Filosofia Exposicion Temas
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CATOLICA DE
SANTA MARIA
Ingeniería de Minas
ASIGNATURA: Filosofía
Monografía (Filosofía política y corrupción)
Integrantes:
Calderón Samata, Bruno Daniel
Coaquira Tintaya, Jharol
Medina Mamani, Angel
Huamani Pauccar, Branny
Jara Gómez, Kevin Arnold
Salas Vera Fabian
ÍNDICE
Introducción......................................................................................................3
Filosofía política.................................................................................................4
Origen..............................................................................................................4
Positivismo...................................................................................................6
Historicismo.................................................................................................8
Corrupción.......................................................................................................14
Origen...........................................................................................................14
Corrupción en el Perú...................................................................................16
Corrupción en el mundo...............................................................................17
Conclusiones....................................................................................................19
Referencias......................................................................................................20
Introducción
La tarea de la Filosofía Política es reflexionar de manera racional, sistemática y crítica
sobre los fenómenos relativos a lo político. A diferencia de la ciencia política, no trata con
hechos y datos empíricos, sino con las cuestiones normativas y las preguntas radicales que
surgen a partir de las diversas realidades políticas. Su campo es más la libre especulación
que la detallada descripción. Aun así, no es posible reflexionar seriamente sobre nada sin
rigor, atención al contexto y metodología. Pero, para empezar, ¿qué es la política? La cual
desarrollaremos más adelante.
Son numerosos los temas que han dominado en el panorama de la Filosofía Política, y en
algunos casos se entremezclan con las preguntas de fondo que se ha planteado la
humanidad, como por ejemplo sobre los valores de la libertad, la igualdad, las virtudes de
los distintos regímenes políticos o el ideal de la justicia. En un momento como el actual en
el que la democracia está siendo objeto de fervientes críticas y defensas, en el curso se
encontrará una contribución a las distintas teorías sobre el valor, el sentido y el futuro de las
democracias liberales.
Además, puesto que la filosofía política intenta explicar, fundamentar o buscar los criterios
sobre el ejercicio del poder, será inevitable familiarizar al alumno con las técnicas y
rudimentos de la disciplina filosófica, así como con los debates que suscita continuamente
la política en el espacio público.
A su vez trataremos otro de los temas importantes que está íntimamente relacionado con la
política la Corrupción que en estos momentos está prevaleciendo en el ser humano
llevándolo por un mal camino donde la moral esta por los suelos, responderemos preguntas
como ¿es un mal necesario?, ¿Dónde se originó? ¿Cómo nos afecta? Debido a que vivimos
en un paiz con más índice de corrupción.
Filosofía política
Origen:
En este sentido, Sheldon Wolin afirma que "históricamente, la diferencia fundamental entre
filosofía y filosofía política ha radicado en un problema de especialización y no de método
o temperamento. En virtud de esta alianza, los teóricos políticos han adoptado como propia
la búsqueda básica de conocimiento sistemático que lleva a cabo el filósofo".
Ahora bien, Sheldon Wolin afirma que el proceso de definir el ámbito de lo político no ha
diferido mucho del que han tenido lugar en otros campos de la indagación, que en
importante medida son producto de una definición y en el caso del campo de la política
puede ser considerado como un ámbito, cuyos límites han sido establecidos a lo largo de
siglos de discusión política. Por tanto, se puede afirmar que
Para entender lo que es la filosofía política, señala Alain Renaut, es importante evitar dos
escollos, que propuso claramente Leo Strauss: el primero, consistiría en no ver en la
filosofía política una rama "regional" de la filosofía, que simplemente tuviera la vocación
particular de traspasar a un dominio particular los resultados (o incluso "principios")
llevados a cabo por la filosofía general.
