Ponencia - El Espacio de La Sangre en La Nieve

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El espacio de la sangre en la nieve

Análisis literario de la enunciación del espacio de un cuento de Gabriel


García Márquez

Claudia Sepúlveda y Marianela Peña Pollastri

[email protected]

[email protected]

Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de La Rioja

La Rioja - ARGENTINA

Resumen

Nuestro trabajo pretenderá analizar el cuento El rastro de tu sangre en la nieve, de Gabriel


García Márquez. Tendremos en cuenta la construcción significativa del espacio en
esta narración trabajado desde Filinich, María Isabel (1998).
De acuerdo al espacio, lo consideraremos una construcción semiótica. Nos interesa el punto
de vista en el que se devela la relación entre sujeto y objeto de percepción, la
interacción producida entre ellos. Además la noción de la actividad propioceptiva que
encontramos en el cuento de manera significativa, nos permitirá reflexionar sobre el
cuerpo propio como confluencia del espacio.
Luego, se procederá a hacer un análisis interpretativo de citas puntuales en las que se
revelará lo anteriormente planteado.
Palabras clave

Cuerpo-espacio-objeto-sujeto

Introducción

En el presente trabajo haremos mención de la teoría de Filinich (1998), acerca de la


enunciación del espacio en un relato. Será una breve síntesis de los puntos que nos
interesa remarcar: el espacio como construcción semiótica, el juego de ocultación y
desocultación entre el sujeto y el objeto de la percepción y la actividad propioceptiva
del cuerpo, haciendo hincapié en las sensaciones del sujeto que percibe y la
construcción espacial que de él emana. Se trabaja en base a citas textuales extraídas
del cuento e interpretadas según la teoría.

Fundamentación teórica: El espacio y la actividad propioceptiva del cuerpo

Filinich M.I (1998, p. 69) cita: “El espacio es una construcción semiótica, que se superpone
a la continuidad indistinta de la extensión” (Greimas, 1976). Desde esta
conceptualización parte para realizar una reflexión acerca del espacio en las obras
literarias.

Parafraseándola, menciona que el espacio está determinado en un primer momento por


articulaciones simples: aquí y allá, adentro y afuera. Otro tipo de articulación, es la
relación opositiva en la que un espacio engloba a otro y se realizan así cortes de
distinta jerarquía. El espacio, como ya habíamos dicho, es una significación que
requiere un trabajo de reconstrucción donde cualquier articulación parte desde un
punto de vista. Este último punto es de nuestro interés, porque introduce el tema de la
relación entre el sujeto y el objeto de la percepción; hay una interacción en juego,
porque en el objeto se produce una actividad de ocultación y desocultación, en tanto
que el sujeto siempre tiene deseo de alcanzar lo absoluto de lo que se devela y de lo
que no, es la búsqueda de la totalidad que nunca puede alcanzar. En esta relación se
construye el espacio, hay un objeto que se muestra o esconde, dificultando o
facilitando la tarea, un sujeto que lo percibe y quiere alcanzarlo y un significado total
que es imposible. De tal manera, se produce una transformación dentro de lo que el
sujeto es y percibe, con sus estados de ánimo y sus maneras de actuar en
consecuencia.

El cuepo, en Filinich, es tomado como una especie de “visagra” o punto de intersección


entre el sujeto y el espacio de la percepción. Consideramos importante en el análisis
de este cuento, el lugar central que ocupa el cuerpo con sus sensaciones, para la
interpretación del espacio, porque precisamente representa la confluencia entre
ambos. Se menciona también al espacio de los recuerdos, cómo éstos pueden tener
una gran significación en las experiencias del sujeto.

En cuanto a este último punto de la experiencia del recuerdo, Filinich ejemplifica: “En el
relato, el protagonista circulará por pasajes y galerías inmune a la distancia espacial y
temporal que lo separa, pues ese universo se comunica por una similitud de
personajes, la presencia de olores y sonidos sugerentes, oscuros hábitos y sucesos
extraordinarios, universo que contraste con el mundo superficial y ordinario de la
ciudad exterior, cuya visible y palpable realidad trivializa las relaciones, las
costumbres y la vida cotidiana”. (Filinich, 1998, p.76). Esto quiere decir, que se
puede encontrar una nueva zona de la percepción que no es la físico-fáctica, y que al
mismo tiempo puede tener incidencia en el modo en que el sujeto percibirá y tendrá
sensaciones, es decir, cambios en la actividad propia del cuerpo.

