El Poder de Bendecir
El Poder de Bendecir
El Poder de Bendecir
Los bendigo + en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
EL PODER DE BENDECIR CON LA SANTA SEÑAL DE LA CRUZ.
Introducción.
Antes de mi cumpleaños número 50 me torne más reflexivo. Hice un alto en el camino
y entre a analizar lo que había vivido y lo que me quedaba por vivir. Lo primero que
uno se da cuenta es que ya no tiene la fuerza que antes tenía, ya no tiene el mismo
ímpetu, pero Dios le da a cada etapa de la vida algo especial, así que en la etapa en
que vives, ¡sirves para algo!
La tendencia es que en la década de los 20, 30 y 40, uno confía en lo que puede lograr
con sus propias fuerzas. Mientras uno tiene fuerzas, dice: “¡Yo puedo!”, le da para
adelante y confía en lo que uno puede hacer por sí mismo; no está impulsado por lo
que Dios le puede ayudar, sino por lo que le pueden responder sus músculos y su
mente. Uno tiene la tendencia a apoyarse menos en Dios y más en sus propias fuerzas,
pero cuando comienzan las primeras “ayayais”, te das cuenta que ya no puedes tanto
como creías y comienzas a buscar de Dios y apoyarte en versículos bíblicos. No
obstante, es una gran verdad que quiero compartir hoy contigo: Todos tenemos un
hombre exterior que va para menos, que se va desgastando, al que le comienzan a
aparecer las arrugas, pero aquellos que hemos creído en Jesucristo, hemos sido
engendrados nuevamente por el Espíritu Santo; un nuevo ser que tiene su naturaleza y
que va creciendo día a día. En el cristiano católico, la expectativa va creciendo desde
el primer día en que entrega su corazón a Dios hasta el último día. He visto morir
muchos católicos practicantes y comprometidos y he visto la gloria de Dios en sus vidas.
Ese nuevo ser que Dios engendra, tiene poder y fuerza para vivir toda la eternidad con
Cristo en la gloria, no es un ser que va a perecer, sino que va a santificarse. Es
importante que los católicos vivamos más presentes a la realidad de la importancia de
nuestro hombre interior y no a la importancia de nuestro hombre exterior. Que satanás
no debilite tu fe ni tu espíritu. Lo más importante es lo que no se ve.
A mí no me sostiene la fuerza de mi cuerpo sino la potencia de la fe en Dios creador
de cielos y tierra, en quien he creído y he declarado que los días que me quedan, serán
más productivos que los días que pasaron.
La Biblia no dice: “recibiréis poder y fuerza de tal edad a tal edad…”
Recibiréis poder y fuerza, cuando haya venido sobre nosotros el Espíritu Santo…”
Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos
míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo (Hechos 1:8).
No importa si tenemos 10 años, o 20 años o 30 años, no importa si eres flaco o gordo,
recibirás poder a cualquier edad solo cuando venga el Espíritu Santo sobre tu vida. El
verdadero poder y fuerza no reside en mis posesiones materiales ni en las fuerzas de
mis brazos sino en la presencia del Espíritu Santo en mi alma y en el poder que desata
la fe.
Ese es el verdadero poder. El poder de la fe y la presencia del Espíritu de Dios en
nuestras vidas. Aunque se desgaste tu cuerpo, que no se desgaste tu fe.
"Dichosos los hombres cuya fuerza está en ti, y las subidas en su corazón. Al pasar por
el valle del Bálsamo, lo hacen un hontanar, y la lluvia primera lo cubre de bendiciones.
De altura en altura marchan, y Dios se les muestra en Sión." (Salmo 84: 6-8).
El poder y la fuerza proviene de Dios, no tengo ninguna duda sobre eso, pero con esa
clase de poder hay cierta cuota de dolor.
Por tanto, no nos acobardamos: si nuestro exterior se va deshaciendo, nuestro interior
se va renovando día a día (2Corintios 4: 16).
El poder fluye desde el interior, desde dentro de nuestro ser. Las bendiciones que salen
cuando la presión aumenta eso es lo que define a un verdadero siervo, a un verdadero
Hijo de Dios.
Muchos de nosotros hablamos de Dios, pero pareciera que Dios fuera un ser extraño,
ajeno a nosotros, a nuestro mundo y a nuestras debilidades; sin embargo, Dios es tan
cercano a nosotros, que dispuso su morada en nuestro corazón (cf. Hebreos 3: 6). Él
nos invita a conocerle mejor y a confiar más; porque aun en medio del valle de lágrimas
que es este mundo, lleno de violencia y de maldad, nos guía para salir vencedores.
.. Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en
este valle de lágrimas…
Nuestro poder y fuerza debe ser puesto al servicio de aquél que nos lo da. El apóstol
Pablo aconsejándonos en Las Sagradas Escrituras, en la carta a los Efesios nos dice:
"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas
de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es
contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los
Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las
alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
después de haber vencido todo, manteneros firmes." (Efesios, 6: 10-13).
Por lo tanto, doy gracias principalmente a Dios, por quién realizo esta obra y a quien
deseo y espero servir eternamente.
A la Santísima Virgen María, Señora, Abogada nuestra: A la que debo mi conversión y
el haberme iniciado en este ministerio.
Al Colegio Parroquial Divino Salvador: de quien recibí gran parte de mi formación
cristiana católica.
A la Renovación Católica Carismática: En donde también fui formado junto a un grupo
hace casi una década; recibíamos formación y testificamos que estábamos allí para hacer
la Santa Voluntad. También al consagrado padre Guillermo II Jiménez, ejemplo de
santidad para todos los que le conocemos. A los padres salvatorianos Horacio y Alfredo
Tinoco por su guía, consejos y apoyo, ejemplos de amistad y sencillez, cuando salí
atemorizado aquel día de esa ceremonia de tinieblas, falsamente llamada de sanación
con yagé.
A mi madre Aurora Santamaría Molina: Mujer de fe profunda y constructora de iglesia.
Me ayudó y aconsejó en los momentos de mayor necesidad.
A mi esposa: Quién estuvo allí ayudándome en la educación de mis hijas.
A mis tres hijas Carolina, Vanessa y Paola: De quienes espero por la gracia de Dios
lleguen a ser cristianas de bien al servicio del Señor.
A la Única, Santa y Católica Madre Iglesia: La que intercede por mí, transmite las
riquezas de la fe cristiana y a la que estoy orgulloso de pertenecer.
Quiero agradecer muy especialmente a todos los amigos y colaboradores que de
manera voluntaria me animaron a escribir este pequeño libro. Considero que, gracias
a sus evidencias, esta primera edición deja un claro testimonio, de cómo los católicos
de todas partes del mundo podemos unirnos por una buena causa, como es, la
salvaguarda de la Santa señal de la Cruz y la difusión de la Fe Católica. A todos ellos,
¡mil gracias!
Capitulo Primero.
I. Etapa purgativa y de reconciliación con Dios.
“Escucha al padre que te engendró, no desprecies la vejez de tu madre” (Pr 23:22).
Tiene el lector entre sus manos una síntesis de las revelaciones recibidas, durante mi
proceso de crecimiento espiritual. Se trata de una estructura elaborada e inspirada
desde una lente muy peculiar y densamente significativa: la misericordia de Dios.
La misericordia de Dios ocupa un puesto central en este mensaje cristiano. Es uno más
de los rasgos de Dios, revelados por Nuestro Señor Jesús: Dios es misericordia.
En nuestra lengua, según el Diccionario de la Real Academia (en adelante DRAE), el
término Misericordia proviene directamente del latín, tiene en su contenido una huella
de su etimología: la misericordia emana del hombre misericors, aquel cuyo corazón
(cors) reacciona ante la desgracia (miseria) del prójimo, está con los pobres (miseri). La
misericordia, por tanto, conecta con algunas de las dimensiones de la sensibilidad
humana y parece inseparable de la compasión. Tener misericordia con alguien implicará
primeramente percatarse de un dolor ajeno (com-padecerse, esto es, ponerse en la piel
del sufriente, dejándome afectar por él); además, compartir la suerte del otro conducirá
a humanizar de alguna forma su existencia dolorida, a levantarlo de su postración, a
involucrarse ante el que no me puede ser ajeno, sino prójimo en cuanto próximo.
¿Y qué entendemos por revelación?
Según la DRAE del verbo revelar, significa descorrer un velo que cubre algo, a la vez
que se descubre y aparece lo velado, ignorado o secreto.
Además, hace referencia a Dios en cuanto que manifiesta a los hombres lo futuro u
oculto.
A lo largo de mis años he recibido revelaciones, para la construcción de esta obra que
comparo con las fichas de un juego de mesa, cuyo objetivo es formar una figura
combinando correctamente las partes de esta y cuya imagen no conoces. Se encuentra
en distintos pedazos o piezas planas, conocido como puzle o rompecabezas. Hoy he
observado que sus gracias (fichas de puzle) revelan un mensaje y un propósito en mi
vida. En estas páginas vamos a descorrer el velo que cubre la imagen ignorada o secreta.
