Prevención de Lesiones Musculares
Prevención de Lesiones Musculares
Prevención de Lesiones Musculares
Prevención de lesiones
musculares
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2.1 Prevención de lesiones
musculares más frecuentes
2.1.1 Características biomecánicas de los isquiotibiales
2
extensor de la cadera auxiliando al glúteo (esta sinergia es importante en el
desarrollo de la técnica correcta de carrera) y flexor de la rodilla.
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Finalmente, desde un punto de vista arquitectónico, son músculos
complejos. Para ponerlo en términos simples, los isquiotibiales, y en
especial el bíceps femoral, presentan tendones que se introducen y
recorren en gran proporción la longitud muscular. En otras palabras, al ser
graficados como músculos penados (similares a las plumas de las aves),
presentan un gran número de uniones miotendinosas y miofaciales, puntos
de anclajes de las fibras musculares y de transición de fuerzas contráctiles a
movimiento, reconociéndose estas zonas como de alta tasa de
transferencia de fuerza mecánicas, por ende, presentan muchas zonas
potenciales de rupturas si tenemos en cuenta que la zona de transición de
tejido contráctil a tejido conectivo es la zona más plausible de una lesión. A
manera de ejemplo de lo expresado en este párrafo, vemos en la Figura 1
en forma esquemática la arquitectura del bíceps femoral.
4
2.1.2 Mecanismo lesional
Ahora bien, teniendo en cuenta sus características biomecánicas y
arquitectónicas, ¿cuál puede ser el mecanismo de lesión principal de este
grupo muscular, en especial en deportes dependientes de las acciones de
sprint? En este sentido, Woods et al. (2004) publicaron un interesante
trabajo basado en el estudio de la lesión de este grupo muscular, que
estableció que el mecanismo lesional es en un 91 % por acciones de no
contacto y, dentro de este porcentaje, el 57 % se producían en situación de
sprint o carrera a altas velocidades. Datos similares fueron encontrados por
Hawkins et al. (2001). (Figura 2)
5
proporcionaba una mayor cantidad de trabajo negativo sobre el bíceps,
interpretándose como un factor de riesgo lesional especifico de este
músculo (Thelen et al., 2006).
6
Figura 3: Ejemplo de la posición de la pierna en el mecanismo lesional
isquiotibial
7
Este análisis es el que permite luego una profundización sobre cuáles son
los factores de riesgo que potencian esta condición e incrementan el riesgo
sobre este grupo muscular por un lado y cuáles serían las mejores opciones
para su prevención por el otro.
Lesión previa
8
(Brockett, Morgan & Proske, 2004; Naclerio, Larumbe-Zabala, Monajati &
Goss-Sampson, 2015).
En este sentido, Brockett et al. (2004) reportan que los sujetos con
antecedentes de lesiones en los isquiotibiales presentaban ángulos de pico
de toque más cerrados que los mismos sujetos en la pierna no lesionada, lo
que plantea un riego de recurrencia. De todas maneras, estos autores
refieren la necesidad de analizar muestras de mayor número para poder
estimar los rangos angulares seguros donde debe ubicarse el pico de toque
así como las zonas de riesgo y otorgarle mayor validez a este análisis en
relación a la detección de sujetos en riesgo (Brockett et al., 2004).
9
Este ratio fue estudiado preferentemente en sus manifestaciones
concéntricas, en diferentes estudios, planteando en términos generales
una relación en torno de 0.60 H/Q (o sea, fuerza de los isquiotibiales sobre
la fuerza del cuádriceps) en dinamómetro isocinético para una velocidad
angular de 60°/segundo, estipulándose esta relación de 0.60 como el piso
por debajo del cual el isquiotibial se encuentra en situación de riesgo de
sufrir lesiones (Orchad, Marsden, Lord & Garlick, 1997; Brockett et al.,
2004).
10
Figura 4: Distintos ratios comparando el torque del isquiotibial y cuádriceps de
la pierna lesionada y la no lesionada
11
H/concéntrico 240° Q) presentaron un mayor índice de lesiones en el
follow up prospectivo.
