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La voz del Contratenor como Artefacto cultural y su función

articuladora de los roles de género en la performance musical


vocal, estudio de casos en Santiago de Chile

Ariel Durán-Trujillo, Magíster © en Artes mención Música


Pontificia Universidad Católica de Chile

Resumen
El presente artículo aborda la manera en que la voz, en tanto artefacto cultural,
cumple una función articuladora de los roles de género de los contratenores de Santiago
de Chile, tomando como referencia el análisis de caso del contratenor Moisés Mendoza y
entrevistas a diversos contratenores de la región antes mencionada. En el comienzo de esta
sección, presento las clasificaciones vocales tal como se han definido en la literatura
especializada, para luego establecer las relaciones entre éstas y el sexo/género de los
intérpretes. Avanzando en el análisis, establezco la diferenciación entre contratenores y
castrati, contextualizando a ambos en el barroco europeo a modo de entender la
importancia del contexto histórico social en el artefacto cultural voz. Luego de ello,
abordo la situación de los contratenores en el contexto nacional, específicamente los
ámbitos académicos y laborales, para finalizar con el caso del contratenor Moisés
Mendoza y un análisis de su performance musical vocal del aria Olim lacus colueram, de
la cantata escénica Carmina Burana.

Palabras clave
Contratenor – voz – género – artefacto cultural – Chile

1
El presente artículo aborda la manera en que la voz, en tanto artefacto cultural,
cumple una función articuladora de los roles de género de los contratenores de Santiago
de Chile, tomando como referencia el análisis de caso del contratenor Moisés Mendoza y
entrevistas a diversos contratenores de la región antes mencionada. En el comienzo de esta
sección, presento las clasificaciones vocales tal como se han definido en la literatura
especializada, para luego establecer las relaciones entre éstas y el sexo/género de los
intérpretes. Avanzando en el análisis, establezco la diferenciación entre contratenores y
castrati, contextualizando a ambos en el barroco europeo a modo de entender la
importancia del contexto histórico social en el artefacto cultural voz. Luego de ello,
abordo la situación de los contratenores en el contexto nacional, específicamente los
ámbitos académicos y laborales, para finalizar con el caso del contratenor Moisés
Mendoza y un análisis de su performance musical vocal del aria Olim lacus colueram, de
la cantata escénica Carmina Burana.

La relación entre la voz y el género está presente en todos los ámbitos del canto
popular. en el canto lírico1 encontramos la voz del contratenor, un tipo de voz que ha sido
objeto de controversias a lo largo del tiempo por su discontinuidad 2 desde el punto de vista
de la heteronormatividad que domina las relaciones sociales en el Chile actual, por tratarse
de hombres que cantan en registros agudos, comúnmente asociados a individuos de
sexo/género femenino.

1 Utilizaremos la conceptualización de voz lírica entregada por Carme Tulon, en la que indica que
“las voces líricas son aquellas que han hecho su entrenamiento para cantar ópera, oratorio, música
de cámara, etc.” (Tulon, 2005, p.98).
2 Discontinuidad o incoherencia en los términos de Judith Butler, abordado en el marco teórico.

2
De lo anterior, se desprende que existe una clasificación vocal generalmente
aceptada en el ámbito de la voz cantada, que separa las voces denominadas masculinas 3
de las voces femeninas 4 de acuerdo a su tesitura (Bacot, Facal, Villazuela, 2008, p. 56).5

Esta clasificación vocal asocia la voz con el sexo/género del cantante,


transformándose la voz en un mecanismo por el cual la voz articula el género, en tanto
vincula la tesitura con el binomio masculino/femenino propio de la matriz heterosexual
propuesta por Butler (Butler, 2007). Así, bajo la perspectiva de género dominante, la
norma social demanda que los individuos de sexo masculino y femenino tengan una
tesitura coherente con su sexo/género.

Respecto de esta clasificación vocal, Carme Tulon en su libro Cantar y Hablar,


indica que:

En general se clasifica la voz en tres categorías para cada sexo (que a su vez se puede
subdividir). Estas categorías son, del grave al agudo: bajo, barítono y tenor, para los
hombres, y contralto, mezzosoprano y soprano para las mujeres. (Tulon, 2005, p.96).

Como podemos ver en la siguiente ilustración de la clasificación vocal de Tulon,


las tesituras de las voces masculinas son: bajo desde el mi1 al fa3, barítono desde el sol1
al sol3, tenor desde el si1 al si3. Respecto de las voces femeninas: la contralto desde el
mi2 al mi4, la mezzosoprano desde el sol2 al sol4 y finalmente la soprano desde el si2 al
si46.

3 Entiéndase por masculinas las voces asociadas culturalmente a individuos de sexo biológico
masculino.
4 Entiéndase por femeninas las voces asociadas culturalmente a individuos de sexo biológico

femenino.
5 Es importante hacer la distinción entre extensión vocal, que es el rango total de notas que puede

emitir un cantante y la tesitura, que corresponde a las notas que pueden ser emitidas con una
calidad tímbrica homogénea.
6 La clasificación realizada por la autora solo refiere a las clasificaciones generales, sin entrar en

el detalle de las subclasificaciones vocales correspondientes a cada categoría y que no


detallaremos por tratarse de un tema alejado de nuestro eje de investigación.

3
Ilustración 1: Cuadro de clasificación vocal con referencias en teclado de piano y frecuencias
aproximadas (Tulon, 2005, p.97).

En la clasificación vocal generalmente aceptada y reproducida por Carme Tulon,


existe una marcada separación entre lo que debería ser una voz masculina y una voz
femenina, pero no hay ninguna alusión a otro tipo de voces que están en una categoría
liminal respecto de las características tímbricas y rango vocal de un hombre y de una
mujer. Una de estas voces es la de contratenor, que complejiza del binomio
heteronormativo dominante que ha influido fuertemente en las clasificaciones de la voz
humana7.

En la más sencilla de sus definiciones, el contratenor es un individuo adulto de


sexo biológico masculino que canta en tesituras consideradas femeninas, como son las de
contralto, mezzosoprano o soprano. Existen diversos tipos de contratenores de acuerdo a

7Otras voces que comparten dicha característica son las de haute-contre y algunas contraltos con
color de voz muy oscuro y grave.

4
la tesitura de su registro, independiente de los medios utilizados para la emisión de su
voz8. Así, reciben el nombre de contratenor contralto, contratenor mezzosoprano y
contratenor soprano o sopranista respectivamente. Los primeros, son aquellos que cuentan
con una tesitura equivalente a la de la soprano femenina, es decir, entre un do3 y un do5;
los contratenores mezzosopranos habitualmente poseen un registro que se mueve entre el
la2 y el la4, los contratenores contralto cantan por lo general entre el fa2 y el fa4, todos
estos rangos vocales resultantes de la analogía con el cuadro de tesituras entregado por
Tulon en su libro Cantar y Hablar (Tulon, 2005, p.97).

La Real Academia Española de la Lengua (en adelante RAE) en su 22ª edición, no


contaba con una definición para la palabra contratenor (Real Academia Española, 2012)
lo que da indicios de la invisibilidad del término a esa fecha 9 y por tanto de las personas
que se identifican con dicha tesitura, sin embargo, ya en su 23ª edición del año 2014 la
RAE entrega la siguiente definición:

contratenor
1. m. Mús. Voz masculina que posee un timbre femenino.
2. m. Mús. Cantante que tiene voz de contratenor. (Real Academia Española,
2014)

La RAE es el principal referente en lo que a lengua española se refiere, y es un


indicador aceptado para definir vocabulario de la lengua española. Las palabras que se
incorporan a dicho diccionario, lo hacen en función de su uso, por lo que la aparición del

8Voz de pecho, voz de cabeza, voz mixta o falsete.


9
Aun cuando es de público conocimiento que la aparición de los términos en la RAE suele ser
posterior a la masificación del uso, en el caso de los contratenores existe un reconocimiento
artístico en Europa a partir de la segunda mitad del siglo XX, con la masificación de la corriente
de música antigua y de intérpretes como Alfred Deller.

5
termino contratenor, podría obedecer a un uso más común del éste y a un mayor
conocimiento de su significado por parte de los hispanoparlantes 10.

Más allá de eso, es muy decidor el hecho de que en la primera de sus acepciones
se asocie a la voz del contratenor un carácter femenino, específicamente al timbre, dejando
de lado aspectos descriptivos o técnicos, como por ejemplo el rango vocal. En este sentido,
Nina Eidsheim en un estudio publicado en Trans-Revista Transcultural de Música del año
2009 establece que al ser el timbre vocal un artefacto cultural, hay procesos por medio de
los cuales las personas asocian ciertos sonidos vocales y ciertas ideas sobre el género y la
raza del emisor (Eidsheim, 2009).

Como una forma de establecer una comparación entre el concepto contratenor he


realizado la búsqueda del concepto soprano, arrojando el siguiente resultado:

soprano
Del it. soprano.
1. m. Mús. Voz humana de registro más agudo.
2. m. desus. Hombre castrado.
3. m. y f. Mús. Persona que tiene voz de soprano. (Real Academia Española, 2014)

En primer lugar, no existe una relación directa entre el concepto soprano y el


sexo femenino, aun cuando en todos los tratados consultados sobre clasificación vocal,
se refieren a soprano como la más aguda de las voces femeninas. En segundo lugar, el
significado entregado por la RAE establece que soprano es “un hombre castrado”, en
alusión directa a que la falta de genitales masculinos en un individuo de sexo
masculino, tiene una relación con su voz aguda, ergo, los hombres con registro de
soprano están castrados. El artefacto cultural voz, establece dentro de sus múltiples

10
La utilización de las definiciones entregadas por la RAE, corresponden a indicadores de lo
culturalmente aceptado y son complementarias a las definiciones técnicas abordadas en el marco
teórico de la presente investigación en el acápite dedicado a los aspectos técnicos de la voz
humana.

6
significaciones, que tesituras son propias de los hombres o de las mujeres, mientras
que en una tercera categoría asigna el adjetivo calificativo de “castrado” a aquel
hombre que tenga tesitura de soprano.

Es de suma importancia diferenciar un contratenor de un castrato, estos últimos


eran cantantes a quienes en su infancia eran castrados, para conservar de esta manera sus
voces agudas y preservarlas de la muda vocal provocada por los cambios hormonales
propios del sexo masculino, que provocan que la voz se torne más grave (RAE, 2014). Al
crecer se transformaban en hombres adultos de gran envergadura debido a sus desordenes
hormonales producidos por la ausencia de gónadas, pero que conservaban un timbre de
voz aguda que igualaba e incluso superaba a la voz de las sopranos en potencia, agilidad
y fiatto.

La asignación del adjetivo “castrado”, a un individuo de sexo masculino en el


contexto de una sociedad heteronormada (adscrita a la matriz de sexo/género) se torna
violento y peyorativo, en tanto implica ser rebajado a una categoría inferior a la del
hombre heterosexual. Lo anterior, debido a que el mayor descrédito para un hombre en
una sociedad heteronormada es no tener órganos sexuales coherentes con su cuerpo
biológico: este hombre es cercenado y rebajado11 mediante su transformación en una
pseudo mujer.

Abordar estas definiciones que realizan asociaciones entre la voz y el


sexo/género del individuo, queda en evidencia como el artefacto cultural voz adquiere
significados de acuerdo al contexto sociocultural en que se utiliza (en este caso el
mundo hispanoparlante, dentro del que Santiago de Chile está inmerso) y por lo tanto,
naturaliza o reafirma la matriz de género propuesta por Butler y hace posible a la vez
visualizar los elementos que escapan de esta matriz, como es en el caso del castrado

11
Entiéndase rebajado en el contexto de una sociedad hetero normada, patriarcal y machista como
la chilena, en la que lo femenino se encuentra en un status inferior a lo masculino.

7
y del contratenor. La equivalencia entre ambos está en el alto nivel de incoherencia de
la voz del intérprete con su sexo/género, aun cuando fisiológicamente son
absolutamente distintos, tanto desde el punto de vista hormonal, como de los métodos
de fonación12.

Al ser la voz de contratenor un artefacto cultural ininteligible desde el punto de


vista de la matriz de género, este artefacto se torna en transgresión a la norma social, lo
que conlleva que se ejerza el poder desde el grupo dominante para eliminar la transgresión,
y no solo eso, sino que además genera métodos de sanción negativa que desembocan en
clasificaciones sociales inferiores como lo explica Bordieu:

“La taxonomía ética dominante, aplicación del sistema de clasificación social de la clase
dominante al ámbito de la moral, se resume en un sistema de cualidades y de calificativos
que se organizan alrededor de la oposición entre las maneras positivamente sancionadas
o “distinguidas” (es decir, las maneras de los dominantes) y las sancionadas
negativamente” (Bordieu, 2011, p.109).

Según Panserón en su Gran Método de Canto (Panserón, ca.1800, p. 6), la


clasificación de voces estándar e de tres categorías para voces masculinas e igual número
para las voces femeninas. Sin embargo, explica que: “Se llama Alto-contra, una voz de
tenor con voz de cabeza o mista, que sube hasta re y mi como la voz para el papel del
Orfeo de Gluck; pero esta especie de voz es muy rara”.

12 Entiéndase por métodos de fonación, los principios mecánicos que permiten la emisión de una
serie de tonos sucesivos, comúnmente conocidos como voz de cabeza, voz de pecho y voz mixta,
además del falsete (Bacot, 2008).

8
Ilustración 2: cuadro de Clasificación Vocal, Panserón (Panserón, ca. 1800, p.6).

La ilustración y definiciones de Panserón, son pertinentes en tanto permiten


establecer algunos indicios de cómo se va construyendo el artefacto cultural voz en un
contexto sociocultural determinado. En la imagen, se aprecian distintos aspectos que
denotan una en primera instancia, un orden de valoración de by
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masculino por sobre lo
femenino, evidenciado por la disposición desde la voz más grave a la más aguda, pero
partiendo desde las voces masculinas. Esta disposición es poco lógica si la observamos
desde un punto de vista estrictamente musical, ya que el ordenamiento más usado desde
esa perspectiva sería ordenar las voces desde la más aguda a la más grave, independiente
del sexo del intérprete. Un segundo aspecto relevante desde el punto de vista del artefacto
cultural voz es que la voz de alto-contra o contratenor, está separada de las demás voces.
Si se realiza la misma operación de asociar ubicación en el espacio físico de la ilustración
con la valoración que se da a un registro específico, se aprecia la subvaloración de la voz
de contratenor al ubicarla por debajo de las voces femeninas y apartada de las voces
coherentes o continuas, desde el punto de vista de la matriz de sexo/género.

9
Otra definición de contratenor es la entregada por Fox en su ensayo comparativo
de contratenores y castrati en Inglaterra: “un contratenor se refiere a un hombre adulto que
nunca ha sufrido una castración, y que canta principalmente en el registro alto, ya sea en
un falsete bien desarrollado, o en una voz de cabeza inusualmente alta y ligera”13 (Fox,
2003, p.3).


Tomando elementos de las definiciones antes detalladas y sumando otros


aportados desde la teoría de género, definiré al contratenor como aquel individuo de sexo
biológico masculino, cuya identidad de género es masculina, pero que canta en un registro
vocal asociado culturalmente a personas de sexo biológico femenino. Es entonces el
contratenor, un individuo que podría catalogarse como ininteligible culturalmente pues no
cumple con lo que se espera de un hombre ya que canta “como mujer”, transformándose
en un individuo incoherente y discontinuo. Este individuo, por lo tanto, desde un punto de
vista heteronormativo, no cumple con lo que Foucault denominaba irónicamente “la
verdad del sexo” y que posteriormente Butler llamaría la “realidad del género” (Butler,
2007, p. 197):

“El género aparece de tal o cual forma, y a continuación se elabora un juicio normativo
sobre esas apariencias y sobre la base de lo que parece. Pero ¿qué determina el dominio
de las apariencias del género mismo? Podemos sentirnos tentados a establecer la siguiente
distinción: una explicación descriptiva del género incluye cuestiones sobre lo que hace
inteligible el género, una exploración sobre sus condiciones de viabilidad, mientras que
una explicación normativa intenta dar respuesta a la pregunta de qué expresiones de
género son aceptables y cuáles no, ofreciendo motivos convincentes para distinguir de esta
forma entre tales expresiones” (Butler, 2005, p.25).

Es importante mencionar que el registro de contratenor no siempre fue sancionado


socialmente puesto que la norma cultural del género asociado a la voz ha ido cambiando
a través de la historia, lo anterior debido a que la voz es un artefacto cultural y como tal

13 Traducción personal del original en ingles: “a countertenor refers to an adult male who has
never suffered castration, and who sings primarily in the alto range either in a well-developed
falsetto, or in an inusually high and ligth-toned head voice” (Fox, 2003, p.3).


10
se resignifica constantemente. El concepto de artefacto cultural, ligado en sus inicios a
una construcción tangible u objetual ha pasado por su proceso de deconstrucción
lingüística en pro del apoyo conceptual a propuestas de intervención artísticas, estéticas y
culturales, hasta llegar a la conceptualización de artefacto cultural de Holland y Cole
(1995), donde el artefacto cultural adquiere características de intangibilidad, susceptibles
de adquirir significaciones otorgadas y aplicadas socialmente. La voz en tanto artefacto
cultural, a lo largo de la historia va adquiriendo significados, en este caso relacionados
con el sexo, el género y la orientación sexual, aportado principalmente por la vivencia de
los individuos en un contexto social determinado. El contexto es un elemento fundamental
a la hora de realizar un análisis de la voz como artefacto cultural articulador de los roles
de género, dado que el sistema social predominante es el que imbrica significados sobre
el artefacto cultural en cuestión, determinando de esta forma cuáles son sus lecturas
posibles, deseadas o rechazadas.

Contratenores y castrati en el barroco europeo, importancia del contexto histórico


social en el artefacto cultural voz

El ordenamiento de las voces humanas de acuerdo a preceptos sociales relativos al


género, es producto del cambio del artefacto cultural voz y de su constante resignificación
y no de un ordenamiento “natural”. A medida que el artefacto cultural adquiere nuevos
significados, es heredado por las nuevas generaciones con todo el bagaje histórico, social
y cultural que este artefacto arrastra. Como una manera de ejemplificar los cambios en el
artefacto cultural voz y su función como articulador de los roles de género, podemos
observar su estado en el barroco europeo.

Contratenores y castrati han coexistido a lo largo de la historia con distintos niveles


de protagonismo, han sido sujetos de gloria y decadencia, pero hay algo más que es común
en ambos: su sexualidad, su sexo biológico, su identidad de género y su orientación sexual

11
han generado controversia en su entorno, ya fuera en una corte, en el coro de una catedral,
en la ópera o en centros de estudios universitarios, los cuestionamientos sobre estos
aspectos de sus vidas han estado siempre presentes. Para entender el porqué de estos
cuestionamientos es necesario relacionar los conceptos anteriormente revisados, situarlos
sobre estos individuos y contextualizarlos en algún momento histórico para tener una
visión más global de cómo la voz, en tanto artefacto cultural, articula los roles de género
de esos individuos en el contexto antes mencionado.

La música vocal del barroco se compuso principalmente en tres géneros, la ópera,


el oratorio y la cantata. En todos ellos el común denominador es el predominio de los
cantantes solistas como interpretes virtuosos, acompañada por un bajo continuo y por
orquesta y/o coro. La ópera fue sin duda el género más ampliamente difundido en Europa,
casi siempre en italiano a excepción de la ópera francesa de tendencia nacionalista que
mantendría su idioma. El ambiente operístico estaba dominado casi por completo por los
castrati, incluso en los roles femeninos, pero principalmente en roles heroicos masculinos.
Algunos ejemplos de ello son: la ópera Eurídice, de Jacobo Peri que contaba con un joven
contratenor en el papel de Dafnis, el rol de Alcibíades, de Cavalli era interpretado por un
contratenor soprano, mientras que Jerjes fue un contralto castrado. Lo anterior hace notar
que no había una sujeción a ningún ordenamiento “natural” de las voces en el que se
asociara el sexo del intérprete con su clasificación voval, un ejemplo revelador lo
encontramos en el Trionfo dellonore, de Scarlatti, donde el galán es soprano y la amante
una contralto (Bie, 1947).

Estamos entonces en el barroco, en un contexto en el cual el artefacto cultural voz


aún no está permeado por idealizaciones del género en lo referente a lo masculino y lo
femenino, ni por la conceptualización de lo verdadero o falso en relación a la voz humana,
por lo que los roles de ópera se componían y asignaban de acuerdo a las necesidades
estilísticas del compositor y en buena parte, por el éxito comercial de tener alguna estrella
del canto en el reparto. Los castrati dominaban la escena musical de la ópera, siendo

12
verdaderos referentes internacionales y utilizados comúnmente para interpretar los roles
de héroes o dioses, asociados hoy en día con masculinidades de características distintas
desde el punto de vista del artefacto cultural voz, articulando el género masculino desde
un ideal de voz muy aguda y corporalidades de proporciones distintas a las de los hombres
no castrados, como podemos ver en la siguiente ilustración:

Ilustración 3: Gaetano Berenstadt (izquierda) y Senesino (derecha) rodeando a Francesca


Cuzzoni en 1723. Caricatura de John Vanderbank de la òpera Flavio de Hendel (Kelly, 2004,
p.43).

Mención aparte es el caso de Inglaterra donde la música coral se mantuvo casi


ininterrumpidamente en conjunto con el uso de contratenores y falsetistas, incluso Purcell,
quien también era contratenor, tenía la costumbre de preferir contratenores para sus roles
masculinos y femeninos, y en ocasiones también contrataba a mujeres para que
interpretaran roles masculinos (Bie, 1947). Nos encontramos de este modo en Inglaterra
con un artefacto cultural voz, asociado a los roles de género de manera distinta a la

13
establecida en el contexto italiano, donde el artefacto voz articulaba el género asociado a
corporalidades de hombres no castrados.

El contexto histórico social en Chile, ámbitos académico y laboral

En la historia de Chile, desde su descubrimiento en el año 1536 hasta nuestros días,


sólo existe registro de tres contratenores profesionales egresados de la educación formal,
todos ellos titulados con posterioridad al año 2013. Para poder entender las causas de este
fenómeno considero necesario hacer una breve revisión del registro de las voces agudas
masculinas en Chile, hasta llegar a nuestros días y analizar la situación actual respecto de
la voz del contratenor en tanto artefacto cultural articulador de los roles de género.

El artefacto cultural voz, en el caso de los contratenores, ha influenciado el


desarrollo profesional y académico de estos interpretes al tener directa injerencia en su
aceptación o rechazo por parte de instituciones de formación universitaria. Como
anticipamos al principio de este capítulo, a la fecha se registran solo tres contratenores
profesionales egresados de instituciones formales de educación superior, todos ellos
cursaron sus estudios en la Universidad Alberto Hurtado. esto debido principalmente al
legado e interés de la directora y compositora Sylvia Soublette Amussen, quien ha sido la
principal propulsora en Chile de la Música Antigua, creadora del Conjunto de Música
antigua de la Universidad Católica de Chile y del Instituto de Música de Santiago, hoy
Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado. Cabe destacar que ella fue primera
maestra de canto que aceptó alumnos contratenores, tanto de manera particular como en
el Instituto de Música de Santiago y promovió la participación de estos intérpretes en
representaciones históricamente informadas de ópera antigua y música Barroca en
general14, teniendo presente que el contratenor encuentra la mayor parte de su repertorio

14 NUESTRO.CL [en línea] <http://www.nuestro.cl/perfiles/sylvia_soublette1.htm> [consulta: 9


diciembre 2016].

14
en la música antigua, que es la compuesta en Europa y América hasta mediados del siglo
XVIII, es decir comprende la música de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco
(tanto europeo como latinoamericano). En estos períodos de la historia la masculinidad
tiene características distintas a las que tiene desde el clasicismo en adelante, condiciones
ambientales que han dado contenido y significado al artefacto cultural voz, el que
finalmente ha cumplido un rol como articulador del género en los intérpretes
contratenores.

El antecedente de que a la fecha todos los contratenores formados en Chile hayan


egresado de una misma universidad nos lleva a preguntarnos cuales son los motivos para
que en ninguna de las otras universidades, tanto estatales como privadas, tengan entre sus
alumnos a contratenores en formación, y más aún, no hayan tenido nunca un alumno
contratenor en sus ciclos superiores de estudios 15.

Uno de los contratenores egresados de la universidad Alberto Hurtado, al ser


consultado al respecto, indica que golpeó muchas puertas antes de llegar al ex Instituto de
música de Santiago y ser aceptado16. Indica que un profesor titular de canto de una
reconocida universidad chilena declinó aceptarlo como alumno por calificar la voz de los
contratenores como artificial y carente de posibilidades de educación. Ante este
calificativo, que aparece reiteradamente en las entrevistas realizadas, y emitido por
diversos maestros y directores de coros, he llegado a la conclusión de que el artefacto
cultural voz en el caso de los contratenores, está fuertemente influenciado por el concepto
de falsedad o artificialidad de la voz, en contraposición a una supuesta naturalidad de las
voces masculinas y femeninas pertenecientes al canon clásico de las clasificaciones
vocales detallado con anterioridad.

15 Hago esta salvedad porque existe registro de un alumno contratenor en el ciclo básico de la
carrera de canto de la Universidad Católica de Chile, pero que no continuó sus estudios en el ciclo
superior.
16 El contratenor en cuestión solicitó se mantuviera reserva de su identidad en este texto, por lo
que no se publica su nombre.

15
Abordando este punto, me parece pertinente señalar que esta supuesta falsedad de
la voz, está relacionada con el concepto de falsete. Este concepto está acuñado en el marco
de los registros vocales en los que se mueven las voces al cantar, los registros están
asociados a un espacio resonancial, siendo estos el pecho, la faringe y la cabeza. El
objetivo de la mayor parte de los maestros de canto, es lograr que estos registros sean
homogéneos por medio de dominar las zonas de pasaje entre un registro y otro (Tulon,
2005, p.102). Respecto del falsete la autora indica: “cuando el cantante no conoce el
mecanismo del pasaje, el resultado es que de la voz de pecho se pasa a la voz de falsete,
momento en que la laringe se descontrae de golpe” (Tulón, 2005, p.103). Sin embargo, la
definición que me parece más interesante abordar es la entregada por Bacot, Facal y
Villazuela (2008, p.59)., quienes indican que “se utiliza este término para definir una voz
artificial (“falsa”) masculina con carácter sonoro femenino, que suele ser identificada
erróneamente con la voz de cabeza”, Los mismos autores asocian a esta voz de falsete con
características muy poco deseables para un cantante, como un volumen menor al de los
registros “naturales” y sin posibilidad de desarrollar la misma intensidad que en los
registros antes mencionados.

Todo lo anterior tendría validez si obviáramos los siglos en los que la voz de
contratenor se desarrolló sin problemas en ambientes profesionales de música docta 17.
Esto nos lleva a pensar que más que aspectos técnicos medibles y objetivos, se trata de
valoraciones negativas de lo femenino asociadas a una voz masculina y justificadas bajo
el concepto de una supuesta “falsedad” de la voz del contratenor. Como podemos apreciar,
en el caso de los contratenores, el artefacto cultural voz en el espacio académico
universitario, ha estado marcado por una significación asociada a lo femenino en una voz
que debería ser masculina para cumplir con el imperativo de ser legible para el sistema de
sexo/género dominante. Al ser un artefacto cultural no legible y que articula expresiones
de género discontinuas, se activan mecanismos de coerción, que han desembocado en un

17 Aproximadamente hasta mediados del siglo XVIII.

16
desarrollo profesional y artístico limitado.

Moisés Mendoza, contratenor

En Chile, el escaso abordaje por gran parte de la academia en la investigación e


interpretación de la Música Antigua, principalmente del renacimiento y el barroco, (donde
se encuentra la mayor parte del repertorio para el registro de contratenor), ha dado como
resultado un árido panorama para quien quiera dedicarse a hacer carrera profesional en el
área. Aun cuando se comienza a percibir una tímida apertura hacia los contratenores,
principalmente en ámbitos corales a nivel de interpretación, existen pocos ejemplos de la
composición de obras concebidas específicamente para estos intérpretes.

Como he expuesto con anterioridad, el artefacto cultural voz ha adquirido


significaciones específicas coherentes y continuas con la matriz heterosexual, por lo que
los elementos ilegibles en este sistema, que articulan expresiones de género distintas a las
pertenecientes al binomio masculino/femenino como es el caso del contratenor, han
decantado en discriminación arbitraria hacia estos intérpretes, como por ejemplo el hecho
que desde la creación del Conservatorio Nacional en el año 1850 hasta hoy, ningún
contratenor ha sido formado en este centro de estudios, y recién en el año 2008 es aceptado
formalmente en el Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado el primer
contratenor en una carrera universitaria formal de interpretación superior en canto. Valdría
la pena señalar en alguno de estos párrafos que no es el propósito de esta investigación el
aclarar la razón por la cual en el pasado no se aceptaron contratenores como estudiantes
en estas instituciones. Esto va de la mano con que debes aclarar cuál será el periodo de
tiempo que trabajarás en este capítulo, e indicarlo al comienzo.

En el mismo sentido, es importante establecer la relación que ha existido entre la


academia y el mundo profesional de la ópera en Chile. Con la creación del Teatro

17
municipal de Santiago en el año 1857, se abrió un espacio social creado exclusivamente
para la élite económica y cultural. En él, se sentaron las bases de lo que será el canon
estético de la música docta en Chile y a la vez, para el canto lírico: el canon clásico
romántico. Al ser los cantantes de la ópera generalmente maestros de canto de la academia,
los nuevos cantantes en formación se rigieron por los parámetros estéticos y estilísticos
utilizados en el Teatro municipal de Santiago, generándose una tradición de maestros y
alumnos que reproduce/replica las mismas significaciones para el artefacto cultural voz,
dentro de la cual el contratenor no tuvo cabida por más de 150 años 18.

Se establece, de esta forma, la significación sobre el artefacto cultural voz, en la


que las características deseables para las voces líricas son coherentes con la matriz de sexo
género heteronormada, en la que los hombres son tenores, barítonos y bajos y las mujeres
sopranos, mezzosopranos y contraltos, quedando cualquier otra posibilidad vocal relegada
a ámbitos menos visibles, principalmente coros universitarios.

Un caso a destacar dentro de este contexto es el del contratenor Moisés Mendoza,


quien actualmente se desempeña como instructor vocal en el Coro Sinfónico de la
Universidad de Chile. Su formación académica es en el área de la pedagogía musical,
porque, como comenta “era imposible pensar en ingresar a la carrera de canto si uno no
era tenor, barítono o bajo, por lo que entrar a la carrera de pedagogía en música era la
forma más cercana de adquirir conocimientos musicales formales” (Mendoza, entrevista
personal). Luego de egresar comienza su carrera en Santiago, y toma clases particulares
de canto, insertándose dentro del circuito coral, hasta participar del concurso para el
puesto de instructor vocal en el que se desempeña profesionalmente hoy. Esta estrategia
de formación para los contratenores era bastante común, ya que en entrevista con los
contratenores Bernardo Vargas y Cristián Toro, estos indican que también fue su manera

18A comienzos del siglo XX, grupos de práctica musical alternativos al conservatorio y al Teatro
Municipal realizaron una reforma (1928-30) que tenía por objetivo abrir la composición y la
práctica musical a otros tipos de música distintos de la ópera

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de acercarse a la música docta por la imposibilidad de entrar directamente a la carrera de
canto en un conservatorio.

A pesar de no contar con estudios formales de canto lírico, su estrategia de ingresar


al medio académico por medio de la pedagogía le permitió hacerse un espacio en uno de
los pocos puestos de trabajo estable para cantantes que no sean del Teatro Municipal de
Santiago.

Respecto de su voz, su tesitura hablada es de tenor e infiero que su voz cantada


también lo es, sin embargo, el utiliza el recurso técnico del falsete para alcanzar el registro
de contralto con el que se ha desarrollado profesionalmente. Al ser consultado al respecto,
indica que el registro de contralto le acomoda mucho y no siente que su registro de tenor
sea donde más se destaca. En este sentido, considero que la utilización del registro de
contratenor por parte de Moisés obedece no sólo a aspectos estéticos, sino también a su
posición política respecto del género y la orientación sexual. Lo anterior, debido a que el
ser contratenor, en su caso, es una elección y no una obligatoriedad, al ser el un tenor que
canta con falsete reforzado.

Uno de los roles solistas que en más oportunidades ha interpretado es el rol del
cisne en la cantata escénica Carmina Burana (1936), compuesta por Carl Orff. Dicho rol
consta solamente de una intervención, el aria “Olim lacus cuoleram”. La performance a
analizar es una presentación realizada en enero del año 2015 en el escenario de la quinta
Vergara de Viña del mar, en el marco de las semanas musicales organizadas por dicha
municipalidad.

El formato de esta presentación es de concierto, sin representación escénica. En el


fondo del escenario el coro Sinfónico de la Universidad de Chile con más de 100
cantantes, luego la orquesta y en primera línea los solistas: una soprano, un contratenor y

19
un barítono y la directora de la orquesta. Comienza la introducción musical, mientras
moisés se encuentra de pie impecablemente vestido de negro y comienza su interpretación.
La primera frase Olim lacus colueram (antes yo vivía en un lago) es cantada con un falsete
impecable en las dos primeras palabras, sin embargo, el intérprete opta por cambiar a voz
de pecho en la última palabra, mostrando una interpretación que podría señalarse como
incorrecta desde un punto de vista estrictamente técnico, pero absolutamente acertada en
el contexto de la obra, dado que quien canta es un cisne que está siendo cocinado al fuego.
En la segunda frase olim pulcher extiteram (antes yo era hermoso), en esta línea melódica
el intérprete realiza la misma operación que en la primera, pero reforzando y haciendo
más evidente el cambio de registro antes de la palabra hermoso, donde utiliza el registro
de pecho en una voz de tenor limpia y clara. La tercera frase dum cygnus ego fueram
(cuando era un cisne) tiene un cambio en relación a las dos primeras frases: es cantada
absolutamente en falsete, generando una sensación musical de línea y melodía al estilo del
canto lírico tradicional.

En este punto el coro de hombres contesta a modo de burla: Miser, miser Modo
niger et ustus fortiter! (Miserable, miserable, ahora, negro y completamente asado). La
composición de este coro masculino está realizada en un estilo marcadamente marcial, en
un forte creciendo a fortissimo, lo que genera una contraposición muy evidente con la voz
y la línea melódica cantada por el contratenor en la estrofa. Esta forma musical
responsorial, en la que se intercala estrofa cantada por el solista y estribillo cantado por el
coro se repite otras dos veces con variaciones en la letra del cantante solista.

Mendoza, en la interpretación analizada, utiliza su voz como un articulador entre


las ideas de género de manera inconsciente, ya que al ser consultado indica que los
recursos vocales aplicados obedecen en mayor medida a los requerimientos de la obra.
Sin embargo, la obra está cargada de las ideas de género del autor y estas a su vez son
interpretadas por Mendoza: el rol de un cisne de sexo indefinido, que es cocinado al fuego,
mientras los hombres de la taberna se burlan a coro de su destino, es asignado vocalmente

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a un intérprete contratenor. Se evidencia entonces, la utilización de las voces de acuerdo
a su coherencia con el artefacto cultural voz en una sociedad heteronormada, y Mendoza,
mediante la utilización de la voz, realiza su interpretación de ello.

Conclusiones

Como conclusiones a este artículo, puedo afirmar que la voz es un artefacto


cultural que ha adquirido significaciones propias de la matriz de género heterosexual
propuesta por Butler, por consiguiente, cumple un rol articulador de los roles de género
en la práctica vocal de los contratenores.

La voz de contratenor, al ser incoherente con el artefacto cultural voz en su


concepción heteronormada, ha sido objeto de mecanismos de coerción por parte de la
sociedad, evidenciado principalmente en los ámbitos académicos y laborales.

Respecto de la relación entre el registro de contratenor y la homosexualidad, me


parece muy interesante relevar el hecho de que, de los casos de los cuales tengo
conocimiento cercano, la gran mayoría se declara abiertamente homosexual. Con esto no
estoy realizando una relación forzosa y obligatoria en la que todo contratenor tenga que
ser homosexual o todo homosexual tenga que ser contratenor, sino más bien tiendo a
inclinarme por la idea de que en el contexto heteronormativo dominante, los individuos
que viven una discontinuidad desde el punto de vista de la matriz de sexo/género, una vez
estando fuera de dicho campo de dominación social, se dan más libertad para vivenciar o
abordar libremente otros aspectos, resignificando o deconstruyendo de esta manera el
artefacto cultural voz.

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06 junio de 2017]

Ilustraciones
Ilustración 1: Cuadro de clasificación vocal con referencias en teclado de piano y
frecuencias aproximadas (Tulon, 2005, p.97). ........................................................... 4

Ilustración 2: cuadro de Clasificación Vocal, Panserón (Panserón,18xx, p.6). ................. 9

Ilustración 3: Gaetano Berenstadt (izquierda) y Senesino (derecha) rodeando a Francesca


Cuzzoni en 1723. Caricatura de John Vanderbank de la òpera Flavio de Hendel
(Kelly, 2004, p.43). .................................................................................................. 13

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