Las primeras fichas las recibí cuando era niño, soñaba mucho, le contaba a mis
hermanos y padres mis visiones como si fueran viajes. Les decía estuve en tal parte y
ellos reían y me llamaban mentiroso, por ello decidí quedarme callado a tal punto que
no volví a compartir mis sueños.
Cuando cursaba segundo de bachillerato, hoy séptimo año (aprox. 1974), en el colegio
Parroquial Divino Salvador, en la ciudad de Santiago de Cali, Valle del Cauca,
Colombia, un profesor de religión de nombre Moisés, un laico de avanzada edad, en
una de sus muchas clases, recuerdo solo una en la que nos pidió tomáramos un versículo
de la biblia y escribiéramos lo que nos llegara como pensamientos e ideas. Yo escogí
uno al azar y desde ese día fue el versículo que quedo gravado en mi mente; otra ficha
para el puzle o rompecabezas que repetía constantemente sin olvidarlo, era lo único
que recordaba de la Palabra de Dios en mi vida pagana. Voy a trascribirlo tal cual lo
recuerdo, pues desconozco la versión bíblica.
"Escudriñad las Escrituras porque pensáis que en ellas tenéis vida eterna y ellas son las
que dan testimonio de mí” (Jn 5:39).
Recuerdo que en ese entonces desconocía la palabra “escudriñad”, la busqué en el
diccionario y procedí a realizar la tarea. Fueron muchas las enseñanzas que nos dio el
profesor Moisés, pero esta es la única que recuerdo. Siempre agradeceré al profesor
Moisés de quien recibí una de las primeras fichas de mi puzle, durante las clases de
religión: meditación de versículos de la Biblia como estrategia para su estudio.
Escudriñad. Del verbo escrudiñar.
Examinar, inquirir y averiguar cuidadosamente algo y sus circunstancias.
Yo fui educado en la fe de mi madre Aurora Santamaría Molina, mujer catequista,
comprometida y practicante católica y aunque viví una juventud desarreglada, siempre
sentí una atracción profunda por Cristo y la santísima virgen María. En la etapa final
del bachillerato la filosofía, sobre todo la de impronta marxista, la lucha de clases y la
deshumanización del hombre había contribuido a acercarme subsecuentemente a
Nuestro Señor Jesucristo.
Buscaba de Dios espontáneamente, sin comprometerme y en la tercera etapa de
formación tecnológica me sentí atraído por el desarrollo de la tecnología y deseos de
independencia económica, el poseer y acumular, el gastar y aparentar.
Conocí a mi esposa y nacieron mis tres hijas. Tuve un trabajo que me permitió llevar
el sustento a casa durante muchos años, hasta que me independicé. Transcurrió una
década y ya era un empresario reconocido, en la comodidad de un sofá, pero me sentía
afligido y vacío, por mis malas acciones. En una constante búsqueda del sentido de la
vida, por conocer el verdadero rostro del Señor porque para mí este permanecía oculto
o irreconocible. Hasta que, en la semana santa del año 2009 amanecí decidido y
dispuesto a actuar, recordé una enseñanza de mi madre: la visita de los 7 monumentos
el Jueves Santo. Con el propósito de suplicar a Dios creador de cielos y tierra por su
auxilio y dirección en mi deteriorada vida.
La visita a los Monumentos se realiza el Jueves Santo, es un acto piadoso tiene como
objetivo dar gracias a Jesús por la institución de la Eucaristía y desagraviar, con
homenajes, los ultrajes que El recibió. La forma de realizar esta tradición es visitando,
literalmente, los Monumentos de siete iglesias distintas, en recuerdo del recorrido que
hizo Nuestro Señor durante su pasión desde el Cenáculo hasta el Calvario. Mi madre
me decía “pida un deseo y Dios Padre se lo concede”.
Puedo decir que aquí recibí otra figurita para descubrir la imagen velada, además de
lucrarme con la respectiva indulgencia plenaria.
A los 9 meses exactos, llego otra ficha acompañada de mi conversión definitiva, cuando
en plena ceremonia de las tinieblas, estando en peligro, acosado, derribado y temeroso
exclame:
“Señor perdona mis pecados, te abro mi corazón para que entres en él… creo en Dios
Padre Todopoderoso […] creo en Jesucristo… […] creo en el Espíritu Santo, […], nació
de Santa María, siempre virgen, […] la resurrección de los muertos y la vida eterna.
Amén.
Y termine a viva voz exclamando: !Señor yo quiero ser tu discípulo¡”. (13 enero 2010).
Después de este evento, llego la hora de reconciliarme con Dios, me acerqué al
sacramento de la penitencia y la reconciliación; y a partir de ese momento convertido
a Cristo, que es verdad y amor, empecé a seguirlo, lo abandoné todo anhelando la
gracia de convertirme en un modelo para todo ser humano. Dios es misericordia y el
encuentro con él es la única respuesta a las inquietudes del corazón humano.
La reconciliación con Dios es permitir su acción en nuestras vidas. Lo que implica cambio
y transformación, es el restablecimiento del estado original de amistad con nuestro
Padre Celestial. Es un acto permanente y dinámico de Dios en cada persona
transformándola para ser un instrumento transparente de esa misma acción para los
demás, con el propósito de suscitar en el otro esa misma dinámica transcendente, o sea
la formación de una comunidad de seres humanos que viven buscando el interés de los
demás. (2Co 5: 18).
Con la reconciliación nos acercamos a la maravillosa gracia del evangelio. Es descorrer
el velo que permanece hoy cegando nuestra mente y no permite conocer el verdadero
rostro del Señor.
Y si nuestra Buena Noticia está oculta, la está solamente para los que se pierden: a
quienes por su incredulidad el dios de este mundo les ha cegado la mente para que no
les amanezca la claridad de la gloriosa Buena Noticia de Cristo, que es imagen de Dios
(2Co 4: 3-4).
Revisemos lo que nos enseña el catecismo de la iglesia católica, en los siguientes
numerales referentes al sacramento de la penitencia y de la reconciliación:
"Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios
el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la
Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella le mueve a conversión con su amor,
su ejemplo y sus oraciones".
Respeto al nombre de este sacramento dice:
Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada
de Jesús a la conversión (cf Mc 1:15), la vuelta al Padre (cf Lc 15:18) del que el hombre
se había alejado por el pecado.
Se denomina sacramento de la penitencia porque consagra un proceso personal y
eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano
pecador.
Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la
confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento.
En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y
alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.
Se le denomina sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del
sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón [...] y la paz".
Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios
que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2Co 5:20). El que vive del amor
misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a
reconciliarte con tu hermano" (Mt 5:24) (CIC 1422-1424).
Si. Sólo Dios perdona los pecados (cf Mc 2:7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de
sí mismo: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra" (Mc
2:10) y ejerce ese poder divino: "Tus pecados están perdonados" (Mc 2:5; Lc 7:48).
Más aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres (cf
Jn 20:21-23) para que lo ejerzan en su nombre.
Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera
el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio
de su sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio
apostólico, que está encargado del "ministerio de la reconciliación" (2Co 5:18). El
apóstol es enviado "en nombre de Cristo", y "es Dios mismo" quien, a través de él,
exhorta y suplica: "Dejaos reconciliar con Dios" (2Co 5:20).
Servir a Nuestro Señor Jesucristo, es invertir nuestras energías, tiempo y recursos
económicos en los asuntos del Reino de Dios. Cuando Cristo está en nuestra vida, nos
llena de paz, transforma las áreas más oscuras de nuestra vida, y nos impulsa a servir y
dar.
Recibí la gracia para confesarme, seguirlo, recibir perdón y capacitación (CIC 1441-
1442).
1. Dios nos capacita.
El mismo Jesús, Nuestro Señor y redentor te elige (separa), capacita, envía y glorifica
(respalda).
Como todo iniciado o principiante en esta etapa purgativa, mi preocupación era el
conocimiento y la vivencia de la Palabra. Pero Dios capacita a los llamados y tiene un
plan especial para cada elegido; y por supuesto, muy lejos de comodidades, casas
campestres y lujos: en la soledad y el desierto.
Y es Dios quien nos mantiene, a nosotros y a ustedes, fieles a Cristo; quien nos ha
ungido, nos ha sellado y quien ha puesto el Espíritu como garantía en nuestro corazón.
(2Co 1: 21-22)
Cristo nos llama, libera, sana, capacita, acompaña, defiende y da el poder a nuestra
alma, para ascender hacia el Padre y cumplir con el llamado que nos hace.
Tal vez has dudado alguna vez que el Espíritu de Dios está sobre ti.
