinos.
iPara atacar al hombre en las dos sustancias de que se compone,
tienen la sutilidad y la tenuidad. Como potencias espirituales, dispo
nen de la mayor facilidad para permanecer invisibles ó insensibles,
de modo que se dan á conocer en sus obras más bien que en si
mismos. Cuando quieren inficionar las frutas ó las mieses, les inocu
lan no sé qué aliento emponzoñado cuando están en flor, ó las secan
cuando germinan, ó las malean cuando se están formando, como si,
infestado el aire por desconocidas causas, exhalase vapores pestilen
ciales. Por medio de ese mismo contagio oculto corrompen también
las almas, inspirando en ellas furores y locuras vergonzosas y crueles
apetitos de sensualidad, juntamente con diferentes errores : entre los
cuales el principal consiste en cegar y envolver á los hombres en
favor de esos dioses, para obtener de los mortales el anhelado humo
del incienso que van á quemar y de la sangre que derraman ante los
simulacros é imágenes de los mencionados dioses.
»Pero su placer más delicioso consiste en apartar al hombre del
184 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
pensamiento del verdadero Dios por medio de los prestigios de una
mentida adivinación, cuyo secreto voy á explicar. Todo espíritu vuela
rápidamente como las aves : omnis spiritus ales est, asi los ángeles
como los demonios. En un momento están en todas partes; para ellos
todo el mundo es un mismo lugar : totus orbis illis locus unta est.
Lo que sucedí en cualquier parte , tan fácil les es saberlo como decir
lo, y en razón de no ser conocida su naturaleza , hacen pasar su velo
cidad por divinidad : frecuentemente, hasta quieren ser tenidos por
autores de las cosas que anuncian , y , con efecto , lo son á veces de las
cosas malas, mas nunca de las buenas : Et sunt plane malorum non-
nunqnam , bonorum lamen nunquam (1).
»Su celeridad natural es para los demonios el primer medio de
conocer lo que sucede, ó está á punto de suceder á largas distancias.
Tienen también otro ; y es el conocimiento de las disposiciones de la
Providencia por medio de las profecías, que ellos saben leer, y cuyo
sentido comprenden naturalmente mucho mejor que nosotros. Sacando
de esta fuente la noticia de ciertas circunstancias de los tiempos, fln-
(1) Dicimus esse suhstartias quasdam spirituales, nec nomen novum
P't. Scinnt daemonas philosophi, Socrate ipso ad daemonii arbitrium
expectante. Quidni? cum et ipsi daemonium adhaesisse a pueritia dicatur,
dehortatorium plane a bono. Daemonas sciunt poetae ; et jam vulprus incloc-
tum in osum maledicti frequentat... Operatio eorum est hominis eversio.
fie malitia spiritualis a primordio auspicata est in hominis exitium. Itaque
corporihns quidem et valetudines infligunt, et aliqnos casus acerbos ; ani
man vcto reoentinos et extraordinarios per vim excessus. Suppetit illis ad
utramque substantiam hominis adeundam subtilitas et tenuitas sua. Multum
apiritualibus viribus licet, nt invisihiles et insensibiles in effectu potius
quam in actu suo appareant : si poma , si fruges nescio quod aurae laten»
vitium in flore praecipitat, in germine exanimat, in pubertatc convulnerat.
ac si caeca ratione tentatus aér pestilentes haustus suos offandit. Eadem
igitur obscuritate contagionis aspiratio daemonum et angelorum . mentís
quoque corruptelas agit furoribus et amentiis foedis, ac saevis libidinibus,
cum erroribus variis , quorum iste potissim u s quo deos istos captis et circum-
scriptis bominum mentibus commondat , nt et sibi pabula propria nidoris et
sanguinis procuret simulacris et imaginibus oblata.
Et qnae illis aecuratior pascua est , quam ut hominem a recogilatu verae
divinitatis avertant praestigiis falsae divinationis? Quas et ipsas quomodo
operen tur expediam. Omnis spiritus ales ; hoc et angeli et daemones. Igitur
momento ubique sunt ; totus orbis illis locus unus est : quid ubi geratur tam
facile sciunt quam enuntiant. Velocitas divinitas creditur , quia substantia
ignoratur; sic et auctorss interdum videri volunt eorum, quae annuntiant. Et
punt plane malorum nonnunquam : bonorum tamen nunquam. (Tertnl., Apo-
loget., cap. xxn.)
LOS PRÍNCIPES de la ciudad del mal. i8o
gen la divinidad, usurpando el arte de adivinar: Aemulantur divini-
tatem , dum furantur divinationem. Cual padres é hijos de la men
tira , cuando no quieren ó no pueden responder, envuelven sus
oráculos en ambigüedades , de modo que, salga como saliere el acon
tecimiento anunciado, pueden defender sus palabras : Creso y Pyrro
podrían decir algo de esto (1).
«El habitar en el aire , y andar cerca de los astros, y en medio de
las nubes, les proporciona el conocer los cambios del tiempo ; y asi
pueden prometer las lluvias cuya proximidad están viendo. También
se presentan benéficos en la curación de enfermedades ; y lo que ha
cen es que primero ponen á uno malo , y después , aparentando un
milagro, prescriben remedios nuevos y aun contrarios ; y hecha la
aplicación , retiran el mal que causaban y hacen creer que cura
ron (2).»
Para acreditar la fe en su poder y veracidad , añaden á sus pre
tendidas curaciones prodigios sorprendentes. La historia del paga
nismo, asi antiguo como moderno, esta llena de ellos. Tertuliano se
contenta con citar algunos ' onocidos de lodo el imperio romano, y
particularmente de los magistrados , á quienes dirige su Apologético.
«¿Y qué diré de las demás astucias y recursos de estos espíritus de
mentira ? Los fantasmas de Cástor y Pólux , el agua llevada en una
criba , la nave arrastrada con un ceñidor, la barba que se vuelve
rubia al contacto de una estatua, todo esto es para hacer creer que
las piedras son dioses é impedir que se busque al verdadero Dios (3).»

(1) Dispositiones etiam Dei , et tune prophotis concionantibus excepe-


runt , et nunc lectionibus resonantibus carpunt. Ita et hinc simientes
quasdam temporum sortea aemulantur divinitatem , dum furantur divinatio-
nem. In oiaculis autem , quo ingenio ambiguitates temperent in eventus,
Bciunt CroeBÍ , sciunt Pyrrhi. flbid.)—Á este último le dijo el oráculo : «Ajo
te Romanos vincere posse,» lo cual ea completamente anfibológico.
(2) Uabent de incolatu aé'ris , et de vicinia BÍderum , et de commercio
nnbium coelcstes sapere paraturas , ut et pluvias , quas jam sentiunt , repro-
mittant. Benefici plañe et circa curas valetudinum. Laedunt enim primo,
dehinc remedia praecipiunt ad miraculum nova sive contraria ; post quae
de^inunt laedere et curasse creduntur. (Ibid.)
(3) Quid ergo de caeteris ingeniis , vel etiam viribus fallaciae spiritualis
edisseram? Phantasmata Castorum , et aquam cribro gestatam , et navem
cingulo promotam,et barbam tactu irrufatam , ut numina lapides crede-
rentur, et Deus verus non quaereretur.—En el instante mismo en que los
Romanos ganaban una batalla en Macedonia , Cástor y Pólux , semi-dioses
y protectores suyos , se aparecieron en Roma y anunciaron la victoria.—La
186 TRATADO DEL ESPÍRITU SASTO.
El poder de los demonios sobre el mundo físico va acompañado
de otro no menor sobre el mundo espiritual. ¡ Cosa chocante !. Lo
ejercen hoy del mismo modo que en tiempo de Tertuliano. Había
también mediums que hacían aparecer fantasmas, que evocaban las
almas de los muertos , que daban á pequeñas criaturitas el don de la
palabra (1), que operaban una multitud de prestigios en presencia del
pueblo, que causaban sueños y hacían hablar las cabras y las mesas ;
dos clases de seres que , por arte de los demonios , suelen predecir lo
futuro y revelar cosas ocultas : Per quos et caprae et mensae divinare
consueverunt (2).
La notoriedad de todos estos fenómenos es tal , que el grave apo
logista los refiere con valentía , sin adornos retóricos, sin precaucio
nes oratorias, sin temor de excitar una sonrisa ni de provocar un
mentís de parte de un público hostil y burlón.
Después continúa diciendo que si el poder de los demonios es
tau grande cuando obran en provecho y á voluntad de otros, ¿cuanto
no harán cuando se mueven por su propio gusto y utilidad? Ellos
son los que hacen volar a unos por las torres de los templos de los
dioses, y a otros saltar los tejados de sus vecinos; los que instigan
el ciego furor de mutilarse vergonzosamente , de amputarse los brazos
y de cortarse el cuello. «Bien notorio es que son también obra de los
demonios las muertes atroces y prematuras (3).t
vestal Tuscia llevó agua en una cesta : su compañera la vestal Claudia
arrastró Ala orilla, con su cin turón, un harco que habla encallado en el Tiber
y traía la estatua de Cibeles , la madre de los dioses.— Demicio vió su
blanca barba tornarse roja al contacto de la estatua de Castor y Pólux; de
donde le vino el nombre de Oenobarhut A su larga y famosa posteridad.
(1) Esto se vió veinte veces en los Camisardot, A principios del ultimo
siglo; léase la interesante y muy auténtica Histuire des Camieardx, por mon-
sieur Blauc.
(2) Porro si et magi phantasmata edunt et sane delunctorum inclamant
animas ; si puero-i in eloquiuin oraculi eliciunt ; si multa miracula circula-
toriis pracstigiis ludunt; si et (omnia immittunt liabentes semel invitatorum
angeloruni ct daemonum assistemem sibi potestatem , per quos et caprae et
mensae divinare consueverunt. (Apol.t ubitupra.i
(.i) Quanto magu illa poteatas de suo arbitrio et pro suo negotio stu-
deat lotts viribus operari , quod alienae praestat negotiatiuni.... qui sacras
tunes pervol.it ; qui genitalia vel lacertos , qui sibi gulam prosecat. (IIÁ'i.j
Pluribus notum est, daemoniorum quoque opera et immaturas et atroces eflici
mortes. (Id., Ue anima , c. lvii .)—Los sacerdotes galos hacían todo esto. Los
de Budda, en el Thibet, se hienden el vientre. En Africa y Oceanía hay la
costumbre de cortarse los dedos y hacerse incisiones en la cara.
LOS PRÍNCIPES de la ciudad del mal. 187
j El suicidio I No fallaba más que este último rasgo para completar
la semejanza entre los fenómenos demoniacos del siglo 11 y del xrx.
So pena , pues , de renunciar á la facultad de enlazar dos ideas , hay
que concluir diciendo con Tertuliano : « La semejanza de los efectos
demuestra la identidad de la causa : Compar exittis furoris et una
ratio est instigation'is (1).»

(I) Minucio Félix , Arnobio , Atenágoras, Lactancio , San Agustín y los


Jemas Padres de la Iglesia, hablan lo mismo que Tertuliano. (Véase Baltus,
íttponte a VHitloin des oracles.) Citemos solamente un pasaje de San Agustín :
' Sciendum nobis est, quoniam dedivinatione daeraonum quaestio est, illos ea
pleruinque praenuntiare quae ipsi facturi sunt. Accipiunt enim saepe pote-
statem et morbos immittere ot ipsum aérem ritiando morbidum reddere....
Aliquando autem non quae ipsi faciunt , sed quae naturalibus signis futura
ju-aeaoscunt , quae signa in hominum sensus venire non possunt, anteprae-
dicant.... Aliquando et hominum dispositiones non solum voce prolatas,
verum etiam cogitatione conceptas, cum signa quaedam ex animo exprimun-
tur in corpore, tota facilítate perdiscunt , atque hinc etiam multa futura prae-
nantiant.» (D,i divinal, damon., lib. i, c. v.)
CAPÍTULO XVI.

(Conclusión del anterior.)

Sumario.—El poder de los demonios regulado por la Sabiduría divina. —


Castigan y tientan.— Castigan: pruebas, Egipto, Saúl, Acab.— Célebre
confesión del demonio.—Tientan : pruebas, Job, Nuestro Señor, San Pa
blo, los Padres del desierto, todos los hombres.— Por qué no todos les
resisten.— Imprudencia y castigo de los que se ponen en relaciones con
el demonio.—Tienta por odio al Verbo encarnado.

Acabamos de explicar el poder de los demonios , que Dios man


tiene dentro de ciertos limites según los designios de su sabiduría
infinita (1). De esto resulta que los príncipes de la Ciudad del mal
no pueden hacer daño al hombre y a las criaturas según la medida de
todo su odio (2). No solamente Dios les restringe el poder, sino que
lo dirige ; porque, del mismo modo que todo lo demás que existe,
también el poder diabólico debe contribuir, á su modo, á la gloria
del Criador.
Acerca de este punto esencial en el gobierno de la Ciudad del
bien , recordemos la enseñanza precisa de la teología católica. « Los
ángeles buenos , dice Santo Tomás, hacen conocer á los demonios
muchas cosas en orden á los secretos divinos. Estas revelaciones tie
nen lugar siempre que Dios exige de los demonios ciertas cosas , sea
para castigar á las malos ó para ejercitar á los buenos. Del mismo
modo en el orden social los asesores del juez notifican á los ejecutores
la sentencia que ha dictado. Á fin , pues , de que en el orden general
no haya nada inútil , ni siquiera los demonios , Dios los hace cón-

(I) Diabolus nulli nocet, nisi aceeperit potestatem aDeo.fS. Aug., Enarr.
in bi., c. xii.)
(2) Diabolus multa potest virtute suae naturae , a quibus taman prohi-
betur virtute divina. (S. Th., 3 p., q. xxix, art. 1.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 189
currir á su gloria , encomendándoles la misión de castigar el crimen,
o dejáudoles la libertad de tentar a los hombres virtuosos (i).»
Y en otra parte : «Los ángeles malos atacan al hombre de dos ma
neras. La primera, excitándole á pecar : en este sentido no son envia
dos de Dios ; pero algunas veces , según los designios de su justicia,
Dios los deja obrar. La segunda , castigándole y probándole , en este
sentido son enviados de Dios (2).
Conviene observar que el demonio , en razón de su odio invete
rado contra el Verbo , es naturalmente tentador del hombre : ese es
su oficio. Debe además advertirse (jue tienta aun cuando es enviado
para castigar. En efecto : una es su intención cuando castiga , otra la
de Dios que á ello le envía. Él castiga por odio y envidia; en tanto
que Dios lo envia para vindicar los derechos de su justicia (3).
Hay , en fin , que tener presente, que esta delegación ó fiermisión
diviua no añade nada al poder natural de los demonios, no hace más
que desencadenarlo y determinar su uso. Dios les indica , por medio de
los angeles buenos , los lugares y personas en que deben hacer sentir
su temible presencia , el género y los limites de los castigos o las
pruebas de que son ministros. ¿Quién osaría levantarse contra esta
conducta de la Sabiduría infinita ? ¿No es Dios libre para hacer por
quien quiera y como quiera , que se dé al malvado lo que merezca
según sus obras, y que el justo gane la corona que Él le reserva?
Las pruebas de estos dos oficios de probar y castigar , encomen
dados a los angeles malos , abundan en la Escritura y en la historia de
la Iglesia. He aquí algunas.
Oficio de castigar. Por el demonio fueron muertos los primogé-

(1) í p., q. crx, art. iv.—Hanc procuratkmem (exercitationem justi) boni


human i conveniens fuit per angelos malos fieri, ne totaliter post peccatum
ab utilitate naturalis ordinis exciderent. (Id., q. i.xiv,art. 4.)—Deus permittit
Diabolo nomines divexare, utboni probentur.improbipunianlur. (S. Ambros.,
lib. vi, in Luc.)
(2) Malí angelí impugnant nomines dnpliciter. Uno modo instigando ad
peccatum : et sic non mittuntur a Deo ad impugnandum , sed aliquando per-
mittuntur secundum Dei justa judicia. Aliquando autem impugnant homines
puniendo: et sic mittuntur a Deo. (Id., q. oxiv, art. t .)
(3) Daemones ex malitia sua assumpserunt officium tentandi. Unde
Apostolus: Ne forte tentet vos is qui tentat. (I Thess., 3.) Ubi Glossa : Hoc
est diabolus, enjus officium est tentandi.... Missi lamen ad punieudum ten-
tant : et alia intentione puniunt , quam mittantur. Nam ipsi puniunt ex odio,
vel invidia; sed mittuntur a Deo propter ejus justitiam. [Vigier, cap. in,
§ 2, v.t3.)
190 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nitos de Egipto, en castigo de la obstinación de este pueblo y de su rey
en resistir á las órdenes de Dios. ¡Abismo de la justicia divina! j Los
demonios habían contribuido poderosamente con sus prestigios á la
obstinación de Egipto , y esos mismos demonios son encargados de
castigarlo por ella ! Acaso estos espíritus malignos tenían presenti
miento de lo que había de suceder. ¡ Hasta tal punto es verdad que
en todo lo que hacen no se proponen más que un fin , el mal del hom
bre! (Vigier, ib.)
Se lee en el libro I de los Reyes : «Un espíritu malo atormentaba
á Saúl por permisión del Señor. El espíritu malo , permitiéndolo Dios,
acometió á Saúl, y Saul profetizaba (1).» Según los expositores , el
espíritu malo de que aquí se trata era un demonio enviado por Dios
para castigará Saúl. «Habiéndose sustraído voluntariamente al impe
rio del Espíritu Santo el primor rey de Israel, dice Teodoreto, fué
entregado á la tiranía de un demonio (2).!
San Gregorio añade : «El mismo espíritu se llama aquí al mismo
tiempo espíritu del Señor y espíritu malo : del Señor para significar
la licencia que tenia de un poder justo : malo á causa de su propio
deseo de injusta tiranía (3).»
Este texto sagrado tiene el mérito especial de que, no solamente
prueba la delegación divina dada al, demonio , sino que también deter
mina su uso. Saúl no pierde ni el oido, ni.la palabra , ni la salud , como
ciertos posesos del Evangelio : otro es el castigo determinado por el
soberano Juez. Al usurpar las funciones sacerdotales, este principe
habia querido ser el vidente de Israel ; y asi experimenta agitaciones
violentas, ve fantasmas, cae en accesos de furor , y en este estado,
indicio seguro de la presencia del espíritu de desorden , da oráculos
incoherentes (4).
Enséñanos también el mismo libro que un espíritu de mentira
fué enviado por el Señor para que engañase á Acab , rey de Israel,

(!) / Reg., xvi , 14 ; xvm, 10.


(2) Cum divinus recessit Spiritus , locum est sortitn3 malignus Spiritus ;
sic cum apostólica gratis Judam reliquisset, in eum ingresaos estdiabolus.
fin huno loc. q. xxxvm.)
(3) Idem spiritus et Domini appellatur et malus ; Domini , per liceotiam
justae potestatis : malus, per desiderium injustae potestatis. (Moral., lib. ii,
cap. vi. )
(4) Pseudoprophetae agitati a malo spiritu sunt símiles furore percKis
corybantibus ; hoc passus est etiam Saúl vexatus a daemone. (Thendor., «W
nupra . )
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 191
en castigo de su hipocresia (1). Por abreviar : el último de los Libros
sagrados, al anunciar lo que ha de suceder al fin de los tiempos , nos
muestra cuatro demonios encargados de castigar la tierra, el mar y
sus habitantes ; pero que, según los intérpretes, recibirán su misión
de Dios por el ministerio de los ángeles buenos (2).
En los siglos intermedios entre el Antiguo Testamento y el fin del
mundo, no ha sido nunca suspendida la misión de castigar delegada
al demonio. Como una de mil pruebas, citaremos solamente un he
cho célebre en la historia. Decimos celebre, porque dió ocasión á cua
tro Concilios. Era el siglo de Cario Magno : se hacia la traslación so
lemne de las reliquias de los santos mártires Pedro y Marcelino. Á su
paso se obraban muchos milagros ; pero hubo uno que causó más
admiración que los otros. Una joven posesa fudMlevada á un sacerdote
para que la exorcizase, y el sacerdote le hablo en latín. ¡Cual no sería
el asombro de la muchedumbre , cuando oyeron a la moza responder
eu el mismo idioma !
Asombrado también el presbítero, le preguntó : — ¿Dónde has
aprendido latín! ¿De qué país eres? ¿Cuál es tu familia? El demonio
respondió por boca de la muchacha :— Soy uno de los satélites de Sa
tanas , y he sido mucho tiempo portero de los infiernos ; pero hace
algunos años recibí orden, con once compañeros míos, de asolar el
reino de los fraucos. Nosotros hicimos que faltaran las cosechas de
trigo y vino, y atacamos todas las demás producciones de la tierra
que sirven para alimento del hombre ; nosotros hemos hecho morir
los animales por diferentes especies de epidemias, y á los hombres
también por la peste y otras enfermedades contagiosas ; en una pala
bra , nosotros hemos echado sobre ellos todos los males y calamidades
que sufren hace algunos años.
—¿Y por qué os ha sido concedido tal poder? (le preguntó el
sacerdote.) El demonio respondió :—Á causa de la malicia de este pue
blo , y de las iniquidades de todo género de los que lo gobiernan.
Aman los presentes y no la justicia ; temen á los hombres más que á
Dios ; oprimon á los pobres ; permanecen sordos a los lamentos de
las viudas y los huérfanos, y venden la justicia. Fuera de estos crí
menes particulares de los superiores, hay una multitud que son co
munes a todos, el perjurio , la embriaguez, el adulterio, el homici
dio. He ahí por qué recibimos orden de tratarlos según son sus obras.

(1) III R-n., c. ultim.


(S) Apar. , ym , et Corn. a Lap. , ín Imnr, lor.
192 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
—Sal (le dijo el sacerdote con imperio), sal de esta criatura. —Sal
dré (respondió) , no porque tú lo mandes, sino por el poder de los
mártires , que no me permiten estar en ella más tiempo. Al decir
estas palabras , arrojó violentamente por tierra á la joven , la cual
quedó un rato en cierto adormecimiento. Pronto el diablo se retiró,
y» la posesa , saliendo como de un sueño profundo por el poder de
Nuestro Señor y los méritos de los bienaventurados mártires , se
levantó sana y salva en presencia de todos los espectadores. Una vez
alejado el demonio , ya no podía ella hablar en latín ; lo que puso de
manifiesto que no era ella la que hablaba esta lengua , sino el demo
nio , que hablaba por boca de la misma (1).
La fama de este suceso , verificado en presencia de una muche
dumbre de testigos, se extendió por todas partes, y no tardó en lle
gar á oídos del Emperador. Cario Magno era un hombre grande ; pero
no al estilo de los pigmeos de nuestros días , que usurpan este titulo.
Cario Magno era un grande hombre , porque era un gran cristiano:
como tal , creia , con la Iglesia y con el género humano todo entero , en
los demonios y en su poder sobre el hombre y las criaturas.
En vista del prodigio y de los azotes que asolaban el imperio, no
dijo, como los pequeños hombres grandes de nuestros días : desco
cad, podad, azufrad, esto basta ; sino que, sacando el antídoto del
veneno misino de la serpiente , convoca á los Obispos ; de acuerdo con
ellos manda en todo el imperio tres días de ayuno y de rogativas pú
blicas ; y como no es bastante curar el mal , sino que es menester
evitar la recaída, el gran Emperador hizo reunir cuatro Concilios en
diferentes puntos de lasGalias, para proveer á la corrección de los
abusos y á la reforma do las costumbres. Estos Concilios se celebra
ron en Paris, Maguncia, Lyon y Tolosa : estableciéronse en ellos
sabios reglamentos, y tras esta poda, las plagas cesaron y volvió la
abundancia (2).
Oficio de probar. Todo el mundo conoce la historia de Job. Esa
historia, escrita bajo la inspiración del mismo Dios, es prueba eter
namente perentoria del poder que se da al demonio para ejercitar á

(1) Nec post exactum a Be daemonem latine loqni potuit, ut palam posset
intelligi non illam per se , sed daemonium per os ejus fuisse locutum. (Labbt,
Collect. Concil., t. vII, col. 1668.)
(2) Edictoque promúlgate) mandavit , ut ad correctionem morum depra-
vatorum quatuor diversis in loéis per Gallias. quatuor diversa concilla
Parisiis, Moguntiae, Lugduni et Tolosae celebrarent. (Labbt , CoH. concil.,
t. vII , col. 1668.)
LOS PRÍNCIPES ÜE LA CIUDAD DEL MAL. I9:i
los j'uslos. Job, que es grande entre todos los principes del Oriente, y
padre de una bella y numerosa familia, y pacifico poseedor de rique
zas inmensas, y patriarca en la fe de Abraham, excita la envidia de
Satanás. El Rey de la Ciudad del mal solicita permiso para someterlo
a la prueba. Dios, que conocía el alma de su siervo, otorga el permiso
solicitado. Sabia que este oro puro ecbado en el crisol del dolor, sal
dría de él mas brillante ; que el triunfo de la debilidad humana ayu
dada de la gracia sería la confusión de Satanás, la admiración de los
siglos y el modelo que habían de imitar todas las víctimas de la adver
sidad .
La misión de probar, lo mismo que la de castigar, esta regulada
por la Sabiduría divina ; el texto sagrado nos suministra también la
prueba. « El Señor dijo a Satanás : todo lo que tiene Job queda en tu
mano ; pero no tocaras á su persona (cap. i, 12).» Vemos efectiva
mente en este primer asalto todas las posesiones de Job desapiadada
mente desbaratadas y tan completamente perdidas, que el santo hom
bre pudo pronunciar con toda verdad aquella palabra de resignación
sublime, que hace cuatro mil años resuena en todos los ecos del
mundo. * Desnudo salí del seno de mi madre, y desnudo he de vol
ver. El Señor me lo dio, el Señor me lo ha quitado. Como ha sido
voluntad del Señor, asi ha sucedido. Bendito sea el nombre del Señor. >
Job ha sido despojado de todo, pero le queda la salud : con todo
el poder de su odio, el demonio no ha podido hacer caer un cabello de
la cabeza de su víctima. Furioso al ver que su malicia no consigue
otra cosa que dar á la virtud un brillo que le confunde, Satanás vuelve
a la carga ; pide á Dios permiso para herir a Job en su cuerpo. Ape
nas lo ha obtenido, Job queda cubierto do pies á cabeza de una ulcera
de la peor especie. Con la misma resignación que tuvo al perder todos
sus bienes, soporta también la pérdida de la salud.
Á fin de exasperarlo y arrancarle alguna murmuración , ya que
no pueda esperar blasfemias, Satanás emplea contra el heroico pa
triarca á la persona que éste quiere más en todo el mundo. La mujer
de Job, cómplice del espíritu maligno, le dice : « ¿Todavía persistes
en tu simpleza? Maldice á Dios y muérete.» Job responde bendiciendo
al que le hiere (u, 7-10). Es visto : la prueba ha concluido : Satanás
ha quedado confundido ; el triunfo del justo es completo. Job, objeto
de la admiración de los angeles y los hombres, no tiene ya que espe
rar más que las bendiciones divinas, recompensa de su victoria.
Pasando por alto la tentación de Nuestro Señor en el desierto, en
contramos en el Nuevo Testamento una misión semejante dada al de
tono i. 13
194 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
monio respecto de Sau Pablo. Escuchemos al gran Apóstol, t Para
que no me engría por la grandeza de las revelaciones , me ha sido
dado un aguijón de mi carne , el ángel de Satanás , encargado de abo
fetearme. Y por esto , tres veces rogué al Señor que le apartase de
mi, y me dijo: te basta mi gracia, porque la virtud se perfeccióna
en la enfermedad.» (// Cor., xn.) Observémoslo bien : San Pablo no
dice : un ángel de Satanás me abofetea , sino : » un ángel de Sata
nás me ha sido dado , datus est mihi, para que me abofetee.» Este
ángel , añaden los comentadores , no es mas que un demonio, á quien
Dios permitió tentar la castidad del gran Apóstol , como habia permi
tido al mismo Satanás tentar la paciencia de Job (1).
Mas ¿ por qué San Pablo llama bofetadus y no simplemente tenta
ciones á los ataques que le hace sufrir el ángel satánico ? Helo aquí :
en los santos las tentaciones de la carne producen el mismo efecto que
una bofetada en las mejillas. No los hieren , pero les hacen salir los
colores a la cara y experimentar los saludables dolores de la l;umi-
llacion. Cuanto más alta es la santidad , tanto mas profunda debe ser
la humildad , quanto magnus es , humilla te in ómnibus. ¿ Qué cosa
más conforme a los designios de la sabiduría de Dios sobre sus ele
gidos , que el que Pablo , elevado al tercer cielo , fuese incesante
mente llamado al sentimiento de su debilidad y su nada por el demo
nio mas a propósito para humillarlo'? «Este avisador, dice Sau
Jerónimo, le fué dado a San Pablo para reprimir en él el orgullo ; al
modo que en la carroza triunfal del vencedor se coloca detras de él an
esclavo, encargado de repetirle sin cesar : Acuérdate que eres hom
bre (i).»
Pablo ha comprendido la intención paternal de su divino Maestro.
Atleta generoso, ciñe sus ríñones para el combate, y seguro de que la
prueba parará en confusión de su enemigo , exclama : ¡ Pues bien '
Yo me gloriaré gozoso en mis bofetadas , humillaciones y enfermeda
des ; cuanto mas viva sea la lucha , mas brillara la fuerza divina que
en mi combate.
En efecto: el Oriente y el Occidente , Jerusalén , Atenas y lioina,
ven pasar al infatigable combatiente. Á pesar de su importuno moni-
(1) Datus est non a diabalo , sed a Deo . non quod Deus tcntationis sit
auctor, sed quia diabolo, tentare Paulum parato , id permisit, idque tantum
in specie et materia libidinís, ad eum humiliandum. (Com. a Lap., (bid.)
(S) Hic monitor Paulo datus est ad premendam superbiam ¡ uti in
curru triumphali triumphanti datur monitor suggerens : liominem te esse
memento. (Ep. xxv ad Paulam, de obitu WoesiUot.J
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 195
lor, marcha de victoria en victoria , hasta el día en que , confundido
el demonio para siempre , entona Pablo el himno de la libertad y del
triunfo sempiterno : i He peleado buena batalla ; he acabado mi ca
rrera : ahora no me resta más que recibir la corona de la justicia.
(7f Tim., iv.)
La historia de la Iglesia ofrece mil ejemplos de la misma delega
ción ó permisión divina dada a los demonios. Por no citar más que
uno solo, ¿ hay nada más célebre que las tentaciones de San Antonio
y de los Padres del desierto ? ¿ Se quiere ver brillar en todo su es
plendor una de esas bellas armonías que se encuentran á cada ins
tante en los consejos de Dios ? Hay que colocarse en las circunstancias
de estas luchas formidables.
Era la mitad del siglo m. La guerra contra la Iglesia se iba á con
vertir en la batalla más espantosa , ó , mejor dicho, en la más horrible
carnicería que el mundo hubiera visto hasta entonces. Del uno al otro
extremo del imperio iba á resonar el grito sanguinario de : ¡ Los
cristianos a Tos leones , christianos ad leones ! Y millares de tiernos
adolescentes, de tímidas vírgenes y débiles mujeres, iban á descender
a la ensangrentada arena de los anfiteatros , para luchar cuerpo á
cuerpo con las bestias feroces y con los ministros de Satanás , más
feroces que las bestias.
En este momento critico, Dios hace partir para las santas monta
ñas de la Tebaida legiones de nuevos Moisés. « Consagrados en abso
luto al servicio de Dios, dice Orígenes , y despegados de los cuidados
de la vida , son los encargados de combatir por sus hermanos , con la
oración, el ayuno, la castidad y la práctica sublime de todas las vir
tudes (1).» Jamás ninguna misión sera mejor cumplida. Desde el fondo
de su soledad , Pablo, Antonio, Pacomio y sus numerosos discípulos
levantaran al cielo sus manos suplicantes ; y la voz de la virtud , ven
ciendo á Diocleciano y Maximiano , alcanzará para los mártires la vic
toria y para la Iglesia un Constantino.
Satanás ve lo que se prepara, y ruge. Dios le permite que se des
encadene contra los intercesores , cuya poderosa oración va á volcar
ios altares y á destruir el imperio del demonio. La lucha será deses
perada. Para que sea más esplendente la gloria del triunfo y más ver
gonzosa la derrota , tendrá lugar en la fortaleza misma del demonio
y contra sus satélites más temibles. ¿Cuál era»esta fortaleza? Eran los
desiertos del alto Egipto, especie de destierro donde la justicia de

(I) Homil. xxiv in Nuv.


196 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Dios tenia relegados los más terribles de estos espíritus malignos-
No es esto una suposición vana , es un hecho. ¿No leemos en la
historia de Tobías que el arcángel Rafael , habiendo agarrado al demo
nio que atormentaba á Sara, lo confinó á los desiertos del alto Egipto,
donde lo encadenó (i)? ¿No puede Dios , como Señor soberano de
todas las criaturas, fijar ciertos limites al poder de los demonios , lo
mismo en cuanto á los tiempos y lugares que en cuanto a las personas
y á las cosas? En el Evangelio, Nuestro Señor hace alusión á esas mis
mas soledades. Hablando de un demonio arrojado del alma , dice que
se va á lugares áridos y sin agua , donde recluta otros siete demonios
peores que él (2). ¿Cuáles son estos lugares de mala fama? Los más
sabios intérpretes responden sin vacilar. « Son los espantosos desier
tos , situados a la parte oriental de Egipto, vastas soledades cubiertas
de arenas abrasadas , donde no llueve jamás , donde el Nilo cesa de
ser navegable, donde el ruido horrible-de las cataratas llena el alma
de espanto , y donde hormiguean las serpientes y las bestias vene
nosas (3). i
Allí, á esos lugares de horror, donde parece que Satanás construía
su ciudadela, la divina Sabiduría condujo los Pablos, los Antonios,
los Pacomios y Paphnucios , cou sus valerosos compañeros. En este
campo de batalla tendrán que sostener contra los demonios frecuen
tes y gigantescos combates. La historia los ha descrito , y la verda
dera filosofía da la razón de ellos.
Estas luchas encarnizadas de Lucifer contra los héroes de la Te
baida , lo mismo que las que emprendió contra Job y contra el gran
Apóstol, redundaron en gloria de los santos y vergüenza de su ene
migo. Oigamos al ilustre historiador y amigo de San Antonio. «Vedlo,
exclama San Atanasio , ved al fiero dragón , prendido en el anzuelo
de la cruz , tirado de un cabestro cual bestia de carga, con su argolla
al cuello y los labios perforados con una anilla á modo de esclavo
fugitivo. ¡ Vedlo, á él , tan orgulloso , hollado bajo los pies desnudos
de Antonio , como un murciélago que se ata para ludibrio, sin atre-

(1) Tune Raphael ángelus apprehendit daemonium et religavit illum iu


deserto superioris Aegypti. (Tob., nn, 3.)
(S) Mal. , xn , *3 ; Luc. , xi , 24.
(3) A turre Syenes cadent in ea quae in extremis terminis Aegypti,
Aethiopiae, Bleromyarumque confiáis est ; ubi Nilus innavigabilis est,et
cataractarum fragor, et omnia iovia plenaque serpentum et venenatorum
animantium. (llier. in Ezech. , c. xxx ; Cor», a Lap. , in Tob. , vm , 3 ; Sera-
rius, quatttiuncul. , ad Tob.)
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 197
verse á hacer uu movimiento , sin poder sostener la mirada del ven
cedor anacoreta (1) ! »
El poder de probar, que los demonios manifiestan á veces con
ataques extraordinarios como los que acabamos de leer , es habitual
ea ellos. Noche y dia , y en todos los puntos del mundo , lo ejercitan
desde la caida original en cada uno de los hijos de Adán (2). De aqui
resulta , que el Rey de la Ciudad del mal , á quien obedecen , es la
causa indirecta de todos los crímenes ; porque él es quien, haciendo
caer al primer hombre en el pecado , nos ha hecho herederos de la
funesta propensión á todas las iniquidades (3). Añadamos que el pe
cado á que nos inclina con más furor y que mayor gozo le causa , en
razón de lo difícil que es desprenderse de él , es el de impureza (4).
Sin embargo , la sabiduría de Dios determina el ejercicio de ese
terrible poder, y su bondad le fija los límites , los que son tales , que
siempre podemos resistir. «Dios es fiel , dice San Pablo , y no permi
tirá que seáis tentados más allá de lo que pueden vuestras fuerzas,
sino que hará que saquéis provecho de la tentación , á fin de que po
dáis perseverar (5). »
Para hacer palpable la consoladora verdad enseñada por el Após
tol , San Efrén emplea varias comparaciones : «Si los arrieros, dice,
tienen bastante buen sentido para no cargar sus bestias con fardos
^ueno puedan llevar , con mucha más razón Dios no permitirá que
el hombre sea victima de tentaciones superiores á sus fuerzas, i Y
además : « Si el alfarero conoce el grado de cochura que necesitan sus
vasijas, de modo que no las deja en el horno más del tiempo necesa
rio para que adquiera cada una la solidez y hermosura convenientes,
con mayor razón Dios no nos dejará á nosotros en el fuego de la ten
tación sino el tiempo preciso para purificarnos y embellecernos. Con
seguido el efecto , cesa la tentación. » (Tract. de patient.)
(1) llamo crucia draco aduncatus a Domino est, et capistro ligatus est
trtjumentum ; et quasi mancipium fugitivum vinctus circulo et armilia labia
perforatus , nullum omnino fidelium devorare permittitur. Nune miserabilis
Ot passcr ad iudendum irretitua a Christo est ; calcaneo Christianorum sub-
tractus gemit. (Vil. S. Ant.J
(i) .',. Th., I p., q. cxit, art. 1.
(3) A'. Th. , I p. , q. Cxix, art. 3.
(4) Diabolus dicitur maxime gaudere peccato luxuriae , quia est máxi-
mae adherentiae et dífficile ab eo homo potest eripi. (Ibld., 1. 2., q. lxxih,
-art. 5.)
(b) Fidelis est Deus qui con patietur vos Umtari supra id quod potestis ;
sed faciet etiam cum tentatione proventum ut possitis sustinere. (/ Cor., x, 13.)
198 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Por desgracia, no todos aprovechan la gracia de resistencia que les
es dada. Débiles, porque son presuntuosos, sucumben á los golpes-
del enemigo , y la primera falta es bien pronto seguida de otra se
gunda. Satanás los embriaga con su veneno , paraliza sus fuerzas , y
de tal modo Ies trastorna el sentido moral , que llegan a amar sus
cadenas. El tirano que tienen sobre sí , en vez de causarles espanto,
no es para eJIos más que un ser imaginario o un agente poderoso,
cuya intimidad puede en muchas ocasionas proporcionar serias ven
tajas. De este modo el hombre aumenta respecto de si mismo el imperio
del demonio , y este poder, voluntariamente dado , es el mas temible
de todos. Por respetar la libertad del hombre , Dios permite que esto
suceda, sin perjuicio de pedir cuenta al hombre del uso que hace de
su libertad.
De aqui nacen las prácticas ocultas , por medio de las que el hom
bre se pone en relación directa é inmediata con los espíritus de las
tinieblas. Nombraremos, entre otras , los pactos explícitos ó implíci
tos, el poder de las suertes, y de hacer aparecer el demonio y obte
ner de él respuestas, o prestigios, ó medios dé satisfacer las pasiones.
Conforme lo hemos visto , todas estas cosas son tan aiítiguas como el
mundo, y tan vulgares entre los infieles como el culto de los ídolos.
Aunque menos generales entre los cristianos, existen, sin embargo,
bajo formas siempre antiguas y siempre nuevas. Para negarlo, seria
preciso rasgar la historia (1).
De ahí provienen también las leyes justamente severas , dictadas
contra los que se entregan a semejantes prácticas. Leemos en el Levi-
tico: «Hombre ó mujer, en quienes hubiere espíritu pythónico ó de
(1) Pueden ver.-e detalladamente la m<tyor parte de las prácticas demo
niacas en la Oonst. de Sixto V. [Coeli et lerrae Crealor ; Firraris , art. Super-
stitio.)—No es posible precisar los limites á que puede llegar este poder
libremente dado al demonio. Hablando de los gigantes, muchos Padres de
la Iglesia , entre otros San Justino, Atenágoras , Clemente Alejandrino,
Tertuliano, Lactancio, San Ambrosio, dicen : aScitote vero nihil nos^temere
ac sine teste dicere , sed quae a prophetis pronuntiata sunt , declarare. Atque
illi quidem (angeli) in cupiditatem prolapsi virginum , et carnis ¡Ilécebra
superati sunt.... Ex illis qui ad virgines adhaeserunt, nati sunt quos gigantes
appellarunt. (Alhenaq., Legal. , etc. ) —(Gigantea ) ex angelis et mulieribus
generatos asserere divinae scripturae conditorem. (S. Ambr., Je Noe et arca.)
—¿No podria decirse que de aqui habrá venido la creencia en los semidioses,
extendida entre todos los pueblos paganos?
La opinión de esos antiguos Padres , fundada , Begún parece , en la corpo
reidad de los ángeles , ha sido completamente abandonada. Santo Tomás
dice : iGorpora assumpta ab angelis non vivunt. Ergo nec opera vitae per
LOS PRÍNCIPES DE LA CIUDAD DEL MAL. 199
adivinación, mueran de muerte (1).» Y en el üeuteronomio : «No se
halle entre vosotros quien purifique á su hijo ó á su hija , pasándoles
por el fuego , ó quien pregunte á adivinos y observe sueños y agüe
ros, ni que sea hechicero, ni encantador, ni quien consulte á los
pythones ó adivinos , ó busque de los muertos la verdad (2). '
Las antiguas leyes cristianas no son píenos rigurosas. La degra
dación , la infamia , la prisión lemporal ó perpetua , las penas corpo
rales , la muerte y la excomunión mayor, son los castigos que impo
nen á los adeptos del demonio (3). Á los ojos de todo hombre impar
cial , la enormidad de tal crimen en si mismo y en sus consecuencias
religiosas y sociales , asi como el ejemplo del mismo Dios , justifican
cumplidamente la severidad de nuestros mayores. El que nuestra
época niegue las prácticas demoníacas y haya abolido las penas con
que se castigaban, esto no prueba más que su estupidez y la influencia
demasiado real que el demonio ha vuelto á recobrar sobre el mundo.
Tamhién aquí , si resumimos las operaciones de los principes de
la Ciudad del mal , veremos que sus artificios infinitos , como sus
implacables furores, tienden al mismo objeto , á la destrucción del
Verbo encarnado, en si y en el hombre su hermano. Verdad terrible
y hermosa al mismo tiempo : terrible , porque nos revela la natura
leza y la incomprensible malignidad del odio satánico ; preciosa, por
que nos llena de un temor saludable , y descubriendo el mal en la
unidad de su plan , pone en claro la lucha y nos da la mas alta idea
de nosotros mismos.
eos exerceri possunt.... dicendum quod , B¡cut Augustinus dicit.» [De ('iv. Dei,
lib. xv, c. 23) : iMulti se expertos vel ab oxpertis audisse confirmant, Syl-
vanos et Faunos, quos vulgus incubos vocat , improbos saepe extitise mulie-
ribus, et earum expetisse atque peregisse concubitum. Unde hoc negare
impudentiae videtur...» Si tamen ex coitu daemonum aliqui inlerdum na-
scuntur, hoc non est per semen ab eis decisum, aut a corporibus assumptis,
sed per semen alicujus hominis ad hoc acceptum, utpote qnod idem daemon,
qui est succubus ad virnm , fiat incubus ad mulierem ; sicut et aliarum
rerum semina a-sumunt ad aliquarum rerum generationem , ut Augustinns
dicit (De Trinil., lib. m, c. vm et ix) ; ut sic ille qui nasoitur , non sit filius
daemonis, sed illius hominis cujus est semen acceptum. (1 p. , q. li , art. 3.)
(1) Vir , sive mulier , in quibus pythonicus, vel divinationis fuerit spiri-
tus, morte moriantur. (xx , 27.)
(2) Nec inveniatur in te, qui lustret filium suum aut filiam ducens per
ignem , aut qui ariolos sciscitetur et observet somnia et auguria , nec sit malé
ficas, nec incantator , nec qui pythonos consulat, nec divinos, autquaerat a
mortuis veritatem. (xvin , 10, 11 y 12.)
(3) Véase Ferraris , en el lugar citado.
CAPÍTULO XVII.

dos oiudadanos de las dos ciudades.

Sumario.—Los hombres, ciudadanos de las dos Ciudades.— Peligros de que


están rodeadas su existencia física y su vida espiritual.—Solicitaciones
incesantes de los principes de la Ciudad del mal.—Medios de deíenss,
áados por el Espíritu Santo.—La esclavitud , la vergüenza, el castigo es
peran al hombre que se sale de la Ciudad del bien..— La esclavitud , pri
mer salario del que deserta de la Ciudad del bien.—Lo que es la libertad.
—Hermosa definición de Santo Tomás.—Cuadro de la esclavitud á que se
condena el tránsfuga de la Ciudad del bien.

Toda sociedad se divide en dos clases , gobernantes y gobernados:


conocemos ya á los reyes y á los principes de la Ciudad del bien y de
la del mal. ¿Quién son los ciudadanos de entrambas? Tal es la cues
tión a que vamos ahora a responder.
Los ciudadanos o subditos de la Ciudad del bien y de la del mal
son todos los hombres. La razón , la experiencia y la fe nos lo han
dicho : no hay tres ciudades , no hay más que dos. Es preciso que el
hombre , haga lo que haga, llámese como quiera, sea cual fuere su
clase , pertenezca a la una ó á la otra. Esta alternativa es del todo in
eludible : comenzada con la vida , no concluye tampoco con la muer
te : unida al doble cuadro del mundo angélico y satánico , que acalra
de pasar ante nuestros ojos , nos revela la verdadera posición del
hombre sobre la tierra. ¿ Quién puede ponerse a considerarla , sin
conmoverse hasta en lo mas profundo de su ser?
Nuestro cuerpo , frágil como una copa de cristal , vive entre dos
fuerzas espantosas , cuyo antagonismo podría sernos fatal á cada se
gundo. Según los cálculos de la ciencia , la columna de aire que pesa
sobre cada uno de nosotros, representa un peso de 20,000 libras.
¿Quién nos salva de la destrucción? Únicamente el aire que tenemos
dentro, alrededor y debajo de nosotros : este aire resiste á la masa
LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES. 201
superior, y hace posible la vida. Que llegue á romperse el equilibrio,
y al momeuto el hombre queda aplastado.
Lo mismo sucede con nuestra alma. Ésta vive de su verdadera
vida, la vida de la gracia, entre dos poderes enemigos de fuerza in
calculable. Al equilibrio de estos dos poderes debe ella el evitar la
ruina eterna (1). La conservación, pues, de nuestra vida espiritual es
un milagro, no menos continuo ni menos admirable, pero si mucho
mas digno de agradecimiento que la conservación de nuestra vida
física.
En idénticas condiciones está evidentemente colocada la conserva
ción de las sociedades. La influencia más ó menos determinante del
mundo angélico ó del satánico, explican las alternativas de luces y
tinieblas, crímenes y virtudes, libertades y esclavitudes, gloria y
vergüenza, prosperidades y catástrofes, que los anales de la humani
dad señalan sucesivamente. Tal es la verdadera filosofía de la historia.
La prueba irrecusable de este hecho, revelador de la elevación y la
caida de los imperios, es la historia misma de la Ciudad del bien y de
la del mal : muy pronto la bosquejaremos a grandes rasgos.
Observemos, entre tanto, que una sola cosa constituye, en lo
moral como en lo físico, todo el peligro de la situación : la ruptura
del equilibrio. La cual se verifica, en el orden espiritual, siempre
que el hombre da la preponderancia sobre si mismo al Espíritu del
mal mejor que al Espíritu del bien ; cosa que depende de él, única
mente de él. Á fin de apartarle de este acto de culpable locura, á que
le incitan sin cesar los príncipes do la Ciudad del mal , el Espíritu
Santo no se contenta con proporcionarle todos los medios de resisten-

(!) Esta proposición no puede tomarse al pie de la letra. El evitar la


mina eterna no es debido á ningúo equilibrio entre el poder divino y el dia
bólico , sino verdadera y tínicamente á la gracia de Jesús nuestro Salvador,
que, venciendo en nosotros al enemigo , nos libra de sus tentaciones y sus
cadenas, sin miramiento á semejantes equilibrios. Lo que el elocuente autor
quiso seguramente expresar es, que en la lucha se merece la corona; que
resistiendo á las asechanzas hostiles se ejercita la virtud ; que el diablo con
sus ataques da al justo ocasión de aumentar sus méritos y la gloria ; que de
este modo , por la gracia de Dios , podemos sacar bien del mal, porque no
es culpa el ser tentado f sino sólo el caer y dejarnos vencer en la tentación,
pues la concupiscencia ó fomes , que , como ensena el Concilio de Trento,
km. v, con. v, queda en los bautizados, como dejada para ejercicio, no
puede dañar á los que no consienten y la resisten varonilmente con la gracia
de Jesucristo ; por lo contrario, a/¡uel será coronado que legítimamente peleare.
(Nota del Traductor.)
202 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cia ; le hace ver también las consecuencias de su felonía. Estas son
terribles, repentinas, inevitables; esclavitud, afrenta, castigo. Tri
ple baluarte, de que el Espíritu Santo rodea su venturosa Ciudad del
bien, para preservar á los subditos de la tentación de salirse de ella.
La esclavitud. La libertad es hija de la verdad : Ventas liberabit
vos. Sólo la Ciudad del bien, regida por el Espíritu de verdad , es la
patria de la libertad. ¡ Al desertar de ella para irse á la Ciudad del
mal, aprendan los transfugas á avergonzarse! No: ellos no glorifican
la libertad, sino que la deshonran. No marchan a la conquista de la
independencia, sino que se convierten en esclavos, ó, mejor dicho, lo
son ya. Tiempo ha que la lógica y la fe han pronunciado su sentencia.
La libertad no consiste en hacer el mal , sino en evitarlo : cuanto
más lo evita, más libre es uno. «Lo que es el libre albedrio al elegir los
medios conducentes al fin, eso mismo es el entendimiento al deducir
las conclusiones de sus principios. Mas es cosa manifiesta que perte
nece á la perfección del entendimiento el que deduzca las diversas
conclusiones con arreglo a los principios establecidos. Pero el dedu
cir alguna conclusión saliéndose del orden de los principios, esto es
defecto del mismo entendimiento. Por lo tanto, que el libre albedrio
pueda elegir diferentes cosas guardando relación con el fin, esto per
tenece a la perfección de su libertad. Pero el que elija algo en contra
de su fin, lo cual es pecar, esto pertenece á la imperfección de la li
bertad. Y así, más libertad de libre albedrio tienen los ángeles que
no pueden pecar, que no nosotros que podemos pecar (1).»
Tal es, pues, la doctrina del Angel de las Escuelas : la libertad es
la facultad de obrar bien, como el entendimiento es la de conocer lo
verdadero. La posibilidad de hacer el mal no es la esencia de la liber
tad, como la posibilidad de equivocarse no es la esencia del entendi
miento, como la posibilidad de estar enfermo no es la esencia de la
salud. La impecabilidad es la perfección de la libertad, como la infa
libilidad es la perfección del entendimiento, como la ausencia de la
enfermedad es la perfección de la salud.,
Luego ser pecable es un defecto de la libertad , como ser falible lo
es en el entendimiento, como ser enfermizo lo es en la salud. Infié
rese do aqui que , cuanto más peca el hombre , más demuestra la
debilidad de su libre albedrio, del mismo modo que cuanto más uno se
engaña más patentiza la debilidad de su razón, y cuanto más enfermo
esté uno 'más pruebas da de la endeblez de su salud. Es también

(I) S. Th., 1 p., q. luí , art. 8 , ad 3.


LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES.
claro que pecando y desvariando , más y más el hombre se degrada
v hace despreciable; porque se aproxima más ai niño que no tiene
todavía ni libertad ni entendimiento , o al insensato que ya no los
tieue , ó á la bestia que nunca los tendrá.
Esta verdad fundamental es la primera armadura de que el Espí
ritu Santo nos reviste, el primer motivo que da al hombre para que
eternamente se mantenga dentro de la Ciudad del bien. Muchos no lo
comprenden. Seducidos por el principe de la Ciudad del mal , gran
uúmero de ellos suelen considerar el día en que se emancipan del Es
píritu Santo como el dia natal de su libertad. ¡ Pobres ciegos ! ¡ Vean la
verdad cara á cara siquiera una vez ! .Nada les es más facií. Grabada
está en la esclavitud de todas las facultades de su alma , en la degra
dación de todos los miembros de su cuerpo, en todas las sucias pági
nas de su vida falsamente independiente.
Jóvenes ó viejos, ricos ó pobres , hombres de letras o iliteratos,
que, por haber desertado de la Ciudad del bien , hecho traición á los
votos de vuestro bautismo y renegado de la fe de vuestra infancia y
de las prácticas de vuestros abuelos, os creéis libres, ¿lo sois? Verdad
es que andáis con la frente erguida y resuelto continente. En vues
tros labios aparece la gesticulación de la risa , y vuestra frente va
como cubierta con la máscara de la alegría. Por el son metálico de
vuestra voz , por el tono decisivo de vuestras palabras , se os podría
tomar por los regentes de la humanidad. Y, sin embargo, no sois más
que esclavos , esclavos sin ventura , esclavos de la peor especie.
En lugar de un solo Señor, Altísimo y Santísimo, á quien rehusáis
servir según su voluntad, servís á tantos amos cuantas son las inno
bles inclinaciones que hay dentro de vosotros, cuantas son las criatu
ras que fuera de vosotros os pueden proporcionar ó disputar el insigne
honor de satisfacer esas mismas inclinaciones innobles. Y les servís,
no como queréis vosotros , sino como ellos quieren. Como amos des
apiadados os arrastran con la cuerda al cuello , ú os echan con el azote
en la mano á todos los tenebrosos caminos del mal.
Llevados lejos de vuestro país natal, habéis olvidadoel camino de
nuestros templos ; pero sabéis de memoria el camino de los teatros y
de otros lugares. El cáliz del Dios-Redentor , en que con la vida se
bebe la virtud , el honor , la libertad , la paz del alma y de los sen
tidos, os causa fastidio.... y bebéis á grandes tragos en el cáfiz del
demonio , donde con la muerte se bebe el crimen , la afrenta', la escla
vitud , la fiebre del alma y los furores de la desesperación. Conside
rándoos demasiado grandes vosotros mismos para echaros las insig
204 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nias protectoras de la Reina de los Cielos", lleváis en dijes de oro los
cabellos.... de una cortesana. Como sois hombres y no ángeles, tenéis
que amar la carne. ¿No halléis querido amar la carne inmaculada del
Hombre-Dios ? Amaréis la carne inmunda de uua criatura inmunda.
En vano querríais alguna vez respirar el aire de la libertad. Paja-
rillos enligados con pérfidos reclamos , no podéis tomar el vuelo. A
cada tentativa, una voz desapiadada , la voz de vuestros amos, mascu
linos ó femeninos, os grita al punto: Nada de resistencia , eres mió :
al darme tu voluntad , te diste á mí todo entero : dame tu dinero,
dame tus noches , dame el color rosado de tus mejillas , dame la paz
de tu alma , dame la salud de tu cuerpo , dame la alegría de tu ma
dre, dame las esperanzas de tu padre, dame la houra de tu nombre....
Y se les dais. ¿Sois libres?
¡Silencio, esclavos! No profanéis, pronunciándola, una palabra
que os acusa. Esclavos en vuestra inteligencia, tiranizada por la duda
y el error ; esclavos en vuestro corazón , tiranizado por apetitos bes
tiales , ¿qué es vuestra vida sino una tela llena de manchas? Y la his
toria de vuestra vida , ¿qué es sino la historia de un esclavo? ¡Des
venturados! ¡ Que no podéis entrar en vuestra conciencia, sin oiralli
una voz que os acusa ; ni podéis mirar vuestras manos , sin ver en
ellas la marca de los hierros; ni vuestros pies, sin encontrar en ellos
el grillete del forzado! ¡Hijos de un rey convertidos en porqueros,
ved ahí lo que sois ! ¡ Ufanos podéis estar (1) !
La esclavitud del alma : he aqui lo que encuentran lodos los que
sacan el pie del circuito de la Ciudad del bien. Y eso es lo que encon
trarán eternamente, porque escrito está: «Donde habita el Espíritu
del Señor, allí (y solamente allí) habita la libertad (2).»
Pues bien: en el mundo moral como en el material, es uua ley
que la parte superior se lleva tras de si á la inferior, major pars
trahit ai se minorem. Á la esclavitud del alma se sigue necesaria
mente la esclavitud del cuerpo ; por consiguiente, la esclavitud so
cial. No se repetirá nunca bastante, y, sobre todo, en nuestros días.
La libertad civil y política no se encuentra, ni en la punta de un
puñal, ni en la boca do un cañón , ni en los adoquines de uua barri
cada. Es hija, no de un papel, n¡ de una ley, ni de una forma cual
quiera de gobierno , sino de la libertad moral. Todo pueblo corrom
pido, diga lo que diga y haga lo que haga, es un esclavo de nacimiento.

(1) Misit illum in villam suam ut pasceret porcoa. (Lúe., xv , 15.)


(2) Ubi aulom Spiritus Dei, ibi libertas. (II Cor., m , 17.)
LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES. 205
La libertad moral supone la le ; la le es la verdad ; la verdad no re
side mas que en la Ciudad del bien.
¿Queréis la prueba? Tomad un mapamundi. Junto al despotismo
del error, ¿ qué os muestra ? Por todas partes el despotismo del oro,
el despotismo de la carne , el despotismo de la materia ; y sobre todos
estos despotismos, el despotismo del sable. ¿ Qué viene , pues , á ser
, una sociedad que sacude el yugo del Espíritu Santo ? Los mismos pa
ganos, testigos nada sospechosos, responden: «Es un rebaño en
feria , dispuesto á venderse al que mas dé La historia moderna,
lo mismo que la antigua , ni por asomo desmienten esa respuesta.
¿Cómo es tratado el rebaño humano ? Como él se lo merece. Sata
nás , á quien se entrega abandonando al Espíritu Santo , le pone
amos como escogidos por su mano. Nerón, Eliogábalo , Diocleeiano
y tantos otros se encargan de hacer gustar al hombre emancipado las
dulzuras de la libertad que se disfruta en la Ciudad del mal. Por un
efecto de su justicia misericordiosa , Dios mismo permite la elevación
de esos tigres coronados. Á propósito de esto , la historia refiere un
hecho que hace pensar. Como los pueblos suelen tener el gobierno
que merecen , una bestia cruel , llamada Focas, se sentaba en el trono
imperial de Roma. De orden suya la sangre corría á torrentes, y la
bestia la bebía con delicia. Un solitario de la Tebaida, indignado no
menos que afligido de este espectáculo , se dirige á Dios , y le dice:
¿Por qué ¡ oh Dios mió ! le habéis hecho emperador? Y Dios le res
ponde : Porque no he encontrado otro peor (2).
Asi , la primera ventaja que los hombres reportan de habitar en
la Ciudad del bien, es conservar la libertad con todas sus glorias; y la
pérdida de este tesoro y caer en la esclavitud, es su primer castigo,
si se atreven á salir de ella.

(t) Urbem venalem et matare perituram , si emptorem invenerit. (Pala


bras de Yugurta en Salutlio.)
(3) Domine, quid fecisti eum imperatorem ? Atque voz ad enm venit a
Deo , dicena: Quia non inveni pejorem. (Anout. Nicen., in Quaesl. S. Scripl.,
qnaest. sv.)
capítulo xvm.

Continuación del anterior.

Sumario.—La afrenta, segundo salario del desertor de la Ciudad del bien.


—Ó Dios, ó bestia, no hay medio para el hombre.—El ciudadano de la
Ciudad del bien se deifica; pruebas.—El ciudadano de la Ciudad del mal
se hace bestia; pruebas.—Una sola.cosa distingue al hombre de las bes
tias; la oración.—El ciudadano de la Ciudad del mal ya no ora.—Vive
del yo.—Lo que es el yo.—Pierde la intelifrencia ; pruebas.—El castigo,
tercer salario del desertor de la Ciudad del bien.—Castigos particulares.
Catástrofes universales: el diluvio de agua; el diluvio de sangre; el
diluvio de fuego.

La afrenta. Convertirse voluntariamente de libre en esclavo, es


una afrenta : convertirse de hombre en bestia , lo es mayor todavía.
Esta aírenla es el segundo baluarte de que el Espíritu Santo rodea la
Ciudad del bien , para impedir que los hombres se salgan.
Deificarse o hacerse bestia : he ahi los dos polos contrarios de!
mundo moral. Ó Dios , o bestia: tal es la suprema alternativa en que
se encuentra el hombre sobre la tierra. Y la razón es que está en la
precisión de vivir bajo el imperio del Rey de la Ciudad del bien, ó bajo
el del Rey do la Ciudad del mal. Ahora bien : el uno y el otro de estos
reyes hacen a sus subditos a su imagen: el Espíritu Santo, que es
Dios, los deifica ; Satanás , que es bestia , los hace bestias. Y asi, la
Ciudad del bien es en cierto modo una gran fábrica de hacer dioses,
y la Ciudad del mal una gran fabrica de hacer bestias. « Cada uno de
nosotros , dice San Agustín , es lo que es su amor. ¿Amas la tierra ?
Tierra seras. Si amas a Dios , seras Dios (1). »
Permaneced conmigo, dice el Espíritu Santo, y os haré hijos de
Dios , os haré dioses , dioses por el ser divino que os comunico , dio-
(1) Tulia est quisque qualis est ejus dilectio. Terram diligis? terra eris.
Deum diligis ? quid dicam , Deus eris? Non audeo dicere ex me , Scripturas
audiamus: Ego dixi, dii estis et filii Altissimi omnes. 8i ergo vultis esse
dii et filii Altissimi, nolite ditigere mundum, nec ea quae suntin mundo. (In
Epist. Joan., tract. il, 14.)
LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES. 207
ses por la verdad de vuestros pensamientos , dioses por la nobleza de
vuestros sentimientos , dioses por la santidad de vuestra vida , dioses
por el poder invencible de vuestra voluntad contra el mal armado de
sofismas , promesas o amenazas , dioses por el derecho á la herencia
eterna de Dios , vuestro Criador y vuestro Padre (t).
El Espíritu Santo ha cumplido su palabra : ved si no en qué se han
convertido los ángeles obedientes á su voz. Resplandecientes de glo
ria, inundados de delicias , dotados de todos los atributos divinos,
inteligencia, fuerza y bondad, se aproximan á Dios cuanto lo finito
puede aproximarse á lo infinito. Ved á la humanidad en sus verda
deros representantes , los apóstoles , los mártires las vírgenes , esas
legiones do santos y santas , divinamente engendrados desde hace
más de diez y ocho siglos en todos los puntos del globo. ¡ Á qué altura
elevan á la humanidad cristiana sobre la pagana y sobre la que deja
de ser cristiana !
¿ Qué será si contempláis esta deificación en su complemento,
quiero decir, en los esplendores de la eternidad ? Aquí la palabra
espirando en los labios, no puede dar á conocer más que la admira
ción de que uno esta poseído. No, « el ojo del hombre no vio, ni oreja
oyó, ni el corazón humano puede comprender lo que Dios tiene pre
parado a los que le aman (2). »
Á su vez, el príncipe de la Ciudad del mal trabaja encarnizada
mente en la obra contraria. Cuando lleva un hombre a si , lo agarra
entre sus uñas , le ciega el entendimiento , le corrompe el corazón, lo
enloquece con sus venenos y lo transforma en bestia. Consideradlo
bien : a excepción de una cosa , la bestia hace todo lo que el hombre.
La bestia come , bebe , duerme , digiere , anda , corre , vuela , nada,
edifica, calcula, habla, escribe, canta, viaja, prevé, amontona,
ejercita todas las artes de la paz y de la guerra. En todo esto es igual
al hombre, y á veces superior. Pero hay una cosa que no hace la bes
tia, ni puede hacerla, ni la hará jamás, y que la coloca á una distan
cia infinita debajo del hombre : es la oración. El hombre ora , la bes
tia no. El hombre adora , la bestia no. Es decir, en otros términos , que
la diferencia entre el hombre y la bestia en una sola cosa consiste, en
la religión.
Pues bien : el primer efecto de la acción satánica sobre el hombre
es hacer que se a vergüence de ser religioso ; y llega , en efecto , á aver-
(1) Dedit eie pote»tatem filios Dei fieri. (Joan., i , 12.)—Quicumque Spi-
htn Dei aguntur, ii sunt filii Dei , etc., etc. (Rom., vm , 24.)
(2) / Cor., ii , 9.
'"9

208 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.


gonzarse. La religión tiene dos grandes manifestaciones , la oración y
el amor.
La oración es de tal modo signo distintivo del hombre, que los
paganos lo definieron animal que ora : Animal religwsum. Nuestro
Señor ha dicho también que el cristiano es un hombre que ora siem
pre: Oportet semper orare et numquam descere. Asi, desde que el
hombre cesa de orar, se inclina á la bestia. Y si ya del todo no ora,
se hace bestia del todo. No decimos esto nosotros ; es la Verdad misma,
expresándose por boca de San Pablo, que nombró al hombre animal,
animalis homo.
Ahora bien : es notorio que el primer acto del hombre que se hace
ciudadano de la Ciudad del mal es renunciar a la oración. Un ejem
plo entre mil. Si hay en la vida ordinaria una circunstancia en que la
oración sea de ley , es la hora solemne de comer. Decimos solemne,
porque la comida es una acción profundamente misteriosa. Al comer,
el hombre toma comunión, se comunica con las criaturas, y esto de
la manera más íntima , toda vez que las transforma en su propia sus
tancia. Pues bien : todas las criaturas están viciadas por el Espíritu
del mal , a quien sirven de vehículos para introducirse en el hombre
y comunicarle sus venenos. Esta asimilación de los alimentos, sepa
rada de la oración que los purifica arrojando al demonio, está eviden
temente llena de peligros. Asi lo ha comprendido la humanidad entera.
En esto se funda el hecho , que no admite otra explicación , de que
todos los pueblos, aun los paganos, han orado antes de comer. Siendo
el hecho universal , debe de tener una causa universal. Una causa
universal es una ley. Luego el orar antes de la comida es una ley de
la humanidad. El desprecio orgulloso y la sonrisa imbécil no impor
tan nada. Siempre resultará que no se conocen en la naturaleza más
que dos clases de seres que comen sin orar , las bestias y los que se
les asemejan. •
Decimos los que se les asemejan , porque se puede desafiar, no sola
mente á los menospreciadores del Benedicite , sino a todos los natura
listas del mundo, a que encuentren una diferencia entre el hombre
que come sin orar y un perro ó un cerdo (1). ¡ Asemejarse á las bes-
(4) No deja de encontrarse esa diferencia ; pero desgraciadamente no
favorece al hombre irreligioso ; pues los animales dan muestras de conocer
y querer á sus amos, y á su modo les agradecen la comida. Y asi, dice el
Seüor por Isaías (cap. i , 3): Conoció el buey á su amo , y el asno el pesebre de
su dueño : mas Israel no me conoció y mi pueblo no entendió.
(Nola del Traductor.)
r ■"

LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES. 20Ü.


tias en una circunstancia en que todos los pueblos, aun los paganos,
han sentido la necesidad de distinguirse de ellas, ved ahí lo que ha
cen ! ¡ Y porque hacen esto se tienen por grandes hombres ! Ha sido
menester llegar á esta nuestra época de craso materialismo, para en
contrar hombres que se creen deshonrados si dos veces al dia no se
asemejan ostensiblemente al asno ó al cocodrilo : Homo , cum in honore
met, non intelexit: compáralas est jumenlh insipicntibus et simüis
fartus est illis (i).
El segundo signo de la religión es el amor. Siendo el Espíritu
Santo caridad , al alma en que reside la hace caridad viviente. El signo
distintivo de la caridad es el olvido de si por Dios y por el prójimo,
el olvido del cuerpo en beneficio del alma , el olvido llevado hasta el
sacrificio. Pero ¿ eutra el hombre en la Ciudad del mal ? Al instante la
caridad desaparece, y le sucede el egoísmo. El hombre se acuerda de
sí, nada más que de si : en lugar de ir de si á los otros, va de los
otros a sí mismo. El egoísmo no sabe más que una palabra, pero la
sal* a maravilla ; yo, yo en todo, yo en todas partes , yo siempre.
Detras de mi , Dios y sus órdenes ; detras de mi, los demás hombres
y sus necesidades y sus deseos ; detrás de mí , nada. Esto no basta : el
egoísmo es el sacrificio de otros á si mismo : inocencia, honor, forta
leza, reposo, salud, la vida misma no son nada para él , desde que se
trata de satisfacerlo.
¿Pero qué es el yo del egoísta ? ¿Es sti alma? De modo alguno,
pues el amor del alma es la caridad. ¿ Qué es , pues? Es la parte infe
rior de su ser, es el cuerpo , y del mismo cuerpo la parte más infe
rior. En saliendo de la fe, todo el trabajo del hombre se refiere en
último análisis á la vida corporal. Comer y belier son sus elementos;
comenzando con ellos , y conservándose con ellos, con ellos se acaba.
Tener que comer y que beber , tenerlo en el grado de su avaricia,
•tenerlo en abundancia , asegurarse de que lo tendrá siempre , he ahí
la primera y última palabra del egoísmo. Lo demás no es más que un
medio ó un resultado.
Ahora bien : el laboratorio de la vida animal es el vientre. Luego al
vientre se refiere en último resultado la vida de todo hombre que se
hace subdito de aquel que se llama la Bestia , la Deslía por antonoma
sia , la Bestia en todos sentidos. En esto se funda esta palabra tan
enérgica y tan justa , que para definir a esos inmensos y miserables
rebaños de Epicuro emplea el Apóstol , que los llama adoradores del

(I) Ps. XLVI1I, 13.


tomo i. 14
210 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Dios-vientre ; quorum Deus venter est (1). Esto , que os verdad del
hombre y de ciertos pueblos , lo ha sido respecto de la humanidad
misma la víspera del diluvio, y lo será mas todavía hacia el fin del
mundo.
Esta afrentosa asimilación del hombre á las bestias se desarrolla
con todas sus consecuencias. No citaremos más que una sola, la estu
pidez ó la pérdida de la inteligencia. La bestia es estúpida , es decir,
que ni comprende ni admira. No comprende, pues comprender es ver
la idea en el hecho , inieligere, intus legere.... Ponedle delante á un
perro un triángulo ; verá un objeto material formado de tres lados ;
pero no tiene idea del triángulo. ¿Por qué? Porque, fuera del dominio
de los sentidos , nada existe para él. La bestia no admira : para admi
rar, se necesita comprender : seguro es que un borrico se impresiona
menos á la vista de uua obra maravillosa que á la de un cardo ; la
bestia , pues , ni comprende ni admira. Lo mismo le pasa al hombre
que se convierte en bestia.
Caido de las alturas de la fe , no entiende ya mas que de la mate
ria y de la vida material. Buscad el objeto final de sus especulacio
nes , de sus estudios , de sus descubrimientos , de su política y de
todo ese movimiento febril que lo arrastra y lo consume : ¿qué en
contraréis? El cuerpo y sus apetitos. Luces, progreso, civilización,
¿cuál es el sentido de todas estas palabras pomposas? Traducidas en
prosa vulgar, significan: ciencia de la puchera, filosofía de la pu
chera, amor de la puchera, garantía y glorificación de la puchera.
En otros términos : es el programa invariable , el eterno refrán de
todos los hombres y de todos los pueblos convertidos en bestias por
la bestia infernal. «Gomamos y bebamos; que mañana moriremos.—
Esta es nuestra felicidad, este nuestro destino. Pan y placeres : he ahí
todo el hombre (2). »
No me aleguéis como pruebas de la inteligencia del hombre ani- •

(1) Buen ejemplo de ello tenemos on Sardanápalo , que hizo escribir en


su mausoleo :
Edt!, bibe, lude.
Cum te mortaUm noris , praetentibiti expíe
DeUcih animum : posl inorUm milla volupla*.
¡ Cuántos bautizados hay que, por su abyecto sensualismo, son Sardana-
palo9 sin saberlo ! (Nota del Traductor.)
(2) Comedamuset bibamus: eras enim moriemur. f/t., xxn , t3.) Haec
est pars nostra , el haec est son. (Sap , ti, 9.—tPanem et circenses , > decían
los paganos en los buenos tiempos de su civilización.
LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES. áll
mal la habilidad con que manipula la materia. La golondrina , el
gusano de seda y la abeja la manejan mas hábilmente que él. Lo re
petimos : la inteligencia consiste en leer la idea en el hecho , en ver
la causa en el fenómeno , y no precisamente , repárese bien , no esa
causa inmediata, que se deja ver en cualquier caso á través del hecho,
sino la verdadera causa , la causa primera y el objeto final. Pues todo
esto no se conoce más que en la Ciudad del bien.
Al que habita en la Ciudad del principe de las tinieblas, habladle
del mundo de las causas , del mundo de Dios y de los ángeles , que
es el verdadero campo de la inteligencia: todas estas realidades son
para él abstracciones ó quimeras ; es estúpido.
¿Qué será , si le señaláis la intervención permanente , universal,
inevitable y decisiva del mundo superior? Asomará á sus labios la
sonrisa del desprecio ; es estúpido.
Descended de estas alturas: decidle que tiene un alma inmortal,
-criada á imagen de Dios , rescatada con la sangre de Dios, destinada
a una bienaventuranza ó á una infelicidad eterna : añadidle , que
como el único negocio del hombre es salvarse , el ocuparse en todos
los demás , excepto ese , es lo mismo que cazar moscas o tejer telara
ñas : al oiresto, ó bosteza ó duerme ; es estúpido.
Tratad de desarrollar ante sus ojos las maravillas de la gracia,
todos esos portentos del poder, de la sabiduría y del amor que han
agotado la admiración de los mayores ingenios : en esto le habláis una
una lengua de la que no entiende una palabra ; es estúpido.
Sermones , libros de piedad ó de filosofía cristiana , conversacio
nes religiosas , fiestas solemnes , que con los misterios mas augustos
representan al entendimiento y al corazón los beneficios mas memo
rables del cíelo y los acontecimientos más grandes de la tierra ; eu
una palabra, todo lo que pertenece al mundo sobrenatural, le pone de
mal humor, no comprende nada de eso, no siente nada ; es estúpido.
Pero habladle de dinero, comercio, vapor, electricidad, maqui
nas, cartón de piedra, algodón, remolacha, ganado, praderías,
abonos , producción y consumo ; entonces todo se vuelve ojos y ore
jas. Habéis tocado la cuestión vital de su filosofía , la cuestión de la
puchera. Él no conoce otra. « Olvidando su dignidad, dice el Profeta,
el hombre se ha tenido por una bestia sin inteligencia y se le ha hecho
semejante (1).»

(I) Homo, cum in honore eeset, non intellexit : comparatus est ]um*n-
tis insipientibus et similis facías est illis. (Ps. xlviii, 13.)
212 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO. , \fr
El castigo. Para proteger la paz y la vida de sus subditos contra
los ataques del enemigo, el Espíritu Santo circunvala su Ciudad de
un tercer baluarte más sólido que los primeros.
Si el hombre , quienquiera que sea , osa decir al Rey de la Ciu
dad del bien : no quiero obedecerte más , non serviam , al instante,
de libre que oía, se hace esclavo y camina al embrutecimiento. Arras
trado a todas las degradaciones intelectuales y morales , comienza á
sufrir desde esta vida el inlierno que le espera en la otra. Tal es , se
gún acabamos de verlo , la suerte que le está inevitablemente reser
vada al individuo. ¿ Pero sucede que la rebelión contra el Espíritu
Santo se hace contagiosa , hasta el punto de que , en su conjunto , un
pueblo ó el mismo linaje humano no es más que un gran insurrecto?
Entonces el crimen , desbordándose por todas partes , atrae castigos
excepcionales.
Toda ley lleva tras de sí una sanción : toda ley , como impuesta al
hombre que se compone de alma y cuerpo, es una espada de dos filos,
que hiere al prevaricador en las dos partes de su ser. Tomad una ley
cualquiera, divina ó eclesiástica ; examinándola bien, tened por se
guro que encontraréis , sin perjuicio de la sanción moral , una re
compensa ó un castigo temporal que acompaña su observancia ó su
violación.
Omitiendo los azotes particulares , estudíense los anales históricos
\ proféticos del mundo. En ellos se registran tres grandes catástrofes.
La primera, el diluvio ó la ruina del mundo antediluviano. ¿Cuál
fué la causa de este cataclismo , en que pereció la raza humana toda
entera , excepción hecha de solas ocho personas ? El que rompió con
su mano omnipotente los diques del mar y abrió las cataratas del
cielo , nos lo revela en dos palabras. « Mi Espíritu , dice el Señor, no
permanecerá mucho tiempo en el hombre ; porque el hombre se ha
hecho camal (1).»
Esta terrible sentencia se traduce asi : Á pesar de todas mis ad
vertencias, el hombre ha sacudido el yugo de mi espíritu , espíritu
de luz y de virtud ; y se ha entregado á la influencia del espíritu de
tinieblas y malicia. El mundo sobrenatural , su propia alma , yo
mismo, no somos ya nada para él. Do su cuerpo ha hecho su dios:
se ha convertido en carne. Esa criatura culpable y degradada es in
digna del beneficio de la vida ; perecerá. De este modo , i un dilu-

(I) Dixitque Deus : Non perraanebit Spiritus meus in nomine ¡n aeter-


mrai , quia caro eat. (Gen., vi , 3.)
LOS CIUDADANOS DE LAS DOS CIUDADES. 213
tío de pecados trajo 'el diluvio de agua , que acabo con todos (1).»
Una segunda catástrofe , no menos ruidosa que la primera , es la
ruina del mundo pagano. Olvidando la terrible lección que había
recibido , el hombre se sustrajo nuevamente á la acción del Espíritu
Santo. Entregado encuerpo y alma al Espíritu maligno, había llegado
;i reconocerlo casi umversalmente por su rey y por su Dios (2). Bajo
mil nombres diversos lo adoraba en millones de templos de uno á
otro extremo del mundo (3), y cuantos eran los actos de adoración,
igual era el número de sacrilegios , infamias y crueldades. Como an
tes del diluvio , ;isi aliora el hombre se había hecho carne , y por esto,
al suplo de los bárbaros , el mundo pagano desapareció en un diluvio
de sangre.
Resta la tercera catástrofe , mas terrible y no menos cierta que las
precedentes, yes la ruina del mundo apóstata del Cristianismo por
el diluvio de fuego que pondrá fin a la existencia del hombre sobre
el globo. Conculcando los méritos del Calvario y los beneficios del
'Cenaculo, el mundo de los últimos tiempos se constituirá en plena
rebelión contra el Espíritu del bien. Esclavo del Espíritu del mal,
mas que nunca lo haya sido , se entregara con inaudito cinismo á toda
suerte de iniquidades. El número de tránsfugas será tal , que la Ciu
dad del bien quedará casi desierta , en tanto que la del mal tomara
proporciones colosales. Por tercera vez el hombre se hará carne : el
Espíritu del Señor se retirara para no volver, y un diluvio abrasara
la tierra , mil veces más culpable, porque sera mil veces más ingrata
que la de los paganos y los gigantes (41.
La esclavitud, la afrenta y el castigo són los tres baluartes que
tiene que franquear el hombre para salirse de la Ciudad del bien. Si
á estos medios exteriores se añaden los auxilios y boneficios de todo
género que se prodigan á los venturosos habitantes de esta feliz Ciu
dad, ¿no hay derecho para creer que nadie querrá abandonarla i'
¿Y la experiencia confirma esta conclusión? La historia nos lo va á
decir.

(\) Diluvium carnis peperit diluvium aquarum.... corruptela diluvü causa


est. (S. Ambr., de No» et Arca., c. v et ix.)
(i) PrincepB hujus mundi.... Deus hujus saeculi. (Joan., xn , Z\ ; xvi,
11 ; // Cor., iv, 4.)
(3) Omnes Dii gentium daemonia. (Ps. xcy, 5.)
(4) Sicut enim crant in diebua ante diluvium.... ita erit et adventus
Finí hominis. (Malth., xxiv, 38, 39.)
CAPÍTULO XVIII.

Historia religiosa de las dos Ciudades,

Sumario.—El hombre, nacido partí ser semejante a Dios y hermano del Verba
encarnado.—En la Ciudad del bien , la religión lo conduce n esta seme
janza y fraternidad. En lu Cuidad del mal, la religión lo conduce á la
semejanza y fraternidad de Satanás.—Paralelismo general de las dos re
ligiones.—Tres puntos particulares de compnración: la Biblia, el culto,
el sacrificio.—La Biblia de Dios y la Biblia de Satanás: paralelismo.—
El culto de Dios y el culto de Satanás.—En el culto satánico , lo mismo
fiue en el divino , nada se hn dejado al arbitrio del hombre: testimonio
importante de Porfirio.

El hombre hace su peregrinación sobre la tierra entredós ejércitos


enemigos. Conocemos ya esos ejércitos formidables , sus reyes , sus
principes , su organización , sus proyectos : resta estudiar sus medios
de acción , sus victorias y sus derrotas.
Nacidas en el cielo la Ciudad del bien y la del mal , no esperaban
más que la creación del hombre para establecerse sobre la tierra. En
efecto : lo que se juega en el combate de entrambas es el hombre-
Adán es criado , respira , aparece á la vista del universo con toda la
majestad de su poder real. Adornado con todas las gracias de la ino
cencia y con todos los atributos d_e la fuerza , es hermoso con la her
mosura del mismo Dios , cuya imagen resplandece en todo el ser del
primer hombre. Para mantenerle en su dignidad durante la vida tem
poral y elevarle á otra más alia dignidad en la eternidad, se le da
la religión. Unir el hombre al Verbo encarnado, de manera que de to
dos los hombres y pueblos se hagan en cierto modo otros tantos Ver
bos encarnados , tal es el fin supremo de la religión.
Al ver desarrollarse en el mundo el plan divino que habia comba
tido en el cielo, Satanás ruge. Á fin de paralizar la obra de la Sabidu
ría infinita, el odio infernal pone en juego todos sus recursos. Á la
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 213
religión que debe deificar al hombre y conducirlo a una bienaventu
ranza sin fin, opone una religión que le reduzca á bestia y lo arrastre
para siempre al abismo de la infelicidad. Todo lo que Dios hace por
salvar al hombre, Satanás lo remeda para perderlo : el paralelismo
entre estos medios de santificación y de perdición es completo.
El Itey de la Ciudad del bien tiene su religión .
El Rey de la Ciudad del mal tiene la suya.
El Rey de la Ciudad del bien tiene sus angeles , su Biblia , sus
profetas, sus apariciones, sus inspiraciones, sus milagros, sus ame
nazas, sus promesas, sus apóstoles, sus sacerdotes, sus templos, sus
formulas sagradas , sus ceremonias, sus oraciones, sus sacramentos,
sus sacrificios.
El Rey de la Cuidad del mal tiene sus ángeles, su Biblia, sus orácu
los, sus manifestaciones, sus prestigios, sus tentaciones, sus amena
zas, sus promesas, sus apóstoles , sus sacerdotes, sus templos, sus
formulas misteriosas, sus ritos, sus iniciaciones, sus sacrificios.
El Rey de la Ciudad del bien tiene sus festividades, sus santuarios
privilegiados, sus peregrinaciones.
El Rey de la Ciudad del mal tiene sus fiestas, sus lugares fatídicos,
sus moradas favoritas.
El Rey de la Ciudad del bien tiene sus arles y ciencias, su mú
sica, su pintura, su estatuaria, su literatura, su poesia, su filosofía,
su teología, su política, su economía social, su civilización.
El Rey de la Ciudad del mal tiene también todas esas cosas.
El Rey de la Ciudad del bien tiene sus signos de reconocimiento
y de preservación, la señal de la cruz, las reliquias, las medallas, el
agua bendita.
El Rey de la Ciudad del mal tiene sus signos cabalísticos, sus con
traseñas, sus emblemas, sus amuletos, sus talismanes, su agua
lustral.
El Rey de la Ciudad del bien tiene sus asociaciones de propaganda
y de piedad , formadas por solemnes votos.
El Bey de la Ciudad del mal tiene sus sociedades secretas, desti
nadas a extender su reinado y unidas con terribles juramentos.
El Rey de la Ciudad del bien tiene sus dones, sus frutos, sus bea-
litudes.
El Rey de la Ciudad del mal posee una parodia de todo esto.
El Rey de la Ciudad del bien es adorado por una parte del linaje
humano.
El Rey de la Ciudad del mal es adorado por la otra parte.
2l<¡ TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
El Rey de la Ciudad del bien tiene su eterna morada al otro !
de la tumba. -
El Rey de la Ciudad del mal tiene también la suya eu las regiones
del otro mundo.
Desenvolvamos algunos puntos de este paralelismo, tan temible
como poco temido, la Biblia , el culto, el sacrilicio.
El hombre os un ser enseñado. Para conservarlo eternamente se
mejante á si mismo, eternizando la enseñanza primitiva, el Rey de
la Ciudad del bien se dignó fijar su palabra por medio de la escritura,
dictó la Biblia.
La Biblia del Espíritu Santo dice la verdad, siempre la verdad,
nada más que la verdad. La dice sobre el origen de las cosas, sobre
Dios, sobre el hombre v sobre la creación entera. La dice sobre el
mundo sobrenatural, sus misterios, sus habitantes, y sobre los bri
llantes hechos que prueban la existencia de los agentes sobrenaturales
y su intervención en el mundo inferior. La dice sobre las reglas de
las costumbres, sobre las luchas obligadas de la vida, sobre el go
bierno de las naciones por la Providencia, sobre los castigos del cri
men y las recompensas de la virtud. Para iluminar la marcha del
hombre a través de los siglos, consolarle en sus dolores y sostenerlo
en sus esperanzas, le anuncia en profecías numerosas los aconteci
mientos que deben realizarse á su paso por el mundo, mostrándole
siempre y en todo el objeto final á que debe enderezar todos sus pasos.
La Biblia del Espíritu Santo dice toda la verdad. De ella , como
de un foco siempre encendido, brotan la teología , la filosofía , la po
lítica , las artes , la literatura , la legislación , en una palabra , la vida
en todas sus formas. Por muchos y muy variados que sean, todos los
libros de la Ciudad del bien no son, ni pueden ser, sino el comen
tario perpetuo del Libro por excelencia. La Biblia del Espíritu Santo,
no solamente enseña , también cauta. Canta las glorias y los beneticios
del Criador, canta la belleza de la virtud y la ventura de los corazo
nes puros , canta los nobles triunfos del espíritu sobre la carne, y
p.lra elevar al hombre á la perfección , canta las perfecciones del mis
mo Dios , su modelo obligado y remunerador magnifico. -
Pues bien : conforme el Rey de la Ciudad del bien inspira su Bi
blia, el de la Ciudad del mal inspira la suya. La Biblia de Satanás es
una mezcolanza artificiosa de muchas mentiras con algunas verda
des , verdades alteradas y oscurecidas para que sirvan de pasaporte á
la fábula. Miente sobre el origen de las cosas ; miente sobre Dios,
sobre el hombre y sobre el mundo inferior ; miente sobre el mundo
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 217
sobrenatural , sus misterios y sus habitantes ; miente sobre las reglas
de las costumbres , sobre las luchas de la vida , sobre los destinos del
hombre. Con los oráculos , de que van llenas todas sus páginas , en
gaña á la curiosidad humana , so pretexto de revelarle los secretos
del tiempo presente y los misterios de lo por venir.
Á cada pueblo que está sometido a su imperio , Satanás le da un
ejemplar de su Biblia , idéntico en el fondo , pero diferente en los
pormenores. Recorred todos los anales del mundo ; no encontraréis
uua sola nación pagana que no tenga por punto de partida de su
civilización un libro religioso, una Biblia de Satanás. Mitologías,
libros sibylinos, Vedas , siempre y en todas partes tendréis un código
que se suponga inspirado y dé origen á la filosofía , á las artes , á la
fiteratura , á la política. La Biblia de Satanás es el libro clásico de la
Ciudad del mal , como la Biblia del Espíritu Santo es el libro clásico
de la Ciudad del bien.
La B iblia de Satanás añade á la prosa la poesia. Bajo mil nombres
diferentes canta a Lucifer y a los ángeles caídos , canta sus infamias
y su malicia , canta todas las pasiones , y para atraer al hombre al
abismo de la degradación , le pone delante los ejemplos de los dioses.
La Biblia de Satanás , objeto de infinitos comentarios , es un veneno
mortal aun para la Ciudad del bien. San Agustín deplora los estragos
quehac-e, y San Jerónimo, al denunciar el libro infernal , viene á
decir que la filosofía pagana, la poesia pagana y la literatura pagana
sai b Biblia de los demonios (1).
El paralelismo de las dos Ciudades no se limita á la enseñanza es
crita o hablada ; se manifiesta de una manera acaso más sorprendente
M los hechos religiosos. En la Ciudad del bien ningún detalle del
Mito queda al arbitrio del hombre; todo está arreglado por el mismo
Dios. El Antiguo Testamento nos le muestra dictando á Moisés , no
solamente las ordenanzas generales y los reglamentos particulares
concemientes a los sacerdotes y á sus funciones , sino además dando el
Pian del tabernáculo, determinando sus dimensiones y su forma, in
dicando la naturaleza y calidad de los materiales, el color de las telas,
la medida de las anillas y hasta el número de clavos que debían en-
lrar eu su construcción.
La forma de los vasos de oro y plata , los incensarios, las herra
mientas, las figuras de bronce,- los utensilios sagrados, todo es de

(I) Giba! est daemoniorum scularis philosophia , carmina poetarum,


fhetorioorum pompa verborum. (Epist. ie iuob. filüs.)
218 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
inspiración divina. Lo mismo pasa respecto del lugar en que debe
reposar el arca, de los días en que se ha de consultar al Señor, de las
precauciones que deten tomarse para entrar en el santuario, délas
victimas que deben ser inmoladas ó de las ofrendas que han de ha
cerse para agradar á Jehová y obtener sus respuestas ó sus favores.
(Exod., xxxv.)
Lo que era una ley sagrada en la Sinagoga , continúa siéndolo w»
menos en la Iglesia. Nadie ignora que todos los ritos del culto cató
lico, la materia y forma de los sacramentos, las ceremonias que los
acompañan, las vestiduras de los sacerdotes, la materia de los vasos
sagrados , el uso del incienso , el número y color de los ornamentos,
la forma general de los templos y su mueblaje esencial , lo mismo que
los dias más favorables para la oración, están determinados, no pol
los particulares, sino por el mismo Espíritu Santo, ó en su nombre
por la Iglesia.
Se comprende fácilmente cuan conveniente es este origen sobre
natural para conciliar al culto divino el respeto de los hombres , y
evitar la anarquía en las cosas religiosas. Satanás lo ha comprendido
mejor que nosotros. Esta gran mona de Dios ha determinado por si
mismo todos los detalles de su culto. Esto es lo que se necesita saber
y no se sabe; puesto que, á pesar de nuestros años de estudio en la
escuela de los Griegos y los Romanos, no conocemos la primera pala
bra sobre la antigüedad pagana. Los usos religiosos de estos, la forma
de sus estatuas, la naturaleza de las ofrendas y de las victimas, las
fórmulas de orar , los días fastos y nefastos , y todas las demás partes
de los cultos paganos se nos presentan como cosa de juglares, ó
efecto nada más que de la imaginación y el capricho de los hombres ;
este es un error capital : la verdad es que nada de todo esto es arbi
trario.
Oigamos al hombre que mejor que nadie conoció los misterios de
la religión de Satanás. «Es cosa constante , dice Porfirio , que los teó
logos del paganismo aprendieron en la escuela misma de los grandes
dioses todo lo que concierne al culto de los ídolos. Ellos mismos les
enseñaron sus más ocultos secretos, las cosas que les agradaban, los
medios de obligarlos , las fórmulas de invocarlos, las víctimas que
se les hubieran de ofrecer y el modo de hacerlo, los dias fastos o ne
fastos, las figuras bajo que gustaban de ser representados, las apari
ciones mediante las cuales revelaban su presencia, los lugares a que
acudían con frecuencia. En una palabra : no hay absolutamente nada
que los hombres no hayan aprendido de los dioses tocante al culto
HISTORIA DELICIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 21!)
qne les han de dar, y lodo se practica conforme a sus órdenes y re
glamentos (1).»
Y añade : «Aunque yo podria probar lo que digo con una multitud
de pruebas sin réplica , me limitaré á citar un pequeño número, para
hacer ver que no digo sino lo que sé muy bien. Asi el oráculo de He-
cates nos pondrá de maniliesto que los dioses enseñaron cómo y de
qué materias deben hacerse sus estatuas. Este oráculo dijo : «Escul
pid una estatua de madera bien acepillada, como yo os lo voy á ense
ñar ; hacéis el cuerpo de una raíz de ruda silvestre; después la ador
náis de lagartillos domésticos; machacaréis mirto, estoraque é incienso
juntamente con algunos- de esos animales, y esta mezcla la dejaréis al
aire durante el creciente de la luna : entonces haced vuestros votos
en los términos siguientes....
«Después de haber dado la fórmula de la oración , el oráculo indica
el numero de lagartos que debían tomar. Cuantas son las formas dife
rentes que yo tengo, tantos reptiles de estos pondréis, y haced todas
estas cosas con el mayor cuidado. Me construiréis una morada de
ramas de olivo borde , y dirigiendo a esta imagen fervientes oracio
nes, me veréis en vuestro sueño (2).»
El famoso teólogo del paganismo continúa : «En cuanto á las acti
tudes en que se déte representar a los dioses , ellos mismos nos las
han dado a conocer, y los estatuarios se han conformado religiosa
mente a sus indicaciones. Asi Proserpina dice de sí misma : haced
lodo lo que á mi me toca , inclusa mi estatua. Mi figura es la de Ce-
res, adornada de sus frutos, con vestiduras enteramente blancas y
calzado de oro. Alrededor del talle van largas serpientes, que, llegando
hasta el suelo, surcan mis huellas divinas. Desde el vértice de la ca
beza me cuelgan otras serpientes, que, enroscadas en mi cuerpo
y llegando hasta los pies , formau muy graciosas espirales. La es-

(1) Ñeque tantum proprias instituí! sui rabones, aut caetera, quae supe-
riusanobis commemorata suat , verum quilma ipsi rebus aut dclectentur , aut
vincianlur, imo quibus etíam cogautur, imlicarunt. Quibua ilem hostil» rem
saeram iieri , quos diea caveri, quam in formam ac speciem simulacra confi
guran oporteat ; quonam ipsi ore habituque appareant, quibus in locis
assidui sint. Denique nihil omnino est , quod non ab iis nomines ita didice-
rint, uti ex eorum praeceptis doctrinaque duntaxat solemnes postea in iis
colendis rituj adhiberent. (Apui Euttb., Praepar, Ecang., lib. v, c. xi.)
(2) Quae cum argumentis pluribus iisdemque certissimis illustrari
possint, nos tamen e mullís pauca modo proferemus, ne omni orationem banc
testimonio et auctoritate spoliatam reliquisse viieamur. (Id., ib.)
220 TBA.TADO DEL ESPÍHITU SAXTO.
tatúa debe ser de marmol de Paros , ó de marfil bien bruñido (i). >
El dios Pan enseña juntamente la forma en que quiere ser repre
sentado y el himno que en su honor debe cantarse. «Yo, mortal,
dirijo mis votos a Pan , el dios que une las dos naturalezas ; ador
nado de dos cuernos , bípedo, con patas de cabrón , y propenso al
amor (2).»
No ha sido, pues, la Edad Media la que primero represento al
demonio bajo la figura de un cabrón, ó macho de cabrio. Al exigir
esta forma , Satanás , por su voluntad ó por fuerza , se hacia justicia ;
asi como al dársela el paganismo permanecía fiel á una tradición, de
masiado universal para que sea falsa , demasiado inexplicable para
que fuera inventada. El mismo Espíritu Santo la confirma , enseñán
donos que los demonios acostumbran aparecer y ejecutar danzas
infernales bajo la figura de este animal inmundo. Por causa de estos
crímenes , el país de Edom fué entregado á la devastación. Y entre
sus minas danzan los demonios en figura de machos de cabrío y de
otros monstruos conocidos de la antigüedad pagana (3).
El remodo satánico va más lejos todavía. El Rey de la Ciudad del
bien se llama Espíritu de los siete dones. Á fin de remedarlo y con esto
engañar a los hombres , el Rey de la Ciudad del mal se hace llamar
también el Reí/ de los siete dones. Ademas, indica los días favorables
(1) Jam vero, quaenam praeterea simulacri configurandi ratio esse
debeat , ita tradiderunt , ut eam in statuendis imaginibus Cclores postea
dihgenter expresserint. (Apud Sumo., Praepar. Etang., lib. v, c. xm.)
(2) Pan ejusmodi quoque de seipso hymnum edocuit : Oro mortalis satus
Pana cognatum Deum , bioornem , bipedem , hircino crure, lascivientem.
Et quae sequuntur. (Id., ih.J
(3) Et occurrent daemonia onocentauris ; et pilosus olamabat alter ad
alterum. (h-, xxiv, 14.)— «Pilosi sunt iidem daemones , speoie hircorum
hirsuti, quos vetustas Faunos et Satyros dixit : unde Chald. vertit : Daemones
inltr i» colludent.t (Corn. a Lapid. , ibid.l— Lías danzas mundanas, dicen los
Padres de la Iglesia , son hijas de las danzas de los demonios. Gaudent et
assistunt choréis daemones. Unde Conrardus Clingius, de Ion* theolog., c. di
Chorea : Chorea cst ut circulus , cujus centrum est diabolus, circumferentia
omnes angelí ejus ; et Basilius tradit saltationes didicisse homines a daemo-
nibus. (Ihid.)
San Agustín es del mismo parecer de Porfirio : (Ñeque enim potuit, niai
primum ipsis docentibus disciquid quisque illorum appetat , quid exliorreat,
quo invitetur nomine , quo cogatur : unde magicae artes earumque artífices
exstiterunt. (De civil. Dei., lib. xxi , c. vi , n.°'ó.) Ludí scenici, spectacula tur-
pitudinum etlicentia vanitatum, non hominum vitiis , sed Deonim vestro-
rum jussis Romae instituti sunt. flbid.. lib. i, c. xxsu.)
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 221
para invocar a sus siete satélites principales , ministros de los siete
ilones infernales. Remedando Apolo en sus oráculos las formas bíbli
cas , habla asi : • Acuérdate de invocar al mismo tiempo á Mercurio
y al Sol en el dia consagrado al Sol ; después á la Luna en su dia pro
pio ; luego á Saturno ; finalmente a Venus. Emplearás las palabras
misteriosas encontradas por el más grande entre lodos los magos , el
ito/ de los siete dones, muy conocido de todos.... siempre llamaras
por siete veces en alta voz a cada uno de los dioses (l).»
Fácil seria multiplicar los testimonios ; mas ¿para qué? Los que
saben, ya los conocen. Mejor es concluir ya diciendo con Eusebio :
¡ Con citas de estas el filósofo eximio y teólogo singular de los griegos
é intérprete de sus misterios ocultos , dio á conocer la filosofía de los
oráculos como comprensiva de las enseñanzas secretas de los dioses;
ruando lo que verdaderamente pone de manifiesto no son más que las
asechanzas que los demonios mismos ponen á los hombres con sus
malignas artes y astucia (2).»
La inspiración satánica , á la cual se debe en su conjunto y en sus
mas pequeños detalles la religión pagana de los pueblos de la anti
güedad , prescribe con la misma autoridad y reglamenta con idéntica
precisión los cultos idolátricos de los pueblos modernos. Preguntad
á los sacerdotes , ó , como se dice hoy , á los médiums , que presiden
a esas diferentes formas de religión: todos os dirán que vienen de
los espiritus , de los manes ó de algún personaje amigo de los dioses
y encargado de revelar a los hombres la manera de honrarlos ; y en
esto no mienten. Satanás es siempre el mismo , y reina en esos pue
blos desventurados con el mismo imperio que en otros tiempos tuvo
en estas mismas tierras que nosotros habitamos.

0) Mercurium ac Solem simal appellare memento ,


Luce sacra Solí; tum Lunam ubi venerit ejus
Nota djea ; Saturnum exin , Natamque Dione ,
Vocibus arcanis , quas maximus illo magorum ,
Septisonae dominus reperit , notissimus ídem
Omnibus....
Magna quemque deum, ac septena voce vocabis.
(Id., ib. , xiv.)
(2) Haec illa snnt, iisdemque genuina, quibus oraculorum philosophiam,
quasi arcana deorum responsa continentem , eximias Graecorum philoso-
phus, idemque theologus singularis, ac reconditorum mysteriorum interpres
Ulustravit; seu verius insidias ab scelerata daemonum arte ac versutia, homi-
nnm generi compáralas palam enuntiavit. (Id. , ib.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Asi las formulas sagradas de los habitantes del Thibet , de loL_
chinos, de los negros del África , de los salvajes de América y Ücea-
nía , sus ritos misteriosos , sus prácticas sucesivamente vergonzosas
y crueles y ridiculas , la distinción de días buenos y malos , igual
mente que la forma extraña, fea , horrible ó lasciva de sus Ídolos, no
deben imputarse a la malicia natural del hombre , ni al capricho de
los sacerdotes, ni a la imaginación ó impericia de los artífices (1).
Todo viene de sus dioses , y todos sus dioses son demonios : Omnes
diigentium daenumia. Dios lo ha dicho. (Ps. xcv.)

(t) ¿Quién creerá que, por ejemplo , los chinos, por más chinos que se
les suponga, no podrían representar á sus dioses más que con ridículos figu
rones ó [dolos monstruosos? «En China, escribe un misionero, el (dolo
principal es ordinariamente de un grandor prodigioso , con la cara hinchada,
el vientre desmesuradamente grande, larga barba postiza y otros aditamentos
del mismo jaez.... Encontramos en una pagoda varios (dolos do doce pies
de altura, ouyo vientre tenía por lo menos 18 pies de circunferencia.»
(Annal., etc., n.° 72 , p. 481 ; n.° 95 , p. 341.)—Lo mismo puede decirse de to
dos los pueblos idólatras, antiguos y modernos.
r

CAPÍTULO XX.

(Continuación del anterior.)

Scmabio.—El sacrificio : es el acto religioso más significativo y el más inex


plicable.—Comprende dos misterios : un misterio de expiación , y otro
de renovación: un misterio de muerte, y otro de vida.—Tristeza y ale
gría: dos caracteres del sacrificio.—Manifestaciones de la alegría : dan
zas, cantos, festines.—Triple manducación de la victima .—Parodia sata-
nica de todas estas cosas.—Como el Rey de la Ciudad de! bien , también
el de la Ciudad del mal exige sacrificios.—Determina su materia y todas
las circunstancias ; nuevo testimonio de Porfirio.—En odio al Verbo en
carnado manda el sacrificio del hombre.—Paralelismo : el Chivo emisario
de los Judíos y las Thargelias de los Griegos.—Los mismos sacrificios en
tre los pueblos paganos , antiguos y modernos : testimonios.

Entre todos los actos religiosos, el sacrificio es , sin disputa , el


más significativo y á la vez el mas inexplicable.
El más significativo. Ninguno ensalza tanto la gloria de Dios :
porque ninguno proclama tan elocuentemente su soberano dominio
sobre la vida y la muerte de todo lo que existe. Por esto , asi en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento , el Señor se reserva el sacri-
licio para sí solo : por esto hiere con sus rayos al temerario que osara
atribuírselo á si mismo ó á otro cualquier ser (1) : por esto no disi
mula el placer misterioso que tiene en el olor de las. victimas ; por
esto , en fin , exige sacrificios perpetuamente (2).
El más inexplicable. Ninguno revela más evidentemente su ori
gen sobrenatural. Jamas las luces de la razón llegarán á descubrir
cómo el pecado del hombre se pueda borrar con la sangre de una hos
tia. Como todo es aqui divino , se comprende que nada se ha dejado
al arbitrio del hombre. Y asi vemos que en la Ciudad del bien la elec-

(0 Quiimmolat diis occidetur, praeterquara Domino solí. (Exod., rx, 20.)


(i) Véase la mayor parte de los capítulos del Lirilioo y de los .Vúmero».
224 . TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ción de las victimas , sus cualidades y número , el modo de ofrecer
las , el dia y la hora del sacrificio , la preparación de los sacerdotes y
la disposición del pueblo , en una palabra , todo lo que de lejos ó de
cerca se refiere a este acto solemne , ha sido divinamente inspirado,
prescrito y reglamentado.
Ahora bien : el sacrificio encierra dos misterios : un misterio de
expiación y otro de renovación , uno de muerte y otro de vida.
Misterio de expiación. Al ofrecer a la muerte un ser cualquiera,
el hombre confiesa, por una parte, que él es quien merecería ser inmo
lado, y que la victima no es más qne su representante: por otra
parte , proclama su absoluta dependencia de Dios , la necesidad que
tiene de Él , y la gratitud de que le es deudor por la vida y por todos
los medios de conservarla.
Misterio de renovación. Por la protesta auténtica que el hombre
hace de su culpabilidad y su nada , se coloca en las verdaderas rela
ciones que tiene con Dios , y asi se rehace y se regenera.
De aqui provienen dos caracteres invariables de los sacrificios :
una tristeza solemne , acompañada ó seguida de una alegría que se
suele manifestar con las demostraciones más inequívocas , la danza,
el canto y los festines (1).
Sin embargo, el festín es mas que un signo de alegría. El sacri
ficio no es útil al hombre , sino en cuanto el hombre participa de la
victima. Asi lo enseña la fe de todos los pueblos, fundada en la natu
raleza misma del sacrificio. Pues bien : al comer el hombre la carne

(I) Lo mismo que la música , la danza es un lenguaje divino en su ori


gen y en su objeto. Por esto todos los pueblos danzaron en honor de su?
dioses. David danzaba en honor del Dios verdadero. En la Iglesia católica
se ha danzado también durante muchos siglos en las solemnidades religio
sas. Satanás se apoderó de la danza, y todos los pueblos, bus esclavos,
danzaron en su honor , desde los Corybantes de Grecia y los Saltantes de
Roma, hasta los Derviches de Stambul, y desde los Juníperos y Metodistas
hasta los sectarios de Vandux.—Se lee en Dionisio de Halicarnaso , lib. n,
cap. xvm : t Los Romanos les llaman Saltantes (sacerdotes de este nombre) a
causa de su continuo movimiento y agitación ; pues usan la palabra salirt
para decir danzar y saltar : por esto mismo llaman salilores á todos los demás
danzantes, tomando el nombre de estos del de los Saltantes , porque saltan
ordinariamente al danzar. Mas cualquiera podrá juzgar por lo que hacen
si yo no he explicado bien la etimología de su nombre ; puesto que danzan
en cadencia , al son de la flauta , del todo armados , á veces juntos , á veces
unos tras otros: y al mismo tiempo que danzan, cantan algunos himno*
del país.i
HISTOBIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 225
inmolada , so la asimila , y en cierto modo él se hace victima. Tal es
la manera mas enérgica de proclamar que es él , y no la victima,
quien debía perecer. De aqui el uso universal de la manducación en
lodos los sacrificios. Sitio que unas veces es material , moral otras y
otras figurativa. Material , cuando se come realmente la carne de la
victima ; moral , cuando en su lugar se comen frutas.ó tortas, que se
ofrecieron cón ella ; figurativa, cuando se participa de la comida dada
cón ocasión del sacrificio. Tales son en la Ciudad del bien las leyes,
naturaleza y circunstancias de este gran acto.
El Rey de la Ciudad del mal , con habilidad sobrehumana , se apo
deró de todos estos datos divinos y los hizo servir en provecho pro
pio. El sacrificio es la proclamación auténtica de la divinidad del ser
a quien se dirige : Satanás, que quiere ser tenido por Dios, ha hecho
que se lo ofrezcan ; y hasta en los más menudos detalles remeda á
Jehová. «Los demonios quieren ser dioses, dice Porfirio, y el jefe
que manda en ellos aspira á reemplazar al Dios supremo. Se deleitan
en las libaciones y el humo de las victimas , que á un mismo tiempo
alimentan su sustancia corporal y espiritual. Ellos se nutren de los
vapores y del vaho de los sacrificios ; y esto de diferente modo , se
gún la diversidad de su naturaleza , y adquieren nuevas fuerzas por
la sangre y el humo de las carnes quemadas (1).»
San Agustín y Santo Tomás nos dan el verdadero sentido de las
palabras de Porfirio , explicándonos la naturaleza del placer que los
demonios experimentan en el olor de las victimas. < Lo que se esti
ma en el sacrificio no es el valor del animal inmolado, sino lo que
significa , es á saber, el honor que se tributa al Soberano Señor del
universo. De donde proviene esta palabra : « No se gozan los demo
nios en el olor de los cadáveres, sino en los honores divinos (2).:
Satanas no se contenta con exigir sacrificios : como el verdadero
Dios, se permite determinar su materia y dictar todas las ceremonias.

(I) I luí «ni enim proprium mendacium eat, cum et omnes dii esse velint,
et princeps eorum virtutis summi numinis existimationem affectet. lili enim-
vero sunt , qui et libationibus et nidoro camium delectantur , quo utroque
apirituum corporumque genus saginatur. Vitam enim ut vaporibus exhalatio-
nibusque sustentat, idquemodo pro eorum diversitate diverso, ita vires eangui-
nis carniumque nidore confirmat. (Apud Euseb., Pratji. Evang., lib. iv, c. xxH.)
(S) In oblatione sacrificii non pensatur pretium obeisi pecoris, sed si-
gmficatio , qua fit in honorem summi rectoris totius universi. Unde sicut
Augustinus dicit (Be ci'r. Dei. , lib. x , c. xix): «Daemonea non cadaverinas
nidoribus , sed diviois honoribus gaudent.» (2. 2. , q. lxxxiv, arl. 2.)
TOMO I. 15
226 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Después (le haber jurado decir la verdad sobre los misterios demonia
cos, Porfirio se expresa en estos términos: t Voy, pues, á transcribir
los preceptos de la piedad y del culto divino, pronunciados iior el
oráculo. Este oráculo de Apolo expone el conjunto y la división de los
ritos que se deben observar con cada uno de los dioses.
»AI entrar en una calle que haya trazado algún Dios propicio,
acuérdate de cumplir religiosamente los ritos sagrados. Inmola una
victima á las divinidades felices , a los que habitan en las alturas del
cielo, á los que reinan en los aires y en la atmosfera llena de vapores,
á los que presiden en el mar y á los que hay en las sombras profundas
del Erebo, porque todas las partes de la naturaleza están bajo la pro
tección de los dioses que la llenan. Voy en seguida á cantar la ma
nera con que las victimas deben de ser inmoladas. Inscribe mi oráculo
en tablillas vírgenes.
»Á los dioses Lares tres victimas : a los dioses celestiales otras
tres; mas con esta diferencia, tres victimas blancas á los dioses celes
tiales, tres de color de tierra á los Lares. Partiras en tres trozos las
victimas de los dioses Lares ; las de los dioses infernales las enterra
rás en una fosa profunda con su sangre bien caliente. Á las Ninfas les
harás libaciones de miel y de los dones de Baco. En cuanto á bis dio
ses que circulan alrededor de la tierra, la sangre ha de inundar sus
altares por todas partes , y que un pájaro entero sea echado en el fuego
sagrado; pero, ante todo, conságrales tortas de miel y harina de
cebada , mezcladas con incienso y emborrazadas de sal y frutas.
Cuando vayas á sacrificar á la orilla del mar, inmola un pajaro y
tíralo entero en lo profundo de fas olas.
«Una vez cumplidas todas estas cosas según los ritos, acércale á
los coros inmensos de los dioses celestiales. Dales á todos el mismo
honor sagrado : que la sangre mezclada con harina corra á borbollo
nes y forme balsas : que los miembros consabidos de las victimas
queden como parte de los dioses ; echa las extremidades á las llamas
y sea el resto para los convidados. Con el humo agradable de que
llenaras los aires, haz subir hasta los dioses tus súplicas fervorosas (1).»
Estos son, con otros muchos, los ritos obligatorios de los sacri
ficios exigidos por el Rey de la Ciudad del mal. Todos son un remedo
sacrilego de las prescripciones religiosas del Rey de la Ciudad del

(I) Hoc age rite memor , Superum qui numine dextro es


Hoc iter aggressus : felicibua hostia divis , etc.
(tbid., lib. ív , c. ix.)
HISTORIA RELIGIOSA DE I.AS DOS IHL'DADES.
l)ien. La imaginación retrocede con espanto ante la muchedumbre
incalculable de animales de toda especie, ante la suma fabulosa de
riquezas de todo género, robadas á la pobre humanidad por su odioso
é insaciable tirano ; y, sin embargo, aspirar el perfume de los mas
preciosos aromas, saborear la ofrenda delos frutos más hermosos,
beberse á grandes tragos la sangre de los animales escogidos , es poco
todavía para él ; necesita de la sangre del hombre.
La historia de los sacrificios humanos revela en sus últimas pro
fundidades el odio del gran homicida contra el Verbo encarnado y
contra el hombre, su hermano. Este odio no puede ser, ni más intenso
en su naturaleza , ni más extenso en su objeto. Por una parte, llega
hasta donde puede llegar , á la destrucción ; por otra , el sacrificio
humano ha dado la vuelta al mundo. Esta todavía vigente en todas las
partes donde reina sin oposición el Rey de la Ciudad del mal. Tanto
valdría entretenerse en probar la existencia del sol, como acumular
pruebas de este monstruoso fenómeno. Nos contentaremos con recor
dar algunos hechos á propósito para hacer ver hasta dónde lleva Sa
tanás la parodia de las instituciones divinas, su sed inextinguible de
sangre humana y su preferente afición, libre ó forzosa, á la figura de
la serpiente.
Entre los ritos sagrados prescritos á Moisés, no sé si habrá algu
no mas misterioso y célebre que el del chivo emisario. Dos chivos,
criados para esto, eran presentados al Sumo Sacerdote á la entrada
del Tabernáculo. Cargados con todos los pecados del pueblo, el uno
era inmolado en expiación; el otro echado al desierto, para signifi
car el alejamiento de los castigos merecidos. El sacrificio se verifica
ba una vez al año, por el otoño, en la fiesta solemne de las Expia
ciones.
El Rey de la Ciudad del mal se apresura a remedar esta institu
ción divina. Pero la remeda á su manera : en lugar de la sangre de
un chivo, exige la de un hombre. Escuchemos á los mismos paganos,
que con fría calma refieren la horrible costumbre. En las repúblicas
de Grecia, y señaladamente en Atenas, se alimentaban por cuenta del
Estado algunos hombres viles é inútiles. Cuando sobrevenía una peste,
hambre ó cualquier otra calamidad, iban y cogían dos de estas victi
mas, y las inmolaban para purificar la ciudad y librarla de la plaga.
Estas víctimas se llamaban demosioi^ alimentados por el pueblo ; phar-
makoi, purificadores ; katarmata, expiadores.
Era costumbre inmolar dos a la vez : uno por los hombres y otro
por las mujeres, con el fin sin duda de hacer más completa la paro
228 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
día de los chivos emisarios. El expiador por los hombres llevaba ua¿£.
collar de higos negros ; el expiador por las mujeres lo llevaba de higos
blancos. Para que todo el mundo pudiera disfrutar de la fiesta, s&i
escogía un lugar cómodo para el sacrificio, l'no de los archontas ó prin-'í!
cipales magistrados estaba encargado de cuidar de todos los prepara-':,1
tivos y velaba sobre lodos los detalles. Poníase en marcha el cortejo, -
acompañado de coros de músicos muy bien ensayados y soberbia-' *
mente organizados. Durante el trayecto , se golpeaba siete veces á las S'
victimas, con ramas de higuera y con cebollas silvestres, diciendo á ..
cada uno : Sé nuestra expiación y nuestro rescate.
Llegados al lugar del sacrificio, los expiadores erau quemados en '
una hoguera de leña borde, y sus cenizas se arrojaban al viento en el
mar, para que se purificase la ciudad infestada. De accidental que £
era al principio la inmolación, se hizo periódica y recibió el nombre
de fiesta de las Thargelias. Se celebraba en otoño y duraba dos días, ¿'
en los cuales los filósofos solemnizaban en alegres festines el naci- ¿
miento de Sócrates y Platón. De este modo todos los años y en el mis- •»
mo tiempo, mientras el verdadero Dios se contentaba con la sangre
de un chivo, Satanas se hacia ofrecer la sangre de dos hombres (1). ¿
En la misma categoría se puede poner el sacrificio anual que los >
atenienses ofrecían a Minos.
Habiendo los atenienses hecho morir á Audrogeo, fueron segados^ £
por la peste y el hambre. El oráculo de Delfos, preguntado sobre la
causa de esta doble calamidad y los medios de remediarla, respondió:
« La peste y el hambre cesarán, si designáis por suerte siete manee- "i
bos y siete vírgenes, para Minos : los embarcaréis en la mar sagrada
en represalias de vuestro crimen. De este modo os haréis propicio al
DiosLas
(2).desventuradas
» victimas eran llevadas a la isla de Creta y en- -

(I) Aúnales, Julio de 1861, p. 46 y sig.—¿Se querrá creer que lo*


diccionarios griegos clasico;, en lugar de dar á las palabras su verdadera . ..
significación , gustan más de admitir contrasentidos , que de revelar estos
detalles abominables? Así es como el Renacimiento engaña á la Europa
cristiana sobre la historia de la bella antig úedad. (Id., ibid.J
(i) Tum vos dirá fames , atque inclementia pestis
Dcseret, ac tristes melior deus exuet iras ,
Cum vestro e numero , scelerisque piacula vestri
Quos sors cumque petet , sen mas seu fdmina ceiat ,
Corpora pontus agat magni Minois ad urbem.
(Ei Oekomao, spud Euieb., Prnep. Evang. ,'lib. v, c. tix-)
'H
HISTOltíA RELIGIOSA DE t.A3 DOS CIUDADES. ¿29
cerradas en un laberinto , donde eran devoradas por un monstruo,
mitad hombre, mitad toro, que no se alimentaba más que de carne
humana. «¿Qué es, pues, ese Apolo, ese dios salvador á quien consul
tan los atenienses?» pregunta Eusebio a los autores paganos, histo
riadores del hecho. « Sin duda exhortará á los atenienses á que se
arrepientan y practiquen la justicia.... ¡ Bastante cuidado tiene él de
eso! ¿ Qué les importan esas cosas á esos excelentes dioses , ó , mejor
dicho , á esos perversisimos demonios? Necesitan, por el contrario,
acciones crueles, feroces, inhumanas, añadiendo, como dice el pro
verbio , peste á la peste , muerte a la muerte.
»Apolo les manda enviar cada año al Minotauro siete jóvenes de
cada sexo, escogidos de entre sus hijos. ¡ Por una sola victima, catorce
victimas candidas é inocentes ! Y no por una vez sola , sino para siem
pre ; de modo que hasta el tiempo de la muerte de Sócrates , es decir,
más de quinientos años después, el odioso y atroz tributo no se habia
suprimido todavía entre los atenienses. Efectivamente: esta fiesta fué
la causa de haberse retardado la ejecución de la sentencia capital
dictada contra aquel filosofo (1). »
Ademas de ostas inmolaciones periódicas, los atenienses no vaci
laban , en circunstancias difíciles , lo mismo que los demás pueblos de
la bella antigüedad, en recurrir , á petición de los dioses, á los sacri
ficios humanos. Era el momento de dar la batalla á la armada de Xer-
xes. «Mientras Temistocles, escribe Plutarco, ofrecía sacrificios á los
dioses en el navio almirante, le fueron presentados tres jóvenes pri
sioneros de extraordinaria hermosura, magníficamente vestidos y
cargados de adornos de oro. Decíase que eran los hijos de Sandax,
hermana del Rey y de un príncipe llamado Artaycto.
» Al momento que el adivino Euphranlides los vió, observó que
una llama pura y clara salía de en medio de las victimas, y un estor
nudo dio augurio á la derecha. Entonces , apoyando su diestra sobre
Temistocles, después de invocar á Baco Omestes (comedor de carne
cruda), le ordeno que inmolase aquellos jóvenes, asegurándole que
la victoria y la salud de los griegos quedarían aseguradas. » Temisto
cles parece que vacila; pero los soldados quieren que se siga el pare
cer del adivino, y los jóvenes son inmolados (2).
Del mismo modo que los griegos , los romanos tenían también sus

(1) Praip. Ecang., lib. v, o. x.


(2) ¡n TUemlei., 0. xiII, n.°3.
23tí TOATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ex piadores públicos. Eran víctimas de antemano escogidas y dedica
das. En las calamidades públicas los iban á coger, para inmolarlos,
a los lugares donde eran alimentados, como el carnicero va al prado
ó a la feria, en busca del buey que necesita para el matadero (1).
La capital de la civilización pagana, Roma, sacrificó victimas hu
manas hasta el advenimiento del Cristianismo; y entre los sacrifica-
dores cuenta Dión Casio al hombre más eminente de la antigüedad,
Julio César. «Acabados los juegos que hizo celebrar después de sus
triunfos (en los que fué inmolado Vercingetorix), los soldados se
amotinaron. El desorden no cesó sino cuando Julio Cesarse presentó
en medio de ellos, y agarró por su manoáuno de los amotinados para
entregarlo al suplicio. Este hombre fué castigado por ese motivo ; pero
otros dos fueron además inmolados por ria de sacrificio. Y lo fueron en
el campo de Marte por los pontífices y el sacerdote de Marte (2). » Aña
damos con Tito Livio que el cónsul , el dictador y el pretor, cuando
imprecaban á las legiones enemigas, no podían dedicarse á si mis
mos; pero podían dedicar el ciudadano que quisieran escoger de al
guna legión romana (3).
Los romanos y los griegos jio eran más que imitadores de los
pueblos orientales, y especialmente de los fenicios. Vecinos éstos de
los judíos, cuyos ritos sagrados conocían, pudieron, en efecto, reci
bir desde el principio, y aceptar sin resistencia, el remedio diabólico
del chivo emisario. «Era antiguo uso de este pueblo, dice Filón de
Byblos, que en los grandes peligros, para evitar una ruina univer
sal , los jefes de la ciudad o nación entregasen los más queridos de
entre sus hijos , para que fueran inmolados á manera de rescate á los
dioses vengadores. Asi fué cómo Cromo, rey de este, país , viéndose
amenazado de una guerra desastrosa , inmolo él mismo a su hijo único

(1) Hic ergo hircus emissarius erat quaei anathema , catharma et piacu-
lum populi,cui populus per manum pontificia omnia sua peccata imponebat,
ut ¡fie lis onustas , ea secum extra castra iti deierlum eflerret : perinde ac
Komani et Oraeci tempere communis pestis autluis nomines peculiares seli-
gebant , eosque necando diis devovebaut ad cladem evertendam. Cor. a
Lap., fn Ltvil., xvi, 10 ; et Dyo». Halicarn., apud Euwtt., Praep. Bcang., lib. IT,
c. xvi.)
(2) Hist. Rom., xliii, c. 24.
(.1) Illud adjiciendum videtur , licere consuli dictatorique et praetori,
qunm legiones hostium devovcat, non utique se , sed qu°m velit , ex legione
romana icripta civem devovere. (Lib. vm, c. 10.)—Todos los juegos del anfi
teatro en honor de Júpiter Lacia! comenzaban por un sacrificio humano.
w
HIST01UA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 2.3*
sobre el ara que levantó al efecto. La inmolación do la victima era
acompañada de ceremonias misteriosas (1).»
El Rey de la Ciudad del mal continúa su sangrienta parodia en
todos los lugares en que el Cristianismo no ha destruido su imperio..
Las Thargelias subsisten todavía entre los Condes, pueblo de la India,
en la misma forma poco más ó menos que hemos visto se hacían en
- Grecia , tres mil años ha. Allí se engordan niños á quienes se mata a
centenares en la primavera, y cuya sangre, rociada en los prados, se
cree que tiene la virtud de fecundizarlos.
Con fecha 6 de Setiembre de 1850 , escribía el obispo de Olene,
Vicario apostólico de Visigatapán (India Inglesa) : i El gobierno in
glés ha creído deber llevar la guerra hasta los hogares de los Condes,
y he aquí la razón. Los sacrificios humanos se usan todavía en este
pueblo desventurado. Cón ocasión de una solemnidad ó de una des
gracia, en la época dela sementera sobre todo, inmolan niños de
ambos sexos ; para este fin se hacen como depósitos de estas inocen
tes victimas , para que sirvan en las diferentes circunstancias.... Todo
pretexto es bueno para esta carnicería : una calamidad pública , una
enfermedad grave , una fiesta de familia , etc.
*Ocho días antes del sacrificio, el desgraciado niño o adolescente
que tiene que hacer el gasto, es atado fuertemente. Se le da de comer
y de beber todo lo que él quiere. Durante este intervalo, los pueblos
vecinos son invitados á la fiesta , y concurren en gran número. Cuando
se ha reunido toda la gente , es conducida la victima al lugar del su
plicio. Generalmente se procura ponerla en estado de embriaguez.
Después de haberla sujetado, la muchedumbre danza alrededor. Á
una señal dada , cada uno de los asistentes corre á cortar de la victima
un pedazo de carne y se la lleva : la victima es despedazada viva. El
pedazo que cada uno corta debe palpitar : asi , caliente y chorreando
sangre, es llevado á toda prisa al campo que se quiere fecundizar.
Tal es la suerte reservada acaso á los mismos que me hablaban , y
sin embargo, estuvier on bailando gran parte de la noche (2). »
Los mismos sacrificios se encuentran entre ciertos pueblos maho-

(I) Apud veteres , in more positum erat , ut in summis reipublicae cala-


mitatibus , penes quos aut civitatis , aut gentis imperium esset , iis , libero-
rum suorum carissimi , ultoribus daemonibus , jugulati , sanguino , quasi
pretio , publicum exitium interitumqne redimerent. Qui vero tune ad sacri-
ficium devovebantur ,eoi mystieis quibusdam caeremomis jugulabant. (Apudr
Euseh.. fratp. Evong., lib. IV , c. xVI.)
(i) AnnaUi de ¡a Pro?, de la Fot , n.' 138, pág. 402 y sig.
•232 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
metanos del Africa oriental. < En una ciudad árabe que yo conozco (1),
escribe un misionero , visité la casa en que hace cuatro años fueron
inmoladas tres doncellas para ahuyentar una calamidad que amena
zaba la comarca. Este acto de barbarie no era cosa de uno solo, sino
el cumplimiento de una resolución tomada en consejo por los magna
tes del pais. Sé de buena tinta , y presentando los testigos podría pro
barlo , que estas infelices victimas de la superstición musulmana fueron "
divididas á pedazos, y sus miembros llevados y enterrados en dife
rentes puntos del territorio amenazado (2). » Horrores semejantes se
cometen en la China y en la Oceanía : Satanás es el mismo siempre y
en todas partes (3).
El género particular de sacrificios que acabamos de señalar, no
da más que una idea muy imperfecta de su insaciable sed de sangre
humana. Para conocerla un poco mejor, es menester recordar que
los sacrificios humanos han existido en todas partes por espacio de
dos mil años ; que se han practicado en grande escala ; que los jue
gos del anfiteatro, donde perecían en un solo día muchos centenares
de victimas, eran fiestas religiosas; que bajo el imperio de los Césa
res estas fiestas se reproducían varias veces en la semana ; que había
anfiteatros en todas las ciudades importantes del imperio romano;
que el sacrificio humano tenia lugar también fuera de las fronteras
de este imperio; que en América excedió todas las proporciones co
nocidas; en fin, que la misma carnicería continúa al presente, en
todos los lugares que permanecen bajo la dominación completa del
príncipe de las tinieblas.
En 1447, treinta y cuatro años (4) antes de la conquista española,
tuvo lugar en Méjico la dedicación del Teocalli, ó templo del Dios de
la querrá, por Ahuitzotl, rey de Méjico. Jamas en ningún pais se
había visto tan espantable carnicería para bonrar á la divinidad. Los
historiadores indígenas, á quienes no se puede acusar ni de ignoran
cia ni de parcialidad en esta ocasión , elevan hasta 80,000 el numero
de las víctimas humanas inmoladas en esta festividad , de que hacen
la descripción siguiente :
«El Rey y los sacri Picadores subieron á la plataforma del templo. El
monarca mejicano se colocó al lado de la piedra de los sacrificios, en

(1) Annal., id., marzo 1863 , pág. 132.


(2) Ann. de la Propag. dt la Foi , n.° 138, pág. 377 , 380.
(3) IMd., n.° 116 , pag. 49 , etc., «te.
(*) La conquista de Méjico fué el año 1519. (Nota del Traductor.)
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. Í33
un sitial adornado de figuras horribles. Á una señal dada por una mú
sica infernal , los cautivos comenzaron á subir las escaleras del teoca-
lli ; iban en traje de fiesta y con la cabeza adornada de plumas.
»Á medida que llegaban arriba , cuatro ministros del templo, con
(a cara pintorreada de negro y las manos teñidas de rojo (imágenes
vivas del demonio), agarraban la victima y la tendían sobre la piedra
á los pies del trono real. El Rey se prosternaba, volviéndose sucesi
vamente á los cuatro puntos cardinales (parodia de la señal de la
cruz)-; él le abría el pecho, le arrancaba el corazón , que presentaba
palpitante á los mismos cuatro puntos, y lo entregaba en seguida á los
sacrificadores. Estos iban a echarlo en el quanhxicalli , especie de
dornajo hondo destinado para este uso sangriento. Concluían la cere
monia rociando á los cuatro puntos cardinales la sangre que les que
daba en las manos.
«Guando por las muchas victimas que había inmolado de este modo,
el Rey se había fatigado, presentaba el cuchillo al gran sacerdote, des
pués éste á otro, y asi sucesivamente, hasta que sus fuerzas se habían
agotado. Según las memorias de aquel tiempo, la sangre corría á lo
largo de las escaleras del templo, como corre el agua durante los cha
parrones tempestuosos del invierno, y los ministros parecía que iban
vestidos de escarlata. Esta hecatombe espantosa duró cuatro días, Te
nia lugar á la misma hora y con el mismo ceremonial en los princi
pales templos de la ciudad ; y los señores más principales de la corte
llenaban en ella , con los sacerdotes , las mismas funciones que Ahuit-
zotl en el santuario del dios de la guerra. Los reyes tributarios y los
grandes que habían asistido al sacrificio, quisieron imitarlo en la de
dicación de algunos templos. No se economizó la sangre humana. Un
autor mejicano, Ixtlilxochitl, estima en más de 100,000 el número
de victimas inmoladas aquel año. »
. El río de sangre humana , que en ciertas circunstancias se conver
tía en un gran lago , no cesaba nunca de correr. Como los griegos,
romanos, galos y otros pueblos de la antigüedad , los mejicanos tenian
también sus Thargelias. En medio de un espeso bosque se encontraba
el subterráneo consagrado á Pétela, principe de los tiempos antiguos.
Debajo de sus sombrías Ixivedas el viajero contempla con estupor la
boca humeante de un abismo sin fondo, en que se precipitan con es
truendo las aguas de un rio. Allí se llevaban en pompa, en los momen
tos de prueba, los esclavos ó los prisioneros cautivados con este in
tento. Cubríanlos de flores y ricas vestiduras, y los precipitaban en
el abismo envueltos en nubes de incienso, que se enviaba al ídolo.
234 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos los meses del año estaban señalados con sacrificios huma
nos. El que corresponde á nuestro Febrero era el consagrado á los
Genios de las aguas. Se compraban para el sacrificio niños pequeña
tos, que muchas veces eran espontáneamente ofrecidos por los mis
mos padres, á fin de obtener para la próxima sementera la humedad
necesaria para fecundizar la tierra. Llevaban a los niños á las cimas
de las montañas en que se forman las tempestades, y allí los inmo
laban ; pero siempre reservando algunos, para sacrificarlos ai comen
zar las lluvias. El sacerdote les abria el pecho y arrancaba el corazón,
que se ofrecía á la divinidad en sacrificio de propiciación , y sus tiernos
cuerpecitos eran en seguida servidos en un festin de caníbales á los
sacerdotes y la nobleza.
Otro mes se llamaba el desollamiento humano. Era su patrón Xipé,
el calvo ó el desollado, dicho también Totee, es decir, Núestro Señor,
que murió joven y de muerte desgraciada ( remedo evidente de .Nues
tro Señor Jesucristo). Esta divinidad inspiraba a todos un gran
horror. Se le atribuía el poder de causar á los hombres las enferme
dades que ocasionan más fastidio (medio infernal de hacer detestar al
Crucificado); se le ofrecían también diariamente sacrificios humanos.
Las victimas conducidas á sus altares eran levantadas por los cabe
llos hasta el terrado superior del templo. Asi suspendidas, los pres
bíteros las desollaban vivas, se revestían con su ensangrentado pellejo,
y se iban por la ciudad á pasear el honor del dios. Los que presenta
ban las victimas tenían obligación de ayunar los veinte días anterio
res, después de lo cual se regalaban con una parte de la carne de las
mismas (1).
Citemos todavía la fiesta de las Costumbres, en el reino de Dnho-
mey , del África occidental. He aqui la relación escrita en 1860 por uu
viajero europeo, testigo ocular de lo que cuenta : « El 16 de Julio se
presenta al Rey un cautivo fuertemente amordazado. El Rey leda en
cargos para su padre difunto ; hace que le entreguen para el viaje
una piastra y una botella de aguardiente de azúcar, después delo
cual se le despacha. Dos horas después , cuatro nuevos mensajeros
parten en las mismas condiciones. El 2.3 asisto al nombramiento de
veintitres oficiales y músicos, que van á ser sacrificados para jasar al
servicio del Rey difunto. El 28 inmolación de catorce cautivos, cuyas

(1) Uhl. des nalioni civiUtées du Meaique , por el al ate Brasseur de Bour-
oug. (Tomo m , pág. 341.)
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 235
cabezas son llevadas á diferentes puntos de la ciudad al son de una
gruesa campanilla.
El 29 se preparan á ofrecer á la memoria del rey Ghezo las vic
timas de costumbre. Los cautivos llevan una mordaza en forma de
cruz, que debe hacerles sufrir enormemente : con su aguda punta se
les pasa la boca y se les aplica en la lengua, lo que les impide do
blarla, y por consiguiente gritar. Estos desventurados, casi todos
llevan los ojos saltados fuera de sus órbitas. No cesan los cantos, ni
tampoco la matanza. Durante la noche del 30 al 31 han caído más de
quinientas cabezas. Varios fosos de la ciudad están llenos de cadáve
res. Los dias siguientes continúa la misma carnicería.
iLa tumba del último Rey es una gran caverna excavada en la
tierra. Ghezo está en medio de todas sus mujeres, las cuales, antes de
envenenarse, se han colocado alrededor de él según el puesto que ocu
paban en su corte. Estas muertes voluntarias se pueden elevar al nú
mero de seiscientas.
iEl 4 de Agosto exhibición de quince mujeres prisioneras, desti
nadas á cuidar del rey Ghezo en el otro mundo. Se las matará esta
noche de una puñalada en el pecho. El 5 está reservado á las ofrendas
del Rey. En ellas figuran quince mujeres y treinta y cinco hombres
amordazados y encordados, con las rodillas encogidas hasta la barba,
los brazos sujetos á las piernas , y metidos cada uno en un canasto que
se lleva sobre la cabeza : el desfile ha durado hora y media. Era un
especticulo diabólico ver la animación, los gestos y las contorsiones
de toda esta negrería.
sDetrás de mi había cuatro magníficos negros haciendo las fun
ciones de cocheros alrededor de una pequeña carroza , destinada á ser
enviada al difunto en compañía de estos cuatro infelices. Ellos igno
raban su suerte. Cuando han sido llamados, se han adelantado triste
mente , sin proferir una palabra : uno de ellos tenia dos gruesas lágri
mas, que á manera de perlas se deslizaban por sus mejillas. Han
sido muertos los cuatro, como se mata un pollo, por el Rey en per
sona.... Después de la inmolación, el Rey se ha subido á un estrado,
ha encendido su pipa y dado la señal del sacrificio general. AI momento
han tirado de los machetes, y las cabezas han comenzado á caer. La
sangre corría por todas partes: cubiertos de ella iban los sacrificado-
- res ; y los desventurados que al pie del estrado real esperaban su fatal
vez , estaban como teñidos de rojo.
sEstas ceremonias van á durar todavía mes y medio , pasado el
cual el Rey saldrá á campaña, para hacer nuevos prisioneros y volver
236 THATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
á comenzar su fiesta de ¡as Costumbres (1); para fin de Octubre habrán
de caer todavía de setecientas á ochocientas canezas (2).»
Al rey Ghezo le ha sucedido su hijo el principe Badú. El entroni
zamiento del nuevo monarca ha sido el triunfo de las antiguas leyes,
que han recobrado todo su sanguinario rigor, reclamado por los feti
chistas. «No se ha de creer que la matanza humana se limite a la
grandes festividades. No se pasa un día sin que caigan algunas
zas bajo el hacha del fanatismo. No ha mucho que Europa ha ten
ocasión de estremecerse, al saber que la sangre de tres mil criaturas
humanas había regado el sepulcro de Ghezo. ¡ Ay ! ¡Si no hubieran
sido más que tres mil (3) ! »
No es solamente en Cana , la ciudad santa de Dahomey, sino tam
bién en Abomey , capital del reino, donde tienen lugar estas san-*
grientas tragedias, i Llamados al palacio del Rey, escribe un viajero,
vimos noventa cabezas humanas , cortadas aquella misma mañana;
la sangre corría todavía por el suelo. Estos horribles despojos estaban
de manifiesto á ambos lados de la puerta, para que el público pudiera
verlos bien.... Tres dias después, nueva visita obligada á palacio, é
idéntico espectáculo: sesenta cabezas, recién cortadas, y enfiladas como
las anteriores a los dos lados de la puerta; y tres dias más tarde, otras
treinta y seis. El Rey habia hecho construir en la plaza del mercado
principal cuatro grandes plataformas, desde donde echó algunas con
chas que sirven de moneda , y por las cuales hizo todavía inmolar
sesenta victimas humanas.»
He aquí la forma de este nuevo sacrificio. «Llevaron unos grau-
des canastos, que cada uno contenia un hombre vivo, del cual sólo
la cabeza salia fuera. Los pusieron en línea un momento á la vista del
Rey, y después los tiraron uno tras otro de lo alto de la plataforma al
suelo de la plaza, donde la muchedumbre, danzando, cantando y dando
aullidos, se disputaba estas albricias como en otras partes los chiqui
llos se disputan los confites del bautizo. Todo dahomeyo, bastante
favorecido por la suerte para agarrar una victima y aserrarle la ca-

(1) El reino de Dahomey cuenta cerca de un millón de habitantes.


(2) Anata de la Prof. dt la Ft , Marzo de 1861 , pág. 152 y sig.—El autor
de este relato no es un misionero. A un misionero vimos , que nos confirmó
todos estos detalles , añadiendo que en doce anos que está en Africa se ]
calcular, sin exageración , en 16,000 el número de victimas humanas '
ladas en el reino de Dahomey. (Véase el Voytgi de il. liéfin , médtein i* i
n«, 1862.)
(3) .tnnalei, etc., Mayo de 1862.
RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 837
beza . podía ir al instante á cambiar este trofeo por una sarta de con-
Httnos diez reales próximamente). No me fué permitido reti-
eá mi casa hasta que la última victima fué degollada y se for-
1 en los dos extremos de la plaza dos pilas sangrientas, una de
¡ y otra de troncos (1).»
K' ¿Qué hacen con los cadáveres? La historia nos enseña que siem-
y fct, y en todas partes, la manducación , bajo una ú otra forma,
aconipaña al sacrificio. ¿Qué se hace con los cuerpos de las innume-
i victimas del Moloc dahomeyo ? « Yo he hecho muchas veces esta
unta á dahomeyos de diferentes clases, dice el mismo viajero, y
. nunca he podido obtener una respuesta categórica . No creo antropófagos
fi los dahomeyos.... Posible es, sin embargo, que á la consunción de
i restos vaya unida alguna idea supersticiosa , y que se sirvan en
t y repugnantes ágapes ; mas, lo repito , sobre esto no tengo
i que sospechas, que la vacilación y el embarazo de los negros, á
uieues sobre esto he preguntado, me han hecho concebir.»
Á juzgar por la tiranía absoluta que el gran homicida ejerce sobre
i pueblo desventurado, es más que probable que las sospechas del
trono tardarán en convertirse en horrible certidumbre.
Esta tiranía se revela con el odio al hombre y la sed de su sangre,
'el último rasgo , únieo en la historia. «En la ciudad de Abomey
' eneicuentra el sepulcro de los reyes, vasto subterráneo abierto por
BfíjjiDO de hombres. Cuando muere un rey, se le eríge en medio de
fflHpfeiieva una especie de ceuotafio, rodeado de barras de hierro y
terminado por un ataúd, asegurado con la argamasa hecha con la
sangre de un centenar de cautivos, provenientes de las últimas gue-
''-fífts, y sacrificados para que sirvan de guardia al soberano en el otro
v mundo. El cuerpo del Rey está depositado en ese ataúd , y su cabeza
descarna sobre los cráneos de los reyes vencidos. Á manera de reliquias
¿fte la majestad difunta, se deposita al pie del cenotafio la mayor can-
'¡ posible de cráneos y osamentas.
•Terminados todos los preparativos , se abre la puerta del subte
mineo , y se hacen entrar ocho bailarinas de la corte en compañía de
cincuenta soldados ; bailarinas y guerreros , provistos de cierta can
ad de provisiones , son encargados de acompañar á su soberano en
no de las sombras ; en otros términos , son ofrecidos en sacri-
icio á los manes del Rey difunto. Diez y ocho[meses más tarde , á la
entronización del nuevo Rey , se abre el féretro y se retira la calavera

Tour du Monde', n.° 163, pág. 107.


TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
del Rey muerto. El regente la toma en la mano izquierda , y teniendo
una pequeña segur en la derecha , la presenta al pueblo , proclama
la muerte del Rey y el advenimiento de su sucesor. Con arcilla ama
sada con sangre de victimas humanas se forma uu gran vaso , den
tro del cual el cráneo y los huesos del difunto Rey son definitivamente
encerrados y sellados. En ninguna ocasión el Moloc africano mani
fiesta más su sed de sangre que en esta solemnidad. Millares de vic
timas humanas son inmoladas , bajo pretexto de que lleven al Rey
difunto la noticia de la coronaciun de su sucesor. »
Todos estos horrores se cometen en nombre de la religión, y toda
vía hay de esos grandes talentos, que dicen que todas las religiones
son buenas. ¿Será, pues, indiferente practicar una religión que
prohiba bajo penas eternas alentar contra la vida del hombre, ú otra
que mande inmolar los hombres á millares ? ¿ Serán iguales una reli
gión que proteja al infante como á la niña de los ojos, y otra que
mande á los padres presentar este ser querido al cuchillo del sacri-
ficador, ó arrojarlo vivo en los brazos de una estatua incandescente?
¿Son del mismo modo buenas una religión que condene hasta un
pensamiento malo , y otra que haga de la prostitución pública una
parte de su culto? ¿Una religión que diga : No tomarás , ni siquiera
codiciarás los bienes ajenos , y otra que adore divinidades protectoras
de los ladrones?
Todos estos horrores se cometen hoy mismo á la distancia de algu
nos cientos de leguas de las costas de las naciones civilizadas. ¡ Y la
Europa cristiana , que tiene millares de soldados para hacer guerra
al Papa , no tiene ni uno solo para hacer respetar las más santas leyes
de humanidad! Una sola cosa ha librado á Europa de crueldades
semejantes; una sola cosa impide que vuelvan sobre ella: el Cristia
nismo. [ Y tenemos hoy en Europa millares y millares dé hombres
que no tienen boca sino para insultar al Cristianismo , ni pluma sino
para calumniarlo , ni manos sino para abofetearlo! ¡Ingratos, que
sin el Cristianismo habrían sido tal vez ofrecidos como victimas a
algún Ghezo , ó quemados en un canasto de mimbres en honor de
algún Teutates!
r

CAPÍTULO XXI.

(Otra continuación del anterior.)

Sumario.—Nuevo rasgo de paralelismo entre la religión de la Ciudad del


bien y la de la Ciudad del mal .' la manducación de la victima.—La an
tropofagia : su causa.—Carta de un misionero de África : historia de un
sacrificio humano con manducación de la victima.—Otros testimonios.—
I,a antropofagia entre los antiguos: pruebas.— Otro rasgo da paralelis
mo : el sacrificio mandado por Dios y también por Satanás.—Pruebas de
razón.—Testimonio de Eusebio.—Tirania do Satanás para obtener victi
mas humanas: pasajes de Dionisio deHalicarnaso y deDiodore de Sicilia.

No es solamente en la institución del sacrificio en lo que el Rey


de la Ciudad del mal remeda al de la Ciudad del bien ; sino además
en las circunstancias que acompañan al sacrificio y en la inspiración
misteriosa que lo manda.
Conocidas son la purificación , abstinencia y preparación que en
la Ciudad de Dios han precedido siempre á la ofrenda del sacrificio.
Se conocen igualmente los transportes de alegría , cantares , danzas
y músicas sagradas que lo acompañaban en el antiguo pueblo de
Dios , asi como el regocijo y la pompa de que el pueblo de la ley
nueva lo rodea en las grandes solemnidades.
Inútil parece probar que todo esto se encuentra , sin quitar nada,
si bien desfigurado , en la Ciudad del mal. El hecho es conocido de
quienquiera que tenga la más ligera noción de la antigüedad paga
na (1). Pero hay otro que nos parece que exige una explicación par
ticular. Entre todas las condiciones del sacrificio, la más universal,
porque es la más importante , es la participación de la victima por
la manducación. Hemos dicho que esta manducación es material , mo
ral ó figurativa. Á imitación del verdadero Dios , Satanás la quiere

(i) Véase , entre otros , el Thentrum mac/num vitae humanas , art. Sacer
dote*.
240 TIUTADO DEL ESPÍIUTU SANTO.
también para si. Conforme exige victimas humanas , exige frecuen
temente de sos adoradores que participen del abominable sacrificio,
comiendo realmente de él. De aquí la antropofagia.
Que la antropofagia , en general , es debida a una inspiración satá
nica , nos parece fácil de probar con un razonamiento perentorio. La
antropofagia es uu hecho : todo hecho tiene una causa : la causa de la
antropofagia es natural ó sobrenatural.
Seria natural , si se encontrase en los instintos de la naturaleza ó
en las luces de la razón. Pues bien : el instinto natural esta tan lejos
de inclinar al hombre a que coma carne de hombre , que en una ciu
dad sitiada , por ejemplo, ó en un barco, falto de todo medio de sub
sistencia, solo en el último extremo, y nunca sin extrema repug
nancia, se decide el hombre a alimentarse de su semejante por salvar
su propia vida.
La razón no encuentra en sus conocimientos nada absolutamente
que mande, ni apruebe , ni mucho menos que glorifique semejante
acción. ¿Qué digo? Apenasen ciertos extremos llega á excusarla.
Asi , no hay nadie que no experimente un sentimiento de horror al
leer en la historia los hechos , muy raros por fortuna , de antropofa
gia, aun en los casos en que parece impuesta por las circunstancias.
Se lamenta , se deplora ; pero aplaudirla , jamás (1).
Si la causa de la antropofagia no es natural , tiene, pues , que ser
sobrenatural. Dos clases hay de sobrenatural : divino y satánico. ¿En
contraremos en el primero la causa de la antropofagia ? Evidente
mente no : Dios la condena. Á no admitir, pues , un efecto sin causa,
hay que atribuirla al segundo; es decir, al enemigo eterno del
hombre. Él es , en efecto , su inspirador ; él , cuya infernal malicia
pervierte todos los instintos de la naturaleza y apaga todas las luces
de la razón , hasta el punto de que el hombre llegue á encontrar pla
cer en un acto que es el trastorno mas completo de las leyes divinas
y humanas.
Volveremos sobre este hecho ; por ahora debemos ocuparnos en
la antropofagia, considerada como apéndice obligado del sacrificio.
La antigüedad nos la muestra practicada entre los Basaros, pueblo de

(I) Pocas veces se habrá comprobado esto como en el caso recientemen


te acaecido & unos infelices náufragos ingleses, que en trance de necesidad
extrema mataron á un joven para comer de él. Los tribunales de Inglate
rra condenaron á muerte á tales antropófagos, aunque implorando á la vez
el indulto de la Reina. (Nota del Traductor.)
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 241
Libia, i Habían imitado los sacrificios de los Taurios, dice Porfirio,
y coraian la carne de los hombres sacrificados. ¿Quién ignora que
Iras estas odiosas comidas, entraban en furor contra si mismos y se
mordían mutuamente ; y que no cesaron de alimentarse de sangre
hasta que los primeros que introdujeron esta especie de sacrificio (los
demonios) llegaron a destruir la raza (1)? »
En la misma forma se ha encontrado la antropofagia entre la ma
yor parte de los salvajes del nuevo mundo ; dura todavía en la Ocea-
nia y en el África central. Por no hacernos difusos , citaremos un solé
ejemplo. El día 18 de Octubre de 1861 un misionero que había pasado
doce años en la costa occidental de África, nos contaba en Paris, \
después luvo la bondad de darnos por escrito, lo que sigue :
« En Setiembre de 1830 me encontraba yo en los lugares mismos
donde se hace el sacrificio de que os acabo de hablar. Hay que adver
tir que esto no es allí un hecho aislado, sino que este género de sa
crificios es de uso muy frecuente.
*Era la victima un gallardo joven, cogido en un pueblo vecino,
burante quince dias lo tuvieron atado de pies y manos al tronco de un
:trbol en medio de las casas del pueblo. Conociendo la suerte que le
■aperaba, en la noche del dia 14 al lo hizo un esfuerzo supremo por
desatarse de sus ligaduras, y lo consiguió. Perdido después, llego
antes de amanecer a un puesto francés. Nadie entendía su lengua ; lo
tomaron por esclavo fugitivo, y lo entregaron sin dificultad a los ne
gros, que, habiendo saliilo en su persecución, no tardaron en recla
marlo. Vuelto al lugar, se decidió el sacrificio para el mismo dia , que
era un viernes, y se verifico de la manera acostumbrada.
•Atan á la victima y la sientan en una piedra a manera de aliar,
en medio de una gran plaza. Alrededor de la plaza hay muchas mar
mitas al fuego, llenas de agua. Una música ruidosa, con acompaña
miento de numerosos lamtams, ocupa una de las extremidades de la
plaza y espera la señal. La gente del pueblo y de los otros vecinos,
frecuentemente en número de tres o cuatro mil personas, en traje de
tiesta , se coloca en circulo alrededor de la victima. Es esto en pequeño
lo que los anfiteatros romanos.
»Á una señal dada , la música , los lamtams y el griterío de la turba
llenan el aire de un ruido infernal : es el anuncio del sacrificio. Los
sacrilicadores se acercan á la victima, armados de unos malos cuchi
llos, y comienzan su atroz ministerio. Según los ritos, la victima debe

(1) Di abttin., lib. ii , i , 56.


TOMO I. 16
242 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ser despedazada viva y por las articulaciones. Se empieza por la man
derecha, que se separa del brazo, cortando la articulación del puño.
De ella se pasa al pie izquierdo, que se corla por debajo del, tobillo.
Después se van á la mano izquierda y al pie derecho. De los puños
sul)en á los codos ; luego bajan a las rodillas : cortadas las rodillas,
cortan los hombros ; y detrás los muslos, siempre alternando un lado
con otro, hasta que no queda más que el tronco con la cabeza. De esta
manera fué inmolado aquel mozo miserable.
»Á medida que caen los miembros de la víctima , los llevan á los j
calderos de agua hirviendo. Se concluye la operación cortándole, ó,
mejor dicho, aserrándole la cabeza, que se tira en medio de la plaza.
Entonces comienza un espectáculo, del cual nada hay que pueda dar
la más pálida idea. Los espectadores parecen arrebatados de un furor
diabólico. Al son de una música horriblemente discordante , entre el
ruido de vociferaciones que de todo parecen menos de hombre, des
greñadas las mujeres, desfigurados los hombres por yo no sé qué má
gica embriaguez , se entregan áunas danzas, ó, mejor dicho, á ciertas
contorsiones horripilantes. La infernal ronda no esta sujeta á otra regla
que a la obligación , que tiene todo el que danza , de dar un puntapié, ►
danzando y sin pararse, á la cabeza de la victima , que se hace asi
rodar por toda la plaza, y de coger con un cuchillo, al pasar cerca
de los calderos, un pedazo de la carne, que se come con voracidad de
tigre. Creen que con esto aplacan al irritado fetiche.»
Bajo una forma paliada, la antropofagia religiosa se manifiesta eti
los festines (pie siguen á la victoria. Tan perfectamente compieude
el hombre que otros seres superiores lo dirigen , que sin distinción
de razas , climas ó civilización , todos los pueblos celebran con fies
tas religiosas los acontecimientos favorables , como son las victorias
obtenidas en la guerra. Las naciones cristianas ofrecen áDios en sacri
ficio y cantan el Te Deum en acción de gracias. Pero el sacrificio del
hombre viene á ser la eucaristía de los pueblos no cristianos , y la
manducación de la carne humana el Te Deum del antropófago : aquí
abundan los hechos.
«Antes de su conversión , los habitantes de las islas de Gamhier
estaban en guerra continua. Eran antropófagos hasta tal punto , que
una vez , después de una lucha sangrienta entre dos partidos , for
mado un enorme montón de cadáveres , los vencedores los devora
ron todos en un gran festín , que duró ocho días (i). »

(I) Annaln , etc., n.° 143 , pá/¡¡. 299.


HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 243
Los del archipiélago Fidgi no deponen jamás las armas. Todo el
<lue cae en manos del vencedor , escriben los misioneros , es al mo
mento muerto , asado y devorado. Actualmente hay una lucha , ó
más bien una carnicería de este género entre Pan y Reva, en la que
se renuevan todos los dias las escenas de un canibalismo , propio de
bestias feroces. Innumerables piraguas van de una en otra ribera,
cargadas de cuerpos muertos , que cada partido ofrece á sus sangui
narias divinidades antes de llevarlos al horno.... En algunas islas se
agrega el insulto á la crueldad. Se le corta la cabeza á la victima , se la
perfuma con aceite, se le arregla simétricamente el cabello; y cuando
el cuerpo esta asado , la cabeza vuelve á ocupar su sitio sobre el cue
llo en la mesa del festín (1). »
«En Viti-Levon , cuando llega la época de las fiestas públicas , se
destina siempre algún manjar para el vencedor, como premio de su
destreza. Cuando nosotros abordamos , era el cuerpo asado de un
desgraciado vitiense. Yo había sido convidado á tomar parte en la
fiesta. No os será muy difícil adivinar los motivos que tuve para ne
garme. Fuera de esto , en esta isla y en las mas próximas los festines
de carne humana són muy frecuentes. Para celebrar un suceso, por
fuco notable que sea, el Rey tiene costumbre de servir a sus amigos
los miembros de algunos de sus infortunados vasallos (2).»
Desde este punto de vista, la antropofagia religiosa es mucho más
antigua de lo que se piensa. Ningún pueblo la ha practicado más des
caradamente ni en mayor escala que los romanos. ¿Qué eran en últi
mo resultado los combates de gladiadores y los sangrientos juegos del
anfiteatro? ¿Qué eran sino vastos festines de carne humana ? Al modo
í)iie entre los salvajes , se celebraban para dargracias á los dioses por
cualquier, victoria. De modo que el mismo espíritu que los mandaba
«n aquellos tiempos, los manda también ho\ día: allí en nombre de
Júpiter ó de Marte, aquí en nombre de Fetiche ó de Manitú. El oceá
nico se come sus victimas con los dientes , en lanfb que el romano
la» devoraba con los ojos y Jas saboreaba con delicia. El oceánico es
*•» salvaje inculto , y el romano era un salvaje lino. Pero lo mismo
uno que en el otro se encuentra la sed , naturalmente inexpli
cable , de sangre humana (3).

") Añnales, etc. , n.° 115, pág. 509.


W M., n.«82,p. 198.
Error sería creer que la antropofagia fuera desconocida de los pue-
i °" del mundo antiguo. Hasta el siglo ix reinó en el Pegü , en Java y
n «» puelilos de la Indo-China. Los condenados á muerte y los prisioneros
244 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
«Vista al través de la Roma cristiana, la antigua Roma inspira al
punto repugnancia. Esos grandes romanos , esos señores del inundo,
no aparecen sino salvajes instruidos. ¿ Hay entre los caníbales nada
más atroz, ni mas abominable, ni más abyecto que la mayor parte de
las costumbres religiosas, políticas ó civiles de los romanos? ¿Se verá
entre aquéllos una lujuria más desenfrenada, una crueldad más infa
me, un culto más estúpido? ¿Qué diferencia, ni siquiera de forma,
se puede señalar ontre el Feticbe y el dios Lar? ¿En qué se diferen
cian el jefe de una horda de antropófagos , que se come á su enemigo
vencido, y el patricio, que compra vencidos para que combatan entre
si y se maten al fin de los festines (1)? »
Se esta viendo : entre las circunstancias que acompañan al sacri
ficio en la Ciudad del bien y en la del mal , hay completo paralelis
mo. No lo hay menor en la inspiración misteriosa que lo ordena.
Hemos demostrado que la idea del sacrificio no se encuentra lógica
mente, desde ningún punto de vista, en la naturaleza humana. Y sin
embargo existe , y existe en todas partes , y existe desde el origen
del mundo. Luego tiene otro origen exterior al hombre. En confirma
ción del raciocinio vienen los hechos.
¿Qué dicen los Anales de la Ciudad del bien , el Antiguo y el
Nuevo Testamento ? Dicen que entre la inmensa variedad de sacrifi
cios ofrecidos en la ley mosaica, no hay uno siquiera cuyo orden no
haya sido determinado por el oráculo divino. Dicen que en la ley
evangélica el augusto sacrificio , que ha sustituido á todos los sacrifi
cios , es de revelación divina. Dios habló, y el hombre sacrifica. Esto
es lo que pasa en la Ciudad del bien.
Por una razón análoga, pasa lo mismo en la Ciudad del mal. Sata
nás habló, y el hombre sacrifica. Su palabra es tanto más cierta,
cuanto que el hombre sacrifica á su semejante ; y como lo sacrifica en
lodos los puntos^cl globo, debe concluirse que la manifestación de la
palabra de Satanás ha sido universal : y como lo sacrifica á pesar de
la repugnancia más viva de la naturaleza , la palabra de Satanás na
debido de ser absoluta, amenazadora. Lo sacrifica en todas las partes
en que no es adorado el verdadero Dios : el judio mismo, tan pronto
como abandona á Jehová , cae en Moloc y le sacrifica sus hijos y sus
hijas. El sacrificio humano, por consiguiente, no es ni efecto de la

de guerra eran muertos y devorados : se servían pasteles de carne humana.


(Carta de M. Paravey , Annal. de phil. chre't. , t. vi , 4." serie , pág. Ifi2.)
(I) El Perfume de Roma. — El necio pagano.
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. US
imaginación , ni resultado de una deducción lógica , ni asunto de
raza , de clima , época , civilización ó circunstancias locales ; es asunto
de cuko. Asi en la Ciudad del bien como en la del mal , todo sacrifi
cio se funda en un oráculo. También en esto la historia apoya á la
lógica (1).
«Los sacrificios humanos, dice Eusebio, deben ser atribuidos á
los espíritus impuros, que se conjuraron para perdernos. Y no va a
ser nuestra palabra , sino la de aquellos que no participan de nuestras
creencias, la que rinda homenaje á esta verdad. Ella acusa altamente
ia perversidad de los tiempos que precedieron , en los cuales la su
perstición de los miserables mortales , evidentemente estimulados é
inspirados por los demonios , 'había llegado hasta el punto de renun
ciar á todos los sentimientos naturales , y creer que aplacaban á las
potestades malignas derramando la sangre de los seres más queridos
é inmolando innumerables victimas humanas. El padre inmolaba al
demonio su hijo único , la madre á su hija amada, los parientes á sus
parientes, los ciudadanos á sus conciudadanos y comensales en las
ciudades y en los campos. Transformando en ferocidad inaudita los
sentimientos naturales, se mostraban evidentemente agitados de dia
bólico frenesi. La historia de los Griegos y los Barbaros nos ofrece
innumerables ejemplos de esto (í).»
La voz do que habla Eusebio es la de los autores paganos. Después
de nombrarlos en gran número , añade : « Voy A citar otro testigo de
la mafignidad sanguinaria de los demonios ; Dionisio de Halicarnaso,
hombre peritísimo en la historia de Roma , el cual lo abarca todo en
uu libro diligentemente escrito : « Los Pelasgos, dice, permanecieron
poco tiempo en Italia , gracias á los dioses que velaban por los Abo

lí) S? ba pretendido explicar el sacrificio humano diciendo : «El hom-


b » imaginó C/ui cuanto más noble fuera la victima, tanto más agradable
•tria á la divinidad. Este razonamiento dio lugar al sacrificio humano.» jEl
borobri imaginó ! lie ahi una cosa que se dice pronto. Este razonamiento , ó,
mejor dicho , esta imaginación , supone que la idea del sacrificio es na.'u-
ri'al hombre. Mas esto es falso, como lo hemos demostrado. El hombre no ha
podido imaginar el sacrificio de un pollo ; ¿como habrá podido imaginar el
sacnficio de su semejante ? ¡ El hombre imaginó ! Pero ¿cuándo le vino esta
imaginación? ¿Como es que se encuentra entre todos los que no adoran al
*«rdadero Dios? ¿Como es que no se encuentra más que entre ellos ?¿ Como
«sqae desaparece con el culto del gran homicida? lE1 hombre imaginó!
Enlodo esto no hay nada de imaginario más que el razonamiento de los que,
Por ignorancia ó miedo á lo sobrenatural , imaginaron semejante explicación.
(i) Pritp. Erang., lib. IV, cap. Vil.
2Í6 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
rigenes. Antes de la destrucción de la población , la tierra estau»
arruinada por la sequía ; las frutas no maduraban en los arboles, en-
las espigas no llegaba á formarse el grano, ni germinaba la hierba en
cantidad que pudiera bastar al pasto de los rebaños. Las aguas se vol
vieron insalubres, unas fuentes se secaban en tiempo de verano, otras
para siempre, Igual azote se dejaba sentir en los animales domésticos
y los hombres : morían en el vientre de las madres ó poco después
de nacer. Si algunos escapaban con vida , eran atacados de enferme
dades ó deformidades de toda clase. Para colmo de males, las genera
ciones que llegaban a su completo desarrollo eran presa de enferme
dades y mortandades que excedían á todos los cálculos probables.
»En tal extremo, los Pelasgos consultaron á los oráculos para saber
qué dioses les enviaban estas calamidades, por qué culpas les venían
tales castigos, y qué actos religiosos deberían hacer para verse libres
de tantas plagas. El oí-aculo respondió asi : « Habiendo obtenido lo que
• pedisteis, no habéis pagado todo lo ofrecido. Debéis lo principal ; si
«lo pagáis, quedaréis Ubres. i Efectivamente: los Pelasgos, en ocasión
en que la tierra nada les producía, habían ofrecido inmolar á Júpiter
y Apolo la décima de todo lo que naciera.... Publicado el oráculo,
estaban todos en grande ambigüedad sin comprender su sentido. En
tonces un anciano les dijo: « Estáis muy equivocados si creéis que los
«dioses tienen exigencias injustas. Cierto es que les sacrificamos las
«primicias de todas las demas cosas (1) ; pero no de los hombres, que
íson los que más que todos gustan los dioses de que les sean inmola-
idos. Por lo que siempre tendremos encima estas calamidades, como
»no sacrifiquemos las primicias de los hombres lo mismo que de los
«otros animales. »
«Aprobando unos el discurso del viejo y considerandolo otros
como un lazo tendido contra tantas vidas, se determinó preguntar de
nuevo al oráculo, si era voluntad de los dioses que se les sacrificase
la décima de los hombres. Y como la respuesta fuera afirmativa, se
originaron dificultades sobre la manera de pagar el tributo, primera
mente entre los magnates de las ciudades, después en el pueblo, por
la sospecha de que al designar las personas, hicieran trampa ; y asi
muchos emigraban , y ciudades enteras quedaron desiertas y abando
nadas, no pudiendo sufrir la pérdida de los seres mas queridos ui la
presencia de los que los habían inmolado. Entre tanto, los magistra
dos continuaron exigiendo rigurosamente el tributo, ya por el deseo

(I) Ofrenda de diezmos y primicias , otro rasgo de paralelismo


HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 247
de agradar a los dioses, ya por temor de verse acusados de ocultar
victimas ; hasta que, por Tin , la raza de los Pelasgos, encontrando
intolerable su existencia , se disperso en remotas regiones (i), i
Á este testimonio contentémonos con añadir el de otro historiador
no menos grave, i Después de la muerte de Alejandro de Macedonia
y del primer Plolomeo, escribe Diodoro Siculo, los Cartagineses fue
ron sitiados por Agatocles, tirano de Sicilia. Viéndose reducidos al
último extremo, sospecharon que Saturno estaba contra ellos. Fun
dábase la sospecha eu que, habiendo en los tiempos anteriores la cos
tumbre de inmolar a este Dios los hijos de las principales familias,
posteriormente se iba introduciendo la de comprar clandestinamente
otros que presentaban para ser sacrificados. Hecha una información,
se descubrió que muchos de los niños inmolados no eran sino hijos
supuestos de los oferentes.
•Tomando en consideración este hecho, y viendo á los enemigos
acampados al pie de los muros de su ciudad , se llenaron de un terror
religioso por no haber dado á sus dioses los honores tradicionales.
Para reparar cuanto antes esta omisión, escogieron por votación dos
cientos hijos de las familias más distinguidas y los inmolaron en un
sacrificio solemne. En seguida aquellos á quienes se acusaba de haber
defraudado á los dioses, se hicieron justicia ellos mismos ofreciendo
espontáneamente sus hijos. Hubo unos trescientos (2).»
El poder terrible que exigía el sacrificio de los hijos, mandaba
todas las otras practicas sanguinarias ú obscenas de los cultos paga
nos. Escuchemos á otro revelador nada sospechoso del abominable
misterio. «Las fiestas de las inmolaciones, dice Porfirio , los días ne
fastos y consagrados al luto , que se celebran devorando viandas cru
das , desgarrándose los miembros , imponiéndose maceraciones, can
tando y haciendo cosas obscenas, con clamores, agitaciones violentas
de la cabeza y movimientos impetuosos, no se dedican a ningún dios,
sino á los demonios para aplacar su cólera, y como suavizándola anti
quísima costumbre de inmolarles victimas humanas.
j Sobre estos sacrificios, ni se puede admitir que los dioses los
hayan exigido , ni suponer que algunos reyes o generales los hayan

i|) Multae propterea migrationea, quae Pelasgum gcntem variaa iri


térra», longe lateque deportarunt. ¡'Dion. Halar., lib. i.)
(2> Primum quidem eximios communibusque lectos «uffragÜ9 adole.
scentes, omnino ducentos , put lice immolarunt. Deinde vero alii praeterea,
qui violatae religionis suspecti vulgo eseent , ultro seBe ac aponte obtulerunt,
trecentu haud pauciores. (Lib. xx.)
348 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ofrecido espontáneamente , sea entregando a sus propios hijos á otros
para que los sacrificasen , sea dedicándolos é inmolándolos por si
mismos. Querían ellos preservarse de la cólera y del rabioso enojo de
los seres terribles y malignos , ó dar pábulo á los amores frenéticos
de esas mismas potencias viciosas , que quieren y no pueden unirse
corporalmente á sus victimas. Como Hércules asediando á Oecalia por
el amor que tenia a una joven , asi los demonios, fuertes y violentos,
queriendo gozar de un alma embarazada todavía en las ligaduras del
cuerpo, envían á las ciudades pestes y esterilidad, y hacen surgir gue
rras y divisiones intestinas, hasta lograr el objeto de su pasión {1).»
No solamente el sacrificio, sino también el modo de hacerlo, estaba
prescrito por los oráculos. Nada prueba mejor la presencia del espí
ritu infernal , que la manera con que se llevaba á cabo el asesinato
abominable de los seres más queridos que tiene el hombre. Había en
Cartago una estatua colosal de Saturno, y era de bronce. Tenia las
manos extendidas é inclinadas hacia la tierra. Á sus pies había un
gran hoyo lleno de fu^go. El niño se colocaba en los brazos del ídolo,
no había nada que lo sostuviera, y se deslizaba en el hoyo , donde era
consumido entre el ruido de los cantares y de los instrumentos músi
cos (2). Esta estatua homicida existia con nombres diferentes en Oriente
y Occidente , entre los judíos apostatas y entre los galos.

(O Et quemadmodum Oeclialiam Hercules Virginia amore commotus


obsedit, ita saevi plerumque ac truculenti daemoneB humanae animae cor-
poris adhuc vinculis impeditae consortium expetentes , pestilentiam , anno-
naeque penuriam civitatibus immittunt , casque bellis ac seditionibus infe
stas habent, donee optatis amoribus potiantur. (Apud B'isib., Pratp. Et-onq.,
lib. iv, c. iv.)
(?) Diod. Sicul., ihi'l., etc., etc.
CAPÍTULO XXI.

( Conclusión del anterior.)

Sl'MaRio.—Existencia délos oráculos divinos y de los satánicos, probada


por el hecho de los sacrificios.—Palabras de Eusebio.— Nuevo rasgo de
paralelismo.—El Espíritu Santo , oráculo permanente de la Ciudad del
bien ; Satanás, oráculo permanente de !n Ciudad del mal. — Satanás se
sirve de todo para hablar.—No se contenta con el sacrificio del cuerpo:
en odio al Verbo encarnado , quiere el sacrificio del alma.—Exige infa
mias é ignominias: pruebas generales. — Cuando no puede matar al
hombro, lo desfigura. — Tendencia general del hombre á desfigurarse
físicamente.— Explicación de este fenómeno.—Sólo un pueblo es excep
ción, y por qué.—Otro rasgo de paralelismo: para hacer al hombre
semejante á si , Dios se le muestra en cuadros y estatuas.— Para hacer
al hombre semejante á si , Satanás emplea el mismo medio : lo que pre
dican estas representaciones.

A no negar toda certidumbre histórica , los dos hechos que se aca


ban de leer son contundentes contra los que niegan la existencia real
de los oráculos. Lo son, no solamente por la gravedad de los autores
que los refieren , sino también por su conexión con otra multitud de
hechos no menos ciertos. Para conservar la más pequeña duda sobre
la existencia universal de los oráculos demoniacos y sobre la autori
dad terrible que sus órdenes tenían, es menester haber adoptado pre
viamente el sistema de negar, de tal modo que raye en estupidez.
¿ No descansa toda la historia del mundo civilizado sobre la certi
dumbre de un hecho satánico? ¿No vemos cien veces en la Escritura
las consultas de los oráculos? Estos oráculos, ¿no piden cien veces á
los judíos, lo mismo que á los cananeos , la inmolación de sus hijos é
hijas? Cítese una página de la historia profana que no afirme la exis
tencia de los oráculos entre todos los pueblos paganos antiguos, que no
la afirme también entre todos los pueblos paganos de la actualidad.
Entre las innumerables prácticas , ridiculas , infames ó crueles , que
250 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
manchan su existencia, ¿ hay una sola que ellos no refieran a alguna
prescripción de sus dioses?
Sobre este punto, si la historia viene en confirmación de la razón,
la fe viene, á su vez, en confirmación de la historia. Satanás, como
rival implacable del Verbo , quiere ser tenido por Dios. El signo de
la divinidad es el culto de latría ; el acto supremo del culto de latría
es el sacrificio; el medio de obtener el sacrificio es mandarlo ; el me
dio de mandarlo es el oráculo. Satanás, inmutable en el mal, siem
pre ha querido hacerse pasar por Dios, y siempre lo querrá : por
esto, siempre ha querido el sacrificio, y lo querrá siempre. Y asi,
bajo uno ú otro nombre, ha habido siempre oráculos, y siempre los
habrá donde quiera que el mono de Dios pueda ejercer su imperio.
«Nada prueba mejor , dice Eusebio , el odio de los demonios con
tra Dios , que su furor por hacerse tener por dioses para robarle los
homenajes que le son debidos. Por esto empleau las adivinaciones y
los oráculos , á fin de atraer á los hombres hacía si , apartarlos del
Dios supremo y sumirlos en el abismo sin fondo de la impiedad y el
ateísmo (1).»
No solamente en las cosas de la religión y en lo locante á los sacri
ficios quiere ser consultado el Rey de la Ciudad del mal ; lo quiere y
lo es también en las cosas del orden puramente social y humano. Es
un nuevo rasgo de paralelismo , sobre el que ya hemos llamado la
atención.
Sabido es que antes de emprender cualquier cosa de importancia,
el antiguo pueblo de Dios tenía orden de consultar al oráculo del Se
ñor , os Domini. El Evangelio no ha hecho cambio alguno en esta
prescripción. ¿No vemos al nuevo pueblo de Dios, la Iglesia cató
lica , fiel y constante en la práctica de implorar las luces del Espíritu
Santo , para saber en circunstancias importantes lo que conviene
hacer y la mejor manera de hacerlo ? Mientras fueron cristianas las
naciones de Oriente y Occidente , ¿no se dirigían al Soberano Pontí
fice, oráculo vivo del Espíritu Santo, pidiéndole reglas de conducta
y suplicándole que decidiese entre lo verdadero y lo falso, entre lo
justo y lo injusto? ¿Qué es esto, sino consultar al oráculo del Señor,
os Domini? En la vida privada, los católicos mi-mos, que han con
servado la fe en las necesarias relaciones del mundo superior cón el
inferior, observan religiosamente esta práctica. ¿Qué es esto también
sino consultar al oráculo del Señor, os Domini ?

(1) Praep. Eeang., lib. Til, c. xvi; S. Th., 1 p., q. cxv, art. o.

A
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 251
Es muy evidente que este uso, tan propio para obtener la con
fianza y los homenajes de los hombres, Satanás ha tenido que reme
darlo en provecho propio; y de esto, antes de tener las pruebas, se
tiene ya la certidumbre. ¿Qué vemos, efectivamente, en todos los
pueblos paganos? Oráculos que se va á consultar sobre las cosi.s de
la guerra y de la paz, sobre las calamidades públicas y las aflicciones
domésticas, sobre los casamientos, las enfermedades, las empresas
comerciales. Estos oráculos son de tal manera respetados, que los
más orgullosos generales no se atreven a salir á campaña sin haber
los antes consultado. Son tan numerosos, que Plutarco no vaciló en
escribir esta sentencia célebre : « Sería más fácil encontrar una ciu
dad edificada en el aire, que un pueblo sin oráculos (1).» Luego entre
todos los pueblos de la antigüedad , la existencia de los oráculos satá
nicos era un articulo de fe y la base de la religión.
I'n cuanto á la forma y modo con que se daban, por más extraña
que parezca , nada tiene de sorprendente, nada que afecte á la certi
dumbre del fenómeno. Como el cuerpo está bajo la acción del alma,
que le hace moverse y hablar, asi el mundo material con todas sus
partes está sometido al mundo de los espíritus, y en particular á los
espíritus malos, que son llamados moderadores y gobernadores del
mismo , rectores mundi , tenebrarum harum.
Por consiguiente, para dar oráculos cualquier cosa les aprovecha
lo mismo : una serpiente ó un madero, como en la Escritura ; una
mesa, como se ve en Tertuliano ; un hombre ó una mujer, como se
lee en la historia santa y en la profana ; una encina , como lo refiere
Plutarco ; una estatua de bronce, como la de Memnón ; una fuente,
como la de Colofón ó la de Castalia ; una haba , un grano de trigo, las
entrañas de un animal , una cabra, un cuervo, como se ve en Cle
mente Alejandrino y en veinte autores paganos (2). «Nada hay mas
evidente, añade Porfirio, ni más divino, ni más natural que estos
oráculos (3). »
Sin embargo : por abominable que sea el sacrificio del cuerpo,
tantas veces mandado por los oráculos , no es bastante para el demo
nio. Su implacable odio exige otro más abominable todavía, el sacri-
(!) Véase Theatrum magnum citae humanar, art. Oracula.
(2) Fascinationis veluli negotiationis sociae habeantur caprae ad divi-
Dandum informatae, nec non corvi illi, quos ad responaa reddenda nomines
fÍM mfdiums) erudiere. (ExhoTt. ad Grate,, etc., eto )
(3) His nihil evidentius, nihil aut cum divinitate , ant cum ipsamet
natura conjunctius dici queat. (Apud Euseb, , Praep. Evang. , lib. v, c. vm.)
252 TRATADO DEL ESPIRITU SANTÜ.
ficio del alma. Como inspira el primero, inspira también el segundo.
En la Ciudad del bien el objeto final del sacrificio y de todas las prác
ticas religiosas, es reparar ó perfeccionar en el alma la imagen de
Dios, para que, hecha semejante á su Criador, entre en el momento
de la muerte en posesión de las delicias eternas. Pero despojar al alma
de su hermosura nativa despojándola de la santidad, es decir, borrar
en ella hasta los últimos vestigios de su semejanza con Dios, para
que al salir de esta vida quede esclava y victima eterna de su co
rruptor, es el objeto, diametralmente contrario , del Rey de la Ciudad
del mal.
Con igual tiranía que exige la efusión de sangre, reclama también
la profanación de las almas. Nuestra pluma se resiste á describir las
hecatombes morales llevadas á cabo por orden suya en todos los pun
tos del globo, asi como las circunstancias repugnantes de que el prin
cipe de las tinieblas las rodea. Ignominias é infamias : estas dos pala
bras son el resumen de todo su culto público y secreto.
Ignominias. Ved á Satanás, señor de esas almas inmortales, imá
genes vivas del Verbo encarnado, forzándolas á postrarse ante él, nn
bajo la (igura de un Serafín, resplandeciente de luz y de hermosura,
sino bajo la forma de todo lo que hay más feo y más repulsivo en
toda la naturaleza. Cocodrilo, toro, perro, lobo, cabrón, serpiente,
animales anfibios, bestias de la tierra y del mar, bajo todas estas for
mas exige los homenajes del hombre, y los obtiene. Esta vasta galería
de monstruosidades no es bastante para él : para sumergir al hombre
en ignominias más profundas, inventa otra nueva.
Bajo su inspiración, el Oriente y el Occidente, Egipto, Grecia,
Roma, todos los lugares en que el hombre respira, han visto las ciu
dades y los campos, los templos y las habitaciones particulares , po
blados de figuras monstruosas, desconocidas en la naturaleza. Seres
deformes, mitad mujer mitad pez, mitad hombro mitad perro, muje
res con cabellera de serpientes, hombres con patas de chivo, mujeres
con cabeza de toro, hombres con cabeza de lobo, serpientes con ca
beza de hombre ó de gavilán, orangutanes, figurones que tienen por
cabeza un pan de azúcar, por boca una espantosa raja que corre de
oreja á oreja y por vientre un tonel , en todas las actitudes, ridiculas,
amenazadoras ó cínicas ; á estos dioses, encarnación multiforme y
larga burla del Espíritu maligno, tendrá el hombre que ofrecer tem
blando los honores divinos del incienso y pedirles humildemente sus
favores.
Infamias. ¿Á qué precio será recibido ese incienso? ¿Con qué con
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 253
diciones serán otorgados esos favores ? Pregúntese á los misterios de
Ceres en Eleusis , a los de la buena diosa en Roma , de Baco en Etru-
ria, de Venus en Corinto, de Astarté en Fenicia, de tiendes en
Egipto, de los templos de Guido, do Delfos, de Claros , de Üódona y
otros varios que no queremos nombrar ; en una palabra: pregúntese
fl todos los santuarios tenebrosos , donde , cual tigre que espera su
presa, Satanás noche y dia espera á la inocencia , el pudor, la virtud,
y lodo lo inmola sin piedad, con tal refinamiento de infamia, que ni
el cristiano puede sospechar, ni el mismo pagano habría nunca in
ventado (1).
Lo que Satanás hacia entre todos los pueblos paganos, lo hizo en
tre los Gnosticos , y lo hace cuanto al fondo entre los sectarios mo
demos más directamente sometidos á su imperio. Escuchemos el
relato de lo que pasa , hace algún tiempo, en América; la tierra cla
sica de los espíritus golpeadores y de los grandes mediums. En el mes
de Setiembre, cuando se han recogido las cosechas, hay entre los me
todistas la costumbre de tener reuniones nocturnas durante una se
mana. Se pone un anuncio en los periódicos, á fin de que cada uno
de los Heles esté debidamente preparado y pueda aprovecharse de las
gracias que el Espíritu Santo prodiga en estas circunstancias. Se es
coge un ancho llano en medio de las florestas ; la reunión tiene lugar
al aire libre y en el silencio de la noche. Se ve llegar á los sectarios
por todos los caminos y en todas las clases imaginables de vehículos;
hombres, mujeres, niños, todos acuden á la cita.
El lugar de la reunión es ordinariamente de forma oval.' En una
extremidad se construye el estrado para los predicadores, los cuales
son siempre muchos ; desgraciadamente, esta casta abunda en Amé
rica. Á ambos lados se levantan tiendas , ordenadas en forma de he
rradura , y detrás se colocan los carruajes y caballos. Alrededor se
fijan postes con faroles ó antorchas, que proyectan una luz pálida; en
el centro se coloca la gente. Hacia las nueve ó las diez de la noche, a
una señal dada , suben los ministros al estrado ; se agolpa el pueblo,
y se mantiene de pie o sentado sobre la hierba.
Un ministro comienza ciertas preces, luego declama un pequeño
speech ; es el preámbulo. Succdenle otros varios , que procuran calen
tar el entusiasmo. Pronto la escena se anima y toma un aspecto ex
traño. Uno de los ministros entona con grave y lenta voz un canto

(I) Cltm. Alexand., Exhorta», ai Gratc; el fiuirt., Praep. Stmg., lib. iv,
0. ni.—M. de Mirville, Pntumatnlogie , etc. , t. m ; deucciéme Uémoire. p. 3iC.
254 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
popular (i), la turba le acompaña en todos los tonos : después el mi
nistro ensancha la voz y sigue siempre crescendo, acompañando su
canto con los gestos más excéntricos. ¡No estaba más agitada en su trí
pode la Sibila. Se canta y declama sucesivamente , y va subiendo el
entusiasmo.
Esto dura dos horas enteras : la excitación acaba por llegar á un
punto del cual es imposible formar idea. Entre otras exclamaciones
que se oyen resonar, citamos esta : En la Sueva Jerusalén tendremos
de balde el café y el vino añejo. ¡Alleluia!
Bien pronto toda aquella turba que llena el circuito, se nvzcla,
se empuja, gritando, bailando, en medio de violentos alaridos y rui
dosas risotadas. ¡El espíritu viene! ¡El espíritu viene! Si , viene en
efecto ; pero debe de ser un espíritu infernal , según las contorsiones
que se ven y los aullidos que se oyen. Es aquello una confusión ,' una
algarabía digna del Africa. Los hombres se golpean el pecho, se ba
lancean como los figurones chinos , ó hacen evoluciones raras a ma
nera do los derviches. Las mujeres se echan á rodar por el suelo, con
el cabello suelto. Las jóvenes se sienten levantar .en el aire , y, en
efecto, son levantadas por una fuerza que no es natural.
Entre tanto, los ministros , que parecen atacados de la misma
locura, continúan cantando y meneándose á modo de posesos: es
una zambra completa , un caos....; lejos de allí el pudor, lejos de
allí la moral ; todo es puro para aquellos energúmenos. Dios, dicen,
lo perdona todo. ¡ Vergüenza é infamia sobre los ciegos jefes de un
pueblo ciego!.... Las estrellas del firmamento esparcen su dulce cla
ridad sobre aquel cuadro afrentoso : á veces muge el viento en la
arboleda, y las antorchas hacen aparecer los hombres como sombras....
Asi se pasa la noche. Por la mañanita veréis toda aquella turba tum
bada , inerte , sin fuerzas , rendida. El día se destina al descanso , y
la noche siguiente se vuelve á lo mismo (J). He ahí lo que pasa en la
secta puritana de los metodistas. ¿Quién osaría contar lo que sucede
entre los mormones ?
Tenemos, pues, derecho á repetirlo. Perseguir al Verbo encar
nado en el hombre , su hermano y su imagen ; perseguirle remedan
do, para perderlo, todos los medios divinamente establecidos para
salvarlo; perseguirlo sin descauso en todos los puntos del globo;
perseguirlo con un odio que llega hasta la muerte del cuerpo y del
alma , tal es la única ocupación del Rey de la Ciudad del mal.
(1) El carmen usado en todas las evocaciones.
(2) Historia de un mecting de i&t'>i , Extractos de fot diarias americano*.
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 255
Si no siempre consigue este resultado, siempre lo intenta : cuando
no le es dado destruir la imagen del Verbo, la desfigura. Á falta de
una victoria completa , ambiciona una ventaja parcial. Este luminoso
Principio de la filosofía cristiana nos conduce á un hecho muy nota
ble, hasta el presente poco notado en si mismo y nada estudiado en
su causa. Queremos hablar de la tendencia general del hombre á des
figurarse. Y en vez de general diriamos universal, si no debiera
exceptuarse un pueblo, que pronto nombraremos. Antes de investi
gar la causa , pongamos en claro el fenómeno.
La mania de desfigurarse ó deformarse físicamente se encuentra
Por todas partes. Inútil es añadir que es particular del hombre : el
a"inial , cualquiera que sea , no incurre nunca en ella. Si recorremos
las diferentes partes del globo, encontramos en todas las épocas y en
Srande escala las deformaciones siguientes : deformación de los pies
Por la compresión ; deformación de las piernas y muslos por ligadu
ras ; deformación del talle por el corsé ; del pecho y los brazos por
los petos ; otra deformación del pecho, los brazos, piernas y espalda
Pw medio de feas excrecencias de carne , producidas de incisiones
lúe su hacen con conchas ; deformación de las uñas. por la coloración;
deformación de los dedos por la amputación de la primera falange.
Deformación de la barba, pelándola; dela boca, taladrando el
labio inferior; de las mejillas, agujereándolas y pintándolas ; de la
nariz , aplastándola de una ú otra parte , taladrándole el tabique, sus
pendiendo de ella una larga placa de metal , ó agrandándola exagera
damente por la compresión vertical de sus paredes ; deformación de
las orejas , por el uso de pendientes , que las van estirando hasta ha
cerlas llegar á las espaldas (1) ; deformación de los ojos por la colora
ción ó la depresión del hueso frontal , que los hace salir de su órbita;
deformación de la frente por medio de caracteres obscenos grabados
eu rojo con madera de sándalo ; deformación del craneo por medio
de varias compresiones que le hacen tomar la forma cónica, punti-

(1) tEn los dfas de fiesta, las mujeres de la isla de Patenat se ponen
sus pendientes. Comienzan de mañanita pasándose el lóbulo de la oreja con
»n palito puntiagudo , poco á poco lo van introduciendo más, y el agujero
se ensancha. Entonces introducen nn rollito de corclio , el cual, haciendo
oficio de resorte, extiende y ditata más y más la abertura. Al cabo de algún
tiempo , el lóbulo de la oreja se ha convertido en una tenue correita , que
c»e sobre la espalda como una cinta. Los días de fiesta se introduce en ella
un enorme rollo de corcho : , esto es allí de mucha gracia!»
(Anules de la Propag. df la Fe, 11.)
236 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
aguda, convexa, redonda, triangular, aplastada, cuadrada : defor
mación general por el artificio, los cosméticos y las modas ridiculas:
tal es el fenómeno (f).
¿Qué espíritu le sugiere al hombre, que no está bien conforme
Dios lo ha hecho? ¿De donde le viene esa imperiosa manía de desfigu
rar en su persona la obra del Criador? Dar por toda causa los celos
de unos ó los remilgos de otras, no es resolver la dificultad ; no es
más que huir de ella. Se trata de saber qué principio inspira esos
celos brutales , esa coquetería repugnante ; por qué los unos y la otra
proceden por deformación , es decir, en el sentido más opuesto ¡í la
belleza, y cómo es que se encuentran en todos los puntos del globo.
Si queremos no pagarnos de palabras y poseer el secreto del enig
ma, hay que recordar dos cosas igualmente ciertas : la primera, que
el hombre ha sido hecho, en su cuerpo y en su alma, á imagen del
Verbo encarnado ; la segunda , que el objeto de todos los esfuerzos de
Satanás es hacer desaparecer del hombre la imagen del Verbo encar
nado, para formarlo a su propia imagen. Estas dos verdades incon
testables conducen lógicamente á la conclusión siguiente : la tenden
cia general del hombre á desfigurarse es efecto de una maniobra
satánica. En confirmación de esta conclusión vienen muchos hechos,
cuyo sentido no es equivoco.
{ ,° Algunos pueblos reconocen positivamente la influencia de los
dioses en sus costumbres de desfigurarse. « Á las mujeres de Austra
lia, escribe un misionero, no es la depravación del gusto en adornarse
lo que las decide á mutilarse ; sino la idea de un sacrificio religioso.
Cuando son jo vendías, les atan la punta del dedo meñique de la mano
izquierda con ciertos hilos fuertes de telaraña ; de modo que inte
rrumpiéndose la circulación de la sangre, al cabo de algunos dias se
desprende la primera falange, que se dedica á la serpiente boa , a los
peces ó á los kanguroos (2). »
Lo mismo pasa con la deformación frontal por la coloración. Su
carácter de repugnante obscenidad acusa manifiestamente otra causa,
que no es ni los celos del hombre , ni la coquetería de la mujer.
2.° La parte del cuerpo más universal y profundamente defor
mada es el cerebro. ¿ De dónde proviene esta preferencia ? Desde el
(1) Sobre los testimonios que lo prueban y los pueblos en que se prac
tica, véasela obra del doctor en medicina L. A. Gosse, de (Jénova, titu-
lada : Et*ai í'ir l?* defonnationv arli/icielU* dn vrane . París, 1855, y los Anal,
de la Prop. de la Fe, n.» 98, p. 75.
(?) Armala, etc.,n.° 98 p. 75.
HISTORIA RELIGIOSA DE LAS DOS CIUDADES. 257
punto de vista de la acción demoniaca, es fácil comprender el mo
tivo. El cerebro es el instrumento principal del alma. Alterar el cere
bro, es alterar todo el hombre. Pues bien: su deformación tiene por
.Resaltado entorpecer el desarrollo de las facultades intelectuales, favo
recer las pasiones brutales y degradar al hombre hasta el nivel de las
bestias (1).
i¡ " 3,° Entre todos los pueblos , uno sólo, no obstante estar rodeado
de ellos, se libra de esa tendencia; es el pueblo judío. Como inves
tido de una misión providencial, cuya credencial consiste en su iden-
. IMad , es preciso que sea eternamente reconocido por judio , y Satanás
. -jo tiene permiso para desfigurarlo. «Puedo citar, dice Gosse, como
menta de la deformación á esa pequeña nación judia, que tan impor-
. i late papel ha desempeñado en los destinos del linaje humano , y cuyo
tipo se ha conservado puro desde los tiempos más remotos. »
i /' 4." Cuanto más extrañas son las naciones á las influencias del
Cristianismo ó del Espíritu Santo, más general es en ellas la tenden
cia á desfigurarse : por el contrario, á proporción que son mas cris
tianas, se disminuye. «Hablando de los habitantes de Colombia,
observa M. Duflot de Mofras , que donde se ha introducido el catoli
cismo, la deformación ha cesado (2).» Y claro es que desaparece por
completo entre los verdaderos católicos, los santos, los sacerdotes,
los religiosos , etc.
: ' Desfigurar al hombre, á fin de borrar en él la imagen del Verbo,
. -ÍO es bastante : ya hemos dicho que a toda costa Satanas quiere hacer
al hombre a su imagen. Aqui se marca otro nuevo rasgo del parale-
'lsano constante que venimos observando.
En la Ciudad del bien, la más elocuente y popular imagen de Dios
' ¡& el crucifijo. Por lo tanto, el crucifijo debe ser la imagen obligada
del hombre sobre la tierra. Mortificación universal de la carne y de
^ los sentidos , imperio absoluto del alma sobre el cuerpo , consagración
ifimitada á Dios , despego de las cosas temporales , resignación , man-
'ífedumbre, humildad, aspiración constante hacia las realidades de la
Tl1ida futura', ¿no debe consistir en esto toda la vida del hombre via
dor? Pues he ahi lo que significa el crucifijo. Por eso el Concilio de
'Tírenlo definió la vida cristiana: es una penitencia continua: vita
~¿Mistiana, perpetua poenitentia.
*' ' ' ,
(1) Véase el citado Gosse , p. 149.—En diferentes puntos de Francia y
de Europa se practica todavía lu deformación frontal. (Ibid.J
(*) Gosse, pág. 9.
TOMO I. 17
j>.$X TRATADO DEL ESPÍRITU' SAXTO.
También el Rey de la Ciudad del mal define la vida por medio de
sus imágenes , pero la define á su manera. Entre las innumerables
imágenes, debajo de las cuales se presenta á recibir los homenajes de
los hombres, no hay una que no sea un llamamiento á cierta pasión.
Varias veces hemos visitado las galenas de Florencia, los museos de
Roma y Ñapóles, las ruinas de Pompeya y Herculano. Hemos visto
los dioses de la Oceania ; otros han visto por nosotros los templos del
Thibet , las pagodas de la India y de la China. Pues bien: los millares
de imágenes, emblemas, estatuas antiguas y modernas, que llenan
esos lugares, por diferente que sea su época ó su destino, repiten,
cada cual á su manera , la palabra seductora que perdió al hombre en
el paraíso : Goza, es decir, olvida tus destinos, olvida el fin de la
vida, adora tu cuerpo, menosprecia tu alma, degrádate, defórmate;
bórrese de tu frente, de tus pensamientos y de tus actos la imagen del
crucifijo, para que vengas á ser la imagen del que adoras, de la Bestia.
Podríase continuar la historia paralela de las dos Ciudades desde
el punto de vista religioso ; pero es ya tiempo de bosquejarla desde
otro punto de vista no menos instructivo, y es el del orden social.
CAPÍTULO XXII.

Historia social do las dos Olvidados.

Sumario.—Paralelismo de las dos Ciudades en el orden social.— Para cons


tituir la Ciudad del bien en estado social , el Espíritu Santo le da sus le
yes por ministerio de Moisés.—Los fundadores de los pueblos pagauos
reciben sus leyes del Rey de la Ciudad del mal.—Testimonio de Porfirio.
—Los pueblos del alto Oriente reciben sus leyes del dios serpiente con
cabeza de gavilán.—Licurgo recibe las de Esparta de la serpiente Python.
- —Numa las de Roma de la antigua serpiente bajo la forma de la ninfa
, Egeria —Roma fuudada por inspiración directa del demonio ." pasaje de
Plutarco —Las leyes de Roma dignas de Satanás por su inmoralidad:
pasajes de Varrón y de San Agustín.

El paralelismo de las dos Ciudades, del cual acabamos de hacer


un ligero estudio en el orden religioso , se encuentra también en el
orden social ; y no puede ser de otra manera. Por la naturaleza misma
de las cosas , la Religión ha sido entre todos los pueblos el alma de la
sociedad, y lo será siempre. Ella inspira las leyes, informa las ins
tituciones y arregla las costumbres : ella la domina y le da impulso,
como el alma domina al cuerpo y pone en movimiento todos sus ór
ganos. Pues en la Ciudad del bien el Espíritu Santo es sin disputa el
maestro y señor de la religión ; y esta realeza religiosa le asegura,
por lo menos indirectamente, el cetro social. Más todavía: lo tiene
adquirido por medios directos.
Abramos la historia. Dejando á un lado los tiempos primitivos,
llegamos á la época en que, siendo bastante numerosa la raza fiel para
salir del estado doméstico , Dios la hace pasar al estado de nación.
Nada más solemne que el modo con que Dios consagra esta nueva
existencia de la humanidad. El Soberano legislador quiere que la Ciu
dad del bien sepa que su constitución y sus leyes han bajado del cielo,
y que no lo olvide jamás.
Desde la cima del Sinai , donde Él se presenta rodeado de miles
260 THATADO DEL ESPÍHITU SANTO.
misteriosas , llama á Moisés. En una larga conferencia le comunica
sus pensamientos : descendiendo hasta los últimos detalles de los re
glamentos y ordenanzas que deben dar á la nación su forma política,,
civil y doméstica , no deja nada al arbitrio del hombre. Para que en
la sucesión de los tiempos nadie se atreva a sustituir en punto alguno
su voluntad á la divina , la ley queda grabada por el mismo Espíritu
Santo en dos tablas de piedra. Cuidadosamente conservadas é interro
gadas con respeto, estas tablas serán el oráculo de la nación y el ma
nantial de su vida. Así , lo mismo en el orden social que en el reli
gioso, la Ciudad del bien sera en toda la extensión de la palabra la>
Ciudad del Espíritu Santo. Él será , con exclusión de otro cualquiera,
su Dios y Rey, Rey que reina y gobierna.
En oposición á la Ciudad del bien , Satanás edifica la del mal. Vea
mos con qué exactitud este eterno mono emplea , para levantar su
edificio, los mismos medios de que Dios se ha servido en la construc
ción del suyo. En la cima del Sinai recibió Moisés la constitución de
los Hebreos. Satanás quiere que los primeros fundadores de los im
perios de que se compone la Ciudad del mal , estén en comercio in
timo con él. Él mismo se reserva dictarles sus constituciones y leyes,
y quiere que se sepa esto, para que sean respetadas, no como una
lucubración humana, sino como una inspiración divina.
Vemos, en efecto, á los primeros legisladores de los pueblos pa
ganos afirmando unánimemente que sus leyes bajaron del cielo y que
las recibieron de boca de los mismos dioses. ¿ Quién tiene derecho á
desmentirlos? Después de lo que sabemos sobre las inspiraciones re
ligiosas de Satanás, ¿cómo negar la posibilidad de esas inspiraciones
sociales? El que puede lo más, puede lo menos. Por otra parte, los
hechos denuncian la causa. ¿ De dónde vienen los crímenes legales,
que manchan todos los Códigos paganos sin excepción? ¿Qué espíritu
autorizo y aun mandó el divorcio, la poligamia, el infanticidio, la
muerte del esclavo, las crueldades contra el deudor y el prisionero de
guerra ? ¿ Quién escribió en las tablas de bronce del Capitolio la larga
nomenclatura de iniquidades civiles y políticas, cuyo solo nombre
saca todavía los colores á la cara? No ha sido el Espíritu Santo: fué el
Espíritu maligno. En política, lo mismo que en religión, no hay más
que dos manantiales de inspiración para el hombre. Pero escuchemos
la historia.
Las más antiguas tradiciones nos enseñan que en Oriente, en
Persia, Fenicia, Egipto, en todos los lugares vecinos al paraíso terre
nal , el demonio se hacia adorar bajo la forma de serpiente , no sola
SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 261
•como Dios supremo, sino como Principe de los legisladores, fuente
del derecho y de la justicia. « Los fenicios y los egipcios, dice Porfi
rio, divinizaron el dragón y la serpiente.... Los primeros lo llaman
Agathodemon , el buen genio ; y los segundos lo apellidan Cenepho.
Le ponen cabeza de gavilán á causa de la energía de esta ave. Epeis,
el mas sabio de sus hiorofantes , dice, palabra por palabra, lo que
B: «La primera y la mas eminente divinidad es la serpiente con
de gavilán. Llena de gracia, cuaDdo abre los ojos inunda de
toda la extensión de la tierra ; si los cierra , sobrevienen las tinie-
[,)..
Por manera que, lo mismo en el orden social que en el religioso,
luz viene del Dios serpiente, el mayor de todos los dioses. El
-antiguo legislador de los persas, Zoroastro , está todavía más expli-
i Zoroastro el mago , continúa Sanchoniaton, en el ritual santo
los persas , se expresa en estos términos : El dios con cabeza de
gavilán es el Principe de todas las cosas, inmortal, eterno, sin prin
cipio , indivisible, sin igual , regla de todo bien, incorruptible , el ex-
-ccleute de los excelentes, el mas sublime pensador de los pensadores,
el padre de las leyes , de la equidad y la justicia , que no debe su cien-
más que a si mismo, universal, perfecto, sabio, único inventor
las fuerzas misteriosas de la naturaleza (2).»
Dejemos el alto Oriente, cuna de todas las grandes tradiciones, y
á la Grecia. Cuando Licurgo se quiere hacer legislador , va

Taautus quidem draconis serpentiumque naturae divinitatem ali-


tribuebat ; quam ejus opinionem Phoenices et Aegyptii postea compro-
. atque illud animal Phoenices Bonum Daemonem , Aegyptii vero
similiter nuncuparunt , eidem caput accipitris , ob praecipuam
-;» imdam hujus volucris agendi vim , addiderunt. Quin etiam Epeis ¡lle , qui
summus ab iis sacrorum interpres et scriba nominatur.... sie ad verbum
allegorice rem istam exposuit : Unus omnium máxime divinus erat serpens
¡lle , qui accipitris formam prae se ferebat, idemque aspectu jucundissimus:
quippe enim , ubi,oculos aperuisset , continuo primigeniae suae regionis loca
-omnia luce complebat : sin autem conniberet, illico tenebrae succedebant.
(Porphyr. ex Sanchoniat. , Apud Euseb. , Praep. Evang., lib. i , c. x.)
(") At vero Zoroastres magus in sacro Persicorum rituum commenta-
rio, haec totidem verbis habet : Deus autem est accipitris capite , Princeps
omnium , expers interitus , sempiternus , sine ortu , sine partibus, maxime
dissimilis, omnis boni moderator, integerrimus , bonorum optimus, pru-
dentium prudentissimus. Legum , aequitatis ac juítitiae pareos, se tantum
praeceptore doctus , naturalis, perfectus, sapiens et sacrae vis pbysicae unus
inventor. (Iba.)
262 TRATADO DEL ESPÍR1TU SANTO.
al mismo Dios, es decir, a la misma serpiente , a pedirle sus famosas
leyes de Lacedemonia ; se encamina a Delfos , lugar en todo el mandé
célebre por su oráculo. Apenas Licurgo ha pisado el umbral del tem
plo, la serpiente Pythón (1) le dice por el órgano de su sacerdotisa :
«Tú vienes ¡olí Licurgo! a mi templo engrasado de victimas; lú, el
amigo de Júpiter y de todos los habitantes del Olimpo. ¿Te llamaré
un dioso un hombre? No sé cómo decirte; mas me parece que eres
un dios. Vienes á pedirme leyes sabias para tus conciudadanos ; te las
daré gustoso (2).»
Perdónesenos la profanación de los nombres ; Delfos es el Sinai de
la antigua serpiente, seductora del linaje humano (3) ; Licurgo es su
Moisés. Esparta y las otras repúblicas de Grecia y la misma Roma,
que tomaron de Lacedemonia una parte de su legislación , forman su
pueblo. De vuelta á Esparta, Licurgo hace conservar preciosamente
el oraculo de Delfos en los archivos sagrados de la ciudad, cual Moi
sés hizo conservar las tablas de la ley en el arca de la alianza (4). La
parodia es completa. ¡Tal es, según lo cuentan los mismos paganos,
el origen de una legislación que desde el Renacimiento los cristianos
proponen á la admiración de sus hijos!
En la Vida de Teseo, fundador de Atenas, Plutarco tiene cuidado
de advertir que este legislador no dejó tampoco de tomar consejo de
la serpiente Pythón. Pero dejemos la Grecia, y vengamos áRoma. lie

(1) Como la serpiente del Oriente , esta otra serpiente Pythón es un ser
sin ejemplo en la naturaleza : es representada como un monstruo enorme,
como un horrible portento. Ovidio la llama el gran Pythón , Serpiente
desconocida, terror de los pueblos. Aunque muerta aparentemente por
Apolo, ella era siempre la que en nombre de Apolo daba los oráculos. (Oei-
dio, Metam., lib. i , v. 438.)
(S) Quoniam ex iis Pythii oraculis, quae Graecorum omnium vocibM
maxime celebrantur, unum etiam illud est, quod Lycurgo sese consulenü
Pythiam edidisse ferunt, his verbis comprehensura :
Tu modo noatra subis in pinguia templa, Lycurge.
Omnibus o Superia, Superum o carissime Patri ,
Te divumne , hominemve vocent oracula nostra,
Ambigimus : Divuin , ut spes est, dixisse licebit ,
Aequa tuis nos jura rogas , damus illa libenter.
{Porphyr., ap»d Etwb. , lib. v, c. xxvn.)
(3) Era el foco religioso del mundo pagano ; por eso Ovidio le llam.i
umbilicum orbis.
(4) Véase á Plutarco, Disc. con/r. Colóles, c. xvn.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 263
alii la ciudad misteriosa, que por el incremento irresistible de su
poder, absorberá a la mayor parte del mundo , y de todos los imperios
fundados por Satanás no formará más que uno solo, del que será capi
tal. ¿Qué influencia tuvo en la fundación de Roma la serpiente legis
ladora? Fácil es prever que deberá de tenerla aquí más señalada que
en ninguna otra parte : esta previsión no es quimérica.
Antes aún de que Roma exista , Satanas comienza por declarar
que esta ciudad sera la suya , y toma posesión de ella con la mayor
solemnidad. Por orden suya , unos sacerdotes, iniciados en sus más
secretos misterios , son mandados desde Toscana , para cumplirlas
ceremonias con que debe fundarse la futura capital de su imperio.
« Rómulo, dice Plutarco, habiendo enterrado á su hermano, se puso
á edificar y fundar su ciudad, enviando á buscar unos hombres de la
Toscana, que le designaron y enseñaron punto por punto todas las
ceremonias que habia que observar, según los formularios que ellos
leníau , ni más ni menos que si se tratase de algún misterio ó sa
crificio.
i-Hicieron ante todas cosas un hoyo redondo en el sitio que al pre
sente se llama Comitium, dentro del cual echaron primicias de todas
las cosas; después echaron también un poco de tierra, traida de
donde cada uno habia venido, y lo revolvieron todo junto : este hoyo
en sus ceremonias se llama el mundo. Alrededor de él trazaron la
cerca de la ciudad que querían levantar, ni más ni menos que como
quien describe un circulo alrededor de un centro.
tHecho esto, el fundador de la ciudad toma un arado, le pone la
reja de hierro, unce un toro y una vaca, y guiando él mismo el arado
alrededor de la marcada cerca , echa un profundo surco , cuidando
los que detrás de él van de volcar á la parte de dentro los terrones
que la reja levanta, sin que ninguno se quede fuera. Donde piensan
hacer una puerta , sacan la reja y llevan ellos el arado en alto , de
jando un espacio de tierra sin arar. En esto consiste que los romanos
consideran santo y sagrado todo el circuito de las murallas , pero no
las puertas. Pues si hubiesen sido consagradas 6 santificadas, habría
sido caso de conciencia entrar ó sacar por ellas algunas cosas necesa
rias á la vida, y que sin embargo no son puras (1).»
Tal fué y tan llena de supersticiones satánicas la fundación de la
ciudad de Roma. ¡ Y los romanos del Renacimiento no tuvieron ver
güenza de celebrar el aniversario con fiestas religiosas I

(I) Vida de Hámulo, cap. n.


*
264 TRATADO DEL ESPÍRITU SAXTO.
Si Rómulo es el fundador de la ciudad material , Numa, su suce
sor, es considerado, con razón, como el fundador de la ciudad mo
ral. Satanás no podia escoger mejor. Y decimos escoger, porque por
gracia del mismo Satnii is fué Numa rey de Roma. Antes de referir á
los que lo ignoran este hecho eminentemente significativo, será bueno
dar a conocer los antecedentes de Numa. « Después de la muerte de
su mujer, escribe Plutarco, dejando Numa la ciudad, gustaba de
vivir en el campo y de irse á pasear solo por los bosques y campos
consagrados a los dioses , llevando una vida solitaria en lugares sepa
rados de la compañía de los hombres. De aqui procedió, según yo
pienso, lo que se dice de él y de la diosa : que no era por enfado ni
por melancolía el que Numa se retirase de la conversación de los
hombres , sino porque se había aficionado á otra más santa y venera
ble compañía ; habiéndole dispensado la ninfa y diosa Egeria un honor
tan alto cual era el de recibirlo por marido (1).»
Sea lo que fuere de este maridaje y otros semejantes cuya realidad
era admitida en la antigüedad , según refiere el mismo Plutarco (2),
resulta que el primer legislador de Roma , lo mismo que los dos
oráculos de la filosofía pagana , Sócrates y Pitágoras, tuvo su demo
nio familiar. Vamos á ver ahora que á este comercio tenebroso debió
Numa su realeza , y Roma sus leyes.
Oigamos otra vez á Plutarco. « Habiendo Numa aceptado el reino,
después de haber sacrificado á los dioses, se puso encamino para Roma.
Le fueron, pues, presentados los atributos ó insignias de la dignidad
real ; pero él mandó que esperasen , pues era menester ante todo que
fuera confirmado como rey por los dioses. Tomó á los adivinos y
sacerdotes , con los cuales subió al Capitolio , y allí el principal de los
adivinos lo volvió de cara al Mediodía, con el rostro cubierto, mante
niéndose de pie á espaldas de él, con la mano derecha sobre su cabeza,
y haciendo oración á los dioses , para que por el vuelo de las aves y
por otros indicios tuviesen á bieu declarar su voluntad respecto de
esta elección , y extendía su vista hacia todos lados , lo más lejos que
podia.
«Reinaba , sin embargo, en la plaza maravilloso silencio , no obs-

(I) Vida de Numa, cap. ui.—Sed ut ad anguem redeámuB, na adeoratrum


titean voluptaüs et libidinis habere sigoificatum : legimus apud Plutarchum,
aerpentem Etoliae amasium puellae. (Pierius, Hierogly., lib. xm,p. 148.)
(S) Véase en San Agustín y en todos los grandes teólogos la cuestión
de incubíf.

■■jf<í
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES.
tante quetodo el pueblo en número infinito estaba allí congregado, es
perando con gran devoción el resultado de aquella adivinación , hasta
que aparecieron á mano derecha aves de buen agüero , que confirma
ron la elección. Y entonces Numa , tomando las vestiduras reales,
descendió del Capitolio a la plaza, donde todo el pueblo lo recibió con
grandes clamores de alegría , como al más santo que se hubiera podido
elegir y el más amado de los dioses (1).»
Numa , rey por la gracia del demonio, como Licurgo, como Teseo
y demás fundadores de los imperios paganos , pasó á ser legislador
'bajo la inspiración del mismo espíritu. Ya los rudimentos de legisla
ción que Rómulo había dado á los romanos, provenían de la misma
tMnte. Siendo muy hábil en el comercio con los demonios , oplimus
augur , como le llama Cicerón, había compuesto una parte de las
leyes ; el resto lo había tomado de los griegos, los cuales, ya lo hemos
visto , eran deudores de ellas á la serpiente legisladora (2).
Pero respecto de Roma , la ciudad predilecta y futura capital del
imperio de Satanas, no le bastaba a éste una inspiración indirecta. Él
misino en persona quería dictar sus leyes. Numa fué su Moisés. Este
personaje, á quien hoy llamaríamos un medium, practicaba abierta
mente la hidromancia. Este género do magia , conocida de toda la
antigüedad y condenada tantas veces por la Iglesia, consiste en hacer
sobre el agua parada , ó corriente , invocaciones y circuios concén
tricos, en medio de los cuales aparece el demonio en forma visible, y
da oráculos (3).
Apuleyo cuenta este hecho célebre de hidromancia: «Me acuerdo,
dice , de haber leído en Varrón , filósofo dé gran erudición é histo
riador de gran exactitud , que los habitantes de Trallas , inquietos
sobre el éxito de la guerra contra Mitridates , recurrieron á la ma
gia. Apareció en el agua un niño, que con el rostro vuelto á una
imagen de Mercurio , les anunció en ciento sesenta versos lo que
debía suceder (4).» Tal fué el medio empleado por el legislador de
Roma.
«Numa, escribe San Agustín , que no tenia por inspirador, ni un

(1) Vida de Mima, c. vi.


(2) Ferias Bolemnesque conventus et statas a laboribus vacationes , ac
caetera id geata ex optimis qaibusque Graecarum hominum ritibus instituit.
(Dión. Hulyc, AnUquil. rom. , lib. xi , in Romul.)
(3) Del Rfo, Dlequisil. magia., lib. iv, c. xi, seot. 3.
(4) Apolog., p&g. 301.
266 TRATADO DEL ESPÍBITU SANTO.
profeta de Dios , ni un ángel bueno , recurrió á ia hidromaucia (1). »
Se iba junto á una fuente solitaria , que todavía se muestra , y hacía
las prácticas de costumbre. Entonces, bajo la forma de una joven, que
tomaba el nombre de Egeria , el demonio le dictaba los diferentes ar
tículos de la constitución religiosa y civil de Roma , y se los explicaba,
exponiéndole los motivos. Pero los motivos de este código , que por
las conquistas de los Romanos vino a ser como el evangelio de la an
tigüedad, eran de tal íudole, que Ñama, por masque era Rey, no su
atrevió jamas á darlos á conocer.
Á este temor humano se añadió otro temor divino, que puso al
regio médium en la mayor perplejidad. Por una parte, temía él que
al publicar las infamias que el demonio le había dictado, baria exe
crable hasta para los mismos paganos la teología civil de los Roma
nos ; por otra parle, no se atrevía á anularlas , temiendo la venganza
de aquel ser misterioso á quien se había entregado. Tomo, pues , el
partido de hacer enterrar junto á su sepulcro aquel monumento de
obscenidad. Pero un labrador, pasando con su arado, lo hizo salir de
la tierra. Lo llevó al pretor, el pretor lo sometió al Senado, y el Se
nado ordenó que se quemara.
Tal fué el respetable origen de la legislación religiosa y civil de
Roma. Las cosas útiles y sensatas que encierra, son un lazo astuto de
aquel que, si alguna vez dice verdad , es para mejor engañar (2).

(1) Nam et ipse Numa , ad quem nullus Dei propheta, nullus 'sanctus
ángelus mittebatur , hydromantiam faceré compulsas est, ut in aqua videret
imagines deorum, vel polius ludificationes daemonum, a quibus audiretquid,
in sacris constituere atque observare deberet. Quod genus divinationis idem
Varro a pereis dicit allatum , quo et ipsum Numam , et postea Pythagoram
philosophum usum fuisse commemorat : ubi adbibito sanguina etiam inferos
sciscitari.... bis lamen artibus didicit sacra illa Pompilius, quorum sacrorum
facta prodidit : quarum causarum proditos libros senatus incendit. Quid mihi
ergo , Varro , illorum sacrorum alias nescio quas causas velut physicas ioter-
pretatur; quales si libri i11 í habuissent , non utique arsissent. (De Cit. Dei,
lib. vil, c. xxxv.)
(2) De Cir. Dei, lib. vil, cap. xxxiv et xxxv.
CAPÍTULO XXIII.

(Continuación del anterior.)

Si:mamo.—Nunia , mono de Moisés.—Nuevo rasgo de paralelismo : el Espí


ritu Santo, guardián permanente de las leyes sociales de la Ciudad del
bien.—Satanás, bajo la forma de serpiente, guardián permanente de las
leyes sociales de la Ciudad del mal.—La serpiente-Dios adorada en todas
partes: en Oriente, en Babilonia, en Persia , en Egipto, en Grecia: las
Bacantes, en Atenas, en Epiro, en Délos, en Delfos: descripción del
oráculo de Delfos.—En Roma , las serpientes de Lavinio.— La serpiente de
Epidauro, en la ista del Tiber.—Culto de la serpiente entre los Galos y en
los pueblos del Norte.—Universalidad de este culto en la antigüedad paga
na.—Su causa.—Las serpientes del tiempo de Augusto.—Las vestales.—
Serpientes de Tiberio , de Nerón , de Eliogábalo.—De las damas romanas.

En lo concerniente á la inspiración de las leyes , nada falta para


que sea completa la parodia del Sinai en la iutura capital de la Ciudad
del mal. Esta parodia se continuará en la promulgación, asi como en
la presencia sensible y permanente del legislador primitivo en medio
de su pueblo, sea para asegurar la observancia , sea para dar la inter
pretación auténtica de las mismas leyes. Cualquiera sabe con qué apa
rato de ceremonias religiosas, de purificaciones solemnes y sacrificios
proclama Moisés la ley recibida del cielo en el misterioso coloquio de
la montaña ; y no hace esto, sino por inspiración divina. Su objeto
era evidentemente conciliar respeto á la ley y hacer que con religiosa
sumisión la recibieran y con fidelidad constante la practicaran.
Afuma, inspirado por Satanás, recurre á los mismos medios. Para
que los Romanos lo aceptaran á él y sus leyes , le vemos servirse , se
gún Plutarco, de la ayuda de los dioses, de sacrificios solemnes,
fiestas , danzas y procesiones frecuentes , « que celebraba él mismo , en
las cuales cosas , juntamente con la devoción , se mezclaba el pasatiempo
y el placer. Á veces les ponia delante el terror de los dioses, haciéndo
les creer que había visto visiones extrañas, ú oido voces divinas que
2fi8 TIUTADO DEL ESPÍRITU SANTO.
amenazaban con grandes calamidades , para tener siempre humilla
dos los corazones bajo el temor de los dioses.
» Así la ficción con que Numa se disfrazó fué el amor de una diosa,
ó bien , de una ninfa del monte, y las secretas entrevistas y coloquios
que fingía tener con ella y también la familiaridad con las musas;
pues decía que a éstas se debía la mayor parte de sus revelaciones (1). »
Que Numa hiciera todas estas cosas, nadie lo pone en duda. Pero
que todas estas cosasno fueran más que pura farsa , como Plutarco pa
rece que da á entender, eso ya es otra cuestión. Desde luego Varrón,
el más sabio de los romanos, y San Agustín , el más sabio entre los
Padres de la Iglesia, afirman positivamente lo contrario. Además,
Plutarco no da prueba alguna de su aserción. Finalmente, Plutarco se
contradice. ¿No proclamó la verdad de los oráculos en una obra muy
conocida ? Fuera de esto, ¿qué diremos de una farsa que por nadie
es descubierta ?¿ Cómo esa misma farsa se encuentra entre todos los
pueblos? ¿Y cómo todos los pueblos tomaron una farsa por realidad?
Resolver estas cuestiones en sentido no católico, es como negar la
historia de la revelación. Pero negar la historia de la revelación, es
negar la luz y condenarse al embrutecimiento.
Pasemos á otro rasgo de paralelismo. El Señor no se contenta con
dar su ley. Él mismo se constituye en guardián é intérprete de la
misma. Clon este fin se queda en medio de su pueblo de una manera
sensible y permanente. Israel sabe que Dios está allí , custodio invi
sible pero vigilante, oráculo siempre dispuesto á responder. Si se
origina en cualquier materia una dificultad seria , al Señor hay que
pedirle la resolución. ¿Hay que atacar una ciudad, emprender una
guerra ó firmar un tratado? Al Señor se acude también. Él indica los
medios de obtener resultado , las acciones de gracias que se le han de
dar , los castigos que se deben imponer á los violadores de su ley.
La serpiente legisladora imita todo esto en la Ciudad del mal. Es
guardián é intérprete de su ley, como Jehová de la suya. Como el
Dios del tabernáculo y el templo recuerda constantemente con su te
rrible majestad al Dios del Sinaí , asi Satanás , con la forma sensible
bajo que se muestra , cuida de recordar al vencedor del paraíso te
rrestre. Pronto siempre á dar oráculos , inspira sucesivamente el te
mor y la confianza , decide de la paz y de la guerra , indica los medios
de salir bien , y marca los sacrificios que exige en expiación ó en ac
ción de gracias. Su pueblo lo sabe ; en circunstancias importantes no

(1) Vida de Numa., c. ni.


HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. áti'J
deja de recurrir á él en busca de luz y protección. La filosofía de la
historia de los pueblos paganos queda escrita en estas lineas. Aña
damos a la hilaza la trama, y tendremos la tela complela.
Entre todos los hechos extraños consignados en los anales del
humano linaje, no sabemos si habrá alguno mas digno de atención que
el que vamos á recordar. Además de las mil formas en que los pue
blos paganos antiguos y modernos han honrado al demonio , todos lo
han adorado bajo la figura privilegiada de la serpiente, pero ser
piente viva , serpiente de carne y hueso , serpiente que da oráculos,
y esto no una ni dos veces , sino constantemente.
Ya lo hemos visto : para los pueblos del alto Oriente , vecinos del
paraíso terrenal , persas, medos, babilonios , fenicios, el gran Dios,
el Dios supremo, el padre de las leyes, el oráculo de la sabiduría, era
la serpiente con cabeza de gavilán. Para él eran los templos más her
mosos , la Qor de los sacerdotes, las víctimas escogidas, la solución
délas cuestiones difíciles. Los siglos transcurridos no le habían hecho
perder nada de su gloria y autoridad.
En tiempo de Daniel , su culto se conservaba en todo su esplendor.
El célebre templo de Bel, edificado en el centro de Babilonia, servia
de santuario á una enorme serpiente, que recibía la adoración de todos
los babilonios (1). En la cúspide de este templo de proporciones colo
sales aparecía la estatua de Rhea. Era esta de oro , hecha á martillo
y pesaba 100 talentos, 31,000 kilogramos aproximadamente. La diosa'
sentada en un carro de oro, tenia a sus pies dos leones, y junto á ellos
dos enormes serpientes de plata , cada una del peso do 30 talentos , ó
sean, unos 330 kilogramos (2). Estas monstruosas figuras anunciaban
á lo lejos la presencia de la serpiente viva, y la gigantesca idolatria de
que era objeto.
Para los antiguos Persas , el gran Dios era la serpiente con cabeza
de gavilán. Adorada sucesivamente como genio del bien y. como genio
del mal, era bajo este último aspecto la causa de todos los males de
los hombres. La tradición le daba el nombre de Ahriman. Este mons
truo , después de haber combatido al cielo al frente de una turba de
genios malos , salta á la tierra en forma de serpiente , cubre la haz
del mundo de animales venenosos, y se insinúa en toda la naturaleza.
Las tradiciones chinas hacen remontar el origen del mal á la instiga-
(1) Et erat draco magnus in loco ¡lio , et colebant eum Babylonii . . . .
Tnlitque Daniel picem, et adipem , et pilos, etcoxit pariter: fecitque mas
ías, et dedit in os draconis . et diruptus est draco. [Dan., xiv , 24.)
(2) Diodoro de Sicilia , HUI. , lib. xi , cap. ix.
¡270 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ción de ana inteligencia superior, rebelada contra Dios y revestida
de la figura de serpiente. Tchi-seon es el nombre de este dragón. En
fin, cuando el Japón nos pinta la escena de la creación , emplea la
imagen de un árbol robusto , alrededor del cual hay enroscada una
serpiente (1).
Egipto nos ofrece punto por punto el mismo culto. «El símbolo de
Cnouphis , ó el alma del mundo, dice M. Champolion , se presenta
bajo la figura de una serpiente enorme , con piernas de hombre : y
este reptil , emblema del buen genio, el verdadero Agatíwdaemon,
tiene barbas muchas veces. Al lado de esta serpiente , los monumen
tos egipcios llevan la inscripción siguiente : Dios grande, Dios supre
mo, Señor de la región superior (2). »
Mucho antes que Champolion , Eliano habia dicho , hablando de
la religión de los egipcios : «La serpiente venerable y sagrada tiene en
sí algo divino , y no es bueno encontrarse en su presencia. Asi en
Meteli , Egipto , una serpiente habita en una torre donde recibe los
honores divinos. Tiene sus sacerdotes y sus ministros , su mesa y su
copa. Todos los días echan en la copa aguamiel mezclada con harina,
y se retiran. Guando vuelven por la mañana, encuentran la copa vacia.
»Un día , el más anciano de los sacerdotes , picado del deseo de
ver al dragón , entra solo , pone la mesa del dios, y se sale del santua
rio. Al punto llega el dragón, so sube á la mesa y se pone á comer.
De repente el sacerdote abre ruidosamente las puertas , que , según
costumbre, había tenido cuidado de cerrar. La serpiente se retira irri
tada ; pero el sacerdote , habiendo visto, por desgracia suya, al que
tanto anhelaba ver , se vuelve loco. Después de haber confesado su
crimen , pierde el uso de la palabra y cae muerto (3).i
El célebre papel Anastasi recientemente descubierto en Egipto,
confirma las afirmaciones de Eliano , de Clemente Alejandrino y de
Champolion. Dice asi : «No se debe invocar el gran nombre de la ser
piente sino en caso de absoluta necesidad, y cuando uno nada tenga
que reprocharse. Después de algunas fórmulas mágicas , entrará ün
DIOS CON CABEZA DE SERPIENTE , QUE DARÁ LAS RESPUESTAS. »
Para probar que el demonio puede matar , basta recordar de la
antigüedad sagrada el ejemplo de los hijos de Job , y de la profana el
pasaje en que Porfirio confiesa que el dios Pan , tan bueno como era,

(t) G. des Mousseaux, Leí haud phínomenu de it miqit.


(2) Panlh. égypt., texto 3 , et lib. n, pág. 4.
(3) Aelian., Dt nadir, animal., lib. XI, C. xvn.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 271
se aparecía frecuentemente a los labradores en los campos, y que un
día hizo morir a nueve ; tan aterrorizados quedaron de su estruen
dosa voz y de la vista de aquel cuerpo formidable , que se lanzaba
encolerizado (1).
El testimonio del obispo de Mantchuri , que antes hemos citado,
hacer ver que Satanás no ha perdido nada de su poder homicida entre
ios paganos modernos. En cuanto á ese sacerdote , muerto por haber
visto á su dios , recuerda de una manera tan notable la prohibición de
Jehová y la muerte de los Bethsamitas , que apenas hay necesidad de
llamar la atención sobre el remedo diabólico. El usurpador de la divi
nidad tiene su arca de la alianza , y quiere ser respetado en ella, como
Jehová en la suya : y, más riguroso que Jehová , hiere de muerte al
temerario que osa fijar en él su mirada.
Este santuario temible no era la única habitación que la serpiente
tenía en Egipto. En este país de la idolatría primitiva no se veía más
que serpientes adoradas ó familiares. En todos los puntos del territo
rio se levantaban sus templos. Allí, como en Babilonia, eran cuida
dosamente alimentadas, se las adoraba y se iba á consultarlas. Los
egipcios las guardaban en sus casas , las miraban con placer, las tra
taban con deferencia , y partían con ellas su comida. «En ninguna
parte, dice Kilarco, ha sido adorada la serpiente con tanto fervor.
Jamas pueblo alguno igualó al egipcio en dar hospitalidad á las ser
pientes (2). »
Por consecuencia de esto, la serpiente entraba en la idea y repre
sentación de toda autoridad divina y humana, i Como señal de di
vinidad, dice Diodoro de Sicilia (lib. v), las estatuas de los dioses
teman enroscada una serpiente , los cetros de los reyes la tenían en
señal 4el poder real, los birretes de los sacerdotes en señal de poder
.divino.» Las estatuas de Isis en particular, iban coronadas de una
especie de serpientes llamadas thermuthü , que se miraban como sa
gradas y se les tributaban grandes honores (3). Según los egipcios,

(I) Apud Euteb., Praep. Etang., lib. v, c. V.


(S) Phylarcbus libro duodecimo in vulgus edidit , aspides ali Aegyptiis
▼ehementer coli. easdem ex eo cultu prorsus mansuescere. Aegyptü in aspi-
dnm nationem bospitalissimi , etc. (Apud Aelian., lib. xvn , c. v.)
(3) Aegyptii basiliscum ex auro conflatum diia circumponunt. (Horm
Apollo, Hierogl. i, apud Pierium.) tLa serpiente era el emblema y la señal
del poder real. Asi los griegos tradujeron su nombre por b.tsiliskos , palabra
derivada de ftaiífeoi, que dignifica rey.» (Panth. égypt. , por M. Champollion.
ub. ii, p. 4.)—Véase en esta obra la representación de los dioses egipcios.
272 TRATADO DEI, ESPÍRITU SANTO.
estas serpientes eran inmortales, servían para discernir el bien del
mal , se mostraban amigas de la gente de bien, y no mataban sino á
los malos. No había un rincón en los templos que no tuviese un pe
queño santuario subterráneo destinado á esos reptiles , que se alimen
taban con manteca de vaca (1).
De aquí las palabras tan conocidas de Clemente Alejandrino : i Los
templos egipcios , sus pórticos y vestíbulos están magníficamente
construidos: los patios rodeados de columnas, mármoles preciosos
y bruñidos de varios colores , decoran los muros , de modo que toda
está completo. Los pequeños santuarios brillan con el fulgor del oro,
de la plata , del ámbar, de las piedras preciosas de la India y de la
Etiopía ; y para hacer sombra, tienen telas de oro. Pero si penetráis
en el templo y buscáis la estatua del dios á quien está consagrado,
un sacerdote ú otro empleado del templo se os acerca con paso grave,
cantando un preludio en lengua egipcia , y levanta un poco el velo
como para mostraros el Dios. ¿Qué veis entonces? ¡Un gato, un co
codrilo, una serpiente ! El dios de los egipcios aparece. .. ; vedlo....:
un animal horrible , que se revuelca sobre una alfombra de púr
pura (2). j
El sabio filósofo habría podido añadir : un macho de cabrio. En
efecto : Satanás rebajo á los hombres hasta la adoración de este animal
inmundo, bajo los diferentes nombres de faunos, sátiros, chivos,
peludos ópilosi, como habla la Escritura. « El culto del cabrón, dice
el sabio Jablonski , no era peculiar de la ciudad egipcia de Mendes;
en todo el Egipto se practicaba , y todos los adoradores tenían en su
casa el retrato más ó menos exacto de su dios ; si bien su domicilio-
principal estaba en Mendes , de cuya provincia era el dios tutelar. Su
templo era tan grande como espléndido ; y en él sólo habia un cabrón frfE
vivo y sagrado. Estaba colocado en el rango de los ocho grandes dio- ySL
ses , superiores á los otros doce (3) , y era honrado con prácticas que ' */J
nos abstendremos de describir.»
Como Emiliano nos lo enseña , el dios principal, gato, cabrón ó
cocodrilo, iba siempre acompañado de su cortejo de serpientes. El
(I) Aspidis genus Thermutim Aegyptii nominant, quam sacram esae • jit 5»
aiunt.et summa religione colunt.... In sacris igitur aedibus ad unumqo*.
angulum subterránea sacella exaedificant , ubi Thsrmuthes collocant , et bubu-
lum adipem edendum interrallis quibusdam eis objtciunt. (Atlian., De nalur.
animal. , lib. X, 0. ixxi ; et Diod. Sieul., ib.)
(?) Véase á Champollion, ibid.
(3) Jablonski, Panlheon c'gyptien , lib. li , c. vil.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 273
Egipto era , pues, muy principalmente la tierra de la serpiente, que
reinaba allí en la vida pública y privada con un poder, cuya extensión
el Cristianismo nos ha constituido felizmente en la imposibilidad de
apreciar. ¿No habra fundamento para atribuir los prestigios excepcio
nales referidos en la Escritura , a esas relaciones de los medium egip
cios con el padre de la mentira , más intimas seguramente y más ha
bituales que en ningún otro pais?
Como es cosa averiguada que el paganismo occidental provino del
oriental, no deberá causarnos sorpresa el encontrar el culto solemne
de la serpiente en Grecia, en Italia y aun entre los pueblos del Norte.
¡ Y qué culto, gran Dios! Las Bacanales tenían por objeto celebrar la
alianza primitiva de la serpiente con la mujer. Oigamos a Clemente
Alejandrino : i En las orgías solemnes , que se hacen en honor de
Baco, los sacerdotes, que parecen atacados de cierta agitación furiosa,
desgarran las carnes palpitantes, y coronados de serpientes llaman á
Eva con prolongados alaridos ; á Eva, que fué la primera que abrió
las puertas al error. Pues bien : el objeto particular de los cultos bá
quicos es una serpiente consagrada con ritos secretos. Ahora , si queréis
saber con exactitud la significación de la palabra Ero, encontraréis
que, pronunciada con aspiración fuerte, significa serpiente hem
bra
Esta alianza, conmemorada, celebrada, simbolizada y realizada en
la iniciación de los misterios de ciertos cultos, era cantada por la poe
sia y referida por la historia , que no se atrevía a ponerla en duda, ni
en si, ni en sus consecuencias. Como no hay nada nuevo debajo del
sol, y la religión de Satanas tiene siempre el mismo objeto, se puede
afirmar que las doncellas, lo mismo en la antigüedad pagana que
boy en África , se hacían sacerdotisas de la serpiente poniéndose en
contacto con ella (2).
Sea lo que fuere de estas infamias, indicadas aqui para recordarle
al mundo la degradación indecible en (pie Satanás había sumergido á

(1) ....Et tune cum orgiorum bacchicorum sit qua«i quoddam insigne
serpens arcano ritu consecratus; tum vero si aecurate vocero hebraicam
interpretan velis, Heva , cum aBpiratione graviori serpeutom femininam si-
gnificat. (Cabortat. ad Gentes., c. n.)
(2) Ipsa noviesima sacra et ritos initiationisipsius,quibusSebadiisnomen
«Bt, testimonio ense poterunt veritati, in quibus aureus coluber in sinum
dimittitur consecratis, et eximitur rursua ab inferioribus partil us. (Amob.,
lib. v.)—Jovis (acta persequntur (gentiles) ut matrero Rheam ab ejus nup-
tiis abhorrentem persecutus sit, eaque in dracaenam conversa , ipse in dra-
TOMO 1. 18
274 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
la humanidad pagana , la gratitud infinita que debemos al Verbo-
Redentor y la profunda sabiduría de la Iglesia en sus prescripciones
autidenioníacas-, es lo cierto que la veneración en que los Griegos te
nían al odioso reptil era tal, que Alejandro se gloriaba díi haberlo
tenido por padre. De aquí proviene que sus medallas lo representan
bajo la figura de un niño saliendo de la boca de una serpiente (1).
Pronto veremos que Augusto se vanagloriaba también de tener el
mismo origen.
Ningún animal obtuvo en Grecia honores divinos, excepto sólo la
serpiente, la cual tenia gran número de templos en esta pretendida
cuna de la civilización. Los Atenienses conservaban siempre una
serpiente viva, y la miraban como protectora de su ciudad : paro
dia de Jehová , custodio de su pueblo en el arca de la alianza.
Atribuíanle la virtud de leer lo por venir, y por esto mantenían á
los familiares de ella, a fin de tener siempre á mano profetas y pro
fecías (2).
Para continuar magníficamente este culto, tan honroso para la
sabia Atenas, Adriano hizo edificaren esta ciudad un templo resplan
deciente de mármoles y oro, cuya divinidad fué una gran serpiente
traída de la India (3). Hemos tenido, pues, razón para decirlo, y no lo
cesaremos de repetir : en los buenos días de Grecia , y hasta en tiempo
de Adriano, la civilización de Atenas, metrópoli de las luces, como se
la llama en las cátedras , estaba por debajo de la civilización de Haití,
donde se condena a muerte a los adoradores de la serpiente, como
veremos después. Según Plutarco, en Tracia, los Edonienses practi
caban el culto de la serpiente hasta el delirio. «Olimpia, madre de

conem mutatus , nodo eam , ut vocant , hercúleo coi.stringens , cum ea coie-


rit, cujun concubitus imaginem virga Mercuni significat; deinde vero ui
cura filia Proserpina coierit , ex qua filium Dionyaium susccr.it. cum ei
quoque in hac draconis forma vim intulisset. (Athenag., Ltr/at., u °20.;—
Véase Buettiger, Sabina, t. i, pag. 454 ; xx, 2, 15 y Mi; et n.° xxv, 2;
et Lamprid. in Adrián.
(1) lgitur Alexander magnus glorian non erubuit Olympiadcm inatrem
a draconc sub specie Jovis Ammonis compressam , ex illo se genitum esse.
Unde ejus insignia fuere anguis, infantem vix uatum et adliuc madentem
sanguine ex ore evomens , sicut in veterihus numismatia ejus sigillum repe-
ritur. (Canter., Htdit, hitt., p. II, c. ix , pág. 31.) —Véanse sobre este hecho
detalles curiosos en Plutarco , in Ale.r.
(7) Patuaniat, lib. n, pag. 175 ; et Dv-l. di la Fab., art. Sirpenti.
(3) Dion., in Adrián.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES.
Alejandro, dice él , aficionada al trato de tales dioses, llevaba consigo
en las danzas grandes serpientes domésticas , las que frecuentemente
se deslizaban entre los ramos de hiedra de que las mujeres suelen ir
cubiertas en tales ceremonias , y se enroscaban en las almaradas que
llevan en las manos , y en el sombrero , de tal modo que este espec
táculo espantaba á los hombres (i).» Sus exclamaciones eran la repe
tición continua de estas palabras : Eme , saboe, ftues, allis.
Entre los epirotas, el repugnante reptil disfrutaba de los mismos
honores y confianzas: su santuario era un bosque sagrado, rodeado
de un muro, y una doncella era su sacerdotisa. Sólo ella podia entrar
dentro de la temible cerca : sólo ella podia llevar de comer á los dio
ses y preguntarles sobre lo por venir. Según la tradición del país,
estas serpientes habían nacido de la serpiente Pythón , el señor de
Delfos (2).
En Délos era adorado Apolo bajo la figura de un dragón , que en
verano daba oráculos sin ambigüedad. En Malbasia, el dios Escula
pio era una serpiente : se le creía padre de una raza de serpientes
sagradas , de las que las colonias de aquel país tenían cuidado de lle
varse consigo una , que instalaban en su nuevo <emplo (3).
Que desde la mas remota antigüedad hubiera en Delfos una ser
piente monstruosa , tenida por Dios , lo afirman los primitivos ha
bitantes del país. El que, según la fábula, esta serpiente fuera
muerta por Apolo, no impidió que Delíos haya sido el lugar más cé
lebre del mundo antiguo en materia de oráculos. Bajo una ú otra
forma reinaba allí la antigua serpiente , y desde al ii se enseñoreaba de
toda la Grecia y de una gran parte de Occidente. Tanta era la con-
tianza que inspiraba , que las ciudades griegas y aun los principes
extranjeros enviaban á Delfos sus más preciosos tesoros, y los depo
sitaban allí bajo la protección del Dios-reptil.
Para insultar de nuevo á Aquella que debía quebrantarle un día

(f) Vida de Alej.