El segundo error simétrico consistiría en no ver en la filosofía sino una apuesta coherente
de "ideas políticas" preexistentes en la ciudad, olvidando la vocación "arquitectónica" de la
filosofía, que no parece verdaderamente como tal, sino hasta que se sitúa directa o
indirectamente el problema de la verdad total. En este sentido, cualesquiera que sean sus
méritos, muchos de los filósofos contemporáneos entre los más prestigiosos como
Habermas, Rawls o Dworkin, evitan bastante mal estos escollos, según Renaut,
Otros autores parten del siguiente razonamiento para definir a la filosofía política, sugieren
iniciar explicando la naturaleza y fundamento de la filosofía y la definen como "un tipo
particular de 'práctica discursiva' caracterizada por la unión de un método y un objeto
determinados"; es decir, "una forma de discurso sofisticada e institucionalizada que, en
cuanto al método, se vale de un único recurso fundamental: la argumentación pública,
crítica y abierta". Por lo tanto, la filosofía no es un saber de hechos, sino como lo muestra la
historia del pensamiento, una suerte de interrumpido diálogo argumentativo, un continuo
intercambio de razones y críticas. Debido a que es filosofía y no ciencia de la política, la
filosofía política enfrenta precisamente esta clase de problemas: cuestiones normativas,
cuando intenta construir buenos argumentos para dar respuesta a los dilemas que nos
plantea nuestra convivencia, a las disensiones y a los conflictos que en ella surgen
cotidianamente.
Por otra parte, la ética y la política positivista, también herederas del pensamiento de la
Ilustración, tendieron a manifestar, en su doble tendencia conservadora y liberal, una
especial preocupación por la institución de la ley, la educación, la historiografía y el
derecho, entendidos como los principales promotores del progreso de los pueblos en vistas
a la consecución de la felicidad del género humano en el estado positivo.
Historicismo
Aunque tanto autores como Johann Gottfried von Herder (1744-1803) o Georg Wilhelm
Friedrich Hegel (1770-1831) pueden considerarse en cierto modo dentro de la corriente
historicista, no es hasta mediados del siglo XIX cuando ciertos pensadores reaccionan
contra el ideal positivista de la ciencia con el objeto de sustituir los modelos científicos de
conocimiento por otros de tipo histórico. Además de Dilthey, podemos destacar al mismo
Marx, cuya formulación del materialismo histórico se asienta sobre los conceptos de
conciencia y transformación históricas.
La distinción entre naturaleza y cultura, las diferencias entre las ciencias naturales y las
ciencias histórico-sociales y sus relaciones, el papel de los valores en las acciones humanas
o el análisis crítico de los productos de la cultura (costumbres, valores, mitos, etc.) son
algunas de las aportaciones fundamentales del historicismo a la historia del pensamiento. El
historicismo también ha contribuido a la revisión crítica del concepto de realidad histórica
con derivadas muy importantes en la política, la sociología o la antropología. De igual
forma, la pregunta de si el historicismo conlleva necesariamente un relativismo o es la
única forma de evitarlo, nos sitúa en un territorio epistemológico de gran importancia.
En este sentido, en el siglo XX, pensadores como el filósofo de la ciencia Karl Popper han
entendido el historicismo como una corriente que propugna la existencia de «leyes
históricas» que determinan el fin de los acontecimientos políticos y sociales.
Strauss cuestiona que el análisis de los asuntos políticos se encuentre dividido en
compartimientos que se especializan en un ámbito de la realidad, sin visión de totalidad
sobre el objeto de estudio. Peor todavía, Strauss deplora que la filosofía política sea
considerada ajena a la ciencia moderna, en particular a la ciencia de corte positivista.
Entre las razones que Strauss identifica para explicar el desprestigio de la filosofía política
se encuentran la preponderancia de la distinción entre hechos y valores en el planteamiento
científico apuntalado por el positivismo, y la consolidación del historicismo y su crítica a la
filosofía como disciplina de conocimiento. Pareciera que Strauss reconociera cierta
importancia al positivismo, en particular cuando toma en consideración la formulación que
hiciera Comte y su aspiración por superar la anarquía intelectual en el mundo de las
ciencias. Sin embargo, el desarrollo posterior que sigue el positivismo de la mano del
utilitarismo, el neokantismo y el evolucionismo disipan esa aspiración (Strauss, 1970:22).