Quizá te has sentido débil e incapaz para realizar la tarea que el Señor quiere que tu
hagas y dejar de hacer lo que Dios no quiere que hagas.
Amado elegido, talvez te encuentres en estos momentos, angustiado y preocupado por
las circunstancias que estás pasando, buscas información en personas, libros e internet
y no encuentras nada parecido, que se asemeje a lo que te viene sucediendo, no te
preocupes concéntrate cierra los ojos y escucha en tu interior la voz de Nuestro Señor
Jesús que te habla y te indica lo que debes de hacer.
En esos momentos medita esta Palabra de Dios.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido para que dé la Buena
Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los
ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del
Señor” (Lc 4: 18-19).
Cuando el Señor te elige, te llama y te unge, su Santo Espíritu nunca se apartará de ti,
estás listo o lista para hacer lo que nunca has hecho antes, su santa voluntad.
De su grandeza y plenitud recibiremos gracia tras gracia, el velo se irá retirando, la
imagen del puzle se va formando. El alma recibe sus palabras y sabiduría que ninguno
de vuestros adversarios podrá resistir, ni refutar.
Habla entonces de lo nuevo que Dios ha hecho en tu vida, deja atrás tu pasado, la
esclavitud de Egipto, el “yo tuve”, “el yo era”, “el yo hacía esto y aquello”.
Habla de la Buena Noticia, de cómo se transforman cada una de las personas que por
la gracia de Dios, son tocadas por su Santo Espíritu y rescatadas de la muerte, a la vida
eterna.
Nosotros hemos sido elegidos como destinatarios de esas maravillosas buenas noticias.
Por tanto, no las guardemos para nosotros, sino que corramos la voz y llevemos a
tantos cautivos, pobres, oprimidos y ciegos, el mensaje de libertad, esperanza y vida
eterna, que tenemos en Cristo.
Hoy con tanto conocimiento, permanecemos ciegos en cuanto a las cosas espirituales.
Todavía no hemos entendido que somos espíritu. Sin embargo, Dios sigue haciendo un
esfuerzo por enseñarnos cuál es su voluntad y también cuanto nos ama.
Cuando Cristo mora en nuestros corazones, somos personas con una visión espiritual,
hijos de Dios que pueden ver más allá de las adversidades y de la ausencia de
posibilidades materiales y económicas que se nos presenta en este mundo.
Somos poseedores de las maravillas de la gracia:
“Para poner en libertad a los oprimidos”: El mundo religioso tiende a oprimir, pero
también los reinos del mundo. Cristo quiere darte un nuevo lugar, donde su Reino es
de paz, amor y gozo; nunca de opresión.
“Para proclamar el año de gracia del Señor”: Es el tiempo de la salvación, Dios es
misericordia y solo tienes que creer, arrepentirte, reconciliarte e iniciar con Él una
verdadera relación de amistad. Este es el momento.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio”. Cuanto más cerca estemos de Dios, por medio de la gracia, mayor
comprensión tendremos. Más apreciaremos la fidelidad y la ternura de Dios. Por lo
tanto, no debemos desanimarnos ante las pruebas. Valoremos que nosotros mismos
hemos sido beneficiados por la misericordia de Dios
Siempre me ha encantado la lectura, y la he convertido en el pan de cada día. Había
leído muchos libros, revistas y periódicos, pero jamás las Sagradas Escrituras, entonces
al hecho.
El reto ahora era leerla de principio a fin, sin saltar página. Comprendí aquel mensaje
recibido en el bachillerato “escudriñad las escrituras…” examinarlas y averiguar
cuidadosamente mi llamado y sus circunstancias.
De aquí en adelante recibiremos bálsamos de gracia tras gracia, ficha tras ficha del puzle
o rompecabezas para reconocer lo velado u oculto.
Cuando escudriñaba las Sagradas Escrituras y leía el capítulo 9 del libro del profeta
Ezequiel, me surgieron dos preguntas; que más adelante te las haré.
Pasemos a lo escrito.
“Entonces le oí llamar en voz alta:
–Acérquense, verdugos de la ciudad, empuñando cada uno su arma mortal.
Entonces aparecieron seis hombres por el camino de la puerta de arriba, la que da al
norte, empuñando mazas. En medio de ellos, un hombre vestido de lino, con los
instrumentos de escribano a la cintura. Al llegar, se detuvieron junto al altar de bronce.
La gloria del Dios de Israel se había levantado del querubín en que se apoyaba, yendo
a ponerse en el umbral del templo. Llamó al hombre vestido de lino, con los
instrumentos de escribano a la cintura, y le dijo el Señor:
–Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan
afligidos por las prácticas idolátricas que en ella se cometen.
A los otros les dijo en mi presencia:
–Recorran la ciudad detrás de él hiriendo sin compasión y sin piedad.
A viejos, muchachos y muchachas, a niños y mujeres, mátenlos, acaben con ellos; pero
a ninguno de los marcados lo toquen. Empiecen por mi santuario.
Y empezaron por los ancianos que estaban frente al templo.
Luego les dijo:
–Profanen el templo, llenando sus atrios de cadáveres, y salgan a matar por la ciudad.
Sólo yo quedé con vida. Mientras ellos mataban, caí rostro en tierra y grité:
–¡Ay Señor! ¿Vas a exterminar al resto de Israel, derramando tu cólera sobre Jerusalén?
Me respondió:
–Grande, muy grande, es el delito de la casa de Israel y de Judá; el país está lleno de
crímenes; la ciudad colmada de injusticias; porque dicen:
–El Señor ha abandonado el país, no lo ve el Señor.
Pues tampoco yo me apiadaré ni perdonaré; doy a cada uno su merecido.
Entonces el hombre vestido de lino, con los instrumentos de escribano a la cintura,
informó diciendo:
–He cumplido lo que me ordenaste”. (Ez 9: 1-11 Biblia Del Peregrino)
3. La Santificación de la cruz.
Dios Padre Todopoderoso nos revela:
Si uno sentenciado a pena capital es ajusticiado y colgado de un árbol, su cadáver no
quedará en el árbol de noche; lo enterrarás aquel mismo día, porque Dios maldice al
que cuelga de un árbol, y no debes contaminar la tierra que el Señor, tu Dios, va a
darte en herencia. (Dt 21: 22-23).
Y también nos dice:
Bendita la madera que se emplea rectamente. (Sb 14: 7).
Por lo tanto.
Cristo, nos rescató de la maldición de la ley sometiéndose él mismo a la maldición por
nosotros; como está escrito: Maldito el que cuelga de un leño. (Ga 3: 13).
El símbolo de la cruz ha ido desapareciendo de forma progresiva, igual le sucede a la
bendición con la santa señal de la cruz. Desaparece de los hogares, sobre todo del
corazón de muchos hombres y mujeres a quienes le molesta contemplar a un hombre
clavado en la cruz. Esto no nos debe extrañar, pues ya desde el inicio del cristianismo
San Pablo hablaba de falsos hermanos que querían abolir la cruz: "Muchos –se lo decía
frecuentemente y ahora se lo digo llorando– viven como enemigos de la cruz de Cristo:
su destino es la perdición, su dios es el vientre, su honor lo que es vergonzoso, su
mentalidad es terrena " (Fl 3: 18-19).
La cruz era un símbolo maldito de humillación, derrota y muerte. Y para todos aquellos
que ignoran el poder de la sangre de Cristo, Él cambió la humillación en exaltación, la
derrota en victoria, la muerte en vida y la cruz en camino hacia la luz. Si la tierra que
pisó Jesús es Tierra Santa, la cruz bañada con la sangre de Cristo, con más razón, es y
será eternamente la Santa Cruz de Cristo.
Te imaginas como sería el alboroto y el chismerío, cuando Nuestro Señor Jesucristo fue
crucificado, muchos no creyeron igual que hoy, en el poder de la sangre de Cristo.
Duros de entendimiento se sostienen al decir que la cruz es una maldición.
Hoy hay muchos católicos que, como los discípulos de Emaús, se van de la Iglesia
porque creen que la cruz es derrota. A todos ellos Jesús le sale al encuentro y les dice:
—¡Qué duros de entendimiento!, ¡cómo les cuesta creer lo que dijeron los profetas!
¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria? (Lc 24: 25-26).
¿O tú no crees en el poder de la sangre de Cristo?
Satanás el orgulloso y soberbio si cree y tiembla; odia la Santa Cruz porque Jesucristo,
humilde y obediente, lo venció en ella "humillándose a sí mismo, obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz", y así transformo la cruz en victoria: "...por lo cual Dios le
ensalzó y le dio un nombre que está sobre todo nombre" (Fl 2: 8-9). El que se opone
a la Santa Cruz se pone de lado de Satanás.