(i) Véase el Dircionarín de tu Fábula, y la sabia obra Dio» y lo» diote»,
cap. i, por M. Desmousseam.
(3) Lncus apud eoí Deo sacer est el muro septus , inlra quem draconea
íiunt Deo grati. IIuc virgo sacerdoB accedit sola, et vietnm draconibus porri-
git. Eos Epirotae a Pythone delphico prognatos aiunt. Quod si virginem
accedentem illi placido aJspexerint atque alimenta prompte susceperint,
annum fertilem et salubrem significare creduntur ; pin et terribiles circa
illam fuerint et porrecta a sacerdote cibaria non acceperint, contrarium anni
futurum statnm alii divinant , alii timent. (AeUan. , lib. xi , c. n.)
376 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
la cabeza , en Delfos como en Epiro, en Lavinio y en todas partes,
Satanás quería para sacerdotisa una virgen : ¡ y como la trataba! Era
joven en un principio; pero, andando los tiempos , por causa de la
lubricidad de los adoradores , hubo nece.-idad de buscarla de edad
madura. Cuando el dios quería hablar, las hojas de un laurel plan
tado delante del templo se agitaban , y el templo mismo temblaba
hasta sus cimientos.
Después de haber bebido en la fuente de Castalia, la Pythia, con
ducida por los sacerdotes , entraba en el templo y se adelantaba hacia-
el antro, que estaba comprendido dentro del temible santuario. Mu
chos autores dejaron escrito que este antro estaba habitado por una
serpiente, y que al principio la serpiente misma era la que habla
ba (1). Sobre el agujero se apoyaba el famoso tripode. Era una má
quina de bronce , compuesta de tres barras , sobre la cual se colocaba
la Pythia dela manera más indecente, a fin de recibir el soplo pro-
fético (2).
Pronto se dejaba sentir en sus entrañas cierta cosa misteriosa , y
comenzaba el acceso fatídico. La desventurada hija de Eva no era ya
dueña de si misma , y presentaba todas las señales de los posesos. Se
le erizaban los cabellos , echaba espuma por la boca , su mirada se
tornaba feroz, un temblor violento se apoderaba detodo su cuerpo, y
era preciso mantenerla á la fuerza sobre el tripode. Ella hacia retum
bar el templo con sus gritos y alaridos. Y en este estado de agitación
extraordinaria , profería los oráculos, que los escribientes copiaban en
tablillas. Muchas veces , de estos furores diabólicos resultaba la muerte
de la Pythia , que por esta razón tenía dos compañeras. La escena
infernal que acabamos de describir tenía lugar todos los meses , y ,
duró dos siglos. Fué vista por millones de hombres , entre los que

(I) Gran Din. de la Fábula, art. Sirpienhs.


(S) Pythia vero (cogor enim aliam quoque eonim turpitudinem tradu-
cere, quam bonum quidem essct praelermittere , quod íudecorum nobiB sil
taliaproferre ; utautem illorum dedecus clarius evadat, necessarium est diccre;
ut hinc discatts amentiara , et ridicula gesta eorum qui vatibus illis utun-
tur): dicitur ergo pythia mulier insidere tripodi Apollinis, divaricatis oru-
ribus. Deinde malum inferné emitti spiritum , et per genitales ejus partes
subeuntem , furore mulierem replere , el hanc deinceps passis capitlis debac-
chari et spumam ex ore emitiere ; et sio temulentam ¡Mam furoris verba
proferre. Scio vos pudore affectos eruhescere haeo audientes : verum üh
altum aapiuat oh turpitudinem et insaniam tantam. (S, J. Chyr»., in Ep. I ai
Cor., homil. xxix, n.° i.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 277
figura todo lo mas grave é ilustre que la antigüedad conocía (1).
Después de este hecho y de otros mil del mismo género, realiza
dos en todas las partes del mundo , ¿qué fundamento hay para poner
en duda el éxito fabuloso que bajo el reinado de Marco Aurelio obtuvo
«1 mago Alejandro de Paflagonia ? Este médium , discípulo de Apo-
lonio de Tyana , recorrió como su maestro diferentes provincias del
imperio', mostrando una serpiente amansada que hacia mil juegos
•divertidos. Él la daba por un dios , y dios que pronunciaba oráculos.
Al saberse esta noticia , se vio á los habitantes de la Jonia , de la Ga-
lacia , la Cilicia , a los mismos romanos y hasta á Rutilio , jefe del
ejército , acudir en tropel al oráculo vivo , al Python viajante. Sus
respuestas le' granjearon la confianza. En esas provincias, como en
el resto del mundo, se prosternaron ante el dios-serpiente, se le ofre
cieron sacrificios y dones preciosos , se le erigieron estatuas de plata.
El emperador mismo quiso ver al dios. El mago fué llamado á la
corte y recibido con grandes honores (2).
Como los Griegos , tan ponderados por su filosofía , los Romanos,
señores del mundo , no se libraron tampoco de la dominación del
odioso reptil. Desde el principio adoraron al dios-serpiente , y sus
homenajes no han sido desmentidos (3). Su padre Eneas fundó cerca
de Roma una ciudad llamada Lavinio , que se puede llamar la abuela
de Roma. No lejos de Lavinio había un bosque sagrado, extenso y
oscuro, en el cual , dentro de una profunda caverna , habitaba una

(4) Tándem con territa virgo


Confugit ad trípodas , vatisqne aducta cavarais
Haesit et insueto concepit pectore numen.
Bacchatur demens aliena per antrum
Colla ferens , vittasque Dei , phoebeaque serta
Erectn discussa comis , per inania templi
Ancipiii cervice rotat, epargitque vaganti
Obstantes trípodas magnoque exaestuat igne ...
Spumea tum primum rabies vesana per ora
Efluit et gamitas et anhelo clara meatu
Murmura : tune moestus vastis ululatus in antris
Extremaeque sonant domita jam virgine voces.
(Lucan., Pharml. , lib. v; Virgil. , üb. vi¡ Gran Dic.de la Fáb., etc.;
Stral)., lib. vin.)
(i) Ludan., in Pteuiomat».
(3) Lanuvinm annosi vetus est tutela draconis ,
Hic ubi Tartareae non perit hora morae.
(Proper., Eleg. in Cynthia.)
278 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
gran serpiente (1). También aquí eran unas doncellas las sacerdotisas
de este dios. Cuando entraban á darle de comer, se les vendaban los
ojos ; pero un espíritu divino las conducía á la caverna. Si la ser
piente no se comía las tortas, era prueba de que la joven que las había
presentado había cesado de ser virgen ; y en consecuencia era des
apiadadamente entregada á la muerte.
Como si el culto perpetuo de la serpiente indígena no hubiera sido
bastante, los Romanos recorrían en circunstancias difíciles á una ser
piente extranjera , considerada como más poderosa. Asi el año 401,
viéndose su ciudad asolada durante tres años por una peste cuyos
estragos no era posible atajar , consultaron los antiguos libros sibili
nos , inspectis sibyllinis libris. En ellos se encontró que el único me
dio de hacer cesar el azote , seria ir en busca de Esculapio á Malbasia
y traerlo á Roma. En consecuencia, se equipo una galera, y una comi
sión, presidida por Quinto Ogulnio, marcho alia. Cuando los comisio
nados hicieron presente su pretensión, salió del templo una gran ser
piente, y se puso á pasear por los sitios mas frecuentados de la ciudad
con dulce mirada y reposado andar, en medio de la admiración reli
giosa de todo el pueblo.
«Poco después, continúa el historiador romano, deseoso el dios
de ocupar el santuario ilustre que le estaba reservado, aceleró su
marcha, y quiso subirse á la galera romana. Escogió para su habita
ción la cámara misma de Ogulnio , se enroscó en muchos círculos, y
se entregó á las dulzuras de un reposo profundo. Los Romanos, que
la habían recibido con cierto respeto mezclado de terror, la conduje
ron á Roma. Habiendo abordado la galera debajo del monte Palatino,
la serpiente se lanzó al rio, que atravesó á nado, y vino á reposar
dentro del templo que le estaba preparado en la isla del Tiber. Ape
nas el Dios estuvo en su santuario, desapareció la pesie (2).»
Lactancio confirma la relación de Valerio Máximo, y admite la
desaparición repentina de la peste, que él atribuye sin vacilar á la

(1) In Lavinia. oppido Latinorum , quae quidem Romae veluti avia,


nominan posset.... Prope Lavinium igitur est lucus magnus et opacus. In>
luco autem latibulum est, uhi draco . etc. (Aelian., lib. xi, c. xvi.)
(2) .... Tune legati perinde atque exoptatae rei compotes , expíela gra-
liarum actione , cultuque angu¡9 a peritis accepto , líeti inde solverunt....
Atque in ripam Tiheris egressis legatis.in insulana, ubi templan) dicatum
e9t, transnatavit , adventuque 9uo tempestatem , coi remedio quaesitus erat,
dispulit. (Valer. Ma.rim. , Di miracul. , lib. i , c. vm , n.° 2 )—Las palabras de
Aurelio Víctor no son menos explícitas ; rt polilentia mira celeñlale sédala 6*1.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 279
influencia de un demonio poderoso bajo la figura de la serpiente de
Malasia (1).
; El primer pueblo del mundo, la gran república romana, en
viando una embajada solemne á la serpiente ! ¡ Qué elocuencia tiene
este solo hecho ! ¡ Qué siniestra luz arroja sobre la antigüedad pa
gana ! Aun en aquella época de la historia romana, que en las cáte
dras suele decorarse con el nombre de Siglo de oro , el culto del odioso
reptil no habia perdido nada de su esplendor y popularidad. Por lo
contrario , la serpiente era honrada por todas partes , en los templos
del dios, en los palacios de los emperadores, en el retrete de las
damas , en las casas de los simples particulares.
Acia , madre de Augusto , habiéndose ido á media noche á dormir
en el templo de Apolo , conforme se practicaba en los templos en que
se recibían los oráculos en sueños, fué tocada por el dios bajo la forma
de una serpiente. Su cuerpo quedó marcado con la figura indeleble de
este animal , hasta el punto de que no se atrevió á presentarse más en
los baños públicos. Á causa de este hecho , Augusto pretendía ser hijo
de Apolo , y quiso que sus medallas perpetuasen el recuerdo de tan
gloriosa prosapia (2).
Las vestales no tenían sólo la incumbencia de guardar el fuego sa
grado , sino que estaban especialmente encargadas de cuidar de una
serpiente sagrada, que se veneraba como el genio tutelar de la ciudad
de Roma. Le llevaban de comer todos los dias, y le preparaban un
gran festin cada cinco años. Estas vírgenes paganas tenían á su cui
dado otro idolo que el pudor no permite nombrar , ídolo infame, que
se sacaba del templo de Vesta en los dias de triunfo para suspenderlo

(I) Eduntqne saepe Daemones prodigia quilma obstupefacti homines


fidem commodent simulacro divinitatis ac numinis. Inde est quod serpens
urbem Romam pestilentia liberavit Epidauro quaesitus. Nam illoc dntmn-
niarchu hae ipse in figura sua sine diseimulatione perductus eat. Siquidem
lagati ad eam rem missi draconem secum mirae magmtudinis attulerunt. (Dt
IHvin. Intlit., lib. n, o. xvn. )
(?) Attiam, cura ad solemne A ppollinis sacrum media nocte venisset,
posita in templo lectica, dum caeterae matronae dormirent, obdormisse,
draconem repente irrepisse ad eam, pauloque post egreasum : illamque
expergefactam quasi a concubito mariti purificases se : et statim in corpore
ejus extitisse maculan velut depicti draconis ; nec potuisse unquam exigí,
adeo ut mox publicis balneis perpetuo abstinuerit : Augustum natum menso,
decimo, et ob hoc Apollinis (ilium existimatum. (Sueton., in Aug., c. xeiv.)—
En el reverso de sus medallas de plata, Augusto hizo grabar un Apolo con
esta inscripción : Cañar divi Filiui.—Lo hemos visto con nuestros propios ojos.
¿80 TRATADO DEL ESPÍMTU SANTO.
de la carroza de los triunfadores. De suerte, que el objeto de Satanás
era conducir á la pobre humanidad al último grado de crueldad é
impureza. Y lo había conseguido. ¡ Y nos hablan todavía de la bella
antigüedad (1) !
Heliogábalo, pues, no hacia nada nuevo , nada que pudiera sor
prender á los Romanos, y mucho menos chocarles , cuando hizo llevar
a Roma serpientes egipcias, á fin de adorarlas como genios buenos (2).
Tiberio tenia su serpiente familiar, que le seguía por todas partes,
y él mismo cuidaba de darle de comer con su propia mano, manu sua.
Durante su retiro de Capri , se le ocurrió un dia volver á ver Roma.
Distaba sólo siete millas de esta capital , cuando llamó á su serpiente
para darle de comer, quwn ex consuetudine manu sua cibaturus. Pero
la serpiente se la habían comido las hormigas ; y consultado el orácu
lo, y respondiendo éste que aquel accidente era de mal agüero, el
emperador tomó el partido de volverse inmediatamente á Capri (3).
Nerón llevaba por talismán una piel de serpiente rodeada al bra
zo (4). Mejor que este hecho, «muchas medallas de Nerón, dice
Montfaucon, atestiguan que este príncipe había tomado por patrona á
la Serpiente (o); » y debe añadirse que también por protectora. Asi
en Roma, en los muros de la casa de oro de Nerón, el viajero lee to
davía la inscripción que amenaza con la cólera de la Serpiente al que
se permita hacer sus necesidades junto a la imperial morada (6).
(1) Paulin, adv. Pagan., v. 143 ; Doellinger, Paqanisme el judaismt, t. i,
p. 105.—Romae quidem quae ignis illius inextinguibiüs imaginem tractant
auspicia poenae suae cum ipso Dracone curantes , de virginitate censentur.
(Tertull. , ad üxot., lib. i, c. vi ; id. de Jfonoijom. mb fin.)—Quamquam illos
religione tutatur et Fascinus, imperatorum quoque , non solum infantium
cuetos , qui Deus ínter Bacra Romana a vestalibus colitur , et currus trium-
phantium sub his penden» , defendit medicm invidiae. (Plin., ffist., xxvm, ',
c. vII, n.° 4.)—Víase también Calle du Phalhis el da terpent, de Boudin.
(2) Aegyptios dracunculoa Romae habuit quos i11i agathodaemones
appellant. (Lamprid. i'n Heliogab.)—Véanse también los Anntles dephil. chr.,
t. iv, p. 5!» , ano 1832.
(3) Sueton., in Tiber., o. 72.
(4) Camerar., ubi supra.
(!i) Antiq. eocpliquées, lib. I.
(6) Duodecim deos et Dianam
Et Jovem optimum maximum •
Habcat iratos
Quisquís hic minxerit aut cacarit.
Encima de la inscripción se extienden dos grandes serpientes , una
enfrente de otra, y separadas por un manojo de varas. Para cualquiera que
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. ¿81
Á ejemplo de los emperadores , las damas romanas tenían también
sus serpientes familiares. Tan pronto se las ponían al cuello, á ma
nera de collares ; tan pronto jugaban con'estos reptiles , que durante
la comida se sabían sobre ellas y se les deslizaban en el seno. En esta
familiaridad con la Serpiente los hombres ilustrados imitaban á las
mujeres (1).
Las provincias imitaban á la capital. En Pompeya se ven todavía
los santuarios de los dioses tutelares de las calles , que se llamaban
Lares compítales. Los frescos representan los sacrificios que se ofre
cían á estas divinidades. Pues bien : casi en todas partes estas divini
dades son dos serpientes tragándose los manjares consagrados. Babi
lonia y Pompeya se asemejan : el Oriente y el Occidente practican el
mismo culto. En la misma ciudad de Pompeya, en las paredes de las
Pistrinae, que eran las olicinas en que se elaboraban las pastas, está
pintado el sacrificio á la diosa Fornax. La escena está coronada por
dos grandes serpientes , que tan gran papel desempeñan entre las di
vinidades de Pompeya. La imagen de la divinidad favorita se encuen
tra hasta en los adornos de tocador. Hemos contado uno por uno los
brazaletes de oro en forma de serpientes , que las damas de Pompeya
usaban en la parte superior del brazo y en los puños.
Entre los Galos, los Druidas llevaban amuletos de piedra que re
presentaban una serpiente. El culto del odioso reptil estaba allí tan
extendido, que los primeros misioneros cristianos tuvieron que com
batir, como ya lo hemos visto, con dragones monstruosos, que eran
las divinidades temibles del país.Á los hechos antes citados, añadamos
el siguiente. San Armentario, llegando al paisde Var, tuvoque com
batir con un dragón. El sitio del combate se llama todavía el Dragón,
y ese combate dio nombre á la ciudad de Draguiñán.
Según las circunstancias y el genio de los pueblos, el padre de la

sipa leer , esta inscripción y las figuras vienen a decir , que esos doce gran
des dioses y Júpiter y Diana no eran en definitiva más que la antigua Ser
piente bajo nombres diferentes, y que allí estaba su imagen para inspirar
temor del castigo, simbolizado por las varas.
(1) Si gelidum eolio nectit Flaccilla draconem.
(Martial, vn , 71.)
Aspice repentes ínter pocula sinusque innoxio lapsu dracones. (Senec,
O» tro, xi, c. 31.)
Istius generis dracones Romanía proceribus et nobilibus feminis fuiose in
deliciis, praeter liunc Tranquilli (Suetonis), testantur alii aliorum auctorum
loci. (Burm., in Sueton. , c. lxxii , id. , in Nerón. , c. v , n.° 6.)
282 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
mentira se manifestó, bajo la forma favorita de serpiente, como una
divinidad benéfica ó como un dios maligno. Por el amor o por el
temor encadenaba al hombre á sus altares. En esto se funda la si
guiente juiciosa observación del sabio M. Nirville : « ¡ La serpiente I
Toda la tierra la inciensa ó la apedrea (1).»
Los de la Lituania, los Samogicios y otros pueblos del Norte, no
eran menos fieles adoradores de la serpiente , y la llamaban sobre
todo para santificar la mesa. En un rincón de sus chozas , como en
los templos de Egipto, se mantenían algunas serpientes sagradas. En
ciertos dias se las hacía subir á la mesa por un lienzo blanco que
descendía hasta su guarida. Probaban todos los manjares, y se volvían
á su agujero : con esto las viandas quedaban santificadas , y los bár
baros las comían sin temor (2).
Especialmente entre los de la Lituania, el culto de la serpiente
existia todavía en el siglo xiv. En 1387 , habiendo ido á Wilna el rey
de Polonia , convocó una asamblea para el día de Ceniza. De acuerdo
con los Obispos que le acompañaban , se esforzó por persuadir á los
naturales á que reconocieran al verdadero Dios. Para hacerles ver
que no era la verdad lo que tendrían que abandonar, hizo apagar
el fuego perpetuo que se mantenía en Wilna y matar las serpientes
que guardaban en las casas y adoraban como dioses. Viendo los
bárbaros que no sobrevenía mal ninguno á los que ejecutaban las
órdenes del príncipe, abriéronlos ojos á la luz y pidieron el bau
tismo (3).
No continuaremos nuestro viaje de investigación entre los pueblos
antiguos. Solamente advertiremos que el culto de la serpiente era tan
universal y tan público en la bella antigüedad , que los templos ha
bían tomado el nombre de Draconia : lo cual significa que para desig
nar un templo se decía morada de serpientes (4). De modo que el culto
de la serpiente viva , de la serpiente de carne y hueso, ha sido uno
de los más difíciles de desarraigar ; y de ello daremos pronto la
prueba. En efecto : según el pensamiento de San Agustín, el demonio

(1) Pneumatolog., II, mem. ; t. ir, p. Í3J.


(2) Stuckins, Anliquil. rcnvipial , lib. II, o. XXXVI.
(3) Véanse también los Ann. de phil. chr. , Dio. de'1857 , p. 24Í.
(4) Quin et serpentibus tantum cultum tribuit gentilitas , ut Drawnia
templa nominaret , tettt Strab. , lib. xiv , quod prima circa serpentea extite-
rint idololatriae semina, et quod Diabolus hanc speciem in deliciii baberet.
(Cora, a Lap., in Dan. , xiv , 22. )
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 1M
iii preferencia la forma de serpiente , porque le recuerda su
lera victoria (1).
. !;Que todas las naciones de la antigüedad (sin excepción alguna)
han pagado á la serpiente el tributo de sus adoraciones , es un hecho
indudable en la historia : por más extraño que sea, no deja de ser del
incontestable. Pues cuando un culto de tan evidente identidad se
al través de tantos siglos , en todas las parles del mundo co-
, en todos los climas , entre las naciones que mas se diferencian
gu civilización y costumbres , ¿cómo es posible dejar de reconocer
lias condiciones de raza no ejercen influencia sobre la religión de
los pueblos? ¿Cómo negar que la religión de los pueblos es la causa
adora de su civilización y costumbres , en vez de ser por ellas
£4P»««ucida , como nos lo están repitiendo todos los días? En una pala
bra : e> preciso admitir como verdadero este axioma : Dime lo que
"ves , y te diré lo que haces.

p) Gaudent enim daemonea hanc sibi potestatem dari , ut ad incanta-


m hominum serpentea moveant . utquolibet modo fallant qnos possunt.
autem permittuntur ad primi facti memoriam eomeadandam , quod sit
Bnaedam curo hoc genere familiaritas. (Di Gen. ad LUler. , lib. xi, n.° 35.)
CAPÍTULO XXIV.

(Continuación del anterior.)

Sumario.—Culto de la serpiente entre las naciones modernas que todavía


son idólatras.—La secta de los Ofltas.—La China adora al gran Dragón.—
Este ee el sello del imperio.—Procesión solemne en honor del Dragón.—
La emperatriz actual.—La Cochinchina.—La India: adoración pública de
la serpiente.—Templo de Soubra Manniah.—Fiesta de la penitencia.—
Caito privado de la serpiente.— África.—Culto de la serpiente en Etio
pia en tiempo de San Frumencio.—Culto actual, el más célebre detodos.—
Pasajes de Des Brosses y de Bosraan.—Culto de la serpiente en el reino de
Juidah (Wldah), hace un siglo.—Culto actual, el mismo que en la anti
güedad pagana.—Curiosos y tristes detalles. —Relación de los misioneros
y de un cirujano de marina.—América.—Culto de la serpiente en la época
del descubrimiento.—Culto actual.—Relato del P. Bonduel.—Culto de la
serpiente en la Polinesia, Australia , Oceanía. — El Vaudux.— Culto en
los Estados-Unidos.—Palabras de un misionero.—Otros testimonios.—
En Haiti.—Sacrificio humano.—Ejecución de los culpables en 1S64.

Si el axioma que acabamos de recordar necesitara de nueva con


firmación , la encontraríamos en la historia de las naciones paganas,
que todavía existen en diferentes puntos del globo. Mucho tiempo
después de la publicación del Evangelio, se ve perpetuarse el culto
de la serpiente viva entre los Oñtas , herejes obstinados , de quienes
hablan Orígenes y San Epifanio (1). Surgió de entre los gnósticos una
secta numerosa, a cuyos adeptos , en razón de su culto particular de
la serpiente , se les dio el nombre de Ofitas. Enseñaban éstos , que la
sabiduría se había manifestado á los hombres bajo la figura de una
serpiente. Y así adoraban con devoción a una serpiente encerrada en
larga jaula. Cuando llegaba el día de celebrar la memoria del servicio
prestado al género humano por el árbol de la ciencia , abrían la jaula
y llamaban á la serpiente , la cual se subía sobre la mesa en que ha

to Contr. Cela. ; et l'taer. , 37.


HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 285
tiia unos panes y se enroscaba alrededor de ellos : esto era para tales
herejes un sacrificio perfecto. Después de haber adorado ala serpien
te, ofrecían por ella un himno de alabanzas al Padre celestial.
No hay quien ignore que el gran Dragón es la divinidad suprema
de la China y la Cochinchina. «El motivo más frecuente de gala en el
palacio del emperador es en Pekin el Dragón con garras de buitre,
ancha boca y ojos feroces que le saltan de las órbitas. Este es el em
blema inseparable del hijo del cielo, ese es el sello que se usa y se ve
en las tazas , en la vajilla , muebles , puertas , en todas partes (1). i
¡ El Dragón grabado en el sello imperial ! ¿ No parece ser esto un re
medo infernal de la Cruz con que termina la corona de los principes
cristianos, o de la inscripción de las antiguas monedas del reino de
Francia : Christus vincit , regnat , imperat?
Ni puede decirse que usen ese sello como una señal vana. El Dios
a quien representa es objeto de un culto real. Asi , habiendo caido en
una enfermedad grave el joven emperador dela China en 1865, la
emperatriz, su madre , fué á pie nueve días consecutivos , al salir y
al ponerse el sol , al gran templo del Dragón , á hacer oración por su
hijo. Hace poco, los habitantes de la ciudad china Ting-haese lamen
taban de la sequía. Se decidió que el Dragón saliera a las calles, y se
le pidiese solemnemente que enviara la lluvia á los campos. El día
fijado vimos al monstruo en la calle principal de Ting-haé , lleyado
por cincuenta ó sesenta personas , alrededor de los que se agolpaba
toda la población do la ciudad (2).
Hoy mismo , las congregaciones chinas de Saigón celebran todos
*los años con pompa y lujo inusitados la fiesta del Dragón. La intermi
nable procesión recórrelas principales calles de la ciudad , y algu
nas veces desfila en el jardín del palacio del gobernador (3). La repug
nante figura del Dragón se encuentra por todas partes : se le invoca á
cada instante, en todas las circunstancias importantes de la vida, y aun
después de la muerte. Er Anamita que ha perdido un miembro de su
familia no se atrevería nunca a enterrarlo sin haber antes pedido al
custodio o sacerdote del Dragón que le indique el lugar de la sepul
tura. Suponen que hay dragones subterráneos que pasan y pasean por
ciertos lugares privilegiados. En esos caminos se coloca á los muertos,
en la creencia de que los díagones los colman á ellos y á sus parien

te Annal. ríe la Prop. Je la Foi , n.° 2Í3 , p. 298, 1867.


(2) Annal. dtpltll. chrét., t. svi, p. 355.
(3) Coun-ier de Saiqoi , 18iJ5.
TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
tes de riquezas y felicidad. Si sobreviene a la familia cualquier des
gracia , van y desentierran al muerto ; y, según la indicación de un
nuevo oráculo, lo entierran en otro silio más próximo al paso del
Dragón.
La Serpiente ha desempeñado un papel importante entre los pue
blos antiguos de la India (1), y su culto se ha conservado hasta hoy
en ese vasto territorio del Asia. Sus libros sagrados están llenos de
relaciones, en que se hace mención de la Serpiente. Allí, como en
Egipto, todos los símbolos del culto llevan su imagen. Una gran ser
piente figura al principio del mundo, y es objeto de profunda venera
ción. «Se ve un templo muy famoso, consagrado a la Serpiente, al
Este de Maisur, en un lugar llamado Soubrn-Manniah , que es el
nombre de la gran serpiente , tan famosa en las fábulas indias.
«Todos los años , en el mes de Diciembre , se celebra en el templo
una función solemne. Innumerables devotos acuden desde muy lejos
para ofrecer á las serpientes sus adoraciones y sacrificios en este lu
gar privilegiado. Una multitud de serpientes han establecido su domi
nación en el interior del templo , donde son mantenidas y bien ali
mentadas por los Brahmas destinados a su servicio. La protección
especial que a estos animales se dispensa , les ha permitido multipli
carse , hasta el punto de que en los alrededores se las ve salir por
todas partes. Muchos devotos les llevan de comer. ¡ Ay del que tu
viera la desgracia de matar una de estas divinidades-reptiles ! ¡ Mal
negocio habr ía hecho (2)! »
En otro punto de aquella inmensa península , la Serpiente recibe
también los honores divinos. « Hace poco, escribe uno de nuestros*
misioneros, fui en Calcuta testigo ocular de una fiesta religiosa, ce
lebrada en honor de la diosa Kalli. Es una de las mas solemnes del
año, y se llama fiesta de la Penitencia. El primer día la multitud de
curiosos era incalculable y eclipsaba en cierto modo el número de
los penitentes. Pero el segundo y tercer dia vi en muchos puntos,
principalmente en los ángulos de las calles y en las encrucijadas,
hombres que llevaban la lengua vertical mente traspasada por mitad
con una larga barrita de hierro. La agitaban á compás al son de algu
nos instrumentos, y bailaban en este estado. Otros se habían hecho
una larga incisión en los ríñones y las espaldas, y por cada uuo de

(1) Maxim, de Tyr, Dhsert. vn, p. 139.


(2) Costumbres é instituciones de los punidos de la India , por M. Dubois, su
perior de las Mis. extranj., que pasó veintiocho años en la India, t. n, c. tí.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 287
los agujeros se habían pasado una enorme serpiente, que llevaban
enroscada al cuerpo (1).»
Ademas de la adoración nacional de la Serpiente, los Indios,
igualmente que los antiguos habitantes de Egipto, rinden todavía
culto doméstico á una serpiente muy común, cuya mordedura oca
siona casi repentinamente la muerte : la serpiente cápela. Su conduc
ta, que cualquiera puede comprobar por sus mismos ojos , hace creí
ble lodo lo que hemos leído de la antigüedad pagana. Los devotos van
á buscar los agujeros donde se encuentra esta clase de serpientes.
Cuando han tenido la fortuna de encontrar algunos , ponen religiosa
mente junto a la entrada leche, bananas y otros alimentos que les
gustan a estos divinos reptiles.
¿Ocurre que uno de estos se introduce en una casa ? Los habitan
tes se guardan muy bien de echarlo fuera ; por el contrario, lo ali
mentan con el mayor cuidado y lo honran con sacrificios. Se ven tam
bién indios que mantienen en su casa por muchos años grandes
serpientes capolas ; y por más que hubiera de costar la vida a toda la
familia el tener tan venenosos huéspedes , nadie osaría levantar la
mano contra ellos (2).
Pasemos ahora al África. Desde la mas remola antigüedad la Ser
piente ha sid" el gran Dios de la tierra deCatn. En el siglo iv, cuando
San Frumeneio fué a llevar la fe á los Etiopes, encontró el coito de
la serpiente en todo su esplendor. Para salir adelante con su misión,
tuvo que comenzar, como Daniel, por destruir la serpiente, que hasta
entonces había sido el Dios de los Axumitas (3). Todavía lo es de toda
el África no cristiana. Dice un viajero alemán, que entre todas las
naciones negras que ha conocido no hay una sola que no adore á la
serpiente.... « Los Pidas, además de la gran serpiente, que es el Dios
de toda la nación , tienen cada uno sus pequeñas serpientes , adoradas
como dioses penates , pero que no se reputan tan poderosas como la
otra, ni mucho menos, sino como subalternas de ella. Cuando un
hombre ha conocido que su dios lar, su serpiente doméstica , no tiene
poder para alcanzarle lo que pide, recurre a la gran serpiente.
«Los sacrificios, que entre estos pueblos forman la parte mas im
portante del culto, consisten en bueyes , vacas , carneros, etc. Algu-

(1) Annat. ie laProp. ds ta Fot, n.« IX. p. 535, Abril 1836.


(2) Cottitmbrn i iiuHtacionu dt lot pueblot <le la Mia, por Dubois. Sobre
otros poel ilos modernos, véanse los Annaln antes citados.
(3) González apud Ludolf., Etiopic, p. 479.
288 TRATADO DEL ESPÍU1TÜ SANTO.
ñas naciones ofrecen también sacrificios humanos. En el número de
fiestas anuales debe contarse la peregrinación nacional de los Fidas al
templo de la gran serpiente. Reunido el pueblo ante la inorada de la
serpiente, prosternado el rostro contra el suelo, adora esta divinidad,
sin atreverse a levantar los ojos para mirarla. Excepto los sacerdotes,
nadie sino el rey tiene derecho á esta gracia, y sólo por una vez (i).»
Otro viajero se expresa en estos términos : « El culto mas célebre
en Africa es el de la serpiente. Entre el gran número de serpientes
que al li se veneran con ceremonias más ó menos chocantes, hay una
que se mira como Padre y se le tributan homenajes particulares. Se
le ha edificado un templo , donde hay sacerdotes encargados de ser
virle : los reyes le envían magníficos presentes, y emprenden largas
peregrinaciones para ir a presentarle sus ofrendas y adoraciones (2). i
Tratando del mismo asunto en su historia de los Dioses Fetiches (3),
habla como un sabio M. de Brosses , cuando dice : « El mejor medio de
esclarecer ciertos puntos oscuros de la antigüedad y de saber lo que
pasaba entre las naciones paganas antiguas, es examinar lo que su
cede entre las naciones paganas de hoy , y ver si en alguna parte no
se hace todavía algo parecido cerca de nosotros. La razón es, como
dice un filósofo griego , que las cosas se hacen y se harán como antes
se hicieron. Leemos en el Eclesiástico: Quid est quod fuit ? Ipsum
quod futurum est. Pues bien : nada se asemeja más al culto de la ser
piente y de los animales sagrados de Egipto, que el del fetiche ó ser
piente rayada de Juidah (hoy Widah) , pequeño reino de la costa de
Guinea , que podra servir de ejemplo para todo.lo que pasa del mismo
modo en el interior de África. Se ve también , que nada puede haber
más semejante á la serpiente de Babilonia , que el profeta Daniel no
quiso adorar (4).»
La historia nos ha enseñado que los Epirotas creían que todas sus
serpientes sagradas descendían de la gran serpiente Python : en
África se cree lo mismo. « La serpiente, continúa el autor citado, es
un animal recio como el muslo de un hombre y unos siete pies de
largo, con rayas blancas, azules , amarillas y pardas, la cabeza re
donda, los ojos rasgados, no es venenosa, sino muy mansa, y sor

el) Oldendrop , citado por el doctor Boudin en su Culto de la Scrj<i<nte,


pág. 57.
(i) Viaje de liosman, en el Gran ¿Mr. de la Fábula, art. Serpiente* y Africa.
(3) Fetirhe viene del portugués fetit'o. que significa encantado.
(4) Du cuite des dieuíV-fe'lichei, p. 10 et 25, etc., edit. 1760.
HISTORIA SOCIAI, DE I.AS DOS CIUDADES. ¿8!)
prende la familiaridad que tiene ron lns hombres. Estos reptiles en
tran espontáneamente en las casas, y se dejan coger y manejar.
(Si se ha de creer a los negros de Juidah, toda la raza de sus ser
pientes sagradas desciende de una sola , que habita en el gran templo
cerca de la ciudad de Shabi , la cual , teniendo ya muchos siglos de
vida , se ha hecho desmedidamente grande y recia. Había sido antes
el dios de los pueblos de Ardía ; pero habiéndose éstos hecho indig
nos de su protección , la serpiente se vino por su arbitrio a conceder
la preferencia a los de Juidah. En el momento mismo en que estas
dos naciones debían darse una batalla , la vieron publicamente pasarse
de un campo al otro. He ahí la antigua evocación. Entornes el gran
sacerdote la tomó en brazos, y la mostró á todo el ejército. Al verla,
todos los negros cayeron de rodillas, y alcanzaron fácilmente una
victoria completa sobre el enemigo, »
En Babilonia , Egipto , Grecia y otros pueblos de la antigüedad
pagana , la serpiente tenía templos , donde era servida por sacerdotes
y sacerdotisas, y honrada , consultada y alimentada por cuenta del
instado. Sólo sus ministros tenían derecho de penetrar en el santua
rio , si bien fuera de él se hacia familiar , y se dejaba coger y mane
jar. Esto es palabra por palabra lo que pasa en Africa. Oigamos : «Se
edificó un templo al nuevo fetiche. Lo llevaron en una alfombra de
seda , en ceremonia , con todas las demostraciones posibles de alegría
y respeto. Se le señalo una renta para su subsistencia. Se ie escogie
ron sacerdotes quelesirvieran y doncella* para consagrárselas. Pronto
esta divinidad tomó preponderancia sóbrela antigua. Ella preside al
comercio , a la agricultura , á la ganadería , a la guerra , á los uego-
cios públicos de gobierno , etc. Se le hacen ofrendas considerables,
que suelen ser piezas enteras de algodón , ó mercancías do Europa,
toneles de licores , rebaños enteros. Los sacerdotes se encargan de
llevar a la serpiente las adoraciones del pueblo y de traerse las res
puestas del dios, no siendo permitido a nadie , fuera de ellos , ni si
quiera al rey\ entrar en el templo ni ver lii serpiente. La posteridad de
este divino reptil se ha hecho muy numerosa. Aunque no sea tan ve
nerada como su jefe, no hay negro que no se crea muy feliz de en
contrar serpientes de esta especie , y que no les dé albergue y las ali
mente con alegría. i
La gran serpiente , colmada de honores y servida por sacerdotes,
quiso, como en lo antiguo, tener sacerdotisas. «He aquí como se inge
nian para procurárselas. Durante cierto tiempo del año, las viejas
sacerdotisas, o betas, armadas de mazas, recorren el país desde la
tomo 1. 19
290 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
puesta del sol hasta la media noche, furiosas como bacantes. Todas
las jóvenes de unos doce años que pueden sorprender , les pertenecen
de derecho : no es permitido hacerles resistencia (1). Encierran á estas
jóvenes en cabanas, las tratan con bastante dulzura , y las instruyen
en el canto, la danza y los ritos sagrados. Después de haberlas acos
tumbrado, les imprimen la marca de su consagración, dibujándoles
en la piel, con picaduras de aguja, figuras de serpiente....
»Se les dice <jue la serpiente las ha marcado, y, en general , el se
creto sobre todo lo que les sucede á las mujeres en el interior de los
claustros, les está tan recomendado, so pena de que se las lleve y las
qwme vivas la serpiente, que ninguna de ellas cae en la tentación de
violarlo. Entonces las ancianas las conducen en una noche oscura á
la casa de sus padres, que las reciben con alegría y pagan muy bien
á las sacerdotisas la pensión de la estancia de sus hijas, teniendo a
mucha honra la gracia que la serpiente ha hecho á su familia. Estas
jóvenes comienzan entonces á ser respetadas ,, y gozan de una multi
tud de privilegios.
«Finalmente, cuando son ya casaderas, vuelven al templo en cere
monia y muy adornadas, para desposarse con la serpiente.... Al otro
dia del tal desposorio, vuelven la desposada á su familia , y desde en
tonces tiene parte en las retribuciones del sacerdocio. Una parte de
estas jóvenes se casa en seguida con algunos negros, pero el marido
debe respetarlas cuanto respeta á la serpiente cuya marca llevan, y
no puede hablarles sino de rodillas, y ha de quedar sometido en todo
á su autoridad (2).«
He ahí, pues, hoy, como antiguamente, en África como en todas
partes, la inocencia profanada por la serpiente y consagrada á su ser
vicio, i Independientemente de esta especie de religiosas afiliadas,
hay, dice el mismo, una consagración pasajera para las jóvenes....
Se imagina que han sido tocadas por la serpiente, la cual, habiéndo
les lomado afición, les inspira una especie de furor. Algunas se po
nen de repente a dar gritos horribles y aseguran que el Fetiche las
ha tocado. Se ponen furiosas como pythonisas, rompen cuanto les
viene á la mano, y hacen mil daños. » •
Según refiere liosman , en las oirás comarcas de esta desventurada

(1) En el antiguo Méjico se encuentra esto mismo de las jóvenes dedica


das á la Serpiente.
(2) Du cuite de» ditux-félkha , p. 49.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 291
parte del mundo se ven , lo mismo que antiguamente , las jóvenes
mas hermosas del país consagradas al servicio de las serpientes. Hay
aqui de particular que los negros creen que la gran serpiente y sus
hermanas tienen costumbre de acechar en los crepúsculos vespertinos
de la primavera á las jóvenes, y que la aproximación o el contacto de
estos reptiles las hace perder la razón (1).
Los viajeros posteriores confirman estos detalles y añaden otros
nuevos. « En todai las aldeas, nos decia poro ha el misionero nuestro
que mas al interior de África ha penetrado, se encuentra el fetiche
de la localidad, sin contar los de cada casa. El fetiche del pueblo es
ordinariamente una enorme culebra, que se pasea libremente por todas
las calles. La primera que vi me inspiró verdadero horror. Cogí mi
tostón para pegarle. Mi guia me sujetó el brazo, é hizo muy bien. Si
hubiera yo tenido la desgracia de tocar al dios, me habrían hecho tri
zas incontinenti.»
Con fecha 28 de Abril de 1861 otro misionero escribe desde Da-
homey : « El pueblo de este país parece condenado al mas abominable
fetichismo. El culto de las serpientes vivas está en boga en muchos
puntos de la costa ; pero en ninguna parte tienen templos y sacrificios
regulares como en Widah (í). En un ámbito bien dispuesto se alimenta
un centenar de grandes serpientes, que cuando bien les parece van á
[osearse por la ciudad. Entonces, cuantos se encuentran con ellas,
se prosternan con la frente pegada al polvo, mientras el abominable
animal avanza pesadamente por el camino, hasta que algún adorador
fervoroso lo toma respetuosamente y lo vuelve a su santuario (3). »
Este templo, ó mas bien, esta guarida espantosa, fué visitada en
1860 por un cirujano de la marina francesa , que lo describe del modo
siguiente : < Mi primera visita fué al templo de las serpientes fetiches,
situadn no lejos del fuerte, en un lugar algo aislado, debajo de un
grupo de árboles magníficos. Este curioso edificio consisto simple
mente en una especie de rotonda, de diez a doce metros de diámetro
y siete ú ocho de altura. Sus muros de tierra seca tienen dos puertas

(1) Bosman , ubi sujira.


(i) Ciudad de unas 20,000 almas , á orillas del mar.
(3) Annnle*, etc., Marzo de 181,1 , p. 390.—Los Galas, que habitan en la
costa opuesta del Africa, adoran también á la serpiente. A este dios-reptil
le atribuyen un poder temible solire toda la naturaleza. Sí se siente un
terremoto , se ve á loa habitantes correr , con las manos llenas de ofrendas,
a la caverna que se considera como la habitación del Dios qua conmueve
la tierra.
292 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
opuestas, por las que entran y salen libremente las divinidades d
aquel lugar. La bóveda del edificio, formada de ramas de árboles en
trelazadas que sostienen un techo de hierbas secas, esta constante
mente tapizada de un millar de serpientes, que pude examinar á mi
satisfacción....
» Su tamaño varia de uno á tres metros. La cabeza es ancha, aplas
tada y triangular con ángulos redondeados, y el cuello un poco mas
delgado que el cuerpo. El color varía de amarillo claro á amarillo
verdoso. La mayor, parte llevan por encima dos hneas pardas; otras
están pintadas de manchas irregulares. Cuando yo las vi , habría un
centenar de estos animales : los unos subían ó bajaban por los troncos
de los árboles dispuestos para esto a lo largo de las paredes ; otros, sos
teniéndose con la cola, se mecían descuidados sobre mi cabeza, lan
zando á manera de dardos su triple lengua y miraudome cón ojos
inquietos ; otros, en fin, enroscados o dormidos en las hierbas del
techo, digerían sin duda las últimas ofrendas de los fieles. En medio
de la extrañeza fascinadora de este espectáculo, no me sentía yo bien
entre estas venenosas divinidades....
«Los sacerdotes que de ellas cuidan habitan cerca del templo....
Estas espantosas divinidades tienen también sus sacerdotisas , las cua
les son las fetichas ó esposas de la serpiente fetiche : en ciertas épocas
del año, las sacerdotisas antiguas recorren las calles de la población,
pillan las muchachas de ocho a diez años que encuentran, y se las
llevan adonde ellas habitan. Estas niñas sufren allí un noviciado mas
» ó menos largo , y cuando llegan a la edad de casarse , son desposadas
con la serpiente fetiche. Mas adelante algunas acaban por casarse con
simples mortales ; pero con bastante dificultad , porque, conservando
siempre algo de su carácter sagrado, exigen del marido una sumi
sión completa (1).»
Todos estos dioses-reptiles no son inofensivos, como los de Wi-
dah. « Otro punto de nuestra misión , escribe el P. Borghero, ofrece
un espectáculo repugnante , pero de diferente modo. En el gran Popo,
no lejos de Widah , las serpientes no tienen templo , es verdad ;
pero reciben un culto que horroriza. Hay allí una especie de reptiles
ferocísimos, de la raza del áspid, que llaman boas. Cuando una de
estas serpientes encuentra al paso otros animalitos, los devora al
punto. Cuanto más voraz sea , más excita la devoción de sus adora
dores. Pero cuando más bendiciones recibe , cuando mayores hono-

(I) Relación de M. Repin en Le tónr da monde , n.* lfil , p. 71-74.


HISTORIA SOCIAL DE I.AS l?OS CIUDADES. 2ii:i

res se le prodigan , es cuando encuentra alguna criaturita y se ceba


en ella. Entonces los padres de esta pobre victima se postran en el
polvo y dan gracias á la tal divinidad por haber escogido el fruto de
sus entrañas para hacer su comida.
- Y nosotros , ministros de Aquel que venció a la antigua serpiente
s la maldijo , nosotros nos vemos precisados á sufrir todos los dias la
vista de este espectáculo, sin que nos sea dado vengar el honor de
nuestro Maestro , tan indignamente ultrajado (1).»
El culto de la serpiente se volvió á encontrar en los vastos terri
torios del Nuevo Mundo , y no es esta la menor prueba de la unidad
de la raza humana. Al tiempo del descubrimiento de la América , los
españoles encontraron en diferentes puntos rastros incontestables del
culto de la serpiente. Recuérdase que en Méjico , Huitzilopochtli,
principal divinidad del imperio, estaba sentado sobre una gran piedra
cúbica , y de cada ángulo de la misma salia una serpiente monstruosa.
La cara del dios estaba cubierta de una careta , de la cual pendia otra
serpiente.
El templo dedicado a Quetzaloohuatli , otra divinidad mejicana,
era de figura redonda ; la entrada representaba una boca deserpiente,
horriblemente grande y abierta , que llenaba de terror á los que por
primera vez se acercaban.
En los más antiguos anales de los mejicanos , la primera mujer,
llamada por ellos la madre de nuestra carne , se representa siempre
como viviendo en relaciones con una gran serpiente. Esta mujer,
figurada en sus monumentos por una especie de jeroglíficos, lleva
el nombre de cikuacohüatli , lo que significa literalmente mujer de
te serpiente. Entre otros presentes que se le hacen , se le ofrecen espi
nas teñidas en sangre de los sacerdotes y de los nobles , y además
víctimas humanas (i).
Este es el rugar de consignar una observación , que se reproduce
muchas veces en nuestro estudio. Toda creencia religiosa se mani
fiesta por actos especiales que la caracterizan , y nada hay más ver
dadero que la sentencia citada mas arriba : Dime lo que crees , y te
diré lo que haces. En lo concerniente al culto de la serpiente, la expe
riencia nos muestra que casi en todos los pueblos ha sido su corola-
(I) .-Innato, etc., Marzo de 1861, p. 390. —Lo mismo que bajo el sol abra
sador de África . el culto de la serpiente existe todavía entre las nieves de
Mantchuri. (Id. 1857, n." 175, p, A28.)
(2) Hiil. des nal. eiefl. da ltexique , por el abite Brasseur de Berigbourg,
t. tu, p. 504.
294 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
?
rio infalible el sacrificio humano. ¿No es esto una prueba evidente de
que el culto de la serpiente no es otra cosa que el culto del gran ho
micida? Prosigamos nuestro camino.
En los primeros años de la conquista , cierto número de indígenas-
abrazaron el Cristianismo más por temor que por convicción. Los
adoradores de la serpiente no omitían diligencia alguna por hacerles
abjurar la fe y reducirlos á las practicas del antiguo culto. Con el
titulo de médicos circulaban por las aldeas, y demasiadas veces obte
nían resultados en su culpable empresa : antes de admitir al renegado
a la iniciación , exigían que renunciase al Cristianismo. Le lavaban
las partes del cuerpo en que había recibido las unciones bautismales,,
para borrar toda huella ; en seguida conducían al discípulo a un bos
que sombrío ó al fondo de un precipicio, y allí llamaban a la gran
culebra pintorreada, que se presentaba acompañada de otras muchas
culebras menores.
La culebra grande se lanzaba de un bote á la boca del renegado, y
le salía por la parte posterior del cuerpo (1). Las otras hacían sucesi
vamente lo mismo , y después se volvían todas á su agujero ; estos
ritos se repetían por espacio de tres días. Entonces los iniciadores
comunicaban a sus adeptos, con el grado de maestros, el poder mis
terioso que ellos ejercían sobre las personas directa ó indirectamente
dadas á la idolatría.
Con una palabra , con una mirada, podían, al entraren una casa,
subyugar la voluntad de los habitantes, y en especial de las mujeres.
Las gentes asi fascinadas se sentían atacadas de un terror convulsivo
en todo su cuerpo, hasta el punto de que parecían endemoniadas. Se
tiraban al suelo muchas veces echando espuma por la boca, y asi';?
permanecían todo el tiempo que su tirano quería tenerlas en este es- -"-
tado. El Obispo de Chiapa declara haber recogido todos estos datase
y otros varios de muchos iniciados , que se arrepintieron de SUSj
errores (2).
El culto de la serpiente , disminuido, mas no abolido , se practica
todavía entre las tribus salvajes de la América del Norte. Uno
(1) Si un hueso de cereza recorre eee camino , bien podra el i
recorrerlo también bajo la figura aeren de serpiente. Lo advertimos por
algunos hombrea que saben reírse , y ya no saben mas.
(Nota del Truduclor.J
(2) Véase á Burgoa , Descripción geográfica de la provfoflto dt Santo
mingo de Ozaca , cap. lxxi, México , 1674 ; Torquemada , Monirguia indiana,
t. u, I. 6.
' . ■ 1
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 29í¡
nuestros misioneros , el P. Bonduel , que ha pasado cerca de veinte
años en ei Wisconsin , nos contaba en 1858 que los hechiceros no se
entregan nunca a sus practicas de magia mas que en lugares áridos,
á la orilla de los pantanos fangosos , y llevando rodeada á la cabeza
la piel de la gran serpiente Ketch-kefebeck. La fórmula de la evo
cación comienza por estas terribles palabras : < ¡ Oh tú , que estas ar
mado de diez uñas , desciende a mi cabana ! »
La súplica continúa , añadía el misionero, hasta que la cabana
comienza á bambolearse y el lecho llega á tocar en el suelo.
Dejemos por un momento la América , para hacer una excursión
en los archipiélagos nuevamente descubiertos. En las islas de Viti,
en el Océano Polinésico, los naturales adoran en una serpiente enor
me á su divinidad principal , que lleva el nombre de Ndengei (1).
« A las mujeres de la Australia, escribe un misionero, no tanto
es el mal gusto en el ornato cuanto la idea de un sacrificio religioso,
lo que las induce á mutilarse. Cuando son jovencitas , se les ata la
punta del dedo meñique de la mano izquierda con ciertos hilos fuer
tes de telaraña. Al cabo de algunos dias, se desprende la primera fa
lange , ya sin vida , y se la dedican al dios Serpiente (2).»
En Oceania la manducación déla serpiente parece que marcha
paralelamente con el culto del reptil. ¿No sera esto, para esas des
venturadas victimas del demonio, la parodia sacrilega de la comu
nión eucarística? He aquí loque reliere un viajero moderno: iLos
naturales de la Australia comen de toda clase de serpientes , aun las
más venenosas. Tienen , no obstante , cuidado de destriparlas y qui
tarles la cabeza. Aunque hay muchas serpientes en Nueva-Holanda,
yo no he encontrado más que una estando en Sydney, a pesar de ha
cer largas y frecuentes caminatas por los bosques.
•Tan pronto como la vi , le pegué un tiro, é iba ya á mutilarla;
pero el natural que me acompañaba la cogió, le cortó la cabeza para
mayor seguridad , y se la puso á modo de corbata hasta que llegara la
hora i)e comérsela (3).»
Volvamos á América, y terminemos nuestro viaje por los Estados
- del Sud y Haiti. Al transportar á América millones de negros afri
canos, la trata ha importado también allí el culto de la serpiente. La

(1) Pritchard, Researchm in lo ihe physical hinloryon Menkind. London, 1846,


ia-8, t. v, p. 247.
(8) Annal. de la Prop. de la Fot , n.* 98 , p. 275.
(3) E. Delessert, Voyagea dan» les deas: Occe'aru, pag. 135.
29ti TRATADO UEL ESPÍRITU SANTO.
secta que tieue al repugnante reptil por su principal y acaso única
divinidad, se llama la secta de los Vaudux : la cual, muy exten
dida entre los negros de los Estados Unidos , de las Antillas y de
Santo Domingo, cu>nta entre sus adeptos muchos criollos, gente de
color, y aun blancos de ambos sexos : hasta hay algunos que ocupan
muy altas posiciones sociales (1).
Los Vaudux, cuya inmoralidad iguala , si no excede, á la délos
Hormones, inspiran el mayor horror» Se les cree poseedores de se
cretos importantes para fabricar venenos terribles de muy diversos
efectos : unos matan repentinamente como el rayo ; otros trastornan
la razón ó la destruyen por completo. En medio de que es tan difícil
como peligroso entremeterse en sus asuntos, algunos hechos recien
tes han venido á descubrir los misterios vergonzosos y crueles de esta
secta abominable. Los Vaudux se reúnen siempre de noche, en habi
taciones aisladas ó en los montes , en medio de espesos Iwsques. La
serpiente que recibe sus adoraciones, comunica su voluntad por el ór
gano de un gran sacerdote, escogido entre los sectarios, y mas
particularmente por la compañera que se busca el gran sacerdote, ele
vándola á la dignidad de gran sacerdotisa.
Estos dos ministros, que se dicen inspirados por la serpieriU, ins
piración á que los adeptos dan la fe más ciega, llevan los nombres
pomposos de rey y reina. Resistirles es resistir al mismo dios, y ex
ponerse , por tanto , á los castigos mas terribles ; una vez reunidos los
iniciados, se desnudan completamente. El rey y la reina se colocan
en una de las extremidades del circuito, cerca del altar, sobre el cual
hay una caja que contiene la serpiente. Cuando se han asegurado de
que ningún profano se ha mezclado en la reunión , comienza la cere
monia con la adoración de la serpiente. Consiste en protestas de fide
lidad á su culto y de sumisión á su voluntad. Se renueva en manos
del rey y de la reina el juramento del secreto, acompañado de todo lo
más horrible que el delirio ha podido imaginar para hacerlo impo
nente.
En seguida el rey y la reina, con el tono afectuoso de padre y ma
dre, dirigen á sus muy amados hijos algunas observaciones conmove
doras. Después la reina se sube sobre la caja de la serpiente (2), y no
tarda en sentirse penetrada del espíritu del dios que tiene debajo de

(1) Particularmente el emperador Soulouque era ferviente adorador


de la culebra.
(2) Cabalmente lo que hacía la Pythonisa de Deltas.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES.
su? [lies : se agita , experimenta en todo su cuerpo uu tem! lor con
vulsivo, y el oráculo habla por su boca. Cuando el 01 aculo lia respon
dido á todas las preguntas, la serpiente es adorada de nuevo, y cada
uno le ofrece su tributo.
Concluida la adoración , el rey posa el pie sobre la misma caja , y
pronto recibe una impresión , que comunica á la reina y ésta a todos
los miembros de la asamblea , colocados en circulo. No tardan éstos
en ser presa de una agitación violenta ; se revuelven rápidamente
sobre si mismos, meneando tan precipitadamente la parte superior
■del cuerpo, que la cabeza y las espaldas parecen dislocadas (1). Los
unos acabau por caer rendidos , los otros en pasmo, y no pocos expe
rimentan un delirio furioso. Casi todos se sienten atacados de temblo
res nerviosos que no pueden dominar.
Imposible es describir lo que entonces pasa. Sin trabajo se com
prende , que tras la excesiva sobrexcitación de los sentidos que estas
deshechas bacanales han debido producir, en aquella repugnante
confusión de los dos sexos la satisfacción de los placeres groseros y de
las pasiones brutales no puede menos de presentar el espectáculo más
aflictivo. El enemigo implacable de las almas, que las arrastra á todo
género de degradación , no lo es menos de los cuerpos. Entre los dife
rentes pueblos antiguos y modernos , el sacrificio humano es el coro
lario infalible del culto de la serpiente. Los Vaudux continúan fiel
mente la cruel tradición : no se podra contar nunca el número de
victimas que han inmolado (2).

(4) Esto recuerda el Djedab de los Aissaoua de África, que vimos en


Parts en 1867, y á los Coribanles déla antigüedad, cuyo nombre griego
significa agitar violentamente la cabeza. Satanás no envejece.
(2) Entre muchos hechos, citaremos uno muy reciente que tuvo publi
cidad judicial. En el mes de Diciembre de 1863, en Bizoton, á las puertas
mismas de la capital de Haití 4el llamado Congo Pelé recibió del Dios Vau
dux la orden de hacerle un sacrificio humano. A este precio, la fortuna
visitarla la pobre casa del mencionado Congo. De acuerdo con su hermana
Juana Pelé , resolvió inmolar á la serpiente á su sobrinita Clercina , de edad
de ocho anos. La niña fué conducida , el 37 de Diciembre , a casa de un tal
Julián Nicolás , el cual, secundado por otros adeptos , Floreal , Guerrier y la
mujer Beyard , le ató las manos y las piernas. Clercina fué entonces trans
portada á la casa de Floreal, y depositada en un lugar misterioso, que en la
lengua de los iniciados se llama humfori. Allí la tuvieron cuatro días ; y el
miércoles, 30 de Diciembre, á las diez de la noche, la volvieron de nuevo á
ta casa de Pelé. La hora del sacrificio había sonado. Juana Pelé agarra del
cuello á la sobrina y la estrangula , en tanto que Floreal le oprime los eos-
298 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos estos hechos y otros mil del mismo género prueban una
vez más á la Europa incrédula , ó á la Europa que vuelve la espalda
al Redentor, que el Rey de la Ciudad del mal es siempre el mismo,
siempre pronto á recuperar su imperio, siempre celoso de hacerse
adorar bajo la forma vencedora de serpiente , siempre ávido de la
sangre del hombre convertido en esclavo, suyo. Ponen también en
claro que el culto de la serpiente, como el sacrificio humano, ha
recorrido el mundo entero. Uno y otro existen hoy en grande escala,
especialmente el primero, en gran número de pueblos de África,
Asia y América. De modo que en la Ciudad del mal hay dos cosas
perpetuas , el sacrificio humano y la adoración de la serpiente en su

fados y Guerrier le sujeta los pies. Se tiende en el suelo el cadáver, y Fio-


real lo despelleja con un cuchillo , después de haberle cortado la cabeza. Ape
nas terminada esta operación . Juana Pelé , Floreal , Guerrier, Congo , Ne-
reina, mujer de Floreal , Julián Nicolás y las mujeres Roseida y Beyard, se
precipitan sobre la victima , devoran sus carnes palpitantes y se beben su
sangre , caliente todavía. Después de este horrible festín , los caníbales se van
á casa de Floreal con la cabeza de la pobre Clercina ; la ponen á hervir con
batatas, y se comen la parte carnosa. Descarnado el cráneo, 9e coloca sobre
un altar; Juana agita una campanilla, y los adeptos, ejecutando un» dama
religiosa, dan vueltas alrededor del altar, cantando una canción sagrada , que
probablemente no seria otra que el famoso himno vaudux :
Ehl ehl bomba I henl henl
Conga baflo sé 1
Conga manne de li ,
Conga de ki la
Conga li I
Terminada la ceremonia , la piel y las entrañas de Clercina fueron ente
rradas junto á la casa de Floreal. Lo que había quedado de la sangre de la
víctima lo hablan ya recogido en vasos , que debían conservarse con el mayor
cuidado. Los huesos fueron pulverizados, porque la ceniza debía conservarse
del mismo modo. La obra santa se había completado , y los adoradores de la
culebra se separaron , citándose para el 6 de Enero, día de Reyes, en que
debían hacer un nuevo sacrificio. La víctima, oculta en casa de Floreal,
no esperaba más que el cuchillo sagrado. Era una jovencita , llamada Lo-
sama , que Nereina había robado en el camino de Leogane. Por fortuna , la
' justicia recibió aviso, y el tribunal condenó á muerte á los antropófagos,
que fueron ejecutados el 6 de Febrero de 1864. (Monitor haitiano , 12 de
Marzo de 1864; véase también Cuite du Serpent, por el Dr. Boudin ; Journal
d'un mi»', au Texa» , pág. 354; La Tribune de Mohile, 2 de Octubre de 1865 ;
L'Orleannain , diario de Nueva-Orleans , 6 de Julio de <869, etc.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 299
. figura natural : a las cuales puede añadirse una tercera ; los oráculos
-' «sn el mundo pagano. Y sin esto , ¿cómo se explica que en todos los
climas , en todas las épocas , en todos los grados de civilización , el
hombre no cristiano haya tomado por su Dios , por su gran Dios , al
más aborrecido de todos los seres, y le haya sacrificado todo lo mas
querido que tiene (1) ?
Ello sin embargo es asi. El hecho es universal y permanente;
luego tiene una causa universal y permanente. Esta causa no existe,
ni en las luces de la razón, ni en las inclinaciones de la naturaleza, ni
en la voluntad de Dios. Á menos de quedarse ante este intransigente
hecho con los ojos encandilados y la boca abierta , no hay mas reme
dio que explicarlo por el gran papel de la serpiente en la caída del
linaje humano. Con la razón iluminada por la le, hay que reconocer
que, no viniendo semejante culto de Dios ni del hombre, ha sido pre
cisamente revelado por una potencia intermedia. No olvidemos aquí
que la palabra revelación no implica la divinidad del revelante ; sino
que la universalidad é identidad de la revelación implican la univer
salidad y la identidad del revelante.
Hablaremos de esto en otra parte.
Tratar todo esto de superstición , de simbolismo y alegoría , es
mentir á la propia conciencia y burlarse del sentido común. Hablar
de superstición, de ignorancia, de demencia, tratándose de una
creencia fundamental , es no decir nada , ó es formar un proceso al
linaje humano. Pero si desde hace seis mil años el linaje humano,
extraño al Cristianismo, ha sido y es todavía un fanático, un igno
rante , un loco, eso es confesar que el Cristianismo es la verdad , la
• iszón , la luz. Dejemos al incrédulo balbuciendo sofismas para eva
dirse de este argumento , y pasemos adelante.

(I) Véase sobre la serpiente un bello pasajfe de Chateaubriand. (Genio del


Crlet., t.'l , lib. m, c. 2.)
CAPÍTULO XXV.

Continuación del anterior.

Sumahio.—El Espíritu Santo, oráculo y director del orden social en la Ciu


dad del bien.—Satanás, oráculo y director del orden social en la Ciudad
del mal.— Existencia universal de los oráculos satánicos: testimonio de
Plutarco y de Tertuliano. — Creencia universal en los oráculos ." pasajes
de Cicerón; de Baltus. — Eran los demonios mismos quienes daban los
oráculos : palabras de Tertuliano , de San Cipriano, de Minucio Félix.—
Los oráculos no eran cosa de juglares : pruebas.

Hemos dicho que Jehova , presente en el tabernáculo y en el tem


plo, no era solamente el Dios de su pueblo y el guardián de la reli
gión, sino también el oráculo y el director de la sociedad civil y
política, es decir, que desde el londo de su santuario dirigía todas
las empresas de su Ciudad , cuyos miembros tenían cuidado de no
hacer nada sin consultarle (1). Su divina voluntad se manifestaba su
cesivamente por medio de sueños , voces y oráculos.
Todos los rasgos de este paralelismo se encuentran en la Ciudad
del mal. Creer que la presencia del dios serpiente en medio del mundo
no tenía más que un motivo ó un fin religioso , seria un error. Tenia
también un motivo , un fin social de primer orden. Es decir, en otros
términos , que desde el fondo de sus santuarios, Satanás dirigía , no
solamente la religión , sino además la sociedad pagana , por medio de
sus oráculos y prestigios* Las pruebas de este nuevo fenómeno son
casi tan numerosas como las páginas de la historia.
El mundo pagano estaba lleno de oráculos, y el mundo pagano
era toda la tierra, excepto la Judea. En este punto la historia cristia
na y la profana están unánimes. Á nombre de la una y de la otra,
oigamos á Plutarco y á Tertuliano: el primero sacerdote de los ídolos:
el segundo sacerdote del verdadero Dios. Plutarco se expresa asi,
« El primer articulo de las leyes y del gobierno es la persuasión y

(t) Véanselas Concordancia» de la Biblia, en la palabra Contultre.


HISTOBU SOCIAL DE LAS DOS CU'DADES. :¡(it
creencia en los dioses, mediante la cual Licurgo santifico antigua
mente á los Lacedemonios, Numa a los Romanos, Solón a los Atenien
ses, y Deucalión á todos los Griegos en general, haciéndolos devotos y
aficionados a los dioses con oraciones, juramentos, oráculos y profecías;
de suerte que, recorriendo el mundo, encontraréis ciudades sin mu
rallas, sin academias, sin reyes, sin plata, sin moneda, sin teatros,
sin gimnasios ; pero no veréis jamas una sin Dios, sin oraciones, sin
sacrificios para conseguir los bienes y librarse de los niales. Ningún
hombre la ha visto nunca, ni la vera jamás ; más fácil seria edilicar
ana ciudad en el aire, que fundarla ó conservarla sin religión (1).»
Formulando con una palabra el mismo pensamiento de Plutarco,
dice Tertuliano : « El mundo esta atestado de oráculos, oraculis sti-
ptitus est orbis (2).»
Por citar solamente algunos de los conocidos, tenemos a Beelzebub
entre los Filisteos, Moloc entre los Moabitas, Bel en Babilonia, Júpiter
Ammon en Egipto. En Grecia estaban Délos, Claros, Pafos, Dcifos,
Dódoua. En Italia los célebres oráculos de Geryón en Padua , de Diana
en Prenesta, de Hércules en Tifjoli, de Apolo en Aquilea y en Bayas,
de la Sybila en Cumas: en Boma y sus cercanias los de Marte , de
Esculapio, del Vaticano, de Clitumno, de Jano, de Júpiter Pistor,
los de Ancio, el de Podalirio en la Calabria, y más de otros ciento (3).
La misma Judea estaba rodeada de oráculos. Una de las tentacio
nes mas inertes del pueblo de Dios era ir a consultarlos ; hasta el
punto de que la {tena de muerte, dictada en la ley, no siempre los
refrenaba. Desde el cisma de las diez tribus, hubo constantemente
oráculos en medio de Israel (4). Saúl mismo consulta á la Pythonisa
de Endor, es decir, a una mujer poseída por un espíritu llamado
Python, del que tantas veces se habla en la Escritura (o).
Y de-spués de todo, ¿qué eran las respuestas de los augures y arús-
pices, sino oráculos o interpretación de .oráculos? Ahora bien: los

(1) Contra Cok)tu , cap. xvin.


(2) De anima., cap. xlvi.
(3j Baltus , Hit!, de» orad., etc.
(4) Véanse , entre otros textos, / V Reg . . cap. i, v. 2 ; y ios pasajes donde
se habla de los sacerdotes de Baal.
(5) Dixitque Saúl serví-i suis : Quaerite mihi mulierem habentem Pytho-
nero, et vadam ad eam , et sciscitabor per illam. (/ Reg. , xxvm, 7.)—Obser
vemos, con Baltus , que Pythón parece venir de una palabra hebrea que
significa serpiente, «nombre adecuatkrttoque inspiraba á todos los falsos
profetas.» (lbid.)
augures y arúspices se encontraban en todos los puntos del globo, asi
en las ciudades como en los campos, y su ciencia era objeto de un
estudio universal. « Es un hecho constante, dice Cicerón, que en lo
antiguo los jefes de los pueblos eran reyes y augures al mismo tiem
po. Gobernar y conocer los secretos divinos eran para ellos dos fun
ciones igualmente regias. De lo cual Roma, cuyos reyes fueron tam
bién augures inqua et reges augures, nos suministra grandes ejemplos.
Después de ellos los particulares que fueron investidos del mismo
sacerdocio, gobernaron la república con la autoridad de la religión.
> Esta especie de adivinación no la han descuidado tampoco los
bárbaros. Hay en las (Jalias algunos druidas , entre los que yo conoci
á Dividiaco de Autun, los cuales dicen que conocen lo por venir,
parte por su ciencia augural , parte conjeturalmente. Entre los persas,
los magos son augures y adivinos.... y nadie puede ser rey de Persia
que no se haya instruido previamente en la ciencia de los magos.
Hasta hay familias y naciones enteras , dadas á la adivinación de un
modo especial. Toda la ciudad de Telmesa, en la Caria, sobresale en
la ciencia de los arúspices. En Elida, ciudad del Peloponeso, hay dos
familias, la de los Yámidas y la de Clytidas, que son célebres en la
misma ciencia.
«En particular la Etruria, tiene reputación de poseer un gran cono
cimiento de los fenómenos fulgurantes (i) , y de que- sabe explicar lo
que cada prodigio puede presagiar. Por esto nuestros antepasados en
los dias florecientes del imperio ordenaron muy sabiamente que seis
hijos de los principales senadores fueran enviados á cada pueblo de
la Etruria , para instruirse en la ciencia de los Etruscos ; y esto por
temor de que , por la corrupción de los hombres , llegara á suceder,
andando los tiempos, que una autoridad tan grande en la religión
vinieran á ejercerla , por el lucro , gentes mercenarias. En Frigia,
Pisidia , Cilicia y Arabia , se rigen ordinariamente por las señales que
observan en las aves; lo cual se practica igualmente en la Umbría (2). »
Hemos dicho que el verdadero Dios manifestaba su voluntad por
medio de oráculos propiamente dichos , y se ve sin interrupción á los
caudillos de Israel consultar al Señor en el tabernáculo ó en el tem
plo por medio de roces misteriosas, que se oían sin ver á nadie o

(1) Sabían que con ciertas fórmulas mágicas 99 podía llamar ó desviar
el rayo. Extat annalium memoria , sacris quibu»dam ac precalionibus vol
cogi fulmina vel impetran. (Ausaldi , Hiit., lib. n. c. 54.)
(2) De Divinal., lib. i, cap. XLI.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 303
viendo al que las pronunciaba ; testigos Agar , Gedeón , Samuel en
Silo , Saulo en el camino de Damasco : ó por medio de sueños ; tes
tigos Jacob , Judas Macabeo y otros ciento.
Satanas ha remedado todos estos géneros de revelación. En cuanto ,
a los oráculos propiamente dichos , acabamos de ver eme eran innu
merables en la Ciudad del mal. ¿Y las voces misteriosas? Citaremos
más abajo uno de los ejemplos más notables. Entre tanto he aquí lo
que dice Cicerón : «Frecuentemente los faunos hacen oir su voz; mu
chas veces los dioses se han aparecido en figuras , de tal manera sen
sibles, que todo el que no fuera estúpido ó impio se viera precisado á
reconocer su presencia (1).?
Y en otra parte : «Muchas veces también , según refiere la tradi
ción , se ha oido á los faunos en medio de las batallas ; muchas veces
se han oido voces verdaderas en ocasiones apuradas, sin que se pu
diera saber de dónde venían. Entre muchos ejemplos de este género,
des especialmente merecen llamar la atención. Poco antes de la toma
de Roma , se oyó una voz que salía del bosque consagrado á Vesta....
y esta voz advertía que se reconstruyesen las murallas, pues de lo
contrario la ciudad seria prontamente toinada.... Y este oráculo salió
mu\ verdadero (2).»
Conocidas son las encinas de Dodona , cuya especie no se ha aca
bado. «En Joal, escribe uno de nuestros misioneros de África , hay
árboles fatídicos y ritos misteriosos para la evocación de los genios (3).»
(1) Saepe faunoruni vocea exauriitae ; saepe visae formae deorum,
quemvis nón hebetem aut impium, Deos praesentes esse conflteri coegerunt.
fDePíatur. Deor., lib. il, cap. m.)
(2) Saepe etiam et in praeliis fauni auditi ; et in rei.ua turbidia veridícae
voces ex oceulto miesae esse dicuntur ; cujna generis duo sunt ex multis
exempla, sed maxima, etc. (De Divinal., lib. i, cap. xlv.)
(3) Annal. , etc. , n.° 209 , p. 270 , lS(i;i.—Se encuentran todavía los usos
antiguos, transformados, es verdad, pero fáciles do reconocer, en las cos
tumbres de la Grecia moderna. «La adivinación por el examen de los
huesos, dice Mad. Dora do latria , y particularmente del omoplato tostado,
es una transformación evidente de la inspección de las entrañas de las victi
mas, que tantas veces se menciona en Homero » En DóJona y Deltas el
laurel venerado revelaba lo por venir por la agitación ruidosa de sus hojas
sagradas. En nuestros días las jóvenes griegas examinan el ruido de las hojas
de los rosales. Las encinas fatídicas de Dódona en el Epiro, donde los
Pelasgos tenían un oráculo tan célebre como el de Delfos , reciben todavía
gentes que van á dormir á su sombra para adquirir en sueños el conoci
miento de lo futuro. (Véase Excursión en tliumélie et en Sforée , por Mad. Do
ra de Istria: París , 1863.)
30Í- TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Por lo que toca a los sueños, Cicerón consagra nueve capítulos
(del xx al xxix) do su libio primero Di- Divinatione , a referir algunos
de los mas célebres de Griegos y Romanos. Los templos, adonde se
iba en busca de ellos, se encontraban por doquiera. «El mundo , dice
Tertuliano , estaba lleno de ellos. Por no citar sino algunos , ¿quién
no conoce los de Anfiarao en Ropo , de Auliloco en Malo , de Sarpe-
don en Troade , de Trofónio en Beocia , de Mopso en Cilicia , de Her-
miona en Macedonia , de Pasifae en la Laconia?Es una cosa cierta
que muy frecuentemente los demonios enviau sueños, á veces ver
daderos, graciosos y seductores , y no ignoramos por qué; pero mas
ordinariamente los envían congojosos , falsos, vergonzosos, inmun
dos (1). i Igualmente que Cicerón , el gran apologista presenta un largo
catalogo de ellos.
La creencia en los oráculos, es decir, en los dioses parlantes , no
era menos universal que la existencia misma de los oráculos. Escu-
chemosde nuevo el doble testimonio de la antigüedad. «El Oriente y el
Occidente, continúa Tertuliano, los Romanos y los Griegos, toda
la literatura del mundo, cree en los oráculos, los comenta y los
afirma (2).»
«Nuestra república, dice Cicerón, lo mismo que todos los reinos,
pueblos y naciones, esta llena de ejemplos de la veracidad increíble
de los oráculos. Nunca los de Polydio, de Melampo, de Mopso, de
Anliarao, de Calcas y de Heleno, habrían alcanzado tanta fama : nunca
tantas naciones como la Arabia, la Frigia, la Lycaonia, la Cilicia, y
especialmente la Pisidia, habrían conservado los suyos hasta nuestros
días , si toda la antigüedad no hubiese atestiguado su verdad. Nunca
nuestro Romulo los habría consultado para fundar á Roma, y el nom
bre de Accio Navio no habría sido por tanto tiempo celebrado , si to
dos estos oráculos no hubiesen dicho cosas admirables y verda
deras (3). «
(1) Nam et oraculis hoc genus stipatus est orbis : ut Aphiarai apud
Oropum ; Amphilochi , apud Mallum ; Sarpedonis, in Troade ; Trophonii,
in Bcotia ; Mopsi, in Cilicia; Hermionis, in Macedonia ; Pasiphaae, in
Lacrima. Defínimus enim a daemoniis , plurimum incuti somnia , etc. (Dt
Anima, cap. xlví, xi.vii.)
(2) Quanti autem commentatores et affirmatores in hanc rem.... tota
saeculi litteratura. (D« Anima, ibid.)
(3) Jamavero permultorum exemplorum et nostra plena eet respuiilica,
et omnia regna, omnesque populi , cunctaeque gentes , augurum praedictis
multa incredibiliter vera cecidisae. Neque enim Holyidi, neque Melampodis,
neque Mopsi , neque Amphiarai, neque Calchantis, neque Eleni tantom
F HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 305
Esta fe del linaje humano la apoya Cicerón en el razonamiento
siguiente : «Es cierto que existen los dioses; luego nos dan á conocer
lo por venir. Si nos lo dan á conocer por medio de señales, es me
nester que á la vez nos den el medio de entenderlas : este medio no
puede ser sino la adivinación ; luego hay adivinación.... Si pues la
razón y los hechos están en mi favor ; si las naciones , si los bárbaros,
si nuestros mismos antepasados convienen en todo lo que acabo de
enunciar, ¿qué motivo hay para ponerlo en duda? Y si además de
eso es cosa reconocida por los más grandes filósofos , por los poetas
más célebres, y por los hombres de más eminente sabiduría que fun
daron las repúblicas y edificaron las ciudades, ¿ esperaremos á que
hablen las bestias , y no nos daremos por satisfechos con el acuerdo
unánime del linaje humano?.... La verdad de los oráculos es una
cosa de que jamás se ha dudado en el mundo,,hasta esa filosofía que
se ha extendido de poco tiempo acá (1) ; y aun después del progreso
de esa filosofía, ningún filósofo ha sido de otro parecer. SóloEpicuro
lleva la opinión contraria. ¿Pero deberá estimarse en algo el parecer
deun hombre que sostiene que no hay virtud generosa en el mundo (2)?»
Hablando en particular del oráculo de Delfos, dice : «Yo sostengo
que jamas este oráculo habría sido tan célebre y famoso, jamás habría
sido enriquecido con los presentes de todos los pueblos y de todos los
reyes, si todas las generaciones no hubieran reconocido la verdad de
sus respuestas (3).» Más adelante asegura de nuevo que no es sola
mente el pueblo quien cree en los oraculos, sino todo lo mas ilus
trado que hay en el mundo. «Excepto Epicuro, escribe, que no sabe
más que tartamudear cuando habla de la naturaleza de los dioses , to
dos los filósofos han creído en los oráculos (4). i

nomen fnisset, Deque tot nationes id ad hoc tempus retinuissent, Arabum,


Phrygum , Lycaonum , Cilicum , maximeque Pisidorum , nlsi vetustas ea
certa esse docuisset. Nec vero Romulus noster auspicato urbem condidisset,
neque Attü Navii nomen memoria floreret tamdiu, nisi hi omnes multa ad
veritatem admirabilia dixissent. (De Legib., lib. n , cap. xin.)
(1) Era el racionalismo, que devoraba lo que de las antiguaB tradiciones
quedaba entre los paganos.
(2) De Divinal., lib. i, cap. xxxix.
(3) Defendo unum, numquam illud oraculum Delphis tam celebre et tam
clarum fuisset, neque tantis donis refertum omnium populorum atque
regora , nisi omnis aetas oraculorum illorum veritatem esset experta. (Ibid.,
De Divinal., lib. i, cap. xxix.)
(4) Reliqui vero omnes philosophi , praeter Epicurum balbutientem de
natura deorum, divinationem probaverunt. (Ibid.)
TOMO I. 20
301) TRATADO DEL ESPÍRITU SAXTO.
Nada hay más verdadero. Las escuelas filosóficas más célebres de
la antigüedad, tales como tes pitagóricas, platónicas y estoicas, defen
dían los oráculos con todos sus bríos, y trataban de impíos y ateos
al pequeño número de epicúreos y cínicos que no les daban fe. Esta
creencia no cesó con el paganismo.
« Después dol nacimiento del Salvador del mundo , dice Baltus,
todos los filósofos se aferraron a esa creencia más que nunca. Defen
dieron ardorosamente los oráculos , para sostener la decadente causa
de su religión. Hasta los mismos cínicos y epicúreos , olvidando en
esta ocasión los principios y los intereses de su secta, nada omitían
para hacer valer los oráculos, como se ve en la obra de Celso, donde
este epicúreo opone á los Profetas del Antiguo Testamento (1) los
oráculos de la Grecia, que él coloca muy por encima de los Profetas,
hablando de aquellos como quien está muy persuadido de su excelen
cia y de las grandes ventajas que habían producido. Y lo mismo pasa
con Máximo de Tyro, cínico de profesión y maestro de Juliano Apos
tóla (2). t v
Con la misma certidumbre que se creía en los oráculos, se creia
también en la presencia de los dioses que los daban (3). Por esto cada
oráculo llevaba el nombre de un dios : Apolo en Delfos, Esculapio
en Mal hasia , Júpiter en el santuario de Memnón , y asi otros. Pues
bien : los que los paganos apellidaban dioses no eran más que demo
nios : cien veces los Padres de la Iglesia , testigos de los oráculos y de
los prestigios, lo probaron con palabras y con obras.
« Hasta aquí , dice Tertuliano , he aducido razones ; mas he aquí
hechos evidentes que prueban que vuestros dioses no son mas que
demonios. Preséntese ante vuestro tribunal un verdadero poseso del
demonio : si cualquier cristiano le manda hablar, al instante ese espí
ritu confesará tan de veras que no es masque un demonio, como fal
samente decía en otra parte que era Dios. Llamad también á osos que
están inspirados por algunas de vuestras divinidades, ó por esa Vir
gen que promete lluvias, o por ese Esculapio que cura a los enfer
mos. Si esos dioses, incapaces de mentirle á un cristiano que les pre
gunte, no confiesan que son demonios, haced morir en el acto al

(t) Apud Origen-, lib. vn.


(2) fíeponie, part. m, p. 344.
(3) Oracula, dice Cicerón, ex eo ipso appellata sunt, quoc! ineat his
deorum oralio. {Top.) Y en otra parte : Deus inclusus corpore humano, jam
non Cassandra, loquitur. (De Divina., lib. i, cap. xzxi.)
HISTORIA SOCIAL DB LAS DOS CIUDADES. 307
cristiano temerario. ¿Qué puede haber más evidente que este hecho,
ni mas seguro que esta prueba (!)?>
San Cipriano habla igual que Tertuliano. «Los espíritus malignos,
dice, escondidos en las estatuas y en las imágenes consagradas, son
los que inspiran á sus profetas ; los que menean las libras de las en
trañas de las víctimas ; los que dirigen el vuelo de las aves, disponen
las suertes y dan oráculos , mezclando siempre la mentira con la ver
dad (2). ! Después, en prueba de su aserto, añade el Santo doctor: « Sin
embargo, conjurando á estos espíritus en el nombre del verdadero
Dios, nos obedecen al punto, se someten á nosotros, nos lo confiesan
todo, y tienen que salirse de los cuerpos que poseen. Se deja ver que
nuestras oraciones redoblan sus penas , los agitan y los atormentan
horriblemente. Se les oye aullar, gemir, suplicar y declarar, aun
eu presencia de sus adoradores, de dónde vienen, y cuándo se
irán (3).»
Minucio Félix, Laclando, San Atanasio, todos los Padres latinos
y griegos, afirman el mismo hecho, y lo afirman íronte á frente de los
mismos paganos. O todos estos grandes hombres estaban alucinados,
ó hay que reconocer que estaban bien seguros de lo que decían para
fundar sobre tal prueba la apología del Cristianismo y la verdad déla
religión que defendían (4).
También era meuester, ó que estuviera alucinado, o que tuviera
por muy bien demostrada la verdad de los oráculos, uno de los más
grandes hombres de los tiempos modernos, el grave, el ilustre Ke-
pler, para que no haya temido escribir delante de la ciencia y de la
senii-cieucia: « No se puede negar que on otros tiempos los demonios

(1) .... Nisi se daemones confessi fuerint, ohristiano mentid non auden-
tei, ibídem illius christiani procacissimi sanguinem fundite. Quid isto opere
rnanifestius? quid hac probatione fidelius? (Apol., cap. xxm.)—Esta prueba
se encuentra cien veces repetida en las actas de los mártires de Oriecte y
Occidente.
(2) Hi ergo spiritus sub statuis et imaginibus consecratis delitescunt.
Ili afflatu buo vatum pectora inspirant, extorum fibras animant , avium
volatus gubernant , sortea regunt , oracula efficiunt , falsa veris semper invol-
vunt- (1)3 idníor. vanilat.J
(3) Hic tamen adjurati per Deum verum nobis statim cedunt et fatentur,
et de obsessis corporibus exire conguntur. Videas illos nostra voce et oratione
oceulte flagellis caedi, igne torqueri , incremento poenae propagantis exten
dí, ejulare, gemere , deprecari ; unde veniant et quando discedant, ipsis
etiam qui se colunt audieutibus , confiten. (Ibii.)
(i) Véase Ballus , i part. , p. 90 \ 109.
308 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
t
han hablado á los hombres por medio de los ¡dolos, las encinas, los
maderos, las cavernas, los animales y las partes mas mudas del
cuerpo ; de suerte que el arte de la adivinación no es de modo alguno
cosa de juego para engañar á la gente sencilla (1). »
Por lo demás , el punto controvertido entre cristianos y paganos
no era la presencia de los espíritus en los oráculos, sino la naturaleza
de esos espíritus. Los paganos sostenían que erau dioses y los adora
ban : los cristianos, por el contrario, probaban que eran demonios y
execraban su culto. Pero, lo repetimos, todos estaban conformes eo
reconocer la presencia de agentes sobrenaturales en los oráculos. He
mos dicho que los cristianos probaban que todos esos dioses inspira
dores de los oráculos no eran más que espíritus malignos, y sus ar
gumentos no tenían réplica. ¡
Por una parte, obligaban á los pretendidos dioses á confesar por
si mismos que no eran más que demonios. « Bien sabéis, decía Mi-
nucio Félix á sus antiguos correligionarios, que vuestros dioses, e!
mismo Saturno, Serapis, Júpiter y todos los otros que adoráis, con-
íiesan que no son más que demonios. Pues no es creíble que mientan
por deshonrarse , y menos ante vosotros. Creed, pues, y reconoced
que son demonios, toda vez que ellos mismos dan testimonio de
ello (*)..
Por otra parte, resumiendo, según los mismos autores paganos,
los oráculos de los dioses y los actos que eran su consecuencia , de
mostraban, con la evidencia de la luz , que habían mandado constan
temente los sacriticios humanos é impurezas que daji vergüenza,
habían enseñado la magia y provocado guerras y muertes, habían

(1) Neyari non potest ab hujusmodi spiritibus olim homiaibns responsa


data ex idolis , quercubus , lucís , antris , animalibus , absurdisquo corporu
partibus; ñeque mera sitnplicium deceptio fuit auspicina. Erant eaim iata
daemonia, iu avibusper aérem dirigendis operosa, quibus , Deo permitiente,
multa bominibus praesignificabantur. Equidem et hodie ioterdum exempla
audiuntur ominoaarum avium.etc. (De Sulla nova. —Cotnetarum phyñologica,
p. 107, in 4.», Pragae, <606.)
(2) Haee ornóla sciunt plerique vestrum , ipsos daemones de semetipsis
confiten, quoties a nobis tormenta verborum et orationis incendiis de cor-
poribus exiguntur. Ipse Saturnus , et Serapis, et Júpiter, et quidquid
daemonum colitis , vieli dolore , quod sunt eloquuntur. Nec utique in turpi-
tudicem sui , nonnullis praeaertim vestrum assistentibus , mentiuntur. Ipsi»
teelibus , eos esee daemones de se verum confitentibus , credile , etc. ( In-
Oclat.J
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 309
alabado a hombres impíos y malvados y aniquilado el dogma de la
libertad humana, sosteniendo en todas partes las doctrinas del fata
lismo ó del destino (1).
i ¡Y vosotros consideráis como dioses, les decía Lactancio, á los
que de esta manera ultrajan la humanidad y la verdad ! Si , son dio
ses; pero dioses malignos y perversos, es decir, espíritus rebeldes,
tpie pretenden usurpar el nombre de Dios y el culto que le es debido.
Y uo porque ellos ambicionen los honores , que de nada les sirven a
los que están perdidos sin remedio ; no porque tengan la pretensión
de perjudicar a Dios, que nadie puede hacerle perjuicio; sino por
hacer daño á los hombres. Quieren á toda costa apartarlos del cono
cimiento y del culto de la Majestad suprema, para privarlos de la
felicidad inmortal que ellos perdieron por su malicia. Ellos oscurecen
la verdad con nubes y tinieblas, para que el humano linaje no conozca
á su Criador y su Padre. Para mejor salirse con su intento, se ocul
tan en los templos, toman parte en los sacrificios , hacen prestigios
que asombran , y consiguen asi que se den los honores divinos á los
simulacros de los dioses (2).»
De lo que precede resultan dos hechos: el primero, que el mundo
pagano estaba lleno de oráculos, estaba rodeado de ellos, como una
linea de circunvalación rodea la ciudad sitiada: oraculis stipatus. Tal
es, entre mil otras, la declaración de Plutarco y de Tertuliano, dos
testigos oculares, antipodas entre si, y, por tanto, extraños á toda
connivencia. El segundo hecho es que los oráculos eran dados por
los espíritus. Sobre este punto tenemos también unanimidad de tes
tigos oculares. La incredulidad moderna no se atreve á negar el
hecho ; pero se burla de la explicación. Según ella , los oráculos
eran un puro juego , bueno para entretener d la muchedumbre igno
rante, pero sin influencia sobre los hombres ilustrados, que no creían
en ellos.
¡Un juego! Esto se dice muy pronto ; pero ¿y las pruebas? Afir
mar no es probar. ¿Qué viene á ser un juego que durante veinte
siglos ha reinado en toda la extensión del globo , que constantemente

(I) Véanse las pruebas en Baltus, part. i, pág. 118-130.


(i) ....Effundunt ilaque tenabras et veritatem calígine obdacunt, ne
Dominum et Palrem suum norint, et ut illiciant facile, in templis se oceu-
luflt, et Bacrificiis omnibus praesto adsunt, eduntque saepe prodigia quibua
obstupefacti homines (Idem commodeat simulacris divinitatis et numinis.
(Liect., lib. u, c. xvii.)
310 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ha alucinado al linaje humano , hasta el punto de hacerle creer que
veia lo que no veia , y que oia lo que no oia? ¿ Un juego , que reina
todavía en la mayor parte de la tierra , donde continúa produciendo
el mismo trasíorno de los sentidos y de la razón? ¿Un juego , que no
ha cesado entre las naciones civilizadas sino con el advenimiento del
Cristianismo; que continúa con los mismos resultados entre todos los
pueblos que el Cristianismo no ha iluminado , y que vuelve á ello*
cuando esta luz cristiana desaparece?
¡ Singular juego, cuyo secreto se pierde cuando el mundo se hace-
cristiano , y que se vuelve a encontrar apenas cesa de serlo ! Decidme
el nombre , el país , el nacimiento del hábil juglar que lo inventó , y
que renuncia á su oficio según el grado de latitud á que se encuentra
respecto del Cristianismo.... Admitir un juego universal y universal-
mente creído, es admitir la locura universal ; pero si decís que eí
género humano está loco , probad que vosotros estáis cuerdos.
Y después de todo , ¿de qué género era ese juego? Era bueno,
decís, para entretener á la muchedumbre ignorante. ¡ Singular entre
tenimiento do la muchedumbre, por más ignorante que se la supon
ga , el sacrificio de los seres más queridos que tenia ! Todos los orácu
los han exigido víctimas humanas. Se ha visto rail veces, en mil
puntos del globo , á millares de padres , llevar sus propios hijos á Ios-
altares de divinidades monstruosas , para que fueran inmolados : ¡ y
decís que todo esto no era más que cosa de juego!
Se han visto pueblos enteros, como los Pelasgos de la Gran Gre
cia, abandonar sus bienes y su patria, por sustraerse á las órdenes de
esos oráculos sanguinarios, ¡y jamás se les ocurrió sospechar de las
faramallas sacerdotales! ¡Admitís tan serios que los hombres hayau
podido jugar asi con sus semejantes durante siglos enteros, y sin que
nadie haya podido jamas descubrir la trampa I Si sois incrédulos en
materia de religión , menester es que convengáis en que no lo sois
porque os falte credulidad.
Por lo menos, poneos de acuerdo con vosotros mismos. Para vos
otros la antigüedad pagana es la época de la verdadera luz : ¡y la su
ponéis la más fácil de engañar ! ¿Es que vuestras convicciones cam
bian según la polémica lo va exigiendo ?
Vosotros respondéis : no se trata sino de la muchedumbre igno
rante, que se encuentra hasta en las épocas más civilizadas. —Err
efecto: singular muchedumbre ignorante , que, según Tertuliano,
comprende á todos los hombres instruidos del mundo , omnis sacad i
litteratura; y que, como atestigua el mismo Cicerón, se compone de
HJSTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 311
todo lo mas célebre por el talento y la ciencia que los pueblos paga
nos de Oriente y Occidente conocieron durante dos mil años: reyes,
legisladores, capitanes, oradores , filósofos de todo nombre, pitagó
ricos , platónicos, estoicos , todos los hombres , en fin , menos tres ó
cuatro brutos epicúreos , Epicuri de (¡rege porci : he ahi de qué se
compone la multitud ignorante que creyó en los oráculos. ¡Y vosotros
uo creéis! Esta negativa es peligrosa; andad con cuidado, no sea que se
os aplique aquel proverbio : Ijos que se asemejan, se juntan.
Antes de continuar el examen de la objeción , detengámonos un
instante. Para separarse asi de la fe común , se necesita algo más que
pretextos; se necesitan motivos. Hasta aqui no hemos visto más que
Jo primero; veamos si hay algunos de los segundos. Dos podrían
ser : la ignorancia y el interés. Un filosofo grave nos los va a ex
plicar.
tLa falta de conocimiento de nosotros mismos nos hace olvidar
que los hombres son naturalmente incrédulos : No vemos fácilmente
lo que está más allá de lo que vemos. Todo lo que es maravilloso y
extraordinario les parece sospechoso : siempre sospechan fraude o
impostura, y por poco de esto que haya , no es posible que se les pase.
Y por esta resistencia natural a creer lo que parece extraordinario,
sucede demasiadas veces que suponen que media engaño donde no
tienen el menor motivo para suponerlo. Y si á la verdad, muchas ve
ces a una verdad totalmente divina , le cuesta tanto trabajo el hacerse
reconocer, ¿como un engaño puramente humano podria sostenerse por
largo tiempo? ¿ Cómo podría subsistir siglos enteros , y alucinar, no
ya a algunos ignorantes , sino á los hombres mas sabios y a las más
ilustradas y hábiles naciones ?
■ Tales han sido al pie de la letra esos oráculos famosos del paga
nismo. Han subsistido más de dos mil años , han sido , durante este
tiempo, consultados, admirados y respetados de todo el paganismo,
de los pueblos y de las naciones mas ilustrados. Los Griegos y los
Romanos los consideraron como lo más augusto y divino que había
en su religión. Todos los filósofos estuvieron persuadidos do ello, lo
mismo que los demás. Apenas se encuentra alguno de esos que , se
mejantes a las bestias, no reconocen ni divinidad , ni providencia, ni
inmortalidad del alma , que se atreva a decir tartamudeando que
todos esos oráculos no han sido mas que engaños de los sacerdotes de
los Ídolos (!).»

(I) Ballus, part. m , 231 y eig.


312 TRATADO DJ5L ESPÍRITU SANTO.
Se ve por esto de dónde viene la oposición. No son ni la autoridad
ni la ciencia quienes la motivan , es el interés del corazón. Lo sobre
natural le molesta al hombre animal , y por esto lo niega ; pero su
negación lo lleva al absurdo. « Los epicúreos antiguos y modernos,
continúa Baltus , se ven precisados á admitir el hecho de los orácu
los ; pero conforme ellos los explican , los oráculos eran unos engaños
tan groseros, que deberían ser incapaces de embaucar, durante seis
semanas , á los más estúpidos é ignorantes campesinos. Según ellos,
se hablaba á los adoradores desde las estatuas huecas , se les gritaba
por medio de trompetas , se les adormecía con yo no sé qué drogas,
y ante sus ojos se hacían títeres.
» ¡ Y por espacio de veinte siglos han creído todos los pueblos que
esto era divino, sobrenatural, milagroso, en una palabra , obra de
los dioses y efecto de su poder I ¡ Entre los filósofos mas hábiles , en
el seno de las naciones más ilustradas no hubo nadie que descubriera
el fraude ! ¿Por ventura los hombres de entonces eran incapaces de
sospechar que se les pudiera ó se les quisiera engañar ? Si los sacer
dotes de los ¡dolos tenían interés en entretenerlos y seducirlos, ¿no
lo tenían ellos mucho mayor en no dejarse engañar ? »
Para dar á su explicación naturalista de los oráculos cierto barniz
de ciencia , otros epicúreos los han atribuido á virtudes ocultas, ó
propiedades desconocidas de la naturaleza , a fluidos , ó á ciertas ex
halaciones de la tierra (1).
Pero si esas virtudes son ocultas y esas propiedades son descono
cidas, ¿ cómo saben ellos que pueden dar oráculos? ¿Qué relación
han descubierto entre ciertas exhalaciones de la tierra y la facultad
de anunciar lo futuro , ó de ver á largas distancias ? ¿ Ño advierten
que se ponen en ridículo á los ojos del sentido común , profiriendo
palabras en vez de exponer ideas ? ¿ y también á los ojos de sus com
pañeros , indagando seriamente la causa de un efecto que no es más
que una quimera , o una grosera trapacería de algunos impostores?
I Y se dicen valientemente incrédulos !
« La verdad es que para creer que tantos grandes hombres , tantas
naciones diferentes, hayan estado en tan prodigiosa ceguera durante
tan larga serie de siglos, es menester tener una credulidad bien
robusta. Más fácil seria creer todo lo mas increíble y prodigioso que
hay en las fábulas. Vosotros, sin embargo, creéis este prodigio de
credulidad universal, tan enemigos como sois de lo maravilloso. ¿Qué

(I) Así hablaba el epicúreo Plinio , lib. n , ZVatur. hht., cap. xcm.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 313
es esto? Es que á muclias gentes no les gusta iiablar de demonios , ni
de nada que d esto se refiera : esto recuerda ciertas ideas de la otra
vida : ellos tienen bastante fe en las verdades de la religión , por ra
zonamientos especulativos ; pero otras pruebas demasiado sensibles
de estas mismas verdades les incomodan (1).»

(t) Bailas, ubi tupra. Santo Tomas había dicho que esas negaciones
provienen tx radice incrtdulitatit. (IV Din. xzxiv,art. 3.)
CAPÍTULO XXVI1.

(Conclusión del anterior.)

Sumario. — Nuevas pruebas de que los oráculos no eran cosa de juego.—


Ejemplo de los Romanos durante todo el tiempo de su imperio.—Hecho*
curiosos del tiempo de Cicerón.—Pena de muerte contra los que despre
ciasen los oráculos. —Ejemplos de los Griegos.—Procesiones continuas á
los templos de los oráculos: testimonios de Cicerón, de Estrnbón, de Mar
co Aurelio.—Oráculos en sueños : nuevo rasgo de paralelismo : testimo
nio de Arriano, de Cicerón y de Tertuliano.—Otro punto de paralelismo:
el templo de .Terusalón y el templo de Delfos.- Celebridad y riqneza de
este último.—Existencia actual de los oráculos entre todos los pueblos
que todavía son paganos:Madagascar, China, Cochinchina.—Resumen del
paralelismo entre las dos Ciudades.—Bellas palabras de uu Padre del
Concilio de Trente

Añade la objeción epicúrea , que los oráculos no tenían influencia


sobra los hombres instruidos , quienes no creían en ellos.
Se acaba de leer la prueba de lo contrario, es decir, de que los
hombres instruidos de la antigüedad pagana creían en los oráculos;
no la repetiremos. Recordemos solamente , que en nombre de todas las
generaciones, omnis netas, Cicerón ha dado á los modernos paganos
un solemne mentís. Cómo se las hayan de componer con el hombre
más ilustre de las letras antiguas, como ellos le apellidan, es negocio
de ellos (1). El nuestro consiste en examinar si, en conformidad á la
objeción, los oráculos no tenian influencia alguna en la conducta de
los hombres y los pueblos ilustrados del antiguo mundo.
Pues bien: la verdad es que los oráculos ejercían tal influencia en
(I) Lo mismo que en Platon , hay en Cicerón dos hombres : el hombre
de la tradición, y el hombre del racionalismo. El primero habla en el libro
primero De Divina»., y atestigua la fe universal en los oráculos. En el segundo
libro, el racionalista amontónalas pobres negaciones, que la razón indivi
dual opone á la razón general. Es el sofista contra el filósofo, el pigmeo con
tra el gigante.
w

HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS Ul UDA DES. 3 1 'í


!a conducta pública y privada de los paganos más ilustrados, sin dis
tinción de pais ni civilización, que les arrancaban los sacrificios más
costosos á la naturaleza , la inmolación de sus hijos y el despojo de
sus bienes. La verdad es también que los hombres y los pueblos más
célebres no emprendían ninguna cosa importante sin consultarlos
antes. Limitémonos á algunos hechos.
¿Se trata del orden puramente religioso? ¿Cuántas veces no se
vió á los judíos, infieles á Jehová , caer en Moloc, sin distinción de
posición social, y á petición del ídolo inmolar sus hijos y sus hijas á
esta divinidad cruel ? En Fenicia , Siria , Persia , Arabia , África , Cre
ta, Cartago, los más insignes ciudadanos se resignan al mismo sacri
ficio , por orden do los oráculos. En virtud de su mandato, en Grecia
el rey Erecteo inmola á su hija querida, Agamenón á la suya, Ido-
meneo á su hijo, los Atenienses á sus hijas é hijos escogidos, los Me-
senios una virgen inocente, los Tóbanos al hijo de su rey, los Aqueos
al mozo y la moza más hermosos de su capital. En todos los pueblos
célebres de la antigüedad se celebran sacrificios del mismo género,
esto es, solemnes y exigidos por la autoridad publica (1).
En cuanto al despojo de sus bienes, se saben las inmensas rique
zas acumuladas en los templos de los oráculos, de las cuales hablare
mos luego.
¿Se trata de la influencia de los oráculos sobre la sociedad y la
familia , en los negocios públicos y en los privados? No era menos
poderosa, ni menos universal que en el orden religioso. También
aquí nos limitaremos á algunos ejemplos, que tomaremos de entre
los pueblos y los hombres modelos.
Rómulo quiere edificar á Roma ; pero antes de poner manos á la
obra consulta al oraculo. «Es una tradición constante, dice Cicerón,
que Rómulo, padre y fundador de Roma , no solamente no echó los
fundamentos de esta Ciudad antes de oir los pronósticos, sino que él
mismo era un excelente agorero , óptimas augur. Los otros reyes, sus
sucesores , emplearon los agüeros, y después de la expulsión de los
reyes, nada se hizo en Roma por la autoridad pública, ni en paz ni
en guerra , -sin intervención do los arúspices (2). »
(1) Véanse, entre otros , los Annales de philot. chrél., Abril, Junio , Julio,
Diciembre de 1871.
(2) Principio , hujus urbie parens , Romulus, non solum auspicato urbem
condidisse, sed ipse etiam optinnn augur fuiste traditur. Deinde auguribu»
et reliqui reges usi : et exactis regibus, nihil publice sine auspiciis nec domi,
nec militiae gerebatur. (Di Divinal., lib. i, c. u.J
316 THATADO Uiil, ESPÍRITU SANTO.
Y en otra parte : «La aruspicina de Rómulo no era cosa que él in
ventara después de la fundación de Roma, para engañar al vulgo
ignorante ; era , por el contrario, una ceremonia religiosa, fundada
en una ciencia cierta, que él dejo á la posteridad. Él y su hermano
eran agoreros antes de la fundación de esta ciudad, como lo vemos
en Ennio (1).»
Numa quiere dar leyes á Roma ; pues a consultar al oráculo. Es
proclamado rey por el pueblo ; pues , antes de aceptar el cetro , á
■consultar al oráculo. Y esta última consulta se convierte en una ley,
constantemente observada por los sucesores de Numa mientras duró
el imperio (2). ¡Vedlos, ved á todos esos reyes de la Ciudad del mal
consagrados por Satanás! ¡ Qué nueva parodia del verdadero Dios y
de la Ciudad del bien !
Los primeros romanos consultaron al oráculo de Delfos sobre la
monarquía. Junio Bruto comprendió la respuesta ; de allí se fué á
echar á los reyes y establecer la república, de la que fué el primer
cónsul (3). Más adelante, el Senado envia una embajada á consultar
al mismo oráculo sobre el éxito de la guerra contra los veyos ; se hace
lo que el oráculo ha dispuesto, y vencen los romanos (4). Cuando se
van civilizando, no pierden los romanos la costumbre de recurrir a
!os oráculos. Sus generales antes de marchar á la guerra y antes de
librar la batalla , sus magistrados antes de entrar en el cargo , sus
hombres mas célebres antes de emprender un negocio importante , no
dejan nunca de consultarlos (S).
Omitiendo otros, el gran Cicerón consulta al oráculo de Delfos
sobre el género de vida que debería abrazar para hacerse célebre , y
la respuesta del Dios determina su vocación (6). Octavio Rufo , padre
de Augusto, consulta á Baco el de Tracia sobre el destino de su
hijo, y recibe pronóstico favorable (7). Antes de la batalla de Farsa-
lia , Casio consulta al oráculo de Delfos. Más tarde, Tiberio consulta
al de fteryón, Nerón al de Delfos , Germánico al de Claros, Caligula

(1) Dt Divinal., lib. i , cap. iltiii.


(2) Antiquit. Rom., art. Homubu et Litonu.
(3) Delphos ad máxime inclytum in terris oraculum miItere itatnit, etc.
(Til. Lie., lib. I, decad. i.)
(4) Id. , lib. v , decad. i.
(5) Omitto nostros, qai nihil in bello sitie extis aguot , nihil sine auspi-
ciis dorai habent. (Cicer., Di dhinal., lib. i, c. xliii.)
(fi) Plutarch., in Cictr.
(7) Sutlon., in Ocl. Aug., c. xciv.
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CKDADES. :¡I7
al de Ancio , Vespasiano al del dios Carmelo , Tilo al de Venus en
Pafos, Trajano el de Heliópolis , Adriano el de Júpiter Nicéforo, Se
vero el de Júpiter Belo , Caracalla consulta con avidez increible todos
los que puede encóntrar , y lo mismo hacen todos esos otros señores
del mundo hasta Juliano Apóstata inclusive (1).
¿Qué diremos de esa grande procesión de magistrados, generales
y emperadores romanos que consultan al demonio? Permítasenos
repetirlo : ¿no es esto un remedo visible de lo que pasaba en Israel,
y un nuevo rasgo de paralelismo entre la Ciudad del mal y la del bien?
No es esto todo. El oráculo divino dirigió constantemente á los
caudillos de la nación santa. Del mismo modo estos principes del pa
ganismo, cuya ilustración se admira, guiándose por las respuestas
que obtuvieron, hicieron una larga serie de acciones famosas, lauda
bles alguna vez, criminales mas frecuentemente; edificaron ciuda
des, dieron leyes, modificaron instituciones, emprendieron guerras,
libraron batallas, firmaron tratados, arreglaron los asuntos del Estado
y gobernaron el imperio romano , es decir , la mayor parte del mundo
conocido. ¡ Y hay valor para decir que los oráculos no teuian influen
cia sobre la conducta de los hombres ilustrados y que éstos no creian
en ellos !
Pero acerca de la sumisión religiosa con que recibían y honraban
los oráculos , hay que oir al misino Cicerón , a Cicerón hablando en
medio de las luces del gran siglo de Augusto, a Cicerón, agorero, o,
como hoy diríamos nosotros, medium, y medium oficial. Refiriendo
las leyes religiosas de Roma , esas leyes recibidas , por decirlo asi,
de la mano misma de los dioses , a diis quasi traditam religionem,
cítalas prescripciones siguientes: «Haya dos clases de sacerdotes,
unos que estén al frente de las ceremonias y los sacrificios , otros cuyas
funciones sean interpretar, a petición del Senado y del pueblo, las
palabras oscuras de los adivinos y de los oráculos. Los intérpretes de
Júpiter Óptimo Máximo, augures públicos, consulten, según los ri
tos, los presagios y los auspicios. Los sacerdotes reciban los pronós
ticos , para velar por la conservación de las viñas y de los verjeles y
de la salud del pueblo. Los que estén encargados de la guerra y de
los intereses públicos , tomen los pronósticos y diríjanse por sus in
dicaciones. Han de asegurarse de si los dioses no están enojados , y

(I) Baltun, etc., p. 365 y sig.; y en la continuación , pag. 30.; y Bullet.


Hist. de tVM&K». Ju chrisl., pag. 3tS y sig . donde se leen todos le» textos de
los autores paganos.
- > -i «

318 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.


deben indicar cuidadosamente las partes del cielo en que estallará el
rayo (1).»
La ligereza moderna no dejara de reírse de estas funciones augu
rales, de estas consultas y respuestas ; pero, no obstauteel dicho del
viejo Catón, la gravedad romana no se reia. Sigamos oyendo á Cice
rón : «Todo loque los augures declaren injusto, nefasto, vicioso o
malo, sera reputado nulo y no sucedido. El que rehuse someterse a
esta declaración , sera castigado cón pena de muerte (2).» De modo
que la muerte , ni más ni menos , era la pena reservada al que des
preciase los oráculos, fuera quien fuese , y se vieron generales cón
denados a muerte y ejecutados por haber obtenido una victoria contra
la voluntad de los dioses. Aqui tenemos que señalar todavía otro rasgo
de paralelismo. Las penas mas severas y las calamidades publicas son
en la ley de Moisés el castigo de los que no consulten el oraculo del
Señor ó que menosprecien sus respuestas. ¿Cómo es posible , pues,
no ver una nueva parodia en las terribles penas que Satanás impone
como sanción de sus oráculos?
/.Pero acaso este respeto religioso de los oráculos, bueno para Ró-
mulo y sus ignorantes bandidos, desapareció ante las luces de la
civilización romana? ¿El gran siglo de Augusto, por ejemplo, hubo
de reírse impunemente de la sencilla y candida fe de sus mayores?
Dejemos otra vez la palabra á Cicerón , y escuchemos á este testigo
irrecusable celebrar el poder de los augures , según existia en su
tiemi». « Uno de los mas altóse importantes empleos de la república,
ya por los derechos que tiene , ya por la autoridad que da , es sin
disputa el de arúspice (3). Y no digo esto porque yo esté revestido de
esta dignidad , sino porque la cosa es asi.

(I) Eorum autem (sacerdotum) duo genera sunto : unum quod praesit
caeremomis sacris : altera ra quod interpretetur fatidicorum et vatum effata
incógnita, cumsonatus populusqueadsciverit. Interpreten autem Iovisoptimi,
máximi, puMici augures, signis et auspicié postea vidento , disciplinare
tenento. Sacerdotes vineta virgetaque et aalutem populi augurarlo. Quique
agont rem duelli , quique popularem , auspicium praemonento , ollique obtem
perante, Divorum iras providento, coelique fulgura regionibus ratiB tempe
rante (De Ltr/ib., lib. n, cap. vil.)
Creían, pues , lo mismo que la Iglesia, que los demonios no eran extraño»
& las tempestades.
(i) Quaeque augur injusta , nefasta, vitiosa, dira defixerit, irrita infecta-
que sunto. Quique non paruerit , capitale esto, flhid.)
(3) El colegio de los arüipices se componía de quince miembros , y se
renovaba por si mismo.
HISTOBIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 319
»En cuanto á los derechos , ¿qué otro puede haber mas importante
que el de disolver los comicios y las asambleas , desde su principio,
sea quien fuere el magistrado que las haya convocado, y de anular sus
actos , cualquiera que sea la autoridad de donde emanen ? ¿ Qué de
recho más importante que el de suspender las más trascendentales em
presas con esta sola palabra: Para otro dia — alio die? ¿Qué derecho
más magnifico que el de poder ordenar a los cónsules que abdiquen su
magistratura ? — Quid magnificentius , qvam posse decernere, ut ma-
gistratu se abdicant cónsules ? ¿ Qué otro más respetable que la facul
tad de conceder o rehusar el permiso de tratar con el pueblo ; de
cancelar las leyes que no han sido juridicamente propuestas, de modo
que nada sea validamente hecho por los magistrados, ni dentro ni
fuera , si no obtiene la aprobación del colegio de los augures : Nihil
domi, nihil foris per magistratus gestum , sine eorum auctorilute posse
cuiquam probari (1) ? »
Veamos ahora ese magnífico poder en ejercicio. Bajo Pompeyo,
César y sus dignos colegas, reina en Roma la mas completa anar
quía. Solo una autoridad es reconocida, la de los augures. Catón
quiere ser pretor ; Pompeyo no quiere que lo sea , y disuelve la asam
blea con esta sola palabra: Mal agüero, es decir, he observado el
cielo y visto pronósticos contrarios (2). En la misma época (53 años
antes de Jesucristo) , Cicerón escribe á Atico : « El tribuno Scévola ha
impedido los comicios para el nombramiento de cónsules, anunciando
diariamente que observaba el cielo, hasta hoy, 30 de Setiembre, en
que escribo esto (3).» En otra carta, dirigida a su hermano á 21 de
Octubre, pone más en claro el poder temible de los augitres. « Todos
los dias , dice, se suprimen los comicios con el anuncio de observa
ciones del cielo, no sin gran satisfacción de las gentes de bien : tanto
se detesta á los cónsules (4).»
De suerte que la observación del cielo tenía en suspenso a todo el
imperio. En aquel mismo año impidió ei nombramiento de cónsules.

(1) De Lerjib., lib. n, cap. xii. —El hecho es, como nos lo enseña la
Santa Escritura, que los paganos no hacían nada, absolutamente nada, sin
consultar al oráculo. Pruébase también en los Annal. de phil. chrr.t., año
1862 y sig.
(2) Plutnrch ., in Pomp .
(3) Ad AUic. , iv , 16 ; t. xvii , pág. 440.
(4) Comitiorum quotidie singuli dies tolluntur obnuntiationibus , magna
voluntate bonorum omnium : tanta invidia sunt cónsules. ( Ad Quintal», m,
t. xx, pág. 824.)
320 TBATADO DEL ESPHUTÜ SANTO.
de modo que el año siguiente (52 A. C.) se estuvo sin cónsules du
rante ocho méses. Es lo que se llama el interregno de Pompeyo. La
ciudad cae en el desorden , las muertes y las violencias se suceden
sin interrupción. «Todo esta cambiado, todo arruinado y casi des
truido, escribe Cicerón—Sunt omnia debilitata jam prope et ex-
tincta (1).» -fc
He ahí , pues, lo que eran en pleno siglo de Augusto esos fieros
Romanos, esos matadores de la libertad, ¡esclavos mudos y temblo
rosos bajo el yugo férreo del demonio! Al celebrar el poder absoluto
de los augures , ¿qué hace Cicerón, sino proclamar solemnemente la
servidumbre , la más vergonzosa y dura servidumbre que jamás
haya existido , de ese pueblo falsamente libre, de ese pueblo soberano,
del pueblo rey, como se le suele llamar en las cátedras? ¿No era
aquello la demonocracia pura, la demonocracia en su más alta expre
sión ? ¡ Y nos presentan á los Romanos como el pueblo más libre que
jamás haya existido ! ¡ Oh educación mentirosa!
¿Dejaban de tener motivo para temblar asi ante las prohibiciones
de Satanás y de los augures, sus intérpretes'/ No ciertamente : ala
menor resistencia que se opusiera, presagios horripilantes y calami
dades espantosas anunciaban el enojo del señor. Parece que se está
viendo estremecerse a Cicerón, cuando cuenta los pronósticos que se
advirtieron el dia en que, en su calidad de cónsul, celebró las Fiestas
latinas en el monte Albino. « Cuando yo hacia las libaciones de leche
a Júpiter Lacio, un cometa brillante anunció una gran carniceria. La
luz de la luna desapareció repentinamente en medio de un cielo lleno
de estrellas, y después se eclipsó también el Sol. Un hombre fué he
rido del rayo en tiempo completamente sereno, tembló la tierra y es
pectros terribles aparecieron durante la noche. Los adivinos en estado
de furor no anunciaron por doquiera más que desdichas. En todas
partes se leían los escritos y monumentos terroríficos de los Etrus-
cos (2). i
Por lo que toca á los temerarios que osaban menospreciar los pre
sagios funestos, aparte de dos ó tres excepciones qne confirman la re
gla, Satanás acostumbraba castigarlos con desapiadado rigor. El temor
universal que inspiraba tenia su fundamento en la certidumbre del
castigo. El año 52 antes de Jesucristo ofrece un ejemplo memorable
de esto. Á pesar de los dioses, Craso se obstina en hacer la guerra á

(1) Ai Curian, famil. ,\ib. 11 , epist. Y.


(2) Poema «obre su consulado.—(D*Di»imt., lib. i, cap. xi.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 32(
toe l'artos. El augur Ateio espera su salida a la puerta de Roma. Tan
pronto como ve llegara Craso, pone en el suelo un anafe lleno de
taegi i . \ echa en él libaciones y perfumes. Á la vez , pronuncia contra
el atrevido general imprecaciones terribles, con las que hace sus
conjuros, entregándolo á ciertos dioses extraños y formidables , que
invoca por sus nombres. «Los Romanos, dice Plutarco, aseguranque
estas Imprecaciones misteriosas , cuyo origen se pierde en la noche
áe los tiempos, tienen tanta fuerza, que jamás ninguno de aquellos
esotra quienes se hicieron piulo evitar su efecto (1). »
Apiano añade: Craso, habiéndolos menospreciado, perecióentre
los Partos con su hijo y todo su ejército, compuesto de once legiones.
De cien mil soldados, apenas volvierón diez mil a Siria (2).»
Si no mas que los Romanos , por lo monos tanto como ellos fueron
los Griegos ávidos de oraculos , respetadoivs de sus santuarios y dó
ciles a su voz. El suelo del país helénico estaba literalmente cubierto
de ellos, y la mayor partí' gozan de celebridad universal ; Tebas,
Delos, Claros, Dodona y otros cien lugares fatídicos, ven llegar, no
solamente de diversas paites de Crecía, sino del Oriente y detOcci-
dente, procesiones continuas de peregrinos de toda condición , que
vienen á consultar a los dioses , a invocar su socorro , o a darles gra
cias lK»r sus benelicios. Una misma fe confundí' todos los rangos y
une todos los corazones; una misma oración expresa todas las nece
sidades. Los principes \ los caudillos de las repúblicas concurren por
sus empresas , los ciudadanos por sus negocios. Entre la colección de
pronósticos, se encuentra un gran numero de los que fueron dados a
los particulares , sobre sus matrimonios, sobre sus hijos , sus via
jes , enfermedades , negocios y otros mil detalles de la vida domés-
3).
« ¿Dónde hay un pueblo , exclama Cicerón , donde hay una ciudad
que no se rija por la inspección de las entrañas de las victimas, por
la interpretación de los prodigios y los rayos, por los auspicios y las
suertes, por las predicciones de los astrólogos, por los sueños y los
oraculos (1)'.' »
Envista del concurso inmenso é incesante a los templos de los
dioses; en vista de las ricas ofrendas presentadas y de los favores ob-

(1) ln Craín., c. rvi.


(2) Vi MI. «Vil., lib. o, c. xvm.
(3) Euxeb., Praep. Evaug . , lib. v, c, .xx-xxm.
(4) De Dieinat., lib. i, cap. vi.
TOMO I. , 81
322 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
tenidos, exclamaba un gran pagano : «Ved nuestros templos innu
merables. Son mas augustos por los dioses que los habitan , que por
el culto que allí se da , ó por las riquezas de que están llenos. Allí,
en efecto, sacerdotes llenos de dios, identificados con Dios , descubren
lo por venir , advierten los peligros , dan remedio á los enfermos , es
peranza a los atligidos , socorro á los desgraciados , consuelo en las
calamidades, sostén en los trabajos. Alli también, durante el sueño,
vemos a los dioses, los oimos y contemplamos su fisonomía (1).»
Asi Cecilio presenta los oráculos como una prueba palpable de su
religión. Á esta objeción tantas veces repetida, ¿cómo respondían
los Padres de la Iglesia ? ¿ Negando los hechos ? Jamás. Probaban , y
les costaba poco trabajo , que las cosas maravillosas que sucedían en
los templos de los oráculos , debían atribuirse, no al verdadero Dios,
sino á los demonios (2).
Si los extranjeros acudían en tropel á la tierra clásica de los orácu
los, se puede presumirlo que harían los mismos Griegos. Consultar
a los dioses sobre todos los negocios públicos y pri vados era una tra
dición inviolable. El hecho es tan conocido, que Cicerón pregunta:
«¿Qué colonia ha enviado jamás la Grecia á la Etolia, á la Jonia,
al Asia , a Sicilia, á ftalia, sin haber antes consultado al oráculo de
Delfos , de Dódoua ó de Ammón ? ¿ Qué guerra ha emprendido nunca
sin consejo de los dioses (3)? »
Cuando los diputados de las ciudades necesitaban deliberar sobre •
asuntos generales de la Grecia , iban á Delfos á tener sus sesiones,
para estar más cerca del oráculo y poder recibir más fácilmente sus
consejos (i).
Ahora bien. ¿Era la multitud ignorante la que trataba todas estas
cuestiones sobre la paz y la guerra , sobre empresas importantes y de
administración pública? ¿Fué la multitud ignorante la que, según

(1) Intendc templis ac delubris deorum.... Etiam per quieten! déos vide-
mus. audinus, engnoscimus. ¡Miaut. Peí. , in Orlar.)—Sobre las apariciones
do los dioses en formas sensibles , puedan verse los testimonios de los auto
res pacanos en llitllel. Hiit. di Vel<i'>l. dit chrUi., pág. líl 1 y sig.
(2) Véase Atenag., Ugat.
(3) Quam vero Graecia coloniam misit in Aetoliam , loniam . Aeiam,
yiciliam, ltaliam , sine pytliio , autdodonaeo. aut ammonio oráculo ? Aut. f'
quod bellum susceptum ab ea sine consilio deorum est? (Oí dirin., lib. i,
cap. i.)
(i) Hic quoque Amphictionum constitutum erat concilium et de rebuS' , 1
publicÍ8 consulturum. (Strnh. , lib. ix.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 323
consejo de los diosas , envió por espacio de muchos siglos , las colo
nias deque tantos poises de Asia y de Europa recibieron sus prime
ros habitantes ? En Grecia , pues , como en el resto del mundo , la fe
en los oráculos era para los grandes , no menos que para el pueblo,
el primer articulo de la religión.
Por lo tocante á los oráculos entre sueños , de que nos habla el
pagano Cecilio, eran muy comunes y grandemente estimados, aun de
los personajes de primer orden, liemos oido á Cicerón y á Tertuliano
nombrar gran número de ellos , y añadir que se les encontraba á cada
taso. Estrabón cuenta , como un hecho conocido de todo el mundo,
-que una turba de personas se iban a dormir al templo de Serapis, en
Canopa, para conocer los remedios de sus enfermedades ó de las de
fas amigos (I). En Amano se lee, que los principales oficiales del
ejército de Alejandro fueron también a pasar la noche en el templo
del mismo dios , en Alejandría , con el l¡n de saber si deberían llevar
i esta ciudad a su caudillo , para que se curase de la enfermedad de
que murió (2).
Según el testimonio de Cicerón , los éforos y demás magistrados
«le Lacedemónia tenían costumbre de ir al templo de Pasifae, vecino
a su ciudad , en busca de sueños profetices concernientes á los nego
cios de la república , que ellos consideraban corno ciertos (3). Con
idéntico fin iba la madre de Augusto con otras damas romanas á dor
mir al templo de Apolo (4). En fin , el emperador filósofo, Marco
Aurelio , la personificación de la sabiduría , según los paganos mo
dernos, escribe lo que sigue : «otra gran muestra del cuidado que
de mi tienen los dioses , es que en mis sueños me han enseñado
¡Simedios para mis enfermedades , en especial para mis esputos de
sangre y para los valuóos, como iw sucedió cu llaeta (5). »
La consulta entre sueños se hacia, unas veces durtniendoen camas

(1) Slra*)., lili. ¿No tendrá esta adivinación por el sueño algún
(•areatesco con las modernas consultas por el sonambulismo?
(2) De ra-pedít. Aleian I. , lili. vn.
(3) Atque ctiam qui praeerant Lacedcmoniis , non contenti vigilantibus
curis, in Pasiphaie lano, quod est in agio propter urbem , 6omniandi causa
etcubabant . quia vera quietis oracula ducebant. (De divinal., lib. i, c. xliii.)
(4) Suet., in Autf., cap. xeiv.
(5) Diis acceptum fero... quod per msomnia remedia mihi fuerint indi-
cata, cum alia , tum adversus sanguinis excreaiionem et capitis vertiginem,
quod et Cajetae aliquando factum est. (Mará. Aurel. Anión. , De rebut suh.,
lib. i , n.° 17 , ad finem.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SAXTO.
destinadas a este uso , en los templos de oráculos nocturnos , y du
rante el sueño los demonios daban sus consejos ; otras veces , teniendo
en la mano una carta sellada , en la que estaban escritas las pregun
tas, y por la mañana , al despertar , se leían las respuestas ; otras,
Analmente, enviando al oráculo una consulta sellada, y él respondía
sin abrir la carta.
Esto último hizo un dia el emperador Trajano. Corno se propu
siera mover guerra á los Partos , sus oficiales le hablaron con elogio
del oráculo de Heliópolis.y le instaron vivamente a que lo consultara.
Trajano, que no tenia gran fe en esto , y que sospechaba algún enga
ño , envió al oráculo una carta cerrada, á la cual pedia que se contes
tara. Pero la carta no era más que un papel en blanco. Sin abrirla,
los sacerdotes la presentan al dios. Éste, para pagarle a Trajano en la
misma moneda, ordena que envíen al emperador un papel blanco,
bien plegado y sellado. Semejante mandato intimido a los sacerdotes,
porque ignoraban la estratagema de Trajano. Pero él quedó todo asom
brado, y desde entonces tuvo fe en el oráculo.
Envió, pues , por segunda vez una carta sellada, en la que pre
guntaba al dios si volvería a liorna una vez terminada la guerra que
acometía. El dios ordeno que tomaran una vid , que era una de las
ofrendas de su templo , que la hicieran trozos y se la enviaran a Tra
jano. «El suceso, añade Macrobio, salió perfectamente conforme a
este oráculo ; pues Trajano murió en aquella guerra , y condujeron a
Homa sus huesos, que habían sido simbolizados por la vid par
tida (i). «
Lo mismo sucedió al gobernador de CUicia , de quien habla Plu
tarco. Era un epicúreo, que en calidad de tal hacia profesión de no
creer en los oráculos. Por hacer burla , envía al oráculo de Mopso uno
de sus criados con una carta sellada , para la cual pedia una res
puesta que se diera entre sueños. Marcha el criado, ignorando el con
tenido de la carta. Duerme en el templo, y se vuelve a su amo, a
quien refiere lo que ha visto en sueños y lo que se le ha dicho. Estu
pefacto de recibir su carta sellada conforme la había enviado , y de
ver que las palabras de su criado eran la respuesta exacta a lo que

(I) Exitus rei obitu Trajnni apparuit, ossibua Romam relatis. íNam
fragmentis ppecie* reliquia! um , vitis argumento casus futuri temporis
08tenaum eat (Macrob., Saturnal. , Hit. i. c. xxin.} En el siglo iv se prac
ticaba todavfalo mismo en Avidos al extremo de la Tebaida. (Amm. Marcall.,
lib. ix, c. xi.)
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. ' 325
había preguntado, comunicó el caso á los epicúreos sus amigos, quie
nes no supieron qué replicar (1).
Independientemente de los testimonios irrecusables que se acaban
de leer, dos hechos bastan para demostrar la existencia, la antigüe
dad y universalidad de los oráculos entre sueños. El primero es la
prohibición de acudir a ellos impuesta á los judios , y la condona
ción de los temerarios que osaran entregarse áesta práctica diabólica.
' Y que tI0 se halle entre vosotros , dice el Señor, quien observe los
sueños. .. Extendí mis manos lodo el día a un pueblo incrédulo, pue
blo que en mi cara me esta provocando continuamente á enojo....,
que moran en los sepulcros y se van a dormir á los templos de los
ídolos (2) » í para tener sueños y oir los oráculos).
Explicando este pasaje , añade San Jerónimo: «Allí se acostaban
sobre las pieles de las víctimas, á fin de tener sueños que les revela
sen lo porvenir. Lo cual todavía se hace entre los geniiles , esclavos
del espíritu del error , en el templo de Esculapio y en otros mu
chos (3). '
El segundo testimonio, no menos auténtico, es el uso que el Señor
mismo tenía de emplear los sueños para revelar su voluntad á sus
servidores ; nuevo rasgo de paralelismo , que el Rey de la Ciudad del
mal no podía menos de añadir, remedándólo en provecho propio.
Hay otro todavía no menos notable y perteneciente también al
orden de los hechos. Jerusalén es la morada de Jehová. De Sión parten
las ordenes que dirigen la Ciudad del bien. De todas las partes de la
Judea y del mundo concurren allí los servidores del verdadero Dios(4).
Delf'is es el remedo insolente de Jerusalén. Su oráculo es el más céle
bre del universo. De allí , del antro de la serpiente Pythón, salen las
ordenes por que so rige la Ciudad di'l mal. Para escucharlas, acuden
de todos los pujaos de la tierra turbas innumerables de adoradores
de Satanas. Larga sería la lista de legisladores , reyes , emperadores,

(1) Plutarch., De defeclu orarulor. Véase también Tácito, Annal., lib. I I,


Strabon, lib. *vn, etc., etc.
(2) Neo inveniatur in te.... qui observet somnia. (Deultr., xvni, 10.)—
Qui immolant in hortis.... et in delubris idolorum dormiunt (h., lxí,3);
y según la versión de los Setenta : Qui.. . dormiunt propter somnia.
(3) Ubi stratis pellibui bostiarum incubare soliti erant, ut somniis Futura
«ognoseerent. Quod in fano aesculapii usque hodie error celebrat Ethnico-
rum , multorumque ahoium. (Apud Corn. a Lapid. /ii., htenc loe. ;—et Tsr-
tull., De anima., c. uv.)
(V) De Sion exibit lex , et Verbum Domini de Jerusalem. fi'., xi, 3.)
32Ü TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
magistrados , jefes de repúblicas , generales de ejército , filósofos^'."' .
hombres célebres por diferentes conceptos , de Europa y de Asia , de
Oriente y de Occidente , que . durante miles de años , en persona ó
por medio de enviados , consultaron al dios Pythón sobre sus empre
sas ó invocaron su asistencia (1). Y era tal la veneración de que go
zaba, que las ciudades de la Grecia y aun los principes extranjeros
enviaban á Delfos ricos presentes , y alli depositaban sus tesoros bajo
la protección del dios. Nueva parodia satánica del templo de Jerusa-
lén , en el cual los particulares depositaban sus riquezas , como nos
lo enseña la historia de Heliodoro.
iEI templo de Delfos , dicen los autores paganos , poseía riquezas
infinitas. Veíanse en él una cantidad prodigiosa de vasos , trípodes,
estatuas de oro y plata, de bronce y de marmol, que los reyes, los
principes y las naciones enviaban de todas partes (2). 9
Juzguese de ¡os tesoros que encerraba por un hecho que ha ad
quirido celebridad. Habiéndolo saqueado los Focenses, Filipo de
Macedonia hizo que unos comisionados tasaran el botín que se habían
llevado. El asunto fué juzgado por el consejo de diputados de las ciu
dades, quienes condenaron á los culpables á restituir seis mil talen
tos, cerca de ochenta millones de reales, que representaban el valor
de lo robado ; y no lo habían tomado todo (3).
Sería un error creer que fueran pasajeros estos testimonios de con
fianza y respeto. La fe del mundo en la serpiente délfica se conserva
viva y general , aun después de la predicación del Evangelio. «En
nuestros días , dice Plutarco, es tan magnifico como nunca. Se han
renovado los edificios antiguos, que el tiempo comenzaba á destruir,.
y se han añadido otros nuevos. La pequeña ciudad, que vive del
oráculo como un árbol pequeño junto á otro grande, es hoy más coa-1 .'''
sidcrable que lo haya sido en el espacio de mil años (4). »
Volveinos a preguntarlo. Las inmensas riquezas deque estator /
lleno el templo de Delfos, igualmente que los demás templos de oractí1 •-
los, ¿no provenían mas que de gente ignorante y pobre , victima fácil
de los engaños sacerdotales? Y si es cosa manifiesta que la mayor
parte eran ofrendas de los ricos, do los principes, de los gobiernos,.
. .
(í) Véase BalUiB, t. II , cap. xiv, xv , m.
(2) Pausanías , in Phocruit , emplea una gran parte del libro s en eíHjjJíy
mcrar las riquezas de este templo.
(3) Dict. des anttq., etc., art. Temple.
(4) De PytUiae orara!., sub fine.

1-
• .v. - ■
HISTORIA SOCIAL OK LAS DOS CIUDADES. :fí7
¿á quién haréis creer una corn|ilic¡dad universal ó una alucinación de
veinte siglos por parte de esos mismos que vosotros nos presentáis
como la flor del linaje humano, el ingenio, la independencia y la
virtud? Si Pascal ha dicho, con razón: Yo creo sin dificultad á tes
tigos que se dejan matar, ¿con qué derecho negaréis á la historia el
derecho de repetir: Creo sin dificultad*;! millones do testigos, que
por atestiguar la realidad de los oráculos han sacrificado durante dos
rail años lo que les era mas querido, sus hijos y sus riquezas?
Es menester añadir (pie todavía los sacrifican. La creencia en los
oráculos satánicos no ha cesado. Reina en todo su vigor sobre la haz
de toda la tierra que no se rige por el oráculo divino. Como en lo an
tiguo, impone sacrificios humanos ó exige otros actos contrarios á los
más vivos sentimientos de la naturaleza : y como en lo antiguo, con
tinúa siendo común a los particulares y á los reyes, á los sabios y á
los ignorantes. El mundo esta lleno de oráculos, oraculis stipatus est
orbis. Esta sentencia de Tertuliano, que hace diez y ocho siglos era
verdadera en Egipto, en Grecia , en Italia, en Cartago, en las Galias
y en la Gemianía, sigue siéndolo en China, en el Thibet , en las In
dias, en África, en América, en Oceanía.
Entre millares de testimonios consignados en las relaciones de los
viajeros ó en las cartas de los misioneros (t) , y que establecen la per
manencia de este hecho, que sois muy dueños de llamar extraño,
absurdo, increíble, pero que no por eso dejara de ser un hecho, cita
remos solamente dos, tomados de pueblos diferentes en costumbres y
separados por grandes distancias.
En 1861, unos viajeros ingleses escribían desde Madagascar:
• Aquí , y particularmente en la corte, hay la costumbre de consul
tar al oráculo Sikidy en toda ocasión, grande ó pequeña. Esto se hace
de la manera siguiente : Se mezclan juntamente cierto número de
habas y piedrecitas, y según la figura que forman , la gente hábil en
el arte de adivinar predico un resultado favorable ó adverso. Hay más
de doce intérpretes de oráculos agregados á la corte, y aun en las
más fútiles circunstancias la reina se apresura á consultarles. Tiene
tal fe en Sikidy, que su voluntad cede siempre ante la del oráculo, y
esta despótica soberana es la primera esclava de su imperio. Si ha de
emprender un viaje , consulta á Sikidy para saber el día y la hora en
que debe partir, lo consulta sobre asuntos de su tocado y de su mesa,

(1) Véanse los Annales de la Prop. de la Fot , v.« 55, p. 17fi; n.° 95, p. 309;
n.« 197, p. 275-279, etc., etc.
328 TRATADO DEL KSPÍRITC SANTO.
y hasta es él quien decide de qué fuente deberá tomarse el agua para
que la reina refresque.
«Hace algunos años , era uso general consultar á Sikidy al nacer
los niños , para saber si era ó no fausta la hora en que habian visto la
luz primera. Como fuera infausta, dejaban á la pobre criatura en
alguno de los caminos por donde suelen pasar grandes rebaños de
bueyes. Si los animales pasaban sobre el niño sin hacerle mal , había
conjurado su triste suerte , y era llevado en triunfo a la Casa de su
padre. Muy pocos salían sanos y salvos de tan peligrosa prueba ; la
mayor parte sucumbían. La reina ha prohibido esta manera de inte
rrogar el destino, y es esta acaso la única ley humana que ha pro
mulgado en todo el tiempo de su reinado (i).»
Esta reina , la célebre Ranavalo , posee una soberbia residencia
^ l eal a algunas leguas de la capital , y va de tiempo en tiempo a pasar
algunas semanas, según que los oráculos tengan á bien permitírselo....
Cuando los extranjeros llegan á la capital , es costumbre que se de
tengan algunos dias en el barrio bajo , hasta que se haya consultado a
los oráculos y se les envié la autorización para que suban (2).
Lo misino que entre los pueblos paganos antiguos , Babilonios,
Egipcios , Griegos , Romanos , Galos y Escandinavos , los actos de la
vida pública y privada do las naciones idolatras actuales se regulan
por los oráculos. El capitán inglés Speake atestigua este hecho en
cada pagina de su Viaje alas fuentes del Nilo. En todas las tribus de
la costa oriental de Africa encontraréis mmliums ó adivinos , asidua
mente consultados y religiosamente obedecidos , no menos por los
principes que por el pueblo. Lo mismo se acostumbra en el interior
del África y en todas las demás partes.
Cuando más frecuentemente se recurre á los oráculos , es en las
enfermedades. De la boca de dos venerables Obispos misioneros hemos
oido los siguientes hechos, que son muy recientes : «Cuando un Gala
está enfermo, se llama lo más pronto posible al hechicero ó hechicera:
he sido testigo cien veces de lo que voy á decir. Al llegar la hechicera
cerca del enfermo , comienza a agitarse , pronto la agitación pasa á
ser convulsiva , y las convulsiones se convierten en contorsiones es-
(1) Traeeh in J.'adafliHcur, 1861.
(i) Amad, de la Prop. de la Fot, n.° 197, p. 275.—Uno de nuestros misio
neros estaba en la India cuando el fenómeno de las mesas giratorias hacia
tanto ruido en Europa. De vuelta á Parts nos decía : «Lleajó á la India la
noticia, llenando de asombro á los europeos. Pero á los indígenas sólo una
cosa les asombraba ; el asombro de los de acá.»
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS CIUDADES. 329
pantosas. He visto á uua de esas mujeres tocar el tambor en sus ríño
nes con el occipucio. Por esta señal se reconoce la presencia del espí
ritu. Entonces es cuando la pythonisa describe la enfermedad é indica
los remedios (1). >
i *En Cochinchina no se afanan menos por hacer venir á los intér
pretes del espíritu. Ordinariamente son dos : el uno lleva un tambo
ril , de que se sirve para llamar al espíritu ; es el encantamiento , el
carmen antiguo. El otro escucha: poco á poco entra en crisis; el
sino no tarda en manifestarse por contorsiones y movimientos
•on leñados , que transforman a este ser humano en una especie de
semi-denionio ; tan horrible es a la vista. Para asegurarse de que
está en posesión del espíritu , se le presenta una gallina. Él la coge y
la devora entera , con plumas, patos y cabeza ; no deja nada. Des
pués de esta operación , da las respuestas que se le piden (2). »
Esos pueblos no son ya tan crédulos. Para creer, quieren seña
les. Estas señales son humanamente imposible?. Solo cuando las han
visto, creen en los oráculos y hacen lo que les prescriben. Añada
mos que en 1864 todos los adivinos del reino fueron convidados para
la coronación del rey de Gainbodge ; y que en Cochinchina , hoy mis
mo, nunca una barca real se da a la mar sin (pie el oráculo haya sido
consultado.
Mientras en Madagascar la reina , según el ejemplo de los empe
radores romanos y de los grandes personajes de la antigüedad , arre
gla su conducta por las respuestas de los oráculos , en el Celeste Impe
rio el simple chino los consulta solire sus asuntos domésticos , como
en otro tiempo el pueblo de Hoina y de Atenas. Pues el chino , á quien
b filosofía volteriana presentaba como el tipo de la civilizaciones
discípulo ferviente de los oráculos.
«Nosotros , escribe un misionero , leclutamos una gran parte de
nuestros neófitos de entre cierta clase de mujeres , de quienes parece
que Dios tiene una compasión especial , porque han incurrido en el
anatema que los chinos llaman la suerte de la desgracia. He aquí la
historia : En la época de los desposorios, acostumbran los infieles lla
mar un adivino para que haga el horóscopo y vaticine el futuro des
tino de la joven. El médium, se presta á la invitación de los padres.
Llegado á la casa, hace susevocacioues y demás prácticas demoniacas.
Enseguida presenta á la muchacha una urna donde se contienen las

(1) Relación de Mona. MaBsaia.


(8) Relación de Mon¡>. Soyher.
suertes, parte favorables, parte funestas, cón la diferencia de que las
primeras son incomparablemente mas numerosas que las secundas.
»La pobre muchadla mete en la urna fatal su mano temblorosa,
ignorando si será un risueño porvenir ó una herencia de desdichas lo
(pie va a sacar de alli. ¿Sale favorecida? Todos la felicitan, y los des
posorios se concluyen sin tardanza. Pero si la suerte le es contraria,
queda pronunciada su sentencia , marchita su juventud y maldecida
toda su vida. Sin más remedio tiene que inclinar la cabeza bajo el
peso del desprecio universal : para ella ya no hay casamiento, y hasta
le falta la compasión de su madre. Creerá solitaria y aberrecida en
el hogar paterno, del cual sera siempre reputada como un oprobio;
pues los paganos tienen tanta fe en estos agüeros, que el mas pobre
de ellos no consentiría nunca en casarse con la más rica que hubiese
tenido la mala suerte, convencido de que esta alianza traería sobre
él calamidades inevitables (1). »
Este hecho, del cual no sería de buen gusto el reirse, puesto que
tiene tan graves consecuencias , es el remedo satánico de la profecía
por medio de las suertes que vemos mencionada en la Escritura (í).
El Rey de la Ciudad del mal quiere hacer ver á sussúbditos que para
revelarles lo futuro dispone de voces , de sueños, de las suertes y de
todos los medios empleados por el Rey de la Ciudad del bien. En esto,
como en todo, sus respuestas son una mezcolanza de falso y verdadero,
mediante la cual , sin dejar de ser padre de la mentira, consigue se
ducir a los hombres.
Esta táctica es invariable ; asi la vemos nosotros hoy en el espiri
tismo; asi la conocieron nuestros padres. «Los demonios , dice Minu-
cio Félix , dan oráculos en que mezclan muchas mentiras. Poíque
son engañados y engaña dores. No conocen la verdad pura ; y la que
conocen para su perdición , no la manifiestan como es en si (3).»
San Agustín se expresa del mismo modo. «Los demonios las más
de las veces se engañan y engañan á los demás. Se engañan , porque
en el momento en que ellos anuncian sus previsiones , sucede inopi-
nadameute en lo alto alguna cosa que echa por tierra sus designios. Y
engañan por el deseo que tienen de engañar y el gusto que les da el
arrastrar al hombre al error. Sin embargo, a fin de no perder el cré
dito cerca desus adoradores, se manejan de modo que la falta se

(!) Annalu de la Prop. dt la Foi , n.°95,p. 309.


(S) Sortea mitunturinsinum , sed a Domino temperantur. f/'roe.,xvi,33.)
(3) Jn Ocla». .-. 'jIjf
HISTORIA SOCIAL DE I.AS DOS CIUDADES.
achaque a los intérpretes , mientras ellos son los engañadores ó en
gañados (1).»
Á no negar la historia sagrada y la profana , los hechos que pre
ceden reducen á nada la objeción de los epicúreos antiguos y moder
nos contra la existencia universal de los oráculos , contra la f ; igual
mente universal de los oráculos, y contra la influencia soberana de
los mismos en el gobierno religioso y social del mundo pagano. Asi
quedan perentoriamente probadas las verdades lundamentales que
queremos establecer. La pr imera , la presencia permanente y perpe
tuamente activa de Satanás en medio de su Ciudad ; la segunda , el
paralefismo constante de las dos Ciudades en los órdenes religioso y
social. Para ponerlos mas de relieve , resumamos en dos palabras
estos puntos esenciales (2) , en la historia del Espíritu del bien y en la
del Espiritu del mal.
Como el hombre individual , el género humano es un animal en
señado. Todo lo que sabe le viene de fuera. Pues bien : él sabe el bien
y el mal , y lo sabe desde la fecha de sir caída. Desde hace seis mil
años, dos voces contrarias, y solas dos, han resonado en sus oidos,
voces sobrenaturales que ha seguido siempre, que sigue todavía, y
siempre seguirá, aun cuando en el orgullo de su debilidad se pro
clame fieramente independiente. Luego el mundo se ha dirigiio
SIEMPRE POR LOS ORÁCULOS.
¡ Vos de la verdad y voz de la mentira , oraculos divinos ú orácu
los satánicos , el que os niega no se comprende á si mismo ! Borrar las
páginas de la historia y escribir sobre ellas un certificado de locura
universal, ó reconocer que el humano linaje, en todas las horas de
su existencia, en todos los climas, en todos los grados de civiliza
ción, se ha dirigido por los oráculos, y que los principales inspira
dores de los oráculos son inevitablemente el Espíritu del bien ó el
Espíritu del mal, el Espíritu Santo ó Satanás, esta alternativa inelu
dible es uno de los axiomas de la geometría moral.
Cuanto al paralelismode lasdos Ciudades, están fuera de toda réplica
los siguientes puntos de semejanza que marcan las líneas principales.
(1) De divinal, daem., c. v.
{2) Decimos esenciales, porque son la luz dela historia ; porque nuestra
época , más que ninguna otra , se resiste á lo sobrenatural ; porque de algu
nos siglos acá la educación, aun de los católicos, es volteriana. La mayor parte
ignora los hechos demoniacos, ó los trata como cuentos de viejas. Para ellos
Satanás es un soberano destronado, á quien sería una puerilidad temer, y
del cual lo mejor es no ocuparse para nada.
332 TRATADO DEL KSPÍMTU SANTO.
La Ciudad del bien tiene su religión, en la cual nada se ha dejado
al arbitrio del hombre. Tiene sus leyes sociales, venidas del cielo, y
cuyo intérprete y custodio esDios mismo permaneciendo sensiblemente
en medio de su pueblo. Unas veces habla por sus ángeles, otras por
sus profetas , y otras por las suertes y entre sueños. Siempre autoriza
su palabra con milagros, y castiga ejemplarmente á los que osan des
preciarlos. De donde resulta que en el orden social, no menos que en
el religioso, el Espíritu Santo es verdaderamente el Dios y el Príncipe
de la Ciudad del bien.
La Ciudad del mal tiene su religión , donde todo está regulado por
una autoridad superior al hombre. Tiene sus leyes sociales, cuyo ins-,
pirador, intérprete y custodio es el demonio mismo , haciéndose sen
sible bajo la ligura favorita de serpiente. Sus ángeles y sus adivinos,
los sueños y las suertes son alternativamente los órganos de sn
voluntad. Siempre autoriza su palabra con prestigios y la hace respe
tar por medio de castigos. De donde resulta que en el orden social,
no menos que en el religioso, Satanás es verdaderamente, según la
palabra del Evangelio, el Príncipe y Rey de la Ciudad del mal.
La Ciudad del bien tiene un Sumo Sacerdote encargado de dirigir
á los ministros sagrados, de regular las ceremonias del culto, de pro
nunciar sentencia definitiva sobre una multitud de cuestiones religio
sas y civiles. Ese Sumo Sacerdote se llama sucesivamente Aarón,
Samuel, Osias.
La Ciudad del mal tiene también su gran sacerdote, investido del
poder de iniciar a los sacerdotes inferiores, de presidir sus asambleas,
de recibir las vestales y juzgarlas, de revalidar las adopciones y conocer
de ciertas causas matrimoniales. En Roma, capital del vasto imperio
de Satanás, este supremo pontificado de la Ciudad del mal fué ejercido
sucesivamente por el gran sacerdote Julio César, por el gran sacerdote '
Tiberio, por el gran sacerdote Caligula, por el gran sacerdote Nerón,
por el gran sacerdote Eliogábalo : y esta alta dignidad era vitalicia.
La Ciudad del bien tiene su Encarnación divina , sus sacrificios,
sus ayunos, sus penitentes , sus oraciones diurnas y nocturnas.
La Ciudad del mal tiene todo esto en lodos los puntos del globo.
Conocidas son en particular las encarnaciones antiguas y las encar
naciones indias, las austeridades de los bonzos y de los fakirs o 'j
monjes mahometanos , las oraciones de los lamas. « Cuando el descu
brimiento de Méjico, causaban asombro los suplicios dolorosos que se " ¡]
imponían los sacerdotes del sol. De cuatro en cuatro años se desig- ' ,»
naba á caatro de ellos, para que durante este periodo de ticui|K>
HISTORIA SOCIAL DE LAS DOS dCDAIiES. 333
hicieran penitencias con tan rigurosas austeridades que estremecen. Se
vestían como los mas pobres : su alimento se reducía á una galleta
de maíz del peso de dos onzas, y su bebida á una copita de cocimiento
de la misma semilla. Cada noche velaban dos de ellos , cantando las
alabanzas de los dioses, incensando a los ídolos cuairo veces en dife
rentes horas de la noche, y rociando con su sangre los braseros del
templo (I).» Ademas de esta expiación perpetua, había una peniten
cia particular, llamada ta gran vigilia, a que todo el mundo se some
tía, y duraba un mes.
Tenemos a mucha honra el decirlo: esta doctrina, con la cual se
da cuenta de todo, y sin la que no se da cuenta de nada, no es nues
tra. Al exponerla no hacemos mas que resumir la historia del linaje
humano, y traducir las palabras de uno de los mas sabios Padres del
Concilio deTrento. En el seno de aquella augusta asamblea, el reveren
do P. Maestro Cristóbal Santirso se expresaba asi : « Satanás vio que
Dios había dado su ley, y él dio la suya. Vio que Dios hablaba á los
hombres por los ángeles y los prof-las, y él habló por la boca de los
ídolos. Dios tuvo su templo, adonde acudía el pueblo fiel. Satanás se
los hizo edificar magníficos en diferentes partes del mundo, y milla
res de hombres vinieron á rendirle en ellos sus homenajes. Dios tuvo
sus profetas, a quienes el pueblo respetaba; Satanás tuvo sus oráculos
y sus adivinos, objeto de la veneración universal. Á estos medianeros
entre él y los hombres confió el cuidado de propagar su religión (2). »
Cuando, juntando todos estos rasgos, el entendimiento forma un
solo cuadro, ¿se puedo preguntar si falta algo esencial a la parodia
satánica de Jehova , Dios , legislador , oráculo y guardián de la reli
gión y de la sociedad en Israel ?
Réstanos probar que la misma parodia se encuentra en el orden
político.
(t) Acosta, HM. nat., etc., t. n , c. xxx.
(2) Vidit (Satanás) Deum leges imposuisse , etipse tulit ; sacriíiciia ooli
•t ptacari soleré , ipse sibi cultores invenit , qui teten ¡mas etiam caeremonias
edere non dubitarunt. Agnovit item ♦Satanás üeum per Angelus et Prophetas
gente* saepe allocutum: ¡píe 9imiliter per ilola rcfponsa dedit. ln multis
orbrs partibus celebérrima deorum templa erexit, quo fere omnes certatim ut
id praeítantissimum numem ennfugiebant. Colebantur et in magna venera-
tiooe babebantnr vates ot divjnatores , quibus tuve arcana conimunicari cre-
debant. Erat apud gentes celebre quoddam hominum genus ob banc ipsam
enm diis immortaliijus consuotmiinem, hujusmodi Prophetas ; illis demanda-
vil, quisuam Ecclesiam propagaren!. (Oral. H. P.M. Chriitoph. Sanclolii. flurj.
ad Patr. Cono. Trid., apud Libbi , Collecl., t. xiv, 1601.)
CAPÍTULO XXVIII.

Historia política do las dos dudados.

Sumario.— Dos religiones, dos sociedades, por consiguiente, dos políticas.—


Objeto de la unn y de la otra.—Necesidad de conocer! ) para comprender
la historia.—En virtud de un consejo divino, Jerusalén es la capital de la
Ciudad del bien.—En virtud de un conciliábulo satánico, Babilonia y Ro
ma son sucesivamente la capital de la Ciudad del mal.—Doctrina lumi
nosa del célebre Cardenal Polo en el Concilio do Trento.— 'or qué Los
reinos del mundo fueron mostrados a Daniel bajo las Aburas de Bestias.
—En particular, Roma, fundada por la Bestia, lleva los caracteres de la
Bestia y hace las obras do la Bestia: testimonios de la historia y de Mi-
nucio Kélix.—Durante toda la antigüedad, Satanás tuvo por único i
de su política elevar á Roma, hacer de ella su capital y una fortale
inexpugnable para el Cristianismo. — Cuadro de su política y de la i
vina.' pasaje de San Agustín.—En qué sentido pudo Satanás decir i
todos los reinos lo pertenecían. — Doctrina de San Agustín. — Observa
ciones.

El paralelismo religioso y social, cuyos principales rasgos aca


bamos de bosquejar, se manifiesta en el orden político : no podía ser
de otro modo. La política es la ciencia del gobierno. Gobernar es cón
ducir los pueblos a un fin determinado. Este Un no puede ser cono
cido sino por la religión , atento que sulo la religión puede decirle al
hombre para qué está sobre la tierra. Dos religiones opuestas se divi
den el mundo : la religión del Verbo encarnado , y la religión de Sata
nás, su implacable enemigo. Hay, pues, por necesidad dos políticas,
contrarias entre si en su punto de partida y en su objeto : y no hay
más que dos. Jesucristo, Rey ; ó Satanás, rey. Jesucristo Rey de los
reyes y de los pueblos, Jesucristo Rey en el orden temporal,
como en el espiritual ; ó Satanás, rey en el orden temporal , asi
en el espiritual. La Chistocracia o la Demonockacía ; ved ahí
HISTORIA POLÍTICA DE LAS DOS CIUDADES. 335
supremo de las dos políticas que gobiernan el mundo y io conducen
i dos tan diferentes eternidades (1).
De aquí resulta que la vida del linaje humano no es más que
una perpetua oscilación entre estos dos polos opuestos. No solamente
este hecho domina la historia, sino que es la historia misma del
pasado, del presente y de lo por venir. Este es el punto de vista en
que hay que colocarse para juzgar los acontecimientos realizados o
por realizar, para pesar las esperanzas y los temores, para caracteri
zar las revoluciones y darse cuenta de la caida ó la elevación de los
imperios. Sin esto, nadie puede, y hoy menos que nunca , entre el
choque de las ideas y la confusión de los sucesos, orientar su pensa
miento y evitar el escollo del escepticismo o el abismo de la desespe
ración. Si se quiere que el gran hecho de que hablamos sea un faro
bastante luminoso para que nos ilumine en medio de las tinieblas
cada vez más espesas en que se hunde la Europa actual, es nscesa-
rio mostrarlo en su conjunto : esto es lo que vamos á emprender.
Antes de que exista el hombre, ante? de que comience el tiempo,
un consejo divino decreta la fundación de la Ciudad del bien. El Es
píritu de amor sera su Uey, su alma y su vida. Encontrándose al
principio en el estado de familia , vivirá con la vida modesta de los
Patriarcas, bajo la movible tienda del desierto, l'or ministerio de los
angeles y de Moisés, el Espíritu Santo la constituye después en el
estado de nación. Toda nación necesita una capital : la capital de la
Ciudad. del bien se llamara Jerusalén , o Visión de paz. Allí*, en efecto,
y solamente allí, reinará la paz ; porque allí y solamente allí estará el
templo del verdadero Dios.
I'ero Jerusalén pertenece todavía a la Ciudad del nial; es preciso
conquistarla. Sion, su cindadela, cae por fin en poder de David ; el
imperio esta fundado. Desde ese momento Jerusalén es la Ciudad
Santa , objeto de la predilección del Espíritu Santo. De ella es de
donde parte la vida y de donde se irradia la luz (1). Hacia ella deben

(1) La Crutor.ranin 6 la Drnmowari i son los dos únicos gobiernos del


mundo. Nuestro Señor Jesucristo reinando sobre los imperios por el Papa,
su Vicario; un Emperador, diácono del I'apa ; y los Reyes, subdiaconos del
Emperador : tal es la verdadera idea del poder. Al fin de los tiempos, el
mundo , culpable de lesa Cristocracia , se verá sometido á la Demonooracia.
Satanás tendrá su Emperador , que será el Anticristo; y el Anticristo tendrá
sus diáconos , que serán les Reyes. Llegado el mal á su última fórmula , lla
mará el castigo final.
(2) De Sion exibit lex . et Verbum Domini de Jerusalem. (Is.. xi , 3.)
;i3« TB.ATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
elevar sus corazones y sus manos todos los hijos de Dios repartidos
en los cuatro extremos del mundo. Jerusalén es a la Ciudad del bien
lo que el corazón al cuerpo, el foco á los rayos ó el manantial al rio.
Satanás mira lo que Dios hace, y entra en consejo. Reuniendo á
todos sus subditos en concilio ecuménico , decreta la fundación mate
rial de su imperio y de su capital. Véase con qué magnifico lenguaje
un Padre de otro Concilio Ecuménico describe el de Satanás : « Una
palabra se ha oído en las llanuras de Senaar : es la que convoca á
todos los hijos de los hombres en asamblea general. El hermano l;t
repite á su hermano, el vecino á su vecino. Esta palabra decía :
« Venid, hagámonos una ciudad y ana turre cuya cima loqueen el
teielo, antes de dispersarnos sobre la tierra. »
«Tal fué el decreto del gran concilio satánico. Dios impidió su eje
cución, es verdad, confundiendo las lenguas y lanzando los hijos de
los hombres a los cuatro vientos, pero mas bien la obra quedó para
lizada que no el concilio disueltn (1). Efectivamente : hasta la efusión
del Espíritu Santo, el decreto de aquel concilio no quedo jamas abro
gado en el pensamiento de los hombres. Lo que en el dia de la con
vocación decía cada cual a su vecino : Venid, edifiquémonos una ciu
dad y hagámonos ilustres , todos los que no se han hecho hijos del
Espíritu Santo continúan diciéndoselo a si mismos y á los demás. He
ahí el asunto de todas sus asambleas públicas y ocultas ; y si se les
presenta ocasión de ejecutar el gran decreto, jamás la desperdician.
sEn virtud de ese decreto del concilio ecuménico de Satanás se
han formado todos los reinos del mundo : ex quo nata sunt omitía
mundi, regna. Para combatir victoriosamente á esta inmensa Ciudad
del mal , ha sido fundada por el Verbo la Ciudad del bien. En oposi
ción al concilio general de Satanás se han establecido los Concilios
generales de la Iglesia. Y al modo que el Espíritu del mal inspiraba
al primero, estos oíros toman toda su fuerza de la convocación, la
presidencia, la inspiración y las luces del Espíritu del bien. Y asi
como el primero tuvo por objeto organizar el odio, el objeto de los se
gundos es organizar el amor (2). «
(t) El mismo Dios manifiesta que su intervención no impedirá á Satanás
y sus stíbditos edificar la Ciudad del mal. Al confundir el lenguaje de los
hombres , pronuncia estas profundas palabras : CoeperunUjue hor [acere , ne?
deeietent a cogitationibus eu's, doñee en? operj cotripleaiit. (Gen., II, 6.)
(i) An unquam convenit universum liominum gemís , in unum locum ad
concilium vocatuin ?.... Hesponsio: sic prorsus. Gonvenerunt enim in cam
pan» in térra Sennaar, etc.... Iioc enim fuit decretum illius concilii , quod
HI.STORIA POLITICA I)E I.AS DOS CIUDADES. :¡:¡7
Todos los reinos del gentilismo nacieron del concilio satánico
tenido al pie de la torre de Babel : ex i/m nata sunt omnin mundi
regna. Todos se fundaron en oposición al remo de Cristo : quibttx
reynum Chrixli se vppasuil eaqu? delevit. lista palabra alumbra
toda la historia: eco liel de una revelación profética, es indis
cutible.
El convocador y presidente del concilio de Babel fué el que la
Escritura llama la Bestia , la bestia por antonomasia. Mil años des
pués, Daniel es arrebatado en espíritu. En las cuatro grandes monar-
ipiias de los Asirios, Persas, Griegos y Romanos, Dios le hace vel
lorios los reinos del mundo. ¿Bajo qué figuras? ¿De hombres? No.
,-. De angeles? No. Bajo las figuras de bestias. ¿Y de qué bestias? De
bestias inmundas y dañinas. ¿Por qué bajo estas figuras y no otras?
Porque todos esos imperios son obra de la Bestia , llevan su carácter
y hacen sus obras. Ved el ultimo , en que todos los otros se personi-
licau : «La cuarta bestia , dice el profeta , es el cuarto reino que habrá
en el mundo; sera mayor que todos los otros, devorara toda la tie
rra, y la conculcara , y la hara polvo (1).»
Lo hemos visto. Boma fué fundada por el misino Satanás; Boma
pagana no ceso de hacer las obras de Satanas. Literalmente devoro,
pisoteo y quebrantó toda la tierra : robo a los hombres todos sus bie
nes , de patria , de familia , de propiedad , de religión ; no como tan
tos otros conquistadores , por casualidad o en un momento de furor,
sino con premeditada deliberación, por una serie no interrumpida de
pillajes y conquistas durante doce siglos. Las instituciones llevaban

Deus una cum ¡pso concilio dissipavit....; quanquani Deus qiiidem tum opus
eorum magis dissipavit, quam concilium. Licet enim proptor confusionem
linguarum ab opere destiterinl-, illius temen concilii decretum in animis
hominum ante effusionem Spiritassanctinunquam est abrogatum. Qundenim
tune dicehatunusquisque próximo suo : Venile, rtlebremus ñamen uoitrum , etc.,
hoc unusquisque adhuc ex Spiritu Sanelo non renatus, etaibi ipse el aliis dicit
in omnibus conciliis, naotueque huju» decreti observandi facultatem , nun-
quam id qnjdem non exequitur.
Eat cnini decretum universi generis humani, ex quo nata sunt omnia
mundi regna,quibus regnum Cbristi se opposuit eaque evertit ; atque ob hanc
causam instituta sunt concilia generalia Ecclesiae Christi , ut liaec ipsa gen-
tium concilia disturbarentur,etc. (Card, Poli,, De Concilio , quaest. x: Oral, aj
Patra Trid., ajiud labbe , t. xiV , p. 167G.)
(I) Qaarta bestia quartum regnum erit in terra, quod majus erit omni-
bus regáis , etdevorabit universam terram , et conculcabitet comminuet eam.
íÜan., vII , 23.)
TOMO I.
TRATADO DEL ESI'illITI SANTO.
la marca di; su origen ; y su derecho no era sino ia legislación de
sus crímenes. Á contar desde el renacimiento, la Roma pagana no lia
sido conocida sino al través de las ficciones de los poetas, historiado
res y legistas del paganismo. Cuando la gran bestia vivia aún, y la
civilización que ella inspiraba estaba en ejercicio y no en la me
moria , una y otra fueron juzgadas por jueces , que a la vez eran tes
tigos incorruptibles de la verdad.
Escuchemos este juicio, que data del siglo tercero: «Decís que lo*
Romanos se granjearon menos gloria por su valor que por su refi
gión. ¡Ah, ciertamente ! >'os han dejado grandes pruebas de su reli
gión y piedad desde el principio de su imperio. ¿No fué el crimen lo
que los congregó y los hizo terribles para los pueblos circunvecino'
y les sirvió de baluarte para establecer su dominación? Pues al pri
cipio , esto no era sino un asilo de ladrones , traidores , asesinos |
sacrilegos ; y para que el que entre ellos era el mayor, fuera también
el más criminal , mató á su hermano. Ved ahi los primeros pasos '
esta ciudad santa.
•Después, contra todo derecho de gentes, roban las jóvenes ya
metidas, desposadas y alguna hasta casada, y las deshonran , y luego
hacen la guerra á los padres de ellas , á los mismos con anas hijas
se habian ellos casado , y derraman la sangre de sus aliados. ¡ Qué
impiedad ! ¡Qué audacia! En fin : arrojar á sus vecinos , pillar
templos y altares , destruirles las ciudades, llevárselos cautivos ,
grandecerse con las rapiñas y la ruina de los demás, esa es la
trina de Rómulo y de sus sucesores, hasta el punto do que todo lo
tienen, todo lo .que poseen es pillaje.
»No levantaron sus templos sino con los despojos de los pueblos,
con el saqueo de las ciudades , con los restos de los altares , el robo
de los dioses y el asesinato de los sacerdotes. ¡ Que impiedad y
profanación, arrodillarse delante de los dioses que traen cautivos
triunfo! Adorar lo que se ha robado , ¿no es consagrar el latrocinio?
Las victorias que consiguieron marcan el número de los crímenes
cometidos, y los trofeos que tomaron fueron otros tantos sacrilegios.
No por su religión , sino por su impiedad, llegaron ala cumbre de su
esplendor : no por haber sido piadosos , sino por haber sido impune
mente malvados (1).»
He ahi la última palabra de la historia política del mundo y la
revelación luminosa de ese antagonismo temible , que Bossuet no vio

(1) Minut. FHiíV. Oclav., c. xxiv.


HISTOMA POLÍTICA DE LAS DOS CIIDADES. 33:t
sulicientemente. Los hombres , salvados milagrosamente de las aguas
del Diluvio, vuelven a sus inclinaciones desordenadas. Dios escoge
para si un pueblo que sea el depositario de la verdad , y permite al
demonio que escoja otro que sera el enemigo de la verdad , cxtermi-
nador de los santos , propagador del panteísmo y de la idolatría. Es
el pueblo romano , congregado en el asilo de Romillo , y que fué tan
fiel, por lo menos , a su misión , como Israel a la suya.
Engrandecer á Roma fué por toda la antigüedad el pensamiento
de Satanás y el Qn invariable de su política. Sin embargo , Roma y
Jerusalén no se hicieron las capitales de las dos ciudades contrarias,
sino lentamente y después de muchos combates. Estos combates resu
men la historia. Ella nos muestra los reinos del Oriente cayendo unos
tras otros bajo el imperio del demonio. Para reunidos en un solo
cuerpo se fundo la grande , la voluptuosa , la terrible Babilonia. Por
sus leyes , por su lujo , por sus riquezas , por su crueldad , por su
monstruosa idolatría , la Jerusalén de Satanás se hace la rival impla
cable y la parodia sangrienta de la Jerusalén del verdadero Dios. El
mundo camina sobre dos líneas paralelas.
•Á los fundadores de la Ciudad de Dios, dice San Agustín,
Abraham , Isaac , Jacob , José, Moisés, Sansón, David \ Salomón,
corresponden Niño , Semiramis, Faraón, Cécrope, Romillo, Nabu-
codonosor y los príncipes de los Asirios, Persas, Griegos y Roma
nos. Los fundadores de la Ciudad del bien notifican las leyes de
Jehová , las ceremonias que prescribe, los sacrificios que exige , la
prohibición de la idolatría. Á conservar y extender la Ciudad del
bien se ordena todo el uso que hacen de su poder. Paralelamente los
fundadores de la Ciudad del mal publican los oráculos de Satanás,
ordenan los sacrificios, hacen populares las fábulas, remedan las
verdades divinas y hacen asi servir su poder al desarrollo de la Ciu
dad del mal (1).»
Andando los siglos, exlieude sus confines hasta los últimos lími
tes de Occidente. Este inmenso~ imperio reclama una nueva capital:
Koma sucede a Babilonia. Roma, señora del mundo , viene a ser la
metrópoli de la idolatría y la ciudadela de Satanás. iAsi, continúa
San Agustín, absorbieron á todos los reinos, el de los Asirios y el
dé los Romanos. Todos los demás uo han sido sino provincias o ane
jos de estos imperios gigantescos. Cuando el uno acaba , el otro co-

(I) De cíe. Del., lib. xvn i, o. il et aeq., quoid nnium.


340 THATADO DBl BSWR1TU SANTO.
mienza. Babilonia fué ia Roma del Oriente, y Roma fué la Babilonia
del Occidente y de todo el inundo (1).»
Jerusalén , Babilonia y Boma , estos tres nombres compendian
toda la historia de las dos Ciudades en el inundo antiguo , y son el
preámbulo obligado de su historia en el mundo moderno.
Boma , victoriosa de todas las naciones , llega al apogeo de su
poder. Satanas eleva su orgullo hasta las nubes. Entonces es cuando,
sin conocerlo , se encuentra con el Verbo encarnado , que ha bajado
del cielo para echar por tierra su imperio. Por uno de esos prestigios
cuyo secreto le es famifiar, lo transporta á la cima de un montaña.
Desde alli le muestra todos los reinos de la tierra , y le hace la extraña
proposición que se refiere en el Evangelio: «Te doy , le dice, esta
soberanía universal y la gloria de todos estos imperios, porque todo
estome jiertenece y lo doy a quien quiero. Si pues te postras de
lante de mi, todo esto es tuyo (2).»
Para creer en semejante poder, si no tuviéramos otra prueba que
la afirmación fiel padre de la mentira , la duda sería seguramente
licita y mas que licita. Pero cesa de serlo , á lo menos por completo,
cuando se ve que el Evangelio llama a Satanás el Dios y el Príncipe d?
ctle mundo (3).
Por su jiarte, la historia , no estudiada por encima , nos ha hecho
ver , eu la orgu llosa palabra del tentador , un fondo de verdad mu
cho mas considerable de lo que se piensa. El género humano se ha
presentado a nuestro estudio desde sus dos grandes puntos «Jo vista,
el religioso y el social.
Hemos visto que en la antigüedad pagana Satanás era verdadera
mente el dios del mundo : Omnes dii gentium daemonia. Todos los
cultos, excepto uno solo , venían de él y se encaminaban á él. Su
realeza no era para el mundo menos real que su divinidad, fnspira-

(I) Duo regna cernimui longe caeteris proveníase clariora, AsByriorum


primum , deinde Romanorum.... quo modo illud prius, hoc posterius ; eo
modo illud in Oriente, hoc ¡n Occidente surrexit : denique in illius fíne, liujus
initium fuit. Regna caetera, caeterosque reges velut appendices istorum dixe-
rim... ut appareat Babylonia quasi prima Roma. (Ibid.. n.» í et 2.)
(i) Ostcndit illi omnia regna orbis teriac in momento temporis, ot ait
lili : Tibi do potestatem hanc universam et gloriam illorum ; quia milii tra-
dita Runt. et ciii voló do illa. Tu ergo si adoraveris cor. un me, erunt tua
omnia. (Luc, iv, ti, 6, ~t.)
(3) Deu« liujus seculi. (II Cor.. iv 4.)—Princeps bujun m ..«:-!,. (Joan.,
xvi, H.)
HISTORIA. POLÍTICA DK LAS DOS CIUDADES. 34)
'lor permanente de ios oráculos, dominaba por medio de ellos los
actos de la vida social. Todos los reinos del antiguo mundo con su
poder colosal y sus fabulosas riquezas , esas repúblicas de Grecia y de
Italia, que una educación mentirosa propone a la admiración de los
jóvenes cristianos, un Padre del Concilio Tridentino nos lo acaba de
decir, Satanás mismo fué quien decretó su fundación : Dccretum ex
i/uonata sunt omnia tuundi repta, y su existencia fué una oposición
armada contra la Ciudad del bien , quibut regnvm Christi se opposuit
fique delevü.
¿Pero qué? ¿Acaso babia Dios abdicado? ¿No es Él , y solo El, el
fundador de tos imperios, como es el criador de los hombres y del
mando? San Agustín responde : < Seguramente, al verdadero Dios, y
solo á Él, le pertenece la potestad de dar los reinos y los imperios. Y
sólo el verdadero Dios es quien dio el imperio a los Romanos cuando
y como quiso, conforme antes lo había dado a los Asirios y á los
Persas
En prueba de su aserción añade : « Para saber que todos los bie
nes temporales, de que tan ávidos se muestran los hombres, son un
beneficio del Dios verdadero y no obra de los demonios, basta consi
derar al pueblo hebreo,. Sin invocar a la diosa Lucina, las mujeres
hebreas daban felizmente a luz numerosos hijos. Estos tomaban el
pecho de sus madres sin intervención de la diosa Ilumina : dormían
muy bien en la cuna, sin la diosa Cunina: comían y bebían, sin las
diosas Educa y Patina ; crecían , en fin , sin adorar á ninguno de lodos
esos diosesde los niños. Los huertos eran fértiles sin el culto de Priapo ;
sin invocar a Neptu no, la mar se abría delante de ellos y devoraba
a sus enemigos. Cuando el mana les vino del cielo, no consagraron
ninguna estatua a la diosa Mannia ; y cuando una roca refrigeró la
M?d que padecían, no adoraron a las ninfas ni a las linfas.
• Sin los crueles sacrificios do Marte y de Belona, hicieron la gue
rra. Seguramente no vencieron sin la victoria ; pero no consideraron
la victoria como una diosa, sino como un beneficio de Dios. Sin Se-
Scta, tuvieron mieses ; sin Bubona, bueyes ; sin Melona, miel ; y sin
Potnona, frutas. Asi, todas las cosas que los paganos atribuían á sus
divinidades, los .ludios las recibieron mas felizmente del verdadero
Dios. Y si, arrastrados por una curiosidad culpable, no le hubieran

(1) Qoae cum ita sint, non tribuamus dandi regni atque imperii pote-
«latem, Diai Deo vero.... lile igitur unu3 verua Deus.... quando voluit Floma-
nuregnum dedil: qui Jedit Aseynis veleliam Perjia. f!);civ. Dei, lib. v,o. xxi.)
342 T1IATAD0 DEL ESPIRITU SANTO.
ofendido entregándose ;il culto de los ¡dolos y haciendo morirá Cristo,
permaneceríári en el reino de sus padres, menos extenso sin duda,
pero más feliz que los otros (1).»
Sin embargo, el ilustre doctor llama a Caín el primer fundador de
la Ciudad del mal, y a Rómulo el primer fundador de Roma, su
futura capital (2). ¿ Qué misterio es este? ¿Y como se armonizan con
los hechos de la historia las palabras, aparentemente contrarias, de
los doctores de la Iglesia, del demonio y del Evangelio? Veámoslo.
Dios crió á todos los fundadores de la Ciudad satánica , pero no los
crió para este lin : dio á Nabuco la Asiría , á Rómulo el imperio
romano, el dominio del mundo ; peco no les dio la misión de hace:
malos estos imperios.
¿Qué sucedió, pues? Como el padre del linaje humano, estos hom
bres se dejaron dominar por Satanás, que hizo de ellos los fundado
res de su imperio y de sus capitales. Á sabiendas ó sin salterio, lodos
trabajaron para él. En este sentido pudo decir el tentador : Todos los
reinos de la tierra me han sido dados y puedo disponer de ellos, como
ol arlílico dispone de su obra y el amo dispone de sus esclavos. Esto
es lo (pie hay de verdad en las palabras de Satanás y en los hombres
de Dios y Principe de este mundo, que el Evangelio no vacila en
darle.
Mas no por eso Dios había abdicado. No obstante todo eso, la Ciu
dad del mal , con sus grandes monarquías de Asirios, Persas, (1 riegos
y Romanos, fué un instrumento de la Providencia para la realización
de sus designios saludables. De este modo el Rey de la Ciudad del bien
se sirvió de los Asirios para mantener á su pueblo en el cumpli
miento del deber ; de los Persas, para volverlo á la Judea y couser-
var la necesaria distinción de las tribus; de los Griegos, para preparar
los caminos al Evangelio ; de los Romanos, para cumplir del modo
más brillante las profecías relativas al nacimiento del Redentor. Pero
lodo esto se hacia contra la intención del fundador praeter intentionrm
fundatoris , y por virtud de la sabiduría omnipotente , que cambia los
obstáculos en medios, sin alterar la naturaleza de las cosas.
Resulta, sin embargo, que Satanás, merced a la complicidad del

(1) Deán. Dei , lili. IT, C. ixiiv.


(2) I'rimus itaque fuit Iérrense civitalis conditor fratricida.... Uode
mirandum non est, quod tanto post in ea civilate condcnda, quae fuerat
hujus terrenae civitatis caput futura. .. huie primo exemplo et quacdam sui
generis imago respondit.... (Id., lib. xv, c. v.)
HISTORIA POLITICA DE LAS DOS CIUDADES. 343
hombre, su juguete y su esclavo, había conseguido el objeto de su
política. Desde aquel concilio de lialiel , en que se decretó la funda
ción de la Ciudad del mal, vemos que se va desarrollando. A la ve
nida del Mesias, se encuentra en su apogeo. Todos los imperios son
tributarios de ella. Venios también que la última palabra de Satanás
era hacer de Roma su capital. La absorción sucesiva de los reinos de
Oriente y Occidente, los unos por los otros, la absorción final de
todos estos reinos por Koma, atestiguan ese plan satánico y prueban
su triunfo supremo.
So aciertan los que lian dicho que a mezclar los pueblos y pre
pararlos á la difusión del Evangelio contribuía el hecho de aglome
rarlos Satanás bajo el cetro de Roma. Al formar su gigantesco impe
rio, quería el dominar solo en el mundo, aniquilar la Ciudad del
Lien, ó, por lo menos, oponer un obstáculo invencible á su desarro
llo. Dios le dejií formar el imperio romano , para que fuera humana
mente imposible el establecimiento de la Iglesia. Para conquistar la
fe del linaje humano, era menester que la Ciudad naciente, luchando
rlesde la cuna con todas las fuerzas del infierno elevadas á su mas
alta potencia , creciera contra toda verosimilitud, y se hiciera á la
vista del universo mundo el milagro vivo de una sabiduría, que se
burlaba del Fuerte armado, y que triunfaba por los medios que debe
rían acarrearle su ruina, la muerte y los suplicios (1).

(I) Un instante de reflexión basta para comprender esta verdad. Si e»


la época de la predicación del Evangelio, el mundo hubiera estado dividido
en varios reinos independientes, las persecuciones generales, es decir, esas
matanzas en masa, capaces de ahogar a la Iglesia en su cuna, habrían sido
imposibles. Los Apóstoles , perseguidos en un lugar, habrían podido pasarse
i¡ otro, según el consejo del divino Maestro, y con ellos se hubiera podido
salvar una parte del rebaño. Por el contrario : reunid el mundo bajo un solo
jefe, y basta la mala voluntad de un Nerón ó de un Diooleciano para orga
nizar la carnicería en toda la haz de la tierra y constituir á la Iglesia en la
imposibilidad de sustraerse áella.
CAPÍTULO XXIX.

Sumario.—Satanás se encarna en su política.—Es el Espíritu de timebUa,


de impureza, de orgullo, de mentira, «1 gran Homicida.—El triunfo de
su política hace todo eso.—Lucha del Espíritu Santo contra el reino de
Satanás.—San Pedro sitia & Roma.—La toma.—Roma se convierte en
la capital de la Ciudad del bien.—Reconocimiento universal hacia el Es
píritu Santo.— Beneficios de su política.— Cuatro grandes hechos l esta
blecimiento de la verdadera religión.—Constitución de la Iglesia.—De la
Sociedad.—De la familia.—Cuadro.

Siu embargo, desde lo alto del Capitolio, donde tenía su templo


privilegiado, Satanas bajo el temido nombre de Júpiter Capitolin»,
reinaba sobre el mundo como Dios y como Uey. lín testimonio de este
poder soberano, los señores de la tierra, los generales de los ejérci
tos romanos, acudían a él á pedirle el triunfo para sus armas, a darle
gracias por la victoria, a inmolarle los reyes vencidos ya consa
grarle los despojos de los enemigos. Pues bien : el reino de Satanás
era una encarnación viva de su Rey. Todas las cualidades que lo ca
racterizan, se reproducían en las leyes de su vasta Ciudad , y en la
vida publica y privada de sus innumerables vasallos.
lil es el espíritu de las tinieblas, potesUm tenrbravum , y su reitn»
fué el de las tinieblas mas espesas que han oscurecido la inteligencia
humana. ¿Se puede formar idea de lo que serian millones de hom
bres, rebaños inmensos de ciegos, andando a tatas, sin saber de dé
vienen, ni adonde van, ni lo que son '! Bajo el nombre de Raciona
lismo ó de emancipación de la razón , todas las verdades eran combati
das, desfiguradas, negadas, y arrojadas al viento del escarnio. Para
los sabios toda la ñlosofía consistía en un eterno andar á lientas,.en
cóntradicciones sin fin; para el vulgo en una indiferencia estúpida.
HIST0MA política, de las dos ciudades. 34o
Ks el espíritu inmundo, spiritus ¡inmundas, y su reino fué el reino
de totliis las iufamias. Con el nombre de sensualismo ó emancipación
de la carne , todas las concupiscencias devoran á los hombres. Las
riquezas , los esclavos , el poder , el lujo bajo todos los nombres y
formas, los convites, las terinas, los teatros, los templos mismos
sirven para los excesos del dia y las orgias de la noche, y convierten
la vida en una lujuria eterna.
Es el Espíritu de orgullo, spiritus superbiae, y su reino fué el del
despotismo mas monstruoso que jamas ha pesado sobre el mundo. Bajo
el nombre de ccsarismo todos los poderes se concentran en la mano
de un monstruo de rostro humano , llamado sucesivamente Nerón,
Caligula , Tiberio , Elíogabalo, emperador y pontífice. El Césares
Dios , su voluntad es la regla de lo justo. Quidquid placuit regi, vim
habet legti. Señor absoluto de los cuerpos y las almas , todo le perte
nece, todo vive por él y para él. Su reino es la negación de la con
ciencia y la libertad humana. Le pide al hombre su fortuna, y el hom
bre se la da ; le pide su mujer , y se la da ; le pide la cabeza , y se la
da. Le dice que adore una piedra , un perro , un cabrón , un toro, un
cocodrilo , una serpiente . y los adora. Hasta los pueblos mas apar
tados sienten el peso de su poderío. No hay resistencia posible: una
capital gigantesca, los ejércitos permanentes , la rapidez en las comu
nicaciones y la centralización universal, han organizado el mundo para
el despotismo.
Es el Espíritu de mentira, spiritus mendaeii, y su reino fué
un continuo engaño. La literatura, la poesía, las artes, la civiliza
ción de esa época , civilización vacía de verdades y virtudes, no son
masque una sabana de piirpura echada sobro un cadáver. Su poli-
tica es la hipocresía al servicio del egoísmo. Su pretendido bienestar
ps una odiosa mentira , debajo de la cual se oculta la explotación de
las tres cuartas partes del linaje humano en provecho.de algunos siba
ritas. El ruido incesante de las batallas , leseantes de victoria , las
pompas triunfales, los juegos del circo, los combates del anfiteatro,
el perpetuo laboreo del oro , la plata , el bronce , el marmol y todos
tos metales y productos de la tierra , que se hacen servir a todos los
caprichos del lujo y las pasiones , toda esa agitación febril , toda esa
vida ficticia, no es masque un señuelo (tara engañar al hombre, apar
tarlo de su fin y arrastrarlo á los abismos.
Ks homicida, hoinicidu, y su remado fué el asesinato organizado.
Asesinato del niño, a quien se mata legalmente antes de nacer y des
pués del nacimiento , a quien se inmola á los dioses ó se lo cría para
346 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
el anfiteatro ; asesinato del esclavo , a <|iiien impunemente se mala
por enojo , por capricho , por gusto ; asesinato de los prisioneros de
guerra, á quienes se da muerte ó se les obliga á que se la den ellos
mismos sobre la tumba de sus vencedores; asesinato de los pobres y
de los jóvenes de ambos sexos , que son ofrecidos en hecatombes á
divinidades sanguinarias ; asesinato del hombre por el suicidio , que
por primera vez aparece en larga escala en los anales de la triste hu
manidad ; asesinato , ó más bien , carnicerías eternas de millones de
hombres, mujeres y niños eu guerras de exterminio, en los combates
de gladiadores , en las luchas de los bestiarios. Y como si tantos rios
de sangre no hubieran bastado á apagar la sed del gran homicida , se
le oyó decir un día por (¿oca de su lugarteniente : ¡Quisiera que el
linaje humano tuviera una sola cabeza , para cortársela de un golpe!
Tal fue , y más horrible todavía, el reinado de Satanás eu los días
de su poderío.
Desde entonces el género humano sabia lo que cuesta desertar de
la Ciudad del bien , para vivir en la del mal. Dios se apiadó de él ; el
día eternamente memorable de Pentecostés brilló sobre el mundo.
Cual monarca poderoso que entra en campaña , el Espíritu Santo,
personificado cu los Apóstoles, sale del Cenáculo y marcha á lanzar al
usurpador. Moma es la prenda del combate ; tomarla ó conservarla es
la consigna de la lucha. Es preciso que Roma sea la capital de la Ciu
dad del bien : es preciso, por cuanto Jerusalén, infiel á su misión, ha
cesado de serlo; es preciso , porque una ciudad universal no puede
tener por capital mas que a la reina del mundo ; es preciso , porque
Homa , que por mucho tiempo ha sido una segunda Babilonia , debe
expiar sus monstruosas prostituciones, convirtiéndose en la ciudad
santa; es preciso, porque el Verbo encarnado debe manifestar su om
nipotencia arrojando al tirano de su fortaleza inexpugnable, y ha
ciendo de la capital de la Ciudad del mal la capital de la Ciudad del
bien.
Pedro, conducido por el mismo Espíritu Santo, llega á las puer
tas de Homa para ponerle sitio. Satanás lo ha comprendido. Entonces
es cuando despliega en todo su lujo su odio implacable contra el Verbo
encarnado. Al cabo de trescientos años de una lueha sin ejemplo en
la historia , ya por el encarnizamiento y la extensión de la pelea , ya
por la naturaleza de las armas y por el número y carácter de los
combatientes , el Espíritu del mal.es vencido , vencido en su propia
casa , en el corazón mismo de su ciudadela. Enmudecen sus oráculos,
sus templos se desploman, sus adoradores le abandonan, y su civiliza
HISTORIA POLÍTICA DE LAS DOS CIUDADES. 347
cion corrompida y corruptora desaparece bajo las rumas de su imperio.
Koma ha cambiado de Señor. Convertida en capital de la Ciudad
del bien, hace sentir al mundo entero su poderosa y saludable in
fluencia. Comienza el reinado del Espíritu Santo en el orden religioso
y social. "Desde el Oriente hasta el Occidente se hace popular su ben
dito nombre. En la antigüedad pagana todo hablaba del Espíritu de
las tinieblas ; ahora todo habla del Espíritu de luz. Desde San Pablo
hasta San Antonino, los Padres de la Iglesia griega y latina , los
grandes teólogos de la Edad Media , los ascéticos , los predicadores,
no tienen más que una voz para darlo á conocer en si mismo y en
sus obras. Al amor ardiente de los particulares hacia el Espíritu re
generador, se junta durante largos siglos la docilidad filial con que
las naciones acogen sus inspiraciones saludables. Diga lo que quiera
el odio ciego, esos siglos fueron la época del verdadero pogroso, de
la libertad .verdadera. Entre otros mil , el hecho siguiente, tomado
de los anales de Europa , será un candado perpetuo en la boca de los
contradictores.
De esos pedazos de granito, a quienes se llámalos barbaros y
que fueron nuestros abuelos , el mundo ha visto salir a los hijos de
Abraham. El nombre de la época que vio ese milagro se- considera
hoy como una injuria ; no lo ignoramos ; sabemos tan bien como el
primero lo que se puede reprochar a la Edad Media ; nías no por eso
deja de ser verdad que el espíritu que la animaba realizó los cuatro
progresos más dignos de este nombre que jamás los hombres han
alcanzado.
Constituyo la religión. Hubo un día en que la Europa , postrada
desde antiguo a los pies de mil ¡dolos monstruosos y dividida en mil
creencias contradictorias, adoró al misino Dios y canto el mismo
símbolo. Desde el Oriente hasta el Ocaso, desde el Sud hasta el Sep
tentrión , ninguna voz discordante descomponía el gran concierto :
unidad de fe.,.. : magnifico triunfo de la verdad sobre el error.
Constituyó la Iglesia. Hubo un día en que sobre las ruinas del
despotismo intelectual del antiguo mundo se elevó la sociedad que
es guardiana infalible de la fe. Esta sociedad, poder (pie se hizo amar
como ningún otro, ocho raices profundas en el suelo de Europa ; el
clero era el primer cuerpo del Estado : autoridad de la Iglesia....:
magnífico triunfo de la inteligencia sobre la fuerza.
Constituyó la sociedad. Hubo ivn día en que los códigos de Europa,
manchados por tanto tiempo con mil iniquidades legales , no conte
nían ni una sola ley anticristiana, ni, por consiguiente, antisocial.
348 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
Para asegurar los derechos de todos y de cada uno, manteniendo la
armonía sobre la tierra , como el sol la mantiene en el firmamento,
el Rey de reyes , representado por su Vicario , se cernía sobre lodo*
los reyes. La decisión de un padre, oráculo incorruptible de la ley
eterna de la justicia , era la última razón del derecho y el término de
los conflictos : la palabra en lugar del sable , los cañones del Vaticano
en lugar del cañón de las barricadas o del puñal de los asesinos.... :
magnifico triunfo de la libertad sobre el despotismo y la anarquía.
Constituyó la familia. Hubo un día que en la Europa regenerada
la familia descansaba sobre las cuatro bases que constituyen su fuer
za, su felicidad y su gloria; la unidad, la indisolubilidad, la santidad,
la perpetuidad por ci respeto de la autoridad paterna durante la vida
y después de la muerte. El espíritu en lugar de la carne.... : magnifico
triunfo del hombre nuevo sobre el hombre viejo, curación radical de
la poligamia, del divorcio y del egoísmo, llagas inveteradas de la
familia pagana.
Asentada sobre anchas bases la Ciudad del bien , desarrollaba
tranquilamente sus majestuosas proporciones , y de día en día se le
vantaba resplandeciente con nuevas bellezas a la perfección que acá
en la tierra le es dado alcanzar. La gran política cristiana inaugurada
por Cario Magno, constituía la poderosa unidad , contra la cual vino
á estrellarse la barbarie musulmana. Mientras por fuera las órdenes
militaros velaban el aprisco , ¡ qué nobles trabajos se realizaban den
tro ! La reina de las ciencias , la teología , revelaba con incomparable
lucidez las magníficas realidades del mundo sobrenatural. El espíritu
general, elevado á estas altas especulaciones , desdeñaba la materia
y sus groseros goces. La sociedad caminaba con pie seguro hacia el
término supremo de la vida del hombre y de los pueblos.
La filosofía , humilde servidora do la teología , trabajaba por
cuenta de su madre. Hacía ver el encadenamiento de las verdad&s
que había recibido y la razón y armonía universal de ellas , é ilumi
naba con dulce y clara luz todo el sistema de la creación. Seria como
la verdad , casta como la virtud , la literatura desentrañaba las Es
crituras. En voz de nutrirse de fábulas ó puerilidades , buscaba en el
libro de los libros las reglas del pensamiento, el tipo de lo bello y la
forma del lenguaje. Con un esplendor en las formas y una valentía
en los conceptos que no había alcanzado basta entonces, ponía de
relieve ante los ojos las inspiraciones de la fe. Como con un manto de
gloria cubría á la Europa de monumentos inimitables , no tanto aún
por lo inmenso de las proporciones y lo fino de los detalles, cuanto
HISTORIA POLÍTICA 1iH LAS DOS CIUDADES. MU
por el simbolismo elocuonU: tlue hacía orar a la piedra , a la madera,
los metales y todas las criaturas inanimadas.
Bajo las bóvedas estrelladas de esos magníficos templos , una poe
sia , sola digna de este nombre , cantaba con la voz de las muche
dumbres (1) las criencias, las esperanzas , los amores, los goces, los
dolores, los combates y victorias de la Ciudad del bien. Gracias al
espíritu de caridad que animaba todo el cuerpo, las obras de abnega
ción igualaban a todas las miserias humanas. Desde la cuna hasta el
sepulcro y más allá , no había una necesidad intelectual, moral o
física , por la cual no velase , cual centinela en su puesto, una orden
religiosa ó una confraternidad.
Mientras en la antigüedad los pobres y los pequeñuelos , aislados
unos de otros, no formaban mas que una multitud de átomos sin
resistencia alguna contra un poder brutal , en la Ciudad del bien la
libertad , hija de la caridad , se desarrollaba bajo todas las formas.
Cartas , asociaciones , privilegios de todos los estados, aun los mas
humildes , y mil fraternidades, formaban otros tantos cuerpos que
eran respetados y cuya opresión constituía un crimen , condenado por
la opinión antes aún de que fuera castigado por el doble poder de la
Iglesia y del Estado. Las libertades publicas no estaban menos asegu
radas : con la supresión de las grandes capitales , de los ejércitos per
manentes y la centralización , el Cristianismo había roto los tres ins
trumentos necesarios del despotismo.
Había , pues , cesado el largo divorcio del hombre y Dios , de la
tierra y el cielo. La alianza primitiva, restablecida por el Espíritu
Santo, se hacía cada vez más fecunda. Á la gran unidad material de
la Ciudad del mal sucedía en el mundo regenerado una gran unidad
moral , manantial de gloria y felicidad. Todos estos benditos elemen
tos , gérmenes poderosos de una civilización que debía convertirla
tierra en vestíbulo del cielo, y al género humano en hermano verda
dero del Verbo encarnado, los debía Europa a la gran victoria del
Espíritu del bien sobre el Espíritu del mal. ¡Ojala que Europa no lo
hubiera olvidado nunca !
(I) En París tuve ocasión de asistir aun concierto sacro y admirar la
elevación y magnificencia de la música religiosa de la Edad Media. En
Francia y en Italia me he sentido poseído de patriótica tristeza, que no sé si
podría llamarse envidia, al oir cantar á todo el pueblo fiel y al experimentar
¡os tiernos afectos que en el alma despiertan mil y mil voces clamando al
cielo con angélicas armonías. ¿No seria posible restaurar en los templos de
España el canto popular ? ¿ No habrá quien lo intente para gloria de Dios?
(Nota del Traductor. )
CAPÍTULO XXX..

Historia contemporánea do ius dos Ci udados.

Sumario —Satanás , echado de Roma , ha querido siempre volver á entrar.


—Sus esfuerzos incesantes para reconstituirse una ciudad.—Soborna á los
ciudadanos de la Ciudad del bien: herejías, escándalos, ataques de la
barbarie musulmana.—La Europa permanece inquebrantable.—Satanás
la seduce como sedujo a la primera mujer: sí transforma en Dios ele í"
bello .—El Renacimiento.—Cinco fenómenos que se han seguido de él : re
probación de la Edad Media.—Aclamación de la antigüedad pagana.—
Cambio radical en la vida de Europa.— El olvido del Espíritu Santo.—
Cambio de las cuatro bases de la Ciudad del bien.— Restablecimiento del
reino de Satanás.—Sus grandes caracteres, antiguos.y modernos : el Ra
cionalismo , el Sensualismo , el Cesnrismo , el odio al Cristianismo.—Mo
vimiento actual <le unificación 3- de disolución.

Kl Rey de la Ciudad del muí , arrojado de Roma , 00 perdió nunca


la esperanza de volver á entrar. Asi se le ve después de su derrota
andar noche y dia dando vueltas alrededor de los baluartes de la
Ciudad Eterna, á fin de sorprenderla y hacer de ella su capital. Sabe
(jue allí está su enemigo, el Verbo-Dios, el Verbo-Rey, el Verbo-En
carnado, en la persona de su Vicario. Mientras no logre vencerle, su
triunfo es incompleto. ¿ Mas cómo conseguirlo? Roma está rodeada,
desde lejos, del amor, la veneración y el poder de la gran Ciudad del
bien, triple baluarte que hace imposible hasta el acercarse á ella. Sa
tanás, pues, no pudiendo operar en el centro, trabaja en las fronte
ras. No sino después de largos siglos de combatir desde lejos había
llegado la primera vez á hacer de Roma la capital de su inmenso im
perio. Lo tiene muy presente, y en su infatigable odio vuelve a em
pezar las luchas que tan favorable resultado le habían dado.
Por medio de las herejías, cismas, escándalos y ataques formida
bles de la barbarie musulmana , se esfuerza por desmontar la Ciudad
del bien, sobornar á una parte de sus habitantes, y afiliarlos á su
bandera. Sus maniobras, incesantemente renovadas, no habían sido
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 351
del lodo inútiles, y los resultados parciales preparaban un resultado
más general. Sin embargo, la Ciudad del bien, fiel á sus gloriosas
tradiciones , permanecía de pie sobre sus fundamentos.
Al modo que Adán y Eva, en los días de su felicidad, habían vi
vido en la ignorancia del mal, la Europa, contenta con la ciencia del
bien que debía al Espíritu Santo , vivía apartada de-la ciencia del pa
ganismo, es decir, de la ciencia del mal organizado. Si tomaba algún
'conocimiento de la antigüedad, no era para admirarla, ni alabarla, y
meaos todavía para imitarla y hacerla revivir. La prueba es que entre
el día y la noche hay menos diferencia que entre la lengua, las artes
é instituciones de la Edad Media y la lengua, las artes y las institu
ciones del paganismo. Ante este hecho perentorio vienen á estrellarse
lodos los esfuerzos de los que pretenden que el Renacimiento no
cambió nada ó c:is¡ nada en el sistema de enseñanza de la antigua
Europa. ,
Sin embargo , la serpiente seductora no echa en olvido que Eva
fué seducida por la pérfida hermosura del fruto prohibido , et aspectu
delectabile. De repente se transforma en ángel de luz, y se da por el
Dios de lo bello. A los ojos de Europa hace relucir las falaces bellezas
de su reino : se dice calumniado por los reyes y los sacerdotes, é in
vita a la Europa á que le escuche, si quiere salir de la esclavitud y la
barbarie. Con estas palabras, el virus original , que nunca se extin
guió, fermenta con actividad desconocida en las venas de la impru
dente Europa. Al mismo tiempo, algunos Griegos arrojados de Oriente
en castigo de su obstinada rebelión contra la Iglesia, desembarcan en
Italia. Estos fugitivos emprenden la misión do resucitar las pretendi
das glorias de la antigüedad pagana , y la juventud de Europa se agolpa
a esa escuela. Para insultar al Cristianismo, el día de la gran seduc
ción queda marcado en la historia con el nombre de Renacimiento (1).
Ese día, en efecto, divide la existencia de Europa en dos épocas : los
siglos precedentes se llaman ta Edad Media , los siguientes los tiempos
modernos. Desde aquella época se manifiestan fenómenos hasta enton
ces desconocidos.
Primer fenómeno. Un grito general de reprobación contra la Edad
Media sale de Italia y resuena en toda Europa : la injuria, el sarcas
mo, la calumnia, todo lo más ultrajante que el odio y el desprecio
pueden inventar, cae á torrentes sobre la época en que, como lo bo

íl) Véase la historia detallada del Uenacimiento en nuestra obra l.i Re-
rolucián , t. ix.
TRATADO DliL ESPÍRITU SANTO.
mos visto, el Espíritu Santo reino con todo el esplendor del imperio.
Teología, filosofía, artes, poesía, literatura, instituciones sociales, la
lengua misma, todo se califica de grosería, ignorancia, superstición,
esclavitud y barbarie. Los lujos se han avergonzado de sus padres y
lian repudiado su herencia. «Y, sin embargo, las creeucias anti
guas, las creaciones antiguas, las aristocracias antiguas, las institu
ciones antiguas, a pesar de lo que pudiera faltarles, como á todo lo
que es humano, ¿qué eran después de todo? Eran el trabajo de nues
tros antepasados, eran la inteligencia, el ingenio, la gloria , el alma,
la vida , el corazón de nuestros padres Debe añadirse : eran el
Cristianismo en la vida de nuestros padres , y el reinado del Espíritu
Santo sobre el mundo.
Segundo fenómeno. Al grito frenético de reprobación contra la
Edad Media sucede la aclamación, no menos frenética ni menos ge
neral , de la antigüedad pagana, fia época en que Satanás fué a la vez
Dios y Rey del mundo se convierte en la edad más gloriosa de la hu
manidad: el sol de la civilización no había brillado con todo su esplen
dor más que en las repúblicas de (irecia y de Italia , vergonzosamente
postradas á los pies de Júpiter y de Clisar. Filosofía , artes , poesía,
elocuencia , virtudes públicas y privadas, caracteres, instituciones
sociales, luces, libertades, todo en ellas es grande, heroico, inimi
table. Volver » su escuela y recibir sus lecciones como oráculos es el
único medio que las naciones bautizadas tienen para salir de la bar
barie y entrar en las vías del progreso.
Tercer fenómeno. No tarda á manifestarse un cambio radical en
la vida pública de Europa. El espíritu de la antigüedad, honorífica
mente restaurado, vuelve a ser el alma del mundo que hace a su
imagen. Entonces comienza un impuro diluvio de filósofos paganos,
de pinturas y esculturas paganas, de libros paganos, teatros paganos,
teorías políticas paganas, denominaciones paganas, panegíricos ince
santes del paganismo, de sus hombres y sus obras. Esta vasta enseñanza
se encarna en los hechos : se ve á las naciones cristianas romper de
repente las grandes lineas de su civilización indígena para organizar
su vida sobre nuevo plan, y arrojando como un andrajo de ignomi
nia el manto real con que la Iglesia su madre las había revestido, arre
bujarse fon los manchados oropeles del paganismo greco-romano.
De ahí ha salido eso que se llama la civilización moderna, civi
lización delicia, que no es el produelo espontáneo ni de nuestra

(I) El P. Filia-, XI conf. en Muestra Seúora de París, Í860.


HIST01UA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 353
religión, ni de nuestra historia, ni de nuestro carácter nacional;
civilización al redopelo, que ¡d igual de aplicar cada vez más el Cris
tianismo á las artes , á la literatura , á las ciencias, á las leyes, á las
instituciones y á la sociedad entera , las informa de espíritu pagano y
nos hace retrogradar veinte siglos ; civilización corrompida y corrup
tora, que, consagrándose nada más que al bienestar material, es decir,
déla carne y de todas sus concupiscencias, hace que Europa, al
través de las ruinas del orden moral, retorne al culto del oro y á las
habitudes indescriptibles de aquellos dias nefandos, en que la vida
del mundo esclavo del espiritu infernal se resumía en dos palabras,
comer y gozar, paneta el circenses.
Cuarto fenómeno. La primera consecuencia de los hechos que
acabamos de recordar, debía ser el olvido de día en día más pro
fundo del Espiritu Santo : asi sucedió. La noche y el día son incom
patibles en un mismo punto : cuando la una entra, el otro sale. El
terreno que Satanás adelanta , el Espíritu Santo lo pierde. Desde el
Cenáculo hasta el Concilio de Florencia , la enseñanza del Espíritu
Santo corre exuberaute por toda la Europa vivificándola. Pero con el
Henacimieuto se ve que las aguas de este río benéfico van bajando, y
que la doctrina del Espíritu Santo se reduce cada vez dentro de limi
tes mas estrechos. Estudiemos la historia ; preguntémonos á nosotros
mismos.
Llega el Henacimiento , y la guerra contra el Cristianismo, que de
muchos años atrás se reducía a combates parciales , vuelve á comen
tar con nuevo vigor en toda la linea. Veinte años antes de Lutero, los
arietes greco-romanos baten en brecha las bases mismas de la reli
gión. Mil veces la lucha da lugar á tratados especiales , destinados á
defender, unos después de otros, todos los dogmas cristianos: demos
traciones, conferencias , sermones , disertaciones , apologías de todo
género se suceden de año en año y casi de mes en mes. La existencia
de Dios , la divinidad de Muestro Señor Jesucristo , la autenticidad,
integridad, inspiración y verdad histórica de las Escrituras , la infa
libilidad de la Iglesia, la inmortalidad, libertad y espiritualidad del '
alma ; cada sacramento , cada institución , cada práctica religiosa , erw
una palabra , cada verdad cristiana ha sido veinte veces presentada"
con todo el brillo de sus pruebas y con toda la magnificencia de sus
relaciones con la naturaleza del hombre y las necesidades del de la
sociedad.
Pero nada semejante se ha hecho con el Espíritu' Santo. Y , sin
embargo, al Espíritu Santo se negaba negando las diferentes manifes-
tomo i. 13
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
laciones del gran misterio de la gracia, de la cual Él es el principio;
al Espíritu Santo se atacaba , atacando cualquier parte de la Ciudad
del bien , de la cual Él es el Fundador y el Rey. ¿Quién podría citar
una obra de íondo , compuesta después del Renacimiento por algún
autor de nota con el fm de hacer conocer y recordar y recomendar a
las adoraciones de los hombres la tercera Persona de la Santísima Tri
nidad? Á nosotros nos ha sido imposible encontrar una sola en Italia,
Alemania , Inglaterra , Bélgica , Francia. Hay que reconocerlo y la
mentarlo : con relación al Espíritu Santo, la enseñanza pública se ha
empobrecido visiblemente.
La prueba nos la da el mundo actual. De aquello que se conoce y
que en un grado cualquiera ocupa el pensamiento , se habla por lo
menos algunas veces : lo que se ama , se nombra con gusto; se in
voca frecuentemente á aquel de quien se cree tener necesidad. ¿Qué
lugar ocupa en el lenguaje moderno el nombre del Espíritu Santo ?
En medio del naufragio de las creencias , se han salvado algunos
nombres cristianos. Dios , Cristo, la Providencia brotan de cuando en
cuando de los labios del orador , ó se desprenden de la pluma del
escritor. ¿Sucede otro tanto con el Espíritu Santo? ¿Cuándo oís pro
nunciar su nombre? ¿Quién le invoca seriamente? ¿Os acordáis de
haberlo leído muchas veces en los libros de historia , de ciencia , de
literatura , de legislación , ó en los discursos oficiales de ,cien años
acá y más todavía? Pues cuando la palabra falta , es que la idea se
liorra.
Es demasiadamente verdad. En el mundo actual casi no se tiene
cuenta del Espíritu Santo. En los palacios, salones, academias; en la
política, industria , lüosofía y enseñanza no entra casi para nada : es
un elemento social o desconocido ó anticuado. Hasta entre los mismos
católicos, ¿no es muchas veces mero objeto de una creencia metafísica?
¿Dónde está el culto especial , ardiente y sostenido que se le da? La
tercera Persona de la Santísima Trinidad en el orden nominal, ¿no es
también la última en nuestros recuerdos y homenajes?
Dos veces solamente han visto los hombres esta ignorancia pro-
íunda,esta indiferencia general. La primera , en el mundo pagano
antes de la predicación del Evangelio ; la segunda , en nuestros días,
diez y ocho siglos después del establecimiento del Cristianismo. Para
los paganos de otros tiempos el Espíritu Santo era como si no fuese ¡
su nombre misino no se encuentra en ninguna de sus lenguas. La
razón de esto es muy sencilla : en el mundo antiguo el Espíritu Santo
do era nada , porque el Espíritu maligno lo era todo. ¿Qué prueba la
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 355
ignorancia del mundo actual y su indiferencia respecto del Espíritu
Santo, sino que Satanás recuperad terreno que perdió, y que res-
laura su Ciudad? He ahí el verdadero misterio de los tiempos mo
dernos. El que no lo ve, no ve nada ; quien no lo comprende, no
comprende nada de la situación.
Quinto fenómeno. Satanás, habiendo penetrado en la Ciudad del
bien, comienza por conmover su base. lia unidad de fe, el poder so
cial de la Iglesia, el derecho cristiano, la constitución cristiana de la
familia, eran, según lo hemos visto , los cuatro sillares fundamen
tales del edificio religioso y social de nuestros mayores. ¿Qué se ha
hecho de ellos?
¿Donde está hoy la unidad de fe? El símbolo católico está hecho
{ledazos como un vaso de cristal. La mitad do la Europa no es ya ca
tólica : la otra mitad apenas es católica á medias.
¿Dónde está el poder social de la Iglesia? ¿Dónde esta su propie
dad? Su cetro es una caña, y la madre de los pueblos no tiene donde
reclinar su cabeza.
¿Dónde está el derecho cristiano? Deshonrado y pisoteado, ha sido
reemplazado por el derecho nuevo, ó, diremos mejor, por el derecho
•del César, el derecho de la fuerza, del capricho y de las conve
niencias.
¿Dónde está la constitución cristiana de la familia ? El divorcio ha
vuelto á encontrar cabida en los códigos de media Europa : fuera de
*so, bajo el nombre de matrimonio civil, tenemos el concubinato
legal. Por todas partes la autoridad paterna desarmada, y la familia,
■despojada de su perpetuidad , se ha convertido en una institución pa
sajera.
¿Quién es el que amontona esas grandes ruinas, que suponen y
-determinan tantas otras? No siendo el Espíritu del bien, es el Espíritu
del mal : no hay medio.
Sin embargo , fascinar y destruir no es mas que la primera parte
de la obra satánica. El usurpador se apresura á levantar un trono so
bre las ruinas que ha causado. ¿Quién será capaz de no estremecerse,
al ver en el siglo xix de la era cristiana manifestarse el reino del
demonio en el corazón mismo de la Ciudad del bien, con todos los
caracteres que tuvo en la antigüedad pagana? Estos caracteres , no se
habrá olvidado, fueron el Racionalismo, el Sensualismo, el Cesa-
klsmo y el Odio al Cristianismo.
De estos diferentes caracteres, ¿cuál es el que nos falta? El Racio
nalismo , ó la emancipación de la razón de toda autoridad divina ea
356 TRATADO IiE1. ESI'IUITU SANTO.
materia de creencias, ¿puede ser mucho más completo'/ La autoridad
divina enseña por el órgano de la Iglesia : ¿cual es hoy el gobierne
que la escucha? Politicamente y a los ojos de un gran número, ¿do
son todas las religiones, bajo el nombre de libertad de conciencia,
igualmente verdaderas, igualmente buenas y merecedoras de igual
protección? ¿Qué es esto sino el Kspiritu de mentira dando en la anti
gua Roma el derecho de ciudadanía á todos los cultos y admitiendo
todos los dioses en el mismo Panteón ?
¿Son tampoco relativamente numerosos los particulares que regu
lan su fe por las palabras de la Iglesia? Los hombres, los libros, fo
lletos y diarios anticristianos, ¿no son los oráculos de la muchedumbre?
Por otra parte, ia fe se conoce por las obras, como el árbol por los
frutos. Preguntad á los miembros del sacerdocio , consultad las esta
dísticas de la justicia, mirad á vuestro alrededor. Si esto no os basta
para medir el poder de la fe sobre el mundo actual y fijar los limites
de su imperio, tomad un mapa-mundi y ¡juzgad!
El Sensualismo , ó la emancipación de la carne de toda autoridad
divina en materia de costumbres, ¿no marcha á la par con ol Racio
nalismo? Bajo este aspecto, el mundo actual corre á todo correr hacia
los antipodas del Cristianismo. El Concilio de Trento define la vida
cristiana una penitencra continua , Perpetua poenitentia ; y para nues
tra época parece que la vida debe ser un perpetuo gozar, gozar cuan
to se pueda y por todos los medios posibles. El hombre se hace carne.
Inútil es insistir sobre este carácter satánico, cu\o rápido desarrollo
alarma á todos los espíritus serios.
El Cesarismo, ó la emancipación de la sociedad de toda autoridad
divina en materia de gobierno por la concentración de todos los pode
res espirituales y temporales en la mano de un hombre, emperador y
. * pontífice, sin depender más que de si mismo. ¿Qué pasa con este
nuevo carácter? Observad : la mitad de los reyes de Europa se han
hecho papas; la otra mitad aspiran á serlo. Conculcar las inmunida
des de la Iglesia, usurparle sus derechos, abofetearla, despojarla, enca
denarla , ¿ no es esto lo que han hecho ó dejado hacer todos los go
biernos de Europa , del Renacimiento acá ? ¿ No es eso lo que están
haciendo ? Si eso no es Cesarismo pagano , no entendemos el sentido
de las palabras.
El Odio al Cristianismo. El paganismo antiguo aborrecía al Cris
tianismo con odio implacable , universal ; para él todos los medios
eran buenos con tal de insultar y aplastar á su enemigo. Le aborrecía
en su Dios , en sus ministros , en sus discípulos , en sus dogmas , en
HISTORIA CO.YTEMl'ORÁNEA OH LAS DOS CIUDADES.
su moral , en sus manifestaciones públicas. El nombre cristiano venia
a significar todos los crímenes , y era responsable de todas las cala
midades públicas. La prisión , el destierro , la muerte en medio de
ios tormentos eran justamente debidos á una secta culpable , dice
Tácito , de odio al género humano.
Satanás es siempre Satanas. Su odio al Cristianismo es tan joven,
tan universal , tan implacable hoy como en los tiempos antiguos.
Aborrece al Dios de los cristianos. En especial desde hace un siglo,
¿qué blasfemias quedan por proferir contra la persona adorable del
Verbo encarnado ? Citad uno solo de sus misterios que no haya sido
mil veces atacado , uno solo de sus derechos que no haya sido negado
y conculcado.
Lo aborrece en sus ministros. ¿No ha dicho en el paroxismo de
i»u furor que quisiera tener las tripas del último de los reyes pura aho
yar al último de los sacerdotes'/ Y en la medida que le ha sido posible,
¿ no ha puesto por obra su voto sanguinario? ¿Hay un solo pais en
Europa donde, del Renacimiento acá, los Obispos, los sacerdotes,
los religiosos no hayan sido despojados , arrojados , perseguidos como
bestias salvajes , insultados y asesinados ? Mas , a lo menos , el Vica
rio del Hijo de Dios, el Padre del mundo cristiano, Pedro, habrá
sido respetado.... Ved cómo le han tratado en la persona de Pío VI y
Pió Vil , como le tratan hoy en la persona de Pió IX. ¿Qué es la Eu
ropa actual . sino una familia rebeladá contra su Padre ? Desde hace
muchos años , ¿no hace resonar diariamente por millones de voces
el grito deicida : No queremos que reine sobre nosotros ? El papado,
sitiado por cien mil excomulgados, ¿no es hoy un calvario ? Judas,
el vendedor; Caiphás, el comprador; Herodes, el burlón; Pilatos, el
cobarde ; el soldado despojador y el verdugo , ¿ no reaparecen en la
escena ?
Lo aborrece en sus discípulos. Los verdaderos católicos sufren la
suerte de sus sacerdotes : todas las injurias lanzadas contra sus padres
por los paganos de otros tiempos , se las infieren á ellos los paganos
de nuestros días (1). Se les tiene por inhábiles ó por sospechosos : se
les excluye cuanto es posible de los cargos públicos , se les trata de
atrasados, de enemigos del progreso, de la libertad y las institucio
nes modernas ; se les dice que permanecen estacionarios en otra edad,

(I) Pueden verseen Mamaohi, Antiquilales el origitm ehristianat , etc.


Mejor que todos los razonamientos, este solo liechi manifiesta la identid»il
del espíritu dominante en ambas épocas.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
y que quieren hacer retroceder el mundo a la esclavitud y á la bar
barie. Se les oprime en su libertad , anulando los dones que hicieron
a la Iglesia su madre y á los pobres sus hermanos ; suprimiendo
sus asociaciones de caridad , que hay el descaro de poner debajo de
las sociedades excomulgadas. Se les oprime en su derecho de propie
dad , se les quitan sus conventos para hacer cuarteles , sus iglesias
para caballerizas o almacenés , las campanas para fundir cañones , los
vasos sagrados para acuñar moneda ú objetos de lujo para uso de sus
enemigos.
Se les oprime en su conciencia , imponiéndoles un trabajo prohi
bido, insultando todos los días en su presencia todo lo que aman,
respetan y adoran. Para que nada falte á su martirio ni al odio que
les persigue , en toda Europa , desde el Renacimiento, se los ha ahor
cado, quemado y guillotinado. Todavía en nuestros tiempos, en Italia
los apalean , en Francia los fusilan , en Polonia los ahorcan , en
Irlanda los matan de hambre. Si Dios no lo remedia , habrá grandes
matanzas y millones de voces gritarán : j Muy justo, reus estmortis!
Lo aborrece en sus dogmas. En el espacio de cuatro siglos , en ol
seno de la Europa bautizada se ha gastado , para destruir el edificio
de la verdad cristiana , más tinta , más papel , más tiempo, más di
nero, más trabajo del que seria menester para convertir el mundo.
Esta guerra impía no ha cesado. Sin hablar de los libros, teatros y
discursos anticristianos , ¿ qué hacen esos millares de periódicos en
venenados que diariamente salen de todas las capitales de Europa
para caer al siguiente día, como nubes de langostas venenosas, en las-
ciudades y en los campos, y sembrar por doquiera el desprecio y el
odio á la religión , la duda y la incredulidad ?
Le aborrece en su moral. El mundo actual, habiendo vuelto á ser
lo que era bajo el imperio satánico , parece organizado para corrom
per las costumbres : Totm in maligno potitos. Si las tristezas y las
alarmas de todo el que lleva todavía un corazón cristiano no os lo
dicen bastante claro, miraos á vosotros mismos.
La fiebre de los negocios, la sed de oro y de placeres , la indus
tria que constituye á millones de almas en la imposibilidad moral de
cumplir los deberes esenciales del Cristianismo, el lujo babilónico
cuyas culpables locuras van cada día en aumento , las modas impú
dicas, los bailes obscenos, quinientos mil cafés ó tabernas (sólo en
Francia), hondos abismos en que se pierde el amor al trabajo , el pu
dor, la salud, el espíritu de familia, el respeto de sí mismo y de toda
autoridad , hábitos do molicie que enervan las almas en todas las cía—,
r

HISTÜ1UA CONTEMI'ORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 359


sesde Ja sociedad, escándalos ruidosos que familiarizan con el mal
y matan la conciencia , desprecio de las leyes que tienen por objeto la
sujeción de la carne , la profanación del domingo , la santificación del
lunes , el abandono de la oración y los Sacramentos , ¿qué es todo esto
sino odio a la moral cristiana , odio infernal cuya última palabra es
ahogar al Cristianismo en el fango?
Le aborrece en sus manifestaciones públicas y privadas. Allí pro
hibe tocar las campanas , y condena al sacerdote que lleve en público
su traje ; en otra parte echa abajo las cruces ; aqui prohibe al Hijo de
Dios salir de los templos para recibir los homenajes de sus hijos , y,
so pena de ser insultado , tiene que ocultarse cuidadosamente cuando
va a visitarlos en el lecho del dolor. ¡ Todo esto pasa en las sociedades
que se llaman cristianas!
Y pasa todavía otra cosa. En señal de victoria , Satanás ha reem
plazado sus estatuas en ¡os jardines , paseos y plazas de las grandes
ciudades en toda Europa. Penetrando hasta el interior del hogar do
méstico, Ira desterrado de él las imágenes del Verbo encarnado, y las
ha sustituido con las suyas.
* ¡Ya no hay Cristo en el hogar, exclamaba poco ha un elocuente
predicador; ya no hay Crucifijo clavadoen la pared ; ya no hay Cristo
que se revele en las costumbres ! ¡ Qué ! Tenéis á la vista los retratos
de vuestros grandes hombres, vuestras casas se decoran con estatuas
y cuadros profanos , ¿que digo ? ; guardáis , expuestos a las miradas
de vuestros hijos y a la admiración de la familia, los Amores del pa
ganismo , las Venus del paganismo , los Apolos del paganismo: si,
todas las vergüenzas del paganismo encuentran asilo en el hogar de
los cristianos; ¡ y bajo ese techo, que alberga tantos héroes humanos,
tantas divinidades paganas , no ha lugar ya para la imagen de Cristo,
a quien el mismo Tiberio no rehusaba admitir con sus divinidades en
el Panteón de Roma (1)! «
Sí, es una verdad , verdad no solamente en Francia, donde la en
señanza es universitaria, sino también en Europa, donde enseñan las
ordenes religiosas; verdad mucho antes de la Universidad y la revo
lución de Francia : entre los cristianos ilustrados de los tiempos mo
dernos, ya no hay Cristo en el hogar. Pero en él eslaba entre nuestros
abuelos ignorantes de la Edad Media. ¿Cómo, pues, ha sido deste
rrado? ¿Cómo ha sido reemplazado por los dioses del paganismo , es
decir, por el mismo Satanás bajo sus múltiples formas, omnes dii
(1) El P. Félix, ut; >uprn.
360 TRATADO DEL ESPIRITU SAN'Tó.
gentium daemonia? (.k qué época se remonta esta sustitución sacri
lega? ¿ Quién ha formado las generaciones sobre quienes pesa esta
culpa? ¿En qué lugares y en qué libros lian aprendido á apasionarse
de las cosas, los hombres, las ideas y las artes del paganismo? ¿Qué
Espíritu ha dictado la enseñanza que da semejante resultado? ¿Es el
Espíritu del Cenáculo ó el Espíritu del Olimpo ? El uno ó el otro tiene t
que ser.
En fin: hay un postrer fenómeno que cada día se manifiesta mas
claramente : es el doble movimiento á que el mundo actual obedece,
movimiento de unificación material , y movimiento de disolución mo
ral. El Espíritu del siglo xix. empuja con todas sus fuerzas hacia la
unificación material de los pueblos : navios de vapor, ferrocarriles,
telégrafos eléctricos, uniones aduaneras , tratados de comercio, libre
cambio, multiplicación de correos, rebaja del franqueo para cartas é
impresos, no hay medio de comunicación que no invente ó acelere.
Al mismo tiempo absorbe las pequeñas naciones , suprime la familia,
el municipio, la provincia, la corporación, toda especie de franqui
cia y autonomía, resucita los ejércitos permanentes del mundo anti
guo, reedifica sus grandes capitales, y en el cuello do los pueblos que
el Cristianismo hizo libres, remacha las cadenas de la centralización
cesariana.
Con este movimiento de unificación material se corresponde , fuera
del Catolicismo, otro movimiento no menos rápido de disolución mo
ral. En materia de doctrinas religiosas, sociales y políticas, ¿qué queda
en pie? El gran disolvente de toda especie de fe, el Racionalismo,
¿no es el dios de la muchedumbre? ¿Dónde se encuentran las convic
ciones bastante profundas, las afirmaciones bastante netas para resis
tir á las seducciones del interés, para arrostrar las amenazas y aun
el olvido del poder, para mantenerse inquebrantable en medio de los
sofismas de la impiedad y de los atractivos del mal ejemplo? ¿Cuál
puede ser la unión moral de un mundo que ha hecho pedazos el
símbolo católico , que oye , que sufre , que acoge todas las negaciones,
inclusa la negación de Dios?
Semejante espectáculo no se ha visto más que una vez : fué en la
época en que el mundo romano se inclinaba hacia su ruina. La unidad
material, formada por la absorción continua del débil por el fuerte,
de un pueblo por otro pueblo , llegó hasta el despotismo de un solo
hombre. Satanás había logrado su objeto. Roma era el mundo, y el
César era Roma, y el César era Emperador y Sumo Sacerdote de Sa
tanás. Entonces el linaje humano, que no tenia fuerza de resistencia,
HISTOBIA CONTEMPORÁNEA. DE LAS DOS CIUDADES. 361
porque no tenia (e, ni ambicionaba otra cosa que los goces materiales,
panem et circenses, no era más que un rebaño apaleado, vendido, y
llevado al matadero según el capricho de su amo.
Ejércitos permanentes, grandes capitales , rapidez de las comuni
caciones, centralización universal, unificación material de los pueblos
proseguida con febril ardor, disolución moral llegada hasta el frac
cionamiento indefinido de todo símbolo y de toda fe, ¿quién se atre
vería á sostener que este doble fenómeno no es precursor de una tira
nía colosal , y acaso el preludio necesario del reino anticristiano,
anunciado para los últimos tiempos?
Á nuestro modo de ver, es el César á caballo, con Lucifer á la
xrupa.
CAPÍTULO XXXI.

(Continuación del anterior.)

Sumario.—Acción palpable del demonio sobre el mundo antiguo y el mo


derno.— Renovación de las prácticas demoniacas del paganismo.— Bula
de Sixto V.—El mal continúa.—Manifestaciones ruidosas. — Debilitación
general de la fe en el demonio.—Cinco grados de la invasión satánica: el
demonio se hace familiar.—Se hace negar.—Se hace rehabilitar.—Se hace
llamar como Rey.—Se hace invocar como Dios.—Familiaridad de nuestra
época con el demonio.—Ya no inspira ni temor, ni horror.—Se le llama
á cada instante por su propio nombre.—Nomenclatura significativa.—Se
cree poco en el demonio y menos todavía en su influencia sobre el hom
bre y las criaturas.—Consecuencias.

Hacerse adorar en lugar del Verbo encarnado ha sido siempre el


anhelo del ángel rebelde, y siempre lo será : no tiene otro. La historia
narra los resultados que obtuvo entre los paganos de otros tiempos y
los que obtiene entre las naciones idólatras actuales. Después de haber
logrado por el racionalismo, el sensualismo , el cesarismo y el anti-
cristianismo un divorcio lo más completo que ha podido del hom
bre y de Dios , se presenta él para reanudar el lazo que nadie sino éi
ha roto. Su resultado , como fundado en la naturaleza de las cosas ,
a no suceder un milagro, es infalible. El mundo inferior, haga lo
que haga , no puede sustraerse de la influencia del mundo superior;
si rompe con el Rey de ^Ciudad del bien , cae forzosamente bajo el
imperio del Rey de laCiudad del mal. Dios ó el Diablo, no hay medio.
El seductor y tirano del hombre establece una multitud de comu
nicaciones directas y palpables con su víctima y esclavo , las cuales
son remedo permanente de las comunicaciones del yerbo cón el hom
bre. Por mil medios , que él mismo indica , se hace adorar como un
Dios , respetar como un maestro , querer como un bienhechor , con
sultar como un protector , llamar como un médico , recibir como un
amigo y tratar como mi ser inofensivo. Sobre este conjunto de hechos
F

HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 365


permanentes y universales descausa la idolatría antigua y moderna,
o más bien , eso es la idolatría en si misma.
Pues , lo repetimos , Satanás no se muda , ni se hace viejo. Lo
que era ayer, lo es hoy, y lo será mañana. Mono eterno de Dios, ene
migo implacable del Verbo encarnado , siempre querrá destronarlo
para reinar en su lugar. Si pues el Renacimiento lo ha vuelto triun
fante al seno de la Europa cristiana ; si el racionalismo , el sensua
lismo , el cesarismo y el anticristianismo forman el carácter predo
minante de la Europa moderna , esperemos volver á encontrar al
demonio haciendo esfuerzos para sustituirse materialmente al verda
dero Dios, y oponer á lo sobrenatural divino lo sobrenatural satánico,
hasta que el segundo suplante al primero. Para inspirar á los hom
bres de nuestros días los mismos sentimientos que había inoculado en
los hombres de otros tiempos, debe presentársenos rodeado de todo el
cortejo de consultas, oráculos, prestigios y prácticas misteriosas que
componían su culto y aseguraban su imperio en la antigüedad paga
na : veamos si la historia confirma esta inducción.
Hasta el Renacimiento y la Reforma, que es su hija primogénita,
la doble autoridad de las leyes canónicas y civiles continuaba teniendo
encadenado al padre de la mentira, al vencido del Calvario. Sólo por
excepción , y en reducida escala , se le sorprendía alguna vez ejer
ciendo sus artes tenebrosas entre los pueblos cristianos de la Edad
Media. Pero llamado por el Renacimiento bajo la forma de Dios de
lo bello , y por la Reforma con el nombre de Dios de la libertad, reco
bró bien pronto la antigua independencia de sus manejos.
En Italia, Alemania y Francia, gran número de renacientes , imi
tando á los literatos de Roma y Grecia , se entregan con pasión al
estudio y á la práctica de las ciencias ocultas (1). Los principales co
rifeos del protestantismo se jactan do sus coloquios con Satanás (2).
Bajo formas apenas modificadas , reaparecen todas las supersticiones
del antiguo paganismo ; las consultas , evocaciones , manifestaciones,
oráculos, prestigios y adoraciones, se van multiplicando con las
negaciones del Evangelio. Tal es la rapidez con que el culto de Sata
nás invade la Europa , que la Iglesia se conmueve. Por la boca de
Sixto V, alma grande seguramente , señala al mundo asombrado la
renaciente epidemia de la idolatría, y lanza contra ella una condena
ción solemne.
(1) Des rapports de Thomme acta le tlémon , par M. Bizouard , t. ni,
lib. ii-xiv.
(2) Véase nueetra obra La limol ición, etc., t. vi , ix y x.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En la famosa bula Coeli el lerrne Creator, se enumeran, como re
apareciendo en medio de la luz del Cristianismo , la mayor parte de
las prácticas demoniacas que se usaban en la antigüedad pagana , y
de las cuales Porfirio nos dejó un largo catálogo (l).
El inmortal Pontífice nombra la astrologia , la geomatteia, la qui
romancia , la nigromancia , los sortilegios , los augurios , los auspi
cios, la adivinación por los dedos, granos de trigo y habas, los
pactos con el demonio con el fin de conocer lo futuro ó de satisfacer
las pasiones , los encantamientos , los oráculos ó evocaciones de los
espíritus que son preguntados y responden , la ofrenda del incienso,
de sacrificios y oraciones , las genuflexiones , prosternaciónes y cere
monias del culto, el anillo y el espejo mágicos, los vasos destinados
á fijar los espíritus y obtener de ellos respuestas, las mujeres simpá
ticas (las magnetizadas y sonámbulas de ahora), que poniéndose en
relación con el demonio obtienen de él el conocimiento de las cosas
ocultas, pasadas ó futuras; la hidromancia por medio de vasos llenos
de agua, en los cuales algunos hombres, y mds frecuentemente muje
res, hacen aparecer figuras que dan oráculos. Hay que añadir la
piromancia , la pedomancia , la ornitomancia , la oniromancia ú
oráculo por sueños, y otras prácticas, « restos impuros, dice el Papa,
de la antigua idolatría vencida por la cruz (2). »
Advirtamos de paso que. el Vicario de Jesucristo señala a la mujer
como instrumento preferido del demonio. Inútil es recordar que esta
preferencia se encuentra por doquiera en el antiguo paganismo, lo
mismo que en la moderna idolatría , en África , en Oceanía y en otras
partes. Á las razones que de elfo hemos dado, Santo Tomás añade
esta otra : < Los demonios , dice , responden más fácilmente al llama
miento de las vírgenes , para mejor engañar afectando amor de la
pureza (3). »
Gomo quiera que sea , el sexo femenino queda advertido del peli
gro especial que le amenaza. Así comprenderá desde luego la nece
sidad que tiene de vivir alerta y de evitar toda participación en cual-

(1) En Eusebio, Praep. Erang., lib. n , m , iv , V y ti.


