Semillero - Representaciones Literarias de Los Emprendimientos Femeninos
Semillero - Representaciones Literarias de Los Emprendimientos Femeninos
Semillero - Representaciones Literarias de Los Emprendimientos Femeninos
Introducción
La literatura colombiana tuvo su mayor crecimiento en el siglo XX, rico en movimientos
poéticos así como en autores. Cabe destacar la llamada generación de Los Nuevos, entre los
que sobresale León de Greiff; los piedracielistas, los Nadaístas, y el Nobel Gabriel García
Márquez. Desde los poetas del postmodernismo, hasta los más recientes de estilos muy
diferentes, reconocieron e hicieron de la literatura colombiana una diversidad estilística.
Todo esto obliga a estudiar y conocer planteamientos teóricos, de esta forma como vivencias
de las mujeres, llevadas a cabo en otros países. Algunas de ellas intentan generar la sociedad
de las mismas o restaurar el matriarcado. Aceptar que los inconvenientes de las colombianas
forman parte intrínseca de la sociedad generalmente, y que deben resolverse en este entorno,
expone un doble compromiso para quienes se interesan en ellos.
La conciencia existente en esta doble problemática, que imbrica lo político y lo personal, nos
lleva a recopilar una serie de ensayos que ofrecen cuenta de ella sola durante la trayectoria
discontinua y marcada por el sincretismo y el mestizaje, como toda la literatura
hispanoamericana que ha servido la escritura de las mujeres colombianas del siglo XX.
https://www.javeriana.edu.co/narrativa_colombiana/contenido/modelos/litydif.htm
Metodología
Estos conflictos limitan el desarrollo social, a pesar de que en los últimos años el avance de la
mujer y su toma de posiciones en defensa del feminismo han sido notables y vertiginosos. En
1982, se fundó la Casa de la Mujer de Santafé de Bogotá y con ella se reconoce la necesidad
de establecer mecanismos gubernamentales que les ayuden a las mujeres colombianas a
consolidar su condición de ciudadanas libres. Las publicaciones de esta entidad y su modo
colectivo de operación han logrado crear una dinámica que afecta a diferentes sectores de la
sociedad. Obras como Nuevos espacios y otros retos (1986), V iolencia en la intimidad ( 988)
y las cartillas sobre derecho de familia, derecho penal y control de la fertilidad han educado a
una porción importante de la población femenina colombiana. Los efectos de este tipo de
trabajo se han extendido a otras comunidades y a la provincia.
Siguiendo dichos parámetros se ha podido observar que las autoras colombianas han
recorrido un proceso literario y escritural, semejante en líneas generales, al de las demás
autoras hispanoamericanas, aun cuando se diferencian por los aconteceres de la historia
nacional.
Hechos como los anteriores ejercen una presión que indudablemente repercutió en el marco
ideológico de la Constitución de 1991, cuyo espíritu es pluralista y respetuoso de las
diferencias entre los colombianos. Los artículos 42 y 43 especialmente consignan la igualdad
de condiciones de los cónyuges ante la ley.
Por ejemplo, en el libro de Héctor Abád Faciolince, el olvido que seremos Marta era la artista
de la familia (la portada del título lo constata: una foto de niña con un violín, su primera
pasión), inteligente, buena, la preferida de su padre como el autor nos dice. Se decantó por la
música pero todo lo hacía bien: yo, de entrada, me había rendido ante su superioridad. En
cuatro meses la muerte se la llevara a pesar de todos los intentos por curarla. El autor narra y
describe los hechos con toda minuciosidad, con la distancia y la contención, a las que ayuda
el tiempo que ha pasado, con que está escrito todo el libro. Hay pocas reflexiones ante un
hecho tan terrible como es la fulminante muerte de alguien querido a tan temprana edad. A
continuación de narrar el entierro de su hermana, hay un “flash forward” de quince años que
nos lleva al entierro de su padre y lo que aconteció allí. Las dos muertes de seres tan amados
que acaban con la felicidad de la familia. Abad Faciolince
Ejemplificando, en la obra de Héctor Abád Faciolince, el olvido que seremos Marta era la
artista de el núcleo familiar (la portada del título lo constata: una foto de niña con un violín,
su primera pasión), inteligente, buena, la preferida de su padre como el creador nos dice.
Hay escasas reflexiones frente a un hecho tan terrible como es la fulminante muerte de
alguien preciado a tan temprana edad.
“En medio de este cuadro dantesco, en medio del estruendo rabioso de los fusiles…” ver
hondear la bandera propia en el lugar donde antes se izaba la del enemigo era el espectáculo
más simple y maravilloso para el revolucionario. Desde siempre, durante cada 10 batalla y
guerra, la bandera del vencedor lo representaba todo, “¡Por ella luchábamos! ¡Ella
representaba nuestros ideales! ¡Ella era nuestra insignia y nuestro norte!” (Otero, 1905).
La mujer es una disidente perpetua con respecto al consenso social y político; es exiliada de
la esfera del poder y por ello es siempre singula1; dividida, diabólica, una bruja. . . La mujer
está aquí para agitar y trastorna1; desinflar los valores masculinos, y no para abrazarlos.
Su papel consiste en mantener las diferencias apuntando hacia ellas, dándoles vida y
poniéndolas en juego. Julia Krisleva
Para entender la vigencia de los estudios sobre género en casi todas las disciplinas de las
ciencias sociales, tanto en Europa como en los Estados Unidos, es necesario referirse a la
posmodernidad (2). El rasgo más notorio de ésta es la puesta en duda de la legitimidad de los
discursos dominantes en el mundo occidental; para ello recurre al cuestionamiento de sus
presupuestos principales: el Hombre, el Sujeto, la Verdad y la Historia. Ello implica el
reconocimiento del espacio del Otro, que, siempre, según Julia Kristeva, es mujer; indagar el
discurso de la alteridad supone indagar el discurso mujer. (3)Lo cual no significa imitar a la
mujer biológica ni transformarse en ella, sino ponerse en el lugar del otro, de la minoría, de
los oprimidos, como sostienen Gilles Deleuze y Felix Guattari (340). (4) Esa revalidación de
lo femenino implica que voces y propuestas antes ignoradas o censuradas logren ser
escuchadas e influyan realmente en las comunidades que las producen.
Pero la posmodernidad no supone que la modernidad haya alcanzado su total
desenvolvimiento sino que, como sucede en el caso de Colombia, se esté creando un contexto
cultural que sea producto de la pluralidad y en el cual la multiplicidad y las diferencias no
sean desdibujadas por la cultura dominante.
Lo cual no significa imitar a la mujer biológica ni transformarse en ella, sino ponerse en el
lugar del otro, de la minoría, de los oprimidos, como sostienen Gilles Deleuze y Felix
Guattari . Pero la posmodernidad no supone que la modernidad haya alcanzado su total
desenvolvimiento sino que, como sucede en el caso de Colombia, se esté creando un contexto
cultural que sea producto de la pluralidad y en el cual la multiplicidad y las diferencias no
sean desdibujadas por la cultura dominante. En efecto, en Colombia, las consecuencias de la
yuxtaposición de instituciones sociales procedentes de distintos momentos de la evolución
económica, social y cultural se observan a finales del siglo xx. El resultado es una sociedad
en la que hay profundos contrastes, violencia desbordante, y en la cual grandes sectores,
dejados atrás por el proyecto modernizador, se ven obligados a mirarse a través del prisma de
modelos que no les pertenecen.
Para ilustrarlo podemos recordar que, tal vez por primera vez desde la llegada de Cristóbal
Colón, los indígenas colombianos están participando en la configuración de los destinos del
País. Estas peculiaridades impiden que las discusiones y publicaciones sobre la
posmodernidad -que han ocupado los escenarios de las principales comunidades académicas
del mundo durante la última década- constituyan un pasaporte para aplicar el término, sin
ningún preámbulo, a Colombia. En esta situación, las mujeres colombianas luchan por
sobrevivir, trabajando en una sociedad que les exige niveles de eficiencia acordes con la
racionalidad moderna, pero atrapadas, la mayoría de ellas, en una intimidad y unas relaciones
familiares que son todavía patriarcales y esclavizantes. Es visible la presencia de las mujeres
colombianas en posiciones de importancia en todos los sectores de la sociedad, y su progreso
económico es innegable, pero es poco probable que su vida cotidiana
Resultados
https://ciberclublectura.wordpress.com/category/ya-leimos/el-olvido-que-seremos/