Para La Creación de Un Índice Del Comportamiento Ambientalmente Responsable (ICAR)

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

Para la creación de un Índice del Comportamiento Ambientalmente

Responsable (ICAR)
Avance de investigación en curso

GT 15- Medio Ambiente, sociedad y desarrollo sustentable

Autor: Nicolás Achondo Morán1

Resumen/Abstract

La definición del comportamiento ambiental posee un carácter multidisciplinario el cual está


compuesto por distintas ramas de las ciencias sociales; la elaboración de un índice que sea capaz de
cuantificar dicho comportamiento es una magna tarea, pues se deben considerar aspectos cognitivos y
valóricos, así como variables contextuales. Aquí se plantean las bases teóricas y metodológicas, sin
embargo es una investigación que se encuentra en curso, por lo que aún no se ha creado el instrumento
de medición.

Palabras claves: Comportamiento Ambiental; Psicología y Sociología Ambiental; ICAR.

Propuesta.

Una de las más grandes problemáticas a las que se está enfrentando el mundo actual es la de asumir la
responsabilidad social que trae consigo la mantención del medio ambiente. Toda actividad humana
acarrea un impacto ambiental que puede ser medible y, que por lo mismo, puede ser anticipado gracias
a las nuevas herramientas que se han creado durante el último tiempo. Así, el Estado, a través de su
nueva institucionalidad ambiental, se ha encargado de realizar evaluaciones de impacto ambiental,
fiscalizaciones, así como también se ha hecho cargo de una incipiente educación ambiental.
Se debe reconocer que durante las últimas décadas se ha producido una evolución en lo que se podría
denominar “Conciencia Ambiental” o “Preocupación Ambiental”, lo cual no necesariamente significa
que se actúe de manera “ambientalmente responsable”. Hablar de “Conciencia Ambiental” significa
incorporar aspectos sobre el estado de la naturaleza y los impactos sobre ella, en tanto razonamiento,
expectativas y valores de los sujetos frente a dicha situación.
Ahora bien, hablar de una opinión y actitud respecto al impacto medio ambiental, significa incorporar
el contexto social y cultural, el cual afecta la formación de conciencia y podría, por ejemplo, provocar
actitudes organizadas de una comunidad para poder oponerse a los impactos asociados (Sabatini,
1997). Es así entonces que las personas, poco a poco, han ido incorporando actitudes “pro-
ambientales”, lo cual podría ser entendido como aquel comportamiento humano, ya sea individual o
colectivo, que busca, de manera consciente, proteger, preservar y/o minimizar el impacto negativo
sobre el ambiente natural y construido (Corral-Verdugo, 2010)
Se han propuesto diferentes interpretaciones sobre el porqué de las actitudes pro-ambientales, las cuales
no necesariamente están vinculadas a motivaciones abstractas en cuanto al menoscabo del medio
ambiente por cuestiones antrópicas, es decir, la preocupación medio ambiental no sólo tendría su origen
por una intuición sensible, sino que sería en contestación de un contexto concreto y observable; en este

1
Sociólogo de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales ARCIS. e-mail:[email protected]
2

sentido la protección del medio ambiente podría originarse por valoración intrínseca y/o por la defensa
del propio hábitat que se ve en peligro (Folchi, 2001).

