4833-Texto Del Artículo-22511-1-10-20191024
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BIBLID [11-38-9435 (2018) 20, 1-227]
Resumen: En el texto presente, se dan a conocer los planteamientos generales de una investigación,
dedicada al estudio del Arte Rupestre Postpaleolítico y su relación iconográfica con el nacimiento de los
primeros sistemas de escritura en la Península Ibérica. El Arte Prehistórico, no ha estado en el debate
científico de los estudios lingüísticos, debido a la ausencia de una investigación multidisciplinar entre
filólogos y prehistoriadores. El estudio revela que la simbología prehistórica desarrollada por los pue-
blos indígenas durante varios milenios, desde el Neolítico hasta la Edad del Hierro I, tuvo un papel muy
importante en el origen de los signarios paleohispánicos de la sociedad tartesia y los pueblos prerroma-
nos. En el contenido de este artículo, se exponen sus conexiones culturales, cronológicas, grafológicas e
iconográficas relacionadas con la invención de la escritura fonética en la Hispania Antigua.
Palabras Clave: historia de la escritura, Prehistoria, Arte Esquemático Típico, Cultura tartesia, Edad del
Hierro, escrituras paleohispánicas, símbolos prehistóricos y epígrafes, Paleografía.
Abstract: In this text, a general approach of a research case dedicated to the study of Postpaleolithic
Rock Art and its iconographic links with the birth of the first writing systems in the Iberian Peninsula
is presented. Prehistoric art has not been considered by scientific discussion of linguistic studies, due
to the absence of multidisciplinary research between philologists and prehistorians. This study reveals
that the prehistoric symbolism developed by indigenous peoples for several millennia, from the Neoli-
thic until the Iron Age I, played a very important role in the origin of the Paleohispanic signaries of the
Tartessian society and the pre-Roman peoples. In this article, their cultural, chronological, graphological
and iconographic connections related to the invention of phonetic writing in ancient Hispania are exp-
lained.
Keywords: Writing history, Prehistory, Typical Schematic Art, Tartessian culture, Iron Age, paleohispa-
nic epigraphy, prehistoric symbols and epigraphs, Paleography.
Fecha de recepción del articulo: 14-XII-2018. Fecha de aceptación del articulo: 17-X-2019
RAMÍREZ MORENO, Pablo José
2018) desde la Universidad de Cádiz, en el entor- las escrituras fenicia y griega, o de ser una adap-
no euroafricano del estrecho de Gibraltar, como tación de las mismas (De Hoz, 1986: 82; Correa,
una dimensión referida a una Arqueología Social 2005: 137), sin tener en cuenta, toda la tradición
Atlántica-Mediterránea. El estudio, parte desde cultural y por tanto, iconográfica, que nuestros
la base de la posición teórica (Gándara, 1993) de ancestros, los humanos primitivos, desarrollaron
la Arqueología Social Latinoamericana (Lumbre- durante miles de años en el denominado Postpa-
ras, 1974; Lorenzo, 1976; Vargas, 1990; Arteaga leolítico o Prehistoria Reciente (Bueno et al., 2003:
y Nocete, 1996; Bate, 1998), una arqueología al 16; Maura, 2010) en todo el territorio peninsular.
servicio de la Historia centrada en lo social y en Nos referimos a los símbolos prehistóricos per-
lo económico (Estévez et al., 1998), en el marco tenecientes al denominado Arte Esquemático Tí-
del análisis del proceso histórico (Arteaga, 2000 pico, que perduraron según los prehistoriadores,
y 2002), dentro de una categoría dialéctica, para desde su origen en el Neolítico Antiguo hasta la
pensar y explicar cómo se produce la vida social. Edad del Bronce, con algunos sustratos en la Edad
La historia de la escritura en la Península Ibéri- del Hierro (Acosta, 1968; Beltrán, 1981, 1983: 37
ca, ha tenido un gran debate dialéctico, a la hora de y 41; Jordá, 1983: 7; Ripoll, 1983; Gómez, 1992;
explicar sus orígenes y la traducción de los prime- Martínez, 1993: 131; Hernández, 2009: 63), coin-
ros alfabetos. Lingüistas y arqueólogos, en el estu- cidiendo su final, con el horizonte tartesio y la in-
dio de esta materia, como Jürgen Untermann, Jesús vención de la escritura moderna. En las socieda-
Rodríguez Ramos, Manuel Gómez Moreno, Javier des prehistóricas, las grafías formaron parte de
De Hoz, Ulrich Schmoll, Ana Margarida Arruda, C. un mundo ideológico expresado en imágenes, que
M. de Mello Beirão, V. H. Correia, L. Coelho o José los prehistoriadores lo han interpretado como un
Antonio Correa, han dedicado sus trabajos al co- sistema de comunicación arcaico (Acosta, 1968;
nocimiento de las escrituras paleohispánicas, las Ripoll, 1990: 99; Bueno, 1997; Bueno y Balbín,
desarrolladas y utilizadas en la Península Ibérica 2003), vinculado con sus modos de vida, modos
antes de la imposición del latín por los romanos de producción humanos y de su conciencia social
(De Hoz, 2001: 509). No obstante, el contenido ex- (Cantalejo et al., 1997; Ramos et al., 1998; Canta-
puesto hasta el día de hoy, presenta un gran vacío lejo y Espejo, 2014). Los símbolos, se han docu-
en el argumento de sus propuestas teóricas. Des- mentado en cuevas, abrigos naturales, megalitos
de un punto de vista histórico, los planteamientos (dólmenes, menhires y estelas) y en objetos mobi-
formulados por los lingüistas, tienen un problema liares prehistóricos de uso ritual y doméstico. En
metodológico muy importante, porque en la ela- el Arte Postpaleolítico (Ripoll, 1968), cada grafía
boración de los mismos, no se ha tenido en cuenta representa un concepto, alguna idea o pensamien-
la iconografía prehistórica de todas las fases his- to... un lenguaje simbólico en forma de protoes-
tórico-culturales, que acontecieron antes del naci- critura (Chollot Varagnac, 1980: 460), que es el
miento de la escritura; una escritura que para unos antecedente gráfico-comunicativo de las primeras
autores, surge en la etapa cronológica del Bronce escrituras paleohispánicas.
final (Gómez, 1962; Ruiz, 1995) y para otros, en La inmensa cantidad de datos recopilados de
la Edad del Hierro, alrededor del siglo VII a.C. (To- publicaciones científicas durante los años de inves-
var, 1958; Untermann, 1961, 1975, 1985; Coelho, tigación de este trabajo (2007-2018), referentes a
1976; De Hoz, 1979, 1986: 73; Correa, 1983: 407; la temática prehistórica y lingüística, conducen a
1992: 77; Koch, 2013: 541). pensar que las grafías esquemáticas que pueblan
En los estudios de la primera escritura fonética nuestras sierras, megalitos y cerámicas prehistó-
que se conoce de la Península Ibérica, la denomi- ricas, no desaparecieron con el tiempo como se
nada escritura Tartesia o Bástulo-Turdetana, del había pensado, sino que sus diseños iconográficos,
Suroeste, Sudlusitana, o Meridional (Gómez, 1962; acabaron por integrarse en los cimientos de las
De Hoz, 1989; Rodríguez, 2000: 21, 2002; Mederos primeras escrituras paleohispánicas, a modo de
y Ruiz, 2001), no ha habido una investigación que letras, tanto en la epigrafía tartesia como en sus
revele cómo se formaron muchas de las estructu- sucesivas escrituras prerromanas asociadas a la
ras iconográficas de las letras que componen su cultura ibérica. Este hecho, explicaría que el ori-
signario. Los lingüistas, para explicar la formación gen de la escritura fonética, pudo ser el detonante
del signario tartesio, han propuesto la posibilidad del desuso del Arte Esquemático Típico, un plan-
de que hubiera recibido préstamos lingüísticos de teamiento que hizo en su momento la prehistoria-
dora Pilar Acosta (Acosta, 1965: 117, 1968: 188), D. Enrique Vallespí Pérez en el estudio del Epipa-
dado que su sistema de comunicación compuesto leolítico, Dña. Pilar Acosta Martínez en la investi-
por signos fonéticos (fonogramas), era más sofis- gación del Neolítico y D. Oswaldo Arteaga Matute
ticado que la iconografía ideográfica utilizada en para las épocas del Cobre y Bronce, teniendo en
la Prehistoria. Los ideogramas primitivos repre- cuenta las corrientes teóricas y metodológicas que
sentarían conceptos más o menos simples, pero interesan al estudio del Arte Esquemático. En esa
tenían la limitación de componer frases complejas misma línea, en cuanto a la relación de los símbo-
y abstractas, que la escritura moderna sí permitía. los prehistóricos con los signos de escritura paleo-
Desde la Arqueología Social entendemos, que al hispánicos, se presentaron los estudios iniciales
mismo tiempo en que la estructura social de las en la Universidad de Sevilla en el Trabajo Fin de
sociedades humanas se hacía cada vez más com- Máster de Arqueología y Patrimonio, titulado So-
pleja, la escritura debía de responder a sus nuevas portes, símbolos y escrituras en la Península Ibérica
necesidades. (Ramírez, 2011), siendo dirigido por el catedrático
Durante el transcurso de esta investigación, se de Prehistoria y Arqueología D. Oswaldo Arteaga
han podido interrelacionar los diseños gráficos de Matute. En esta obra, se realizó una sistematiza-
más de cuarenta símbolos esquemáticos caracte- ción tipológica entre los símbolos prehistóricos y
rísticos del Arte Postpaleolítico, con los epígrafes su relación con los signos de escritura, enmarcados
del signario del Suroeste y de otras inscripciones dentro de la explicación de su proceso histórico y