Desde que el mal entró en el mundo, se desarrolla una batalla espiritual, que lejos de
ser ficción es real. Existe una historia verídica de victoria en una batalla real, cuyo
protagonista es Dios mismo en la persona de Jesucristo, en un escenario real, el
Calvario, también conocido como el Gólgota, un sitio que se encontraba cerca del
exterior de las murallas de Jerusalén. En este lugar es donde Jesús fue puesto en un
madero de tormento, la Cruz, donde venció definitivamente a Satanás y a sus ángeles
demoníacos y con su resurrección triunfó sobre la muerte y logró la victoria para todos
los que le obedecen. La Cruz significa victoria, vida, luz, justicia, camino a la gloria y
por esta razón la Santa señal de Cruz es fatal para los demonios, les recuerda la derrota,
les recuerda quienes somos nosotros.
Ustedes estaban muertos por sus pecados y la incircuncisión carnal; pero Cristo los hizo
revivir con él, perdonándoles todos los pecados. Canceló el documento de nuestra
deuda con sus cláusulas adversas a nosotros, y lo quitó de en medio clavándolo consigo
en la cruz. Despojó a los principados y potestades y los humilló, haciéndolos desfilar
públicamente como prisioneros en su marcha triunfal. (Cl 2: 13-15),
Que quede gravado con todas nuestras fuerzas, en el corazón, en el alma y en la mente.
Después del triunfo de Nuestro Señor Jesús en la cruz, esta quedo santificada y separada
para un uso especial, el de bendecir; por lo tanto, cada vez que nos dirijamos a ella
con respeto digamos la “Santa Cruz” ya no es una simple cruz, ahora es santa. Porque
bendita es la madera que se emplea rectamente.
Oremos:
Renuncio a Satanás conmigo no contarás porque el día de la Santa Cruz dije mil veces:
Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús Jesús….
4. La santa señal de la cruz.
Existen escritos que narran desde cuando se empezó a bendecir con la santa señal de la
cruz (aproximadamente desde el año 200 dc), yo realmente no voy a profundizar en
esta parte, me concentrare en el deseo de rescatar su poder, no el indagar desde que
fecha exacta inicio su práctica.
En el pasado, se enseñaba en las escuelas e iglesias tres expresiones para bendecirnos:
la costumbre era santiguarse, signarse o persignarse. Los padres y madres bendecían
santiguando con la santa señal de la cruz a sus hijos e hijas, en sus salidas y entradas.
Esta bendición se realiza mediante el trazado imaginario de una cruz, con la mano
derecha sobre el cuerpo del bendecido, siempre acompañada de la siguiente oración
oral o mental: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amen.
El catecismo de la iglesia católica nos revela y enseña en sus numerales 2157 y 2166 lo
siguiente:
El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la señal de la cruz,
“en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. El bautizado consagra
la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Señor que le permite actuar en el
Espíritu como hijo del Padre. La señal de la cruz nos fortalece en las tentaciones y en
las dificultades.
Todos los católicos, incluso los menos practicantes, lo han hecho alguna vez en su vida.
Veamos el significado de estas expresiones de caridad, según el diccionario de la real
academia española (DRAE).
Consiste en dibujar una cruz con la mano derecha, sobre nuestro cuerpo mientras
invocamos a la Santísima Trinidad, con la siguiente oración: “En el nombre del Padre
(tocar la frente), del Hijo (tocar el abdomen) y del Espíritu (tocar el hombro izquierdo)
Santo (tocar el hombro derecho) “. Amén.
Oración para santiguarse:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +
Amen.
Signarse
Del verbo signar. En el cristianismo, hacer la señal de la cruz sobre alguien o algo.
Hacer con los dedos índice y pulgar de la mano derecha cruzados, o solo con el pulgar,
tres cruces, la primera en la frente, la segunda en la boca y la tercera en el pecho,
pidiendo a Dios que nos libre de nuestros enemigos.
Consiste en formar una cruz con el dedo pulgar e índice de la mano derecha y
conservando esta postura llevamos la mano hacia la frente y dibujamos tres cruces
rosando con el dedo pulgar la piel: primera cruz sobre la frente (1), segunda cruz sobre
nuestra boca (2) y tercera cruz sobre nuestro pecho (3). Mientras rezamos lo siguiente:
“Por la señal de la Santa Cruz (cruz sobre la frente), de nuestros enemigos (cruz sobre
la boca), líbranos, Señor, Dios nuestro (cruz sobre el pecho) “.
Oración para signarse:
(1) Por la señal de la santa cruz. +
(2)de nuestros enemigos. +
(3)líbranos, Señor, Dios nuestro. +
Amén.
Persignarse.
Del verbo persignar. Hacer la señal de la cruz.
Signar y santiguar a continuación. U. t. c. prnl.
Para persignarse se usa la combinación de las dos acciones anteriores. Primero nos
signamos y luego nos santiguamos. Recitamos toda la oración completa que puede ser
oral o mental y terminamos con la palabra amen que significa así sea.
Oración para persignarse:
(1) Por la señal de la santa cruz. +
(2)de nuestros enemigos. +
(3)líbranos, Señor, Dios nuestro. +
(4)En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +
Amen.
Cada vez que nos santiguamos (la expresión más usada para bendecirnos), llevamos a
la práctica una gran lección de fe en la vida diaria, dibujando la cruz de Cristo desde
nuestra cabeza al abdomen y del hombro izquierdo al derecho, para que Jesús
bendiga nuestro día, nuestros pensamientos, nuestros amores, actos y el trabajo de
nuestras manos, a la vez que invocamos al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, tres
personas distintas en la unidad de un solo Dios verdadero.
Cuando no santiguamos, signamos o persignamos nos bendecimos a nosotros mismos.
He consultado el diccionario de la real academia española (DRAE) para conocer el
significado correcto de estas acciones, no pretendo con ello que cambies la palabra con
la que das a conocer tu expresión para bendecirte y bendecir. Llámala como quieras,
bendición, santiguar, signar o persignar. Lo importante aquí es creer, recuperar y
reconocer el poder de la bendición con la Santa señal de la Cruz.
Hacernos la santa señal de la Cruz se ve como un gesto simple, pero a la vez hay una
profunda expresión de fe para los católicos cuyo fin es proteger, liberar, sanar y
fortalecer el alma. Nos bendecimos cada vez que oramos, cuando entramos en una
iglesia, luego de recibir la comunión, al comer, al beber, cuando nos sentamos, cuando
nos acostamos, y para decirlo en una palabra, en todo tiempo y en toda ocasión que
lo amerite.
Cuando nos bendecimos con la santa señal de la cruz, oramos, encomendamos a Dios
las tareas del día, abrimos nuestro corazón, nos prepara para recibir la bendición de
Dios y nos dispone para cooperar con su gracia.
Cuando nos bendecimos con la santa señal de la cruz, invocamos la Santísima Trinidad:
Padre, Hijo y Espíritu Santo, estamos reconociendo la pertenencia a Cristo, nuestro
verdadero Pastor. Nos recuerda el amor infinito de Jesús.
Cuando nos bendecimos con la Santa señal de la Cruz, los demonios vuelan lejos, los
semblantes cambian, donde había un problema se presentan múltiples soluciones.
Cuando nos bendecimos con la Santa señal de la Cruz, nos sellamos con El Espíritu
Santo, la Sangre de Cristo y la Palabra de Dios Padre.
"Y Dios es el que nos da fuerza, a nosotros y a ustedes, para Cristo; él nos ha ungido y
nos ha marcado con su propio sello al depositar en nosotros los primeros dones del
Espíritu”. (2Co 1:22).
Cuando nos bendecimos con la santa señal de la cruz, en público, es una simple forma
de testificar nuestra fe ante otros.
"No nos sintamos avergonzados de confesar al Crucificado. Que la Cruz sea nuestro
sello hecho con valentía por nuestros dedos en nuestra frente, y en todo; sobre el pan
que comemos, en las copas que bebemos; en nuestras entradas y salidas; antes de
dormir, cuando nos acostamos y cuando nos levantamos; cuando estamos en camino
y cuando estamos quietos" (San Cirilo de Jerusalén).
La Santa señal de la Cruz es una de las muchas armas para alejar los peligros. San Benito
la uso según el siguiente registro:
En el libro escrito por el papa San Gregorio Magno, “vida de San Benito Abad” (480-
547) en el capítulo II leemos. “Un día, estando a solas, se presentó el tentador. Un ave
pequeña y negra, llamada vulgarmente mirlo, empezó a revolotear alrededor de su
rostro, de tal manera que hubiera podido atraparla con la mano si el santo varón
hubiera querido apresarla. Pero hizo la señal de la cruz y el ave se alejó”.