Análisis de la enunciación del espacio en: El rastro de tu sangre en la nieve

A continuación, desglosaremos los temas anteriormente planteados en citas específicas de


la obra.

“Pasaron las tardes difíciles de junio en la terraza interior de la casa donde


habían muerto seis generaciones de próceres en la familia de Nena Daconte
(...) La casa tenía numerosas ventanas de cuerpo entero que daban al
estanque de podredumbre de la bahía, y era una de las más grandes y
antiguas del barrio de la Manga, y sin duda la más fea. Pero la terraza de
baldosas ajedrezadas donde Nena Daconte tocaba el saxofón era un remanso
en el calor de las cuatro, y daba a un patio de sombras grandes con palos de
mango y matas de guineo, bajo los cuales había una tumba con una losa sin
nombre, anterior a la casa y a la memoria de la familia (...) Pero fueron esos
aires de adioses de buques y ese encarnizamiento de amor los que le
permitieron a Nena Daconte romper la cáscara amarga de Billy
Sánchez. Debajo de la triste reputación de bruto que él tenía muy bien
sustentada por la confluencia de dos apellidos ilustres, ella descubrió un
huérfano asustado y tierno (…) él mismo se asombró de la fluidez con que
ocurrió el amor cuando ella lo llevó a su cama de doncella una tarde de
lluvias en que se quedaron solos en la casa. Todos los días a esa hora,
durante casi dos semanas, retozaron desnudos bajo la mirada atónita de
los retratos de guerreros civiles y abuelas insaciables que los habían
precedido en el paraíso de aquella cama histórica.” (García Márquez,
1992, párr. 6).

En este extracto, nos interesa la parte en que se resalta la casa y su aspecto físico como
facilitadora del descubrimiento que hace Nena Daconte sobre Billy, crea un ambiente
propicio, que acompaña este proceso. Es decir, retomando a Filinich, el objeto de
percepción de cierta manera ayuda y, en este caso, facilita, la experiencia del sujeto y
cómo la viven.

Los protagonistas van creando sus propias vivencias y recuerdos en torno al espacio que
ellos mismos están significando, están haciendo su propia construcción semiótica,
como lo señala Greimas, sin tener en cuenta el hecho de que en esa casa vivieron seis
generaciones y los retratos estaban en esa habitación (espacio físico), lo único que les
interesa es descubrir su pasión y dejarse llevar; este es su espacio propio de
significación.

“Billy Sánchez se quedó parado en la sala lúgubre olorosa a sudores de


enfermos, se quedó sin saber qué hacer mirando el corredor vacío por donde
se habían llevado a Nena Daconte, y luego se sentó en el escaño de madera
donde había otras personas esperando. No supo cuánto tiempo estuvo ahí,
pero cuando decidió salir del hospital era otra vez de noche y continuaba la
llovizna, y él seguía sin saber ni siquiera qué hacer consigo mismo,
abrumado por el peso del mundo.” (García Márquez, 1992, párr. 22).

Aquí observamos la interacción entre sujeto y objeto de la percepción. Este objeto se ve


construido según las sensaciones del propio sujeto, de su cuerpo. Porque en sí, se está
describiendo un hospital, lugar físico en que en esencia prevalece la limpieza, la
pulcritud, las paredes suelen estar pintadas de colores claros si no es blanco y la gente
se viste con uniformes. Pero, en ese momento, el personaje se encuentra abrumado
por el peso del mundo, y eso condiciona la manera en que el espacio que se encuentra
a su alrededor va tomando forma, precisamente, de esta manera oscura, lúgubre,
negativa, que coincide con su estado de ánimo.

