BRUGGER, Walter - Diccionario de Filosofia, Herder, 2000 (OCR)
BRUGGER, Walter - Diccionario de Filosofia, Herder, 2000 (OCR)
BRUGGER, Walter - Diccionario de Filosofia, Herder, 2000 (OCR)
FILOSOFIA
WALTER BRUGGER
Extraído de:
Https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/lista:lexikon?categoria=brugger
HERDER, 2000
A posteriori
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
A priori / a posteriori
A priori
En general, significa que en una serie ordenada se pasade un elemento anterior (prius) a
otro posterior, siendo indiferente que dicha serie se desarrolle o no en el tiempo. Para que
la expresión a priori no sea ambigua, debe fijarse el orden de sucesión e indicarse el elemento
respecto al cual algo ba de ser calificado de anterior. Un elemento puede ser a priori o
anterior (en oposición a a posteriori) según un orden temporal (ayer-hoy), ontológico
(causa-efecto) o lógico (premisa-conclusión). El a priori psicológico pertenece al dominio
ontológico y comprende aquellas condiciones psíquicas previas que determinan la dirección
de la atención y la formación del juicio. — En la lógica escolástica reciben el nombre de a
priori aquellas demostraciones que tienen su punto de partida en algo ontológicamente
anterior, concluyendo, de la causa al efecto, de la esencia a las propiedades.
Desde Kant llámase a priori todo conocimiento cuya validez no depende lógicamente de
la experiencia ( = percepción). Con ello no se niega que tales conocimientos dependan hasta
cierto punto de ella en cuanto al tiempo y al origen. Por a priori gnoseológico se entiende la
suma de todas las condiciones a priori del conocimiento en cuanto por ellas éste deviene
objetivamente posible. Kant usa el vocablo trascendental para designar esta noción más
amplia de lo a priori. El a priori gnoseológico comprende las condiciones de validez del
conocimiento; el a priori psicológico, las de existencia. — La validez de los conocimientos a
priori reside, según Kant, en que mediante ellos se fundamenta y hace posible la experiencia
(como serie de conocimientos objetiva y universalmente válida). Por eso dicha validez queda
limitada al campo de la experiencia posible. Criticismo. En cambio, según la concepción
escolástica, la validez de los conocimientos a priori tiene su fundamento en la intelección de
las relaciones esenciales de los objetos. La validez absoluta de tal intelección dentro del
orden ontológico posee su más profunda raíz en el hecho de que tanto la esfera subjetiva
como la objetiva se fundan en la misma pura identidad de pensamiento y ser que caracteriza
a la Mente absoluta. Por consiguiente, aunque las proposiciones a priori dependen
genéticamente de la experiencia, su valor objetivo la rebasa y es ilimitado. — El término a
priori pierde su valor cuando se usa en la acepción de «anterior a la crítica». En tal caso es
mejor reemplazarlo por el vocablo «apriorístico».
Bibliografía
Aristóteles Categorías 12
Metafísica v. 11
I. Kant Kritik der reinen Vernunft, 21787 1-10
J. Maréchal Le point de départ de la métophysique iii' p. 87ss (lo «a priori» en Kant)
Lovaina 31944
v, p. 56-155 (lo «a priori» en la escolástica) 21949
[trad. cast.: El punto de partida de la metafísica, 5 vols., Gredos. Madrid 1957-1959]
J. Lotz Zum Problem des Apriori en «Mélanges Maréchal» ii (1950) 62-75
J. Lotz El problema del «apriorismo» en «Crisis» , 4 (1957) 229-239
M. Dufrenne La notion d'«a priori», en Mélanges Maréchal ii', 1950 p. 62-75
H. Fels Was ist a priori und a posteriori en «Philosophisches Jahrbuch» 38 (1925) 201-210.
321-322
K. Hübner A priori — A posteriori en H. K rings Conceptos fundamentales de filosofía,
Herder, Barcelona 1977
L. Eley Die Krise des «a priori», in der transzendentalen Phänomenologie E. Husserls La
Haya, 1962
O.N. Derisi Los distintos sentidos del a priori en la filosofía contemporánea y en el
tomismo en «Sapientia» Buenos Aires 22 (1967) 245-266
L. Cencillo Conocimiento. Historia y planteamiento del a priori de la conciencia Syntagma
Madrid, 1968
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– Conceptos
A priori / a posteriori
Analítica trascendental
Crítica de la razón pura
Dialéctica trascendental
Estética trascendental
Juicios sintéticos a priori
Kant: ética de
Kantismo
– Autores
Cohen, Hermann
Kant, Immanuel
Absoluto
(incondicionado, en sí) es lo que en algún aspecto está exento de relación a otra cosa.
Absoluto desde el punto de vista lógico es aquello que puede definirse sin referencia a otro
ser. Absoluto en el plano ontológico es: 1.°, aquello a lo cual corresponde un ser en sí (como
substancia o como uno de los accidentes denominados absolutos) y que, por consiguiente,
no existe simplemente como relación a otra cosa; 2.°, lo que no consiste en pura
determinación del ser de otro ente = substancia; 3.°, aquel ser que excluye toda relación real
a otro (= el Absoluto). Puesto que todo lo finito es causado y, en consecuencia, dice relación
a una causa, el Absoluto ha de ser necesariamente incausado e infinito. En cambio, no
incluye contradicción el que el Absoluto sea término final de relaciones. El concepto de
absoluto no coincide con la noción teísta ni con la panteísta de Dios. En esta última
concepción la totalidad de todo lo recíprocamente relacionado carece de ulterior relación (el
universo); en la teísta, por el contrario, la totalidad de todo lo mutuamente relacionado
encierra también una relación a un ser exento de relaciones (Dios)
(Inmanencia, Trascendencia). — En la esfera del valor, absoluto es lo que vale
independientemente de cualquier condición. — Dado que un concepto considerado sin
atender al sujeto en que se realiza no está sometido a las condiciones limitativas de éste, el
vocablo absoluto en el sentido pleno de la noción significa frecuentemente ilimitado,
incondicionado (v.gr.: «la» sabiduría). — Relativo, Dios, Panteísmo.
Bibliografía
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– Conceptos
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Dios
Filosofía hindú
Tiempo
– Autores
Fichte, Johann Gottlieb
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Platón
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Abstracción
La psicología moderna, cuando habla de abstracción (1), piensa las más de las veces en este
separar mentalmente de algo intuitivamente dado una característica que le está vinculada,
lo cual presupone una atención especial a la característica en cuestión. Pero si la abstracción
no hiciera más que sacar determinados rasgos de un dato puramente sensible, significaría
un empobrecimiento y el empirismo tendría razón en lo esencial. Frente a esto la teoría
escolástica de la abstracción (2) enseña que el innegable empobrecimiento del contenido es
más que compensado con la mayor profundidad alcanzada por el conocimiento: mediante
la abstracción se aprehende de algún modo en el objeto la «esencia» o, mejor dicho, algo
esencial. Esto supone que la abstracción no consiste en un simple separar un rasgo sensible
de un todo que también lo es, sino en un proceso (proceso abstractivo) de dos fases, en el
que primero se hace aprehensible intelectualmente algo esencial en lo dado, lo cual es
desligado luego de sus concomitancias concretas. A este respecto el resultado de la primera
fase podría ser lo que Tomás de Aquino llama «species intelligibilis» (imagen espiritual del
conocimiento) como obra del «entendimiento agente», o bien lo que llama «intelligibile in
sensibili» (contenido inteligible en lo dado sensiblemente), mientras que la segunda fase
conduce al «verbum mentis», al auténtico concepto ([[Brugger:Concepto [Formación
del]|Concepto [Formación del]]]).
El que no sea suficientemente refleja la manera como el espíritu humano «concibe» este
primer contenido, se relaciona con el hecho de que la abstracción sólo se hace temática
explícitamente como abstracción a partir de la experiencia sensible «externa»; frente a ésta
retrocede la experiencia interna. Ya Aristóteles sabe que «nosotros percibimos nuestra
percepción sensible también en forma sensible» (Et. Nic. 9,9; 1170 a 31s). Pero no dice
explícitamente que logramos los conceptos de los actos sensibles (p. ej., de visión, de
tendencia, de agrado o desagrado) por abstracción a partir de esta percepción. En todo caso,
también esta abstracción permanece en el ámbito categoríal.
La abstracción de una forma (ya sea física ya metafísica) del sujeto se llama abstracción
formal. A ella se contrapone la abstracción de lo general del ente singular (p. ej., del concepto
de «hombre» a partir de un determinado hombre particular); porque en esta abstracción lo
general abstraído es todavía un todo metafísico, compuesto de un sujeto indeterminado y de
una «forma» (hombre = un sujeto que tiene la naturaleza humana), ese tipo de abstracción
se llama abstracción total. En tanto se aprehende esencialmente la «forma», para la
abstracción de lo uníversal no se requiere ninguna generalización inductiva. Pero la
formación de conceptos universales empíricos, en la medida que éstos designan un todo de
notas enlazadas entre sí de manera duradera (como, p. ej., el concepto de «caballo»),
depende de una especie de inducción. Ahí está la justificación relativa del empirismo.
Bibliografía
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– Conceptos
Abstracción
Abstracto
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– Conceptos
Universal concreto
Accidente
En sentido lato es todo aquello que, como determinante, se une a un sujeto. En el orden
lógico recibe el nombre de accidente todo determinante que puede darse o no darse en un
sujeto (accidente lógico, v.gr., el cabello negro en el hombre) (Predicables). Accidente en el
orden metafísico es lo que determina ulteriormente una substancia ya de por sí constituida
en un grado del ser (accidente ontológico, v.gr., la actividad pensante respecto al alma). El
accidente determina la substancia en sí misma, como la cantidad y la cualidad (accidentes
absolutos), o en relación a otra cosa, como v.gr., las determinaciones espaciales o
temporales (accidentes relativos). La forma accidental difiere de la substancial en que ésta
constituye fundamentalmente la esencia de una cosa (así, el alma al cuerpo en cuanto cuerpo
vivo) y aquélla, por el contrario, supone dicha esencia ya acabada y constituye un ulterior
determinante de la substancia. El accidente no puede jamás existir como substancia; por su
naturaleza requiere un sujeto de inherencia. El accidente puede, ciertamente, por la
omnipotencia divina (como enseña la teología católica respecto a la transubstanciación
eucarística) subsistir de hecho separado de la substancia, pero ello no anula aquella
exigencia esencial. El accidente es también un ente, pero de modo esencialmente distinto de
la substancia (Analogía). La inherencia del accidente a la substancia, a pesar de la distinción
real entre ambos, no debe concebirse como algo extrínseco, v.gr., al modo de la relación del
hombre a su vestido, sino como una unión interna entitativa. Se asemeja a la unión de alma
y cuerpo; sin embargo, jamás podrá despojársela de su carácter misterioso, pues sólo cae
bajo la experiencia la unión concreta de substancia y accidente.
La inherencia de los accidentes admite grados; puede ser inmediata o mediata (p.ej.,
cantidad y determinaciones de la cantidad; potencia activa y sus actos) La inherencia es
entonces el resultado de un comportamiento activo de la substancia; así emanan de ello los
accidentes característicos (Propria) a la manera de los actos espontáneos de los seres vivos.
Otros accidentes, en cambio, son formas de reacción y modalidades de los mismos.
La admisión de accidentes reales distintos de la substancia viene impuesta por el cambio que
se da en las cosas, las cuales sufren alteraciones conservando, no obstante, la misma esencia.
Esta concepción ocupa un lugar intermedio entre la opinión de aquellos que, como Hume y
otros empiristas, sólo conceden valor real a las apariencias fluentes y no substanciales, con
lo que se excluye una existencia estable de la esencia de las cosas, y el punto de vista
de Descartes y Espinosa que llegan hasta hacer del accidente (v.gr., de la cantidad y del
pensamiento) un ser substancial. La determinación accidental de una substancia denuncia
siempre su finitud, ya que el ser accidental es incompatible con la simplicidad del Ente
infinito. La determinación accidental, por el contrario, pertenece necesariamente al ser
creado, pues el obrar (Acción), que sigue al ser, no puede constituir el ser substancial mismo
en ningún ente finito.
Bibliografía
Acción
La descripción anterior no podía tener más que un carácter provisional. El producir (causar)
o hacer pasar de la potencia al acto pertenece únicamente a la acción creada y no constituye
la verdadera esencia de la acción. Ésta reside en que el ente se «efectúa» a sí mismo y existe
así en su plena realidad. Solamente con su pensar y querer posee el hombre la realidad
plenamente desplegada de sí mismo, mientras que sin esta actividad dormita aún. La
producción se añade a la efectuación sólo cuando ésta no es dada con la substancia del ente,
sino que debe ser producida como ulterior determinante accidental. En oposición a toda
criatura, la autoposesión pensante y volente de Dios, se presenta como efectuación pura sin
producción alguna y, por lo tanto, como acto puro (actus purus); la acción exterior de Dios
(la creación) no significa tampoco una producción en sí mismo. El sentido de la acción es
justamente elevar al ente a la completa posesión de su ser y, en definitiva, del Ser absoluto.
Por eso la acción sólo puede coincidir con la substancia cuando se trata de quien es el mismo
Ser absoluto; por el contrario, en el ente finito, la acción ha de ser un determinante
accidental mediante el cual éste lucha por poseerse a «sí mismo y por aproximarse al Ser
absoluto»: «Omnia appetunt Deum» («Todo ser aspira a Dios»).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Acción social, teoría de la
Antropología filosófica
Cultura
Epistemología genética
Kant: ética de
Libertad
Prudencia
– Autores
Bergson, Henri
Davidson, Donald
Platón
Acción recíproca
Bibliografía
Acto
En la esencia del acto se encuentra siempre una cierta abundancia o riqueza, es decir, un
conjunto de posibilidades que pueden realizarse en mayor o menor medida; piénsese, por
ejemplo, en la mayor o menor amplitud del saber. Si todas las posibilidades de un acto se
realizan exhaustivamente, éste será un acto ilimitado, v.gr., la plenitud de una ciencia no
limitada por ninguna ignorancia. Un acto limitado,por el contrario, comprende sólo una
parte de posibilidades, v.gr., el saber del hombre entremezclado como está de cuantiosas
ignorancias. Hay que distinguir también el acto no puro (mixto), que ya en su esencia dice
limitación, siendo, por lo tanto, incapaz de realización ilimitada, y el acto puro
(simple), cuya esencia no incluye límites y permite, por lo mismo, una ilimitada realización.
Así, el conocimiento sensorial en cuanto tal es esencialmente un saber impuro mezclado con
no saber, pues le es inaccesible todo lo suprasensible; el conocimiento intelectual, en cambio,
es en su esencia puro, simple (no entra en composición con la ignorancia), aunque en su
realización humana sea afectado por la nesciencia. El acto limitado es siempre un
acto recibido, pues se limita siempre por la capacidad receptiva de su sujeto; v.gr., el saber
en el hombre. Por el contrario, estando el acto puro libre de todo sujeto limitante, y
existiendo, por lo tanto, como acto subsistente o no recibido, debe carecer de límite en la
total plenitud de su esencia: tal es el caso de Dios.
Dado que el ser (a diferencia, p. ej., del saber o del querer) significa realidad bajo todo
aspecto, y puesto que Dios es el ser subsistente, en consecuencia él, en virtud de este acto
uno, posee la plenitud absolutamente ilimitada en entera simplicidad. Lo finito, en cambio,
está compuesto de varios actos parciales, a los que se contraponen las correspondientes
potencias ordenadas a ellos. A este respecto deben distinguirse tres ámbitos: en el devenir,
por el cual el mismo ente se hace otro, el núcleo substancial se delimita como acto
primero (1) frente a las determinaciones accidentales como acto segundo. Pero es sobre todo
la substancia, dotada de sus facultades operativas, lo que recibe el nombre de acto
primero (2), mientras que la operación misma se llama acto segundo, p. ej., un acto de
voluntad. Si el devenir se realiza en un crecimiento progresivo, entonces los estadios
intermedios no acabados son actos imperfectos, que son coronados por la conclusión
acabada como el acto perfecto o último (cf. la evolución del niño hacia su estado adulto). En
el devenir que transforma un ente en otro, se diseña en el núcleo substancial mismo, y con
ello en la esencia, la tensión entre el acto formal o la forma esencial, que determina el «qué»,
y la materia como el sustrato determinable (sirva de ejemplo la asimilación del alimento);
ha de incluirse aquí también la distinción entre alma y cuerpo. A estos tipos de devenir, que
investigó ya Aristóteles, se añade bajo el influjo de la revelación cristiana aquel devenir
impropio por el que el ente brota enteramente del no-ente y que se designa como creación.
De aquí resulta la dualidad del acto entitativo, que significa la existencia real, y de la esencia
individual como la potencia ordenada a él.
En nuestro tiempo E. Bloch, p. ej., habla de realidad (acto) y posibilidad (potencia), que
según él precede a aquélla y siempre la rebasa ilimitadamente. Esto tiene validez para el acto
referido a la potencia, pero no para el acto puro o subsistente, que precede a toda posibilidad
y rebasa infinitamente toda potencia (esencialmente finita). Con frecuencia en la actualidad
pasa de tal manera a primer plano el acto como realización, que se descuida e incluso niega
su soporte substancial, tal como sucede en el ámbito del actualismo. Concretamente se
acentúa en la persona (Scheler) o en la existencia casi de manera exclusiva la estructura del
acto en el que ella se realiza. Está fuera de toda duda que la persona se acuña como tal
primeramente en el acto de su autorrealización consciente y libre, pero con ello se consuma
simplemente su personalidad substancial, sin que ésta sea suplantada o sustituida.
Bibliografía
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Actos de habla
Dýnamis
Virtual
Ética
– Autores
Aristóteles
Searle, John
Stein, Edith
Agnosticismo
Usado por vez primera por Th. H. Huxley, este término derivado del griego ????????:
desconocido, significa etimológicamente doctrina de la incognoscibilidad. Según la acepción
corriente, designa aquella dirección filosófica que defiende la incognoscibilidad de lo
suprasensible, y, por consiguiente, la negación de la metafísica como ciencia, especialmente
en lo referente a la posibilidad del conocimiento de Dios. El conocimiento queda reducido a
lo intramundano, y lo trascendente (trascendencia), relegando al olvido la posibilidad de un
conocimiento análogo, se considera asequible a lo sumo por un instintoirracional, por un
sentimiento, o por la fe. El agnosticismo, como negación de la cognoscibilidad teorética de
Dios, aparece en el criticismo de Kant, así como en la filosofía de la religión inherente a la
teología de la vivencia y al modernismo, que son posiciones dependientes del kantismo; y
como negación de toda cognoscibilidad filosófica de Dios, se da por lo menos en el primer
estadio de la teología dialéctica. Una forma más radical todavía de agnosticismo se presenta
en la doctrina del positivismo, con inclusión del neopositivismo, que declara carentes de
sentido todas las palabras que no pueden «verificarse» por la experiencia sensible. De él se
deriva como forma actual de agnosticismo la doctrina de muchos representantes de
la filosofía analítica, que consideran imposible todo enunciado sobre Dios. Así la cuestión
del agnosticismo se ha trocado de problema teorético-cognos-citivo en un problema de
filosofía del lenguaje.
Bibliografía
Bibliografía
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– Conceptos
Agresividad
Agustinismo
Bibliografía
Bibliografía
)
T. van Bavel F. van der Zande Répertoire bibliographique de saint Augustin, 1950-1960
(Instrumenta patristica, 3), 1963
Ch. Boyer L'idée de vérité dans la philosophie de Saint Augustin, 1920
del mismo Essai sur la doctrine de Saint Augustin París, 1932
del mismo Metafísica y mística de San Agustín en «Pensamiento», 10 (1954) 415-422
R. Jolivet Le problème du mal chez S. Augustin, 1929
F. Cayré Initiation à la philosophie de Saint Augustin París, 1947
E. Przywara San Agustín, 1950
M.F. Sciacca San Agustín, 1955
del mismo Saint Augustin et el néoplatonisme Lovaina, 1956
A. Muñoz Alonso La libertad en San Agustín en «Semanas Españolas de Filosofía» , 2 (1957)
219-232
C. Fabro El existencialismo y San Agustín en «Religión y Cultura» , 2 (1957) 539-564
V. Álvarez El conocimiento sensible y el problema de la abstracción en San Agustín en
«Ciudad de Dios» 174 (1964) 5-42
J. Morán La teoría del conocimiento en san Agustín Valladolid, 1961
C. Andresen Bibliographia Augustiniana, 21973
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Agustinismo
Alienación
Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía
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– Conceptos
Alienación
Locura
– Autores
Feuerbach, Ludwig
Lefebvre, Henri
Marcuse, Herbert
Alma
Llamamos (en el hombre) alma (en griego: ????) la substancia inmaterial que permanece a
través de los cambios de los procesos vitales, produce y sostiene las actividades de la vida
psíquica y vivifica el organismo. (En los trabajos sobre psicología influidos todavía por el
positivismo, se entiende muchas veces por alma el mero conjunto de los procesos psíquicos;
en otros, dicho término designa preferentemente el vivir consciente no racional, y no faltan
tampoco quienes lo aplican a otras cosas.) De conformidad con los tres grados de la vida,
distínguese el alma vegetativa (entelequia, principio vital; [[Brugger:Vital [Principio]|Vital
[Principio]]] del organismo), el alma sensitiva (principio de la vida sensitivo-animal) y
el alma racional o espiritual (principio de las actividades vitales superiores, espirituales, del
pensar y del apetecer). — La sencilla experiencia cotidiana, y las más antiguas convicciones
psicológicas, éticas y religiosas de la humanidad, no menos que la totalidad y unidad de la
vida anímica tan subrayadas por la moderna ciencia empírica, impulsan a preguntar por la
existencia y la demostrabilidad filosófica del alma humana. La existencia de un alma
inmaterial fue impugnada por elmaterialismo para quien sólo hay materia y procesos
fisicoquímicos (materialismo de salón de la Ilustración francesa, materialismo popular y de
cátedra desde K. Vogt y L. Büchner en el siglo xix, refíexología de Pavlov, Bechterev y otros
en el xx). El actualismo combate la existencia de un alma substancial. Esta filosofía
actualista disuelve todo ser estable en puro devenir, en acción sin agente y, según eso,
considera únicamente como alma el complejo constantemente cambiante de actividades y
vivencias anímicas (el ????? ???, «todo fluye», de Heraclito; las modernas psicologías
actualistas de Wundt yBergson: no hay cosas, sólo hay acciones; Paulisen, que aclara: las
acciones pueden existir sin substancia agente lo mismo que las estrellas flotan en el cosmos
sin estar adheridas al firmamento). — La cognoscibilidad filosófica del alma es negada por
el positivismo conforme a su postulado de que el pensamiento científico no permite dar un
paso hacia lo metafísico y el criticismo kantiano de la «Crítica de la razón pura» para quien
toda doctrina especulativa acerca del alma construye su edificio sobre un paralogismo.
En contra de estas opiniones están casi todas las grandes religiones de la humanidad, y
también la convicción milenaria del pensar filosófico relativo a la existencia del alma: desde
los clásicos de la filosofía antigua (Platón, Aristóteles, Plotino), pasando por los siglos de la
patrística y la escolástica, del racionalismo de Descartes y Leibniz e incluso del primer
empirismo (Locke, Berkeley) y de la ética de Kant(que al menos «postula» el alma), hasta el
retorno de la filosofía moderna a la doctrina del alma y del principio vital (Driesch, Becker,
Pfänder y otros).
La existencia del alma se infiere de la experiencia inmediata que el hombre tiene de sí mismo
y de la observación exterior de la vida. No experimentamos, claro está, un alma desligada de
sus actos, pero sí vivimos inmediatamente nuestros hechos de conciencia como actividades
o estados de nuestro yo, no como flotando en sí mismos «carentes de sujeto»: vivimos el yo
pensante, volente, etc. Vivimos la dilatada abundancia de todos los actos simultáneos de
conciencia y la corriente cambiante de los sucesivos, como pertenecientes a un mismo y
único yo que permanece i déntico en el cambio del acontecer psíquico. (Los fenómenos
morbosos, aparentemente opuestos, de desdoblamiento de la personalidad se muestran a
una consideración más exacta no como divisiones del yo, sino como juicios falsos o
descripciones fantásticas de una defectuosa unidad de sentido de las vivencias existentes en
lugar de la normal y acostumbrada.) No vivimos el yo como un mero «punto de referencia»
de las actividades, como mero «acontecer y devenir», sino como un ser «firme en sí
mismo» (Selb-stand) que «pone» los actos, «produce» y tiene como suyos los estados
psíquicos y es responsable de ellos, en suma, como principio permanente y sustentante de
todo el vivir anímico consciente. Según ésto, debe ser un ente substancial, irreductible por
su parte a «estado» o «actividad». (La alusión de Paulsen a las estrellas es errónea, porque
precisamente no son actos; debiera haber mostrado que, v.gr., podría haber movimiento
estelar sin estrellas movidas.) Las objeciones del positivismo y del criticismo contra la
posibilidad de la metafísica del alma se refutan por la fundamentación positiva de
la metafísica en la gnoseología general.
El alma humana como principio de la vida intelectual es simple (Simplicidad) y espiritual
(Espíritu). Es a la vez principio de la vida animal sensitiva (como muestra la unidad de la
conciencia intelectivo-sensitiva) y en cuanto forma del cuerpo, principio también de la vida
vegetativa del organismo ([[Brugger:Hilemorfismo, Alma y Cuerpo [Relación
entre]|Hilemorfismo, Alma y Cuerpo [Relación entre]]]). Eltricotomismo que admite en el
hombre espíritu, alma y principio vegetativo como principios realmente distintos, no puede
conciliarse con la realidad vivencial y la unidad de sentido de los procesos vitales. Digamos,
por el contrario, que la misma alma espiritual se exterioriza en la vida sensitivo-vegetativa
para tomarla luego a su servicio y ligarla a la síntesis de la vida plenamente humana. — A
pesar de la unidad del alma como primer principio formal y dinámico de todas las
actividades vitales, la mul-tiformidad específica de éstas exige la mediación (no
experimentada de manera inmediata) de facultades anímicas específicamente distintas, de
potencias y fuerzas que fluyen de la esencia del alma y se ordenan dinámicamente a tales
actividades.
Distínguense en primer lugar por sus objetos formales (verdad, valor, etc.), y luego por la
índole propia de la vivencia de sus actos. Háblase así, por ejemplo, de memoria, sentimiento,
voluntad, tendencias sensitivas, entendimiento, potencias sensoriales, etc. Las facultades no
son partes del alma, pues ésta es simple y espiritual. Desde los tiempos de la controversia
entre las corrientes aristotélica y agustiniana de la escolástica, discútese si las facultades son
o no son realmente distintas de la substancia del alma y, por lo tanto, distintas entre sí.
Mucho más importante que esta cuestión es el hecho de que, sea como fuere, el alma obra
por medio de las facultades (no obran éstas a modo de personas aisladas) y de que en tal
actividad siempre se verifica una delicada cooperación de las diversas potencias (de las
disposiciones intelectuales y sensoriales del conocer y del apetecer unidas con un estar
determinado sentimentalmente, etc.). Las facultades intelectuales aventajan en valor a las
sensitivas. Difícilmente cabe atribuir al entendimiento o a la voluntad la primacía absoluta,
porque ello depende del sentido en que se plantee la cuestión de dicha primacía
(Intelectualismo, Voluntarismo). — Como ser espiritual, el alma humana no pudo
desarrollarse a partir del alma puramente sensitiva de los brutos, cualquiera que sea el modo
como se haya originado el cuerpo del primer hombre. Tampoco puede proceder de otras
almas humanas (generacianismo, traducianismo), porque a un alma espiritual no le es
posible dar partes de sí misma que se desarrollen para formar una nueva alma. El alma
humana debe su origen a un acto creador de Dios. Ninguna fuerza creada es capaz de destruir
(descomponer en sus partes) al alma simple y espiritual, y Dios, que la ha creado inmortal,
no la aniquilará. Inmortalidad.
Bibliografía
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Alma
Alma de los brutos
Alma del mundo
Anámnesis
Cuerpo y alma
Deseo
Dialéctica trascendental
Diálogos platónicos
Estoicismo
Mente - cuerpo, relación
Muerte
Nous
Orfismo
Pneuma
Tiempo
Vida
– Autores
Alejandro de Afrodisia
Heráclito de Éfeso
La Mettrie, Julien Offray de
Malebranche, Nicolás
Platón
Plotino
Rousseau, Jean-Jacques
Muchos representantes del vitalismo biológico admiten la existencia de un alma del mundo
para explicar la colaboración entre los organismos y entre los diversos reinos de la
naturaleza. La relación del alma del mundo con el mundo visible sería parecida a la del
principio vital (alma) con los organismos individuales. Así como éste, perteneciendo a un
grado del ser más elevado que el de los elementos materiales del organismo, le asegura su
despliegue teleológico y le vivifica, así el mundo y el alma a él correspondiente
representarían un gran organismo único. Al particularizar más discrepan las opiniones:
unos conciben dicha alma como una razón del universo y aun la identifican con
Dios (Schelling, Scheler, en su última época); otros, en cambio, prescinden de las cuestiones
metafísicas más profundas (E. Becher). El estoicismo admite una razón universal a modo de
materia etérea, sutil, semejante al fuego y actuante en todas las cosas. — El hecho de nuestra
conciencia del yo habla en contra de un alma del mundo cuya aceptación convertiría también
al hombre en una célula del organismo universal desprovista de substantividad. La
colaboración y finalidad existentes en el universo se explican porque el Creador ha puesto
dentro de los organismos particulares el principio vital y los ha sintonizado unos con otros
en un plan lleno de sabiduría. Finalidad.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma del mundo
La relación entre alma y cuerpo, o sea la relación óntica, en parte empíricamente objeto de
vivencia, en parte sólo deducible por examen filosófico, entre el cuerpo animado y el alma
espiritual que lo vivifica y dirige, plantea siempre a la investigación y a la filosofía una
profusión de problemas. — El cuerpo se muestra a la observación empírica como base y
campo de expresión de la vivencia anímica (Cuerpo). — De las teorías metafísicas sobre el
alma y el cuerpo, unas se limitan a subrayar de manera unilateral la unidad del ser humano
(Monismo); otras, la dualidad y oposición entre ambos (dualismo puro); otras, en fin,
intentan hacer justicia a la unidad y a la dualidad del hombre, según son vivencialmente
aprehendidas (duo-monismo).
Bibliografía
Bibliografía
Amor y respeto no se excluyen mutuamente. Son, mejor, dos aspectos de una actitud
fundamental del ser espiritual-personal con respecto al ser grávido de valor y en especial a
los portadores personales de valor. Pues del mismo modo que en toda ansia de verdad vibra
inconscientemente la ordenación ontológica del espíritu a la Verdad absoluta, también en
todo genuino amor espiritual alienta la orientación hacia el Valor supremo absoluto que
exige respeto.
Lo opuesto al amor es el odio, negador del valor propio de la persona odiada. Así como el
amor es creador de valor y plasmador de comunidad, el odio destruye al primero y mata la
segunda.
Puesto que todo hombre por su personal ordenación al Valor supremo infinito (Dios) posee
un valor propio irreiterable y nadie mientras vive puede ser considerado como
definitivamente fracasado en la consecución del fin de su vida, existe el deber del amor al
prójimo que no admite excepción. Sin embargo, esto no excluye, sino que incluye un orden
y gradación del amor conforme a las diversas relaciones y comunidades humanas y las
distintas clases de valores que las fundamentan. El infinito y, a la vez, supremo Valor
personal de Dios, que es el mismo Amor subsistente, constituye el fundamento del amor a
Dios. Por una parte, la obligación del amor se refiere también a la actitud interior, no sólo a
las obras externas. Por otra, esa obligación concierne a dicha actitud, no en tanto que se
sustrae al influjo directo o indirecto del querer libre (como v.gr., la apreciación
afectiva: simpatía y antipatía), sino en cuanto «sí» de la voluntad, radicado en el
conocimiento, que se inclina hacia el valor personal reconociéndolo, y abraza todo lo demás
en la medida que puede brotar de él.
Puesto que el amor apunta de la manera más directa y completa al valor en cuanto tal, y el
alma espiritual en sus fuerzas creadoras invita con la máxima intensidad a la unión con los
valores objetivos y sus leyes, el amor es también la fuerza más poderosa para comunicar una
noble estructura a la totalidad de la vida humana y llevar a su plena realización el orden
moral. En la actual psicología empírica el amor es tratado bajo el título de motivación.
Bibliografía
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– Conceptos
Amor
– Autores
Eloísa
Empédocles
Scheler, Max
Amor a sí mismo
Bibliografía
Análisis
Bibliografía
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– Conceptos
Análisis
Descripción definida
Elemento
Estructuralismo en lingüística
Estética
Filosofía analítica
Kant: ética de
Libertad
Tiempo
– Autores
Bergson, Henri
Foucault, Michel Paul
Heidegger, Martin
Nietzsche, Friedrich
Russell, Bertrand
Analogía
Vocablo acuñado ya por los griegos, viene de ???????? que significa «según proporción».
Con este término se expresa ante todo la analogía del conocimiento, el cual concibe un ente
por su relación con otro distinto. El ser de un ente es, por consiguiente, inferido o al menos
aclarado, comparándolo con otro diferente, v.gr.: el pensamiento me vino como un rayo. La
analogía supone que el ser con que se va a hacer la comparación (por lo menos desde el punto
de vista de la misma) es más conocido que el otro y que entre ambos hay a la vez coincidencia
y diversidad. Sin coincidencia desaparece toda posibilidad de comparación; sin diversidad,
la comparación da como resultado una mera repetición de lo mismo sin nueva aclaración.
De ahí que el conocimiento analógico tenga sus raíces en la analogía del ente, gracias a la
cual dos o más entes coinciden y al mismo tiempo se distinguen en su ser. Ella constituye el
objeto de la exposición que sigue. Esta analogía se refleja en nuestros conceptos y palabras.
Para caracterizar más exactamente el concepto análogo deben considerarse los dos tipos
fundamentales de analogía: de atribución y de proporcionalidad. En este punto hay que
distinguir netamente el contenido conceptual (o bien el término) común y análogo (v.gr., el
ente) de los sujetos de las relaciones análogas o analogados (v.gr., Dios y la criatura). En
la analogía de atribución lo analogado común se atribuye al análogo secundario indicando
una dependencia respecto al principal. Hay una analogía de atribución extrínseca y
otra intrínseca, pues en virtud de la aludida dependencia puede aplicarse al analogado
secundario ya sólo el nombre análogo, ya también el contenido conceptual por él significado.
Un ejemplo de la primera lo constituye el predicado «sano»: el analogado principal es el
cuerpo humano poseedor real de la salud; los analogados secundarios pueden ser, v.gr., los
colores del rostro o el alimento, los cuales, por su relación con la salud del cuerpo (como
signo o causa de la misma) reciben el nombre de «sano», pero careciendo de aquélla. Como
ejemplo de la segunda puede aducirse el concepto del ente: de Dios se predica la noción de
«ente» como analogado principal; de la criatura como analogado secundario; porque
realmente lo es aunque en absoluta dependencia de Dios. Existe entre ambos una
coincidencia en el ser, penetrada, empero, por la diversidad, pues Dios lo posee con
independencia y perfección, y la criatura, en cambio, de un modo dependiente e imperfecto.
La analogía de proporcionalidad se funda en que cada uno de los analogados encierra una
relación en la cual a la vez coincide y discrepa. Se trata de la recíproca relación de analogía
entre dos razones, la cual se denomina también «proporcionalidad». Puede
ser propia cuando la relación en ambos analogados apunta al contenido esencial común,
e impropia si la relación del analogado secundario no es a dicho contenido esencial común,
sino sólo a un efecto semejante de algún modo al irradiado por aquel contenido. Dios y las
criaturas guardan relación al ser, pero de manera esencialmente distinta, a saber: Dios, de
un modo necesario; la criatura, contingente. Hablamos de un prado «riente», no en el
sentido de que realmente «ría», sino porque nos alegra de igual manera que un rostro
sonriente. Éste es el llamado lenguaje metafórico.
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– Conceptos
Inducción, clases de
Meme
Ser
Angustia
Mientras que la agresión mueve al hombre a combatir un mal, la angustia incita a eludir el
mal o huir de él. Cuando eso es imposible, la angustia con frecuencia se trueca en agresión.
La angustia desempeña una función motivante especialmente en procesos de aprendizaje.
Las normas morales mismas no adquieren eficacia sin las sanciones negativas inherentes a
ellas (castigo), las cuales se hacen conscientes en la conciencia moral. Aunque
fundamentalmente la angustia no carece de finalidad, sin embargo no siempre es ventajosa,
sino que puede también obstaculizar, inhibir y conducir a trastornos patológicos. La
educación no puede ni debe excluir la angustia, pero ha de evitar las intensificaciones
patológicas (audacia, valentía, virtud). La angustia no sólo se refiere a un mal material, sino
también a la amenaza de valores espirituales y del sentido de la existencia humana
(existencialismo). Por eso, la medida y la superación de tal angustia existencial
(especialmente intensa en la angustia ante la muerte) se hallan en relación también con la
propia inteligencia del hombre y con la fe.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Existencialismo
– Autores
Sartre, Jean-Paul
Animal
Los animales metazoos son organismos pluricelulares que se diferencian como reino propio,
esencialmente distinto tanto de los protistas unicelulares o acelulares (protozoos, grado
ínfimo del cosmos viviente) como de los vegetales pluricelulares (metafitos). Desde un punto
de vista puramente descriptivo (zoológico), los animales son organismos heterotrofos, es
decir, organismos que se nutren predominantemente de materias orgánicas, mientras que
el vegetal, como organismo autotrofo, está ligado a la materia y a las energías inorgánicas.
El animal produce en el interior del cuerpo la energía necesaria mediante procesos de
oxidación que se verifican en la respiración interna. Con esto se relaciona el hecho de que
los animales no se hallan tan firmemente atados al substrato material como los vegetales,
mostrando, por el contrario, una gran abundancia de formas de movimiento y de aparatos
sensoriales que en gran parte dispensan al animal de vincularse rígidamente a un lugar.
Considerado como organismo, el animal es una «configuración o forma cerrada», lo cual
significa que está integrado por sistemas cerrados de órganos y movimientos circulatorios
(circulación sanguínea, sistema nervioso, etc.) provistos de órganos centrales (v.gr., corazón,
cerebro); las células individuales no están se paradas entre sí por fuertes paredes, como
acontece en el vegetal, y abandonan su substantividad, por lo que respecta a forma y función,
a favor de la superior unidad del órgano; el desarrollo estriba en la formación de hojas
blastodérmicas que, en oposición a la estructura abierta del vegetal, lleva a la constitución
de superficies interiores absorbentes. Finalmente, el animal posee órganos correspondientes
a aquellos que en el hombre están al servicio de la vida consciente de los sentidos.
Considerado filosóficamente, el animal es un ser viviente que, además de la irritabilidad
(Vegetal), muestra reacciones psíquicamente condicionadas; pero no vida intelectual. Como
sujeto de la vida sensitiva hay que admitir un alma animal. Condición previa para los actos
típicos del comportamiento animal es la conciencia sensitiva.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma de los brutos
Animales, derechos de los
Antropología filosófica
Hombre
– Autores
Lorenz, Konrad
Antinomias
Según Kant, la razón humana cae inevitablemente en contradicciones tan pronto como
aplica su principio de la unidad incondicionada al mundo de los fenómenos. La investigación
de estas necesarias contradicciones y de sus causas se llama antitética y la contradicción
misma antinomia.
Crítica: Hay que conceder que las antinomias se fundan en la doble naturaleza de nuestra
razón, la cual, de una parte, como razón, se dirige a lo incondicionado del ser en cuanto tal,
y de otra, como razón humana, está restringida primariamente a las cosas sensibles, de
manera que, si bien se eleva sobre éstas, no obstante, en su manera de concebir utiliza, por
decirlo así, los objetos corpóreos como modelo. La resolución de las antinomias mediante la
distinción de cosas en sí y fenómenos contiene también un núcleo de verdad, pues lo que
vale de las cosas como fenómenos (objetos de los sentidos), no vale incondicionalmente de
ellos como cosas en sí (objetos de la razón). Así, es exacto que el mundo visible, como un
todo, nunca puede devenir objeto de una experiencia y que la división completa de algo
extenso tampoco puede terminarse en experiencia alguna. Kant, sin embargo, va demasiado
lejos, reduciendo los fenómenos a meras representaciones en vez de considerarlas como
reflejos de las cosas en sí. En esta hipótesis una causalidad libre y un ser necesario serían no
sólo posibles, sino exigibles por la razón. La solución de la tercera antinomia es insuficiente
(Libertad de la voluntad). — Criticismo.
Bibliografía
Antropología
Etimológicamente deriva del griego y significa: doctrina del hombre. A este respecto el
hombre es visto como aquel que pregunta siempre por sí mismo y desarrolla una
interpretación de sí mismo, y así llega siempre a una antropología vivida o precientífica. De
ésta surge la antropología científica, que aparece primero como antropología de ciencias
particulares o empírica. Esa antropología investiga cómo se representa el hombre bajo este
o el otro aspecto y se desarrolla, p. ej., como antropología psicológica, sociológica,
fisiológica y genética. Las dos últimas antropologías desembocan la una en la otra, y
normalmente se hace referencia a ellas cuando se habla simplemente de antropología. Sirven
a la investigación empírica los métodos de las ciencias naturales y los de las ciencias del
espíritu, y en tiempos recientes cada vez más los métodos estadísticos. Encontramos sus
resultados en las ciencias humanas, que son indispensables para la ética especial y para
la antropología filosófica. Ésta se ha impuesto más y más desde su pionero Scheler;
considera al hombre según su totalidad y tiende especialmente a penetrar en lo que él es en
su naturaleza íntima. Para ello, junto con el método fenómeno-lógico (Husserl, Scheler), usa
el método trascendental, perfeccionado más allá de Kant, por cuanto reduce la conducta
humana a sus fundamentos de posibilidades en el hombre mismo y así pone de manifiesto
su estructura esencial. La antropología filosófica aparece en lugar de la anterior psicología
filosófica, para lo cual es decisivo el hecho de que hoy tomamos en consideración el todo
humano, más que la dualidad — exagerada por Descartes — de alma y cuerpo.
Para valorar este cambio en la historia del pensamiento bastarán unas pocas indicaciones.
La cuestión acerca del hombre es ciertamente en algún modo «el» tema de la filosofía; sin
embargo, en tiempos pasados no constituyó el punto dominante. La antigüedad giraba en
torno al «cosmos» o la naturaleza que descansaba sobre sí misma, considerando al hombre
en conexión con ella. Para la Edad Media el hombre fue un miembro del «orden» salido de
Dios. La Edad Moderna desató al hombre de tales cimientos sustentadores colocándole
sobre sí mismo, predominantemente como «sujeto» o razón, con lo cual ésta, como sujeto
trascendental o panteística razón universal absoluta, acabó por oprimirle y volatilizarle,
haciendo de él un momento fugaz del curso evolutivo del Absoluto. El hombre cayó, al fin,
en la cuenta de la inanidad de tales construcciones, advirtiendo que lo había perdido todo,
incluso su propia personalidad, que había sacrificado la vida al concepto abstracto ilusorio
y que se encontraba ahora ante la nada. El renacimiento empezó al verse arrojado sobre sí
mismo y (en oposición al idealismo) precisamente sobre la personal e histórica concretez de
su vida, que se adelantaba y desbordaba todo concepto. Así deviene el hombre mismo tema
único del filosofar: se trata de estudiarlo y considerar en él todo lo demás. Por eso la filosofía
se hace más o menos antropología, por más que, a veces, se pierde también en ella. Las
primeras manifestaciones se dan en el Schelling del poster período y en Kierkegaard.
Después, esta corriente va desenvolviéndose, pasando por Nietzsche, por la filosofía de la
vida ([[Brugger:Vida [Filosofía de la]|Vida [Filosofía de la]]]) y por la fenomenología, hasta
llegar a Scheler, que formula de un modo explícito el tema antropológico como tal.
Finalmente, la filosofía existencial (Existencialismo) representa la última profundización y
como un epílogo.— [[[Brugger:195|195]]-198].
Las diversas direcciones de la antropología muestran al mismo tiempo los peligros que
dentro de sí oculta. Si la vida pasa a primer término, considerándola predominantemente
desde el punto de vista del cuerpo, la naturaleza propia del hombre se desvanece; esto es lo
que se percibe en Nietzsche, se advierte reiteradamente en la filosófía de la vida y aparece
sobre todo en el Scheler de los últimos años y enKlages. Las más de las veces se llega a
volatilizar en la vida los demás contenidos por las vías del biologismo, relativismo y
psicologismo. Esto no afecta a Teilhard de Chardin, que consuma la biosferamediante
la neosfera (del espíritu). Otros destacan el carácter privativo del hombre que, como
existencia (Existenz), lleva por su autorrealización ventaja a todo mero existente
(Vorhanden); así, Kierkegaard y la filosofía existencial en general. Sin embargo, aun en
éstos se nota siempre la inclinación a reducirlo todo (de las relaciones humanas,
especialmente la unión con Dios) a puros modos de existir del hombre; nos brinda un
ejemplo el humanismo de Sartre y tampoco está totalmente libre de ello la trascendencia en
Jaspers; esta actitud cambia la antropología en antropologismo. El hombre como sujeto
aislado queda superado mediante el «ser-en-el mundo» de Heidegger y más tarde mediante
su «exigencia del ser». Buber, entre otros, añade el diálogo, apenas insinuado en Heidegger,
como otro factor decisivo. La antropología marxista de un Bloch arroja de nuevo al hombre
hacia sí mismo, por cuanto su esperanza permite ciertamente un trascender, pero no
una trascendencia. Vemos una raíz importante de los peligros mostrados en aquel método
que no quiere trascender la autoexperiencia inmediata de la vida o del hombre, permitiendo
sólo la interpretación o hermenéutica (Dilthey), o bien el análisis fenomenología)
(desde Husserl) de la misma, sin progresar hacia una verdadera fundamentación
trascendental-metafísica.
A modo de crítica de la antropología cabe decir que jamás la filosofía entera podrá reducirse
a ella (¡antropologismo!). Heidegger lo ha puesto de manifiesto enfáticamente. No obstante,
el hombre se halla en el centro del filosofar, en cuanto que a partir de él se abre todo lo demás
y en cuanto por él, hace accesibles referido en las maneras de su propio existir la
multiplicidad de lo real que lo rebasa. Por eso el camino hacia los dominios peculiares de la
ontología ábrese únicamente a través de una interpretación ontológico-fundamental del
hombre. En este sentido una previa antropología es la puerta de la filosofía, la cual queda,
por lo tanto, determinada antropológicamente (no antropomórficamente) en la forma de su
expresión.
Bibliografía
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– Conceptos
Antropología
Antropología cultural
Antropología filosófica
Antropología física
Ciencias cognitivas
Cultura
Etnología
Filosofía latinoamericana
Funcionalismo
Hombre
– Autores
Feuerbach, Ludwig
Laín Entralgo, Pedro
Lévi-Strauss, Claude
Scheler, Max
Tylor, Edward Burnett
Apetito
(appetitus, tendentia). En el sentido más amplio del término, el apetito como activo tender
a un fin es propio de todo ser finito capaz de actividad. Denominamos apetito natural
(appetitus naturae) la cualidad que un ente posee de estar inclinado a la plena realización
de su ser y de sus posibilidades operativas, cualidad en que se apoyan todos los actos
apetitivos particulares (aun los conscientes). Así, por ejemplo, la planta tiende
inconscientemente a su desenvolvimiento. — Apetito en el sentido literal estricto del vocablo
es el tender consciente (appetitus elicitus) a fines conocidos por el entendimiento o los
sentidos. Anclado en el apetito natural, sólo puede dirigirse a fines que en algún aspecto
muestran una conformidad con aquél y, por lo tanto, con la perfección ontológica del
apetente. No hay apetito encaminado al mal por el mal. — Según sea la elevación del fin
apetecido, del acto de apetecer y del conocimiento del fin (tres cosas que guardan proporción
entre sí) distínguese un apetito espiritual (Voluntad) de fines conocidos intelectualmente y
un apetito sensitivo-animal (Instinto). En el hombre ambas formas se hallan dispuestas de
tal modo, que a pesar de su carácter opuesto, se enlazan mutuamente de suerte que el
desarrollo exclusivo del apetito sensitivo destruye el ser y el valor del hombre y el impulso
escueto (en lugar de una recta disposición y subordinación) de la potencia apetitiva sensorial
puede llevar a una defectuosa formación del alma. En la actual psicología empírica el apetito
suele tratarse bajo el título motivación. Instinto, Voluntad, Pasión
Bibliografía
Aristotelismo
Las opiniones divergen cuando se trata de dar una interpretación más precisa de la
naturaleza de estos elementos, principalmente de la forma, así como de explicar la
discrepancia frente a la actitud platónica. Las formas constituyen también el fin interno del
ser o «telos» (de ahí ??-???-?????). Esto reviste especial importancia referido a los principios
formales de los seres vivientes: al alma de los vegetales, animales y del hombre. El alma
humana, única, desempeña también las funciones de la vida vegetativa y animal. El hombre
no crea, sacándolo de sí mismo, el conocimiento intelectual, sino que lo adquiere por el
influjo determinante de los sentidos; no obstante, en vez de mantenerse puramente pasivo,
actúa por la fuerza espontánea del intelecto agente (intellectus agens), distinto del intelecto
pasivo. Sólo el intelecto agente es inmortal; éste viene «de fuera», no originándose por
generación. Los árabes vieron en el obscuro texto de Aristóteles un monopsiquismo: la
unidad del intellectus agens para todo el género humano.
Bibliografía
Aristóteles Aristotelis opera 5 vols., Berlín 1831-1870 múltiples traducciones de las obras
más importantes; señalaremos las de E. Rolfes y E. Grumach (al alem.), Tricot (al franc.),
Carlini (al ital.) J.D. García Bacca, J. Marías y V. García Yebra (al cast.) Aguilar Madrid
, 21967
W. Totok Handbuch der Geschichte der Philosophie i' 1964, p. 214ss
M.D. Philippe Aristoteles Berna, 1948 (Bibliografía)
Ueberweg-Prächter Grundriss der Geschichte der Philosophie 12i §§ 44-52, 66; 11ii §§ 35-
36
H. Meyer Geschichte der abendländischen Weltanschauung i', 1947 p. 184-303; iii, 1948, p.
160-243
W. Jaeger Aristoteles, Grundlegung einer Geschichte seiner Entwicklung, 1923 [trad.
cast.: Aristóteles, 1946]
P. Wilpert Die Lage der Aristotelesforschung en «Zeitschrift für philosophische Forschung»
1 (1946) p. 123-140
J. Zürcher Aristóteles, Werk und Geist, 1952
M. Grabmann Mittelalterliches Geistesleben, 1926-1936
F. Nugens L'évolution de la psychologie d'Aristote París, 1948
I. van der Meulen Aristoteles. Die Mitte te in seinem Denken, 1951
D.J. Allan Die Philosophie des Aristoteles, 1955
M.D. Philippe Initiation à la philosophie d'Aristote París, 1956
A. Maurion en «Revue philosophique de Louvain» 57 (1959) 44-70
D. Ross Aristóteles, 1957
W. Wieland Die aristotelische Physik, 1962
E.J. Schächer Ist das Corpus Aristotelicum nacharistotelisch?, 1963
P. Moraux (dir.) Aristotelismus in der neueren Forschung, 1968
Idem Der Aristotelismus bei den Griechen I', 1973
W. Kranz La filosofía griega 3 vols Ed. Hispanoamericana México, 1964
I. Quiles Aristóteles Espasa-Calpe Madrid , 31964
X. Zubiri La idea de filosofía en Aristóteles en Naturaleza, Historia, Dios Madrid, 1944 p.
127-138
E. Elorduy El nuevo Aristóteles de J. Zürcher en «Pensamiento» , 8(1952) 325-356
J. de Sola Aristóteles hoy. El texto crítico de la Metafísica en «Pensamiento» 13 (1957) 71-
78
Relacionado con...
– Conceptos
Aristotelismo
Arte
La versión alemana de este término (Kunst) se deriva de «können», «ser capaz de» y
significa «habilidad, pericia, sabiduría»; denota, por lo tanto, no un «ser capaz» ordinario,
sino eminente. También la raíz del latino ars entraña el sentido de «imaginar, inventar,
trazar», además del de «acomodar, adaptar». Arte y oficio manual coinciden en que ambos
producen una obra sensorialmente perceptible. No obstante, el oficio manual apunta a lo
útil, provechoso, mientras que el arte se dirige a lo bello. Hay belleza natural en la medida
en que las cosas presentan de manera luminosa las ideas en ellas implicadas. La belleza
artística no es sólo repetición o copia fiel de aquélla; antes bien, es dado al arte hacer brillar
las ideas con profundidad y vigor enteramente nuevos, y aun hacer relucir en las cosas los
últimos misterios del ser; de ahí que su tarea capital no sea la producción de cosas, sino la
representación de las ideas. El artista es un vidente que penetra hasta los más íntimos
fundamentos de todo ente, hasta las ideas creadoras de Dios, y un creador que puede
expresar su visión en la obra; contemplar y crear son en él una sola cosa. De esta manera, el
artista, a pesar de todos los límites impuestos por el tiempo y la persona, se remonta sobre
sí mismo, levantándose como profeta y glorificador del ser entre los hombres; en su figura
genuina tiene algo de sacerdotal.
Bibliografía
Aristóteles Poética
San Agustín De música
Santo Tomás de Aquino Summa theologiae i 2 q. 57 a. 3
I. Kant Kritik der Urteilskraft principalmente §§ 43-53
F. Schelling Filosofía del arte Buenos Aires, 1949
A. Schopenhauer Die Welt als Wille und Vorstellung 1. 3. [trad. cast.: El mundo como
voluntad y representación, 3 vols., 1942]
M. Deutinger Die Kunstlehre, 1845
H. Lützeler Einführung in die Philosophie der Kunst, 1934
R. Guardini Sobre la esencia de la obra de arte Cristiandad, 1961
J. Maritain Arte y escolástica, 21948
J. Maritain (en colaboración con Raïsa Maritain) Situación de la poesía, 1946
P. Metz Idee und Erscheinungsform der Kunstwerke, 1953
H. Sedlmayr Kunst und Wahrheit, 1958
A. Halder Arte en Conceptos fundamentales de filosofía I, p. 137-149, Herder, Barcelona
1977
F. Schelling I Kant A. Schopenhauer ->a)
B. Christiansen Die Kunst, 1930
M. Heidegger Hölderlin y la esencia de la poesía en «Escorial» 10 (1943) 163-180
y por J.D. García Bacca México, 1944
Die Ursprung des Kunstwerks en Holzwege, 21952 p. 7-68 [trad. cast.: Sendas
perdidas, Losada, Buenos Aires 1960
del mismo Arte y poesía México, 1958
M. de Corte L'essence de la poésie París, 1942
W. Winkler Psychologie der Kunst, 1959
R. Hö?igswald Wissenschaft und Kunst, 1961
M. Merleau-Ponty L'oeil et l'esprit, 1964
L. Stefanini Metafisica dell'Arte ed altri saggi, 1948
H. Sedlmayr Verlust der Mitte, 1948
W. Benjamin Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit, 1963
G. Kahl-Furthmann Die bildenden Künste und ihre Probleme, 1975
K. Ulmer Wahrheit, Kunst und Natur bei Aristoteles, 1953
G. Freudenberg Die Rolle von Schönheit und Kunst im System der transzendental
Philosophie, 1960
A. Millán Puelles Dirección metafísica del arte contemporáneo en «La Estafeta Literaria»
186 (1960) 1-2
M. de Wulf Arte y belleza, 1950
Relacionado con...
– Conceptos
Arte, artes
Bello
Estética
Filosofía del arte
Mímesis
– Autores
Andreas-Salomé, Lou
Benjamin, Walter
Bruno, Giordano
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Leonardo da Vinci
Asentimiento
Designamos con este vocablo aquel elemento que distingue al juicio de las demás funciones
cognoscitivas. El concepto se agota en la presentación de contenidos sin toma de posición,
v.gr., hombre, inmortal. Puesto que todo está todavía en suspenso, ofrece el conocimiento
sólo de manera incoativa. Éste sólo se realiza plenamente en el juicio que toma posición y
decide, que une al contenido precisamente el asentimiento, v.gr., el hombre es inmortal.
Como muestra el ejemplo, el asentimiento se expresa en la cópula «es» y puede aparecer
como afirmación o negación. No se lleva a cabo ciegamente, sino que procede de la
intelección de la relación entre ambos contenidos (sujeto y predicado). Aunque posee cierta
semejanza con una decisión de la voluntad, es obra del entendimiento y justamente aquella
en que éste alcanza su perfección suprema. Cuando dice «es» de lo que es, y «no es» de lo
que no es (Aristóteles usa esta forma), indica las cosas en lo que son y penetra hasta el ser
del ente, mientras el concepto representa únicamente sus esencias como manifestaciones
todavía no puestas en relación con el ser. La consumación del ser en el asentimiento hace
también del juicio el lugar de la verdad. El asentimiento del juicio tiene en última instancia
sus raíces (por lo menos mediatamente) en la existencia actual o posible del ente mismo.
Bibliografía
La asociación consiste en el siguiente hecho expresado por una ley de reproducción: cuando
determinadas imágenes, v.gr., A y B, estuvieron una vez en la conciencia, ya
simultáneamente, ya en sucesión próxima, la presencia de la vivencia primera A suscitará
también la representación de la vivencia B, sin que actúen las causas originariamente
productoras de ésta. La asociación es el lazo que une mutuamente las huellas de A y B. Si,
posteriormente, A deviene consciente por otra causa, se tirará de este lazo poniendo a B
sobre el umbral de la conciencia. — Aristóteles menciona ya las tres leyes de la
asociación: de semejanza, contraste y contigüidad en el espacio y en el tiempo. La ley de
contraste se reduce fácilmente a un caso de semejanza. Dos representaciones que
contrastan, v.gr.: blanco y negro son, indudablemente, semejantes como colores y también
por ser los extremos de la serie cromática. La ley de semejanza puede reducirse a la
sustitución: si A está asociado con B y A1 es semejante a A, la experiencia muestra que una
vez hecho A1 consciente existe una tendencia a pasar inmediatamente de A1 a B. Queda la
ley de contigüidad, la cual, en rigor, se refiere al tiempo y requiere como condición que los
miembros de la asociación se aprehendan como un todo.
Bibliografía
G.E. Müller Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit und des Vorstellungslaufes, 1911ss
J. Fröbes Lehrbuch der experimentellen Psychologie 31929, ii, p. 124-162 [trad.
cast.: Tratado de psicología empírica y experimental, 2 vols , 41950
J. Lindworsky Experimentelle Psychologie 51931, p. 141-166 trad. cast.: Psicología
experimental descriptiva y teórica Bilbao , 41963
W. Fischel Die Leistungen der höheren Wirbeltiergehirne, 21956
J. Pérez Bulnes Psicología Fax Madrid , 131961
G.W. Allport La personalidad Herder Barcelona , 31970 p. 610-621
A. Willwoll Seele und Geist, 1938 p. 63ss [trad. cast.: Alma y espíritu, Bilbao 31966]
->Psicología
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– Conceptos
Causalidad
Luz
– Autores
Hume, David
Ateísmo
La negación de la existencia de Dios (o de una pluralidad de seres divinos, tal como los
supone el politeísmo), así como de todo fundamento absoluto y supraempírico del mundo,
frente al panteísmo, sólo puede determinarse en sus tipos fundamentales a partir de la
historia. El ateísmo está condicionado por la época. En la antigüedad sólo conocemos un
ateísmo de individualidades solitarias. A veces se trata de una crítica justificada a un
antropomorfismo demasiado ingenuo de las representaciones de los dioses, como en
Jenófanes; pero los sofistas Critias, Pródico, y después Lucrecio, anticiparon lugares
comunes del ateísmo (Dios como superpolicía, como fuerza personificada de la naturaleza o
como héroe divinizado; explicación materialista y cerrada del mundo). Sin embargo, el
sentimiento vital de la religiosidad natural, que está unido a un mundo totalmente
misterioso, impidió un ateísmo radical y de gran alcance como el que se da en la actualidad.
Parece que su nacimiento se hizo posible por la desacralización o «desdivinización de la
naturaleza» (Hegel), posibilitada por el énfasis que pone la fe cristiana en la idea de creación.
Las modernas ciencias empíricas prescinden legítimamente en su ateísmo metódico de todas
las dimensiones metafísicas de la realidad. En cambio, la afirmación ilegítima de su no-
existencia condujo al ateísmo doctrinario de algunos ilustrados franceses (s. xviii), del
materialismo vulgar alemán (s. xix) y de la sistematización del «materialismo
dialéctico» llevada a cabo por F. Engels, la cual se mantuvo como orientación normativa en
la ortodoxia marxista-leninista; en la actualidad guarda cierta semejanza con lo anterior El
azar y la necesidad (1971) de J. Monod. El ateísmo postulado (así llamado por M. Scheler),
denominado también ateísmo humanista, que presenta dos variantes principales, la
marxista, que se remonta a L. Feuerbach, y la existencialista (F. Nietzsche, J.P. Sartre), niega
la existencia de Dios como competidor del hombre: «Yo niego a Dios significa en mí: niego
la negación del hombre» (Feuerbach). Esa posición obedece no al hecho de que el mundo en
su devenir pasado pueda explicarse sin Dios, sino al de que la exige el futuro del mundo que
ha de ser configurado por el hombre y, con ello, el del hombre mismo en su libre
autorrealización. Como consecuencia del positivismo y de los neopositivismos actuales, se
da un ateísmo escéptico o agnóstico, entre otras razones, por el motivo teorético-lingüístico
de que la palabra «Dios» carece de sentido o sólo admite una acepción de tipo antropológico.
Esta problemática también aflora ampliamente en la «teología de la muerte de Dios» (1960-
1970 en EE.UU., con repercusión en Europa). El problema de la teodicea, como fuente de
experiencia existencial, fue y permanece una «piedra angular del ateísmo» (G. Büchner;
cf. Los Hermanos Karamazov de Dostoievski, así como A. Camus). Hay motivos — que a la
postre no pueden resolverse filosóficamente — para un ateísmo más «preocupado» (K.
Rahner) que militante. Hoy, mucho más que antes, hay que contar con la posibilidad —
condicionada por el ambiente — de un ateísmo negativo consistente en la ignorancia total
del problema de Dios y, en consecuencia, con el ateísmo inculpable como fenómeno masivo.
También en los ateísmos «positivos» (cf. ciertas críticas teológicas actuales al teísmo) late
un desconocimiento fundamental de lo que la metafísica cristiana de Europa designa con la
palabra «Dios». El conocimiento filosófico de Dios (Dios, pruebas de la existencia de) puede
refutar ciertas objeciones o corregir determinados planteamientos en relación con las formas
señaladas de ateísmo teorético; en cambio, el ateísmo de tipo más práctico que reflexivo se
sustrae a la discusión en una actitud de vida que parece disolverse por completo en la capa
superficial de los fenómenos.
Bibliografía
Bibliografía
1960-70)
E. Kunz Christentum ohne Gott?, 1971
H.M. Barth Atheismus. Geschichte und Begriff, 1973
K. Rahner (dir.) Ist Gott noch gefragt?, 1973
E. Colomer y otros autores El ateísmo en nuestro tiempo Nova Terra Barcelona, 1967
F. Mauthner Der Atheismus und seine Geschichte in Abendland I-IV 1922-23 (reimpresión
1963)
H. Ley Geschichte der Aufklärung und des Atheismus I-II Berlín oriental, 1966, 1969
Cl. Tresmontant Los problemas del ateísmo Herder Barcelona, 1974
Atomismo
Se llama así la teoría que reduce a átomos todo el mundo corpóreo. Según Leucipo y
Demócrito los átomos (del griego: ?-?????, que significa sin-corte, in-divisible) son los
últimos componentes, inmutables y corporales, de todo lo real, también del alma. Sólo se
distinguen geométricamente por la forma, la situación y la disposición en el espacio vacío.
Este atomismo antiguo, al que pueden equipararse ciertas teorías filosóficas de la India, ha
sido asumido reiteradamente, por ejemplo, por Pierre Gassendi. Del atomismo filosófico hay
que distinguir la teoría atómica de las ciencias naturales. También en la química se han
buscado componentes últimos de los cuerpos. En el siglo xix se creyó primeramente que
estos componentes eran los elementos químicos, consistentes en átomos homogéneos con
las propiedades características del respectivo elemento. Esta teoría siguió desarrollándose
con éxito y se acreditó como explicación de la constitución del mundo corpóreo, pero no en
lo relativo al factor de la indivisibilidad, pues el átomo mismo contiene ulteriores estructuras
(núcleo del átomo y electrones) y subestructuras (corpúsculos elementales y campo
electromagnético). A este respecto se plantea de nuevo la pregunta filosófico-natural de si
pueden encontrarse corpúsculos últimos sobre los cuales podamos estar ciertos de que en
principio ya no son capaces de una reducción ulterior. C.F. v. Weizsäcker afronta estas
cuestiones con su hipótesis de los objetos posibles de la experiencia en general según la
teoría cuántica (física cuántica), es decir, con su hipótesis de los objetos originarios que ya
sólo pueden definirse por una única alternativa de medición, por una única decisión sí-no.
— [[[Brugger:7|7]], 32, 47, 131].
Bibliografía
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– Conceptos
Atomismo
Atomismo lógico
Autonomía
Para Kant la autonomía es el principio supremo e incluso único de la moralidad, pues «la ley
moral no expresa otra cosa que la autonomía de la pura razón práctica». La contraposición
entre la autonomía como ley propia y la heteronomía como ley extraña, equivale a la
contraposición entre la razón pura como único motivo de determinación de la voluntad y los
demás motivos de determinación, los cuales (también los «principios racionales», como la
«perfección», la voluntad de Dios), según Kant, se remontan a condiciones empíricas. Pues
un fin que deba conseguirse o producirse, sólo se convierte en fundamento de determinación
de la voluntad por el sentimiento de agrado. La buena voluntad, que constituye el único
valor incondicional, es solamente la voluntad pura, que cumple la ley por amor a la ley
(moralidad como distinta de legalidad).
Es cierto que la aplicación de criterios exteriores a la ley moral suprime la moralidad; pero
también es cierto que la ley moral, en tanto es la ley de la razón, en lo que se refiere al
contenido apunta a una realidad objetiva y a un orden objetivo de valores en los que ha de
realizarse. De hecho, si me planteo la pregunta: «¿Qué debo hacer?», he de tomar en
consideración la realidad con su orden de rango y sobre todo al hombre para poder conocer
qué exige de mí la ley de la razón. De esta manera toda realidad intramundana como fin
puede ser un contenido que mueve la buena voluntad. Pero es la conciencia la que por sí
misma debe establecer el criterio de si el valor apetecido es un objeto posible de una elección
conforme a la razón. En este juicio la conciencia autónoma realiza su trascendencia hacia el
bien incondicional. La interpretación aquí propuesta de la autonomía es capaz de superar la
antítesis entre autonomía y teonomía. El hecho, resaltado por Kant mismo, de que en
nosotros no hay una concordia perfecta entre las exigencias de la ley moral y nuestra
voluntad, apunta, por encima de nuestra conciencia, a un origen de la ley moral en relación
con el cual nuestra autonomía es responsabilidad y obediencia. También señala en esta
dirección, aunque de manera imperfecta, la doctrina de Dios como postulado de la razón
práctica.
La autonomía moral es una tarea que tiene que plantearse el hombre si quiere ser hombre
en sentido auténtico. La asunción de la propia responsabilidad en el pensamiento y la acción
es el principio de un proceso de autonomía que se amplía constantemente. Sólo en ella y por
ella puede la aspiración a la emancipación, a la liberación de la minoría de edad, realizar
valores auténticos, sin declinar hacia la arbitrariedad inmoral. Imperativo categórico. Sobre
la autonomía en sentido político pueblo.
Bibliografía
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– Conceptos
Autonomía
Kant: ética de
Libertad
Autoridad
Desígnase con este término aquel conjunto de cualidades propias de una persona física o
moral (en sentido amplio también de cosas, como la costumbre o el uso) que motivan un
asentimiento personal al requerimiento del sujeto de la autoridad. Difiere, pues, tanto de la
coacción moral o física, como del asenso fundado en el examen del objeto presentado. El
asenso del entendimiento basado en la autoridad recibe el nombre de fe; el de la voluntad y
de la conducta, obediencia. Cuando el asentimiento descansa exclusivamente en la
superioridad de la persona sujeto de la autoridad (debido a experiencia, saber, poder,
carácter), ésta es personal, y en sí misma no obliga, permaneciendo en el plano del consejo.
Si se basa en una facultad independiente de las cualidades personales del sujeto (autoridad
de oficio), las exigencias de la misma (mandato, orden, prohibición) dentro de los límites de
sus atribuciones obligan, en conciencia, bajo pecado o castigo.
Bibliografía
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– Conceptos
Sentimiento moral
Azar
puede significar: 1.°, lo que no es necesario por su esencia ni está determinado por una causa
eficiente o final (azar absoluto) ([[Brugger:Causalidad [Principio de]|Causalidad [Principio
de]]]); 2.°, lo que tiene causa eficiente, pero no causa final ([[Brugger:Finalidad [Principio
de]|Finalidad [Principio de]]]). — El azar absoluto (1) denota una completa absurdidad o
carencia de sentido de lo real; se opone a la unidad del ser. Con respecto a la Causa primera
(Dios) no hay tampoco azar relativo (2); éste se da sólo respecto a las causas segundas, como
efecto accesorio imprevisto de algo querido o como efecto nacido de la coincidencia de dos
o más causas eficientes que no están de propósito orientadas a ella ni por naturaleza ni por
la acción de una causa extraña dirigida a un fin. En este sentido el azar no está regulado por
la naturaleza ni por el fin. — Denomínase teoría del azar (casualismo) el intento de explicar
sin causa final lo que en la naturaleza aparece como teleológico, v.gr., las diversas
manifestaciones del orden en las cosas y sobre todo la formación de los seres vivos, en los
cuales cada parte ejerce su función especial para la vida del organismo entero.
Bibliografía
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– Conceptos
Atomismo
Azar
Caos, teoría del
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Origen de la vida
– Autores
Monod, Jacques
Belleza
La forma denota la esencia y, con ello, el núcleo del ser de las cosas. Pero el contenido del
ser lo expresan los trascendentales: unidad, verdad, bondad. Ahora bien, puesto que la
belleza es el resplandor de la forma, estos atributos deben irradiar con luminoso brillo. Esto
quiere decir que deben ser perfectos en sí mismos (ni perturbados ni fragmentados),
consonar armónicamente entre sí (ni estar yuxtapuestos ni contradecirse) y, por último,
brillar centellantes con esta su perfección (no permanecer ocultos, siendo accesible sólo
después de trabajoso ahonde). La belleza es, pues, la forma de la perfección con que un ente
expresa de manera acabada el ser en la configuración que le corresponde o según la idea
entrañada en él, la cual a su vez ha de irradiar con la mayor plasticidad posible en la forma
sensible y visible.
A lo bello responde su vivencia por parte del hombre, ante todo en la contemplación. Como
aquí el ente resplandece luminoso en su ser perfectamente expresado, no queda al
conocimiento nada que buscar, concediéndosele, por encima de la inquietud y fatiga del
discurso, el sosiego y facilidad de su acto perfecto: la contemplación. De la acabada
perfección de lo bello y de su contemplación, nace el placer como descanso extasiado en la
perfección lograda. Con ello, superada el hambre del deseo, el apetito experimenta como su
acto más elevado la saciedad de la posesión inefablemente beatificante; arrebatado por lo
bello, el hombre, olvidado de sí mismo, se entrega a lo perfecto. A la epifanía consumada del
ser en el ente responde el juego perfecto y la actividad compenetrada de las fuerzas anímicas,
es decir, un estado excelso del hombre.
Desde este punto de vista pueden comprenderse muchas cosas; ante todo, el «demonio» de
la belleza. Su entusiasmo hechiza al hombre de tal manera que se lo sacrifica todo. Olvida
que en lo bello contempla y vive ciertamente la perfección como en una imagen, pero que no
posee todavía vida personal ni conmueve con su presencia efectiva. A menudo pasará
también por alto los grados en que la belleza deviene siempre más profunda y luminosa.
Como ser ligado a los sentidos, cautivado por el florecer del cuerpo, apenas atiende al abrirse
del espíritu en el que, no obstante, la belleza corporal encuentra también su primario
acabamiento. — Si el hombre no se deja seducir por este «demonio» percibirá la belleza
como un reflejo del más allá, de la absoluta perfección de Dios y de sus ideas creadoras. Por
eso el corazón, ebrio de belleza, sube de la belleza fragmentaria de este mundo a la belleza
primitiva pura. Aludimos aquí al «eros» de Platón cuyo ascenso desarrolla éste de modo
impresionante en el Banquete. Por último, es obvio que la belleza perfecta corre en la tierra
riesgos indecibles y siempre constituye un momento fugitivo. Quien se adhiere a ella sola,
sentirá cada vez más que no puede retenerla. De ahí la tristeza abismal, por ejemplo, de la
escultura griega.
Bibliografía
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– Conceptos
Bello
Estética
Método socrático
Sublime
– Autores
Platón
Bien
Bueno es aquello que puede perfeccionar a un ente y, por lo tanto, es apetecible para él. La
bondad o el valor, en cuanto razón intrínseca de la cualidad de bueno, se distingue del bien
concreto, es decir, del ente que es bueno. Atendiendo al contenido objetivo, se dividen los
valores o bienes en puramente materiales, biológicos (p. ej. la salud), psíquicos (p. ej. el
placer) y espirituales (intelectuales, estéticos, morales) (Bienes). Como valor supremo se
considera en la moderna [[[Brugger:Filosofía de los|Filosofía de los]]] valores, el valor de lo
santo (Santidad). No se ha de confundir esta división con la división formal del bien en valor
en sí y valor útil (bonum utile). El valor útil, en cuanto es valor extraño, se limita a llevarnos
a otro bien, por ejemplo, la medicina a la salud. El valor en sí, considerado en sentido amplio,
es o bien valor en sí en sentido estricto, valor de perfeccionamiento (bonum honestum,
bonum per se) o bien valor de satisfacción o placer (lo agradable, bonum delectabile), es
decir, el valor de reacción, que por la misma naturaleza va unido a la consecución del valor
en sí propiamente dicho y subordinado a él (por ejemplo, la alegría por la verdad
descubierta, la tranquilidad de la buena conciencia). Por consiguiente, el bien honesto de
esta división no se ha de equiparar al bien moral; puede tratarse también de un bien físico
(bonum physicum), por ejemplo, el vigor corporal.
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Analítica trascendental
Atomismo
Bien
Cerebro, el
Cultura
Deseo
Eidos
Empirismo
Enciclopedia, la
Escuelas y filósofos presocráticos
Estética
Filosofía
Filosofía de la mente
Filosofía medieval
Filosofía árabe
Inducción, problema de la
Kant: ética de
Kantismo
Libertad
Lógica
Marxismo
Meme
Mito de la caverna
Mundos posibles
Neoplatonismo
Origen de la vida
Relativismo ético o moral
Teoría del conocimiento
Tiempo
Ética
– Autores
Agustín de Hipona, san
Aristóteles
Heidegger, Martin
Hume, David
Huxley, Thomas H.
Kant, Immanuel
Maquiavelo, Nicolás
Nietzsche, Friedrich
Parménides de Elea
Platón
Plotino
Bien común
(2) El bien común como valor de servicio significa el recto estado o la recta disposición de
la vida común como tal. En este sentido es un «valor organizatorio u organizativo». En
primer lugar la institución común ha de estar constituida (estructurada, organizada) de tal
manera que sea apta para su tarea (un ejército no puede estar organizado como una empresa
de transportes). Además ha de disponer de los medios necesarios. Sobre todo las
instituciones comunes han de estar en condiciones de ayudar a sus miembros a una
cooperación eficaz.
El lenguaje de la vida política designa como bien común (= bien general sin más) el bien de
la colectividad estatal o público, equiparándolo al «interés público». No obstante desde el
punto de vista de la filosofía social es preciso afirmar que toda comunidad, aun privada, tiene
su bien común peculiar, el cual sirve de norma o ideal para apreciar el progreso de dicha
comunidad en la realización del mismo.
En virtud del bien común (Justicia), los miembros de la comunidad deben a ésta lo que se
presenta como motivado o positivamente exigido por él.
Bibliografía
Bienes
Los bienes se dividen de varias maneras. Acerca de la distinción de valor o bien por razón de
sí mismo, valor o bien útil, etc., Bien. — Los bienes pueden, además, dividirse
en interiores y exteriores, según que estén interiormente vinculados al hombre o le vengan
del exterior. De los primeros, unos son bienes del alma espiritual, como el saber y la virtud;
otros, bienes propios del cuerpo y de la vida, como la fuerza corporal, etc. A los exteriores
pertenecen la honra y la libertad, así como el conjunto de los bienes materiales. Los bienes
exteriores son, económicos o no económicos (libres). Bienes económicos — entre ellos se
cuentan los bienes-cosas y los servicios — son aquellos cuyo suministro y administración
sólo resulta posible con dispendio.
Tratan de los bienes la moral y el derecho. La moral dice qué bienes debe anhelar el hombre,
cuáles puede desear y cuáles ha de evitar. El derecho debe defenderle en sus bienes y
posibilitar y asegurar la consecución de los necesarios. — Puesto que la moral muestra el
camino para llegar al fin, establece también la jerarquía de los bienes. El bien más elevado
e incondicionado es Dios; sigue luego lo que hace al hombre semejante a Dios y le une a él:
la santidad y la virtud. Vienen después los bienes internos del alma espiritual: el saber y la
fuerza de voluntad. Junto a éstos se colocan los bienes exteriores de la honra y la libertad.
Detrás se sitúan los bienes interiores de la vida corporal, como la salud, la fuerza, la
integridad. Ocupan el último lugar los bienes exteriores materiales. — La doctrina de los
bienes tiene por objeto exponer la esencia y significado de todos ellos.
— Honra, Felicidad, Bien, Cultura, Cuerpo, Valores (Ética de los), Economía (Filosofía de
la).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Cultura
Cínicos
Biologismo
Entrada escrita por Haas
Bibliografía
Ph. Dessauer Das bionome Geschichtsbild, 1946
H. Conrad-Martius Utopie der Menschenzüchtigung. Der Sozialdarwinismus und seine
Folgen, 1955
J. Haas Biología y fe. La idea de Dios en la ciencia biológica de hoy Eler Barcelona, 1966
M. Oraison Le hasard et la vie Seuil París, 1971
H.G. Holle Allgemeine Biologie als Grundlage für Weltanschaung, Lebens-führung und
Politik, 21925
E. Krieck Leben als Prinzip der Weltanschauung und Probleme der Wissenschaft, 1938
E.G. Kolbenheyer Die Bauhütte, 21941
del mismo Die Philosophie der Bauhütte, 1952
C.H. Waddington The Ethical Animal Leipzig, 1960
B. Rensch Biophilosopie, 1968
G.G. Simpson Biologie und Mensch, 1972
Biologische Anthropologie, 1972
G. Mann (dir.) Biologismus im 19. Jahrhundert, 1973
J.B.S. Aldane The philosophy of a Biologist, 1936
J. Ortega Gasset Ni vitalismo ni racionalismo en «Revista de Occidente» , 6 (1924) 1-16
Budismo
Bibliografía
E. Conze (dir.) Im Zeichen des Buddha. Buddhistische Texte (Fischer-Bücherei. Bücher des
Wissens 144)
H. von Glasenapp Der Buddhismus in Indien und in Fernen Osten, 1936
del mismo Buddhistische Mysterien, 1940
D. Schlingloff Die Religion des Buddhismus, 1962-63
H. Oldenberg Buddha. Sein Leben, seine Lehre, seine Gemeinde ed. por H. von Glasenapp,
1963
J. Gonda Die Religionen Indiens III, 1964
C. Regamey Der Buddhismus Indiens, 1964
G. Mensching Buddhistische Geisteswelt. Vom historischen Buddha zum Lamaismus sin
año
E. Conze Der Buddhismus. Wesen und Entwicklung (Urban-TB 5) , 41971
J. Marías Imagen de la India «Revista de Occidente» Madrid, 1961
R.A. Gard Budismo Plaza y Janés Barcelona, 1963
F. Honang El budismo Casal y Vall Andorra, 1964
I. Quiles Filosofía budista Troquel Buenos Aires, 1968
H. Dumoulin Encuentro con el budismo Herder Barcelona, 1981
Cambio
mutatio. Entiéndese por cambio el devenir otro, el paso de un modo de ser a otro. Cambio,
en sentido impropio, es cambio externo en el cual una cosa recibe nombre distinto a causa
de un cambio que en realidad ha tenido lugar en otra relacionada con la primera; así, el sol
«pasa», «se cambia» de sol naciente en sol poniente por la rotación de la tierra sin que el sol
mismo experimente cambio real. En sentido propio se denomina cambio
únicamente cambio interno en el cual un determinante existente en la cosa o propio de la
cosa misma se convierte en otro distinto. Todo cambio supone un sujeto que lo experimenta,
un estado inicial en el que se encuentra el. sujeto antes del cambio y un estado final a que el
cambio conduce. En el verdadero cambio se conserva invariable un substrato común a los
estados inicial y final que constituye la base de aquél, pues el cambio no significa la
desaparición de una cosa y la producción enteramente nueva de otra. El cambio exige
como causa una fuerza que lo origine. — En el cambio substancial se transforma la
substancia, la esencia misma. Según el estado actual de la investigación, tales cambios no se
dan en el estado inorgánico, pero sí cuando a partir de lo noviviente surge lo viviente y
viceversa. Se da cambio accidental cuando un estado de determinación accidental pasa a ser
otro. Puede ser cuantitativo, cualitativo, y local. Hay cambio cualitativo únicamente en un
devenir otro de forma exterior, llamándose entonces cambio configurativo. El cambio es
una realidad incompleta, en la medida en que supone una transición de la posibilidad
(potencia) a la realidad de una cosa o de un estado.
En Hegel el cambio tiene una importancia decisiva, por cuanto absoluto mismo está
sometido a él, pues el ser se consuma sólo en el devenir y, en consecuencia, el movimiento
dialéctico lo abarca todo. En este mismo es decisiva la diversidad que va asociada al
entendimiento porque en ella aparecen los momentos finitos por medio de los cuales la
razón produce en absoluto la plenitud de sí mismo.