(2) Quas prístinas et antiquatae , ac per crucis rictoriam prostratae ido-
latriae reliquias retínente*, quibnsdam augura*, auspiciis, similibus signi* ct
vanis observationibu8 ad futurorum divinationem intendunt. (Constil. Coeli el
lerrae, etc., an. 1589.
(3) Veniunt etíam facilius (daemoneg), cum a virginibus advocanlur, ut
«x boc in suas divinitatis opinionem homines inducant, quasi munditinm
ament, ut dicit S. Thomas. (Vigíer., cap. ai, § 2, n. :¡.)
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 365
quier práctica sospechosa que pudiera hacerlo presa de su implacable
enemigo.
De la bula de Sixto V resultan dos hechos. Por una parte, la mul
tiplicidad de las prácticas demoníacas ; <pie no parece sino que al
soplo del espíritu satánico haya habido una erupción general de ellas
en la Europa hija del Renacimiento. Por otra parte , la persistencia
de esos vergonzosos fenómenos. «Á pesar de todos los esfuerzos de la
Iglesia , añade el Pontífice , no se ha podido llegar á extirpar esas
supersticiones, crímenes y abusos. De día en díase descubre que
todo está lleno de ellos,— omnia plena esse (1). » Es , pues , un hecho
histórico que un siglo después del Renacimiento las comunicaciones
de Satanás con el hombre se habían hecho, como en el antiguo paga
nismo, generales, permanentes, indestructibles ; y el poder del de
monio se extendía en la Ciudad del bien hasta límites desconocidos, —
omnia plena esse in dies detegantur.
Ni se cortó el mal con las prohibiciones póntificias. El Bearnés,
Loudun , Lonviers, los países del Norte , los Cevenes, el cementerio
de San Medardo en París y otros lugares, que fueron sucesivamente
teatro de manifestaciones ruidosas, mostraron que Satanás era dueño
de una gran parte de terreno.
Para las gentes frivolas, esos fenómenos no fueron sino cosa de
juego , y su historia meros cuentos de viejas ; su carácter demoniaco,
afirmado por algunos, fué tenazmente negado por toda la secta incré
dula. En el siglo de Voltaire, la negación se extendía á todos los he
chos del mismo género: adivinaciones, evocaciones, pactos, magia,
posesiones, sortilegios, maleficios; se admitía como axioma que todo
esto no era más que un tejido de desvarios de la imaginación. Esta
negación audaz de la historia universal producía la debilitación gene
ral de la fe acerca del demonio , sus prácticas é influencia.
Á fin de no ponerse en oposición con el Evangelio y la enseñanza
de la Iglesia, los más católicos decían que esas cosas habían sucedido
verdaderamente en las edades antiguas, pero que ya no se veían ejem
plos en los tiempos modernos. iEn efecto, añadía la filosofía volte
riana ; el demonio, gracias al progreso de las luces, no es ya sino un
ser inactivo y desarmado. Y aun está reconocido que la mayor parte

(I) Non tamen errorum praedictorum extirpationi nsque adeo provisum


est, quin etiam.... apud plurimos curiosios vigeant, cum valde írequenter,
detectis diaboli intidüa.... variarum Bopentitionum omnia plena esse in dies
detegantur. (mi.)
366 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
de los hechos que la Iglesia le imputa son el resultado de las leyes
naturales. Calumniado á discreción por la ignorancia y credulidad de
la Edad Media , de hoy en mas sirve sólo para asustar á las viejas y a
los muchachos.»
De este modo el demonio hacia su negocio y se aproximaha al pri
mer objeto de sus esfuerzos. ¿Cuál era éste? Desterrar del corazón de
los hombres el temor que le tenían, desterrarlo para hacerse familiar,
hacerse familiar para que se menospreciasen las enseñanzas de la
Iglesia, y se arrojasen como inútiles las armas antidemoniacas de que
la Iglesia habia provisto a sus hijos. ¿Lo ha conseguido? Pregunté-
moselo á la historia contemporánea.
Hacerse familiar. Á nuestra vista pasa un hecho desconocido de
los pueblos cristianos. Este hecho es poco observado , y nos parece
que merece serlo mucho , pues constituye uno de los caracteres mas
significativos de los tiempos actuales. Los siglos pasados tenían ho
rror al demonio : su verdadero nombre, el nombre de Diablo, no se
pronunciaba sino raramente, con cierta vacilación y aun con escrú
pulo. Todavía hoy algunas poblaciones , felizmente preservadas del
espíritu moderno, no articulan jamás esa palabra. Qtiando tienen que
hablar de Satanás, dicen: la bestia vil. Aparte de esta excepción, que
de día en día tiende á desaparecer, el nombre del Diablo anda de boca
en boca de todos : se le nombra como la.cosa más indiferente, es la sal
de los chistes, acentúa los juramentos, sirve de título á los libros de
moda y de reclamo a las piezas teatrales. Los comerciantes tienen a
gracia tomarlo por enseña de sus tiendas : parece que el mejor medio
de atraer lectoíes y clientes, es emplear una palabra que causaba ho
rror á nuestros padres.
Como termómetro de este extraño progreso , permita^uos citar
algunos ejemplos, de los cuales los más antiguos no cuentan mas que
un cuarto de siglo.
Roberto el Diablo.—Programa de Roberto el Diablo.—Canción de
Roberto el Diablo.—Leyenda de Roberto el Diablo.—Al más malo de
los Diablos. —Al buen Diablo. —Al Diablo galante. —Al Diablo ú cuatro.
—Á los Diablillos.—.4/ Diablo verde. —Dios y Diablo. —Ángeles y Dia
blos. —Un Angel y un Diablo. —Id al Diablo.—El Diablo del mundo. —
Harry el Diablo.—El señor Beelzebub.—El señor Satanás.—El Dia
blo y las elecciones. — El Diablo en la escuela.—El Diablo en una pila
de agua bendita. —El Diablo de plata. —El Diablo de la época.—^Li
bertad para el Diablo. —Diablo ó mujer. —El tictac del molino del Dia
blo.—El hombre con el Diablo. —El Diablo en riaje. — El Diablo en
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE I.AS DOS CIUDADES. 367
París.—El Diablo en Lyon. —El Diablo en provincias.—El Diablo en
los campos. —El Diablo en el molino.—El Diablo en los retretes.—El
Diablo metido en todo. —Satán.—Satanás.—El Diablo.—Los quinien
tos Diablos.—El Diablo verde.—El Diablo rojo.—Los pobres Diablos.
—Los Diablos de color de rosa. — El Diablo amarillo. —Los Diablos
negros.—El buen Diablillo.—El Diablo cojuelo.—El Diablo á caballo.
—El Diablo médico. — El Diablo enamorado. — El Diablo burlado.
—Los Diablos de París. — El Diablo de los Pirineos. — Ij)s Diablos
chochos.
Fray Diablo.—Juan Diablo. — Confesión de Fray Diablo.—Alma
naque del Diablo.— Los amores del Diablo. —Memorias del Diablo. —
Memorias de una Diabla.—La ciencia del Diablo.—Los secretos del Dia
blo.—Las aventuras de un Diablillo.—El secreto del Diablo.—Las tra
moyas del Diablo.—La malicia del Diablo. —El charco del Diablo. —
El mal humor del Diablo.—La parle del Diablo.— Las pildoras del
Diablo. —La casa del Diablo. —La piel del Diablo.— El castillo del Dia
blo.—Los siete castillos del Diablo.— La taberna del Diablo. —El pozo
del Diablo.— Los nombres del Diablo.— ¿os amores del Diablo.—El me
naje del Diablo. —El molino del Diablo. —El sallo del Diablo.
El caballo del Diablo. —El perro del Diablo.—La gaita del Diablo.
—El lacayo del Diablo. —La cantatriz del Diablo. —La plata del Dia
blo.—La calderilla del Diablo.—La gaveta del Diablo.— El fuelle del
Diablo.—Los muñecos del Diablo.—Jas hijos del Diablo.—La hija del
Diablo.— El heredero del Diablo.—La estrella del Diablo.—El viaje del
Diablo.—La caza del Diablo.—La ronda del Diablo. —Los tres pecados
del Diablo.— Los Ires besos del Diablo.— La cena del Diablo.—Una lá
grima del Diablo.— La oreja del Diablo.—La mano del Diablo.— La
rola del Diablo.—Retrato del Diablo.— Fisiología del Diablo.
He ahí, dejando otros muchos, los títulos de las obras con que el
siglo xix viene esmaltando , hace veinte años , las columnas del Diario
de la librería francesa. He ahí las insignias con retrato que el grande
y el pequeño comercio Aja en las paredes de nuestras ciudades , espe
cie de patronato de moda bajo el cual se colocan asi los suntuosos al
macenes de lujo como la miserable tendezuela del vendedorde fósforos.
Hay que desengañarse: este hecho moderno tiene su significación.
< La revolución de las cosas, dice un antiguo autor, no es mayor que
la de las palabras.» La popularidad de una palabra significa la popu
laridad de la idea. La facilidad , ligereza é indiferencia con que se
emplea en nuestros días una palabra hasta el presente aborrecida, de
nota la imprudente familiaridad del mundo actual con su más peli
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
groso enemigo, asi como mide la distancia que separa nuestras idea^
de las ideas de nuestros padres.
No obstante, hacerse familiar no es más que el primer triunfo que
Satanás ambiciona ; hacerse negar en si mismo y en sus múltiples
operaciones es el segundo ; hacerse rehabilitar es el tercero ; hacerse
llamar como Principe es el cuarto , y hacerse adorar como Dios el
quinto. Vamos á seguirlo en las diferentes etapas de la ruta, cuyo tér
mino final es el restablecimiento del antiguo paganismo bajo una ti
otra forma.
Hacerse negar. En otros tiempos se creia en el demonio , tal como
la revelación nos le da á conocer, y se le tenia miedo. Satanás no era
para nuestros abuelos un ser imaginario, una alegoria , uu mito ; sino
un ser real y personal como nuestra alma. ¡No era un ser inofensivo é
impotente, sino un ser esencialmente maligno, causa de nuestra
ruina ; que de dia y de noche nos está tendiendo redes , y dotado de
un poder temible sobre el hombre y las criaturas. Asi el primer miedo
del niño, como el último temor del viejo, era el del demonio. De
donde provenia el uso universal, y religiosamente observado, de los
preservativos enseñados por la Iglesia contra sus ataques, é igual
mente la pena de muerte , dictada en todos los Códigos de Europa,
contra cualquiera á quien se le probase que habia tenido comercio coa .
este enemigo nato del linaje humano.
Al presente se manifiestan disposiciones diametralmente cóntra
rias. Asusta el encontrar en el seno de las naciones cristianas una
multitud de personas cuya fe en el demonio no es católica. Los unos
lo consideran como una ficción , y su aparición en el paraíso terrenal
bajo la figura material como una alegoria. Otros, si bien admiten su
existencia personal , rehusan creer en su acción sobre el hombre y
sobre el mundo. Los hay que restringen esta acción dentro de ciertos
limites que ellos le trazan , y no admiten nada más. Muchos ni siquiera
la aceptan sino á beneficio de inventario, y contra millares de testi
gos niegan intrépidamente todo lo que ellos mismos no han visto con
sus ojos.
Excepto algunos católicos á la antigua , nadie recurre fielmente a
las armas que suministra la Iglesia para ahuyentar al principe de las
tinieblas. Ya no se habla de él en la infancia , ó si se habla es ligera
mente ; por recuerdo y como de un ser casi envejecido. El hombre
adulto y el viejo , que ya no le tienen miedo, se ríen si les manifes
táis el vuestro. Á los ojos de la ley , el comercio con el demonio, ó no
ha existido nunca , ó no existe ya , ó no es un delito. De aqui pro
HISTOIUA CONTEMPORÁNBA DE LAS DOS CIUDADES. 369
viene lo que estamos viendo en nuestros dias , la interpretación racio
nalista de todos los hechos demoníacos del Antiguo y Nuevo Testa
mento, la negación de la historia universal y el desprecio de las
enseñanzas de la Iglesia sobre el ángel caido.
Para adelantar en esta su obra , el demonio usa toda clase de dis
fraces , desempeña todos los papeles y toma todos los nombres. Hasta
en las manifestaciones que más evidentemente revelan la presencia
de su odiosa persona , logra ocultarse y engañar. Tan pronto bajo los
nombres de fluido Hermoso , (luido magnético ó (luido espectral , se da
por uu agente puramente natural : tan pronto se llama segunda vista,
y es tenido por una simple facultad del alma. Aqui se hace pasar por
ud ángel bueno y da consejos piadosos : en otra parte es un espíritu
juguetón que divierte, chacotea y quiere ser tratado como un juguete
o como un vano espantajo. Otras veces se convierte en el alma de un
muerto admirado ó querido, y usurpa la coniianza. Esta última trans
formación , mucho más peligrosa que las demás , es también la más
común : sabido es que sirve de base al Espiritismo.
¿Qué ventaja reporta el padre de la mentira de todos estos dis
fraces ? Salirse con su empeño sin cargar con la responsabilidad ; en
otros términos , hacerse negar. Su calculo no puede ser mas hábil.
Quienquiera que niegue a Satanás , niega el Cristianismo. Quien
quiera que desnaturalice a Satanás , desnaturaliza el Cristianismo.
Quienquiera que se chancee con Satanás , se chancea con la Iglesia,
cuyas prescripciones antidemoníacas no vienen á ser ya más que su
peraciones mujeriles. Quienquiera que niegue la acción maligna de
Satanás sobre el hombre > las criaturas - acusa al género humano de
una enajenación mental de sesenta siglos , y rasgando unas tras otras
todas las páginas de la historia , llega a caer en la duda universal.
Por medio de todos los hechos que acabamos de recordar , Satanás
dice al mundo actual : No me tengas miedo. Vamos á ver cómo el
mundo actual le responde : No me das miedo.

TOMO I.
CAPÍTULO XXXII.

Fin del anterior.

Sumario.—El demonio se hace rehabilitar.—La Kiluiofia— Las artes.—La


novela.—El teatro.—ta HennosuPa del Diablo.—Análisis de estapieia.—
Su significación.—El demonio se hace llamar Rey.

Hacerse rehabilitar. La familiaridad de la época actual con el de


monio, y, como consecuenTia , la debilitación general del temor que
debe inspirarnos, es un hecho ; pero este hecho no es más que el
primer grado de la invasión satánica. Hay un segundo más incom
prensible y no menos real , que es la rehabilitación del ángel caido.
Lo verdadero , dice un poeta , puede algunas veces no ser más que
verosimil. Hoy como nunca se presenta el caso de recordar esta má
xima. Después de diez y ocho siglos de Cristianismo, en el seno del
reino Cristianísimo , encontrar hombres bautizados, que emprenden
seriamente, obstinadamente, la rehabilitación de Satanás, el gran dra
gón , el gran homicida , el autor impenitente de lodo mal , merecida
mente herido del rayo de la justicia divina, ¿ no es la cosa más in
creíble? Y, sin embargo , hay que creerla , porque es una verdad.
Desde la predicación del Evangelio , el demonio habia inspirado
á todos los pueblos cristianos universal horror y repulsión. Este do
ble sentimiento se expresaba enérgicamente por las formas y actitudes
y hasta por el lugar que el arte reservaba en sus composiciones. En
el día , lejos de condenar á Satanás, como lo merece, al grillete del
-ridiculo y la ignominia , el arte lo suprime, ó lo representa con los
rasgos menos repulsivos. ¿Llega su atrevimiento á exhibirlo casi
hermoso? Pues este ensayo es vivamente aplaudido, pasa por un
progreso de la sociedad. Eso que llaman la alta critica se encarga de
formular en este sentido dictámenes reguladores de la opinión
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 371
Ella es la que ha escrito: «El Satanás de M. Scheffer (1), bello
• orno todas las criaturas nobles , más desgraciado que perverso , se
ñala el último esfuerzo del arte para romper con el dualismo y atri
buir el mal á la misma fuente que el bien , al corazón del hombre....
lia perdido los cuernos y las uñas , no le han quedado más que las
ala? , único apéndice que lo agrega todavía al mundo sobrenatural....
Permitido era á la Edad Media , que vivia continuamente en presencia
del mal, á aquellos hombres duros, cubiertos de armaduras y que
andaban siempre entre almenas , tenerle ese odio implacable , que se
traducía en el arte con sombría dureza.
«Nosotros estamos hoy obligados á ser menos rigurosos. Se nos
vitupera de no ser más severos con el mal ; pero , en realidad , eso es
delicadeza de conciencia : no sino por amor al bien y á lo bello somos
;i veces tan tímidos, tan blandos en nuestros juicios morales.... Va
cilamos en pronunciar sentencias exclusivas, por temor de envolver
«■n nuestra condenación algún átomo de belleza (2).»
¿Qué nueva obligaciones esta de tener consideraciones al demo
nio, impuesta á los que hablan de él? ¿De dónde proviene y qué
dignificación tiene , pues alguna debe tener '? Estas lisonjas sacrilegas
son el termómetro del progreso.
Aplastemos al infame fué la consigna del espíritu infernal en el
>iglo pasado. Era el periodo de destrucción.
Adoremos a Satanás es la consigna del mismo espíritu en los tiem-
l»os actuales. Es el periodo de reconstrucción.
La misma liga que combatía por destruir, combate para edificar.
Sobre las ruinas del Cristianismo, que para ella ha concluido, quiere
i establecer el reino del ángel caído , el cual dicen que ya ha sido de
masiado tiempo calumniado. Con este fin piden la revisión del proceso
de Satanás , para levantarlo de su decadencia y rehabilitarlo ante el
inundo.
Renán , débil eco de los' racionalistas de Alemania , ha tenido la
audacia de escribir : «Entre todos los seres antiguamente malditos, á
quienes la tolerancia de nuestro siglo ha levantado el anatema , Sa
tanás es sin disputa el que más ha ganado con el progreso de las luces
y de la civilización universal. Se ha ido dulcificando poco ápocoen^
(I) Pintor protestante, que murió no ha mucho, y cuyas protestantes
pinturas fué á admirar todo París.
(í) Ved ahí lo que escribe un miembro del Instituto de Francia. Cuando
uno se llama Renán y se ha hecho apologista de Satanás , es lógico que insulte
á los Libros santos y calumnie al Verbo encarnado.
372 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
su largo viaje desde Persia hasta nosotros , y se ha despojado de toda
su malignidad de Ariman. La Edad Media , que no entendía de tole
rancia , lo hizo á su gusto , feo , malo , atormentado y , para colmo de
desgracia, ridiculo.
«Milton comprendió, por lin, al pobre calumniado, y dio princi
pio ala metamorfosis, que la alta imparcialidad de nuestro siglo
debía completar. Á un siglo como el nuestro , tan fecundo en rehabi
litaciones de todo género , no le habían de fallar razones para excu
sar á un revolucionario desgraciado, á quien la necesidad de hacer
algo lanzo a empresas atrevidas. Para atenuar su falta , se podrían
hacer valer otra multitud de motivos, contra los que no tendríamos
nosotros derecho de ser severos.»
Uno de los maestros de Renán, Scuellin , va mas lejos ; hace de
Satanás un Dios ; porque el Crhlo-Dios debía tener un antagonista
digno de Él (1).
Michelet en su Curso de filosofía de la historia predice la restau
ración del reino satánico , y en La Hechicera la echa de historiador al
contar con fruición los triunfos de Satanás sobre Cristo (2).>
Quinet , que quiere ahogar al Cristianismo en el fango, encuentra
en Satanás el Príncipe que debe retiñir todos los corazones (3).
Proudhon desea sustituir Satanás, su mu;/ amado, al inconsecuente
reformador qne se hizo crucificar (4).
FiOs diarios más renombrados toman su defensa y piden su com
pleta rehabilitación. «Creemos , dice L'Opinion Nationale (6 de Di
ciembre de 1864) , que ese Satanás tan violentamente atacado por los
ultramontanos, ese Satanás cuyo signo llevamos nosotros en la frente,
es mejor de lo que se le quiere reputar. Es una iniquidad hacer pro
tector y fundador del cesarismo á ese Satanás tan mal conocido. Sa
tanás, completando su obra , se encargará de probar á los señores
Obispos que no hay necesidad de poder religioso para corregir el
cesarismo. *
Y el Temps expresa el disgusto que le causa el papel monótono de
Satanás en el teatro : «Siempre es, dice él , el mismo burlador burla
do. Siempre se le dan papeles en que salga cruelmente desairado : >
el inevitable abismo con su correspondiente solfatara , tanto tiempo

(t) Moeller, De Vital de la l'hilosophie en Allemagne , pág. Sil.


(i) Intrad. á l'h'tt. unicers. , pág. 10-40.
(3) Deschampe, LeChrisI el Ies Anttrhrhi., t. I), pág. 47.
(*) La Rnolution au XIX' tícele, pág. 290-29!.
HISTORIA COYTEMPOnÁ.NEA DE LAS DOS CIUDADES. 373
explotada por la industria , recilie siempre en el último lance a este
monarca cornudo de manto rojo , cuya misión no es , según parece,
sino encarnizarse, sin resultado, en la condenación de algunas po
bres almas apocadas de campesinos y campesinas.
iVenga un hombre de talento , que nos dé una pieza , una com
posición de hadas, en que el diablo, completamente rehabilitado, con
temple, en la serenidad de su gloria, las vanas empresas intentadas
para derrocarlo ¡ que en el desenlace convoque á los ángeles y les
retire la dirección de las almas , para confiarles la de los balones, y
libre de las maldiciones seculares, él no maldiga á nadie, sino que
hasta reconcilie al Dios negro con el Dios blanco , y , como corona
ción de la pirámide luminosa, proclame la libertad (1).»
Si estos escritores y otros no menos impíos hubieran excitado una
reprobación general , debería sacarse por conclusión la existencia de
una locura y de una impiedad individuales. Pero la acogida que se ha
hecho á estas blasfemias inauditas , y el número de lectores y fanati
cos encomiadores de los libros que las contienen , ¿ no son para hacer
reflexionar? ¿ Se puede menos de ver en esto uno de los signos carac
terísticos de los tiempos actuales ?
Por haber pubficado las impiedades monstruosas que se acaban de
leer, Renán , Prondhon y consortes no perdieron nada de su gloria
ante la opinión dominante. No se les cerró ni la puerta de ningún sa
lón , ni la entrada de academia alguna. Tienen extensas relaciones
sociales, se come con ellos , se les dispensa trato familiar y se les
encuentra amables. Las trompetas de la fama proclaman su talento, y
. sus obras , traducidas á las principales lenguas , cuentan, en compa
ración con los libros cristianos , cien lectores por cada uno (2).
Tales son las blasfemias, desconocidas en la historia , que se im
primen hoy, no sólo en Francia, sino también en Alemania, y se
leen en el antiguo y nuevo mundo. Sin embargo, hasta estos últimos
años la rehabilitación de Satanás, la apología de Satanás, quedaba
circunscrita á las obras ignoradas de las turbas. Para adelantar la
obra infernal, faltaba atacar á medio mundo , al mundo de los ociosos
y las mujeres. Pues bien : tras los filósofos , literatos y académicos

(1) L. Ulbach, 1804. W


(2) Se «abe que en Austria estáte una asociación secreta , que se lia pro
puesto propagar á toda costa el libro impío y embustero de Renán. Lo han
traducido á casi todos los idiomas de aquel imperio, y los encargados de
«xpenderlo van por todas partes con su caja á cuestas y lo venden a vil precio.
374 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
han venido los novelistas y comediantes , que se han encargado de
hacerla popular. Es el mismo orden que Satanás guardó , hace diez
y seis siglos, para conservar su reino é impedir el del Espiriln
Santo ; detrás de Celso el sofista , vino Ginés el histrión.
El año 1861 vió aparecer una novela muy conocida , en la qu»
Satanás , transformado en dandy ( pisaverde ó lechuguino) , es el en
canto de los salones : su continente es irreprochable , sus maneras
distinguidas , habla con elegancia , sonrie graciosamente , hasta es
espiritual : fuma , juega , baila el vals y la polka ; nadie hay más
amable que él. En virtud de esta metamorfosis sacrilega , el hombre
se habitúa á mirar de cara á su eterno enemigo y á darle la mano :
los temores que antes inspiraba se reputan terrores vanos , la malig
nidad de que se le acusaba se considera como una calumnia nacida
de la ignorancia y la superstición.
Como elemento de propaganda , la novela ocupa un lugar medio
entre el libro sabio y el teatro. De los gabinetes de lectura ó de la
caja del vendedor ambulante , la novela penetra en el salón , en el
retrete , en la estufa. Allí ataca un número más ó menos considerable
de inteligencias ; pero la novela no habla á los ojos , ni corrompe más
que individualmente ; otra cosa es el teatro.
Con el prestigio de las decoraciones, la realidad de los personaje*
y la habilidad de los actores, se apodera de todos los sentidos y graba
en ellos profundamente lo que se propone enseñar. Además, se dirige
á las turbas. ¿Obtiene la pieza un éxito brillante? Tened por seguro
que al cabo de veinte representaciones , las agudezas , bufonadas,
máximas , censuras y elogios que contenga vendrán á ser los aforis
mos de una multitud de personas de toda educación y categoría. Do
aquí resulta que el modo de entregar á la irrisión el hombre más
respetable ó la cosa más sagrada , es sacarlos al teatro. Mejor que na
die lo ha comprendido el demonio. Á fin de hacer popular su rehabi
litación arrojando al desprecio de las turbas los dogmas cristianos
que le conciernen , se ha apoderado de un teatro importante de la ca
pital de las luces , en el cual hace representar lo que vamos á decir.
En uno de los días del mes de Agosto de 1861 , las esquinas de
París ofrecían á las miradas de todos un gran cartel azul , en que se
ejg en letras gordas : La Belleza del Diablo , pieza fantástica en
tres actos.
He aquí un rápido análisis de la misma. Se abre un gran salón
ricamente decorado : es una habitación del infierno, el dormitorio del
señor Satanás. Al través de las cortinas blancas de un lecho volup
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 375'
teoso, se ve la calaza de un joven elegante, que pide que le vistan.
Lu mesas y los tocadores se llenan de cosméticos , de frascos y hierros
de rizar, traídos por pequeños diablos, que son los ayudas de cámara
de Satanás. Sale éste de la cama : ayudado de ellos se compone, se
admira y se hace admirar. Enamorado de su propia hermosura, se
prome legralas conquistas, y anuncia un baile para la noche. Entonces
mismo acaban de caer en el infierno seis bailarinas de la Ópera , las
que, al son de violines , bailan walses y polkas. Satanás se apodera de
las recién venidas, y durante el baile se permite respecto de ellas pa
labras y gestos , que no dan todo el resultado que él desea.
Furioso entonces, pregunta á todos los demonios, si no es él siem
pre el rey de la hermosura. En las respuestas se manifiesta alguna
vacilación. Satanás se enfurece mas, y quiere saber qué se ha hecho de
su hermosura. Un condenado, magnetizador de profesión, ofrece re
velarle el misterio. Se hace venir a la señora de Satanás : se la ador
mece, y se le pregunta qué ha sido de la hermosura de su marido.
Madama Satanás no responde; pero se agita fuertemente en su asiento.
Se multiplican los pases , la cargan de fluido, y ella se queda profun
damente dormida. Preguntada de nuevo, dice : « Yo le he quitado la
belleza á mi marido. — ¿ Y por qué ? — Porque abusaba de ella (1)'—
¿Pues qué has hecho con ella ? — Se la di a una niña de Normandia.
—¿De qué pueblo? (Ella lo nombra'1.— ¿Cuándo se la diste?— El día
mismo en que se la quité á mi marido, que fué precisamente el del
nacimiento de la niña. >
Satanás no pregunta ya mas : llama a >u cochero, hace que en
ganchen su carruaje á la Daumont , y transformado en inspector de
escuelas primarias parte con el condenado magnetizador para ir en
busca de su hermosura. Llegado al pueblo, entra en la escuela, exa
mina á las muchachas, y preguntala edad de cada una. Ocho hay
que nacieron en el mismo dia. ¿Cual de ellas posee la hermosura de
Salanas? Imposible es saberio : una cosa hay cierta, y es que Satanás
recobrara su hermosura cuando la joven la haya perdido. A pro
puesta del magnetizador, se resuelve á llevarse las ocho mozas á Pa
rís, las cuales, fascinadas y enloquecidas, parten para la capital en
compañía de Satanás y de su ayudante. No tardan a naufragar en su
virtud en el camino de Bohemia, y los repugnantes detalles de ese
naufragio llenan una buena parte de la pieza. Cuando la última ha
sido amancillada , le vuelve la hermosura á Satanás, que se admira

(1) Aquí hay detalles que nos abstendremos de reproducir.


376 TRATADO HE:, E5PIKITU SANTO.
á si mismo y so vuelve á los infiernos á hacerse admirar, después de ¿-'j
haber prometido fidelidad á su mujer.
Tal es esa farsa innoble en que falta el arte, el gusto y hasta la
gramática ; pero andan á la par la lujuria y la impiedad. Satanás
transformado en un ser amable, el infierno convertido en una fonda
de lujo, adonde se llega con su correspondiente baul y su saco de
viaje ; una casa de tolerancia donde se bebe, se juega, se baila y hay *
diversiones, y de donde se sale en calesa para correr aventuras. ¿Qué
es semejante pieza? ¿Qué sino una burla prolongada de los dogmas
del Cristianismo, una profanación cínica de los más formidables mis
terios de la eternidad ? Después de haber oido y aplaudido esta mofa
sacrilega y de haberse empapado de ella, ¿quién conservará el más
mínimo horror del demonio, ni temor alguno al infierno? No teme
mos decirlo : jamás se había dado tal escaudalo al mundo cristiaaO.
Y, sin embargo, hay otro escándalo mayor que la pieza en si mis
ma, y es el gran éxito que obtuvo. ¿Se querrá creer que esta mons
truosidad fué representada sesenta y tres veces consecutivas? ¡ Y esto
en uno de los más conocidos teatros de París, en el Palais-Royal ! ¿Ha
bremos ya de asombrarnos de que en este mismo año, ante una gran
reunión, se haya podido echar y acoger con frenesi un brindis á la
muerte del Papa y á ln talud del Diablo ?
He ahí adonde hemos llegado en el siglo xix de la era cristiana.
Como sintoma, no conocemos nada más significativo que esta
pieza. Tales también el parecer de un escritor eminente, que nos
complacemos en citar. < El demonio , dice él , tenia hasta el presente
una forma inequívoca , especie de forma clásica , que los maestros de
la literatura, incluso el mismo M. Scribe, utilizaban, alterándola lo
menos posible : el demonio tenía siempre un oficio odioso y mani
fiesto. Hoy el ideal del demonio es de color de rosa : su persona tan
hechicera parece un calco tomado de la canción de Beranger : « Pre-
» sentóse ella, Espíritu, Hada óDiosa, pero joven y hermosa y sonrionte. »
iPor ejemplo, en La Hermosura eU'l Diablo , el señor Diablo no
puede menos de granjear vivas simpatías para el espíritu infernal. Sus
chascos son benéficos , sus modales los de un genio bien humorado.
Asi, pues, á la noción católica del demonio, noción llena de verdad que
resume ó encarna el sensualismo llegado á su más alta expresión, ef-'.
hombre-bestia, ved cómo se le opone otra noción totalmente contraria.
» ¡ Cosa extraña ! Se comprende que nieguen las verdades del cato
licismo aquellos á quienes la fuerza de las cosas ha retenido fuera de
la luz ; pero franquear el abismo de la negación en lo concerniente á
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIUDADES. 377
ia personalidad infernal y luego reconocerla para glorificarla , y reha
bilitarla, y hacerla amar.... , eso es un hecho incomprensible, incom
prensible y gravísimo; puesto que pone la mano en una verdad reli
giosa y racional á la vez, para destruirla sin ira y sin provecho. No
hay en esto la sola manifestación del amor de lo bello, hay influencia
oculta del Espíritu del vial. »
Hacerse llamar Rey. Cuando el racionalista del siglo xix no hace
del Satanás bíblico un ser imaginario, lo hace digno de compasión.
Este es simplemente un revolucionario desgraciado; ¿y quién no lo
es al presente en mayor ó menor escala ? En él , que es la personifi
cación del mal y de la fealdad , encuentra el artista un tipo al que no
le falta nobleza y hermosura. El novelista lo transforma en el gracio
so de Jockey-Club de maneras elegantes. El cómico lo presenta como el
festivo amo de casa del infierno, y al infierno como una quinta donde
se vive con regalo y se encuentran reunidos todo género de placeres.
Sin embargo , protegerá Satanás, justificarlo, embellecerlo y pe
dir en nombre del progreso que se le dé derecho de ciudadanía en
las sociedades cristianas, no es todavía bastante; se quiere que vuelva
á ser, conío lo fué , el Principe y el Dios del mundo. Él mismo aspi
ra , como á su objeto linal , á esta doble soberanía , que tiene grandes
pretensiones de reconquistar. En efecto : la revolución es hoy el po
der más formidable , y como Dios no haga milagros inauditos, la
futura reina del mundo.
¿ Qué es la revolución ! ¿Qué es sino Dios abajo y Satanás arriba '!
Pues bien : por boca de uno de sus hijos , que hablaba á sus hermanos
repartidos a los cuatro vientos , la revolución decia poco ha : » Luci
fer es el remate de la pirámide social. Él es el primer obrero, el
primer mártir, el primer amotinado, el primer revolucionario. Nos
otros , los revolucionarios , demócratas , socialistas , por respeto y
por gratitud , debemos llevar en nuestra bandera la imagen querida
del heioico insurrecto, que fué el primero que se atreviera a levan
tarse contra la tiranía de Dios (1).»
Después de haber legitimado el odio a Dios escribiendo : Dios es
el mal , otro blasfemo demasiado conocido da su corazón a Satanás y
fo llama con todas sus fuerzas. Le dedica su pluma , le consagra su
vida, é invita á la Europa entera á que siga su ejemplo. ' Ven, dice;
ven , Satanás , el calumniado de los sacerdotes y los reyes , ven a

(1) Diteurto de un refugiado en Londres, pronunciado on el café de los


francmasones en t8B?.
378 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
que yo te abrace y te estreche contra mi pecho. Hace ya tiempo que
te conozco, y tú también á mi. Tus obras ¡ oh bendito de mi alma! no
son siempre bellas ni buenas ; pero sólo ellas dan un pensamiento al
universo y lo libran de ser absurdo. ¿Qué sería sin ti la justicia ? Un
instinto. ¿Qué la razón? Una rutina. ¿Qué el hombre? Una bestia.
Tú solo animas y haces fecundo el trabajo. Tú ennobleces la riqueza.
Tú sirves de excusa á la autoridad. Tú pones el sello á la virtud. Es
pera todavía , proscripto....» Y lo demás que nuestra mano se resiste
a transcribir.
Proudhón no ha hecho más que sacar consecuencias. Desde el día
en que al oído de las nuevas generaciones de Occidente resonaron
aquellas palabras que se han convertido eu los axiomas de la ense
ñanza pública : « El Cristianismo es verdadero, pero no es bello. No
es bello, ni en literatura, ni en poesia , ni en elocuencia , ni en filoso
fía , ni en pintura , ni en escultura : para encontrar lo bello hay que
ir á buscarlo en el paganismo. Allí también , y sólo allí , se encuen
tran las grandes civilizaciones, los grandes caracteres , las institucio
nes vigorosas, las verdaderas luces y la libertad verdadera; » desde
aquel día , decimos , Satanás se puso en movimiento para volver al
mundo cristiano y reconstituir su imperio. La imprudente Europa le
ponía un puente de plata ; veamos si se aprovechó de él.
¿Quién es el rey de Europa, considerada en sus caracteres gene
rales ? El rey de la Europa moderna es aquel que la gobierna en el
orden de las ideas y en el de los hechos. Pues bien : siete grandes he
chos intelectuales y materiales , religiosos y sociales constituyen la
moderna Europa. El Renacimiento , el Racionalismo, el Protestan
tismo, el Cesarismo , el Volterianismo , la Revolución francesa y la
Revolución propiamente dicha, le dan el sello y le imprimen sus ten
dencias : el que los produce , los perpetúa y se esfuerza por realizar
los hasta en sus últimas consecuencias , ese es el verdadero rey de la
Europa moderna. ¿Es el Espíritu Santo?
Si se desciende á detalles, ¿quién forma la opinión pública? Las
blasfemias inauditas que hemos citado habrían sido imposibles en la
Edad Media ; ni siquiera tal idea le habría ocurrido entonces á ningún
hombre. Si se hubieran producido , la Europa de Garlo-Magno y de
San Luis se hubiera tapado las orejas por no oirías , y los blasfemos
habrían expiado en el suplicio su sacrilega osadía. ¿Qué Espíritu
rige , pues, á esta sociedad, á la cual se le pueden impunemente ha
cer oir esos horrores , y que se muestra indiferente , ó se ríe y los
acoge ? ¿ Será el Espíritu Santo ?
HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS DOS CIDDADES. 379
¿Qué Espíritu reina generalmente en la prensa , en las artes , en
los teatros , academias , novelas y diarios, en los más afamados es
critores de todo nombre y de todos los matices , gente innumerable
extendida en todos los puntos de Europa, que siembra á manos llenas
la mentira y la corrupción , como el labrador siembra el grano en sus
campos ? ¿ Será el Espíritu Santo ?
¿ Qué legislador lia hecho escribir en los códigos de la Europa
moderna el divorcio , destructor de la familia cristiana ; el matrimo
nio civil , concubinato legal ; la libertad de cultos , patente oficial
librada á todos los monederos falsos de la verdad , negación auténtica
de toda religión positiva , ironía sacrilega en virtud de la cual el su
dor de los pueblos se emplea en sostener el catolicismo -que afirma,
el protestantismo que niega, y el judaismo que se burla de uno y otro ?
¿Será el Espíritu Santo?
Á nuestra vista se autoriza en la capital del reino Cristianísimo el
culto público de Mahoma. Entre todas las ciudades cristianas , París,
el alma de las Cruzadas, la ciudad de San Luís, debía , sin duda, ser
la última en que se edificase una mezquita ; pues París ha sido la pri
mera. ¿Es el mismo Espíritu el que reinaba en el París de la Edad
Media y el que reina en el París del siglo xix ?
Este acontecimiento , que ha debido hacer estremecerse a nuestros
abuelos en el fondo de sus sepulcros , no da todavía la medida de la
soberanía que vamos caracterizando. Ésta se encuentra en los cantos
de triunfo que la mezquita de París inspira á los órganos de la opi
nión pública. «Varios musulmanes , dicen ellos, quieren vivir en Pa
rís , en la ciudad de San Luis y de Clodoveo, mezclados con nuestras
tropas del mismo modo que nosotros. Esta palabra explica suficiente
mente la importancia de este hecho , que no parecería pequeño si no
fuera por la transformación prodigiosa que han sufrido nuestras ideas
y sentimientos en el espacio de un siglo. Sí, es uno de los aconteci
mientos característicos de la historia de la civilización europea.... La
filosofía medita y admira. Meditemos bien sobre la gran significación
de este sencillo incidente, cuántas batallas representa libradas con
tra las preocupaciones de raza , y cuántas victorias alcanzadas sobre
el fanatismo (1). »

(I) Diario de los Debales, 8 de Majo de 4863.—En sus días de fiesta, los
soldados mahometanos quedan dispensados de servicio ,;á los soldados
cristianos no se les dispensa nada en domingo. Véase la relación de la fiesta
de Laid-ea-Ghir, celebrada en París en 9 de Marzo de 1864.
380 TRATADO DEL KSPÍRITU SANTO.
De modo que, para ser la más religiosa de las cinco parles de!
mundo, no le falta a la Europa moderna más que tener templos de
los Mormones y templos de Buddha y pagodas de Conlucio y santua
rios de los dioses de África y Oceania. Entonces la victoria sobre el
fanatismo será completa. ¿No es esto llamar al trono al padre de la
mentira y soñar con los buenos días de su antiguo reinado (1)?
En fin: ¿a qué inspirador se deberá atribuir la política de un
mundo que se dice cristiano y se entrega con babilónico furor á todos
los goces materiales , como si al bombre se le regenerase engordán
dolo ; un mundo que con el nombre de derecho nuevo inaugura el
derecho de la fuerza, es decir, que se rehabilita el derecho antiguo,
abolido juntamente con el reinado de Satanas, pretendido derecho
que bajo las palabras retumbantes de progreso y libertad oculta la
secularización de las sociedades y su emancipación cada vez mas com
pleta de la autoridad del Cristianismo, que hace, fomenta o deja que
se haga la guerra al Papa , que lo insulta y lo calumnia y pide á gran
des gritos el despojo del último rincón de tierra independiente don
de pueda reclinar su cabeza (2)? ¿ Será ese el Espíritu que fundo la
Iglesia?
Adormecedores y adormecidos, vosotros negáis la existencia del
demonio y su acción sobre el mundo : decidnos, pues, qué Espíritu
gobierna al mundo actual , considerado en su conjunto.

(I) Haec autem cinta* (Roma).... omnium gentium serviebat erroribus,


et magnam sibi videbatur asumpsisae religionem, quia nullam reepuebat (al*
sitatem. (S. Leo, Ser. in Natal, app. Pelr. el Paul.)
(S) Catorce años hace ya que se consumó el gran crimen , y amenazan
otros mayores. Europa, no sólo calla como si tal cosa no hubiera sucedido,
sino que estrecha la mano del usurpador. í Pobre Europa apóstata : la mano
de Dios sobro ti ! (Nota del Traductor. !
CAPÍTULO XXXIII.

101 espiritismo.

Sumario.—Hacerse adorar, objeto supremo de Satanás.—VA Espiritismo.—


Su aparición.—Su práctica.—Su doctrina.—Sus pretensiones.—Korraa una
religión nueva.—Su símbolo.—Sus reglamentos.—Su hacienda.—Sus me
dio? de propaganda.—Número creciente de sus adeptos.

Hacerse adorar. El Verlxi encarnado es Rey y es Dios : por este


doble titulo le pertenecen los homenajes y adoraciones del linaje hu
mano. Satanás, enemigo implacable del Verbo, quiere á toda costa
sustituirse a Él, ya como Rey, ya como Dios : tal es el objeto final
que siempre ambicionó, que logró en el mundo antiguo , y que logra
todavía entre todas las naciones extrañas al Cristianismo. La historia
atestigua este hecho, tan antiguo como la raza humana.
Para realizarlo, en la antigüedad habia diseminado tres grandes
errores que llenaban toda la tierra, el panteísmo, el materialismo y
el racionalismo. Estos tres errores, arraigados en las cabezas, su
plantan radicalmente al Verbo Redentor, cuya encarnación seria de
hecho imposible ó increíble. Preparado así el terreno, Satanás subeá
pie llano á los tronos y los altares. La razón es muy sencilla : el hom
bre no puede pasar sin un amo y sin un Dios ; criado para obedecer
y para adorar, haga lo que haga, es preciso que obedezca y adore.
Jesucristo, Dios y Rey ; ó Satanás, Dios y Rey : esta alternativa es
ineludible.
Ahora bien : si se analizan los errores dominantes en la Europa
moderna , se descubre sin trabajo que se reducen á los tres sistemas
antiguos, panteísmo , materialismo y racionalismo, los cuales hoy,
como antiguamente , son la última palabra del aniquilamiento del
dogma de la Encarnación. Si todo es Dios , no hay encarnación ; si
todo es materia , no hay encarnación ; si toda verdad se encierra den
382 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
tro de los limites de la razón, no hay misterios, ni por consiguiente
encarnación.
¿ Será necesario decir que la negación directa de este dogma fun
damental se reproduce entre nosotros con un lujo de audaz ignoran
cia que no se había conocido del Evangelio acá? ¿Habremos de aña
dir que esa negación es recibida con un calor cuyo espectáculo saca
los colores á la cara y llena el alma de espanto? Es un signo de los
tiempos : sin el elemento católico , que lucha todavía por mantener
sobre su pedestal divino la persona del Verbo encarnado , el mundo
actual volvería á caer en las condiciones del mundo antiguo. Cuanto
más este elemento se debilita , más se allanan los caminos para que
el demonio vuelva á sus antiguos altares. La razón lo dice y la his
toria lo confirma : el hombre de hoy , como el hombre de otros tiem
pos , tiene necesidad de un Dios : destronar al Verbo , es entronizar
a Satanás.
Al ver que Europa volvía la espalda al Cristianismo , era fácil
prever esa caída. Prevista fué y anunciada y demostrada hace más
de veinte años ; pero los videntes fueron tratados de visionarios. ¡En
pleno siglo xix volver el mundo al paganismo ! Insensato el que lo
diga , y estúpido el que lo crea. Y, sin embargo , el paganismo en
sus elementos constitutivos continuaba invadiendo la sociedad ; era
ya el mismo paganismo. Para hacer paganas las almas , no hay nece
sidad de ídolos materiales : el mundo era pagano antes que la mano
del hombre ofreciera á sus adoraciones dioses de marmol ó bronce.
El paganismo es la negación del Verbo encarnado y de lo sobrenatu
ral divino, y, como consecuencia inevitable, la adoración de lo que
no es el verdadero Dios , de lo que no es lo sobrenatural verdadero.
Pues adorar lo que no es el verdadero Dios , es adorar un Dios falso,
es adorar á Satanás , es ser pagano. « Que el objeto de la idolatría,
dico Tertuliano , tenga ó no una forma plástica , no por eso deja de
ser idolatría (1).»
Como el alma llama al cuerpo ,- el culto interior llama al exterior.
En la antigüedad Satanás gozaba de uno y otro : de entrambos goza
todavía en las naciones idólatras. Satanás no se muda ni envejece ; lo
que fué , lo quiere ser ; lo que tuvo , lo quiere tener. Y tanto más lo
quiere , cuanto que los oráculos , las evocaciones , apariciónes , cu-

(I) Idolum aliquamdiu retro con cr.it.... Tamen idololatria agebator, non
in isto nomine, sed in isto opere. Nam et hodie extra templum et sine idolo
agi potest. (Idoloh, c. in.)
EL ESNMTiSMO. 383
raciones y prestigios eran el principal instrumento de su reinado y
una parte integrante de su religión. Era, pues, infalible, que, más
larde ó más temprano , volvería con todo ese cortejo de prácticas
victoriosas , hábilmente modificadas según los tiempos y las perso
nas. Asi hablaba la lógica , que esperaba con confianza , ó diremos
mejor , con terror la conlirmación de sus razonamientos. Asi se en
contraba el mundo , cuando en el pueblo más racionalista del globo
comienzan á manifestarse mil feuómenos extraños, que se atribuyen
á agentes sobrenaturales , y cuyo conjunto ha tomado el nombre de
Espiritismo ó Religión de los espíritus. He aqui su parte histórica:
«Hacia el año 1850 , dice uno de sus grandes sacerdotes , llama
ron la atención en los Estados Unidos de América diferentes fenóme
nos extraños, que consistían en ruidos , golpes y movimientos de
objetos, sin causa conocida. Estos fenómenos se realizaban muchas
veces espontáneamente, con una intensidad y una persistencia singu
lares ; pero se observo también que se producían más particular
mente bajo la influencia de ciertas personas , á quienes se designó
con el nombre de Mediums , y que podían provocar esos fenómenos á
su arbitrio , lo cual pormitio repetir los experimentos.
• Para esto se sirvieron con preferencia de mesas , no porque este
objeto sea más favorable que otros (1) , sino únicamente porque es
movible, más cómodo.... : obtuviéronse rotaciones de la mesa, des
pués movimientos en todo sentido, y se las vió dar saltos repetidos y
caerse y levantarse y dar golpes con violencia, etc. Es el fenómeno
que se designó en un principio con el nombre de Mesas giratorias.
»No se tardó a reconocer en estos fenómenos efectos inteligentes.
Asi, el movimiento obedecía á la voluntad, la mesa se dirigía á la
derecha ó á la izquierda de una persona designada, se levantaba, se
gún se le mandaba , sobre uno ó dos pies, daba el número de golpes
que se pedia, marcaba el compás, etc. Desde entonces fué cosa evi-

(I) Esto no es seguro; el demonio no hace nada sin motivo. En toda la


antigüedad , las mesas fueron los objetos privilegiados de que se sirvió para
dar -los oráculos. Conocido es ol famoso texto de Tertuliano: per quos (dae-
mones) mensas divinar» consueverunt. Generalmente las mesas son de madera,
y se sabe que la adivinación por medio de la madera fué anatematizada en
el Antiguo Testamento : Maldito el que dice al madero : Despiértate y levántale.
¿Por qué esta preferencia ? ¿No será porque Satanás haya querido hacer ser
vir para el afianzamiento de su imperio la madera, en la que habla vencido, y
por medio de la cual le habían de vencer un día? Ut qui in ligno vincebat, in
liqna queque vinceretur.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dente que la causa no era puramente física, y según aquel axioma de
que : Si todo efecto tiew una causa, todo efecto inteligente debe tener
una causa inteligente , se sacó la conclusión de que la causa de este
fenómeno debía de ser una inteligencia (i). «
El razonamiento no tiene réplica, como el hecho en si es incontes
table ; mas ¿de qué naturaleza era esa inteligencia? Esta era la cues
tión. «El primer pensamiento fué que todo eso podría ser un reflejo de
la inteligencia del médium ó de los asistentes; pero la experiencia de
mostró pronto que esto era imposible, supuesto que se obtuvieron
resultados que estaban completamente fuera del pensamiento y de los
conocimientos de las personas presentes, y aun en contradicción con sus
ideas, voluntad y deseo ; no podían, pues, pertenecer sino á un ser-
invisible.
9 El medio de asegurarse de esto era muy sencillo. Se reducía a
entrar en conversación con aquel ser ; lo que se hizo por medio de un
número convenido de golpes, que significasen tí ó no, y designasen
las letras del alfabeto ; de esta manera se obtuvieron respuestas á las
diferentes preguntas que se hicieron. Es el fenómeno que se designo
con el nombro de Mesas parlantes.
> Todos los seres que se comunicaron de este modo, interrogados
sobre su naturaleza , declararon ser espíritus y pertenecer al mundo
invisible. Idénticos efectos se habían producido en gran numero de
localidades con intervención de personas diferentes, y habían sido ade
más observados por hombres muy serios é ilustrados : por lo cual no
era posible reputar todo esto efecto de una ilusión. De América pasó
el fenómeno á Francia y al resto de Europa , donde por espacio de al
gunos años estuvieron de moda las mesas giratorias y parlantes, y
vinieron á ser el entretenimiento de los salones. Después , como ya
no causaran novedad, se las orilló para pasar á otra distracción....
«Las comunicaciones por golpes dados eran lentas é incompletas.
Se observó que adaptando un lapicero á un objeto movible , á una
cesta, tablilla ú otra cualquier cosa, y poniendo encima los dedos,
este objeto se ponía en movimiento y trazaba caracteres. Mas adelante
se reconoció que esos objetos no eran más que accesorios de que se
podía prescindir. La experiencia demostró que el espíritu , obrando

(1) Alian Kardec, Le Spiriliinu a ta plu» simple expresión, p. 3 et 4.—


Alian Kardec es un seudónimo dado por los espíritus á M. Reiveil , el cual
en otra exigencia precedente , habla sido soldado bretón, con el nombre de Alian
Kardec.
el' kspmitísmo. 385
sobre un cuerpo inerte para dirigirlo según su voluntad, podía obrar
igualmente sobre el brazo ó la mano para dirigir el lapicero.'
»Hubo entonces mediums escribientes, es decir, personas ijue es
cribían de una manera involuntaria bajo el impulso de los espíritus,
de los cuales, por consiguiente, eran intérpretes é instrumentos.
Desde este momento las comunicaciones no reconocieron ya limi
tes.... (1).»
Á los mediums escribientes se agregan ya hoy los mediums evoca
dores y los mediums caradores. Los primeros, que a los ocho años
eran ya muy numerosos, obtuvieron los fenómenos más sorprenden
tes, apariciones de espectros ó de flamas fosforescentes, sonidos ar
ticulados, escrituras espontáneas (2), rigidez é insensibilidad de todos
los miembros del cuerpo, inmovilidad instantánea de todos los relo
jes de una casa, etc.
«En cuanto á los segundos, se ve que se van extendiendo, según
lo han anunciado los espíritus, y esto con la mira de propagar el Es
piritismo por la impresión que este nuevo orden de fenómenos no
puede menos de producir en las masas ; pues -no hay quien no tenga
anhelo de la salud, aun entre los mas incrédulos.... Entre el magne
tizador y el médium curandero hay la diferencia capital de que el
primero magnetiza con su propio fluido, y el segundo con el que
emana de los espíritus. Los mediums curanderos son uno de los mil
medios providenciales para acelerar el triunfo del Espiritismo [i). t
Tales son hasta el presente fos principales fenómenos espiritistas,
y los modos ordinarios de comunicación con los espíritus. Pero, en
fin, /qué debe pensarse de esos fenómenos, y qué espíritus son esos?
Decir, como algunos dicen: « Niego todos esos fenómenos porque

(1) Allaa Kardec, Spiritíunt a si plus simple txprewon , p. 4 et 7.


(2) Hi-bre una mesa, y á veces cobre un sepulcro, se pone una hoja de papel
donde te han escrito diferentes pregunta». Se pide al espíritu que responda
4 ollas . y á pucos instantes tomáis el paprl y encontráis la respuesta clara
mente escrita. Esta* son las que se llaman escriturat tlira ta». La antigüedad
psg&na las conocía bajo d numbie de oráculof entrt sueños , de los que hemos
niU'lo algunos ejemplo?.
(3) Rm te Spirit. , Enero de 1864, pág. 10.—Que los demonios puedan
•perar curaciones más óraenos leales, cosa es que paiece incontestable.
Tertuliano explica el secreto, y los numerosos tx tofos suspendidos en las
paredes de los templos paganos de otros tiempos atestiguan la creencia de
los pueblos. Di^an lo que quieran . los espirítala? no han llegado á tanto.
g'an médium curandero , el zuavo (no pontificio) Jacob, cuya fama ooupó
* todo París en el ano 1867 , acabó por uu fracnso completo.
TOMO 1. 2S
386 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
uo he visto ninguno,» es lo mismo que decir : Niego que exisla
Pekin, porque yo no he estado allí nunca. Es decir a los testigos de
estos fenómenos : Os halléis engañado o engañáis. Pues bien teste
cumplimiento se dirige, no á algunos individuos fáciles de seducir ó
cómplices interesados de una mentira grosera, sino á millares de
hombres serios y respetables de todos los países, que no se conocen,
que no habiéndose nunca visto, se encontrarían alucinados el mismo
día y á la misma hora, ó se convendrían para alirmar como verda
dero un hecho materialmente falso. Es decir, en fin : Niego, porque
niego. Pero en la lengua francesa la palabra niego viene de la palabra
tonto, y la negación sin pruebas os una necedad. Dejémosla a esos
que se la permiten, y pasemos adelante.
Dicen muchos: «Estos fenómenos existen, pero no tienen nada
de sobrenatural : juegos de física, entretenimientos, cuando mas, re
sultados de cierras influencias fluidicas, no son más que eso.»
¡Juegos de física! ¿Y la prueba?—¡La prueba! Es que hace cosas
semejantes nuestro gran prestidigitador Rnherto-floudin.—¡Conque
habéis visto en Roberlo-Houdin lo. que millares de testigos afirman
haber visto en los espiritistas, mesas que giran y se levantan y llevan
el compás al contacto del dedo meñique de un infante ! ¡ Conque ha
béis visto mesas inteligentes que respondían á vuestras preguntas
y escribían ellas mismas sus respuestas! ¡Conque habéis visto á
Roborlo-Houilin deciros lo que est;iba pasando á cien leguas de vos
otros y descubriros lo que no sabia nadie masque vosotros! Atacados
de una enfermedad interna rebelde á los esfuerzos del arte, ¡le ha
béis oído describir con exactitud la naturaleza de vuestro mal , por el
solo contacto de vuestros cabellos, y no siendo él médico ni químico,
nombrar con precisión y por sus nombres científicos los medicamen
tos necesarios para vuestra curación! No, Roberto-Houdin no hace
nada que á esto se parezca.
¡ Entretenimientos! ¿ Y la prueba?—; La prueba ! Es que los char
latanes son al presente tantos y tan hábiles, que ya no sabe uno de
qué fiarse. —Que los charlatanes sean hoy hábiles y numerosos, es
una verdad ; y que viváis alerta , no deja de ser discreto. Pero la cues
tión no es esta. La cuestión es saber qué razones tenéis para creer
que los espiritistas no son mas que charlatanes, y los testigos de sus
fenómenos ó victimas ó cómplices. Como no se puede discutir lo des
conocido, esperamos vuestros motivos.
—Nuestros motivos, respondéis, ya los hemos dicho; que no pode
mos admitir la intervención do los espíritus en este orden de feuó
EL ESPIRITISMO. :(87
menos.—Decir que no podéis, es decir que no podéis. Esto no es
justificar vuestra negación ; es afirmar vuestra impotencia , ni más
ni menos. Pero vuestra impotencia queda desvirtuada por la potencia
del testimonio mil veces repetido de millares de testigos oculares,
sanos de cuerpo y de entendimiento, dotados como vosotros de razón,
ciencia, experiencia, serenidad y suspicacia. Queda también desvir
tuada y más que desvirtuada por el testimonio del mundo entero,
testimonio que se extiende a muchos millares de años ; porque
muchos millares de años hace que el mundo esta viendo espiritistas.
Pues hien: de estos dos testimonios sale una voz que domina todas las
demás, y dice: No, los fenómenos espiritistas no son cosa de juego (1).
¡Influencias fluidicas! ¿Y la prueba? — ¡La prueba ! Es que los
fluidos són agentes misteriosos , capaces de producir efectos sorpren
dentes y que nos parecen sobrenaturales, por mas que nada tengan
que no sea muy natural.—Admitamos los fluidos ; pero , ante todo,
haced el favor de decirme con precisión , qué es un fluido. ¿Lo ha
béis visto? ¿Lo habéis tocado? ¿Lo habéis analizado? ¿Qué color
tiene ? ¿Cuáles són sus elementos? ¿ Es algo material ó espiritual? Si
«algo material , explicadme cómo un agente material puede produ
cir efectos que no son materiales , cómo puede hacer que yo lea con
los ojos cerrados , vea á largas distancias , conozca lo que pasa en
apartados países que yo jamás he visto y donde a nadie conozco. Si
el fluido es algo espiritual , estamos conformes ; a lo que vosotros
llamáis fluido , nosotros le damos el nombre de espíritu.
Pero eso de dar una definición exacta del fluido os pone en un
apuro; pues vosotros mismos decís que es un agente misterioso. Si,
pues, es misterioso, no le conocéis , ó tenéis de éi un conocimiento
demasiado imperfecto para que podáis atribuirle con certidumbre
tales ó cuales efectos. Esa manera de razonar no tiene nada de mo
derna. Toda la secta materialista de Epicuro la empleaba contra los
oráculos y prestigios , esto es , contra el espiritismo de la antigü -dad.
Según ellos, estos fenómenos eran debidos a exhalaciones subterráneas
de naturaleza desconocida. De este modo el miedo á lo sobrenatural
los conducía á lo contradictorio y absurdo. Guardémónos de semejante
caída; y caeríamos en lo mismo seguramente, si en vez de cosas nos
pagáramos de palabras mal definidas.

(I) Véanse las sainas obras de Del Río, Dit?-uVf.:o»M tnigiVas ; de Pi-
gnatelli, NovUitmat Coniuliationes ; de Desmoinseaiu , Mirville y Liuuuard,
D;i rapports de l'homme ante le Je 'non, 6 vol. ID 8.°
388 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En resumen : á no dar con nosotros en el pirronismo universal,,
forzoso es admitir en su conjunto la realidad de los fenómenos espi
ritistas y la espiritualidad de los agentes que los producen.
Mas ¿ qué espíritus son estos? No pueden ser más que ángeles
tiuenos ó angeles malos, almas santas ó almas reprobadas. Pero ánge
les buenos no son , ni almas santas tampoco. Por una parte , los an
geles buenos y los santos no están á las órdenes del hombre , en el
sentido de que acudan de una manera sensible al llamamiento de
cualquiera para satisfacer su curiosidad y servirle de pasatiempo:
jamás semejante cosa se ha visto, ni dicho, ni creído. 'Por otra parteT
Dios prohibe , bajo las penas más severas , interrogar á los muer
tos (1). Los pretendidos muertos que responden desobedecen á Dios:
luego no son santos.
¿ Qué son , pues ? Condenados ó demonios. Mas del mismo modo
que los demonios, los condenados no están á disposición de los evo
cadores. Luego ¿qué espirilus responden al llamamiento de los mé
diums? Los demonios que habitan corea de nosotros, que están
siempre dispuestos a engañarnos y que tienen mil medios de con
seguirlo. Este es el argumento sin réplica del señor obispo de Poi-
tiers (2).
«Si no es permitido, dice el sabio Prelado, interrogar á los muer
tos, y si , por consiguiente , Dios los niega la facultad de responder a
las preguntas que los vivos no pne.len hacerles licitamente, ¿de
dónde pueden provenir esas respuestas que se jactan de obtener y ob
tienen algunas veces? Evidentemente sólo el Espíritu de las tinieblas
puede obedecer a esas preguntas culpables. La comunicación con los
espíritus es , pues , ni más ni menos que el comercio con los demo
nios. Es, por consiguiente, el retroceso á esos desórdenes monstruo
sos, á esas supersticiones condenables que tuvieron por tantos siglos
y todavía tienen á las naciones paganas bajo la vergonzosa servidum
bre de las potencias infernales (3).»
Á la autoridad del ilustre Obispo añadamos la de un teólogo ro
mano , cuya reciente obra ha sido honrada con una carta del Soberano
(1) Nec inveniatur in te.... qui quaerat a mortuis veritatem. (Deulir.,
xvin, 11 ; Eocod., xxn, 8.)—Este e« el uso criminal qu« se practícala entre
los gentiles : Numquid non populus a deo suo requiiet pro viví* a m«-
luis? (h. , vm , 19.)—Omnia haec abomina'ur Dominus. (Ueulrr. , ibid ¡
(2) Y también de San Agu6l(n , lib. De cura pro mor/, gorend., c. xm ; >'
de Balito Tomás, 1. p , q. lxxxix, art. 8.)
(3) Inslr. pait., t. in, p. 43 et 45.
EL ESPIRITISMO. 389
Pontífice Pío IX. «El magnetismo animal , dice el P. Perrone, el so
nambulismo y el espiritismo no son en su conjunto más que la res
tauración de la superstición pagana y del imperio del demonio (1). i
Los Espiritistas, negando la personalidad de los demonios, protes
tan contra este razonamiento ; pero con una inconsecuencia que los
confunde, como luego veremos , sostienen que las comunicaciones
con los espíritus son un hecho conocido de toda la antigüedad. «La
realidad de los fenómenos espiritistas , escriben, encontró numerosos
contradictores. Los unos no vieron en esto más quo un juego.... Los
materialistas rechazaron la existencia dn los espíritus á la categoría
de fábulas absurdas.... Otros , no pudieudo negar los hechos é influi
dos do cierto orden de ideas (2), atribuyeron estos fenómenos a la in
fluencia exclusiva del Diablo, y por este medio procuraron amedren
tar á los tímidos. Vero hoy el temor del Diablo ha perdido muchísimo
de su influencia. Tanto se ha hablado de él, de tantas maneras lo han
pintado, que nos hemos familiarizado con esta idea, y muchos han
dicho que se debía aprovechar la ocasión para ver lo que re límente
era. De aquí ha resultado que , aparle de un número reducidode mu
jeres timoratas , el anuncio de la llegada del verdadero diablo picaba
la curiosidad de los que no lo habían visto sino pintado ó en el teatro;
esto ha sido para muchas gentes un estímulo poderoso (3).«
Después de haber hecho , sin enterarse de ello, el retrato exacto
de las disposiciones generales del mundo moderno relativamente al
demonio , el oráculo del Espiritismo dice en otra parto : « Si bien los
fenómenos espiritistas se lian producido en estos últimas tiempos de,
una manera más general , todo prueba que los hubo ya desde los
tiempos mas remotos. Esto , pues, que nosotros vemos hoy no es un
descubrimiento moderno , es el despei tar de la antigüedad ; pero de la
antigüedad despojada del cortejo místico que engendró las supersti
ciones, de la antigüedad ilustrada por la civilizacíón y el progreso en
las cosas positivas.... (4). »
(1) Magneti-imus animalis, somnambuüsmus et apiritismua , in suo com-
plexu , nil aliud smit quim paganae superstitionis atque impera daemonU
instaurado. (De Virl. Rthg.)
(2) Léase, el clero y los catolico* fieles alas enseñanzas de la revelación.
(3) Alian Kardec, L". Spiriliimr. a m plm simple expresiion, p. 56.
(4) Esto quiere decir : da la antigüedad tal como era antes del Ci istia-
cismo, tal como retori, a á medida que el Cristianismo pierde terreno. Alian
Kardec se explica perfectamente. Nosotros le habríamos pagado esta decla
ración, paia sostener nuestra gran tesis del paganismo moderno; que no
podría decirse cosa mejor.
390 TIUTADO DKL ESPÍRITU SANTO.
«El hecho de las comunicaciones con el mundo invisible se en
cuentra en términos nada equívocos en las historias bíblicas, en San-
Agustín , San Jerónimo , San Crisóstomo , San Gregorio Nazianceno.
Lo admitieron los mas sabios filósofos de la antigüedad , Platón , Zo-
roastro, Coníucio, PItágoras.... Lo encontramos en los misterios y
oráculos.... en los adivinos y hechiceros de la Edad Media.... enloda
la falanje de ninfas, genios buenos y malos de la tierra y del aire,,
hadas , trasgos, etc. (1). »
Tales, pues, la honrada genealogía del Espiritismo. Por confe
sión de su órgano más acreditado, los espiritistas modernos tienen
por padres y colegas á todas las pythonisas y hechiceras, a todos los
espíritus de los tiempos antiguos. Esta antigüedad les gusta y se glo
rían de ella. Así los protestantes se jactan de tener por antepasados a
los llusitas , Valdenses y Albigenses, y de remontarse por ellos hasta
los primeros siglos de la iglesia.
En el prospecto de una magnetizadora que se estableció en uno
de los barrios principales de París en Marzo de 18G'i , leemos : «La
ciencia con que vamos a ocupar á nuestros lectores es seguramente
una de las mas antiguas y que mas interesan á la especie humana.
Antes del siglo xvi , esta ciencia se conocía con el nombre de espíritu
de sortilegio y de magia. Dos siglos después , el doctor Mesmer reco
noció en esta ciencia no definida un agente poderoso que se insinúa
con su influencia celestial cerca de los nervios, cuya actividad des
arrolla , etc.»
Tiene razón : los fenómenos espiritistas de hoy son exactamente
los mismos de la antigüedad pagana y del mundo actualmente some
tido a la idolatría. En efecto: ¿qué diferencia encontráis, como no
sea en la forma, entre las evocaciones, oráculos, consultas y pres
tigios que nosotros vemos reaparecer en Europa al cabo de diez y
ocho siglos de Cristianismo, y lo que se hacia, dos mil años ha , en
Claros , Dódona , Prenesta , en todas las ciudades de los Griegos y de
los Bárbaros , como dice Plutarco , y se practica todavía en Africa,
en las Indias, en el Thibet , en China , donde (miera , en fin , que el
Evangelio no ha sido predicado ?
Si al autor no le hubieran cegado sus preocupaciones, habría
concluido diciendo: La identidad de los efectos demuestra la iden
tidad de la causa : ahora bien : toda la antigüedad atribuye los fenó
menos espiritistas á los demonios y no á las almas de ios muertos;

(1) Rmue Spiril.. 8 de Enero de 1858.


el espiritismo. li'.M
luego Ib causa no es menos incontestable que el fenómeno en si
mismo (I).
Que toda la antigüedad atribuye á los demonios los fenómenos de
que se trata, es un hecho que nadie puede negar sin caer en el escep
ticismo. Toda vez que ya lo hemos probado , nos cóntentaremos con
citar aquí a Tertuliano. Diez y siete siglos hace que , arrancándola
mascara á los pretendidos muertos de Alian Kardec y demás espirí
tistas modernos : « La magia , decía , promete evocar las almas de los
muertos. ¿Qué es, pues, la magia? Uu engaño. Pero el autor del en
gaño no es conocido sino de los cristianos, que saben los misterios de
los espíritus oíalos. Los demonios són los autores de la magia , me
diante la cual se fingen almas de los muertos. Se invoca a los que han
muerto en la juventud ó de muerte violenta ; pero .wn los demonios tos
que obrun bajo la máscara de las almas [2).»
San Agustín añade: « Estos espíritus, no por naturaleza, sino por
malicia , se dan por dioses ó por almas de los muertos , y no por de
monios que són en realidad
Al testimonio de la tradición agregan los Padres la autoridad de
los hechos. Con las pruebas en la mano ponen al descubierto la natu
raleza de esos pretendidos muertos, llamando la atención sobre los
errores é inmoralidad de su doctr ina. Nada ha cambiado : en ninguna
cosa el demonio se revela más evidentemente , a pesar de todos sus
artificios , que en las enseñanzas que da a los espiritistas contemporá
neos con encargo de que las extiendan. Hoy, como antiguamente, sus
enseñanzas .mezcla delo verdadero y lo falso , acaban por errores

(I) Los católicos tendrán presente quesería tan peligroso como absurdo
negar en su conjunto la autenticidad de las manifestaciones demoníacas
actuales. La negacii n de lo sobrenatural satánico conduce a la negación de
lo sobrenatural divino. Lo sobrenatural satánico no es tal sino con relación
áno-rtros; relativamente a los demonios es natural. Este es el sentido que
damos a esta palabra en el discurso de nuestra obra.
(5) Ma^ia quae animas.... evocatui aiu se ab inferum iixolatu polli-
cetur. Quid ergo droemus magiara ? quod omnespe.ne, fallaciam. bed ratio
fallaciae sol s non fugit christianos . qur spiritualia nequitiao novimus.... In
qua *o daemones perinde morluos fingunt.... itaque invocantur quwJem
Ahori et liiotbanati , sed daemones operar, tur sub obtentu earum (anima-
tum). 'De Anim., c. lvii.)
(3) Hispiritua, non natura, sed vitio faílaces , óimutait se deos et ani
mas dt functorum, daemones autem non simulant, sed plane sunt. (De Civil.
Dti, ltb. x, c. xi.)
39:! TRATABO DKL ESPÍRITU SANTO.
radicales. En efecto : el catolicismo es la verdad , toda la verdad,
nada mas que la verdad. Toda afirmación contraria es el error , y
viene evidentemente del padre de la mentira.*'
Pues bien: los espiritistas enseñan seis errores, es decir, seis
negaciones, que se encaminan á la ruina completa del catolicismo.
Niegan : 1.°, la existencia de los demonios ; 2.°, la eternidad de las
penas ; 3.°, la resurrección de los cuerpos ; 4.°, el pecado original;
5.°, la revelación cristiano ; 6.°, por consiguiente, la divinidad misma
de Nuestro Señor Jesucristo.
Vamos á las pruebas Por el órgano dn todos sus mediums, y sobre
todo por la boca de su sumo sacerdote Alian Kardec , los espiiitns
dicen : « El Espiritismo combate la eternidad de las penas , el fuego
material del infierno, la personalidad del diablo. Según la doctrina
de los espiritas acerca de los demonios , el diablo es la personificación
del mal , es un ser alegórico, compendio de todas las malas pasiones
de los espíritus imperfectos : los espíritus no son otros que las
almas.
»Los espíritus se revisten temporalmente de un cuerpo material.
Los que siguiendo por el camino del bien avanzan más rápidamente,
tardan menos en conseguire! objeto, y llegan áélen condiciones menos
penosas.... El perfeccionamiento del espirito es el fruto de su propio
trabajo : no podiendo adquirir en una sola existencia corporal todas
las cualidades morales ó intelectuales que deben conducirlos á su fin,
llegan á él mediante una serie de existencias sucesivas, en cada una
de las cuales adelantan algunos pasos en la vía del progreso.... Cuando
una existencia ha sido mal empleada , es infructífera para el espíritu,
que tiene que volverla a comenzar en condiciones más ó menos peno
sas, á cansa de su negligencia y mala voluntad....
«Los espíritus al encarnarse llevan consigo lo que adquirieron en
sus existencias precedentes. Las malas inclinaciones naturales son
los restos de 1ii imperfección del espíritu , que no se ha despojado
completamente de ellas ; són indicios de las faltas que cometió , son
el verdadero pecado original.... Con decir que el alma, al renacer,
trae el germen de la imperfección de sus existencias anteriores, se
da del pecado original una explicación lógica , que cualquiera com
prende y puede admitir....
•Despojándose poco a poco de sus impurezas el espíritu en sus
encarnaciones sucesivas, y' perfeccionándose por el trabajo, II -£a
al término de sus existencias corporales , pertenece entonces al
orden de los espíritus puros o ángeles , y goza á la vez de la vista
EL ESPIRITISMO. 393
de Dios y de una felicidad sin mezcla por toda la eternidad (1).
•El Espiritismo es independiente de todo culto particular.... No
prescribe ninguno, no so ocupa eu dogmas especiales.... Se puede
ser católico griego ó romano, protestante, judión musulmán...., y a
la vez espiritista : la prueba es que el Espiritismo tiene adeptos en
todas las religiones.... Hombres de todas castas , de toda secta y co
lor, todos sois hermanos ; porque Dios os llama á todos hacia si. Alar-
gaos, pues , la mano, cualquiera que sea vuestra manera de adorar
lo, y no os lancéis el anatema ; porque el anatema es la violación de
la ley de la caridad proclamada por Cristo (2). »
' i Se querrá creer que para hacerlos aceptar más fácilmente, el
Espiritismo tiene la audacia de poner sus monstruosos errores hasta
en las bocas más católicas? Lázaro, San Juan Evangelista , San Pa
blo, San Agustín , San Luís , San Vicente de Paul , nuestros predi
cadores célebres y hasta el venerable cura de Ars , vuelven del otro
mundo para decir á los vivos que nuestros más sagrados dogmas son
fábulas, y ellos, por consig 1iente , engañados ó impostores. ¿ÍVoes
esta la más radical , y, sin disputa , la más pérfida (3) negación del
catolicismo que se haya visto en las naciones bautizadas?

(1) Sobre la pretendida reencarnación de las almas no están de acuerde


los espiritistas. Alian Kardec y su escuela la sostienen : Pierart y Bus
discípulos la niegan radicalmente. Pero espiritistas y espiritualistas . Kardec
y Pierart están conforme» en atacar al CristianUmo y reemplazarlo con la
religión de los eipirilui.
(2) Le Spirithme a sa plus simple cz-premion , pp. 15, 16, 18, 19, 2tt
52, 28 , o.a édit., ISíilí -, y tnstruclionn prntiques sur les manifd"tiIIión% iprnt?t,
pauim. París. 18.:¡8.—Este espiritista nosabe lo que se dice. El Cristi, cuya
autoridad tenéis la osadía de invocar, ¿no lanzó el anatema contra el que no
crea? «Pero el que no crea, so condenará.... El que no cree, ya está juz
gado.... Si no oyere á la Iglesia, sea para ti como un gentil y publicano.»
Vuestra caridad sin la fe es una quimera. La unión de los corazones supone
la unión de las inteligencias. —Los mismos errores se contienen en todos los
libros y diarios espiritistas.
(3) Sabemos bien que en el primer siglo de la Iglesia los discípulos de
Simón Mago se jactaban de evocar las almas de los santos y profetas ; pero
no se ve que los convirtieran en apóstoles de sus errores. Los espiritistas
actuales són más audaces que sus maestros.— Ecce hodie ejusdem Simonía
haereticos tanta presumptio artis (mayicae) extollit, ut etiarn prophetarum
animas ab inferís moveré se spondeant. Absit ut animam alicujns sancti,
nedum prophetae , a daemonio credamus extractam . edocti quod ipse Sata
nás transfiguratur in angelum lucís, nedum in hominem lucís, etiam Deura
se adseveraturus in line. (Tertull., De Anima., c. lvii.)
394 thatado del BSPinrro santo.
¿Se necesita algo más para dar a conocer la naturaleza de los es
píritus que responden al llamamiento de los espiritistas'/
Sin embargo, destruir la religión del Verbo encamado no es más
que la parte negativa de la obra ; sustituirle la religión de los espíritus,
es decir, de los demonios, es la parte positiva, a Anuncian los espíri
tus, dice Alian Kardec , que son llegados los tiempos marcados por
la Providencia para una manifestación universal , y que, siendo ellos
los ministros de Dios y los agentes de su voluntad , su misión con
siste en instruir é ilustrar á los hombres, abriendo una nueva era
para la regeneración de la especie humana.... [i).
«Muchos escritores de buena fe, que combatieron á ledo trance eí
Espiritismo, han renunciado a una lucha reconocidamente inútil. Es
inminente la ruina del viejo mundo ; porque las ideas que preconiza
no eslan á la altura a que ha llegado la inteligencia humana. Se siente
la necesidad de algo mejor que lo existente, y ese algo se busca en
vano en el mundo actual. Circula en el aire cierta cosa cual corriente
eléctrica precursora do la tormenta, y todo el mundo esta en expecta
tiva ; pero es universal la persuasión de que el linaje humano no debe
retroceder (2). »
¿Y adonde se encamina? Al Espiritismo, según con voz unánime
declaran los espiritistas. « El Espiritismo , dicen, es la Religión de lo
por venir. El Espiritismo es la Religión legada a los hombres por
Cristo, depurada de todos los errores que el orgullo ó la ignorancia
han introducido en ella.... El Espiritismo, lejos de ser una religión
nueva , es la esencia misma de los principios sublimes que Cristo legó
a los hombres, y que presintieron Sócrates yPlatón ; pues no vino de
modo alguno a destruir, sino a depurar la ley mosaica , corno hoy el
Espiritismo a depurar el Cristianismo (3).»
Y en otra pai te : « El Espiritismo lo ilumina todo ; es la síntesis
de todas las ciencias , de todas las revelaciones , de Mas las religio
nes. Lo mismo que el Cristianismo, del cual es complemento y consa
gración , el Espiritismo tendrá sus Judas , é igualmente (pie esta doc
trina sagrada, él necesitara también vencer miles de obstáculos, que

(1) Le iAcre des sprUs , Praléflomene*,


(2) fl.'uu; Spi'il., Jauv I8H4, |). i »t 5.
(:í) La Vérité, diario espiritista dcLvon : L'Avenir , monitor del E"piritÍ8mo,
24 de Novieml re de 4864. De este último diario era director Alis d'Ambel,
lugarteniente do Alian Kardec, que, según la costumbre demasiado común
entre los espirilista^, se suicidó.
EL ESPIIUTISMO. 395
el mundo antiguo y las antiguas creencias coligadas oponen y opon
drán por todas partes contra él (1).»
Uno de sus mediums, hablando liajo la influencia del espíritu , es
mas explícito todavía: « Si, dice; el Espiritismo es una religión, por
que procede de la omnipotencia del Altísimo; pero no como entre
vosotros se entiende esta «palabra, esto es, con acompañamiento de
culto exterior, simulacros y cantos, cortejo obligado de todas las ins
tituciones que hasta el presenle tomaron ese titulo. El Espiritismo es
la religión del corazón , el espirito de los pensamientos emitidos por
Cristo.... Hoy la religión cristiana ya no existe, arruinada por un
catolicismo pagano.... esta religión, falseada por las tradiciones, por
las disputas teológicas y los Concilios, el Espiritismo aclual tiene la
misión de regenerarla (2). »
Las mismas doctrinas, mejor dicho, las mismas blasfemias salie
ron de los labios de otro espíritu , hablando en París por el órgano del
medium P. S. Leymarie. « Las tendencias del hombre han cambiado;
la época actual parece transformarse cual crisálida para tomar alas:
la ciencia de los espíritus, imposible hate cincuenta años, se identi
fica con el buen sentido general. Ois estas voces amigas, que vienen
a destruir vuesiras ¡nccrtklumbrcs : su programa es un trabajo de
propaganda espiritual ; lo que quieren es fo renovación de las ideas
religiosas como base y condición de la sociedad europea reorganizada
sobre nuevos principios.... Es un trabajo religioso tal, que será la
obra capital de este siglo, y uno de los mas grandes movimientos de
la inteligencia humana de Jesucristo acá (3).»
Y además :« Si, el Espiritismo es la palanca poderosa que de
vuelve a la moral cristiana su movimiento normal y efectivo, entor
pecido por espacio de tantos siglos. Si, su único objeto y su efecto
inmediato es la regeneración del hombre (4), t
Mas adelante : « Si alguno os pregunta sobre lo que ha enseñado
el Espiritismo, decidle: Ha enseñado desde luego lo que la mayor
parle de los hombres tienen necesidad de salk-r: lo que es el alma, lo
que sucede después de la muerte, que hay purgatorios ó estados in
termedios, que en ellos se progresa.... que Dios prepara actualmente
la raza humana para una restauración universal, que ningún cristia-

(4) L'Avnir, id., 8 Septembre 1 8í;4 .


(4) I'ttwnir, Moniteur du Spiritisme, n Novembre 18i;4.
(3) lt.i-1.
(4) IbiJ. , H Aout 1864.
396 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nismo vale un comino fuera del Cristianismo primitivo, y que el viejo
cadáver de las Iglesias hoy existentes debe desde luego recibir un
nuevo soplo do vida , si quieren revivir (l). »
Podríamos citar otros cien pasajes semejantes, en que los espíri
tus declaran que el catolicismo es una institución gastada, Nuestro
Señor Jesucristo un simple mortal, la Iglesia una maestra de errores,
todas las religiones sectas ininteligentes, y el Espiritismo la única re
ligión verdadera, la religión de lo por venir.
No contentos con predicar la religión de los espíritus en sus libros,
diarios, reuniónos y conversaciones particulares, los adeptos la prac
tican, la practican públicamente y la propagan con éxito.
La practican. ¿Qué nombre daremos á lo que estamos viendo? La
evocación de los espíritus, las consultas orales, la hidromancia, la
nigromancia, la ornitomam ia , la adivinación, el magnetismo, el so
nambulismo artificial y otras prácticas espiritistas, ejercidas sin es
crúpulo y sin miedo por una multitud de personas en el antiguo y
nuevo mundo, ¿son otra cosa que la preparación del culto de los
demonios? O más bien, ¿no son esc mismo culto?
Asi lo comprenden los espiritistas: ellos mismos nos lo han di ;>ho.
Para ellos el Espiritismo no es simplemente una escuela de filosofía,
es una religión, y lo prueban con su conducta.
Toda religión se propone poner al hombre en relación directa
con el mundo sobrenatural, por medios sobrenaturales y con el fin
de obtener electos sobrenaturales. Por confesión de los espiritistas, su
objeto es ponerse en comunicación inmediata con los espíritus; el
medio que emplean es la oración; la oración es el acto fundamental
de toda religión, cuyo carácter determina. El catolicismo es la verda
dera leligion, porque su oración se dirige al verdadero Dios. El pa
ganismo es una religión falsa , porque su oración se dirige al demonio.
El Espiritismo, pues, que dirige su oración á los demonio", ocultos
bajo la máscara de los muertos, es una religión, y una religión fal
sa (¿). Tan cierta es esta verdad, como que ellos se proponen obtener
el don de sanar á los enfermos y el poder de arrojar lis demonios.
«Nu stros médiums curanderos, dicen ellos mismos, comienzan
por elevar su alma a Dios.... Dios en su solicitud les envía auxilios

(t) Spiritaal Jfajiríne, Abril 1865.


(2) llaita en el modo la hablar inutiilisstan los espiritistas su pretensión
religbxa. Cuando se hablan ó sa e»cri :e.n, se llaman unos á otros : Queridos
hermanos en Espiritismo .
el Esi'inrriSMO. 307
poderosos.... Estos son los espíritus buenos, que vienen á penetrar
al médium de un fluido benéfico, que el médium transmite al enfermo.
También por esto el magnetismo, empleado por los médiums curan
deras, es tan poderoso y produce esas curaciones, calificadas de mila
grosas , y que son debidas^simplemente á la naturaleza del fluido
infundido sobre el médium. Y como estos Huidos benéficos son el pro
pio fluido de lo- espíritus superiores, lo necesario es obtener el con
curso de ellos ; y por esto son indispi usables la oración y la invoca
ción
Añaden que la oración es del lodo imprescindible en los casos de
obsesión ; porque entonces es preciso tener derecbo de imponer su
autoridad al Espíritu (2). Anuncian que dentro de poco los casos de
posesión demoníaca serán muy frecuentes y darán ocasión al triunfo
del espiritismo. «Estos casos de posesión , según lo que está anuncia
do, deben multiplicarse con gran energía de aquí á algún tiempo, á
(in de que la impotencia de los medios empleados hasta abura para
combatirlos quede bien demostrada. Una circunstancia, de que no po
demos hablar aún , pero que tiene cierta analogía con lo que pasó en
tiempo de Cristo , contribuirá a desarrollar esta especie de epidemia
demoniaca. No es, pues , dudoso que se levantarán médiums espe
ciales , que tengan el poder de arrojar d los espiritas malignos , como
los Apostóles tenían o1 de lanzar los demonios.... para djra los incré
dulos una nueva prueba de la existencia de los espíritus (3). »
Mientras llega la invasión de la epidemia demoníaca , los espiri
tistas se encuentran ya con algunas obsesiones particulares y con en
fermedades que se repulan incurables: entonces los curanderos escri
ben a sus jefe*. «Dedicamos actualmente todos nuestros cuidados á un
segundo epiléptico. Esta vez la enfermedad será acaso mas rebelde,
porque es hereditaria. El padre dejó á sus cuatro hijos el germen de
esta afección. En fin , con la ayuda de Dios y de los buenos espíi itus,
esperamos curársela á los cuatro. Querido maestro , reclamamos el
auxilio de vuestras ora iones y las de nuestros hermanos de París.
Este auxilio dará estimulo y vigor á nuestros esfuerzos. Después,
vuestros buenos espíritus puedeu venir en nuestra ayuda.

(1) R vite Sriril. , Janvier, 1804, p. 8-40.


(2) /«'/., p. 12.
(3) flíou- Srnrtt., pág. t2. Como los espiritistas no admiten ángeles malos,
lo que llaman demonio no puede sei- mas que un alma no purificada. Ideas
y lenguaje, todo nuevo.
398 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
»M. G.... deL.... debe traernos á su cuñado, á quien un espíritu
malo tiene subyugado hace dos años. Nuestro director espiritual La-
mennais nos encarga el tratamiento de esta obsesión rebelde. ¿Nos
dará también Dios el poder de arrojar los demonios? Si asi fuera,
nosotros deberíamos humillarnos ante taijgran favor (!).>
Á fin de obtenerlo, responden los maestros en conformidad á los
oráculos de ultra-tumba: «Para obrar sobre el espíritu obsesor,se
necesita la acción no menos enérgica de un buen espír itu dn-cncar-
nado.... Esto os demuestra lo que en adelante deberéis hacer en el
caso de posesión manifiesta. Es necesario llamar en vuestra ayuda la
persona de un espíritu elevado , que goce al mismo tiempo de un
gran poder moral y lluidico, como, por ejemplo, el excelente cura de
Ars: y ya sabéis que podéis contar con la asistencia de este digno y
santo Vianés.... Cuando se magnetice á Julia, será menester desde
luego proceder á la evocación ferviente del cura de Ars y de otros
buenos espíritus , que se comunican habitnalmente con nosotros , pi
diéndoles que obren contra lns espíritus mulos que agitan a esta joven
y que huirán delante de sus falanges humanas (á).»
Aparte de la burla sin nombre y sin ejemplo con que Satanás
pretende tener por cómplices de sus ftrestigios á les Apóstoles y San
tos de Dios, ¿no es esto literalmente lo que hacían los paganos de
otros tiempos y lo que hacen todavía los idolatras actuales? ¿No se les
ve cada instante evocando los btienos genios contra los malón?
Hasta aquí los espíritus buenos de tos espiritistas se lian contentado,
por lo menos en público , con pedir oraciones. Pero si como precio de
sus favores exigieran otra cosa , una genuflexión, un grano de in
cienso, un voto , una ofrenda cualquiera , ¿ hay seguridad de que les
fuera negado tal homenaje? ¿Hay seguridad de que no lo exigirán, ó
de que no exigirán mucho más? En este género no hay que jurar
nada.
Cuando se sabe lo que el demonio ha exigido y obtenido de los
antiguos paganos, y lo que exige y obtiene todavía de los idolatras
modernos; cuando se reflexiona que bajo la influencia del Espíritu
del 93, que seguramente no era el Espirito Santo, la Francia olicial

(1) Carta de un oficial de cazadores, que dice : «Aprovechamos nuestras


largas horas de invierno para entregarnos con ardor al desarrollo de nues
tras facuVades mcdiinimicat. La sección del cuarto de cazadores, siempre
unirla, siempre viva, se inspira en sus deberes.» flbid. , p. Cet7.)
(2) Bti'ue Spiril., p. 16-17.
kl ESPIRITISMO. 3í)í)
3doro ;i una prostituta y que Paris edificó un templó á Cibeles , nada
es imposible. En cuanto á nosotros, abrigamos la triste convicción de
que si el Espiritismo llegase á dominar la sociedad y se les ocurriera
á los espíritus pedir, como otras veces, combates de gladiadores, estos
comitales les serian concedidos, y no faltaría numeroso público al es
pectáculo.
La practican públicamente. El Espiritismo lia tomado cuerpo : se
ha constituido auténticamente con el nombre de Sociedad parisiense
de los estudios espiritistas, á la que vienen á incorporarse los grupos
espiritistas de Francia y del extranjero. En conformidad con el pare
cer del ministro del Interior y de la Seguridad general , el gobierno
francés, que declaró la francmasonería sociedad do utilidad pública,
ha reconocido y autorizado el Espiritismo por decreto del prefecto de
policía, de 13 de Abril de 1858 (l). En perfecta armonía con el espi
rita moderno y el principio ateo dela igualdad dn los cultos, esta so
ciedad forma, como ella lo dice, el molde de una religión nueva,
que admite m su sano a los hombres de toda casta , de toda secta, de
todo color, con la sola condición de creer en los espíritus y aceptar
sus doctrinas.
Para proveer a los gastos del culto la religión espiritista tiene su
hacienda.
El articulo 15 del reglamento dice: « Para subvenir á los gastos de
la Sociedad , se paga una cuota anual de 24 francos para los titulares
y de 20 para los asociados libres. Los miembros titulares , al sor ad
mitidos, pagan además un derecho de entrada de 10 francos por una
sola vez.» Estas cuotas, que ponen sumas considerables á disposición
de los jefes de la Sociedad, son en sus manos un medio poderoso de
propaganda.
Tiene sus reuniones periódicas. « Art. 17. Las sesiones de la So
ciedad tienen lugar todos los viernes á las ocho de la noche. Ninguno
puede tomar la palabra sin que se la conceda el Presidente. Todas las
preguntas que se dirijan á los espíritus, deben hacerse por medio
del Presidente.
lArt. 21. Lassesiones particulares son reservadas para los miem
bros de la Sociedad. Tienen lugar el primero, tercero y, si ha lu
gar, quinto viernes de cada mes.
» Arl. 22. Las sesiones generales se verifican el segundo y cuarto
viernes de cada mes.»

(1) Reglamento de la Saciedad parisiense de los estudios espiritistas, p. I .


'(OH TRATADO ÜKL ESPÍRITU SANTO.
Como acaba (le decirse , eu eslas reuniones todas las preguntas
deben hacerse á los espíritus por el presidente, y cada cual debe es
cucharlas con religioso silencio. En algunas se evoca á los espíritus
con esta fórmula : «Pido al Dios Todopoderoso que escuehemi súplica
y permita á un buen espíritu (ó al espíritu de tal ó cual) venirhasla mi
y hacerme escribir bajo su influencia.» El evocador loma una pluma
o un lapicero, cuya punta apoya ligeramente sobre el papel, espe
rando que el espíritu venga y por si mismo le guíe la mano. »Esla
mano, dicen los espiritistas , es una máquina que el espíritu des-en
camado domina según le place. »
De hecho , los médiums pueden hablar con las personas que les
rodean sobre cosas totalmente extrañas á lo que escriben, y esto en
tanto que su brazo se mueve con una rapidez muchas veces sorpren
dente. Es la continuación de las antiguas pythonisas bajo diferente
forma.
La propagan con éxito. El Espir.tismo tiene sus predicadores y
sus apóstoles. En América , su país natal , veintidós grandes diarios
son órganos suyos. En Francia tiene diez : en Paris la Revista Espiri
tista (mensual), redactada por Alian Kardec ; la Revista Espiritua
lista (mensual) , redactada por Piérart (2); VAvenir, Monitor del
Espiritismo (semanal) ; en Lyon La Verdad, diario del Espiritismo (se
manal) ; en Burdeos, La Colmena de Burdeos (quincenal), El Salvador
de los paeblos (semanal), Li Luz para todos (semanal), La Voz de
ultra-tumba (semanal) ; en Tolosa, El Médium Evangélico (semanal) ;
en Marsella, El Eco de ultra-tumba (semanal). Bélgica tiene dos : El
Mundo Musical (semanal), en Bruselas; la Revista Espiritista (men
sual), en Ambores. Turín tiene Los Anales del Espiritismo ( mensual);
Bolonia tiene La Luz ; Ñapóles y Palermo tienen los suyos ; Londres,
el Spiritual Magazine y el Spiritual Times. Alemania , por supuesto,
no carece de ellos ; y puede añadirse el Almanach spirite, que se im
prime en Burdeos.
Ajienas leuemos en Francia y en Italia otros tantos órganos re
sueltamente católicos.
Fuera de estas publicaciones periódicas , otras obras de todo pre
cio y forma, sabias unas, populares otras , activamente llevadas a
vender á todas partes y ávidamente leídas, divulgan las respuestas

(I) La Rnitla Etpiritiita imprime 1,800 ejemplares; U Revista Etpiritua-


Ibta 600. Estas cifras son enormes comparadas con el número de susentores
de las mejores revistas católicas que se publican con los mismos intervalos.
ÜL ESPIRITISMO. 101
de los espíritus , asi como sus enseñanzas , acompañadas de prestigios'
que se presentan como pruebas irrecusables. No décimos esto al acaso.
Desde el año 1864 hemos tenido á la vista más de sesenta obras espi
ritistas recientemente publicadas , y eran unas de la tercera edición,
otras de la quinta i de la sexta y de la duodécima. Después han apa
recido otras muchas.
Una de las más peligrosas, en razón de su forma popular, su ta
maño y su precio, se ha traducido para toda Europa del francés al
alemán, portugués, polaco, italiano, español, y para el Oriente al
griego moderno. En 1863 este opúsculo contaba ya cinco ediciones
francesas. Una propaganda análoga se deja ver en Inglaterra, y Ale
mania esta inundada de publicaciones espiritistas.
Añadamos que desde hace algún tiempo hay en Paris una escuela
de espiritistas , dirigida por dos señoras, y una fonda espiritista: en
el departamento del Oisc un establecimiento de educación espiritista.
Londres tiene un liceo espiritista , bajo la dirección de Mr. Powell.
También la religión de los Espíritus tiene sus discípulos , recluta-
dos de todas las edades y clases de la sociedad.
Los talleres , la clase media , los abogados , la nobleza , la medi
cina, y en especial el ejército,. le suministran su contingente. De año
en año este contingente aumenta de una manera que espanta. i Este
año de 1863, escribe Alian Kardec , es notable por el incremento del
número de los grupos o sociedades que se han formado en una mul
titud de localidades en que hasta ahora no los había , tanto en Fi an-
ciu como en el extranjero, signo evidente del aumento de los adeptos
y de la difusión de la doctrina. París , que se quedaba atrás , cede por
tin al impulso general , y comienza a conmo\erse. Cada día se ven
reuniones particulares con un fin eminentemente serio y en excelen
tes condiciones : la sociedad que presidimos ve con alegría multipli
carse á su alrededor -retoños llenos de vida , capaces de esparcir la
buena semilla. Si hubo un instante en que se pudieran concebir algu
nos temores sobre el efecto de ciertas disidencias en el modo de con
siderar el Espiritismo , un hecho hay a proposito para disiparlas
completamente , y es el número siempre creciente de sociedades de
todos los países que vienen espontáneamente á colocarse bajo el pa
trocinio de esta de París y enarbolan nuestra bandera (1).»
Según los datos que hemos recogido, y cuya exactitud nos parece
garantida , París debe de contar en la actualidad unos cincuenta mil

(I) Estado del Espirjtífii^-flfr^sís. ( fíecut Spirit., Enero de 1864, p.


tomo i. 5lV*3--l 26
102 TRATAOO DEL ESPÍRITU SAMO.
espirítistas , personas de toda condición , dadas habitualmente como
adeptos á las practicas del espiritismo. Seria un error calcular el nú
mero de los espiritistas de París por el de los centros de reunión ofi
cialmente conocidos y por el de los miemliros que las frecuentan.
Además de los grupos públicos , ha> reuniones particulares, que los
espiritistas llaman reuniones de familia. Podemos afirmar que estas
reuniones son muellísimas, mu> frecuentes y muy frecuentadas, y
que se tienen en todos los barrios de París (1).
En estas reuniones, que se prolongan basta alias boras de la noche,
millares de cristiano* hacen lo que hacían los paganos en Delfos, en,
Claros y en todos los templos de oráculos, como evocaciones y con
sultas, etc., precedidas o seguidas de oraciones a los espíritus.
Podemos igualmente afirmar que en París un buen número de
médicos tienen á su servicio sonámbulas jóvenes o adultas, para con
sultarlas sobre las enfermedades, y que el magnetismo artificial se ha
hecho una carrera como otra cualquiera, hasta el punto de que los
sonámbulos, masculinos o f emeninos, no dejan de dar sus prosjtectos
y llamar clientes, lo mismo que se hace en las demás profesiones.
Entre otras pruebas, séaio la siguiente pieza lanzada al público de
París en Mar zo de 18fi4 : » De las maravilla» del magnetismo a sonam-
Imlismo ¡i de .tas api¡raciones regeneradoras.—Madama F., después de
halier seguido con brillantez varios cursos y sufrido los exámenes de
los profesores -médicos-magnetizadores, ejerce desde hace diez años
esta ciencia maravillosa a satisfacción de las personas a quienes ha
curado completamente. Se la encuctra a toda hora en su casa , calle
de Saiut-Honoré, donde hay seguridad de tener una sonámbula de
primer grado de lucidez, con la cual se pone en relación y satisface a
indas las preguntas.
-Se pueden hacer a la sonambula todas las preguntas posibles, si
bien no saliéndose de los límites de la decencia .- se puede pedir pare-

(I) lie aquí el nombre de algunas de las calles en que se verifican esas
reuniones pública» ó privada» : calle Lainé , Rambuteau , de l'Arbre-Sec , des
EnfanU-Kouges , pasaje de Sainte-Aone , calle de Danjou Dauphine , Sain-
te-Anne, M. lePrince, Bondy , Dauphine (varias í, Saintc-Placide , Mont-
martrs , tiaint-Denis , Saint-Germain , faubourg Poissonmérc , faubourg
Saint-Denis { dan J , id. Montmartre (doi i¡ tres), id. Menilmontant fmuchati,
Mootrougé (macha»), Belleville (macha»J ; calles de Sabot, Palais-Royal.
Neuilly , Fontenay-aux-Iioses, Argenteuil, les Ternes, ete. —Estas reunio
nes llegan al número de 3,000. Se verifican siempre de noche, y cuentan
cada una ?0 , Sj, 30 , 40, y hasta Í00 personas.
EL ESl'llUTIS.MÚ.
<er o consulta sobre el éxito probable de un matrimonio, de un pro
feso, de una esperanza de sucesión que haya de venir 6 se quiera
pretender,- sobre el encuentro de efectos ó dinero, aunque estén ente
nados ó escondidos. La sonámbula responderá ad mn con lucidez y
presencia de espíritu, sobre los resultados de las cosas lejanas , aun
que, sucedan á mil doscientas leguas de distancia. Si la persona que
consulta padece cualquier enfermedad , la consultada sentirá en si
misma la afección en la misma parle que el enfermo, y podra aconse
jar lo necesario , sin haber aprendido nunca el arte de curar (1).»
Si estas promesas no tuvieran otra garantía que la palabra de la
sonámbula , motivo habría para burlarse de ella ; pero no es asi. Las
preguntas enumeradas son literalmente las mismas que se proponían*
a los oráculos antiguos ; basta tal punto, que al leerlas parece que se
está leyendo una pagina de Porfirio. Inspiradas por el mismo espíri
tu, resuellas por procedimientos análogos, unos y otras tienen la
misma autoridad. Pues nada hay mas probado que la autoridad de los
oráculos, ó, en otros términos , nada es más falso que la creencia de
que lodo era falso en sus respuestas.
A la par de París marchan las provincias. Enlre todas ellas, Lyon,
la ciudad de la Santísima Virgen , se distingue por su fervor a favor
del nuevo culto y por el número de adherentes que le da. < Tanto es
así , nos escribe de esta ciudad una persona bien informada, que el
jefe del Espiritismo, Alian Kardec, que al pasar á Lyon en 18b'i apenas
contaba allí de 4,000 á 3,000 espiritistas, en 1862 no teme elevar el
número a 25,000. Yo creo que se estará más cerca de la verdad
reduciendo esta cifra a 13,000 ó 20,000.»
Burdeos cuenta unos 10,000 espiritistas. Tours, Metz , Nancy,
l.isieux, Oléron , Mareunes , Le Havre , Sauraur , Marsella , Arbois,
Strasburgo, Brest, Montreuil-sur-Mer, Carcasona, Chauny, Laval,
\ugers,-Moulins, Gallene-prés deTullins, Passy, Saint-Etienne, To-
losa, Limoges, Pontfouchard , Marmande, Macón, Valonee , Niort,
Douai, Pau, Villenavc-de-Bions, Gadenet, Grenoble, Besancon, po
seen grupos espiritistas mas o menos numerosos.
Fuera de Francia . Bruselas , Amberes , San Petersburgo , Cons-

(1) Leemos también el anuncio siguiente : (Sibila moderna, sonáml uia


extra-lúcida , calle de Seiue, núm. 16, piso 3.°, París. Porvenir político y
privado , enfermedades inveteradas é incurables. Explicación de sueños,
previsiones, investigaciones é indicaciones diversas.—Recibe todos los dfas
de 10 a 5. Se la puede consultar por cartas dirigidas á la Sibila, franqncadat.
404 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
tantinopla , Smyrna ,,Palermo , .Ñapólos , Turin, Florencia , rivaliza»
en celo por el espiritismo y otras prácticas demoniacas (1).
Los católicos mismos, que quieren seguir la pista al Espiritismo,
atestiguan sus progresos, i En nuestra época ya no se vive, que no
hay Jiempo para eso ; lo que se hace es gastar la vida ; de suerte que
los sucesos rápidamente se hacen antiguos, y pronto cesan de llamar
la atención, aun mientras continúan desarrollándose sus consecuen
cias. Por esto el público ha rasado hace algún tiempo de ocuparse cu
el Espiritismo , por más que el monstruo no cesa de crecer. Si , no
hay que disimularlo ; el Espiritismo no cesa de ganar nuevos secta
rios , favorecido como se ve por la tolerancia general.... liemos reco
gido numerosos hechos , dignos de serio examen (2).»
Fundados en esos hechos que conocemos con certidumbre y en
otros menos conocidos de nosotros , pero que nos parecen auténticos,
los espiritistas de Europa y América proclaman con orgullo sus pro
gresos siempre crecientes. « El Espiritismo , escriben , no ha cesado
de crecer desde su aparición : á pesar de los ataques de que ha sido
objeto , hoy tiene ya plantada su bandera en todos los puntos del
globo. Sus partidarios se cuentan por millares, y si-so considera lo
que ha andado en el espacio de diez años , al través de los obstáculos
sin número que se le han opuesto en su camino , se puede juzgar de
lo que será de aqui á diez años, y tanto más, cuanto que los obstácu -
los se van allanando á medida que él avanza (3).»
Igualmente progresa en el Oriente. El Presidente de la Sociedad
espiritista de Constantinopla se explica asi : «Conocéis, hace mucho
tiempo , mi decisión por la causa espiritista. Secundado por los seño
res Volauri y Montani , no desperdicio ocasión de hacerlo penótrar
,',n el espíritu del pueblo de Constantinopla. Asi , tengo una legitima
satisfacción en consignar que nuestros esfuerzos no han sido infruc
tuosos.... Por esto nosotros , que representamos á los espiritistas de
Constantinopla, gritamos: ¡Animo!.... La idea espiritista no es ya
una incógnita. Cual penetrante roció , ha hecho estremecerse al viejo

(I) En bu número del 21 de Marzo de 1861 el diario italiano II líoei-


tnentu contiene este anuncio : tDcsde liaco algunos días está en Génov.i
M. Francisco Guidi, profosor de magnetología. Once años hace que va reco
rriendo la Europa, dando sesiones públicas de magnetismo. Tendrá una el
libado por la noche en el teatro nacional de San Agustín, i
(í) Frunce liilér., de Lyon, 9 Mayo 1864.
(3) Discurso del Presidente de la Sociedad njñrUhtn de jlarcnnes, en la
Rteiita apiritiila, Enero de 4864.
EL ESPIRITISMO. 11)0
i,. Ha recorrido ya toda la tierra , y doquiera que ha penetrado
tía hecho surgir adeptos fervorosos. ¿No es esta una prueba evidente
tío valor intrínseco? Por manera que de hoy en adelante el Espiri
to debe andar con la frente erguida.... El pasado ha concluido ; la
del infierno queda cerrada. La era de la paz , de la libertad y del
or se levanta en el horizonte. ¡ Cloria á Dios en lo más alto de los
los (1) ! »
Finalmente , cálculos venidos de otro origen y tan exactos como
posible formarlos , elevan el número de los espiritistas á cinco mi-

Midamos ahora el camino andado por el Espiritismo en el espacio


de diez y seis años. En su origen no era mas que un entreteni
miento , una moda , un juego , cuando más un objeto de curiosidad
mas o menos vana. Propagado desde luego como una rastra de pol
ola en el antiguo y en el nuevo mundo , parecía que había desapa
ño: se le creía muerto, y no estaba más que dormido. Con la gue-
a de Italia se despertó más vivo que nunca : arrojando la máscara
Je simple pasatiempo , se convirtó en sociedad sabia ; y como de cosa
seria , hombres de todas las condiciones se ocuparon en su estudio.
«Al presente, asi en los salones como en los talleres, hay reuniones
ara estudiar nuestros fenómenos. No se contentan hoy, como suce
da cuando las mesas giratorias , con el simple fenómeno de algunas
espuestas insignificantes dadas por un si ó por un no. Al presente la
jcosa es más seria y más grave : la evocación se hace religiosamente;
nada de charlatanismo ni de comedia. Todo se verifica de una mane-
i sencilla, y las comunicaciones tienen tal carácter de elevación y
profundidad, que imponen respeto y atención (3).»
Todavía el Espiritismo ha dado un paso mas. Hoy se presenta
"orno culto, y se proclama como la religión de lo por venir, religión
que delie reemplazar á todas las demás. Dictada por los mismos espí
ritus y resumida por su gran prelado Alian Kardec, su símbolo es la
negación radical del Cristianismo y la afirmación dogmática de los
"rrores fundamentales del antiguo paganismo.

(1) Constantinopla , 8 de Noviembre de 48CI : vuestro hermano en espi


ritismo, B. Repos. Aienir , moniteur da Spiritisme. 10 Abril < 865.
(2) Véase la excelente revista napolitana Li Sciencia e ¡a Fetle , Junio de
1863, p. 374.
(3) Podemos afirmar que hay mucha verdad en esta relación de un
espiritista conocido nuestro.
TRATADO DEL ESI'illITL' SANTO.
Concentrar toda nuestra atención hacia otros puntos, por mas im
portantes que parezcan , y dejar inadvertido este hecho amenazador,
bajo pretexto de que el tiempo hará pronta justicia á los espiritis
tas, como ya la hizo en sus antecesores, seria , a nuestro parecer, una
deplorable ilusión. Decimos; por el contrario, que el Espiritismo es
una potencia con que es preciso contar muy seriamente. Por una
parte, el Espiritismo es la encarnación religiosa de la revolución, es
decir, del paganismo, asi como el socialismo será la encarnación so
cial de la misma. Por otra parte, notables diferencias distinguen al
Espiritismo del Mesmerismo , del Sonambulismo, del Magnetismo \
delas demás prácticas demoniacas de los pasados siglos. Estas dife
rencias, entre otras, son la extensión del fenómeno , su rápida propa
gación, su negación terminante del Cristianismo , el establecimiento
de lu religión de los Espíritus.
Detengámonos por un momento en esta última diísrencia. El gran
peligro del Espiritismo consiste en que viene a tiempo. Creer que la
debilitación actual de la fe conduce el mundo al protestantismo, al
judaismo, al mahometismo, al ateísmo, seria un error. La Europa
incrédula no se cuida poco ni mucho de hacerse protestante, judia y
mahometana. En cuanto al ateísmo, no será, como se ha querido de
cir, la última religión de la humanidad. El ateísmo es una negación,
y el mundo no puede vivir, como en ningún tiempo ha vivido, de
negaciones. Es necesaria de todo punto una afirmación religiosa.
Ahora bien; no nos cansaremos de repetirlo : entre la religión de
Jesucristo y la religión de Belial, entre el Cristianismo y el Satanismo,
no hay medio. El mundo moderno, que vuelve la espalda al Cristia
nismo, ¿adonde va? Va.... al Satanismo; y el Espiritismo no es otra
cosa que el satanismo , imperii daemonis instauratio.
Si , pues, el clero no opone al Espiritismo una poderosa liga, y si
Dios no interviene eficazmente en esta lucha decisiva, ¿quién podra
impedir que el nuevo culto, antes del fin de este mismo siglo, baya
tomado proporciones colosales? La primera condición de esta liga ha
de ser instruir sólidamente á los fieles, no solamente en el catecismo,
sino también en sermones y en libros, acerca del poder que tienen
los ángeles buenos y los malos. Respecto á este punto, nuestra edu
cación está por hacer, o, diremos mejor, por restaurar.
Añadamos que el Espiritismo está secundado por auxiliares po
derosos. En prepararle los caminos, desembarazándole el terreno,
trabajan dia y noche dos ejércitos innumerables, las sociedades
secretas y los Solidarios. ¿Cómo, pues, dudar de lo grave de la sj
El. ESPIRITISMO. 107
tuación ? ¿ Cómo no ver, une en nuestros días la Iglesia se halla
envuelta por la Ciudad del mal, > que en Europa el orden social, mi
nado hasta sus fundamentos, esta amenazado de una catástrofe inau
dita?
Semejante espectáculo recuerda estas palabras de San Agostía:
« De la misma manera que el Espíritu de verdad conduce siempre á
os hombres á unirse á los ángeles Míenos, el espirito del error tra
ta siempre de unirlos á los demonios (1);» y la predicción del Apóstol :
" El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos habrá algu
nos que abandonarán la fe por dar crédito a los espíritus engañadores
y á las doctrinas de los demonios (2). »

(I) Sicut veritas hortatur homines fieri socios sanctorum angelorum , tta
seducit impietas ad eocietatem daemoniorum. {Epist.cn, a.° 19.)
(i) Spiritus autem manifeste dicit quia in noviasimis temporibns disce-
dent quidam a fide, attendentes «piritibus error is et doctrinis daemoniorum.
¡I ad Tim., ív, I )
CAPÍTULO XXXIV.

(Conclusión del anterior.)

Sumario.—Resultados del Espiritismo.—La negación cada vez más genera!


del Cristianismo.— Libertad concedida á todas las pasiones.— La locura.
— El suicidio — Estadística.— l'ltimo obstáculo contra la invasión satá
nica : el Pontificado.—Grito actur.l de guerra : Roma ó muerte.—El mie
do, sentimiento general de Europa.—Único medio de calmarlo : volverá
colocarse bajo el imperio del Espíritu Santo.—Como deba esto hacerse.

La nueva doctrina tiene sus resultados prácticos. Toda doctrina


se encarna necesariamente en hechos , que son sus frutos naturales.
Hasta la hora presente, los efectos más patentes del Espiritismo son:
en el orden irliginso, la negación cada vez más general del Cristianis
mo romo obra de Dios y como la religión positiva ; la debilitación djl
temor de los juicios divinos ; la confianza en la metempsicosis , (jue,
transportando al siglo xix los errores del gnosticismo teórido, conduce
al gnosticismo practico, es decir, á la emancipación de todas las in
clinaciones viciosas.
¿Ni como había de suceder otra cosa ? Venir a proclamar en me
dio de un mundo como el nuestro que las practicas del Catolicismo
no son obligatorias, y que cualquiera que sea el género de vida que
uno haya llevado en este mundo se expía con penas pasajeras ; que
estas penas irán siempre en diminución hasta que se llegue á una
felicidad perfecta y eterna , ¿no es esto echar aceite en el fuego y
hacer un llamamiento á todas las pasiones , que no dejarán segura
mente de escucharlo ? « Los ferrocarriles , dicen con razón los espi
ritistas , han hecho caer las barreras materiales. El lema del Espiri
tismo Sin caridad no hay salud, hará caer todas las barreras morales.
Hará cesar especialmente el antagonismo religioso, causa de tantos
odios y de tantos conflictos sangrientos ; pues entonces judíos y cató
licos, protestantes y musulmanes, se alargaran la mano, adorando,
El. ESPIRITISMO. 409
cadt euái á su modo, al único Dios de misericordia y de paz , que es
el mismo para todos (1).» Y en otra parte : « En especial el principio
de la pluralidad de las existencias tiende marcadamente a penetrar
en la opinión de las masas y en la filosofía moderna (2). » Lo creemos
sin trabajo.
¿Cuál es el resultado final de todos estos errores , más ó menos
seductores ? El que únicamente ambicionó y ambiciona siempre el
demonio: la pérdida de las almas ,' ó sea su separación eterna del
Verbo Redentor. « Satanás , dice San Cipriano, no desea otra cosa
que apartar á los hombres de Dios y atraerlos á su propio culto, pri
vándolos de la inteligencia do la verdadera religión. Castigado él,
procura hacer compañeros de su suplicio á los que con sus engaños
hace participantes de su crimen (3).» Y San Agustín : ■ Los demonios
fingen ser precisados por los magos , a quienes obedecen gustosos,
con el fin de prender y tener fuertemente sujetos en sus redes, así á
ellos como á otros (i).» «El demonio, añade Alfonso de Castro Za-
morano, se finge prendido para prender, y vencido para vencer, y
sometido a tu voluntad para someterle a la suya, y prisionero para
llevarte á su eterna cárcel , y sujeto por tus invocaciones á una esta
tua ó á una piedra (ó a una mesa) para arrastrarte al infierno cargado
con las cadenas de los pecados (5).» ¡Y en el seno de las naciones
bautizadas se permite que se propague tranquilamente semejante re-
'''('• y ■'
En el orden social , sus trabajos no son menos desastrosos. Por lo
mismo qüe el Espiritismo tiende a destruir el Cristianismo, prepara la
ruina de la sociedad. Hay que advertir que los principales agentes de
la revolución europea son espiritistas , y que los oráculos de los espi-

(I) Rntie Spiril.. ih., p. 23.


(9) Mi. , pág. 5.
(3) Nec aliuil studium cst , quam a Deo homínes avocare, ct ad super-
stitionem kuí ab intellectu veré religionis avertere ; et cum sint ipsi poenales
quaerere sibi ad poenam comités , quos ad crimen suum fecerint errore par
ticipes.YD« idolor rviíii/., c. vi.)
(4) Fingunt Daemones sea Magis cogi, quibus aponte obtemperante!
famulantur , quo magis eos et alios irretiant ; et irretitos retineant. (De Civil.
DH , lib. n , c. vi.)
(h) Daemon simulat se captum , ut te capiat ; se victum , ut te vincat ;
se tuo imperio subditum , ut te sibi subdat ; a te inclusum , ut te fínaliter con-
cludat; fingit se tua arte imagini vel lapidi alligatum. ut funibus peccatorum
religatum ad infernum te perducat. (Lib. i De Just. haerelic. punit.)
410 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ritus sobre los acontecimientos futuros se le enviaban aUaribaldi.
Entre éste y los jefes del Espiritismo mediaba activa correspondencia.
En el orden civil ó doméstico , la nueva religión se traduce en lo
cura y suicidio. También aqui diremos: No podía ser otra cosa: Sata
nás es el enemigo eterno del hombre ; jugar con él , es jugar con
fuego. El temerario que con él juega, camina á la demencia creyendo
caminar hacia la razón , va á la muerte creyendo ir á la vida. Matar
al hombre en su alma y en su cuerpo es la primera y última aspira
ción del gran Homicida.
Hoy, pues, se revelan, rodeadas de siniestro resplandor, estas dos
señales del reinado de Satanás sobre el mundo actual , señales que
seguramente no las ha producido el Espiritismo, pero las ha hecho
más patentes que nunca. Sobre esto los guarismos tienen una elo
cuencia pavorosa.
El número de los dementes recogidos en los asilos de Francia,
averiguado por primera vez en 1835 , llegaba en aquella época a
10,539.
En 1831 se contaron 44,960 enajenados ó idiotas , inclusos, los que
viven con sus familias y los acogidos en los asilos.
En 1856 , el número de enajenados propiamente dichos se elevó a
35,031 , de ellos 11,716 en las casas y 23,315 en los asilos.
En 1861 el censo verificado en los 86 departamentos de la antigua
Francia arroja en las casas 14,853 enajenados propiamente dichos,
casi un 20 por 100 más que en 1856. A 1." de Enero de 1860, el nú
mero de enajenados era en los asilos 28,700. « Como este número se
aumenta sin cesar, no vacilamos en elevarlo a 29,500 en Junio de
1861 , lo que dará un total de 44,353 dementes en las casas y en los
asilos. Juntando los enajenados, idiotas y fatuos, se tiene en la anti
gua Francia en 1861 un total de 80,839 enfermos de esta clase (1). ■
De modo que durante los últimos veintiséis años el número de
locos , oficialmente reconocido en Francia, se ha casi triplicado (2).
No se calumnia al Espiritismo atribuyéndole una gran parte en esta

(1) Diario de la Sociedad de estad íatica de París. Del movimiento déla


enajenación mental, etc., por M. Legoyt , jefe de la división de la estadística
general de Francia, Marzo de 18B;t.—Inglaterra sigue el mismo progreso. A
primeros de Enero de 1864 se contaban 41,695 dementes en Inglaterra y el
país de Gales , y este número no representa sino incompletamente las pro
porciones reales de la locura en todo el reino.
(2) Slatistique de la Frange, 2 série , t. m , 2 prutie , y llerenteinent <lu miuii-
tere de l'lnteriew , 1861.
KL ESPIRITISMO.
l apida progresión. Hace diez años se calculaba en los Estados Unidos
que el Espiritismo entraba por una décima parte en los casos de locura
y en los suicidios(l). En una relación sobre el Espiritismo considerado
como causa de la locura , leída poco ha por el doctor Burlet en la So
ciedad de los estudios médicos de Lyon, se establecen como resumen
estas conclusiones : «La influencia de la pretendida doctrina espiritista
sobre la locura está en la actualidad completamente demostrada por
la ciencia. Las observaciones en quft se funda esa influencia se cuen
tan por millares. Tenemos como cosa indudable que el Espiritismo
puede colocarse entre las causas más fecundas de enajenación men
tal (2).i Una carta de Lyon, posterior á esa relación , dice: « Esta
reconocido, que desde que el Espiritismo invadió nuestra ciudad, se
ha duplicado con exceso el número de los que ha sido preciso encerrar
por causa de locura.»
Dondequiera que se establece el Espiritismo, se maniliesta una
progresión análoga. En su Pastoral con ocasión de la Cuaresma de 1863
dice á su clero el Arzobispo de Burdeos : « Defended la verdad católic a
contra las prácticas misteriosas, evocaciones y fascinaciones, que re
cuerdan épocas tristes de la historia del mundo, y que con demasiada
frecuencia , entre otros funestos resultados, producen la locura.*
Después de haber consignado que el número de locos se ha tripli
cado en estos últimos tiempos , el Emmo. Sr. Cardenal añade : « En
esas reuniones , sobre las cuales nos creemos en el deber de reclamar
la diligencia de nuestros cooperadores y de los padres de familia,
hasta se ha llegado á formular doctrinas en oposición con las de la
Iglesia. Permaneced constantemente en la brecha, apartad á los fieles
de los lugares en que se practican esas supersticiones abominables.*
Más todavía que la locura, es el suicidio signo manifiesto de la in-
llueucia del demonio. Este crimen desesperado, violación suprema de
la ley divina , negación absoluta de la fe del género humano, no tiene
su raiz en la naturaleza. Todo ser repugna su destrucción, mortem
horret, dice San Agustín , non opinio sed natura. Nunca la bestia se
mata voluntariamente. El pensamiento de suicidarse, que pone al
hombre por debajo de los brutos , no puede venir sino de una inspi
ración extraña á su naturaleza.
Pues no hay más que dos inspiradores del pensamiento, el Espíritu
Santo y Satanás. El pensamiento de suicidarse no viene del Espíritu

(1) Sampon., Disr. sur hSpirit., p. 4!.


(!) Ibid.
412 THATAD0 DEL ESl'ÍRITL' SAXTO.
Santo, que lo condona: ¡Son occides ; luego viene de Satanás, el gran
Homicida , que desde la creación no ha cesado jamás y nunca cesará de
aborrecer al hombre con un odio llevado hasta la destrucción. Y si el
pensamiento de suicidarse viene del demonio, ¿qué diremos del cri
men mismo? Para inducir al hombre á que se destruya, ¿qué impe
rio no se necesita tener sobre él ? Cuanta más sangre fria manifiesta
en la perpetración de este crimen , menos libre es : este es uno de los
caracteres del suicidio on la actualidad.
Cuando oigáis, pues, que un hombre se ha dado voluntariamente
la muerte, decid con seguridad: estaba dominado del demonio. Si eíf
la historia encontráis alguna época en que el suicidio sea frecuente,
decid del mismo modo: el demonio reina en esa época con gran impe
rio. Si encontráis una en que el suicidio sea mas frecuente que en
todas las demás, en que se cometa a sangre fría , por cualquier cosa,
por personas de toda edad y condición , en que ya no inspire horror
ni espanto , sabed (pie ha llegado la hora de temblar.
Enfrente de todas las negaciones , afirmad altamente que el de
monio reina cu esa época con poderío casi soberano , y vuestras afir
maciones serán infalibles ; la historia las confirma. Cuando el suicidio
en grande escala se presento en el antiguo mundo, el reinado de Sa
tanás estaba en su apogeo (1). Aquel crimen era la señal y la medida
de esta afrentosa Urania : hecho el hombre semejante a la Bestia que
adoraba , se había embrutecido , no creía ya en nada , ni siquiera en
si mismo; su profunda corrupción hacia necesaria la invasión de los
bárbaros, y llamaba sobre si el diluvio de sangre que debía purifica*
el mundo.
El suicidio , desterrado por el Cristianismo, ha reaparecido en
Europa con el Renacimiento (2). A medida que el Renacimiento da
sus frutos , se desarrolla el suicidio, como que es uno de ellos. Hoy
alcanza proporciones que jamás conoció el mundo pagano. Se comete
por las más fútiles causas , se cómele por hombres y mujeres, por
niños y por viejos , por ricos y por pobres , en los campos lo mismo
que en las ciudades. Ya no inspira horror ni espanto ; se leen los ca
sos de suicidio como otra cualquier noticia del dia. La ley no lo cas
tiga se lleva á mal que la Iglesia lo condene , y hasta se excusa y
obtiene la absolución en las conciencias extraviadas de gran número
de personas.

(1) Véase UM. du luieidt, por Buonarede.


(2) ¡Ud.
KL ESPIRITISMO.
¿ Se quiere ver en todo su horrible esplendor esta señal del reino
satánico sobre el mundo actual ? En 1783 Mercier escribía en el Cua
dro de París : «De algún tiempo á esta parte se cuentan en París unos
veinticinco suicidios por cada un año.» En aquella época el suicidio
era casi desconocido en las provincias. Conservaba en ellas su carác
ter odioso, hasta el punto de que un solo caso bastaba para sembrar el
espanto en toda una comarca. Medio siglo después de Mercier, París
lia presenciado cincuenta y seis suicidios en un mes. Fuera de esto,
lie aquí relativamente á Francia la estadística oficial de los suicidios
perpetrados durante el ano 1861 :
«El número de suicidios es en Francia, por término medio, de 10
a II por día , ó sea 3,899 al año.
• Este número se descompone asi : 842 mujeres y 3,057 hombres;
se han dado la muerte 10 niños, 9 de quince años, 3 de catorce , 2
do trece y 2 de once años.
¿Cuarenta y nueve nonagenarios, de ellos 38 hombres y 11 mu
jeres (i). 8
Según la obra exactísima y muy bien escrita de Hipólito Blanc,
jefe de oficina en el ministerio de Instrucción pública , el número de
suicidios cometido en Francia desde 1827 á 1838 , ó sea en treinta y
dos años , se eleva á 99,662.
; En treinta y dos años , en el seno del reino Cristianísimo, 99,662
hombres se han dado voluntariamente la muerto ! ¿ Habrá sido por
inspiración del Espíritu Santo ? ¡ Y niegan la acción de Satanás sobre
<•[ mundo ! ¡y se chancean con él ! ¡y hablan todavía de mejoramiento
moral siempre creciente !
Hay más todavía. En esta carnicería satánica, Francia no es una
excepción, ni tampoco va á la cabeza de este progreso de nueva estofa.
Consultando los documentos oficiales más recientes, se encuen
tran las siguientes cifras de suicidios por cada millón de habitantes
en los diferentes Estados de Europa :

Bélgica 57
Suecia 67
Inglaterra 84
Francia 100
Prusia 108

(I) Esta/listica publicada por el Ministerio de Justicia.—En 18GC hubo


en Francia 3,119 suicidios , 173 más que en 1865. (Stuhliq'u , id., 180S.)
TRATADO OKI. ESPÍR1TU SANTO.
Noruega l()s
Sajonia . 202
Ginebra . 367
Dinamarca 288 (1)

Aqui no se cuentan mas que los suicidios comprobados. ; Cuautos


hay que por una ú otra razón no tienen publicidad oficial! Tal es el
sangriento camino que recorre , hace cuatro siglos, Europa , la anti
gua Ciudad del bien ! Al ver que el suicidio , abolido por el Cristia
nismo, se ha hecho endémico en Europa por el Renacimiento , ¿qué
conclusión liemos de sacar , sino la de que el Renacimiento fué la
vuelta del satanismo á Europa , que el gran Homicida ha reconquis
tado una parte de su imperio , y que reina sobre sus nuevos vasallos
con igual poder que reino sobre los antiguos? ¿Qué digo? Con un
poder más extenso ; pues la señal de ese poder alcanza en nuestros
días proporciones que jamás tuvo en la antigüedad.
Por obra del Espiritismo, estas proporciones se van desarrollando

(I) Annales d"higiene publique , Pinero de 18o?, p. 85.


En cuanto A Rusia, he aquí lo que se encuentra en los Étwles tur iatenir
.lt ln Russie . publicados en Berlín por D. K. Scliedo-Ferroti en 1863 : tSe
cuentan gran número de sectas en Rusia. He aquí algunas que se distinguen
más por la extravagancia de sus doctrinas.
«Los ¡capitones , llamados así por el nombre de su fundador el monge Ka-
pitón , forman la secta más antigua, Bin clero. Estos consideran el suicidio
por la fe como la mis meritoria de todas las acciones.
• Los bespopoirzi de Siberia creen que el Anticristo lia venido ya . y reina
en la Iglesia rusa; y que así es menester evitar todo contacto cor. los minis
tros y miembros de la misma. Como medio de sustraerse al peligro de caer
victimas de las astucias del diablo , recomiendan muy especialmente el suici
dio por el fuego, y estas recomendaciones no son vanas; pues en un día
murieron voluntariamente 1 ,700 personas por el inmaculado bnuliimo .íe fuego,
que pidieron á su jefe.
«Los pomsrrinío» y los filipon»i participan de la misma creencia sobre li
eficacia del suicidio por la fe.
«Hay otras sectas monstruosas, tales como la de los mntadorc» de riiñai,
que tienen por acto meritorio enviar al cielo el alma pura de un niño de poca
edad; también la de los abogalores , quienes creen que el cielo no se abrirá
sino á los que mueren de muerte violenta , y reputan un deber el abogar ó
aplastar á aquellos de entre los suyos á quiones una enfermedad grave ame
naza con la infelicidad de una muerte natural. Los más fanáticos llegan hasta
matar así ásus amigos que disfrutan de buena salud.»
EL ESPIRITISMO. II.)
diariamente (1). Con el desaparece el miedo del infierno , muchas ve
ces hasla sucede que los espirilus llaman a si á los vivos y les em
peñan á pasar , mediante la muerte , á una encarnación más perfecta,
\ aun á gozar del estado de espíritus puros. La confesión de los mis
mos espiritistas , los hechos demasiado numerosos que tanto ruido
han movido en los periódicos , las ohservaciones de los médicos y las
relaciones de las familias, no permiten dudar de hoy en más sobre la
influencia homicida de esa nueva religión.
Juzgúese ahora si la Iglesia tuvo razón para condenar a los espi
ritistas , sonámbulos y magnetizadores con sus libros y sus prácticas.
Va en el año 1836 el Soberano Pontífice señalaba las prácticas demo
niacas que tenían por objeto evocar las almas de los mwrtos, y reco
mendaba a todos los Obispos del mundo católico que empleasen todos
sus esfuerzos en extirpar estas prácticas abusivas (2\

(t) He aquí algunas declaraciones que nos han hecho verbalmente algu
nos espiritistas muy adelantados en las prácticas del espiritismo, y testigos de
los hechos que nos confiaban : (El espiritismo está lleno de peligros para la
«alud, y aun para la vida. Donde quiera que se desarrolla con cierta intensi
dad , surgen enfermedades anómalas , un número inmenso de casos de locura
y U propagación deplorable del suicidio , en que vienen á caer los que so
dan con ardor al espiritismo. • Algunos espiritistas , que no sin trabajo habían
vuelto de sus errores . nos referían gran número de casos de suicidio y locura
acaecidos entre sus hermanas en espiritismo. Su testimonio no hacía mas que
confirmar nuestra experiencia personal.
A propósito de esto , la Vera huona novetla dice que en Florencia , donde
el magnetismo y el sonambulismo cuentan numerosos secuaces , un impío se
dió al oficio de espiritista. Tomó por médium & una pobre joven , y se puso á
evocar los espíritus infernales. A fuerza de llamamientos, los tales espíritus,
que no son sordos , acudieron , y acudían con frecuencia ; con tal frecuencia,
que estimaron más sencillo establecerse de asiento en la infeliz muchacha,
que á la hora presente es toda una posesa y está á punto de morir.
(2) He aquí el texto de la Encíclica: Adeo crevit hominum malitia, ut
neglecto licita studio scientiae , potius furiosa sedantes, magna cuín animarum
Jactura , ipsiusque cieiiis societatis detrimento , ariolandi , dirinundive principium
quaddam se nados glorientur. Uinc somnambulismí et clarae intuitionis, uti
vocant, presligiis mulierculae illae gesticulationibus non semper rerecundis abreptae,
se invisibilia quaeque conspicere effutiunt , ac de ipsa religione sermones inslituere,
animas mortuorum evocare, responsa accipere, ignota ac longinqua detegere,
nliaqw id genue superstttiosa e.vercere ausu temerario praesumunt.... In hisce
ómnibus, quacumque demum utantur arte, vel illusione, cum ordinentur media
physica ad effenlus non naturales, reperitur deceptio omnino illicita et haeretica-
lis, et scandalum contra honestalem morum.—Jgitur ai tantum nefas et religioni
416 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Aunque el decreto no cita por su nombre el Espiritismo, que ;i
la sazón no se habia desenmascarado, queda, sin embargo, condenado
en estas palabras : evocar las almas de los muertos y obtener de ellos
respuestas...., es cosa ilícita y heretical. Más adelante fué condenado
directamente , cuando el mismo Pió IX , por decreto de la Sagrada
Congregación del Santo Oficio, dado en 20 de Abril, y de la Sagrada
Congregación del Concilio expedido á 2o del mismo mes y año de
1860, condeno todas las obras de Alian Kardec que tratan del Espiri
tismo y todas las demás obras sobre materias semejantes : omnes libri
similia trocíanles.
En fin , el P. Perrone , jesuíta romano, establece teológicamente
la siguiente proposición que condena las modernas prácticas demo
níacas : < El magnetismo animal , el sonambulismo y el Espiritismo,
en su conjunto, no son otra cosa que la restauración de las supersti
ciones paganas y del imperio del demonio (I).» ,
Una sola cosa impide al Espiritismo producir todos siis frutos , e!
Catolicismo. Pues bien : el Catolicismo se personifica en el Papado.
Mucho mejor queMazzini y Garibaldi lo sabe Satanás : de aquí lo que
estamos viendo ; su guerra encarnizada contra Roma. Desde su con
ciliábulo de Babel hasta la venida del Mesías , los esfuerzos perseve
rantes del principe de las tinieblas no se dirigieron más que á una
sola cosa , a formar su gigantesca ciudad y hacer de Roma su capital ,
y lo logro : señor de Roma , era señor del mundo.
Por lo mismo, apenas los Apóstoles son armados por el Espíritu
Santo , Roma es el blanco del combate. Roma ó muerte es el grito de
guerra de la Ciudad del bien y de la Ciudad del mal , grito que re
suena durante tres siglos en Oriente y Occidente. Once millones de
mártires atestiguan la extensión de la batalla y el encarnizamiento de

el civili societati infestissimum efficaciter nnhibendum , e.núlari quam máxime


debet paitoralis sollicitudo . vigilancia, ac zelux Epitnoporum omnium. Quapropter
quantum divina adjutrice ¡¡ratia poterunt loeomm Ordinarii , qua palernae ckari-
taiis monilis , qua tnaris objurgationibun , <¡ua demum Juris remediis adhibitii,
prout ailtntii locorum, personarum , temporumque adjunctie, expediré in Domino
judirai'erint, omnem impendanl operam ad hujusmodi magnetismi abums repri'
mendos el anellendos . ut domMm» qrc.v defendatur ah inimico homiiu , depotitum
fidei Miriam tectumqne cuitodiatitr, et fidclev *ibi crediti a morum corruplione praé-
nrtmtur. (Epist. Encycl. Pii PP. IX ad omnes Episcopo'9 sub die 4 Au-
guiti 18-jG.)
(I) Magnetismus animalis , somnambulismus ac spiritismus , in suo com-
plexu , nihil aliud sunt quam paganae superstitionis atque imperii Daemoni»
inatauratio. (De Virt. retig., etc., 3il , n.° 8iD.)
EL ESPIRITISMO. 417
la lucha. Para el Verbo encarnado Roma significa el imperio ; para
Satanás Muerte significa la pérdida de Roma y del imperio.
¿Quién no se conmoverá al ver que al cabo de diez y ocho siglos
Korna ha sido el blanco del combate , y que el grito de guerra Roma
6 muerte ha sido el lema de los dos campos opuestos? Entre todos los
demás signos de los tiempos, parece que éste no es el menos digno de
atención. Que Roma sea el grito del inundo actual , el grito que do
mina todos los otros , es un hecho que no necesita pruebas. Reyes y
pueblos , diplomáticos y hombres pensadores , escritores y soldados,
católicos y revolucionarios , todos codician a Roma por títulos dife
rentes. Hoy mas que nunca el odio y el amor se disputan Roma , y
todo lo que habla de Roma conmueve las almas y excita la doble pa
sión del bien y del mal.
¿Qué prueba este drama supremo, que el mundo no ha visto mas
que una vez ? Lo mismo que probaba hace diez y ocho siglos: prueba
que Roma es siempre la reina del mundo ; prueba que Satanás , ex
pulsado de su usurpado imperio y encadenado por el Redentor, ha
roto su cadena y reedifica su Ciudad del mal , ciudad temible que se
compone de una gran parte de la Europa robada al Cristianismo;
prueba que para reedificarla tal como antes era, no necesitaba sino
recobrar á Roma , su antigua capital , que la quiere á toda costa , y
que para apoderarse de ella marcha al frente de un ejército inmenso
de renegados, no parándose hoy, como antiguamente no se paraba,
ante ninguna clase de medios, y prometiéndose una victoria decisiva,
que, según las palabras de Pió IX, volverá á comenzar la era de los
Césares y de los siijlos paganos , es decir , volverá a sumergir al mundo
en la esclavitud moral y material de que lo había sacado el Cristia
nismo (1).
Nada hay mas verdadero que este oráculo. Pues si es cosa mani
fiesta que el mundo se sustrae más completamente de día en día a la
influencia del Espíritu Santo, no es menos evidente que cae en pro
porción análoga bajo el imperio del Espíritu maligno, y se condena á

(1) Ecclesiae hostes.... ad ltalorum aiiimos a lide catholica abalienan-


dos aasererc... non erubescunt, catholicam religionem Italae geniis gloriae,
magnitudini et prosperitati adversan.... quo Italia prhtinum reterumtemporum,
id est elhnicorum , sptendorem acquirere poiiil. (Enrycl. 8 do Dio. de 1849.)—Es
en otros términos lo que la Revolución no ha cesado de decir a sus secua
ces : «No soy posible sino sobre las ruinas de Roma : quitado el Papa , cae
rán naturalmente todos los trono3. Italia por Roma, liorna por el Papado :
tal debe ser constantemente el blanco de vuestros esfuerzos.»
TOMO I. 27
418 TltATAUO DEL KSPÍtHTT SANTO.
todas las consecuencias do su culpable infidelidad. Lo pasado es la
historia do lo futuro. Á pesar de* la predicción tranquilizadora de sus
falsos profetas, las naciones actuales tienen el presentimiento de lo
que les está reservado ; tienen miedo. Este sentimiento indefinible,
desconocido en las épocas regularmente constituidas , forma uno d»-
los caracteres de la nuestra.
Europa loma ciudades que se reputaban inconquistables...., y tiene
miedo. Con un puñado de soldados consigue en remotas tierras vic
torias brillantes sobre enemigos poderosos.... , y tiene miedo. Cuatro
millones de bayonetas velan en su defensa.... , y tiene miedo. Doma
los elementos , suprime las distancias, canta con orgullo los mila
gros de su industria , el oro corre abundante entre sus manos , eu
sus vestidos el tosco paño ha sido reemplazado con la lina seda , la
naturaleza entera es tributaria de su lujo, su vida parece un continuo
festin de Baltasar...., y tiene miedo. Miedo por todas partes. Las na
ciones tienen miedo a las naciones ; los reyes tienen miedo á los pue
blos , los pueblos tienen miedo a los reyes , el hombre tiene miedo al
hombre , la sociedad tiene miedo á lo presente y mucho mas a lo por
venir, tiene miedo a cierta persona o cierta cosa cuyo nombre es un
misterio (1).
¿Y por qué tiene miedo? Porque su instinto de propia conserva
ción le advierte que no es ya regida por el Espíritu de verdad, de jus
ticia y caridad , sin el cual ni hay orden posible , ni sociedad dura-

(I) El ailo 1802, un joven predicador español formulaba esto mismo


juicio, diciendo desde la cátedra sagrada: «Sn nuestra época , inútil sería
desconocerlo, la sociedad entera es victima de un malestar profundo, cuyas
señales inequívocas se presentan á cada paso. Los individuos sienten en 3u
corazón mayor vacio de tranquilidad y de gozo á medida que se aumentan
los medios de gozar. Nuevos Tántalos, se mueren de sed en medio de las
aguas, y se cansan de extender sus brazos para coger la fruta codiciada de la
felicidad, cuyo vano fantasma los deja continuamente burlados y afligidos.
Todos se quejan de que no pueden fiarse de nadie, y cada uno recela de su
vecino. La familia experimenta que se van aflojando sus sagrados vínculos....
La sociedad se reconoce á si misma tan segura como un edificio fundado
sobre arena : falta completamente da base , no puede menos de estar incierta
de su porvenir ; y así es que ningún día responde del dia que lia de seguirle,
y ningún pueblo se considera seguro cuando recuerda que hay otros pueblos
sobre la haz de la tierra. Estas tristes verdades se palpan al presente ; y
para un porvenir, acaso no lejano, negro nublado se cierne sobre nuestra»
cabezas criminales, y el corazón se arruga al considerarlos desastres con
que nos amenaza tan de cerca. » (Ñola dtl Traductor. J
EL ESPIHITISMO. 419
t
dera , ni seguridad para nadie. No son vanos esos temores. Para las
naciones, igual que para los individuos, entre la Ciudad del bien y la
Ciudad del mal , entre Jesús y Belial , no hoy medio.
Ahora bien: al volver Satanás al mundo, digan lo que quieran
sus apologistas , vuelve tal cual es, tal cual ha sido siempre , tal cual
siempre será , el odio. Que este galeote del infierno logre salir de la
cuadra , que se vea desembarazado de la resistente camisa de fuerza
que se llama Catolicismo, y ya veremos lo que hace. Conjunto de or
gullo y de crueldad , de mentira y de sensualidad , liara mañana lo
(jue hizo en todas las épocas en que era dios y rey, loque continúa
haciendo en todas las naciones sometidas todavía á su tiránico impe
rio. La guerra se extenderá á todas partes, el suelo se cubrirá de
ruinas, correrán rios de lágrimas y rios de sangre. La especie hu
mana , envilecida, sufrirá ultrajes desconocidos en la historia , castigo
condigno de una rebelión contra el Espíritu Santo , que no tiene
semejante en los anales de los pueblos cristianos.
Como Dios no haga un milagro , tal es , no hay que disimularlo,
el ancho abismo adonde caminamos. ¿Como sera posible pararnos en
la pendiente? ¡Atrás todos los medios de salud de la sabiduría hu
mana! No , y mil veces no. La Europa infiel al Espíritu Santo no se
salvará ni por la filosofía , ni por la diplomacia, ni por el absolutis
mo, ni por la democracia , ni por el oro, ni por la industria , ni por
las artes , ni por el agiotaje , ni por el vapor , ni por la electricidad,
ni por el lujo , ni con bellos discursos , ni con bayonetas , ni con ca
ñones rayados , ni con navios acorazados. ¿Cómo, pues, se salvara, si
ha de salvarse? La respuesta es fácil. El mundo actual , perdido como
el antiguo por haberse entregado al Espíritu del mal , no se salvara
sino entregándose al Espíritu del bien. El hijo prodigo no encuentra
vida sino volviendo a su padre.
A causa de los peligros incalculables que amenazan á la vieja Eu
ropa , la primera necesidad actual es volverse al Espíritu Santo; pero
pronta , universal y sinceramente Pura hacer ver esta suprema nece
sidad aun a los ciegos , hemos recordado la existencia demasiado ol
vidada de los dos espíritus opuestos que se disputan el imperio del
mundo y lo gobiernan con autoridad soberana. Hemos puesto en claro
la indeclinable alternativa en que está el linaje humano de vivir bajo
o\ imperio del uno ó del otro. En fin: la historia universal , compen
diada en el cuadro paralelo de las dos ciudades, nos ha dicho lo que
le pasa al hombre que se hace ciudadano de la Ciudad del bien y al
que se alista en la Ciudad del mal.
42(1 TRATADO OEI. ESPÍRITU SANTO.
Pero saber lo que del»; hacerse no es Instante ; falla dar los me
dios de ponerlo por obra. Conocer al Espíritu Santo, para amarlo é
invocarlo, y volvernos á colocar bajo su imperio y perseveraren Él:
esto es todo. Hasta ;;qui hemos dado á conocer la olira mas bien que
al obrero, la obra exterior y general mas bien que la obra íntima y
particular, el cuerpo mas bien que el alma. Ahora es menester mos
trar en si misma esa alma divina del hombre y del mundo, á ese Es
píritu creador á quien el cielo y la tierra son deudores de su brillante
decoración , á ese Espíritu vivificador que nos alimenta como el aire
y nos' rodea como la luz, á ese Espíritu santificador, autor del mundo
de la gracia y de sus magníficas realidades. Es menester explicar sus
multiformes operaciones en el orden de la naturaleza y de la gracia,
en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Esta segunda parte de nuestro trabajo deberá ser teológica para
que sea exacta, sencilla, y en cierto modo catequística, para que sea en
manos del sacerdote pan fácil do repartir á las inteligencias menos
elevadas. Lo confesamos sin reserva : más todavía que la primera,
esta segunda parte es superior á nuestras fuerzas. Vamos, no obs
tante, a abordarla, boscosas alientan nuestra debilidad, la indulgen
cia obtenida de los hombres ilustrados, que comprenden la dificultad
de tamaña empresa ,'\y sobre todo la bondad infinita de Aquel por
quien trabajamos : Da mihisedium tuarum asmlrkem sapientiam
ui mecum sit el mecum laboret (11.

(I) Sap., I1, v. i.

FIN DEL TOMO PRIMERO.


ÍNDICE.

Juicio crítico db la obra Pág. v


introducción l

CAPÍTULO PRIMERO.
El Espíritu del bien y el Espíritu del ¡nal.
-Sumario.—Dos Espíritus contrarios dominadores del mundo.—Pruebas de su
existencia: la fe universal, el dualismo.—La existencia de estos dos Espí
ritus supone la de un mundo superior al nuestro.—Necesidad de demos
trarla.—La negación de lo sobrenatural es la gran herejía de nuestros
tiempos.—Qué sea el mundo sobrenatural.—Pruebas de su existencia." la
religión, la historia, la razón.—Pasajes de M. Guizot Pág. 21
CAPÍTULO II.
División del mundo sobrenatural.
Sumario.— Certidumbre de esta división: el dualismo universal y perma
nente.—Causa de esta división: un acto culpable.—Origen histórico del
nial.—Explicación del pasaje de San Joan: Hubo en el cielo un aran com
bate, etc.—Naturaleza de este combate.— Grandeza del mismo.—En que
cielo tuvo lugnr.—Dos órdenes de verdades, las naturales y las sobrena
turales.—Los ángeles conocen naturalmente las primeras con certidum
bre.— La prueba tuvo por objeto una verdad del orden sobrenatural.—
Caída de los ángeles Pág. 32
CAPITULO ILL
Dogma que dio lugar á la división del mundo sobrenatural.
Sumario.—La Encarnación del Verbo, causa de la caída de los ángeles-
Pruebas: enseñanza de los teólogos.—Santo Tomás.—Vigier.—Suarez.—
Catharino. Pág. 3<J
Í2á ÍNDICE.
CAPÍTULO IV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Nacíante'.—Nuevo pasaje de Vigier.— Ruperto.-Razonaroiento.—
Testimonios de San Cipriano, da Sun Ireneo, de Cornelio á Lapide. —
Conclusión Pág. 43
CAPÍTULO V.
Consecuencias de esta división.
Sumario. — Expulsión de los ángeles rebeldes. — Su habitación : el infierno
y el aire.—Pasajes de San Pedro y da San Pablo,—de Porfirio,—de Eu-
sebio,—de Beda,— de Vigier,—de Santo Tomás.—Razón de esta doble
mansión.—Del cielo, la lacha desciende á la tierra.—El odio al dogma de
la Encarnación, última palabra da todas las herejías y de todas las revo
luciones, antes y después de la predicación del Evangelio.—Odio particu
lar de Satanás contra la mujer.—Pruebas y razones Pág. 30
CAPÍTULO VI.
La Ciudad del bien y la Ciudad del mal.
Sumario.— Influencia del mundo superior sobre el inferior, probada por la
existencia de la Ciudad del bien y la del mal.—Lo que son estas dos ciu
dades consideradas en si mismas.—Todo hombre pertenece necesaria
mente á la una ó á la otra.—Necesidad de conocerlas á fondo.—Extensión
de la ciudad del mal.—Respuesta á la objeción que de ella se saca.—El
mal no constituye sino un desorden más aparente que real.—Gloria que
ocasiona á Dios.—Los combates del hombre.—El poder del demonio sobre
el hombre proviene del hombre y no de Dios.—Dios no ha intervenido en
ei mal sino para prevenirlo, contenerlo y repararlo: pruebas. Pag. 6?
CAPÍTULO VIL
(Continuación del anterior.)
Sumarió.—Nuevas pruebas de la reparación del mal y de la posibilidad de
salvación para todos los hombres.—Dogma católico: la circuncisión, la
fe, el bautismo.—Qué fe sea necesaria para la salvación y para que se
perdone el pecado original. Doctrina de San Agustín y de Sauto Tomás.
—De los niños que mueren antes de salir á luz.— Los adultos. —Resumen
ilelas pruebas y las respuestas Pág. Ti
CAPÍTULO VIH.
El Rey de la Ciudad del bien.
Sumario.—El Espíritu Santo, Rey de la ciudad del bien : t por qué i— Res
ÍNDICE. 423
puesta de la teología.—Diferentes nombres del Rey de la Ciudad del bien:
Espíritu Santo, Don , Unción, Dedo de Dios, Paráclito —Explicación de
cada uno de estos nombres Pág. 83
CAPÍTULO IX.
Los príncipes de la Ciudad del bien.
SUMABio.—Los ángeles buenos , principes de la Ciudad del bien. — Prueba
particular de su existencia.—Su naturaleza.—Son puramente espirituales,
pero pueden tomar cuerpos.' pruebis.—Sus cualidades: la incorruptibi-
lidad , la belleza, inteligencia , agilidad, fuerza.— La ejercen sóbrelos
demonios, sobre el mundo y sobre el hombre, en cuanto al cuerpo y en
cuanto al alma : pruebas Pág. 99
CAPÍTULO X.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Número de los ángeles.—Jerarquías y órdenes angélicos.—Defini
ción de In jerarquía.—Su razón de ser.—Por qué entre los angeles hay
tres jerarquías y no más.—Definición del orden.—Por qué en cada jerar
quía hay tres órdenes y no más.—Imágenes de la jerarquía angélica en
la rglesia y en la sociedad.—Funciones delos ángeles.—Los ángeles supe
riores iluminan á los inferiores.—ilabla de los ángeles.—Gran división
de los ángeles: asistentes y ejecutores.— Funciones de los serallnes.—
De los querubines.—De los tronos.— Reflejo de esta primera jerarquía
en la sociedad y ea la Iglesia Pág. 111
CAPÍTULO XI.
. ' (Conclusión del anterior.)
Sumario. —Los siete ángeles asistentes al trono de Dios.—Son los gobernado
res supremos del mundo.— Pruebas. Culto que la Iglesia les tributa.—
Historia del templo de Santa María de los Angeles, dedicado en su honor
en Roma.—Punciones de las dominaciones.—De los principados.—De las
potestades.—Funciones de las virtudes.—De los arcángeles.—De los an
geles.—Angeles de la guarda.—Pruebas y detalles Pág. 126
CAPÍTULO XII.
El Rey de la Ciudad del mal.
Sumakio.—Lucifer, rey de la Ciudad del mal.—Lo que él es, según los nom
bres que la Escritúrale da.— Dragón, Serpiente, Buitre , León , Bestia,
Homicida , Demonio, Diablo, Satanás.—Explicación de cada uno de estos
nombres Pág- 137
424 INDICE.
CAPITULO XIII.
Los príncipes de la Ciudad del mal.
Sumario.—Los ángeles malos , principes de la Ciudad del mal.—Su jerar
quía.—Los siete demonios que asisten al trono de Satanás.—Paralelismo
entre las dos Ciudades.— Número de los ángeles malos.—Su habitación:
el infierno y el aire: pruebas.—Sus cualidades: la inteligencia. Pág. 1">I
CAPÍTULO XIV.
(Continuación del anterior.)
8UMAR10.— Agilidad de los ángeles malos.—Poder de los mismos.—Notable
pasaje de Porfirio Pág. 158
CAPÍTULO XV.
(Conclusión del anterior.) *
Fum ario.—Nuevo rasgo de paralelismo entre la Ciudad del bien y la del mal.
—Lo mismo que los ángeles buenos , algunos demonios son también en
cargados de cada nación, de cada ciudad , de rada hombre y de cada
cyiatura.—Notables pasajes de Platón, de Plutarco, de Pausanias , de
I.ampridio , de Macrobio y otros historiadores profnnos.— Evocaciones
generalmente conocidas y practicadas.— Evocaciones de los generales
romanos: fórmulas.—Nombre misterioso de Roma.—Naturaleza y exten
sión de la acción de los demonios. Pruebas : la escritura, la teología, la
enseñanza de ln Iglesia.—Palabras de Tertuliano.— El Ritual y el Ponti
fical.—La razón.—Pueden ponerse en relación directa con el hombre.—
Los pactos, las evocaciones.—La m'adera que se anima y habla.—Testi
monio importante de Tertuliano.— Consagración actual de los niños chi
nos á los demonios i Pág. 16.1
CAPÍTULO XVI.
(Conclusión del anterior.)
Sumario.—El poder de los demonios regulado por la Sabiduría divina.—
Castigan y tientan.— Castigan : pruebas, Egipto, Saúl, Acab.— Célebre
confesión del demonio.—Tientan : pruebas, Job, Nuestro Señor, San Pa
blo, los Padres del desierto, todos los hombres.— Por qué no todos les
resisten.— Imprudencia y castigo de los que se ponen en relaciones con
el demonio.—Tienta por odio al Verbo encarnado Pág. 1SS
CAPÍTULO XVII.
Los ciudadanos de las dos ciudades.
Sumario.—Los hombres, ciudadanos de las dos Ciudades.— Peligros de que
están rodeadas su existencia física y su vida espiritual.—Solicitaciones
índice.
incesantes de los principes de la Ciudad del mal.—Medios de defensa,
dados por el Espíritu Santo.—La esclavitud , la vergüenza , el castigo es
peran al hombre que se sale de La Ciudad del bien.— La esclavitud , pri
mer salario del que desertade la Ciudad del bien.—Lo que es la libertad.
—Hermosa definición de Santo Tomás.—Cuadro de la esclavitud a que se
condena el tránsfuga de la Ciudad del bien Pág. 200
CAPÍTULO XVIII.
(Continuación del anterior.)
sumario.—La afrenta , segundo salario del desertor de la Ciudad del bien.
—Ó Dios, ó bestia, no hay medio para el hombre.— El ciudadano de la
Ciudad del bien se deifica; pruebas.—El ciudadano de la Ciudad del mal
se hace bestia; pruebas.—Una sola cosa distingue al hombre de las bes
tias; la oración.—El ciudadano de la Cuidad del mal ya no ora.— Vive
del yo.—Lo que eá et yo.—Pierde la inteligencia ; pruebas.—El castigo,
tercer salario del desertor de la Ciudad del bien.—Castigos particulares.
Catástrofes universales: el diluvio de agua; el diluvio de sangre; el
diluvio de fuego Pag. 806
CAPÍTULO XIX.
Historia religiosa de las dos Ciudades.
Sumario.—El hombre, nacido parn ser semejante á Dios y hermano del Verbo
encarnado.—En la Ciudad del bien, la religión lo conduce á esta seme
janza y fraternidad. Bu la Ciudad del mal, la religión lo conduce á la
semejanza y fraternidad de Satanás.— Paralelismo general de las dos re
ligiones.—Tres puntos particulares de comparación ." la Biblia, el culto,
el sacrificio.—La Biblia de Dios y la Biblia de Satanás: parulelismo.—
El culto de Dios y el culto de Satanás.—En el culto satánico , lo mismo
que en el divino , muia se hn dejado al arbitrio del hombre: testimonio
Importante de Porfirio Pág. 21-4
CAPÍTULO XX.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Bl sacrificio : es el acto religioso más significativo y el más inex
plicable.—Comprende dos misterios: un misterio de expiación, y otro
de renovación : un misterio de muerte, y otro de vida.—Tristeza y ale
gría: dos caracteres del sacrificio.—Manifestaciones de la alegría : dan
zas, cantos, festines.—Triple manducación de la victima.— Parodia satá
nica de todas estas cosas- Como el Rey de la Ciudad del bien , también
f1 de la Ciudad del mal exige sacrificios.—Determina su materia y todas
las circunstancias; nuevo testimonio de Porfirio.—En odio al Verbo en
carnado manda el sacrificio del hombre.—Paralelismo : el Chivo emisario
de los Judíos y las Thargelias de los Griegos.—Los mismos sacrificios en
tre los pueblos paganos , antiguo» y modernos : testimonios. Pág. 223
i2tí
CAPÍTULO XXI.
(Otra continuación del anterior.)
Sumario.—Nuevo rasgo de paralelismo entre la religión de la Ciudad del
bien y la de la Ciudad del mal: la manducación déla victima.—La an
tropofagia : su causa.—Carta de un misionero de África.' historia de un
sacrificio humano con manducación de la victima.—Otros testimonios.—
La antropofagia entre los antiguos : pruebas.— Otro rasgo de paralelis
mo ." el sacrificio mandado por Dios y también por Satanás.—Pruebas de
razón.—Testimonio de Ensebio.—Tiranía do Satanás para obtener victi
mas humanas : pasajes de Dionisio de llnliearnaso y de Diodoro de
Sicilia Pág. 839
CAPÍTULO XXII.
(Conclusión del anterior.)
Sumario.—Existencia délos oráculos divinos y de los satánicos, probada
por el hecho de los sacrificios.—Palabras de Ensebio.— Nuevo rasgo de
paralelismo.— Kl Espíritu Santo , oráculo permanente de la Ciudad del
bien ; Satanás , oráculo permanente de la Ciudad del mal. — Satanás se
sirve de todo para hablar.—No se contenta con el sacrificio del cuerpo:
en odio al Verbo encarnado, quiera el sacrificio del alma.—Exige infa
mias é ignominias: pruebas generales. — Cuando no puede matar al
hombro, lo desfigura. — Tendencia general del hombre á desfigurarse
físicamente.— Explicación de este fenómeno.—Sólo un pueblo es excep
ción, y por quó.—Otro rasgo de paralelismo: para hacer al hombro"
semejante á si , Dios se le muestra en cuadros y estatuas. — Para hacer
al hombre semejante á sí , Satanás emplea el mismo medio : lo que pre
dican estas representaciones Pág. 249
CAPÍTULO XXIII.
Historia social de las dos Ciudades.
Sumario.— Paralelismo de las dos Ciudades en el orden social.—Para cons
tituir la Ciudad dol bien en estado social , el Espirita Santo le da sus le
yes por ministerio de Moisés.—Los fundadores de los pueblos paganos
reciben sus leyes del Rey de la Ciudad del mal.—Testimonio de Porfirio
—Les pueblos del alto Oriente reciben sus leyes del dios serpiente con
cabeza de gavilán.—Licurgo reeit e las de Esparta de la serpiente Python.
— Nimia las de Roma de la antiguo serpiente bajo la forma de la ninfa
Egeriu.—Roma fundada por inspiración directa del demonio: pasaje de
Plutarco.— Las leyes de Roma dignas de Satanás por su inmoralidad:
pasajes de Varrón y de San Agustín Pág. 25t>
Í.NDICK. 427
CAPÍTULO XXIV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.— N'uma, mono de Moisés.—Nuevo rasgo de paralelismo : el Espí
ritu Santo, guardián permanente de las leyes sociales dela Ciudad del
bien.—Satanás, bajo la forma de serpiente, guardián permanente de las
leyes sociales de la Ciudad del mal.— La serpiente-Dios adorada en todas
partes: en Oriente, en babilonia, en Persia , en Egipto, en Grecia: las
Bacantes, en Atenas, en Epiro, en Délos, en Delfos: descripción del
oráculo de Delfos.—En Roma , las serpientes de Lavinio.— La serpiente de
Epidauro , en la ista del Tiber.—Culto de la serpiente entre los Galos y en
los pueblos del N'orte.—Universalidad de este culto en la antigüedad paga
na.—Su causa.—Las serpientes del tiempo de Augusto.— Las vestales.—
Serpientes de Tiberio, de Nerón, de Eliogábalo.— De las damas ro
manas Pág. S67
CAPÍTULO XXV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Culto de la serpiente entre las naciones modernas que todavía
son idólatras.—La secta de los Olitas.—La China adora al gran Dragón.—
Este es el sello del imperio.—Procesión solemne en honor del Dragón.—
La emperatriz actual.—La Cochinchina.— La India : adoración pública de
la serpiente.—Templo de Soubra Manniah.— Fiesta de la penitencia.—
Culto privado de la serpiente.—Africa.—Culto do la serpiente en Eiio-
pia'en tiempo de San Frumencio.—Culto actual, el más célebre de todos.—
Pasajes de Des Brosses y de Bosman.—Culto de la serpiente en el reino de
Juidah (Widah), hace un siglo.—Culto actual , el mismo que en la anti
güedad pagana.—Curiosos y tristes detalles. —Relación de los misioneros
y de un cirujano de marinn.—América.—Culto de la serpiente en la época
del descubrimiento.—Caito actual.—Relato del P. Bonduel.—Culto de la
serpiente en la Polinesia, Australia , Oceania. — El Vaudux.— Culto en
los Estados-Unidos.— Palabras de un misionero. —Otros testimonios.— En
Haiti.—Sacrificio humai o.—Ejecución de los culpables en 1*G 1. Pág. 2fM
CAPÍTULO XXVI.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—El Espíritu Santo, oráculo y director del orden social en la Ciu
dad del bien.—Satimás, oráculo y director del orden social en la Ciudad
del mal.— Existencia universal de los oráculos satánicos : testimonio de
Plutarco y de Tertuliano. — Creencia universal en los oráculos : pasajes
de Cicerón; de Baltus. — Eran les demonios mismos quienes daban los
oráculos: palabras da Tertuliano , de San Cipriano, de Minucio Félix.—
Los oráculos no eran cosn de juglares : pruebas Pág. 300
428 ÍNDICE.
CAPITULO XXVII.
(Conclusión del anterior.)
Sumario. — Nuevas pruebas de que los oráculos no eran cosa de juego.—
Ejemplo de los Romanos durante todo el tiempo de su imperio.—Hechos
curiosos del tiempo de Cicerón.—Pena de muerte contra los que despre
ciasen los oráculos. —Ejemplos de los Griegos.—Procesiones continuas á
loa templos de los oráculos: testimonios de Cicerón, de Estrabón, de Mar
co Aurelio.—Oráculos en sueños : nuevo rasgo de paralelismo : testimo
nio de Arriano, de Cicerón y de Tertuliano.—Otro punto de paralelismo."
el templo de Jerusalén y el templo de Delfos.— Celebridad y riqueza de
este último.—Existencia actual de los oráculos entre todos los pueblos
que todavía son paganos." Madagascar, China, Cochinchina.—Resumen del
paralelismo entre lis dos Ciudades.— Billas palabras de un Padre del
Concilio de Trento Pág. 311

CAPÍTULO XXVIII.
Historia política de las dos Ciudades.
Sumario.—Dos religiones, dos sociedades, por consiguiente, dos políticas.—
Objeto de la unn y de la otra.—Necesidad de conocerlo para comprender
la historia.—En virtud de un consejo divino, Jerusalén es la capital de la
Ciudad del bien.— En virtud de un conciliábulo satánico, Babilonia y Ro
ma son sucesivamente la capital de la Ciudad del mal.—Doctrina lumi
nosa del célebre Cardenal Polo en el Concilio de Trento.—"or qué los
reinos del mundo fueron mostrados á Daniel bajo las figuras de Bestias.
—En particular, Roma, fundada por la Bestia, lleva los caracteres de la
Bestia y hace las obras de la Bestia." testimonios de la historia y de Mi-
nucio Félix.—Murante toda la antigüedad. Satanás tuvo por único objeto
de su política elevar á Roma , hacer de ella su capital y una fortaleza
inexpugnable para el Cristianismo. — Cuadro de su política y de la di
vina: pasaje de San Agustín.— En qué sentido pudo Satanás decir que
todos los reinos le pertenecían.—Doctrina de San Agustín. — Observa
ciones Pág. 334

CAPÍTULO XXIX.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Satanás se encarna en su política.—Es el Espíritu de tinieblas,
de impureza, de orgullo, de mentira, el gran Homicida.—El triunfo de
su política hac ; todo eso.—Lucha del Espíritu Santo contra el reino de
Satanás.—San Pedro sitia á Roma.—1.a toma.—Roma se convierte en
la capital de la Ciudad del bien.—Reconocimiento universal hacia el Es
píritu Santo. -Beneficios de su política.— Cuatro grandes hechos: esta
blecimiento de la verdadera religióo.— Constitución de la Iglesia.—De la
Sociedad.—De la familia.—Cuadro Pág. 344
íjídicíj. 42»
CAPÍTULO XXX.
Historia contemporánea de las dos Ciudades.
Sumario —Satanás , echado de Roma , ha querido siempre volver á entrar.
—Sus esfuerzos incesantes para reconstituirse una ciudad.—Soborna á los
ciudadanos de la Ciudad del bien: herejías, escándalos, ataques de la
barbarie musulmana.—La Europa permanece inquebrantable.—Satanás
la seduce eomo sedujo á la primera mujer: so transforma en Dios de lo
bello.—VA Renacimiento.— Cinco fenómenos que se han seguido de él : re
probación de la Edad Media.—Aclamación de la antigüedad pagana.—
Cambio radical en la vida de Europa.— El olvido del Espíritu Santo.—
Cambio de las cuatro bases de la Ciudad del bien.—Restablecimiento del
reino de Satanás.—Sus grandes caracteres, antiguos y modernos : el Ra
cionalismo , el Sensualismo, el Cesarismo, el odio al Cristianismo.—Mo
vimiento actual íe unificación y de disolución Pág. 330
CAPÍTULO XXXI.
(Continuación del anterior.)
Sumario.— Acción palpable del demonio sobre el mundo antiguo y el mo
derno.— Renovación de bis prácticas demoníacas del paganismo.— Bula
<!e Sixto V.— El mal continúa.— Manifestaciones ruidosas. — Debilitación
general de ta fe en el demonio.—Cinco grados de la invasión satánica: el
demonio se hace familiar.—Se hace negar.—Se hace rehabilitar.—Se hace
llamar como Rey —Se hace invocar como Dios.—Familiaridad de nuestra
época con el demonio.—Ya no inspira ni temor , ni horror.—Se le llama
á cada instante por su propio nombre.— Nomenclatura significativa.—Se
oree poco en el demonio y menos todavía en su influencia sobre el hom-
hre y las criaturas.—Consecuencias Pág. 362
capítulo xxxn.
(Fin del anterior.)
Sumario.—El demonio se hace rehabilitar.—La Filosofía.—Las artes.—La
novela —El teatro.— ta Hermosura del UtaMo.—Análisis de esta pieza.—
Su significación.—El demonio se hace llamar Rey Pág. 370
CAPÍTULO XXXIII.
El Espiritismo.
Sumario.—Hacerse adorar, objeto supremo de Satanás.—El Espiritismo.—
Su aparición.—Su práctica.—Su doctrina.—Sus pretensiones.—Forma una
religión nueva.—Su símbolo.—Sus reglamentos.— Su hacienda.—Sus me
dios de propaganda Número creciente de sus adeptos Pág. 3S1
't30 ín'du:e.
CAPÍTULO XXXIV.
(Conclusión del anterior.)
Sumario.—Resultados del Espiritismo.—La negación cada vez más general
del Cristianismo.— Libertad concedida á todas las pasiones.— La locura.
— El suicidio —Estadística.— Último obstáculo contra la invasión satá
nica : el Pontificado.—Srito actual de guerra : Ruma ó inuerle.—El mie
do, sentimiento general de Europa.—Único medio de calmarlo : volver á
colocarse bajo el imperio del Espirita Santo. — Como deba esto ha
cerse Pág. 408
TRATADO
DEL

ESPÍRITU SANTO
TRATADO
DEL

ESPIRITU SANTO-
QUE COMPRENDE
la historia general de los dos Espíritus
que se disputan el imperio del mundo y de las dos Ciudades que han formado ,
con las pruebas de la dh'inidad del Espíritu Santo ,
la naturaleza y el alcance de su acción sobre el hombre y sobre el mundo.
OBRA ESCRITA EN FRANCÉS
POR MONSEÑOR GAUME,
PROTONOT\RIO APOSTÓLICO, DOCTOR Etf TEOLOGiA , ETC.
Y TRADUCIDA
POR D. JOAQUÍN TORRES ASENSIO,
Prelado domestico de Su Santidad, Chantre de la catedral de Granada, etc.
Ignoto Deo.
Al Dios desconocido.
( Act., icvii, ai. )
SEGUNDA EDICIÓN

TOMO SEGUNDO

Con aprobación de la autoridad eclesiástica

MADRID
AGUSTÍN JUBERA, EDITOR.
ALMACENES DE LIBROS
10, calle de Campomanes , 10

1885 /<~r^
Habiéndose cumplido la; condiciones
prescritas en la ley de propiedad intelec-
tnal, quedan reservados los derechos so
bre esta obra, y no podrá reimprimirse sin
el oportuno consentimiento.

Madrid: 188;. — Imprenta de A. Pérez Dubrull: Flor Baja, 22.


TRATADO
DBIi

ESPÍRITU SANTO
TOMO II

CAPÍTULO PRIMERO.

Divinidad ilel Espiritu Santo.


Sumario.—Existencia de Dios.— Pruebas y necesidad de este dogma.—Dios
es la Trinidad.— Probar el dogma de la Trinidad es probar la divinidad
del Espíritu Santo.— Desarrollo de esta idea.— Pruebas indirectas de la
Trinidad : la noción del ser, las criaturas materiales y las racionales.—
Necesidad ó influencia <':c este dogma.

¡Dios, la Trinidad, la divinidad del Espíritu Santo! En el len


guaje de la revelación, como en la fe de los pueblos, estas tres verda
des están de tal manera unidas , que la certidumbre de la primera
implica la de las otras dos. Ahora bien: Dios existe con todos los atri
butos que el género humano adora.
Antes de todos los siglos, más alia de todos los mundos, existe un
ser personal, eterno, infinito, inmutable, que tiene en si mismo su
principio y su felicidad. Este ser, siempre fecundo, es la vida de todas
las vidas, el centro de todos los movimientos, el principio y el fin de
todo lo que es. Como el océano contiene en su inmensidad la gota de
agua, lil envuelve en su seno al universo con sus múltiples creacio
nes. Él está dentro y fuera , lejos y cerca, está en todas partes. ¿Veis
el astro que brilla en medio de los cielos? Ahí está Dios. ¿ Veis el aire
que me conserva la vida ? En él esta Dios. En el calor que me anima
y en el agua que me refrigera, en el soplo do la brisa y en el bramido
de las ondas, eu la flor que me recrea y en el animal que me sirve,
en el espíritu y en la materia, en la cuna y en la tumba, en el átomo
y en la inmensidad, en el ruido y en el silencio, en todo esta. Dios
siempre , Dios en todas las cosas.
Él lo oye todo : la música armoniosa de las esferas celestes y los ale
gres cantos de la avecilla, el zumbido de la abeja y el rugido del león,
6 TRATADO DBL ESPÍRITU SANTO.
el paso de la hormiga y el ruido de la hoja que se agita , la respira
ción del hombre , la oración del justo y las blasfemias del malvado.
Él lo ve todo : el sol que resplandece a vista del universo y el
insecto rpie se oculta debajo de la hierba ; el gusanillo sepultado en la
corteza del árbol y el imperceptible infusorio j)erdido en los abismo^
del Océano. Ve el juego variado de sus músculos y la circulación de
su sangre. Ve los pensamientos de mi espíritu y los latidos de mi co
razón. Ve las necesidades del pajarillo que pide su alimento , los
votos solitarios del débil y las lagrimas ardientes del oprimido.
Él lo gobierna todo: el innumerable ejército de los cielos, las esta
ciones , los vientos y las tempestades, los siglos y los pueblos, las
pasiones humanas y las potencias de las tinieblas, las criaturas priva
das de razón y los seres dotados de inteligencia. Él es quien alimenta,
quien abriga, quien alberga, quien viste, quien protege, quien con
serva todo lo que respira ; porque todn lo que respira no respira
sino por Él , ni debe respirar sino para Él.
Manantial eterno de la verdad, regla inmutable del bien, da al
hombre la luz para conocerla , y la fuerza para cumplirlo. En su in
falible balanza pesa las acciones de los reyes y de los subditos, de los
particulares y de los pueblos. Remunerador supremo de la virtud y
vengador incorruptible del vicio, cita á su tribunal al débil y al po
deroso, al justo que le adora y al impio que le ultraja. Para los unos,
castigos sin misericordia y sin esperanza; para los otros, una felici
dad sin fin, ni mezcla de mal alguno.
¡ Ser superior a todos los seres , creador y moderador del universo,
todo proclama vuestra existencia! Las magnificencias del cielo, el des
lumbrador ornato de la tierra, la obediencia filial de las olas encrespa
das, las virtudes del hombre de bien, los castigos del culpable y hasta
la demencia misma del ateo. Lo que habla , os alaba con sus aclama
ciones ; lo que está mudo, os reverencia con su silencio. Todo adora
vuestra majestad, la naturaleza viva y la naturaleza muerta. Á vos se
dirigen todos los dolores, á vos se elevan todas las plegarias. Criador,
conservador, moderador, padre, juez, remunerador y vengador, todos
los nombres que significan poder, sabiduría, amor , independencia y
justicia, se os deben de derecho ; todos os convienen ; y, sin embargo,
ninguno basta para nombraros. El ser por cima de todos los seres,
éste es el único nombre menos indigno de vos : Eco sum qui süm.
Un ser superior á todos los seres , un Dios autor y regulador su
premo del mundo y de los siglos, tal es el dogma fundamental que
proclama el universo, y ante el cual se han inclinado con la frente
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 7
pegada al polvo todas las generaciones, que desde hace seis mil años
han pasado sobre la haz del globo. Contra este hecho , sobre el cual
reposa, como un edificio sobre su base, la fedel linaje humano, ¿qué
prueban, ni qué pueden las negaciones del ateo? ¿Que qué prue
ban? Lo que prueba una voz discordante en un vasto concierto : se la
hace callar ó vuelve ú entrar en armonía ; y con ella ó sin ella el con
cierto continúa. ¿Que qué pueden ? Lo que la ligera piedra , que al
pasar lira el árabe fugitivo , puede contra la pirámide del desierto ; el
árabe se va, y la piramide permanece.
Y ahora , ¿ qué pretende la filosofía racionalista con su dios de fá
brica humana , su dios-leño , su dios-nada ? Ser de razón, ó, diremos
mejor , de sinrazón , dios impersonal , sordo , mudo , indiferente á las
obras y a las necesidades de sus criaturas , producto variable del pen
samiento individual.... no, no es ese, no lo ha sido nunca , en nin
guna época, ni en ningún clima , el Dios del género humano. La his
toria lo atestigua. «Jamás, ha dicho un hombre que la conocía á fondo,
jamás las naciones cayeron tan hondo en el culto de los ídolos, que
perdieran el conocimiento mas ó menos explícito de un solo Dios
verdadero , criador de todas las cosas (1). »
El dogma de la unidad de Dios no se ha de decir solamente verda
dero, porque tiene tantos testigos como astros hay en el firmamento y
briznas de hierba sobre la tierra ; sino también porque es necesario.
Lo que es el sol en el mundo físico, lo es Dios, y más todavía, bajo
todos aspectos, en el mundo moral. Si en lugar de continuar derra
mando sobre el globo sus torrentes de luz y de calor , el sol se extin
guiera de repente , imaginaos en qué quedaría convertida la natu
raleza. Al instante la vegetación se para ; los ríos y los mares se
convierten en planicies de hielo ; la tierra se endurece como la roca ;
todos los animales malignos, que la luz encadena en sus antros tene
brosos, salen de sus guaridas y se convocan para hacer una carnice
ría; la confusión y el espanto se apoderan del hombre; la confusión,
la desesperación y la muerte reinan por todas partes , y unos pocos
días serán bastantes para reducir al caos el universo mundo.
Supongamos el imposible de que Dios , sol necesario de las inteli
gencias, llegue á desaparecer. Al punto la vida moral se extingue;
todas las nociones del bien y del mal quedan borradas; el error y la

(1) Gentes non usque adeo ad falsos deos esse delapBas , ut opinionem
amilterent unius veri Dei , ex quo est omnis qualiscumque natura. (S. Aug.,
Contra Fouií., lib. xx, n.° 19; Laclan!., De error».)
8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
verdad, lo justo y lo injusto se confunden en el derecho del más
fuerte. En medio de esas tinieblas, todas las más vergonzosas concu
piscencias , adormecidas en el corazón del hombre , se despiertan , y
sin temor como sin remordimientos , se disputan los restos mutilados
de las fortunas, de las ciudades y de los imperios ; la guerra estalla
por todas partes, guerra de todos contra todos, cpie convierte al
mundo en una caverna de ladrones y asesinos.
Tal espectáculo el ojo del hombre no lo ha visto jamás, como no
ha visto al universo sin el astro que lo vivifica. Pero lo que si ha visto
es un mundo , en que semejante al sol velado por espesas nubes , la
idea de Dios n'o despedía mas que un relucir dudoso. Al través de las
tinieblas en que voluntariamente se habían sepultado , los pueblos
paganos no percibían sino confusamente la unidad incomunicable de
la divina esencia. Como la antorcha que debia dirigir al género hu
mano vacilaba según el viento de las pasiones, los intereses y las
opiniones, su marcha intelectual y moral fué sucesivamente vacilante,
absurda , retrógrada : los dioses extraviaban á los hombres.
Eternas incertidumbres sobre las cuestiones más importantes y
sencillas, supersticiones groseras y crueles , sistemas vanos ó inmo
rales, condenaron al hombre, por tiempo de veinte siglos, á la escla
vitud de la idolatría. En ella yacen todavía encadenadas las naciones
modernas alejadas de las zonas benditas sobre que brilla en todo su
esplendor el dogma tutelar de la unidad divina. No puede ser de otro
modo : entre el hombre y el mal no hay mas que una barrera , Dios,
Dios conocido, Dios respetado. Si quitáis á Dios, el hombre, sin regla
y sin freno, se convierte en una bestia feroz, que desciende alegre
mente hasta los combates de gladiadores y los festines de carne hu
mana.
Por el contrario: ¿se quiere impedir que el hombre caiga en el
abismo de la degradación y la desdicha? Y si ha caído en él , ¿se
quiere sacarle y conducirlo al mas alto grado de luz, de virtud y
felicidad? Nada de discursos, nada de combinaciones y sistemas.
Decid á ese gran enfermo : Hay un Dios : levantate y anda en su pre
sencia. Que el linaje humano tome en todo su valor esta palabra , de
modo que el dogma soberano de la unidad divina influya con todo su
peso sobre los espíritus y las voluntades, y el enfermo queda curado.
Dios reina, y el hombre es iluminado con la única luz que no enga
ña ; es virtuoso con el único género de virtud que no es una careta;
es feliz con la única felicidad que no es una decepción; es libre con la
única libertad que no es una vergüenza , ni uu crimen , ni una men
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 9
tira. Ambula coram me , et esto perfectus [Gen. , xvn). Lo repetimos
con esta sola palabra : Si se respeta á Dios, el mundo será curado ; é
si non, non.
Esta palabra fué dicha un día al linaje humano, gaugrenado de
paganismo ; le fué dicha en todas partes con autoridad soberana, y el
gran Lázaro se levantó de su lecho doloroso y besó ardientemente la
mano que le salvó. Filósofos , políticos , senado , areópago , vosotros
lodos los que os llamabais y os llamáis todavía médicos de las nacio
nes, esa mano no fué la vuestra, ni lo será jamas. Todos los días se
pronuncia todavía esa palabra soberana , en Europa sobre alguna
alma enferma, en las lejanas islas de la Oceania sobre alguna tribu de
antropófagos ; y aquí cerca , como allá lejos , la vemos producir en
nuestros días el efecto milagroso que producía hace mil ochocientos
años. Tal es , probado por la razón y por la historia , el poder salu
dable , por consiguiente, la verdad del dogma de la unidad de Dios.
¿Y qué es Dios? Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres
personas distintasen una sola naturaleza divina. En otros términos :
Dios es ia Trinidad , y no puede menos de serlo. Preguntado sobre
esto Dios mismo , respondió: Yo soy el que es, Ego sum qui sum; yo
soy el Ser, el Ser absoluto, el Ser sin calificación. Pues el ser abso
luto posee necesariamente todo lo que constituye el ser, y lo posee eu
toda su perfección. Tres cosas constituyen el ser : la medida, el nú
mero y el peso (1).
• En los seres materiales , la medida es el fondo ó la sustancia ; el
número es la figura que modifica la sustancia ; el peso es el lazo que
une la sustancia a la figura y todas las partes entre sí. Recorred toda
la naturaleza, desde el cedro hasta la brizna de hierba , desde el ele
fante hasta el arador, desde la montaña hasta el grano de arena , no
encontraréis un solo ser que no reúna esas tres cosas. Son tan esen
ciales , que si una sola falta , el ser material no puede existir , ni
siquiera concebirse. Quitad la sustancia , ¿qué os queda? Nada. ¿Y
sin la figura? Nada. ¿Y sin la unión? Nada (2).
La medida , el número y el peso no están en las criaturas, sino
porque Dios las ha puesto. Dios no ha puesto esas tres cosas sino
porque las posee , es decir, porque Él mismo es de algún modo me-

(1) Omnia in mensura , et numero , et pondere dispossuisti. (Sap., ti, 21.)


(2) Mensura omni rei modum praeQgit , et numerus omni rei speciem
praebet, et pondus omnem rem ad quietem et stabilitatem trahit. (S. Aug.,
De Gen. ad LUI., lib. iv , c. m.)
10 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dida , número y peso (1). Conforme lo hemos visto en el dogma de la
unidad de Dios , la Trinidad tiene tantos testimonios como criaturas
inanimadas hay en el universo , cuantos astros sostiene el firmamen
to, cuantos átomos oscilan en el aire, cuantas briznas de hierba bro
tan sobre la tierra. Asi lo afirman los más graudes ingenios.
« En todas las criaturas , dice San Agustín , aparecen los vestigios
de la Trinidad. Cada obra del divino artífice presenta tres cosas : uni
dad, belleza y orden. Todo ser es uno, como una es la naturaleza de
los cuerpos y la esencia de las almas. Esta unidad recibe por preci
sión una forma determinada , como las figuras ó las cualidades de los
cuerpos , la doctrina ó el talento de las almas. Esta unidad y esta for
ma están relacionadas entre sí y ordenadas de algún modo, como en
los cuerpos la pesantez y la posición , en las almas el amor y el pla
cer. Y asi , puesto que es imposible no vislumbrar al Criador en las
criaturas , venimos en conocimiento de la Trinidad , de la cual cada
uno de los seres criados presenta un vestigio más ó menos manifiesto.
En efecto : en la sublime y adorable Trinidad está el origen de todos
los seres , la perfecta belleza y el supremo amor (2). »
¡La Trinidad ! lie ahí el dogma que, según Lactancio, San Ata-
nasio, San Dionisio y Tertuliano (3), predican incesantemente todas
las cosas del universo a los que tienen ojos para ver. Cuanto mas no
bles son los seres , con tanto más elocuente voz proclaman ta Trini
dad. ¿Y podría ser de otro modo? ¿No son deudores de un homenaje
particular al misterio augusto, cuyo vestigio más brillante marcado
sobre sus frentes es precisamente la razón y la medida de su nobleza?

(t) Haec tria : modus, speciea et ordo, tanquam generaba Lona sunt in
rebus a Deo factis. Et ita haec tria ubi magna sunt , magna, l ona sunt ; ubi
parva, parva liona sunt ; ubi milla . nullum bonura est. (S. Aur¡., Lib. de nn-
lur. honi, o. m.)
(2) Trinitalis vestigium in creaturis apparet. (Lib. vi , De Trini!., c. x, ad
fin.)—Haec igituromnia quae arle divina facta sunt , unitatem quamdam in
se ostendunt, etspeciem, et ordinem. Quidquid euim horumest, et unum ali-
quidest, sicut sunt naturae corporum, et ingenia animarum ; et aliqua specie
formatur, sicut sunt figurae vel qualitates corporum , ac doctrinae vel artes
animarum ; et ordinem aliquem petit aut tenet , sicut sunt pondera vel colloca-
tiones corporum , atque amores aut delectationes animarum. O portel igitur
ut Creatorem , per ea quae facta sunt, inlellectum conspicientes , Trinitatem
intelligamus , cuius in creatura , quomodo dignum est, apparet vestigium.
In illa enim Trinilate, summa origo est rerum omnium , et perfectissima
pulcliritudo , et beatissima delectatio. (Id., De Trini!., lib. vi, n." 12.)
(3) Véase filos?.. De Tr'.nit. quaest. i, art. t.
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. II
Asi, el sol, el árbol, el manantial, son predicadores elocuentes de la
Trinidad. En la unidad de su única esencia nos muestran: el uno el
foco, el rayo y el calor ; el otro la raiz , el tronco y las ramas; el
tercero el receptáculo, la salida y la corriente.
Explicando la doctrina de los Padres, añade el Angel de las Es
cuelas : « En cada criatura se encuentran cosas que tienen relación
necesaria con las personas divinas como causa. En electo : cada cria
tura tiene su propio ser y su forma, que determina la especie y la
relación que dice con otras cosas. Ahora bien : según que es una sus
tancia criada , representala causa y el principio, y asi denota á la
persona del Padre , que es principio sin principio. Según que tiene
una forma y especie , denota al Verbo, en cuanto la forma de la obra
proviene de la concepción del artífice. Según que tiene orden y rela
ción, denota al Espíritu Santo, que es amor -, porque el orden ó re
lación que unos seres dicen á otros proviene de la voluntad del
Criador.... A esto se refieren la medida ,' el número y el peso ; la
medida a la sustancia de la cosa , el número á la especie y el peso al
orden
Si las criaturas inanimadas, que son las últimas en la escala de
los seres , presentan vestigios de la Trinidad , es evidente que debe
mos encontrarlas más brillantes en las criaturas de un orden supe
rior. Mas ¿qué digo? No es sólo el vestigio, sino la imagen de la Tri
nidad lo que éstas nos ofrecen. « Todo efecto, continua Santo Tomas,
representa en algo a su causa, si bien de diferentes modos. Algunos
efectos representan solamente la causalidad de la causa , sin indicar
su forma , como el humo representa al fuego. Este modo se llama re
presentación por vestigio : y con razón , pues el vestigio prueba que
(O In creaturis omnibus invenitur repraeeentatio Trinitatis per modum
vestigii ; in quantum in qualibet creatura inveniunhir aliqua quae necease
est reducero in divinas personas , sieut in causam. Quaelibet enim creatura
subsistit in suo esse , et habet formam per quam determinatur ad speciem,
et habet ordinem ad aliquid aliud. Beoundum igitur quod est quaedam sub-
atantia creata , repraesentat causam et principium ; et sic demonstrat per-
sonam PatriStqui est principium non de principio. Secundum auteni quod
habet quamdam formam et speciem, repraesentat Verbum , secundum quod
forma artiliciati est ex cocceptione artiticis. Secundum autem quod habet
ordinem, repraesentat Spiritum Banctum, in quantum est amor ; quia ordo
effectus ad aliquid altcrum , est ex voluntate Creantis.... et ad haec etiam
reducuntur illa tria, numerus, pondus, mensura. Nam mensura refertur ad
substantiam rei limitatam sais principiis , numerus ad speciem, pondus ad
ordinem. (I p., q. xlv, art. 7.)
12 , TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
la cosa ha pasado por allí , pero uo dice que esté alli. Otros efectos
representan á la causa en cuanto á la semejanza : asi el fuego produ
cido representa el fuego productor, y la estatua de Mercurio á Mer
curio. Este modo se llama representación por imagen.
•Pues las procesiones de las personas divinas se consideran según
los actos del entendimiento y de la voluntad. En efecto : el Hijo pro
cede como la palabra del entendimiento ; el Espíritu Santo como el
amor de la voluntad. De donde resulta que en las criaturas raciona
les, dotadas de entendimiento y voluntad, se encuentra la representa
ción de la Trinidad a manera de imagen, puesto que se representa en
ellas el Verbo concebido y el amor que procede (1). Resulta también
que el dogma de la Trinidad se refleja en tantos espejos como ángeles
hay en el cielo y demonios en el infierno , y hombres nacidos ó por
nacer sobre la tierra desde el principio hasta el fin del mundo.
En resumen: lo que en las criaturas inanimadas es medida , nú
mero y peso, en los seres racionales se llama poder, sabiduría , amor;
y en Dios Padre ó poder, Hijo ó sabiduría, Espíritu Santo ó amor
mutuo del Padre y del Hijo. Estas tres cosas, poder, sabiduría y
amor, de tal modo son esenciales en Dios , que faltando una, Dios uo
puede existir, ni siquiera concebirse. Si le quitáis el poder, ¿qué os
queda? Nada. ¿Y sin la sabiduría? Nada. ¿Y sin el amor? Nada (2).
Añadimos arriba que Dios posee las tres condiciones esenciales del
ser en toda su perfección. Mas en el ser propiamente dicho la perfec
ción de esas condiciones consiste en que sean reales, sustanciales , sub
sistentes por si mismas , en una palabra , verdaderas hipústasis o per
sonas distintas.
Mientras damos las pruebas directas del dogma de la Trinidad,
sirva lo dicho, no para demostrar lo que es indemostrable, sino para
mostrar que el augusto misterio no tiene nada de contrario á la razón,
y que todavía la verdadera filosofía vislumbra su existencia antes de
tener noticia cierta de él (3). Asi lo ha querido Dios. ¿ Y por qué? Por
una parte, para no dejarse á Sí mismo sin testimonio, imprimiendo
su vestigio ó su imagen en todas las criaturas ; y por otra, para dar

(1) 1 p., q. xlv, art. 7.


(S) De aquí aquella sentencia de San Jerónimo : Sin el Espíritu Santo,
el misterio de la Trinidad es incompleto : Absque enim Spiritu Sancto. im-
perfeetnm est mysterium Trinitatis. (Ai Hedibiam.)
(3) Representado vestigii attenditur secundum appropiata ; per queui
modum ex creaturis in Trinitatem divinarum personarum veniri potest.
(S. Th., ibld., ad 1.)
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 13
á los hombres, y especialmente a las naciones cristianas, los medios
de conseguir su perfección tomando por modelo al Poder infinito, á
la Sabiduría infinita y al infinito Amor.
En efecto: si el dogma de la unidad de Dios fué el sol del mundo
judaico, el de la Trinidad lo es del evangélico. Ahora bien : lo que la
rosa en capullo es á la rosa abierta, eso es el dogma de la unidad de
Dios al de la Trinidad. Luego andar en la presencia de un Dios , trino
en personas , claramente conocido , es para los pueblos cristianos la
ley de su existencia y la condición de su superioridad.
Es la ley de su existencia. ¿Llegan á olvidarla ó desconocerla? Al
punto caen de las alturas luminosas del Calvario ; y, retrocediendo
cuarenta siglos, quedan sumidos en las tinieblas del Sinai. Y no para
ahí su caída. Un pueblo cristiano no puede dejar de serlo, sin descen
der hasta más abajo que el judío, más abajo que el mahometano,
sin convertirse en una raza degradada , a la cual no hay en el len
guaje humano un nombre que le cuadre.
Es la condición de 'su superioridad. La perfección intelectual y
moral de una sociedad esta siempre en razón directa de la noción que
tiene de Dios. Cuanto el conocimiento claro de la unidad divina elevó
á los hijos de Israel sobre las naciones paganas, otro tanto la revela
ción de la Trinidad eleva á los pueblos cristianos sobre el pueblo judio.
Que lo sepan las sociedades bautizadas ó que lo ignoren, que lo crean
6 que lo nieguen , en las profundidades de este dogma eternamente
fecundo es donde se encuentra el escondido manantial de la superio
ridad de las mismas bajo todos sus aspectos.
La Trinidad es el quicio del Cristianismo, y, por consiguiente, el
primer asiento de las sociedades nacidas del Cristianismo. Quitad
este dogma, y la encarnación del Verbo no es más que una quimera,
la redención del mundo una quimera, la efusión del Espíritu Santo
una quimera, la comunicación de la gracia una quimera , los Sacra
mentos una quimera, el Cristianismo entero una quimera, y la so
ciedad una ruina (1).

(I) Trinitatis lides per quam subsiBtil omnis Ecclesia. (Orig,, homil.
ix in Ej)oí., n.° 3.)—De mysterio agimus, quod fidei nostrae praecipuum
caput est , et totius christianae religionis fundamentan!. Hoc subíalo , jam
nulla esset Verbi incarnatio , nulla Christi satiafactio, nulla hominum re-
demptio, nulla Spiritus Sancti effusio. nulla gratiarum largitio, nulla
8acramentorum efficacia : totum rueret salutis opus. (Liebirm. , Instil. Iheo-
log., t. m.)
CAPÍTULO II.

(Continuación del anterior.)

Sumario.—Pruebas directas de la Trinidad : la Biblia.—El mundo, el hom


bre, el cristiano: tres creaciones que revelan el misterio de la Trinidad.
—En el principio. Dios crió el cielo y la tierra y el Espíritu de Dios era
llevado sobre las aguas : fórmula de la creación del mundo físico.—Ex
plicación de San Agustío.—Hagamos el hombre á nuestra imagen : fór
mula de la creación del hombre.—Explicación de Santo Tomás , de San
Crisóstomo, de San Agustín, de Bossuet—Manifestaciones múltiples de
la Trinidad.—Pasaje de M. Drach.—Yo te bautizo en el nombre del Padre,
y del riljo y del Espíritu Santo." fórmula de la creación del eristiano.—
Explicación.—Cuantas pruebas tiene la Trinidad, otras tantas la divini
dad del Espíritu Santo.

Ver a la augusta Trinidad en el espejo de las criaturas, no es una


ilusión , como no lo es reconocer el árbol por los frutos y al artífice por
la obra. Asi, los juicios y razonamientos de .los grandes ingenios que
acabamos de citar, son auténticamente confirmados por el mismo
Criador. Tres hechuras principales resumen , a nuestro modo de ver,
su obra exterior : el mundo material, el hombre y el cristiano. Pues
bien : al modo que el fabricante pone su marca á todos los productos
de su industria para conocimiento del público, así Dios nos dice que
su imagen va grabada con caracteres indelebles en cada una do sus
obras maestras, que le declaran autor de todos los seres y le hacen
conocer a quienquiera que tenga ojos para ver y entendimiento para
entender.
« No me avergüenzo yo del Evangelio, dice San Pablo, porque es
la virtud de Dios para la salvación de los que creen.... Porque la ira
de Dios se manifiesta del cielo contra toda la impiedad é injusticia de
aquellos hombres que detienen la verdad de Dios en la injusticia ;
puesto que lo que se puede conocer de Dios, les es manifiesto á ellos;
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 15
porque Dios se lo manifestó. Pues las cosas que son invisibles en Él,
se ven, después de la creación del mundo, considerándolas por las
cosas criadas , aun su virtud eterna y su divinidad : de modo que son
inexcusables. Pues habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como
á Dios (1). »
¿Queremos ver cuan legitimo es este enojo contra los negadores ó
despreciadores de la Trinidad? Estudiemos la conducta del mismo
Dios. Quiere que su primer órgano, Moisés, comience la historia del
mundo con la revelación de la Trinidad creadora. iEn el principio
crió Dios el cielo y la tierra.... y el Espíritu de Dios era llevado
sobre las aguas (2). » Sobre lo cual , el más autorizado y más profundo
de los intérpretes, San Agustín, se expresa de este modo : «En el
momento mismo en que la creación en bruto fué sacada de la nada
con el nombre de cielo y tierra, para significar lo que había de
hacerse, se insinuó la Trinidad del Criador. Dice la Escritura : En el
principio crió Dios el cielo y la tierra. Pues bien: por la palabra Dios
entendemos al Padre, por la palabra Principio entendemos al Hijo que
no es principio sino por el Padre , pero lo es de todas las cosas. Cuando
la Escritura añade : Y el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas,
tenemos la revelación completa de la Trinidad ; pues esa palabra sig
nifica el soberano poder del Espíritu Santo (3).j
No contenta la augusta Trinidad con revelarse en la creación de la
masa material , se revela también en cada obra particular que de ella
va formando. Este pensamiento es igualmente del gran Obispo de Hi-
poua : »En la elaboración y perfeccionamiento de la materia se indica
la misma Trinidad , al formar las diferentes criaturas. En estas pala
bras Dios dijo, tenemos el Verbo ó la palabra y al generador del Verbo;
y en aquellas otras Vio Dios que era bueno, tenemos la Bondad infi

el) Ád Rom., i, 16-21.


(i) Gen., i, v. 1.
(3) Ut quemadmodum in ipso exordio inchoatae creaturae , quac coeli
et terrae nomine , propter id quod de illa perficiendum erat , commemorata
est, Trinitas insinuatur Creatoris (nam dicente Scriptura : In principio fecit
Deus raclum et lerram ; intelligimus Patrem in Dei nomine , et Filium in
Principii nomine, qui non Patri, sed per seipsum creatae primitus ac potis-
simum spirituali creaturae, et consequenter etiam universae creaturae prin-
cipium est : dicente autem Scriptura : El Spiritu» Dei ferebatur mper aquae,
completara commemorationem Trinitatis agnoscimus) ; ita, etc.... Non enim
loco, sed omnia superante ac praecellente potantía (superferebatur). (De Gen.
ad Lili., lib. i, n.» 42.)
16 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
nila, el Espíritu Santo, por quien únicamente agrada á Dios todo lo
que le agrada (1).» Pues estas palabras salen siete veces en la obra de
la creación , y por consiguiente siete veces se proclama el dogma
de la Trinidad, siete veces se afirma divinamente que el mundo .ma
terial en su conjunto y en cada una de sus partes lleva el sello de su
autor.
Oigamos a otro comentador, no menos notable por la pureza de su
corazón y la solidez de su ciencia : "El libro que contiene el origen
de las cosas, dice el abad Ruperto, comienza con estas palabras : En
el principio crió Dios el cielo y la tierra. Puesto que la creación en sí
misma es el principio del mundo, ¿por qué se dice : En el principio
Dios crió y Pues parece que es como si dijera : En el principio Él
principió. Si se toma aquí en el sentido vulgar la palabra principio,
resulta una tautología ridicula. Hay,, pues, suficiente fundamento
para tomarla por un nombre propio del Hijo. Él mismo lo quiere asi ;
pues preguntándole los judíos : ¿Tú, quién eres?, les contestó : El
Principio, el mismo que os hablo.
En efecto: Dios crio verdaderamente en el Principio el cielo y la
tierra; puesto que todas las cosas han sido hechas por Él. La misma
Escritura confirma esta interpretación cuando dice en otra parte:
Hiciste todas las casas con Sabiduría. Ahora bien: esta sabiduría no es
sino el Verbo-Dios, el cual, como acabamos de ver, se llama a Si
mismo el Principio.
Y el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas. La materia existe,
pero está informe, le falta recibir la vida y la hermosura. El Espíritu
de Dios hace con ella lo que el ave con su calor hace con el polluelo
encerrado en el huevo ; la calienta , la anima , la vivifica , hace de
ella un ser dotado de todas sus perfecciones. ¿Y qué es este Espíritu
de Dios sino el Amor mismo de Dios , no amor de afección , sino Amor
sustancial , vida y virtud viviente, que permanece en el Padre y en
el Hijo, que procede del uno y del otro y es consustancial á entram
bos (I)?
Ahora bien : Él era llevado sobre las aguas ; por consiguiente.

(1) Ita et in conversione atque perfeotione creaturae, ut rerum species


digerantur, eadem Trinitas insinuatur : Verbum Dei scilicet, et Verbi Ge-
nerator, cum dicitur : Dixil Dau; et sancta Bonitas , in qua Deo placet quid-
quid ei pro suae naturae modulo perfectum placet, cum dicitur : Vidit Dtusl
qma bonnm nt. (Ihid., n.° 42.)
(2) Coro, á Lapid. inhune. loe.
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 17
sobre la tierra que en su seno encerraban ; porque el Criador era
atraído por un inmenso amor hacia sus criaturas ; y no pudiendo ser
Él lo mismo que había criado, quería hacer seres capaces de unirse á
Él. Esta Bondad , este Amor del Criador, es el mismo Espíritu Santo.
« Á la cabeza del Libro de los libros esta magníficamente inscrito el
dogma de la Trinidad creadora. En el nombre de Dios se ve al Padre,
en el nombre del Principio al Hijo y en el que era llevado sobre las
aguas al Espíritu Santo (1).«
Como prueba de esta interpretación tan clara y autorizada , los
intérpretes más hábiles de la lengua hebrea hacen valer la anomalía
gramatical del texto hebreo. Literalmente debe traducirse : en el prin
cipio los Dioses crió. ¿Y por qué esta forma extraña? Porque el pen
samiento es primero que la palabra ; y ante la voluntad suprema de
Aquel , que en la primera palabra inspirada al primero de sus órga
nos quiere revelar su divina esencia , deben doblegarse todas las leyes
de la gramática, Elohim , plural , los Dioses, indica la pluralidad de
personas en Dios ; como la unidad de esencia está indicada por el verbo
en singular, bara, crió (2).
La historia , pues , de la creación del mundo material comienza
con la revelación del dogma de la Trinidad. Del mismo modo co
mienza la historia de la creación del hombre. Hagamos al hombre á
nuestra imagen y semejanza , dijo el Criador (3) ; y el divino artífice
se graba á Sí mismo con caracteres indelebles hasta en la esencia de
esta nueva criatura.
Notemos desde luego la profundidad del lenguaje bíblico : estas
dos palabras imagen y semejanza no son una repetición inútil. La
primera es el preámbulo de la segunda. Ambas reunidas revelan al
hombre sus relaciones con Dios y el fin de su vida.
Ellas dicen al Padre de la raza humana y á cada uno de sus des
cendientes : « Dotado de la triple facultad de acordarte, de conocer y
de amar, tú estás hecho á imagen y semejanza de Dios Trino. Esta
imagen la llevas impresa hasta en las profundidades de tu ser. Judío,

(I) Jgitur in capite libri splendide demonstratur Creatricia praasentia


Triaitatis. Etenim in nomine Dei , Pater : in nomine Principii , Filias intel-
ligitur; et qai super aquas fertar, ipse est Spiritus Sanctus. (De Trinit., et
optrib. «/tu, lib. xlii ; in Gen., lib. i , c. m et ix.)
(2) Elohim plurale innuit in Deo pluralitatem personarum , sicot unitas
essentiae innnitur per verbum singulare. Bara, id est creavit. lia Lyran.
Burgens. Galatin. Eugnbin. Catharin. , etc.—(Vid. Corn.a Lapid. in Gen. 'i, 1.)
(3) Gen. , i, «6.
TOMO II. 2
18 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
pagano, católico , hereje, justo ó pecador, seas lo que seas , y hagas lo
que hagas, mientras sea verdad que eres hombre, será verdad que
eres la imagen de Dios. Si te condenas, la llevarás al infierno, y las
llamas eternas la quemarán sin destruir (1). «
«El fm de tu vida no es conservarla, sino perfeccionarla hasta
formar en ti la semejanza con Dios. Tal es la ley de tu ser y la condi
ción de tu dicha. Si eres pecador , pierdes esta semejanza ; si justo
sobre la tierra, la tienes, pero imperfecta ; santo en el cielo, la po
seerás en su perfección. Entonces, y solamente entonces, podrás decir:
He conseguido el fin de mi creación : soy semejante á Dios (2).»
No hay doctrina mas luminosa y cierta que esta : «A la imagen de
Dios impresa en mi alma , dice San Basilio , debo el uso de mi razón ;
á la gracia de ser cristiano , la semejanza cón Dios (3). » Y San Jeró
nimo : «Debemos notar, que solo la imagen fué producida por la
creación ; la semejanza se completa por el Bautismo (4).» Y San Cri-
sóstomo: «Dios dijo imagen á causa del imperio del hombre sobre
todas las criaturas; semejanza, á fin de que en la medida de nuestras
fuerzas nos hagamos semejantes á Dios en la mansedumbre, en la
dulzura , en la virtud , segiin el precepto del mismo Jesucristo : Sed
semejantes á vuestro Padre que está en los cielos (5). »
Magnifica obra, cuyo complemento eterno hace brillar á nuestros
ojos San Juan, cuando escribe: Carísimos, ahora.somos hijos de Dios,
y no aparece aún lo que habernos de ser. Sabemos que cuando Él apa
reciere, seremos semejantes d Él (6).
(1) Imago siquideni in gehenna un poterit, non exuri; arderé, sed non
deleri. Similitudo non tic ; sed aut manet in bono ; aut si peccaveril anima,
mutatur miserabiliter jumentis insipientibus similata. (S. Bern., Strm. i it
Annuntiat.)
(2) Imaginem Dei seinper diximus permanere in mente ; sive haec imago
Dei sit obsoleta, ut pene nulla sit, ut in his qui non liabent usum rationis ,
sive, sit obscura atque deformis , ut in peccatoribus ; sive sit clara et^nulchra,
utin justis. (S. Th., ^ p., q. xcm, art. 8.)
(3) Per imaginem animae impressammeae.obtinui rationis usum; verum
christianus effectus utique similis efficior Deo. (S. Uaiil., homil. x m Aejaem.)
(4) Notandum est quod imago tune (in creatione) facta sit tantum , simi
litudo in baptismate compleatur. (S. Hier., in illud Ezich., c. xxvn, In tigna-
culum . )
(5) Imaginem dixit ob principatus rationem ; similitudinem , ut pro viri-
bus humanis similes fiamus Deo ; mansuetudine , inquam , lenitate et virlutis
ratione Deo similes efdciamur , ut et ChristuB dicit : Similes estáte Patri vesin
qui est in coelis. (S. Chnisost., in cap. i, Gen., homil. Ix, n." 3.)
(6) IJom., cap. ni, v. 2.
DIVINIDAD DEL ESPÍEITU SANTO. 19
¿Pero en qué consiste esta imagen de la Trinidad que llevamos en
nosotros mismos? Dejemos hablar por todos á dos maestros de la doc
trina católica , al gran San Agustín y á Bossuet. «Al ocuparnos en la
creación , dice el primero , hemos advertido , en cuanto estaba de
nuestra parte , á los que buscan la razón de las cosas, que deben apli
car todi la fuerza de su espíritu á considerar las perfecciones invisi
bles de Diosen sus obras exteriores , y principalmente en la criatura
racional , que ha sido hecha á imagen de Dios. En ella , como en un
<¡spejo , verán , si son capaces de ver , la Trinidad divina en nuestras
tres facultades : memoria, entendimiento y voluntad.
«Cualquiera que distinga claramente estas tres cosas , grabadas en
su alma por la mano del Criador, y que reflexione cuan grande cosa
es ver en esta alma creada la naturaleza inmutable de Dios recor
dada, vista y amada (pues por la memoria se recuerda, por la inteli
gencia se ve y por la caridad se ama), este indudablemente encon
trará en si mismo la imagen de la Trinidad. Trinidad soberana, objeto
eterno de la memoria, de la inteligencia y del amor, en cuyo recuerdo,
contemplación y amor debe emplearse la vida entera del hombre (1). »
Escuchemos ahora al Obispo de Meaux. Recordando al hombre la
imagen augusta que lleva en si mismo, y excitándole á que la haga
continuo objeto de su imitación, dice Bossuet : «Esta Trinidad in
creada , soberana , todopoderosa, incomprensible, á fin de darnos
alguna idea de su perfección infinita, ha hecho una Trinidad creada
sobre la tierra.... Si quieres saber cuál sea esta Trinidad creada de
que hablo, entra en ti mismo y la verás; es tu alma.
nEn efecto: asi como la augustísima Trinidad tiene un manantial y
una fuente de divinidad, según expresión de los Padres griegos ; un
tesoro de vida é inteligencia, que llamamos Padre, del cual el Hijo
y el Espíritu Santo no cesan jamás de lomar, del mismo modo el alma
humana tiene su tesoro que la hace fecunda. Todo lo que le traen de
afuera Tos sentidos, lo reune dentro de si misma y hace de ello como
un depósito que llamamos memoria. Y asi como el tesoro infinito, es
decir , el Padre Eterno, contemplando sus propias riquezas , produce
al Verbo que es su imagen , lo mismo el alma racional , llena y enri-

( I ) .... Per quod velut speculum , quantum possent , si possent, cernerent


Trinitatem Deum , in nostra memoria, intelligentia, volúntate.... ad quam
aummam Trinitatem reminiscsndam , videndam , diligendam . ut eam recor-
detur, eam contempletar, eadelectetur totum debet referre quod vivit. (Dt
Trinil., lib. xv, n.» 39.)
20 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
quecida de bellas ideas , produce esta palabra interior que llamamos
pensamiento, ó concepto, ó discurso, que es la imagen viva de las
cosas.
» ¿ Y no es verdad , cristianos , que al concebir cualquier objeto,
producimos en nosotros una pintura animada , que el incomparable
San Agustín llama el hijo de nuestro corazón: Filius coráis nosin(1)?
En fin: como al producir en nosotros esta imagen que la inteligencia
nos da , nos complacemos en entender, amamos, por consiguiente,
esta inteligencia ; y asi de este tesoro que es la memoria y de la inte
ligencia que ella produce , nace una tercera cosa que se llama amor,
con el cual quedan completas todas las operaciones de nuestra
alma.
8 Asi del Padre , que es el tesoro , y del Hijo, que es la razón y la
inteligencia , procede este Espíritu infinito, que es el término de la
operación de ambos. Y como el Padre , este tesoro eterno , se comu
nica sin agotarse , asi este tesoro invisible é interior que nuestra alma
encierra en su propio seno , no pierde nada al derramarse, porque
nuestra memoria no se agota por los conceptos que da a luz , sino
que permanece siempre fecunda , como Dios Padre es siempre fe
cundo (2). 9
Y en otra parte : «Ya lo hemos dicho: la Trinidad resplandece
magníficamente en la criatura racional. Ésta , á semejanza del Padre,
tiene el ser ; á semejanza del Hijo , tiene la inteligencia , y á semejanza
del Espíritu Santo , tiene el amor. Semejante al Padre y al Hijo y al
Espiritu Santo, tiene en su ser, en su conocer, en su amar, una misma
vida y una misma felicidad. Nada puede quitársele, sin quitárselo
todo. Criatura dichosa y perfectamente semejante á Dios, si se ocupa
únicamente en Él. Entonces , perfecta en su ser , en su inteligencia y
en su amor , entiende todo lo que es y ama todo lo que entiende. Su
ser y sus operaciones son inseparables ; Dios constituye la perfección
de su ser , el alimento eterno de su inteligencia y la vida de su amor.
No dice , como Dios , más que una sola palabra, que comprende toda
su sabiduría. Como Dios , no produce más que un solo amor, que
abraza todo su bien. Y todo esto no muere en ella jamás.
«Aqui sobreviene la gracia y eleva la naturaleza. Se le muestra la
gloria, y añade su complemento á la gracia. ¡ Feliz criatura, repetimos,
si sabe conservar su dicha I ¡ Hombre , tú la has perdido I ¿ Por dónde

(1) De Trintl., lili. Ix, c. VII.


(?) Sermón sobre el misterio de la Santísima Trinidad.
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 21
anda extraviada tu inteligencia? ¿Dónde va tu amor á anegarse? ¡Áy !
¡ay ! y siempre ¡ay!: acuérdate de tu origen (1).
•Vuelve en ti ; y si quieres conocer tu dignidad y el objeto de tu
existencia , no mires el cielo , ni la tierra , ni los astros , ni los ele
mentos, ni todo este universo que te rodea ; mírate á ti mismo, ¡oh
hombre! Escucha , no ya la voz que te dirigen las criaturas, sino la
voz que de ti sale. Tú eres para ti mismo el predicador de la Trini
dad. Por donde quiera que vayas, su imagen He vas. Respétala, ámala,
copíala , hazte á ella semejante ; en eso está tu dicha.»
En los grandes sucesos que marcan la vida del hombre primitivo,
reaparece la Trinidad. Adán cae. «He aquí, dicen las divinas perso
nas , Adán se ha hecho como uno de nosotros : Ecce Adam quasi unus
ex nobis factus est (2). » Tan claras como son estas palabras interpre
tadas eu un sentido católico, tan absurdas serian, si no significan la
pluralidad de las personas divinas. En este caso , presentarían la sig
nificación siguiente : he aqui Adán hecho semejante á uno de mi.
Satanás quiere echar los cimientos de la Ciudad del mal. Para edi
ficarla, reune á los hombres en las llanuras de Sennaar : la ciudad y
la torre que deben levantarse hasta el cielo , se elevan visiblemente.
Esta audaz empresa provoca una nueva manifestación de la Trinidad.
Asi como las tres divinas personas tuvieron consejo para criar al
hombre, se conciertan para castigarlo. «Venid , se dicen, descenda
mos y confundamos allí su lengua (3).»
Á su vez, Dios quiere formar la Ciudad del bien. Abraham ha de
ser la piedra angular , y la Trinidad se le aparece. En medio del valle
de Mambré se levanta la tienda del Padre de los creyentes. Un día,
hacia la hora del mayor calor , el caritativo Patriarca estaba sentado
á su puerta, cuando, alzando los ojos, vió tres personajes que esta
ban en pie delante de él. Ante tal espectáculo, cae, y con la frente
pegada al polvo los adora diciendo en singular : « Señor, si he hallado
la gracia en tus ojos , no pases de tu siervo (4). »
Abraham ve tres personas , y no adora más que á un solo Señor,
al cnal da constantemente el nombre incomunicable de Jehová. ¿Qué
significa este lenguaje f Consultemos el oráculo, intérprete infalible
(1) Élcc. sur le my.?(., élév. Vil.
(2) Cen.,ni,2S.
(3) Vonite igitur, descendamus et oonfundamus ibi linguam eorum.
/Gen., xi , 7.)
(4) Domine, si inreni gratiam in oculis tuis, De transeas Bsrvum tuum.
(Gen., xvm 3.)
22 TRATADO DEL ESPÍRITU SA^TO.
de la Escritura , la tradición. « He aquí cómo de repente , dice un>
Padre de la Iglesia , la Majestad incorpórea desciende á la tierra baja
la figura corporal de tres personajes. Abraham corre á su encuentro.
Tiende hacia ellos sus manos suplicantes, les besa las rodillas, y
dice: « Señor, si he hallado gracia delante de Ti, no pases ante íí*
siervo sin detenerte. > Ya lo veis: el Padre de los creyentes sale al
encuentro de tres y no adora más que á uno solo. Unidad en tres y
Trinidad en uno. He aquí como la Majestad celestial se sienta á la
mesa de un simple mortal , acepta su convite , gusta sus manjares, y
se entabla una conversación amistosa, familiar, entre Dios y un
hombre. Á la vista de estos tres personajes , Abraham aprende el
misterio de la Santísima Trinidad ; y si no adora en ellos mas que a
un solo Señor , es porque no ignora que en las tres personas no hay
más que un solo Dios (1).>
Estas múltiples manifestaciones dieron por resultado entre Ios-
judíos el conocimiento cierto del dogma en que se funda la fe del
género humano, asi en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
« Los hombres ilustrados entre los Hebreos , dice San Epifanio, tan,
profundamente instruido en las cosas de su nación, enseñaron siempre
y con entera certidumbre la Trinidad en la única esencia diviua (2). i
Otro israelita , no menos versado en la historia religiosa de la
sinagoga , Mr. Drach , se expresa en estos términos : « En los cuatro
Evangelios se habla de la Revelación nueva de la Santísima Trinidad,
punto fundamental y quicio de toda la religión cristiana , lo misino
que de otra cualquiera doctrina que ya se enseñara en la sinagoga a la
venida de Cristo, como, por ejemplo , el pecado original , la crea-

(1) Eece súbito in trium virorum persona Majestas incorpórea descendit.


Accessit, properat, manus supplices tendit, et transeuntium genua oscula-
tur. Domine , ait , si inveni graiiam coram te, ne transierie puerum tuttm. Videtis;
Abraham tribus oceurrit, et unum adorat. Trina unitas et una Trinitas....
Ecce ad humanara mensam coelestis sublimitas recumbebat, cibus capitur,
preLsitatur et oontubernali colloquio inter hominern et Deum familiaria verba
misceatur. In eo autem quod tres vidit Trinitatis mysterium intellexit, quod
autem quasi unum adoravit in tribus personis unum Deum esse cognovit.
(Serm. de Temp., I, xvm , n.° 2.)— Ili tres Bymbolice significabant sanctam Tri-
nitatem , et medius significaba! essentiam divinam , tribus personis commu-
nem. (Ita Euscb. , Cyrill., etc.; Corn. a Lap., in c. xvm, 3 Gen.)— Et ipse Abra
ham tres viditet unum adoravit. (S. Aag., Contr. Max. Arlan., lib. n, c. ixvii ,
n.* 7.)—Tres videt, et unum adorat. (S. Ambr. , De Caín el Abel, t. I, p. 197.)
(8) Adr. haeret., lib. i, haer. 5.—Sin embargo, menos claramente que
los Apóstoles y Santos Padres.
DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 21)
ción del mundo sin materia preexistente y la existencia de Dios.
sCuando Nuestro Señor Jesucristo da á sus discípulos, á todos los •
cuales había elegido de entre los judíos , la misión de ir á predicar el
Evangelio á todos los pueblos de la tierra , les manda bautizarlos en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es claro que
estas palabras, las únicas de los cuatro Evangelios en que las tres
divinas personas se nombran juntamente en términos tan expresos,
no han sido dichas , como si tuvieran por objeto revelar la Santísima
Trinidad. Si el Salvador pronuncia aquí los nombres adorables del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo , es para prescribir la forma
sacramental del bautismo. La mención que se hace del gran misterio
en esta circunstancia con ocasión del bautismo , produce en el espíritu
de cualquiera que lea el Evangelio el efecto de un artículo de fe ya
conocido y plenamente admitido entre los hijos de Israel.
»En una palabra : los Evangelistas toman por punto de partida el
misterio de la Encarnación ; nos lo revelan y nos mandan creer en
él. En cuanto al de la Trinidad , que le precede , y que es su base en
la fe , lo tratan como punto ya manifiesto y admitido entre las creen
cias de la atigua ley. He aquí por qué no dicen en ninguna parte
sabed , creed que hay tres personas en Dios. En efecto : todo aquel
que está familiarizado con lo que enseñan los antiguos doctores de la
sinagoga , principalmente aquellos que vivieron antes de la venida del
Salvador , sabe que la Trinidad en un solo Dios era una verdad admi
tida entre ellos desde los mas remotos tiempos (1).»
Sin embargo, hay una creación más noble que la del universo
material, mas noble que la del hombre mismo: es la creación del cris
tiano. Lo mismo que las dos primeras, esta tercera obra maestra co
mienza por la revelación del dogma de la Trinidad. Cumplióse la ple
nitud de los tiempos; el Verbo, por quien todo ha sido hecho, des
cendió á la tierra para regenerar su obra. Á su voz debía surgir un
mundo nuevo más perfecto que el antiguo. Él mismo se va á volver
a su Padre; pero sus Apostoles han recibido el mandato y el poder para
continuar esta maravillosa creación. En el solemne momento de su
partida , deja salir de sus divinos labios el inefable nombre de Jehovd,
que no había pronunciado todavía por entero, y cuya completa enun
ciación había de ser, según la tradición profética de la sinagoga, la
señal de la redención universal (2).»
(1) Armonie de VEgliu el de la Synagogue, t. il , p. 577.
(2) La Trinidad de personas en un solo Dios no debía ser enseñada
pública y claramente, según confesión de loa mismos Rabinos, sino en la
24 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Él les dice : «Id, pues; enseñad á todas las naciones, y bautizad-
las en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (1).» He
aquí, la perfecta igualdad de las tres personas, con el mismo poder,
la misma virtud santificante en un solo nombre, es decir, en una
sola divinidad : ¿ qué cosa se podría decir más claramente ?
Asi el hombre, que debe su ser natural á la adorable Trinidad,
le deberá su ser sobrenatural : vida humana y vida divina le vienen
de un mismo origen. Esta gran verdad quedará escrita en la misma
acta de su doble creacíón. Nazca donde quiera, ningún hijo de Adán
se hace hijo de Dios, á menos que la Iglesia, su Madre, grabe sobre
su frente el sello indeleble de la augusta Trinidad.
Y esto aún no es bastante. Como en el Antiguo Testamento el
Dios en tres personas multiplicó sus apariciones al hombre primitivo ,
las multiplica mucho más y con mayor claridad , bajo la ley de gra
cia, al hombre nuevo. Seguid al cristiano desde la cuna hasta el se
pulcro ; no podréis dar un paso en su vida sin encontrar á la Santí
sima Trinidad. Bautizado en nombre de la Trinidad , ¿queda revestido
de la fuerza y lleno de las luces del Espíritu Santo? Pues, es en el
nombre de la Trinidad. ¿ Recibe la carne vivificadora de su Redentor?
Pues es en el nombi.i de la Trinidad. ¿Recobra la pureza de alma por
el perdón de sus culp;is ? ¿ Es fortificado para los peligros de la última
lucha? ¿ Se hace , según la carne ó según el espíritu, padre de una
nueva familia? Pues es también en nombre de la Trinidad. ¿ Vuelve
a su última mansión terrestre? ¿Queda confiado á la tumba como
un depósito inviolable? Pues siempre es en el nombre de la Trinidad.
Asi , hacia cualquier lado que se vuelva, ya eleve sus miradas
hacia el firmamento, ya las baje hacia la tierra, ya las concentre en
si mismo, por doquiera el hombre ve brillar el dogma augusto de un
Dios en tres personas. Para negarlo, es preciso que niegue el uni
verso, que niegue su razón, que niegue las Escrituras, que se nie
gue á si mismo, como hombre y como cristiano. Pero tantas veces
como lo afirme , otras tantas afirma la divinidad del Espíritu Santo.
Nuestro propósito era establecerla.
época del advenimiento del Mesías, nuestro justo, época en que el nombre
de Jchova, que anuncia este augusto misterio , como también la encarnación
del Verbo, debía cesar de ser inefable.... Una de sus antiguas tradicio
nes dice en términos formales : La redención u operará por el nombre entero
Jehová , ruando una de la! tres persóna» divinas , inseparable de las ctrat dot,
se habrá hecho loque significa la última letra del nombre inefable: HoMBal Dios.
(Drach., ibid.J
(1) JialA., xvni, 19.
capítulo in.

Pruebas directas de la divinidad del Espíritu Santo.

Somario.—Los nombres.—Todos los nombres que convienen solamente á


Dios se dan al Espíritu Santo : en el Anticuo Testamento, Jehová; en el
Nuevo, Dios.—Los atributos : la eternidad, la inmensidad , la inteligencia
infinita, la omnipotencia.—Las obras : la creación y la regeneración del
hombre y del mundo.—La tradición: San Clemente, San Justino, San
Ireneo, Atenágoras, Eusebio de Palestina, la Iglesia de Smlrna, Luciano,
Tertuliano , San Dionisio de Alejandría, Julio Africano, San Basilio, San
Gregorio de Nazianzo, Ruperto: la liturgia, la señal de la cruz, ldoxa-
logla, el Gloria Patri.

Lo primero que hay que saber acerca del Espíritu Santo, es que
es Dios como el Hijo y el Padre ; que tiene la misma naturaleza, la
misma divinidad, las mismas perfecciones ; que es aomo ellos eterno,
todopoderoso, infinitamente sabio é infinitamente bueno ; digno como
ambos de la confianza y del amor, de las adoraciones, oraciones y
alabanzas del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres.
He aqui todo lo que confesamos, cuando decimos : Creo en el Espíritu
Santo : Credo in Spiritum Sancium.
Ahora bien: en los libros santos, desde el Génesis hasta el Apo
calipsis, en la enseñanza, no interrumpida durante diez y ocho siglos,
de los Padres de la Iglesia y de la Iglesia misma , la divinidad del
Espíritu Santo brilla con no menos esplendor que la divinidad del
Hijo y del Padre. La prueba de todo esto se encuentra en los testimo
nios aducidos hasta aqui en favor del dogma de la Trinidad (1). Con
ellos podríamos contentarnos ; porque nada hay mejor fundado que
nuestra fe en la divinidad del Espíritu Santo. No obstante, aduzca
mos algunas pruebas directas de esta verdad fundamental. Multitud

(I) Se encontrarán otros muchos en los grandes teólogos : Vitaae, D«


TrinUali ; Pétav., De dogmalibut thlologici) , etc.
TRATAno DEL ESPÍRITU SANTO.
de ellas se presenta en los nombres que la Escritura da al Espirita
Santo, en los atributos que le reconoce, en las obras que le atribuye,
en la tradición de los Padres y en la doctrina de la Iglesia.
Los nombres. Estos nos ofrecen dos géneros de pruebas de la divi
nidad del Espíritu Santo, una,negáliva y las otras positivas. La pri
mera resulta de este hecho perentorio: que jamas el Espíritu Santo es
llamado criatura en los libros del Antiguo ni del Nuevo Testamento.
Sin embargo, encontramos en los Profetas y en los Apostóles la bri
llante enumeración de las principales criaturas del cielo y de la tierra.
David nos la hace muchas veces en los Salmos (1). Daniel la repite
magníficamente en el cántico de los tres niños de Babilonia. Entre
todas las obras más principales del poder creador no se hace mención
alguna del Espíritu Santo.
San Pablo, arrebatado al tercer cielo, vió las jerarquías angélicas;
llama por su nombre á cada uno de los ordenes que las componen.
Su mirada, alumbrada por la luz del mismo Dios, no descubrió en
ninguna de ellas al Espíritu Santo. En ninguna parte lo nombra entre
las criaturas; cosa, empero, que no hubiera dejado de hacer, si el
Espíritu Santo no fuera Dios. En efecto : el sublime catalogo que hace
de las creaciones angélicas tiene por objeto enseñar que todo aque
llo que no es Dios, esta por debajo del Verbo encarnado (2). No sola
mente no nombra jamás al Espíritu Santo entre las criaturas, sino
que siempre lo coloca en la misma línea que al Padre y al Hijo, y le
nombra con ellos.
Pasemos á las pruebras positivas. Sabida cosa es que en el Anti
guo Testamento el nombre de Jehová, y en el ífuevo el nombre de
Dios sin modificación , es el nombre incomunicable de Dios (3). Ahora
bien: este doble nombre es dado constantemente al Espíritu Santo.
En el libro n de los Reyes , dice David: « El Espíritu de Jehová ba
hablado- por mi , y su palabra ha salido de mis labios (4).» ¿Qué Es
píritu es este ? El verso siguiente nos lo enseña al punto : «El Dios de
Israel me dijo: El Fuerte de Israel ha hablado (5).» Por don \i se ve,

(1) Entreoíros, Salm. cxlviii,clxm.


(2) Ad Coíot».; i, \&\ ad Ephti., 20-22.
(3) Bolos verus DeuB in Scriptuns dicitur absoluta Dsus. (S. Irm.,
lib. m, c. vi.)
(4) Spiritus Domini (hebraice Jthonab) locutus est per ma , et Berroo ejus
per linguam meam. (II lí q-, xim , 2.)
(5) Dixit Deus Israel mihi : Locutus est Fortis Israel. (Ibid., i.)
PRUEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPIRITU SANTO. 27
que el Espíritu de Jehová es el mismo Jehová , ol Fuerte , el Dios de
Israel.
Á su vez , Isaías se expresa asi : «Y el Señor de los ejércitos (Je- .
hová) ha dicho : Marcha y di á ese pueblo : Escucharéis con atención
y no querréis comprender (1).» ¿Quién es este Dios , este Jehová de
los ejércitos? El Espíritu Santo, responde San Pablo. Hablando en su
cárcel de Roma á los judíos incrédulos que habían acudido á oirle,
les recuerda este texto de Isaías , y les dice : « El Espíritu Santo ha -
dicho con razón por Isaías : Ve y di á eso pueblo : Oyendo oiréis y
no querréis entender (2).» También aquí el que Isaías llama Señor de
los ejércitos , Jehová , Dios de Israel , en una palabra , el verdadero
Dios , nos dice el Apóstol que es el Espíritu Santo. ¿Podía enseñar
mas claramente la divinidad de la tercera persona de la augusta Tri
nidad ?
No solo en Isaías , sino en todos los libros del Antiguo y Nuevo
Testamento, se dice que Dios habló por los profetas. Citaremos nada
mas que dos ejemplos. Al principio de su Evangelio se expresa San
Lucas en estos términos: «Conforme el Dios de Israel lo ha dicho por
boca de sus santos profetas en el transcurso de los siglos (3).» Y San
Pablo, escríbiendo á los Hebreos: s Antiguamente habloDios á nues
tros padres por medio de los profetas (4). » Pues bien : este Dios inspi
rador de los profetas es el Espíritu Santo. La prueba mas segura está
en el testimonio de San Pedro, cuyas son estas palabras : «Es menes- .
terque se cumpla la Escritura, como el Espíritu Santo lo predijo por
boca de David (o).» Y en otra parte : «Por inspiración del Espíritu
Santo hablaron los hombres santos de Dios (6). »
De donde nace este razonamiento tan sencillo como concluyeme :
el que habló por los profetas es el verdadero Dios : es asi que el Es
píritu Santo habló por los profetas ; luego el Espíritu Santo es Dios,

(1) Et dixit Dominus exercituum (hebraica Jeliovali): Vade, et dices


populo huic : Audite audientes, et nolite intelligere. (I»., vi, 9.)
(2) Beno Spiritus Banctus locutus est per Isaiam : Vade et dices populo
huic : Audite audientes, ct nolite intelligere. (Acl., xxvm , S5.)
(3) Sicut locutus est per os sanctorum , qui a saeculo suDt , prophetarum
ejus. (Luc, i, 70.)
(4) Olim Deus luquens patribus in prophetis. (Uebr., i, t.)
(5) Oportet implen scripturam, quam praedixit Spirilus Sanctus per os
David. (Act., i, 11.)
(fi) Spiritu Sancto inspirante loeuti sunt sancti Dei homines. flIPetr.,
i. 21.)
28 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
verdadero Dios como el Padre y el Hijo. Además , como la Escritura
distingue al Espíritu Santo del Padre y del Hijo , resulta claramente
que el Espíritu Santo es una persona distinta del Hijo y del Padre.
En una circunstancia memorable proclama el mismo Apóstol no
menos brillantemente la divinidad del Espíritu Santo. Ananías engaña
sobre el precio de su campo, y al engaño añade una mentira pública.
Entonces Pedro le dice en presencia de toda la iglesia de Jerusalén :
« ¿Por qué Satanás tentó tu corazón hasta hacerte mentir al Espíritu
Santo? No has mentido á los hombres , sino á Dios (1).» Ananías ha
mentido al Espíritu Santo , Pedro descubre su (alta , y le dice : Min
tiendo al Espíritu Santo, no has mentido á los hombres , ni á una
simple criatura ; has mentido al mismo Dios. Luego el Espíritu Santo
es Dios. La consecuencia es lógica y la conclusión no tiene réplica.
Los atributos. Se puede formar el mismo argumento que de los
nombres. Aquel á quien convienen todos los atributos de Dios , es
Dios. Es asi que lodos los atributos de Dios convienen al Espíritu
Santo. Los grandes atributos de Dios son la eternidad , inmensidad,
inteligencia inflnita , omnipotencia. Pues bien : el Espíritu Santo los
posee lodos.
La eternidad. Es eterno el que precede á todos los tiempos. Prece
dió á todos los tiempos el que, al criar el mundo, crió juntamente el
tiempo mismo. Ahora bien: el Espíritu Santo crió el mundo de
acuerdo con el Padre y el Hijo. «En el -principio Dios crió el cielo y
la tierra, y el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas (2).»
La inmensidad. Es inmenso ; Él abarca y llena todos los lugares,
de modo que nada pueda sustraerse de su presencia. «El Espíritu del
Señor llenó el orbe. —¿ Adonde iré yo que no esté tu Espíritu , y
adonde huiré de tu rostro ? Si subo al cielo , allí estás ; si bajo al in
fierno, estás presente ; si tomare alas al salir el alba y me trasladare
más allá de los mares , tu mano será la que allá me lleve , y tu dies
tra la que me tenga (3).»

(1) Dixit autem Petrus : Anaína, car tentavit Satanas cor tuum , men-
tiri te Spiritui Sancto et fraudare de pretio agri?.... Non est mentitus homi-
nibus, sed Deo. (Am., v, 3-4.)
(2) Ttoen., i, 1-3.
(3) Spiritus Domini replevit orbem terrarum (Sap., i, 7.) — Quo ibo a
Spiritu tuo et quo a facie tua fugiam ? Si ascendero in coelum , tu illic est ;
si descenderá in infernum, ades. Si sumpsero peanas meas diluculo et habi-
tavero in extremis maris, etenim illuc manus tua deducet uia et tenebit me
dextera tua. (Ps. cxxxvm, 7-10.)
PRUEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 29
La inteligencia infinita. Aquel lo ve todo , lo conoce todo y lo sabe
todo , para quien ni el cielo ni la tierra tienen secreto alguno , que
penetra los misterios de Dios hasta sus últimas profundidades , que
abarca la verdad , toda la verdad en lo pasado , presente y porvenir,
y que es doctor infalible de la misma. Tal es el Espíritu Santo.
Hablando de las maravillas de la Jerusalén celeste , dice San Pa
blo : «Que ojo no vio , ni oreja oyó, ni corazón de hombre jamas
alcanzó lo que preparó Dios para aquellos que le aman. Pero Dios nos
lo reveló á nosotros por su Espíritu ; porque el Espíritu lo penetra
todo , aun las profundidades de Dios. Porque, ¿quién de los hombres
sabe las cosas que hay en el hombre , sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espí
ritu de Dios (1).» Y San Juan : «El Consolador, el Espíritu Santo que
enviará el Padre en mi nombre, os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo aquello que yo os hubiere dicho.... y os anunciara las
cosas que han de venir (2). »
Estos textos tan claros fueron las armas de que San Ambrosio y
los antiguos Padres se sirvieron para confundir al negador de la divi
nidad del Espíritu Santo , el impío Macedonio.
La omnipotencia. Aquel es Todopoderoso que con un signo de su
voluntad hace salir de la nada al ser, y cuyas obras denotan todas un
poder infinito. Tal es el Espíritu Santo. «Los cielos , dicen los profe
tas , han sido criados por el Verbo del Señor, y por el Espíritu de su
boca toda la virtud de ellos. Poique el Espíritu de la sabiduría crea
dora es todopoderoso (3).»
Las obras. No haremos aquí mas que desflorar e§te vasto asunto;
pues debemos tratarlo circunstanciadamente en el discurso de nuestro
trabajo. Las obras de Dios son de dos clases : de naturaleza y de gra
cia. Pues unas y otras se atribuyen al Espíritu Santo , como al Hijo y
al Padre. En el orden natural , la creación del hombre y del mundo,
como acabamos de verlo por el testimonio de los libros santos. Aña
damos solamente la palabra tan precisa del santo hombre Job: «El Es
píritu de Dios me crió. Spiritus Domini fecit me. t (xxxm, 4.)
En el orden de la gracia, la regeneración del hombre y del mundo.

(1) / Cor., II, 9-1 1.


(2) Joan. , xiv, 26, et xvi , 13.
(3) Verbo Domini coeli firmati sunt , et Spiritu oris ejus omnis virtus
eorum. (Ps xsxu, G.)—Omnium enim artifex docuit me saf ientia.... rBt
eoim in iila Spiritus.... omnem habens virtutem. (Sap. , vn , 21.)
30 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
El profeta nos lo enseña : «Enviarás tu Espíritu, y todo será criado, y
renovarás la faz de la tierrra. « (Ps. crn, 30.) Y más claro todavía el
Maestro de los profetas : «El.que no renaciere del agua y del Espíritu
Santo , no puede entrar en el reino de Dios (1).» Y la misma fórmula
de la regeneración universal : «Id , pues , y enseñad á todas las gen
tes , bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo (2).» ¡Qué igualdad más perfecta!
< ; Oh ! Si , Espíritu santillcador; Vos sois igual al Padre y al Hijo,
puesto que somos igualmente consagrados en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, y tenéis con ellos un mismo templo,
que es nuestra alma , nuestro cuerpo (3) , todo lo que somos. Nada
que sea desigual ó extraño al Padre y al Hijo, debe nombrarse con
ellos en términos iguales. Yo no quiero ser bautizado ni consagrado
en el nombre de un consiervo mío , yo no quiero ser el templo de
una criatura como yo; sería idolatría edificarle un templo, y con
mas raz:in ser ó creerse á si mismo su templo (4).»
La tradición. Ésta se manifiesta por la voz de los Padres y los Doc
tores. Su palabra , no menos precisa que la de la Escritura , ha reco
rrido los siglos , reproducida incesantemente por nuevos órganos. La
vemos, ademas, fijada en monumentos que se. remontan hasta la cuna
del Cristianismo. Los ecos del Oriente y del Occidente repiten todavía
los últimos acentos de la voz de los Apóstoles : apenas San Juan ha
bajado al sepulcro, cuando aparecen los primeros apologistas cristia
nos. Según refiere San Basilio, el Papa San Clemente , tercer sucesor
de San Pedro , martirizado hacia el año 100. tenia costumbre de re
petir esta oración : i Vive Dios y Nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu
Santo (5).» En sú elocuente informe , que presentó al emperador An-
tonino hacia el año 120 , San Justino se expresa como sigue : « Nos
otros honramos y adoramos en espíritu y en verdad al Padre , al Hijo
y al Espíritu Santo ('i). »
Lo (pie San Justino había dicho en Roma , algunos años después
lo decia San Ireneo enseñando en las Galias. « Á los que sacuden,

(1) Joan., m, v. 5.
(2) Matlh., xxviii, 19.
(3) / Cor., ni, 16, 17; vi, 19.
(4) F.lév. sur les mytl., n Serm. , Eli*. 5.
(5) Vivit Deuset Dominus Jesús Christus et Spiritua Sanctus. (Lib. clt
Spir. Sannt., c. ixix, n.°72.)
(6) Hunc (Patrom) et qui ab eo venit.... Filium et Spiritum Sanctum
colimuB et adoramm , oum ratione et veritate venerantes. (Apvlog., i , n." 6.)
PltUERAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 31
decia , el yugo de la ley, y se dejan arrastrar de sus concupiscencias,
sin tener deseo alguno del Espíritu Santo, el Apóstol los llama con
razón hombres de carne (1). >
En la misma época, preguntaba Atenágoras : «¿No es extraño
que se nos llame ateos á nosotros , que predicamos al Dios Padre , al
Dios Hijo y al Espíritu Santo (2) 1
Su contemporáneo , Eusebio de Palestina , para animarse á hablar,
decía: «Invoquemos al Dios de los profetas, autor de la luz, por
nuestro Salvador Jesucristo con el Espíritu Santo (3).>
Veinte años pasan apenas , y encontramos el testimonio, no ya de
un solo hombre, sino de toda una Iglesia. El año 169, los fieles de
Smirna escriben á los de Filadelfia la admirable carta en que refieren
cómo San Policarpo, su Obispo y discípulo de San Juan . próximo á
padecer el martirio , glorificaba á Dios en estos términos : « Padre de
vuestro amado y bendito Hijo Jesucristo, Dios dolos ángeles y de
las potestades , Dios de toda criatura , yo os alabo, y bendigo, y glo
rifico por Jesucristo, vuestro amado Hijo, Pontífice eterno, por quien
sea á Vos la gloria con el Espíritu Santo , ahora y por los siglos de
los siglos (4). »
Los paganos mismos sabían que la divinidad del Espíritu Santo era
un dogma de la fe cristiana. Uno de los mayores enemigos , Luciano,
en su dialogo intitulado Philopatris , introduce un cristiano que in
vita á un catecúmeno á jurar por el Dios soberano, por el Hijo del
Padre , por el Espíritu que procede de ellos , que hacen uno en tres y
tres en uno , que es el verdadero Dios.

(1) Eos vero , qui effrenes aunt, et feruntur ad suas concupiscentias,


nullum habenles divin i Spiritue desiderium, mérito apoaíolus carnales vocat.
(Citado por San Basilio, en prueba de la divinidad del Espirita Santo. Lib.
i* S/iir. Santtt., c. xxix, n.° 72.)
(2) Quis non mirelur, cum audit nos . qui Deum Patrem praedicamus
et Deum Filium etSpiritum Sanctum.... atheos vocari. (Legal, ¡tro chritlian.,
n.» 13 et 24.)
(3) Loquitur enim in hunc modum, se ad dicendum excitans : Sanctum
Propbetarum Deum , lucia auctorem, per Salvatorem nostrum Jesum Chris-
tum cum Sánelo Spiritu, invocantes. (Ap. Basil., Md.J
(4) Pater dilecti et benedicti Filii lui Jesu Christi... . Deus Angelorum
et Poteatatum , Deus totius creaturae.... Te laudo , te l.enedico, te glorifico,
per Jesum Christum dilectum Filium tuum , Pontificem aeternum, per quem
tibí cum Spiritu Sancto gloria nunc et in futura saecula saeculorum. Amen.
(Episl. Smyrn. Ecrl., apud Barón. , an. 169.)
32 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
t.
En el siglo ni encontramos en Occidente al temible Tertuliano. Su
libro De la Trinidad, contra Praxeas , comienza asi : « Praxeas , pro
curador del diablo, ha ido á Roma a hacer dos obras de su amo ; ha
excluido al Paráclito , y crucificado al Padre. La zizaña de Praxeas
ha germinado. Con la ayuda de Dios la arrancaremos : para esto nos
basta oponer á Praxeas el simbolo que recibimos de los Apóstoles.
Creemos , pues , siempre y ahora más que nunca , en un solo Dios,
que envió al mundo su Hijo , el cual á su vez vuelto á su Padre ha
enviado al Espíritu Santo, santificador de la fe de los que creen en el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aunque son inseparables, sin em
bargo, uno es el Padre, otro el Hijo, y otro el Espíritu Santo (1). »
Del Oriente nos llega el testimonio del santo obispo y mártir, Dio
nisio de Alejandría. Acusado falsamente de Sabelianismo , termina su
defensa con estas notables palabras : «Conformándonos en todo á la
fórmula y reglas recibidas de los obispos, que vivieron antes de nos*
otros, uniendo nuestra voz á la suya, os damos gracias y terminamos
esta carta. Y á Dios Padre y al Hijo Nuestro Señor Jesucristo, con el
Espíritu Santo, gloria é imperio por los siglos de los siglos. Amén. (2).»
- Esta fórmula gloriosa no se le escapa tampoco á Julio Africano.
En el libro quinto de su Historia dice : «Nosotros , que conocemos la
significación de las palabras, y no ignoramos la gracia de la fe, damos
gracias al Padre, que á nosotros, sus criaturas, nos dió el Salvador
de todas las cosas, Jesucristo, á quien sea gloria y majestad con el
Espíritu Santo en todos los siglos (3). i
En el siglo iv, oigamos á las dos lumbreras de la Iglesia oriental,
San Basilio y San Gregorio Nazianzeno. El primero comienza citando
dos costumbres, que son testimonios vivos de la fe inmemorable en

(1) Nob vero et semper et nunc magis.... unicum quidem Deum credi-
mus.... Custodiatur oikonomia» sacramentum , quae unitalem in Trinítatem
disponit, tres dirigens Patrem et Filium et Spiritum Sanctum.... Hanc me
regulam professum , qua inseparatos ab alterutro Patrem et Filium et Spiri
tum Sanctum testor, tene ubique : et ita quid quomodo dicatur , agnosoes.
Ecce enim dico alium esse Patrem et alium Filium , et alium Spiritum Sanc
tum. (Adv. Proa;., c. i , II , Ix.)
(2) ....Tandem nunc vobis scribere desinimuB : Deo autem Patriet Filio
Domino nostro Jesu Christo cum Sancto Spiritu gloria et imperium in sae-
cula saeculorum. Amen. (Apud S. Basü. , ubi supra.J
(3) Nos enim qui et illorum verborum modum didicimus, nec ignoramos
fidei gratiam , gratias agimus Patri , qui nobis suis creaturia praebuit uni-
versorum servatorem ac Jesum Christum , cui gloria, majeatas, «aim Sancto
Spiritu in saecula. (Apud S. Basil., ubi tupra, a.° 73.)
PRIJEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPIRITU SANTO. 33
la divinidad del Espíritu Santo, á saber, las oraciones de la luz y el
himno de Atenógenes. «Pareció bien á nuestros padres, dice, no reci
bir en silencio el beneficio de la luz por la noche, sino dar gracias al
punto que se la ve brillar. No sabemos quién sea el autor de esta ora
ción que se dice en acción de gracias, cuando se encienden las luces;
pero todos rezan esta antigua fórmula, que nadie ha tachado de im
pía : Gloria al Padre y al llijn y al Espíritu Santo. Quien conozca el
himno de Atenógenes, que el mártir dejo como preservativo á sus
discípulos cuando marchaba á la hoguera , sabe lo que los martires
pensaban sobre el Espíritu Santo (1).»
El ilustre Obispo es á su vez un órgano poderoso de la tradición.
«El Espíritu Santo, dice, se llama Santo en el misino sentido en que
lo son el Padre y el Hijo; Santo, no como la criatura que toma de
fuera la santidad , sino Santo por la esencia misma de su naturaleza.
Asi, Él no es santificado, sino que santifica. Se le llama btwno en el
mismo sentido que es bueno el Padre; porque la bondad es esencial
en Él : igualmente, se le llama recto, como es recto Dios Nuestro
Señor, por cuanto es, por naturaleza , la misma rectitud, la misma
verdad, la misma justicia, sin variación ni alteración, á causa de la
Inmutabilidad de su naturaleza. Se le llama Paráclito , en el misino
sentido que lo es el Hijo ; de manera , que todos los nombres comunes
al Padre y al Hijo convienen al Espíritu Santo , en virtud de serles
común la naturaleza. Y si no, ¿por qué (2)-/»

(1) Visum est Patribus nostris , vespertini luminis gratiam haudquaquam


silentio accipere, sed mcx ut apparuit ageie gratias. Quis autem fuerit auc-
tor illorum verborum , quae dicuntur in gratiarum aotione ad lucernas , dicere
non possumus. Populus tamen antiquani profert vocem . neque cuiquam,
visi sunt impietatem committere . qui dicunt : Laudnmut I'alrem el Filium et
Spirilum Sanclum Dc¡. Quod si quis otiam novit Athenogenis hymnum , quem
tanquam aliquod amuletum discipulis suis reliquit, festinaos jam ad consum-
mationem per ignem , is novit et martyrum sententiam de Spiritu. fJUb. de Spi-
ril. Sanrt., c. xxix , n.° 73.)— La oración de la luz se usaba ya en el Occidente
en tiempo de Tertuliano. Baronio escribe que Atenógenes , mártir y gran
teólogo, es el mismo que Atenágoras, el célebre apologista. (Ufartirol. , 18 de
Enero.)
(2) Sanctus dicitur, quemadmodum Sanctus Pater, et Sanctus Filius.
Creatarae siquidcm inducta est abunde sanctimonia: Spiritui vero sanctitas
completiva cst naturae. Ideoquenon sanctificat-ir, sed sanctilicat. Bonus item
dicitur sicut Pater bonus est, et sicut bonus est is qui ex Bono natus est;
cui bonitas est ipsa essentia. Rectus vocatur, ut rectus Dominus Deus, eo
TOMO IL 3
34 T «ATADO ÜEL ESPÍRITU' SAN'TO.
Escuchemos ahora a su amigo San Gregorio Nazianzeno : « El Es
píritu Santo ha sido siempre, es y sera. No tiene principio , ni ten
drá fin , lo mismo que el Padre y el Hijo, con quienes está inseparable
mente unido. Y asi, siempre ha sido participante de la divinidad, sin
recibirla ; y ha sido perfeccionado!1, sin ser perfeccionado ; llenándolo
todo y santificándolo todo, sin ser llenado ni santificado ; dándola
divinidad, sin recibirla; siempre el mismo, siempre igual al Padre y
al Hijo ; invisible, eterno, inmenso, inmutable , incorpóreo, esen
cialmente activo, independiente, todopoderoso; vida y padre de la
vida ; luz y foco de luz, bimdad y fuente de bondad, inspirador de
los profetas , distribuidor délas gracias: Espíritu de adopción, de
verdad , de sabiduría , de prudencia , de ciencia, de piedad, de con
sejo, de fortaleza , de temor;, que lo posee todo en común con el
Padre y el Hijo, la adoración, el poder, la perfección y la san
tidad^).»
¿Qué puede haber más claro que ese pasaje, al cual seria fácil
añadir otros muchos de la misma época ? Los que pertenecen á tiem
pos posteriores , no son menos formales ni menos numerosos : uno
solo bastará, s Creemos en el Espíritu Santo, dice Ruperto, y lo pro
clamamos verdadero Dios y Señor coeterno y consubstancial al Padre
y al Hijo, es decir, absolutamente el mismo en la substancia que el
Padre y el Hijo, mas no el mismo en cuanto á la persona. En efecto:
como una es la persona del Padre y otra la del Hijo, asi también otra
es la persona del Espíritu Santo.
«Pero la divinidad, la gloria y majestad del Padre y del Hijo, son
la divinidad, la gloria y la majestad del Espíritu Santo. Para distin
guir entre si las dos personas del Hijo y del Espíritu Santo, decimos
que el Hijo es el Verbo y la Razón del Padre ; pero Verbo consubs
tancial, Razón eterna y consubstancial mente viva: y del Espíritu Sanio
decimos que es la Caridad ó el Amor del Padre y del Hijo : no cari-

quod per se ait ipsa veritas , et ipsa juetitia, nec in liane nec íb illam partera
se vertens aut flectena, propter naturae immutabilitatem. Paracletus nuncu-
patur velut Unigenitua: sicut ipse ait : K70 royado Palrem meum, el dahit vahU
alium PnracUlum. IIoc pacto communia 8unt nomina Patri, Filio, et Spiritui
Sancto , qui has appellationes ex naturae con8ortio habet. linde enim
abunde? (Lib. de Spir. Sanct., c. xix , n.° 48.)
(I) Spiritus Sanctus et semper erat , et est , et erit , nec ullo ortu genera-
tus, nec finem habiturua, etc. (Oral, indie Pentecosl.)
As DE LA DIVINIDAD DEL ESPIBITU SANTO. 35
dad' accidental ó amor pasajero, sino Caridad substancial y Amor eter
namente subsistente (i).»
Y para hacer resaltar más la divinidad del Espíritu Santo, añade el
profundo teólogo : « ¿Queremos tener alguna idea de este Amor y de
su majestuoso poder? Tomemos dos criaturas del mismo género y de
igual especie, de las cuales la una lo posea y la otra no. Si las esco
gemos entre los ángeles , uno es Lucifer y el otro San Miguel : entre
los hombres , el uno es Pedro y el otro Judas. La única diferencia que
hay entre esos dos ángeles y esos dos hombres , consiste en que el uno
tiene el Espíritu Santo y el otro no. A la majestad del Verbo que los
crio deben entrambos el ser racionales; no se distinguen entre si,
como acaba de decirse, sino por la participación o privación del amor
eterno. Este ejemplo hace brillar el carácter propio de la operación
del Espíritu Santo : la criatura racional debe al Verbo eterno el ser;
al Espíritu Santo el ser bien (2). »
La gran palabra de los siglos se ha encarnado en muchas prácticas
eminentemente tradicionales : queremos hablar de las tres inmersio
nes del Bautismo, del Kyrie repetido tres veces en honor de cada
persona divina , del Trisagio cantado en la liturgia , de la señal de
la cruz de la doxologia y del Gloria Patri. Estas dos oraciones son
especialmente la proclamación manifiesta del dogma de la Trinidad, y,
por consiguiente , de la divinidad del Espíritu Santo. Estas fórmulas
admirables, eco terrestre del trisagio eterno de los serafines, termi
nan todos los himnos y salmos del Oficio divino. Desde los tiempos

( 1) Spirilum Sanctum credimus et confiteraur verum esso Deura et Dbmi-


nura, Patri et Filio consubstantialem , quod Patrem et Filium , non eundem
ín persona quam Patrem et Filium , etc. (Di operib. Spir. Sanct., lib. i, c. m.)
(2) Qui amor quanti Bit momenti , immo quantae 9¡t majestatis , ut ali-
¡uatonus spcculari mereamur, conferamus nunc in eodem genere vel specio
creaturam ejus partieipem, creaturae quae ejus particeps non est. Certe si
de angélica specie dúos conteras, alter diabolus, alter forte sanctus Gabriel,
aut gloriosus Michael est. Si de humano genero verbi gratia, de apostólico
sumas ordine, alter beatus Petrua apostolus, alter Judas diabolus est. Alta-
men hoc solum interest quod hic homo , vel hic ángelus , liujus amoris est
particeps; ille autem homo , vel ¡lie ángelus non est ejus particeps. Uterque
ex majestate Verbi per quod factus est, hoc habet ut sit rationalis ; hoc solo,
ut dictum est, differunt quod hic habet, et ille non habet communionem
hujus amoris. Claret ¡taque etiam in ¡sto proprietas operationis Spiritus Sancti,
quia videlicet per Verbum Patns ««« sumpsit, per Spiritum vero sanctum,
bentesK sumit crcatura rationalis. (Ibid.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
apostólicos se repiten noche y dia en todos los puntos del globo por
millares de bocas sacerdotales. Lo misino pasa con la señal de la cruz.
Este signo augusto, cuyo origen no- es de la tierra , repite con incan
sable voz en lodos los ecos del mundo y en lodos los instantes del dia:
El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Cuanto
mas populares son estos usos, tanto mejor atestiguan la antigüedad >
universalidad de la tradición (1).

(1) Hablando de la señal de la cruz, dice Tertuliano: iHarnni otaliarum


hujusmodidisciplinarum , si legem expostules Scripturarum , nullam inventes.
Traditiotibi praetenditurautrix, consuetudo confirmatris et lides obsorvatris.»
(De Coron. mIIit., c. m.)
CAPÍTULO IV.

(Continuación d.el anterior.)

Sumario.—El símbolo de los Apóstoles, el de Nicea , de Constantinopla, de


San Atauasio.—Rebelión del Espíritu del mal contra el Espíritu Santo.—
Macedonio.—Su historia.—Su herejía.—Concilio general de Constantino-
pía.—Vindica la divinidad del Espíritu Santo.—Su carta sinodal.—Nuevo
ataque de Satanás contra el Espíritu Santo.—El socinianismo.—Historia
de los dos Sócinos.—Su herejía, más radical que la de Macedonio.—El
Concilio de Trento.

Réstanos coronar las puebas directas de la divinidad del Espíritu


Santo con la enseñanza de la Iglesia. Lo que ésta va á enseñarnos es
la verdad , nada mas que la verdad , toda la verdad. En efecto : á ella
se ha dicho : «Id , enseñad á todas las naciones , bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles á
guardar todo lo que os he confiado , y yo estoy con vosotros todos los
días hasta la consumación de los siglos (1).»
El Verbo encarnado no sería Dios si la Iglesia, con la cual ha
prometido estar todos los días, durante todos los siglos, pudiera en
señar, por una Sola vez, un solo error, por pequeño que se le su
ponga, o si pudiera dejar perder una sola de las verdades confiadas
a su custodia. De este modo los protestantes, que niegan la infalibili
dad perpetua de la Iglesia, niegan virtualmentela divinidad de Nues
tro Señor. Su Dios no es el verdadero Dios, es un Dios impotente ó
mentiroso. Impotente, puesto que no ha podido impedir la enseñanza
del error ; mentiroso , puesto que, después de haber prometido ha
cerlo, no lo ha querido cumplir.
Pues bien : entre todas las verdades cuya guarda y enseñanza han
sido confiadas á la Iglesia , brilla en primer término la divinidad del

(1) S. Mattli., xxvm , 19, 20.


38 TBATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Espíritu Sanio. Como la del Padre y la del Hijo, la vemos escrita con
caracteres indelebles en el Simbolo de los Apóstoles, en el Símbolo
de Nicea , en el de Constantiuopla y en el de San Atanasio.
■Resumiendo con precisión inimitable la doctrina de los oíros tres,
este último se expresa asi : « La íe católica es adorar un solo Dios en
la Trinidad y la Trinidad en la unidad , ni confundiendo las personas,
ni separando la substancia. Pues una es la persona del Padre , otra la
del Hijo, otra la del Espíritu Santo. Pero una es la divinidad del Pa
dre , del Hijo y del Espíritu Santo , igual la gloria , coeterna la ma
jestad. Cual es el Padre , tal es el Hijo, tal el Espíritu Santo. Increado
el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Inmenso el
Padre , inmenso el Hijo , inmenso el Espíritu Santo. Eterno el Padre,
eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no hay tres
eternos , sino un solo eterno ; como no hay tres increados , ni tres
inmensos , sino un solo increado y un solo inmenso. Asi, el Padre es
Dios , el Hijo es Dios , el Espíritu Santo es Dios. Y , sin embargo, no
hay tres dioses , sino un solo Dios (1). »
Cuando el Espíritu del mal vio al Espíritu del bien revelarse al
mundo tan espléndidamente y enseñorearse de las inteligencias, com
prendió que su imperio estaba amenazado hasta en sus cimientos.
Para conjurar su ruina , suscita en Oriente y en Occidente numerosos
negadores del Espíritu Santo. Armados de solismas , los Valentinia-
nos, Montañistas, Sabelianos, Arríanos y Eunomianos, descienden
sucesivamente á la arena. Con una mala fe y una obstinación que no
se explican sino por inspiración satánica , atacan abiertamente , de
palabra y por escrito, la divinidad del Espíritu Santo, triunfalmente
defendida por los doctores católicos. Pero cuando la pasión argumen
ta , la razón no podrá nunca prometerse la victoria. Los errores sobre
el Espíritu Santo cunden como un cáncer hasta Macedonio , que los
convirtió en lepra , tan extendida casi como el arrianismo,
¿ Quién fué ese , cuyo nombre unido al de Arrio recuerda tan
tristemente á uno de los más famosos heresiarcas de la Iglesia primi
tiva':' Macedonio era patriarca de Conslantinopla. Elevado á esta,
dignidad en 351 por los Arríanos, de cuyos errores participaba, ejer
ció contra Novacianos y católicos violencias que le hicieron odioso
aun para Constancio, su protector. En un conciliábulo tenido en Cons
lantinopla en 360, y presidido por Acacio y Eutropio, los Arríanos
le depusieron é hicieron salir de la capital. Restablecido en su silla

(1) In offic. U.im , ad l'rim.


PRUEBAS DIltECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 39
por orden del Emperador, se mostró enemigo jurado de católicos y
arríanos. Contra estos últimos sostuvo la divinidad de Nuestro Se
ñor, y contra los primeros negó la divinidad del Espíritu Santo, de
(juien hacia una simple criatura más perfecta que las demás. Un año
después , en. 361 , despojado el heresiarca por segunda vez de su dig
nidad , murió miserablemente como Arrio.
Sin embargo, la cizaña de sus errores había caído en muchas ca
bezas sediciosas. Ricos en facundia , en artificio y en maldad , los
macedonianos formaron una secta tan numerosa , que costo gran tra
bajo á la Iglesia extirparla (1). Los principales fueron Marathón,
obispo de Nicomedia ; Eleusio de Chicico, ordenados por Macedonio;
Sofronio, obispo de Pompeópolis en la Paflagonia , y Eustasio de
Sebasto , en Armenia. Como todos los novadores , los macedonianos,
llamados también Pneumatomacot , es decir, enemigos del Espíritu
Santo, o Marathonianos , del nombre del obispo de Nicomedia , apa
rentaban un exterior grave y costumbres austeras. Gracias á este
artificio, engañaban al pueblo y á los monjes, entre los cuales pro
curaban sombrars us errores.
Á pesar de los esfuerzos de la Iglesia de Oriente , la herejía, lejos
de ser sofocada , iba extendiendo sus estragos. Veinte años de in
útiles luchas hicieron comprender a Teodosio la necesidad de un Con
cilio general. De acuerdo con el Papa San Dámaso, el piadoso Empe
rador convocó la augusta asamblea en Constantinopla , para Mayo del
año 381 (2). Á ella asistieron ciento cincuenta Obispos , al frente de
los cuales se veía á San Gregorio de Nazianzo, San Cirilo de Jerusa-
lén, San Gregorio de Niza, hermano de San Basilio; á Melecio, obispo
de Antioquia ; a Ascolio de Tesalónica , y, fuera del orden episcopal,
al ilustre doctor San. Jerónimo. Á fin de quitar todo pretexto, ya de
nulidad del Concilio, ya de haber sentenciado sin oir á las partes, el
Emperador pidió que los macedonianos fuesen convocados juntamente
con los católicos. En efecto: estuvieron allí representados por treinta

(1) BttttttQUni, lst. unte, di t'ítti i concii ., p. 135.


(2) llacedonius Spiritus negabat deitatem et Dominum eumque conser-
vura praeciieabat : sed maximus Tbeodosius imperator, et Damasus iidei
adamas obstiterunt , quorum solidam mentem apgrcssione9 atque conflictus
nullatenus sauciaruiü. (Sextas Synod., act. xvm.)—Sententiam de damnatione
Macedómi et Eunomii, Damasus confirman praecepit etiam in sancta secunda
synodo, quae praecepto et auctoritate ejus apud Constantinopolim celebrata
est. (Vid Barón., an. 381, n.° 19.)
40 TRATADO DEL ESPÍRtTC SANTO.
y seis Obispos , do los cuales fueron los principales Eleusio de Chi-
cico y Mariano do Lampsaco.
En manos de los Padres se encontraban la fórmula de fe de la Igle
sia católica , enviada el año 353 por el Papa San Dámaso á Paulino,
obispo de Antioquía , y además el Símbolo de Nicea. Los Obispos
rindieron testimonio de la fe de sus iglesias , enteramente conforme
con estos dos monumentos. Por lo que toca á los macedonianos, fue
ron oidos , sus sofismas refutados , y ellos mismos convencidos de ser
novadores , en oposición con la fe católica , con la fe de los Apostóles.
Asi el Concilio , al proclamar solemnemente la divinidad <fel Es
píritu Santo, no inventó un nuevo articulo de fe; al definirlo, se
contentó con hacer constar el dogma y ponerlo á cubierto de los ata*
ques de la herejía. ÁJejemplo del Concilio de Nicea, que, para aniqui
lar al arrianismo, había añadido algunas explicaciones al Símbolo de
los Apóstoles, el Concilio de Constantinopla confundió a los macedo
nianos y aseguró la ortodoxia de la doctrina, desarrollando el articulo
del Símbolo de Nicea acerca del Espíritu Santo.
No siendo atacada de ningún modo la divinidad del Espíritu Santo,
el Concilio de Nicea había dicho simplemente : Y en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia católica , etc. Explicando estas palabras , los Padres
de Constantinopla añadieron : Y en el Espíritu, Santo, SeTior ¡j vivifica
dor, que procede del Padre y que con el Padre y el Hijo es adorado y
conglorificado, que ha hablado por los Profetas. La lectura solemne de
este articulo fué seguida incontinenti de los aplausos del Concilio y de
los anatemas contra la herejía.
Los Obispos exclamaron á una voz : « ¡ He aqui la fe de los orto
doxos , asi lo creemos todos nosotros ! ¡ Maldición y anatema á todo el
que sostenga otra doctrina diferente de la que acaba de ser definida y
que ataque la fe de Nicea que nosotros aprobamos, juramos, profesa
mos ; declarando impías , inicuas , perversas , heréticas , las opinio
nes de los arríanos, eunomianos, sabelianos, marcelianisias , foti-
uianos, apolinaristas y do todos los quo se adhieran a sus doctrinas,
las prediquen ó favorezcan (1)! »
Á fin de hacer más respetable todavía, si posible hubiera sido, su
definición, imprimiéndole un.nuevo sollo de catolicidad, los Padres de
Constantinopla dirigieron á todos los Obispos do Occidente una carta
sinodal del tenor siguiente : « Á nuestros muy venerables hermanos y

(t) Omnes reveiendÍ89imi episcopi clamaverunt : Haec omnium Pides ,


liaecorthodoxorum fídes; omnes sicoredimus, etc. (Vid Barón., an. 381, a.' 39.)
PRUEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 'ti
colegas Dámaso, Ambrosio, Britonio, Valeriano y demás santos Obis
pos, reunidos en la gran ciudad de Roma. Asi debe aprobarse la le
por nosotros , por vosotros y por todos los que no pervierten la pala
bra de la fe verdadera. Como que nos viene de toda la antigüedad , y
está conforme con la forma del Bautismo y nos enseña a creer en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo ; es decir, en la
divinidad , en el poder y en la unidad de substancia del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y en ta dignidad igual y coeterno imperio
de las tres hipóstas'isó personas infinitamente perfectas; de modo que
ni se dé lugar á la pestilencial herejía de Sabelio, que, confundiendo
las personas , destruye sus atributos relativos, ni á las blasfemias de
los eunomianos, arríanos y otros que atacan al Espíritu Santo, divi
den la esencia, ó la divinidad, é introducen en la Trinidad, que es in
creada y consubstancial y coeterna, una naturaleza engendrada poste
riormente, ó creada , ó de una esencia diferente (1).»
Resulta de esta epístola , que los Obispos de Occidente estaban
reunidos en Roma con el Papa San Dámaso , para destruir la herejía
de Macodonio , al mismo tiempo que los Obispos de Oriente la anate
matizaban en Constantinopla. Nunca se vio acuerdo más perfecto,
unanimidad mas grande, condenación más solemne y más irrevo
cable.
Satanás, herido por este rayo , estuvo largos siglos sin atreverse
a levantar la cabeza y atacar directamente la divinidad del Espíritu
Santo. Por fin, vuelve su reino. Con el Renacimiento reaparecen
todas las herejías y todos los errores que so creían extinguidos para
siempre jamás; y reaparecen más sutiles aún, más audaces y mas

(I) Reverendissimis fratribus ac collegis Dámaso , Ambrosio , Brittoni,


Valeriano.... et caeteris sandia episcopis in magna urbe Roma convocatis.
Ita fides tum a nobis , tum a vobis , tum ab omnibus qui Verbum verae fidei
non pervertunt, approbari debet: quippe cum antiquissima sit, et lavacro
baptismatis consentanea, et nos doceat credere in nomine Patris et Filii,
et Spiritus Sancti , hoc est , in divinitatem , potentiam et substantiam unam
Patris et Filii, et Spiritus Sancti , aequalem dignitatem et coaeternum impe-
riura in tribus perfectissimis hypostasibua , sive in tribus perfectis perso-
nisjadeo ut neque quidquam loci detur pestiferae Sabeilii haeresi,qua
confunduntur personae, hoc est, proprietates tolluntur; neque blasphemia
«unomiaooxum , arrianorum , aut eorum qui Spiritum Sanctum oppugnant ,
quidquam habeat ponderis ; quae quidem essentiam , naturam , sive divinita
tem, discindit, et Trinitati, quae increata, et consubstantialis, et coaeterna
est, naturam posterius genitam , aut creatam , aut quae sit alterius essentiae,
inducit. fApud Theodorel., lib. v, c. ix.)
'in tratado DEL ESPÍRITU SANTO.
completos que en la antigüedad. Asi , los socinianos renuevan la he
rejía de Macedonio, desarrollándola. Los autores de esta secta fueron
los dos Sócinos , tio y sobrino.
El primero nació en Siena, en 1525. Á pesar de los anatemas del
Concilio de Letrán, el racionalismo , alimentado por el estudio faná
tico de los autores paganos , invadía la Europa. Sócino se educo en
esta atmósfera emponzoñada. Salidoapenas del colegio, asistió en 1546
al famoso conciliábulo de Vicenza , en el que se resolvió la destruc
ción del Cristianismo. Fiel al compromiso que aüi contrajo , y a los
principios de su educación, el joven libre-pensador empleó te
vida en renovar el arrianismo y el macedonianismo, á fin de zapar
el Cristianismo por su base.
El segundo , nacido también cu Siena en 153!) , heredó el espíritu
anticatólico de su tio y fué uno de los mas ardientes promovedores de
sus herejías. No tenia veinte anos , cuando el temor á la santa Inqui
sición le hizo abandonar ya la Italia. Paso á Francia y de aquí a Suiza,
donde publicó sus impiedades. Bien pronto la inquietud de su espíritu,
¡unto con su deseo de dogmatizar por todas partes, lo condujo á Po
lonia. Los ilustrados lo acogieron favorablemente , declarándose par
tidarios suyos un gran número de ellos. En medio de esta pandilla
de ateos murió en IfiO4. Sus discípulos , dignos de tal maestro , qui
sieron sacar las consecuencias practicas de sus doctrinas : cometieron
grandes excesos , y el pueblo indignado los arrojo de su seno. En
odio a la herejía, al heresiarca y a su secta, las cenizas de Socino
fueron desenterradas y llevadas á las fronteras de la Pequeña Tarta
ria ; metiéndolas en un cañón , el disparo las tiró a tierra de infieles.
Hemos dicho que los socinianos habían sobrepujado á los macedo?
nianos en sus impiedades contra el Espíritu Santo. Según San Agus
tín, estos últimos no negábanla existencia personal del Espíritu
Santo, sino su divinidad. Por lo demás, eran ortodoxos en sus creen
cias respecto á las otras dos personas de la Santísima Trinidad (1).
Para los socinianos, el Espíritu Santo no es ni siquiera una criatura,
es un soplo, una fuerza, una simple influencia de Dios sobre el
hombre y el mundo; la Trinidad misma, un conjunto de palabras

(I) MaceJoniani sunt a Macedonio quos et pneumatoroachos Graeci


dicunt, eo quod de Spiritu Sancto liligent. Nam de Patre et Filio recle
sentiunt , quod unius eit ejusdemque subetantiae vel essentiae : sed de Spi
ritu Sancto hoc volunt credere, creaturam eum esBe dicentes. (Lib. de hsurt-
<i'&., c. LII.)
PRUEBAS DIRECTAS DE LA DIVINIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. 43
vacias de sentido ; el pecado original , la gracia , los sacramentos , el
Cristianismo entero, otras tantas quimeras. Es la negación pagana, la
negación de Sexto Empírico llevada á su última formula y continuada
por nuestros modernos racionalistas.
A esta negación , desvergonzada en su expresión , absurda en su
principio, funesta en sus consecuencias, basta oponer, ya los testimo
nios de la tradición «uehemos citado, ya la afirmación solemne de todos
los dogmas atacados, hecha por el concilio de Trento al principiar sus
inmortales trabajos : tSiguiendo, dicen los Padres, los ejemplos de
nuestros predecesores, que en los sagrados Concilios acostumbraron
comenzar por la profesión de fe, oponiéndola como un escudo contra
todas las herejías, hemos decretado profesar solemnemente, con las
mismas palabras que se recita en todas las Iglesias, el simbolo de que
se sirve la Santa Iglesia Romana, como principio en que han de con
venir necesariamente los que siguen la fe de Cristo , y fundamento
firme y único contra el cual no prevalecerán las puertas del infierno.
Y es como sigue : Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Criador
del cielo y de la tierra.... y en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito
de Dios; y en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado
y eonylorificado ; que habló por los Profetas (1).
Este simbolo católico, inmutable comoia verdad misma, expre
sión exacta de la fe de las naciones civilizadas, firmado con la sangre-
de doce millones de mártires, es la prueba siempre triunfante de la
divinidad del Espíritu Santo, el refugio seguro de todo espíritu per
seguido por la duda , la roca inexpugnable desde cuya cima el cris
tiano desafía á Satanás y a sus corifeos con todos sus sofismas y nega
ciones.
El macedonianismo y el socinianismo, tales son las dos grandes
herejías que, separadas por doce siglos, han atacado, pero en vano,
la divinidad del Espíritu Santo. En su intermedio apareció una ter
cera. Menos fundamental en apariencia que las otras, ha tenido con
secuencias mas desastrosas. Se comprenderá que nos referimos á la
herejía de los griegos acerca de la Procesión del Espíritu Santo. Siendo
el muro de división, que está todavía en pie, entre la Iglesia latina y
la Iglesia griega, hoy es más necesario que nunca darla á conocer y
refutarla.

(1) Cow:. Trid. . Ses?. ni.


CAPITULO V.

---
Sumario.— Lo que sijnillca proceder. — Existencia de las procesiones ! en ¡
Dios. — Pruebas: la Escritura, la tradición , la razón iluminada por laft¿''l
—rasaje de Santo Tomás.—Doctrina de San Cirilo de Alejandría.—De San 1
Máximo.— Dos procesiones en Dios: pruebas.— Procesión del Espirtft-'.'l
Santo: explicación de Bossuet.—La Iglesia invariable en su doctriné.-- I
Palabras de Vicente de Leriu.

La Iglesia católica , órgano infalible del Verbo hecho carne para '
instruir al género humano, ha creido siempre que la tercera persona T
de la Santísima Trinidad, igual en todo al Padre y al Hijo, procede :¿
del uno y del otro. Las pruebas de esta creencia invariable abundan ^
en los cuatro Símbolos, de los Apóstoles, de Nicea, de Constautino-
pla y de San Atanasio , asi como también en los escritos de los Podres
griegos y latinos, primeros testigos de la enseñanza apostólica.
La voz proceder, según su etimología, significa pasar de un lugar
á otro. En sentido figurado se emplea para designar la emanación ó
producción de una cosa que sale de otra. La Iglesia católica entiende
por procesión : El origen eterno y la eterna producción de una prrto-
na divina, de otra ó de otras dos. V-
Sobre lo cual hay que notar, que, tratándose de la Trinidad, la
voz procesión se toma en dos sentidos. El primero, en cuanto se
aplica al origen del Hijo y del Espíritu Santo ; porque de uno y otro
se dice que proceden. El segundo, en cuanto se aplica al origen par
ticular del Espíritu Santo. En efecto - siendo el Hijo y el
Santo dos personas distintas, se dice del Hijo que es engendrado,
del Espíritu Sanio simplemente que procede (1).
. personae divinae al) altera seu a di *
(1) Processio est aeterna unius
simul origo et productio. Processionu nomen dupliciter accipitur : t.°
dem ut commune est Filii et Spiritus Sancti productioni ; uterqui
procederé dicitar ; 2.° quatenus est speciale ac proprium Spiritus 4
productioni ; cum enim ambo distinguuntur, Filius quidem dicitur gigni,
ritusautem sanctus simpliciter procederc (\'iia»e, De Trinil., q. v. art. I
PROCESION DEL ESPÍRITU SANTO.
La Escritura , la tradición y la razón misma enseñan del modo
ás claro que , en el sentido teológico de la palabra , hay procesión
ta Dios. ¿Quién no conoce estos testimonios del Antiguo Testamento?
El Señor me dijo : tú eres mi hijo , yo te he engendrado hoy. Te
gendré de mi seno antes del lucero (1).» Contemplando al Verbo
; el profeta Micheas : « Y la salida de él desde el principio, desde
|os días de la eternidad (2).» Ahora bien: la idea de generación, de
alida, de origen , implica necesariamente la idea de procesión.
El Nuevo Testamento aún está más explícito. ¡Nuestro Señor Jesu-
Icristo, hablando de Sí mismo, dice : « De Dios procedo y vine (3).»
¿ Breve y sublime palabra, por la cual el Verbo encarnado se revela
lodo entero! Procedo de Dios : he aquí su generación eterna; y vine:
be aquí su generación temporal y su misión en el mundo. Y con su
feugusta boca rinde el mismo testimonio al Espíritu Santo. « Cuando
Eviniere el Paráclito, que yo os enviaré de mi Padre , el Espíritu de
perdad (pie procede del Padre (4).»
Este pensamiento divino, recogido fielmente por la tradición,
psta formulado en el Símbolo de San Atanasio, que lo expresa con
sta precisión inimitable : «El Hijo es del Padre solo ; no hecho, ni
. lo, sino engendrado. El Espíritu Santo, del Padre y del Hijo; no
pecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente (5).»
Á su vez la razón , ilustrada por la fe , apoya sólidamente el dogma
featólico con sus razonamientos, y dice : Dios es el ser perfecto; la
fecundidad es una perfección; luego Dios la posee. «¿Pues yo, pre
munía el Señor, que á los otros hago parir, no pariré yo mismo? Yo
iroe a los otros doy la fecundidad, ¿seré acaso estéril (6)?» Por el ór
gano de San Cirilo de Jerusalén la razón añade : «Dios es perfecto,
i solamente porque es Dios, sino también porque es Padre. Por lo
Icual el que niega que Dios es Padre, quita la fecundidad a la natu-

(1) Dominus dixit ad me : Fitina meus est tu; ego odie genui te. (Ps. n,
)—Ex utero ante Luciferum genui te. (Pt. cxi , 3.)
(2) Egresusejus ab initio, a diebus aeternitatis. (Mich., v, 2.)
(3) Ego ex Deo processi et veni. (Joan., vm, 44.)
(4) Cum autem venerit Paraclitus, quem ego mittam vobis a Patre, Spi-
im veritatis qui a Patre procedit. (Joan., xv, 26.)
(5) Filius a Patre solo est : non factus , neo crcatus , sed genitus. Spi-
itus Sanctus a Patre et Filio: non factus, nec creatus, nec genitus, sed
irocedens.
(6) Numquid ego qui alios parere fació, ipse non pariam?.... Si ego qui
[enerationem caeteris tribuo, sterilisero? (h., lxvi, 9.)
TRATADO DEI. ESPÍMTC SANTO.
raleza divina, quedando ésta imperfecta, al carecer de la virtud de
engendrar (1).» San Juan Daniasceuo, explicando esta fecundidad
divina , continúa : «La razón no permite decir que Dios esta privado
de la fecundidad natural. Ahora bien: la fecundidad cónsiste en que
engendre semejantemente á su naturaleza, de Sí mismo, esto es, de
su propia substancia (2).»
La distinción de las personas divinas proporciona á la razón otra
prueba sin réplica. En Dios hay tres personas distintas; lo hemos pro
bado. En las divinas personas no hay mas que dos cosas, la natura
leza y la relación de origen o procesión; asi en el Padre la naturaleza
divina y la paternidad; en el Hijo la naturaleza divina y la generación ;
en el Espíritu Santo la naturaleza divina y la procesión. ¿En qué,
pues, está la distinción? No está en la naturaleza, puesto que es una
é idéntica en las tres divinas personas; resta, pues, que se ponga en
la comunicación diferente de esta naturaleza a cada una de las divi
nas personas.
También el Ángel de las Escuelas, hablando7 del Espíritu Santo,
dice con razón: «El Espíritu Santo es personalmente distinto del Hijo,
porque el origen del uno es distinto del origen del otro. Ahora bien:
la diferencia de origen consiste en que el Hijo es solamente del Padre,
en tanto que el Espíritu Santo es del Padre y del Hijo. Las procesiones
no se distinguen de otra manera (3).»
De aquí esta profunda doctrina de San Gregorio de Naziauzo, que
los griegos llaman el Teólogo : «El Hijo no es el Padre, pero es lo que
es el Padre; el Espíritu Santo no es el Hijo, pero es lo que es el Hijo.
Estos tres són uno en la divinidad, y este uno es tres en las propie
dades (4). »
Para explicar la unidad de la naturaleza divina, que permanece
entera é indivisible en las tres personas perfectamente distintas, recor
demos una comparación empleada frecuentemente por los Padres. iLo
(1) Perfectus est, non solum quia Deu» est, sed etiam quia Pater.
Quare qui Deum negal Patrem ense, is foecunditatem aufert a natura divina,
ut jam perfecta non Bit , quae generandi virtute careat. (Apud Vitasse, Truel.
de Trinit.)
(2) Impossibile est Deum foecunditate naturali destitutum dicere. Porro
foecunditas in eo sita est, ut ex ipso.hocest, ex propria substantia, secun-
dnm naturam similem generet. (De fide orlhnd., lib. i, c. vui.)
(3) 1 p. , q. xxxvi , art. 2.
(4) Filius non est Pater....sed hoc estquod Pater; neque ápiritus Sanc-
tus est Filius.... sed hoc est quod Filius. Tria haec unum divinitate sunt, et
unum hoc proprietatibus sunt tria. (Oral, xxxvn.)
PROCESIÓN DRL ESPÍRITU SANTO. 17
mismo sucede, dicen ellos, con la naturaleza divina que con la
humana : ésta es una é idéntica en todos los hombres; multiplicándose
m ellos, no por eso se divide. Sea cual sea el número de hombres,
no hay siempre sino una naturaleza humana. Pedro es Pedro, y no
es Pablo; y Pablo no es Pedro. Sin embargo, permanecen indistintos
en la naturaleza. Pues la razón de substancia es una en ambos , y po
seen, sin diferencia alguna, todo lo que constituye la unidad natu
ral. ... Pedro, Pablo y Timoteo son tres personas, pero una sola huma
nidad. Á la manera que no son dos humanidades la de Pedro y la de
Pablo , asi no hay dos divinidades en el Padre y el Hijo. Pues nos
otros tenemos diferente persona cada cual, pero no diferente huma
nidad (I).»
La Escritura, la tradición y la razón misma < pie con unánime
acuerdo nos acaban de probar que hay procesión en Dios, nos enseñan
con la misma certidumbre que en Dios hay dos procesiones, y nada
mas que dos. Después es fácil probar que no son en mayor número. En
Dios hay tantas procesiones, cuantas son las personas que proceden.
Ahora bien: no hay más que dos personas divinas que proceden, y en
Din- no hay más que tres personas. Mas el Padre, como primera, no
procede de ninguna otra ; luego solamente son dos las que proceden.
Además, no hay en Dios mas que dos facultades que obran inte
riormente, mi intnt » immanciitcr, como se dice en Teología. Estas
.dos facultades son el entendimiento y la voluntad, facultades que
obran necesariamente , porque Dios no puede dejar de conocerse á Si
mismo y amarse. Estas facultades están obrando siempre, porque
Dios es la acción inlinita (á).
(1) Petrus est Pctrus, et non l'aulus ; ct Paulus non cst Petrus. Verum-
tamen indistincti manent natura. Una est enim in ambobus ratio substan-
tiae, et eadem citra varietatem liullam halient . quae ad naturalem unitatem
colligantur. (S. Cyrill. Ale.vand., lib. ix, Cnmmenl. in Juan.)—Petrus, Paulus
et Thimotheu8 tres hypostascs sunt, et humanitas una.... quemadmodum
non sunt duae humanitates l'etri et Pauli , sic non sunt divinitates duae
Patris et Filii. Etcnim nos aliam et aliam habamus bypostasim , sed non
aliara et aliam humanitatem. ( S. Maxim, marlyr, Dialog. 1 de Trinil.— Id.
Greij. Nytt., lib. De ••nmmnnih. mtinnih.; ¡>,H., lian. Dimite., De Filie ortkod.,
lib. III, C. viu.)
(2) Productio iminauens, cum res producía intra principium suum
habitat. InDeonon sunt plures, quam duae facúltales immanenter operan
tes, intellectus nempe et voluntas. Eae facúltales necessario agunt. Ñeque
enim Deus continere se potest ab intelligenda et amanda essentia sua. Sem-
per agunt, cum non possit Demab eo abstinere. (Vitw., Di Trinil., q>umt. v,
art. 1 et 2 , assert. 3.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Establecidos estos dogmas, la enseñanza católica añade que el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, es decir, que sale del
uno y del otro , no por via de generación , sino por espiración. Oiga
mos a Bossuet acerca de estas divinas palabras: « El Espíritu Santo,
dice el obispo de Meaux , que sale del Padre y del Hijo , es de la misma
substancia que uno y otro , es un tercero consubstancial , y con ellos
un mismo único Dios. Mas ¿ por qué Él no es Hijo , puesto que es,
por su origen , de la misma naturaleza ? Dios no lo ha revelado ; tan
solo ha dicho (pie el Hijo era único (1), porque es perfecto, y todo lo
que es perfecto es único. Asi , el Hijo de Dios , Hijo perfecto de un
Padre perfecto, debe ser único ; tanto, que, si pudiera haber dos Hi
jos , la generación del Hijo sería imperfecta. Luego todo lo que venga
después ,, ya no será Hijo , y, aunque de la misma naturaleza , no
vendrá por generación (9}.»
¿Cuál sera , pues , esta producción linal de Dios ? Es una proce
sión sin nombre particular. El Padre , eternamente inteligente , se
conoce á si mismo eternamente, y, al conocerse asi, produce eterna
mente su Verbo ó su Hijo , igual á Él , eterno como Él. El Padre y el
Hijo, siendo eternos , no pueden estar sin conocerse eternamente , ni
conocerse sin amarse con un amor igual á ellos, infmito y eterno
como ellos. Este amor reciproco y consubstancia) , es el Espíritu Snü*fl-'
to. Procede éste , pues , del Padre y del Hijo.
« Asi , continúa Bossuet . se explica la razón mística y el orden
profundo de la Trinidad. Si el Hijo y el Espíritu Santo procediesen ^Jj
igualmente del Padre , sin relación alguna entre si , lo mismo !
podría decir : El Padre , el Espíritu Santo tj el Hijo, que El Padre, <
el ¡lija n el Espíritu Santo. Pero Jesucristo no habla asi. El orden de '.♦J*'i
las personas es inalterable ; porque si se nombra al Hijo después del
Padre , por proceder de Él , el Espíritu Santo procede del Hijo, toda
vez que se nombra después de Él, y es Espíritu del Hijo, como el
Hijo es hijo del Padre. Este orden no puede ser trastornado. En i
orden se nos ha bautizado ; y el Espíritu Santo no puede ser
brado el segundo, como el Hijo no puede ser nombrado el primero.
iAdoremos este orden de las tres divinas personas y las mutuas re
laciones que se encuentran entre ellas , y que constituyen su igual
dad , asi como su distinción y su origen. El Padre se comprende ó Si
mismo, se habla á Si mismo y engendra á su Hijo, que es su palabra.

(<) Joan., i, 1-18. ..


(21 Élév. sur. les my»l., u serm. , élév. ü.
PROCESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. VJ
Ama esta palabra que ha producido de su seno y eu él conserva. Y á
esta palabra , que es al mismo tiempo su concepto, su pensamiento,
su imagen intelectual , eternamente subsistente, y de aqui su Hijo
único , la ariia también como su Hijo perfecto ama á un Padre per
fecto. ¿ Pero qué es este su amor , si no es la tercera persona , el Dios
de amor , el Don común y reciproco del Padre y del Hijo , su lazo,
su nudo , su mutua unión , en que se termina la fecundidad , como
las operaciones de la Trinidad ?
«Porque todo está cumplido, todo queda perfecto cuando Dios
está representado con infinita perfección en el Hijo y es infinitamente
amado en el Espíritu Santo , haciéndose del Padre , del Hijo y del Es
píritu Santo una unidad simplicísima y perfeclisima. Todo vuelve
asi con un orden invariable al principio , de,donde todo viene radical
y primitivamente ; que es al Padre , la unidad fecunda que se mul
tiplica en dualidad , para terminarse en trinidad. De tal manera, que
todo es uno , y todo vuelve á un solo y mismo principio.
«Esta es la doctrina de los Santos ; esta es la tradición constante
de la Iglesia católica. Esta es la materia de nuestra fe ; nosotros la
creemos. Este es el sujeto de nuestra esperanza ; nosotros lo veremos.
Este es el objeto de nuestro amor ; porque amar a Dios es amar en
unidad al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, amar su igualdad y su
orden , amar sin confundir de modo alguno sus operaciones , sus co
municaciones eternas , sus mutuas relaciones y todo aquello que lo
hace uno haciéndolo ,tres; porque el Padre, que es uno y principio
inmutable de unidad , se extiende, se comunica sin dividirse. Y esta
unidad se nos ha dado por modelo de la nuestra : « ¡ Oh Padre! i sean
todos una cosa en nosotros ; asi como tú en mi y yo en ti , que tam
bién sean ellos una cosa en nosotros (1) !»
Tres personas en un solo Dios , iguales entre si , pero distintas
por sus relaciones de origen , el Padre que no procede de nadie , el
Hijo que procede del Padre por vía de entendimiento , como la pala
bra procede del pensamiento; el Espíritu Santo, que procede del
Padre y del Hijo por vía de voluntad o de amor mutuo: tal es en su
más sencilla expresión el dogma católico acerca del primero y más
profundo de nuestros misterios.
La Iglesia , reunida sucesivamente en Nicea y en Constantinopla,
para defender su fe contra los novadores , habia añadido algunas ex
plicaciones al Símbolo de los Apóstoles. Á excepción de los herejes,

(1) Médil. sur Févangite. —Joan., xvii , SI.


TOMO H. 4
50 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
que por estas explicaciones no podian ya engañar á los fieles , el
Oriente y el Occidente habían aplaudido esta sabia conducta. Era para
todos evidente que la Iglesia en nada había cambiado ni innovado la
doctrina , no había hecho sino usar del derecho de conservación y
legitima defensa. Lo que hizo entonces , lo había hecho siempre , y
siempre lo hará cuando sus dogmas sean atacados. Tal es , no sola
mente su derecho, sino su deber ; porque tal es la orden formal de su
divino Fundador.
La doctrina de la Iglesia no es suya : Mea doctrina non e$t mea.
No es propietaria de su doctrina , sino depositaría ; púas le ha sido
dicho: «Conservad lo que se os ha confiado y no ha sido inventado
por vosotros : lo que habéis recibido y no imaginado. No es cosa de
ingenio , sino de doctrina ; no una usurpación de la razón privada,
sino una tradición pública. Ha venido á vosotros , no viene de vos
otros: como no sois sus autores , vuestro deber, tocante á ella, se
reduce á ser guardianes.
«Asi , como guardiana prudente y cuidadosa de los dogmas que
le han sido coufiados en depósito , la Iglesia no cambia en ellos nada,
ni quita nada , ni añade nada. Lo que es necesario no lo cercena nan
ea : lo que es superfluo no lo admite jamás. No malversa sus bienes,
no toma los ajenos. Llena de respeto á la antigüedad , conserva fiel
mente lo que le viene de ella. Si encuentra algunas cosas que no reci
bieron primitivamente ni su forma nf su complemento , pone todo
su cuidado en elucidarlas y darles brillo. ¿Son verdades ya confir
madas y definidas? Las conserva. Fijar por escrito lo que recibió por
tradición de los antepasados ; encerrar muchas cosas en pocas pala
bras ; á veces también adoptar una palabra nueva , no para dar á la
fe un sentido nuevo, sino para expresar mas claramente una verdad;
he ahí lo que la Iglesia católica, obligada por las novedades de los
herejes , ha hecho con los decretos de los Concilios ; siempre eso, y
nada más (1).

(1) Quod tibí creditum , non quod a te inventum ; quod accepisti , non
quod excogitasti ; rem non ingenii , sed doctrinae ¡ non usurpationis priva-
tae , sed publicas traditionis ; rem ad te perductam non a te prolatam ; in qua
auctor non debes esse, sed custos.... Christi vero Eoclesia, sedula et cauta
depositorum apud se dogmatum custos , nihil in his unquam permultat ; nihil
minuit, nihil addit; non amputat necessaria, non apponit superílua; non
amittit sua, non usurpat aliena.... hoc , inquam , semper , nec quicquam
praeterea, haereticorum novitatibus excitata, conciliorum suorum decretos
catholica perfecit Ecclesia , nisi ut quod prius a majoribus sola traditione
PROCESIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. Si
Hasta la consumación de los siglos cumplirá este encargo con fide
lidad incorruptible ; y cuando llegue el último de los días, devolverá
■á Dios, sobre la tumba de las cosas humanas, el depósito de todas las
verdades que recibió en el Cenáculo, y cuyas bases se remontan hasta
4a cuna del linaje humano (I).»

suaceperat , hcc deinde posteris etiam per scripturae chirographum consi-


gnaret, magnam rerum su mmam paucis lüteris comprehendendo, et plerum-
-que , propter intelligentiae lucem , non novum fidei sensum, novae apprllatio-
nis proprietate signando. ( Vincmt. Lirin.,Commonit. «>. med.)
(1) Moni. Gerbet, Inslr. sur diverges erreurs du lemps présent , 1860.
CAPÍTULO VI.

Historia del « Ifilioque » .

Sumario.—Los sectarios de Macedonio extendidos á lo lejos.—Los Priscilia-


nistas infestan á España y niegan la divinidad del Espíritu Santo.—Carta
del Papa San León ei Grande a los Obispos de España.—Enseña clara
mente que el Espíritu Santo procede di 1 Padre y del Hijo.—El Concilio
de Toledo hace recitar el símbolo con la adición FiUoque.~íio era esto
una innovación : pruebas; Santo Tomás, la Escritura, San Dámaso.—
Canto del Símbolo autorizado en las Galias.—Prohibición de introducir
el FUiOQue.—Más tarde Roma ordena que se cante el Filioque.—Razones
de su conducta.—Quejas infundadas de los Griegos.—Cisma de Focio.—
Cisma y herejía de Miguel Cerulario ; niega que el Espíritu Santo procede
del Padre y del Hijo.—Concilio de Lyon.—Los Griegos reconocen la legi
timidad del Filioque.—Hacen traición á su fe.—Concilio de Florencia.—
Los Griegos vuelven á la unidad : después recaen en el cisma.

Es derecho y deber de la Esposa del Verbo encarnado velar por el


deposito de la fe , y fijar con sus decisiones infalibles los puntos ata
cados por la herejía. Como medio siglo después del Concilio de Cons-
tantinopla, la Iglesia tuvo nuevo motivo para hacer uso de este dere
cho inherente a su constitución.
Por una parte , los sectarios de Macedonio se habían esparcido á
lo lejos en la Tracia, Cl Helesponto y la Bitinia (1) ; por otra parte,
los Vándalos y otros pueblos, dejando sus comarcas, llevaron el
dogma herético á otros países, señaladamente á España. Aqui los
Priscilianistas atacaban abiertamente el dogma de la Trinidad y de la
divinidad del Espíritu Santo.
Á la sazón la cátedra de San Pedro estaba ocupada por San León
el Grande. La noticia de esta herejía y de los estragos que en España
causaba, le fué enviada por Santo Toribio, obispo de Astorg:t. El
Soberano Pontífice lo escribió que reuniera en concilio á todos los

(1) Socr. Mil., lib. II , C. xLV; lib. V, C. VIII.


HISTORIA DEL «FILIOQUEí. 33
Obispos do España , para condenar la herejía y extirpar á toda costa
osta nueva cizaña del campo del Padre de familias.
Decía San León en su carta : «Ellos (los herejes) enseñan que en la
Santísima Trinidad no hay más que una sola persona y una sola cosa
que sucesivamente se llama Padre ó Hijo ó Espíritu Santo, y que
el que engendra no es distinto del engendrado ni del que procede de
ambos (1).»
El Concilio se celebró en Toledo el año 447 (2). Presidido porel San-

(I) Primo itaque capitulo demonatratur quod impie sentiant de Trinitate


divina, qui et Patria et Filii et Spiritus Sancti unam atque eamdem asserunt
esse personam , tanquam idem Deus nunc Pater, nunc Filius, nunc Spiri-
tuB sanelas nominetur; nec alius ait quigenuit, alius qui genitus cst, alius
qui de utroque processit. (S. Leo Mayu., epiat. 93, c. vi.)
(i) lie aquí la gloriosísima profesión española de fe , tocante á este
punto: Credimus.... Spiritum queque Paraoletam ene, qui nec Pater til ipse,
ne.: Filius, sed a Paire Filioque proredens. Est ergo ingenitus Pater, genitus Filius,
non genitus Paradelus , sed a Paire Filioque procedens. La pabia y limpiamente
ortodoxa regula fidei de que están tomadas estas palabras, va unida al
Concilio i de Toledo, nacional , celebrado , con asistencia de diez y nueve
Obispos, el año 400. Pero como en la nota que la encabeza se dice que
esta regula fidei se envía al obispo Balconio por mandato del Papa León , que
subió al solio de San Pedro el año 447 , se puede presumir que siendo del
Concilio i, se repitió (añadiéadose entonces esa nota) en otro Concilio cele
brado hacia el año 447 , no en Toledo , como el autor francés supone, sino
en Galicia, y en oumplimiento de lo que dispone San León en su carta á Santo
Toribio de Liébana. También ocasiona alguna confusión acerca de la fecha
el que la carta del Papa San Inocencio, escrita el 404, va dirigida Episcopis
tu Tuletuna synodo constitutis ; mas no puede dudarse que habla del primer
Concilio de Toledo , de lo allí hecho y de sus consecuencias , ni que esa
dirección significa á los Obispos que se habían reunido en Toledo el año 400.
No os del todo vana conjetura, que la famosa regula fidti , glorioso símbolo
de la Iglesia Hispana, se recitarla tal vez en el desconocido Concilio tole
dano á que se alude en este , que á falta del otro se llama Toledano I , cuando
en la sentencia definitiva dice que Smfusio y sus consortes pn'ui indiotum in
Tolfl ena urhe Concilium declinaranl , y aun acaso ge recitara en el de Zaragoza
del año 380, que, celebrado también contra los Priscilianistas , no es de pre
sumir que omitiera tratar la parte dogmática , y se contentara con decretar
los ocho cañones que poteemos , y son puramente disciplinares.
En medio de tales dudas, no es extraño que Mons. Gaume retarde cuarenta
y siete años la inclusión de la partícula Filioqut en el Símbolo de la Iglesia
-española , la cual , conservando pura la tradición apostólica , sabfa y podía
resistir & los errores de los sofistas orientales.
Es de notar que el eruditísimo historiador Menéndez Pelayo (Hiit. de los
Meitrod. Españoles , tomo i, cap. n , v) no para mientes en esas dificultades
54 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
' to obispo de Astorga, condenó a los herejes. Para cortar el mal de raiz
y preservar al Occidente de todos sus errores, se decidióingerir en el
Símbolo de Constantinopla ia palabra misma del Vicario de Jesucristo,
que con tal precisión definía que el Espíritu Santo procede del Pa
dre y del Hijo : de utroque processit (i). «
«La adición de que se trata no era una innovación, sino unaexpli-
cacion semejante a las que el Concilio de iNieea babia insertado en.
el Símbolo de los Apostóles, y el Concilio de Constantinopla en el de
Nicea. Santo Tomas observa con razón que además está contenida vir-
tualmente en el Concilio de Constantinopla, aprobado por todos los
Orientales. «Los mismos Griegos, dice, comprenden que la procesión
del Espíritu Santo tiene alguna relación con el Hijo. Convienen en
que el Espíritu Santo es el Espíritu del Hijo, y que es del Padre por el
Hijo. Hasta se dice que muchos conceden que el Espirito Santo es del
Hijo, ó que se deriva de El, pero no que procede ; distinción que parece
fundada en la ignorancia ó en el orgullo. Pues si bien se considera,
se encontrará que la palabra proceder es la mas común entre las que
significan un origen cualquiera, y de ella nos servimos para indicar
el origen, de cualquier género que sea , como que la linca procede del
punto, del sol el rayo ó de la fuente el arroyo, y del mismo modo en
otras cualesquier cosas ; de donde se puede concluir que el Espiritn
Santo procede del Hijo.... Este dogma está implícitamente sostenido
en el Símbolo de Constantinopla, que enseña que el Espíritu Santo
procede del Padre. Pues lo que se dice del Padre, hay que decirlo
necesariamente del Hijo; pues no se diferencian en nada, sino en que
uno es el Hijo y otro el Padre (2.)»
Además, al consignar con tanta claridad en una carta doctrinal
que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, San León era el
eco de sus predecesores , los Vicarios de Cristo : Petrtts per Leonem

que han ejercitado todo el ingenio de los críticos más ilustres. Dele corre
girse al P. Perrone , que en sus PratUrttonM Theolagicac. —De frinilate, cap. v,
prop. 2." nota Haec Synoiui , dice que el Filioquk no se introdujo entre nos
otros sino en el Concilio 111 Toledano , el año 589 Pero lo verdaderamente
peregrino es que el conocido escritor D. Miguel Sánchez, en *u Curnu Tho-
logia Dogmattau, part. 3.', trae. 8 .«. punct. 9, traslada raa^istralmente la
sobredicha declaración del Concilio I do Toledo nada meno-s que al VIII,
celebrado el aflo 633 , sólo poi que los Padres de éste último recitaron el anti
guo Símbolo. | Saltar es! (Sota del Traductor.)
(1) Battatjüni, Islor. unir, dei con'-., q. 2t7 , 218.
(i) S. Th., 1 p., q. xxxti, art. 2. Et De Potenl., q. x, art. 4.
HISTORIA DEL «FILIOQUEí. 55
locutus est. En ol tiempo mismo del Concilio de Constantinopla , el
Papa San Dámaso enseñaba esta doctrina : «El Espíritu Santo no es-
Espíritu solamente del Padre, o solamente del Hijo; pues está es
crito : Si alguno ama al mundo, no está en el el Espíritu del Padre. Y
en otra parte : El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. Nom
brándose, pues, al Padre y al Hijo , se entiende el Espíritu Santo, de
quien el Hijo dice en el Evangelio : Porque el Espíritu Santo procede
del Padre y tomará de lo mío y os lo anunciará (1). »
Desde la celebración de este Concilio de Toledo , todos los católicos
de España y de las Galias recitaron el Símbolo de Constantinopla cón
la adición Füioque. Ninguna oposición hizo la Santa Sede ; ninguna
reclamación produjeron los Orientales contra este uso, que llevaba
cuatro siglos de duración cuando Carlo-Magno volvió á sus Estados,
después de haber sido coronado Emperador en Roma por el Papa
León III.
El Emperador había obtenido para las iglesias de su vasto impe
rio la autorización de cantar en la Misa el Símbolo de Constantinopla.
Los Obispos reunidos en Aix-la-Chapelle en 807 le preguntaron si,
con arreglo á la autorización pontificia, se podría cantar eu público,
como se recitaba en particular, con el Füioque. El gran principe res
pondió que no le tocaba á él decidirlo, y que se debía consultar al
Soberano Pontífice. En consecuencia, fueron a RomadosObispos y el
abad de Corbie, comisionados por el Concilio.
El Papa les dió benigna acogida ; pero negó resueltamente el per
miso de introducir en el Símbolo las ocho letras Füioque. « Induda
blemente, les dijo, es un artículo inviolable de le, que el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo ; pero no se pueden poner en el
Símbolo lodos los artículos de fe. Fuera de esto, no se deben modi
ficar, ni siquiera en una silaba , los simbolos decretados por los Con
cilios ecuménicos (2).»

(1) Porro non Leonia id fuil novum inventum , sed praedeceesorum tra-
ditio. Nam Damasus haec ait: (Damat., in eoncil. Rom. apud Crescon. Collect.)
Spiritus Sanctus non est Patria tantummodo , aut Filii tantummodo Spiritus.
Scriptum cat enim : Si quis dilei'erit mundum, non est Spiritus Patris in ilh.
(I Joan., ii.) Item scriptum est: Qui aultm Spiritum Christi non habet, hic non est
ejus. (Rom. , fin.) Nomínalo itaque Patre et Filio , intelligitur Spiritus Sanc-
tua, de quo Filius in Evangelio dicit: Quia Spiritus Sanctus a Patre procedit,
elde meo accipiet, et annuntiabit vobis. Joan., iv. ¡Apud Barón., an. 447, n.° 21.)
(2) Bini.,ad Synod. Aquisgran . , t. m , Canctt.; Labbe, t. tu, p. 1198;
Bar., an. 809 , n.° 57.
36 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Para hacer ver que su resolución era inmutable, mandó el Papa
grabar inmediatamente el Símbolo de Constantinopla en griego y en
latín, sin la adición del Filioque, en dos escudos de plata, que pesa
ban noventa y cuatro libras, y los hizo colocar en la basílica de San
Pedro, á derecha é izquierda de la confesión (l).»
Digámoslo de paso, este hecho y el que vamos á referir son dos
pruebas monumentales de la fidelidad incorruptible con que la Iglesia
romana guarda las tradiciones del tiempo pasado. No solamente se
niega á las súplicas de Garlo-Magno, su bienhechor, para que se in
serten en el Símbolo de Constantinopla cuatro silabas que expresan
netamente un articulo de fe, sino que no canta el Símbolo en la Misa.
Entretanto que todas sus hijas , las iglesias de Oriente y Occidente,
hacen resonar sus basílicas con el Símbolo de Constantinopla , ella
mantiene el de los Apóstoles, y no lo recita sino en la administración
del Bautismo y cuando la costumbre prescribe la profesión de fe.
Sin embargo, los siglos pasan y las circunstancias cambian con
los siglos. Dirigida siempre por el Espíritu Santo, la Iglesia romana
liará más adelante lo que al principio ha rehusado, siendo tan infali
ble cuando ahora accede , como cuando antes lo rehusaba. Mientras
la procesión del Espíritu Santo no es atacada, la Iglesia no toca a sus
antiguas fórmulas tradicionales. Pronto se dejan oir sordos rumores :
hacia el año 866 suceden á los rumores las negaciones públicas, cuyos
órganos son, en Occidente el patriarca de Aquileya, y en Oriente
Focio, patriarca intruso de Constantinopla.
Roma entonces, para responder á estos novadores, como había
respondido á Arrio y a Macodonio, hace insertar en el Símbolo de
Constantinopla la adición Filioqw ; y no habiendo cantado nunca en
la Misa ningún Símbolo, canta el de Constantinopla asi explicado, y
manda que se «inte en todas partes. Desde entonces, un concierto
inmenso de voces católicas responde de día y de noche á las blasfemias
de los novadores (2).
La manera con que se hizo esta memorable adición , ofrece un
nuevo ejemplo do la sabiduría y prudente lentitud con que procede

(1) Hic vero , pro amore et cautela orthodoiae fidei fecit ubi supra (in
basílica sancti Pelri ) , scutos argénteos dúos , scriptos utroque symbolo , unom
quidem litteris Graecis , et alium Latinis , sedentes dextara laevaque super
ingressum corporh , pesantes argenti libras nonaginta quatuor, et uncías sex.
(Atuut. BiUiolA. in león III, apud Bar. , an. 809, n.° 62.)
(2) Bar., an. 883 , n.° 34.
HISTORIA DEL «FILIOQUE». 57
la Santa Sede. Se convocó en Roma un Concilio numeroso. Se expuso
al Soberano Pontífice que desde antiguo las iglesias de España , délas
Galias, de Inglaterra y Alemania estaban en posesión de cantar pú
blicamente el Símbolo de Consiantinopla ; que Roma las aprobaba,
Itero que en las circunstancias actuales , la prolongación de su resis
tencia á añadir el Filioque se podría interpretar por los malévolos
como una reprobación tácita ó como temor de profesar altamente la
fe ; que los enemigos de la Iglesia no dejarían de aprovecharse de
esto, haciendo surgir divisiones y acaso un cisma ; y que en todo
caso la adición del Fiiioque seria el mejor medio de confundir á
Focio y sus secuaces (1).
El Soberano Pontífice cedió á estas razones, y la autorización fué
concedida el año 883. Sin embargo, en Roma no se comenzó á cantar
el Símbolo sino ciento veintinueve años después, ¿instancias del
emperador San Enrique. Este gran principe , digno de Carlo-Magno
por sus virtudes y los eminentes servicios que prestó á la Santa Sede,
habiendo ido a Roma para ser coronado, se admiro de no oír cantar
el Credo en la Misa, y pregunto el motivo.
« He aquí, escribe el abad Bernon, lo que le respondieron en mi
presencia: La Iglesia de Roma no sé ha manchado nunca con ninguna
herejía ; sino que, fiel á la doctrina de San Pedro, permanece inmu
table en la fe católica. Por esto no tiene necesidad de hacer profesión
de su fe : este deber toca á las iglesias que han podido o pueden alte
rarla ó perderla (2).»
¡Magnifica respuesta! No obstante, instando el Emperador, el
Papa Benedicto VIII decidió que Roma misma cantase también el
Símbolo de alli en adelante. Y se canto el de Consiantinopla con la
adición Filioque (3).
Desde cualquier punto de vista que se considere, esta inserción
se hizo del modo mas legitimo y regular. Igualmente que las expli-

(() Barón., an. 883, n.° 37 ; et an. 447 , n.° 24.


(2) Cum Romanorum presidien al) Herrico imperatore interrogaientur
cur non post Evaugehum (ut in aliis ecclejiis fiebat), symbolum canerent?
Me amúlenle, audivi eos ejusniodi re*ponsum reddere, videlicet, quod
romana Ecclesia non fuÍBSet uliquando ulla haereseos faece infecta, sed
secundum sancti Petri doctrinan) in soliditate catliolicae fidei permanerct
inconcussa : et ideo magis bis necessarium esse illud svmbolum 8aepiiH can
tando fiequentare , qui aliquando ulla haeresi potuerunt maculari. (Bera.
Abbas auf/ien.t Di rebu* ad mú#. ipcclant. , aptid ¡jirón., an. 447, n.° fc¿4.)
(3) fiaron., an. 447, n.° 24.
S8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
caciones del Símbolo adoptadas en Nicea y Constantinopla, ésta era
también exigida por las circunstancias. El Vicario mismo de Jesu
cristo la manda presidiendo un Concilio. En fin: con ella no se modi
fica la fe, sino que se explica. «Nadie puede tomar ocasión, escribe
un autor antiguo, para lanzar contra la Santa y grande Iglesia de
Roma, madre y maestra de todas las demás, la acusación de haber
escrito, compuesto y enseñado una fe nueva. No se hace, ni se enseña,
ni se transmite otro Símbolo cuando se explica el antiguo con la mira
de prevenir la alteración de la fe.
«Aunque es depositaría de la autoridad soberana, no se tiene a
menos de humillarse para respónder lo que el Concilio de Calcedonia
respondió antiguamente á sus detractores : Se me acusa injustamente.
No establezco una fe nueva, sino que renuevo la memoria de la anti
gua: esclarecer un punto oscuro del Símbolo, no es alterarlo : he
renovado la fe, como lo hicieron los Padres de los siglos pasados : he
añadido algo á los Concilios de Nicea, Constantinopla y Calcedonia;
pero no he enseñado nada que les sea contrario. Siguiendo fielmente
sus huellas, me encuentro con puntos atacados, queen'aquellos tiem
pos no eran objeto de cuestión. He debido aclarar con una palabra de
interpretación lo que no todos entendían bien : esto es todo lo
hecho (1).»
Los Griegos, sin embargo, precipitados por su orgullo, rehusa
ron obstinadamente admitir la añadidura del Filioque. El ambicioso
sectario que los extraviaba quería a todo trance separar la Iglesia
oriental de la occidental. Esperaba que, una vez desconocida la auto
ridad del Soberano Pontífice, seria él proclamado patriarca universal.
La muerte vino á desvanecer sus criminales proyectos : pero no ex
tinguió el espíritu de rebelión que él había alentado.
En 1054, Miguel Cerulario, otro patriarca de Constantinopla mu
cho más audaz que Focio, negó formalmente que el Espíritu Santo
procede del Hijo. En una carta dirigida áJuan, obispo de Trani,
tuvo la osadía de consignar su herejía , invitándole á que diera parte
al Soberano Pontífice. León IX respondió como correspondía al guar
dián de la fe, excomulgando al novador. Cerulario á su vez exco
mulgó al Papa, y con él a toda la Iglesia latina. La ruptura fué com
pleta, y los Griegos cayeron en el cisma y la herejía. Éste fué, como
veremos más adelante, el origen de todas sus desgracias.
Sin embargo, la Iglesia latina nada omitió para reducir á su her-

(1) Ariherian., apud Bar., an. 883, u.° 38.


HISTORIA DEL «FILIO'JUE». 59
mana á la fe de sus padres. Después de muchos siglos de mutiles es
fuerzos , esta vuelta tan deseada se llevó á cabo en el Concilio general
de Lyon, en 1274. Reunidos bajo la presidencia de Gregorio X los
Obispos de Oriente y Occidente, expresaron su fe en estos términos:
«Hacemos profesión de creer fiel y piadosamente que el Espíritu Santo
procede eternamente del Padre y del Hijo ; no como dedos principios,
sino como de un solo priucipio; no por dos espiraciones , sino por una
sola espiración (I).» La reunión debia jurarse por décimatercera vez.
Desgraciadamente no fué mas duradera que las otras (2).
En fin: el Concilio de Florencia reunió de nuevo á los Griegos y
los Latinos. Para satisfacción do los primeros se examinó nuevamente,
por orden del Papa , la procesión del Espíritu Santo. Nunca hubo
discusión más profunda, ni más amplia , ni más completa. Los Grie
gos, para defender su error, recurrieron á todos sus medios, so
fismas, subterfugios, negaciones, semiconcesiones y flujo inmenso de
palabras.
En la sesión décimaoctava, celebrada el 10 de Marzo de 1439, Juan
de Montenegro, provincial de los dominicos de Lombardia, les tapó
la boca con un argumento sin réplica. «¿Qué entendéis por procesio
nes?, preguntó á los griegos. ¿ Qué queréis decir cuando afirmáis que
el Espíritu Santo procede del Padre?—Entiendo, respondió Marcos,
arzobispo de Éfeso , una producción por la que el Espíritu Santo re
cibe de Él el ser y todo lo que propiamente es.—Muy bien (replicó el
fraile dominico) ; tenemos, pues , esta conclusión : el Espíritu Santo
recibe del Padre el ser, ó el Espíritu Santo procede del Padre, es lo
mismo. De aquí infiero : El Espíritu Santo procede de aquel de quien
reciba el ser : es asi que el Espíritu Santo recibe del Hijo el ser; luego
procede del Hijo , según el sentido propio de la palabra procesión,
conforme vos mismo lo habéis definido. Que el Espíritu Santo recibe
del Hijo el ser, puede demostrarse por muchos testimonios.
— *¿Pero de dónde sacas (dijo, interrumpiéndole Marcos de Éfeso ),
que el Espíritu Santo recibe el ser del Hijo?—Aprecio vuestra pre-

(1) Labbé , Conc, t. n , p. 907.—Quibus perfectis, praecinente pontifica


hymnum : TeDeum; denirjue Graeois Latiafeque verbis fidei orthodoxae
forma , repetita bis professionis Spirilus Sancti a Patre et Filio, decántala
est. (llar., an. 1274 , a." 18.)
(2) «Asi lo prometieron , quedando de este modo establecida por déci
matercera vez la unión entre Griegos y Latinos. i (üallaglini , hlor., etc.,
p. 660, n.° 11.)
60 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
gunta (respondió Fr. Juan) , y voy á contestar inmediatamente. Que
el Espíritu Santo recibe del Hijo el ser, lo probaré por un testimonio
irrecusable para vosotros lo mismo que para nosotros, el de San Epi
fanio, que se expresa así : Llamo Hijo al que es de Él, y llama Espí
ritu Santo al único que es de los dos. Según estas palabras de San
Epifanio , si el Espíritu Santo es de los dos , recibe de los dos el ser ;
puesto que , según vosotros , recibir el ser ó proceder es una misma
cosa ; y sabemos por San Epifanio que recibe su ser del Padre y del
Hijo (1).» El argumento era tanto mejor, cuanto que San Epifanio es
uno de los padres griegos más antiguos y más venerados de los orien
tales.
En fin : el 6 de Julio de 1439 , octava de los Apóstoles San Pedro
y San Pablo, se celebró la última sesión del Concilio. En presencia
de la augusta asamblea y entre los aplausos de Griegos y Latinos se
leyó el decreto de unión , que comienza asi : «¡Regocíjense los cielos
y estremézcase de júbilo la tierra ! El muro que dividía las iglesias de
Oriente de las de Occidente ticaba de caer. Se ha restablecido la paz y
la concordia sobre la piedra angular , Jesucristo, que de dos pueblos
ha hecho uno solo. Definimos y queremos que todos crean y profesen
que el Espíritu Santo es eternamente del Padre y del Hijo; que tiene
su esencia y su ser subsistente del Padre juntamente y del Hijo ; que
procede eternamente de entrambos, como de un solo principio y por
una sola espiración. Definimos, además, que la explicación Filio-
quene ha añadido al Símbolo lícitamente y con razón, para declarar
la verdad y porque era necesario (2).»
La alegría de la Iglesia no fué de larga duración. Como la infiel
Samaria , asi el cismático Oriente volvió a recaer al día siguiente eu
los mismos errores que había abjurado en la víspera. Pero con esto
se colmó la medida. Salmanasar resucitó en Mahomet ; y trece años
nada más habían pasado, cuando el imperio de los Griegos sufrió la
desdichada suerte del reino de Israel.

(1) ¡fanii, t. xxxi, col. T23.—Rohrbacher, Hist. unir., t. XXI.


(i) Definimus explicationem verborum illorum Filioque , veritatis decln-
randae gratia, et ¡inminente neceesitate, licite et rationabiliter , fuisse arm-
bolo appositam, etc. fApui Labbé, etc.)
CAPÍTULO VIL

Misión. tlol Espíritu Santo.

Sumario — Lo santificación es la obra propia del Espíritu Santo.—lista obra


supone una misión. —Lo que se entiende por misión.— Cuantas misiones
hay.— No implican ninguna inferioridad en la persona enviada.— Dife
rencia entre la misión del Hijo y la del Espíritu Santo.— Ambas fueron
prometidas, figuradas , predichas y preparadas desde el origen del mun
do.— Significación de la palabra Espíritu en la Escritura. — Pasaje de
San Agustín.

En la medida que lo permiten las oscuridades de la vida presente,


conocemos al Espíritu Santo en Si mismo. Es la tercera persona de la
augustísima Trinidad : es Dios como el Padre y el Hijo : procede de
ambos por una sola espiración y como de un solo é idéntico princi
pio, sin que por esto haya ni posterioridad, ni prioridad , ni des
igualdad de ningún género entre el que procede y aquellos de quienes
procede. Es el Fundador y Rey de la Ciudad del bien: á sus inmedia
tas órdenes están todos los ejércitos angélicos , batallando noche y
día para proteger en los cuatro puntos del mundo á los hermanos del
Verbo encarnado contra los ataques de las legiones infernales.
Siendo el amor consubstancial del Padre y del Hijo, á Él le corres
ponde , por apropiación del lenguaje , la obra más excelente de la
adorable Trinidad (f). ¿ Cuál es esta obra ? ¿ La creación ? No. ¿ La
redención? No. ¿Cuál es, pues? La santificación y la glorificación.
El Padre crea , el Hijo rescata , el Espíritu Santo santifica. El Padre
hace hombres , el Hijo hace cristianos , el Espíritu Santo hace santos

(I) Dilectio namque, quae ex Deo est et Deus est, proprie Spiritus Sanc-
tus dicitur, per quem chanta* Dei diffussa est in cordibus nostris , per quem
tota Tnnitas in nobis habitat. (S. Bern., Méiit., c. i.)
62 TRATAD0 DEL ESPÍRITU SANTO.
y bienaventurados. La obra del Espíritu Santo es, pues, mas comple
ta que las del Padre y del Hijo , como coronamiento de una y otra (1).
Que esta obra suprema pertenece al Espíritu Santo, se prueba con
toda claridad. Él es quien forma a María , madre del Redentor, y en
el virginal seno de María al Redentor mismo. Él es quien lo dirige,
le inspira , le da el hacer milagros y lo glorifica : Ule me clarificabit.
Él es quien , como prolongación de esta obra de santificación univer
sal , forma la Iglesia, madre del cristiano, y en el seno virginal de la
Iglesia al cristiano mismo, hermano del Verbo encarnado. Él es quien
lo dirige, lo inspira y lo levanta poco á poco á la santificación, y de
la santificación á la gloria (2).
Esta grande obra , sintesis magnífica de todas las obras del Padre
y del Hijo, no podia quedar aislada en las regiones inaccesibles de la
eternidad. Lejos de eso, debia hacerse palpable y realizarse en el
tiempo. Para realizarla , pues, el Espíritu Santo ha debiólo de tener
una misión. Es menester, antes de pasar más adelante, explicar esta
palabra , tan frecuentemente pronunciada y tan poco comprendida.
Cuando la teología católica habla de las personas divinas, entiende
por misión : El destino eterno de una persona de la Trinidad para
cumplir una obra en el tiempo, destino qw se le da por la persona de
quien procede (3). Desde toda la eternidad estaba decretado que el
Verbo se hiciera hombre y viniera al mundo para salvarlo (4) : he ahi
su misión. Desde toda la eternidad estaba decretado que el Espíritu
Santo viniera al mundo para santificarlo (5) : he ahí la misión del Es
píritu Santo.

(I) Haec cst enim voluntas Dei sanctificatio veslra. (1 Ten., iv, 3.)
(2) In virtute sscundum Spiritum sanctificationis , etc. Sobre este texto,
dice Cometió : Hanc potentiam (faciendi miracula, remittendi peccata,
sa;:ctiCeandi nomines) Verbum caro factum habuit a Spiritu Sánelo , qui
tolum lioc unionis hominis cum Dco opus in Christo peregit , eumque ita
san ctiticavit , ut illi virtutem dederit omnes nomines sanclificandi. (In Epi>t.
ad fíom., c. i, 4.)— El mismo comentador añade : Per Spiritum Sanctum , id
cst. Spiritu Sancto eum movente et incitante ad se aponte sua offerendum
Patri, pro peccatis nostris. (In Epist. ad Hebr., c. ix. 14.)
(3) Missio est unius personae a persona ex qua procedit deatinatio ad
aliquem effectum temporalem. (Vid. S. Th., 1 p., q. xuu,art. t.— Vilaa.,
De Trini/., p. 8, art. 5.)
(4) Non enim miait Deus Filium suum in mundum , ut judicet mundum,
sed ut salvctur mundus per ipsum. (Joan. , til, 17.)
(5) Spiritus Sanctus procedit temporaliter al saictificandam cieaturam.
(8. Aog., De Trinil., lib. m , c. iv.)
MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 61)
De este modo, hay en las personas divinas tantas misiones como
procesiones. El Padre no tiene misión, poique no procede de nadie.
El Hijo recibe su misión del Padre solo, porque solamente de Él pro
cede (i). El Espíritu Santo la recibe del Padre y del Hijo, porque
procede de ambos (2).
Oigamos á San Agustín: « El Hijo, dice, es enviado por el Padre,
porque Él apareció en carne , no el Padre. Vemos también que el Es
píritu Santo ha sido enviado por el Hijo : Cuando yo me vaya, os lo
enviaré ; y por el Padre : El Padre os le enviará en mi nombre. Por
donde claramente se ve que ni el Padre sin el Hije, ni el Hijo sin el
Padre han enviado al Espíritu Santo ; sino que éste ha recibido su
misión del uno y del otro. Sólo del Padre no se lee en parle alguna
que haya sido enviado : la razón es que ni es engendrado, ni pro
cede de nadie. En efecto : ni la luz ni el calor envían el fuego , sino
que el fuego envía el calor y la luz (3).»
No pasemos adelante sin admirar la exactitud profunda del len
guaje divino. Cuando el Verbo encarnado anunció el Espíritu Santo á
sus Apóstoles , dice : « Él me glorificara , porque tomará de lo-mio y
os lo anunciará (4).» No dice : tomará de mi ; porque esto sería decir
en cierto modo que Él era el único principio del Espíritu Santo, y
que el Espíritu Santo procede del Hijo como éste del Padre, es decir,
de Él sólo. Mas no es asi , y por eso dice : Tomará de lo mío, y no
dice de mi. Pues si bien toma de Él , no toma sino lo que el Hijo ha
tomado del Padre. Por manera, que la misión del Espíritu Santo
viene juntamente del Hijo y del Padre, de quien el Hijo mismo lo ha
recibido todo.
Por lo demás, no se crea que la misión implique ningún género
de inferioridad en el que la recibe con relación al que la da. La misión
no denota inferioridad , igualmente que la procesión, de la que es con
secuencia. «En las personas divinas, dice sabiamente Santo Tomás,
la misión no implica sino procesión de origen , que es con igualdad. ...
Y asi esta misión es sin separación; solo indica distinción de ori-

~
*
(1) Qui misil me Pater. (Joan., vin, 16.)—Misit Deus Filium suum.
fGal. , iv , 4.)
(2) Cum autem venerit Paracletus , qnem ego mittara vobis a Paire.
(Joon., xv, 26.)
(3) Contra Serm. Ariarn., c. n.° 4,
(4) Joan. , xvi , 15.
64 ' TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
gen(l).» De este modo, aunque la comparaciónes imperfecta, el rayo
es enviado por el foco, y la planta echa su flor, sin separarse entre si,
y conservando en ambos casos la naturaleza de sus principios res
pectivos.
Completemos estas nociones fundamentales, añadiendo que hay
dos clases de misión para el Hijo y el Espíritu Santo, una visible y
otra invisible. Para el Hijo la misión visible fué la Encarnación , para
el Espíritu Santo su aparición en el Bautismo de Nuestro Señor, en
el Tabor y el día de Pentecostes. En el Hijo la misión invisible tiene
lugar todas las veces que como sabiduría infinita y luz sobrenatural
se comunica al alma bien dispuesta , en la cual habita como en su
templo. En el Espíritu Santo la misión invisible se renueva siempre
que como amor infinito y caridad sobrenatural se comunica al alma
bien preparada, en la cual habita como en su santuario (2).»
El objeto de esas dos misiones es asimilar el alma a la persona
divina que es enviada a ella : Símiles ei erimus. Ahora bien: como el
Hijo, luz eternal, y el Espíritu Santo, eterno amor, han sido envia
dos para todo el mundo, la intención de Dios es asimilarse el género
humano, y asimilándoselo por la verdad y la caridad , deificarlo. ¡ Oh
hombre ! ¡ Si comprendieras el don de Dios; si scires dotium Dei! En
el entendimiento divino esta misión no es transitoria, sino perma
nente ; lo es , en efecto , en tanto que el hombre no le dé fin por el
pecado mortal. Y no solamente lleva al alma las luces del Hijo y los
dones del Espiritu Sarrio, sino que el Hijo y el Espíritu Santo vienen
en persona a habitar en ella (3).

(1) Talis misaio. est sine aeparatione , sed habet solam diatinctionem
originis. (1 p. , q. xlui, art. 1.)
('2) Tune invisibiliter Filias unicuique mutilar, cum a qcoquam cogno-
acítur atque percipitur. (S. Aug., apnd S. Th., 1 p., q. icliii, art. o, ad 1.)—
Anima per gratiam conformatur Deo. Unde ad hoc quod atiqua persona
divina mittatur ad aliquem per gratiam , oportet quod fíat aasimjlatio illius
ad divinam personam quae mittitur , per aliquod gratiae donum. Et quia
Spiritus Sanctus est amor , per donum charitatis anima Spiritui Sancto
assimilatur. Unde secundum donum charitatis attenditur misio Spiritus
Sanoti. (Ibid., ad 2.)
(3) Si quis diligit me.... ad eum veniemus et manaionem apud «um
faciemus. (Joan., xiv, 23.)—Spiritus Sanctus per charitatem et gratiam nos
formaliter justificat, inbabitat. vivifícat et adoptat. Justitia enim inhaerens,
non est una aimplex qualitaa. Sed multa complectitur.... ac ipsum Spiritum
Sauctum donorum auctorem.... non tantum donatur homini chantas et
, MISIÓN DEL ESPIRITU SANTO. 65
Completar la obra'del Verbo haciendo en los corazónes lo que Él
había hecho en las inteligencias, acabar de esto modo la transforma
ción del hombre en Dios, es la magnifica misión del Espíritu Santo.
En razón de su importancia suprema, debió de ser el último térmíno
del pensamiento divino, y, por consiguiente, el alma de la historia,
el móvil y la clave de todos los acontecimientos realiza dos desde el
origen del mundo. Si , pues , la Encarnación del Verbo ha debido ser
conocida de todos los pueblos, y por esto prometida, figurada, pre-
dicha, preparada desde la creación del hombre, con mayor ra
zón ha debido suceder lo mismo con la misión del Espíritu Santo, que
corona la Encarnación ; este razonamiento está confirmado por los
hechos.
Pues para que se entienda bien que las promesas, figuras, pro
fecías y preparaciones , cuyo cuadro vamos á bosquejar, se refieren
á la tercera persona de la Santísima Trinidad, y no a ningún otro
espíritu , será bueno recordar la enseñanza de los Padres sobre la sig
nificación que la palabra Espíritu tiene en las Escrituras.
Basta oir á San Agustín : « Se puede preguntar, dice, si cuando
la Escritura dice el Espíritu de Dios, sin añadir nada más, se debera
entender el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad,
consubstancial al Padre y al Hijo, por ejemplo: Donde está el Espíritu
de Dios , allí liaij libertad ; y en otra parte : Dios nos lo ha revelado
por su Espíritu ; y aquello otro : Lo que hay oculto en Dios , nadie lo
sube más que el Espíritu de Dios. En estos y otros muchos pasajes
donde nada se añade , se trata evidentemente del Espíritu Santo : el
contexto lo da a entender claramente. En efecto : ¿de qué otro habla
la Escritura cuando dice : El Espíritu mismo da testimonio ú nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios;— El Espíritu mismo anuda nues
tra debilidad;—Uno es é idéntico el Espíritu que opera todas estas cosas,
repartiendo á cada uno como quiere? En todos estos lugares no se
añade á la palabra Espíritu ni la palabra Dios , ni la de Santo; y, sin
embargo , es cosa clara que se trata del Espíritu Santo.
No sé si se podría probar con un solo ejemplo auténtico , que
donde la Escritura nombra el Espíritu de Dios sin aditamento , pre-
tenda hablar , no del Espíritu Santo , sino de algún otro espíritu bue-

gratia , vel ipse Spiritus Sanctus quoad dona aua dumtáxat; sed etiam datur
¡psissima persona Spiritus Sancti ac consequenter datnr ipsa deitas totaque
sancta Trinitas. (Corn. a Lap., in I Pelr., í , i .)
TOMO II. ü
66 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
no , pero criado. Todos los textos que se citen en contrario , son dudo
sos^ necesitarían aclaraciones (1). »
Lo acabamos de ver: estaba decidido en los consejos eternos que
dos personas de la Santísima Trinidad descendieran visiblemente al
mundo ; el Hijo para salvarlo por sus méritos infinitos ; el Espíritu
Santo para santificarlo con la efusión de su gracia. Pero cuando un
monarca , tiernamente amado de su pueblo , debe visitar las diferen
tes partes de su reino derramando beneficios por doquiera , todas las
gentes se preocupan de su venida. La fama va delanle de él , los co
rreos le preceden , todos los caminos se allanan ante él , y nada se
omite para prepararle una recepción digna de las esperanzas que ha
hecho concebir y del entusiasmo que inspira.
Esto es lo que Dios hizo para preparar la venida del Verbo encar
nado : no hay un cristiano que no lo sepa. El Deseado de las naciones,
prometido , figurado , profetizado y esperado durante cuarenta siglos,
domina majestuosamente el mundo antiguo. Es el alma de la ley y
los profetas , objeto de todos los votos , fin de todos los acontecimien
tos, clave de la elevación y la caída de los imperios; en una palabra:
es el eje divino sobre el cual gira todo el gobierno del universo.
Esta preparación , que asombra con su grandeza y majestad , no
era solamente debida á la segunda persona de la Santísima Trinidad,
sino también á la tercera. El Espíritu Santo, igual al Hijo en la dig
nidad de su naturaleza , superior en cierto sentido por la sublimidad'
de su misión, y debiendo descender personalmente á la tierra como
el Hijo , debía ser precedido , como el Mesías , de una larga serie de
promesas, figuras , profecías y preparaciones, para ser objeto cons
tante de la expectación universal no menos que el Hijo : Desidertitus
cunctis gentibus. La fe no se equivoca en esta inducción. La historia
nos va á mostrar á la tercera persona de la Trinidad ocupando el
mismo lugar que la segunda , ya en el pensamiento de Dios, ya en la
esperanza de los hombres, ya en la dirección de todos los sucesos del
mundo antiguo , durante el largo intervalo de cuatro mil años.

(O Nescio utrum manifestó aliquo exemplo probari poasit, alicubi Spi-


ritum Dei dictum aine additaraento, ubi Spiritus ¡He sanctua non sngmfice-
tur eedaliquis quaraví» bonuí , creatus taraen et eonditua. Qnae proferun-
tur'enim dubiaíunt.et indigent clarior» documento. (De Dicen. üb. u.
n.« a, p. 181; S. Th.. I p.. q. lxxiv, art. m.)
CAPÍTULO VIII.

El Espíritu Santo prometido y Asurado en el


Antiguo Testamento.

'Sumario.—Promesas del Espíritu Santo : Joel, Ageo, Zacarías.—Figuras :


los siete días de la creación , el candelabro de los siete brazos , el. edificio
de la Sabiduría eterna con las siete columnas.

El Mesias ha sido prometido;, el Espíritu Santo lo fué también.


Después de la promesa , tantas veces renovada en términos mas ó me
nos explícitos de la venida del Espíritu Santo al mundo (1) , Dios or
dena al profela Joel que la publique claramente más de seiscientos
años antes del día memorable en que debía realizarse. El profeta se
dirige en persona de los Judíos á todos los pueblos llamados a hacerse,
por la fe, hijos de Abraham. Su inspirada mirada ve al mismo tiempo
al Verbo que se encarna y al Espíritu Santo que desciende. Presentes
están á su vista las dos personas adorables, y con el mismo entu
siasmo habla de la una y de la otra.
«Hijos de Síón , exclama : gózaos y alegraos en el Señor Dios nues
tro; porque os dará el Doctor de la justicia, y hará descender sobre
vosotros el rocío de la mañana y el de la tarde, asi como era al prin
cipio. Y se llenarán las eras de trigo , y rebosarán los lagares de vino
y de aceite. Y os recompensaré los años que comió la langosta , el pul
gón, y la roya, y la oruga , mi ejército terrible que yo envié contra
vosotros. Y comeréis abundantemente, y os hartaréis , y lo haréis en el
nombre del Señor Dios vuestro, que hizo maravillas con vosotros, y
nunca jamás será confundido mi pueblo. Y sabréis que yo estoy en
medio de Israel, yo el Señnr vuestro Dios, y no hay otro (1). 9

(I) /»., xliv, 3; E:ech., «, 19; xxxvi , S6, etc.


(S) Joel, cap. II, V. 23-27.
68 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
El gozo, la abundancia de todos los bienes espirituales, la repa
ración de lodos los males debajo de cuyo peso gemia el linaje humano
desde la caida primitiva, la presencia permanente del mismo Señor
en medio de su pueblo, que es la gran nación católica, he ahi bien
claros los rasgos distintivos del reino del Mesias. Cuando el Verbo en
carnado eche los fundamentos de esta felicidad universal ,% riegue
con su sangre en la mañana y en la tarde de su vida esta tierra del
mundo, ¿qué va á suceder? Oigamos al Profeta : «Y acaecerá des
pués de esto, dice el Señor , derramaré mi Espíritu sobre toda carne:
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas : vuestros ancianos so
ñaran sueños (tendrán revelaciones), y vuestras jóvenes verán vi
siones. Y aun también sobre mis siervos y siervas derramaré mi
Espíritu en aquellos dias (1).»
Tales son , en general , los beneficios que el inundo deberá al Espí
ritu Santo. ¡ Cómo debía este solo anuncio hacer palpitar todos los co
razones! ¡Cómo debían conjurar al Señor los justos de la antigua ley,
para que acelerase el gran día de su venida l Á fin de consolarlos , el
Señor tuvo á bien prometerles por el profeta Ageo el próximo adve
nimiento del Espíritu Santo. Judá volvía de Babilonia, andaba muy
ocupada en la construcción del segundo templo ; pero los corazones
estaban tristes. No se podía menos de gemir al pensar en la magnifi
cencia del templo antiguo y en la pobreza relativa del nuevo, que se
levantaba penosamente en medio de mil dificultades de toda clase.
Ageo recibe orden de alentar al pueblo. Como Joel, ve y anuncia
la venida de dos personas de la adorable Trinidad: del Espíritu Santo,
que conforme á las antiguas promesas vendrá muy pronto á residir
en medio de su pueblo : el Verbo hecho carne que se dignará de san
tificar el nuevo templo con su presencia personal. « Profeta , le dice
el Señor: habla á Zorobabel , hijo de Salathiel , príncipe de Judá ; y
a Jesús , hijo de Josedech , sumo sacerdote , y al resto del pueblo , y
diles : Ten buen ánimo , Zorobabel ; ten buen ánimo , Jesús , hijo de
Josedech , y ten buen ánimo , todo el pueblo de la tierra , y trabajad,
pues yo soy con vosotros, dice el Señor de los ejércitos. (Voy á cum
pliros) la palabra que concerté con vosotros cuando salíais de la

(I) /*íá.,v. 28-39 —El día mismo do Pentecostés declaró San Pedro á
los judíos, que las nnravülas que presenciaban con sus ojos eran el cum
plimiento de la promesa del Señor, hedía por el profeta Joel. Todos los
Padres hablan como el Príncipe do los Apóstoles. (Víase, entre otros, & San
Crisoit., ín princ. Acl. Ap., y Corn. a Lip. fn Joel, n, 28.)
EL ESPÍRITU PROMETIDO Y FIGURADO EN EL ANT. TESTAM. 69
tierra de Egipto ; y mi Espíritu estara en medio de vosotros ; no te
máis.... Aún falta un poco ; y yo conmoveré el cielo , y la tierra, y
la mar, y todo el universo. Y moveré todas las gentes , y vendrá el
Deseado de todas las naciones , y henchiré esta casa de gloria...., y
grandf s#rá la gloria de esta última casa, más que la de la pri
mera (1). n
Esta segunda promesa, más explícita que la primera, no se limita
al anuncio de la venida del Espíritu Santo , sino que designa la época.
Vendrá cuando el mundo será sacado de la verdadera esclavitud de
Egipto por la sangro del .Cordero de Dios, cuando los Apóstoles se
dedicaran á construir el gran edificio católico en que el Espíritu Santo
debe habitar eternamente.
Hacia la misma época , otro profeta , Zacarías, es encargado do
anunciar la venida del divino Espíritu , que debe cambiar la faz de
la tierra , después de haber camfiiado los corazones. También aquí el
Señor tiene cuidado de reunir en la misma predicción la venida del
Mesias y el descendimiento del Espíritu Santo. La razón es que estos
dos acontecimientos se relacionan íntimamente. El primero es la prueba
del segundo, y el segundóos consecuencia del primero. No se puede
admitir el uno sin admitir el otro. «Y acaecerá en aquel día , dice el
Señor, procuraré abatir todas las gentes que vengan contra Jerusalén.
Y derramaré sobre la casa de David , y sobre los moradores de Jeru
salén , el Espíritu de gracia y de oración ; y pondrán su vista en Mi,
a quien habrán crucificado. Y llorarán sobre Mí , como sobre un hijo
único ; y harán duelo como se suele hacer en la muerte de un primo
génito (2).»
Zacarías , dicen los Padres é intérpretes , leyendo lo más remoto
de las edades , fija su vista en el día memorable de Pentecostés , en
que el Espíritu Santo desciende sobre los Apóstoles reunidos en Jeru
salén. Ve al divino Espíritu produciendo la gracia y la santificación;
después oye los gemidos y súplicas de las almas iluminadas sobre el
enorme atentado cometido por la nación judia en la persona adorable
del Mesias. Todo esto es tan preciso, que el libro de los Hechos Apos-

(I) Agto , ii, v. 2-10.—Todos los Padres, San Atanasio, San Cirilo do
Jerusalén , San Gregorio Niceno , Teodoreto , etc., han visto en estas nota
bles palabras la promesa del Espíritu Santo. (Véanse , entre otros, San Jerón.
tn Agg., ii, y Corn. a Lap., ibH.)
(2) Zach., xn, 9 , 10.


70 TBATADO DEL ESPIRITU SANTO.
tólicos , al referir la historia de Pontéeosles , no parece sino la repro
ducción de las palabras de Zacarías (1).
Pero Dios no anunció solaraente-al mundo la venida del Espíritu
santilicador por medio de estas promesas solemnes y otras muchas
que abundan en el Antiguo Testamento.
En cuanto al Mesias , vemos que , además de las promesas , hay
innumerables figuras, que llaman continuamente la atención hacia
el futuro Libertador. Lo mismo sucede respecto del Espíritu Santo.
Al lado de las promesas se muestran constantemente las figuras, que
lo revelan en su naturaleza y en sus dones. Apoyándonos en la auto
ridad de los santos Doctores , vamos á dar a conocer algunas.
El Espíritu de los siete dones, que es el principio vital, la luz, la
belleza del mundo moral y de la Iglesia en particular, se encuentra
representado en los diferentes setenarios que tan frecuentemente sa
len en la creación del mundo material y en la formación del pueblo
figurativo. Citaremos sólo dos ejemplos : el mundo físico fué criado
en seis días , seguidos del día del descanso ; y lo mismo sucede con
el mundo moral. El sublime compendio de éste, el hombre, es for
mado por el Espíritu de los siete dones.
En el orden de la naturaleza , la luz aparece el día primero.
Es figura del don de temor, mediante el cual el hombre comienza á-
conocer á Dios eficazmente, conforme aquella palabra del Profeta: (
El temor de Dios es el principio de la'sabiduría.
En el segundo dia de la creación se despliega el firmamento que
separa las aguas inferiores de las superiores. Es emblema del don de
ciencia, que nos enseña á discernir las doctrinas verdaderas de las
falsas. Adornado el hombre de este precioso don, se asemeja al fir
mamento por la estabilidad inquebrantable de su fe. Manteniendo una
separación radical entre la verdad y el error, les impide juntarse ja
más en su inteligencia para sumirla en el caos. No de otro modo el
firmamento, colocado inmutablemente entre lasaguas superiores y las
inferiores, les impide confundir sus masas y producir un nuevo di
luvio.
El tercer dia la tierra se separó de las aguas. La tierra, mostrando
enjuta su superficie, se cubre de toda suerte de hierbas y plantas. Es
una imagen viva del don de piedad. Separado el hombre de las aguas
inferiores, es decir, de las doctrinas de mentira, idolatría, supersti
ción, incredulidad, y vivificado por el don de piedad, honra al ver

il) Véase Com. a Lap., in ZacA., x¡i , ii ; et iS. /ero»., in Zach.


EL ESPÍRITU TROMETIDO Y FIGURADO EN EL ANT. TESTAM. 71
(ladero Dios, y produce las llores de los buenos deseos, las hierbas
saludables de las palabras santas, y, en fin , los frutos excelentes de
las obras de caridad para con Dios y para con el prójimo.
En el dia cuarto aparecen las dos grandes lumbreras, el sol y la
luna, acompañadas demillares de estrellas. Aquí se ve en toda su mag
nificencia el don de consejo. Antorcha del día , semejante al sol, alum
bra todo el sistema del mundo sobrenatural; antorcha de la noche,
semejante á la luna, ilumina todo el sistema del mundo inferior; se
mejante á las estrellas, que, diseminadas en toda la extensión del
firmamento, iluminan todas sus partes, el don de consejo alumbra
cada una de nuestras facultades, y dirige cada uno de nuestros sen
tidos.
Al quinto dia los peces y las aves nacen del mismo elemento : los
primeros viven en las aguas , las segundas vuelan por los aires. ¿Po
día la Sabiduría eterna prefigurar mejor el don de fortaleza ? Gracias á
su eficacia, nacen y se fortifican en el corazón las buenas resolu
ciones ; y los buenos pensamientos vuelan á Dios, rompiendo las re
sistencias de los demonios que llenan el aire que nos rodea.
En el dia sexto tiene lugar la creación de los animales y del hom
bre, que es su rey. He ahí el don de entendimiento. El hombre que lo
posee conoce claramente su doble naturaleza y la aprecia; sabe que
la parte superior debe dominará la inferior; conoce además las re
glas que ha de seguir para mantener esta subordinación, principio de
virtud y de armonía universal.
En el dia séptimo, Dios descansa y lo bendice. Tal es la figura per
fectamente exacta del don de sabiduría, el más noble de todos. Por
él descansa el alma deliciosamente en Dios. Sin encontrar gusto en
nada que no sea Él , espera en paz el dia eterno en que irá á darle
gracias por lodo lo que ha hecho en ella y para ella. De este modo co
rona Dios en eldia séptimo la obra de la creación del mundo material ;
y asi también el Espíritu Santo termina con el don séptimo la creación
de un mundo mas noble, el hombre, que es su imagen y su
hijo (1).
Si alguno siente la tentación de no ver más que un juego de la
imaginación en este paralelo entre la creación del mundo material y
la del moral, entre lo que pasó en el origen de los tiempos y lo que
se ha realizado en la plenitud de las edades , bastará recordarle la

(I) Véase acerca de esta hermosa filosofía á S. Anión., Samm. theol., r,


art. t. x, c. i, § 1.
72 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
doctrina de San Pablo y de los Padres. Todos enseñan que el Antiguo
Testamento es al Evangelio lo que la rosa en capullo a la rosa abierta,
que el mundo físico es un reflejo del mundo moral , que uno y otro
han sido hechos por el mismo Espíritu, bajo el mismo plan y con el
mismo fin; y que asi el anuncio flgurativodel Espíritu Santocomienza,
como el del Mesias, en el primer día del mundo.
Otra figura más transparente que la primera , es el candelabro de
siete brazos. Hallábanse en medio del desierto; Israel, salido de Egipto,
estaba en marcha hacia la tierra prometida. Dios llama á Moisés , y le
manda hacer el Tabernáculo, obra en que el misterio y la figura de
lo futuro brillan por todos lados. El Tabernáculo, dicen losjudios
Joseío y Filón , era la imagen del mundo, y el Sancta Sanctorum re
presentaba el cielo empíreo. Allí manda Dios á Moisés que ponga un
candelera de oro, con siete brazos, destinado á iluminar el cielo que
había en la tierra. ¿Dónde se encontraría una figura más bella del
Espíritu de los siete dones, antorcha del tiempo y de la eter
nidad (1)?
I Los Padres de la Iglesia vieron otra figura del Espíritu Santo en
los siete hijos de Job. « Los siete hijos del patriarca del dolor, escribe
San Gregorio el Grande , se daban festines , turnando cada cual cada
día de la semana, en compañía de sus tres hermanas, en un edificio
cuadrangular.
»He ahi claramente los siete dones del Espíritu Santo, que ali
mentan el alma , cada uno á su modo , y esto en compañía de sus tres
hermanas , esto es , de las tres virtudes teologales, fe, esperanza y
caridad , en un edificio espiritual de forma cuadrada , es decir, formado
por las cuatro virtudes cardinales, prudencia, justicia, fortaleza y tem
planza. Cada uno de los hijos de Job da su festín , como cada don del
Espíritu Santo nutre el alma. La sabiduría , con la esperanza tan cierta
como deliciosa de los bienes futuros; el entendimiento, con la luz
divina que hace brillar en las tinieblas del corazón ; el consejo, con
la alta prudencia de que la llena ; la fortaleza , cón el valor invenci
ble, sea para hacer, sea para padecer ; la ciencia , con la serenidad
de la mirada y la solidez de los pensamientos ; la piedad, con la bar-
tura , fruto de las obras de misericordia ; el temor, con la humilde
confianza , recompensa de la victoria sobre el orgullo (2).»
Á medida que vamos avanzando se hacen más transparentes las

(1) Corn.aLip ., in E.rod., xxv, 31.


(2) S. Greg., Moral., lib. i et H.
EL ESPÍRITU PROMETIDO V KH'l'RADO EN* EL ANT. TESTAM. 73
figuras : es la aurora que sucede al alba y anuncia la proximidad del
sol. Á ejemplo de los Padres , estudiemos la (¡gura del Espíritu de los
siete dones, tan perfectamente dibujada por el autor de los Prover
bios. « La sabiduría , dice el escritor sagrado, se edificó una casa, cortó
siete columnas (para sostenerla): inmoló sus victimas; mezclo el
vino, y dispuso su mesa. Envió sus criados , á fin que llamasen para
el alcázar y los adarves de la ciudad (diciendo) : El que es párvulo,
venga a mi ; y á los pobres de inteligencia : Venid , comed mi pan,
y bebed el vino que os he mezclado. Dejad la infancia, y vivid y
andad por los caminos de la prudencia (i).»
¿Cuál es esta sabiduría ?_ El Verbo eterno, que es la sabiduría
misma de Dios. ¿Cuál es esa casa edificada por su propia mano? La
Iglesia , palacio del Hijo de Dios en la tierra. ¿Cuáles son esas siete
columnas que sostienen el edificio? Los siete dones del Espíritu Santo,
que hacen á la Iglesia inquebrantable en medio de las tempestades y
de los temblores de tierra. ¿De qué manera? Oponiendo cada uno en
particular, una fuerza de resistencia superior á la violencia de los
siete espíritus malignos, poderosos enemigos de la Ciudad del bien.
Al demonio del orgullo resiste el don de temor ; al demonio de la ava
ricia el don de consejo ; al demonio de la lujuria el don de sabiduría ;
al demonio de la gula el don de inteligencia ; al demonio de la
envidia el don de piedad ; al demonio de la ira el don de ciencia ; al
demonio de la pereza el don de fortaleza.
Tal es el armonioso contraste que los santos Doctores descubren
entre las fuerzas opuestas del Espíritu del bien y del Espiritu del
mal. Nada hay que sea más real, según en otra parte lo proba
remos (2).
Hasta observar aquí que esta nueva figura del Espiritu Santo pre
senta el mismo carácter que las demás. Las dos personas divinas que
el mundo esperaba , se designan en ella juntamente. ¿Cuáles son, en
efecto , esas victimas inmoladas por la sabiduría , esa mesa , ese pan,
ese vino, preparados para sus hijos? Los Padres y los comentadores
responden unánimemente que es el Verbo encarnado. En cuanto á las
sirvientas encargadas de invitar á los convidados , la tradición cons
tante ve en ellas las almas celosas , los predicadores y sacerdotes,
cuyas oraciones, palabras y ejemplos atraen a sus hermanos al ban
quete divino. Estos mismos hijos que vienen á participar de él , repre-

(1) Prov., ix, 1-6.


(2) Véase Coro, a Lap. in Prov., c. ix, t-6.
74 1 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
senlau con naturalidad á todos los hombres, hijos grandes, ocupados
constantemente en puerilidades, hasta el momento en que, iluminados
por el Dios que reciben en la mesa santa , toman gustos serios y ca
minan por las sendas de la verdadera prudencia (1).»
Inútil es añadir que todas estas figuras eran comprendidas de los
antiguos, según el grado de conocimiento que Dios quería darles de
sus designios adorables.

(1) Véase Corn. a Lap. in /'roo., c. IX, 1-6.

-
CAPÍTULO IX.

Predicciones sobre el Espíritu Santo.

Sumario.—David anuncia la gran obra del Espíritu Santo, la regeneración


del mundo.— Isaías dice el modo con que el Espíritu Santo llevará á cabo
esta maravilla.—Ezequiel muestra bajo una figura sorprendente al género
humano muerto á la verdadera vida, y su resurrección por el Espíritu
Santo.—Zacarías anuncia, en los siete ojos dela piedra angular del templo,
el Espíritu de los siete clones y susoperaciones maravillosas en el Verbo
hecho carne.—Judith celebra la futura victoria del Espíritu del bien sobre
el Espíritu del mal.—El libro de la Sabiduría le anuncia como la luz y
la fortaleza del género humano.—Todas las profecías reunidas forman la
designación completa del Espíritu Santo.

En la preparación del linaje humano para la venida de las per


sonas segunda y tercera de la Santísima Trinidad , se encuentra la
misma marcha providencial. Las repetidas promesas hacen cierta la
venida del gran Libertador : las figuras bosquejan su retrato ; y las
profecías, más explícitas que las primeras y mas transparentes que
las segundas, la designan por completo, de modo que, á no haber
ceguera voluntaria, el hombre no puede menos de reconocer al De
seado de las naciones. Lo mismo se observa con relación al Espíritu
Santo. A la seguridad que dan las promesas, á los rasgos esparcidos
en las diferentes figuras, se agregan después los oráculos más preci
sos de los profetas y los toques más acentuados de su pincel, Tal será
la perfección de este retrato, hecho anticipadamente, que hasta los
ciegos tendrán que reconocer eii él al Espíritu divino.
Mil años antes de su venida , David lo señala á la atención univer
sal, mostrándolo con su incomunicable carácter : «Señor, exclama:
enviarás tu Espíritu.. .. y renovarás la faz de la tierra. » Como si dijera :
Habitantes de la tierra , prestad atención. Vendrá un día , en que el
Espíritu Santo, la tercera persona de la augusta Trinidad , deseen
76 TRATADO DEL ESPÍMTU SANTO.
derá en medio de vosotros. Vosotros le reconoceréis por los prodi
gios que hará á vuestra vista. El mundo , muerto á la vida sobrena
tural, a la vida de la inteligencia , á la vida de la virtud , á la vida
de la caridad y de la libertad santa, se levantará do la tumba de fango
en que esta sepultado. Las cadenas de la esclavitud quedarán rota?
desde el uno al otro polo ; el vicio cederá su puesto á las virtudes
más puras , y la luz esplendente de la verdad sucederá á la larga
noche del error : hombres nuevos y un mundo nuevo saldrán de la
nada ; y este prodigio será obra del Espíritu Santo. Cuando lo veáis
realizado, sabed que este Espíritu regenerador, objeto de vuestra
expectación , habrá ya venido ; por esta señal le conoceréis.
Consultemos ahora la historia , y preguntémosla qué dia se veri
ficó esta creación milagrosa. Todas las naciones civilizadas nombran
el dia de Pentecostés , dia eterno , que desde hace diez y ocho siglos
se levanta sucesivamente en las diferentes partes del mundo , obrando
siempre y en todas partes el mismo prodigio de Jerusalén. ¿Cuál es
el instante en que los pueblos bárbaros vinieron ó vienen á la luz , a
la virtud , á la civilización ? Es aquel en que el Espíritu Santo , que
se da por el Bautismo , se cierne sobre ellos y los vivifica , como en
los primeros días del mundo se cernía sobre las aguas del caos para
fecundarlas.
¿Como obra el Espíritu Santo este cambio maravilloso? Isaías nos
lo va á enseñar. « Y saldrá un tallo de la raíz de Jessé , y de su raíz
subirá una flor. Y sobre esta flor reposará el Espíritu del Señor; Es
píritu de sabiduría y de entendimiento , Espíritu de consejo y de for
taleza , Espíritu de ciencia y de piedad. Y le llenará el Espíritu del
temor del Señor.... La tierra será llena de la ciencia del Señor, como
si la cubrieran las aguas del mar (xi , 1-9).»
También en esta profecía encontramos reunidas y obrando junta
mente á las dos personas de la augusta Trinidad que honraron al
mundo con su visita. El Hijo se designa claramente en esa (lor que
sale del tallo nacido de la raíz de Jessé. ¡Observad la exactitud del
lenguaje profético ! El Mesias se compara á una flor en razón de su
humildad , de la gracia de su persona y del perfume de sus virtudes.
María es el tallo que lleva esa flor : tallo por su dulzura ; tallo por su
flexibilidad bajo la mano de Dios ; tallo por su integridad , pues la
flor nace del tallo sin lesión de éste. Se dice que ese tallo sale , no del
árbol ó del tronco , sino de la raíz. ¿Por qué? Porque en los días del
Mesias, la familia real de Jessé, .privada del poder soberano y per
petuada solamente en humildes y pobres retoños , no era ya un árbol
PREDICCIONES SOBRE EL ESPÍRITU SANTO. 77
do magnifico ramaje , sino una simple raíz escondida en el seno de la
tierra ; pero raíz llena de savia, que produce el tallo más perfecto y la
llor más bella que jamás el árbol mismo haya producido (1).
Después de haber retratado con rasgos tan graciosos y completa
mente incomunicables al Mesias , hijo de Dios é hijo de Jessé, vuelve
á tomar su pincel para bosquejar la acción del Espíritu Santo. Este es
quien dará toda su hermosura á la divina flor , quien comunicará al
retoño de David los dones necesarios para realizar las maravillas,
cuya historia nos pone á continuación la profecía. El Espíritu del Se
ñor , dice el Profeta , el Espíritu de los siete dones reposará sobre él.
No hay Padre de la Iglesia , no hay un intérprete de la Escritura,
que en este Espíritu de los siete dones no reconozca á la tercera per
sona de la Santísima Trinidad. ¿ Á qué otro espíritu, en efecto, podría
convenir este carácter? ¿Qué otro espíritu podría reposar sobre el
Hijo de Dios? ¿Qué otro espíritu podría ser llamado autor ó coopera
dor de las maravillas hechas por el Verbo encarnado (2)?
Descansará sobre él , dice el Profeta. Esta palabra significa, en su
energía original , la fuerza , la plenitud , el lugar natural de reposo
de la augusta persona. Eso quiere decir que el Espíritu Santo perma
nece inalterablemente en Nuestro Señor; que lo llenará con la plenitud
de sus dones ; que está en Él como en su santuario inviolable , en
razón de la unión hipostática de la naturaleza divina con la humana.
Ante el espectáculo que acaba de describir, arrebatado de admi-
ración, Isaías canta las maravillas del mundo sometido á la acción
combinada de la segunda y tercera personas de la adorable Trinidad.
El reinado de la justicia sucediendo al reinado del capricho, de la
crueldad y la fuerza ; la derrota del demonio y de los tiranos sus cie
gos sostenedores ; el sepulcro del gran Libertador resplandeciente de
gloria inmortal ; el león y el cordero, lo más feroz que hay y lo más
manso , viviendo juntos en amigable paz , imagen cuya graciosa ener
gía designa la unión fraternal de Judíos y Gentiles, de Griegos y
Bárbaros , de los más fieros potentados y los pobres más desvalidos,
en el seno del Evangelio. Tales son las grandes maravillas que se
ostentan ante los ojos del profeta.

(1) Virga beata virgo María , flos Christus , radix familia Davidis jam
ablato sceptro quasi emortua et succisa , ita ut sola ejm radix in plebe laterc
el vivere videatur: sed haec ipsa reflorescente profert florem Christum tan-
quam regem regum. (S. Hier., in huno loe.)
(2) S. Hier. Ihid., in /*., xi.
7S TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
' v*'
Consultemos también aquí la historia, y preguntémosla qué día se
realizó este cambio tan admirable. ¿Quédia se rompió el cetro de
hierro que por espacio de dos mil años pesaba sobre la cabeza del
mundo pagano ? ¿Qué dia comenzó la destrucción del reino de la ido
latría ? ¿ Qué día se abrazaron por vez primera como hermanos los
Judíos y los Gentiles? ¿Qué día comenzó, para no acabar jamás» ||
veneración del Calvario y el culto de su Sepulcro santo y glorioso?
Toda la tierra nombra con voz unánime el dia por siempre memora
ble de Pentecostés. Si preguntáis al Mesias mismo , que es el autor
de todos esos portentos , á quien debemos rendir nuestro agradeci
miento, os responde con humildad : « El Espíritu de Dios sobre mi;
por lo que me ha ungido ; para dar buenas nuevas á los pobres me
ha enviado , para sanar á los contritos de corazón , para anunciar i
los cautivos redención y a los ciegos vista , para poner en liliertad á
los quebrantados.... Hoy se ha cumplido esta escritura (1).»
Escuchemos á otro Profeta. Ezequiel describe con igual precisión
que Isaías á la tercera persona de la Santísima Trinidad , su venida,
sus caracteres y sus admirables operaciones. También aquí el Verbo
y el Espíritu Santo se dan la mano para trabajar en la regeneración
del mundo. « Santificaré, dice'el Señor, mi grande nombre, que está
deshonrado entre las gentes.... , para que sepan las gentes que yo soy
el Señor.... Y derramaré sobre vosotros agua pura , y os purificaréis
de todas vuestras inmundicias , y de todos vuestros ídolos os lim
piaré. Y os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo en
medio de vosotros. Y quitaré de vuestro pecho el corazón de piedra,
y os daré corazón de carne. Y pondré mi Espíritu en medio de vos
otros ; y haré que andéis en mis preceptos , y que guardéis y hagáis
mis juicios.... Y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios (2). » '
La primera cosa que llama la atención del profeta es el gran iiaáfr- .
bre de Dios indignamente profanado entre todas las naciones. He abí
claramente el reinado de la idolatría , tal como la historia nos lo
muestra á la venida del Redentor ; reinado de supersticiones vergon
zosas y crueles , en que el nombre de Dios dado á los cocodrilos/f ,'-
las serpientes , á los gatos , á las legumbres y á las piedras , rec8Sj$.''
los más sangrientos ultrajes. Luego, el Profeta ve caer repentfafe'} .
mente del cielo un agua pura que lava la tierra y á sus habitantes
todas sus iniquidades, y que el nombre santo de Dios vuelve a a6r; _

(1) Loe., iv, 18-2 1.


(4) E-ech.. xxxvi, 23-28.
PREDICCIONES SOBRE EL ESPÍRITU SANTO. 79
objeto del respeto y de la adoración universales. Vense aquí los sa
cramentos , y sobre todo el Bautismo, en que el judío y el pagano se
han purificado de sus inmundicias , y han encontrado la blancura de
la inocencia.
Después de esta purificación universal , ve Ezequiel el descendi
miento del Espíritu del Señor ; el cual anima á los hombres nuevos y
les hace caminar con paso firme por los senderos de la virtud , de
modo que el verdadero Dios será en adelante para ellos el Dios único,
y ellos , de adoradores que eran de los ídolos , se convertirán en el
pueblo querido de Dios. ¿ Se podría describir mejor el milagro de
Pentecostés ? ¿No es una verdad manifiesta que desde aquel gran
día el linaje humano se despojó do su corazón de piedra y recibió un
corazón nuevo , y que el gran ciego , cuya marcha había sido por es
pacio de dos mil años un extravio continuo, entró en el luminoso
camino de la verdad y la civilización (í)?
En otra parto el Altísimo revela á Ezequiel la acción regeneradora
del Espíritu Santo bajo la figura más sorprendente. Para hacer ver
al Proteta que este Espíritu de vida, que , según los vaticinios de
David, debía sacar al mundo del sepulcro de sus errores y sus vicios,
llevaría á cabo su misión milagrosa eñ toda su extensión, he aquí lo
que el Señor hace:
« Vino sobre mi la mano del Señor, dice Ezequiel , y ine sacó fuera
en espíritu del Señor, y me dejó en medio do un campo que estaba
lleno de huesos. Y me llevó alrededor de ellos ; y eran en muy grande
número sobre la haz del campo y secos en extremo. Y díjome : Hijo
de hombre, ¿crees tú acaso que vivirán estos huesos? Y dije : Señor
Dios, tú lo sabes. Y díjome: Profetiza sobre estos huesos, y les dirás:
Huesos secos, oid la palabra del Señor. Esto dice el Señor Dios á estos
huesos: He aquí yo haré entraren vosotros espíritu , y viviréis. Y
pondré sobro vosotros nervios, y haré crecer carnes sobre vosotros,
y extenderé piel sobre vosotros : y os daré espíritu y viviréis, y sa
bréis que yo soy el Señor.
a Y profeticé como me lo había mandado : mas cuando yo profeti
zaba, hubo ruido, y be aquí una conmoción : y ayuntáronse huesos
á huesos, cada uno á su coyuntura. Y miré , y vi que subieron ner
vios y carnes sobre ellos : y se extendió en ellos piel por encima, mas
no tenían espíritu. Y dijome: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de

(I) .S. Aug. , De iloct. rhriti., lib. ni, c. ixxiv , n.° 28 : et Paires, passim
apud Com. n Lapid., Ezech., xxxvi , 25.
8(1 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
hombre, diras al espíritu : Esto dice el Señor Dios: de los cuatro
vientos, ven, ¡oh Espíritu!, y sopla sobre estos muertos, y revivan.
» Y profeticé como me lo había mandado: y entró en ellos espíritu
y vivieron : y se levantaron sobre sus pies un ejército numeroso en
extremo. Y me dijo: Hijo de hombre, todos estos huesos, la casa de
Israel es : ellos dicen : Secáronse nuestros huesos, y pereció nuestra
esperanza, y hemos sido cortados. Por tanto, profetiza, y les dirás:
Esto dice el Señor Dios : He aquí yo abriré vuestras sepulturas, y os
sacaré de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os conduciré á la tierra
de Israel. Y sabréis que yo soy el Señor.... cuando pusiere mi Espí
ritu en vosotros, y viviereis, y os haré reposar sobre vuestra tierra;
y sabréis que yo el Señor hablé é hice, dice el Señor Dios
Energía , precisión , transparencia , ¿qué le falla á esta profecía
sobre la resurrección moral de la humanidad por el soplo del Espí
ritu Santo ? Cuando la tercera persona de la augustísima Trinidad
sopló sobre el mundo por la palabra de los Apóstoles salidos del Ce
náculo, ¿no era toda la tierra un campo lleno de huesos? ¿Qué pue
blo vivía entonces con la vida verdadera? Esos huesos, ¿no estaban
desecados por el tiempo, y calcinados por el hálito abrasador del
Espíritu homicida, espíritu de orgullo y sensualidad? ¿Qué otro Espí
ritu esparció el movimiento y la vida en ese vasto osario del linaje
humano? Proponer estas cuestiones equivale á resolverlas.
Pasemos á otra profecía. En ella aparecen igualmente reunidas las
dos personas adorables de la Trinidad , cuya venida había de salvar
al universo. Es Zacarías quien habla. Bajo la figura del restableci
miento de Israel en la patria de sus abuelos y de la construcción del
segundo templo, anuncia la gran realidad del restablecimiento uni
versal de todas las cosas y la fundación de la Iglesia , templo inmor
tal del verdadero Dios. El Oriente magnifico se levanta sobre el
inundo : se construye Él mismo un templo del que es á la vez el pon
tífice y la piedra angular. Siete ojos brillan en esta piedra magnífi
camente cincelada. Ante sus esplendores , la iniquidad desaparece de
la tierra, y la paz reina por todas parles.
«Oye Jesús, sumo sacerdote, dice el profeta, tú y lus amigos
que moran delante de ti, que son varones de portento : Mira que
yo haré venir á mi siervo el Oriente. He aqui la piedra que puse
delante de Jesús : sobre esta única piedra hay siete ojos : he aqui yo
la labraré con cincel , dice el Señor de los ejércitos , y quitaré la mal-

(I) Ezech., xxxviI , 1-1 i .


PREDICCIONES SOBRE EL ESPÍRITU SANTO. 81
dad de aquella tierra en un dia. En aquel dia , dice el Señor de los
ejércitos , llamará cada uno á su amigo debajo de su vid y debajo de
su higuera (m, 8).»
Toda la tradición ha visto claramente designado al Mesias en este
notable oráculo. Como Dios , es ciertamente el Oriente verdadero , el
único principio de toda luz. Como hombre inferior á su Padre , es el
verdadero servidor del Dios de los ejércitos. Evidentemente Él, y solo
Él, es también la piedra fundamental de su Iglesia, figurada en el tem
plo , en cuya construcción se ocupaba entonces Jesús , el hijo de Jo-
sedech. Pues como la Iglesia es un templo vivo, la piedra que le sirve
de base debe ser viva : como el edificio es obra de Dios , su cimiento
debe ser el mismo Dios: los ojos que adornan esa piedra fundamen
tal lo indican con una figura elocuente. Es uso constante entre los
diferentes pueblos representar á Dios por la figura de un ojo abierto,
para dar a entender que pertenece á la esencia divina el verlo todo y
estar en (odas partes. En Egipto, el emblema de Osiris era un ojo con
un cetro encima. En Grecia , la estatua de Júpiter tenía tres ojos, para
significar la triple providencia sobre el cielo , la tierra y el mar (1).
En el arte cristiano , el ojo es todavía el emblema de la Divinidad.
Asi , el ojo de la piedra misteriosa de que habla Zacarías , denota,
sin duda alguna , que esta piedra es el emblema de Nuestro Señor, el
fundamento de la Iglesia. ¿Mas por qué Dios se la muestra al profeta
con siete ojos, y no con dos o con uno? ¿Qué razón de preferencia
tiene el número siete sobre los demás? Recordemos desde luego que
siendo esta figura obra de la Sabiduría divina , no puede haber en ella
nada de arbitrario : cuanto más extraña parezca , más fundamento
tenemos para suponer un sentido profundo y altas enseñanzas. Para
venir en conocimiento de esto , oigamos á los que Dios mismo enco
mendó la explicación de sus oráculos , conliándoles el secreto de sus
pensamientos.
«En esta piedra única , dice San Gregorio el Grande , hay siete
ojos, y la piedra es Nuestro Señor. Decir que esta piedra tiene siete
ojos, es decir que el Espíritu de los siete dones reposa en el Verbo
encarnado. Entre los hombres, este posee el don de profecía, aquél el
don de ciencia, otro el don de milagros , otro el don de lenguas, otro
el don de interpretación , según la distribución que el Espíritu Santo
tiene á bien hacer de sus dones ; pero ningún hombre los posee todos

(1) KacTob., lib. i, c. xxi ; I'lularch., Dt Oside sí Osiridc ; Pausan., ir,


Corínl/i.. Pieriut, hierogl., xxxm , 15.
TOMO 11.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
juntamente y en toda su plenitud. Mas nuestro divino Redentor ha
hecho ver que al revestirse de nuestra flaca naturaleza , poseía cual
Dios todos los dones del Espíritu Santo. Por eso reúne en su persona
todos los ojos brillantes de que habla la profecía (1).»—Tal es también
la interpretación de los otros Padres y de los más célebres expositores.
Resta explicar el sentido de las últimas palabras del Profeta : Yo
labraré por mi mismo esta piedra , y quitaré la maldad de la tinra,
y descansará cada uno debajo de su viña y de su higuera. ¿Quién sera
el autor de las magnificas grabaduras que adornarán la piedra viva,
base eterna de la Iglesia? El mismo 'que habla por boca del profeta,
el Espíritu Santo en persona. Aquel que en la Encarnación grabara
con perfección inimitable el cuerpo y el alma del Redentor. Aquel
que con arte no menos maravilloso unirá personalmente al Verbo
encarnado esa alma y ese cuerpo. Aquel que adornará esa alma con
tanta sabiduría , virtud , gracia y gloria , que la hará como un cielo
divino resplandeciente con todo el brillo del sol , de la luna y las es
trellas. Aquel Espíritu de amor que con la acorada punta de las espi
nas, los clavos y la lanza , formará en el cuerpo adorable de la augusta
victima las cinceladuras adorables , que los ángeles admiraron du
rante la pasión , y que encenderán por toda una eternidad el amor de
los bienaventurados.
¿Cuál será el efecto de esas sangrientas cinceladuras? La abolición
de la iniquidad. La sangre del Redentor Huyendo á borbollones por
las incisiones del divino grabado con que el Espíritu Santo adornara
su carne inmaculada, purificará de sus crímenes al mundo. Dios, apla
cado, derramará sus gracias sobre el linaje humano, y la paz del hom
bre con Dios será el principio de la paz del hombre con sus semejan
tes. ¿Es posible pintar con más vivos colores la acción simultánea
del Hijo y del Espíritu Santo en la regeneración del linaje humano?
Los hechos realizados desde el Pentecostés cristiano , ¿ dejan la menor
duda sobre la influencia del Espíritu Santo en el mundo, o la menor
oscuridad sobre sus operaciones en el Verbo encarnado, ó la menor
ambigüedad sobre las palabras del Profeta (i)?
(1) Super lapidem unum septem oculi sunt. liuic enim lapidi (Ghriito)
septem oculos liabere , est siraul omnem virtutem Spiritus septiformis gratia»
id operatione retiñere, ote. (Moral., lib. utx , 16. Ita.y. Hier., S. Rimig.,
Hupsrt., Emmanuel , et alii.)
(2) Hic lapis e térra et ex virtute et arte constat Dei significat autem in
térra Virgine ortum , sed virtute Spiritus Sancti artificioso cáelatura. (S. Im.,
Di hatres., III , 28.
PREDACIONES SOBRE EL ESPÍRITU SANTO. 83
Fácil seria continuar este cuadro , que comenzó en el origen de los
liempos, y se va desarrollando con los siglos. Veríamos al Verbo,
por quien todo ha sido hecho, y al Espíritu Santo, por quien todo
ha sido rehecho, unidos constantemente en las predicciones de los
profetas. Oiríamos á la misteriosa Judith celebrando su misteriosa
victoria , y anunciando en su misterioso canto otro triunfo más glo
rioso sobre otro Holofernes más temible quo aquel á quien acababa de
cortarte la cabeza, nombrando, en fm, al futuro vencedor del gran
Holofernes, y exclamando : «Adonai Señor, grande eres Tú y muy
esclarecido en tu poder, y á quien nadie puede vencer. Sírvate toda
criatura luya, porque dijiste y fueron hechas, enviaste tu Espíritu, y
fueron criadas, y no hay quien resista á tu voz. Los montes con las
aguas se moverán desde los cimientos : las piedras se derretirán como
cera en tu presencia. Mas aquellos que te temen, grandes serán de
lante de Ti en todas las cosas (1). »
El género humano, que por tanto tiempo había estado prosternado
á los pies de Satanás, ¿cuándo comenzó á arrodillarse ante el verda
dero Dios? ¿Qué espíritu quebrantó los imperios paganos, redujo
á polvo los muros y los templos del Capitolio, y colocó la cruz victo
riosa en la frente de los Césares? ¿Á qué época se remonta la gene
ración de los verdaderos hombres grandes, los apóstoles, los márti
res, los santos que se santificaron en el trono ó en el yermo, nobles
vencedores todos ellos de si mismos y del mundo? A estas preguntas
todas las voces responden bendiciendo al Espíritu Santo y al Cenáculo.
El profeta que canta las maravillas de la Sabiduría increada, no
deja de unirle el Espíritu Santo. El hombre inspirado ve en su éxta
sis toda la tierra cubierta de tinieblas. Los hombres vacilantes andan
á tatas en pleno mediodía, toman lo falso por verdadero , el mal por
bien, ignorantes de Dios y de si mismos. Ante este espectáculo:
« Señor, exclama el Sabio : ¿Y quién sabrá tu consejo, si Tú no le
dieres sabiduría, y desde lo más alto enviares tu Santo Espíritu? Y
asi sean enderezados los senderos de los que están en la tierra , y
aprendan los hombres las cosas que á Ti te placen.» (ix , 17.)
Espíritu de luz, que disipará la noche del mundo moral, larga
noche de dos mil años, noche profunda que hacían palpable los res
plandores vacilantes de la razón, en vez de disipar su oscuridad. Es
píritu de fortaleza, que, llenando al hombre de un valor desconocido,
lo apartara del camino del vicio, y lo hará andar cón paso firme por
(I) JaJilh., xvi , v.
84 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
los difíciles senderos de la virtud. Tal es el doble carácter con
anunciado el Espíritu necesario para la salvación del mundo. ¿
necesidad de decir que estos dos caracteres le convienen al Espi
Santo, y que no convienen más que á Él ? ¿No están escritas al fren
de todas las obras regeneradoras, que comenzadas eu el día de Pentéi'
costés, continúan ante nuestros ojos para no concluir más que en el
umbral de la eternidad ?
En resumen: el Hijo y el Espíritu Santo van siempre juntos eu
las predicciones de los profetas. No siendo el uno menos necesario
que el otro para la regeneración del mundo, ha querido Dios que
fueran igualmente anunciados. Estas dos figuras dominan toda la his
toria, iluminan todos los acontecimientos, motivan todos los suspi
ros, y sostienen todas las esperanzas del mundo antiguo, como deben
excitar eternamente la gratitud del nuevo.
Al modo que, estudiando todas las circunstancias del nacimiento,
de la vida > muerte de Nuestro Señor Jesucristo, su carácter, su
doctrina y sus milagros, es imposible no reconocer en Él al Mesias
anunciado por los profetas ; asi, considerando las obras maravillosas
y las operaciones intimas del Espíritu del Cenáculo , es imposible
también no adorar en Él á la tercera persona de la Santísima Trini
dad , tan claramente anunciada a los oraculos profúlicos. El parale
lismo cónstante , cuyos rasgos principales acabamos de reseñar, va
a contínuar en la preparación del Espíritu Santo.
CAPÍTULO X.

I*rcparaolón del Espíritu patito.

Sumario.— Todos los acontecimientos del mundo anticuo preparan al lis-


piritu Santo. — Preparación particular.— Preludios con que el Iispir:lu
Santo se anuncia á Si mismo. —Su acción sobre el mundo material.—
Sobre el mundo angélico. — Sobre el mundo moral. — Número siete.—
Crea los Patriarcas y los grandes hombres de la antigua ley.— Crea al
pueblo judio , lo dirige y lo conserva. — Inspira á los profetas. — Por qué
Él, y no el Hijo ó el Padre.

Dios no se contentaba con prometer al Deseado de las naciones, ni


con dibujarlo con la gran variedad de figuras elocuentes , ni siquiera
con dar todas las señas del mismo en esa larga serie de prolecias
que atrajeron constantemente hacia el Oriente todas las miradas del
mundo antiguo. Su admirable providencia ordenaba todos los hechos
sociales al establecimiento del reinado inmortal de su Hijo. Tan evi
dente es esta preparación evangélica , que la verdadera filosofía resu
me toda la historia anterior al Mesias en estas dos palabras : Todo
para el Niño de Bethleliem.
Pues bien: todo lo que se hizo para la segunda persona de la San
tísima Trinidad , se hizo con no menos esplendor para la tercera : ni
podia ser de otro modo. La obra de la regeneración del mundo, aun
que diferente en los medios , es común á las dos personas enviadas:
todo lo que sirve de preparación para el Hijo , lo es del mismo modo
para el Espíritu Santo.
Si era menester que el pueblo hebreo fuese escogido entre todos los
pueblos para conservar el depósito de la verdadera religión ; si era me
nester que alrededor de él y contra él se levantasen las cuatro grandes
monarquías de los Asirios, Persas, Griegos y Romanos; si era me
nester que estas monarquías encerrasen en su vasto seno el Oriente y
86 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
«
el Occidente , y fuesen á su vez absorbidas por el imperio romano;
si era menester que este imperio diese la última mano, sin saberlo,
al cumplimiento de las profecías mesiánicas, y esto elevando la
Ciudad del mal al más alto grado de poder; si se necesitaba todo eso
para la realización de los designios divinos sobre el Verbo encarnado,
con la misma seguridad debe afirmarse que todas esas cosas eran
necesarias, y por el mismo titulo, para el cumplimiento de los con
sejos providenciales acerca del Espíritu Santo.
Su misión supone la del Verbo, de la cual aquélla es coronación.
El Espíritu santificador no debía venir sino después de la Encarnación
del Verbo, después de su predicación, pasión, resurrección y vuelta
al cielo ; acontecimientos inmensos , para los cuales Dios removía el
cielo y la tierra durante cuatro mil años. El Espíritu , dice San Juan,
no había sido dado, porque Jesús no había sido todavía glorificado (i).
«La gloria de Jesús, añade San Crisóslomo, era la Cruz. Nosotros éra
mos pecadores, enemigos de Dios y privados de su gracia. La gracia
es gaje de la reconciliación ; mas los gajes no se dan á los enemigos,
sino á los amigos. Era, pues, necesario que el Verbo ofreciera por
nosotros su sacrificio, y que, inmolando su" carne, destruyera la ini
quidad, para hacernos amigos de Dios y capaces de recibir el don
divino, el Espíritu Santo (2).s De donde resulta claramente que toda
la preparación del Deseado de las naciones se refiere al santificador
de las naciones , y que por Él, como por el Hijo , se realizan todos
los grandes acontecimientos del antiguo mundo.
Fuera de esta preparación general, hay otra especial del Espíritu
Santo : consiste en los actos particulares, mediante los que la tercera
persona de la augustísima Trinidad se dispone desde el origen del
mundo para el acto sol>erano del día de Pentecostés. El obrero mag
nifico y divino que debe regenerar el mundo, iluminarlo, guiarlo y
santificarlo, anuncia por medio de ensayos cien veces renovados la
grande obra que medita. Así prepara las inteligencias y voluntades
para que le amen y le adoren con semejante ó igual amor y adoración
con que Él honra al Padre y al Hijo.
Nada hay más interesante que esta preparación que hace para Si
mismo el Espíritu Santo. En razón de las operaciones maravillosas

(1) Joan., vil , 39.


(2) Oportebat prius pro nolis offerri sacrificium et inimicitiam in carne
boIví, nosque Dei amicoB effioi , et tune donum • accipere. fin Joan., homil.
ív , n.» 2.)
PREPARACIÓN DEL ESPIJUTU SANTO. 87
en que consiste, es eminentemente propia para sacarle del olvido en
que nosotros le tenemos. Gracias á ella, vemos al Espíritu Santo, no
inactivo en el seno de la eternidad, sino obrando perpetuamente sobre
el mundo, y preludiando con obras particulares, más ó menos rui
dosas, otras creaciones más generales y magnificas.
Para comprender esta preparación , hay que tener presente que la
gran obra del Espíritu Santo era la regeneración del universo por
medio de la Iglesia : hay que tener presente, además, que, lo mismo
en el orden de la gracia que en el de la naturaleza , Dios no procede
bruscamente y por saltos. Por el contrario , todas sus obras se hacen
cou suavidad y se desarrollan progresando insensiblemente. Pues
bien: la Iglesia, como dice Santo Tomás, es un estado medio entre
la sinagoga y el cielo : la sociedad cristiana es mucho más perfecta
que la mosaica , y mucho menos que la eterna sociedad de los elegi
dos. En la sinagoga, velos sin verdad; en el Evangelio, la verdad
con velos ; en el cielo , la verdad sin velos (1).
De este modo , el mundo antiguo es la preparación del nuevo. En
tiéndase por mundo antiguo sus hombres, sus leyes, sus aconteci
mientos, su culto , sus profetas, todo lo cual es al mundo nuevo lo
que el bosquejo al retrato , y lo que el niño al hombre. El divino pin
tor que debía hacer el retrato , se ocupa por espacio de cuarenta siglos
en bosquejarlo : entremos en su taller y veámosle trabajar.
El cuadro del retrato es el mundo material. /.Quién labra ese cua
dro? ¿Quién le saca primoroso brillo? El Espíritu Santo. Al salir la
tierra de las manos del Padre y del Hijo , no era sino una masa in
forme, penetrada de agua y cubierta de tinieblas. Pero por la acción
maravillosa del Espíritu Santo, los elementos confundidos se sepa
ran , las tinieblas se disipan , y del seno del caos surgen , como por
ensalmo , millones de criaturas , todas bellas y primorosas (2).
Todas esas criaturas deben el movimiento y la vida al principio
eterno de sus perfecciones. « El Espíritu Santo, dice un Padre, es el
alma de todo lo que vive. Da de su plenitud con tal liberalidad , que
todas las criaturas racionales é irracionales le deben , cada una en su

(I) Status novae legis medias est ínter statum veteris legis, cujus figurae
implentur in nova lege , et Ínter statum gloriae in qua omnis nade et perfecta
roanifestabitur veritas. (3 p., q. lxi, art. 4, ad I.)
(i) Superferebatur huic materiae.... excellentia et eminentia dominan-
tia super.omnia voluntatig, ut omnia conderentur. (S. Aug., De dicen. <¡unesi.,
lib. ii , n.» 5.)
8S TBVTADO DEL ESPIRITO SANTO.
especie, ya su propio ser, ya el poder hacer dentro de su, esfera particu
lar lo que conviene á su naturaleza. Seguramente , no es alma substan
cial de las cosas y subsistente en ellas ; sino que, como distribuidor
magnífico de sus dones, los comunica y reparte según las necesidades
de cada criatura. Semejante al sol, á todo da calor, y sin diminución
alguna de si mismo, presta y distribuye á cada uno de los seres lo que
le es necesario y suficiente (1).»
San Basilio añade : « No encontraréis ningún don en las criaturas,
sea del género que fuere, que no provenga del Espíritu Santo (2).«
El firmamento, que es la parte más bella de la creación material,
le debe toda su magnificencia. Cuando el ojo contempla el innumera
ble ejército de los cielos, el brillo deslumbrador de esos batallones, el
orden de su marcha , la incomprensible rapidez y precisión de sus
movimientos , no se olvide el corazón de dirigir un himno de recono
cimiento á la tercera persona de la adorable Trinidad. Todos esos pri
mores , todas esas grandezas le gritan : Ipsr. fecit nos , Él es quien nos
hizo (3).
No es menor la gratitud del mundo angélico. Los esplendores in
efables con que brillan las jerarquías celestiales, astros vivos del em
píreo, al Espíritu Santo se los deben. < Si con el pensamiento, dice
San Basilio, suprimís al Espíritu Santo, todo es un caos en el cielo.
Se acabaron los coros angélicos, se acabaron las jerarquías, se acabó
la ley, y el orden, y la armonía. ¿Cómo cantarán los ángeles: Gloria á
Dios en las alturas , si no reciben del Espíritu Santo el poder hacerlo?
.¿Puede alguna criatura decir : Señw Jesús , si no es por el Espíritu
Santo? Y cuando las criaturas hablan por el Espíritu Santo, nadie
dice anatema a Jesús. Si los ángeles rebeldes pronunciaron ese ana
tema , su caída es la prueba de que para perseverar en el bien , las
inteligencias celestiales tenían necesidad del Espíritu Santo.
ik mi ver, Gabriel no pudo anunciar lo futuro sino con la pres
ciencia del Espíritu Santo. La prueba está en que la profecía es uno
de los dones del Espíritu divino. Por lo que toca a los Tronos y las

(1) Hic Spiritus Sanctus omnium viventium anima ... orania nntrit et
absque ulla sui diminutione integritatem *uarn do inexhausta abundantia .
quod satis est et sufficit, ómnibus commodatct impartit. (S. Cyp., sive qui-
vis aliua, Serm. in die Ptnttco't )
(i) Nequo enira est ullum omnino donum ¿bsque Spiritu Sancto ad crea-
turam perveniens. (Lib. ieSpir. Smol., xxiv, n.' 55.)
(3) Verbo Domini coeli firmati sunt . et Spiritu oris ejus omnia virtus
eorura. (Pa. xxxn, ti.)— ¡Spiritus ejus ornavit coeloa. {M., xrxvi, 13.)
PREPARACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.
Dominaciones, los Principados y las Potestades , ¿como habrían do
gozar de la bienaventuranza si no vieran constantemente la cara del
Padre que está en los cielos? Pues la visión beatifica no tiene lugar
sin el Espíritu Santo. Si por la noche quitáis la luz de una casa , todos
los ojos se quedan ciegos ; órganos y facultades , todo parece inerte,
no se distiugue ni la hermosura , ni el valor de los objetos ; el oro se
pisa ignorantemente como si fuera hierro. Del mismo modo, en el
orden espiritual es también imposible que la vida bienaventurada del
mundo angélico suhsista sin el Espíritu Santo, como es imposible que
un ejercito guarde el orden sin un general que lo mantenga, y que
una orquesta conserve la armonía sin un director que regule los
acordes.
» Y los seralines , ¿cómo podrían decir : Santo, santo, santo, si
el Espíritu no les enseñase cuándo deba cantarse el himno de gloria?
Si , pues , los ángeles alaban á Dios y sus maravillas , lo hacen con
ayuda del Espíritu Santo ; si millares y millares de ellos , que asisten
de pie en presencia de Él , ejecutan sus órdenes soberanas , no llenan
dignamente sus funciones sino por la virtud del Espíritu Santo. En
una palabra : ni la sublime é inefable [armónía de los ángeles en el
culto de Dios , ni el acuerdo maravilloso que reina entre estas inteli
gencias celestiales, podrían existir sin el Espíritu Santo (1).»
¿Queda probada con bastante claridad la acción del Espíritu Santo
sobre los ángeles ? Gracia , perseverancia en el bien , conocimien
to de lo futuro, bienaventuranza , armonía , hermosura , todo lo
debe el mundo angélico á la tercera persona de la Santísima Tri
nidad.
Pasemos mas adelante. Para enseñar a todas las generaciones que
es autor de todas las bellezas del cielo y de la tierra , el Espíritu de
los siete dones se graba á Sí mismo en todas sus obras , todo lo hace
con el número siete. Como testigos de su acción y predicadores de su
futura venida , lucen en el firmamento siete planetas principales. En
el mundo inferior, el tiempo se divide en siete dias. Desde Adán
hasta Noé , siete grandes patriarcas marcan la ruta de los siglos (2).
El espacio entre la inmolación del cordero pascual y la promulgación

(1) Si subduxaris ratione Spiritum, perierint angelorum choreae , subía-


tae sint quoque archangelorum praefecturae , atque confusa fueriut omnia:
vita ipso runi nulli iegi , nulli ordini , nulli regulae subjaceat.... (S. Bnríl.,
Ub. de Spir. Sanct., c. xvi.—5. Greg. Nazianz., homil. in Pentecost.)
(2) 11 Pstr.,u,5.
90 TRATADO DEL ESPÍRITU SAJfTO.
de la ley se compone de siete veces siete días , con el aumento de la
unidad misteriosa que une el tiempo con la eternidad (1).
Á las semanas de dias suceden las semanas de años , terminadas
con el año del jubileo, año de perdón , de libertad , de restauración
y de reposo , nueva figura del jubileo eterno, maravillosa creación
del Espíritu Santo. Con siete días de oración se consagran los sacer
dotes, con siete dias de purificación vuelven los leprosos á la vid»
civil. Siete trompetas tocadas por siete sacerdotes, hacen caer las mu
rallas de Jericó. En la Pascua se come pan ácimo por espacio de
siete días. En el mes sétimo se celebra la fiesta de los Tabernáculos,
que dura siete dias. Siete años se emplean en la construcción del
templo de Salomón , y en su dedicación siete dias. Siete brazos y siets*' "*
luces adornan el candelabro del santuario. Siete multiplicado por diez
hace el número de los sacerdotes asociados al ministerio de Moisés yJ. i
de los años que el pueblo estará cautivo en Babilonia (2).
Estas repeticiones tan frecuentes del n limero siete en el Antigao^j
Testamento, no son arbitrarias. Como obras de la Sabiduría infinitas
figuraban las maravillas setenarias que en el Nuevo Testamento había
de realizar el divino Autor de unas y otras (3). Cuando el Espíritu
Santo se graba, por medio del número siete, en todas las criaturas •
y en todos los sucesos figurativos , grababa también con la suya la " :
imagen de las otras dos personas de la adorable Trinidad , y de este •
modo preparaba el linaje humano á contemplarlas en su día en todo 1 -
el esplendor de sus manifestaciones divinas.
« El número siete , continúa San Cipriano, se compone de cuatro
y tres : si es digno de respeto por sus significados misteriosos , lo es
mucho más por las partes que lo componen. Con el número tres y el
cuatro se expresan los elementos primitivos de todas las cosas, etv"
obrero y la obra , el criador y la criatura. El tres designa á la Trini
dad creadora , el cuatro á la universidad de los seres , que en ¡

(1) Septenariui quippe numerus septies revolutas, quinquagesimum


efficit, addito nonade . qui praesentis saeculi meta etfuturi initium, perp
tatem sub octavae nomine continen9, sic presentía terminat, ut nos ad'&ij
perpetua introducat. (S. Cyp. , Serm. de Spirit. Sanct. l
(2) Septuagésimo anno populus ex captivitate reducitur , ut quam vim in
unitatibus habet hic numerus , eamdem quoque in decadibus babeat , ac
perfectiori numero septenarii mysterium honoretur. (S. Greg. Nazians., O
in Pentecost.)
(3) Sacratus hic septenarlus numerus a conditione mundi :
obtinuit. (S. Cyp., vel quivis alius, Serm. de Spirit. Sanct.)
PREPARACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 91
tanciu se comprenden en los cuatro elementos. En la persona del
Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo y era llevado sobre
lasaguus,se ve en los primeros días del mundo al tres reposando
sobre el cuatro ; esto es, la Trinidad sobre los cuatro elementos con
fundidos en la masa informe del caos ; después el Criador abraza a su
criatura ; hermoso, la hace hermosa ; santo , la santifica y se une á
ella con el lazo de su amor indisoluble.»
Cria á los patriarcas. Después de haber criado y embellecido los
cielos y la tierra, mansión de su Ciudad inmortal ; después de haber
igualmente criado y adornado con bellezas incomparables á los prin
cipes encargados de regirla, el Espíritu Santo crea, embellece, eleva
y protege á los ciudadanos que deben morar en ella. Los patriarcas,
los acontecimientos, las instituciones, los profetas, los grandes hom
bres, de la ley mosaica, son otros tantos ensayos con que el Rey de la
Ciudad del bien prepara otras obras más completas en el pueblo cató-
Jico. Los hijos de Adán, pecador, y pecadores ellos también, son la
materia que elabora. Como el fuego se apodera del oro y lo purifica,
asi Él los toma, los ennoblece, y derramando sobre ellos algunos
de sus dones, les da hechura de patriarcas.
Lo que entre los hombres ordinarios es el gigante por la altura de
su talla y su fuerza muscular, eso es por sus virtudes el patriarca
entre los hombres del mundo antiguo. Buscad entre los Egipcios, Asi-
rios, Persas, Griegos y Romanos, algunos hombres que se puedan
comparar á Henoc en la fidelidad a) verdadero Dios, á Noé en la jus
ticia , a Abraham en la fe , á José en la castidad y el perdón de las
injurias, á Moisés en la mansedumbre y perseverancia , a Josué en el
valor, á Job eu la paciencia , a David en las cualidades regias, a Salo
món en la ciencia y sabiduría, a Judas Macabeo en las virtudes gue
rreras, á cualquiera de esos justos de serena mirada, de virtudes
austeras y modestas, de sencillas costumbres, bondadosa índole y
claro entendimiento, cuyas imágenes se representan en la imagina
ción como esos cuadros de gran perspectiva que extienden sus pro
porciones á medida que se les mira de más lejos. ¿Quién es el autor
de esos milagros vivos, los más bellos, sin dispula, que el mundo
antiguo haya contemplado? Es el Espíritu de los siete dones (1).

(1) Hic sapientia Salomonem , intellectu Danielem , Joeeph codsíIío,


Samsonem fortitudine , Moysem scientia , David pietate , Job timore prose-
quitur, et sanctorum anima? omnimodis foecundat virtutibus, etc. (Serm.
ubi sujira.)
!>2 TRATADO DEL ESPÍRITl' SANTO.
Cria al pueblo judio, lo dirige y lo conserva. El Espíritu Santo
hace salir de los patriarcas un pueblo excepcional como sus padres y
figura de todos los pueblos. En vano el iDgrato y suspicaz Egipto
quiere retenerlo en sus cadenas ; el Espíritu omnipotente lo saca de
su esclavitud misteriosa. Tan brillantes son los portentos con que
castiga aquella tierra obstinada, que los magos de Faraón se confie
san vencidos, y se ven precisados á reconocer, no al Padre ó al Hijo,
sino al Espíritu Santo (1).
Las cadenas de la esclavitud han caído hedías pedazos : Israel está
en marcha de vuelta á su patria ; pero el mar le cierra el paso con
sus abismos. Á la voz del Espíritu Santo , el temible elemento se con
mueve ; amontonándose sus aguas como dos ásperas montañas , dejan
un paso, y seiscientos mil combatientes descienden á las profundi
dades desconocidas y las atraviesan á pie enjuto, (2).
Al otro lado los espera también el Espíritu Santo a la entrada del
desierto. El será su preceptor y su guía en aquellas inmensas soleda
des : magnifico preludio de la dirección futura del pueblo católico al
través del desierto de la vida (3).
Otro preludio no menos elocuente. Él es quien en la cumbre del
Sinai grabará la ley mosaica en dos tablas de piedra , como después
ha de grabar la evangélica en el corazón de los cristianos, constitu
yendo asi en estado social al pueblo antiguo y al nuevo (4).
Jehová,que viaja con Israel , quiere un santuario, donde dará
oráculos y recibirá las adoraciones de los hijos de Jacob. ¿Quién se
encargará de fabricar para el Dios del cielo una habitación sobre la
tierra? Un obrero del Espíritu Santo. «Y habló el Señor a Moisés,
diciendo: He llamado á Beseleel, hijo de Uri ; y lo he llenado del
Espíritu de Dios, de sabiduría y de inteligencia y de ciencia para
toda maniobra, para inventar todo lo que se puede hacer con arte del

(I) Hic est Spiritua Sanctua quem Magi in Aegypto tertii signi osten-
sione convicti , cum sua deíecisae praestigia faterentur, Doi digitum appe-
larunt. libid.)
(i) Hic Spiritua Rubri maria aquas siccavit , et suspenaia hiac ind«
vehementissimis (luctibus.... populum ad spiritalem eremi libertatem eduxit
incolumem. (Ser., ubi suprn.)
(3) Non dimiaiati coa in deserto.... Spiritum tuum bonum dediati qui
doceret oos. (II F.tdr., íx, 19, 20.)
(4) Etcod., xxicI, 18.—Legimm dígito Dei scriptam legem, et datam per
Moyrmi sanctum servum ejus ; quem digitum Dei multi intelligu:it Spiritum
Sanctum. (S. Aug., Enarrat., in ps. VIII, n.° 7.)
PREPARACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 93
oro , y plata , y cobre , de mármol y piedras preciosas y diversidad
de maderas. Y le he dado por compañero a Ooliab.... para que hagan
todo lo que te he mandado, el tabernáculo de la alianza y el arca del
testimonio, y el propiciatorio que está sobre ella, y todas las bases
del tabernáculo (1).» En esta obra primorosa de todas las artes re
unidas , no hay una parte que no sea una figura, un bosquejo de la
Iglesia catolica, tabernáculo inmortal que el Espíritu Santo había de
construir á la augustísima Trinidad.
¿Se necesita un caudillo animoso y hábil, que introduzca la na
ción santa en la tierra de promisión ? El Espíritu Santo forma á Josué,
hijo de Num (2). ¿Hacen falta también magistrados supremos, que
con un» mano dicten juicios llenos de equidad y con la otra rechacen
con su espada misteriosa á los reyes de Siria, á los Madianitas, á los
hijos de Ammón, á los Filisteos y otros enemigos de Israel? El Espí
ritu Santo suscita sucesivamente a Othoniel , Gedeón , Gepté , Sansón,
Samuel y esa larga serie de sabios y guerreros , á quienes los demás
pueblos no tienen quien comparar (3).
¿Tiene necesidad el pueblo figurativo, en las diferentes épocas de
su existencia, de un prodigio de fortaleza, de sabiduría, de ciencia,
de piedad? El Espíritu de los siete dones lo hace] aparecer sin tar
danza : debajo de su mano ningún elemento se resiste, i Toma un
pastor, dice un Padre, y hace de él un tañedor de arpa, que sabe
subyugar á los espíritus malos. Ve á un cabrero cogiendo moras, y lo
convierte en profeta. Acordaos si no de David y de Amos. Observa
un joven apuesto, y lo constituye juez de los ancianos: testigo Da
niel (4).
Enemigo de avaros y falsarios , castiga á Giezi con incurable lepra.
Impone silencio á Balaam pagado para maldecir; hace que sea repren
dido por su asna y (pie esta le magulle la pierna, obligándole á vol
verse á su país, lleno de confusión , cojo y con las manos vacias. Él
es quien mantiene el orden que se admira en la nación santa, el que

(1) i'irorf., ixxi, 1 ct seqi(.


(i) Mum., xxvii, 18.
(3) Jadic , m, 10 ; id. , vi , 3i ; id., xi , -¿9-32 ; id., xni , 25 , etc.
(4) Hic Spiritos utpotc aapientissimus.... si pastorcm nactus fucrit,
citharoedum facit perversos Spiritus excantantem.... Si caprarium moros
velhcantcm , prophetam efficit. DaviJem et Amos cogila. Si adolescentem
elegantem acceperit, preíbjterorum juiieem constituir... Testis est Daniel.
(S. Grtg. .Vai.. Oral, fn Pentecoil.)
TBATADO DRL ESPIRITU SANTO.
crea los reyes y los principes, consagra los pontífices y elige losf
sacerdotes (1). »
Del mismo modo que es el alma de la Iglesia, era el 1
Santo el alma de la sinagoga. Durante los siglos de preparacii
le ve disponiendo sin cesar, mediante una gran variedad de figuras,
las realidades que había de operar en la plenitud de los tiempos: Haec
omnia operatur unus atque idem Spiritus.
Pero la acción del Espíritu Santo sobre el mundo antiguo
manifiesta en ninguna parte con más claridad y perseverancia q
la inspiración de los profetas. Estos hombres de Dios , que durante
veinte siglos se sucedieron sin interrupción, tuvieron el encargo de
reprender las prevaricaciones de Israel y á la vez de anunciar al
linaje humano las futuras maravillas de la misericordia
¿Quién les infundía la fortaleza necesaria para hablar con tanta 1
tía á los reyes y á los pueblos? ¿Quién ponía en sus labios aquel!
reprimendas, amenazas y promesas? ¿Quién abría ante sus ojos I
horizontes de lo futuro y les mostraba en las mas remotas edades los
grandes acontecimientos , consoladores unas veces y terribles otras,
de los cuales los hechos mosaicos no son más que preludios i
tarios? Á estas preguntas, todos los profetas responden por boca í
David : «El Espíritu del Señor habló por mí, y su palabra por
lengua (2).»
San Pedro declara, en nombre de todos los Apóstoles, que i)iinc».\
la profecía procedió de la voluntad humana, e sino que los hombreéKj-ff
santos de Dios hablaron por inspiración del Espíritu Santo (3).» Todo$?^^
los Padres griegos y latinos añaden, por el órgano de San Crisóstonit£¡£
y San Jerónimo : «Es un hecho de todos admitido que el Espíritu Santo yt¿ '
fué dado á los profetas.... No piense nadie que á los santos anterio»»r ? '
res á la venida del Mesias se dió un Espíritu Santo, y otro a los Após
toles y discípulos del Señor (4).» En fin: desde un ovtremo a «uro del
(I) Hic sacrorum ordinum distributor , reges creat et principes , sacral
pontífices, eligit sacerdotes. (S. Cyp., ubi supra.j
(8) Spiritus Domini locutus est per me, etsermo ejusper linguam moam.
(IIRtg., xxm, 2.)
(X) Non enim voluntate humana allata est aliquando proplietia ; sed
Spiritu Sar.cto inspirante locuti sunt sanoti Dei nomines. fll Petr. , i , -M.|j
(i) Prophetis autem in confesso est apud omnes , Spiritum Sanctum
iuisse datum. (S. Chnis., homü. u, in Joan., n.° 2.)—Nemo autem suspicetnr
alium Spiritum Sanctum fuisse in sanctis viris ante adventum, Domini
et alium in Apoetolis caeterisque discipulis. fin interprel. Didym., Dt
Sanct., p. 495.)
PREPARACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 95
mundo cauta la Iglesia en su prolesión de fe al Espíritu Santo que
habló por los profetas, qui locutus est per propkelas.
¿Por qué la inspiración delos profetas se atribuye al Espíritu
Santo, y no al Padre, que es el principio de la luz, Pnter luminum,
ó al Hijo , que es la sabiduría eternal, sapientia Da? Este es el lugar
de resolver una cuestión que se presenta naturalmente al entendi
miento. Recordemos ante todo con San León que la majestad del
Santo no se separa jamás de la omnipotencia del Padre y del
Hijo, y que todo lo que la divina Sabiduría hace, tocante al gobierno
del universo, es obra de toda la Santísima Trinidad.
. «Si el Padre ó el Hijo ó el Espíritu Santo, añade el gran Doctor,
hace alguna cosa que le sea propia, se debe atribuir á la necesidad de
nuestra salud. La Santísima Trinidad se ha repartido la obra de nues
tra redención. El Padre ha debido ser aplacado , al Hijo le ha tocado
aplacar y al Espíritu Santo santificar. Además , dándonos la Escritura
ciertos hechos ó ciertas palabras en el nombre del Padre ó del Hijo ó
del Espíritu Santo, quiere preservar de error la fe de los cristianos.
En efecto: siendo inseparable la Trinidad, jamás entenderíamos nos
otros lo que es , si se hubiera nombrado siempre sin distinción de per
sonas (1).»
Esto supuesto, he aqui la razón fundamental de que la inspiración
(Mofética se atribuya al Espíritu Santo. ¿Cuál es el objeto de todas las
profecías del Antiguo Testamento? Anunciar el Nuevo. ¿Qué es el Nue
vo Testamento? La Encarnación del Verbo y la formación de la Igle
sia. ¿ Qué son la Encarnación del Verbo y la formación de la Iglesia ?
La obra por antonomasia del amor divino. Pues el Espíritu Santo es
el Amor divino en persona. Luego con razón se le atribuye la Encar
nación del Verbo y la formación de la Iglesia (2).
Las profecías son el anuncio y la preparación de ambas cosas.
¿Qué cosa más racional que atribuírselas al Espíritu Santo? ¿Seria

(i) ....Quidqaid in diapositione rerum omnium agit divina moderatío,


et totiua venit providentia Trinitatis. ... Divisit sibi opus nostrae reparatioais
misericordia Trinitatis ut Pater propitiaretur , Filius propitiaret , Spiritus
Sanctua igneret. (Serm. m de Pentecost.)—Ob hoc enim quaedam sive sub
Patria, sive sub Filii , sive sub Spiritus Sancti appellatione promuntur . ut
confessio credentium in Trinitate non erret. Quae cum sit inseparabilis,
nunquam intelligeretur esse TrinitaB, si semper inseparabiliter diceretur.
(fd., Serm. It, inibid.J
(i) Conceptua de Spiritu Sancto. Credo in Spiritum Sanctum , sanctam
Eccleaiam. (S. Th., 3 p., q. xxxi, art. 1, 6, et ad i.)
96 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
siquiera posible concebir que , estando encargado del fin , no lo estu
viera de los medios? Asi las palabras y las acciones inspiradas de los
profetas son obra del Espíritu Santo ; y, como lo hemos notado, for
man en el antiguo mando el doble preludio de las maravillas análo
gas, pero mucho mas grandes, que debia realizar en la plenitud de
los tiempos.
Oigamos a los intérpretes y Doctores : « El Espíritu Santo, dicen,
prepara la formación del Verbo encarnado durante largos siglos ; cada
profeta, cada acción profética, es uno de sus lincamientos, un bos
quejo. ¿Quién sino el Verbo encarnado lleva en Isaac la leña para su
sacrificio? ¿Quien sino él es ofrecido en holocausto en aquel carnero
enredado entre los espinos? ¿Quién sino él lucha con el ángel en 'Ja
cob, y bendice á su posteridad que permanezca fiel? Él es Josué in
troduciendo al pueblo en la tierra prometida, Sansón que mata al
león y va a escoger uua esposa extranjera , figura de la Iglesia de los
Gentiles.
«¿Quién es Jahel, mujer llena de confianza, que mata á Sisara,
general de los ejércitos de Jabin , hundiéndole en la sien el clavo de
su tienda? Es la Iglesia , que, armada de la cruz, aplasta al demonio
y arruina su imperio. ¿Qué es el vellocino cubierto de roció sobre
tierra seca? Es el Mesías, oculto primitivamente en el misterio de la
ley judaica mientras el resto del mundo permanece como una tierra
sin agua. ¿Qué es aquel mismo vellocino seco sobre la tierra humedeci
da? El mundo que posee el rocío div ino en tanto que el pueblo judio se
ha hecho indigno de él. ¿Qué significa Elias multiplicando la harina
y el aceite de la pobre viuda, o Elíseo resucitando a un muerto? Á
Cristo futuro. De esta manera, el Antiguo Testamento es la semilla, el
Nuevo la mies, y tanto uno como otro la obra del Espíritu Santo (1). >
Si a este bosquejo añadimos miles de rasgos fáciles de recoger,
tendremos el cuadro de la acción del Espíritu Santo sobre el mundo
angélico, sobre el mundo físico y sobre el mundo moral , durante
todo el tiempo de la antigua alianza. El Espíritu Santo, lejos de estar
inactivo en el seno de la eternidad, aparecerá á nuestros ojos como el
principio que esta obrando siempre cu la creación, y como el pre
parador incansable del Alfa y Ümega de las obras divinas, Jesucristo
y la Iglesia. Tiempo es ya de ocuparnos en estas dos maravillas cons
titutivas de la Ciudad del bien.
(1) Corn. a Lap. , Proim. in Propli. —¿'. Aug. , lib. xil , contra Fatul.,
c. xxv¡, xxxi, xxxn, xxiv.—Satores fuerunt Prophetae, meesores Aposioli.
(5. Chrys., homil. xxxvi, i» Joan. 4.)
CAPÍTULO XI.

Hll Espíritu Santo en el Nuevo Testamento:


primera creación.

Sumario .—Acción del Espíritu Santo continuada en el Nuevo Testamento.—


Pasajes de San Basilio y San León.—Cuatro grandes creaciones del Espí
ritu Sonto : la Santísima Virgen , el Verbo encarnado , la Iglesia, el Cris
tiano.—María resumiendo ¡en si todas las glorias ,'de las mujeres del
Antiguo Testamento y todas las perfecciones de los santos. — María,
océano de gracias : doctrina de Santo Tomás.—Belleza corporal de la
Virgen Santísima.—María formada por el Espíritu Santo, y por qué.—His
toria de esta formación.—Concurso de las tres personas de la Santísima
Trinidad.—Hermoso comentario del P. Argentan.

Relacionando la acción incesante y universal del Espíritu Santo


en. el mundo antiguo con su acción igualmente incesante y universal
en el mundo nuevo, dos grandes Doctores, uno del Oriente y otro del
Occidente, se expresan con una precisión que lleva al alma ávida de
verdad la luz y la alegría. « Todas las criaturas del cielo y de la tie
rra, dice San Basilio, deben su perfección al Espíritu Santo. ¿Quién
puede negar que todas las disposiciones benévolas del Padre y del
Verbo Salvador hacia el hombre han sido realizadas por el Espíritu
Santo? Ya consideréis los antiguos tiempos, las bendiciones de los
patriarcas, la promulgación de la ley, las figuras, las profecías, las
hazañas militares , los milagros de los Santos ; ya consideréis todo lo
que concierne á la venida del Señor en carne mortal : todo ha sido
hecho por el Espíritu Santo (1). «
(1) .... Sivevelis prisca spectare, patriarcharum benedictiones, auxilium
per legem datum , figuras , prophetias , fortiter in bellis gesta, miracula per
saoctos edita : sive quae circa Domini in carne adventum dispénsala sunt:
per Spiritum gesta sunt. ( Lib. de Spir. Sanct., exv , i , n.° 39.)
TOMO II. 7
!)8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
San León no está menos explícito : «No hay que dudarlo , exclama
el inmortal Pontífice; si en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo
llenó a los Apóstoles, esto no fué el comienzo de sus beneficios, sino
un aumento de literalidad. Los patriarcas, los profetas, los sacer
dotes, todos los santos que vivieron en los antiguos tiempos , debie
ron al mismo Espíritu Santo la savia vivificadora que constituyó su
fuerza y su gloria. Sin su gracia, jamás se hubieran establecido los
signos sagrados, nunca se hubieran celebrado los santos misterios:
de manera que siempre fué uno mismo el manantial de los beneficios,
si bien diferente en la medida de sus dones (i).»
Ahora bien: las efusiones parciales del Espíritu Santo, sobre los
hombres y las mujeres ilustres de la antigua ley , sobre la sinagoga,
y hasta sobre el simple israelita, debían confluir, andando los tiem
pos, en una efusión completa, manifestada por cuatro grandes crea
ciones : la Santísima Virgen, Nuestro Seiwr Jesucristo, la Iglesia ¡¡el
Cristiano.
Primera creación del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, la
Santísima Virgen.—Dios ha hablado al hombre, y le ha hablado para
instruirlo. Luego su palabra no es ni puede ser un libro sellado. De
aquí la indispensable necesidad de una interpretación auténtica. Esta
interpretación, ó no se encuentra en ninguna parte, ó esta en la tra
dición universal de la Sinagoga y de la Iglesia.
Esta tradición nos enseña que todas las mujeres ilustres del Anti
guo Testómeuto son ensayos, bosquejos, figuras de la mujer porex-
celencia , de María. Los dones que ellas poseyeron parcial y transito
riamente , María los posee para siempre y en toda su plenitud.
Asi como las diversas corrientes de agua que riegan la tierra van
a mezclarse en el Océano, del mismo modo, todas las efusiones par
ciales del Espíritu Santo sobre las mujeres de la Biblia, se reúnen en
la mujer del Evangelio, para crear la incomparable maravilla de su
sexo, la Virgen Madre , María.
Gomo se ve apuntar la rosa en el capullo, asi vemos á Mana
apuntar en Eva , la madre de los vivientes : la irreconciliable ene
miga de la serpiente cuya cabeza ha de ser quebrantada por la Virgen
María , resplandece eu la joven Rebeca , virgen modesta , sencilla, be
lla y pura, escogida entre todas por el venerable Abraham para el
hijo de su ternura , fsaac. Todos los siglos la admiran en la esforzada
Judit que, con peligro de su vida , mata al cruel Holofernes y salva á
(1) Srrm. ¡Id* Penttcost.
EL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST.: PRIMERA CREACIÓN. 99
-u patria. Esther presenta un reflejo de su incomparable hermosura,
ile su poder sobre el corazón del gran Rey, de su compasión hacia
ios desgracia los. Salomón la canta con todos sus atractivos , todas .
-us virtudes y todos sus beneficios, en la esposa inmaculada del
Cantar de los Cantares.
Todos estos dones esparcidos se acumulan en Maria ; pero esto
mn no es bastante. Colocada por el Espíritu Santo entre el mundo
mtiguo y el mundo nuevo, os como un océano en el cual vienen á
confundirse todas las maravillas de ambos Testamentos. «Todos los
nos, dice el Doctor Seráfico, entran en el mar, y asi todos los ca
nsinas de los santos se reunen en María. El rio de la gracia de los an
deles entra en María. El río de la gracia de los patriarcas y los profe
rís entra en Maria. El rio de la gracia de los Apóstoles entra en Maria.
iül río de la gracia de los mártires entra en María. El rio de la gracia
• le los confesores entra en María; todos los ríos entran en este mar, y
oste mar no se desborda. ¿Qué extraño es, pues, que todas las gra
das confluyan en María, por la cual nos ha venido toda la gracia (1)?»
¿Y qué océano es este? Este océano sin limites y sin fondo se com-
pone de todas las riquezas dela naturaleza y de la gracia, de todas
las virtudes teologales y cardinales, de todos los dones del Espíritu
Santo, y de todas las gracias gratis dadas, en grado supereminente.
(El Verbo encarnado, dice Santo Tomás, poseyó en su perfección la
plenitud de la gracia : pero fué comenzada en María (2).»
En cuanto á las gracias gratis dadas, es decir, aquellas que se
conceden á algunos en provecho de los demás , para que trabajen por
su salvación , ya procurando su conversión , ya asegurando su per
severancia, ¿queremos conocer , bajo este aspecto, las riquezas de
María? Escuchemos á San Pablo, cuando, al especificar las nueve
especies de gracias gratis dadas , distribuidas á los diferentes miem
bros de la Iglesia , dice : « Porque á uno por el Espíritu es dada pa
labra de sabiduría ; á otro palabra de ciencia según el mismo Espíri
tu ; á otro fe por el mismo Espíritu ; á otro gracia de curar enferme
dades en un mismo Espíritu ; á otro operación de virtudes ; a otro
(1) Omnia ilumina intrant in mare, dum omnia charismata sanctorum
intrant in Mariam. Flumen gratiae angelorum intratin Mariam.... Omnia
Ilumina intrant in mare , et mare non redundat. Quid mirum, si omnis gratia
in Mariam confláxit, per quam tanta gratia ad omnea defluxit? (In Sptnul.
B. M. V., post med.)
(2) Sicut gratiae plenitulo perfecta quidem fuit in Chrieto, ot tamen
aliqua ejus incholtio praecns^it in mitre. (3 p., q. sxiii, ar.t. 3.)
¡00 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
profecía ; á otro discreción de espíritus ; á otro variedad de lenguas;
a otro interpretación de palabras (i). » Para ser eminen te en la Igle-
• sia , basta poseer una sola de estas insignes gracias.
Pues bien : Santo Tomás', á quien siguen todos los teólogos cató
licos , enseña que María las tenía todas en hábito ó en acto. « Debe
decirse , escribe , que no se puede dudar que la Bienaventurada Vir
gen recibiera por excelente manera el don de sabiduría y la gracia
de virtudes , y también la de profecía ; mas no las recibió para que
ejercitara de todos los modos estas y otras semejantes gracias , como
las tuvo Cristo; sino conforme convenia á la condición de la Señora.
Ejercitó la sabiduría en la contemplación , según aquello de San Lu
cas : María conservaba todas estas palabras , meditando en su corazón.
Pero no ejercitó la sabiduría en cuanto á enseñar ; pues esto no per
tenecía al sexo femenino, según aquello de San Pablo á Timoteo : No
permito á la mujer enseñar. El uso de los milagros tampoco le co
rrespondía en vida , porque entonces la doctrina de Cristo debía ser
coa^mada con los milagros del mismo : y por eso sólo Cristo y sus
discípulos, que eran los predicadores de su doctrina , debían hacer
milagros. Y asi , del mismo San Juan Bautista se dice en el Evange
lio que no hizo ninguno; y eslo para que todos fijaran su atención en
Cristo. Pero la Virgen ejercito cierlamenle el don de profecía , como
se ve en su cántico Magníficat anima mea Dominnm (á).
Como los rayos del sol coloran , al atravesarla, una nube transpa
rente, las bellezas interiores de la hija del Rey irradian sobre su
cuerpo virginal y le dan una gracia incomparable. María fué mas
bella que Raquel , más bella que Rebeca , más bella que Judílh , mas
bella que Esther, más bella que todas las bellezas del antiguo mundo.
Asi como Nuestro Señor Jesucristo fué el más hermoso de los hijos
de los hombres , María fué la más hermosa de las hijas de los nacidos.
Tipo perfecto de la belleza moral , fué igualmente tipo perfecto de la
belleza física (3).
(1) / Cor. , xn , 8.
(2) 3 p., q. xxvii, art. a, ad 3.
(3) Mariam non potuisse non eximia forma et incomparabili pulchritn-
dine praeditam esse, quae mullo rectius in ipsa, quam in Esther conjuge et
Jndith vidua, vel in Rachel et Rebecca virginibuí Mariae typum expri-
mentibus, praedicetur. Ilabuit summum ct perfectissimum in pulchritudino,
quod potuit esse in mortali corpore , secundum slatum viae operante
natura. Sicut enim Dominus noíter Jesús Christus fuit speciosus forma prae
filii< hominum , ita ) calissima Virgo pulcherrima et speciosissima ínter filias
hominum. (B. Albert. ilagn.. npuil Canitium, De María Deip., lib. i, C. XIII.}
EL ESP. SANTO EN' EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 101
¿ Por quién ha sido formado este océano de perfecciones ? Por el
Espíritu Santo. Maria es todo lo que acabamos de decir, y mil veces
mas todavía ; poique entre todas las criaturas del cielo y de la tierra,
de los tiempos pasados y de los siglos futuros , ella es la única sobre
quien la tercera persona de la Santísima Trinidad vino con la pleni
tud de sus dones. Si preguntáis qué objeto se propuso el Espíritu
Santo al venir á reposar asi en Maria , los ángeles y los hombres res
ponden : Porque Maria debia ser su Esposa , la Madre del Verbo en
carnado, la base de la Ciudad del bien , la mujer por excelencia, ma
dre de un linaje perpetuo de mujeres heroicas.
Meditemos sobre el Fiat creador de María. « El ángel Gabriel fué
enviado de Dios á una ciudad do Galilea , llamada Nazareth , a una
virgen desposada con un varón que se llamaba José , de la casa de
David , y el nombre de la virgen era María. Y habiendo entrado el
ángel adonde estaba , dijo : Dios te salve , llena de gracia : El Señor
es contigo : Bendita tú entre las mujeres.» (Luc., i.)
Notémoslo bien; el ángel no dijo : Tú serás llena de gracia, sino :
Eres llena de gracia y bendita entre todas las mujeres. Las inefables
perfecciones de Maria no datan de la visita del celeste embajador ; no
es á él á quien las debe, las posee sin él y antes de él.
Después de haberse ejercitado, como por entretenimiento, en mil
preludios, el divino Arquitecto había construido su santuario viviente
al crear á María. Desde el primer instante de su existencia, había
adornado a su futura esposa con la plenitud de la gracia. Objeto de
sus complacencias infinitas, ella era su paloma, única, toda bella,
sin mancha ni sombra de mancha, blanca como la azucena , agraciada
como la rosa, brillante como el zafiro, transparente como el diaman
te. Tal efet María en el momento de la visita del ángel ; tal habia. sido
siempre. Jamas, ni en su concepción, ni en su nacimiento, ni en
ningún instante de su vida, el soplo impuro del príncipe de la Ciudad
del mal llegó á la que debia quebrantarle la cabeza.
No tenemos necesidad de probar la posesión plena y perpetua de
la gracia por María , después que la Iglesia , resumiendo la creencia
universal de los siglos, ha elevado á dogma de fe la Concepción inma
culada de la esposa del Espíritu Santo. Réstanos solamente decir con
el ángel , en medio de los transportes del reconocimiento y de la fe :
Dios te salve, llena de gracia : Ave Maria gratia plena.
Reanudemosla historia de esta creación, mucho más admirable
que la del cielo y de la tierra. Gabriel añade : «No temas, Maria; con
cebirás en tu seno y parirás un hijo. El Espíritu Santo vendrá sobre
{02 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
li , y te hará sombra la virtud del Altísimo. Y por eso lo Sanio que
nacerá de ti , será llamado Hijo de Dios. (Ibid).»
La lengua de los ángeles sería impotente para explicar estos pro
fundos misterios ; ¿qué podrá la lengua del hombre? La primera cosa
que llama la atención en el mensaje angélico es la palabra : No temas,
María. ¿Cuál es su sentido y su razón? «Acabáis deoir, responde un
Padre de la Iglesia , que por un incomprensible misterio, Dios y el
hombre serán encerrados en un mismo cuerpo, y que la naturaleza
frágil de nuestra carne debe soportar toda la gloria de la Divinidad.
Por miedo de que en María el grano de arena de nuestro cuerpo fuese
quebrantado bajo el peso inmenso del celestial edificio, y de que
Maria, tallo delicado que debia sostener el fruto de todo el género
humano, se doblase, el ángel comienza por alejar todo temor, dicién-
dole : No temas, Maria (i).»
¿Por qué no debe temer la joven virgen de Judá? El ángel se
apresura á decírselo, anunciándole el concurso de las tres personas
de la Trinidad. El Padre aparece como sostén , el Espíritu Santo como
esposo , el Verbo como Hijo. ¿ Para qué este concurso tan expresa
mente indicado? Los intérpretes responden : «Hasta Maria, las hija?
ilustres de Juda habían recibido parcialmente el Espíritu Santo para
una misión particular : la Virgen Esposa debe recibir del Espirita
Santo toda la substancia del Verbo eterno, al mismo Verbo en perso
na, al Criador de los mundos. Gabriel conocía el peso abrumador de!
milagro. Así que no se contenta con decir : El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, sino que se apresura á añadir : V te hará sombra la virhitl
del Altísimo. Ésta lo hará todo de una manera inefable, á liu de que
puedas sostener el peso de tu concepción. En efecto : ¿qué debia con
cebir esta joven virgen, dos veces frágil, por su sexo y pqf su con
dición mortal? Al Omnipotente, al Verbo de Dios, la substancia sólida
del Eterno, salida de la substancia pura de Dios Padre, cuyo solo aspec
to hace temblar á los ángeles. Estuvo, pues, muy bien dicho :Tú se
rás sostenida por la virtud del Altísimo, virtud poderosa en milagros,
la sola capáz de asociar la substancia de una mujer al Verbo Dios (2). -
(1) .S'. PH. Chnju., Serin. CXL1I dt Anuntiat.
(2) .... Ut fortitudinem sustinere posset conceptúa sui. virtus .Vltissimi
obumbravit ei. ... Quid enim puella fragilis , non modo sexu , sed et condi-
tione mortalitaUs auscepit auteoncepit, nisi validum Verbum Deum, validam
substantiam Verbi , de óptima substantia PatrisDei, quem tremunt ange
lí?.... Opportune igitur obumbravit ílli virtus Altissimi, virtua miraculorum
potens, foemineam BuLstantiam Deo Verbo conciliare valen». (Ruperl., Dt
Trinit. eleper. rju», lib. xui; Dt Spir. Sawt., lib. i, c. ix )
EL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMEBA CREACIÓN. 103
Un sabio panegirista de la Santísima Virgen, El P. Argentan, da
una nueva razón de este concurso inmediato. Recordando las palabras
de San Hesiquio de Jerusalén , según el cual : María era el comple
mento (le toda la Trinidad (1), escribe el siguiente comentario : «Es
verdad que , en cierto modo , Maria da á las tres personas de la San
tísima Trinidad como un complemento de perfección, que jamás hu
bieran tenido sin ella , y que sirve, al menos, para la gloria exterior
de Dios.
•Comencemos por el Padre. i\'o puede dudarse que Él posee la
perfección infinita de la paternidad divina, puesto que comunica todo
su será su único Hijo. Pero este Hijo, siéndole igual en todo, no
puede rendirle ninguno de los deberes de la piedad filial , servicio,
obediencia , respeto. ¿No parece, pues, según nuestro débil modo de
entender, que seria un complemento de honor para el Padre, si este
mismo Hijo, permaneciendo siempre en posesión de la majestad in
finita, le oliedeciese y le rindiese profundos homenajes? ¡Verso ado
rado por un Dios tan grande como Él! j Que gloria! ¿Quién se la
procura al Padre? Maria. El Padre que, antes de todos los siglos, ve
nacer de su seno á su Hijo igual á Él, lo ve nacer en el tiempo del
seno de Maria , inferior á Él , tan humilde y tan sumiso , que llegará
hasta darle su propia vida sobre una cruz : ¿ Podrá negarse que, con
relación al Padre, sea la augusta Virgen el complemento de la Trini
dad : universum Trinitatis complementum ?
tEn cuanto al Hijo, debe decirse lo mismo. Posee eternamente
todas las perfecciones , puesto que es Dios de Dios , luz de luz, Dios
verdadero de verdadero Dios. Pero este Verbo eterno de Dios per
manece oculto en el seno de Aquel que le ha producido. Ahora bien :
esta palabra viva de Dios es, como la del hombre, susceptible de dos
nacimientos, el uño interior, el otro exterior. El primero tiene lugar
cuando nuestro espíritu concibo un pensamiento que guarda en si
mismo. Es lo que San Atanasio llama el verbo ó la palabra del enten
dimiento , verbum mentís. El segundo se verifica cuando, por medio
de una palabra sensible, producimos afuera nuestro pensamiento. Esta
palabra exterior, segundo nacimiento de la interior, le da á ésta su
complemento.
(1) (Arca) ipaum Noe, haec vero ¡psius Noe factorem portavit : illa duas
et trescontignationes et mansiones habebat, haec autem univerBum Trinitatis
complementum , quandoquidem et Spiritus Sanctus adveniebat atque hospi-
tabatur, et Pater obnmbrabat, et Filius utero gestatus inhabitabat. (Ser. de
S. Maria Deip.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
»Lo mismo so verifica con ia Palabra eterna. Nacida ea el seno del
Padre, estaba en él antes de todos los siglos. Nadie la conocía, pero
ella era capaz de un segundo nacimiento que la expusiera aluera y la
hiciese sensible. Según nuestro modo de entender, este segundo na
cimiento le daría su último complemento. Ahora bien : María ha sido
la boca por la cual el Padre ha producido su Verbo al exterior, ella
la que le lia dado un cuerpo y lo ha hecho visible y sensible. Luego
lo mismo respecto del Hijo que del Padre, podemos llamar á María
el complemento dela Trinidad : universum Trinitatis complementum.
«Esto es todavía más palpable respecto al Espíritu Santo. Como
Dios que es, posee todas las perfecciones, toda la bondad, toda la fe
cundidad que hay en el Padre y en el Hijo. La fecundidad del Padre
aparece en la generación eterna de su único Hijo ; la fecundidad del
Padre y del Hijo resplandece en la producción del Espíritu Santo.
Sola esta tercera persona , tan rica en fecundidad como las otras dos,
permanece estéril, siéndole imposible producir una cuarta persona de
la Trinidad. María hará desaparecer esta inferioridad aparente. Gra
cias á ella , el Espíritu Santo se hará fecundo y producirá un Dios-
Hombre ó un Hombre-Dios, obra acabada del poder y el amor. ¿No
parece, pues , que la augusta Virgen le da con esto un aumento de
gloria , y que asi puede por tercera vez ser llamada complemento de
toda la Trinidad : universum Trinitatis comptementum (1)?»
Veremos en seguida lo que producirá en la misma Virgen Maria
el concurso inmediato de las tres divinas personas.

(1) Grandturi di la Sttinte Vierge , c. i , § 3.


CAPÍTULO XII.

(Continuación «leí anterior.)

Sumario.—María creada para ser esposa del Espíritu Santo.— Petición del
desposorio.—Consentimiento de la Santísima Virgen.—María creada pnra
ser madre del Verbo encarnado. — Misterio de la Encarnación. — Expli
cación de las palabras del ángel.— María creada para ser la base dela
Ciudad del bien.—Por quéNuestro Señor Jesucristo no se la llevó consigo
al cielo.—María nodriza de la Iglesia, — institutora de los Apóstoles ,—
fortaleza de los mártires , — consuelo de los fieles. — María continúa su
misión después de su muerte.— Dos cabezas de Satanás : la idolatría y la
herejía.—María las quebranta.—Querra de Satanás contra María.

María es criada , criada por el Espíritu Santo (1), criada como la


obra más acabada del Poder infinito. «Hacia ti , exclama San Ber
nardo , como hacia el tesoro de Dios , como hacia la xausa y centro
de los sucesos , como hacia el negocio de todos los siglos , negotium
omnium saeculorum, vuelven sus ojos los que habitan los cielos y los
que moran sobre la tierra , y los que nos han precedido , y los que
presentes somos, y los que nos seguirán , y los hijos de sus hijos. Con
razón fija'en ti sus miradas toda la creación ; porque de ti y en ti y
por ti la mano bienhechora del Omnipotente ha regenerado cuanto
había creado (i). »
El Criador mismo contempla su obra con infinitas complacencias.
María es creada para ser la esposa del Espíritu Santo y la madre del
Verbo. El matrimonio supone el libre consentimiento de las partes;

(I) Alhert, Magn., apud Dion. Carth. De laúd. Virg., lib. i, C. xiI.
(i) Merito in te respiciunt oculi omnis creaturae, quia in te, et per la
ot de te benigna manus Omnipotente quidquid creaverat, recreavit. (Serm. II
dt Penter.oH.)
100 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
veamos de qué manera es solicitado el de la Santísima Virgen. Las
tres personas de la Santísima Trinidad envían un embajador , encar
gado de pedirla en matrimonio. Asombrada de tanto honor , Maria su
turba ; mas pone sus condiciones, y trata con Dios como de igual a
igual. Yo consentiré, dice, con la condición de conservar intacta la
azucena de mi virginidad. Asi, una jovencita de quince años tiene en
sus manos la salvación del mundo. De su voluntad depende que se
cumpla la obra , a la cual se refieren , desde la eternidad , todos los
divinos consejos.
La augusta Trinidad aparece como suplicante en presencia de
Maria. ¡Trance inefable , que contiene toda una revolución moral ! La
mujer , que hasta entonces había sido el ser mas abyecto , se hace de
repente el ser más respetado. ¿ Tendrá el género humano un Salvador?
La respuesta de una mujer va á decidirlo. María reflexiona. Al acep
tar el doble titulo de esposa del Espíritu Santo y madre del Verbo,
sabe que acepta el de Reina de los mártires. Ante sus ojos se desen
vuelve una larga serie de imágenes lúgubres y sangrientas , el pese
bre, la cruz, el calvario, todo estoserá para ella, puesto que ha de
ser para su hijo.
«Consentid, consentid , le grita San Agustín ; no retardéis la sal
vación del mundo. El ángel ha empeñado su palabra ; quedaréis vir
gen y seréis madre ; tendréis un hijo, y vuestra virginidad no sufrirá
detrimento. ¡ Feliz Maria ! Todo el género humano que está cautivo,
te suplica que consientas. El mundo te constituye junto á Dios en
rehenes de su íe. No tardes ,. responde al embajador ; consiente en ser
madre , empeña tu palabra y experimentarás la virtud del Omnipo
tente (i).»
Maria ha inclinado dulcemente sú cabeza virginal , y ha dicho: He
aquí la esclava del Señor , hágase en mi según tu palabra. Ya es
esposa ; ya es madre ; y su corona nupcial es una corona de espinas,
y las alegrías de su maternidad son el principio de un martirio pro
longado. Entre tanto , el mundo está salvado /salvado por una mujer ;
y el anatema, cuarenta veces secular, que pesaba sobre la mujer,
queda levantado para siempre ; porque en adelante la mujer aparecerá
a la cabeza de todo bien.

(I) Jam audisti quomodo liet hoc ¡ responde nunc verbom. Vitam
quid tricas mundo? Noli morari, Virgo; nuncio festinanter responde verhuin
et suscipe filium; da fidem, et sentí virtutem. (Serm. XXIII deSanct.—S. Hem.,
Serm. I!I *up. Múms..)
EL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 107
Sin embargo, el Espirita Santo ha venido sobre María , y el ser
santo que de ella nacerá , sera llamado Hijo de Dios. ¿ Por qué Hijo
de Dios y no Hijo del Espíritu Santo ? La fe católica responde por
boca de sus Doctores: No será llamado, ni será Hijo del Espíritu San
to, porque no será formado de la substancia del Espíritu Santo. Su
carne , carne será de Maria , y María será su madre ; pero como su
carne no ha sido formada de la substancia del Espíritu Santo, el Es
píritu Santo no será su padre.
Notemos la precisión maravillosa del lenguaje divino. El ángel
uo dice : El será Humado , ó Él seni santo ; sino que dice : El ser santo
que nacerá de ti , será llamado Hijo de Dios. En efecto : el que María
concibe existia desde largo tiempo ; era santo por esencia é Hijo de
Dios. No había , pues , más que llamarle lo que era , y llamándole
asi , manifestar «pie era Hijo de Dios , no por adopción , sino por na
turaleza.
El ángel no dijo : El santo que nacerá de ti , sino La cosa santa,
el ser santo que nacerá de ti. ¿ Por qué ? Poíque un gran número son
llamados santos ó santificados ; pero no hay más que una cosa santa,
uu ser santo, la santidad misma , de donde emana la de todos los
santos. Este ser Santo es el Santo de los Santos, el Hijo de Maria.
Extraño á las prevaricaciones de Adán , concebido por obra del Espí
ritu Santo, nacido de una virgen sin mancha , no tuvo necesidad, ni
en su concepción , ni en su nacimiento , de una santificación acci
dental , sino que es santo por esencia y la santidad misma (1).
Ved ya , pues , á la joven virgen de Judá hecha.esposa del Espi-
ritu Santo, madre del Verbo, parienta de toda la Trinidad , consan
guínea Trinitatis. No es para ella sola tanta gloria. Como Eva y Adán
fueron las bases de la Ciudad del mal , Maria y su Hijo serán las bases
de la Ciudad del bien , elevada sobre la tierra á su mas grande per
fección. Conocida en el mundo entero bajo el nombre incomunicable
de Iglesia católica , esta gloriosa Ciudad reconoce á María por su ma
dre y señora. Ella responde á los Chinos , á los del Thibet , á los sal
vajes actuales , lo mismo que á los Griegos y á los bárbaros de los

(I) .... Conceptua iste, Spiritus Sancti non ger.eratio , sed opcratio est.
Caro do carne Virginia, non do ipsa erit substantia Sancti Spiritus. Hoc
sanctum est iste sanctus Sanctorum , quem non in delicio praevaricationis
Adae conceptum vel natum sanctitas accidens sanctificavit , sed esseutiahter
sanctum, virgo incorrupta de Spiritus Sancto concepit. Sic igilur mslius
atque praestantius dictum est, ut dici debuit : Quod enim nascetur ex te
sanctum, vocabitur Filius Dei. (Ruperi., De Spir. Sanct. , lib. i, c. x.)

108 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
pasados tiempos , cuando le preguntan por su origen : Soy hija del
Verbo eterno, concebido por obra del Espíritu Santo, y nacido de
María virgen : Conceptus de Spiriíu Sancfa, natus ex Maria virgine.
Es madre y señora de la Iglesia : esta prerrogativa de Maria explica
un misterio, de otro modo inexplicable. Cuando se considera el afecto
recíproco de Jesús y Maria , se pregunta con asombro : ¿ Por qué el
Salvador, al subirse al cielo, no llevó consigo á su amadísima Ma
dre ? ¿ No había participado ella más que nadie de sus trabajos , hu
millaciones y sufrimientos ? ¿ Quién , pues , mejor que ella merecía
ser asociada á sus glorias y á sus alegrías *? Cuando Él mismo , el me
jor de los hijos , va á gozar de una dicha completa y sin fin , ¿ por
qué deja á la mas tierna de las madres en las tristezas del destierro?
Los justos del Antiguo Testamento , que forman su cortejo, ¿ son de
mejor condición que Maria ? Sus deseos de ir al cielo , ¿ serán acaso
más vivos que los de María ? ¡ El buen ladrón mismo sube al cielo,
y Maria se queda en la tierra ! <¡ Cuál es el misterio de semejante con
ducta ?
Nuestro Señor Jesucristo, al volverse á su Padre, dejaba á su
Iglesia en la cuna. Y esta Iglesia , cual niño pequeño y delicado, ne
cesita! iíi de leche y cuidados maternales ; Él le da su madre por no
driza, ecce Filius tuus. Maria, siempre sumisa., acepta este cargo
que prolongará su destierro. Y lo ejercita con una solicitud inexpli
cable, alimentando á la joven esposa de su hijo con sus oraciones,
lecciones y ejemplos, como habia alimentado con la leche de sus vir
ginales pechos al Esposo de la Iglesia, mientras fué niño.
Asi como en una casa, en ausencia del padre ó después de su
muerte, la madre toma á su cuidado la familia y despacha los nego
cios , de la misma manera , habiendo el jefe de la Iglesia cesado de
estar visiblemente presente en medio de ella, lo reemplaza Maria (1).
He aqui por qué los Apóstoles y los discípulos le rinden sus respetos
y su filial obediencia. Esta misión de Maria explica su presencia en el
Cenáculo con los Apóstoles, y sus continuas oraciones para obtener
les el Espíritu Santo (2).
Tal misión explica también la fidelidad de los Apóstoles en con-

(1) Hac eoim de causa Christu* matrem sibi superstitam esse voluit, ut
quaai sui vicaria, columen esset Ecclesiae, doctrix apostolorum el eonsola-
trix fidelium. (Corn. a l.ap., in Acl.¡ v, 42.)
(2) Per Mariae,su9piriaet orationes , repletisuntapostoli Spiritu Sancto.
(Dionys. Carthui., lib. iv, Di praecon. B. M. V.)
BL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 10S>
sultarla sobre los asuntos importantes. Poseyendo ella sola mas gra
cias y luces que todo el colegio apostólico junto, cuando los órganos
del Verbo tienen necesidad de quien complete su instrucción , ó de
un testimonio para confirmar la interpretación de las Escrituras , re
curren á la que durante nueve meses fué el asiento vivo de la sabi
duría, Sedes sapientiae. De aquí proviene el que San Buenaventura
llame á María maestra de los maestros, maestra de losEvangelistas(1).
Los bellos días de la Iglesia primitiva nos la presentan en el pleno
ejercicio de esta prerogativa. Su palabra soberana aclara todas las
dudas, su autoridad maternal unifica todas las divergencias. Ella es
la que en el Concilio de Jerusalén toma parte en la cuestión de las
observancias legales ; cuestión delicada, vivamente discutida, causa
de serios disturbios para la Iglesia naciente, y que, si bien por un
instante, había dividido á Pablo y Cefas. «No como si Mana, dice
Ruperto , hubiera presidido el Concilio ; tal función no convenia á
una mujer, sino en cuanto ella había coadyuvado a sus decretos (i).»
María es la que , antes de la dispersión de los Apóstoles , abre su
boca en medio de la Asamblea de los Santos, y deja caer, á manera de
rocío, las palabras de su sabiduría, para ilustrar á los principes de
la Iglesia (3). ¿Cómo los Apóstoles y los discípulos hubieran podido
conocer, si no hubiera sido por las instrucciones de la Virgen , los
misterios de la sania infancia y de la vida oculta de Jesús? ¿Quién
sino la divina Madre podía referirles el anuncio del Precursor, la vi
sita de Gabriel y su plática con María, la visita á Santa Isabel, la
santificación de Juan Bautista en el seno de su madre , el cántico vir
ginal , el nacimiento admirable del Precursor y el cántico de Zaca
rías, el nacimiento del Salvador , su circuncisión, su presentación al
templo, el cántico y la profecía de Simeón, la llegada de los Magos,

( 1 ) Sacra Virgo María consilio et luce doctrinae collegio praesidet apo


stólico ; nihilque grave faciunt illi , quod non ejus consilio ductuque gerant.
(Lucius dexler, Prefecl. Praetor. Orimt. , en Chron., adan. Chr. xxxiv.)—(Apo-
stoli) quidquid supplementi opus érat.... vel testimonii ad confirmandos sin-
gulorum tenses , quos acceperant ab eodem Bpiritu Sanólo.... ex religioso
ore tuo perceperunt. (Rupert., lib. i , in Cant.-!—Magistra magistromm et
magistra evangelistarum. (S. ISónav., in Ptalt. Mar.)
(2) Imo ct illic et caeteris agendis tu princeps , omnem solvisti quae-
stionem ; ita lamen ut non clamares.... neque audiretur vox tua foris, quia,
sicut ante nos dictum est, tu sola es Virgo , quae universam haereticam pra-
vitatem interemisti. (In Can/., lib. i ; et Corn.aLap., inAct., xv, 13.)
(3) Becl., xv, 5.—Ps. crv, 21.
110 TRATADO DEL ESPIRITU SA.VTO.
la huida a Egipto, el regreso a Nazareth, las enseñanzas de Jesús en
el templo, su sumisión á sus padres, y otra multitud de preciosas
circunstancias?
¿Dónde estaban los testigos de estos misterios, cumplidos la ma
yor parte en el secreto de la vida doméstica? ¿Q uién los conocía como
María? Ella sola podia enseñárselos ¡i los Apóstoles. Éstos, á su vez,
los han referido al género humano, consignando en el Evangelio la
relación de la augusta Madre. San Lucas, en particular, se dedica á
describir las primeras circunstancias de la encarnación del Verbo, y
dice que «las escrilie como se las contaron los que desde el principio
las vieron y fueron ministros de la palabra (1).» Sin duda existían
todavía muchos testigos que habían asistido desde el principio á la
predicación del Salvador, que habían visto loque hacía y oído lo que
decía ; pero hasta los treinta años de la edad de Jesús, sólo María lo
sabia , sólo ella podía decirlo, puesto que San José había muerto mu
cho tiempo antes de la época en que San Lucas escribía (i). De aquí
viene que San Lucas , historiador de la vida oculta de Jesús , sea lla
mado secretario de la Santísima Virgen, Notarius Virginis.
Asi, para usar el lenguaje de San Hilario, María enseñó á los
Apostóles lo que pasó desde el principio, lo que oyó , lo que vió con
sus mismos ojos. Lo que contempló, lo que sus manos hicieron con
el Verbo de vida ; lo que había visto en secreto lo manifestó pública
mente. Lo que le fué dicho al oído lo anunció sobre los tejados , á fin
de que los predicadores apostólicos lo hiciesen conocer al mundo en
tero (3). « ¡ Cuan agradecidos no debemos estar á María , añade Eusebio
Emiseno, por habernos guardado tantas verdades de importancia que
nunca hubiéramos sabido sin ella : Nisienim ipsa conserrasset , non
ea haberemus .'»
Por su parte, San Bernardo, sondeando con su penetración ordi
naria los misterios de María , pregunta ¿por qué el arcángel Gabriel
le anunció el estado de Santa Isabel?; y responde : < El estado de
Santa Isabel fué manifestado á María, á fin de que, siendo informada
á la vez de la venida del Precursor y de la venida del Verbo, cono
ciese el tiempo y el orden de los sucesos , y de esta manera pudiera
(1) Sicut tradiderunt , qui ab initio viderunt, et ministri fuerunt sermo-
nis. (Lúe., i , 2.)
(2) El Papa Benedicto XIII, apoyado en la tradición mejor fundada,
enseña que San José murió al principio de la predicación de Nuestro Señor
Jesucristo. (Serm. LIV , Marinn.)
(3) Can. jc, in VaUh.
EL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 111
revelar mas tarde a los Apóstoles y a los Evangelistas la verdad de
todos los misterios , que desde su principio le habia sido enseñada
plena y celestialmenle (1).»
La augusta Madre, no solamente alimentó a la joven Iglesia con
los misterios más dulces é importantes ; la fortaleció, la consoló y le
aseguró una gloriosa inmortalidad. La Pasión de su divino Hijo no
quedó terminada en el Calvario. Allí no hizo más que principiar, para
perpetuarse en los hermanos del Verbo encarnado, en todos los pun
tos del globo, hasta el fin de los siglos. El joven y valiente diácóno
Esteban es aprisionado , juzgado y condenado á muerte. Maria no lo
abandona , como no abandonó á su hijo al subir al Calvario. La dul
císima Virgen, acompañada de San Juan , baja al fondo del valle de
Josafat, no lejos del torrente Cedrón, en donde el joven diacono debía
.-¡er apedreado ; allí se pone de rodillas, y las oraciones de la Reina
de los mártires alcanzan para el primero de ellos la palma de la vic
toria (2).
El fuego de la persecución se enciende cada vez más ; los Apósto
les tienen necesidad de consejos, los fieles de consuelos. María se hace
toda para todos ; la Iglesia de Jerusalén es una familia de la cual ella
es la madre. En su rededor agrúpanse los hijos, y cada uno le expone
sus sufrimientos y sus temores. Ninguno se aleja de su presencia sin
ser ilustrado y consolado (3). ¡ Dichosos cristianos ! ¡ Por una sola
hora vuestra podría darse toda una vida de ochenta años! Lo que San
Agustín dice de su buena madre, debe decirse con más razón de Ma
na : « Ella era ¡oh Dios mío! la sierva de vuestros servidores ; ella
los cuidaba como si hubieran sido sus hijos , y se prestaba á sus
deseos como si hubiera sido la hija de todos (4).»

(1) Ideo conceptua Elieabeth Marías nuntiatus est, ut dum nunc Bal-
vatoris, nunc Praecursoris edocetur adrentas , rerum tempus , et ordinem
tenens, ipsa malina postmodum scriptoribus ac praedicatoribus Evangelii
reaeraret veritatem quao plene de omnibus a principio coelitus fuerat ¡n-
structa inysteriis. (Hom. iv, sup. Mis.)
(2) Corn. a Iip., in Acl., vII, 57.
(3) Miseria et afflictis illa condolebat coaflicta, neque segniter subvenie-
bat, humilibua devota, quae et devotis devotius humiliaretur , omnium qui-
dem operum pietatis apud fideles ministra. f(S. Igual, martyr., Episí, aymi
Caais., Dt María Deip., lib. v , c. i.)
(4) Erat aerva servorum tuorum, o Domine.... Ita curam gessit , quasi
omues genuisset ; ka servivit, quasi ab omnibus genita fuisset. (Con fas..
lib. iv . c. íx.)
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
La misión de consolar á la Iglesia , de alentarla , de protegerla , no
acaba cón la vida mortal de la Santísima Virgen. Imperecedera como
la palabra que lleva por título, durará tanto como los siglos. Mira
abi á tu hijo, Ecce filius tuus. La fidelidad de María al divino man
dato está en todas las páginas de la historia.
Por un lado, la Iglesia no duda atribuirle la destrucción de todas
las herejías; cunetas haereses sola interemisti in universo mundo. Por
otro, le da el glorioso titulo de Auxilio de tos cristianos, Auxilium
christianorum. Por boca de los espléndidos santuarios elevados en su
honor en todos los puntos del globo, por medio de las manifestacio
nes entusiastas de su filial confianza , amor y respeto , los individuos
y los pueblos , desde el principio del Cristianismo , repiten con una
voz que jamás la impiedad podrá reducir al silencio : María es el au
xilio de los cristianos, la columua de la Iglesia, el terror de Satanás,
la esperanza de los desesperados, el consuelo de los afligidos, la sa
lud de los enfermos, la salvación del mundo, la piedra angular de la
Ciudad del bien.
La Sinagoga hace coro con la Iglesia , y por la boca de sus docto
res proclama las glorias, el poder y las bellezas de la Virgen de Judá.
«Dios ha criado el mundo, dicen ellos , por su amor á la Virgen in
maculada. No solamente lo ha criado por este amor, sino que por él
lo conserva. Ya ha tiempo que el mundo hubiera perecido por sus
crímenes, si la poderosa intercesión de la dulcísima Virgen no lo
hubiera salvado (1).» San Bernardo hace ver que la fe más ortodoxa
no puede encontrar exageradas las palabras de los rabinos, y ex
clama : «Por causa de Maria ha sido hecha toda la Escritura ; por ella
ha sido criado todo el universo. Llena es de gracia, por ella ha sido
rescatado el género humano, el Verbo hecho carne, Dios humillado
y el hombre ensalzado (2). »
Esposa del Espíritu Santo , Madre del Verbo , piedra angular de
la Ciudad del bien, obra acabada de belleza interior y exterior, María
es la perla del universo. ¿Y' tan gloriosas prerrogativas son la última
palabra de su creación? De ninguna manera. María reune en si , por
(1) Amore intemeratae Virginia creavit Deua coelum et terram. Non
solum amare Virginia cóndilos est mundus, sed etiam sustentatur , etc. (R.
Onkelos túpud Corn. a Lap-, in Prov., vía, 22.)
(2) Propter hanc omnis Soríptura /acta est ; propter hanc totus manda?
íaetus est ; et baec gratia Dei plena est : et per hanc homo redemptus est ;
Verbnm Dei caro factum ; Deus humilia , et homo sublimis. (Strm. V, in Saire
regina.)
UL ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST. : PRIMERA CREACIÓN. 113
un privilegio único, dos glorias incompatibles de la mujer, la virgi
nidad y la maternidad. Virgen y madre, misterio de santidad y mis
terio de amor, misterio de gracia y de pureza, de tímida modestia y
de valor, misterio de abnegación sublime: tipo de una mujer nueva,
desconocida en la antigüedad, cepa eternamente fecunda de una glo
riosa generación do mujeres, vírgenes por su pureza sin mancha
y madres por el heroísmo de su caridad : tal es María y tal de
bía ser (1).
Desde la prevaricación primitiva , pesaba sobre la mujer un ana-
lema especial; era preciso que una mujer viniese á levantarlo. Era
preciso, á fin de que el Principe de la Ciudad del mal pasase por la
vergüenza de ser vencido por aquella misma que le había servido
para instrumento de su victoria. Era preciso, para que la mujer,
causa principal que había sido de la ruina del hombre , lo fuese de su
salvación. Culpable mensajera del demonio , había dado la muerte al
hombre; bienhechora mensajera de Dios, ella debía devolverle la
vida (2). El género humano lo sabia; todas las tradiciones del mundo
antiguo colocaban la mujer á la cabeza del mal , todas las tradiciones
del mundo nuevo deberán colocarla á la cabeza del bien.
Las generaciones antiguas, repitiéndose unas á otras : La mujer
es la causa de todas nuestras desdichas (3), habían acumulado sobre
ella tanto odio y tanto desprecio, que habían convertido á la antigua
compañera del hombre en el ser mas abyecto y miserable, ilepitiendo
hasta los umbrales de la eternidad las nuevas generaciones : Á la mu
jer debemos lodos nuestros bienes, la rodearán de una veneración y de
un reconocimiento tal, que harán de ella el ser más respetado y más
santamente amado de todos los que Dios ha sacado de la nada.
Virgen y madre , María es lo que fué en el pensamiento del Cria
dor ; la ayuda del hombre, semejante á él : Adjutorium simile sibi.
María cria hijas semejantes á ella , madres como ella , y madres dig
nas de este nombre ; vírgenes como ella , y vírgenes dignas de este
nombre. Como María había resumido en si todas las glorias de las mu-

(1) Unum in quo nec primam similem visa est nec babero sequentem,
gaudia malris habens cum virgioitatis honorc , Mariae privilegium est , non
dabitur alteri. (S. Ilern., Serm. IV , m Asmmpl.)
(2) Per feminam mor», per feminam vita; por Evam interitus, per
Mariam Balns. (S. Aug., De Symbol, ad catechum., tract. ni, § i.)
(3) A muliere icitium íactum est peccati , et per illam omne» morimur.
fEtrfc». , xxv, 33.)
TOMO II. 8
H4 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
jeres bíblicas, que fueron preparación y figura de la misma, adj
mímica sus cualidades á las mujeres evangélicas , que son su pi
gación y continuación. Todas son hijas suyas ; pero , por niuv
y bellas que sean, Maria las aventaja á todas. Inés es hija suya, ¡JÉ
es hija suya , Cecilia es hija suya , Águeda es hija suya , Catalina-,
hija suya; todas estas vírgenes, todas estas mujeres resplandecientes
en virtudes , ricas en méritos y glorias , son hijas de María, peru eB8;
las aventaja á todas (1).
Seria necesario recorrer los anales de todos los pueblos cal
si se quisiera nombrar á esas mujeres nuevas , hijas gloriosas de Ma
ria; esas madres de familia tan grandes, tan respetadas, tan queridas
y tan sumisas ; esas vírgenes heroicas , graciosas llores del jardin del
Esposo , abejas infatigables que componen , con las virtudes más
extraordinarias, un bálsamo eficacísimo para todas las enferme
dades.
Mirad mas bien y ved lo que el mundo debe á la mujer regene
rada por Maria. Le debe la familia!; y á la familia es deudora la socie
dad de toda su superioridad. La mujer es una potencia cristiana. Este
elemento de civilización faltaba al mundo antiguo; falta todavía al
mundo idolatra , y sin él, le falta y faltará siempre la civilización. Le
debe la variedad más asombrosa de servicios gratuitos para todas las
necesidades de alma y cuerpo. Le debe la conservación de la fe que
queda sobre la tierra. La mujer , primera en las catacumbas , es la j
ultima al pie de los altares. Le debe , hoy mismo , un espectáculo el
más bello acaso y seguramente el mas misterioso que se haya visto
jamás.
Hasta aquí las mujeres y las vírgenes católicas , hijas y hermanas
de Maria , habían permanecido en lo interior del hogar doméstico!'; I
por lo menos , jamás habían pasado las fronteras del mundo civilfc'.
zado para ir a evangelizar. De repente el Espíritu del Cenáculo se
derrama sobre ellas. Su ardor las anima , su fuerza las sostiene. Trans
formadas como los Apóstoles , vuelan á la conquista de las al
Timidez , delicadeza, miramientos, lazos de la carne, lodo ha
recido ; la mujer cede su lugar á la heroína.
Como las ligeras semillas que en los días de otoño esparce el v
en todas direcciones, para hacer que nazcan planteles de flores y
bustos , asi van ellas, llevadas en alas de la Providencia, á

(I) S. Uonav., in Specul,, c. n.


El, ESP. SANTO EN EL NUEVO TEST.: PBIUERA CREACIÓN. 115
sobre los cuatro punios del glolx). Á su vista , el Árabe , el Chino, el
Musulmán , el Salvaje, quedan llenos de estupor, y se preguntan
sencillamente si son mujeres y no ángeles bajados en derechura del
riel». Tantas virtudes heroicas en un sexo que no habían sabido
nunca sino despreciar , son para ellos un misterio palpable, que los
dispóne á creer en todos los otros misterios.
Siendo María lo que es , haciendo lo que sabemos \ mucho más
todavía , bien puede preverse el grado de poder y perfección á que su
influencia elevará la Ciudad del bien. Satanás lo había comprendido
mejor que el hombre : no había olvidado por un momento el ana
tema primitivo: ¡él, la personificación del orgullo, tener un dia la
cabeza aplastada bajo el talón de una mujer! Este pensamiento eleva
su odio hasta el paroxismo. Durante cuatro mil años, se venga de
la mujer, ultrajándola de lodos los modos posibles. No es esto
bastante ; él quiere impedir a toda costa la victoria que tanto
teme.
La mujer , cuyo pie ha de quebrantarle la cabeza , sera Virgen y
Madre de Dios; él lo sabe , y por esto emplea todos sus artificios
en hacer despreciar a Maria y paralizar su acción saludable sobre
el mundo. Gran Mona de Dios , multiplica con mucho tiempo de an
ticipación en todos los pueblos las caricaturas de la augusta Virgen :
Temo, dice él, que mi Enemiga sea reconocida y honrada como
Madre de Dios; yo inventaré otra madre de Dios.» Y desde la más
remota antigüedad inventa á Cibeles , la madre de lodos los dioses,
mujer del viejo Saturno, el más anciano de los dioses. Su culto, céle
bre en toda la tierra , impedirá al hombre hacer caso alguno de otra
madre de Dios , más nueva y más fecunda. -No le basta una sola ; asi
es que todas las antiguas mitologías de Occidente, lo mismo que
todas las mitologías actuales del Oriente, están llenas de diosas , ma
dres de dioses.
«Sin duda mi Enemiga hará ostentación de su hijo ; el orgullo de
una madre está en llevar á su hijo en los brazos. Sólo este espectáculo
hará que se la ame, lo mismo que á su hijo.» É inventa á Venus,
tipo de belleza sensual ; y pone entre sus brazos un hijo, Cupido, que
enciende con sus Hechas el amor en todos los corazones. Todo el gé
nero humano caerá en la red , y creerá que aquella Madre con su Hijo
no es mas que una copia de Venus y Cupido.
«Se atribuira naturalmente á mi Enemiga un gran valer sobre el
corazón de Dios. El mundo se verá impulsado á implorarlo, y esta
confianza afirmara su imperio.» É inventa á Juno, reina del Olimpo,
116 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
poderosa sobre el corazón de Júpiter, su esposo, y madre de los
dioses.
«Mi Enemiga será amparo de los débiles, de los desgraciados, de
las personas de su sexo. Sus santuarios serán asediados por muche
dumbres que vendrán á exponerle sus necesidades de alma y cuerpo.
Las gracias obtenidas harán popular su culto, y el mió irá cayendo
poco á poco en el desprecio.» Pues para que nadie recurra á María,
inventa á Diana, diosa bienhechora de todo el mundo. Los pastores y
aldennos la invocarán , porque se admitirá que preside los bosques y
las montañas. Las mujeres en cinta recurrirán á ella , lo misino que
los viajeros por la noche y los que padezcan de la vista ; porque, bajo
el nombre de Lücina ó luminosa, se creerá que ayuda al niño á venir
al mundo, que disipa las tinieblas y vuelve la vista á los ciegos (1}.
El pensamiento satánico de desacreditar á María no ha envejecido-
Un misionero escribe desde la India : «Mariamacovil es ima villa
próxima a Tanjur. Sus casas están agrupadas alrededor de la enorme
pagoda de Mariamel , falsa divinidad que ha dado su nombre á la
pequeña villa. El demonio, furioso contra Aquella que le quebranto
la cabeza, ha querido contrahacer el culto de nuestra buena y celes
tial Madre. Ha inspirado, pues, á sus sacerdotes el pensamiento de una
diosa que llevase el nombre de María, y el que la presenten á los que
han engañado con sus supercherías como una divinidad malvada , a
la cual es necesario tener propicia para impedirle que haga daño. Esta
horrible blasfemia contra la Madre de bondad es muy digna del in-
lierno. Asi es cómo esta aldea constituye uno de los centros del paga
nismo (2).»
En una palabra : muchos siglos antes del nacimiento de María,
Satanás inunda al mundo pagano con infinito número de diosas y se
midiosas, de Palas, de Minervas, de Ceres , de Proserpinas, y otras
cien que, todas juntas, forman una inmensa falsilicación de María, a
fin de oscurecer su gloria, como una nube de polvo oculta la faz
del sol.
¡ Vanos esfuerzos ! «lia Sanlisima Virgen, dice Eutimio,ua que
brantado los altares de los ídolos , echado por tierra los templos de
los gentiles, hecho cesar los torrentes de sangre cristiana que corrían
por todas las partes del mundo (3). » Satanás no se da por vencido, \

(1) Véase al P. Argentan, Grandturt de la Siinle Vitrje, t. m, c. xiv, § it.


(2) Annales de la tainfs Enfanct, n.» 8!), p. 11 1, décem'.i. 1865.
(3) Cing il. Vtr.
EL ESI'. SANTO EX EL M EVO TEST. : PB1MBRA CREACIÓN. 117
vuelve a comenzar la lucha por medio de las herejías. También en
este punto, como ya lo hemos notado, se dirigen todos sus esfuerzos
a destruir el dogma de la encarnación del Verbo; por consiguiente, a
destronar a María. ¡Tentativa desesperada! Cuantas veces la antigua
serpiente levanta la cabeza , otras tantas siente que la aplasta el pie
virginal de María ; porque es preciso que el anatema divino se cum
pla siempre : Ipsa eonteret capul tuum. Hasta que termine la prueba
impuesta á la raza humana , se recrudecerá la lucha , bajo uno ú otro
nombre, con la misma afrenta para Satanás y la misma gloria para
María.
CAPÍTULO XIII.

Jesucristo, -segunda creación tlel Kspíritu Sauto.

Sumario.—Objeto final de las obras de Dios y de la Encarnación.—Forma


ción del JIombre-Dios.—Primer acto de su vida pública, la predicación
de la penitencia.—El mismo Espíritu Santo forma al divino predicador.—
l'or qué baja sobre él en forma de paloma.—Por qué lo conduce al de
sierto.—Lucha del Hombre-Dios contra Satanás: modelo de todas las lu
chas y preludio de todas las victorias.—Toda la vida del Hombre-Dios es
continuación de la lucha del desierto.— Esta lucha es dirijrida siempre
por el Espíritu Santo.—Dependencia continua del Hombre-Dios respecto
al Espíritu Santo.

Una Virgen-Madre es la primera creación del Espíritu Sanio eu el


Nuevo Testamento; el Hombre-Dioses la segunda. Asi lo exigia el
orden de la Redención. Satanás había formado la Ciudad del mal con
una mujer y un hombre culpables; por uno de esos armoniosos con
trastes, tan frecuentes en las obras de la sabiduría infinita, el Espí
ritu Sanio formará la Ciudad del bien con una mujer y un hombre
perfectamente justos. Conocemos ya á la nueva Eva : resta estudiar el
nuevo Adán.
Divinizar al hombre es el eterno pensamiento de Dios. Satanizar
al hombre es el eterno pensamiento del infierno. Divinizar es unir;
satanizar es dividir; estos son los dos polos sobre que gira el inundo
moral. Para divinizar al hombre, el Verbo creador ha resuelto unirle
bipostáticamente á la naturaleza humana. Hombre-Dios, se hará el
principio de las generaciones divinizadas. ¿Pero quién le dará la na
turaleza humana que Él no tiene y que necesita ? ¿ Quién lo hara
Hombre-Dios? Al Espíritu Santo está reservada esta maravilla. Sin
duda, él no crea la divinidad , pero crea la humanidad , y la une per
sonalmente al Vertió increado.
JRSUCRISTO, SEGUNDA CEEAOION' DEL ESPIRITC SANTO. 119
Él la ha creado, no de su substancia, lo cual seria un absurdo
monstruoso, sino por su poder. La ha creado de la carne mas pura y
más santa, de una virgen sin mancha alguna de pecado, ni actual ni
original (1).
La ha creado renovando en ella el milagro de la creación del pri
mer Adán. Dios formó al primer padre del linaje humano de una
tierra virgen é ¡Animada. El Espíritu Santo formó al segundo de la
carne virginal de una virgen viva. Dios formó á la virgen Eva de
Adán virgen ; ¿ por qué el Espíritu Santo no había de formar de una
mujer virgen un hombre virgen? María, como dice San Cirilo, vol
vió las tornas á la gracia : Eva nació de Adán solo; el Verbo nació
de María sola, por obra del Espíritu Santo (2).
Ha sido formado el más hermoso entre los hijos de los hombres.
Ignorado del mundo, ha vivido treinta años al lado de su Madre, y
bajo la dirección del Espíritu Santo. La hora de su misión pública ha
sonado. Bajado del cielo para unir el hombre á Dios, su primer de
ber es predicar la penitencia ; porque la penitencia no es otra cosa
que volverse el hombre a Dios. Á fin de autorizar sus lecciones , co
mienza por presentarse él mismo como el gran penitente del mundo.
Alia , en las riberas del Jordán , Juan Bautista alista las muchedum
bres bajo el estandarte de la penitencia. Jesús se presenta, y á vista
de todos los pecadores reunidos , recibe el Bautismo de Juan. El Es
píritu Santo vuelve á aparecer aquí , y desciende sobre el Hombre-
Dios, bajo la misteriosa forma de paloma. Principio de su vida natu
ral, guia de su vida oculta, será inspirador de su vida pública (3).
¿Por qué Aquel que ha de ser nube luminosa en el Tábor, lengua
de fuego en el Cenáculo, es paloma en el Jordán ? Todo es sabiduría
en las obras de la sabiduría infinita. La cuestión que se encierra en

(!) Opas ergo Spiritus Virgúiis partus est. Dubitare ergo non possumus
Spiritum creatorem , quem Dominicae cognoacimus ¡ncarnationis auctorem.
Quomodo ergo in utero habuit María ex Spiritu Bancto? 8i quasi ex substan-
(ia : ergo Spiritus in carneen et osea conversus est : non utique Si quasi ex
operatione et polf state ejus virgo concepit, quia neget Spiritum creatorem?
(S. Ambr. , De Spir. Sonrio, lib. n , c. v.)—In uno unius ejusdemque person ae
Christo, creatam hominis naturam conjunxitincreato Dei Verbo. (Rujien., Dt
Spiril. Sanelo, c. xm.)
(S) Reddidit igitur Maria gratiae mutuum hujus officium ; et non ex
viro, sed ex ipsa sola impcllute ex Spiritu Sancto virtuteque Dei peperit.
(Oatieh. , xir.) \'
(3) S. Aug., De Trinil,, lib. xv, c. xxvi.
120 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
la anterior pregunta ha ocupado también á las mas elevadas inteli
gencias cristianas de Oriente y Occidente. «Fué elegida la paloma,
dice San Crisóstomo , como simbolo de la reconciliación del hombre
con Dios , y de la restauración universal que el Espirita Santo iba a
obrar por Jesucristo. Ella pone en relación el Antiguo Testamenta
con el Nuevo, y hace que la realidad suceda á la figura. La paloma
primera con la rama de olivo en su pico, anuncia a"Noé haber cesado
el diluvio de agua : la segunda , posándose sobre la gran victima del
inundo, anuncia el próximo fin del diluvio de iniquidades (1).»
San Bernardo ve en la paloma del Jordán la dulzura infinita det
Redentor, el cual es designado por los dos seres más dulces de la
creación, el cordero y la paloma. Juan el Bautista le llama Cordero
de Dios , Agnus Dei. Ahora bien: nada más propio que la paloma
para indicar al Cordero de Dios. Lo que es el Cordero entre los cua
drúpedos, es la paloma entre las aves; del uno y de la otra es extre
mada la inocencia, extremada la dulzura, extremada la sencillez.
¿Qué más extraño á toda malicia que el cordero y la paloma (2)? La
misión del Hombre-Dios y todo el espíritu del Cristianismo se revelan
por este doble simbolo.
La paloma indica, según Ruperto , la divinidad del Verbo hecho
carne. « ¿Por qué, pregunta, una paloma y no una lengua de fuego?
La llama ó cualquier otro simbolo podía designar una infusión par
cial del Espíritu Santo ; mas no la plenitud de sus dones. Ahora bien : , ;
en Jesucristo habita corporalmente toda la plenitud deladivinidad (3).
La paloma entera en todas sus partes, la paloma sin mutilación, po
sándose sobre él, demostraba que no faltaba al Verbo encarnado
ninguna de las gracias del Espíritu septiforme, y que era el Padre de
la adopción , el caudillo de todos los hijos de Dios , y el gran Pontífice
del tiempo y de la eternidad (4). »
Santo Tomás encuentra en la paloma siete cualidades que la hacen
simbolo perfecto del Espíritu Santo, descendido sobre el que se bau
tizó en el Jordau. La paloma , según él , habita junto á las corrientes
de las aguas. En ellas , como en un espejo, ve la imagen del gaviláa .•'
que se cierne en el aire , y se pone en seguro : don de sabidurísí
Muestra un admirable instinto en escoger los mejores granos dfr'"^

(1) ln Gen., Ix . IS.


(2) Serm. I de Epiplinn. •-
(3) Inhabitat in ipso omnis plenitud» divinitatis corporaliter. ,'Col., n, 6.)
<4) neSpirit. Sanrto, lib. I, C. xx.
"l
'r

J
JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SA.NTO. 121
trigo : don de ciencia. Alimenta a los polluelos de otras aves : don de
consejo. No desgarra con el pico : don de inteligencia. No tiene hiél :
don de piedad. Hace su nido en las hendeduras de las rocas : don de
fortaleza. Gime en vez de cantar : don de temor (1).
Veamos cómo resplandecen en el Verbo encarnado todas estas
cualidades de la paloma divina. Habita en las orillas de los ríos de las
Escrituras , cuya plena inteligencia posee : allí ve todas las astucias
pasadas , presentes y futuras del enemigo, asi como los medios de
librarse de ellas : don de sabiduría. Elige con el más admirable
acierto , en el inmenso tesoro de los oráculos divinos , las armas de
precisión contra cada una de las tentaciones en particular, las sen
tencias más apropiadas a las circunstancias de lugares , tiempos y
personas , como aparece en sus respuestas al demonio del desierto y
á los doctores del templo : se ve cómo deja sumidos en el asombro
á sus dichosos oyentes con su profundo conocimiento de las Escritu
ras : don de ciencia.
Alimenta álosextraños, es decir, á los gentiles sustituidos en lugar
de los judios ingratos : los ilumina, losadmite a su alianza y los colma
de gracias: don de consejo. No imita en manera alguna al hereje Arrio,
al hereje Pelagio, al hereje Lulero, aves de rapiña de corvo pico,
que , arrojándose sobre las Escrituras , las desgarran con las inter
pretaciones del sentido individual , sirviéndose de los girones que se
•levan como de andrajos para ocultar sus mentiras , engañar á los
sencillos y perder las almas. Él , discípulo de la paloma , comprende
la Escritura en su verdadero sentido , la admite en todas sus partes,
y hace brotar de cada texto un rayo luminoso , que muestra en su
persona al Verbo Redentor del género humano: don de inteligencia.
No tiene hiél. La infinita mansedumbre de su alma se transparenta
en las parábolas del Samaritano , de la oveja perdida y del hijo pró
digo. Él mismo , practicando su doctrina , no vuelve mal por mal,
ni injuria por injuria. ¿Qué digo? Lo que jamás se había visto , lo
que jamás hombre alguno habia imaginado ; pide por sus verdugos :
don de piedad. Hace su nido en la roca inquebrantable de la confianza
en Dios , y el de sus pequefwelos en las llagas de su adorable cuerpo,
doble asilo inaccesible á la serpiente. Sus enemigos quieren precipi
tarle de lo alto de un monte , y Él pasa tranquilamente por entre
medio de ellos. Bajado á los abismos del sepulcro , sale de él lleno de
vida. Por donde quiera que pasa , hace huir á los demonios , cura

(1) 3 p., i¡. xixix, art. 6 , ad 4.


TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
los enfermos y acaba por encadenar á Satanás, principe de este inun
do : don de fortaleza.
Su vida es un continuado suspirar. Camina humildemente a la
muerte , experimenta todos sus horrores , pide de rodillas ser librado
de ella , recibe el socorro de un ángel , y por Un ruega y llora en la
cruz al entregar su alma al Padre : don de temor (1).
Sin embargo . el nuevo Adán bautizado y confirmado es iniciado
en su gran misión de conquistador , y revestido de impenetrable ar
madura ; puede ir ya seguro al combate. El Espíritu Santo , que le
anima , lo arrebata al desierto (2).
Allí le espera el demonio. David y Goliat están uno frente al otro.
Lucifer emplea todas sus astucias para vencer , ó por lo menos cono
cer al misterioso personaje cuya austeridad lo pasma y cuya santidad
lo inquieta , y comprende, por la inutilidad de sus ataques , que ha
encontrado á su amo. Esta primera victoria del Hombre-Dios , pre
ludio de todas las demás , quebranta , hasta sus fundamentos , los
muros de la Ciudad del mal. Bien pronto los cautivos de Satanás po
dran escaparse por brechas más y más anchas, y venir á habitar en la
Ciudad del bien. Á contar desde este instante, el cristianismo avanza,
el paganismo retrocede; la historia de los tiempos modernos co
mienza.
El nuevo Adán viene á continuar en los lugares habitados la obra
victoriosa que ha inaugurado en el desierto. Guiado siempre por el
Espíritu Santo, recorre campos, aldeas y ciudades. «El Espíritu del
Señor sobre mí , dice el mismo , por lo que me ha ungido , para dar
buenas nuevas á los pobres me ha enviado, para sanar á los contritos
de corazón, para anunciar á los cautivos redención, y á los ciegos
vista , para poner en libertad á los quebrantados , para publicar el
año favorable del Señor, y el día del galardón (3).»
Mas allá , dice , resumiendo en dos palabras su misión : « Para
esto apareció el Hijo de Dios , para deshacer las obras del diablo (4).»
La obra del diablo , esto es , la Ciudad del mal con sus institucio
nes , sus leyes , sus ciudades , sus ejércitos , sus emperadores , sus
filósofos, sus dioses, sus supersticiones, sus errores, sus odios, su

(I) Ruperl., ubi tupra, c. xxi.


(i) Este desierto se halla en la Araliia Pétrea , al otro lado del Mar
Muerto, no lejos de los lugares en que San Juan bautizaba.
(3) Luc., ív, AS, 19.
(4) In boc apparuit Filius Dei, ut disolvat opera diaboli. fl Juan., ni, 8.)
JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPIRITU SANTO. 123
esclavitud, sus ignominias intelectuales y morales ; ciudad formida
ble , cuya capital era entonces Roma , señora del mundo.
Sólo el Key omnipotente de la Ciudad del bien puede salir airoso
en semejante empresa. Á fuerza de milagros , los más asombrosos y
auténticos , es cómo pueden ser batidas las fortalezas de Satanás, edi
ficadas con prestigios y protegidas por oráculos umversalmente admi
tidos (f). El Espíritu de los milagros se comunica , pues, por com
pleto al Verbo encarnado. Él mismo lo tenia predicho por boca de
fsaias: «Y reposara sobre él el espíritu del Señor, espíritu de sabidu
ría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza , espíritu de
ciencia y de piedad , y le llenará el espíritu del temor del Señor (2).»
Á su vez , el Verbo encarnado atribuye al Espíritu Santo toda la
gloria de la obra. Si bautiza , si echa a los demonios , si enseña la
verdad , si da el poder de perdonar los pecados ; en otros términos,
si con una mano destruye la Ciudad del mal y con otra edifica la Ciu
dad del bien , es en nombre, por el poder, y como lugarteniente del
Espíritu Santo (3).
Se honra con deber al Espíritu Santo las mismas virtudes que bri
llan en Él y que arrebatan los pueblos cu admiración , y con ser El
mismo el cumplimiento vivo de la palabra de fsaias: «He aquí mi
siervo, le ampararé ; mi escogido, mi alma tuvo su complacencia en
él ; sobre él puse mi Espíritu, él promulgará justicia a las naciones.
Xo voceara , ni tendrá acepción de persona , ni sera oída en las plazas
la voz de él. La caña cascada no la quebrará, y la torcida que humea
no la apagará : liara justicia según verdad.... mientras que establezca
la justicia en la tierra ; y las islas esperaran su ley (4). i
Mega la hora solemne en que debe alcanzar su última victoria y
salvar al mundo con su divina sangre. Cual nuevo Isaac, victima del
género humano, el Espíritu Santo, haciendo lo que Abraham, le con
duce al Calvario, y allí lo inmola. Muere, y el Espíritu Santo le saca
vivo de la tumba (5).
¿Es menester defender los derechos del Espíritu Santo? Eu esle
caso, parece olvidar los suyos. Él mismo ha pronunciado esta senten
cia : ¡Todo el que dijere palabra contra el Hijo del hombre, perdo-

(4) Véase nuestro opúsculo : Cbkdo.


(2) /»., ii, 2.
(3) Vatlh. , ni, H ; xiii , 18 , etc. , etc.
(4) /»., ili , 1 , 6 ; Uatth. , IT, 4 ; ni , 18 , 28.
(5) /Mr., ix, 44 ; Aom. . viii, 11.
124 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nada le será ; mas el que la dijere contra el Espíritu Santo, no se le
perdonará ni en este siglo, ni en el otro (1).« ¿Llega ol momento de
hacerle lugar en las almas? Pues no duda un momento en separarse de
todo lo que más ama en el mundo, para no ser un obstáculo al reinado
absoluto del divino Espíritu. «Conviene á vosotros que yo me vaya,
dijo á sus Apóstoles, porque si no me fuere, no vendrá á vosotros
el Consolador (2). »
¿ Se trata de la gran misión que se les va a confiar ? Pues les ex
plica su naturaleza y extensión, los inviste de élla ; mas les advierte
que la fuerza heroica que necesitarán para cumplirla, les será comu
nicada por el Espíritu Santo (3). Continuando, en fin, su plan de reti
rarse ante el divino Paracleto, el Maestro bajado del cielo les declara
en términos formales que , á pesar de los tres años pasados en su es
cuela, su instrucción no está terminada. Al Espíritu Santo está reser
vada la gloria de completarla, enseñándoles todo lo que deben saber (4).
Tales han sido las enseñanzas y los actos del Hombre-Dios acerca
del Espíritu Santo. Jamas el cielo y la tierra oyeron ni oirán nada más
elocuente respecto á la majestad del Espíritu Santo y á la necesidad
de su influencia, ya para regenerar al hombre, ya para mantenerlo
en su estado de regeneración.

(1) Uatth., xii, 32.


(S) Joan., xvi, 7.
(3) Luc, xxiv, 46, 49.
(4) Joan., xvi , 1? , 13.
i-

CAPÍTULO XIV.

(Continuación del precedente.)

Sumario.—El Hombre-Dios, obra acabada del Espíritu Santo.—Nuestro Sé-


Sor Jesucristo, tipo ünico de perfección. — Hombre por excelencia. —
Único centro de la historia.—En vez de ser nada , lo es todo.—En El ter
mina el mundo antiguo.—De lil parte el mundo moderno.— El cielo, la
tierra , el infierno , lo reconocen por el alfa y omegn de todas las cosas.—
Los ángeles y los astros hacen su profesión de fe.—Cálculos astronómi
cos.—La tierra hace su profesión de fe: expectación general del Mesías.
—Testimonios.—El infierno hace su profesión de fe : fuga de los demo
nios.—Sus palabras.— Cesación de los oráculos. — Muerte del gran Pan.—
Este triple acto de adoración continúa después de dos mil años.—La En
carnación , quicio del mundo moderno , cuya existencia descansa sobre
la resurrección de un muerto.—Ó creerla , o estar loco.—Tentativas del
demonio para impedir la creenoia en la Encarnación.