ibéricas más tardías. Asimismo, se ha documen- social. Seis años más tarde, en el mes de septiem-
tado que una gran parte de los epígrafes que los bre de 2017, en la lectura de la Tesis Doctoral titu-
lingüistas desconocen su procedencia, los signos lada Teoría del arte, de los cazadores, pescadores y
tartesios tipo hápax (Rodríguez, 2000), perte- recolectores en Andalucía, se expuso una síntesis
necen a adaptaciones iconográficas de los ideo- del contenido de esa investigación, en el apartado
gramas prehistóricos. De todo el conjunto de los de las conclusiones finales, dedicado al origen de
grafismos analizados, destacan su aparición en el la iconografía postpaleolítica durante el Holoceno,
arte y en la escritura, la representación de la figura donde se argumentó cómo los símbolos prehistó-
humana esquemática, la auténtica protagonista de ricos locales de la sociedad indígena, pudieron ser
los paneles rupestres prehistóricos del Holoceno utilizados en el nacimiento de la escritura paleo-
(Breuil, 1933-35; Acosta, 1965, 1968), junto con hispánica, para la creación de los primeros signos
toda una serie de representaciones gráficas (soli- fonéticos, junto con los aportes orientalizantes de
formes, grafías tipo espiga, arboriformes, escale- las escrituras fenicia y griega que proponen los
riformes, etc.), que fueron desarrollándose desde lingüistas (Ramírez, 2017: 285). La Tesis Doctoral
el proceso de neolitización de las sociedades pre- fue evaluada por los miembros del tribunal, los
históricas, hasta los momentos históricos iniciales catedráticos de Prehistoria y Arqueología: Manuel
con la creación de la escritura fonética. Ramón González Morales (Universidad de Canta-
Los símbolos prehistóricos, también se han bria), Eudald Carbonell Roura (Universidad Rovira
relacionado con otras inscripciones ibéricas, que i Virgili de Tarragona -IPHES), José Francisco Ra-
posiblemente estuvieron vinculadas en todo ese mos Muñoz (Universidad de Cádiz), Dimas Martín
proceso paleográfico originado en la escritura del Socas (Universidad de La Laguna, Canarias) y el
Suroeste, que iría extendiéndose hacia sus zonas Doctor en Prehistoria y Arqueología Miguel Cortés
territoriales limítrofes, como el caso de las inscrip- Sánchez (Universidad de Sevilla). La Tesis Docto-
ciones turdetanas. Las escrituras ibéricas son con- ral fue dirigida y representada por los catedráticos
sideradas por los lingüistas una fase póstuma del de Prehistoria y Arqueología Oswaldo Arteaga Ma-
primer sistema de escritura peninsular (Gómez, tute (director) y José Luis Escacena Carrasco (tu-
1962; Fletcher, 1982) y en el caso especial de la tor). Obtuvo la calificación de Sobresaliente Cum
escritura grecoibérica, una adaptación del alfabe- Laude.
to jonio a la fonología del ibérico (De Hoz, 2001: En otras culturas del mundo donde se originó la
510; Almagro-Gorbea, 2003: 125). escritura, los ideogramas o símbolos prehistóricos,
Este tema en general se presentó por primera constituyeron un paso muy importante en cuanto
vez desde el enfoque de la Arqueología Social, en a la creación tradicional de un “código escrito” o
una asignatura que impartieron en la Universidad escritura fonética. Los ideogramas locales, fueron
de Sevilla de una manera conjunta los profesores la base de diversas comunidades idiomáticas para
nográficos, conocer la vinculación que tuvieron y comprender mejor todo su proceso histórico.
los símbolos prehistóricos en el desarrollo de las Para estructurar e intentar interpretar la ima-
escrituras en otros lugares del mundo y desde ginería rupestre postpaleolítica, desde el punto
esa propuesta formativa, investigar la implica- de vista de la Arqueología Social, se ha tomado
ción de la iconografía indígena en el origen de los un modelo de corte estructuralista, que ha sido
epígrafes de las primeras escrituras fonéticas de básico para encuadrar todas las representaciones
la Península Ibérica. Estos puntos, están siempre gráficas, en sus respectivas etapas cronológicas,
aplicados al concepto de sociedad y territorio. Lo con sus variaciones iconográficas y sus estilos, que
primordial es conocer qué influencia ejerció la ico- nos ha permitido la posibilidad de elaborar tipo-
nografía indígena que se desarrolló a lo largo de logías. Ese modelo metodológico, es el que utilizó
toda la Prehistoria reciente, en la elaboración de el prestigioso investigador francés Leroi-Gourhan
los epígrafes de los primeros sistemas de escritu- en sus obras para el Arte Rupestre paleolítico (Le-
ras paleohispánicos, que se produjo, cuando a los roi-Gourhan, 1965, 1984), o la prehistoriadora
símbolos prehistóricos se le asignaron valores fo- Pilar Acosta, para documentar una gran parte de
néticos, con el fin social de poder componer pala- las figuras esquemáticas rupestres, que las socie-
bras y frases complejas. dades prehistóricas desarrollaron durante la Pre-
El estudio pretende arrojar luz a los trabajos de historia reciente en la Península Ibérica (Acosta,
los lingüistas, que desconocen la procedencia de 1968).
una gran cantidad de signos de escritura paleohis- Sobre este aspecto, se ha tenido una especial
pánicos, dado que sus estructuras iconográficas preferencia por documentar las representaciones
se originan en el Arte Prehistórico Postpaleolítico. pintadas o grabadas, en los soportes “fijos” en el
Resulta de gran interés, conocer la influencia y el tiempo y en el espacio (cuevas, abrigos natura-
alcance cultural de todo ese proceso paleográfico les, megalitos, estelas), objeto de menos manipu-
inicial, en el desarrollo de los primeros sistemas lación por las siguientes generaciones humanas.
de escrituras glotográficas y los signarios ibéricos En cuanto a los soportes móviles con expresiones
que surgen a partir del siglo V a.C, entre el ocaso gráficas, hay que citar que no se han prescindido
de la cultura de Tartessos y la llegada de la roma- totalmente de ellos en el estudio, los que se en-
nización. El esquema principal de la investigación cuentran bien contextualizados a través de la me-
sería el siguiente: Símbolos prehistóricos → Ori- todología arqueológica, puesto que forman parte
gen de los epígrafes en el suroeste peninsular en el de la superestructura ideológica de la sociedad
Hierro I → Desarrollo de la epigrafía ibérica en la prehistórica que los produjo. En relación con este
Edad del Hierro II. tema, muchos de los artefactos prehistóricos que
A partir de la posición teórica citada, se esta- se han documentado en excavaciones arqueológi-
blece un modelo de desarrollo metodológico. Des- cas (ídolos, cerámicas simbólicas, etc.), han servi-
de esta formulación, se producirá la articulación do de referencia crono-cultural para contextuali-
del trabajo empírico que permitirá contrastar zar en el tiempo, otras expresiones gráficas de su
hipótesis, mediante la formulación teórica y los misma tipología, que han sido documentadas en
resultados obtenidos. Con el contraste dialéctico, otros puntos de la Península y en distintos tipos
las hipótesis se validan o refutan (Sánchez, 1967; de soportes (arte rupestre y megalítico).
Lakatos, 1998; Bate, 1998). De esta forma, se ha podido constatar cómo el
En cuanto a la metodología del estudio, ha mismo modelo de una figura prehistórica, se plas-
consistido principalmente en la elaboración de mó en el arte rupestre, en el arte megalítico y en el
una extensa recopilación bibliográfica, compues- arte mueble en los tiempos prehistóricos, y cómo
ta por publicaciones pertenecientes a múltiples esa simbología terminó siendo utilizada en los epí-
disciplinas de las Ciencias Humanas: Prehistoria grafes de escritura. En el estudio del Arte Postpa-
y Arqueología, Sociología, Semiótica, Semiología, leolítico y su relación con los primeros signos de
Geoarqueología, Paleografía, etc. entre otras tan- alfabeto, se han documentado cientos de paralelos
tas. También se han visitado numerosas cuevas iconográficos en Andalucía, Extremadura, Castilla
con grafías rupestres, lugares con megalitos y mu- y León, Castilla La Mancha, Murcia, Comunidad de
seos arqueológicos, para conocer de cerca las gra- Madrid, la Comunidad Valenciana, Cataluña, Gali-
fías prehistóricas, las inscripciones tartesias y la cia y Portugal. Esas mismas estructuras iconográ-
epigrafía ibérica, con el fin de catalogar, relacionar ficas, se han encontrado en otros puntos geográ-
ficos fuera del territorio peninsular, en el sur de Ángel Zamora López, Martín Almagro-Gorbea
Francia, en el norte de Marruecos y en la Península Gorbea, Javier Velaza Frías, Fletcher Valls, Mi-
Itálica, donde también se observa esta particulari- chael Koch, Francisco Beltrán Lloris, Joseph Na-
dad gráfica, los esquematismos prehistóricos pre- veh, Amílcar Guerra, Ulrich Schmoll, etc. También
vios al origen de la escritura fonética. Esta división se han incluido los trabajos de los arqueólogos y
territorial actual, difiere con el pasado, puesto que lingüistas portugueses, que tienen como objeto de
no entiende de fronteras ni del medio físico don- estudio la Edad del Hierro o el denominado Orien-
de se desarrollaron las sociedades primitivas, sino talizante, como Ana Margarida Arruda, Caetano de
que responde, a la unidad ideológica social de la Melo Beirão, Virgilio Hipólito Correia, o Luis Coel-
época. Es por esta razón que en la Prehistoria, en ho, entre otros.