Bibliografía
Bibliografía
en ->Devenir
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Alma
Atomismo
Cambio, movimiento
Duración
Escuelas y filósofos presocráticos
Kínesis
Mileto, escuela de
Muerte
Plusvalía
Revolución
Revolución científica
Sofistas, los
– Autores
Aristóteles
Bergson, Henri
Parménides de Elea
Platón
Cantidad
del latino quantum = cuán grande, es aquella propiedad que separa al ser corpóreo de los
demás en virtud de la cual un cuerpo puede dividirse (Divisibilidad) en partes individuales
independientes de la misma naturaleza que el todo. La consecuencia más importante de la
cantidad es la extensión (extensio), por la cual las partes de un ente corpóreo están en el
espacio unas junto a otras y corresponden a las partes del mismo ( Espacio). Aunque
cantidad es una propiedad que brota de la esencia de la substancia corpórea, no se identifica
con ella como Descartes creía; por eso no incluye contradicción alguna el que la cantidad
esté separada de la substancia (como admite la teología), si bien no hay tampoco ninguna
explicación que permita comprenderlo positivamente.
La cantidad es, sin duda, un determinante fundamental del ser corpóreo; por algo aparece
en la doctrina tanto aristotélica como kantiana de las categorías. Según Kant, constituye una
clase de las categoríasque comprende la unidad, la pluralidad y la totalidad. No obstante,
la concepción cuantitativa del universo que intenta reducir todas las cualidades de las cosas
a puros determinantes cuantitativos, va demasiado lejos. Mecanicismo.
Bibliografía
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– Conceptos
Cantidad
Número
Cartesianismo
René Descartes (Cartesius, † 1650), poniendo en duda con su «duda metódica» todos los
hechos y verdades, excepto la proposición «Cogito, ergo sum» (Pienso, luego existo), fue
ante todo un iniciador de nuevas rutas en el campo de la crítica del conocimiento. Partiendo
de dicha proposición, cuyo sentido es hoy todavía objeto de controversia, Descartes intenta
construir de nuevo todo el universo mediante el criterio probado en ella, a saber: las
percepciones claras y distintas no pueden ser falsas. Así, conocemos nuestra alma como
substancia inmaterial cuya esencia es el pensamiento; conocemos, asimismo, la existencia
de Dios por la mera consideración de su concepto que incluye clara y distintamente la
existencia — las otras dos pruebas de la existencia de Dios son menos características — y
conocemos, por último, la existencia del mundo exterior, garantizada por la veracidad de
Dios, el cual no puede permitir que nos engañe nuestra tendencia natural a admitir un
mundo corpóreo. — En su antropología, Descartes prescinde por completo del hecho de la
relación mutua existente entre alma y cuerpo al hacer del pensamiento la esencia de la
primera y reducir a pura extensión la del segundo, poseedor de una única actividad que
consiste en el movimiento local. No existe, por consiguiente, unión íntima alguna entre
cuerpo y alma; ésta habita en él como en una máquina o un autómata. El cuerpo es
mantenido en la vida por el «calor vital», cuya sede está en el corazón, mientras que el alma
se halla localizada en la glándula pineal. Como que entre alma y cuerpo no se da influjo
recíproco de ninguna clase, el'alma no recibe sus conceptos del mundo sensible; posee, sin
embargo, ideas «innatas», es decir, las produce por sí misma, siendo la experiencia externa
sólo la causa ocasional de ello.
Por su gnoseología, Descartes ha venido a ser el padre de la moderna crítica subjetivista del
conocimiento; su ocasionalismo encontró una expresión exacerbada
en Malebranche (Ontologismo), su método racionalista fue continuado
por Espinosa y Leibniz y, sobre todo, su concepción mecanicista de la naturaleza pasó a
formar parte del esquema moderno del universo que, por cierto, en tiempos muy recientes
agregó al movimiento la fuerza inherente a las cosas o incluso constitutiva de las mismas
como segundo elemento dinámico. — Crítica: el criterio cartesiano de verdad es insuficiente;
especialmente la existencia de Dios no puede demostrarse por él. La filosofía natural resulta
demasiado simplificada y no corresponde a la realidad que, además de la extensión, muestra
siempre en los cuerpos diversas naturalezas y fuerzas. Ni puede el dualismo de alma y cuerpo
explicar su interacción ([[Brugger:Alma y cuerpo [Relación entre]|Alma y cuerpo [Relación
entre]]]). El cartesianismo no ha visto tampoco al ser vivo en cuanto tal y como problema
peculiar. [[[Brugger:136|136]]-141].
Bibliografía
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Cartesianismo
Categorías
El término «categoría» pertenece a la familia del verbo griego ??????????, que significa
«enunciar, declarar». Según eso, las categorías expresan los diversos modos de enunciación
y, por consiguiente, puesto que siempre de alguna manera se enuncia el ser, los distintos
modos de ser. El mismo significado exactamente se encuentra en el latino «praedicamenta»,
conexo, a su vez, con «praedicare» (predicar, enunciar, decir). La explicación del término
muestra que las categorías están íntimamente enlazadas con el juicio, en el cual se da la
predicación; además de Aristóteles y la escolástica, Kant puso también esto de relieve.
Por lo que concierne a la validez de las categorías, repítense aquítodas las posiciones que
aparecen en el problema del concepto universal en general. Al ul trarrealismo platónico se
contrapone el conceptualismo. Afín a él es el idealismo trascendental de Kant, que hace valer
las categorías sólo para la cosa como fenómeno, pero no para la cosa en sì. La doctrina
aristotélico-escolásticaes el realismo moderado.
Bibliografía
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Analítica trascendental
Categoría
Crítica de la razón pura
Dialéctica trascendental
Tiempo
– Autores
Baudrillard, Jean
Causa
Según que una causa pase o no pase a formar parte de lo causado como principio estructural
interno, distínguense causas intrínsecas y extrínsecas. Causas intrínsecas de todos los
cuerpos son, según elhilemorfismo, la materia y la forma, que constituyen el ente total del
cuerpo por su comunicación recíproca: la materia recibiendo y sustentando la forma; ésta,
determinando la materia y confiriendo así al todo su sello específico. Causa intrínseca es, en
primer lugar, la causa eficiente (causa en sentido estricto) la cual, por su acción, produce un
ente que, en cuanto producido, recibe el nombre de efecto. Conforme al principio de
finalidad ([[Brugger:Finalidad [Principio de]|Finalidad [Principio de]]]), toda acción está
determinada, en último término, por un fin cuyovalor conocido y querido atrae a la causa
eficiente o es propuesto por el Creador a su acción naturalmente necesaria; por eso el fin,
considerado como aquello por cuyo motivo un ente existe, es también causa extrínseca de
éste. A estas cuatro causas clásicas añadióse luego como causa ulterior
el ejemplar o arquetipo que, en cuanto forma exterior a cuya imagen un ente es modelado,
puede reducirse a la causalidad formal.
Una explicación filosófica completa del ente intramundano debe plantear el problema de la
causa en todas estas direcciones. A la actitud exclusivamente científico-natural de la filosofía
moderna orientada según la física clásica, hay que atribuir el que se haya restringido la
consideración de las causas a las conexiones causales eficientes. Con este empobrecimiento
de visión filosófica guarda relación el que también los términos causa y causalidad hayan
sido limitados a la causa eficiente. Por último, en la física, esta noción de causa fue asimismo
sustituida por el concepto de función (matemática), el cual dice solamente que dos
fenómenos físicos se conducen de tal manera que a la variación de uno corresponde la
variación del otro en una relación expresable numéricamente. Una «causalidad» así
entendida, que prescinde conscientemente de la conexión ontológica entre causa y efecto, es
con mayor razón filosóficamente insuficiente ([[Brugger:Causalidad [Ley de]|Causalidad
[Ley de]]], Causalidad natural).
Frente a Dios, Causa Primera, las causas intramundanas son causas segundas. Su
naturaleza guarda proporción con la naturaleza de sus efectos, siendo por ello verdaderas
causas principales, no meramente instrumentales (Causa instrumental) u ocasionales
(Ocasionalismo). En cambio, no guardan proporción con el ser en cuanto tal (opuesto al no
ser), porque, debido a su contingencia, tiene originariamente una existencia tan precaria
como sus efectos. Por eso, la totalidad de causas, efectos y relaciones causales
intramundanos dependen en su ser de la acción creadora (Creación), conservadora y
cooperadora ([[Brugger:Dios [Concurso de]|Dios [Concurso de]]]) de la Causa Primera.
La validez real del concepto de causa eficiente tiene firmes cimientos en la conciencia; en
ésta nos experimentamos a nosotros mismos — particularmente en las vivencias volitivas —
como productores de nuestros actos. Por eso, contra lo que Hume afirmaba, la
representación de la causalidad no descansa en la interpretación de una sucesión regular
como conexión interna de fenómenos ni el concepto de causa se reduce tampoco,
como Kant pretendía, a una pura categoría del entendimiento (Criticismo). La intelección
del principio de causalidad ([[Brugger:Causalidad [Principio de]|Causalidad [Principio
de]]]) nos hace posible comprobar también en el mundo exterior la existencia de verdadera
causalidad.
Sobre las restantes clases de causa,Materia, Materia prima, Forma, Fin; sobre las causas
principal e instrumental, Causa instrumental.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Causa
Causa, teoría aristotélica de la
Causa: términos relacionados
Causalidad
Fuerza
Inducción, clases de
Kant: ética de
Mill, cánones de
Principio de causalidad
– Autores
Berkeley, George
Malebranche, Nicolás
Spinoza, Baruch de
Causa instrumental
Recibe esta denominación aquella causa cuya naturaleza y virtud operativa no guardan
proporción con el efecto que ha de producirse, necesitando por ello de una causa superior y
proporcionada a dicho efecto (= causa principal), causa que, por decirlo así, echa mano de
ella, la mueve y conduce. Sin embargo, como verdadera causa, influye también en el efecto
o lo prepara. La causa principal e instrumental son variedades de la causa eficiente. Ofrecen
ejemplos de la causa instrumental todos los instrumentos de la creación artesana y artística
y además el dominio de las fuerzas de la naturaleza en orden a su aprovechamiento, con la
diferencia de que aquéllos pasan a la actividad sólo por la causa principal, mientras que
éstas, activas por sí mismas, requieren únicamente ser conducidas adecuadamente por ella
o ser puestas al servicio de fines humanos por medio de una adecuada coordinación
(Cibernética). Si bien es verdad que toda causa creada necesita la cooperación de Dios para
su actividad y que al ser considerados el ser y la actualidad desde la perspectiva más general
se esfuman las particularidades, permanece sin embargo como válida la distinción entre
causa principal y causa instrumental cuando se aplica a los seres creados vistos en su modo
peculiar de ser de cada uno.
Bibliografía
P. Richard La causalité instrumentale, physique, morale, intentionnelle en «Revue
Néoscolastique de Philosophie», 16 (1909) 5-31
Lehmen-Beck Theodizee , 4 y 5 1923 p. 200ss
Th. de Régnon La métaphysique des causes París, 1906
J. Stufler Gott der erste Beweger aller Dinge 1936 p. 57-67
Causalidad
Este término significa el influjo de la causa sobre su efecto y la relación fundada en dicho
influjo. De ordinario se entiende por causalidad el nexo causal eficiente; así sucede cuando
se contrapone causalidad a finalidad. El término causalidad puede denotar además la
regularidad con que el efecto depende de una causa ([[Brugger:Causalidad [Principio
de]|Causalidad [Principio de]]]) o la causa produce su efecto ([[Brugger:Causalidad [Ley
de]|Causalidad [Ley de]]]).
Bibliografía
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– Conceptos
Causa: términos relacionados
Causalidad
Dialéctica trascendental
Inducción, problema de la
Ley de la naturaleza, ley natural
Mecanicismo
– Autores
Hume, David
Bibliografía
Un caso especial del principio de causalidad es el llamado principio del movimiento, que
procede de Aristóteles: «Todo lo que sé mueve (lo que cambia, en el sentido de una
transición de la potencia al acto, a una mayor plenitud de ser), se mueve (cambia) por obra
de otro.» De un lado, la causa queda matizada aquí en el sentido de que ha de buscarse
(también, por lo menos) en un ser distinto de los entes mutables. De otro lado, se afirma que
ha sido causado, no el ser entero del ente que cambia, sino solamente su enriquecimiento en
ser. En el principio enunciado late la evidencia de que la causa tiene que ser causa
suficiente y de qué lo menos en perfección ontológica no puede ser por sí solo causa
suficiente de lo más.
Bibliografía
Causalidad natural
Bibliografía
J. Seiler Philosophie der unbelebten Natur, 1948 p. 227-31
B. Bavink Ergebnisse und Probleme der Naturwissenschaften , 91949 p. 218-48
N. Hartmann Philosophie der Natur, 1950 p. 318-82 [trad. cast.: Ortología IV. Filosofía de
la Naturaleza, 1964
G. Siebers Die kausale Notwendigkeit und das kausale Werden, 1951
H. Dolch Kausalität im Verständnis der Theologen und der Bregründer neuzeitlicher
Physik, 1954
W.P. Welten Causaliteit in de Quantummechanica Groninga, 1961
F. Selvaggi Causalità e indeterminismo Roma, 1964
W. Lichter Die Kausalanalyse der Kausaldetermination, 1964 (sobre N. Hartmann)
H. Titze Der Kausalbegriff in der Philosophie und Physik, 1964
M. Bunge La causalidad, 1961
D. Bohn Causalidad y azar en la física moderna, 1959
B. von Brandenstein A. Schöpf Causalidad en H. Krings Conceptos fundamentales de
filosofía, I, p. 247-268, Herder, Barcelona 1977
Célula
Bibliografía
J. Klima Einführung in die Cytologie (bibl.)', 1970
B. Bavink Ergebnisse und Probleme der Naturwissenschaften Zurich, 1949 p. 350-69
H. Bielka Molekulare Biologie der Zelle, 21973 W. Brown, Citología, ed. Omega, 1978
M. Durand La célula ed. Omega , 21978
Certeza
Pueden distinguirse diversas clases de certeza, en primer lugar según el tipo de evidencia; si
ésta es inmediata, la certeza se llama también inmediata, y si es mediata, tenemos también
una certeza mediata. La evidencia inmediata, si es auténtica evidencia, excluye
incondicionalmente la falsedad, es decir, funda una certeza absoluta; en cambio, la certeza
mediata sólo es absoluta si se apoya en una estricta deducción lógica a partir de lo dado
inmediatamente. Por el contrario, si el nexo entre lo dado y lo inferido descansa solamente
en un razonamiento de convergencia (raciocinio), entonces la certeza no es absoluta, No
obstante, puede hablarse aquí de evidencia y certeza condicionada (hipotética) si las
razones son tan fuertes que, después de una ponderación racional, bastan para un
asentimiento firme. Otros, en todos estos casos, prefieren hablar solamente de probabilidad,
que, sin embargo, se considera prácticamente cierta. De otro modo habríamos de calificar
como «simples probabilidades» la mayor parte de todas las persuasiones en cuya verdad nos
apoyamos diariamente sin reparo alguno. Frente a la distinción entre certeza absoluta e
hipotética, reviste menor importancia la subdivisión de la certeza hipotética en física y
moral. Se llama certeza física aquella en la que lo dado permite la inferencia de lo no dado
en virtud de fenómenos «físicos», es decir, no personales; y se llama moral aquella en la que
es codeterminante la acción personal, en especial las declaraciones de otros hombres. En el
plano teorético-cognoscitivo la diferencia no es tan decisiva como antes se creía, pues la
misma certeza física sólo en muy raros casos se debe a la necesidad causal
([[Brugger:causalidad [Ley de]|causalidad [Ley de]]]), de una única ley natural; en general
se funda en la conjugación de varias causas, lo cual sólo da una regularidad «estadística».
Según el grado de conciencia distinguimos entre la certeza espontánea (natural) y la refleja
(científica); en la primera las razones no se han investigado metódicamente y, por eso, no
se toman en consideración con detalle, mientras que la certeza científica incluye una mayor
conciencia de la fundamentación, si bien en ella los últimos presupuestos filosóficos
generalmente no están sometidos a reflexión. Por lo que se refiere a la relación de la certeza
con la voluntad, digamos que la «visión» del estado de cosas que corresponde
inmediatamente a la evidencia no depende de manera directa de la voluntad libre; pero
depende de ella con frecuencia la producción de la evidencia, p. ej., mediante la
concentración de la atención. Hay que distinguir además entre la certeza puramente
científica(puramente «objetiva»), que se refiere al pensamiento teórico y en determinados
casos a su aplicación técnica, y la certeza existencial, con significación subjetiva y personal,
tal como se da sobre todo en la fe. Esta última no es resultado necesario de las pruebas, sino
que exige una decisión personal, por más que no sea extraña a la razón o irracional; es
una certeza libre.
Bibliografía
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Duda
Teoría del conocimiento
– Autores
Descartes, René(Cartesius)
Certeza histórica
Bibliografía
Cibernética
Cibernética (la palabra procede del griego ??????????? : arte del timonel) es la ciencia
general y formal de la estructura, las relaciones y la conducta de sistemas dinámicos
(Flechtner). Por sistema se entiende aquí toda clase de totalidad cuyas partes componentes
se hallan relacionadas entre sí y con el todo. Un sistema es dinámico cuando sus partes
pueden entrar en comunicación entre sí y con el todo, influirse recíprocamente. Pueden
considerarse como. tales sistemas los seres vivos, los hombres, las configuraciones sociales,
pero también los utensilios, las máquinas y los servomecanismos. El punto común de
referencia para la cibernética son las estructuras formales, que pueden representarse
en modelos, es decir, en imágenes esquemáticas de procesos, de tal manera que las
consecuencias intelectualmente necesarias de tales imágenes son a su vez imágenes de las
consecuencias naturalmente necesarias de los procesos mismos (H. Hertz). El parecido
formal de las estructuras cibernéticas no suprime la diferencia esencial de los sistemas en
los que ellas se realizan. Los influjos que aparecen en los sistemas dinámicos en virtud de su
estructura formal no sólo son de índole causal eficiente, sino que se realizan
porcomunicación o transmisión de «noticias» (formas «por las que se rige algo», sea una
conciencia, sea también una conducta inconsciente) o de «información» (noticias con valor
de novedad o de influjo). Tales «noticias», que parten de un «emisor», deben convertirse
para su transmisión en «señales» (codificarse) en el médium de la materia o de la energía,
y después de la transmisión han de transformarse de nuevo (descodificarse) en el «lenguaje»
del «receptor». La codificación mediante signos y su unión en una «señal» para una
«información», permite medir el «contenido informativo» de una noticia por las decisiones
de sí o no, igualmente probables, contenidas en ella: éste es el llamado bit (de «binary
digit»). Ahí está la base para el código binario, que elabora las señales con avuda de los
signos 1 y 0.
Bibliografía
Wiener Cybernetics or Control and Communication in the Animal and the Machine Nueva
York, 1948
del mismo Cibernética y sociedad, 1958
H. Zemanek Elementare Informationstheorie, 1959
G. Megla Vom Wesen der Nachricht, 1961
B. Hassenstein Biologische Kybernetik , 31969
H. Titze Ist Information ein Prinzip?, 1971
H.J. Flechtner Grundbegriffe der Kybernetik, 1972
H.E. Hatt Kybernetik und Menschenbild Zürich, 1972
G. Klaus Kybernetik in philosophischer Sicht , 41965
del mismo Kybernetik und Erkenntnistheorie , 41972
K. Steinbuch (dir.) Taschenbuch der Nachrichtenverarbeitung, 21967
K. Steinbuch S. Moser Philosophie und Kybernetik, 1970
A. Müller (dir.) Lexikon der Kybernetik, 1964
H. Frank (dir.) Kybernetik-Brücke zwischen den Wissenschaften , 7sin año
W. Rohrer Ist der Mensch konstruirbar?, 1966
N. Moray Cibernética Herder Barcelona, 1967
A. David La cibernética y lo humano Labor Barcelona, 1966
R.Mc. Clintock Máquinas y vitalistas. Reflexiones sobre la ideología cibernética en
«Revista de Occidente» 6 (1968), p. 279-301
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– Conceptos
Cibernética
Teoría general de los sistemas
Ciencia
La teoría de la ciencia es aquella discipla cuyo objeto es la ciencia. Trata del concepto y la
división de las ciencias, sobre todo del sistema de sus principios de conocimiento v
enunciados de base (axiomática), de sus métodos (teoría de la formación de teorías y me
todología) y de su lenguaje. La teoría de la ciencia, como teoría del conocimiento de la
ciencia, pregunta por su posibilidad, por suspresupuestos y sus límites, también frente a
otras formas de conocimiento. La teoría de la ciencia investiga, junto con las condiciones
pológicas y sociales (en la sociología del saber) de la ciencia, también su sentido y
significación en el todo de las actividades humanas. Enjuicia este sentido a partir del fin del
hombre y de la sociedad humana. Por ello mismo, al lado de la crítica teorético-cognoscitiva
de laciencia, aparece la ética de la ciencia, que trata de los deberes existentes frente a la
ciencia o que se derivan de ella, los cuales no admiten una total libertad valorativa de la
ciencia, pues ésta ha de ser responsable de sus consecuencias previsibles hacia fuera y,
dentro del procedimiento científico mismo, está obligada a la búsqueda de la verdad. En la
medida en que la teoría de la ciencia extiende estas investigaciones también a las ciencias
universales, en especial a la filosofía, es parte de la filosofía fundamental. En J.G.
Fichte (155), teoría de la ciencia significa la filosofía rectamente edificada.
A las ciencias universales (filosofía y teología), cuya perspectiva no está restringida a ningún
ámbito limitado de objetos, se contraponen en la división de las ciencias primeramente
las ciencias particulares, que tienen por objeto un campo objetivo bien delimitado. Estas se
subdividen en dos grupos: las ciencias formales (mathesis universalis),
como lógica, matemática, metodología, y las ciencias materiales, de entre las cuales la
? ciencia natural considera las cosas tal como se dan «por naturaleza», es decir, sin la
contribución de la acción libre del hombre, las ciencias humanas estudian al hombre tal
como él se transforma a sí mismo, y las ciencias del espíritu investigan las obras de la
actividad espiritual del hombre. Actualmente, también la filosofía y la teología se incluyen
con frecuencia en las «ciencias del espíritu», lo cual acarrea cierta ambigüedad. Bajo otro
aspecto se distinguen las ciencias empíricas, que se reducen al campo de la experiencia, y
las ciencias especulativas, es decir, las ciencias que a través de un esfuerzo intelectual
quieren ir más allá de los límites de la experiencia y tienen como fin un conocimiento puro
de lo suprasensible, un conocimiento que no está orientado a la aplicación práctica. La
ciencia experimental se llama exacta si se basa en mediciones precisas y en cálculos
matemáticos. Bajo otra perspectiva, a las ciencias puramente teóricas, que se limitan al
conocimiento de lo que existe con independencia de nuestra experiencia, se contraponen las
ciencias normativas (prácticas), que establecen normas para el pensamiento, el querer y la
acción del hombre, o también las ciencias aplicadas, que utilizan los resultados de la ciencia
para la técnica, la medicina, etc.
En el procedimiento ulterior de la ciencia empírica hay que establecer en cada caso el enlace
entre el método lógico-matemático y la observación, p. ej., ordenando un modelo real a un
sistema axiomático (con ayuda de conceptos procedentes de la experiencia, en
contraposición al modelo formal, que utiliza conceptos lógico-matemáticos para la
interpretación), o bien, con ayuda de la teoría de la probabilidad, elaborando un método
inductivo para la respectiva ciencia empírica (problema de la inducción). La función decisiva
en el curso de la ciencia corresponde al pensamiento creativo. Este, guiado por diversos
intereses, está ligado a la fantasía y a sus representaciones de modelos, que, por un «cambio
de paradigma», posibilitan nuevas explicaciones y con ello el progreso científico. Ese
pensamiento no puede fijarse mediante reglas metódicas, pero está abocado a ellas para la
confirmación o la fundamentación.
Bibliografía
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Antropología
Antropología filosófica
Antropología física
Aristotelismo
Bello
Caos, teoría del
Causa
Ciencia
Ciencia helenística
Cosmología
El paso del mito al logos
Empirismo
Episteme
Fenomenología
Filosofía
Filosofía de la ciencia
Filosofía de la técnica
Filosofía latinoamericana
Helenismo
Historia
Historia de la ciencia
Inducción, problema de la
Inductivismo
Kantismo
Luz
Lógica, historia de la
Mecanicismo
Metafísica
Naturaleza
Orden
Positivismo
Progreso
Psicología
Renacimiento
Revolución científica
Sociobiología
Teoría del conocimiento
Teoría general de los sistemas
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
– Autores
Aristóteles
Bachelard, Gaston
Bacon, Francis
Bergson, Henri
Bueno, Gustavo
Carnap, Rudolf
Cohen, Hermann
Fichte, Johann Gottlieb
Galilei, Galileo
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Hume, David
Kant, Immanuel
Kuhn, Thomas Samuel
Leonardo da Vinci
Nietzsche, Friedrich
Peirce, Charles Sanders
Platón
Popper, Karl Raimund
Prigogine, Ilya
Rorty, Richard
Saint-Simon, conde de
Spinoza, Baruch de
Vico, Giambattista
Ciencia natural
Entrada escrita por Brugger
es un colectivo que designa la totalidad de las ciencias que se ocupan de naturaleza (4). Tiene
el mismo objeto que la filosofía natural, pero se distingue de ella por su peculiar fin
cognoscitivo y por los métodos adecuados a éste. Su objeto formal no está ni en la reducción
de los procesos naturales a los principios generales de la ontología y de la metafísica, ni en
simple registro de hechos, sino en el conocimiento —posibilitado por la observación y el
experimento — de las leyes especiales de las cosas y sucesos naturales, que según el campo
permiten predicciones más o menos exactas de sucersos futuros (Ley natural), así como en
la explicación de las leyes especiales, es decir, en su deducción a partir de leyes más amplias
y sencillas. La ciencia natural procura objetivar sus enunciados, es decir, intenta aislarlos de
las condiciones subjetivas del observador, y expresar las relaciones de las magnitudes de
estados en enunciados «si-entonces» y, si aquéllas pueden medirse, en fórmulas
matemáticas (ciencias naturales exactas). La imagen científica del mundo resultante del
procedimiento de las ciencias naturales es una imagen necesariamente reducida por elección
del método; constituye una imagen que de ningún modo es capaz de sacar a la luz plenitud
entera de la realidad del mundo en todas sus dimensiones. r ni mucho menos al hombre
como persona.
La división de las ciencias naturales, que se debe más a la necesidad práctica que a la
reflexión teorética, sigue a grandes rasgos los conocidos reinos naturales de inorgánico, de
lo orgánico y de vida psíquica, en tanto ésta última puede observarse desde fuera
(Conductismo). Es importante que en diversas ciencias naturales aparecen aspectos
comunes formales (cibernética). La disciplina central de lo inorgánico es la física, la cual, sin
embargo, en la física atómica se ha entrelazado en una unidad con la química. La disciplina
central de la vida orgánica es la biología. Históricamente hemos de notar que en la
Antigüedad y en la Edad Media la ciencia natural y la filosofía natural no estaban separadas,
pues faltaba una conciencia clara de la diversidad de los objetos formales y de los
métodos. Física era entonces el nombre común para ambas. El camino hacia la filosofía
natural sólo es posible hoy a través de una reflexión sobre lo que hace la ciencia natural; en
efecto, la ciencia natural no reflexiona sobre sí misma.
Bibliografía
Ciencias del espíritu. Las ciencias del espíritu se «contraponen, sobre todo desde Dilthey, a
las ciencias de la naturaleza (Ciencia natural); el conjunto de ambos grupos de ciencias
forma el dominio total de las ciencias de la experiencia. Como ya indica su nombre, se
diferencian por las esferas de realidad investigadas y también por los modos de considerarlas
o métodos implicados en ellas.
La ciencia del espíritu se dibuja en su esencia como contrapolo de aquélla. Tiene que
habérselas con los diversos aspectos de la vida espiritual y sus objetivaciones. De ahí que
aparezca, v.gr., como ciencia del lenguaje, del arte o de religión. Háblase también de ciencias
de la cultura porque el hombre con su actividad creadora espiritual perfecciona
necesariamente lo dado en la naturaleza; su crear ya es en sí cultura y produce bienes
objetivos culturales. Con ello se fuerzan los cuadros de la necesidad natural llegándose a un
verdadero devenir histórico; la vida del espíritu, la actividad creadora espiritual de la
cultura, se desenvuelve en forma esencialmente histórica. Las ciencias del espíritu
muévense, por lo tanto, en el ámbito de historia, pudiendo decirse que enderezan sus
esfuerzos a la comprensión de ésta y de lo que en ella se ha ido realizando. La historia no
trata de la guerra ni del caudillo en general, sino, p. ej., de la guerra de las Galias y del
caudillo César. La reflexión se vuelve, pues, a lo concreto, a lo singular, considerándolo
justamente en la peculiaridad irreiterable. Aquí se encuentra ya el principio selectivo
conforme al cual sólo se tienen en cuenta aquellos hombres, grupos, acontecimiento y
creaciones que representan realmente algo nuevo, propio, irrepetible, contribuyen de una
manera esencial al desarrollo de la humanidad entera e influyen por ello profundamente en
sus contemporáneos y en la posteridad. Tal selección es posible porque en este caso los
individuos, a pesar de su naturaleza humana común a todos, no se parecen enteramente,
sino que por la fuerza plasmadora y la libertad creadora del espíritu son capaces de imprimir
un cuño propio. Y porque éste no se fija de modo unívoco y causal, no basta en este campo
la explicación por causas, apareciendo como único método adecuado la comprensión
(Comprender), que esclarece las totalidades estructurales desde los valores dominantes en
ellas.
Bibliografía
Ciencias humanas
Bibliografía
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– Conceptos
Antropología filosófica
Estructuralismo
Coacción
Bibliografía
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– Conceptos
Libertad
Colectivismo
Por colectivismo se entiende una forma de sociedad que pone en principio los intereses del
todo social por encima de los del individuo ([[Brugger:Sociedad [Filosofía de la]|Sociedad
[Filosofía de la]]] (1); éste queda limitado esencialmente en su derecho de seguir valores
reconocidos por él mismo. El valor cuya realización establece el colectivismo (o su caudillo)
como fin incondicional, para fundamentar la propia existencia y la subordinación del
individuo bajo ella, puede ser el aumento de la propiedad colectiva, el poder y la fama de la
colectividad, un determinado valor cultural, la raza, etc. En la medida en que el colectivismo
excluye todo cuestionamiento de este valor final, se opone a la democracia.
De esto han de distinguirse las comunidades (colectivos, colectividades) (2) a las que se
incorporan libremente los individuos para poder realizar un bien determinado por ellos
mismos (comunidades de trabajo, comunidades de vivienda, asociaciones). Es decisiva para
su valoración la pregunta de si la subordinación necesaria al interés común deja al individuo
la posibilidad de codeterminar la manera en que ha de realizarse el bien común, de si la
colectividad pretende intervenir como última instancia decisoria en todos los ámbitos de la
vida, suprimiendo así la autodeterminación moral, de si, finalmente, existe la posibilidad
concreta de desligarse de la colectividad dada y de configurar la propia vida en otra forma.
Bibliografía
Complejo
Bibliografía
J. Fröbes Lehrbuch der experimentellen Psychologie I' 31923, p. 576ss. 593ss trad.
cast.: Tratado de psicología empírica y experimental I , 41950
J. Lindworsky Experimentelle Psychologie 51931, p. 163s trad. cast.: Psicología
experimental descriptiva y teórica Bilbao , 41963
O. Selz Die Gesetze des geordneten Denkverlaufs, 1913
A. Willwoll Seele und Geist 1938, p. 65 trad. cast.: Alma y espíritu Bilbao , 31966
L. Ancona Cuestiones de psicología Herder Barcelona, 1966 s.v. ->del mismo Enciclopedia
temática de psicología 2 vols., Herder, Barcelona 1980, s.v.
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– Conceptos
Complejo
Deseo
Ser, la gran cadena del
Comprender
Aplicando el método comprensivo, las ciencias del espíritu hacen justicia a la índole peculiar
de lo espiritual; en este aspecto los trabajos de Dilthey, sobre todo, abrieron el camino. Sin
embargo, hay que evitar los riesgos del relativismo y del irracionalismo perceptibles en él y
en otros pensadores. Relativismo: no se separan los valores del cambio de las formas
culturales porque no se advierte que la comprensión, como método de una ciencia de la
experiencia, no puede dar jamás una última justificación de aquéllos, debiendo, por lo tanto,
fundarse en una doctrina filosófica de los mismos. Irracionalismo: se substrae demasiado la
comprensión al concepto racional, aunque en su íntegra profundidad y plenitud no es un
proceso meramente conceptual, sino que exige una inmersión del hombre entero que lo hace
proyectarse sentimentalmente (einfühlende Versenkung).
También es importante para todo comprender el horizonte desde el que aquél se produce.
Si ese horizonte permanece demasiado estrecho y subjetivo, tal como sucede en los
prejuicios o en las ideologías, obstruye el acceso a la realidad y en especial al otro hombre,
con lo cual surgen tergiversaciones imprevisibles y luchas inútiles. Por eso se requiere una
reiterada crítica del propio horizonte, para que éste permanezca tan amplio y abierto como
sea posible. En concreto, se produce una comprensión en el diálogo entre diversos
compañeros sólo en la medida en que, en su confrontación recíproca, los interlocutores
llegan a una amplia coincidencia de sus horizontes.
Bibliografía
W. Dilthey Introducción a las ciencías del espíritu Revista de Occidente Madrid, 1966
sobre este autor: J. Höfer Vom Leben zur Wahrheit. Katholische Besinnung an die
Lebensanschauung W. Diltheys, 1936
C. Glock W. Diltheys Grundlegung einer wissenschaftlichen Lebensphilosophie, 1939
H.A. Hodges W. Dilthey. An Introduction Nueva York, 1944
L. Giusso W. Dilthey e la filosofía come visione della vita Nápoles, 1940
F. Díaz de Cerio
Bibliografía
Compromiso
Bibliografía
Comunidad
Con todo, es innegable que se ha perfilado una terminología más estricta en el uso de la
palabra «sociedad» y, más todavía, del término «comunidad» (2). Ambos vocablos se
diferencian en su significación, aunque sin excluir transiciones fluidas. La distinción no
equivale simplemente a la que se establecía antes entre sociedad natural y libre. A primera
vista esa diferencia podría tener la misma significación que la contraposición de Tönnies
entre sociedades que brotan de una «voluntad esencial» (comunidad) y otras que nacen de
una «voluntad libre» (sociedad). Sin embargo, por una parte, la «sociedad natural» (familia,
Estado) viene dada — cada una según su especie, desde luego — con la naturaleza humana,
pero, contra todo irracionalismo, no excluye en su nacimiento y desarrollo concretos la
acción racional y libre. Por otra parte y de cara al actual pluralismo, precisamente las
«sociedades libres» realizan con frecuencia la unidad de actitud, amor y aspiración moral,
propias de la comunidad, más perfectamente que la «sociedad natural» del Estado.
Parece, pues, que «comunidad» (2), en contraposición a «sociedad» en sentido estricto,
designa aquellas configuraciones sociales que descansan en una unidad de actitud, amor y
aspiración moral. La plena comunidad de vida no parece necesaria para la «comunidad»,
pero sí el que su fin interno sea la elevación personal de sus miembros. Si a veces se dice que
la comunidad no puede tener ningún fin externo, esto no puede entenderse en el sentido de
que se vea forzada a encapsularse en sí misma y negar cualquier servicio a un todo mayor.
Es igualmente unilateral denegarle toda constitución jurídica; sin ésta no se hallaría
garantizada, por lo menos a la larga, una búsqueda eficaz de sus fines. En todo caso, está
fuera de duda que es mal augurio para una comunidad cuando la disposición a la
colaboración libre está tan debilitada, que es necesario recurrir en forma rígida y frecuente
a las normas jurídicas. Una medida mínima de «fidelidad y fe» es indispensable a la postre
también en una sociedad planificada por cálculo racional para un «fin» exterior limitado.
Bibliografía
F. Tönnies Gemeinschaft und Gesellschaft, 1887 21912, 81936 [trad. cast.: Comunidad y
sociedad, 1947]
E. Stein Individuum und Gemeinschaft en «Jahrbuch für Philosophie und
phänomenologische Forschung» 5 (1922) 116-283
T. Litt Individuum und Gemeinschaft , 31926 del mismo Philosophie der Gemeinschaft,
1929
A. Pieper Organische und mechanische Auffassung des Gemeinschaftslebens, 21929
T. Geppert Teleologie der menschlichen Gemeinschaft, 1955
D. v. Hildebrand Metaphysik der Gemeinschaft, 21955
F. Klüber Individuum und Gemeinschaft in Katholischer Sicht , 51963
N. Monzel Doctrina social 2 vols., Herder, Barcelona 1969, especialmente I, p. 361-469
J. Pieper Grundformen sozialer Spielregeln , 51967
R. Coste Moral Internacional Herder Barcelona, 1967
D. Daniels Die Gemeinschaft bei Max Scheler und Thomas von Aquin, 1926
J. Kopper Dialektik der Gemeinschaft, 1960
K. Barth Comunidad cristiana y comunidad civil Fontanella-Marova, 1976
G. Ruggieri Comunidad cristiana y teología política Sigúeme, 1974
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– Conceptos
Filosofía de la ciencia
Hay una concepción del mundo que se identifica con un convencimiento de tipo
precientífico; por tanto, en ella no es esencial la forma científica, por contraposición a la
filosofía. La concepción filosófica del mundo coincide en esencia con una metafísica del ser
y de los valores. Pero la contraposición entre la concepción precientífica del mundo y la
científica no coincide con la que se da entre la concepción irracional del universo y la
racional, pues también la precientífica puede descansar en un pensamiento claro, aunque
no esté elevado a la conciencia reflexiva. La idea de que la concepción del universo en su
orientación más íntima, nunca ha de fundarse racionalmente, descansa en presupuestos
teorético-cognoscitivos que limitan en exceso el ámbito del conocimiento
humano: agnosticismo o por lo menos irracionalismo de los valores. Algo semejante puede
decirse sobre la idea de Dilthey, quien divide las concepciones del universo en naturalismo,
idealismo objetivo e idealismo de la libertad, sin que entre ellas pueda decidir el
pensamiento, ya que están determinadas por la diversidad del sentimiento vital irracional;
esta idea implica el relativismo en las concepciones del mundo. De todos modos la
concepción del universo descansa de hecho con frecuencia en actitudes
irracionales: ideología, pluralismo.
Bibliografía
Concepto
El concepto es forma más sencilla del pensar, en oposición al juicio y al raciocinio, que son
productos del pensamiento compuestos por conceptos. Mientras el juicio expresa
un objeto como existente, el concepto es la expresión abstractivo-intelectual de una
«quididad»; comprende un objeto, representa «lo que» es sin enunciar nada sobre él. El
concepto tiene su expresión gramatical en una palabra o término (v.gr., número) o también
en una frase que no constituye todavía un enunciado (v.gr., número par). Debe afirmarse
contra el nominalismo (sensismo), que el concepto, como representación intelectual, es
esencialmente superior a la representación en sentido estricto, o sea a la representación
sensorial. Por su naturaleza abstractiva difiere, asimismo, esencialmente de la intuición
intelectual propia de los espíritus puros. — El racionalismo no siempre ha tenido en cuenta
suficientemente esta distinción, como se pone de manifiesto en su teoría de las «ideas
innatas».
En todo concepto hay que distinguir: el concepto como «acto» de pensamiento, el concepto
como «contenido» de pensamiento y «objeto» del concepto. Considerándolo desde el primer
punto de vista, es un acto, las más de las veces de duración brevísima y de naturaleza
espiritual (inmaterial), aunque dependiente en su producción ([[Brugger:Concepto
[Formación del]|Concepto [Formación del]]], Abstracción) de las representaciones
sensoriales ligadas al cuerpo. El concepto representa al objeto, no por estas sus propiedades
ontológicas, sino en cuanto que el acto de pensamiento lleva en sí con existencia ideal (sólo
representada) un determinado contenido (v.gr., en cuanto que es concepto de número, no
de espacio); el concepto significa el objeto, está intencionalmente (Intencional) dirigido
hacia él. Pero el objeto del concepto no está constituido por el «contenido» interior a éste,
sino por el objeto independiente del pensar, que ciertamente no es conocido en el concepto
como existente, pero sí significado en él. Así, por ejemplo, el concepto «hombre» no se
menta a sí mismo (al hombre como representado conceptualmente), sino que menta al
hombre real. En el objeto deben distinguirse el ente total y concreto de que el concepto se
predica (objeto material) y el «aspecto», nota o carácter de aquél, aprehendido en el
concepto (objeto formal). Como representación abstractiva, el concepto representa las cosas
no en su concreta e intuitiva plenitud, sino sólo caracteres aislados extraídos de ellas.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma
Analítica trascendental
Aprendizaje
Autonomía
Causa
Causalidad
Concepto
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Duración
Fuerza
Infinito, infinitud
Kant: ética de
Ley científica
Libertad
Límite
Mónada
Ser
Teoría del conocimiento
Verdad
Vida
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Trías Sagnier, Eugenio
Concepto (Formación del)
Bibliografía
J. Kleutgen Philosophie der Vorzeit, 1878 [trad. franc: La philosophie scolastique, París
1868]
J. Geyser Über Begriffe und Wesensschau en «Philosophisches Jahrbuch» 39 (1926) 8-44 y
128-151
A. Willwoll Begriffsbildung, 1926
J. Maréchal El punto de partida de la Metafísica 5 vols., Gredos, Madrid 1957-1959
D.L. Székely Begriffsbildung und Operationalismus en «Synthese» x Bussum (Holanda)
De Vries Pensar y ser , 41963
Concepto universal
Concepto universal es aquel (Concepto) que, logrado por abstracción total (Abstracción),
puede predicarse individualmente de muchos multiplicándose en ellos. Por la predicabilidad
de muchos el universal se distingue del concepto singular; porqué cabe predicarlo de cada
uno «tomado individualmente», se opone al concepto colectivo, el cual se predica también
de muchos, pero tomados en conjunto, no individualmente (así el concepto «rebaño»
designa una multitud de animales, mas no a cada uno de éstos; aunque este concepto es un
concepto universal respecto a multitudes del mismo tipo, es decir, respecto a muchos
rebaños); por «multiplicarse», se diferencia de aquel carácter común con que, según la
revelación cristiana, el concepto «Dios» se dice de las tres divinas Personas predicándose de
todas sin que quepa admitir una multiplicación de la naturaleza divina; en el universal, en
cambio, se multiplica la forma (naturaleza) significada: Pedro es hombre, Pablo es hombre,
Pedro y Pablo son dos hombres. — Según que la unidad del contenido conceptual sea
perfecta o imperfecta, se distinguen conceptos universales unívocos y análogos; los
primeros son universales en sentido estricto; sin embargo, no se tiene reparo en calificar
también de este modo a los segundos (Analogía).
Sobre el valor del concepto universal, Realismo. Su importancia deriva de que sin él no es
posible ningún juicio, pues en éste, por lo menos el predicado, es siempre un concepto
universal; con mayor razón, sin él resulta imposible el juicio universal y (puesto que
todo raciocinio exige al menos un juicio de este tipo como premisa) sin él desaparece todo
pensar progresivo, todo ir más allá de esta experiencia inmediata, toda ciencia, y
especialmente toda metafísica. Sobre la formación de conceptos universales
[[Brugger:Concepto [Formación del]|Concepto [Formación del]]].
Bibliografía
Conceptualismo
es aquella dirección del pensamiento que sólo atribuye a los conceptos universales un ser
mental. El conceptualismo se distingue del antiguo nominalismo porque no admite
únicamente nombres comunes, sino también conceptos universales. Sin embargo, niega,
contra el realismo, que a éstos corresponda algo en la realidad. Si ello implicara sólo la
afirmación de que en el mundo real no hay más que individuos, nada cabría objetar. Pero el
conceptualismo va más lejos afirmando que al concepto universal no le corresponde nada
en el orden objetivo o que lo que le corresponde carece de significado para nuestro
conocimiento de las cosas. — El conceptualismo surgió en el siglo xiv como reacción contra
un realismo que acentuaba en las cosas excesivamente lo universal. Según Ockkam, el
concepto universal es unsigno natural, como el humo lo es del fuego. Su contenido no se
realiza en la cosa de manera idéntica, sino que sólo es semejante a ella; pero la sustituye en
el pensamiento y, precisamente, reemplazando a cada uno de los objetos de la colectividad.
Los pensadores posteriores cortan también la conexión natural del signo con la cosa. Los
conceptos universales no son más que recursos para la clasificación y ordenación lógicas de
los objetos. — Mientras el conceptualismo empirista, al que pertenece también la filosofía
de la vida ([[Brugger:Vida [Filosofía de la]|Vida [Filosofía de la]]]), menosprecia el valor de
los «rígidos» conceptos en orden al conocimiento de la realidad siempre cambiante,
el conceptualismo racionalista (Criticismo y Neokantismo) subraya, en verdad, la necesidad
o universalidad del conocimiento conceptual, pero no lo considera fundado en las r cosas y
su esencia, sino únicamente en las funciones apriorísticas del sujeto, de tal manera que por
él no se llega a conocer las cosas en sí. La orientación del pensamiento introducida por el
conceptualismo favorece al individualismo y es hostil a la metafísica. — La oposición entre
conceptos abstractos y realidad concreta es allanada en la teoría escolástica de la abstracción
considerando que el contenido de los conceptos se realiza efectivamente en lo dado, pero de
otro modo, o sea, se verifica en la unidad de la cosa con otros determinantes que no entran
en el concepto, mas sin que el modo de ser abstracto de éste sea jamás predicado de los
objetos (Abstracción).
Bibliografía
D. Mercier Critériologie genérale , 81923 p. 337-398 [trad. cast.: Criteriologia, 2 vols. 1936]
C. Nink Grundlegung der Erkenntnistheorie, 1930 p. 181-196
J. Santeler Intuition und Wahrheitserkenntnis, 1934
J. de Vries Denken und Sein, 1937 p. 69-73, 82-84 (trad. cast.: Pensar y ser, 41963)
C. Giacon Guglielmo di Occam i', 1941 p. 263-353
W. Ockham 1349-1949, Aufsätze zu seiner Philosophie und Theologie en «Franziskanische
Studien», 1950 fasc. 1-2
del mismo Occam Brescia , 21945
Ph. Behner The realistic conceptualism of William of Ockham en «Traditio» , 4 (1946)
R. Hönigswald Abstraktion und Analysis, 1961 (La controversia medieval sobre los
universales)
G. Ritter Via antiqua und via moderna an den deutschen Universitäten des 15.
Jahrhunderts, 1963
Conciencia
A diferencia del vegetal, que «vive», pero nada sabe de sus actividades vitales, el hombre,
mediante un saber que las acompaña y versa sobre ellas, puede «vivirlas», puede tenerlas
como «vivencias» que le pertenecen. La conciencia refleja perfecta se proyecta sobre los
procesos y estados psíquicos (conciencia del acto), sobre el «estar dirigido» a un objeto, que
es propio del acto (conciencia del objeto), y también sobre el propio yo, como sujeto de las
vivencias (conciencia del sujeto, conciencia del yo, autoconciencia). La conciencia refleja
hace que podamos distinguir entre yo, acto y objeto; distanciarnos, por decirlo así, de ellos
e inquirir sus mutuas relaciones y el valor lógico-formal, gnoseológico y ético de los actos,
llegando así a la cultura intelectual. En la conciencia imperfectamente refleja de la vida
cotidiana la atención se proyecta directamente sobre los objetos, pero de tal manera que esta
atención roza, como quien dice, el propio yo en cuanto que vive el objeto y lo tiene
simultáneamente ante la vista. De lo contrario, no nos sería posible recordar más tarde como
nuestras las vivencias pretéritas. Estas formas de la conciencia refleja son privativas del ser
espiritual y la capacidad para ella pertenece a la esencia del espíritu que «se autoposee», que
«existe consigo mismo». Sin embargo, al ser puramente animal debemos también atribuirle
por lo menos una conciencia directa en virtud de la cual «vive» de algún modo su
orientación hacia» el objeto, aunque sin reflexionar sobre el propio yo y el aspecto subjetivo
de los actos. La conciencia no es un mero fenómeno concomitante (epifenómeno) de la
materia, sino que remite a un alma substancial.
La reciente psicología empírica no hace ningún uso del análisis de conciencia, sino que,
imitando métodos de las ciencias naturales, sólo concede validez a la observación externa de
procesos de conducta (Conductismo). Pero con ello rinde homenaje a un monismo
metodológico que se cierra a una fuente de conocimiento fidedigna y llena de contenido, sin
cuya utilización tampoco puede conocerse el sentido de los datos de la observación externa.
Bibliografía
Conciencia moral
En sentido ato significa la capacidad del espíritu humano para conocer los valores, preceptos
y leyes morales (sindéresis); en acepción estricta, designa la aplicación de éstos obrar propio
inmediato. Es aquella autoridad interior que manifiesta hombre de manera enteramente
personal y forzosamente perceptible lo que debe hacer o dejar de hacer, que emite su juicio
antes de la acción como voz avisadora, prohibitoria, preceptiva o permisoria, y como fuerza
laudatoria o condenatoria (remordimiento), después de ella. Un impresionante testimonio
de la fuerza de la conciencia lo constituye el arrepentimientomoral, en que el hombre detesta
con pesar su mala acción y que no raras veces le impulsa a confesar exteriormente su culpa.
El origen de la conciencia se encuentra en la aptitud del hombre, en cuanto persona e imagen
de Dios, para realizar valores morales, así como en la capacidad para conocerlos y aplicarlos
a la situación propia e individual. Al igual que para el desarrollo de los demás aspectos de la
vida del espíritu, también en la esfera ética tienen naturalmente gran importancia la
instrucción, la educación y la dirección, mediante la autoridad y la comunidad. Cabe
distinguir la conciencia antecedente y laconsiguiente, y además, la verdadera y la errónea.
Ésta puede ser invencible y, por lo tanto, exenta de culpa, o vencible, y, en consecuencia,
culpable.
Con la expresión «super yo» describe Freud una estructura psíquica que no es idéntica con
la conciencia moral, pero que no siempre puede distinguirse de ella con facilidad. La
conciencia moral propiamente dicha intercala la libertad del hombre mediante un juicio de
la razón práctica fundado de manera objetiva; el super yo, por el contrario, pertenece al
ámbito del sentimiento y se manifiesta en sentimientos de angustia y en compulsiones, que
a veces pueden sostenerse también en contra de los juicios reflexivos de la conciencia y de la
actitud de la voluntad (escrúpulos). En el plano de la psicología evolutiva se remonta a la
vertiente domesticadora de la educación infantil y desgrava a la conciencia en todas las
situaciones que justamente, han sido decididas de antemano por la costumbre y la
convención.
Puesto que la conciencia aplica las exigencias generales de la ley moral al caso concreto,
resultan de ahí los siguientes deberes con respecto a su dictamen: no puede obrarse con duda
verdadera, insoluble acerca de la licitud de la acción. Se requiere, pues, una certeza
práctica (no rigurosamente científica). Sobre el modo de lograr indirectamente una
conciencia cierta (Probabilismo). Siempre debe obedecerse el dictamen de la conciencia
cuando ordena algo. Esto vale también en el caso de la conciencia errónea invencible e
inculpable. El agente no tiene otra posibilidad razonable. Se acomoda a la voluntad de Dios
en la medida en que por el momento le es posible. Sin embargo, no puede invocar
precipitadamente su propia conciencia cierta, sobre todo cuando otras autoridades
superiores juzgan de manera discrepante, pues no se daría entonces el caso de la conciencia
que yerra inculpablemente. Existe, pues la rigurosa obligación de formar una
recta conciencia reflexionando, estudiando, solicitando consejo, etc. En la obligación de
seguir la propia conciencia, aunque sea errónea, reposan la libertad de conciencia y
la tolerancia, es decir, la obligación de respetar las decisiones de conciencia de los demás,
aunque nos parezcan erróneas, y de no urgir ninguna acción de la que realmente se crea que
va en contra de la conciencia. Por el contrario, no puede ser malo oponerse a las acciones
que nacen de la conciencia errónea, si violan el derecho del individuo o el de la comunidad.
También el Estado puede combatir eficazmente la negativa, objetivamente injustificada, a
prestar algún servicio, negándose por su parte a las correspondientes prestaciones jurídicas.
Bibliografía
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J.M. Hollenbach Sein und Gewissen. Über den Ursprung der Gewissen-Rechnung, 1954
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J. Stelzenberger Das Gewissen, 1961
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del mismo Syneidesis, Conscientia, Gewissen, 1963
W. Arnold y otros autores Das Gewissen ais freiheitliches Ordnungsprinzip, 1962
R. Guardini Das Gute, das Gewissen und die Sammlung , 51962
del mismo Una ética para nuestro tiempo ed. Cristiandad , 21974
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R. Egenter P. Matussek Ideologie. Glaube und Gewissen (Kuaur TB. 184)
E. Stadter Psycho-analyse und Gewissen, 1970
D. von Hildebrand Ética cristiana Herder Barcelona, 1962
H. Ey La conciencia Gredos Madrid, 1967
V. Cathrein Die Einheit des sittlichen Bewusstseins der Menschheit iii', 1914
F. Furger Gewissen und Klugheit in der Katholischen Moraltheologie der letzten
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V. Cathrein Moralphilosophie i' , 61924 [trad. ital. de la 5.a alem.: Filosofía
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J. Leclercq Las grandes líneas de la filosofia moral Gredos Madrid, 1966
B. Häring La moral y la persona Herder Barcelona, 1973
Concreto
Llámanse concretas las representaciones que ofrecen su objeto tal como se da en la intuición
sensorial. En sentido lato pueden asimismo denominarse concretos aquellos conceptos
universales que, además de la forma determinante (v.gr., humanidad), incluyen guarniente
el sujeto indeterminado (v.gr., hombre = sujeto de la hu manidad). Pensar concreto es aquel
que representa sus objetos no sólo mediante conceptos, sino también mediante las
intuiciones a ellos correspondientes. El pensar humano integral y el pensar precientífico son
preponderantemente concretos. Por eso la manera de exponer de quien pretende no sólo
convencer a ligencia sino mover al hombre entero, debe ser concreta en lo po sible.
Según Hegel, lo concreto es concepto lleno de los momentos de despliegue del sistema,
sinónimo, por lo tanto, de lo metafísicamente supremo, en oposición a
lo abstracto, concepto despojado de la plenitud de los momentos
evolutivos. Abstracto, Individuo.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Universal concreto
Conducta
La conducta es el objeto (material) de las llamadas ciencias de la conducta, cada una de las
cuales considera una sección especial de la misma: la etología (= investigación de la
conducta) estudia la conducta animal en un marco total de referencia;
la sociologíainvestiga la conducta del hombre sobre todo tal como ésta se manifiesta en
instituciones; la psicología se ocupa de la conducta del animal y del hombre en su expresión
característica individual y social. La identidad de la denominación no se refiere, pues, a los
mismos contenidos, sino que describe más bien un idéntico procedimiento metódico: Para
que algo sea tenido por conducta, es necesario que sea posible una comunicación
intersubjetiva acerca de ello, es decir, sólo es conducta un fenómeno que pueden constatar
distintos observadores. Los aspectos bajo los cuales se aprehende la conducta, las categorías
que se consideran «importantes», varían notablemente entre las ciencias de la conducta, y
dependen esencialmente del influjo de magnitudes como «espíritu del tiempo», estado de la
evolución metódica, importancia social. Se investiga en qué medida es constante o
cambiable la conducta, de qué razones internas puede deducirse, en qué medida puede
predecirse, Sin embargo, de todas las investigaciones resulta una cierta «imprecisión» del
concepto de conducta. Las generalizaciones sólo son posibles con reservas. En estas
dificultades se manifiesta el carácter «inaprehensible» de lo vivo.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Aprendizaje
Condicionamiento
Conducta
Cultura
Determinismo
Libertad
Sociobiología
– Autores
Lorenz, Konrad
Conductismo
es una línea de investigación que considera la conducta (behaviour) como único objeto de la
psicología y, por eso, quiere excluir de la investigación todos los procesos de la conciencia.
Entiende por conductasolamente una reacción cuyo nexo con el estímulo correspondiente
pueden constatar diversos investigadores en forma independiente. El cambio de conducta
(definido como «aprendizaje»), con sus formas y condiciones, se investiga sobre todo en
experimentos animales. Influido por el darwinismo, el pragmatismo, la reflejología rusa y,
más tarde, por el operaciona-lismo del círculo de Viena (Positivismo), el conductismo ha
preferido cada vez más decididamente la estadística como instrumento de prueba del
procedimiento metódico. Como método el conductismo se ha impuesto en el mundo entero.
Pero en sentido estricto nunca ha mantenido sus pretensiones. Con frecuencia, sin notarlo,
han penetrado contenidos de la conciencia en formulaciones y definiciones conductistas,
sobre todo en la investigación de la conducta lingüística. En la evolución reciente
(aproximadamente desde 1960) se asumen explícitamente en la investigación contenidos
vivenciales.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Psicología
Conflicto
Bibliografía
Confucianismo
Bibliografía
Bibliografía
de F.L. Cardona Castro y M.M. Martí Bruguera, Bruguera Barcelona 1968
R. Dvorak Confucius und seine Lehre, 1895
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1934, 1938
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J. Gripekoven Confucius et son temps, 1955
C. Chang The Development of Neo-Confucian Thought, 1958
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Conocimiento
Bibliografía
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Quaestiones disputatae de anima
J. de Vries (amplia
Bibliografía
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D. Feuling Das Leben der Seele, 21940 c. 6-10
J. Maréchal El punto de partida de la metafísica 5 vols., Gredos, Madrid 1957-1959
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Th. Herrmann Psychologie der kognitiven Ordnung, 1965
N. Bohr Física atómica y conocimiento humano Aguilar Madrid, 1964
K.R. Popper El desarrollo del conocimiento científico Paidós Buenos Aires, 1967
S. Rábade Estructura del conocer humano Madrid, 1966
E. Cassirer El problema del conocimiento 4 vols., 1953-1957
A. Willwoll Alma y espíritu , 31966
F. van Steenbergen Epistemología Gredos Madrid , 21962
J. Hessen Teoría del conocimiento Espasa-Calpe Madrid , 131966
J.M. de Alejandro Gnoseología BAC Madrid, 1969
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– Conceptos
Alma
Amor
Analítica trascendental
Anámnesis
Bello
Ciencia
Ciencias cognitivas
Conocimiento
Conocimiento, clases de
Conocimiento, fuentes del
Conocimiento, origen del
Crítica de la razón pura
Cultura
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Doxa
Empirismo
Entendimiento
Episteme
Estética
Estética trascendental
Fenomenología
Filosofía
Filosofía de la ciencia
Hermenéutica
Inducción
Inducción, problema de la
Kantismo
Lenguaje, filosofía del
Mundo
Mundo inteligible y mundo visible
Método socrático
Otro, el
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Postulados de la razón práctica
Prudencia
Racionalidad
Racionalismo
Relativismo
Renacimiento
Teología negativa
Teoría del conocimiento
Ídolos
– Autores
Ajdukiewicz, Kazimierz
Aristóteles
Bachelard, Gaston
Bergson, Henri
Berkeley, George
Cassirer, Ernst
Croce, Benedetto
Descartes, René(Cartesius)
Epicuro
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Heráclito de Éfeso
Hume, David
Kant, Immanuel
Locke, John
Malebranche, Nicolás
Mannheim, Karl
Mill, John Stuart
Occam, Guillermo de
Parménides de Elea
Platón
Popper, Karl Raimund
Rorty, Richard
Russell, Bertrand
Spinoza, Baruch de
Sócrates
Conocimiento moral
Entrada escrita por Rotter
El conocimiento moral se refiere al fin último de la vida humana, a la exigencia moral que se
funda en ese fin y a los medios que conducen al mismo, en los cuales se concreta la exigencia
moral. El fin último de la vida humana trasciende los valores particulares limitados
(Esperanza) y sólo puede aprehenderse en una interpretación del sentido de la existencia
humana que vaya acompañada de un libre asentimiento creyente. Del carácter absoluto del
fin último resulta una exigencia moral absoluta, que es experimentada en la conciencia. Los
fines inmanentes se experimentan como moralmente obligatorios en tanto conducen al
último fin trascendente. Esto tiene validez en especial por lo que respecta a la relación con
otros hombres (Amor) y al sí dado a la sociedad y al bien común. Por eso la exigencia moral
se concreta esencialmente en las necesidades de los hombres y en ???as exigencias de la vida
social (norma, rol, costumbre, ley estatal, mandato, etc.). En este sentido el conocimiento
moral presupone una comunicación interhumana, en la que ejercen una función importante
valoraciones específicas de la sociedad y de la cultura (formación de la conciencia). Pero toda
exigencia social debe tomar también en consideración los datos previos de la situación y las
leyes de la naturaleza humana (Hombre, Ética de la situación). Sólo así puede una acción
humana mostrarse útil a largo plazo y, en consecuencia, realizarse con buena intención.
Bibliografía
Conocimiento sensorial
Hay que distinguir un conocimiento sensorial externo y otro interno, según sea producido
por un excitante que afecte a los órganos exteriores (ojos, oídos, etc.) o suscitado por causas
psíquicas o excitaciones del órgano central (cerebro) sin influjo actual sobre aquéllos. En
el conocimiento sensorial exterior los órganos de los sentidos recogen sólo un número muy
limitado de influencias de entre las innumerables que continuamente llegan en tropel desde
el mundo corpóreo; la excitación conducida a los centros cerebrales a través de los nervios,
lleva a la determinación de la potencia sensitiva y, mediante la producción de una imagen
sensorial, a la consumación del conocimiento mismo. No debe concebirse la imagen
sensitiva misma como representación inconsciente de las propiedades de las cosas que se
muestran inmediatamente en su ser-en-sí, sino como una imagen que deviene consciente,
en la cual se reflejan circunstancias del mundo exterior conforme a la peculiaridad de los
sentidos Para la cuestión gnoseológica de hasta qué punto en este hecho tiene lugar una
representación fiel a la realidad Realismo.
Las cualidades sensoriales ordenadas exclusivamente a cada sentido exterior (p. ej., luz y
color en sentido de la vista) se llaman en la psicología escolástica sensibilia propria, y las
cualidades perceptibles por varios sentidos (en especial las determinaciones espaciales y
temporales) se llaman sensibilia communia. Se habla además de sensibilia per accidens;
esta expresión se refiere a las determinaciones que no son percibidas ellas mismas (y por eso
no son sensibilia per se), sino que se añaden espontáneamente (accidunt) a lo percibido aquí
y ahora, sea sobre la base del conocimiento sensible (p. ej., al color blanco y a la estructura
granulada del azúcar que nosotros vemos, se añade la cualidad gustativa «dulce»), sea por
una necesidad del pensamiento (p. ej., lo dado sensiblemente es pensado como substancia,
como causa, como ente).
El significado del conocimiento sensorial dentro de la vida animal se agota en que incita a
modos de obrar esenciales para la vida. En el hombre, en cambio, el conocimiento sensorial
como instrumento de la inteligencia, alcanza su mayor relieve porque, primeramente,
proporciona la mayor parte de material para la formación de los conceptos intelectuales y
porque, en segundo lugar, aun el pensamiento más abstracto debe conservar siempre por
naturaleza la relación con imágenes sensibles. Por eso es de la mayor importancia para la
formación de la inteligencia el prestar atención al conocimiento sensorial y un sano cultivo
del mismo.
Bibliografía
Contingencia
Bibliografía
Bibliografía
Cosa
Entrada escrita por Lotz
Según Heidegger se llama cosa el ente, en cuanto que en él se conjugan el cielo y la tierra,
los dioses y los hombres, y así se refleja en él el cuadro.
Bibliografía
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Alienación
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En sí y para sí
Existencia
Kant: ética de
Límite
Teoría del conocimiento
Tiempo
+
Recursos
Aristóteles: el lugar no es forma ni materia
– Autores
Locke, John
Platón
Sartre, Jean-Paul
Spinoza, Baruch de
Cosa en sí
Bibliografía
Creación
(1) significa, primeramente, lo creado (Mundo), y en segundo lugar (2) el crear, es decir, la
libre producción de una cosa según su ser entero. Creación (2) en este sentido (teísta) es
creación de la nada. Lo cual no significa que la nada haya tenido que preceder
temporalmente a lo creado ni tampoco que la nada sea una especie de materia de la cual
habría sido producido, ni quiere decir tampoco que ninguna causa eficiente ha intervenido
en la producción, sino únicamente que lo creado no ha sido producido de ninguna materia
preexistente. Toda producción distinta de la creación es una actividad sobre algo que ya
existe y ella ha cambiado. Pero la creación r tiene lugar sin verdadero cambio. Por eso no es
un proceso temporal, aunque con ella puede alcanzar un tiempo. Considerada como
actividad de Dios, es un acto interno de voluntad, que no se distingue de su esencia y cuyo
poder hacia el exterior tiene como efecto el mundo, pero de tal manera, que sin mutación
interna podría también no tenerlo.
Por creación (3) en sentido neutral, ni teísta ni panteísta, se entiende el origen del mundo
dependiente del Absoluto, sin indicar con mayor detalle la clase de dependencia. En
el panteísmo, el vocablo creación denota o un despliegue del Absoluto en formas finitas
(despliegue parecido de alguna manera a él), conservando la identidad substancial con dicho
Absoluto (4), o una auténtica, pero necesaria producción del ser del universo (5). Por esta
necesidad Dios y el mundo son los polos opuestos que se exigen mutuamente. Ambas
concepciones destruyen la verdadera infinitud (Infinito) y trascendencia de Dios:
Que Dios ha producido el mundo por creación (2), resulta de la contingencia de éste. El crear
compete sólo a Dios, Causa Primera, porque procede del poder sobre el ser, no del poder
sobre tal o cual ser. El ente creado no puede intervenir en la creación de una cosa ni como
causa principal coordinada ni como causa instrumental subordinada. No lo primero, porque
la creación se refiere esencialmente al ser entero de lo que ha de crearse; y tampoco lo
segundo, porque la creación es producción de la nada, y la causa instrumental o prepara algo
ya existente para la acción de la causa principal, o transmite a lo existente la acción de la
misma. — Sigúese de ahí que un demiurgo (— un formador del universo dependiente de
Dios —) entra en consideración a lo sumo como ordenador del mundo, no como creador del
mismo. Con todo, no tenemos motivo alguno para admitir tal ordenador universal distinto
de Dios.
Relacionado con...
– Conceptos
Creación
Historia, filosofía de la
Mito
Origen de la vida
Tiempo
Cristiana (Filosofía)
Entrada escrita por De Vries
Bibliografía
Criticismo
El pluralismo existente en las doctrinas metafísicas hace que a Kant aparezca como
indispensable una comprobación preliminar acerca de si nuestra razón, en general, es apta
para el conocimiento metafísico. Al dar a este examen el nombre de Crítica de la razón pura,
se indica ya con ello un importante supuesto tácito inicial: toda metafísica, y en general todo
conocimiento de validez universalmente incondicionada, ha de fundarse en un
«conocimiento puro», en una «razón pura», es decir, en un conocimiento o razón
independiente de la experiencia (sensación). Todos los contenidos de conciencia que se
verifican mediante una «afección», un «ser-afectado» de los sentidos, es decir, mediante
una impresión que los sentidos reciben de las cosas en sí, son y permanecen meramente
sensibles, meramente «empíricos» y accidentales: la idea de que el entendimiento, por
una abstracción creadora, puede extraer de aquéllas un contenido intelectual, está lejos de
Kant. ¿De dónde proceden, pues, los conocimientos incondicionadamente necesarios, cual
se encuentran en los juicios sintéticos a priori (Síntesis) de la matemática y, como Kant
supone, también de la ciencia natural «pura»? No entra en consideración como fuente de
los mismos una «intuición intelectual» pura, porque nuestro entendimiento no es un
«entendímiento intuitivo» (tal es para Kant sólo la inteligencia divina en cuanto hace brotar
de sí las cosas reales). A nuestro entendimiento le pertenece únicamente
la espontaneidad del pensar, o sea, el activo unir (la síntesis) lo múltiple dado en la intuición
sensorial para construir la unidad de un objeto, lo cual se realiza poniendo lo múltiple bajo
un solo concepto. Ha de haber, por lo tanto, «conceptos puros» que estén basados en el
entendimiento independientemente de toda experiencia (A priori) y sean el fundamento
primitivo de la necesidad y universalidad incondicionadas de los conocimientos científicos;
estos conceptos son las categorías. Pero también la intuición sensible, caracterizada por su
receptividad (capacidad de recibir impresiones) en oposición a la intuición intelectual
creadora y al pensamiento, debe basarse en formas de la «intuición pura», puesto que, v.gr.,
en la geometría se conocen como incondicionadas relaciones espaciales intuitivas. Así surge
para Kant la tarea de poner al descubierto de manera concreta las formas a priori de la
intuición y del pensamiento mediante una investigación trascendental de nuestras aptitudes
cognoscitivas.
La estética trascendental realiza este propósito por lo que concierne a la sensibilidad, cuyas
formas a priori resultan ser las intuiciones de espacio y tiempo. La analítica
trascendental investiga el «entendimiento» crítico y deduce de las diversas clases de juicios
los conceptos puros del entendimiento o categorías. Como que estos conceptos no son
abstraídos de un objeto dado, la validez de los mismos no se funda en la experiencia; su
justificación («deducción») sólo puede ser trascendental, es decir, se les muestra
como principios constitutivos del conocer; sin ellos no pue de haber «objeto» alguno de
conocimiento, o sea, ninguna unidad de una multiplicidad sensorial universalmente válida,
ningún juicio de validez universal. Condición suprema de todo conocimiento objetivo es
la apercepción trascendental o autoconciencia, a la cual es referido todo contenido de
conciencia y que, por ello, es la suprema condición de toda unidad objetiva. De la deducción
trascendental se infiere la limitación de nuestro conocimiento objetivo al mundo de los
sentidos que en cuanto tal no existe en sí, sino únicamente como mundo de fenómenos,
constituido por nuestra intuición del espacio y del tiempo. Pues sin la materia sensible las
categorías son conceptos vacíos, por los que, ciertamente, podemos pensar de manera
enteramente indeterminada, la cosa en sí; pero no «conocerla», es decir, determinarla en su
esencia. Sin embargo, el concepto de cosa en sí y de todo el mundo inteligible, o mundo real,
cognoscible solamente mediante una intuición intelectual, sigue siendo un «concepto
límite» necesario «para limitar las pretensiones de la sensibilidad» (pues de no haber cosa
alguna detrás de los fenómenos, éstos serían ya el ser último, incondicionado). Por lo tanto,
según Kant, el ente en sí no está sujeto a las condiciones de la sensibilidad (espacio y tiempo).
Esto vale también del «yo» en sí y de su «carácter inteligible», mediante el cual, en libre
autodeterminación sin ninguna sucesión temporal, se fija el «carácter empírico»del
individuo y toda la serie de las acciones empíricas temporales enlazadas entre sí con rigurosa
necesidad causal.
A decir verdad, toda metafísica científica se hace ya imposible por los resultados de la
analítica trascendental. La dialéctica trascendental, que viene a continuación investigando
los conceptos de la razón oideas conductoras del pensar razonador, discute explícitamente
con la metafísica racionalista contemporánea intentando presentar como ilusión
trascendental sus sutiles raciocinios. Estas ideas, deducidas (bastante artificiosamente) de
los modos de raciocinio, son: la idea cosmológica, o idea del mundo como suma de todos los
fenómenos; la idea psicológica, o idea del yo como unidad incondicionada del sujeto
pensante; y la idea teológica, o idea de Dios como condición incondicionada de todos los
objetos del pensar en general. Teoréticamente no se prueba que a dichas ideas corresponda
un ser en sí; el intento de realizarlo conduce necesariamente a antinomias, paralogismos, es
decir, raciocinios sofísticos (sobre todo en psicología especulativa, que confunde el sujeto
trascendental indeterminado con la substancia simple del alma) y a las demostraciones de
la existencia de Dios ([[Brugger:Dios [Pruebas de la existencia de]|Dios [Pruebas de la
existencia de]]]) que Kant tiene, asimismo, por falaces. El sentido positivo de las ideas es el
de ser principios reguladores del conocimiento, es decir, deben impulsar a nuestro espíritu
a acercarnos, por el continuo avance del pensamiento, a la incondicionada unidad de un
sistema, aunque no podamos jamás alcanzar este objetivo. Ciertamente, la razón
especulativa tampoco puede descubrir en las ideas contradicción alguna; así, la idea de Dios
especialmente sigue siendo el «ideal de la razón pura». De esta manera se deja libre el
camino a una metafísica de la razón práctica que debe mostrar la libertad de la voluntad,
inmortalidad del alma y la existencia de Dios comopostulados de razón práctica afirmados
fundamentalmente en la fe. Sobre la ética de Kant, Imperativo categórico; sobre su influjo
histórico, Idealismo, Idealismo alemán, Neokantismo. [[[Brugger:153|153]]-170, 176-
181, 215, 227, 230].
La crítica a la Crítica de la razón pura de Kant puede basarse, entre otras cosas, en el hecho
de que en ella, aparte del conocimiento «objetivo» o «científico» tratado explícitamente, hay
un saber acerca de tal saber «objetivo» que actúa en la realización de la filosofía
trascendental, pero que en ningún caso está sometido a reflexión. Ese saber esconde en sí el
germen de una auténtica ontología.
Bibliografía
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Kantismo
Cualidad
Bibliografía
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– Conceptos
Cualidad
Cualidades sensoriales
Bibliografía
H. Gründer De qualitatibus sensibilibus, 1911
H. Ostler Die Realität der Aussenwelt, 1912 p. 381-418
H.U. v. Balthasar Wahrheit, i', 1947 p. 58-64
J. Seiler Philosophie der unbelebten Natur Olten, 1948
J. de Vries Denken und Sein, 1937 p. 204-208 [trad. cast.: Pensar y ser, 41963]
J. Thyssen Neuere Versuche zur Wiederherstellung objektiver Sinnesqualitäten en «Blätter
für deutsche Philosophie», 14 (1940-41)
A. Brunner Die Grundfragen der Philosophie , 51961 p. 139ss (trad. cast.: Ideario filosófico,
1936)
Cuerpo
I. Reciben el nombre de cuerpos las cosas que nos rodean y son sensorialmente perceptibles.
Características comunes a todos los cuerpos son la extensión (Cantidad) y el llenar
un espacio limitado. Mientras la primera condiciona la extraposición de las partes de un
cuerpo entre sí, la impenetrabilidad concierne a la exclusión de otro cuerpo del espacio
ocupado por el primero. Su fundamento lo constituyen fuerzas repelentes. Sin embargo,
ambas cosas, extensión e impenetrabilidad, son solamente notas del cuerpo macroscópico y
no de los componentes atómicos y subatómicos, cuya doble naturaleza como partículas
localizables y como ondas y campos electromagnéticos (Física cuántica) parece indicar que
estos objetos, a diferencia de los cuerpos macrocósmicos, no son configuraciones espaciales
y temporales y, por eso, no pueden describirse adecuadamente con las categorías de espacio
y tiempo. No obstante, a través de su multiplicidad y de su acción recíproca, constituyen los
cuerpos macroscópicos. De ahí que, a pesar de su supuesta carencia de espacio y tiempo, se
distingan del espíritu.
La pregunta por la esencia del cuerpo recibió respuestas distintas en el curso de la historia
de la filosofía y de la ciencia: como composición de átomos (atomismos), como
extensión (Descartes), comodinamismos que llena el espacio, como composición de
principios no cósicos, p. ej., la materia y la forma en el hilemorfismo. La pregunta por la
estructura del cuerpo está esclarecida hoy hasta la región de las partículas elementales, pero
allí se mantiene todavía el interrogante. En cambio, lo que es ontológicamente el cuerpo en
general como cuerpo (lo que él tiene de común en el campo de lo inorgánico y en el de lo
orgánico), es una cuestión de filosofía natural que hasta hoy no ha encontrado una respuesta
universal y satisfactoria bajo todos los aspectos. Esta respuesta sólo podrá darse por una
colaboración entre la filosofía y la ciencia natural. Puesto que el ser se manifiesta en la
operación y en los cuerpos esta operación se realiza siempre en el intercambio de acción y
reacción, y puesto que, además, ese intercambio, a pesar del uso de aparatos — y
precisamente por él— sólo nos es conocido por la mediación de nuestros sentidos (que a su
vez son corporales), en consecuencia la esencia del cuerpo no puede pensarse sin referencia
al universo entero (Mundo) y sin referencia a un posible sujeto de los sentidos. Las categorías
de pensamiento de la antigua filosofía natural habrán de llenarse con un contenido nuevo.
La multiformidad del espacio y del tiempo, irreductible a una fórmula única y abierta a toda
configuración de energía y de campos, conduce a la cercanía de materia puramente
potencial. La multiplicación espacio-temporal de la materia puramente potencial. La
multiplicación espacio-temporal de estructuras formalmente idénticas, parece apuntar a lo
mismo que pensaba santo Tomás de Aquino cuando hablaba de la materia quantitate
signata como principio de individuación corporal (individuo, el). En relación con la
pregunta de cuáles son los configuraciones a la que corresponde la categoría de substancia,
ha de quedar sin decidir si en lo inorgánico como tal hay una multiplicidad de substancias
en el sentido filosófico de palabra. La determinación de la masa como substancia y de la
energía como accidente se ha hecho imposible por la transformación entre masa y energía.
Finalmente mera corporalidad, en medio de la determinación de la propia dimensión, está
abierta a formas superiores de organización y ser de lo vivo, si es que no está dotada de un
impulso universal hacia ello (Evolución), y está abierta también para su configuración por
parte del hombre (cf. el concepto heideggeriano del utensilio). La ciencia natural y la filosofía
natural consideran los cuerpos que se dan en la naturaleza como cosas reales; la matemática,
en cambio, se ocupa de los cuerpos como figuras abstractas (p. ej., cuerpos geométricos y
algebraicos).
Bibliografía
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Alma
Alma de los brutos
Antropología
Atomismo
Cerebro, el
Cuerpo
Cuerpo de los seres vivos.
Cuerpo y alma
Cuerpo: punto de vista físico y metafísico.
Filosofía de la mente
Funcionalismo psicológico
Lugar
Mental
Mente
Mente - cuerpo, relación
Máquina
Orfismo
Paradojas de Zenón
Paralelismo psicofísico
Tiempo
+
Recursos
Aristóteles: el lugar no es forma ni materia
– Autores
Hobbes, Thomas
La Mettrie, Julien Offray de
Malebranche, Nicolás
Platón
Culpa
es la decisión libre y, por lo mismo, imputable, contraria a la ley moral y al valor ético. Puesto
que la obligación moral tiene su fundamento definitivo en la voluntad legisladora de Dios,
la acción culpable no es la perturbación de un orden concebido como puramente impersonal,
ni tampoco una mera oposición al valor moral, a la dignidad de la propia persona y a las
exigencias éticamente importantes de personas ajenas, sino además pecado, es decir, una
ofensa a la voluntad de Dios, al orden y a la finalidad establecidos por Él, más aún, a sus
mismas majestad y bondad: el mal moral toma así el carácter de agravio e injuria personal.
Los grandes poetas y pensadores han encontrado en el sentimiento humano de la culpa el
eco de esta profunda convicción: el pecado es el mayor de los males (Mal), y precisamente,
porque viola santa voluntad y el orden divinos. Los ritos religiosos expiatorios de la mayor
parte de pueblos demuestran lo mismo. El sentimiento de culpa no es, empero, ningún
deshonor ni ninguna degeneración(Nietzsche), sino expresión de inviolable dignidad de la
propia persona y de una conciencia fina y elevada. Evidentemente, hay también un
sentimiento morboso de la culpa, que se basa en una ilusión.
Una culpa colectiva, en el sentido de que la culpa de los jefes que asumen la responsabilidad
de una comunidad implica o manifiesta sin más, es decir, sin atender a la participación o al
consentimiento personal, la de todos los miembros de dicha comunidad, es incompatible
con la naturaleza de la culpa en cuanto decisión libre y, por lo mismo, imputable. La
comunidad, considerada como un todo, sólo se hace culpable por la culpa de los individuos,
y ello en la medida en que cooperan o asienten a las decisiones de los jefes responsables, o
sea por la negligencia al nombrarlos y vigilar su actuación. Sobre la dimensión
jurídica Derecho penal.
Bibliografía
Cultura
Este término, derivado del latino colere = cultivar, significa originariamente (1) el cuidado y
perfeccionamiento de las aptitudes propiamente humanas más allá del mero estado natural
(cultura como cultivo del espíritu). La Antigüedad y la Edad Media tenían para esta idea los
términos humanitas, civilitas. En los siglos xvii y xviii el concepto se amplió. Entonces se
entendió también por cultura (2) aquello que el hombre añade a la naturaleza, sea en sí
mismo, sea en otros objetos (cultura como suma de bienes culturales). Mientras, según
esto, naturaleza significa lo que es innato en el hombre y, además, lo que existe fuera de él
sin su intervención, cultura abarca todo aquello que debe su consciente y libre de aquél. Sin
embargo, tanto el origen como el fin enlazan entre sí naturaleza y cultura. Pues la capacidad
humana creadora de la cultura puede, en verdad, perfeccionarse después, pero
originariamente hunde sus raíces en la naturaleza; es innata. La cultura, igualmente,
encuentra su verdadero fin en el perfeccionamiento de la naturaleza del hombre. La
dirección y medida de la actividad creadora de la cultura están esencialmente determinadas
por ella. Un despliegue cultural orientado contra la esencia del hombre, no es verdadera
cultura, sino seudocultura.