Ante esto, de qué se habla cuando se habla de comportamiento ambiental, es decir, la relación entre
comportamiento y ambiente, o sea, la relación del ser humano con la naturaleza.
Resulta complejo apropiarse de un concepto como este, pues se han producido diferencias entre
aquellos que hablan de conducta ambiental y comportamiento ambiental; sin embargo, para estos fines
se comprenderá que el comportamiento contiene a la conducta, pues según Berenguer (2003) el
comportamiento comprende un conjunto de variables personales tales como valores, normas, creencias,
actitudes, entre otras; además de variables contextuales: la relación entre lo personal y lo contextual
provocan cierto comportamiento frente a las distintas situaciones, sucediendo que en algunos casos el
comportamiento está más determinado por variables personales, y en otros dependerán mayormente del
contexto.
Se plantean entonces desde la década de 1970 diversas metodologías para conocer el comportamiento
ambiental: se acepta en la academia la idea que “no hay una relación automática, mecánica o directa,
entre conocimiento y/o conciencia/preocupación ambiental, por un lado, y conductas y
comportamientos ambientales por otro” (Nieto, 2003), es decir, que muchas veces se afirma que una
vez que las personas se han concientizado sobre alguna problemática ambiental, ésta se dispondrá a
actuar consecuentemente para solucionar dicho problema; sin embargo esto no siempre sucede. Por lo
mismo es que uno puede cuestionarse cuál es o son los puntos de inflexión que determinan el
comportamiento ambiental.
No existe un consenso al respecto, sin embargo, Víctor Corral Verdugo (2010) nos explica que el
estudio del comportamiento pro-ecológico se divide en 2 etapas:

1) En primer lugar destaca la preocupación social por el medio ambiente: aquí aparece por primera
vez la figura de Dunlap y Van Liere (1978) en Norteamérica, quienes proponen un “Nuevo
Paradigma Ecológico” (“New EcologicalParadigm”-NEP); este es uno de los modelos más
utilizados para las investigaciones de conductas ambientales desde un prisma netamente
ecológico (pues nace bajo el ala del movimiento ecologista, el cual ofrece una nueva
perspectiva por sobre el “Paradigma Social Dominante”, ofreciendo una nueva forma de
interpretar las relaciones entre el ser humano y la naturaleza). No siempre se es consciente que
el estilo de vida que trae consigo el desarrollo a costa de la sobreexplotación de recursos
naturales provoca problemáticas que afectan al total de la humanidad, sin embargo se ha ido
popularizando el discurso ambiental, generando nuevas creencias y valores, las cuales afectan
directamente en nuestros comportamientos. Estos cambios son categorizados dentro del NEP,
primero en 1978 y posteriormente actualizado en el 2000. La actualización del modelo abarca 5
factores que determinarían el Nuevo Paradigma Ecológico, a saber,
a) Equilibrio con la naturaleza: No vivir de manera armónica con el medio ambiente.
b) Límites de crecimiento: No hay conciencia sobre la problemática de la sobreexplotación de
recursos.
c) Antropocentrismo: Las habilidades humanas, la ciencia y las nuevas tecnologías podrán
mitigar y solucionar los problemas ambientales.
d) Excepcionalismo humano: los humanos son una excepción a las leyes de la Naturaleza.
e) Crisis ambiental: el cambio climático por la actividad humana provoca una crisis.

2) Una segunda etapa guarda relación con los modelos configurados durante de las décadas de
1980 y 1990, asumiendo la interdisciplinariedad de la problemática, y respondiendo desde

2
3

perspectivas sistémicas los cuestionamientos sobre el comportamiento ambiental. De esta forma