territorios distintos y separados a cientos de kiló- La mayoría de éstas publicaciones, proceden
metros, se repita la misma simbología, tanto en el de revistas científicas especializadas o relaciona-
Arte Rupestre Paleolítico como en el Arte Rupestre das con el estudio de la lengua, principalmente en
Postpaleolítico. las revistas de Palaeohispánica, sobre lenguas y
Para argumentar las manifestaciones gráficas, culturas de la Hispania Antigua, en el Monumenta
se ha utilizado una amplia bibliografía de los tra- Linguarum Hispanicarum, en la Revista Portuguesa
bajos publicados por prehistoriadores como Hen- de Arqueología, Habis, Pyrenae, Complutum, Minos,
ri Breuil, Eduardo Ripoll, Antonio Beltrán, Pilar Zephyrus, Revisti di Studi Fenici, Spal, Signo, Bols-
Acosta Martínez, Primitiva Bueno Ramírez, Rodri- kan, RAMPAS, Mainake, Veleia, ELEA, en la revista
go de Balbín, Pedro Cantalejo Duarte, Rafael Mau- de filología clásica Faventia o en la Revista españo-
ra Míjares, Miguel Ángel Mateo Saura, Martí Más la de lingüística. La investigación se ha completado
Cornellá, María Isabel Martínez Perelló, Francisco con los trabajos publicados en Actas de Congresos,
Jordá, Julián Bécares Pérez, Miguel Soria Lerma, Coloquios y Simposios internacionales sobre len-
Manuel G. López Payer, Julián Martínez García... guas y culturas de la Península Ibérica, en la con-
especialistas con una gran trayectoria profesional sulta de diversas Tesis Doctorales, Anuarios Ar-
en este campo de la investigación, en el análisis e queológicos y en el Archivo Español de Arqueología
identificación de las expresiones iconográficas del de Madrid, además de los trabajos enfocados a la
Holoceno. lengua ibérica dados a conocer en el Instituto de
En nuestra labor investigativa, se muestra la Arqueología y Prehistoria Barcelona.
evolución completa de distintas figuras prehistó-
ricas (su simplificación iconográfica) y la integra- 3. Historiografía
ción de las grafías más simples y estilizadas, en el
nacimiento de los epígrafes de escritura. Esa parti- Las referencias bibliográficas que existen de los
cularidad, responde a un motivo práctico, porque investigadores que han relacionado el Arte Prehis-
los motivos más simplificados eran los más fáciles tórico con las escrituras paleohispánicas, son muy
y rápidos a la hora de trazarlos y de escribirlos en escasas y puntuales, porque apenas se ha profun-
un determinado soporte. dizado en esta cuestión. Resulta interesante expo-
Por consiguiente, se han establecido algunas ner, que en el desarrollo de los estudios prehistó-
conexiones entre el Arte Esquemático Típico, el ricos y lingüísticos, figuras tan relevantes como
Arte Macroesquemático y el Arte Levantino, la Henri Breuil, Manuel Gómez Moreno, Pilar Acosta
reiteración de una misma figura en esos tres ciclos y otros grandes especialistas de la iconografía pre-
artísticos y la adaptación de esa simbología como histórica, reflexionaron acerca de esta cuestión.
fonogramas, para la composición de una escritura A principios de los años XX, el descubrimiento
fonética. de las pinturas de la Roca de los Moros, en Cogul
En cuanto a los trabajos, producidos por los (Lérida), significó un hito en los comienzos de la
lingüistas, se han consultado los estudios que se investigación prehistórica, en el denominado Arco
han dedicado a las escrituras paleohispánicas, in- Mediterráneo de la Península Ibérica. En el lugar
cluyendo las escrituras orientalizantes fenicia y se documentaron dos horizontes artísticos dife-
griega. Entre los autores citados, podemos desta- rentes, el Arte Levantino y el Arte Esquemático.
car Manuel Gómez Moreno, Antonio Tovar Lloren- En esos primeros momentos, algunos estudiosos
te, Jesús Javier de Hoz Bravo, Jürgen Untermann, consideraron las imágenes pictóricas, letras de un
José Antonio Correa, Jesús Rodríguez Ramos, José antiguo jeroglífico (Rocafort, 1908). En aquellos
años, se descubrió la Cueva de la Granja de Jime- Pilar Acosta cita que el abate francés Henri
na (Jaén), un conjunto pictórico, con figuras es- Breuil, una de las figuras más importantes en los
quemáticas con los brazos en asa en forma de phi, estudios de Arte Prehistórico en el siglo XX, consi-
otras muy similares al índalo almeriense, algunas dera que los signos esquemáticos no eran una es-
de tipo ancoriforme, motivos oculados y varios critura pero que conducían a ella, una observación
zoomorfos elaborados en forma de esquemas. El que expuso Savenkoff en 1880 (Huyghe, 1965),
historiador y arqueólogo Manuel Gómez Moreno, refiriéndose al proceso del origen de la escritura
en su visita a la cueva, lo definió como “un siste- acontecido en otras culturas en el mundo.
ma de escritura más o menos embrionaria” (Gó- El filósofo y escritor francés, René Huyghe, co-
mez, 1908). Unas décadas más tarde, a partir de menta en sus estudios, que el Arte Esquemático
los años 40, el granadino se convertiría en uno de con sus ideogramas, irradió antes de la escritura
los investigadores más importantes en el estudio y sobre toda la periferia del viejo mundo, dando a
en la traducción de las escrituras paleohispánicas los diversos grupos neolíticos un conjunto de sím-
(Gómez, 1943, 1948, 1962). bolos que cada uno aplicó y adoptó a su manera
En otros sitios rupestres, como Peña Escrita (Huyghe, 1965). Según Huyghe, varios de ellos
(Tárbena, Alicante), se consideraron “esbozos de sacaron los primeros elementos de las escrituras
escritura ibérica” las grafías de estilo esquemáti- ideográficas, mientras que otros grupos, reparti-
co que decoraban sus paredes rocosas (Jiménez, dos por el mundo, continuaron sirviéndose de esos
1922: 319; Hernández, 2009: 65-66). signos a la manera de sus antepasados, que no los
Otra cita sobre este tema que resulta llamativa, combinaban todavía en frases para dar complejos
es la referida al descubrimiento de la Cueva de la de ideas. Para el pensador, el Arte Esquemático
Pileta de Benaoján (Málaga). Uno de sus principa- preparó el nacimiento de la escritura y le propor-
les descubridores, José A. Bullón Lobato, comentó cionó una serie de signos gráficos que necesitaba.
la primera vez que observó las grafías parietales Estos signos no eran escrituras evolucionadas aún
de la cueva, que los signos prehistóricos pintados (escrituras fonéticas), pero según Huyghe, condu-
le parecían letras. En una de las zonas de la caver- cían a ella.
na, denominada hoy en día “Salón del Coro”, Bu- Savenkoff, en el año 1880, expone que en nu-
llón presenció en su descubrimiento que todas las merosas pinturas o grabados rupestres esquemá-
paredes rocosas estaban llenas de pinturas esque- ticos, se pueden ver en ellos el origen de una de las
máticas de color negro y pensó que podía ser un mayores conquistas del espíritu humano: el sím-
tipo de alfabeto. Desde entonces la llamó “Cueva bolo lleva a la escritura. Para Savenkoff, el ingenio
de los Letreros” (Bullón, 2010: 14). de las tribus neolíticas de China, Caldea, Egipto
Una de las aproximaciones más claras, sobre la y del Noroeste de la India les permitió organizar
interrelación iconográfica entre el arte prehistó- esos signos gráficos, al principio poco numerosos,
rico y la escritura en la Península Ibérica, se en- para luego ampliarlos y complicarlos para sacar
cuentra en el contenido de la obra que escribió la de ellos una escritura, en principio ideográfica y
prehistoriadora Pilar Acosta, titulada El significa- más tarde fonética (Huyghe, 1965: 22-26).
do de la pintura rupestre esquemática en 1965. En En la obra de 1965, Pilar Acosta remarcaba que
relación con un posible desarrollo de los grafemas en los abrigos españoles, las figuras esquemáticas
de escritura, resulta muy interesante cuando co- tipo brazos en asa, pectiniformes y bitriangulares,
menta: eran similares a los signos de escrituras pictográ-
ficas orientales, aunque no hizo ninguna relación
“Dado especialmente el amplio complejo directa con los epígrafes que componen los sig-
material e ideológico que sus temas pre- narios de las escrituras paleohispánicas. También
sentan, lo uniforme de sus motivos y aún comenta en su obra, que “no faltan elementos ni
el estatismo de éstos, nos inclinamos a bases fundadas que demuestren que el esquematis-
creer que los movió primordialmente la mo ibérico fuese una auténtica escritura pictográ-
misma causa que a los pueblos orienta- fica, abortada por culturas superiores” dicho esto
les les indujo a dejar constancia de sus textualmente (Acosta, 1965: 117). Un comentario
hechos con un sentido tan decidido y or- muy similar, volvería a realizar en una publicación
ganizado que les condujo a la escritura.” tres años más tarde, en las conclusiones de su
(Acosta, 1965: 116) prestigiosa obra La pintura rupestre esquemática
en España, publicada en 1968. En este título, Pilar no termina, sino que se fue transforman-
Acosta realiza una tipología muy completa de to- do e integrando, en una de sus vertientes,
dos los temas del Arte Esquemático Típico penin- en el nacimiento de las protoescrituras.”
sular (Acosta, 1968: 188), que ha sido clave para la (Cantalejo y Espejo, 2014: 68).
elaboración del estudio presente.