Y en el capítulo III leemos: …Viendo que bajo su gobierno no les sería permitido nada
ilícito, se lamentaban de tener que, por una parte, renunciar a su forma de vida, y por
otra, haber de aceptar normas nuevas con su espíritu envejecido. Y como la vida de los
buenos es siempre inaguantable para los malos, empezaron a tratar de cómo le darían
muerte. Después de tomar esta decisión, echaron veneno en su vino. Según la
costumbre del monasterio, fue presentado al abad, que estaba en la mesa, el jarro de
cristal que contenía aquella bebida envenenada, para que lo bendijera; Benito levantó
la mano y trazó la señal de la cruz. Y en el mismo instante, el jarro que estaba algo
distante de él, se quebró y quedó roto en tantos pedazos, que más parecía que aquel
jarro que contenía la muerte, en vez de recibir la señal de la cruz hubiera recibido una
pedrada. En seguida comprendió el hombre de Dios que aquel vaso contenía una
bebida de muerte, puesto que no había podido soportar la señal de la vida. Al
momento se levantó de la mesa, reunió a los monjes y con rostro sereno y ánimo
tranquilo les dijo: "Que Dios todopoderoso se apiade de vosotros, hermanos. ¿Por qué
quisisteis hacer esto conmigo? ¿Acaso no os lo dije desde el principio que mi estilo de
vida era incompatible con el vuestro? Id a buscar un abad de acuerdo con vuestra forma
de vivir, porque en adelante no podréis contar conmigo".
Capitulo Segundo.
II. Etapa de Iluminación y Conciencia.
Lo que Dios creador de cielos y tierra elije y consagra, es reservado para los propósitos
de Dios y no se deben usar para tareas mundanas. Su corazón y sus ojos estarán siempre
fijos en ello, en su honra y cumplimiento.
Dios Hijo hecho hombre y muriendo en sustitución del ser humano perdido para
siempre y separado de Dios, santifica la cruz que antes era maldición. Significa que de
ahí en adelante la cruz es santificada y apartada para un uso especial.
La Santa señal de la Cruz no es un gesto vacío, la señal de la cruz ahora es un signo
santificado y apartado para bendecir, proteger, liberar, sanar, fortalecer. Es una potente
oración enseñada por nuestro Divino Paráclito y generador de vida cristiana, el Espíritu
Santo que nos conecta como Hijos, al Dios Todopoderoso creador de cielos y tierra,
nuestro Padre Celestial.
El monte Sinaí fue santificado y apartado de todos los otros montes para entregar la
ley (Ex 19:23). El templo en Jerusalén fue santificado y apartado de todos los demás
lugares para la adoración del único Dios verdadero (2Cr 7:16) (1Re 9:3). Los objetos
de uso en el templo son santificados para un uso especial y sagrado. (Mt 23:17).
Recordemos la noche en la que el rey Baltasar de Babilonia, " mandó traer los vasos de
oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había robado en el templo de Jerusalén,
para que bebiesen en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. " (Dn 5:1-30).
Este fue el último acto del rey Baltasar, ya que fue asesinado esa noche por los invasores
persas.
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro.” (Rm 6:23).
Conscientes del poder de bendecir con la señal de la cruz, pidamos la gracia para
aceptar el llamado y el plan de Dios, la santificación, porque desde el principio, Dios
nos eligió, te aparto para un uso especial y ya había decidido que fuéramos semejantes
a Nuestro Señor Jesucristo, el hermano mayor, el primogénito.
Ahora elegido y llamado y apartado entre los elegidos aceptemos unidos, orando los
unos por los otros para alcanzar la iluminación, justificación y la plenitud en Cristo
Señor Nuestro. Amen. (cf Rm 8: 28-30).
Dios nos llama desde el vientre de la madre a la vida, a una vida renovada, nos resucita
en el aliento vital que nos ofreció en la creación. Nos revitaliza en la fe, en la esperanza
y la caridad con la resurrección. Pidamos llenos de confianza para que cada día
apliquemos el poder de bendecir con la Santa señal de la Cruz y sepamos ver esta
vocación que Nuestro Señor Jesús resucitado nos ofrece.
Sobre el misterio sagrado del santo sacramento del bautismo, dice el catecismo de la
iglesia católica: La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta
de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo
nos ha adquirido por su cruz (CIC 1235).
Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa,
de objetos, de lugares). Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus
dones. En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre "con toda clase de
bendiciones espirituales" (Ef 1:3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre
de Jesús y haciendo habitualmente la señal Santa de la Cruz de Cristo. (CIC 1671),
Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar personas a
Dios y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares. Entre las que están destinadas a
personas –que no se han de confundir con la ordenación sacramental– figuran la
bendición del abad o de la abadesa de un monasterio, la consagración de vírgenes y
de viudas, el rito de la profesión religiosa y las bendiciones para ciertos ministerios de
la Iglesia (lectores, acólitos, catequistas, etc.). Como ejemplo de las que se refieren a
objetos, se puede señalar la dedicación o bendición de una iglesia o de un altar, la
bendición de los santos óleos, de los vasos y ornamentos sagrados, de las campanas,
etc. (CIC 1672).
“El poder de bendecir” con la santa señal de la cruz, nos lleva a conocer el Amor Santo;
no se trata de un sentimiento basado en la simpatía o el favor de la otra persona hacia
nosotros; es un acto voluntario en el que decidimos hacer lo que es mejor para la otra
persona. Es el propósito que Dios tiene para las almas especialmente elegidas dentro
de las almas elegidas y, por tanto, no es algo que podamos generar. Pero mientras el
Espíritu Santo produce sus frutos, el Amor Santo fluirá a través de nosotros hacia quienes
nos rodean, incluyendo a nuestros enemigos.
Santa Faustina dice en su diario en el numeral 1556:
“Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me explicó que entre las almas
elegidas tiene algunas especialmente elegidas, que llama a una santidad elevada, a una
unión excepcional con Él. Éstas son las almas seráficas de las cuales Dios exige que lo
amen más que otras almas; a pesar de que todas viven en el convento, no obstante,
este amor más intenso lo exige, a veces, de una sola alma. Tal alma comprende la
llamada, porque Dios se la hace conocer interiormente, pero puede seguirla o puede
no seguirla; del alma depende si es fiel a las llamadas del Espíritu Santo, o si se opone
al Espíritu Santo. Supe que hay un lugar en el purgatorio donde las almas satisfacen a
Dios por este tipo de culpas; entre diversos tormentos, éste es el más duro. El alma
marcada por Dios de modo especial se distinguirá de entre otras almas por una mayor
gloria, por el resplandor y por un más profundo conocimiento de Dios; en el
purgatorio, por un sufrimiento más profundo, porque conoce más a fondo y anhela
más violentamente a Dios; en el infierno, sufrirá más que otras almas, porque sabe más
profundamente a quien ha perdido; este sello del amor exclusivo de Dios no se borra
en ella.”
Ser Santo requiere agallas y valentía para vivir el Evangelio. Se entiende mejor, así, la
palabra de Jesús: “el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistan”.
Renovarse, para alcanzar la iluminación y la plenitud a pesar de las caídas, las crisis, las
sequedades, tan duras, eso es querer la santidad. (cf Mt 11: 12).
1. A la acción.
La gloria se la doy a Dios, un día amanecí con el deseo de practicar la bendición con la
santa señal de la cruz y comprometerme con mi prójimo. Trace la santa señal de la cruz
entonces a todas las personas que me encontraba en el camino. Lo hice durante días y
meses, mentalmente, sin comentar a nadie al respecto.
Diariamente bendecía a cientos de personas; nadie sabía lo que hacía en este mundo
físico, pero en el espiritual alguien estaba molesto.
En aquellos días tuve un sueño (otra ficha para el puzle), que me animo enormemente
y en él vi lo que realmente estaba sucediendo. Este libro ha nacido de esta experiencia
espiritual que ha marcado profundamente mi vida, al permitirme recobrar el sentido
profundo del poder de la bendición con la Santa señal de la Cruz.
En el sueño caminaba por una calle llena de personas, unas iban en mi misma dirección
otras en dirección contraria. Observaba que algunas sufrían de angustia, otras
caminaban sin saber para dónde ir, caminaban encorvadas, con dificultad. Algunas
permanecían acuclilladas mendigando comida, otras no podían moverse. Les imponía
mis manos y su actitud cambiaba, se enderezaban, levantaban sus hombros y rostros;
Caminaban seguras, recobraban el ánimo, la concentración, recobraban la movilidad.
Otras personas trataban de atacarme y cuando levantaba mis manos en dirección hacia
ellas, quedaban paralizadas como estatuas, otras se estremecían, mermaban de estatura
y rejuvenecían, otras desaparecían. A la vez sentía que salía un poder inexplicable de
mí alma.
Algunas personas trataban de sorprenderme lanzándose contra mi desde lo alto para
hacerme daño y cuando dirigía mi mano hacia ellas quedaban paralizadas como
estatuas en el aire.