Por otro lado, consecuentemente con los datos de su anterior trabajo, las
modalidades de evaluación estándares concéntricas no contemplaron
alrededor del 30 % de jugadores con déficit excéntricos. Este hecho nos
puede llevar a subestimar el déficit si utilizamos solo estas modalidades de
evaluación, por lo que queda claro el planteo de este autor,
coincidentemente con Aagaard et al. (1998), de que el ratio funcional
puede brindarnos mayor especificidad de información a la hora de testear
desbalances con los fines de disminuir la incidencia sobre este grupo
muscular.
12
Un hallazgo de este estudio es que los jugadores con ratios funcionales en
torno a los 1.40 no presentaron lesiones de isquiotibiales, pudiéndose
plantear esta relación como un nivel óptimo para disminuir el riesgo
lesional en este grupo muscular.
13
Figura 5: Curvas de ángulo de pico de torque para isquiotibiales superpuestas.
14
En este sentido, Greig (2008), evalúa la respuesta de los torques
isocinéticos Q/H tanto concéntricos como excéntricos luego de un
protocolo en treadmill que replica la dinámica intermitente del fútbol (105
min).
15
Figura 6: Historia del pico de torque excéntrico isocinético de los flexores de
rodilla durante el protocolo intermitente específico para fútbol
Fuente: Greig, 2008, pág. 1406. Referencia: T ecc H = torque excéntrico isquiotibial.
16
Figura 7: Historia del ratio de fuerza funcional durante el tiempo del protocolo
intermitente para fútbol
Fuente: Greig, 2008, pág. 1406. Referencias: ecc H: con Q= excéntrico isquiotibial: concéntrico
cuádriceps.
Por otro lado, sería interesante, a partir de este estudio, realizar nuevas
investigaciones respetando el ratio funcional propuesto por Aagaard et al.
(1998) y considerando otras modalidades de evaluación de la caída de
rendimiento en el fútbol como por ejemplo un test de campo con cambios
de dirección (p. ej., yo-yo test) así como la evolución de este ratio luego de
la realización de varias series de entrenamiento específico como son los
sprint repetidos, que pueden afectar directamente al torque excéntrico del
cuádriceps.
De este trabajo puede inferirse que la fatiga aguda producida por una sola
serie de RSA (respetando el protocolo del test, 1*6 sprint de 40 m) no
17
alcanza para graficar la realidad de la fatiga producida por la repetición de
acciones de alta intensidad en un juego en donde, independiente del
puesto, los metros recorridos solamente a sprint (+ de 23 km/h) se
encuentran entre 200 m y 460 m por partido, sin tener en cuenta el
contexto en donde se recorren estas acciones (m totales, m a alta
intensidad + de 19 km/h, a alta intensidad + 23 km/h) lo que podría influir
en formas diferentes en el torque funcional, necesitándose por ello de un
diseño metodológico distinto para poder valorar esta relación.
18
Flexibilidad como factor de riesgo asociado a la lesión de isquiotibiales
Este tópico fue propuesto en forma empírica durante muchos años, a partir
del cual se planteaba que el acortamiento de este grupo muscular o el
déficit de flexibilidad era un importante factor de riesgo lesional. Sin
embargo, la literatura científica al respecto no ha encontrado evidencias
tan claras a favor de este hecho, como sí ha encontrado para otros factores
de riesgo como la edad, la lesión previa y el déficit de torque excéntrico.
19
Figura 9: Comportamiento del ROM activo y pasivo de los isquiotibiales
20
Como conclusión, podríamos estimar que el entrenamiento aislado de la
flexibilidad, sin complementarla con restitución de los niveles de fuerza
excéntrica de este grupo muscular, resulta incompleto a la hora de
disminuir la incidencia de lesiones de los isquiotibiales.
En los últimos años, a partir del análisis del mecanismo lesional de este
grupo muscular y del impacto que podría tener la biomecánica de la pelvis
en la carrera sobre el estiramiento activo del isquiotibial en la fase final del
balanceo en la carrera y en especial en la carrera de alta velocidad, se ha
propuesto que la flexibilidad de los flexores de la cadera podrían impactar
sobre el riesgo lesional de los isquiotibiales. Tal como describieron
Chumanov, Heiderscheit y Thelen (2007), y Schache, Blanch, Rath, Wrigley
y Bennell (2005), los flexores de cadera contralaterales presentan una gran
influencia en la tensión sobre el isquiotibial la cual se incrementa a medida
que aumenta la velocidad de la carrera.