Otras de las referencias que asocia en cierta me- Llegado a este punto, hemos de preguntarnos
dida el Arte Esquemático y las escrituras paleohis- ¿a qué se debe la ausencia de una investigación
pánicas, es la realizada por el matrimonio alemán multidisciplinar de este tema en el ámbito acadé-
Uwe Topper y Uta Topper, escritores e investiga- mico universitario? Pese a las referencias que se
dores del territorio gaditano. En una de sus obras, han expuesto, la falta de una investigación que en-
titulada Arte Rupestre en la provincia de Cádiz y lace los estudios históricos y filológicos de manera
publicada en el año 1988, vinculan algunos de los dialéctica, han impedido conocer si el Arte Prehis-
motivos prehistóricos a una escritura primitiva, tórico condujo a la creación de los sistemas más
similar al Ogham de Irlanda y a otros símbolos es- antiguos de escritura en la Península Ibérica. Esos
quemáticos con los signos de las monedas íberas. problemas en los planteamientos metodológicos,
También añaden lo siguiente: “en comparación con siguen estando aún presente en los lingüistas e
signos de monedas ibéricas se puede concluir que historiadores, por el arraigo académico del Histo-
varios de los signos de este abrigo son números, ya ricismo Cultural, la teoría epistemológica que es-
que se distinguen fácilmente el 10, el 20 y tal vez el tuvo vigente durante gran parte del siglo XX en Eu-
5” (Topper y Topper, 1988: 127). ropa, principalmente en Alemania y Francia, pero
En la misma provincia de Cádiz, el investigador sobre todo en España. Aquí se mantuvo hasta el
y espeleólogo alemán Lothar Bergmann, la perso- final del franquismo, lo que impidió la entrada de
na que creó la denominación “Arte Sureño” para el nuevas ideas que rompiesen con ese paradigma. El
conjunto de las pinturas esquemáticas de la pro- enfoque teórico, condicionó la formación univer-
vincia de Cádiz y quien propuso la inclusión del sitaria de prehistoriadores, arqueólogos y filólo-
conjunto pictórico, en la lista del Patrimonio Mun- gos, vinculados en los estudios de la Prehistoria,
dial de la UNESCO, citó que algunos de los motivos Protohistoria e Historia Antigua. Por consiguiente,
esquemáticos del Abrigo del Cancho (Tarifa, Cá- ese conocimiento, las propuestas teóricas y su me-
diz) eran similares a los epígrafes ibéricos (Berg- todología, se han transmitido a los discípulos de
mann, 1994: 60-61). Pese a ello, tampoco llegó a muchos académicos, que actualmente imparten la
profundizar más en este tema, ni se dedicó a hacer docencia en la universidad.
ningún tipo de análisis de los motivos representa- El Historicismo Cultural, propone que una cul-
dos, en los demás abrigos y cuevas con Arte Ru- tura más avanzada, impone su tecnología en otros
pestre Esquemático del sur peninsular, para poder pueblos, por la fuerza o por su cultura predomi-
indagar su relación con los signos de las escrituras nante, en la que un pueblo considerado cultural-
paleohispánicas. mente inferior, adopta esa tecnología, lo que se
Más reciente, es la cita que los prehistoriado- conoce con el término de aculturación, asociado
res Pedro Cantalejo Duarte, director de la Cueva de al difusionismo cultural. Desde este enfoque, en la
Ardales y de la Comarca de Guadalteba y María del investigación para la Península Ibérica se ha prio-
Mar Espejo, exponen en una publicación dedicada rizado lo foráneo, las “influencias de otras cultu-
al arte prehistórico malagueño, del Pleistoceno y ras” fenicias y griegas en el caso del estudio de la
del Holoceno. En las conclusiones dedicada a la escritura, que aplican junto con las teorías invasio-
imaginería esquemática dicen lo siguiente: nistas, antes de comprender los procesos históri-
cos y culturales que los indígenas que habitaron
“Lo más interesante es que el Arte Esque- en estos territorios, desarrollaron en el seno de
mático está presente de una forma u otra, sus sociedades. Ese modelo histórico-cultural ape-
en Europa y otros continentes, aunque con nas se ha cuestionado aún, posiblemente porque
numerosos matices regionales que con- los lingüistas desconocen la iconografía que había
formaron el sustrato base de nuevas ico- en la Península Ibérica antes de la invención de la
nografías que dieron paso, a su vez, a las escritura fonética y no se han podido preguntar, si
sociedades históricas, en un proceso hu- los símbolos prehistóricos locales pudieron ser un
mano evolutivo donde el Arte Prehistórico condicionante en la elaboración de los sistemas de
escritura, del mismo modo que ocurrió en otras cos, unos esquematizados (Acosta, 1968) y otros
culturas en el mundo, las cuáles se han expuesto menos simplificados, de estilo naturalista, grafías
en los párrafos anteriores. que se conocen como figuras orantes. Esto nos
Por otra parte, hay que tener en cuenta que en ha conducido a ver que en la Prehistoria, lugares
el ámbito investigativo, la especialización en una muy lejanos entre sí, estaban conectados por una
materia es importante para tener unos conoci- superestructura ideológica territorial similar, que
mientos muy amplios, pero acota en cierta medi- fue materializada mediante ese tipo de expresio-
da tener una visión global de otras materias que nes gráficas, unas expresiones que esconden el
podrían estar conectadas con el objeto de estudio. paleolenguaje de estas sociedades, que finalmente
Por todas estas razones, los lingüistas e historia- quedaría reflejado en los sistemas más antiguos
dores, han atribuido casi todos los aspectos de la de escritura. Precisamente, es en el Arte Rupestre
escritura tartesia a una adaptación de las escritu- postpaleolítico, en el análisis de su iconografía,
ras foráneas, pese a reconocer que se elaboró en el donde se pueden observar esos vínculos cultura-
Suroeste de la Península Ibérica y que el lenguaje les, desde su origen en el Neolítico hasta su ocaso a
y las estructuras gramaticales de su escritura, son principios de la Edad del Hierro I. La reiteración de
muy diferentes a las desarrolladas por las lenguas la iconografía prehistórica esquemática por toda
orientalizantes (De Hoz, 1986; Correa, 2005). la Península Ibérica, sur de Francia y norte de Ma-
Frente a esta postura, existen contadas excepcio- rruecos, responde a una unidad social muy similar
nes como la expuesta por el lingüista José Antonio en cuanto el pensamiento de estas sociedades, que
Correa, quién cita en uno de sus artículos, que no con matices y variables regionales, tienen en co-
tiene inconveniente en: mún una gran cantidad de símbolos prehistóricos
que posteriormente aparecen escritos en los so-
“Adscribir a la lengua tartesio-turdetana portes de las escrituras paleohispánicas, signarios
los epígrafes indígenas en piedra hallados que se fueron desarrollando por toda la Península
en la zona (J.51 Puente Genil, J.52 Villa- Ibérica, hasta la llegada de la romanización.
manrique de la Condesa, J.53 Alcalá del
Río) y considerarlos testimonios auténti- 4. El legado cultural indígena en las escritu-
cos de la lengua que dio origen al sistema ras paleohispánicas: la lengua local y la icono-
de escritura hispánico, sea cual sea la cro- grafía. Relaciones entre el Arte Prehistórico
nología que tengan.” (Correa, 2005: 137). Postpaleolítico y los signos de escritura paleo-
hispánicos
El historicismo, ha propiciado que muchos his-
toriadores aíslen en cajas independientes las fases 4.1. Territorios y grafías
cronológicas del Neolítico, Calcolítico, Bronce e
Hierro, cuando hay toda una serie de conexiones La zona nuclear donde los lingüistas documen-
sociales, tecnológicas e ideológicas que enlazan tan el origen de los epígrafes paleohispánicos, la
cada una de esas etapas históricas. En numero- denominada escritura tartesia o del Suroeste pe-
sos lugares, la metodología arqueológica y las ninsular (Gómez, 1962; Correa, 1983), está mar-
dataciones de C14, están confirmando una con- cada por ser un territorio histórico con una larga
tinuidad de poblamiento y por tanto, de lengua. tradición iconográfica, desde los tiempos prehis-
Asimismo, se observa que la iconografía del Arte tóricos en el Paleolítico y Postpaleolítico, hasta
Macroesquemático, pese a sus peculiaridades es- alcanzar el horizonte cultural tartesio del Hierro
tilísticas, culturales y regionales que se conocen, I. Esa tradición, basada en el desarrollo de los gra-
tienen una interrelación iconográfica con algunas fismos por parte de las sociedades prehistóricas,
grafías puntuales del Arte Esquemático Típico y es fundamental para que en la elaboración de un
una vez más, con los primeros signos de escritura sistema de escritura, los símbolos prehistóricos
(Ramírez, 2017: 264 y 286). Son los casos de los que codificaban a la lengua indígena (el paleolen-
motivos soliformes, el tipo X y los antropomorfos guaje), acabasen siendo utilizados por la sociedad
tipo doble Y. En el caso de las figuras humanas tipo de la época en forma de letras, para poder compo-
doble Y (representadas con los brazos levantados ner un alfabeto.
y las piernas abiertas), sus estructuras iconográ- Esa demarcación territorial, compuesta por
ficas se representaron en los dos estilos pictóri- los territorios del Alentejo y el Algarve portugués,
la Comunidad Autónoma de Extremadura y gran pestres, Cabeza del Buey con 11 y el de Helechal
parte de Andalucía Occidental, se caracteriza por con 25 estaciones rupestres, suman entre los tres
tener cientos de estaciones rupestres que alber- conjuntos más de 4000 representaciones de figu-
gan miles de grafías prehistóricas del periodo ras esquemáticas). Los sitios rupestres están in-
postglacial, que corresponden al estilo del Arte terconectados entre sí por pequeños asentamien-
Esquemático Típico (Breuil, 1933; Acosta, 1965; tos ubicados en rutas de paso (Hernández, 1916;
1968; Bueno y Balbín, 2003). Los motivos esque- Breuil, 1933-1935; Rivero, 1972-1973; González,
máticos, fueron el gran precedente iconográfico de 1992; Collado, 1997: 17; Martínez y Collado, 1997;
la escritura tartesia y son las grafías que relaciona- Ortiz, 1997; Martínez, 1993, 1995, 1998, 1999:
mos con los inicios y el desarrollo de las primeras 269; González, 1999).