Bibliografía
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Antropología cultural
Antropología filosófica
Cultura
Evolucionismo y neoevolucionismo cultural
Filosofía latinoamericana
Filosofía medieval
Incesto, tabú del
Meme
Sociobiología
– Autores
Benedict, Ruth
Freud, Sigmund
Laín Entralgo, Pedro
Nietzsche, Friedrich
Spengler, Oswald
Mientras las ciencias del espíritu y, sobre todo, la historia de la cultura, intentan darnos una
imagen completa del acontecer cultural, de sus formas (morfología de la cultura), valores y
obras, el objeto de la filosofía de la cultura es fundamentar las manifestaciones culturales
(Cultura), es decir, penetrar en su esencia, comprenderlas por sus causas y condiciones
esenciales, reducirlas a sus fines últimos y determinar con ello la orientación y medida de la
actividad creadora cultural. — Puesto que la cultura es complementación y perfección
esencial del hombre, las líneas fundamentales de una filosofía de la cultura están
necesariamente trazadas por la antropología filosófica, que nos dice lo que el hombre es,
la ética, indicadora de lo que debe hacer, y la teología natural, que muestra el destino a que
está naturalmente encaminado juntamente con los órdenes de la naturaleza y de la cultura
en que se encuentra inserto. El fundamento último de estas disciplinas y, por lo mismo, de
la filosofía de la cultura, es lametafísica. La diversa concepción que se tenga de ellas se
exterioriza en otras tantas direcciones de la filosofía de la cultura. Ésta se cultiva como
ciencia propia sólo desde el siglo xviii. Respectivamente anexas a las distintas esferas de la
cultura humana
(Ciencia, Arte, Religión, Historia, Lenguaje, Técnica, Educación, Sociedad, Derecho, Estado,
etc.) hay ramas especiales de la filosofía de la cultura.
Bibliografía
Deducción
Bibliografía
Bibliografía
en ->Demostración
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– Conceptos
Deducción
Lógica
Definición
Expresión breve y completa de lo que significa un vocablo o debe entenderse por una cosa.
La definición nominal tiene por objeto acotar el exacto significado de un vocablo;
la definición real, indicar laesencia específica de una cosa. La definición debe ser breve, es
decir, evitar todos los determinantes superfluos; completa, enunciando todas las
características necesarias, no sólo para distinguir de otras el término o la cosa, sino también
para hacer resaltar la diferencia interna y esencial articulación del significado. Los
contenidos significativos simples pueden ser vinculados convencio-nalmente a un vocablo o
mostrados en un objeto, pero no cabe dar de ellos una verdadera definición. La definición
esencial se formula indicando el género próximo y la diferencia específica, v.gr., hombre =
animal racional (Especie) o enumerando las partes esenciales, v.gr., hombre = ser
compuesto de cuerpo y alma racional. Con frecuencia sólo es posible una definición
descriptiva que se elabora añadiendo a una determinación genérica universal las notas
precisas para que el objeto se distinga suficientemente de cualquier otro de diversa especie.
La definición genética determina y explica el objeto indicando el modo como se engendra.
En ladefinición implícita lo definido se conoce haciéndolo entrar en un conjunto conocido
tanto en cuanto todo como en sus partes (exceptuando el objeto de la definición), con lo que
viene a establecerse una especie de ecuación con una incógnita. Especiales dificultades
presenta la definición de aquellos objetos que no son dados en una experiencia interna o
externa ni pueden construirse sólo con el pensamiento partiendo de contenidos
significativos más sencillos, sino que únicamente cabe concebirlos como condiciones
(externas o internas) de la posibilidad de objetos empíricamente dados. Sin embargo, su
significado puede ser exactamente acotado con el desarrollo del sistema de dichas
condiciones. — Reglas de la definición: a) debe ser más clara que lo definido, y b) convertible
simplemente con lo definido, es decir, ha de convenir a todo y sólo lo definido. — La
definición se encuentra dividiendo y subdividiendo un género superior hasta llegar a la
especie deseada, o bien investigando en los objetos que llevan el nombre del concepto
buscando aquellas notas que convienen a todos y sólo los objetos así designados.
Bibliografía
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Condicional
Cultura
Definición
Definición, clases de
Definición, reglas de la
Inteligencia artificial
Método socrático
Número
– Autores
Sócrates
Deísmo
El deísmo, aparecido en Inglaterra en la segunda mitad del siglo xvi, reconoce un Dios
personal creador, pero niega su ulterior influjo en el mundo, rechazando, por lo tanto, la
conservación y el concurso de Dios ([[Brugger:Dios [Concurso de]|Dios [Concurso de]]])
con las criaturas, el milagro y toda revelación sobrenatural. No existe religión revelada, sino
únicamente una religión racional o natural. — El deísmo inglés condujo en Francia a
la Ilustración materialista y atea. En Alemania tuvo adeptos desde mediados del siglo xviii.
[[[Brugger:143|143]]].
Bibliografía
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– Conceptos
Deísmo
Ilustración
Democracia
Bibliografía
– Autores
Platón
Demostración
En sentido estricto (1) es aquel raciocinio de premisas verdaderas y ciertas, mediante el cual
un objeto antes cuestionable se conoce no sólo como lógicamente conexo con ellas, sino
como verdadero y cierto. — En sentido más amplio (2) recibe el nombre de demostración
todo proceso de pensamiento que por un método distinto del raciocinio muestra como cierto
o probable un enunciado u objeto discutible. Tal ocurre en el tránsito inmediato de una
proposición a otra (ejemplos: Oposición, Modalidad) o al mostrar la evidencia inmediata de
una proposición por análisis y composición de conceptos. Toda demostración es una j und
ament ación, pues mediante ella se indica la razón en que se apoya el asenso del
entendimiento al objeto Sólo en el caso de dirigirse a un determinado adversario, vale
ai argumento ad hominem,que fundamenta un objeto partiendo de sus supuestos. —
Mientras la demostratio quia señala únicamente la razón del conocimiento, la demostratio
propter quid da también a conocer la causa de la cosa. Para las restantes clases de
demostración. (Demostración indirecta, Inducción, A priori, A posteriori.) — Incurre en el
sofisma llamado µ???????? ??? ???o ???o? el que en una demostración pasa de un dominio
lógicamente cerrado a otro, v.gr., del orden de la posibilidad al de la realidad.
Bibliografía
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– Conceptos
Dialéctica trascendental
Lógica
Demostración indirecta
Míentras la demostración directa deduce sin rodeo de supuestos dados la proposición que
ha de demostrarse, la demostración indirecta hace ver ante todo que, admitiendo la opuesta
contradictoria (Oposición) de la proposición en cuestión, resulta una conclusión
evidentemente falsa; mas como de supuestos verdaderos sólo pueden fluir conclusiones
verdaderas, queda así demostrada la falsedad de uno de los supuestos por lo menos,
concretamente de la suposición contraria a la proposición que se quiere demostrar, siempre
que las demás proposiciones utilizadas para la prueba sean indudablemente verdaderas. Si
la conclusión a que conduce la demostración indirecta enuncia una abierta contradicción, se
da el caso particular de «reducción al principio de contradicción». Esquemáticamente esta
especie de demostración se desarrolla en la siguiente forma: hay que demostrar que ningún
S es P. Se presupone que un S es P; pero está fuera de duda que todo S es M. Por tanto, se
infiere: un M es P; pero también está fuera de duda que ningún M es P; es decir, resulta una
contradicción. (Pongamos, p. ej., en lugar de S, concepto; en lugar de P, comprehensivo [es
decir, que representa un ente con todas sus notas] y en lugar de M, abstractivo.)
De todos modos, hemos de tener en cuenta que la reducción sólo es analítica si las
proposiciones medias aducidas para la demostración (todo S es M; y ningún M es P) son
también analíticas. Como advierte ya Aristóteles, para toda proposición en la que es posible
una demostración indirecta, también es posible una demostración directa (Primeros
analíticos ii, 14: 62 b 38-40).
Bibliografía
Derecho
Derecho y justicia ocupan dentro del conjunto del orden moral una situación especial
nítidamente perfilada. No obstante, en el habla impera la ambigüedad. El lenguaje teológico
llega muchas veces a equiparar justicia con santidad. Se halla muy difundida una manera de
expresarse que une tan directamente el derecho con la dignidad de la persona que
caracteriza sin más como derecho de la misma todo lo que corresponde a aquélla (Persona)
como tal. Así, recibe el nombre de «derecho» soberano la absoluta soberanía de Dios sobre
toda la creación, aun la irracional, y se designa igualmente como «derecho» a la vida, al
desenvolvimiento de la personalidad y a los medios de subsistencia, la facultad que el
hombre tiene de poseer su vida, conservarla y desarrollarla, así como también la de disponer
de las criaturas irracionales y de servirse de ellas para sus fines. Todos estos «derechos» se
fundan en la condición de persona propia de su sujeto, más particularmente: en el dominio
que, en virtud de su esencia, tiene la persona sobre los objetos con que está en relación.
Estando cimentados en una base metafísicamente necesaria, no cabe en modo alguno
despojar de tales «derechos» al sujeto de los mismos.
Para obtener un concepto de derecho exactamente acotado que haga destacar con nitidez la
peculiaridad de éste frente al orden moral general, es necesario circunscribir con mayor
precisión la esfera de lo jurídico. A tal efecto, la ciencia y la filosofía del derecho no descubren
todavía ningún elemento jurídico en la soberanía de la persona, sino únicamente
algo prejurídico; ven sólo la base sustentadora sobre la cual puede construirse el mundo del
derecho. De acuerdo con el axioma clásico: ius est ad alios (el derecho es una relación a
otros, una ordenación de relaciones interpersonales), pertenecen en acepción estricta al
mundo jurídico sólo relaciones de persona a persona (no le corresponden, pues, ni
relaciones de personas a cosas [[[Brugger:Propiedad|Propiedad]]] ni relaciones entre la
persona y sus propios bienes personales, v.gr., su vida o su conciencia). Sin embargo, no
todas las relaciones interpersonales (v.gr., el amor, el agradecimiento, la confianza) son de
naturaleza jurídica; más aún, ni siquiera lo son todas las normas ordenadoras de la
comunidad. De entre la abundancia de estas relaciones normativas únicamente se muestran
como «jurídicas» aquellas que defienden al hombre, como individuo irrenunciablemente
personal, en su sustantividad y distinción frente a todos los demás y a la vez — como ser
esencialmente social — lo ligan a la comunidad, ya natural, ya fruto de la libre voluntad.
Coordinando entre sí estos dos polos — sustantividad personal y vinculación a la colectividad
— el derecho determina la estructura de la comunidad, y forma el armazón sustentador en
torno al cual pueden disponerse las otras partes del edificio de aquélla. En este
sentido, orden social y orden jurídico son dos nombres que designan una misma cosa.
Puesto que entonces la ordenación de la vida de la comunidad no puede, evidentemente, ser
jamás contraria a ésta y a sus verdaderas necesidades vitales, un derecho contrario a la
colectividad es un absurdo. Por la misma razón, el derecho nunca es una cosa muerta y
rígida, sino algo vivo en todo momento y, no sólo capaz de adaptación, sino que impulsa
constantemente hacia el progreso (justicia social, Justicia). Lo que los hombres
establecieron un día como ordenación de su comunidad puede envejecer y morir, aunque
cabe también en lo posible que, a modo de cadáver, sea conservado todavía largo tiempo. O
el derecho es joven y tiene el frescor de la vida, o no es nada.
3.° Las facultades que, en virtud de aquel orden, corresponden a quienes participan de la
comunidad jurídicamente ordenada (ius subiectivum, llamado también ius potestativum).
Puesto que el derecho es relación de personas entre sí, insertas en la comunidad, sólo las
personas pueden ser sujetos de exigencias y de obligaciones jurídicas. De ahí el concepto
auxiliar de «persona jurídica» que empleamos cuando, hablando abreviadamente,
atribuimos exigencias y obligaciones jurídicas a una asociación o institución. Igualmente,
sólo será posible que el hombre entre en relación jurídica con Dios si éste baja hasta la
criatura humana para elevarla a una especie de comunidad con él.
La filosofía del derecho se ocupa en la esencia de éste y en la reducción del mismo a sus
últimos fundamentos. Frente a ella, la sociología jurídica investiga cómo se llega a la
formación del derecho, cómo prevalecen o mueren ciertas convicciones y temas parecidos.
La ciencia del derecho elucida el orden jurídico existente (u otro que haya tenido existencia
histórica), aclara sus principios fundamentales, sus conexiones internas, los conceptos
jurídicos usuales en él, etc.
El hombre que se mantiene unido al derecho, acata las exigencias jurídicas ajenas y se
esfuerza por cumplir con sus deberes jurídicos, practica la virtud de la justicia. Las
exigencias del derecho quedan igualmente satisfechas cuando el motivo de la acción no
reside en el respeto al orden jurídico; dicho motivo puede ser de índole inferior (interés
personal bien entendido) y también superior. Por eso el derecho no excluye el amor:
frecuentemente, lo debido en justicia es a la vez debido por razones de caridad y siempre
puede cumplirse por motivos de la más pura benevolencia.
Bibliografía
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Animales, derechos de los
Derecho
Derecho internacional
Derecho natural
Estado de naturaleza
Feminismo
Homo homini lupus
Iusnaturalismo
Justicia
Libertad
Positivismo jurídico
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Kelsen, Hans
Locke, John
Derecho internacional
Entiéndese por derecho internacional el conjunto de normas jurídicas a que los Estados se
sujetan en sus mutuas relaciones. Según esta concepción, sólo los Estados son sujeto del
derecho internacional. Últimamente va ganando terreno la tendencia a admitir que en
muchos casos el derecho internacional, v.gr., el estatuto de las Naciones Unidas o un
catálogo de los derechos humanos que ellas han de poner en vigor, no atañen únicamente a
los Estados, es decir, no sólo pueden otorgar derechos u obligar a éstos, sino también y de
manera directa a sus ciudadanos y aun a todos los hombres. Así, el derecho internacional se
ensancha hasta comprender la totalidad de normas jurídicas que, ya como derecho natural,
ya como derecho positivo, son colectivamente obligatorias para la humanidad en general,
para la totalidad o para la mayor parte de pueblos organizados en estado.
La absoluta soberanía exigida por los Estados en los últimos tiempos y el auténtico derecho
internacional se excluyen recíprocamente. Los Estados que exaltaban esta exigencia de
soberanía reconocían solamente como derecho internacional el derecho contractual o
consuetudinario, que descansa en la voluntad concordante de todos ellos. El veto de
cualquier Estado bastaba para frustrar todo progreso en la esfera del derecho internacional.
Más aún: revocando unilateralmente el asentimiento un día otorgado, cualquier Estado creía
recobrar la libertad de acción y, en consecuencia, poder derogar normas de derecho
internacional (v.gr., un tratado de paz) con tal que se sintiera suficientemente fuerte para
ello. Ni aun la guerra de agresión constituía una infracción del derecho internacional, y la
tierra y el pueblo violentamente arrebatados se consideraban como jurídicamente
adquiridos. El gran número de agresiones perpetradas en la época de las guerras mundiales
fue lo único que llevó a reflexionar, a reconocer un orden de derecho y de paz entre pueblos
y Estados, aunque quizá tal reconocimiento quede hoy por hoy reducido a meras palabras.
Como todo derecho, también el internacional requiere un órgano ejecutivo que, cuando sea
necesario, garantice coactivamente su vigencia. Mientras no esté organizada una sociedad
de Estados, uno o un grupo de ellos, y sólo en caso de necesidad, puede encargarse, apelando
a la fuerza, de la tarea de reducir al acatamiento del derecho a alguno de los miembros de la
comunidad internacional que lo haya violado. Aquí reside la justificación — muy limitada —
de la llamada intervención internacional y, en caso extremo, de la guerra de intervención. A
medida que se vaya organizando la Sociedad de Estados, surgirá en esta organización un
poder ejecutivo del derecho internacional, poder permanente y regulado en su modo de
proceder, con jurisdicción obligatoria y que, dado el caso, actuará contra el transgresor
contumaz con medidas que exteriormente no se diferenciarán tal vez de la guerra, pero que,
según su naturaleza, serán ejecutivas de una justicia situada por encima de los Estados
individuales. La comunidad jurídica supraestatal debe — teóricamente — apoyar al
ciudadano particular a quien el propio Estado niega los derechos de la persona humana.
El ius gentium de la antigüedad no corresponde a nuestro derecho internacional, sino que
expresa el derecho unánimemente enraizado en la conciencia jurídica de todos los pueblos
(entonces conocidos). El llamado derecho internacional privado no es derecho
internacional, sino un derecho intraestatal constituido por las denominadas «normas de
colisión»: ¿qué derecho ha de aplicarse cuando los dominios jurídicos de varios Estados
entran en contacto (v.gr., cuando se trata del testamento de un extranjero sobre una herencia
radicada en territorio nacional)? Como consecuencia de convenios internacionales, en un
gran número de Estados muchas de estas normas de colisión se ajustan, dentro de cada uno,
a iguales medidas legislativas.
Bibliografía
Derecho natural
Entrada escrita por Von Nell-Breuning
Si el derecho ha de ser más que una norma de un contenido cualquiera, que tiene validez en
algún sentido, o sea, es impuesta por unos en forma más o menos eficaz y es reconocida y
seguida por otros, entonces no basta que sea dictado por el detentador del poder y hecho
coactivamente obligatorio para los súbditos. Para ser obligatorio en verdad, es decir, para
interpelar a los hombres en la conciencia, ha de estar fundado en la naturaleza de las cosas
y, con ello, a la postre ha de remontarse a Dios, a su esencia, a su sabiduría y a su voluntad
santa. Como ámbito parcial del orden moral (ley moral), también el orden jurídico está
fundado en la naturaleza humana. Los elementos que encontramos en nuestra esencia social
pueden parecer muy generales e indeterminados — como, p. ej., la obligación de los
automovilistas de comportarse en forma tal que ningún otro sea lesionado, dañado o
impedido y molestado más de lo necesario — y, sin embargo, es nuestra naturaleza social la
que confiere fuerza obligatoria a cada regla de tráfico, tanto a las racionales como a las que
no lo son tanto. Si esa consideración con los demás no es un
deber jurídico por naturaleza, en tal caso cualquier ordenación del tráfico sólo tiene validez
en tanto puede imponerse por la fuerza a los desconsiderados. Cada comunidad humana, no
sólo el Estado, tiene poder legislador para su ámbito comunitario ([[Brugger:Subsidiaridad,
[Principio de]|Subsidiaridad, [Principio de]]]). Sin embargo, comoquiera que los hombres
configuren de hecho la ordenación de su convivencia, éste permanece siempre ligado al
orden fundamental que el creador ha diseñado en la naturaleza humana. Quien yuxtapone
sin ninguna relación el ser y el deber, el ser y el valor, sin duda tiene que negar un derecho
natural así entendido. Por el contrario, en la disputa en torno a un derecho natural inmutable
o mutable, primario o secundario, no se trata de una pregunta objetiva, sino que, más bien,
los unos hablan del derecho natural tal como existe independientemente del conocimiento
humano, y los otros se refieren a nuestra teoría del derecho natural. Ésta puede ser actual
hoy y trasnochada mañana, adecuada a la realidad hoy y contraria a la realidad mañana,
pues tiene que seguir muy de cerca el cambio del lenguaje, de los conceptos y de las cosas,
purificándose una y otra vez de los errores que se hayan deslizado, los cuales en ocasiones
tienen una supervivencia muy pertinaz.
Bajo el nombre ambiguo de derecho natural, un derecho racional relegó al olvido durante
cierto tiempo el clásico derecho natural. En la era del racionalismo y de la ilustración,
muchos osaban derivar de principios racionales la regulación de todos los casos de la vida y,
con ello, el orden de la comunidad humana hasta sus mínimos detalles; el intento terminó
en el ridículo. Desde entonces, todos los que confundían este derecho natural racionalista
con el clásico, consideraban el derecho natural simplemente como una cosa que ya no debía
tomarse en serio; el positivismo y el formalismo jurídicos lograron casi un indiscutido
dominio general. Por primera vez las dictaduras y los totalitarismos recientes y la falta de
escrúpulos con que éstos conculcaron la dignidad humana, condujeron en los primeros
tiempos después de la guerra a una nueva reflexión sobre derechos prepositivos
y suprapositivos, es decir, en esencia, sobre el derecho natural clásico. Así, los derechos del
hombre declarados por la ONU, lo mismo que los derechos fundamentales de constituciones
recientes, no se presentan como conferidos por la ONU o por tales constituciones, sino como
derechos simplemente dados e inalienables. El incrédulo sólo puede fundarlos en la
dignidad humana tal como él la entiende; el creyente hace remontar esos derechos, como la
dignidad humana misma que los funda, a su última raíz en Dios. Desde entonces vuelve a
producirse una evolución de signo contrario; en la medida que palidece el recuerdo de la
injusticia en el Estado arbitrario y creemos vivir en un supuesto orden y seguridad, se siente
cada vez menos la necesidad de anclar el derecho en lo absoluto, y se cree que es posible
prescindir del derecho natural.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Derecho natural
Derecho penal
El derecho penal tiene por objeto las normas jurídicas que aplican penas legalmente fijadas
o medidas correctivas o preventivas a determinadas acciones contrarias al derecho. La
protección del derecho penal se extiende solamente a los valores fundamentales de la
convivencia humana. Por eso sus normas abarcan tan sólo un ámbito parcial del orden
moral. El poder estatal lesiona su deber de realizar el bien común si sustrae bienes jurídicos
fundamentales a la protección del derecho penal. Son bienes jurídicos de este tipo todos los
valores fundamentales de la vida personal del individuo y de la social. Esos valores, en
interés de la subsistencia de la comunidad humana y de la realización del bien común,
necesitan una protección a través del derecho penal. Se incluyen aquí: en especial la vida del
hombre en todas sus fases, la libertad, la propiedad, la integridad corporal, el honor, la
administración de la justicia, la subsistencia y la seguridad externa del Estado, la seguridad
pública y la conservación del orden constitucional en el interior. Una ordenación del derecho
penal que excluya de su protección la vida del hombre (el bien jurídico de mayor rango) en
los primeros meses de la existencia humana, se halla en contradicción con sus propios
principios supremos ([[Brugger:Vida, [Derecho a la]|Vida, [Derecho a la]]].)
El castigo, consecuencia jurídica de la acción culpable, consiste en una merma del derecho
(que es percibida como un mal por el autor y ha de ser percibida como tal según la voluntad
del legislador). Laculpa, en el sentido del derecho penal, se funda en la acusación de
culpabilidad que alza el orden jurídico contra el autor, contra oposición a la comunidad y al
derecho que se revela en la acción concreta. La pena queda fundada por la culpa y está
limitada por la medida de la misma La culpa en el sentido del derecho penal tiene como
presupuesto la culpa moral y, en un hombre religioso, también la culpa religiosa. Los jueces
estatales no tienen ninguna competencia para juzgar sobre la culpa religiosa. Las medidas
del derecho penal no tienen necesariamente carácter de pena. Tienden a mejorar al autor (p.
ej., reclusión en un centro educativo) o a la seguridad de la sociedad (p. ej., arresto).
Las teorías sobre los fines de la pena muestran la unión estrecha del derecho penal con
concepciones filosóficas y también con ideologías coetáneas. La teoría de
la retribución (Kant, Hegel) ve unilateralmente la esencia de la pena en la reparación tan
exacta como sea posible (principio del talión) de la injusticia cometida por el infractor del
derecho (con inclusión de la pena de muerte). Es igualmente unilateral la «escuela
sociológica» (F. v. List, C. Lombroso), que, rechazando la libertad de la voluntad y la culpa,
considera el delito como resultado necesario de la peculiaridad del reo y de su ambiente
social, y sólo admite la seguridad de la sociedad frente al peligro del infractor y el esfuerzo
por su reincorporación al cuerpo social (reintegración social). Por su negación de la libertad
de la voluntad, de la culpa y, con ello, de la auténtica pena, esta concepción atenta contra la
dignidad personal del hombre. Es más ponderada la «teoría de la unión», que, tomando
como base la relación «culpa-derecho penal», unifica en la pena el fin de la retribución y el
de mejorar al reo.
Actualmente la pena de muerte está abolida en la mayor parte de los Estados occidentales.
Pero la ética estatal y el derecho constitucional conceden en todo tiempo a la comunidad
estatal la posibilidad de introducir nuevamente la pena de muerte para proteger su
subsistencia y conservar el orden fundamental de la libertad democrática, así como para la
protección de otros bienes jurídicos supremos. Con el fin de evitar todo abuso, su aplicación
requiere la vinculación a los presupuestos más estrictos del derecho estatal ([[Brugger:Vida
[Derecho a la]|Vida [Derecho a la]]]).
Bibliografía
Desarrollo
La psicología del desarrollo estudia los cambios de los rasgos del cuerpo y de la conducta en
la vida total del hombre, busca allí leyes generales o variantes típicas y las coordina con
determinadas edades de la vida. La psicología del desarrollo, como ciencia empírica, no
indica ningún sentido de la dirección del desarrollo (en sentido «valorativo»); pero sí
observa que todo lo vivo se desarrolla en una «dirección». La filosofía puede investigar esta
«orientación» (reflexionar sobre ella) e «interpretarla». El desarrollo define al hombre como
un ser temporal, como un «ser dado de antemano», que ha de «asumirse» a sí mismo dentro
de ciertos límites.
La fase que hasta ahora se ha estudiado con mayor intensidad es la edad juvenil, con sus tres
estadios: la niñez, en la que se ejercitan las principales funciones motoras y psíquicas, y se
hacen conscientes los datos individuales y sociales; la pubertad, en la que el yo se encuentra
con su propio carácter enigmático, se confronta con el tú como compañero (de sexo
contrario), y ordena la vida en un proyecto global (en el marco de planes profesionales); y
la adolescencia, en la que la «autonomía» recientemente lograda se comprueba por primera
vez responsablemente.
La edad adulta no presenta sentidos de este tipo tan claramente marcados. Más bien aquí
se delimitan campos de tareas hacia los que convergen desarrollos relativamente
independientes (casi separados), los cuales, sin embargo, determinan todos juntos la vida
humana como una estructura pluridimensional, p. ej.: fundación de una familia, toma de
conciencia de la profesión como una tarea vitalicia, conocimiento de la propia referencia a
grupos mayores (comunidad, ámbito lingüístico, comunidad cultual), aceptación del
carácter definitivo y limitado de la existencia.
Bibliografía
Ch. Bühler Der menschliche Lebenslauf als psychologisches Problem Leipzig , 21959
del mismo El desarrollo psicológico del niño Losada Buenos Aires , 21962
E. Höhn Geschichte der Entwicklungspsychologie en Handbuch der Psychologie, III
Gotinga , 21960
H. Thomae (dir.) Entwicklungspsychologie en Handbuch der Psychologie, III Gotinga
, 21960
H. Werner Einführung in die Entwicklungspsychologie Munich , 41960
E. Spranger Psicología de la edad juvenil Revista de Occidente, 1973
R. Oerter Moderna psicología del desarrollo Herder, 1975
H. Nickel Psicología del desarrollo de la infancia y de la adolescencia 2 vols Herder, 1976-
1978
U. Lehr Psychologie des Alterns, 1972
Determinismo
Doctrina opuesta al indeterminismo, según la cual todas las direcciones de nuestra voluntad
están unívocamente determinadas por la constelación de los motivos actuantes y el estado
psíquico, consciente o inconsciente, del momento. Se basa a menudo en una errónea
comprensión de la doctrina indeterminista de la libertad de la voluntad, como si ésta
significara una fuerza dirigida a querer sin causa ni motivo(indeterminismo exagerado).
Generalmente, el determinismo invoca sobre todo la ley de causalidad, pero no se limita a
concebirla como exigiendo una causa suficiente para todo efecto (única forma en que
presenta el carácter de ley universal y necesaria del pensar) ([[Brugger:Causalidad
[Principio de]|Causalidad [Principio de]]]), sino pretendiendo ver en ella que todo efecto
debe estar unívocamente predeterminado en su causa total (lo cual no se ha demostrado que
convenga a todo el dominio de lo real ([[Brugger:Causalidad [Ley de]|Causalidad [Ley
de]]]).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Determinismo
Fatalismo
Libertad
Mecanicismo
Tiempo, cultura y ciencia
Devenir
Una auténtica solución del problema exige conservar íntegramente tanto el devenir como el
ser. Nietzsche comparte con la escolástica esta apreciación fundamental. Pero ambos
caminos divergen en seguida, porque Nietzsche identifica ser y devenir, haciendo así de la
contradicción absoluta el núcleo de todas las cosas, mientras la escolástica salva esta
contradicción que provocaría su desgarramiento. Nietzsche no puede encontrar respuesta
alguna, pues, como los presocráticos, ve todavía el devenir como algo indescomponible,
último. La escolástica en cambio, guiada por Platón y Aristóteles, penetra a través de la
estructura interna del devenir y de su referencia esencial a causas últimas v situadas por
encima de él. El devenir es necesariamente producido: éste fue el gran descubrimiento
de Aristóteles, punto de partida para su desarrollo de la teoría de las cuatro causas, ampliada
más tarde por la escolástica.
El análisis filosófico comienza por el devenir en el sentido más propio del vocablo, por el
tránsito paulatinamente progresivo, v.gr., el crecimiento de un árbol. Cuando tenemos ante
la vista una determinada fase de este proceso, ya se ha logrado una cierta realización,
mientras las fases ulteriores no hacen sino aspirar a ella. Con ello, el devenir aparece como
compuesto del acto ya realizado y de la potencia, que permanece frente a él esperando la
realización. Éstas son las causas intrínsecas o principios del ser del devenir. Pero dichas
causas entran en el devenir únicamente por el influjo de la causa extrínseca eficiente, la cual
se denomina extrínseca porque no es un elemento del proceso del devenir; sin embargo, no
es necesario que empiece por encontrarse fuera de lo que deviene Así el árbol es causa
eficiente próxima de su crecimiento. A su vez la causa eficiente depende, en el obrar, de una
causa intrínseca ulterior, a saber: del fin o de aquello «por lo cual», que atrae a la causa
eficiente provocando y guiando su actividad; por eso todo el proceso del devenir tiende a él
(Finalidad). El fin se denomina igualmente causa extrínseca, porque no es elemento del
movimiento mismo del devenir, sino superior a él como perfección acabada, consumación,
que ha de obtenerse; sin embargo, no es indispensable que sea propuesto desde fuera, sino
que en primera instancia puede serlo por lo deveniente mismo, como el árbol en virtud de
su en-tel-equia (es decir, en virtud de la lev esencial impresa en él
[[[Brugger:Forma|Forma]]]) se propone inconscientemente como fin su pleno despliegue.
Con ver lo que deviene como algo activo y que se propone un fin, no hemos alcanzado todavía
el fundamento último del devenir, pues siendo lo deveniente en cuanto tal producido, sus
causalidades eficiente y final dependen respectivamente de una causa eficiente y de una
causa final situadas por encima del devenir. Así pues, debe haber sobre todo devenir algo
absolutamente superior a él como razón última suya; Aristóteles lo llamó «motor inmóvil»;
la escolástica, profundizando en su naturaleza, lo convirtió en el Ser subsistente (Dios). Éste
es a la vez origen primero y fin último de todo el devenir. A él conduce también la tensión de
los principios ontológicos de acto y potencia, por cuanto el acto recibido en la potencia y
limitado por ella presupone el acto ilimitado, subsistente, en definitiva, el Ser subsistente.
Por lo tanto, el devenir como tránsito del no ser al ser se funda en última instancia en el Ser
absoluto, cosa que cuestionan tanto Hegel, bajo una perspectiva espiritualista, como Bloch,
desde un prisma materialista (Acto).
Bibliografía
Heraclito Parménides Fragmentos (reunidos en: Die Fragmente der Vorsokratiker por H.
Diels - W. Kranz, 61951
W. Capelle Die Vorsokratiker, 1935
D. García Bacca Los presocráticos, 1941
del mismo El poema de Parménides, 1943
Fragmentos (Parménides-Zenón-Meliso), Est. prelim. trad. y notas de J.A. Míguez Aguilar
Buenos Aires, 1962
J. Vives Las estructuras mentales (Denkformen) de los filósofos presocráticos en Actas del
III Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid 1968, p. 207-231
Platón sobre todo la República
Aristóteles Física y Metafísica
Santo Tomás de Aquino Comentarios a la Física y Metafísica de Aristóteles
G. Hegel Lógica principalmente 1. i sec. 1.a c. 1.a Aguilar, 1971
->Acto, Potencia, Principios del ser
G. Siewerth Der Thomismus als Identitäts-system, 1939
M. Müller Sein und Geist, 1940 Untersuchung 3
A. Brunner Der Stufenbau der Welt, 1950 c. 16
E. Stein Endliches und ewiges Sein, 1950 especialmente ii-iv
A. Marc Dialectique de l'affirmation, 1952 particularmente 1. ii, c. 2 [trad. cast.: Dialéctica
de la afirmación, 2 vols., Gredos, Madrid 1964]
G. Hegel ->a)
Fr. Nietzsche Die Unschuld des Werdens (obra póstuma), 1931, 2 vols. (cf. Obras Completas,
ed. Aguilar)
H. Bergson La evolución creadora Aguilar Madrid, 1963
W. Brocker Aristoteles, 1935 (tema: Bewegung), C. Baeumker, Das Problem der Materie in
der griechischen Philosophie, 1890
C. Giacon Il divenire in Aristotele (textos y comentarios), 1947
H. Heimsoeth Los seis grandes temas de la metafísica occidental , 31960
K. Zillober Devenir en H. Krings, Conceptos fundamentales de filosofía, I, p. 539-548,
Herder, Barcelona 1977
Relacionado con...
– Conceptos
Devenir
Tiempo
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heráclito de Éfeso
Nietzsche, Friedrich
Platón
Dialéctica
Bibliografía
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Crítica del juicio
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Diálogo
Filosofía medieval
Marxismo
Razón dialéctica
– Autores
Adorno, Theodor Wiesengrund
Barth, Karl
Bueno, Gustavo
Croce, Benedetto
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Lukács, Georg
Platón
Sartre, Jean-Paul
Diálogo
(???????) es una palabra griega que significa conversación. En la antigua filosofía el diálogo
(1) era primariamente un concepto de género literario, si bien la forma de diálogo en Platón
presupone su interpretación del pensamiento como conversación del alma consigo misma y
su concepción de la dialéctica. La Edad Media conocía sobre todo la disputa oral y su
sedimentación en la estructura de quaestiones y articuli. Sin embargo, para la acuñación de
un concepto filosófico de diálogo no fue decisivo el pensamiento de la antigüedad,
preferentemente cosmocéntrico, sino el «personalismo» judeo-cristiano por una parte, y,
por otra, la progresiva problematización del «otro» como consecuencia de haber tomado
como punto de partida la conciencia de sí mismo al estilo cartesiano o al estilo de la filosofía
trascendental. Este doble origen del concepto caracteriza tanto los ensayos de pensamiento
dialogístico en los siglos xviii y xix (F.H. Jacobi, L. Feuerbach), como su acuñación
fenomenológica después de la primera guerra mundial (filosofía
dialogística [[[Brugger:1992|1992]]]).
Lo mismo que para todos los actos espirituales, para el diálogo es constitutivo el carácter
reflejo, pero no sólo como retorno del sujeto hacia sí mismo desde lo otro, sino también
como un darse cuenta de la comunidad misma junto con la relación hacia fuera, que es
particular de cada uno. El análisis del sentido de esta relación reflexiva y de las categorías
que allí se encuentran en juego, representa una tarea de la filosofía actual, tanto más por el
hecho de que el concepto de diálogo parece tener una importancia universal en todos los
ámbitos de la filosofía (y de la teología).
Bibliografía
[->1992]
J. Heinrichs Sinn und Intersubjektivität en «Theologie und Philosophie» (1970), 161-191
B. Waldenfels Das Zwischenreich des Dialogs, 1970
E. Simon Personalismo en Sacramentum Mundi,5 , 456-465, Herder , 21977
J. Böckenhoff Die Begegnungsphilosophie, 1970
B. Langemeyer Der dialogische Personalismus in der evangelischen und Katholischen
Theologie, 1963
G. Günther Idee und Grundriss einer nichtaristotelischen Logik I., 1959
J. Heinrichs Dialog en «Historisches Wörterbuch der Philosophie», II, 1972
M. Theunissen Der Andere, 1966
B. Casper Das dialogische Denken, 1967
H.H. Schrey Dialogisches Denken, 1970
Relacionado con...
– Conceptos
Diálogo
Método socrático
– Autores
Platón
Trías Sagnier, Eugenio
Dinamismo
Puesto que la palabra dinamismo procede del griego ???????, (fuerza, potencia activa) puede
llamarse dinamismo toda teoría filosófica que o (1) explica mediante la fuerza y
la actividad lo que el hombre no filósofo considera como ser quiescente o (2), frente a otras
direcciones del pensamiento filosófico, extiende este modo de explicación a dominios más
amplios, o (3), en fin, lo hace extensivo a toda la realidad(dinamismo integral). Por
eso dinámico designa siempre el aspecto de lafuerza, de la acción y del movimiento. El
aspecto opuesto a éste es el estático, que designa lo esencial y permanente de la forma o de
la ley de una acción. Ambos aspectos se complementan. — La escolástica defiende un
dinamismo de la forma, pues no sólo asigna a su sujeto un ser estático, sino que le confiere
también fuerza y ordenación a un fin que ha de alcanzar, dotándole, por lo mismo, de apetito
y actividad (Finalidad). Esto se aplica tanto a la forma substancial como a las formas
accidentales que la siguen. Trasladando esta teoría a la esfera del conocimiento, J.
Maréchal enseña que la relación de nuestras representaciones a los objetos sólo es posible
por el carácter dinámico de la facultad de conocer tal como se revela en el juicio(dinamismo
gnoseológico). El dinamismo de la escolástica se distingue del integral: primero, porque
según ella la forma es un elemento esencial que determina en la medida mínima el ser del
objeto y lo ordena a su plenitud, no, como Bergson pretende, un mero concepto necesario
para reducir el ser fluente a servidumbre y que fragmenta la realidad de manera contraria a
su naturaleza; segundo, porque la escolástica (de dirección tomista) supone en el ente
corpóreo una materia prima indeterminada en sí, puramente determinable y, por lo mismo,
desprovista de toda actividad. Sin embargo, cuanto más se desliga el ser de la materia, tanto
más activo se torna; el ser puro es actividad pura. — Según el dinamismo integral
(Bergson,[[Brugger:Vida [Filosofía de la]|Vida [Filosofía de la]]]), la realidad es una
corriente continua y única de actividad libre y de evolución creadora (sin sujeto distinto de
ella), producida y guiada por el impulso vital (élan vital), sustitutivo de las causas eficientes
y finales que lo penetra todo. — El dinamismo cosmológico enseña que el espacio está
ocupado dinámicamente por unidades inextensas de fuerza, las cuales, o bien
individualmente y cada una de por sí, acotan una esfera del espacio
vacío (Leibniz,Mónada, Boscovich, E. von Hartmann), o bien lo llenan por mutua atracción
y repulsión (Kant, Schelling). Se aproxima a ese dinamismo la moderna teoría física de la
equivalencia entre masa y energía, así como la de la posibilidad de la transformación de la
masa en energía y a la inversa. — Devenir, Voluntarismo.
Bibliografía
Dios
Como quiera que el problema del ser desemboca esencialmente en el problema de Dios, la
disputa acerca del ser es, en última instancia, una disputa acerca de Dios. Por eso toda
filosofía con su respuesta a la pregunta referente al ser toma de alguna manera posición
respecto a Dios. Su noción de Dios muestra lo más profundamente posible de qué espíritu
es hija y hace patente con la máxima claridad su grandeza o su fracaso. Esta piedra de toque
evidencia que la «philosophia perennis» (Filosofía) aventaja con mucho a todas las demás
en contenido de verdad.
Dios es un fundamento radical (Ur-grund) del ente multiforme que constituye el mundo, de
todo ente en general. Todo se funda en Él en cuanto que la totalidad de los seres sale de Él
como primera Causa eficiente (Causa, Creación) y por Él es atraída como último Fin, en
cuanto que todo participa de su plenitud (Participación), ofreciendo así un trasunto o por lo
menos una huella de su magnificencia. El Fundamento radical en cuanto tal no se cimenta
en ningún otro, sino sólo en sí mismo; la Causa primera y última de todo ha de ser incausada,
existe en virtud de la absoluta necesidad de su propia esencia (a-se-itas: aseidad; ser-por-
sí). Por eso coinciden completamente en Dios esencia y existencia; no sólo tiene ser como
un ente, es decir, como ser-habitante, sino que es el Ser mismo en persona, el Ser subsistente
(Subsistencia). En esto consiste la esencia metafísica de Dios, que le constituye en lo más
profundo y le destaca de todo lo demás.
En oposición a ella, su esencia física comprende, juntamente con el ser subsistente, todas
sus perfecciones, implicadas en éste como en su más íntima raíz. En cuanto que dichas
perfecciones le determinan más en particular, las denominamos atributos (propiedades)
divinos. No forman en Dios una multiplicidad, antes bien son una simple (Simplicidad) y,
no obstante, infinita plenitud. Puesto que nosotros no vemos a ésta directamente,
abarcándola con una mirada, estamos obligados a formarnos una imagen fragmentaria de
la misma de una manera indirecta, o sea con nuestros conceptos procedentes de lo terreno
([[Brugger:Dios [Idea de]|Dios [Idea de]]]). Detallando más: sólo pueden atribuirse a Dios
las perfecciones puras, las que, según su esencia, designan un ser puro (sabiduría, bondad,
poder); pero no las mixtas, en cuya esencia se mezclan ser y no ser o imperfección (v.gr., los
efectos sensibles que sólo metafóricamente cabe predicar de Dios. Analogía).
Bibliografía
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Alienación
Biblia
Cinco vías
Designio, prueba por el
Dialéctica trascendental
Dios
Dios, pruebas de la existencia de
Encarnación
Escolástica, escolasticismo
Eternidad
Historia, filosofía de la
Infinito, infinitud
Metafísica
Mundo
Mundos posibles
Naturaleza
Neoplatonismo
Polémica Leibniz-Clarke
Sensorium Dei
Teología negativa
Teísmo
– Autores
Agustín de Hipona, san
Descartes, René(Cartesius)
Feuerbach, Ludwig
Fichte, Johann Gottlieb
Malebranche, Nicolás
Nietzsche, Friedrich
Orígenes
Spinoza, Baruch de
Con esta expresión se designa el influjo inmediato de Dios en la operación del ente creado y
en el efecto de la misma, no una influencia puramente mediata, como Durando pensaba,
ejercida sosteniendo de continuo en el ser la criatura y sus virtudes operativas. El concurso
divino inmediato a todo lo creado resulta de la íntima dependencia en que está respecte del
único Ser independiente: Dios. Tal cooperación no excluye la acción moral de Éste sobre la
criatura libre mediante promesas, preceptos y exhortaciones.
El molinismo, defendido sobre todo por los grandes teólogos jesuitas del siglo xvi, ve en la
doctrina «tomista» un serio riesgo para la libertad humana y también para la santidad de
Dios, quien lógicamente parece cargar con la responsabilidad de los pecados del hombre. La
criatura no necesita ninguna moción, ni menos una predeterminación para obrar; antes
bien, como naturaleza activa, produce su acto en virtud de su propia actividad y lo dirige en
la decisión libre. La dependencia con respecto a Dios, Ser primero, esencial a todo ente
creado, queda a salvo por el hecho de que el mismo acto es producido simultáneamente por
Dios y la criatura (concursus simultaneus); por Dios, en el aspecto del ser; por la criatura,
en el ser-así esencia) (o sea, en el aspecto de la orientación de la voluntad. La libertad
humana queda así inviolada. — El punto débil de esta teoría reside, según los «tomistas», en
la transgresión del principio de causalidad, además, en la «dependencia» de Dios con
respecto al hombre, que se fija a sí mismo el camino, determinando con ello también el
concurso por parte de Dios y, sobre todo, en la dificultad de explicar satisfactoriamente la
divina presciencia. — La insuficiencia de ambos intentos de solución ha conducido a diversas
tentativas, todas las cuales desembocan en una u otra de las dos expuestas. Aunque el hecho
del concurso divino subsiste firmemente, el modo de su realización parece sustraerse a una
comprensión definitiva por parte del hombre.
Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía
El origen psicológico de la idea de Dios se encuentra, de una parte, en la disposición total del
hombre, es decir, en su necesidad de una causa y en el impulso a la idealización, en su
hambre de infinito, así como también en su fantasía o en sus sentimientos, que refuerzan las
primeras tendencias; de otra, en la naturaleza cotingente del mundo y, a la vez, en su
maravillosa armonía, en las huellas de belleza, bondad y verdad. Todos estos elementos en
conjunto garantizan al mismo tiempo la objetividad, es decir, el carácter real de la idea de
Dios.
Bibliografía
Dios es libre con relación al exterior, o sea puede crear o no crear, hacer esto o aquello. Su
libertad es, pues, libertad de elección, no un puro obrar por necesidad de la propia
naturaleza (Espinosa) o una completa independencia de lo externo (Hegel). Dios no creó el
mundo por un impulso interior inconsciente (Panteísmo) ni por coacción psicológica, como
si siempre debiera elegir el objeto mejor (Leibniz,Optimismo), ni por coacción moral porque
se amara necesariamente en las criaturas (Rosmini). — La libertad divina conviene con la
humana en que ambas significan un libre elegir frente a diversos objetos. Sin embargo, el
hombre puede escoger entre el bien y el mal morales; Dios, sólo dentro del bien. El hombre
elige no sólo entre diversos objetos, sino también entre distintos actos de la voluntad,
mediante los cuales tiende a aquéllos. Dios puede escoger únicamente entre objetos
diferentes, porque su querer es un acto único e inmutable identificado con sus propias
existencia y esencia ([[Brugger:Dios [Voluntad de]|Dios [Voluntad de]]]).
La antinomia entre el acto eterno de la voluntad y la libertad divina, que parece incluir
reflexión y sucesión, se resuelve teniendo en cuenta la ciencia infinita de Dios, que lo abarca
todo con un solo acto. Nosotros podemos, a lo sumo, distinguir momentos lógicos,
condicionados entre sí, v.gr., Dios ve desde la eternidad la oración suplicante y resuelve
desde la eternidad escucharla — La antimonia entre la libertad y la inmutabilidad de Dios es
resuelta de la siguiente manera por los representantes clásicos de la escolástica: Dios puede
hacer, mediante el acto único infinito de la voluntad, lo que a las criaturas finitas solamente
sería posible mediante distintos actos, del mismo modo que en su perfección infinita
encierra dentro de sí eminentemente todos los valores ontológicos dispersos en las criaturas;
es decir, puede, por el acto necesario de su ser, gracias al cual se ama necesariamente a sí
mismo, amar a la vez libremente objetos contingentes. La libertad divina presupone la
posibilidad de cosas contingentes; por eso el panteísmo niega siempre a ambas.
Bibliografía
Históricamente fue la consideración del orden de la naturaleza lo que primero sugirió, desde
los comienzos de la filosofía occidental, el argumento para llegar a un fundamento radical
espiritual del mundo (No??). Esbozos de esta «prueba teleológica» se encuentran ya
en Anaxágoras, y luego en Platón, los estoicos y Cicerón; los apologistas cristianos de los
siglos ii y iii ni la aducen explícitamente como demostración de un Dios personal y
supramundano. — La doctrina platónica de las ideas contiene los pensamientos
fundamentales de la prueba por los grados de perfección (prueba de los grados); la
diversidad de grados de belleza y bondad que hay en las cosas las manifiesta como bellas y
buenas «por participación» y presupone como fundamento último y arquetipo la pura e
inmutable Belleza y bondad. Estas ideas influyeron de modo especial en san Agustín y san
Anselmo y, a través de ellos, en santo Tomás de Aquino y la escolástica. — Aristóteles, en
su prueba por el movimiento (prueba kinesiológica),parte del movimiento local de los
cuerpos, especialmente de las revoluciones de las esferas celestes, concluyendo la existencia
de Dios como Primer Motor que, moviendo sólo en calidad de fin deseado, permanece
inmóvil. Santo Tomás muestra, contra él, que Dios, sin perjuicio de su inmutabilidad debe
ser admitido también como Causa eficiente; pero, sobre todo, eleva la demostración a un
plano metafísico al concebir el «movimiento» como tránsito de la potencia al acto. Aun así,
no obstante, la prueba encontró muchos críticos dentro de la escolástica. — En Cicerón y los
apologistas cristianos de la Antigüedad se encuentran las ideas fundamentales de la prueba
por la coincidente persuasión de los pueblos con respecto a la existencia de Dios (prueba
histórica o etnológica). — La prueba de san Agustín, fundada en la inmutabilidad de la
verdad, que presupone una verdad primera subsistente, ha sido objeto de múltiples
interpretaciones. Probablemente no hay que entenderla como «prueba ideológica», que de
la validez pura infiere la necesaria base ontológica de la misma, sino que el raciocinio llega
a Dios como luz que ilumina nuestro espíritu y como Verdad subsistente, fundamento
radical y arquetipo de lo (ontológicamente) verdadero. — San Anselmo de Canterbury fue
el primero en intentar demostrar la existencia de Dios partiendo sólo de su concepto. Esta
prueba, que en el siglo xviii recibió calificativo de «ontológica», fue aceptada también
por Descartes y, en forma más depurada, por Escoto, más tarde por Leibniz y en forma
panteísta por Hegel; por el contrario, la rechazaron no sólo Kant, sino también santo
Tomás y la mayoría de escolásticos. — Clásicas se hicieron las pruebas que santo
Tomás presentó en sus «cinco vías». Todas ellas, apoyándose en el principio de causalidad
([[Brugger:Causalidad [principio de]|Causalidad [principio de]]]), muestran a Dios como
Causa primera del mundo. — Los apologistas del siglo xviii, en su lucha con el ateísmo de la
época, ampliaron los argumentos encaminados a demostrar la existencia de Dios. En ellos
aparece por vez primera la división de las pruebas en metafísicas, físicas y morales. Mientras
las demostraciones metafísicas pasaban a segundo término, se mostraba predilección por
las «físicas» (sobre todo por la teleológica, llamada entonces «físico-teológica») y las
«morales». Entre estas últimas se encontraban, además de la etnológica, la prueba moral en
sentido estricto, es decir, basada en la obligación moral que supone un legislador divino
(«ético-teológica y la demostración por anhelo de felicidad innato en el hombre, más tarde
denominada eudemonológica, que llegaba a Dios como supremo Bien y Fin de aquél.
Modernamente se ensayaron todavía otras pruebas, v.gr., la fundada en la necesidad de un
primer comienzo temporel del mundo, el cual se intentaba demostrar por consideraciones a
priori o con la ayuda de la ley física de la entropía, es decir, de la creciente transformación
de toda energía en energía calorífica (prueba basada en la entropía); de manera análoga se
ha intentado recientemente calcular el comienzo de la evolución del universo tomand? como
fundamento la progresiva expansión de éste y la desintegración de la materia radiactiva.
Bibliografía
La nota más sobresaliente de la voluntad divina es su absoluta santidad. Dios no puede pecar
porque en Él coinciden naturaleza y norma moral. Ha de amar el bien y odiar el mal porque
sólo puede amar las cosas en cuanto que son trasunto de su propio Ser. Pero no hemos de
representarnos el amor y el odio divinos al modo de los afectos y pasiones humanas. Si, de
acuerdo con el sentido moderno, se califica de «moral» la libertad de elegir entre el bien y el
mal, Dios estaría más allá de la moralidad. Por voluntad divina puede entenderse también
lo querido por Dios. A este respecto hay que distinguir entre la voluntad significada, p. ej.,
los mandamientos, y la voluntad absoluta, que abarca cuanto sucede en el mundo, y que
depende en su realidad de la voluntad divina, bien sea aprobado por Dios, bien sea
simplemente aprobado por él de cara a la libertad creada.
Bibliografía
Santo Tomás de Aquino Summa theologiae i q. 19-20
Summa contra Gentiles i, 72-96
Lehmen-Lennerz Theodizee, 1923
C. Nink Philosophische Gotteslehre, 1948
M. Rast Welt und Gott, 1952
R. Garrigou-Lagrange Dios, su existencia y su naturaleza 2 vols Emecé Buenos Aires, 1950
A. González Álvarez Teología natural M. Grison, Teología natural o teodicea, Herder,
Barcelona 1968
Más
Bibliografía
en ->Dios
Disposición
Bibliografía
G. Kerschensteiner Theorie der Bildung, 1926
G. Pfahler Vererbung als Schicksal, 1932
del mismo Warum Erziehung trotz Vererbung? , 41939
F. Reinhöl Die Vererbung der geistigen Begabung, 21939
R. Goldschmidt Die Lehre von der Vererbung , 41952
W. Botsch Morsealphabet des Lebens, 1965
G. Allport La personalidad (trad. cast.), Herder, Barcelona 1968,. p. 424s.
Relacionado con...
– Conceptos
Cerebro, el
Disteleología
es lo opuesto a teleología (Fin). El uso del vocablo difiere según sea el concepto que se tenga
de lo teleológico o final. Desde el punto de vista vulgar, es disteleológico lo adverso al
bienestar subjetivo. Filosóficamente, disteleología es una falta de finalidad debido a la cual
el fin o no se logra o se logra defectuosamente. Esta falta se muestra en el uso de medios
insuficientes (v.gr., en los monstruos, en las enfermedades mentales) o en la aplicación del
apetito teleológico a objetos inadecuados (como ocurre cuando las bacterias atacan a
animales y hombres). Con frecuencia se tiene también por disteleológica la oposición entre
la teleología al servicio del mismo sujeto o de seres extraños y determinados fenómenos
concomitantes qué convierten en tormento la consecución del fin (v.gr., el dolor, la
«crueldad» de las fieras).
Bibliografía
Distinción
es, o bien (1) el acto por el cual se conoce lo diverso como diverso, o bien (2) la diversidad
misma. Diversidad es la no identidad, o sea la relación de una cosa a otra en cuanto otra.
Descansa en la pluralidad onegación de unidad y se cuentan tantas clases de ella como de
unidad. Son contenidos radicalmente diversos (disparati; inconexos) los pertenecientes a
géneros u órdenes diversos, como «azul» y . Diferencia es aquello en que se distinguen varias
cosas que poseen algo común, aquello, por lo tanto, que la una tiene y la otra no; tal ocurre
con el todo y la parte, el concepto del género y el de la especie. — Hay distinción real donde a
la negación de identidad conceptual corresponde también una distinción en la cosa, sea que
la distinción se manifieste en experiencia (= distinción física,existente, v.gr., entre cosas
concretas o parte de ellas sensorialmente perceptibles, o bien en la separabilidad), sea que
la distinción sólo pueda conocerse por el pensamiento como condición necesaria para la
posibilidad de un objeto (= distinción metafísica existente entre principios parciales no
perceptibles por los sentidos; v.gr., la distinción entre esencia y existencia en el ser creado,
según el tomismo). —Distinción conceptual o lógica es la existente entre lo pensado con
conceptos diversos sin que a esta distinción corresponda en la cosa una pluralidad de la
misma clase. Se funda en que, dada nuestra condición humana, debemos, por abstracción,
establecer separaciones entre contenidos, aunque en la cosa se identifiquen y a ella
pertenezcan por un mismo principio. Así, v.gr., hombre entero es animal y racional y ambas
cualidades se deben a la misma alma. Si en este caso uno de los contenidos, como aquí
ocurre, no es convertible en el otro, sino que constituye conceptualmente un todo cerrado
de suerte que sólo en virtud de experiencia puede añadirse el segundo, se tiene una
distinción lógica con fundamento real perfecto. Por el contrario, se da una distinción lógica
con fundamento real imperfecto cuando la concepción plena y acabada de un contenido
penetra necesariamente en el otro, como sucede con los trascendentales, los atributos
divinos y las primeras diferencias del ser. Oposición.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Atomismo
Cualidad
Empirismo
Entendimiento
Naturaleza
– Autores
Cohen, Hermann
Disyunción
Designa esta palabra la relación existente entre los miembros de un juicio disyuntivo. Éste
figura entre los juicios hipotéticos (en sentido amplio). Consta de varios miembros, de los
cuales, en la disyunción exclusiva, sólo se afirma que uno de ellos es necesariamente
verdadero y todos los demás son falsos. Dichos miembros no pueden ser todos verdaderos
ni todos falsos a la vez, sino que uno y sólo uno de ellos es necesariamente verdadero. En
la disyunción no exclusiva (llamada también adjunción) se afirma únicamente que, por lo
menos, uno de los miembros es verdadero, pero no se indica cuál. Estos miembros pueden
ser todos verdaderos, mas no todos falsos. Para el silogismo disyuntivo Silogismo hipotético.
Bibliografía
Tratados de ->lógica
Relacionado con...
– Conceptos
Lógica
Divisibilidad
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Paradojas de Zenón
División
Entrada escrita por Santeler
Bibliografía
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– Conceptos
Diáiresis
Dogmatismo
Bibliografía
Dolor
En la mayoría de los casos, la psicología entiende hoy por dolor una determinada clase
de sensación, ya de la piel, ya de los órganos internos que, aun siendo de débil intensidad,
produce fuerte disgusto. Como órganos de la misma se descubrieron verdaderos puntos
dolorosos, que en gran cantidad (2-4 millones) se encuentran irregularmente distribuidos
por toda la piel y reaccionan de manera específica. El hecho de que las más diversas
sensaciones, al alcanzar gran intensidad, degeneren en dolor, se debe a la coexcitación de
puntos dolorosos próximos. Los órganos internos parecen con frecuencia menos sensibles a
las intervenciones exteriores, pero sí lo son para muchos cambios internos (v.gr., irritación).
El dolor tiene como finalidad proteger al ser vivo contra excitantes nocivos o impulsarle a
apartar los daños cuando de nuevo se presenten. Por consiguiente, el dolor es un mal sólo
porque es la vivencia de un mal. Puesto que el dolor produce intenso disgusto, este mismo
disgusto, esta repugnancia al mal experimentado o percibido, recibe también en el lenguaje
corriente el nombre de dolor. En este sentido amplio, el dolor puede darse tanto en la
potencia apetitiva sensitiva como en la espiritual y referirse al conocimiento de cosas
distintas de daños corporales. Llámase entonces dolor anímico.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Clasificación de los sentidos
Dualismo
Bibliografía
F. Klimke Der Monismus 1911 [trad. ital.: Il monismo, 2 vols., 1914]
A. Vierkandt Der Dualismus im modernen Weltbild, 1923
G. de Montpellier Psychologie et dualisme en «Revue Néoscolastique de Philosophie»,
(1938) 534-543
L. Schottroff Der Glaubende und die feindliche Welt 1970 (sobre el dualismo gnóstico)
Relacionado con...
– Conceptos
Alma de los brutos
Antropología filosófica
Filosofía de la mente
Mental
Mente - cuerpo, relación
– Autores
Platón
Duda
De la duda real antes descrita hemos de distinguir la duda aparente, fingida, que se da en
los planteamientos científicos (Problema). Esta duda consiste simplemente en prescindir de
la certeza espontánea, a fin de que, comprobando y elaborando las razones, se pueda llegar
a la certeza científica. Así la duda metódica es generalmente una duda fingida; pero si el
objeto de la pregunta es realmente incierto, puede ser también una duda real.
Bibliografía
J. Kleutgen Die Philosophie der Vorzeit i, 1878, 341-96
F.J. v. Tessen-Wesierski Wesen und Bedeutung des Zweifels, 1928
E. Husserl Erfahrung und Denken, 1948 p. 365-68
W. Brüning Möglichkeiten und Grenzen des methodischen Zweifels bei Descartes en
«Zeitschrift für philosophische Forschung» 14 (1960) 536-52
F. Americo Il senso del dubbio cartesiano en «Archivio di Filosofía» 9 (1939) 109-136
L. Martínez Gómez La luz natural, superviviente de la duda cartesiana en «Pensamiento»,
6 (1950), 147-171
Relacionado con...
– Conceptos
Duda
Duda hiperbólica
– Autores
Descartes, René(Cartesius)
Eclecticismo
Bibliografía
P. Hinneberg Die Kultur der Gegenwart i, 5: Allgemeine Geschichte der Philosophie (índice)
J. Hirschberger Historia de la filosofía i, 111981, ii, 91979
Relacionado con...
– Conceptos
Filosofía latinoamericana
Los procesos económicos (producción y consumo) son sólo el sustrato tecnológico (Técnica)
de la economía; la actividad económica misma consiste en elegir fines y ordenarles los
medios disponibles, que son siempre limitados. En esto ejercen un influjo decisivo la
constitución y el orden de la sociedad. Por eso corresponde a la política la primacía
incondicional frente a la economía; la política, y no economía, es nuestro destino. En la era
capitalista la economía se ha desligado ampliamente de toda vinculación, con grave perjuicio
para el orden mismo en su conjunto. Como conjunto de fin medios, la economía tiene sus
propias leyes. Pero es el hombre el que, con libertad y responsabilidad Ética), determina
para qué fines han de utilizarse los medios (validez del fin).
Bibliografía
Empirismo
Precursor del empirismo moderno fue el nominalismo de los siglos primeros y últimos de la
Edad Media. Bacon de Verulam († 1626) formula clara e inequívocamente en el «Novum
Organum» los principios del empirismo y eleva la inducción a método único de la ciencia.
Esta doctrina fue ulteriormente difundida siguiendo la dirección del sensualismo de J.
Locke († 1704) y del positivismo de Condillac († 1780). También el neopositivismo profesa
el empirismo. Kant reconoce, ciertamente, que la experiencia sólo es posible gracias a
funciones no empíricas del espíritu, mas por falta de un análisis profundo de las mismas
limita la validez objetiva de ellas al campo de la experiencia, en el sentido del empirismo
(Racionalismo, [[[Brugger:115|115]], 135, 142, 147-9, 172-5, 234]).
Bibliografía
Las obras principales de los empiristas (Locke, Berkeley, Hume, Mach, Mili, Comte) [->142,
->145, ->172, ->213, ->226]
J. Geyser Grundlagen der Logik und Erkenntnislehre, 1909 n.os 248-252, 281-285
O. Külpe Introducción a la Filosofía, 1931 § 15
E. Wentscher Das Problem des Empirismus, 1922
J. de Vries Pensar y ser , 41963
J.K. Feibleman Foundations of Empiricism La Haya, 1962
L. Krüger Der Begriff des Empirismus, 1973
[sobre el empirismo lógico, véase «Revue internationale de Philosophie», 11 (1950)]
E. v. Aster Geschichte der neueren Erkenntnistheorie, 1921
A. Messer La filosofía en el siglo XIX, 1939 (reed.)
B. Jansen Die Geschichte der Erkenntnislehre in der neueren Philosophie bis Kant, 1940
G. della Volpe Hume e il genio dell'empirismo i Florencia, 1939
Lotz de Vries El mundo del hombre, 1954
Philosophie im Grundriss, 1969
W. Kern Geschichte der europäischen Philosophie der Neuzeit i Pullach, 1961
Relacionado con...
– Conceptos
Empirismo
Filosofía latinoamericana
Ilustración
Teoría del conocimiento
– Autores
Locke, John
Mill, John Stuart
En
Bibliografía
Kant Prolegomeno § 20
Crítica de la razón pura A 117 nota
E. Husserl Cartesianische Meditationen Lovaina, 1950 (hay trad. cast. de las cuatro
primeras meditaciones)
J. Geyser Erkenntnistheorie, 1922 p. 10-39
J. Seifert Erkenntnis objektiver Wahrheit, 1972 p. 233-58
H. Rickert Der Gegenstand der Erkenntnis , 61928
H. Amrhein Kants Lehre vom Bewusstsein überhaupt, 1909
A. de Muralt La conscience transcendentale dans le criticisme París., 1958
A. Diemer Edmund Husserl, 1956 p. 73-182
S. Rábade Estructura del conocer humano Madrid, 1966
H. Radermacher Conciencia de sí mismo en H. Krings Conceptos fundamentales de
filosofía, I, p. 359-381, Herder, Barcelona, 1977
Enfermedad mental
Bibliografía
es aquello que sólo puede existir como contenido de pensamiento, careciendo, por tanto, de
existencia «en sí», es decir, como ente independiente del pensar Por consiguiente, al ente de
razón se le llama «ente» en sentido impropio, como efecto de concebirlo nosotros a modo
de tal. Sin embargo, no es necesariamente una mera imagen engañosa; antes bien tiene, por
lo regular, un determinado fundamento real ontológico (fundamentum in re), al que la
peculiaridad de nuestro pensamiento añade un determinante puramente mental. Esta
adición no se realiza arbitrariamente, sino que tiene una función cognoscitiva indicadora
(comparable a la construcción geométrica auxiliar). Así, por ejemplo, en concepto de espacio
la extensión real de los cuerpos es el fundamento ontológico; pero que esta extensión sea
pensada a modo de un ente independiente capaz de recibir dentro de sí los más variados
cuerpos, es un puro ingrediente mental, que no obstante, hace posible, v.gr., formular
proposiciones objetivas acerca de la posición de aquéllos. Como especies principales de entes
de razón citaremos los negativos, resultantes de negación, y los privativos (Privación) (v.gr.,
la nada, la ceguera), así como también las relaciones puramente mentales (v.gr., la identidad
entre sujeto y predicado).
Bibliografía
F. Suárez Disputationes metaphysicae disp. 54, t. v., ed. de París 1861 (trad.
cast.: Disputaciones Metafísicas, edición bilingüe, Gredos, Madrid 1961)
A. Millán Puelles Ser ideal y ente de razón en «Revista de Filosofía», 12 (1953) 191-205
J. Roig Gironella Investigación sobre los problemas que plantea a la filosofía moderna el
ente de razón en «Pensamiento», 11 (1955) 285-302
Entendimiento
De ahí que la peculiaridad del entendimiento del hombre se caracterice por los siguientes
pares de conceptos opuestos. En primer lugar, es espiritual y se orienta a lo espiritual y, no
obstante, está ligado a las funciones sensoriales y, por lo tanto, a la materia. Espiritual, pues
únicamente una facultad cuyos actos no son directamente correalizados por un principio
material, una facultad, por consiguiente, rigurosamente inmaterial, puede dirigirse a objetos
espirituales y encontrar en ellos la perfección de su ser y sentido. Sólo una facultad espiritual
puede presentar en su ser propio lo simple y lo no sensible. La distinción de yo, no yo y acto
y la pregunta que ello hace posible acerca del valor lógico, ético y estético de los actos y de la
existencia propia, así como el perfecto «consigo» (bei sich) de la autoconciencia, suponen
también un principio espiritual del conocimiento. Por otra parte, la unión al conocimiento
sensorial es notoria: el entendimiento del hombre debe obtener de la experiencia sensible
casi todos los conceptos primitivos; no posee intuición inmediata alguna de las esencias
espirituales ([[Brugger:Concepto [Formación del]|Concepto [Formación
del]]], Ontologismo). El entendimiento mantiene también en el curso total del pensar la
vinculación a las imágenes sensibles (la conversio ad phantasmata escolástica).
Únicamente puede elevarse a lo espiritual y suprasensible por el camino de la analogía. Con
esta unión al conocimiento sensorial guarda relación el carácter discursivo y abstractivo de
la actividad de nuestro entendimiento, de tal manera que, entendimiento en sentido estricto,
denota la facultad de pensar abstractiva y discursivamente. Sobre la diferencia entre
entendimiento y razón, «intellectus» y «ratio»: (Razón).
Relacionado con...
– Conceptos
Alma
Analítica trascendental
Crítica de la razón pura
Crítica del juicio
Empirismo
Entendimiento
Entendimiento agente
Error
Kant: ética de
Teoría del conocimiento
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Kant, Immanuel
Locke, John
Spinoza, Baruch de
Epicureísmo
Bibliografía
T. Lucrecio Caro De la naturaleza de las cosas texto y trad. E. Valentí, 2 vols., Barcelona
1961
H. Meyer Geschichte der alten Philosophie, 1925
J. Wewald Die geistige Einheit Epikurs, 1927
A. Cresson Épicure París, 1940
D. Pesce Epicuro e Marco Aurelio Florencia, 1959
J. Hirschberger Historia de la Filosofía Herder Barcelona , 111981 i p. 238
Relacionado con...
– Conceptos
Epicureísmo
– Autores
Epicuro
Epiqueya
La epiqueya (palabra que procede del griego ?????????: (equidad) supera en cierto modo
la justicia, pues quiere satisfacer al derecho no sólo escuetamente, sino en forma perfecta y
con sentido, quiere cumplir la norma (Ley, Prescripciones, Regulación contractual) no sólo
según la letra, sino también según el espíritu. Si no basta el cumplimiento literal para llevar
a cabo lo debido de acuerdo con el sentido correspondiente, la epiqueya hace más de lo
exigido por la letra; si el cumplimiento literal careciera de sentido, fuera inútil o estuviera
unido a sacrificios imposibles, entonces prescindiría de la letra y buscaría una solución que
fuera más justa con la cosa, las personas o el bien común. Esto es presentado como
una interpretación razonable; se supone que el legislador sólo ha querido algo razonable. Si
existe una opinión mejor fundada, la ley no puede obligar a algo irracional; por eso la ley que
no resulta justa en su aplicación al caso concreto, deja paso al mandato siempre vigente de
comportarse de manera objetivamente justa. Si la ley, en aras de la seguridad del derecho,
liga la validez de los asuntos jurídicos a determinados presupuestos formales, entonces su
éxito se frustraría si fuera posible apartarse de ellos sin una razón manifiesta. No se requiere
ninguna epiqueya frente a la ley moral natural, escrita en el corazón y no en tablas de piedra.
Exactamente lo contrario de la epiqueya se encuentra en la «obediencia literal».
Bibliografía
Error
es un juicio explícito o implícito en el cual quien lo formula equivoca, sin saberlo, el objeto.
El error difiere de la falsedad lógica en que ésta concierne meramente a la relación objetiva
de un juicio con el objeto, mientras el error incluye también la toma de posición subjetiva.
El contenido de un juicio que no corresponde al objeto es falso; entre los rasgos propios del
error debe contarse, además, el de afirmar como verdadero un contenido judicativo falso por
desconocer su falsedad. — La posibilidad del error es un hecho que apenas ha de declararse;
pero, no obstante, plantea también un problema: ¿cómo puede errar el entendimiento si por
su naturaleza está orientado hacia la verdad? El entendimiento, a causa de su finitud, puede
sucumbir a la apariencia de verdad y a la influencia de intereses no teoréticos de la voluntad
que le inducen a juzgar precipitadamente. — Cabe, según eso, distinguir fuentes
lógicas y fuentes psicológicas del error. Ambas clases colaboran siempre, aunque en distinta
medida. Las más importantes fuentes lógicas del error son las siguientes: la generalización,
concluyendo de unos casos particulares a todos en general sin fundamento suficiente; el uso
de frases hechas o «tópicos», es decir, de fórmulas verbales que ocasionan una toma de
posición de base sentimental carente de fundamentación objetiva; concluir de lo
inconcebible a lo imposible: de que nuestra inteligencia no penetre una cosa no se sigue
todavía que sea imposible; el raciocinio «post hoc, ergo propter hoc»: de que un
acontecimiento sigue a otro en el tiempo, se infiere injustificadamente que el primero
(temporalmente) sea la razón del segundo; por último, los sofismas de toda clase. — Las
fuentes psicológicas del error resultan de nuestros limitados pensar y querer, perturbados a
menudo por la pasión. De parte del entendimiento los errores pueden estar condicionados
por la dependencia de nuestro pensamiento respecto a la ambigüedad del lenguaje; por la
dependencia con la relación a los sentidos y a la memoria que pueden engañar; por los
prejuicios, la falsa educación y la precipitación al juzgar; por la falta de formación y ciencia
unida a la necesidad de resolver rápidamente las cuestiones, y, además, por la torpeza y
cortedad de inteligencia y la sobre-valoración de la autoridad. De parte de la voluntad son
fuentes de error: el carácter apasionado, la perversa inclinación del corazón a un falso objeto,
el espíritu de contradicción, la deficiente voluntad de verdad, la precipitación al juzgar. —
La situación cognoscitiva del hombre trae consigo que el error, si bien es básicamente
superable por medio de la revisión de los fundamentos del juicio, de hecho no se puede evitar
siempre por las grandes dificultades y por la gran cantidad de tiempo que esto exigiría al
individuo y a generaciones enteras. Por amor a la verdad y deseo de encontrarla, se debe
aceptar el riesgo de error en ciertos casos, aunque el error sea de suyo un mal para el hombre.
El error que, por las grandes dificultades que importaría, es imposible de superar, se
llama moramente invencible. El hombre es, sin duda, responsable del error moralmente
vencible.
Bibliografía
O. Selz Zur Psychologie des produktiven Denkens und des Irrtums, 1922
L. Keeler The Problem of Error from Platon to Kant Roma, 1934
M. D. Roland-Gosselin La théorie thomiste de l'erreur en Mélanges thomistes, 1924
B. Schwarz Der Irrtum in der Philosophie, 1934
E. Mach Erkenntns und Irrtum, 1968
Relacionado con...
– Conceptos
Error
Escepticismo
Designa este término aquella opinión que pone en duda la posibilidad de un conocimiento
verdadero. Mientras el escepticismo universal extiende la duda a todo, el escepticismo ético,
religioso o de cualquier otra especie, la limita a una esfera determinada. El escepticismo
consiste, o bien en una actitud dubitativa frente a todo conocimiento, o bien en
una doctrina más o menos científicamente fundada sobre el carácter dudoso de todo
conocimiento humano. Distinto de ambos es el escepticismo como método, cuyo fin es la
certeza, y que elige como punto de partida de la gnoseología la aludida duda universal
respecto a todo conocimiento. La duda metódica, que pregunta por la legitimidad de
nuestros conocimientos, sin dudar realmente de ellos, no tiene tampoco nada que ver en su
aplicación general con el escepticismo. — Adúcense como razones en favor del escepticismo:
las contradicciones pretensamente insolubles del conocimiento humano (así la sofística), la
relatividad del conocimiento sensorial y la falta de un criterio suficiente de verdad
([[Brugger:Verdad [Criterio de]|Verdad [Criterio de]]]) (Sexto Empírico). Pirron enseñaba
que había que abstenerse de asentir a juicio alguno (= ?????) porque las razones en pro y en
contra son siempre de igual peso (pirronismo). Como representantes posteriores del
escepticismo citaremos a Montaigne y a Charron. — La mejor refutación del escepticismo
universal reside en hacer ver que nosotros poseemos de hecho conocimientos ciertos y bien
fundados v.gr.: acerca de los hechos de conciencia y en los primeros principios (Principios
del conocimiento). El escepticismo como actitud no se da en la realidad porque toda acción
incluye un juicio acerca de su factibilidad. Si este juicio se emite también con probabilidad,
el agente debe estar cierto por lo menos de ésta. Tan pronto como el escepticismo en cuanto
doctrina es objeto de exposición, incurre en contradicciones: afirma que nada es cierto y al
mismo tiempo que algo lo es (sobre el escepticismo como método Gnoseología). —
[[[Brugger:33|33]]-35, 48-50, 130, 232].
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Escepticismo
Filosofía de la técnica
Sofistas, los
Teoría del conocimiento
Escolástica
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Agustinismo
Escolástica, escolasticismo
Filosofía latinoamericana
Filosofía medieval
– Autores
Descartes, René(Cartesius)
Escotismo
Fuentes: nueva edición crítica de las obras de Escoto a cargo de C. Balic (Roma), iniciada en
1950
Ueberweg-Geyer Grundriss der Geschichte der Philosophie II, 111928, § 42
E. Longpré La philosophie du Bienheureux Duns Scot París, 1924
P. Minges Ioannis Duns Scoti doctrina philosophica et theologica, 1930
D. de Basly Scotus docens ou Duns Scot enseignant la philosophie, la théologie, la
mystique París, 1934
Congrés des Lecteurs franciscains Lyón, 1934
T. Barth De fundamento univocationis apud J. Duns Scotum Roma, 1939
del mismo Individualität und Allgemeinheit hei J. Duns Scotus en Wissenschaft und
Weisheit 16-20 (1953-1958)
W. Hoeres Der Kille als reine Vollkommenheit nach Duns Scotus, 1962
E. Wölfel Seinsstruktur und Trinitätsproblem. Untersuchungen zur Grundlegung der
natürlichen Theologie bei J.D. Scotus, 1965
R.P. Prentice The Basic Quidditative Metaphysics of Duns Scotus Roma, 1970
De doctrina J.D. Scoti [Congreso de 1966] Roma, 1968
Deus et homo ad mentem J.D. Scoti [Congreso de 1970] Roma, 1972
Ét. Gilson Jean Duns Scot París, 1952
M. Oromí Introducción a la filosofía esencialista Cisneros Madrid, 1961
Esencia
En una segunda acepción, el término esencia denota el fondo esencial interno de las cosas
por oposición a su forma exterior. Aquí esencia es el ser propio o verdadero de aquéllas, el
cual produce, sustenta y hace inteligible su forma aparente. Propiedades opuestas
diferencian a un dominio del otro. Mientras la forma aparente está sujeta a la
individualización, al cambio, y, por lo tanto, a la ausencia de necesidad, la esencia aparece
como algo superior a la individualización, permanente y necesario. La teoría platónica de las
ideas se ha entusiasmado interpretando esta dualidad; aquí discrepan siempre los sistemas
filosóficos. El positivismo absorbe la esencia en el fenómeno haciendo, en definitiva,
imposible la metafísica. El panteísmo, en cambio, disuelve el fenómeno en la esencia al hacer
del ser absoluto el fondo esencial inmanente en las cosas. En el centro se encuentra nuestra
concepción, según la cual, a las cosas les corresponde un fondo esencial inmanente propio,
que representa a vez una participación del fundamento último trascendente, del Ser
absoluto, y refleja, por ello, analógicamente las propiedades de éste. Nuestro conocimiento
aprehende por abstracción el fondo inmanente esencial en el concepto universal, y por
raciocinio en demostración de la existencia de Dios, el fundamento último trascendente.
El fondo esencial inmanente puede ser considerado desde el punto de vista metafísico o
físico. La esencia metafísica sólo expresa el núcleo íntimo sin el cual esta esencia
desaparecería; la esencia físicaincluye además, las propiedades esenciales (proprietates)
que se siguen necesariamente de aquel núcleo y sin las cuales esta esencia no podría
realizarse físicamente. Desde el punto de vista de la historicidad, la esencia metafísica es lo
que permanece a través del cambio; por el contrario, la esencia física nos sirve para definir
las formas correspondientes a las distintas épocas en las que se traduce dicha esencia física.
Esto se percibe claramente en el hombre. Esencia se usa también por referencia a un ente
con todo lo que le pertenece; en este sentido equivale a ente concreto sin referirse a lo que
en él es esencial por oposición a lo inesencial. Decimos, p.ej., todas las esencias del mundo
visible, en el sentido de todos los seres o cosas del mundo visible.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Eidos
Existencia
Existencialismo
Mística de los números
Nihilismo
Teoría del conocimiento
– Autores
Aristóteles
Feuerbach, Ludwig
Locke, John
Platón
Spinoza, Baruch de
Este contenido, por una parte, está limitado a la aprehensión esencial de las notas dadas
sensiblemente (Abstracción); y, por otra parte, la palabra «esencia» se entiende
generalmente en el sentido de la esencia substancial. Y así se presenta la objeción de si la
expresión «intuición esencial» no debería evitarse como ambigua. Sobre el conocimiento de
la esencia en el ámbito del juicio, Principios del conocimiento.
Bibliografía
Espacio
Entiéndese ordinariamente por espacio un vacío extenso en el que los cuerpos se hallan, por
decirlo así, como en un receptáculo. El espacio guarda, pues, relación con la extensión de los
cuerpos reales, pero no coincide con ella. Sigue existiendo (al menos para nuestra
representación), aunque no contenga ningún cuerpo real. El espacio carente de todo ente
corpóreo se denomina espacio vacío o vacío. Al espacio sin más, llamado
también absoluto o imaginario, se le concibe como un receptáculo sin fin ni límites (espacio
infinito), inmóvil, siempre existente, en el cual está el universo. Un espacio finito es una
parte determinada del espacio infinito. La finitud espacial del mundo significa que éste
podría ser mayor de lo que en realidad es. Siguiendo la teoría de la relatividad
([[Brugger:Relatividad [Teoría de la]|Relatividad [Teoría de la]]]) dícese hoy que el universo
es, ciertamente, finito; pero ilimitado, de manera parecida a como una superficie esférica
(curva) es finita, pero carece de límites (Cantidad).
¿Qué realidad corresponde al espacio? Para contestar a esta pregunta hay que distinguir el
espacio como representación de nuestra imaginación, como concepto y como objeto. Es
cierto que la representación del espacio (por lo menos hasta la segunda dimensión) no es
arbitraria o producida desde fuera, sino que informa necesariamente todas nuestras
representaciones sensoriales del mundo externo. En este sentido Kant llama con razón al
espacio forma a priori de nuestro conocimiento sensorial (exterior).
Pero con ello no queda dicho ni demostrado en modo alguno que los objetos de nuestros
sentidos carezcan de espacialidad, es decir, de extensión real, que el espacio sea algo
puramente subjetivo. De todos modos, la constitución y articulación de la imagen
tridimensional del mundo no se realiza sino a base de múltiples experiencias y en
conjugación con los respectivos sentidos externos. A este respecto influyen complejos de
representación, cambios de atención y hasta apreciaciones y expectativas intelectuales
(Willwoll).
El espacio, como concepto, nace en nosotros de reflexionar sobre la relación que la necesaria
representación de espacio guarda con la extensión de los cuerpos reales (el vacío extenso a
modo de receptáculo de cuerpos). En dicho concepto, el espacio es concebido como objeto
existente en sí fuera de la extensión de aquéllos, sin que, a pesar de ello, le corresponda
realidad alguna: el espacio existente en sí es unente de razón, cuyo fundamento real está
constituido por la extensión de los cuerpos. Debido a este fundamento real, con el auxilio del
concepto de espacio pueden formularse proposiciones objetivamente válidas concernientes
a las relaciones espaciales existentes, tales como la de posición de una cosa, es decir, la
relación de su lugar a otro lugar conocido, o la distancia de varios objetos, es decir, el
intervalo entre ellos. Si este intervalo es pequeño, se habla de proximidad espacial; si los
límites coinciden, hay contacto.