La segunda creación del Espíritu Santo es , como la primera, una


maravilla inefable. El Hijo de María se eleva á una altura tal , que
sobrepuja todo lo que el mundo ha visto desde que existe. Conjunto
indecible de gracia y de majestad , de dulzura y de fuerza, de senci
llez y de dignidad , de firmeza y de condescendencia , de calma y de
actividad , habla , y ningún hombre ha hablado como él ; manda , y
todo le obedece : con una palabra calma las tempestades ; con otra
arroja del templo á los vendedores ó á los demonios del cuerpo de los
posesos. Enseña , como quien tiene una autoridad propia , que nadie
comparte con él. Sus preferencias son para lns pequeños , los pobres
y los oprimidos.
A su paso siembra los milagros , y sus milagros son otros lautos
beneficios. Perdona con una bondad maternal al arrepentido, sea el
que fuere su crimen. Es tal la santidad de su vida , que desafía á sus
más encarnizados enemigos á que encuentren en él la sombra de una
126 TRATADO DEL ESPÍWTI' SANTO.
falta. Calla cuando se le acusa , bendice cuando se le ultraja. Injus
tamente condenado por enemigos ávidos de su muerte , para sus gol
pes , burla sus tramas , y no deja estallar la borrasca sino en el dia
y de la manera que él ha lijado, |(robando su divinidad mas incon
cusamente con su muerte que con su vida.
Pero el objeto del Espíritu Santo no es solamente hacer del Verbo
encarnado una creación excepcional , digna de la admiración del
cielo y de la tierra. Ante todo, quiere realizar en él al hombre por
excelencia , tal como existía desde toda la eternidad en el pensamiento
divino, y tal como debía aparecer algún dia para divinizar i todos
los hombres : maravillosa operación que, soldando la creación infe
rior con la creación superior, la naturaleza humana con la naturaleza
divina, debía conducirlo todo a la unidad. Ahora bien : esta deifica
ción del hombre es la última palabra de las obras de Dios, el objeto
final de la Ciudad del bien (1).
« Al principio , dice el sabio doctor Sepp , el hombre , y por él la
naturaleza , cuyo jefe y representante era á la vez , estaban intima
mente unidos á Dios. Esta unión duró hasta que el pecado, separando
al hombre de su Criador, le hizo perder al mismo tiempo el poder
que habia recibido sobre la naturaleza. Pero Dios, para reparar su
obra alterada por el pecado, aproximo nuevamente a Si la criatura
por medio de la Encarnación.
«Esta consiste en que, habiéndose unido la divinidad a la huma
nidad en la persona de Jesucristo, éste ha venido a ser el centro de
la historia. Esta intima unión, una vez realizada en el centro, se
comunica por medio de una efusión continua á todos los puntos de la
circunferencia , y lo que se ha verificado una .vez en la vida de Je
sucristo, se reproduce y desarrolla sin cesar en la vida de la huma
nidad (2). »
Según el bello pensamiento de Clemente de Alejandría , todo el
drama de la historia se ha realizado á modo de preludio en la vida de
Jesucristo. El Verbo , que se encarnó una vez en el seno de María,
debe encarnarse todos los días en la humanidad y en cada hombre en
particular. También el nacimiento del Verbo se reproduce todos los

[1) Instaurare omnin in Christo.—Cliristus enim est summa , caput et


recapitulado omnium operum Dei, viiibilium etinvisibilium. Quocirca omne»
res feruntur in Cliristum tanquain in centrum, cui conjungi dcsiderant. fCum.
a Lap., in Agg., n, 8.)
(2) Vis de Nolrc-Seigneur Jéiui-Christ , t. i , introdin tion , 17, 18.
JESCCKISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEI. ESPÍRITU SANTO. 127
diasen la historia ven el renacimiento espiritual , que obran sin
cesar los sacramentos , deposito de su gracia.
De aquí resulta que Nuestro Señor Jesucristo no es solamente la
tigura más grande, sino también la única persona en que se resume
toda la historia. En lugar de ser nada ó poco , lo es todo : Omnia in
ómnibus. En lugar de ser un mito o un falsario, como se han atrevido
a decir blasfemos estúpidos , es la realidad en que viene á parar todo
el mundo antiguo, el foco de donde parte todo el inundo nuevo. Y esto
hasta el punto de que , si Nuestro Señor Jesucristo, nacido en el esta
blo de Belén y muerto en la cruz del Calvario no es el hombre por
excelencia , el Hombre-Dios, realmente Dios , realmente hombre y
principio de la deificación universal, son falsas desde la primera hasta
la última todas las tradiciones y todas las aspiraciones antiguas , fal
sas todas las creencias modernas , y la vida del género humano una
locura , sin intervalos lúcidos , que comenzó hace seis mil años, para
durar , con gran desesperación de la incredulidad , mientras un cora
zón humano dé latidos sobre la tierra.
En efecto : si hay en la historia un punto incontestable , es que
las naciones , aun las más groseramente idólatras, jamas han perdido
el recuerdo de la caida primitiva , ni la esperanza de una restaura
ción. Este doble dogma tiene su fórmula en el sacrificio, ofrecido cons
tantemente en todos los puntos del globo. Un personaje di\ ino , Sal
vador y regenerador universal , es el objeto evidente de todas sus
aspiraciones.
El Judio lo ve en Noé , en Abraham , en Moisés , en Sansón y en
otros cien que lo representan. En vano el Espiritu del mal se esfuerza
por alterar entre los gentiles el tipo tradicional del Deseado de las
naciones. Puede oscurecer algunos de sus rasgos , pero el fondo que
da. Nosotros vemos todavía más : y es que á la venida del Mesías,
el mundo entero estaba esperando como nunca á un libertador. Y
decimos el mundo entero , á fin de expresar todas las partes de que
se compone , el cielo , la tierra y el infierno. Cada uno á su manera,
debia proclamar al Restaurador universal , y , según expresión de
San Pablo , doblar la rodilla ante su adorable persona.
Apenas nace , cuando toda la milicia celestial viene á proster
narse ante su cuna , y anuncia el cumplimiento del más deseado de
los misterios , la reconciliación del hombre con Dios , la gloria en el
cielo y la paz en la tierra. Á la voz de los ángeles viene á unirse la
voz de los astros. No hablamos de la estrella que guia los Magos á
Belén ; hablamos de todo el sistema planetario. Los cálculos astronó
128 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
micos más sabios establecen que los astros anunciarían la venida del
Verbo encarnado ; que el año sabático , año de perdón y de renova
ción , estaba calculado sobre las revoluciones sidéreas , y que los
astros renovarían su curso cuantas veras la tierra se renovase por la
penitencia.
Los sabios doctores alemanes Sepp y Schuberr han demostrado
que todos los pueblos de la antigüedad conocían este lenguaje de
los astros y el gran suceso que anunciaban. «Pero todas estas armo
nías particulares , dicen , tendían hacia otra más general y más
alta en el movimiento de Urano, el más elevado y el más lejano entre
los planetas. En el año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo,
Urano , cuyo periodo de rotación alrededor del sol abraza el de todos
los demás planetas (1), cumplía su quinquagésima revolución. Ahora
bien : el año de Urano puede mirarse con razón como el sólo año real
y completo del sistema planetario ; puesto que entonces todos los
astros , aun los más lejanos , vuelven á comenzar su curso.
»Pues bien: en está época fué precisamente cuando todo el siste
ma planetario junto celebró el primer año de reparación y de recon
ciliación , cuando todas las profecías se cumplían , cuando los ángeles
del cielo y los habitantes de la tierra cantaban, mezclando sus voces
con los armoniosos conciertos de las esferas celestes : Gloria á Dios
en las alturas , y pa: en la tierra á los hombres de buena voluntad.
Esta época coincidía con el fin de la semana del año sabático , en la
cual , según una antigua predicción , Dios había de afirmar su alianza
con los suyos.
En resumen : en este gran reloj del universo , cuyo destino pri
mitivo es marcar el tiempo , los resortes y las ruedas estaban desde
el principio dispuestos por el mismo Criador de tal modo , que todos
se referían á la grande hora en que Dios debía hacer lucir el día,
eternamente previsto , de perdón y renovación del universo. El fir
mamento , lo mismo en su concierto general que en la disposición
de sus armonías interiores , anunciaba á Aquel por quien y para
quien fué hecho el cielo estrellado (2).» Asi fué cómo en la hora de
su Encarnación los ángeles y los astros doblaron la rodilla ante El, y
le reconocieron por su autor : onme gemí (lectatur coelestium. '
(1) En el año 1846 se descubrió el planeta Neptuuo , que dista del sol
másquo Urano y tarda más tiempo en recorrer su órbita. Esos salaos ale
manes escribirían antesde 1846. (Nota del Traductor.)
(2) Schuberr, Symbniique des tonga ; Sepp, Fie ie Notrt-Signiur Jhia^Chrlet,
t. n, 3Í7.
JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 129
Los misinos homenajes fuéronle tributados por los habitantes de
la tierra. Los judios , instruidos desde el origen de su nación por la
profecía de Jacob , que anunciaba la venida del gran libertador para
el momento en que el cetro , salido de la casa de Judá, fuese empu
ñado por un extranjero , estaban en la expectación de su próxima
llegada. Sus oidos estaban abiertos a todos los impostores , que , lla
mándose el Mesias, prometían libertarlos del yugo de las naciones;
tras de ellos se iban con una facilidad hasta entonces sin ejemplo (1).
La historia atestigua que el motivo principal de la guerra insensata
que sostuvieron entonces contra los romanos fué un oráculo de las
Escrituras , anunciándoles que por aquel tiempo se levantaría en su
patria un hombre que extendería su dominación sobre toda lalierra(2).
Esta expectación de la próxima llegada del Mesias no era peculiar
de los judios ; todas las naciones del mundo participaban deella. Pre
ciso era que asi fuese ; sin esto, ¿cómo los profetas, comenzando por
Jacob y acabaudo por Ageo , hubieran podido llamar al Mesias la Ex
pectación de las gentes , el Deseado de todas las naciones (3)?
Los gentiles debían este conocimiento del Redentor futuro , ya á
la tradición primitiva, ya al comercio de los judios, esparcidos desde
muchos siglos en las diferentes comarcas de la tierra, y hasta en Roma
mismo. No eran pocos, ignorados y sin influencia los que había en
esta capital del mundo, sino que, por lo contrario, eran muchos,
ocupaban empleos importantes , y tenían tal unión entre si, que ejer
cían marcada influencia sobre las asambleas públicas. «Vosotros sa
béis, decia Cicerón á los magistrados romanos abogando por Flaco,
cuan grande es el poder (de los judíos), cuán grande su unión y la
influencia que tienen en nuestras asambleas. Lo diré en voz baja, para
que lo oigan tan sólo los jueces : no falta quien los excita contra mí y
contra los mejores ciudadanos (4).»
Cosa evidente: la religión de un tal pueblo no podía ser ignorada

(I) ¿el., v, 36, 37, etc.


(i) Quod maxime eos ad vellum excitaverat , vaticinium erat ambi-
ouum io sacris libria repertum, illia circiler temporibus quemdam ex ipso-
rum finibus orbis terrarum imperio potiturum. (Joseph , De MI. judaico,
lib. yi , c. v, n.' 4.)
(3) Et ipse erit expectatio gentium. (Gen., xux, 10.)—Movebo omnes
gentes et veniet Deaideratus cunctis gentibus. (Ágg. , n.J
(4) Seis , quanta sit manua (Judaeorum) , quaiita concordia , quantum
valeat in concionibus. Submisea voce agam , tantum ut judicea audiant , etc.
(Pro Flacco, n.° i8.)
TOMO II. 9
130 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
de los Romanos, por lo menos en sus dogmas fundamentales; lo dicta
la razón, y cien testimonios de la historia lo confirman (1). Por ejem
plo, Herodes era el huésped y amigo particular de Asinio Polión, á
cuyo hijo se aplica en el sentido literal la cuarta égloga de Virgilio.
El judio Nicolás de Damas , hombre hábil á quien Herodes tenia con
fiado el cuidado de sus negocios, gozaba del favor de Augusto. Ma
crobio refiere que conocía hasta la ley que prohibía á los judíos co
mer carne de cerdo. Ahora bien : se sabe que la expectación del Mesías
era la base de la religión mosaica.
Á medida que se aproximaba el advenimiento del Deseado de las
naciones, se iba esparciendo por el mundo una luz más viva; se diría
que eran los primeros rayos de la estrella de Jacob. En efecto: ya va
á aparecer ; y Virgilio, intérprete de la Sibila de Cumas, canta en la
corte de Augusto la próxima llegada del Hijo de Dios, quien, bajando
del cielo, borrará los crímenes del mundo , matará la Serpiente y es
tablecerá sobre la tierra la edad de oro.
Á los oradores y los sacerdotes de Roma hay que añadir los histo
riadores más graves. «Había invadido, escribe Suetonio, todo el
Oriente la antigua y constante opinión de que estaba determinado
que en aquel tiempo gentes salidas de Judea se apoderarían de
todo (2).i Tácito no está menos serio. «Muchos, dice, estaban persua
didos de. que se contenia en los antiguos libros de los Sacerdotes, que
por aquel mismo tiempo prevalecería el Oriente, y gentes salidas de
Judea se enseñorearían de todo (3).»
Esta viva expectación del Mesías se encontraba en todos los pue
blos, á pesar de lo que se desfiguró entre ellos la religión primitiva.
Una tradición china, tan antigua como Confucio, anuncia que apare
cerá en Occidente el Justo. Según el segundo Zoroastro , contempo
ráneo de Dario , hijo de Hystaspes y reformador de la religión de los
Persas : «Se levantará algún dia un hombre, vencedor del demonio,
doctor de la verdad, restaurador de la justicia en la tierra y Principe
de la paz. Una virgen sin mancha lo dará á luz. La aparición del
Santo será señalada por una estrella, que con su marcha mila-

(<) Véanse los excelentes artículos de los AnnaUi de phil. chrit.


(2) Percrebuerat Oriente loto vetus et constan» opinio , esse in faha ni
eo tempore Judaea profecti rerum potirentur. fin Vnpa*. , n.° i.)
(3) Pluribua persuasio inerat, antiquis Sacerdotnm litteris contmen.
eo ipso tempore fore ut valesceret Oriens, profectique Judaea rerum potiren
tur. (HUI., lib. v , n.° 3.) *
JESUCRISTO, SEGUNDA CBKACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 131
grosa guiará á sus adoradores hasta el lugar de su nacimiento (1).
La herejía y aun la incredulidad han respetado hasta nuestra época
este acuerdo unánime del Oriente y el Occidente. «Ciertas tradiciones
inmemoriales , dice el sabio inglés Mauricio, relativas á la caída del
hombre y á la promesa de un mediador futuro, derivadas de los pa
triarcas y extendidas por todo el Oriente, habían enseñado á todo el
mundo pagano á que esperase la aparición de un personaje ilustre
y sagrado (2).»
El impio Volney habla del mismo modo : «Las tradiciones sagra
das y mitológicas de los tiempos anteriores á la ruina de Jerusalén
habían extendido en toda el Asia un dogma completamente semejante
al de los Judíos sobre el Mesías. No se hablaba más que de un gran
Medianero, de un Juez final, de un Salvador futuro, que siendo rey,
Dios , conquistador y legislador, debía hacer volver sobre la tierra
la edad de oro, librarla del imperio del mal y restituir á los hombres
el reinado del bien, de la paz y la felicidad (3).»
Tan universal é intima era esta creencia, que según la tradición
de los Judíos, consignada en el Talmud y en otras muchas obras an
tiguas, gran "número de gentiles fueron á Jerusalén, hacia la época
del nacimiento de Jesucristo, para ver al Salvador del mundo cuando
viniera á rescatar á la casa de Jacob (4).
En resumen : dos hechos hay tan ciertos como la existencia del sol.
Primer hecho : bástala venida del Verbo encarnado, todos los
pueblos de la tierra esperaron un libertador.
Segundo hecho : desde que vino Nuestro Señor, esta expectación
general ha cesado.
¿Qué se infiere de aquí ? Ó que el linaje humano, instruido pol
las tradiciones primitivas y por los oráculos de los profetas, se en
gañó esperando un libertador, y reconociendo por tal á Nuestro Se
ñor Jesucristo, ó que Nuestro Señor Jesucristo es en realidad el De
seado de las naciones ; no hay medio. Por esto la tierra dobló su ro
dilla ante Él, y lo reconoció por su Redentor : Omne genu flectutur
Urrestrhim.
El infierno mismo no podía permanecer extraño al advenimiento
del Mesias. Esta era para él una cuestión de vida ó muerte. ¡Cuántas

(1) Schmidt, ftédemption du gmre h'tmain, p. 66-I7Í.


(2) Id. ubiaapra.
(3) fíiintt, c. xx, n.* 13.
(I) Talmud., c. xi.
132 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
veces vemos en el Evangelio á los espíritus inmundos , no solamente
ceder á las órdenes de Jesús, sino también proclamarle Hijo de Diosí
Mas este homenaje individual, por mucho que se repitiera, no era
bastante. Era menester que ante el Verbo eterno, ante el Verbo vi
viente, descendido a la tierra para instruir al mundo, quedasen
mudos Satanás y sus oráculos. Era menester, además, que, en justó
retorno, los últimos acentos de los espíritus malos fueran la procla
mación solemne de la divinidad y la venida al mundo de Aquel que
los reducía al silencio.
Á proposito de esto, Plutarco, en su libro déla Caídadelos oi-úculos,
refiere una historia maravillosa. Es un diálogo entre varios filósofos
romanos, uno de los cuales se expresa de este modo : «Un hombre
grave ó incapaz de mentir, Epiterso , padre del retórico Emiliano, á.
quien alguno de vosotros ha tenido ocasión de oir, compatriota mioy
mi maestro de Gramática , referia que habia hecho un viaje á Italia en
un barco que llevaba a bordo géneros de comercio y muchos pasaje
ros. Una noche , hallándose cerca de las islas Cicladas (1), paró el
viento, y el barco quedó en las inmediaciones de la isla de Paros. La
mayor parte de los pasajeros no se habían acostado todavía , y muchos
estaban bebiendo después de la cena , cuando de repente se oyó salir
de la isla una voz, como si alguien llamara á Tamo. Asi se llamaba
el piloto, que era egipcio, pero cuyo nombre apenas lo sabia ningún
viajero. Pasmáronse todos , y el piloto no respondió á la voz , por más
que se repitió dos veces. Sin embargo, llamado por tercera vez, con
testó, y la voz le gritó entonces : Cuando pases junto á Palodes, anun
cia a este lugar que el gran Pan ha muerto.
«Los pasajeros no sabían qué pensar, y consultaban entre si si se
ria prudente ejecutar la orden que se les acababa de dar, ó seria me
jor no ocuparse en tal cosa. Pero Tamo declaró que si se levantaba
el viento, pasaría junto á Palodes sin decir nada ; pero si había calma,
diria lo que habia oído. Llegados, pues, cerca dePalodescon tiempo en
calmado y mar tranquila, colocándose Tamo á la popa, y mirando hacia
la tierra, grito conforme lo habia oído : El gran Pan ha muerto (2).
» Apenas había pronunciado estas palabras , cuando se oyó gran
muchedumbre, que lanzaba un inmenso suspiro. Como en el barco
iban muchos pasajeros, este suceso fué bien pronto conocido en Roma,

(1) Hoy Curzolnri, Paros y Antfparos.


(2) Pan, significa universal : grao Pan, gran universal, Dios de lo»
dioses.
JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPIRITU SANTO. 133
donde se hizo el asunto de todas las conversaciones , tanto que el Em
perador Tiberio hizo comparecer a Tamo en su presencia. Este asunto
produjo tal impresión al Emperador , que mandó hacer las averigua
ciones más exactas sobre aquel Pan cuya muerte había sido anun
ciada. (C. xiii.)
La historia no dice cuál fuera el resultado de las averiguaciones
imperiales; pero, según la analogía de los hechos, la tradición lo con
jetura con fundamento. Todas vinieron á parar en hacer constar la
muerte de aquel á quien el centurión del Calvario había proclamado
Hijo de Dios. «Las voces de que se trata , escribe el doctor Sepp, eran
voces misteriosas de la naturaleza, de que las potencias infernales se
servían para comunicar á los hombres esta nueva , que era para ellas
objeto de terror. La muerte del Hijo de Dios fué anunciada por toda
la tierra por medio de fenómenos extraños (1). El paganismo sintió
resonar el eco ruidoso de este gran acontecimiento hasta en lo más
intimo de su fondo, en sus oráculos.
Al modo que un signo aparecido en el cielo había anunciado al sa-
beismo oriental el nacimiento del Salvador, asi la muerte del que
había querido descender triunfante á los infiernos fué anunciada en
Occidente por los oráculos del infierno á los adoradores de los demo
nios, hasta en Roma, la capital de todos ellos. Y así como á la llegada
de los magos , Herodes reunió á los sabios de los Judíos para pregun
tarles sobre el nacimiento del Mesías, asi Tiberio consultó á los magos
de su pueblo acerca de la noticia de su muerte. Este acontecimiento
es tanto más notable, cuanto que poco después llegó á Roma, al pala
cio del Emperador, la relación de Pilatos sobre la muerte de Jesús (2).
Esta relación contenía en compendio , según Tertuliano , la vida,
los milagros , pasión y muerte de Nuestro Señor. Pilatos, dice el gran
apologista , como abrigando en su conciencia persuasión favorable al
Cristianismo , escribió al emperador Tiberio todo lo concerniente á
Cristo. Desde entonces los emperadores habrían creído en Jesucristo,
si los Césares no hubieran sido esclavos del siglo , ó si los cristianos
pudieran haber sido Césares. De todos modos, cuando Tiberio recibió
de Palestina noticia de los hechos que probaban la divinidad de Cristo,
propuso al Senado que se le contara en el número de los dioses, dando
desde luego su voto favorable. El Senado rechazó la propuesta , por
cuanto no había examinado por sí las pruebas. El emperador perma-

(4) Catee, de psrte'v., t. III.


(2) Sepp, t. i, 145 , 146.
134 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
necio en su parecer y amenazó con su enojo á los que acusaran á los
cristianos (1).
Soltar , pues , la presa , enmudecer en sus oráculos engañosos,,
proclamar la divinidad de Jesucristo, anunciar su muerte, abando
nar para siempre los templos y altares que les estaban consagrados,
tales son los actos con que los demonios doblaban la rodilla delante del
Verbo encarnado y le reconocían por su vencedor: Oírme genu flee-
tatur infernorum.
Desde que pasó por el mundo el Hijo de María , todos los siglos
han continuado arrodillándose ante Él. Su persona divina es la base
de la historia , y aun la razón de la existencia y denominación de los
siglos. ¿Á qué fecha pertenecen la caída del paganismo greco-romano,,
la aparición en el lenguaje humano del gran nombre de cristiano , el
nacimiento de la más poderosa nación dol mundo , que es la nación
católica , la destrucción de la tiranía cesariana y la abolición de la es
clavitud? ¿Cuándo desaparecieron del suelo de Occidente el divorcio,
la poligamia , la opresión de la mujer , el asesinato legal del niño y
los sacrificios humanos? Dirigid estas preguntas á los pueblos que
componen la flor del linaje humano: todos os responderán unánimes
nombrando á Jesucristo , su época y su doctrina.
Si repasáis uno tras otro todos los elementos de la civilización, no
encontraréis uno siquiera que no suponga la fe en la Encarnación , es
decir, en la vida , milagros , divinidad, muerte , resurrección é his
toria completa de Nuestro Señor. ¡ Y , sin embargo , los Renán mo
dernos se atreven á decir que no se han visto nunca milagros , y seña
ladamente que la resurrección de un muerto es un hecho imposible,
ó por lo menos sin ejemplo!
¡ Pigmeos de la duda , no ven que ellos mismos son la afirmación
viva de osle milagro! ¡No ven que no pueden siquiera nombrar el
año de su nacimiento , ni del nacimiento ó de la muerte de su padre,
no pueden citar el año de los sucesos que refieren , ahora los admi
tan , ahora los combalan , sin afirmar el milagro cuya existencia afec
tan neciamente negar! ¡Negadores impotentes, os mentís á vosolros-
mismos, pero solamente á vosotros! Á pesar de vuestras negaciones.

(1J Tilieriua ergo annuntiatum eibi ex Siria Palaeetina quod Ulie


veritatem Ulitis divinitatis rerelaverat , detulit ad senalum cum praerogativa
suffragii sui. Senatus quia non in se probaverat, reapuit. Caesar in sententia.
mansit, comminatus periculum acusatoribus christiauorum. (Apol., v, et
Pamelii, notae 57 et 58.)
JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 133
permanece evidente como la luz del dia que toda la historia religio
sa, política, social y doméstica del mundo moderno arranca de la
resurrección de un muerto ; y que la civilización europea, lo mismo
que vuestra vida intelectual, tiene por pedestal una tumba. Si, pues,
Jesucristo no resucitó , todo es falso , y el género humano está loco.
Pero si el género humano está loco , probad que vosotros no'.
Asi el Dios-Hombre , el Verbo encarnado , esperado y deseado,
creído y adorado , la segunda creación del Espíritu Santo en el Nuevo
Testamento , es el centro en que todo confluye , el foco de donde todo
parte , el hecho fundamental en que descansa el edificio de la razón
y de la historia , la cual no es otra cosa en su curso que el desenvol
vimiento de ese hecho divino. «El Cristianismo posee, pues, todos los
caracteres de una revelación central , la unidad , la universalidad,
la simplicidad , y una fecundidad tal , que diez y ocho siglos de me
ditación y estudio no han podido agotarla , y la ciencia , á medida
que profundiza más en este abismo, descubre en él nuevas profundi
dades. Ahi está lo que da al Cristianismo el sello de lo divino y á sus
demostraciones el carácter de lo perfecto (1). i
Siendo la Encarnación lo que es en el plan de la Providencia , el
Rey do la Ciudad del mal no podia menos de hacer, conforme lo hemos
dicho, los últimos- esfuerzos para impedir la creencia de est# dogma
destructor de su imperio. Asi , los remedos que habia multiplicado
para desorientar la fe del linaje humano en la maternidad divina de
la Virgen , los emplea con desoladora habilidad para hacer imposible
la le de las naciones en la divinidad de su santísimo Hijo.
Conocedor de la Encarnación del Verbo desde el principio del
mundo, reune consejo, y dice: Para evitar que este Dios-Hombre sea*
reconocido como el único Dios verdadero, hijo de una Madre siempre
virgen , oráculo insigne de la verdad , libertador y salvador de los
hombres, inventemos una muchedumbre de dioses, entre los cuales
repartiremos sus diferentes rasgos característicos : dioses visibles,
nacidos de diosas y semidioses ; dioses sabios , poderosos y buenos,
que den oráculos y protejan á los hombres , y los libren de sus ene
migos , y se hagan escuchar de los sabios , y temer de los pueblos, y
servir por los emperadores ; dioses antiguos y dioses nuevos , y en
tanto número, que, á pesar del cielo, seamos nosotros los amos de la
tierra (2).

(1) Sepp, (ntrod. , 24.


(S) Véaae Argentan , Grandezat de ta Santhima Virgen , c. xxiv , § 3.
13íi TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
De este consejo infernal salieron innumerables remedos del gran
Libertador, esperanza del linaje humano. Recorred la historia del
mundo pagano , antiguo y moderno ; por todas partes encontraréis el
tipo desfigurado del Mesias , Hombre-Dios y regenerador de todas las
cosas. El Indio os lo ofrece en Chrishna , encarnación de Vischnón,
que dirige en el firmamento la marcha de las estrellas y nace entre
pastores. Vedlo también en Buddha , que bajo diversos nombres es á
la vez Dios de la China , del Thibet y de Siam. Nace de una virgen
regia , que no pierde su virginidad al echarlo al mundo. Su naci
miento trae inquieto al rey del país, quien hace morir á todos los
niños nacidos al mismo tiempo que aquél. Pero Buddha, á quien sal
van unos pastores, vive como ellos en el desierto hasta la edad de
treinta años. Entonces empieza su misión , enseña á los hombres,
los libra de los espíritus malos , hace milagros , reune discípulos, les
deja su doctrina y se sube al cielo. Veámosle , además, en el Feridum
de los Persas , vencedor de Zohac , sobre cuyas espaldas nacieron dos
serpientes que deben alimentarse diariamente con los sesos de dos
hombres.
«Sabían todos los pueblos, herederos de las tradiciones primiti
vas , que el mal había entrado en el mundo por una serpiente : sabían
que el antiguo dragón había de ser vencido un dia , y que un Dios,
nacido de una mujer, le quebrantaría la cabeza. Asi encontramos en
tre todos los pueblos de la antigüedad el reflejo de esta tradición
divina en un mito particular , cuyos matices varian según los tiem
pos y lugares , pero que en el fondo es siempre el mismo.
• Apolo combate contra Pythón ; Horo contra Typhón , cuyo nom
bre mismo significa serpiente ; Ormuzd contra Ahriman , la gran
serpiente que presenta á la mujer la fruta cuyo uso la hace criminal
contra Dios ; Chrishua contra el dragón Caliya-Naza y le aplasta la
cabeza. Thor entre los Germanos , Odin entre los pueblos del Norte,
son vencedores de la gran serpiente , que , como un ceñidor, rodea
toda la tierra. Entre los del Thibet , es Durga el que lucha con la ser
piente. Todos estos rasgos , esparcidos en las mitologías de diferentes
pueblos , los había recogido el paganismo greco-romano en Heracles
ó Hércules (1).»
Este semi-dios , salvador de los hombres y exterminador de mons
truos , es hijo de Júpiter y de una simple mortal. Apenas ha nacido,
mata dos serpientes enviadas para devorarlo. Ya crecido, se retira a

(I) Argentan, Ibid.


JESUCRISTO , SEGUNDA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. 137
un lugar solitario, es tentado y se decide por la virtud. Dotado de
fuerzas físicas extraordinarias, se consagra á hacer bien á los hom
bres , recorre la tierra , castiga la injusticia, destruye los animales
dañinos, procura dar libertad á los oprimidos, ahoga al león deNe-
mea , mata la hidra de Lerna , libra á Hesión , baja a los infiernos y
saca encadenado al can Cerbero. Estas. hazañas y otras no menos bri
llantes componen los doce trabajos de Hércules, número sagrado
que representa el conjunto de los beneficios de que los hombres son
deudores al heroico semi-dios. Hércules muere al fin en su lucha por
el linaje de los mortales ; pero de entre las llamas de su hoguera,
encendida en la cumbre del monte Oeta , se sube á las mansiones ce
lestiales.
Añadamos que Hércules era el objeto principal de los misterios de
la Grecia , en los cuales se celebraban continuamente su nacimiento,
sus hechos y su muerte. Añadamos también que con uno ú otro
nombre se encuentra á Hércules entre todos los pueblos de Oriente y
Occidente : Candólo en Lidia , Bel en Siria, Som en Egipto , Melkarte
en Tyr , Rama en las Indias, Ogmios en las Galias. ¿Como es posible
no ver en este Hércules universal el tipo desfigurado del Deseado de
las naciones, que recorre su carrera como libertador, y ofrece su
vida para expiar los pecados del mundo (1)?
Se ve, pues, que la lucha, los caracteres y el héroe de la lucha
se encuentran en toda la tierra. En el fondo de las tradiciones de los
diferentes pueblos se descubre el tipo, más ó menos alterado, del
Mesias, de su obra y de su vida, de la anunciación y el nacimiento
de una virgen , la persecución de Herodes, la lucha victoriosa contra
la serpiente , la muerte y la resurrección, la libertad del género hu
mano y la asunción al cielo. Si todos estos mitos no estuvieran calca
dos en una verdad común, si no fueran más que producto de la ima
ginación de los pueblos, ¿cómo se explicaría semejante acuerdo entre
todas las naciones del universo, y qué objeto podría tener? Si Lucifer

(I) Satanás habla hecho popular en Egipto otro remedo del Dios recon
ciliador. Todos los años se ofrecía al pueblo un espectáculo , cuja base era
la vida de Osiris. El Dios-sol nace bajo la forma de un niño : una estrella
anuncia su nacimiento : el Dios crece y se ve obligado á huir, perseguido
por animales feroces : sucumbiendo por fin á la persecución , muere.
Entonces comienza un luto solemne : el Dios-sol , poco antes privado de la
vida , resucita , y se celebra su resurrección.—Véase también á Plutarco, De
Iside et Osiride.
138 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
y los hombres no hubieran sido instruidos , el uno muy claramente,
los otros en confuso , de que el Redentor había de aparecer un día
con estos rasgos, ¿de dónde los habrían tomado ?
Pero la realidad histórica, que ha servido de base á todas estas
fábulas, ¿dónde la encontraremos sino en la persona del Verbo en
carnado, que cambió la faz del mundo á cosía de sus trabajos y su
sangre? Si el universo entero , diremos una vez mas , después de
haberse engañado en sus esperanzas por espacio de cuatro mil años,
se engaña también en su fe por espacio de otros dos mil, ¿qué ver
dad hay para el espíritu humano ?
CAPÍTULO XV.

Tercera creación, del Espíritu. Santo , la Iglesia.

Sumario.—Relación entre la Santísima Virgen y la Iglesia.—Lo que la Vir


gen es al Verbo encarnado, es la Iglesia al cristiano. — Gomo Marín, la
Iglesia ea formada por el Espíritu Santo. — Palabras de San Basilio.—
Historia circunstanciada de Pentecostés.

La Encarnación es el eje del mundo. La historia universal no es


sino el desarrollo de este misterio : una vez que se haya realizado en
el último de los elegidos , acabarán los tiempos. Para hacer nacer al
Hombre-Dios, el Espíritu Santo crea á Maria : para generalizar al
Hombre-Dios, crea á la Iglesia. Como el cristiano es la prolongación
de Jesucristo, la Iglesia es la prolongación de Maria. Lo que Alaria es
á Jesús, la Iglesia lo es al cristiano. Los rasgos divinos que distin
guen á María, distinguen á la Iglesia.
Maria es la primera creación del Espíritu Santo en la ley de gra
cia ; la Iglesia es la tercera.
María está llena de todos los dones del Espíritu Santo ; la Iglesia
también.
Maria es virgen ; la Iglesia es virgen.
María es madre y siempre virgen ; la Iglesia es también madre y
siempre virgen.
El Espíritu Santo, que vino sobre María , reposa siempre en ella,
la protege, la inspira, la dirige. Habiendo también descendido el Es
píritu Santo sobre la Iglesia , habita en ella constantemente para pro
tegerla , inspirarla y dirigirla.
Maria es el foco de la caridad ; foco de andad es la Iglesia.
Estas analogías y otras muchas revelan la misteriosa unidad que
reina en la deificación del hombre : añadamos algunos pormenores.
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Maria es la primera creación del Espíritu Santo ; la Iglesia es la
tercera. « La tercera persona de la augusta Trinidad , dice San Basi
lio, no abandona al Hombre-Dios resucitado de entre los muertos. El
hombre había perdido la gracia que en el día de su creación recibió
del aliento de Dios. El Verbo encarnado quiere devolvérsela. Para
esto, alíenta sobre el rostro de sus discípulos. ¿Y qué les dice? Recibid
el Espíritu Sanio : á quienes perdonareis los pecados , les son perdo
nados ; o quienes se los retuviereis , Ies son retenidos. ¿Qué significa
esto, sino que la Iglesia , su jerarquía y su gobierno son, evidente
mente ysin disputa, obra del Espíritu Santo? «Él es, dice San Pa
blo, quien dió á la Iglesia primero apóstoles, después profetas, en
tercer lugar doctores , luego el don de Jenguas y de milagros , según
lo ha juzgado conveniente (1).»
Abramos el libro sagrado y sigamos, paso por paso, el relato de
esta maravillosa creación ; él nos hará ver, que el Espíritu Santo
formó la Iglesia como á Maria.
«Cum complerentur dies Pentecostés: como estuvieran para ter
minar los días de Pentecostés (4).» La resurrección y la ascensión del
Señor se habían sucedido de tal suerte, que la venida del Espíritu
Santo debía tener lugar, para que se verificasen los números sagra
dos , en las fiestas del Pentecostés mosaico. Asi como en esos dias el
Espíritu Santo había dado a Moisés , por ministerio de-Ios ángeles, la
ley de temor que debía constituir definitivamente á los Hebreos en
estado de nación independiente, escogió del mismo modo estos días
solemnes para dar en persona la ley de amor, que sustituyesela
Iglesia á la Sinagoga , y constituyera definitivamente en el estado de
nación- universal á la gran familia católica.
Por eso el descendimiento del Espíritu Santo no se verificó en el
día mismo del Pentecostés mosaico, sino al siguiente, queera el pri
mero de la grande octava.
En efecto: se sabe que los Judíos celebraban su Pentecostés en sá
bado, y los Apóstoles lo celebraron el domingo. Esto de escoger para
la regeneración del mundo el día mismo de su creación , el día en que
el Redentor había también triunfado de Satanás resucitando glorioso,
es una de esas grandes armonías que se encuentran á cada paso en la
obra divina.

(1) Ecclcsiae ordo et gubernatio nonne palam et citra contradictionem


perSpiritum Sanctum peragitur? 'Lib. de Spirit. Sanelo, cxvi , n.° 39.)
(S) Acl., n, I.
TERCERA CREACION DEL ESPIRITU SANTO , LA IGLESIA. 141
tEranl omnes pariter in eodem loco : estaban todos juntos en un
mismo lugar. » Encerrada Maria en el templo desde su más tierna in
fancia, se había preparado cuidadosamente para la visita del Espiritu
Santo. La Iglesia, apenas nacida de la sangre del Calvario, se había
retirado al Cenáculo, a fin de prepararse con el recogimiento para la
venida del Espiritu Santo y merecer sus favores. Ciento veinte per-
. souas componían la nueva sociedad. Era este el número que se nece
sitaba entre los Judíos para formar una comunidad eclesiástica ; por
que de ciento veinte personas se compuso la gran Sinagoga bajo
Esdras cuando restableció el estado y el culto de su nación (1).
No teniendo todos mas que un corazón y una alma y una misma
fervorosísima oración para pedir el Espiritu Santo, estaban en un
mismo lugar: in eodem loco. Este lugar era el Cenáculo. ¿Por qué
motivo escogió el Espiritu Santo el Cenáculo por primer teatro de sus
maravillosas revelaciones ? Porque era el lugar más santo de la tie
rra. En ese mismo Cenáculo había el Señor instituido la divina Euca
ristía, y después de su resurrección se había aparecido allí mismo al
Apóstol Santo Tomás. Alli también, en memoria del mayor de los pro
digios, se edificó la santa Sión, la más venerable entre las Iglesias.
Lugar sagrado , testigo de más asombrosas maravillas que las que
presenciaron el Sinaí y el Jordán y el Tábor: lugar bendito , que re
cordaba á los Apostóles la bondad inefable del Maestro, sus divinos
discursos y su primera comunión, que tomaron de la mano misma de
Jesús. ¡Con cuánta ternura volverían á él y con cuanto amor perma
necerían alli (2) !
Este cenáculo estaba en la casa de María , madre de Juan Marco,
primo de San Bernabé (3). Según dos Padres ilustres de la Iglesia
oriental, San Hesiquio, patriarca de Jerusalén, y SanProclo, patriarca
de Coustantinopla , el Espiritu Santo descendió en el momento mismo
en que San Pedro celebraba en medio de los discípulos el augusto sa
crificio de la Misa. Tan pronto como vió el cuerpo de Jesús, y sintió
el perfume inefable de esta carne inmaculada , el águila divina se pre
cipito desde el cielo. ¡Admirable contrastel El Espíritu de Dios se
había separado del hombre , porque la carne lo había arrastrado á sus
vergonzosas concupiscencias (4), y el demonio se habia enseñoreado

(I) Sipp, Bill, de Xotre-Seigncur, t. II, "78.


(i) Alexand., in Vita B. Barnab., ap. Cor. a Lap., in Act., i, 13.
(3) Barón., an. 34.
(4) den., vi, 3.
142 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
del linaje humano. Mas he aquí que se presenta ante Dios la carne
purísima de Jesús, y al punto el Espíritu divino desciende, atraído
por sus bellezas purísimas, fascinado, digámoslo asi , por su amabi
lidad inefable , y desde entonces permanece con esta carne para siem
pre; y esta carne divina, multiplicada infinitamente, extiende á to
dos los lugares y á todos los siglos la unión del Espíritu Santo con la
humanidad. .
*Et factus est repente de coelo sonus : y se produjo de repente un
ruido del cielo. » Cada una de estas palabras divinas encierra un
tesoro de verdad. Se produjo de repente, sin que los Apóstoles lo espe
raran, y sin participación alguna por parle de ellos. Con esto apren
demos que el Espíritu Santo reparte la abundancia de sus dones in
teriores y exteriores por pura liberalidad suya. Vemos también la
prontitud y la fuerza de su gracia , que en un instante cambia los
hombres terrenos en celestiales, á Pedro en un héroe, á la Magdalena
en una santa. ¡Oh qué admirable obrero es el Espíritu Santo I En su
escuela no se gasta tiempo para aprender ; toca al alma y la enseña;
en cuanto la ha tocado, ya está enseñada (1).
Del cielo : para enseñarnos que allí está la morada del Espíritu
Santo, que es Dios, y que viene para llevar al cielo á los Apóstoles
y por ellos al mundo entero. ¡Poderosa palanca! iHoy, exclama el
gran Crisóstomo. La tierra se convierte en cielo para nosotros ; no
porque las estrellas bajen á este mundo, sino porque los Apóstoles
se elevan al cielo. La efusión abundante del Espíritu Santo hace del
universo un cielo único, no cambiando la naturaleza de los seres, sino
divinizando las voluntades. Encuentra paganos, y los hace cristianos :
de los adoradores del demonio hace adoradores del verdadero Dios; a
los ladrones los convierte en portentos de abnegación y desprendi
miento ; del perseguidor saca el apostol ; á las mujeres públicas las
iguala con las vírgenes. Hace desaparecer la malignidad , y la reem
plaza con la bondad ; la ley de odio universal con la de amor univer
sal , la esclavitud con la libertad.
«Todos los medios le son á propósito para realizar estas maravi
llas. Elige tímidos Apóstoles; ¿y qué hace de ellos? Los hace viñado
res, pescadores, torres, columnas, médicos, generales, doctores,
puertos, gobernadores, pastores, atletas, luchadores triunfantes.

(1) Qualis est arüfex iate Spiritua I Nulla ad discendum mora ngitur in
omne quod volucrit. Mox cnim ut tetigerit nientem , docet, solumque tetigisw,
ducuisss est. (S. Greg. , Hom. xxi , in Etang.)
Columnas, porque ellos son los cimientos y apoyo de la Iglesia:
puertos, porque dan abrigo al mundo en las tempestades de las
persecuciones, de las herejías, de los escándalos: triunfaron de estas
tempestades para si y para nosotros, de ollas triunfan todavía y siem
pre triunfarán : gobernadores, porque han sacado la humanidad á
buen camino: pastores, porque han arrojado los lobos y guardado
las ovejas : agricultores , porque han arrancado las espinas y sem
brado el grano de la piedad : médicos , porque han curado nuestras
heridas.
»Y á fm que no tomes mis palabras por vano hablar, pongo ante
tu vista á Pablo haciendo todas estas cosas. ¿Quieres ver en él á un
agricultor? Escucha : Yo planté, Apolo regó; mas Dios es el que ha
dado el crecimiento. ¿Áun constructor? Como sabio arquitecto, eché
elcimiento. ¿Á un soldado? Yo asi lidio , y no como quien da golpes
al aire. ¿Á un andador veloz? Desde Jerusalen y sus cercanías hasta la
¡liria y más allá , hasta España (1) y hasta los confines de la tierra,
lo lie llenado todo del Evangelio de Jesucristo. ¿ Á un atleta ? Nosotros
no tenemos que luchar contra la carne y la sangre, sino contra los
principados y potestades, contra los gobernadores de estas tinieblas del
mundo, contra los espíritus de maldad en los aires. ¿Áungoueral?
Tomad la armadura de Dios, y embrazad el escudo de la fe, el yelmo
de la salud y la espada del Espíritu Santo. ¿Á un guerrero? Yo he
peleado buena batalla ; he guardado la fe. ¿Á un vencedor? Reservada
me está la corona de la justicia. Lo que San Pablo hizo por si solo, lo
hicieron los demás Apóstoles ; porque el Espíritu Santo , que es in
divisible , está entero en cada uno de ellos (2). »
«Tanquam advenientis Spiritus vehementis; este ruido era como el
. de un viento fuerte que llega.» Este viento no era el Espíritu Santo,

(1) Aunque en el pasaje aludido no se nombra España , el autor ha


podido ponerla, porque realmente nuestros padres fueron evangelizados por
San Pablo , a más de Santiago. Aparte de la constante y sólida tradición
española y de otras pruebas históricas, el gran Apóstol expresa dos veces
en la divina Escritura su formal y cerrado propósito de predicar á los Espa
ñoles. En el cap. xv de su carta á los Romanos , les dice desde Corinto:
cCuando emprenda el viaje a España, espero que al paso os veré , y que
vosotros me llevaréis allá Ahora voy á Jerusalén.... Cuando les haya
dejado la limosua que les llevo, iré á España por ahf.» Mona. Gaume no era
envidioso de nuestras glorias nacionales , sino buen amigo de España : tuve
ocasión de conocer esto cuando le visité en Parfs el año 1874.
(Nota dtl Traductor.)
(2) Serm. I de Pentecost.
144 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sino su emblema. ¿A qué este emblema y no otro? Para dar a enten
der la fuerza irresistible del Espíritu Santo. El viento es el más
luerle entre todos los elementos. En pocos minutos revuelve el Océano
hasta sus profundidades, y eleva hasta las nubes la pesada mole de
sus aguas , ó arranca de raíz, como jugando , bosques seculares. Viento
impetuoso que enardecerá á los Apóstoles para el combate, y los hará
invencibles en la conquista del mundo. Su palabra , animada por el
soplo del Espíritu Santo, derribará los ídolos ; quebrantará los impe
rios; confundirá á los potentados; desvanecerá las nubes sin agua del
error y del filosofismo ; purificará el aire corrompido por veinte siglos
de tinieblas nauseabundas; llevará hacia los cuatro puntos del cielo
las nubes cargadas de lluvias fecundas ; activará en las almas la savia
divina, y las empujara, a toda vela, cual bajeles bien equipados,
hacia las playas de la Jerusalén eterna (1).
« Et replevit Mam domum : y llenó toda la casa. > Lo mismo en
lo moral que en lo físico, el viento ó soplo es el signo de la vida. El
Espíritu Santo, principio de vida, figurado por este viento , llenó
toda la casa en que los Apóstoles se encontraban ; pero no llenó más
que aquella. Asi , para conseguir el Espíritu Santo, es necesario es
tar en la casa de los Apostóles , es decir, en la Iglesia. « El Espíritu
Santo, dice admirablemente San Agustín, no está más que en el
cuerpo de Jesucristo. El cuerpo de Jesucristo es la santa Iglesia cató
lica. Fuera de este cuerpo divino, el Espíritu Santo no vivifica á
nadie (2).»
Y en otro lugar : « Háganse cuerpo de Jesucristo, si quieren vivir
del Espíritu de Jesucristo. Sólo el cuerpo de Jesucristo vive del Espí
ritu de Jesucristo. Mi cuerpo vive de mi espíritu. ¿ Quieres tú vivir
del Espíritu de Jesucristo ? Pues está en el cuerpo de Jesucristo.
¿Acaso mi cuerpo vive de tu espíritu '? Mi cuerpo vive de mi espíritu
y el tuyo de tu espíritu (3).»
La lleno toda por completo , á fin de enseñar que la Iglesia , figu
rada por esta casa , llenaría algún día el mundo entero del Espíritu
Santo, por consiguiente, de luz y caridad. Asi lo ha hecho. Buscad la

(1) Corn. a L'ip., in Dan., ui.


(2) Bpist, m, Class. epist., 185.
C3) Fiant corpü3 Christi si volunt vivera de Spiritu Christi. De Spiritn
Christi non vivit nisi corpus Christi.... Numquid enim corpus meum vivit
despiritu tuoVMeum vivit de spiritu meo ,et tuum de spiritu luo. (Tratt. xxyi,
in Joan . )
¡CERA CREACION DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 145
época en que la humanidad , sacada de la barbarie pagana , comenzó
á marchar por los caminos de la verdadera civilización , y encontra
réis que en el día de Pentecostés. Todas las partes del mundo , para
las que este día uo ha amanecido, se quedan en sus antiguas degra
daciones. En todas las partes donde ese día declina, vuelven las anti
guas tinieblas , y el género humano se estaciona en el cieno, ó camina
hacia escollos. « Suponed , dice el Crisóstomo, un navio ligero , un
piloto , marineros , cables y demás aparejos , todo el aparato necesario
para la navegación , pero ni siquiera un soplo de viento ; ¿ no es ven
dad que para nada servirá todo eso ? Lo mismo sucede con la huma
nidad. Á pesar de la filosofía , á pesar de la inteligencia , á pesar de
la mayor abundancia de discursos , si falta el Espíritu Santo, que da
el impulso, todo es en vano (1).»
iübi erant sedentes : donde estaban sentados.» Con razón nota la
Escritura la actitud de la Iglesia en el momento de bajar el Espíritu
Santo. El reposo del- cuerpo es aquí el símbolo de la quietud y del
imperio del alma , doble disposición que se necesita para recibir el
Espíritu Santo. La quietud : el Espíritu Santo no se comunica á las
almas en el ruido exterior del mundo, ni en el tumulto interior de
las pasiones. El imperio : es preciso que uno sea rey de su alma para
recibir el Espíritu Santo. Él mismo ha dicho que no habita en los que
son esclavos del pecado. El imperio : añadamos que Él venía á dárselo
a la Iglesia ; imperio eterno, contra el cual no prevalecerán las puer
tas del infierno.
i Et apparuerunt illis dispertitae linguae : y aparecieron sobre
ellos lenguas repartidas.» Estas lenguas indican con claridad que el
Espíritu Santo'descendia plenamente sobre todos los reunidos en el
Cenáculo, la Santísima Virgen , los Apóstoles y los discípulos, á los
cuales iba á comunicar el conocimiento de las lenguas de las diferen
tes naciones , llamadas á recibir el beneficio del Evangelio. ¿Por qué
en forma de lenguas ? El mundo se había perdido por la lengua ; por
la lengua , pues , debía ser salvado. ¿ Por qué en forma de lenguas
visibles ? El más grande de los teólogos de Oriente da la razón de
esto : i El Hijo, dice San Gregorio de Nazianzo , había conversado con
nosotros en cuerpo sensible y palpable ; era , pues , conveniente que
el Espíritu Santo apareciese á los hombres bajo una forma corporal.
Asi como el Verbo se encarnó para enseñarnos con su propia boca los
caminos de verdad y salvación , del mismo modo el Espíritu Santo se

(1) tíomih de Sfiril. Sendo.


TOMO II. 10
146 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
encarnó, por decirlo así , en lenguas de fuego, a fin de instruir á los
Apóstoles y á los fieles (1). "
El don de lenguas supone el conocimiento de las palabras y de su
significado , del tono y manera de hablar, la inteligencia clara de
todas las verdades necesarias al buen éxito de la predicación apostó
lica , acompañada de la más exquisita prudencia , para decir lo que
se necesite, y nada más que lo que se necesite , en medio de tantas
dificultades y peligros y enfrente de una variedad tan grande de per
sonas y circunstancias ; todo esto fué dado á los Apóstoles.
Ahora bien : los dones de Dios no se revocan , y el Espíritu Santo
ha permanecido siempre en la Iglesia , tal como descendió sobre ella
en el Cenáculo. El don maravilloso delenguas sena conservado, pues,
en la Iglesia católica y en ella sola , no solamente en casos excepcio
nales , como en San Antonio de Padua , San Vicente Ferrer , San
Francisco Javier, sino habitual y perpetuamente, á beneficio de todos
y cada uno de los católicos.
Oigamos á San Agustín: «¿Pues qué, hermanos míos, porque
ahora no todo aquel que es bautizado hable todas las lenguas , seria
necesario creer que no ha recibido el Espíritu Santo? No quiera Dios
que tal perfidia tiente nuestro corazón. Todo hombre recibe en el
Bautismo el Espíritu Santo , y si él no habla las lenguas de todas las
naciones, ya las habla la Iglesia. La Iglesia es el cuerpo de Jesucristo;
ahora bien : yo soy miembro de este cuerpo que habla todas las len
guas ; luego las hablo todas. Unidos por los estrechos lazos de la cari
dad , todos los miembros de este cuerpo hablan como hablaría un solo
hombre. La Iglesia es su boca , el Espíritu Santo su alma (2).»
« Tanquam ignis : estas lenguas eran como de fuego. » El viento y
el fuego eran símbolos elocuentes del Espíritu Santo. Como se haya
repetido muchas veces la misión de la augusta persona, siempre ésta
se ha manifestado por signos apropiados á cada una de las circuns
tancias. «En el Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo , dice el Ángel
de las Escuelas , aparece el Espíritu Santo en forma do paloma,
ave muy fecunda , para demostrar que el Verbo encarnado es el ma
nantial de la vida espiritual. De aquí estas palabras del Padre : Este
es mi Hijo muy amado ; todos se harán hijos míos , en Él.
(') Apud üorn. a Lap., fe hune. locum.
(2) Diffusa Ecclesia per gentes loquitur ómnibus linguis ; Ecclesia est
Corpus Curisti ; in hoc corpore membrum es ; cum ergo membrum sis ejus
corporis quod loquitur ómnibus linguis , crede te loqui ómnibus linguis. (tn
Joan., Truel, xxxn , n.° 7.)
TERCERA CiIEACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 147
»En la Transfiguración toma la forma de una nube luminosa, para
anunciar la exuberancia de doctrina que dejará caer sobre el mundo.
De aquí estas palabras : Oídle. Viene sobre los Apóstoles bajo el em-
htetna de viento y fuego ; porque les comunica el poder del ministe
rio en la administración de los Sacramentos: y asi les dice: Aquellos
á primes perdonareis los pecados , les será» perdonados , y en la pre
dicación de la doctrina , predicación invencible y victoriosa de todos
los obstáculos ; por lo cual se añade : Comenzaron á hablar en diver
sas lenguas (1).» '.
Las lenguas del Cenáculo no eran verdadero fuego , sino un fuego
Aparente en el color , brillo y movilidad. El Espíritu Santo eligió el
símbolo del fuego, por dos razones. La primera, porque siendo Él un
amor substancial , es fuego que consume : ianis consumera. El fuego
calienta , alumbra, purifica , se eleva hacia lo alto. Pues bien : el Es
píritu Santo hace todo esto en las almas. La segunda , porque la ley
antigua fué dada en la cima de Sinai por el fuego y en medio del fue
go (2). Era preciso que la realidad correspondiese á la figura, y que la
nueva ley fuese dada por el fuego y en medio del fuego ; pero sin re
lámpagos ni truenos , por cuanto era una ley de amor y no de temor.
iSeditque super singulos eorum : y este fuego , en forma de len
guas , fué á reposar sobre cada uno de ellos. » El sagrado texto no
dice: Reposaron las lenguas, sino reposó el fuego.Este singular revela
d profundo misterio de una lengua única y universal, bien que divi
dida en muchas partes , según las diferentes naciones que debían
hablarla y á las que debía ser hablada. Revela además la unidad del
Espíritu Santo, cuya lengua era esta.
{Qué gran misterio se encierra además en esta palabra reposó!
¡üua llama sobre la cabeza de un hombre , era á los ojos de la más
remota antigüedad , el signo de una vocación divina. Este fenómeno
se producía por primera vez en los discípulos del Nazareno. Atesti
guando la divinidad del Maestro, proclamaba la gran misión confiada
¿ los Apóstoles. Por medio del fuego, simbolo del Espíritu Santot
Dios había autorizado á los Profetas. Bajo el emblema del fuego apa
recen á Ezequiel los querubines que acompañan la carroza de Dios (3).
¥a un carro de fuego es transportado Elias al cielo.

(I) t p. , q. zuii, art. 7 , ad 6.


(2) ln dextera ejus ígnea lex. ¡Deuttr., xtxm, ?.)
(3} vi, 6; Ecchs., xltiii, 1 ; IV Rig. , xxi, H; Thren. , I,13;
. tEorcA., i, 13.
148 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
Los profetas y los querubines de la antigua ley no eran más que
figura de los Apóstoles , los cuales como Profetas han anunciado los
oráculos divinos, y no a un solo pueblo, sino á todos los pueblos;
como querubines , lian conducido la carroza de Dios á través del
mundo entero. «Querubines de la tierra, dice San Gregorio Nazian-
zeno, el Espíritu Santo los eligió para su trono y reposó en ellos,
como sobre los querubines del cielo (1).»
Reposa sobre ellos, para consagrarlos como doctores del mundo y
demostrar que son hombres del todo celestiales, dotados, por lo tanto,
de una sabiduría y de una elocuencia divinas. «Reposa sobre ellos,
añade San Crisóstomo, para anunciar á todo el universo que perma
necería con ellos y con sus sucesores hasta la consumación de los
siglos (á). s Mansión permanente, que, asegurando á la Iglesia la
infalibilidad para todos los dias y á todas las horas, confunde de ante
mano todas las herejías y condena al escepticismo toda razón rebelde
á la enseñanza católica.

(1) Oral. xliv.


(2) Apial Corn. a Lip., in Acl. , n, 3.
CAPÍTULO XVI.

(Continuación dol anterior.)

¿Sumario.—Continuación de la historia de Pentecostés.—Explicación de cada


una de las palabras del sagrado texto.— Cuántas veces y de qué manera
fué dado el Espirita Santo á los Apóstoles.— Doctrina de los Padres.—
Semejanza entre el monte Sinai y el monte Sión.—Contraste con la torre
de Babel.—Embriaguez y locura de los Apóstoles.—Perpetuidad y efectos
de esta misteriosa embriaguez y de esta sublime locura.

¡ Qué más dulce para los lujos que contemplar la cuna de su ma


dre ! Continuemos, pues , la relación circunstanciada del nacimiento
de la iglesia. Sigamos en el Cenáculo, que es nuestra casa materna - y
escuchemos el texto sagrado.
El cual añade : nEtrepleti suntomnes Spiritu Sánelo: y todos
fueron llenos del Espíritu Santo. » Tal es la consumación del misterio
-creador. Á la manera que el Verbo, encarnándose en Maria por obra
del Espíritu Santo, habia formado á su madre, del mismo modo el
Espíritu Santo se encarna, en cierto modo, hoy en la Iglesia, para
formar la madre de los cristianos. Estudiemos algunos rasgos de este
admirable paralelismo.
San Agustín llama al Espíritu Santo vicario y sucesor del Verbo.
Ahora bien , añaden los intérpretes: como el Verbo bajó, el Espíritu
Santo ha querido bajar para completar su obra. De aquí proviene que
el advenimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles se asemeja al
-Avenimiento del Verbo al mundo, es decir, á la Encarnación.
En cuanto á la substancia. Como la substancia del Verbo bajó á la
carne, asi el Espíritu Santo bajó substancialmente sobre los Apóstoles.
En cuanto al modo. El modo de la Encarnación consistió en la
unión hipostática ; asi, la persona ó la hipóstasis del Espíritu Santo
ISO TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
se unió a los Apóstoles de una manera algo semejante. El Verbo esta»
en la carne como el fuego está en el carbón , y los Padres lo compa
ran á un carbón incandescente ; el Espíritu Santo estuvo también
como un fuego residiendo en los Apóstoles.
En cuanto á la causa. El descendimiento del Espíritu Santo, asi
como la Encarnación del Verbo, tuvo por causa el amor inmenso que,
en cuanto era Dios , lo impulsaba á colmar al hombre con el beaefi-
cio mas inmenso, comunicándose á él de la manera mas perfecta, es
decir, substancial y personalmente.
En cuanto á las propiedades. Las propiedades de la naturaleza
humana en Nuestro Señor Jesucristo se atribuyen á Dios y al Veri»;
de suerte que , en virtud de la comunicación de idiomas , se puede
decir que Dios nació é igualmente que el hombre es Dios , omnipa
tente y eterno. De la misma manera , existe entre el Espíritu Santo y
los Apóstoles una especie de comunicación de idiomas, conforme á
la cual los Apóstoles son llamados santos, divinos, espirituales,»
causa del Espíritu santo y divino que reciben. Del mismo motfo el
Espíritu Santo es llamado apostólico, profético, doctor, predicador,
mulli-lingue ; porque Él ha hecho todo esto á los Apóstoles , cuyos
labios se convirtieron en órganos suyos.
En cuanto á los frutos. La segunda persona de la Santísima Tri
nidad , encarnándose , nos ha purificado de nuestros pecados , col
mado de lodo género de gracias, perfeccionado, beatificado y condu
cido á la gloria eterna. La tercera persona , bajando al mundo, ha
hecho también todo eso. Purificación , iluminación , perfección, bea
tificación , todo esto le debemos (1).
Aquí se presenta una dificultad. El sagrado texto acaba de decir
nos que los Apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo en el día do
Pentecostés : Repleti sunt omnes Spiritu Sánelo. Nuestro Señor Jesu
cristo no cesa de prometerles este inmenso favor : «Si yo no me voy,
no vendrá el Espíritu Santo á vosotros. Yo os enviaré otro paráclito.
Cuando Él venga , os enseñará toda verdad. Dentro de poco seréis
bautizados en el Espiritu Santo. El Espíritu Santo no había sido dado
aún , porque Jesús no había sido glorificado todavía (2). e
¡ Y qué ! ¿ Habían estado privados del Espíritu Santo los Apósto
les hasta el dia de Pentecostés '? Y si lo habían recibido , ¿ cómo Nues
tro Señor Jesucristo puede prometérseles ? ¿ Puede recibirse lo que

(1) Con», a Lap. , i¡> Aune locum.


(2) Joan., vil, 39; xiv, 16, 26 , etc , etc.
TERCERA CREACIÓN BEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 151
ya se posee ? Oigamos á los Padres y Doctores : « El Señor, responde
San Agustín , dijo á los Apóstoles : Si me amáis , guardad mis man
damientos : y yo pediré á mi Padre , y Él os dará otro consolador.
Este consolador es claramente el Espíritu Santo , sin el cual no se
puede amar á Dios, ni guardar sus mandamientos. Pero, si no lo
habían recibido todavía , ¿ cómo podían amarle y cumplir sus manda
mientos ? Y si ya lo tenian , ¿ cómo les es prometido ? Entre tanto , se
les manda amar y guardar los preceptos para que reciban el Espíritu
Santo.
«Los discípulos tenían , pues , el Espíritu Santo que el Señor les
prometía ; puesto que amaban á su Maestro y observaban sus pre
ceptos. Pero no lo tenían todavía como el Señor se les prometía. Lo
tenian , pues , y no lo tenían ; atento que no lo tenian tanto cuanto
debían tenerlo. Lo tenían interiormente , pero debian recibirlo exte-
riormente y con esplendor. Era un nuevo favor del Espíritu Santo
manifestarles á ellos mismos lo que poseían.
sEl Apóstol habla de este inmenso favor , cuando dice : Nosotros
no hemos recibido el espirita de este mundo , sino el Espíritu que es de
Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado (1). Que el
Espíritu Santo es dado con mas ó menos abundancia , lo prueba la
diferencia de caridad con que los hombres aman á Dios y observan su
ley. Además , si Él no estuviera más copiosamente en uno que en
otro, Elíseo no hubiera dicho a Elias : Dóblese en mí el Espíritu que
hay en ti. Luego el Señor ha podido prometer á los Apóstoles lo que
ellos ya tenian (2). »
San Gregorio de Nazianzo habla como San Agustín : «El Espíritu
Santo, dice, fué dado tres veces á los Apóstoles, en épocas diferentes,
según la capacidad de su inteligencia : antes de la pasión, después
de la resurrección y después de la ascensión. Antes de la pasión, cuan
do recibieron el poder de arrojar los demonios, lo cual evidente
mente no podía hacerse más que por el poder del Espíritu Santo.
Después de la resurrección, cuando el Señor alentó sobre ellos, di-
ciéndoles : Recibid el Espíritu Santo. Después de la ascensión , cuando
todos fueron llenos del Espíritu Santo : repleti sunt omnes Spiritu
Sancto. La primera vez de una manera oculta y menos eficaz ; la se
gunda de un modo más expresivo , y la tercera completamente , en
el sentido de que el Espíritu Santo se les presentó y conversó con

(1) /Cor., ii, 12.


(2) InJoan., Trcrt. 7+, n.° í-2.
152 TBATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ellos, no sólo en el acto , como antes, sino por esencia , si me es li
cito hablar asi (1).»
La verdad teológica es, usando el lenguaje de un sabio comenta
dor, que los Apóstoles , antes de Pentecostés , habían recibido el Es
píritu Santo substancial y personalmente, substantialiter et persona-
liter (2). Asi lo enseñan los Padres, y entre otros San Cirilo, el cual
se expresó en los siguientes términos acerca de las palabras de Nues
tro Señor Jesucristo, Recibid el Espíritu Santo: «En virtud de la in
suflación del Salvador, los Apóstoles se hicieron participes, no sólo de
la gracia del Espíritu Santo , sino del mismo Espíritu Santo. Si la
gracia que se da por el Espíritu Santo estuviese separada de la subs
tancia del Espirita Santo, ¿por qué no decir claramente : Recibid la
gracia por el ministerio del Espíritu Santo (3)?» El Espíritu Santo,
una vez en el alma, derrama en ella su gracia, su caridad y sus do
nes; como una vez que el sol está ya sobre el horizonte, aparecen
por el mundo su luz , sus rayos y su calor (4).
Mas, ¿por qué estas donaciones sucesivas? Á lia de enseñarnos
que en el orden de la gracia , lo mismo que en el orden de la natura
leza , Dios lo hace todo con medida , número y peso , proporcionando
los medios al fin , y dando á cada criatura lo que necesita, según los
deberes que se le han impuesto.
Otro misterio : ¿ por qué la primera de estas donaciones manifies
tas tuvo lugar por insuflación, en tanto que la otra se realizó bajo la
forma de lenguas de fuego? El Salvador resucitado iba á confiar á los
Apóstoles el admirable poder de resucitar las almas, muertas a la
vida de la gracia, y les dice : «Como el Padre me envió, asi también
yo os envió. » Y dichas estas palabras, sopló sobre ellos, y les dijo: «Re
cibid el Espíritu Santo : Á los que perdonareis los pecados, perdona
dos les son , y á los que se les retuviereis , les son retenidos (5).» ' -
(1) Utpote qui non jam actu praesens sit ut prius , sed essentia, ut sic
loquar, adsit, simulque versetur. (Orat. in Pentecost.j
(2) Corn. a Lap., in Act. ajtost. , II, 4.
(3) Non gratiae sed ipsiusmet unins sancti Spiritus per illam salvatoris
insufOationem participes fuerunt apostoli Domini.... Sed si ab substantia
Spiritus disjuncta essetquae per ipsum daturgratia , cur non aporte dixit:
Accipite gratiam per miniaterium Spiritus Sancti? (Dialog., vn, p. B38.
Véase Petav. , í)e dogmvl. theolog., üe Trini!. , lili, vn , c. v et vi.)
(4) Sic est in anima sancta, ac proinde mos in ea suam gratiam chan-
tatem, aliaque dona divina diffundit etcommunicat : uti sol ubi oritur, I
suam lucen» . radios et calorem Bpargit. (Corn. a Lin., u'ii tupm.J
(5) Joan., xx, 21-23".
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 153
Esta insuflación, que recuerda de una manera sensible la insufla
ción primitiva que hizo de Adán un ser viviente, encerraba un gran
misterio. Por medio de este lenguaje de acción , decía el divino repa
rador : En otro tiempo, alentando sobre Adán , le comuniqué, como
Dios, el Espíritu Santo, principio de la vida natural y sobrenatural;
al presente, alentando sobre vosotros , os doy el Espíritu Santo, prin
cipio de la vida sobrenatural y divina perdida por el pecado, para
que después vosotros la comuniquéis al género humano. Y asi soy yo,
Criador del hombre, quien le regenera y le restaura (1).
ii Et coeperunt loqui variis linguis : y comenzaron á hablar diversas
lenguas.» He aquí á los Apóstoles santos y santificadores : ¿qué les
falta y qué puede darles esta tercera y solemne efusión del Espíritu
Santo? « Los Apóstoles , dice San León , que ya poseían el Espíritu
Santo antes de Pentecostés , lo recibieron entonces en toda su pleni
tud y para diferentes fines (2).» La primera efusión fué un gran
aumento de caridad. «Dos amores, enseñan San Agustín y San Gre
gorio, constituyen la perfección , el amor de Dios y el amor del pró
jimo. Los Apóstoles quedaron llenos , por la insuflación divina , del
amor del prójimo y revestidos del poder sublime de darle el mayor
de los bienes , la vida de la gracia. Pero la caridad , aunque una en
su principio, tiene dos objetos , Dios y el prójimo. He aquí por qué,
después de la insuflación que comunica el amor del prójimo, vienen
las lenguas de fuego que comunican el amor de Dios.
»Este amor es el primero en dignidad. Sin embargo, el Espíritu
Santo comieuza por el segundo. En efecto, dice San Juan: Sino
amáis desde luego á vuestro hermano á quien veis , ¿cómo amaréis á
Dios a quien no veis ? Asi , el Señor, para enseñarnos el amor del
prójimo, mientras moró sobre la tierra , siendo vivo modelo de la cari
dad para con el prójimo, dió el Espíritu Santo soplando sobre el ros
tro de los Apóstoles ; después , desde el cielo , morada de la caridad
divina, envió el Espíritu Santo. Recibid, pues , el Espíritu Santo

(I) S. Cyril. , lib. xn, c. Lvi.etS. Atttan., Ad Antioch., q.64.—Primo per


Verbum Dei factus est homo , et iospiravit Deas ia eum spiraculum vitae,
et sui eum Spiritus partioipatione munivit.... ut ergo ipaum esse diacamus
qui initio naturam nostram creavit et Spiritu Sancto aignavit, ruraua ia
initio renovaudae naturae sufflatioae Spiritum discipalis largitur, ut sicut
creati ab initio samus, ita etiam renovamur. (S. Cyril., ubi tupra.)
(2) Serm. Ut de Pmlecost.
134 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sobre la tierra y amad á vuestro hermano ; recibidlo desde el cielo , y
amad á Dios (i).»
La segunda era la predicación del Evangelio por toda la tierra. De
aqui el don de todas las lenguas, que los Apóstoles hablaron con la
misma facilidad, según las ocasiones. Además, el don de ser entendi
dos por hombres de diferentes lenguas no hablando ellos más que
una sola lengua. Los Apóstoles habían recibido , antes de Pentecostés,
la misión de evangelizar al mundo entero ; pero no hablando todas
las lenguas , carecían del instrumento necesario para su misión.
La tercera era el pleno conocimiento de la verdad. Antes de Pen
tecostés, su espíritu era demasiado débil para soportar el peso in
menso de los misterios del Verbo encarnado, Dios y hombre verda
dero. « Aún tengo que deciros muchas cosas , les decía el Salvador;
pero no las podéis llevar ahora. Mas cuando viniere aquel Espíritu de
verdad, os enseñará toda la verdad (2).» Asi, ante,s de Pentecostés,
cuando ven al Salvador caminar sobre las aguas , exclaman sobreco
gidos de temor: «Es una fantasma (3).» Después de Pentecostés
escriben : « En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios.
Él es antes de todo y el lazo de todas las cosas (4). i Así de otras ver
dades.
La cuarta era la fuerza para sellar con su sangre la verdad. Antes
de Pentecostés, les había sido dicho que confesaran al Hijo de Dios
delante de los tribunales y delante de las sinagogas ; pero ninguno
había tenido el valor de hacerlo : el que parecía más valiente, negó á
su Maestro ante la pregunta de una criada. Antes de la venida del
Espíritu Santo, ningún discípulo, ningún Apóstol alcanzó la corona
del martirio. Pero viene Pentecostés , y todos á porfia entran en la
sangrienta carrera y logran la palma de la victoria. «Salían los Após
toles llenos de alegría de la presencia del tribunal , porque habían
sido hallados dignos de sufrir afrentas por el nombre deJesucristo(5).¡>
La quinta era el poder soberano de mandar en los demonios , en
los hombres y en toda la naturaleza por medio de los milagros. Como
embajadores de Dios en todas las naciones civilizadas ó bárbaras, ne-

(t) Spiritum Sanctum accipe in térra, et diligis fratrem; accipe de coelo,


et diligis Deum. ( S. Aug., serm. 265 , n.° 7 et 8 ; Tract. in Joan., 74, n." 1
et 2 ; S. Greg., Homil. xxx in Ecang.; S. Beni., «rm. i, n.° 14, in [esto Penlcrosl.J
(2) Joan., xvi, 12.
(3) Matlh., xiv, 26.
(4) Joan., i, i ; Colon., I, 17.
(5) Acl., v, 4t.
TERCERA CREACION DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 155
eesitaban los Apóstoles llevar sus credenciales auténticas y legibles
para todos ; estas consistían en el don de hacer milagros, y no podían
consistir en otra cosa. Esto es ton evidente , que el mundo convertido
sin milagros habría sido un milagro mayor que todos.
• Prout Spiritus Sanctus dabat eloqui Mis : según el Espíritu
Santo les hacía hablar.» ¿Por qué todos estos dones admirables , el
don de lenguas , de profecía , de milagros , de fortaleza sobrehumana
y de inteligencia desconocida de los profetas de Israel y sabios de la
gentilidad , por qué todos esos dones , acompañados de un aumento
inmenso de caridad , no descienden sobre la Iglesia sino en los días
de Pentecostés y no antes de la ascensión del Salvador ? ¿Por qué no
se comunican solitariamente, sino de una manera tan ruidosa?
Los Padres encuentran varias razones , dignas de la sabiduría in
finita. Los ricos tesoros de gracia , dice el Crisóstomo , que convir
tieron á los Apóstoles en los hombres mas extraordinarios que el
mundo haya visto ni verá , no les fueron concedidos durante la vida
mortal del Salvador , para hacérselos desear más y prepararlos asi á
la recepción de estos favores inmensos. Por esto , el Espfritu Santo
no viene sino después de haberse ido el divino Maestro. Si hubiese
venido mientras Jesús estaba con ellos, no se habrían preparado con
tan viva expectación. Era menester que por algún tiempo fueran
huérfanos y estuvieran tristes , para que apreciasen mejor los bene
ficios del Consolador.
«No vino , pues , ni antes de la ascensión , ni inmediatamente
después , sino con el intervalo de diez días. Era menester , además,
que la naturaleza humana se viera en el cielo perfectamente reconci
liada , y que el acta de la reconciliación se firmase por Dios Padre en
presencia de toda la corte celestial , antes que el Espíritu Santo des
cendiese al mundo (l).»
Estos dones maravillosos se conceden á la Iglesia con un aparato-
tan espléndido que recuerda al Sinaí , á fin de que las promesas del
Salvador queden auténticamente comprobadas , y para dejar probada
de una vez la divinidad de Jesús y del Espíritu Santo ante los Judios
y los gentiles que de todas las partes del mundo habían acudido á
Jerúsalén.
Á la manera que Dios Padre había ostentado su divinidad en
viando al Hijo , asi el Hijo , Dios encarnado , debía enviar al Espíritu
Santo , como última prueba de su divinidad y glorificación suprema

(I) /» Acl. apost., homil: ), o.° 5.


TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
de su persona , demostrando con esto que la tercera persona de la
Trinidad procede del Hijo lo mismo que del Padre. El descendi
miento del Espíritu Santo debía ser uno de los frutos de la pasión y
resurrección del Salvador; y la ascensión , que es el término fmal de
los misterios de la vida de Jesús sobre la tierra, convenia que fuese
la señal de la efusión abundante y visible del Espíritu Santo (1).»
Sucedió a los Judíos con los Apóstoles lo que al patriarca Jacob
con sus hijos. «Los cuales, subiendo de Egipto, vinieron á su padre
diciéndole: Tu hijoJosef vive, y él es el que manda en toda la tierra
de Egipto. Lo que oído por Jacob , como desertando de profundo
sueño , no acababa de darles crédito. Ellos , por lo contrario , conta
ban toda la serie del suceso. 'Y cuando hubo visto los carros y todo lo
que había enviado , revivió su espíritu y dijo : Bástame , si todavía
vive mi hijo José : iré y le veré antes que me muera (2).
Asi los Apóstoles , hijos de la sinagoga , anunciaban á su madre
que Jesucristo había resucitado. Pero ante esta noticia los Judíos,
saliendo como de un sueño profundo , permanecían incrédulos. Eu
fin , cuando en el día solemne de Pentecostés vieron los carros y los
magníficos presentes , es decir , los dones milagrosos que el divino
José enviaba á los Apóstoles en testimonio de su resurrección y de su
omnipotencia en el cielo , se quedaron pasmados , absortos de admi
ración , y se dijeron unos á otros : « ¿ No son galileos todos estos hom
bres que hablan? ¿Pues cómo es que cada uno de nosotros los oimos
en nuestra propia lengua? Y creyeron (3).»
Lo mismo se les euseña á los gentiles. Tantos milagros , fruto de
la pasión de Cristoy prenda de sus promesas, eran para ellos la prueba
palpable de su divinidad y de su triunfo en el cielo. El espectáculo
que tantas veces habian visto en las cosas humanas, veíanlo en el or
den divino. Cuando los reyes y emperadores toman posesión de su
reino ó vuelven victoriosos de sus enemigos , suelen tirar oro y plata
entre el pueblo en señal de alegría y regocijo. Asi el Hijo de Dios , a!
tomar posesión de su reino en el cielo , donde entra vencedor del de
monio , derrama sobre la Iglesia la efusión inmensa de sus gracias
admirables. San Pedro dijo : «Este Jesús resucitado y ensalzado por
la diestra de Dios, recibida la promesa del Espíritu Santo, ha derra
mado este Espíritu , como vosotros veis y oís (4). »
(1) Domini ascensio dandi Spiritus fuit ratio. (S. leo , un», fn Pentecoit.)
(2) Gen., xlv.
(3) Véase Diez, Snmma jtraeiicant., t. n, p. 464.
(4) Acl., n, 3i , 33.
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 157
Pues bien: esta generación de Judíos y gentiles, que fué testigo
ocular de los milagros de Pentecostés, se ha perpetuado y extendido
sobre el globo. De los dos pueblos fundidos en uno se forma la Igle
sia católica, flor de la humanidad, raza indestructible, cuya inven
cible constancia en creer los prodigios de su cuna , hace diez y ocho
siglos que viene embotando el hacha de todos los verdugos y bur
lando las astucias de todos los sofistas.
Los dones incomparables de Pentecostés no prueban menos evi
dentemente la divinidad del Espíritu Santo que la del Salvador. Es
Dios aquel á quien Dios da como igual á Si. Pues el Hijo de Dios,
antes de dejar á sus Apostoles, les habia dicho : «Yo rogaré al Padre,
y os dará otro Consolador, para que more siempre con vosotros , el
Espíritu de verdad. Y el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre
enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas (1).»
Sobre lo cual San Agustín se expresa como sigue : «Otro , no in
ferior á mi , sino semejante á mi en la gloria, en la naturaleza, eu la
substancia , aunque diferente en la persona. Hablaba asi para que la fe
de los Apóstoles , preparada por esta promesa infalible, reconociera
por verdadero Dios al que les habia sido prometido en lugar de Dios.
Ved con cuánta precisión se contiene en esta promesa el misterio de
la Trinidad, se nombra al Padre, que es el rogado*, al Hijo, que
ruega, y al Espíritu Santo, que es enviado (2).»
¡Bondad inefable del Redentor! Lleva los hombres al cielo y en
vía á Dios al mundo. ¡Cómo cuida el Criador de su criatura! Por se
gunda vez es enviado del cielo un médico del hombre. Por segunda
vez la Majestad Soberana se digna de venir en persona á visitar á sus
enfermos. Por segunda vez el cielo se une á la tierra deputándole un
Vicario del Redentor. Lo que el Verbo comenzó viene el Espíritu
Santo a consumarlo con su virtud particular, y á santificar lo que
rescato y a conservar lo que adquirió. De este modo, por la unidad
de gracia y de oficio se revela la unidad de Dios y la Trinidad y la
igualdad perfecta de las personas (3). »

(1) Joan., xiv , 47, etc.


(2) Quam bene subtitulo promisaioftis , distinctionem applicuit Trini-
tatis! Pater est , qui indicatur rogandus ; Filius est , qui intelligitur roga-
turus ; Spiritus Sanctus , qui promittitur a Patre mittendus. (Homil. vm ín
Aiii». Spir. Sancl.)
(3) Vicarius Redemptoris , ut beneficia quae Dominus inchoavit, pecu-
liari Spiritus Sancti virtute , consummet ; et quod ¡lie redemit , iste Banctifi-
cet ; quod ille acquisivit, iste custodiat. (Id.. Serm. 18--i de Tempore.J
158 TRATADO DEL ESPÍBITC SAUTO.
Es Dios aquel que desde el dia de Pentecostés hace todas lasobras
de Dios y las hace coa mayor esplendor todavía que el Hijo mismo
•de Dios. ¿Quién completa las enseñanzas del Salvador? ¿Quién pro
cura á los Apóstoles un consuelo igual al que les quitaba la privación
de Dios-Hijo? ¿Quién les comunica el don de lenguas y milagros?
¿Quién les enseña la verdad de que llenaron el mundo? ¿Quién les
da la fortaleza invencible de dar testinjonio á su Maestro delante do
los jueces y filósofos, en Jerusalén, en Atenas, en Roma y en todas
partes? ¿Quién conserva en la Iglesia todos esos dones desconocidos
en toda otra sociedad? ¿No es el Espíritu Santo, que es para la Igle
sia lo que el alma para el cuerpo (!)?
Y que este rio de dones milagrosos , cuyo manantial es el Ce
náculo, continúa corriendo por el mundo, basta con abrir los ojos
para verlo. ¿De dónde toman su principio todas esas generaciones de
mártires que por la fe católica han desafiado y desafian todavía los
caballetes y las hogueras , los tizones y la espada, las cadenas y los
más crueles tormentos ? ¿ De dónde todos esos coros de vírgenes, que
por salvar su virginidad , combatieron , y combaten todavía , hasta
morir, las seducciones, las amenazas y los suplicios? ¿De dónde to
dos esos enjambres de solitarios, anacoretas y religiosos de ambos
sexos, que vivieron, y todavía viven, únicamente para Dios, separa
dos del mundo como hombres celestiales ó ángeles de la tierra? ¿De
dónde todas esas órdenes de pontífices, prelados y sacerdotes, que
llenos de santidad gobernaron , y todavía gobiernan , las iglesias y
las almas confiadas á su solicitud , y las forman en la santidad per
fecta ? ¿ De dónde todas esas legiones de doctores, predicadores y con
fesores, que con la palabra y por escrito difundieron, y todavía di
funden , en todo el mundo tesoros de doctrina y de piedad ? ¿De
dónde, en fin, todos esos' millares do fieles, hombres y mujeres, que
vivieron y viven en el mundo con sobriedad, piedad y justicia, es
perando con anhelo la venida y la gloria del gran Dios y Nuestro
Salvador Jesucristo?
En una palabra : ¿ quién ha formado y quién conserva la gran
nación católica , cuyas luces y virtudes la hacen brillar en medio de
las naciones, como brilla el sol entre las estrellas del firmamento? ¿No
es el Espíritu Santo ? ¿ Y no es esto un magnifico y perpetuo testimo
nio que este divino Espíritu se da á sí mismo y á la divinidad del
-que lo envió (2).
(t) S Atig., Lib. de GraliaNov. Tut., et Corn. a Lap., in Joan., nv, 17.
(2) Corn. o Lap., in Joan., yin, 39.
TEHCERA CREACIÓN DEL ESPIRITU SANTO , LA IGLESIA. 159
Asi, el nacimiento de la Iglesia es acompañado de prodigios do
blemente misteriosos, por el tiempo en que se verifican y por lo
qoe se asemejan á otros. Mil quinientos años antes, en la creación de
la sinagoga sobre el Sinai , el monte se conmovió hasta sus cimien
tos. Mientras de su cima salían torrentes de llamas y de humo, des
ciende Moisés con el rostro inflamado para proclamar, en presencia
del pueblo de Israel , los preceptos del Decálogo. Hoy el monte de
Sión reemplaza al Sinai. Hoy, con acompañamiento de los mismos
prodigios, se funda la Iglesia de la Nueva Alianza. Pedro, cual nuevo
Moisés, anuncia á los judíos asombrados el fin de la antigua ley, el
cumplimiento de todas las profecías y la resurrección de los cuerpos,
verificada ya en la persona de Cristo , primicias de los resucitados.
Eran como las nueve de la mañana. La muchedumbre salía del
templo, donde acababa de asistir al sacrificio matutinal, cuando se
oye ruido como de tempestad , se ve temblar la casa, y que hombres
inspirados salen para hablar al pueblo. En vez de retirarse cada cual
á su vivienda, acuden todos á la plaza del Cenáculo. ¡Maravilloso
contraste ! En este dia , todos los pueblos que hay debajo del cielo y
que antiguamente se separaron en Babel , se vuelven á encontrar
juntos , en persona de sus representantes , y no forman más que una
sola sociedad.
En efecto : había á la sazón en Jerusalén hombres pertenecientes
á las tres grandes ramas del linaje humano, á las tres lenguas
madres que se hablaban sobre la tierra. De los hijos de Sem ha
bía Elamitas, Mesepotamios, Lydios, Árabes y Judíos. Los descen
dientes de Cam estaban representados por los Egipcios, Cireneos, Ca-
naneos ó Fenicios y habitantes de la Cólquide : los hijos de Jafet, por
los Romanos, Griegos, Partos, Medos, Cretenses, Frigios, de Panfi-
lía y de Capadocia. (Act. , I1.)
i Aunque todos estos pueblos hablaban lenguas diferentes, enten
dían los discursos de los Apóstoles. Sucedía en este día lo contrario
que sucedió en Babel. El Espíritu de Dios había descendido para con
fundir el lenguaje de los hombres , y con esto obligarlos á separarse.
Aqui desciende también , y las lenguas que en Babel se dividieron se
encuentran con una misma habla comprensible para todos. Llamados
á no formar en adelante más que una sola familia, todos los pueblos
se reconocen hoy por hijos de un mismo Padre ante los representan
tes de Dios. La palabra que les ha sido anunciada, es palabra cató
lica. Por esto, todas las tribus de la tierra se encuentran hoy for
mando una sola sociedad espiritual y visible á la vez por el vinculo
160 TUATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
de esta religión , que reunía á su origen los pueblos y las lenguas.
Asi los Padres no temen llamar a los hechos que se verifican en este
dia la contraposición de Babel (1). i
Oigamos á San Agustín en nombre de todos. « En Babel, Satanás,
espirita de orgullo y padre del dualismo, dividió la lengua primitiva
y única de los hombres. En el Cenáculo el Espíritu Santo restablece
la unidad del lenguaje. La razón de que los Apóstoles hablen los idio
mas de todas las naciones consiste en que el lenguaje es el lazo social
del linaje humano. Esta unidad de lenguaje expresaba la unidad so
cial de todos los hijos de Dios , repartidos en todas las tribus de la
tierra. Y como en los primeros días de la Iglesia el que hablaba
todas las lenguas era conocido como de haber recibido el Espirita
Santo, asi en este nuestro tiempo se conoce que tiene el Espíritu de
Dios aquel que con el corazón y con la boca habla la lengua de la
Iglesia, difundida entre todas las naciones (2).»
Sin embargo, ante este prodigio, que no tiene semejante en la
historia, la multitud quedó estupefacta. Quedaron atónitos hasta el
punto de que algunos exclamaran : ¡ Estos hombres están ebrios de
vino nuevo : mnsto pleni sunt! ¡ Ebrios de vino nuevo en el mes de
Mayo ! Es la mejor prueba de que no sabéis lo que decís. No obstante,
tenéis razón ; estos hombres están ebrios , ebrios de un vino nuevo,
están locos ; pero locos y ebrios diferentemente que vosotros pensáis.
« El vino nuevo que han bebido, dice elocuentemente San Cirilo de
Jerusalén , es la gracia del Nuevo Testamento. Proviene de la viña del
Espíritu Santo, que muchas veces había embriagado ya á los profetas
de la antigua alianza y que reflorece en este dia para embriagar á los
Apóstoles. Al modo que la viña natural , siendo siempre la misma,
da anualmente nuevos frutos , asi también la viña espiritual , el Es
píritu Sa uto, siempre el mismo, hace hoy en los Apóstoles lo que
hacia en los Profetas (3). •
Esta embriaguez los vuelve locos , pues se manifiesta con todas
las señales de la locura ordinaria. La embriaguez hace perder la.ra-

(1) Srpp, HleI. de Xolri-Seigneur Jéms-ChriH, tu, Í58 , etc.


(5) Spiritus superbiae dispersit linguas ; Spiritus Sanctus congregavit
linguas, etc. (In pt. liv ; et lib. De blas¡)hem. in Sjiiril. Sanrt.)—El don uni
versal de lenguas ha subsistido por muchos siglos. San Ircneo afirma haber
o(do á algunos cristianos que hablaban todas las lenguas : audisse se multo*
universis linguis loquentes. (Contr. llacr., lib. v, c. vi.)
(3) Vera dicunt Judaei , sed irridendo. Xovum er.im vera eral ¡liad
vinum , novi Teetamenti gratia , etc. fCaleah . xvii.)
t
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. lül
zón : los Apóstoles la habían perdido. Nada de cálcalos humanos,
nada de juicios humanos ; sentimientos , lenguaje , empresa , todo es
sobrehumano', sobrenatural, divino; por consiguiente, incomprensi
ble para la simple razón.
El hombre ebrio no conoce á sus parientes , ni á sus amigos ; les
acomete y les pega á diestro y a siniestro. Así son los ebrios de Pen
tecostés : no conocen ya ni parientes , ni amigos , ni sumos sacerdo
tes , ni magistrados , ni pueblos , ni reyes. Á las prohibiciones, ame
nazas y castigos , no saben oponer mas que una sola palabra : Más
vale obedecer á Dios que á los hombres ; nada tememos , con tal que
cumplamos con el ministerio que nos ha sido confiado.
El ebrio anda de derecha a izquierda , por las calles , en las pla
zas, y ktemprende con el primero que topa. Lo mismo hacen los
Apóstoles ; van al Oriente y al Occidente , de Jerusalén á Samaría,
de Samaria á Jerusalén , á Cesárea , á Antioqjuia , á todas partes ; su
vida es una serie continua de marchas y contramarchas. Con igual
intrepidez se presentan entre los judíos que entre los paganos, entre
los griegos y entre los bárbaros , delante de los procónsules de Roma
y de los filósofos de Atenas , ante los principes y los Césares señores
del mundo , y no los dejan hasta haberlos embriagado como están
ellos, ó hasta dar su vida en la lucha.
El hombre ebrio tiene una alegría loca : tan pronto se ríe como
canta. ¿Quién más ebrio que los Apóstoles? Los apalean publica
mente , y se van risueños y cantando por toda la ciudad de Jerusalén
la dicha que en ello les ha cabido (1).
El ebrio es audaz, agresivo, ciegamente intrépido , pues no se co
noce ; está loco. Nada de esto deja de verse en los Apóstoles : embria
gados con su vino nuevo, no conocen ya peligros , no respiran más
que combates , y los provocan con todas las personas que se encuen
tran. Ayer los hacía temblar la vista del menor peligro ; hoy , bravos
como leones , no anhelan más que la guerra , guerra contra el género
humano entero , guerra contra Satanás , sostenido por todos los pode
res del Oriente y del Occidente. Sin ponerse pálidos , sin pestañear,
se lanzan en medio de los peligros, presentan sus manos a las cade
nas , su cuello á la espada , su cuerpo á las uñas de los leones ; bajan
á los calabozos , suben á los cadalsos, se aproximan á las hogueras;
nada puede curarlos de su locura.

(i) Ibant gaudentes a conspeotu concilü quoniam digni habiti eunt pro
nomine Jesu contumeliam pati. (Act., v, 41.)
TOMO II. 11
162 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Escuchad a uno de estos locos riéndose del mundoentero: «¿Quién
pondrá acusación contra los escogidos de Dios? ¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿la tribulación ? ¿o la angustia? ¿ó el hambre?
¿ó la desnudez? ¿o el |«ligro? ¿ó la persecución? ¿ó la espada?....
Yo estoy cierto que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados,
ni virtudes, ni cosas presentes , ni venideras, ni fortaleza, ni altura,
ni profundidad , ni otra alguna criatura me podrá apartar del amor
de Dios que es en Jesucristo Nuestro Señor (1).»
Lo más extraño es que la embriaguez de los Apostóles fué epidé
mica. De entre la turba que se habia burlado de ellos , tres mil hom
bres quedaron al punto ebrios también y locos ; ebrios con santa
embriaguez : locos con la locura sublime del Cenáculo. Como las pri
meras espigas de la nueva cosecha , que en los dias de Pentecostés
eran presentadas á Dios en el templo, asi fueron ellos las primicias
de ese inmenso pueblo de locos, cuya raza incurable se ha perpetuado
al través de los siglos en todos los puntos del globo, y que, á despe
cho de todo,s los medios de la sabiduría humana, se perpetuará hasta
el fin del mundo. Este pueblo de locos es la gran nación católica.
¿Cómo podremos enumerar todos los rasgos de esta locura ? ¿No
veis al cabo de dos mil años esos enjambres innumerables de jóvenes
de ambos sexos , ídolos del hogar doméstico , alegría del mundo , flor
de la humanidad , renunciando á todos los placeres de lo presente y
á todas las esperanzas de lo por venir, y sin que nadie les obligue á
ello, sino libremente y con júbilo, abandonando padres y patria,
para hacerse cautivos bajo el yugo de la obediencia , vivir pobres,
ignorados, menospreciados, ocupados noche y día en lo quemas
repugna la flaca naturaleza? Como en otro tiempo a Pablo, les gritan
que están locos: Insanis , Paule. Y ellos convienen en esto, como
convino Pablo : Nos stulti propter Christum, é igualmente que el
Apóstol , no tratan de hacerse sabios ; solo aspiran á que esta su locura
sea completa.
Más locos son los mártires. Delante de estos seres extraños, hom
bres, mujeres, niños, ancianos , de todo estado y condición , que
se han visto en todos los lugares que el sol alumbra y se ven toda
vía en las playas ensangrentadas de Conchinchina y de Tonkin , se
presentan con todos sus horrores la indigencia , el hambre, le des
nudez , el destierro , las mazmorras, el aparato de los suplicios, la
muerte, en fin, entre los más crueles tormentos. Una palabra que

(1) Rom., viii, 33-39.


TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 163
digan al oído del juez , un grano de incienso que echen sobre un car
bón , un paso que den sobre una cruz de madera , bastan para salvar
los. Pero, á pesar de las súplicas de los amigos y de las lágrimas de
sus parientes , esa palabra no la dirán , ese grano de incienso no lo
quemaran nunca , ese paso no lo darán jamas. Como á Pablo, se les
dice también que están locos : Insanis, Paule ; y como Pablo con
vienen en ello : Nos stuiti propter Christum , y lo mismo que él, no
tratan de hacerse sabios , sino que cantan la locura que los conduce
al patíbulo : Libenter impendam , et superimpendar ipse.
¿Qué más? La turba tumultuosa, innumerable , el grueso de la
humanidad , que se llama el mundo, vive apasionado por las rique
zas, los honores y los goces. Más allá de lo presente su ojo no ve nada,
su entendimiento no entiende nada , su corazón no desea nada. Á su
modo de ver, son ilusos, locos y visionarios los que se dan á ver, á
buscar y esperar otra cosa. Pues en medio de este mundo, existe por
toda la tierra un pueblo numeroso que desprecia lo presente y aspira
á lo eterno ; un pueblo que prefiere la pobreza a las riquezas, la mor
tificación á los placeres, el olvido á la gloria , las vigilias santas a las
noches culpables ; un pueblo para quien los rudos combates de la
virtud son deliciosos , el perdón de las injurias grato deber, el ene
migo mismo un hermano digno de compasión y objeto preferente
-dé sus oraciones y beneficios. Como á Pablo , se les dice que están
locos: Insanis, Paule: como Pablo, convienen en ello: Nos stulti
propter Christum ; y como él, lejos de procurar hacerse sabios, se
congratulan de su locura : Omnia detrimentum feci et arbitrar mí
stercora, ut Christum lucrifaciam.
Lo que hay aquí más incomprensible es la naturaleza misma de
su embriaguez y su locura. Están locos con esa locura sublime á que
el mundo es deudor de su razón , de toda su razón ; ebrios , con esa
embriaguez del Cenáculo , que ha hecho cuerdosa los locos de Babel.
Tal fué, tal es, tal será hasta el fin la Iglesia católica , institución
irremisiblemente milagrosa , aunque solo fuera por eso, y cuyo naci
miento cantaba el Profeta Real , mil años antes del Pentecostés cris
tiano : i Señor , enviarás tu Espíritu y todo será creado , y renovarás
la haz de la tierra....» Por la locura del Cenáculo , añade el Apóstol:
Per stultitiam praedicationis placuit salvos faceré credmtes (1).

(I) Ptalm. cIIl, 30.-/ Cor., l-2t.


CAPÍTULO XVII.

(Conclusión del anterior.)

Sumario. —Nuevas relaciones entre la Iglesia y la Santísima Virgen.—María


llena de todos los dones del Espíritu Santo: la Iglesia también.—María
es Virgen y madre : la Iglesia lo mismo.—El Espíritu Santo es inseparable
de María: inseparable igualmente de la Iglesia.—Protege, inspira y dirige
á María : todo esto hace con la Iglesia.—María es un foco de caridad : la
Iglesia es también foco de caridad.—Para salvar al mundo, María da
su Hijo : la Iglesia da los suyos.

La historia detallada de Pentecostés muestra que la fundación de


la Iglesia es , como la creación de Maria, una obra acabada del Espí
ritu Santo ; mas entre estas dos maravillas hay otras analogías , que
vamos é indicar.
Maria está llena de todos los dones del Espíritu Santo , que como
una diadema de inmortalidad brillan sobre su frente virginal (1): del
mismo modo esta llena la Iglesia. El Espíritu Santo es inseparable de
sus dones , y los reparte , no con medida , sino según la capacidad de
los vasos que encuentra. Maria , creación inmediata del Espíritu San
to , tiene capacidad completa ; la Iglesia también. Luego en María
está la plenitud de los dones del Espíritu Santo, plenitud de los dones
interiores , plenitud del don de sabiduría y de entendimiento , pleni
tud del don de consejo y de fortaleza, plenitud del don de ciencia y
piedad, plenitud del don de temor de Dios; plenitud de los dones ex-

(1) No debe exceptuarse el donde lenguas. Siendo maestra y consoladora,


no de los Apóstoles solamente , sino de todos los fieles , que de todas partes
acudían & verla y consultarla, era menester que conociera sus lenguas para
animarlos, instruirlos y derramar su corazón maternal en el corazón de
los mismos.
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 165
teriores, plenitud del don de milagros y de profecía, plenitud del don
de curaciones y de lenguas.
Conforme la historia lo atestigua, el Espíritu Santo comunica a la
Iglesia , Madre del cristiano , todos los dones de que llenó á María,
Madre de Cristo. Hoy , en vista del Cenáculo, el cielo y la tierra pue
den decir á la Iglesia lo que el arcángel dijo a Maria : Yo te saludo,
llena de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las so
ciedades, y los seres santos que nacerán de ti serán llamados hijos de
Dios. No temas; mira cómo la virtud del Altísimo te cubre con su
sombra, y con qué magnificencia desciende sobre ti el Espíritu Santo.
«El Verbo encarnado , vencedor del Rey de la Ciudad del mal,
cumple sus promesas. Se ha elevado á los cielos, conduciendo en
triunfo á los demonios encadenados y á los cautivos gloriosamente li
bertados. Al modo que lo hacían los antiguos triunfadores, distribuye
hoy con largueza sus beneficios. De sus divinas manos se derraman
sobre vosotros, no talentos de oro, ni minas de plata , sino los dones
mismos del Espíritu Santo , y entre otros el do lenguas. Gracias á
este nuevo don, el Judío, hecho hijo vuestro y hablando su idioma
materno , hará resonar en los oídos de todos los pueblos las glorias
del Verbo, y adorar de los Romanos al que uno de sus procónsules,
Pilatos , hizo morir en una cruz (1).»
Maria es virgen , la Iglesia es virgen. Entre todas las prerogativas
de María , brilla con resplandor particular su inviolable virginidad.
La Iglesia está adornada con la misma prerogativa; es virgen, y virgen
inmaculada. Depositaría incorruptible del Verbo divino, es virgen en
su fe y virgen en su amor. Lo que ayer era , lo es hoy, y lo sera siem
pre; no puede dejar de serlo. ¡Pues qué! ¿el Verbo y el Espíritu
Santo no han prometido solemnemente estar siempre con ella , hasta
el fin del inundo (2) ? ¿Puede salir fallida semejaute promesa? Si en
el transcurso de los siglos fuese posible encontrar, no diré una hora,
sino un segundo, en que la esposa del Espíritu Santo hubiera ense
ñado la sombra de un solo error, ya habría concluido el reino de la
verdad sobre la tierra.
Los protestantes , al acusar á la Iglesia romana de infidelidad , no
advierten que asi erigen en principio el escepticismo universal. Si la
Iglesia se ha engañado, ó , como ellos dicen , si se ha corrompido, ¿ qué
vienen á ser las seguridades de infalibilidad dadas por Jesucristo ?

(1) S. Maxim., serm. in Ptnttcott. , versus fin.


(i) Math., xxviii, 20 ; Joan. , xiv, 16.
16li TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
¿Qué viene á ser el Cristianismo? ¿Qué viene a ser la verdad, llámese
con el nombre que se quiera? La Iglesia es virgen, pues, como Ma
ría, virgen siempre, y debe serlo. Por esto mismo, únicamente
esto, es objeto eterno del odio del demonio, lo cual es un priv;
negado á todas las sectas.
La Iglesia, virgen comoMaria, es madre como ella. «Vuestro Jefe,
dice San Agustín , es hijo de Maria , y vosotros sois hijos de la Igle
sia; porque ésta es también madre y virgen. Es madre por sus entra
ñas de caridad; virgen por la integridad de su fe. Engendra pueblos
enteros; pero todos le pertenecen a Aquel del cual ella es cuerpo j
esposa ; nueva semejanza que tiene con Maria , puesto que , á pesar-
de la multiplicidad, es madre de la unidad (1).»
Para que nazca el Verbo, el Espíritu Santo viene sobre María,
el seno de la augusta Virgen es el santuario del gran misterio,
Verbo es concebido por obra misteriosa del Espíritu Santo : los
mos elementos encontramos en la formación de los hijos de la Ig
Lo que el seno de Maria fué para Jesús, es para nosotros la pila bau*
tismal. El cristiano nace del agua fecundada por el Espíritu Santo, y
no puede nacer de otra manera (2).
El divino Espíritu, hablando á su esposa, le'dice en el libro de
Cantares : «Tu vientre es como un montón de trigo , rodeado de
rios(3).» Fecundidad y virginidad; tales son lasdos prerrogativas sig
nificadas por esta expresión profética. El seno virginal de María fué-
como un montón de trigo. En él , como en un granero abundante,
fué formado y encerrado el trigo divino, trigo dorado y aromá
trigo inalterable é inagotable que , de generación en generación
produciendo cosechas de elegidos , destinadas á los graneros
del padre de familia.
El seno de la Iglesia católica es también un montón de trigo, cujfrr
fecundidad es inagotable y cuyo grano es indestructible. Más fácil'
sería contar las estrellas del firmamento , que los hombres y los pue
blos engendrados por la Iglesia para la vida de verdad. Ni las armas
de los perseguidores , ni sus hogueras , ni sus bestias feroces , ni W
(1) Caput vestrum peperit Maria, voa Ecclesia. Nam ipsa quoque et
mater et virgo est. Mater visceribus charitatis , virgo integritate fidei et
pietatis. Populos parit , sed unius membra sunt , cujus ipsa est ci
conjux; r^iam in hoc gerens illius Virginia, qnia et in multis est imita» 9
tía. (Sr.ni 142, n.° 2.)
(2) Joan., ni, fi.
(3) Venter tuus sicut acervas tritici vallatus liliis. (Can!. , vit , S.)
\ .: ■

TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 167


cizaña de los herejes , ni los escándalos de los pecadores , han podido
destruir el trigo católico. En toda la redondez de la tierra y hasta el
fin de los tiempos , se verificara siempre lo niií-mo. Planta cosmopo
lita, ni la variedad de los climas , ni la diferencia de cultivo, la harán
degenerar ; lo que esta escrito, escrito esta.
Esta fecundidad inagotable de la Iglesia no es el signo menos bri
llante de su celestial origen y de su perpetua virginidad. Si por una
sola vez la iglesia hubiera hecho pacto adúltero con la mentira , ya
ha mucho tiempo que hubiera dejado de engendrar. Sólo el Espíritu
Santo es fecundo. Toda sociedad , asi como toda alma que él abando
na, se hace estéril , estéril porque ha cesado de ser virgen. Ved al
protestantismo con su febril actividad, con sus cargamentos de biblias
impresas en todas las lenguas , con sus millones destinados á esparcir
sus libritos satíricos , ó a pagar á sus agentes : ¿ qué pueblo ha en
gendrado para Jesucristo? Pero, ¿ á qué hablar del protestantismo?
Consistiendo su esencia en una negación , no podra producir nada;
si en algo es fecundo , no es mas que en ruinas. Ruinas intelectuales,
minas morales , ruinas sociales ; estas tres palabras resumen su
historia y la de todas las herejías pasad; s y futuras.
Volvamos nuestra mirada hacia la Iglesia oriental , triste hermana
de la Iglesia latina , y como ella dotada en otros tiempos de gloriosa
fecundidad: después del cisma, ¿qué ha producido? Nada. ¿Ha
plantado la cruz en alguna apartada región ? ¿Ha civilizado siquiera
una sola población de .Asia ó América ? ¿ Ha favorecido el movimiento
de las ciencias , ó llevado á cabo alguna de esas obras que dejan tras
de si un largo rastro de gloria ? No. Pero, al menos , ¿ha podido de
fenderse contra su propia corrupción ? Tampoco.
Victima de la simonía, del escándalo y de la intrusión, que la de
voran como los gusanos á un cadáver, ha caído en espantosa igno
rancia y en atonía mortal. No ha tenido ni un doctor célebre , ni un
concilio digno de llamar la atención. « Si se hace el parangón , decía
ya Montesquieu , entre el clero griego y el clero latino, si se compara
la conducta de los Papas con la de los patriarcas de Constantinopla,
se encontrará tan sabios á los unos como poro sensatos á los otros.»
La diferencia entre las dos Iglesias , se ve brillar en la expansión
continua de fuerzas y de vida de la Iglesia romana y en sus conquis
tas sobre todos los puntos del globo, en tanto que la Iglesia griega
permanece inmóvil , encerrada dentro de los límites de la servidum
bre y despojada del principio de fecundidad , comunicado á la ver
dadera esposa en el día de Pentecostés.
168 TRATADO DEL ESPÍttITU SANTO.
El Espíritu Santo os inseparable de la Iglesia , como inseparable
es de María. La madre del cristiano, formada en el Cenáculo, apa
rece viva el día de Pentecostés. Vive , puesto que posee el principio
de su movimiento, el Espiritu Santo, que se manifiesta por actos pro
pios sólo de Éi (1). < En el día de Pentecostés , dice San Agustín , el
Espíritu Santo descendió como un rocío santificante sobre los Após
toles, sus templos vivos. No viene á visitarlos de paso, sino a conso
larlos perpetuamente y habitar en ellos para siempre. Lo que el Verbo
encarnado había dicho de si mismo a sus Apostoles : Yo estoy con vos
otros lodos los días hasta el fin del mundo , lo dice del Espíritu Santo:
El Paráclito que mi Padre os dará permanecerá siempre con vosotros.
Se manifestó , pues , a los fieles , no por el favor de su visita y sus
operaciones, sino por la presencia misma de su majestad. Estos vasos,
no solamente recibieron el olor del balsamo, sino el bálsamo mismo,
á fin de que su perfume llenase el mundo entero é hiciese á los discí
pulos de los Apóstoles, capaces de la vida de Dios mismo y partici
pantes de su naturaleza (2).»
Ahora bien: el Espiritu Santo permanece con María para prote
gerla, inspirarla y dirigirla ; en otros términos, para conservarla
hasta el lin, llena de gracia y como tipo único de belleza moral.
La protege : sin la protección especial del Espiritu Sauto, ¿cómo
María, pobre y delicada, hubiera podido escapar, lo mismo que su
tierno Hijo, del furor de Herodes? La Iglesia esta todavía en la cuna,
y la raza perpetua de los Herodes ha jurado su muerte. Tres armas
homicidas se encuentran entre las manos de sus enemigos : la perse
cución, la herejía y el escándalo: Estas armas hallaran siempre bra
zos dispuestos a manejarlas, pero siempre se embolarán contra la
fuerza, la sabiduría y la constancia sobrehumanas, que son la triple
coraza de que el Espíritu Santo ha revestido a la Iglesia.
Permaneced en la soledad , le había dicho el Verbo divino al de
jarla; no empeñéis ningún combate., ni afrontéis ningún peligro hasta
que seáis revestidos con la fuerza de lo alto. Entonces solamente os
pondréis en estado de servirme de testigos en Jerusalén, en Samaría
y hasta en los extremos de la tierra (3). Y, en efecto, les fué dada
esta fortaleza invencible. Vengan los jueces y los verdugos de Je>u>

(1) Dicimus animal viverc , cuín incipit ex se motum habere. (S. Th..
1 p., q. xvui, art. t.)
(2) Serm. 185 d? Temp.
(3) Ácl., i , 8.
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU S\NTO , LA IGLESIA. 169
de Nazareth; vengan los Judíos y los gentiles ; vengan los Empera
dores romanos con su poder ; venga como un solo hombre la #ieja
sociedad con el furor de su odio y la locura de sus excesos ; no fal
lará quien les responda. La joven sociedad , animada por el Espíritu
Santo , se reirá de sus amenazas , desafiará sus suplicios ; y, rodeán
dose de milagros, les dará en cara con estas palabras sin réplica :
«Vale mas obedecer á Dios que á los hombres. » Prestad oído atento, y
después de diez y ocho siglos oiréis resonar en todos los puntos del
globo esta palabra siempre vencedora de las puertas del infierno.
El Espíritu Santo inspira á María é inspira á la Iglesia. María es
llamada Reina de los Profetas por la sublimidad de su canto profético.
Sien los profetas fué la inspiración un arroyuelo, en María fué un
río, un vasto mar. Lo mismo sucede con la Iglesia: el espíritu de
sabiduría, que, en boca de los niños ó de hombres del pueblo, asom
bra á los pretores romanos por la oportunidad y la sublime sencillez
de sus respuestas, se expresa en las asambleas de la Iglesia por el
órgano de los Pontífices con lucidez que desconcierta al error y con
autoridad hasta entonces desconocida.
Desde un principio, cuestiones graves obligaron á los antiguos
pescadores de Galilea á reunirse en Concilio. Como teólogos de pri
mer orden, y por consiguiente filósofos eminentes, discuten los pun
tos más difíciles con una elevación que eclipsa las sesiones tan ponde
radas del Senado y del Areopago. Terminados los debates, el Concilio
envía á los fieles de Oriente y de Occidente su decisión, formulada
en términos que jamás Asamblea ninguna humana pudo atreverse á
emplear : Ha parecido bien al Espíritu Santo y á nosotros : Visum
est Spiritui Sancto et nobis.
¡ La inteligencia humana colocada en la misma línea que la inteli
gencia divina ! ¡ El hombre compartiendo con Dios la infalibilidad
doctrinal y el poder judicial ! Si aquí no está lo sublime , ¿ donde se
encontrará? Esta deificación del hombre por el Espíritu Santo no ha
cesado jamás en la Iglesia. Todos los Concilios generales, desde hace
diez y ocho siglos, repiten, en diferentes términos, pero con la misma
seguridad, la gloriosa fórmula : «El muy santo , universal y ecumé
nico Concilio de Trento , legítimamente reunido por el Espíritu Santo,
«nseña , establece, ordena , prohibe,» etc. Los Concilios tienen la
razón por dos lados ; pues, por una parte, el Espíritu de verdad está
siempre con ellos (1); y, por otra, la historia prueba que entre

(i) Joan., liv, 16.


170 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
todas las sociedades sólo la Iglesia no tiene nada que retractar.
El Espíritu Santo, no solo inspira las palabras de Maria , dirige
también sus pasos. La conduce de Nazareth a Bethleem , de Bethleem
á Egipto , de Egipto á Judea, de Judea á Galilea , á Jerusalén , al
Calvario, al Cenáculo. Lo mismo hace con la Iglesia. Esta acción,
siempre sensible en el curso de las edades , se hace palpable desde
los primeros siglos. El ministro de la poderosa reina de Etiopia ha
venido á Jerusalén á adorar y regresa á su país : ¡ qué noble con
quista! El Espíritu Santo habla al diácono Felipe, el cual se acerca
al ministro, monta en su carroza, lo instruye y' lo bautiza. En un
abrir y cerrar de ojos, el mismo diácono se encuentra transportado pof V
el mismo Espíritu á la ciudad de Azoto. Su palabra vencedora se deja
oir en todas las ciudades intermedias hasta Cesárea.
¿Es preciso llamar los gentiles a la fe? Pues el mismo Espirite
Santo en persona elige á Pedro para esta misión , y le indica punitj? \
por punto la manera de cumplirla. Ha llegado el momento de llevar
á lo lejos el fuego divino : ¿quién designará los obreros? ¿Quién los
tomará de la mano y los conducira, sin abandonarlos un instante,> ?
como el preceptor conduce á su discípulo y el alma al cuerpo? No ¿ j
serán ni el Padre, ni el Hijo, sino el Espíritu Santo. «Separadme i !
Saulo y á Bernabé para la obra á que los he destinado (1).»
Sigamos por un instante á los conquistadores evangélicos, y veré^-Ji
mos cómo todos sus movimientos son regulados por el mismo Espi-' . 4¡>
ritu Santo. «Y atravesando la Phrygia y la Galacia , les vedó el Espí
ritu Santo que predicasen la palabra de Dios en el Asia (2).» Llegados
á la Mysia , intentan entrar en la Bithynia , pero el Espíritu SantejRM
opone á ello. Se les abre la Macedonia, y el Espirito Santo los conduce
á Philipos , en donde San Pablo debia reportar un brillante triunfo
sobre el demonio inspirador.de una joven pitonisa. Ateuas , Corinto,
Éfeso, los verán sucesivamente , sembrando los milagros y multipli^-t'
cando las conquistas.
No obstante, estos hombres poderosos obedecen en todo al Espi-» c*'
ritu de fuerza y sabiduría. Él es quien advierte á Pablo que abandone
á Éfeso , atraviese rápidamente la Macedonia y la Acaya , y se vuelva
a Jerusalén. Ni las celadas de sus enemigos , ni las lagrimas de
queridos discípulos pueden retardar su marcha. iY ahora, he
dice el mismo, que yo, constreñido del Espíritu, voy á Jerusalén ; no

(1) Acl., xiiI, 2.


(2) Jet., xvi, 6.
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 171
sabiendo las cosas que allí me han de acontecer , sino lo que el Es
píritu Santo me asegura por todas las ciudades , diciendo que me
aguardan en Jerusalén prisiones y tribulaciones. Mas no temo nin
guna de estas cosas , ni hago mi propia vida más preciosa que á mí
mismo , con tal que acabe mi carrera y el ministerio de la palabra,
que recibí del Señor Jesús (1).«
La inminencia del peligro no hará cambiar estas nobles disposi
ciones. «Y al día siguiente, continúa San Lucas, llegamos á Cesárea.
Y durante la mansión que hicimos allí por algunos días , llegó de la
Judea un profeta \ por nombre Agabo. Éste , como vino á nosotros,
tomó el ceñidor de Pablo , y atándose los pies y las manos , dijo : Esto
dice el Espíritu Santo : Asi ataráu los Judíos en Jerusalén al varón,
cuyo es estecingulo, y lo entregarán en manos de los gentiles. Cuando
oímos esto nosotros , y los que eran de aquel lugar , le rogábamos
que no subiese á Jerusalén. Entonces Pablo respondió , diciendo :
¿Qué hacéis llorando, y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy
aparejado no sólo para ser atado , sino también para morir en Jerusa
lén por el nombre del Señor Jesús (2).»
El curso de la historia pone de manifiesto que Pablo no se desdijo
ni por un instante , y da hasta la razón oculta de todas las marchas
del grande Apóstol y de todas las persecuciones á que se expuso. Si
se ve obligado á huir de Éfeso , si se le prohibe detenerse en Bithi-
nia , si se le manda atravesar el Asia á paso redoblado , é ir á dejarse
coger en Jerusalén , todo es porque el Espíritu Santo ha decidido
enviarlo á Roma. Caído en manos de los Judíos, será entregado por
éstos á los Romanos. Declinara el juicio del gobernador Festo , apelará
al César , y esta apelación lo conducirá á la capital de Satanás, cuyas
murallas quebrantará su poderosa palabra.
Esta dirección del Espíritu Santo, que se encuentra también en la
vida de los demás Apóstoles, jamás ha faltado á la Iglesia. Desde la
creación, la sabiduría infinita conduce al sol como de la mano y le
indica todos los días los lugares que debe alumbrar con su luz. Así,
desde la regeneración evangélica, el Espíritu Santo dirige la Iglesia,
sol del mundo moral , y le marca con precisión los pueblos y las almas
que debe visitar ó abandonar. Se hace preciso atribuir á esta dirección
el paso de la fe de una nación á otra , la conversión de los pueblos
del Norte en el momento del cisma oriental, el descubrimiento délas

(1) Act., xx, 22 et seqq.


(2) Ací., XC, 11 et seqq.
172 TBATADO DEL ESPIRITU SANTO.
Américas cuarenta años después del renacimiento del paganismo en
Europa , el celo maravilloso por la propagación de la fe, de que nos
otros somos testigos , en el momento en que la apostasia general de
las sociedades modernas exige inmensas compensaciones que repa
ren las pérdidas de la Iglesia.
Acatemos el paralelismo entre María y la Iglesia con un nuevo
rasgo, que no es el menos sorprendente. La Iglesia, semejante á María
en su fecunda virginidad, se le parece también en su amor maternal.
María, madre del Verbo encarnado, alimenta á su Hijo con la leche
de sus virginales pechos, ubere de coelo pleno. Le rodea de los más
tiernos cuidados, le prodiga las más afectuosas caricias, lo salvado
todos los peligros, participa de todos sus dolores , y no lo abandona
hasta eu su misma muerte.
La Iglesia , madre del cristiano , le alimenta con la leche virginal -
de su doctrina : no deja que penetre ni un error, ni siquiera la som
bra de un error , en su inteligencia, criada para la verdad y nada más
que para la verdad. Con celosa ó incesante solicitud vela esta madre
por el alimento de sus hijos. Para apartar de sus labios todoalimento
emponzoñado, emplea el valor de una leona cuando defiende á sus
cachorros. Lanza sus amenazas y sus anatemas sobre los Herodes en
venenadores o asesinos. ¡Dichosos los cristianos, si hubieran com
prendido siempre el corazón de su madre !
Á medida que su hijo adelanta en edad y se hacen más peligrosas
las luchas déla vida, la Iglesia multiplica sus precauciones. Si, á
pesar de sus esfuerzos, llega á caer, lo levanta, anima su valor, cura
sus heridas, le devuelve la salud y redobla hasta el último momento
sus cuidados maternales, á fin de hacer que muera reconciliado con
su hermano el primogénito , su juez y remunerador. No lastarian
libros enteros para dar cuenta de lo que hace la madre de los cristia
nos en favor del cuerpo y el alma de sus hijos, desde la cuna hasta
la tumba, y aún más alia, imitación permanente de los cuidados de
Maria por su Hijo muy amado.
Maria, no solamente ama a su Hijo, sino a todos los que su Hijo
ama, que son todos los hombres. Su amor no conoce la inconstancia,
ni el frío, ni se limita á tiempos, lugares ó personas : Ego Dominus
et non mutor. Tal es el amor de María. Hizo, para atestiguarlo, lo
que jamás ha hecho madre alguna ; entregó su propio Hijo. Mostran
do á todos los siglos á Jesús enclavado eu la cruz, María puede decir:
«Asi es cómo yo he amado al mundo, hasta darle mi único hijo:
lo mismo que se necesitó mi consentimiento para la Encarnación del
TERCERA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , LA IGLESIA. 173
Verbo, se ha necesitado para la inmolación de esta víctima querida. >
La Iglesia , madre del cristiano , tiene derecho á usar este mismo
lenguaje. En todos los puntos del globo, convertido para ella en un
inmenso Calvario , muestra las cruces , las hogueras , los cadal
sos, las calderas de aceite hirviendo , las cadenas, los instrumentos
de tortura , las fieras de los anfiteatros , todos esos mil y mil géne
ros de tormentos y de muertes , inventados por Satanás, y que des
pués de diez y ocho siglos aún se conservan en los diferentes paises
del mundo : tras de esto muestra á los más queridos de sus hijos
crucificados, abrasados, ahorcados, molidos, descuartizados, ator
mentados, en todo ese mismo tiempo yesos mismos lugares. Ante
este espectáculo , empleando el mismo lenguaje de María , dice á los
ángeles y á los hombres: «Así es cómo yo he amado al mundo : para
salvarlo, le he dado, y aún le sigo dando , los más queridos de mis
hijos, los huesos de mis huesos, la sangre de mi sangre. »
Este último rasgo de semejanza , añadido á tantos otros, nos mues
tra en los anales de la humanidad dos madres , dos solamente , María
y la Iglesia, que sacrifiquen sus hijos por salvar al mundo. ¡Oh Ma
ría ! ¡ Oh Iglesia 1 ¡ Milagros inauditos de caridad ! ¡ Anatema sobre
quien no os ame !


capítulo xvin.

■•

Cuarta creación del Espíritu Santo , el cristiano.

Sumario.—Esta cuarta creación es el objeto de las tres primeras, y por qué.


—El cristiano, hermano del Verbo encarnado, hijo de Dios, participante
de ln naturaleza divina. — Principio de esta filiación 6 generación divina.
— La gracia. — Profundo misterio de la gracia. — Cómo se verifica esta
divina generación. — Sus efectos principales : la vida divina , la filiación
ó adopción , el derecho á la herencia paterna. — Dónde tiene lugar esta
generación. — Resumen.

Las tres primeras creaciones del Espíritu Santo en el Nuevo Tflg-/


lamento se refieren a la cuarta. María para el Verbo encamado ; el
Verbo encarnado para la Iglesia ; la Iglesia para el cristiano ; el <
tiano mismo, para divinizar la creación entera y referirla á su prin
cipio, multiplicando por doquiera los hermanos del Verbo encamado:
ut sit Ueus omnia in ómnibus. Estudiemos esta nueva maravilla
resume todas las otras.
En efecto: ¿qué es el cristiano? Es el hermano del Verbo encar
nado (1), es otro Jesucristo. Ahora bien : el Verbo encarnado es Dios,
hijo de Dios y heredero de todos los bienes de su Padre, en la tierra
y en el cielo, en el tiempo y en la eternidad. El cristiano es todo esto
en el sentido que vamos á explicar, Dios, hijo de Dios, coheredero
de todas las cosas con el Verbo su hermano primogénito.

(4) Vade autem ad fruiré* meos et dic eis : Aseando ad Patrem meum
et Patrem vestrum. (Joan., xx, 47.)—Qui enim sanctificat et qui sanctifican*
tur ex uno omnes, propter quam causam non confunditur fratreí eos vocare,
dicens : Nuntiabo nomen tuum ¡mlrihus meis.... Unde debuit per
fratribus Bimilari, etc., etc. (Hebr., xi, ti, II, 17.)
CUARTA CREACIÓN DEL KSPÍRITÜ SANTO , EL CRISTIANO. 175

Es Dios : Yo dije : sois Dioses é hijos del Dios vivo (1). «Gracias al
Espíritu Santo, añade San Basilio, los Santos son Dioses (2).i Y San
Atanasio: «Lo mismo que Dios se ha hecho hombre encarnándose,
de la misma manera el hombre es Dios por el Verbo encarnado (3). »
El Verbo es hijo de su Padre por generación eterna : esta generación
es el tipo de la del cristiano. Desde toda eternidad , Dios Padre engen
dra un Hijo consubstancial é igual á El en todas las cosas. En el tiem
po, engendra hijos que son por la gracia lo que 'ese su único Hijo
es por uaturaleza. De este modo, el cristiano es un ser aparte y el
resultado de un fiat especial (4).
No^es hijo de dioses muertos , ni de ídolos mudos , ni de la carne
ni de la sangre, ni de la voluntad del hombre ; es hijo de Dios vivo,
Filii Dei viventis. Es semejante al Verbo cuyo Padre dice desde toda
eternidad : Tú eres mi hijo ; hoy mismo te he engendrado (5).i
Es coheredero de todas las cosas. El Verbo encarnado , dice San
Pablo , es el heredero universal de Dios (6). Todo es suyo en el cielo y
en la tierra. Y añade : Y nosotros somos todos coherederos de Cristo (7).
No han sido hechos el cielo y la tierra para los ángeles malos, ni (Mira
los perversos, sino para el cristiano: el cielo es su reino, su país, su
morada en la eternidad. La tierra es sil lugar de paso : el mundo aca
bará cuando el último cristiano haya recibido el Bautismo y enco
mendado su alma en las manos de su divino Padre, y concluirá por
haber perdido su razón de ser : Omnia propter electos : consumma-
tum est.
I Inexplicable grandeza y más inexplicable bondad I Hacer salir de
la nada el cielo con los astros y con los ángeles , la tierra con sus ri

to Egodixi: Diiestiaetfüüexcelsiomnes.... filii Dei viventis. (Ps. lxxxi.


—Otee, i , AO.)
(i) Sánelos propter inhabitantem Spiritum Sanctum esse Deoa (Homil.,
de Spir. Sanct.)
(3) Ut enim Domioua, imluto corpore factus est homo ; ita et nos nomi
ne» ex Verbo Dei fiamus dii. (Strm.'IV Cont. Arian.J
(4) Exemplar hujus filiationis est filiatio Verbi Dei. Sicut enim Deus
Pater ab aeterno genuit Filium sibi oonsubstantialem et aequalem per
omnia ¡ ita illius ad instar in tempore gignit filios , qui per gratiam sint id
quod Filios Dei est per naturam. Nostra ergo filiatio est imago filiationis
divinas. (Ccrn. a Lap., in Osee , i , 10.)
(5) Hebr. , i , 5.
(6) Hebr., i , 2.
(7) Rom., vin , 17.
176 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
quezas y con sus habitantes, es una creación magnifica, justamente
atribuida al Padre. Hay otra más magnífica , y cuya gloria recae en
' el Espíritu Santo, la creación del cristiano.
«Una obra puede llamarse grande , dice Santo Tomas, á causa de
la grandeza misma de la obra. En este sentido, la justificación del
hombre, que tiene por objeto la participación eterna de la naturaleza
divina , es más grande que la creación del cielo y de la tierra , que
se termina en el goce de una naturaleza perecedera. También San
Agustín , después de haber dicho que hacer de un pecador un justo
es una cosa más grande que sacar el universo de la nada , añade:
Porgue el cielo y la tierra pasarán , pero la justificación y salvación
de los justos fio pasarán (l). >
Que el hombre sacado de la nada del pecado sea elevado hasta la
participación de la naturaleza divina ; que el hijo del polvo se haga
hijo de Dios ; que Dios llame hijo suyo al hombre ; que el hombre
llame padre suyo á Dios , y que este llamamiento reciproco sea la
expresión de la realidad : «Ved , continúa San León, la creación más
maravillosa, el don que sobrepuja á todos los dones. ¡ Oh cristiano!
Reconoce tu dignidad ; participante de la naturaleza divina, no quie
ras degradarte con una conducta indigna de tu grandeza (2). »
¿Cual es el principio de esta generación, causa de nuestra incom
parable nobleza ? ¿ Cómo se realiza? ¿Cuáles son los particulares efec
tos que de ella resultan? ¿Dónde se verifica? ¡Espíritu de luz!
dignaos iluminarnos en el momento en que , para gloria vuestra,
intentamos revelar á vuestros hijos el arrebatador, aunque profundo
misterio de su origen. a
¿ Cuál es el principio de la generación del cristiano ? La gracia.
¿ Pero en qué consiste esta gracia y como explicar su excelencia y su
naturaleza intima ? i La gracia , dice San Pedro , es todo lo que hay
más excelente en los tesoros de Dios. Es un don que hace al hombre
participante de la naturaleza divina (3). » El Ángel de la teología ha
bla como el Principe de los Apóstoles. Según Santo Tomás : « La gra
cia es una participación de la naturaleza misma de Dios. Es la trans-
(1) 1. 2., q. cxm.
(2) Omnia dona excedit hoc donum , ut Deas homiaem vocet filium , ot
homo Deum nominet Patrem. (Strm. VI De Nativ.J—Agnosce , o christianae ,
dignitatem tuam , et divinae consora factus naturae,noli in veterem vilitatem
degeneri coaversatione rediré. (Id., ibid., Serm. i.)
(3) Máxima et pretioaa promissa donavit ; ut per haec efliciamini divi
nae consortes naturae. (II Pttr,, i , 4.J
OTAHTA CBEACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , EL CRISTIANO. Í77
formación del hombre eu Dios ; porque éste es el principio de la
gloria en nosotros (4).» Los catequistas españoles añaden : « La gracia
es un principio divino que nos hace hijos de Dios y herederos de su
gloria (2). » *
¿Pero qué es en su naturaleza intima este don deificador? La gra
cia no es solamente , corno se la define con demasiada frecuencia , un
auxilio concedido por Dios y conducente á nuestra salvación. El auxi
lio es el efecto de la gracia, y no la gracia en su esencia. La gracia no
es tampoco un don exterior al alma , sino que está en la esencia
misma del alma. Es un principio divino, un elemento nuevo sobre
añadido a la naturaleza , una cualidad supereminente que reside en
la esencia misma del alma, que obra sobre el alma y sobre todas sus
potencias , como el alma obra sobre el cuerpo y sobre todos sus órga
nos. «Sin duda , continúa Santo Tomas , la gracia no es la substancia
misma del alma , o su forma substancial ; pero es su forma acciden
tal (3). En efecto : lo que es substancialmente en Dios , por la gracia

(1) ....Ipsum lumen gratiae quod est participatio divinae naturae.


(1. 2., q. cx.art. m.)— Gratia nihil aliud est quam quaedam. inchoalio gloriae
in nobis. (5. 2., q. xxiv, art. 3. )
(2) La gracia es un ser divino que nos hace hijos de Dios y herederos
de su gloria.
(3) Sabido es que en la teología antigua la palabra forma significa
principio 6 causa que determina y perfecciona una cosa : como el alma en
el cuerpo. Pars errtis quae est indifferens ad hoc vel illud constituendum
dicitur «In, ut corpua in homine ; quae vero determina! et perficit mate-
riam , dicitur forma, ut anima.
La gracia nantifinante es un principio divino que nos hace hijos de Dios y
herederos de su gloria. La gracia santificante es un don criado, eB decir,
que cualquiera que sea la perfección de este don , no es la substancia misma
de Dios. En efecto ; este don es inherente al alma, esto es , viene a modifi
carla , mas no ¡i destruirla ó cambiarla de modo que cese de ser alma. Es
inherente y bajo la forma de hábito, ó sea de inclinación y propensión
para hacer el bien. Mas si este don fuera la substancia misma de Dios , no
implicaría solamente inclinación al' bien , sino la ejecución continua del bien,
pueB Dios es soberana y eternamente autor del bien. La gracia santificante
es, como dice San Pedro, una participación de la naturaleza divina. Pero en
el mundo ninguna criatura puede comprender el sentido ni la naturaleza de
esta palabra ; la comprenderemos en el cielo, y esta comprensión hará nues
tra dicha en la patria,
La causa productiva déla gracia es el Espíritu Santo, autor de todos los
dones naturales y sobrenaturales. La causa meritoria es el Verbo encarnado.
La causa instrumental, los sacramentos. La causa formal, ó sea la uatura-
TOMO II. iá
178 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
viene á ser accidentalmente en el alma , hecha participante de las
perfecciones divinas (1). »
Ahora bien: lo que es substancialmente en Dios, ¿ qué es sino Dios
mismo ? Es el Padreé el Hijo, el Espíritu Santo, la Trinidad adora
ble. Luego Dios , el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Trinidad
augusta, está accidentalmente en el cristiano.
Dios es substancialmente vida , santidad , fuerza , luz , perfección
divina , beatitud eterna.
El cristiano es , pues , accidentalmente , vida divina , santidad
divina , fortaleza divina , luz divina , perfección divina , beatitud di
vina. Decimos que todo esto lo es accidentalmente , es á saber : que
puede cesar de serlo ; y esto no se puede afirmar de Dios.
Es , pues , el alma del cristiano morada , templo, trono de Dios.
Dios está infinitamente más unido al cristiano que á las demás criatu
ras , por esencia , presencia y potencia : hasta el punto de que si por un
imposible Dios no estuviera en el alma por esencia , presencia y poten
cia , como está en todos los otros seres criados , estaría en ella realmente
por la gracia. Al modo que el cuerpo del Verbo encarnado se hace
presente bajo la especie de pan por las palabras de la consagración ; ó
como su divinidad se hizo presente á la sacratísima humanidad en el
momento de la encarnación, de modo que si hasta entonces hubiese
estado ausente habría comenzado en el acto á estar presente y existir
personalmente en ella ; asi sucede en la unión de Dios con el hombre
que se hace por la gracia. Esta unión es tan íntima, que á ninguna
otra más perfecta puede aspirar la criatura (2).
¿Cómo se verifica en nosotros esta unión deifica á la que debemos
no sólo el llamarnos, sino el ser verdaderamente hijos de Dios? La
respuesta a esta cuestión nos lleva á sondear uno de los abismos del

leza de la gracia que hay en el alma , es la vida divina comunicada i la


misma alma. La causa final , ó la razón por la que Dios la comunica al alma,
es la gloria de Dios, la gloria del Verbo encarnado, la deificación del hom
bre, que por ella adquiere derecho á la gloria de Dios y á todos sus bienes
de gracia y gloria.
(I) Quia gratia est supra naturam humanam , non potest esse qnod ait
suliBtantia aut forma substantialis , sed est forma accidentalis ipsius animae.
Id enim quod substantialiter est in Deo , accidentaliter fit in anima partici
pante divinam bonitatem. (1. 2., q. ex, art. 2.—Véase también Corn. a Lop.,
in U Pelr., i, S.)
('2) Est enim summa Dei unió ínter Deum et animam sanctam , qua
nullae creaturae purae potest dari major. (Corn. a 1, ip. , in Aut. n . II , 4.)
CUARTA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , EL CRISTIANO. 179
-amor infinito. Al comunicarnos la gracia , el Espíritu santificador po
dría habernos hecho solamente justos y santos, sin hacernos hijos su
yos ; y este favor merecería nuestro reconocimiento eterno. Habría
podido honrarnos con esta adopción , contentándose con darnos la gra
cia y los dones criados; pues la gracia, conforme lo hemos visto , es
una participación de la naturaleza divina. Este segundo favor hubiera
sido más grande que el primero ; mas el Espíritu Santo no se ha con
tentado con hacérnoslo.
Juntamente con sus dones ha querido darse á Si mismo , y deifi
carnos y adoptarnos por Si mismo, en persona. Para esto se ha unido
voluntariamente á sus dones. De modo que, cuando los infunde en el
alma, se infunde á Sí mismo por ellos y con ellos , personalmente,
substanciahnente, para concertar con nosotros una unión, que sólo es
inferior a la unión hipostática de Dios y el hombre en el Verbo en
carnado. Tal es, pues, el amor inmenso del Espíritu Santo y la ele
vación suprema del cristiano. En el momento de nuestra generación
divina, no se nos da solamente la gracia y los otros dones del Espí
ritu Santo; sino el Espíritu Santo mismo , don increado y autor de
todos los dones. Este Espíritu divino , mezclado y como identificado
con sus dones , habita personalmente en nosotros , nos vivifica , nos
adopta y diviniza (1).
¿Se quiere algo más todavía? Al descender personalmente el Es
píritu Santo al alma cristiana, viene acompañado del Padre y del
Hijo, de quienes nb puede separarse. Y asi toda la augustísima Tri
nidad habita personal y substancialmente en el justo por todo el tiempo
que persevera en la justicia. Si alguno me ama, decía el Verbo encar
nado, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos á él,
y haremos morada en él (2). De este modo , Dios permanece perso-

(1) Quocirca Spiritus Sanctus «ponte sua ae anexan donis suis , gratiae
et charitati, ut quandocumque ea infundit animae , dimití cum eis et per oa
infundat seipsum persooaliter ac substantialiter, juxta itlud Apostoli : Cha-
rilas Dsi diffuia Mt in cordihut nostris per Spiriíotn Sanctum , qui datui eit nobis.
(Rom., t, 5 )—.... Haec ergo est Bamma Dei nostri dignatio aeque ac noatra
summa dignitas etexaltatio, qua recipientes charitatem et gratiam , aimul
recipimua ipsam personam Spiritus Sancti quae se sponte charitati et gratiae
inserit et annectit, ac per ea nos inbabitat, vivificat, adoptat , deifícat , agit.
que ad omne bonum. (Corn. a Lap., in One, i, 10.)
(2) Joan., xiV, 28.
180 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
nalmente en nosotros por la gracia y nosotros permanecemos perso
nalmente en Dios (1).
Guardémonos de comparar esta mansión de Dios en nosotros á la
de un rey en su palacio , ni siquiera á la presencia de Dios en cual
quier otra pura criatura: esto seria un error. La mansión de Dios en el
alma justa es unión activa, que tiende a la transformación del hombre
en Dios. Tallué la gloria inmensa que para nosotros pidió y ohtuvo
el Verbo encamado, nuestro hermano mayor, en la oración que hizo
al Padre antes de morir. «Que todos sean una cosa; asi como tú. Padre
mió, en mi y yo en ti, que también sean ellos una cosa en nosotros (2).»
¿Cuales son los efectos principales de esta unión, ó mas bien, de
nuestra generación divina? El primero es la vida. «Yo he venido,
dice el Hedentor, para que tengan vida y la tengan mas abundante
mente (3). » El Espíritu Santo, sucesor y continuador del Verbo, tiene
derecho a hablar del mismo modo. ¿Pero qué vida nos da? Hay cua
tro géneros de vida; vida vegetativa que es la de las plantas, sen
sitiva que es la de los animales , racional que es la de los hombres,
y divina que es la de Dios mismo y de los angeles. Guando el Espíritu
Santo descendió al mundo, la vida de los tres primeros géneros abun
daba como ahora y siempre ; y el Espíritu de amor no dejó las altu
ras celestiales para dar más incremento á esos géneros de vida. Pero
la vida divina estaba casi extinguida. ¿Quién la tenia? ¿Quién la
conocía siquiera? Los ilustrados, los sabios, los que pasaban por
virtuosos, no vivían sino con vida animal (4).
Luego la vida que el Espíritu Santo nos comunica por la gracia,
es la vida de Dios. Esta vida , que domina y absorbe toda otra vida,
expulsa del alma el pecado, que es principio de muerte, y hace sobre
natural lo que es puramente natural. La gracia , dice Santo Tomás,
cura el alma, hace que quiera el bien y que lo practique y persevere
en él, y asi llegue á la gloria: enuoblece todas sus potencias y las hace
capaces de actos sublimes en relación con el principio divino que las
mueve (5).»
(I) Tota ergo Trinitas personaliter et substantialiter venit ad aoimam
quae justificatur et adoptatur, in eaque quasi in suo templo nianet ct inha-
bitat, quamdiuilla in justitia perdurat. (Ibid.J
(i) Joan , xtii , 2t.
(3) íbid., x, 10.
(4)
(5) P».
SicutXLV11I.
ab essentia animae effluunt ejus polentiae , quae sunt ejua ope-
rum principia, ita eliam ab ipsa gratia efíluunt virtutes in poténtias -■ -
per quas potentiae movenlur ad actúa. (I. 2., q. ex, art. 4.)
CUARTA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , EL CRISTIANO. 181
Á esta vida divina debieron las naciones cristianas y deben todavía
toda la superioridad intelectual y moral que las distingue. Si por des
gracia suya llegan ó perderla , no les quedara sino la pobre vida de
la razón , dominada bien pronto , como en el mundo pagano , por la
vida de la planta y de la bestia. Si Europa no se apresura á ponerse
en estado de gracia , esta nueva caída de la humanidad es infalible:
entre el hombre antiguo y el moderno no hay mas diferencia que la
que el Cristianismo ha puesto.
El segundo efecto de la generación deifica es la adopción divina.
Nuestra adopción divina no se parece en nada á la que tiene lugar
entre los hombres. En ésta los hijos no reciben nada de la naturaleza
física de su padre adoptivo ; le deben únicamente un nombre que les
da derecho a la herencia. Otra es la adopción divina. «Ved, dice San
Juan, qué caridad nos ha tenido Dios; que, no sólo nos llamemos,
sino que seamos hijos de Dios (1).» En efecto: el cristiano recibe de
Dioscon la gracia la naturaleza divina, de la que se hace participante,
no sólo accidental, sino como substancialmente. Somos, pues , hijos de
Dios y como dioses ; puesto que Dios nos comunica y da realmente su
naturaleza (2).
Si nosotros somos realmente hijos de Dios , Dios es también ver
daderamente nuestro Padre. En efecto : aquel es verdaderamente pa
dre que comunica su naturaleza a su hijo ; con razón , pues , Dios es
llamado, no solamente Padre de nuestro Señor Jesucristo , sino Padre
nuestro, toda vez que nos comunica su naturaleza por la gracia , como

(I) / Joan., m , 1.
(2) Qua adoptione accipimus huidmam dignitatem filiationis divinae, ut
Teip*a non tantiim accidentalitev per gratiam , sed et quasi substantialiter
per naturam simus filii Dei , et quasi Dii. Deus enim suam naturam realiter
nobis communicat et doaat. (Cor», a Lup., in 0<«, i, 10.)— En otro pasaje
«1 sabio comentador explica estas dos palabras , accidentalmente y substan-
-cialmerite. Amdentalmente participa el cristiano de la naturaleza divina por
la gracia santificante, que es un don accidental infuudido en el alma , en vir
tud del cual participa de la naturaleza divina del modo más perfecto y ele
vado. Substancialmente , porque participa realmente de la naturaleza divina
que lees comunica la; porque la gracia de alopoión no puede ser separada
del Eepír tu Santo , lo mismo que la adopción del Espíritu Santo no puede
separarle de la gracia, ála manera que el rayo luminoso no se puede sepa
rar del sol, ni éste de aquél. Nec enim gratia adoptans a Spiritu Sancto , nec
Spiritus Sancti adoptio a gratia divelli potest : sicut radiui a solé , et sol a
radio divelli nequit. (In U Petr., i, 4.)
182 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
la comunica por la unión hipostática á Nuestro Señor , de quien nos-
hace verdaderos hermanos (i). Asi lo enseña formalmente el mismo
Espíritu Santo. «Los que conoció en su presencia, dice San Pablo
(Rom., vin , 29), á estos también predestinó para ser hechos confor
mes á la imagen de su hijo , para que Él sea el primogénito entre
muchos hermanos.» Y San Juan : « Les dió poder de ser hechos hijos
de Dios, á aquellos que creen en su nombre ; los que son nacidos,
no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
mas de Dios. » (i , 12.)
¿ Qué diremos de tan alta gloria ? Hijos de Dios , prestemos aten
ción á las palabras del mismo Apóstol , arrebatado de admiración en
vista de tanta grandeza : « Carísimos , ahora somos hijos de Dios : y
no aparece aún lo que habernos de ser. Sabemos que cuando Él apa
reciere , seremos semejantes á Él (2). i ¡ Oh cristiano , ser sublime si
sabes comprenderte ! Ser hijo de Dios , heredero de Dios , es infini
tamente mas que ser rey, emperador, papa, monarca de todo el
universo ; más que ser ángel , arcángel , querubín ó serafin. Ser hijo
de Dios , ser Dios sobre la tierra , terrenas Deus ; asimilarse por la
alimentación todas las- criaturas inferiores, alimentarse de la carne
y sangre del mismo Dios , y ser realmente participantes de su natu
raleza , divinae consortes natitrae ; he ahí el panteísmo católico. La
razón se deslumhra al contemplarlo. ¿Nos pasmaremos del éxito in
menso que obtiene Satanás cuando lo falsifica y presenta al hombre
un remedo en vez del original '?
¡ Qué digna de ambicionarse es la filiación divina 1 ¡ üh , hombre,
cómo debes amarla ! ¡ Con cuánta solicitud debes conservarla , y si
por desgracia la llegas á perder, con qué prontitud debes recobrarla 1
Debes portarte con Dios como un hijo con su padre. Vive siempre
de la confianza , del amor y del respeto filial. Á ejemplo de tus abue
los, Noó, Henoch y Abraham, sé perfecto en todos tus caminos. Que
los ángeles , más bien que los hombres , formen tu sociedad. Que
nada llame la atención , que nada fascine al que sabe que es hijo de

(1) Recipimus a Deo gratiam , et cum gratia ipsam Dei naturam, ut


ticut apud hominM pater proprie dioitur , qui alteri communicat suam nata -
ram humanara , generatque hominem : ita Deus dicatur pater non tantum
Christi, sed et noster; quia naturam suam nobis commanicat per gratiam,
quam Christo communioavit per unionem hypostaticam , ut ejus fratres nos.
•flíceret, juxta illud , etc. (Corn. a Lap-, in Osee, l, 10.)
(2) / Joan., III , 2.
CUARTA CREACIÓN DEL ESPIRITU SANTO , EL CRISTIANO. . 183
Dios. Se degradaría seguramente , si después de Dios admirase cosa
alguna (i).
El tercer efecto de la generación ó filiación divina , es el derecho á
la herencia paterna. Esta herencia , a la cual ninguna otra puede
compararse , se compone de la gracia y de la gloria , tesoros infinitos
que comprenden todos los bienes de nuestro Padre en el cielo y en
la tierra. Citaremos solamente algunos. En el momento de su adop
ción, recibe el cristiano, juntamente con el perdón de sus pecados y
la purificación perfecta de su alma , las tres virtudes teologales , fe,
esperanza y caridad ; las cuatro virtudes morales sobrenaturales,
prudencia , justicia , fortaleza y templanza ; los siete dones del Espí
ritu Santo que descendieron primitivamante sobre el Verbo, nuestro
hermano mayor.
Mas todavía ; descienden á él , vienen á dársele , el Espíritu San
to, autor de todos los dones , y el Hijo y el Padre , toda la augustí
sima Trinidad substancial y personalmente (2). Todos estos dones,
difundidos hasta en lo mas intimo del alma , hacen del cristiano un
ser nuevo, nacido á una vida nueva y capaz de obras deificas. El
hombre no sublimado por la adopción divina puede ganar, traba
jando hasta la muerte , oro y plata que perecen con él ; pero el cris
tiano puede atesorar cada día y cada hora un aumento de gracia , cuyo
menor grado vale más que el universo entero (3). La razón es que sus
obras son las obras de un hijo adoptado formalmente por Dios , que
procede del mismo Dios y del Espíritu Santo, quien le mueve á hacer
el bien y coopera á sus actos (4).
Y, sin embargo , esto no es más que una parte de nuestros tesoros

(t) Nunquam humana opera mirabitur , quisquís se cognoverit Filium


Dei. Dejicit se de culmine generositatis suae qui admirari aliquid post Deum
potest. (S. Cypr., De Spectacul.J
(2) S. Th., 1.2., q. mu, art. 3; Conc. Trid., sess. ti , c. vn.—Falluntur
qui in justificatione et adoptione censeut dari Spiritum Sanctum duntaxat
quoad sua dona, non autem quoad suam substantiam et personara. (Carn. a
Lap., >n Otee , i , 10.)
(3) Bonum gratiae anius majus est quam bonum naturae totius universi.
(S. Th., i. 2., q. cxiii, art. 9.)
(4) Per eamdem nancisoimur miram dignitatem operum et meritorum,
nt scilicet opera nostra quasi filiorum Dei substantialium , ut ita dicam ,
mazimaesint dignitatis...., utpote procedentia ab ipso Oeo Spirituque divino,
qui nos in habitat, ad eaque dos impellit, iisque cooperatur. (Corn. a Lap.,
in Olee, i , <0.)
184 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
y como el principio de nuestra nobleza. Todas las obras del cristiano
son semillas de gloria. Gomo el árbol y el fruto nacen de la pepita,
asi la gloria y la felicidad eternas nacen de la gracia. Para calcular,
pues , toda la dignidad del cristiano, liay que añadir que su adopción
incoada en el mundo se consumará en el cielo. Allí , en posesión de
un reino, del cual ninguna grandeza humana puede darnos idea,
en el seno de la visión beatífica , será transformado en Dios , por lan
admirable manera y con unión tan intima , que sin que se confundan
y dislando siempre infinitamente de Dios, llegara á consumarse aque
lla unidad inefable que Cristo le garantizó con esta oración : «Como
tú , Padre mió , en mi y yo en ti , que también sean ellos una cosa eu
nosotros.... como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y
tú en mi , para que sean consumados en una cosa ; y que conozca el
mundo.... que los has amado como también me amaste a mí
En vista de tanta grandeza , la palabra espira en los labios; no
queda fuerza sino para decir al cristiano : Nobleza obliga ; y al sacer
dote : Haz conocer á esos hijos de Dios su dignidad y las obligaciones
que ks impone. Hoy especialmente que el hombre propende á reba
jarse hasta el extremo de asemejarse a la bestia , es necesario gri
tarle: ¡Arriba los corazones! Raza divina , la tierra es indigna de ti:
para ti , la regla de tus pensamientos , afecciones y obras , es la pala
bra de tu divino hermano, el Verbo encarnado: Sed perfectos como
también es perfecto vuestro Pudre celestial.
Siendo las misteriosas operaciones que se acaban de describir , la
base de la formación del cristiano , creemos conveniente resumirlas
en algunas pocas palabras, que, bien comprendidas, facilitarán el es
tudio detemdo de la cuarta magnifica creación del Espíritu Santo.
El hombre es hijo del hombre por la generación humana : es hijo
de Dios por una generación divina. Esta generación que le hace par
ticipar de algún modo de la naturaleza de Dios , se verifica por la
gracia. La gracia es un don , un elemento divino que hace al hombre
hijo de Dios y heredero de su gloria. Este misterio se efectúa de este
modo : el Espíritu Santo desciende personalmente sobre el hombre y
se le une con la unión mas intima que puede haber después de la
hipostatica. En virtud de esta unión, la caridad , cuyo manantial es
el Espíritu Santo , se difunde al punto en la esencia del alma , lle
vando á ella todas las virtudes , todos los principios constitutivos de
la vida sobrenatural ó divina, que consiste en la misma gracia. El

(I) Joan., xvii, 2 1 -23.


CUARTA CREACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO , EL CRISTIANO. 185
alma , sin perder su naturaleza , se diviniza al contacto de este ele
mento divino , al modo que el hierro , echado en el luego , perma
nece siendo hierro , pero adquiere todas las cualidades del fuego y se
convierte en luego.
Hecho el hombre Hijo de Dios por la gracia santificante ó habitual,
es capaz de todo bien sobrenatural. Sin embargo , para realizarlo ne
cesita de un impulso , que se tiene que renovar siempre que se pre
sentó la obligación de poner por obra lo que excede las fuerzas natu
rales. Del mismo modo la savia que hay en el árbol , y es su vida,
debe ser puesta en movimiento por los rayos del sol , para que circule
por las ramas y produzca flores y frutos. En el hombre este impulso
«s la gracia actual. Como su nombre lo indica , la gracia actual es un
movimiento , un impulso , una inspiración transitoria del Espíritu
Santo, que en un momento dado pone en acción la gracia habitual , y
comunica al alma , según se necesite , la luz, la fortaleza , los remor
dimientos , el deseo , lo que hace falta para cumplir el bien que se
presenta (1).

(IJ Hujusmodi gratiae actualis auxilium necessarium est ad eas omnes


«xercendas operatiernas quae aliquo modo naturae vires excedunt. (Xoníang.,
De gratia guaní, proem.)—Quoties bona agimus , dum in nobia et nobiscum
«et, ut operemur , operatur. (Conc. arausic, xi, c. ix.)—Hac gratia agitur,
non solum ut diligenda credamus , verum etiam ut credita diligamus.
/S. Aug., Lib. de Grat. Chritt., c. XII.)
i

CAPÍTULO XIX.

Nacimiento del cristiano: el bautismo.

Sumario.—El agua es la materia del Bautismo.—Lo que es el agua: la ma


dre del mundo, ln sangre de la naturaleza.— Palabras de los Padres y de
San Pedro.—Tradición pagana.—Bl agua es una madre buena y fecunda.
—Papel que el agua desempeña en el orden moral.—Honores tributados
al agua.—El agua corrompida por el demonio.—Por qué el agua es el
elemento del Bautismo.—Pasajes de San Crisóstomo y de Tertuliano.—
Falsificación satánica.—Pruebas de la eficacia sobrenatural del agua del
Bautismo.

Conocemos la realidad y excelencia de nuestra generación divina;


pero ¿dónde se verifica ésta? Hay en la vida del cristiano una hora
solemne entre todas, hora única, hora de gloria y de bendiciones
eternas ; la hora del Bautismo. Entonces se obra un milagro más
grande que la creación del cielo y de la tierra ; el hijo del hombre se
hace hijo de Dios. ¿Qué extraño es que, cuantas veces se renueva
este prodigio, las trompetas de la Iglesia militante, las campanas,
suenen alegremente para anunciarlo al cielo y á la tierra? ¿Qué ex
traño es que el mayor rey que ha tenido Francia se firmase , no con el
nombre de su familia, sino con el del lugar donde habia sido bautizado,
y se llamase Luís de Poissy ? ¿ Qué extraño es que nuestros padres ce
lebraran anualmente, con solemne fiesta que llamaban Pascua ano-
Una, el aniversario de su nacimiento divino? No; nada de esto debe
extrañarnos. Lo que causa extrañeza y aflicción es ver que el día
más grande de la vida se ha convertido para la mayor parte de los
cristianos actuales en un dia como otro cualquiera.
Y que en las aguas del Bautismo el hombre se hace hijo de Dios,
es una verdad de fe. «El que no renaciere del agua y del Espíritu
Santo, dice el Verbo encarnado, no puede entrar en el reino de
NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. 187
Dios (1).» Y el santo Concilio de Trente, intérprete infalible del Maes
tro : «La causa instrumental de la santificación es el sacramento del
Bautismo (2).« Aquí reaparece con nuevo esplendor la acción creadora
del Espíritu Santo y la profunda armonía que Dios ha establecido
entre el mundo de la naturaleza y el de la gracia. Y ya quu el asunto
nos convida, hablemos de estes misterios, que hoy se admiran tan
poco, y que sin embargo son tan dignos de admiración.
El agua es la materia del Bautismo. ¿Por qué el agua y no algún
otro elemento? Vamos á disipar la duda respondiendo a esta pregunta:
¿Qué es el agua ? Entre tantos ratos como se pierden, ¿no sera estala
ocasión de consagrar uno, aunque corto, a investigar qué sea este
elemento, el mas amigo del hombre, esta bella y benéfica criatura de
que hacemos un uso tan frecuente ? Ensayemos siquiera por una vez
este curioso estudio, que, revelándonos la causa de que Dios emplee
el agua en la mas magnifica de sus obras, nos inspirará nobles ideas
y nobles sentimientos. •
El agua es la madre del mundo y la sangre de la naturaleza. Para
definirla asi nos autoriza, como después veremos, el más sabio de los
geologos, San Pedro, príncipe de los Apóstoles, que, habiendo apren
dido la geología en la escuela misma del Criador, nadie conoce me
jor que él el origen de las cosas. Madre del mundo es el agua , si de
su seno y de su substancia salieron cielo y tierra. . Pues véase lo que
leemos al frente 'del Génesis : «En el principio crió Dios el cielo y la
tierra : y la tierra estaba sin consistencia y sin forma , y las tinieblas
estaban sobre la haz del abismo. »
La materia primitiva, lanzada al espacio por el Verbo creador,
constituía una masa informe en estado liquido. La tierra , que era
parte integrante de esa masa , estaba en la condición común : agua
no condensada , carecía, según la Escritura, de consistencia y de
forma determinada.
«Esta materia informe que Dios sacó de la nada, dice San Agus
tín , se llamó al principio cielo y tierra, y asi se dijo : En el principio
crió Dios el cielo y la tierra ; no porque aquello fuera ya el cielo y la
tierra, sino porque lo había de ser, pues escrito está que el cielo fué
hecho. No de otro modo , cuando consideramos la semilla de un árbol,

(1) Joan., III , 3.


(2) Justificatioois causa iostrumentalis item , sacramentum Baptismi;
qnod est sacramentum lidei , sine qua nulli unquam contigit justiticatio.
(Sen. vi, o. vil etc. iv.)
188 THATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
decimos que allí están las raices, el tronco, las ramas, las hojas y los
frutos ; y no seguramente porque todas estas cosas existan allí for
madas , sino porque se han de formar. En el mismo sentido se dijo:
En el principio Dios hizo el cielo y la tierra, por mas que la materia
del cielo y de la tierra estuviera todavía en estado de caos. Mas por
cuanto de ese caos debían salir ciertamente el cielo y la tierra , por
eso la materia misma era llamada ya el cielo y la tierra
• Oigamos ahora al Principe de los Apóstoles. Había yaen su tiempo,
como los hay al presente, Renanes y Proudhones, Quinéis y Slrauss,
pequeños discípulos del menguado Epicuro, los cuales negábanla
creación del mundo, su libre gobierno por la Providencia y su des
trucción final. San Pedro replica contra los impostores artificiosos:
i Ignoran por su propia voluntad que primitivamente eran los cielos
y la tierra , teniendo consistencia del agua y por el agua por palabra
de Dios (2).» Así, el cielo y la tierra, con todas las criaturas materia
les que encierran, han sido formados del agua, á la cual elVerboCria-
dor le dió, condensándola, una forma concreta y que se mantuviese
en estado permanente. «
La interpretación que los Padres y comentadores dan a las pala
bras del Santo Apóstol, es invariable. Encontramos en primera linea
al Papa San Clemente, discípulo de San Pedro, que asegura haber
aprendido lo que dice de la boca de su augusto Maestro. «Voy á en
señaros, me decía Pedro, cómo y por quién ha sido hecho el mundo.
En el principio Dios hizo el cielo y la tierra como un solo edificio.
Dios condensó como un hielo el agua que ocupaba el mundo, la hizo
sólida como un cristal , y asi se formó el firmamento que envuelve
todo el espacio comprendido entre el cielo y la tierra (3).» Es visto:
no se dice que del agua, como materia elemental. Dios la separó en

(4) Dt Gen. conlr. Manich., lib. i, c. vil,


(2) Latet enira eos hoe volente9, quod coeli erant prius et térra de aqua
et per aquam,con9Í9terjs Verbo Dei. (í¡ Pelr., m, 5.)—Aunque esté en singo-
lar, la palabra contittent, consolidada, se refiere igualmente al cielo y á la tierra,
según la costumbre que tienen los Hebreos . de concordar el adjetivo con el
último sustantivo.
(3) Repetamus.... quomoJo vel a quo factus sit mundus.... In prin'
cipio cum fecissct DeuB coelum et terram tanquam domum unam.... aqua,
quae erat intra raundutn.... quasi gelu concre'a et crystallo soliJata dijteo-
ditur, et hujusmodi firmamento velut interoluduntur media coeli ac terree
spatia. ( Rscognil., lib. i , c. xivi et xxvir.)
NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. 189
dos partes; la una reducida al estado concreto , forma la tierra;
la otra, suspendida en el vacio, se llama firmamento, y forma en
rededor de la tierra como una corona de cristal esmaltada de dia
mantes (1).
Ecíimenio se explica como San Clemente: «El cielo y la tierra,
dice, han sido hechos del agua. El ciclo es agua vaporizada ó en es-
lado aeriforme, y la tierra agua solidificada ó en estado concreto (2).»
San Agustín no esta menos explícito. «Al principio los cielos y la
tierra fueron hechos del agua y por el agua. Por lo tonto, no será un
absurdo llamar agua á la materia primitiva ; porque todo lo que nace
en la tierra, sean árboles, o hierbas, ú otros seres semejantes, deben
su formación y alimento al agua (3).»
Tal es el parecer de los demás Doctores (4) : parecer que, en nues
tro concepto, queda confirmado de una manera brillante por el tercer
versiculo dtl Génesis. Y el Espíritu de Dios era llevado sobre las aguas.
¿Por qué la Escritura no dice : Sobre el cielo y sobre la tierra, ya
que acaba de nombrar ambas cosas, y de nombrarlas por separado?
¿No sera evidentemente porque existían en estado de agua , y era el
agua el elemento generador del uno y de la otra ?
El recuerdo del origen primitivo de los seres materiales no se había
perdido enteramente entre los paganos : había pasado del Oriente,
cuna de la tradición , al Occidente. La primera escuela filosófica de
Grecia, la de Thales, sentaba como principio que el agua había
dado origen á todo lo que vemos (ti). Plinio, el más sabio de los natura
listas romanos , escribe : «El agua es la reina de todo; ella conserva
la tierra , apaga el fuego , sube a lo alto y se enseñorea del cielo. Al
caer , da origen á cuanto produce la tierra. ¡ Oh prodigio de la natu
raleza ! ¡ Si se considera cómo nacen las mieses , cómo viven los árbo
les y las plantos, cómo sube el agua al cielo y cómo cae de allí para

(I) Véase á Fabririo en su Teología del agua, lib. ii, c. i.


(-2) Sicut coelo et terra ex aqua conslitutis... nam aer ex aquarum
exhalatione , Ierra ex eorum concretione consistit. (¡n II Peir. , m , 5.)
(3) Coeli erant olim et terra de aqua et per aquam. (De Civil. Dei, lib. xx,
c. xvm.)—Proplerea vero non absurde etiam aqua dicta est ista materia,
quia omnia quae in terra nascuntur, sive animalia , sive arbórea , vel herbae,
et alia similia, ab humore incipiunt formari et nutriri. (De Gen. contr. Munich.,
lib. i, o. tu.)
(4) Véase Corn. a Lap., in Ercles., xxix , 28.
(a) Aquam principem rebus creandis dixere. (Auion., De LuJ., Sapient.)
190 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dar vida á las hierbas , habrá de confesarse que verdaderamente la
tierra lo debe todo al agua (1).»
Festo y otros gramáticos paganos dan á la palabra agua una eti
mología que significa madre de todo (2).
Cuando la química esté más adelantada, vendrá , no lo dudamos,
á añadir la autoridad de sus experimentos á las enseñanzas de la tra
dición universal. En vez de los sesenta y tantos cuerpos simples que
admite , reconocerá que un sólo elemento ha bastado al Criador para
formar todo cuanto vemos. Pues este elemento primitivo es el agua.
Tal es ya la opinión de una parte del mundo científico (3).
Como el niño sale del seno y de la substancia de su madre, la crea
ción material ha salido del agua. Asi los cielos y la tierra, y todo lo
que produce la tierra , son hijos ó nietos del agua : Ex aqua et per
aquam. ¡Cuán fecunda y admirable madre! ¡Cuán bella y numerosa
familia ! Si echamos una mirada sobre la inmensa variedad de árboles,
vegetales , plantas, hierbas , flores y frutos , no sabremos qué admi
rar más , si la utilidad de sus bosques y de su follaje , ó la riqueza
de sus colores , ó la gracia de sus formas , ó el olor exquisito de sus
perfumes , ó sus propiedades medicinales. Y, sin embargo, no es esta
la porción mas bella de ios hijos del agua. De ella han nacido también
los animales que llenan la tierra y los peces que pueblan la mar, cuya
corpulencia ó pequenez , cuya forma y estructura , cuyas industrias
y medios para el ataque y la defensa , nos asombran igualmente.
Y aún hay una cosa todavía más bella y más brillante : las aves
son hermanas de los peces. Por lo gentil de sus formas, por la gracia
de su andar, por el brillo, magnificencia y variedad de su plumaje,
y la seguridad de su instinto , y la armonía de sus trinos , estas en
cantadoras criaturas ofrecen un espectáculo que no nos cansamos de.
admirar. Más todavía : la obra acabada de la creación material, nnes-

(1) Hoc elementum ómnibus imperat. Térras servant aquae , flammas


necant , scandunt in sublime , et coelum quoquc sibi vindicant.... Eaedem
cadentes omnium térra nascentium causa fiunt, proreus mirabili natura, si
quis velit reputare ut fruges gignantur , arbores fruticesque vivant , in coelum
migrare aquas, auimamque etiam herbis vitalem inde deferre : justa confes-
sione, omnes quoque vires aquarum esse beneficia. (HUt. nal., lib. xjcxi, c. 1.)
(2) Aqua a qua juvamur ; vel ut alii, a qua omina ; quia ex aqua coeli,
aer, caeteraque omnia creata sunt. ( Corn. a !- n ■ , in Joan., iv, U.)
(3) El agua, llamada en la química protóxido de hidrógeno, está com
puesta de dos gases indescomponibles , el bidrógeno y el oxígeno, que , coa
otros , son principios vitales de todo lo que existe.
NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. 191
tro cuerpo , ha salido de la tierra , como á su vez la tierra ha salido
del agua. Si , pues, la tierra es nuestra madre, el agua es nuestra
abuela. Todos los hombres han nacido de ella : Inilium vitae hominis
agua (i).
El Criador , que hizo nacer del agua la tierra , quiso que tal hija,
cualquiera que fuese su edad , reposara cual tierno infante en el seno
de su madre. Fundó la tierra sobre el agua ; super maria fundavit
eam , dijo el Rey Profeta (2). El agua le sirve de punto de apoyo , de
nodriza y de cuna. En efecto : la conservación de los seres no es más
que su creación continuada ; esto quiere decir que viven de los mis
mos elementos de que fueron formados. Si , pues , el agua es el ele
mento generador de los seres materiales , debe hacer el papel más
importante en su conservación. Pues bien : es un hecho que el agua
entra en todos los alimentos , que es el remedio directo de una mul
titud de enfermedades , y que sirve de vehículo á la mayor parte de
los medicamentos.
Como quiera que en las obras de Dios todo ha sido hecho para
instrucción del hombre, San Ambrosio traduce asi la lección que nos
dan la tierra y el agua con su intima é indisoluble unión : i Conside
ra , dice , cuán buena madre es el agua , que alimenta cuanto cria y
de ello no se separa jamás. Y tú [ oh hombre ! has enseñado el aban
dono de los hijos por sus padres , las separaciones , los odios , las
ofensas ; aprende , pues , del agua los íntimos lazos que deben unir
á los padres con los hijos (3). >
Aprendamos también cuan grandes deben ser nuestra humildad
y nuestro despego de las criaturas. ¿ Qué es nuestro cuerpo ? Agua
cuajada. ¿Qué son los animales, las plantas , la tierra , las criatu
ras materiales todas ? Agua cuajada. ¿ Y por un poco de agua cuajada
hemos de llenarnos de orgullo y perder nuestra alma , hecha á ima
gen de Dios ?
El agua, no es solamente la madre del muudo, es también la san
gre de la naturaleza. La sangre es necesaria para la vida del cuerpo;
el agua no es menos necesaria para la vida del universo. En el cuerpo
humano la sangre tiene sus depósitos , de donde sale para alimentar

(t) Hydrogiologia, sect. i, c. m , auct. Mare. Anl. Marsilio , Columna,


archiep. Salernil.
(2) Pa. xxni, 2.
(3) Quam bona mater sit aqua , considera.. .. disce ergo ab aqna quae
sit et parerjtum filiorum necessitudo. (Exaem., lib. v, o. iv.)
192 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
todos nuestros miembros , adonde vuelve para renovarse , y otra vez.
sale para continuar con buen resultado sus indispensables funciones.
Lo mismo pasa en el gran cuerpo de la naturaleza. Los mares inson
dables , las vastas cavidades de las montañas , son los depósitos de su
sangre. Por un movimiento no interrumpido de idas y venidas , el
agua , renovándose sin cesar y adquiriendo asi sus cualidades nati
vas , sigue haciendo brotar la vida de la naturaleza en mil y mil va
riadas producciones , cuya sucesión regular es uno de sus más admi
rables caracteres.
La sabiduría infinita es la que , haciendo salir la sangre de sus
depósitos , la divide y dirige por cien y cien canales de diferentes-
magnitudes , según las necesidades de cada órgano. La misma sabi-
duria preside en la naturaleza la distribución de las aguas: abre,
cuando llega la ocasión , los grandes depósitos ; divide su masa , y le
muestra los canales por donde debe correr para regar , refrescar y
mantener en todas partes la vida y la hermosura.
Entre estos canales, unos, como los rios , son las arterias del gran
cuerpo de la naturaleza ; otros , como los riachuelos , los arroyos,
las fuentes, Jas infiltraciones subterráneas , son las veuas , las fibras,
los vasos capilares , por donde penetra el agua hasta las menores
partecillas de la tierra , como la sangre en las extremidades de nues
tros órganos más pequeños y alejados del centro. La experiencia
acredita que se encuentra agua en todas partes. Bajo este punto de
vista , los pozos artesianos han venido , como otros muchos descubri
mientos , á dar la razón á la teología. ¿ Qué sucedería en el caso de
que el hombre poseyese una ciencia más completa , ó dispusiera de
instrumentos más perfectos '?
La precisión con que Dios mide la cantidad de sangre que debe
entrar en cada vaso, y la rapidez ó lentitud con que debe correr , es
tal , que jamás sucede , excepto un caso extraño , ni una obstrucción,
ni siquiera una alteración en el organismo. El mismo Criador se
gloria de haber medido y equilibrado las aguas en la naturaleza con
el arte más admirable , de tal suerte , que cada parte reciba la canti
dad conveniente. «El es , nos dice Job , el que pesó las aguas con
medida , y prescribió leyes á la lluvia y marcó su camino á las tem
pestades ruidosas (1). »
Pero sí el hombre llega á merecer algún grave castigo , entonces

(1) Aquas appendit ¡n mensura. Quando ponebat pluviis legem et viam


procellis sonantibus. (Job., ixvm, 25, 26.)
NACIMIENTO DEL CRISTIANO ! EL BAUTISMO. 193
se suspende el orden. Como la madre , en la familia , se encarga de
corregir al hijo culpable , del mismo modo el agua venga al Padre
celestial ultrajado. Ora se le da la orden de volver' ¿ encerrarse en
sus depósitos y dejar que languidezca la tierra con sus producciones,
ora la de caer en masas desastrosas que inundan la primera, alteran
las segundas y tuerzan al pecador a pedir perdón.
Puede decirse, en verdad, con un autor pagano : »EI agua es el
elemento más amigo del hombre , ningún otro nos proporciona tantas
ventajas; sin el agua, nada podria nacer, ni conservarse, ni ser aco
modado á nuestros usos (i).» Añadamos con Eusebio que de todos los
elementos, el agua es el que parece dar mas gloria á los atributos de
Dios. Los grandes y pequeños rios, que corren sin cesar en tanta
abundancia, hacen conocer la magnificencia del Criador. Las fuentes
inagotables que noche y dia brotan de profundidades ocultas al ojo
humano, muestran la bondad de Dios que las alimenta. El gran poder
del Señor se revela por la inmensa mole de las aguas encerradas en
el abismo de los Océanos, y por las audaces olas, que, elevándose
hasta las nubes, dan miedo á la tierra ; pero su orgullo viene á es
trellarse contra un grano de arena (2).
Tal es el agua en si misma y en el orden natural. ¿ No es justo,
pues, que por razón del importante papel con que es honrada, cante
la gloria de Dios , y que el hombre , asociándose á su madre , le ayude
á pagar el agradecimiento debido? Tanto es asi , que el Profeta, en el
cántico en que invita a todas las criaturas á ensalzar y glorificar á su
autor , después de dirigirse á los ángeles, gloriosos habitadores del
mundo superior, pasa a la creación inferior, y llama inmediatamente
al agua , su madre siempre fecunda : Benedicite aquue omnes , quue
super coelos sunt, Domino.
De aqui los honores tributados al agua. Hay un hecho poco no
tado, y, sin embargo, tanto más digno de notarse, cuanto que es
universal. Todos los pueblos civilizados del Oriente y del Occidente,
judios , paganos ó cristianos , hicieron consistir una parte de su glo
ria en adornar las fuentes. Quisieron que su madre, al llegar á ellos,
fuese recibida, no en vasos despiedra ó de madera toscamente trabaja
dos , sino en tazas y pilas de mármol , de bronce , de pórfido , ricamente

, (1) Nulla ex ómnibus rebns tantas haljore videtur ad usum rerum neces-
sitates quantas aqua.... «ine aqua nec corpas animalium nec ulla cihi virtus
poteat nasci, nec tueri, nec parari. (Vilruv., lib. Tin , c. iv.)
(2) De Laúd. Constant., p. 605.
TOMO II. ta
194 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
adornadas de esculturas y bajos relieves. Las aguas no salen por ori
ficios sencillos y sin arte, sino graciosos y variados. Salen alternati
vamente del pico de una ave, de la garganta de un leon ó de la boca
de cualquier otra criatura animada ; y el ruido, dulce ó retumbante,
que hace al caer , produce un concierto que es, según la expresión
del Profeta , las palmadas de aplauso de las aguas : Flumina plaudent
manu.
Nadie mejor que los dos grandes pueblos de la antigüedad , los
Judios y los Romanos, comprendió el culto de las aguas. Los acueduc
tos de Salomón eran de una magnificencia increíble y de una longi
tud y grandeza que parecerían fabulosas, si no estuviesen evidencia
das por pruebas escritas y materiales. Nunca entraron los Césares en
Roma con tanta pompa como las aguas llamadas á embellecer la Ciu
dad Eterna. Sobre arcos de triunfo de diez y quince leguas de largo,
llegaban cual reinas lat magnificas aguas Paulinas y Virginales,
cuya abundancia y pureza hacen todavía de la Roma actual la ciudad
de las hermosas fuentes. Nuestros acueductos, escribía Plinio , són
las maravillas del mundo -.Orbis miranda (1).
¿ Habremos de asombrarnos de que la gran mona de Dios , Sata
nás , se haya apoderado de esta veneración instintiva hacia las aguas,
y la haya hecho ceder en su provecho? Para corromper al hombre
y hacer que insulte a Dios por medio de la más bella de sus criatu
ras , ha puesto empeño en profanar las aguas y las fuentes ; las pri
meras fueron pobladas de una multitud de divinidades impuras; de
las segundas ha hecho un espectáculo de lubricidad. Las fuentes, he
chas otra vez paganas, saliendo de la boca ó de la concha de sirenas,
náyades y tritones, es decir, de demonios provocativos, no cantan ya
los atributos del Criador, sino las infamias de Satanás, de sus ange
les y su culto (2).
El asombro sube de punto, ó mejor, la ciencia se desarrolla al
considerar el importante papel del agua en el orden moral. ¿Qué ele
mento ha servido más para las maravillas del Omnipotente? El dilu
vio , el paso del mar Rojo, la roca de Horeb , el paso del Jordán , el
culto mosaico con sus numerosas ceremonias , de que el agua forma
casi siempre una parte integrante , ¿no son testigos de que el agua es
el elemento preferido por el Criador ? Seria largo enumerar las veces
que el Verbo encarnado la ha hecho servir para sus misterios y mi-

(I) Lib. xxxvi , c. xv


(!) Véase Corn. a Lap., in Za-Jt., xiv , 6 ; et Cani., iv, 15.
CRISTIANO : EL BAUTISMO. 195
tros. Citemos un solo hecho. Al principio de su vida púhlica quiere
janifestar su divinidad con un esplendor irresistible ; su primer mi
ro ha de ser como su credencial. ¿Y qué elemento emplea para
lizarlo? El agua.
•*; «Cosa notable, dice á este propósito el sabio Fabricio: el Verbo
encarnado continúa obrando todos los dias, con un lujo de variedad
ante el cual es preciso doblar la rodilla , el cambio del agua en vino
de las bodas de Cana. Se necesita apropiar bien el agua á la virtud de
la parra , para que las uvas se llenen , no de agua , sino de un zumo
delicioso. ¿Quién podrá contar tantas clases de vinos, tantas especies
de otros zumos , de aceites y de frutos suculentos , en que el agua se
cambia aLcontacto de las virtudes encerradas en las semillas Si
la milagrosa transformación del agua se verifica al contacto de un ele
mento creado, ¿por qué no ha de poder verificarse á las órdenes in
mediatas de aquel que ha creado el agua y el elemento transformador?
Era necesario dar á conocer la excelencia natural del "agua, de
mostrando el papel que juega en el mundo físico , para podernos dar
cuenta de la elección constante que Dios ha hecho de ella desde el
principio , para elemento de las más grandes cosas del mundo moral.
Ahora bien: estas antiguas maravillas no eran más que el preludio
-de otra maravilla mucho mayor. Nos referimos al nacimiento del
cristiano , en el cual tiene grande honor el agua. Este honor único,
incomparable , inmortal , pone en evidencia una de las armonías más
sorprendentes de las obras divinas , y constituye una prueba de que el
agua es , en efecto , el elemento generador de todas las cosas. Lo ve
remos en el capítulo siguiente. El agua ha sido , pues , elegida para
elemento del Bautismo , y no por encontrarse en todas las partes,
sino más bien por ser profundamente misteriosa (2).

(1) Teología del agua , lib. i, c. iv.


(i) Véase acerca de lo que precede y de lo que aigufí , nuestro Trátalo
4el agua bendita en el n 7/0 xix.
*

CAPÍTULO XX.

(Continuación del precedente.)

Sumario.—Maravillas salidas del seno de las aguas en el orden natural y eu


el orden sobrenatural.—Admiración de los Padres y Doctores de la Igle
sia.—El agua, objeto privilegiado del odio del demonio á causa de su ex
celencia—Palabras de Tertuliano. — Hechos de la historia profans.-
. Plinio, Porfirio.—Pasaje de Pselo.—Certidumbre del milagro obrado por
el agua del Bautismo.—Magnificencia del Bautismo de los cristianos, de
ducida de su semejanza con el Bautismo del Verbo encarnado.

Desde el primer dia del mundo , el Espíritu Santo reposa sobre


las aguas, semejante al ave que incuba sus huevos para sacar lospo-
lluelos. De las aguas primitivas asi fecundadas salen brillantes é in
numerables legiones de seres orgánicos vivos y animados, que se
destinan a vivir sobre la tierra, salida como ellos del seno de esa?
aguas. En la plenitud de los tiempos, el mismo Espíritu Santo reposa
sobre las aguas del Bautismo, las fecundiza , y durante toda la suce
sión dé los siglos, hace salir de ellas la familia innumerable de los
hijos de Dios, destinados a poblar el cielo.
Este espectáculo arrebata á los Padres y Doctores de la Iglesia.
Como los antiguos profetas se habían complacido en cantar la primera
creación saliendo del seno de las aguas, asi ellos celebran a porfía la
segunda creación salida del mismo elemento. «Lo que el seno de Ma
ría fué para el Verbo , dicen , es para nosotros la fuente bautismal,
seno maternal en donde se recibe la gracia regeneradora y de donde
salimos hechos hermanos y coherederos del Verbo encarnado. | Qué
admirable obrero es el Espíritu Santo (1)!»
(1) Fons aquae elementaría, hoc Spiritu interveniente , fit uterus Eccle-
siae, uterus gratiae, etc. (liupert., De Spirit. Sancl., lib. m, c. VIII.)—Se ve
aquí la razón porqué el agua elemental ó natural 69 la sola materia del Bau
tismo ; puesto que sólo a ella santificó é hizo fecunda el Espíritu Santo.
NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. 197
«¿ Á qué fin se emplea el agua, pregunta San Crisóstomo, para
dar un segundo nacimiento al mundo? Hay aquí grandes misterios,
'diré uno solamente. En virtud de la ley que preside á la trans
formación ó perfeccionamiento de los seres, se realiza en el agua bau
tismal un misterio de muerte y otro de vida. Muerte, sepultura , vida,
resurrección, todo se hace al mismo tiempo. El agua bautismal es
una tumba. Á ella descendemos, y el hombre viejo queda allí ente
rrado y ahogado del todo. De ella salimos, y el hombre nuevo se le
vanta lleno de vida. Si fácil es para nosotros sumergirnos en el agua
y salir después á la superficie, no es menos fácil para Dios enterrar
al hombre viejo y crear al nuevo.... Lo que el seno de la madre es
para el niño, el agua del Bautismo es para el cristiano que ha sido
formado en el agua. Al principio fué dicho : Produzcan las aguas los
reptiles animados. Desde que el Verbo Redentor bajó al Jordán , las
aguas no producen ya la raza de los reptiles, sino la familia de las
almas dotadas de razón y llenas del Espíritu Santo (1).»
Nadie ha pintado las maravillas de la segunda creación , mucho
más magnifica que la primera, con mas graciosos y vivos colores,
que Tertuliano. « ¡ Dichoso misterio el de nuestra agua bautismal ! ex
clama este grande hombre; en ella somos purificados de nuestras
culpas pasadas y hechos libres para la vida eterna. La víbora, quiero
'decir, la herejía, gusta de lugares áridos y secos. Pero nosotros, pe-
cecillos, según Jesucristo nuestro padre, nacemos en el agua, y no vi
vimos la vida divina sino en tanto que permanecemos en el agua (2). »
Esta agua poderosa tuvo su figura en la creación del mundo. En
tonces el Espíritu Santo era llevado sobre las aguas y las santificaba.
Desde este momento, el agua santificada tuvo ella misma la virtud de
santificar : porque es ley que la criatura inferior adquiera las cuali
dades del ser superior que influye sobre ella, especialmente si se
trata de la materia con relación al espíritu. Como todas las aguas pro
vengan de esas aguas primitivas, todas participan de la misma vir
tud. Tanto es asi, que importa poco el que uno sea bautizado en el
mar, en un lago, en un rio ó en una fuente, en Oriente o en Occi
dente, por Juan en el Jordán, o por Pedro en el Tiber. Apenas es in-

(1) .... Quod Mt matriz embryoni, hoc est aqua fideli : in aqua enim
Gngitur et formatur, etc. (In Joan., homil. x»v, n.° 2.)
(2) .... Sed nos pisculi eecundum ij»un nostrum , Jesum Christum , in^
aqua naBcimur ; neo aliter quam in aqua permanendo salvi sumus. (Dt Bap-
4¡sm., c. i.)
198 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
vocado el nombre de Dios, cuando el Espíritu Santo desciende desde
las alturas del cielo á las aguas, las santifica por Si mismo, y santi
ficadas de esta manera, reciben la virtud de santificar (1).
Es verdad, pues, que el mundo moral y el mundo físico han sa
lido del mismo elemento generador, bajo la acción del mismo Espí
ritu. Los cielos y la tierra existen del agua y viven en el agua , ex aqua
et per aquam , dice San Pedro ; y el mundo cristiano existe del agua
y no puede vivir mas que en el agua. In aqua nascimur ; nec aliter
quam in aqua permanendo salvi sumus. Este doble hecho nos de
muestra , mejor que todos los discursos, la excelencia del agua y el
lugar que ocupa en las obras divinas.
Por esto mismo será inevitablemente objeto del odio privilegiado
del demonio. Si , pues , el gran enemigo del Verbo encarnado había
profanado el agua , considerada solamente como principio de la crea
ción material, no dejaremos de verle redoblar su furor para profa
narla y deshonrarla , como elemento de la creación espiritual é ins
trumento especial de los milagros del Hombre-Dios.
Y así es. Seria casi imposible referir lo que el príncipe de las tinie
blas ha hecho para corromper las aguas y hacer de este elemento
sanlilicador un instrumento de mal moral y físico. Se diría que Sata
nás, conociendo los destinos sublimes del agua para la regeneración
del mundo, había descargado su odio sobre este elemento dos veces
misterioso, como ya lo había descargado sobre la mujer.
Tertuliano, que lo veía obrar, cita algunas de sus sacrilegas paro
dias y negras ruindades. «Tiene, dice él, su bautismo para iniciar á
sus adeptos en los misterios de Isis y de Mithra. Por todas partes se
ve á sus adoradores purificar por medio del agua los campos , las
casas, los templos, las ciudades enteras. En los juegos de Apolo y de
Pelusa , los combatientes se sumergen en el agua , creyendo que a¿i
se regeneran y obtienen el perdón de sus culpas. Entre os antiguos^
el hombre que acababa de cometer un homicidio se purificaba con el
agua. Reconozcamos en esto a Satanás, envidioso de Dios; puesto
que también tiene su bautismo. Pero ¿qué comparación hay entre el
suyo y el nuestro? ¡El inmundo purificando, el matador vivificando,
el condenado absolviendo ! ¿ Destruirá su obra borrando los crímenes
que él mismo inspira ?

(1) Invocato Dco, supervenit enim btatim Spiritus de ooelis, et nquh


superest, sanctificans eas de semelipso, et ila sanctificatae vim sanclificaadj
combiLunt (Id., c. ív.)
NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. 199
>Aparte de toda práctica supersticiosa, el demonioes el corruptor
de las aguas. No lo ignoran los paganos , quienes, desconociendo la
acción real de Dios sobre el agua , admiten la caricatura. ¿Ac;;so los es
píritus inmundos no reposan sobre las aguas, remedando la posición
del Espíritu Santo sobre las aguas primitivas? Díganlo las sombrías
fuentes y los arroyos solitarios, y laspiscinas de los baños públicos, y
en las casas particulares las cisternas y los pozos que se llaman euri-
pos, porque se tragan por arte de los espíritus malignos á los que se
les aproximan. Á los desventurados que en tales aguas han muerto ó
quedado locos ó perpetuamente despavoridos, los llaman linfáticos é
hidrófobos (1).»
Sería simplemente ridiculo poner en duda la realidad de estos
fenómenos satánicos. Tertuliano no los ha inventado. Los autores
paganos dan testimonio de ellos y citan en diferentes partes del
mundo un gran número de esas aguas que producen los efectos se
ñalados por el gran apologista. Plinio coloca uno de estos euripos
homicidas ó malignos en la Arcadia , tres en el Quersoneso Táurico,
otros en la Lydia , en la Etiopia , en la Beocia , en la isla Cea , en
la Frigia, en la Tracia y en Sicilia (2).

(1) Annon et alias sine ullo sacramento immundi Spiritus aquis incu-
iiant, adfectantes illam in primordio divini Spiritns gestationem? Sciunt
opaci quique fontes , et avii quique rivi , et in bal neis piscinas et euripi in
domibus vel cisternae et putei qui rapere dicuntur, scilicet per vim 9pirittis
nocentis. Nam etenectos et Iimphat03 et hydrophobos vocant, quos aquae
necavemnt aut amentia vel formidine exercuerunt. (Tertnll. , De Baplis-
mo , c. v. )
(2) Juxta nonacrim in Arcadia Styx , nec odore differens , nec colore,
epota illico necat. Item in Iibroso Taororum tres fontes, sine remedio, sine
dolore, mortiferi.... Colophone in Apollinis Olarii specu lacuna est , cujus
potu mira redduntur oracula bibentium breviore vita. (Lib. n,c. cvi.)—Ibi
(in Phrygiae Gallo Domine) in potando neceBsarius modus ne lymphatcs
agat ; qnod in Aethiopia accidere his qui a fante rubro biberint, Ctesias
scribit ... et Sotion, ín laKtrpti* tac Cttsia, soribit : Ctesias in Aethiopia fontem
esse narrat , cujus aqua Cinnabaris colorem refert : bibentes vero ex eo mente
alienati, ea quae clam perpetrarunt , eloquuntur. — Et Oviri., Metam., xv,
369: Cu i non audita est obscoenae Salmacis undi? Aethiopesque lacus?
quos si quis faucibus hausit. aut furit, aut mirum petitur gravitate somnum.
—In Beotia ad Trophonium Deum , juxta flumen Orchomenom dúo sunt
fontes, quorum alter memoriam , aller oblivionem affert. (Lib. xxxi , c. i et
c. xi.)—In Cea Ínsula fontem esse quo halietes fiant. (Id., id., c xii.)—Ne-
care aquas Theopompus et in Thracia apud Cychros dicit: Licus in Leonti-
ni8, tertio die quam quis biberit. (Ibid., c. xix.)
200 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
El gran teólogo del paganismo , Porfirio , confirma los mismos
hechos y cita este oráculo de Apolo á Alejandro: «Hijo de Eaco,
guárdate de aproximarte a las aguas de Aquerusa y de Pandosia;
pues te espera en ellas una muerte inevitable (i).» «Hay, dice Psela,
un cuarto género de demonios , acuátil y marino , que se sumergen
en las aguas , gustan de habitar cerca de los lagos y rios , y escitan
borrascas y tempestades , sumergen hasta lo hondo los navios con sus
tripulaciones y ahogan á muchos entre las olas (2).»
Estos hechos y otros muchos permiten , pues , afirmar con toda se
guridad que entre las criaturas animadas , el objeto privilegiado del
odio de Satanás es la mujer; y entre las inanimadas, el agua. La mu
jer, porque en la persona de María es la Madre del Verbo encarnado;
el agua , porque en el Bautismo es la madre del cristiano, hermano del
Verbo encarnado. De ahí proviene la solicitud particular con que la
Iglesia vela por la mujer , y especialmente por la doncella. De ahí
proviene también que entre todos los elementos el agua es el que la
Iglesia purifica más frecuentemente y del que se sirve siempre para
purificar las criaturas.
Tertuliano concluye diciendo: «¿Á qué fin hemos referido estas
cosas ? Para que á nadie se le haga difícil creer en la acción que los
ángeles buenos tienen sobre las aguas para bien del hombre, siendo
asi que los espíritus malignos se ponen frecuentemente en contacto
con el mismo elemento para perdernos (3).»
Pero contra la incredulidad moderna no tenemos necesidad de
semejante prueba. La virtud milagrosa del agua del Bautismo es un
hecho que brilla como el sol. Venga el más audaz negador de lo sobre
natural ; yo le pregunto : ¿Hay ó no diferencia entre el mundo paga
no y el cristiano? ¿entre un mundo prosternado ante mil ídolos,
horribles todos , impuros y crueles, á quienes ofrece en sacrificio
millares de víctimas humanas ; y un mundo que adora un solo Dios,

(1) Aeacide , cave ne venias ad Acherusiam aquam Pandosiamque,


quia tibí mora fato deatinata est. (Oracul.rtttr., orae. Apoll. ob Obsopato, p. 6S.)
(2) Quartum (geni» daeraonuni) aquatile et marinum , quod huraoribus
seimmer^it , ac lilienter oirca lacus et fluvios habitat multoaque perdit aquU,
et mari fluctúa excitat ac lempestate? navigiaque viris onusta funditus su)>-
mergit, multosquc obruit undis. (fí: diemonih , cir. init.)
(3) Quorsum ista retulimus? Ne quis dnrius credat angelum Dei sane-
tum aquis in salutem hominis temperandis adesse, cum ángelus malus pro-
fanum commereium ejusdem elementi in perniciem hominis frequenut.
(Tertull., ubi supra.)
NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. Í01
tres y mil veces santo , y le honra con un culto de irreprochable pure
za? Si responde que no , todo está dicho ; con la locura no se discute.
Si responde afirmativamente, vuelvo á preguntarle : ¿ Dónde ha
nacido ese mundo cristiano, tan superior al pagano? Á no hundirse
en el ridiculo negando la evidencia , tiene que mostrarme por preci
sión las fuentes bautismales. Deahi, efectivamente, ha nacido el
mundo cristiano. El hecho es tan cierto , que todos los pueblos anti
guos de Oriente y Occidente, todas esas repúblicas tan ponderadas
de Esparta, Atenas y Roma, á pesar de sus filósofos, poetas , capita
nes , artes y civilización material , permanecieron en la adoración de
las divinidades más monstruosas , y esclavas de los más vergonzosos
errores, mientras no vinieron á sumergirse en las aguas del Bautismo.
Y para que la permanencia del milagro hiciera inexcusable á la in
credulidad, ¿ qué vemos todavía en nuestros tiempos? ¿Cuándo el
Africano, adorador de la serpiente, y el Oceánico antropófago, ce
saron de ser ofiolatras y comedores de hombres? En el dia de su
Bautismo.
Es, pues, eternamente verdadera la bella palabra de Tertuliano :
Los cristianos somos pececillos que nacemos en el agua. Pisciculi in
aqiia nnscimur. Y no es menos verdad lo que añade : Y no podemos
vivir sino permaneciendo en el agua. Ncc aliter quam in aqua pcr-
manendo , salvi sumus. En efecto : si los cristianos , sean hombres,
sean pueblos , llegan á degenerar , la historia muestra como fecha
precisa de su decadencia el dia en que se apartaron de las aguas del
Bautismo, de la vida que en ellas habían recibido y del Espíritu que
les había sido comunicado (1).
No es la mayor gloria del cristiano nacer en el agua, que es el

(t) Por el papel importante que el agua desempeña en el orden natural,


ea muy digna de emplearse para este milagro y para otros muchos. Conforme
lo hemos visto , tiene muchos y muy marcado-: puntos de relación con la
gracia. Citemos esta otra hermosa armonía. El agua que sale de una colina
y atraviesa un valle , Buhe en la colina opuesta hasta el nivel de su naci
miento : es una ley física. Lo mismo sucede en el orden sohrenatural.
Hablando el Hijo de Dios á la Samantana , le promete dar al mundo una
agua que se elevará hasta la altura del cielo. Luego el mniiai tial de esta
agua esta en el mismo cielo. Pues este manantial se ha abierto en el Bau
tismo, y no se ha agotado Dunca. Corriendo sobre la tierra hasta el último
dfa del mundo , volverá á la altura de su origen, llevándole consigo al hom
bre regenerado, lleno de vida y rico de virtudes . que^el paganismo y la filo
sofía no conocieron jamás. También esto es un be
202 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
más importante de todos los elementos : su prerogativa eminente
consiste en que su Bautismo tiene por tipo el del Verbo encarnado.
Todos ios augustos misterios que vemos brillar en el Jordán , se re
nueva!) en cada uno de nosotros. «Cristo, dice Santo Tomás , quiso
ser bautizado para consagrar nuestro Bautismo con el suyo. Por eso
en el Bautismo de Cristo debieron manifestare las cosas que explican
la eficacia del nuestro. Sobre lo cual hay que considerar tres puntos.
«Primero. La virtud principal que da al Bautismo su eficacia,
virtud que viene del cielo : y por esto , al bautizarse Cristo , se abrió
el cielo, para que se entendiese que de allí en adelante el Bautismo
seria santificado por la virtud de lo alio.
«Segundo. Cooperan á la eficacia del Bautismo la fe de la Iglesia
y del mismo bautizado ; por lo cual éste hace su profesión de fe y el
Bautismo se llama sacramento de la fe. Mas por la fe vemos las cosas
celestiales que exceden el sentido y la razón del hombre ; y también
para significar esto se abrieron los cielos en el Bautismo de Cristo.
•Tercero. Por el Bautismo de Cristo se nos abre la puerta del
cielo, que se le habia cerrado al primer hombre por el pecado. Por
esto se abrió el cielo en el Bautismo de Cristo, para poner de mani
fiesto que los bautizados tienen patente el camino para el cielo. Pero
para entraren él se necesita orar constantemente ; pues si bien por el
Bautismo se nos perdonan los pecados, queda , sin embargo , la con
cupiscencia que nos hace guerra interior, y el mundo y los demonios
que nos combaten exteriormente ; y por eso se dice expresamente en
San Lucas (m) , que bautizado Cristo y haciendo oración , se abrió
el cielo, es á saber, porque á los fieles, después del Bautismo, les es
necesaria la oración (1).»
¿Cuál es esa virtud soberana que hace tantos milagros? Es el
Espíritu Santo, a quien, por tanto, vemos aparecer inmediatamente
en el Bautismo del nuevo Adán , paloma misteriosa , que por más que
nosotros no la veamos con nuestros ojos reposar sobre la cabeza de
cada bautizado, viene realmente sobre ellos. Á ella y sólo á ella debe
el mundo bautizado la pureza , la dulzura , la fecundidad del bien, la
transformación intelectual y moral que tan honrosamente lo distin
guen de los paganos antiguos y de los idólatras modernos.
Vivificada el agua por el Espíritu Santo, produce un pececillo,
el cristiano según el tipo de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué resta
sino que el Padre Eterno reconozca á su Hijo en presencia del cielo y

(i; ¿, q xxxix, ari. 3


NACIMIENTO DEL CRISTIANO : EL BAUTISMO. 203
de la tierra? Y he aquí una voz del cielo que decía : Este es mi Hijo
amado en quien tengo todas mis complacencias (1). Para anunciar la
perpetuidad de este misterio, tan duradero como el tiempo, tan ex
tenso como el mundo, la voz del Padre, qu» resonó, hace diez y ocho
siglos, en las márgenes del Jordán, no eesa de repetirse en la luente
bautismal cuantos veces un hermano del Verbo encarnado viene á
renacer en ella.
Este bollo pensamiento es de San Hilario : i Se dejó oir la voz de!
Padre, dice, para que por los milagros que sucedían en Nuestro
Señor conociésemos que la divina paloma del Espíritu Santo des
ciende sobre nosotros desde los cielos, y que la voz del Padre nos de
clara hijos adoptivos de. Dios (2).»
Nada hay más verdadero; porque sobre la tierra no hay nada más
hermoso ni más digno de la complacencia del Padre Eterno, que una
alma cuando sale pura y regenerada de la fuente bautismal. A esta
creación del Espíritu Santo, á este cielo terrestre en que reside la
augusta Trinidad , puede aplicarse lo que el Apóstol dijo del ciclo em
píreo : Ojo no vio, ni oreja oyó, ni entendimiento humano concibió
cosa que en gloria y felicidad pueda compararse á un alma deificada
en el Bautismo.

(!) Vath., in, 17.


(i) Super Jeaum baptizatum descendit S;iiritua Sanctus , et vox Patria
audita e*t dicentia : Hv: est fiüus meui dilectat ; ut ex his quae consummaban-
tur in Chriaio, cagnoaceremus post aquae lavacrum et de coeiestibua poi tia
aanctum in nos Spiritum involure, et paternas voeia adoptione Dei filios
lien. '.Super Malh., c. i , in fin.)
CAPÍTULO XXI.

Desarrollo del cristiano

Sumario.—Elementos de la formación deifica : los sacramentos , las virtudes,


Iob dones, las bienaventuranzas , los frutos del Espíritu Santo.—Raída
de los sacramentos : lugar que ocupan en el plan de nuestra ilniflriu h h ftM
Dan , conservan y fortalecen la vida divina.—Razón de las virtudes : son
el desarrollo de la vida divina.—Principio de donde se derivan: gracft¿'M
santificante y gracias gratis dadas.—Los dones : su razón y objeto.—Los
dones conducen á las bienaventuranzas : qué sean estas.—Las bienaven
turanzas hacen gustarlos frutos. —Los frutos del tiempo con.iucen al fruto
de la eternidad.—Cálculos admirables con arreglo á los cuales se han
empleado esos elementos divinos.

El cristiano nace en e¡ agua del Bautismo : ¡al es el primer articulo


de fe y la cuarta creación del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento.
La vida del cristiano es la gracia : la gracia es el tesoro de todas las
riquezas; con ella y por ella poseemos todas las virtudes sobrenatu
rales infusas, intelectuales y morales, l¡fs tres virtudes teologales y
las cuatro cardinales, madres de todas las demás, y al Espirito Santo
en persona con todos sus dones
Siendo esto asi, ¿qué le falla al cristiano? Todo lo que le falta al
niño recién nacido. Al niño, ahora sea hijo del rey o hijo de un men
digo, le faltan los medios de conservar la vida que tiene. Lo mismo
le pasa al cristiano : poseyendo la vida divina, carece todavía de los
medios de conservarla y perfeccionarla. Veamos, pues, con cuánta
liberalidad ha atendido el Espíritu Santo á las necesidades de su hijo.
Llegamos á los misterios inefables de la gracia. Va á desenvol
verse ante nuestros ojos todo el sistema de educación, ó más bien,
deificación llevada á cabo por el Espíritu Santo para conducir al cris
tiano hasta la semejanza perfecta con su hermano mayor, el Verbo
DESARROLLO DEL CRISTIAIfO. 205
hecho carne. Este magnifico sistema comprende los sacramentos , las
virtudes , los dones , las bienaventuranzas y los frutos. Estos medios
de conservación y deificación , dispuestos con admirable sabiduría,
se suceden , se encadenan , se prestan mutup concurso, y convierten
el desarrollo del cristiano en la obra maestra del Espíritu Santo, en
su obra peculiar, ó, como dice San Pablo, el edificio de Dios : Dei
aedificatio estís.
Y primeramente, no basta tener vida ; es menester conservarla y
desarrollarla : este es el fin de los sacramentos. «Los sacramentos dela
nueva ley, dice Santo Tomás, han sido instituidos para dos fines:
para curar las enfermedades del alma , y para darle la fuerza con que
pueda hacer los actos de la vida cristiana. Indudablemente la gracia,
considerada en general , perfecciona la esencia del alma dándole cierta
semejanza con el ser divino. Pero de la esencia del alma se derivan
sus potencias; de donde resulta que, perfeccionando la esencia del
alma , la gracia comunica nuevas perfecciones á las potencias. Estas
perfecciones , llamadas virtudes y dones , las hacen capaces de sus
funciones particulares ; mas esto no basta.
- «Hay en la vida cristiana ciertos actos especiales , para los que se
necesita un efecto particular de la gracia. Por estos actos especiales se
han establecido los sacramentos , á fin de comunicar al cristiano el
auxilio particular que necesita para ejecutarlos. Por esto, al modo
que las virtudes y los dones añaden algo á la gracia, considerada en
general , asi la gracia sacramental añade á la gracia, considerada en
general , y á las virtudes y los dones, una fuerza divina relativa á cada
uno de los sacramentos (1). »
Los sacramentos han sido instituidos para curar las enfermedades
del alma : ¿ pero cómo producen este efecto? El Bautismo se instituyó
contra la falta de vida divina , la Confirmación contra la debilidad
natural de los niños , la Eucaristía contra las malas inclinaciones del
corazón , la Penitencia contra el pecado mortal ó la pérdida de la vida
divina , la Extremaunción contraías reliquias del pecado y las enfer
medades del alma , el Orden contra la ignorancia y la disolución de la

fi) Sacramenta novas legis ad duo ordiaantur, videlicet: ad remedium


contra peccatum et ad perficiendam animam in his quae pertinent ad cultum
Dei secundum ritum chriatianae vitae. (3 p., q. lxiii, art. i.)—Ita gratia
aacramentalia addit super gratiam communiter dictam et suppr virtutea et
dona, quoddam divinum auxiüum ad consequendum sacramenti finem.
(Id., art. S.)
20G trXtado del espíritu santo.
sociedad cristiano , el Matrimonio contra la concupiscencia personal y
contra la extinción de la Iglesia , que seria la desaparición de la vida
divina sobre la tierra (i). He ahi el conjunto más completo de reme
dios preservativos y curativos de todas las enfermedades del alma,
inclusa la muerte misma. ¿Quién los concibió? ¿ Quién los estableció?
¿Quién les dió la eficacia? El Espíritu Santo.
Esto no es todavía sino la mitad de la obra ; falta desarrollar la
vida divina. La vida sobrenatural , lo mismo que la natural , se des
envuelve con los actos. ¿Cuáles son, pues , los actos especiales de la
vida cristiana para los que es indispensable la gracia de los sacra
mentos? En virtud de la uniformidad admirable que reina entre el
orden espiritual y el material, estos artos son siete, y corresponden á
otros tantos actos análogos de la vida corporal. En el orden natural,
es menester que el hombre nazca, se fortalezca, sealimente, se cure,
conserve la salud , y se haga miembro de la sociedad , ora para re
girla, ora para conservarla.
Del propio modo, en el orden sobrenatural es necesario que el
cristiano viva como hijo de Dios. La gracia propia del Bautismo le
da él nacimiento divino y el espíritu del Cristianismo. «La miseri
cordia de Dios, dice el Apóstol , nos hizo salvos por el lavatorio de
la regeneración y renovación del Espíritu Santo, que derramó en
nosotros abundantemente por Jesucristo Nuestro Salvador (2).«
Es menester que adquiera las fuerzas convenientes para soportar
¡A trabajo del deber y sostener los combates de la virtud. La Confir
mación le comunica el Espíritu Santo como principio de fortaleza.
Por eso Nuestro Señor dijo á sus discípulos , después de bauti
zados : í Os enviaré el Espíritu prometí lo por el Padre. Permaneced,
pues, en la ciudad, hasta que seáis revestidos de la virtud de lo
alto (3).»
Es menester que se alimente con un alimento proporcionado á su
vida divina. Este alimento se lo da la Eucaristía. « Yo soy el pan vivo
que bajé del cielo , dice el Verbo encarnado. Si no comiereis la carne

(t) Baptiroius e»t direjte contra culpam originalem : poenitentia, contra


culpam actualem mortalem ; extrema unctio, contra culpam venialem; ordo,
contra ignorantiam; matrimunium , contra concupiscentíam ; eucharístia,
contra malitiam; conñrmatio, contra inGrmitatem. (Conc. Paur., 1368.
c. i ; S. Th., 3 p., q. lxv , art. 1 .)
(i) Ad. TU., nr , 5-6.
(3) Lite.., xxiv, 49.
DESARROLLO DEL CRISTIANO. 207
del Hijo del hombre y no bebiereis su sangre , no teudréis vida en
vosotros (i). »
Nacer, crecer y conservar la vida seria bastante para el hombre, si
corporal y espiritualmente tuviera una vida impasible. Pero como
está sujeto á enfermedades graves y frecuentes, necesita de remedios.
Si pierde la salud , se la devuelve la Penitencia , según aquellas pa
labras : « Sana mi alma , que pequé contra Ti. — Á quienes perdona
reis sus pecados , les son perdonados (2). »
Cuando le faltan las fuerzas por las dolencias y 'enfermedades, las
recobra por la Extremaunción. Este sacramento purifica al hombre
de las reliquias del pecado, le fortalece para el postrer combate y le
prepara para entrar en la gloria eterna. < Si alguno de vosotros está
enfermo, dice Santiago, llame á los presbíteros de la Iglesia , y éstos
oraran sobre él ungiéndole con óleo en el nombre del Señor , y la
oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará , y si tiene
pecados se(e perdonaran (c. v, 14).»
En los cinco primeros sacramentos encuentra el cristiano todos los
auxilios necesarios para los actos de la vida individual. Pero como es
un ser social , se necesita que cumpla con los deberes de la sociedad
á que pertenece. Los medios para esto se los proporcionan los dos úl
timos sacramentos. Toda sociedad necesita dos cosas : dirección y
conservación. Es menester, en primer lugar, que haya hombres pú
blicos encargados de dirigir á los demás. El sacramento del Orden da
ministros á la Iglesia y guias á los fieles. «Todo pontífice , dice el
Apóstol hablando de todos los sacerdotes , es tomado de entre los
hombres , y á favor de los hombres es puesto en las cosas que tocan
á Dios , para que ofrezca dones y sacrificios por los pecados , y se
pueda condoler de los que ignoran y yerran , y debe por el pueblo y
por sí mismo ofrecer por los pecados (3).«
Es menester que haya familia para perpetuar la sociedad. El sa
cramento del Matrimonio, consagrando la unión de los esposos, les
suministra las gracias necesarias para que llenen cristianamente sus
deberes , perpetúen la Iglesia y pueblen el cielo. Por esto dice San
Pablo : » El Matrimonio es un sacramento grande en Jesucristo y la
Iglesia (4). »

(1) Joan., vi, 51-54.


(2) Ps. xl.—loan., m, 23.
(3) Hebr., v, 1-2.
(4) Bph., v, 32. Et S. Th., 3 p.,q. hxv , art. I.
208 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Por lo dicho hasta aqui , se ve juntamente la razón de ser de cada
sacramento y el lugar que ocupa en el plan de nuestro desarrollo di
vino. Lo mismo que el Bautismo, todos los demás nos comunican la
gracia , y consiguientemente el Espíritu Santo, que no se puede se
parar de ella ; pero esta comunicación tiene en cada sacramento un
fin especial , en relación con las necesidades de nuestra vida espi
ritual. De donde resulta que por medio de la gracia multiforme de
los sacramentos , el Espíritu Santo da al cristiano la vida divina con
los medios de conservarla y hacer actos propios de la misma. Asi
se cumple la primera parte de la misión del Verbo encarnado,
que decía : « He venido para que tengau vida : Ego ceni mí ritan
habeant. »
¿ Cómo se cumple la segunda , que es : «Y para que la tengan en
mayor abundancia , et ut abundantiut habeant ? i Escrito está que el
Hijo único de Dios crecía en edad y en sabiduría delante de Dios y de
los hombres : el cristiano, su hermano, debe seguir el mismo pro
greso. En el plan divino, el desarrollo de las gracias debe adelantar
gradualmente hasta consumarse en la vida de la gloria : gratia in-
choatio gloriae. Ni allí tampoco se estacionara; por lo contrario, se
elevará incesantemente de perfección en perfección, de una dicha en
otra, durante siglos y siglos. ¿Por qué medios procura el Espíritu
vivificador estas ascensiones del tiempo, que preludian lasde la eter
nidad? Activando el germen de vida que ha infundido en nosotros,
dé modo que dé de si todo lo que puede dar. Pues bien: ya lo hemos
visto; la gracia es un principio divino que obra sobre la esencia misma
del alma y sobre todas sus potencias, principio de fuerza y fecundi
dad incalculables, que produce en el hombre efectos múltiples, so-
brehümanos, teandricos.
La gracia se divide en dos grandes especies, correspondientes a
los dos destinos del hombre. El cristiano no es un ser aislado, sino
social, mas social, si cabe decirlo asi, que los otros hombres; puesto
que pertenece á la sociedad universal , cuyo objeto es hacer de todo el
género humano un solo pueblo de hermanos. Indudablemente debe
trabajar en su santificación personal, y esta es la primera ley de so
existencia ; pero como hijo de la Iglesia deberá trabajar también , den
tro de los límites de su vocación, por la gloria de su madre, ó sea
en la santificación de sus hermanos : es otra ley á que no puede sus
traerse, ley tan imperiosa, que todo hombre , haga lo que haga, tiene
que ser necesariamente medium, medium del Verbo sautilicador, o
medium de Satanás corruptor. De aqui provienen las dos clases de
DESARROLLO DEL CRISTIANO. 209
gracia , ó dos aplicaciones de la gracia , gracia santificante y gracia
gratis dada.
Sobre este principio fundamental oigamos al Ángel de las Escue
las : «Todas las obras de Dios están fundadas en el orden ; y es una
ley del orden universal que ciertas criaturas sean dirigidas á Dios
por medio de otras. Ordenándose la gracia á llevar el hombre á Dios,
sigue las leyes del orden , esto es , vuelve algunos hombres á Dios
mediante otros hombres. Por esto hay dos especies de gracia. La pri
mera, que une el hombre á Dios, se llama gracia gratum faciens;
porque nos hace agradables á Dios. La segunda , por medio de la cual
el hombre ayuda á su hermano á ir á Dios , se llama gratia gratis
data- ; porque no se ordena á la santificación personal del que la re
cibe, ni se le da por sus méritos (1).j
De ese manantial único de la gracia, dividido endosrios inagota
bles, salen todas las maravillas del mundo cristiano, maravillas de
virtudes privadas, que no tienen más testigos que á Dios y los ánge
les; maravillas de virtudes ruidosas que se hacen admirar del género
humano entero; virtudes privadas, brillante familia de perfecciones
que , completándose las unas á las otras , conducen ai cristiano hasta
el más alto punto de semejanza con Dios (2); virtudes públicas , que
hacen brillar en la frente de la Iglesia el sello incomunicable de la
verdad; virtudes públicas y privadas de que vive, sin saberlo , el
mundo mismo, que vive del Espíritu Santo y sólo de Él. Presentemos
en pequeño el cuadro de todas estas maravillas : á un golpe de vista
nos hará ver el conjunto de los elementos que entran en nuestra ge
neración divina y el orden perfecto que guardan entre si.
Dice el conde de Maistre, que el cuerpo humano es más admira
ble en la losa de disección que en las más bellas actitudes de la vida.
Lo mismo puede decirse del cristiano. La anatomía de esta grande
obra del Espíritu Santo revela mejor que todo su admirable hermo
sura ; porque pone de manifiesto en sus operaciones misteriosas la sa
biduría del obrero divino que lo ha formado.
He aquí , pues , un ensayo de autopsia católica , hecho en confor
midad con los maestros de la ciencia , ó , si se quiere, he aqui la indi-

(1) Secundum hoc igitur dúplex est gratia. Una quidem , per quam jpse
homo Deo conjungitur , quac vocatur gratia gratum faciens. Alia vero , per
quam unus homo cooperatur alteri ad hoc quod ad Deum reducatur. (1. 2.,
q. cxi , art. i.)
(9) Conc. Trid., sess. vi , c. vn.
TOMO II. 14
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cación de los grados de la escala misteriosa por donde el hombre sube
de la tierra al cielo, y de hijo de Adán se hace hijo de Dios.
El Espíritu Santo comunica al alma la vida sobrenatural por el
Bautismo; por los otros sacramentos la fortalece y conserva.
Pero asi como el grano de trigo no se envuelve en la tierra sino
para que brote en espigas , del mismo modo el elemento sobrenatu
ral no se infunde en el alma sino para que se manifieste por medio
de hábitos sobrenaturales que se llaman virtudes. Las virtudes son
siete, como los sacramentos , tres teologales y cuatro cardinales.
Á las virtudes se agregan los dones, que, como inspiraciones per
manentes del Espíritu Santo , perfeccionan las virtudes , comunicán
dolas un nuevo impulso , una energía más sostenida , una tendencia
más elevada. Son también siete, y forman, dice un Concilio, las siete
grandes santificaciones del cristiano (1).
Con la ayuda de estos medios poderosos, el cristiano 'se encuen
tra en estado de creer , como conviene, los artículos del Símbolo , y
de practicar, como se debe , los preceptos del Decálogo , lo que es el
fin dela vida y principio de la gloria. Advirtamos de paso, con el Con
cilio citado , que el Símbolo se divide naturalmente en siete artículos
relativos á la Santísima Trinidad, y otros siete que se refieren al Hijo
de Dios hecho hombre. Igualmente , los diez preceptos del Decálogo
dicen relación á las siete virtudes , teologales y cardinales.
Guando el cristiano ha llegado á la perfección de la vida divina,
lo que resta es que persevere en ella. Mas esto no puede conseguirlo
por si sólo. Su debilidad natural, junto con los ataques incesantes de
sus enemigos , le exponen continuamente al peligro de un fracaso.
Pero la gracia que hemos visto manifestarse en las virtudes y los
dones , se manifiesta aquí en oraciones. Las siete peticiones de la ora
ción dominical corresponden á los siete dones del Espíritu Santo.
Cuantas veces repetimos esta adorable oración, pedimos la conserva
ción y acrecentamiento de esos dones divinos ; y para hacerla más
eficaz , el mismo Espíritu Santo la dice en el alma del cristiano con
gemidos inefables.
Los siete dones del Espíritu Santo, conservados y vigorizados por
la oración , se convierten en las manos del cristiano en armas de pre
cisión contra sus enemigos. Satanás nos ataca con siete armas que se

(I) Haec dona, juxta sacras acripturas , consimiliter stptem case asseri-
mus, qaasi septem sanctificationes fidelium mentinm. (Cono. Vaur., c. i.)
DESARROLLO DEL CRISTIANO. 211
llaman los siete pecados capitales : los siete dones del Espíritu Santo
son su oposición adecuada.
El cristiano, librando valientemente los nobles combates de la
virtud , se mantiene en el orden. El orden le proporciona la paz con
Dios , con sus hermanos y consigo mismo. De esta paz nacen las siete
bienaventuranzas.
En fin , los buenos trabajos dan fruto glorioso , como dice la Es
critura : Bonorum enim laborum gloriosus est fructus (1). Y como no
hay mejores trabajos que los que se llevan á cabo en el vasto campo
de la vida espiritual , corrresponden a estos nobles trabajos los doce
frutos del Espirilu Santo. El alma feliz que de estos frutos deliciosos se
alimente , cata ya en el mundo aquel otro fruto que los comprende á
todos, el fruto de la vida eterna : Frtictus in vitam aeternam.
Viene el fin del tiempo; y el cristiano, deificado por el Espíritu
Santo, entra en posesión de ese fruto incomparable , cuya vista , cuyo
gusto, cuyo goce , lo inundará en delicias indecibles ; porque ese
fruto será Dos mismo, visto, saboreado, poseído sin temor por un
amor sin limites (2).
No obstante, hasta aquí conocemos solamente los efectos de la
gracia santificante, principio de la deificación personal del cristiano.
Para dar una idea completa de los tesoros que el Espíritu Santo re
parte en el alma bautizada , debemos mostrar además los efectos de las
gracias gratis dadas. Repetimos que el cristiano, ser social é hijo de
la Iglesia , debe trabajar por la gloria de su madre y en la justifica
ción de sus hermanos. Para esto son indispensables tres cosas: cono
cer á fondo las verdades cristianas para instruir á los demás, estar

(I) Sap., ni , 15.


(i) Aquí llamamos solamente la atención sobre la repetición frecuente
del número siete en los elementos de nuestra santificación. Más adelante pro
curaremos explicar esta repetición misteriosa. Articuli Symboli pertinentes
ad deitatem sunt septem.... Articuli autem ad naturam a Filio Deiassump-
tam , sunt septem.... Virtutes theologicae cum cardinalibus . totidem. Sacra
menta Ecclesiae totidem. Dona Spiritus Sanoti , totidem. Petitiones in do
minica oratione contentan, totidem. Beatitudines , totidem. Vitia capitalia,
totidem. (Conc. Vaar., c. i.)— Sobre el número doce, que marca los frutos
del Espíritu Santo , hay que notar dos cosas : la primera es que en la Escri
tura santa el número doce indica la perfección absoluta. La segunda es que,
como cada don tiene varios actos , el número de los frutos excede necesaria
mente al de los dones. Citemos sólo un ejemplo : del don de piedad nacen
las siete obras corporales de misericordia y las siete espirituales, lo que cons
tituye la perfección de la caridad.
212 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
en disposición de probarlas , sin lo cual la enseñanza seria ineficaz ;
tener talento para explicarlas, para que se reciba con gusto la doc
trina (1).
Tales son los efectos de la gracia gratis dada. Como el fin com
prende los medios , así abarcan el conjunto de los dones exteriores
enumerados por San Pablo. «Á cada uno, dice , se le da la manifes
tación del Espíritu para utilidad de los otros. Á uno el discurso de la
sabiduría, a otro el discurso de la ciencia, á otro fe, á otro gracia
de sanidades , á otro operación de virtudes , á otro profecía, á otro
discreción de espíritus, á otro diferentes géneros de lenguas, á otro
interpretación de palabras (2).«
Estos dones, comunes á todos los cristianos, porque todos deben
trabajar en la salvación de sus hermanos, Ies son comunicados en
proporciones diferentes , según la vocación de cada uno. Primera
mente, el don de enseñar la verdad, el cual supone un conocimiento
de la religión superior al que basta para la salvación. De aquí la fe,
es decir, una visión clara , al mismo tiempo que una certidumbre
inquebrantable de las cosas invisibles, principio de la enseñanza ca
tólica. Además, es necesario conocer las principales consecuencias
de estos principios. De aqui el discurso de la sabiduría , que consiste
en el conocimiento extenso de las cosas divinas. Todavía se necesita
poseer un gran repertorio de hechos y ejemplos , con frecuencia ne
cesarios para demostrar las causas. De aqui el discurso de la ciencia,
que consiste en el conocimiento de las cosas humanas, atento que el
mundo invisible se revela á nuestros ojos por el mundo visible.
Viene en seguida el don de probar. La prueba de la doctrina en
señada se hace por el raciocinio en las cosas que caen bajo el dominio
de la razón , mientras que en las cosas del orden sobrenatural se hace
por los medios reservados al poder divino. Estos medios son los mila
gros ó las profecías. Devolver la salud á los enfermos y la vida a los
muertos, contrariando todas las leyes de la naturaleza, es un mila
gro. De aquí la gracia de sanidades. Manifestar el poder omnipo
tente do Dios, deteniendo el sol, por ejemplo, ó dividiendo las aguas
del mar, es un milagro. De aquí la operación de virtudes. Á estas
pruebas de la omnipotencia de Dios sobre el mundo material, hay
que añadir algunas veces la prueba del conocimiento infinito que
tiene del mundo moral. De aqui la gracia de la profecía , que es el

(t) S. Th., 1. ?., q. cxi, art. 4.


(i) I Cor., xii , 7-10.
DESARROLLO DEL CRISTIANO. 213
'conocimiento de los futuros contingentes. De aqui también la gracia
'de la discreción de espíritus , que es el conocimiento de los secretos
más Íntimos del corazón.
En fin : el don de comunicar. Puede este ser considerado bajo dos
aspectos; primero, desde el punto de vista de la lengua que debe
hablar el doctor de la verdad y el modo cómo debe hablar. De aqui
-el don de lenguas y la gracia del discurso. Segundo, desde el punto
de vista del sentido de las cosas que debe decir. De aquí la gracia de
-la interpretación de palabras , que enseña la verdadera significación
de las voces de una lengua extraña (1).
Tal es el cuadro compendiado de la formación de! cristiano por el
Espíritu Santo. Ahora preguntamos al filósofo , sea el que sea , si ha
encontrado jamás en sus investigaciones , ni concebido nunca en sus
meditaciones, nada tan magnifico, tan completo y tan bien relacionado
como este conjunto de medios, por los cuales el principio divino se
desenvuelve en cada uno de nosotros, y nosotros mismos lo desenvol
vemos en los demás, hasta llegar á la medida del Verbo encarnado
'en su edad perfecta. Cuando se reflexiona que, á pesar de todas estas
perfecciones, el cristiano no es, aquí bajo, más que como un Dios in
coado, ¿qué lengua podrá decir sus glorias , cuando esta deificación
llegue á consumarse cuanto es posible en el cielo? «Carísimos, es
cribe San Juan: ahora somos hijos de Dios, y no aparece aún lo que
hahemos de ser. Sabemos que cuando Él apareciere , seremos seme
jantes á Él (2).»
Para apreciar, cual conviene , un soberbio edificio, no basta co
nocer los ricos materiales de que está compuesto ; es necesario saber
en qué proporciones , con qué arte y según qué cálculos ha sido le
vantado. Acabamos de enumerar los elementos que entran en la for
mación del cristiano, ó, por usar una figura de los libros santos , los
materiales empleados por el Espíritu Santo en la construcción de su
templo vivo. Pero esto no es sino una parte de las maravillas que de-
hemos admirar. Para conocerlas todas , se hace preciso estudiar las
•matemáticas divinas , conforme á las cuales ha trabajado el hábil ar
quitecto.
Ahora bien : en lo que precede se habrá notado sin duda el empleo
del número diez y del número doce. Pero ¿cómo es posible no fijarse
en la repetición constante del número siete ? La estructura del cris-

(1) Véass S. Th., 1. 2., q. cxi , art. 4.


(2) 1 Ep., ni , 2.—Id., Ev. xxii , 20.
214 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
tiano parece estar fundada en gran parte sobre este número. Si son
doce los artículos del Simbolo, doce los frutos del Espíritu Santo y
diez los preceptos del Decálogo ; siete son los sacramentos , siete las
virtudes madres , siete las peticiones del Padre nuestro , siete los do
nes del Espíritu Santo, siete las bienaventuranzas, siete los pecados
capitales , siete las obras de misericordia corporales , y siete las espi
rituales.
Seria un error creer que este número es arbitrario. La sabiduría
infinita ha presidido á la formación del mundo espiritual , con más
cuidado, si esto fuera posible , que á la creación del mundo físico. Y
si este número no es arbitrario , si no puede serlo , ¿ cuál es su sig
nificación misteriosa ? ¿ Por qué aparece con tanta frecuencia en la
obra más digna de üios ? Para responder, es necesario dedicar algu
nas palabras á la ciencia de los números sagrados, y al número siete
en particular.
No es una digresión este estudio. ¿ No debemos seguir al Espíritu
Santo en sus caminos y hacer que se admiren los cálculos del adora
ble obrero , que ha hecho todas las cosas con medida , número y
peso (1) ? Además , hoy que el materialismo no ve en los números
otra cosa que cifras , ¿ no será á propósito recordar, cuando menos
á la ligera , una ciencia familiar á los primeros cristianos , filosófica
entre todas , rica en profundos puntos de vista y resplandeciente en
magnificas armonías ?

(1) Omnia in mensura , et numero , et pondere disposuisti. (Sap.,x¡ ,21.


CAPÍTULO XXII.

Loi números.

Sumario.— Importancia y dignidad de la ciencia de los números. — Sin el


número, el universo seria el caos y el hombre un bruto.— Dian y el,
hombre lo hacen todo con número.— Los números son las leyes del orden
universal , las proporciones geométricas según laa cuales y en las cuales
todo ha sido hecho.— Los números sagrados.— Principales números sa
grados.— El número tres: fus significados.— Su empleo en el orden fisi-
co y en el orden moral.— El número cuatro , su significación y su em
pleo. —Sus múltiplos, doce y cuarenta. — Las grandes verdades que
enseñan.

La ciencia de los números , que no se debe confundir con el arte


del cálculo , no es una ciencia imaginaria. ¿ Quién osaría calificar así
una ciencia que ha sido , desde la más remota antigüedad , objeto del
estudio y de la admiración de los verdaderos filósofos ? Uno de los
ingenios más grandes que han existido en el mundo , San Agustín,
la cultivaba con una especie de pasión. Para él esta misma afición era
el termómetro del saber y la señal del talento. Á medida , dice , que
el hombre sabio y el hombre de estudio se desprenden de lo material
que los rodea , ven más claramente el número y la sabiduría , y aman
más al uno y á la otra (1).
Estas palabras del ilustre Doctor significan que á los ojos del in
genio depurado , los números, constituyendo la parte más elevada
de la ciencia humana , son las bases del universo , las leyes que pre
siden á su conservación ; pues hecho por ellos , subsiste por ellos y

(t) Docti et studiosi , quanto remotiores sunt a labe terrena, tanto


magia et numernm et sapientiam in ipsa veritate contutntur at utrumque
carnm habent. (De lib. arbitr., lib. 11 , c. XI, n.° 31 . 32.)
216 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
debe á los mismos toda su belleza. « Mirad , continúa el grande Obis
po, el cielo , la tierra , el mar y cuauto en ellos se encierra ; lo que
brilla encima de vuestra cabeza , ó se arrastra á vuestros pies : lo que
vuela por el aire , ó lo que nada en el mar. Todas estas cosas son be
llas , porque tienen números ; quitadles los números , y pierden al
instante la vida y la belleza (1).»
Nada más cierto. Quitad el número al firmamento, y tenéis el
choque y la ruina de los astros. Quitad el número de la tierra , del
mar, de los elementos , de todas las criaturas ; ya no tenéis ni orden,
ni armonía , ni existencia , puesto que el orden , la armonía , la exis
tencia , descansan esencialmente sobre números , es decir , sobre
proporciones calculadas con precisión. ¿ Qué tendremos en su lugar?
El caos. Entre el orden y el caos , entre la belleza y la fealdad , entre
la vida y la muerte, entre la armonía y el desconcierto, sólo el nú
mero constituye la diferencia.
Si las obras de Dios descansan sobre el número , las obras del
hombre , imagen de Dios , también descansan sobre el número. Todo
obrero, todo artista tiene delante de los ojos del espíritu un número,
esto es , un conjunto de proporciones, al cual ajusta su obra. Su inte
ligencia trabaja , su mano se fatiga , sus instrumentos se mueven
hasta tanto que la obra exterior, mirada sin cesar á la luz interior del
número, llega á la perfección y satisface al espíritu , juez interno
que contempla el número, modelo de la obra.
¿No se ajusta al número ? Pues tenéis una obra imperfecta. ¿Pres
cinde enteramente de él? Pues tenéis una cosa moustruosa, una cosa
sin nombre, porque carece de número. Quitad, por ejemplo, el
número á una composición musical \ y tendréis sonidos discordantes,
gritos confusos. « El número, dice el conde de Maistre , es la barrera
evidente entre el bruto y nosotros.... Dios nos ha dado el número, y
por el número se nos da a conocer, asi como también el hombre se
da á conocer por el número á sus semejantes. Quitad el número, y
quitaréis las artes , las ciencias , la palabra , y, por consiguiente, la
inteligencia. Restableced lo, y con él reaparecen sus dos hijas celes
tiales, la armonía y la belleza. El grito se hace canto, el ruido recibe
el ritmo, el salto se convierte en danza, la fuerza se llama dinámica,
y los trazados son figuras. ■
Y no solamente las obras del hombre, como las de Dios, descan
san sobre el número, sitio que están hechas con numero. Ved qué es

(1) S. Aug., De lib. arbiir., ubi supra.


LOS NÚMEROS. -Ji
lo que mueve los miembros del obrero, el número ; pues se mueven
correspondiéndose alternativamente. Si referís al placer el movi
miento acompasado de los miembros, tendréis el baile. Si queréis
examinar lo que en el baile agrada , encontraréis el compás ó el nú
mero en que éste consiste. Contemplad la belleza de forma del cuerpo .
¿Á qué se debe? Á que tenga ó no las debidas proporciones relativas
al espacio. ¿Y la gracia del movimiento dol cuerpo ?Á que guarde las
debidas proporciones que se refieren al tiempo. Esto sucede en todas
las obras del hombre, como en todas las obras de Dios. El número, y
solamente el número, les da el ser y la belleza (1).
. Se ve, pues , que la ciencia de los números encierra las leyes del
orden universal, y la revelación de los más profundos misterios.
Luego con justa razón se han ocupado en ella los más brillantes inge
nios. Si en los tiempos modernos ha caido en olvido, preciso es atri
buirlo á la debilidad de la razón , consecuencia inevitable de la deca
dencia de la fe. El mundo está lleno de hombres que tratan de los
números ; pero no tenemos matemáticos. Se desprecia la ciencia de
los números ; porque, reducida al arte material del cálculo, está al
alcance de todos. En cuanto á la verdadera ciencia de los números, á
la filosofía de los números , en una palabra , á la matemática divina,
se la desdeña , porque no tiene una aplicación inmediata á los inte
reses de la vida animal , y no puede ser sino del dominio de pocos (2).
No es , pues , perseguir una quimera el buscar la ciencia de los
números. Pero ¿qué es el número? Los números están en el tiempo
y en el espacio, pero no son ni el espacio ni el tiempo. Los números
son en cierto sentido infinitos, inmutables, eternos. No hay poder
humano que pueda cambiar el orden de los números ó alterar su
esencia. ¿Quién puede, por ejemplo, hacer que al número uno no
siga el dos, ó que el número tres sea divisible en dos partes iguales (3)?
¿Qué es, entonces, el número? t Si lo queréis saber, responde San

(I) (Sapientia) dedit números omnibus rabas, etiam infimis. (S. iag,,
ubi supra.)—Tolle numerum in rebus omnibus, et omnia pereunt. Adime
saeculo computum , et cuneta iguorantia caeca complectitur. Neo differre
potest a caeteris animalibus , qui oalculi nescit rationem. (R'ipert, Deoperib.
eanctintimie Trinitatis, lib. lxii; De Spiril. Snnct., lib. vII , c. xiv.)
(2) Multos novi numerarios et numeratores, vel si quo alio nomine
vocandi sunt , qui summe ac mirabiliter computant ; sapientes autem per-
paucos. (S. Aug., ubi mpra.)
(3) Ergo aeternos esse (numero) non negas. Imo fateor. (S. Aug., De
Mutica; Id., Demorib. Munich., c. xl ; De Civ. Dei., lib. xII, c. xvm.)
218 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Agustín , elevaos por encima de las obras de Dios , en cuyas partes
todas resplandece el número. Elevaos por encima del alma humana,
que tiene en si misma la visión interior del número. Id hasta Dios;
allí, en el santuario intimo de la misma Sabiduría, veréis el número
eterno, tipo y origen de todos los números. Pero ¿la sabiduría misma
existe por el número, ó consiste en el número? No me atrevo á de
cirlo (1).»
Una cosa hay cierta , y es que si el número, en su esencia , no
es la sabiduría misma , realizado en las obras de Dios es la expresión
más perfecta de ella. Otra cosa hay igualmente cierta , y es que hay
números , sobre todo en la Santa Escritura, que son sagrados y están
llenos de misterios (2). La tradición de todos los siglos está unánime
acerca de este punto ; son sagrados porque el mismo Dios los fijó ;
están llenos de misterios , porque son las leyes venerables del orden
moral y la expresión de las estrechas relaciones entre el hombre y las
criaturas, entre Dios y el hombre, entre el tiempo y la eternidad. Por
este doble título son dignos de profundo respeto y ardoroso estudio.
¿Cuáles son estos números misteriosos y sagrados? Hay una mul
titud de ellos. San Agustín señala solamente en la construcción del
Tabernáculo más de veinte, todos ellos llenos de misterios (3). Basta
que estudiemos algunos más notables, que son el tres, el cuatro, el
siete, el diez, el doce y sus múltiplos.
En el Antiguo y en el Nuevo Testamento el número tres sale mas
de 359 veces, el número cuatro 16o veces, el número siete 347 ve
ces, el número diez 239 veces , el número doce 177 veces, el numero
cuarenta 152 veces, y el número cincuenta 61 veces.
Si tenemos en cuen ta que la Biblia es, entre todos los libros cono
cidos , el único que indica constantemente y con precisión aparente
mente minuciosa los números de las cosas , de las medidas y de los
años; que la Biblia es la obra de la sabiduría infinita; que no con
tiene nada inútil y no encierra sino misterio y verdad; si tenemos en

(1) ....Sapientiam existere a numero, aut consietere in numero, non


ausim dicere. (De líber, arbitr., ubisupra.)
(2) Números in Scripturis esse sacratissimos et mystcriorum plenissimos,
ex quibusdam quoa inde noue potuimus , dignissime credimus. (S. Aug.,
Quaut. in Gen., c. cliii.)
(3) Magnum mysterium figuratum est, quando jussum est tabernaeulom
fobricari. Multa ibi numerosa dicta sunt in magno sacramento. (Serm. 83,
c. vi.—S. Th., 2. 2., q. lxxxvii , art. i.J
LOS NÚMEROS. 219
cuenta, volvemos á decir, que Dios lo ha hecho todo con número,
¿cómo no hemos de reconocer en esta repetición admirable la inten
ción marcada de instruirnos? Pero ¿qué nos enseñan los números sa
grados ?
Según los Santos Padres, y en particular San Agustín , el número
tres nos enseña la Santísima Trinidad. En Dios hay unidad , trini
dad, indivisibilidad. El número tres es uno é indivisible; para divi
dirlo es preciso fraccionarlo, esto es, romperlo y destruirlo. De Dios
vienen todos los seres; del número tres, unidad primordial, salen to
dos los números. El Dios uno y trino ha grabado su sello en todas sus
obras ; de aquí este axioma de la filosofía tradicional : Todas las cosas
son uno y tres : Porro omnia unum sunt et tria.
El número tres, revelador del Dios Criador, Redentor y Santifica-
dor, se encuentra casi en todas las páginas de la Escritura. Más toda
vía: el Dios uno y trino, Criador, Redentor y Santificador , lo hizo
todo y lo hace todo con el número tres. En el orden físico, el mundo
ha sido sacado de la nada por el número tres : vemos al Padre que
crea al principio ó al Hijo, por el cual crea al Espíritu Santo que fe
cundiza el caos. El mundo se salva por el número tres : Noé, que debe
volver á poblarlo, tiene tres hijos, trinidad terrestre, que es imagen
admirable de la Trinidad creadora.
En el orden moral, toda la existencia del pueblo judio, figura de
todos los pueblos, descansa sobre el número tres. Su nacimiento en
Isaac tiene lugar por el número tres : para anunciarlo á Abraham , se
aparecen tres personajes al patriarca , quien no adora más que á uno
de ellos. Tres medidas de harina se emplean para prepararles la co
mida. La libertad del cautiverio de Egipto se veríficó por el número
tres : Moisés , salvador del pueblo , es ocultado por su madre durante
tres meses. Los hebreos piden permiso á Faraón para internarse en el
desierto durante tres días.
La religión está fundada sobre el número tres. Israel debe celebrar
todos los años tres grandes solemnidades en el único templo de Jeru-
salén. Se prescribe constantemente ofrecer en los sacrificios tres me
didas de harina. Tres órdenes de piedras pulidas sostienen el pórtico
interior del templo de Salomón , tres órdenes de piedras aserradas el
gran pórtico. El mar de bronce descansa sobre tres bueyes que están
vueltos hacia el Oriente, y tres vueltos hacia Occidente, y tres que
miran al Mediodía , y otros tres que miran al Septentrión; trinidad
que lo sostiene todo, que está en todo y lo ve todo.
La sociedad , con los diversos sucesos que la caracterizan , esta re
220 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
guiada por el número tres. Asi , hay tres ciudades de refugio aquende
el Jordán y tres allende. Los exploradores mandados por Josué per
manecen ocultos durante tres dias en las montañas próximas á Jericó.
La toma de la ciudad y la conquista de la Palestina son el resultado
de este retiro misterioso.
Los milagros consoladores ó libertadores de la nación santa se ve
rifican por el número tres. El arca permanece tres meses en la- casa
de Obededom para colmarla de abundantes bendiciones. Elias se in
clina ti es veces hacia el hijo de la viuda de Sarepta para volverlo a
la vida. Daniel , antes de ser favorecido con las grandes revelaciones,
debe ayunar tres semanas de dias y volverse tres veces al dia hacia
Jerusalén para adorar. Tres niños son arrojados al horno , á fin de
obligar á Nabucodonosor á confesar públicamente al verdadero Dios.
Un sepulcro milagroso de tres dias en las entrañas de un monstruo
marino , debe servir de credencial á Jonás y preparar la conversión
de Nínive. Esther impone tres dias de ayuno á los Judíos antes de pre
sentarse á Asuero ; es obedecida, y, contra todo lo que se podia espe
rar, Israel se salva del exterminio y queda libre para volverse á la
tierra de sus padres.
Todos estos rasgos esparcidos manifiestan el frecuente y notable
papel del número tres en el antiguo mundo. No es menos importante
el lugar que ocupa en el mundo nuevo. La encarnación del Verbo es
como la creación del mundo regenerado. El augusto misterio se veri
fica por el número tres. El Padre envuelve á María con su sombra
omnipotente , el Espíritu Santo forma la humanidad del Hijo, el Verbo
se encarna. ¿Es necesario manifestar el misterio regenerador , y dar
á conocer al Hijo de María por Padre del nuevo mundo? El número
tres aparece brillante en las riberas del Jordán. El Verbo es bauti
zado, el Padre lo proclama Hijo suyo , el Espíritu Santo desciende eu
forma de paloma.
El Redentor tendrá necesidad de confirmar su misión durante el
curso de su vida mortal. ¿Quién le rendirá testimonio en el cielo y
en la tierra , ante los ángeles y ante los hombres? El número tres.
Jesucristo es la verdad , dice San Juan ; «tres son los que dan testi
monio de ól en el cielo , el Padre , el Verbo y el Espíritu Santo ; >
tres son los que dan de él testimonio en la tierra , el espíritu, el 3oua
y la sangre (1).» Quiere manifestar su divinidad en el Thabor , )' n"65
Apóstoles le sirven de testigos. Quiere mostrar en toda su realidad

(I) ¡ Joan., V, ' , 8.