escrituras paleohispánicas en la Península Ibéri- La orografía estratégica, la abundancia de agua
ca. Toda esta zona geográfica, se encuentra en la (los ríos Guadiana y Tajo y los arroyos) y de re-
órbita de la influencia de la cultura de Tartessos, cursos de estas zonas para la siembra, la caza y el
enclaves tan importantes como Cancho Roano, La pastoreo en las serranías, facilitó que las socieda-
Mata, Medellín, el cerro de Tamborrío o El Turu- des prehistóricas y las protohistóricas, tuviesen
ñuelo (Almagro-Gorbea, 2004, 2008; Rodríguez, una continuidad de poblamiento y se asentasen en
2004; Celestino y Rodríguez, 2017: 13), herede- estos territorios durante generaciones. En la pro-
ra del desarrollo social de los pueblos indígenas, vincia de Badajoz, los estudios de arqueozoología
antecesores a ese proceso histórico del periodo y arqueobotánica, comienzan a demostrar que el
orientalizante. En estos territorios, habría que paisaje y el aprovechamiento económico de sus
destacar también en la Prehistoria y Protohistoria, recursos tuvo que ser similar también en la Pro-
el fenómeno del Megalitismo de toda la zona At- tohistoria (Martínez, 1999: 273). No es una casua-
lántica y su arte megalítico en dólmenes, menhires lidad, que en las inmediaciones de enclaves tarte-
y estelas (megalíticas y del Bronce final), que está sios importantes como Cancho Roano, situado en
relacionado con todo este mundo gráfico-esque- la comarca extremeña de la Serena, se encuentren
mático (Bueno y Balbín, 1997, 2002, 2003). abrigos rupestres cercanos al yacimiento, que po-
En cuanto a las grafías prehistóricas, en el in- nen en relación la antigua tradición pictórica, con
terior portugués donde se desarrolló el mundo la sociedad que comenzó el aprendizaje de la es-
tartesio, destacan las estaciones rupestres pos- critura.
tpaleolíticas de Arraiolos en el Alentejo Central Otros territorios que los lingüistas e historia-
(Rocha, 2015), el abrigo do Lapedo I y Lapa dos dores, consideran del área de la cultura tartesia,
Coelhos en el Macizo Calcáreo Extremeño (Mar- como es el caso la provincia de Cádiz, han tenido
tins, 2010: 317), el núcleo rupestre de Vale do Tejo un gran desarrollo del Arte Rupestre durante la
(Valle del Tajo portugués) (Varela, 2001); Montes Prehistoria, puesto que se han documentado va-
dos Galeados 1 en Brinches (Serpa, Beja) (Lopes rios centenares de estaciones con grafías pictóri-
et al., 1998); en el distrito de Évora, Poio Grande cas paleolíticas y postpaleolíticas en su mayoría.
en Alandroal, Pedra da Moura en Pavia, Boavista, Los sitios rupestres están repartidos principal-
Rocha Da Moura y São Cristobão (Reguengos de mente en la Sierra de Cádiz, Grazalema, La Janda,
Monsaraz); en el distrito de Faro, en Penedo (S. la Campiña de Jerez y el Campo de Gibraltar, donde
Bartolomeu de Messines) y en el distrito de Beja el destaca el núcleo de arte rupestre de Tarifa (Breuil
abrigo Toca Da Galiana (Pedrógão, Vidigueira) lo- y Burkitt, 1929; Acosta, 1968; Barroso, 1979; To-
calizado en los márgenes del río Guadiana (Lopes pper y Topper, 1988; Bergmann et al., 1996; Mas
et al., 1998). Cornellá, 1999; Martínez, 2003, 2012). La de las
En Extremadura, en las provincias de Cáceres grafías postpaleolíticas (figuras tipo phi, bitrian-
y Badajoz, los enclaves rupestres con pinturas y gulares con y sin los brazos representados, solifor-
grabados esquemáticos son innumerables. En el mes y esteliformes, los tipo rueda, etc.), se repiten
arte parietal, son de gran importancia los abrigos también en las estaciones rupestres extremeñas
decorados de la comarca de las Hurdes, en el norte y en los signos de escritura tartesios, que amplia-
de Cáceres, los grabados o conjuntos de Monfra- mos con más detalle en el siguiente apartado.
güe, Villuercas, Hornachos, Oliva de Mérida, Al- Respecto al conjunto del área geográfica citada,
burquerque, el Valle del Zújar (el núcleo rupestre desde una perspectiva territorial que comparten
de Peñalsordo compuesto por 22 yacimientos ru- con los especialistas en lingüística (Koch, 1984),
reiteran Schubart y Arteaga (Schubart y Arteaga, de Sevilla, al norte, Alcalá de Guadaíra y al sur,
1986) que “Tarsis es la zona que posteriormente Villamanrique; y en el valle del Genil, Castellares.
los griegos llamaron Tartessos” (Arteaga y Roos, El problema, por ahora sin solución, estriba en de-
2003). La identificación de los “viajes fenicios”, los terminar si el carácter disperso de estos hallazgos
referidos a las naves de Tarsis (Koch, 1984) que refleja la realidad histórica o si constituye indicios
hacía el reinado de Hiram I de Tiro (Roos, 1997) de un territorio epigráfico bien definido que abar-
llevan a la fundación de Gadir (Arteaga et al., 2002) caría por lo menos desde la línea Cádiz-Medellín
datada alrededor del siglo X a.C. La Geoarqueolo- (Badajoz), hasta el Atlántico (De Hoz, 1989: 525).
gía contribuye actualmente a definir el marco fí- Para el debate referido al momento de la in-
sico de dicha zona que los navegantes orientales vención de la escritura tartesia, el lingüista José
llamaron Tarsis (Koch, 1984) y que los griegos Antonio Correa, piensa que el inventor del semi-
llamaron Tartessos, refiriendo la existencia de un silabario del suroeste debió de ser un indígena, no
pueblo de larga duración temporal indígena (Ar- un oriental, que tenía la capacidad de comunicarse
teaga y Roos, 2003). Cabe por consiguiente definir con los colonizadores y que conocía las ventajas de
esta larga tradición local como una realidad indí- la escritura (Correa, 2005: 140). En sus trabajos
gena, con una lengua distinta a las foráneas cita- cita el signario de Espanca, hallado en Castro Ver-
das, una lengua propia del sur hispánico, que en lo de, una losa de piedra con dos líneas de inscripcio-
fenicio hay que relacionar con Tarsis y en lo griego nes iguales, pero la segunda fue realizada de forma
con Tartessos: dentro del contexto del ámbito at- más tosca que la primera, lo que le hizo pensar que
lántico-mediterráneo, en relación con fenómenos se utilizó en un proceso de aprendizaje entre un
contemporáneos diferentes, pero comparables en maestro y su alumno (Correa, 1993).
Grecia y en Italia. Esta línea es similar a la defendida por el lin-
En cuanto a la epigrafía paleohispánica, los da- güista José Ángel Zamora López, quien comenta
tos epigráficos documentados, se encuentran en que en la introducción de la escritura entre los
las áreas arqueológicas y en las fechas en que se pueblos paleohispánicos, no es la epigrafía lo que
desarrolla la cultura tartesia. Las inscripciones introducen los fenicios, si no la práctica escrita
que se han conservado, están plasmadas en varios (Zamora, 2005: 155). Zamora defiende la impor-
tipos de soportes: en lápidas de piedra mínima- tancia de la escritura en la cultura de los fenicios
mente preparadas para ser soporte de escritura, y de cómo pudo influenciar en la población indí-
y en grafitos realizados sobre objetos diversos y gena peninsular. Hace referencia a que la epigrafía
cerámicos (De Hoz, 1989: 525). Geográficamente, fenicia fue más importante de lo que se pensaba,
los epígrafes con escritura tartesia se distribuyen puesto que la mayoría de las inscripciones se hi-
hoy en día en el sur de Portugal, y en España, en cieron sobre materiales perecederos como pieles
el Suroeste de Andalucía y parte de Extremadura. o madera, pero tan sólo ha llegado hasta nosotros,
Los hallazgos portugueses son muy numero- a través de las excavaciones arqueológicas y ha-
sos (Alves et al., 1970; Coelho, 1976; Beirão, 1986; llazgos casuales, los testimonios epigráficos que
Maia y Maia, 1986; Arruda, 2001; Guerra, 1999, los fenicios realizaron en soportes más duraderos,
2002) y su distribución geográfica pertenece a los realizados en piedra o cerámica, una caracte-
las regiones del Algarve y del Alentejo. Desde el rística que ocurre también con el legado escrito
extremo suroeste, la necrópolis de Corte de Pere que se ha podido conservar de los tartesios.
