Historia Argentina 1er Parcial
Historia Argentina 1er Parcial
Historia Argentina 1er Parcial
En la primera mitad del siglo XIX, se habían generado muchas expectativas (sociales, económicas, políticas), pero
Argentina en esta primera mitad NO creció tanto y tampoco se había logrado formar un ESTADO NACIONAL. No esto ya
que había guerras civiles (unitarios vs federales) basadas en intereses políticos y económicos, conflictos
interprovinciales.
Con Rosas como Gobernador de Buenos Aires se crea la Confederación Argentina, las provincias tenían ciertos
privilegios, pero Bs. As tenía mayor hegemonía, esto se debe a que tenía recursos (mejores tierras, aduanas, puerto).
Con la segunda Revolución industrial (mejoras en el trasporte innovaciones tecnológicas) va a ayudar que Argentina
logre dar ese salto en la segunda mitad del siglo XIX y comience a crecer.
En 1852 se produce la Batalla de Caseros en donde Urquiza vence a Rosas y aquí comienza en período de
REORGANIZACIÓN NACIONAL.
En 1852 se produce el acuerdo de San Nicolás (Buenos Aires no lo acepta y queda como una provincia aparte).
En 1853 se sanciona la primera Constitución Nacional, Urquiza es el primer presidente CONSTITUCIONAL (no
nacional por qué Bs. As no había firmado, rocíen con el pacto de San José de Flores Bs.As decide unirse a la República).
A principios de la década del ´50 el poder estaba concentrado en los caudillos federales, en la Iglesia (regulaba el
matrimonio, los nacimientos, las defunciones y la educación).
En la Constitución de 1853 se establece libertad de culto pero adopta la religión católica. En este período la iglesia
cumplía una fuerte coerción social (no tanto política, como si la va a cumplir en el siglo XX).
La constitución de 1853 establece: Que la forma de gobierno es REPUBLICANA, FEDERAL, REPRESENTATIVA (el pueblo
comienza a elegir). Dicha constitución no había especificado nada acerca del sufragio. En 1857 se establece una ley
electoral en donde afirmaba que el sufragio era universal, podían votar los hombres mayores, y el voto no era secreto,
sino oral. El mandato del poder ejecutivo duraba 6 años (era fuerte). Esta constitución se basó en la Constitución de
Estados Unidos y en la obra de Alberdi (anti-rosista).
En la Batalla de Pavón (1861) se enfrentan Urquiza y Mitre (defensor de Bs.As), aquí triunfa Mitre, éste llama a
elecciones y él es elegido como presidente constitucional y nacional. Esta batalla significó el fin de la Confederación
Argentina y la incorporación de Bs.As.
Las tres presidencias fundadoras: (Mitre, Sarmiento, Avellaneda), se logra estabilidad política ya que logran terminar los
6 años de mandato, pero sin embargo hay muchos conflictos. Es una etapa de formación.
Sarmiento en 1869 realizó el primer Censo: Había alrededor de un millón de personas en el país, el 60% se ubicaba en el
Litoral y el 40% en el interior.
Un Estado debe tener: Un territorio delimitado, identidad, leyes y burocracia, monopolio de la coerción. Todos estos
cambios se dan entre 1880-1916. Antes, Mitre y Sarmiento se van a encargar de la organización de los empleados
públicos, Sarmiento se va a encargar principalmente de la educación. Ambos además comienzan a hacer guerra a los
caudillos federales.
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NATALIO BOTANA “El orden conservador”
A su vez existía un enfrentamiento entre dos regiones con intereses contrapuestos: Buenos Aires y el interior. Por un
lado la ciudad-puerto que crecía a medida que se ganaba tierra y por otro el interior que cubría una amplia realidad
geográfica. El significado último del conflicto residía en que ninguna de las partes lograba imponerse sobre la otra.
Ninguna tenía el monopolio de la violencia, por el cual un centro de poder reivindica con éxito su pretensión de reclamar
obediencia a la totalidad de la población afianzada en dicho territorio. Es el monopolio de la violencia la característica
más significativa de la UNIDAD POLÍTICA.
Según la perspectiva contractualista la unidad resulta de un dialogo o de una discusión mediante la cual los participantes
voluntariamente transfieren parte de su capacidad de decisión a una autoridad común; para otra perspectiva, en
cambio, la constitución de una unidad política es empresa de conquista y coacción.
En la historia vemos como ambos medios se combinan con grados de intensidad variable. Justo José de Urquiza
(presidente de la Confederación en 1854-1860) para no transferir poder político al centro, combino la efectividad de la
fuerza (la victoria conquistada en el campo de batalla) con la eficacia de un acuerdo pactado por los mismos
gobernadores que fueron protagonistas del régimen de Confederación.
Después de la batalla de Pavón (1861), la cual significó el fin de la Confederación Argentina, y la incorporación de
la provincia de Buenos Aires en calidad de miembro dominante del país, el papel del presidente (normativamente
definido por la constitución de 1853, reformada en 1860) careció de los medios necesarios para hacer efectivo el poder
político. Fueron tres las presidencias que protagonizaron este período que culmina con Roca; la de Mitre en 1862-1868;
la de Sarmiento en 1868-1874; y la de Avellaneda en 1874-1880.
En el transcurso de estas tres presidencias se manifestaron tres problemas básicos el de la integridad territorial, el de la
identidad nacional y el de la organización de un régimen político. La primera cuestión se relaciona con la fuerza
coercitiva de que dispone el poder político para hacer fuerte a determinados actores. En este sentido Buenos Aires se
resistía a ser subordinada y estaba divida en “nacionalistas” conducidos por Mitre y “autonomistas” dirigidos por Alsina.
Esta contradicción dentro de la provincia hegemónica generó una serie de efectos que influyeron sobre la integridad
territorial que se resolverían en el 80. La segunda se refiere a los mecanismos de comunicación entre los diferentes
actores localizados en regiones diferentes y la tercera plantea la necesidad de desarrollar sentimientos de legitimidad
institucional.
Los, arriba mencionados, presidentes provincianos posteriores a Pavón, terminaron sus períodos gubernamentales
combatiendo movimientos de fuerza. Durante los 18 años que transcurrieron entre 1862 y 1880 Roca sirvió al ejército
nacional participando en acciones que contribuyeron a consolidar el poder político nacional. Esa trayectoria militar le
permitió mantener contactos permanentes con las clases gobernantes emergentes y moldear un interés común a para
todo el “interior”. Finalmente, y como resultado de sangrientos encuentros, se promulgaron dos leyes nacionales: una
federalizó la ciudad de Buenos Aires que desde el 8 de diciembre de 1880 quedó sometida a la jurisdicción exclusiva del
gobierno nacional y la otra prohibió a las provincias la formación de cuerpos militares bajo cualquier denominación.
Unión y gobierno ordenado era el lenguaje de Roca, la unión sinónimo de intereses, valores y creencias reunidos en
torno de un sistema de poder común. Y gobierno aparecia como un concepto representativo que implicaba actos y
procedimientos capaces de edificar instituciones que mantuvieran en existencia la unidad policía recién fundada.
La república posible
La búsqueda de fórmulas prescriptivas que conciliaran la desigualdad del antiguo régimen con los principios igualitarios
emergentes, estuvo colmada de fracasos y de errores, pero, de algún modo fue dejando sedimentos que hacia el futuro
podían servir en nuevos proyectos institucionales. Este fue el propósito de Alberdi.
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Juan Bautista Alberdi fue el autor de una fórmula prescriptiva que alcanzó una traducción institucional sancionada por el
Congreso Constituyente en 1853. Lo significativo de esta fórmula consistió en su perdurabilidad sobre las vicisitudes de
la guerra interna entre Buenos Aires y la Confederación.
Esta fórmula tiene la particularidad de justificar un régimen político n cuanto hace al origen del poder y a su programa
futuro. Alberdi sostuvo que los argentinos debían darse una constitución para realizar un determinado proyecto; los
campos específicos sobre los cuales se proyecta son: la inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales
navegables, la colonización de tierras de propiedad nacional, la introducción y establecimiento de nuevas industrias, la
importación de capitales extranjeros y la exploración de los ríos interiores. Para alcanzar estos fines, Alberdi tenía la
intención de provocar un trasplante cultural; rechazaba la cultura tradicional y optaba por el modelo de los países
europeos.