se incluyen, por un lado la psicología ambiental, donde destacan dos teorías:
Teoría de Conducta Planificada: Desarrollada principalmente por Ajzen (1991), esta teoría
propone que la conducta está condicionada por la intencionalidad, la cual está determinada, a su
vez, por la actitud hacia la conducta, la norma subjetiva y el control. El modelo que propone la
teoría es capaz de analizar y predecir las conductas sociales en general, lo cual puede ser
aplicado en las conductas ambientales. Además de considerar la intencionalidad y la actitud de
las personas, autores como Kaiser (1998) reconocen que la inclusión de variables como el nivel
de conocimiento sobre el medio ambiente y los valores en tanto responsabilidad ambiental,
optimizan la capacidad predictiva del modelo.
Teoría de Valor, Normas y Creencias: Esta teoría incluye y complejiza a la anterior, pues
además de incluir la actitud e intención, asume la importancia de los valores y normas
(Schwartz y colaboradores 1994), así como las creencias comprendidas en el considerado
Nuevo Paradigma Ecológico (Dunlap y Van Liere, 1978); es decir, también se consideran las
expectativas y evaluaciones del accionar humano, es así entonces que tanto los valores, normas
y creencias determinan la conducta pues funcionan como filtro o guía de la acción. A grandes
rasgos se puede decir que la teoría considera tres tipos de valores, a saber, Valores Biosféricos
(los que están relacionados con la especie no humana y de la biosfera en su conjunto), Valores
egocéntricos (aquellos que son guiados por la preocupación en tanto uno mismo), y Valores
Sociales (dirigidos por la preocupación por las otras personas); de esta misma forma se
proponen tres tipos de creencias, las cuales son relacionadas con las conductas ambientales, por
un lado nos encontramos con las Creencias Sociales (asociadas al grado de conciencia de las
personas en cuanto al efecto de sus acciones para las demás personas), Creencias Biosféricas
(asociado al grado de conciencia de las consecuencias que puedan tener las acciones para las
especies no humanas y el conjunto de la biosfera) y por último las Creencias Egocéntricas
(relacionadas con el grado de conciencia de los efectos que provocan en sí mismo el accionar
humano). Por otra parte, esta teoría incluye la norma moral individual, la cual depende de los
valores de cada sujeto (también se poseen valores con tendencia egoísta, social y biosférico).
Por otra parte, Hines y colaboradores (1986) realizaron unmeta-estudio el cual revisó 128
investigaciones sobre el Comportamiento Ambiental, concluyendo la existencia de cuatro factores que
inciden en dicho comportamiento. Estos factores no se alejan de lo que las teorías citadas nos
confirman, sin embargo creemos que es un antecedente importante a la hora de realizar un estudio de
comportamiento ambiental responsable. Los factores que determinan la conducta ambiental según
Hines son:
Factores Sociodemográficos: Edad, sexo, nivel de ingresos, nivel de instrucción, entre otros.
Factores Psicosociales: Son variables individuales referidas a las actitudes, creencias y valores.
Factores Cognitivos: Son aquellos que guardan relación con los conocimientos sobre el medio
ambiente y los impactos del accionar humano, así como el conocimiento sobre las condiciones
ambientales en general y particular.
Factores de Intervención ambiental: Este factor se relaciona con la información que manejan
los individuos en tanto posibilidades de acción responsable, es decir, cuánto saben las personas
sobre lo que pueden realizar para poder solucionar algún problema ambiental en particular.
Estos dos últimos factores, se correlacionan con las creencias de los individuos sobre el grado
de posesión de conocimientos sobre la acción ambiental responsable, así como la posesión de
las habilidades requeridas para llevar a cabo dicha acción.
Se evidencia entonces el carácter multidisciplinario de la investigación, pues se medirán conductas, se
evaluarán contextos, se cuantificarán valores, se definirán creencias; no sólo se estarán midiendo las

3
4

acciones que aportan a la protección y/o conservación del medio ambiente (como reciclaje, manejo de
residuos, eficiencia energética, etc.). Sino que se evaluará cuál es la motivación para ejecutar o no
dichas acciones, pues se debe considerar que un comportamiento ambiental ejemplificado en el
reciclaje de latas, no necesariamente significa que existe una preocupación latente por la protección
medio ambiental, es decir, existen un sinfín de maneras de demostrar el interés por la conservación
ecológica, las que pueden ser cuantificadas, catalogadas e indexadas.
Esto último significa que la categorización del Comportamiento Ambiental Responsable dependerá de
los contextos, así como de los modelos y metodologías que elijamos, lo cual reafirma lo heterogéneo
del objeto. Los modelos seleccionados serán determinados por el objetivo del estudio, sin embargo la
elección debe considerar la influencia de las creencias, valores, conocimiento, hábitos y contextos;
quizás dando énfasis a alguna de las aristas que se quieran intervenir.
Se propone por tanto la construcción de un estudio que se base a una visión sistémica de la
problemática, donde se incluyan teorías cognitivas que incluyen factores internos, así como también
incorporar factores contextuales. De esta forma las dimensiones del Índice de Comportamiento
Ambiental Responsable se expresan en la siguiente figura:

Figura 1: Dimensiones del Índice de Comportamiento Ambiental Responsable.