Con ayuda del concepto de espacio exprésanse también las distintas clases
de presencia espacial. Un cuerpo está presente en el espacio cuando existe realmente con su
extensión. Los seres incorpóreos hácense presentes en el espacio por actuación directa sobre
un cuerpo real. Los cuerpos extensos llenan el espacio con su extensión distribuyendo sus
partes por las del espacio imaginario (presencia circunscriptiva); las substancias simples,
como el alma humana, están presentes en el espacio de tal suerte que se hallan todas en el
espacio ocupado y todas en cada una de sus partes (presencia definitiva). La parte fija de
espacio ocupada por un objeto recibe el nombre de lugar interno; los límites espaciales de
las cosas que le circundan, el de lugar externo. Por el movimiento un cuerpo cambia de lugar
sin abandonar el espacio. Por modo natural, a cada cuerpo le corresponde en el espacio una
sola presencia, es decir, únicamente puede estar en un lugar. La presencia múltiple
simultánea en varios lugares (bilocación) no es inconcebible porque significa sólo
duplicación de la relación, no del objeto.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Cosmología
Duración
Espacio
Estética trascendental
Lugar
Paradojas de Zenón
Polémica Leibniz-Clarke
Sensorium Dei
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
Vacío
– Autores
Bergson, Henri
Einstein, Albert
Virilio, Paul
Especie
Bibliografía
Bibliografía
)
A. Remane Die Grundlagen des natürlichen Systems der vergleichenden Anatomie und
Phylogenetik, II (en preparación, la parte dedicada al concepto de especie)
H. Conrad-Martius Das Artproblem in naturphilosophischer Beleuchtung, 1952
J. Rubio En el centenario de «El origen de las especies», en «Pensamiento» 16 (1960) 81-
95
Relacionado con...
– Conceptos
Biología, filosofía de la
Cultura
Especie
Evolución
Inconsciente colectivo
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Predicables
Propiedad
Raza / Racismo
Sociobiología
– Autores
Lévi-Strauss, Claude
Platón
Especulación
Este vocablo guarda relación con el verbo latino speculari, que significa «espiar»,
«escudriñar»; esta etimología deja ya advertir que se trata de descubrir algo oculto. De
hecho, en el ámbito filosófico, el término especulación designa un pensar creador, que como
tal no recibe en forma exclusivamente pasiva los datos de la experiencia, sino que penetra
activamente con el poder de la mente (a priori) hasta sus últimos fundamentos. Este
pensamiento rebasa esencialmente tanto la experiencia como la dilucidación
fenomenológica de lo dado (Trascendencia) y constituye el núcleo de la filosofía. Sin
embargo, la especulación tiene sus raíces en lo experimentado, porque sólo ahí encuentra su
punto de partida; por eso sus resultados, aunque jamás directamente accesibles a la pura
experiencia humana, son también confirmados o desmentidos de manera indirecta por ella.
Precisando más, diremos que la especulación investiga la esencia íntima de lo
experimentalmente captado, hasta llegar al ser metafísico y hace al mismo tiempo visibles
las leyes absolutas de la esencia y del ser. Así aprehende los principios constitutivos
(Principios del ser) y las últimas causas de todo lo que puede darse en la experiencia y
especialmente su más profundo fundamento de unidad: Dios. Desde Éste trata de concebir
en conexión unitaria todo lo existente y enlazarlo lo más posible en un sistema.
Bibliografía
Esperanza
Entrada escrita por Rotter
Bajo este nombre se entiende la expectativa de un bien deseado. Para el hombre todos los
fines particulares intrahistóricos se muestran transitorios e insuficientes. Una consumación
última de su esperanza sólo es pensable desde una realidad trascendente y personal
(Trascendencia). De todos modos, este fin último no puede demostrarse con certeza
contundente a la manera de una realidad intramundana, pues pertenece a un futuro
trascendente y por eso se sustrae todavía a una verificación. Por tanto, la esperanza es un
acto libre, el cual, sin embargo, no puede contar arbitrariamente con una consumación, sino
que requiere una legitimación. La experiencia debe mostrar que la orientación a un
determinado fin último de la esperanza no puede recibir su sentido a través de los hechos de
la vida terrestre. Eso sucede mediante fracaso en toda clase de ética de éxito y mediante el
dolor y la muerte en toda clase de hedonismo, pues tales situaciones excluyen una
satisfacción plena de la esperanza correspondiente. La esperanza, por lo que respecta a su
fundamentación lógica y a la motivación existencial, está remitida a la promesa de
la religión y, con ello, a la historia. Éticamente es condición de posibilidad del amor al
enemigo, del perdón, de la aceptación consciente del conflicto, de la distancia respecto del
presente y, con ello, de la libertad.
Bibliografía
Espinosismo
Bibliografía
Significa: 1.°, una teoría científica sobre la causación de los denominados fenómenos
preternaturales, que se dice no proceden de hombres vivos, sino de almas sin cuerpo
pertenecientes a difuntos o de otros seres espirituales: fenómenos y figuras de «fantasmas»
(apariciones, espectros); 2.°, una secta fanático-religiosa que pretende poner a su servicio
los espíritus mediante conjuros orales o ceremonias simbólicas con el fin de obtener
información sobre la vida ultramundana o sólo de satisfacer la curiosidad. — La efectividad
de «fantasmas» y apariciones de los que se excluyen el fraude y la ilusión es
incontestable.«Fantasmas» son fenómenos semejantes en realidad a los fenómenos a
distancia (Ocultismo); pero cuya producción no se sabe que sea debida a hombres vivos
(médiums) (ruidos, movimiento de objetos, palabras, suspiros). Reciben el nombre
de apariciones, ya las figuras visibles de hombres muertos, cuyas almas sin cuerpo se
procuran de alguna manera una «apariencia» corpórea, ya la de otros seres incorpóreos. —
La identidad con determinados difuntos dicen que se demuestra por huellas de su
corporeidad en cera, etc., por fotografías, y por la comunicación de cosas únicamente
conocidas por ellos. Mientras los espiritistas explican estos fenómenos recurriendo a
espíritus incorpóreos, los animistas «anima» = alma del hombre vivo) pretenden
interpretarlo todo por aptitudes para actuar a distancia pertenecientes a hombres vivos,
presentes o ausentes; las huellas, dicen, son confusas y en muchas ocasiones pueden ser
producidas mejor por hombres vivientes; a su juicio, las fotografías son todas ellas
sospechosas, y la mayor par te fraudulentas; las comunicaciones responden a los
conocimientos e inclinaciones de los presentes (telepatía). De hecho, en la mayoría de casos
son triviales y frecuentemente contradictorias entre sí. La teoría animista explica
satisfactoriamente lo que ocurre en las «sesiones espiritistas». Los casos auténticos en que
se manifiesta una seria intención preternatural, han de interpretarse también
preternaturalmente.
Bibliografía
Espíritu
Entrada escrita por Willwoll
Del latín spiritus. Ser inmaterial, simple y substancial, capaz de poseerse a sí mismo
mediante la autoconciencia y la libre autodeterminación, así como también de comprender
y realizar valores suprasensibles (= espíritu subjetivo). Su inmaterialidad no sólo excluye el
ser-materia, sino además, aquella «intrínseca vinculación a la materia» en virtud de la cual,
el alma de las plantas y de los animales no puede existir ni obrar sin estrechísima unión con
lo corpóreo (Hilemorfismo). Su simplicidad implica una concentración tal de plenitud de ser
y de fuerza que no permite la composición de partes esparcidas por el espacio ni esenciales.
En la simplicidad y la inmaterialidad del espíritu se enraizan, de una parte, su capacidad
para poseerse a sí mismo por la autoconciencia (Conciencia) y de otra, su aptitud para
conocer todo ser en su verdad, bondad y unidad y para realizar valores suprasensibles. En
su obrar, no restringido a un angosto dominio parcial de la realidad (como lo está el alma
sensitiva, sintonizada sólo con los bienes de los sentidos), sino ordenado al ser sin más, el
espíritu posee una abertura ilimitada de su facultad cognoscitiva (Entendimiento, Razón)
«afinada» para la verdad en cuanto tal y, como consecuencia, una expansión sin límites de
su voluntad «acordada» con el valor como tal. En esta amplitud de sus disposiciones y de la
«soberanía» sobre los valores parciales implicada en la misma, hunde sus raíces la aptitud
para elegir libremente entre valores parciales limitados conocidos y, con ello, para la libre
autodeterminación (Libertad de la voluntad). Por último, la naturaleza del espíritu con su
capacidad nunca susceptible de ser llenada por entero con bienes caducos, exige una
ilimitada permanencia en el ser, apunta a la inmortalidad. El espíritu, como sujeto de esas
perfecciones y posibilidades ontológicas, es una esencia substancial y su perfección funda de
manera natural el ser-persona (Persona).
Existen varios grados de perfección del espíritu. El espíritu divino, infinito, excluye toda
potencialidad, todo ser y acontecer puramente accidentales y cualquier unión con otro.
Los seres creados puramente espirituales (de que nos habla la revelación y cuya existencia
no pasa de problemática en el terreno de la pura filosofía) excluyen también toda vinculación
de su ser, conocer y querer a lo material. El alma espiritual humana, como forma substancial
del cuerpo, tiene una relación esencial necesaria con éste, aunque la unión dé hecho con él
no es una condición de su existencia ([[Brugger:Alma y cuerpo [Relación entre]|Alma y
cuerpo [Relación entre]]], Hilemorfismo). Como tal «forma» constituye junto con el cuerpo
una unidad operativa en el conocimiento y tendencia sensoriales, estando también en el
obrar espiritual unida, por lo menos indirectamente, a las condiciones previas de dicho obrar
mientras dura la unión con el cuerpo, pues el entendimiento elabora la mayor parte de sus
contenidos conceptuales a partir de imágenes sensibles y el querer y la vivencia del valor
están ligados al alma entera sensitivo-espiritual (Entendimiento, Pensar, Voluntad).
Desligada del cuerpo, el alma podrá manifestar más libremente su naturaleza espiritual con
la visión intuitiva de la propia esencia y del ser espiritual ajeno. La existencia de seres
espirituales terrestres fuera del alma humana, v.gr.: duendes, es cosa que pertenece a la
ingenua fantasía forjadora de leyendas, pero no demostrada por hechos.
Como sujeto del impulso tendente a la realización de valores, el espíritu subjetivo se expresa
no sólo en las convicciones y actitudes valiosas relativamente estables plasmadas por él, sino
también en las obras del espíritu: ciencia, arte, técnica, industria, organizaciones sociales,
etc. (= espíritu objetivo [[[Brugger:Ser espiritual|Ser espiritual]]]). Cuando con un
espiritualismo excesivo, el espíritu humano, al modelar valores culturales, olvida demasiado
su vinculación al ser total del hombre, este exclusivismo se traduce en formas defectuosas
de la vida de la cultura. Una filosofía de la vida ([[Brugger:Vida [Filosofía de la]|Vida
[Filosofía de la]]]) unilateral concluiría de ello el derecho a proscribir el «espíritu» con
recriminaciones fantásticamente exageradas teniéndolo como principio enemigo de la vida,
y viendo en él preferentemente la facultad de los conceptos (véase L. Klages, Der Geist als
Widersacher der Seele [El espíritu como adversario del alma]). En realidad, ocurre que el
alma humana espiritual es al mismo tiempo principio de la vida sensitiva (Alma,
[[Brugger:Alma y cuerpo [Relación entre]|Alma y cuerpo [Relación entre]]]). Con ello el
espíritu humano se exterioriza, por decirlo así, en lo vital, pone frente a sí su antítesis no
espiritual, pero no sólo como algo opuesto a lo espiritual, sino como campo de su actividad
y su expresión, unido por otra parte al ser total del hombre. Cuando lo sensible-vital se
sustrae a esta unidad del hombre entero para seguir únicamente su propia tendencia, actúa
de un modo destructor. Siendo el espíritu lo más elevado que hay en el hombre y principio
plasmador de todos los valores de la cultura y, sobrepujando, además, por su inmortalidad
el dominio entero de los valores terrenos, el cultivo adecuado de la vida espiritual será la
más noble tarea de la formación humana.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Alma
Dialéctica
Espíritu
Helenismo
Historia, filosofía de la
Ilustración
Marxismo
Pneuma
Teoría del conocimiento
– Autores
Bergson, Henri
Bloch, Ernst
Croce, Benedetto
Descartes, René(Cartesius)
Dilthey, Wilhelm
Feuerbach, Ludwig
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Humboldt, Karl Wilhelm von
Joaquín de Fiore
Nietzsche, Friedrich
Ricoeur, Paul
Espiritualismo
Relacionado con...
– Conceptos
Espiritualismo
Filosofía latinoamericana
Esquema
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Esquema
– Autores
Popper, Karl Raimund
Estadística
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Probabilidad
Estadística moral
Bibliografía
Estado
Por consiguiente, lo que, encogidos dentro de las ideas del siglo xix, solíamos decir del
«Estado» desde el punto de vista filosófico, hoy hemos de extenderlo a una multitud de
cosas. Cada una de ellas es «res publica», pero únicamente su conjunto total constituye la
«res publica». Según esto, en lo que sigue no entendemos por «Estado» el moderno Estado
nacional, sino la «res publica», la comunidad pública que en cada caso proceda. El Estado
es «comunidad de personas» e «institución»; en cuanto comunidad de personas es a la vez
soberano y social. Cuanto más se destaca el aspecto institucional del Estado (burocracia)
tanto más inevitable es acentuar el aserto: «Nosotros somos el Estado.» — Los Estados
pueden venir a la existencia de muy diversas maneras. De la creación de un Estado en
concreto, debida siempre a la libre actuación humana (de los poderosos solos o de todos los
interesados), hay que distinguir la necesidad fundada en la naturaleza del hombre que lleva
a la formación del Estado en abstracto (no de «este» estado). Por último, siempre hay
«intereses comunes» en torno a los cuales se forma una comunidad. Si se trata de intereses
esenciales para el hombre, es decir, absolutamente necesarios para una vida
verdaderamente humana, la pertenencia a la comunidad no queda a la libre decisión del
individuo, sino que la comunidad se impone a él con fuerza obligatoria. De esta forma son
innecesarios elcontrato social en el sentido de Rousseau y el contrato de sumisión en el
sentido de Hobbes. Los mismos intereses comunes le ordenan conducirse de acuerdo con
aquélla, es decir, orientar sus acciones en conformidad con ella y con su bien común. En esto
se funda la autoridad de la comunidad sobre sus miembros. En cuanto que no se deriva de
ninguna comunidad terrena superior, esta autoridad tiene sus raíces en la necesidad objetiva
señalada por el orden creado; de ahí que, en este sentido, provenga «inmediatamente de
Dios» y forme la soberanía. El modo de constituirse la autoridad en el Estado da lugar a las
diversas formas de gobierno (monarquía, aristocracia, democracia y dictadura, ya de un
individuo, ya de un grupo o clase).
Las ciencias cuyo objeto toca directamente al Estado, como la hacienda pública, o es dirigido
decisivamente por él, como la economía nacional, se agrupan bajo el nombre de ciencias del
Estado. Lapolitología intenta esclarecer científicamente cómo funcionan el Estado y sus
órganos y cómo pueden contribuir en ello los ciudadanos del mismo.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Anarquismo
Buen salvaje
Caos
Estado
Estado de naturaleza
Historia, filosofía de la
Ideología
Leviatán
Liberalismo
Locura
Teoría del conocimiento
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Hobbes, Thomas
Locke, John
Maquiavelo, Nicolás
Marx, Karl
Platón
Rousseau, Jean-Jacques
Estética
Término acuñado por vez primera por Baumgarlen (1750). Derivado etimológicamente del
griego ???????? (= percepción sensorial) significa en primer lugar la ciencia de la percepción
propia de los sentidos, en oposición a la del conocimiento intelectual. Kant tiene también
presente esta acepción cuando en su «Crítica de la razón pura» intitula «Estética
trascendental» la primera parte de la doctrina elemental trascendental, Baumgarten, sin
embargo, señaló ya como fin de la estética la perfección del conocimiento sensorial como tal
en el cual reside la belleza. Aquí se encuentra la peculiar acepción del término estética, al
que Schiller principalmente dio carta de ciudadanía. En este sentido, estética es la ciencia
de lo bello, cuyo núcleo viene constituido por la doctrina filosófica sobre la belleza (estética
filosófica). Tratamos aquí de esta doctrina, la cual tiene sus raíces en la parte de la ontología
dedicada a los trascendentales, en cuyo número debe contarse lo bello. No se puede
identificar pura y simplemente la estética filosófica con la filosofía del arte; pues, partiendo
de lo bello en general, abarca tanto la belleza artística, como la natural, si bien la primera
constituye su objeto principal y polariza la mayor parte de sus esfuerzos.
Cabría objetar a una estética filosófica que lo bello (Belleza) se experimenta por el gusto o
sentimiento estético, sustrayéndose, por lo tanto, a la filosofía. Tal opinión es harto
discutible. Sentimiento no significa que lo bello sea algo puramente subjetivo, sentimental,
que no admite disputa; por el contrario, la belleza existe en la realidad. El gusto no se le
contrapone como una vivencia enteramente irracional, pues del mismo modo que lo bello
entraña estructuras ontológicas, también el gusto estético está penetrado por factores
racionales. De ahí que los conceptos filosóficos puedan abarcar a ambos sin violentarlos. No
obstante, lo bello encuentra ante todo su respuesta plena y adecuada en la integridad de la
vivencia estética, no en el concepto, porque, aun perteneciendo por completo a la esfera del
ser, no se agota en el ente conceptualmente aprehendido, sino que añade un nuevo
trascendental. Es el hombre entero quien vibra de manera análoga a como se armonizan
también en lo bello todos los aspectos del ente. Especialmente la forma sensible, que las más
de las veces reviste la belleza para nosotros, exige la participación de percepción sensorial;
por eso se justifica el nombre de «estética». Los múltiples elementos cuya necesaria
colaboración requiere la belleza perfecta, confieren a ésta un carácter excepcional que afecta
también al gusto estético perfecto.
Bibliografía
Bibliografía
Platón Banquete
Plotino Enéadas 1, 6, y 5, 8
San Alberto Magno Comentario al libro «De divinis nomininibus»: De pulchro et bono
Santo Tomás de Aquino Summa theologiae I q. 5 a. ad 1
I q. 39 a. 8
II-I q. 27 a. 1 ad 3
A. Baumgarten Aesthetica 2 vols., 1750-1758
I. Kant Kritik der Urteilskraft 1.a parte
G. Hergel Vorlesungen über die Ästhetik Jubiläumsausgabe t. 12-14, 1927-1928
G. Schulemann Ästhetik, 1930
A. Dyroff Ästhetik des tätigen Geistes 2 vols., 1948
O Külpe Grundlagen der Ästhetik (edit. por S. Behn), 1921
J. Volkelt System der Ästhetik, 21925-1927
J. Maritain Creative Intuition in Art und Poetry Nueva York, 1953
H. Kuhn Wesen und Wirkung des Kunstwerks, 1960
F. Piemontese Problemi di Filosofia del arte Turín, 1962
Ét. Gilson Introduction aux Arts du Beau París, 1963
N. Petruzzellis Filosofía del Arte Napóles , 31964
D. v. Hildebrand Ästhetik (en Obras Completas v. V)
L. Pareyson I problemi dell'Estetica Milán , 21966
O. Külpe Grundlagen der Ästhetik, 1921
J. Volkelt System der Ästhetik, 21925-1927
A. Baumgarten I. Kant G. Hegel ->a)
B. Croce Estética como ciencia de la expresión, 1912
del mismo Breviario de estética, 1938
N. Hartmann Ästhetik, 1953
G. Lukács Estética 4 vols. Grijalbo Barcelona, 1967
para esta obra véase R. Gutiérrez Girador La estética de Georg Lukács en «Ínsula», 211
(1964) 3
E. Grassi Geschichte der Ästhetik I, 1962
F.J. Kovach Die Ästhetik des Thomas von Aquin, 1961
W. Gruber Vom Wesen des Kunstwerks nach M. Heidegger Graz, 1956
M. Menéndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, 1946-1947 (tomos i-v de la
ed. nacional de Obras completas)
A. Ruiz Díaz La estética griega en «Philosophia», 20-21 (1955) 11-30
E. de Bruyne Historia de la estética 2 vols BAC Madrid, 1963
H. Lützeler Einführung in die Philosophie der Kunst, 1934
W. Henckmann Einführung in die philosophische Ästhetik, 1974
L. Farré Estética, 1950
F. Mirabent Vilaplana Estudios estéticos y otros ensayos filosóficos 2 vols CSEC, 1958
A. Hauser Historia social de la Literatura y el Arte, 2 vols Madrid, 1962
A. Álvarez Villar Filosofía del arte Morata Madrid, 1968
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Bello
Estética
Experiencia estética
Filosofía del arte
Sentimiento estético
– Autores
Croce, Benedetto
Eco, Umberto
Platón
Schiller, Friedrich
Schlegel, August W.
Estoicismo
Denomínase así la filosofía de una escuela grecorromana que se extiende desde año 300 a.
de J.C. al 200 d. de J. C, y tomó su nombre del pórtico (????) de Atenas que era utilizado
como lugar de reunión. Suelen distinguirse el estoicismo antiguo (Zenón, Cleantes, Crisipo),
el medio (Panecio, Posidonio) y el tardío (Séneca, Epicteto, Marco Aurelio). El estoicismo
reúne doctrinas de los antiguos filósofos con pensamientos de Platón y Aristóteles; deja oír
una nueva moral y un nuevo modo de pensar que repercute especialmente en la ética. De las
tres partes de su filosofía: lógica, física, ética, ésta ocupa el lugar más elevado. El ideal lo
constituye el sabio que vive conforme a la naturaleza, domina los afectos, soporta sereno el
sufrimiento y se contenta con virtud como única fuente de felicidad (eudaimonía). Por lo
que respecta a las cuestiones metafísicas, el estoicismo en general profesa de manera
predominante un panteísmo materialista. Dios es una especie de alma del mundo; lleva en
sí los gérmenes o fuerzas seminales (????? ???????????) de toda la evolución, de suerte que
la totalidad del acontecer aparece regido por un plan y como efecto de la providencia; sin
embargo, la libertad queda excluida (fatalismo). El estoicismo es menos una filosofía de gran
trazado sistemático que una dirección de intenso matiz vital; pretende, como sucedáneo de
la religión, proporcionar al hombre educación y un asidero para el alma. Ello condiciona
también consideración detallada de las virtudes particulares y la actitud pedagógicamente
exhortativa que adoptan los escritos de los estoicos. Características son las doctrinas de la
igualdad de los hombres y un cierto cosmopolitismo. Los Padres Iglesia cristiana aceptaron
muchas ideas y distinciones estoicas, pero eliminando de ellas el orgullo moralista de la
virtud y la valoración demasiado negativa de los afectos. [[[Brugger:45|45]]-46, 52].
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Estoicismo
– Autores
Cleantes
Crisipo
Epicteto
Marco Aurelio
Séneca
Zenón de Citio
Estructura
El estructuralismo ha alcanzado una significación que va más allá del interés de las ciencias
mencionadas y lo ha hecho a través de una serie de postulados en los que aparece una
interpretación filosófica de sentido, como sucede, p. ej., con el postulado de la igualdad de
valor de las culturas, según el cual la historia no se entiende como ascensión hacia la
perfección del ser humano, sino como una variación del tema de la sociedad y de la forma
de existencia humanas. Otro postulado es el de la irreductibilidad de los diversos niveles de
la vida social. Así, el arte, la política, la religión, la economía, etc., no pueden reducirse unos
a otros, pero forman juntos en sus relaciones recíprocas la estructura de la sociedad.
Asimismo se hace notar una tendencia a superar el dualismo de espíritu-materia y de sus
derivados, como base y superestructura, teoría y praxis, pensamiento y lenguaje. En todo
ello sólo se llega a una reducción del hombre a un mero punto de cruce de estructuras
sociales, cuando se establece en forma absoluta el método científico del estructuralismo.
Bibliografía
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Antropología cultural
Antropología filosófica
Cerebro, el
Estructuralismo
Lingüística
Lógica
Mito
Número
Tiempo
– Autores
Aristóteles
Heidegger, Martin
Lévi-Strauss, Claude
McLuhan, Herbert Marshall
Platón
Saint-Simon, conde de
Wittgenstein, Ludwig
Eternidad
Entiéndese por eternidad la duración de un ser que excluye todo comienzo, fin, mutación o
sucesión. Boecio la define como «posesión total, simultánea y perfecta de una vida
interminable»: Conviene únicamente a Dios. — No permite ninguna verdadera comparación
con los acontecimientos temporales a los que en sentido propio no precede, acompaña ni
sigue. Dios está presente en todos los tiempos y cosas, en cuanto que las conserva. Las
distinciones de tiempos que predicamos de su actividad externa, tomadas en sentido preciso,
valen sólo del devenir de las cosas producido por Dios. «Dios juzgará al mundo», significa
«El mundo será juzgado por Dios». — La escolástica denomina aevum la duración propia de
los espíritus puros. Puede tener principio; excluye una substancial mutación de esencia, que
siempre está fundada en la materia; pero no el cambio accidental. Cuestión discutida es la
de si el pensar y el querer de un espíritu puro muestran sucesión real. Cuando se le atribuye,
se niega, con todo, la continuidad de la misma. Las verdades abstractas, así como la
posibilidad de las cosas, no son eternas, sino intemporales, es decir, valen
independientemente de cualquier tiempo, no están ligadas en su realización a uno
determinado.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Eternidad
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
Ética
Numerosos sistemas éticos, de los que en cada caso sólo mencionaremos un representante
principal a guisa de ejemplo, intentan elaborar y explicar la peculiaridad del bien moral, en
especial de la obligaciónmoral. El amoralismo, bajo sus distintas variantes, niega la entidad
propia de lo ético y reduce la conciencia del deber a hechos puramente extramorales: al
mandato de otro, unido con una amenaza de castigo (Positivismomoral y Ética analítica del
lenguaje, Schlick); a mecanismos psicológicos, en especial la angustia inconsciente y la
privación de amor (psicologismo, Freud); a leyes que pueden explicarse por entero en forma
sociológica (sociologismo, Durkheim). Bajo cierto aspecto también ha de incluirse aquí la
moral de los señores de Nietzsche, por cuanto ésta no impone al hombre-señor ninguna
limitación de la voluntad de poder y del propio desarrollo vital, por más que Nietzsche en
la transformación de todos los valores reconozca ciertos ideales «más allá del bien y del
mal». Para el eudemonismo la aspiración a la propia felicidad es el criterio de la acción
moral. Esta felicidad se cifra ora en el agrado (Hedonismo, Epicuro), ora en la utilidad v en
el propio interés (utilitarismo, J. St. Mill), ora en la consumación racional de la aspiración
humana a la felicidad (eudemonismo racional, Aristóteles), ora en un premio del más
allá (eudemonismo escatológico, moral de retribución). En estos sistemas eudemonistas de
la ética se expresan motivos justificados: para determinar el contenido del deber han de
tenerse en cuenta las disposiciones y tendencias concebidas teleológicamente, las cuales
apuntan a la consumación del hombre y a su felicidad; también el bien moral ha de ser un
bien, es decir, algo que el hombre pueda apetecer; la acción moral merece un premio, que,
como motivo, puede apoyar la decisión moral. No obstante, en el eudemonismo no se capta
plenamente la peculiaridad de lo moral: una acción no es moralmente valiosa porque
conduce a la felicidad, sino que, más bien, el valor moral exige reconocimiento por sí mismo.
— También el eudemonismo social (Bentham) cuya máxima de obligación moral es la
felicidad de los otros o la mayor felicidad para el mayor número de hombres, lleva inherentes
serios reparos. El origen de la obligación moral ha de buscarse, más bien, en el núcleo
espiritual de la persona, en la esencia de la libertad misma, pero no en la libertad como
indeterminación de la arbitrariedad (Sartre), sino en ella en tanto implica una
determinación de la razón. Así cree Kant haber encontrado en el imperativo categórico una
ley general en la que la razón determina la acción puramente por sí misma. Pero la ética
kantiana del deber conduce al formalismo, pues Kant funda la moralidad en la mera
universalidad de la ley y no desde el bien, hacia el cual se orienta la ley general. Cierto que
el valor moral implica la necesidad de seguir como regla de la acción aquella ley que lleva en
sí la razón como razón (y no en tanto ella es usada para conseguir fines puestos por sí
misma). Pero en todo esto la razón se experimenta como «percipiente» y orientada al ser y
su perfección, así como a un ser existente que contiene en sí la plenitud del valor. Por eso la
razón es capaz de conocer la valiosidad y la teleologíaobjetiva de hechos moralmente
importantes del mundo empírico (posibilidad del valor, necesidad del valor) y de imponerlas
en forma obligatoria a la acción como sentido que debe realizarse. En tanto el hombre, como
ser espiritual, es imagen de Dios, y en tanto su razón finita subjetiva es una participación de
la razón infinita de Dios, hay un orden moral que vale por igual para todos los hombres y
obliga de manera general. Sin embargo, las diferencias individuales y sociales especializan e
individualizan estos deberes en cuanto al contenido. No puede haber una doble moral, p. ej.,
para el hombre privado y el político, para el hombre y la mujer, para determinados estratos
y clases, como si ciertas personas y ciertos grupos de personas estuvieran exentos de la ley
moral general (fidelidad, integridad, justicia); pero sí hemos de afirmar que en determinadas
situaciones la ley moral experimenta una aplicación especial.
Bibliografía
Bibliografía
K. Rahner Situationsethik und Sündenmystik en «Stimmen der Zeit» 145 (1949-1950) 330-
342
del mismo Visión ecuménica de la «ética de situación» en Escritos de Teología, Taurus,
Madrid 1969, VI, p. 527-535
R. Egenter Kasuistik als christliche Situationsethik en «Münchener Theologische
Zeitschrift», 1 (1950) 54-65
G. Bredow Sittlicher Wert und Kealwert, 1947
J. Fuchs Situation und Entscheidung. Grundfragen christlicher Situationsethik, 1952
D. von Hildebrand Wahre Sittlichkeit und Situationsethik, 1957
A. Parego L'etica delle situazioni, 1958
J.I. Alcorta El existencialismo en su aspecto ético, 1955
B. Schüller Die Begründung sittlicher Urteile, 1973
E. Michel Der Partner Gottes, 1946
del mismo Der Prozess «Gesellschaft contra Person», 1954
M. Alcalá La ética de situación y Th. Steinbüchel CSIC Barcelona, 1963
L. Cencillo Ética de los valores contra ética de la situación en «Pensamiento», 11 (1955) 67-
76
S. Álvarez Turienzo La moral de situación y el puesto de la razón en la ética en «Ciudad de
Dios», 181 (1968) 228-261
Ética social
El orden social como tal es un orden jurídico (Derecho); de ahí que sus normas esenciales
sean normas jurídicas, y sus deberes esenciales, deberes jurídicos; intervienen aquí todas las
clases de justicia, exceptuando sólo la justicia conmutativa que pertenece exclusivamente a
la ética individual. No obstante, ocupa también su lugar el amor, la sincera benevolencia con
que los miembros se alegran mutuamente de su posición y participación en el bien común,
de su bienestar «en» el todo, lo desean y aun, rebasando lo debido en justicia, lo
fomentan (caritas socialis: amor al bien común).
Bibliografía
Bibliografía
Evidencia
Evidencia designa, por una parte, la clara ostensión, revelación o iluminación que
un hecho presenta por sí mismo; y, por otra, la «visión» espiritual que acompaña a esto.
Ambas dimensiones son correlativas y por eso no pueden separarse entre sí. Las
expresiones evidencia objetiva y evidencia subjetiva pueden suscitar tergiversaciones, como
si se tratara de sucesos separables entre sí. Lo significado en tales expresiones es: «evidencia
considerada desde el objeto» y «evidencia considerada desde el sujeto». La expresión
«evidencia subjetiva» con frecuencia se usa también en el sentido de una evidencia
meramente aparente, de un mero sentimiento de evidencia o certeza. Evidencia en sentido
estricto (1), la única que en muchos recibe tal nombre, es la inmediata, el mostrarse del
hecho en sí mismo, aquello que Husserl llama «lo dado originariamente por sí mismo». Si
la evidencia (2) se establece como criterio general de verdad, también ha de considerarse
como evidencia la evidencia mediata, es decir, la ostensión de un hecho a través de otro; en
este caso, entre lo dado primeramente, el medio de conocimiento y el objeto que ha de
conocerse, tiene que haber una conexión necesaria y cognoscible (puesto el medio de
conocimiento, entonces se da también el objeto). El medio de conocimiento puede ser un
hecho a partir del cual se conoce otro por raciocinio, o también el testimonio fidedigno de
una persona (fe). Si muchos no designan como evidencia esta última posibilidad, se debe a
que sólo se reconoce como evidencia (3) una fundamentación que induce al asentimiento
también psicológicamente. Sobre esto, así como sobre la distinción entre evidencia
absoluta e hipotética (física o moral), certeza.
Cuando la evidencia se designa como criterio de verdad, esto en el fondo no significa sino
que la verdad encuentra su medida en el ente mismo, el cual, sin embargo, para poder ser
medido, ha de mostrarse con suficiente claridad, es decir, en forma tal que pueda
distinguirse de otro. La objeción de que para cerciorarse sobre la «claridad suficiente» se
requiere de nuevo otro criterio, se resuelve por la distinción entre la medida auténtica de la
verdad y las condiciones bajo las cuales algo puede ser medida de la verdad. En relación con
estas condiciones se requiere en el sujeto un juicio razonable y desinteresado, el cual
frecuentemente se impone por sí mismo y excluye toda duda racional, pero en otros casos
exige una comprobación cuidadosa, cuya ausencia puede conducir a juicios precipitados y
erróneos. Con ello no se suprime la posibilidad de una auténtica evidencia, se confirma
solamente el hecho conocido de que para nosotros los hombres no hay ningún «criterio de
verdad» que excluya todo error sin ningún esfuerzo propio.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Conocimiento, fuentes del
Evolución
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Biología, filosofía de la
Caos, teoría del
Cultura
Darwinismo social
Duración
Evolucionismo y neoevolucionismo cultural
Evolución
Inconsciente colectivo
Lamarckismo
Meme
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Neolamarckismo
Origen de la vida
Tiempo, flecha del
Vida
– Autores
Bergson, Henri
Darwin, Charles
Haeckel, Ernst
Lamarck, Jean Baptiste
Spencer, Herbert
Existencia
Uno de los dos momentos fundamentales que junto con el otro, la esencia, caracteriza a todo
ente. Mientras la esencia dice «lo que» la cosa es, la existencia expresa «que» la cosa es. La
existencia de una cosa no consiste en que ésta sea sólo pensada o imaginada, sino en que,
con independencia de dichos actos, esté simplemente en sí y de por sí ahí, en la realidad. Por
eso nos encontramos con ella, nos afecta pasivamente, experimentamos su resistencia,
hemos de contar con su peculiaridad pre-dada y no podemos proceder con ella
ilimitadamente a nuestro antojo como con lo meramente pensado. Aunque la conciencia
ingenua tiende con reiteración a considerar real sólo lo especialmente visible, esta cualidad
no pertenece a la esencia de la existencia, pues en nuestros actos y en nuestro yo
experimentamos un existente que existe realmente, pero no de manera visible-espacial: la
realidad espiritual. Con todo, nuestra vida interior muéstrase como un existente inscrito en
el tiempo y experimentable en esta forma. Sin embargo, tampoco el ser — temporalmente —
experimentable pertenece a la esencia de la existencia, ya que Dios, absolutamente
supratemporal y fuera de toda experiencia, existe con mayor intensidad que todo lo demás,
y por eso el Aquinate lo caracteriza como el existente simplemente (no de manera finita).
Bibliografía
– Conceptos
Alienación
Analítica trascendental
Antrópico, principio
Atomismo
Cinco vías
Cultura
Dialéctica trascendental
Dios, pruebas de la existencia de
Evolución
Existencia
Existencialismo
Existenz
Filosofía de la existencia
Filosofía latinoamericana
Kant: ética de
Mental
Mente - cuerpo, relación
Optimismo
Origen de la vida
Otro, el
Percepción
Realismo
Ser
Teísmo
Tiempo
Vacío
– Autores
Descartes, René(Cartesius)
Heidegger, Martin
Jaspers, Karl
Locke, John
Platón
Sartre, Jean-Paul
Searle, John
Existencialismo
El romanticismo prepara el camino a dicha filosofía, en tanto que ordena colocar al hombre
en su existencia concreta, hace penetrar en él la abundancia del ser y despierta también el
sentido de la indeducibilidad de lo histórico. El Schelling de la última época perfila las
cuestiones con mayor agudeza: el problema de la existencia, rebasando las fronteras de la
necesidad lógica de lo universal, apunta a la libertad y, allende la mera razón, exige como
origen la voluntad: «El ser primordial es volición».
Corrientes afines llevan más allá el esbozo de Kierkegaard. Con él la filosofía de la vida
([[Brugger:Vida [Filosofía de la]|Vida [Filosofía de la]]]) quiere salvar a ésta en su profusión
y profundidad concretas de la violencia por parte de todo concepto universal; la vida se abre
sólo a la comprensión pre o suprarracional, v.gr.: al instinto (Nietzsche) o a la
intuición (Bergson). Añádese la hermenéutica (interpretación) de lo histórico (Dilthey), lo
cual en su irreiteracíón no puede explicarse por conceptos y leyes universales, sino que
únicamente cabe comprenderlo interpretando su sentido (Comprender). Afín a este método
es la fenomenología de Husserl, con su intuición de la esencia, en tanto que lleva a cabo una
interpretación de los datos interiores desde ellos mismos; en el Scheler de los últimos años
la fenomenología se aproxima a la filosofía de la vida, con lo que el impulso vital, de
importancia central ya para Nietzsche y (en distinto sentido) para Bergson, avanza de nuevo
hasta el primer plano.
El polo opuesto, en cierto modo, lo constituye Marcel, que ha llegado a sus ideas
fundamentales independientemente de Kierkegaard y de la filosofía existencial alemana.
También él investiga el misterio de la persona humana y de su libertad. Al elucidarse su
situación concreta el hombre aparece, primero, como fracturado y segregado de la propia
vida. Sin embargo, la encuentra encontrándose con ello a sí mismo, al rebasarse, mediante
el recogimiento y la fidelidad, en dirección hacia la trascendencia y apoyarse así en el «tú»
divino. De esta manera, la existencia queda caracterizada, en Marcel, más por la esperanza
y la adoración que por la angustia y el cuidado.
Bibliografía
Bibliografía
antigua)
A. Brunner La Personne incarnée, 1947
Ét. Gilson El ser y la esencia, 1951
J. Möler Existenzial-philosophie und katholische Theologie, 1952
M. Müller Existenzphilosophie im geistigen Leben der Gegenwart , 31964
J. Lotz Sein und Existenz, 1965
Sobre Heidegger H. Lübbe Bibliographie der Heidegger-Literatur, 1917-1955 en
«Zeitschrift für PhiJosophiche Forschung» 11 (1957) 401-452
O. Pöggeler Der Denkweg M. Heideggers Pfullingen, 1963
M. Kanthack Das Denken M. Heideggers, 1959
V. Vycinas Earth and Gods La Haya, 1961
A. Chapelle L'Ontologie phénoménologique de Heidegger París, 1962
W. Richardson Heidegger, through Phenomenology to Thought La Haya, 1963
A. Rosales Transzendenz und Differenz La Haya 1970 (la diferencia ontológica en el primer
Heidegger).
Sobre Jaspers B. Welte Der philosophische Glaube bei Karl Jaspers und die Möglichkeit
seiner Deutung durch die thomistische Philosophie en «Symposion», ii, 1949
J. Wahl La théorie de la vérité dans la philosophie de Jaspers París, 1953
L. Armbruster Objekt und Transzendenz bei Jaspers Innsbruck, 1957
P.A. Schilpp (editor) Karl Jaspers, 1957
X. Tilliette K. Jaspers París, 1960
Sobre Sartre R. Troisfontaines Le choix de J.P. Sartre, 1945 (trad. cast. 1950), [del mismo: El
existencialismo de J.P. Sartre]
H. Kuhn Begegnung mit dem Nichts, 1950
J. Ell Der Existentialismus, 1955
J. Möller Absurdes sein? Eine Auseinander-setzung mit der Ontologie J.P. Sartres, 1959
Sobre Merleau-Ponty A. de Waelhens Une philosophie de l'ambiguïté Lovaina, 1951
R.C. Kwant The Phenomenological Philosophy of Merrleau-Ponty Lovaina, 1963
Sobre Marcel Ét. Gilson Existentialisme chrétien: Gabriel Marcel, 1947
A. Weiglein Die Situation der Menseben bei dem französen Philosophen der Existenz,
Gabriel Marcel, 1950
F. Hoefeld Der christliche Existenzialismus G. Marcels Zurich, 1956
O.F. Bollnow Filosofía de la existencia, 1954
del mismo Neue Geborgenheit. Das Problem einer Überwindung des Existentialismus, 1955
E. Mounier Introducción a los existencialismos, 1951]
J. Hommes Zwiespältiges Dasein. Die existenziale Ontologie von Hegel bis Heidegger, 1953
G. Siewerth Das Schicksal der Metaphysik von Thomas zu Heidegger, 1959
R. Jolivet Las doctrinas existencialistas Gredos Madrid , 31960
del mismo Introducción a Kierkegaard, 1951
A. Delp Existencia trágica, 1942
H. Pfeil Existencialismo Fax Madrid, 1964
J. Lotz Existenzphilosophie und Christentum (Studentenwerk München) , 21951
[A. González Álvarez El tema de Dios en la filosofía existencial, 1945
Véase amplia
Bibliografía
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Existencialismo
Filosofía latinoamericana
– Autores
Sartre, Jean-Paul
Experiencia
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Antinomias kantianas
Causalidad
Conocimiento, clases de
Conocimiento, origen del
Dialéctica trascendental
Empirismo
Espacio
Estética trascendental
Ideas innatas
Inducción, problema de la
Kant: los postulados del pensar empírico en general
Kant: ética de
Percepción
Sentimiento
Teoría del conocimiento
Tiempo, cultura y ciencia
– Autores
Gadamer, Hans Georg
Hume, David
Kant, Immanuel
Locke, John
Platón
Russell, Bertrand
Expiación
(satisfacción) es la reparación que la esencia y la fuerza del orden moral exigen ante el
hombre, la sociedad y sobre todo ante Dios por la comisión de un pecado o culpa, así como
también por sus consecuencias. La expiación consiste, primero, en el interno apartamiento
del hecho malo y de la intención perversa por el arrepentimiento verdadero, el pesar sincero,
la retractación formal de la ofensa inferida a Dios o al prójimo, manifestada con adecuados
signos exteriores y, luego, en la disposición para reparar en lo posible los daños
ocasionados (reparación; en sentido estricto: restitución) y especialmente, para aceptar el
castigo merecido. No se satisface, pues, todavía a Dios y a su santa voluntad legisladora ni a
la comunidad si el culpable se limita a empezar una nueva vida moral: debe reparar también
el mal causado. La expiación se convierte así en un deber moral de honor, por el que el
hombre se pone de nuevo en buena relación con Dios y la sociedad y restablece su propia
honra. — El castigo impuesto por el Estado sirve ante todo para asegurar el bien público y,
en la medida de lo posible, para corregir; sin embargo, todo castigo presupone una culpa
libre y pasa a ser una expiación enderezada al bien común que, como tal, el culpable debe
aceptar también. — El sacrificio expiatorio está dirigido a expiar ante Dios la culpa
cometida; en él, según una extendida teoría del sacrificio, el hombre manifiesta mediante la
destrucción de la víctima que ante Dios ha perdido el derecho a la vida. La aceptación de la
prestación expiatoria por otra persona que esté en paz con Dios, aceptación que no hace
superfluo el cambio personal de disposición anímica, lleva a la idea de salvación.
Bibliografía
Explicar
Cuando la ciencia natural intenta «explicar» también los principios de su explicación, llega
a sus fronteras y se convierte en filosofía natural, la cual está obligada a reducir lo que es
conocido a lo desconocido, pero necesario (como condición de la posibilidad de lo conocido).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Atomismo
Catástrofes, teoría de las
Darwinismo social
Sociobiología
– Autores
Platón
Expresión
K. Bühler ha resumido los trabajos anteriores a él, desarrollando, además, una amplia y
sistemática teoría de la expresión.
Las formas de expresión revisten importancia filosófica porque dan a entender la estrecha
vinculación existente entre cuerpo y alma ([[Brugger:Alma y cuerpo [Relación entre]|Alma
y cuerpo [Relación entre]]]), así como el hecho y estructura de la naturaleza social del
hombre, pues el sentido último de la expresión es evidentemente el de servir de
manifestación de la vivencia interna para otros. El irresistible impulso del hombre a expresar
patente y simbólicamente lo psíquico mediante el cuerpo y sus movimientos se funda no sólo
en la esfera biológico-instintiva de su esencia, sino también en la naturaleza de su espíritu
unido al cuerpo. Inversamente, el cultivo o abandono de las formas expresivas de lo anímico,
su autenticidad o degeneración en lo falso o meramente formalista, refluyen también y son
de gran importancia en la estructuración y curso de la misma vida psíquica consciente.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Deseo
Feminismo
Filosofía del arte
Hermenéutica
Logocentrismo
Lógica
Lógica, historia de la
Sentido común
Voluntad de poder
– Autores
Derrida, Jacques
Heidegger, Martin
Reich, Wilhelm
Falsedad
Bibliografía
Lotz-De Vries Die Welt des Menschen, 21951 p. 30 (trad. cast.: El mundo del hombre, 1954)
J. de Vries Denken und Sein, 1937 p. 46-50 (trad. cast.: Pensar y ser41963)
Relacionado con...
– Conceptos
Lógica
Modalidades aléticas
Familia
Del derecho de los padres dimana la autoridad de todos los demás educadores. En la esfera
de la religión revelada los padres son al mismo tiempo mandatarios de la Iglesia de Cristo.
Dentro de la familia no ocupa el primer lugar, como en la vida del Estado, el derecho riguroso
y, dado el caso, exigido coactivamente, sino que predomina la obligación más suave de
la piedad. — Los hijos deben a los padres veneración, amor y obediencia; pero esta última
únicamente mientras vivan bajo la autoridad paterna y vinculados a la comunidad
doméstica. El primado de la autoridad corresponde al padre: sin embargo, la madre posee
también verdaderos derechos educativos.
Bibliografía
– Autores
Engels, Friedrich
Marx, Karl
Platón
Stein, Edith
Fantasía
La fantasía desempeña su papel más importante como fantasía creadora al servicio del
pensar productivo, en las «inspiraciones» de orden científico, artístico, técnico, religioso,
etc. Todo pensar innovador requiere en el hombre de manera natural el auxilio de la
imaginación con sus representaciones del fin y su inventiva libertad de movimientos.
Tendencias determinantes procedentes de la conciencia del tema, levantan de múltiples
maneras en las proximidades de la conciencia complejos representativos acomodados a él,
haciéndolos así más fácilmente reproducibles. Al combinarse tales complejos, esquemas
anticipadores de soluciones y nuevos conocimientos surge, en una «complementación de
complejos» a menudo casi repentina, un contenido cognoscitivo, insospechado y nuevo.
Evidentemente la «ocurrencia» así «inspirada» debe ser luego examinada por el pensar
lógico de relación, porque en el juego de la fantasía lo irracional puede producir tanto
resultados defectuosos como geniales. — Si una fantasía exuberante indisciplinada es de
escaso valor en el conjunto de la personalidad, el fomento continuo y prudente de una
fantasía rica y sana, tanto psicológica como éticamente, es valioso e importante para todo
desarrollo espiritual.
Bibliografía
J. Fröbes Lehrbuch der experimentellen Psychologie ii' , 31929 p. 216-232, 530-548, donde
se encontrará copiosa
Bibliografía
Fe
Las palabras «fe» y «creer», derivados de los vocablos latinos fides y credere, se emplearon
también desde un principio para traducir los conceptos bíblicos expresados por dichos
vocablos, los cuales son a su vez versión latina de los griegos ?????? y ?????????. Así fe (1)
significa en el Nuevo Testamento el sí universal — posibilitado por la gracia divina— del
hombre a Dios, que se revela en Cristo, la total entrega personal de sí mismo. Concretamente
la expresión «creer en Cristo» significa con frecuencia el seguimiento confiado, obediente,
amoroso del hombre entero. En esta totalidad de actitud personal sin duda es fundamental
el sí al propio testimonio de Cristo, la fe (2) en el sentido estricto de asentimiento del
entendimiento. Y su objeto primero no son cualesquiera proposiciones de fe, sino Cristo
como el Hijo de Dios mismo, tal como se revela en su propio testimonio (Revelación). Con
el reconocimiento de Cristo como palabra de Dios en este mundo, viene dada también la
aceptación creyente de su mensaje acerca de Dios y del reino de Dios, la fe como
asentimiento firme — por la autoridad (verdad y veracidad) del Dios que revela — a las
verdades reveladas por Dios. La totalidad de estas verdades o proposiciones de fe se llama
asimismo fe (3) (fides quae creditur: la fe creída, en contraposición a la fides qua creditur: la
fe que cree). Si la Iglesia declara («define») en forma definitiva una proposición como verdad
de fe, entonces esa proposición se llama dogma. Del asentimiento mismo de fe ha de
distinguirse el conocimiento de los fundamentos de credibilidad, especialmente de los
fundamentos del hecho de la revelación. A través de tal conocimiento el hombre se cerciora
de que la razón puede responsabilizarse de la fe. Pero estos fundamentos no fuerzan a creer,
de otro modo la fe se trocaría en saber, ya no sería fe, es decir, entrega libre al Dios que se
revela.
Por tanto, la fe como decisión libre por Dios y su palabra es esencialmente diferente del
saber, que se produce necesariamente a través de razones o pruebas (Certeza). Sin embargo,
las doctrinas de fe y los contenidos del saber pueden coincidir en parte o también
contradecirse en apariencia. Así se llega al problema de fe y saber. Puesto que ambos alzan
la pretensión de verdad no es ninguna solución la afirmación de que son incomparables por
completo (dispares); y tampoco es ninguna solución la suposición de una doble verdad.
Doctrinas de fe que la teología explica científicamente y enunciados de las ciencias
«mundanas» pueden tener el mismo objeto, aunque la una y la otra acostumbran a
considerar este objeto bajo un aspecto diferente. Por eso mismo las contradicciones son en
general aparentes. Ante una contradicción real de las afirmaciones respectivas, hemos de
preguntar si no se han rebasado los límites, cosa que sin duda ha sucedido en el curso de la
historia tanto por parte de las ciencias mundanas como por parte de la teología.
Lo dicho ha de extenderse también a la fe (4) en sentido amplio, es decir, a toda persuasión
religiosa, aunque ésta no se apoye en la revelación de Dios por la palabra; también en este
sentido la fe sigue siendo una decisión libre y, por eso, moralmente importante. Aquí se
incluye también la llamada fe filosófica (Jaspers, Exístencialismo), e igualmente la «fe de la
razón», kantiana, que se apoya en los postulados de la razón práctica. Kant creía que tenía
que «suprimir el saber» para hacer sitio a esta «fe moral». Las más de las veces la teoría
kantiana ha sido entendida en el sentido de una fe irracional (5). Cierto que esta fe no es
«racional» en el sentido del conocimiento «objetivo» de Kant, el cual fuerza al asentimiento
(como hace el conocimiento de las matemáticas y las ciencias naturales). Lo que, dejando
esto de lado, significa positivamente tal fe, es una cuestión que parece no haberse esclarecido
suficientemente. Sin embargo, está fuera de duda que Kant no juzga con imparcialidad la
enseñanza acerca de Dios de la metafísica clásica. Esto tiene mayor validez aun hablando de
la filosofía de la religión de Schleiermacher y de su fe del sentimiento.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Averroísmo
Fe
Filosofía medieval
– Autores
Agustín de Hipona, san
Galilei, Galileo
Lutero, Martín
Felicidad
En la filosofía griega la felicidad es el fin último y supremo bien del hombre, lo que constituye
su verdadero sentido de la vida; por supuesto que, en general, sólo se tenía ante la vista la
realización imperfecta, terrenal de dicho bien supremo. Varias fueron las concepciones
acerca del contenido de la felicidad; se preguntaba si era el placer o la posesión de bienes
exteriores, o la virtud, o el conocimiento; si era don o destino concedido por los dioses o
fruto del propio esfuerzo. La definición más importante la dio Aristóteles en su Ética a
Nicómaco; según él, la ??????o??? consiste en la actividad del espíritu por el conocimiento
de la verdad, actividad que es conforme a su naturaleza y responde a su propia teleología. El
placer y la alegría son sólo un eco de la perfección obtenida. Fuera de eso, la actitud moral
virtuosa constituye un elemento esencial de la felicidad, la cual, por lo demás, es también
concebida únicamente dentro del ámbito terreno. San Agustín y santo Tomás aplicaron el
concepto de ??????o??? al fin consistente en la visión beatificante de Dios dado con
la revelación. El mero eudemonismo, que ve el fin de la vida humana únicamente en una
satisfacción concebida de manera no teleológica, es superado mediante el pensamiento de
la perfección interna de la personalidad, asequible solamente con la posesión de Dios por
conocimiento, amor, santidad perfecta y gozo; Precisando más, la doctrina cristiana
distingue una felicidad natural correspondiente a las capacidades y tendencias de la
naturaleza espiritual y otra sobrenatural que en el orden efectivo constituye por sí sola
el destino del hombre y consiste en la contemplación de Dios trino. Tal felicidad satisface
también el natural anhelo de bienaventuranza ínsito en el espíritu y no amengua el mérito
de su esfuerzo moral. Éste y su valor incondicionado quedan, por el contrario, mermados
con la negación de la inmortalidad y de la felicidad ultraterrena, que pertenecen
esencialmente a la personalidad espiritual y a la medula de una depurada concepción de la
vida.
Bibliografía
– Conceptos
Kant: ética de
Utilitarismo
– Autores
Epicuro
Guisán, Esperanza
Fenomenalismo
Bibliografía
Fenómeno
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Conciencia
Determinismo
Dialéctica trascendental
Estética trascendental
Kantismo
Mill, cánones de
Origen de la vida
Vida
Fenomenología
(término usado primeramente por Lambert para significar la «teoría de los fenómenos») es
en sentido amplio la ciencia de los fenómenos. No obstante, puesto que los objetos se nos
revelan en la conciencia, llámase fenomenología, en acepción estricta, la ciencia de los
fenómenos que se manifiestan en la conciencia. Como peculiar dirección filosófica, la
fenomenología fue fundada por E. Husserl. A fin de lograr una base inatacable para todas
las ciencias se sirvió del método fenomenológico. Éste empieza con una doble reducción:
la reducción eidética prescinde por lo pronto de la existencia del yo, de los actos
aprehensivos y de los objetos, considerando meramente la esencia (?????) de éstos en su
concreción íntegra. En la segunda, la reducción fenomenológica, es también «suspendida»
la independencia de estos contenidos con respecto a la conciencia. La fenomenología
considera sus objetos sólo «como» objetos (teoría del objeto), como correlativos de la
conciencia. Queda así la conciencia pura, pero que no está en modo alguno vacía.
Constituyen su estructura el «tener conciencia» (?ó???) y «lo tenido en la conciencia»
(?????). Lo «tenido en la conciencia» no se halla contenido en la volate como parte real, pero
es construido por ella como objeto. De ahí que el ?ó??? pueda ser aprehendido y descrito en
una inmediata intuición de la esencia (Wesensschau, Ideation). Por eso la filosofía ha de
definirse como una teoría puramente descriptiva de la esencia de las configuraciones
inmanentes de la conciencia. Puesto que todos los objetos de la experiencia están regulados
por las esencias a ellos subyacentes, a toda ciencia empírica corresponde una ciencia eidética
de la esencia u ontología regional. Todas las regiones (o esferas objetivas), empero, se
fundan por su parte en la conciencia pura y la ciencia que se subordina a ella, es la ciencia
«primera» o filosofía.
Bibliografía
Fuentes: [->191]
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Fenomenología
Filosofía latinoamericana
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Husserl, Edmund
Ricoeur, Paul
Sartre, Jean-Paul
Scheler, Max
Stein, Edith
Zubiri, Xavier
Fideísmo
Vocablo derivado del latino «fides»: fe; significa, pues, filosofía fundada en la fe. Este
término designa aquella doctrina según la cual las verdades metafísicas morales y religiosas
son inaccesibles a la razón y han de aprehenderse sólo mediante la fe. Si ésta se entiende
como fe basada en la autoridad, el fideísmo se identifica entonces con el tradicionalismo. Sin
embargo, con la palabra fideísmo caracterízanse generalmente aquellas corrientes que hacen
captar lo suprasensible por medio de una fe cimentada en el sentimiento. Así, la escuela
escocesa (Reid) invocaba para las verdades filosóficas fundamentales el instinto natural de
la razón humana común (common sense); Jacobi suponía un raro sentimiento
racional sobre cuya base afirmamos las verdades religiosas y
morales. Schleiermacher, fundaba toda religión en el «sentimiento de nula dependencia».
Este reducir la religión a una fe irracional, que encontró amplia difusión en la filosofía
protestante de la religión (Ritschl, A. Sabatier), intentó también ganar terreno en el ámbito
católico con el llamado modernismo. — Aproxímanse algo al fideísmo quienes defienden que
los primeros principios del pensamiento sólo pueden admitirse basándose en un acto de
confianza. — Contra el fideísmo ha de afirmarse: 1.°) que es falso su supuesto de una
imposibilidad por parte de nuestra razón para conocer lo suprasensible (Metafísica,
[[Brugger:Dios [Demostración de]|Dios [Demostración de]]]); 2.°) que establece un criterio
de verdad ([[Brugger:Verdad [Criterio de]|Verdad [Criterio de]]]) insuficiente, pues en
realidad sólo la evidencia puede, en definitiva, asegurar la verdad.
[[[Brugger:146|146]], 154, 168, 234, 253, 262].
Bibliografía
Filosofía
Su objeto puede perfilarse con mayor nitidez contraponiéndolo a las demás ciencias. Al igual
que éstas, la filosofía es también un saber por las causas, pero de índole enteramente
peculiar. Todas las otras ciencias son ciencias particulares, porque se limitan a un sector de
la realidad e investigan únicamente las razones últimas dentro de este círculo (relativas, por
lo tanto). La filosofía, en cambio, es una ciencia universal, porque abarca la totalidad de lo
real, y penetra hasta sus razones últimas o sea, hasta las razones absolutamente últimas. —
El punto de partida más íntimo de la filosofía lo constituye el hacer humano, única cosa
inmediatamente dada al hombre, en la que se le revela su yo y todo lo demás. Considerada
desde este ángulo, la filosofía entera se presenta como una interpretación de aquel hacer
humano llevada hasta sus más profundas raíces. En sentido amplio, es punto de partida del
filosofar cualquier saber acerca de lo real que preceda a la filosofía, no sólo el implicado en
la vida cotidiana y en la creación cultural, sino también el proporcionado por las restantes
ciencias. Si éstas sirven a la filosofía, también ella les presta servicio, aclarando y asegurando
sus bases últimas.
Con respecto al método de la filosofía, diremos únicamente que lleva a cabo una clarificación
del mundo, que incluye también al hombre mediante la razón humana, pudiendo ser
considerada en este aspecto como sabiduría mundana. A ello se contrapone la sabiduría
divina o teología que, apoyada en la revelación divina, estudia a Dios y su acción en el
mundo. El hecho de que la filosofía sea obra de la razón no la entrega a merced de
un racionalismo enemigo de la vida; pues la razón misma es un aspecto de la vida humana y
está en intercambio orgánico con los aspectos restantes. Por eso la filosofía no sólo satisface
la tendencia del espíritu hacia la verdad, sino que también aclara, complementa y vigoriza la
orientación de la vida del hombre por la cual, en cambio, es guiada y preservada de una
dispersión inconsistente. — Tal filosofía no puede ser nunca obra exclusiva del individuo,
que sucumbe con demasiada facilidad a las contingencias de su yo y de su tiempo,
deformando según ellas la realidad. Únicamente el diálogo respetuoso y a la vez crítico con
la tradición filosófica de la humanidad conduce a la verdad integral. Pues las preguntas
eternas encuentran eternas respuestas que perduran a través de todas las épocas y
opiniones, formando una philosophia perennis. No se trata, empero, de una fe ciega en la
autoridad de las grandes figuras ni de una aceptación rígida de sus fórmulas; antes bien cada
época ha de volver a plantear los problemas eternos y darles solución.
Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Alma
Antropología filosófica
Análisis
Aristotelismo
Arqueología
Atomismo
Averroísmo
Bello
Bien
Ciencia
Ciencias cognitivas
Conciencia
Corpuscular, filosofía
Crítica de la razón pura
Cualidad
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Diferencia
Diálogo
El paso del mito al logos
Empirismo
Entendimiento
Escepticismo
Escolástica, escolasticismo
Escuela de Francfort
Espacio
Estructuralismo
Estética
Evolución
Existencialismo
Filosofía
Filosofía analítica
Filosofía bizantina
Filosofía de la ciencia
Filosofía de la existencia
Filosofía de la naturaleza
Filosofía de la técnica
Filosofía de la vida
Filosofía hindú
Filosofía judía
Filosofía latinoamericana
Filosofía medieval
Filosofía patrística
Filosofía árabe
Giro copernicano
Helenismo
Historia, filosofía de la
Inducción, problema de la
Kant: ética de
Kantismo
Lenguaje, filosofía del
Libertad
Luz
Mal, el (problema del)
Marxismo
Metafísica
Moral de señores y moral de esclavos
Mundo
Mundos posibles
Máquina
Neoescolástica
Neoplatonismo
Organicismo
Origen de la vida
Platonismo
Positivismo lógico
Religión, filosofía de la
Renacimiento
Romanticismo
Ser
Símbolo
Teoría del conocimiento
Teoría general de los sistemas
Tiempo
Técnica
Universales, disputa de los
Valor
Vida
Vitalismo
– Autores
Agustín de Hipona, san
Aristóteles
Austin, John Langshaw
Averroes (Ibn Rushd)
Avicena
Bachelard, Gaston
Balmes, Jaime
Bergson, Henri
Berkeley, George
Brentano, Franz
Broad, Charlie Dunbar
Bueno, Gustavo
Bunge, Mario
Carnap, Rudolf
Cassirer, Ernst
Cicerón, Marco Tulio
Cohen, Hermann
Comte, Auguste
Cortina Orts, Adela
Croce, Benedetto
Deleuze, Gilles
Derrida, Jacques
Descartes, René(Cartesius)
Dewey, John
Dilthey, Wilhelm
Epicuro
Eugeni d'Ors
Feuerbach, Ludwig
Fichte, Johann Gottlieb
Gaos, José
García Bacca, Juan David
Guisán, Esperanza
Guitton, Jean
Haeckel, Ernst
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Hobbes, Thomas
Horkheimer, Max
Humboldt, Karl Wilhelm von
Hume, David
Husserl, Edmund
Jaspers, Karl
Kant, Immanuel
Lessing, Gotthold E.
Lledó, Emilio.
Locke, John
Lukács, Georg
Mansel, Henri Longueville
Maritain, Jacques
Marx, Karl
Mondolfo, Rodolfo
Nietzsche, Friedrich
Ortega y Gasset, José
Parménides de Elea
Platón
Plotino
Popper, Karl Raimund
Ricoeur, Paul
Rorty, Richard
Russell, Bertrand
Sartre, Jean-Paul
Scheler, Max
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Schopenhauer, Arthur
Searle, John
Sellars, Wilfrid
Spengler, Oswald
Stein, Edith
Strawson, Peter Frederick
Sánchez Vázquez, Adolfo
Séneca
Tales de Mileto
Trías Sagnier, Eugenio
Twardowski, Kazimierz
Vasconcelos, José
Voltaire
Weil, Simone Adolphine
Wittgenstein, Ludwig
Wolff, Christian
La filosofía, como toda ciencia, tiene también su historia en la doble acepción de este
término: en cuanto serie temporal del acontecer y en cuanto exposición científica de la
misma. Objeto principal de la historia de la filosofía (como ciencia) son los hechos de la
mente pensante, los pensamientos filosóficos, su contenido y resultado, no los
acontecimientos exteriores. (Los misterios de la revelación cristiana y los mitos no
pertenecen a la filosofía ni, por lo tanto, a su historia). Pero los hechos de la mente pensante
se exteriorizan en una multitud de sujetos finitos; son, para decirlo concretamente,
pensamientos humanos con todos los condicionamientos y contingencias del curso histórico
propios del hombre. La cuestión que se plantea es saber si éstos pertenecen también al objeto
de una historia de la filosofía y en qué medida. El tratamiento histórico-cultural de la misma
dedicará la máxima atención posible a considerar los productos del pensar filosófico en
todos sus entrelazamientos con las demás esferas de la cultura. Sin embargo, como
manifestaciones de una persona humana, las ideas filosóficas poseen también un centro
sintético de unidad mediante el cual salen de la corriente de los restantes acontecimientos y
del que reciben un matiz enteramente personal e irreiterable. Aquí se encuentra la base para
tratar la historia de la filosofía de una manera biográfica y conforme a las ciencias del
espíritu. Afín a tal punto de vista es el método histórico-nacional e histórico-racial que
indaga los rasgos comunes a la nación o la raza.
Bibliografía
Bibliografía
)
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G.A. de Brie Bibliographia philosophica i 1934-1945 Utrecht-Bruselas, 1950
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R. Schmidt Die Philosophie der Gegenwart in Selbstdarstellungen, 1921-1930
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H. Meyer Geschichte der abendländischen Weltanschauung, 1947-1950
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Del Humanismo a la Ilustración BAC Madrid, 1966
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Latinoamérica por M. Kempft Santiago, 1961
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del mismo La filosofía, hoy. De los orígenes románticos hasta los problemas actuales 2
vols., Miracle, Barcelona 31961
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F. Kopnin La filosofía norteamericana contemporánea Montevideo, 1967
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del mismo Breve historia de la filosofía Herder Barcelona , 91980
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B. Delfgaauw Historia de la filosofía Lohle Buenos Aires, 1966
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J. Marías Historia de la filosofía Madrid , 211969
J. Picón Panorama de las ideas contemporáneas Guadarrama Madrid , 21965
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N. Abbagnano Historia de la filosofía 3 vols., Montaner y Simón 31978
J. Fischl Manual de historia de la filosofía Herder Barcelona , 51980
Filosofía analítica
b) El otro grupo considera el lenguaje corriente como suficiente por principio, más aún como
norma última, pero se resiste a fijar su estructura en un esquema simplificador (logístico);
de esta forma, no queda a la filosofía otra misión que la de delimitar, por medio de
cuidadosos análisis, las posibilidades concretas de aplicar correctamente una expresión y
desechar como absurdas otras formas de emplearla. — Esta corriente está expuesta al peligro
de equiparar, sin la necesaria distinción, un sector concreto del lenguaje (el lenguaje
corriente, el lenguaje del common sense) con el lenguaje en su conjunto y convertirlo por lo
mismo en criterio absoluto de los otros sectores, incluido el lenguaje filosófico. Ignora la
posibilidad de formar conceptos analógicos y de ampliar el lenguaje, y, finalmente, se
aproxima a una filosofía del sentido común, traducida a términos filosófico-lingüísticos.
Para enjuiciar el enfoque de la Filosofía analítica: todas las grandes corrientes filosóficas
han creído y siguen creyendo que era para ellas una tarea esencial la de aclarar sus formas
lingüísticas de expresión, para lo cual les serán de utilidad los métodos elaborados por la
Filosofía analítica. Pero si se reduce por principio la misión de la Filosofía al análisis del
lenguaje, como sucede en la Filosofía analítica , tal reducción — que no se puede
fundamentar precisamente ni legitimar a partir del análisis del lenguaje — equivale a
suponer que el lenguaje y el conocimiento humanos están limitados a aceptar y analizar las
experiencias sensoriales y diarias y que, por tanto, son incapaces de llegar a síntesis
filosóficas, de entender estos datos a la luz de principios metafísicos. Este agnosticismo
metafísico, tan difundido entre los partidarios de la Filosofía analítica, y que, por otra parte,
se suele apoyar en axiomas positivistas y escépticos, se manifiesta luego claramente en la
afirmación de que los problemas filosóficos son de índole lingüística y no real u objetiva, y
que en consecuencia, no exigen respuesta, puesto que basta con señalar que la problemática
filosófica se apoya en un empleo absurdo del lenguaje. La contradicción interna que vicia
esta actitud, metafísica también, demuestra que el lenguaje y el conocimiento humanos se
mueven desde el principio en el ámbito de la metafísica, en cuanto inquieren y en cuanto
enuncian. Pero si la Filosofía analítica se desliga de sus antecedentes positivistas, como
parece que sucede cada vez más en el ámbito inglés, se abrirá la oportunidad de un diálogo
con la teoría hermenéutica del lenguaje, así como un nuevo acceso, fértil tanto metódica
como objetivamente, a las preguntas centrales del pensamiento filosófico.
Bibliografía
Cf. las obras de los autores citados en [175], [241], [244], [258] y en concreto las de Pap,
Quine, Carnap, Tarski
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E. v. Savigny Die Philosophie der normalen Sprache, 1969
del mismo Analytische Philosophie, 1970
Relacionado con...
– Conceptos
Filosofía analítica
– Autores
Rorty, Richard
Filosofía natural
Bibliografía
Esta palabra procede del latín finís y significa todo aquello por cuyo motivo algo es o sucede.
El fin se dice normalmente de la meta perseguida por la aplicación de medios. Pero también
puede llamarse «adecuado al fin» algo que de hecho es provechoso para un ser vivo, aunque
no se presuponga que eso sea apetecido precisamente por tal utilidad. Es adecuada al fin
aquella actitud y disposición de medios que es apta para conseguir algo. En cambio, aspira
a un fin un ente o una acción que consciente o inconscientemente (en la mera inclinación
natural) se dirige a una meta (Tendencia). La característica de la verdadera tendencia
natural no es sólo el hecho de que un ser, en condiciones cambiadas de acción, se adapta
siempre de tal manera que a la postre se consigue el mismo efecto final, sino el de que esto
sucede por naturaleza, «por sí mismo», y tiene como fin primario el bien del ser vivo como
individuo o como especie, no fines que estén fuera de él. Una máquina sirve a un fin, la
naturaleza viva aspira a un fin. En la terminología tradicional se incluyen ambos aspectos
bajo la finalidad de la naturaleza. La finalidad sirve a uno mismo si la utilidad recae sobre
el actor como individuo; sirve a la especie si fomenta la conservación de la misma; y sirve
a algo extraño si la utilidad favorece a cosas ajenas a la especie, como en la formación de
hiél en ciertas plantas útiles para insectos, que no podrían vivir sin ellas. Se incluye aquí la
aptitud de la naturaleza para los fines humanos. La idea de fin se funda en la finalidad, pero
encuentra sus reparos en la disteleología. Bajo el aspecto moral, los medios que no son
buenos ni malos, por su utilización para un fin moralmente bueno, participan de la bondad
del mismo; en cambio, ningún fin, por bueno o necesario que sea, puede justificar la
utilización de medios que son malos por naturaleza. En este sentido es insostenible la
sentencia: «El fin justifica los medios».
Bibliografía
Aristóteles Metafísica v, 2
Santo Tomás de Aquino Comentario de la Metafísica v, 2
C. Nink Sein, Wert, Ziel, en «Philosophisches Jahrbuch» 49 (1936) 466-86
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Th. Steinbüchel Der Zweckgedanke in der Philosophie des Thomas vón Aquin, 1912
J. Seiler Der Ziel in der Philosophie des Franz Suárez, 1936
->Finalidad
Relacionado con...
– Conceptos
Fin
Incesto, tabú del
Kant: ética de
Muerte
Técnica
– Autores
Aristóteles
Epicuro
Finalidad
Bibliografía
Santo Tomás de Aquino Summa contra Gentiles iii, 1-9, 16-24. — I. Kant, Crítica del
juicio, 1970
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W. Heitler Der Msnsch und die naturwissenschaftliche Erkenntnis , 41966
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Akademie Bayern 38), 1966
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Katholischer Akademie Bayern 37), 1966
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M. Oraison El azar y la vida Espasa Madrid, 1973
E.S. Rusell La finalidad de las actividades orgánicas Espasa-Calpe
Kant ->a)
M. Hartmann Die philosophische Grundlagen der Naturwissenschaften, 1948
N. Hartmann Ontologia iv Filosofía de la naturaleza, 1964
del mismo Teleologisches Denken,, 1951 (cf. B. v. Brandenstein, Teleologisches
Denken, 1960)
J. Monod El azar y la necesidad Barral Barcelona, 1972
J. Huxley El maravilloso mundo de la evolución Aguilar, 1971
Th. Steinbüchel Der Zweckgedanke in der Philosophie des Thomas von Aquin, 1912
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J. Roig Gironella Los magnos problemas de la finalidad en «Pensamiento» , 2 (1946) 205-
321
Relacionado con...
– Conceptos
Crítica del juicio
Fin
Primer motor
En la filosofía escolástica suele llamarse así la proposición que dice: todo obrar está dirigido
a un fin (omne agens agit propter finem); y a veces también esta otra conexa con la primera,
pero no equivalente a ella: una tendencia natural no puede ser «vana», carecer de
sentido (impossibile est desiderium naturale es se in vanum). Para distinguirlas llamaremos
a la primera principio de apetición de fin; y a la segunda, principio de infrustrabilidad del
fin. Como principios del conocer (Principios del conocimiento) dotados de alcance
metafísico, ninguno de los dos puede fundamentarse en la experiencia de lafinalidad, sino
únicamente en la intelección a priori de la esencia. El principio de apetición de fin se
entiende fácilmente refiriéndose a todo obrar inmediatamente resultante de la reflexión
racional (a lo cual debe observarse que para el obrar de Dios no existe un fin que haya de
alcanzarse, sino que la misma divina bondad constituye su motivo
[[[Brugger:Creación|Creación]]]). Pero también un obrar que no nazca de un modo
inmediato de la reflexión racional está, en última instancia, ideológicamente determinado,
puesto que procede de un apetito natural ínsito en el ser natural como fuerza que impulsa
una cierta actuación y que, en definitiva, sólo ha de tener su explicación en la mente del
Creador que es quien establece los fines.
El principio de infrustrabilidad del fin añade a lo dicho que el fin del apetito natural es
asequible, pues dicho apetito sería «vano», carecería de sentido, si se dirigiera aun fin
enteramente imposible o si faltaran a la naturaleza de las cosas mismas las disposiciones
necesarias para la consecución de dicho fin. Esto no excluye una frustración del apetito en
casos particulares, debida, por ejemplo, a fuerzas contraoperantes y por su parte también
ideológicamente dirigidas; más aún, dicha frustración es a menudo necesaria en vista de
fines superiores. En los apetitos naturales subordinados, los casos de malogro del fin
inmediato pueden incluso ser numerosos (piénsese, v.gr., en el número relativamente
pequeño de semillas que llegan a desarrollarse). Se disputa acerca de si el principio de
infrustrabilidad del fin es un «principio» en el sentido de una proposición inmediata o casi
inmediatamente inteligible. En todo caso, su fundamentación se encuentra en la sabiduría
del Creador.
Bibliografía
Finito
en el sentido cotidiano es lo que tiene un límite, lo que por su extensión llena una parte del
espacio o del tiempo, y esto en forma tal que por ello comienza o cesa en una u otra dirección.
Figuras espaciales cerradas en sí, como el círculo o la esfera, no tienen límites en la propia
dimensión, pero sí pueden agotarse por la repetición de una unidad de medida, y así son
límite para el espacio que ellas encierran y, en consecuencia, finitas. Limitar es poner límite
o término a una perfección o realidad. Denota, pues, ante todo, término, pero incluye la
existencia de la propiedad limitada y a la vez la posibilidad de un «más». En lo cualitativo,
la palabra finito designa una propiedad material o espiritual en cuanto que permite un
aumento intensivo. Ser finito es un ser en comparación con el cual es posible una mayor
plenitud ontológica. De este modo llegamos al concepto empírico «finito» con sólo comparar
las cosas entre sí. — En sentido profundo, metafísico, llamamos finito a aquel ente que
pertenece todavía a una determinada clase del ser o categoría. En esta acepción el vocablo
se aplica a todo ser creado. Según el cartesianismo y el ontologismo, la idea de lo
metafísicamente finito supone ya la de infinito como el concepto negativo supone el positivo.
Más acertadamente cabría decir quizá que ambos brillan para nosotros simultáneamente.
Acerca de la interna constitución del ente finito, dominan dentro de la escolástica dos
opiniones principales, cada una de las cuales invoca en su favor la autoridad de santo Tomás
de Aquino. Según la doctrina neotomista, el ser, en sí infinito, es limitado por la relación a
un principio de limitación real distinto de él: la esencia potencial. Las criaturas finitas
ocupan un lugar tanto más elevado en la escala del ser cuanto menos de potencia hay en
ellas. — Según Suárez, en cambio, es superfluo tal principio limitativo realmente distinto. El
ser puede limitarse por sí mismo porque el acto no dice de sí infinitud positiva, sino que
únicamente prescinde de toda limitación. Las cosas finitas, según él, están compuestas sólo
metafísicamente del ser que, conforme a su naturaleza, prescinde de límites y de la potencia
limitante o esencia. Dicho en otras palabras: un ente finito determinado no es, por así
decirlo, un recorte del Ser divino, sino una particular imitación suya. He ahí por qué
el suarismo ve en la contingencia la propiedad fundamental de la cosa finita, y el tomismo,
en cambio, la ve en la composición real de esencia y existencia. A esta diferencia corresponde
también una distinta estructura de la demostración de Dios.
Bibliografía
Santo Tomás de Aquino De ente et essentia c. vi
L. de Raeymaeker La structure métaphysique de Vétre finí en «Revue Néoscolastique de
Philosophie» 33 (1926)
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C. Ottaviano Metafísica dell'essere parziale Nápoles , 31954-1955
Ch de Moré-Pontgibaud Du fini à l'infini, 1957
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P. Ricoeur Filosofía de la voluntad ii, Finitud y culpabilidad, Taurus 1969
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W. James A Pluralistic Universe, 1909
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H. Heimsoeth Los seis grandes temas de la metafísica occidental , 31960
J.J. Rodríguez Rosado Finito e infinito en Kant Gredos Madrid, 1960
O. Zimmermann Ohne Grenzen und Enden, 1923
Relacionado con...
– Conceptos
Cosmología
Infinito, infinitud
Física cuántica
Se entiende por tal aquella forma nueva de pensamiento físico que está caracterizada por los
siguientes rasgos: (1) Cuantificación de la energía. En la física clásica se suponía que la
energía aumenta o disminuye en forma constante, o que es absorbida o emitida en forma
constante. Ahora bien, bajo este presupuesto no pueden describirse muchos procesos en la
física de las partículas elementales y algunos de la macrofísica. La cantidad más pequeña de
energía está en relación con el cuanto de acción de Planck. — (2) Complementaridad: las
radiaciones electromagnéticas y otras, y también las partículas elementales de los átomos y
moléculas, en algunos experimentos se muestran como cuantos discretos o partículas, en
otros se comportan como ondas extensas. Ambos modelos de descripción son
complementarios. — (3) Relación de indeterminación: se ha puesto de manifiesto que en
una misma partícula elemental la medición exacta de una magnitud de su estado, p. ej., del
lugar, va unida a la imprecisión en el resultado de la medición de otra magnitud de su estado,
p. ej., del impulso (producto de la masa y velocidad). La mayor precisión en una medición
condiciona la menor precisión en la otra medición. El producto de la imprecisión de ambas
mediciones, según la relación de indeterminación de Heisenberg, siempre mayor que la
constante natural del cuanto de acción o, a lo sumo, igual a ella. — (4) Probabilidad de las
predicciones: la imposibilidad de medir con precisión simultánea diversas magnitudes de
estado del mismo objeto microfísico puede esclarecerse con el ejemplo de que una medición,
p. ej., de un electrón mediante rayos X, implica una acción recíproca entre el medio de
medición y el objeto medido, la cual a su vez entra en el valor de medición. Pero si el
conocimiento de las magnitudes de estado lleva inherente en principio una imprecisión, que
en el ámbito atómico es de todo punto relevante, en consecuencia, los estados que de ahí se
derivan sólo pueden predecirse con una cierta inseguridad y, por tanto, con una probabilidad
mayor o menor. La interpretación de esta inseguridad está sometida a debate. Los unos
quieren atenerse a la validez ilimitada del «principio de causalidad» y explicar la inseguridad
por simple ignorancia del observador; los otros ven fundada esta inseguridad en un objetivo
espacio de juego de los procesos naturales en su transición del presente respectivo al futuro.
Bibliografía
Físico
El término «física» no proviene de física, sino de ????? = naturaleza. De ahí que algunas
veces equivalga a «natural». Sin embargo, no siempre se usan paralelamente. El significado
del vocablo «físico» se define contraponiéndolo a otros.
En sentido muy amplio físico (1) expresa lo real y capaz de realidad, oponiéndose a lo
meramente representado, intencional, conceptual, abstracto (así, v.gr., el cuerpo físico
frente al matemático representado sólo según sus dimensiones). Sin embargo, puesto que la
realidad no se agota en el mundo de la experiencia, lo físico (2), en acepción estricta, se
distingue de lo metafísico (Metafísica) como inexperimentable. Físico (2) designa, por lo
tanto, lo que puede hallarse en la experiencia interna o externa y está sometido a sus leyes.
El significado de lo físico (3), tomado en oposición al espíritu (a la libertad, a la moral, a lo
ético), se restringe todavía más. Expresa entonces lo somático o lo psíquico en cuanto
determinado por el cuerpo, v.gr.: dolor físico. En acepción restringidísima, lo físico (4),
considerado como lo exclusivamente corpóreo, material, perteneciente a la experiencia
externa, se opone a todo lo psíquico.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Atomismo
Biología, filosofía de la
Causa
Mente - cuerpo, relación
Orden
Tiempo
– Autores
Platón
Forma
El término español «forma» suele utilizarse también como traducción del vocablo
alemán Gestalt. En esta acepción forma es la totalidad estructurada de datos sensoriales (y,
en sentido metafísico, también intelectuales) dispuestos, ya espacialmente (v.gr.: figuras
matemáticas, cuadros), ya de modo rítmico-temporal (v. gr.: melodías). La
moderna psicología de la forma (Gestaltpsychologie) subraya con razón en nuestras
vivencias sensoriales el primado de la totalidad estructural o formal sobre la vivencia de las
partes. En primer lugar, el todo formal es «más que las partes», en cuanto que la percepción
de la forma no se identifica con la mera suma de las impresiones parciales. El todo, en cierta
manera, no depende de las partes en cuanto que continúa perceptible como tal o cual
conjunto formal aun cuando ellas sufran cambios (v.gr.: así ocurre al trasponer a tono
distinto una melodía o reproduciendo sólo con golpes su ritmo melódico). El todo es «antes
que las partes», en cuanto que nosotros no percibimos primero las partes de una totalidad
para luego juntarlas a modo de mosaico, sino que la primera percepción ofrece un todo
(aunque difuso) del que luego se destacan las partes diferenciadas para, finalmente, ser otra
vez vistas en un conjunto claro y estructurado. Por último, el todo está «sobre las partes en
cuanto que el modo como éstas son percibidas por nosotros se halla condicionado
múltiplemente por su función en el conjunto y por la percepción de éste (v.gr.: las partes de
un rompecabezas, una mancha descolorida de un cuadro como «ardiente sol del desierto»).