Jacques (Aljezur) y de Fonte Velha de Bensafrim El proceso de aprendizaje de la escritura, pudo
(Lagos), hasta la frontera española, estela de Al- producirse en la aculturación y el mestizaje entre
coutim, alcanzando por el norte hasta Aljustrel, la los pueblos nativos y orientales, que propone en
necrópolis de Herdade do Gaviâo (Beja). El territo- sus trabajos González Wagner y J. Alvar, aunque
rio de mayor densidad de hallazgos corresponde Wagner comenta que la escritura sólo penetra de
al municipio de Ourique, algo desplazada hacia el forma superficial y la lengua indígena permanece
noroeste, del centro del territorio epigráfico (De (Chaves y De la Bandera, 1989: 82). De ese mesti-
Hoz, 1989: 535). zaje, de las relaciones sociales y del intercambio
En España, se distribuyen las estelas en Extre- de conocimiento, pudo surgir la escritura, auspi-
madura cerca ya del Tajo, Almoroquí, en la línea ciada por las novedades y avances tecnológicos
del Guadiana, Siruela, y en la frontera con la pro- traídos por los pueblos orientales. A este argu-
vincia de Huelva, Higuera la Real, en la provincia mento, podemos añadir que dicho indígena, pudo
utilizar los símbolos locales que conocía de su en- pueda realizar un mayor acercamiento a lo acon-
torno (Arte Esquemático Típico), para emplearlos tecido en todo este proceso histórico. En realidad,
como signos fonéticos en la composición de su hay una falta de dataciones objetivas de estelas
signario. Muchos de esos signos, los lingüistas no concretas, lo fechable, es sólo aproximadamente
tienen claro su procedencia (consultar el anexo nº al mundo al que las estelas pertenecen, un mundo
4) (De Hoz, 1989: 572), porque anclan sus raíces indígena, con una fuerte tradición local, pero so-
iconográficas en la antigua tradición del Arte Pre- metido a unas influencias orientalizantes en todo
histórico, como veremos a continuación. el Suroeste, que pueden haber sido efectivas desde
Por ahora no es posible determinar si el supues- el siglo VII a.C. Desde esta perspectiva, a continua-
to gramático inventor de este sistema de escritura ción se expone una gran cantidad de signos de las
era un nativo de la misma Tartessos o de un núcleo estelas tartesias y del signario ibérico, cuya base
cualquiera de su periferia. Lo que nos interesa, es iconográfica, procede de los grafismos prehistóri-
saber que Tartessos es la única entidad real e his- cos de las sociedades indígenas primitivas del su-
tórica capaz de sustentar dentro de su ámbito un roeste peninsular y de otros puntos geográficos de
sistema de escritura y derramarlo como muestra la Península Ibérica.
de su impacto cultural, sobre las rutas marítimas y
terrestres en las regiones limítrofes de sus fronte- 4.2. La figura humana en el Arte Rupestre Pos-
ras. Tartessos, como entidad puede referirse a una tpaleolítico. Su simplificación e integración en
situación más o menos similar a la de los griegos las escrituras paleohispánicas
antiguos, con algunas afinidades lingüísticas, polí-
ticas y religiosas que no tiene porqué estar mate- En la investigación, se ha determinado que uno
rialmente representada en los restos arqueológi- de los casos más recurrentes de las adaptaciones
cos (Pérez Rojas, 1993: 150-151). Sobre este tema, de los símbolos prehistóricos en los primeros sis-
son muy interesantes los comentarios del profesor temas de escritura en la Península Ibérica, fueron
Oswaldo Arteaga Matute, catedrático de Prehis- los antropomorfos esquemáticos que se desarro-
toria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, llaron durante toda la Prehistoria reciente, desde
cuando aborda toda la cuestión sobre lo orientali- el Neolítico hasta la Edad de los Metales, alcan-
zante. Arteaga expone lo siguiente: zando los tiempos históricos. Su larga perviven-
“La entidad de Tartessos como pueblo cia iconográfica, presente en la mentalidad de las
no puede ponerse en duda, puesto que sociedades prehistóricas y protohistóricas, repre-
se pueden argumentar unas bases terri- sentados en todo tipo de soportes (cuevas, abrigos
toriales, culturales, socio-económicas, naturales, megalitos, estelas y objetos muebles),
además de contadas pruebas de organi- pudo motivar la utilización de sus diseños gráficos
zación, de mentalidad colectiva, para así en la creación de los epígrafes que compusieron
afirmarlo”. “Sus manifestaciones alcanza- los signarios de escritura más primitivos que se
ron una proyección tan amplia, a través conocen. Hasta la fecha, se ha constatado que las
de regiones caracterizadas por distintas estructuras iconográficas de los antropomorfos,
tradiciones indígenas, que muy bien pu- pudieron ser utilizadas en la elaboración de casi
dieran haberse hallado respaldadas por una treintena de signos fonéticos de escritura. En
una organización geopolítica de insospe- el paso del ideograma al fonograma, los esquemas
chada importancia. Coincidiendo con los humanos debieron de perder su significado sim-
autores que venían buscando la idiosin- bólico, a cambio de una serie de valores fonéticos,
crasia de Tartessos en lo indígena, cierta- en el proceso de transición paleográfico del sím-
mente creemos que la misma emanaba de bolo a la letra.
las tradiciones centenarias, decantadas Los prehistoriadores, especialistas en el Arte
en la Baja Andalucía, a lo largo de un pro- Rupestre, incluyen la serie de antropomorfos y
ceso no poco complejo.” (Arteaga, 1977: sus variantes morfológicas, en las tipologías que
315-316). han elaborado para el estudio de la imaginería
esquemática del Holoceno (Acosta, 1968, 1986;
Como hemos visto, la cuestión sigue abierta. Beltrán, 1983; Caballero, 1983; Bécares, 1983,
Posiblemente en un futuro, las nuevas campañas 1990; Bueno, 1997; Cantalejo y Espejo, 2014: 66).
arqueológicas, aporten resultados con los que se Al mismo tiempo, debemos de recordar que la
representación de la figura humana esquemática cares, 1990; González, 1992: 165; Martínez, 1993,
(Acosta, 1968: 25), pasó a ser el tema central en 1995) y el motivo bitriangular con un círculo re-
los paneles rupestres del Holoceno, una antropo- presentado en cada extremo del mismo, a modo de
morfización escenográfica, en contraposición con óculos, soles o simbolizando los pechos femeninos
el Arte Cuaternario del Paleolítico superior, donde (Mateo, 2003). La distribución espacial y territo-
las figuras humanas tuvieron un papel secundario rial de estas grafías femeninas en la Prehistoria,
en proporción a los motivos zoomorfos represen- su descripción, tipología y soportes, se incluyen
tados. De este modo, la imagen de la figura antro- principalmente en las obras de Pilar Acosta (Acos-
pomorfa, tomó un protagonismo sin precedentes ta, 1968: 73-76) y en el artículo del profesor de la
en la historia, cuando los modos de vida y modos Universidad de Salamanca, Julián Bécares, titulado
de producción social cambiaron con el proceso de Uniformidad conceptual en los ídolos del calcolítico
neolitización (Bate, 2001: 33), junto con la intro- peninsular (Bécares, 1990). Las representaciones
ducción de nuevas ideas, lo que produjo una trans- pictóricas y los ídolos muebles afines a las mismas,
formación en la mentalidad de las sociedades pre- son muy comunes en las estaciones rupestres y en
históricas (Chollot-Varagnac, 1980: 10; Beltrán, los sitios arqueológicos de Extremadura, Anda-
1983: 39). La nueva sociedad del Neolítico, llevó lucía y Castilla La Mancha, territorios donde las
consigo cambios en los modos de vida (tribaliza- sociedades desarrollarían tras la Prehistoria, sus
ción), en lo social, político y económico (Lubock, propios sistemas de escrituras. En los signarios de
1865), con la aportación de la agricultura y la ga- las escrituras paleohispánicas, todas estas figuras
nadería, aunque se siguió cazando y recolectando aparecen integradas en forma de signos fonéticos,
como se hacía en el Epipaleolítico. Todo ese mundo hasta la Edad del Hierro II inclusive, quedando re-
ideológico se vería reflejado en la sociedad, en sus flejado en las inscripciones de los plomos escritas
manifestaciones culturales de estilo esquemático en lengua celtíbera y en otras ibéricas.
a lo largo de varios milenios (Neolítico, Calcolítico, Los estudiosos en lenguas y escrituras anti-
Bronce, Hierro I). guas, no han podido atribuir esos signos fonéti-
Los antropomorfos del Arte Rupestre que se cos bitriangulares, a un préstamo lingüístico de la
han relacionado con las estructuras iconográfi- escritura fenicia ni de la escritura griega, porque
cas de los epígrafes de los primeros sistemas de no existieron en ninguno de los signarios de esa
escritura peninsular (el signario tartesio y otros época, un dato que de nuevo conduce a pensar
más tardíos, desarrollados por los pueblos ibé- como se ha expuesto, a una adaptación gráfica de
ricos), son las figuras denominadas “tipo” que la éstos símbolos del Arte Prehistórico postpaleolí-
prehistoriadora Pilar Acosta categoriza en su gran tico en la epigrafía paleohispánica. Sólo en uno de
obra de referencia, dedicada al estudio del Arte Es- los silabogramas del jeroglífico cretense, un sis-
quemático peninsular (Acosta, 1968), donde com- tema de escritura mucho más antiguo pero fuera
pleta y mejora el trabajo que el gran investigador del contexto histórico respecto a las anteriores, se
francés Henri Breuil, dedicó a la Península Ibérica encuentra un grafema similar que el arqueólogo
(Breuil, 1924, 1933-1935). inglés sir Arthur Evans, lo atribuye a la represen-
Una de las series antropomorfas más interesan- tación del “doble hacha griega” (Olivier, 2012: 17).