LOS NÚMEROS. 221
la naturaleza humana en el huerto de las olivas , y esos tres Apósto
les también le sirven de testigos, y estos mismos discípulos podrán
afirmar ante el universo entero que es Dios y hombre á la vez. En fin:
llega la hora en que debe salvar al mundo con su sangre ; pues se
cumplirá el misterio por el número tres. Jesús] permanece tres horas
en la cruz y tres días en la tumba.
¿De qué modo participará la humanidad de los méritos del Re
dentor, y de hija de Adán se hará hija de Dios? Por el número tres.
En el nombre de Dios trino y uno nacerá el mundo nuevo en las
aguas bautismales , como el mundo antiguo nació en nombre del mis
mo número en las aguas primitivas. ¿Quién dará á conocer á las
naciones estas aguas regeneradoras? El número tres. Pedro está en
Cesárea ; el vaso misterioso que anuncia la destrucción del muro
que separa al judio del gentil, baja tres veces desde el cielo, y tres
hombres llegan á buscar al pescador galileo , para suplicarle que
bautice á los incircuncisos. El mundo ha nacido, pero necesita vivir,
pues vivirá del número tres. La íe , la esperanza y la caridad serán
su alimento divino , hasta el fin de su peregrinación. Su eterna mo
rada deberá sus perfecciones misteriosas al número tres : la Jerusa-
lén celestial tiene tres puertas al Oriente, tres al Occidente, tres al
Mediodía y tres al Septentrión.
¿Por qué en estos ejemplos, y en otros cien que pudieran citarse,
aparece el número tres y no el número cuatro , cinco , seis ú ocho?
Nadie puede decir que este número sea arbitrario ó forzoso : libre
mente empleado por una sabiduría infinita , encierra, pues , un mis
terio. Este misterio , lo hemos indicado ya , está en que el número
tres es el signo revelador de la Trinidad. Empleado en las obras capi
tales del Omnipotente , creación , redención , glorificación, enseña al
hombre criado , rescatado , glorificado , de quién es obra , sobre qué
tipo ha sido formado y á quién debe dar gloria.
Toda criatura, por humilde que sea, lleva grabado en sí misma el
número tres, á fin de anunciar á todos por esta marca indeleble, quién
es su autor y su propietario. Como el ciervo de César decía, lleván
dolo escrito en su collar : Pertenezco á César , no me toquéis, la planta
y el animal dicen al hombre : Pertenezco á Dios trino y uno : respé
tame (l).
Pasemos al número cuatro. Al manifestarse exteriormente la San-

(1) Ternariua vero números Patrem et Filium et Spiritum Sanctum insi-


nuat. (S. Aug., Serm. 252, c. x.)
222 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
tisima Trinidad, produce los seres creados, el tiempo y el espacio. Esto
es lo que representa el número cuatro , que sigue inmediatamente al
tres , y que de él procede. Á diferencía del número tres , el número
cuatro es divisible. Tal es la condición del tiempo y de las cosas del
tiempo. No obstante , como en todas las criaturas haya algo del tres,
en todas hay alguna cosa indivisible é inmutable ; el ser. De aqui
proviene que , si todo perece, nada es aniquilado.
El número cuatro , por las cuatro unidades de que consta , repre
senta la materia compuesta de cuatro cualidades , altura , longitud,
latitud y profundidad ; el mundo dividido en cuatro puntos cardina
les , el tiempo lormado de años, cada uno de los cuales se descompone
en cuatro estaciones. El número cuatro es , pues , la medida y la ley
de las cosas creadas.
Á juicio de los Padres, esta significación del número cuatro, sim
ple ó multiplicado , es invariable en la Escritura. «Si el número tres
es el signo de la eternidad , el signo de Dios en tres personas y del
alma en tres facultades , el número cuatro , dice San Agustín , es el
signo del tiempo y de la materia. Signo del tiempo ; cada uno de los
años de que se compone el siglo se divide en cuatro partes , la pri
mavera , el estío , el otoño y el invierno. Esta división no es en ma
nera alguna arbitraria , atento que señala cambios palpables en la
naturaleza. La Escritura cuenta también cuatro vientos , en alas de
los cuales se esparcen por los cuatro puntos del globo , ya los granos
de las plantas, ya la semilla evangélica (1).»
Admiremos cómo el número cuatro completa la enseñanza del
número tres. Revelador de la Trinidad y de la eternidad, el número
tres dice al hombre que sólo Dios es indivisible , inmutable y eterno.
Signo de la criatura y del tiempo el número cuatro , le dice que el
tiemp o y todo lo que es del tiempo es divisible , variable y perecedero ;
que la tierra es un lugar de tránsito; que nosotros somos en ella via
jeros, y que la vida es una marcha incesante hacia ló inmutable (2).
Lo que el número cuatro enseña por si mismo , continúa ense
ñándolo por sus múltiplos. Fecundado por el número tres, produce al
doce. De entre todos los números, ol doce es uno- de los más sagra
dos. Representa el tiempo , el espacio , la creación entera , vivificada

(1) In quaternario numero est insigne temporum , etc. (Serm. 552, o. x.)
—Manifestum est ad Corpus quateroarium numerum pertinere , propter ele
menta notissima quibos constat. (Enarral. inpn. vi.)
(3) El tiempo, móvil imagen de lo eterno inmóvil.
LOS NÚMEROS. 223
por la Santísima Trinidad y llamada á la deificación. En el día del
juicio , dice el Verbo creador , redentor y santificador , habrá prepa
rados doce asientos para los doce Apóstoles llamados á juzgar á las
doce tribus de Israel.
«¿Qué significan estos doce asientos?, pregunta San Agustín. ¿Por
qué el número doce y no otro ? El mundo se divide en cuatro partes,
según los cuatro puntos cardinales. Los habitantes de estas cuatro
partes son llamados, perfeccionados y santificados por la Santísima
Trinidad. Como tres veces cuatro son doce , ved por qué los santos
pertenecen al mundo entero, y por qué habrá doce asientos prepara
dos para los doce jueces de las doce tribus de Israel. En efecto : por
una parte, las doce tribus de Israel representan, no solamente la tota
lidad del pueblo judio , sino la de todos los pueblos ; por otra parte,
los doce jueces representan la universidad de los santos , venidos de
las cuatro partes del mundo y llamados á juzgar á los pecadores traí
dos también de las cuatro partes del mundo. Así, el número doce re
presenta á todos los hombres, jueces y juzgados, reunidos de las cua- .
tro partes del mundo ante el tribunal del Hombre-Dios (1).»
¿Cuántas veces el número doce, en su misterioso , pero elocuente
lenguaje , recuerda esos grandes dogmas de la creación de los hom
bres por la Santísima Trinidad , de su vocación al Bautismo por la
Santísima Trinidad , y de la cuenta que en el último día tendrán que
dar de las tres facultades de su alma , que son imagen de la Santísima
Trinidad 1 Nosotros los vemos escritos en los doce hijos de Jacob , en
Jas doce tribus de Israel , en las doce fuentes del desierto, donde los
Israelitas , peregrinos de la tierra prometida , apagaron su sed ; eu
las doce piedras preciosas del racional sobre las cuales está grabado
el nombre de las doce tribus , en los doce morteros de oro que ser
vían en el tabernáculo , en las doce vinajeras de plata que se usaban
para las libaciones , en los doce exploradores enviados por Moisés y
en las doce piedras que se depositaron en el fondo del Jordán.
Los encontramos más claros todavía en los doce Apóstoles , en las
doce canastas que se llenaron de los pedazos de pan milagroso, y en
la célebre visión de San Pedro, i El caudillo de la Iglesia universal,
dice San Agustín , vió un vaso semejante á un lienzo que bajaba del
cielo, sostenido de las cuatro puntas y donde se encontraban anima
les de toda especie. La visión se verificó tres veces. Este lienzo, sus
pendido por sus cuatro puntas , era figura del mundo dividido en

(l) Enarrat. in pi. lux , C. vm.


224 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cuatro partes, y que debía ser llamado todo al conocimiento del Evan
gelio. Por esto se escribieron cuatro Evangelios. Aquel vaso bajando
tres veces del cielo, designa la orden dada á los Apóstoles de que bau
tizaran á todas las naciones en el nombre del Padre y del. Hijo y del
Espíritu Santo.
De ahí proviene también el número de los doce Apóstoles , el cual
no es de modo alguno arbitrario. ¿Qué digo"? De tal manera es sa
grado, que hubo que completarlo después de la apostasía de Judas.
Mas ¿por qué los Apóstoles son doce, y sólo doce? Porque el mundo,
dividido en cuatro partes, debía ser llamado al Evangelio en el nom
bre de la Santísima Trinidad , y cuatro multiplicado por tres son
doce, número que denota á la Iglesia universal, en la cual han en
trado los judíos y los gentiles , figurados en los animales de toda es
pecie que se contenían en el vaso misterioso (1).»
Las mismas verdades que proclama el número doce , las vemos
también en los doce jueces del mundo , y las veremos resplandecer
con nuevo brillo en los doce fundamentos de piedras preciosas y en
las doce puertas de la Jerusalén futura , en los doce frutos del árbol
de la vida , finalmente , en las doce estrellas que componen en el cielo
la corona eterna de la Iglesia.
Y todo esto no es , sin embargo , más que una parle de las ense
ñanzas solemnes que nos da el número cuatro. Si se le multiplica
por diez , que es otro número sagrado de que hablaremos muy pron
to, i qué conjunto de leyes admirables y de revelaciones fecundas
ofrece a la meditación de todo espíritu atento! « El número cuarenta,
dice San Agustín , marca la duración del tiempo que trabajamos
sobre la tierra (2). > ¡ Qué bien lo visteis , oh gran ingenio , y cómo
os abonan todas las páginas de la historia 1
Las aguas del diluvio, figuras enérgicas de la vida que el hombre
lleva en el mundo, de sus penalidades y trabajos , no cesan de caer
sobre la tierra por espacio de cuarenta días y cuarenta noches. El
viaje peligroso de los exploradores de Moisés dura cuarenta días.
Cuarenta días ayuna Moisés en la montaña , antes de recibir la ley. El
pueblo hebreo , tipo de toda la humanidad , anda errante cuarenta
días en el desierto , antes de pasar el Jordán. El gigante Goliath in
sulta al campamento israelita durante cuarenta días , cual figura bien

(1) Enarrat. in p». cin.


(2) Quadragenarius numerus tempus hoc significat , in quo laboramos
in saeculo. fSerm. 252, c. z. )
LOS NÚMEROS. 225
transparente del demonio, que insulta á la Iglesia por todo el tiempo
de su peregrinación. David reina cuarenta años , imagen del verda
dero David , cuyo reino abarca la totalidad del tiempo.
Elias ayuna cuarenta días y cuarenta noches , alimentándose de
pan milagroso, antes de llegar á la cumbre de la montaña de Dios,
simbolizando al cristiano que es fortalecido por la gracia en su camino
hacia la eternidad. El doloroso dormir de Ezequiel en expiación de
los pecados de Judá se extiende á cuarenta días , duración total de la
vida cristiana , que el Concilio de Trento define una penitencia per
petua. Cuarenta codos forman la longitud del templo. Á íNíuive se le
concede un plazo de cuarenta días , el tiempo otorgado al género hu
mano para que so rehabilite. Antes de la toma de Jerusaléu por Antíoco,
caballeros y carros armados cruzan por el aire durante cuarenta días.
El gran penitente del mundo, el Verbo encarnado, ayuna cuarenta
días ; y después de su resurrección , queda cuarenta días en el mundo
instruyendo á sus discípulos.
«Los tres grandes ayunos de cuarenta días , continúa San Agustín,
marcan toda la duración del mundo y la condición actual del hombre.
Moisés , ayunando cuarenta días , es el género humano debajo de la
ley ; Elias , ayunando cuarenta días , es el género humano bajo los
profetas ; Jesús , ayunando cuarenta días , es el género humano en el
Evangelio. Y como el hombre ha de continuar viviendo en el Evan
gelio hasta el íin de los tiempos , el ayuno del Señor ha sido perpe
tuado por la Iglesia , para que tenga toda su significación. ¡ Qué bien
escogido! ¿Qué tiempo pudiera ser mas conveniente para recordar
nuestra condición terrestre ayunando y mortificándonos, que los días
próximos á la Pasión del Salvador (1) ?

(1) In qua ergo parte anni congruentius observado quadragesimae con-


stitueretur, nisi oontini atque contigua dominicae passionis? (Epiit. , cías. 11,
C. XV; Id., Serm. 51 , c. xxn.)

TOMO II. 13
CAPÍTULO XXIII.

(Continuación del anterior.)

SDMAHio.—El número diez : sus misterios.—Ültimo limite de los números.-


Lo que significa añadido al número cuarenta. — Pruebas en el empleo del
número cincuenta.— Multiplicado por tres , su hermosa significación.-
Once, número de desorden.— Pruebas.— Razón del número setenta veces
siete.— Siete, numero muy misterioso. — Sus aplicaciones.— Como todo
lo demás del universo, el cristiano ha sido hecho con número.— Ha sido
hecho con el número siete y el número diez. — Hermoso pasaje deSaa
Agustín.

El número cuarenta representa el tiempo con sus divisiones y su


cesiones , sus penosos trabajos y luchas incesantes. Mas el tiempo no
es más que el comienzo de la vida , y para el cristiano el vestíbulo de
la eternidad bienaventurada. ¿Qué número le recordará al hombre
esta verdad consoladora? El diez , añadido al cuarenta. Lo mismo que
sucede en los otros cálculos sagrados , esta adición no tiene nada de
arbitraria : los más grandes ingenios han reconocido su exactitud
profunda. Según Santo Tomás , el número diez es el signo de la per
fección. ¿Por qué? Porque es el primero y el último límite de los
números. Más alia del diez , los números ya no continúan , sino que
vuelven á empezar por el uno (1).
Asi , en todas las cosas , cuando se ha llegado á la perfección , do
se continúa , se vuelve á empezar. El relojero, por ejemplo, cuando
ha concluido y dejado perfecto un reloj , no trabaja mas en él , sino

(1) Decima est perfectionis signum , eo quod denarius est quodammodo


numerus perfectas , quasi primus limes numerorum , ultra quem numen
non procedunt , sed reiterantur ab uno. (i. 2., q. lxxxvii, art. i, etp. 3,
q. xxxiv, art. 8.)
LOS NÚMEROS. 227
•que comienza otro. El número diez, como limite de los números, es
de todos los países y de todos los tiempos. l Qué pruebas más eviden
tes de que ni es arbitrario , ni de»in vención humana! Preciso es, pues,
reconocer que es misteriosamente divino y divinamente misterioso.
De ahí proviene , á juicio de los Padres , que el Espíritu Santo lo
emplea tan frecuentemente en la Escritura , para significar la perfec
ción , asi en lo bueno como en lo malo. Abraham envia á su criado
Eliezer, con diez camellos cargados de presentes, á buscar en nombre
de Isaac una esposa para este hijo suyo : significa al verdadero Isaac
buscando á la Iglesia, la verdadera Rebeca, y ofreciéndole como re
galo nupcial los diez mandamientos , principio de su deificación. Diez
hermanos de José van á buscar trigo en Egipto ; la universidad de los
hombres pidiendo el pan de vida al verdadero José. Moisés recibe de
Dios diez preceptos , ni más ni menos : la perfección de la ley.
Diez candoleros de oro lucen en el templo de Jerusalén ; perfec
ción de la luz que con los diez mandamientos ilumina á la Iglesia,
templo augusto del cual el de Jerusalén no era más que una figura.
El Salterio de David tenia diez cuerdas , Ilerfeccinn de las alabanzas
divinas. Diez leprosos se presentan al Señor; el género humano, que
está enfermo é implora su curación. El príncipe do que habla el Evan
gelio distribuye á sus criados diez monedas para que las negocien
durante su ausencia ; los diez mandamientos que se dan á todos los
hombres para que los practiquen y lleguen á la perfección. La bestia
del Apocalipsis tiene diez cuernos, simbolo de su terrible poder; y
diez coronasen la cabeza, señal de la extensión inmensa de su imperio.
Tomado, pues, aisladamente y en si mismo el número diez, li
mite de los números, es señal de la perfección. Si se añade al cua
renta, conserva la misma significación con mayor evidencia, y en
tonces se aplica á un orden de cosas mas elevado. Cuarenta más diez
son cincuenta : este número marca la reunión del tiempo y de la eter
nidad. Dejemos que hable San Agustín : «El número cuarenta es la
medida del tiempo, época de sudores y de lagrimas, de trabajo y de
sufrimientos, de peregrinación dolorosa por el desierto de la vida.
Pero cuando nosotros hayamos cumplido bien el número cuarenta,
marchando por el camino de los diez mandamientos, recibiremos el
-dinero prometido á los buenos operarios. Asi , al número cuarenta,
bien cumplido, añadamos la recompensa del denari, palabra derivada
de diez, y tendremos el número cincuenta. Este es figura misteriosa
de la Iglesia del cielo, donde Dios sera alabado sin interrupción por
los siglos de los siglos.
TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
«De estos himnos eternos , de estas alegrías puras que nadie pod ra
robarnos, no gozamos todavía. Sin embargo, las gustaremos antici
padamente en los cincuenta días qué siguen á la resurrección del Sal
vador , en los cuales ya no ayunaremos y haremos resonar por todas
partes el jubiloso alkluia (1).»
Toda la Escritura confirma del modo mas brillante la explicación
del ilustre doctor. El arca de Noé, donde habían de salvarse todos
los que no estaban condenados á morir, tenia cincuenta codos, y el
tabernáculo mosaico, imagen de la Iglesia en la que se salvarían to
dos los elegidos , tenía cincuenta anillas para fijar las cortinas de púr
pura que lo cubrían. Los Hebreos , al salir del cautiverio de Egipto,
inmolan el cordero pascual : caminan cuarenta días por el desierto, y
después de diez días de parada al pie del Sinaí, por consiguiente
después de cincuenta días de su salida de Egipto, reciben la ley de
temor, escrita por Dios mismo en dos tablas de piedra y traída por
Moisés de la montaña. Llega la nueva alianza. El Hijo de Dios , ver
dadero cordero pascual , es inmolado ; y cincuenta días después la
ley de caridad es dada al mundo por el mismo Espíritu Santo, que la
escribe en los corazones. ,
¡El Pentecostés, es decir, la cincuentena judaica , prenda de feli
cidad para la Sinagoga ; el Pentecostés cristiano , prenda de felici
dad para la Iglesia , y entrambas figura y prenda de felicidad de la
Jerusalén futura! Esta misteriosa concordancia de los números arre
bata de admiración al gran Obispo de Hipona. «; Quién, exclama,
quién no preferiría á todos los imperios más florecientes de este mundo
la alegría que causan los misterios de estos números sagrados , ilu
minados con el resplandor de la sana doctrina ! ¿No os parece que
los dos Testamentos , como los dos serafines del tabernáculo , cantan
eternamente las alabanzas del Altísimo, y se responden diciendo:
Santo, santo, santo es el Señor Dios de los ejércitos (2) ? »
El número cincuenta , compuesto de diez y cuarenta, encierra
otro misterio do sorprendente belleza, magnae significatiotiis , como
dice también San Agustín. El Redentor del mundo ordena á sus
Apóstoles que echen su red á la derecha de la barca ; obedecen , y sa
can ciento cincuenta y tres peces grandes. Otra vez lo preguntamos:
¿ por qué es este número y no otro ? ¿ Cuál es su significación ? Pues
alguna tiene , supuesto que fué determinado por la sabiduría iufinita.

(1) Eaarrat. in pi, CL;serm. 252,c. xi ; la. serm. 2)0, c. vi.


(2) Eim'iI., olass. ii, c. xvi.
LOS NÚMEROS. 229
«Todos los hombres, continúa San Agustín, son llamados por la
Trinidad para que vivan santamente el tiempo de su vida , represen
tado en el número cuarenta , y reciban la recompensa significada por
el número diez. Pues bien : el número cincuenta , multiplicado por
tres , hace ciento cincuenta. Añadid ahora el divino multiplicador,
la Santísima Trinidad , tanquam multiplicaverit eum Trmitas , y ten
dréis ciento cincuenta y tres, que es el número de los peces encon
trados en la red , número perfecto que comprende la totalidad de los
santos (1). *
Tales son los números ó las proporciones geométricas con arre
glo á las que ha sido hecha y encerrada cu ellas la obra más grande
de Dios, la salvación del linaje humano. Mas ¿por qué medios la
consiguen los hombres ? ¿Estos medios se apoyan en números? ¿ Qué
números son esos ? Todo el mundo conoce la palabra del Verbo Re
dentor : Siguieres entrar en la vida , guardalos mandamientos. Pues
los mandamientos son diez. Por consiguiente , para ser del número
de los elegidos, hay que mantenerse en el número diez , como en un
castillo fortificado ; es decir , que los diez mandamientos deben ser el
límite de nuestros pensamientos y acciones.
Mas el hombre no puede por si mismo cumplir los diez manda
mientos; necesita la gracia. ¿Quién la da? El Espíritu de los siete
dónes. De modo que, para hacer un santo, se necesitan dos cosas :
los diez mandamientos y los siete dones del Espíritu Santo. Luego la
salvación descansa en el número diez ven el número siete. ¿Qué
extraño es que la grande obra de la sabiduría infinita descanse en el
número, cuando las más humildes criaturas , el mosquito y la brizna
de hierba , han sido hechas con número, peso y medida ?
Acabamos de ver que el diez y el siete reunidos forman y com
prenden á todos los elegidos , es decir, á Indos los que cumplen la
ley con ayuda del Espíritu Santo. San Agustín lo enseña más clara
mente todavía. « En efecto, dice este Padre : sumando unos con otros
los números que hay desde uno hasta diez y siete , hacen ciento cin
cuenta y tros ; y se tiene, como se ha explicado más arriba , la mul-

(I) Quia in nomine Trinitatis vocati sunt omnes , ut io quadraganario


numero bene vivant et denarium aocipiant , ipsum quinquagenarium ter
multiplica , et fiunt centum quinquaginta. Adde ipsum mysterium Trinitatis,
fiunt centum quinquaginta tres ,qui piscium numerus in dextra inventus est :
inquotamen numero innumerabilia sunt milüasanctorum. (Serm. 252, c. xi,
ubi supra.)


230 TRATADO DEL ESPÍRITU SAXTO.
titud innumerable de los santos , significados por los ciento cincuenta-
y tres peces (1).»
Si el orden moral, la virtud , la santidad, descansan sobre el nú
mero diez combinado con el siete , resulta que el signo del desorden
moral ó del pecado es el número once , y que la totalidad del desorden
moral ó del pecado se designa por el mismo número multiplicado por
siete. Expliquemos este nuevo teorema de la geometría divina. Su
puesto que el número diez marca la perfección de la virtud en el
mundo y de la bienaventuranza en el cielo, el once debe indicar ne
cesariamente el pecado. En efecto : ¿ qué es el pecado ? Es una trans
gresión de la ley ; y como el nombre mismo lo dice , la transgresión
tiene lugar cuando se sale del límite del deber, significado por el nú
mero diez. Pues bien: saliendo del diez, el primer número que se
encuentra infaliblemente es el once (2).
Y así sucede que en el Evangelio nunca el número once se mul
tiplica por diez , sino por siete. ¿ Por qué no se multiplica por diez?
Porque diez es el signo de la perfección, y comprende la Trinidad re
presentada por tres , y al hombre representado por siete a causa del
alma con sus tres facultades, y del cuerpo con sus cuatro elementos.
Pues la transgresión no puede pertenecer á .la Trinidad : y asi , para
multiplicar el once, signo del pecado, queda el siete en significación
de los pecados del alma y del cuerpo. Los pecados del alma son la
profanación de sus tres facultades , como los del cuerpo son la profa
nación de sus cuatro elementos.
Estas simples palabras del lenguaje de los números revelan clara
mente el sentido, generalmente desconocido, de las amenazas tañías
veces repetidas en Amos. Hablando por órgano del Profeta , dice Dios:
iSi Damasco llega á cometer tres y cuatro crímenes , no le perdonaré.
Si Gaza comete tres y cuatro crímenes, no le perdonaré. Si Tiro

(1) Lex habet decem praecepta: Spiritus autem gratiao , per quam solam
lex impleiur , septiformis legitur.... Deoem ergo et septem tenent omnes per
tinentes ad vitam aeternam , id est legem implentea per gratiam Spiritus....
Si computes ab uno ad decem et septem fiunt centum quinquaginta tres, et
invenies numerum sacrum fidelium* atque sanctorum in coelestibus cum
Domino futurorum. (S. Aug., serm. 248, o. iv.)—Efectivamente: sumando 1,
más 2 , más 3 , y asi hasta 17 inclusive , resultan 153.
(2) Lex enim per decem , peccatum per undecim. Quare peccattim per
undecim? Quia transgressio denarii est ut eas ad undenarium. Inlege autem
modus fixus est; transgressio autem peccatum est. Jam ubi transgreden*
denarium ad undenarium venis. (S. Aug., serm. 83, c. vi.)
LOS NÚMEROS. 231
comete tres y cuatro crímenes , no le perdonaré. Si Edom comete tres
y cuatro crímenes , no le perdonaré. Si los hijos de Ammon cometen
tres y cuatro crímenes , no les perdonaré (1).» ¿Por qué el Señor per
donará uno y dos , y negará el perdón á tres y cuatro ? Porque tres
y cuatro, sumando siete, marcan la transgresión total de la ley
y la rebelión completa del hombre , compuesto de un alma y un
cuerpo.
De este modo, once multiplicado por siete, designa la totalidad de
la transgresión y el último límite del pecado. ¿Habremos de repetir
que este cálculo no tiene nada de arbitrario? Es la verdad misma
quien lo emplea y nos lo explica. Pedro ha recibido el poder de per
donar y retener todos los pecados. Pregunta al divino Maestro cuán
tas veces deberá perdonar. Sin aguardar la respuesta , se apresura á
decir : ¿Hasta siete veces? No hasta siete veces, responde el Señor,
sino hasta setenta veces siete (2).
Á no acusar á la Sabiduría eterna de haber hablado sin concierto,
preciso es convenir en que este número tiene su razón de ser. ¿Cuál
es esa razón, y por qué se emplea este número y no otro? Menos,
habría sido demasiado poco ; más , habría sido inútil. Menos , habría
sido demasido poco ; porque todos los pecados son remisibles y se
obtiene el perdón cuantas veces se pide sinceramente. Mas , habría
sido inútil ; porque setenta veces siete indic a la totalidad de los peca
dos , según ya lo hemos visto , y la perpetuidad del perdón , como lo
vamos á ver.
En efecto: un nuevo golpe de luz nos manifiesta lo que significa
el número setenta y siete , haciendo brill ar en todo su esplendor la
sabiduría adorable que lo dispuso todo con número. Trazando San
Lucas la genealogía del Redentor, cuenta setenta y siete generaciones.
Es decir, que en los consejos eternos , el descendimiento del Hijo de
Dios al mundo tuvo lugar en el momento preciso en que habían pa
sado setenta y siete generaciones de pecadores ; para dar á entender
con este número misterioso que había venido á borrar todos los peca
dos cometidos por el género humano (3).
Hemos explicado el número siete, combinado con el diez y el
once : resta explicarlo, tomándolo-aisladamente. Entre todos los nú
meros sagrados, el siete es , á juicio de esos intérpretes incompara-

(1) Amoi., c. i, 3-13.


(2) Matth., xviii, 21-22.
(3) S. Aug., serm. 83, o. iv.
232 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
bles do la Escritura que se llaman los Padres de la Iglesia, uno de los
que encierran más profundos misterios : he aquí algunos.
Componiéndose del tres, signo de la Trinidad, y del cuatro, signo
del tiempo, el número siete representa al Criador y á la criatura (1).
Los representa en sus misterios generales y en su naturaleza intima,
es decir, en su totalidad. Totalidad del hombre, compuesto de un alma
con tres facultades, que son : memoria , entendimiento y voluntad,
y de un cuerpo con sus cuatro elementos y las cuatro cualidades de
la materia , longitud , anchura , altura y profundidad. Totalidad de
Dios , la sabiduría septiforme que crió el mundo , lo conserva y lo
santifica (2).
Pues el Criador y la criatura componen todo lo que es; luego el
número siete es la fórmula completa de los seres. ¿\To solamente ex
presa lo finito y lo infinito , sino también la diferencia que los distin
gue y las relaciones que los unen : lo uno , inmutable , indivisible;
" lo otro , mudable y divisible : lo uno , principio ; lo otro , efecto (3).
Es, pues , el número siete en su significación natural usa protesta
permanente contra todos los sistemas erróneos del panteísmo ó de la
eternidad de la materia , y del racionalismo ó de la independencia del
hombre. El número siete marca también la totalidad del tiempo jun
tamente con la universidad de los seres. Nada hay más claro; pues
siete dias , sucediéndose sin interrupción , componen los meses , los
años y los siglos (4).
De las significaciones fundamentales del número siete resultan
las aplicaciones tan frecuentes que el Espíritu Santo hace de él en la
Escritura , las cuales se convierten en otras tantas revelaciones, ricas
de enseñanza y resplandecientes de belleza. Asi , para repoblar el
mundo , Dios manda á Noé que haga entrar en el arca siete parejas
de animales puros. Cuando todo esta ya dispuesto para la ejecución
de la venganza divina , se conceden todavía siete días de arrepenti-

(t) Septenarius numerus indicat creaturam, quia 8ex diebus Deus ope-
ratus est et séptimo ab operibus quievit. (S. Aug., serm. 258, ex.)
(2) Spiritus Sanctus in Scripturie septenario praecipue numero com-
mendatur. (S. Aug., Enarrat., inps.'h.)
(3) Septenarius numerus quo universitatis significatio saepe fíguratnr,
qui etiam Ecclesiae tribuitur propter instar universitatis. (S. Ana., tpist.,
class. u.J
(V) Et quare septies pro eo quod est semper ponatur , certissima ratio
est : septem quippe diebus venientibus et redeuntibus , totum volvitur tempus.
(Id., serm. 1 14.)
LOS NÚMEROS. 233
miento á los culpables. Cuando las aguas del diluvio han disminuido,
Noé espera siete dias antes de soltar la paloma por segunda vez , y
después otros siete antes de soltarla por tercera.
Para jurar su alianza con Abimelech, inmóla Abraham siete cor
deros. Jacob sirve siete años para que le den por esposa á Raquel,
imagen del verdadero Jacob , trabajando durante los siete años del
mundo para conquistar á la verdadera Raquel , la Iglesia su esposa.
Las espigas llenas y las vacas gruesas, simbolo de la plena abundan
cia de Egipto , son siete. Los funerales de Jacob duran siete días , re
presentación elocuente de la vida del hombre en este valle de lágri
mas. Los Judíos comen el pan ázimo durante siete dias , en los cuales
el pan con levadura se debe quitar totalmente de las casas bajo pena
de muerte , mortificación completa del cuerpo y del alma para entrar
en comunicación con Dios por la manducación del cordero pascual.
El candelabro del Tabernáculo tiene siete brazos , calor y luz uni
versal del Espíritu septiforme. Las manos de los sacerdotes se consa
graban por espacio de siete días. Antes de recibir la victima, el altar
debía purificarse siete dias consecutivos y ser rociado siete veces. La
purificación de las inmundicias duraba siete dias. En las tres fiestas
solemnes , el pueblo judio, tipo de todos los otros, debía ofrecer
siete corderos. Siete semanas de años forman el jubileo. Siete nacio
nes enemigas ocupan la tierra prometida : sólo cuando las hayan
aniquilado , serán los Judíos pacíficos poseedores de la tierra de ben
dición ; figura de los siete pecados capitales , cuya destrucción puede
únicamente ponernos en posesión de la paz de la conciencia y de la
eterna bienaventuranza.
Si , como no es posible dudar de ello , el número siete no se em
plea arbitrariamente en los misterios de la verdadera religión, pre
ciso es prepararse para ver al demonio servirse frecuentemente del
mismo número en las prácticas de su culto (1). Púas bien : esta gran
mona de Dios, más instruida que nosotros en los misterios profundos
del número siete, quiere que sus sacerdotes no sean tales sino inmo
lando siete carneros. Para que den resultado sus evocaciones, ordena
Balartn á Balac que levante siete altares, y quiere para víctimas siete

(t) Los pitagóricos llamaban al siete número venerable, venerabais nume-


m». (Apnd Serrarium Bibl., o. xn , p. 7.)— Varrón nos enseña que ningün
otro número era más sagrado entre los paganos. M. Vatro in primo lihro-
rum qui inscribuntur lleb-hmades , vel De tmaf/íniViui , septenarii numeri vir-
tutes potestatesque multas variasque dicit. (dut. Oill., lib. m, o. x.)
234 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
becerros y siete corderos. En nuestros mismos tiempos , el rito sagrado
de la adoración solemne entre los Indios, consiste en siete abluciones
del idolo.
En todos los sacrificios salen constantemente los siete corderos;
doble imagen de la totalidad de los pecados por un lado, y por otro de
la eficacia omnipotente que la sangre del verdadero Cordero tiene para
borrarlos. Asi, para aplacar al Señor, terriblemente irritado, Ezequins
hace inmolar siete toros , siete carneros , siete chivos y siete corderos.
Á la vuelta de la cautividad, en expiación de todos los pecados del
pueblo, se inmolan setenta y siete corderos. Purificado Israel, puede
marchar contra sus enemigos, que huirán delante de él por siete ca
minos; derrota completa.
Como el Espíritu Santo es el alma del mundo , y su influencia
septiforme se hace sentir en todas las criaturas , para iluminarlas, pu
rificarlas y glorificarlas, emplea el número siete de una manera par
ticular: este número puede decirse que forma la proporción geomé
trica de todas sus divinas operaciones ; y de aqui proviene que se use
tan frecuentemente asi en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Siete sacerdotes con siete trompetas hacen caer los muros de Je-
ricó ; figura de los siete dones del Espíritu Santo destruyendo el im
perio del demonio. La fuerza de Sansón reside en las siete trenzas de
su cabello; los siete dones del Espíritu Santo que son la fortaleza del
cristiano , mártir de la guerra ó mártir de la paz. Siete coros de mú
sicos acompañan al arca de la alianza en su marcha triunfal, y David
canta las alabanzas de Dios siete veces al día ; himnos eternos de los
santos, reunidos alrededor del Señor y salvados por los siete dones
del Espíritu Santo.
Siete años se emplean en la construcción del templo; la Iglesia
edificada por el Espíritu de los siete dones durante todo ese septena
rio que se llama el tiempo. Siete consejeros dirigen al rey de Persia,
que envía á Esdras á reedificar el templo de Jerusalén; los siete do
nes del Espíritu Santo , que reposan en Nuestro Señor , enviado por
su Padre á reedificar el verdadero templo de la verdadera Jerusalén.
Siete ángeles hay de pie delante del trono de Dios, y siete columnas
sostienen el palacio de la Sabiduría; dos figuras igualmente transpa
rentes de los siete dones del Espíritu Santo , qiie son el sostén de la
Iglesia y los principes de las adoraciones eternas. Siete ojos lleva gra
bados la piedra angular de los muros de Jerusalén ; los siete dones del
Espíritu Santo en Nuestro Señor, piedra angular de la Iglesia del
tiempo y de la Iglesia de la eternidad. Siete pastores guiaran el re
LOS NÚMEROS. 233
baño divino cuando el Redentor lo haya formado ; los siete dones del
Espíritu Santo que guian á los habitantes de la Ciudad del bien.
Siete años de locura y de habitar entre las bestias son impuestos
a Nabucodonosor ; castigo adecuado a los siete pecados capitales. Siete
leones encierra el lago en que fué arrojado Dauiel ; siete pecados ca
pitales rodean al cristiano en este valle de lágrimas. El Evangelio
hace mención de siete demonios malos; los siete espíritus de los pe
cados capitales. Siete panes alimentan á cuatro mil hombres en el
desierto; los siete dones del Espíritu Santo son el alimento espiritual
del mundo entero (1). Los Apóstoles, dirigidos por el Espíritu Santo,
establecen siete diáconos; esto significa la universidad de las obras de
caridad espiritual y corporal.
San Juan dirige el Apocalipsis á siete Iglesias; número de la tota
lidad. El Hijo de Dios se le aparece en el cielo rodeado de siete can
deleras de oro ; significación de los siete dones del Espíritu Santo que
irradian del Verbo encarnado. La gran bestia tiene siete cabezas con
siete ojos; significa los siete pecados capitales con su formidable po
der sobre el mundo físico y sobre el mundo moral. Siete ángeles
tocan sucesivamente la trompeta, se dejan oir siete truenos, y el mundo
eulpable, antes de espirar, es herido con siete plagas ; terribles pro
fecías de la universidad de las señales de muerte y de los azotes re
servados para los últimos días.
Hora es ya de terminar este bosquejo de la ciencia de los números
y de hacer su aplicación directa al cristiano. Éste es construcción del
Espíritu Santo, y conocemos ya los ricos materiales de que se com
pone. Estos materiales han sido empleados, no cabe duda, bajo la di
rección de un arquitecto infinitamente hábil, conforme á un plan
preconcebido; todo plan se funda en cálculos y proporciones, y por
consiguiente sobre números. Semejante verdad no admite réplica.
Por una parte , el universo entero atestigua haber sido hecho con
número, peso y medida, esto es, con arreglo á proporciones geomé
tricas de precisión y armonía perfectas. Por otra, el cristiano es obra
perfecta del Espíritu Santo; es necesario, pues, deducir a fortiori
que han presidido á su construcción cálculos admirablemente exactos.
¿Cuales son los cálculos, ó, mejor, los números especiales, con

(1) Septem panes significant septiformem operationem Spiritus Sancti;


quatuor millia hominum Ecclesiam Bub quatuor evangeliia constitutam. Sep
tem -iportae fragmentorum perfectionem Ecclesiae, hoo enim numero sae-
pisaime perfectio commendatur. (S. Aug., serm. 95, n.° 2.)
236 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
arreglo á los que ha sido edificado el cristiano , sobre los cuales des
causa, y que son como el maderamen del edificio y la medida de sus
proporciones? El cristiano ha sido hecho con dos números los más sa
grados, el siete y el diez. Por ellos subsisto, ; el mundo concluirá cuando
se complete la suma de estos dos números misteriosos combinados
juntamente , y multiplicados por la Trinidad. Como prueba de lo que
acabamos de decir, recordemos este bello pasaje de San Agustín : «El
Espíritu, autor de los dones santificantes, es designado por el número
siete; y Dios, autor del Decálogo, por el número diez. Para hacer un
cristiano, es preciso reunir esas dos cosas. Si tenéis la ley, no cum
pliréis sin el Espíritu Santo lo que está mandado. Pero cuando, ayu
dados por el Espíritu de los siete dones, conforméis vuestra vida con
el Decálogo, estaréis edificados y perteneceréis al número diez y siete.
Perteneciendo ya á este número y sumándolo, llegaréis al número
ciento cincuenta y tres. En el día del juicio, os encontraréis á la de
recha para ser coronados; no á la izquierda para ser condenados (1).»

(1) Serm. 250, c. tu et vm.


CAPÍTULO XXIV.

La Confirmación.

Sumario.—Estudio detallado de los elementos de que se compone el cristia


no.—La Confirmación: lugar que ocupa.—Lo que añade al Bautismo.—
Enseñanza catolica ; el Papa San Melquíades; los Concilios de Florencia
y de Maguncia.—Efectos de la Confirmación ; gracia santificante, gracia
sacramental , carácter, aumento de las virtudes.—Definición de los hábi
tos.—De las virtudes.— Virtudes naturales y sobrenaturales: virtudes in
fusas y virtudes adquiridas.—Virtudes cardinales.—Diferencias entre las
virtudes naturales y sobrenaturales.

El cristiano puede admirarse á si mismo ; pero, sobre todo, debe


respetarse : Agnosce, o christianae , dignitatem tuam. Templo vivo
del Espíritu Santo , conoce los preciosos materiales que han entrado
en su construcción, y los números misteriosos según los cuales han
sido dispuestos. Mas no basta un conocimiento general. Se hace pre
ciso analizar detalladamente cada uno de los elementos de esta crea
ción divina , incomparablemente más bella y más digna de nuestros
estudios que el mundo físico con todas sus magnificencias. Á fin de
no traspasar los limites naturales de nuestro asunto, no hablaremos
de los sacramentos en general, ni del simbolo, ni del Decálogo, ni de
la oración dominical , por más que todas estas partes de la divina
construcción dependan de la gracia y sean sus efectos (1). La Confir
mación , las virtudes , los dones, las bienaventuranzas, los frutos
constituyen el dominio directo del Espíritu Santo. Tal es el campo
que se abre á nuestra exploración , más rico que todas las minas de
California juntas.

(I) Los hemos explicado en el Catecismo de Perseverancia.


238 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Es de fe que los sacramentos , al darnos la gracia , nos dan el Es
píritu Santo con todos sus dones. ¿ Se sigue de aqui que la Confir
mación sea inútil ? Ya hemos contestado negativamente y dado la
prueba sumaria de nuestra respuesta. Necesario será desarrollarla y
decir el fin especial , ó, si se quiere , la razón de ser de la Confirma
ción. «Los sacramentos de la nueva ley, repetiremos con Santo
Tomás , no han sido establecidos solamente para remediar el pecado
y perfeccionar la vida sobrenatural, sino también para producir efec
tos especiales de la gracia ; y, por lo tanto, donde ocurre algún efecto
peculiar de la gracia , allí se ordena un sacramento especial (1).»
El hombre, cuando viene al mundo, no posee más que la vida
natural y le falta la sobrenatural : el Bautismo se la da ; tal es el fin
especial de este sacramento. La debilidad física y moral es propiedad
de la infancia : si el hombre no fortaleciese con la edad su cuerpo y
su alma , no llegaría á ser hombre. Lo mismo sucede con el cristia
no : la fortaleza le es tanto más necesaria , cuanto que nace soldado;
destinado á luchas incesantes , su vida se define guerra (2). El anti
guo Israel es su viva imagen : desde las playas del mar Rojo, tumba
de sus tiranos , atraviesan los Hebreos , sosteniendo continuos com
bates , el desierto que los separa de la tierra prometida. Siete nacio
nes poderosas les disputan su posesión : he ahí lo que le pasa al cris
tiano.
- Salido de las aguas bautismales en que ha sido libertado de la es
clavitud del demonio, le es preciso, para llegar al cielo, que es su
patria , atravesar con las armas en la mano el desierto de la vida. No
será la lucha contra seres de carne y sangre como él , sino contra ene
migos mucho más temibles , los principes del aire , las siete potencias
del mal. Claro está que tiene necesidad de armas y de un maestro que
le enseñe a manejarlas. Precisamente en la Confirmación se le da como
tal el Espíritu Santo.
« El Espíritu Santo, dice el Papa San Melquíades , al descender á
las aguas del Bautismo, les infunde plenamente la gracia que da la
inocencia , y en la Confirmación comunica un aumento de gracia. En
el Bautismo somos regenerados para la vida ; en la Confirmación se

(O Sacramenta novae legis ordinantur ad speciales effectua gratiae ; et


ideo ubi occurrit aliquis specialis effectus gratiae , ibi ordinatur speciale
sacramentum. (3 p., q. i.xxi , art. 1.)
(2) Militiaest vita hominis super terram. (Job., vii, 1.)
LA CONFIRMACIÓN. 339
nos prepara para la lucha. En el Bautismo somos lavados ; en la Con
firmación somos fortalecidos (1). «
El Vicario de Jesucristo es el eco fiel del divino Maestro. ¿Á quién
tiene reservado Nuestro Señor Jesucristo el cambio milagroso de los
Apóstoles en hombres nuevos , y el no menos admirable de los fieles
en mártires heroicos ? ¿ Por ventura no es al Espíritu Santo ? Descen
dido directamente del cielo sobre los primeros , se da a los segundos
por la imposición de las manos de los Apóstoles, es decir, por la
Confirmación. Yo voy, decia á los unos y á los otros , á enviar el Es
píritu del Padre. Permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos
de la fuerza de lo alto. No estéis inquietos ; el mismo Espíritu Santo
hablará por vuestra boca , y os dará una elocuencia tan poderosa,
que vuestros adversarios no tendrán nada que replicar (2).
La Confirmación , pues , como lo indica su nombre , es el sacra
mento de la fuerza. Que haya sido establecida para comunicarla al
cristiano y hacer de él un soldado generoso , la Iglesia católica no ha
cesado jamás de enseñarlo por sus Concilios , y la historia de probarlo
con hechos terminantes. De aquí esta declaración solemne del Concilio
de Florencia , es decir, del Oriente y del Occidente reunidos bajo la
presidencia del mismo Espíritu Santo : i El efecto del sacramento de
la Confirmación es dar el Espíritu Santo como principio de fuerza : á
la manera que fué dado á los Apóstoles en el día de Pentecostés, á fin
de que el cristiano confiese con valor el nombre de Cristo (3).»
El Concilio de Maguncia no está menos explícito. «Según la pro
mesa del Señor, el Espíritu Santo, á quien recibimos en el Bautismo
para la purificación del pecado , se nos da en la Confirmación con
aumento de gracia , que produce el efecto de protegernos contra los
ataques de Satanas , de iluminarnos para que comprendamos mejor
los misterios de la fe, de darnos el valor de confesar audazmente á
Jesucristo y de fortalecernos contra los vicios. El Señor prometió
formalmente dar á los fieles todos estos bienes por el Espíritu Santo

(1) Unele Melchiades Papa dicit : Spiritus Sanctus qui euper aquas bap-
tiemi salutífero descendit lapsu, in fonte plenitudinem tribuiL ad innocentiam;
io confirmatione , augmentum praeetat ad gratiam. In baptiamo regeneramur
ad vitam ; poet baptismum confirmamur ad pugnam. In baptiamo abluimur;
post baptismum roboramur. (Apud S. Th., 3 p., q. i.m , art. I.)
(2) Joan., xx , 16. —Isic, xxiv, 49; xx, 15.
(3) Effeclus autem confirmationis sacramentó est quia in eo datur 8pi-
ritus Sanctus ad robur , sicut datus est apostolis in die Pentecostes ; ut vide-
licet christianus audacter Christi confiteatur nomen. (Decret. ad Arm.)
Sil) TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
que había de enviar. Todas estas promesas fueron cumplidas á los
Apóstoles el dia de Pentecostés , conforme sus actos lo atestiguan del
modo más brillante (1).»
Ademas , se cumplen todos los dias para los ñeles , en las cuatro
partes del mundo, por el sacramento de la Confirmación. La razón de
esto se halla en que el Espiritu Santo permanece siempre en la Igle
sia, y en que sus favores son tan necesarios para formarla como
para conservarla. Ahora bien : el Espiritu Santo, al comunicarse por
la Confirmación al cristiano, su criatura privilegiada, obra en él mu
chas y grandes maravillas.
Es la primera una nueva infusión de la grada santificante. La
misión ó donación del Espíritu Santo, enseña Santo Tomás , jamás
tiene lugar sin la gracia santificante, de la cual Él mismo es princi
pio. Claro está, pues, que la gracia santificante es comunicada por la
Confirmación. En el Bautismo ven la Penitencia, esta gracia hace
pasar al hombre de la muerte á la vida. En los otros sacramentos, y
especialmente en la Confirmación , aumenta y fortalece la vida ya
existente. Este sacramento perfecciona los efectos del Bautismo y de
la Penitencia , en cuanto da al penitente una remisión más perfecta de
sus pecados. Si un adulto, por ejemplo, hallándose en estado de pe
cado sin saberlo, ó también no estando perfectamente contrito, se
acerca de buena fe á la Confirmación, recibe el perdón de sus culpas
por la gracia de este sacramento (2).
La segunda es la gracia sacramental. Cada uno de los sacramen
tos confiere, además do la gracia santificante, una gracia particular,
que está en relación con el objeto del sacramento que la da ; á esta
gracia se la llama sacramental , y en el sacramento de la Confirma
ción es la gracia de la fortaleza. Así la gracia sacramental añado algo
a la gracia santiliante propiamente dicha (3).
En la Confirmación añade la fuerza necesaria al cristiano : fuerza
de memoria para retener, sin olvidarlas jamás, las grandes verdades
católicas que son la base y la brújula de la vida ; fuerza de entendi
miento para entender la religión en sus dogmas y preceptos, en el
detalle de sus prácticas y en su magnifico conjunto, en sus beneficios

(1) Cone. ¡fngunt., lo 19, c. xvn.


(2) ' 3 p., q. lxxii , art. vn.
(3) Gratia sacramentales addit, super gratiam gratüm facientem com-
muniter suniptam , aliquid effectivum specialis effectus ad quod ordinatur
sacramentum. (S. Thom. ubisujira, ad 3.)
LA CONFIRMACIÓN. 241
y en su historia , á liu de que nuestro amor y admiración hacia todas
esas cosas no tenga superior ni rival ; fuerza de voluntad para tener
enhiesta y firme la bandera católica , a pesar de las deserciones de los
falsos hermanos, de las persecuciones del mundo, de los ataques
incesantes del infierno y de los halagos interiores de las pasiones
corrompidas. Fuerza para armar todas las facultades y montarlas á
la altura de la gran lucha que tiene al alma por objeto y al cielo por
recompensa (1). •
La tercera es el carácter. En materia de sacramentos se llama ca
rácter un poder espiritual ordenado á ejecutar algunas acciones en
orden a la salvación (2). Este carácter es una gracia , que se da con el
fin de distinguir á los que la reciben de los que no la reciben. Toda
gracia obra sobre la esencia misma del alma ; el carácter sacramental
es, pues, interior, inherente al alma, y por consiguiente inamisible.
Por eso los sacramentos que lo imprimen no pueden ser reitera
dos. «Hay tres sacramentos , dice el Concilio de Florencia, el Bautis
mo , la Confirmación y el Orden, que imprimen en el alma carácter,
es decir , cierto signo espiritual , indeleble y distintivo de los demás.»
Y el Concilio de Trento: «Si alguno dijere que en los tres sacra
mentos, es á saber: Bautismo, Confirmación y Orden, no se imprime
caracter en el alma , esto es , cierto signo espiritual é indeleble , por
lo que no pueden repetirse ; sea anatematizado (3).»
Siendo el carácter una fuerza , un poder , produce efectos reales,
que están en relación con su naturaleza y las necesidades del hombre.
Asi, el carácter del Bautismo distingue al cristiano del infiel, y le
comunica a la vez la fuerza para cumplir lo que necesita para su pro
pia salvación y confesar sus creencias en la recepción de los otros
sacramentos, á los cuales le da derecho (4).

(1) S. Th., 3 p., q. lxxii , art. I.


(2) Character est quaedam spiritualis potestas ad aliquas sacras actiones
ordinata. ífS. Th., ibid., art. v.)
(3) Triasunt sacramenta, baptismus , confirmatio et ordo , quae cha-
racterem, id est, spirituale quoddam signum a caeteris distinctivum , impri
mant in anima indelebile. (Conc. Florent. decrel. unión. J—Si quis dixeritin
tribus sacramentis , baptismo scilicet , confirmatione et ordine , non imprimí
characterem in anima , hoc est, signum quoddam spirituale et indelebile,
unde ea iterari non possunt ; anathema sit. (Sess. vn , 7.)
(4) In baptismo accipit homo potestatom ad ea agenda , quae ad pro-
priam pertinent salutem, prout scilicet secundum seipsum Tivit.... Baptiza
ros accipit potestatem spiritualem ad protestandam fidem per susceptionem
aliorum sacramentorum. (S. Th., 3p.,q. lxxii , art. 5.)
TOMO II. 16
242 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Pero 1I0 es bastante comunicar al hombre la vida divina y los me
dios de conservarla, viviendo aislado. Es necesario , por una parte,
que esta vida se vaya desarrollando como la vida natural; y, por otra,
que el cristiano sea armado contra los peligros exteriores, atento que
el hombre ha sido criado para vivir en sociedad. La Confirmación
satisface todas estas exigencias por el carácter que imprime : hace del
cristiano un soldado , le aumente la vida de la gracia recibida en el
Bautismo y lo eleva a la perfección. De esto resulta que el confir
mado puede llevar á cabo , en orden á la salvación , ciertos actos di
ferentes de aquellos otros de que se ha hecho capaz por elBautismo ; 1].
Estas nuevas acciones dicen relación con la condición del cristiano
salido de la infancia y en el momento que entra en la gran batalla que
se llama vida social. Sin duda la lucha contra enemigos invisibles es la
condición de toda alma bautizada , desde el dia en que llega al uso de
la razón. Pero el combatir contra los enemigos visibles de la fe no
comienza siuo más tarde , allá en la adolescencia y ai salir del hogar
doméstico. Estos enemigos son los perseguidores de la verdad , paga
nos , impíos , libertinos , corruptores , blasfemos , hombres y muje
res de todas condiciones , raza innumerable , que , ó no fueron cris
tianos , ó han dejado de serlo y no quieren que nadie lo sea.
El sacramento de la Confirmación reviste al cristiano de la forta
leza necesaria contra todos estos, para sostener noblemente los com
bates exteriores de la virtud. Se ve esto en el ejemplo de los Apos
toles, quienes recibierón el Bautismo y, no obstante permanecieron
ocultos en el Cenaculo hasta el dia de Pentecostés. Pero una vez con
firmados , salen de su retiro , y sin temor á los hombres ni al infierno,
anuncian por doquiera la doctrina de su Maestro. Ni las promesas, ni
las ame nazas , ni los golpes , ni las cadenas , ni las prisiones, ni los
tormentos, ni la muerte, quebrantan su valor. Lo mismo sucede con
los mártires. '
La cuarta es el aumento de lus virtudes. Para comprender esta
nueva operación, es necesario descender cón la antorcha de la filoso
fía y de la fe, hasta las profundidades de la naturaleza del hombre y
del cristiano. Dos vidas hay en el cristiano : la vida humana y la vida
divina ; ambas se desarrollan sobre dos lineas paralelas ; ambas, uui-

(I) ln hoc sacramento datur plenitudo Spiritus Sancti ad robur apiri-


tuale, quod competít perfectae aotati. Homo autsm cum ad perfectam aeta-
tem pervenerit, incipit jam communicare aotiones sua& ad alioa ; antea vero
quaai singulariter sibi ipsi vivit. (S. Th., 3 p., q. lxxii , art. 12.)
LA CONFIRMACIÓN'. 243
das por las leyes de conservación y por relaciones de semejanza, acu
san la unidad de principio y la unidad de fin.
Como la encina con su poderosa vegetación , con su talla y solidez,
se encuentra en germen dentro de la bellota ; no de otra manera en el
germen de la vida humana y en el de la vida divina, depositados en
nosotros , se encuentran en principio las fuerzas que más tarde se
manifestarán por actos y se darán á conocer en hábitos; de todo lo
cual dependerá el desarrollo del hombre y del cristiano.
No hay nadie que deje de admirar en las plantas el trabajo de ve
getación y crecimiento; y ¿ podremos dejar de seguirlo nosotros con
menos interés en nuestra doble naturaleza de hombres y de cristia
nos? La alegría del sabio y el triunfo de la ciencia se hallan en des
cubrir el secreto del vegetal mas humilde. ¡ Qué triunfo mas noble y
qué alegría más viva, sorprenderlo en nosotros mismos ! El medio de
llegar á este resultado es formarnos una idea justa de lo que se en
tiende por hábitos y por virtudes , por virtudes infusas y virtudes
adquiridas, por virtudes naturales y virtudes sobrenaturales.
Se entiende por hábito una disposición ó untt cualidad del alma,
buena ó mala. Es buena, si está conforme con ;la naturaleza del ser
y con su fin; mala, si les es contraria. Siendo el hábito una fuerza ó
un principio de acción , da lugar á actos buenos ó malos. Asi , el ha
bito de obrar con reflexión es bueno ; porque está conforme con la
naturaleza del ser racional. Al contrario, el hábito de excederse en
el sueño, en la comida ó en la bebida, es malo; porque tiende á po
ner debajo lo que debe estar encima, el cuerpo sobre el alma (1).
fia virtud es un hábito esencialmente bueno (2). Esta definición
muestra toda la diferencia que hay entre el hábito propiamente dicho
y la virtud. El primero es bueno ó malo , y conduce al bien ó al mal.
La segunda es esencialmente buena, y no puede conducir sino al bien.
De aqui esta otra definición de San Agustín : «La virtud es una buena

(1) Habitué dicitur dispositio secundum quam bene vel male disponitur
dispositum aut secundum ae aut ad aliud , ut sanitaa habitua quidam est. Et
bíc loquimur nunc de habitu ; unde dioendum est quod habituB eat qualitas.
(S. Th., \. 2., q. xux.art. t.)—Secundum te, id est secundum suam naturam.
aut ai aliud, id est in ordine ad finem. (Id., art. 3.)—Habitua est actua
quidam , in quantum est qualitas ; et secundum hoc potest eBse principium
operationis ; sed ett in potentia per respectum ad operationem : unde habitúa
dicitur actus primus, et operalio actus secundus. (U. id. )
(S) De ratione virtutis humanae est quod sit habitua bon i operativus.
(Id., q. lv, art. \ et 3.)
i", i TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cualidad ó un habito del alma, por el cual se vive rectamente, del-
cual nadie hace uso para lo malo , y que Dios produce en nosotros sin
nosotros (l).»
En el orden puramente natural se distinguen las virtudes infusas
y las virtudes adquiridas. Las primeras , como dice San Agustín, es
tán en nosotros sin nosotros; pero es evidente que por los actos fre
cuentemente repetidos, estas buenas cualidades adquieren á la larga
una grande energía. Asi desarrolladas, se llaman virtudes adquiri
das. Tanto en unas como en otras, el hombre no debe atribuirá si
mismo lo que pertenece á Dios; pues lo mismo en el orden natural
que en el sobrenatural, trabaja siempre sobre un fondo divino. Los-
górmenes de las virtudes adquiridas están en él sin él. Su mérito
cónsiste solamente en el cultivo que da á los dones del Criador. Y aun
asi, los actos que resultan de su cooperación, no llegan jamás ala
perfección del principio de que dimanan ; son semejantes al arroyuelo,
cuyas aguas nunca son tan puras como las del mismo manantial (2).
Las virtudes naturales infusas ó adquiridas, procediendo de prin
cipios puramente naturales, es decir, uo siendo más que el desarrollo
de la vida humana, tienen por término la perfección natural. Pedir
les que eleven al hombre á un fui sobrenatural , esto es, que lo con
duzcan á la perfección de su vida divina , seria pedir un absurdo. La
razón de esto es tan clara como la luz del dia. En todas las cosas, los
medios deben ser proporcionados al fia ; luego lo natural no puede
producir lo sobrenatural. Sin embargo, lo sobrenatural es el fm para
el cual ha sido criado el hombre. ¿Cómo llegará á él? Santo Tomás
va á darnos la respuesta con la claridad que acostumbra.
«Hay en el hombre, dice el Angélico Doctor, dos principios mo
tores: el uno interior, que es la razón ; el otro exterior, que es
Dios (3). El primero, generador de las virtudes puramente humanas,
pone al hombre en estado de obrar, en muchos casos , conforme a la
rectitud y á la equidad natural. Pero esto no es bastante ; el hombre
esta llamado á vivir una vida divina. El mismo Espíritu Santo es el
principio de esta segunda vida : la gracia que infunde en el alma eu

(1) Virtus cst bona qualitaB seu LaUtus mentís, qua recte vivitur et íjui
noUna male utitur , et quam Deua in nobis sine nobií operatur. ( De Uh. arhit.,
lib. si , c. xvm.)
(2) S. Th ., I. S., i|. Lxm , art. 4.)
(3) In nomine est duplex principium moTene; unum quiJem interius,
quod est ratio; aliuJ autem extsriui . quod est Deas. (1. 2.,q. lxtiii, arl. 4.)
h\ CONFIRMACIÓN.
el momento del Bautismo, es un elemento divino, de donde proceden
las virtudes sobrenaturales , como las naturales proceden de la razón
ó del elemento humano. Tales virtudes reciben el nombre de virtudes
sobrenaturales infusas, y no son la gracia , como las virtudes natu
rales no son la razón , como el acto no es la potencia , como el electo
no es la causa (1). »
En orden á la vida divina que hay en nosotros, y de la cual
debemos vivir á fin de conseguir nuestro último fin , esas virtudes
sobrenaturales son tanto y más necesarias que las virtudes puramente
naturales ó humanas, i La virtud , dice Santo Tomás , perfecciona al
hombre y lo hace capaz de actos que están en relación con su felici
dad. Ahora bien : hay para el hombre dos especies de felicidad ó bea
titud: la una proporcionada á su naturaleza de hombre, á la cual
puede llegar por sus fuerzas naturales , mas no sin el auxilio de Dios,
nón lamen abique adjutorio divino ; la otra superior á la naturaleza,
á la cual no puede llegar el hombre más que por las fuerzas divinas,
por ser ella cierta participación de la naturaleza misma de Dios. Como
'los elementos constitutivos de la naturaleza humana no pueden elevar
al hombre á esta segunda beatitud , se hace necesario que Dios sobre
añada nuevos elementos , capaces de conducir al hombre á la. beatitud
sobrenatural , como los elementos naturales lo conducen á una beati
tud natural (2).»
Todos estos elementos se comprenden bajo la palabra gracia , la
más profunda , sin disputa, y la más bella de la lengua religiosa.
Ahora bien: á la cabeza de las virtudes nacidas de la gracia , forma n
las tres teologales , fe , esperanza y caridad. Primeras expansiones de
la vida divina , nos ponen , cual conviene , en relaciones sobrenatu
rales con Dios, nuestro último fin y objeto inmediato de las mis
mas (3).
La fe deifica la inteligencia , poniéndola en posesión de algunas
verdades sobrenaturales que la luz divina le hace conocer. La espe-

tO Gratia reducitur ad primam speciem qualitatis (id est di?po?itioais),


oec (amen est idem quoi virtus , sed liabitudo quasdam , quae praesupponi-
tur virtutibus infusis sicutearum principium et radix. (S. Th., 1.2., q ex,
art. 3.)
(2) S. Th., I. 2., q lxiv, art. i.
(3) Dicuntur theologicae, tumquia habentDeumpro objecto,in quantum
per eas recle ordinamur in Deurn ; tum quia a solo Deo nobis infunduntur;
tum quia sola divina revelations in sacra Scriptura hujusmodi virtutas tra-
duntur. (II. iJ.J
2if. TRATADO DEL ESPÍRITU -SANTO.
ranza deifica la voluntad , dirigiéndola hacia la posesión del bien so
brenatural conocido por la fe. La caridad deilica el corazón , llevan-
dolo á la unión con el bien sobrenatural conocido por la le y deseado
por la esperanza (1).
Mas el cristiano, no solamente debe vivir en relaciones sobrenatu
rales con Dios , sino también consigo mismo, con sus semejantes \
con la creación entera. ¿Cómo llenara esta obligación ? Dril principio
de vida sobrenatural que en si mismo tiene , salen necesariamente,
como un nuevo retoño , las cuatro grandes virtudes morales , pru
dencia , justicia , fortaleza y templanza.
Decimos necesariamente , y la razón es, porque Dios obra con la
misma perfección en las obras de la gracia que en las de la naturaleza.
Pues bien : no se encuentra en las obras de la naturaleza un solo prin
cipio activo que no vaya acompañado de los medios necesarios para
el cumplimiento do los actos que le son propios. Asi , siempre que
Dios crea un ser cualquiera , lo provee de los medios necesarios para
cumplir aquello á que es destinado. Pero es una verdad que la cari
dad, predisponiendo al hombre á su último fin, es el principio de
todas las buenas obras que á él conducen. Es necesario, pues, que
sean infundidas juntamente con la caridad, y que de la caridad sal
gan todas las virtudes necesarias al hombre para cumplir sus debe
res , no solamente con Dios , sino también con la criatura (2).
'Siendo las cuatro virtudes moralescomoel quicio sobre que giran
las relaciones del hombre con todo lo que no es Dios, han recibido el
nombre de virtudes cardinales (3). Y esto con razón ; pues por ellas
estau animados, dirigidos, informados sobrenaturalmente nuestros
pensamientos, nuestras afecciones y nuestros actos en el orden do-

(1) Et primo quidem , quantum ad intellectum adduutur homini quae-


dam principia supernaturalia , quae divino lumine capiuntur ; et hace sunt
credibilia, de quibus est fides. Secundo vero est voluntas quae ordinatar in
illum finem et quantum ad motum intcntionis in ipsumtendentem, sicut in id
quod est possibile consequi , quod pertinet et ad tpem. Et quantum ad unio-
nem quandam spiritualem , per quam quodammodo transformatur in íllnm
finem quod fit per charilaiem. (¡i., id., art. 3 )
(2) Vigiar, Instil., etc. , C. xiII.
(3) Loco naturalíum principiorum conferuntur nobis a Deo virlntes
theologicae quibus ordinamur ad finem supernaturalem.... Secundum quan
dam inehoationom , quantum scilicet ad ipsum Deum immediate : unde opor-
tet quod per alias virtutes infusas perficiatur anima circa alias rea , in ordine
lamen ad Deum . fS.Th., 1. 2 , q. lxiii, art. 3 )
LA CONFIRMACIÓN. 247
méstico y en el orden social. La primera es la prudencia. Esta madre
de las virtudes morales , a las que dirige como una madre dirige á
sus hijas, se define : Una virtud que en todas las cosas nos hace cono
cer y hacer lo que es honesto y huir de lo deshonesto (1). Esta defini
ción, admitida igualmente por la filosofía y por la teología, muestra
que sin la prudencia no hay virtud moral.
«En efecto , dice Santo Tomás : vivir bien es obrar bien. No basta
conocer lo que debe hacerse ; es menester conocer también la manera
de hacerlo. Esto supone la elección discreta de los medio?. Á su vez
esta elección, refiriéndose al fin que se quiere conseguir, supone un
fin honesto y los medios convenientes de llegar á él ; cosas todas que
pertenecen á la prudencia. Si faltan , ya no hay virtud. La precipita
ción, la ignorancia, la pasión, el capricho, vienen á ser el móvil de
las acciones : la virtud misma se convertirá en vicio. Sin la pruden
cia , pues , no hay virtud posible (2). »
Saquemos de aquí , cuan regio regalo hace el Espíritu Santo al
alma dándole la prudencia en el Bautismo, y desarrollándola en la
Confirmación. Aprendamos también la necesidad continua que tene
rnos de esta virtud, que se aplica á lodo. Distingüese la prudencia en
personal , que enseña á cada cual la manera de cumplir con sus debe
res para consigo mismo, para con su alma y su cuerpo; en domés
tica , que enseña al padre á dirigir su familia ; en política, que en
seña á los reyes á gobernar los pueblos de modo que los guieji al fin
para que Dios los crió ; en legislativa , á la cual deben los legisladores
el poder hacer leyes equitativas y reglamentos saludables.
La prudencia , hija de la gracia y enemiga de la prudencia de la
carne , de la astucia, de la mentira, del fraude y de la demasiada so
licitud de las cosas temporales, es gloria exclusiva de los habitantes
de la Ciudad del bien. Ella los hace felices: y si el mundo actual mar
cha de revolución en revolución ; si todo en él es descontento, insta
bilidad , fiebre de oro y de placeres, debe atribuirse a la pérdida de
la prudencia cristiana y al reinado de la prudencia satánica.

(í) Prudentia recta agendornm ratio, seu virtus, qua in quovis occur-
renle negotio , noscimus quid honestara sit , quid turpe ; seu quid agendom,
ut honestum , et quid fugieadum , ut inhoneslum. I Ferrari», Biblioth., art.
Virtus, n.' 97.)
(í) Unde virtus moralis sitie prudentia esse non potest. (t. 2., q. ltiii,
art. 4; etq. lvii, art. 5.)—Tolle discretionem , et virtus vitium erit. (S. Ber
narda serm. xl super Cant.)
248 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
La segunda virtud moral que brota de la gracia , como el fruto
brota del árbol, y llega á su madurez con el sol de la Confirmación,
es la justicia. La justicia es u na virtud que hace dar d cada uno lo que
essuyo (i). La justicia sobrenatural, ilustrada por la prudencia, res
peta ante todo los derechos de Dios. Dios , propietario incónmutable
de todo , tiene derecho a todo y sobre todo ; por consiguiente , tiene
derecho al culto interior y exterior del hombre y de la sociedad. Aqui
la justicia se manifiesta en la virtud de la religión , que comprende
la adoración , la oración , el sacrificio , el voto y el cumplimiento fiel
de los preceptos relativos al culto directo del Criador. . «
La justicia respeta los derechos del prójimo, rico ó pobre, débil
ó fuerte, inferior ó superior. El.mundo le es deudor de que acabara la
explotación del hombre por el hombre , el infanticidio , la esclavitud,
el despotismo brutal que pesó sobre todos los pueblos antes de la
redención , y pesa todavía sobre todas las naciones que no han reci
bido los beneficios del Evangelio. Enseña también al hombre á que
se respete á si mismo , su alma con sus derechos , su cuerpo con los
suyos, su vida, su muerte y hasta su tumba. Enséñale, en fin , á
respetar las criaturas, gobernándolas con equidad , es decir, en con
formidad con su fin; con espíritu de dependencia , como bienes aje
nos ; con temor , como quien ha de dar cuenta del uso que de ellos
haga. ¡Oh! ¡Imaginadlo que seria el mundo bajo el imperio dela
justicia, sobrenatural!
La tercera virtud sobrenatural es la fortaleza.. Sin ella, la pruden
cia y la justicia serían letra muerta ; pues no basta conocer el bien,
ni siquiera quererlo; es necesario tener valor para ponerlo por obra.
Este valor es hijo de la fortaleza. La fortaleza es una virtud que tiene
al alma en equilibrio entre la audacia y el temor. El audaz peca por
exceso , el meticuloso por defecto , el fuerte ocupa un medio entre
ambos (2). La fortaleza tiene dos oficios , activo y pasivo : con el pri
mero , arrostra los peligros por cumplir con el deber ; con el segundo,
opone la paciencia á la adversidad.
Son hijas de la fortaleza la magnanimidad , la confianza , la sere
nidad , la constancia , la perseverancia, la resignación , la actividad.
Toda esta familia , que es sobrenatural por la gracia , eleva el carác-

(1) Justitia est constaría et perpetua voluntas jus suum unicuique tri-
buendi. (Commnnh apud Theol.)
(2) Fortitudo est mediocritas ínter audaciam ettimorem conatituta.^purf
Ftrrarie, Bibliolh., etc., art. Virtm , n.' 1S0.)
LA CONFIRMACIÓN. 2«
ter del hombro a su más alto grado de nobleza , al mismo tiempo que
en la vida privada y en la pública engendra los hechos admirables
que sin cesar se admiran desde que el Espíritu Santo, derramado por
el mundo , los lia hecho tan comunes. ¿ Habrá Decesidad de decir
que , por razón de las circunstancias presentes, la fortaleza debe ser la
:jran virtud de los cristianos? Fortaleza para contraponer el número,
la grandeza y la santidad de sus obras á las iniquidades del mundo;
fortaleza heroica para resistir á los ataques excepcionales que se les
dirigen ; fortaleza para sufrir los ultrajes inauditos que se prodigan a
todo lo más sagrado y más querido que tienen.
La cuarta virtud cardinal es la templanza , que es una virtud que
regula el comer y el beber, reprime la cmicupiscencia y modera los pla
ceres de los sentidos (1). La templanza, igualmente que sus tres her
manas , es madre de noble y numerosa familia. La sobriedad , la abs
tinencia, la castidad, la continencia, la virginidad, el pudor, la
modestia , la clemencia, la humildad y la amabilidad son hijas suyas.
Téngalas un hombre, y ese hombre será el tipo de la belleza moral , la
personificación del orden.
Ilustrada el alma por la. prudencia, regida por la justicia, soste
nida por la fortaleza, impera sobre el cuerpo, y sus mandatos, exac
tamente ejecutados , apartan todo lo que degrada á la naturaleza hu
mana. Lejos del hombre temperante la glotonería, la embriaguez, la
crápula, la impureza , la loca prodigalidad , el ruinoso lujo , los pla
ceres seductores , en una palabra , la vergonzosa esclavitud del espí
ritu bajo el despotismo de la'carne.
Tal es la cuarta virtud á que el Espíritu Santo comunica nueva
energía en la Confirmación. Dígase ahora si la templanza, en todas sus
aplicaciones, es una virtud necesaria al cristiano moderno, condenado
á vivir en medio de un mundo esclavo todo él de la intempe
rancia.
Aunque en muchos casos es muy difícil distinguir entre lo natu
ral y lo sobrenatural , entre la razón y la gracia , ese doble motor de
los actos humanos , como dice Santo Tomás ; sin embargo , hay dis
tinción real , admitida constantemente por la teología católica, y fun-

(1) Temperantia Mt virtus refraenana ac moderaría inordinatoa appeti-


tus et concupiacentiaa , ac voluptatea corporis , quibus praaaertim guatos el
tactus afficitur oirca acúlenla , poculenta et venérea, (t'trrarit , uM lupra ,
n.° 130.)
250 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dada en el principio incontestable de las dos vidas que tiene el cris
tiano. Vida puramente natural, como criatura destinada a un tin
natural y provista de los medios de conseguirlo. Vida sobrenatural,
como hijo adoptivo de Dios , destinado á un tin sobrenatural y pro
visto de los medios de conseguirlo ; vida sobrenatural , imperiosa
mente obligatoria para todos los hombres en el orden actual de la Pro
videncia.
De aqui resulta que la prudencia, la justicia, la fortaleza y la
templanza , son también virtudes naturales infusas ; pero hay gran
diferencia entre éstas y la prudencia , justicia , forialeza y templanza
sobrenaturales. Diferencia en cuanto á su principio : las primeras
proceden de la razón, las segundas de la gracia. Diferencia en cuanto
al fin : las primeras nos ponen en relaciones naturales y puramente
humanas con su objeto, las segundas en relaciones sobrenaturales y
divinas. Diferencia en cuanto á la eficacia : las primeras son inútiles
para la salvación ; las segundas nos conducen á ella. Diferencia en
cuanto á su dignidad : las primeras se dirigen por las luces de la
razón , las segundas por las luces del Espíritu Santo ; las primeras
hacen el hombre honrado, las segundas hacen el cristiano. Pues
entre el hombre honrado y el cristiano hay la misma diferencia que
entre el insecto que se arrastra por el polvo y el ave que vuela por el
espacio.
Un solo rasgo nos lo dará á entender. La templanza natural ó filo
sófica , por ejemplo, se limita á reprimir la concupiscencia en la
comida y la bebida , de modo que se eviten todos los excesos capaces
de perjudicar a la salud y perturbar la razón ; es como la infancia de
la virtud. La templanza sobrenatural va más lejos. Lleva al hombre
a castigar su cuerpo y reducirlo á servidumbre por la abstinencia en
el comer, en el beber y en todo lo que puede halagar á los sentidos.
Es la verdad de la virtud , la consolidación del orden por la subordi
nación completa de la carne al espíritu y del espíritu á Dios. Lo misnw
pasa con las demás virtudes (1).
Conocemos la diferencia entre las virtudes naturales y las sobre
naturales. ¿Pero en qué se diferencian estas últimas de los dones del
Espíritu Santo? Esta cuestión es sin disputa una de las más impor
tantes que debemos tratar. Resuelta con claridad , arroja gran luz
sobre la naturaleza de las operaciones sucesivas con que el Espíritu

(I) S. Th., t. 2., q. Lxm, art. 4.


LA CONFIRMACIÓN. 251
Santo desarrolla en nosotros el ser divino ; mientras el encadena
miento que las une sin confundirlas hace resaltar brillantemente 1»
acción necesaria de cada una. Consagraremos los capítulos siguientes
a estudiar este maravilloso trabajo, cuyo conocimiento pondrá en
nuestros labios la exclamación del Profeta : «Admirable es Dios en
sus santos, y santo en todas,sus obras (1).»

(I) Pe. 67-68.


CAPÍTULO XXV.

Los dones del ISspiritu Santo.

Sumario.—Definición.— Explicación detallada de cada palabra.— Lo que hay


de común ó distinto entre las virtudes y los dones. — Función propin de
los dones del Espíritu Santo.— Son necesarios para la salvación.— Nece
sarios como principios generales del movimiento sobrenatural.—Nece
sarios como elementos de luz, de fortalezi y de defensa.— Todos son
necesarios y con igual necesidad.

La quinta maravilla de la Confirmación es el desarrollo de los


dones del Espíritu Santo. Decimos el desarrollo, atendiendo á que,
por la virtud del santo Bautismo, todos los dones del Espíritu Santo,
con el Espíritu Santo mismo, residen ya en el cristiano que conserva
fielmente la gracia , al modo que todos los elementos de la vida natu
ral se encuentran en el niño cuando todavía está en la cuna. Por la
Confirmación , los dones del Espíritu Santo participan del desarrollo
general impreso á la vida divina por este sacramento , que con tanta
propiedad se llama sacramento de la fuerza. Para dar una idea más
exacta de estas nuevas riquezas de la gracia , se necesita ante todo
responder á varias cuestiones de interés fundamental.
¿ Qué debemos entender por dones del Espíritu Santo ? ¿ Qué tie
nen común los dones con las virtudes ? ¿ En qué se distinguen ? Las
virtudes y los dones , ¿se dirigen al mismo fin ? ¿ Cuál es el objeto es
pecial de los dones? ¿Son tan necesarios como las virtudes ? ¿ Lo son
todos ?
La respuesta resultará de la definición descriptiva de los dones
del Espíritu Santo en general y de cada uno en particular.
Según Santo Tomás : Los dones del Espíritu Santo son hábitos so
brenaturales qae nos disponen á obedecer prontamente al Espirita
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 253
Santo (1). Coda una de estas palabras reclama su explicación , como
que encierra un tesoro de luz.
Dones. Para caracterizar las gracias de que aqui se trata , la len
gua catolica los llama dones del Espíritu Santo, es decir, favores,
por excelencia , dela tercera persona de la Santísima Trinidad. ¿Y
qué? Las brillantes cualidades de los ángeles y de los hombres, las
magnificencias de la tierra y de los cielos , ¿ no son todas ellas , sin
excepción, beneficios del Espíritu Santo? Seguramente. «No hay,
dice San Basilio, criatura alguna visible ó invisible , que no deba al
Espíritu Santo lo que tiene.» Y San Cirilo de Jerusalén : « El Espíritu
Santo es el maestro , director y santificador universal : todos necesitan
de Él , Elias é Isaías entre los hombres , Gabriel y Miguel entre los
angeles (2).»
Y, sin embargo, ninguno de esos favores se llama don del Espí
ritu Santo. ¿ Qué significa esto, sino que los dones del Espíritu Santo
aventajan en excelencia á todas las maravillas criadas , humanas y
angélicas, visibles ó invisibles , á todas las virtudes naturales infu
sas o adquiridas , y á todas las virtudes morales sobrenaturales 1 Per
tenecen , pues , en el grado mas elevado , á un orden de riqueza cuya
menor parte vale más que el universo entero (3).
Expliquemos este misterio. El don de Dios por excelencia , el don,
principio de todos los dones , es el mismo Espíritu Santo. Por eso se
llama Dón de Dios ; Donum Dei. El cual , una vez comunicado per
sonalmente al hombre, se derrama y distribuye á todas las potencias
del alma , como la sangre por todas las venas del cuerpo. Las anima y
diviniza, y se hace principio generador de una vida tan superior á la
natural cuanto el cielo se eleva sobre la tierra ; pues si la vida natu
ral nos es común con los animales, los paganos y los pecadores , la
sobrenatural , que debemos al Espíritu Santo , nos asemeja á los san
tos , á los ángeles y á Dios.

(1) Dona Spiritus Sancti suDt quidam habitua quibus homo perficitur
ad prom pte obediendum Spiritui Sancto. (1 . i., q. lxviii , art. i. )— Dona sunt
quaedam hominis perfectiones, quibus homo disponitur ad boo quod bene
sequatur instinctum divinum. (¡hid,, art. 2.)— Desarrollando un poco osta
definición, puede decirse : Los dones del Espíritu Santo son habitudes ó in
clinaciones inherentes al alma, distintas delas virtudes sobrenaturales infu
sas, necesarias para hacer el bien é inseparables unas de otras.
(2) Calich., xv.
(3) Bonum gratiao unius majusest, qua-'.i bonum naturae totius uni-
versi. (S. Th., i. 2., q. cxm, art. 9.)
254 TflATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
¿Quién podra medir la extensión de osle Iteneficio? Dar la vida
natural á un ángel y a millones de ángeles, á un hombre y á millones
de hombres, á un ser cualquiera y á millones de seres; volver la
vista á un ciego y á millones de ciegos, el oido á un sordo y á mi
llones de sordos, el movimiento á un paralitico y á millones de para
líticos, son sin duda beneficios, inmensos benelicios.
Pero recoger de entre la basura en que se arrastra á este gusani
llo que se llama hombre, y después comunicarle la vida misma de
Dios á ese ser-nada, y llenar su entendimiento de luces divinas y su
corazón de sentimientos divinos y su voluntad de fuerzas sobrehu
manas para hacer el bien y vencer al mal, he ajii otros beneficios y
benelicios muy superiores á los primeros..
Sin Embargo, imprimir á estos elementos de vida divina, á estas
luerzas sobrenaturales, un fmpulso potente y sostenido que, durante-
una larga serie de años > de combates, les haga producir actos per
fectos de todas las virtudes, tales que el mismo Dios pueda presentar
a las jerarquías celestiales el cristiano que los hace y decirles roa
cierta especie de orgullo : Este es mi hijo muy amado en quien tengo
todas mis complacencias ; ¿ no es este el beneficio de los benelicios , el
don que corona todos los dones? Al describirlo acabamos de describir
los dones del Espíritu Santo y su excelencia incomparable. Son mas
que la vida natural, mas que la vida sobrenatural, mas que las
grandes virtudes de prudencia , justicia, fortaleza y templanza sobre
natural ; son sus motores divinos (1).
Dones del Espíritu Santo, y no del Padre ó del Hijo. Los done.-,
maravillas de la caridad , no pueden atribuirse sino al Espíritu Santo,
que es la caridad misma de Dios, el amor consubstancial, el amor en
persona, eternamente vivo y eternamente infinito. Á la manera qui
en la naturaleza física no hay más que un sol , principio del calor y
de la vida ; asi en el mundo moral no hay más que un principio san-
tificador , el Espíritu Santo. Los dones , que son medios superiores de
santificación , vienen de líl y nos conducen á El. Pues bien: santifi
car es unir. Si analizando los designios de Dios , los reducís a su mas
sencilla expresión , encontraréis un fin único, traer todas las cosas a
la unidad.
Por una parte, siendo Dios uno y únicamente bueno, uo puede
tener en sus obras otro fin que la unidad y la unidad beatificante. Por
otra parte, el hombre, compuesto dedos naturalezas, es In soldadura

(t) S. Th., I. -2. , q. r.jcvm, ait. 4 , et art. 8.


LOS DONtfS DEL ESPÍRITU SANTO.
del mundo espiritual y el material. Uniendo Dios el hombre á Si
mismo con unión sobrenatural, lo santifica; porque lo une de la ma
nera más intima á la santidad por esencia. Al mismo tiempo santifica
la universidad de sus obras , y vuelve á ser todo en todas las cosas.
Asi se restablece con nueva gloria la unidad primitiva, rota por la
rebelión del ángel y por la desobediencia del hombre. Que sean uno,
como nosotros somos uno. Esta palabra de profundidad infinita re
sume en sus causas , medios y fin la encarnación del Hijo , la mi
sión del Espíritu Santo, todas las ricas combinaciones del plan di
vino, en el orden sobrenatural y en el natural, en el inundo de los
ángeles y en el de los hombres , en el tiempo lo mismo que en la
eternidad (1).
Añádese en la definición que los dones del Espíritu Santo son
habitudes , es decir, cualidades ó inclinaciones inherentes al alma. Si
algo puede realzar todavía á nuestros ojos el precio de estos dones di
vinos, es saber que no son ni gracia pasajera, ni movimientos tran
sitorios y de circunstancias, sino hábitos, esto es, cualidades perma
nentes, que, siendo inseparables del Espíritu Santo, están en el alma
todo el tiempo que el Espíritu Santo reside en ella ; y reside en ella
mientras no tiene que salirse por causa del pecado mortal.
Esta verdad consoladora nos está infaliblomen'e asegurada. Ha
blando el Verbo encarnado a sus hermanos de todos los lugares y de
lodos los siglos , les decía : «Si me amáis , guardad mis mandamien
tos ; y el Espíritu Santo permanecerá en vosotros y será en vos
otros (2).» Mas el Espíritu Santo no está en el hombre sin sus dones;
sino que está con todos ellos , y si no, no está ; semejante al sol , que
no puede estar en ninguna parte sin su luz, su calor y sus principios
de fecundidad (3). Poseer los dones del Espíritu Santo y con ellos
todo lo que hay más rico en los tesoros de la gracia, ¡ qué felicidad y
qué gloria! Perderlos, ¡qué vergüenza y qué desdicha! ¿Dónde se
encontrará un motivo más poderoso para que guardemos á toda costa
la gracia santificante ; y si hemos tenido la infelicidad de perderla, la

(1) Ad consummationem sanctorum , in aedificationem corporia Christi.


(Eph., iv, 12.)—Donee oceurramus omnes in unitatem fídei, et agnitionem
Filii Dei, in virum perfeetum, in mensuran) aetatis plenitudinis Christi.
(ibid., 13.)
(2) Apud vos manebit et in vob¡s erit. (Joan., xiv, 15-17.)
(3) Spiritus autem sanctus non est in hominibus absque donis ejus. Ergo
dona ejus manent in hominibus. Ergo non solum sunt actua vel passiones ;
sed etiam habitas permanentes. (S. Th., 1. 2., q. i.xvm, art. 3.)
256 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
recobremos prontamente, cueste lo que costare de esfuerzos y de lá
grimas ?
Sobrenaturales, por consiguiente , que nos perfeccionan. Todo lo
que es divino períecciona á lo que no es tal. Siendo divinos los dones
del Espíritu Santo , perfeccionan al alma y todas sus potencias. Pero
¿qué género de perfección les comunican ? igualmente que los dones,
las virtudes teologales y las cardinales son también hábitos perma
nentes, que nos vienen del Espíritu Santo y perfeccionan al hombre.
Por esto no hay diferencia alguna , en cuanto al origen y al fin,
entre los dones y las virtudes sobrenaturales , como no la hay entre
las hojas, las flores y los frutos, considerados en el árbol que los
produce, en la savia que los nutre y en el c^lor que los madura. Pero
a la manera que se diferencian en sus funciones las hojas, las flores
y los frutos , diferóncianse también los dones y las virtudes. fiesta
decir en qué consiste esta diferencia.
Las virtudes sobrenaturales, fe, esperanza , caridad , prudencia,
justicia, fortaleza y templanza , son fuerzas divinas comunicadas al
alma para obrar el bien sobrenatural. El don es el impulso que pone
estas fuerzas en movimiento. Este es el modo con que nos perfec
ciona , y, por consiguiente, esta es la diferencia que lo distingue de
las virtudes. Este punto de doctrina es capital. Oigamos ahora á Santo
Tomás : « Para comprender bien la distinción que existe entre los
dones y las virtudes , debemos referirnos al lenguaje de la Escritura,
que designa los dones del Espíritu Santo, no con el nombre de dones,
sino con el de Espíritus. Sobre Él reposará , dice Isaías , el Espirito
de sabiduría y de inteligencia , etc. Estas palabras dan á entender cla
ramente que los siete dones del Espíritu Santo están en nosotros por
efecto de una inspiración divina , ó, mejor, son el soplo mismo del
Espíritu Santo en nosotros. Piies inspiración quiere decir impulso
venido de fuera (i).
«Rica el alma de virtudes sobrenaturales , necesita de un motor
que las ponga en acción. Y como las .fuerzas sobrenaturales no pue
den ser movidas por un motor natural , resulta que el Espíritu Santo
es el motor necesario de las fuerzas sobrenaturales depositadas en el

(I) Spiritus ergo in genere est incitatus aoimi motus , ímpetus et ardor
immissus vel a natura et oupiditate, vel etiam a daemone, tumqoe dicitur
furor et insana cupido ; sic vocatur spiritus superbiae , irae , accedía*, oto.;
vela Deo,tumque dici'.ur Spiritus Domini, utque aliquando permanens , ali-
quando cito transiens. (Corn. a Lap., in h., 11 , 2.)
LOS DONES DEL ESPÍBITd SANTO. 257
alma por el Bautismo. Añora bien : el Espíritu santificador se comu
nica por los siete dones. Y asi se llaman dones , no solamente porque
se derraman en nosotros por el Espíritu Santo, sino también porque
se ordenan á hacer al hombre pronto y fácil para obrar bajo la in
fluencia divina. Sigúese de ahí que el don, en cuanto se distingue de
la virtud infusa , puede definirse : Lo que Dios da para poner en mo
vimiento la virtud infusa (1).»
Una comparación pondrá de manifiesto esta distinción fundamen
tal. Lo que la savia es al árbol , son las virtudes infusas para el alma
bautizada. Para que un árbol crezca y dó fruto , se necesita que la
savia sea puesta en movimiento por el calor del sol , á fin de que
circule por todas las partes del árbol , desde las raíces hasta la punta
de las ramas. Lo mismo le*pasa al cristiano. Posee por el Bautismo
la savia de las virtudes sobrenaturales ; pero si ha de crecer y dar
frutos, es menester que esta savia divina sea puesta en movimiento
y circule por todas las potencias de su ser.
¿Cuál es el sol cuyo vivo calor puede únicamente poner en mo
vimiento esta savia preciosa? Ya lo hemos dicho : El Espíritu de los
siete dones. Ahora , la cuestión de la superioridad de los dones sobre
las virtudes ó de éstas sobre aquéllos, se explica por si misma. Los
dones son inferiores á la virtudes teologales. En efecto : estas virtu
des unen el alma á Dios , en tanto que los dones no hacen más que
moverla hacia Él. Pero los dones son superiores á las virtudes mora
les, cuyo oficio es quitar los obstáculos que nos alejan de Dios, mien
tras los dones nos dirigen verdaderamente y nos mueven hacia Él (2).
La definición termina diciendo : Que nos dúponen á obedecer con

(1) Ad distinguendum dona a virtutibus debemus sequi modum loquendi


Scripturae , in qua nobis traduntur non quidem sub nomine donorum , sed
magis sub nomine Spirituum. Sic enim dicitur (/»., xxi); Requwcet .mper
tum Spiritas sapientiae el intelleclut , etc. Ex quibus verbis manifesté datur
intelligi , quod ista septem enumerantur ibi , secundum quod sunt in nobis ab
inspiratione divina. Iaspiratio autem significa! quandam motionem ab exte
rior!.. .. vocantur dona non solum quia infumluntur a Deo , sed quiasecundum
ea homo disponitur ut efGciatur prompte mobilis ab inspiratione divina....
Donum prout distinguitur a virtute infusa potest dici id quod datur a Deo in
ordine ad motionem ipsius.... dona sunt quaedam hominis perfectiones , qui
bus homo disponitur ad hoc quod bene sequaturinstinctum divinum.... Dona
autem Spiritus Sancti sunt quibus omnes vires animae disponuntur ad hoc
quod subdantur motioni divinae. (1. 2., q. lxviii, art. 1; id., art. 2, et 8.)
(2) S. Th., \. 2., q. nvm , art. 4 ; et art. 8.
TOMO II. 17
258 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
prontitud al Espíritu Santo. La ignorancia ó el conocimiento imper
fecto del bien, la pesantez natural, los lazos de las afecciones terre
nas , á veces el temor de la pena , los respetos humanos, la disipación
del Espíritu , la flaqueza del corazón , el extravio de la voluntad y
otros mil obstáculos, nos hacen sordos ó indóciles a las inspiraciones
del Espíritu Santo. De aquí proviene una larga serie de imperfeccio
nes y debilidades, el sueño de las fuerzas divinas ocultas en el fondo
del alma cual jugos latentes y escondidos en el seno de la tierra; co
sas todas humillantes y culpables, que pueblan la Iglesia de almas pe
queñas, llenas de pensamientos pequeños, y caracterizan tristemente
la vida y preparan angustias para la muerte.
Pero viene el Espíritu Santo con sus dones. Es el fuego cuya bri
llante luz ilumina el entendimiento, y cuyo calor enciende el cora
zón ; es el viento fuerte del Cenáculo que rompe todas las resisten
cias ; es la electricidad divina que, circulando por todas las facultades
del alma, las anima , las conmueve, las lanza hacia otro mundo mas
alto, y haciendo al cristiano superior á si mismo, lo precisa á traba
jar en su perfección personal y en la salvación de sus hermanos, no
con lentitud, sino activamente; no de una manera superficial, sino
sólidamente; no accidentalmente, sino con incansable constancia. Á
este impulso debe el mundo los Apóstoles, los mártires, los misio
neros, los santos y santas de todas las condiciones, como le debera
también los nobles vencedores ó las nobles víctimas de los últimos
tiempos.
Definir los dones del Espíritu Santo, es hacer ver su necesidad,
y acabamos de hacerlo. Insistamos , no obstante, en ese punto esen
cial, y establezcamos cón pruebas directas la importante verdad de
que los dones del Espíritu Santo son absolutamente necesario» para
la salvación.
Preciso es decir que hoy más que nunca importa sabérosto, y,
por consiguiente, enseñarlo, atento que la gente no lo sabe de modo
alguno , y aun la mayor parte de los líeles tampoco lo saben bien. A
esta ignorancia debe atribuirse el poco caso que se hace de los dones
del Espíritu Santo, la poca importancia que se reconoce en el sacra
mento de la Confirmación, y el poco cuidado que se pone en conser
var sus frutos. Desconocido asi el Espíritu de sabiduría y de vida,
¿qué tiene de extraño que el mundo actual camine hacia el abati
miento y la muerte?
Para hacer sensible la necesidad indispensable de los dones del
Espíritu Santo, los Padres de la Iglesia emplean diversas compara
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 239
dones. Á la del árbol, que ya liemos presentado, añaden las siguien
tes : «Á la manera, dice San Agustín, que el ojo más sano no podrá
ver si no viene un rayo de luz á iluminarlo, así el hombre perfec
tamente justificado no puede cumplir los actos de la vida cristiana si
no es ayudado de la luz eterna de la justicia (i).»
San Basilio , á quien ya liemos citado, añade : «Se puede compa
rar el hombre á un navio, el cual, por muy bien construido que se le
suponga y con toda su dotación de aparejos y marinería , no puede
marchar si el viento no le ayuda. Lo mismo le pasa al hombre. Aun
que posea en alto grado la gracia santificante y todas las virtudes
iufusas, no puede hacer un solo acto sobrenatural , ni siquiera pro
nunciar el nombre de Jesús , sin la moción del Espíritu Santo.» Pues
la moción del Espíritu Santo eirel electo de sus dones ; y asi lo que
el viento es para el navio, son los dones del Espíritu Santo para el
alma.
Resumiendo la doctrina de los Padres , da Santo Tomas la razón
fundamental de esta necesidad, y dice: «De dos modos perfecciona
Dios la razón del hombre : con perfección natural , que es por la luz
natural de la razón; y con cierta perfección sobrenatural, por las vir
tudes teológicas. Y aunque esta segunda perfección es mayor que la
primera, sin embargo, la primera la tiene el hombre de tro modo mas
perfecto que la segunda ; pues la primera la tiene como en plena po
sesión, y la segunda en posesión imperfecta, porque sólo imperfec
tamente amamos y conocemos á Dios. Mas es cosa manifiesta que
quien tiene perfectamente alguna naturaleza, ó forma, ó virtud, puede
obrar por sí mismo en conformidad á ella , sin excluir la acción de
Dios que obra interiormente en toda la naturaleza y voluntad. Pero
quien tiene imperfectamente alguna naturaleza , ó forma , ó virtud,
no puede obrar por si , si no es movido por otro (2).
»Así el sol , que es perfectamente lúcido , puede iluminar por si ;
mas la luna, en quien la naturaleza de la luz reside imperfectamente,
no ilumina , como ella no sea iluminada. Así también el médico que
conoce perfectamente el arte de curar, puede ejercer por sí mismo;

(1) Sicut oculus corporis plenissime sanus, nisi candore luois aJjutus
non potest cerneré ; sic et homo perfectissime etiam justificatus, nisi aeterna
lucejustitiaedivínitus adjuvetur, recte non potest vivere. (Vid. Lib. de natura
el gratia.)
(2) Es un axioma de las ciencias laicas, lo mismo que de las morales,
que el agente secundario no puede obrar sino por virtud del primario: nullum
agens secundum agit, nisi virtute primi.
200 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
mas su discípulo, que no esta bien instruido todavía, no puede ejer
cer sin que lo instruya el maestro. Asi , pues , en cuanto a aquellas
cosas que caen bajo el dominio de la razón , es á saber : en orden al
fin connatural al hombre , puede éste obrar por el juicio de la razón;
y si en esto le ayuda también Dios por inspiración especial , sera
efecto de la superabundante bondad divina.
•Pero en orden al fin último sobrenatural , al cual nos induce la
razón en cuanto es informada de algún modo é imperfectamente por
las virtudes teologales, en esto no basta la moción de la razón , como
no se añada la inspiración y moción del Espíritu Santo, conforme á
aquello de San Pablo : Todos los que son movidos por el Espíritu ie
Dios, los tales son hijos de Dios. Y lo que dice el Salmista : Vuestro
Espíritu bueno me conducirá á la tierra de los justos. Asi , nadie puede
entrar en la herencia del cielo , si no es movido y guiado por el Es
píritu Santo. Por tanto , para conseguir aquel fin , es necesario al
hombre tener el don del Espíritu Santo (1).»
Toda esta bella y profunda doctrina del Ángel de las Escuelas
debe resumirse asi : «Por las virtudes teológicas y morales el hombre
no se perfecciona tanto en lo relativo á su fin último, que no necesite
siempre ser guiado por la moción superior del Espíritu Sauto (J).i
Los dorios del Espíritu Santo, necesarios como principios genera
les del movimiento ¡tobrenatural , lo son además por otros títulos par
ticulares. Son necesarios para conocer el bien y para ponerlo por
obra; son necesarios también para evitar el mal ; de modo que son
aun mismo tiempo luz, fuerza y protección. De donde se iiiliere
que seria un error considerarlos como un soplo fecundo, como un
simple impulso, sin virtud propia. Se les debe tener por otras tanta?
perfecciones activas y vivificantes, añadidas á las virtudes y poten
cias del alma : Dona sunt quaedam hominis perfecliones (3).

(1) Sic igitur quantum ad ea quae subsunt humanae ralioni, in ordine


scilicet ad finem connaturalem homini, homo potest operan per judicium
rationis.... sed in ordine ad finem uttimum supernaturalem , ad quem rabo
movet , secundum quod est aliqualiter et imperfecte infórmala per virtutes
theologicas, non sufficit ipsá motio rationis, nisi desuper adait instinctuset
motio Spiritus Sancti.... Et ideo ad illum finem assequendum , neceesarium
est homini hahere donum Spiritus Sancti. (1. 2., q. lxviii, art. 2.)
(2) Per virtutes theologicas et morales non ita perficitur homo in ordine
ad ultimum finem , quin semper indigeat moveri quodam superiori insünctu
Spiritus Sancti. (S. Th., ubisupra.)
(3) Ibid., art. 2.
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 261
Luz. Son necesarios para conocer el bien. Por muy perfeccionada
que esté la razón por las virtudes teologales y las demás virtudes in
fusas, no puede conocer todo lo que debe conocer, ni disipar todas
las ilusiones de que puede ser víctima, ni todos los errores en que
puede caer. Tiene necesidad de Aquel cuya ciencia es infinita, y que
con su presencia la libra de toda ilusión, de toda locura, de toda
ignorancia , de toda ineptitud para conocer y comprender. Este per
feccionamiento es necesariamente debido al Espíritu Santo y á sus
dones (1).
Fuerza. Son necesarios para obrar el bien. La gracia santificante
habitual no basta para hacemos obrar el bien , al modo que la sangre,
principio de vida, no basta tampoco para hacernos vivir; es menes
ter que sea puesta en circulación. Pues bien : el don del Espíritu Santo
es quien comuuica á la gracia habitual el impulso que la pone en mo
vimiento y la hace eficaz. En este sentido el don del Espíritu Santo
es a la vez actual y habitual; como habitual, permanece en el alma
que está en gracia ; como actual, la inspira, la ayuda, la fortifica, la
mueve, según las necesidades del momento, sea á practicar el bien,
sea á resistir el mal (2).
Protección. Nos defiende de nuestros enemigos. El don ó la opera
ción del Espíritu Santo no se limita a fortalecernos; también nos pro
tege. El hombre que esta en gracia , necesita de él para que lo sostenga
contra los asaltos del enemigo. Por esto debe decir constantemente :
No nos dejes caer en la tentación. Pero con la gracia santificante y los
dones del Espíritu Santo , el cristiano es un sor perfecto. No sola
mente tiene la vida divina , sino también todos los medios necesarios
para desarrollarla y todas las armas para defenderla. «Las virtudes

(1) Rationi humanae non sunt omnia cognita ñeque omnia possibilia
sive accipiatur ut perfecta perfectione naturali , sive accipiatur ut perfecta
theologicis virtutibus; unde non potest quantum ad omnia repeliere stulti-
tiam et alia hujusmodi.... Sed ille cujus scientiae et potestati omnia subsunt,
sua motione ab omni stultitia et ignorantia et hebetudine et duritia et cáete-
ris hujusmodi nos tutos reddit. Et ideo dona Spiritus Sancti , quae faciunt
nos bene sequentes instinctum ipsius, dicuntur contra hujusmodi defectus.
fU., art. 2.)
(2) Operatio Spiritns Sancti quae nos movet et protegit , non circum-
scribitar per effectum habitualis doni quod in nobis causat ¡ sed praeter hunc
effectum , nos movet et protegit cum Patre et Filio.—Homo in gratia consti-
tutos indiget divino auxilio ipsum dirigente et protegente contra tentationum
impulsus. (S. Th., t. 2., q. cix, art. 9.)
á62 TRATADO DEL ESPÍP.ITÜ SANTO.
y los dones, añade Santo Tomás, bastan para excluir los pecados y
los vicios en cuanto al presente y á lo futuro, en el sentido de que
impiden cometerlos. Pero en cuanto á los pecados pasados, que pa
san como actos y permanecen como reato , el remedio lo tiene el hom
bre en los sacramentos (1).»
Queda , pues, bien probado que los dones del Espíritu Sanio*, ya
como principios del movimiento sobrenatural , yá como elementos de
luz, de fuerza y de defensa , son tan necesarios para la salvación como
el movimiento para la vida , el calor para la savia , el viento para el
barco y el vapor para la locomotora. Pero ¿ son todos los dones igual
mente necesarios ó en el mismo grado? Sin duda alguna.
«Entre los dones del Espíritu Santo, dice la teología católica , ocupa
el primer lugar la sabiduría , y el último el temor. Pero ambos sou
necesarios para la salvación ; pues de la sabiduría está escrito : .4 na
die ama Dios sino al que habita con la sabiduría, y del temor se lee:
El que no time temor , no se podrá justificar. Luego también los otros
dones son medios necesarios para la salvación : Ergo etiam alia dona
media sunt necessaria ad salutem (2).i Además, sin el Espíritu Santo
es imposible la salvación ; pero el Espíritu Santo es inseparable de
sus dones : ó está en el alma con todos ellos , ó totalmente no esta.
La consecuencia es que los siete dones del Espíritu Santo son todos
igualmente necesarios para la salvación : Septem dona sunt tiecessurié
ad salutem (3).

(1) Per virtutcs et dona excluduntur Bttffioienter vitia et pescata , quan


tum ad praeeens et futurum , in quantum scilicet impeditur homo per viitu-
(M et dona a peccando. Sed quantum ad praeterita peccata quae transeurt
actu et permaneut reatu adhibetur homini remedium specialiter per sacra
menta. (S. Th., 3 p., q. mi, art. 2.)
(2) S. Th., t. 2., q. lxvhi, art. 2.
(3) /oíd. , art. 2 et 3.
CAPÍTULO XXVI.

( Continuación del precedente.)

Sumario.—Número de los dones del Espíritu Santo.—Inseparabilidad.—Per


petuidad.— Dignidad.— Orden de los dones en Nuestro Señor.— Comien
zan por la sabiduría y acaban por el temor. — Razón de este orden.—
Manifestación de cada uno de los dones del Espíritu Santo en la vida de
Nuestro Señor.— En nosotros los dones comienzan por el temor y acaban
por la sabiduría.— Razón de este orden.— Ley del mundo moral.— Nece
sidad de conocerla y seguirla.— Efectos generales de los dones del Espí
ritu Santo sobre el género humano.

Nunca se repetiría demasiado : sin los dones del Espíritu Santo, ei


hombre está privado del movimiento sobrenatural ; ni puede conocer
convenientemente el bien , ni practicarlo , ni evitar el mal , ni abrir
para si las puertas del cielo. Pero ¿ cuál es el número de esos dones,
más preciosos que todo el oro del mundo, más necesarios mil veces
que la vida natural ? La Escritura nos da la respuesta. Hablando Isaías
de Nuestro Señor, se expresa en estos términos : « Sobre Él reposará
el Espíritu del Señor ; Espíritu de sabiduría y de inteligencia ; Espí
ritu de consejo y de fortaleza ; Espíritu de ciencia y de piedad , y lo
llenará el Espíritu de temor del Señor (xi, 2). Lo que se cumplió en
el Verbo encarnado, debe cumplirse en cada uno de sus hermanos.
Todo cristiano recibe en el día de su Bautismo los siete dones del Esr
piritu Santo.
¿ Por qué estos dones divinos son siete , y no seis ú ocho '? Recor
demos que los dones del Espíritu Santo se ordenan á imprimir mo
vimiento á las virtudes , las cuales son siete , tres teologales y cuatro
cardinales. Estas virtudes comprenden todas las fuerzas , virtudes
y actos sobrenaturales , cuyo asiento son el entendimiento y la volun
tad. Toca al entendimiento apoderarse de la verdad , alimentarse de
264 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ella y transmitirla ; toca á la voluntad amar la verdad y ponerla por
obra.
Para conocer la verdad con un conocimiento útil , el entendi
miento necesita de los dones de inteligencia, de consejo, de sabiduría
y de ciencia. Los dones de piedad , de fortaleza y de temor, son los
auxiliares indispensables de la voluntad en el amor y la práctica del
bien (1). De este modo los dones del Espíritu Santo alcanzan a todas
las facultades del alma , á todas las virtudes intelectuales y mora
les , y las siguen en todos sus actos , de cualquier naturaleza que
sean (2).
San Gregorio da la misma razón del número siete de los dones,
bajo una figura llena de profunda verdad. «Dios, dice, crió el mundo
y lo hizo perfecto en siete días. El hombre, hecho á imagen de Dios,
es también criador. Á cada día de su creación espiritual corresponde
un don del Espíritu Santo. Todos juntos completan y perfeccionan los
trabajos, asi de la vida activa como de la contemplativa (3). «De donde
se sigue que ol número siete es el que conviene á los dones del Espí
ritu Santo : un número mayor seria inútil , y menor seria insu
ficiente. En vista de esta precisión maravillosa, ¿cómo es posible des
conocer la sabjduria infinita que en el orden moral, no menos que en
el físico , lo hace todo con número ?
Esa divina sabiduría se revela con mayor esplendor cuando se
considera , como lo haremos más adelante , que los siete dones del
Espíritu Santo se oponen á los siete pecados capitales. Estos siete
pecados , ó, por mejor decir , estos siete Espíritus malos , van contra
las siete virtudes ó potencias del hombre, lo mismo que contra su
entendimiento y voluntad , es decir , que atacan al hombre en todo su
ser. Para luchar con buen éxito contra estas siete potencias inferna
les, necesitaba el hombre de siete fuerzas divinas, y las encuentra,
ni más ni menos, en los siete dones del Espírítu Santo.
Nuevo rasgo de sabiduría y de bondad ; este brillante cortejo de

(1) Si (Spiritus) est in intellectu, tune est Spiritus sapientiae, consilii,


intellectas , scientiae ; Bi est in voluntate , tune est Spiritus pietatis . timoris
vel fortitudinis. (Corn. a Lap.,inU., xi, 3.)
(2) Sio patet quod haec dona extendunt se ad omnia , ad quae se exten -
dunt virtutes tam intellectuales quam morales. (S. Th., 1. i.,q. Lxvm.art. 4 )
(3) Suntautem haec dona tantum septem , quia.sicut dicit Gregoriüs....
(Sujicr Ezech., homil.iii)—Per septenarium significatur universilas ; ut sicut
mundus septem diebus est perfectus , hic et minor mundus homo , septem
donis Spiritus Sancti perüciatur, etc. (S. Bónav., Opuse, de itplem donis, eu¡.)
LOS DONES DEL ESPÍBITÜ SANTO. 265
perfecciones sobrenaturales , esta poderosa cohorte de auxiliares divi
nos , es indisoluble. Los dones del Espíritu Santo son inseparables
unos de otros. «Ninguna virtud moral , dice el Príncipe de la Teolo
gía , puede existir en el hombre sin la prudencia. Todas se reúnen en
ésta , que las dirige conforme á las luces de la razón. Lo mismo pasa en
el cristiano. Todas sus virtudes , todas las fuerzas de su alma , son
excitadas y regidas por los dones del Espíritu Santo. Mas el Espíritu
Santo habita en nosotros por la caridad ; por lo tanto, como las vir
tudes morales forman un solo haz unido con el lazo de la prudencia,
asi los dones del Espíritu Santo se encuentran juntamente enlazados
' en la caridad. El que tiene , pues , caridad , posee*los, siete dones del
Espíritu Santo ; y el que la pierde , los pierde juntamente todos ; pero
al recobrar la gracia , los vuelve á recobrar (i).»
Esta es también , diremos de paso, la razón de que el número siete
se repita con tanta frecuencia en las penitencias canónicas y en las in
dulgencias concedidas por la Iglesia (2).»
Los dones del Espíritu Santo no solamente son inseparables ; son
además tan permanentes, que sobreviven aun á la muerte. En el des
tierro son medios necesarios de santificación ; en la patria se con
vierten en manantiales de gloria y felicidad. «Los dones del Espíritu
Santo , continúa Santo Tomás , pueden considerarse en su objeto actual
ó en su esencia. En tanto que residen en el hombre viador, tienen por
objeto las obras de la vida activa , es decir , la práctica de diferentes
deberes de que depende la salvación. En este concepto no permane
cerán en el cielo ; pues una vez conseguido el fin , los medios no tie
nen razón de ser.
•Otra cosa es , si se les considera en su esencia. En efecto : perte
nece á su esencia perfeccionar el alma haciéndola dócil al divino im
pulso. En el cielo esta docilidad será completa : allí Dios será todo en
todas las cosas , y el hombre estará perfectamente sometido á Dios. Y
así , no sólo subsistirán en el cielo los dones del Espíritu Santo, prin
cipios de esta docilidad, sino que serán incomparablemente más per-

(1) 1. 2., q. LVin, art. 4; et q. lxviii, art. o.


(2) Gratia ista septiformis , id est septem donorum , amittitur par quod-
libet mortale peccatum. Et ideo atatutum fuit antiquitus , ut pro quolibet mor-
tali peccato imponeretur poemtentia septennis. Praedicandum est scilicst , ut,
sicnt per peccatum abjicit a se septiformem gratiam Spiritus Sancti ; ita per
septennem poenitentiam satisfaciat et recuperet eam. (S. Anl. , Sum. thtol. ,
p. iv , Ut. x , c. i.;
266 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
fectos que por acá ; brillarán en los elegidos con espléndido fulgor, y
serán la medida de su felicidad y su gloria (i).»
Este fulgor no será el mismo en cada uno de los dones ; porque no
todos tienen igual excelencia. Verdad es que todos son piedras pre
ciosas que formarán la corona de los elegidos ; pero en el cielo , lo
mismo que en la tierra , no todas las piedras preciosas tienen igual
precio ni el mismo brillo. El rubí , la esmeralda , el topacio , el dia
mante , tienen cada uno su hermosura especifica y su brillo diferente.
Nada es más fácil que probar que hay en los dones del Espiritu Santo
cierta dignidad jerárquica que los distingue unos de otros.
Estos dones gifardan correspondencia con las virtudes, es decir,
que cada don tiene por objeto poner en movimiento una virtud par
ticular y ennoblecerla, haciéndole producir actos pronta, fácil y cons
tantemente bajo el impulso del Espíritu Santo. Pero las virtudes se
diferencian por su dignidad. Dejando aparte las virtudes teologales,
que son las primeras de todas , las intelectuales son también supe
riores á las morales ; y entre las intelectuales , las contemplativas son
preferibles á las activas. La razón es que las primeras perfeccionan
la facultad más noble del hombre , que es la razón , mientras que las
segundas pepfeccionan la voluntad.
Entre los dones tiene que suceder necesariamente lo mismo ; pues
cuanto más noble sea la cosa que ha de moverse, más noble debe ser
el motor ; cuanto más perfecta sea la facultad que se ha de perfeccio
nar , más perfecto debe ser el principio que la perfeccione. «Así, en
los dones, añade Santo Tomás, la sabiduría y la inteligencia, la cien
cia y el consejo, se prefieren á la piedad, la fortaleza y el temor. Entre
estas tres- últimas, la piedad se prefiere á la fortaleza, y ésta al temor;
como también la justicia se antepone á la fortaleza , y la fortaleza á la
templanza. Tal es la superioridad relativa de los dones tomados en si
mismos.
«Considerados en relación con los actos , la fortaleza y el conseju
son antes que la ciencia y la piedad ; pues los dos primeros se ejerci
tan en los casos difíciles , y la piedad y aun la ciencia en los ordinn-
rios. Se ve que la dignidad de los dones corresponde al orden de su
enumeración ; en unos absolutamente , como la sabiduría y la inteli
gencia se prefieren á todos ; en otros según se aplican , como el con
sejo y la fortaleza se prefieren á veces á la ciencia y la piedad (2).'

(1) 1. 5., q. lxviii , art. 6.


(2) S. Th., 1. 2., q. Lrvm, art. 7.
I.OS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 567
¿Y con qué orden se enumeran los dones del Espíritu Santo? Pue
den contarse de dos maneras : descendiendo, y en tal caso se comien
za por la sabiduria y se acaba por el temor , ó ascendiendo , y asi ei
temor ocupa el primer lugar y la sabiduría el postrero. Cuando el Es
píritu Santo derrama sus dones sobre Nuestro Señor , los nombra por
el orden de dignidad ; y cuando nos los infunde á nosotros , se citan
por el orden de su necesidad. De Nuestro Señor se ha dicho: Sobre
El reposará el Espíritu de sabiduría.... y lo llenará el Espíritu de
temor de Dios. Pero de nosotros se lee : El temor es el principio de la
sabiduria. ¿Cómo se explica esta inversión de la escala?
El Verbo encarnado es la sabiduria eterna , y el primer don comu
nicado al alma de Cristo es la sabiduria. Con esto ha querido signi
ficar el Espíritu Santo que aquella humanidad santísima, no teniendo
pecado ni imperfección , participa en primer término del atributo su
premo de la persona divina , á que está hipostáticamente unida. El
último don que nombra el Espíritu Santo es el temor. El temor re
side principalmente en la parte inferior del alma, esto es, en el punto
que pone á Nuestro Señor en contacto inmediato con nuestra pobre
humanidad , y el Espíritu Santo ha querido enseñarnos que el temor
es el primer grado de la escala que debe elevarnos hasta Dios , la Sa
biduria infinita. Tal es el orden con que el Espíritu Santo se comu
nica al Dios-Hombre, que es la inocencia misma y el reparador de la
inocencia.
Pero nosotros recibimos por el orden inverso los dones del Espí
ritu Santo ; y se concibe (1). Cargado el hombre de miserias y de pe
cados , el primer sentimiento que debe experimentar es el temor. Por
eso el temor es el primer don que recibe , y la sabiduria es el último
a que llega. En el Verbo encarnado , el Espíritu Santo, para llegar
hasta nosotros , desciende de la sabiduria al temor ; y para volvernos
á levantar á la altura de nuestro divinó hermano primogénito, nos
hace subir desde el temor á la sabiduría.
Si se quiere que el cristiano conozca el encadenamiento y la dig
nidad relativa de los dunesdel Espíritu Santo, debe seguirse este
orden al explicarlos ; pues es tanto más racional , cuanto que los

(I) Isaías incipit a summo dono scilicet sapientiae et dascendit per media
usque ad infimum , scilicet donum timoris Domini. Sed dos, inquit Grego-
rias. (Moral. , \ib. xxu , c. nv) , qui a terrenis ad coelestia tendimus , eosdem
gradua ascendendo numeramus, et incipiendo ab intimo scilicet timori*
Domini, usque ad donum sápidas sapientiae. (S. Bonav., ubi supra.)
268 TRATADO DEL ESFÍRITU SANTO.
dones del Espíritu Santo se oponen directamente á los pecados capi
tales. Pues bien : el orgullo es padre de todos los demás : Initium
omnis peccati est superbia ; por eso se explica el primero. Su reme
dio es el temor , como lo haremos ver ; y asi , por el temor debe co
menzar la explicación de los dones del Espíritu Santo.
Como es fácil de ver, estos dos órdenes , ascendente el uuo y des
cendente el otro , encierran grandes enseñanzas y bellas armonías.
Ni las unas ni las otras se escaparon á lá mirada penetrante de los
Doctores de la Iglesia, s Los dones , dice San Agustín , nos revelan
con el número siete al Espíritu Santo , que, descendiendo sobre nos
otros , empieza por la sabiduría y acaba por el temor ; en tanto que
nosotros , para elevarnos á Él , comenzamos por el temor y concluí
mos por la sabiduría. Pues el temor de Dios es el principio de la
sabiduría (1).»
Y en otro lugar : « Cuando el profeta Isaías celebra los dones ma
ravillosos del Espíritu Santo, parte de la sabiduría y llega al temor,
como descendiendo desde lo más alto hasta nosotros para enseñarnos
á subir. Parte del punto adonde nosotros debemos llegar, y llega al
punto en que nosotros comenzamos. Descansará sobre Él el Espíritu
del Señor, el Espíritu de sabiduría y de entendimiento, el Espíritu de
consejo y de fortaleza , el Espíritu de ciencia y de piedad , el Espíritu
de temor del Señor. Á la manera , pues , que el Verbo encarnado , no
aminorándose , sino enseñándonos , desciendo desde la sabiduría
hasta el temor ; asi debemos nosotros elevarnos avanzando desde el
temor hasta la sabiduría. El temor, en efecto , es el principio de la sa
biduría : es aquel valle de los lamentos , que nombra el Profeta cuando
dice : Dispuso las ascensiones en su corazón , en el fondo del valle dt
las lágrimas.
«Este valle es la humildad. ¿ Y quién es el humilde , sino el que
teme á Dios , y por este temor deja correr de su corazón las lágrimas
de la confesión y la penitencia ? Dios no desprecia un corazón contrito
y humillado. No tema , pues , el hombre permanecer en el fóndo del
valle. En ese corazón contrito y humillado ha preparado Dios las as
censiones, mediante las cuales nos elevamos hasta Él. ¿Dónde se
verifican estas ascensiones ? En el corazón , dice el Profeta , in cor-
. -
(1) Istae septem optrationes commendant septenario numero Spiritam
Sanctum ,qui quasi descendensad nos incipit a sapientia, et finital timorem,
nos autem ascendentes incipimus a timore , perfícimur in sapientia. Initium
enim sapientiae timor Domini. (Serm. 448, c. iv.)
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 269
de. ¿De donde se ha de subir? Del fondo del valle de los llantos.
¿ Adonde hay que elevarse ? Al lugar que Dios mismo ha preparado,
in locum quem disposuit. ¿Qué lugar es este ? La mansión del reposo
y de la paz , en que habita radiante de luz la Sabiduría inmortal.
«Asi, para instruirnos, Isaías desciende por grados desde la sabi
duría hasta el temor, es decir, desde la morada de la paz eterna hasta
el fondo del valle de los llantos; llantos pasajeros como lo es el tiempo.
Quiere enseñarnos, a nosotros, pobres penitentes que gemimos y llo
ramos, que no nos quedemos en los gemidos y lágrimas, sino que
nos elevemos desde este triste valle hasta la montaña espiritual , hasta
la cima en que esta edificada la Jerusalén santa , nuestra madre,
donde gozaremos de una alegría sin mezcla y sin fin. Esta es la razón
de colocarse en el primer lugar la sabiduría , que es la verdadera luz
del alma, y en el segundo la inteligencia. Como si respondiera á los
que le preguntaseu asi : ¿De dónde hay que partir para llegar a la
sabiduría? De la inteligencia. ¿Y para llegar á la inteligencia? Del
consejo. ¿Y para llegar al consejo? De la fortaleza. ¿Y para llegar á
la fortaleza ? De la ciencia. ¿Y para llegar á la ciencia? De la piedad.
¿ Y para llegar á la piedad ? Del temor. Luego desde el temor, á la
sabiduría; del valle de los lamentos, al monte de la paz (1).»
Tomando ocasión el abad Ruperto del modo con que Isaías habla
del don de temor cual se encuentra en Nuestro Señor, nos hace ad
mirar la condescendencia profunda del Verbo encarnado , hecho el
Salvador y preceptor del género humano. Estas son sus palabras :
«Dice el Profeta : Y el Espíritu del temor del SeTwr lo llenará. Es
digno de notarse que , hablando de los seis primeros dones, Isaías
dice constantemente : Sobre Él reposará el Espíritu, del Señor, el Es
píritu de sabiduría , el Espíritu de inteligencia, y asi los demás. ¿Por
qué al llegar al séptimo cambia la palabra y dice : El Espíritu de temor
lo llenará ? Se comprende el misterio : Dios ha querido mostrar
al universo este espectáculo asombroso , el Criador del hombre , el
Dios de la eternidad descendiendo hasta el punto de que debe partir

(I) Ergo ille cum praeposuisset sapientiam , lumen scilicet mentis ¡nde-
ficiens, adjunxit intellectum : tanquam quaerentibus unde ad sapientiam
veniretur responderet : Ab int'olleclu ; linde ad intellectum : A concilio ; unde
ad consilium : A fortitudine ; unde ad fortitudinem : A scientia; unds ad
scientiam: A pietate; unde ad pietatem: A ti more. Ergo ad sapientiam a
timore ; quia initium sapientiae timor Domini ; A convalle plorationis usque
ad montem pacis. (Serm. 247, c. m.)
270 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
el hombre pecador para salir del abismo del vicio y librarse de las
cadenas iufernales del pecado.
»En efecto: el principio de la sabiduría es el temor del Señor :
hasta esto ha descendido el Criador. El Espíritu del temor de Dios lo
llenará , dice el Profeta. Nada tiene de extraño que haya dicho : Sobre
Él reposará el Espíritu de sabiduría y de inteligencia. Estas magnífi
cas cualidades convienen á la majestad de un Dios. Pero ¿cuál es el
ángel ó el hombre que no se pasme al ver que el Señor desciende
hasta el temor del Señor, que el soberano y temible dueño del cielo
y de la tierra está lleno de temor, y no en parte, sino plenamente, en
toda la extensión que los hombres, inspirados por el Espíritu Santo,
pudieron dar á la palabra plenitud ({)'! »
Tal es la misteriosa escala que el Verbo, dirigido por el Espiritu
Santo, ha recorrido descendiendo para llegar hasta nosotros, y que
nosotros debemos subir para llegar hasta Él. Detengámonos un ins
tante á considerar esto doble movimiento de ascenso y de descenso.
Este estudio, interesante en sí mismo, tiene tres grandes ventajas. La
primera, comprobar con hechos la enumeración jerárquica de Isaías:
la segunda , orientarnos en el ejercicio de los dones del Espiritu
Santo; la tercera, poner en claro los efectos generales que los dones
del Espiritu Santo producen en el género humano.
l.° Comprobar la enumeración jerárquica de Isaías. Indudable
mente , la vida del Verbo hecho carne es una manifestación conti
nua del Espiritu que rebosaba en Él. Encuéntranse, no obstante , cir
cunstancias en que brillan más espléndidamente cada uno de los dones
del Espíritu sepliforme en el mismo orden con que el Profeta los
enumera.
Entra Jesús en su vida pública, y el primer don que brilla en Él
es la sabiduría. Apenas ha salido de las aguas del Jordán , el Espiritu
lo guía al desierto. Alli ayuna cuarenta días y cuarenta noches; per
mite al demonio que le venga á tentar , á lin de tener ocasión de ven
cerlo; rechaza sus ataques con palabras divinas admirablemente ele
gidas, y asi da principio á todas las victorias que Él y sus discípulos
de todos los siglos y de todos los países reportarán sobre el eterno
tentador.
(I) Quis autem angelorum aut hominum non miretur Dominum , usqua
ad timorem Domini descendisse, Deum et Dominum coelis ac terris timen-
dnm , timoratum factura tase, non partirá sed plenarie, et quantum verlio
repletionis aut plcnitudinis potuerunt nomines, in eodem Spiritu Sancto
loquentes, significare? (De Spir. Smct., lib. i , c. xxv.)
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 271
¿Dónde está el hombre cuya vida presente una sabiduría compa
rable á la suya?
Uno de sus primeros actos , al volver á presentarse entre los hom
bres, es entrar en la Sinagoga de Nazareth : allí se levanta para ex
plicar los libros santos. Se pone en sus manos á Isaías ; lo abre, y le
sale este pasaje : «El Espíritu del Señor sobre mi : por lo que me ha
ungido , para dar buenas nuevas á los pobres me ha enviado, para
sanar á los contritos de corazón, para anunciar á los cautivos reden
ción y á los ciegos vista , para poner en libertad á los quebrantados,
para publicar el año favorable del Señor y el día del galardón (1).»,Y
cuando hubo cerrado el libro , añadió : Hoy se ha cumplido esta Escri
tura en vuestras orejas. Se ha cumplido, puesto que el Profeta habla
de milagros del orden moral, y vais á ver cómo en mi y por mi se
obran todos estos milagros.
Hallar inmediatamente este pasaje de Isaias y dar su exacto sen
tido, ¿no es el triunfo del don de Inteligencia?
He aquí el don de consejo. Conociendo la incredulidad de sus
oyentes , les hace entender que esos milagros no son para ellos. En
verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en tiempo de
Elias, cuando fué cerrado el cielo por tres años y seis meses, cuando
hubo una grande hambre por toda la tierra ; mas a ninguna de ellas
fué enviado Elias, sino á una mujer viuda en Sarepta de Sidonia. Y
muchos leprosos había en Israel en tiempo de Elíseo profeta ; mas
ninguno de ellos fué limpiado, sino Naamán de Siria (2).»
Conocimiento claro y revelación precisa de los decretos eternos
acerca de los Judíos y de los gentiles, todo se encuentra en estas pa
labras que en boca de Jesús quieren decir : Judíos, con vuestro or
gullo cerraréis sobre vuestras cabezas el cielo de la misericordia ; toda
la lluvia de gracias, caída sobre vosotros por el ministerio de Moisés y
los profetas , tomará su dirección hacia los gentiles ; y vuestra lepra,
de que no querréis sanar, será la curación de la lepra de las nacio
nes á quienes purificará y curará el Espíritu de los siete dones.
¿Puede brillar más claramente el don de Cornejo?
No es más difícil encontrar el don de Fortaleza. Los Judíos, irri
tados con la prueba que acababa de darles del don de consejo , se apo
deran del Verbo encarnado y lo conducen á la cima de la montaña,
sobre la cual estaba edificada su ciudad, á fin de precipitarlo desde lo

(1) Luc, iv, 17-19.


(2) Luc, IV, 25-27.
272 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
alto; pero se les escapó de entre las manos y se alejó tranquilamente.
Esto no era más que el preludio de los actos mas brillantes del don
de fortaleza.
Echar al fuerte armado de su ciudadela , romper las ligaduras de
la muerte , resucitarse a sí mismo á la gloria , ¿qué es todo esto sino
el don de Fortaleza llevado á su más alto grado?
Cada uno de los pasos del Salvador en su vida pública está mar
cado por el don de Ciencia. ¿ Qué digo ? Se le ve resplandecer como
rayo de luz divina en la oscuridad de su vida oculta. ¿ Podríamos ol
vidar el asombro que produjeron en los ancianos doctores de la ley
las preguntas y respuestas de ese niño de doce años? Pero asi como
el sol brilla más á medida que se eleva sobre el horizonte , del mismo
modo, á medida que Jesús avanza en edad , se ve brillar en Él el don
de ciencia con nuevo resplandor. Sube á Jerusalén para la tiesta de
los Tabernáculos: enseña su doctrina ante la multitud reunida en el
Templo ; la admiración estalla por todas partes, y se expresa de este
modo: ¿Cómo sabe éste las Escrituras sin haberlas aprendido?
¿Puede proclamarse mejor el don de Ciencia?
El Verbo Redentor, continuando en bajar las gradas de la miste
riosa escala, llega al don de Piedad. Nadie ignora lo que revelan las
encantadoras parábolas del buen Sama'ritano , y del padre de familias
que convida á su festin á los pobres, á los enfermos, á los ciegos y á
los cojos ; las de la dracma y de la oveja perdidas.
Mas la parábola del hijo pródigo, ¿no es la obra perfecta é inimi
table del don de Piedad?
Llegamos por lin al don de Temor. Este don , como quiera que se
ñala al género humano el primer paso que debe dar para elevarse hasta
Dios, aparece el último y en los últimos momentos del divino Maestro.
Es como la huella todavía caliente en la cual debe comenzar el hombre
por sentar su pie. Esta huella inefable queda impresa en el huerto de
las Olivas. ¿No veis al Fuerte de Israel , acometido repentinamente
de temor, de congoja y de tristeza, cayendo de rodillas y diciendo:
« ¡Padre, que se aleje, si es posible, de mis labios este cáliz !• ¿No lo
veis en los escalofríos de la agonía, cubierto de un sudorde sangre, y re
ducido para no sucumbir á aceptar losauxil ios de un ángel consolador?
Añadid al temor mortal la sumisión más completa y más respe
tosa á las órdenes paternales, y decid si el don de Temor se ha mani
festado jamás con semejante perfección (i).

(1) Véase Ruptri., Di Spir. Sanc.t., lib. i, c. m.


LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 273
2.° Orientarnos en el ejercicio , ó en la práctica de los dones del
fepiritu Santo. Conocemos los escalones por los que el Verbo divino
ja descendido desde la cúspide de las colinas eternas hasta el fondo
Be este valle de lágrimas. ¿Cuales son los que debemos subir nos
otros para verificar el movimiento contrario ? Saber esto encierra para
nosotros un interés capital. El Verbo ha salvado al hombre y creado
jan mundo nuevo por los dones del Espíritu Santo (t).
Por estos mismos dones, y únicamente por ellos, es como el cris
tiano, pequeño mundo é imagen del Verbo, puede y debe salvarse y
hacer de sí mismo un mundo nuevo. En su mano tiene los medios de
un buen éxito. ¿Cómo ponerlos por obra? Ante sus ojos está la escala
que tiene que subir : sería una locura tener la pretensión de elevarse
del primer salto al último escalón ; es necesario comenzar por poner
el pie en el más bajo. Hemos visto que el último escalón es el temor :
en él nos aguarda el Salvador para tendernos la mano. El mismo Es
píritu que lo hizo descender hasta él, comienza por elevarnos á nos-
| otros hasta el mismo punto. Tal es su primera operación.
I Oigamos á San Bernardo : «Con razón, dice, es llamado el temor
de Dios principio de la sabiduría. En efecto: Dios comienza por darse
á gustar al alma , cuando la enseña a temer y no a saber ; porque temer
es gustar : Timor sapor est. Pues bien.: el gusto nos hace cuerdos,
como la ciencia nos hace sabios. ¿Teméis la justicia y el poder de Dios?
Pues ya gustáis lo que es Dios justo y poderoso. Sabiduría viene de
sabor : he aquí por qué el temor, principio de la sabiduría, derrama
en las profundidades del ser un sabor múltiple que regenera toda la
familia interior del alma , purifica su reino y lo pacifica y santifica (2).i
La afirmación del gran místico es tanto más verdadera , cuanto que
el don de Temar no produce el temor servil , sino el temor filial ;
| temor respetuoso, resignado y confiado, semejante al del Hombre-Dios
en el hnerto de Gethsemani.
El temor es , pues , el primer grado de nuestra ascensión hacia
Dios, la primera condición de nuestro rescate, la primera ley de
nuestra regeneración. La iglesia , que esto sabe y no ignora ninguno de
los secretos del orden moral, comienza siempre la salvación de sus
hijos por el temor. Á sus ojos el trabajo de la regeneración ó de la
nueva creación impuesto al hombre, se divide en tres periodos , que
ella llama via purgativa , vía iluminativa y vía contemplativa, á cada

(1) Lw.., iv, 17; B»hr.,.ix , 14.


(2) Serm. xxin in Confie.
TOMO II. 18
274 ' TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
una de las cuales corresponden ciertos dones del Espíritu Santo. El
temor es el primer fundamento de la via purgativa , y la via purga
tiva es el principio de la regeneración.
Asi, leed todos los autores ascéticos, que vienen á ser como los
ingenieros de la guerra espiritual ; no hallaréis uno que en los planes
de ataque y de defensa no proponga el temor como primer centro de
operaciones. Escuchad á todos los predicadores de ejercicios espiri
tuales y de misiones , á esos capitanes experimentados que hacen ma
niobrar todas las fuerzas espirituales contra los poderes enemigos df
la salvación, y veréis que no hay uno que no comience la batalla sin
ponerá la vanguardia las postrimerias del hombre, manantiales eter
nos de temor.
Intérpretes unos y otros del Espíritu Santo, no hacen mas que
aplicar la ley- inmutable que propone el temor como principio de la
sabiduría. Por el órgano infalible del Concilio de Trento , el Espíritu
Santo describe la manera cómo Él mismo obra la justificación de los
pecadores. Primeramente, se mueven por el temor de la justicia de
Dios ; de este temor pasan á la consideración de la misericordia ; esta
consideración los lleva a la confianza de que Dios los perdonara en
vista de los méritos do su Hijo. Entonces comienzan á amarlo como
fuente de toda justicia y a detestar sus pecados (1).
Queda , pues , bien establecido que por el don de temor es cómo
el hombre se pone en contacto cón la Sabiduría eterna, y principia la
obra de su nueva creación. Esta creación , obra perfecta de los siete
dones del Espíritu Santo , estuvo , como todas las obras de la gracia,
figurada en la creación del mundo material. Como el primer día de
la semana primitiva llama al segundo , el segundo al tercero, y asi
hasta el último , del mismo modo , el primer don del Espíritu Santo,
puesto en practica, conduce al segundo, y éste á todoslos demás, hasta
llegar al séptimo, que es la sabiduría y constituye el descanso perfecto.
Llegado el hombre a este punto , puede decir con el mismo Dios , al
contemplar su obra : vió todo lo que había hecho, y era muy bueno (í).
Como ya hemos explicado en otra parte el curso de este admirable tra
bajo , no volveremos á hablar de él.

(I) Seas, v, c. vi.


(2) A timora usque ad sapientiam quae séptima est m doma et ultima,
per gradus tenditur et pervenitur. Haec sapiencia ultima et sumnia est; quia
hac habita animus placatus tranquillusque perfruitur et deleotatnr io es.
Ergo ultima eat, in qua est consummatio. (S. Aug., De doctr. chritl., c. vil.)
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 275
3.° Efectos generales de los dones del Espíritu Sauto sobre e^
género humano. Los dones del Espíritu Santo hacen de Nuestro Se
ñor Jesucristo un Dios-Hombre y del cristiano un hombre-Dios. La
primera cosa que los Apóstoles , órganos del Espíritu Santo , predi
can á los representantes del género humano reunidos en la plaza del
Cenáculo , es la penitencia : Poenitmliam agüe. Pues bien : la peni
tencia es inseparable del don de temor. Por este don," la humanidad
unida al Verbo encarnado no tarda en recibir de su plenitud, de la ple
nitud de su Piedad , de la plenitud de su Ciencia, de la plenitud de su
Fortaleza , de la plenitud de su Consejo, de la plenitud de su Entendi
miento , de la plenitud de su Sabiduría. Nosotros recibimos de ella
según la capacidad de nuestras almas y la medida de nuestra fidelidad.
En Él está el manantial , en nosotros el arroyuelo : en él está ol foco,
en nosotros la chispa : en él está el Espíritu de los siete dones en toda
su abundancia . en nosotros una parte de esta abundancia. He aquí
por qué , advierte San Crisóstomo , no dijo el Profeta : Doy mi Espí
ritu, sino : Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne (1).
Empero, ¡ ved lo que produce en el mundo esta gota de gracia,
esta chispa del Espíritu Santo! «Toda la tierra recibe su influencia y
experimenta conmoción. Caída en un principio en la Palestina , gana
el Egipto , la Fenicia , la Siria , la Cilicia , el Eufrates , la Mesopota-
mia, la Capadocia, la Galacia , la Escitia, la Tracia, la Grecia, la
Galia , la Italia , toda la Libia, la Europa , el Ásia y hasta el mismo
Océano. ¿Qué necesidad hay de más largo' discurso? Tanta tierra
como el sol alumbra, otra tanta recorre esta gracia , y esta gracia y
esta chispa del Espíritu Santo llenan de ciencia el mundo. Por ella se
realizan los milagros y los pecados son perdonados. Sin embargo , esta
gracia extendida á tantas regiones no es más que una parte y una
prenda del Don por excelencia. Ha depositado en nuestros corazones¡
dice el Apóstol , la prenda del Espíritu, es decir , de su operación,
porque el Espíritu no se divide.
»¿Y qué diremos del manantial ? Á uno es dado por el Espíritu el
discurso de sabiduría ; d otro el discurso de ciencia por el mismo Es
píritu ; d otro fe ; ú otro gracia de sanidades ; á otro el don de mila-.
gros por el mismo Espíritu ; á otro profecia ; á otro discreción de espí
ritus ; á otro el don de lenguas. La gracia que se recibe en el Bautismo
extiende todos estos dones á todas las naciones : ved ahi lo que hace

(1) Propterea non dixit , do Spiritnm , sed effundam de Spiritn meo super
omnem carnem. (Eacpotit., in Ps. iliv, n.' 2.)
876 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
.una gota del Espíritu Santo. Y que esto lo hace solamente una gota,,
el Profeta lo declara diciendo : Yo derramaré de mi Espíritu. Ved,
pues , cuan grande es la poderosa fecundidad de la gracia del Espíritu
Santo , que , después de tan largo tiempo, basta para el mundo ente
ro, y que , no conociendo fronteras ni diminución , colma al género-
humano de inefables riquezas , sin empobrecerse ella en lo más mí
nimo (1).»
Antes que el ilustre patriarca de Constantinopla , había celebrado
el gran Tertuliano la rápida deificación del género humano por el
Espíritu de los siete dones. Este milagro era para él una prueba irre
futable de la divinidad del Verbo hecho carne , de quien el mundo
habia recibido el Espíritu regenerador. > Los Apóstoles , dice en su
magnifico lenguaje , fueron las bocinas del Espíritu Santo , y sus
palabras resonaron en todos los ámbitos del universo. ¿ A quién si no
han creído las naciones del globo ? Á Cristo , y sólo á Cristo. Ante Él
se abren todas las ciudades , ante Él se rompen todas las cerraduras,
y las puertas de bronce giran sobre sus goznes para darle entrada.
Sin duda que estos milagros pertenecen al orden moral , y es menes
ter entenderlos en el sentido de que los corazones de los habitantes
de lá tierra , asediados, cerrados, poseídos por el demonio , quedaron
libres y abiertos por la fe de Cristo. Á pesar de esto , son muy reales
esos milagros , puesto que el pueblo cristiano habita hoy cu todos los
lugares. Ahora bien : ¿quién puede extender su reino al universo
entero, si no es Crista Hijo de Dios, anunciado como el que debía
reinar eternamente sobre todas las naciones?
«Reinó Salomón ; pero en las fronteras de la Judea , desde Dan
hasta Bersabó. Reinó Darío sobre los Babilonios y los Persas ; pero no
más allá. Reinó Faraón sobre los Egipcios ; pero sobre ellos sola
mente. Reinó Nabucodonosor desde la India hasta la Etiopia ; pero un
poco más lejos su imperio era desconocido. Reinó Alejandro el Mace-
donio ; pero sobre una parte del Asia solamente. ¿ Qué diré de los
Romanos? Estos rodearon su imperio de puestos militares , y estas
barreras vivientes eran los limites de su poderío. En cuanto á Jesu
cristo , su reino y su nombre se extiende por todo él mundo. En to
das las partes es creído, en todas las partes es adorado, en todas

(1) Haec autem omnia fácil stilla Spiritus.... Considera ergo quatn iit
omni ex parte sufliciens gratia Spiritus, quae universo orbi terrarum tanto
tempore suflicit , et neque circamscribitur , nec consumitur , sed omne quidem
implet opibns et gratia: ipsa vero minime consumitur. (Chrysotl., ubi *upra.}
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. 277
las partes manda , dándose a todos sin acepción de personas, igual
para todos , rey para todos , juez para todos , y Dios y Señor para
todos. Cree todo esto sin dudar, puesto que lo ves con tus mismos
-ojos (t).»
Admirado de este mismo espectáculo, exclama San Gregorio : «El
Espíritu invisible se ha hecho visible en sus servidores. Sus mila
gros prueban su presencia. Nadie puede ver el disco deslumbrador
del sol cuando comienza á salir ; mas podemos ver la cima de las
montañas que dora con sus rayos y sabemos que está sobre el hori
zonte. Puesto que no podemos contemplar en si mismo al Sol de jus
ticia, vemos las montañas que él hace resplandecer con su luz, los
Apostoles santos cuyas virtudes y milagros anuncian a toda la tierra
la salida de sol divino. Si es invisible en si mismo, vemos las mon
tañas que alumbra. La virlud de la Divinidad en si misma , es el sol
-del cielo ; la virtud de la Divinidad en los hombres , es el sol de la
tierra. Contemplemos , pues , el sol sobre la tierra , ya que no pode
mos contemplarlo en el cielo (2).»
El género humano, sacado de la barbarie pagana y colocado en
la plena luz del Evangelio , tales son los efectos generales de los do
nes del Espíritu Santo. Digámoslo de paso : ante este hecho siempre
antiguo y siempre nuevo, ¿qué son las objeciones de la incredulidad
contra el Cristianismo ? Lo que son los razonamientos de un ciego de
nacimiento contra la existencia del sol, lo que las palabras del insen
sato contra la evidencia de los axiomas de la geometría. ¿ Cómo se ha
realizado este grande hecho en la humanidad? Del mismo modo que
se realiza en cada uno de los hombres. Comenzó por el don de temor,
el cual ha ido llamando á todos los demás.
¿Qué es lo que predica Juan Bautista, el precursor de la luz? El
temor. «Haced frutos dignos de penitencia.... Porque ya está puesta
la segur á la raíz de los árboles. Pues todo árbol que no hace buen
fruto, cortado será y echado al fuego (3).» Y Pedro, primer 1ntér-

(1) Christi autam regnum et nomen ubique porrigitur, ubique creditur,


ab omnibus gentibus supia enumeratis colitur , ubique regnat, ubique ado-
ratur , omnibus ubique tribuitur aequaliter omnibus aequalis . omnibus
rex, omnibus judex, omnibus Deus et Dominus. Neo dubites credere quod
asseveras, cum videamus fieri. (Lib. adv, Jadaeot, o. vn.)
(2) Virtus euim Divinitatis in se , quasi sol in coelo est ; virtus Divinita-
tis in hominibus, sol in terra. Solero, ergo justitiae intueamurin terra, quem
-videre non possumus in coelo. (Homil. xxx, in Eomng.)
(3) tac., «I,8.
278 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
prete del Redentor ante los judíos : «Arrepentios , y cada uno de vos
otros sea bautizado en el nombre de Jesucristo para remisión de vues
tros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo (1).» Y Pablo, su
Apóstol ante los gentiles : «Y Dios anuncia ahora a los hombres que
todos en todo lugar hagan penitencia (2).» Asi, por doquiera se ve
en primera línea el don de temor. Es el temor principio de la sabi
duría : tal es la ley inmutable de la redención.
Por el contrario , la pérdida del temor es el principio de la ruina.
¿ Cómo sacude el mundo cristiano el yugo del Cristianismo? ¿Cómo
llega hasta el grado de aberración de negar la evidencia de los hechos
evangélicos ? Perdiendo los dones del Espíritu Santo. ¿ Con qué orden
los pierde? Con el mismo que los recibe. El primero que pierde,
como el primero que recibe, es el temor.
¿ Qué pensar de una época que no tiene ya temor de Dios ? Como
quiera que los dones del Espíritu Santo son inseparables, una época
que pierde el temor de Dios , es una época que pierde la sabiduría,
que pierde el consejo , que pierde la fortaleza de la virtud. Es una
época que se halla entregada á los siete espíritus contrarios, al espí
ritu de soberbia , al espíritu de avaricia, al espíritu de lujuria, al
espíritu de iniquidad bajo todos los nombres y en todas las formas.
¿Adonde va? ¿Cómo no asombrarse de lo que vemos? ¿Cómo no
presentir lo que veremos? Si el temor es el principio de la sabiduría,
la ausencia del temor será el principio de la locura. En este caso , la
locura es el preludio del crimen sin remordimientos para los indivi
duos, y de catástrofes siu nombre para los pueblos. Si, pues, el
mundo no quiere perecer, vuelva al temor ; esta es la primera ley
de su conservación , la primera condición de su felicidad (3).

(t) Acl., 11 , 38.


(S), Act., xvii, 30.
(3) Timeat Domimim omnis térra.... Beatus vir qai timet Dominnm.
(Pe. xxxn etcxi.).
CAPÍTULO XXVII.

E21 don de temor.

Sumario.—Los siete dones del Espíritu Santo opuestos á los siete pecados
capitales —Luminoso punto de vista —Lo que es el don de temor.—Sus
efectos ; respeto á Dios , horror al pecado.—Su necesidad : él nos da la
libertad, librándonos del temor servil.—Del temor mundano.—Del temor
carnal.—Nos arma contra el espíritu de soberbia.— Qué sea la soberbia y
lo que produce.

Cuando Isaías da á conocer á la tierra los dones del Espíritu San


to , no los llama Dones , sino Espíritus . Santo Tomás nos ha manifes
tado la completa exactitud de este lenguaje , al demostrar que los
dones del Espíritu Santo son como el soplo perenne del Espíritu sep-
tiforme, que pone en movimiento todas las virtudes y todas las poten
cias del alma. Uno de los últimos represenlantes de la gran teología
de la Edad Media , San Antonino , conserva la misma denominación.
«Los siete dones del Espíritu Santo, dice este ilustre Doctor , son los
siete Espíritus enviados por toda la tierra contra los siete espíritus
malos de que nos habla el Evangelio. El Espíritu de temor echa fuera
el Espíritu de soberbia. El Espíritu de piedad arroja al Espíritu de
envidia. El Espíritu de ciencia rechaza al Espíritu de ira. El Espíritu
de consejo hace huir el Espíritu de avaricia. El Espíritu de fortaleza
repele al Espíritu de pereza. El Espíritu de inteligencia va contra el
Espíritu de gula. El Espíritu de sabiduría enfrena al Espíritu de lu
juria (1).i

(1) Haec dona sunt septem Spiritus missi in omnem terram contra sep
tera Spiritus nequam , de quibut dicitur. (Ma llh . , ni . )— .... Donum timoris
expellit superbiam.... donum pietatis expellit spiritum invidiae.... Spiritus
scientiae repellit spiritum ¡rae.... Spiritus consilii fugat spiritum avaritiae....
Spiritns fortitudinis illuminat spiritum tristem accidiae ... Spiritus intelleotus
removet spiritum gulas.... Spiritus sapientiae obruit spiritum luxuriae...
(Summ. Iheolog., iv p. , tit. x, c. i, § 4.)
á80 TBATA.DO DEL ESPÍBITU SANTO.
Este luminoso golpe de vista nos descubre , ya la naturaleza ínti
ma de los siete dones del Espíritu Santo , ya el papel necesario que
representan , ya el inmenso lugar que ocupan en la obra de la reden
ción humana. El santo Arzobispo revela y justifica con una sola pala
bra todo el plan de nuestra obra. En efecto : dos espíritus opuestos se
disputan el imperio del mundo. Haga lo que quiera , el hombre vive
necesariamente bajo el imperio del espíritu bueno ó bajo el del malo.
Jesucristo ó Bel ial; no hay medio. Tales son las verdades, funda
mento de toda filosofía, luz de toda la historia , que nosotros no nos
cansaremos de demostrar. Pues bien : según la revelación del mismo
Verbo, el Espíritu malo, Satanás, va acompañado de otros siete espí
ritus peores que él. Estos espíritus nos son conocidos por sus nom
bres y por sus obras.
Por sus nombres : en lenguaje católico se llaman : espíritu de so
berbia, espíritu de avaricia, espíritu de lujuria , espíritu de gula,
espíritu de envidia, espíritu de ira, espíritu de pereza.
Pot sus obras : ellos son los inspiradores y fautores de todos los
pecados, de todos los desordenes privados y públicos, de todas las
vergüenzas , de todas las bajezas ; por consiguiente , la causa ince
sante de todos los males del mundo ¿Quién de nosotros no ha sido
objeto de sus ataques? ¿Quién no ha sentido más de una vez su ma
ligna influencia? Crueles, astutos, infatigables, nos asedian y fatigan
día y noche. Es evidente que el hombre , abandonado á si mismo, es
demasiado débil para sostener la lucha ; testigo la historia de los par
ticulares y de los pueblos que se sustraen á la influencia del Espíritu
Santo.
Así , uno de los dogmas más consoladores de la religión es el
que nos muestra al Espíritu del bien viniendo en socorro del hombre,
con siete espíritus ó siete potencias opuestas á las siete fuerzas del
Espíritu del mal. Estos siete espíritus auxiliares nos son igualmente
conocidos por sus nombres y por sus obras.
Por sus nombres : se llaman el Espíritu de temor de Dios, el Espí
ritu de consejo, el Espíritu de sabiduría, el Espíritu de entendimiento,
el Espíritu de piedad, el Espíritu de ciencia y el Espíritu de fortaleza.
Por s us obras : son los inspiradores de todas las virtudes públicas
y privadas , los promovedores de todo género de sacrificios , de todo
lo que honra y embellece á la humanidad , por consiguiente , la causa
incesante de todos los bienes del mundo (i). Para decirlo en dos pala-
(1) Ñeque enim est ullura omuiuo donum absque Spiritu Saneto ad crea-
turam perveniens. (S. flase'í., Dt Spir. Sanct., p. 66.)
EL DON DE TEMO a. 281
bras, el género humano es un gran Lázaro, herido con siete heridas
mortales ; un soldado débil , atacado noche y dia por siete enemigos
formidables. El Espíritu de los siete dones se convierte en infalible
médico del Lázaro, propinándole los siete remedios exigidos por sus
llagas; en auxiliar victorioso del soldado, poniendo á su disposición
siete fuerzas divinas opuestas a las siete fuerzas infernales. .
Al dibujar con esta, exactitud la condición del hombre sobre la
tierra , ¿ puede la teología católica , que es también la verdadera filo
sofía , dar una idea más dará de los siete dones del Espíritu Santo,
y hacer sentir mejor su necesidad absoluta, é inspirar á las naciones,
lo mismo que á los individuos , un temor mas serio do perderlos?
Quedan por explicar en si mismos y en su oposición con cada uno
de los pecados capitales todos estos dones admirables. El primero que
se presenta es el temor. Con el fin de dar una idea práctica del mis
mo , vamos á responder á tres cuestiones. ¿ Qué os el temor ? ¿Cuáles
son sus efectos ? ¿ Cuál es su necesidad ? i
i.° ¿ Qué es el don de temor ? El temor es un don del Espíritu
Santo que tíos Mee temer á Dios como d un padre , y huir del peca
do, porque le desagrada (1). Este precioso temor no es ni el temor
servil , ni el temor mundano , ni el temor carnal. Aunque Dios sea su
objeto, este don no es contrario á la esperanza. La esperanza tiene
dos objetos: la dicha futura y los medios de llegar á ella. También
son dos los objetos del temor : el mal que el hombre teme , y lo que
puede ocasionarlo. En el primer caso, Dios, siendo como es bondad
infinita , no puede ser objeto del temor ; en el segundo puede serlo.
En efecto : Él puede castigarnos por nuestras faltas , y apartarnos de
Si por toda la eternidad. En este sentido , Dios puede y debe ser te
mido. Tal es el don de temor en si mismo. Veamoslo en sus relacio
nes con el alma.
Los Doctores de la Iglesia han visto en los siete días de la creación
la figura de los siete dones del Espíritu Santo. Como en cada dia de
la semana primitiva el Verbo hacia salir una nueva criatura de los
elementos preparados por el Espíritu Santo , asi en la semana que se
llama la vida , cada -uno de los dones del Espirita Santo embellece al
mundo moral , al hombre , con una nueva maravilla. Cuando llega al
(1) Timor filialia est donum Spiritus Sancti , a gratia in voluntate fluena,
quo quia disponitur ad prompte at faciliter ssquendum motionem Spiritus
sancti , qua movet aliquem ut es amoro revereatur Deum tanquam Patrem,
et tnneat illum offendere atque ab eo separan. i Vi ntr , Intíit., etc.,c. xiII,
§8, v. 2.)
282 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
alma cualquier don del Espíritu Santo, se puede aplicar con toda ver
dad la palabra del Profeta : «Enviarás tu Espíritu y todo será creado
y renovarás la haz de la tierra. » De este modo, la venida del soplo di
vino es, lo mismo para el hombre que para el mundo, una hora
solemne de creación y regeneración. Justifiquemos esta bella armonía,
y comencemos por el don de temor.
El hombre caído está tan hundido en las cosas de los sentidos , que
pasa al lado de las más alias verdades del orden moral sin verlas , ó,
si las entrevé , apenas le causan ninguna impresión. Pero cuando el
Espíritu de temor de Dios desciende sobre él , pasa en su alma algo
parecido al estampido del trueno en una noche oscura. Este trueno,
que todo lo hace temblar, es precedido de un relámpago que rasga
las negras nubes é ilumina el horizonte. Esto mismo sucede en el
corazón del hombre cuando entra en él el Espíritu de temor de Dios.
Como luz repentina, disipa las tinieblas y hace ver con claridad la
grandeza de Dios y la fealdad del pecado. Como fuerza , produce en
el alma un impulso que la conmueve profundamente. «Mira la tierra,
dice el Salmista, y la hace temblar (cin).» Esta tierra es el corazón
del hombre. De esta tierra, repentinamente iluminada y fuertemente
removida, se vea salir, como dos plantas inmortales , un profundo
respeto á Dios y un horror extremo al pecado; lo que vamos á cono
cer estudiando la segunda cuestión.
2." ¿Cuáles son los efectos del don de temor de Dios ? Como se
acaba de indicar, el don de temor produce dos efectos: respeto á
Dios y horror al pecado (1).
Respeto á Dios: no un respeto ordinario , de- la razón mas bien
que del corazón, sino profundo, universal y práctico. A los ojos del
alma llena del Espíritu de temor, sólo Dios es grande; ante su auto
ridad, desaparece toda autoridad ; ante su majestad, se eclipsa toda
otra majestad: ante sus derechos , no hay otros derechos, ni ante su
servicio otro servicio, ni ante su palabra otra palabra , ni ante sus
promesas otras promesas, ni ante sus amenazas otras amenazas, ni
ante sus juicios otros juicios.
El alma no contempla solamente a esta majestad infinita en si
misma , sino que la ve reflejarse en todas las demás potestades esta
blecidas por Dios, potestades religiosas y sociales, potestad parterna y

(I) Et eic liabetfdonum timoris) dúos actnset per consequens dúo objecia.
ActuB sunt timare et revereri. Objectum primum est malum cutpae. Sccun-
dum est bonitas et dignitas Patris. (Vig., cap. un , § 8, v. 2.)
EL DON DE TEMOR. 283
civil , potestades superiores ó inferiores ; la ve en todo lo que lleva
el sello de lo divino, en el hombre y en el mundo.
De aquí nace el respeto á la Iglesia , á las Santas Escrituras , á la
tradición, á las ceremonias, los templos , losdias y las cosas de Dios :
respeto al alma y á cada una de sus facultades ; respeto al cuerpo y á
cada uno de sus sentidos; respeto al prójimo y á su fe , sus costum
bres, su vida, su reputación, sus bienes , su debilidad, su pobreza ;
respeto á su ancianidad, su superioridad y todos sus derechos.
Respeto á las criaturas. Para el discípulo del crisma , ahimnus
chrismatis, todas son sagradas, todas vienen de Dios, son de Dios
y han de volver á.Dios. Usa de todas y de cada una de ellas ; pero
con espíritu de dependencia , porque ninguna es suya ; con espíritu
de temor, porque tendrá que dar cuenta de todo; con espíritu de
agradecimiento, porque todo es un beneficio, hasta el airo que respi
ramos. Como se ve, el don de temor de Dios es el fundador de lo que
siempre es tan necesario, y especialmente en el mundo actual ; la re
ligión del respeto.
Horror del pecado. Tiradas al don de temor , el alma se encuentra
de repente en otro estado : ya no se conoce á si misma. Los grandes
dogmas de la majestad de Dios y de la enormidad del pecado, de la
muerte, del juicio, del purgatorio y del infierno, que poco ha esta
ban para ella en la oscuridad ó sólo á media luz, brillan con esplen
dor tan vivo , que exclama con Santa Catalina de Sena : »Si yo viera
á un lado un mar de fuego , y al otro el más pequeño pecado , antes
me arrojaría mil veces al fuego, que cometer el pecado.»
Pasmado de no haber visto siempre lo que ahora ve, afligido de no
haber sentido siempre lo que siente ahora , el cristiano enriquecido
con el don de temor de Dios , exclama con toda la sinceridad de su
asombro y con toda la fuerza de su sentimiento : ¿Quién no os te
merá , Señor, y quién osará ofenderos? Solo vos sois grande, y santo,
y bueno, y poderoso. Vos sois el soberano Señor de la vida y do la
muerte, y juez supremo de los reyes y de los pueblos ; Vos revisáis
todos los juicios y juzgáis todas las justicias ; Vos, en cuyas manos
es cosa horrible caer , Dios vivo , que , después de hacer morir el
cuerpo, podéis precipitar el alma en el infierno; Vos, que no pu-
diendo sufrir ni siquiera la vista de la iniquidad , la perseguís , hace
seis mil años, con castigos espantables en los ángeles y en los
hombres , y la castigaréis con horribles suplicios por toda la eter
nidad.
Tales son, y más enérgicos todavía , los sentimientos del alma
284 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
penetrada del Espíritu de temor de Dios. Si nada hay más noble , nada
es tampoco mas indispensable.
3.° ¿Cuánta es la necesidad del don de temor? Esto es lo mismo
que preguntar si el hombre necesita ser cuerdo y trabajar en la salva
ción de su alma ; pues el temor es la primera condición de la cordura
y de la salud (1). Es lo mismo que preguntar si el hombre necesita no
perder nada de lo que, haciéndole hombre, le impide confundirse con
la bestia ; pues el temor de Dios hace al hombre y á todo el hom
bre (2). Es, en liu , lo mismo que preguntar si el hombre tiene nece
sidad de conservar su libertad y su dignidad de hombre y de cris
tiano. En efecto: hay que persuadirse hiende ello : el Espíritu de
temor de Dios es el único principio de la libertad y el único guardián
de la dignidad humanas. Y la razón es que solo él nos libra de todo otro
temor; El hombre, quionquiera que sea , está expuesto á tres clases
de temor; al temor servil, al temor mundano y al temor carnal. Uno
sólo de éstos es bastante para convertir al hombre, aunque sea empe
rador ó rey, en un esclavo, y esclavo degradado.
El temor servil es el que hace respetar á Dios, sólo por miedo ; y
huir del pecado , solo por el castigo (3). Fúndase en el amor de sí
mismo : este amor no es malo por su naturaleza , porque no es con
trario a la caridad ; y no es contrario á la caridad , puesto que, en vir
tud de la misma caridad , el hombre debe amarse s si mismo después
de Dios , y más que á los otros ; por consiguiente, debe temer y evi
tar el mal del alma y del cuerpo. El temor servil , pues , nacido de
este amor personal , no es malo en si mismo. Antes al contrario, una
de las funciones principales de los profetas fué llenar de él el corazón
de los pecadores.
«Cuarenta días quedan aún , clamaba Joñas a los Nini vitas , y Ni-
nive será destruida (4).» Y Dios aprobó la penitencia de éstos, aunque
nacida de temor servil. «Raza de víboras, decía San Juan Bautista á
los Judíos obstinados , ¿ quién os ha enseñado á huir de la ira venide
ra?.... Puesta está ya la segur a la raíz de los árboles. Todo árbol
que no hace buen fruto , cortado será y echado en el fuego (5). » Nues-
(1) Initíum sapieotiae timor Domini. (Ps. ex.)—Cum melu et (remore
salutem vestram operamini. (Philip., n, 12.)
(2) Deum timo et mandata ejus observa; hoc est enim omnis homo.
(Beel., ni , 13.)
(3) Timere Deum propter malum poenae , est timor servilis. (Vigier.,
c. xiii , § 8.)
(4) Jan., m , 4.
(5) Matth., ni , 10; Lto., ni , 7-9.
EL DON DE TEMOR. 285
tro Señor mismo , ¿ cuántas veces no atacó esta fibra del temor servil
para atraer los pecadores á penitencia ? Ahora les recuerda el infierno
con sus braseros eternos y sus tinieblas exteriores ; ahora les presenta
la parábola de la higuera estéril y del rico avariento ; ahora amedrenta
sus oidos con estas terribles palabras : «Si no hacéis penitencia, pere
ceréis todos sin excepción (1). >
El temor servil no es , pues, malo por su propia naturaleza. Si se
hace malo, cuando el hombre, constituyendo en si mismo su último
fin , no respeta á Dios ni evita el pecado , sino en razón de su interés
personal. Semejante disposición , esencialmente contraria á la cari
dad, constituye la servilidad del temor y hace al hombre esclavo, y
equivale á decir : Si Dios no tuviera el rayo en su mano, si no hu-»
biese infierno, yo pecana. Es el razonamiento del esclavo, que teme
el látigo, pero no ama á su amo ; de los Judios idólatras al pie del
Sinai ; de los paganos de Samaría , á quienes se llamó con razón los
prosélitos de los leones ; del malvado Antíoco á la vista de los terrores
de la muerte ; de tantos y tantos cristianos que conculcan las leyes de
Dios y de la Iglesia , porque no ven sanción alguna penal para sus
provaricaciones; ó que se abstienen de conculcarlas, porque creen
entrever esa sanción, y únicamente por esto (2). Inútil seria insistir
sobre lo vergonzoso y culpable que es el temor servil (3).
Temor mundano es el que se concibe por la pérdida de los bienes
(4) Imc., xiii , 3.
(2) Timor servilis est malos non qnidem secundum se , sed secundum
eervilitatem ei annexam. Servilitas aotem timoris in eo consistit quod non
propter Deum , ñeque propter seipsum in ordine ad Oeum , sed contra Deum,
nt malum poenae eyadat , operatur quod chantas reprobat. In hoc enim quis
dicitur esse servus , qui non causa sui operatur , sed quasi ab extrínseco
motus. (Vigier., cap. xm , § 8, ▼. 1.)
(3) Conviene aclarar más este punto , tan delicado como importante por
loque ge roza con la Confesión. El temor servil consiste suhstaacialmente en
el temor de la pena. Pero se distinguen dos clases : el temor simplemente
servil y el servilmente senil. Con el primero de tal modo se teme la pena , que
se detesta el pecado ; es , por consiguiente , contrición ; la cual , aun siendo
imperfecta, si va unida con la confianza en la misericordia divina y con la
resolución de hacer las demás cosas necesarias, dispone al hombre para que
se le perdonen los pecados en el sacramento de la Penitencia. Con el otro
temor, que se llama servilmente servil, de tal modo se teme la pena , que queda
la voluntad de pecar si no hubiera castigo; no es, pues, detestación, ni
dolor del pecado, no es contrición. El primero produce el cambio de la volun
tad de mala en buena: el segundo, no. (Véase Perrone, Proel. Theol., tract.
de Poenil., cap. u.) (Ñola del Traductor.)
286 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
del mundo, riquezas, dignidades, honores y otros semejantes (1); el
cual , aunque en si mismo es inocente, cesa de serlo cuando nos arras
tra al pecado por evitar la pérdida de las ventajas temporales. La his
toria está llena de las crueldades, cobardías, bajezas , traiciones, en
venenamientos, asesinatos, conciencias vendidas y crímenes de todo
género que el temor mundano ha hecho cometer.
Faraón ve que se multiplican los hijos de Israel , teme por su reino,
y ordena la matanza de todos los recién nacidos de los Hebreos. Jero-
boán , rey de Israel , teme que las diez tribus , si van á adorar al ver
dadero Dios en Jerusalén, se aparten de su cetro; las arrastra , pues,
á la idolatría , y los hijos de Abraham tendrán que postrarse , bajo
pena de muerte, ante los becerros de oro desde Dan hasta Bersabé.
Herodes sabe por los Magos el nacimiento del Rey de los Judíos : el
temor de perder su corona lo induce á degollar á todos los niños de
Belén y sus cercanías. En el tiempo de la Pasión, los sumos sacer
dotes tienen miedo á los Romanos, y por no perder sus dignidades,
su fortuna y su poder, decretan la muerte del Hijo de Dios. Pilatos
reconoce y proclama la inocencia del Señor, y hasta resiste al furor de
los Judios. Pero Pilatos teme perder la amistad del César y con -ella
el empleo; hace, pues, traición á su conciencia y entrega la sangre
del Justo.
No hay un reino, ni antiguo ni moderno, que no presente algu
nas y aun muchas de estas iniquidades públicas , de estas ilustres
ignominias, hijas del temor mundano ; y si descendemos á un orden
menos elevado,' ¿quién será capaz de contar las adulaciones vergon
zosas , las abdicaciones de conciencia y de carácter, las intrigas cul
pables, las injusticias, las crucifixiones de la verdad, las afecciones
hipócritas de los menguados Pilatos y de los Giezi codiciosos y cu
biertos de lepra, siempre tan numerosos en épocas como la nuestra,
en que todo se vende porque se compra todo (2) ?
Descendamos todavía y preguntemos á esas muchedumbres de
jóvenes, hombres y aún mujeres, ¿ por qué vuelven la espalda á la
religión y abandonan hasta sus más sagrados deberes como la fre-

(1) Timor mundanus estquo quia timet temporalia amiltere, ut divitias,


dignitates, et hujusmodi. (S. Anión., p. iv, tit. xrr, c. II.)
(2) Omnes cupidi , omnea avari , Giezi lepram cum divitiis sais posident.
et male quaeaila mercede , non tam patrimonii facultatem quam thesaaram
criminum congregaveruat aeterao cruciatu et brevi fructu. (S. Amor., apud
S. Antón., tit. xiv , c. II.)
t
EL DON DE TEMOR. 287
cueucia de sacramentos y la santificación del domingo ? ¿ Por qué
sonríen á las palabras , se conforman con las modas y se someten a los
usos que su conciencia reprueba? No hay uno de esos- tránsfugas
que no tenga que confesarse esclavo del respeto humano , esto es, del
temor mundano.
El temor carnal es el temor de las incomodidades corporales , de
las enfermedades y la muerte. Este temor, conteniéndose dentro de
ciertos limites, no liene nada de reprensible : hacese culpable cuando,
por evitar los males del cuerpo , nos arrastra á sacrificar por el pe
cado los. bienes del alma (1). Nada es mas culpable, nada más degra
dante , nada más común que el temor carnal tomado en el mal sentido.
Nada más culpable. El Salvador es atado , llevado á la casa de Cai
fas y entregado sin protección á los tratamientos indignos de la solda
desca.— Tú eres discípulo de ese hombre, le dicen á Pedro los criados
del sumo sacerdote. Á estas palabras, el temor carnal se apodera de
Pedro , teme para si la suerte de su Maestro , y Pedro se hace rene
gado , renegado público, blasfemo y perjuro.... ¡ Cuantos Pedros se
han visto en el transcurso de los siglos !
Nada más degradante. En la boca del esclavo del temor carnal tie
nen su verdadero lugar las palabras del Profeta : «Miedo de muerte
cayó sobre mí : temor y temblor vinieron sobre mí ; y cubriéronme
las tinieblas (2).» La vista de los suplicios y aun de los instrumentos
del suplicio, el miedo del dolor, la aprensión de la muorte, hacen
perder el juicio. En este estado, la's denegaciones , las protestas , los
juramentos , las promesas , nada hay tan indigno que no esté dis
puesto á hacer y que no haga el esclavo del temor carnal. Por sal
var lo menos , sacrifica lo más ; por evitar penas pasajeras , se hace
reo de las eternas ; por preservar el cuerpo , entrega su alma , y asi
pierde el uno y la otra.
Nada más común. Hasta en los casos ordinarios de enfermedades
y dolencias , ¿de qué no es capaz el esclavo del temor carnal? ¿No se
le ha visto y se le ve todos los días recurrir á medios vergonzosos é
ilícitos, sea para prevenir molestias corporales, sea para recobrar una
salud que el dueño soberano de la vida tiene á bien no concedérsela

(I) Timor dicitur carnalu quo scilicet qais ita timet incommoda carnis
ral etiam moriem ipaam , quod Deum offendit mortaliter contra aliquod
praeceptorum faciendo, vel venialiter praeter praecepta agendo. (S. Antón.,
ubi mpra, c. m.)
(i) P». Liv , 5-6.
288 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
completa? ¿Qué son , hoy más que nunca , todas esas adoraciones de
la carne, toda esa molicie de las costumbres y de la educación , toda
esa cobardía en presencia del deber , todo ese horror á la pena y la
mortificación , todo ese refinamiento anticristiano de lujo y bienestar,
todas esas consultas módicas de médiums más que sospechosos ? Los
frutos del temor carnal.
El primer beneficio del don de temor de Dioses librarnos de estas
vergonzosas tiranías. El temor servil con el egoísmo que lo inspira,
con las desconfianzas y los sombríos terrores que lo acompañan , des
aparece ante el temor filial. El que posee este último, encontrando
dentro de si mismo el testimonio de que es hijo de Dios, teme á Dios
como un hijo teme a su padre. Su temor va siempre acompañado de
confianza y amor. Este doble sentimiento no le abandona jamas , ni
siquiera cuando ha cometido faltas ; es entonces el pródigo que vuelve
á su padre.
En cuanto al temor mundano y al carnal , no ejercen sobre él su
ilegítimo imperio. El temor filial los domina , los absorbe ó entera
mente los echa fuera. Nada teme, nada siente, nada deplora masque
una cosa , el pecado. Y éste lo teme, lo siente y lo deplora , no por
interés egoísta , sino por amor de Dios y por respeto á su majestad.
La conclusión es que para ser hombre de carácter é independiente,
se necesita ser cristiano temeroso de Dios , y sólo de Dios. En otros
términos , la verdadera fórmula de la libertad y dignidad del hombre
está en aquel conocido verso :
tTemo á Dios, querido Abner, y no tengo otro temor.»

¿ Se quiere comprender , desde el punto de vista puramente hu


mano , la necesidad y las ventajas del don de temor de Dios? Basta
recordar que el hombre, sea como fuere, no puede vivir sin temor.
Si no teme á Dios , teme á la criatura. Pues bien : todo hombre que
teme á la criatura , es un esclavo. Su libertad , su dignidad , su con
ciencia son de aquel á quien teme ; y fuera de Dios , el que es temido
de otros no puede menos de ser un tirano.
He ahí lo que debería comprender y no comprende el que tiene la
pretensión de hacerse libre sacudiendo el yugo de Dios. He ahí loque
nuestro siglo debiera comprender y no comprende. Para conquistar la
libertad , tiene fiebre de revoluciones. Éstas se multiplican , y cada
una de ellas le remacha más fuertemente las cadenas de la. esclavitud
al cuello y en las manos. Esta esclavitud será más y más dura , más
EL DON DE TEMOR. 289
y más vergonzosa , más y más general , á medida que el mundo com
prenda menos que el don de temor de Dios es el principio de la libertad
moral , y que la libertad moral es madre de todas las demás. Donde
está el Espíritu Santo , alli está la libertad : ubi Spiritus Domini , ibi
libertas, y no está más que alli.
El segundo beneficio del Espíritu de temor es armarnos contra el
espíritu de orgullo (1).
Si el Espíritu Santo tiene siete dones santificadores del hombre
y del mundo , el demonio tiene también sus siete dones , con los que
corrompe al mundo y al hombre. Cada don de Satanás es la negación
ó la destrucción de un don paralelo del Espíritu Santo, y tomados en
su conjunto los dones satánicos , forman la oposición adecuada de la
economía de nuestra deificación. De aquí resulta que la guerra sin
tregua de estos espíritus contrarios , es toda la vida de la humanidad.
Asistamos un instante á esta guerra , cuyo objeto somos nosotros.
El primer don que el Espíritu Santo nos comunica es el temor.
¿ Qué hace el don de temor ? Ante todo , nos hace pequeños debajo de
la mano poderosa de Dios. Del sentimiento intimo de nuestra nada y
de nuestra culpabilidad brota la humildad. Esta virtud , madre y
guardiana de todas las virtudes , maler custosque virtutum , produce
á su vez la desconfianza de nosotros mismos , de nuestro juicio, de
nuestra voluntad , la vigilancia de nuestro corazón y nuestros senti
dos , el fervor eu nuestras relaciones con Dios , la modestia , manse
dumbre é indulgencia respecto al prójimo ; todas esas disposiciones,
hijas del don de temor, son el cimiento del edificio, que vienen á
concluir sobreponiéndose los otros dones del Espíritu Santo (2).
Por donde aparece evidente , que constituyéndonos el espíritu de
temor dentro de la verdad , debía sernos comunicado el primero, y
que la primera enseñanza que saliera de la boca del Redentor debía
de ser la de la humildad (3).

(1) Per doDum timoris Domini Spiritus Sanctus superbiam ab nomine


expellit, et Deum humiliter introducá. (S. Bonos., Dt septem donie , etc.)—
Donum enim timoris expellit auperbiam , quia timor facit hominem humi-
liari ei qucm timet. (S. Anión., t. x , c. i.)
(2) llorum donorum primas est timor Dei , veluti aliorum quoddam
fundamentum : hunc namqae Spiritus Sanctus in campo mentís supponit alia-
que dona in suo ordine veluti in aedificationem superimponit. (S. Amelm.,
De Similitud., c. cxxx.)
(3) Malth., v, 3, et ii, 29.
TOMO II. 19
290 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En virtud del antagonismo perpetuo que tantas veces hemos se
ñalado, no es menos evidente que la primera gota de virus que el
demonio destilará en las almas , será lo contrario de la humildad , el
orgullo. ¿ Por qué ? Porque el demonio es el padre de la mentira , y
el orgullo es la mentira. ¿ Qué hace el orgullo? Nos saca de lo ver
dadero y nos constituye en lo falso. Falso respecto á nosotros mismos;
no somos nada , y el orgullo nos persuade de que somos algo, nos
infla , nos levanta , nos inspira preferencias injustas, y nos llena de
confianza y complacencia en nosotros mismos.
Falso en lo tocante á Dios y al prójimo. Cuanto más el orgullo nos
exalta á nuestros propios ojos , más debilita en nosotros el sentimiento
de nuestras necesidades y el conocimiento de nuestros deberes. Para
el orgulloso se acabó la oración seria , se acabó la vigilancia severa y
sostenida , se acabó el pedir o aceptar consejos : lleno de si mismo, lo
sabe todo , lo ha visto todo, y se basta en todo : él y siempre él. Pre
sumido, con aire de juez , altanero, bajo con el fuerte , déspota con el
débil , egoísta , pendenciero, cruel , disputador, fastidioso para todos
ó ingobernable , viene á ser la prueba viviente de aquella verdad : que
el orgullo es la deformación mis radical de la naturaleza humana (1).
Esta deformación conduce a la disolución de todos los lazos socia
les y origina la religión del desprecio, negación adecuada de la religión
del respeto. El adepto de esta religión satánica lo desprecia todo, a
Dios, sus mandamientos, sus promesas y sus amenazas ; á la Iglesia,
su palabra, sus derechos y sus ministros ; á sus padres , su autoridad,
su ternura, sus canas; desprecia, en fin, «1 alma, el cuerpo, y
todas las criaturas. Usa y abusa de la vida , como si fuese propietario
de ella y propietario irresponsable. Tal era la religión del mundo pa
gano ; tal vuelve á ser inevitablemente la del mundo actual , á medida
que pierde el don de temor de Dios. Religión del respeto ó religión
del desprecio ; no hay medio.
Sin embargo, está escrito que la humillación sigue al orgullo

(1) Fili, sine oonsilio nihil facías et poat factum non poenitebit. fEeeS.,
xxx, 2i.)—Qui autem confiditin cogitationibus suis, impie agit. (Pmc., xu.
2.)—Novitjustus jumentorum auorum animas; viscera autem impiorum eru-
delia. ('Pror., xu, JO.)—Via stulti recta in oculis ejus ; qui autem sapiens es:
audil consilia. (Prov.. xu , 15.)—Filius sapiens doctrina Patris ; qui autíia
illusor est , non audit cum arguitur. (Prov., xm , i.)—Inter superbos semper
jurgiasunt, qui autem regunt omnia cum consilio reguntur sapientia. fli ,
xm, 10.)—Odibilis coram Deo est et hominibus superbia. fEneli., x, 7.)
como la sombra al cuerpo (1). Humillación intelectual ; el falso juicio,
el error, la ilusión. Humillación moral ; la impureza con todas sus
vergüenzas. Humillación pública ; Aman espira sobre un madero de
cincuenta codos de alto : Nabucodonosor se ve transformado en bes
tia. Humillación social ; la antigüedad pagana pasa todo el tiempo de
su existencia forcejeando entre el despotismo y la anarquía. Humilla
ción religiosa ; el inundo y el hombre pagano yacen inevitablemente
postrados á los pies de ídolos inmundos y crueles. Y bien : librar á la
humanidad de semejantes ignominias, ¿no es nada? ¿Quién la libra?
El don de temor de Dios. ¿Habremos , pues , de preguntar si es ne
cesario, especialmente en nuestros dias?

(I) Ubi fuerit auperbia , ibi erit et contumelia. (Prov., xr, 2.)
CAPÍTULO XXVIII.

El doxi de Piedad.

Sumario.'-t.o que es el don de piedad.—En qué se diferencia de la Virtud,


de la religión y de la caridad.—Dos objetos del don de piedad : Dios y el
hombre.— Sus efectos respecto á Dios.— Respecto al prójimo : obras de
misericordia , corporales y espirituales.—Necesidad del don de piedad :
opuesto al espíritu de envidia. — Lo que es la envidia.

El don de temor os el primer grado de la escala misteriosa que


debemos recorrer para volver á Dios : el segundo es el don de piedad.
El temor que viene del Espíritu Santo, como tiene algo de filial , con
tiene en germen el don de piedad , que brota de aquél como su pri
mera flor y primer fruto. Para dar un conocimiento práctico de este
nuevo beneficio , responderemos á tres preguntas : ¿ Qué es el don de
piedad ? ¿ Cuáles son sus electos ? ¿Cuál su necesidad?
I. ¿Que es el don de piedad '? La piedad es un don del Espíritu
Santo, que nos llena de afección filial para con Dios y nos hace hon
rarlo como Padre (1). San Pablo canta este don delicioso, cuando dice:
«No habéis recibido espíritu de servidumbre para que viváis todavía
dominados por el temor ; sino que recibisteis el espíritu de adopción
de hijos, con el cual clamamos diciendo: ¡ Padre mío, Padre mío (3) !»
Así, el don de piedad , igualmente que el de temor, obra en el alma
una nueva creación. Si el hombre es poco sensible al temor de Dios,

(!) Donum pieta'.i* est habitu? in volúntate liominis infusus, ad prompte


et facjüler eequendum .«pccialem instinclum Spiritus Sancti, qui in repenti-
nis mevet eam, ut affectu filiali feratur in Deum ut Patrem ; et exhiLcat
cuW'.m et honorem Deo ut Patri. (Vijitr., c. xu , I , § 6.)
(2) Rita., vin , 15-10.
EL DON' DE PIEDAD. 2U3
lo es todavía menos á su amor. La insensibilidad del corazón es uno
de los mayores obstáculos para la salvación. Mas cuando sobreviene
el Espíritu de piedad , el corazón se cambia de repente; este espíritu
.hace en el corazón lo que el fuego hace en la cera. El fuego ablanda
la cera , la pone en disposición de recibir toda suerte de impresiones,
y además la derrite y la hace correr como el agua y el aceite (1).
Este milagro del don de piedad lo distingue de la virtud de la re
ligión y constituye su superioridad. Por la virtud de la religión, el
hombre honra á Dios como Criador y soberano Señor de todas las
cosas; por el don de piedad lo honra como Padre. La virtud de la re
ligión ve en Dios la majestad ; el don de piedad ve , además de la
-majestad , la paternidad. La virtud de la religión nos hace adorado
res respetuosos ; el don de piedad nos hace hijos respetuosos y aman
tes , y que tenemos respeto precisamente porque tenemos amor (2).
Asi , el don de piedad crea un nuevo orden de relaciones inefa
blemente dulces y nobles entre Dios y nosotros. De la clase de
criaturas nos eleva á la dignidad de hijos , y derrama en nuestro co
razón los sentimientos propios de esta filiación gloriosa , como nos da
todos sus derechos. Este favor, apenas sospechado por el Judío y com
pletamente desconocido del Gentil , arrebata en admiración al Apóstol
San Juan. «Considerad , nos dice , cuál calidad nos ha dado el Padre,
queriendo que tengamos nombre de hijos de Dios , y lo seamos (3).»
El don de piedad se diferencia también de la caridad bajo dos as
pectos ; el espíritu de piedad es el excitador de la caridad, como el
viento es el impulsor de la nave. La caridad nos hace amar á Dios,
porque es infinitamente perfecto é infinitamente bienhechor ; el don
de piedad nos hace que lo amemos, porque es padre, más padre que
todos los padres , padre de los cristianos y de todos los hombres á
quienes amamos como hermanos (4).
JI. ¿Cuáles son los efectos particulares del don de piedad? Se
cuentan dos efectos principales ó actos particulares del don de pie
dad , según los objetos respecto á los cuales se ejercita. Son estos ob-

(1) Factum eat cor meum Unquam cera liquescens in medio ventris
mei. (Ps. mi.)
(?) Considerando Deum ut Creatorem et ut l'atrem, excellcntius est
«xhibere ei honorem filiali affcclu tanquam patri , quam ut creatori et
Domino , quasi servili atfectu : et ideo donum pietatis est potius quam virtus
religionis. (Vig.,ibid.)
(3) / Joan. , m , 1.
(4) 5. Anión., xv , c. i.
29 i TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
jetos: Dios , y todo lo que al mismo pertenece , sus templos , sus mi
nistros , su palabra ; el prójimo , su cuerpo y su alma (1). Siendo Dios
el principal objeto del don de piedad , resulta de aqui que el acto prin
cipal de este don es el culto fdial , interior y exterior que damos a
Dios.
Culto interior. Se compone de todos los sentimientos de íe , espe
ranza y caridad impresos en un corazón ablandado por el fuego de la
piedad filial. Sentimientos todos que revisten un carácter particular,
difícil de explicar. En efecto: ¿cómo decir lo que son los deliquios
de amor , las resoluciones heroicas , las lágrimas placenteras , los
santos deleites , las dulces familiaridades , la confianza y las confiden
cias infantiles , las mismas quejas y los tiernos reproches del alma
que se siento hija y esposa de Dios ?
Prestemos oido atento á algunos de esos ecos. Ella le dic<" en sus ter
nuras: Mi amado para mi, y yo para él.... yo le así, y no le dejaré ¡i)-,
en sus expansiones: Preparado está mi corazón, ¡ oh Dios ! , preparado
esta mi corazón; tú eres mi herencia; fuera de ti, no hay nada para mi
ni en el cielo ni en la tierra (3) ; en sus arideces : ¿Hasta cuando me
olvidaras '? Bien ves que soy en tu presencia como un jumento , y mi
alma como una tierra sin agua (i) ; en sus tristezas : ¿Por qué apar
tas de mi tu rostro? ¿Por qué te manifiestas como dormido, oh Se
ñor ? ¿No ves que mi voz ha enronquecido á fuerza de llamarte? Pero
hagas lo que hagas , yo no me apartaré de ti sin que me bendigas (5);
en su desaliento : Aunque me mates, Señor, esperaré en ti (6) ; en
sus sufrimientos : Preciso es confesar que sois maravillosamente há
bil para atormentarme. ¿Por ventura soy yo duro como las piedras,
ó mi carne como el estaño? ¿Está bien, ¡oh Dios mió!, que descar
guéis todo el peso de vuestro poder contra una hoja seca que se lleva
el viento (7)?; en los reveses de la fortuna, ó en la pérdida délos
allegados: Cállome, Señor, y no abro mi boca, porque sois vos
quien lo ha hecho : asi sea, ¡ oh Padre mió!; puesto que asi lo habéis
tenido á bien (8) ; en sus mismas faltas : Sois mi Redentor y mi,

(1) S. Antón. , xv, c. I.


(2) CanHc, m , 4.
(3) P». lvi, 72.
(4) l'i. cxui , 12; lxiii , US.
(5) Pi. xii ii , 68; Gtn., xxxn, 26.
(tí) Job., xui , 15.
(7) Job., x, 16; vi, 12 ; XIII, 25.
(8) /'.s. xxxviii ; Matth., u, 26.
EL DON DE PIEDAD. 2!)S
Padre ; vos me perdonaréis mi pecado , porque grande es (1).
He alii algunos de los sentimientos que el don de piedad despierta
en el alma , y que dan la medida de la superioridad moral que el
mundo cristiano debe al Espíritu Santo (2).
Culto exterior. Á estos sentimientos de piedad filial corresponde
un orden de hechos privados y públicos que llevan impreso el mismo
carácter. Hechos privados : entre el Padre celestial y su hijo el hom
bre, todo se hace comiin ; tienen las mismas alegrías, las mismas
tristezas, los mismos intereses, los mismos pensamientos, el mismo
objeto. Penetrado de ternura, este hijo ama sobre todas las cosas la
gloria de su Padre. A fin de procurarla ó de repararla, todo le viene
llano, oraciones, mortificaciones, limosnas, buenos ejemplos y bue
nos consejos, trabajos, sacrificios. Cuando ve los ultrajes que se ha
cen a su Padre y las almas que el paganismo moderno le arrebata,
hácesele pesada la vida. Para hacer más ligera esta carga , se asocia
con ardor á todas las obras reparadoras. La más preciosa de todas, la
Propagación de la fe , tiene en él uno de sus más ardientes partida
rios. Ño se verifica una nueva conquista evangélica, cuya noticia no
lo inunde de alegría ; no se suscita una persecución que no lo con
mueva hasta arrancarle las lágrimas.
Si ama la gloria de su Padre , no ama menos su casa. El sonar de
la campana que lo llama, hace vibrar todas las fibras de su corazón,
y pone cu sus labios aquellas palabras de los verdaderos Israelitas :
Alegría me causa lo que se me dice : Iremos á la casa del Señor. Su
porte da á entender el respeto filial de que está poseído. La pompa de
las ceremonias, la magnificencia de los ornamentos sagrados, el

(1) h., lxhi, Í6;P». xxiv.


(2) El cristiano, hijo de Dios, en sus relaciones con el Padre celestial,
llega, gracias al don de piedad , hasta un grado de familiaridad que nos asom
bra, sin dejar por esto de ser legítima. Se echa de ve , sobre todo en sus ora
ciones. Véase una de ellas, que con sumo placer traducimos. El original ita
liano , escrito toscamente , con fallas de ortografía y de prosodia , está sacado
del devocionario de un paisano de Colle Berardi ,cercade Casamari , llegado
á Roma paralas fiestas de Pascua de 1858. Un francés recogió sin escrúpulo
alguno este papel. Las señales evidentes de un largo uso hacían creer que su
dueño lo sabía de memoria. « ¡ Eterno Padre! Os presento dos letras de cam-
»bio.—Una es la acerba Pasión de vuestro único amado Hijo , muerto por
«nosotros en la cruz. —La otra es el dolor de su Santísima Madre, que por mi
•amor y por mi culpa sufrió tan amargas penas.—Cobraos, pues, Eterno
«Padre , de estas dos letras de cambio lo que os debo, y volvedme el resto. Rifa-
ítemi il resto. »
296 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
brillo de los vasos del altar , constituyen su mas dulce espectáculo.
Lejos de considerar como una pérdida , á semejanza de los Judas an
tiguos y modernos, las ricas telas, la plata, el mármol, las piedras
preciosas que se ofreceu á Nuestro Señor en sus templos , querría,
por lo contrario , tener en su mano todas las riquezas del mundo para
regalárselas á su Padre. Tales son las disposiciones y los hechos que
en el orden privado revelan el espíritu de piedad filial.
Hechos públicos. La más alta expresión del don de piedad filial es
el culto católico que manifiesta un Océano de amor. En sus festivida
des, en sus sacramentos, en sus ceremonias, no hay nada que sea
sombrío , seco ó extraño ; todo, por el contrario, respira dulzura é
infunde confianza. Sólo el amor canta, y el catolicismo siempre está
cantando. Canta sus alegrías y sus tristezas; sus temores y sus expia
ciones, aun las más duras; canta hasta la misma muerte y los miste
rios de la tumba.
Sí, canta siempre, porque ama siempre, y su amor está siempre
respirando inmortalidad. ¿Qué dicen si no todos sus cantos, sus him
nos, sus prosas , sus prefacios ? Una sola cosa : amor. ¿ Qué son, en
efecto , sino la traducción, bajo mil variadas formas , de la divina
oración del amor filial : Padre nuestro que estás en los cielos? No se
ha visto, ni se verá jamás cosa semejante entre los paganos, ni entre
los herejes. La razón de esto está en que el espíritu de piedad no se
encuentra mas que en la Iglesia.
¡Dios mío! Nadie tan padre como vos, nadie tan tierno: Tam
pater , nemo ; tam pius, nenio (1). Ved , pues, lo que el dón de pie
dad ha venido a poner en el corazón y en los labios del género hu
mano, del género humano que durante cuatro mil años estuvo di
ciendo : «Moriré ciertamente, porque he visto a Dios (2). » ; Y ante esta
revolución, profunda como el abismo, brillante como el sol, inexpli
cable como Dios, aún hay quien venga á pedir la prueba de la ver
dad del Cristianismo y de la divinidad del Espíritu Santo!
Sin embargo, el fuego, no sólo ablanda la cera", sino que la liquida
y la hace correr : esta mismaacción ejerce sobre las almasel espíritu de
piedad. El amor filial que nos inspira hacia Dios , se difunde prime
ramente sobre lo que pertenece más de cerca á Dios ; los ángeles, los
santos , los sacerdotes (3). Para no h iblar mas que de los ministros

(1) Tertulüin., de PoeniMnt., c. VIII.


(2) Ju tic, xiII , 22.
(3) S. Antón., ubi supra.
EL DON DE PIEDAD. ¿97
del Señor, el don de piedad nos da el sentido práctico de estas pala
bras : « El que os oye, me oye á mi ; y el que os desprecia, a mi me
desprecia (i).» Y el de estas otras : «El que es adoctrinado en la pa
labra, haga participe de todos sus bienes al que lo adoctrina (2).
Para el que está iluminado por el don de piedad , no es el sacer
dote lo que, por desgracia, es para el mundo actual , ni un hombre
como otro cualquiera , ni uu extranjero, ni un enemigo de las luces
y de la libertad : sino que es el embajador de Dios , el bienhechor de
la humanidad, el maestro mas seguro, el mejor de los amigos. De aquí
la ternura filial que se encierra en el corazón de los verdaderos cató
licos hacia los padres de sus almas ; la docilidad en seguir sus con
sejos , la solicitud que pasan por sus necesidades, la dicha que expe
rimentan en recibir sus visitas, en ofrecerles hospitalidad, en hacerlos
participes, lo mismo de las alegrías que de las desgracias de familia;
las súplicas que elevan por su conservación , el celo con que salen á
su defensa ó la prisa que se dan para cubrir sus faltas con el manto
de la caridad. El espíritu de piedad filial , abarcando toda la jerarquía
sagrada , desde el Soberano Pontífice basta el último de los clérigos,
asegura la dicha de la sociedad , porque es la salvaguardia de la ley
fundamental de su existeucia : Honra á tu padre y á tu madre, y
vivirás largos años sobre la tierra.
El hijo que ama á su padre, no ama solamente á sus enviados,
sino también su palabra (3). A los ojos del cristiano , animado del
espiritu de piedad , la palabra de Dios, ya la comprenda ó no, es
igualmente querida y respetable. Sabe que le viene do su Padre y
que es la verdad ; esto le basta. Si la comprende, la acepta sin dis
cutir. Si no la comprende , pregunta su interpretación , y no á su
razón individual , sino a la Iglesia. El impio que blasfema de la Es
critura santa, el hereje que la desnaturaliza, el mal cristiano que la
desdeña , y critica y hace burla de la palabra divina , le causan horror.
Como el hijo bien nacido no lee jamas sin enternecerse el testa
mento de su querido padre , así el verdadero católico nunca lee el
Antiguo , y , sobre todo , el Nuevo Testamento , sin que su lectura le
hable al corazón. Á imitación de San Carlos , lee el texto sagrado de
rodillas ycon la cabeza descubierta, y como San Antonio, se asombra,

(I) lúa., x , IB.


(i) Galat., vi , 0.
[3) Tertiu9 actas pietatis , quae est donum , est Scripturae sacrae intel-
lecte non contradicere , cum sint verba Dei. (S. Antón., ubi supra.),
298 • TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
no de que un emperador escriba al último de sus subditos , sino de
que el mismo Dios se haya dignado de escribir al hombre. Más todavía:
á ejemplo de los primeros cristianos , lleva frecuentemente consigo
mismo el Evangelio ; y asi viaje como esté de asiento, alimento todo?
los dias con él su corazón y su espíritu.
Otro de los objetos del don de piedad , es el prójimo (1). La virtud
natural que se llama piedad filial , nos conduce á amar, no solamente
á nuestro padre carnal , sino además á todo lo que está unid* á él por
los lazos de la sangre. El espíritu de piedad lleva á cabo el cumpli
miento de este deber de un modo mucho más perfecto y dilatado.
Mucho más perfecto ; la gracia y no la naturaleza es su principio y su
móvil : mucho más dilatado ; todos los hombres son su objeto. Del
corazón donde reside el don de piedad , brota produciendo las siete
obras de misericordia corporales y las siete espirituales. Es semejante
al candelera de oro que con sus siete brazos iluminaba el templo de
Jerusalén y lo embalsamaba con los más suaves perfumes. Estas obras
hijas del don de piedad , abarcan todas las necesidades de la humani
dad. Que se cumplan fácilmente , y las sociedades tocarán á su per
fección y la tierra será un cMo. Basta nombrarlas para probarlo.
Las siete obras de misericordia corporales son :
1. a Dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Siendo el
alimento la primera necesidad del hombre, es también el primer
objeto y el primer acto del don de piedad. ¿ Puede un hermano ver
sufrir á su hermano, verlo sufrir hambre y sed , sin darle de comer
y de beber ? Pero entre el hombre que socorre á su semejante y el
cristiano que ejerce la caridad, hay una gran diferencia.
El primero obra por el móvil completamente humano de la frater
nidad natural ; el segundo por el impulso superior de la fraternidad
divina. El primero puede dar , solo el segundo se da. El primero da
a los que ama, el segundo .da aun á sus enemigos. El primero es in
constante , el segundo perseverante como el principio que le hace
obrar. Basta al primero haber dado el pan y el agua ; la dicha de!
segundo consiste en consolar al necesitado, y añadir á lo estricta
mente necesario algo más que sea compatible con sus recursos y esté
en armonía con las necesidades del pobre.
2." Dar posada al peregrino. Puede el hombre no necesitar pan
para saciar su hambre , ni agua para apagar su sed ; pero va de viaje

(1) Quarluo actué ejus est constitutia in miseria subvenire. (S. Ant., ubi
sujtra.)
EL DON DE PIEDAD. 299
y es extranjero , se cierra la noche , y no tiene abrigo ni medios de
procurárselo. El Espiritu de piedad quiere que lo tenga , y lo tendrá.
A diferencia de la hospitalidad natural , que antes de abrir su puerta
examina los andrajos del pobre y su semblante , la hospitalidad cris
tiana lo recibe á ojos cerrados y con los brazos abiertos. Sabe que en
la persona del pobre , cualquiera que pueda ser , dispensa acogida y
albergue y abrigo al Mendigo celestial : Christus est qui in universi-
tate pauperum mendicat.
3.a Vestir al desnudo. El Espiritu de piedad filial ha dado y sigue
dando todos los dias y en todos les puntos de la tierra en que se deja
sentir, pañales al recién nacido, y al pobre vestido para cubrirse y
cama para descansar. Él hace resonar en todos los oídos cristianos
estas palabras de un gran Doctor de la Iglesia : « Al famélico perte
nece el pan que guardas en tu casa ; al desnudó, el vestido que tienes
encerrado en el fondo de tu arca ; al descalzo, ese calzado que la po
lilla se come ; al necesitado, ese dinero que tienes enterrado. Cuantos
sean los pobres que pudiendo socorrer no socorras , tantas serán las
injusticias que cometas (1).»
i." Visitar al enfermo. El mundo pagano , que contaba por miles
sus teatros, no tenia un solo hospital. Mas sopló el Espiritu de pie
dad , y el mundo se llena de palacios para recibir á las victimas de las
enfermedades humanas. Generación tras generación , estos palacios se
han poblado de ángeles visibles , cuyo risueño semblante ha conso
lado al enfermo, cuya industriosa caridad le ha procurado mil dul
zuras, y cuya mano, suave y fuerte á la vez , ha curado sus llagas ó
ahuecado la paja de su lecho. El mismo espiritu lleva , sin cesar un
solo dia , á la dama caritativa , á la discipula de San Vicente de Paul,
al asilo del sufrimiento ; y bajando asi el fuerte hasta el débil , con
tribuye , mas eficazmente que lodos los discursos , á apretar los lazos
sociales.
o.a Consolar al preso. Ordinariamente el pobre, lo mismo que el
enfermo, pueden en muchas circunstancias exponer sus necesidades
y excitar la compasión. Este recurso falta al prisionero, l'na doble ba
rrera aleja de él la caridad : los muros de su prisión y la repugnancia
que inspira. Gracias al don de piedad, los horribles calabozos del paga-

(I) Eeurientis eBt pañis ¡He quem tu apud te detines: nudi , vestís illa
quam in celia tibí servas : discalceati , calceus ille qui domi tuae putredine
corrumpitur : egeni, argentum quod humi defossum habes. Itaque tot injuria
afficis , quot tuis rebus , dum licet , non juvas. (S. Ba»U. como, iv de Elemos.)
300 TRATADO DEL ESPÍKITL" SANTO.
nismo y las fétidas mazmorras del mahometismo se han cambiado en
prisiones menos mortíferas. El prisionero no estará ya solo para devo
rar sus lagrimas y arrastrar sus cadenas , y si debe subir al patíbulo,
tendrá un brazo fraternal que lo sostenga , y un amigo desinteresado
que lo consuele y le abra el cielo en recompensa de su sacrificio.
6.a Redimir al cautivo. La Roma pagana daba al acreedor er de
recho de vender por dinero al deudor insolvente. El Espíritu de pie
dad, al soplar sobre el mundo , no solamente abolió este derecho bár
baro , sino que inspiró al mismo tiempo fundaciones consagradas al
rescate del deudor. Toda la antigüedad pagana hacia la guerra para
conquistar botín y esclavos; rara vez se rescataba á los soldados pri
sioneros. Ser vendidos como bestias de carga , inmolados sobre la
tumba de los vencedores , ó reservados para los juegos homicidas del
anfiteatro, era la suerte ordinaria que les esperaba. Gracias al don de
piedad, la guerra se ha hecho más humana ; la vida délos prisionero>
es restada , su canje ó su rescate ha venido á ser ley sagrada entre
las naciones cristianas. El cautivo cristiano , cualquiera que sea su
nombre, su condición ó su país , es para el cristiano un hermano y
amigo. Los anales de Marruecos , de Tánger, de Túnez, de Argel >
otras mil ciudades , darán eternamente cuenta de los milagros de re
dención verificados durante muchos siglos á favor de los cautivos
cristianos (i).
7.a Enterrar á los muertos. Colocar en el numero de las obras
más excelentes todo lo que más repugna á la naturaleza , es obra ad
mirable del Espíritu de piedad. Pues bien : el mundo cristiano ha
visto lo que el mundo pagano no hubiera podido jamas ni aun supo
ner : asociaciones numerosas , tales como los Celitas , consagradas a
dar sepultura á los muertos. ¡ Qué lección de respeto al hombre no se
encierra en los cuidados religiosos que aun hoy mismo deben tenerse
con los restos mortales del pobre , no menos que con los del rico!
¡Qué incesante predicación de ese dogma que es el consuelo de la
vida y la base de la sociedad , del dogma de la resurrección de la car
ne! Asi escomo el corazón del cristiano , fundido por el Espíritu

(1) Desde 1198 hasta 1787 , los Trinitarios rescataron en las costas de
Berbería AOD,000 esclavos. Por su parte los Padres de la Merced libertaron
Íi00,0i)0. Contándolos gastos de viaje y de transporte , los derechos que tenían
que pagar y otras extorsiones de dinero , el precio de un esclavo ascendía
por término medio á (¡,000 libras, lo cual para 1.200,000 da el total enorme
de 7.000,000 de pesetas. | Y aún se habla de la caridaí moJerna y de la filan
tropía! (Véanse los Anales de la Propagación de la Fe, n.° 233, p. 271, an. 1867.)
EL DON DE PIEDAD. 301
Santo , cual la cera es fundida por el Juego , se reparte para todas las
necesidades corporales del hombre , desde la cuna hasta el sepulcro.
Con igual solicitud se consagra á sus necesidades espirituales ; siete
géneros de sacrificio 6 siete obras de misericordia las alivian.
1.1 Enseñar al que no sabe. La primera necesidad del alma es la
verdad. Hacerla brillar á sus ojos es también la primera devoción que
inspira el Espíritu de piedad. La bella antigüedad no era más que un
rebaño de bestias. Las tres cuartas partes, y algo más, del género hu
mano, compuestas de esclavos , vivían sin Dios , sin fe , sin esperan
za , sin consuelo , sin otra ley que el capricho de sus amos. Estos
mismos , esclavos a su vez del Espíritu de las tinieblas , ó desdeña
ban, ó ignoraban , ó combatían, ó desfiguraban la verdad. El amor
fraternal de las almas , inspirado por el Espíritu de piedad , ha cam
biado la faz del mundo , sacándolo de la barbarie é impidiendo que
vuelva á caer en ella. Él es el que de uno á otro polo multiplica los
órganos de la verdad , y desde la entrada hasta la salida de la vida,
enciende los faros destinados a alumbrar el tenebroso derrotero de la
humanidad. Él es quien todos los dias lleva allende los mares y
establece en medio de las tribus salvajes al misionero católico y á la
hija de la caridad.
2.a Corregir al que yerra. Apenas llega el hombre al uso de la
razón , cuando ya siente en si mismo la ley de la carne ; esta potencia
funesta emplea mil solicitaciones para arrastrarlo al mal. Advertirle,
a tin de prevenir la caída; levantarlo cuando cae ; tal es , en el or
den espiritual , el segundo beneficio del Espíritu de piedad. ¿ Quién
podrá medir su extensión ? Preservar ó curar al hombre de una en
fermedad mortal , es un beneficio ; dar la vista á un ciego , es un be
neficio ; volver á poner en camino al viajero extraviado que marcha
al precipicio , es un beneficio.
Mas preservar al alma ó curarla de la lepra mortal del pecado;
abrir los ojos al pecador que no ve su desgracia , que no la quiere
ver ; hacer que acepte el consejo que rechaza, la corrección que le -
irrita, el socorro de la mano que lo detiene al borde del abismo, ¿no
es un beneficio incomparablemente más grande ? Para realizar todo
esto, ¡qué hábiles industrias , qué dulces palabras, qué sacrificios
más difíciles para la naturaleza , y qué medios inás ingeniosos nos
sabe inspirar el Espíritu de piedad ! Y , sin embargo , nunca se contará
el número de las almas, almas de jóvenes y ancianos, almas de pa
dres y de hijos, que él ha preservado ó apartado del mal , y que pre
serva ó aparta todos losjlwrs'.
\
302 TRATADO DEL ESPÍRITU SAHTO.
3.a Dar buen consejo ai que lo ha de menester. ¿Quién no tiene
necesidad de esle nuevo benelicio del Espíritu de piedad 1 El hombre
nace envuelto en tinieblas ; no tiene para guiarse más que los res
plandores inseguros de su razón vacilante. Con la edad llega á ser ju
guete de su imaginación y de sus sentidos. En las relaciones con sus
semejantes está expuesto con frecuencia á ser víctima de los artificios
de un extraño ó de sus propias perplejidades. Infeliz, si queda aban
donado á si mismo; más infeliz todavía, si no quiere admitir con
sejo. El que se constituye en maestro de si mismo , se hace discípulo de
un tonto (1).
Si por cierto : es un hecho acreditado por la experiencia , que la
necedad , hija del orgullo, conduce á la ruina. Asi , de un consejo de
pende á veces la fortuna, el honor y la salud ; por consiguiente , no
hay limosna más útil que un consejo inspirado por el Espíritu de
piedad. Aun cuando el tribunal de la penitencia uo tuviese otro ob
jeto que el de dar consejos, todavía seria digno de las bendiciones de
toda la tierra.
4. a Consolar al triste. La vida del hombre en esta tierra de prueba
no es sino una serie de sufrimientos bajo todos nombres y en todas
las formas. En tanto que la muchedumbre se apiña en derredor de los
dichosos del siglo, deja solo con sus pesadumbres al afligido. El Es
píritu de piedad proviene este acto cruel de egoísmo, inspirando al
hombre una verdadera compasión hacia el que sufre. Gracias á él,
¡qué diferencia entre el desgraciado bajo el imperio del paganismo, y
el desgraciado bajo el reinado del Cristianismo! Allí , una insensibi
lidad estoica y casi barbara ; aquí , corazones enternecidos y ojos que
lloran. Allí , cuando más, algunas palabras frias como el destino ine
xorable; aquí, palabras llenas de esperanza, que reaniman el valor
abatido y hacen la cruz ligera, llegando á veces hasta hacerla preferi
ble á los más dulces placeres. Por lo menos, ¡cuántas lagrimas dulcifi
cadas, cuántas desesperaciones evitadas, cuántos suicidios impedidos!
5. " Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos. El
consuelo nos ayuda á soportarnos á nosotros mismos; la paciencia no>
hace soportar á nuestro prójimo. Haz con tu hermano, dice el Espí
ritu de piedad al cristiano, lo que quieras que él haga contigo. Él
tiene sus defectos, tú tienes los tuyos. Si quieres que él te sufra , sú
frelo tú también á él. Llevando entre los dos la carga, la encontraréis

(1) Qui se sibi magistrum constituí! , se stulto discipulum tubdtt. fs.


Btrn.)
EL DON DE PIEDAD. 303
menos pesada; sobre todo, la haréis meritoria. El Espíritu de piedad
ha hablado, y los genios más opuestos pueden vivir juntos; y fami
lias que de otra manera serian un infierno anticipado, llegarán á ser
mansión de la concordia y vestíbulo del cielo.
6.a Perdonar las injurias. Entre sufrir con paciencia una injuria
y perdonarla de todo, corazón , hay gran diferencia. Puede callarse la
boca , y estar , sin embargo , profundamente ulcerada el alma. De
ahí los inveterados y negros rencores que hacen de la vida una ver
güenza y un tormento. Mas he aquí que el Espíritu de piedad repite
al oído del corazón herido : Perdónanos nuestras deudas , asi como
nosotros perdonamos á nuestros deudores ; y do estas omnipotentes
palabras brotan millones de milagros más grandes que la resurrec
ción de un muerto. El brazo se desarma, el resentimiento se apaga,
el perdón deja de ser una debilidad , y, en lugar de pasar por una
gloria , la venganza repugna como un crimen vergonzoso.
7.a Rogar á Dios por los vivos y difuntos, y en especial por nues
tros perseguidores. Estar olvidado durante la vida , y , sobre todo,
después de la muerte, ó no ser más que objeto de un recuerdo esté
ril , es uno de los más crueles tormentos para el corazón. El Espíritu
de piedad ha venido á evitárnoslo. No olvidaréis , nos dice , ni á los
vivos ni á los muertos, ni aun á los que os persiguen. Tened recuer
dos útiles para todos ; vuestras oraciones obtendrán para ellos los
bienes que vuestro corazón desea , pero que vuestra impotencia no
puede darles. Los favores que han hecho y los infortunios que han
socorrido en la tierra y en el purgatorio estas sencillas palabras, na
die los sabrá , como no sea en el día de las grandes manifestaciones,
en el cual nos será dado ver en toda su extensión la fecundidad inago
table del Espíritu de verdad.
III. ¿ Cuánta es la necesidad del don de piedad? Apelamos ahora
á todo hombre imparcial, y le preguntamos si es. posible, aun desde
el punto de vista meramente humano , imaginar cosa más fecunda
y más necesaria que el don de piedad. Si, lo que es imposible, no
supiese responder, considere el don de piedad bajo otro aspecto. El
hombre, nonos cansaremos de repetirlo, está colocado entre dos
espíritus opuestos; haga lo que quiera , él obedece á uno ó á otro. Si
no es inspirado por el Espíritu de piedad, es impulsado por el Espíritu
contrario. ¿ Y cuál es éste ? Es el Espíritu de Envidia (1). Entriste
cí) Donum pietatis expellit Spiritum invidiae , quae crudelis est et con
potest pati alios bona habere, sed potius appetit sai malum cum pejore malo
proximi. (S. Antón., vi p., tit. x, c. i.)
304 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cerse por el bien de otro, alegrarse de su mal, he aqui lo que es la
envidia en si misma (1).
¿Puede imaginarse nada más perverso, mas vergonzoso y más
antisocial? Nada, á no ser la misma envidia considerada en sus efec
tos. ¿Cuáles son estos? Mientras que el don de piedad ablanda el
corazón , lo ennoblece , lo dilata y lo derrama en efusiones de amor
hacia Dios y hacia el hombre, la envidia lo endurece , lo degrada , lo
cierra , lo hace malo y desdichado. El gusano en la madera , el orin
en el hierro , la polilla en la ropa ; todo esto es la envidia en el cora
zón. Lo corroe y lo llena de toda especie de mal , y lo despoja de toda
especie de bien. Los demás vicios se oponen á una virtud particular ;
la envidia se opone á todas. Semejante á las aves nocturnas , cuyos
ojos ofusca la luz, el envidioso no puede soportar el brillo de nin
guna virtud , de ninguna superioridad , de ninguna ventaja , de
ninguna afección que no se dirija á él.
De aquí proviene que la envidia sea llamada , no una liera mala,
sino una fiera muy mala (2). La envidia perdió á los ángeles en el
cielo. La envidia perdió á nuestros primeros padres en el paraíso te
rrenal. La envidia hizo de Caín un fratricida. La envidia vendió a
Joseph. La envidia crucificó al Hijo de Dios. Si hubieran de referirse
todas las ruindades , los envenenamientos , las calumnias , los odios,
las injusticias, las divisiones , losados del más cruel egoísmo, es
decir , las vergüenzas , las desgracias engendradas por la envidia , se
necesitaría citar casi todas los paginas de la historia de los pueblos y
de las familias. Librar á la humanidad de semejante azote , es el be
neficio reservado al Espíritu de piedad. ¿ Y esto no es nada ? El don
de piedad es , pues , como todos los otros , un elemento social , que
ninguna invención humana podra reemplazar jamás.

(<) Invidia eat alienae felicitatis tristitia, et in adversitate laetitia. (S.


fionaOi, Diaela salutis, c. iv.)
(2) Unde non tantum dicitur mala, sed pessima. ílaec est fera pessima
quae devoravit Joseph. (S. Bonav., ubisupra.)
CAPÍTULO XXIX.

,E1 don de ciencia.

Sumario.—Lo que es el don de ciencia.— Obra sobre el entendimiento.—.Di


ferencia entre el don de ciencia , la fe y la ciencia natural.— Palabras de
Donoso Cortés. — El don de ciencia hace discernir con certidumbre lo
verdadero de lo falso y preserva de los sofismos del error.— Obra sobre
la voluntad y nos preserva (ie las fascinaciones mundanos.— Desarrolla
y ennoblece tedas las ciencias. — Pasajo de Donoso Cortés.— El don de
ciencia es hoy más necesario que nunca.— Opuesto al espíritu de cólera.
Pruebas de esta oposición.— Hl don de ciencia, principio de paz uni
versal.

Ablandar la dureza del corazón y comunicarle una sensibilidad


exquisita para todo lo que debe amar; infundirnos filial sumisión y
afección respecto a Dios ; hacernos fraternalmente compasivos , dul
ces, afables, indulgentes para con el prójimo ; matar la envidia y los
celos , elementos destructores de la felicidad y la concordia ; formar
entre el cielo y la tierra , como entre todos los hombres , el gran lazo
social de la candad : tales son los efectos generales del don de piedad.
No menos preciso ni menos necesario , es el don de ciencia : basta
darlo á conocer para probar este aserto. De aquí nuestras tres cues
tiones : ¿Qué es el don de ciencia ? ¿ Cuales son sus efectos? ¿ Cuál su
necesidad ?
1." ¿ Qué es el don de ciencia ? La ciencia es un don del Espíritu
Santo , que perfecciona el juicio y nos fiace discernir con certidumbre,
en las cosas espirituales, lo verdadero de lo falso y el bien del mal (1).
(1) (Donum scientiae) est habitus infusus , a gratia fluens, quo homo a
Bpiritu Sánelo movetur ad habendum certum et rectum judicium de his quae
sunt fidei , ad discernendum credenda a non credendis , alisque omnidiscur»u
per causassecuedassive creatas, et quo habet certum judicium circa agenda,
ut nullo modo deviet a ratione justitiae. Et haec dicitur scientia sanctorum,
de qua Sap. x. Juitum dediacil Dominua per lias rerlai , et dedil itti scientt wi
tannlorum. (Vig., c. xui , § 3.)
TOMO II. 20
306 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Decimos que perfecciona el juicio. Los dones.de temor y de piedad
obran principalmente sobre la voluntad. Ésta , ciega por naturaleza,
reclama una dirección , sea para temer , sea para amar; y no puede
recibirla más que del entendimiento. Pero nuestro entendimiento está
envuelto en tinieblas , sujeto a mil ilusiones y expuesto siu cesar á
ser victima del error. Evidentemente , su primera necesidad es una
aptitud seria para discernir lo verdadero de lo falso, aptitud que,
hacióndonos apreciar las cosas en su justo valor, lija con certidum
bre la qiedida de nuestras alecciones y temores. ¿ Quién satisface esta
primera necesidad 1 El don de ciencia.
Este don no es ni la ciencia divina en si misma , ni la fe , ni la
ciencia natural. No es la ciencia divina , en el sentido de que este don
aporte al alma la plenitud de lodos los conocimientos ; pero si no es
la ciencia , es un medio necesario para obtenerla. En efecto : comu
nica al entendimiento un impulso, un vigor, una extensión, una
aptitud , que lo hace capaz de conocer del modo que Dios conoce, por
una simple visión (1). De aqui nace una gran facilidad para aprender
la verdad y razonar de ella. De aqui también un discernimiento se
guro para distinguir lo verdadero de lo falso, lo cierto de lo incierto,
lo solido de lo imaginario, lo real de lo que sólo es aparente.
No es la fe ; pero la perfecciona , como todos los dones del Espíritu
Santo perfeccionan las virtudes teologales (2). Por la fe se conoce la
verdad y se le presta consentimiento. Por el don de ciencia se conoce
la verdad mas claramente , se la apoya con más solidas razones, se
alirina más á conciencia , ratiouabile obsequia m , se defiende mas vic
toriosamente y se predica con más eficacia. El don de ciencia nos hace
llegar á esta perfección por el estudio de las cosas criadas , de ias que
forma una vasta síntesis y como una escala de luz que nos eleva hasta
Dios.
Para el cristiano enriquecido con el don de ciencia , el universo
es un libio escrito por dentro y por fuera. Por encima de los cuerpos
y de sus propiedades, por encima de las proporciones químicas de
los elementos que los componen, ve lo que hay oculto, á Dios, al Dios
poderoso, al Dios sabio, al Dios bueno, que lo hace todo con numero,

(I) Divina scienlia non e-it discursiva vel ratiocinativa , sbJ absoluta et
simple* : cui similis est scientia quae ponitur donum Spiritua Sancti, cum
sit quaedam participata similitudo ipsius. (S. Th., 2. 1., q. rt , art. 1 ad I.)
(1) Omnia dona ad perfectioneaj tlieolosjicarum virtutum ordinantur. (S.
Th ., 2. 2. , q. ix , art. I , ad 3 . )
EL DON DE CIENCIA. 307
peso y medida, y lo dirige todo á un mismo fin : oye lo que de otros
no es oido, el concierto armonioso de los seres que cantan , cada uno
á su modo, las alabanzas de su autor (1).
No es la ciencia natural. El hombre, con el trabajo de su razón,
puede llegar á juzgar con certidumbre de ciertas verdades ; es decir,
que la ciencia humana so adquiere por el raciocinio y la demostra
ción. Pero Dios juzga con certidumbre de la verdad, sin razonamien
tos ni discursos , por simple intuición ; y lo propio le pasa , dentro de
ciertos limites , al hombre dotado del don de ciencia (2). De ahí pro
viene una enorme diferencia entre el sabio que no tiene el don de
ciencia y el cristiano que lo posee. Con la cabeza llena de álgebra,
como dice el conde de Maistre, tiene el primero una ciencia , penosa
en su marcha , incierta en sus afirmaciones y estéril en sus resul
tados.
Bien diferente es la ciencia del segundo. Con libertad en sus pro
cedimientos y dotado de aquella mirada segura que debe al Espíritu
Santo , distingue sin trabajo entre la verdad y el error. Es una cien
cia neta en sus afirmaciones. La historia de la razón privada del don
de ciencia, es un libro de partida doble. La primera página dice si;
la segunda dice no : resultado, cero. Repasad todas las escuelas de
la antigüedad pagana : ¿en cuál de ellas encontraréis una afirmación
firme, una de esas afirmaciones que se sostienen á costa de la vida?
Pero recorred esos mismos países después de la difusión del Espíritu
de ciencia. Por todas partes oiréis afirmaciones firmes , inquebranta
bles , vencedoras del sofisma y de la espada.
Al modo que en el centro del sistema planetario veis al sol radiante
de luz , asi en el centro del mundo cristiano veréis un magnifico
cuerpo de doctrina, compuesto de doce artículos ; y después veréis
también á los mas brillantes ingenios, que, aplicando aquellas verda
des á todos los estudios materiales , sociales y políticos, componen la
gran sintesis de la ciencia católica ;i que la humanidad cristiana debe
bajo todo aspecto su evidente superioridad.
Es una ciencia inmensa en su extensión. La ciencia del sabio ordi-

(1) Cum homo per res creatas Deum cognoscit , magia videtur hoc per-
tinere ad acieatiam . al quam perlinet formaliter. flbid., art. 2, ad 3.)— LiLer
pulclierrimus , intus et foris depietus . est creaturarum universitas , in quo
Dei perspicua hal.etur notitia.... Tot audisntium audit voces quot creatura
rum intuetur species. (S. Laartnt., B: casto omnub., c. xíx.)
(i) S. Th., 2. 2., q. ix, art. t ad i.
308 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
nario, igualmente que la razón que es su principio y su guía, es
limitada en su objeto. El mundo sobrenatural , es decir , más de la
mitad del dominio científico, se lo escapa ó no lo ve sino al través de
oscuras nubes. Con algunas verdades penosamente enlazadas en forma
de sistema, podra formar algunos sabios en ramos especiales; pero un-
verdadero sabio, jamás : siempre le faltarán la profundidad y la sín
tesis. La profundidad : esa ciencia ve las superficies y las aplicacio
nes materiales de las cosas ; pero el quid divimim , que se oculta en
la brizna de hierba no menos que en el sol , ni lo sospecha siquiera,
como no sospecha las aplicaciones morales á que da lugar. La síntesis:
como no conoce de modo alguno, ó solo conoce muy imperfectamente
á Dios, al hombre, al mundo y sus mutuas relaciones, es incapaz de
enlazar, como se necesita, los conocimientos del orden inferior con
las verdades del orden superior y de dar á sus trabajos un carácter de
verdadera utilidad.
Es una ciencia fecunda en sus resultados. El más hermoso resul
tado de la ciencia es conducir el hombre á ta fin. Pues bien : la
ciencia humana no ha enseñado nunca á nadie , ni enseñará jamás á
ninguno de una manera cierta , cuál sea ese fin y cuáles los medios
que a él conducen. Mas el don de ciencia, no solo engrandece todas las
ciencias humanas y las coordina , sino que ademas ha dotado al mundo
de una ciencia cuyo nombre mismo fué desconocido de las academias
paganas, de una ciencia que ella snla hace más servicios á la socie
dad que todas las otras juntas. Hablamos de la ciencia de los santos,
scientia sanctorum.
Efectivamente: la ciencia de los santos es entre todas la más mag
nifica, la más extensa, la más útil , la única necesaria, la única que
hace progresar verdaderamente á la humanidad, la única á que nece
sariamente se refieren, so pena de corromperse , todas las demás
ciencias sociales, filosóficas, naturales y matemáticas. ¿Y por qué es
asi? Porque la ciencia de los santos es la única que está llena de
verdad y sólo de verdad: verdad sobie Dios, sobre el hombre y sobre
el mundo.
Para disipar una ilusión, que muchas veces engendra una admi
ración funesta, acabemos de marcar la diferencia que existe entre un
entendimiento rico del don de ciencia y otro que no lo tenga, i La
diminución de la fe, que produce la diminución de la verdad, dice
Donoso Cortes, no lleva consigo forzosamente la diminución, sino el
extravio de la inteligencia humana. Misei icordioso y justo á un tiempo
mismo. Dios niega á las inteligencias culpables la verdad, pero no
EL DON DE CIENCIA. 309
las niega la vida ; las condena al error, mas no a la muerte. Por eso
todos hemos visto pasar por delante de nuestros ojos esos siglos de
prodigiosa incredulidad y de altísima cultura, que han dejado en pos
de si un surco, menos luminoso que inflamado en la prolongación de
. los tiempos, y que han resplandecido con una luz fosfórica en la his
toria. Poned, sin embargo, eu ellos vuestros ojos ; miradlos una vez
y otra vez, y veréis que sus resplandores son incendios, y que no
iluminan sino porque relampaguean. Cualquiera diria que su ilumi
nación procede de la explosión súbita de materias de suyo oscuras,
pero inflamables, más bien que de las purísimas regiones donde se
engendra aquella luz apacible, dilatada suavemente en las bóvedas del
cielo, con soberano pincel, por un pintor soberano.
» Y lo mismo que aquí se dice de las edades puede decirse de los
hombres. Negaudoles ó concediéndoles la fe, les niega Dios ó les
quita la verdad : ni les da ni les quila la inteligencia. La de los incré
dulos puede ser altísima, y la de los creyentes humilde. La primera,
empero , no es grande, sino á la manera del abismo ; mientras que la
segunda es santa, a la manera de un tabernaculo : en la primera ha
bita el error, en la segunda la verdad. En el abismo esta, con el error,
la muerte; en el tabernáculo, con la verdad, la vida. Por esta razón
para aquellas sociedades que abandonan el culto austero de la verdad
por la idolatría del ingenio, no hay esperanza ninguna. En pos de
los sofismas vienen las revoluciones, y en pos de los solistas los ver
dugos (1).»
Después de haber considerado el don de ciencia en si mismo, para
conocerlo mejor, falta estudiarlo en sus efectos. •
2.° ¿Cuáles son los efectos ó las aplicaciones del don de ciencia ?
Ei ignórame ve la superficie de las cosas ; el sabio ve el fondo. El
ignorante se deja fascinar ; no asi el sabio, que lo pesa y lo mide todo.
Üe este modo , el primer efecto del dón de ciencia es , según lo hemos
indicado, hacernos discernir con certidumbre lo verdadero de lo
falso, lo solido de lo imaginario, lo verdadero de lo aparente. El
cristiano que lo posee comprende instintivamente la falsedad de las
objecíones de la impiedad contra la religión. Estos ataques, lejos de
quebrantar su fe, le mueven á despreciarlos y le causan fastidio y
horror. Para él, el hombre a quien el Cristianismo sacó de la barbarie,
de la idolatría, de la esclavitud, y que después niega el Cristianismo;
el que insulta ó deja insultar al Cristianismo; el que se avergüenza

<i) Emayo, etc., lib. i , cap. i.


3)0 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
del Cristianismo ; el que abandona el Cristianismo , es , entre todos-
Ios seres, el más vil y el más odioso ; porque es el más ingrato y el
más culpable.
Contra el criterio recto y seguro de que está dotado, se estrellan,
por mas enmascaradas que vengan, las sutilezas de la mentira y las
argucias del sofisma. Este discernimiento, no sólo vence los sofismas
del incrédulo ; también resiste á los sofismas del mundo. El verdadero
católico, dirigido por el Espíritu de ciencia, ve con claridad dos cosas
que nadie ve sino él.
La primera es la nada de todo lo que el mundo busca y ama. Cual
ciego que ha recobrado la vista, con su miradadivinamente iluminada,
penetra á fondo la vanidad de las riquezas , honores y placeres : con
igual seguridad que si se tratara de una verdad matemática , com
prende que todas estas cosas reunidas no pueden contentar á un
alma inmortal criada para Dios , á la manera que el aire no puede
saciar el hambre de una bestia de carga. Para él no hay palabra mas
verdadera que este grito de desesperación del mas sabio y más ven
turoso de los reyes : Vanidad de vanidades , y kido vanidad y aflicción
de espíritu (1).
La segunda es la admirable hermosura , grandeza y utilidad de
todo lo que el mundo teme y tan cuidadosamente rehuye. A la luz
del don de ciencia conoce la perfecta armonía de la humillación , de
la pobreza y del sufrimiento con las necesidades del hombre caido.
Recibe todo eso como uu enfermo recibe el remedio que del* salvarlo
de la muerte y devolverle la salud , como un negociante recibiría al
cliente que viniera a ofrecerle, en cambio de algunas bagatelas, teso
ros inadmisibles. Su divisa es la palabra de San Pablo : «Todo lo que
antes me parecía ganancia, lo he reputado como pérdida por causa
de Jesucristo. Y , en verdad , todo lo tengo por pérdida por el cono
cimiento eminente de Jesucristo mi Señor , por cuyo amor he re
suelto perder todas las cosas y las tengo por basura con tal que gane
á Cristo (2). »
El segundo efecto del don de ciencia es obrar sobre la voluntad y
poner sus actos en armonía con las luces del entendimiento. En el
cristiano animado del don de ciencia, el odio al error, á la herejía,
á la incredulidad , al racionalismo , no es una ciencia especulativa.
Con la vigilancia que ejerce sobre si mismo , con su apartamiento de

(I) Erd, i , ver. 14.


(?) Pliilipp., in , 7-8.
EL DON DE CIENCIA. 3U
toda lectura , de toda conversación anticatólicas , con el ejemplo , la
oración y demás medios que tiene á su alcance, opone una barrera á
las bestias feroces que talan el campo de la verdad.
Tales son las disposiciones de todos los justos , es decir , de todos
los hombres que están en gracia. Dios añade en favor de algunos la
facultad superior de comunicar la ciencia por la palabra ; que es lo
que San Pablo llama el discurso de la ciencia : .termo scientiae. El dis
cípulo del Espíritu Santo á quien se le ha concedido ese sublime dis
curso , emplea su voz y su pluma , no sólo en defenderse , sino en
defender á sus hermanos. Vigilias, estudios, gastos, fatigas, todo lo
da su celo por bien empleado. Asi es cómo á la ciencia que mata , opo
ne él la ciencia que vivifica.
Igual conducta observa respecto á las fascinaciones mundanas. Si
la nada de los honores , riquezas > placeres lo inspira desprecio , el
peligro que ofrecen le hace coger aversión á todo lo que el mundo
estima. Es como uno que viajando de noche , tropieza en una pesada
bolsa : la coge, y se cree feliz pensando haber hallado un tesoro ; pero
al hacerse de dia , ve que la bolsa esta llena de pedazos de cristal y de
reptiles venenosos, y la arroja lejos de si con indignación.
¡Cómo compadece á esa turba tumultuosa que se llama el mundo!
¡Á esos pobres insensatos , que se consumen persiguiendo fantasmas
y tejiendo telarañas , que se irritan por una injuria y se anonadan
por una enfermedad ó por un revés de fortuna ! Pero él , contento
con la posición en que la Providencia lo ha colocado , no tiene deseo
alguno de salir de ella. Si es pobre, despreciado y perseguido, se
encuentra feliz por parecerse á su divino hermano , el Verbo encar
nado; si tiene riquezas, no permite que se apeguen a ellas ni su
pensamiento ni su corazón. Y aun muchas veces , por uno de esos
actos de sublime locura, levanta entre si y los peligrosos y falaces
bienes de esta vida la barrera infranqueable de los tres votos de cas
tidad, pobreza y obediencia.
El tercer efecto del don de ciencia es irradiar sobre todas las cien
cias humanas , orientarlas , fecundizarlas , ennoblecerlas y darles
firmeza. Sólo el sabio cristiano afirma ; los filósofos paganos no afir
maron nada. La afirmación es de origen cristiano. Es privilegio ex
clusivo del Espíritu de ciencia hacernos conocer científicamente el fin
del hombre y del mundo , la naturaleza y armonía de los seres. Pues
bien : sin este conocimiento preliminar, no existe ninguna ciencia.
Por esto se lee en nuestros libros santos : «Vanos son , es decir, sin
solidez de entendimiento ni de corazón, todos los hombres en quienes
312 TRATADO DEL KSPÍHITD SANTO.
no existe la.ciencia de Dios (Sap., xiu, Ctiarlataues mudos, añade
San Agustín , loquaccs muti, llenos de palabras y vados de ideas.
Á su vez , Proudlion , en sus Confesiones de un revolucionario, es
cribe estas palabras : «Es cosa que admira el ver de qué manera en
todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teolo
gía.» Sobre lo cual Donoso Cortés dieo así: «Xada hay aquí que pueda
causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudlion. La teología, por
lo mismo que es la ciencia de Dios , es el océano que contiene y abarca
todas las ciencias , asi como Dios es el océano que contiene y abarca
todas las cosas (1).» Pero la teología supone el don de ciencia, como el
hijo supone al padre. El que está dotado de él , es teólogo y poseo en
germen todas las ciencias. En efecto, añade Donoso Cortés : «Posee la
verdad política el que conoce las leyes a que están sujetos los gobier
nos; posee la verdad social el que conoce las leyes á que están suje
tas las sociedades humanas ; conoce estas leyes el que conoce á Dios;
conoce á Dios el que oye lo que El afirma de Si , y cree lo mismo que
oye. La teología es la ciencia que tiene por objeto esas afirmaciones.
De donde se sigue que toda afirmación relativa á la sociedad ó al
gobierno , supone una afirmación relativa a Dios ; ó lo que es lo mis
mo, que toda verdad política o social se convierte forzosamente en
una verdad teológica.
»Si todo se explica en Dios y por Dios , y la teología es la ciencia
de Dios , en quien y por quien todo se explica , la teología es la cien-
da de todo (2). Si lo es, no hay nada fuera de esa ciencia , que no
tiene plural ; poique el todo , que es su asunto , no le tiene. La cien
cia política , la ciencia social no existen , sino en calidad de clasifica
ciones arbitrarias del entendimiento ¿umano (3). El hombre distingue

(t) Ensayo, etc., lib. i , cap. i.


(2) Por consiguiente , el principio de todo saber es el don de ciencia.
(3) El e9tilo inflamado de nuestro gran Dohofo Cortés explica estas
afirmaciones que , sacatas del contexto , pueden tener un sentido erróneo.
Ciertamente la teología , cuyo objeto es Dios , de algún modo trata de todas
las cesas , porque todas dicen relación á Dios. Mas no por eso puede decirse
con propiedad (|ue la teología es la ciencia de todo , y que fuera de esta cien
cia no hay nada, como si encerrara y absorbiera en sí á todas las demás , *
éstas no lo fueran de verdad , ó debieran llamarse partes de aquella. Pues
no trata de las cosas criadas del mismo modo que de Dios , su objeto propio
y directo , sino sólo en cuanto se refieren a Dios como principio ó Gn de ellas,
necundum quod referunlur ad Deum , ut ai prinripium tit /Sn?n» , dioe Santo
Tomás , ó en cuanto han sido reveladas , las que lo hayan sido , cimidtrat ali-
qua serundum quod sun¡ revilala ; y así les queda á las demás ciencias el con
EL DON DE CIENCIA.
en su flaqueza lo que está unido en Dios con una unidad simplicisi-
ma. De esta manera distingue las afirmaciones políticas , de las afir
maciones sociales y delas afirmaciones refigiosas: mientras que en
Dios no hay sino una afirmación, única , indivisible y soberana. Aquel
que cuando habla explícitamente de cualquiera cosa, ignora que habla
implícitamente de Dios , y que cuando habla explícitamente de cual
quier ciencia , ignora que habla implícitamente de teología , puede
estar cierto de que no ha recibido de Dios sino la inteligencia absolu
tamente necesaria para ser hombre (1).»
Gracias al don de ciencia , difundido por el mundo , los siglos
cristianos han visto tantas veces á esos teologos admirables , y por
consiguiente verdaderos sabios , de todas las edades y condiciones,
Bernardo , Francisco de Asis , Teresa de Jesús (2) , Catalina de Sena,
pastores , campesinos y aun niños, gente sin letras humanas , pero
dotada del olfato de la verdad, permítasenos la frase, que sabían des
cubrirla con maravilloso instinto y hablar de ella, a veces con una
sencillez que parecía su ser natural , a veces con una energía que
subyugaba las convicciones mas rebeldes , á veces con una profundi
dad que asombraba á los sabios y con un buen sentido tan seguro, que
sus apreciaciones se convertían en otros tantos axiomas y reglas de
conducta.
Este don precioso no se ha perdido. Hoy mismo , ¿dónde hay que
buscar la ciencia de la vida , la rectitud del juicio, la certidumbre de
las afirmaciones , la intuición del conjunto que enlaza el fin con los
medios y los medios con el fin , el sentido practico de las cosas , es
gran maestro de la vida , como le llama Bossuet ? No en las academias

aiderar las cosas bajo otro aspecto peculiar, que las constituye verdaderas
ciencias, distintas de la teología y entre si. Las potencias y los hábitos, en
que se comprenden las ciencias , enseña también el Angélico Maeitro , que
tienen su unidad , no por su objeto material , mas según la razón formal del
objeto. El firmamento estudian la teología y la astronomía ; pero la primera
lo mira como criado, ordenado , conservado por Dios y cual pregonero do
la gloria divina ; en tanto que la astronomía no piensa en eso , sino en la
constitución física y en las leyes del movimiento de los astros. Otro tanto
sucedo con las artes: en fa piedra trabaja el cantero, el lapidario y el escul
tor; pero á nadie se le ocurrirá llamar lapidario ni cantero á Miguel Angel
porque Bea de mármol su Moisés. (Nota dtl Traductor.)
(I) Entayo , etc., ibid.
(2) El sabio autor francés no llevará á mal que intercalemos aquí justí-
simamonte el nombre inmortal de la incomparable Doctora mística , honra
de su seio y gloria preclarísima de España. (Nota del Traductor.)
314 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
literarias, ni en las asambleas políticas, ni en las corporaciones que
presumen de sabias; buscad todo eso en los verdaderos cristianos.
«La ciencia de Dios, continúa el ilustre publicista español , da al
que la posee sagacidad y fuerza; porque á un mismo tiempo aguza el
ingenio y lo dilató. Lo que para mí hay de más admirable en la vid»
de los Santos , y señaladamente en la de los padres del Yermo, es una
circunstancia que aún no ha sido apreciada debidamente. Yo no sé de
ningún hombre acostumbrado á conversar con Dios y ejercitarse en
las divinas especulaciones, que, en igualdad de circunstancias, no se
aventaje a los demás, ó por lo entendido y vigoroso de su razón, ó
por lo sano de su juicio, ó por lo penetrante y agudo de su ingenio;
y , sobre todo , no sé de ninguno que , en circunstancias iguales , no
saque ventaja á los demás en aquel sentido práctico y prudente que
se llama el buen sentido
3.° ¿ Cuánta es la necesidad del don de ciencia? El don de cien
cia , ya lo hemos visto , nos hace discernir con certidumbre lo verda
dero de lo falso, lo rea! de lo imaginario. ¿Ha sido nunca más nece
sario que hoy? En un mundo que niega á Dios, que niega á Jesu
cristo, que niega la Iglesia, que proclamando la igualdad de toda*
las religiones envuelve la verdad y el error en un desprecio común,
que niega la distinción absoluta del bien y del mal, que llama pro
greso á lo que no es sino desviación , y luz á las tinieblas, y libertad
á la servidumbre, ¿como discernir lo verdadero de lo falso? En un
mundo que nó vive más que para las riquezas, los honores y los pla
ceres, que no estima en nada los bienes del alma y de la eternidad,
que ha llegado á tratar de quimera el mundo sobrenatural lodo en
tero, ¿cómo será posible librarse de la fascinación general? En medio
de semejante Babilonia, ¿ no deberemos levantar la vista al cielo y cla
mar al Espíritu Santo : «Señor, Dios mió, ilumina mis ojos para que
yo nunca me duerma en la muerte; no sea que alguna vez diga mi
enemigo : He prevalecido contra él (2)?»
Este deber es tanto más apremiante cuanto que el hombre se en
cuentra en la alternativa indeclinable de vivir bajo el imperio del Es
píritu de ciencia, ó bajo la tiranía del Espíritu contrario. ¿Cual es
este espíritu directamente opuesto al don de ciencia? Según San An-
toiüno, es el quinto don de Satanás, que se llama Ira. El Espíritu de
ciencia, dice el santo teólogo, rechaza el Espíritu de ira que. impide

(1) Entayo, etc., lib. u, cap. vm.