Bibliografía
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– Conceptos
Alienación
Alma
Alma de los brutos
Analítica trascendental
Animismo
Anámnesis
Arquetipo
Asociación de ideas
Atomismo
Bello
Biología, filosofía de la
Buen salvaje
Burocracia
Cambio, movimiento
Caos, teoría del
Cerebro, el
Conocimiento, clases de
Cultura
Dialéctica trascendental
Diálogo
Ecología
Eidos
Empirismo
Escolástica, escolasticismo
Estado de naturaleza
Estructuralismo
Estética
Estética trascendental
Feminismo
Filosofía de la mente
Filosofía del arte
Filosofía árabe
Forma
Forma lógica
Funcionalismo
Hombre
Homonimia
Idea
Idealismo
Inducción, clases de
Lenguaje, filosofía del
Ley científica
Locura
Lógica
Marxismo
Meme
Mental
Mente - cuerpo, relación
Mito de la caverna
Muerte
Neoplatonismo
Número
Orden
Percepción
Psicoanálisis existencial
Raza / Racismo
Sustancia
Símbolo
Tiempo
Técnica
Utopía
Vida
+
Recursos
Aristóteles: el lugar no es forma ni materia
– Autores
Aristóteles
Avempace o Ibn Bâjja
Castoriadis, Cornelius
Epicuro
Eugeni d'Ors
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Leonardo da Vinci
Lukács, Georg
Marcuse, Herbert
Montesquieu, Charles-Louis de Secondat
Nietzsche, Friedrich
Parménides de Elea
Platón
Popper, Karl Raimund
Russell, Bertrand
Scheler, Max
Wittgenstein, Ludwig
Fuerza
significa capacidad para obrar, para producir algo; denota, por lo tanto, capacidad
de acción, potencia activa. Es un accidente de la substancia dotada de poder operativo
y causa próxima de su actividad. Su existencia se infiere en virtud del principio de causalidad
([[Brugger:Causalidad [Principio de]|Causalidad [Principio de]]]). La ocasión concreta para
formar el concepto de fuerza es la manifestación y esfuerzo dinámicos vitalmente
experimentables. La fuerza se da en todos los dominios del ser: en lo espiritual, en lo
puramente vital y en lo material. Las fuerzas actuantes en la naturaleza inorgánica entre los
distintos cuerpos son concebidas, en la mayoría de los casos, por analogía con las fuerzas
espirituales y musculares experimentables, aunque sin corresponderles vitalidad. Las
fuerzas insertas en los objetos naturales, actúan necesariamente y constituyen la base de
las leyes naturales. — Conforme al lenguaje corriente en la ciencia natural, fuerza significa
la causa a que se debe la variación del estado en movimiento de un cuerpo. Esta definición
está incluida en la ley de inercia (Movimiento). — Según Leibniz, la fuerza dirigida
teleológicamente es constitutiva de la substancia. Las mónadas son en sí centros inextensos
de fuerza, que sólo por su acción producen en los cuerpos las formas geométricas extensas.
Bibliografía
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– Conceptos
Amor
Atomismo
Fuerza
Marxismo
Mecánica clásica newtoniana
Modo de producción
Plusvalía
Función
Desde el punto de vista matemático (1) este término denota una relación entre magnitudes
variables que guardan entre sí determinada dependencia, de tal manera que a un valor de la
una corresponde unívocamente un valor de la otra: y = f (x), o sea, «y» es una función de
«x». La coordinación de tales funciones a los procesos mismos se denomina representación
(Abbildung). Reciben así expresión matemático-cuantitativa las relaciones de dependencia
existentes en la naturaleza que se manifiestan en las leyes de la misma; sin embargo, no
todas las relaciones funcionales son sin más también relaciones causales
([[Brugger:Causalidad [Ley de]|Causalidad [Ley de]]]). En la logística las relaciones lógicas
se representan en forma de funciones matemáticas. — (2) Desde el punto de vista fisiológico,
denomínase función la manera de actuar y el trabajo de los órganos, del organismo, del alma
y de sus facultades (función del cerebro, del hígado, etc.; función del pensamiento). Los
sentimientos elementales se explican como placer o desagrado funcionales, es decir,
mediante los correspondientes modos de «funcionar» de los procesos fisiológicos. —
(3) Kant entiende por función «la unidad de la acción, que consiste en ordenar diversas
representaciones bajo una común». Resultado de tales funciones son los conceptos,
mediante los cuales se llevan a cabo los juicios. «Todos los juicios son funciones de la unidad
entre nuestras representaciones.».
Bibliografía
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– Conceptos
Acción social, teoría de la
Funcionalismo
Funcionalismo psicológico
Funciones del lenguaje
Función
Lógica
Meme
Mental
– Autores
Nietzsche, Friedrich
Platón
Gnoseología
Entrada escrita por De Vries
En el sentido más amplio (1) gnoseología equivale a teoría del conocimiento y puede
significar cualquier investigación del conocimiento humano, bien sea la investigación de la
psicología empírica sobre el origen y el desarrollo regular de las funciones cognoscitivas,
bien la investigación filosófico-psicológica de los actos y facultades de conocimiento, bien
la metafísica del conocimiento, que sitúa el conocimiento en el contexto total del ser.
La lógica, en cambio, generalmente no se designa cómo gnoseología. La gnoseología en un
sentido menos amplio (2) tiene por objeto la validez o, más exactamente, la validez
ontológica o verdad del conocimiento, y también los límites del mismo. Cierto que también
la lógica pregunta por la validez del pensamiento, pero se limita a las condiciones de validez,
que se fundan en la ordenación recíproca de los contenidos de pensamiento La gnoseología,
en cambio, plantea la pregunta por la validez última y decisiva de los contenidos de
pensamiento y, más precisamente, de los contenidos del juicio, la cual consiste en la
coincidencia de éstos con el objeto. Gnoseología en este sentido es también crítica del
conocimiento.
En el uso fáctico la palabra gnoseología tiene un sentido más estricto todavía (3). Se refiere
al conocimiento de los objetos, en tanto éstos se contraponen al sujeto en la percepción
sensible y en conjunto constituyen el mundo exterior. Así se presupone sin más
planteamientos la distinción de sujeto, objeto y relación cognoscitiva; entonces ya no es
posible una fundamentación última de la verdad del conocimiento. Y esto ha de decirse con
mayor motivo todavía cuando en la física cuántica se ponen como base reflexiones
gnoseológicas. Por eso es recomendable evitar el nombre de gnoseología para la pregunta
filosófica fundamental de la verdad del conocimiento y usar a este respecto la expresión
«crítica del conocimiento».
En el comienzo del desarrollo histórico nos encontramos con una especulación audaz, nacida
de una confianza primigenia en la fuerza de la razón. Por primera vez la confusa oposición
de concepciones surgida de ahí, puso de manifiesto la dificultad de la empresa y condujo a
una reflexión crítica. Tampoco en la Antigüedad y la Edad Media faltan ciertas
investigaciones gnoseológicas. Recordemos la refutación agustiniana del escepticismo a
través de la conciencia de sí mismo y las elucubraciones medievales sobre el problema de los
universales. Mas por primera vez en la Edad Moderna, concretamente desde Descartes y
Locke, se llega a una discusión de conjunto de toda esta problemática. En los siglos xvii y
xviii esas investigaciones están dominadas por la contraposición
entre racionalismo y empirismo. El .criticismo de Kant intenta unir estas oposiciones en una
unidad interna, pero con un amplio menosprecio de la concepción realista del conocimiento.
Conjurados tanto el idealismo alemán, como elmaterialismo dogmático, a finales del siglo
xix la filosofía se disuelve casi por entero en gnoseología (idealismo neokantiano y realismo
crítico). En el siglo xx la fenomenología, la filosofía de la vida y elexistencialismo traen
nuevos estímulos, mientras que el neopositivismo (Positivismo) y la filosofía analítica ponen
una simple teoría del lenguaje en lugar de la gnoseología. En parte la diversidad de las
direcciones se expresa también en los nombres diferentes de la gnoseología: teoría del
conocimiento, noética (teoría del pensamiento), epistemología (propiamente, teoría de la
ciencia), criteriología (doctrina de las características que distinguen entre «verdadero» y
«falso»).
Bibliografía
– Autores
Bueno, Gustavo
Gnosticismo
Bibliografía
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– Conceptos
Gnosticismo
Grupo
Bibliografía
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– Conceptos
Atomismo
Concepto, clases de
Falacia
Filosofía latinoamericana
Incesto, tabú del
– Autores
Durkheim, Émile
Sartre, Jean-Paul
Habituación
es primeramente (1) la adaptación de un ser vivo a los datos del ambiente de tal modo que
éste no ejerza ya ninguna influencia perturbadora; en este sentido la habituación se da ya en
el dominio puramente biológico (v.gr.: una planta se acostumbra a nuevas circunstancias
climatológicas). En acepción algo diferente háblase de habituación (2) cuando mediante el
hacer consciente se fomenta determinados modos de comportamiento, de suerte que son
preferidos de manera estable («habituarse a algo»); el resultado de tal habituación es
un hábito (lat.: habitus). La habituación (2) se construye sobre disposiciones existentes, y
con la conjugación de influencias ambientales y toma de posición respecto a éstas, de influjo
excitante y respuesta a la excitación, hace más fáciles, rápidas y perfectas determinadas
operaciones de las disposiciones (Instintos, Disposiciones del espíritu) al establecer
asociaciones y complejos favorables. Donde un hábito adquirido retrocede por el desuso,
rápidamente vuelve a adquirirse en virtud del efecto posterior ejercido por aquél. Mediante
habituaciones contrarias, puede refrenarse un hábito adquirido aunque permanecen las
inclinaciones y aptitudes resultantes de él. Para establecer hábitos cabales es importante
que, sobre todo al principio, se les prepare con actos correctos (v.gr.: correcta pronunciación
desde los comienzos en el aprendizaje de un idioma) y que el establecimiento de los
pertinentes complejos sea sentimentalmente matizado de manera positiva y, dado el caso,
vivencialmente impresionante.
Hecho
Bibliografía
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– Conceptos
Alma
Atomismo
Buen salvaje
Cambio, movimiento
Ciencia helenística
Escuelas y filósofos presocráticos
Estructuralismo
Evolución
Filosofía de la mente
Incesto, tabú del
Intencionalidad
Kant: ética de
Ley científica
Liberalismo
Marxismo
Mental
Mente - cuerpo, relación
Mito
Número
Psicoanálisis
Raza / Racismo
Teoría del conocimiento
Tiempo
Verdad, teoría de la correspondencia
Verdades de razón / verdades de hecho
Vida
– Autores
Aristóteles
Descartes, René(Cartesius)
Heidegger, Martin
Hume, David
Kant, Immanuel
Nietzsche, Friedrich
Platón
Popper, Karl Raimund
Wittgenstein, Ludwig
Hedonismo
Doctrina según la cual el placer determina el valor ético de la acción. Al mismo tiempo se
presupone que, en general, el hombre obra sólo por el placer. Defensores del hedonismo
son Demócrito, Artístipo de Cirene, Eudoxo, Epicuro y el. materialismo. Para el hedonismo
los preceptos éticos son únicamente reglas empíricas prudentemente trazadas, mediante las
cuales el hombre queda defendido lo mejor posible de los sentimientos de disgusto y
permanece abierto a las alegrías de la vida. — El supuesto de que el hombre obra
exclusivamente por el goce es indemostrado y contradictorio. El valor ético, el bien, no se
reduce a una mera sublimación del placer. El goce y la satisfacción son un aliciente o un eco
de la perfección de la personalidad y del ser alcanzada en la acción buena. Los deberes más
sublimes y serios exigen a menudo la renuncia al gusto. El valor ético y la satisfacción son
con frecuencia contrapuestos. [[[Brugger:32|32]], 38, 40, 47].
Bibliografía
Herencia
Todos los organismos están en conexión generadora. Se parecen a los organismos de los
padres de conformidad con su especie, y de ordinario se les asemejan también en diversas
cualidades individuales. En cuanto que éstas no son debidas a las influencias, del ambiente
se las denomina hereditarias. La herencia es, pues, el hecho de que los organismos, con su
generación y en virtud de su descendencia, reciben ciertas cualidades individuales. Los
descubrimientos de Mendel mostraron que en el cruzamiento, es decir, en la fecundación de
gérmenes paternos específicamente distintos, se verifican determinadas leyes de la
herencia. De ellas resulta que hay que distinguir entre la figura aparencial
(fenotipo) exterior y la figura hereditaria (genotipo) oculta: un carácter que en una
generación no aparece puede, no obstante, determinar la forma aparencial de la próxima.
Sin embargo, la disposición hereditaria nunca es lo único decisivo para la configuración de
un organismo. Un papel codeterminante lo desempeña el ambiente y (junto con los
cromosomas) frecuentemente el protoplasma del óvulo materno. La disposición hereditaria
deja siempre libre un espacio en el que luego pueden actuar las influencias ambientales.
Según las investigaciones realizadas hasta hoy, los caracteres adquiridos positivos no se
transmiten por herencia. No ocurre así con las lacras adquiridas. Si son tales que han atacado
al plasma germinal pueden transmitirse hereditariamente. Lo que se ha fijado por la
herencia no puede modificarse por variaciones paulatinas, pero sí por saltos hereditarios
repentinos, por las denominadas mutaciones.
Las leyes de la herencia se verifican en las plantas, en los animales y en el hombre. También
está bien cimentado el hecho de la herencia psíquica. El problema reside en saber cómo se
lleva a cabo y hasta donde se extiende. Hay que descartar una generación de la vida espiritual
del alma, indivisible. Con ella se elimina asimismo la herencia de las facultades espirituales.
Pero la vida anímica depende no poco de la organización material del cuerpo
([[Brugger:Alma y Cuerpo [Relación entre]|Alma y Cuerpo [Relación entre]]]). Aquí hay
lugar también para la herencia psíquica. Pero no cabe pensar que se hereden virtudes o vicios
constituidos. Transmítense sólo ciertos modos fundamentales de reacción somático-
anímica. Mucho de lo que se considera hereditario es debido al ambiente y a la educación.
La herencia fija al hombre unos límites más allá de los cuales no puede pasar: pero dentro
de ellos es libre. Al mismo tiempo, le señala la tarea en que debe probar su temple.
Prescindiendo de casos patológicos de impedimento de la libertad, en manos de ésta se
encuentra (Libertad de la voluntad) el ceder o resistir al impulso de una disposición
hereditaria funesta.
Bibliografía
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– Conceptos
Cultura
Hermenéutica
La hermenéutica, como teoría del comprender, abarca por una parte la reflexión filosófica
básica sobre la estructura y las condiciones del comprender; por otra parte, como teoría
práctica del método, incluye las orientaciones para la recta comprensión e interpretación.
Bajo el título de hermenéutica (del griego ???????: anunciar, interpretar, traducir) se forma
durante los siglos xvii-xviii en el campo teológico la teoría de la recta interpretación de textos
transmitidos, en especial de la Sagrada Escritura. Schleiermacher amplió esta hermenéutica
a través de la «teoría del arte de comprender» la palabra escrita o hablada en general. En la
complementación recíproca entre la comprensión «adivinatoria», o sea, la que se
compenetra con el autor en forma total, y la «comparativa», o sea, la comprensión histórica
y gramatical, el texto particular ha de esclarecerse desde el todo del contexto de su vida y
sentido. La teoría de la ciencia de finales del xix incluye el problema de la comprensión en
las ciencias históricas (Droysen), en las ciencias del espíritu (Dilthey), o en las ciencias
culturales (Rickert), y lo contrapone al método causal explicativo de la ciencia natural.
Dilthey invita a comprender, mediante un acto de simpatía y de reproducción vivencial, cada
contenido particular desde el todo de la vida que se objetivó en él. Según Heidegger, El ser
y el tiempo, la comprensión no es un método particular, sino la manera de ser del hombre,
que es un esbozo interpretativo de sí mismo y una apertura del horizonte del mundo; la
hermenéutica se presenta aquí como interpretación de la originaria comprensión de sí
mismo y del ser que se da en la existencia humana. Según las obras tardías de Heidegger, el
horizonte del mundo, que posibilita el comprender, se determina desde la historia del ser,
que se revela sobre todo en el lenguaje. Apoyándose en Heidegger, Gadamer acentúa la
universalidad del problema hermenéutico, que ni siquiera las ciencias metodológicamente
exactas pueden eludir. Insiste además en la perspectiva histórica del comprender, que
consiste en la fusión, propia de toda situación interpretativa, de dos horizontes de
comprensión: el que nos ha legado la historia de la tradición a que pertenecemos y el que se
refiere al contenido histórico particular del documento.
En el comprender se conoce «algo como algo», es decir, una cosa particular se entiende
desde una perspectiva más amplía, desde un marco de referencia envolvente. Puesto que el
objeto particular — una palabra, un texto, una obra o un suceso históricos — sólo se esclarece
desde el todo de un horizonte de sentido, y como, por otra parte, este todo sólo es accesible
en cada caso desde lo particular, la comprensión se moverá ineludiblemente en círculo entre
el objeto concreto y el todo de circunstancias que le confiere el sentido: círculo
hermenéutico (que, sin embargo, no es un círculo vicioso). Elhorizonte del objeto está
abierto al intérprete a través de una inteligencia previa, que permanece siempre limitada,
aunque en grados diferentes. Y dado que el objeto aparece sólo en conexión con la
precomprensión limitada del intérprete — o sea: no puede objetivarse en sí en forma pura —
el comprender es finito e histórico. No obstante, el sentido del objeto no se disuelve en una
inteligencia subjetivada, pues la precomprensión es esencialmente inconclusa y está abierta
a un nuevo contenido de sentido. En el intercambio circular entre precomprensión y
horizonte del objeto, la precomprensión puede corregirse y profundizarse, tal como aparece
de manera paradigmática en el diálogo de dos personas. Puesto que, además, el objeto
histórico se interpreta siempre de nuevo en horizontes de comprensión muy distintos y
cambiantes, en nuevas dimensiones de sentido, consecuentemente, el horizonte del
intérprete y el desarrollo del sentido del objeto crecen en una recíproca comunicación
dialogística.
Pero este encuentro, que se transmite sobre todo por el lenguaje, no se encierra en una
dialéctica histórica, sino que lleva en sí la transparencia inmediata y la dinámica mediadora
hacia la verdadera esencia del objeto y hacia la purificación y ampliación del horizonte de
comprensión. Lo mismo que el auténtico diálogo permanece vinculado a la cosa, así también
el comprender vive de la manifestación del ser comoverdad y, por eso, en la diferencia entre
lo directamente sabido y lo presentido, trasciende su condicionamiento histórico sin
eliminarlo.
La hermenéutica, como teoría normativa del método, construye sobre la reflexión filosófica
acerca de la estructura del comprender, y tiene que formular las reglas generales para la
recta comprensión e interpretación, diferenciándolas en consonancia con los diversos
ámbitos de objetos (p. ej., hermenéutica teológica, jurídica, hermenéutica de las ciencias del
espíritu, etc.) (cf. Betti).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Hermenéutica
Símbolo
– Autores
Gadamer, Hans Georg
Ricoeur, Paul
Hilemorfismo
Bibliografía
Hipótesis
Se llama hipótesis un presupuesto que, sin haber sido demostrado todavía como verdadero,
se acepta para explicar hechos observados. Así, para explicar las leyes de las combinaciones
químicas, se suponía que los cuerpos estaban compuestos de partículas mínimas, los
átomos. Una hipótesis tiene valor heurístico si conduce además al hallazgo de leyes y hechos
desconocidos hasta ahora. Si la hipótesis no aporta ninguna explicación libre de
contradicción, o sea, si es falsa con seguridad, puede, no obstante, mantenerse de momento
como hipótesis de trabajo si es útil para encontrar la verdad. Mientras se trata de una
hipótesis, sólo se da un grado mayor o menor de probabilidad, pues muchas veces el mismo
hecho admite varias formas de explicación. Mediante la verificación, es decir, mediante la
confirmación directa o indirecta, puede crecer la probabilidad existente y finalmente, por
exclusión de toda otra clase de explicación, conducir a la certeza. Diversas hipótesis que se
complementan en una explicación compleja de un ámbito de objetos, pueden recapitularse
en una teoría. Puesto que una hipótesis no puede a su vez ser conocida sólo hipotéticamente
como hipótesis (pues de otro modo se produciría una regresión infinita) y su verificación o
falsificación no puede hacerse solamente mediante nuevas suposiciones, tiene que fracasar
el intento de reducir todo el conocimiento al hipotético.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Agresividad
Atomismo
Confirmación, paradojas de la
Contrastación
Darwinismo social
Hipótesis
Hipótesis, confirmación de
Inducción
Inducción, problema de la
Método científico
Método hipotético-deductivo
Origen de la vida
Refutación
Sapir-Whorf, hipótesis de
Verificación
– Autores
Galilei, Galileo
Kant, Immanuel
Popper, Karl Raimund
Historia
Llámase historia en sentido muy amplio (1) todo acontecer. Así hablamos de una historia de
la tierra, de una historia natural. Pero en acepción estricta y propia (2) el vocablo historia se
desliga del acontecer de la naturaleza, necesario y unívocamente explicable por sus causas
eficientes, que nunca pasa de ser un mero caso de una ley, y designa el acontecer humano
que tiene sus raíces en la libre autorrealización y decisión del espíritu. Se realiza en el espacio
y en el tiempo, en la coexistencia y sucesión de familias y pueblos y con múltiples
limitaciones de la naturaleza infraespiritual exterior e interior al hombre. Estas limitaciones
del obrar humano no sobrevienen accidentalmente; antes bien fluyen de la naturaleza
humana (Hombre). La historia (2) muéstrase así como el modo de obrar específicamente
humano (historia como espacio y orden vitales del hombre). Es esencial a éste estar en la
historia y hacerla; todo cuanto hace, lo hace como ente histórico. Incluso el camino directo
de su espíritu hacia Dios es trascendencia, superación, que nunca, hasta la muerte, abandona
enteramente el mundo y la historia. Por eso el hombre no puede cumplir su misión
sobrenatural más que saliendo airoso de su tarea histórica (historia como campo de prueba
de la humanidad).
Para que un acontecer sea histórico debe tener relación con el hombre y no sólo con el
individuo en cuanto tal sino con lo universal humano. El hombre es miembro de la
humanidad no inmediatamente, sino a través de un grupo, raza o nación. Cierto que el
acontecer histórico sale siempre de personas individuales responsables, pero está
esencialmente relacionado con la comunidad. Cabe hablar de necesidad histórica en el
sentido de una limitación de la libertad y de sus posibilidades debida a la parte
infraespiritual de la naturaleza humana, a los límites de su inteligencia, a hechos que han
venido a ser históricos y poseen su lógica y su peso natural, pero no en el sentido de suprimir
la decisión libre y responsable. Históricamente fecundo es sólo aquel acontecer que,
alimentado por las fuerzas maternas del pasado, hace justicia a los impulsos que apuntan al
futuro. Las decisiones éticamente defectuosas traen consigo su venganza, si no en los efectos
próximos, pero sí en los lejanos. — La historia reviste importancia para la antropología
filosófica tanto por lo que respecta a su esencia general (en cuanto desenvolvimiento
dinámico de la naturaleza humana y, por ello, camino para su conocimiento), como en su
forma concreta, porque la esencia de la historia sólo se hace manifiesta en lo concreto.
Bibliografía
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Astucia de la razón
Bello
Ciencia helenística
Enciclopedia, la
Espíritu
Estructuralismo
Filosofía
Filosofía latinoamericana
Historia
Historia de la ciencia
Historia de las ideas
Historia, filosofía de la
Humanismo
Inducción, problema de la
Luz
Lógica
Marxismo
Metafísica
Presocráticos
Progreso
Religión, filosofía de la
Sociología
Teoría del conocimiento
Tiempo
– Autores
Aristóteles
Bacon, Francis
Bueno, Gustavo
Cassirer, Ernst
Eloísa
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Kant, Immanuel
Laín Entralgo, Pedro
Lessing, Gotthold E.
Bibliografía
Historicidad
M. Heidegger Sein und Zeit, 1927 en especial 272-277 [trad. cast.: El Ser y el Tiempo, 21962]
J. Jaspers Philosophie, 1932 en especial ii, 118-148 [trad. cast.: Filosofía, 2 vols., 1958-1959]
F. Wiplinger Wahrheit und Geschichtlichkeit, 1961
A. Brunner Geschichtlichkeit, 1961
B. Wigersma Wordende Waarheid La Haya, 1959
J. Lotz Zur Geschichtlichkeit des Menschen en «Scholastik» 26 (1951) 321-341
del mismo Von der Geschichtlichkeit der Wahrheit en «Scholastik» 27 (1952) 481-503
del mismo Geschichtlichkeit und Ewigkeit en «Scholastik» 29 (1954) 481-505
R. Schäffler Die Struktur der Geschichtszeit, 1963
L.B. Puntel Analogic und Geschichtlichkeit, 1969
F. Wiedmann Die Missverstandene Geschichtlichkeit, 1972
J.B. Metz La historicidad de la filosofía en «Convivium» 22 (1966) 27-38
A. Baliñas Fernández La historicidad del ser. El acontecer histórico Gredos Madrid, 1964
Historismo
Sólo en la fase tardía de la historia del espíritu humano despertó una comprensión real de
la historia que aprendió a medir el pasado con módulos propios de éste. Desarrollada en la
reacción contra el racionalismo del siglo xviii, se robusteció con los esfuerzos de la ciencia
natural, orientados en el mismo sentido (teoría de la evolución) logrando por vez primera su
fundamentación mediante la filosofía especulativa de Hegel. Ésta concede a toda forma
histórica su puesto necesario en el curso evolutivo de la idea absoluta y, con ello, una validez
supratemporal, pero, al mismo tiempo, despoja a lo histórico de su carácter peculiar
suprimiendo su libertad e independencia (historismo especulativo). En oposición a tal
punto de vista, Dilthey destaca precisamente esta peculiaridad de lo histórico, pero disuelve
en su consideración panhistórica todo módulo y valor supratemporal. Así se llega
al historismo relativista que sólo permite una crítica inmanente de lo acontecido.
Consecuencia del historismo es que también la misma ciencia del espíritu deviene
relativizada; tampoco ella elude el condicionamiento por el tiempo y la cultura no sólo en lo
que respecta a la selección, exposición e interés, sino también a su validez. El historismo
desemboca así en la filosofía de la vida ([[Brugger:Vida [Filosofía de la]|Vida [Filosofía de
la]]]) y el pragmatismo, para los que el conocimiento se reduce a un puro medio de la
voluntad de vivir. [[[Brugger:189|189]]]
Bibliografía
F. Nietzsche Vom Nutzen und Nachteil der Historie für das Leben, 1874
W. Dilthey Introducción a las ciencias del espíritu, 1966
del mismo La esencia de la filosofía, 1960
E. Troeltsch Der Historismus und seine Probleme reed., 1962
del mismo Der Historismus und seine Überwindung reed., 1966
K. Heussi Die Krisis des Historismus, 1932
Th. Litt Geschichte und Leben , 31930
E. Rothacker Logik und Systematik der Geisteswissenschaften, 1948
W.G. Mommsen Die Geschichtswissenschaft jenseits der Historismust, 1972
J. Sánchez Vilaseñor La crisis del historicismo y otros ensayos, 1945
J. Iturrioz Hombre e historismo, 1947
A. de Coninck La connaissance humaine est-elle radicalement historique? en «Revue
philosophique de Louvain» 52 (1854) 5-30
I. Pérez La verdad y el error filosóficos como realidades históricas en «Estudios filosóficos»
4 (1955) 5-44
C. Alonso del Real El historicismo y sus problemas en «Aporía» 1 (1964) 117-129
R. Popper La miseria del historicismo, 1961
F. Schmidt Die Theorie der Geisteswissenschaften vom Altertum bis zur Gegenwart, 1931
p. 106ss
F. Meinecke El historicismo y su génesis reed., 1965 (hasta Goethe)
Hombre
Del latín homo, significa «el nacido de la tierra» (recuérdese: humus). Esta indicación
etimológica conduce ya a la esencia del hombre. Ser formado con tierra, de una parte, como
todas Jas cosas terrestres, se eleva, de otra, por encima de ellas adentrándose en un mundo
superior. El vocablo alemán equivalente Mensch está relacionado con Mann: varón. En su
obscuro sentido primitivo, y debido quizá a una raíz hoy todavía existente en la voz
«mahnen»: advertir, exhortar, Mensch significa «ser pensante». Tampoco se conoce
exactamente el sentido originario del término griego ???????? ; interpretado hoy como
«rostro de varón», fue entendido primitivamente como «el que mira hacia arriba», En todo
caso, permanecerá siempre como la realidad mundana más problemática, que las más de las
veces renuncia a hacer preguntas pero a la vez, en quien el preguntar está mejor
recompensado. La investigación auténtica descubre de continuo su grandeza incomparable,
según el inmortal canto del coro de la Antígona de Sófocles: «Muchas cosas grandiosas
viven, pero nada aventaja al hombre en majestad.»
Una múltiple estratificación caracteriza la naturaleza humana, es decir, al hombre en su ser
y obrar. Ofrécese en primer lugar un ser corpóreo, en cuya estructura entran elementos del
dominio inorgánico. No obstante, si se pretendiera explicar el hombre sólo por ellos, surgiría
el materialismo antropológico, que equivoca de raíz la esencia de aquél. Vemos, además, al
hombre como cuerpo vivo u organismo, reuniendo en sí todos los fenómenos y actividades
de la vida corporal. Su cuerpo se parece al de los animales superiores, de ahí que las
funciones vegetativas (nutrición, crecimiento, reproducción) se realicen en él según el tipo
fundamental del animal con el que comparte también la vida consciente sensitiva. Tan
vinculado está el hombre a los organismos, que cabe preguntar por la descendencia somática
o la evolución de su cuerpo a partir de formas previas inferiores (Evolución). Sin embargo,
el hombre no se explica únicamente por la vida corporal, por la misma razón que tampoco
el despliegue de ésta ha de tener a su servicio todo lo demás; tal primacía de la
vida sería materialismo biológico.
La polaridad sexual no está en el hombre menos informada por lo espiritual que las
restantes esferas. El desarrollo integral de las disposiciones y fuerzas de la naturaleza del
hombre conduce a la noble humanidad que el humanismo proclama como fin de la
colectividad humana. Sus ideales deben suscribirse en tanto que no excluyan de la
humanidad a Dios y lo sobrenatural o sea, en tanto no destierren al hombre a lo meramente
terreno y lo conviertan en medio, sino que lo mantengan abierto a la totalidad de lo real.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Alma
Alma de los brutos
Alma del mundo
Amor
Antropología
Antropología filosófica
Antropología física
Bien
Buen salvaje
Cerebro, el
Conciencia
Cultura
Deseo
Diagramas de Venn
Dialéctica trascendental
Duración
Empirismo
Encarnación
Entendimiento pasivo
Error
Estado de naturaleza
Estructuralismo
Existencialismo
Existenz
Filosofía de la técnica
Filosofía hindú
Filosofía latinoamericana
Funciones del lenguaje
Género
Historia
Historia, filosofía de la
Hombre
Hombre máquina
Hominización
Homo homini lupus
Instinto
Kant: ética de
Libertad
Macrocosmos y microcosmos
Marxismo
Materialismo histórico
Mito
Muerte
Máquina
Naturaleza
Origen de la vida
Otro, el
Postulados de la razón práctica
Progreso
Renacimiento
Símbolo
Valor
– Autores
Aquino, Tomás de (santo)
Aristóteles
Beauvoir, Simone de
Bergson, Henri
Cassirer, Ernst
Descartes, René(Cartesius)
Erasmo de Rotterdam, Desiderio
Feuerbach, Ludwig
Fichte, Johann Gottlieb
Foucault, Michel Paul
Hildegarda de Bingen
Hobbes, Thomas
Humboldt, Karl Wilhelm von
Hume, David
Jaspers, Karl
La Mettrie, Julien Offray de
Locke, John
Lévi-Strauss, Claude
Marco Aurelio
Nietzsche, Friedrich
Ortega y Gasset, José
Platón
Protágoras
Rousseau, Jean-Jacques
Sartre, Jean-Paul
Scheler, Max
Spinoza, Baruch de
Séneca
Teilhard de Chardin
Voltaire
Weil, Simone Adolphine
Zubiri, Xavier
Honra
Idea
significa primeramente el aspecto manifiesto de una cosa según sus rasgos característicos;
en segundo lugar, designa sobre todo el aspecto interior o contenido esencial que en aquél
se revela. Mientras elconcepto sigue al ser de las cosas y reproduce su esencia, la idea le
precede como eterno y perfecto arquetipo conforme al cual han sido ellas configuradas. Así
la idea es esencialmente causa ejemplar o arquetípica. Aprehendida por el entendimiento,
conviértese en norma (canon) con arreglo a la cual éste juzga las cosas que se le presentan
o se guía en la realización de la idea (Ideal).
Platón considera las ideas como realidades independientes supramundanas que representan
un reino propio bajo la idea suprema del bien. San Agustín (precediéndole Plotino) las
convierte en los pensamientos originarios creadores existentes en la mente divina. Dios
mismo aparece como la Idea absoluta o Idea de las ideas en cuanto que su infinita plenitud
abarca todas las esencias (según su núcleo positivo, prescindiendo de lo que entraña
imperfección) en altísimo despliegue. Santo Tomás de Aquino incorpora esta teoría a su
aristotelismo. La misma concepción alienta posteriormente en Hegel cuando denomina
«Idea absoluta» a su r fundamento primitivo (Urgrund); sin embargo, en él todo se trueca
en panteísmo, porque la Idea absoluta no es perfecta en sí, sino que sólo alcanza su
perfección por el despliegue de las cosas.
Puesto que las cosas terrestres están configuradas conforme a las ideas, éstas deben de
alguna manera pasar a formar parte de las mismas. Ni Platón ni san Agustín encontraron
para ello fórmula satisfactoria. Solamente la doctrina aristotélica de la forma interna
esencial de las cosas (Forma) hace posible la solución a santo Tomás, quien considera dicha
forma como participación y reproducción de las ideas de Dios; toda cosa lleva el cuño de un
pensamiento divino que desde un principio la determina en su peculiaridad.
Nuestros conceptos son capaces de aprehender las ideas. Platón sólo sabía explicarlo por la
visión de las ideas (Intuicionismo) y san Agustín por irradiación de una luz procedente de
las ideas divinas (Iluminación). Únicamente santo Tomás llegó, siguiendo a Aristóteles, a
la abstracción de las ideas partiendo de las cosas. Nuestros conceptos, en cuanto que reflejan
las ideas, pueden denominarse ideas en sentido profundo. Sólo desde el conceptualismo, que
rompió la conexión entre concepto e idea procurada por el conocimiento de la esencia, se da
a todo concepto e incluso (en el empirismo) a la impresión sensorial el nombre de idea. —
Al concepto, en cuanto traduce un aspecto del ente, cabe llamarlo idea si más allá de este
sentido desvaído no se excluyen o eliminan los fundamentos más profundos. — Designamos
señaladamente como ideas los pensamientos humanos cuando representan arquetipos
creadores (v.gr.: ideas artísticas) o «dan ocasión para pensar mucho».
Bibliografía
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– Conceptos
Amor
Bello
Causalidad
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Duración
Ecología
Empirismo
Historia, filosofía de la
Idea
Idealismo
Libertad
Meme
Mito de la caverna
Naturaleza
Orden
Progreso
Ser
Teoría del conocimiento
Verdad
– Autores
Descartes, René(Cartesius)
Fichte, Johann Gottlieb
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Hume, David
Kant, Immanuel
Locke, John
Nietzsche, Friedrich
Platón
Ideal
Denomínase ideal la realización perfecta de una idea. El ideal se consigue, pues, cuando una
idea ha llegado a desplegarse (al menos, aproximadamente) según todas las posibilidades.
El ideal o se encuentra existiendo en una determinada esencia o es representado como figura
lejana, todavía no encarnada, dotada del carácter de fin. En el primer sentido la idea
platónica es a la vez ideal, pues existe como realidad suprasensible que acuña en sí las
posibilidades todas de la misma. Como ideal de todos los ideales aparece la idea del bien, en
cuanto que comprende todas las demás ideas en calidad de origen de las mismas. Esta
concepción se repite depurada en nuestra imagen de Dios; Dios es el Ideal absoluto, porque
reúne en sí la totalidad de las perfecciones (puras) con la máxima perfección o según el
conjunto de sus posibilidades. Teniendo esto presente, comprendemos que Dios aparezca
en Kant como «Ideal trascendental». Como ya lo era la idea platónica, Dios es ante todo el
arquetipo conforme al cual ha sido configurado todo lo terrestre y finito, puesto que participa
de Él (ejemplarismo). Los ideales de nuestro anhelo moral, así como los de la educación, hay
que comprenderlos también desde estas relaciones. Sólo alcanzan su plena eficacia cuando
nos salen al paso en un modelo concreto, a la manera que, v.gr., Cristo brilla ante nosotros
como el ideal absoluto de la santidad. — El adjetivo «ideal» puede relacionarse con el
sustantivo ideal que comentamos, significando entonces «conforme al ideal», o puede
guardar relación con la palabra idea, adquiriendo en tal caso el sentido de existir al modo de
la idea (o sólo en ella). Frecuentemente designa el mero contraste con «real», tomando
entonces la acepción de irreal o meramente representado (Realidad).
Bibliografía
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– Conceptos
Dialéctica trascendental
Utopía
– Autores
Freud, Sigmund
Platón
Idealismo
Etimológicamente, idealismo es aquella concepción que asigna a las ideas, al ideal, y con ello
al espíritu, una posición dominante en el conjunto del ser: el ser, en última instancia, está
determinado desde las ideas, desde el espíritu. Así entendido, el idealismo no se opone
al realismo genuino, sino únicamente al materialismo. En la filosofía cristiana este idealismo
se realiza de la manera más pura. El ser primero es, en efecto, el Ser puramente espiritual
de Dios, en quien se identifican por completo ser y conocer espiritual y conforme a cuyas
ideas está formado todo ente no divino; así, todo ser está desde su origen penetrado por la
luz del espíritu siendo, por lo tanto, «verdadero» y cognoscible (Verdad). En la filosofía
antigua, el idealismo metafísico no se realiza en forma pura en la teoría de las ideas de Platón
(Platonismo) ni en la idea aristotélica del primer motor espiritual (Aristotelismo), sobre
todo porque en ambos casos, junto al primer fundamento espiritual, se supone
una materia igualmente originaria (Dualismo).
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– Conceptos
Alienación
Filosofía latinoamericana
Idealismo
Kantismo
Teoría del conocimiento
– Autores
Novalis
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Idealismo alemán
El pensamiento de Fichte recorrió una evolución turbulenta, que hasta hoy no ha sido
investigada por completo, en la que se muestra, sin embargo, una idea perseguida con tenaz
consecuencia, la idea del yo. Esto puede esbozarse a base de tres fórmulas, que han sido
propuestas por W. Janke: 1. El yo se pone absolutamente como el que se pone (1794). La
actividad por la que el yo se pone a sí mismo, es decir, adquiere conciencia de sí como yo y
en ello se hace yo, recibe en Fichte el nombre de «acción práctica» (Tathandlung). 2. El
saber se contempla en la intuición intelectual como saber absoluto (1801). Aislado y tomado
por sí mismo, el yo no puede ser fundamento de unidad y base del sistema; más bien, el yo
ha de aprehenderse en su previo estar dado para sí mismo: el yo es un saberse, en tanto se
sabe como imagen del ser. Este saber es absoluto en tanto no se dirige simplemente a algo,
sino que se aprehende a sí mismo: como imagen, significa autonomía (libertad en sentido
de Fichte); como ser, se encuentra como dado previamente para sí mismo. Este nexo es
intuido en la intuición intelectual. 3. El entendimiento se concibe como imagen
del absoluto (después de 1804). El saber es considerado ahora como imagen y manifestación
del absoluto. Fichte entiende esto en el sentido de que el absoluto ya no ha de comprenderse
en el nexo figurativo con el saber, sino que, más bien, ha de «aniquilarse» el comprender
mismo. Sin embargo, esto resulta ambiguo si significa solamente la superación del
comprender objetivo, o bien la desaparición del comprender en general.
Entre los representantes del idealismo alemán, fue Schelling el que recorrió una evolución
más radical. Acostumbran a distinguirse varios períodos de su filosofía. El primero (1795-
1800) está caracterizado por diversos intentos de desarrollo de una filosofía de la identidad.
En contraposición a Fichte, afirma la necesidad de una filosofía de la naturaleza como una
forma de consideración objetiva y autónoma. Ello conduce a la idea de que la evolución de
la naturaleza ha de ordenarse al espíritu. Sólo cuando se ha mostrado el valor del espíritu
dentro de la evolución general, puede comenzar la forma de consideración complementaria,
la trascendental, que muestra cómo el espíritu se determina a la representación de una
naturaleza exterior. El segundo período (1800-1806) está caracterizado por el desarrollo
sistemático de la idea de la identidad. La razón absoluta es concebida
como identidad universal y ésta se entiende como indiferencia sujeto-objeto. De ella brota
lo finito, en manera tal que las formas finitas participan distintamente en cada caso de la
objetividad (naturaleza) y de la subjetividad (espíritu). Desde el año 1807 hasta su muerte
en el año 1854 Schelling se dedica en medida creciente al desarrollo de una filosofía
«positiva», «cristiana». Distingue una «filosofía de las edades del mundo» y la
subsiguiente filosofía de la revelación. La filosofía del Schelling posterior fue rechazada
durante largo tiempo como fantasmagoría, pero hoy se entiende y valora mejor. La idea
central es la distinción entre filosofía negativa y positiva, es decir, entre el pensamiento
lógico, que se basa en la necesidad, y el histórico, que interpreta la libertad. La interpretación
de esta filosofía posterior está muy controvertida: muchos intérpretes, como W. Schulz, ven
en ella el intento más radical de una auto-mediación de la razón trascendental llevada hasta
el final y, con ello, la auténtica consumación del idealismo alemán; otros la interpretan como
el intento de un comienzo totalmente nuevo, en el que se unen la inmediatez del ser y de la
conciencia.
También en Hegel puede constatarse una evolución importante, desde una temática de
juventud con preocupaciones históricas, religiosas y político-sociales, a través de diversos
esbozos de sistema en el tiempo de Jena, hasta la publicación de la primera gran obra
sistemática, la Fenomenología del espíritu, en el año 1807; y luego, desde la redacción de
la Ciencia de la lógica, a través de la publicación de laEnciclopedia de las ciencias filosóficas
en esbozo, para uso de sus lecciones, hasta sus cursos magistrales, ya no publicados por
Hegel mismo, sobre historia, religión, estética, filosofía del derecho. Hegel nunca presentó
un sistema completo. Las tres partes de la Enciclopedia: lógica, naturaleza y espíritu, suelen
presentarse como los tres «estadios» de la idea: la lógica como la ciencia de la idea en y para
sí, lafilosofía de la naturaleza como la ciencia de la idea en su ser otro, la filosofía del
espíritu como ciencia de la idea que desde su otro retorna hacia sí (Enciclopedia § 18). Pero
estas formulaciones, por una parte, son muy generales y, por otra, difíciles de comprender y
muy ambiguas. Lo que en Hegel significa «idea», «espíritu», etc., sólo puede descifrarse si
se toman en consideración el pensamiento fundamental de Hegel y los pasos particulares de
su desarrollo. En pocas palabras esta idea fundamental puede formularse así: según Hegel,
«pensamiento» y «realidad» constituyen una unidad de correspondencia en una forma muy
compleja. «Pensamiento» es aquí la expresión recapituladora de todos nuestros métodos,
enfoques y formas de articulación respecto de lo real, mientras que «realidad»significa
aquella «cosa» que se entiende y revela en unidad de correspondencia con el «pensamiento»
así entendido. En tanto el pensamiento se entiende como compendio de todas nuestras
determinaciones conceptuales, se aprehende también en su significación suprema, «más
intensa», como concepto mismo (= idea). Con ello se ha logrado un criterio y un principio
sistemático: todas las determinaciones del pensamiento y, en correspondencia, todos los
ámbitos de lo «real» son vistos y expuestos desde este punto supremo de referencia y de cara
a este mismo punto. Eso y nada más significa el proceso dialéctico en Hegel. La forma de
representación más acentuada de este pensamiento fundamental se encuentra en
la Enciclopedia, donde la lógica, la naturaleza y el espíritu se presentan esquemáticamente,
y a manera de pura representación, como tres «estadios» de la «idea». La Fenomenología
del espíritu de 1807 contiene una presentación más adecuada, pero siguiendo siempre su
idea fundamental. Podemos formular la tesis de que la forma de presentación
auténticamente adecuada de la idea fundamental de Hegel aquí esbozada con brevedad,
Hegel mismo no hace más que insinuarla.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Kantismo
Identidad
Al hablar de identidad se habla siempre de identidad de una cosa con otra, es decir, de
una relación, cuyos miembros se llaman idénticos. Identidad significa precisamente que
tales miembros son «una misma cosa». Por tanto, éstos, si no se trata de una pura repetición
de lo mismo (tautología en sentido peyorativo) o no ha de surgir una contradicción, tienen
que ser distintos y lo mismo bajo diversos aspectos. Así sucede cuando distintos nombres
designan a una misma persona (p. ej.: Napoleón y Bonaparte), o cuando un ente
(especialmente la substancia) se mantiene en el tiempo a pesar del cambio de los fenómenos
o accidentes. Esta identidad puede entenderse más o menos estrictamente, así, p. ej., la
identidad de una persona a través de su vida entera, la identidad de una sociedad pese al
cambio progresivo de todos sus miembros, la identidad de un edificio (¿incluso cuando se
reconstruye después de una destrucción total?).
Merecen especial atención las formas de identidad donde entran en juego concepto y ente.
Así en la identidad lógica varios entes se llaman idénticos, por cuanto coinciden en el mismo
concepto; aquí se habla mejor de igualdad y, por cierto, de igualdad esencial cuando el
concepto designa la esencia común (Pedro y Pablo son iguales en esencia como hombres),
de igualdad en sentido estricto cuando se da una coincidencia en la cantidad,
de semejanza cuando hay en parte una igualdad esencial o una coincidencia (total o parcial)
en la cualidad. Según el principio (discutido) de la identidad de lo indiscernible (principium
identitatis indiscernibilium: Leibniz), la coincidencia completa en todas las
determinaciones de la manera de ser trae consigo una identidad real, es decir, excluye
también la diferencia de los individuos (Individuo).
La identidad real, llamada también — con mayor o menor acierto — identidad objetiva,
aparte de las formas de identidad mencionadas en el párrafo anterior, incluye también el
caso de la coincidencia de varios contenidos conceptuales en un único ente. Éste es el sentido
originario del juicio categórico afirmativo (p. ej.: el hombre es mortal). Por falta de términos
de relación realmente diferentes, se trata aquí de una relación que no es real, sino solamente
conceptual (relatio rationis). La identidad en el juicio o en el enunciado es una identidad
formal o solamente material. Son formalmente idénticos los conceptos que designan el
mismo ente según la misma forma (7); así la identidad expresada en el principio «Todo ente
es verdadero», es una identidad formal, porque el ser verdadero está dado necesariamente
con la «forma» del ser; el ejemplo muestra que la identidad formal no significa
necesariamente una relación (total o parcial) de conceptos de igual contenido. Si la identidad
formal es de esta última clase, entonces es identidad conceptual y, por cierto, o bien
una identidad conceptual total (p. ej.: el cuadrado es un rectángulo de lados iguales), o bien
una identidad conceptual parcial (p. ej.: el cuadrado es un rectángulo). Se da una identidad
material cuando los conceptos designan formas distintas, que coinciden tan sólo en el
mismo sujeto (p. ej.: este hombre es justo; la forma del ser humano no es idéntica con la
forma de la justicia; pero este único sujeto lleva inherente tanto la forma del ser humano
como la de la justicia).
El principio de identidad («lo que es, es», «A = A»), si no ha de significar una mera
tautología, tiene que interpretarse distintamente. Muchos lo consideran como otra forma
(positiva) del principio de nocontradicción. Y según otros significa que el ente tiene una
determinada esencia, o que todo ente es aprehensible intelectualmente (inteligible). De
todos modos, en los dos últimos casos el principio de identidad no puede considerarse como
el primer principio. Sobre la filosofía de la identidad, Idealismo alemán; sobre la formación
de la identidad, Grupo.
Bibliografía
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– Conceptos
Conciencia
Diferencia
Filosofía de la mente
Filosofía hindú
Identidad
Mental
– Autores
Deleuze, Gilles
Fichte, Johann Gottlieb
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Ideología
significa en primer lugar ciencia de las ideas (Destutt de Tracy). Pero ya F. Bacon, en su
teoría de los ídolos, critica la conciencia falsa, engañada por los prejuicios sociales, y así
anticipa el concepto de ideología que es usual en la actualidad. Los enciclopedistas franceses
enseñaron que las desfiguraciones sociales de la conciencia pueden engendrarse de manera
intencionada y utilizarse así para asegurar el dominio, pero también que pueden superarse
por medio de la razón. Puesto que la clase burguesa quiere mantener su dominio,
injustificable ya objetivamente, tiene que presentar sus intereses particulares — según
muestra Marx — como universalmente válidos y, por eso, no puede llegar al verdadero
conocimiento de sí misma, tal como ella se manifiesta en la filosofía, el derecho, la política,
etc. El verdadero conocimiento desenmascararía el carácter interesado del propio
pensamiento y relativizaría la propia pretensión de poder. Por esto sus productos
intelectuales son ideología. Además, la clase burguesa no puede conocer el
condicionamiento social de su pensamiento porque, con su separación entre trabajo
intelectual y trabajo no intelectual, hace aparecer su propio proceso como un ámbito
desligado del ser social. El marxismo-leninismo llama ideología a todo sistema (también el
propio) de ideas sobre la sociedad. Ciertos pensamientos de la crítica marxista fueron
asumidos en la sociología del saber, en la crítica positivista de la ideología y en la teoría
dialéctica de la sociedad. La sospecha de ideología va más allá de la afirmación de los falsos
juicios individuales, condicionados por pasiones, experiencias limitadas, etc.; esta sospecha
es total cuando se afirma que es imposible un enjuiciamiento objetivo de la propia
constitución social y de su expresión en la filosofía y en la conciencia axiológica
(Subjetivismo).
Bibliografía
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– Conceptos
Filosofía latinoamericana
Ideología
Marxismo
– Autores
Marx, Karl
Iluminación
Entrada escrita por Schuster
San Agustín y la gnoseología agustiniano-franciscana del siglo xiii (v.gr.: san Buenaventura)
dan el nombre de iluminación a un influjo divino especial en la realización del conocimiento
humano cierto, necesario y universal. Así como la producción del conocimiento sensorial,
además de la potencia sensitiva y de la acción del cuerpo presente, requiere el concurso de
la luz, así también para la perfección del conocimiento intelectual (revestido con los
caracteres de certeza absoluta, necesidad y universalidad) junto a la potencia cognoscitiva
del entendimiento y la representación de la cosa por la percepción sensorial o la fantasía, se
necesita una especial (no ya la meramente universal) colaboración de Dios, una iluminación
o irradiación (de ahí las denominaciones de teoría de la iluminación o de la irradiación) de
una luz espiritual en la cual el hombre se une con el mismo Dios, Verdad eterna e inmutable,
mediante una cierta visión de las rationes aeternae, de las normas eternas. Esto, sin
embargo, no implica una visión de Dios, cual se verifica en el cielo, o la enseña
el ontologismo. No basta, pues, como santo Tomás de Aquino supone, la fuerza del intelecto
agente (Aristotelismo). Según una concepción más moderna, la irradiación
del agustinismo no es otra cosa que la luz sobrenatural de la gracia. Los teólogos agustinistas
filosofan partiendo de la vida cristiana de fe, conforme a las palabras de san Anselmo: Credo,
ut intelligam: creo para entender.
Bibliografía
Ét. Gilson La philosophie de Saint Bonaventure París , 31953 p. 326 [trad. cast.: La filosofía
de San Buenaventura, 1948]
del mismo L'esprit de la philosophie médiévale, 21944
del mismo La filosofía en la Edad Media Gredos Madrid, 1965
M. Grabmann Der göttliche Grund menschlicher Wahrheitserkenntnis, 1924
B.A. Luykx Die Erkenntnislehre Bonaventuras, 1923
Überweg-Geyer Grundriss der Geschichite der Philosophie 11iip. 392-394
R. Guardini Systembildende Elemente in der Theologie Bonaventuras Leiden, 1964
W. Totok Handbuch der Geschichte der Philosophie ii, 1973, 354
J. Hirschberger Historia de la filosofía i, p. 370s, 111981
E. Bettoni Il problema de la conoscibilità de Dio nella scuola franciscana, 1950
Ilusión
Ilusionismo es la opinión según la cual todo o casi todo lo que ordinariamente se juzga real
no pasa de ser una ilusión; no es otra cosa que escepticismo. La filosofía del como-si (Als-
ob-Philosophie) o ficcionalismo de Hans Vaibinger supone que todo conocimiento humano
consta de ficciones; sin embargo, muchas de estas ficciones se recomiendan como
fomentadoras de la vida (Pragmatismo).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Dialéctica trascendental
Ilustración
Recibe este nombre el movimiento cultural e intelectual que pretende dominar con la razón
el conjunto de problemas que atañen al hombre. Aunque han existido varios movimientos
de esta naturaleza, se designan especialmente con el término «Ilustración» los siglos xvii y
xviii. — Causa de la Ilustración fue el prurito de libertad que acometió a la razón cuando los
pueblos de Occidente llegaron a la mayor edad, desvelada la conciencia de sí mismos por los
éxitos de la ciencia natural. La razón humana creyóse capaz de poder comprender
exhaustivamente la realidad, y se dispuso a transformar con arreglo a sus opiniones todas
las esferas de la vida prescindiendo de la historia. De ahí el carácter propagandístico de la
filosofía de la Ilustración y su influencia literaria sobre la masa de la gente culta («filosofía
popular»). En el aspecto religioso, la Ilustración se debió al cansancio engendrado por las
divisiones religiosas, frente a las cuales se esperaba encontrar en la razón, común a todos los
hombres, un principio de unidad y conciliación. Extrayendo de los diversos credos religiosos
lo común a todos, llegábase a una religión natural puramente racional que excluía cualquier
revelación y vínculo sobrenatural así como también toda autoridad natural recibida de Dios.
Esta religión, presentada generalmente bajo la forma de deísmo, se consideraba como la
religión pura y primitiva. La Ilustración comenzó en Inglaterra y Francia. En Inglaterra se
unió al empirismo de Locke y Hume, y en Holanda y Francia a Descartes y Espinosa. Rasgo
fundamental de la Ilustración francesa y alemana (Leibniz, Wolff, Reima-rus, Lessing,
Kant) es el racionalismo. La filosofía moral de la Ilustración, cultivada sobre todo en
Inglaterra (Hobbes, Shaftesbury, Bentham), buscó, por un lado, apoyo en el deísmo,
liberándose, por otro, de todo supuesto religioso y metafísico (Bayle). La Ilustración
desembocó en el radicalismo de Voltaire y de los enciclopedistas, y acabó, finalmente, en el
grosero materialismo de Holbach y Lamettrie. Junto al racionalismo de la Ilustración, y
oponiéndose a él, surgió una corriente que salió por los fueros del sentimiento, no menos
natural, haciendo de él la fuente más profunda de la actividad humana (Rousseau y otros).
Opuesta asimismo al desprecio de la historia, característico del enfoque puramente
científico-natural de la Ilustración de la primera época, es la filosofía de la historia
de Herder, que traslada al devenir histórico la concepción evolutiva de lo orgánico. —
[[[Brugger:142|142]]-152].
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Ilustración
– Autores
Hamann, Johann Georg
Voltaire
Imagen
Cuando el hombre elabora y acuña una masa informe, surge una configuración. En tanto
ésta hace referencia a otra cosa, porque es una con ella según la forma y la hace presente
para el espectador, decimos que la primera es imagen de la segunda. Si la forma imitada
constituye una forma originaria, hablamos de un prototipo. En tanto una imagen es igual a
un prototipo, se llama retrato. La imagen se distingue del concepto por su plasticidad, y se
distingue de la simple semejanza (Cualidad) por el carácter común de los rasgos
característicos. La idea de la imagen desempeña una función muy importante en la filosofía
platónica de Agustín y de la Edad Media. Cf. Forma, Idea, Símbolo, Causa, Signo.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Cosmología
Espejo, estadio del
Teoría del conocimiento
– Autores
Platón
Imperativo categórico
Según Kant la «ley moral» se expresa en todos los seres finitos que tienen razón y voluntad
a manera de un imperativo, es decir, en una necesidad de actuar por mera razón, en
un deber. Ese imperativo escategórico porque manda incondicionalmente. Presenta una
acción como objetivamente necesaria por sí misma, sin relación con ningún fin. En cambio,
todos los demás imperativos son hipotéticos, por cuanto resultan del enlace entre fin y
medio. Ahora bien, es propio del imperativo categórico el ser meramente formal: no se
refiere a la «materia» (al objeto) de la acción, sino a la forma solamente. Kant presenta el
imperativo categórico en tres fórmulas, que él considera como de igual valor y deducibles
unas de otras: 1) la fórmula de la universalidad de la ley; 2) la fórmula de la humanidad como
un fin en sí misma; 3) la fórmula de la voluntad general legisladora. La fórmula fundamental
es la primera: «Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda a la vez ser en todo
tiempo principio de una legislación universal.» La nota de la universalidad distingue
la máxima, es decir, la norma, que el sujeto considera válida para el, del imperativo de la ley
moral.
Kant resaltó con razón el carácter incondicional de la ley moral. Con ello quedaba puesta la
base para una crítica a los principios inauténticos de la moralidad y a las interpretaciones
reductivas del fenómeno moral. Sin embargo, por las debilidades de su teoría de la razón
teórica (Criticismo), en el campo práctico Kant tiende a interpretar la razón, nuestra facultad
de lo incondicional, meramente como exigencia de universalidad formal, sin entrar en la
racionalidad del contenido. Donde está ciega la intencionalidad para el ser en su totalidad,
no se le puede reconocer la capacidad de alcanzar el valor verdadero e incondicional que liga
la libertad humana.
En consecuencia la ética de Kant fue acusada de formalismo, pues establece una separación
entre la llamada formal del deber y el orden objetivo de los valores. No obstante, la fórmula
2) abandona el terreno del formalismo para reconocer la «humanidad» (el ser humano)
como un fin en sí, lleno de dignidad y sagrado para nosotros, o sea, sin duda como un valor
objetivo que puede ser fuente de leyes con un contenido determinado. Pero Kant no elaboró
los presupuestos gnoseológicos para tal ética material de los valores. Además, lo mismo que
en la autonomía, se plantea aquí la pregunta de si la «humanidad» no sigue apuntando a
una realidad absoluta, en la que la ley moral está unida con una voluntad santa y
omnipotente.
Bibliografía
I. Kant Grundlegung zur Metaphysik der Sitien Akad. Ausgabe iv, 413-440
del mismo Crítica de la razón práctica § 7
M. Scheler Ética 2 vols , 21949
W. Wittmann Ethik, 1923
D. Ross Kant's Ethical Theory. A Commentary on the Grundlegung zur Metaphysik der
Sitien Oxford, 1954
H.J. Paton Der kategorischer Imperativ, 1962
E. Cassirer Kant. Vida y doctrina, 1948
J. Leclercq Las grandes líneas de la filosofía moral , 31966
S. Vanni-Rovighi Introducción al estudio de Kant, 1948
Imposibilidad
Bibliografía
Inconsciente
Bibliografía
Bibliografía
)
S. Freud Lecciones sobre psicoanálisis
del mismo Introducción al psicoanálisis Madrid , 21968
del mismo La interpretación de los sueños, en Obras Completas Biblioteca Nueva Madrid,
1973
Dessoir Das Doppelich, 1896
P. Janet L'automatisme psychologique, 1889
C.G. Jung Lo inconsciente en la vida psíquica normal y patológica, 1927
del mismo El yo y el inconsciente Miracle Barcelona, 1964
del mismo Die Dynamik der Unbewussten, 1967
J. Jacobi La psicología de C. G. Jung, 1947
W. Hochheimer La psicoterapia de C.G. Jung Herder Barcelona, 1969
C.G. Carus Psyche (nueva edición), 1926
E. Rothacker Die Schichten der Persönlichkeit , 51952
L. Szondi Schicksalsanalyse, 1944
E. Spiess (editor) Studien zur Psychologie des Unbewussten Olten, 1946 (abundante
Bibliografía
)
R. Hostie Du mythe à la religion. La psychologie analytique de C.G. Jung Brujas, 1955
H. Schjelderup Das Verborgene in uns, 1964
C. Brodeur Au problème de l'inconscient à une philosophie de l'homme Montreal, 1969
R. Abeln Unbewusstes und Unterbewusstes bei C.G. Carus und Aristoteles, 1970
F.M. Palmés Lo psíquico consciente e inconsciente «Actas del Congreso internacional de
Filosofía de Barcelona», 1949 ii, p. 343-373
Th. V. Moore Conferencias de psicología dinámica, 1948
Relacionado con...
– Conceptos
Antropología filosófica
Complejo
Estructuralismo
Filosofía de la sospecha
Inconsciente
Inconsciente colectivo
Psicoanálisis
Yo, ello y super yo
– Autores
Freud, Sigmund
Lacan, Jacques
Lévi-Strauss, Claude
Individualismo
Este término designa (1) una acentuación del valor de la personalidad del hombre, el cultivo
y desarrollo de la misma en oposición al gregarismo humano, a la «masificación»; y ello
entendido en sentido lato, es decir, no sólo de la personalidad individual, sino también de
familias de grandes prendas y de otros grupos en los que se cultiva y fructifica — «en» y
«para» el todo superior — la conciencia de la propia clase y del propio valor. Individualismo
(2) designa la opinión que concede excesivo relieve al individuo o a grupos particulares con
menoscabo de la vinculación a la comunidad situada por encima de ellos y aspira ya a una
humanidad de «señores» (Nietzsche), ya a la anarquía (Proudhon). Denomínase
individualismo (3) una concepción de la sociedad ([[Brugger:Sociedad [Filosofía de
la]|Sociedad [Filosofía de la]]], n.° 1) que realza al individuo hasta el punto de reducir
la sociedad a una suma de entes individuales, despojándola del carácter de totalidad o
unidad. Según dicha concepción, el derecho y la libertad de movimiento de los individuos
deben únicamente encontrar sus límites en el derecho igual de los demás, pero no en
obligaciones internas para con la comunidad. Y sólo puede haber «orden» cuando el interés
particular individual bien entendido conduce — como es de esperar — a una especie de
«coordinación», a una harmonia praestabilita. En realidad ocurre que los más fuertes
devoran a los más débiles, y en lugar de una muchedumbre «libre» aparece el ejercicio
despótico e irresponsable del poder bajo las apariencias de libertad e igualdad. — Este
individualismo (llamado en política «liberalismo») dominó en el siglo xix la sociedad y la
economía, y fue decayendo con él, pero perdura como individualismo de grado superior bajo
el ropaje del colectivismo y acrecentado hasta lo gigantesco.
Bibliografía
Individuo
Las opiniones divergen cuando se trata del principio de individuación, o sea, del
fundamento ontológico interno de la misma. Es cosa cierta que la individuación abraza y
confiere un cuño individual a todo el fondo ontológico de un ente. En el mundo corpóreo
hay una diversidad meramente numérica de los individuos, es decir, convienen en todos los
rasgos esenciales distinguiéndose sólo según el número. Santo Tomás de Aquino encuentra
el fundamento de esta diversidad en la materia, en el principio espacial-temporal. Conforme
a dicha concepción, el individuo es «éste» porque ocupa este sitio en el espacio y el tiempo
o (tratándose del hombre) este lugar histórico, porque pertenece precisamente a este punto
del contexto del cosmos visible. De acuerdo con esta doctrina, santo Tomás enseña que en
el espíritu puro, donde no hay materia alguna, toda diversidad individual lo es
necesariamente de esencia; más exactamente: denota diversidad específica (con sólo
igualdad genérica). Así, este ángel es tal, no por la peculiaridad espacial-temporal, sino ya
por su específico nivel ontológico. Pero, mientras en los ángeles hay todavía individuos, Dios
es el individuo que está por encima de todos a consecuencia de su infinita plenitud
ontológica. — Leibniz formuló el principio de los indiscernibles, según el cual dos cosas que
convinieran en todas las propiedades coincidirían necesariamente; no podría haber, por lo
tanto, dos cosas completamente iguales, que se distinguieran únicamente por su estar-al-
lado una de otra; para no ser idénticas deberían, además, diferir entre sí de alguna manera.
Esto se aplicaría aun a los más mínimos elementos (v.gr.: a los electrones). Tal doctrina
difícilmente puede demostrarse como metafísicamente necesaria, si bien la microfísica
parece apuntar en la misma dirección.
Bibliografía
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– Conceptos
Aprendizaje
Cociente intelectual
Cultura
Enfermedad mental
Existencialismo
Inconsciente colectivo
Individuo
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Persona
Personalidad
– Autores
Durkheim, Émile
Occam, Guillermo de
Sartre, Jean-Paul
Inducción
Se presupone en todo caso que no se hace una generalización demasiado rápida, sino una
inducción que responde a las exigencias metódicas. Bacon de Verulam y J. St. Mili se
esforzaron por el esclarecimiento científico de los métodos; las reglas de Mili han sido
perfeccionadas esencialmente por la reciente teoría de la ciencia. Se trata sobre todo de la
determinación exacta de las condiciones bajo las cuales se produce un determinado suceso.
Sirve para ello el experimento, que «examina la naturaleza» no sólo bajo condiciones
naturales, sino bajo condiciones elegidas por el investigador mismo. El experimento está
dirigido por una hipótesis, por una suposición transitoria que ha de ser comprobada
mediante el experimento.
Bibliografía
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– Conceptos
Confirmación, paradojas de la
Inducción, clases de
Inducción, principio de la
Inducción, problema de la
Inductivismo
Método socrático
– Autores
Popper, Karl Raimund
Infinito
La infinitud de Dios es infinitud actual y significa la plenitud ilimitada del Ser divino;
expresa, por consiguiente, la infinitud absoluta, es decir, la perfección suprema de Dios, que
no puede entrar en ninguna categoría finita y está por encima de todos los grados del ser
creado. Incluye en sí la más elevada simplicidad. No es la totalidad del ser como el panteísmo
cree, ni encierra el ser individual de las criaturas en cuanto tal, sino que posee de una manera
superior sus peculiares perfecciones ontológicas (como, v.gr., un sabio matemático posee el
saber de su discípulo).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Continuo
Cosmología
Dios
Infinito, infinitud
Polémica Leibniz-Clarke
Tiempo
– Autores
Bruno, Giordano
Nicolás de Cusa
Inmanencia
Un uso enteramente distinto hacemos de la palabra inmanencia (4) cuando definimos la vida
como actividad (Acción) inmanente en oposición a la transeúnte. Queremos dar a entender
con ello que esta actividad gira en torno a sí misma y permanece en el agente.
Bibliografía
Inmortalidad
Entrada escrita por Willwoll
La cuestión de la inmortalidad pertenece desde antiguo a las más importantes para el género
humano, pues una mera aceptación «heroica» del propio ser, como de un ser absurdo
destinado en última instancia a la muerte, no sería heroísmo, sino embotamiento del espíritu
que pregunta por el sentido de la vida. Rechazada por el materialismo, el positivismo, el
criticismo, el panteísmo y el biologismo, la doctrina de la inmortalidad ha sido defendida
por las religiones mundiales como convicción espontánea de la humanidad, por las grandes
mentes de la Antigüedad (Pitágoras, Platón, Plotino; no hay coincidencia de opiniones con
respecto al sentido de la inmortalidad en Aristóteles y de la Edad Media (san Agustín y la
patrística, santo Tomás y la escolástica), por los racionalistas Descartes y Leibniz, por varios
empiristas y, al menos como postulado de la razón práctica, por Kant.
La inmortalidad como capacidad para seguir viviendo (Vida) sin fin corresponde
únicamente al ser vivo y, es por naturaleza, patrimonio exclusivo del espíritu. La
inmortalidad conviene al Ser divino con absoluta necesidad esencial, que hace
absolutamente imposible el no ser, porque en este caso coinciden la esencia y la existencia.
Al espíritu contingente creado le conviene como perduración exigida por su esencia en el ser
ya obtenido.
Bibliografía
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– Conceptos
Alma
Inmutabilidad
La inmutabilidad de un ente excluye de éste cualquier clase de cambio real, pero no el que
según nuestro modo de hablar, le corresponde de manera puramente extrínseca, en virtud
del cambio ocurrido en otro. Así, la circunstancia de que un objeto sea conocido no produce
en él cambio alguno. Las cosas materiales o ligadas a la materia manifiestan sólo una
inmutabilidad relativa, pues el vivir, crecer y actuar en este mundo visible descansan en el
movimiento, es decir, en el cambio. Sin embargo, cuanto más desligadas están de la materia
la acción y la actividad, tanto menos cambio o movimiento suponen. Ya en el hombre el
cambio o movimiento está en relación inversa de la elevación de sus actividades espirituales,
como muestran las intuiciones intelectuales, la contemplación amorosa de una obra de arte
y, sobre todo, las vivencias místicas. Actividad e inmutabilidad no son, pues, conceptos que
se excluyan mutuamente. — La inmutabilidad física de Dios, que se funda principalmente
en su simplicidad, e infinitud, no niega la actividad, pero sí cualquier cambio en su ser,
cualquier aumento o disminución de su perfección; de ahí que excluya toda evolución y aun
la mera posibilidad de ella. Por eso, el panteísmo en todas sus formas implica una interna
contradicción. La inmutabilidad moral mantiene alejada de Dios toda modificación de la
decisión eterna de su voluntad. Dios no concibe nuevos planes ni modifica los concebidos.
Él conoce en un acto inmutable el acontecer variable. A los distintos modos de pensar que
se suceden en el hombre (v.gr.: pecado y arrepentimiento) corresponde en Dios un único
acto eterno que a causa de su infinitud equivale en su simplicidad a la actitud de odio y
amor (coincidentia oppositorum; [[Brugger:Dios [Idea de]|Dios [Idea de]]]). En la creación
temporal del mundo la novedad y el cambio se encuentran sólo del lado de aquél
([[Brugger:Dios [Libertad de]|Dios [Libertad de]]]).
Bibliografía
Instinto
El término instinto designa, en acepción muy general, la disposición natural de los seres
vivos para obrar ideológicamente. Considerado desde el punto de vista de la ciencia natural,
el instinto es una disposición natural hereditaria, un caudal de disposiciones ordenadas y
relacionadas con el todo, que impulsan al viviente a tender de manera especial a ciertos
objetos del mundo circundante, a entrar en contacto afectivo con éstos y a obrar luego en
forma específicamente típica y adecuada a la conservación de la especie. La experiencia y
procesos de aprendizaje no desempeñan ningún papel fundamental, aunque, aliados, entre
otras cosas, con reflejos y automatismos acompañan frecuentemente la acción instintiva y
están «acoplados» a ella. Ésta es desencadenada por determinados objetos del mundo
animal en torno (presa, enemigo, etc.), y sobre todo por signos de los mismos, cuyo
conocimiento posee el animal de manera innata y plenamente independiente de la
experiencia (esquema innato). Los signos pueden ser de índole química, acústica u óptica.
Se dan casos en que un esquema (v.gr.: el de «compañero sexual») está, por decirlo así,
«vacío», no modelándolo la experiencia más que en un determinado período de la vida (las
más veces en la primera infancia).
La explicación filosófica del instinto ha seguido diversos caminos de acuerdo con los
presupuestos sistemáticos. Un progreso esencial lo representa la moderna investigación de
la conducta (Lorenz, Seitz, Tinbergen y otros), que ha elevado los estudios sobre el instinto
a ciencia experimental de conceptos rigurosos: trabajos dirigidos a establecer una
separación clara entre los reflejos y la experiencia, por un lado, y los verdaderos
componentes del instinto, relativamente rígidos y específicamente típicos, por otro; análisis
minucioso de los esquemas desencadenantes (prueba de sorpresa); trabajos para mostrar la
acción conjugada variable de reflejo, automatismo, experiencia y acción instintiva.
Bibliografía
J.H. Blerens de Haan Die tierischen Instinkte und ihr Umbau durch Erfahrung, 1941
K. Lorenz Über die Bildung des Instinktsbegriffes, 1937
del mismo Tiergeschichten, 1949
del mismo Consideraciones sobre las conductas animal y humana Plaza Janés, 1974
del mismo El comportamiento animal y humano Plaza Janés, 1976
R. Schubert-Soldern Philosophie des Lebendigen, 1951
E. Wasmann Der Trichterwickler, 1884
del mismo Instinkt und Intelligenz im Tierreich , 31905 [trad. ital.: Istinto e intelligenza nel
regno animale, 1908]
N. Tinbergen El estudio del instinto Siglo XXI México, 1969
E.S. Russell The Behaviour of Animals, 1934
E.C. Tolman Purposive Behaviour in Animals and Men Londres, 1932
R. Reinhardt Psicología animal, 1944
Gemelli-Zunini Introducción a la psicología , 51964
E. Rabaud L'instinct et le comportement animal 2 vols., 1949
R. Ruyer y otros L'instinct dans le comportement des animaux et de l'homme, 1956
L. Ancona Enciclopedia temática de psicología i p. 896-920, Herder, Barcelona 1980
G.W. Allport La personalidad Herder Barcelona, 1968 (índice)
R. Flestcher El instinto en el hombre Paidós Buenos Aires, 1962
E. Ziegler Der Begriff des Instinktes einst und jetzt, 1920
– Autores
Bergson, Henri
Institución
Bibliografía
Integración
Bibliografía
Intelectualismo
Cabe definir como intelectualismo (del latín intellectus: inteligencia) toda doctrina que
atribuya una primacía al espíritu, a la idea, a la razón. Esto puede tener lugar, legítima o
ilegítimamente, en diversas esferas. Extremadamente exagerado es el intelectualismo
metafísico del idealismo trascendental, llamado idealismo alemán, que convierte el ámbito
entero del ser en «posición» (Setzung) de la razón. Con sana ponderación representan el
intelectualismo metafísico Platón, Aristóteles y santo Tomás de Aquino, según el cual el ser
en su causa primera divina se identifica con la razón, de donde se sigue que todo ente,
aunque no sea en todas partes razón y espíritu, es racional y conforme a éste. Con el
intelectualismo metafísico concuerda el intelectualismo gnoseológico (Inteligibilidad) que
no debe ser confundido con el racionalismo. Como opuesto al voluntarismo, el
intelectualismo no significa un excluir necesariamente del ser a la voluntad (pues donde hay
razón hay también voluntad), sino que sólo expresa la primacía conceptual de la inteligencia
sobre la voluntad, que sin aquélla ni siquiera puede ser pensada. Lo que separa a la voluntad
de cualquier otra clase de tendencia es precisamente la razón que en ella está entrañada y la
informa. El intelectualismo psicológico expresa la citada preeminencia de la razón sobre la
voluntad, especialmente en la determinación de la esencia de la bienaventuranza
(Aristóteles, Tomás de Aquino), o, yendo más allá, la errónea concepción de que las
funciones psíquicas de querer, sentir y otras pueden ser reducidas a meros elementos
intelectuales.
Bibliografía
– Autores
Eugeni d'Ors
Inteligibilidad
Entender algo significa, en primer lugar, penetrarlo por completo, hasta su razón o
fundamento. Lo que se comprende enteramente se ve tal como es, o sea, desde su
fundamento originario. Sin embargo, como lo contingente tiene su razón suficiente, no en
sí, sino siempre en otro que es su causa, entender un objeto contingente es conocerlo por
ésta. Para entender los fenómenos de la naturaleza sirve ante todo la explicación (Explicar)
o reducción a causas o leyes naturales necesarias, y también, a modo de complemento, la
comprensión que se coloca en el punto de vista de la finalidad; para entender al ser
espiritual, se recurre a los fines y a la individualidad espiritual, o sea, a la comprensión
(Comprender) propia de las ciencias del espíritu. Si algo contingente debe ser
completamente entendido, es decir, no sólo en tal o cual peculiaridad, sino en su
contingencia misma, hay que remontarse a la Causa última y necesaria por sí misma.
A la intelección por parte del entendimiento corresponde la inteligibilidad por la de los
objetos. El problema estriba en saber si éstos en su totalidad son inteligibles, o sea, si el ente
en cuanto tal es inteligible. En todo caso, cabe que la inteligibilidad esencial al ente en cuanto
tal no se refiera exclusivamente a la inteligencia humana. Esta inteligibilidad implica
relación al entendimiento en general, concerniendo por eso en primera línea al puro e
infinito de Dios. La inteligibilidad plena y absoluta de todo ente existe sólo para Dios porque,
debido a la perfecta identidad de conocer y ser, es completamente inteligible para sí mismo
y ve todo lo demás desde su más profundo fundamento en cuanto que de éste (y de su libre
acto de voluntad) dimana. El principio de la inteligibilidad universal del ente caracteriza
al idealismo metafísico. Este principio excluye la posibilidad algo en sí que
sea transinteligible, que sea completamente incognoscible (N. Hartmann); pero no excluye
que la inteligibilidad del ente tenga sus grados correspondientes a los de la perfección
ontológica ([[Brugger:Ser [Grados del]|Ser [Grados del]]]). Lo que existe únicamente en un
sentido impropio y minorado, v.gr.: lo potencial, es inteligible también de una manera
minorada.
Todo ser está de algún modo patente al entendimiento humano por su condición de
verdadero y genuino entendimiento, es decir, puede de alguna manera, aunque imperfecta,
devenir objeto de su conocimiento. En cambio, existen vallas que impiden la intelección
plena. No podemos entender toda la realidad exhaustivamente mediante conceptos propios
(Concepto) como creía el racionalismo (y elmaterialismo dialéctico según su principio de
la cognoscibilidad del mundo); sólo nos es dado definir conceptualmente un dominio
intermedio de aquélla, y aun esto de manera incompleta (Sistema). A la completa y positiva
definición conceptual se sustraen tanto la indeterminación del resto material (ininteligible)
que queda después de toda abstracción y la individualidad condicionada por la materia
(individuo), como la infinitud del Acto puro situado más allá de toda forma y limitación. En
el área intermedia se encuentran, no obstante, el sentimiento y el hecho de la decisión libre,
que no admiten una comprensión conceptual exhaustiva. Nuestro pensamiento puede
acercarse a estos objetos sólo mediante los conceptos análogos (Analogía, Concepto) y la
reflexión. Así se hace posible conocer de un modo indirecto y analógico el residuo no
conceptualizable de un objeto por relación a la quididad conceptualizable, y conocer,
asimismo, la infinitud del Acto puro como fuente de las esencias finitas. La posibilidad de
comprender (imperfectamente) el propio sentir y querer viene dada por el hecho de que la
razón penetra las demás facultades del alma, siendo en último término el hombre entero
quien actúa mediante las potencias y no cada una de éstas por separado. El hombre no sólo
ve, siente y quiere; sabe también que ejecuta esos actos y puede con su razón reflexionar
sobre ellos, alcanzando así un conocimiento indirecto de estas actividades y de sus objetos.
Bibliografía
Intencional
Intencional (1) es todo aquello que tiene una orientación (como el ente al ser, el agente a su
operación y al efecto de la misma, etc.). En sentido estricto, es intencional (2) todo lo que
posee una orientación consciente hacia un objeto. En este caso se encuentran toda clase de
representaciones, conceptos, actos cognoscitivos y apetitivos. Todos ellos «significan»,
apuntan a («tienden») algo. Son también intencionales (3) los mismos objetos significados
como tales. Además del eventual ser en sí real, tienen, en cuanto objetos representados,
pensados o queridos, un ser «intencional».Identidad
Bibliografía
Intensidad
Bibliografía
Intersubjetividad
es (1) un postulado metódico de las ciencias empíricas, el cual pide que en estas ciencias sólo
han de admitirse como enunciados sobre observaciones aquellos que pueden ser
comprobados por cualquier representante de la ciencia respectiva. Las observaciones a las
que se refieren los enunciados han de ser repetibles y comunicables lingüísticamente, no
basta con que sean accesibles tan sólo a uno o algunos especialmente capacitados. En sentido
estricto, ni las primeras observaciones ni su comprobación son intersubjetivas, pues toda
observación ha de ser hecha en cada caso por un sujeto. Las observaciones se hacen
intersubjetivas primeramente por el lenguaje, que media entre los sujetos, así como por el
marco común de referencia, el mundo exterior, al que pertenecen todos los datos de
observación. (2) A veces también se llaman intersubjetivas las proposiciones apriorísticas
universalmente válidas, por cuanto en principio son evidentes para todo sujeto de
conocimiento. (3) Finalmente en antropología filosófica se llama a veces intersubjetividad
la constitución del hombre por la que como sujeto está referido siempre a otros. — Diálogo.
Bibliografía
Sobre (1): P. Lorenzen Wie ist Objektivität in der Physik möglich? en Delius y
Patzig Argumentationen, 1964
R. Lay Grundzüge einer komplexen Wissenschaftstheorie, ii, 1973
K.R. Popper Conocimiento objetivo Tecnos Madrid, 1974
sobre (3): E. Husserl Zur Phänomenologie der Intersubjektivität en Gesammelte Werkexiii-
xiv La Haya, 1973
M. Theunissen Der Andere, 1965
A. Schöpf Zwischen Intersubjektivität und Dialogik en «Philosophische Rundschau» 15
(1968) 15-28
J. Heinrichs Sinn und Intersubjektivität en «Theologie und Philosophie» 45 (1970) 161-191
Th.J. Owens Phenomenology and Intersubjectivity La Haya, 1970
Intuición
Bibliografía
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Analítica trascendental
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Número
Tiempo
– Autores
Bergson, Henri
Cohen, Hermann
Intuicionismo
Bibliografía
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Ética
– Autores
Eugeni d'Ors
Irracional
Bibliografía
Juicio
I. Con este término se designa el acto central del conocimiento humano cuya dilucidación
lógica y metafísica persigue la teoría del juicio. El estudio lógico de éste investiga el juicio
como forma de pensamiento atendiendo a su estructura esencial y a sus propiedades
necesarias. Desde este punto de vista se distingue del simple concepto y del raciocinio.