¿Cuáles son las premisas del positivismo y del historicismo y cuáles los argumentos
que opone la filosofía política que formula Strauss a las posturas positivistas?
Es imposible el estudio de los fenómenos sociales, sobre todo de los fenómenos sociales
más importantes, sin que este estudio lleve consigo juicios de valor. Para Strauss es difícil
no atribuir valoraciones a los hechos del mundo, algo que se hace evidente inclusive en los
propios análisis científicos, por ejemplo, cuando se clasifican los regímenes políticos en
“demócratas” o “autoritarios” seguramente se está haciendo una valoración de lo que es
rechazado en contraste con la idea de democracia. Es decir, los conceptos mismos
introducen una normatividad en el análisis.
La exclusión de los juicios de valor se basa en la presunción de que la razón humana es
esencialmente incapaz de resolver los conflictos entre valores distintos o entre sistemas de
valores diferentes. Strauss no comparte la tesis de la insolubilidad de los conflictos de
valores. Esta posición remite a considerar que rechaza la inconmensurabilidad de los
valores y que en consecuencia es posible introducir juicios orientados a la solución
mediante categorías universales. Esa solución pasa por la instauración de un orden mundial
sostenido sobre valores igualmente universales orientados a generar bienestar a todos los
hombres en un contexto definido por una sociedad global de naciones (Tarcov y Pangle,
1993:852). En particular, ésta sería su apuesta por la democracia occidental concebida a
partir de las reflexiones clásicas.
La crónica de la época fue testigo de varios escándalos. Cicerón reconocía que: “Quienes
compran la elección a un cargo se afanan por desempeñar ese cargo de manera que pueda
colmar el vacío de su patrimonio”. El caso más célebre es el de Verre, gobernador en
Sicilia. Se le imputaron extorsiones, vejaciones e intimidaciones, con daños estimados, para
la época, en 40 millones de sestercios. Catón, el censor, sufrió hasta 44 procesos por
corrupción. El general Escipión hizo quemar pruebas que acusaban a su hermano Lucio
sobre una estafa perpetrada a daños del imperio: fue condenado al destierro. Bertolt Brecht,
en su obra sobre Julio César escribe: “La ropa de sus gobernadores estaba llena de
bolsillos”. En Roma se llevaron a cabo irregularidades que recuerdan mucho a las de hoy:
por ejemplo, el teatro de Nicea, en Bitinia, costó diez millones de sestercios, pero tenía
grietas y su reparación suponía más gastos, con lo que Plinio sugirió que era más
conveniente destruirlo.
Los pecados de la edad media la llegada de la religión católica impuso un cambio de moral
importante robar pasó a ser un pecado, pero al mismo tiempo con la confesión era posible
hacer tabla rasa, lo que desencadenó una larga serie de abusos. “El cristianismo, predicando
el espíritu de sacrificio y la renuncia a toda vanidad, introduce en su lugar la pereza, la
miseria, la negligencia; en pocas palabras, la destrucción de las artes”, escribió Diderot en
su Enciclopedia (por cierto, no hay que olvidar que, según la Biblia, la corrupción era una
práctica tan extendida al punto que, como todos sabemos, Judas Iscariote vendió a los
romanos a su maestro Jesús por treinta monedas de plata.
El papado de los Borja merecería un capítulo aparte. Pocas personas a lo largo de la historia
fueron capaces de concentrar tanta amoralidad. Pero en esa época la corrupción parecía un
mal menor. Como escribió aquellos años Maquiavelo, “que el príncipe no se preocupe de
incurrir en la infamia de estos vicios, sin los cuales difícilmente podrá salvar al Estado”.