Cuando desperté, me interrogaba sobre el significado del sueño, con el deseo de saber
su interpretación. Salí de la casa como siempre con el deseo de bendecir con la señal
de la cruz, al doble de almas que me encontrara durante el día. Entonces empecé
bendiciendo siempre haciendo la santa señal de la cruz mentalmente a la mayor parte
de personas que pasaron por mi lado, igual lo hice con el motorista del autobús de
servicio público que abordé, me senté en la parte de atrás y lo hice con todos los
pasajeros, sin dejar pasar los que subían al autobús. Bendecía los transeúntes,
motociclistas, etc. que veía desde la ventanilla del autobús. Me bajé en el lugar de
siempre y continúe bendiciendo a los que venían en dirección contraria, a los que me
pasaban, hasta llegar al centro comercial donde trabajaba, bendije a mis empleados, a
los clientes que entraban en la tienda y así lo hice todo el día hasta llegar a casa. Ya de
noche cuando escribía el sueño como lo he venido haciendo, por consejo de una
compañera de la Renovación Carismática Católica de Cali, en adelante RCCC, y que
sorpresa, mientras hacia el registro iba teniendo la interpretación de lo que sucedió en
el sueño, era la consecuencia de la bendición con la Santa señal de la Cruz. Protegía,
liberaba, sanaba o fortalecía a todos los que recibían la bendición.
Así me sucedió, el bálsamo de gracia era literalmente sencillo, lo que yo tenía que hacer:
bendecir a mi prójimo, con la Santa señal de la Cruz.
Ese día, Nuestro Señor Jesús me habló de forma muy simple y didáctica: “Amad al
prójimo como a ti mismo”.
Recuerdo cuando mi madre me bendecía con la señal de la cruz, dibujando sobre mi
cuerpo la santa cruz. Yo prefería lo hiciera a escondidas, que nadie la viera. Cuando
hablaba con mis amigos ellos opinaban igual, y comentaban como lo hacían sus padres
y la pena que sentían. Nosotros inconscientemente estábamos rompiendo con la
cadena de bendición, no conocíamos su poder. Que ignorancia, la falta de
conocimiento y el olvido de la ley de Dios me había alcanzado y me llevo a la muerte
espiritual. Me imagino tú también tendrás una anécdota al respecto. (cf Os 4:6).
Entonces por física pena, cambié la bendición de la Santa señal de la Cruz, que aprendí
de mi madre. La seguí practicando, pero a mi manera y para cambiar, enseñé a mis
hijas pedir la bendición de esta forma:
Ellas se dirigen a mí y dicen: - Nombre de Dios.
Yo respondía: - dios te bendiga.
De esta forma abolí la Santa señal de la Cruz. Ya no la trazaba o dibujaba sobre sus
cuerpos.
Yo no bendecía le dejaba el trabajo a mi dios (con minúsculas, el que lea entienda) y
desaprovechaba la gracia y el poder de la Santa Cruz: para que las protegiera, liberara,
sanara y les diera fortaleza.
Cuando utilizamos “el poder de bendecir” con la Santa señal de la Cruz, sobre nuestros
hij@s, los defendemos de las asechanzas del enemigo. No obviemos nunca bendecir a
nuestros hijos e hijas con la Santa señal de la Cruz.
Cuando nos ocupamos en nuestros problemas, tratando de resolver conflictos,
pagando deudas, angustiado por los hijos, invirtiendo dinero en negocios para obtener
más, o cualquier otro asunto temporal en la tierra, nos olvidamos en buscar primero el
Reino de Dios y su justicia. Apartados de Dios no podemos hacer nada y nos hacemos
sordos al llamado y el propósito para el cual hemos nacido. Ignoramos que al realizar
la tarea que se nos dio a todos los elegidos, nuestro Padre Dios encuentra
contentamiento.
Cuando el elegido responde a ese llamado y se ocupa de él con ánimo y diligencia, de
manera sobrenatural todas sus cargas desaparecen y uno a uno son resueltos sus
problemas, porque se cumple la Palabra del Señor quien no miente ni se arrepiente.
Él nos dice: Ocúpate de mis cosas y yo me ocupare de las tuyas.
"Si servís al Señor, vuestro Dios, él bendecirá tu pan y tu agua; y yo alejaré de ti toda
enfermedad." (Ex 23: 25).
Aceptemos el reto que Dios nos plantea hoy, ocupémonos de sus cosas y descubramos
como su Palabra se cumple en nuestra vida, porque Dios creador de cielos y tierra,
convertirá nuestros problemas en fuente de bendiciones.
Invito a todos a poner en práctica el poder de bendecir con la santa señal de la cruz.
No obvie la señal de la cruz para usted y su familia. Esta señal nos hace mejores padres,
mejores madres, mejores esposos, mejores esposas, mejores hijos, mejores hijas,
mejores hermanos, mejores hermanas…
Primero que todo nunca dejes de bendecir a esa persona maravillosa y tan digna de
amor, que somos nosotros mismos. “El poder de la bendición” se activa cuando
empezamos a bendecirnos.
Todo gesto simbólico, todo signo, para bendecir con la santa señal de la cruz nos ayuda
a entrar en comunión con lo que simboliza y significa, esta expresión de caridad. Si nos
quedamos en la pura rutina, el signo se convierte en gesto ritual y rutinario, no significa
nada ni conduce a nada. Por tanto, cuando nos hagamos la santa señal de la cruz sobre
nosotros mismos, si no lo hacemos con fe, puede convertirse en un gesto mecánico
escaso de poder.
Cuando colocamos una santa cruz en la casa, oficina, carro o cuando la trazamos
mentalmente a otra persona o cuando hacemos la santa señal de la cruz al empezar la
Eucaristía o al recibir la bendición final, deberíamos dar a nuestro gesto su auténtico
sentido de fe. Debe ser un signo de nuestra alegría por sentirnos salvados por Cristo,
dejándonos abarcar, consagrar y bendecir por ella, gloriándonos en la Santa Cruz de
Nuestro Señor Jesús.
Lo que es a mí, Dios me libre de gloriarme, si no es de la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. (Ga 6:14).
Más aún, bendecirse con la santa señal de la cruz debe ser un compromiso, porque la
Cruz es el mejor símbolo del estilo de vida que Cristo nos enseñó y que nos invita a
recorrer:
‘Entonces Jesús dijo a los discípulos:
—El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga’ (Mt
16:24).
Debemos reconocer a la bendición con la santa señal de la cruz, todo su contenido
para que no sea un símbolo vacío, y entonces así será un signo que al practicarlo
continuamente nos alimente la fe y nos entusiasme a seguir el estilo de vida que Jesús
nos enseñó.
Es un gesto sencillo, una expresión de caridad, pero lleno de significado porque si se
hace con la debida devoción, se convierte en una verdadera confesión de nuestra fe:
Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia ya que al hacerlo
sobre nuestra persona queremos decir que estamos bautizados y, por lo tanto,
pertenecemos a Cristo, quien es nuestro Redentor y Salvador y el origen y razón de
nuestra existencia cristiana.
La bendición con la santa señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal,
pero debemos hacerlo correctamente, con fe y devoción, sin prisas, respetuosamente y
conscientes en todo momento del significado de persignarnos.
¿Qué sucede cuando bendecimos a otras personas con la santa señal de la cruz?
Cuando bendecimos con la santa señal de la cruz a otra persona, con nuestra mano
(gesto) o mentalmente estamos haciendo una señal indeleble sobre el alma, es un arma
poderosa de amor que tiene su base en el triunfo de Jesús en la cruz; y cada uno de
nosotros puede descubrir y aplicar para cumplir su propósito mejor y con mayor
plenitud.
Descubramos juntos “el poder de bendecir” con la santa señal de la cruz.
Meses después se me ocurrió compartir mi experiencia con unos compañeros del
ministerio de evangelización de la RCCC. El líder no estuvo de acuerdo y me llamo la
atención:
“Jesús solo imponía sus manos, el no hacia señales de cruz, eso es nueva era”.
Convenció en secreto, aprovechando su posición en el ministerio a un grupo de
compañeros, quienes, sin escucharme y sin argumentos, en lugar de apoyarme,
criticaban mis logros.
Es fácil amar a tu familia y amigos, pero es difícil amar a una persona que no parece
tener ninguna capacidad de redención. Cuando asistía a los actos litúrgicos de la RCCC
trataba de prestarle a mis antipáticos compañeros todos los servicios que podía; y
cuando sentía la tentación de contestar de manera desagradable, me limitaba a
bendecirlos y a dirigirles la más encantadora de mis sonrisas. Después de cierto tiempo,
confieso mis sentimientos comenzaron a cambiar de verdad. En definitiva, una persona
difícil únicamente puede hacernos daño si nosotros se lo permitimos. Siempre hay una
alternativa, quizás sea difícil e incluso puede parecer imposible, pero este ejemplo nos
revela que incluso la persona más antipática tiene el potencial de recibir las gracias de
la bendición con la santa señal de la cruz.