21
Al igual que sucede con los isquiotibiales, sobre este tópico radica el mismo
cuestionamiento; es decir que, si bien se han encontrado correlaciones
positivas entre tests de ROM pasivo de los flexores de cadera (Thomas test)
e incremento del riesgo lesional de los isquiotibiales, no se podrían
transferir inferencias encontradas en valoraciones estáticas a situaciones
dinámicas y de alta velocidad (Gabbe, Finch, Bennell, & Wajswelner, 2005).
En este sentido, probablemente los ratios de fuerza con flexores de
cadera/excéntrico de isquiotibiales puedan arrojar mejores inferencias.
22
este punto es la utilización de los jugadores más rápidos en dichos puesto y
por ende los jugadores con mayor predominio de actividades altamente
asociadas al sprint.
Calentamiento insuficiente
23
2.2 Abordaje preventivo en la
prevención de lesiones
musculares
La lesión muscular de isquiotibiales presenta una característica
multifactorial. Si bien es claro que el mecanismo lesional principal es la
tensión excéntrica en la fase final del balanceo en la carrera y sobretodo en
las carreras a alta velocidad o sprint en los deportes de dinámica
intermitente (sin desprestigiar otros mecanismo lesiónales menos
frecuentes), los factores de riesgo intrínsecos que transforman a un
deportista en susceptible de sufrir esta lesión son diversos y variados
(Véase Chumanov et al., 2007; Schache et al., 2005; Woods et al., 2004;
Schache, Kim, Morgan, & Pandy, 2010).
24
ejercicio preventivo eficaz por encima de estrategias de flexibilidad en la
reducción de la incidencia de lesiones de isquiotibiales.
25
adaptación se debe a un incremento el número de sarcómeros en series sin
cambiar la longitud de la fibra (Véase Butterfield, Leonard, & Herzog, 2005;
Lynn, Talbot, & Morgan, 1998; Brockett et al., 2004; Proske & Allen, 2005.).
Así, luego de esta adaptación, se lograría una reducción del estiramiento y
el estrés individual de cada sarcómero ante el mismo grado de
alargamiento (Proske & Allen, 2005). Este efecto está asociado por ende a
una mejor tolerancia al estiramiento activo de alta velocidad por parte de
los isquiotibiales (Brockett et al., 2001; Brockett et al., 2004).
26
2.2.2 Importancia de la estabilidad del Core en
prevención de lesiones musculares
Otro aspecto a considerar es el de las relaciones de la estabilidad lumbo-
pélvica en la carrera y la lesión de isquiotibiales. Se ha postulado que la
lesión previa, la fatiga y ciertos desbalances de longitud (p. ej., en el psoas)
o de déficit de activación (p. ej., en el glúteo mayor), pueden ocasionar un
incremento de la de manda excéntrica del isquiotibial en la carrera
(Chumanov et al., 2007; Silder, Reeder, & Thelen, 2010; Brughelli et al.,
2010).
Fuente: [Imagen intitulada sobre ejercicios integrales]. (s. f.). Extraída de http://goo.gl/uo41RK
27
2.2.3 Flexibilidad como elemento preventivo
No existe demasiado consenso en la aplicación del entrenamiento de la
flexibilidad como tal en la disminución de la incidencia de lesiones de este
grupo muscular, probablemente debido a la falta de una asociación fuerte
en relación a este aspecto como factor de riesgo (McHugh & Cosgrave,
2010).
28
Figura 13: Esquema conceptual de la prevención de las lesiones de isquiotibiales
29
En este sentido, sabiendo que la fatiga se transforma en un potenciador de
otros factores de riesgo como la lesión previa, las acciones que intenten
contrarrestarla actuarán también como promotoras de la prevención. La
utilización de todas aquellas medidas que aseguren una correcta
recuperación post-esfuerzo estarán colaborando con la prevención. Una de
las medidas que podemos mencionar son las inmersiones en agua fría (IAF)
luego de actividades promotoras del daño muscular adaptativo.
30
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