Cuando Cristóbal Colón se lanza a la conquista de América, no puede hacer otra cosa que
exclamar: “El oro, cual cosa maravillosa, quien quiera que lo posea es dueño de conseguir
todo lo que desee. Con él, hasta las ánimas pueden subir al cielo”.
La corrupción “es un fenómeno inextirpable porque respeta de forma rigurosa la ley de la
reciprocidad. Según la lógica del intercambio, a cada favor corresponde un regalo interesado.
Nadie puede impedir al partido en el poder que se cree una clientela de grandes electores que
le ayuden en la gestión de los aparatos estatales y que disfruten de estos privilegios. Es algo
natural y fisiológico”. Para Julián Santamaría, presidente de Noxa Consulting y catedrático de
Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, “el electorado haría bien en
entender que la corrupción es una lacra de todos los tiempos, que se refiere a la naturaleza
humana. Se da en todos los países y en todas las épocas. En la actualidad es más frecuente en
los países en vías de desarrollo, donde se combina una elevada burocracia, salarios bajos de
los funcionarios y sistemas políticos autoritarios. Es cuando se da la situación esperpéntica:
países emergentes, de escaso recursos y con una población que aspira a tener una forma de
vida más elevada”.
Según el ranking de la consultora Transparency International, existen países con poca
corrupción, en particular los escandinavos. Esto se debería a la influencia de la ética
luterana, que no prevé la confesión de los pecados para lograr la absolución. Y también a
que estas sociedades, de corte socialdemócrata, son relativamente homogéneas. Sus
ciudadanos se sienten iguales y no toleran que alguien saque ventajas de forma ilegal.
Asimismo, por su alto nivel de contratación colectiva, que hace que los trabajadores se
sientan protegidos y no duden en denunciar prácticas ilegales. Pero, lamentablemente, se
trata de una excepción. Como dijo Tomás Moro: “Si el honor fuese rentable, todos serían
honorables”.
Corrupción en el Perú
Contexto Histórico Reciente La corrupción en el Perú tiene una larga data histórica. Su
origen se remonta a los albores del régimen colonial, en el siglo XVI. Sus formas, bien
documentadas, incluyeron las ganancias irregulares, indebidas e ilegales conseguidas por
los más altos representantes de la corona española al momento de distribuir los cargos
oficiales de la administración virreinal. Con los cargos comprados, los administradores
coloniales cometían abusos y exprimían la capacidad productiva de la población indígena
dedicada a la minería, de paso sobornando a supervisores encargados de velar por el
cumplimiento de los protocolos que reglamentaban la explotación de las minas. Otra forma
de corrupción común en esa época fue el contrabando de bienes extranjeros que privaron al
erario público de mayores ingresos. Los beneficiados eran comerciantes privados que
paulatinamente incrementaron su poder financiero y su acceso a los órganos del estado. Se
configuró de este modo un nexo público-privado que privilegió el favoritismo político y
económico, consecuentemente excluyente del bien común, y capaz de hacer valer sus
intereses por encima del sistema legal. Este modo de gobernar y hacer negocios continuó
durante los gobiernos republicanos a lo largo de los siglos XIX y XX. La literatura
económica sobre la corrupción hace hincapié en la excesiva intervención estatal en la
economía, particularmente en los mercados privados, para explicar las causas que la
originan. Resulta de interés entonces contrastar niveles de corrupción en períodos históricos
donde tal intervención se hizo presente con otros donde los mercados privados operaron
libremente. El propósito de esta comparación no es restar validez al enfoque economicista
sino resaltar la complejidad del problema de la corrupción. Cierto, la excesiva intervención
del estado en la economía, acompañada de un absurdo cuan disfuncional sistema legal, es
definitivamente una causa importante de la corrupción. Pero también lo son las condiciones
particulares de un país. Entre otros, se pueden citar su herencia histórica; la homogeneidad
o heterogeneidad étnica y cultural; los rasgos distintivos de su carácter social; la calidad
ética de su liderazgo; el compromiso del sector privado empresarial con la ética y la
responsabilidad social; el nivel de eficiencia y reputación de su aparato burocrático; la
calidad institucional de los órganos de regulación, vigilancia y justicia; la efectividad del
diálogo público-privado y la facilidad para sellar acuerdos que se hacen valer; la
preeminencia de valores éticos en la sociedad en su conjunto; y, por último, la presencia o
ausencia de contrapesos a los poderes políticos y económicos en la sociedad civil. Una
marcada presencia solamente de solamente algunos de estos factores, lamentablemente,
puede ser suficiente para contrarrestar los efectos positivos sobre la lucha contra la
corrupción que una retirada de la intervención estatal en los mercados privados se esperaría
que generen.
A continuación, entonces se exponen las características de dos gobiernos que encarnaron
regímenes político-económicos diametralmente opuestos: el de la presidencia de Alan
García Pérez en 1985 – 1990, que siguió las pautas de un intervencionismo estatal a
ultranza para desarrollar el país a través de la política industrial de sustitución de
importaciones. Y el gobierno de Alberto Fujimori en 1990 – 2000 que decretó la apertura
comercial y la liberalización de los mercados privados, políticas que fueron aplicadas por
los gobiernos democráticos que le siguieron en el presente siglo.
Por un Perú democrático y sin corrupción
La muerte del ex presidente Alan García ha causado consternación social en el país ante su
sorpresiva y violenta decisión de quitarse la vida, frente a la eminente detención preliminar
que iban a realizar en su domicilio un fiscal y miembros de la policía. Ante este lamentable
hecho, sectores políticos interesados, secundados por algunos medios de comunicación han
desatado una campaña agresiva que pretende responsabilizar a la Fiscalía y a la prensa
independiente por esta tragedia. De ese modo, se pretende paralizar e incluso desmontar los
avances en la lucha contra la corrupción que viene liderando el Equipo Especial Lava Jato,
integrado por valerosos fiscales.
Es inaceptable y oportunista pretender descalificar el trabajo de los fiscales acusándolos de
judicializar la política, como si fueran los responsables de que gran parte de la clase política
esté contaminada por la corrupción. La Fiscalía y el Equipo Especial Lava Jato requieren
nuestro más amplio respaldo para conocer toda la verdad de modo que se inicien los
correspondientes procesos penales a la brevedad, y sancionar a los responsables de los
hechos de corrupción del caso Lava Jato. Rechazamos cualquier intento de promover un
pacto de impunidad que sería perjudicial para la renovación de la democracia que el país
necesita.
Frente a estos sucesos, se requiere el compromiso de la ciudadanía en general y
principalmente del Congreso de la República en la lucha contra la corrupción. A la
ciudadanía le corresponde informarse y estar vigilante, y al Congreso de la República,
aprobar las normas faltantes de la reforma judicial, así como las presentadas para la reforma
política. Solo de esta manera podremos atacar las causas de fondo de la corrupción en
nuestro país y que la lucha contra este flagelo tenga un impacto duradero.
Corrupción en el mundo
Desgraciadamente, muchos países en el mundo conviven día a día con la corrupción de sus
dirigentes políticos, una corrupción que para nada favorece al país y que solo lastra el
crecimiento de sus economías. En la última década, ya sea por el avance tecnológico o por
la presión que ejercen los medios de comunicación, se han destapado muchísimos casos de
corrupción, dejando en entredicho el que existan representantes políticos que no lo hagan.
Obviamente, la corrupción es algo que ha existido a lo largo de la historia, con lo que no es
nada nuevo. Aunque, como decíamos anteriormente, la presión y el fortalecimiento que han
experimentado los medios de comunicación, junto con la situación de tensiones políticas
entre gobernantes y oposición, han llevado a que destapar este tipo de casos sea la mejor
arma de batalla en las campañas políticas.