El concepto representa sólo un conocimiento incoativo porque se limita a formar contenidos
sin relacionarlos con el ser ni expresarlos en su existencia por el asentimiento. En cambio,
el juicio lleva el conocimiento a su realización plena porque relaciona los contenidos con el
ser y, asintiendo a ellos, constituye una expresión de su existencia. Frente a ello,
el raciocinio no significa una ulterior perfección de la esencia interna del conocimiento, sino
un progresar de un conocimiento a otro.
La estructura exacta del juicio puede esclarecerse en la proposición que une un predicado
con un sujeto por medio de la cópula «es», si bien ésta no aparece siempre como tal, sino
que muchas veces está incluida en una palabra indicadora de actividad. En contraposición a
un concepto compuesto (p. ej., hombre mortal), la esencia de la proposición está
precisamente en la cópula: el hombre es mortal. En esta expresión lingüística o signo
sensible, así como en la figura mental que está como base, pueden distinguirse dos maneras
de acuñación, que llamamos enunciado y juicio. En el enunciado el «es» todavía no se
despliega por entero, en cuanto que significa solamente la unión del predicado con el. sujeto;
con ello está dado un juicio posible, pero todavía no un juicio realizado como tal; del
enunciado, de su peculiaridad y de sus diversas referencias trata la lógica formal. En el
auténtico juicio, por el contrario, el «es» se despliega enteramente, por cuanto allí está
acuñada la posición y, con ello, el enlace de sujeto y predicado es referido al ser o al en sí
significado; por primera vez alcanzamos aquí el juicio realizado como tal.
Expliquemos algunas propiedades del juicio y divisiones ligadas a ellas. La cualidad del
juicio es inherente a la cópula en cuanto ésta, como afirmación en el «es» o negación en el
«no es», atribuye o quita, respectivamente, el predicado al sujeto. Así, tenemos juicios
afirmativos y negativos. Pertenece asimismo a la cópula lamodalidad del juicio por la cual
éste expresa el modo del «es» o del «no es». Con ello resultan juicios apodícticos, que
enuncian algo como absolutamente necesario o absolutamente imposible, asertaricos, que
dicen sencillamente «es» o «no es» sin determinar su modo, y problemáticos, que expresan
un poder ser o también la posibilidad del no ser. Según la extensión del sujeto, se da una
diversa cantidad del juicio.
La consideración metafísica del juicio sitúa esta forma humana de pensar en el contexto total
de una metafísica del conocimiento. Dicha consideración ha de partir del juicio que enuncia
la esencia de un individuo concreto. Nuestro conocimiento se detiene primero en el aspecto
patente de la cosa; si no pasara más allá sería un mero conocimiento sensorial. Pero, en
realidad como conocimiento intelectual penetra hasta el núcleo más íntimo de la cosa que
aparece, a saber: hasta el ser. Sin embargo, éste nunca lo posee una cosa finita en su plenitud
total, o sea, según todas sus probabilidades, sino únicamente según la medida de su esencia,
la cual representa siempre un modo de ser limitado. La cosa encierra los tres grados:
individuo, esencia, ser, en una síntesis compacta y opaca. Después de haber sido separados
por la abstracción, el juicio reúne estos mismos grados en una síntesis estructurada y
diáfana. La síntesis existente en la cosa retiene los dos últimos factores dentro de los límites
del individuo; frente a ella, la síntesis judicativa eleva los dos primeros a la amplitud del ser.
Con ello imita a su manera la visión divina, inscrita desde un principio en el Ser absoluto y
que, por lo mismo, lo comprende todo desde la más íntima razón del ser. Esta imitación de
la visión divina tiene su expresión en la tendencia natural de la mente hacia el Ser absoluto,
tendencia que, según Maréchal, constituye el único fundamento de la verdad objetiva del
juicio (Dinamismo).
II. A diferencia del juicio categórico que dice algo de un objeto de modo directo, el juicio
hipotético, en sentido amplio, es una enunciación acerca del enlace necesario entre varias
enunciaciones. No son los mismos enunciados-miembros los que se afirman, sino sólo la
índole y validez de su unión. El juicio hipotético puede ser verdadero, aunque las
enunciaciones que lo integran no lo sean o incluso sean imposibles. El más importante
enlace de enunciados, que usualmente da el nombre a la clase entera, es el juicio hipotético
en sentido estricto o proposición condicional, consistente en una unión de enunciaciones tal
que si A (el antecedente) vale, B (el consecuente) vale también necesariamente. Según que
la condición esté en conexión meramente fáctica con lo condicionado (porque la verdad del
nexo sólo se establece por el hecho expresado en el consecuente, p. ej., «si llueve, me quedo
en casa»), o que entre el contenido de la condición y el contenido de lo condicionado exista
una relación necesaria, en lalogística se distingue entre la implicación material y
la formal (subjunción). La primera se define como aquella unión entre dos enunciados p.y
q que sólo es falsa si p es verdadero y q falso; y así se dice que «p implica q». La implicación
formal, por el contrario, incluye un nexo necesario de condicionamiento: si A, entonces
necesariamente B (negación: aunque A, sin embargo, no necesariamente B). Este nexo
condicional, según la situación objetiva o intención del que habla, puede entenderse como
una conexión real o como una relación cognoscitiva; p. ej.: si el hombre es libre, es un ser
moral (conexión real); si el hombre es un ser moral, es libre (relación cognoscitiva). Otros
juicios hipotéticos en sentido amplio son: la conjunción, según la cual todos los miembros
del enunciado son a la vez verdaderos, o falsos, y ladisyunción.
III. La facultad de juzgar se halla en Kant en el medio entre el entendimiento (en sentido
estricto), como facultad de los conceptos y de las reglas, y la razón. Se entiende como la
facultad de inferir según las reglas. Es la capacidad de juzgar o, mejor dicho, de ponderar si
algo particular cae bajo una regla general. Si está dada la regla y hay que subsumir bajo ella
lo particular, Kant habla de juicio determinante. En cambio, si está dado la particular y hay
que hallar lo general, entonces el juicio se llama reflexionante.
Bibliografía
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Antinomias kantianas
Crítica del juicio
Gusto
Juicio
Juicios, clasificación kantiana de los
– Autores
Kant, Immanuel
Justicia
De hecho, el orden existente nunca es enteramente como debería ser; para ser pura y
perfecta expresión del derecho, y con ello «orden» en el sentido pleno del vocablo, necesita
continuo retoque y acomodación a los datos reales cambiados. Normas que fueron un tiempo
expresión de un pensamiento jurídico pueden, variadas las circunstancias, devenir
contrarias a la razón, nocivas a la comunidad e ilegales en alto grado. El beneficiario
intentará mantenerlas como su derecho escrito; el perjudicado tenderá a quebrantarlas con
violencia por injustas. A la comunidad sólo aprovecha un desarrollo orgánico. La tendencia
a él y a la buena voluntad para llevarlo a cabo constituye la justicia en orden al bien común
(justicia social), así llamada porque crea de nuevo en cada momento el verdadero orden de
la comunidad y protege de un modo permanente el bien general.
Bibliografía
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Diké
Justicia
– Autores
Platón
Rawls, John
Lenguaje
Este término designa: 1.°, la actividad universal humana dirigida a servirse de un sistema
de signos según determinadas reglas de enlace que en todas partes han de darse por
supuestas; 2.°, las formas histórica y socialmente condicionadas de la función general
humana del lenguaje: las lenguas particulares o idiomas. Dentro de toda lengua hay que
distinguir: a) la totalidad de signos y formas de que puede servirse el que habla (lo
«hablable»); b) la realización somático-anímica del acto de hablar; c) la palabra producida
y oída (lo «hablado»). Lenguaje en sentido primordial es la representación de pensamientos
por medio de sonidos. Sujeto del lenguaje es el hombre, único de los seres visibles que tienen
pensamientos y es capaz de expresarlos con el sonido articulado sensible. El lenguaje refleja,
pues, el ser anímico-corpóreo del hombre y sigue sus leyes. El lenguaje como sonido existe
sólo al ser producido. Aunque siempre, aparte la transmisión de ideas, el habla es ya una
cierta expresión del alma del hablante, sin embargo su intención principal, a diferencia de
otros movimientos expresivos, no tiende a esto, sino a la representación y comunicación de
pensamientos. Mientras la representación gráfica imita el objeto significado en su forma
sensible y es, en consecuencia, inmediatamente comprendida por cualquier contemplador,
el lenguaje hace presente no el objeto, sino el pensamiento y (en su forma desarrollada) no
copiándolo, sino mediante un signo que lo reemplaza. Por consiguiente, sólo es
comprendido por quien conoce el sentido y, con ello, el significado de los signos.
Indudablemente, en sus orígenes el lenguaje trabajó también con medios de representación
directamente comprensibles, gráficos. La unión de sonidos sensibles, que en sí no poseen
significado alguno con un determinado sentido, es decir, la referencia a su significación(a
su ámbito de objetos), resulta posible porque en el hombre no existe separación alguna
radical entre intuición sensorial y pensamiento espiritual; antes bien, éste se obtiene de
aquélla por abstracción y conserva siempre un cierto enlace con el esquema sensible. El gesto
indicador permite al hombre establecer entre el sonido articulado y dicho esquema una
conexión perceptible asimismo para otros y fijarla por el uso reiterado. El supuesto para la
comprensión de los interlocutores es su común naturaleza somático-espiritual y sobre todo
la identidad de contenido por ellos pensado o por pensar.
La cuestión del origen del lenguaje puede referirse a la capacidad para hablar o a la práctica
desarrollada de aquél. La capacidad para hablar está implicada en la esencia del hombre. La
práctica o manejo de la lengua comprende el descubrimiento y primera aplicación de signos
sensibles como representantes de los conceptos y el desarrollo ulterior del sistema de signos.
Cómo llegó el hombre originariamente a esta práctica del lenguaje, es cosa que sólo podemos
conjeturar viendo la manera como todavía hoy la adquiere. — Únicamente cabe hablar
de lenguaje animal en un sentido impropio, pues el animal no puede exteriorizar
pensamiento alguno ni manifestar por medio de conceptos sus sensaciones o apetitos.
Acerca del lenguaje prelógico, Psicología social.
El hombre puede substituir los signos fonéticos del lenguaje por otros; así ocurre, v. gr., en
la escritura, que reemplaza los pasajeros fonemas por trazos escritos de carácter más estable.
Sin embargo, la representación de ideas puede también efectuarse mediante signos escritos
o de otra clase, sin pasar por el rodeo del sonido, como sucede en la escritura conceptual de
los chinos. La primera forma fonética fundamental es la sílaba; la primera forma
fundamental de signo lingüístico dotado de significación es la palabra; la primera forma
fundamental del lenguaje mismo, la oración. Sólo en ésta se expresa un pensamiento
completo. La situación de la lengua y el conjunto de la oración confieren a las palabras el
significado definido. Esto es aplicable también en cierta medida a la oración en cuanto es
miembro del discurso.
El lenguaje (1) se nos presenta en una variada profusión de idiomas [= lenguaje (2)], que
tanto en el léxico como en la construcción difieren entre sí de manera notable. Siempre existe
fundamentalmente la posibilidad de trasladar a una lengua lo representado en
otra (traducción); pero tal posibilidad es limitada en diversos aspectos, sobre todo en lo
concerniente al valor sentimental que resuena en las palabras. — Para un conjunto de
enunciados exactamente definidos se establecen lenguajes universales o lenguajes
formalizados de gran precisión, como ha ocurrido, por ejemplo, en la matemática y
la logística, los cuales sirven exclusivamente para comunicar contenidos conceptuales
prescindiendo de toda expresión anímica. Dado que es posible hacer, a su vez, enunciados
sobre los lenguajes naturales o formalizados, se distingue entre objeto lenguaje (lenguajes
directos) y metalenguajes, posibles a varios niveles, con ayuda de los cuales es posible evitar
las antinomias semánticas. — Aunque el lenguaje no constituye una condición indispensable
del conocimiento intelectual, contribuye en gran medida a la precisión y claridad del pensar.
— Puesto que el lenguaje se ha originado de la necesidad del individuo como miembro de la
comunidad, ni es descubrimiento de un individuo ni cabe concebirlo en su conservación y
desarrollo fuera de la comunidad. La comunidad lingüística orgánica y natural, formadora
de la lengua en la mayoría de los casos, es la nación, e inversamente, el idioma desempeña
un importante papel en la formación de aquélla. Sin lenguaje no sería posible ni la
comunidad humana ni un cierto grado superior de cultura. De la importancia del lenguaje
para la comunidad resulta también para el individuo la obligación especial de no utilizarlo
contra su esencia que es ser expresión del pensamiento. — Sobre el análisis del
lenguaje, Filosofía analítica.
Bibliografía
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Anámnesis
Atomismo lógico
Ciencias cognitivas
Cultura
Diálogo
Estructuralismo
Estructuralismo en lingüística
Filosofía analítica
Funciones del lenguaje
Hermenéutica
Lenguaje formal
Lenguaje, clases de
Lenguaje, filosofía del
Lingüística
Lógica
Lógica, historia de la
Mental
Sapir-Whorf, hipótesis de
Símbolo
Verdad, teoría semántica de la
– Autores
Ajdukiewicz, Kazimierz
Barthes, Roland
Bergson, Henri
Bloomfield, Leonard
Chomsky, Noam
Davidson, Donald
Derrida, Jacques
Gadamer, Hans Georg
Gorgias
Heidegger, Martin
Humboldt, Karl Wilhelm von
Kristeva, Julia
Lévi-Strauss, Claude
Platón
Ricoeur, Paul
Searle, John
Strawson, Peter Frederick
Wittgenstein, Ludwig
El estudio del lenguaje por parte de la filosofía es tan antiguo como la misma filosofía. Ya en
la Antigüedad existía la opinión (sofistas) de que el lenguaje había de atribuirse a un
convenio arbitrario de los hombres, punto de visto opuesto a otro que lo consideraba como
algo dado por la naturaleza (estoicos). Platón y Aristóteles adoptaron una posición
intermedia. La filosofía del lenguaje como disciplina filosófica propiamente tal existe sólo
desde W. v. Humboldt. La fomentaron principalmente la lingüística comparada (estudio de
la función universal del lenguaje y de la estructura esencial del mismo) y la psicología
empírica (investigación de los elementos del lenguaje y de sus condiciones psicofísicas). —
Las más importantes tareas de la filosofía del lenguaje son la aclaración de las relaciones
entre pensamiento y habla (primacía e influencia), entre las funciones expresiva y
representativa del lenguaje, la dilucidación de las condiciones psicofísicas del habla, del
papel del individuo y de la comunidad nacional en la construcción del lenguaje, de las
relaciones entre el lenguaje-tipo y la estructura de las lenguas particulares, la investigación
del origen primero del lenguaje en el tiempo así como del origen del lenguaje en el niño y del
ulterior desarrollo de la lengua. — Las direcciones de la filosofía del lenguaje divergen
principalmente en la cuestión relativa a la coordinación de pensamiento y lengua. Mientras
la antigua filosofía del lenguaje reconocía de manera unánime la independencia y
supremacía del pensamiento con respecto al habla, y la relación entre ambos era
diversamente concebida (según la dirección empirista [Marty], el lenguaje lo produce el
pensar con el fin de comunicarse; según la idealista [Vossler], el lenguaje es manifestación
perfectamente adecuada del pensamiento), muchos modernos absorben el pensamiento en
el lenguaje (Ipsen) o lo hacen proceder de él (Stenzel). — Sobre el análisis del
lenguaje, Filosofía analítica.
Bibliografía
Ley
En un sentido superior entendemos por ley una norma que impone un deber moral o
jurídico.
a) La ley moral(lex naturalis), fundada en la voluntad de Dios (lex aetema), no sólo nos
instruye sobre lo que de suyo («según su naturaleza») es bueno o malo, sino que, además,
impone obligatoriamente a nuestra conciencia el hacer lo bueno y evitar lo malo.
b) La ley en sentido jurídico también puede tener a Dios por autor (así en el Antiguo
Testamento la ley de la Alianza para Israel); en general es una norma dictada por la
comunidad, y obligatoria para sus miembros, de cara al orden público y al bien común. A
diferencia del lenguaje usual, los juristas sólo llaman «ley» a tal norma si su origen y su
promulgación cumplen determinados requisitos formales. ¿Basta esto para una ley, o bien
una norma, para poder ser ley, ha de resultar conciliable con la ley moral y satisfacer lo que
exige la justicia? Para el positivismo jurídico basta con que la ley tenga validez, es decir, con
que sea reconocida (seguida) de hecho. Nosotros sólo podemos reconocer como vinculantes
las normas justas, y nos sentimos obligados a denegar la obediencia a la ley que mande algo
contrario a la ley moral, «a obedecer a Dios antes que al hombre».
Bibliografía
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Atomismo
Crítica de la razón práctica
Estoicismo
Explicación científica
Gestalt, leyes de la
Justicia
Kant: ética de
Ley
Ley científica
Ley de la naturaleza, ley natural
Ley, términos relacionados con
Nomos
Orden
Positivismo jurídico
– Autores
Cohen, Hermann
Kepler, Johannes
Newton, Isaac
Ley moral
La ley moral es la ley que ordena el bien y prohíbe el mal moral. Puédese llamar
también norma de moralidad, pero por norma de moralidad se suele entender el principio
de moralidad, que determina la esencia de lo moralmente bueno, sin explicar su cualidad de
debido o impuesto. La ley moral, en cambio, significa la obligatoriedad de lo bueno y, por
cierto, una obligatoriedad que no se ha originado primeramente por una ley positiva (estatal
o eclesiástica), ni por mera convención humana, sino que, con indepencencia de todo
arbitrio, es necesaria en virtud del orden de la «naturaleza» o del ser; por eso se llama ley
natural y, en contraposición a la ley natural física, recibe el nombre de ley moral natural.
Sólo la parte de la ley natural que contiene exigencias de la justicia es derecho natural.
El fundamento de la ley moral radica en aquella exigencia (deber) que va unida, no a todos
los valores morales ciertamente, pero sí a los que son necesarios en orden a la bondad moral
del hombre; el mal, por el contrario, esencialmente lo que no debe ser. El positivismo
moral niega toda exigencia moral y todo bien moral, que sean independientes de la voluntad
del hombre. Otros consideran el deber solamente como interpretación (falsa) de un impulso
sentimental. La [ética de los] valores fundamenta la exigencia moral (deber) en el valor, en
oposición a la interpretación corriente del imperativo categórico de Kant, pero separa el
valor del orden ontológico. La expresión «ley natural» indica, en oposición a esta
concepción, que el valor y la exigencia moral se apoyan en el orden del ser, por cuanto el
bien, como consumación de las disposiciones que han de realizarse todavía en el ser del
hombre (Potencia) encuentra su norma en el ser.
Como el hombre conoce el bien como algo que debe realizar, se siente obligado a él. Esto
aclara suficientemente, para muchos moralistas, la ley moral. Pero de esta forma no sería
una ley en sentido estricto; pues ley es un precepto, un mandamiento promulgado por un
legislador más alto e investido de autoridad. Es evidente que este legislador, a quien están
sometidos todos los hombres, tiene que ser forzosamente Dios. En cuanto Dios impone la
observancia de la ley moral natural en su eterno beneplácito, se habla también de la ley
eterna. Y en cuanto el hombre participa por su razón natural en esta ley, es decir, se sabe
obligado por un mandamiento absoluto, se habla de ley natural.
Con este sentido de «ley natural» se cruza otro distinto, relacionado con el hecho de que
la naturaleza de un ente es la esencia que se mantiene en todos los cambios accidentales
(accidente) y que constituye el fundamento interno de la acción de dicho ente (en nuestro
caso, del hombre). En tanto una exigencia moral resulta de la naturaleza («metafísica») del
hombre así entendida, se mantiene inmutable por completo, aunque la forma concreta de su
cumplimiento pueda depender de circunstancias temporales (p. ej., la exigencia esencial del
culto a Dios y su forma temporal). En general hemos de decir: cuanto más concreta es una
norma, tanto más está sometida a cambios.
La ley moral es cognoscible en principio para el hombre. Así se explica la amplia coincidencia
en los rasgos fundamentales de la conciencia moral. Pero cuando se trata de aplicaciones
difíciles de los principios morales, no sólo es posible, según hemos dicho ya, que en el juicio
moral surjan diferencias legítimas de acuerdo con las nuevas circunstancias, sino que
pueden también abrirse paso concepciones erróneas. Sobre la pregunta de si es posible que
conozcamos el valor moral y su obligatoriedad, pero no su carácter de mandato divino,
hemos de pensar lo siguiente: si ya el valor moral mismo no puede aprehenderse
enteramente sin una relación, captada por lo menos en forma obscura, con un valor
absoluto, resulta igualmente comprensible que en el deber moral pueda anunciarse también
de forma obscura el mandato de una autoridad absoluta.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Kant: ética de
Ley natural
en sentido filosófico, es una ordenación hacia determinada actividad ínsita en las cosas
naturales. Recibe el nombre de ley porque en esta disposición se ha dado a los seres de la
naturaleza una necesidad para obrar. Esta necesidad reviste diversas formas según la índole
de la cosa: distinta es la que rige en lo inorgánico, lo orgánico o lo humano-espiritual. En
este último dominio, ley natural equivale a ley moral natural; su necesidad consiste en el
deber de la obligación. En la esfera infraespiritual, la disposición natural constituye el
fundamento de un acontecer necesario. ¿Significa esto una correspondencia inequívoca con
lo que sucede en la causa o en el complejo de causas, de modo que el curso del mundo en ese
ámbito estaría firmemente determinado para siempre, tal como se pretende en la
formulación de las llamadas leyes dinámicas de la naturaleza? En contra de esto habla el
hecho de que en la microfísica sólo son posibles enunciados estadísticamente probables
sobre lo futuro. Se ha intentado reducir esto a la imposibilidad de medir simultáneamente
todas las magnitudes de estado (p. ej., lugar e impulso), o sea, al desconocimiento de las
condiciones iniciales, y se ha recurrido a parámetros desconocidos. Pero semejante huida
hacia una teoría no verificable en principio sólo sería admisible si la ley de causalidad se
dedujera con necesidad del principio (metafísico) de causalidad, lo que no es el caso. Lo que
está inequívocamente claro en el acontecer natural es el acontecer fáctico, que se observa y
mide, así como el pasado; son inequívocas con cierta aproximación muchas leyes naturales
del mundo macrofísico; y son estadísticas (constancia media en una confluencia eficaz de
gran número de causas particulares), aparte de las leyes de los gases, sobre todo las leyes
naturales del acontecer microfísico. Por tanto, dentro de ciertos límites, que se expresan en
ecuaciones definidas matemáticamente, la ley natural deja, incluso en lo inorgánico, un
margen de juego para un acontecer posible no determinado de antemano en forma
inequívoca. Y esto tiene mayor validez todavía para el ámbito de lo orgánico, donde los seres
vivos responden distintamente, según sus necesidades a los estímulos que obran en ellos.
Puesto que las leyes naturales se siguen de la naturaleza real de las cosas, presuponen esta
naturaleza como existente y comparten con ella la condición metafísica y de la contingencia.
Bibliografía
Libertad
Fundado en la naturaleza del hombre como ser finito, anímico-corpóreo, racional y social
está el que su libertad no puede ser ilimitada, según pretenden el liberalismo y, más todavía,
el anarquismo y elantinomismo (recusación de toda atadura legal). La razón exige que el
hombre se rinda a la ley moral por propia convicción, no por mera coacción externa; que
reconozca como a su Señor al Dios personal, fuente originaria de todo orden intelectual,
moral y físico, y que, dejando a salvo su dignidad personal y poniéndola como supuesto
(Persona, Sociedad), se acomode al orden social dado por la naturaleza. Abusa, en cambio,
del término «libertad» la doctrina defendida por el marxismo y el nacionalsocialismo,
doctrina preparada ya por Hegel, según la cual es libre lo que acontece con conocimiento de
su necesidad. — Según el objeto respecto al cual se es libre, cabe señalar entre otras: la
libertad de conciencia, o sea, el derecho a poder seguir sin estorbo la propia conciencia
personal (lo cual no excluye el deber de formarla de acuerdo con normas objetivas ni los
derechos fundados de la comunidad); la libertad de religión (como parte de la de
conciencia); la libertad de profesión (que excluye la coacción física o moral en la elección de
la misma); la libertad de investigación y enseñanza (posibilidad de seguir en ambas tareas
únicamente la verdad conocida y la certeza); la libertad para la pública exteriorización de
opiniones (la libertad de expresión oral y la de prensa).
Es cosa obvia que las últimas clases de libertad (incluida la de enseñanza) no pueden ir tan
lejos que representen una amenaza real para la comunidad y los valores que ésta debe
custodiar.
Bibliografía
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– Conceptos
Determinismo
Estado de naturaleza
Filosofía latinoamericana
Kant: ética de
Libertad
Postulados de la razón práctica
Tolerancia
– Autores
Bergson, Henri
Fichte, Johann Gottlieb
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Hobbes, Thomas
Locke, John
Popper, Karl Raimund
Rousseau, Jean-Jacques
Sartre, Jean-Paul
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Spinoza, Baruch de
Weil, Simone Adolphine
Libertad de la voluntad
(libertad de elección, libre albedrío) es la capacidad del ser espiritual para tomar por sí
mismo (es decir, sin ser precedentemente determinado de manera unívoca por nada) una
dirección frente a valores limitados conocidos, para elegir o no elegir el bien limitado o para
elegir este o aquel bien concebidos como limitados. Por consiguiente, la libertad entra sólo
en consideración donde se aprehende un valor como real, pero dotado de límites, unido a un
no-valor que es tal desde otro punto de vista. Donde algo aparece como valor absoluto tal
que la tendencia a él no lleva ningún novalor en otro sentido, la voluntad debe — no por
coacción, sino de conformidad con su más propio impulso natural hacia lo valioso (Apetito)
— afirmar y aspirar necesariamente al bien en cuestión. Libertad de la voluntad no significa
en modo alguno capacidad para querer «sin causa», como muchos adversarios del libre
albedrío (deterministas) afirman repetidamente sin conocer la verdadera doctrina de la
libertad. No hay un querer sin motivo. Libertad de la voluntad no quiere decir que ésta no
pueda estar intensamente impresionada y solicitada por los motivos o que pueda
permanecer frente a ellos absolutamente indiferente. Ni quiere decir tampoco que, de hecho,
los hombres quieran siempre libremente, pues muchas acciones de la vida cotidiana se
realizan sin consideración alguna de los motivos. Además, puesto que la deliberación
necesaria para la elección puede estar también limitada y entorpecida por la pasión o por
estados patológicos, v.gr.: ideas obsesivas u otros trastornos parecidos, cabe con razón en
tales circunstancias hablar de aminoración de la libertad e imputabilidad, aunque no de total
supresión de las mismas (excepto en los casos de enfermedad mental grave).
El hecho del libre albedrío se infiere ante todo de sus relaciones con la personalidad ética.
Sin libertad, y, por lo tanto, sin la posibilidad de querer de tal o cual manera, el hombre no
puede razonablemente ser más responsable de las orientaciones de su voluntad ni más digno
de premio o castigo de lo que lo es un enfermo de su enfermedad. Por consiguiente, sin
libertad no cabría tampoco separar con razón del puro valor de utilidad la bondad moral o
la maldad del querer. El imperativo categórico de la conciencia carecería asimismo de
sentido, como también la vivencia de la buena o mala conciencia, la culpabilidad, el
arrepentimiento, etc. Con la renuncia a la libertad debería simultáneamente renunciarse a
la dignidad ética de la personalidad, pero con ello quedaría también vacío de sentido el ser
entero del hombre. — Además, la conciencia de la libertad antes, en y después de las
decisiones voluntarias (por lo demás, admitida como una realidad por muchos adversarios)
es un hecho tan universal y fácticamente invencible que no se puede explicar siempre y en
todos los casos, v.gr.: por un mero engañarse a sí mismo, por un desconocimiento
inconsciente de los motivos, etc., sino sólo por la realidad de la libertad. Que, no obstante,
sea posible en algunos casos predecir con la máxima probabilidad decisiones ulteriores de
las personas si se conocen exactamente su carácter, inclinaciones y situaciones, se explica
por el hecho de que en muchos casos los hombres escogen justamente aquello que de
ordinario responde a sus costumbres, inclinaciones estables o a su consideración de la
situación, sobre todo si ésta no ofrece ninguna ocasión especial para una elección contraria
(recuérdense los experimentos de Ach para «refutar» la libertad). — Tampoco cabe decir que
aun sin libertad los conceptos éticos fundamentales conservarían su sentido, porque, v.gr.,
el hombre habría debido formar mejor el carácter que ahora le determina a lo malo. Pues si
no es libre no pudo evidentemente formar el carácter de otra manera, y, por lo tanto, no es
responsable de sus actuaciones.
La libertad de la voluntad ancla en último término en la esencia del ser espiritual. Éste, por
una parte, ha de llegar de manera esencialmente necesaria al conocimiento del valor
meramente relativo de los fines limitados apetecidos (al juicio valor al indiferente, el cual
dice: el fin en cuestión sintoniza bien aunque no del todo con el sentido del querer; pero en
otro aspecto también le contradice; no ofrece, por lo tanto, la fundamentación absoluta de
una volición); por otra parte, una voluntad psicológicamente determinada también en este
caso estaría necesaria y esencialmente ordenada a tal fin; por consiguiente, la orientación
intencional de la voluntad estaría contradiciéndose a sí misma, la voluntad se anularía a sí
misma v se convertiría en un absurdo. — La libertad no repugna en modo alguno a la validez
universal del principio de razón suficiente o a la validez asimismo universal del principio de
causalidad ([[Brugger:Causalidad [Principio de]|Causalidad [Principio de]]]), cuyo caso
particular, la ley de causalidad ([[Brugger:Causalidad [Ley de]|Causalidad [Ley de]]]), está
limitada en su validez a los acontecimientos del mundo corpóreo. Razón suficiente, aunque
no necesitante, del querer es siempre la bondad aprehendida del fin. Causa eficaz suficiente
del acto volitivo es la voluntad satisfecha con los motivos, o sea, la misma alma en cuanto
lleva en sí la eficacia productora no sólo de una, sino de muchas direcciones de la voluntad.
Y no se ha demostrado como ley universalmente válida y necesaria el que una causa
suficiente en cada caso, aun actuando como fuerza decisoria a la luz de un completo
conocimiento de varias posibilidades, deba ser una causa coartada, capaz sólo de la acción
en cuestión.
Bibliografía
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Santo Tomás de Aquino De veritate q. 24
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A. Arostegui La libertad. Estudio filosófico y religioso, 1960
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M. Danner Gibt es einen freien Willen?, 1967
J. Auer Die menschliche Willensfreiheit bei Thomas und Duns Scotus, 1938
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A. Willwoll Alma y espíritu , 31966
Mercier Psicología 4 vols., 1940
F. Palmés Psicología experimental y filosófica , 41948
Más
Bibliografía
en ->Voluntad
Lógica
Con frecuencia se divide la lógica en tres partes principales: doctrina del concepto (y de su
expresión oral: el término), del juicio (y de su expresión oral: la proposición) y del raciocinio.
Ya Aristóteles,fundador de la lógica científica, aborda también en la teoría del raciocinio una
doctrina de la ciencia y del método. Los modernos, por lo común, constituyen con ella una
cuarta parte, en la que tratan la teoría de la inducción, la formación de los conceptos de la
ciencia natural y de la ciencia del espíritu, etc. Muchas de estas cuestiones pertenecen a la
lógica material. — Notemos que la lógica trascendental de Kantes una clase particular de
gnoseología (Criticismo). Puesto que para Hegel contenido de pensamiento y objeto son
coincidentes, la lógica, consecuentemente con tal concepción, es para él, a la vez ontología
(Idealismo alemán). — Algunos distinguen lógica clásica (no logística)
y moderna (logística).
Bibliografía
Aristóteles Organon
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del mismo Los principios de las ciencias, 1946
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J. Geyser Grundlagen der Logik und Erkenntnistheorie, 1909
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O. Külpe Vorlesungen über Logik, 1923
E. Husserl Erfahrung und Urteil (ed. Landgrebe) , 41972
del mismo Lógica formal y lógica trascendental México, 1962
A. Tarsky Introducción a la lógica Madrid, 1968
A. Pfänder Lógica, 1928
N. Rescher Topics in Philosophical Logic Dordrecht, 1968
P. Lorenzens Formale Logik, 1958
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K.R. Popper La lógica de la investigación científica Tecnos Madrid, 1962
H. Scholz Geschichte der Logik, 21959
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W. Cy. M. Kneale El desarrollo de la lógica Madrid, 1966
W. Risse Die Logik der Neuzeit, 1964
J. de Vries Lógica , 31964
F. v. Kutschera A. Breitkopf Einführung in die moderne Logik , 31974
Mercier Lógica 2 vols., 1942
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trad. esp.)
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I.M. Capi Introducción a la lógica Buenos Aires , 51967
J. Ferrater Mora Qué es la lógica, 21960
Relacionado con...
– Conceptos
A
Analítica trascendental
Condicional
Consecuencia lógica
Contraejemplo
Crítica de la razón pura
Disyunción
Estoicismo
Filosofía de la ciencia
Filosofía latinoamericana
Forma lógica
Inducción
Inducción, problema de la
Inteligencia artificial
Interpretación
Juicio
Ley científica
Lógica
Lógica difusa
Lógica, historia de la
Matemáticas, filosofía de las
Modelo
Mundos posibles
Necesidad
Paradoja
Probabilidad
Probabilidad, teorías de la
Relación
Silogística
Simbolización
Sistema axiomático
Sujeto
Verdad lógica
Árboles lógicos, cálculo de
– Autores
Ajdukiewicz, Kazimierz
Aristóteles
Bacon, Francis
Bochenski, Jósef
Boole, Georg
Carnap, Rudolf
Chwistek, Leon
Cohen, Hermann
Crisipo
Davidson, Donald
Frege, Gottlob
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Llull, Ramon
Peirce, Charles Sanders
Popper, Karl Raimund
Quine, Williard Van Orman
Russell, Bertrand
Wittgenstein, Ludwig
Logicismo
Entrada escrita por Brugger
Este término (y también el de logismo) hace alusión a logos o a lógica. Logicismo (1) significa
que todas las cosas son momentos de autodespliegue del logos o grados de la evolución hacia
éste = panlogismo. Contra él militan las mismas razones que contra el panteísmo.
Considerado el término con relación a la lógica, logicismo designa en gnoseología, o bien (2)
la doctrina de que lo lógico constituye una esfera independiente junto a lo real. y a lo psíquico
= trascendentalismo lógico (Objeto), o bien (3) la teoría que deriva del pensar formal de la
lógica todo contenido de conocimiento (v.gr.: Cohen). En psicología se entiende por
logicismo (4) aquella concepción que intenta reducir a actos de pensamiento funciones
psíquicas independientes, v.gr.: los actos de la voluntad o los sentimientos. — La filosofía
de Hegel,caracterizada frecuentemente como logicismo, lo es solamente en sentido (1), no
(3).
Bibliografía
Logística
es la teoría de los sistemas de signos, juntamente con las consiguientes reglas de operación
(cálculo), que se pueden interpretar lógicamente, es decir, mediante coordinación de
categorías y relaciones lógicas (Lógica). Tomada en sentido amplio, incluye también la teoría
de los presupuestos formales del cálculo lógico (metalógica), en tanto que últimamente se
suele encomendar a la metalogía el estudio de los presupuestos filosóficos. La logística
ofrece la posibilidad de operar con símbolos (signos), lo mismo que la matemática, es decir,
de calcular. Mientras la lógica aristotélica no puede deducir una nueva conclusión más que
partiendo de dos premisas con sus tres conceptos, la logística es capaz de deducir mediante
el cálculo todas las consecuencias que en general cabe sacar de las premisas, partiendo de
más de dos proposiciones conexivas de gran número de conceptos. En principio, la logística
fue vislumbrada y cultivada ya por Leibniz.
Las fórmulas de la logística se componen de variables (signos para los lugares vacíos) y de
las constantes que han de ponerse en su lugar (signos para determinados objetos), así como
de los functores (signos para determinadas operaciones lógicas, como el negador para la
negación). Los functores de los enlaces de enunciados se llaman juntores. Por lo que se
refiere a los signos usados con mayor frecuencia en la logística, a su significación y manera
de escribir en las distintas escuelas, véase la tabla de los signos logísticos
Los campos principales de la logística son la lógica de enunciados, cuyas reglas de inferencia
se basan en las formas de enlace de enunciados (Juicio hipotético) y en sus valores de verdad
(cf. la tabla de los mismos); la lógica de predicados, cuyas reglas de inferencia, lo mismo que
en la lógica aristotélica, están determinadas por la cualidad y la cantidad (sus signos son
los cuantificadores) de los enunciados; lalógica de clases, que parte de las relaciones
formales entre los ámbitos de extensión pertenecientes a los conceptos, o sea,
las clases; la lógica modal, que se funda en las relaciones necesarias de la modalidad de los
enunciados la lógica de relaciones, que a partir de la forma de relaciones dadas infiere otras.
La lógica intensional, que se orienta a los contenidos de los conceptos, y la lógica
extensional, que opera con la extensión de los conceptos, son formas complementarías de
consideración de la logística.
La logística no ha refutado la lógica tradicional ni la ha hecho superflua, pues sin ésta apenas
es posible comprender la primera. No obstante, hay que contar entre sus ventajas una mayor
exactitud y una perfección sistemática que permiten aplicarlas a esferas de la realidad para
las cuales podría resultar insuficiente la lógica ordinaria. — Respecto al empleo de la logística
en filosofía hay que prevenirse contra un exagerado matematismo sin correspondencia
ninguna con los resultados que han de esperarse. — El neopositivismo ha abusado de la
logística para atacar a la metafísica. — Para la historia de la logística
[[[Brugger:139|139]], 175, [[Brugger:1891|1891]], 241, 244, 258].
Bibliografía
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A.N. Whitehead B. Russell Principia Mathematica Cambridge , 21925-1927, 1962
D. Hilbert W. Ackermann Elementos de lógica teórica Madrid, 1962
J. Dopp Leçons de Logique formelle 3 vols., Lovaina 1950 [trad. cast.: Nociones de lógica
formal, Tecnos, Madrid 1969]
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I.M. Boche?sky A. Menne Grundriss der Logik , 31973
P. Lorenzen Einführung in die operative Logik und Mathematik, 1955
G. Hasenjäger Einführung in die Grundbegriffe und Probleme der modernen Logik, 1962
A. Church Introduction to Mathematical Logik Princeton, 1964
V. Richter Untersuchungen zur operativen Logik der Gegenwart, 1965
I.M. Copi Symbolic Logic Nueva York , 41973
A. Díez Blanco Nuevas lógicas en «Revista de filosofía» 10 (1951), 45-82
J. Ferrater Mora H. Leblanc Lógica matemática, 1955
E. Agazzi La lógica simbólica Barcelona, 1967
M. Sacristán Introducción a la lógica y al análisis formal Barcelona, 1964
M. Sánchez Mazas Fundamentos matemáticos de la lógica formal Caracas, 1963
V. Muñoz Lógica matemática y lógica filosófica , en Estudios Madrid, 1963
Y. G. Jr. Colbert La evolución de la lógica simbólica y sus implicaciones
filosóficas Pamplona, 1968
Juicio crítico: I.M. Boche?ski Logistique et Logique classique en «Bulletin thomiste» 4
(1934), 340-348
del mismo La pensée catholique et la logique moderne Cracovia, 1937
Historia de la lógica formal Gredos Madrid, 1968
G. Capone Braga La vecchia e la nuova logica Roma, 1936 Logística y filosofía: H.
Scholz, Metaphysik als strenge Wissenschaft, 1941 (véase respecto a esta obra: W. Brugger
en «Scholastik», 17 [1942], 95-98
W. Brugger Philosophisch-ontologische Grundlagen der Logistik en «Scholastik», 27
(1952), 368-381
I.M. Boche?sky Logisch - philosophische Studien, 1959
G. Jacoby Ansprüche der Logistiker auf die Logik und ihre Geschichtsschreibung, 1962
L. Eley Metakritik der formalen Logik La Haya, 1969
H. Scholz Geschichte der Logik , 31967 (existe un compendio en trad. ital., Milán 1962
P. Hinst Logistische Propädeutik, 1974
Logos
Parece que originariamente este término no significó la palabra particular, sino (de acuerdo
con la significación originaria de ??????: reunir), la unificación que se produce en el hablar:
el contar y narrar. En el uso filosófico logos (1) es simplemente el hablar, la palabra, luego
(2) el sentido de la palabra, el contenido intelectual, la «palabra interna» (verbum mentís),
que se manifiesta en la palabra externa. En especial sé llama logos aquel contenido de
pensamiento (3) que indica la razón de algo y, por eso, también la razón dada sobre una
persuasión o una acción. También el ámbito entero del espíritu, de las ideas, se llama logos
(4), p. ej., en contraposición al ámbito de la vida orgánica, del bios, o a diferencia del ámbito
de las actitudes morales, del ethos; está en juego ese uso del término cuando se habla, p. ej.,
de la «primacía del logos».
Todo lo que pertenece al ámbito del logos se llama lógico en sentido amplio. Son lógicos en
sentido estricto los objetos de la lógica, es decir, aquellas relaciones entre los contenidos de
pensamiento que surgen por causa de nuestra manera abstracta de pensar y que, como tales,
se llaman entes de razón. El acto mismo de pensamiento se llama lógico si sigue las normas
que se infieren para él de las relaciones mencionadas; si contradice a estas normas es ilógico.
A veces se llama alógico lo que se sustrae a la dirección de la razón, lo que es extraño al
espíritu, como, p. ej., los sentimientos y las tendencias (Irracional). En sentido amplio
también se llaman lógicas la forma y la estructura de las cosas corporales, por cuanto
aquéllas están determinadas por ideas y así tienen sentido. Bajo esa acepción se habla de la
«estructura lógica de la realidad» (Verdad). Por su orden lleno de sentido el mundo físico se
convierte en cosmos, en contraposición al caos absurdo.
El mundo de las ideas no tiene existencia en sí mismo, sino únicamente en un ser real
intelectual; la estructura inteligible del mundo físico presupone también un fundamento
radical real dotado de inteligencia. Este fundamento radical intelectual del universo que
lleva en sí todas las ideas recibe igualmente en la filosofía antigua el nombre de logos
(5). Heraclito y los estoicos entendieron este logos (6) como una razón universal que todo lo
penetra y lo domina (Alma del mundo). Para otros, como Filón, el logos (7) era un ser
intermedio entre Dios y el mundo, mediante el cual Dios creó a éste. El prólogodel evangelio
de Juan contrapone a ambas concepciones la doctrina cristiana del Hijo de Dios
esencialmente igual a Éste y, no obstante, hecho hombre, al que, aceptando con inaudita
audacia la vieja expresión griega, llama Logos, el único verdadero Logos (8). Desde san
Agustín la teología católica encuentra la explicación del nombre de Logos en el hecho de que
el Hijo es engendrado por el conocimiento del Padre; en el Hijo, como Verbo o Palabra
interior del Padre, expresa Éste toda su esencia y la plenitud de sus ideas.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Diálogos platónicos
El paso del mito al logos
Encarnación
Estoicismo
Logos
Platonismo
Pneuma
– Autores
Heráclito de Éfeso
Mal
es (1), en primer lugar, la cualidad por la que un ente es malo (mal en sentido formal); con
menor frecuencia se denomina mal (2) al ente mismo afectado por un mal (1) (mal en sentido
material). Puesto que todo ente en cuanto tal es bueno (Trascendentales, Valor), el mal (1)
no es una cualidad positiva del mismo, sino la falta de aquella bondad (perfección, plenitud
de ser) que debería corresponderle de conformidad con su esencia total (Privación). No
obstante, se presta a error el modo de hablar de Leibniz, que llama mal metafísico a la falta
de cualquier perfección, pues la ausencia de ulterior perfección ontológica es esencial a todo
ente finito, por perfecto que sea en su especie.
Se distinguen dos clases de mal: el ético (moral) y el físico. El mal moral lo constituye,
primero, la libre decisión de la voluntad contraria al bien moral; y, en segundo lugar, la
acción exterior resultante de ella y el hábito y actitud interior malos consolidados
subsiguientes a la misma. Mal físico, en cambio, es la ausencia, en sí éticamente indiferente,
de una perfección ontológica exigida por la naturaleza del ser respectivo
(Dolor, Sufrir, Disteleología). — Puesto que toda falta, todo defecto supone un sujeto que,
como ente, posee por lo menos una mínima medida de bondad, no existe ningún mal
subsistente, es decir, un ser que no sea más que mal. En este punto fracasan las doctrinas
dualistas que, junto al principio bueno del mundo, admiten un principio malo igualmente
originario (parsismo, maniqueísmo).
En la cuestión acerca del origen del mal hay que considerar, ante todo, que la acción produce
siempre algo positivo en sí, no una mera deficiencia; por eso el mal no tiene jamás una causa
que aspire directamente a producirlo, sino que resulta siempre como efecto secundario. Así,
por ejemplo, una causa ya defectuosa realiza su acción propia defectuosamente.
Originariamente, un mal físico puede nacer por la coincidencia de dos series causales, cada
una de las cuales tiende de suyo a un bien, pero cuya accidental concurrencia produce un
mal (v.gr., un accidente de circulación). Además, un mal puede provenir de que se pretende
y causa un bien que excluye necesariamente otro (así, en una intervención quirúrgica la
curación del organismo total excluye la conservación de una parte del mismo). El mal ético
consiste siempre, o sea, tiene siempre su fundamento en una decisión pecaminosa de la
voluntad libre creada. La posibilidad del mal va implicada, en última instancia, en la finitud
de toda criatura. — Por lo que respecta al sentido del mal, Teodicea, Providencia.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Mal, el (problema del)
– Autores
Agustín de Hipona, san
Nietzsche, Friedrich
Mal moral
El mal ético tiene como fundamento la libre decisión de la voluntad en contra del bien y de
la ley moral; distínguese, pues, no solamente del mal metafísico (= finitud de la criatura),
sino también de los restantes males y daños extra-éticos: enfermedad, dolor, muerte,
fealdad, etc. (mal físico). El mal moral, en cuanto oposición a la ley divina, se llama pecado,
y en cuanto hecho imputable, responsable, culpa. El mal moral, como todo mal, carece, en
cuanto tal, de ser propio inmediato oponible al bien, contra lo enseñado por el parsismo,
el gnosticismo y el maniqueísmo, que defienden el dualismo de un principio bueno del
mundo y otro malo. Tan lejos está el bien moral de coincidir con lo noble, vigoroso o
acrecentador de la vida, como el mal moral de ser originariamente lo débil, vulgar e innoble,
según quiereNietzsche. Está situado por encima del plano biológico: en el dominio del
espíritu. Mala (Moralidad) es, ante todo, la decisión e intención interna, libre, espiritual;
malos, en segundo lugar, son la acción y el hábito resultante de ella: el vicio.
No puede pasar desapercibido que el mal produce un cambio para peor no sólo en el que lo
hace, sino, a través del individuo, también en las comunidades donde él vive. Además, el
individuo, por causa de la acumulación de las consecuencias del mal, llega a la existencia con
disposiciones que lo inclinan más o menos al mal (en el lenguaje teológico: malas
inclinaciones o concupiscencia), y nace en medio de relaciones sociales que le brindan
asimismo ocasión y estímulo para él.
La posibilidad del mal como abandono querido del orden de la acción orientado al bien
infinito, se debe a que el valor infinito no está dado para la criatura inmediatamente en su
sobrecogedora fuerza de atracción, sino sólo a través de una mediación finita. Por eso la
criatura puede convertir los bienes finitos en pauta última de su acción. El hecho del mal
como una decisión libre es indeducible y no puede sino constatarse. Por ello el origen del
mal no está ni en un principio malo opuesto al bien, ni en la coacción al mal por parte de
Dios. La cuestión acerca del sentido del mal se plantea así: ¿Por qué Dios, que es santo y no
puede jamás querer, causar ni aprobar el mal moral, lo permite? O ¿por qué no impide que
los seres libres por él creados abusen de su libertad? Esta permisión, que no incluye ninguna
positiva aprobación ni responsabilidad, es motivada por elevados valores. La decisión
moralmente buena, como libre glorificación de Dios, supone la libertad de elección y, con
ello, la posibilidad del mal (Libertad de la voluntad). La bondad de Dios perdona al hombre
caído y arrepentido que en la caída aprende la humildad y la necesidad de salvación. El
agravio causado por el prójimo proporciona ocasión para ejercitarse en la paciencia y
acrisolar el amor. Finalmente, el pecador que no se arrepiente encontrará su justo castigo,
restableciéndose así el orden moral violado.
Bibliografía
Bibliografía
->Teodicea
Manipulación
Bibliografía
Maniqueísmo
es la doctrina de Manes (ajusticiado en Persía el año 276 d. de J.C.), combinación del viejo
dualismo persa de Zoroastro (Zarathustra) con elementos gnósticos y cristianos. El mundo
lo explican dos principios: uno bueno, el de la luz; y otro malo, el de las tinieblas (de la
materia). De ellos brotan emanaciones buenas y malas y, al fin, mezclas de ambas. En el
hombre habitan un alma luminosa y un alma corpórea procedente del mal, que luchan entre
sí. Se niegan el pecado y la culpa como libre y responsable producción del alma. Puesto que
materia y mal son equivalentes, las tres clases de adeptos del maniqueísmo prometían
abstenerse de comer carne, de la propiedad, del trabajo lucrativo corporal y del matrimonio.
Ya en vida de Manes su doctrina se difundió por la India y China. Sus repercusiones en el
Occidente cristiano llegaron hasta la Edad Media (cataros). San Agustín perteneció un
tiempo al maniqueísmo antes de su conversión, [[[Brugger:61|61]], 76].
Bibliografía
Marxismo
Una crítica al marxismo habría de dirigirse sobre todo contra el carácter unilateral de la
premisa antropológica fundamental (el hombre como productor) y contra la reducción de
todas las manifestaciones de la vida a la producción. Se desconoce ahí la realidad de vínculos
humanos no alienados también en la sociedad burguesa. La condición antropológica de la
posible distancia crítica frente al ser y a la conciencia sociales no ha sido objeto de suficiente
reflexión (la «esencia humana» como «conjunto de las relaciones sociales»). En tanto la
sociedad comunista se tiene por ineludible en virtud del movimiento objetivo de la
producción, no se mantiene la apertura de la historia, a pesar de su realización activa, y
queda limitada la libertad. Aparte del concepto de clase, está sin esclarecer cómo la sociedad
en el comunismo puede hacerse dueña de la propiedad privada suprimida sin convertirse en
un sujeto por encima de los individuos, o junto a los individuos. Los análisis empíricos de
Marx no han sido confirmados por la historia en algunos puntos decisivos para su sistema
de pensamiento. — Cf. (160, 171, 199, 225, 232, 266, 267).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Filosofía latinoamericana
Humanismo
Marxismo
– Autores
Althusser, Louis
Bloch, Ernst
Castoriadis, Cornelius
Lukács, Georg
Mao Zedong
Marcuse, Herbert
Sartre, Jean-Paul
Masa
Sociológicamente la masa se distingue del grupo por el hecho de que, como masa, es un
conglomerado de hombres sin articulación ni estructura, los cuales sólo de manera
transitoria se mantienen juntos en un lugar o en una acción por causa de un impulso común.
De esta masa activa hay que distinguir la masa latente de los hombres, que tienen las
mismas necesidades e intereses y pueden ser llevados a una toma de posición activa por
dirección exterior o manipulación. La masa activa obra físicamente en el individuo, de
manera análoga a la atracción de la masa de un cuerpo que supera a otro en peso. Por eso,
el hombre pierde ampliamente en la masa el juicio individual y la decisión propia
(despersonalización). El influjo en la masa se basa en la capacidad de despertar los instintos
e intereses comunes a muchos hombres y en desplegarlos sin perder el dominio sobre ellos.
La psicología de masas y la sociología investigan las formas de conducta características de
la masa.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Masa
Esta concepción aristotélica de lo continuo y del movimiento ha sido patrimonio común, por
nadie discutido, de todos los matemáticos hasta Georg Cantor (1845-1918). Cantor se opuso
a esta concepción con su teoría de los conjuntos, por la que admitía la realidad actual de
infinitos conjuntos. La teoría de Cantor se basa en una concepción matemática, según la cual
esta ciencia se ocupa de «objetos de índole ideal» que deben ser considerados como previos
al conocimiento humano. Esta concepción es afín a la teoría platónica y mucho más aún al
platonismo histórico. Ültimamente ha sido calificada de platonismo(o concepción
ontológica de la matemática). Aun hoy día hay gran número de matemáticos que la
profesan. L.E.J. Brouwer (desde 1907) ha criticado duramente la teoría de los conjuntos de
Cantor y su concepción de las matemáticas. Para Brouwer, la esencia de las matemáticas
consiste en la acción (contar; «Intuición de la serie de los números naturales»), y no en ser
una teoría de objetos de determinada índole («las matemáticas son acción y no teoría»).
Pero como su programa parecía antes que nada destruir una gran parte de las matemáticas
modernas (análisis clásico: diferencial e integral) llevó como consecuencia a una crisis de
sus fundamentos. La solución más satisfactoria de esta crisis parece residir hoy en las
distintas corrientes constructivas (en la línea del intuicionismo de Brouwer) de la actualidad,
orientadas al estudio de los fundamentos de las matemáticas: Heyting, Weyl, matemática
operativa de Lorenzen, el formalismo constructivo de RL. Goodstein (inspirado en L.
Wittgenstein), la matemática constructiva de la escuela de AA. Markov, etc. Estas corrientes
vuelven en realidad a la concepción aristotélica de lo continuo e infinito. Las diversas
corrientes axiomáticas (Logicismo de Frege y Russell, la escuela formalista de Hilbert) han
contribuido mucho al esclarecimiento de los problemas lógicos de la matemática y con ello
al cultivo de la lógica matemática (Logística).
Por lo que respecta a la geometría, se llegó en el siglo xix a la formación de las geometrías
no euclídeas (Lobatschewski [1829], Bolyai, Riemann, Gauss). Sus relaciones mutuas y con
respecto a la geometría euclídea han sido ampliamente aclaradas por la geometría
proyectiva (F. Klein). Estas geometrías son de constante aplicación en la física moderna
([[Brugger:Relatividad [Teoría de la]|Relatividad [Teoría de la]]]). Los trabajos escritos con
criterio axiomático, acerca de los fundamentos de la geometría, tienen menor importancia
para la filosofía de la matemática.
Bibliografía
(en griego ???) es en casi todas sus acepciones un opuesto relativo a forma. Originariamente
significa (1) la primera materia de que el hombre modela las obras de su habilidad artística
(v.gr.: madera, piedra), en oposición a la forma que la materia recibe por su elaboración. La
oposición entre materia y forma se ha trasladado luego a los cuerpos naturales. Materia (2)
es aquí aquello «de que» un cuerpo consta. Mientras que «cuerpo» significa una cosa
individual de determinada magnitud y forma, etc. (p. ej., una concha de molusco, un árbol),
el concepto de materia, por el contrario, prescinde de la información como figura natural y
designa solamente la peculiaridad y, en ciertos casos, la composición de aquello «de lo que»
consta una con figuración (p. ej., cal, solidez, ácido carbónico); la materia en este sentido es
objeto de la química. Sobre la constitución de los cuerpos o materias a partir de elementos,
átomos, moléculas y corpúsculos elementales, CuerpoFísica cuántica.
Aunque los últimos «sillares» de la materia no se designan como «cuerpos» en las ciencias
naturales (porque no son perceptibles sensiblemente ni llenan cada una un determinado
espacio), sin embargo, no pueden equipararse a la materia prima (3) de la filosofía
aristotélica y escolástica, que a veces es llamada también «materia originaria»
(protomateria). Más bien, han de atribuirse a la materia secunda (4), lo mismo que los
materiales, los elementos químicos y los cuerpos compuestos de ellos, pues tales piezas, en
su peculiaridad, no son la única materia prima que está como base en todos los cuerpos, sino
una materia informada específicamente, con una manera específica de actuar. Por eso la
materia prima, tal como es concebida en contraposición a todo lo determinado, no puede,
aun existiendo realmente, ser alcanzada con los métodos de las ciencias naturales. Sólo el
pensamiento filosófico puede alcanzarla como un componente esencial que, junto con la
«forma», constituye un objeto físico. Por lo demás, ya en Aristóteles mismo se encuentran
dos definiciones distintas de materia prima: una en la que predomina la perspectiva de la
filosofía de la naturaleza, donde la materia prima es sustrato de todos los cuerpos naturales
y fundamento de posibilidad de su cambio «substancial» en otros cuerpos naturales; y otra,
metafísica, según la cual la materia prima es un sujeto categorialmente indeterminado por
completo, puramente potencial, que a su vez es principio de individuación (Individuo).
Existen opiniones discrepantes acerca de si ambas definiciones designan la misma
«materia» (Hilemorfismo).
En el lenguaje filosófico corriente el término materia (5) rebasa la esfera del mundo de los
cuerpos, designando en sentido latísimo lo determinable (formable) como contrapuesto a la
forma determinante. Así los conceptos del sujeto y del predicado se denominan materia del
juicio, frente al «es» de la cópula considerado como su forma.
También Kant se sirve de los conceptos de materia y forma, p. ej., lo dado sensiblemente es
la materia y las categorías son la forma del objeto de experiencia. En tales casos la materia
es a la vez (5) el «contenido» cambiante en contraposición a la forma, que permanece más o
menos igual (p. ej., el imperativo categórico como forma de la materia cambiante de la acción
moral).
Material se llama en primer lugar lo que está compuesto de materia (1-4, 3, por lo menos en
el sentido de la primera definición) o es propiedad de una cosa de tal naturaleza, o sea, de
un cuerpo; es, por lo tanto, sinónimo de corpóreo. En la terminología escolástica . la palabra
material designa también a menudo lo «ligado a la materia», es decir, lo que sin ser cuerpo
ni propiedad de un cuerpo depende, no obstante, intrínsecamente de la materia, o sea, no
puede existir ni obrar sin ella, v.gr.: el alma de los animales a diferencia del alma inmaterial
(espiritual) del hombre.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Atomismo
Cosmología
Cuerpo: punto de vista físico y metafísico.
Demiurgo
Duración
Forma
Materia
Origen de la vida
Vacío
Vida
+
Recursos
Aristóteles: el lugar no es forma ni materia
– Autores
Aristóteles
Bergson, Henri
Hobbes, Thomas
La Mettrie, Julien Offray de
Platón
Russell, Bertrand
Materialismo
Bibliografía
A. Stöckl Der Materialismus, 1877
Th.L. Häring Die Materialisierung des Geistes, 1919
A. Willwoll Alma y espíritu c. 2 y 10 , 31966
Hans Driesch Die Überwindung des Materialismus Zurich, 1935
J. Fischl Materialismus und Positivismus der Gegenwart, 1963
Staatslexikon v' , 61960 616-622
H.J. Barraud La science et le matérialisme París, 1973
G.A. Wetter El materialismo dialéctico, 1963
del mismo Materialismo dialéctico e histórico, en La ideología soviética Herder Barcelona
, 21973 p. 15-275
L. Woltmann Der historische Materialismus, 1900
F.A. Lange Historia del materialismo y crítica de su significación en el presente 2 vols.,
1903
H. Bergson H. Poincaré Gide Wagner y otros Le matérialisme actuel, 1913
W. Post L. Schmidt El Materialismo. Introducción a la filosofía de un sistema Herder
Barcelona, 1976
L. Baur Metaphysik , 31935 (índice)
Relacionado con...
– Conceptos
Filosofía de la mente
Marxismo
Mental
Modo de producción
– Autores
Bueno, Gustavo
Marx, Karl
Sartre, Jean-Paul
Materialismo dialéctico
La fuerza propulsora para la evolución desde las formas inferiores del movimiento hacia la
forma del movimiento humano-social de la materia es la lucha de oposiciones dentro de la
unidad de cada cosa (también de las partículas elementales), proceso o sistema. Las nuevas
cualidades se obtienen tan pronto como, por el cambio de cantidades, se rebasa la medida
de una cosa (salto cualitativo); a este respecto en el proceso se niega solamente lo que se
opone al desarrollo ulterior, y así se mantiene la conexión con lo precedente. En un nivel
superior esta evolución puede implicar un retorno al punto de partida(negación de la
negación). Esa regularidad de la dialéctica objetiva, que se presupone como no necesitada
ya de ulterior explicación ontológica, encuentra su expresión consciente en el conocimiento
humano(dialéctica subjetiva, lógica dialéctica).
El materialismo dialéctico cree que puede demostrar sus enunciados por una
«generalización» de resultados de las ciencias particulares y de las experiencias sociales que
equivale a la inducción. La praxissocial no sólo es punto de partida de todo conocimiento,
ella es también en definitiva el único criterio de verdad y, como tal, incluye la interpretación
a través de la «fuerza conductora» de la praxis social, que es el «partido marxista-leninista
de la clase trabajadora» (Partidismo).
El punto de vista para un juicio crítico podría ser el siguiente: en la aceptación de los
resultados de las ciencias particulares, como razones de prueba dentro del pensamiento
filosófico, que hace que éste pase a depender del estado de evolución de las ciencias naturales
y de las fuerzas de producción, y en el rechazo de todo conocimiento apriorístico de una
necesidad ([[Brugger:Esencia [Conocimiento de la]|Esencia [Conocimiento de la]]]), se
manifiesta tanto un optimismo acentuado respecto de las posibilidades del pensamiento de
la ciencia natural en orden al esclarecimiento de problemas filosóficos, como también la
intención de rechazar como no «científicas» y absurdas las preguntas que se refieren al
sentido del mundo como un todo y, por encima de esto, a un fundamento no mundano del
sentido del mundo (Ateísmo). De ahí se sigue también que dejen de pensarse las preguntas
existencialmente importantes (amor, sacrificio, dolor, muerte), y que las tesis del
materialismo dialéctico, dado que no se someten a reflexión los principios apriorísticos
presupuestos en ellas, estén expuestas a una utilización instrumental para justificar la
aspiración al poder político. Hasta ahora el materialismo dialéctico no ha logrado mostrar
cómo la dialéctica puede ser principio de desarrollo de una materia no espiritual, ni en
especial que las contradicciones dialécticas en la naturaleza propulsen, en virtud de su
propia tensión, una evolución «regular» hasta el hombre. Lo problemático de un optimismo
del progreso en un monismo materialista, se pone de manifiesto por la tesis del materialismo
dialéctico según la cual el concepto de evolución no puede aplicarse al mundo material como
un todo, pues éste es el eterno retorno del mismo ascenso y descenso (Engels). En el plano
gnoseológico permanece sin esclarecer cómo por una «generalización» de resultados de
ciencias particulares, y sin ayuda de principios apriorísticos, pueden lograrse conocimientos
con validez universal y responderse preguntas en torno al sentido.
Bibliografía
Matrimonio
El ser humano aparece realizado, según que sea varón o mujer, en una diferencia que no se
ciñe a lo corporal, sino que caracteriza y preside toda la vida anímica. Únicamente en la
polaridad de los dos sexos equivalentes se realiza la plenitud de lo humano. En una forma
especial de amor, como el que se da entre el hombre y la mujer, se sienten llamados ambos
a una decisión libre de pertenecerse mutuamente y de aceptar una plena comunidad de vida,
que se expresa incluso en la entrega corporal y sexual; esta comunidad de vida es más
original, íntima y honda que cualquier otra forma de comunidad humana. La esencia del
matrimonio se puede determinar, si consideramos teleológicamente la diferencia de sexos
con sus posibilidades y exigencias axiológicas, como un ordenamiento, propuesto
moralmente al hombre, del encuentro sexual, lo que comporta metas y propiedades que no
están encomendadas al arbitrio del hombre.
Entre los fines del matrimonio, vemos directamente y en primer lugar la especial forma de
complemento y ayuda, que sólo es posible en la comunidad viviente de amor entre hombre
y mujer y en la que también el instinto sexual llega a plenitud y descanso. Pero el amor
matrimonial tiende por su misma naturaleza a algo que le sobrepasa, a la fecundidad en la
procreación y crianza de los hijos. En tal sentido, podemos ver en esto la finalidad primordial
del matrimonio, si entendemos por finalidad en sentido estricto no precisamente el sentido
intrínseco de una acción, sino más bien la meta que se ha de alcanzar con ciertos medios y
que trasciende a la aplicación de los mismos. Pero la íntima comunidad de amor de los
esposos confiere por sí misma sentido suficiente al matrimonio, aun cuando por razones
especiales no sea posible esperar descendencia. El limitar arbitrariamente (sin motivos
proporcionalmente graves, por comodidad egoísta, por ejemplo) la fecundidad matrimonial
o el recurrir para ello a medios que van en desacuerdo con la dignidad humana, significa
violación del orden moral. Pero el curso normal de los ciclos biológicos tampoco equivale de
suyo a una ley natural en el sentido de la ley moral natural.
Aun teniendo en cuenta la gran importancia de lo sexual en orden al desarrollo del hombre
y de la mujer, no se puede decir que el matrimonio sea absolutamente necesario para el
hombre. El estado de soltería (virginidad, celibato), aceptado libremente por motivos de
índole religiosa y moral, entre los que son aptos para el matrimonio, puede ofrecer, a los
llamados a ello, especiales posibilidades de realizar ciertos valores en la entrega total y
amorosa a Dios y en el servicio desinteresado al prójimo.
Bibliografía
Concilio Vaticano ii, Constitución Pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo
actual c. i, BAC, Madrid 51967
H. Doms Vom Sinn und Zweck der Ehe , 31952
F.X. Hornstein A. Faller Gesundes Geschlechtsleben, 21955
A. R. Scherer Ehe und Familie, 1956
F. von Gagern Eheliche Partnerschaft , 41963
J. Leclercq La familia Herder Barcelona, 1965
del mismo Matrimonio natural y matrimonio cristiano Herder Barcelona, 1967
H. Wirtz Del eros al matrimonio Studium Madrid , 51962
M. Oraison La unión de los esposos Fax Madrid , 21967
P. Ricoeur La sexualité s/f.
Relacionado con...
– Conceptos
Incesto, tabú del
– Autores
Eloísa
Mecanicismo
Por tanto, los cuerpos visibles son solamente uniones duraderas de átomos. Todo cambio se
produce o bien por «transmisión» del movimiento, sin ninguna acción, o bien por fuerzas
que producen un mero movimiento local (estas fuerzas son, p. ej., la gravedad, la fuerza de
propulsión). Queda excluida toda finalidad. Tales concepciones se encuentran en
el atomismo de la filosofía griega (Leucipo, Demócrito) y en Descartes, que extiende
explícitamente esta concepción a las plantas y los animales, que él tiene por meros
autómatas. El mecanicismo se convierte en materialismo mecanicista cuando se aplica
también a la vida consciente e incluso a la espiritual. Esta última modalidad no sólo es
rechazada por el materialismo dialéctico, sino que es también inconciliable con las
concepciones de la física moderna. — Mecanicismo en un sentido amplio (2) es
el fisicalismo, que reduce de manera exclusiva a las fuerzas que operan en lo inorgánico,
bien la vida orgánica solamente, bien, en su forma más radical (materialista), toda vida,
incluso la espiritual.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Biología, filosofía de la
Mecanicismo
Máquina
– Autores
Bergson, Henri
Memoria
Desempeñan el papel de criterios del recuerdo: la rapidez con que surge una representación
a continuación de la ofrecida, su carácter exclusivo, su esencial claridad, la abundancia de
circunstancias que vienen a las mientes. Cuando con la mirada se recorren sucesivamente
las partes de un objeto extenso, las primeras percepciones despiertan a veces conjeturas
sobre lo que sigue, las cuales se confirman al aparecer esto después. Especialmente los
acontecimientos principales de la vida muestran una claridad, duración e invariabilidad
como no los posee ninguna imagen de la fantasía. Además, se adaptan bien a la experiencia
actual y son corroborados por los conocimientos pasados. — La reproducción de
representaciones sensoriales, tenidas también por los animales, es propia de una memoria
sensitiva ; en ella la participación psíquica va siempre ligada a una excitación corporal
enteramente determinada, como ocurre también en la sensación consciente. Por encima de
dicha memoria hay, además, en el hombre una superior, la memoria intelectual, saber
latente, relativo, v.gr., a proposiciones geométricas aprendidas, a los actos espirituales
propios del entendimiento y de la voluntad, que se someten a examen. No bastan para ello
las representaciones sensoriales simultáneas de las que los pensamientos dependen sólo
débilmente. La memoria intelectual es más rápida, exacta y comprensiva. Ni aun para las
palabras recordadas es suficiente la memoria sensitiva, pues ha de ir acompañada del
significado; deben, por lo tanto, estar asociadas con pensamientos. La actual psicología
empírica trata la memoria bajo el título del aprendizajey de la psicología del aprendizaje.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Anámnesis
Ciencias cognitivas
Duración
Memoria
– Autores
Bergson, Henri
Bruno, Giordano
Mentira
Bibliografía
Metafísica
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Antropología filosófica
Aristotelismo
Crítica de la razón pura
Deconstrucción
Dialéctica trascendental
Filosofía latinoamericana
Kant: ética de
Metafísica
Nihilismo
Ser
– Autores
Aristóteles
Avicena
Derrida, Jacques
Hartmann, Nicolai
Kant, Immanuel
Nietzsche, Friedrich
Wittgenstein, Ludwig
Metempsicosis
Bibliografía
Método
Entrada escrita por Lotz
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Análisis
Ciencias sociales
Dialéctica
Disputa del positivismo
Escolástica, escolasticismo
Estructuralismo
Fenomenología
Filosofía medieval
Inductivismo
Lógica
Mill, cánones de
Método
Método hipotético-deductivo
Método socrático
Psicología
Racionalidad
– Autores
Cohen, Hermann
Descartes, René(Cartesius)
Newton, Isaac
Platón
Popper, Karl Raimund
Sartre, Jean-Paul
Spinoza, Baruch de
Milagro
Bibliografía
Misterio
Bibliografía
Mística
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Cábala (kabbala)
Mística
Mística de los números
Místicas medievales
– Autores
Novalis
Mito
Relacionado con...
– Conceptos
Buen salvaje
El paso del mito al logos
Mito
Orfismo
Símbolo
– Autores
Cassirer, Ernst
Hesíodo
Platón
Modalidad
En sentido muy amplio este vocablo designa el modo como una cosa existe o se
realiza. No obstante, el término modalidad se aplica de ordinario
al juicio denotando entonces el modo como el sujeto y el predicado se enlazan
en aquél. Cabe considerar dicho enlace como un proceso psicológico; en este
caso resultan las modalidades psicológicas de la afirmación: tímida, resuelta,
etc.
Bibliografía
Molinismo
L. Molina Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis (1588)' Oña 1953
E. Vansteenberghe Molinisme en el Dictionnaire de théologie catholique x
2094-2187, 1929
Tratados de teología dogmática, v.gr., Pohle-Gierens ii, p. 483ss, 91937
(molinista)
F. Diekamp ii, 101952 (tomista)
J. Rabeneck De vita et scriptis Ludovici Molina (trata también la cuestión de la
prioridad de la doctrina de Molina sobre la de Pedro de Fonseca), en
«Archivum Historicum Societatis Iesu», 19 (1950), 75-145
nueva edición crítica de la Concordia de Molina, por J. Rabeneck (Oña)
F. Stegmüller Geschichte des Molinismus i' Neue Molinasschriften (edición)
1935
K. Reinhardt Pedro Luis S.J. ... zur Frühgeschichte der Molinismus, 1965
V. Muñoz Zumel y el molinismo, 1953
Mónada
El primado del espíritu que aquí brilla retorna de una u otra forma en toda
filosofía no materialista. En la reducción de lo compuesto a lo simple está en
obra un profundo pensamiento metafísico. Pero Leibniz no hace justicia a la
acción de las mónadas finitas entre sí; y tampoco deja suficientemente a salvo
la autonomía de lo corporal.
Bibliografía
Bibliografía
)
H. Matzat Gesetz und Freiheit, 1948
R. Meyer Leibniz und die europäische Ordnungskrise, 1948
J.Ch. Horn Monade und Begriff. Der Weg von Leibniz zur Hegel, 1965
O. Ruf Die Eins, die Einheit bei Leibniz, 1973
H. Heimsoeth Atom. Seele, Monade, 1960 (com. a Kant)
G. Wolandt Gegenständlichkeit und Gliederung, 1964 (com. a Hönigswald)
B. Jansen Leibnizens Weltbild en Wege der Weltweisheit, 1924
Relacionado con...
– Conceptos
Mónada
Monismo
equivale literalmente a doctrina de la unidad (término que usó Wolff por vez
primera). Cabe una concepción del monismo según la cual la multiplicidad de
las cosas se reduce a un fundamento distinto de ellas (en el sentido del teísmo o
del deísmo). Pero casi siempre el monismo se entiende de manera que expresa
no la unidad de origen, sino de substancia y esencia. Esto puede ocurrir con
respecto al conjunto de la realidad (doctrina del todo uno) o a una esfera
limitada de objetos. El monismo universal afirma la unidad esencial de Dios y
mundo (Panteísmo, Ateísmo); con esta afirmación suprime también toda
diferencia esencial entre los diversos sectores de objetos: materia y espíritu,
substancia viviente e inanimada, individuo y comunidad, etc. Según sea el
contrario que en estos pares de opuestos tenga la supremacía, resultarán
distintas clases de monismo. Las formas fundamentales son el
monismo materialista y el espiritualista (Materialismo, Espiritualismo,
Idealismo alemán). El monismo materialista fue sometido a una elaboración
especial, incluso político-social, por obra de Haeckel y la Liga monista.
Consecuencias del monismo son la negación de la libertad de la voluntad y la
doctrina del paralelismo psicofísico ([[Brugger:Alma y cuerpo [Relación
entre]|Alma y cuerpo [Relación entre]]]).
El monismo parte del axioma verdadero que dice: el ser en cuanto tal es uno.
Pero de ahí no se sigue que sólo pueda haber un ente o que todas las cosas
posean una esencia única. El monismo de la substancia yerra cuando en la
posibilidad de que se dé el ser finito, además del infinito, ve un dualismo o aun
un pluralismo (pluralidad) insuperable; pues dicha posibilidad se funda en el
ser infinito único, con lo que el dualismo desaparece. Únicamente en el caso de
que el ente finito fuera ser en el mismo sentido que el Ser infinito se seguiría la
unicidad de la substancia (Analogía). Contra el monismo materialista puede
argüirse que es absurdo buscar en la materia, principio de multiplicidad, el
principio de la unidad. Salta a la vista la contradicción en que incurre todo
monismo, sea cual fuere su especie, con respecto a la experiencia. La pluralidad
de los seres, especialmente de personas humanas, es un hecho, lo mismo que
es una exigencia necesaria del espíritu la reducción bien entendida a un único
principio. [[[Brugger:171|171]]].
Bibliografía
J. Engert Der naturalistische Monismus Haeckels, 1907
F. Klimke Der Monismus und seine philosophische Grundlagen , 41919 (obra
fundamental) [trad. ital.: Il monismo e le sue basi filosofiche, 2 vols., Florencia
1914
P. Minges Der Monismus des deutschen Monistenbundes, 1919
W. Brugger Theologia naturalis, 21964 n.° 458-475
del mismo en Lexikon für Theologie und Kirche vii, 1962
A. Drews Der Monismus, dargestellt in Beiträgen seiner Vertreter, 1908-1909
R. Eisler Geschichte des Monismus, 1910
L. Bardonnet L'Univers-Organisme (Néomonisme) 6 vols., 21923-1927
A. Drews Geschichte des Monismus im Altertum, 1913
Relacionado con...
– Conceptos
Mente - cuerpo, relación
Moralidad
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Crítica de la razón práctica
Kant: ética de
Libertad
Sentimiento moral
– Autores
Fichte, Johann Gottlieb
Motivo
Bibliografía
Desde el punto de vista psicológico: A. Willwoll Seele und Geist, 1938 p. 142-
153. 162-166 [trad. cast.: Alma y espíritu, 31966
H. Thomae Das Wesen der menschlichen Antriebsstruktur, 1944
R. Fuchs Gewissheit, Motivation und bedingter Reflex, 1954
J. de Finance La motion du bien en «Gregorianum» 39 (1958) 5-42
del mismo La motivation París, 1959
K. Burke A Grammar of Motives Cleveland, 1962
P. Keiler Wollen und Wert (teoría de la motivación), 1970
W. Toman Dynamik der Motive reimpresión, 1970
K.B. Madsen Teorías de la motivación Paidós Buenos Aires, 1968
Id. ético : V. Cathrein Moralphilosophie i' , 61924 (trad. ital. de la
5.a alem.: Filosofia morale, Florencia 1913-1920)
del mismo Lust und Freude, 1931
Relacionado con...
– Conceptos
Libertad
Movimiento
Considerado este término en su más amplio sentido (1) designa toda mutación;
así lo empleó la filosofía aristotélico-escolástica. — Según el uso moderno del
vocablo, significa (2) el continuo cambio de lugar de un cuerpo, acepción que
también Aristóteles y la escolástica dieron preferentemente al término
movimiento. La escolástica distinguía
entre movimiento (2), natural y movimiento (2) violento. Natural es el que por
un impulso interno ínsito en la naturaleza de la cosa se realiza en dirección al
lugar natural: hacia abajo para los cuerpos pesados; hacia arriba, para los
ligeros. El movimiento violento se comunica a los cuerpos desde el exterior en
contra del impulso natural, de suerte que la causa continuamente actuante se
halla situada fuera de aquél. — Según la concepción moderna fundada en la
nueva ciencia natural, todo movimiento presupone en el objeto movido
un impulso (impetus) comunicado por el motor. Conforme al principio de
inercia, todo cuerpo opone al cambio de su estado de movimiento una
resistencia que ha de vencerse con una fuerza. En consecuencia, de no actuar
una fuerza exterior, el cuerpo permanece en reposo o en movimiento rectilíneo
y uniforme; toda fuerza provoca en él una aceleración. Un cuerpo al que
mediante una fuerza se comunica un impulso, se mueve cambiando continua y
regularmente de lugar en el espacio. Filosóficamente, hay que distinguir
entonces en el movimiento, tomado en la segunda acepción antes expuesta, dos
aspectos: el estado interno de movimiento (movimiento absoluto) y el cambio
de lugar exterior (movimiento relativo). El estado interno es una cualidad que
corresponde al cuerpo de un modo absoluto, independiente de la situación
respecto a las demás cosas; el cambio de lugar es una consecuencia de dicho
estado y consiste en la constante variación de la posición relativa respecto a los
otros cuerpos ([[Brugger:Relatividad [Teoría de la]|Relatividad [Teoría de
la]]]). — Dentro del marco de la finalidad, el término movimiento designa (3)
el paso desde el estado inicial carente de movimiento al estado final
pretendido. El reposo, como término del movimiento final, es una situación
obtenida mediante la actividad. Físicamente, el reposo es la mera falta de
movimiento (2), el estado en que no actúa fuerza alguna ni es él mismo efecto
de ninguna fuerza; reposo relativo es la falta de movimiento respecto a un
sistema de referencia. — Ritmo, en un proceso de movimiento, es el retorno
alternativo de la misma fase según una determinada medida temporal. — En
sentido figurado, se habla también de movimiento (4) en el dominio del
espíritu.
Bibliografía
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– Conceptos
Anarquismo
Atomismo
Cambio, movimiento
Cerebro, el
Cosmología copernicana
Dialéctica
Dýnamis
Ecología
Feminismo
Kínesis
La mismidad
Los nuevos filósofos
Lugar
Luz
Mecánica clásica newtoniana
Mecánica cuántica
Neopitagorismo
Oxford, escuela de
Paradojas de Zenón
Pitagorismo
Sofistas, los
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
Ímpetu, teoría del
– Autores
Anaxágoras
Aristóteles
Copérnico, Nicolás
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Hobbes, Thomas
La Mettrie, Julien Offray de
Malebranche, Nicolás
Newton, Isaac
Parménides de Elea
Platón
Muerte
Bibliografía
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– Conceptos
Entropía
Muerte
– Autores
Aristóteles
Epicuro
Locke, John
Marco Aurelio
Nietzsche, Friedrich
Platón
Mundo
Unidad del mundo: El mundo (1) tiene como fundamento de su unidad sus
relaciones esenciales a Dios, su Causa primera y Fin último, (en oposición al
pluralismo del ser). No es incompatible con la unidad del mundo (1) que
acabamos de indicar una multiplicidad espacial o temporal del mismo (3)
(doctrina cosmológica de la pluralidad de mundos). — La unidad del mundo
(3) significa que entre todos los seres corpóreos existe una conexión espacio-
temporal, causal y de ordenación. De ello resulta que todos estos cuerpos en sí
o en sus acciones son fundamentalmente experimentables para un ser
sensitivo perteneciente a ese mundo. De aquí se infiere al mismo tiempo que
una eventual pluralidad de mundos (3) nunca puede establecerse con medios
astronómicos. — Orden y finalidad del mundo. El universo accesible (3) a
nosotros está ordenado (Finalidad). De ahí la voz griega ?????? (orden,
adorno). Por lo que respecta a la finalidad del mundo (1), Creación.
Principio y fin del mundo: Prescindiendo de la revelación que nos enseña que
el mundo (1) ha tenido un comienzo en o con el tiempo y que el mundo (3)
tendrá un fin consistente no en una aniquilación, sino en una catástrofe y
transformación («nuevo cielo» y «nueva tierra»), el mero hecho de la creación
no constituye una razón para suponer un comienzo temporal del mundo (1),
pues la dependencia perpetua de un acto eterno, pero libre, de la voluntad de
Dios no excluye el que nosotros, retrocediendo en el tiempo a los primeros
sucesos y cosas del mundo, no lleguemos a un fin. Mas no por eso el mundo es
pensado como coeterno con Dios, sino únicamente como producido sin
principio (Eternidad) o desde siempre en y con el tiempo. Tampoco la
dependencia con respecto al Creador constituye una razón para admitir una
terminación del mundo (1). — En cambio, la continua evolución del cosmos en
el orden astronómico excluye una prehistoria ilimitada del mundo (3) accesible
a nosotros; la ley física de la entropía hace improbable una duración
indefinida. Desde el punto de vista astronómico no sólo es posible, sino
también probable que las condiciones de vida sobre nuestra tierra sean
destruidas un día por una catástrofe cósmica. — Los sistemas panteístas han
aceptado siempre una duración del mundo sin principio ni fin, o bien su
periódica repetición (Heraclito, pitagóricos y la filosofía oriental)). En los
tiempos modernos,Nietzscbe habla del eterno retorno de lo mismo, frase con
la cual quiere significar no sólo el retorno periódico del mundo considerado en
conjunto, sino también el de cada estado o situación en particular, incluidas las
vivencias humanas.[[Brugger:Mundo [Alma del]|Mundo [Alma del]]], Finito,
Infinito.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Alma
Alma del mundo
Animismo
Antinomias kantianas
Antropología
Antropología filosófica
Anámnesis
Atomismo
Averroísmo
Causa, teoría aristotélica de la
Conciencia
Cosmología
Creación
Cuerpo de los seres vivos.