(2) Psal. xn , 4-5.
EL DON DE CIENCIA. 313
ver la verdad, lo cual es el oficio de la ciencia Como la noche
viene infaliblemente en pos del dia cuando el sol abandona el hori
zonte, asi el espíritu de ira se apodera del alma que pierde el espíritu
de ciencia. Esta afirmación parece extraña. No se percibe á primera
vista la oposición que hay entre el don de ciencia y la ira. Para com
prenderla, es necesario distinguir dos clases de ira, y recordar los
principales efectos del don de ciencia.
Hay una ira justa y santa , que no es de modo alguno contraria al
Espíritu de ciencia. Tal fué la ira, ó más bien, indignación de Nues
tro Señor contra los profanadores del templo; tal es la vehemencia
con que un predicador truena contra el vicio, y la resistencia enér
gica que el propietario opone al ladrón ó al asesino. Semejante ira,
si por ventura merece este nombre, lejos de ser contraria al don de
ciencia, no es sino la ciencia armada para defender un bien verda
dero por medios legítimos; no es contraria al don de ciencia, puesto
que no perturba la razón ni se excede en nada de los limites de la jus
ticia.
Pero hay otra ira que acusa un gran fondo de descontento y de
irritación, que estalla por causas no legitimas, que tiende a reempla
zar la fuerza del derecho por el derecho de la fuerza. Esta es la igno
rancia armada para defender un bien ó rechazar un mal, más imagi
narios que reales.
En cuanto al don de ciencia que tiene por objeto el conocimiento
razonado y cierto de la verdad , su primer efecto consiste en comu
nicarnos una gran rectitud de juicio, la cual nos hace apreciar y es
limar cada cosa en su justo valor , y además, obrando sobre la volun
tad , regula sus actos por las luces del entendimiento perfeccionado.
Ahora bien : el don de ciencia nos hace ver claramente que los bienes
y niales de este mundo no són ni verdaderos bienes ni verdaderos
males ; que loque suelen los hombres llamar mal, la pobreza, la
humillación , el sufrimiento , no es un nial verdadero ; y lo que sue
len los hombres llamar bien , las riquezas , los honores y placeres, no
es un verdadero bien , sino muchas veces un mal , y siempre un pe
ligro.
El cristiano que , gracias al don de ciencia, sabe todo esto , y
cuya voluutad anda en armonía con su ciencia, tiene mil razones
para no llenarse de ira : tales son su dignidad que se compromete,

(I) Spiritus ecientiae repellit spiritum irae , quae impedit animum ne


possil cerneré verum, ad quod scientia attendit. (iv p. , tit. x , c. i.)
316 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
el escándalo que se da , la paz que se altera , el odio que se engen
dra , el pecado que se comete por la usurpación del derecho divino
de la venganza. Y, al revés , para irritarse no encuentra razón algun».
.-. Ni qué podría irritarlo ? ¿ La injuria ? Mas esta es para él una pre
ciosa semilla de mérito. ¿ La injusticia ó la ingratitud? Mas él conoce
toda la miseria humana ; y sabiendo que él mismo necesita de indul
gencia , dice: Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen. ¿La
pérdida de sus bienes ? Mas él sabe que , perdiéndolos, no ha perdido
nada propio , y dice con la calma del santo Job : El Señor me lo ha
bía dado , el Señor me lo ha quitado : como ha querido el Señor , asi
se ha hecho ; liendito sea el nombre del Señor. Y lo mismo hace en
los demas accidentes que el mundo llama reveses, calamidades y
desgracias. Tal osla serenidad del alma iluminada por el Espíritu de
ciencia.
Por el contrarío, el alma vacia de ese espirito , luego al punto se
llena del espíritu de ira. La razón es muy sencilla : esta alma se
forma una lalsa ídea de las cosas. Ciega en sus apreciaciones, estima,
ama , teme sin regla segura. Para ella los males son bienes , y vice
versa. Como el gozar tranquilamente, sin contradicciones y sin in
quietudes , de lo que ella llama bien , le es tan imposible como el no
verse expuesta lodos los dias á lo que tiene por mal , se turba , mur
mura , se irrita , rechaza con violencia lo que va en contra de su
mentida dicha ; en una palabra , cae victima de la ira; cae por la
ialsa idea de su derecho ó por su apreciación inexacta de los bienes y
los males.
Tan cierto es esto , que en todas las lenguas recibe la ira el epí
teto de ciega ; no se le podría aplicar mejor otro alguno. Hija de la
ignorancia , la ira impide al hombre reflexionar. Se apaga en él la
llama de la razón , y cede su Jugar a la fuerza. Toda la vida se con
centra entonces en los labios que injurian , en la punta del pie que
hiere , en el puño que descarga el golpe (1).
Esto , que es verdad respecto al individuo , no deja de serlo res
pecto á los pueblos y respecto a la humanidad. Suponed apartado de
la tierra el dou de ciencia ; ¿ qué os queda ? La ignorancia de los ver
daderos bienes y de los verdaderos males, y con la ignorancia la ira,
y con la ira la guerra. ¿ Y qué es la guerra ? Es la ira de los reyes y

Ira dicitur esse janua vitiorum.... Removendo probibene , id est imp«


diendo jujicium ratiouis, per quoi homo retra'iitur a malis. ,'S. Th. ,t. i.,
q. clviii, art. 6.)
EL DON DE CIENCIA. 317
de los pueblos. ¿ Por qué el mundo pagano estuvo siempre en guerra?
Porque estuvo siempre dominado por la ira. ¿ Por qué siempre domi
nado por la ira ? Porque le faltaba el don de ciencia. Toda su exis
tencia fué muy bien definida por San Pablo con estas palabras : tiem
pos de ignorancia , témpora ignoranticte. Ciego apreciador, seapasionó
constantemente de los falsos bienes , y estuvo siempre en armas para
conquistarlos ó para defenderlos. Por la misma razón , la guerra no
fué ni menos viva , ni menos constante en el orden de las ideas que
en el orden de los hechos. Esta ignorancia hizo perecer el mundo de
los Césares^ como habia hecho perecer el mundo de los gigantes (1).
¿Por qué , desde hace cuatro siglos , el mundo moderno esta en
guerra intelectual y material ? Porque no cesa de estar dominado por
la ira. ¿ Por qué no cesa de estar dominado por la ira? Porque le falta
el don de ciencia ; y faltándole este don , vuelve a ser pagana la esti
mación que hace de las cosas , paganas vuelven a ser sus apreciacio
nes, paganos sus juicios, sus afecciones, sus tendencias, sus afirma
ciones , sus negaciones, todo pagano. Examinada en su fondo , ¿ qué
viene a ser la horrible confusión de que somos testigos ? Según la
profunda palabra de la Escritura , no es otra cosa que la gran guerra
de la ignorancia , magnum inscientiae bcllum (2).
Guerra de ideas , porque falta la ciencia divina ; guerra de intere
ses , porque la ciega pasión de los bienes terrenales reemplaza al amor
de los bienes espirituales ; guerra del hombre contra Dios , porque
no conoce la verdad ; guerra del hombre contra el hombre , porque
ya no conoce la caridad ; guerra de todos contra todos , que acabará
por catástrofes inauditas , á menos que no le ponga término el Espí
ritu de ciencia , reinando con la plenitud de su luz y de su fuerza. Y
poner fin á semejante azote , conjurar tales desgracias , ¿ no es nada ?
He aquí , sin embargo , el gran servicio que sólo el quinto don del
Espíritu Santo puede prestar al mundo.

(I) Ibi fueruntgigantes.... statura magna, scientes bellum ... et quoniam


non habuerunt sapientiam perierunt propter suam insipienttam. (Baruch.
ni, 26-88.)
(5) Sap., xiv, 92.
CAPÍTULO XXX.

. ♦
El don de fortaleza.

Sumario.— Qué sea el don de fortaleza.— Diferencia entre la virtud de forta


leza y el don de fortaleza.— Lugar medio que ocupa entre los siete dones.
— I.os dos objetos del don de fortaleza: hacer y padecer.— 1.0 que el
hombre debe hacer : reconquistar el cielo.— Tres enemigos que tiene que
vencer : el demonio , la carne, el mundo.— Lo que el hombre debe parte-
cer.— Debilidad del hombre.— Efectos del don de fortaleza, ya para ha
cer, ya para padecer.— Palabras de San Pablo.—Necesidad del donde
fortaleza.— Su oposición con la pereza.— Qué sea el espíritu de pereza.—
Lo que obra.— Retrato del mundo esclavo del espíritu de pereza.

El don de ciencia es un magnifico suplemento de la razón. Es para


el alma lo que el telescopio para el ojo. Por el conocimiento cierto y
razonado de la verdad nos comunica la sencillez de la paloma y la
prudencia de la serpiente , neutraliza los sofismas de la impiedad,
ilumina las ciencias humanas y las relaciona en una vasta sintesis.
Por la rectitud que imprime al juicio separa lo verdadero de lo falso,
el bien del mal. Por la just;i apreciación de las cosas. nos preserva de
los encantos fascinadores del mundo y del demonio, de las ilusiones
del espíritu , de los errores del corazón , manantial de tormentos y
rencores , divisiones y desesperación.
Resulta de esto, que el don de ciencia en la tierra es la paz; si
este don falta , sobreviene la guerra. Dos razones, sobretodo, de
bieran hacerlo más apreciable boy que nunca : el entusiasmo por la
ciencia, y la fascinación producida por las bagatelas. Sin este don
necesario, el sabio es un topo cuyos ojos ofusca la luz , ó un aim.
balbuciente ; y el hombre, cualquiera que sea , un tejedor de telara
ñas , un cónstructor de castillos de naipes.
Con todo, no basta conocer la verdad con claridad , ya sea en el
EL DON DE FORTALEZA. 319
orden sobrenatural , ya sea en el natural ; el hombre necesita del
valor de ser consecuente consigo mismo. Y debe ser grande este valor,
porque la verdad exige frecuentemente rudos combates y la virtud
costosos sacrificios. El Espíritu Santo ha provisto á esta necesidad con
un nuevo don : la Fortaleza. El conocimiento de este nuevo beneficio
dará respuesta á nuestras tres cuestiones : ¿ Qué es el don de forta
leza? ¿Cuáles son sus efectos? ¿Cuál es su necesidad?
1.° ¿Qué es el don de fortaleza ? La fortaleza es un don del Es
píritu Santo que nos comunica el valar de acometer grandes empresas
por Dios, y la confianza de llevarlas á cabo rí pesar de todos los obs
táculos (i). Entre el don de fortaleza y la virtud de la fortaleza , San
Antonimi marca cuatro diferencias.
Primera. Tanto el uno como la otra suponen cierta firmeza de
alma, ya para hacer, ya para padecer ; pero la virtud de la fortaleza
tiene su esfera de acción limitada al poder humano, y no se extiende
más alia. El don de fortaleza tiene la suya á la medida del poder di
vino en el cual se apoya , según la palabra del Profeta : Con el poder
de mi Dios sallaré la muralla , es decir, venceré todos los obstáculos
insuperables por las fuerzas naturales.
Segunda. La virtud de la fortaleza da al alma valor para arrostrar
los peligros, mas no la confianza de arrostrarlos y evitarlos todos. El
don de fortaleza hace lo uno y lo otro, ya sea necesario hacer frente
á grandes peligros, ya sobreponerse á grandes dificultades.
Tercera. La virtud de la fortaleza no se extiende á todo lo que es
difícil. La razón es , porque la virtud de la fortaleza se apoya sobre el.
poder humano. Ahora bien : el poder humano no es el mismo para
todas las dificultados, sino que , según ellas son, se divide en faculta
des diferentes. Asi, algunos tienen fuerza para vencer las concupis
cencias de la carne, y no la tienen para arrostrar los tormentos y la
muerte. Otra cosa es el don de fortaleza. Apoyándose en el poder
divino como si fuera propio suyo, se extiende á todo y basta para
lodo. Job lo proclama en estas generosas palabras : Ponme cerca de
ti, y venga ú atacarme quienquiera.
Cuarta. La virtud de la fortaleza no siempre consigue el tin en
sus empresas ; porque no depende del hombre llegar al objeto de sus

(1) Donum fortitudinisest habitus in appetitu irassibili infusus, quo dis-


ponitur animua ad hoc quod perveniat ad finem cujunlibet oppria iuchoati et
evadat quaecumque pel ícula ímminentia : quod quidem exoedit naturam
humanam. (Vig., c. xn , § 7.)

/
320 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
obras y evitar todos los males y peligros: la prueba está en que acaba
por sucumbir muriendo en ellos. El don de fortaleza verifica todas
estas maravillas consoladoras. En efecto : por las obras generosas que
al hombre hace realizar, lo conduce á la vida eterna, que es el fin de
todas las empresas y la victoria de todos los peligros. Glorioso resul
tado que lo llena de una confianza que excluye todo temor contrario,
y que San Pablo celebra , diciendo : Todo lo puedo en aquel que me
conforta (1). Tal es el don de fortaleza en si mismo. Resta mostrarlo
en sus relaciones con los otros dones y en los efectos que produce.
2.° ¿ Cuales son los efectos del don de fortaleza ? Ya se cuente
subiendo, ya descendiendo, el don de fortaleza ocupa el cuarto lugar
entre los dones del Espíritu Santo. Está colocado en el centro de este
brillante cortejo como un rey en su trono, o como un general en me
dio de sus oficiales. Dos razones explican el lugar que le está desig
nado. Por una parte, entre todas las- obras divinas, las que mas
llaman la atención son las obras de fortaleza ; por otra, el don da
fortaleza protege a todos los demás dones y los reduce á actos. Por
ellos , por su conservación y su gloria , libra continuos combates. Si
el reposo interior es obra de todos los dones , la acción exterior per
tenece al de fortaleza (2). Y como sus dos objetos son hacer y padecer,
realizar ambas cosas con valor y perseverancia son los dos efectos que
produce.
Hacer. El don di; fortaleza, hemos dicho, comunica el valor di!
emprender grandes cosas. ¿Cuales son? Si no se tratase mas que de
ciertas acciones ruidosas, ajenas á la vida ordinaria de la mayor parte
de los hombres, no seria de muy alto precio el don de fortaleza, por
que rara vez seria necesario ; y , sin embargo , es indispensable para
la salvación, como todos los demás. ¿Cuáles son las grandes cosas á
que se aplica ? Para conocerlas basta con estudiarla cuestión siguien
te : ¿Qué es el hombre?
El hombre es uh rey destronado que va en busca de su trono. Que
el hombre fué creado rey y que cayó de su dignidad real , es una ver

il) S. Antón., iv p., tit. xm , c. l.—S. Th., 2. 2., q. cxkkix, art. t;


Vig., ubi supra.
(2) Quartus idemque medius septem spirituum Dei . et velut in quodam
sedena principatu , praedicatur Spiritus fortitudinis. Et recte. Nam icter
caetera Spiritus Sanctt opera, opue fortitudinis magnum et roirificum e;t...
Spiritus fortitudinis magis est in actu , et foris operatur sive praeliatur , prae-
liando sancta illis otia componit. (Ruperl., De oper. Spir. Sanrt., lili, vi, c. i.)
EL DON DE FORTALEZA. 321
dad que se encuentra escrita en la primera página de la historia de
todos los pueblos. Este es el dogma que están revelando siempre y á
todas horas , aun á aquel que lo niega , la lucha intestina del bien y
del mal , la coexistencia de sublimes instintos y de innobles pasiones
en un mismo corazón. Que el hombre está llamado á reconquistar su
reino , es otra verdad no menos cierta que la primera. Sobre ella des
cansan la religión y la legislación de todos los pueblos, porque en ella
se asienta la distinción del bien y del mal. El bien es lo que conduce
al hombre á su rehabilitación , el mal lo que de ella lo aleja. Volver
á sentarse en su trono es , pues , la grande obra que el hombre debe
llevar a cabo. Ahora bien: como los medios son siempre de la misma
naturaleza que el lin , grandes son los medios dados al hombre para
que llegue á su fm último. Emplearlos con valor y perseverancia es,
pues , realizar una gran cosa para la que es indispensable el don de
fortaleza (1). ¿Cuáles son estos medios de rehabilitación y de conquis
ta ? Son en número de diez , llamados por excelencia el Decálogo , ó
las diez palabras. Estas diez palabras son como diez encarnaciones de
Dios. Practicándolas el hombre, se convierte en un Decálogo viviente,
se rehabilita, se hace rey y en cierto modo Dios. Cumplir, pues, el
Decálogo es la gran cosa que el hombre debe hacer , la única para
que le ha sido dado el tiempo.
Esta empresa es tan difícil como grande. Tres potencias formida
bles se han coligado para hacerla fracasar : el demonio , la carne y el
mundo. El demonio : lo que llevamos dicho en la primera parte de
nuestra obra nos dispensa de hablar de la astucia , de la crueldad, del
odio de este primer enemigo , y, por consiguiente, de los peligros
que nos hace correr. Faraón , que uniendo la hipocresia á la crueldad,
emprende el exterminio del pueblo de Israel; Nabucodonosor , que
hace arrojar á los jóvenes hebreos en un vasto horno, encendido siete
veces más que de costumbre, y cuyas llamas se elevan basta el cielo ;
Iforodes , el verdugo de los niños de Belén , representan imperfecta
mente al demonio, con su odio, con sus astucias y su insaciable sed
de almas.
La carne : foco incandescente donde arden día y noche , desde la
cuna hasta el sepulcro, la delectación , el amor, la vanidad, la cólera,
los afanes, la animadversión, el odio, la tristeza, la osadía , la insu
bordinación, la esperanza , el miedo, la desesperación. ¿Cómorepre-

(I) Ad magna praemia perveniri non potest, nisi per magnos labores.
(S. dreg., in Evang., komil. xxxvn.)
TOMO II. 21
322 TBATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sentaremos esta carne que conspira siempre contra el espíritu? Es Eva,
que ofrece el fruto prohibido á su marido , y le invita á gozarse cou
ella en el mal. Es la mujer de Putiphar, que solicita al crimen al
hermoso y casto Josef. Es Tamar, que ataviada con vestidos de corte
sana , se sienta en la encrucijada, para esperar á Judá y enredarlo en
sus lazos vergonzosos. Es Dalila, que adormece á Sansón en su regazo, .
le corta la cabellera donde residía su fuerza, y lo entrega á los Filis
teos , es decir, á los demonios, que le sacan los ojos y se divierten
con él.
Hábil la carne para arrastrar al mal , no lo es menos para apartar
del bien. No hay género de guerra contra sí mismo que el hombre no
deba conocer ; no hay sacrificio que no deba estar pronto á imponer
se. Ya es una pasión largo tiempo alimentada que es preciso dominar;
ya una amistad llena de encantos seductores que es necesario cortar;
ya bienes malamente adquiridos que es preciso restituir , y para todo
esto, ¡ qué reclamaciones , qué objeciones , qué dificultades y extor
siones no hay que sufrir! Otras veces llama Dios a una vocación su
blime : quiere un sacerdote , un misionero, una carmelita , una hija
de la caridad , los cuales , como Abraham , deben abandonar la tierra
de sus padres, su familia , sus amigos y partir a remotas regiones.
¿Quién podrá decir las lágrimas, las súplicas, los pretextos, los
obstáculos que la carne y la sangre oponen aquí también al divino
llamamiento? Y sin embargo, bajo pena de muerto , es preciso so-
breponerse á todo.
El mundo : turba inmensa de renegados que se agitan en medio
de placeres insensatos , y cuyas provocaciones , chocarrerías , máxi
mas , costumbres , lujo , fiestas , teatros, modas , festines , grabados,
estatuas , bailes , cantos , escritos , son otros tantos dardos inflama
dos. Es preciso que el hombre viva en medio de esa fascinación gene
ral, sin dejarse fascinar; en medio de ese incendio de lujuria, sin
quemarse , como los tres niños hebreos estuvieron en el horno de
Babilonia sin perder ni siquiera uno de sus cabellos. Venc«r al de
monio , vencerse á si mismo, tal es la obra que el hombre del» rea
lizar , obra inmensa y muy por encima de Sus fuerzas. Con todo, esta
es la primera y más fácil parte de su tarea : padecer es la segunda.
Padecer. San Antonino y Santo Tomás aducen muchas razones
para probar que exige más fuerza el padecer que el obrar. Sin duda,
dicen, atacar y arrojarse en el peligro es antes, en cuanto al tiempo,
que padecer y sufrir. Sin embargo, padecer y sufrir toca más á la
esencia de la fortaleza , es más noble , más difícil y más perlecto.
EL DON DE FORTALEZA. 323
Desde luego, es más difícil combatir contra uno más fuerte , que con
tra otro más débil. Aliora bien : el que ataca se presenta como más
fuerte , mientras el que sostiene el choque aparece más débil.
Además , aquel que sufre y padece , siente actualmente el mal y
el peligro, en tanto que aquel que ataca no los ve más que como po
sibles. Pues bien : es más fácil impresionarse por el mal presente
que por el futuro. En fin : el padecer supone un largo período de
tiempo , mientras que el atacar puede verificarse en un abrir y cerrar
de ojos. Mas para continuar largo tiempo impertérrito en el ataque,
el peligro y el dolor, se necesita mucha más energía que para llevar
a cabo de repente una obra difícil (1). De aquí esta sentencia de un
gran capitán : « Xo son las mejores tropas las más ardorosas en el
combate , sino las más duras en la fatiga, i
¿ Qué es lo que el hombre debe padecer ? Mejor seria preguntar
•qué es lo que no debe padecer. Dolores físicos y dolores morales,
nacidos unos de adentro, venidos otros de afuera, foris pugnae, intus
timara; enfermedades de todo género y de todos los órganos, po
breza, contradicciones, calumnias, injurias, injusticias, ataques
por parte del mundo, del demonio y de la carne ; en una palabra,
penas del cuerpo y del alma bajo todas las formas : tal es el cortejo
<jue rodea al hombre durante todo el curso de su peregrinación sobre
la tierra.
Y no hablamos más que de la condición común á todas las exis
tencias. Con frecuencia el hombre, y sobre todo el cristiano, está
predestinado á sufrimientos excepcionales. Su virtud irrita al mundo
y al demonio. Contra él especialmente se dirigen su odio, sus sarcas
mos , sus desprecios. Para él , hoy como otras veces , se forjan en la
mayor parte de la tierra las cadenas , se abren las prisiones , se levan
tan las horcas , se afilan los sables y se encienden las hogueras. Es
preciso que el hombre , el niño y el anciano y la tímida doncella
desafíen todo este aparato de muerte y la muerte misma : la apostasía
seria el infierno.
Pero ¿ qué es el hombre ? La misma debilidad. Buscad lo más dé
bil que hay en la naturaleza , una hoja que el viento arrebata ; esto es
el hombre. Asi lo define el mismo Espiritu Santo : Eolium quod vento
rapitur (2). Incapaz de concebir un peusa miento bueno, no puede
hacer ni querer por si mismo cosa que pueda aprovecharle para su

(1) S. Th., 2. 2., q- CIXIH, art. 6.—S. Antón., iv p.,tit. Itu, c. i.


(») Job., xni, 25.
324 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
último fin. Inconstante , forma buenas resoluciones que no cumple;
cobarde , le asusta la menor pena ; sensual , tiene horror á la morti
ficación ; insubordinado, le pesa el yugo de la obediencia. A la más
pequeña violencia que tiene que hacerse por Dios , ya se presenta el
descontento en el fondo de su corazón , la resistencia en su voluntad,
la oposición en su espíritu , la queja y la murmuración en sus labios.
Ved lo que es , y nada más, esa hoja seca que se llama hombre.
Y , sin embargo , es necesario que este ser tan débil se convierta en
la fuerza por excelencia; es necesario que este hijo de Dios llegue
á ser perfecto como su Padre. Á pesar de todos los obstáculos que
hemos señalado, á pesar del demonio, á pesar del mundo, a pesar
de si mismo, es preciso que este rey caído reconquiste el trono que
perdió. Medid su debilidad, medid la magnitud de la empresa, y ten
dréis medida la necesidad continua que tiene del don de fortaleza.
Gracias á este divino don, el mundo , desde hace diez y ocho si
glos, no está viendo mas que maravillas increíbles. Ha visto mill't-
nes de almas, almas de ricos y almas de pobres, almas de sabios y
almas de ignorantes, almas de ancianos y almas de niños, en el claus
tro y en el siglo, en Oriente y en Occidente, bajo todas las latitudes,
fuertes, y valerosas, y constantes en la ejecución de sus santos propó
sitos; fuertes y valerosas para vencer las tentaciones; fuertes, magná
nimas y generosas para sobrellevar las adversidades y los dolores. El
mismo Espíritu Santo les rinde este homenaje : «Los cuales por fe-
conquistaron reinos, obraron justicia, alcanzaron las promesas, ce
rraron las bocas de los leones, convalecieron de enfermedades, fue
ron fuertes en guerra, pusieron en huida ejércitos extranjeros, y de
volvieron á las mujeres sus muertos resucitados (1).»
Conocemos lo que han hecho : ¿qué es lo que han padecido? «Los
unos fueron estirados, no queriendo rescatar su vida, por alcanzar me
jor resurrección. Otros sufrieron escarnios, y azotes, y cadenas, y cár
celes : fueron apedreados, aserrados, probados, murieron muerte de
espada , anduvieron de acá para allá , cubiertos de pieles de ovejas y
de cabras, desamparados, angustiados, afligidos: de los cuales el
mundo no era digno: andando descaminados por los desiertos, en ios
montes, y en las cuevas, y en las cavernas de la tierra. Y por eso.
teniendo también puesta sobre nosotros una tan grande nube de testi
gos, dejando todo el peso del pecado que nos cerca, corramos con pa
ciencia á la batalla que nos está propuesta (2).
(1) ütbr.. xi, 33, 34 y 35.
(2) Htltr., xi , 3o ; xn , I.
EL DO.V DE FORTALEZA. 325
He ahí lo que el mundo ha visto : lie aquí ahora lo que el mundo
ha oido. Ha oído á Pablo lanzando a todas las potencias enemigas , en
nombre de todos esos discípulos de la fortaleza, este reto sublime:
' Nada temo, porque lo puedo todo en Aquel que me conforta. ¿Pues
quién nos separará del amor de Cristo? ¿ tribulación? ¿ó angustia?
¿ ó hambre ? ¿ ó desnudez ? ¿ ó peligro ? ¿ ó persecución ? ¿ ó espada ?. . . .
Estoy cierto que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ui
virtudes, ni cosas presentes, ni venideras, ni violencia , ni altura,
ui profundidad, ni otra criatura nos podrá apartar del amor de Dios,
que es cu Jesucristo Señor nuestro (l). »
Ha oido á Teresa de Jesús , tomando por divisa : Ó padecer , ó mo
rir. Ha oido á una de las hijas de Teresa , Magdalena de Pazzis, decir,
si posible fuera , con más sublimidad que su madre : Padecer , y no
morir. Ha oido á Juan de la Cruz , resumiendo sus votos en estas pa
labras : Padecer y ser despreciado por Dios. ¡Cuántos otros sublimes
gritos, igualmente desconocidos del mundo pagano, han resonado en
los oidos de la humanidad cristiana, desde el día en que el Espíritu
de fortaleza descendió sobre ella! ¡Y para creer en el Cristianismo
hay todavía quien pide milagros!
3.° ¿Cuánta es la necesidad del don de fortaleza? Después de lo
que acabamos de decir, parece superflua esta pregunta; sin embargo,
-no tiene nada de eso. Respecto al don de fortaleza , como á los demás
del Espíritu Santo, el hombre se encuentra en la alternativa inevita
ble que hemos apuntado : ó vivir bajo el imperio del Espíritu de for
taleza, ó pasar la vida debajo de la tiranía del Espíritu contrario. ¿Qué
Espíritu es este? El de pereza (2). Veamos eu qué consiste este espí
ritu, y qué efectos produce en el hombre y en el mundo. La pereza
os un entorpecimiento espiritual, que nos impide cumplir con nues
tros delieres (3) : es el cloroformo de Satanás. Apenas se inocula este
virus en el alma, la embota y hace que le produzca náuseas todo lo
-que es un bien espiritual. Su último lin , la amistad de Dios en este
mundo, su gloria en el otro, los medios de llegar a ella , los delieres,
las virtudes , los sermones , las fiestas , los sacramentos , la oración,

(1) Áct., xx , 24; Philipp., i», 13; Rom., vin, 35-39.


(4) Spiritus fortitudinis ¡lluminat Spiritum tristem accidiae , quae prop-
ter taedium laboris subterfugit viriliter bona operari , infirmitate victus sen -
suaJitatis. (S. Anión., ív p., tit. x , c. i.)
(3) Acedía est torpor menüa bona apirituali» inchoare abborrentis et
incboata perficere fastidianlia. (Ferraris , verb. Aridia.) ,
32(3 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
las buenas obras, todo, todo lo que sea religión es para ella una carga,
y le da fastidio.
De donde nace., según la explicación de San Gregorio , la pusila
nimidad, pusillanimitas , especie de abatimiento y de molicie ante
cualquier obligación , por poco costosa que sea , tal como el ayuno,
la abstinencia , la mortificación de los sentidos ó de la voluntad ; la
tibieza , torpor , que prescinde del deber , ó no lo cumple sino imper
fectamente o con descuido y negligencia ; la distracción del espíritu.
mentís evugatio , que en los ejercicios de religión esta pensando
en todo menos en la presencia de Dios ; la instabilidad del corazón,
instabilitas coráis, cuyas inconstancias para el bien son mas difíciles
de contar que los movimientos de una caña agitada por vientos con
trarios; la malicia, malitia , pues al pensaren los deberes impuestos
al hombre y al cristiano , el perezoso siente como pesar de haber
nacido, y, sobre todo, de haber nacido en el seno del Cristianismo: el
odio , ranear , hacia el sacerdote y hacia cualquiera que le predique
sus obligaciones, y aun hacia los mismos objetos materiales que se
las recuerdan ; el fomento de todos los vicios, porque escrito esta de
la ociosidad , hija de la pereza , que enseña toda especie de mal ; en
fin, el desaliento , la desesperación y la impenitencia final (1).
Se comprende el estado á que debe de llegar un hombre , un pue
blo, un mundo , bajo la tiranía de este demonio. Si no hay nada más
brillante que el cuadro de los discípulos de la fortaleza trazado por el
mismo Espíritu Santo, nada hay más triste que el retrato de los
esclavos del Espíritu de pereza. Ser degradado , sin energía para el
bien, estúpidamente indiferente para sus intereses eternos, confundien
do todas las religiones en un común desprecio, a lin de no practicar
ninguna, hundido en la materia, el perezoso espiritual, hombre,
pueblo ó mundo, quiero y no quiere á la vez. Tiene oídos y Unge no
oir, ojos y linge no ver, pies y no se mueve, manos y no trabaja. Se
parece á una puerta que se abre y se cierra veinte veces al día, y por
la noche se encuentra siempre en el mismo lugar. Esconde la mano
debajo de su sobaco, y le cuesta trabajo si la ha de llevar á la boca (2).
Este hombre , este pueblo, este mundo, no solamente se degrada,
sino que además se hace pobre de verdades y de vil tudes. Oigamos
todavía al Espíritu Santo : El león está en la calle, dice el perezoso,
y la leona en los caminos ; si salgo , seré devorado. Pasó por el cam-

(1) Apod Ferrari*, verb. Acidia.


(2) Prut., xxvi , Í3-15.
EL DON DE FORTALEZA. 327
po del hombre perezoso , y vi que estaba todo lleno de ortigas , y las
espinas habían cubierto su superficie, y la cerca de piedras estaba
destruida. Imita, pues, á la hormiga, perezoso; aprende en su escue
la. Durante el verano, acopia para el invierno. ¿Hasta cuándo, pere
zoso, dormirás tú; hasUi cuando estarás bostezando?
Y le vendrá la indigencia como caminante , y la pobreza como
hombre armado. Como el vinagre á los dientes y el humo á los ojos ;
asi es el perezoso a aquellos que lo envían. Si esto es para los hom
bres, ¿qué sera para Dios? Espada arrinconada que se enmohece, pie
inactivo que se hincha, vestido arrimado que la polilla devora, agua
corrompida donde se forman y bullen los insectos más asquerosos,
alimento desabrido que se arroja de la boca y no se vuelve a tomar
jamás. No debe ser apedreado el perezoso con piedras, no es digno de
ellas , sino con el estiércol de los bueyes (1).

(í) De Btercore boum lapidatusest piger ; et omnis c[ui tetigerit eum exou-
tict manum ejus. (Ecc.l. , xxu , i ; xxm, 29; Pros., vi, 11, x, 26; mu, 4;
xxiv, 30.)—De itercore boum, dicen los comentadores ; porque el buey es
modelo de trabajo.
CAPÍTULO XXXI.

El don de consejo.

Sumario.—Lo que es el don de consejo.—En qué se distingue de la pru


dencia y del don de ciencia.—Efectos del don de consejo.—Respecto i
nuestra vida y á la vida de loa demás.—Pnlnbrr.s de Donoso Cortés.—El
don de ¡consejo ha creado las órdenes religiosas.—Explicación de este
hecho.—Inmenso beneficio del don de consejo.—Necesidad del don de
consejo : se opone á la avaricia.—Explicación.— Naturaleza de la avaricia
y sus efectos con relación al hombre y al mundo.

El don ó espíritu de fortaleza , superior á esta virtud en extensión


y energía , tiene dos objetos : hacer y padecer. Está colocado en me
dio de los siete dones como un rey en medio de sus oficiales para pro
tegerlos y dirigirlos. Gracias á su influencia , se hace el hombre ca
paz de llevar á feliz término la gran empresa para que está en el
mundo, la conquista del cielo. Entonces retroceden delante de él las
tres potencias coligadas para detener su marcha : el demonio , la
carne y el mundo ; y él soporta con valor indomable las fatigas del
eterno combate , y ofrece al cielo y á la tierra el más bello espec
táculo que puedan conlernplar.
Este don de fortaleza , necesario al hombre , á la sociedad y á 1»
humanidad entera para hacer ó padecer noblemente grandes cosas,
no lo es menos para preservar de la esclavitud del espíritu contrario,
que es la pereza. Ésta, que degrada al hombre y lo empobrece y hace
despreciable , ofrece un triste contraste con el espíritu de fortaleza,
tal como se ha manifestado en todos los siglos y se manifiesta hoy
mismo en todos los países católicos.
EL DON DE CONSEJO. 329
Mas para hacer ó padecer en conformidad al fin de la vida , no
basta tener vigor para hacer y para sufrir ; ese vigor tiene que ser
dirigido. «Mal se. corre, dice San Agustín, si no se sabe hacia dónde:
Non bene curritur si quo currendum est nesciatur. » Pues bien : el di
rigir el vigoroso aliento del hombre esforzado toca al don de con
sejo. Lo veremos estudiando nuestras tres cuestiones : ¿ Qué es el don
de consejo? ¿Cuáles son sus efectos? ¿Cuál su necesidad?
i.° ¿Qué es el don de consejo? El consejo es un don del Espíritu
Santo que nos hace discernir con certidumbre los mejores medios de
llegar al cielo (i). Este nombre es admirable. Consejo es el parecer
que alguno nos da. ¡ Qué noble don! En una multitud de circunstan
cias el hombre es incapaz de decidirse por si mismo. ¿Qué hace en
tonces para salir de su incertidumbre? Pide consejo, y esta conducta
no puede ser más sabia. Hijo mió, decía Tobías (iv, 19) , pide siempre
consejo al sabio. De un buen consejo pueden depender la fortuna, el
honor, la vida. ¡ Cuántos yerros, disgustos y lágrimas puede excu
sar! Ahora bien: en el único negocio importante, en el único que
tiene consecuencias eternas , en el negocio de la salvación, el Espí
ritu Santo mismo tiene á bien ser nuestro consejero, y lo es por el
<lon en que nos ocupamos.
Este don se distingue de la virtud de la prudencia y del don de '
ciencia. Se distingue de la prudencia , en su principio , su exten
sión y su certidumbre. En su principio : la razón es el principio de
la prudencia natural ; pero, mediante el don de consejo , el Espíritu
Santo mismo es quien nos guia. En extensión : la virtud de la pru
dencia, ahora sea natural ó sobrenatural, no puede ni abrazar ni
prever todos los medios más propios para llegar al objeto apetecido,
y , á pesar de toda su aplicación , «los pensamientos de los hombres
son tímidos , é inciertas nuestras providencias (2).» Por lo contrario,
el don de consejo se extiende á todo lo que nos es necesario conocer
para decidirnos sabiamente en un caso dado. En certidumbre. Nadie
ignora los cálculos y tanteos que preceden á una determinación im
portante, las vacilaciones que la acompañan, y las incertidumbres
que la siguen. En el don de consejo no hay nada de esto. El mismo

(1) CoDsilium est donura quo Spiritus Sanctus dirigit nos in ómnibus
quae ordinantur in finem vitae aetornae , sive sint da necessitate Balutis , sive
non. (S. Tintan., iv p., tit. xii, c. i.)
(i) Sap., ix, 14.
330 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Espíritu Santo nos comunica su luz, y determina nuestra elección (1).
En cuanto a la diferencia entre ei don de consejo y el don de deu
da , he aqui en qué consiste. Al comunicarnos el don de ciencia el
conocimiento cierto de la verdad , nos hace capaces de discernir fácil
mente lo verdadero de lo falso, y el hien del mal. El don de consejo
va más lejos. Nos hace distinguir y escoger entre lo verdadero y lo
más verdadero, entre lo bueno y lo mejor : es decir, que nos indica
los medios más apropiados á nuestro lin supremo, segúu las circuns
tancias de tiempos , lugares y personas.
Empero , no basta considerar en si mismo el don de consejo ; par»
conocerlo bien es menester verlo en sus efectos.
2.° ¿Cuáles son los efectos del don de consejo ? Acabamos de in
dicarlos diciendo que el don do consejo nos hace escoger los medios
más á propósito para alcanzar nuestro último fin. Esto quiere decir
que eBte don divino nos preserva de las desgracias , desesperadas mu
chas veces , á que nos conduciría una elección imprudente. Esto sig
nifica también que nos ayuda a hacer nuestras obras, como el mismo
Dios hace las suyas , con número , peso y medida. Esto denota, en fin,
que, como miembros que somos del gran cuerpo del Verbo encamado,
nos coloca á cada uno en su lugar y nos hace funcionar de manera
que se procure, sin embarazo, la armonía del conjunto: armonía
magnifica , poderosa unidad , que es el fin de todos los dones y ope
raciones del Espíritu Santo.
El don de consejo es de un uso incesante. Como el ciego necesita
do un guia para todo, así el hombre, quienquiera que sea, niño,
mozo ó viejo, rico ó pobre, rey ó vasallo, eclesiástico ó seglar, tiene
necesidad de ser dirigido en cada uno do sus actos, y lo es en reali
dad. Y esto que es verdad en los individuos, lo es en la familia, yeu
las sociedades , y en el género humano enteró. ¡ Desgraciado , pues,
aquel que en el gobierno de su vida ó de la vida de otros desdeña el
Espíritu de consejo ! ¡ Más desgraciado todavía el que busca el espí
ritu de consejo donde no está ! Y está donde esté el Espirita Santo, y
no está más que allí , y está en proporción de las comunicaciones del
Espíritu Santo. De aqui proviene que los santos , es decir, los hom-

(I) Unde donum consilii reBpoadet prudentiae , sicut ipsam adjuvans et


perficiens. {S. Th., 2. 2., q. ut, art. 2.)—Indiget homo in inquisibone
consilii dirigi et elevari a Deo qui omnia comprehendit. Et hoc fit per donum
C0D8Í1Ü. (S. Antón., lYp., tit. jrn, c. i.)
EL DON DE CONSEJO. 331
bres de buen consejo por excelencia , son verdaderos tesoros para el
mundo.
«Si el género humano, dice Donoso Cortés, no estuviera conde
nado irremisiblemente a ver las cosas del revés, escogería por conse
jeros entre la generalidad de los hombres á los teólogos, entre los
teólogos á los místicos, y entre los místicos á los que han vivido una
• vida más apartada de los negocios y del inundo. Entre las personas
que yo conozco, y conozco a muchas, las únicas en quienes he reco
nocido un buen sentido imperturbable, y una sagacidad prodigiosa, y
una maravillosa aptitud para dar una solución práctica y prudente á
los más escabrosos problemas , y para encontrar siempre un escape ó
una salida en los negocios mas arduos, son aquellas que han vivido
una vida contemplativa y retirada; y, al revés, no he encontrado
todavía, ni pienso encontrar jamas , uno de esos hombres que se lla
man de negocios, despreciadores de todas las especulaciones espiri
tuales, y sobretodo de las divinas, que sea capaz de entender ne
gocio ninguno : á esta clase numerosísima pertenecen aquellos que
toman por oficio engañar á los otros , siendo ellos los que se engañan
á si mismos
Si uosotros ignoramos individualmente los beneficios personales
del Espíritu de consejo, el mundo no debe ignorar que le es deudor de
la más útil y perfecta de sus instituciones. ¿Cual es? La gran institu
ción de las órdenes religiosas. Oigamos á los príncipes do la teología
contar la historia de esta creación maravillosa, y, por rendir home
naje al Espíritu de consejo, recordemos que la antigüedad no conoció
cosa semejante, que las órdenes religiosas comenzaron con la efusión
del Espíritu Santo en el Cenáculo, y que desaparecen de todos los
lugares de donde el Espíritu Santo se retira.
Siendo Dios la perfección, enseñan Santo. Tomás y San-Agustín,
la gloria y la felicidad del hombre consisten en estar unido á Él de la
manera más intima ; porque este es su fin. Mas por las preocupacio
nes y obstáculos de la vida ordinaria, tal unión es imposible ; por
esta razón, la ley añade á los preceptos los consejos, los cuales se
ordenan a despegar al hombre, cuanto es posible, de todas las solici
tudes de la vida presente.
Siu embargo, este despego no es tan necesario que sin- él no
pueda el hombre alcanzar su fin. La virtud y la santidad no son incom
patibles con el uso racional de los bienes terrestres. De esta manera,

(1) Emayo, ele . lib. u , cap. VIH.


332 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
las advertencias de la ley divina no se llaman preceptos, sino consejos,
en cuanto persuaden al hombre á despreciar lo menos por lo mas, y
lo peor por lo mejor. Pues bien ; en el estado presente, los cuidados
del hombre tienen tres objetos: nuestra persona, qué deba hacer,
dónde haya de habitar ; las personas que nos están unidas por los
lazos más íntimos, como la esposa y los hijos ; finalmente, los bienes:
exteriores y los medios de adquirirlos ó conservarlos.
Para romper de un golpe estos tres obstáculos de la unión intima
con Dios, el Verbo encarnado da tres consejos, que el Espiritu Santo
hace gustar y tomar por regla de conducta. La pobreza voluntaria
quita todos los cuidados de los bienes terrestres». La virginidad y la
castidad voluntaria despegan el alma de toda solicitud de los bienes
del cuerpo. La obediencia voluntaria libra de todos los afanes que la
independencia de la voluntad ocasiona relativamente á la conducta de
la vida y los bienes del espíritu (1).
Los discípulos del crisma, alumni chrisnmtis, que tienen valor
para llevar á cabo este heroico desprendimiento de todo, pueden can
tar con el Salmista : Nuestra alma como pájaro escapó del lazo de los ca
zadores: el lazo se rompió, y nosotros quedamos libres (103). Nada les
impide desde entonces hacer de Dios el centro de todas sus alecciones,
y gravitar hacia Él con todas las potencias de su ser. Á vista de todo el
mundo cumplen en el orden moral la gran ley que preside al mundo
planetario , donde todos los astros gravitan hacia el sol empujados por
una fuerza irresistible. ¿Qué más diremos? Amar como ellos aman
es orillar, romper, conculcar todos los obstáculos que pueden retar
dar la velocidad de su movimiento hacia Dios, ó desviar su dirección.
También en esto cumplen en el orden moral la ley que preside al
movimiento terrestre, donde vemos los torrentes y los ríos arrollan
do á su paso todo lo que se opone á su curso impetuoso hacia el
Océano.
Ahora calculemos, si es posible, todos los servicios y beneficios
que la humanidad debe á las órdenes religiosas, asi en el orden tem
poral como en el moral , y sabremos en parte lo que el mundo debe
al solo don de consejo. Decimos en parte , como quiera que si cono
cemos los bienes de que el espiritu de consejo nos colma, nos queda
todavía saber los males de que nos libra. La respuesta á la cuestión
siguiente acabará de instruirnos.
3.° ¿Cuánta es la necesidad del don de consejo? Por cuauto el

(1) S. Antón., IV p., tit. III , o. II.


EL DON DE CONSEJO. 333
hombre no tiene la verdad eu si mismo, es un ser enseñado ; y por
que es un ser enseñado, es forzosamente un ser dirigido. Pues bien:
igualmente que el mundo, el hombre está también colorado entre dos
direcciones opuestas, una que viene del Espíritu de luz, y otra del
espíritu de tinieblas. Sea lo que sea, y haga lo que haga, tiene que
obedecer á la una ó á la otra : imposible le es evadirse de esta alter
nativa. Si el Espíritu de consejo se retira del hombre ó del mundo, su
lugar no queda vacio ; luego al punto looc upa el espíritu contrario,
(pie es el de avaricia (1).
Nada es más fácil de probar que la oposición directa de la avari
cia al espíritu de consejo : el cual , iluminando nuestro entendimien
to, nos hace escoger los medios más a propósito para alcanzar nues
tro último lin. El primero es el desapego de los cuidados de la vida
por el desasimiento de las cosas criadas. El segundo consiste en des
pojarse voluntariamente de todos esos bienes.
¿Qué es la avaricia? El amor desordenado de las riquezas : su
efecto inevitable es oscurecer el entendimiento y falsear la voluntad.
Apenas entra eu un hombre el espíritu de avaricia , 4o fascina. Los
bienes terrenos forman ante sus ojos un espejismo engañoso , fuera
del cual no ve nada que sea digno de sus pensamientos: persigue este
espejismo y se consume contemplándolo , y de puro absorto que esta
en su contemplación insensata , olvida los verdaderos bienes. En vez
de allanar su camino, lo obstruye cón mil obstáculos. En lugar de
conservar su libertad de acción y de pensamiento , se enreda en in
trincados lazos y se pierde en afanes interminables , que son fuentes
de amarguras é iniquidades , ha'sta que la muerte viene á decirle : Te
jedor de telarañas, cazador de moscas, constructor de castillos de
naipes, hay que partir para la eternidad , y partir con las manos va
cias (2). Si , con las manos vacias de buenas obras , pero repletas de
pecados.
La avaricia es una madre fecunda, que engendra hijas no menos
criminales que su madre. He aquí algunas: la dureza de corazón,
conlis duritia. Nada hay más insensible que el avaro. Ni las calami
dades publicas, ni los harapos del pobre, ni los lamentos del enfermo,

(I) Spiritus conBilii fugat spiritum avaritiae ,quao necconsilia neo man-
data Dei sinit implere, quijubetvel coasulit pauperibus indigentibus subve-
niri, sol ipsi sibi congregal lutum. (S. Antón., ivp., lit. x, c. i.)
(i) Sap., iT, 12.—/ ad Tim , vi, 9-tO.—Telas araneae texuerunt. (h.,
lix , 5.)
334 TBATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ni las lágrimas del huérfano y de la viuda, son capaces de hacerle
desatar el cordón de su bolsa. Tiene sobre su alma el seco y duro sello
del metal que adora. La falsía, falsilai. No hay mentiras , ni engaños
que el avaro escrupulice, sea para vender, sea para comprar. Entre
todas las virtudes , la buena fe es la que menos conoce.
El fraude, fraus. De las palabras pasa a los actos. Defraudaren
los pesos y medidas , defraudar en la naturaleza y calidad de los obje
tos , es para el avaro moneda corriente. La violencia , violentia. Este
nombre tiene que darse á las concusiones públicas , a los robos eu
grande , á los compromisos escandalosos , á los contratos usurarios,
á las intrigas miserables con que se engaña a los crédulos, se abusa de
la debilidad , se trafica con la conciencia , y se hacen riquezas á ex
pensas del honor y la justicia.
La traición, perfidia. El avaro no tiene más que un amigo, su
oro. En un sentido bien diferente que Melchisedech , puede afirmar
que no tiene pudre, ni madre, ni hermanos, ni hermanas, ni ge
nealogía alguna en el mundo. El enemistarse con sus parientes y ami
gos , moverles pleitos , fomentar las divisiones y los odios, descender
á todas las bajezas , vivir del egoísmo , de la difamación y la envidia,
es cosa sencilla para un avaro , como haya de por medio pérdidas ó
ganancias.
Si el espíritu de avaricia se extiende á la sociedad , todos los estig
mas justamente aplicados al avaro individual , deberán hacerse exten
sivos al avaro colectivo. De esta sociedad , de esta nación , de esa
muchedumbre se podrá decir con toda verdad , que nadie hay más
malvado ; que no tiene temor de Dios, ni justicia , ni lealtad ; que es
un vasto bazar en que todo se vende, porque se compra todo, la liber
tad , el honor , la conciencia; una agregación de filibusteros y piratas
que , á menos de una conversión milagrosa , acabará por no contar
masque dos clases de individuos , los engañados y los bribónes.
Entre tanto, esta sociedad, poseída del demonio de la avaricia, se
distinguirá por dos caracteres. Latente ó manifiesta , será permanente
eu ella la guerra de los que no tienen contra el que tiene. Revolucio
nes incesantes traerán catástrofes sin fin, como justo castigo de gente
que cambió su Dios por el becerro de oro. La locura reemplazará la
razón , el tiempo será preferido á la eternidad , lo que es menos á lo
que es mas.
¿Qué sabiduría , qué buen sentido , pregunta la Escritura , qué
elevación de inteligencia puede quedar á aquel que está soldado a su
arado, que constituye su gloria en sus máquinas y en la aguijada cón
EL DON' DE CONSEJO.
que pica á los bueyes, que no habla más que de pastos, agricultura
y trabajos materiales , cuyas conversaciones son todas de becerros,
cuyo corazón está hundido en los surcos de sus tierras y su pensa
miento en la manteca de sus vacas (1) ?
Salvar al mundo de semejante degradación, ¿no será hacerle un
beneficio inmenso? ¿De quién se puede esperar? ¿Acaso de los legis
ladores , filósofos ú otros semejantes? No, de modo alguno, sino del
Espíritu de consejo, y sólo de él. ¡Y el mundo lo olvida!

(!) Avaro nihilest scelestiua ; nihil est talquina quam amare pecuniam....
hic enim et animam auam venalem habet. (EccUi., x, 9 , 10; Eph., v, 5¡
Eecl,, xxvii, 1.)— Qua sapientia replebitur qui tenet aratrum , et qui glo-
riatur in jaculo ; stimulo boves agitat , et conversatur io operibus eorum , et
enarralio ejns in tiliis taurorum? Cor suum dabit ad versando» guieos et
vigilia in sagina vaccarum. (Rccl., xxxvm , 45-27.)
CAPÍTULO XXXIT.

El (Ion cío entendimiento.

Sumario.—I,o que es.—En qué se diferencia de la fe y del don de ciencia.—


Sus efectos .' obra sobre el entendimiento y sobre la voluutad.— De qué
modo.—Ejemplo de los Apostóles.—Lo que es el cristiano sin el don de
entendimiento.—Lo que es cuando lo posee.—Su necesidad.—De qué espí
ritu nos libra.—Palabras deS: n Anlonino.— El espíritu de gula y sus elec
tos.—La debilitación de la inteligencia.—La loca alegría.—La inmodes
tia.—La pérdida de la fortuna y de ta salud.—Cuadro del sensualismo
actual.

En medio de las tinieblas de la noche, el niño distingue entre mil


ia voz de su padre: tan pronto como la oye, corre hacia donde esa
voz le llama. Lo mismo pasa con el alma dirigida por el don de con
sejo. Entre los diferentes partidos que se le presentan y los movi
mientos diversos que la solicitan , distingue sin trabajo el partido que
debe tomar y el movimiento que ha de seguir. El don de consejo,
obrando sobre la voluntad no menos que sobre el entendimiento,
imprime al alma un fuerte impulso que la hace vencer los movimien
tos de la naturaleza y la torna dócil á los movimientos de la gracia.
De aqui nace una rectitud de intención, una purera de los afectos y
una sabiduría de conducta que hacen divina su vida entera. De aquí
también resulta una generosidad constante y á veces heroica para
hacer toda clase de sacrificios y desasirse de los obstáculos que le im
pedirían llegar a la perfección.
Si nos quedamos en el mundo, es el desapego de las criaturas y
en especial de las riquezas : si el impulso es mas fuerte, es el abau-
dono completo de los bienes criados mediante los tres votos religio
sos, que son principio de gloria para la Iglesia y de beneficios para
*

EL DON DE ENTENDIMIENTO. 337


la sociedad. En el siglo, como en el claustro , quedamos libres del
espíritu de avaricia, causa incesante de que se pierdan infinitas almas.
Tales son, en compendio, los efectos del don de consejo.
Mas noble es todavía el don de entendimiento ó inteligencia. Para
conocer la naturaleza y extensión de las riquezas incomparables de
este nuevo elemento deificador, vamos a estudiar, como en los otros,
lastres cuestiones siguientes: ¿Qué es el don de entendimiento?
¿Cuáles son sus efectos? ¿Cuál su necesidad?
i.° ¿Qué es el don de entendimiento? El entendimiento es un
don del Espíritu Santo, que nos huee comprender y penetrar las ver
dades sobrenaturales (1). La palabra entendimiento o inteligencia tanto
vale como cierto conocimiento intimo ; viene de la latina intelligere,
que significa leer interíorícente, intus leyere. El conocimiento delos
seres que obran sobre nuestros sentidos, la vista, el oído, el gusto,
el olfato y el tacto , se limita á las cualidades exteriores ; mas el cono
cimiento iutelectual penetra basta la esencia de las cosas.
Ahora bien: hay muchas cosas que están como ocultas debajo de
velos, y que sólo la inteligencia puede penetrar. De esta manera se
oculta bajo las formas exteriores la sustancia de los seres ; bajo
las palabras, lo que ellas significan ; bajo las comparaciones y figu
ras , la verdad figurada ; y en ios efectos , las causas. Cuanto mayor
es la fuerza de nuestro entendimiento, más intimamente penetra las
cosas. Nuestra luz natural no tiene más que un alcance limitado,
incapaz de penetrar más alia decidlos límites. Sin embargo, el
hombre ha sido criado para un fin sobrenatural , y no puede conse
guirlo siuo en cuanto lo conozca juntamente con los medios de llegar
a él. Tiene , pues , necesidad de una luz sobrenatural para entender
1 o que excede el alcance natural de su entendimiento. Esta luz sobre
natural, comunicada al hombre por el Espíritu Santo, se llama el don
de entendimiento (2).
Se ve ya en qué se diferencia este don de la inteligencia natu
ral, de la fe y del don de ciencia. La inteligencia natural es la facul
tad de conocer las verdades fundamentales que pueden ser conocidas
por la razón. La inteligencia sobrenatural ó el don de entendimiento

(1) Donum intellectua est habitua, qui dicitur lumen supernaturale,


superadditum lumini naturalí, datum homini ad intelligendum et ponctran-
duni ea quae nobis supernaturaliter innotesount. (Vig., c. xm , § -2.)
(i) Et illud lumen supernaturale homini datum vocatur donum intellec-
tuB. (S. Th., 2. 2., q. vm , art. 1.)
TOMO II. 22
:¡:ím TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
va mas lejos , y no proviene de la naturaleza , sino do la gracia ; y
penetra, no solamente las verdades del orden puramente humano
sino las del orden sobrenatural (1).
Se diferencia de la fe, cuyo oficio propio es hacernos asentir fir
memente á las verdades reveladas por Dios , en tanto que el don de
inteligencia nos hace penetrar y comprender estas verdades cuanto
un hombre es capuz de ello, e Si bien el don de inteligencia, dice San
Anlonino , corresponde á la fe y la presupone , no se sigue de ahi
que pueda , como la fe , estar en el hombre sin la gracia santificante.
La razón esque la fe comprende solo el asentimiento á las verdades que
se han de creer, asentimiento que puede existir en virtud de cierta
ilustración del entendimiento sin la gracia. Pero el don de inteligen
cia lleva consigo cierta penetración de la verdad en su relación con
nuestro fin último, penetración que no puede existir sin la gracia
santificante. Asi, el pecador que conserva la fe, puede comprender
las verdades que cree , pero no las comprende plenamente ui las pe
netra (2). i
Por lo que hace al hombre que está en gracia, puede quedar en
cierta oscuridad sobre Jas verdades «o necesarias para la salvación;
pero , respecto a las necesarias , el Espíritu Santo le da siempre
el entendimiento suficiente. Este limite señalado al don de inteli
gencia es muchas veces un beneficio déla sabiduría divina, que
quiere alejar de este modo ó hacer imposibles las tentaciones del or
gullo (3).
Se diferencia del don de ciencia. El don de ciencia se opone a la
ignorancia, ante la cual la verdad es como si no fuera ; y el don de
inteligencia se opone á la cortedad del entendimiento obtuso, que se
para en la superficie de las cosas sin penetrar el fondo. El objeto
principal del don de ciencia js hacer distinguir con seguridad entre
la verdad y el error ; pero el don de entendimiento nos hace penetrar
hasta en sus profundidades la verdad que el don de ciencia nos ha nios-

(1) Intellectus virtua e*t habitúa naturalis primorum prinoipiorum co-


gnitionis,quae per se naturaliter cognoscuntur. Intellectus donum est hatiitoi
primorum prtBcipiorum cognoscitivu? non naturalis , sed gratuitus, aliter
lamen quam Cides. (S. ánion., iv p., tit. xi, cap. i, § 5.)
(~2) Quamvis peccatores habentes fidem , intelligant ea quae praponun-
tur credenda, non tamen plene intelligunt, ñeque penetrant. (Vig., c. un,
et S. Anión., ubi xnpra.)
(3) Vig., ubi mpra.
EL DON DE ENTENDIMIENTO. 339
irado despegada de toda mezcla (1). Y asi, por la íe tiene el hombre
el conocimiento de la verdad ; por el don de ciencia , la certidumbre
razonada; por el don de entendimiento, cierta comprensión, cierta
especie de intuición incoada.
2." ¿Cuáles son los efectos del don de entendimiento? Igualmente
que lus otros dones del Espíritu Santo, este del entendimiento es espe
culativo y practico; conviene a saber, dice relación á las verdades que
se han de creer y a los deberes que se han de practicar. « El don de
inteligencia, enseña la teología , no se aplica solamente a las cosas que
primitiva y principalmente son objeto de la fe, sino también á las que
tienen relación con ella , como son las buenas obras que se relacionan
íntimamente con la fe, toda vez que ésta obra por la caridad.
t Por esto el don de inteligencia se extiende á los actos, en cuanto
estos deben ser conformes a las leyes eternas cuyo sentido y extensión
no puede la razón sola penetrar como conviene. Indudablemente, la
razón humana dirige al hombre en los actos humanos ; mas la regla
délos actos humanos no es la razón sola, sino también la razón eterna,
que excede á toda razón creada. Luego el conocimiento de los actos
en cuanto deben ser regulados por la razón divina , sobrepuja á la
razón humana, y reclama imperiosamente la luz sobrenatural del don
de inteligencia (á).»
De aquí resulta que este don obra sobre el entendimiento y sobre
la voluntad. ¿Queremos saber lo que hace en el entendimiento? Tres
luces nos iluminan : la razón, la fe, el don de inteligencia. La razón
es una lámpara sepulcral que no proyecta más que una luz dudosa,
apenas suficiente para abrirse paso al través de la oscuridad de la
noche y permitirnos entrever los objetos mas cercanos. La fe es una
antorcha más luminosa , que brilla en las tinieblas, pero cuyos rayos
no iluminan mas que imperfectamente un horizonte limitado (3). El
don de entendimiento es el sol que disipa laS tinieblas y las nubes, é
ilumina hasta las cosas mas lejanas, por encima de si y alrededor
de si.

(I) Ad lioc quodintellectus human us pericote asaentiat veritati fidei , dúo


requiruntur: quorum unum est quod sane capiat ca quae proponuntur , quod
pertiuet ad duuum iutellectus. Alíud est ut habeat certum ot rectum judi-
cium de eia.. .. et ad hoc necessarium edl donum scieutiao. (S. Th., 2. 2.,
q. ix , art. 1 .)
(?) S. Th., 2. 1., q. vni, ar». 3; et S. Anión., ubi nupra.
(3) ....Cui benefacilis attendentes quasi lucernas luecuti ¡o caliginoso
loco doñee diea elucescat. (II l'elr., i, 19.)
340 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
¿Será necesarío hacer notor la diferencia de estas tres luces? Si
entro en una habitación con una luz, distingo, pero con trabajo, los
objetos que en ella se encuentran. Si entro con una antorcha más lu
minosa , veo los objetos con menos trabajo, pero imperfectamenle. Si
entro en pleno mediodía veo todos los objetos perfectamente, en toda
su hermosura y sin trabajo alguno.
¿Cuáles son los objetos que el don de entendimiento hace brillar
á nuestra vista ? No son otros que la verdad en lodos sus órdenes y
en todas sus fases, la verdad en el orden religioso. La Escritúrala
contiene, pero cubierta con velos, que sólo el don de entendimiento
tiene poder de levantar ó de hacerlos transparentes. Asi , los Alistóles,
antes de la ascensión de su Maestro, tenían la razón y la fe, y sin
embargo no entendían las Escrituras. El primer beneficio de Nuestro
Señor Jesucristo, después de su resurrección, fué abrirles el espíritu,
á fin de dar lugar al don de entendimiento, para cuando viniese el
día de Pentecostés á comunicarles el conocimiento claro y como la
visión de la verdad oculta en los divinos oráculos (1).
El Espíritu de entendimiento descendió al alma tenebrosa de los
pescadores de Galilea , y se convirtieron en ingenios de primer orden,
en soles resplandecientes, cuyos rayos iluminan el mundo entero. Ved
si no con qué maravillosa facilidad Pedro, apenas salido del Cenáculo,
lee a los Judíos las Escrituras y les muestra por doquiera el Verbo,
redentor de Israel y de los gentiles, nombrado en las promesas, oculto
bajo las figuras, anunciado en las profecías , preparado poc todos los
acontecimientos.
Ante él desarrolla el magnifico cuadro de los misterios del reino
de Dios , cuyos angeles mismos no tenían de él hasta entonces sino
un conocimiento imperfecto, y ofrece á la contemplación de sus oyen
tes este cuadro radiante de luz y de belleza. Estos, a su vez , ilumi
nados por el don de entendimiento , entienden lo que hasta entonces
no habían entendido ; ven lo que hasta entonces no habían visto, y
con el entusiasmo del amor abrazan la verdad , á la manera que, des
pués de una larga ausencia , abraza el hijo á su querida madre , de
la cual nada puede ya separarlo (2).
(I) Nondum enim Bciebant Scripturas. (Joan., xx, 9.)—Tune aperuit
tllis aenBum ut intolligerent Scripturas. (Luc, xxiv , 45.) — Quum autem
venerit illeSpiritus veritatis , doeebit vos omnem veritatem. (Joan., xvi, II.)
(2) Véase Huperl. , ubi iupro: De dono intelleclus. —Qui piscatorem Spiritu
suo docuit sapere et dicere : In principio erat Vorbum, et Verbum erat apnd
Deum , et Deus erat Verbum. (S. Aug., De Civ. Dei., lib. x, c. xxxlx.J
EL DON DE ENTENDIMIENTO. 341
Lo que aconteció á los Apostóles sucede respecto al cristiano.
Puede tener la fe : mas si lia perdido por el pecado mortal el don de
entendimiento, la Escritura santo, con todos sus tesoros de verdad,
con todas sus bellezas y todas sus luces , es para él un libro cerrado.
Lee la letra que mata , pero se le escapa el espíritu que vivifica.
Hieren sus ojos algunos rayos esparcidos, pero no ve el foco. La
lectura misma de este libro bajado del cielo, le hastia y lo fatiga.
Lo mismo sucede con otros preciosos depósitos , en los cuales se
contiene la verdad. Estos son el magisterio de la Iglesia , las obras
de teología y de filosofía cristiana , los sermones , el mundo físico y
los sucesos de la historia. Pues bien : sin el don de entendimiento,
estos depósitos de verdad apenas están entreabiertos , y las verdades
que encierran son muy mal conocidas y mucho menos entendidas,
muy poco admiradas y todavía menos amadas (1).
Pero sobreviene el Espíritu do entendimiento, y todo se ilumina. El
Antiguo y el Nuevo Testamento se abren hasta sus profundidades, y
permiten contemplar los misterios del Verbo que era , en la Ley como
en el Evangelio, el Alfa y Omega de todas las cosas. El símbolo ca
tólico, el Decálogo y los Sacramentos aparecen como el cuerpo de
doctrina más noble , mejor relacionado y más perfecto que el hombre
haya conocido jamás.
La teología resplandece como la reina de las ciencias , digna del
estudio y de las preferencias de todo espíritu serio. Sigue sus huellas
la filosofía cristiana, su hija primogénita , cuyas enseñanzas no son
menos necesarias á los reyes para el gobierno de sus pueblos que á
los misinos subditos para el arreglo de su vida. Los sermones , los
catecismos , las instrucciones religiosas , sea cualquiera la forma que
revistan , no son ya valios sonidos que hieren los oídos del cuerpo
sin llegar al oído del corazón, üjntro del alma está el Espíritu de
entendimiento que se los traduce a cada uno, se los hace entender,
gustar, retener y practicar, según aquellas palabras del Apóstol:
Todos serán enseñados por Dios : Erunt omnes docibiles Dei.
Escudriñador de los misterios mas profundos del mundo sobre
natural , el Espíritu de entendimiento no escudriña menos y descubre
los secretos del mundo físico. Para quien esta dolado de él , el uni
verso material es loque debe ser, lo que es ea realidad , un velo
diáfano echado sobre el mundo espiritual ; una irradiación de lo in
visible; un espejo en el que se reflejan el poder, la sabiduría, la

(I) Et erat verbum istud absconditum ab a. (Lúa., xviu , 34.)


•i'ii TRATADO DEL ESPÍIUTU SANTO.
bondad, la eternidad , la divinidad del Criador ; un libro escrito por
dentro y por inora , que enseña a todos los beneficios de Dios y los
deberes del hombre.
Por lo que hace á los sucesos de la historia , lo mismo que á las
criaturas materiales, no tienen oscuridad alguna para el Espíritu de
entendimiento. Abrazando de un solo golpe de vista el transcurso de
los tiempos, ve todo el periodo anterior al Mesías , con la formación
y caída de sus grandes imperios, con sus guerreros, sus batalla?,
sus revoluciones incesantes, sus movimientos tan variados y tan pro
fundos , resumiéndose en esta sola frase : Todo para que nazca Jesús
en Belén.
No menos luminoso se presenta el periodo posterior á la venida
del Deseado de las naciones. Con todos los sucesos prósperos y adver
sos que comprende, se traduce por esta sola frase : Todo para esta
blecer , conservar y propagar el reino del Rey inmortal de los siglos.
Y el fin de este reino no es otro que la deificación del hombre en la
tierra y su glorificación en la eternidad.
El don de entendimiento no obra únicamente sobre la inteligencia;
obra también sobre la voluntad. Ahora bien : los movimientos de la
voluntad están en razón directa de las luces del espíritu. Tanto mas
claramente ve el espíritu una cosa , cuanto el corazón esta más incli
nado, es decir, dispuesto á amarla o á temerla. La religión, como
obra divina, no tiene oscuridad para el alma que esta en posesión del •
don de entendimiento. Los fundamentos del edificio están á la vista.
Sin comprender la naturaleza de los misterios , ve su necesidad y el
lugar que ocupan ; ve los hechos y la razón de los hechos , la armo
nía de los medios con el fin , y el majestuoso conjunto que de iodo
ello resulta. La fe se le hace tan fácil , que casi no tiene mérito en
creer ; tan clara , que no se explica cómo no ven otros lo que ella ve;
tan firme , que no hay nada capaz de hacerla vacilar.
Por más que el demonio armado de engaños , el sofista con sus
mentiras y el mundo con sus escándalos , pretendan arrancarle una
negación, una duda siquiera, esa alma se río de sus ataques. Es el
cedro del Líbano que permanece inquebrantable en medio de la tem
pestad. Es el mártir que entona su Credo al borde de la hoguera : es
la jovencita que, desde el fondo de la soledad, envía al mundo estas
sublimes razones : «Aun cuando todos los hombres cambiaran de reli
gión y reunieran sus esfuerzos para hacerme vacilar en mi creencia,
no conseguirían nada. Me parece que los vencería á todos con la
fuerza de la fe ; ésta se halla tan profundamente arraigada en mi co
EL DON DE ENTENDIMIENTO. 343
razón , que el mismo infierno con todas sus legiones no seria capaz
de quebrantarla, i
Se comprende qué generosidad de corazón debe producir un cono
cimiento tan levantado y tan seguro de las cosas divinas. Gracias al
donde entendimiento, podía exclamar David: «Por eso amé tus
mandamientos más que al oro y al topacio (1).» De aquí viene el
fervor en el servicio de Dios, la resistencia victoriosa de las tenta
ciones, el desprecio del mundo y de sus falsos bienes, la paciencia
en el dolor , la resignación en la pobreza , el sacrificio de si mismo
en favor del prójimo , el despego de la vida y la aspiración constante
hacia las realidades futuras. Traducidas en actos públicos estas dis
posiciones , se convierten para las familias , para las ciudades y los
pueblos, para la sociedad entera , en una fuente de virtudes que en
noblecen a la humanidad, de beneficios que la consuelan , y de sacri
ficios que la preservan de los castigos tantas veces merecidos por las
iniquidades del mayor número.
3." ¿Cuánta es la necesidad del dón de entendimiento ! Lares-
puesta á esta cuestión ya está dada , en parte , en lo que precede. El
don de entendimiento produce efectos positivos y efectos negativos.
Como hemos visto, los efectos positivos son iluminar el espíritu y
ennoblecer el corazón. Pues bien: nada más necesario que esta doble
acción del espíritu de entendimiento. Tenéis fe , y creéis que Dios
está en todas las partes , que os ve , que os oye y que os ha de juz
gar. Tenéis fe, y creéis que la gran víctima sacrificada en el patíbulo
del Calvario es vuestro Dios y vuestro modelo. Tenéis fe, y creéis
tener un alma que salvar, que no tenéis mas que una , que nadie os
la puede salvar , y que si la perdéis , seréis eternamente la criatura
mas desgraciada. Tenéis fe, y creéis que un sólo pecado mortal con
dena á tormentos sin fin. Tenéis fe, y creéis que la religión creída y
practicada , no según vuestros caprichos, sino como Dios la quiere
y la Iglesia os la enseña , es el único medio de evitar el infierno y me
recer el cielo.
Creéis firmemente todas estas verdades. ¿ De donde proviene, sin
embargo, que os causen tan poca impresión ? De que no entendéis ; y
no entendéis, porque os falta el don de entendimiento. Dios con sus
derechos , el Bautismo con sus promesas , la vida con sus destinos,
la eternidad con sus espantos y con sus resplandores, se os presentan
como sombras lejanas y fugitivas. No tenéis sino un conocimiento

(i) Pt. cxvm.


3Vi TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
yago, confuso , seco y estéril de todas esas grandes realidades. Te
néis ojos , y no veis ; oídos, y no oís ; voluntad, y no queréis. Os
(alta el fruto del don de entendimiento , el sentido cristiano, este sexto
sentido del hombre bautizado (1).
Sí , por cierto ; les falla á la mayor parte de los hombres de hoy
y á un número demasiado grande de mujeres : falta á la familia , falta
á la sociedad, falta á gobernantes y gobernados, falta al mundo actual.
Mundo de pretendidas luces y de pretendido progreso, no queda más
que un remedio para ti , y es que te sea dado de nuevo el Espirito
de entendimiento, y él te haga ver claramente el abismo inevitable
adonde te conduce a grandes pasos el Espíritu de las tinieblas , que
ha vuelto á ser, en castigo de tu orgullo, tu guia y tu maestro (2¡.
Efectivamente: respecto á este don , como á todos los demás, el
hombre se encuentra colocado en una alternativa inevitable : la de
vivir bajo la influencia del Espíritu de entendimiento, ó bajo la in
fluencia del Espíritu contrario ; no hay medio. Cuando el unose retira,
sobreviene inmediatamente el otro. ¿ Cuál es el Espíritu contrario al
don de entendimiento ? «Es , responde San Antonino , el espíritu de
gula (3). » /.Cómo justificaremos la afirmación del gran Doctor? De
mostrando lo que es la gula en si y m sus efectos.
. La gula es el amor desordenado de comer y beber : es el sensua
lismo usurpando el lugar del alma ; es la carne victoriosa en su lucha
contra el espíritu. Por medio de la manducación, se pone el hombre,
de la manera mas íntima, en comunicación con las criaturas mate
riales , inferiores a él é impregnadas totalmente .de las malignas in
fluencias del demonio. El desorden en el comer, por cualquier motivo
que sea , hace predominar la vida de los sentidos sobre la vida del
espíritu , y el cuerpo sobre el alma. El desorden, si se hace habitual,
llega a poner en los platos el pensamiento, la vista , el gusto, el
olfato, y postra al hombre ante el dios vientre en actitud de adorarlo.
El primer efecto de tal desorden es la debilitación del entendi
miento, hebetudo. El alma y el cuerpo son entre sí como los platillos
de una balanza ; cuando el uno subeT/el otro baja. Por el exceso en el
beber y comer, el organismo se desarrolla , y el espíritu se embota,
(1) N03 autem sensum Chriati habemus. Cor., u , 16.)
(2) Gcens absque consilio est et sine prudentia : utinam aaperent et intel-
ligerent , ac novissima providerent. (Dtut., xxxu , 28-29.)
(3) Spiritus intellectus removet :.piritum gulae quae mentem offuscat ut
nihil spiritale valeat intelligeie , furaositatibua repleto cerebro, (vi p. , tit. x,
p. 1Ü3.)
EL DON DE ENTENDIMIENTO. 343
se espesa , se hace obtuso, perezoso é inhábil para el estudio y demás
funciones puramente intelectuales. Esto tiene que resultar por fuerza :
dime con quién andas y te diré quién eres. De estar en contacto
intimo, habitual y culpable con la materia , con la parte animal , el
hombre se hace materia, se hace bestia , animalis homo. De aquí este
antiguo adagio: «El que come una vez al dia , es augel ; el que come
dos veces, hombre ; y el que come tres veces, bestia (1).»
La experiencia confirma el adagio : cuanto más se come, monos se
discurre. Cuanto más uno se regala en la comida , tanto menos sen
sato es en sus pensamientos. «No se halla la sabiduría en la tierra de
los que viven deliciosamente,» dice la Escritura (2). Y en otra parte:
«Pensé en mi corazón apartar mi carne del vino, para trasladar mi
ánimo á la sabiduría (3).» Nunca ha habido un gran ingenio que fuese
glotón. Los hombres más esclarecidos, los santos, han sido todos mo
delos de sobriedad. Gracias á su triunfo sobre la materia, estaban es
piritualizados hasta el punto de ver, por decirlo asi, la verdad cara
á cara y sin ningún velo.
Otra cosa muy distinta le pasa al esclavo de la gula. Las verdades
más importantes son para él como si no fuesen ; no las comprende
poco ni mucho, ni le hacen más impresión que si fuesen fábulas ó
quimeras. San Pablo confirmaba este hecho hace diez y ocho siglos.
«El hombre animal no percibe aquellas cosas qu6 son del Espíritu de
Dios (4).» Pues bien: lo que pertenece al dominio del Espíritu Santo
es ni más ni menos que el magnifico conjunto de verdades, leyes, ar
monías y bellezas que se reflejan en todo el universo.
«El espejo lleno de manchas no refleja distintamente la imagen de
los objetos ; asi el entendimiento hebetado y hecho obtuso por la crá
pula, no recibe el conocimiento de Dios (5).» San Crisóstomo usa e
mismo lenguaje : «Nada más pernicioso que la gula: nada más igno
minioso; ella hace al entendimiento obtuso y craso, y vuelve carnal al

(I) Qui ssmel est , Deus est; homo , qui vis; bestia, qui ter.
(2) Sapientianon habitabit in terra suaviter viventium. (Job., xivin , 13.)
(3) Cogitavi in corde meo abstrahere a vino carnom meam , ut animum
meum transferrem ad sapientiam. (Eccl., n , 3.)
(4) Animalis autem homo non percipit ea quae sunt Spiritus Dei.
(I Cor., ii, 14.)
(5) lápeculumsordibusobsitum non exprimit distincte objectam formam,
et intellcctus saturitate obtusua ac hebetatus non suscipit Dei cognitionem.
(S. Nilus, Truel, de octo spiriíib. malit., c. II.)
346 TflATADO DEL, ESPÍRITU SANTO.
alma ; ciega la inteligencia, y no le permite percibir cosa alguna (1).»
Acerca de este punto, como acerca de los demás, la Iglesia no deja de
ser el órgano infalible de una ley fundamental, cuando, en el prefacio
de Cuaresma, recuerda al mundo entero estas verdades Uin poca me
ditadas en nuestros días: «SI ayuno reprime los vicios, eleva lamente
y da la virtud y el premio : Vitia comprimís, mentem elevas , cirtu-
tem loryiris et proemio,. »
El segundo efecto del espíritu de gula es la loca alegría, inepta
hietitio. Victoriosa la carne sobre el espíritu, á consecuencia del ex
ceso eo los alimentos, publica su insolente triunfo. Risas inmode
radas, chistes ridiculos, ocurrencias las ni. s veces obscenas, gestos
inconvenientes ó pueriles , cantos , gritos , bailes , placeres ruidosos,
fiestas teatrales, son su inevitable expresión. «Y sentóse el pueblo,
dice la Escritura , á comer y beber , y se levantaron á jugar (í).» Y
en otra parte : «Llenémonos de vino precioso y de perfumes.... coro
némonos de rosas.... no baya prado alguno por el que no pase nues
tra licencia (3).» Y también en Isaías : i Y he aquí gozo y alegría , ma
lar becerros y degollar carneros , comer carnes y beber vino : Coma
mos y bebamos, porque mañana moriremos (4). «
Este hecho , tan frecuentemente repetido en los sagrados libros, no
se escapa á la penetración de San Gregorio : «Casi siempre , dice, la
voluptuosidad es compañera de la vida regalada , pues mientras el
cuerpo se deleita en los goces de la comida , el corazón se esparce en
locas alegrías (3).» Todo pueblo de glotones es un pueblo de bufones;
tal es el axioma formulado por la filosofía y confirmado por la expe
riencia. En todos los tiempos se ven seguir á los placeres de la mesa
las manifestaciones de la alegría sensual , y estas manifestaciones, ora
sangrientas , ora obscenas, están siempre en razón directa de la causa
que las produce.

( I) Nihil gula perniciosius , nihil ignominiul ; haec obtusum et crassuo


ingeuiuui, haec carnalem anmi.nn reddit ; haec excaeoat intellectum, nec
sinit ut quidquam percipiat. (Homil. xliv, in Joan.)
(2) Seditpopulus manducare et bibere , et surrexerunt ludere. (Exoi.,
xxxn , 6.)
(3) Vino pretioso et uuguentis nos mipleamus.... corouemu» nos roo>,
nullum pratum sit, quod non pertranseat luxuria nostra. (Sap., n , 7-8.)
(4) líiiiae, xxn , 13.
(5) Pene omnes epulas comitatur voluptas ; nam cum corpua in refectio-
díb delectationem resolvitur,cor ad inaue gaudium relaxatur. (Moral., bb. i,
c. 17.)
EL DON DE ENTENDIMIENTO. 347
Y bien: ¿qué significa todo esto, sino la debilitación visible del
Espíritu de entendimiento? El esclavo de la gula ya no comprende la
naturaleza ni la condición fundamental de la vida presente. La vida
es una prueba, ó, como dice el Concilio de Tiento, una penitencia
continuada. Vita christiana quite est perpetua poenitentia. En cnanto
puede, el goloso la convierte en un perpetuo goear. Olvida, despre
cia, tiene horror á aquellas palabras del Soberano Juez : Sí no hirie
reis penitencia, todos pereceréis de la misma manera (1). Comprome
ter su salud pisoteando las leyes del ayuno y la abstinencia , le cuesta
menos que beberse un vaso de agua. Es el profano Esaú que vende
su primogenilura por un plato de lentejas , y se marcha importándole
poco lo que ha hecho : Abiit parci pendens.
El tercer efecto de la gula es la inmodestia , immunditiu. Inmo
destia en las palabras, inmodestia en los gestos , inmodestia en las
miradas, inmodestia en los pensamientos , inmodestia en las accio
nes ; estos tristes efectos del exceso en beber y comer son bastante
incontestables para que haya necesidad de establecer su genealogía.
Recordemos solamente algunos axiomas de la sabiduría univer
sal : El que alimenta delicadamente su carne , experimentará sus
vergonzosas rebeliones. — El esclavo gordo y obeso cocea.— No hay
cosa más lujuriosa que el vino.— En el vino reside la lujuria.— La
gula es madre de la lujuria y el verdugo de la castidad.— Ser glotón
y pretender ser casto, es querer apagar un incendio con aceite.— La
gula es el apagador de la inteligencia.— El glotón es un idólatra que
adora al dios vientre.— El templo del dios vientre es la cocina, su
altar la mesa , sus sacerdotes los cocineros , sus victimas los platos,
su incienso el olor de los manjares : este templo es toda una escuela
de impureza.— La multitud de platas y de botellas atrae multitud de
espíritus inmundos , entre los cuales el demónio del vientre es el peor
de todos.— La salud íisica y moral de los pueblos se calcula por el
número de cocineros (2).
En llegando á cierto grado, el espíritu de gula conduce á su es
clavo a la embriaguez y a la crapula, al abandono de sus negocios , á
la pérdida de su fortuna , á la miseria y a la ruma de la salud. El Es
pirito de entendimiento, manteniendo en el hombre la subordinación
natural del cuerpo con respecto al alma , es causa de la salud del uno

(1) Litc, xiii, 3.


(?) Véanse loa textus en nuestra obra Lf signe de la croix au dix-nemii-
me lie le , lettre t9.
I

348 TRATADO DEL ESPIRITO SATTO.


y de la otra (1). Por el contrario, el Espíritu de gula, que rompe di
cho equilibrio, produce infaliblemente la enfermedad. Para el alma
consiste la enfermedad en la debilitación de la razón y de la inteli
gencia ; para el cuerpo, en el sufrimiento seguido de la muerte. Es
cuchemos temblando los divinos oráculos. La gula matamos hombm
que la espada (2). Así , tenemos que iN'abucodnnosor, Faraón , Alejan
dro, César, Tamerlán y todos los verdugos coronados que han cu
bierto de cadáveres el mundo, hicieron perecer menos hombres que
la gula.
Lo que es verdad para los individuos , es verdad para los pueblos.
Que el espíritu do gula , es decir, de refinamiento, de delicadeza, do
exceso en" los alimentos, el lujo de la mesa , ó sea el amor del regalo,
se apodere de una época , y veréis extenderse en las mismas propor
ciones la debilitación de la inteligencia , el embrutecimiento de la
humanidad y la raquitis de la raza. Á esta época , que se envanecerá
seguramente de sus luces , no le habléis del mundo sobrenatural , ni
de sus leyes , ni de sus agentes , ni de sus relaciones incesantes con
el mundo inferior, porque no os entenderá : Animalis homo non per-
cipit.
Si por cierto ; lo queda bastante inteligencia ; mas es para apre
ciar, como el animal , lo que ve con sus ojos y toca con sus manos;
para dirigir una operación mercantil , concebir una jugada de bolsa,
construir máquinas , fabricar tisús y juzgar de las cualidades de un
producto. Sus luces no alcanzan á más. La actividad humana , la in
dustria y ta civilización se reducirán al culto de los sentidos. A fin de
practicarlo en todo su esplendor, establecerá mil profesiones cada vez
más materiales, y más materialistíjs las unas que las otras.
La política misma marchará por este camino. En vez do ser el arte
de moralizar á los pueblos , será el arte de materializarlos. La inquie
tará muy poco el que ataques incesantes quebranten- los dogmas que
son el fundamento de las sociedades y tronos. Pero si ella logra poner
al hombre en estado de comer bien , de beber bien , de digerir bien
y de dormir bien , creerá haber cumplido toda justicia , y procla
mará que todo marcha del mejor modo en el mejor de los mundos.
¡ Política de criadores de cuadrúpedos , que no comprende que el

(1) Per sapientiam sanati sunt quicumque plaooeront tibi, Domine ,a


principio. (Sap., ix ,9.)—Sanitas est animaeetcorporis sobrius potus. (E<xH.,
xxxi , 37 , etc., etc.)
(2) Eccli.. xxxi , 23, et xixyn , 34.
El. DON Dlí ENTENDIMIENTO. 349
hombre no vive solamente de pan , y que regenerar un pueblo no es
lo mismo que engordarlo! ¡Política de ciegos , que conduce el mundo
á una repetición de Ninive con Sardanápalo , de Babilonia con Balta
sar, de Boina con Heliogábalo! Pero entonces, hecho carne el hom
bre , se alejará de él el Espíritu de Dios ; y como los imperios que
acabamos de citar , el mundo perecerá asfixiado en la cloaca de sus
costumbres. >
¿No es á esto adonde uos dirigimos? Lo que podemos alirmar,
pues que salta á la vista de todo el mundo , es el desprecio general
del sacerdote , representante del orden moral; el descrédito de aque
llas ciencias que no tienen por objeto directo el aumento del bienestar
material ; la dificultad siempre creciente de hacer comprender á los
niños las verdades elementales de la religión ; en las generaciones
adultas, la debilitación visible del sentido cristiano, y la indiferencia
estúpida hacia todo aquello que se eleva por encima del nivel de los
intereses materiales ; en fin, el aumento rápido de las tabernas y los
ligones (I).
¿Qué prueban , entre otros muchos , estos fenómenos desconoci
dos hasta el presente? Lo que prueban es el desbordamiento del sen
sualismo. Lo que prueban os que marchamos á paso de gigante hacia
la indescriptible época do la decadencia romana, en la cual la vida
estaba resumida en estas dos palabras : pan y juegos , panetn et cir
censes. Lo que prueban , por fui , es que una inmensa multidud de
hombres han caído de la"s alturas del esplritualismo cristiano , para
vivir únicamente de los sentidos , por los sentidos y para los sentidos.
Si , no hay que olvidarlo: los hombres hartos ó ávidos de place
res, se hacen ingobernables. El esclavo engrosado cocea (á); si llega
a romper sus cadenas, las hará pedazos sobre la cabeza de los que él
llama sus tiranos. Entonces , crímenes suceden a crímenes, catástro
fes a catástrofes , dolores a dolores. Preservarnos de tales calamida
des es el beneficio, cada día mas necesario, del don de entendimiento.
¿ Es fácil medir su grandeza? ,

(1) Según la última estadística hecha en Francia , habían llegado á la


monstruosa cifra de ¡500,000!, y después, lejos de disminuir, han aumentado.
(2) Incrassatus.... recalcitravit : incrassatus, impinguatus , dilatatus,
dereliquit Deum. (Denler., xxxn , 15.)
CAPÍTULO XXXIII.

KI don de sabiduría.

Sumario.—Qué sea el don de sabiduría.—Todos los dones del Espíritu Santo


contribuyen » la deilicacion < el hombre ; da qué modo contribuye á ello
el don de sabiduría.—Diferencia que le distingue de los demas done*, de la
fe, de la virtud de sabiduría , de la sabiduría gratuita.—Efectos del üoo de
sabiduría sobre el entendimiento y sobre la voluntad —Ketrato del ver
dadero sabio.—Necesidad del don de sabiduría.—I.ihra al hombre dela
tirr nía del espíritu contrario, la lujuria.—La lujuria en el hombre y en
la sociedad.

Ayudado ol hombre del don de ciencia para pasar de lo? efecto* á


la causa, distingue con certidumbre lo verdadero de lo falso. Viendo
por el don de consejo la diferencia entre lo bueno y lo mejor, elige
los medios más adecuados para llegar á su fm. Con el don de enten
dimiento penetra más allá : leyendo la causa en los hechos, ve clara
mente la I»ndad de su elección , es decir, la evidencia de las verda
des que deben conducirlo á su salvación, de suerte que nada es capaz
de oscurecerlas a sus ojos , ni de arrancarlas de su corazón.
El primer efecto de esta penetración que coloca al hombre, por
decirlo asi , frente á frente del mundo superior, es un desarrollo ma
ravilloso de la vida intelectual. El segundo es una elevación nada
común de pensamientos , gran magnanimidad de sentimientos , su
blime indiferencia respecto á la vida del cuerpo. Lleno de este don
divino, el hombre siente toda la verdad de estas palabras : el reino
de Dios no es la comida ni la bebida : Regnum Dñ non i-it esca et
potiis. Obligado á sujetarse á las necesidades de la vida animal , puede
decir como el arcángel : t Parecía en verdad que comía y bebía con
vosotros ; mas yo uso de un manjar invisible y de una bebida queim
puede ser vista de hombres (1).»
(1) Tob., xil, 19.
EL TIOÜ DE SABIDURÍA. 351
Asi, el don de entendimiento espiritualiza la inteligencia casi en
un todo, cuanto puede ser espiritualizada, como el espíritu contrario
la materializa cuanto puede materializarla. Para acabar de perfeccio
nar al hombre, ¿qué le queda al Espíritu Santo por hacer? Espiri
tualizar el espíritu y el corazón de ese hombre, cuanto cabe en lo
posible. ¿Cómo realiza el Espíritu Santo este último acto de nuestra
deificación? Comunicándonos el don de sabiduría.
Este don forma el último peldaño de la misteriosa escala que el
Verbo encarnado ha bajado para llegarse hasta nosotros , y que el
hombre d.^he subir para elevarse hasta el nivel de su divino Her
mano , hacerse semejante en todo á Él , y realizar en su persona las
palabras del Padre celestial : Este es mi lujo muy amado, m quien
me he complacido. La contestación á nuestras tres cuestiones dará á
conocer este don que corona los demás. ¿Qué es el don de sabiduría?
¿Cuáles son sus efectos? ¿Cuánta es su necesidad ?
i.° ¿ Qué os el don de sabiduría? La sabiduría es un don del Es
píritu Suido, que nos comunica , en el más alto grado, el conocimiento
y el amor de las cosas divinas (1).
Todos los dones del Espíritu Santo tienen por objeto el contribuir,
cada uno ¿ su modo, á la deificación del hombre. Tres se dirigen
principalmente a la voluntad : los de temor, piedad y fortaleza. Cua
tro tienen por objeto principal la inteligencia : los de ciencia, con
sejo, entendimiento y sabiduría. Pero este último es el mas noble de
todos. Como el fin resume los medios, desarrollándolos, el don de sa
biduría contiene y perfecciona todos los demás. Así, puede decirse
que la sabiduría es el temor de Dios perfeccionado , la piedad perfec
cionada , la ciencia perfeccionada, la fortaleza perfeccionada, el con
sejo perfeccionado , el entendimiento perfeccionado.
Basta comprender el don de sabiduría, para saber cómo perfeo-

(1) Donura sapientiae eit habitas infnsus, qao quis ia gratuitis cogni-
tionibus «ubito et prompte secundum quamdam connaruralitatem , per cau
sara altissimam hahet rectum et certum judicium de hiBquae sunt fídei. ( Vig. ,
c. xm, § 4.)— Vet: sapientia est habitus divinitus infusus quo meas redditur
facile mobilis a Spirito Sanoto , ad contemplandum divina et ad judicandum
tum de tilia s tnm de humanis secundum rationes divinas. (Apud S. Th.,
8. 2., q. mv, art. i.)—Sumitar noraen sapientiae secundum quod saporera
quemdam impnrtat. (S. Th., ibii., art. 1.)—Sapiens dictus a sapore, quia
sicntgustus est aptus ad discretionem saporis cihorum , sic sapiens dicitur
ad dignoscentiara rernm et cansarara circa divina et agenda. (S. Mi. , Di
elymolog.)
352 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ciona a todos los demás. Conocimiento y amor de la verdad en el más
alto grado á que el hombre puede llegar : he aquí lo que es dicho
don. Ahora bien : hay muchos modos de conocer la verdad.
El conocerla por las causas segundas , por las criaturas , 'por las
obras exteriores de Dios , tales como la encarnación del Verbo , la
creación y gobierno del mundo , la justificación del hombre y otras
semejantes , pertenece al don de ciencia (1).
Conocerla por los motivos de credibilidad , hasta el punto de que
dar tan convencido que no haya nada capaz de debilitar nuestra adhe
sión, es el objeto del don de entendimiento.
Conocerla en las aplicaciones que deben hacerse á los actos par
ticulares , es el beneficio que el don de consejo nos hace.
En fin : hay todavía un modo más j)erfecto de conocer la verdad,
cual es el de verla en la causa primera, en la causa delas causas, en
Dios, y verla con un amor inmenso. Desde esta altura se juzga con
certidumbre de todas las causas segundas y de sus efectos ; se pone el
pensamiento y la acción en armonía, no ya con tal ó tal verdad ais
lada , con tal ó cuál causa segunda , con tal ó tal efecto particular, sino
con la causa primera. Entonces, el hombre participa en cierto modo
del privilegio de los ángeles de la primera jerarquía, los cuales ven
en Dios mismo la razón de las cosas. Posee en este caso la magnifica
sintesis de la verdad , y puede juzgar de todo el pian divino, asi en el
orden natural como en el sobrenatural , puesto que puede juzgar del
mismo Dios (2). - '
Se ve, pues, cuán superior es el don de sabiduría á los dones de
ciencia, de consejo y de entendimiento, y cómo los perfecciona, no

(1) El donde ciencia nos enseña a conocer la verdad por las causas
segundas, por las criaturas, y á arreglar nuestra conducta en conformidad
con este conocimiento. El don de sabiduría nos hace ver la verdad en la causa
de las causas , en Dios mismo , y nos la hace amar en Dios y en sus obras.
Asi , el don de ciencia tiene por objeto principal los efectos , y el don de
sabiduría la causa. El uno procede por vía de análisis, el otro por vía da
síntesis. (Véase S. Th., S. 2., q. ix, art. t-S.)—Se ve que en el sistema de
nuestra deificación , no ha quedado olvidado ningún medio , y que el Espí
ritu Santo se acomoda á todas las condiciones.
(2) Spiritualis autem judicat omnia. (I Cor., u, 15.)—Spiritus enim
omnia scrutatur etiam profunda Dei. (¡bid.)— Ad sapientem pertinet consi
derare causam altissimam , per quam certissime de aliis judicatur , et secun-
dum quam omnia ordinare potest. (S. Th., 2. 2., q. xlv, art. I ; q. vm,
art. 6 ; S. Antón., ív p., tit. x, c. m.)
EL DON DJ¡ SAUIDI'HÍA. 363
menos que a los de temor, piedad y fortaleza. Gracias al don de sa
biduría, los actos de los otros dones adquieren una energía , una cons
tancia , una extensión , una suavidad , una perfección proporciona
das á las luces y efusiones de amor que fluyen de este don superior á
los demás. Asi es cómo queda elevado el corazón del hombre á nivel
de su inteligencia.
En cuanto á la diferencia que hay entre el don de sabiduría y la
fe , la virtud de sabiduría y la sabiduría gratuita, fácil es conocerla.
La fe se adhiere a la verdad , tal como le es propuesta, y no va más
lejos. La virtud de la sabiduría es un hábito adquirido por el esludio,
ó infundido por la gracia; pero esta virtud, natural ó sobrenatural,
no tiene la altura , ni la extensión , ni la certidumbre, ni la suavidad,
ni la espontaneidad del don de sabiduría (1). Este don , tomando como
punto de partida la verdad conocida por la fe , confirmada por el don
de ciencia , penetrada por la virtud de sabiduría , la ilumina en todas
sus partes, y saca de ella las consecuencias, ya para orientar nues
tros pensamientos , ya para dirigir nuestras acciones y conformar
nuestra vida intelectual y moral á la razón divina.
Otras muchas diferencias existen también entre el don de sabidu
ría y la sabiduría , á las que alude el Apóstol , cuando dice : Á una
es dado por el Espíritu Santo el discurso de sabiduría (2). Por de
pronto, ésta puede ser comun a los buenos y á los malos. Ds privile
gio suyo conocer las verdades divinas, no con un conocimiento ad
quirido, sino por ciencia infusa, á fuerza de discurso, y tan perfecta
mente, que pueda enseñarlas á los demás y refutar a los que las
contradijeren. Mas la sabiduría no se encuentra sino en los buenos, á
quienes comunica , no solamente la luz, sino también el gusto de las
cosas divinas. Habita lo mismo en el niño que en el hombre, mien
tras perseveran en estado de gracia : en el segundo está en acto , en
el primero en potencia , por razón de su poca edad. Aunque en di
ferentes grados , todos la poseen, en cuanto es necesaria para su sal
vación (3).

(1) Sapientia, quae est donum , eat excellentior quam sapientia , quae
est virtus intellectualis , utpote magia de propinquo Deum attingens per
quamdam Spiritns unionem ad ipsuru. Et inde habet quod non solum dirigat
in contemplatione , quod facit sapientia virtus intellectualis ; sed etiam in
actione circa humana. Qúanto enim virtus est altior , tanto ad plura se exten-
dit. (S. Antón., ubi mpra.j
(2) 1 Cor., xII, 8.
(3) S. Anión., ubi iupra.
TOMO II. ¿3
354 TRATADO DKL ESPÍRITU SAMO.
2.° ¿ Cuáles son los efectos del don de sabiduría ? Inundar al es
píritu en una luz superior á toda otra luz, llenar el corazón de una
afición inefable hacia Dios y todas las cosas divinas : tales son, como
acabamos de indicar, los dos electos principales del don de sabidu
ría. Veamos lo que sucede al hombre dotado de este precioso don. Le
sucede lo que á un ciego que recibe la vista á la edad de treinta n
cuarenta años. ¿Qué pensaría este hombre del mundo mientras es
tuvo ciego? Creia en la existencia del - sol, de la luna y de las estre
llas, creía que hay arboles, frutos y (lores, y muchas especies de
peces en el agua y de aves en el aire y de otros'animates en la tierra.
Creia lodo osto , porque se lo habían dicho; pero no excitaba en él
ningún conocimiento preciso, y no le producía ni amor, ni alegría,
porque no había visto nada.
Mas he aquí que este hombre obtiene de repente la vista. Ve cómo
el sol esparce por doquiera sus rayos ; ve las montañas cubiertas de
árboles y de frutos ; ve los prados esmaltados de flores á cual mas
bella , y, asombrado de tanta hermosura que ve por vez primera, se
queda estupefacto.
Dejad ahora al ciego , y volveos hacia el alma humana. Posee ésta
la luz de la fe; cree que Dios es infinito, que es manantial inagota
ble de todas las perfecciones ; pero como esta luz es bastante pálida,
no excita eu el alma mucho amor de Dios ni mucha alegría. Poro 'que
el Espíritu Santo le comunique la luz del don de sabiduría; ¡qué
súbito cambio se obra en ella! Las perfecciones divinas se muestran
á su vista en todo su esplendor : queda como fuera de si misma y
como sumergida en el océano de la divinidad (1).
Hemos visto que el don de entendimiento abre también los ojos
del alma; pero entre la iluminación que produce y aquella que pro
cede del Espíritu de sabiduría , hay una gran diferencia. El don d?
entendimiento ilumina , una tras otra , las verdades particulares:
pero no contemplándolas en la causa primera, no las relaciona entre
si hasta el punto de hacer de ellas una vasta sintesis. Este privilegia
pertenece al don do sabiduría.
En la amorosa luz de que es foco, abraza \ hace ver todo el con
junto de las cosas divinas, las verdades de la fe, toda la doctrina
cristiana, la teología, la esentura, las reglas de la moral pública \
privada, y todo lo que puede contribuir á la santidad de la vida y al
logro de la salvación (2).
(1) Pergmayer, Méditat., etc., p. Jti.iv.
(2) Com. a Lap., in farol)., c. in , 17.
EL DON DE SABIDURÍA. 355
El don de entendimiento no va acompañado , al menos en tanto
grado como el de sabiduría, del gusto y del amor de las cosas divi
nas ; y esta es otra gran diferencia.
«En efecto, dice San Buenaventura: una cosa es saber que la
miel es dulce , y otra es comerla y gustar realmente su dulzura.»
Iluminada el alma por el don de entendimiento , cree y sabe que
Dios es infmitamente dulce ; sin embargo , no gusta su dulzura. Pero
¿posee el don de sabiduría? Entonces, no solamente sabe que Dioses
infinitamente dulce , sino que gusta también su inexplicable dulzura,
y su corazón se llena de ella. De aquí resulta , que el alma encuentra
sus delicias en conversar con Dios y procurar su gloria. De aquí pro
viene el espíritu de oración , el espíritu de recogimiento , el espíritu
de sacrificio , la unión amorosa del alma con Dios , transformándose
de algún modo en El; el reposo de todas sus potencias , la calma de
sus pasiones , el amor de la soledad y del silencio. Entonces es cuando
el alma puede decir, imitando a la esposa de los Cantares : Mi amado
es todo para mi , y yo soy toda de mi amado ; yo soy su propiedad y
su reino. El reina en mi y me gobierna. Él es el dueño y el director
de mi vida interior y exterior. No soy yo quien en mi vive , sino que
Él es quien vive en mi.
La sabiduría , como luz y amor que es , esparciéndose afuera , bace
al hombre enteramente á su imagen. Ahora bien : según el Apóstol
Santiago , la sabiduría que viene del Espíritu Santo , es casta , paci
fica , modesta , dócil , amiga de los buenos , llena de misericordia y
de buenos frutos , no juzgadora ni fingida (1). Tal es, á grandes ras
gos, el retrato del verdadero sabio.
Es casto. Aqui debe entenderse que, no solamente tiene la pureza
de cuerpo , sino también la pureza de alma y de doctrina. Es un he
cho que la verdadera castidad conyugal , la verdadera virginidad,
la verdadera continencia , la verdadera pureza de palabra y de doc
trina , no se encuentran mas que en el Cristianismo y en el sabio cris
tiano. Basta , para convencerse de esto , echar una mirada sobre el
paganismo , sobre el mahometismo , el protestantismo , el racionalis
mo moderno y sobre los pretendidos sabios de sus diferentes escuelas.
Es pacifico. Las luchas , las discusiones, las riñas, las dispulas,
le son antipáticas ; nuevo rasgo que lo distingue de los falsos sabios.
La razón de esto es muy sencilla. La verdadera sabiduría es hija del
Espíritu Santo ; el Espíritu Santo es manantial de paz y de concor-

(1) Ephl., tII , 17.


3o6 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
dia: la paz es la tranquilidad del orden : el orden es frutode la sabidu
ría. Es necesariamente humilde. Y la humildad es la madre de la paz.
Es modesto. Modestia en sus afirmaciones y pretensiones; modes
tia en sus palabras y maneras; modestia en el alimento , en el ves
tido, en las comodidades y placeres, son los caracteres del verdadero
sabio. He aqui lo que constituye otra diferencia entre él y el falso
sabio. ¿Quién ignora cuan presuntuosos, vanos, arrebatados, orgu
llosos , quisquillosos y sensuales no fueron los sabios del paganis
mo , los sabios de la herejía ; cuánto no lo son todavía los sabios de
la incredulidad moderna? Animales de gloria , como los llama San
Jerónimo, no vivieron ni viven, no escribieron ni escriben sino para
que los demás los celebraran y celebren , para adquirir nombre o
posición ; ¡ y desgraciado de aquel que se atreva á tocarles con sólo
la punta del dedo!
Es dócil. Esto es , tiene facilidad para dejarse persuadir, y no le
falta para persuadir á los demás. Lleno de luz , su espíritu reconoce
sin trabajo la verdad desde el momento en que lees propuesta ; lleno
de amor hacia ella su corazón , la abraza con ardimiento. Llena de
amor y de verdad su palabra , no halla por parte de las almas rectas
ninguna formal resistencia ¡Cúán diferentemente sucede con los fili,-
sofos del error y sus adeptos! Á las pruebas más convincentes oponen
obstinadamente estúpidas negaciones. Sólo los errores más grose
ros encuentran abierta su alma ; y cual hijos del padre de la mentira,
los abrazan como hermanos y los enseñan oomo verdades.
Es amigo de los buenos. Entre el sabio cristiano ó el verdadero
cristiano, lo cual es lo mismo, y los verdaderos cristianos, los ver
daderos buenos de todos los siglos y de todos los países , hay una afi
nidad real. Afinidad poderosa que , semejante a la chispa eléctrica,
conmueve en un abrir y cerrar de ojos a todas las almas católicas y
las pone completamente de acuerdo. Pensamientos, alegrías, dolo
res , esperanzas , temores , intereses , todo se hace común. De aqui la
inmensa fraternidad del bien , que es el carácter tal vez más inexpli
cable de la verdadera religión. « En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis caridad entre vosotros, i decía el Verbo en
carnado. (Joan. , xiii, 3o.)
Enemigos de los buenos y amigos de los malos , han sido siempre,
y sou todavía , los falsos sabios de todos los tiempos y de todos los
lugares. ¿No es esto lo que hoy se ve, acaso con mas claridad que
nunca ? Sea cual sea la región que habiten y la máscara con que se
cubran , el Espíritu malo conoce á los que son suyos, los exalta y lo?
el don de sabiduría. 357
defiende. En su favor excita las simpatías de todos sus hermanos en
impiedad , en revolución , en anticristianismo.
Está lleno de misericordia y de buenos frutos. De misericordia,
porque posee en persona al Espíritu de aquel que ha dicho : Bien
aventurados los misericordiosos , porque ellos alcanzarán misericor
dia. De huenos frutos , porque su alma es uno de los racimos de la
viña cuya cepa inmortal y siempre fecunda es el Verho encarnado.
Uno de los caracteres del falso sabio es el egoísmo, y, porcDnsi-
guiente , la sequedad y la dureza del corazón : Viscera impiorum cru-
delia ; y juntamente la esterilidad en buenas obras. Ved cual fué en
Grecia y Roma el reino de los filósofos , y cuál ha sido entre nosotros
a fines del último siglo. Contad , si podéis , las crueldades que no
cometieran , las buenas obras que hicieran , las instituciones útiles
que fundaran.
No es amigo de juzgar. Cuanto más ilustrado y caritativo es el
hombre , tanto menos inclinado se siente á juzgar , criticar y censu
rar al prójimo. Él sabe mejor que nadie que el juicio pertenece á Dios ;
que el Evangelio prohibe juzgar á los otros , si no se quiere ser juz
gado ; y que nada hay más expuesto á error que los juicios humanos,
basados las más veces en antipatías ó simpatías , y aun en simples
apariencias. Muy al revés se porta el falso sabio. Sin dudar de nada,
porque no se fija en nada , esclavo de sus intereses y de sus pasiones,
juzga atrevidamente , acusa , critica , condena , atribuye á los demás
intenciones que jamas han tenido, y les hace decir lo que nunca han
dicho. ¿ Qué hacen noche y día , al hablar del Soberano Pontífice , del
clero y de los católicos , esos escritorzuelos que la echan de filósofos
y lo invaden todo ?
No es fingido. Este es también uno de los más bellos caracteres del
verdadero sabio. Decir la verdad , nada más que la verdad, la verdad
en las relaciones de hombre á hombre ó de pueblo á pueblo ; la ver
dad en la 'historia y en la ciencia ; decirla sin ambages ni mezcla de
error; decirla con respeto, porque es la verdad ; con amor, porque
es el pan del hombre ; aplaudir á los que la dicen , porque es luz para
el ciego, remedio para los enfermos , consuelo de afligidos , salud de
las naciones (1).

(1) Spiritus Sanctas disciplinae effugiet fictum , et auferet se a cogita-


lionibus quae írant sine intellectu. (Sujt., i , 5.)— Q :nm (sapientiam) sino
fictione didioietaine invidia communico , et honestatem illius non abscondo.
flbid., vii, 13.)
358 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
De aqui resulta que el alma del verdadero sabio es transparente.
Esta transparencia se refleja hasta en su tranquilo mirar y las faccio
nes de su rostro. Bien diferentes son , por cierto, el alma del falso sabio,
su mirada y su figura. Hijo del gran mentiroso, tiene habitual mente
la mentira en sus labios .y en su pluma. Aunque aparenta verdad,
sinceridad y santidad , no es sino para enseñar el error, la hipocre
sia y la iniquidad ; es lobo con piel de oveja. Pero, por más que haga,
el lobo se revela en sus ojos , apenas entreabiertos : en sn mirada
oblicua é insegura , y en las facciones contraidas, inmobles y rígidas
de su rostro , que parecen conspirar para cubrir con un velo impe
netrable sus intenciones y sentimientos.
Luz sobre toda luz, amor sobre lodo amor, paz, serenidad,
transformación del hombre en Dios :, he aquí , en sus efectos positi
vos, el admirable don de sabiduría. Estudiarlo en sus efectos negati
vos es demostrar, desde un nuevo punto de vista , cuán necesario es.
¿ Cuánta es la necesidad del don de sabiduría '? La necesidad del
don de sabiduría es extrema , absoluta , universal. /. Habrá necesidad
de probarlo ? Libre el hombre para escoger un amo, no lo es para no
tener ninguno. Al decir el hombre , queremos decirla familia, el
pueblo, todo el género humano. Vivir bajo el imperio del Espíritu de
sabiduría , ó bajo el imperio del Espíritu contrario, es la alternativa
inevitable de todos Jos dias , de todas las horas y en todas las posi
ciones. ¿Cuál es el espíritu satánico, opuesto al Espíritu de sabidu
ría ? Es el espíritu de lujuria (1). El uno eleva al hombre hasta Dios:
el otro lo rebaja hasta el bruto.
Á fin de apreciar , cual conviene, este doble movimientode ascenso
y de descenso, es necesario hacer dos advertencias importantes : la
primera, que hay tres clases de sabiduría contrarias á la sabiduría
divina ; y son, la sabiduría terrena , la sabiduría animal y la sabidu
ría diabólica. « Todo agente, dice Santo Tomás , obra por un fin. Si
busca su fin en los bienes de la tierra , se llama sabiduría terrena : si
en los bienes corporales , será sabiduría animal ; si en su propia ex
celencia, se dice sabiduría diabólica, porque imítala soberbia de
diablo, de quien dice Job (41), que es el rey entre todos los hijos de la
soberbia (2).»

(I) Spiritns sapieatiae obruit Spiritum luxuriae , quae Bgeni se in cada-


veribua foelidia ut ibi pascatur , arcam Ecclosiae nescit revertí ut columba,
ubi sunt cibaria óptima et suavissima. (S. Antón., iv p. , tit. x , c. i.)
(2) S. Th., 2. 2., q. xlv, art. i.
EL DO.N DE SABIDURÍA. 359
El Ángel do las Escuelas no hace más que comentar al Apóstol
Santiago, que llama satánica esta triple sabiduría, ó, mejor, esta tri
ple aplicación de la misma sabiduría (1). Ahora bien : esta satánica es
un crimen , una desgracia y una locura.
Es un crimen ; puesto que por ella el hombre, despreciándola
voluntad de Dios, las luces de su propia inteligencia y las aspiracio
nes do su corazón , pone voluntariamente y á sabiendas su ultimo lin
en las criaturas , y trastorna asi todo el plan divino. ' .
Es una desgracia ; por la razón de (pie es crimen , y por las con
secuencias temporales y eternas que en si entraña. Estas consecuen
cias son las injusticias, las inquietudes, los engaños, la desesperación,
los remordimientos, las divisiones intestinas, las revoluciones socia
les y las penas del infierno.
Es una locura ; porque apaga en el lodo de las criaturas las dos
antorchas de la inteligencia y de la le. Loco es aquel que ha perdido
el sentido humano y el sentido divino : no teniendo ya sentido alguno,
no sabe discernir las cosas : llama verdadero a lo falso y falso á lo
verdadero, bueno á lo que es malo y malo á lo que es bueno, necesa
rio á lo inútil é inútil á lo necesario. Esclavo de una idea fija, pone
en ella su dicha , y por ella lo olvida todo ; noche y día va a caza de
desvarios , fantasmas y naderías , y agota sus fuerzas en perseguir y
abrazar esto. En vano os empeñaréis en ilustrarlo ; no os compren
derá : las bagatelas son para él tesoros. ¿ Le amenazáis con quitárse
las? Pues se enfurece, grita , pega , patea y llora : esta loco (2).
Y ved , rasgo por rasgo , lo que es un hombre o un pueblo poseí
dos del espíritu de sabiduría satánica. Mal apreciador de si mismo,
de sus destinos , de sus deberes y de sus intereses , coloca abajo lo
que debe estar arriba , y arriba lo que debe estar abajo ; pone lo prin
cipal en el lugar de lo accesorio, y lo accesorio en el de lo principal;
lo fugitivo en el lugar de lo inmutable , lo natural encima de lo sobre
natural, lo finito sobre lo infinito, el cuerpo antes que el alma. No
hay argumento humano capaz de desengañarlo; es loco, y se empeña
en serlo : Nolluit intelligere ut bene ageret.

(1) Non es*, enim ista sapientia desursum descendens , sed terrena, ani
malia, diabólica. (Epist., tu, 15.)
(2) Nomen stultitiae , secundum Isidorum , videtur rsse a stupore. Stu-
por autem interpretatur scnsuum alienatio, eo quod sensvs stupeant. Unde
stultua dicitur , qui prepter stuporem non movetur.... Stultitia importat hebe-
tudinem et obtusionem cordis. (Vig., c. xm , § 4, ver. t.)
360 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Médicos , no os acerquéis demasiado á él ; elegid una buena hora,
insistid con maña para hacerle que acepte. vuestros remedios : aun
asi no estaréis seguros de que no responda á vuestros caritativos ala
nes con burlas, cnn injurias, irritándose contra vosotros , pegán
doos ó dándoos la muerte , como lo ha hecho frecuentemente y toda
vía lo hace ; vedlo si no al punto.
El género humano estaba atacado de esta criminal y deplorable
locura'1, cuando el Verbo encarnado bajó del .cielo para curarlo. Por
sus Profetas, por Sí mismo y por sus Apostóles, le anuncia el objeto
de su misión. ¡ Oh hombre , tu sabiduría te engañó ! Esta sabiduría es
terrena, animal , diabólica: es la locura, es la muerte. Yo perderé la
sabiduría de los sabios, yo reprobaré la prudencia de los pruden
tes (1). Á las nuevas de la llegada del divino médico, todos los enaje
nados del corazón se conturban hasta las profundidades de su ser,
y se preparan á recibirlo, como asi lo hicieron, insultándolo, persi
guiéndolo, crucificándolo (2).
La segunda observación es que la triple sabiduría, ó mejor, la
triple locura de que acabamos de hablar, terníina casi siempre por la
locura de la carne. Por un loco de orgullo y avaricia , hallaréis cien
locos de lujuria. Esta caída está en la naturaleza de las cosas. El hom
bre ha sido criado para adorar : si no adora al Dios altísimo, adorara
á los dioses mas viles; si no adora al Dios espíritu, divinizara y ado
rará la carne. De aquí resulta que, si los examináis con cuidado, en
el fondo de todos los cultos paganos , de todas las prácticas demonia
cas, de toda conciencia emancipada, encontraréis una inmundicia.
Venus es la última palabra de todo esto. El despotismo de la carne
comienza por la gula y acaba por la lujuria. Pues bien: de todas las
locuras es la lujuria la más vergónzosa , la más furiosa , la más fe
cunda en desastres y la mas difícil de curar.
Asi como el Espíritu Santo es inseparable de sus dones, Satanás
es inseparable de los suyos. Como el don de sabiduría supone y co
rona todos los dones del Espíritu Santo, el don de lujuria supone y
arrastra en su seguimiento todos los dones satánicos. No hay impuro

(1) Sapientia tua decopit te. f/«.,xLVii, 10.)—Sapien!ia autem huju?


mundi stultitia est apnd Deum. (1 Cor., in , t9.)— Prudentia camis mora «st.
(Rom., vin , 6.)—Soriptum est eniin : perdam sapientiam sapientium , et pru-
dentiam prudentium reprobabo. (I Cor., i, 19, et /«., mx , 14.)
(2) Itluminans ta mirabiluer a moatiboa aeternis, turbati sant oraan
insipientes corde. (Pt. lxkt.)
EL DON DE SABIDURÍA. .161
que no sea soberbio, avaro, glotón, celoso, colérico y perezoso : esto
es un hecho confirmado por la experiencia de las almas y por las en
señanzas de la historia. Los espantosos satélites de la lujuria, atentos
siempre á las órdenes de su jefe, no hay crimen que no cometan por
obedererle. Los duelos, los asesinatos, los envenenamientos, los rap
tos, las violencias, los infanticidios, la crápula, los negros celos, la
pérfida murmuración, la odiosa calumnia, las traiciones, las baje
zas, los robos, las divisiones, los odios, todo, todo es obra suya.
Como la lujuria llegue á reinar en un pueblo, ó en una época
cualquiera, no esperéis otra cosa que iniquidades sin número y sin
nombre, ideas depravadas, gustos estragados y costumbres sin ejem
plo. Contaréis por miles las vidas sin remordimientos, tos que mue
ren sin arrepentirse, los locos y los suicidas en proporciones desco
nocidas. La vida misma, viciada casi en su origen, se manifestará
por la raquitis y la degeneración de la raza. Ora semejante a un edi
ficio construido sobre terreno pantanoso, que está amenazando siem
pre con hundirse por su propio peso; ora semejante á una ciudad
tomada por asalto , en la cual la muerte y el pillaje toman carta de
naturaleza; la sociedad entregada al Espíritu de lujuria estará sin
cesar a punto de arruinarse, ó se convertirá en un circo ensangren
tado, en el cual , desencadenadas todas las pasiones, no habrá meros
espectadores, sino que todos los asistentes lucharán á muerte. Asi
acaban los pueblos voluptuosos.
¿No bastaran todas estas calamidades de todo género para hacer
nos sentir la necesidad del don que de ellas nos preserva? En vano el
mundo actual multiplica las revoluciones para llegar á la libertad.
Una sola revolución puede traérsela : ésta no es otra que la revolu
ción moral, la cual , quebrantando la tiranía de la lujuria y de sus sa
télites, lo colocará bajo el imperio del Espíritu de sabiduría. De otro
modo, no.
Llegados al último de los siete dones , echemos una mirada retros
pectiva á nuestro trabajo. Hasta aquí hemos estudiado los dones del
Espíritu Santo en si mismos. Mas este estudio, por muy importante
que sea , no basta. Para conocer bien los dones del Espíritu Santo, se
necesita verlos en acción. Sólo asi será posible conocer toda su be
lleza, y su poderosa fecundidad, y su necesidad, y su aplicación á
los actos de la vida, y lo que influyen en la felicidad del mundo. Tal
es el nuevo horizonte que se va á abrir ante nuestros ojos.
CAPÍTULO XXXIV.

X-*a« bienaventuranzas.

Sumario.—Resumen del estudio sobre los dones del Espíritu Santo.—Son


principios activos.—Lo que producen.— Lo que son las bienaventuran
zas.—De donde viene su nombre: cuál sea su número.—Se adaptan á
las diferentes edades de la vida.—Relación que dicen con la felicidad de
cada hombre.—Cómo promueven el bien de la sociedad.—Superioridad
que tienen sobre las virtudes.—Su orden jerárquico.— Relación de cada
bienaventuranza con su recompensa.—Grados de la recompensa.

El estudio que hemos hecho de los dones del Espíritu Santo puede
resumirse en las verdades siguientes : los dones del Espíritu Santo
son los principios deificadores del hombre y de la sociedad ; el mundo
les debe todo lo que tiene verdaderamente bueno. Al don de temor
de Dios, debe sus grandes hombres ; al don de piedad , sus innume
rables asilos para todas las miserias ; al don de ciencia , sus afirma
ciones ciertas y sus sabios de buena ley : al don de consejo, la multi
tud de sus vírgenes y todos sus servicios gratuitos de caridad ; al don
de inteligencia , la superioridad intelectual que tiene sobre las nacio
nes que no son cristianas ó han dejado de serlo ; al don de sabiduría,
esos sublimes locos que se llaman santos , y son luz , gloria y salud
de la humanidad (1).
Á los dones del Espíritu Santo se oponen los siete pecados capita
les , principios corruptores del hombre y del mundo, dones satánicos
que producen efectos proporcionados a su naturaleza , á los que deben
atribuirse todas las vergüenzas y todos los crímenes del linaje humano.
Como quiera que el hombre y el mundo viven bajo la influencia
del Espíritu del bien ó del Espíritu del mal , resulta que desde la

(I) Nos stulti propter Christum. (¡ Cor., iv, 10.) —Placuit Deo per stul-
titiam praedicationis salvos faceré credentes. (Id., i, Í3.)
LAS BIENAVENTURANZAS. 363
caida primitiva obedecen á un impulso septiforme : septilorme es , y
debe serlo. Por una parte , el Espíritu Santo es inseparable de sus
dones , como Satanás de lo suyos. Por otra , este impulso debe alcan
zar á todas las facultades del hombre , y determinar , como de hecho
determina , sus operaciones, buenas ó malas. Tales son los (¡os prin
cipios que mueven á los hombres. El mundo , dirigido por el soplo
del Espíritu Santo , es un navio que á velas desplegadas se dirige al
puerto : dirigido por el soplo del Espíritu maligno , es una nave sin
brújula, que acaba infaliblemente por perderse. Si se quiere, pues,
vaticinar la suerte futura de cualquier reino ó de cualquier época,
no se necesita sino ver á qué impulso obedecen.
En medio de esto , la deificación del hombre, comenzada por el
Verbo y continuada por el Espíritu Santo , no ha llegado aún á su
perfección. Los siete dones divinos no son en nosotros fuerzas dormi
das ; son otros tantos principios activos que deben manifestarse por
medio de operaciones proporcionadas á la naturaleza y objeto de cada
cual. No de otro modo el árbol, cuya savia se pone en movimiento
por el calor del sol, debe producir hojas, flores y frutos, según su
especie. La comparación evangélica , que ya nos ha hecho sensible
la diferencia entre las virtudes y los dones , nos hará también com
prender la diferencia entre los dones y las bienaventuranzas.
¿Qué se entiende por bienaventuranzas? ¿De dónde viene este
nombre? ¿Cuántas son? ¿Qué relación guardan con la felicidad de
cada hombre? ¿Cómo contribuyen al bien de la sociedad? ¿En qué
son superiores á las virtudes? ¿Cuál es su orden jerárquico? ¿Cuales
sus relaciones con los dones del Espíritu Santo? Estas cuestiones
comprenden en su conjunto , á juicio nuestro , una materia tan poco
conocida y no menos interesante que los dones del Espíritu Santo.
1." ¿Qué se entiende por bienaventuranzas? Las bienaventuran
zas son los dones del Espíritu Santo en acción (1). Pasa con el cris
tiano lo mismo que con el árbol. Cuando ha recibido en el Bautismo
la vida divina y con ella las virtudes infusas ; "cuando el Espíritu
Santo ha venido con sus siete dones á poner en movimiento todas
esas virtudes , como el calor lo hace con la savia , el cristiano puede
y debe practicar ciertos actos de perfección sobrenatural que lo enca
minan a su último fin (2).
(1) Bealitudines distinguuntur a donis et virtutibua , sicut actos ab habí-
tibus. (Vig., c. xm, § 9.)
(2) No es necesario decir que todo esto se hace simultáneamente y con
una sola operación.
364 TEATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Estos actos se llaman bienaventuranzas , esto es , beatíficos. Dife-
réncianse de las virtudes y los dones , como el electo se diferencia de
la causa , el arroyo del manantial y la flor del árbol ; ó , por hablar el
lenguaje teológico, como la facultad en acto se diferencia de la facul
tad en potencia. «Las bienaventuranzas', dice Santo Tomás, se distin
guen de las virtudes y los dones, como los actos de los hábitos (1).» De
esta manera , las bienaventuranzas no son , como su nombre parece
indicarlo , hábitos ó estados permanentes , sino actos transitorios,
producidos por habitudes permanentes que se llaman dones del Espí
ritu Santo.
2.° ¿De dónde viene su nombre? El nombre , tan dulce y tan
poco conocido , de bienaventuranzas significa dicha perfecta , reposo
final. «La bienaventuranza , dice un gran teologo , es el soberano bien,
el fin último: todos convienen en esto. Y entendemos por soberano
bien el que tiene todas las cualidades del bien y ninguna del mal , y
no le falta nada , ni se le puede añadir nada ; el cual iconsta que no
es más que uno , á saber : Dios que es bondad infinita , de quien todos
los demás bienes dependen en su ser , origen y conservación , y cuya
posesión hace bienaventurados á los ángeles y á los hombres, que par
ticipan de su bienaventuranza uniéndose á El (2).»
Al;ora bien : la bienaventuranza es el fin último de la vida hu
mana (3). Tan cierta es esta verdad , que el hombre podrá, si, falsear
la ley que le inclina á la felicidad ; mas no podrá sustraerse á ella. Á
sabiendas ó sin saberlo, por el camino del crimen ó por las sendas
de la virtud , trabaja noche y dia por la felicidad : tranquilo y con
tento , si la encuentra ; inquieto y desgraciado , si la persigue en
vano. Es como la aguja imantada, que, sometida á una atracción mis
teriosa, gravita incesantemente hacia el polo, y no para hasla ponerse
en relación directa con este punto del cielo.
Si la bienaventuranza es la felicidad perfecta , y la felicidad per
fecta es la plena posesión de Dios , tres cosas resultan evidentes. La
primera : que con relación al hombre, la bienaventuranza es a un
mismo tiempo perfecta é imperfecta. Imperfecta en el mundo, donde

(1) Beatitudines distinguuntur quidem a virtutibus et doniaj Don sicui


habitas ab eis distincti , sed B¡cut actus distinguuntur ab habitibus. (t Í-.
q. xlix , art. I.J
(?) Vig., o. xiv.
(S) Beatitado sst altiman finís humanas vitas. (S. Th., 1. I., q. lux,
art. t.)
LAS BIENAVENTURANZAS.
no veinos á Dios , soberado bien , sino al través de las sombras de la
fe, y no lo poseemos sino imperfectamente. Perfecta en el cielo, donde
veremos a Dios cara á cara , y lo poseeremos sin temor de perderlo
nunca jamás. La segunda : que el hombre no llega á su fin de un salto.
La tercera : que su fin , ó la bienaventuranza, no es ni puede ser de
este mundo.
En estas verdades de lógica y de buen sentido se encuentra, digá
moslo de paso, la prueba sin réplica de tres puntos fundamentales : la
existencia de la otra vida , la libertad humana y la obligación que el
hombre tiene, durante su paso por el mundo, de encaminarse á su
fin con progreso continuo ; que no para otra cosa le ha sido dado el
tiempo. Este progreso, como camino que es para la bienaventuranza,
es ya la bienaventuranza incoada. De donde proviene que, en su len
guaje profundamente filosófico, llama el Evangelio bienaventuranzas
á ciertos actos de la vida presente, que conducen mas directamente a
la bienaventuranza de la otra.
Desenvolviendo el texto sagrado, añade la teología católica, que
se les da el nombre de bienaventuranzas por dos razones. La primera :
porque nos hacen felices acá eu la tierra. Es un hecho de experiencia
universal , que la mayor suma de contento, aun en este mundo, la
disfruta el cristiano que practica fielmente los siete actos sublimes que
el Verbo encarnado llamó bienaventuranzas. La segunda: porque nos
conducen mas directamente á la bienaventuranza final , de que nos
hacen gozar con la esperanza, a la manera que de alguna persona
suele decirs? que ha conseguido el objeto de sus deseos cuando
tiene esperanza fundada de obtenerlo. ¿No escribió el mismo Apóstol:
Hemos sido hechos salvos en la esperanza? Pues la esperanza de alcan
zar nuestro último fin se funda en algo que nos dispone y nos acerca
á él. Este algo consiste en las operaciones de los dones del Espíritu
Santo ; y por esto se llaman bienaventuranzas , ó actos beatíficos (1).

(I) Dicitar enim aliquis jam Iintuí babere prupler speni liuis obtinendi....
Spea autem de fine consequendo imnrgit ex hoc quod aliquis convenienter
movetur ad finen) , et appropinquat ad ipsum ; quod quidem fit per aliquam
actionem. Ad finem autem bealitudinis movetur aliquis et appropinquat per
operatiooes virtutum . et praecipue donorum , si loquamur de beatitudine
aeterna , ad quam ratio non sufficit , sed in eam inducit Spiritus Sanctus, ad
cujus obedientiam etaequelam per dona perficimur. Et ideo bealitudines di-
stinguuQtur quidem a virtutibus et donis , non sicut habitus ab eis distincti,
sed sicut actus distinguuutur ab habitibus. /S. Th., I. 2,,q. LxU, art. i.)
366 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Justificaremos de una manera sensible este uombre de bienaven
turanza cuando expliquemos las relaciones de cada una con el dón
correspondiente. Y lo haremos, con el fin de que se vea que las cosas
de que el Evangelio hace depender la felicidad no son el manantial
de una simple felicidad mística , como ahora dicen , en significación
de puramente espiritual y casi imaginaria. La verdad es que, bajo
todos los aspectos y en la más lata acepción de la palabra , las bien
aventuranzas producen lo que su nombre expresa. Para la vida pre
sente, lo misino que para la futura, son realmente manantial de feli
cidad.
3.° ¿Cuantas son las bienaventuranzas? Siete contamos, según los
Concilios y Santo Tomas. La octava , enunciada por San Mateo , no es
sino la confirmación y manifestación de las otras. En efecto : desde
que el hombre está afianzado en la pobreza espiritual , en la manse
dumbre y demás beatitudes , la persecución es impotente para apar
tarlo de estos bienes inestimables (1).
Las razones de este número siete se revelan por si mismas. Por
una parte, bastan siete bienaventuranzas para constituir la felicidad:
menos , seria poco ; más , sería inútil. Por otra , no siendo las bien
aventuranzas ó actos beatíficos sino las operaciones de los dones del
Espíritu Santo, ó, más bien , estos mismos dones en acción , no pue
den ser más que siete. Además , según teólogos profundos , estas siete
beatitudes guardan relación con las siete edades de la vida del hom
bre ; asi como estas siete edades del hombre están eu arjnonia con las
siete edades del mundo , y éstas , a su vez , con los siete días de la
creación (2).
4.° ¿Qué relación tienen las bienaventuranzas con la felicidad de
cada hombre ? i La vida presente, dice San Antonino , se divide eu.
siete edades , durante las cuales el Verbo encarnado se ha hecho
nuestro regulador universal , mediante las siete bienaventuranza?.
Éstas , que no son sino actos virtuosos , debe el hombre tenerlas tmias
y siempre ; pero acomodando cada una eu particular á la edad en

(I) Octava beatitudo ost quaedam confirmatio ct manifestatio omnium


praecedentium. Ex hoc enim quod aliquis est confirmatus in pauperlateSpi-
ritua et mititate, et aliis sequentibus , provenit quod ab his bonis propter ili-
quam persecutionem non recedit. Unde octava beatitudo quodanimodo ni
Beptem praecedentes pertinot. (S. Th., iti¡d., art. 3.)— Rate es también el
parecer de San Agustín , San Antonino , el Concilio de Vaures . c. i , etc.
(2) S. Anión., iv p., tit. vn , c. V.
LAS BIENAVENTURANZAS. 367
que se encuentra. En esto consiste el principio de su dicha (1).»
La primera edad es la infancia , que comprende desde el naci
miento hasta los siete años. Las virtudes y los encantos de este pe-
riodo de la vida son el cariño, la humildad , el desprendimiento, la
sencillez , el candor. El niño que esto tiene , expresa en si mismo la
semejanza cón el Dios-niño: camina hacia el fin para que fué criado;
es feliz. Esta es la primera bienaventuranza , y evidentemente la que
mejor conviene a la primera edad : Beali pauperes tpiritu.
La segunda edad se extiende desde los siete a los catorce años.
Practicar la mansedumbre, la obediencia y amabilidad , que junto
con el candor y las nacientes gracias ganan los corazones , he ahi el
deber propio de esta hermosa parte de la vida. El que lo cumple , re
presenta igualmente la imagen del Verbo encarnado : se encamina á
su último fin ; es feliz. Esta es la segunda bienaventuranza , y evi
dentemente la más propia de esta edad : Beati mites.
La tercera edad abraza desde los catorce años á los veintiocho.
Este periodo equivale á dos , a cansa del desarrollo físico y moral del
hombre. La adolescencia es la edad de los peligros. El mundo que
sonríe , las pasiones que se despiertan , los sentidos que hablan , todo
se convierte en ocasión de luchas incesantes. Entonces mas que nunca
necesita el hombre de la mortificación , de la vigilancia , de las santas
tristezas de la penitencia y las saludables pesadumbres del retiro. Si
comprende esto y su conducta corre parejas con su creencia , sera
feliz. Esta es la tercera bienaventuranza : Beati qui lugent.
La cuarta edad coge desde los veintiocho años hasta los cuarenta
y dos. Esta edad en que la juventud se desborda , es ardorosa para
los negocios , ávida de dinero, honores y posición social , para cuya
obtención no suele ser demasiado delicada en la elección de medios.
Por lo cual , ¡ oh joven ! , si quieres evitar la lepra de Giezi y la sed
eterna del rico Epulón , trabaja por excitar en ti la sed ardiente y el
hambre continua de la justicia. Á este precio, y no de otro modo,
podrás ser feliz. Es la cuarta bienaventuranza, y se ha hecho para ti:
Beati qui essuriunt et sitiunt justitiam.

(1) Vita praesens distinguitur per Beptem actates, in quibus omnibus


rcgulat nos Christus per septera beatitudines. Omnei istas quae aliad non
sunt quam actus virtuosi, debet quilibet habere simul habitualiter. Licet
qnaelibet per se adaptari possit uni aetati hominum. (Ubi nupra.)— Esta
división septenaria de la vida se relaciona probablemente con la revolución
climatérica que se verifica en nosotros cada siete años , y que se tomaba
seriamente en cuenta por los fisiólogos antiguos.
308 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
La quinta edad se extiende desde los cuarenta y dos á los cincuenta
y seis años. Es la edad de la virilidad, y también en la que comienza
la vida á declinar. El hombre ve entonces detrás de si la vida que se
va , y delante la eternidad que avanza. En semejante situación , ¿qué
es lo más cuerdo que puede hacer? Tener piedad de su propia alma.
¿Qué significa esto? Por una parte, reparar las pérdidas que pecando
le ocasiono. Por otra , poner en seguro su fortuna , haciéndola trans
portar, por mano de los pobres, al lugar dundo ha de vivir eterna
mente. Obrando asi , es feliz con la felicidad propia de esta edad:
practica la quinta bienaventuranza : Beali mtsericordes.
La sexta edad comienza en los cincuenta y seis años y termina en
los setenta. Edad de la vejez, que hacen venerable los cabellos blan
cos y la experiencia; pero que puede y debe hacerse respetar mucno
más por las santas costumbres y el buen ejemplo. Como el anciano
no sea alguno de esos veteranos del crimen, de quienes habla el pro
feta Daniel , le es muy fácil evitar las manchas del pecado. Sus sen
tidos se han debilitado ; las rosas de sus mejillas se han convertido
en arrugas; el fuego de la concupiscencia ha perdido sus ardores. Sa
que, pues, partido de esta decadencia del hombre exterior, para em
bellecer con una conducta sin tacha al hombre interior. Por la ino
cencia de su vida , que le restituye en parte los encantos de la infan
cia, se convierte para la juventud en un consejero a quien obedece y
un modelo a quien respeta, y para todos los que le rodean, en uu
centro de atracción que irradia el buen olor de Jesucristo. Es feliz con
la bienaventuranza especial, oue guarda armonía con su edad , y es
la sexta : Beali mundo corde.
La séptima edad comienza a los setenta años y se prolonga hasta el
fin de la vida. Es la edad de la decrepitud , la edad de los años que no
agradan, como dice la Escritura. La debilitación de los sentidos,
la caducidad de los órganos, la necesidad de cuidados desconocidos,
las enfermedades, los achaques, el depender de otros, el apartamiento
de los amigos y aun de los parientes, el olvido y menosprecio del
mundo, el recuerdo pesaroso de lo pasado, las tristes previsiones de
lo porvenir, todas estas cosas y muchas más son como otros tantos
enemigos que asedian al anciano ; y que, á no hacerlo el más desven
turado de los hombres , le imponen la necesidad de buscar dentro de
si mismo la paz y tranquilidad que no le podrán robar sus relaciones
con todo lo que le rodea. Por esto, la sabiduria infinita le tiene re
servada la séptima bienaventuranza : Beati pacifici.
Con el fin de infundir animo al pobre anciano en medio dn tantos
LAS BIENAVENTURANZAS. 369
elementos conjurados para acabar con él, Dios añade á continuación :
Bienaventurados los que por conformarse á la voluntad de Dios, son
perseguidos (1).
5.° ¿De qué manera las beatitudes evangélicas contribuyen al
bien de las sociedades ? Una vez establecido que las bienaventuranzas
son el manantial de la felicidad individual , es consecuencia lógica que
procuran el bienestar de las sociedades.
Las sociedades son felices cuando están en el orden ; y esto acon
tece cuando , conociendo su último fin, es decir, su felicidad , se en
caminan hacia ella con paso seguro. Pero la mayor parte de los hijos
de Adán, pueblos é individuos atraídos por su corrupción nativa,
buscan su felicidad en las criaturas. Ese poderoso y ciego atractivo,
apartando al hombre de su Un , es el manantial de todos los males por
los que la tierra merece cien veces el nombre de valle de lágrimas.
Engañado el género humano por el ángel de las tinieblas , busca
la felicidad por tres caminos diferentes, el de los honores, el de las
riquezas y el de los placeres. Las tres primeras bienaventuranzas rec
tifican con autoridad soberana esa funesta tendencia. Bienaventurados
los humildes y desprendidos , y los mansos, y los que lloran.
¿Por qué son bienaventurados? Porque están a cubierto de la fas
cinación general que hace desdichados á los demás. Son bienaventu
rados, porque no estimando sino en muy poco la posesión de los bienes
terrenos, los adquieren sin pasión, los poseen sin inquietud y los
pierden sin inútiles pesadumbres. Son bienaventurados, porquecada
acto de humildad, de desprendimiento, de mansedumbre y de tris
teza cristiana los aproxima á la suprema felicidad. Son bienaventu
rados, porque tienen en perspectiva los bienes de la eternidad, mag
nifica recompensa del desprecio con que miraron losbienesdel tiempo.
El desasirse cristianamente de las cosas perecederas , ¿ no vale
nada para la felicidad del mundo ? En esto consisten las tres prime
ras beatitudes. El segundo paso hacia la felicidad esta co las dos si
guientes : Bienaventurados los que han hambre y sed de jtisticia ;
bienaventurados los misericordiosos. Las tres primeras bienaventuran
zas, despegando al hombre de las criaturas, hacen que se aficione al
soberano bien ; pues el corazón humano no puede estar vacio. Asi es
cómo lo constituyen en el orden relativamente a Dios , es decir , en
paz con Dios.

(1) S. Antón. , ubi supra.


TÍ'MO II. 24
370 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Las dos siguientes le procuran la paz con el prójimo. El hombre
está en paz con el prójimo cuando cumple con sus deberes de justicia
y de caridad : cumple con ellos perfectamente cuando , por uns
parte , sus palabras y sus obras dan testimonio de que está animado,
esto es poco , de que lo devora el hambre y la sed de la justicia en
todo y para con todos; y cuando , por otra parte, muestra hacia su
prójimo y aun hacia sus enemigos^una caridad indulgente que excusa
las faltas ó las intenciones ; compasiva , que socorre todas las necesi
dades ; misericordiosa , que perdona las ofensas.
Paz con Dios , paz con el prójimo ; he ahi los efectos de las cinco
primeras bienaventuranzas. ¿ Qué falta para completar, aúnenlo
temporal, la felicidad del hombre y de la sociedad, sino la paz con
sigo mismo ? Las dos últimas bienaventuranzas la proporcionan :
Bienaventurados los limpios de corazón ; bienaventurados los pacífi
cos. Haciéndonos la primera practicar la pureza de corazón por medio
de la mortificación ; la vigilancia y la oración, mantiene la necesaria
subordinación de la carne al espíritu, y nos constituye en el orden.
La segunda , por medio de la mansedumbre y la paciencia , nos hace
dar muestras, en nuestras relaciones con la familia y la sociedad,
del orden que reina en nuestro interior, y nos da derecho para lla
marnos hijos de Dios, que se complace en llamarse á sí mismo Prin
cipe de la paz , Princeps pacis.
¿Qué os parece? El cristiano que practica las sieto bienaventuran
zas, ó los siete actos beatíficos por excelencia, ¿no es verdad que
disfruta de una feJicidad mística!1 Si la Europa actual , si el mundo
entero poseyera esta felicidad que osáis llamar imaginaria, ¿les iris
demasiado mal con ella? ¡Insensatos! Los hombres y los gobiernos
de hoy afectan creer que las bienaventuranzas evangélicas no valen
cosa para el bienestar temporal de las sociedades , cuando precisa
mente la ausencia de estos elementos, sociales como ningunos otros,
es la causa de las revoluciones de que hemos sido, somos y seremos
victimas.
6.° ¿Qué especie de superioridad tienen las bienaventuraoias
sobre las virtudes? En el mero hecho de que los dones del Espíritu
Santo, como elementos sautificadores, son superiores á las virtudes
morales , sus operaciones son más perfectas que las de las virtu
des. Por esto merecen antonomásticamente el nombre de bienaventu
ranzas ó actos beatíficos. La virtud hace que el hombre use moderada
mente de los honores y riquezas : el don hace que los desprecie. Con
este sublime desprecio el cristiano se hace el ser más libre, el mas
LAS BIENAVENTURANZAS. 371
santamente independiente , y , por lo tanto , el más feliz que hay en
■el mundo : Beati pauperes.
La virtud impide al hombre seguir los movimientos de la ira, con
trarios á la razón : el don hace más , lo libra de ellos. Secando en el
fondo del alma la fuente de la hiél y de la cólera, comunica al cristiano
una mansedumbre inalterable, que le gana los corazones: Beati mites.
La virtud arregla las aficiones tocantes á la vida temporal : el
don adelanta mas; las sustituye con la santa tristeza de los desterra
dos : Beati qui lugent.
La virtud nos hace ejercitarla justicia para con Dios y para con
el prójimo : el don le saca gran ventaja ; nos hace dar á Dios y al pró
jimo lo que les debemos , no sólo con exactitud , sino con devoción y
con gusto. En lo tocante á la justicia y á nuestras obligaciones de jus
ticia, nos llena, según la frase del Evangelio, dé un ardor compara
ble al que la comida excita en el hambriento y el agua en el sediento:
Beati qui esuriunt et sitiunt.
La virtud nos hace ejercitar la caridad corporal y espiritual con
los que la razón nos recomienda, como son nuestros amigos y allega-
. dos : el don se eleva más alto ; ve la necesidad , nada más que la ne
cesidad ; la llaga, nada más que la llaga : el andrajo, nada más que el
andrajo ; y por amor de Dios, da, cura , consuela , sin distinción de
propios ó extraños, de amigos ó enemigos, de griegos ó de bárbaros :
Beati misericordes.
De estas cinco bienaventuranzas fielmente practicadas, resulla una
pureza de afectos y pensamientos mucho más perfecta que la que
tiene en la simple virtud su origen y sus reglas : Beati mundo corde.
Esta pureza ; haciéndonos semejautes á Dios , tres veces santo , nos
da un derecho particular de llamarnos hijos de Dios : Beati pacifici.
«De aqui proviene , dice Santo Tomás, que las dos últimas bienaven
turanzas, no tanto se presentan como actos meritorios, cuanto como
recompensas (1).» Son á la vez el comienzo de la felicidad perfecta y
el lazo que une las bienaventuranzas a los frutos , de que hablaremos
muy pronto.
Entre tanto , este simple bosquejo , que nos hace ver la superiori
dad de las bienaventuranzas aun sobre las virtudes sobrenaturales,

(1) Vel Bunt ipsa beatitudo, vel aliqua inchoatio ejus: et ideo non
ponuntur in beatitudinibue tanquam merita , aed tanquam praemia. Ponun-
tarautem tanquam merita effectuB activae vitae, quibus bomo disponitur
ad contemplativam vitam. (1. 2., q. xux, art. m.)
372 TRATADO DEL ESPIRITO SANTO.
nos ayuda á medir la altura que el cristiano tiene sobre el hombre
honrado y sobre el sabio pagano. Y en vista de esto, ¿quién no com
padecerá á los pretendidos moralistas del siglo xtx? Caídos de las
alturas del orden sobrenatural en que el Bautismo los había colocado,
estos soberbios ignorantes , superbus nihil sciens , osan hacer paran
gón entre la perfección cristiana y la pagana , entre la moral de Só
crates y la moral de Jesucristo. Blasfemos y perjuros , no temen lla
mar á la primera, la moral de este mundo y de la gente honrada ; y
á la segunda , la moral del otro mundo y de los rm'sticos : y luego,
so pretexto de que ellos no son vasos de elección , se quedan sin prac
ticar ninguna.
7.° ¿Cuál es el orden jerárquico de las bienaventuranzas? Lo
mismo que los dones del Espíritu Santo que las producen , las bien
aventuranzas están encadenadas entre sí dentro de un orden jerár
quico , por cuyos grados se eleva el cristiano hasta la perfección del
ser divino, y, por consiguiente , al colmo déla felicidad, como lo
haremos ver más adelante. Al presente tenemos que estudiar dos
cosas dignas de la Sabiduría , que lo hace todo con número , peso y
medida. La primera es, la relación que existe entre cada bienaven
turanza y su recompensa ; la segunda , la graduación de la misma
recompensa.
La recompensa. £1 cielo ó la felicidad perfecta es indudablemente
la recompensa común de todas las bienaventuranzas ; pero esta re
compensa se presenta bajo diferentes aspectos, en armonía con el género
particular de mérito que alcanza cada una de las bienaventuranzas.
Si , pues , es una verdad que el pecador es castigado en aquello mis
mo en que pecó , es igualmente verdad que el justo recite recom
pensa eu lo mismo en que mereció. ¿Qué cosa más á propósito que
esta divina ecuaeióu para excitar nuestro celo y sostener nuestro
aliento en los diferentes senderos que conducen a la felicidad?
Así, para los que se hacen pequeños y pobres, el cieloes el poder,
la opulencia , la gloria : Regnum coelorum.
Para los que se distinguen por su ma nsedumbre , el cielo es el
imperio de los corazones en la tierra de los vivos : Posidebunt terram.
Para los que lloran , el cielo es el consuelo y la alegría sin altera
ción y sin lin : Consolabuntur.
Para los que tienen hambre de justicia , el cielo es la hartura per
fecta : Saturabuntur.
Para los misericordiosos, el cielo es la misericordia con sus ter
nuras inefables : Hisericordiam consequentur.
LAS B1EN'AVENTURANZAS. 373
Para los limpios de corazón , el cielo es la visión clara de Dios en
todo el esplendor de su hermosura y en toda la magnificencia de sus
obras : Deum videbunt.
Para los pacíficos , el cielo es el nombre glorioso y el privilegio
incomparable de hijos de Dios : Filii Dei vocabuntur.
Á esta bella armonía hay que agregar otra. , que es la graduación
en la recompensa. Para comprenderla, basta con un poco de aten
ción. La primera recompensa es tener el cielo. Esta es la felicidad
común de todos los santos , mas no igual para todos ; pues en la bien
aventuranza hay muchos grados , como en la casa del Padre celestial
hay muchas moradas.
La segunda es poseerlo. Poseer el cielo significa más que tenerlo.
Hay muchas cosas que se pueden tener sin poseerlas de una manera
tranquila y permanente.
La tercera es tener consuelo. Estar contento con la posesión del
cielo es mas que tenerlo y poseerlo. ¡ Cuántas cosas hay que son agra
dables, y no se poseen sin dolores!
La cuarta es saciarse. Lo cual es más que estar contento. La har
tura supone la abundancia dei consuelo y el reposo en la alegría.
La quinta es ser objeto de la misericordia. La dicha celestial no se
medirá , ni por nuestros méritos , ni siquiera por nuestros deseos,
sino por las riquezas infinitas de la infinita misericordia. ¿Quién podrá
comprender lo que este favor divino añade á todos los otros?
La sexta es ver á Dios. Esta nueva felicidad sobrepuja a todas las
precedentes. Ver á Dios es más que todo lo dicho , y significa una dig
nidad más alta. Ver al Rey con intimidad y cuando se quiere, es mas
que habitar en su palacio y que disfrutar de sus beneficios.
La séptima es ser hijo de Dios. Ya no hay nada que sea más que
ésta. En la corle de los reyes el grado más alto es el de sus hijos, he
rederos del trono.
De esta manera, conducir al hombre de grado en grado hasta la
dignidad suprema de hijo de Dios, de hermano y coheredero del
Verbo encarnado, es la ultima palabra de todas las bienaventuranzas
y de todas las operaciones del Espíritu Santo (1).
Cuando se ha completado el misterioso trabajo de deificación , el
Espíritu de amor le envía al justo el sueño de la muerte. Al despertar
de él al otro lado de la tumba , encuentra el justo todas las bienaven
turanzas que ha practicado , reunidas , inmortalizadas y magnifica-

(I) Vid. S. Th., 1. 2., q. lxix, art. 4.


374 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
mente engrandecidas en una sola, el cielo, la bienaventuranza por
excelencia.
Tales son los peldaños de la escala por donde subimos desde el
fondo de este valle de lágrimas hasta la cima de la montaña de la ver
dadera y eterna felicidad. «El Espíritu Santo, dice San Agustín, al
descender sobre el Dios-hombre, comienza por la sabiduría y acaba
por el temor, para humillarse hasta nosotros. Pero cuando desciende
sobre el hombre destinado a la deificación, comienza por el temor, á
fin de elevarlo hasta el Verbo encarnado, que es la Sabiduría eterna.
Tengamos , pues , a la vista estas gloriosas ascensiones ; apresurémo
nos á subir los escalones que nos conducen á Nuestro Señor y Padre.
Llevemos valientemente la carga de la vida. Crucemos á paso firme
y con la vista fija en nuestro último fin , entre las seducciones y tri
bulaciones pasajeras del tiempo : en el término de nuestro viaje nos
espera la paz que no se altera nunca , ni se ha de acabar jamás. Á
esto nos exhorta la octava bienaventuranza como conclusión de toda*
las demás : Bienaventurados los que padecen persecución ; porque de
ellos es el reino de los cielos (1).

(I) Serm. occxlvii , n.« 3.


CAPÍTULO XXXV.

(Oontinuaolón del anterior.)

Sumario.— Relaciones entre los dones y las bienaventuranzas.— Estas son


los dones en acción.— Cada bienaventuranza corresponde á nn don.—Im
portancia de este estudio para estimar la riqueza y apreciar la necesi
dad de las bienaventuranzas y los dones.— El don de temor en acción:
primera bienaventuranza; ejemplo.— El don de piedad en acción: se
gunda bienaventuranza ; ejemplo.— El don de ciencia en acción: tercera
bienaventuranza ; ejemplo El don de fortaleza en acción : cuarta bien
aventuranza ; ejemplo.

8.° ¿Cuáles son las relaciones de las bienaventuranzas con los


dones del Espíritu Santo ? Ya lo nemes indicado : son las mismas que
existen entre el efecto y la causa , entre el fruto y el árbol que lo
produce. Las bienaventuranzas son los dones del Espíritu Santo en
acción. Pero lo que llevamos dicho no nos parece bastante para que
se comprendan la belleza , el encadenamiento y la necesidad de estos
elementos santificantes , y, por consiguiente , que beatifican al hom
bre y la creación. Hoy en especial , las verdades católicas no se cono
cen bien , ni se aman , ni se admiran , sino cuando toman cuerpo,
digámoslo asi , palpable á nuestras manos y visible á nuestros ojos.
Asi es cómo nada hay que haga apreciar mejor la caridad católica en
el mundo entero que la hija de San Vicente de Paul. Lo mismo
puede decirse de los dones del Espíritu Santo y de las bienaventu
ranzas ; por esto vamos á presentar unos y otras viviendo y obrando
en los cristianos en quien se personifican.
Á fin de poner de manifiesto que el Espíritu del Cenáculo continúa
en la Iglesia, escogeremos nuestros ejemplos en los anales contempo
ráneos del catolicismo, haciendo una excepción en favor de San
Francisco de Asis , cuya vida debiera ser el manual de nuestra época.
37fi TRATADO DEI. ESPÍRITU SANTO.
El primer don del Espíritu Santo corresponde á la primera bienaven
turanza , y da lugar á actos admirables de humildad , de arrepenti
miento y horror del pecado.
iEn un dia crudo de invierno y de mucho frió, se dirigía San
Francisco de Asis de Perusa á Santa María de los Ángeles. Conforme
iban andando, dijo á Fr. León , su compañero de viaje : — Hermano
Leon , ovejita de Dios : si los frailes menores hablasen la lengua de
los ángeles , y conocieran el curso de los astros , y la virtud de las
plantas , y los secretos de la tierra , y la naturaleza de las aves , de
los peces , de los hpmbres y de todos los animales , de los árboles,
las piedras y el agua , tenga por muy cierto que no por eso disfruta
rían de la perfecta alegría.
»Y un poco más adelante: — ¡Oh hermano León! Aunque los
frailes menores convirtieran con su predicación a todos los pueblos
infieles , fíjese bien en ello , no por esto tendrían motivo para estar
completamente alegres. — Y continuó hablando asi por espacio de al
gunas millas.
«Al fin , lleno de asombro Fr. Leon , preguntó al Santo : — Pido
por Dios á vuestra paternidad que me diga en qué consiste la per
fecta alegria.— San Francisco respondió : — Cuando lleguemos a Santa
María de los Ángeles bien mojados y cubiertos de lodo, transidos de
frió y muertos de hambre , si llamando nosotros á la puerta , el por
tero nos dice : — ¿ Quién es ? — Nosotros responderemos : — Somos
los hermanos vuestros. — Si él entonces replicara: — Mentira; sois
'los vagos que andáis por el mundo quitando las limosnas á los ver
daderos pobres ; ¡ fuera de aquí ! ; — y no quisiera abrirnos , y nos
dejara fuera toda la noche á la intemperie , expuestos á la nieve y al
frío, y muñéndonos de hambre....; si nosotros sufrimos este trata
miento con paciencia , sin turbarnos ni murmurar, y si ademas
pensamos humildemente y con caridad que el portero uos conoce
bien por lo que somos , y que por permisión de Dios habla asi con
tra nosotros, créame, hermano, en esto consiste el verdadero con
tentamiento.
»Y si continuamos llamando, y encolerizado el portero nos echara
como holgazanes importunos y nos colmara de injurias; y nos diera
de bofetadas, y uos dijera:—Marchaos de aquí, miserables, ladi an
zuelos; id al hospital ; no hay aquí para vosotros nada que comer -. -
—Si nosotros soportásemos este mal tratamiento con gozo y con amor,
¡oh hermano Leon!, no tenga duda, en esto consiste la alegría perfecta.
• Si, finalmente, en aquel apuro el hambre, la sed y el rigor da
LAS BIENAVENTURANZAS. 377
la noche nos precisaran á instar con lágrimas y lamentos para que nos
dejaran entrar en el convento, é irritado entonces el portero saliera
con un palo y nos agarrara de la capucha, y nos tirara á la nieve , y
nos magullara á palos hasta dejarnos cubiertos de heridas.... ; si nos
otros sufriésemos todas estas cosas con alegría, pensando que de
bemos participar de las humillaciones de Nuestro Señor Jesucristo
bendito...., hermano Leon, créalo firmemente , en esto se encuentra
realmente la alegría verdadera. Y ahora, hermano, escuche la con
clusión. Entre todos los dones del Espíritu Santo, el más considera
ble es el de vencerse á si mismo y sufrir con gusto , por amor de Je
sucristo, las penas, las injurias y los oprobios (4).»
Antoel espectáculo de tan admirable humildad, no resta sino
levantar los ojos al cielo y repetir las palabras de la eterna Sabiduría :
«Gracias te doy , ¡ oh Padre mío !, que ocultaste estas cosas á los sabios
y á los prudentes , y las revelaste á los pequeñuelos.»
Veamos ahora el don de temor con relación al pecado. No hay una
madre que sienta tanto dolor por la muerte de su hijo, como el alma
inspirada por el don de temor siente sus faltas más pequeñas. El pa
dre Alfonso Rodríguez estaba lleno de este don divino. C:ida vez que
pasaba por cierta parte de su casa , se ponía de rodillas , pedia perdón
a Dios llorando, se inculpaba á si mismo y se mesaba los cabellos , y
esto por espacio de muchos años. ¿Había, tal vez, cometido en aquel
.sitio algún pecado enorme? No por cierto : se había permitido cierta
ligereza en el mirar, con la cual crcia haber ofendido a Dios (2).
El mismo Espíritu de temor que inspira el arrepentimiento del
pecado cometido, hace también que se le tenga horror antes de come
terlo. En 1841 , un mandarín hizo prender a varios cristianos y los
compelía á apostatar; pero la firmeza con que le respondían le per
suadió que no podría lograr su intento. Encadenarlos a todos era
hacer mas ruido y más víctimas de lo que él quería. No sabiendo en
su despecho qué partido tomar, se limitó a describir con su bastón
un circulo alrededor de una joven que tenia de rodillas delante de si,
pues es costumbre de los Chinos estar de hinojos ante el juez que los
interroga. «Si sales de este círculo, le dijo, es prueba de que has
apostatado, b Y se retiró.
Todos se fueron marchando del pretorio , excepto la joven , a quien
el temor de abjurar de su fe retenia de rodillas é inmóvil en el estre-

(1) Finrelti, cap. vm.


(2) Peigmayer, Médit. tur les acjil ta, ele.
378 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cho espacio donde la vara del mandarín acababa de encerrarla. El se
cretario de este magistrado, curioso de saber qué partido habría to
mado la inocente cautiva , volvió sobre sus pasos , y, encontrándola en
el mismo sitio y actitud, la invitó á levantarse y salir. — *No, dijn
ella; antes me moriré de hambre, que dar un paso. — Mira que el
mandarín no lo ha dicho en serio. — No importa; yo he oído sus pa
labras, y no conozco sus intenciones. » Insistió largo rato el secretario,
y no pudo obtener otra respuesta. Entonces él mismo borró la raya
que su amo había trazado, y sacó de allí á la valerosa doncella
Citemos un postrer rasgo , que nos hará ver al Espíritu de temor
de Dios y al Espíritu contrario disputándose un alma en lucha te
rrible. Durante el año de 1840, Trinh-Quang-Kanh, gobernador del
Tong-Kin, hizo prender á un catequista llamado Toan, de setenta y
cuatro años de edad. Sometido á los más atroces suplicios , el desven
turado viejo tuvo la debilidad de apostatar. Algunos días después, el
gobernador lo hizo volver al pretorio con otros renegados, y les dijo
á todos : «Supuesto que habéis dado oidos á la razón , el rey os per
dona y yo también. —Dente , otros las gracias (respondió el anciano
arrepentido) , que yo deploro mi culpa, y me quedo preso para ex
piarla.»
Montado en cólera el tirano al oir estas palabras , vomitó mil in
jurias, y descargó un fuerte bastonazo sobre el anciano. Gomo, en
medio do esto , no parecía quebrantada la fortaleza del mártir, mando
á los soldados que lo encerraran en una horrible cloaca , y lo obliga
ran , sin reparar en los medios, á desdecirse de su retractación. Dos
dias después lo volvió á llamar á su tribunal. « ¿Estás ahora, le dijo,
dispuesto á pisar le cruz?— No, mandarín; demasiado es ya haber
ultrajado una vez á mi Redentor. —Escucha : tú menosprecias mis
órdenes ; tal vez atenderás mejor los consejos de los que han partici
pado de tus errores, y así, le abandono á su celo. Si te reducen á me
jores sentimientos, los perdonaré á ellos y á ti también; cuando no,
subiréis todos al cadalso.»
Los renegados no tardaron en asociarse con excesivo ardor á las
miras del tirano , ingeniándose por acabar con la paciencia de su
victima. Los unos le colmaban de maldiciones ; los otros le escupían
en la cara. Á todos los hacía elocuentes la propia cobardía , y con
gran calor le persuadían á obedecer al mandarín , ya que no por

(I) AnnaUt de la Propaq. de la Fot, n.» 83, p. 30i.— Véase también el


rasgo de San Basilio , Godescard , 14 de Judío.
LAS BIENAVENTURANZAS. 379
conservar su vida , á lo menos para librar del suplicio á tantos pa
dres de familia como eran ellos , cuya suerte él con su obstinación
comprometía. Á tan terrible prueba estuvo expuesto el anciano por
espacio de cuatro dias. Llegado el quinto, cuando ya le habían medio
vencido, el gobernador lo hizo presentar ásu tribunal, y le dio tor
mento tan violento , que el infeliz sucumbió por segunda vez.
Su recaída fué acogida con grandes risotadas del mandarín y los
circunstantes. «Anda á descansar, le dijo, para que recobres tus
fuerzas y vuelvas á disfrutar de tu libertad.» Entonces los soldados
le daban la enhorabuena ; pero los remordimientos de la conciencia
lo hacían sordo á todos los elogios y parabienes. Pasó aquella noche
entre lágrimas y sollozos con síntomas de la desesperación. Feliz
mente se encontraba en la misma cárcel un sacerdote , que después
alcanzó la palma del martirio. El pobre anciano , todo cubierto de
heridas , se arrojó á sus pies , y con gemidos inconsolables le confesó
su última caída , levantándose deblemente fortalecido por la palabra
del presbítero y la virtud sobrenatural del sacramento.
Al siguiente dia, el gobernador lo hizo «miparecer para asegu
rarse de la sinceridad de la apostasia mediante nuevas profanaciones
—«Ni los tormentos ni la muerte me harán abjurar otra vez la fe,
dijo al perseguidor. Confío de haber recobrado por el arrepentimiento
la gracia de mi Dios ; tiempo es ya de que le sea fiel. »
Y asi fué que lo atormentaron sañudamente y sin limitación al
guna. Derribado en tierra , lo molieron á palos : atado de pies y ma
nos , lo arrastraron al tribunal , aporreándolo sin cesar ; le echaron
una canga con hierros ; lo metieron en un calabozo ; lo sacaron des
pués para exponerlo á los rigores de un sol abrasador ; luego lo des
nudaron y lo ataron á una columna con un crucifijo á cada pie. Ha
ciéndole extender los brazos en forma de cruz , se los sujetaron á los
dos extremos de la canga atravesada sobre las espaldas , y así lo de
jaron cinco dias y cinco noches en tan horrible posición. Mientras
duró este suplicio , los soldados le insultaban , escupíanle en la cara,
y le daban de bofetadas y le arrancaban las barbas. En fin, volvieron
a la prisión al infeliz anciano , medio muerto y como paralitico de
todos sus miembros. El mandarín ordenó que lo hicieran morir de
hambre.
La agonía duró algunos días. Cuando entraba á verle alguna per
sona, aprovechaba la ocasión para humillarse declarando sus peca
dos: «Me extravié, decia ; tuve la debilidad de imitar la apostasia de
los principales de mi pueblo ; mas al presente me he vuelto since
380 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ramente á Dios, y quiero morir por su amor. Os conjuro á que pi
dáis a Crisio por mí. • Sinlieudo que se acercaba su fin , legó sus rops
á un sargento que le había dado algunos pedazos de pan ; le piw-
tió, conforme este soldado se lo pedia , que se acordaría de él ene;
paraíso ; cayó desfallecido , aplicó á la boca los dedos como para chi
párselos según era mucha la sed que padecía , y algunos instante
después espiró, victorioso felizmente en el último combate (1).
Tales son los efectos del don de temor de Dios y los vestigios tft?
los santos nos han dejado de su viaje á la patria celestial : Haecm¡
vestigia quae sancti nobis reliquerunt inpatriam revertente».
Detras del don de temor de Dios viene el de piedad : el cual, «mi
principio que es de amor filial , se traduce en la segunda bienam-
turanza, cuyos actos respiran ternura y respeto á Dios y á lodo Ioíjií"
le está consagrado ; asi romo al prójimo y á todo lo que le pertene ■
en el orden espiritual o temporal. Veámosle, pues, manifestar» ec
los neófitos de ultramar.
üTodoel tiempo que pasamos en Walis , escribe un niisioiier".
fué una fiesta continua [jara nosotros y para los naturales. Me? *
medio permanecimos allí. ¡Cuanto se edifica uno y se confunde al
ver la piedad de estos buenos isleños! Á cualquier hora del día ak
la noche hay seguridad de encontrar adoradores ante el Sautisinfc
Sacramento. Todas las mañanas hay oración en común y gran con
curso a la Misa , durante la cual no cesa el canto de los himnos. A!
hacerse de noche, ó como dicen ellos , cuando la cigarra ha c<wto¡".
se acude otra vez al pie de los altares para la oración de la tarde ; I3
cual concluida , se retiran los líeles a sus casas.
•Pero apenas se ha reunido la familia, comienza eñ todas I»
casas , sin excepción , el rezo del rosario , seguido del canto del*
himnos y de la repetición del catecismo. No se oye en aquella ñor»
en toda la isla nías que un concierto de alabanzas divinas, duranle*
cual es imposible no sentirse conmovido y enternecerse hasta denv
mar lagrimas (2).>
Algunos años antes , el viajero que perdido en los mares
aportado á esta isla , no habría oído a la hora mencionada sino d
vociferar de los antropófagos al volver de sus horribles festines.
El amor filial de los nuevos cristianos á Jesucristo sacramenui'
se manifiesta espléndidamente cuando su Divina Majestad sale a 1»

(1) Annali* d: la Pmpag., etc., n.° 85 , p. 499.


(2) IHd., n.» 420, p. 346, an. 1848.
LAS BIENAVENTURANZAS. 381
calle. « ¡Cómo os habríais edificado , escribe el misionero de Futuna,
cuando en esta naciente cristiandad se llevó por vez primera el sa
grado Viático a un enfermo ! Mientras el sacerdote marchaba a la som
bra de plátanos, cocos y árboles del pan, los piadosos neofitos dejaban
sus casas y venian con profundo respeto y recogimiento ejemplar
á colocarse arrodillados al paso del Santisimo Sacramento (1).»
Igual piedad manifiestan hacia todo lo que pertenece á la religión.
«La afluencia al tribunal de la penitencia es tal, que desde el niño
que comienza á balbucir hasta el anciano encorvado hacia el sepulcro,
todos tienen anhelo de confesarse.... Tienen tan gran respeto al tri
bunal de la penitencia, que un dia vino llorando un padre de fami
lia , á preguntarme si habría pecado gravemente una hija suya que
había tenido la curiosidad de abrir un confesonario que había en el
valle (2).»
El cristiano que ama á Dios , ama la casa de Dios , como un hijo
ama la casa de su padre. Á este amor filial debió la antigua Europa
esos edificios magníficos que la cubrían como con un manto de gloria.
Este mismo amor hace prodigios entre los pueblos nuevamente con
vertidos. «El trabajo principal , escribe el Apóstol de Mangareva , el
que pone en movimiento á toda la población , es la construcción de
una iglesia. Como esta isla no tiene piedra , la mayor parte de las
cabezas de familia se ocupan , hace ya bastante tiempo, en explotar los
islotes de roca que distan unas cinco leguas de mar.
sllna vez traídas las piedras á la orilla , las van volcando á brazo
hasta ponerlas al pie de la obra. Los jóvenes se disputan las espuertas
para arrimar los materiales, y se ha dispuesto que se releven por
tandas semanalmente. Uuos van á pescar coral para hacer cal ; otros
traen la arena necesaria, que dista media legua. Las mismas mujeres
interrumpen sus tareas habituales para buscar en el monte la caña
para que arda la calera. Además, de los filamentos del cocotero hacen,
con ayuda de sus hijos pequeños , las cuerdas que los operarios nece
sitan.
»EI rey ha hecho un llamamiento á la generosidad de su pueblo.
Hacían falta muchas vigas y demás madera de carpintería, y estas
islas apenas producen más que el árbol del pan , vegetal precioso que
proporciona el alimento á la población. Sin embargo , no hubo nadie
que no se prestara á darlo en mayor cantidad que se quería recibir.

(1) Annala de la Propag., etc., n.° 96 , p. 369 , an. 1844.


(2) lbid., id.
382 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
«Si á este le decíamos:—No, que tú tienes pocos,—y a aquel otro:
—Tu árbol es demasiado hermoso, es lástima cortarlo, no lo consenti
remos;—¿Qué importa?, respondían; cortémoslo, que es para Dios.
¿No es el Señor quien nos los ha dado? ¿No nos dará otros?—Hemos
tenido necesidad de mucho cuidado para que la generosidad de estos
buenos y amables cristianos no les trajera perjuicios. No podréis for
maros una idea del ardor con que prosiguen su empresa. El rey y los
principales mantienen á sus expensas á lodos nuestros trabajadores.
Los pescadores se han comprometido á proveer gratuitamente de pes
cado á los operarios por todo el tiempo que estén ocupados en el que
llaman trabajo del Señor
iEI que es de Dios , decía el Salvador del mundo, oye las palabras
de Dios. Por eso vosotros no las oís , porque no sois de Dios ;2'¡. i
Amar la palabra de Dios, escrila ó hablada, es, pues, un nuevo
electo del don de piedad. Para que nos sirva de estímulo y de confu
sión , admirémoslo en los nuevos cristianos. «Lo que entre los habi
tantes de Walis , continúan los Anales , nos anima al cumplimiento
de nuestro deber, es lo muy ávidos que son de la palabra de Dins.
Además de las instrucciones de los misioneros , hay en cada pueblo
y en cada caserío caléquesis de hombres , de mujeres y de niños.
Los más adelantados enseñan á los menos instruidos ; todos confiesan
y comulgan mensualmente poco más ó menos. En todas partes se reía
alanoahecer el rosario, seguido de un canto á la Santísima Vir
gen (3).»
Igual fervor se observa entre los hielos de la América Septentrio
nal. Nuestros salvajes no podían mostrar mayor avidez de la palabra
de Dios. Especialmente los catecúmenos, se distinguían por su celo eD
instruirse para apresurar el feliz momento en que por el Bautismo
serian admitidos en la número de los fieles. Más de seis horas al día
los teníamos en la iglesia , y la mayor parte de este tiempo se desti
naba al catecismo y á las instrucciones familiares , á que asistía toda
la gente. Lejos de cansarse de estos ejercicios , apenas habían safido
de la capilla , se reunían otra vez en diferentes grupos, y procuraban
fijar más y más las ideas que les habíamos expuesto, y esto por espa
cio de dos ó más horas, y á veces hasta bien entrada la noche. Si
les ocurría alguna duda , venían a consultar á los misioneros : yea-

(i) Ánnales de la Propag., etc., n.° 84, p. 216, ao. 1844.


(i) Joan., vm , 47.
(3) Annales it la Propag., etc., n.° 104, p. 14, an. 1846.
LAS BIENAVENTURANZAS. 383
- tonces , ni que estuviéramos acostados ó en pie, durmiendo ó traba
jando, no había más que darles audiencia y responder á sus pre
guntas (1).»
Continuando el Verbo encarnado sus divinas enseñanzas, decía á
sus Apóstoles y sacerdotes : «Quien á vosotros oye, á mí me oye : y
quien á vosotros desprecia , á mí me desprecia. — El que á vosotros
recibe, á mi me recibe : y el que á mi me recibe, recibe á aquel que
me envió (2).» Esta palabra sobrevive á todos los siglos. El sacer
dote ha sido, es y será siempre objeto de veneración y ternura filial
para los verdaderos cristianos. Acerca de lo cual, dos hechos, entre
mil, representan toda la tradición.
Vivia en Ñapóles en el siglo xvi la venerable Ursula Beniucasa,
fundadora de los teatinos é iuspirada institutora del Escapulario de
la Inmaculada Concepción. Desdo su mas tierna edad , esta niña de
bendición tenía tal respeto á los sacerdotes , que , al verlos , se ponía
de rodillas, les abrazaba los pies, se hacia bendecir de ellos.y besaba
hasta las huellas de sus pasos. Su presencia le causaba tanta alegría,
que frecuentemente se ponía á la ventana sólo por verlos pasar. Tan
pronto como los columbraba , se inclinaba profundamente y daba todas
las señales de la más afectuosa veneración , como si se tratara de la
persona misma de Jesucristo.
Más adelante , decia sencillamente á su confesor : «Cuando yo era
pequeñita, tenia impaciencia de que llegaran los días festivos, por
dos razones : la primera, porque , no trabajando, podía vacar más
libremente á mis ejercicios de piedad ; la segunda , porque podía
estarme en la ventana á mi gusto y ver pasar por la calle a los sacer
dotes, á quien miraba yo como ángeles del cielo, en tauto que la vista
de los demás hombres me causaba gran desagrado.» Hacia tanta
estima delos sacerdotes, quo añadía: «Aunque yo viera con mis
propios ojos á un sacerdote caer en alguna falta, antes que creerla,
creería que mis ojos me engañaban (3).»
Oigamos ahora á un apóstol delas islas Gambier: «Estaba yo
un día sentado en una peña en lo hondo de un ancho valle, ocupado
en instruir algunas personas de edad algo avanzada. Advirtieron
algunos isleños que hacía ya mucho rato que estaba yo allí , y forma
ron juicio de que debía de tener hambre; por lo cual enviaron de

(1) Annales dt la Propag., etc., n.» 100, p. Í6*.


(2) toe-, x, 16; Xatlh., x, 40.
(3) In nía. i
384 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
prisa un muchacho á que cogiera un coco. Era el muchacho de poca
edad y los cocos muy altos. Imaginad un madero completamente
recto , en cuya parte más alta se abre en forma de quitasol un gran
ramillete de hojas de quince pies de longitud. Los buenos salvajes me
dirigieron la palabra, diciendo :
—«Ruega , padre, ruega porque el niño no caiga y se mate.—Cuan
do el coco estuvo preparado, me lo presentaron, diciendo :—Padre,
en dondequiera que te encuentres, si tienes hambre, di: ¡¡Tengo ham
bre,» y nosotros te daremos de comer....
»Me es imposible dar una idea del respeto que nos tienen y de las
atenciones que nos prodigan. Á la menor palabra que digamos, todos
se afanan por complacernos. Si tenemos necesidad de ir de una isla á
otra, los remeros están siempre dispuestos á conducirnos. Si Ies
hacemos reparar que el viaje tendrá que durar algunos dias y que
tememos serles molestos : —No, no, responden ; habla, padre, habla,
y ejecutaremos.—Esta deferencia por parte de nuestros neofitos es el
efecto natural del amor filial con que corresponden al amor verdade
ramente de padres que nosotros sentimos hacia ellos (1).»
Estas demostraciones no son pura fórmula. Mirando con razón al
misionero como su padre y mejor amigo, los nuevos cristianos sa
ben, cuando hay necesidad, imponerse en favor de él los mayores
sacrificios. «Dos misioneros del Tong-Kin se encontraban reunidos en
una casa ; llego esto a oídos de sus perseguidores. Al punto se pre
senta la autoridad local, seguida de tres satélites armados de palos.
¿Quién sois?, preguntó al padre Lac, que fué el primero á quien en
contró: ¿sin duda sois un maestro de religión? Y sin aguardar res
puesta : ¿Dónde está el jefe de los cristianos?, dijo entrando en el
presbiterio para arrestar al padre Thi. Se exhortaba á Andrés Laca
que huyese; pero el santo misionero, inmóvil y resignado, se con
tentó con responder : — ¡ Cúmplase la voluntad de Dios! Si quieren
prenderme, será ésta la segunda vez que soy cautivo por Jesucristo.
»E1 jefe mandó á los dos confesores entrar en su barca, y se los
llevó á su morada. Algunos cristianos iban detrás, suplicándole que
soltara á sus inocentes prisioneros.—Consiento en ello, les dijo, con
lal que me traigáis seis barras de plata. Al momento los buenos neó
fitos regresan a sus casas, vacian sus bolsas, piden prestado á sus
vecinos,, y vuelven con todo lo que pudieron recoger, que consistía en
sesenta objetos de su uso, á más de tres grandes marmitas, lo cual

(t) Annaki de la Pmpai., ato., n.° 56, p. '195, aa. 1838.


LAS MENAVENTI1RANZAS. :í85
valía c-isi las dos terceras partes de la suma exigida. — Ved todo lo
que poseemos, exclaman, depositando su tesoro á los pies del jefe:
devolvednos por lo menos al padre Lac. Les devolvió los dos, y nues
tros cristianos se retiraron muy gozosos por haber salvado á sus pas
tores a costa de su fortuna (1).»
El Espíritu de piedad, hemos dicho, hace que el corazón se dilate
en efusiones de caridad para con el prójimo. Agapes, cuidado de los
pobres y enfermos, advertencias caritativas, todas las maravillas que
obraba entre los primeros cristianos , las renueva entre los idólatras
nuevamente convertidos. Pasemos en silencio todas las obras de mise
ricordia corporal, para citar un rasgo de misericordia espiritual. La
persecución se ensañaba en el Tong-kin. Un anciano de sesenta y
nueve años fué reducido a prisión con gran numero de cristianos.
Entre estos últimos se hallaba su yerno, joven que estaba en la flor de
su edad. Este buen anciano, que temblaba algunas veces á vista de
la muerte, debió su invencible valor a las exhortaciones del yerno.
< Padre uno, le decía éste: considerad la edad que tenéis. Dos gé
neros de muerte se ofrecen á vuestra vista; la una natural, cuyas
consecuencias son dudosas; la otra impuesta por los perseguidores,
con la eterna felicidad por recompensa. ¿Cómo vacilar en una elec
ción, donde es tan fácil de conocer el mejor partido? Si fuera permi
tido lamentarse por la vida en estas circunstancias , estuviera bien
esto en mi que soy joven y vigoroso, y sin embargo veis que la
abandono alegremente por Dios. Dejo á mi esposa en la flor de su
edad con cuatro niños que no pueden ganarse el sustento ; poro Dios
que me los ha dado, sabrá proveer á sus necesidades. ¿Os espanta el
dolor que han de producir los varazos? No temáis nada de esto , pa
dre mió ; yo recibiré en vuestro lugar todos los que los mandarines
os impongan ; estemos, pues, animosos y contentos.
i Cuando los jueces ordenaron los azotes, el admirable joven se
tendió en tierra para recibir desde luego los que le tocaban ; y cuando
se preparaban a vareara su padre, se levanto ensangrentado, y dijoá
los mandarines :—Mi padre es anciano y débil ; yo os ruego que ten
gáis piedad de él y permitáis que sea yo azotado en su iugar.— Enton
ces se tendió de nuevo ante los mandarines, y sufrió con heroico valor
una segunda flagelación.
• Al mismo tiempo que el futuro mártir animaba á su suegro, re
cibía él mismo de parte de los suyos excitaciones de valor y muy dnl-

(I) Aunóla de la Prapag., etc., n.° 85, p. *H, an. 1842.


TOMO u. 25
:í86 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ees consuelos. Fué á verlo muchas veces su esposa, llevando al pecho
al más pequeño de sus hijos, y le exhortaba á no pasar pena por ella
y á que estuviese tranquilo por la suerte de sus cuatro hijitos ; aña
diéndole, (pie aun cuatido se quedase sola, esperaba, con la gracia
de Dios, poder criarlos y educarlos. Verdaderamente, esta mujer
fuerte mostró ser digna esposa de un mártir , y su hija ser digna de
tal madre. Esta niña de once años, se escapó furtivamente un dia de
la casa paterna para ir á ver al santo confesor en su prisión. Anduvo
sola media jornada de camino, atravesó sin temor por entre soldados
y guardias, y penetró hasta donde se hallaba su padre, al que animo
a morir antes que pisar la cruz. Algunos días después los valerosos
atletas recibieron la corona del martirio (1).»
En orden ascendente, el tercer don del Espíritu Santo es el de
ciencia. Éste nos enseña a hacer la mayor estima de nuestra alma \
de la del prójimo. ¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo, si
llega a perder su alma? Esta verdad capital se confirma por los actos
de la bienaventuranza. Los siglos cristianos han producido en un solo
dia más afirmaciones heroicas de este género , que el mundo pagano
en dos ó tres mil años. Lo que se verificó, verificándose continua.
i En Francia, escribe un misionero de la China, causaría más que
asombro el ver á pobres enfermos , á quienes no quedan más de do>
ó tres días de vida , venir embarcados desde quince, veinte, treinta
leguas para recibir los últimos sacramentos. Pero aquí esto es lo or
dinario. En un solo dia me trajeron nueve de diferentes lugares a la
misma capilla , la cual quedó convertida en un verdadero hospital.
Los confesé , les di la Comunión, y á la mayor parte de ellos la Extre
maunción, enviándolos á todos llenos de consuelo y quedándome tan
cóntento como nuestros buenos neófitos. ¿Qué dirían de esta piadosa
costumbre los cristianos indiferentes de Europa, mucho mas si se
añade que estos heroicos fieles mueren con bastante frecuencia en sas
barcas á mitad de camino V
«Sucedió, ha pocos días, un hecho curioso , que os hara admirar
más y más la fe de nuestros cristianos. Había sido yo llamado por un
enfermo que se hallaba en uno de los extremos de mi distrito. Des
pués de la Misa, vi entrar dos mensajeros, que me suplicaron fuera
á visitar á otro enfermo de una cristiandad que distaba diez leguas :
al punto me puse en marcha con ellos. Yendo de camino, encontra
mos una barca, en la cual iban algunos fieles que me traian otro en-

(I) innatM í/« la Propag., n.° "i , p. M8, an. I8Í0.


LAS BIKNAVENTURANZAS. 387
termo. Como no reconociesen al barquero que me conducía , conti
nuaron dirigiéndose hacia la parroquia que yo acababa de dejar, en
tanto que iba á otra vecina á la suya. Esta pobre gente , después de
haber remado todo el dia, llega, por fin, de noche y muy cansada.
No encuentra al misionero : ¿qué harán? Vuelven á ponerse en ca
mino, esperando reunirse conmigo antes de mi vuelta : nuevo chasco ;
yo me había internado mas , después de haber celebrado la santa
Misa; por fin nuestras barcas se encontraron, y esta vez se conocie
ron unos a otros los barqueros.
iEI enfermo me causó mas lástima que sus acompañantes. No pu-
diendo volver atrás , le ofrecí confesarlo en su miserable barca y ad
ministrarle después la Extremaunción. Pero este valeroso hombre me
contesto que hacía mucho tiempo que no había tenido la dicha de
comulgar, y que puesto que estaba conmigo, no me abandonaría an
tes de ser fortalecido con todos los sacramentos. Tuvo, pues, que
volver á nuestra capilla , y hacerconmigo un viaje de ocho leguas (1). »
En el mismo grado de estima que la nuestra , pone el don de
ciencia el alma de nuestros prójimos , sobre todo de aquellos que nos
están unidos iKir los lazos de la sangre. En tanto que hoy , entre los
cristianos degenerados de la vieja Europa, el matrimonio no parece
ser para los esposos mas que una escuela de reciproco escándalo , una
sociedad para condenarse mutuamente; entre los heles nuevamente
convertidos, el gran cuidado del marido es la salvación de su mujer,
y recíprocamente. Gracias al Espíritu de ciencia, comprenden cuan
miserable es la unión por algunos dias; unión que la muerte deberá
romper para siempre ó hacer eternamente desgraciada.
• En el año de 1840 fué encarcelado en el Tong-kin occidental un
virtuoso padre de familia llamado Martín Tho. A contar desde el día de
su arresto, no pareció preocuparse más que de su sacrificio , bien que
dejaba una esposa y ocho hijos. Esta admirable familia, animada toda
del espíritu de su jefe , lejos de procurar abatir su valor, hacia votos
porque permaneciese del.
•Cuatro o cinco dias después que les hubieron arrebatado al pa
dre , pidieron permiso los hijos á su madre para ir á verlo a la pri
sión. —Hijos mios, les dijo ella: vuestro padre esta en el campo de
batalla, y no se sabe todavía si será bastante dichoso para confesar el
Evangelio. La sola idea de los tormentos que se le preparan , es ya
una buena prueba, sin que vayáis vosotros á aumentársela. Si vais á

(I) Annalu, etc., n.° 116, p. .">3 , an. 1848.


:¡8S TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
visitarlo , puede ser que la vista de sus hijos y el recuerdo de su
casa le causen una emoción funesta para su fe ; puede ser que su ter
nura hacia vosotros le haga olvidar la gloria que le espera. Sin em
bargo, si alguno de vosotros quiere penetrar en su prisión, jo no me
opongo a ello, con tal que vaya antes á consultarlo con el catequista
del gran padre Doan; si ól accede a vuestra demanda, la confirmo;
si la encuentra imprudente, no vayáis.
•Pero cuando se supo que el santo confesor habia triunfado de lo
dos los tormentos, la buena madre dijo entonces á sus hijos:—Vues
tro padre ha confesado gloriosamente , por la gracia de Dios, el
nombre del Señor ; asi , marchad á verlo , cousoladlo en sus penas,
y animadlo á padecer por el amor de Dios. Al momento parten ios dos
hijos mayores, un hijo y una hija : el héroe cristiano los estrecha
entre sus brazos, y les dice : —Hijos míos, vuestro padre va a morir
muy pronto. La última recomendad >n que os bajo y que vosotros
haréis en mi nombre a todos vuestros hermanos, es que os acordéis
de que no tenéis más que un alma ; pedid á Dios que os dé la gracia
de permanecer fieles á vuestra religión ; sobre todo, conservaos puros
del contagio del mundo (()..
La fortaleza es el cuarto don del Espíritu Santo : obrar y sufrir
son sus dos objetos. Se manifiesta por la cuarta bienaventuranza, es
detfr, por actos de firmísimo amor para hacer que reine la justicia,
expulsar á Satanás de los dominios que ha usurpado, y establecer el
reinado del Verbo encarnado, ya eu nosotros mismos, ya en los
demás. Como ejemplo de empresa heroica, no sé que baya nada que
pueda compararse á la manera cómo penetro uno de nuestros misio
neros en la Corea, península que es casi una isla.
Hacia muchos años que el sacerdote Maistre intentaba en vano
entrar por mar ó por tierra en este pais idolatra. Desahuciado entera
mente, no por esto se desanimo, sino que concibió el audaz proyecto
de hacerse arrojar en la costa con un anciano guia, y esperar del
cielo el buen éxito de su generoso deseo. Pero era más fácil concebir
este plan que ejecutarlo. A falta de junco ó navio, se necesitaba una

(1) Annalst, etc.. n." 83 , p. 263 , an.. 1842. Los preciosos Amhn de ¡a
Prop. de li Fe ejtan sembrados de ejemplos que prueban cómo nuestros oue-
vos bermmos del Asia, del Africa y del Oriente poseen la plenitud del don
de ciencia , aplícalo , ya al desprecio de los filaos bienes , ya á la estima de
la pobreza , ya al discernimiento de ln verdad y del error; dindo todo por
resultado la firmeza en la fe y la concordia de las familias.
LAS BIEN.YVENTIRANZAS. :tS9
(barca, y no la había ; un piloto, y no se encontraba. Solicitó con
instancia á hombres que se tenian por intrépidos , y no pudo conseguir
ni piloto ni barca. Lejos de desmayar, el misionero redobló su con-
fianza eu Dios, y no quedó defraudado.
En medio de esta defección universal, un padre jesuíta , misionero
en la China, que poseia algunos conocimientos de náutica, vino a ofre
cérsele de piloto. Llegó a encontrarse también un pequeño junco
pagano y algunos remeros. Para proteger , en cuanto era posilde , la
pequeña expedición, el cónsul de Francia en Chang-Hai encapgó al
padre Helot, erigido en comandante de la Ilota, la comisión de visitar
los restos del naufragio de un buque francés que encalló en las costas
de la Corea. Todo asi organizado, el pequeño junco levó su ancla de
madera , desplegó sus velas de paja , y comenzó á navegar ligero por
el mar Amarillo hacia la isla, desconocida del campo francés. Apenas
había entrado en alta mar, cuando se levantó repentinamente una
furiosa tempestad. Era Satanás quien la suscitaba , para impedir el
efecto do tan santa empresa. Largo tiempo luchó la embarcación con
tra las olas que, con horrible mugir, se amontonaban sobre ella para
detenerla en su camino y engullírsela. Después de inútiles esfuer
zos, hubo que virar de bordo é ir á buscar abrigo detrás de una isla
cercana.
Este fatal contratiempo, en vez de concluir con el valor de los do*
misioneros convertidos en pilotos, aún se le aumentó. Pasados que
fueron dosdias, volvió á desplegar sus velas la frágil embarcación. Ya
habían perdido de vista la costa , y era prudente asegurarse de la direc
ción que habían de seguir. Se consultaron los instrumentos, y- no
dieron indicaciones ciertas. Al cai» de ocho días no se había presen
tado sobre el horizonte cosa alguna que pudiera alegrar las miradas
inquietas de los intrépidos navegantes. Eu fin, al noveno día se encon
traron delante de un pequeño grupo de islas, hacia el cual dirigieron
con alegría la embarcación. Los misioneros bajaron á la ciudad edi
ficada sobre la costa , para entablar conversación con sus habi
tantes.
Cuando he aquí que llega el mandarín del lugar á hacer a los
extranjeros embarazosas preguntas. Se le invitó á pasar á bordo. El
padre Helot, que desempeñaba las funciones de piloto, de capitón y de
encargado de negocios, se apresuró á tomar el primero la palabra , y
á presentar sus cartas al mandarín , suplicándole le indicase el lugar
del naufragio. El astuto magistrado rehusó contestarle. Se 1/3 habló de
marcharse, y apenas volvió las espaldas, se pusieron á la vela. Con
390 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
permanecer algunas horas, hubieran comprometido el éxito de su
empresa.
Tras de una navegación verificada en medio de peligros de todo
género, descubrieron el punto deseado para el desembarco. Asi que
hubo llegado la noche , el sacerdote Maistro se apresuró á ponerse el
pobre traje propio de la Corea , en medio del religioso asombro de la
escasa tripulación : después de lo cual bajó con su viejo guia a una
pequeña canoa que llevaba por mástil una caña de bambú y una estera
por vela. Echándose á la espalda un lio de las cosas más necesarias,
el intrépido misionero comenzó á subir por las escarpadas sendas de
las montañas , detrás de las cuales desapareció bien pronto para ex
poner su vida a los inminentes riesgos del apostolado (1).
Es un valiente el que arrostra la muerte sobre el campo de batalla,
por mas que esté rodeado de millares de hombres que la arrostren
igualmente, y vaya pertrechado de todas las armas necesarias para
defenderse. ¿Pero qué nombre daremos á aquel que, solo y sin ar
mas, va a desafiar el peligro cierto de morir en medio de un pueblo
entero , para el cual sera alegre liesta inmolarlo y gozarse en su su
plicio? Sólo el Espíritu de fortaleza puede obrar un prodigio seme
jante. Buena prueba es de ello el que no lo vio nunca el antiguo
mundo pagano, como ni tampoco el cisma ni la herejía. Sufriré*
mucho más heroico todavía, siendo esto también un nuevo milagro
del Espíritu de fortaleza. Refiramos solamente dos ejemplos de esta
fortaleza sobrehumana en las pruebas y en medio de las mas violenta?
tentaciones.
a Sucedió en Cochinchina que dos jovencitas, hijas de un cristiano
llamado Nam , la una de catorce años y de diez la otra, habían sido
conducidas á la prefectura, juntamente con su madre, su padre y su
abuelo. Como rehusaran apostatar, ordenó, el mandarín que les gol
peasen los pies y las piernas , para hacer que avanzasen y pisaran lo
cruz ; pero á pesar de este cruel suplicio , quedaron defraudadas lak
esperanzas del mandarín.
«Las dos niñas se dejaron magullar horriblemente antes que da «
un paso hacia adelante. Llevadas y colocadas , á la fuerza, sobre el
instrumento de su salvación, no cesaban de protestar contra la vio
lencia que se les hacia , y se defendían de esta profanación involun-

(1) /Inniíí», n.o 148, p. 233 y sig., año de 1 853. — El sacerdote Mais-
tre llegó a ter uno de los mártires de la Corea.
LAS BIENAVENTURANZAS.
tari;i por medio de actos del más profundo respeto. El juez no pudo
menos de admirar su valor, y colmándolas de elogios, las volvió á
enviar con su madre (1). »
El Espíritu de fortaleza que hace dos heroínas de estas dos niñas
Annamitas, naturalmente tan tímidas, obra el mismo milagro en
China. «Véanse algunos detalles de la constancia de que dio pruebas
en la persecución una joven China, llamada Ana Kao. Sorprendida
en el momento de estar entregada á sus oraciones , fué presa por los
satélites , que le propusieron elegir entre la apostasia y la muerte.
No dudo ni siquiera un instante , y les respondió con firmeza que
prefería morir. La condujeron, pues, al tribunal de los grandes
mandarines. Éstos le mandaron ponerse de rodillas sobre una cadena
de hierro ; dos soldados desenvainaron sus espadas , y se las pusie
ron al cuello para asustarla. En esta actitud se le mandó insultar á
la cruz, y resistió á esta nueva prueba con igual constancia.
' Entonces los mandarines , que sabían estaba extenuada de ham
bre, hicieron que le presentasen alimentos, y le dijeron que comiera
en señal de apostasia. Ella les contestó al punto : Si comer es á vues
tros ojos una apostasia, yo os declaro que moriré de hambre antes que
tomar el más pequeño alimento ; pero si no veis en ello más que una
acción ordinaria é índiferente , comeré. Confundido el mandarín, le
dijo encolerizado : Fres una testaruda ; come de la manera que le
agrada.
«La mujer y la hija del mandarín, movidas á compasión hacia la
virgen cristiana, unieron sus instancias á las de los jueces, y la exhor
taron vivamente a renunciar á la fe ; pero ella resistió á esta nueva
tentación , como había resistido a las amenazas. Conducida á la capi
tal, continuó sosteniendo los mismos combates, y siempre con una
constancia inquebrantable Todavía sigue presa (2).»
Al lado de semejantes pruebas , ¿qué otra cosa son las nuestras sino
juegos de niños? Si sucumbimos, es porque nos falta el don de forta
leza. Cuando habita en una alma, obra lo que acabamos de admirar,
y lo que dice un piadoso escritor : « La madera unida con cola fuerte,
primero se rompe por otra cualquier parte que por la apegadura. Lo
mismo sucede, Dios mío, con el alma unida á Vos por el don de la
fortaleza ; testigos son los mártires. Más difícil era apartarlos de vues-

(1) Aúnales, n.° 73 , p. 555. an. 1840.


(2) lbid., n." 76, p. 261 , aD. 1841.
392 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
tro amor, que separar el pie de la pierna y la cabeza del cuello. El te
mor había formado en ellos esta doble cadena de amor, que no era
fácil romper. Os amaban con todo su corazón, de todas veras; con
toda su alma , sin ningún género de resistencia ; con todo su espíritu,
sin olvidaros ni por un solo instante. Señor, concededme un amor
semejante, á fin de que yo jamás me separe de Vos

(I) Idiotas contemplat.t C. xiv.


CAPÍTULO XXXVI.

(Conclusión del anterior.)

Sumario.— El don de consejo en acción: quinta bienaventuranza.— Ejemplos.


—El don de entendimiento en acción .' sexta bienaventuranza —Ejemplos.
—El don de sabiduría en acción .' séptima bienaventuranza.—Ejemplos.—
Remedo satánico de las bienaventuranzas divinas.—Los siete dones del
Espíritu del mal, traduciéndose en sus siete bienaventuranzas.

En el quinto peldaño de la misteriosa escala que nos conduce hasta


Dios, nos encontramos al don de consejo, el cual se manifiesta por la
quinta bienaventuranza. Hacernos acudir con ardor adonde la voz de
Dios nos llame, procurar conocerla por todos los medios, despren
dernos, cuanto lo permitan las condiciones de la existencia terrena,
de todo lo que sea obstáculo á nuestra perfección, y para esto, no
arredrarnos ante ningún género de sacrificio ; tales son los actos bea
tíficos que revelan en un alma la presencia del Espíritu de consejo.
Vémoslo resplandecer en la conducta de los primeros cristianos. Como
el mundo pagano lo admiraba , hace diez y ocho siglos, en la con
ducta de nuestros antepasados, asi el mundo moderno , que se ha he
cho otra vez pagano, se ve obligado á reconocerlo en nuestros nuevos
hermanos de la China y la Oceanía.
Si ; porque desear ardientemente recibir el Espíritu Santo, es ya
un efecto del don de consejo ; y de este deseo estaba animada la niña
de quien nos hablan los preciosos Anales de la Propagación de la Fe.
« Mi segunda misión , escribe uno de nuestros apóstoles de la China,
fué igualmente llena de bendición. Me acuerdo con alegría haber en
contrado allí una niña de diez años , perfectamente instruida en nues
tra religión , lo cual a esta edad es cosa muy rara entre los Chinos.
394 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
n Esta niña deseaba con ardor recibir el sacramento de la Cóntir-
mación , que yo dudaba concederle , porque la encontraba demasiado
joven todavía. Quise cerciorarme de si su valor correspondía á su
inteligencia, y le dije:— Si después de confirmada, el mandarín
ordena que te lleven á la prisión , y le pregunta acerca de tu fe , ¿qué
le responderás?— Le responderé : Soy cristiana por la gracia de Dios.
—Si te manda renunciar al Evangelio , ¿' qué liarás ? — Le responde
ré : ¡Jamás ! — Si hace venir á los verdugos , y te dice : O apostatas,
ó de lo contrario se te corta la cabeza , ¿ cual será tu respuesta? —Le
diré : ¡Córtala ¡ — Encantado al verla tan bien dispuesta y tan vale
rosamente resuelta , la admití con alegría al sacramento que tan fer
vorosamente deseaba (1).»
Siendo la verdadera religión el camino real de la tierra al cielo,
será uno de los primeros efectos del don de consejo hacernos buscar
y emplear todos los medios de conocerla bien. ¿Qué mayor sabiduría
puede haber? ¿No es el primer cuidado del viajero preguntar el ca
mino cuando va por una tierra desconocida ? Y puesto que , cuanto
mejor se conoce la religión , mas se la ama , tanto más dispuesto se
está en este caso á realizar lodos los sacrificios que exige y á prac
ticar el sublime desprendimiento indicado por el don de consejo.
Desde este punto de vista , hagámonos cargo de lo que él inspira,
aun en medio de la persecución , á los nuevos cristianos Amia-
mitas.
i Mis catequistas , escribe un misionero de Cochinchina , me ha
bían hablado varias veces de un certamen general de catecismo , que
se celebraba anualmente en He-siu , cuando los fieles gozaban de
completa libertad. Todas las cristiandades vecinas eran invitadas»
tomar parte en él , y hubiérase echado un negro borrón cualquiera de
ellas que no hubiera correspondido al llamamiento.
;iUn día dije á los catequistas :— Es preciso celebrar un concurso.
— Padre , eso no es posible.— Bien sé que un gran concurso como los
de otras veces no es posible ; pero uno pequeño, al cual sean llama
das sólo algunas cristiandades y que tenga lugar por la noche , es muy
fácil , y , lo que es más , cuento con asistir á él. Al domingo siguiente
se anunció públicamente en la iglesia -la apertura próxima de un con
curso de catecismo. Este anuncio excitó un entusiasmo febril entre
toda la juventud. Se dió un mes de tiempo para prepararse. Á no

(I) Annal., II.» 95, p. 304, «D. 1844.


LAS BIENAVENTURANZAS. 395
haber sido testigo yo mismo , no hubiera podido jamás formar idea de
tau singular emulación. Los niños por un lado y las niñas por otro,
se reunían todas las noches , por pequeñas secciones , en casa de los
principales directores encargados de enseñar el catecismo al pie de la
letra. La recitación se prolongaba hasta las once , y algunas veces
hasta más tarde.
«Si por casualidad hubieseis pasado por la cristiandad de He-sin,
os hubiera atronado los nidos un ruido de cantos piadosos que no ca
recían de cierta armonía. Los Annamitas recitan el catecismo cantando,
lo mismo que sus demás oraciones. El mismo ruido movían durante
el día en las casas particulares , en los campos y hasta por los cami
nos, los que se preparaban para el concurso, repasando y preguntán
dose unos a otros la lección de la víspera ; y el domingo tenia lugar
en la iglesia una repetición general , á la cual asistían todos los cate
quistas. Todos los candidatos á quienes el consejo de su aldea habia
encontrado capaces de sufrir la prueba del examen , habían sido ins
critos para el certamen.
»EI primer concurso tuvo lugar durante una noche entera en la
capilla de He-Bang. Esta iglesia, aunque bastante capaz, no pudo
contener la multitud de espectadores. Yo tuve que contentarme con
ser simplemente uno de tantos asistentes. Fui introducido furtiva
mente en la iglesia y ocultado detrás de las colgaduras del altar ma
yor, en las que una pequeña abertura me permitía verlo todo sin ser
visto. Uno de nuestros padres annamitas , hombre grave y muy res
petado entre los cristianos , presidió el concurso. Estaba sentado ma-
gistralmente en un sillón colocado sobre la grada del altar, y debajo
se colocaron, á uno y otro lado, los jefes de las diferentes cristianda
des ; los examinadores, elegidos de entre los más instruidos de cada
aldea, estaban en medio ; y al toque de un tan-tan se anuncio la ajter-
tura de la sesión.
«Después de invocar solemnemente al Espíritu Santo , cierto per
sonaje, vestido de un largo traje de ceremonia , sacó de una urna los
nombres de los dos primeros opositores, a quienes llamó con voz
estentórea. Un segundo personaje, vestido de la misma manera, sacó
de otra urna un papel, en el cual estaban indicados los capítulos del
catecismo que debían serla materia del examen, lo que proclamo
también en alta voz , y comenzó el acto. Los dos candidatos se pre
guntaban y respondían mutuamente en medio de un silencio profun
do, interrumpido de cuando en cuando por un redoble de tambor : era
que alguno de ellos se equivocaba en alguna palabra.
396 TRATADO DEL ESPÍKITi: SANTO.
«Entonces ellos paraban, hasta que los examinadores dijeran si
la equivocación debía ó no considerarse como falta. Solo habia dos
grados : el que sin turbarse ni equivocarse en nada decía la parte
que le hubiera tocado en suerte, obtenía el primer grado : una sola
palabra en que vacilara , le hacía descender al segundo. Si cometía
tres yerros, no merecía ni alabanza ni censura; mas ésta recaía ya
sobre el que cometía cuatro. Los dos personajes de vestido largo pri)-
clamaban el nombre de los vencedores, que con acompañamiento de
música eran conducidos procesionalmente al altar de la Santísima
Virgen, a quien ofrecían su triunfo y se consagraban á ella con una
oración especial, volviéndose á ocupar su sitio al son de un golpe de
música.
» La reunión , que había durado hasta la mañana , se terminó con
una Misa en acción de gracias ; y al concluir se distribuyeron en
abundancia , cruces , medallas y rosarios. Mas esta muchedumbre
tenia hambre, y no se les podía enviar á su casa en ayunas. Á mas
de que' entre los Annamitas una función religiosa no seria completa
si no concluyera con una comida. Yo no tenia interés en derogar esta
costumbre. Pero en vano se llamó al convite, según mis órdenes, a
los pobrecitos que habían salido vencidos : de tal modo se ocultaron,
que no hubo medio de encontrarlos. Concluida la tiesta a satisfacción
general, cada grupo se volvió alegre á su aldea, y yo me restituí a
mi prisión (1).»
La relación de estos certámenes piadosos liara sin duda, a nues
tros grandes doctores de Europa , balbucir la palabra puerilidad, \
sonreír con aire de compasión. Guarden sus sonrisas para si mismos
y para sus exposiciones y concursos agrícolas. Hacer formaren gran
parada en su presencia y en la de otros graves personajes, los bue
yes, las vacas, los caballos, las muías , asnos y cerdos ; dar despuéf
buenos premios á los productos más notables que se presentan, con
la mira de mejorar todas las razas de bestias , la asnal , la bovina, la
cabruna y la porcuna, esto lo encuentran ellos útilísimo \ dignísi
mo de si mismos, ni dejarán de llamarlo un glorioso progreso del
siglo de las luces. ¡ Y á los ojos de esos mismos hombres sera cosa
pueril ejercitar, por medio de una noble emulación , las almas in
mortales en el conocimiento profundo de las verdades, que son la
condición de su felicidad y la base misma de las sociedades! Habláis
de puerilidad: decid en qué lado se la encuentra. Si lo ignoráis, tanto

(1) Annal., etc.,n.° U6 etsuiv., an. 1853.


I.AS BIKNAVENTUIUNZAS. 397
peor para vosotros : con eso ponéis de manifiesto que habéis descen
dido al nivel de vuestros concurrentes (1).
Entre tanto, los frutos del don de consejo se manifiestan entre
nuestros nuevos hermanos con igual esplendor que entre nuestros
abuelos. No conservar sino las menores relaciones posibles con todo
lo terreno para marchar á puso firme y acelerado hacia la patria eter
na, y para esto romper, en caso necesario , los más caros vínculos
do la naturaleza ; tales son los ejemplos que nos dan.
Oigamos á uno de nuestros apóstoles: «No pudiendo permanecer
mas tiempo en la Nueva-Caledonia sin rechazar la fuerza con la fuer
za , anuncié á nuestros neófitos, venidos de diez leguas alrededor , la
noticia de nuestra próxima partida. No Ies quedaba más partido que
elegir entre volverse a sus casas ó venirse a Futuna, donde encontra
rían misioneros. Al oir la novedad, lodos rompieron en llanto: sólo la
fe les hacía derramar aquellas lágrimas. — ¿Y mi padre?, decía uno ;
¿y mi madre?, decía otro , ¿no han de ser nunca cristianos? Asi exha
laban su dolor. No pude yo sufrir este espectáculo, y me retiré para
que consultaran entre si la resolución que hubieran de tomar.
« Vol vi poco después , é hice cesar sus lamentos preguntándoles
qué habían resuelto. — Seguiros adonde quiera que vayáis , respon
dieron.—Pero si nos volvemos a Europa, ajli hace frío, y os moriríais
muy pronto.—Tanto mejor: nada deseamos ahora masque la muerte.
Su acuerdo unánime había sido trasladarse a cualquier isla bien lejana
donde hubiera misioneros, para no oir nunca hablar de su patria,
que consideraban reprobada para siempre. Nos hicimos a la vela, y
durante la travesía , que duró un mes , nuestros queridos cristianos
estuvieron tan edificantes , que el capitán y los marineros , con ser
protestantes , me rogaron varias veces que invitara a los neófitos á
hacer la oración sobre cubierta, para tener el gusto de presenciarla.
Echamos anclas en Futuna un domingo por la mañana. El puerto
estaba desierto. — ¿Dónde están los habitantes déosla población?, me
repetían sin cesar el capitán y los marineros. No sabían que los natu
rales de Futuna, católicos fervorosos , se habían ido todos a Misa. Las
casas estaban abandonadas ; pues en esta isla convertida no se sabe lo
que es el robo. Pasó una hora , y de repente oímos resonar por todas
partes el canto de los himnos. Era que los isleños volvían de la igle-

(I) Homo cum in lionoro easet non iotellcxit; comparatas ejt jumentil
insipicntibae ct similix faetus cst lilis. (Pt xlviii.)— Animalis homu. (I Cor.,
11, lí.)
:¡í)8 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sia bendiciendo á Dios. Nuestros padres misioneros salieron presuro
sos á recibirnos ; y los primeros cristianos de la Nueva Caledonia,
perseguidos de sus compatriotas por la fe , eran recibidos como her
manos por los neofitos de Futuna (1).»
Abandonar su pais y su familia antes que dejar el camino del cielo,
es un rasgo evidente del don de consejo ; pero abandonarse á si mismo
os otro aún más evidente. «En VValis , escribe un misionero , donde
ejercité el santo ministerio por espacio de cinco meses , tuve muchos
motivos de consuelo. Fué, entre otros, cuando tres doncellas , hijas
de los principales jefes de la isla , me pidieron con grandes instancias
permiso para consagrarse á Dios de una manera especial por el voto
de castidad. Este pensamiento lo habían concebido ellas mismas por
inspiración de la gracia. El Espíritu Santo les habia hecho entender
que es un consejo evangélico y que agradan al Señor los que lo prac
tican libremente (2).»
Y no solamente en las playas inhospitalarias de la Uceanía hace el
Espíritu Santo germinar las llores de la virginidad. Por su divina
influencia crecen también en el manchado suelo de la China y la &>
chinchilla. Dejemos hablar á un Apóstol del Celeste Imperio. «Tene
mos en cada cristiandad cierto número de personas que , sin estar
ligadas con los votos religiosos, hacen profesión de guardar la vir
ginidad. Con razón se las puede llamar la flor de la misión , y flor
que es la gloria del jardín de la santa Iglesia. ¡ Qué hermoso es ver
la cepa de la virginidad germinar lozana aquí , en medio del fangr.
de la idolatría ! No hay palabra para explicar la licencia de costum
bres de un país infiel ; pero el exceso del vicio sirve en los designios
de Dios para hacer que resalte mas el brillo de la más pura de las
virtudes ; y con esto bastaría á cualquier entendimiento claro para
reconocer el origen celestial de la virginidad. Más de trescientas alma?
cultivan esta virtud solo en mi distrito , que tiene unas nueve mil
personas. Todo lo que hacen en Europa las Hermanas de San Vicente
de Paul , son capaces de hacerlo las vírgenes de China (3).»
¡Oh! ¡Las hijas de los antropófagos o de embrutecidos idólatras
convertidas de repente en vírgenes cristianas , es decir, en todo lo
que hay más hermoso, sublime y angelical (4) ! Al ver este milagro
(1) Annales, n.° 138, p. 383 et suiv. , an. 1851.
(2) Ihid., n.° 96 , p. 398 , an. 1844.
(3) Ibid.. etc., n.° UG, p. 44, an. 1848.
(4) En París hay una joven Hermana de la Caridad , que es parienla de
Abd-el-Kader.
LAS BIENAVENTURANZAS. 399
mil veces repetido, ¿qué habría dicho el mundo pagano, él que en
tiempo de Augusto no pudo encontrar siete vestales en el imperio de
los Césares? Menos incrédulo y más racional que los impíos moder
nos , habría seguramente exclamado : El dedo de Dios está aquí : Di-
gitut l)ei est hic.
El sexto don del Espíritu Santo es el de entendimiento. Los actos
que produce y que forman la sexta bienaventuranza, revelan un co
nocimiento claro de las verdades cristianas , magnanimidad en la fe,
conformidad constante entre lo que se cree y la vida que se lleva; en
una palabra , el reino efectivo de lo sobrenatural en el hombre y en
la sociedad.
«Diríase, escribe un misionero de Oceanía , que el Espíritu Santo
en persona se ha hecho catequista del niño de quien voy a hablar. He
encontrado en Tonga un pequeño prodigio que difícilmente creeríais.
Es un niño de cinco años , y á pesar de esto tan suficientemente ins
truido, que no he logrado que se turbara en ninguna cuestión de
catecismo, preguntándole de todas las maneras. Este angelito nos ha
pedido permiso para enseñar la doctrina cristiana á sus parientes,
quienes , excepto su padre y su madre, permanecen todos en el pa
ganismo. Es un catequista tanto más excelente, cuanto que nada es.
posible negar á su ¡nocente sencillez.
«Él es quien bendice la mesa y da gracias al fin de la comida en
la familia. Apenas había visto celebrar la Misa cinco ó seis veces , y
ya sabe imitar todas las ceremonias. Una hoja de plátano le sirve de
corporal : una concha marina , de cáliz. (Insta él mucho de repetir
que cuando sea hombre dirá Misa de veras, ¡Plegué a Dios confir
mar est.) vocación y que la Oceanía cuente un dia á este prodigioso
niño entre sus apóstoles (l).'
El don de inteligencia, que tan maravillosamente abre el espíritu
de los niños , produce en los adultos una especie de intuición de la
verdad, en virtud de la cual, despojándose la fe de sus sombríos
velos, se hace inquebrantable. En este género nada hay superior al
ejemplo dado por el rey de Bongo en el Japón. Su conversión fué la
alegría de la Iglesia. A consecuencia de esto, abrumado de adversi
dades y humillaciones, cuando todo parecía conjurarse para turbar
su fe, pronunciaba solemnemente estas hermosas palabras : «Juro en
vuestra presencia, ¡oh Dios Todopoderoso!, que aunque todos los Pa
dres de la Compañía de Jesús , por cuyo ministerio me llamasteis al

(I) Annal. de ¡a Propag., etc., n.* 104, p. 38,aii. 18Í6.


400 TRATADO DEL ESPÍRITU SAÜÍTO.
Cristianismo, renunciaran á lo que me han enseñado; aunque yo lle
gara a saber que todos los cristianos de Europa habían renegado de
vuestro nombre, yo os confesaría y reconocería y adoraría , por más
que me hubiera de costar la vida, como al presente os confieso y reco
nozco y adoro por el único Dios verdadero y omnipotente del uni
verso (1). »
El don de entendimiento, iluminando el espíritu, obra sóbrela
voluntad, y le comunica la inteligencia de la vida. Mas la vida es una
prueba y la penitencia es la ley que ha de cumplir. sGran número de
nuestros cristianos , escribe un misionero de la India, ayunan el sá
bado, no haciendo mas que una comida al ponerse el sol. Muchas
veces en mis viajes he oido á mi guia responder a Jos que le pregun
taban si habia comido : — < ¡Eh! ¿.\o sabéis que hoy es sábado?»—Y
el pobie indio habia caminado toda la mañana con un buen paquete
a la cabeza, fatigándose y llegando rendido , por facilitar el éxito de
mi sanio ministerio. Hay muchas comarcas donde es casi general esta
práctica del ayuno, aun entre los trabajadores del campo. Muchos de
ellos , en especial cuando trabajan a destajo ó en casa propia , pretie
ren parar a mediodía para poder dejar basta el anochecer la única
comida que hacen.
tEste espirito de mortificación me proporciona frecuentes ocasio
nes de edificación en el santo tribunal de la penitencia. Si me acoD-
tece imponer por penitencia algún ayuno que caiga en sábado, — Pa
dre, suelen responder la mayor parle; yo ayuno todos los sábados.—
Pues con ese ayuno basta para cumplir la penitencia que te impongo,
les cóntesto frecuentemente. Pero rara vez se contentan. Si indico e!
miércoles ó el viernes, suelo encontrarlos >a ocupados por otro ayuno
de devoción. Hace poco tiempo que acababa yo de prestí ibir una buena
obra semejante : me pareció que la penitente estaba turbada. ¿Qué
ocurre?, le dije. —Padre, me respondió; hace tres años que no como
mas que una vez al día ; ¿cómo he de hacer para cumplir el ayuno
que V. me impone ? Lo repito lleno de gozo : estos ejemplos no son
raros entre nuestros cristianos (2 . - Andemos con cuidado : estos
cristianos, nacidos ayer, podían ser los jueces de los que hemos visto
la luz en el suelo clasico de la antigua fe. De todos modos , admire
mos la Pní\ idencia, que escoge a estos Deles del Oriente para que con
sus santas austeridades hagan contrapeso al sensualismo de Occidente.

(I) Annulm., etc., n.° 125, p. 228, an. I84S.


(2) Ibid., o.° 87, p. 87, an 1843.
LAS BIENAVENTURANZAS. 401
El séptimo don del Espíritu Santo en el ordeD ascendente es el de
sabiduría; el cual es el último grado de luz y de amor antes de llegar
á la visión beatifica, y abre los ojos del espíritu y , sobre todo, las
orejas del corazón a la luz y la voz de la verdad. ¡Vos hace ver á üios,
nos hace gustar a Dios, y nos transforma en Dios, completando nues
tra filiación divina. ¿Queréis verlo en acción? Estudiemos la séptima
bienaventuranza, ó sea, los actos beatíficos con que se manifiesta.
Tomemos, por ejemplo, un indiferente, un incrédulo, uno de esos
hombres cuya raza es hoy tan numerosa, que tienen ojos y no ven,
que tienen corazóu y no sienten las cosas sobrenaturales; un hombre,
en fin, como el capitán de quien vamos á hablar : consideradle so
metido á la acción del don de sabiduría, y veréis un milagro.
Durante la larga travesía que hacían unos misioneros hacia remotas
playas, donde iban en busca de almas para Jesucristo y del martirio
para si mismos, empleaban sus ocios en catequizar á los marineros jo-
venes y prepararlos a la primera comunión. Todos los domingos se les
decía Misa, pero el capitán del barco no asistía nunca. Ninguna señal,
ninguna palabra suya dejaban entender que fuera católico. Cuando he
aqui que á la conclusión de cierta buena lectura , se le escapan de
repente algunas palabras que revelan los combates de su alma. El Es
píritu de sabiduría acababa de visitarla.
«Dios nos inspiró hacer una novena para obtener su conversión.
La concluimos el dia 3 do Junio. Pues bien: ese mismo día, á las
nueve de la noche , en el momento en que uno de los misioneros se
paseaba sobre cubierta, el capitán se le acerca, y con voz conmovida
le dice :— Tengo que pedirle á V. un gran favor. — Mande V. lo que
quiera , respondió el misionero. — Quiero confesarme , no esta noche,
que seria demasiado poco tiempo para disponerme ; pero no ha de
pasar de mañana.—Con esto entraron en conversación, que se prolon
gó hasta las altas horas de la noche. Al dia siguiente, el capitán asiste
á la Misa , que se celebró á pesar de no ser domingo. La tripulación
no podía creer lo mismo que estaba viendo.
nHabiamos fijado la primera comunión para la festividad de la
Santísima Trinidad ; pero habiendo el capitán manifestado su deseo
de comulgar, si ora posible, con sus marineros , y queriendo dispo
ner de más tiempo para prepararse á un acto tan augusto, accedimos
con el mayor gusto á sus deseos. Entretanto, la vida del capitán era
la de un apóstol : predicaba con la palabra y con el ejemplo. Una no
che, cuando acababa de confesarse, cogió á un misionero y se puso á
hablarle de las cosas de Dios; pero de una manera tan sorprendente,
401 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
que el sacerdote quedó asombrado de oírlo. Otra vez la conversación
recayó sobre las posesiones demoniacas. — ¿Cree V. , dijo el capitán,
que al presente hay también esa clase de posesiones del demonio? —
Sin duda alguna , respondió el misionero , y en los paises de infieles
son muy frecuentes.— Lo mismo da, repuso el marino: ¡valiente
chasco acabo de darle yo ! ¡ Cómo apretará los dientes en lo más hondo
del infierno !—Y al decir esto , dos gruesas lágrimas asomaron á sus
ojos , yendo á perderse en su gran bigote.
«Llegó, por fin , el 19 de Junio. Este dia fué sin duda uno de lo?
más hermosos de nuestra vida. Hubo comunión general. La cubierta
del buque se habia convertido en una iglesia. El techo y las paredes
eran simples toldos, artísticamente colocados : lo interior estaba la
pizado de telas preciosas ; el suelo cubierto de estera china , y el
improvisado altar bien decorado con imágenes y cuadros : nuestra
iglesia flotante era , si no magnifica, por lo menos pasaderameme
hermosa. Pero lo más bello de todo era el espectáculo que la tripula
ción presentaba. Los marineros, los oficiales , ?l capitán , todos esta
ban alli con sus trajes de fiesta, en la actitud más devota. La dulce
alegría del cielo se reflejaba en todos los rostros.
«Concluida la solemnidad , el capitón se arrojó al cuello de su
confesor , y le dijo :—Los más felices momentos de la vida van siem
pre mezclados de amargura ; pero hoy mi corazón estó contento de
todo en todo.—No habríais podido menos de derramar lágrimas al oír
también las reflexiones de los marineros.—Ved ahí , decía uno de lo
mas avanzados en edad ; si ahora naufragásemos, lo mismo me im
portaría á mi morir que comerme un bocado de pan.—Habiendo con
cluido la ceremonia en perfecta calma , comenzó á levantarse viento,
y la embarcación surcaba rápidamente las ondas. — ¿Qué extraño es,
gritó el timonero , que ahora andemos tanto ? El buque se ha alige
rado de un peso inmenso. Yo solo tenia más pecados que pesa lodo
el casco , y todos han ido á pique (1). »
Convertir á un cristiano indiferente ó incrédulo en piadoso ueofitf
y fervoroso apóstol , inundar de luz y de júbilo un corazón cerrado
á todas las impresiones de la gracia, y en un instante : he ahí, sin
duda, un milagro del don de sabiduría. Hacer de un antropófago
un hombre , y de este hombre un hijo de Abraham, renovando sn
ser de arriba abajo , hasta el punto de hacerle detestar todo lo que

(1) Annahs, etc., n.' 105, p. 102 et Buiv.


LAS BIENAVENTURANZAS. 403
amaba y amar todo lo que detestaba , y esto con invencible constan
cia , es otro milagro , igual , ya que no superior , al primero.
«Nuestros neófitos de Mangareva , por el mucho amor que tienen
á su nueva fe , cantan por todas partes los dogmas severos del Cris
tianismo en un ritmo bastante agradable , como en otro tiempo los
rapsodistas cantaban las Acciones de Homero , y los pescadores ita
lianos los versos del Tasso. Todos los años , al acercarse los dias del
Rey , los habitantes de cada una de las islas componen , á su modo,
una especie de narración ó exposición de los pasajes del Evangelio
que más les han llamado la atención. Á la redacción de esta pieza lite
raria contribuyen todos , hombres y mujeres , según la capacidad de
su inteligencia ó los grados de su memoria. Concluido este trabajo, lo
aprenden de memoria en toda la isla , á fuerza de repetirlo con un
canto inventado adrede. Después , cuando llega el dia de la fiesta , to
dos los habitantes del archipiélago se reunen en Mangareva y cantan
su pei , á la sombra de los árboles del pan y bajo la presidencia de
los ancianos de cada isla. Reunidos asi todos los habitantes , procla
man la idea que ha obtenido la victoria. Estos son los juegos florales
de Mangareva.
sEste pueblo , que al presente excita, por la inocencia de sus cos
tumbres, la admiración de todos los oficiales de marina , es el mismo
que, antes de la llegada de los misioneros , hostilizaba á las embar
caciones que venían á visitarlo. Los habitantes estaban en guerra
continua, aniquilándose mutuamente : eran antropófagos, hasta el
punto de que en cierta ocasión , después de una lucha sangrienta en
tre dos partidos , quedaba un montón enorme de cadáveres ; y , en
lugar de enterrar estas victimas de la discordia , los vencedores las
devoraron en un gran festin que duró ocho dias. Muchos ancianos
deponen todavía este hecho, y muestran el sitio en que los cadáveres
estaban amontonados.
«Tres años hace que ha muerto una mujer que se había comido á
sus dos maridos , muertos sucesivamente en tiempo de hambre. Las
costumbres de estos insulares eran disolutas , como en toda la Ocea-
nia. Se entregaban al robo, quitándose unos á otros la recolección que
habían hecho del árbol del pan, y hasta procurando pillar las em
barcaciones que aportaban á sus playas. Hoy sus costumbres son, por
lo menos , tan puras como las del mejor pueblo de Francia. El robo,
vicio tan arraigado en el corazón de todo oceánico , ha quedado com
pletamente extirpado de esta isla. Varios capitanes de buques mer
cantes han querido hacer la prueba : andando por estas islas , dejaban
404 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
caer al descuido algún pañuelo, navaja y otros objetos : y siempre ha
resultado que estas prendas eran presentadas y devueltas por el pri
mer habitante que se las hallaba (1).» Tal transformación ha obrado
en este pueblo el Espíritu de sabiduría (2).
Si el Espíritu del bien tiene su escala de deificación, la gran Mona
de Dios, Satanás, tiene también su escala de degradación. Conocemos
ya la primera ; pero importa que conozcamos igualmente la segunda.
Al modo que en pintura son necesarias las sombras para que resalten
los colores, asi en el orden moral los errores y los males sirven para
poner de relieve la verdad y el bien. Por lo mismo que Satanás tiene
sus dones, tiene también sus falsas beatitudes. Cuando entra en un
hombre por el pecado mortal, le comunica los primeros, y el des
venturado esclavo suyo practica los actos falsamente beatíficos que de
aquellos se derivan.
El primer don de Satanás es el orgullo , principio de todo pecado,
como la humildad es base de toda virtud. La última palabra del or
gullo es Aman colgado de un poste de cincuenta codos de altura, y
Nabucodonosor transformado en bestia. El término en que viene á pa
rar la primera beatitud satánica es hacerse aborrecible de Dios y de
los hombres.
El segundo don satánico es la avaricia. Su gran ejemplar es el rico
perverso que murió y fué sepultado en los infiernos, y Judas ven
diendo á su Maestro y ahorcándose después. La última palabra de la
segunda beatitud satánica es convertir al hombre en el más insensato
y perverso de los nacidos. El más perverso : « No hay cosa más ini
cua que el que ama el dinero, dice el Espíritu Santo. Porque éste, aun
su alma tiene venal (3).i El más insensato : la vida que le fué dada
para ganar el cielo, la consume en fabricar telarañas, frágiles tejidos
que ni siquiera podrán servirle para sudario (4).
El tercer don de Satanás es la lujuria ; el cual, puesto en práctica,
viene á dar de si, entre mil inmundicias, los Salomones y los Sarda-
nápalos, ahogados en la cloaca de sus costumbres. La marchitez del
hombre en todo su ser , la ceguedad del entendimiento , la insen
sibilidad del corazón, la muerte impenitente : esto es en sus efectos
generales la tercera bienaventuranza satánica.
(1) Ánnalet, etc., n." 143 , p. 298, etc.
(2) Acerca de las relaciones de los dones con las bienaventuranzas , véase
San Agustín. (Dt Mrm. Dom. in mont., n." 3-1 4.J
(3) Ecel., x, 10.
(4) Ji., Lix, 5-8.
LAS BIENAVENTURANZAS. 405
El cuarto don de Satanás es la gula. El epicúreo coronado de rosas,
que se prepara á morir , cantando el vino y el placer ; Baltasar que
llena á Babilonia con el ruido de sus festines , mientras los Medos es
tán á las puertas de su ciudad , son la traducción viva de la cuarta
bienaventuranza satánica.
El quinto don de Satanás es la envidia. ¿Queremos verlo en acción?
Cain matando á su hermano , y los fariseos haciendo morir al Hijo de
Dios : he ahí el término glorioso de la quinta bienaventuranza satánica.
El sexto don satánico es la ira. La hiena con las crines erizadas,
la leona recién privada de sus cachorros , el puerco-espín armado de
sus púas, son los tipos á que se asemeja el hombre practicando la
sexta bienaventuranza satánica.
El séptimo don de Satanás es la pereza. El chino que nos descri
ben los misioneros , para el cual el mundo sobrenatural es como si no
fuera, indiferente á todo, excepto á cuatro cosas, comer bien, beber
bien , digerir bien y dormir bien, que no daría un céntimo por cono
cer una verdad más, y para quien la suprema sabiduría consiste en
su indiferencia estúpida en materias religiosas (1) , tal es la personi
ficación de la séptima beatitud satánica.
De este vergonzoso y culpable marasmo, adonde lo ha conducido
gradualmente, viene el Espíritu del mal á sacar al hombre, á quien
ha hecho bienaventurado según el mundo, beatificándolo á su modo
cuando llega la terrible hora de llevarlo á las negras mansiones de su
eterna bienaventuranza.

(1) Impías, cum in profundam peccatorum venerit, contemoit. (Prov.,


xvni, 3.)
CAPÍTULO XXXVII.

Los frutos.

Sumahio.— Lo que son los frutos del Espíritu Santo : relación que dicen con
los frutos de los árboles.— Cualidades que constituyen el fruto.— Como
se producen los del Espíritu Santo.— El ingerto , la poda.— Explicación
que la visión de Santa Perpetua suministra.— Variedad de especies en el
jardín del Espíritu Santo.— Por qué se llaman frutos.— Este nombre nos
recuerda nuestra semejanza con Dios y la bondad de Dios para con nos
otros.— Diferencia entre los frutos y las bienaventuranzas.

Hemos explicado la gracia , las virtudes , los dones y las bien


aventuranzas. Hemos contemplado todo el magnifico sistema de ele
mentos deificos , que , encadenándose unos con otros , elevan al hom
bre hasta la semejanza con el Verbo encarnado. Y , sin embargo , no
está agotada la mina : á todas esas riquezas se añaden otras.
« Glorioso es el fruto de los buenos trabajos , « dice la Escritu
ra (1). ¿ Y qué trabajos más nobles que los de nuestra deificación?
¿ Qué frutos más deliciosos que los que les corresponden como re
compensa ? Cada beatitud ó acto beatifico nos aproxima á Dios. Pues
Dios es juntamente perfección absoluta y felicidad suprema. De donde
resulta que á cada paso que damos hacia Dios , corrresponde un goce,
es decir, que los frutos nacen de las beatitudes , como del árbol el
fruto. Estos nuevos favores del Espíritu Santo, completaudo la obra
de nuestra creación divina , hacen del cristiano como uu Dios de la
tierra , terrenw Deus , y de su vida terrestre un cielo anticipado,
conversatio in coelis.
Para comprender esto, basta con saber lo que debe responderse á
las cuestiones siguientes : ¿Qué se entiende por frutos del Espíritu

(1) Bonorum enim laborum gloriosus est fructus. (Sap., tu, 15.)
LOS FBUTOS. 407
Santo? ¿Cómo se producen ? ¿ Por qué se llaman así ? ¿ En qué se di
ferencian de las bienaventuranzas ? ¿Cuál es su número ? ¿ Á qué se
oponen ?
i.° ¿ Qué se entiende por fruto del Espíritu Santo? En el orden
natural se llama fruto el producto de los árboles y plantas : la man
zana es el fruto del manzano ; la nuez , de la noguera; la fresa , de la
planta del mismo nombre, y asi de los demás. Los frutos, tan varios
como las plantas , se asemejan todos en que tienen algo que es agra
dable según la especie de cada uno, y en que son el último esfuerzo
de la planta (1). Ser agradable y el último esfuerzo de la planta son
las dos condiciones necesarias para constituir el fruto propiamente
dicho. Por falta de ellas , las hojas y las flores no se llaman frutos.
Aun el mismo fruto , antes de madurar , no lleva el nombre de tal
simplemente y por excelencia. Para nombrarlo cuando se encuentra
en ese estado imperfecto , se le agrega un epíteto que califique su im
perfección , y se dice fruto ácido , fruto verde. La razón es que no
tiene todavía las cualidades esenciales del fruto , el color , el sabor, la
dulzura , cuyo conjunto constituye su belleza y su bondad, formando
un producto perfecto. Cuando el árbol ha dado su fruto , ha cumplido
su destino ; entonces descansa , y se prepara á dar nuevos frutos á su
debido tiempo.
De aquí esta definición del Ángel de las Escuelas: «Se llama fruto
al producto de la planta cuando llega á la perfección y tiene cierta
dulzura (2).»
Según una comparación familiar del Evangelio , el hombre es un
árbol , sus obras son los frutos. De donde se toma esta otra definición
de Santo Tomas : «Frutos son todas las obras de virtud , en las cua
les se deleita el hombre (3).» Los frutos del hombre , como los de las
plantas , se diferencian unos de otros por sus cualidades, según la
naturaleza de la savia que circula por las venas de ese árbol viviente.

()) Fruitio et fructus ad ídem pertinere videntur, etunum ex altero deri-


rari.... Unde a sensibilibus fructibus nomen fruitionis derivatum videtur.
Fructus autem sensibilis est id quod ultimum ex arbore expectatur, et cum
quadam suavitate pereipitur. (S. Th., 1. 9., q. xi, art. 1.)— Ad notionem
fructus sufficit quod sit aliquid habens rationem ultimi et delectabilis. (Id.,
id., q. lxx , art. 2.)
(2) Dicitur fructus id quod ex planta producitur cum ad perfectionem
pervenerit et quamdam in se suavitatem habet. fS. Th., 1. 2., q. lxx, art. 4.)
(3) Sunt enim fructus quaecumque virtuosa opera in quibos homo delec
tatur. (S. Th., t. 2., q. lxx, art. 2.)
-
408 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Si los producen la razón y las virtudes puramente humanas , són be
llos y buenos con una belleza y bondad puramente naturales. Si los
producen la gracia y las virtudes sobrenaturales , son bellos y buenos
con una belleza y una bondad sobrenaturales.
Para que el pr l.:,:to de la planta merezca, como acatemos de ver,
el nombre de fruto , debe ser el último esfuerzo de la planta y tener
cierta dulzura. No son menos necesarias ambas condiciones para cons
tituir el fruto espiritual. Por de pronto, todo acto virtuoso , para po
derse llamar fruto, debe ser perfecto en su género , es decir , ser el
último esfuerzo del principio que lo produce. El acto imperfecto no
es digno de este nombre. Asi , las veleidades del bien , los actos de
cualquier virtud , practicados con flojedad ó con mala intención, ya
no son frutos espirituales, como ni los abortos, ni las flores, ni las
hojas son frutos naturales (1).
Es preciso, además, que el acto virtuoso tenga cierta dulzura.
¿Qué dulzura es esta? Es el testimonio de la conciencia y el gozo in
timo que lleva consigo el cumplimiento entero y noble del deber.
Aunque esta dulzura no sea siempre sensible, no por esto deja de ser
real. Se puede aquí hacer aplicación de aquellas palabras del Após
tol : «En verdad que al presente toda corrección no parece ser de
gozo, sino de tristeza : mas después dará un fruto muy apacible de
justicia, a los que por ella han sido ejercitados (2).» Esta dulzura
hecha habitual en el alma, constituye el festín delicioso de que habla
el Espíritu Santo y que reemplaza todas las alegrías sin poder ser
reemplazado por ninguna de ellas (3). ¿ De dónde proviene que del
deber dignamente cumplido resulte la alegría? De que es un paso más
hacia Dios , nuestro fln último y suavidad infinita.
Se ve por esta explicación que los Frutos del Espíritu Santo son
todas las humas obras dígiias da este nombre , hedías bajo la inspira
ción del Espíritu Santo í/ en las qw el hombre encuentra su ale
gría (4). Esta definición distingue los frutos del Espíritu Santo de los
(1) ....Fructus hominis id quod homo adipiscitur, non autem omne id
quod adipi&citur homo , haliet rationem fructus ; sed id quod est ultimum et
delectationem habens. (S. Th., ul tapra.J
(2) Htbr., xii,. 11.
(3) Secura mena quasi juge convivium. (Prov., xv , 15.)
(4) Si opera.io hominis procedat ab nomine secuadum facultatem suae
rationis, sic dicitur esse fructus rationis; si vero procedat ab nomine secun-
dum altiorem virtutem , quae est virtus Spiritus Sancti sic dicitur operatio
hominis fructus Spiritus Sancti iq lasi cujuadam divini seminis. (S. Th.,i.Z.,
q. lxx, art. t.)
LOS FROTOS. 409
actos virtuosos en general. Efectivamente: hay en el hombre dos
principios de acción : el uno natural, que es la razón; el otro sobre
natural, que es la gracia. Las buenas obras practicadas según las
luces de la razón, son los frutos de la razón. Las buenas obras hechas
bajo el impulso de la gracia , son los frutos del Espíritu Santo,
autor de la gracia. Grande es, pues, la diferencia entre unos y otros.
Los primeros son obras naturalmente buenas, actos de virtudes pura
mente humanas, por consiguiente, inútiles para el cielo y que no
proporcionan más que un placer imperfecto. Los segundos poseen,
junto con toda la bondad natural de los primeros, una bondad sobre
natural que los hace dignos del cielo ; porque la gracia no destruye la
naturaleza , sino que la perfecciona : Gratia non tollit naturam, sed
perficit.
2." ¿Cómo se producen los frutos del Espíritu Santo? He aquí
una de las cuestiones más hermosas de teología. Preguntar de qué
manera produce el Espíritu Santo sus frutos en el hombre, es pre
guntar cómo el árbol produce los suyos. El árbol produce sus frutos
por el ingerto y por la poda, según su especie. Por análogos medios
el hombre, árbol miserable, viciado, raquítico, produce frutos de
belleza inmarcesible y delicioso sabor.
El Espíritu Santo forma al nuevo Adán , verdadero árbol de vida, .
plantado en medio del verdadero Edén, que es la santa Iglesia católica.
En este árbol divino están ingertadas por el Bautismo las ramas del
acebuche que se llaman el viejo Adán (I). Estos ingertos, nutridos
como de una savia sobrenatural, de la gracia del Espíritu Santo que
habita en Nuestro Señor Jesucristo en toda su plenitud , participan de
la vida del árbol divino, y producen frutos de la misma naturaleza
que los de aquel. Así, no es el hombre , si hemos de hablar con pro
piedad, quien los produce, sino el mismo Espíritu Santo, principio
necesario, eternamente activo y eternamente fecundo de la vida sobre
natural. De aquí viene el que se llamen, no frutos del hombre, sino
frutos del Espíritu Santo.
Conocemos el ingerto ; pasemos á la poda. En el orden material,
la poda de los árboles es uno de los mejores medios para obtener bue
nos y abundantes frutos. Lo mismo sucede en el orden moral. « Todo
sarmiento que diere fruto, mi Padre lo limpiará, decia Jesucristo,
para quedé más fruto (2).» La poda divina dura toda la vida. En

(t) «91»., II, n-H.