“Billy Sánchez se instaló con once maletas y nueve cajas de regalos en el


único cuarto libre, que era una mansarda triangular en el noveno piso, a
donde se llegaba sin aliento por una escalera en espiral que olía a espuma de
coliflores hervidas. Las paredes estaban forradas de colgaduras tristes y
por la única ventana no cabía nada más que la claridad turbia del patio
interior. Había una cama para dos, un ropero grande, una silla simple, un
bidé portátil y un aguamanil con su platón y su jarra, de modo que la única
manera de estar dentro del cuarto era acostado en la cama. Todo era peor
que viejo, desventurado, pero también muy limpio, y con un rastro
saludable de medicina reciente.” (García Márquez, 1992, párr.24).

En las partes resaltadas se ve lo mismo que veníamos trabajando en la cita pasada, todo es
triste y viejo, porque el protagonista, Billy Sánchez, lo siente así. Es llamativa la
afirmación de “con un rastro de medicina reciente” porque se está describiendo un
hotel que no tiene relación con la medicina, es simplemente un lugar de hospedaje,
pero él lo percibe así porque acaba de volver del hospital, quedan “rastros” de aquel
espacio en su cuerpo.

“Fue un insomnio provechoso. El viernes se levantó estropeado por la mala


noche, pero resuelto a definir su vida. (…) Entonces se sintió tan bien que
pidió otra botella, la bebió hasta la mitad, y atravesó la calle con la
resolución firme de meterse en el hospital por la fuerza. No sabía dónde
encontrar a Nena Daconte, pero en su mente estaba fija la imagen
providencial del médico asiático, y estaba seguro de encontrarlo. No entró
por la puerta principal sino por la de urgencias, que le había parecido menos
vigilada, pero no alcanzó a llegar más allá del corredor donde Nena
Daconte le había dicho adiós con la mano.” (García Márquez, 1992,
párr.29).
Acá se muestra claramente lo que Filinich marcaba con respecto al punto de vista, que
nunca el espacio puede concebirse como absoluto porque siempre se lo ve desde un
lugar y un recorte. El recorte que aquí se hace tiene relación directa con las
sensaciones del sujeto y el momento que está atravesando, porque se hace hincapié en
lo que quiere hacer rápida y violentamente, recordando algunas cosas, sin tener en
cuenta lo que está sucediendo a su alrededor. Hay omisión, no sabemos todo lo que
puede haber en ese espacio porque no se lo menciona, esa parte está narrada en torno
al personaje y sus obnubilaciones, de las que nos hace partícipes como lectores, lo
vivimos a través de él. El objeto de la percepción se oculta porque el sujeto lo está
ocultando.

“Al salir Billy Sánchez se encontró sin saber qué hacer en la Plaza de la
Concordia. Vio la Torre Eiffel por encima de los tejados, y le pareció tan
cercana que trató de llegar hasta ella caminando por los muelles. Pero muy
pronto se dio cuenta de que estaba más lejos de lo que parecía, y que
además cambiaba de lugar a medida que la buscaba (…) Mientras
pensaba se vio repetido muchas veces y desde ángulos distintos en los
espejos numerosos de las paredes, y se encontró asustado y solitario, y
por primera vez desde su nacimiento pensó en la realidad de la muerte.”
(García Márquez, 1992, párr. 31-32).

Vemos aquí la actividad propioceptiva a la que Filinich hace referencia. Este es un tema de
la estética porque se vincula con las sensaciones del cuerpo. El protagonista se siente
agobiado, perdido, desconcertado y así percibe el mundo. Por esto no puede encontrar
la torre Eiffel, se le va de las manos como la situación por la que está pasando con
Nena Daconte, no puede controlarla. Y en los espejos la sensación de verse duplicado
tantas veces sin entenderlo, asustado, se acentúa lo planteado por Filinich.

