Tarea 1 El Almohadón de Plumas
Tarea 1 El Almohadón de Plumas
Tarea 1 El Almohadón de Plumas
Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro
de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a
veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle,
echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él,
Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más
siempre.
patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión
de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las
altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a
otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera
sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había
concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa
insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al
jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto
Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en
sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado,
redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron
retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una
palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció
descanso absolutos.
-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una
gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada… Si mañana se despierta como
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha
visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en
pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía
casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a
otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el
que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente
abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una
noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus
Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo
rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de
alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se
acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la
última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a
hacer…
pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche
estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz.
silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama,
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya,
sangre.
a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas
oscuras.
lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron,
y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos
crispadas a los bandos. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las
patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan
sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la
sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había
impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión