Novena
de
Aguinaldos
CARLOS JULIO GONZÁLEZ VILLA
Gobernador del Huila
DIANA MARCELA MOLINA ARGOTE
Secretaria de Cultura y Turismo Huila
LUZ STELLA CARDENAS CALDERÓN
Coordinadora de Turismo Huila
DIANA MARCELA MOLINA ARGOTE Equipo de Turismo Huila
Secretaria de Cultura y Turismo del Huila NATHALY ACOSTA
JULIÁN ANDRES BOLAÑOS
La Novena de Aguinaldos es una tradición JOSE ZAID AVILA LOPEZ
que tenemos los huilenses para estrechar ANDRES PARRA MONTEALEGRE
lazos familiares, para renovar y fortalecer TATIANA SEGURA TRUJILLO
la amistad con el prójimo. Se realiza del 16 SANDRA MUÑOZ
al 24 de diciembre, esperando con alegría
la llegada del Mesías, que se hace realidad EXPANSION T.I
con el nacimiento del Niño Jesús en Belén.
La Novena de Navidad nos invita a vivir de DIAGRAMACIÓN
un modo más intenso y profundo la unidad ANDRES PARRA MONTEALEGRE
de la familia y de los amigos, preparando con
alegría y gozo el nacimiento del Salvador.
La Novena no se reduce a un simple rezo
sino que busca iluminar la vida cotidiana con HUILA
los pasajes del Nacimiento del Niño Jesús. 2018
En la Novena, las familias se reúnan para
orar, se fomentan los vínculos de unidad,
paz y solidaridad; se puede rezar la Novena
en la familia, en el barrio, en el lugar de
trabajo o en su parroquia. Hagamos de la
Navidad una fiesta del corazón para vivir
profundamente nuestra fe y para poder
ser testigos de Cristo que nace en Belén.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis
a los hombres, que les dísteis en vuestro hijo la prenda
de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas
de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud
y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os
doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En
retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás
virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por
sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació
y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre,
que dispongáis nuestros corazones con humildad
profunda, con amor encendido, con tal desprecio de
todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en
ellos su cuna y more eternamente.
Amén. (Se reza tres veces Gloria al Padre)
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras
grandes virtudes y especialmente
por vuestra humildad, merecisteis
que todo un Dios os escogiese por
madre suya, os suplico que vos
misma preparéis y dispongáis mi
alma y la de todos los que en este
tiempo hiciesen esta novena, para
el nacimiento espiritual de vuestro
adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!,
comunicadme algo del profundo
recogimiento y divina ternura
con que lo aguardasteis vos, para
que nos hagáis menos indignos de
verle, amarle y adorarle por toda
la eternidad. Amén.
(Se reza tres veces el Avemaría)
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de
María y padre adoptivo de
Jesús! Infinitas gracias doy a
Dios porque os escogió para
tan soberanos misterios y os
adornó con todos los dones
proporcionados a tan excelente
grandeza. Os ruego, por el
amor que tuvisteis al Divino
Niño, me abracéis en fervoroso
deseos de verle y recibirle
sacramentalmente, mientras en
su divina esencia le veo y le gozo
en el cielo. Amén.
(Se reza un Padrenuestro, un
Avemaría y un Gloria)
Oración Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la
venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en
persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras
tan consoladoras para nuestra pobre humanidad
agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir,
pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será
negado”. Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que
sois la misma verdad, venimos a exponeros toda
nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa,
para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos por los méritos infinitos de vuestra
infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos
entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros
de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y
de que en virtud
de vuestra divina
promesa, acogeréis
y despacharéis
favorablemente
nuestra súplica.
Amén.
Aspiraciones para la llegada
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Llave de David que abre al desterrado
¡Ven a nuestras almas! las cerradas puertas de regio palacio!
¡Ven no tardes tanto! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano,
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, de la cárcel triste que labró el pecado!
que a infantil alcance te rebajas sacro! Ven a nuestras...
¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos
la prudencia que hace verdaderos sabios! rayos,
Ven a nuestras... que entre las tinieblas tu esplendor
¡Oh, Adonai potente que Moisés veamos!
hablando, Niño tan precioso, dicha del cristiano,
de Israel al pueblo diste los mandatos! luzca la sonrisa de tus dulces labios.
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, Ven a nuestras...
y que un niño débil muestre fuerte el ¡Espejo sin mancha, santo de los santos,
brazo! sin igual imagen del Dios soberano!
Ven a nuestras... ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto y en forma de niño, da al mísero amparo!
presenta al orbe tu fragante nardo! Ven a nuestras...
Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, Bella flor del campo.
Ven a nuestras...
Aspiraciones para la llegada
¡Rey de las naciones, Emmanuel ¡¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
preclaro, consuelo del triste, luz del desterrado!
De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
¡Niño que apacientas con suave cayado mi constante amigo, mi divino hermano!
ya la oveja arisca, ya el cordero manso! Ven a nuestras...
Ven a nuestras... ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos!
bienhechor rocío como riego santo! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los
¡Ven hermoso Niño, ven Dios brazos,
humanado! y aún más que mis frases, te dice mi
¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del llanto!
campo! Ven a nuestras...
Ven a nuestras...
¡Ven, que ya María previene sus brazos, ¡Ven Salvador nuestro por quien
do su niño vean, en tiempo cercanos! suspiramos
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, Ven a nuestras almas, Ven, no tardes
se dispone a hacerse de tu amor tanto!
sagrario!
Ven a nuestras...
Consideraciones
Día Primero
En el principio de los tiempos el
Verbo reposaba en el seno de su
Padre en lo más alto de los cielos;
allí era la causa, a la par que
el modelo de toda la creación.
En esas profundidades de una
incalculable eternidad permanecía
el Niño de Belén antes de que se
dignara bajar a la Tierra y tomara
visiblemente posesión de la gruta
de Belén. Allí es donde debemos
buscar sus principios que jamás
han comenzando; de allí debemos
datar la genealogía de lo eterno,
que no tiene antepasados y
contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.
La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa y
sin embargo, ¡misterio sublime!, busca otra morada, una mansión creada.
No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad,
sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación
del género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán
había ofendido a Dios y esa ofensa infinita no podía ser condonada sino
por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y
merecido un castigo eterno; era pues necesario para salvarla y satisfacer
su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre
la Tierra y con la obediencia a los designios de su Padre expiase aquella
desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario, en las miras de su
amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas
del hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese,
para enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo. Y por eso el Verbo
eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre
también y así redimir al culpable.
Día Segundo
El verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la
santa casa de Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la
sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola
y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la
unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión
de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de
presentarse envió a un mensajero, que fue Arcángel San Gabriel para
pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación.
El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su
criatura.
Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María rehusar...
Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la
Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el “sí”
que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba
su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina. La Virgen
Inmaculada ha dado su asentimiento. El arcángel ha desaparecidos. Dios se
ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y
la creación completa. En las regiones del mundo angélico estalla el júbilo
inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiese prestado atención
a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en el silencio que
se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho carne, y aunque todavía
invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso
amor había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo eterno; era el
Niño Jesús revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio
que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso
de los hijos de los hombres.
Día Tercero
Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús.
Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo
que había tomado, adorándolos profundamente.
Admirado en el primer lugar en el alma de ese
Divino Niño, considerarnos en ella la plenitud de su
gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por
lo cual desde el primer momento de su vida vio la
divina esencia más claramente que todo los ángeles y
leyó lo pasado y lo por venir con todos sus arcanos
conocimientos. No supo por adquisición nada que
no supiese por infusión desde el primer momento
de su ser; pero Él adoptó todas las enfermedades de
nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse,
aun cuando no fuese necesario para la grande obra que debía cumplir.
Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras
y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus
beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino
lo que Él quiere y en servicio suyo.
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo
de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el
nuestro, una traba para el alma; era, por el contrario, un nuevo elemento
de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de los niños, y
sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a
nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó
ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que
pudiese sufrir el exceso para cumplir la grande obre de nuestra redención.
La belleza de ese cuerpo divino fue superior a cuanto divino fue superior
a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas
empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava
todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestra
en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos
encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y
provecho espiritual.
Día Cuarto
Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su
entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante
toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su
voluntad, aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo
toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién
de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce
de la razón y de la reflexión?, ¿quién pudiera sostener a sabiendas un
martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras?. Por ahí entró el
Divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse
delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su
criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados,
y hacemos sentir toda la criminalidad y
desórdenes del orgullo.
Deseamos hacer una verdadera oración;
empecemos por formarnos de ella una
exacta idea contemplando al Niño en el
seno de su madre, El Divino Niño ora y
ora del modo más excelente. No habla, no
medita ni se deshace en tiernos afectos. Su
mismo estado, aceptado con la intención
de honrar a Dios, es su oración y ese
estado expresa altamente todo lo que Dios
merece y de qué modo quiere ser adorado por nosotros.
Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos
al profundo abatimiento y sea este el primer afecto de nuestro sacrificio a
Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como lo pretende continuamente
nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar eternamente consumidos
y anonadados, para renunciar a la estimulación de nosotros mismos, a todo
cuidado de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de
vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sólo sea
todo para nosotros.
Día Quinto
Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el
seno de su purísima Madre; veamos hoy toda la vida
que llevaba también María durante el mismo espacio
de tiempo. Necesidad hoy de que no tengamos en
ella si queremos comprender, en cuanto es posible a
nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de
la encarnación y e l modo como hemos de corresponder a ellos.
María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión
beatifica terrestre; la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella
faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad, Iba a
leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir
para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro
todos los días, a todas horas, cada instante, durante muchos años. Iba a
verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares
de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura... Haría
todo lo que quisiese de aquella faz divina; podría estrecharla contra la
suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios
que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla
a su gusto durante su sueño o despierta, hasta que la hubiese aprendido
de memoria...¡cuán ardientemente deseaba ese día!. Tal era la expectativa
de María...era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo
magnífico de toda la vida cristiana. No nos contentemos con admirar a
Jesús residiendo en María, sino por esencia, potencia y presencia.
Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas
obras que nos hace capaces de cumplir y por nuestra cooperación a
la gracia; de manera que el alma del que se halla en gracia es un seno
perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión
Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente
como Dios y como hombre, porque el mismo Niño que estaba en María
está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo esto sino una
participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una
expectativa llena de delicias como la suya.
Día Sexto
Jesús había sido concebido en Nazaret, domicilio de José y María, y allí
era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades. Más Dios
lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el
mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese
esa predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna
relación con este objeto, a saber la orden dada por el emperador Augusto,
que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar
de donde eran originarios. María y José, como descendientes que eran de
David, no estaban dispensados de ir a Belén. Ni la situación de la Virgen
Santísima ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les
aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, en la
estación más rigurosa e incómoda del año.
No ignora Jesús en qué lugar debe nacer e inspira a sus padres que se entreguen
a la Providencia, y que de esta manera concurran inconscientemente a la
ejecución de los designios. Almas interiores, observad este manejo del Divino
Niño, porque es el más importante de la vida espiritual; aprended que quien
se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de
querer a cada instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente
aun en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera
que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta dependencia y
fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y este es el punto sobre
el cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente
interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.
Día Septimo
Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo,
aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos
la humanidad y la obediencia de este Divino Niño que aunque de raza
judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección
inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de
población de su provincia, como si hubiese para El en esa circunstancia
algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de
hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento
en el que venía al mundo. ¿No es extraño que la humillación, que causa
tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada
que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de
Jesús a amar esa hermosa virtud?.
¡Ah...!Que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones,
porque todo clama por este feliz acontecimiento, El mundo, sumido en la
oscuridad y el malestar buscando y no encontrando el alivio de sus males,
suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son
cosa que no puede expresar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla,
si es lícito emplear esta expresión adorablemente impaciente por dar a su
Hijo único al mundo, y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles.
El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esta santa
humanidad tan bella que El mismo ha formado con tan especial y divino
esmero, En cuando al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos
que hacia nosotros avanza lo mimo que hacia Belén, Apresuremos con
nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas
para que sean su mística morada, y nuestro s corazones para que sean
su Manis terrenal; que nuestros actos de mortificación desprendimiento
“preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos”
Día Octavo
Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no
lo encuentran ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase
a causa de su pobreza. Empero, puede turbar la paz interior de los que
están fijos en Dios. Si José experimentaba sorpresa cuando era rechazado
de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también
con tanta tranquilidad cuando fijaba sus miradas en su casta esposa.
El niño aún no nacido regocijábase de aquellas negativas que eran el
preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el nido de cada
puerta que se cerraba ante ellos, era lo que había venido a buscar. El
deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar
la forma humana.
¡Oh divino niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y
diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones,
han sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda
clase. ¡Ay! El espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado
a Dios,. ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro¡ ¿No cerramos
continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios,
que nos solicita convertirnos, o santificarnos o conformarnos con su
voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su
carácter celestial con que cada uno a su modo lo lleva grabado en si?
Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz,
o le reconocemos hasta que nos vuelve la espalda y se aleja después de
nuestra negativa.
Se pone el sol de 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus
últimos rayos doran las cimas de las rocas escarpadas que lo rodean.
Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella
aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre, La bóveda de los
cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por
los pastores. Las estrellas va apareciendo una tras otra. Algunas horas
más y aparecerá el Verbo eterno
Día Noveno
La noche ha cerrado del todo en las campíñas de Belén. Desechados por los
hombres, y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria
población y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la
colina. Seguía a la reina de los ángeles el jumento que le había servido de
humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquélla cueva hallaron un manso
buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que habían
ido a buscar hospedaje en la cuidad.
El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que
acudir a loas irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera
helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto y con su humilde
actitud el respeto y la adoración que le había negado Belén., La rojiza linterna
que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto, ese
pesebre lleno de paja que es figura profética de las maravillas del altar, y
de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los
hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van pasando
silenciosamente las horas de esa noche llena de misterio.
Pero ha llegado la medianoche, y de repente vemos dentro de ese pesebre,
poco antes vacío, al divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante
cuatro mil años con inefable anhelo. A sus pies se postra su Santísima Madre,
en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José
también se acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso
e imponderable oficio de padre adoptivo del Redentor de los hombres. La
multitud de ángeles que desciende de los cielos a contemplar esa maravilla sin
par , dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese
Gloria in Excelsis que es el eco de la adoración que se produce en torno del
Altísimo, hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre Tierra.
Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar
al recién nacido y presentarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en oriente la
misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana
espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar
a los pies del Divino Niño el oro, el incienso, y la mirra, que son símbolos
de la caridad, la adoración y la mortificación.
¡Oh adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta novena
para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra
pobre adoración. ¡No la rechacéis! ¡Ven a nuestras almas, venid a nuestros
corazones llenos de amor! Encended en ellos la devoción a vuestra santa
infancia, no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad,
sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fielmente practicada
y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos del
pecado y sembrando nosotros todas las virtudes cristianas.
Villancicos
A la Nanita Nana Tutaina
A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, Tutaina tuturumá
mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito tutaina tuturumaina
sea. tutaina tuturumá turumá
Fuentecilla que corres clara y sonora tutaina tuturumaina
ruiseñor que en la selva cantando lloras Los pastores de Belén
calla mientras la cuna se balancea vienen a adorar al niño
a la nanita nana, nanita ea la Virgen y San José
A la nanita nana, nanita nana... los reciben con cariño
Manojito de rosas y de alelíes Tutaina...
¿qué es lo que estás soñando que te sonríes? Tres reyes vienen también
cuales son tus sueños, dilo alma mía con incienso, mirra y oro
más, ¿qué es lo que murmuras? a ofrendar a Dios su bien
Eucaristía como el más grande tesoro
A la nanita nana, nanita nana... Tutaina...
Pajaritos y fuentes, auras y brisas Vamos todos a cantar
respetad ese sueño y esas sonrisas con amor y alegría
callad mientras la cuna se balancea porque acaba de llegar
que el niño está soñando, bendito sea de los cielos el Mesías
Tutaina..
Anton Los Peces en el Rio
Anton tiruliruliru La Virgen está lavando
Anton tirulirurá y tendiendo en el romero,
anton tiruliruliru los pajarillos cantando,
Anton tirurilurá y el romero floreciendo.
Jesús al pesebre vamos a adorar (bis). Pero mira como beben
Duérmete niño chiquito los peces en el río,
Que la noche viene ya pero mira como beben
Cierra pronto tus ojitos por ver al Dios nacido.
Que el viento te arrullará Beben y beben y vuelven a beber,
Anton tiruliruliru… los peces en el río
Duérmete niño chiquito por ver a Dios nacer.
Que tu madre velará La Virgen se está peinando
Cierra pronto tus ojitos entre cortina y cortina,
Porque la entristecerás sus cabellos son de oro,
Anton tiruliruliru… el peine de plata fina.
Pero mira como beben
los peces en el río…
La Virgen va caminando
Campana sobre campana por entre aquellas palmeras,
el Niño mira en sus ojos,
Campana sobre campana, el color de la vereda.
y sobre campana una, Pero mira como beben
asómate a la ventana, los peces en el río…
verás el Niño en la cuna.
Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
Zagalillos
qué nueva me traéis?
Recogido tu rebaño
Zagalillos del valle, venid,
a dónde vas pastorcillo?
pastorcitos del monte, llegad.
Voy a llevar al portal
La esperanza de un Dios prometido,
requesón, manteca y vino.
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá.
Belén, campanas de Belén,
La esperanza, la gloria y la dicha
Campana sobre campana,
la tendremos en Él, ¿quién lo duda?
y sobre campana dos,
Desdichado de aquel que no acuda
asómate a esa ventana,
con la fe que le debe animar.
porque ha naciendo Dios.
Zagalillos del valle, venid,
Belén, campanas de Belén,
pastorcitos del monte...
Campana sobre campana,
Nacerá en un establo zagala,
y sobre campana tres,
pastorcitos venid, adoremos,
en una Cruz a esta hora,
hoy venimos y luego volvemos,
el Niño va a padecer.
y mañana los puede salvar.
Belén, campanas de Belén,
Zagalillos del valle, venid,
pastorcitos del monte...
Recetas Navideñas
Natilla Buñuelos
Ingredientes: Ingredientes:
5 Yemas de huevo, 3/4 l. de leche, 150 grs. de 4 tazas de queso fresco molido, 2 tazas de
azucar y 1,5 cucharaditas de maizena. maicena o harina de maíz, 4 huevos, 1 cucharada
de almidón de yuca (opcional, si no puede
Preparacion: conseguirlo puede utilizar una cucharada de
1. Poner en un recipiente las yemas, el azúcar y la harina de trigo), 1 cucharada de panela rayada o
maizena. Batir enérgicamente hasta que la mezcla azúcar morena.
se vuelva espumosa con un batidor manual o
varillas. 2. Mientras tanto hierve la leche en un Preparacion:
cazo y cuando empiece a hervir añade la leche 1. Mezcle todos los ingredientes hasta formar
a la mezcla poco a poco para que no se cuaje una masa suave. 2. Forme bolitas de 2 o 3 cms.
el huevo. 3. Verter toda la mezcla en un cazo de diámetro humedeciéndose las manos para
y ponerla al fuego lento para que espese sin que la masa no se le adhiera a los dedos 3. Para
dejar de remover ni llevar a ebullición Si llegara saber si la temperatura del aceite es la correcta,
a hervir se formaran grumos; si te sucede esto puede hacer una prueba con una bolita de
déjalas enfriar y con la batidora eléctrica bate masa más pequeña, como de 1 cm. Si ésta baja
las natillas durante varios minutos hasta que al fondo e inmediatamente sube a la superficie
desaparezcan los grumos. 4. Si la consistencia ha y comienza a girar, quiere decir que el aceite
quedado perfecta, entonces coloca la mezcla en tiene la temperatura adecuada. 4. Se fríen en
los recipientes y déjala enfriar antes de consumir. abundante aceite, Cuando los buñuelos suban a
Tendrás un rico postre muy rápido de hacer. la superficie, aumente el calor para que crezcan
y doren.
Recetas Navideñas
Dulce de Nochebuena
Ingredientes:
Frutas: limón, papayuela, papaya verde, breva, Azúcar, Bicarbonato, Panela, Canela, Clavos
y Queso.
1. A los limones una vez partidos por la mitad, se les saca la pulpa y la fibra, que da el
sabor amargo. Se cocinan en agua con azúcar agregando una pizca de bicarbonato para que
conserven el color y luego se ponen dentro de una paila con fondo de cobre, durante ocho
días, cambiándoles el agua a cada rato. Finalmente se cocinan en almíbar durante media
hora para que se impregnen sin cristalizarse.
2. La papaya verde se pela, se parte, se le quitan las semillas, se pasa por agua caliente y se
pone a conservar en agua de panela. Se saca para asolearla y después de serenarla por una
noche se impregna en miel de panela.
3. Las brevas también se pasan por agua caliente y se cortan en cruz por la parte más ancha,
sin partirlas del todo para que no se deformen.
4. Cuando limones, brevas, papaya e higuillos cocidos estén listos, se recuecen en un melado
espeso de panela, se recubren con hojas de brevo y se dejan varios días sobre las brasas
del fogón. Aparte en otro melado diferente, saborizado con astillas de canela y clavos, se
conserva al calor, sin dejar hervir, el queso, las almojábanas añejas y los bizcochos, que se
sirven con la otra mezcla.
Pavo relleno
Ingredientes:
1 pavo crudo mediano, Vino blanco, 200 gr de mantequilla, Sal y pimienta, 250 ml de
aceite, 300 gr de tocino, 3 cebollas grandes, 300 gr de almendra, 1 cabeza de ajo, 750 gr
de carne de res molida, 750 gr de carne de cerdo molida, 1 pizca de tomillo, Perejil picado,
300 gr de ciruelas pasa, 100 ml de brandy, 250 ml de crema fresca, 2 huevos, 300 gr de
nuez, 50 ml de vinagre, Papel aluminio, 1 Jeringa.
1. Inyecta el pavo con vino blanco. Después, úntale sal, pimienta, mantequilla y déjalo
hornear en una charola por al menos 30 minutos.
2. Sofríe el tocino con el aceite. Agrégale cebolla y sofríe nuevamente. Repite esta operación,
pero ahora con las almendras y los dientes de ajo picados.
3. Añade las carnes, la sal, la pimienta, el tomillo, el perejil, las ciruelas y un poco de
brandy; sazona todo esto y después, deja que enfríe.
4. Finalmente, a esta mezcla agrega un poco de crema, huevos, nuez y un poco de vinagre.
Una vez lista, rellena el pavo con ella y lo que reste envuélvelo en un papel aluminio.
Ahora, con el relleno extra y tu pavo, hornea el conjunto a una temperatura alta por
aproximadamente 45 minutos.