tes que encontramos en el Arte Prehistórico y en Los lingüistas, han intentado explicar el origen
los signos de las escrituras paleohispánicas, es la de los signos fonéticos bitriangulares y proponen
representación de la figura de la mujer, el motivo que fue una invención del autor, en el momento
bitriangular prehistórico, compuesto por una pa- de la creación de la escritura, una afirmación que
reja de dos triángulos unidos por el vértice e inver- expresa José Antonio Correa en una de sus publi-
tido el de arriba sobre el de abajo (Bécares, 1990: caciones (Correa, 2005: 146). Una vez más, no se
88). De sus múltiples variedades tipológicas en el habla de la posibilidad de una adaptación a los sig-
arte parietal y mobiliar, su silueta iconográfica se narios paleohispánicos de la iconografía de tradi-
utilizó en la elaboración de cuatro signos fonéti- ción indígena, que hunde sus raíces culturales en
cos diferentes, que tienen su origen iconográfico la Prehistoria como se propone en este trabajo.
en la simbología prehistórica indígena: la figura Asociada a esta misma temática de la Arqueo-
bitriangular femenina simple, el bitriangular con logía de Género, son los motivos prehistóricos fe-
uno o con los dos brazos representados [los bi- meninos tipo M que se representaron en el Arte
triangulares cruciformes] (Sanchidrián, 1982; Bé- Postpaleolítico con las piernas posicionadas en
82; Fernández, 2003: 192, fig. 179). Figura esquemática de una mujer en trance de parto, pintada en el
abrigo prehistórico del Torcal de las Bojadillas de Albacete. Calco de Alonso y Grimal (Olária, 2011: 37,
fig.18). Calcos de otros dos antropomorfos tipo M, muy simplificados, documentados de la Cueva de la Vic-
toria del Cantal Alto de Málaga, Rincón de la Victoria, Málaga (calcos tipo M con el vástago central repre-
sentado, elaboración propia).
4. Motivo antropomorfo pictórico tipo phi, del abrigo del Barranco de la Cueva. Calco de Cabré Aguiló
(1917: 24, 14). Antropomorfo pintado en la Cueva de la Buitrera, localizada en las proximidades del tér-
mino municipal de Benquerencia de la Serena (Extremadura) (González y Gutiérrez, 2001). Figura esque-
mática del Cimbarrillo de María Antonia (Jaén). Calcos de Cabré Aguiló (1917: 24, 14). Detalle del calco
del Collado del Pajonar (Mestanza) Panel 2. (Caballero, 1983: T-II plano 112). Esquema humano del abrigo
rupestre de Moriscas del Helechal, Badajoz (Breuil, 1933-1935; Martínez, 1995).
5. Motivo antropomorfo tipo doble phi, pintado en la Cueva de los Alemanes I, localizada en la Sierra de la
Plata de Tarifa, Cádiz (Bergmann, 1994: 53). Motivo antropomorfo muy estilizado, del conjunto rupestre
de la Rambla de Gérgal (Almería) (Martínez, 1981: 42).
6. Calco del antropomorfo con los brazos en ángulo, pintado en la Cueva de Laja Alta de la provincia de Cá-
diz (Acosta, 1968; Barroso, 1979). Antropomorfo “tipo barra” del abrigo rupestre de Moriscas del Helechal
(Badajoz) (Martínez, 1995: 204).
7. Figura esquemática humana, procedente del la Cueva del Bacinete (Topper, 1988: 105). Antropomor-
fo del abrigo de Tienda I de Hellín (Albacete) (Mateo, 2003). Antropomorfo esquemático simplificado,
pintado en la Cueva de las Palomas I (Topper, 1988: 162). La estructura iconográfica de éstas grafías, son
muy similares al antropomorfo representado con las manos abiertas de la estela de la tipología del Bronce
Final, descubierta en Olivenza, Badajoz (Blázquez, 1986) y al antropomorfo esquemático grabado en Vila
Nova de Foz Côa, Portugal (Baptista, 1999: 180; Royo, 2005: 164).
8. Esquema humano tipo tridente con los brazos en alto, pintado en la Cueva del Helechar II (Tarifa, Cádiz)
(Topper, 1988: 187) y antropomorfo documentado en la Cueva de la Murcielaguina de la localidad de
Priego, Córdoba (Bernier y Fortea, 1969: 146). Motivo esquemático muy estilizado, grabado junto con un
conjunto de figuras en una roca, en Botelinha (Alijó, Portugal) (Valdez, 2010: 192).
9. Calco de uno de los antropomorfos prehistóricos pintados de la Cueva de Atlanterra, provincia de Cádiz
(Topper, 1988: 176). Calco de un antropomorfo muy estilizado, pintado en el abrigo rupestre del Arroyo de
Hellín de Chiclana de Segura, Jaén (Soria et al., 2001: 296). Detalle de una figura del calco de “El Mirador”
(Gómez-Barrera, 2005: 46).
10. Figura humana tipo doble Y con la cabeza representada, descubierta en la Cueva de Las Palomas (Topper,
1988: 171). Antropomorfo simplificado doble Y (acéfalo), del abrigo rocoso del Tajo de Zagrilla, de Priego de
Córdoba (Carmona y Muñiz, 1991: 41).
11. Grafías prehistóricas humanas tipo “bastón o báculos”, pintadas en el abrigo rupestre de El Risco (Sierra de
Fuentes, Cáceres) (González, 1999).
drián y Muñoz, 1990: 163; Bueno, 1997; Maura, Los epígrafes, aparecen escritos principalmente en
2010), vinculados a la simbología astral, fuente de los plomos con inscripciones ibéricas (en el plomo
vida, de luz y de calor, a su vez, relacionados con ibérico de Ullastret de Gerona, en el hallado en el
el cambio de ciclo de las estaciones, la siembra y Cerro de las Balsas de Alicante o en el de Castellón
la recolección de los cultivos de la vida agrícola denominado el Pujol de Gasset). En la numismáti-
(Ramírez, 2017: 270). Los motivos tipo espigas o ca íbera, el epígrafe está escrito en la leyenda de
ramiformes, simbolizarían la producción del ce- numerosas monedas como las del poblado íbero
real, una de las fuentes de alimento principales de de “Teitiacos”, localizado en la región Sur del Ebro
la subsistencia humana de la época. Los símbolos (Álvarez, 2008: 102), o desde el siglo II a.C., en las
asociados con la Arqueastronomía, se plasmaron inscripciones monetales que acuñó el importante
en diferentes tipos de soportes (arte parietal, arte núcleo túrdulo de Obulco, de la provincia de Jaén
megalítico y arte mueble), en el Neolítico desde (Álvarez, 2008: 112). El lingüista Manuel Gómez
el IV milenio a.C. y posteriormente, en la Edad de Moreno decidió incluir en su signario tartesio el
los Metales, hasta las inscripciones desarrolladas signo fonético con forma de rueda (Gómez, 1943:
en las sociedades históricas. El motivo solar, en la 277), aunque hasta el momento, sólo hemos podi-
escritura tartesia (uno de los signos tipo hápax), do documentarlo en las inscripciones ibéricas que
solo está registrado por los lingüistas, en la este- se desarrollaron en la época del Hierro II.
la de Melha-a-Nova I, procedente de Ourique, dis- Otros motivos iconográficos típicos del Holoce-
trito de Beja (Portugal) (Beirão, 1986: 142, estela no, de estilo geométrico, se representaron también
38; Arruda, 2001; Rodríguez, 2002). En la cultura en el Arte Prehistórico postpaleolítico en diferen-
ibérica, se documentó en la inscripción del bronce tes contextos arqueológicos, y posteriormente, sus
celtibérico de Rés, que actualmente se encuentra estructuras iconográficas aparecen en los epígra-
desaparecido (Burillo, 1989-1990). fes de los paleosignarios ibéricos (Figuras 1-5).
También se unen a todo este proceso paleográ- Nos referimos a los motivos gráficos tipo trineos,
fico, la iconografía de las representaciones rupes- escaleriformes, los círculos y semicírculos, rectán-
tres de las ruedas de carro protohistóricas, con cua- gulos y los motivos en zigzags (Breuil, 1933-35;
tro radios (con y sin el eje representado) (Breuil, Acosta, 1965, 1968: 105).
1933-35; Acosta, 1965: 109, 1968: 30, 1986: 290;
Ripoll, 1968: 192; Beltrán, 1975-76: 16, 1983: 41; 4.4. El análisis grafológico: otra conexión entre
Bécares, 1994: 197), análogas con las estelas del los símbolos prehistóricos y los signos fonéti-
Bronce final (Almagro-Gorbea, 1977; Roos, 1997; cos
Blázquez, 1986; Mederos, 2012), vinculadas con
el transporte de mercancías y personas. Esa mo- Otro de los aspectos, que pone en relación los
vilidad facilitaría el intercambio del conocimiento, símbolos prehistóricos y los epígrafes de escritura
con los miembros sociales de otras comunidades. paleohispánicos, es la tendencia en sus diseños al
geometrismo y la gran semejanza que presentan plificados pueden llegar a la abstracción (Acosta,
sus estructuras iconográficas, la dualidad símbo- 1968; Beltrán, 1989: 99). Esta conexión grafológi-
lo-epígrafe. Resulta interesante citar, que los lin- ca, vuelve a poner en relación los ideogramas pre-
güistas, a través del estudio grafológico, ven una históricos, con el origen de los signos de escritu-
diferencia morfológica muy clara, entre los signos ra paleohispánicos. Con un simple análisis visual
de las escrituras paleohispánicas y los signos de la comparativo, se puede observar que las estructu-
escritura orientalizante fenicia. El lingüista Javier ras iconográficas de las grafías prehistóricas y las
De Hoz, en su artículo Escrituras fenicias y escri- que componen los epígrafes paleohispánicos son
turas hispánicas. Algunos aspectos de su relación, prácticamente idénticas.