“Entró con el tropel, llevando en el brazo el abrigo de visón, sin preguntar


nada y sin ninguna idea de dónde podía estar Nena Daconte, pero sostenido
por la certidumbre de que había de encontrar al médico asiático. Pasó por
un patio interior muy grande con flores y pájaros silvestres, a cuyos
lados estaban los pabellones de los enfermos: las mujeres, a la derecha, y
los hombres, a la izquierda. Siguiendo a los visitantes, entró en el pabellón
de mujeres. Vio una larga hilera de enfermas sentadas en las camas con el
camisón de trapo del hospital, iluminadas por las luces grandes de las
ventanas, y hasta pensó que todo aquello era más alegre de lo que se
podía imaginar desde fuera. Llegó hasta el extremo del corredor, y luego
lo recorrió de nuevo en sentido inverso, hasta convencerse de que ninguna
de las enfermas era Nena Daconte. Luego recorrió otra vez la galería
exterior mirando por la ventana de los pabellones masculinos, hasta que
creyó reconocer al médico que buscaba.” (García Márquez, 1992, párr. 33).

El espacio mencionado en este pasaje es el del hospital, que ya se había descripto varias
veces, y todas resultan ser diferentes en cada situación en la que se ve el personaje.
En las que ya hemos trabajo, donde la violencia provocaba omisión de detalles y por
otro lado, en la tristeza todo se tornaba oscuro. En cambio, vemos en esta cita cómo el
personaje va expectante, porque tiene la esperanza de que va a encontrar a su esposa,
es el día esperado. Los detalles son mayores y las sensaciones del sujeto son otras,
observa las flores, los pájaros que cantan y el lugar le parece más agradable.

“De modo que cuando Billy Sánchez entró por fin al hospital, el martes por
la mañana, ya se había consumado el entierro en el triste panteón de la
Manga, a muy pocos metros de la casa donde ellos habían descifrado las
primeras claves de la felicidad. El médico asiático que puso a Billy Sánchez
al corriente de la tragedia quiso darle unas pastillas calmantes en la sala del
hospital, pero él las rechazó. Se fue sin despedirse, sin nada qué agradecer,
pensando que lo único que necesitaba con urgencia era encontrar a
alguien a quien romperle la madre a cadenazos para desquitarse de su
desgracia. Cuando salió del hospital, ni siquiera se dio cuenta de que
estaba cayendo del cielo una nieve sin rastros de sangre, cuyos copos
tiernos y nítidos parecían plumitas de palomas, y que en las calles de
París había un aire de fiesta, porque era la primera nevada grande en
diez años.” (García Márquez, 1992, párr. 36).
Esta es la situación final de la historia. Su esposa ha fallecido y él se siente completamente
violentado y sorprendido por ello. Ni siquiera pudo despedirla. Vuelven a surgir los
sentimientos de violencia que hace que su percepción del mundo se enceguezca, ya lo
hemos analizado, pero en este caso se ve potenciado; no se da cuenta de la nieve que
cae y la sangre que le falta.

Conclusión

A través de las citas analizadas, hemos podido develar en cada una de ellas que el espacio
ha sido una construcción semiótica y no necesariamente física, como ya lo ha
destacado Filinich. También hemos observado que el cuerpo del sujeto tiene mucha
influencia en lo que es el espacio, en cómo lo percibe. Por ejemplo, analizamos tres
visitas al hospital por parte de Billy Sánchez, y en las tres veces la percepción es
distinta; están sujetas a las sensaciones y al estado de ánimo del sujeto. Cuando él
estaba violento, todo desaparecía; cuando estaba triste todo era lúgubre y cuando
estaba expectante los detalles se hacen presentes. Así también, el objeto contribuye a
la creación de experiencias y recuerdos del sujeto, como lo hemos visto en el ejemplo
de la casa en que se encontraban los amantes, el ambiente que se genera está en
constante interacción con los sujetos.

Finalmente, diremos que la actividad propioceptiva del cuerpo es sumamente relevante al


momento de la construcción y creación semiótica que será el espacio.

Bibliografía

Filinich, M.I. (1998) Enunciación. Buenos Aires, Argentina: Eudeba Instituto de lingüística
Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires.

García Márquez, G. (1992) El rastro de tu sangre en la nieve. Recuperado de


http://ciudadseva.com/texto/el-rastro-de-tu-sangre-en-la-nieve/

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