Prácticamente fui desterrado y aun así no me importó estar solo, seguí aprendiendo y
no solo logré bendecir como nunca antes alguien lo había hecho, sino que empecé a
enseñar a otras almas “el poder de bendecir” con la santa señal de la cruz y de tener fe
y confianza en sí mismos para alcanzar sus metas y a no aceptar las limitaciones
impuestas por los demás.
Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí
del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios.
Creí. Creí firmemente en “el poder de bendecir” con la santa señal de la cruz. El Señor
me hizo sentir que no estaba solo y aprendí a ver las cosas de una manera diferente y
sin los límites del “qué dirán” y el “no se puede”.
Consulte una profesora de la RCCC en quien confiaba y le conté un poco de lo que me
acontecía, ella se sentó unos minutos conmigo y rápidamente después de escucharme
me dijo: “lo van a visitar” y “no le cuente a nadie lo que está sucediendo”.
Como todos los compañeros estaban en el salón se puso de pie y empezó con la
enseñanza del día. Quería que me explicara de otra forma, pero después entendí que
así tenía que ser, medité sus palabras y ore durante muchos días y entendí todo a
medida que fueron llegando tales circunstancias.
Cuando hable en el ministerio de evangelización, hable también al mundo espiritual y
no lo sabía (“no le cuente a nadie lo que está sucediendo”). Los espíritus de oscuridad
están donde hay pecado (yo lo llamo puertas abiertas). Todo espíritu necesita de un
cuerpo con una puerta abierta para entrar, crecer y tener información de lo que haces
en este mundo físico. Como consecuencia el mundo espiritual sabia de mis planes,
necesitaban detenerme y empezaron a usar a los amigos que me rodeaban y tenían
aseso a mi amistad (“lo van a visitar”).
A los pocos días compartía una charla informal con unos amigos de la iglesia
protestante, hablamos siempre de lo que nos unía, esa era siempre la condición. Pero
uno de ellos empezó a hablar mal de la santa señal de la cruz. Yo escuchaba, no dije
nada y meditaba en aquellas palabras.
En otra ocasión escuche en una fundación protestante una charla donde un hombre
criticaba a otro que se santiguaba. Igual escuché a la distancia, no dije nada y meditaba
en aquellas palabras.
De esta forma sucedió en varias ocasiones, recibía mensajes subliminales para que
abortara el plan de recuperar y transmitir “el poder de bendecir” con la santa señal de
la cruz.
De haberles hecho caso no hubiera conocido y visto lo que verdaderamente sucede
cuando bendices con la santa señal de la cruz al prójimo. “Para ver hay que creer”.
Había ido yo a la RCCC, porque es una corriente de gracia por medio de la cual el
Espíritu de Dios nos lleva a vivir de manera vivencial la realidad del Cuerpo de Cristo.
Pero, según se veía, no había cambio en los corazones de los líderes que dirigían el
Movimiento. Éste es otro punto de partida para una larga reflexión que, 10 años
después, culmina en este libro.
Así pues, este libro está escrito por alguien que tiene plena conciencia de estar en las
etapas más elementales de la escalera espiritual que lleva al cielo. Pero mi trabajo de
formación con hermanos angustiados, endeudados, desesperados, desorientados o
distraídos me permitió tomar conciencia de que su atenta forma de escuchar lo que yo
les decía, de realizar las “tareas” y reconciliarse con Dios; cambiaba totalmente en
cuanto escuchaban mi testimonio y se enteraban de que yo también había sido un
transgresor como ellos.
El mejor apoyo de un esclavo que quiere liberarse de su pecado son los ex-esclavos del
pecado, no los eminentes especialistas en derechos humanos, administración, teología
y psicología.
Busca, pues, este conocimiento supremo no discutiendo sino llevando una vida de
perfección, no a través de la lengua sino de la fe que brota de un corazón simple y
humilde.
Busca este conocimiento divino abriendo tu corazón a las enseñanzas del Espíritu Santo,
no a través de sabias conjeturas. Porque si buscas al excelso e inefable a través de
razonamientos, se alejará más de ti; si le buscas por la fe, la Sabiduría permanecerá allí
donde habita: en tu corazón.
Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis mandatos, escuchando a la sabiduría
y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia;
si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el
respeto del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios (Pr 2: 1-5).
Ahí está la fuerza que protege, libera, sana y fortalece; que eleva y regenera. Se
encuentra en bendecir con la santa señal de la cruz. La bendición espontánea es una
fuente inagotable, como un arroyo cristalino y puro que se precipita en cascada sobre
las almas. Es el bálsamo de gracia perpetuo, que limpia, restaura, corrige y fortalece las
almas.
Al comienzo, fue una decisión activada por el Espíritu Santo, una sincera intención
espiritual que poco a poco se adhirió a mi corazón. Porque la bendición con la santa
señal de la cruz es, ante todo un regalo por la misericordia de Dios.
Quería llegar lejos con “el poder de bendecir”, entonces bendecía con la señal de la
cruz mi corazón, con la petición de hacer la voluntad de Dios y mantenerme firme para
presentar mi renuncia ante Dios, al libre albedrio.
Bendecía con la señal de la cruz a las personas a lo largo de todas las jornadas: casas,
plantas, mascotas, familia, me bendecía mientras me duchaba en las mañanas. Bendecía
las personas mientras visitaba el Santísimo, cuando iba a misa, en los centros
comerciales, en el supermercado, los alimentos mientras cocinaba. Bendecía
mentalmente con la señal de la cruz, a cada uno de los integrantes de mi familia, uno
a uno, en silencio, mencionando sus nombres.
Seguí con esta devoción varios meses, mientras el sueño se repetía en diversos
escenarios, me veo presente en grupos de personas o caminando por diversos lugares,
imponiendo las manos, o haciendo la santa señal de la cruz, siento que un poder sale
de mí, cuando las almas son liberadas y sanadas.
Hay días que olvido por momentos bendecir, pero vuelvo y retomo la devoción. La
he ido convirtiendo en una alabanza silenciosa, en un ejercicio agradable sin acepción
de personas.
Angustiado me dirigí a la Santa Biblia, la sujete con mis manos, cerré los ojos y ore
pidiéndole al Señor una Palabra de aliento. Enseguida abrí la Santa Biblia, fijé el dedo
índice en un lugar de la página, abrí los ojos y exclamé. “Escucha, oh Dios, mi oración.
Salmo 55
Me agito en mi ansiedad,
gimo ante la voz del enemigo,
ante la mirada del malvado,
que descargan falsedades sobre mí,
me difaman a la cara.
Se me retuerce por dentro el corazón,
me asaltan pavores mortales;
me invaden temor y terror,
me cubre el espanto.
Pienso: ¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Entonces huiría muy lejos,
me hospedaría en el desierto;
me apresuraría a buscar un refugio
ante la tormenta y el huracán.
¡Destrúyelos, ¡Señor,
confunde sus lenguas!
Oré con este salmo durante muchos meses. En los primeros días sentía miedo, cuando
recordaba todo lo que me habían dicho mis compañeros antes de la misa y en el ágape;
y la indiferencia a la que me sometieron cuando termino la reunión y los días, y meses
posteriores. Entonces mientras recordaba las personas que fueron usadas para atacarme,
rezaba el rosario y los bendecía con la santa señal de la cruz.
Empecé a sentir alivio, era como si algo se evaporaba dentro de mí. Me envolvía una
paz y la gracia ocupaba mis vacíos con Amor Santo. Ver a mis excompañeros o traer la
escena de aquel recuerdo no alteraba mi corazón, los entendí, los comprendí y ahora
oraba por ellos con verdadero amor.
El que perdona la ofensa cultiva el Amor, el que insiste en la ofensa divide a los amigos.
(Pr 17:9).
La traición de los amigos nos evoca a Judas, cuando entregó al Señor (Mt 26,23).
Nos vendrá bien clamar, e incluso llorar, con tal de que lleguemos a tener confianza en
Dios.
El mejor recurso de invocar a Dios (con palabras, lágrimas y suspiros) es entregarle
nuestras cargas y afanes.
Fui mejorando y me sentía cada vez mejor. A los opositores y adversarios los entendía
y comprendía perfectamente.
“Existen personas que por sus oraciones y sacrificios se han hecho verdaderos amigos,
aunque le retires el saludo él siempre se fijara en tu bienestar espiritual y no en tu
situación económica. Entonces vemos que la verdadera amistad es aquella que se da en
función del amor santo, y que, por lo tanto, quien no ama a Dios, jamás podrá ser un
verdadero amigo”.
No he recibido ninguna palabra de mis antiguos adversarios, ni la más pequeña
expresión de afecto ni la menor excusa de su parte. Pero he recibido gracia, tras gracia
del autor de la vida, de mi creador y todo cuanto me rodea. A manos llenas he recibido
las maravillas de la gracia.