señala que el estilo de las letras fenicias respecto a Esa diferenciación de estilo, entre la escritura
las hispanas, son muy diferentes. De Hoz comenta paleohispánica y las escrituras orientalizantes, es
lo siguiente: un motivo más para pensar en la importancia que
la iconografía local indígena pudo tener en el na-
“Los signos de escritura fenicios tienen cimiento de la escritura fonética en la Península
una tendencia al alargamiento, al desa- Ibérica, cuando se produjo el proceso paleográfico
rrollo de apéndices y a la curvatura de de la grafía prehistórica a la invención del epígrafe
líneas que podrían ser rectas, con una o el grafema.
tendencia a la cursiva... En cambio... la Los especialistas, en el estudio de las lenguas
escritura hispánica es extremadamente hispánicas, Javier de Hoz y José Antonio Correa,
geométrica, con tendencia cuadrada que exponen los principales problemas que produce
se adapta bien a un uso lapidario. Existen la cuestión del origen de la escritura paleohispáni-
paralelos fenicios para esta escritura pero ca. Algunas de sus publicaciones se han centrado
no en el siglo VII a.C.” (De Hoz, 1986: 76). en abordar de forma general, las dificultades a las
que se enfrentan los estudiosos del semisilaba-
Entonces, llegados a este punto, nos pregunta- rio paleohispánico, para la comprensión de todo
mos la siguiente cuestión para la que tenemos res- proceso paleográfico (cronologías, grafología, epi-
puesta: ¿de dónde procede esa tendencia geomé- grafía, traducción lingüística, etc.). En los artículos
trica en el trazo de los epígrafes paleohispánicos? El origen de las escrituras paleohispánicas quince
Una vez más, desde los estudios prehistóricos, años después (De Hoz, 1996), La hispania prerro-
conocemos que el Arte Rupestre Esquemático, mana en la historia de la escritura (De Hoz, 2001)
está compuesto por figuras que tienen una clara y Del alfabeto fenicio al semisilabario paleohispáni-
tendencia al geometrismo (Jordá, 1985: 32), una co (Correa, 2005), los lingüistas puntualizan todos
singularidad típica en las estructuras iconográfi- estos aspectos y cuestiones que se han tratado.
cas de los símbolos prehistóricos, que una vez sim-
Figura 5. Otros ejemplos de grafías postpaleolíticas vinculadas con los signos de escritura paleohispánicos.
a) Bitriangular prehistórico de la Cueva de Las Palomas de Tarifa, Cádiz. En el panel rocoso, la figura femenina se
encuentra pintada junto con otra figura humana masculina y una serie de trazos a modo de zigzag.
b) Figura bitriangular, posiblemente con un sólo brazo representado, del abrigo de Callejones de Río Frío I, Ciu-
dad Real.
c) Ortostato prehistórico, decorado con antropomorfos grabados con los brazos en asa, tipo phi y doble phi, loca-
lizado en Santa-Marina, Villamiel, Cáceres.
d) Esquema humano prehistórico tipo phi simplificado, grabado en la piedra en el Tajo del Cabrero de Antequera
(Málaga).
e) Antropomorfo esquemático tipo doble Y procedente de un abrigo rupestre del municipio de los Barrios.
f) Rueda prehistórica pintada en el abrigo extremeño de las Moriscas, Benquerencia de la Serena.
g) Motivos esquemáticos pintados en el abrigo de Peña Escrita (Fuencaliente), una figura femenina junto a un
símbolo soliforme.
Fotografías tomadas por Pedro Cantalejo Duarte, Simón Blanco Algarín, Alejandro González Pizarro, David Amari-
llo Sancho y Pablo José Ramírez Moreno.
Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social 20, pp. 75-108
94 Universidad de Cádiz
La influencia del Arte Prehistórico en el origen de las escrituras
paleohispánicas. Bases para un debate
Figura 6. Estelas del Suroeste peninsular, en las que se pueden observar una gran cantidad de
signos de escritura, procedentes del Arte Prehistórico peninsular: en la estela de Espanca (de
izquierda a derecha), el bitriangular femenino, la figura ramiforme, el motivo humano con los
brazos en ángulo, la figura humana estilizada tipo tridente, el antropomorfo tipo phi, el motivo
escaleriforme y tipo espiga, el esquema humano tipo M, en forma de zigzag, el esquema humano
tipo K invertida, el motivo triangular y con forma de V invertida. Del mismo modo, en la estela
tartesia de Fonte Velha IV, el 90 % de los signos de escritura que componen su inscripción, pue-
den ser rastreados en la iconografía prehistórica postpaleolítica de la Península Ibérica.
Figura 10. Signario tartesio del lingüista Javier de Hoz (De Hoz, 1989: 572).
Figura 11. Tabla de equivalencias de los alfabetos ibéricos, por Fletcher Valls (Fletcher, 1985).
ca, como son los casos de los signos fonéticos con En lo referente a la invención de la escritura, su
forma de soliforme, el antropomorfo doble Y y do- concepto puede definirse desde la Arqueología So-
ble phi, la representación de la figura humana con cial, el producto final de una serie de innovaciones
los brazos en alto, el tipo báculo, el signo fonético sociales, tecnológicas e iconográficas, las cuáles se
tipo escaleriforme, el signo fonético con forma de fueron desarrollando durante miles de años en la
espiga y otros tantos más. Este tema se va a tratar Prehistoria. El proceso paleográfico se origina con
en profundidad en las próximas publicaciones. el nacimiento de la iconografía en el Paleolítico, el
En las escrituras paleohispánicas, advertimos desarrollo de los diseños gráficos transformados
que queda retratada de manera muy notoria, la en forma de esquemas a lo largo de la Prehistoria
introducción de la representación de la figura hu- reciente y finalmente, la integración de esos ideo-
mana esquemática del Holoceno y sus múltiples gramas prehistóricos, los más simplificados, en
variantes en el signario tartesio (más de veinte los primeros signarios de la Península Ibérica a
motivos plásticos diferentes), que en los períodos comienzos de la Edad del Hierro. Ese legado cultu-
cronológicos anteriores se habían representado en ral y epigráfico, influirá posteriormente en toda la
cientos de sitios rupestres, en los soportes pétreos signografía de los pueblos ibéricos. La escritura, es
de los megalitos, en estelas y objetos muebles pre- un medio tecnológico para facilitar la comunica-
históricos. El porqué de la utilización de esas gra- ción humana y nace por pura necesidad, como un
fías, en el origen de la escritura a comienzos de la instrumento de comunicación entre dos culturas,
Edad del Hierro I, debe de obedecer a una tradi- de control y de poder, por parte de los miembros
ción iconográfica muy arraigada en las sociedades privilegiados de una sociedad desigual, auspicia-
prehistóricas y protohistóricas, de tipo ancestral, da por el comercio de las élites y el intercambio
y a la existencia de una interrelación iconográfi- de mercancías y conocimientos con los pueblos
ca entre los paisajes, los símbolos rupestres como orientalizantes.
marcadores territoriales e identitarios y los espa- Desde nuestro punto de vista, podría denomi-
cios donde se originó la escritura. narse la escritura tartesia, una escritura de tipo
En los signarios paleohispánicos, se puede ob- mixta, con una lengua y una base iconográfica de
servar con detalle que no faltaron elementos grá- ascendencia indígena, completada con una serie
ficos originarios del Neolítico y la Edad del Cobre, de aportes lingüísticos orientalizantes.
como las figuras esquemáticas que se han enume- En este primer volumen, dedicado a la apertura
rado, junto con los motivo tipo espiga, los solifor- de este tema, se han expuesto los puntos genera-
mes y esteliformes, los motivos bitriangulares fe- les y los planteamientos metodológicos, que ver-
meninos en sus diferentes versiones... o elementos tebran la investigación del origen de la escritura y
gráficos típicos del Bronce final, como el caso de la su vinculación con el Arte Prehistórico, el paso de
representación de las ruedas de carro con cuatro la Prehistoria a la Historia, a través de la invención
radios, que tienen sus paralelos iconográficos en de la escritura fonética en la Península Ibérica.
las estelas, cuevas y en abrigos naturales decora- Las próximas publicaciones, se centrarán en
dos con arte rupestre. Todo el conjunto iconográfi- el estudio y en el análisis en profundidad de cada
co, contiene un gran significado simbólico, de tras- grafía prehistórica, hasta su integración en las es-
cendental importancia para la vida social de las crituras paleohispánicas. Se expondrán todos los
sociedades primitivas (agricultura-espiga, fertili- soportes donde se representaron, las técnicas que
dad e interacción social-bitriangular, rueda-trans- se utilizaron para plasmarlos, sus paralelos icono-
porte o símbolo de poder, sol/esteliforme-cosmo- gráficos en los territorios y las inscripciones don-
gonía, ciclo de las estaciones). de aparecen en forma de grafemas, además de in-
La gran variedad tipológica de los motivos ru- cluir los valores fonéticos que los especialistas en
pestres, su simplificación en el Arte Esquemático el estudio de su lengua, le asocian a cada epígrafe.
Típico, las cronologías que enmarcan su contexto Para terminar esta exposición, debemos de
histórico y el análisis grafológico, reflejado en los resaltar una vez más, el valor histórico y la gran
símbolos y signos paleohispánicos, justifican la importancia patrimonial, de todo este legado ico-
hipótesis del rol que jugó el Arte Prehistórico, en nográfico que nuestros ancestros nos han dejado.
la formación de los epígrafes de los signarios de El Arte Rupestre, es un patrimonio muy frágil y de-
escritura más antiguos que se conocen en la His- licado, expuesto a continuos agentes naturales y
pania prerromana. antrópicos, que ponen en riesgo su conservación.
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