El medio seleccionado para alcanzar estas metas es el régimen político. Alberdi se preocupaba por organizar un poder
central, necesariamente fuerte para controlar los poderes locales y suficientemente flexibles para incorporar a los
antiguos gobernadores de provincia a una unidad política más vasta. El gobierno mixto, que expresa el término
federación, hace emerger un papel político inédito que integra lo nuevo y lo viejo: el control racional de la ley y los
símbolos de dominio y soberanía quebrados desde los tiempos de la independencia. Este papel es el del presidente.
En la fórmula alberdiana el presidente materializa el poder central, pero no detenta todo el poder ni tampoco ejerce un
dominio irresponsable sobre la sociedad. Si bien, el pueblo es siempre la fuente de la cual deriva la legitimidad del
gobernante, para Alberdi sólo algunos están habilitados para intervenir en el gobierno (libertad política); el resto, en
cambio, la mayoría sólo tiene derecho al ejercicio de la libertad civil. En estos términos, Alberdi habla de una República
restrictiva.
La oligarquía política
La República distingue entre la esfera pública y la privada, ambos ordenes permanecen protegidos por una red de
derechos y garantías que se estipulan de modo explicito. La república restrictiva, tal como surge de la fórmula
alberdiana, no definía ningún medio práctico para hacer efectiva la representación. Esta ofrecía una respuesta
satisfactoria pero no suficiente: los únicos que podían participar en el gobierno eran aquellos habilitados por la riqueza,
la educación y el prestigio. A partir del 80 el incremento de la riqueza consolidó el poder económico de un grupo social
cuyos miembros fueron “naturalmente” aptos para ser designados gobernantes. Nació la oligarquía.
La dimensión política del concepto oligárquica supone que; a) hay oligarquía cuando un pequeño número de actores se
apropia de los resortes fundamentales del poder y; b) que ese grupo está localizado en una posición privilegiada en la
escala de la estratificación social.
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Hora: El Boom exportador (1880-1814/16)
Durante 1880 a 1914 hubo un crecimiento de la economía argentina cuyo motor fue el aumento de las exportaciones. El
incremento de la capacidad exportadora estuvo basado en: La explotación de grandes extensiones de tierras vírgenes de
la región pampeana y una profunda transformación de las empresas agrarias y los sistemas de transporte.
En el ´60, ´70 las principales tierras (Santa Fe, Bs.As, Entre Ríos, Córdoba) estaban repartidas, pero había muchas tierras
ocupada por aborígenes. Es por eso que en 1879/80 se comienzan a expulsar a estos aborígenes, primero con las
famosas zanjas de Alsina, y luego Roca con la Campaña al Desierto. Esto tenía un aspecto político pero era
principalmente económico ya que las tierras eran necesarias por la inserción de Argentina a la economía mundial.
En la primera mitad del siglo XIX Argentina producía, tasajo, cuero, cebo. En la segunda mitad de dicho siglo, se
comienza a producir con lana. Aquí la ganadería ovina era la principal actividad ganadera en las tierras más fértiles de la
llanura pampeana. El crecimiento ovino produjo el desplazamiento de la ganadería vacuna a tierras más baratas y menos
favorables del sur y del oeste, en donde predominaban los pastos duros y altos poco aptos para la cría de los ovinos.
A partir de 1890 el ganado ovino comienza a ser desplazado a tierras menos fértiles, ya que a principios del siglo XX se
introduce la producción de carnes refinadas (reemplazo del vacuno criollo por razas con mayor masa cárnica) y cereales,
esto se debía gracias a los cambios producto, a la innovación tecnológica, que hicieron barcos modernos capaces de
trasladar el peso de los cereales/granos (exportaba más del 50% de su producción de trigo, 2/3 de más y el 80% de lino).
Estos nuevos productos exportables remplazaron al cuero y la lana). Aquí se produzco el reemplazo de los bovinos
criollos por razas capaces de producir más y mejor carne, el cambio genérico se aceleró y permitió la constitución de un
mercado local de reproductores de razas. Al prohibir en Inglaterra la importación de “animales en pie” por motivos
sanitarios, los frigoríficos fueron fundamentales para el comercio internacional de carne.
Entre 1888 y 1914 la superficie cultivada en la región pampeana se multiplico dando lugar al desarrollo de numerosas
empresas cerealeras.
Argentina se convirtió en uno de los grandes exportadores de alimentos, ya que en Europa occidental producto de la
industrialización y la urbanización, comenzaron a demandar materias primas y alimentos. La constitución de un mercado
mundial de alimento fue posible gracias a la transformación de los sistemas de transporte basada en innovaciones
tecnológicas (empleo de hierro y vapor). La aparición de buques más veloces y de mayor tamaño redujo los costos de
transporte marítimo. Además en 1880 se dio el desarrollo del telégrafo submarino que comunicó a Bs.As con Europa, y
posibilitó un rápido y económico flujo de información. Antes estas nuevas tecnológicas, Argentina debió renovar su
infraestructura de transportes. Modernizó el Puerto del Riachuelo y el de puerto madero, se construyeron nuevas
terminales en Bahía Blanca y Rosario. Además aquí se dio la construcción de un moderno y extenso sistema ferroviario
(impulsado por fuertes inversiones británicas), que permitió integrar a los mercados externos a las grandes regiones del
país, esto también favoreció a la creación de un mercado nacional. Antes de la Primer Guerra Mundial, Argentina poseía
uno de los sistemas ferroviarios más extenso y más económicos del planeta ya que presentaba un terreno llano y sin
grandes obstáculos naturales. Además fue fundamental para el incremento de la superficie sembrada un cambio en el
modo de producción que se basó en la introducción de nuevas tecnologías productivas basadas en la mecanización de la
siembra y la cosecha. La incorporación de máquinas agrícolas (como el arado) modernas fue fundamental para que
Argentina pudiera explotar la enorme reserva de tierra vírgenes y pocos fértiles.
El volumen de capital extranjero creció enormemente y se volcó hacia emprendimientos productivos como el ferrocarril
(capital inglés y en menor medida francés), compañías de tierras y negocios financieros (capital belgas), generación de
electricidad y algunos servicios públicos urbanos (capital alemán) e industria frigorífica (capital de EE.UU). Argentina fue
el más que más recibió capital extranjero de América Latina. Se produjeron dos grandes ciclos de inversión: el primero se
dio en 1880 hasta la crisis del ´90 y el segundo se desarrolló a principios del siglo XX hasta la Primer Guerra Mundial.
Entre 1880-1914 ingresaron unos 5 millones de inmigrantes, éstos duplicaban a la cantidad de nativos. Por la
inmigración masiva la población argentina creció enormemente, fue el segundo país que más inmigrantes recibió y este
impacto fue mucho mayor que en los EE.UU que fue el principal receptor de inmigrantes porque Argentina tenía muy
poca población nativa. Las mayores olas inmigratorias se dieron en épocas de expansión (1880 y principios de siglo XX).
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Argentina era el país con mayores proyecciones desde 1880 hasta 1930, luego pasa primer Brasil quien todavía las
mantiene en la actualidad.
Entre 1871 y 1914 el 47% de los inmigrantes fueron italianos (primero del Norte y luego del sur), el 32% españoles y el
5% franceses. La capacidad adquisitiva de los salarios pagados en Argentina era mayor a la de su país de origen, pero los
salarios NO fueron el principal motor por los cuales ellos decidieron venir a Argentina, sino que principal motor fue que
este país ofrecía mayores posibilidades de progreso económico y social.
Muchos inmigrantes NO querían naturalizarse ya que si lo hacía perdían la protección del Consulado de su país y porque
no confiaban en el sistema electoral argentino porque lo consideraban fraudulento).
La llegada de los europeos, quienes se ubicaron en las regiones más dinámicas como La Capital, Santa Fe y Bs.As,
potenció el crecimiento económico argentino por:
Además de las inversiones y la llegada de inmigrantes, en dicho período las compras externas/importaciones
aumentaron por el fuerte incremento de la capacidad de consumo de la población. Esto dio ligar a importantes saldos
negativos en la balanza comercial.
La llegada de Roca a la presidencia puso fin a una larga etapa de guerras civiles que habían tornado lenta y dificultosa la
formación de un Estado Nacional. Entre 1880-1914 Argentina estuvo gobernada por presidentes provenientes del
Partido Autonomista Nacional (PAN). Recelosos de la participación popular, los gobernantes autonomistas crearon un
Estado más poderoso y más independiente de las demandas de la sociedad que había existido hasta entonces. El orden y
la disciplina era fundamental para que se de el crecimiento económico. Las políticas públicas del PAN favoreció el
crecimiento de sector exportador y además este partico le dio mucha importancia al desarrollo de la industrial.
Con la llegada de Roca se dio en 1881 la LEY DE UNIFICACIÓN MONETARIA y puso fin a la pluralidad e monedas vigentes.
También se inauguró un régimen de convertibilidad. En 1880 se dio una fuerte expansión de la moneda y el crédito (Con
la crisis de 1890 hubo una contracción). Luego de la crisis de 1890 cobraron mayor relevancia los impuestos internos
dirigidos a gravar el consumo popular. A diferencia de lo sucedió en la década de 1880, el estado desempeñó un papel
secundario en este crecimiento económico, cuyos grandes protagonistas fueron los actores del mercado. Aquí el estado
se definió como un auxiliar del mercado antes que como el principal promotor del desarrollo. El gasto estatal se
concentró en educación (la consideraban unió de los mejores vehículos para lograr la identidad nacional, es por eso que
se enseña la historia de éxito, de héroes), construcción de obras públicas y la expansión de la burocracia estatal.
A fines del siglo XIX principios de siglo XX la Argentina tiene dos problemas principales:
El modelo agroexportador es un modelo LIBRECAMBISTA pero no es un Estado ausente en términos económicos, sino
que interviene. Hasta la crisis de 1929/30 el modelo contó con un fuerte consenso ya que las elites se habían
beneficiado, hay alta concentración de riquezas (recién en 1930 comienza a haber impuestos directos).
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HILDA SABATO “Pluralismo y Nación”
En la Argentina, la discusión acerca del proceso histórico de formación ha estado cuasi ausente, y las retiradas
menciones al populismo no han alcanzado para explicar y cuestionar este proceso. Para abordar el populismo un tema
clave es el de nación e inmigración. La integración de los millones de inmigrantes que llegaron a nuestro país fue una
preocupación central de las clases dirigentes y del estado argentino durante largas décadas. Los resultados de los
esfuerzos realizados en este sentido no gozaron de la aprobación unánime de los contemporáneos, pero con el tiempo
la noción de la Argentina como un crisol de razas ganó terreno. La visión del llamado populismo cultural, sin embargo,
dio batalla contra la versión clásica sintetizada en la formula de la sociedad como crisol de razas.
Durante las primeras décadas de la gran inmigración, la elite política argentina confiaba en la bondad de la incorporación
de europeos portadores de los valores de la civilización al cuerpo de la sociedad local, cuyos componentes nativos
aparecían como decididamente incapaces de protagonizar el proceso de transformación que esa elite se proponía
conducir desde el Estado. En la lucha que se libera contra las fuerzas del pasado y la tradición, los inmigrantes eran
considerados actores principales; eran la materia prima de la nueva nacionalidad.
Unas décadas más tarde, cuando los inmigrantes sumaban cientos de miles y las transformaciones por las que
atravesaba la sociedad resultaban a la vez que más espectaculares, más dramáticas y conflictivas que lo previsto por las
elites dirigentes, se imponía una nueva concepción de nación. El Estado necesitaba una cohesión nacional más solida, y
para esto se instrumentaron medidas y se pusieron en marcha distintos dispositivos cuyo fin era doble: integrar por una
parte, segregar por otra. Los inmigrantes y sus descendientes estaban en el centro de las preocupaciones de una
ideología que precisamente se proponía la “nacionalización compulsiva” la argentinización.
Esta imagen del proceso de formación de la sociedad nacional de alguna manera fue confirmada en la década del 1690,
cuando la etapa de la gran inmigración comenzó a estudiarse sistemáticamente. El aluvión inmigratorio incorporado a la
sociedad criolla adquirió caracteres de conglomerado, esto es, de masa informe, no definida en las relaciones entre sus
partes ni en los caracteres del conjunto, enfatizó el proceso de cruzamiento entre masa inmigrante y masa criolla.
Es difícil concebir una “sociedad argentina” previa a la incorporación de los millones de inmigrantes que fueron parte
principal de la profunda transformación que convirtió al territorio argentino en una nación.
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Ricardo Falcón: Izquierdas, régimen político, cuestión etnia y cuestión social en Argentina (1890-1912)
Al comienzo el XX, el régimen político (restrictivo, exclusivista) inaugurado en 1880 ya comenzaba a mostrar algunos
desequilibrios, en donde la economía no era el elemento más preocupante, sino que dicho desequilibrio estaba basado
en ciertos problemas políticos, y el estallido de la cuestión social que comenzó a manifestarse a partir de la huelga
general del 1902, de aquí a 1910 es el período de mayor agitación social de la historia argentina contemporánea. Es
decir, el PAN en la pr9imera década del XX fue sólo exitoso en el plano económico.
Hay un tercer factor problemático, que se relaciona con los dos anteriores, es la situación de los inmigrantes. Se
relaciona con la cuestión política porque éstos se encontraban marginados del régimen político y con la cuestión social
porque los extranjeros eran en los centros urbanos los principales protagonistas de los movimientos de huelgas.
Hay tres tendencias de izquierdas que el autor analiza: Socialismo, Anarquismo y Sindicalismo Revolucionario. El grueso
de los inmigrantes adoptan estas ideologías acá en Argentina ya que en su país la mayoría trabajaba en el campo
Los Socialistas: En la primera década del siglo XX, el partido de los socialistas se presentaba como un instrumento apto
para conseguir mejoras económicas y sociales para los trabajadores y por otro como un partido de reformas
democráticas, republicanas. Alentados por los masivos movimientos huelguísticos 1888-1890 los socialistas argentinos
enfatizaron una orientación que vinculaba lo político con los sindical, es decir, la construcción de un partido socialista a
partir del desarrollo sindical. Pero ésta actividad centrada en lo político-sindical, se vio afectada por la crisis económica,
ya que una de las repercusiones principales de la crisis fue la desocupación y un descenso de movimientos huelguísticos
entre 1891-1894, es por eso que una gran parte de los socialistas abandona la política centrada en lo sindical para
orientarse a una actividad que privilegiaba la construcción de un partido socialista.
Pero a partir de 1894 cuando se reactiva la economía, se reactivan los movimientos huelguísticos, por lo tanto, que
reactiva los lazos de los socialistas con el movimiento sindical (gana como adeptos a muchos trabajadores). También se
incorporan al socialismo muchos intelectuales, que en su mayoría eran abogados, médicos, periodistas o estudiantes.
Línea Revolucionaria
Línea reformista (se impone): tenían a la acción parlamentaria como instrumento fundamental para la conquista de
reformas democráticas y económicas. Además afirmaban la necesidad de la nacionalización de los extranjeros para
que pudieran ejercer el derecho electoral. La huelga general debía ser utilizada como último recuro (privilegiaban las
huelgas parciales) y proponían unir la acción política con la acción sindical.
En la huelga de 1902 PRIMER HUELGA, los conservadores toman una actitud REPRESIVA:
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Finalmente el código no se sanciona.
Los anarquistas: De los anarquistas de la década del ´80, surgirán dos tendencias: Los anarquistas organizadores y los
anti-organizadores.
En el período de 1890 a 1894, los anti-organizadores eran quienes llevaban la delantera. Eran antiestatistas,
antipoliticistas, rechazaban los principios de lucha de clases y la participación en las organizaciones obreras y a las
huelgas.
Los "organizadores", durante el período 1890-1894 encontraban dificultades (al igual que los socialistas) por: la crisis, la
reducción del empleo y de los movimientos huelguísticos. Comparten con la otra tendencia el anti-estatismo y el
antipoliticismo pero aceptaban la importancia de la organización sindical y de la huelga general.
Todos los anarquistas argentinos rechazarán las tentativas de auto-reforma propuestas por la elite gobernante. No
habrá en el caso de los anarquistas un debate interno como sí ocurrió en los socialistas.
En la primera década del siglo XX, los anarquistas organizadores pasaron a encabezar. Otorgaban importancia a la
acción sindical ya que insistían en las reivindicaciones de los trabajadores pero lo novedoso de este grupo eran las
reivindicaciones que había a la opresión de la mujer, el antimilitarismo, los marginales. Al igual que los socialistas
comenzaron a atraer sectores intelectuales, pero en los anarquistas tuvieron una influencia menor. Por el centenario las
tensiones en 1910 llegaron a su máximo y se produce la derrota de la huelga general que marcó el fin de una etapa.
Después de la Ley Sáenz Peña se produce la declinación del anarquismo.
Los anarquistas triunfan en la primera década del XX frente a las otras tendencias de izquierda ya que el antipolicismo
(repudio a los partidos políticos y a las prácticas electorales y parlamentarias) y el antiestatismo aparecían para los
sectores populares como más simples y adecuados tipo al tipo estado que enfrentaban. Además los inmigrantes, se
encontraban marginados del régimen político. Es por eso que encontraron otras formas de participación política NO
INSTITUCIONALIZADAS entre ellas en anarquismo.
Para los socialistas y los sindicalistas proponían la NACIONALIZACIÓN de los inmigrantes para logran la unidad obrera.
Por el contrario, los anarquistas eran antipatriotas e internacionalistas, repudiaban al régimen político y es por eso que
respetaban el mantenimiento de la identidad étnica y esto les evitara problemas con ciertos sectores de los
trabajadores. La nacionalización forzada por parte del régimen político vigente para lograr un régimen político
integrador (culto a los símbolos patrios en la acción de educación pública, en el servicio militar obligatorio) hizo que los
anarquistas ganaran muchos adeptos por su actitud de tolerancia con los particularismos étnicos.
Los trabajadores rechazan las condiciones vigentes de trabajo. Frente a la represión estatal, los anarquistas impulsarán
la acción directa y la huelga general como instrumento de lucha ( la violencia no era bien vista por los socialistas,
quienes afirmaban que la huelga general tenían que ser utilizada como último recurso)
Los sindicalistas Revolucionario: Surge como producto de la fusión entre la crisis interna del Partido Socialista y la
llegada a la Argentina de la influencia del Sindicalismo Revolucionario europeo (Francia-Italia). Compartían con los
anarquistas el anti-estatismo y el antipoliticismo. Pero se diferenciaban ya que el recurso de la huelga general no tenía la
característica violenta de los anarquistas, sino que la veían como un elemento educador y movilizador de la clase obrera.
Todo particularismo (étnico o nacional) debía ser borrado en función de la necesaria UNIDAD OBRERA, esto lo
comparten con el socialismo. A pesar de su anti-intelectualismo, el movimiento sindicalista revolucionario congregará
desde un principio a un sector de intelectuales socialistas que se integraran a esta corriente.
En lo que respecta al Estado y al régimen político los Sindicalistas Revolucionarios tendrán una postura similar a los
anarquistas ya que rechazarán cualquier tentativa de reforma política.
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PERSELLO VIRGINIA “Historia del Radicalismo”
El orden conservador en la primera década del siglo XX en lo único que fue exitoso fue en el ámbito económico.
Roque Sáenz Peña era un reformista dentro de los conservadores. Propuesto la reforma electoral en 1912 la cual
afirmaba que el coto debía ser UNIVERSAL, SECRETO, OBLIGATORIO Y LISTA INCOMPLETA (comienza a haber
representación de las minorías). En las elecciones de 1912 los conservadores hacen una muy buena elección (Salvo en
Santa Fe), el fraude continuaba pero no era tan visible. Jamás pensaban que iban a perder en 1916. Su derrota se debió
en que no contaban con un líder carismático fuerte, había muerto todos (Pellegrini, Roca, Roque Sáenz Peña). En
cambio, los radicales tenían un líder carismático y de PROYECCIÓN NACIONAL.
El radicalismo comienza a surgir con la crisis de 1890 con la revolución del parque realizada por los cívicos. En 1891, el
radicalismo se divide en:
Unión Cívica NACIONAL: Entre ellos estaña Mitre, quien estaba de acuerdo con pactar con el PAN.
Unión Cívica RADICAL: Uno de sus líderes era Alem (gran orador), quién propone NO pactar con el PAN. Luego del
fracaso de las revoluciones de 1893 y tras el suicidio de Alem, los radicales se abstienen de participar en las
elecciones, esta actitud prima casi hasta la reforma electoral ya que su participación era demostrar legitimidad al
sistema fraudulento.
Tras la muerte Alem, el liderazgo queda vacante casi por una década, lentamente se comienza a concentrar en:
Hipólito Irigoyen: Sobrino de Alem. Organiza la revolución de 1905, que estalla en CABA, Bs.As, Córdoba, Mendoza y
Santa Fe. No daba discursos públicos y valoraba las relaciones interpersonales con los dirigentes.
Bernardo de Irigoyen: Figura con bastante proyección nacional, tenía un perfil bastante parecido a lo de los
conservadores.
Los orígenes del partido a nivel social: La mayoría de los líderes eran hijos de terratenientes, es por eso que sus reclamos
se basaban en el aumento de la participación política, la regeneración moral y cívica y NO tanto en lo social. No tienen
programa partidario, se definen como una RELIGIÓN CÍVICA. Pero a comienzo del siglo XX, tras el fracaso de la
revolución de 1905, comienzan a plantearse la necesidad de formar un partido para participar en elecciones, es decir,
entran en lo POLITICO y dejan de lado el intento de tomar el poder por las armas. A partir de 1908 se comienzan a
centrar en la organización del partido. Para 1916 los radicales logran tener un partido con PERSPECTIVA NACIONAL,
tienen un líder y logran llegar al gobierno.
Ante esta situación comienza una discusión entre el Poder Ejecutivo Nacional y el Poder Legislativo Nacional por:
Intervenciones federales: Durante la primera presidencia de Irigoyen, los radicales llegaron a hacer 19
intervenciones federales de las cuales 15 fueron por decreto. Irigoyen la veía como una medida de REPARACIÓN
NACIONAL, ya que argumentaba que las provincias seguían gobernadas por gobernantes ilegítimos y esto le iba a
dar la posibilidad de elegir a sus candidatos.
Interpelaciones parlamentarias: Irigoyen tuvo muchas de estas. Se da cuando el Congreso le reclama al ejecutivo
que se detalle una política. El presidente radical nunca fue al Congreso (no inauguraba las sesiones), y tampoco
dejaba que sus ministros fueran a contestar las interpelaciones ya que las veía como un veto opositor.
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La concepción de democracia de Irigoyen era estrecha ya que consideraba que la gente le dio el mandado ya que los
ciudadanos lo habían votado y esto representaba el apoyo a su misión, de todas sus políticas (muchas veces pasaba por
alto al Congreso, gobernaba por decreto). El radicalismo no se planta como el partido que representa a una clase en
particular, sino que aspiraban a ser un MOVIMIENTO NACIONAL (no todos los radicales comparten esta idea).
Si bien el gobierno el partido radical se fue consolidando, en su interior estaba plagado de tensiones en el armado de
lista, entre los viejos y los nuevos radicales, en el nombramiento de candidatos. Estas estaban antes de que asuman pero
una vez en el gobierno estas tensiones se agudizan porque había cargos que repartir.
Estas divisiones internas, son muy visibles en las elecciones presidenciales de 1928, ya que los radicales se presentan en
listas separadas:
Al igual que los radicales la oposición conservadora estaba muy dividida pero su situación era peor ya que no se
encontraban en el poder. En el Congreso formaban bloques para votar en contra de las propuestas radicales.
En 1917 los socialistas se dividen influenciados por la revolución rusa. Hay otra ruptura que son los SOCIALISTAS
INDEPENDIENTES, quienes muchas veces se unen con los conservadores para votar en contra de los radicales.
En 1914 se produce la primera guerra mundial, en donde Argentina toma una política neutral, a pesar de que muchos
sectores civiles y militares le reclamaba que tome posesión (el Ejército estaba más cerca de Alemania y la Marina más
cerca de Inglaterra).
En el plano económico continuaba el modelo agroexportador sin muchas variaciones. La guerra produce la caída del
comercio exterior, produce el descenso de los ingresos provenientes de la renta de la Aduana. Irigoyen toman medidas
parciales por la superproducción de trigo, carne. No hace una política profunda de industrialización. Hubo un instinto de
cobrar impuestos a las ganancias que finalmente no fue sancionado. Además el gobierno establece créditos rurales, la
Ley de arrendamiento (buscaba limitar el precio y mejorar las condiciones de los alquileres).
En 1917, los conflictos estallaron el sector del transporte, quienes multiplicaron las huelgas afectando al embarque de
los productos exportación Detrás de estas organizaciones obreras:
Marítimos (FOM: Federación Obrera Marítima)
Estaban los sindicalistas (ya no son tan antipoliticista y antiestado y comienzan a negociar algunos aspectos con el
gobierno radical)
El gobierno interviene en las negociaciones entre los patrones y los obreros y generalmente falla a favor de los
trabajadores, es decir, aquí el Estado toma el papel de ÁRBITRO, esto era novedoso e incluso le trae muchos problemas
con los conservadores. Al año siguiente, al sumarse a las huelgas los trabajadores de los frigoríficos y del ferrocarril, el
gobierno tima una actitud represiva.
El año 1919 se inició con la huelga en los talleres metalúrgicos Vasena y continúo con movilizaciones rurales de
arrendatarios y jornaleros.
En 1922 llega al gobierno Alvear. Es más cercano social e ideológicamente a la línea conservadora, los conservadores lo
veían como un miembro de los suyos. Baja los noveles de enfrentamientos aunque en el interior del partido siguen
habiendo conflictos.
Alvear está más cerca de los antipersonalistas a pesar de tener una relación de amistad con Irigoyen, incluso es
convocado por él para que sea el candidato presidencia. Es menos conflictivo que Irigoyen, responde a las
interpelaciones parlamentarias, realiza menos intervenciones federales.
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Irigoyen vuelve en 1928 con una campaña electoral basada en la NACIONALIZACIÓN DEL PETROLEO (el cual se había
descubierto a principios del siglo XX, en 1922 se crea YPF y se pone al general Mosconi al frente de la empresa).
En 1928 Irigoyen arrasa en las elecciones y logra ganar por mayoría. Había una situación complicada: El partido estaba
dividido (incluso entre los personalistas), había hechos de corrupción, él ya era grande. Electoralmente los
antipersonalistas Non habían sido exitosos, los conservadores continuaban siendo oposición en el Congreso.
En 1928 los capitales extranjeros comienzan a migrar a Nueva York ya que las tasas allí eran altas.
Toda esta situación va preparando el golpe Septiembre de 1930, que fue encabezado por Uriburu (general retirado), no
fue tan violento como los otros golpes en Argentina. Irigoyen había perdido mucho apoyo popular y esto hace que las
fuerzas armadas que era fuerza nuclear, profesional, jerárquica que respondía al presidente lo terminen derrocando.
Muere en 1933.
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ENRIQUE GARGUIN “Relaciones entre Estado y sindicatos durante los gobiernos radicales, 1916-1930”
El 12 de octubre de 1916 Hipólito Yrigoyen inauguró una serie ininterrumpida de casi catorce años de gobiernos
radicales, habiendo sido electo bajo la ley Sáenz Peña, que en 1912 establecería el sufragio universal masculino, secreto
y obligatorio. Entre 1912 y 1916 finalizó el estado oligárquico y comenzó la formación de un sistema político de base
ampliada que si bien abrió la posibilidad para el establecimiento de un sistema de partidos, no alcanzó a consolidarse
plenamente y su fracaso se encuentra, junto con otros factores, en la base de la crisis en 1930.
Menos de dos meses después de la llegada de Yrigoyen a la presidencia, se desato un conflicto laboral en el puerto de
Buenos Aires que fracaso por los tibios intentos mediadores del Estado ante la intransigencia patronal. La actitud estatal
resulto ambigua, con el Departamento Nacional del Trabajo buscando alguna solución amistosa y la Prefectura
apoyando de múltiples maneras a los trabajadores. A este dictamen arbitral le siguió una huelga parcial y un look out
empresario. En el curso de todo este conflicto, los obreros se entrevistaron dos veces con el ministro del Interior y otras
dos con el Presidente de la Nación. Yrigoyen había entablado contacto personal con los líderes de la más importante
federación sindicalista y había demostrado su apoyo a los trabajadores.
Ya es posible vislumbrar una de las características centrales de la política yrigoyenista: la ambigüedad, el eclecticismo, el
proceder en cada caso de una forma diversa y ocasional. Asimismo, aparece un reclamo que será constante por parte de
la dirección del Departamento Nacional del Trabajo y que no recibirá respuesta durante este período: legislación (leyes)
sobre los conflictos laborales, que daría mayor estabilidad a las resoluciones al extraerlas de la acción del poder político
y canalizaras por los medios institucionales.
Por primera vez en Argentina se produjo un triunfo de obreros en huelga gracias al apoyo obtenido desde el Estado.
Este apoyo resulto fundamental para la construcción del obrerismo de Yrigoyen. La relación directa daba buenos frutos
para el presidente pero también para los dirigentes marítimos y de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina).
Esto tiene un profundo significado ya que este acercamiento no se dio por canales instituidos por la ley sino mediante
una “improvisación” guiada por las particulares circunstancias y las respectivas posiciones de fuerza.
Frente al conflicto con los obreros ferroviarios iniciados en 1917 la actitud del gobierno fue por demás zigzagueante. Si
bien algunas de las huelgas fueron solucionadas parcialmente mediante la intervención del Ejecutivo o por arreglos
directos, muchas fueron derrotadas y para abril de 1918 la FORA comienza a preparar una huelga general.
La Semana Trágica, de enero de 1919, es señalada como el fin del obrerismo de Yrigoyen. Aquella constituyo un punto
de inflexión, al demostrar brutalmente los peligros que podían esconderse detrás del “obrerismo” radical; del otro lado,
infló la confianza en los sectores más reaccionarios de la sociedad, incrementando no sólo su cohesión sino también su
organización paramilitar, encarnada en la Liga Patriótica, surgida precisamente en enero de 1919.
A la crisis económica de la posguerra se había sumado la creciente presión del sector empresarial, la acción de la Liga
Patriótica y el hecho de que el conflicto portuario se había originado en disputas internas.
Durante los conflictos en la Patagonia entre 1920 y 1921, no se llego a un acuerdo entre el gobernador y los
terratenientes ya ante el resurgir de los conflictos el teniente Varela (enviado por el poder Ejecutivo Nacional) encabezó
una de las más sangrientas represiones de nuestra historia. La política laboral de Yrigoyen distó tanto de ser homogénea
que dejo de concebirse como cuestión policial para aparecer como una “guerra civil” donde se puso al Ejército como
árbitro.
Resulta claro que luego de 1919 la actitud intervencionista de Yrigoyen durante los conflictos laborales y su eficacia se
resistieron para concluir bruscamente en 1921.
La diversidad de los casos mencionados muestra que la actitud de Yrigoyen hacia el problema obrero se plasmó en una
política estatal ambigua que combinó la represión violenta con gestos favorables hacia los trabajadores, pasando por la
indiferencia. Una política de doble signo (integración/represión) ya había sido ensayada por la elite conservadora desde
comienzos del siglo, aunque con algunas diferencias a la aplicada por Yrigoyen. Éste entablo contactos directos con la
principal central obrera (FORA) dando así los primeros pasos para el establecimiento de mediaciones Estado-sindicatos
de tipo corporativo.
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La normalización económica y la pacificación de las relaciones sociales se hallan presentes en ambos casos, pero existían
diferencias con los gobiernos del “Régimen” en cuanto a los medios: incorporar a un sector del proletariado, ampliar la
base del Estado, pero todo ello, por medios más novedosos que privilegiaban la lógica corporativa al basarse en
relaciones personalizadas de miembros del PE, al marginar al Congreso y estimular una división sectorial en el interior
del movimiento obrero regida principalmente por la particular posición de fuerza y poder de negociación.
El radicalismo asumió al gobierno con un fuerte impulso intervencionista en materias de huelgas que, sin embargo, fue
frenado antes del fin del gobierno de Yrigoyen y desapareció luego de la represión de 1921. Finalmente, luego del
interregno que se extendió durante toda la presidencia de Alvear, pareció querer resurgir cierta vocación
intervencionista con la segunda presidencia de Yrigoyen.
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DANIEL LVOVICH “El Nacionalismo de Derecha”
Nacionalismo; si tomamos el concepto en su sentido más amplio es posible señalar que el mismo englobó la creación de
una historiografía que dio cuenta de los orígenes de Argentina a partir de la obra emprendida por Bartolomé Mitre
desde la década de 1850.
En el último cuarto del siglo XIX Argentina se hallaba inmersa en un proceso inconcluso de formación nacional. La
tendencia de los extranjeros a no nacionalizarse permitía que fueran vistos como enclaves de otras nacionalidades que
atentaban contra la unidad cultural argentina y podían respaldar las pretensiones de intervención de otras potencias. La
escasa disposición de los inmigrantes a nacionalizarse despertó inquietud en torno a las posibilidades de éxito del
esfuerzo tendiente a crear en el país una comunidad política civilizada.
En tales circunstancias, en la década de 1880 se desarrollaron una serie de políticas que apuntaban a la construcción de
la nacionalidad argentina. A través de ella se afirmó el criterio de ciudadanía y de jurisdicción por el principio de la ley
territorial, y se procuró argentinizar a los hijos de extranjeros a través del sistema escolar, tanto mediante la enseñanza
de una historia y lengua nacionales como por medio de la celebración de fiestas patrias.
A fines del siglo XIX, se consolidó una concepción cultural esencialista de la nación (a la que se volcó parte de la elite)
que sostenía la existencia de una nacionalidad cuyos rasgos estaban prefijados y establecidos desde los comienzos de la
historia patria, como la expresión de un ser único que se expresaba a través de un idioma propio. En ese período de
concepción contractualista y esencialista de la nación coexistieron conflictivamente. Se manifestaron en los debates
sobre la obligatoriedad de la lengua nacional en la educación, la forma de entender el patriotismo, etc.
Hacia el cambio del siglo eran ya distinguibles las ideas características de lo que en la década de 1920 constituyó el
repertorio nacionalista.
Pese a que la llegada a la Presidencia de la Nación de Yrigoyen en 1916 no produjo modificaciones económicas que
pusieran en cuestión las posiciones de la elite social, algunos de los sectores que la integraban percibieron al radicalismo
en el poder como un creciente peligro. Las masas radicales, dibujaban una amenaza difusa. Cuando los bolcheviques
alcanzaron el poder en 1917 con la Revolución Rusa, el terror rojo se apodero de las clases dominantes y Argentina fue
parte de este fenómeno. Los Sucesos de la Semana Trágica, casualmente, fueron interpretados por la opinión
conservadora como la constatación de la existencia de una amenaza revolucionaria.
Por ello la conformación de la Liga Patriótica Argentina en los días posteriores a la Semana Trágica puede ser vista como
un intento de los sectores dominantes por constituir un brazo armado propio con el que intervenir en el conflicto social.
Esta Liga contó con el apoyo de las principales organizaciones patronales, de miembros de la iglesia Católica, del Ejército
y de importantes sectores de la clase medias y altas urbanas y rurales, incluyendo a algunos integrantes de la UCR.
El objetivo fundamental establecido era el de cooperar con la acción represiva de todo movimiento anarquista. La
orientación fue antiizquierdista aunque no anti liberal (manifestó en reiteradas ocasiones adhesión al orden
constitucional). Recién hacia fines de la década de 1920 se relaciono con grupos nacionalistas y formó parte del
heterogéneo conglomerado que impulsó el golpe de Estado de septiembre de 1930.
Los sucesos de la Semana Trágica también resultaron determinantes en el giro hacia posturas decididamente
antiliberales y nacionalistas por parte del escritor y político Leopoldo Lugones (se inclino hacia la derecha). Depositó en
las fuerzas armadas el rol de restablecer el orden amenazado por los males del sistema político democrático.
Tras el nuevo triunfo de Yrigoyen en las elecciones de 1928, sectores muy diversos de la oposición comenzaron a
percibir como única solución para un estado de cosas al que consideraban intolerable, el recurso de la fuerza.
Sin embargo, las críticas conservadoras al régimen y a la figura de Yrigoyen partían de postulados divergentes. En el
cambiante clima de opinión nació el primer periódico estrictamente nacionalista “La Nueva República”. Desde su primer
número en este diario se sostenía que Argentina atravesaba una crisis (motivada por la desorientación intelectual, la
demagogia, el saqueo del Estado y el desaliento al trabajo) que había llegado a poner en riesgo la vigencia misma de la
Constitución del 1853. Frente a ello el periódico asumió el rol de vocero de una reacción patriótica y conservadora.
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Según la visión de los llamados “neorepublicanos” en Argentina el predominio del pensamiento romántico había
provocado la negación de las dos jerarquías fundamentales; la de la iglesia Católica y la del Estado, y habían sido
reemplazadas por el predominio del arbitrio individual y la sensibilidad revolucionaria. Los enemigos universales del
orden, la jerarquía y la iglesia eran el radicalismo y la izquierda.
Los neorepublicanos presentaron una imagen permanentemente negativa de la figura de Hipólito Yrigoyen, debido a
que su origen y su legitimidad provenían del voto popular. Y el radicalismo era un partido considerado de izquierda y
revolucionario.
Tras el golpe militar de 1930 encabezado por el general José Félix Uriburu, La Nueva Republica pasó del republicanismo
elitista y jerárquico al corporativismo. Tal transformación ocurrió una vez que la llegada al poder de Uriburu otorgó
legitimidad a tales posturas. Apareció la imagen del capital financiero, ligado a los intereses internacionales,
contrastando con los propietarios territoriales. Y nace la representación de una “aristocracia sin amor por el país, sin
lastima por el pueblo, sin solidaridad con la Nación”.
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LUCIANO DE PRIVITELLO “El Ejército entre el cambio de siglo y 1930: burocratización y nuevo estilo político”
A partir de la década de 1890 comenzaron a producirse una serie de cambios importantes dentro del Ejército. Estos
cambios cristalizaron en medidas tomadas durante la segunda presidencia de Roca, entre ellas la más conocida fue la
instauración del servicio militar obligatorio. La más conocida de todas las leyes reformistas, es la ley electoral de 1912
(ley Sáenz Peña).
Entre 1880 y 1955 el Ejército tuvo muchos jefes, pero sólo tres jefes cuyo lugar como tales no dependía exclusivamente
de su posición institucional en la fuerza. Ellos fueron Julio A. Roca, Justo y Juan D. Perón; los tres fueron, además,
presidentes de la nación. A diferencia de Roca y Perón, Justo fue presidente por un único período.
El ejercito de las guerras revolucionarias no se parece absolutamente en nada al analiza el autor y tampoco arrastra
ninguna continuidad institucional.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el paulatino surgimiento y consolidación del Estado nacional provocó una serie
de fuertes conflictos que tuvieron por eje el uso y el monopolio de la Fuerza Armada. Las acciones militares que
enfrentaron al Ejército Nacional con las milicias provinciales fueron un elemento más, sin dudas el más importante, de lo
que por entonces era un problema fundamental: la relación entre las provincias y el Estado central, problema que la
aprobación de la Constitución de 1853 no había resuelto.
Durante los años 80 a pesar de creer en la importancia de un ejército profesional, Roca no realizó demasiados esfuersas
en ese sentido: por un lado, le preocupaban otras dimensiones de la construcción del poder estatal que le parecías más
acuciantes y, por otro, no hay que destacar que en tanto sabia como controlar esa máquina bélica tal como era, no
consideraba prudente aplicar demasiados cambios en ella. En 1880 el oficial de este ejército de línea no es aún
profesional, las jerarquías no son rígidas, los asensos no están sometidos a una norma común: la actividad militar es en
muchos sentidos una expresión más de una vida política signada por un agudo faccionalismo.
Muy lentamente el Ejército comienza el diseño de un nuevo modelo que se consagrará a comienzos del siglo y que
puede caracterizarse por una triple condición:
Uno de los primeros rubros en los que comenzó a delinearse el nuevo modelo del Ejército fue el de la agencia encargada
de definir el perfil cartográfico de la Nación Argentina. La fuerza pasó a ocupar un lugar central en lo que se convertiría
uno de los componentes básicos de la identidad territorial, la identificación de la nación con un contorno y unos
contenidos de orden cartográficos.
El ritmo tranquilo de los ochenta, dejo lugar a la preocupación por una rápida profesionalización y una centralización de
los mandos y controles castrenses. Primero fue establecimiento de los códigos de justicia militar, estos garantizaban a la
vez una férrea disciplina y un control centralizado del procesamiento de las faltas y delitos.
Con la llegada de Roca el gobierno por segunda vez en 1898 se aceleró el camino de la reforma profunda, dirigida por su
ministro de Guerra, general Pablo Ricchieri. Asimismo, se endurecieron las condiciones para acceder al Estado Mayor,
primero estableciendo la obligación de ser egresado del Colegio Militar y, más tarde, la de haber pasado por la Escuela
Superior de Guerra.
Hacia el primer Centenario, entonces, se había consolidado un nuevo modelo militar que no es ni el de la milicia ni el del
viejo ejercito de línea de 1880. Este modelo se basa en la presencia de un grupo de oficiales profesionales y fuertemente
disciplinados, salidos todos de una única institución formadora y sometida a una única carera de ascenso cuyas etapas
estarían pautadas por instituciones de formación superior.
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Cuando en 1912 el presidente Sáenz Peña le otorgó al Ejército un rol de importancia en los procesos electorales (uso del
padrón militar, control de las votaciones y de las urnas), según la ley de reforma electoral que lleva su nombre, lo hizo
porque consideraba que el proceso de construcción del nuevo modelo militar ya se encontraba muy avanzado. Dado
que ahora eran el profesionalismo y los saberes técnicos lo que caracterizaba a la fuerza, no había riesgos al
comprometerla en los procesos electorales. El Ejército era considerado como una institución ajena a los avatares de la
política, y por eso, garantía de la imparcialidad que buscaba el presidente reformador.
Hasta los años treinta la tendencia a la profesionalización estará siempre en tensión con la presencia en la fuerza del
faccionalismo político, que no fue de ninguna manera erradicado, y que eso sucede precisamente porque ese Ejército
tiene lazos sólidos y estrechos con el mundo “civil”.
En los años de Yrigoyen, éste recurrió inmediatamente a la implementación de la llamada “política de las reparaciones”
destinada a premiar a aquellos oficiales que habían participado de las revoluciones radicales con ascensos vertiginosos y
destinos de relevancia. El presidente radical no advertía hasta donde esta política se enfrentaba con los nuevos criterios
burocráticos de la fuerza y con los sistemas de ascenso que eran controlados desde el Estado Mayor. Como en la
sociedad, en el ejército predominaban los yrigoyenistas; esto explica porqué eran escasas las tropas que acompañaron la
aventura de Uriburu en 1930, quien no ejercía ninguna clase de autoridad institucional en la fuerza. El golpe del 30 fue
mucho más que un movimiento civil encarado por la oposición a Yrigoyen y una escasa fracción de oficiales que un golpe
institucional al Ejército.
Por último el autor repasa el golpe de junio de 1943, esta vez, el golpe tuvo mucho de pretoriano: fue encabezado por la
máxima autoridad de la fuerza (el ministro de Guerra, general Ramírez) y se dispuso a modificar de raís el sistema
político argentino. Pocos fueron los civiles que aplaudieron, salvo algunos radicales que inicialmente creyeron que se
pondría fin a la experiencia del fraude y, por supuesto, los militares nacionalistas.
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Ricardo Sidicaro: “La construcción del Estado Intervencionista: Políticos conservadores y actores socioeconómicos
predominantes 1930-1943”.
El golpe miliar de Septiembre de 1930 no fue principalmente causado por la crisis económica, ya que los sectores
populares y medios que tienen en cuenta dicha crisis no son los que están detrás del golpe. Quien estaba detrás del
golpe afirmaban que había una crisis política. Los opositores (socialistas independientes, radicales antipersonalistas y
conservadores) no apuestan por la democracia ya que apoyan el golpe. También este fue apoyado por la Federación
Universitaria, la Prensa, la Iglesia y fue avalado por la Corte Suprema de Justicia
El golpe fue encabezado por el general retirado Uriburu, quien estaba acompañado por Justo. No concordaban sobre
cuál era la solución que venía a plantear el golpe.
Uriburu pretendía hacer una profunda reforma constitucional que terminara con el régimen democrático y el
sistema de partidos y, así, implantar un régimen de representación corporativa.
Justo, que era más conservador que Uriburu y tenía el control de todos los militares, planteaba el modelo de
gobierno provisional que convocara a elecciones en un tiempo prudencial. Finalmente esta facción triunfa y Justo
gana las elecciones a fines de 1931, con la formula JUSTO-ROCA (hijo) inaugurando lo que se conoce como “Década
infame”. A esta época se llama RESTAURACIÓN CONSERVADORA (vuelve a resurgir visiblemente el fraude para que
el gobierno no cayera en manos de los radicales y la corrupción). Justo y Roca enfrentan a los socialistas y a los
socialdemócratas progresistas (los radicales estaban proscriptos, al no dejarlos participar con la formula Alvear-
Güemes, deciden abstenerse, recién en 1935 deciden levantar la abstención y participar en las elecciones.
Frente a la crisis económica (descenso del comercio exterior, descenso de las importaciones) Uriburu y posteriormente
sigue Justo toman como medidas MAYOR INTERVENCIONISMO ESTATAL en la economía.
Aquí se produce una alianza entre los conservadores con las corporaciones empresariales (SRA, UIA, La Bolsa de
Comercio de Buenos Aires.
En los años ´20 habían comenzado a haber más inversiones estadounidenses, esto marca el fin del predominio británico
en el plano económico occidental.
En la Crisis de 1929 tuvo importante consecuencias para la economía mundial. Argentina se vió perjudicada ya que: Cayó
el precio de la materia primala, la crisis económica generó desempleo y pobreza. La situación de la Argentina se agravó
aún más luego de que Inglaterra (aplicando políticas de protección) redujera las compras de carne en beneficio de sus
colonias y ex colonias como Australia y Nueva Zelanda. Estas medidas se definieron en la Conferencia de Ottawa en el
año 1932 perjudicando aún más el nivel de exportaciones de la Argentina. El gobierno argentino organizó entonces una
misión, encabezada por el Vicepresidente Roca. De dicha misión surgiría el denominado Pacto Roca-Runciman, que se
ratificó en 1933.
Por el Pacto Roca-Runciman: Inglaterra se comprometía a mantener una cuota de compra de carne. La Argentina, a
cambio, debía gastar todo el dinero que obtuviese de sus exportaciones en la compra de productos británicos; no
reduciría la tarifa de los ferrocarriles y proporcionaría un trato buen trato a las compañías y frigoríficos de origen inglés.
También se creó la Corporación Argentina de Transportes que ponía en manos inglesas todo el transporte urbano de
Buenos Aires. Es decir, Argentina dio más de lo que recibió.
En 1933 Federico Pinedo (Partido Socialista Independiente) ocuparía el cargo de ministro de hacienda, con él la
intervención gubernamental en la economía se hizo más marcada, creándose la Junta Nacional de Granos, la de Carnes.
Finalmente en 1940 el plan no se aprueba.
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En 1934 la economía comienza a crecer, comienzan a haber tensiones entre la UIA y la SRA a causa de que la primera
quería profundizar el modelo industrial. En los años treinta el modelo agroexportador entra en crisis y se produce el
proceso de INDUSTRIALIZACIÓN POR SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES, en este la UIA influye mucho y también el
contexto producido por los períodos de crisis económica mundial ya que los países europeos aplicaron medidas
proteccionistas y es por eso que en Argentina se produjo una suspensión de las importaciones y el desarrollo de
industrias que pudieran proveer de aquellos productos que no llegaban al país.