Yo sigo siendo un verdadero amigo, sigo bendiciéndolos con la santa señal de la cruz,
cuando los veo o los recuerdo, aunque ellos no me saluden hoy.
En esa época no conocía el poder de bendecir, pero hoy espero que esta enseñanza de
Dios llegue a tiempo a todos los corazones de estas almas, para invertir el proceso,
corregir y empezar a bendecirse y bendecir.
No vuelvas a maldecirte, o a soltar “madrazos” cuando inconscientemente cometas un
error. Desde ahora cuando esto ocurra, enseguida de la auto maldición, la contrarrestas
y dices: “Yo soy muy inteligente” y lo acompañas de una oración o de la santa señal
de la cruz.
Si lo haces frente a tus hijos, pídeles perdón y procede de la misma manera
bendiciéndote. Recuerda siempre “una imagen vale más que mil palabras”.
Ahora, cuando tus hijos cometan una torpeza, no lo maldigas, sosiégate y bendícelo
con la santa señal de la cruz:
Si rompe algo, bendícelo con la santa señal de la cruz y dile mientras lo haces “hij@ yo
bendigo tu habilidad y tu destreza, no te preocupes”.
Si olvida la lección, bendícelo con la santa señal de la cruz y dile mientras lo haces “
hij@ yo bendigo tu perfecta memoria”.
Si se irrita, bendícelo con la santa señal de la cruz y dile mientras lo haces “hij@ yo
bendigo tu calma, tu serenidad, tu paciencia”.
Cuando los escuches decir: “yo soy muy bruto”, “mucha bestia” etc.
Bendícelo con la santa señal de la cruz y dile mientras lo haces “hij@ tú eres muy
inteligente”, “tú eres un(a) hij@ de Dios”.
No continúes perdiendo el tiempo y siguiendo paradigmas de derrota; desde hoy date
la oportunidad de bendecir a tus hij@s, que no pase un solo día sin abrazarlos y
bendecirlos con la santa señal de la cruz. El resultado final, rompemos con la cadena
intergeneracional de maldición y logramos un hogar armonioso, con hij@s
sembradores de paz.
Tu mujer, como una vid fecunda, en la intimidad de tu casa, tus hijos como brotes de
olivo en torno a tu mesa.
Así bendecirá el Dios fiel al varón que respeta al Señor (Salmo 128:3-4) .
Yo te bendigo amigo lector, “tú eres muy inteligente, un instrumento de paz”. + + +
4. Te basta mi gracia.
En un momento determinado de mi carrera como empresario, tuve que hacer frente a
una de las decisiones más difíciles de mi vida: o conservar mi gran empresa y familia o
atender el llamado de Dios creador de cielos y tierra; y dar a conocer las maravillas de
su gracia.
En lugar de obedecer, someterme con humildad al llamado y aceptar la voluntad de
Dios y sus gracias, elegí forcejear para no cumplir con mi tarea y actuar sin
responsabilidad. Él me hizo entender amorosamente que hacer su voluntad era
agradable, bueno y perfecto.
Elegido, haz una parada, un alto en el camino para evaluar tus decisiones y hacer los
ajustes. Corregir la dirección de ser necesario para ascender en la dirección correcta.
Detengámonos un momento a contemplar los pequeños pasos que damos.
¿contribuyen estos a la felicidad esperada?,
¿nos sentimos vivos?
¿Nos acercamos o alejamos de la meta?
Cuando vamos afanados, corriendo sin parar, sin levantar la cabeza para ver todo el
panorama, corremos el riesgo de ir a la meta equivocada.
No vinimos a este mundo para ir a su rápida velocidad. Estamos aquí para cumplir uno
de estos dos designios:
El que nos invita a dar, elaborado para vida por el Dios creador de cielos y tierra.
Y el otro designio, que solo nos enseña a recibir y acumular; diseño de muerte y afanes
hecho por el dios de este mundo.
Para sacar a flote nuestras verdaderas fortalezas y dejar una huella en este mundo con
nuestro trabajo apasionado, debemos elegir la propuesta correcta que nos lleve a
cumplir nuestro propósito, pero sobre todo para alcanzar la verdadera meta.
Como elegidos y decididos a peregrinar, nosotros queremos que los miembros de
nuestra familia nos acompañen, conozcan el amor y el perdón de Dios. Pero a veces,
los miembros de nuestra familia rechazan a Jesús. Si estás pasando por una situación de
rechazo, en ocasiones, se burlarán y le insultarán por ser un seguidor de Jesús.
¿Qué debo hacer cuándo mi familia rechaza a Jesús?
No trate de convencerlos ahora, recuerda que no es con nuestras fuerzas o riquezas
sino con el poder del Espíritu santo. Use su arma secreta, el poder de bendecir con la
santa señal de la cruz y el santo rosario; posteriormente su cercanía y amistad con Dios.
Para sentirnos vivos, para alcanzar la felicidad, permanezcamos en movimiento,
avancemos por la senda estrecha de la perfección, buscando el pan vivo que baja del
cielo (eucaristía), caminando siempre en ascenso, sin mirar atrás porque delante de ti
está la victoria (la cima del monte Carmelo).
Parafraseando repito con San Pablo el siguiente mensaje:
Queridos hermanos y elegidos, no considero haber llegado ya a la meta. Digo
solamente esto: olvidándome de lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por
delante. Sigo hacia la meta por el camino estrecho de la perfección, para ganar el
premio que Dios me ofreció cuando me llamó por medio de Jesucristo. (cf Fil 3: 13-
14).
Entonces después de decidir dejar mi empresa, mi familia, mis posesiones e hijas.
Jesús me dice:
Estás asustado de cómo los vientos te doblan, como a palmera en playa, necesitas
templarte y endurecerte a todos los vientos y tempestades; tienes que pasar la prueba
del “qué dirán” del “no puedo” la del “no tengo ganas”, la dura prueba de la tentación
insistente, que se enrosca en la familia, fortuna, faldas y fama.
Tres veces rogaste al Señor que se apartara de ti; más de tres y cuatro veces has rogado
que el aguijón de Satanás te sea retirado, pero el aguijón sigue metido en la carne.
A Pablo le dijeron: "Te basta mi gracia, porque en la debilidad se perfecciona la virtud".
Y a ti te dicen lo mismo.
5. Aumentando la Fe.
Creemos que podemos maldecir con mucha facilidad, creemos que alguien nos hizo un
maleficio y si no encontramos trabajo o nos va mal en los negocios, creemos que
alguien nos hizo una brujería.
Sin cuestionarlo, aceptamos, pero cuando se trata de reconocer el poder de bendecir
nos sentimos limitados. El hecho de que podamos maldecir no significa que no
podamos bendecir. Y el primer paso hacia las bendiciones es aceptar que esto es así. Es
un trabajo divino y nosotros, simples mortales, tenemos el don espiritual y la autoridad
para bendecirnos y bendecir a los demás.
Todos tenemos un corazón en el que albergamos sentimientos buenos, de amor y paz;
pero pocas veces somos conscientes que esa capacidad puede crecer y desarrollarse
conforme la cultivemos. El corazón es la sede de la personalidad moral y si somos
conscientes de que tenemos la capacidad para bendecir con todas sus consecuencias,
nos convertimos en administradores activos de Dios para bendecir las almas, con
protección, liberación, sanación y fortaleza.
Generalmente desconocemos el poder sagrado que conlleva bendecir. Bendecir
significa desear el bien en todas sus formas, engrandecer, ensalzar a alguien. Colmar de
bienes a alguien o hacer que prospere, Invocar en favor de ella la bendición divina.
Hacer la señal de la cruz sobre alguien o sobre algo.
Cuando vi las mercedes de la bendición con la santa señal de la cruz, comencé a
aprovechar cada oportunidad y momento para bendecir.
Bendice con la santa señal de la cruz tu ciudad y el lugar dónde vives, la naturaleza y
el aire que respiras, pues sin él dejarías de existir. Bendice los medicamentos que tomas,
al médico, la enfermera, la clínica, el hospital, los pacientes y acompañantes. Tu
empresa, empleados, mercancía y clientes. Banco (acreedores), deudores (cartera) y
dinero. Bendice todo y no pares de bendecir. Pronto veras los resultados.
Cuando alguien te agreda, respóndele con una bendición mental y silenciosa trazando
la santa señal de la cruz. Recuerda que al responder con bendiciones generas un escudo
de protección.
Bendice con la santa señal de la cruz, al sacerdote que preside la misa, al que dirige una
conferencia, al profesor que dicta la clase y elimina con esta bendición el juicio, la
crítica; de esa forma brindarás paz y alegría a tu alrededor. Comienza aplicando estas
formas de bendición con la santa señal de la cruz, y verás la manera en la que tu vida
será transformada en cosas buenas, es decir: Bendiciones.
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