(i) Joan., iv , 8.
410 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ninguna parte la hemos encontrado mejor representada que en la
célebre visión que tuvo Santa Perpetua. «Un dia, escribe esta joven é
inimitable heroína , me dijo mi hermano:—Hermana mía , tú estás ya
tan adelantada en el amor de Dios, que cualquier revelación que le
pidas , al punto te la concederá ; pídele , pues, que te haga saber, si
le place, si saldréis absueltos del tribunal, ó seréis condenados á morir
mártires.—Y yo con gran confianza prometí pedirlo, y dije á mi her
mano ¡—Mañana podré responderte. Rogué, pues, al Señor, y me envió
esta visión.
> iVi una escala de oro, maravillosamente larga, tanto que se ele
vaba hasta el cielo ; pero tan estrecha, que no podía subir por ella
más que una persona á la vez : estaba guarnecida por ambos lados de
toda clase de instrumentos cortantes , espadas, lanzas, cuchillos, pu
ñales' ; de manera que quien subiese sin una grande atención y sin
mirar á lo alto , no podía dejar de recibir muchas heridas en todo su
cuerpo. Al pie de la escala estaba echado un dragón desmedidamente
grande , que embestía á los que querían subir por ella , y los espan
taba para que no subiesen. No obstante , subió primero que nadie mi
hermano Saturio; y, llegado a lo alto, se volvió á mi y me dijo :—Per
petua , aquí te espero ; pero ten cuidado con el dragón.—Yo le res
pondí :—Esporo en Nuestro Señor Jesucristo que no podrá hacerme
ningún mal.—Y el dragón , como temiéndome , alzó pausadamente la
cabeza , y yo entonces puse un pie en el" primer peldaño de la escala
y otro en la cabeza del dragón, y lo pisé y subí arriba.
»Y allí descubrí un jardín inmenso, y en medio de él un hombre
de venerable aspecto , en traje de pastor , que estaba sentado orde
ñando sus ovejas : y alrededor de él había millares de personas cu
biertas de blanquísimas vestiduras. Alzando la cabeza , me vio y me
dijo con dulzura : —Bien venida seas , hija mía ;—y me llamó por mi
nombre , y me puso en la boca cierto manjar hecho de la leche que
ordeñaba : yo lo recibí juntando las manos , y lo comí; y todos los
que estaban alrededor de él dijeron entonces :—Amén.—Este sonido
de tantas voces me despertó, y advertí que mascaba cierta cosa de una
maravillosa dulzura. Luego al punto le conté todo esto á mi hermano,
y entendimos que debíamos sufrir bien pronto el martirio
Una escala de oro , que llega desde la tierra al cielo , estrecha y
toda llena de instrumentos cortantes : he aquí la vida , camino del
cielo, con las pruebas más ó menos dolorosas, pero continuas, que

(1) Act. íincer., apud Ruinarl,, t. I.


LOS FRUTOS. 411
constituyen, respecto al hombre , la saludable operación de la poda,
quitándole todo lo que tiene de sobra ó de malo en sus pensamientos,
afectos y acciones.
Ingertados y podados losárbeles , producen más frutos y mejores,
cada uno según su especie. Detengámonos un momento á contemplar
el inmenso vergel del Espíritu Santo , á contar los árboles humana
mente divinos que en Él crecen , y á gozar de la encantadora belleza
de sus frutos (1). Por no hablar más que de los tiempos posteriores al
Mesias , veamos el árbol de vida , que teniendo sus raíces en la gruta
de Belén, cubre la tierra con su sombra. ¿Qué son sus innumerables
ramas? Ingertos y acodos, divinamente ligados á un tronco indes
tructible. ¿Qué son los millones de apóstoles de los tiempos antiguos
y de los tiempos modernos? Acodos divinos , cargados de frutos de
gracia y honor. ¿Qué son las legiones de mártires , de solitarios, de
vírgenes , de santos de todas edades , condiciones y países? Acodos
divinos , cargados de frutos de gracia y honor.
Cada uno produce frutos según su especie : frutos de fe , de espe
ranza, de caridad, de piedad, de humildad, de .virginidad. Y los
producen todos mil y mil veces , bajo todos los climas , en todas las
estaciones , á todas las horas del día y de la noche ; de manera que
el vergel del Espíritu Santo no cesa de presentar á los ojos de la fe
el espectáculo de una magnífica campiña en los deliciosos días de pri
mavera y verano.
¿Qué estoy diciendo? Al lado del vergel divino, ¿qué son los
prados , los campos, los vergeles con su innumerable variedad do flo
res y de frutos? Una sombra vana. ¿Qué es el mundo pagano , el an
tiguo y el moderno, con sus pretendidas virtudes? Una vasta y espesa
maleza , que no merece el nombre ni de jardín ni de vergel. Compa
rados con los frutos del Espíritu Santo , ¿ qué son los frutos de la
razón , los frutos de los sabios más ponderados , los frutos de Aristi-
des , de Sócrates , de Platón , de Escipión , de Séneca , los frutos de
los sacerdotes del Egipto, de los brhammanes de la India, de los bon-
zos de la China , de los lamas del Thibet y de los racionalistas de
Europa ? Productos del orgullo , de la ambición, del capricho , estos
frutos no son , en su mayor parte , sino abortos , semejantes á las
excrecencias parásitas que se forman en la corteza de los árboles vie
jos , ó , á lo más , producciones insipidas y sin utilidad real.
¿No será este el lugar oportuno para que tanto los que esto leéis,
(I) Et flores mei , finetas honoris et gratias. (Bccli., xxiv,23.)
412 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
como yo que lo escribo, nos preguntemos : Ingerto divino por ls
gracia del Bautismo, ¿qué irutos has dado? ¿Qué frutos das? Grave
cuestión ; porque está escrito : « Todo árbol que no lleva buenos fru
tos, sera cortado y arrojado al fuego (1). « Mi oración vocal y mental,
mis confesiones, mis comuniones, mis acciones cotidianas, ¿qué
son ? Si hasta aqui he sido uu árbol poco menos que estéril , ó , lo que
es peor, si he tenido la desgracia de ser un árbol malo, un espino,
una zarza, un cardo, sea yo en adelante un árbol bueno, un buen
acodo, fecundo en frutos de vida, dignos de la savia divina que me
nutre, del sol divino que me calienta, del divino tronco en el cual
estoy ingertado, del jardinero divino que me cultiva con sus manos
y me riega con su sangre.
Estudiando las relaciones tan fundadas que hay entre el hombre
y el árbol , acabamos de ver la manera cómo se producen los frutos
del Espíritu Santo. Entre estas relaciones, hay una diferencia que
debemos señalar. El ingerto material no produce más que una sola
especie de frutos , mientras que el ingerto divino tiene la propiedad,
y, lo que es más % el deber de producirlos simultáneamente de espe
cies muy diferentes ; porque la savia que lo alimenta es multiforme.
Asi lo han comprendido y practicado los verdaderos cristianos de
todos los tiempos. Sirva de prueba el ejemplo del gran San Antonio.
Como los muchachos merodeadores, que entrando en los vergeles
toman los mejores frutos de todos los árboles, el patriarca del desierto
se entregaba á un piadoso merodeo , buscando en cada uno de los
solitarios cuyo numeroso ejército poblaba ambas Tebaidas, las virtu
des más bellas, á fin de imitarlas. En uno cogia el fruto de la manse
dumbre, en otro el fruto de la paciencia , en éste el fruto de la ora
ción, en aquél el fruto de la mortificación. Asi debemos hacer nosotros,
para que á la llegada del divino jardinero seamos reconocidos por
árboles buenos, y, como tales, transplantados al vergel eterno del
Espíritu Santo.
3.° ¿Por qué los frutos del Espíritu Santo son llamados asi? La
razón principal es que toda obra completamente buena proporciona al
alma un goce semejante á aquel otro que la manducación de un exce
lente fruto produce en el paladar. ¿Qué misterio se encierra en esto?
El fin del hombre es hacerse semejante a Dios. Todos los actos verda
deramente virtuosos , son otros tantos grados que lo aproximan a
esta semejanza. Esta aproximación sucesiva lo constituye en relacio-

(0 Matth., vil, i9.


LOS FRUTOS. 413
nes eada vez más intimas con Dios; y estas mismas relaciones adquie
ren, perfeccionándose, una suavidad tanto más grande, cuanto van
siendo el resultado de una proximidad mas y mas cercana á Dios,
que es la suavidad por esencia. Tal es la razón por la cual á cada pro
greso corresponde una suavidad , y por la que los mejores de entre
esos adelantos llevan justamente el nombre de frutos, y de frutos del
Espiritu Santo ; porque sólo Él es quien nos ayuda á producirlos.
Asi , Dios nos revela de una manera sensible nuestra semejanza
eon Él , y nos trata en cierto modo como Él se ha tratado á si mismo.
Quiere que el dios de la tierra cree sus obras como Él creó las su
yas ; y que guste su dicha al crearlas , como Él mismo la gustó crean
do el universo. Dios dijo al acabar cada una de sus obras, que era
buena : Et vidit quod esset bonum. Siete veces repite la misma pala
bra. Esta aprobación misteriosa encierra juntamente la proclamación
de la perfección relativa de la nueva criatura, y la manifestación de
la alegría que causa á su autor.
Solamente en el último dia de la creación , y después de dar la
última mano á todas sus obras, es cuando Dios modifica sus expre
siones y pronuncia la palabra de satisfacción suprema, universal.
Vió que todas las cosas que había hecho eran muy buenas, después de
lo cual descansó : Vidit Üeus cuneta quae feceral , et erant calde bona,
et requievit. Como muy buenas en si mismas, eran la última palabra
del poder, de la sabiduría y de la bondad creadora. Como buenas en
su conjunto, eran aptas para cantar las glorias del Criador hasta
el fin de los siglos, sin dar jamás una nota en falso. Buenas á los
ojos de Dios , podían proporcionarle con su perfección un contento
indecible.
Lo mismo podemos decir del hombre. Después de cada obra bue
na que lleva á cabo dignamente , puede decir, sin atribuirse nada á si
mismo : Esto es bueno , Vidit quod esset bonum ; y gusta asi la sua
vidad particular del fruto que acaba de producir. Siete veces repite
la misma expresión , porque los siete dones del Espíritu Santo son los
principios de todas sus buenas obras. Á la manera del Criador, no
podrá pronunciar la palabra de satisfacción suprema hasta después
que recoja su último fruto, acabando la obra de su deificación. Sola
mente entonces podrá decir, echando una mirada sobre el conjunto
de su vida : He acabado mi obra , gracias á Dios , y es muy buena ;
no me resta más que entrar en el reposo de la eternidad : Vidit cune
ta quae fecerat, et erant valde bona, et requievit.
Revelarnos uno de los rasgos más nobles de nuestra semejanza
414 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
con Dios , no es mas que la primera razón de la suavidad especial de
cada una de las buenas obras. Pero aún hay otra. Para impedir que
Israel echase de menos los groseros alimentos del Egipto , suavizarle
las fatigas del viaje a través de las arenas del desierto , fortalecerlo
contra sus enemigos y darle á probar las delicias de la tierra prome
tida, el Señor, movido de su paternal bondad , le envió el maná.
Este alimento celestial tenía todos los gustos y satisfacía á todas las
necesidades. Israel es la imagen del cristiano. Dando una suavidad
especial á cada una de las buenas obras , Dios ha hecho de ellas un
maná ; ¿y qué quiere con esto ? Hoy, como siempre, quiere hacer que
el hombre cobre asco á las pérfidas dulzuras del fruto prohibido.
Quiere quitar las profundas amarguras á su existencia , y, haciendo
que encuentre placer en el cumplimiento del deber, animarlo en los
combates de la virtud.
No encontrando estas diversas dulzuras , ¿quién no desfallecería
en medio del desierto de la vida ? ¿ Quién no abandonaría el servicio
de un señor, cuya mano , como dice la Escritura , no diera á sus ser
vidores sino pan de lágrimas y de arena ? Pero estando tales suavi
dades de por medio, ved lo que pasa. Á ellas se deben el valor he
roico de los mártires y penitentes ; su embriaguez santa en medio de
los tormentos ; su resignación en el dolor ; la insensibilidad para los
atractivos del vicio, y el desprecio constante de las alegrías que el
demonio , el mundo y la carne pueden prometer. Y por cuanto son
necesarias á todos , á los pecadores arrepentidos y á los justos firmes
en la virtud , si bien más á aquéllos que á éstos, van ligadas en cier
tas proporciones, no solamente á las bienaventuranzas ó actos beatí
ficos por excelencia, sino á todos los actos virtuosos dignamente
practicados.
Ahora vemos la razón por qué se da el nombre de fruto, en el len
guaje divino, á las obras practicadas bajo el impulso del Espíritu
santificador, y el lugar que necesariamente corresponde á estas dul
zuras celestiales en el trabajo de nuestra deificación.
4,° ¿En qué se diferencian los frutos de las bienaventuranzas?
Que los frutos difieren de las bienaventuranzas , lo prueba la diferen
cia de los nombres dados á unos y á otras , y también su número.
Todas las cosas que se llaman con distintos nombres , se diferencian
entre si. Pues bien : los nombres de los frutos no son los mismos de
las bienaventuranzas. Por otra parte , el Evangelio cuenta siete bien
aventuranzas , y el Apóstol doce frutos. La diferencia se ve clara es
tudiando éstos y aquéllas en su naturaleza íntima.
LOS FRUTOS. 41S
Los frutos difieren de las bienaventuranzas, como lo menos difiere
de lo más. Para que un acto virtuoso merezca el nombre de fruto,
basta que sea completo y deleitable , en otros términos , que sea el
último esfuerzo del principio natural ó sobrenatural de que proviene,
y que cause en el hombre la satisfacción que resulta del cumplimiento
del deber. Mas para que merezca el nombre de bienaventuranza , es
preciso que el acto sea una cosa perfecta y excelente (1). Asi es que
la bienaventuranza supone á la vez acto virtuoso y suavidad en el
acto. Supone , además , una gracia superior como principio del acto,
una cosa excelente como objeto , una suavidad mucho mayor como
resultado.
De estas nociones resulta : 1.° Que todas las bienaventuranzas, ó,
según la explicación que hemos dado, todos los actos beatíficos veri
ficados bajo la influencia de los dones del Espíritu Santo, pueden ser
llamados frutos ; mas no todos los frutos pueden llamarse bienaven
turanzas. «En efecto , dice Santo Tomás : frutos son todas las obras
virtuosas en las cuales el hombre se complace; pero el nombre de
bienaventuranzas se reserva á ciertas obras perfectas que , por razón
de su misma perfección , son atribuidas más bien á los dones del Es
píritu Santo que á simples virtudes (2).»
2.° Que en el orden jerárquico , las bienaventuranzas son su
periores a ios frutos , y el término más elevado de la perfección cris
tiana. En efecto : pueden gustarse los frutos , aparte de las bienaven
turanzas, puesto que entran en la naturaleza de todo acto virtuoso;
pero no se les gusta plenamente mas que en la práctica de las
bienaventuranzas, que son los actos virtuosos por excelencia. Asi , en
un vergel , los árboles de especies diferentes producen frutos de los
que cada uno tiene su bondad particular, que le merece el nombre de
fruto ; pero estos frutos , como los árboles que los producen , se dis
tinguen unos de otros por tener cualidades diferentes.
3.° Que recordando la definición de las bienaventuranzas y la de

(1) Pías requiritur ad rationem beatitudinis quam ad rationem fructus.


Nam ad rationem fructus suflicit quod ait aliquid habeos rationem ultimi et
delectabilis. Sed ad rationem beatitodinis , ulteriua requiritur quod ait ali
quid perfectum et excellens. (S. Th., 1. 2.,q. i.xx, art. 2.)
(2) Unde omnes beatituJines possunt dici fructus, sed non convertitur.
Sunt enim fructus quaecumque virtuosa opera in quibua homo dclectatur ;
sed beatitudioes dicuntur solum perfecta opera, quae etiam ratione suae
perfectionis magis attribuuntur donis quam virtutibus. (Ihid.)
416 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
los frutos, se comprende perfectamente la diferencia que los distin
gue. Las bienaventuranzas , ó actos beatíficos , son las buenas obras
producidas por los dones del Espíritu Santo : Beatitudo est operaba
doni. Los frutos son estas mismas obras verificadas con la mayor per
fección , y que producen la satisfacción intima del alma : Fructus esi
aliquid habens ralionem ultimi et delectabais.
El capitulo siguiente nos dará á conocer el número de estos fru
tos divinamente dulces, y el lugar que ocupan en el paralelismo,
tantas veces notado , que hay entre la obra del Verbo encarnado y el
remedo que de ella hace Satanás.
CAPÍTULO XXXVIII.

(Conclusión del anterior.)

Sumario.—Número de los frutos del Espíritu Santo.—Es incalculable, y por


qué.—Número doce en que los fija San Pablo. —Razón de este número.—
Razón del orden de su enumeración.—Explicación práctica de loe nueve
primeros frutos.—1.a Caridad: ejemplo.—El Gozo: ejemplo.—Ln Paz:
ejemplo.—La Paciencia: ejemplo.—La Benignidad: ejemplo.—La Bondad:
ejemplo.—La Longanimidad : ejemplo.—La Mansedumbre: ejemplo.—
La Fe : ejemplo.

¿ Cuántos son los frutos del Espíritu Santo ? Son tan numerosos y
tan variados como los frutos materiales que encantan nuestra vista
y saben tan agradablemente á nuestro paladar. ¿ Por qué esta in
mensa variedad de frutos en la naturaleza? ¿Por qué la misma va
riedad en el jardín espiritual del Verbo encarnado? La razón es la
misma. Dios ha escrito dos grandes libros : el libro de la naturaleza y
el de la gracia ; ó , para seguir la comparación , ha plantado dos mag
níficos jardines ; el de la naturaleza y el de la gracia. El primero para
satisfacer las necesidades y recrear los ojos del cuerpo ; el segundo
para las necesidades y ios ojos del alma. Si preguntáis cual es el fin de
estos dos jardines , el Apóstol responde : Para hacer que brille la sabi
duría multiforme de Dios : Ut innotescaí multiformes sapientia Dei (1).
¿Para qué es el firmamento con sus ejércitos de estrellas, tan mag
nificas en su conjunto , tan prodigiosas por su número , tan diferen
tes en su claridad , tan ordenadas en sus movimientos ? Para hacer
que brille la sabiduría multiforme de Dios. ¿Para qué la tierra con
sus producciones tan ricas que bastan para todo , tan bellas que ago-
0) Eph., ni, 10.
TOMO II. 17
413 TRATADO DEL BSPÍRITU SANTO.
tan la admiración, tan variadas que no se pueden contar? Para hac«r
que brille la sabiduría multiforme de Dios. ¿Para qué el mar con sus
innumerables habitantes, con sus abismos insondables, con sus leyes
tan invariables como misteriosas? Á fin de que brille la sabiduría mul
tiforme de Dios. ¿Para qué, finalmente , este vasto universo, compuesto
de tantos millones de criaturas, de las cuales ninguna se parece á otra?
Para hacw que resplandezca á los ojos corporales del hombre la sabi
duría multiforme de Dios : Ut innolescat multiformis sapientia Dei.
Todos los actos, todos los movimientos , todas las producciones de
estas criaturas del firmamento , de la tierra y del mar , son , en el or
den natural , los frutos del Espíritu Santo ; atento que, como dice San
Basilio, todo lo que poseen las criaturas lo deben al divino Espíritu (1).
Mas, por elocuente que sea el mundo material para manifestar la
sabiduría multiforme del Criador, no es mas que un eco, una som
bra, un reflejo. Para presentar esta sadiduria cu toda su gloria, se
necesitaba otro mundo, mil veces más real, mas espléndido y mas
variado : tal es el mundo de la gracia. Este mundo se compone de los
ángeles y los hombres, criaturas superiores á estas otras que nosotros
vemos, elevadas á la participación de la naturaleza misma de Dios,
destinadas á gozar de su gloria, y que producen, cada una de ellas
según su especie , frutos de una belleza incomparable y de una varie
dad infinita. Si preguntamos para qué son tantos arboles que den-
fruto en este nuevo jardín del Espíritu santíHcador, el Apóstol nos
respondo por segunda vez : Para hacer que brille la sabiduría multi
forme de Dios : Ut innotescat multiformis sapientia Dei.
Y más particularmente, para revelar la inagotable fecundidad del
árbol divino en que todos estos arbeles están ingertados ; para distin
guir de entre todos los árboles emponzoñados la verdadera viña plan
tada por el mismo Verbo, regada con su sangre y vivificada por su
Espíritu ; para proveer de afimento suficiente a todas las generaciones
que se suceden ; porque los frutos del árbol uo son únicamente adorno
del arbel , son también alimento para los que van de paso. Cada rama
del gran árbol tiene los suyos, y asi todo viajero puede elegir. Como
hemos indicado ya, la historia cita una multitud de estos golosos es
pirituales, que iban cogiendo de todos los árboles los frutos de su
gusto, con los que se arreglaban un alimento exquisito. ¡Oh! ¡enán
bello merodeo puede hacerse recorriendo las vidas de los sanios : Ut
innotescat multiformis sapientia Dei !

(1) Lib. de Spiril. Sanet., p. 65.


LOS FRUTOS.
Pacemos ahora á los actos particulares que la Escritura misma
designa con el nombre de frutos del Espíritu Santo , los cuales son
doce. ¿ Por qué este número y no otro ? ¿ No habrá de más ó de menos?
Serán demasiados, si es verdad que los frutos nacen de las bienaven
turanzas : serán pocos , si todos los actos verdaderamente virtuosos
son frutos del Espíritu Santo. Expliquemos estos misterios. El nú
mero es un número sagrado que, como hemos visto, expresa la
universidad. En esta cifra se hallan, pues, comprendidos todos los
frutos del Espíritu Santo, que se confunden con los doce nombrados
por el Apóstol. El número doce no es demasiado grande, puesto que,
según las anteriores explicaciones , una misma bienaventuranza puede
producir muchos frutos ; no es ta mpoco demasiado pequeño, supuesto
que el número doce expresa la universidad completa.
Recordadas estas nociones , nos quedan por hacer cuatro cosas:
exponer la enumeración que el Apóstol hace de los frutos del Espi
rito Santo, dar la razón de esta enumeración , explicar cada fruto en
particular, y manifestar la oposición de los frutos del Espíritu Santo
con las obras del Espíritu malo ; porque el remedo satánico del plan
divino se continúa hasta el fin.
Enumeración de los frutos del Espíritu Santo. < El fruto del Espí
ritu, dice San Pablo en su epístola á los (Jálalas ( v, 22, 23), es cari
dad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, man
sedumbre, fe, modestia, continencia, castidad. * ¿Cómo conciliar estos
nombres, que son nombres de virtudes, con los frutos del Espíritu San
to, que no son virtudes, sino actos de virtud ? i Para esto, responde San
Antonino, basta tener presente que se acostumbra tomar el nombre
de las virtudes para expresar losados de estas mismas virtudes (i). «
Así, decimos nosotros de cualquiera que ha prestodo a su prójimo
algún gran servicio, que le ha hecho una gran caridad, ó solamente
caridad. De ello se sigue que la caridad y la fe, nombradas entre
los frutos del Espíritu Santo, no son las virtudes teologales de ese
mismo nombre, sino solamente sus actos ó su aplicación particular,
acompañados de la dulzura que les sirve de recompensa (2).
Razón de esta enumeración. Todo fruto proviene de una plantó :

(■I) Non obstat quod Apostolus ponit ínter fruotua nomina virlutum quan
sunt habitus, ut patientia et chantas et hujusmodi , cuín lamen fructus sint
actus. i i p. , tit. v , c. xxi.)
(S) Primus itaque fructus ventris Mariae mentalis dicitur chantas quae
bic non importat virtutem , sed actum ejus. IS. Anión., iv p., iv , c. íxxvi.)
«o TRATADO DEL ESPÍR1TU SANTO.
toda planta nace de una semilla ó de una raiz. El Espíritu Santo es
la semilla de Ios frutos que llevan su nombre , y el Espíritu Santo es
la caridad misma. ¿ Deberemos extrañar que su primer fruto sea la
caridad (1)? • ¡Ved , dice San Crisóstomo, qué exactitud en las pala
bras del Apóstol , qué conveniencia en su doctrina ! Ante todo pone
la caridad, en seguida los actos que provienen de ella ; fija la raiz,
después muestra los frutos; establece el fundamento, y sobre él cons
truye; parte desde el manantial, y llega hasta el rio (2).»
Santo Tomás, tratándola misma cuestión, añade que el orden
y la distinción de los frutos del Espíritu Santo se saca de la manera
como el Espíritu Santo procede con el hombre (3). Pues bien : el Es
píritu Santo procede con el hombre, elevándolo por grados á la per
fección, hasta hacerle gustar su dicha. Gusta el hombre esta dicha
sobre toda dicha , cuando está plenamente en el orden. Está plena
mente en el orden, cuando lo está respecto á loque tiene encima,
respecto á lo que en si mismo posee, respecto á lo que existe á su
alrededor, y respecto a lo que tiene debajo. En estas condiciones, el
hombre posee la paz por dentro y por fuera, la paz asegurada por
todas partes ; y la vida, á pesar de sus inevitables amarguras, es para
el .tima lo que el fruto para el paladar.
Los tres primeros frutos ordenan al cristiano respecto á lo que
tiene encima (4). Estos frutos son : la caridad, el gozo y la pac.
La Caridad, Char¡tas. Con ella, en ella y por ella se nos comu
nica el Espíritu Santo , puesto que Él misino es caridad. Como la
llama se dirige hacia lo alto, asi la caridad tiende hacia Dios, a la
unión con Dios, á la transformación en Dios. Donde esta nuestro
tesoro, allí está nuestro corazón ¡5). La caridad, lo mismo que la
llama, no es inerte ; por lo contrario, nada hay mas activo que ella.
Mil ejemplos lo prueban. Uno solo sera suficiente para mostrar en

(1) lrructus Spiritus Sancti ,quasi cujusdam divini seminis. (S. Th.,{. 2.,
q. lxx , art. 1 )
(¿) Oí sannl. Pentecostt, homil. II, D.° 3.
(i) t. 3., q. m , art. 3.
(4) Ex his dirigitur a Spiritu Sancto tota conversatio hominis ut sit vir
tuosa El por prima tria dirigitur quoad euin , qui est supra.-e. Per secunda
tria dirigitur quoad animum suum , qui est intra se. Per tertia tria dirigitur
quoad proximum , qui estjuxtase. Per ultima tria quoad corpus suum , quod
est infra se. (S. Anión., iv p., tit. v, c. xxi.)
(o) Dicitur autem caritas quasi chantas seu chara anilas ,qum íacit unió-
ncm animae cum Dco. (íl.id.J
LOS FRUTOS. 42!
acción este primer fruto del Espíritu Santo, y la suavidad de que llena
al cristiano que tiene la dicha de gustarlo.
Sucedió en la China, en el año 1848 , que muchos cristianos pre
sos por la fe se hallaban reunidos al pie del tribunal. «El mandarín
preguntó á uno de ellos, para qué le servia una sobrepelliz encon
trada entre los objetos que le habían sido confiscados. — Es una prenda
que se viste para rezar, respondió valerosamente el confesor. — Vea
mos cómo se hace eso. Pónlela , y reza como si estuvieras en tu iglesia.
—Dicho y hecho. Ved á mi hombre que en pleno tribunal se pone a
cantar el Padre nuestro , el Credo, etc. , y los mandarines á escuchar.
—Está bien , dicen ; pero ¿ sabes tú cómo han sido tratados hasta aqu¡ ,
los que han adorado á tu Dios ? — Lo sé. — Si lo sabes , ¿ por qué
has venido desde Su-tchuen , para predicar aquí esa religión ? —
Porque no temo morir por ella. — ¡ Ah ! No tienes miedo : pues bien ;
pisa esta cruz. — No puedo. — Sí no la pisas, haré que te crucifiquen
como, á tu Jesús.— ¡Oh! No, mandarín; sería para mi demasiado
honor,—respondió sonriéndose el generoso atleta ; vale más que me
hagas morir de otra manera.
»A1 momento fué sometido á un horrible apaleo.— Y bien : ¿estás
mejor con esto? — Aún no es bastante : ni el apaleo, ni la crucifixión
impedirán que sea predicada la religión en Kouci-yang.— ¿ Pues qué
se tendrá que hacer para que en adelante no vengan de Su-tchuen á
volver cristianos á los de aquí ? — Para esto , seria menester cortarme
la cabeza y colgarla á las puertas de la ciudad. Los predicadores , al
verla , tal vez no se atrevan á entrar , ni á predicar nuestra santa
religión.— [ Insolente ! ¡ Que oses asi desafiar mi cólera ! —Y el apaleo
volvió á repetirse en seguida. ¡ Tenía este hombre cerca de sesenta
años (1)1 »
Conservar la tranquilidad de espíritu en presencia de los verdu
gos , y la alegría del corazón en medio de los tormentos , ¿ no será el
último esfuerzo de la caridad, y, por consiguiente , un delicioso fruto
del Espíritu Santo?
El Gozo , Gaudium. Todo corazón se regocija de estar unido al
objeto amado. La caridad está siempre unida á su objeto , que es Dios,
según estas palabras de San Juan : « El que permanece en la caridad,
en Dios permanece , y Dios en él La alegría es , pues , la pri-

(t) Innata, te., a.' 132, p. 360, an. 1850.


(2) / Joan., IV , 16.
422 TRATADO DEL ESPiRITU SANTO.
mera consecuencia de la caridad. Recompensa , como ella es , de la
victoria reportada sobre las pasiones , no está solamente cu el íondo
del alma , sirviéndole como de continuo festin ; brilla también en el
rostro , cuyas facciones ilumina. Basta el menor hecho religioso para
hacer que se manifieste por demostraciones , tanto mas dulces , cuanto
son mas espontáneas y sencillas. Veamos este nuevo fruto en el si
guiente rasgo.
Al describir una ordenación en medio de los negros del Africa
occidental , un misionero se expresa asi : • Desde la tarde que prece
dió al día de la ordenación , viéronse llegar piraguas por todos los
lados. La iglesia, que se abrió á las ocho, se llenó al momento. El se
ñor Warlop y yo, vestidos de alba , con nuestras dalmáticas al brazo
y nuestros cirios encendidos en la mano, nos habíamos arrodillado
al pie del altar. Nuestros buenos negros se fijaban especialmente en el
misionero Warlop. Su elevada estatura , su larga y negra barba, que
le llegaba hasta el pecho, resaltando sobre la blancura de su alba , su
aire modesto y piadoso , excitaba en ellos un encanto prodigioso.
iPero fué mucho más cuando vieron al señor Obispo revestido de
pontifical. Ya podíais haber puesto ante sus ojos el África entera y
todas las maravillas del mundo ; no hubierais logrado distraerlos. Sos
dorados ornamentos , su pectoral de brillantes , su mitra de brocado,
y su alto báculo de oro, y , sobre todo, el aire angelical que brillaba
en su rostro, los tenia sumidos cu admiración extática , de la cual no
podían volver. Reinaba el silencio más profundo en toda la reunión;
pero apenas se hubo concluido la ceremonia , exclamaron en un rapio
de entusiasmo imposible de explicar: ¡Jalla, Jalla! Dios, Dios,
Dios sólo es Dios, Dios sólo es grande, poderoso, misericordioso,
Dios sólo es Dios , ; oh prodigio ! , Dios está aqui.
«Sobre todo, se vió á una pobre mujer que estaba como fuera de
si misma , exclamando sin cesar : ¡Jalla , Jalla , Jalla! Nunca, decía
ella , habia contemplado cosa tan bella , y pedia imperiosamente que
se la llevara al cielo, y esto al momento. El joven Soleyman estaba
en lo más retirado de la iglesia con ios ojos llenos de lágrimas. «Lloré
un poco, decía él ; en seguida se desvaneció mi cabeza, y el corazón
me saltaba del pecho (1).»
Puesto que el gozo es uit fruto del Espíritu Santo, resulta de aquí
que donde no esté el Espíritu Santo no puede haber alegría. El gozo

(1) Annalei, o.° 120, p. 333, an. 1R48.


LOS FHUTOS. 423
de los pueblos y de los hombres separados del Espirita Sanio es una
ficción que da compasión ó miedo (1).
La Paz , Pax. La perfección del gozo es la paz. Asi , la paz es el
tercer fruto del Espíritu Santo. ¿ Por qué la paz es la perfección del
gozo ? Porque supone y garantiza el tranquilo goce del objeto amado.
Nadie es dichoso si está perturbado en su dicha , ó si el objeto de sus
afecciones no satisface á sus deseos. « ¡ Oh paz , exclama San Agus
tín ; dulce nombre , pero mas dulce cosa ! Todas las criaturas gritan :
¡ Paz !, y con voz más fuerte que todas, la criatura racional. Pero
I cuan lejos está de ti la paz , oh mundo ! Tú ves la guerra bramar
por todas partes. ¿Por qué ? Porque tú no quieres tener la paz con
Dios , sino la guerra por tus pecados (2). »
La paz del Espíritu Santo supera á todo sentimiento conocido :
Superat omnem sensum ; irradia en la serenidad de la frente, en la
limpidez de la mirada , en la sangre fría del valor , en la modestia de
los movimientos , y en la dulzura y la calma de las palabras. Para
conocerla bien , veamos este nuevo fruto en uno de los acodos del ár
bol de vida.
Un gran número de cristianos cochinchiuos so reunió el Viernes
Santo en la iglesia. Los vio un mandarín , y se fué ensu seguimiento
con algunos centenares de soldados. Llegado al lugar de la reunión, ,
formó con sus tropas una valla , erizada de picas , alrededor del pue
blo fiel. Un soldado , con la espada desenvainada, se precipita dentro
de la iglesia , sube á la primera grada del altar, y colocando la punta
de su arma al cuello del sacerdote celebrante , le grita : « Si te mueves,
le corto la cabeza, j Sin impresionarse el celebrante, vuelve ligera
mente la cabeza hacia el temerario, lo mira con aire indiferente , y con
tinúa los olicios con tal sangre fría , que los asistentes se quedaron
llenos de admirac ión y devoción.
«El soldado permanece al mismo lado, teniendo siempre su es
pada levantada en la misma posición , y el celebrante lee la Pasión y
las oraciones que siguen , sin emoción y sin turbarse. Baja para ado
rar y dar á adorar la cruz ; el soldado lo sigue siempre con la espada
levantada, y no lo abandona un solo instante. Acabada la adoración,
el mandarin, que durante todo el tiempo se habia mantenido de pie

(I) Illud eat verum gaudium quod non de creatura,, sed de Greatore oon-
cipitur, cujas comparatione omne pulchrum , íoedum ; omne dulce , amarum;
omne quod delectan potest, molestum. (S. Antón., uhi supra.)
(i) De Cic Dei., lib. iix.
424 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
en lo bajo de la iglesia , levanta la voz, y manda á la tropa que haga
salir á los cristianos y los vaya atando. En cuanto a los dos sacerdo
tes , mandó que los guardaran cerca del altar y trajeran dos cangas.
Pero el sacerdote que habia celebrado le dijo: — Yo no llevaré la
canga ; no tienes derecho á imponérmela. — ¿Y por qué?— El rey
no persigue. Muéstrame el edicto , y no solamente me dejare poner
la canga , sino también cortarme la cabeza , si esto es del agrado del
mandarín.—Vencido éste por la sangre fria y la admirable inlrepidei
del sacerdote , adoptó el partido de retirarse (1). »
La Paciencia, Patientia. Aun cuando la paz reinara en todo el
mundo y poseyerais bienes temporales á medida de vuestro deseo , si
no poseéis á Dios por la gracia , no tendríais ni paz ni reposo. Ved
porqué el Espíritu Santo, con sus tres primeros frutos, pone al hom
bre en orden con respecto á Dios ; con los tres que a ellos siguen , lo
constituye en el orden con respecto á sí mismo ; su cuarto fruto es la
paciencia.
Amar á Dios y en Él todo lo que se'debe amar , amarlo como debe
ser amado y gozar plenamente de este amor, ¿qué cosa más dulce
puede haber? Perora vida presente es una lucha. ¿Quién podrá im
pedir que el enemigo penetre en nuestra alma , introduzca en ella la
turbación , y le arrebate la dicha producida por la tranquila posesión
del bien ? La paciencia , que es el reinado del alma y el fruto ma.'
delicioso. El alma que se alimenta de él, ve estrellarse contra si las
tribulaciones, de cualquier naturaleza que sean, como nosotros vemos
las olas del mar venir á romperse contra las rocas de la playa. Admi
rémosla en el siguiente rasgo.
«Bauticé, ya hace algunos años, escribe un misionero del Tong-
kin , á un hombre como no he visto á ninguno desde que estoy aquí.
Era el terror de su aldea antes de su conversión. Habiendo oído hablar
de nuestra santa religión , quiso conocerla á fondo. Me siguió algún
tiempo para estudiarla más á su gusto. Sin embargo, hacia esto con
tal ardor, que perdía el sueño, olvidándose a veces hasta de comer.
No tardó en verse puesto en tales pruebas, que yo creí no seria capaz
de sostener; porque apenas se supo que se quería convertir, todos
sus conocidos se volvieron furiosamente contra él ; pero él, que hasta
entonces habia sido tan fiero y tan vengativo, y tanto se habia hecho
temer, lo sufrió todo con la paciencia más grande.

(1) Annales, ate, n.° 31 , p. 413, an. 1833.


LOS FRUTOS. 425
sCayó enformo; sus hijos lo abandonaron, y su mujer lo colmaba
de ultrajes , y aprovechándose de la ocasión, se llevó todo lo que habia
en la casa y lo dejó solo en el mayor apuro. Envié á nuestros cristia
nos para que lo consolaran y tuvieran cuidado de él; pues temía que
su fervor se apagase, pero se sostuvo firme, y ni siquiera murmuró.
Edificado de tanto valor, no tardé en administrarle el Bautismo. Mo
delo de todas las virtudes cristianas, llegó á ser el Apóstol de su al
dea , en la cual convirtió unas quince personas, y entre ellas á su
mujer, tan acérrima enemiga de la religión , y á la cual bautizaré ma
ñana ó pasado mañana (1). •
La Benignidad, Benignilas. Como su nombre indica, la benignidad
(bonus ignis) es un fuego dulce y benéfico que , gracias al Espíritu
Santo, circula por las venas del cristiano y sostiene en él una dispo
sición constante hacia la indulgencia y afabilidad. Puede uno ser pa
ciente sin ser benigno. La benignidad lucha contra la aspereza de
carácter, lo brusco de las maneras y la sequedad de palabra, cosas
todas que pueden turbar la paz interior. Lo afina todo , hasta el punto
de no dejar en el cristiano más que urbanidad y gracejo , que són el
hechizo de un alma. Vaya una muestra de este fruto entre mil.
« Una anciana había injuriado gravemente al hijo de uno de los
principales jefes de Tonga , que es católico , asi como toda su familia.
Este decidió que la culpable recibiese en castigo cuarenta y cinco azo
tes. Mas no contó con la benignidad. Su esposa, que es nuestra más
fervorosa neófita, intercedió cerca de él, y le dijo : iTú quieres cas
tigar á esa mujer, como si fueras infiel ; pero ten en cuenta que an
tes de ser bautizado no decías cinco ó seis veces al día : Perdónanos
nuestras deudas , asi como nosotros perdonamos d nuestros deudores.
Ni me digas que es preciso imponer una pena proporcionada á la in
juria. Si Dios nos tratase como merecemos, ¿qué sería de nosotros?
Puesto que es tan bueno que nos perdona las enormes é innumerables
faltas que contra Él cometemos , ¿ no será justo que nosotros perdo
nemos también las ofensas que hemos recibido ? Esto es lo que nos
predicaban los dos ancianos el domingo pasado. Hazlos venir, y verás
lo que ellos te dicen.» Fuimos llamados, en efecto, y nos pronuncia
mos en favor del perdón. La anciana , que era infiel , se convirtió
al momento (1).»
La Bondad , Bonitas. Lo que es el colorido para un cuadro, el azú-

(1) innolw, etc., n.°34, p. 386, an. 1833.


(2) Ibid., o.° 104, p. 33 , an. 1846.
U6 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
car para la bebida, el encarnado para la manzana, es la beniguidad
para la bondad ; mas el color que embellece á la manzana , no es la
manzana misma. Pues bien: aqui la manzana es la bondad. Este nuevo
fruto, efecto de la unión del alma con Dios, bondad infinita , llena al
alma de suavidad , y le hace experimentar la necesidad de comuni
carse, no solamente dando lo que tiene, sino dando también lo que
ella es. Seria preciso referir toda la historia de la Iglesia, si hubieran
de citarse circunstanciadamente los rasgos de bondad que, perpe
tuando los ejemplos del Verbo encarnado , demuestran claramente el
poder del Espíritu Santo en la Iglesia. Siguiendo la regla que nos
hemos impuesto, consultaremos solamente los anales cóntempo
ráneos.
«El inaudarín Benito, muerto poco ha en el reiuo de Siam, ha
servido de gran edificación para toda la cristiandad. Era tau bueno,
que no podia resolverse á hacer mal á nadie, y estaba sin cesar ocu
pado en hacer bien á todos. Un dia que el rey había hecho atar á va
rios prisioneros á la boca de un cañón, mandó á Benito darle fuego.
Pero él, como digno cristiano que tiene horror á servir de instru
mento para un acto de barbarie, se prosternó, sin moverse de su sitio,
ante su príncipe, sabiendo que se expónía a la muerte por tal desobe
diencia. El monarca, irritado, mandó que lo agarraran sus satélites,
y que otro hiciera fuego por él. Cuando se le hubo pasado la colera al
rey , le dijo éste : « Miserable , te perdono ; mas ¿ por qué no has hecho
fuego según mi orden? — Temo el pecado, le contestó.— Vosotros los
cristianos observáis una religión muy severa. »
» Pasado algún tiempo, el rey elevó á Benito al grado de gran man
darín. Los honores no le hicieron perder su bondad. Tenia tan buen
corazón, que hubiera querido servir á lodo el mundo. Cristianos >
paganos acudían á él de todas partes, y cuando se trataba de hacerles
algún favor, á pesar de una hernia que le atormentaba sin cesar, des
plegaba una actividad sorprendente. Mas de una vez, viendo que com
praba esclavos paganos tan jóvenes ó tan viejos que no podían pres
tarle ningún servicio, le pregunté de qué útilidad podia serle toda
aquella gente. — Los compro, contestó, para ganar sus almas; y, en
efecto, sus esclavos han sido bautizados en su mayor parte
La Longanimidad, Longanimitas. Conseguida la paz para consigo
mismo por la paciencia, la benignidad y la bondad, frutos sin amar
gura ni acidez, róstale al cristiano estar también en paz con todo lo

(I) Annales, n.« 99 , p. 120 , an. 1845.


LOS FRUTOS.
que le rodea, es decir, con el prójimo. Esta dicha le proporcionan
los ires frutos cuya naturaleza vamos á explicar.
Si los favores corporales ó espirituales que hacemos produjesen
su efecto siempre y en el momento de hacerlos, bastaría la bondad
para sostenernos en una paz constante con el prójimo. Mas no sucede
asi : ordinariamente el resultado se hace esperar; y este esperar, muy
largo a veces, puede entibiar nuestra caridad y descorazonar nuestra
esperanza. Contra este peligro encontramos amparo en la longanimi
dad. Este, prolongado valor, lomjns animus, nos ayuda a soportarlas
dilaciones queridas ó permitidas por la Providencia, y esperar sin
inquietud, como el labrador, la cosecha que a su tiempo deben pro
ducir los favores derramados en el alma del prójimo. Brilla este nuevo
fruto en mil rasgos deslumbradores cutre cristianos de todos los siglos.
Veamos uno, cual se puede pedir, presentado por una de nuestras
nuevas hermanas del imperio chino.
* Dos cristianos, padre é hijo, habían apostatado durante la última
persecución. Hechos, después de su caída, objeto de horror para si
mismos, cayeron muy pronto en la desesperación. Desde este mo
mento no reconocieron freno alguno, y, dándose á excesos de todo
género, procuraban olvidar aquella fe á que habían hecho traición.
Casóse el hijo con una mujer pagana que tenia odio declarado á los
cristianos. ¡Maravilloso consejo de la divina sabiduría ! Esta mujer
debía ser, después de largos esfuerzos, el instrumento de la conver
sión de su marido. Este no había podido borrar de su memoria las
verdades de nuestra santa religión. Nuestros dogmas y preceptos se
mezclaban muchas veces en sus conversaciones; y, sin sospecharlo él,
ganaban el corazón de su compañera. Poco á poco, la gracia triunfó
tan completamente de sus antiguas prevenciones, que obligo ;i su ma
rido á que la iniciara , sin más dilación , en el culto que le había hecho
conocer.
» Entonces el marido comenzó á sollozar, y confeso que había rene
gado del Dios de los cristianos por debilidad. Esta confesión , lejos de
debilitar el valor de su esposa, la confirmó en su piadosa resolución,
y no cesaba de pedir , como el colmo de su dicha , el ser contada entre
los hijos del Maestro celestial. El marido no se opuso á este deseo, sin
embargo deque érala condenación de su propia conducta. Al con
trario, para facilitar á sus mujer los medios de instruirse, la confió
por algún tiempo á unas vírgenes cristianas.
> Estas la acogieron como hermana. Después de algunos días de
piadosos ejercicios, recibió el Bautismo. Salió de la pila bautismal
'i28 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
llena de un fervor tal, que, elevándose por encima de su sexo, se hizo
el Apóstol de su esposo y de su suegro. Ni oposición , ni dilaciones
pudieron desanimar su apostolado. Por el contrario, los obstáculos
no sirvieron sino para manifestar la longanimidad de su valor, y hacer
más brillante su triunfo. Tuvo la dicha de volver al redil á aquellas
ovejas descarriadas. «Después he visto muchas veces á estos tres neó
fitos y los he encontrado tan fervorosos y sencillos, que no sabia
cómo ensalzar la misericordia de Aquel que hace sobreabundar la
gracia donde abundó el delito (1).»
La Mansedumbre, Mansuetudo. Si la longanimidad hace que sopor
temos , por todo el tiempo que agrade á Dios y dure la resistencia del
prójimo, las penas y las fatigas que nos vienen de otro, la manse
dumbre nos impide murmurar de ellas. Paloma sin hiel , inofensivo
cordero : he aquí lo que hace al cristiano el fruto de que hablamos. Á
semejanza del divino Maestro , el hijo de la mansedumbre no troncha
la caña que está á medio romper , ni apaga la mecha que humea toda
vía, ni deja oír su voz en las calles, ni jamás vuelve mal por mal. El
Espíritu Santo , lo mismo hoy que siempre , no cesa de producir este
fruto de todos amado.
«Llego , escribe un misionero de América , y bendigo al cielo que
vuelve á colocarme otra vez en medio de mis queridos salvajes. Lo
primero que he hecho , ha sido informarme de su perseverancia. He
aqui la respuesta que se me ha dado. Padre , el cambio de esta tribu
se ha hecho objeto de todas las conversaciones del país. Hasta el in
vierno pasado , fué una cuadrilla de borrachos y ladrones; era el es
cándalo y el espanto de toda la vecindad. Mas desde su bautismo , ya
no son los mismos hombres. Todo el mundo admira su sobriedad , su
honestidad , su mansedumbre , y sobre todo su asidua asistencia á l»
oración ; sus cabañas resuenan casi de continuo con piadosos cán
ticos.
»Es un misterio para mi , me decia hace poco un anciano cazador
del Canadá , el espectáculo que presentan estos indios con el cambio
que en ellos se ha operado. ¿Querréis creer que yo he visto con mis
ojos á estos mismos salvajes , en 1813 y en 181'i , entregar al saqueo
y á las llamas las casas de los blancos, coger á los pequeñitos por el
pie y romperles la cabeza contra la pared , ó arrojarlos á calderas lle
nas de agua hirviendo? ¡Y ahora , basta la presencia de un traje negro

(t) Annalti, etc., n.« 105, p. 1 4 1 , an. «Sis.


los frutos; 429
para que caigan de rodillas y besen la mano como la de un padre,
avergonzándonos asi á nosotros mismos (1)!»
No menos hermoso ni menos suave es el fruto de mansedumbre
que se produce en las islas de la Oceania. «No creo que haya en el
mundo , escribe uno de sus apóstoles , una parroquia que recuerde
mejor que Futuna las costumbres de la primitiva Iglesia. En lugar
de tener que excitar la piedad de los neofitos , nuestros colaboradores
se ven obligados á refrenar y moderar su celo. ¡ Cuan hermoso es ver
á estos antiguos antropófagos , convertidos al presente en mansos cor
deros , entregarse ellos mismos a penitencias públicas , y conjurar á
los misioneros á que no limiten sus austeridades! ¡Cómo se hubiera
podido creer que estos feroces guerreros, que bebían en cráneos huma
nos , estén dispuestos hoy á derramar mil veces su sangre por Dios y
por los misioneros (2) ! »
La Fe, Fides. Si la mansedumbre falla , puede alterarse la paz con
el prójimo. Darle motivo de que se irrite, es una manera de herirlo y
aun de hacerle perjuicio ; y no es la única. También se le hiere y se
le perjudica con la mala fe en los contratos , con la infidelidad en las
relaciones sociales. Gracias al nuevo fruto del Espíritu Santo , el cris
tiano está al abrigo de estos odiosos actos. El fraude , la mentira , la
doblez , la traición , le causan horror. Su palabra , expresión adecuada
de la verdad, es santa ; y asi , puede contarse con ella. No importa
que le sea ventajoso ó no el cumplirla; la ha dado , y la sostendrá.
Como quiera que esta noble franqueza ha llegado á constituir el fondo
de su carácter , su primer movimiento es creer que la tienen también
los otros; pues suponer el engaño, le repugna. Con todo, en esta
hermosa alma, la sencillez de la paloma no está reñida con la pru
dencia evangélica de la serpiente. Véase al punto una prueba.
«En otro tiempo el pueblo de Wallis era embustero, ladrón de
oficio , pirata y antropófago ; hoy , ; tan poderosa ha sido la gracia
para cambiar los corazones!, hoy la mansedumbre forma su carácter,
la franqueza parece serle natural , y tiene horror al hurto. Aquí no
hay necesidad de llaves. El misionero puede dejar los frutos, el vino,
el dinero , todos sus efectos, al alcance de los naturales , sin temor de
que loquen á nada. ¡Dichoso pueblo, que tan bien ha gustado el don
de Dios (3) I»

(1) Annaki, etc., n." 103, p. i93,an. 1845.


(2) iba., n.' 120, p. 351, an. 1848.
(3) Ibid., n." 98, p. 44, an. 1845.
Un TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
En cuantos la prudencia, según advierte San Juan Crisostonio,
la serpiente procura ante lodo guardar su cabeza ; asi el cristiano lo
sacrifica todo por salvar su fe, es decir, la palabra que ha dado a
Dios. Dos sacerdotes del Tong-kin fueron arrestados por .sus perse
guidores. El mandarín queria probarles cuánto sentía ejercer contra
ellos una misión de rigor. Si la conciencia de sus prisioneros hubiera
podido prestarse á cualquier acomodamiento, los hubiera restituido
coualegria al amor de sus rebaños. No temió, pues, abrir su corazón
con el P. Lac.
«Maestro, le dijo: vos sois joven todavía ; ¿ por qué queréis morir
tan pronto? Creedme, cerrad los ojos," y pasad por encima del cruci
fijo, ó, por lo menos, al lado. Si os parece mejor, mis dependientes
os pasarán ; con tal que os dejéis llevar, dictare sentencia de perdoiu
El Padre respondió : «No consiento de modo alguno: condenado»
más bien á que me despedacen.» Esta valerosa y leal respuesta le
valió la palma del martirio (1).»
Para conocer por experiencia todos los frutos divinos cuya dul
zura y belleza hacen las delicias del cristiano , nos quedan tres por
coger. De ellos vamos á hablar en el capitulo siguiente.

(1) Annalet, etc., n." 85, p. 414, an. 1842.


CAPÍTULO XXXIX.

(Continuación del precedente.)

Sumario.— La modestia : i»jeuiplo.—La continencia : ejemplo.—La castidad:


ejemplo.—Cuales sean las cosas opuestas a loa frutos del Espíritu Santo.
—Obras de la carne.—Lo que es la carne Por qué se dicen sus obras y
no sus frutos.—Oposición general de las obras do la carne á los frutos
del Espíritu Santo.—Oposición particular.—Necesidad social de todas las
operaciones del Espíritu Santo.

No perdamos do vista que el fruto es el acto beatifico mas elevado,


y que por lo mismo hace gustar al alma una suavidad, un reposo
deleitable, que el mundo no conoce, y que es como la cata de las dul
zuras eternas. Hemos visto que, por virtud do los nueve primeros
frutos, el cristiano vive en dulce paz con Dios, consigo mismo y con
el prójimo. Para gozar de la tranquilidad completa, no le falta más
que ponerse en orden con relación á lo que hay encima de él ; y pre
cisamente á los tres últimos frutos deberá el complemento de su feli
cidad.
La Modestia , Modestia. Este fruto divino es el orden en todo nues
tro ser exterior. La modestia , como irradiación que es de la paz inte
rior, mantiene nuestros ojos, labios, risa, movimientos, vestido,
toda nuestra persona , dentro de los justos limites marcados por la
fe. El Verbo encarnado, conversando con loshombres, hablando, oyen
do, obrando, es el espejo en que se mira constantemente el discípulo
del Espíritu Santo, y el modelo infmitamente perfecto cuyos rasgos
se esfuerza por reproducir en si mismo. Nada hay más amable que
esta divina modestia, y nada más elocuente. Por eso quería el Apóstol
que la modestia de los cristianos fuera notoria como la luz, y cono
432 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cida de todo el mundo (1). Era, en su concepto, uno de los mejores
medios de llamar los ínfleles a la fe y los pecadores á la virtud.
Mil y mil ejemplos dan la razón al Apóstol. Conocido es de todos
el de San Francisco de Asis. Habiendo llegado á una ciudad, el Sera-
fín de la tierra dijo á su compañero : «Hermano, vamos á predicar.»
Salieron juntos, dieron una vuelta por las calles sin hablar palabra,
y se volvieron á casa. «Pero, ¿no habia dicho su Paternidad que
Íbamos á predicar? ¿cómo hemos vuelto sin decir nada ? ¿y el ser
món?— Ya lo hemos predicado,» respondió el Santo. Y con razón: la
presencia de aquellos dos religiosos tan modestos, era una predicación
más persuasiva que los mejores discursos.
De la Edad Media acá, la modestia cristiana no ha perdido nada
de su poder. «Nuestras vírgenes chinas, escribe un misionero, no
tienen otra clausura que la prudencia , ni otro velo que la modestia :
y no por esto dejan de ser el consuelo de la Iglesia y la admiración
de los paganos. De tal manera saben inspirar el amor de la santa vir
tud, que muchas veces llegan a suscitar émulas y modelos entre los
infieles mismos. He aquí un hermoso ejemplo. Habiendo una pagana
contraído relaciones con una de nuestras vírgenes cristianas, ésta le
pintó con tan vivos colores la felicidad de que gozaba, que despertó
en el corazón de la joven china los sentimientos de una santa envidia.
Dios oyó sus deseos, y la joven se encontró pronto en estado de recibir
el Bautismo.
üTomó el nombre de Magdalena. Á la feliz neofita no le cabía el
gozo en el pecho, y quiso compartí rio entre toda su familia. Al princi
pio se burlaban de ella : luego acabaron por escucharla y por rendirse
á todo lo que la misma quería ; tan poderosa es la gracia secundada
por el celo puro. El padre, la madre , los hermanos, hermanas y otras
varias personas se hicieron pronto cristianos. Veinte hijos de Dios
se cuentan al presente , donde poco ha no habia mas que esclavos
del demonio , y este número se duplicará regularmente antes de un
año (2).»
La Continencia , Gontinentia. Si el hombre exterior se mantiene
en el orden por la modestia , el hombre interior encuentra un freno
en la continencia. Este fruto del Espíritu Santo, según lo indica su
nombre, domina la concupiscencia, ahora ésta tenga por objeto el
beber, ó el comer, ó la sensualidad: la sojuzga, lucha contra sus

(1) Modestia vestra nota sit omnibus hominibus. (Philip., iv , 5.)


(2) Anuales, etc., a.° 116, p. 45, an. 1848.
LOS FRUTOS. 433
movimientos rebeldes, y, á pesar de sus invasiones en el dominio de
la imaginación y los sentidos, impide que el desorden y la inmun
dicia ganen el santuario de la voluntad. Este imperio sobre las incli
naciones groseras del hombre animal es la gloria exclusiva del
cristiano y el signo manifiesto de la presencia del Espíritu Santo, y,
como tal, se le admira en cada página dela historia de los pueblos y
en la biografía de los hombres cristianos. Abramos los anales con
temporáneos, y oigamos á uno de nuestros misioneros, perdido entre
los hielos del polo , en medio de los antropófagos más vigorosos de
toda la tierra.
«Entre los salvajes que me encontré juntos en el fuerte de Albany,
uno de los que la gracia cambió de una manera tan eficaz como pron
ta, era un joven polígamo. Sus amigos, y en especial su madre, que
es modelo de virtudes, habían hecho todos los esfuerzos para deter
minarle á que tuviera sólo una espo'sa ; pero no lo habían podido
conseguir. Dos días hacia que yo estaba en Albany , cuando llegó con
su numerosa familia. Tan luego como supo que yo estaba en el fuerte,
le entró como miedo de verse en mi presencia, y se (pieria marchar
al punto ; de modo que le costó a su madre bastante trabajo el po
derlo retener. Pero evitaba cuidadosamente mi encuentro ; y cuando
me presenté en su choza para verlo, se había ocultado. Me enseñaron
su escondrijo, fui en su busca , y como la regeneración de sus hijos
me preocupaba algo más que su divorcio, traté de hacerle compren
der la importancia del Bautismo.
»En el primer momento de nuestra entrevista , temiendo sin duda
mis reprensiones , se puso a temblar en todo su cuerpo ; pero luego se
tranquilizó, y en el mismo día me trajo todos sus niños para que los
hiciera cristianos. Concluido el Bautismo, me pidió con encarecimiento
el mismo favor para si mismo : aqui le esperaba yo.— Tú no podras
ser bautizado, le dije , mientras tengas dos mujeres : el Gran Espíritu
no consiente esto. Si continúas violando su prohibición , en vez de
llevarte consigo á la mansión de la gran luz, te arrojará con el maligno
Manitou al fuego del abismo.
»Estas palabras hicieron en el alma del salvaje todo el efecto que
yo podía esperar. Dejando caer la cabeza sobre el pecho, no respondió
nada , y durante algunos minutos pareció abismado en reflexiones
profundas. Luego, levantándose de repente: — Padre, me dijo: loque
me mandas es muy justo. Supuesto que el Gran Espíritu no dió al pri
mer hombre más que una compañera , no debo tener yo dos. ¿ Á cuál
de ellas quieres que despida ?— Debes conservar la primera ; pero
tomo ti. 28
434 TRATADO DEL ESPÍMTU SANTO.
como los hijos de la segunda son tuyos, es menester que los eduques
y que cuides de su madre como de una hermana.— Gracias, dijo ; y
se fué incontinenti para anunciar su resolución á la segunda. Ésta
no se mostró menos resuelta que él , y desde entonces no los he visto
juntos más que en la capilla , donde rivalizaban en celo por hacerse
instruir (1).»
La Castidad, Castitas. Este fruto duodécimo, que corona á todos
los demás , hace del hombre un ángel en cuerpo mortal. La castidad
es á la continencia lo que la victoria es á la lucha ; representa al ven
cedor después del combate. El alma casta , el alma virgen , señora de
sus sentidos interiores y exteriores , reina , como Salomón , en la ple
nitud de la paz. Junto á ella , el brillo de todo el oro del mundo queda
eclipsado. Excita el respeto de la tierra ; hace las delicias del cielo, y
provoca la rabia del infierno. Si no hay esfuerzo que el demonio deje
de emplear para arrancar á la humanidad esta corona de gloria, tam
poco hay género alguno de resistencia heroica que no encuentre en
contra de si. En la defensa de este bien , más precioso que la vida,
brilla soberanamente el valor de los cristianos , y, sobre todo, de las
cristianas. ¿ Quién no conoce la conducta de tantas heroínas de los
primeros siglos ? Noble ejército de vírgenes y mártires , vosotras os
habéis perpetuado hasta nosotros , y os perpetuaréis hasta el fin de
los siglos , doquiera reine el Espíritu de santidad.
Abramos una vez más nuestros anales contemporáneos. «El asunto
de que voy á hablaros es bien sencillo. No se trata sino de una niña de
poca edad, que presenta un triunfo brillantísimo de la gracia. Haci3
el fin del año 1841 , una familia católica, compuesta de tres persónas,
dejaba Alepo para trasladarse á Egipto. Después de haber visitado los
Santos Lugares y atravesado la Judea , se internó en el desierto que en
otro tiempo cruzóla Sagrada Familia huyeudo de la cólera de Herodes.
Ya columbraban en lontananza las murallas de El-Arich , la antigua
Gerara , cuando apareció una banda de soldados albaneses. Al verlos,
el espanto se apodera de nuestros piadosos viajeros , corren azorados
y se dispersan en la soledad, que no puede ocultarlos. La niña fué
hallada por sus raptores pálida , temblorosa, llamando á su madre, a
quien no había de volver á ver , y fué llevada cautiva al Cairo, donde
la encerraron en la casa de un musulmán.
»La infortunada pasaba los dias llorando ; y ciertamente nunca Ho
raria demasiado su libertad perdida y su familia sacrificada. Un solo

(I) AnnalM, etc., n.° 141, p. 101 , an. 1852.


LOS FRUTOS. 435
bien le quedaba : era su fe candorosa en el Dios de los huérfanos , y,
amenazado también este tesoro , lo defendía con amor heroico. —Ten
presente , decia muchas veces á su amo, ten presente que tu esclava
es cristiaua.— ¡ Ay ! Él no lo olvidaba. Rugiendo todos los días de no
haber podido ajar aquella débil caña que se erguía siempre bajo el
esfuerzo de su mano, recurría á nuevas astucias , la adulaba con las
promesas más deslumbradoras, se abajaba hasta las súplicas , saliendo
vencido, pero furioso, y en su despecho ensayaba nuevas torturas,
tan impotentes como sus despreciadas súplicas y sus vanas amenazas.
» Lágrimas y suspiros era todo lo que conseguía de la pobre niña.
En vano el turco le repetía :—Cautiva de un musulmán , ó abrazarás
la religión de tu amo, ó morirás á sus manos. — Toma mi vida y
déjame á mi Dios, respondía la heroína. ¡Desventurada de mi! Ya
que he perdido todo en este mundo, no consentiré en renunciar al
cielo.—Y la gracia contaba con un-triunfo más cada vez que el opresor
acometía á su víctima. Á la manera de aquellas vírgenes tímidas de
los primeros siglos, á quienes tantas veces fué dado domar á los leo
nes rugientes eu la arena , y verlos encadenados á sus pies por el en
cantamiento divino de una virtud angelical, la cristianita de Alepo se
imponía al turco en su propia casa , convertida para ella en anfiteatro.
'Cierto día, que fué el 18 de Enero de 1843, se quedó entreabierta
la puerta de la casa en que nuestra cautiva se consumía llorando
hacia ya dos años. No dudando de que había llegado el momento de
su liliertad, salvó, sin ser vista, el umbral de su prisión , y corrió á
refugiarse, al azar, en la habitación vecina. Afortunadamente era la
de un armenio católico. Al ver á la muchacha que, toda descom
puesta , se le entraba en su casa , la recibió en sus brazos y la pre
guntó quién era, de dónde venia y qué quería ; mas ella , temblorosa
y como perseguida por enemigos invisibles, no podia responder más
que con este grito desgarrador :—¡ Sálvame, cómprame!
»EI buen armenio juzgó que era menester esconderla por el mo
mento; y, habiendo llegado á tranquilizarla, le preguntó de nuevo,
y esta vez ya con más resultado. Ella le contó todas sus desdichas,
con todos los pormenores, y luego añadió :—No me entregues al ver
dugo de mi familia ; pues ahora llevaría á cabo su amenaza , y , como
precio de mi fidelidad á nuestro Dios, me inmolaría el turco en su
casa ó me vendería á los negros del Senaar.
»No era menester más para que el armenio se interesara por la
suerte de la huérfana. Por de pronto, la tuvo oculta por espacio de al
gunos días. Pero temiendo exponerse á algún vejamen si otros revé
436 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
laban el secreto antes que él, juzgó prudente informar por si mismo
á la autoridad musulmana de todo lo que había pasado.
»En vista de su declaración , el gobernador egipcio hizo traer á su
tribunal la fugitiva y el soldado albanés. Interrogó á la joven acerca
de su pais, sus padres y su religión. Ella respondió con mucha fir
meza que era cristiana y natural de Alepo; que los soldados alba-
neses la habían cogido á tuerza en el desierto , y que, á falta de sus
padres, reconocía por padre al cura católico armenio. — Hazte musul
mana, le dijeron los turcos sentados para juzgarla, y compartirás
nuestra fortuna y nuestros placeres. — Soy reina por mi fe , respon
dió,': todos vuestros bienes no valen lo que mi corona. Antes que re
nunciar á ella, sufriré la muerte.
«Esta valentía llenó de admiración al tribunal y al auditorio, a los
musulmanes lo mismo que á los cristianos. Había entre los especta
dores un joven caldco católico, que había seguido con el mas vivo in
terés todo el curso de los debates. Enamorado de las virtudes de I.)
joven, asombrado de sus respuestas y reputándose feliz de poder hacer
que la infortunada olvidara la prolongada cadena de sus' desdichas,
la pidió por esposa. Su oferta fué aceptada, y el cura de Tierra Santa
ha bendecido, hace pocos días, esta boda venturosa. Toda la pobla
ción católica del Cairo ha tomado parte en este matrimonio , y mi co
razón de padre, abrevado frecuentemente do amarguras, se ha espa
ciado con indecible consuelo al contemplar la alegría de estos dos
jóvenes, tan dignos el uno del otro por la generosidad de su fe y la
inocencia de su vida (1).»
6." ¿A qué se oponen los frutos del Espíritu Santo? Tomados se
paradamente, cada uno de los frutos del Espíritu Santo es un prin
cipio de felicidad : tomados en conjunto , constituyen la felicidad com
pleta en cuanto es compatible con nuestra condición terrestre ; y asi,
forman la oposición adecuada de la infelicidad, cualquiera que sea su
nombre. Considerada desde este punto de vista, la iglesia católica se
nos representa como un inmenso vergel, cuyos árboles , cargados de
frutos, recrean todos los sentidos del cuerpo, proporcionan descanso
a todas las facultades del alma , y perpetúan, á través de los siglos,
el paraíso terrenal.
Con menos habría bastante para concitar todo el furor de Satanás,
cuya ocupación constante se dirige á talar el magnifico jardín del
esposo , arrancar sus árboles , hacerlos estériles , convertirlos en ar-

(1) AnnaUa, etc.,*n.° 99, p. 89, an. 1845.


LOS FRUTOS. 437
boles mortíferos , y de este modo acarrear al hombre la infelicidad
temporal y eterna. Fiel á su constante propósito de falsearlo todo , al
lado del vergel divino ha criado un jardín emponzoñado, como fundó
la Ciudad del mal junto á la Ciudad del bien. En ese su jardín de plantas
venenosas pone los árboles que va robando, les da cultivo y les hace
producir sus fru los, cu yo número y cal idad vamos á poner de manifiesto.
El Apóstol San Pablo nos ofrece la nomenclatura siguiente : «Las
obras de la carne , dice , están patentes : como son , fornicación, im
pureza, deshonestidad , lujuria, idolatría , hechicerías , enemistades,
contiendas, celos, iras, riñas, discordias, sectas, envidias, homi
cidios, embriagueces, glotonerías, y otras cosas como estas (1).»
Aqui se presentan dos cuestiones. ¿Qué deberemos entender por la
carne, y por qué se dice las obras de la carne, y no los frutos , como
decimos los frutos del Espíritu Santo?
La carne significa la concupiscencia , es decir , la inclinación que
tenemos al mal : es el veneno ó el virus que la serpiente infernal nos
inoculó cuando mordió á nuestros primeros padres , de quienes pasa
de generación en generación á toda su posteridad. Asi es que la car
ne, ó sea la concupiscencia, es el demonio mismo presente en nos
otros por su veneno (2). Se dice la carne, por dos razones: la primera,
porque el virus satánico reside en la carne ó en la sangre , y por ella
se transmite: la segunda, porque la concupiscencia nos arrastra prin
cipalmente á la disolución carnal, á beber y comer, á los goces y
bienestar del cuerpo. No obstante, se comunica también al alma, pro
duciendo el orgullo, la ambición, la curiosidad, la ciencia vana y
otras malas disposiciones puramente espirituales.
Aunque en rigor se podría decir , frutos de la carne ó del demo
nio , sin embargo , Santo Tomás , explicando la palabra del Apóstol,
opera carnis , se expresa asi : «Lo que sale del árbol contra la natura
leza del árbol no se llama fruto , sino más bien corrupción. Ahora
bien: los actos virtuosos son como naturales á la razón. De donde pro
viene que las obras de las virtudes se llamen frutos , y no asi las obras
de los vicios (3). » De todos modos , las obras de la carne , considerá
is Gal., v, 19-21.
(2) Concupiscencia, puta, voluntas mala, est daeinon nos impugnans.
(Abbat Pimeniut , ín cit. Patr., lib. vu , cap. xxn.)
(3) Id quod procedjt ab arbore contra naturam arboris non dicitur esse
fructus ejus , sed magis corruptio quaedam. Et quia virtutum opera sunt con-
naturalia rationi , opera vero vitiorum sunt contra rationem , ideo opera vir
tutum fructus dicuntur , non autem opera vitiorum. (I. i., q. lxx , art. 4.)
438 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
das en su principio , en su conjunto y en sus detalles, son la contra
posición de los frutos del Espíritu Santo.
Dos potencias luchan en la sociedad , porque luchan dentro del
hombre: hay entre ambas una oposición completa inmutable (1). El
Espíritu Santo , descendido del cielo , su gloriosa mansión , atrae al
hombre hacia lo alto : Satanás hace lo contrario : habiendo subido del
abismo, su negra morada, arrastra al hombre hacia abajo. En otros
términos : el Espíritu Santo , despegando al hombre del amor de las
cosas terrestres . le excita a obrar según la razón y la fo : Satanás,
empujando al hombre á procurarse apasionadamente los bienes sen
sibles , le hace obrar contra el dictamen de la razón y de la fe. De
estos dos agentes , el uno ennoblece , el otro degrada ; el uno santi
fica , el otro mancha y corrompe. Como en el orden físico el movi
miento hacia arriba es contrario al movimiento hacia abajo , asi es
cosa manifiesta que las obras de la carne son diametralmente opuestas
á los frutos del Espíritu Santo. Tal es la oposición general ; mas ésta
no es sola.
Hay otra oposición particular entre cada una de las obras de la
carne y cada uno de los frutos del Espíritu Santo. La primera obra de
la carne, que el Apóstol nombra , es la fornicación, fornicatio. Este
acto culpable es destructor de la caridad , que une al hombre con
Dios y con el prójimo.
Las tres siguientes son : La inmodestia , la impudicicia , la lujuria,
immunditia , impudicitia , luxuria. Estos desórdenes, inseparables de
la fornicación , introducen la perturbación hasta lo más intimo del
ser humano, y hacen desaparecer la alegría del corazón, la serenidad
de la frente y la modestia de los sentidos.
La quinta es la idolatría, idolorum servitus. Pero la idolatría es
la guerra abierta contra Dios, la guerra sacrilega en lo que tiene más
culpable. ¿ Qué cosa puede haber mas contraria á la paz , no sola
mente del hombre con Dios, sino de los hombres entre si? ¿No es la
idolatría la causa de las luchas más encarnizadas que nos recuerda
la historia?
La soxta, séptima, octava y noveua, son las hechicerías, las ene
mistades, los pleitos y los celos , veneficia, inimiciliae, contentiones,
aemulationes. ¡Ved qué horrible cortejo lleva Satanás detrás de si!
i Qué cria de víboras arroja en el alma de que se apodera! Todas es-

(1) Gol., y, 17.


LOS FRUTOS. 439
tas obras tenebrosas son directamente opuestas á los frutos de pacien
cia , benignidad , bondad y longanimidad.
Las tres obras de la carne que siguen á continuación , son : las
iras, riñas y disensiones, irae, rixae , dissensiones. Fácilmente se
echa de ver que se oponen á la mansedumbre.
Restan las cinco últimas , que son : las sectas y envidias, los ho
micidios, la embriaguez y los excesos en el comer, sectae, invidiae,
homicidia , ebrietates , comessationes. Con extinguir la rectitud , la
buena fe, la lealtad , la fe en todo sentido, las sectas ó herejías matan
la caridad y abren un abismo entre los habitantes de un mismo lu
gar , entre los miembros de una misma familia. Con razón el Apóstol
nombra , detrás de la herejía , las envidias y los homicidios. Estos
crímenes están en oposición directa con la fe religiosa y social, cuyo
efecto particular os unir las inteligencias y los corazones : Cor tmum
et anima una. Pues cuando la fe se debilita ó se extingue, la razón
decae y el alma pierde su imperio, que infaliblemente es reempla
zado por la tiranía de los sentidos. El hombre cae entonces en la crá
pula, de bueno ó de mal tono, decente ó grosera, civilizada ó bárbara,
según la esfera en que vive : Ebrietates , comessationes. Esto es la
ruina de la continencia (1).
De este modo queda completamente asolado el vergel del Espíritu
Santo. Por lo demás, no hay que extrañar que las obras de muerte
enumeradas por el Apóstol sean en mayor número que los frutos de
vida ; pues , por una parte, esta superioridad numérica no perjudica
en nada á la oposición que hemos marcado , consistiendo la diferencia
en que á un mismo fruto del Espíritu Santo se oponen varias obras
de la carne ; y , por otra parte, San Pablo no se propuso indicar en
particular todas las obras de la carne , asi como tampoco todos los
frutos del Espíritu Santo. «Solamente quiso, dice San Agustín, mos
trar la oposición general de unas y otros, y cuáles son las cosas que
debemos hacer y las que debemos omitir (2).»
Ved ahí los dos jardines, plantado el uno por el Espíritu del bien,
y el otro por el Espíritu del mal. Es un nuevo rasgo del paralelismo,
tantas veces marcado , entre la obra divina y la satánica. Aquí, por
consiguiente, vuelve á preseutarse para el hombre, lo mismo que

(() Véase Santo Tomás, i. 2., q. i.xx, art. i.


(2) Apoatolus dod lioc ita suscipit ut doceret quot sunt vel opera carnis,
vel fructua Spiritus ; sed u t oatenderet , in qno genere illa vitanda , illa vero
sectanda »int. (S. Aug., in epiit. ad Gal., c. vui.)
140 TRATADO DEL BSPÍRITU SANTO.
para las sociedades , la alternativa inevitable de vivir en uno ú otro
de los dos jardines, de comer de sus frutos, y , comiendo de ellos,
hallar la vida ó la muerte. Colocado el mundo entre dos señores, va
á parar forzosamente ó al uno ó al otro. Nunca insistiríamos dema
siado en recordar esta ley, de la cual no hubo nunca dispensa , ni la
hay, ni la habrá jamás. Es, á juicio nuestro, el medio de hacer pal
pable la necesidad de todas las operaciones del Espíritu Santo.
Que no se olvide, pues; todas estas operaciones, sin excepción
alguna , son necesarias á la sociedad , en el mero hecho de ser nece
sarias al hombre. La fe , la esperanza , la caridad , hijas mayores del
Espíritu Santo, son necesarias á la sociedad, porque sin ellas, la
sociedad queda inevitablemente entregada á la imprudencia , la in
justicia, la bajeza y la intemperancia. Los siete dones del Espíritu
Santo son necesarios á la sociedad ; porque , sin ellos , la sociedad cae
bajo el imperio de los siete pecados capitales, cuyo conjunto forma el
más enérgico disolvente de todo orden social.
Las siete bienaventuranzas divinas son necesarias á la sociedad;
porque si ésta no las practica, practicara inevitablemente las siete
bienaventuranzas satánicas, que realizan el mal en todas sus formas.
Los frutos del Espíritu Santo son necesarios á la sociedad ; porque si
la sociedad no se alimenta de ellos, se alimentará forzosamente do los
frutos emponzoñados de Satanás , principios fecundos de revoluciones
y catástrofes.
El reinado del Espíritu Santo , con todo lo que lo constituye, es
necesario para la felicidad del mundo ; porque sólo él puede preservar
al mundo del reinado del espíritu maligno. Pues bien; el reinado de
Satanás es el mundo pagano con IVerón por amo ; en tanto que el rei
nado del Espíritu Santo es el mundo católico , dirigido por el Vicario
infalible del Verbo encarnado. Bajo el primero, el linaje humano es
una manada de lobos : bajo el segundo , es un rebaño de corderos.
Esta alternativa, inevitable en el mundo, no lo es menos al otro lado
del sepulcro. Lo veremos en el capitulo siguiente.
CAPÍTULO XL.

El fruto do la vida eterna

Sdmabio.—Por qué el cielo se llama fruto.— Armonía en las obras de Dios.—


El cielo será el reino del Kspiritu Santo , ó del amor infinito.—Efecto de
este amor: transfigurará todas las cosas.—Las criaturas serán transfigu
radas, no destruidas.—Hermosura del mundo futuro.—Transfiguración
del hombre y cualidades del cuerpo transfigurado.—Goces de cada uno de
los sentidos.—Rasgo histórico.—Cualidades del alma transfigurada.—Ale
gría de todas las facultades.—Contraposición del cielo , el infierno —In
exorable necesidad de ir al uno ó al otro.—Medio de lograr el cielo.—El
culto del Kspiritu Santo.

La gracia difundida en el alma por obra del Espíritu Santo en el


dia del Bautismo constiluye la vida sobrenatural. Sus fuerzas vivas
son las virtudes infusas : los dones del Espíritu Santo ponen en movi
miento estas fuerzas, y las hacen producir actos beatíficos que se lla
man bienaventuranzas. Estos actos beatíficos, ejecutados con la mayor
perfección, toman el nombre de frutos, por cuanto producen en el
alma una suavidad semejante á la que deja en el paladar una fruta
excelente en el mejor estado de madurez. Pero estos mismos frutos
no son más que flores relativamente al fruto de la vida eterna. Todas
las operaciones del Espíritu Santo tienden á procurar al hombre este
fruto único, que es el cielo (i).
(t) Cum fruetns habeat quodammodo rationem ultimi et finia , nihil pro
hibe! alicujus fructus esse alium fructum ; sicut finís ad finem ordinatur :
opera igitur nostra , in quantum sunt effectus quídam Spiritus Sancti in
nobis operan lis, habent rationem fructus; sed in quantum ordinantur ad
finem vitae aeternae , sic magis habent rationem fiorum : unde dicitur.
(Bccli., XXIV , 33.)—Florea rmi fruclut Aonorí» ti graiiie. (S. Th., 1. 1., q. LXX,
art. 1.) .
442 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
« Glorioso es el fruto de los buenos trabajos , i se lee en el libro
de la Sabiduría (1). Y en el Evangelio : « El que siega, recibe la re
compensa y recoge el fruto para la vida eterna (2). » Y en el Apoca
lipsis : « Al que venciere le daré á comer del árbol de la vida , que
esta en medio del paraíso de mi Dios (3).» ¿ Por qué razón la felici
dad , la inmortalidad , el cielo , en fin , se nos presenta bajo el nom
bre de fruto? En el paraíso terrenal , figura del cielo, babía un árbol
de la vida , cuyo fruto , de exquisito sabor y extraordinaria hermo
sura , tenía la propiedad de comunicar la inmortalidad , y al lado de
este árbol estaba el de la ciencia del bien y del mal , cuyo fruto data
la muerte.
Colocado Adán entre estos dos árboles que conocía perfectamente,
vencido por la tentación, comió del fruto del árbol prohibido antes de
haber probado el del árbol de la vida. Es de fe que el árbol de la
vida , igualmente que el de la ciencia del bien y del mal , era un ár
bol verdadero. Su fruto, comiéndolo en una ocasión determinada,
debía prolongar la vida durante muchos miles de años ; y después de
haber conservado al hombre en una juventud constante , hacerlo en
trar, sin pasar por la muerte , en la vida sin fin de la eternidad ¡4).
¿ Qué tiene , pues , de extraño que el Espíritu Santo, restaurador
de todas las cosas , nos haya presentado el cielo cual fruto del árbol
de la vida , pero fruto perfeccionado y dotado de la virtud de hacer
vivir al hombre mientras Dios sea Dios y con vida divinamente ven
turosa ? Un fruto fué la perdición del hombre ; otro fruto será su fe
licidad. ¿ Podía la victoria ser más proporcionada á la derrota ? üt
quiin ligno vincebat, in ligno quoque vinceretur.
Asi , pues , cuando el género humano , alimentado de los frute'
del Espíritu Santo, se haya dormido con el sueño de la muerte, el
Espíritu divino, continuando sus obras de deificación , vendrá á aña
dir á todos sus beneficios ün beneficio mayor. Como hizo que »'

(1) Bonorum enim laborura gloriosus est tractos. (Sap., ui , 15.)


(2) Qui metit, mercedem aocipit et congregat frnctum in viuim aeter-
nam. (Joan., iv, 36.)
(3) Viocenti dabo edere de ligno vitae, quod est in parattiso Dei mei
(Apac, ii , 7.)
(4) De fide est fuiste hanc veram arborem.... hoc lignum prorogassrt
homini vitam et vigorem ad aliquot annorum milia , donee Deas eum tru-
stulisset in eoelum, quae aeternitas quaedam est. (Com. o Lap.. G«n.. n , 9.)—
En la ambrosia, el néctar y otros alimentos que comunicaban la imiortali-
dad a los dioses , conservó el paganismo el recuerdo de este árbol de la rida.
EL FRUTO DE LA VIDA ETERNA. 443
levantara del sepulcro el Verbo encarnado, tipo del hombre, asi hará
que resuciten todos sus miembros. « Si habita en vosotros , dice San
Pablo, el Espíritu de Aquel que resucitó á Jesús de entre los muer
tos, volverá también á la vida vuestros cuerpos mortales por causa .
de su Espíritu que habita en vosotros (1).»
¿Y qué hará con el hombre gloriosamente resucitado? Lo llevara
al cielo, verdadero Edén de la felicidad y de la gloria , donde le
dará á comer el Iruto del árbol de vida que hay en el paraíso de Dios.
Por la virtud y las propiedades de este fruto misterioso , todo servirá
allí para la restauración de las criaturas y del hombre. ¿ Por qué? Por
que el cielo será el reinado absoluto del Espíritu Santo, y consiguien
temente el reino del amor infinito, obrando en la pleuitu 1 de su
expansión , sin obstáculos , ni limites , ni dimiuución alguna ; pe
ndrándolo todo, animándolo todo, iluminándolo todo, divinizándolo
todo, inundando á todos los habitantes de su inmensa Ciudad , hom
bres y ángeles , en un mismo océano de luz , de amor y de delicias
eternas. He ahí la gran obra del Espíritu Santo, el término final a
que nos conduce con sus operaciones sucesivas.
¿ Qué efecto producirá en nosotros este amor substancial, infinito,
obrando con su energía incomprensible ? Nos produciría la muerte
instantánea , si permaneciera entonces la debilidad actual de nuestra
naturaleza. ¿ Qué ser creado podría nunca sostener el peso de lo infi
nito ? Pero no hay que temer tal cosa. Como fortaleció á María el día
de la Encarnación , la virtud del Altísimo nos cubrirá con su som
bra : Virtus Altissimi obumbrabit Ubi.
Á fin de que las criaturas sometidas á la acción del Espíritu Santo
ni sean consumidas por sus ardores infinitos , ni deslumbradas por
la luz infinita , ni aplastadas bajo el peso de la felicidad infmita , se les
comunicará una energía tal , que viviran en esta inmensa atmósfera
de amor, de luz y de ventura, felices, libresy ágiles, como los peces
en el Océano : la vida de la gracia se convertirá en la vida de la glo
ria. Preparados asi , el amor infinito producirá en ellos un efecto se
mejante al que el fuego produce en el oro, que no lo consume, sino
que lo transforma. La transformación divina se extenderá á cuanto
sea digno de ella ; porque el Espíritu de vida no destruye nada de lo
que ha hecho. De este modo serán transformados el hombre en todo su
ser y el mundo que habitamos.
Transfiguración del mundo, es decir, del cielo y de la tierra. La

(I) Rom., viii, ti.


444 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
creación física sigue la condición del hombre, que es su señor. Estuvo
bien mientras el hombre fué inocente ; está mal desde que el hombre
es culpable, y será glorificada cuando él sea glorioso. El cielo, pues,
será la plena y eternal realización de este deseo expresado por el Após
tol en nombre de toda la creación : • Toda criatura espera con impa
ciencia la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación esta
sometida á la vanidad , no voluntariamente , sino por causa de aquel
que la sometió en esperanza ; pues la criatura misma sera libertada
de la servidumbre de la corrupción pasando á la libertad de la gloria
de lo» hijos de Dios. Sabemos , en efecto, que toda criatura gime y
siente hasta ahora los dolores del parto ; y no sólo ella, sino también
los que tenemos en nosotros mismos las primicias del Espíritu (IJ.i
¿Qué significan esos dolores y suspiros de toda la naturaleza? Sig
nifican que la creación no ha llegado á su fin. Significan que, si no
hubiera otro mundo, la vida presente seria una amarga ironía. Sig
nifican que la creación entera aspira , no á su destrucción , sino a su
renovación, y que á su modo dirige á Dios , lo mismo que el hombre,
esta petición del Padre Nuestro : Venga á nos el tu reino. Todo ser,
dice Santo Tomas, repugna su destrucción. Al desear, pues, ardien
temente las crialuras el fin de este mundo , no desean ser aniquiladas,
sino ser libertadas y renovadas. De aquí los Doctores católicos sacan
la muy lógica conclusión de que las criaturas no serán destruidas, sin«
purificadas por el fuego del último día , como el oro no se destruyeal
pasar por el crisol , sino que sale mas puro y más brillaute (J).
¿Qué sera en si y en sus resultados esta transfiguración del mundo?
Kn si misma será la mayor participación posible de las perfecciones
de Dios por las criaturas racionales. Dios es eternidad, luz, amor.
Las criaturas , pues , serán , en cuanto su naturaleza lo permite, eter
nidad, luz y amor.
Eternidad. Durarán por siempre jamás, sin alteración de su forros
y hermosura. «Los astros, dice Santo Tomás, quedaran fijos é inmó
viles en el punto del firmamento que sea más conveniente para que
puedan brillar con todo su esplendor en la Jerusalén bienaventurada.
Los tiempos, cuya sucesión marcan ahora los cuerpos celestes, cede
rán su lugar al dia sin noche, que se llama eternidad. La tierra, siem-

(1) Rom., viii, 19-23.


(2) Véanse las autoridades en el CaUcitmo de Perseverancia , t. viii , Reto
men general. MU se encontrarán también amplios detalles, que aquí no
podemos reproducir.
EL FRUTO DE LA VIDA «TERNA. «5
«
pre iluminada del mismo modo, gozará de una temperatura cons
tantemente igual; y los otros elementos, que no sufrirán alteración ni
en si mismos ni con relación á nosotros , no tendrán ninguna de las
imperfecciones de que hoy se resienten (1).»
Luz. Se nos ha revelado en Isaías que la luz de la luna será como
la del sol , y que la luz del sol sera siete veces mayor que al presen
te (2). El cielo, cuyo más bello ornamento son hoy el sol y la luna
es la más bella porción del mundo corporal. Pues bien : igualmente
que lo demás de la creación , el ciclo será también renovado, y esto
no sucederá sino adquiriendo mayor claridad , toda vez que en esta
consiste su principal hermosura. *
Por una parte , es de fe que el cuerpo del hombre se tornará lumi
noso, y el cuerpo del hombre se compone de elementos materiales;
luego los elementos materiales de que cónstará el cuerpo humano
revestido de claridad , serán en si mismos luminosos. Mas estos ele
mentos son tomados de todos los reinos de la naturaleza. Luego,
salva una anomalía que repugna, el todo seguirá la condición de
las partes; es decir, que toda la creación material se tornará lumi
nosa (3).
Por otra parte, al modo que hay cierta relación de orden entre los
espíritus superiores, que son los angeles, y los inferiores, que son
las almas, asi también la hay entre los cuerpos celestes y los terres
tres. Pues habiendo sido hecha la creación material para que sirva á
la espiritual , y debiendo aquélla ser regida por ésta , y conducida á
su fin , resulta que la segunda sigue la condición de la primera, ele
vándose ó decayendo con ella y por causa de ella. En la renovación
universal los espíritus inferiores, las almas, adquirirán las propie
dades de los espíritus superiores. Los hombres, dice el Evangelio
serán semejantes á los ángeles.
Por la misma razón los cuerpos inferiores adquirirán las propie
dades de ios cuerpos superiores. Mas como los inferiores no pueden
tomar de los celestiales sino la claridad , siguese necesariamente que
vendrán á ser luminosos. Asi es que todos los elementos se revestirán
como con un manto de luz; no todos en el mismo grado, sino cada
cual según su naturaleza. Escrito está, en efecto, que lá tierra será
transparente como el vidrio, y el agua como el cristal, y el aire tan

(1) Suplem., q. xei, art. 2.— S. Hier., in Habac, in.


(4) Britlnx lunae sicut las satis, et lux sol» septemplioiter. (I:,xxx,i6.)
(3) S. Th., ubi iupra, art. 4.
TRATADO DEL ESPÍRITC SANTO.
puro como el cielo, y el fuego tan brillante como las antorchas del
firmamento (1).
Amor. La renovación del mundo, considerada en sus resultados,
será una manifestación más brillante de las perfecciones de Dios y, por
consiguiente, un llamamiento más elocuente á la admiración y reco
nocimiento del hombre. El mundo es un espejo criado para que re
fleje los atributos del Criador. Tanto más perfecto es un espejo, cuanto
mejor reproduce la imagen de las cosas. Las criaturas, después de su
renovación, lavadas ya de todas las manchas del pecado, serán enri
quecidas con cualidades nuevas que guarden relación con los senti
dos fiel hombre deificado; y ademas, hechas translúcidas , dejarán ver
sin sombras las bellezas innumerables del Criador. El hombre, enton
ces doblemente satisfecho en sus sentidos y en sos facultades, vivirá
en un continuo transporte de amor siempre crecieute (2).
En resumen: la habitación delie ser proporcionada al que la ha
bita. El mundo ha sido hecho para habitación del hombre ; debe,
pues, guardar proporción con el hombre , y como el hombre sera re
novado, el mundo debe de serlo también (3).
Transfiguración del hombre. Conocemos ya la habitación. ¿Quien
será el habitante? Será el hombre : el hombre que no consigue en el
mundo el objeto final de su vida, como tampoco lo consiguen las de
más criaturas, y que, lo mismo que ellas, suspira por su transfigura
ción. Pero no vera satisfechas sus aspiraciones sino al fin de la prueba.
El ciclo sera, pues, la morada del hombre , que se habrá hecho tsl
romo la ley de su ser lo exige, semejante al ángel , semejante á Dios.
Si, semejante a Dios, cuanto una criatura puede serlo, en etemi
dad , luz, amor, felicidad ; tal será el hombre transformado.
Eternidad. Unido el hombre á Dios , vivirá como Dios ; unido al
Verbo encarnado, vivirá como hombre deificado en cuanto á la vida
del cuerpo y la del alma : vivirá con la plenitud de estas dos vidas, \
por siempre jamás. Vivir es gozar de algo : vivir plenamente , es go-

(1) Unde omnia elementa claritate qoadam vestieotur : non turnea


aeqnaliter , sed secundum auum modom : dicitur enim quod terra erit io
superficie exteriori perría sicut vitrum, aqua sicut crrstallus, aér ot coelum,
ignis ut luminaria coeli. (Ibid.)
(2) S. Th., ubi mpra, art. 1.
(3) Habitatio debet habitatori congruere ; ied mundos tactos est ot sil
habitatio hominis : ergo debet homini congruere: sed hom» innov&bilur,
ergo similiter et mundus. (Ibid.)
EL FRUTO DE LA. VIDA ETERNA. 447
zar plenamente : vivir siempre , es gozar eternamente. Vivirá la vida
del cuerpo en toda su plenitud y eternamente. El cuerpo humano
conservará toda su integridad , sus sentidos y sus órganos. Resuci
tado en la edad del vigor y la hermosura , despojado en la tumba de
todas sus imperfecciones que le resultaron del pecado, y dotado de
nuevas cualidades , gozará de una juventud inalterable. Estas cuali
dades son : la impasibilidad, la sutileza, la agilidad y la claridad.
Sembrado el cuerpo en la corrupción, resucitará en la incorrup
ción (1) : será impasible. La impasibilidad será el efecto necesario de
la glorificación. En las cosas corruptibles, el principio vital no domina
bastante perfectamente á la materia, para que pueda preservarla de
todo accidente contrario á su voluntad. Pero después de la resurrec
ción, el alma de los santos será completamente señora del cuerpo.
Este imperio será inmutable, porque el alma estará también inmuta
blemente sumisa á Dios : será perfecto, porque el alma será perfecta
y, por consiguiente, tendrá poder y voluntad de impedir todo loque
pueda perjudicar al cuerpo. Además, en el cielo la felicidad del hom
bre será completa ; y no lo seria si el cuerpo continuara expuesto á
los sufrimientos.
Por lo demás, la impasibilidad no destruirá la sensibilidad. Sin
perjuicio de conservar intacta la naturaleza de los cuerpos, Dios pue
de quitarles las cualidades que tenga á bien, como quitó al fuego del
horno de Babilonia la virtud de quemar ciertas cosas , supuesto que
los cuerpos de los jóvenes hebreos permanecieron intactos , y le dejó
la virtud de quemar otras cosas , toda vez que la leña se consumió.
Así sucederá con los cuerpos gloriosos : Dios les quitará la pasibili-
dad, conservándoles empero la naturaleza (2). Fuera de esto, si los
cuerpos gloriosos no fueran sensibles, la vida de los santos, después
de la resurrección , más bien se asemejaría al sueño que á la vigilia.
Mas el sueño no es la vida , mucho menos la vida en su plenitud ; no es
mas que vivir á medias.
El cuerpo, sembrado animal, résucitará espiritual (3) ; será sutil.
La sutileza es una de las cualidades principales de los espíritus, y la
de los seres espirituales excede infinitamente á la de los corpóreos.
Los cuerpos gloriosos serán, pues, muy sutiles. La sutileza de un
cuerpo consiste en poder penetrar al través de otro cuerpo, casi del

(t) Cor., xv, 42.


(2) S. Th., Supl., q. lxxxii , art. 1 .
(3) / Cor., xv, 44.
448 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
mismo modo que el rayo lumiuoso penetra el vidrio sin alterarlo.
Dos causas naturales la hacen posible, la tenuidad del cuerpo que
penetra , y la existencia de poros ó espacios vacíos en el cuerpo que
es penetrado.
Mas el verdadero principio de la sutileza de los cuerpos gloriosos
será su perfecta sumisión al alma glorificada. El primer efecto de esta
sumisión será hacer que el cuerpo participe, dentro de los limites de
lo posible, de la naturaleza, y , por consiguiente, de las operaciones
del alma. Asi es cómo ningún obstáculo se opone a las más intimas
comunicaciones de los santos entre si mismos y con todas las parles
de la Jerusalén gloriosa (1).
Mas en medio de todo, los cuerpos gloriosos permanecerán siendo
palpables. Reformados conforme al modelo del cuerpo del Verbo re
sucitado , tendrán las cualidades del mismo. Pero el cuerpo del Verbo
resucitado, era palpable : «Palpad y ved, decía el buen Maestro a lof
discípulos asombrados; los espíritus no tienen carne y hueso, como
estáis viendoque yo los tengo (2). Esto es un articulo de fe sancionado
por la Iglesia en la condenación de Eutiques, patriarca de Constan-
tinopla , que sostenía la impalpabilidad de los cuerpos gloriosos (3L
Sembrado flaco, resucitara vigoroso (4) ; por consiguiente, ágil y
lleno de vida. Ágil quiere decir con facilidad para moverse; luego
los cuerpos gloriosos serán ágiles. Á más de que la lentitud repugna
esencialmente á la espiritualidad ; y como los cuerpos gloriosos goza
rán enalto grado de la espiritualidad, serán sin duda extremada
mente ágiles. Por otra parte, el alma está unida al cuerpo, no solo
como forma ó principio vital , sino también cual motor. Bajo uno >
otro aspecto, el cuerpo glorioso le estará perfectamente sometido.
Por la sutileza , el cuerpo , perfectamente sometido alalmacomo forma,
recibe de ella un ser especifico ; y perfectamente sometido al alms
cual motor, recibe de ella la facilidad extrema de moverse, que *
llama agilidad (5).
Poderse transportar de un lúgar á otro , diste lo que distare , y
esto sin fatiga y en un instante imperceptible, y volver al punto de
partida con la misma prontitud , será la deliciosa prerrogativa de los

(I) S. Th., Supl., q. Lxxxm, art. 1.


(S) Imc. xxiv , 39.
(3) S. Th., ubi supra, art 6.
(4) ¡ Car., xv, 15.
(5) S. Th., ubi supra, q. LxxxIT, art. 1.
EL FRUTO DE LA VIDA ETERNA. 449
cuerpos gloriosos. Deliciosa la llamamos , porque entre todas las cua
lidades de los cuerpos , la agilidad es la que el mundo actual anhela
más ardorosamente. Ya no sufre que haya distancias : la pesadez de la
materia le molesta ; quiere á toda costa verse libre de ella. Lejos, pues,
de nosotros el pensamiento de que en el cielo reinará lu inmovilidad,
y que estaremos allí como estatuas en sus nichos. El movimiento y
la agilidad que ahora tenemos no son más que una sombra de la agili
dad y el movimiento que reinarán en la Ciudad del Espíritu Santo (1).
Sembrado innoble , el cuerpo resucitará glorioso (2) ; por consi
guiente , luminoso. Este es el sentido que el Apóstol mismo da á la
palabra glorioso , supuesto que compara la gloria de los cuerpos resu
citados á la claridad de las estrellas. Ya hemos dicho la razón por qué
los cuerpos de los'santos serán luminosos , asi como todos los cuerpos
materiales. Añadamos que esta luz les vendrá de la luz superabun
dante del alma glorificada , la cual quedará como compenetrada y en
vuelta en ella, y que, señora absoluta delcuerpo, al que estara unida
con la unión mas íntima , lo penetrará á su vez de parte á parte y lo
envolverá completamente en una atmósfera de luz.
Esta atmósfera luminosa será tanto más brillante , cuanto que el
alma será más santa , es decir , más unida á Dios, luz infinita. Asi,
por la claridad del cuerpo se juzgará de la gloria del alma , como al
través del cristal se conoce el color del líquido contenido en la copa (3).
El cuerpo glorificado por el Espíritu Santo será, pues, impasible,
sutil , ágil , luminoso ; y no por espacio de un día ó durante una serie
fugaz de mas ó menos años , sino por toda la eternidad. ¡ Oh hom
bres! ¡ Amáis tanto vuestro cuerpo, y no anheláis el cielo!
De esta glorificación general resultará el ennoblecimiento de todos
los sentidos y la satisfacción particular que convieue á cada uno de
ellos. Por una parte , el hombre estará en el cielo , no truncado ó ami
norado, sino integro y perfeccionado : por otra, los sentidos no esta
rán solamente en potencia, sino en acto; supuesto que la facultad en
acto es más perfecta que la facultad en potencia, y que todos los sen
tidos , habiendo sido instrumentos del alma , serán recompensados
según los méritos de la misma (4).
(1) 8. Th., uM inpra, art. S-3.
(2) / Cor., xv , 43.
(3) S. Th.,ibid., q. Lxxxv.art. t.
(4) Corpus premiabitur vel pumetur propter merila vel demerita ani-
mae. Ergo et omnes sonsos praemiabuntur ia beatis , etc. (S. Th.í ubi tupra,
q. LxxZli , art. 4.)
TOMO II. 29
450 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
No entraremos a detallar los goces decada sentido en particular, ni
de las diferentes facultades del alma (1). Baste con observar que esos
goces serán reales y estarán en armonía con los sentidos perfecciona
dos sin alteración de su naturaleza (2). Por lo cual , nada nos precisa
á tomar en sentido figurado lo que la Escritura dice de los placeres
sensibles reservados á los bienaventurados: «Quiero ver, escribía
David , los bienes del Señor en la tierra de los vivientes (3).«
Sóbrelo cual Cornelio á Lapide , resumiendo la enseñanza de los
doctores, se expresa de este modo : « Por esto , el rio del paraíso , los
árboles y los frutos se pueden tomar á la letra , como suenan. ¿Y por
qué no? Si en el paraíso terrenal gozó de ellos Adán, con mayor razón
los bienaventurados disfrutaran de los mismos en el paraíso del cielo;
pues el primero no fué sino como una muestra y figura del segundo (4). •
Fuera de esto, los placeres de' la vista, del oído, tarto y olfato se
admiten sin dificultad ; solamente los goces del gusto parecen dispu
tables, Para hacerlos, pues, aceptar, se puede advertir que el sen
tido del gusto, lo mismo que los otros, no puede ser privado de su
recompensa , toda vez que la ha merecido con los ayunos , abstinen
cias y austeridades de todo género , como se echa de ver en tan gran
número de santos ; que el comer y beber no se ordenarán, como en
la vida presente, á reparar las fuerzas del cuerpo, sino á procurar al
sentido del gusto su legitima satisfacción ; que habiendo consistido el
alimento primitivo del hombre inocente en frutos y no en carnes , de
los mismos volverá a alimentarse el hombre regenerado ; que el cuerpo
espiritualizado espiritualizará el alimento, de suerte que éste no dará
lugar a ninguna de esas consecuencias, humillantes ó penosas, que
ocasiona en las condiciones deja vida terrestre (5).
Á la enseñanza de los Doctores se agrega, en prueba de lo que de
cimos, un hecho, cuya autenticidad no ha sido nunca desmentida. El
año de 304 , en lo más recio de la persecución de Diocleciano , una

(1) Lo hemos explicado ea el Catecismo de Perseverancia.


(2) Oculi, sures, os, manus, gutur, jécur, palmo, ossa, medallas....
beatorum mirabili delectationis et dulcedinis sensi replebuntur. (S. Amelm. ,
De Similit., c. i.vn .)
(3) Psalm. xxvi.
(4) Quocirca fluvius bic , arbores et poma ad litteram, uti sonant, aceipi
possunt. Quideaim obstat? Nam si his in paradiso terrestri fruitus cst Adam,
multo magia iisdem fruentur beati in paradiso coelesti ; hujus enim speciraen
etimago fuit terrestris. (In Apoc, xxn , 2.)
(5) Véanse las autoridades citadas por Cam., ubi supra.
EL FRUTO DE LA VIDA ETERNA. 451
virgen cristiana llamada Dorotea fué llevada al tribunal de Sapricio,
gobernador de Cesárea en Capadocia. Era el 6 de Febrero. Negándose
la esposa de Jesucristo á ofrecer sacrificios á los demonios, fué ex
tendida en el caballete. Tranquila en medio de los tormentos ¿ dijo al
juez : « Date prisa de poner por obra tus intentos, y sean los supli
cios el camino que me conduzca hasta mi Esposo. Yo lo deseo : no
vaciles; hasta anhelo ser atormentada : mi Esposo me está llamando.
Por estos sufrimientos cortos y ligeros nos encaminamos al paraíso de
las delicias, donde hay manzanas de maravillosa hermosura, y rosas
y lirios y flores innumerables que uuuca se marchitan, fuentes de
aguas vivas que jamás se agotan y que hacen las delicias de los
santos que allí moran inundados de gozo, llenos de la alegría de
Cristo.»
Cuando esto dijo, el asesor del juez , que era un letrado, un Renán
de entonces, llamado Teófilo, le dice en son de burla : « Envíame al
gunas de esas manzanas del paraíso de tu Esposo cuando llegues allá.
—Lo haré, repuso la joven mártir No olvidemos que se hallaban
en el corazón del invierno. El verdugo se apodera de la víctima, y le
corta la cabeza.
■ Entro tanto , Teófilo se había vuelto á su casa , y jactándose de su
chiste, lo contaba á sus amigos con gran copia de chanzonetas y bur
las dirigidas contra los estúpidos cristianos. De repente se le presenta
un niño de maravillosa hermosura, que llevaba en la falda de su ves
tido tres magnificas manzanas y tres rosas de un color y una frescura
incomparables, a Aquí tienes, le dijo á Teófilo , lo que la santa virgen
Dorotea te ha prometido enviarte del paraíso de su Esposo.» Pasmado
Teófilo, tomó en sus manos las manzanas y las rosas, y exclamó: «¡En
verdad, Cristo es Dios, y Dios que no engaña! »
Al hacer esta profesión de cristiano, pronunciaba Teófilo su sen
tencia de muerte. Pocas horas pasarán, y se le vera conducido al su
plicio y convertido en uno de los más gloriosos mártires de aquella
misma fe de que se había burlado. Y como nunca hombre alguno se
dejó cortar el cuello por una cosa simbólica, resulla que aquellas man
zanas y rosas eran real y verdaderamente rosas y manzanas (2).

(1) Mitte mihi pomae paradiso sponsi tui, cuai eo pervener¡9. —Faciam,
inquit illa.
(2) Barón., an. 304, n.» 69 ; Corn, a Ltp., Apoc, mi. —En algunas
partes ae conserva todavía el uso de bendecir frutas el dia de Santa Dorotea,
en memoria de este milagro.
452 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Luz. Dios no es solo eternidad; es también luz. Asimismo, nues
tro cuerpo transfigurado será luz, nuestro espíritu será luz y luz sin
sombra. Al modo que nuestros ojos verán todas las bellezas sensibles,
cuyo deslumbrante fulgor podrán soportar sin cansarse , asi nuestro
espíritu, en quien vivirá el Espíritu Santo con la plenitud de que es
capaz una criatura finita, conocerá todas las bellezas espirituales, con
viene á saber , toda la verdad , omnem veritatem. Entonces quedará
completa y eternalmente satisfecho uno de los deseos más ardientes
del hombre.
Infatigable investigador de la verdad, ¿qué hace desde la cuna
hasta el sepulcro? Apenas, despertando del sueño de la infancia,
entra en la vida de la inteligencia , pregunta por la verdad á todo lo
que le rodea , como pide el pan de que se alimenta. ¿Qué hace du
rante todo el curso de su existencia sino mendigar la verdad, verdad
en religión, verdad en política , en historia, en filosofía, en matemá
ticas, en industria , en artes, en comercio , en agricultura ? Vedle
encerrándose durante largos años en fatigosas escuelas, empren
diendo viajes penosos, cruzando mares, subiendo trabajosamente
hasta la cima de las mas altas montañas , bajando hasta las entrañas
de la tierra y consumiéndose en vigilias prolongadas, que le hacen
gastarse antes de tiempo. ¿ Y para qué todo esto? Para conocer alguna
verdad más. Inconsolable si sus esfuerzos no dan resultado, se reputa
feliz cuando logra robar á la naturaleza uno solo de sus secretos, ti
descifrar un enigma de la historia, ó columbrar la más pequeña be
lleza del mundo espiritual.
Y, sin embargo, ¿qué son todas estas verdades investigadas a costa
de tantos trabajos? No son más que partículas, átomos, sombras vis
tas á través de otras sombras. Mas el cielo sera la visión de la verdad,
de toda la verdad, contemplada cara á cara y sin velos. Una vez intro
ducidos en el santuario de la Santísima Trinidad, conoceremos á
Dios ; lo finito conocera á lo infinito ; lo verá tal como es : Yidcbimus
eiim sicuti est. Á este Dios tan grande, tan incomprensible, del cual
tanto hemos oído hablar, sin haberlo visto jamás, lo conoceremos, lo
veremos ; con esto está dicho todo.
En Él conoceremos los consejos más Íntimos de la sabiduría eterna,
la creación del mundo, la caída del ángel y del hombre, la redención
del universo, todas las revoluciones materiales y morales que por
espacio de seis mil años asombran y desafían á la ciencia. Se nos mos
trarau con toda claridad todos los secretos de la naturaleza y de las
almas, que se tornarán transparentes ; y este conocimiento prodigioso
EL FRUTO DE LA VIDA ETERNA. 453
irá en aumento, sin llegar jamás á su último limite : De claritate in
claritatem.
Amor. Dios es amor , y el cielo es el reino del amor infinito
obrando con toda la libertad de sus movimientos. El hombre, imagen
de Dios, es también amor. Si es verdad que amar y ser amado es la
necesidad mas imperiosa del corazón del hombre, también lo es que
amar y ser amado es la necesidad más imperiosa del corazón de Dios.
Si es verdad que en amar y ser amado consiste la felicidad del hom
bre, también lo es que en amar y ser amado consiste la bienaventu
ranza de Dios. Si es verdad que el amor tiende á la unión, y el amor
eterno á la unión eterna , y el amor infinito á la unión infinita , ¿quién
podrá explicar la intimidad de la unión de Dios con el hombre? ¿Quién
será capaz de imaginar sus encantos y transportes?
Los cuales serán tanto más grandes , cuanto que irán acompaña
dos de la certidumbre de que no se han de acabar jamás. Océano de
vida , océano de luz, océano de amor ; eso es Dios , y en este triple
océano vivirán por siempre jamás los habitantes glorificados de la
Ciudad del bien.
Conocemos ya el término final á que el Espíritu Santo conduce á
la humanidad que es dócil á su acción. Réstanos nombrar la morada
eterna á que el Espíritu del mal arrastra á sus'adeptos : es el último
rasgo de paralelismo entre la obra divina y la satánica.
El cielo de Satanás es el infierno.
Vida, y vida eterna ; luz , y luz eterna ; amor, y amor eterno;
dicha , y dicha eterna : Bienaventurados , Señar, los que moran en tu
casa : por los siglos de los siglos te alahardn (i). He aquí el cielo del
Espíritu Santo.
Muerte , y muerte eterna ; tinieblas , y tinieblas eternas ; odio, y
odio eterno ; tormentos , y tormentos eternos : Serán atormenta
dos día y noche por los siglos de los siglos (2). Tal es el cielo de
Satanás.
Entre estas dos mansiones no hay medio. Á cada instante entra la
humanidad en la una ó en la otra , y entra para no salir. ¿Cómo evi
tar el infierno y llegar al cielo? Cual es la vida , tal es la muerte. Vivir
bajo el imperio del Espíritu Santo, á fin de morir en su gracia ; mo
rir en la gracia , á fin de reinar en la gloria : en esto se encierra todo
para el hombre , y para las sociedades lo mismo. Aunque éstas no

(i) Pl. LxxxiII.


(?) Apoc, xx , 10.
10 1 TRATADO DEL ESPIIIITC SANTO.
vayan en cuerpo al otro mundo como los individuos , ¡ ay de las que
se sustraen á la acción del Espíritu de justicia y de verdad ! Dan
miedo y compasión : su verdadera historia no puede escribirse más
que con lágrimas , con sangre y con lodo. Pero ¿ cómo haremos para
vivir bajo el imperio del Espíritu Santo ? Tributándole aquel culto
que puede merecernos siis lavores. ¿ Qué culto es este? Nos lo ense
ñarán los capítulos siguientes.
CAPÍTULO XLT.

El culto del Espíritu Santo.

Sumario.—Desproporción entre el trabajo y la recompensa : explicación.—


El mundo debe dar culto al Espíritu Santo.— Predicadores de eBte culto:
Dios , Nuestro Señor Jesucristo , los Apóstoles , los Padres , la Iglesia.—
Testimonios.—Necesidad que al presente hay más que nunca del culto del
Espíritu Santo.

¡ Arriba los corazones : Sursum coi-da ! Los sufrimientos de esta


vida son nada , si se tiene en cuenta la gloria futura que se revelará
en nosotros. Al pensar en el fruto de la vida eterna , si queda en nos
otros algún rayo de verdadera luz , algún sentimiento de noble am
bición , deberemos exclamar con el Apóstol : Para ganar el cielo todo
lo he dado por perdido. Candidatos como somos de la eternidad , de
bemos imitar á aquel negociante en piedras preciosas , de quien nos
habla el Evangelio. Encuentra una perla que vale por si sola un te
soro : en vez de gastar su tiempo y su dinero en buscar y comprar
otras piedras , compra aquella, y se hace el más rico y feliz de los
negociantes.
¿Y cómo tan gran recompensa por tan poco trabajo? ¡Lo infinito v
por lo finito ! ¿ Qué misterio es este ? El Espíritu Santo es el amor in
finito , y el cielo es el reino del amor infinito. La proporción que de
aqui resulta no la sabemos ; pero es un hecho indudable. De él nos
sale garante la palabra divina , y nos lo hacen sensible algunas imá
genes que cualquiera puede ver. ¿ Quién no ha visto la hermosura,
la magnitud , la prodigiosa [multiplicidad de los frutos de algunos
arboles ? A poco que lo meditemos , nos dice este espectáculo: Para
tener abrigo contra los rayos del sol , leña para su hogar y suculen
tos frutos que servir á su mesa durante años enteros, basta al hombre
156 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
hacer el sacrificio de un solo fruto , capaz , á lo más, de satisfacer un
gusto pequeño y pasajero.
El que multiplica de un modo tan asombroso el fruto de los ar
boles, nos ha prometido multiplicar, según la misma ley , el fruto de
nuestras obras: Centuplum accipiet. ¿Quién tiene derecho á dudar de
esta palabra, ó de poner límites al poder del que la pronunció? Las
maravillas que brotan en el orden material no representan sino de
una manera muy imperfecta los milagros que se verifican en el orden
moral. Tanta diferencia como hay entre la semilla arrojada a la tierra
y el árbol magnifico, cubierto de flores y frutos, según la estación,
tanta y más habrá entre el placer momentáneo , cuya privación vo
luntariamente aceptamos , y el torrente de delicias eternas en que nos
veremos inundados.
Ahora bien : todo fruto nace de otro fruto. El fruto de la vida
eterna nace de los frutos del tiempo, que nos son conocidos. Resta
decir cómo es preciso cultivarlos. Esto se hace cultivando el árbol
que los produce, el cual no es otro que el mismo Espíritu Santo (1).
¿De qué modo lo cultivaremos ? Dándole el culto que se merece. De
aquí nacen dos cuestiones. ¿Debe el mundo dar culto al Espíritu
Santo? ¿Cuál es este culto?
i.° ¿Debe el mundo dar culto al Espíritu Santo? Cuando yo
quiero obtener respuesta a una cuestión de historia ó de astronomía,
pregunto á los historiadores ó á los astrónomos. Para saber si el
mundo debe dar culto al Espíritu Santo , me dirijo á los maestros de
la ciencia divina. Estos maestros son : el mismo Dios, Jesucristo , los
Apóstoles, los Padres, la Iglesia. Desde el principio del mundo, to
dos estos maestros se hacen una sola lengua para decir , de genera
ción en generación, al eterno soldado que se llama género humano:
Tus enemigos más formidables no son los que ves, los hombres de
carne y hueso. La verdadera lucha está para ti en pelear contra el
Espíritu del mal y sus batallones invisibles. ¿Quieres conocer su na
turaleza? Pues es superior á la tuya. ¿Su carácter? Son la maldad
misma. ¿Su número? Es incalculable. ¿Sus artificios? Son los padres
de la mentira. ¿Su morada? Habitan en el aire que respiras , y se

(1) Et tu oolis Deum , et coleris a Dea. Recte dicitar , oolo Deam : qao-
modo autem color a Deo ? Inrenimusapud Apostolum , Dei agricultura *riü....
Colit te ergo Deus, ut sis fruotuosus ; et colis Deum, ut sis fructuosas. Tibi
bonum est quod te colit Deas ; tibibouam est quod colis Deum ,etc. (S. iug.,
Bnarral , in jii. cxlv , n.° 1 1 . )
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 457
arrojan sobre ti con más rapidez que un ave de rapiña. Solamente
un espíritu puede luchar contra otro espíritu ; el Espíritu del bien
contra el Espíritu del mal : ó te mantienes á cubierto bajo las alas del
Espíritu del bien , ó caes inevitablemente en las garras del Espíritu
del mal (1). Asi hablan todos á una los maestros de la ciencia. Escu
chemos lo que dice cada cual en particular.
Dios. Á fm de que el hombre tenga siempre presente la necesidad
del culto del Espíritu Santo , Dios ha escrito dos grandes libros : el
mundo y la Biblia. Estos dos libros celebran con igual elocuencia las
glorias del Espíritu Santo , su amor eterno á los hombres, y la in
dispensable necesidad de su asistencia. El cielo con sus soles, la tie
rra con sus riquezas , la mar con sus leyes , el caos mismo que un
día ordenó y fecundó, hablan de Él lo mismo que del Hijo y del Pa
dre. Mus de ciento cincuenta veces nombra el Antiguo Testamento a
la tercera persona de la Santísima Trinidad, y siempre es bendicién-
dola. Doscientas diez veces le es tributado el mismo homenaje en el
Testamento Nuevo.
¿Qué otra cosa revela esta frecuente repetición, sino la suprema
y eterna participación del Espíritu Santo en la creación , gobierno y
redención del mundo ? ¿Qué predica, sino el deber, impuesto á los
hombrés y á los ángeles , de tenerlo siempre presente con el Padre y
el Hijo en sus pensamientos , súplicas y adoraciones ? Y aún podría
mos decir que , si en este culto incesante pudiera haber alguna pre
ferencia, debería ésta ceder en favor del Espíritu Santo. Amor subs
tancial del Padre y del Hijo , no se revela más que por beneficios.
Todos los dones de la naturaleza y de la gracia vienen directamente
4e Él.
Jesucristo. Á la voz de la Biblia y de las criaturas viene á unirse
la de la verdad en persona , el Verbo encarnado. Ni ejemplos ni pala
bras , nada omitió el divino Maestro del género humano para hacer
que amásemos al Espíritu Santo y en Él pusiéramos toda nuestra con
fianza. Lo que Juan Bautista fué para Jesús , esto parece ser Jesús
para con el Espíritu Santo. El hijo de Zacarías, el más grande de entre
los hijos de los hombres, es elegido por precursor del Mesias. El mis
mo Hijo de Dios hace las veces de precursor del Espíritu Sauto, y
parece no proponerse otro objeto que preparar el mundo á recibirlo.
Determinó hacerse hombre, pero quiso que su madre fuera la
esposa del Espíritu Santo; quiso que su cuerpo fuese formado por

(1) Eph., vi, 12; Con», a Ltp., ibid.; I Petr., y, 8.


458 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
obra del Espíritu Santo ; quiso que en el dia de su Bautismo descen
diera visiblemente el Espíritu Santo sobre Él , y que lo condujera al
desierto donde se preparó para cumplir su misión. Durante todo el
curso de su vida mortal , se mostró constantemente dirigido por el
Espíritu Santo. Llegada la hora solemne de salvar al mundo con su
sangre divina , el Espíritu Santo es quien lo conduce al Calvario.
Muere , y el Espíritu Sauto es quien lo levanta resucitado de su se
pulcro (1).
¿Llega el caso de defender los derechos del Espíritu Santo1 Pues
parece olvidar los suyos. Él mismo ha dictado esta sentencia : «Todo
el que dijere palabra contra el Hijo del hombre , perdonada le seré j
mas el que la dijere contra el Espíritu Santo , no se le perdonara ni
en este siglo ni en el otro (2). » ¿ Hay que hacerle lugar en las almas?
Pues Jesús no vacila en separarse de todo lo que mas ama en el mun
do, como si su presencia pudiera ser un obstáculo para el reinado
absoluto del Espíritu Santo (3). Tales han sido las palabras y la con
ducta de la segunda persona de la Trinidad respecto á la tercera.
Nunca el cielo y la tierra oyerón ni oirán jamás cosa tan elocuente
acerca de la excelencia del Espíritu Santo , el culto que le es debido
y de la necesidad de su reino.
Los Apóstoles. Educados en la escuela del Verbo y formados por
el mismo Espíritu Santo , los Apóstoles hablan según lo muy llenos
que están. Delante de los nuevos heles y en presencia de los perse
guidores , en sus escritos y en sus discursos , siempre tienen al Espí
ritu Santo en sus labios. Dejan á los diáconos el cuidado de alimentar
á los pobres , y se quedan ellos con la misión de anunciar al Espíritu
Santo , de comunitario al mundo y de proclamar por doquiera la ne
cesidad indispensable de someterse á su imperio. Nada más lógico.
¿Cuáles, en efecto, su vocación y para qué son Apóstoles :' Para
luchar sin tregua ni descanso contra el Espíritu del mal, Satanás,
dios y rey del mundo. Como Apóstoles , su oficio es arrojar al usur
pador, y hacer que reine en su lugar el Espíritu del bien.
Cual bienhechoras nubes empujadas por el viento del Cenáculo,
se esparcen hacia los cuatro ángulos del cielo y hacen que llueva en
todas las parles de la tierra el Espíritu que mora en ellos. El gigante
de esta gran batalla , San Pablo , lo pasea por espacio de treinta años-

(1) Mallh., iv, t ; xH , 18-Í8 ; Htbr., íx , U ; Rom., vm , 2.


(2) Mallh., xiI, 32.
(3) Joan., xvi, 7.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 459
del Oriente al Occidente y del Occidenle al Oriente. Eu todos los lu
gares exalta las glorias del Espíritu Sanio , revela su presencia con
sorprendentes milagros , y no cesa de gritar á los judíos y á los paga
nos , á los Griegos y á los Bárbaros : Recibid el Espíritu Santo ; no lo
contristéis ; y, sobre todo , tened cuidado de no quedaros sin Él. De
otro modo permaneceréis ó volveréis á caer bajo el imperio del Es
píritu infernal. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Nada podéis sin el Espíritu Santo en orden á la salud , ni siquiera
pronunciar el nombre del autor de la salvación y de la gracia (i).
Lo que Pablo enseña en Tesalónica, en Éfeso, en Atenas, en Co-
rinto, lo enseña Pedro en Jerusalén, en Antioquia, en Roma ; Barto
lomé en Armenia, Tomasen las Indias, Andrés en la Escitia, Santiago
en España, Mateo en la Etiopía. De este modo, los Apóstoles se nos
presentan como los hombres del Espíritu Santo. Sus predicaciones,
sus viajes, sus milagros, su vida sublime y su muerte no menos
sublime que su vida, pueden definirse : el Espíritu Santo anunciado,
comunicado, ofrecido al amor y á la obediencia del mundo entero.
Ahora bicr.: la conservación de los seres no es más que la continua
ción de su creación. Si, pues, el mundo cristiano formado por el
Espíritu Santo quiere continuar siendo cristiano, tiene necesidad
absoluta de permanecer fiel al principio de su origen. ¡ Gran asunto
de reflexiones para nuestra época !
Los Padres. Á los Apóstoles suceden los Padres y los Doctores de
la Iglesia. Han visto con sus ojos la más asombrosa de todas las revo
luciones , á Satanás arrojado de su imperio, y á la humanidad que,
sacada de su esclavitud , pasa á la libertad, á la luz y á las virtudes
del Evangelio. Todos ellos saben que este milagro de la regeneración
del mundo , mayor que el de la creación , comienza en el Cenáculo, y
es obra del Espíritu Santo. Dedican su vida entera á perpetuar y
extender esta obra maravillosa, como los Apóstoles se consagraron á
establecerla. Desde los primeros siglos, la historia nos presenta á los
más grandes ingenios del Oriente y del Occidente consagrando su
saber y su elocuencia á explicarlas prerrogativas del Espíritu Santo,
vindicar su divinidad, demostrar sus maravillosas operaciones, pro
bar la necesidad de su reino, y solicitar para Él las adoraciones del
género humano.
Á imitación del grande Apóstol, San Crisóstomo, San Agustín,

(1) Bph., i, 17;iv,30; / Then., v , 1 9 ; Galct., v, 16-17; ftom., vm,


9; / Cor., in , 'ó.
160 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
San Jerónimo, hablan sin cesar del divino Paráclito. Dydimo, San
Basilio, San Ambrosio, le consagran cada uno un tratado particular.
Las obras inmortales de San Cipriano , de San Atanasio , de San Ciri
lo, de San Gregorio Nazianceno , de San Hilario , de Sau León , de Sari
Gregorio el Grande, del venerable Beda, de Ruperto, de Santo To
más, de San Buenaventura, de San Antonino y otros muchos, ion
otros tantos canales por los cuales corre á torrentes la doctrina apos
tólica acerca del Espíritu Santo. Para estos grandes hombres, funda
dores de las sociedades cristianas , era lo primero de todo inculcar si
mundo la necesidad constante de vivir bajo el imperio del Espiriro
Santo, ó bajo el imperio de Satanás.
Hablen por todos San Bernardo y San Crisóstomo : «Tenen»-,
dice el primero, dos prendas del amor que Dios nos profesa : la efu
sión de la sangre de Jesucristo y la efusión del Espíritu Santo. J>
nada sirve la una sin la otra. No se da el Espíritu Santo sino a los
que creen en Jesús crucificado. Pero la fe no sirve de nada , si no
obra por medio de la caridad. Pues bien : la caridad es un don drí
Espíritu Santo (1). »
San Crisóstomo: «Sin el Espíritu Santo no podrían los nelc-
hacer oración á Dios y llamarle Padre. Sin Él no habría ciencia , di
sabiduría en la Iglesia , ni pastores , ni doctores , ui santificador. Es
una palabra: sin Él no existiría la Iglesia (2).»
Pero si no hubiera Iglesia, ni presbíteros , ni doctores, ni posibifi
dad de orar, ni medio de aprovecharnos de la sangre derramada en
el Calvario, ¿cómo sustraernos al imperio del demonio? Pues bien:
sin el Espíritu Santo nada de esto existiría. Las partes del mundn
civilizadas por el cristianismo, estarían todavía , como la China, las
Indias, el África, el Japón, el Thibet, bajo la dominación absoluts
del príncipe de las tinieblas. Esta es la enseñanza tradicional aV
los Padres de la Iglesia. ¿Puede decirse nada más explícito acerca df
la necesidad de conocer al Espíritu Santo, de amarlo, de adorarlo .
de acogerse á su imperio?
La Iglesia. Para que esta enseñanza fundamental no se extinga
jamás, la Iglesia ha tenido mucho cuidado de traducirla en actos, ha
ciéndola popular. A más del signar y santiguar , cuyo frecuente usa,

(I) Epint. ctii ai Thom., Proepoiit. i» Btbtrla.


(S) Nisi esset Spiritua Sanctus, pastores et doctorea ¡n Eccles» aa«
«saent.... Niai Spiritua adeaael, Ecclesianon consiateret. (¡n ttncU Pntt*»t-
hom, i , n.* 4.)
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 461
*
Van recomendado por ella (1) recuerda muchas veces cada dia á lodos
sus hijos el nombre y la influencia necesaria del Consolador celestial,
emplea mil medios para hacer que lo tengan presente en su pensa
miento.
Aunque el Espíritu Santo sea , juntamente con el Padre y el Hijo,
el objeto invariable de su liturgia , quiere la Iglesia que una fiesta
solemnísima venga todos los años, de generación en generación , á avi
var el agradecimiento de las naciones bautizadas hacia Aquel á quien
el mundo lo debe todo, luz, caridad, libertad, civilización en el
tiempo , glorificación en la eternidad.
¿Se presentan en su propia vida ó en la vida de los pueblos , y
aunen la particular de un individuo, casos excepcionales, en los
cuales se hace especialmente necesaria la sabiduría de arriba ? Pues
jamás deja la Iglesia de dirigirse al Espíritu Santo.
La metrópoli del mundo católico , Roma , está de duelo. La muerte,
que nada respeta, ha herido á su Pontífice y Rey. Es preciso dar á
Pedro un sucesor, al Hijo de Dios un vicario. El Sacro Colegio está
reunido ; profundo silencio reina en el santuario donde va á añadirse
un eslabón á la cadena de los Pontífices. ¿ Cómo dará principio el acto
decisivo, que ha de poner en manos de un débil mortal los destinos
del mundo civilizado? La primera palabra que sale de los labios de
aquellos ancianos postrados de rodillas ante Dios, es una invocación
al Espíritu de Sabiduría, el himno tantas veces repetido: Veni,crea-
tor Spiritus.
Del mismo modo que se perpetúa el Pontificado , se perpetúa el
sacerdocio. Ved ese grupo de jóvenes levitas que se adelantan tími
dos y modestos hacia el Obispo cuya mano debe consagrarlos sacer
dotes según el orden de Melquisedcch. Heraldos de la fe, modelos para
los pueblos , misioneros para lejanas playas, mártires tal vez, si tie
nen ellos necesidad de grandes virtudes , el que los consagra necesita
grandes luces para conocer á los dignos. A fin de alcanzar el heroismo
para los primeros, el discernimiento para el segundo, ¿á quién se
dirigirá la Iglesia? Al Espíritu Santo. En la ordenación como en el con
clave, el himno real sube hasta el cielo y consagra la augusta ceremo
nia que comienza con el Veni creator Spiritus. Asi , desde el Pontí
fice colocado en lo más alto de la escala sagrada , hasta el levita que

(1) Pió IX concede por un decreto 50 días de indulgencia al que practi


que este signo venerable.—Véase nuestra obra Ls Signe de la Croiiv au xix«
tiicle.
462 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
no ha pasado del primer peldaño , la jerarquía de la Iglesia se perpe
túa bajo la influencia del Espíritu adorable que la lormó.
Dios en persona, movido del incomprensible amor que tiene a los
hijos de los hombres, se digna de habitar en la tierra, y permite qu^
levanten templos en su honor. ¿Quién hará dignos de Él estos edifi
cios materiales? ¿Quién los convertirá en nuevos cielos'? El mismo
Espíritu que transformó las purísimas entrañas de Mana en santuario
del Verbo eterno. Á la voz de la Iglesia descenderá a estas morada;
terrestres, las purificará, derramará en ellas el perfume de su esen
cia divina , haciéndolas para siempre gratas á Dios y respetadas de los
hombres. Esta dedicación imponente comienza por la invocación so
lemne que va a solicitar en su misino trono al Espíritu santiticador:
Veni, creator Spiritus.
Templos más augustos deben ser consagrados. Los pobres, los
huérfanos, los enfermos necesitan de padres y madres, hermanos >
hermanas que tomen parte en todos sus sufrimientos , que alivien to
das sus necesidades desde la cuna hasta el sepulcro y mas afia. ¿Quién
hará este milagro, desconocido en el mundo antes del Pentecostés
cristiano? Desde luego sera invocado el Espíritu de sacrificio, y des
cenderá como en el día que bajo al Cenáculo; y formando con su ac
ción poderosa corazones nuevos, tendrá el mundo , en los religioso?
y religiosas, generaciones siempre nacientes de apóstoles y martire-
de la caridad: Veni, creator Spiritus.
Gracias a traidoras inteligencias con el corazón del hombre, el
Espíritu del mal podrá franquear con demasiada frecuencia el recinto
de la Ciudad del bien y sembrará la cizaña en el campo del Padre d?
familias. Á vista de la defección de unos y de la connivencia > cobar
día de otros, se alarman los pastores del rebaño : se hace necesaria
una regeneración total ó parcial. En este caso recurre la Iglesia á lft?
grandes remedios que se llaman concilios y misiones.
Recogida , como los Apóstoles en el Cenáculo, comienza indefecti
blemente por invocar al Espíritu que la formó , y que , al formarla,
renovó de arriba abajo la faz de la tierra. Con sus cánticos y preces
lo conjura á que ilumine las inteligencias, dicte Él mismo las deci
siones de la fe y las reglas de las costumbres , dé eficacia á la palabra
del Verbo, purifique los corazones y les devuelva con la vida sobre
natural el valor para la lucha. Bajo la influencia , siempre antigua >
siempre nueva , del Espíritu creador, estallan vivas luces en el mundi-
y se verifican maravillosas transformaciones en estos nuevos cenácu
los : Veni, creator Spiritus.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 463
Si el hombre , como cristiano, tiene necesidad del Espíritu Santo,
no la tiene menos como ser social. La Iglesia toma á su cargo el re
cordársela en todas las ocasiones solemnes. La muerte , que hiere á los
Pontífices , no perdona tampoco á los reyes. Vaca un trono, y es pre
ciso ocuparlo. Dar un rey á un pueblo es hacerle el regalo más pre
cioso ó el mas funesto. Obispo exterior, protector, modelo y padre
de los pueblos : he aquí los nombres de un rey cristiano. ¿ Qué debe
res se encierran en estos nombres ? ¿ Quién lo pondrá á la altura de
su dignidad ? ¿ Quién le enseñará que el poder es una carga ? ¿ Quién
lo despojará de todo lo suyo para hacerlo hombre de todos ? Sola
mente el Espíritu Santo podrá realizar este difícil milagro.
La Iglesia lo sabe ; y la consagración que hace de los reyes no es
sino una invocación perpetua del Espíritu de fortaleza , de luz , de
justicia y caridad. En esta formidable consagración que dice á los re
yes de la tierra : Vosotros sois vasallos del Rey del cielo y debéis ser
sus imágenes vivientes ; á Él tendréis que dar cuenta de vuestra ad
ministración , como el último de vuestros subditos , ¡ qué garantías no
se encierran de felicidad temporal para las naciones, de salud eterna
para las almas y de duración para las mismas dinastías ! Las cuales
siempre han sido y siempre serán , ó meteoros pasajeros , ó azotes
permanentes , á no estar sostenidas y dirigidas por el Espíritu de
Dios : Xeni , creator Spiritus.
El hacer leyes y aplicarlas con discreción , conviene á saber , el
distinguir lo justo de lo injusto, rastigar útilmente al culpable , ó
absolvor con valor al inocente , no es cosa menos importante para la
dicha de las naciones que la consagración de los reyes. La prosperidad
pública , la paz en lo interior, el respeto en lo exterior, la fortuna,
el honor, la libertad , la seguridad , la vida misma de los cidadanos
están en manos del legislador y del juez. ¡ Qué responsabilidad !
El mismo Salomón no conocía nada más formidable que esto. El
paganismo , ó no lo sospechaba, ó no lo tenía en cuenta. Sus códigos
dan testimonio de que no consultaba más que las reglas vulgares de
la prudencia humana , ó el dictamen inseguro de la equidad natural ;
con frecuencia no invocaba otros dioses que el interés , el capricho ó
la fuerza. Á estas mismas fuentes de derecho acuden hoy los pueblos
no cristianos , y poco á poco también los que van dejando de serlo.
De aquí el escándalo de sus legislaciones y las iniquidades de su
justicia.
¿Pasará lo mismo en las naciones salidas del Cenáculo? De nin
guna manera. La Iglesia quiere que los legisladores y los magistrados
464 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
cristianos saquen sus inspiraciones del manantial mismo de la verdad,
y tomen por regla invariable la ley inmaculada cuyo autor é intér
prete á la vez es el Espirito Santo (i) : Veni , creaior Spiritus.
¿ Por cuántos siglos no ha visto la vieja Europa abrir sus asam
bleas políticas , sus Estados generales , sus parlamentos , sus tribuna
les , invocando de veras al Espíritu de sabiduría y de luz , sin el cual
toda legislación es defectuosa , toda justicia ciega y toda ciencia per
judicial ó vana (2) ? Y asi vemos que su piedad no fué estéril. Mien
tras el Espíritu Santo dirigió sus trabajos , los legisladores y los
magistrados no mancharon los códigos modernos con ninguna ley
anticristiana, ni las actas de los tribunales con ninguna enormidad
jurídica.
Pero la Iglesia no juzga suficiente el invocar al Espíritu Santo tan
sólo en las ocasiones solemnes ó cuando hayan de discutirse los inte
reses generales de las sociedades cristianas , sino que además reco-
mienda á todos sus hijos, de cualquier edad y estado que sean , el re
currir á Él al principiar sus ocupaciones. Asi, muchas veces al día v
en todos los países del globo, el joven cristiano que se dedica al estu
dio de las ciencias sagradas ó profanas, llama en auxilio de su tem
prana inteligencia al Espíritu de luz, de valor y de pureza.
¿ Se trata de que las generaciones que entran en las luchas de b
vida reciban á la tercera persona de la Santísima Trinidad ? Pues eu
este caso la Iglesia multiplica los esfuerzos de su solicitud maternal.
Largas instrucciones, oracioneSjpúblicas y privadas, purificación del
alma por medio de los Sacramentos, anuncio solemne del Prelado,
todo se pone en juego para hacer de cada parroquia otro Cenáculo (3).
Tales son , entre otros muchos, los medios empleados sin cesar por
la Iglesia, á fm de que sus hijos siempre tengan presente al Espíritu
Santo en su memoria y en su corazón. ¿Pu^de hacer mayores esfuer
zos para inculcarnos la necesidad continua que tenemos de Él comí'
hombres y como cristianos? ¿Podremos permitirnos despreciarlas

(1) No cesa de repetirse , desde Bogsuet,que el derecho romana Miarais


Mcriííi. Nada más falso. La verdadera razón escrita es el Decálogo. No hsr,
ni habrá otra jamás.
(2) Per me reges regnant et legum conditores justa decernuut. (rVot.,
viii, 15.)—Vanienim sunt omoes nomines id quibus non subest scientúDei.
(Sap., un, I.)
(3) Muy lamentable es , por cierto, el que no siempre se cumplan esa?
sabias disposiciones déla Iglesia, y que el sacramento de la ConGrmtciiic
do se administre siempre con la conveniente preparación y solemnidad.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 465
recomendaciones tan apremiantes de la mas sabia de las madres? ¿No
sera una ingratitud olvidar á Aquel de quien toda criatura recibe to
dos los dones que posee? ¿ No será peligroso para nosotros pretender
pasarnos sin Él, rodeados como estamos de tantos enemigos?
¿Y no correrán en esto igual peligro las sociedades que los indi
viduos? ¿Pueden acaso ellas escapar de la alternativa inevitable de
vivir ó bajo el imperio del Espíritu del bien, ó bajo la tiranía del Es
píritu del mal? En particular nuestra época, ¿goza respecto á esto
de algún piivilegio? ¡Ah! que para ella mejor que para otra cual
quiera el culto del Espíritu Santo es la gran necesidad del momento,
desde el punto de vista puramente social.
¿Cómo anda la época presente que se cree arbitra de si misma?
Examinemos sus actos y tendencias. El lujo desenfrenado que la de
vora y que llama á grandes gritos á la temible reacción del pobre con
tra el rico, cuyo nombre es socialismo ; el sacrificio continuo, y cada
día más común, de la conciencia , del bonor, de la inteligencia, de la
vida pública y privada en aras de la carne ; la insurrección general,
inaudita , pertinaz de las naciones contra Dios y su Cristo; las doctri
nas emponzoñadas derramadas á torrentes día y noche sobre el mundo,
terribles siembras que inevitablemente producirán cosechas mas te
rribles todavia , ¿ es el Espíritu Santo el que inspira y hace todas estas
cosas ? Pues, si no es el Espíritu de vida , será el Espíritu de muerte.
¿Por cual de los dos quedara la victoria? Quien desde este mo
mento lo quiera saber, no tiene necesidad de preguntarlo á la ciencia
ó a la diplomacia ; bástale considerar de qué lado se inclinan las na
ciones. Á esto se reduce toda la cuestión. Para nosotros, si algo hay
evidente , es que el mundo actual debe al Espíritu Santo el mismo
culto, queremos decir, las mismas fervorosas súplicas que debeá su
único libertador el desventurado que se encuentra colgado de un hilo
al borde de un abismo sin fondo. ¿Quién comprendera esta situación?
¿ Quién cumplirá este deber? Nadie ó casi nadie, y no es esta la menor
prueba de que acertamos en lo que decimos : Terribüi et ei qui aufert
Spiritum principum.

TOMO II. 30
CAPÍTULO XLII.

(Continuación del precedente.)

Sumario.—Cuál sea el culto que el mundo debe ni Espíritu Santo.—Culto de


lutria.—Culto interno.— Culto externo.—Culto público —Culto doméstico
—Culto privado.—Práctica del culto del Espíritu Santo : el recuerdo, ¡»
oración.—Por qué nos dirigimos al Espíritu Santo para obtener las lu¡>*
necesarias y no al Hijo.—Imitación." castidad , caridad.—Órdenes del Es
píritu Santo; su historia.—Cofradías del Espíritu Santo.—Su origen, sus
obras, su fin.—Necesidad de restablecerlas.

2.° ¿ Qué culto debe el mundo al Espíritu Santo ? El Espirito


Santo es Dios , como el Padre y el Hijo. Luego, del mismo modo que
el Padre y el Hijo, tiene derecho al culto de latria. Este culto supre
mo es interno y externo, público y privado. Bajo todos conceptos es
obligatorio este culto respecto al Padre y al Hijo é igualmente respecto
al Espíritu Santo. Y aun nos atreveremos á añadir que, en reparada
del largo olvido de que se ha hecho culpable la moderna Europa, ?
con motivo de la invasión amenazadora del Espíritu del mal , la ter
cera persona de la Santísima Trinidad debe ser hoy objeto de un culto
preferente, de un culto más fervoroso que nunca.
Por lo que hace al culto interno, consiste éste en la fe , esperanc
y caridad (1). Creer que el Espíritu Santo es Dios como el Padre y el
Hijo, persona distinta como ellos , uno en esencia con ellos , igual en
todo á ambos, y como ambos eterno, omnipotente, infinitamente bue
no, infinitamente perfecto ; creer todo esto acerca del Espíritu Santo,
como se cree acerca del Padre y del Hijo ; esperar en el Espíritu
Santo, como se espera en las otras dos personas de la Santísima Tri-

(1) ....Pide, spe, charitate, culeudum Deuin. fS. Aug., Enchyriii., c.tn )
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 467
nidad ; amar al Espíritu Santo con un amor perfecto, de complacen
cia , de agradecimiento, de esperanza , lo mismo que se ama al Hijo
y al Padre y por los mismos motivos ; tales son los tres actos funda
mentales del culto interior que el mundo debe al Espíritu Santo.
Decimos amor de complacencia, por la amabilidad infinita del Espí
ritu Santo ; amor de agradecimiento, por los beneficios que nos con
cede. Pasando otros por alto, el mundo le debe la Santísima Virgen,
el Hombre-Dios , la Iglesia y el carácter cristiano. Decimos , en fin,
amor de esperanza , por sus magníficas promesas : el cielo será el
reino especial del Espíritu Santo, puesto que será el reino do la ca
ridad (1).
Como el rayo sale del foco, el culto externo sale necesariamente
del interno, y es igualmente obligatorio. Es imposible que el hom
bre , compuesto de dos substancias , no manilleste por signos exterio
res los sentimientos de su alma. Más todavía ; todos sus actos exteriores
no son otra cosa que la expresión de sus pensamientos y sentimientos
internos. Ademas , necesitaría violentar continuamente su naturaleza,
para retener en el fondo de su alma lo que tiende imperiosa y cons
tantemente á manifestarse : el hombre debe á Dios el homenaje de sus
sentidos , igualmente que el de su espíritu. Asi , todos los actos ex
ternos de adoración , como oraciones , sacrificios y acciones de gracias
que debe al Padre y al Hijo, los debe de la misma manera al Espíritu
Santo. .
El hombre no es un ser aislado, sino que es un ser social , y por
este título esta obligado á dar á Dios un culto público. Habiendo for
mado Dios las familias , los pueblos y la sociedad , como formó á los
individuos, tiene derecho a los homenajes del ser colectivo, lo mismo
que a los del ser individual. Los seres colectivos , como personas pú
blicas que son , no pueden pagar á Dios su tributo de otra manera que
adorándole coleclivamente. Un pueblo sin culto público seria un pue
blo ateo; y como jamás existió pueblo alguno ateo, de aquí es que
desde el origen del mundo y en todos los países del globo ha habido
culto público.
Añadamos que este culto cede todo en beneficio de las naciones, y
que éstas tienen necesidad de él para vivir. Un sencillo argumento
bastara para probarlo. No hay sociedad sin religión , ni religión sin
culto interno, ni culto interno sin externo. Todas estas proposiciones
son otros tantos axiomas de geometría moral y otras tantas leyes so-

(1) Corn. a Lapid., i» Luc, I , 35.


468 TRATADO DEL ESPIRITU SANTO.
cíales y políticas , de las que no se desentiende impunemente ninguna
época, ni nación.
El culto privado, tan necesario como el culto público, se debe
manifestar con acordarse del Espíritu Santo, por medio de la ora
ción, de la imitación y el temor de ofenderle.
La memoria es el pulso de la amistad. Mientras late , existe la amis
tad. ¿Con qué fuerza y frecuencia no debe latir nuestro corazón para
el Espíritu Santo? Amor consubstancial del Padre y del Hijo, amor
eternamente activo, fuente de todos los bienes de naturaleza y gracia
de que gozamos en esta vida , es también el rey del siglo futuro, en el
cual beatificará a los elegidos por la efusión de los placeres divinos,
sin limites y sin fin.
¡Consideremos por cuántos medios solicita nuestro amor! El aire
que respiramos , la estrella que brilla en el firmamento, los árboles
cargados de frutos , las ricas mieses , las flores tan aromáticas , tan
variadas y tan bellas , todas las criaturas que parece no respiran sino
para servirnos, nos están gritando siempre con voz incansable:
Amad al Espíritu de amor que nos crió, como a vosotros, pero sólo
para vosotros.
Al oir esta voz (¿y quién podrá dejar de oiría ?), el amor del Espí
ritu Santo brotai a de nuestro corazón , como el arroyuelo brota del
manantial. Y al manifestarlo, las acciones de gracias, la invocación,
la adoración , las confidencias íntimas , la oración bajo todas las for
mas, constituirán entre el Espíritu Santo y el mundo las relaciones
de un comercio habitual , del cual reportaremos nosotros todo el be
neficio.
En nuestras dudas, en nuestras vacilaciones, en nuestras enfer
medades de alma y cuerpo , ¿a quién podremos dirigirnos con más
esperanza de resultado? Sobre todo, ¿qué defensor invocaremos, al
considerar las catástrofes con que nos amenaza la rápida invasión del
Espíritu del mal ? SólO el Espíritu del bien puede detenerlo en su
carrera. Esto es repetir una y mil veces , que la devoción al Espíritu
Santo debe ser la devoción favorita de los cristianos de ahora, y que
las inimitables oraciones inspiradas por la fe de nuestros antepasados
deben exhalarse de nuestro corazón con tanta frecuencia , si posible
fuera , como la respiración sale de nuestra boca : Veni, creator Spiri-
tus; Veni, sanete Spiritus, etc.
Aquí se presenta una cuestión. Cuando hay necesidad de pedir
luces, ¿por qué nos dirigimos al Espíritu Santo y no al Hijo, que es
la luz del mundo : Ego sum lux mundi? ¿No se opondrá esta práctica
BL CULTO DEI. ESPÍRITU SANTO. 469
al uso recibido de atribuir las obras del poder al Padre, las de sabi
duría al Hijo y las de amor al Espíritu Santo?
Fácil es responder que la luz es un don de Dios , y que, siendo todo
don un acto de amor, es natural pedírselo al Espíritu Santo, que es
el amor por esencia , y, por consiguiente, el principio de todos los
dones. Puede añadirse que, siendo Dios el Espíritu Santo, es luz como
el mismo Hijo ; y que el amor, principal atributo del Espíritu Santo,
es la verdadera luz que alumbra igualmente al espíritu y al corazón.
De donde resulta que el mejor consejero, el consultor más seguro,
es el amor de Dios y del prójimo, amor que el Espíritu Santo nos
infunde.
Por otra parte, al seguir la Iglesia esta práctica secular, no hace
otra cosa que conformarse con la intención de Nuestro Señor Jesu
cristo. ¡Pues qué! ¿no nos enseñó Jesús á considerar al Espíritu
Santo como foco de la luz y oraculo de la verdad ? En la persona de
sus Apóstoles dijo a su Esposa una vez para siempre : « Cuando viniere
el Espíritu que yo os enviaré, os enseñará toda la verdad (1).» De
este modo, nada ha cambiado : ni la especie de inferioridad que el
Verbo hecho carne parece presentar en este mundo con relación al
Espíritu Santo, ni la misión especial de la tercera persona de la Tri
nidad. Luz de los profetas en el Antiguo Testamento, locutus per pro-
phetas , continúa siendo en el Nuevo el inspirador de la Iglesia y de
todos los hijos de la Iglesia.
Sin embargo , los actos de adoración y las oraciones no bastan
para constituir el verdadero culto del Espíritu Santo. Todo culto tiene
por objeto aproximar el hombrea Dios. Esta aproximación consiste
esencialmente en la imitación. Imitar al Espíritu Santo es, pues, la
parte fundamental de su culto. Y como la pureza y el amor son los
atributos distintivos del Espíritu Santo, siguese que su culto consiste
en imitarle en el amor y en la pureza.
Quiere el Espíritu Santo tal pureza de afectos, es decir, tal des
prendimiento de toda afición desordenada, que la más ligera sombra
de desarreglo en esto fe hubiera impedido bajar al alma de los Após
toles. Siendo esto asi , no pasaría de ser una grosera ilusión preten
der que elija por morada á un alma esclava de la carne. El primer
paso , núes , que hay que dar en la imilación y culto del Espíritu
Sauto, será santificar nuestros afectos y pensamientos.
El otro atributo de la tercera persona de la Santísima Trinidad

(1) Joan., xvi, 13.


470 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO,
es el amor. Por una parte , el amor tieude á la unión , y la unión da
la fuerza ; por otra , el amor se manifiesta con las obras. Esta segunda
práctica del culto del Espíritu Santo es tan necesaria como la primera.
De aquí las Órdenes militares del Espíritu Santo en los siglos cristia
nos y las muchas asociaciones de caridad espiritual y corporal, cono
cidas con el nombre de Cofradías del Espíritu Santo. Digamos una
palabra acerca de estas instituciones, cuya sola existencia caracteriza
el Espíritu que reinaba en la antigua Europa.
En el siglo xiv, á pesar de la decadencia de las costumbres, mer
ced al respeto con que el pueblo , y aun las clases más elevadas de la
sociedad, miraban todavía al Espíritu Sanio, podian los reyes compro
meter á la flor de su nobleza á que lo honrase con un culto bri
llante.
Luis de Tarento, habiendo sido coronado rey de Jerusalén y de
Sicilia el día de Pentecostés del año 1352 , instituyo , en hónor del
Espíritu Santo, a quien atribuía tan insigne favor , la Orden militar
del Espíritu Santo del buen deseo.
ElmismoLuis redactó los estatutos, que comienzan asi: «Estos son
los capítulos ideados y escritos por el excelentísimo principe , mon
señor el rey Luis, por la gracia de Dios rey de Jerusalén y de Sicilia,
en honor del Espíritu Santo, inspirador y fundador de la muy noble
asociación del Espíritu Santo del buen deseo, instituida en el día de
Pentecostés en el año de gracia MCCCLH.
«Nos , Luis , por la gracia de Dios, rey de Jerusalén y de Sicilia,
en honor del Espíritu Santo, en cuyo dia, por su gracia, recibimos
la corona de nuestros reinos, para exaltación y aumento del hónor,
hemos mandado formar una compañía de caballeros, que serán lla
mados caballeros del Espíritu Santo del buen deseo, y los dichos ca
balleros serán en número de trescientos; de los cuales Nos, como ins
tituidor y fundador de esta compañía, seremos príncipe , y lo mismo
deberán ser todos nuestros sucesores los reyes de Jerusalén y de Si
cilia (1).»
El deber principal de los caballeros era prestar ayuda y socorro al
rey ea la guerra y en todas las demás ocasiones. Esta disposición
constante al sacrificio estaba simbolizada por un nudo ó lazo de amor
en tela de seda colorada que llevaban colocado sobre el pecho. Por
encima del nudo se leia : Si Dios quiere. Mientras Dios uo dispon»

(l) Véase Gtuiliniani , hi. di tutti gli ordin. milit., et //e/i/o/-, Jíüt,' dta
ordra réligieux, t. vin, p. 319, edit. in 4.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 471
que el caballero acreditase su lealtad con alguna hazaña , el nudo
permanecía atado.
Pero si en el combate contra un enemigo superior en número , el
caballero había recibido honrosas heridas, ó reportado alguna victo
ria notable, llevaba desde este mismo día su nudo desatado, hasta ir
al Santo Sepulcro á rendir á Nuestro Señor Jesucristo el homenaje de
su triunfo. Á su regreso volvía á atarse el nudo con este mote : Quí
solo Dios, acompañado de una llama, en forma de lengua de fuego,
como recuerdo de la figura simbólica en que el Espíritu Santo des
cendió sobre los Apóstoles.
Estos guerreros , verdaderamente cristianos, ayuuaban todos los
viernes del año y daban de comer en este día á tres pobres en honor
del Espíritu Santo. Se reunían anualmente en Ñapóles el día de Pen
tecostés ; la celebración de la fiesta concluía por un banquete que el
rey en persona presidía. En el centro del vasto salón había una
mesa llamada la Mesa deseada , a la cual se sentaban los caballeros
que durante el año habían desatado su nudo. Los que llevaban su
nudo entrelazado ya con la llama, recibían además una corona de
laurel.
Cuando moría algún caballero, el rey mandaba celebrar solemnes
exequias por el descanso eterno de su alma, á las que asistían todos
los caballeros presentes. El pariente mas cercano, ó en su defecto un
amigo, seguido del rey y de los demás caballeros, tomaba por la punta
la espada del difunto y la ofrecía sobre el altar. En seguida se arrodi
llaban y rogaban por el alma del caballero; y, una vez terminadas las
exequias, se suspendía la espada en la pared de la capilla. Recibida
de Dios, empleada en el servicio de Dios, volvía á Dios. Si el caba
llero había llevado la llama sobre el nudo, se esculpía sobre su tumba
una llama, de la que salían estas palabras: Llevó d cabo su hazaña del
buen deseo, y quedaba obligado cada uno de los caballeros á mandar
decir siete misas por el eterno descanso del finado (1).
Dos siglos después , también tuvo Francia su orden del Espíritu
Santo. Enrique III fué elegido rey de Polonia el día de Pentecostés del
año 1573, y en igual día del siguiente año 1574 fué llamado al trono
de Francia. Con el fin de inmortalizar su agradecimiento al Espíritu
Santo, dió este principe en 1578 la patente para la institución de la
Orden militar del Espíritu Santo, orden que ha llegado á ser tan glo
riosa en la historia de Europa. Expresa en ella sentimientos que pro-

(1) Helyol., ubi supra.


*7i TRATADO DKL ESPÍRITU SANTO.
porciona tanta más alegría encontrar ea boca de un rey , cuanto me
nos habituado se esta a ello.
« Habiendo puesto , dice el monarca , toda nuestra confianza en la
bondad de Dios, por el cual Nos reconocemos tener y poseer la dicha
de esta vida, es justo que nos acordemos y nos esforcemos en darte
eternas gracias, y que Nos transmitamos a toda la posteridad los gran
des beneficios que hemos recibido de Él , particularmente el de que en
medio de tantas opiniones diferentes en materia de religión como han
dividido á Francia , haya conservado en ella el conocimiento de su
santo nombre, la profesión de una sola fe católica y la unión consola
la Iglesia apostólica romana.
» Y por cuanto ha sido de su agrado reunir, por inspiración del
Espíritu Santo en el día de Pentecostés, todos los corazones y volun
tades de la nobleza polaca , y mover todos los Estados de este reino y
del ducado de la Liluania á Nos elegir por rey , y después en el mismo
dia Nos llamar al gobierno del reino de Francia; por tanto, para con
servar la memoria de todas estas cosas, y para fortalecer y mantener
constantemente la religión católica, y para condecorar y honrar la no
bleza de nuestro reino , Nos establecemos la Orden militar del Espirito
Santo...., la cual orden creamos ó instituimos en este reino, á fin de
que el Espíritu Santo Nos conceda la gracia de que Nos veamos cuanto
antes á todos nuestros súblitos reunidos en la fe y religión católica, y
viviendo en adelante en buena amistad y concordia los unos cón los
otros...., que es el objeto a que se dirigen nuestros pensamientos y
acciones, como al colmo de nuesta dicha y felicidad (l).t
Satanás es el Espíritu de división. El Espíritu Santo es el Espíritu
de caridad. Si existia algún medio de devolver la unión á un reino,
cruelmente dividido por las guerras de religión y por las discordias
civiles que son su inevitable consecuencia , era seguramente el de
restableber el reinado del Espíritu Santo. Pues en este caso nada mas
acertado que el pensamiento del príncipe, nada más deseable que la
Orden que instituyó : el sólo hecho de su existencia era ya un inmen
so servicio. Presentando la más alta nobleza agrupada bajo la bandera
del Espíritu Santo, proclamaba altamente á la tercera persona de la
Santísima Trinidad como elemento social , dando ejemplo y lección á
los gobernantes de ahora, y retardaba la época del funesto olvido en
que la han dejado.
Los estatutos de la Orden eran los más á propósito para realizar los
(I) Htlynt., t. Tin, p. 408.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 473
intentos del monarca. El rey de Francia, como gran maestre, pres
taba en el día de su consagración, con la mano puesta sobre el Evan
gelio, el juramento « de vivir y morir en la santa fe y religión cató
lica, apostólica , romana, y de morir antes que faltar á ella: de
mantener siempre la Orden del Espíritu Santo ; de no poder dispensar
jamás á los comendadores y oficiales recibidos en la orden de co
mulgar y recibir el cuerpo precioso de Nuestro Señor Jesucristo
en los dias establecidos, que son el primero de cada año y el de
Pentecostés.»
Habiendo sido fundada la orden para la propagación de la fe cató
lica y extirpación de las herejías, los caballeros prestaban el día de su
recepción igual juramento de fidelidad a Dios, a la Iglesia, al Espí
ritu Santo y al rey. Los caballeros eran ciento, todos de las familias
más nobles, y de buena vida y costumbres. Á no serles imposible,
asistían todos los días á misa , y en los festivos á la celebración públi
ca de los oficios divinos.
Estaban obligados á rezar diariamente un misterio del rosario,
que debían llevar consigo ; además, el oficio del Espíritu Santo con
sus himnos y oraciones, ó si no, los siete salmos penitenciales ; y de
faltar á esto, quedaban obfigados á dar una limosna a los pobres. En
los dias de comunión mandados por los estatutos, debian , fuera cual
fuese el lugar donde se encontraran , llevar puesto el collar de la orden
durante la misa y la comunión.
Al día siguiente al de su recepción iban á oir la misa en traje de
ceremonia, y el rey presentaba al ofertorio un cirio, en el que iban
enclavados tantos escudos de oro como años tenía el monarca. Con
cluida la misa comian con su majestad, y después del mediodía asis
tían á las vísperas de difuntos. Al tercer día asistían á los oficios que
se celebraban por los caballeros difuntos. El rey y los caballeros ofre
cían cada uno al ofertorio un cirio de á libra. Además, se celebraban
dos misas cada dia en el convento de Agustinas, en París, la una por
la prosperidad de la orden y por los caballeros vivos, la otra por los
caballeros difuntos (1).
¡ Qué diferencia entre las órdenes militares de los antiguos tiempos
y las órdenes modernas!
En tanto que la alta nobleza practicaba con tanto brillo é inteli
gencia el culto del Espíritu Santo, el pueblo, mas fiel todavía á las
antiguas tradiciones, lo conservaba en su franca pero enérgica é inte-

(1) Helyot., ubitupra.


474 TRATADO DEI. ESPÍRITU SANTO.
resante sencillez. Una buena parte de Europa estaba llena de asocia
ciones ó Cofradías del Espíritu Santo. La santificación de sus miem
bros por la unión fraternal y por la caridad, era el alma de estas
preciosas instituciones, cuyo origen se pierde en la noche de los tiem
pos de la barbarie ; eran como el Espíritu Santo en acción. Existían
señaladamente en la mayor parte de las parroquias de. Saboya. En
nuestros días, la diócesis privilegiada de San Juan de Mauriena tiene
la dicha de conservar hermosos restos de dichas asociaciones.
Las comidas públicas, en que tomaban parte todos los cofra
des (1), dan lugar a pensar que las asociaciones del Espíritu Santo
traen su origen de las ágapes primitivas. Tenían lugar sobre el verde
césped a campo raso ; se mataba un buey para el festín. Xo hace mu
cho tiempo que , cortando un enorme nogal , se encontró , al lado
del árbol secular, el gancho de hierro de que se servían para des
cuartizar la res. Las grandes calderas en que se guisaba el día de
las ágapes, existen todavía en muchas parroquias. Habiendo cambiado
las circunstancias de los tiempos , las comidas públicas se convirtie
ron en limonas generales, tanto para conservar la memoria de la an
tigua disciplina, como para consolar más eficazmente á los pobres
vergonzantes.
Los ricos que en calidad de cofrades tenían parte en las limosnas
ó distribuciones , las tomaban lo mismo que los pobres. Así lo hacia
el grande , el amable santo de Saboya. Se sabe que San Francisco oV
Sales llevaba religiosamente en los pliegues de su sotana las nueces
que los niños le daban cuando iban á confesar. Las hacia servir en su
mesa, y decia al comérselas : es el trabajo de mis manos; no hay man
jar más delicioso para mí : Labores manuum tuarum quia mandw-
bis , bealus es et bene tibí erit.
Pero los ricos , como indemnización de lo que recibían y para qu?
las porciones de los pobres fueran mayores, teBian cuidado de aumen
tar, ya por donación , ya por testamento, los fondos de las cofradías.
Gracias a su liberalidad , llegaron á repartirse en algunas parroquias
hasta cinco limosnas generales al año.
Por las épocas en que tenían lugar, asi como también por ! ■ natu
raleza de las cosas que se repartían , se ve que las limosnas tenían por
objeto procurar á los cofrades ó algunas diversiones ¡urentes, tan
dulces para los desheredados del mundo , ó socorros materiales nece
sarios para el cumplimiento de las leyes disciplinares de la Iglesia.

(t) Eran todos ó casi todos los habitantes de la parroquia.


EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 476
Asi , al principio de la Cuaresma habia distribución de aceite , por
cuanto entonces no se podían condimentar los alimentos con manteca.
El Sábado Santo se daba tocino , para que los fieles pudieran prepa
rar su comida con grasa durante la Pascua.
Pero no tener sino alimentos pobres condimentados con grasa en
los dias en que la Iglesia se ostenta llena de alegría y los mas rígidos
solitarios suspenden sus austeridades, era demasiado poco. Por esto el
lunes de Pascua se hacia una distribución de pan y vino.
Á la Ascensión , cuando los rebaños comenzaban á subir á las mon
tañas, se repartía sal. En fin: el lunes ó el martes de Pentecostés,
fiesta principal de la hermandad , se daba sopa , vino y lardo , con lo
cual los mas pobres podían olvidar un instante sus privaciones habi
tuales. Al presente las distribuciones ó limosnas se hacen sólo al
comenzar la Cuaresma y el Sábado Santo.
Esto no es más que el lado material de la hermandad. Su parte
moral consiste en todas las obras espirituales de misericordia, y en
primer lugar en el cuidado que se tiene de las almas del purga
torio , en cuyo sufragio se ofrecen muchas Misas y otras buenas obras
de varios géneros. Estas manifestaciones de una caridad discreta , ha
ciendo caer sobre los muertos el rocío que les refrigera y da paz,
proporcionan á los vivos intercesores poderosos cerca de Dios y hacen
perdurables los vínculos de la fraternidad. ¿Dónde hay una cosa más
prudente?
¿Por qué el espíritu moda-no ha venido á perseguir y destruir
estas admirables asociaciones? Harto lo sabemos ; mas ¿ por qué no
hemos de restablecerlas donde antes existían , ó fundarlas donde no
las haya habido? Esto sí que no lo comprendemos. ¿Qué se necesita
para hacerlo? Querer.
Quererlo con industriosa prudencia , tomando en cuenta las cir
cunstancias de tiempos y lugares (1). Qtfererlo con perseverancia, sin
asustarse de los obstáculos, y teniendo presente que las cosas que son
necesarias , al cabo se hacen siempre. Todos los dias se fundan nue
vas asociaciones. Pocas parroquias hay que no tengan alguna her
mandad en houor de la Santísima Virgen , de Santa Ana ú otros San
tos del cielo. Y la tercera persona de la Santísima Trinidad, á quien
lo debemos todo , incluso la Virgen , ¿será la que únicamente quede
olvidada para siempre? ¿Qué excusa podría tener nuestra indiferen
cia , sobre todo en los tiempos que corremos?
(I) ¿Qué inconveniente puede haber, por ejemplo, en aprovechar la
época déla Confirmación para realizar este proyecto?
476 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
Satanás no se contenta con mandar en el gran ejército del mal. Con
una actividad que no tiene semejante , organiza á nuestra vista sus
numerosos adeptos en mil y mil hermandades de iniquidad. Sabe
perfectamente que para destruir, lo mismo que para edificar , en la
unión esta la fuerza; y no se equivoca en sus cálculos. Cual campo
socavado por los topos , asi Europa esta minada por los tenebrosos
zapadores del satanismo.
So pena de perecer, tenemos que cumplir con nuestra obligación
de abrir una contramina. Seamos soldados, y soldados resueltos del
gran ejército del Espíritu Santo, la Iglesia católica; mas no nos con
tentemos con esto. Organicémonos en grupos para la ofeosiva y la
defensiva ; opongamos sociedades a sociedades. Á las hermandades de
Salanas opongamos las del Espirito Santo; la unión da la fuerza. Sólo
el Espíritu del bien puede vencer al Espíritu del mal; lo que signi
fica , si no estamos equivocados, que todo lo que puede favorecer
el reinado del Espíritu Santo, hoy más que nunca, debe estai á la
orden del dia.
Réstanos hacer una consideración en apoyo da este culto saluda
ble, y será materia del capitulo siguiente.
CAPÍTULO XLIII.

(Fin del anterior.) ,

Sumario.—Pecado contra el Espíritu Santo.—Su enormidad.— Palabras de


Nuestro Señor.—Diferencia entre la blrsfemia contra el Espíritu Santo j
la que es contra el Dios-ljombre.—La blasfemia contra el Espíritu Santo
no es el Unico pecado contra el mismo.— Lo que es el pecado contra el
Espíritu Sentó.—Sus diferente» manifestaciones.—En qué sentido es irre-
misibl" el pecado contra el Espíritu Santo.—Castigo de este pecado.—
Paralelismo entre ia ruina de Jerubalén , deicida del Verbo encamado, y
la de Coiistantinopla , deicida del Espíritu Santo.—Advertencia á las na
ciones modernas..—Conclusión.

Si el culto del Espirita Santo en su parte positiva consiste en acor


darse de la tercera persona de la augusta Trinidad , en hacerle oración
y en imitarla, la parte negativa del mismo culto se reduce a huir con
el mayor cuidado posible de todo lo que puede apartar de nosotros al
divino Espíritu y contristarlo.
Apartarlo. El Espíritu Santo es esencialmente pureza y caridad.
A la manera que los malos olores ahuyentan a la abeja , así el sensua
lismo y el egoísmo ahuyentan al Espíritu Santo de toda alma y de todo
pueblo que se entregue á cualquiera de estos vicios. ¡Gran asunto
para que nuestra época lo medite y se estremezca ! Si es verdad que
no se conoce ninguna otra tan entregada al sensualismo y egoisnio, se
infiere que ésta se opone al Espíritu Santo más que ninguna. Pero
alejar de sí al Espíritu de vida es, como tantas veces lo hemos dicho,
proclamar el reinado del Espíritu demuertecon sus inevitables y de
sastrosas consecuencias.
Contristarlo. La negligencia en invocar al Espíritu Santo y la in
fidelidad en seguir sus inspiraciones , sea para ordenar la propia con
478 . TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
ducta , sea para' dirigir á otros individuos ó pueblos , contristan pro
fundamente al Espíritu Santo. El menosprecio en que se le tiene , la
injusta preferencia que se concede á oráculos ajenos ó contrarios aj
Espíritu divino, preparan las más horribles catástrofes ; porque con
ducen á un pecado no menos irremisible para las naciones que para
los individuos. Nos referimos al pecado contra el Espíritu Sanio. Nos
falta darlo á conocer ; y ¡ojalá podamos lograr que se le tenga todo el
horror que merece !
El Hombre-Dios recorría la Judea curando á los enfermos , li
brando á los posesos, resucitando muertos. Envidiosos los fariseos de
la confianza y amor que sus continuos milagros le granjeaban, se
atrevieron a decir : Arroja á los demonios en el nombre de Beelzebud,
príncipe de los mismos. Después de haber el Verbo divino refutado
semejante calumnia , añade, para hacer ver su enormidad: «Por tanto,
os digo : Todo pecado y blasfemia serán perdonados á los hombres;
mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y todo el que
dijere palabra contra el Hijo del hombre , perdonada le será ; mas el
que la dijere contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este
siglo ni en el otro (1).»
Donde se ve que Jesús acrimina á los fariseos porque atribuían
maliciosamente al demonio los milagros que el Señor hacia , cuando
no podían dudar que eran obra del dedo de Dios. Estos eran su cri
men y su blasfemia. La blasfemia contra el Espíritu Santo consistí»
propiamente en tratar las obras del Verbo divino de obras satánicas,

(I) Ideo dico vobis : omne peccatum et blaspbemia remittetur homini-


i os: Spiritus autem blasphemiae non remittetur. Et quicumque dixorit ver-
¡ium contra Filium hominiB, remittetur ei ; qui autem dixerit contra Spi-
ritum Sanctum , non remittetur ei neque in hocsaeculo, neque in futuro.
Malth., xii, 31-32; .Varc, in , 29; Luc, xu , 10.)—Santo Tomas explica
en estos término* la diferencia entre la blasfemia contra el Espíritu Santo
y la blasfemia contra Nuestro Señor Jesucristo: «Cristo hacfa ciertas cosas
en cuanto hombre, como el comer, beber y otras semejantes; y otras en
cuanto Dios, como arrojarlos demonios, resucitar & los muertos, etc.. lo
cual hacia , ya por la virtud de su propia divinidad , ya por obra del Espí
ritu Santo, de que estaba lleno en cuanto hombre. Los judio" habían blasfe
mado primeramente contra ei Hijo del hombre , cuando le dijeron glotón, y
bebedor de vino, y amigo de los publícanos. Pero después blasfemaron con
tra el Espíritu Santo, cuando atribuyeron al príncipe de los demonios las
obras que Jesús hacfa por virtud de su propia divinidad y por obra del Es
píritu Santo. i (2. 2., q. xiv.art. t.)
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO.
á pesar de la evidencia , y , por consiguiente , al Hijo de Dios de agente
del demonio , de falsario y usurpador de la divinidad.
i Debe advertirse, dice un sabio comentador, que Jesús no habla
aquí de todos los pecados contra el Espíritu Santo, sino únicamente de
la blasfemia contra el Espíritu Santo , que se comete de palabra igual
mente que con el pensamiento ó con las obras. Y esto sucede cuando
se calumnian las obras manifiestamente divinas y milagrosas, piado
sas y santas que Dios hace para salud de los hombres, y en confirma
ción de la verdad de la fe, como, por ejemplo, la expulsión de los
demonios. Como estas obras son efecto de la bondad y santidad de
Dios, se atribuyen al Espíritu Santo ; y por esto, el que las calumnia,
el que á subiendas las atribuye maliciosamente a los demonios, blas
fema contra el Espíritu Santo, porque le niega á Dios su santidad y
*u verdad, y osa hacerlo demonio : Ex Deo facit diabolum (1).»
El pecado contra el Espíritu Santo no se limita, pues, á la blasfe
mia contra el Espíritu Santo, ni á un acto pasajero; se extiende á
muchas prevaricaciones, y aun constituye un estado permanente. Este
árbol mortífero , según los Padres y los teólogos , en particular Santo
Tomás, se divide en seis ramas : la desesperación de la salud, la pre
tensión de salvarse sin méritos ó de ser perdonado sin peniténcia, el
ataque d la virtud conocida, la envidia de la gracia ajena, la obstina
ción en el pecado, la impenitencia final, son otros tantos pecados con
tra el Espíritu Santo (2) ; porque son de pura malicia, especialmente
el tercero, que fué el anatematizado propiamente por el Salvador.
¿ Por qué son pecados de pura malicia ? Santo Tamás responde:
> El segundo género de pecados de pura malicia se comete cuando
por desprecio se rechaza y aparta lo que podría impedir que se elija
el pecado , como , por ejemplo, abandonando la esperanza por la de
sesperación , ó el temor de Dios por la presunción.... Ahora bien:
seis cosas nos impiden entregarnos al pecado por parte de los juicios
de Dios, por parte de los dones divinos y también por parte'del mismo
pecado.
•Pues primeramente el hombre se aparta de cometer el pecado
por la consideración del juicio divino, que es a la vez misericordioso
y justo, y por la esperanza que nace de la consideración de la mi-

(1) Cor», a Lap., m Multh., xu,3l.


(2) Desperatio, praesumptio, impoenitentia , ohstinatio, impugnatio
veritatis agüitas et invidentia fraternae gratiae. (Ap. S. Th., 2. 2., q. xiv,
art. 2.)
480 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
sericordia de Aquel que perdona los pecados y premia las buenas
obras ; pero la desesperación quita esa esperanza....
«Los dones de Dios que nos apartan del pecado , son dos : el pri
mero es el conocimiento de la verdad , el que se destruye impugnando
la verdad conocida para pecar más libremente. El segundo es el auxi
lio de la gracia interior, contra el cual va la envidia de la gracia del
prójimo, como cuando alguno tiene envidia , no sólo á la persona de
su hermano, sino aun á la gracia de Dios que hace progresos en el
mundo.
»Por parte del pecado, dos cosas pueden retraernos de cometerlo.
La una es el desorden y la torpeza del acto, cuya consideración suele
hacer que el hombre se arrepienta del pecado cometido ; á lo que se
opone la impenitencia.... en el sentido de propósito de no arrepentirse.
La otra es la brevedad y la nada del bien que se buscaba en el pecado,
según aquello del Apóstol a los Romanos : ¿ Qué fruto sacasteis de
aquellas cosas que ahora os dan vergüenza ? Cuya consideración sude
determinar al hombre á que no persista en el pecado. Mas todo esto se
lo lleva la obstinación , que es cuando el hombre confirma sn propó
sito de permanecer en el pecado.... Todos estos medios que nos im
piden escoger el pecado, son efectos del Espíritu Santo en nosotros
Y por lo tanto, pecar asi por malicia, es pecar contra el Espirito
Santo (1).»
El dulcísimo San Francisco de Sales añade: «El pecar es harto
común á la flaqueza humana. Pero sostener tenazmente su propia falta,
querer probar que se ha hecho bien en cometerla, llamar bien al mal
y poner las tinieblas en el lugar de la luz , es ofender al Espíritu Santo;
combatir una verdad manifiesta es condenarse por su propio juicio, y
ser en cierto modo de reprobo sentido (í). * Esto es en si misino el
jiocado conlra el Espíritu Santo : réstanos explicar en qué sentido se
dice irremisible.
El Vertió encarnado declara que la blasfemia contra el- Espirito
Santo no será perdonada ni en este mundo ni en el otro. Empero,
cuando confio a la Iglesia el poder de las llaves, le dijo sin restric
ción : Todo lo que desatareis sobre la tierra, desatado será en el rielo:
a quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados. La Iglesia

(1) Haec autem omnia quae peccati electionem impediunt, sunt elfedm
Spiritun Sancti in nobis ; et ideo sic ex malttia peccare , est peccare in Spi-
ritum Hanctuin. (2. 2., q. xiv , art. 1 , ct art. i.)
(2) Spirii., tom. n , part. xi.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 181
católica , intérprete infalible de la doctrina de su Esposo , enseña como
no hay contradicción alguna entre esas palabras divinas : enseña que
el Redentor universal no ha puesto ninguna limitación á su miseri
cordia , que ningún pecado es irremisible en el sentido riguroso de la
palabra , y en la persona de .Novato excomulga a quien so atreva á sos
tener lo contrario.
¿Cómo se ha de entender, pues, eso de que el pecado contra el
Espíritu Santo es irremisible? Si se trata de la impenitencia final, es
una verdad rigurosa que este pecado contra el Espíritu Santo no se
perdona. La impenitencia final es el pecado mortal en que el hombre
permanece hasta la muerte. Mas este pecado ni se perdona en este
mundo por la penitencia, como es claro, ni en el otro, donde no hay
redención. ¿Pero se trata de los otros pecados contra el Espíritu Santo?
En tal caso no se entienda que el perdón es absolutamente imposible,
sino solo extremadamente difícil. La razón es que el pecado contra el
Espíritu Santo no merece remisión, ni en cuanto á la pena, ni en
cuanto á la culpa.
En cuanto a la pena. El que peca por ignorancia ó debilidad,
parece excusable hasta cierto punto : en todo caso, merece menos
castigo. Pero el que peca á sabiendas y por malicia, ex certa rrntli-
tia, no tiene excusa ninguna ni merece diminución de pena. Tal es
el que peca contra el Espíritu Santo.
En cuanto a la culpa. Se declara incurable toda enfermedad que
por su misma naturaleza rechaza todos los medios de curarla , por
ejemplo , cuando hace imposible retener ninguna especie de alimento
ó remedio , por mas que Dios puede siempre curarla. Asi, el pecado
contra el Espíritu Santo se llama irremisible por su naturaleza en
cuanto rechaza lodos los medios de perdón , puesto que se opone activa
y directamente al Espíritu de luz, de gracia y misericordia. Mas esto no
quiere decir que el camino del perdón y de la curación esté cercado á
la omnipotencia y á la misericordia de Dios, el cual , asi como puede
siempre curar las enfermedades incurables, puede igualmente perdo
nar los pecados irremisibles. ¡ Gracias mil le sean dadas ! De estos mi
lagros de bondad hay ejemplos que presentar (1).
Cuando se reflexiona sobre el pecado contra el Espíritu Santo y
sobre las consecuencias que lleva consigo , ¿es fácil no llenarse de te-

(1) Per hoc tamen non praccluditur via remit tendí et sanandi omnipo-
tentiae et misericordiae Dei per quam aliquando tales qnasi miracolose spi-
ritualiter sanantur. (S. Th., i. 2., q. xiv, art. 3.)
TOMO II. 31
TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
mor por la suerte que le espera á una época como la nuestra, en (pie
ese pecado terrible se comete tan frecuentemente y por tan grande
número de personas de toda condición? ¿Son acaso pocos en nuestros
dias los que, á pesar de reiteradas advertencias, se obstinan en el li
bertinaje del espiritu ó del corazón, y ponen fin á sus dias con el sui
cidio, ó mueren con la insensibilidad de la bestia? ¿Son pocos los in
diferentes que sin cumplir con los delieres esenciales de la religión, se
las prometen muy felices para después de la muerte, diciendo con im
pía sonrisa que Dios es demasiado bueno para que los pierda? ¿Son
pocos los que en sus conversaciones, en sus discursos, en sus diarios,
en sus obras, atacan audazmente la verdad cono ida? ¿Son pocos les
que, llevando la blasfemia hasta los límites á que el infierno mismo no
llegó, se atreven, por una parte, a calumniar todo cuanto pertenece
al catolicismo, al Vicario de Jesucristo, al Hijo misino de Dios ; y , por
otra parte, añaden á estos insultos satánicos la glorificación de lodo lo
anticristiano, de Judas, Nerón, Juliano Apóstata y del mismo Satanás?
¿Qué es esto, en labios bautizados, sino el pecado contra el Espi
ritu Santo, con todas las circunstancias más odiosas que puedan ima
ginarse? ¿Qué suerte les espera a las naciones que asi ultrajan)
dejan ultrajar al autor mismo de todos sus bienes? La Providencia ha
querido presentaren la historia un hecho quedala respuesta a esa
pregunta.
Desde los primeros siglos, dejándose los griegos llevar del espiritu
maligno, no habían cesado de atacar á la tercera persona de la Santí
sima Trinidad. Macedónio, Focio, Miguel Cerulario, son los padres
culpables de esa larga posteridad que insulta al Espíritu Santo. La
Iglesia latina, alarmada por el gran pecado de su hermana, nada
oínitite por restituirla á la unidad. Trece veres firman solemnemente
los (¡riegos el símbolo católico, y trece veces violan la fe jurada.
En 1 W9 , apenas llegan al Oriente de vuelta del Concilio de Florencia,
se burlan de la firma que acaban de estampar, y vuelven a blasfemar
contra el Espíritu Santo.
Este último crimen colma la medida, y el nuevo deicida va a ser
castigado como el primero (1). Desde aqui empieza esa semejanza te
rrible quelos observadores cristianos han hecho notar entre la ruina de
Jerusaléu y el saqueo de Constantinopla. » Para encontrar algo seine-

(1) Llamamos á loa griegos iticidm itet Etpiriti S mi» en el mismo sen
tido que San Pablo aplica este aomlire 4 loi que con sus pecados crunfiriín de
nuevo al Hijo de Dios. (Histb., vi, 6.)
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO 483
jante á la ruina de Constantinopla por Mahomet, hay que remontarse
á la ruina de Jerusalén por Tito. Para que los Griegos no pudieran
dudar que la causa de su desastre era su rebelión obstinada contra el
Espíritu Santo, su capital fué tomada, y su emperador fué muerto, y
su imperio aniquilado precisamente en la fiesta de Pentecostés (1).»
Pocos años antes de la ruina de Jerusalén , un tal Jesús, hijo de
Anano, se puso á gritar de repente en el templo : <; Voz del Oriente,
voz del Occidente, voz de los cuatro vientos , voz contra los recién
casados y las recién casadas , voz contra todo el pueblo ! » Después, co
rriendo dia y noche por las calles y plazas de la ciudad, repelía ince
santemente el mismo grito , añadiendo entre lúgubres alaridos : «¡ Ay
de Jerusalén , ay del pueblo, ay del Templo! En fin: andando un día
por las murallas , gritó : « ; Ay do Jerusalén , y ay de mi también! » En
el mismo instante una piedra lanzada por una máquina .enemiga le
dejó muerto en el acto (2).
La voz de la misericordia que había llamado en vano á los Judíos
cedía su lugar á la voz de la justicia. Lo mismo cabalmente les paso
á los Griegos.» Como cosa de dos años (3) antes de la toma de Cóns
tantinopla, el Papa Nicolás V, después de haber agotado todos los
medios de persuasión, les amenaza oun la ruina próxima de su impe
rio. «Aguantamos todavía vuestra tardanza, les escribió, acordando-
nos de Jesucristo, Pontífice eterno, que dejó en pie la higuera estéril
hasta el tercer año, aunque el labrador se disponía á cortarla , por
que no daba fruto. Nos hemos esperado tres años por ver si á la voz
del divino Salvador, volvíais de vuestro cisma. Pues bien : si nues
tra espera queda frustrada, seréis destruidos, para que no ocupéis
inútilmente la tierra (4).»
El Vicario de Jesucristo mandó al Oriente un legado con estas le
tras proféticas. Este último mensajero de la misericordia fué el grande
y santo cardenal Isidoro, arzobispo de Kief , griego de origen , y cé
lebre entre los mismos Griegos por el talento que había manifestado

(1) Hifl, uní», de la Iglesia, tom. xzii. —Ut intelligant causam exitii aui
filiase pertioaciam in errore de processione Spiritus Sancti , in ipsis feriia
Spiritus Sancti capta fuit Constantinopolis aTurcis, imperator occisas, et
imperium omnino deletum. 'Beííarm., DeChrislo, lib. n , c. xsx ; vide etiam
.S. Anión., Chronin., part. ni, t. n , c. xm )
(2) Jotefo, De Bello judairo , lib. vn , c. xI:.
(3) Octubre de 1451 .
(4) Apud Reginald., an. H5! , n.° 1 et 2.
'
W'i ¿TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
en el Concilio de Florencia. Era, bajo todo aspecto , el hombre más
á propósito para reducirlos á la unidad.
Los Judíos no hacen caso de las predicaciones del hijo de Anano;
antes le injurian y le pegan. En vez de oir esta voz inspirada, pre
tieren seguir á los falsos profetas que los excitan á la guerra contra
los Romanos, prometiéndoles auxilio del cielo.
Los Griegos desprecian las advertencias del Soberano Pontífice,
vuelven la espalda á su enviado, y se muestran más hostiles que
nunca á la unión: corren en tropel al monasterio en que reside el de
masiado famoso Jorge Escolar, y le preguntan lo que deben hacer.
El orgulloso monje , sin dignarse salir de su celda , les respoade
fijando en su puerta un cartel en que se anatematiza á los latinas, y
acuden todos los griegos á leerlo como un oráculo. Leámoslo también
nosotros: «Miserables ciudadanos, decía: ¿por qué os extraviáis?
Renunciando á la religión de vuestros padres, abrazáis la impiedad,
y os echáis encima el yugo de la servidumbre. En vez de contar coa
los Francos, poned vuestra confianza en Dios. Señor , juro que soy
inocente de este crimen (1). »
Las palabras de aquel hombre, a quien tenían por profeta, cam
bian el odio contra los latinos en fanatismo popular. Por las calles de
Coustautinopla resuena imponente este grito : ¡Fuera los azimistas!
¡ No necesitamos del auxilio de los Latinos ! ¡Mejor queremos ver en
Constantinopla el turbante de Mahomet, que el capelo de Isidoro! ¿No
es este el grito de los Judíos cuando decían : ¡Quítalo, quítalo! Xo
queremos que reine sobre nosotros? Lo mismo que los Judíos, los
Griegos esperaban también un prodigio que los salvara. Todas Iss
noches se les veía reunidos en las encrucijadas, donde llamaban en
su ayuda á la Virgen, bebiendo á la salud de su imagen, y colmando
de imprecaciones a los Occidentales.
Tito , extranjero y de diferente religión, puso sitio á Jerusalén al
frente de su pueblo, y la aparición de las águilas romanas delante de
la ciudad de David fué la abominación de la desolación en la tierra
santa (2). Los Romanos hicieron prodigios de actividad para estrechar
sus lineas de circunvalación y encerrar en un círculo de hierro,»

(t) Bueno es saber que este Escolar ó Genadio, cuando estaba en Flo
rencia , era el que mas empeño mostraba de presentarse al Papa para ser
tenido por el principal autor de la reunión de los Griegos ¿ la Iglesia.
(2) Et civitatem et sanctuarium dissipabit populus cum duce venturo : el
finis ejuB vastitas et.... statuta desolatio. (Dan., n, S6.)
EL CULTO DEL BSPÍRITU SANTOft
más bien, en un sepulcro de vivos, a Jerusalén y sus habitantes. Los
Judios se agitaban en el vértigo del orgullo y en el furor de la guerra
civil. Como si fuera poco verse acosados por los enemigos exteriores,
se dividen en facciones que se despedazan mutuamente, y convierten
á Jerusalén en imagen del infierno.
Mahomet II , príncipe extranjero y de diferente religión, se pre
senta bajo los muros de Constantinopla al frente de su pueblo. Este
pueblo de infieles se componía de trescientos mil soldados, acompaña
dos de una flota de cuatrocientos navios: y la formidable aparición de
la Media Luna delante, de la ciudad de Constantino era la abominación
de la desolación en' tierra cristiana. Entre tanto, Mahomet, ansioso de
la victoria , forma sus campamentos , dispone sus máquinas y coloca
sus cañones. Bien pronto , enseñoreándose los sitiadores de todas las
obras exteriores , baten de cerca las murallas, rellenan los fosos,
abren brechas y se preparan á dar el asalto.
Los Griegos , en vez de unirse , se dividen cada vez más, como
hicieron los Judios. Los que parecía que aceptaban el dogma católico
tocante al Espirito Santo, son considerados como impios. La gran
iglesia de Santa Sofia, que era en Constantinopla lo que el Templo en
Jerusalén , como había sido el lugar de reunión de los católicos, «no
es para los cismáticos más que un templo pagano, un asilo de los de
monios, donde no se deja un cirio ni una lampara. Reinaba en ella
oscuridad horrible y triste soledad , imagen funesta de la desolación
á que nuestros crímenes la iban a reducir en breve (1).» Tan ciego es
el odio de los sitiados ó tan extrema su cobardía, que una ciudad de
trescientas mil almas, reducida a tal apuro, no opone al enemigo más
defensores que siete mil ciudadanos y dos mil extranjeros.
Este pequeño ejército hace prodigios de valor, como en otro
tiempo los sicarios de Jerusalén. Empero su valeroso esfuerzo no
logra más que exasperar á Mahomet , coma la resistencia de los Ju
dios no sirvió sino para exasperar á Tito. El puerto de Constantino-
pía estaba cerrado con una gruesa cadena que hacía inútil a la flota
otomana. Mahomet concibió el audaz proyecto de introducir sus na
vios en el puerto , haciéndolos subir á lo alto de un promontorio , y
deslizándolos desde allí, sobre maderos ensebados, hasta el pie de los
baluartes de Constantinopla. Este trabajo se hizo de noche, y al rayar
el día los Griegos , estupefactos, vieron la armada enemiga dentro
del puerto.

(1) Miguel Dumn, cap. xxxvi.


18Ü •ratado del espíritu santo.
Á fuerza de rudos combates , Tito se apodera de la primera linea
de Jerusalén , y de la segunda , y después de la tercera , y de la ciu-
dadela Antonia , que estaba unida al Templo por un pórtico. Como ni
con esto se rindieran los facciosos, entrega la ciudad al saqueo. Pene
tran los soldados romanos y cometen toda suerte de horrores; el
Templo es reducido á cenizas, no queda piedra sobre piedra, y pasa
el arado por el solar de la ciudad deicida.
Mahomet , estrechando á Constantinopla por mar y por tierra,
anuncia el asalto general para el día 27 de Mayo, encendiendo fogatas
en todo el campamento. Comienza el ataque el 28 por la mañana ; y,
lo mismo que el de Jerusalén, cóntinúa todo el dia y parte de la no
che con increíble encarnizamiento. Finalmente, el 29 de Mayo, se
gundo día de la Pascua de Pentecostés, ala una de la noche, cae
Constantinopla en poder de los Turcos.
De este modo, mientras que la Iglesia laf iua, piadosamente re
unida en sus templos, celebra con júbilo el aniversario solemne de
la venida del Espíritu Santo al mundo , y proclama altamente que
procede del Padre y del Hijo, los Griegos, que niegan esto blasfe
mando, quedan aplastados debajo de las ruinas de su capital, y reci
ben sobre su cerviz orgullosa el yugo férreo de la barbarie musul
mana.
Donde se ve que, de las dos más espantables catástrofes de que
hace mención la historia, la ruína de Jerusalén y el saqueo do Cons
tantinopla, la primera es el gran castigo del crimen cometido contra
la segunda persona de la Santísima Trinidad, y la segunda, el castigo
no menos terrible de un crimen análogo contra la tercera persóna
de la augusta Trinidad.
Mas que los Romanos en Jerusalén hicieron los Turcos en Cons
tantinopla. Como los Judíos, rechazados por todas partes, se refugiaron
en el Templo, asi los Griegos, viéndose perdidos, acuden a la gran
iglesia de Santa Sofía. El Templo y la iglesia fueron teatro de tales
honores, que la historia apenas se atreve á recordarlos en bosquejo.
Oigamos, no obstante, á un testigo ocular, que es el mismo cardenal
Isidoro, griego de nación, que nos va á pintar la desolación de Cons
tantinopla , como otro testigo ocular, Josefo, judio de nación, fué esco
gido por la Providencia para transmitir á la posteridad la descripción
del saqueo de Jerusalén (1).
(I) El principe de la Iglesia salvó su vida por haber vestido con su traje
de cardenal un cadáver, al que loa Turcos le cortaron lac3beza y la presen
taron al Sultán con el capelo encartado.
EL CCI.TO DEL ESPÍRITU SANTO. 487
He aquí algunas liueas.de su relato : « Habiendo entrado en Cons
tantinopla Mahomet rodeado de sus visires, dos soldados le presentaron
la cabeza del emperador Constantino, y mando clavarla en lo alto de
una columna, donde la dejaron hasta la noche. Después, habiéndola
hecho desollar y llenar de paja, la envió como trofeo á los principes
de los Turcos de Persia y Arabia (1).
»A'o de otro modo Tito , después de presentarlos en espectáculo á los
Romanos, el día de su entrada triunfal hizo degollar en la prisión
mamertina á Simón de Gioras y a Juan de Giscala, príncipes de los
Judíos.
«Después de haber asi ultrajado al vencido, Mahomet entra en
Santa Sofía, y como si fuera el Dios del Templo se sienta encima del
altar en el lugar reservado á Jesús, de quien se proclama adversario.
Entre tanto sus soldados han inmolado, hiriendo á diestro y siniestro,
á cuantos había en el limpio; y añadiendo á la crueldad el sacrilegio,
escupen , rompen y pisotean las imágenes de Nuestro Señor y de su
Madre Santísima , de los santos y los martires. Los Evangelios y demás
libros de iglesia los desgarraban. Vistiéndose por burla los ornamen
tos sacerdotales, profanaban del modo más repugnante los vasos sagra
dos, las refiquias de los santos y todo lo más venerable que hay en la
religión
Como en Jerusaléu ven el Templo, asi en Constantinopla y en
Santa Sofia todo es abominación y matanza. Más de un millón de Ju
díos perecen durante el sitio, y los demás son vendidos como esclavos.
Cargados de cadenas , condenados á los trabajos públicos ó reservados
para que mueran en los combates de los gladiadores, estos rebaños de
deicidas llevan por todo el mundo el espectáculo vivo de la desolación
predicha por los profetas ; y por espacio de diez y ocho siglos todas
las generaciones ven el cadáver de ese pueblo peudiente en la horca de
la justicia divina.
Lo mismo pasa en Constantinopla. Los sacerdotes, los religiosos y
religiosas , las mujeres, los niños, los ancianos , todos los que sobre
vivieron á la gran catástrofe, vinieron á ser presa del vencedor, y,
amontonados en los parques, los vendían como un rebaño. Vióse en
tonces á los príncipes, á los barones y grandes señores, con la cuerda
al cuello, llevados como se lleva un mulo del cabestro, guiados a lati-

(1) Apud. S. Antón., parí, hitl., c. xiv.


[i) Mingebant , stercoriza! ant , omnia vilupeiabilia exereelant. (Apud
S. Antón. t ubi nupra.)
^MATADO ÜKL ESPÍKITU SANTO.
gazos \ comprados por la gente baja , que los destinaba á ser gañane5
y porqueros (1). La masa de la población es embarcada en las bodegas
de las galeras musulmanas, que al momento se dan á la vela en todas
direcciones. Por espacio de largo tiempo los puertos de Asia y Áfriia
ven puestos á la venta en sus horribles mercados largas cadenas de
esclavos, que, como los Judíos, son dispersados á los cuatro vientos
para enseñar á todos los pueblos lo que le sucede á una nación que
osa decir al Espíritu Santo : No queremos que reines sobre nosotros.
Nolumus hunc regnnre super «os.
Constantinopla , lo mismo que Jerusalén , fué de tal manera despo
blada , que Mahomet , dice el Cardenal , no dejo en ella ni un griego,
ni un latino, ni un armenio, ni un judío : Nullum inrolnm intra rtli-
qwrunt, non Graccum , non Lntinum, non Armemun, nón Juduem».
Asi se cumplió en el griego deicida de la tercera persona de la San
tísima Trinidad, la amenaza lanzada y ejecutada contra el Judio, dei
cida de la segunda. « ÍNo serviste al Señor Dios tuyo con gozo y alegra
de corazón en la abundancia de todos los bienes: servirás al enemign
que el Señor enviará contra ti, con hambre, y con sed, y con desnu
dez , y con todo género de carestía ; y pondrá un yugo de hierro sobre
tu cerviz hasta que te desmenuce. Traerá el Señor sobre ti una gente
de lejos á semejanza del águila que vuela impetuosameute , cuya len
gua no puedas entender. Gente en extremo procaz, que no respetnra
al anciano, ni se compadecerá del niño ; y devorara el fruto de tus
bestias y los frutos de tu tierra, y no te dejará trigo, ni vino, ni
aceite, ni manadas de vacas, ni rebaños de ovejas, hasta destruirte
y desmenuzarte en todas tus ciudades, y hasta que sean derribadas
tus muros fuertes y altos en que ponías tu confianza (2). '
Desde que se cumplió literalmente esta amenaza divina, viven los
Griegos bajo el yugo tiránico de sus vencedores. Hoy mismo, des
pués de cuatro siglos de humillaciones y castigos, este pueblo tiene
ojos y no ve, como el judío tiene orejas y no oye, tiene memoria y
no se acuerda de nada , tiene entendimiento y no comprende la lec
ción formidable que Dios le da en castigo de su obstinada rebeldía
contra el Espíritu Santo.
¡Naciones de Occidente! ¡ Plegue, á Dios que esta lección - no sea
perdida para vosotras! Tal es el deseo que formulamos al terminar
una obra, en que se pone de manifiesto la acción permanente y -o-

(I) Afud S. Antón., uhi myra.


(S) Dmter., xxvm, 48.
EL CULTO DEL ESPÍRITU SANTO. 489
soberana que desde el principio de los siglos han ejercido sobre el
linaje humano el Espíritu del bien y el Espíritu del mal. AI ver cuán
caro cuesta el pecado contra el Espíritu Santo, aprendamos á ordenar •
nuestros pensamientos y nuestros temores. Ante el espectáculo actual
de la corrupción de las costumbres, de la fascinación que hoy más
que nunca producen las bagatelas, y del olvido, por demás general,
de los deberes más santos, temblemos por lo que nos espera; pero
temblemos, sobre todo , al pensar que es tan común el pecado contra
el Espíritu Santo.
¡Ojalá que los gobernantes, más aún que los gobernados, tomen
seriamente en cuenta la sentencia pronunciada por el Legislador su
premo contra los que blasfeman del Espíritu Santo, y no olviden que
esta sentencia, inmutable como la verdad, permanece suspendida
sobre la cabeza de las sociedades que imitan ó toleran á esos blas
femos !
¡Ojalá que , tanto en la vida pública como en la privada, tengan
muy presente que el hombre, mientras vive en este mundo, está
colocado en la alternativa ineludible de vivir debajo del imperio del
Espíritu del bien ó de sufrir la tiranía del Espíritu del mal ; y que el
primero es el Espíritu de vida, vida intelectual, vida moral, vida
social , vida eterna; y el segundo es Espíritu de muerte, y como
contraposición adecuada del Espíritu de vida, produce la muerte
bajo todo aspecto; á los individuos, la muerte eterna á que los arras
tra por el camino de la iniquidad, la afrenta y 'la servidumbre ; á las
naciones, que no pueden ir en cuerpo al otro mundo, la muerte so
cial á que las conduce con catástrofes inevitables.
En resumen : Perdido el mundo ron el Espíritu del mal, no
SE SALVARÁ SINO POR EL ESPiRITU DKl. RIEN.
¿Le queda todavía entendimiento bastante para comprenderlo?
Dios lo sabe. Nosotros lo que podemos decir es que un solo poder es
capaz de hacer entender esta verdad capital á los sordos coronados y
á los pueblos materializados y distraídos. Ese poder es el clero; pero
el clero obrando en la plenitud de su fuerza y de su libertad.
Sólo el clero tiene palabras que puedan curar asi álos reyes como
á los subditos, y las tiene todas las que son capaces de curar, por
que sólo él tiene las palabras de vida , todas las palabras de vida. Si,
como no podemos dudar de ello, al valor, que no le falta, para el
cumplimiento de sus deberes, agrega el conocimiento de los tiempos,
verá que la lucha actual , lucha encarnizada que se extiende a toda
la faz de la tierra , es ya de la negación absoluta contra la afirmación
400 TRATADO DEL ESPÍRITU SANTO.
absoluta , entre el catolicismo del mal y el catolicismo del bien, entre
Satanás y el Espíritu Santo, que combate, digámoslo asi , eri persóna
• y cuerpo a cuerpo al frente de sus ejércitos por la victoria suprema y
definitiva.
¡Plegué al cielo que aute este espectáculo , el más solemne de la
historia, el celo del clero, como el de San Pablo á vista de la idola
tría de Atenas, se inflame en nuevos ardores! El clero , soldado inte
ligente pero mal compreudido, no se desanimará, ni por la imposibi
lidad moral dela empresa, ni por las burlas del mundo, ni por la apatía
de los falsos hermanos. Los pescadores de Galilea, ¿no se atrevieron
con César y los barbaros? Por masque fueron perseguidos y deshon
rados, ¿no los vencieron? ¿Novio Satanás rodar sus altares por el
suelo desde lo alto del Capitolio para dar lugar al Dios del Cenaculo?
No se ha acortado el brazo del Omnipotente. Por otra parte, para los
católicos, ahora seamos sacerdotes, ahora simples fieles, la lucha no
es cosa de supererogación, ni materia Je cálculo ; es un deber. Cual
quiera que sea la suerte futura de las sociedades, habremos logrado
formar, ó nobles vencedores, ó nobles victimas.
Sea, pues, de hoy en adelante predicado en todas partes el Espí
ritu Santo, para que vuelva á ocupar en la vida do las naciones el
lugar que le es debido y que nunca debió perder; y su culto, harto
tiempo olvidado, florezca otra vez en las ciudades y en los campos ; y
en lus labios de todos los católicos del siglo xix sea frecuente como la
respiración , la oración ferviente del Real Profeta : «Enviad vuestro
Espíritu , > lodo será creado ; y renovaréis la faz de la tierra : EmitU
Spiritum tuam el creabuntur , et renovabis fnckm terrae (1).»
Asi, y sólo asi, se salvará el mundo.

(1) Pmlm. cin , 31.

FIN DEL SECUNDO V ÚLTIMO TOMO.


INDICE.

CAPITULO PRIMERO.
Divinidad del Espíritu Santo.
Eumario.—Existencia de Dios.—Pruebas y necesidad da este dogma.—Dios
es la Trinidad.—Probar el dogma de la Trinidad es probar la divinidad
del Espíritu Santo.—Desarrollo de esta idea.—Pruebas indirectas de la
Trinidad : la noción del ser, las criaturas materiales y las racionales.—
Necesidad é influencia de este dogma Pág. 5
CAPÍTULO II.
(Continuación del anterior.)
Suma-Rio.—Pruebas directas de la Trinidad : la Biblia.—El mundo, el hom
bre, el cristiano: tres creaciones que revelan el misterio de la Trinidad.
—En et principio. Dios crió el cielo y la tierra y el Espíritu de Dios era
llevado sobre las aguas : fórmula de la creación del mundo físico.—Ex
plicación de San Agustín.—Hagamos el hombre á nuestra imagen : fór
mula de la creación del hombre.— Explicación de Santo Tomas , de San
Crisóstomo, de San Agustín, de Bossuet.—Manifestaciones múltiples de
la Trinidad.—Pasaje de M. Drach.— Yo te bautizo en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo: fórmula de la creación del cristiano.—
Explicación.—Cuantas pruebas tiene la Trinidad, otras tantas la divini
dad del Espíritu Santo Pág. 11
CAPÍTULO III.
Pruebas directas de la divinidad del Espíritu Santo.
Sumario.—Los nombres.—Todos ios nombres que convienen solamente á
Dios se dan al Espíritu Santo : en el Antiguo Testamento, Jehovd ; en el
Nuevo, Dios.—Los atributos : la eternidad, la inmensidad , la inteligencia
infinita, la omnipotencia.—I.as obras : la creación y la regeneración del
hombre y del mundo.—La tradición: San Clemente, San Justino, San
Ireneo, Atenágoras , Ensebio de Palestina, la Iglesia de Smirna, Luciano,
Tertuliano, San Dionisio de Alejandría , Julio Africano, San Basilio, San
Gregorio de Naziar.zo, Ruperto: la liturgia, la señal de la cruz, doxo-
logia , el Gloria Patrt Pág. 25
492 índice.

CAPÍTULO IV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Bl símbolo de los Apóstoles, el de Nicea , de Constantinopla, de
San A tanasio.—Rebelión del Espirito del mal contra el Espíritu Santo.—
Macerionio.—Su historia.—Su herejía.—Concilio general de Constantino-
pía-—Vindica la divinidad del Espíritu Santo.—Su carta sinodal.—Nuevo
ataque de Satanás contra el Espíritu Santo.—El socinianismo.— Historia
de los dos Sócinos.—Su herejía, mas radical que la de Macedonio.—El
Concilio de Trento Pág. 37
CAPÍTULO V.
Procesión del Espíritu Santo.
Sumario.— Lo que sisrnilica proceder. — Existencia de las procesiones en
Dios.— Pruebas: la Escritura, la tradición , la razón iluminnda por la fe.
—rasaje de Santo Tomás.—Doctrina de San Cirilo de Alejandría.—De San
Máximo.— Dos procesiones en Dios: pruebas— Procesión del Espirita
Santo : explicación de Bossuet.—La Iglesia invariable en su doctrina.—
Palabras de Vicente de Lerín Pág.
CAPÍTULO VI.
Historia del Filioque».
Sumario.—Los sectarios de Macedonio extendidos á lo lejos.—Los Priseilia-
nistas infestan á España y niegan la divii.idad del Espíritu Santo.—CarU
del Papa San León el Grande á los Obispos do España.—'Enseña clara
mente que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.—El Concilio
de Toledo luce recitar el símbolo con la adición Filioque.~^o era esto
una innovación: pruebas; Santo Tomás, la Escritura, San Dámaso.—
Cauto del Símbolo autor.zado en las (¡alias.—Prohibición de introducir
el Filioque.—Más tarde Roma ordena que se cante el Filioque.—Razones
de su conducta.—Quejas infundadas de los Griegos. —Cisma de Kocio.—
Cisma y herejía de Miguel Cerulario; niega que el Espíritu Santo procede
del Padre y del Hijo.—Concilio de Lyon.—Los Griegos reconocen la legi
timidad del Filioque.—Hacen traición á su fe.—Concilio de Florencia,—
Los Griegos vuelven á la unidad : después recaen en el cisma. Pág. 3
CAPITULO VII.
Misión del Espíritu Santo.
Sumario. — Lo santificación es la obra propia del Espíritu Santo.—Esta obra
supone una misión.—Lo que se entiende por misión.— Cuántas misiones
hay.— No implioan ninguna inferioridad en la persona enviada.— Dife
rencia entre la misión del Hijo y la del Espíritu Santo.— Ambas fueron
INDICE.
prometidas, figuradas, predichas y preparadas desde el origen del mun
do.— Significación de la palabra Espíritu en la Escritura. — Pasaje de
San Agustín Pág. 61
CAPÍTULO VIH.
El Espíritu Santo prometido y figurado en el Antiguo Testamento.
Somario.—Promesas del Espíritu Santo ." Joel, Ageo, Zacarías.—Figuras:
los siete días de la creación , el candelabro de los siete brazos , el edificio
de la Sabiduría eterna con las siete columnas Pág. 67
CAPÍTULO IX.
Predicciones sobre el Espíritu Santo.
Sumario.— David anuncia la gran obra d*el Espíritu Santo , la regeneración
del mundo.— Isaías dice el modo con que el Espíritu Santo llevará á cabo
esta maravilla.—Ezequiel muestra bajo una figura sorprendente al género
humano muerto á la verdadera vida , y su resurrección por el Espíritu
Santo.—Zacarius anuncia, en los siete ojos déla piedra angular del templo,
el Espíritu de los siete dones y sus operaciones maravillosas en el Verbo
hecho carne.—Judith celebra la futura victoria del Espíritu del bien sobre
el Espíritu del mal.—El libro de la Sabiduría le anuncia como la luz y
la fortaleza del genero humano.—Todas las profecías reunidas forman la
designación completa del Espíritu Santo Pág. 75
CAPÍTULO X.
Preparación del Espíritu Santo.
Sumario.— Todos los acontecimientos del mundo antiguo preparan al Es
píritu Santo. — Preparación particular.— Preludios con que el Espíritu
Santo se anuncia á Si mismo. —Su acción sobre el mundo material.—
Sobre el mundo angélico. — Sobre el mundo moral. — Número siete.—
Crea los Patriarcas y los grandes hombres de la antigua ley.— Crea al
pueblo judío , lo dirige y lo conserva. — Inspira á los profetas. — Por qué
Él, y no el Hijo ó el Padre Pág. S5
CAPÍTULO XI. t
El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento : primera creación.
Sdmario.—Acción del Espíritu Santo continuada en el Nuevo Testamento.—
Pasajes de San Basilio y San León.—Cuatro grandes creaciones del Espí
ritu Santo: la Santísima Virgen, el Verbo encarnado, la Iglesia, el Cris
tiano.—María resumiendo en si todas las glorias de las mujeres del
Antiguo Testamento y todas las perfecciones de los santos. — María,
océano de gracias: doctrina de Santo Tomás.— Belleza corporal de la
Virgen Santísima.—Mnria formada por el Espíritu Santo, y por qué.—His
494 ÍNDICE.
toria de esta formacióu.—Concurso de las tre6 personas de la Santísima
Trinidad.—Hermoso comentario del P. Argentan Pág. 97
CAPÍTULO XII.
(Continuación de! anterior.)
Sumario.—Maria creada para ser esposa del Espíritu Santo.— Petición del
desposorio.—Consentimiento de la Santísima Virgen.—María creada para
ser madre del Verbo encarnado. — Misterio de la Encarnación. — Supli
cación de las palahras del ángel.— María oreada para ser la base déla
Ciudad del bien.—Por qué Nuestro Señor Jesucristo no se la llevó consigo
al cielo.—María nodriza de la Iglesia, — institutora de los Apóstoles ,—
fortaleza de los mártires ,— consuelo de los fieles. — María continúa sa
misión después de su muerte.— Dos cabezas de Satanás : la idolatría y 1»
herejía.—María las quebranta.—Guerra de Satanás contra María. Pag. 105
CAPÍTULO XIII.
Jesucristo : segunda creación del Espíritu Santo.
Sumario.—Objeto final de las obras de Dios y de la Encarnación.—Forma
ción del Homtire-Dios.—Primer asto de su vida pública, la predicación
de la penitencia.—El mismo Espíritu Santo forma al divino predicador.—
Porqué baja sobre él en forma de paloma.—Por qué lo conduce al de
sierto.—Ludia del Hombre-Dios contra Satanás: modelo de todas las la
chas y preludio de todas las victorias.—Toda la vida riel Hombre-Dioses
continuación do la lucha del desierto.— Esta lucha es dirigida siempre
por el Bspir tu Santo.—Dependencia continua del Hombre-Dios respe>-!í>
al Espíritu Santo Pág. US
CAPÍTULO XIV.
(Continuación del precedente.)
Sumario. —El Hombre-Dios, obra acabada del Espíritu Santo.—Nuestro Sí-
Sor Jesucristo, tipo único de perfección. — Hombre por excelencia.—
Único centro de la histeria.—En vez de ser nada , lo es todo.—En El ter
mina el mundo antiguo.—De El parte el mundo moderno.— El cielo, 1«
tierra , el infierno , lo reconocen por el alfa y omegn de todas las cosas.—
Los ángeles y los astros hacen su profesión de fe.—Cálculos astronómi
cos.—La tierra hace su profesión de fe: expectación general del Mesías
—Testimonios.—El infierno hace su profesión de fe." fuga de los demo
nios.—Sus palabras.— Cesación de los oráculos. — Muerte del gran Pan.—
EBte triple acto de adoración continua después de dos mil años.—La En
carnación , quicio del mundo moderno , cuya existencia descansa sobre
la resurrección de un muerto.—Ó creerla, ó estar loco.—Tentativas del
demonio para impedir la creencia en la E icarnación Pág iS
ÍNDICE. 49o
CAPÍTULO XV.
Tercera creación del Espíritu Santo : la Iglesia.
Sumario.—Relación entre la Santísima Virgen y la Iglesia.—Lo que la Vir
gen es al Vorbo encarnado, es la Iglesia al cristiano. —Como Marín, la
Iglesia es formada por el Espíritu Santo. — Palabras de San Basilio.—
Historia circunstanciada de Pentecostés Pág. 139
CAPÍTULO XVI. -
(Continuación del anterior.)
Sumario.—Continuación de la historia de Pentecostés.—Explicación de cada
una de las palabras del sagrado texto.— Cuántas veces y de qué manera
fué dado el Espíritu Santo á los Apóstoles.— Doctrina de los Padres.—
Semejanza entre el monte Sinaí y el monte Sión.—Contraste con la torre
de Babel.—Embriaguez y locura de los Apóstoles.—Perpetuidad y efectos
de esta misteriosa embriaguez y de esta sublime locura Pág. 149
CAPÍTULO XVII.
(Conclusión del anterior.)
S umarjo.—Nuevas relaciones entre la Iglesia y la Santísima Virgen.—María
llena de todos los dones del Espíritu Santo: la Iglesia también.—María
es Virgen y madre: la Iglesia lo mismo.—El Espíritu Santo es inseparable
de María: inseparable igualmente de la Iglesin.—Protege, inspira y dirige
a María : todo esto hace con la Iglesia.—María es un foco de caridad : la
Iglesia es también foco de caridad.— Para salvar al mundo, María da
su Hijo: la Iglesia da los suyos Pág 161
CAPITULO XVIII.
Cuarta creación del Espíritu Santo : el cristiano.
Sumario.—Esta cuarta creación es el objeto de las tres primeras , y por qué.
—El cristiano, hermano del Verbi encarna lo , hijo de Dios, participante
de la naturaleza divina. — Principio de esta filiación ó generación divina.
— La gracia. — Profundo misterio de la gracia. — Cómo se verifica esta
diviua generación. — Sus efectos principales : la vida divina , la filiación
ó adopción , el derecho á la herencia paterna. — Dónde tiene lugar esta
generación. — Resumen Pág. 174
CAPÍTULO XIX.
Nacimiento del cristiano : el bautismo.
Sumario.—El agua es la materia del Bautismo —Lo que es el agua." la ma
dre del mundo, la sangre de la naturaleza.— Palabras de los Padres y de
ÍNDICE.
San Pedro.—Tradición pagana.—El agua es una madre buena y fecunda.
—Papel que el agua desempeña en el orden moral.—Honores tributados
ni agua.—El agua corrompida por el demonio.—Por qué el agua es el
elemento del Bautismo.—Pasajes de San Crisóstomo y de Tertuliano.—
Falsificación satánica.—Pruebas de la eficacia sobrenatural del aguadel
Bautismo Pag. l«l
CAPÍTULO XX.
(Continuación del precedente.)
Sumahio.—Ma-avillas salidas del seno de las aguas en el orden natural y en
el orden sobrenatural.—Admiración de los Padres y Doctores de la Igle
sia.—El agua, objeto privilegiado del odio del demonio á causa de su ex
celencia.— Palabras de Tertuliano. — Hechos de la historia profana.—
Plinio, Porfirio.—Pasaje de Pselo.— Certidumbre del milagro obrado por
el aguadel Bautismo.—Magnificencia del Bautismo de los cristianos. de
ducida de su semejanza con el Bautismo del Verbo encarnado. Pág. 196
CAPÍTULO XXI.
Desarrollo del cristiano.
Bomario.—Elementos de la formación deifica .' los sacramentos , las virtudes
los dones, las bienaventuranzas , los frutos del Espíritu Santo.—Bazon
de los sacramentos : lugar que ocupan en el plan de nuestra deificación.—
Dan, conservan y fortalecen la vida divina.—Razón de las virtudes : son
el desarrollo de la vida divina.—Principio de donde se derivan : gracia
santificante y gracias gratis dadas.—Los dones : su razón y objeto.—Los
dones conducen á las bienaventuranzas : qué sean estas.—Las bienaven
turanzas hacen gustar los frutos.—Los frutos del tiempo conducen al fruto
de la eternidad.—Cálculos admirables con arreglo a los cnales se nan
empleado esos elementos divinos Pág. Kí<
CAPÍTULO XXII.
Los números.
Sumario.— Importancia y dignidad de la ciencia de los números. — Sin el
número, el universo seria el caos y el hombre un broto.— Dios y el
hombre lo hacen todo con número.— Los números son las leyes del orden
universal , las proporciones geométricas según las cuales y en las cuales
todo ha sido hecho.— Los números sagrados.— Principales números sa
grados.— El número tres : sus significados.— Su empleo en el orden físi
co y en el orden moral.— El número cuatro, su significación y su em
pleo.— Sus múltiplos, doce y cuarenta.— Las grandes verdades que
enseñan Pág. M5
ÍNDICE. 497

CAPÍTULO XXI11.
(Continuación del anterior.)
Sumario.—El número diez : sus misterios.— Último limite de los números.—
Lo que significa añadido al número cuarenta. — Pruebas en el empleo del
número cincuenta.— Multiplicado por tres, su hermosa significación.—
Once, número de desorden.— Pruebas.— Razón del número setenta veces
siete.— Siete, número muy misterioso.—Sus aplicaciones — Como todo
lo demás del universo, el cristiano ha sido hecho con número.— Ha sido
hecho con el número siete y el número diez. — Hermoso pasaje de San
Agustín Pág. 220
CAPÍTULO XXIV.
La Confirmación.
Sumario.—Estudio detallado de los elementos de que se compone el cristia
no.—La Confirmación: lugar que ocupa. —Lo que añade al Bautismo.—
Enseñuiiia católica; el Papa San Melquíades; los Concilios de Florencia
y de Maguncia.— Efectos de la Confirmación ; gracia santificante, gracia
sacramental ■ carácter, aumento de las virtudes.—Definición de los hábi
tos.—De lns virtudes.—Virtudes naturales y sobrenaturales: virtudes in
fusas y virtudes adquiridas.—Virtudes cardinales.—Diferencias entre las
virtudes naturales y sobrenaturales Pág. 237
CAPÍTULO XXV.
Los dones del Espíritu Santo.
Sumario.—Definición.— Explicación detallada fie cada palabra.— Lo que hay
de común o distinto entre las virtudes y los dones. — Función propia de
los dones del Espíritu Santo.— Son necesarios para la salvación.— Nece
sarios camo principios generales del movimiento sobrenatural.— Nece
sarios como elementos de luz, de fortaleza y de defensa.— Todos son
necesarios y con igual necesidad Pág. 252
CAPÍTULO XXVI.
(Continuación del precedente.)
Suva rio.—Número de los dones del Espíritu Santo.—Inseparabilidad.—Per
petuidad.— Dignidad.— Orden de los dones en Nuestro Señor.— Comien
zan por la sabiduría y acaban por el temor. — Razón de este orden. —
.Manifestación (fe cada uno de los dones del Espíritu Saíito en la vida de
Nuestro Señor.— En nosotros los dones comienzan por el temor y acaban
por la sabiduría.— Razón de este orden.— Ley del mundo moral.— Nece
sidad de conocerla y seguirla.— Efectos generales de los dones del Espí
ritu Santo sobre el género humano Pág. Se:i

TOMO II.
498 ÍNDICR.

CAPÍTULO XXVII.
El don de temor.
Sumario.—Los siete dones del Espíritu Santo opuestos á los siete pecados
capitales.—Luminoso punto de vista —Lo que es el don de temor.—Sus
efectos ; respeto á Dios, horror al pecado.—Su ivecesidad : él nos dala
libertad, librándonos del temor servil.— Del temor mundano.—Del tomor
carnal.—Nos arma contra el espíritu de soberbia.—Qué sea la soberbia y
lo que produce Pag. K9
CAPÍTULO XXVIII.
El don de piedad.
Sumario.—Lo que es el don de piedad.—En qué se diferencia de la Virtud,
de ln religión y de la caridad.—Dos objetos del don de piedad : Dios y el
liombre.— Sus efectos respecto á Dios.— Respecto al prójimo: obras de
misericordia , corporales y espirituales.—Necesidad del don de piedad,
opuesto al espíritu de envidia. — Lo que es la envidia : Pág. ft-i
CAPÍTULO XXIX.
El don de ciencia.
sumario.—Lo que es el don de ciencia.— Obra sobre el entendimiento.— Ln
ferencia entre el don de ciencia , ln fe y la ciencia natural.— Palabra» i.'
Donoso Cortés. — El don de ciencia hace discernir con certidumbre lo
verdadero de Lo falso y preserva de los sofismas del error.— Obra sobre
la voluntad y nos preserva iié las fascinaciones mundanas.— Desarrolla
y ennoblece todas las ciencias. — Pasaje de Donoso Cortés.— El don de
ciencia es hoy mas necesario que nunca.— Opuesto al espíritu de colera.
Pruebas de esta oposición. — El don de ciencia, principio de paz uni
versal Pag. 385
CAPÍTULO XXX.
El don de fortaleza.
Sumario.— Qué sea el don de fortaleza.— Diferencia entre la virtud de forta
leza y el don de fortaleza.— Lugar medio que ocupa entre los siete dones.
— Los dos objetos del don de fortaleza: hacer y padecer. — I.o que el
hombre debe hacer : reconquistar el cielo.— Tres enemigos que tiene que
vencer: el demonio, la carne, el mundo.— Lo que el hombre debe pane-
ccr.— Debilidad del hombre.— Efectos del don oe fortaleza, ya para ha
cer, ya para padecer.— Palabras de San Pablo.— Necesidad del donde
fortaleza.— Su oposición con la pereza.— Qué sea el espíritu de pereza.—
Lo que obra.—Retrato del mundo esclavo del espíritu de pereza. Pág. ílí;
ÍNDICE. 499

CAPÍTULO XXXI.
El don de consejo.
Sumario.—Lo que es el clon de consejo.—Ed qué se distingue de la pru
dencia y del don de ciencia.—Efectos del don de consejo —Respecto á
nuestra vida y á la vida de los demás.—Palabras de Donoso Cortés.—El
don de consejo ha creado las órdenes religiosas.—Explicación de este
hecho.—Inmenso beneficio del don de consejo.—Necesidad del don de
consejo : se opone á ln avaricia.—Explicación.—Naturaleza de la avaricia
y sus efectos con relación al hombre y al mundo Pág. H28
CAPÍTULO XXXII.
El don de entendimiento.
Sumario.—Lo que es.—En qué se diferencia de la fe y del don de ciencia.—
Sus efectos : obra sobre el entendimiento y sob»e la voluntad.— Do qué
modo.— Ejemplo de los Apóstoles.—Lo} que es el cristiano sin el don de
entendimiento.—Lo que es cuando lo posee.—Su necesidad.—De qué espí
ritu nos libra.—Palabras deSnn An tonino.—El espíritu de gula y sus efec
tos.—La debilitación de la inteligencia.—La loca alegría.—La inmodes
tia.—La pérdida de la fortuna y de la salud.—Cuadro del sensualismo
actual Pág. 336
CAPÍTULO XXXIII.
El don de sabiduría.
Sumario.—Qué sea el don de sabiduría.—Todos los dones del Espíritu Santo
contribuyen ti la deificación del hombre ; de qué modo contribuye á ello
el don de sabiduría;— Diferencia que le distingue de los demás dones, de la
fe, de ln virtud de sabiduría , dela s;ibidurí.i gratuita.—Efectos del don de
sabiduría sobre el entendimiento y sobre la voluntad.—Retrato del ver
dadero sabio.—Necesidad del don de sabiduría. - Libra al hombre de la
tiranía del espíritu contrario, la lujuria.—La lujuria en el hombre y en
la sociedad Pág. 350
CAPÍTULO XXXIV.
Las bienaventuranzas.
Sumario. -Resumen del estudio sobre los dones del Espíritu Santo.—Son
principios activos.—Lo que producen.—Lo que son las bienaventuran
zas.—De dónde Tiene su nombre.' cuál sea su número.—Se adaptan á
las diferentes edades de la vida Relación que dicen con la felicidad de
cada hombre.—Cómo promueven el bien de la sociedad.—Superioridad
que tienen sobre las virtudes.—Su orden jerárquico.—Relación de cada
bienaventuranza con su recompensa.—Grados de la recompensa. Pág. 362
son ÍNDICE.

CAPÍTULO XXXV.
(Continuación del anterior.)
Sumario.— Relaciones entre los dones y las bienaventuramos.— listas con
los dones en acción.— Cada bienaventuranza corresponde á uu don.—Im
portancia de este estudio para estimar la riqueza y apreciar la necesi
dad de las bienaventuranzas y los dones.— Kl don de temor en acciou;
primera bienaventuranza; ejemplo.— El don de piedad en acción: se
gunda bienaventuranza ; ejemplo.— El don de ciencia en acción.' tercera
bienaventuranza ; ejemplo.— El don de fortaleza en acción : cuarta bien
aventuranza ; ejemplo Pafr. 37'-
CAPÍTULO XXXVI.
(Conclusión del anterior.)
Sumakio.—El don de consejo en acción: quinta bienaventuranza.— Ejemplo-
—El don de entendimiento en acción : sexta bienaventuranza —Ejemplos.
—El don de sabiduría eu acción : séptima bienaventuranza.—Ejémplos.—
Remedo satánico de las bienaventuranzas divinas.—Los siete dones del
Espíritu del mal , traduciéndose en sus siete bienaventuranzas. Pag. 3SK
CAPÍTULO XXXVII.
Los frutos.
Sumario.— Lo que son los frutos del Espíritu Santo .' relación que dicen con
los frutos de los árboles.— Cualidades que constituyen el fruto.— Como
seproducen los del Espirita Santo.— El ingerto , la poda.— Explicación
que la visión de Santa Perpetua suministra.— Variedad de especies en el
jardín del Espíritu Santo.— Por qué se llaman frutos.— Este nombre nos
recuerda nuestra semejanza con Dios y la bondad de Dios para con nos
otros.— Diferencia entre los frutos y las bienaventuranzas Pág. JOS
capitulo xxxvm.
(Continuación del precedente.)
Sumariu.—Número de los frutos del Espíritu Santo.—Ks incalculable, y por
qué.—Número doce en que los tija San P.iblo.—Razón de este número.—
Kazón del orden de su enumeración.—Explicación práctica de los nueve
primeros frutos.—La Caridad: ejemplo.—El Gozo: ejemplo.—Lo P«:
ejemplo.—La Paciencia: ejemplo.—La benignidad: ejemplo.—Ln Bondad.'
ejemplo.—La Longanimidad: ejemplo.—La Mansedumbre: ejemplo.—
La Pe: ejemplo Pág. 117
ÍNDICE. 301

CAPITULO XXXIX.
(Conclusión del precedente.)
Sumario. — La modestia : ejemplo. —I, a continencia : ejemplo.—1.a castidad;
ejemplo.—Cuales sean las cusas opuestas a los frutos del Espíritu Santo.
—Obrns de la carne.—Lo que es la carne.—Por qué se dicen sus obras y
no sus frutos.—Oposición sreneral de las obras de la carnea los frutos
del Espíritu Santo.—Oposición particular.—Necesidad social de todas las
operaciones del Espíritu Santo Pág. 131
CAPÍTULO XL.
El fruto de la vida eterna.
Sumario.—Por qué el cielo se llama fruto. — Armonía en las obras de Dios.—
El cielo será el reino del Espíritu Santo , ó del aiuor infinito.—Efecto de
este amor." transfigurara todas las cosas.— Las criaturas serán transfigu
radas, no destruidas.—Hermosura del mundo futuro.—Transfiguración
del hombre y cualidades del cuerpo transfigurado.—Hoces de cada uno de
los sentidos.—Rasgo histórico.—Cualidades del alma transfigurada.—Ale
gría de todas las facultades.—Contraposición del cielo, el infierno.—In
exorable necesidad de ir al uno ó al otro.—Medio de lograr el cielo.—El
culto del Kspiritu Santo Pág. Ui
CAPITULO XLI.
El culto del Espíritu Santo.
Sumario. —Desproporción entre el trabajo y la recompenso : explicación.—
El mundo debe dar culto al Espíritu Santo.— Predicadores de este culto:
Dios , Nuestro Señor Jesucristo , los Apóstoles , los Padres , la Iglesia.—
Testimonios. — Necesidad que ni presante hay más que nunca del culto del
Espíritu Santo Pag. <!S5
CAPITULO XLII.
(Continuación del precedente.)
. Sumario.—Cuál sea el culto que el mundo debe ni Espíritu Santo.—Culto de
latría.—Culto interno.— Culto externo.—Culto público —Cullo doméstico.
—Culto privado.— Práctica del culto del Espíritu Santo: el recuerdo, la
oraoicu.—Por qué nos dirigimos al Kspiritu Santo para obtener las luces
necesarias y no al Hijo.— Imitación: castidad , caridad.—Órdenes del Es
píritu Santo; su historia.—Cofradías del Espíritu Santo.—Su origeu, sus
obras, su lin.— Necesidad de restablecerlas. Pag. -lo*i
ÍNDICE.

CAPITULO XLIII.
(Fin del anterior.)
(Sumario.—Pecado contra el Espíritu Santo.—Su enormidad.— Palabras de
Nuestro Señor.—Diferencia entre la blasfemia contra el Espíritu Santo y
la que es contra el Dios-hombre.—La blasfemia contra el Espíritu Santa
no es el único pecado contra el mismo.—Lo que es el pecado contra ei
Espíritu Santo.—Sus diferentes manifestaciones.— En qué sentido es irre
misible el pecado contra el Espíritu Santo.—Castigo de este pecado,—
Paralelismo entre la ruina de Jerusalén , deicida del Verbo encarnado, y
la de Constan tinopla , deicida del Espíritu Santo.— Advertencia á las na
ciones modernas.—Conclusión Pag. 477
OBRAS
que se hallan de venta en los almacenes de D. Agustín Jabera ,
calle de Gampomanes, núm. 10, Madrid.

Al nía abrasada (El) amor divino , por su unión con los Sagrados Cora
zones de Jesús y ue María, por Beaudrand, con láminas. Un tomo en I2 0 ; 1
pesetas.
Alma al ule del Calvario (El)) considerando los tormentos de Jesucristo,
hallando al pie de la cruz el consuelo de sus penas, traducida por D. Manuel
Vela y Olmo , con láminas. Un lomo en I2.'; 2 pesetas.
Alma afianzada en la fe (El) y fortalecida contra la seducción del
error, etc., por Beaudrand , con láminas. Un tomo en 12.°; 2 pesetas.
Alina contemplando Jan grandezas de Dio», por Beaudrand, con
láminas. Un tomo en I2.° ; 2 pesetas.
Alma desterrada (El), leyenda, por Ana María , traducida porOchoa. Un
tomo en I2." ; 2 pesetas.
Alina elevada ú Dios por medio de consideraciones y discursos dispuestos
para cada uno de los días del mes. Un tomo en I2.°, con láminas; 2 pesetas.
Alma religiosa (El) elevada á la perfección por medio de los ejercicios de
la vida interior, por Beaudrand , con láminas. Un tomo en I2. 2 pesetas.
Alma santificada (El), ó la Religión práctica por la perfección en todas
las acciones de la vida, por Beaudrand, con láminas. Un tomo en I2.': 2.50
pesetas.
Ano cristiano (Novísimo) 1 contiene la vida de todos los Santos que cele
bra la Iglesia y mencionan los Santos Padres, por D. Ramón Muñoz y Andrade.
Doce tomos en 8.' mayor con láminas ; 25 pesetas.
Aparición de la Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza al
Apóstol Santiago , patrón de las Españas , por D Raimundo de Miguel. Leyenda
premiada con primer premio por la Academia Bibliográfico-Mariana ; I peseta.
Avisos de la Providencia en las Calamidades públicas, por
San Alfonso de Ligorio. Un tomo en I6. ' ; I,50 pesetas.
Biblioteca del cara párroco ó del sacerdote en todos los grados de su
jerarquía , obra enciclopédica , destinada á proporcionar á los curas y teólogos,
y á todo hombre que desee saber la suma de conocimientos necesanos para el
buen desempeño de su ministerio y gobierno como particulares. Obra en donde
se considera al sacerdote como hombre público y para el público , como particu
lar , con todo aquello que pueda necesitar para el alivio de sus necesidades do
mésticas. Tres tomos en 4. '; I2 pesetas.
Biblioteca de predicadores, por D.Juan Troncoso , la última edición y
la mejor. Once tomos en 4."; 55 pesetas.
Biblioteca selecta y económica del cristiano instruido. Trece tomos en 8.*
mayor; 20 pesetas.
Colección de cánones de la Iglesia de España y de Ultramar, por Tejado.
Seis tomos en folio; I25 pesetas.
Correspondencia de un rector de Seminario con un joven sacerdote , y
viceversa. Un tomo en 4.'; 2,50 pesetas.
Cosmogonía de Moisés, comparada con los hechos geológicos , escrita por
M. deSerres, traducida por una sociedad de sacerdotes. Tres tomos en
mayor ; i o pesetas
Cristiano (El) Instruido en la ley. Discursos morales y doctrinales,
dados á luz en lengua toscana , por Seneri , y traducidos por Baeza ; obra muy
útil para toda clasode personas doctas é indoctas , llena de todo género de erudi
ción sagrada y protana. Cuatro tomos en 4."; 15 pesetas.
Dad al <:ésar lo que es del César, pero dad también á Dios lo que
es de Dios , ó sea disertación sobre la potestad reguladora de la disciplina ecle
siástica . por el Abate Zacearía , de la Compañía de Jesús. Un tomo en S.' mar-
quilla ; 2,50 pesetas.
De Iiiimuciiluto IE. V. Marine coneeptu ati dogmático decreto ¿ fíinsrt
posst disqutsiiio Ibeologica Jóannis Peronne, SocietaU jesu. Esta interesante obra
está dedicada por el autor á Su Santidad Pío IX , y aumentada por el editor es
pañol con notas y documentos relativos á la antigüedad de la devoción de los es
pañoles á la Santísima Virgen en el misterio de su Concepción Inmaculada.
Consta de un tomo en 8." marquilla de 400 páginas, de hermosa y esmerada
impresión ; 2 pesetas.
Delicia» de la Religión cristiana ó del poder del Evangelio para ha
cernos íélices , por Lamourette. Un tomo en 12." ; 2 pesetas.
Dcioclóu al Nafrado Corazón de desús. Obra escrita en trances por
el piadoso cartujo Rigaud Je Montettart , traducida por primera vez al español y
aamentada con varias oraciones y noticias de la Colección romana ; novena ai
Corazón de Jesús y al de María , gozos , versos , etc., de modo que forman un
Manual completo de lo.s devotos de los Sagrados Corazones. Un tomo en 8." rnar-
quilla ; 2,50 pesetas.
Diccionario de Teología, por el abate Bergier ; edición enriquecida con
notas extractadas de los más celebres apologistas de la Religión , y traducido
libremente al español é ilustrado con notas por el Dr. D. Ramón García Cón
sul , cura párroco y castrense de San Juan el Real de la provincia de Oviedo ; del
gremio y claustro de su Real Universidad, é individuo de la Real Sociedad de!
Principado de Asturias. Once tomos en 4.0 mayor ; 40 pesetas.
Diccionario Alosó Ileo de la Religión . en que se prueban y <c esta
blecen todos los puntos de la Religión combatidos por los incrédulos de nues
tros tiempos, y se responde á sus objeciones
de Ligorio.porTres
el abate
tomosNonnote; obrapesetas.
suma
mente recomendada por San Alfonso enS.s; 7,50
Héroes del cristianismo (Los) ul través de las edades»; por
D. Mariano Bernardo ? de la Orden del Císter , con una introducción y nota?
historiéis por el P. Chrístian ; traducción libre por D. Joaquín Roca y Carnet',
aumentada con noticias de Santos y personajes españoles. Edición de gran lujo
con hermosas láminas ; cuatro tomos en folio, 40 pesetas.
Historia del Antiguo y Nuevo Testamento* adornada. con 700 iim¡-
nas , según las explicaciones :^acadas de la Santa Escritura y Padres de ta Igle
sia, traducida de la que escribió en francés el maestro Sacy (Royaumont) : segura
da edición. Un tomo en folio; 15 pesetas.
Abecedario de la virtud dedicado á los niños . por D. J. de D¡os
de la Rada y Delgado. Obra declarada de texto por el Real Consejo de instruc
ción pública, revisada y aprobada por la autoridad eclesiástica , premiada
con medalla de primera clase en la exposición Pedagógica de 18S2. Oécimaqumta
edición. Un tomo con láminas, encuademación con cromos; 2 pesetas. —Lj
mejí r recomendación de esta obra ís que ríe ella se han hecho i? numeróos
ediciones.
Las confesiones de Sun Agustín, conforme á la edición éc
Sun M.1111 o. traducidas por el Rdo. P. Fr. Eugenio Ceballos , de U Orden
del Santo, seguidas de las meditaciones . soliloquios y manuat . traducida- por
el P. Rivüdeiieira , de la Compañía de Jesús. Dos tomos en 8.' mayor , con el
retrato de San Agustin ; 4 pesetas.
/

También podría gustarte