Aunque en determinados países destapar casos de corrupción por parte del Gobierno
suponga un caso cotidiano del día a día, no deberíamos obviarlo, pues la corrupción solo es
un lastre para las economías de estos países, así como para el atractivo, tanto inversor como
turístico.
Según los últimos datos del Secretariado de Transparencia Internacional, la institución
encargada de combatir la corrupción mundial, así como de realizar los diversos estudios
relacionados con la corrupción en el mundo, muestra cómo, pese a los continuos esfuerzos,
los países avanzan muy lentamente y reducen ínfimamente sus casos de corrupción.
Además, Según el Secretariado, los países que más tienden a atacar y luchar en contra de
las ONGs y determinadas instituciones que buscan la ayuda humanitaria en el mundo, a su
vez, son los países con mayores índices de corrupción en el mundo.
Para calcular los índices de corrupción, el Secretariado de Transparencia califica a los
países en una escala del 1 al 100 en función de la transparencia de la gestión pública del
país, siendo 1 un país sin transparencia en la gestión, y 100, un país con mucha
transparencia. Al finalizar el estudio, se ha podido observar cómo más de dos tercios (2/3)
de los países del mundo presentan una calificación inferior a 50, situando la media mundial
en 43.
Esto es bastante preocupante, pues nos muestra un mundo donde la corrupción se presenta
en muchos países. Esto puede representar un riesgo mundial, ya que esta situación, de no
revertirse, podría normalizarse y crear un mundo corrupto, el cual pudiese lastrar el
crecimiento económico mundial que, según las últimas estimaciones del FMI, se situaría en
el 3,9%.
Además, según el Secretariado, la corrupción mantiene una relación muy directa con la
libertad de actuación que tienen las organizaciones cívicas para actuar e influir en las
políticas públicas, pues los países donde se presenta mayor índice de corrupción, también
son los mismo que menor campo de actuación facilitan a estas organizaciones, así como a
la prensa.
Conclusiones
a) El segundo reto está relacionado con los problemas que se derivan de la
considerable diversidad cultural de la sociedad moderna; es decir, el filósofo
político del pasado solía partir de la hipótesis de una sociedad culturalmente
homogénea.
b) No obstante, lo anterior, se puede afirmar que el desarrollo que ha tenido la filosofía
política es posible que no haya sido del todo positivo en la ciencia política, pues en
ambos campos la investigación, la especialización y la fragmentación, van en
aumento.
c) Debemos de preocuparnos porque la filosofía política continúe contribuyendo a
explicar la complejidad política del mundo actual. Una de las tareas que tenemos
que evitar es que el malestar existente entre los profesionales de la ciencia política.
d) Es importante señalar que la filosofía política debe seguir progresando, debe estar
dispuesta a enfrentar nuevos retos y revisar sus instrumentos teóricos.
e) Dada la complejidad del fenómeno de la corrupción, creemos que la mejor forma de
abordar una eventual salida es a través de una mirada interdisciplinaria. Esto
implica, desde una reflexión profunda en la lógica intrínseca del fenómeno, hasta la
consideración sobre sus consecuencias más prácticas.
f) La corrupción surge con mayor probabilidad, en realidades que están
experimentando algún tipo de cambio, transición o crisis. Esto puede ser tanto un
Estado que desde un gobierno autoritario pasa a uno democrático, o una economía
planificada que intenta transformase en una de tipo capitalista, o una institución que
se nacionaliza o privatiza, o un área de la administración pública que transforma su
escalafón, o una agencia gubernamental que cambia su legislación.
Referencias
ARNOLETTO, E. (15 de enero de 2010). Edición gratuita en línea. Disponible. Obtenido de Edición
gratuita en línea. Disponible: www.eumed.net/libros/2007b/300
WEBER, M. (. ( (1971). ). Sobre la teoría de las ciencias sociales. Madrid: Editorial Península. .