Fuente: Elaboración propia

La elaboración de un ICAR requiere un trabajo estadístico de primera línea, por lo que se deberá
debatir minuciosamente sobre las escalas que se utilizarán para la medición.

Escalas

Dada la importancia del estudio, y para que los antecedentes teóricos y metodológicos sean validados
en el contexto chileno, se propone la creación de un instrumento de medición basado en escalas
existentes y validadas en diversos países de Europa, América del Norte y Sud América. Los ítem que
proponen cada una de estas escalas deben ser revisadas y modificadas, sin embargo, cada una de estas
escalas han sido validadas en países desarrollados y en vías de desarrollo; se rescatan los estudios
4
5

realizados por Claudia Pato y colaboradores (2005) en Brasil, quienes elaboraron y validaron escalas
acorde al contexto brasileño; también valoramos la aplicación de las mismas escalas en la tesis doctoral
de Camila Bolzán del Campos (2008) también aplicado en Brasil, siendo éstos los estudios que más se
asimilan al contexto chileno.
Cada una de las escalas que se proponen y que se pretenden articular, abarcan cada una de las
dimensiones mencionadas anteriormente
a. Escala de Valores de Schwartz (1994): Este autor comprende al valor como aquella expresión
de lo deseable, lo cual implica que estos sirvan a los intereses de entidades sociales y que
dirigen a los sujetos en sus procesos de selección y valoración. Por tanto los valores actúan
como un modelo de juicio, los cuales respaldan el accionar y que a su vez son incorporados a
través de la socialización. La versión reducida utilizada por Claudia Pato (2005) posee 21 ítems,
en el que los entrevistados evalúan el grado de semejanza entre ellos y el individuo descrito en
la pregunta.
b. Escala del Nuevo Paradigma Ecológico (New EcologicalParadigm - NEP) de Dunlap y Van
Liere (1978): La escala ha sido actualizada por los mismos autores en el año 2000, la escala de
los años 1970 se centraba principalmente en las habilidades humanas en tanto preocupación por
la naturaleza, los límites del crecimiento poblacional y el derecho de las personas de explorar la
naturaleza, sin embargo, la actualización trata las dimensiones del límite de crecimiento
poblacional, antropocentrismo, fragilidad de la naturaleza, la posible eco-crisis y la negativa del
privilegio humano por sobre la naturaleza. Pato ha adecuado la escala a la realidad brasileña,
contando con ítems específicos sobre reciclaje, ahorro, limpieza urbana y consumo responsable.
Si bien esta escala fue aplicada a estudiantes universitarios, Bolzan del Campos (2008) la aplica
a trabajadores de empresas brasileñas, ampliando las posibilidades y re-validando la escala en la
región.
c. Escala de Comportamiento Ecológico de Pato (2005): esta escala está basada en la escala
recién citada, además de la Escala General de Comportamiento Ecológico de Kaiser (1998). La
escala posee 29 ítems, estructurada en los cinco factores ya mencionados, distribuidos de la
siguiente manera: Ahorro de Agua y Energía (12 ítems), Limpieza Urbana (5 ítems),
Activismo/consumo (9 ítems), Reciclaje (3 ítems) y deseabilidad social (relación ítems). Se
plantea una autorevisión del comportamiento.
d. Escala de Creencias Ambientales (ECA) de Pato (2005):Esta escala también está basada en
la escala NEP de Dunlap, posee 26 ítem divididos en 2 dimensiones que guardan relación con
las características naturales y la problemática ambiental (nacional y global), así como la
relación entre el ser humano y el medio ambiente: la dimensión de creencias antropocéntricas
contiene 10 ítems, mientras que la dimensión de creencias ecocéntricas posee 16 ítems.

Palabras finales.