En 1938 gana la presidencia la formula Roberto M. Ortiz- Ramón S. Castillo (conservador). Ortiz intentó generar un
cambio en la práctica política de la época. A pesar de llegar al gobierno a través del fraude, una vez en él, intentó
combatirlo interviniendo las provincias en las que se produjeran elecciones corruptas. Sin embargo, su presidencia
estuvo plagada de dificultades. Por su salud (sufría de diabetes muy aguda) debió tomar algunas licencias y por la
situación internacional (Segunda Guerra Mundial) influyeron directamente en el desarrollo de la historia política y
económica de la Argentina. La política exterior de la Argentina frente a la Guerra fue la neutralidad. Sin embargo, la
sociedad se dividió frente a la guerra:
Algunos (terratenientes y comerciantes vinculados con el comercio exterior) estaban a favor de los aliados.
Los nuevos sectores industriales se inclinaban por la neutralidad.
Otros, como los sectores más nacionalistas y los militares, se sentían atraídos por el Eje. La política de los Estados
Unidos (a partir de su ingreso al conflicto en 1941) fue de hostigamiento hacia nuestro país, ya que pretendía que la
Argentina se alineara con los aliados y analizaba su neutralidad como signo de simpatía por el Eje.
En 1942 el presidente Ortiz se vio obligado a renunciar a la presidencia por su salud muy deteriorada y dejó el gobierno
en manos del Vicepresidente Castillo. Castillo retomó las prácticas fraudulentas y se ocupó de preparar el camino para
quién sería su futuro sucesor. Apoyaba la candidatura de Costas, un político conservador. Esta candidatura no fue bien
recibida por sectores nacionalistas del ejército que observaban con preocupación las inclinaciones políticas de Costas.
Por otra parte la situación de agitación social, la creciente actividad sindical y la posible extensión de ideologías de
izquierda los alentó a preparar un Golpe de Estado.
Fueron los miembros del GOU (grupo de oficiales unidos), una logia que fue creciendo dentro de las fuerzas militares los
que llevaron adelante el Golpe del 4 de junio de 1943.
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ZANATTA LORIS “Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo”
A fines del siglo XIX ya estaban instalados en Argentina los cimientos del Estado lacio. Por el contrario, las bases de la
Iglesia habían sido profundamente erosionadas. Esto reflejaba la adhesión al liberalismo, y hacia fines de siglo al
positivismo, de las elites que dirigían la modernización del país.
En lo sucesivo, primero Sarmiento y Mitre, y sobre todo Roca y Juares Celman después de 1880, promovieron una
legislación privada a la Iglesia del monopolio de los principales ámbitos de la vida social. Con la institución del registro
civil, los nacimientos, las defunciones y los matrimonios dejaron de ser momentos de exclusiva competencia de la
Iglesia. De hecho, se introdujo, por lo menos en el plano jurídico, la distinción entre “ciudadano” y “católico”.
La laicización de la vida pública, por lo tanto, erosionó profundamente la influencia social de la Iglesia, especialmente en
los centros urbanos, donde la inmigración y la integración a la economía internacional habían ocasionado un conflicto
entre las élites liberales y la Iglesia.
Sin embargo no alcanzaron a sancionar una ruptura formal y una independencia reciproca; la Iglesia nunca perdió
completamente sus prerrogativas en el área educativa; el culto católico no fue sometido a restricciones irreparables.
Hacia los años 1920 el proyecto liberal comenzó a mostrar serias fisuras. En el plano institucional, esto se manifestó en
un proceso de romanización, nacionalización y clericalización de la Iglesia y del catolicismo argentino. Se multiplicaron
los vínculos de la Iglesia con la Santa Sede, que buscaban lograr una nacionalización rápida y profunda de las iglesias
locales.
Finalmente, la organización institucional del catolicismo argentino fue radicalmente reestructurada sobre la base de un
rígido clericalismo. La finalidad de este proceso era garantizar la absoluta ortodoxia doctrinaria de los militantes
católicos y hacer de ellos un instrumento dócil al servicio de las jerarquías eclesiásticas. En 1919 se creo la Unión Popular
Católica Argentina y en 1931 se creó la Acción Católica Argentina.
La Semana Trágica de 1919 y las huelgas en la Patagonia durante dos años sucesivos provocaron una sensación de
pánico y de crisis en las elites argentinas. El temor de que el régimen liberal, al favoreces la participación política y cierta
emancipación cultural de las masas, concluyera por abrir las puestas de la revolución social se difundió ampliamente.
En este contexto, el golpe de estado civil-militar de 1930, que despojó del poder al partido radical y bloqueó a los
sectores sociales emergentes el acceso a la vida política, imprimió una decisiva aceleraron a la crisis del proyecto liberal,
y definió de una vez por todas sus límites. Los radicales fueron proscriptos, surgieron tendencias autoritarias y
comenzaron a manifestarse posiciones industrialistas, proteccionistas y anticapitalistas.
Sin bien las tendencias antiliberales no surgieron desde la Iglesia, ésta consiguió articularlas, reorganizarlas y canalizarlas
en un proyecto común. Como consecuencia, las cruzadas eclesiásticas anticomunistas y antiliberal se superpusieron al
punto que la revolución militar del 4 de junio 1943 serpa celebrada por la Iglesia tanto como prevención con referencia
al comunismo como finalización de la época liberal en la Argentina.
La Iglesia se identifico el Ejército como vehículo de recristianización del estado; en primer lugar porque este era la
insticución más importante en la época y en segundo lugar, porque al igual que la Iglesia, éste constituía una institución
nacional, en tanto que radicada en todo el territorio, y popular, porque en sus filas se incluían enteras generaciones de
jóvenes de todas las clases sociales. En tercer lugar, porque su estructura el Ejercito era el extremo opuesto a una
institución liberal, ya que se fundaba en valores como el respeto por las jerarquías, el orden, la fundación, que lo
acercaban a la Iglesia. En cuarto lugar, porque en la crisis del régimen liberal, el Ejercito emergía cada vez más como un
factor de poder decisivo.
El desorden social y la amenaza anticomunista fueron los factores que hicieron posible este acercamiento. El ejercito
poco a poco tomo forma de “Ejercito cristiano”. En cuanto a su relación con la política en los años que sucedieron a la
presidencia de Justo y hasta la revolución militar de 1943 la actitud fue casa vez más intransigente. Ortiz inició un
efímero intento de regenerar el régimen liberal y en efecto, la iglesia radicalizó todavía más su posición y contribuyó a
hacer impracticable el proyecto de Ortiz.
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Ni siquiera el ascenso de Castillo a la presidencia, luego de la renuncia de Ortiz, sirvió para modelar en lo esencial las
posiciones de los católicos. La supervivencia del régimen dependía ya exclusivamente de la actitud de los militares, que
mal podían tolerar el tener que apoyaba a un gobierno escasamente legitimado, que difícilmente estaba en condiciones
de garantizar estabilidad política y progreso económico.
En anticapitalismo católico no fue sino la expresión ideológica, en el plano económico y social, del proyecto de “nueva
cristiandad”. Sobre la base de este análisis, sólo un estado cristiano, inspirado en el bien común y no en la ley de la
oferta y la demanda, habría podido prevenir la revolución social encarando una política de audaces reformas e
incorporando a la vida pública a los sectores populares que nunca habían tenido acceso a ella. Por el contrario, el estado
liberal, con su actitud pasiva, habría acelerado el camino hacia la revolución social.
La influencia directa e indirecta, de hombres e ideas del catolicismo populista fue decisiva en la elaboración del proyecto
y la doctrina que luego dará origen al movimiento peronista, y sin ninguna duda, también sobre la evolución intelectual
del mismo Perón en los años precedentes a su ascenso al poder.
Si bien de la cruzada católica de los años treinta no emergió un régimen de la nueva cristiandad, llegó de todos modos a
su ocaso la época liberal en la Argentina. El catolicismo represento el alma de este proceso histórico, la Iglesia fue la
cabeza, el Ejercito su brazo consiente.
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