Cultura
Dialéctica trascendental
Existenz
Fenomenología
Filosofía de la naturaleza
Filosofía medieval
Filosofía árabe
Helenismo
Historia, filosofía de la
Hombre
Idea
Kant: ética de
Libertad
Logos
Mecanicismo
Mito
Mito de la caverna
Mundo
Mundo inteligible y mundo visible
Mundos 1,2 y 3
Mundos posibles
Mímesis
Naturaleza
Neoplatonismo
Orden
Pneuma
Realismo
Renacimiento
Símbolo
Teoría del conocimiento
Tiempo
– Autores
Agustín de Hipona, san
Aristóteles
Berkeley, George
Berlin, Isaiah
Bruno, Giordano
Deleuze, Gilles
Descartes, René(Cartesius)
Dilthey, Wilhelm
Filón de Alejandría
Goodman, Nelson
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Hesíodo
Hume, David
Husserl, Edmund
Kripke, Saul
Newton, Isaac
Nietzsche, Friedrich
Ortega y Gasset, José
Platón
Plotino
Popper, Karl Raimund
Ricoeur, Paul
Russell, Bertrand
Sartre, Jean-Paul
Scheler, Max
Schopenhauer, Arthur
Trías Sagnier, Eugenio
Tycho-Brahe
Wittgenstein, Ludwig
Mundo exterior
Entrada escrita por de Vries
Bibliografía
Nada
no es algo propiamente tal que se dé además del ser, sino únicamente su falta
o deficiencia; por eso su concepto se forma también por negación de aquél.
Distínguense lanada absoluta o negativa y la nada relativa o positiva. La
primera niega la realidad y la posibilidad del ente; la segunda, sólo la realidad,
pero no la posibilidad. En la proposición «Dios ha creado el mundo de la nada»,
este término se toma en la segunda acepción. Ser y nada forman la oposición
más fundamental que existe, cuya expresión se encuentra en el principio de
contradicción ([[Brugger:Contradicción [Principio de]|Contradicción
[Principio de]]]). Hegel parece negar la incompatibilidad de ser y nada, pues
para él lo último no es la identidad pura, sino la identidad de identidad y no-
identidad (Idealismo alemán, Dialéctica). — Sobre la nada privativa o parcial,
que se encuentra en un ente, Privación. El nihilismo disuelve de diversas
maneras el ser en la nada. En su variedad metafísico-ética (1) considera como
ficciones vanas la realidad metafísica y los valores absolutamente
válidos. Nietzsche creía inevitable este nihilismo y pretendió superarlo con su
nueva escala de valores. El mismo nihilismo defendió Sartre en cuanto que no
admitía a Dios ni orden alguno objetivo de esencias y valores y todo, en última
instancia, carece de sentido. En su variedad político-social (2), el nihilismo
rechaza el orden político existente y a menudo toda ordenación social o estatal.
Nacido en Rusia a mediados del siglo xix como reacción contra la autoridad
política brutalmente despótica y desarrollado en parte hasta llegar al
anarquismo completo, desembocó en el movimiento obrero bolchevique. —
Cuando la mística (v.gr., el maestro Eckhart) da a Dios el nombre de Nada,
quiere decir únicamente que no existe como existe el único ente inmediato a
nosotros, es decir, como finito y nombrable; puesto que su Ser supera a todo
nombre finito, puede expresarse diciendo que es la Nada de todo lo finito. — La
nada en torno a la cual gira la filosofía de Heidegger fue interpretada a menudo
en el sentido de la nada absoluta; pero, según sus más recientes publicaciones,
es en realidad el velo del ser que, como lo otro respecto de todo ente, se muestra
como el no-ente y, en este sentido, como la nada (Existencia-lismo).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Creación
E
Falacia
Nada
Tiempo
– Autores
Anaxágoras
Baudrillard, Jean
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Locke, John
Parménides de Elea
Platón
Sartre, Jean-Paul
Naturaleza
El vocablo «naturaleza» procede del latino natura, traducción exacta del griego
????? Ambos términos dicen relación al nacimiento, al origen, designando (1),
en primer lugar, la peculiaridad natural (es decir, nativa, resultante o surgida
del nacimiento) de un viviente. En sentido amplio, se llama naturaleza (2) el
modo de ser de «cada» ente tal como le corresponde por su origen. Aunque con
frecuencia no se hace distinción entre naturaleza y «esencia», sin embargo,
tomando la palabra en acepción estricta, «naturaleza» añade a «esencia» un
momento dinámico; o sea, ésta se llama «naturaleza» en cuanto principio del
desarrollo del ente, en cuanto fundamento interno de sus dimensiones activa y
pasiva (de su acción y pasión). Considerado desde este punto de vista, todo ente
tiene su naturaleza, incluso el hombre y Dios mismo (excluyendo cualquier
imperfección y devenir). Esta naturaleza (3) es el plan constructivo entrañado
en todo ser y, por lo mismo, la norma determinante de su obrar; es decir, la ley
natural tiene sus raíces en la naturaleza. Las cosas inferiores al hombre siguen
la ley natural sin inteligencia y, por lo tanto, necesariamente; en cambio, la ley
natural correspondiente a la vida espiritual del hombre adquiere un carácter
moral porque la conoce como un «debe» ético que invita a su libertad. Por
consiguiente, se muestra contrario a la naturaleza lo que está reñido con las
leyes naturales, especialmente con la ley moral natural. — Supuesto lo anterior,
naturaleza (4), considerada como un todo completo, significa la totalidad de
los seres que tienen una naturaleza sujeta al devenir. Según el panteísmo, esta
totalidad es la de lo existente en general (v.gr.: en Espinosa: «Deus sive
natura»), pero de ordinario representa el conjunto de los seres espacio-
temporales en tanto que en virtud de su particular naturaleza (3) se producen,
desarrollan y unen para constituir un orden: el orden de la naturaleza (1).
Vista así, la naturaleza (4), como voluntad de orden que todo lo envuelve, es
frecuentemente personificada (la «madre» naturaleza); se dice que no hace
nada inútilmente, que no da saltos (natura non facit saltus). Esta voluntad de
orden, a la que también el hombre está sujeto, se funda en última instancia en
Dios, en su potencia creadora y conservadora.
Sin embargo, para una determinación más precisa de cuanto llevamos dicho,
son necesarios todavía ulteriores acotamientos.
Bibliografía
Aristóteles Metafísica v, 4
Física ii, 1 (para esta obra, véase M. Heidegger, en «Il Pensiero». 3 [1958] 131-
156. 265-298)
Santo Tomás de Aquino Comentarios a la Metafísica de Aristóteles v, lect. 5
del mismo Comentarios a la Física de Aristóteles ii, lect. 1 y 2
H. André Die Einheit der Natur, 1923
A. Dempf Filosofía de la cultura, 1933
M. Scheeben Naturaleza y gracia Herder Barcelona, 1969
J. Pohle Natur und Übernatur, 1921
C. Nink Ontologie, 1952 p. 11ss
J. Reinke Die schaffende Natur, 1919
R. Pániker El concepto de naturaleza, 1951
B. Stoekle «Gratia supponit naturam» Herder Roma, 1962
C.F. v. Weizsäcker Die Einheit der Natur , 31972
Mercier Ontología 3 vols., 1935
F. van Steenberghen Ontología, 21965
X. Zubiri La idea de naturaleza: la nueva física, en Naturaleza, Historia, Dios,
1944
R. Spaemann Naturaleza en H. Krings Conceptos fundamentales de filosofía,
ii, p. 619-633, Herder, Barcelona, 1978
F. Nietzsche La voluntad de poderío Edaf Madrid, 1968
L. Klages Der Geist als Widersacher der Seele, 1929-1932
A. Wiener Entstehung und Wesen von Natur und Kultur, 1923
Natur und Gesetz [10 Congreso Alemán de filosofía], 1973
P. Janssen Natur und Geschichte?, 1973
A.N. Whitehead El concepto de naturaleza Madrid, 1968
R.G. Collingwood Idea de la naturaleza, 1950
«Archiv für Begriffsgeschichte», 7 (1962), 140-284 (ref. a Lucrecio)
A. Schmidt Der Begriff der Natur in der Lehre von Marx, 21967
J. Lotz J. de Vries Philosophie im Grundriss, 1969
de los mismos El mundo del hombre, 1954
C.F. Weizsäcker Historia de la naturaleza Rialp Madrid, 1962
Relacionado con...
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Alienación
Alma
Amor
Analítica trascendental
Antropología
Antropología filosófica
Atomismo
Buen salvaje
Cambio, movimiento
Caos, teoría del
Catástrofes, teoría de las
Causalidad
Crítica del juicio
Cultura
Dialéctica trascendental
Disputa del positivismo
Encarnación
Escuelas y filósofos presocráticos
Espacio
Espíritu
Estado de naturaleza
Estética
Filosofía
Filosofía de la naturaleza
Filosofía de la técnica
Fin
Fuerza
Historia, filosofía de la
Hombre
Homo homini lupus
Humanismo
Idealismo
Inducción, problema de la
Kant: ética de
Kantismo
Ley científica
Libertad
Luz
Marxismo
Mito
Mímesis
Naturaleza
Organicismo
Physis
Renacimiento
Revolución científica
Sublime
Teoría del conocimiento
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
Técnica
Valor
– Autores
Anaxímenes
Aristóteles
Bacon, Francis
Darwin, Charles
Escoto Eríugena (o Erígena), Juan
Fichte, Johann Gottlieb
Foucault, Michel Paul
Haeckel, Ernst
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heráclito de Éfeso
Hildegarda de Bingen
Hobbes, Thomas
Hume, David
Kant, Immanuel
La Mettrie, Julien Offray de
Locke, John
Maquiavelo, Nicolás
Marco Aurelio
Ortega y Gasset, José
Platón
Popper, Karl Raimund
Rousseau, Jean-Jacques
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Spinoza, Baruch de
Sócrates
Naturalismo
Bibliografía
Necesario
Bibliografía
Bibliografía
en ->Azar
Negación
Bibliografía
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Contradicción
La mismidad
Lógica
Muerte
Nada
Árboles lógicos, cálculo de
– Autores
Nietzsche, Friedrich
Neoescolástica
Entrada escrita por De Vries
Bibliografía
Pero aquí se pone de manifiesto que tales trabajos rebasan el marco de lo que
acostumbra a llamarse «escolástica»; apenas se distinguen de trabajos
paralelos de otros filósofos cristianos que nadie incluye en la neoescolástica.
Estas y otras w razones inducen a la pregunta: ¿Es todavía la neoescolástica la
forma de una filosofía cristiana adecúar da a nuestro tiempo? Ya mucho tiempo
antes de la escolástica hubo filosofía cristiana, y desde Nicolás de Cusa ha
habido siempre fuera de la escolástica filósofos cristianos; así nadie inclinará
en la neoescolástica, p. ej., a J.H. Newman o P. Wust, que sin duda son filósofos
cristianos. Pertenece esencialmente a la escolástica el método escolástico.
Según indica el término mismo, la escolástica está referida al mundo «escolar»,
se halla ordenada sobre todo a la enseñanza, pero se ha desarrollado también
en obras no destinadas a la docencia, y esto con ventajas para ella, aunque no
siempre. Lo bueno de esa «forma» debió salvarse para los tiempos modernos;
pero en conjunto el estilo escolástico ha pasado a ser más óbice que ayuda. Por
lo que se refiere al contenido, la neoescolástica está fuertemente ligada a la
tradición, en especial a la escolástica medieval. Cierto que se ha escuchado
siempre la exhortación de evitar planteamientos anticuados, pero quizá pocas
veces se ha tomado conciencia de la medida en que los planteamientos de santo
Tomás de Aquino están también condicionados por el tiempo. Él sigue siendo,
sin género de dudas, también para nuestro tiempo uno de los testigos más
importantes de una «herencia supratemporalmente válida de la filosofía»;
pero una filosofía orientada de manera unilateral hacia él o hacia la tradición
escolástica en general, apenas podrá ser justa con las tareas que hoy se
plantean a la filosofía cristiana. Ni siquiera la teología de hoy, que también
como teología sistemática sobrepasa el marco de la teología «escolástica»,
recibiría de semejante filosofía la ayuda que se espera de ella. Por tanto, una
filosofía que lleve con razón el nombre de neoescolástica, difícilmente será la
forma de filosofía cristiana adecua da a nuestro tiempo.— (200-210. 226, 229,
249, 261, 264).
Bibliografía
Neokantismo
Bibliografía
Neoplatonismo
La unidad del pensar y del ser constituye la esencia de la mente (????). Ésta se
halla vuelta hacia el Uno que la produjo. De él tiene su contenido, a saber: las
ideas que, no obstante, forman en ella una multiplicidad, un sistema. Su
desenvolvimiento lleva a las categorías y números y también a la materia
inteligible como substrato de todas las ideas (formas). — Así como el Uno
produce el ????, éste produce el alma, imagen imperfecta suya. Indivisible en
sí, puede, sin embargo, penetrar en el mundo espacio-temporal (por ella
organizado) y animarlo no dividiéndose ella, sino únicamente su acción. A su
naturaleza corresponde dar origen a la materia sensible. Ésta no tiene nada del
Uno ni del Bien, no siendo, por tanto, apta para ninguna ulterior producción.
Confundida con las tinieblas, carente de orden y de forma, es el principio del
mal. El alma a que aludíamos es el alma del mundo o naturaleza. Las almas
individuales están contenidas en ella y se identifican con las ideas que el alma
del mundo recibe del ????.
Bibliografía
Plotino Enéadas Nueva edición crítica por P. Henry y H.R. Schwyzer, Plotini
Opera i, París 1951, ii, 1959. Respecto a las ediciones de Plotino y
Bibliografía
Relacionado con...
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Neoplatonismo
Renacimiento
Nominalismo
Bibliografía
Relacionado con...
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Universales, disputa de los
Número
Bibliografía
Relacionado con...
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Lógica
Mística de los números
Número
Probabilidad, teorías de la
Tiempo
Objetivismo
Bibliografía
Tratados de ->gnoseología
J. Pieper Die Wirklichkeit und das Guíe , 51949
A. Wilmsen Zur Kritik des logischen Transzendentalismus, 1935
J. Roig Gironella Estudios de Metafísica: Verdad, certeza, belleza Barcelona, 1959
Objetivo
Atendiendo al sentido literal, es aquello que implica relación con el objeto. En casi todas sus
acepciones se opone a subjetivo. Puesto que «objeto» no es en modo alguno sinónimo de
«ente real», un lenguaje filosófico que se preocupe de distinguir con nitidez los conceptos
debe rechazar (a pesar de su empleo generalizado) el uso del término «objetivo» en la
acepción de «real», oponiéndose a «subjetivo» = irreal, sólo pensado o representado, como
en general ha de estar prevenido contra la utilización excesiva y maquinal de las expresiones
«objetivo» y «subjetivo». Puede justificadamente llamarse objetivo (1) lo propio del objeto
(en cuanto tal), lo que está en él, frente a lo propio del sujeto, a lo que se encuentra en éste
(véase la oposición entre evidencia objetiva y subjetiva). El significado filosófico más
importante del vocablo «objetivo» (2) es: determinado desde el objeto, fundado en el objeto,
acepción opuesta a «subjetivo» = no fundado en el objeto, sino determinado únicamente por
sentimientos o afirmaciones arbitrarias del sujeto (compárese la oposición entre certeza
objetiva y puramente subjetiva). A la ciencia se le exige objetividad en este sentido. Por
cierto, tal exigencia no debe entenderse, mal, interpretándola como si la ciencia debiera
prescindir de todo valor del objeto y considerarlo casi como si no nos afectara; esta
pretensión brota sólo del falso supuesto de que el valor es algo irreal, atribuido al objeto
únicamente en virtud del sentimiento. Por eso, objetividad no denota tampoco un pensar o
investigar sin interés personal. Otro sentido de «objetivo» (3) aparece al denominar
objetivos a todos los actosintencionales en cuanto relacionados con el objeto, calificándolos,
por el contrario, de subjetivos en tanto que son actos (accidentes) del sujeto. Así, concepto
objetivo (mejor: concepto objetivamente considerado) es el concepto en cuanto
manifestación de un objeto por el contenido mental incluido en él; concepto subjetivo
(concepto subjetivamente considerado) es el concepto como acto real de pensamiento del
sujeto. Si ya aquí lo subjetivo es lo real, en oposición a lo objetivo como representación
referida al objeto, con mayor razón ocurre esto en la acepción antigua de las expresiones
«objetivo» (4) y «subjetivo» dentro de la filosofía escolástica; dicha acepción descansa en
que no sólo se denomina sujeto el sustentador de actos intencionales, sino también todo ente
existente en sí. Por lo tanto, existir subjetivamente quiere decir existir realmente en sí;
existir (sólo) objetivamente significa existir (sólo) como objeto pensado (pero no en sí); v.gr.,
el ente de razón se define como el que únicamente tiene existencia objetiva en el
entendimiento. Este significado se contrapone de manera franca al sentido abusivo al que al
principio aludíamos. — Puesto que en el .idealismo gnoseológico (v.gr., en
el criticismo deKant) el objeto no puede contraponerse a los contenidos de pensamiento,
sólo cabe mantener una distinción entre «objetivo» y «subjetivo» haciendo a lo objetivo (5),
entendido como lo que está informado por las categorías del sujeto trascendental,
equivalente a universal (válido para todo ser pensante), en oposición a lo subjetivo
considerado como lo existente sólo para los individuos. En relación con la imposibilidad de
pensar los objetos de la microfísica como de la misma especie que los objetos de nuestra
experiencia de los sentidos, es decir, en relación en la imposibilidad de «objetivarlos»,
también se entiende como objetivo (6) lo que en el sentido citado es «objetivable».
Bibliografía
->Lógica: ->Gnoseología
H. Reiner Die Existenz der Wissenschaft und ihre Objektivitat, 1934
M. Wundt Die Sachlichkeit der Wissenschaft, 1940
J. Manzana Martínez de Marañón Objektivität und Wahrheit Vitoria, 1961
R. Ingarden Betrachtungen zum Problem der Objektivitat en «Zeitschrift für
philosophische Forschung» 15 (1967) 31-46. 242-260
W. A. Earle Objectivity Nueva York, 1955
V. Mathieu L'oggettività nella scienza e nella filosofía moderna e contemporanea Turín,
1960
B. Rousset La doctrine Kantienne de l'objectivité París, 1967
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Objetivación
Objetivo
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Popper, Karl Raimund
Objeto
Bibliografía
Tratados de ->gnoseología
A. Metzger Der Gegenstand der Erkenntnis en «Jahrbuch für Philosophie und
phänomenologische Forschung» 7 (1925) 613-770
G. Söhngen Sein und Gegenstand, 1930
F. Behrens Gegenstand und Gegenstandsbewusstseint, 1937
R. Garrigou-Lagrange Actus specificantur ab obiecto formali en «Acta Pontificiae
Academiae Romanae Sancti Thomae» Turín, 1934 p. 139-153
A. Brunner Der Stufenbau der Welt, 1950 p. 26-56
H. Rickert Der Gegenstand der Erkenntnis , 61928
W.V. Orman Quine Palabra y objeto Labor Barcelona, 1968
M. Honecker Logik, 21942
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J. Zaragüeta Lógica Gredos Madrid, 1968
I. Habbel Die Sachverhaltproblematik in der Phänomenologie und bei Thomas von Aquin,
1960
B. Nardi Suggetto e oggetó del conoscere nella filosofía antica e medievale Roma , 21955
H. Hinderks Über der reinen Vernunft Basilea, 1948
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Analítica trascendental
Antropología filosófica
Concepto
Conciencia
Conocimiento
Conocimiento, clases de
Dialéctica trascendental
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Experiencia estética
Idea
Individuo
Kant: ética de
Ley científica
Luz
Lógica
Matemáticas, filosofía de las
Mundo
Objetivación
Otro, el
Percepción
Psicoanálisis
Ser
Símbolo
Teoría del conocimiento
Verdad, teoría semántica de la
– Autores
Fichte, Johann Gottlieb
Foucault, Michel Paul
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Husserl, Edmund
Occam, Guillermo de
Platón
Sartre, Jean-Paul
Obligación
Con el nombre de obligación o deber pueden designarse acciones concretas a las que alguien
está obligado. En el sentido formal obligación significa aquel deber y necesidad, que la ley
moral impone a la persona libre, de realizar u omitir determinadas acciones. Por necesidad
no puede entenderse en el ámbito moral ni una absoluta necesidad esencial, ni una ley física
que se siga de la constitución de la causa, pues la obligación apela en la conciencia
al conocimiento y a la libertad de la persona. Es un imperativo que sólo puede hacerse eficaz
si se acepta con libertad (Autonomía). La obligación pertenece a la necesidad del fin, pero
no a cualesquiera fines, sino a un fin incondícionalmente necesario. La obligación pertenece
al orden moral sólo en cuanto deber incondicional, en cuanto imperativo categórico. Pero la
libertad y la necesidad sólo pueden unirse si la razón ve que una acción, bajo determinadas
circunstancias guarda relación necesaria con un valor que debe afirmarse
incondicionalmente, con un valor que no puede ser superado por ningún otro valor posible.
Y este rango corresponde solamente al valor infinito, que en un último análisis se acredita
como Dios. El que ese valor haya de afirmarse incondicionalmente y en la acción, no significa
que no pueda negarse de hecho por la acción (u omisión) opuesta; significa, más bien, que
no es posible defender responsablemente esa negación ante ninguna razón y, menos todavía,
ante la razón absoluta. La relación necesaria de una acción con el valor absoluto, que
fundamenta la obligación de realizarla u omitirla, consiste en que la razón puede o no
enmarcar la acción respectiva en el último orden del valor o del fin. El que la obligación
pueda concebirse como religiosa, es decir, como fundada desde Dios (cosa que elevaría su
fuerza motivante), es una cuestión que depende de la medida en que el valor incondicional
pueda conocerse (sentirse, percibirse): únicamente bajo la indeterminación de lo axiológico,
o bien con claridad incluso en su determinación personal y divina, ya sea por conocimiento,
ya por fe en la revelación.
Bibliografía
Ocasionalismo
Entiéndese por ocasionalismo aquella doctrina que niega a los seres finitos la actividad
causal eficiente, dimanante de su propia fuerza, haciendo de ellos meras causas
ocasionales de la acción de Dios, única existente. El ocasionalismo universal estriba o en la
concepción mecanicista del universo (Mecanicismo) o en un falso concepto del concurso
divino ([[Brugger:Dios [Concurso de]|Dios [Concurso de]]]) [como en
el Mutakallimûn islámico]. El ocasionalismo particular resulta de la dificultad cartesiana
concerniente a la relación entre alma y cuerpo ([[Brugger:Alma y cuerpo [Relación
entre]|Alma y cuerpo [Relación entre]]]) que veda la acción recíproca entre ambos. Mientras
todos los ocasionalistas convienen en que Dios es la causa única principal de toda actividad,
unos consideran a las criaturas como meras condiciones del obrar divino (Malebrancbe), y
otros ven en ellas instrumentos pasivos del mismo (Geulincx). No pudiéndose dar un ser
sin acción, el ocasionalismo conduce lógicamente al panteísmo (Causalidad).
[[[Brugger:140|140]]].
Bibliografía
Bibliografía
)
F. de Matteis L'occasionalismo e il suo sviluppo nel pensiero di N. Malebranche Nápoles,
1936
C. Verhoeven Het axioman van Geulincx Bilthoven, 1973
A. Wiilwoll Seele und Geist, 1938 203-206 [trad. cast.: Alma y espíritu, 31966.]
Ocultismo
Se ocupa de modo profano, es decir, no religioso, de aquello que no está todavía explorado
por la capacidad cognoscitiva del hombre o cuyo acceso, en general le está cerrado. Modo de
conocer normal es el sensitivo-racional propio por naturaleza de todo hombre; su resultado
último lo constituye el esquema científico empírico-racional del mundo. Por lo tanto, se
denomina oculto todo lo conocido de manera no normal, pero profana, así como también
este modo mismo de conocer. La fe y la mística se acercan a lo misterioso en actitud religiosa.
Según su desviación de lo normal, califícase de oculto: 1.° Lo insólito, ya sea lo supranormal,
lo anormal que se verifica únicamente en individuos puestos en estados extraordinarios
semejantes al sueño (trance), o lo patológico que, cayendo fuera del orden total de aptitudes,
queda libre y se dirige hacia falsos objetos. Aquí deben incluirse los efectos inusitados
del inconsciente durante el sueño y en los sueños, la hipnosis y la histeria. 2.° Lo
extraordinario que acontece sin o con tra las disposiciones normales (oculto en sentido
estricto), ya dentro de la conciencia (parapsicología), ya fuera de ella (parafísica), v.gr., el
conocimiento de lo no presente espacial o temporalmente (segunda vista); la comunicación
de estados interiores anímicos sin exteriorización manifiesta; los efectos de la voluntad fuera
del propio cuerpo sin intervención cognoscible a través del espacio; en suma, los llamados
fenómenos a distancia. Citaremos en este grupo: la telepatía = transferencia a otros de
representaciones, afectos y actos de la voluntad por mero querer interno; la telestesía,
clarividencia = visión directa de un objeto no conocido por nadie (excluyendo, por lo tanto,
la telepatía) sin uso de sentidos conocí dos; la telefísica = producción de
movimientos (telecinesia), sonidos, formas materiales (materializaciones) y huellas del
rostro y de las manos, sin contacto y, en general, sin actividad exterior. 3.° Lo extra natural
cuya causalidad no parece provenir de hombres vivientes, sino de entes incorpóreos (almas
de difuntos) u otros seres puramente espirituales (espíritus, inteligencias). Pertenecen a este
grupo los fenómenos y apariciones de «fantasmas» o «espectros».
Juicio crítico. Grupo 1.°: estos procesos han comenzado a explicarse como meras
desviaciones de lo normal y dicha interpretación llegará al fin que se propone. Grupo 2.°: los
efectos a distancia proceden sin duda de hombres vivos especialmente dotados para
ello (médiums); pero faltan teorías satisfactorias acerca del «cómo»; radiaciones
desconocidas del sistema nervioso, acción directa de alma a alma sin cooperación del cuerpo
en la telepatía, superación del espacio , y del tiempo en la clarividencia: todo esto es aún casi
enteramente desconocido, oculto, para nosotros. Sin embargo, puesto que los efectos a
distancia son reiterables bajo determinadas condiciones, apuntan (en oposición al milagro)
a leyes naturales que todavía no conocemos. Con respecto al grupo 3.°, Espiritismo. —
[[[Brugger:186|186]], 234].
Bibliografía
Omnipotencia
Es aquel atributo de Dios en virtud del cual puede realizar todo aquello que no implique en
sí contradicción interna. Por parte de Dios supone el poder creador (Creación), pues sólo la
independencia respecto a toda materia ya existente suprime los límites a su acción; nosotros,
en cambio, no podemos en nuestras producciones prescindir de la materia y quedamos
limitados por ella. — Por parte de la cosa que ha de realizarse, se requiere su no
contradictoriedad interna (Posibilidad objetiva). Dios no puede hacer una cosa imposible en
sí misma, v.gr.: un círculo cuadrado, porque es un no-ser, nada. Tampoco puede pecar, pues
esto significa contradicción conceptual respecto a su santidad absoluta, esencialmente
necesaria. Dios, por consiguiente, no puede mudar los principios metafísico ni morales. La
afirmación de Descartesde que Dios podría realizar cosas contradictorias en sí mismas
descansa en el erróneo supuesto de que la posibilidad intrínseca de las cosas se funda no en
la esencia de Dios, sino en su libre voluntad. — En virtud de su omnipotencia, Dios puede
obrar milagros, como también elevar a la criatura por encima de sus límites a un orden
superior (Sobrenatural).
Bibliografía
Santo Tomás de Aquino Summa theologiae i, q. 25: Summa contra Gentiles ii, 6-10; iii, 98-
100
M. Rast Welt und Gott, 1952
W. Brugger Theologia naturalis, 1964 n. 391-398
A. González Álvarez Teología natural, 219681
É. Gilson La filosofía de San Buenaventura c. 5, 1948
Omnipresencia
La omnipresencia de Dios consiste en su estar presente en todas las cosas. Los cuerpos
ocupan un espacio por su extensión, en virtud de la cual desalojan a otros; los espíritus
puros, en cambio, por no estar sometidos a las leyes de la materia, lo ocupan por su obrar
sobre lo extenso. Dios está también presente en las cosas de este modo, conservándolas y
obrando en ellas. Por ser inespacial y simple (Simplicidad), las cosas espaciales no pueden
tener respecto a Él ninguna relación real. En este sentido Dios no está «dentro» ni «fuera
del mundo», no lo llena a manera de un éter sutil ni obra «desde fuera» sobre él, sino que le
es, en el orden ontológico, plenamente interior (inmanente), permaneciendo, sin embargo,
separado del mismo (trascendente), pues jamás se funde con él para constituir una unidad.
Por eso el espacio infinito no es un atributo o manifestación de Dios (Espinosa).
Bibliografía
Omnisciencia
Por consiguiente, la ciencia divina no es pasiva. Dios, al conocer, no está, como nosotros lo
estamos, determinado por las cosas, determinación que ésta llevan a cabo mediante su
influjo físico, sino que conoce su esencia y su existencia conociendo su propia Esencia y los
decretos de su Voluntad (Molinismo).
Bibliografía
Ontología
Este término fue acuñado a mediados del siglo xvii, surgiendo casi al mismo tiempo los
nombres afines a él de «philosophia entis» y «ontosophia». Con arreglo a su etimología
griega, significa «ciencia del ente». Según esto, la ontología podría coincidir con la «filosofía
primera» de Aristóteles, denominada más tarde «metafísica» (pura o general). De hecho
constituye sólo su primera parte, a saber: la ciencia del ente en cuanto tal y de lo que esencial
y directamente le pertenece; frente a ella, se sitúa la doctrina del Ser supremo y divino. Como
ya sabían Aristóteles y los filósofos medievales, la ciencia del ser y la de Dios forman una
sola ciencia, pues el problema de Dios es únicamente el problema del ser plenamente
desarrollado y el problema del ser no es otra cosa que el problema implícito de Dios. Sin
embargo, puesto que .ser y Dios se diferencian entre sí como dos polos, cabe considerar de
manera predominante el primero, llegándose entonces a la ontología, cuya más íntima
conexión con la doctrina de Dios es preciso, no obstante, dejar a salvo.
Desde que la ontología, sobre todo por obra de Wolff, se convirtió en una rama científica con
existencia propia, esta unión sufrió un excesivo relajamiento. Kant suprimió, junto con la
ciencia de Dios, la ontología; teniendo al ser por incognoscible, la conciencia constituía para
él lo último y supremo a que todo lo demás debía reducirse. Contra Kant ha surgido en
nuestros días del neokantismo y de la filosofía existencial (Exis-tencialismo) una nueva
ontología que pone en el ser la realidad última. Sin embargo, N. Hartmann cierra su
ontología a la ciencia de Dios, y el ser, que interesa a Heidegger como fundamento del ente,
sigue hasta ahora en completa oscuridad. — La ontología reclama hoy una valoración de
estos esbozos y un diálogo con ellos, la superación de todo el lastre racionalista y kantiano y
la adquisición auténtica de la gran tradición.
Una interpretación más profunda del nombre de ontología pone en relación al ente con el
espíritu (logos); éste aparece como el ámbito en que se revela el ente en cuanto tal o en su
ser. De esta manera, el espíritu se presenta como arquetipo del ser en el cual éste alcanza su
plena mismidad, está enteramente consigo. Así pues, cuanto más se aproxima un ente al
espíritu o mayor es su espiritualidad, tanto más elevado se encuentra en la escala del ser.
Recientemente, defiéndese con frecuencia la desligadura del ser respecto al espíritu, y del
extrañamiento con relación a éste hácese sin rebozo medida del nivel ontológico (Sartre).
Según Heidegger, el horizonte en el que se muestra el ser del ente no es otro que el tiempo;
por esta razón escogió en un principio el nombre de ontocronía para definir su pensamiento.
Por estos caminos se persigue una ontología fundamentalmente distinta que, en sentido
propio, no merece ya el nombre de onto-logía; esta forma de concebirla equivale a una
angosta restricción a la pura finitud, con lo que, en última instancia, tal ontología resulta
imposible. — Desde este orden de ideas cabría, siguiendo a la filosofía existencial
(Existencialismo), establecer una diferencia entre las expresionesóntico y ontológico que la
escolástica considera ordinariamente como sinónimas. Öntico significa, entonces, el ente en
su ser y no alumbrado todavía por el espíritu (intelligibile in potentia); ontológico, en
cambio, denota el ente que ha sido dilucidado en su ser por el espíritu y que de esta manera
se ha convertido en una misma cosa con él (intelligibile in actu). — Por lo que respecta a la
estructura de la onto-logía en detalle, Ser.
Bibliografía
Ontológico (Argumento)
Desde Kant recibe este nombre una prueba de la existencia de Dios ([[Brugger:Dios
[Pruebas de la existencia de]|Dios [Pruebas de la existencia de]]]), presentada
primeramente por san Anselmo de Canterbury, [[[Brugger:90|90]]], que, sin otros
presupuestos, intenta demostrar la existencia de Dios basándose únicamente en su
concepto. San Anselmo parte del concepto del ser absolutamente mayor, por encima del cual
ningún otro mayor puede pensarse, y arguye que, como existir en la realidad es más que
existir sólo en el entendimiento, el ser mayor cogitable debe existir también en la realidad,
porque de lo contrario no sería el mayor que cabe pensar. Cuando un contemporáneo
suyo (Gaunilón) le objeta que así podría igualmente concluirse la existencia de la mayor isla
posible, y Kant observa que cien táleros reales no tienen más de lo que se piensa en el
concepto de cien táleros posibles, ninguno de los dos acierta el punto decisivo, a saber: que
el ser absolutamente mayor (el Infinito) se conduce respecto a laexistencia en forma
esencialmente distinta del ente finito. San Anselmo tiene razón al decir que Dios, como
absolutamente mayor e insuperablemente perfecto en el ser, no puede de ningún modo ser
pensado sin que se le conciba como necesariamente existente. Sin embargo, con ello no está
todavía resuelto si al concepto de absolutamente mayor corresponde una realidad objetiva o
una posibilidad. No basta a tal efecto, como Leibniz creía, la mera posibilidad de pensarlo
sin contradicción. Por eso, santo Tomás de Aquino y muchos escolásticos (no todos)
rechazaron el argumento ontológico. Éste, en cambio, siempre encontró acogida dentro
del racionalismo (Descartes, Leibniz, Wolff), que aceptaba sin más el orden de los conceptos
como orden real. Kant volvióse justamente contra el argumento. No obstante, es inexacto su
aserto de que todas las pruebas de la existencia de Dios tienen como supuesto lógico la
validez de dicho argumento y se anulan junto con él. Pues si la existencia (o posibilidad real)
del ser absolutamente mayor consta por otra vía, v.gr., mediante un raciocinio fundado en
el principio de causalidad, queda justificado también el razonamiento que concluye la
interna necesidad de su existencia.
Bibliografía
Bibliografía
El ontologismo, fundado sobre todo por Malebranche (siglo xvii ) y admitido en el siglo xix
por diversas escuelas católicas, es históricamente una consecuencia de la teoría cartesiana
del conocimiento y delocasionalismo, para quien la «acción» de las criaturas sólo tiene a
Dios por verdadera causa. Las criaturas son activas únicamente en apariencia. Por eso
tampoco nosotros desarrollamos actividad en el conocer ni las cosas actúan sobre nuestros
sentidos y entendimiento. Los seres sensibles no pasan de meras ocasiones para «orar», es
decir, para dirigir nuestra atención a Dios, en cuya Esencia lo contemplamos todo o, por lo
menos, las ideas de las cosas espirituales. Sin embargo, esta visión de Dios no es igual a la
de los bienaventurados, sino que se reduce a un ver su esencia en cuanto arquetipo de todas
las ideas (Malebranche) o causa de las cosas creadas (Gioberti). Este conocimiento, en tanto
que se refiere a la esencia de Dios, no goza tampoco de claridad, sino que está envuelto en
penumbra; es más un recibir pasivo que un saber judicativo. Únicamente el término finito
de la relación es objeto de conocimiento claro y reflejo. Dios, el Ser primero (Primum
ontologicum; de ahí el nombre de ontologismo), coincide con el primer Conocido en quien
conocemos todo lo demás. — Los principales defensores del ontologismo en el siglo pasado
fueron Gioberti y Ubagbs (de la escuela de Lovaina); Rosmini se incluye, al parecer sin
razón, entre los ontologistas. — El error fundamental del ontologismo consiste en confundir
con el Ser divino, infinito, el ser en cuanto tal, abstracto, indeterminado, coaprehendido por
nosotros en toda percepción y todo pensamiento. [[[Brugger:140|140]], 227].
Bibliografía
Bibliografía
– Autores
Bergmann, Gustav
Oposición
Hay oposición entre dos contenidos cuando la posición de uno excluye de alguna manera la
del otro. Según sea la índole de esta exclusión, resultan diversas clases de oposición.
Irreductible es la exclusión en la oposición contradictoria existente entre el ser y no ser y,
como consecuencia, también entre cualquier contenido (participante de alguna manera en
el ser) y su negación. Por eso la oposición contradictoria no tolera medio. — Cuando dos
contenidos, los cuales son algo positivo, entes, se excluyen dentro de un círculo limitado,
v.gr., dentro del mismo género, del mismo individuo o de la misma situación especial y
temporal (como alegría y tristeza, blanco y negro), se dice que hay oposición contraria. A
dicha oposición, tomada en sentido estricto, pertenece, además, el mayor alejamiento
posible entre los opuestos dentro de la esfera común. Los opuestos contrarios permiten, por
lo tanto, la existencia de un medio. — Entre una perfección y su falta (v.gr., salud y
enfermedad) así como entre el sujeto de una perfección y el privado de ella (sano y enfermo)
se da una oposición privativa (Privación). — Relativa es la oposición existente entre
relaciones que implican orden mutuo y también entre los sujetos de las mismas (v.gr., padre
e hijo). La mera diversidad de los términos de la relación no basta en este caso. Las relaciones
de esta clase se excluyen de modo meramente relativo, es decir, en el mismo sujeto y en la
misma dirección, pero vienen exigidas simultáneamente en distintos sujetos y en dirección
inversa. Los opuestos relativos en cuanto tales no admiten medio. — La combinación de
oposición contraria y oposición relativa se llama oposición polar o polaridad (compárense:
los polos del globo terráqueo, hombre y mujer), y los opuestos se insertan en una unidad.
Los opuestos polares se exigen recíprocamente y toleran un medio, pero no en la dirección
de la oposición relativa.
Las auténticas oposiciones, en las que la afirmación de algo positivo excluye otra cosa
también positiva, son una característica de lo finito. En lo infinito están
superadas (coincidentia oppositorum:coincidencia de lo opuesto en Nicolás de Cusa).
Bibliografía
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Bibliografía
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Orden
El mundo se presenta al hombre ordenado en sus múltiples aspectos; por eso los griegos lo
llamaron ??????. Aunque perturbado y quebrantado a veces, el orden es lo preponderante,
sobre todo en el dominio de la naturaleza. En la esfera de lo lógico y moral se han dado al
hombre únicamente las normas del orden, fijándosele como tarea la realización del mismo
en su propio pensar y obrar (orden lógico y moral). Es creador del orden en la plasmación
del mundo exterior (orden cultural). — Decimos que hay orden donde una pluralidad de
miembros, elementos o partes está gobernada y dominada por una ley, unsentido o
una unidad; que hay armonía cuando la pluralidad en la unidad es, al mismo tiempo, polar
y oposicional y colma el sentimiento estético. Los elementos constitutivos pueden ser seres
independientes, v.gr., los soldados de un ejército, o dependientes, como los miembros y
funciones de un organismo. — El orden está conceptualmente próximo a la totalidad. Su
concepto es, no obstante, más amplio que el de ésta, puesto que hablamos de totalidad sólo
cuando los elementos de un orden forman unidad por su estar juntos (como las piedras de
un montón), mientras que hay también órdenes en los que los elementos no se juntan para
constituir un todo (v.gr., la serie ilimitada de los números, 1, 2, 3...). Ejemplo
convincentísimo de ello nos lo proporciona el organismo. Pero justamente muestra también
que orden no equivale a uniformidad. Cuanto más dominan en una multiplicidad el sentido
y la unidad, tanto más desaparece la uniformidad, en la cual la multiplicidad queda superada
sólo a primera vista, externamente y no desde dentro. Tampoco ha de equipararse el orden
a lo estático. El orden puede realizarse tanto de manera estática como dinámica, cual
acontece, v.gr., en el organismo y en el orden ético.
Puesto que el ente existe en la medida que es uno en sí mismo (Unidad) y en general aparece
con una cierta pluralidad sólo en sus realizaciones finitas, el conjunto de lo real se muestra
como una gradación ontológica ([[Brugger:Ser [Grados del]|Ser [Grados del]]]) ordenada
en lo más íntimo, pues la unidad pura del Ser subsistente precontiene en sí de modo
eminente toda la multiplicidad de las perfecciones finitas. Pero el orden del ente finito no se
manifiesta solamente en la unión, por el acto del existir substancial, de todos los principios
del ser ([[Brugger:Ser [Principios del]|Ser [Principios del]]]) que constituyen un ente, sino
también por la unión de todos los entes mediante las variadísimas relaciones que, en última
instancia, los remiten a la unidad del Ser subsistente.
Preparado por las concepciones de Platón acerca del reino de las ideas, el pensamiento del
orden abrióse paso principalmente en el neoplatonismo. Así Plotino colocaba en la cumbre
del ser el «Uno» del que toda perfección desciende en escala ordenada hacia los demás seres.
Este pensamiento neoplatónico-agustiniano fue no menos decisivo que el aristotelismo para
la síntesis metafísica elaborada por santo Tomás de Aquino y aplicada a los dominios
ontológicos particulares.
Bibliografía
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Atomismo
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Caos
Caos, teoría del
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El paso del mito al logos
Logos
Lógica
Orden
Tiempo
– Autores
Fichte, Johann Gottlieb
Platón
Saint-Simon, conde de
Spinoza, Baruch de
Organismo
Los seres vivientes materiales revisten la forma de organismos. Éstos se definen por los
siguientes caracteres: son totalidades corpóreas naturales; constan de partes, distintas por
su posición, constitución química y estructura (la estructura y ordenación de estas partes se
llama organización); las diversas partes del organismo tienen sus actividades peculiares
que, a pesar de ello, ejercen con dependencia del todo y de su bien, es decir,
como funciones del conjunto. Las partes del organismo reciben el nombre de miembros,
atendiendo a la diversidad de estructura, y de órganos, cuando se los considera desde el
punto de vista de la diversidad de funciones. El calificativo orgánico (opuesto a inorgánico)
se aplica a los cuerpos estructurados de manera análoga a los organismos, a las materias que
en la naturaleza son producidas sólo por ellos (v.gr., la albúmina) y, finalmente, a las
funciones efectuadas por órganos. Las más importantes funciones de conjunto del
organismo son: la evolución y el crecimiento, la conservación activa y el autosostenimiento
en el medio ambiente (alimentación, etcétera), y la reproducción, es decir, la formación de
una parte que después de separada seguirá existiendo como organismo independiente. La
totalidad de estas funciones en los diversos organismos constituye la vida
orgánica (biología = ciencia de la vida orgánica). En cuanto realizada de manera
inconsciente (también en el animal y el hombre), denomínase vida vegetativa. — Son
organismos en el sentido descrito no sólo los seres pluricelulares, sino también los
individuos celulares, pues conforme a su estructura y función son totalidades integradas por
miembros. Frente a lo inorgánico no es un rasgo diferencial decisivo la estructura totalitaria,
que se encuentra asimismo en los cristales, sino la función orgánica. El concepto de
organismo prescinde de que su función sea sólo posible con un principio vital
([[Brugger:Vida [Principio de]|Vida [Principio de]]]) distinto de la materia o pueda
verificarse sin él. — Las expresiones citadas se emplean también en sentido metafórico. Así,
el término organismo se utiliza para designar totalidades semejantes a los organismos
biológicos, v.gr., económicas, sociales, sistemáticas, etc. (de esta traslación se han sacado a
menudo consecuencias injustificadas [[[Brugger:Biologismo|Biologismo]]]); el
adjetivo orgánico, para indicar lo que tiene funciones diversas, pero orientadas hacia el todo
o lo que resulta de tales funciones; el vocablo organización, para denotar un todo cuyas
partes colaboran gradualmente ordenadas; el término órgano, para designar una parte del
todo a quien corresponde una función especial. Los sistemas transmisor y ordenador,
realizados en el cerebro y en los sistemas nerviosos de los organismos superiores, permiten
un estudio comparativo de estos sistemas con las máquinas electrónicas de cálculo
(Cibernética). Estos estudios pueden contribuir mucho al esclarecimiento de la base
material de los procesos psíquicos. Pero tales máquinas se diferencian de un organismo
viviente, primero, porque ha de ser el hombre quien les administre el programa, de acuerdo
con el cual proceden al operar, en tanto que el «programa» del organismo le es propio por
naturaleza; segundo, porque el programa regulador significa en la máquina un elemento
constitutivo, concreto e intercambiable de suyo, de la misma máquina, en tanto que en el
organismo está en el todo, en forma inseparable de él y no concreta; tercero, en fin, porque
la finalidad de la máquina consiste en los rendimientos y productos que puede aportar al
nombre que la construye y programa, en tanto que la finalidad constitutiva y de valor de la
actividad de un organismo, es el mismo organismo.
Bibliografía
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Biología, filosofía de la
Epistemología genética
Funcionalismo
Organicismo
Psicología funcionalista
Vida
Panteísmo
Según el panteísmo hay sólo una única substancia o naturaleza, a saber: el ser existente por
sí, absoluto, eterno, infinito e impersonal. Éste es concebido de diversas maneras: como
vida (Bergson), substancia inmutable (Espinosa), ser abstracto
indeterminado (Hegel), absoluto (Fichte), voluntad ciega (Schopenhauer), idea y voluntad
a la vez (E. v. Hartmann). — Las cosas, incluso el hombre, no son substancias
independientes sino sólo determinaciones (modi) o modos de manifestación del Absoluto.
Al conocerse el hombre a sí mismo, es Dios en realidad quien se conoce a sí mismo.
Consideradas empíricamente, las cosas difieren unas de otras; mas en su esencia profunda,
metafísica, se identifican entre sí y con Dios (teoría del Todo-Uno). Dios como principio
productor de las cosas es la natura naturans; éstas son lanatura naturata. Puesto que todas
las cosas están en Dios y en la vida interior de Éste sólo hay necesidad, queda excluida toda
libertad tanto en Aquél como en las criaturas.
Formas principales del panteísmo: a) En relación con la identidad entre Dios y los seres
empíricos, distínguense el panteísmo inmanentista (Monismo), que diluye completamente
a Dios en las cosas, equivaliendo así al ateísmo materialista craso (Ostwald, Haeckel,
Taine); el panteísmo trascendente (místico), que ve lo divino sólo en lo más íntimo de las
cosas, sobre todo en el alma, de tal suerte que la criatura se diviniza únicamente suprimiendo
la envoltura sensible (panteísmo indio de la filosofía del Vedanta, Plotino, Escoto,
Eriúgena); y el panteísmo inmanente-trascendente, según el cual Dios se realiza y
manifiesta en las cosas (Espinosa, idealismo alemán, Goethe, Schleiermacher, Eucken).
Aquí debe incluirse también el panpsiquismo, que considera al Todo animado por
un alma o razón del mundo. Así intenta el panteísmo biológico explicar la finalidad interna y
la hetero-finalidad propias de los organismos. — b) Desde el punto de vista del origen de las
cosas hay que señalar: el panteísmo emanatista,que las hace salir del Absoluto inalterado
(Neoplatonismo); el panteísmo evolucionista, conforme al cual Dios se realiza a sí mismo
mediante el devenir del universo y llega a la autoconciencia (Fichte, Schelling, Hegel,
Gentile, Croce), y, por último, el panteísmo estático, que sencillamente deja de lado el
problema del origen de las cosas (Espinosa). — c) Gnoseológicamente se diferencian
el panteísmo realista, que atribuye a las cosas y a la conciencia individual un ser
independiente del pensar divino (Espinosa, E. v. Hartmann), y el panteísmo idealista, para
el cual todo se reduce a pensamiento del Absoluto. Tenemos, además, el panlogísmo de
un Hegel, por ejemplo, en el que se identifican pensar y ser. — d) Según se asigne la primacía
a Dios o al mundo, cabe hablar de panteísmo en sentido estricto, que disuelve a Dios en el
universo, o de panenteísmo, que ve en el mundo un puro modo de manifestación de Dios (lo
cual es propio, v.gr., de los antes citados panteísmos trascendente e inmanente-
trascendente). Afín es la distinción entre panteísmo y teopanismo: según el primero, Dios
se subordina al Todo; conforme al segundo, en cambio, el Todo se subordina a Dios.
Bibliografía
Bibliografía
)
Participación
Bibliografía
Pasión
II. En otro sentido (2), pasión (passio) se opone a acción (aclio). Acción y pasión son en el
mundo corpóreo las dos caras del cambio: el mismo proceso se llama acción con respecto a
la causa eficiente de aquél; pasión, con relación a lo que cambia. Así
entendidas, actio y passio se cuentan entre las categorías aristotélicas. La ley física de la
igualdad de acción y reacción no anula la oposición entre acción y pasión, pues la reacción
se produce sólo en virtud del cambio ocurrido, en virtud, por lo tanto, de la pasión.
Bibliografía
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– Conceptos
Amor
Sentimiento
Patrística (Filosofía)
Bibliografía
Bibliografía
es la máxima integración del ser humano en sus relaciones personales y sociales. Desde la
antigüedad este concepto es tema de especulación filosófica y objeto de la esperanza religiosa
de salvación. El concepto bíblico de paz en el Antiguo Testamento (shalom) y en el
Nuevo (eiréne), acentúa el aspecto individual de la paz como estado de reconciliación con
Dios, como salvación del hombre y como tranquilidad del ánimo (paz interna). En Agustín
y Tomás de Aquino están en primer plano las relaciones sociales: paz como tranquilidad del
orden (tranquillitas ordinis) y efecto de la justicia (opus justìtiae; paz social y política). La
paz del orden justo presupone una conciencia común de lo que es justo y de lo que es injusto,
así como una instancia de decisión con facultad de sancionar. Especialmente en las
relaciones interhumanas, allí donde falta por lo menos una de las dos condiciones, no se
alcanza la igualdad entre paz y justicia. En la doctrina tradicional este conflicto se decidió en
favor de la justicia; así el problema se desplazó de la determinación positiva de lo que es paz
a la doctrina de la guerra justa (contienda entre Estados por la fuerza).
Bibliografía
R. Aron Paz y guerra entre las naciones Rev. de Occidente Madrid, 1963
H.E. Bahr (dir.)
Welt-Frieden und Revolution, 1965
A. Etzioni Der harte Weg zum Frieden, 1965
J. Galtung Theories of Peace Oslo, 1968
E. Krippendorf (dir.) Friedenforschung, 1968
Pedagogía
Entrada escrita por Schrötler Bleistein
Bibliografía
Pensar
Modo no sensible de conocer, dirigido al ente en cuanto tal y a las relaciones implicadas en
su sentido. Se realiza en diversos actos de aprehensión (inteligencia de relación, formación
del concepto, raciocinio) y de toma de posición (pregunta, duda, etc.) para llegar en el
asentimiento del juicio al abrazo definitivo (o que se cree definitivo) con un objeto. En la
moderna psicología empírica se habla de «solucionar el problema». Pasa rítmicamente de la
contemplación tranquila de un objeto (aprehendido sea como fuere) al progreso y búsqueda
de conocimientos siempre nuevos (pensar discursivo), y de entender en forma meramente
reproductiva una verdad presentada, entendiéndola mediante la comprensión de sus
relaciones lógicas a verdades adquiridas en otra ocasión (pensar reproductivo), a un pensar
creador más independiente (inspiración; Intuición y más adelante).
Nuestro pensar está ulteriormente condicionado por el «a priori psicológico», en cuanto que
las particularidades individuales típicas o accidentales del «temperamento intelectual», la
peculiaridad de los contenidos de pensamiento adquiridos y acostumbrados (a los cuales ha
de incorporarse lógicamente lo que va a entenderse por vez primera), influyen (con
frecuencia de modo imperceptible, pero, por lo mismo, más importante) tanto sobre los
procesos de la elaboración discursiva de conocimientos como sobre la configuración de sus
contenidos. Aquí ha de incluirse también la peculiaridad del estilo formal del pensamiento,
más vuelto a lo concreto o a lo abstracto, el entendimiento más sintético o más críticamente
analizador, el tipo de atención tenaz o lábil, la estructura de la personalidad
predominantemente esquizotímica o ciclotímica, integrada o desintegrada, y, por último, el
???? incondicional de la verdad. Por eso el pensar humano, cuanto más se ocupa en cosas de
importancia vital, cuanto más empeñado está en un serio «tener que buscar», más es un
«hacer personal» sostenido por la personalidad total. Así como la índole y formación de ésta
influye en el pensar, así también la educación del pensamiento en orden al ???? de la verdad,
a la autocrítica sensata, a la claridad, a la rectitud lógica, a la amplitud y docilidad para
aprender, es de la máxima importancia para la educación integral de la personalidad y el
encuentro objetivo de la verdad.
Según Kant, pensar, en oposición a conocer, designa todo uso de conceptos, sea o no sea un
objeto determinado por ellos; en oposición a intuición, pensar significa el acto de determinar
mediante conceptos la diversidad dada, construyendo con ellos la unidad de un objeto, lo
cual es sinónimo de conocimiento.
Bibliografía
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Analítica trascendental
Cogito
Dialéctica trascendental
Entendimiento
Razón dialéctica
– Autores
Kant, Immanuel
Parménides de Elea
Platón
Percepción
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Atomismo
Conocimiento, fuentes del
Percepción
Teoría del conocimiento
Tiempo
– Autores
Locke, John
Perfección
Perfecto o acabado desde un principio y sin pasar por devenir alguno es sólo Dios. A Él, como
Infinito, le corresponde la perfección absoluta, porque es perfecto en todos los aspectos
pensables; en Él están realizadas, con perfección suprema, todas las posibilidades del ser. —
Lo finito posee sólo perfección relativa, es decir, dentro del espacio que le fija su esencia, el
cual incluye determinadas posibilidades ontológicas y excluye otras. Además, llega a su
perfección sólo a través del devenir; sale inacabado de las manos del Creador y debe
perfeccionarse a sí mismo (incluso el espíritu puro de conformidad con su modo de
existencia supratemporal). Este despliegue recorre varias fases a las cuales acompañan
diversas acepciones del vocablo perfección.
Bibliografía
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– Conceptos
Bello
– Autores
Lessing, Gotthold E.
Persona
Recibe este nombre el individuo de orden espiritual. Es, pues, un individuo dotado de
naturaleza espiritual en su peculiaridad incomunicable. En el mundo visible sólo aparece el
hombre con los caracteres de la persona; se le designa con un nombre propio y se presenta
como sujeto de toda proposición y portador de propiedades.
Pablo es hombre, es artista, está sano, etc. (de ahí en latín suppositum = lo puesto debajo, y
el griego ????????? = lo que está debajo). A la esencia de la persona pertenece sólo la
capacidad para la autoconciencia intelectual y, correspondientemente, para disponer de sí
mismo, pero en modo alguno el ejercicio actual de dicha capacidad; el niño en el seno
materno ya es persona. Por supuesto, la naturaleza espiritual ha de realizarse en el individuo
en forma no comunicable; por eso la esencia divina y la humanidad de Cristo, aun siendo
substancias individuales, no son personas, porque la primera pertenece a las tres divinas
Personas y la segunda es comunicada, como naturaleza humana, al Hijo de Dios.
Bibliografía
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– Conceptos
Kant: ética de
Libertad
Persona
Personalismo
Ética
Personalidad
Aquí vamos a dar solamente una breve visión de conjunto acerca de las direcciones más
importantes en los enfoques y en las respuestas. Personalidad y carácter, psicología de la
personalidad ycaracterología se usan muchas veces casi en el mismo sentido. Si se quieren
distinguir, carácter es el sello especial de una personalidad. La psicología de la personalidad
analiza y sistematiza según su regularidad los procesos, funciones y disposiciones que
determinan al individuo, así como las distinciones típicas necesariamente resultantes entre
los individuos y los grupos. A las disposiciones mencionadas pertenece, entre otras cosas,
el temperamento, es decir, la estructura individual de sentimientos y tendencias.
Una segunda tarea de la psicología de la personalidad es establecer teorías sobre ésta,
situando la conducta global del individuo en sistemas generales de referencia, por ejemplo,
la teoría filosófica (Klages, Scheler, Vetter, Lersch, Wellek), la antropológica (Rothacker,
Lersch, Freud), la conductista (Cattell, Guilford, Eysenck), la de la psicología profunda
(Freud, Adler, Jung). Un enfoque históricamente fértil para esclarecer unidades complejas
de formas de conducta fue la formación de tipos. Ya en la antigüedad (Galeno) se
distinguieron cuatro temperamentos corporales según los rasgos: el sanguíneo(reacciones
fácilmente cambiantes), el melancólico (lento en el ascenso y descenso de reacciones),
el colérico (rápido en las reacciones, que son persistentes), el flemático (reacciones difíciles
de desatar). La moderna psicología pone a disposición toda una serie de caracterizaciones
típicas según los más diversos puntos de vista: según el tipo de constitución (Kretschmer,
Sheldon); según la actitud frente al mundo objetivo: introvertidos, extrovertidos (C.G.
Jung); según las formas heredadas de atención (Pfahler); según la compenetración
alternante de las funciones psíquicas (Jaensch); según el «estilo de la percepción» (Jaensch,
Witkin, Klein, Rokeach); según la inclinación a determinados ámbitos de valor (Spranger,
Jaspers).
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– Conceptos
Enfermedad mental
Personalidad
Pesimismo
desde el punto de vista psicológico (1), es una disposición general del ánimo que inclina a
considerarlo todo por el lado más desfavorable. Metafísicamente, el pesimismo consiste en
la doctrina de que la esencia de las cosas es fundamentalmente mala (2), o de que en el
mundo el mal físico y moral prevalece sobre el bien (3) (E. v: Hartmann). Por pesimismo
cultural entiéndese aquella concepción según la cual toda cultura florece únicamente para
perecer y no hay medio alguno para detener su ruina (Troeltsch, Spengler).
Para Schopenhauer, el clásico representante del pesimismo (2), la esencia de la realidad es
la «voluntad», o sea, el impulso sin finalidad que impele hacia configuraciones siempre
nuevas. El hombre escapa de su tormento sólo por la anulación de la voluntad de vivir, por la
negación y huida del mundo. El goce estético resulta solamente un medio para un aquieta
miento transitorio. El pesimismo trágico intenta afirmar el mundo y la vida a pesar del
absurdo preponderante (Nietzsche) o del ser para la muerte que lleva anexo la
fundamentación de todo ente en la nada (Heidegger; pero en su interpretación es preciso ir
con prudencia; Existencialismo. — La superación del pesimismo viene esencialmente dada
por la doctrina del carácter valioso del ser (Valor). El mal, el mal moral, el sufrimiento
(Sufrir), el dolor, que ninguna teoría filosófica puede eliminar del mundo, tienen con todo,
para la realidad total, un significado positivo (Teodicea).
Bibliografía
Placer
Este término designa (en oposición a dolor), la sensación agradable o, en la mayoría de los
casos, el sentimiento de satisfacción. Lo origina el hecho de que, ya en la realidad, ya también
en la representación viva, una tendencia encuentra el objeto adecuado a su naturaleza. La
satisfacción espiritual recibe el nombre de alegría. La importancia teleológica del placer
reside, como ya vio Aristóteles, en que debe producir la operación adecuada, pero bajo la
dirección de la razón, y en que, como satisfacción, es el eco de la perfección alcanzada. Por
consiguiente, el placer no es el fundamento y medida del bien moral, como si la acción fuera
éticamente valiosa por ser placentera (epicureísmo, hedonismo y eudemonismo); pero,
dentro de ciertos límites y en armonía con el fin total del hombre, el placer posee también
importancia moral y constituye un motivo ético por cuanto fomenta y hace patente el bien.
En el repudio y depreciación rigorista del placer y de la alegría no cobra suficiente relieve la
virtud de la eutrapelia(Aristóteles), o del ordenado recrearse con el juego y la alegría con
propósito de esparcimiento.
Bibliografía
Platón Filebo
Santo Tomás de Aquino Summa theologiae i, 2 q. 31-34
A. Trendelenburg Die Lust und das ethische Prinzip, 1867
M. Wittmann Ethik, 1923 p. 96ss
V. Cathrein Lust und Freude, 1931
A. Roldán Metafísica del sentimiento, 1956
E. von Hartmann Das sittliche Bewusstsein, 21886
M. Wittmann Ethik des Aristoteles, 1920 246-322
G. Lieberg Die Lehre von der Lust in den Ethiken des Aristoteles, 1958
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Principio del placer- principio de realidad
Sentimiento
Platonismo
Bibliografía
Bibliografía
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– Conceptos
Platonismo
Platonismo matemático
– Autores
Nietzsche, Friedrich
Pluralidad
se opone a unidad y significa el «estar dividido» del ser, pero de tal manera que los diversos
elementos se excluyen, como unidades, unos a otros. Puesto que el ente, en cuanto le
corresponde el ser, posee unidad, la pluralidad (o multiplicidad) debe tener sus raíces en el
no ser. Pero así como no puede haber puro no ser, sino únicamente un no ser sustentado por
el ser, mezclado con él, así tampoco es posible una pluralidad pura, sino sólo una pluralidad
sustentada por la unidad, mezclada con ella; es decir, la pluralidad se realiza exclusivamente
como unidad rota por la multiplicidad. Según esto, donde el ser, elevado por encima de todo
no ser, existe con plenitud infinita, manifiesta una absoluta unidad sin multiplicidad alguna.
Sólo donde el ser está limitado por el no ser y es, por lo tanto, finito, hay lugar para la
pluralidad; finitud y multiplicidad coinciden esencialmente; así como no existe pluralidad
sin finitud, así tampoco finitud sin pluralidad. Dos formas de multiplicidad son
características de lo finito: la de los sujetos del ser y da de las partes o elementos
constitutivos dentro de cada sujeto particular. En ambos aspectos la pluralidad crece al
aumentar la finitud.
Respecto a la primera, Dios es único, porque agota la plenitud infinita del ser. Puesto que
cada espíritu finito posee únicamente una parte de ella, estos espíritus son muchos. Sin
embargo, según santo Tomás de Aquino, en el caso de los espíritus puros un solo individuo
realiza ya la perfección entera de su especie. Hay muchas especies, pero un único individuo
en cada una de ellas. Tratándose del hombre la especie se despliega en una pluralidad de
seres porque ninguno de éstos puede expresar en sí mismo la perfección íntegra de aquélla.
Por debajo del hombre no se encuentra, desde el punto de vista metafísico, más que una
especie, a saber: la del ser infra-espiritual. Sin embargo, puesto que no puede agotarse de
una vez, se desarticula en tres grandes especies físicas: lo animal, lo vegetal y lo inorgánico,
así como también en una multitud de especies empíricas, variedades siempre nuevas y casi
innumerables individuos. Éste es el fondo filosófico del cuadro ofrecido por la variedad del
universo, que, sin embargo, presenta simultáneamente pluralidad de cosas homogéneas; por
eso puede ser aprehendido también en forma matemática, lo cual tiene sobre todo aplicación
donde la homogeneidad llega a su máximo, a saber: en la esfera de lo inorgánico. La unidad
subyacente a la multiplicidad de estos independientes sujetos del ser se manifiesta en la
unidad físicamente real del orden cósmico y, por lo que respecta al hombre, en la unidad
espiritualmente real de sus comunidades.
Aunque la pluralidad tiene sus raíces en el no ser, no es algo malo, algo que no debe ser
(como el budismo enseña), ni una mera apariencia (como quizá opinan Partnénides y
el brahmanismo) ni, en fin, una pluralidad de fenómenos dentro del mismo ente
(como Espinosa y, en último término, todo panteísmo afirman). La multiplicidad recibe su
íntegra realidad sólo del Creador trascendente que quiere manifestar y comunicar la unidad
de su riqueza en una pluralidad de seres independientes, Pluralismo.
Bibliografía
Aristóteles Metafísica i y x
Santo Tomás de Aquino Comentarios a la Metafísica de Aristóteles i y x
Summa theologiae i, q. 47, a. 1
Summa contra Gentiles ii, 39-45
iii, 97
Quaestiones disputatae de potentia q. iii a. 16, Compendium theologiae, c. 71-73, 101
G. Hegel Lógica (especialmente i, sec. 1, c. 3)
G. Siewerth Der Thomismus als Identitäts-system, 1939 (particularmente c. vi y viii)
C. Nink Ontologie, 1952
A. Brunner Der Stufenbau der Welt, 1950 (especialmente c. 9)
A. Marc Dialéctica de la afirmación 2 vols., Gredos, Madrid 1964 (en particular i, c. 2)
J.A. Stommel L'unification du réel Utrecht, 1964
G. Hegel
N. Hartmann Ontología iii'
La fábrica del mundo real, 1964 (principalmente c. 29 y 30)
J. Maréchal El punto de partida de la metafísica 5 vols., Gredos, Madrid 1957-1959
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– Conceptos
Paradojas de Zenón
Pluralismo
Muy afín al pluralismo sociológico es el ideológico (5): los hombres difieren radicalmente en
sus convicciones últimas, principalmente la religión y la concepción sobre el sentido último
de la vida. Esto puede originar conflictos, sobre todo cuando es preciso presuponer una
concepción valorativa común en el seno de una sociedad para la actuación social y política.
Estos conflictos son imposibles de evitar, de no ser por la reflexión sobre un acuerdo
fundamental en el reconocimiento de la dignidad humana (Tolerancia). Se debe desechar
todo pluralismo (6) que para justificar la pluralidad de ideologías sacrifique la pretensión de
verdad absoluta y desacredite todas las convicciones filosóficas y religiosas en sentido
del relativismo y las juzgue como enfoques personales de idéntico valor. Esta pluralidad de
ideologías se explica, por el contrario, prescindiendo del error siempre posible, por el hecho
de que el hombre no posee una intuición espiritual, directa e inmediata, de la verdad y así
considera siempre la misma verdad desde diversos aspectos y perspectivas.
Bibliografía
O. von Nell - Breuning Zur christlichen Staatslehre en Wörterbuch der Politik , 21957
J. Schasching Kirche und industrielle Gesellschaft, 1960
R. J. Regan American Pluralism and the Catholic Conscience Nueva York, 1963
F. Nuscheler W. Stefani Pluralismus, 1972
M. Landmann Pluralität und Antinomie: Kulturelle Grundlagen seelischer Konflikte, 1963
F. De Smaele Pluralisme, éthique et vérité en «Revue Philosophique de Louvain 60 (1968)
661-687
A. Hartmann Vielfalt der Weltauschauungen, 1964
Poder
El poder compete a todo ente; en cuanto que algo es y es como es, se impone y afirma a sí
mismo (poderío del ser). En sentido propio el poder pertenece al ámbito personal y social.
En este campo designa toda oportunidad de imponer la propia voluntad dentro de una
relación social incluso frente a la oposición de otros. La cualidad en la que se funda se
llama autoridad. Si se institucionaliza el ejercicio del poder, entonces nace el dominio, que
es diferenciador de la sociedad. La legitimación y limitación del poder es el derecho. El poder
se distingue de la fuerza de las causas físicas o químicas, que obran naturalmente; tampoco
ha de equipararse con la coacción y la violencia, medios que conoce y tiene que utilizar a
veces para realizarse.
Bibliografía
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Atomismo
Burocracia
Contrato social
Dialéctica trascendental
Estado de naturaleza
Filosofía de la técnica
Voluntad de poder
– Autores
Hesíodo
Maquiavelo, Nicolás
Nietzsche, Friedrich
Platón
Rousseau, Jean-Jacques
Posibilidad
Al orden metafísico pertenecen no sólo los seres existentes alguna vez sino, en general, todos
los capaces de existir aunque jamás existan (los meramente posibles, los
puros posibles; contra Espinosa y los panteístas). Los posibles no son la nada absoluta. Pues
la nada no puede existir, ni definirse, ni distinguirse de otra nada por determinadas
características, mientras que acerca de lo puramente posible cabe formular estas
afirmaciones. Los posibles tampoco son meros entes de razón, ya que, conforme a su esencia,
pueden también ser reales fuera del pensamiento. Sin embargo, a los posibles no les
corresponde una especie de existencia reducida, pues entre existir y no existir no hay medio.
Su último fundamento es Dios, que se encuentra fuera de lo puramente posible porque en
Él coinciden posibilidad y realidad. La esfera de lo posible no depende del orden del ser
prácticamente realizado ni de nuestro entendimiento, sino de Dios, cuyo ser es la fuente de
todo ser finito y cuya inteligencia constituye la medida de todas las cosas. Por consiguiente,
la posibilidad intrínseca no se reduce a la pensabilidad lógica (contra Kant), sino que es
también posibilidad metafísica de existir. A lo lógicamente posible o pensable Kant
contrapone lo realmente posible o intuitivo. Una posibilidad no intuitiva y, sin embargo, real
es ajena a su pensamiento.
Bibliografía
J. Geyser Allgemeine Philosophie des Seins und der Natur, 1915 p. 82ss
M. Rast Welt und Gott, 1952
H. Beck Möglichkeit und Notwendigkeit, 1961
L. de Raeymaeker Filosofía del ser, 1956
A. Marc La idea de posible y el sentido de la existencia en «Sapientia» 6 (1951), 10-25
K. Jacobi Posibilidad en H Krings, Conceptos fundamentales de filosofía, iii, p. 112-131,
Herder, Barcelona 1979
H. Pichler Möglichkeit und Widerspruchslosigkeit, 1912
S. Buchanan Possibility Londres, 1927
N. Hartmann Ontología ii. Posibilidad y efectividad, 1956
A. Meinong Über Möglichkeit und Wahrscheinlichkeit Graz, 1972 (reimpresión)
N. Abbagnano Filosofía de lo posible, 1957
A. Faust Der Möglichkeitsgedanke, 1931-1932
A. Becker Die aristotelische Theorie der Möglichkeitsschlüsse, 1933
J. Stallmach Dynamis und Energeia, 1959 (sobre Aristóteles)
H. Buchner Plotins Möglichkeitlehre, 1970
J. Lotz W. Brugger Allgemeine Metaphysik, 1962 p. 82-100
Mercier Ontología 3 vols., 1935
F. van Steenberghen Ontología, 21965
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– Conceptos
Analítica trascendental
Biología, filosofía de la
Dialéctica trascendental
Filosofía latinoamericana
Mental
Muerte
Mundos posibles
Máquina
Origen de la vida
Teoría del conocimiento
Tiempo
– Autores
Platón
Searle, John
Positivismo
El positivismo no sólo exige a toda ciencia que parta de hechos tomados en el sentido de
objetos perceptibles, sino también que se limite a comprobarlos y enlazarlos con leyes. El
positivismo en la filosofía moderna fue fundado por Hume, siendo su principal
representante Augusto Comte. Según él, todas las ciencias deben recorrer en su desarrollo
tres fases: la teológica, que explica los acontecimientos recurriendo al influjo sobrenatural
de dioses o de Dios; la metafísica, que trabaja con conceptos esenciales universales y fuerzas
de las naturaleza; y, por último, la positiva, que se ciñe a describir los hechos y su
regularidad (ley de los tres estadios). La filosofía es sólo la reunión de las ciencias positivas.
— Según el neopositivismo (positivismo lógico; Círculo de Viena, [[[Brugger:175|175]]])
únicamente es comprensible y posee sentido aquello que es «veríficable», es decir, aquello
que puede comprobarse por principio por la experiencia de los sentidos. En consecuencia,
los enunciados de la metafísica carecen de sentido y también los asertos sobre valores y
normas. Las valoraciones son únicamente expresiones de sentimientos. La tarea de la
filosofía no consiste tampoco, según la filosofía analítica, en proporcionar nuevos
conocimientos que sobrepasen el ámbito de las ciencias naturales y el margen de éstas, sino
en mostrar, por el análisis del lenguaje, que los problemas o asertos metafísicos carecen de
sentido por cuanto se apoyan en errores de lógica del lenguaje. — Hay que distinguir el
positivismo como doctrina, que reduce lo real a lo experimentable, del método positivista,
según lo expresan muchos representantes de la moderna ciencia natural. A su juicio, sólo
están inmediatamente dotados de sentido aquellos asertos que de manera directa se refieren
a nuestras vivencias sensoriales (los llamados«enunciados protocolarios»), en los cuales se
encierra también implícitamente la esperanza de futuras vivencias sensoriales tal como
viene expresada en las leyes naturales. Cualquier otra proposición sólo adquiere significado
por el hecho de que, en virtud de acotaciones terminológicas, resulta equivalente a asertos
provistos inmediatamente de sentido. Contra esta autolimitación metódica de la ciencia
natural nada cabe objetar, porque en realidad todo traspaso de tales fronteras es únicamente
posible bajo suposiciones metafísicas tácitas. Pero si esta limitación metódica se declara
obligatoria para toda ciencia erigiéndola en doctrina positivista, se destruye a sí misma. Pues
la afirmación de que sólo gozan de sentido los enunciados que expresan inmediatamente vi
vencias sensoriales o bien aquellos otros equivalentes a ellos, o no pasa de ser un convenio
terminológico no obligatorio o es un enunciado revestido de significación. En el segundo
caso habría de mostrarse la vivencia sensorial cuya expresión debe ser, lo cual resulta
imposible. Por consiguiente, el positivismo como doctrina sólo puede darse a condición de
que su afirmación fundamental se contradiga a sí misma, o sea, es imposible. Sobre el
positivismo jurídico, Derecho natural. — [[[Brugger:172|172]]-5, 213, 214, 216-
219, 227, 232, 235, 266]. Con relación a la historia de la filosofía analítica
[[[Brugger:244|244]], 258].
Bibliografía
Bibliografía
: K. Dürr, Der logische Positivismus, Berna 1948 (Bibliografía)
A. Molitor Die «Überwindung» der Metaphysik durch den szientifistischen (logistischen)
Positivismus en «Philosophisches Jahrbuch» , (1934) 20-37. 157-170
S. Krohn Der Logische Empirismus 2 vols. Turku, 1949-1950
F. Barone Il Neopositivismo logico Turín, 1953
J.R. Weinberg An Examination of Logical Positivismus Londres , 21950
J.K. Feibleman Inside the Great Mirror La Haya, 1958 (crítica de Russell, Wittgenstein y
otros)
F. Copleston Filosofía contemporánea. Estudios sobre el positivismo lógico y el
existencialismo Herder Barcelona, 1959
M. Schlick Positivismus und Realismus en «Erkenntnis» 3 (1932) 1-31
P. Jordan Über den positivistischen Begriff der Wirklichkeit en «Naturwissenschaften» 22
(1934) 485ss
V. Kraft Der Wiener Kreis, 1950
L. Wittgenstein Tractatus logicophilosophicus ed. bilingüe, trad. de E. Tierno Galván
Madrid, 1973
W. Bröcker Dialektik, Positivismus, Mythologie, 1958
E. Topitsch Vom Ursprung und Ende der Metaphysik Viena, 1958
A. Neubert Semantischer Positivismus in den USA Halle, 1962
F. Belke Spekulative und wissenschaftliche Philosophie, 1966
L. Kolakowski Die Philosophie der Positivismus, 1971
A.J. Ayer Logical Positivism Glencoe (iii), 31960
H. Gruber Der Positivismus vom Tode A. Comtes bis auf unsere Tage, 1891 (trad. ital.: Il
positivismo, Udine 1896)
A. Schmekel Zur Geschichte des Positivismus, 1898
A. Cresson A. Comte París, 1941
Positivismusstreit 1969
Th.W. Adorno y otros autores La disputa del positivismo en la sociología alemana Grijalbo
México, 1973
T. Blühdorn T. Ritter Positivismus im 19. Jahrhundert, 1971
H. Gouhier La jeunesse de A. Compte et la formation du positivisme 2 vols., París 1933-1936
V. Muñoz Delgado El Neoplatonismo lógico en su fase europea en «Estudios» (Madrid) 23
(1967), 337-368
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– Conceptos
Filosofía latinoamericana
Positivismo lógico
– Autores
Bergson, Henri
Positivismo moral
Bibliografía
Postulado
Bibliografía
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– Conceptos
Inteligencia artificial
Pragmatismo
El pragmatismo es una variedad del relativismo según la cual la verdad no se mide por
el objeto, sino por otra norma. Mientras el psicologismo ve esta norma en las causas
psíquicas del proceso cognoscitivo, el pragmatismo la busca en el fin que debe obtenerse con
él. Si un conocimiento favorece dicho fin, si resulta fecundo para la acción (en griego =
??????; de ahí el nombre de pragmatismo) es «verdadero» concuerde o no concuerde con la
realidad. Según el pragmatismo, no hay verdad universalmente válida, porque lo que a uno
aprovecha a otro daña. En el biologismo el concepto pragmatista de verdad no se refiere al
individuo, sino al fomento de la especie. Como pragmatista aparece asimismo el principio
de economía del pensar formulado por Mach: una teoría es verdadera cuando reduce
nuestras experiencias a la fórmula más sencilla. El pragmatismo encontró una especial
acogida en Inglaterra (F.S.C. Schiller [[[Brugger:240|240]]] y América (W. James; J.
Dewey [[[Brugger:257|257]]].) — Es indudablemente exacto que el conocimiento ha de
servir a la vida y que el conocimiento verdadero, o sea, el conforme a la realidad, favorece
también con frecuencia las finalidades prácticas. Pero de ello no se sigue en modo alguno
que el fomento de la vida constituya la medida de la verdad. Pues qué cosa haya de
considerarse como promotora de la vida es cuestión dependiente de la comprensión que el
hombre adquiere de sí mismo, de la finalidad de su existencia y de los círculos u órdenes en
que está inserto, cuestión, por lo tanto, dependiente de la verdad. —
[[[Brugger:173|173]], 174, 195, 232, 240, 255, 257].
Bibliografía
Bibliografía
:
L. Baur Metaphysik , 31935 § 87
J. de Vries Denken und Sein, 1937 p. 126-132 [trad. cast.: Pensar y ser, 41963]
W. Switalski Probleme der Erkenntnis, 1923
E. Chiocchetti Il pragmatismo Milán, 1926
E. Baumgarten Der Pragmatismus, 1938
R.B. Perry In the Spirit of W. James New Haven, 1938
Th. Löffelholz Die Rechtsphilosophie der Pragmatismus, 1961
P. Hossfeld Pragmatismus mit dogmatischen Rückhalt, 1971
R.B. Perry The Thought and Character of William James Boston, 1935
P. Simon Der Pragmatismus in der modernen französichen Philosophie, 1920
J. von Kempsky Charles S. Peirce und der Pragmatismus, 1962
U. Spirito El pragmatismo en la filosofía contemporánea, 1945
H.W. Schneider Historia de la filosofía americana, 1953
A. Brunner Erkenntnistheorie, 1948 p. 168-171 [ed. franc.: La connaissance humaine, París
1943]
Praxis
Bibliografía
Predicables
Bibliografía
Presciencia divina
En sentido propio no cabe hablar de una «presciencia» divina porque Dios está fuera y por
encima del tiempo y, por consiguiente, no hay para su ser ni su ciencia «antes» ni «después»
(«pre» ni «post»). Por eso, ante su mirada no están solamente los acontecimientos actuales,
sino también los pretéritos y los que en sí son futuros. Su vista abarca asimismo nuestras
decisiones libres futuras, ocultas todavía para nosotros mismos, pero sin que el hecho de ser
vistas les quite la libertad. Nuestras acciones libres actuales no varían porque tengan un
espectador; Dios es el espectador eterno, intemporal.
Dios conoce también nuestras acciones libres condicionadamente futuras (futuros libres
condicionados o futuribles) o sea, aquellas que se realizarían sólo en ciertas condiciones,
pero que de hecho nunca se realizarán, precisamente porque nunca se darán tales
condiciones. Pues únicamente así puede explicarse la providencia sin que corra riesgo
nuestra libertad. Es decir, si Dios sabe cómo obrará el hombre en todas las situaciones
particulares, le basta para lograr el fin que se propone hacer que se presente aquella
situación. Que Dios conoce desde la eternidad las acciones libres condicionadamente
futuras, es cosa apenas discutida hoy dentro de la escolástica. Por el contrario, los intentos
para explicarla y coordinarla con la voluntad de Dios y las otras clases de ciencia divina
discrepan notablemente, como ocurre en la cuestión del concurso divino ([[Brugger:Dios
[Concurso de]|Dios [Concurso de]]]). Según la opinión «tomista», Dios conoce los actos
futuros libres tanto absolutos como condicionados en los decretos de su voluntad que
predeterminan el querer del hombre; según la doctrina molinista, Dios conoce los futuros
libres condicionados «en sí mismos», en tanto que de manera para nosotros ininvestigable
se ofrecen a su divino conocimiento (ciencia media) independientemente de todo decreto de
su voluntad. Cuando se trata de particularizar más, se siguen también aquí diversos caminos
sin que ninguno sea plenamente satisfactorio. — El hecho de la divina presciencia se
fundamenta muchas veces recurriendo a que Dios conoce toda verdad. Sin embargo, resulta
difícil entender cómo, independientemente de la ciencia divina, puedan las cosas futuras
gozar de ser y, en consecuencia, de verdad.