En el año 2012 el Ministerio del Medio Ambiente a través de concurso público ha solicitado la
elaboración del presente índice, resultados que por contrato deben estar disponibles a fines de octubre
de 2013. El objetivo de dicho índice es aplicarlo a la ciudadanía urbana de la Región Metropolitana, de
forma de conocer la posición del ciudadano respecto del comportamiento ambiental responsable y así
generar políticas públicas efectivas.
Los resultados aún no se encuentran disponibles y son confidenciales, sin embargo se le ha hecho
seguimiento a todo el proceso, comprendiendo lo valioso que resulta un instrumento como el Índice de
Comportamiento Ambiental Responsable. De esta forma quisiera extender la invitación al debate de
ideas, al seguimiento de lo que se está realizando tanto a nivel institucional como por investigadores

5
6

privados. Invitarlos a participar de un proyecto novedoso, el cual debiese tener la flexibilidad suficiente
como para aterrizar el instrumento y aplicarlo a cualquier nivel de la población.

Bibliografía
Ajzen, I. (1991) The theory of planned behavior. Organizational Behavior and Human Decision
Processes, 50, 179-221
Berenguer, J. y Martín, R. (2003). Una aproximación al concepto de actitud ambiental. En C.
San Juan, J. Berenguer, J.A. Corraliza e I. Olaizola (Eds.). Medio ambiente y participación, una
perspectiva desde la psicología ambiental y el derecho. (pp. 55-64) Bilbao: Servicio editorial de
la Universidad del País Vasco.
Bolzán del Campos, C. (2008) Sistema de gestion ambiental y comportamiento proambiental de
trabajadores fuera de la empresa: Aproximación de una muestra brasileña. Tesis Doctoral
Universidad de Barcelona, Facultad de Psicología.

Corral- Verdugo (2003) Enviromental beliefs and water conservation: an empirical study.
Journal of EnvironmentalPsychology, 23, 247-257

Corral Verdugo, V (2010) Psicología de la Sustentabilidad. Un análisis de lo que nos hace


proecológicos y prosociales. Ed. Trillas.

Corral Verdugo, V & Zaragoza, F (2000) Bases sociodemográficas y psicológicas de la


conducta de la reutilización: un modelo estructural, Medio Ambiente y comportamiento
humano, 1, 9.

Dunlap, R, Van Liere, K. (1978) The “New Enviromental Paradigm”. Journal of Enviromental
Education, 9, 10-19
Dunlap, R. (2000) Measuring Endorsement of the New Ecological Paradigm: A revised NEP
Scale. Journal of Social Issues, Vol. 56, Nº 3, 425-442

Folchi, M. “Conflictos de contenido ambiental y ecologismo de los pobres: no siempre pobres,


no siempre ecologistas. EP. Nº22. 2001. p. 79-101

Hines, J., Hungerford, H &Tomera, A. (1986) Analysis and synthesis of research on responsible
environmental behavior: A meta-analysis. Journal of environmental education, 18, 1-18

Kaiser, F (1998) A general measure of ecological behavior. Journal of Aplied Social


Psychology, 28, 395-442.
Nieto, Luz María. ¿Por qué no/sí actuamos ambientalmente? La brecha entre la mente, la
emoción y la conducta.2003. Recuperado el13 de agosto de 2013 del sitio web de ANEA
(Academia Nacional de Educación Ambiental) http://www.anea.org.mx/docs/Nieto-
PorqueActuamosAmb.pdf
Pato C, Ros, M, & Tamayo, A. (2005) Creencias y comportamiento ecológico: un estudio
empírico con estudiantes brasileños, Medio Ambiente y comportamiento humano, 6. p. 5-22.
Sabatini, Francisco. “Conflictos ambientales y desarrollo sustentable de las regiones urbanas”.
Revista EURE. Vol. XXII, Nº 68. p. 77-91, Santiago de Chile, abril de 1997.

6
7

Schwartz, S.H. (1992). Universals in the content and structure of values, Theoretical advances
and empirical test in 20 countries. Advances in Experimental Social Psychology, 10, 221-279

También podría gustarte