Bibliografía
Presocráticos
Entrada escrita por Schuster
Los presocráticos constituyen la primera gran fase de la filosofía griega. Entre ellos deben
contarse, en primer lugar, los filósofos jónicos de la naturaleza: Tales de Mileto (585? a. de
J.C.), Anaximandro y Anaxímenes, que se plantean la cuestión de la materia primera del
mundo (agua, lo ilimitado, aire) y no hacen todavía distinción esencial entre lo animado y lo
inanimado (de ahí su hilozoísmo). Pitágoras(532? a. de J.C.), figura envuelta en la leyenda,
es el fundador de una liga asceticopolítica de varones que cree en la metempsicosis.
Fundamento del mundo es, según él, el número, considerado como expresión de una interna
armonía del ser. El primer metafísico es Heraclito, «el oscuro», de Éfeso (500? a. de J.C.),
para quien el ente se encuentra en continuo devenir y, por lo mismo, no puede ser
aprehendido con conceptos unívocos, rígidos. Por encima del cambio hay sólo la ley del
universo. En oposición a este modo de pensar, Jenófanes de Elea (escuela eleática:
Parménides, Zenón) sólo quiere admitir un único ente verdadero como fondo del universo
y realidad absoluta. El ente es uno inmutable, objeto solamente del pensamiento y una sola
cosa con él; de ahí que el mundo sensible sea pura apariencia. Desde estas alturas metafísicas
los llamados filósofos nuevos de la naturaleza (Empédocles, Anaxágoras,
Leucipo y Demócrito) descienden otra vez al mundo de los sentidos. El mundo consta de
unas pocas (cuatro) materias fundamentales o de infinito número de elementos en parte
homogéneos, en parte diversos, puestos en movimiento (Anaxágoras) por el ???? (mente),
o bien, según un atomismo mecánico-materialista que suena a moderno, de pequeñísimas
partículas que se juntan o separan al azar (Demócrito). Casi todos estos filósofos adoptan
una posición crítica frente a las representaciones antropomórficas de los dioses de la religión
popular. En la ética proclaman como fin de la vida la ?????????? (felicidad), consistente en
una consciente evitación de todo exceso. Aristóteles desarrolló su concepción metafísica de
la materia y de la forma como principios constitutivos del ser corpóreo, según método
histórico-crítico dialogando con Heraclito y la escuela eleática (no hay más que movimiento
— no hay movimiento real). [[[Brugger:27|27]]-35].
Bibliografía
Bibliografía
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– Conceptos
Escuelas y filósofos presocráticos
Presocráticos
Presupuesto
La palabra presupuesto se usa bajo dos acepciones diferentes, cuyo uso indiferenciado ha
dado pie a ciertas tergiversaciones: como presupuesto real (1) y como
presupuesto lógico (2). Los presupuestos reales pueden ser condiciones necesarias (p. ej.:
un determinado título para acceder a un oficio), y también relaciones fácticas, que influyen
favorable o nocivamente en la consecución de un fin (presupuesto bueno o malo). El
presupuesto lógico es, en cambio, una proposición aceptada como verdadera, que sirve como
base (o premisa) en una investigación científica, en concreto cuando esta proposición no es
comprobada aquí y ahora de cara a su validez, o ni siquiera es consciente (presupuesto
tácito).
Bibliografía
Principio
es aquello de donde de alguna manera una cosa procede en cuanto al ser, al acontecer o al
conocer. — Primeros principios son lo que en su orden no dimanan de otro; pero ello no
excluye que en un orden superior tengan también principios. — El concepto de principio es
más amplio que el de causa o elemento. La noción de causa implica la diversidad del ser y la
dependencia de lo causado respecto a la causa. La noción de elemento incluye el que entre
en la formación de un todo como parte. El concepto de principio prescinde de estas notas
(Razón, Causa, Principios del conocimiento, Principios del ser).
Bibliografía
Aristóteles Metafísica v, 1
Santo Tomás de Aquino Summa theologiae i' q. 33 a. 1
L. Baur Metaphysik , 31935 § 44
Mercier Ontología 3 vols., 1935
F. van Steenberghen Ontología, 21962
K. Sternberg Das Problem des Ursprungs in der Philosophie des Altertums Breslau, 1935
Archiv für Begriffsgeschichte 1 (1955), 13-116; 4 (1959), 210-226
J. Ortega Gasset La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva, 1958
W. Dupré Principio en H. Krings Conceptos fundamentales de filosofía iii, p. 178-199,
Herder, Barcelona 1979
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– Conceptos
Alma
Antrópico, principio
Arkhé
Atomismo
Causalidad
Determinismo
Dialéctica trascendental
Identidad
Inducción, principio de la
Inducción, problema de la
Kant: ética de
Leyes generales del pensamiento
Logos
Lógica, historia de la
Mecánica clásica newtoniana
Mecánica cuántica
Mileto, escuela de
Mónada
Navaja de Occam o principio de economía
Orden
Principio del placer- principio de realidad
Teoría del conocimiento
Tiempo
Tiempo, flecha del
Uniformidad de la naturaleza
Vacío
Vida
Vitalismo
Ética
– Autores
Anaxímenes
Aquino, Tomás de (santo)
Aristóteles
Cohen, Hermann
Fichte, Johann Gottlieb
Hume, David
La Mettrie, Julien Offray de
Marcuse, Herbert
Parménides de Elea
Platón
Russell, Bertrand
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Sócrates
A diferencia de los principios del ser, la expresión principios del conocimiento designa lo
primero y más fundamental en nuestro conocer (según Aristóteles, lo más primitivo en el
orden ontológico suele ser en nuestro conocimiento «lo último», lo deducido). Así, reciben
preferentemente el nombre de principios los conocimientos primitivos, inmediatos, las
«proposiciones fundamentales», de donde parte el pensamiento que avanza deductivamente
(Raciocinio). Como ámbitos principales en los que la reflexión topa con principios de
conocimiento y los experimenta como problema se consideran desde antiguo lamatemática,
la lógica y la metafísica.
En la matemática y la lógica el problema puede eludirse por el hecho de que las primeras
proposiciones, que están como base en todas las demostraciones, se aceptan a título
de axiomas basados enconvenciones, de modo que todo el sistema construido mediante los
axiomas y las deducciones no tiene más sentido que el siguiente: Si se ponen como base estos
axiomas, entonces se desprenden tales y cuales consecuencias. Se presupone aquí que los
axiomas no se contradicen y son independientes entre sí, es decir, no pueden deducirse los
unos de los otros (método axiomático). La metafísica, en cambio, no puede renunciar a la
pregunta de la verdad, tiene que plantear la pregunta por la validez absoluta de los principios
del conocimiento. El empirismo concibe esos enunciados universales como generalizaciones
logradas inductivamente a partir de experiencias particulares (Inducción). Hemos de objetar
que así no pueden asegurarse la necesidad incondicional y la validez general. Aunque,
siguiendo a Kant, los principios se hagan radicar solamente en las categorías del sujeto
trascendental (Criticismo), su validez ontológica no queda asegurada con ello. Más bien, los
principios se nos manifiestan en un conocimiento apriorístico (A priori), que se
llama evidencia en un sentido especial. Esa intuición se produce en una mirada que está
dirigida a los contenidos conceptuales dados en el sujeto y el predicado de la proposición
respectiva y que los relaciona entre sí. A este respecto o bien se descubre que el predicado
representa un contenido parcial del concepto del sujeto, el cual se halla implicado en éste,
aunque de manera no expresa, o bien que el contenido del predicado, aunque no está
pensado todavía en el sujeto, sin embargo se sigue con necesidad del «contenido» del
mismo. En el primer caso se habla de un juicio aclarativo o analítico (Análisis; p. ej.: el
triángulo tiene tres ángulos), y en el segundo de un juicio apriorístico extensivo o de
un juicio sintético a priori (p. ej.: el ente contingente existe por la acción de otro ser). Por lo
menos en el juicio apriorístico extensivo se exige para la posibilidad de la evidencia que los
contenidos del sujeto y del predicado se capten no sólo en una forma empírica (Experiencia),
sino de una manera esencial ([[Brugger:Esencia [Conocimiento de la]|Esencia
[Conocimiento de la]]]). La evidencia queda facilitada si el sujeto y el predicado están dados
juntos en la experiencia, pero el juicio general de que el sujeto es necesariamente el
predicado no queda justificado por la experiencia. Las proposiciones realmente evidentes a
priori ni pueden mostrarse como falsas por la experiencia, niverificarse por ella en su
necesidad y validez universal.
Bibliografía
Los principios del ser sólo pueden comprenderse partiendo de la definición de principio en
general. Damos el nombre de principio a aquello de que algo procede. En el orden lógico, lo
es un conocimiento del cual se sigue otro, y, en el ontológico, un ser del cual otro de alguna
manera procede. Por lo que respecta al orden ontológico, hay que distinguir principios
extrínsecos e intrínsecos. Los extrínsecos, a los que hoy suele reservarse el nombre de
«causa», ejercen su influjo de tal manera que permanecen fuera de lo influido por ellos; son
ante todo las causas eficientes y final. Los intrínsecos, en cambio, entran como elementos
parciales o coprincipios en la estructura de lo que de ellos nace; llámanse «principios del
ser» en el sentido expresivo del término. No son un ente, es decir, un todo que es, sino sólo
una parte por la cual un todo existe. Como partes esenciales constitutivas del ente en su
estructura esencial se contraponen a las partes meramente extensas (en el hombre, alma y
cuerpo, en oposición a cabeza, brazos, piernas). La importancia metafísica de los principios
del ser resulta de que sólo Dios es absolutamente simple, mientras todo lo finito está
compuesto de principios parciales. Por eso todo concepto filosófico de lo finito exige avanzar
de lo con-creto («concrecido») que primeramente nos sale al paso a los principios del ser de
los cuales «con-crece» (o está constituido). Sólo así se abre el camino hacia el fundamento
último de todo compuesto finito, hacia el simple Infinito.
Particularizando, hay que distinguir tres grados de principios ontológicos, dos de los cuales
conciernen al núcleo substancial. Todo ente finito se compone de esencia y existencia; este
par constituye la finitud (la calidad de creado, la contingencia) en cuanto tal y la base de
todos los otros principios del ser. La esencia de lo corpóreo lleva en sí como principios
la materia y la forma (llamados también substancias incompletas), las cuales, según la
doctrina clásica aristotélico-escolástica, integran la corporeidad como tal. En todo lo finito
(y, por consiguiente, también en el espíritu puro), alrededor del núcleo substancial se
colocan los determinativos accidentales que, como principios del ser, completan lo finito
para llegar a la plenitud de su caudal ontológico. Entre los polos de las tensiones apuntadas
domina siempre la relación de potencia y acto. — En sentido figurado se denominan
también Principios del ser aquellos principios del conocimiento que expresan las leyes más
universales del ser, v.gr., el principio de contradicción ([[Brugger:Contradicción [Principio
de]|Contradicción [Principio de]]]).
Bibliografía
G. Manser Das Wesen des Thomismus , 31949 [trad. cast.: La esencia del tomismo, 1947]
L. Fuetscher Akt und Potenz, 1933 [trad. cast.: Acto y potencia, 1948]
M. Müller Sein und Geist, 1940 (especialmente la Untersuchung 2)
E. Stein Endliches und ewiges Sein, 1950 (en particular ii-iv)
B. von Brandenstein Aufbau des Seins, 1950
C. Nink Zur Grundlegung der Metaphysik, 1957
J. de Vries en «Scholastik» 34 (1959), 240-249
L. de Raeymaeker Filosofía del ser (trad. cast.), 21968
D. Feuling Hauptfragen der Metaphysik, 1936
F. van Steenberghen Ontología (trad. cast.), 21965
Privación
Bibliografía
Aristóteles Categorías 10
del mismo Metafísica v' 22
L. Baur Metaphysik , 31935 §§ 25, 59
Lehmen-Beck Lehrbuch der Philosophie i' 1917, p. 426
J. Lotz Ontología, 1963 p. 148
Probabilidad
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– Conceptos
Entropía
Probabilidad
Probabilidad inductiva
Probabilidad, cálculo de la
Probabilidad, teorías de la
Problema
es una pregunta científica que, por su dificultad inmanente, no puede resolverse en forma
clara, pero que en general se presupone como soluble. Si la pregunta se reconoce como
insoluble (no sólo mediante determinados métodos, p. ej., los matemáticos, sino para el
conocimiento humano en general), entonces ella, o el contenido examinado, ha de
designarse más bien como un misterio. — El correcto planteamiento del problema reviste
gran importancia para el progreso de la ciencia, en especial de la filosofía. Debe partir de lo
dado o de lo ya conocido y desarrollar desde allí las cuestiones que plantean las obscuridades
existentes todavía. La elaboración metódica de un problema exige, además de un enfoque
claro, que se pongan de manifiesto las razones a favor y en contra, las aporías (cuya totalidad
constituye la problemática), todo lo cual puede llevar hasta las antinomias. Ya Aristóteles
acentúa (al principio del tercer libro de la Metafísica) la importancia de las aporías y de
la duda metódica, que se manifiesta en ellas, para toda investigación científica.
Un planteamiento acertado puede ser muy fértil; en cambio, los planteamientos
desacertados, los problemas aparentes, siembran en general la confusión y conducen a una
pérdida de esfuerzos inútiles. Con frecuencia tales planteamientos se deben tan sólo a una
equivocidad de las palabras usadas; pero no pocas veces obedecen a que tácitamente se
hacen presupuestos falsos y así la investigación se encauza en una dirección falsa. Con el
nombre de «problematicismo» caracteriza U. Spirito su exigencia de renuncia a todas las
soluciones anteriores (por su supuesta contra-dictoriedad) y de limitación a la búsqueda de
nuevas soluciones de los problemas. — Sobre el «juicio problemático», Modalidad.
Bibliografía
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Continuo
Inducción, problema de la
Libertad
Mental
Mente - cuerpo, relación
Máquina de Turing
Origen de la vida
Paradoja
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Teoría del conocimiento
Tiempo
– Autores
Dewey, John
Platón
Popper, Karl Raimund
Searle, John
Progreso
Bibliografía
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– Conceptos
Historia, filosofía de la
Progreso
Propiedad
II. El mundo de las cosas está ahí para el hombre, que lo necesita indispensablemente. El
hombre, como ser dotado de razón ha de utilizar razonablemente las cosas para sus fines. El
uso general de todo por parte de todos no puede ponerse en práctica; para utilizar los bienes
objetivos en forma ordenada y pacífica, tienen que delimitarse entre sí los ámbitos en los
que está autorizado cada uno para ejercer el dominio sobre las cosas, sin que otros se
inmiscuyan molestamente: propiedad. — Presupuesto el dominio del hombre sobre la
naturaleza carente de razón, el derecho de propiedad regula la forma en que los hombres
han de distribuirse este dominio. En ese sentido amplio la propiedad está fundada en la
naturaleza humana y, por ello, es de derecho natural. Su forma concreta puede ser muy
distinta y ha de acomodarse al cambio de cultura, economía y técnica. En tanto la propiedad
puede urgirse contra cualquiera, le atribuimos el calificativo de «derecho absoluto»; en
cuanto al contenido no es «absoluta», sino que, como todo derecho, está ligada a la
comunidad y obligada al bien común.
La distribución insana, así como el abuso de la propiedad, hicieron que grandes masas de
desheredados se alzaran contra la propiedad en general (Comunismo) o, por lo menos,
contra la propiedad de los medios de producción (Socialismo). Cuantos más hombres
(familias) son propietarios, tanto más firme está la institución de la propiedad y tanto más
favorablemente repercute. La propiedad confiere el derecho a su aprovechamiento; en este
sentido es fuente de ingresos o, por lo menos, puede serlo. La. percepción de los ingresos de
la propiedad puede limitarse, pero eliminarla por completo equivaldría a suprimir la
propiedad misma. Propiedad es poder «jurídico» de disposición (derecho de propiedad),
mientras que la posesión consiste en el poder «fáctico» de disposición sobre una cosa.
Propiedad y posesión pueden estar separadas jurídicamente, pero también en forma
contraria al derecho. El poder desmesurado originado en la propiedad debe limitarse y, en
caso extremo, romperse por la socialización; jamás legitima la propiedad para ejercer poder
sobre los hombres.
La teoría clásica de la propiedad conoce la propiedad solamente como derecho de cosas; sólo
con gran cautela puede extenderse a los derechos de valores de fortuna de todo tipo, que hoy
se incluyen también en la propiedad.
Bibliografía
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Ley científica
Lógica
Propiedad
Tipos lógicos, teoría de los
Vida
– Autores
Locke, John
Providencia
Con este término se designa la actitud por la cual Dios guía las criaturas al fin que les está
señalado. La providencia comprende, primero, el plan eterno, vivo en el espíritu de Dios, de
conducir a cada una de las criaturas en particular y al conjunto de todas ellas a su objetivo
supremo: la glorificación divina. Este plan predetermina tanto el fin como los medios
(disposiciones naturales, condiciones de existencia, etcétera). En segundo lugar, la
providencia abarca la ejecución del plan antedicho, o sea el gobierno del mundo, que no es
sólo resultado de la sabiduría y de la omnipotencia de Dios, sino efecto de su amor y bondad.
Pues la consecución de su fin significa para las criaturas participar en grado diverso, según
su naturaleza, de la divina perfección. — Dios, en la gobernación del universo, se sirve de la
actividad de las causas creadas, no porque renuncie a su poder, sino para hacer partícipes a
las criaturas de la preeminencia que implica el ser causa. — Según sea natural
o sobrenatural el fin establecido por Dios para las criaturas (racionales), se distinguirá una
providencia natural y otra sobrenatural. Que la providencia de hecho ejercida por Dios es
sobrenatural, lo sabemos únicamente por la revelación. — La providencia general se
extiende a la totalidad de las criaturas; la particular, a los seres racionales, a los cuales los
demás están ordenados. La providencia es, por lo tanto, universal, de suerte que con relación
a Dios no puede haber azar.
Entiéndese por destino el conjunto de los sucesos de la vida humana que no dependen de la
libre voluntad del hombre. Concebir este destino como una ley ciega que incluso gobierna a
la Divinidad (= fatalismo cósmico) es desconocer el poder soberano absoluto de Dios. La
obra del destino, a saber: el caer bajo las leyes de la materia, de la vida y de la historia con
los males físicos y morales que se manifiestan en estos dominios, es conocida y querida o
permitida por Dios. — Aceptar el destino como inmutable y arbitraria predeterminación de
parte de Dios, ya para la salvación, ya para la eterna condenación (= fatalismo teológico de
los mahometanos, calvinismo), significa suprimir la libertad humana. Cierto que nada
acontece que Dios no quiera o, por lo menos, permita; pero Dios con su omnisciencia ha
incluido en sus decretos la conducta moral libre del hombre. Por eso, la oración
impetratoria no carece de sentido : el que ora no pretende luchar contra un plan inmutable
establecido por Dios, sino ocupar con su plegaria el lugar que en este plan le ha sido ofrecido
por la providencia.
Bibliografía
Santo Tomás de Aquino Summa contra Gentiles iii' 64, 71-83, 90-97
Vorsehung en el Lexikon für Theologie und Kirche x, 695
C. Gutberlet Theodizee , 41909 p. 295ss
G. Wunderle Grundzüge der Religionsphilosophie, 1918 p. 171ss
A. Lehmkuhl Die göttliche Vorsehung , 161923
J. Ranft Der Vorsehungsbegriff, 1928
D'Alès Providence et liberté , 91928
P. Doret L'irréprochable providence, 1938
A. González Álvarez Teología natural, 21968
R. Guelluy La creación Herder Barcelona, 1969 (índice)
E. Schillebeeckx Dios y el hombre Sigúeme Salamanca, 1968
H.E. Hengstenberg Von der göttlichen Vorsehung, 1940
J. Konrad Schicksal und Gott, 1947
W.G. Pollard Zufall und Vorsehung, 1960
L. Scheffczyk Schöpfung und Vorsehung, 1963
V. Cioffari Fortune and Fate from Democritus to St. Thomas Aquinas Nueva York, 1935
V. Schubert Pronoia und Logos. Die Rechtfertigung der Weltordnung bei Plotin, 1968
Ch. Parma Pronoia und Providentia. Der Vorsehungsbegriff Plotins und Augustins Leiden,
1972
O. Muck en W. Kern , ¿Por qué creemos? Herder, Barcelona 1967, p. 167-175.
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– Conceptos
Historia, filosofía de la
Psicología
La psicología racional o, mejor, filosófico-metafísica, pregunta por las últimas bases ónticas
de la vida consciente radicadas en el «sujeto que vive» las vivencias, en la esencia substancial
espiritual, libre e inmortal del alma. Su método no puede ser intuitivo (porque nosotros no
aprehendemos intuitivamente lo espiritual), ni menos racionalísticamente deductivo (a
modo de la geometría euclídea que lo deduce todo partiendo de principios inicialmente
establecidos), ni tampoco pura ampliación inductiva del saber empírico, sino
únicamente «reductivo», es decir, ha de considerar los hechos empíricamente dados desde
el punto de vista de las leyes universales del ser con el fin de comprender así la existencia y
esencia del alma. Sus problemas fundamentales, importantes para la valoración total de la
existencia humana (tales como responsabilidad, espiritualidad, inmortalidad), ocuparon a
los hombres desde la Antigüedad. A partir de Anaxágoras, que aclaró el concepto de lo
espiritual, la psicología metafísica fue contada como una de las partes más importantes de
toda filosofía por los guías máximos del pensamiento occidental, desde Platón, Aristóteles,
Plotino y san Agustín hasta hoy, si bien a veces dejáronse sentir corrientes positivistas. Las
diversas afirmaciones referentes a la imposibilidad de la psicología descansan en supuestos
falsos y antimetafísicos.
Bibliografía
Bibliografía
)
del mismo Psicología aplicada Herder Barcelona , 61971
L. Ancona (dir.) Cuestiones de psicología Herder Barcelona, 1966
del mismo (dir.) Enciclopedia temática de psicología 2 vols., Herder, Barcelona 1980
P. Fraisse Psicología experimental de ayer y hoy Marfil Alcoy, 1968
D. Katz Manual de psicología Ed. Científico Médica Barcelona , 21960
Delgado-Ibérico Psicología Ed. Científico Médica Barcelona , 71961
E. M. Millán Manual de psicología Madrid , 111960
J. Pérez Bulnes Psicología Fax Madrid , 141963
F. Dorsch Diccionario de psicología Herder Barcelona , 21978
W. Arnold H.J. Eysenck R. Meili Diccionario de psicología 3 vols., Madrid 1979
Bibliografía
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– Conceptos
Ciencias cognitivas
Dialéctica trascendental
Funcionalismo
Mente - cuerpo, relación
Personalidad
Psicología
Psicología popular
Religión, filosofía de la
– Autores
Aristóteles
Bergson, Henri
Fodor, Jerry
Jung, Carl Gustav
Piaget, Jean
Popper, Karl Raimund
Wundt, Wilhelm Max
Psicología profunda
Esta expresión designa una dirección de la investigación, teoría y terapia psicológicas que se
sirve del método psicoanalítico, creado por S. Freud para investigar las causas de las
neurosis. Las distintas escuelas de psicología profunda, que han salido de la discusión en
torno al psicoanálisis y que se distinguen en lo tocante a su fidelidad o distancia crítica
respecto de las teorías de Freud, así como en ciertos enfoques especiales, tienen en común
la convicción de que lo psíquico (Psicología) es una realidad dinámica, acuñada
fundamentalmente por fuerzas pulsionales fisiológicas, cuyos procesos transcurren por lo
menos en parte de manera inconsciente: por tanto, psíquico y consciente no son idénticos.
Deseos y representaciones intolerables pueden ser desplazados de la vivencia consciente y
hacerse inconscientes, conduciendo así a la formación de síntomas neuróticos, cuya
eliminación se logra conociendo y analizando las tendencias reprimidas. Las técnicas de
terapéutica profunda más importantes son: la interpretación de los sueños, la asociación
libre, y el análisis de la resistencia — que se opone a que se cobre conciencia de las pulsiones
reprimidas — y de la transferencia al terapeuta de deseos inconscientes de la primera
infancia.
La psicología profunda es una ciencia humana empírica. Por eso los resultados de su
investigación están sometidos a la verificación de su falsedad o verdad, si bien con los límites
que por razones técnicas y éticas se imponen en la aplicación de métodos experimentales al
ámbito antropológico. La utilidad de sus métodos terapéuticos ha de poderse demostrar con
el éxito de la curación. Sin embargo, el fin de la acción terapéutica, la salud psíquica, no
puede definirse tan sólo mediante criterios terapéuticos; su determinación concreta implica
siempre un juicio de valor sobre el sentido y la finalidad de toda la existencia humana, el
cual repercute asimismo en la acción terapéutica. Los planteamientos de la psicología
profunda se han mostrado fértiles también en el ámbito del arte, de la sociología, de la
etnología, de la ética y de la ciencia de la religión. Este hecho y la pretensión de una
interpretación total de lo humano, abrigada a veces por la hermenéutica profunda, han
conducido en medida creciente a una confrontación crítica con las teorías de la psicología
profunda, en especial con las de la escuela psicoanalítica de Freud. En esa confrontación han
participado entre otras ciencias: la teoría del aprendizaje y la terapia de la conducta, las
ciencias sociales empíricas, la psicología de la religión v la filosofía del lenguaje.
Bibliografía
S. Freud Gesammlte Werke Londres desde, 1940 especialmente tomo xi: Vorlesungen zur
Einführung in die Psychoanalyse. Hay trad. cast. de sus Obras completas, Biblioteca Nueva,
Madrid 1973
C.G. Jung Gesammlte Werke Zurich , desde 1958 en especial tomo vii. Sus principales obras
están traducidas al cast. por diversas editoriales. J. Laplanche, J.B. Pontalis, Diccionario de
psicoanálisis, Labor, Barcelona 1971
V.E. v. Gebsattel Prolegomena einer medizinischen Anthropologie, 1954
A. Görres Métodos y experiencias del psicoanálisis Herder Barcelona, 1963
G. Bally Einführung in die Psychoanalyse Freuds, 1961
D. Rapaport Die Struktur der psychoanalytischen Theorie, 21970
K. Stern Die dritte Revolution. Psychiatrie und Religión, 1956
R. Hostie Del mito a la religión en la psicología analítica de C.G. Jung Amorrortu Buenos
Aires, 1971
P. Ricoeur Die Interpretation. Ein Versuch über Freud, 1969
J. Scharfenberg S. Freud und seine Religionskritik als Herausforderung für den
christlichen Glauben , 31971
M. Pérez Ist die Psychoanalyse eine Wissenschaft?, 1972
H. Zahrnt Jesus und Freud, 1972
E. Wisenhütter Grundbegriffe der Psychoanalyse, 1969
D. Wyss Las escuelas de psicología profunda Gredos Madrid, 1975
H.F. Ellenberger Die Entdeckung des Unbewussten, 1974 [R. Dalbiez, El método
psicoanalítico y la doctrina freudiana, 1948
J. Donat Adler y su psicología individual, 1949
Tesson y otros autores Psicoanálisis y conciencia moral, 1949
J. Nuttin Psicoanálisis y concepción espiritualista del hombre, 1956
H. Delgado Enjuiciamiento de la medicina psicoanalítica Barcelona, 1960
E. Fromm Ética y psicoanálisis México, 1960
D. Lagache El psicoanálisis Buenos Aires, 1959
R. Mandolini Guardo Historia general del psicoanálisis. De Freud a Fromm Buenos Aires,
1960
W. Hochheimer La psicoterapia de C.G. Jung Herder Barcelona, 1969
M. Grotjahn y otros autores Historia del psicoanálisis. Los pioneros 4 vols., Paidós, Buenos
Aires 1968
B.D. Marek El psicoanálisis Barcelona, 1963
L. Ancona El psicoanálisis Ediciones Iberoamericanas Madrid, 1967
J. Chazaud Nuevas tendencias del psicoanálisis Herder Barcelona, 1981
W.J. Schraml Psicología profunda para educadores Herder Barcelona , 31977
P.C. Kuiper El psicoanálisis Herder Barcelona, 1979
Psicología social
El impulso a constituir una comunidad espiritual con otras personas tiene sus raíces
psicológicas, por un lado, en la riqueza óntica del ser personal que, salvando sus propios
límites, se da a sí mismo, y, por otro, en su pobreza necesitada de complementación.
Indudablemente, en la comunidad la persona, con su dar y su recibir, sus derechos y sus
deberes, condúcese, desde el punto de vista particular de la complementación comunitaria,
como si fuese «miembro» de un organismo, mas a pesar de ello conserva su inalienable
sustantividad, y la dignidad y los derechos que le son inherentes. Tarea de la psicología social
es inquirir las bases y fuerzas formativas psíquicas de la comunidad humana de vida (en
sentido muy amplio también de la animal), lo que hay de psicológico en sus formas
estructurales y en su repercusión sobre la vida anímica individual. El hecho evidente,
subrayado desde antiguo, de que el hombre es un ser social, pone delante, en primer lugar,
los problemas de la comprensión del «alma ajena»o del «yo ajeno», de los medios de
inteligencia inter-anímicos y del impulso al contacto social. — La comprensión de la vida
psíquica ajena, en su existencia y particularidad, la reducen unos predominantemente a
disposiciones instintivas, otros a una especie de «empatía» (Einfühlung), a un penetrar de
la propia vida consciente en otros hombres haciéndose uno con ellos, otros, en
fin (Scheler), a una especie de intuición inmediata de lo psíquico ajeno fundada en una
originaria unidad de ser. Sin embargo, dicha comprensión no puede aclararse
exhaustivamente con ninguna explicación unilateral, sino que necesita la síntesis de varias
formas explicativas. El medio para la comunicación de alma a alma lo constituye el lenguaje,
pero tomado en sentido amplísimo. Así entendido, abraza no sólo las funciones primitivas
(comunes al hombre y al animal) de «manifestación» de las vivencias propias a él
naturalmente anejas y «provocación» de vivencias por las formas manifestativas del vivir
ajeno (lenguaje prelógico), sino también la función intelectual exclusiva del hombre
(construida sobre aquéllas y tomándolas en parte a su servicio) de «representación de
objetos» mediante un sistema de signos y símbolos arbitrariamente establecidos (psicología
del lenguaje de K. Bühler).
Bibliografía
Bibliografía
E. Husserl Logische Untersuchungen i', 21913 50-191 (trad. cast.: Investigaciones lógicas, 2
vols., Madrid 21967)
C. Nink Grundlegung der Erkenntnistheorie, 1930 p. 29 y 153
J. Volkelt Wahrheit und Gewissheit, 1918 p. 286-313, 348-382
M. Heidegger Die Lehre vom Urteil im Psychologismus en Frühe Schriften,, 1972
W. Moog Logik, Psychologie und Psychologismus, 1919
O.J. Most Die Determinanten des seelischen Lebens, 1939
Th. Lipps Elementos de lógica
del mismo Leitfaden der Psychologie, 21906 31
Fr. Weidauer Kritik der Transzendentalphänomenologie Husserls, 1933
H. Pfeil Der Psychologismus im englischen Empirismus, 1934
J. Gaos Introducción a la fenomenología, seguida de la crítica del psicologismo en Husserl,
1960
J. de Vries Denken und Sein, 1937 p. 12-13, 124-132 (trad. cast.: Pensar y ser, 41963)
– Autores
Husserl, Edmund
Pueblo
designa 1) étnicamente a los hombres, las familias y las estirpes que forman una unidad en
primer lugar por razón de su descendencia («natio», de nasci, en sentido étnico); esa unidad
puede mostrarse en las peculiaridades de una raza. Pero también el lenguaje, la cultura y la
historia pueden fundar una unidad semejante (nación en el sentido lingüístico o cultural).
Por lo regular, aunque no necesariamente — según demuestra el pueblo judío —, a lo dicho
se añade un territorio común de colonización. A la nación en sentido pleno de la palabra
pertenece además la unidad política. En la situación actual el Estado y la nación lingüística
o cultural sólo coinciden en casos excepcionales; generalmente forma una nación la nación
dominante del Estado. Una misma nación lingüística o cultural puede estar dividida en
varios Estados, constituyendo la mayoría en un lugar y una minoría «étnica» en otro; y, a la
inversa, hay Estados compuestos de varios pueblos. De ahí se derivan preguntas
fundamentales, en especial sobre el sentido y el alcance del principio de nacionalidad, y en
concreto acerca del derecho de autodeterminación de los pueblos y del derecho a un Estado
«nacional» propio; así como cuestiones prácticas sobre la tolerancia y protección de bienes
nacionales de minorías; o sea, en conjunto, cuestiones acerca de los límites de
un nacionalismo sano y un nacionalismo patológicamente exagerado. — 2) En el
plano políticoo del derecho estatal, pueblo designa el pueblo del Estado (populus), los
miembros del Estado, los cuales no sólo están sometidos como individuos al poder estatal,
sino que en su totalidad son al mismo tiempo los portadores originarios de la
[[Brugger:soberanía [del pueblo]|soberanía [del pueblo]]]; no pertenece al pueblo así
entendido quien vive en el territorio estatal, pero sin pertenecer al Estado como asociación
de personas. Se exceptúan tácitamente los menores de edad, y antes con frecuencia estaban
excluidas explícitamente las mujeres, si es que los derechos de ciudadanía estatal no estaban
o están ligados a determinadas notas positivas (fuerza defensiva, contribución tributaria). —
3) Sociológicamente pueblo significa la masa de la población «inferior» («vulgus»), en
contraposición a los círculos que se hallan en una posición elevada, o sea, los adinerados,
que generalmente poseen también formación esmerada e influencia. Sociedad (4).
Bibliografía
Raciocinio
Bibliografía
Bibliografía
en ->Lógica
Racional
Desígnase con este término (del latín ratio: razón) el modo de conocer discursivo-
conceptual específicamente humano. Racional, por lo tanto, no equivale a intelectual. No
todo conocimiento del entendimiento o intelectual se lleva a cabo inevitablemente
con conceptos. La comprensión de la belleza se sustrae al discurso. El conocimiento místico
(Mística) no se realiza en modo alguno por conceptos; sin embargo, no deja de ser
intelectual. Intelectual es asimismo la conciencia de los actos internos, y, sin embargo, no
está necesariamente moldeada en conceptos. — En particular, el término racional puede
equivaler a «relacionado con el raciocinio», «lógico», «metódico». Una ciencia racional es
una ciencia deductiva o reductiva (que deduce de principios o reduce a ellos lo
dado). Número racional es el que puede expresarse por la relación de dos números enteros.
Bibliografía
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Acción social, teoría de la
Alma
Animales, derechos de los
Ciencia
Dialéctica trascendental
El paso del mito al logos
Escuelas y filósofos presocráticos
Filosofía
Kant: ética de
Racionalidad
Ética
– Autores
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Llull, Ramon
Racionalismo
Aplicando estas ideas a la teología resulta el racionalismo teológico que lo juzga todo,
incluso la fe y la revelación con arreglo a la medida de la razón puramente humana, no
admitiendo nada que rebase sus fronteras (Misterio). Este racionalismo o deja sólo una
religión de la razón o vacía la religión positiva de todo carácter de misterio e intenta
explicarla de manera histórico-inmanente.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Empirismo
Teoría del conocimiento
– Autores
Descartes, René(Cartesius)
Hume, David
Popper, Karl Raimund
Spinoza, Baruch de
Raza
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Raza / Racismo
Razón
Bibliografía
W. Kamlah Der Mensch in der Profanität. Versuch einer Kritik der profanen durch die
vernehmende Vernunft, 1949
H. Albert Traktat über kritische Vernunft, 1968
K. Jaspers Razón y existencia, 1960
U. Anacker Razón en H. Krings, Conceptos fundamentales de filosofía, iii, p. 222-239,
Herder, Barcelona, 1979
G. Jäger «Nus» in Platons Dialogen, 1967
J. Péghaire Intellectus et Ratio selon s. Thomas d'Aquin París, 1936
J.B. Lotz Verstand und Vernunft bei Thomas von Aquin, Kant und Hegel en «Wissenschaft
und Weltbild», 15 (1962) 193-208
G. Siewerth Wesen und Geschichte der menschlichen Vernunft nach Kant en «Zeitschrift
für philosophische Forschung», 1 (1946-47) 250-65
M. Heidegger La esencia del fundamento, 1944
Mercier Ontología 3 vols., 1935
F. van Steenberghen Ontología, 21965
L. de Raeymaeker Filosofía del ser, 21968
Relacionado con...
– Conceptos
Alma
Analítica
Analítica trascendental
Antinomias kantianas
Antropología filosófica
Astucia de la razón
Atomismo
Crítica de la razón práctica
Crítica de la razón pura
Crítica del juicio
Deseo
Deísmo
Dialéctica trascendental
Enciclopedia, la
Entendimiento
Escolástica, escolasticismo
Escuelas y filósofos presocráticos
Filosofía
Filosofía de la vida
Historia, filosofía de la
Homo homini lupus
Ilustración
Kant: ética de
Kantismo
Libertad
Locura
Logos
Luz
Marxismo
Mileto, escuela de
Muerte
Método socrático
Orden
Physis
Razón
Razón dialéctica
Razón teórica
Teoría del conocimiento
Verdades de razón / verdades de hecho
– Autores
Adorno, Theodor Wiesengrund
Agustín de Hipona, san
Bachelard, Gaston
Derrida, Jacques
Descartes, René(Cartesius)
Fichte, Johann Gottlieb
Galilei, Galileo
Guisán, Esperanza
Kant, Immanuel
Locke, John
Maquiavelo, Nicolás
Ortega y Gasset, José
Platón
Sartre, Jean-Paul
Spinoza, Baruch de
Trías Sagnier, Eugenio
El principio de razón suficiente significa, como principio ontológico, que todo objeto o hecho
tiene un fundamento ontológico suficiente; y, como principio lógico, exige que todo juicio
que excluya la duda ha de poderse demostrar como válido a través de un fundamento
cognoscitivo que asegure la verdad. En todo caso, una mera opinión exige solamente razones
de probabilidad para su justificación. Razón (II),Evidencia, Certeza, Probabilidad. — El
principio ontológico de razón suficiente, en su aplicación a hechos necesarios por esencia,
significa que la esencia a la que corresponde una determinación, lleva en sí necesariamente
esa determinación y en esta medida, es razón suficiente. La negación del principio de razón
suficiente así entendido originaría una contradicción: la esencia (según se presupone)
llevaría consigo necesariamente las determinaciones respectivas y, sin embargo, no bastaría
para fundarlas. En tanto el principio de razón suficiente contiene un enunciado nuevo y con
importancia decisiva, que va más allá del principio de contradicción, equivale a la afirmación
de que todo hecho contingente tiene una razón necesaria. Ésta en nuestro caso es causa, y el
principio de razón suficiente en su aplicación a hechos contingentes se convierte en el
principio general de causalidad. Por ello el principio de causalidad en el sentido usual de la
palabra es un caso especial de este principio general de causalidad, por cuanto aquél
determina más exactamente la causa como causa «eficiente» o como principio operante.
Pero la causa eficiente no es la única causa que interviene en el ente contingente. Por la
conexión estrecha entre el principio de razón suficiente y el principio de causalidad puede
entenderse que ni Platón ni Aristóteles, ni los pensadores medievales formularan el
principio de razón suficiente como tal. Fue Leibniz el primero que propiamente le dio
expresión, si bien su redacción deja que desear.
Es usual plantear dos objeciones contra el principio de razón suficiente. La primera es que
conduce a una regresión hasta el infinito (regressus in infinitum). En relación con el
principio lógico de razón suficiente esta objeción se presenta como una tergiversación, pues
no tiene en cuenta que de ningún modo se exige para cada juicio una fundamentación a
través de una demostración y, con ello, a través de otros juicios, lo cual conduciría a una
regresión infinita; más bien, la última razón suficiente de todo juicio es una evidencia
inmediata, que no requiere a su vez otra fundamentación. — Se da otra tergiversación
análoga en relación con el principio ontológico de razón suficiente; deja de tenerse en cuenta
que este principio no significa que todo hecho tiene su razón suficiente en otro que es de
alguna manera «anterior»; más bien, el retorno a los fundamentos (razones) conduce en
definitiva a la naturaleza esencial que está fundada en sí misma. Además, de ningún modo
se afirma que nosotros los hombres podamos adquirir en cada caso un saber razonado que
sería la razón suficiente (Inteligibilidad, Misterio). — La otra objeción contra el principio de
razón suficiente se basa en la contradicción aparente entre «ser fundado» y «ser libre». Pero
esa objeción afecta con toda agudeza a la redacción que Leibniz dio al principio de razón
suficiente, a saber, que todo tiene una razón suficiente «cur potius sit quam non sit», es
decir, por la que el ser haya debido preferirse al no ser; esta razón suficiente es para Leibniz
el «plus de bondad» que fuerza la voluntad. Véase en el artículo razón la distinción entre las
acepciones (1) y (2).
Bibliografía
Realidad
A veces la pareja mencionada de conceptos equivale también a acto y potencia. Pero esta
terminología es ambigua, pues ni acto significa la mera existencia, ni potencia equivale a la
mera posibilidad; ambas nociones han de entenderse, más bien, como razones internas
o principios del ser.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Antinomias kantianas
Anámnesis
Atomismo
Categoría
Cultura
Devenir
Dialéctica
Dialéctica trascendental
Duración
Escuelas y filósofos presocráticos
Filosofía hindú
Filosofía latinoamericana
Homo mensura
Idea
Marxismo
Mito de la caverna
Mundo
Naturaleza
Número
Objetivación
Platonismo
Símbolo
Teoría del conocimiento
Tiempo
Utopía
Vacío
Verdad
– Autores
Aristóteles
Bergson, Henri
Bueno, Gustavo
Derrida, Jacques
Dewey, John
Fichte, Johann Gottlieb
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Locke, John
Lévi-Strauss, Claude
Nietzsche, Friedrich
Ortega y Gasset, José
Platón
Popper, Karl Raimund
Sartre, Jean-Paul
Wittgenstein, Ludwig
Zubiri, Xavier
Realismo
Este término, que significa «teoría de la realidad», se usa muchas veces en contraposición
a idealismo, es decir, a la teoría según la cual la idea, lo espiritual, tiene la primacía. Pero
esto sólo es válido si ambas expresiones se toman en un determinado sentido restrictivo. En
definitiva todos aceptan algo real, aunque sólo sea la propia mismidad (Solipsismo). E
incluso el materialista, para el cual sólo es real lo material, conoce también lo «ideal», que
como tal. no es «material». La posición de la metafísica clásica es el «realismo idealista»,
según el cual la esencia originaria «más real» es a la vez la más espiritual, y todos los demás
seres, incluso los materiales, han sido hechos según sus ideas y así, por su origen, están
configurados espiritualmente y pueden aprehenderse por vía intelectual (son inteligibles).
Por tanto, la oposición relativa entre sujeto y objeto no puede equipararse con una supuesta
oposición entre espíritu y ser; más bien, el ser (originariamente espiritual) abarca el sujeto
y el objeto, incluso el objeto en el que el ser está limitado a un nivel material.
El realismo referente a lo universal (3) no se opone al idealismo, se dirige más bien contra
adversarios que afirman la realidad de las cosas individuales; se opone en concreto
al nominalismo, que considera lo general como mero «nombre» o mera palabra, y
al conceptualismo, para el cual lo universal es mera forma de pensamiento o mero concepto.
Frente a éstos, el realismo no sólo afirma que existen conceptos universales, sino también
que su contenido, la quididad pensada, está realizado en el ente. Y se da también un realismo
exagerado (realismo conceptual), para el cual la manera de ser de las quididades es igual a
la manera de ser pensado el concepto: lo mismo que en el concepto lo universal se piensa
desligado del ser individual, así también existen esencias generales (o por lo menos no
individuales), ya sea en las cosas mismas, ya sea en una esfera separada de ellas
(Platonismo). En cambio, según el realismo moderado, que se remonta a Aristóteles, el
contenido del concepto está conectado en la unidad concreta deun ente con las
determinaciones que constituyen lo individual como tal, es decir, entre dicho contenido del
concepto y las determinaciones mencionadas se da una distinción que no es real, sino de
otro tipo.
Sobre el realismo de los valores, Valor. — En la estética, realismo designa (4), por una parte,
la vinculación a lo realmente existente y a sus formas, en contraposición al arte abstracto o
sin objeto, y, por otra parte, rebasa el naturalismo.
Bibliografía
->Gnoseología
->Concepto univerval
O. Külpe Die Realisierung 3 tomos. 1912-23
E. v. Hartmann Kritische Grundlegung des transzendentalen Realismus , 41914
N. Hartmann Zum Problem der Realitätsgegebenheit, 1931
del mismo Zur Grundlegung der Ontologie, 1935 p. 177-208
M.D. Roland-Gosselin Le jugement de perception en «Revue des Sciences philosophiques et
théologiques» 24 (1935) 5-37
L. Noël Le réalisme immédiat Lovaina, 1938
M. Merleau-Ponty Fenomenología de la percepción Península Barcelona, 1975
J. Thyssen Die Neubegründung des Realismus en «Zeitschrift für philosophische
Forschung» 7 (1953) 145-70, 368-85
del mismo Grundlegung eines realistischen Systems der Philosophie 2 tomos, 1966 y 1970
H. Berger Wege zur Realität und die Philosophie der Gegenwart, 1959
Lebendiger Realismus (escrito de homenaje a J. Thyssen), 1962
H. Krings Die Wandlung des Realismus in der Philosophie der Gegenwart en
«Philosophisches Jahrbuch» 70 (1962) 1-16
U. Schönfelder Der kritische Realismus, 1964
P. Wilpert Das Problem der Wahrheitssicherung bei Thomas von Aquin, 1931 p. 119-29
R. Carls Idee und Menge, 1974
J. Thyssen Realismus und moderne Philosophie, 1959
British and American Realism 1900-1930 en «The Monist» 51 (1967), cuaderno 2
A. Messer El realismo crítico, 1927
J. de Vries Pensar y ser , 41963
F. van Steenberghen Epistemología, 1956
Ét. Gilson El realismo metódico Madrid , 31963
Relacionado con...
– Conceptos
Percepción
Realismo
Realismo crítico
Teoría del conocimiento
Universales, disputa de los
– Autores
Lovejoy, Arthur Oncken
Reflexión
En un sentido amplio, no delimitado con precisión (1), reflexión significa una mirada de
comprobación y comparación, en contraposición a la simple percepción o a un primer juicio
espontáneo sobre un objeto. Como término técnico de la filosofía, reflexión («doblarse sobre
sí mismo») significa (2) el «retorno» desde el objeto aprehendido directamente en
la «primera intención» al acto propio, es decir, al acto cognoscente y a su sujeto, el yo; por
eso la reflexión se llama también «segunda intención». Cierto que los propios actos son
experimentados también en su realización misma a través de la
llamadaconciencia concomitante; mas, por así decirlo, ellos constituyen tan sólo un
trasfondo que apenas se nota. Por el contrario, en la reflexión, que sólo es posible en la
conciencia espiritual, la atención se dirige a los propios actos, y ello conduce, en la
«conciencia refleja» consumada, a conceptos y juicios propios de la reflexión, en los cuales
los propios actos se convierten en objeto de un pensar y juzgar explícitos. Kant, en un sentido
más estricto y especial, llama conceptos de la reflexión a aquellos que expresan la relación
de representaciones comparadas entre sí, p. ej., unidad y diversidad, determinable y
determinación.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Antropología filosófica
Empirismo
Filosofía
Filosofía de la ciencia
Filosofía latinoamericana
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
– Autores
Epicuro
Ricoeur, Paul
Relación
Hay relaciones mutuas y no mutuas o unilaterales; relaciones cuyas dos partes son de la
misma especie y otras que las tienen de especie distinta (compárese: paternidad-filiación);
relaciones en que participan sólo dos elementos y relaciones en que participan varios (v. gr.,
el conjunto de relaciones de un reloj). Además, las relaciones difieren entre sí por su
profundidad y duración (así ocurre, por ejemplo, entre la realización de una compra y la
unión matrimonial), y brotan ya de la indigencia (como, v.gr., en el niño pequeño), ya de la
riqueza sobreabundante (cual acontecía a Platón en cuanto cabeza de la Academia).
Además de las relaciones reales hasta ahora consideradas, existe la relación lógica (relatio
rationis). Pertenecen a esta clase ciertos aspectos que en sí no son relaciones, pero que
nuestro pensamiento los considera como tales porque de lo contrario no podríamos
concebirlos; tales relaciones son entes de razón con fundamento en la realidad (v. gr., la
relación entre el concepto de la especie y los individuos reales, la identidad de una cosa
consigo misma, pensada a modo de relación). De estas relaciones lógicas tratan
preferentemente la lógica y la logística. El intento de reducir la realidad entera a un conjunto
de relaciones, brota de una actitud fundamental positivista, que sólo toma en consideración
las conexiones regulares de los fenómenos, o bien de aquella sobrevaloración de lo
cuantitativo que sólo concede valor real a los enlaces matemáticos.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Analítica trascendental
Causalidad
Cuerpo y alma
Espacio
Filosofía de la mente
Funcionalismo
Función
Hermenéutica
Homonimia
Incesto, tabú del
Inducción, clases de
Juicio
La mismidad
Ley científica
Lógica
Lógica, historia de la
Macrocosmos y microcosmos
Mente - cuerpo, relación
Máquina
Número
Orden
Paralelismo psicofísico
Psicoanálisis
Relación
Sensación
Sublime
Teoría del conocimiento
Tiempo
Verdad
– Autores
Freud, Sigmund
Gurméndez, Carlos
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Hume, David
Kepler, Johannes
Lévi-Strauss, Claude
Malebranche, Nicolás
Platón
Popper, Karl Raimund
Russell, Bertrand
Wittgenstein, Ludwig
Relatividad (Teoría de la)
Bibliografía
Relativismo
El relativismo se caracteriza por una cierta interpretación del concepto de verdad. La verdad
finita, como conformidad del conocimiento con su objeto implica, sin duda, esencialmente
una relación, y en este aspecto es relativa. Pero sólo cabe hablar de relativismo cuando se
considera como norma de la verdad no el objete acerca del cual se emite un juicio sino
cualquier otra cosa (v.gr., la estructura del sujeto, la índole especial de las condiciones
culturales). Mientras el objeto es una medida de la verdad válida para todos los sujetos,
enteramente igual sean cuales fueren las condiciones en que se verifique el conocimiento,
este módulo común desaparece tan pronto como se le busca en sitio distinto del objeto
mismo. La verdad deviene entonces relativa en el sentido particular de que existe para un
sujeto y puede simultáneamente no existir para otro. Con ello el relativismo renuncia al
principio de contradicción ([[Brugger:Contradicción [Principio de]|Contradicción
[Principio de]]]) y a la validez universal de la verdad. — En cambio, no hay relativismo
cuando se admite que nuestro conocimiento puede, según sean la fuerza y demás
condiciones del conocer, comprender el objeto con mayor o menor perfección, pero nunca
de manera exhaustiva. Hay que añadir también que a menudo en nuestros conocimientos se
dejan sentir de hecho influencias distintas del puro objeto, pero semejantes influencias no
constituyen el fundamento de ninguna verdad relativa.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Relativismo
Relativismo ético o moral
Sofistas, los
– Autores
Platón
Relativismo valoral
Bibliografía
Relativo
Un ser es relativo en cuanto dice relación a otro o es portador de una relación. Relativo,
desde el punto de vista conceptual, es aquello que no puede definirse sin relación a otro ser,
v.gr., padre, hijo. — Relativo, desde el punto de vista del ser, es: 1.°, lo que posee el ser sólo
con relación a otro ente, v.gr., los accidentes; 2.°, aquello cuyo ser funda una relación real a
otro (todo ser finito). — Relativo, desde el punto de vista del valor, es lo que vale únicamente
de manera condicionada. — Relativo a menudo se toma como sinónimo de relacionado al
sujeto, subjetivo, o condicionado, debiéndose, en este caso, entender por condición aquello
de que una cosa depende en un orden cualquiera. — El calificativo de correlativo aplícase
solamente a lo que está en relación recíproca con otro ser, v.gr., mayor, menor. —
(Relación, Absoluto, Relativismo, [[Brugger:Relatividad [Teoría de la]|Relatividad [Teoría
de la]]]).
Bibliografía
Bibliografía
->Relación
Religión
Desde el punto de vista del ser, todas las cosas proceden de Dios y a Él aspiran también. Sin
embargo, únicamente el hombre tiene religión en tanto que como espíritu hace efectiva, libre
y consciente su relación a Dios, es decir, le conoce y acepta como su origen y fin. Por tratarse
del Altísimo, en dicho reconocimiento y aceptación reside el más elevado deber ético y la
más exquisita perfección del hombre. Sin religión queda deformado en lo que tiene de más
noble, por ricos que sean los dones y admirables las obras que pueda mostrar; es como un
bello engarce del que se ha arrancado la piedra preciosa. — En la religión, el hombre entero
se vuelve a Dios; por eso comprende todas sus fuerzas anímicas superiores: conocer, querer,
sentir. Mas porque la religión no tanto es un saber cuanto una entrega, aparece
principalmente como obra de la voluntad inserta en el sentimiento, ve el Ser absoluto de
Dios como Valor absoluto. Cuando modernamente suele darse a éste el nombre de
lo numinoso o lo santo, no hay que rechazar en sí tales denominaciones modernas; sin
embargo, es frecuente, al emplearlas, desligar el valor del ser y hacer la conducta religiosa
completamente irracional. De hecho, el Valor absoluto coincide con el Ser absoluto, como
también la entrega religiosa está vivificada por el saber que ciertamente no se presenta en
forma racional-discursiva, sino intuitivo-totalizadora o vivencial. Desde lo espiritual, la
religión proyecta también sus rayos sobre la vida sensitiva y el cuerpo; así se procura
expresión visible en la palabra, el ademán y el símbolo. De ahí, que una religión de pura
interioridad repugne a la naturaleza del hombre y deba marchitarse; por supuesto, los gestos
meramente exteriores no significan menos la muerte de la auténtica religión. Por último,
puesto que el hombre está inscrito esencialmente en la comunidad, la religión no puede
reducirse a asunto privado del individuo; antes bien, la comunidad ha de fomentarla, siendo
asimismo de notar que la vida religiosa no llega a pleno desenvolvimiento sino en la
comunidad. Como resulta de todo lo dicho, con la religión del espíritu subjetivo (religión
como acción y conducta) se une la religión en el sentido de espíritu objetivo y objetivado
(religión como doctrina, comunidad, instituciones, usos), que es fuente primordial o
precipitado y substrato de la primera.
Religión equivale a veneración de Dios, es decir, la religión ve a Dios como Persona, según
sabía ya el paganismo y muestra insistentemente la actual filosofía de la religión (Scheler).
Desde luego, la imagen de Dios dibujada por el paganismo es sumamente confusa. Además
de tributar honores divinos al Dios único, éstos son tributados también a fuerzas naturales
personificadas; tampoco se distingue bastante entre la Divinidad misma y su
imagen: idolatría. En el fetichismo se veneran como algo personal cosas materiales no a
causa de su relación de imagen, sino de un poder superior mágicamente ínsito en ellas. Al
obscurecimiento politeísta de la imagen de Dios se une el panteísta. Un panteísmo explícito
suprime, claro está, la auténtica religión, pues, las más de las veces. Dios queda substituido
por un fondo primitivo impersonal y en definitiva el hombre mismo es lo divino. Pero en
ningún pueblo la religión realmente vivida es un panteísmo de esta clase; a lo sumo reviste,
como en los indios, un matiz panteísta procedente del fundamento último establecido por la
concepción del universo. — Cuando se traslada a los valores terrenales el carácter absoluto
de Dios abrazándolos con entusiasmo religioso, háblase de un«sucedáneo de la religión».
Hasta aquí hemos tratado de la religión natural que brota de la naturaleza espiritual creada
del hombre. A ella se contrapone la religión positiva establecida o, por lo menos,
determinada en sus detalles por un acto positivo histórico, primero de Dios (Revelación) y,
luego, también del hombre (leyes escritas o no escritas). La religión escuetamente natural
no se encuentra en parte alguna, pero constituye el fondo sobre el que se dibuja toda religión
histórica. Sin embargo, el deísmo va demasiado lejos cuando, el excluir aquí, como en todas
partes, cualquier intervención de Dios considera intraspasable el espacio de la religión
natural. — Como que el hombre puede conocer inequívocamente su relación de criatura a
Dios y la revelación de Éste históricamente proclamada, no le es lícito permanecer
indiferente ante la religión en general ni ante una verdadera religión revelada; no le es lícito,
pues, adherirse al indiferentismo.
Lo mismo que Dios, también la religión se encuentra hoy en un cierto crepúsculo. La difusión
del ateísmo, sustrae su fundamento a la religión; en semejante teoría se desarrollan actitudes
pseudo-religiosas, que son los sucedáneos de la religión antes mencionados. Hay además
un humanismo que lucha contra toda religión porque cree que la consumación del hombre
exige su liberación de Dios. En consecuencia ya no se admite la oración como diálogo con el
tú divino, sino, a lo sumo, como una interiorización para incrementar las propias fuerzas
internas. En ello influye la opinión más o menos manifiesta de que el hombre es capaz de
resolverlo todo y por eso no tiene necesidad de la ayuda de Dios; según esa persuasión carece
de sentido en especial la súplica, puesto que Dios no interviene en el curso del mundo. Por
lo que se refiere en concreto al cristianismo, se niega que éste sea una religión, puesto que
procede de la acción divina, y se entiende por religión solamente los intentos de una unión
con Dios que emprende el hombre por sí mismo. Al mismo tiempo está en marcha una
purificación de la religión; a través de lo derivado se quiere alcanzar lo originario, por entre
la forma externa se busca el ímpetu personal, bajo el fundamento muerto del mundo se
pretende encontrar el tú divino vivo. El retorno va de las zonas exteriores, en las que el
hombre pasa de largo ante el misterio más hondo, hacia la profundidad interior, que es la
única dimensión en la que se abre el acceso a Dios. La filosofía contribuye esencialmente a
la realización de este retorno, pues ella misma depende absolutamente de él.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Antropología filosófica
Deísmo
Filosofía árabe
Ilustración
Religión
Religión, filosofía de la
Sentimiento moral
Símbolo
– Autores
Bergson, Henri
Feuerbach, Ludwig
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Nietzsche, Friedrich
Otto, Rudolf
Scheler, Max
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Weber, Max
La filosofía de la religión fue fundada como disciplina filosófica propia por el neokantismo.
La filosofía neokantiana de la religión reduce ésta a un particular «a priori» religioso. Esto
es verdad en tanto que el hombre por naturaleza sintoniza con lo religioso, pero el
neokantismo yerra cuando niega el ser al objeto de la religión.
Bibliografía
En la actitud religiosa del alma pueden repercutir efectivamente los más diversos estratos
psíquicos, ya sea reforzando la vivencia, ya falseándola (v.gr., en el pseudomisticismo). Pero
cuando algunos investigadores que se encontraron con lo religioso sin comprenderlo
internamente (Janet, Freud) pretendieron explicar toda vivencia religiosa recurriendo a lo
patológico o haciéndolo depender de lo sexual, dieron a entender con ello que desconocían
lamentablemente la sana experiencia religiosa. Comparada con el psicoanálisis de Freud, la
doctrina de C.G. Jung, que busca la fuente psicológica de la vivencia religiosa en
los arquetipos religiosos del «inconsciente colectivo» (siempre sano), significa una actitud
intelectual más ampliamente abierta a los valores psicológicos de lo religioso, pero
desatiende en exceso las esencialísimas fuentes primordiales de orden espiritual que la
vivencia religiosa posee en lo espiritual-consciente. El mismo arquetipo religioso podría muy
acertadamente interpretarse como la dinámica esencial (appetitus naturalis) del espíritu
creado hacia Dios, previa a toda vivencia consciente. En su despliegue pleno y maduro, el
acto religioso es un volverse del alma espiritual con la totalidad de sus disposiciones
hacia Dios como realísimo Valor supremo trascendente y operante en la vida, ante el cual se
sitúa el alma con las actitudes, que mutuamente se exigen y completan, de distancia,
mantenedora del respeto, y de amor, que desea la unión. Sin embargo, el respeto y el amor no
han de considerarse como pura conmoción emotiva, sino como actividades de toda el alma
en las que el «sí» voluntario que se dice a Dios y reconoce el Valor divino ocupa el centro de
la vivencia. La experiencia religiosa no es actuación de un sentido religioso especial,
existente junto a las facultades generales del espíritu, pero sí lo es de una disposición
religiosa alojada en lo más hondo del alma humana orientada hacia el Infinito. Esta
disposición no se halla limitada a determinados tipos de hombre, sino que tiene sus
cimientos en la naturaleza humana en cuanto tal. No obstante, necesita desarrollo y cultivo
mediante la educación, pudiendo atrofiarse si ésta falta.
Bibliografía
W.W. Meissner Annotated Bibliography in Religion and Psychology Nueva York, 1961
H. Pinard de la Boullaye Estudio comparado de las religiones 2 vols., 1964 (con copiosas
indicaciones bibliográficas y apreciación crítica de las investigaciones desde
Schleiermacher)
K. Girgensohn Der seelische Aufbau des religiösen Erlebens, 21930 (edit. por W. Gruehn)
(con un apéndice sobre el desarrollo de la psicología de la religión después de Girgensohn)
W. Gruehn Das Werterlebnis, 1924
del mismo Religionspsychologie, 1926
del mismo Die Frömmigkeit der Gegenwart, 1956
W. Keilbach Die Problematik der Religionen, 1936
A. Willwoll Vom Unbewussten im Aufbau des religiösen Erlebens en Rätsel der
Seele (editado por E. Spiess), Olten 1946
del mismo Über die Struktur des religiösen Erlebens en «Scholastik» 14 (1939), 1-21
S. Hess Das religiöse Bedürfnis Engelberg, 1935
A. Mager Mystik als seelische Wirklichkeit, 1946
T. Mainage Psychologie de la conversion París, 1915
A. Canesi Ricerche preliminari sulla psicologia della preghiera «Contributi del laboratorio
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M.T.L. Penido La conscience religieuse, 1936
J. Muñoz La experiencia religiosa en «Revista española de teología» 4 (1944), 655-684
A. Álvarez de Linera Psicología de los convertidos y psicología de la conversión en «Revista
de espiritualidad» 9 (1950), 135-160
A. Fernández Sobre la naturaleza de la experiencia religiosa en «Estudios filosóficos» 1
(1951-52), 111-137
3 (1953), 381-402
C. Vaca Ensayos de psicología religiosa Madrid, 1958
W. Pöli Psicología de la religión Herder Barcelona, 1969
A. Vergotte Psicología religiosa Taurus Madrid , 31975
R. Otto Lo santo, 1925
véase respecto a esta obra: J. Geyser Intellekt oder Gemüt, 1921
S. Freud Die Zukunft einer Illusion
G.W. Allport The Individual and his Religion Nueva York , 121973
C.G. Jung Psicología y religión, 1949
W. Hellpach Grundriss der Religionspsychologie, 1951
V. Rüfner Religionspsychologie heute en «Münchener Theologische Zeítschfrit», 1963
Rendimiento
Este término comparte todas las significaciones de trabajo, pero designa también su
resultado o éxito, o lo que entrega el que rinde. El motor tiene un rendimiento de tantos
caballos, la máquina tiene un rendimiento de tantas piezas por hora o día. El rendimiento,
afirmado de los hombres, significa sobre todo la acción humana que se eleva sobre la simple
mediocridad usual del trabajo, que entrega lo mejor que está en sus manos, que ofrece una
alta medida de esfuerzo corporal, espiritual o moral, que quiere mostrarse a sí misma y a los
otros lo que ella es capaz de «hacer» y que busca hasta el límite de lo posible la propia
confirmación en el éxito científico, artístico, deportivo, económico, o del tipo que sea. Esta
aspiración al rendimiento puede estar desarrollada muy distintamente según las
disposiciones naturales, la educación y las condiciones del entorno. El mundo actual no sólo
fomenta la tendencia al rendimiento, sino que concede a éste un alto reconocimiento e
incluso fuerza a rendimientos elevados, máximos y cimeros; quien no «rinde» no llega a
nada; en la vida económica sucumbe miserablemente quien no puede ofrecer un
rendimiento a la altura del mercado. Semejante sociedad de rendimiento saca del hombre
lo que late en él; los hombres débiles se ven sobrecargados; tal sociedad es en ese sentido
cruel. Los valores del ocio, de la concentración interior y de la profundidad quedan
lesionados. La rebelión actual contra la sociedad de rendimiento ha sido desatada por la
medida de stress, insoportable para muchos, y sobre todo por la experiencia de que cuanto
somos capaces de llevar a cabo con nuestro esfuerzo supremo en el ámbito político, social y
económico, no conduce a ninguna satisfacción última, y de que incluso la mayor abundancia
de bienes es incapaz de llenar el vacío interior.
El principio del rendimiento exige que se configure la sociedad humana en forma tal que en
ella se obtenga una medida máxima de «rendimientos», para llevar así a un desarrollo pleno
las disposiciones y facultades latentes en el hombre y, con ello, su personalidad. Sin
embargo, el antropólogo ha de preguntar qué medida de exigencia de rendimientos soporta
el hombre sin perturbaciones; el hombre ético debe recordar que sólo la aspiración al
rendimiento que tiende a «rendimientos» auténticos, es decir, dignos de su condición,
conduce al verdadero desarrollo de la personalidad. En la vida económica el principio de
rendimiento significa que la retribución, en especial el salario, ha de corresponder al
«rendimiento»: ya sea al esfuerzo del que rinde, ya sea al valor que esto tiene para el que
recibe el rendimiento (salario de rendimiento en contraposición al salario de horas). Se dan
con frecuencia peligrosos estímulos salariales que incitan al trabajador a sobrecargar sus
fuerzas.
Bibliografía
Verband für Arbeitsstudien REFA (edtr.) Leistungslohn heute und morgen, 1965
D.C. McClelland The Achieving Society Nueva York, 1961
del mismo véase en castellano : El motivo de realización puede desarrollarse ed. Deusto
Deusto, 1978
B. de Jouvenel Jenseits der Leistungsgesellschaft, 1970
G. Gäfgen Leistungsgesellschaft und Mitmenschlichkeit, 1972
A. Gehlen y otros autores Sinn und Unsinn des Leistungsprinzips, 1974
H. Heckausen y otros autores Das Leistungsprinzip in der Industriegesellschaft 1974
(Bibliografía)
G. Rocher Introducción a la sociología general Herder Barcelona , 61980 (motivación y
necesidad de éxito, p. 550-562)
Representación
Bibliografía
Bibliografía
de su escuela
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H. Kunz Die anthropologische Bedeutung der Phantasie, 1946
K. Jaspers Psicopatología general, 1951
A. Vallejo Nájera Tratado de psiquiatría , 31954
J.P. Sartre La imaginación Sudamericana Buenos Aires , 31973
M. Clark Logic and System La Haya, 1971 (sobre Hegel)
J.J. Chambliss Imagination and Reason in Plato, Aristotle, Vico, Rousseau and Keats La
Haya, 1974
Relacionado con...
– Conceptos
Diagramas de Venn
Mímesis
– Autores
Nietzsche, Friedrich
Platón
Schopenhauer, Arthur
Responsabilidad
Entrada escrita por Schuster
Bibliografía
M. Müller Ethik und Recht in der Lehre von der Verantwortlichkeit, 1932
E. Schlund Verantwortung, 1926
W. Bergmann Religion und Seelenleiden ii, 1927
A. Schüler Verantwortung, 1948
R. Zorn Autorität und Verantwortung in der Demokratie, 1960
del mismo Wissenschaft und Verantwortung, 1962
J. Maritain La responsabilità nel artista Brescia, 1963
Potere e responsabilità Brescia, 1963
R. Ingarden Über die Verantwortung. Ihre ontischen Fundamente, 1970
O.N. Derisi Los fundamentos metafísicos del orden moral, 21951
D. von Hildebrand Ética cristiana Herder Barcelona, 1962
J. Leclercq Las grandes líneas de la filosofía moral , 31966
J.M.a Díez Alegría Deber moral y responsabilidad en «Revista de Filosofía» 13 (1954), 172-
176
J. Schwartläder Responsabilidad en H. Krings, Conceptos fundamentales de filosofía, iii, p.
313-324 Herder Barcelona, 1979
W. Weischedel Das Wesen der Verantwortung, 21958
R. Wisser Verantwortung in Wandel der Zeit, 1967
Responsabilidad internacional
Entrada escrita por Zwiefelhofer
Bibliografía
Retribución
En sentido muy amplio se considera como retribución lo que corresponde a uno por su ser,
su dignidad y principalmente por sus obras. Es una exigencia de la justicia. En acepción
restringida, la retribución consiste en el premio debido o en el castigo merecido por las
acciones buenas o malas. El premio moral sigue a la acción buena en el testimonio de la
buena conciencia (conciencia moral), en el honor ético y en la estimación y buena
reputación; pero muy particularmente se encuentra en la perfección moral final del hombre
que se logra con la obtención de la felicidad eterna, justa recompensa también de la acción
buena libremente ejecutada. Este premio interno no suprime la aspiración a la
pura moralidad y al puro cumplimiento del deber; es, más bien, un reconocimiento de la
personalidad libre. El reproche de «afán de recompensa» (Kant y otros) no comprende el
carácter absolutamente ético del fin consistente en la perfección ni el valor decisivo del
mundo sentimental humano y de la tendencia naturalmente necesaria a la felicidad. El
premio moral supone el mérito, es decir, el merecimiento de recompensa basado en la libre
realización personal del bien. En la educación y en la vida de la comunidad se emplean
asimismo legítimamente recompensas y distinciones como motivos éticamente justificados.
El castigo consiste en la irrogación de un mal físico a causa de un mal moral. Es la justa
retribución por el mal o acción culpable. La transgresión de la ley divina encuentra su
correspondiente castigo en el malogramiento del fin último moral por la pérdida de la eterna
felicidad. — El premio y el castigo morales, en cuanto anunciados por el legislador humano
o divino, poseen el carácter de sanción, es decir, garantizan la observancia de la ley al unir
las exigencias supraindividuales del bien moral con la verdadera felicidad del individuo.
Puesto que la sanción se dirige por la representación de este encadenamiento a la voluntad
libre, hace el bien moral muy atractivo para el hombre sin hacerlo físicamente necesario, lo
que sólo podría ocurrir coaccionando a la persona humana. — Por eso, todo castigo, incluso
el impuesto por el estado, incluye necesariamente la retribución por la violación libre y
culpable del derecho. La negación de la libertad y de la retribución conduce a la supresión
del derecho penal y de la dignidad moral del hombre. Sin embargo, en la sanción humana la
medida de la retribución no se determina por la interna medida de la malicia que sólo Dios
juzga, sino por los fines de intimidación ycorrección propios del castigo, necesarios para el
bien común. (Expiación, Culpa).
Bibliografía
D. von Hildebrand Zum Wesen der Strafe en Zeitliches im Lichte des Ewigen, 1932 p 47ss
J. Betschart Das Wesen der Strafe Einsiedeln, 1939
V.M. Minteguiaga La moral independiente y los nuevos principios del derecho , 31906
O.N. Derisi Los fundamentos metafísicos del orden moral, 21951
A. Marc Dialectique de l'agir París, 1954
J. Leclercq Las grandes líneas de la filosofía moral , 31966
M. Scheler Ética 2 vols., 21949
A. Kaufmann Schuld und Strafe, 1966
Más
Bibliografía
en ->Derecho penal
Revelación
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Biblia
Romanticismo
El romanticismo como movimiento se extiende desde fines del siglo xviii a mediados del xix.
Sin embargo, su influjo perdura hasta hoy; esto se aplica sobre todo a Alemania, donde tras
la primera guerra mundial se verificó un nuevo encuentro con él. Característica peculiar del
romanticismo es que abarca y comprende la vida espiritual en su entera amplitud. Por lo que
respecta a la filosofía en particular, hay filósofos que pueden llamarse
románticos (Schleiermacher y, sobre todo, Schelling) y un romántico, por lo menos,
merecedor de que se le incluya entre los filósofos (Fr. Schlegel).
Bibliografía
Sabiduría
La sabiduría no es un saber cualquiera, sino un saber que versa sobre lo esencial, sobre las
causas y fines últimos del ente, es una consideración y apreciación de lo terreno a la luz de
la eternidad (sub specie aeternitatis), un saber que da prueba de. fecundidad porque asigna
a todas las cosas el lugar que les corresponde en la ordenación jerárquica del universo, según
la sentencia de santo Tomás frecuentemente repetida: «Sapientis est ordinare»: ordenar es
cosa propia del sabio. La forma científica no es esencial a la sabiduría, pero sí la conformidad
del obrar y del saber. Santo Tomás distingue tres grados de sabiduría: el primero, es la
intelección modeladora de la vida resultante de la meditación filosófica, sobre todo
metafísica. Encima se encuentra la sabiduría procedente de la fe y de la ciencia teológica, la
cual ordena todas las cosas en el conjunto del mundo sobrenatural que comprende cielo y
tierra. El tercer grado lo constituye la sabiduría como don del Espíritu Santo; con ella el
hombre que ama a Dios ya no comprende con el solo esfuerzo propio, sino que a la luz de la
divina inspiración, «experimentando lo divino» (cognitio per
connaturalitatem; Experiencia), se siente adherido a ello y persigue con amoroso gozo el
orden que Dios ha querido en todas las cosas.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Prudencia
– Autores
Platón
Santidad
En la moderna filosofía de los valores y de la religión se considera lo santo como el valor más
elevado, específicamente distinto de todos los demás y propio de lo divino; a él se dirige
la religión. Según R. Otto, lo santo es ante todo lo «numinoso» y, como tal,
algo irracional que únicamente puede caracterizarse por su acción sobre el sentimiento
como mysterium tremendum y a la vez fascinosum, es decir, como fuerza misteriosa,
superpotente, ante la cual la criatura se asusta y estremece y que, sin embargo, la arrebata y
beatifica. La concepción opuesta de Kant, demasiado racional, entiende la santidad como
«plena adecuación de la voluntad con la ley moral». Frente a Otto hemos de resaltar que la
santidad no es primariamente una cosa («lo» santo), sino «el» Dios santo en su
incomprensible, pero no enteramente irracional (Analogía) plenitud de ser y valor; y frente
a Kant tenemos que insistir en que la santidad «moral» no es adecuación a una «ley»
evidente, sino la autorrealización amorosa y no menos misteriosa de la mencionada santidad
«ontológica».— Criaturas, personas y cosas son sagradas (sacer, sacral) en tanto están
consagradas de manera especial a Dios y a su culto (Religión). Bajo otro aspecto las personas
se llaman santas en tanto que, por su vida moral perfecta, están unidas con Dios y son
semejantes a él.
Bibliografía
Sensación
El lenguaje corriente designa con este término cualquier vivir inmediato consciente, darse
cuenta, sentir. La psicología actual entiende por sensación el elemento último de la
percepción sensorial, v.gr., azul, dulce (sensación en sentido estricto). Ésta constituye
siempre una parte de un complejo mayor; aquí, de una percepción, v.gr., de una casa que
estoy viendo. — Condiciones de la sensación: En la base de la visión de una casa se
encuentran excitantes del mundo exterior, a saber, ondulaciones del éter que son reflejadas
irregularmente por la casa y producen una imagen en la retina. A esta excitación sigue otra
en el nervio óptico y, por último, en la corteza cerebral. La imagen psíquica consciente de la
casa con su forma, color y tamaño está exclusivamente vinculada a esta pequeña imagen
corporal. Estas condiciones corporales se denominan excitantes, de los cuales unos son
exteriores al organismo y de varia índole: mecánicos, acústicos, ópticos, etc.; y otros,
interiores, encontrándose en los órganos de los sentidos y nervios. A los diversos sentidos
corresponden en el cerebro diversas regiones: esfera visual, esfera auditiva, etc. La actividad
nerviosa y el acto consciente paralelo a ella se llaman actividad psicofísica.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma de los brutos
Cerebro, el
Empirismo
Estética trascendental
Fórmula de Weber
Percepción
Sensación
Sentimiento
– Autores
Locke, John
Platón
Sensibilidad
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma
Analítica trascendental
Entendimiento
Estética trascendental
Sublime
Vida
Sensualismo
Bibliografía
K. Bühler Tatsachen und Probleme zu einer Theorie der Denkvorgänge en «Archiv für die
gesamte Psychologie» 11 (1907), 297ss
12 (1908) lss
J. Fröbes Lehrbuch der experimentellen Psychologie , 31929 t. i, sec. 3, c. 6 [trad.
cast.: Tratado de psicología empírica y experimental, 2 vols., 41950]
J. Lindworsky Psicología experimental descriptiva y teórica , 41963
A. Willwoll Anschauung und Denken im Begriffserlebnis en «Beiträge zur
Problemgeschichte der Psychologie», 1929
G. Siegmund Erkenntnisse aus Erfahrungen mit Taub-Blinden en «Scholastik» 33 (1958),
186-208
W. Wundt Logik t. i , 31906
Th. Ziehen Leitfaden der Psychologie, 1920
Relacionado con...
– Conceptos
Filosofía latinoamericana
Sentido
Este vocablo se usa en acepción subjetiva y objetiva. Tomado subjetivamente, diremos ante
todo que hay tantos sentidos (1) como potencias del hombre y del animal encaminadas a
aprehender inmediata o intuitivamente los fenómenos del mundo corpóreo. Aun siendo en
sí algo anímico, las facultades sensoriales están esencialmente ligadas a órganos corporales
(Conocimiento sensorial). Distínguense sentidos externos, que de las impresiones recibidas
por primera vez forman las sensaciones, y sentidos internos, que elaboran ulteriormente el
material de aquéllas. — El significado de la palabra sentido hasta ahora descrito se aplica
también, ampliado, a la vida del espíritu. Por sus sentidos el hombre es sensible a los colores,
sonidos, etc. Por eso, cuando uno es abierto, receptivo para algo, y esto se le hace fácilmente
accesible, dícese que posee el sentido (2) de aquello, v.gr., de la música, de lo religioso. —
Tales disposiciones tienen como raíz común el sentido del hombre, entendido (3) como el
medio espiritual que le da acceso a todo, relaciona con todo y es la fuente de donde proceden
su pensar y querer.
Tomado objetivamente, el vocablo «sentido» (4) denota aquella cualidad del objeto que
corresponde al sentido existente en el hombre (3), aquella cualidad, afín a su comprender
intelectual, que hace al ente accesible o comprensible. En este caso el sentido mira
primeramente a aquello para lo cual algo existe: sentido teleológico (5). La cualidad de estar
dirigida u orientada a un fin constituye el sentido de una cosa en tanto que la hace
comprender en su peculiaridad o, por lo menos, en su existencia. Así hablamos del sentido
de la vida, de la historia, del mal, de una acción o de un fenómeno (v.gr., la posición
cambiante de las hojas de las plantas), de una institución (v.gr., de las universidades). Al
carácter predominantemente dinámico del sentido teleológico únese otro más estático:
el sentido de la forma (Gestalt). Decimos que la estructura de la parte está dotada de sentido
cuando sirve al todo, e igualmente lo decimos de la estructura de éste (v.gr., del ojo) cuando
corresponde a su fin. Dinámicas y estáticas a la vez son las «estructuras de sentido»
descubiertas por las ciencias del espíritu en la actuación y en las creaciones de éste,
estructuras comprensibles desde el ángulo de los valores que las determinan
teleológicamente en su sentido. El sentido teleológico exige siempre que el fin sea asequible
y esté dotado de sentido; de lo contrario, la tendencia a dicho fin carecería de él. — Aquí se
manifiesta el fondo último del término sentido. Fin y valor reciben del ser su cualidad de
poseer sentido; el ser lo posee en sí y por sí debido a que se justifica por sí mismo tanto en
orden a la comprensión como en orden a la aspiración o tendencia: sentido metafísico (6).
Ser y sentido coinciden y en Dios esta coincidencia es absoluta. Lo finito participa de tal
identidad en la medida y el modo de su ser; si no tiene su sentido pleno en sí mismo, dicho
sentido se consuma en otro ente al cual está ordenado. Por consiguiente, puesto que el ser
posee sentido en sí, éste no le viene de un irreal reino del valer que como mundo propio se
contrapusiera al ser (neokantismo badense). Incluso cuando el hombre con su crear cultural
produce sentido dentro del ser no hace sino presentar de manera creadora el que ya se
encontraba en el ente.
Ligado al sentido objetivo está el sentido semántico (7), es decir, la referencia indicadora
propia de un signo respecto a lo significado, o a su significación (v.gr., el sentido del apretón
de manos). Reviste una importancia especial el sentido que se da en nuestras palabras y
frases (lenguaje).
Hoy día se ha hecho central la pregunta sobre el sentido, y es notoria la experiencia de que
todo sentido parcial encuentra su consumación en un último sentido total. Pero éste
desaparece en la pérdida o el vacío de sentido, con lo cual surge el aburrimiento y el hastío;
es más, p. ej., en Sartre, el sentido total es negado explícitamente. Muchos se ven
confundidos por la avalancha del contrasentido, que no les permite descifrar lo que está lleno
de sentido. Por lo que respecta a la identidad entre ser y sentido, ellos opinan que ésta está
refutada o por lo menos enteramente problematizada a causa de los acontecimientos. No
obstante, al mismo tiempo hay algunos que se ven conducidos de nuevo y más
profundamente a Dios por la pregunta del sentido. Mientras que el sentido se pierde en la
masa, lo mismo que se olvida el ser en el ente y con ello Dios, el sentido irradia por el hecho
de que se abre de nuevo la profundidad más íntima de todo y el hombre se hace receptivo
para éste.
Bibliografía
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– Conceptos
Alienación
Alma
Alteridad
Antinomias kantianas
Antropología
Antropología filosófica
Arkhé
Atomismo
Bien
Categoría
Cuidado
Cultura
Darwinismo social
Descripción definida
Deseo
Dialéctica trascendental
Disyunción
Empirismo
Escuela escocesa del sentido común
Fenomenología
Filosofía de la vida
Filosofía latinoamericana
Fin
Hermenéutica
Historia, filosofía de la
Libertad
Locura
Logocentrismo
Logos
Marxismo
Mito
Mundo
Nada
Nihilismo
Objetivación
Objetivo
Orden
Prejuicio
Presupuesto
Revolución
Sentido
Sentido común
Ser
Símbolo
Teoría del conocimiento
Tiempo
Técnica
Verdad
Verdad, teoría de la correspondencia
– Autores
Aristóteles
Baudrillard, Jean
Davidson, Donald
Derrida, Jacques
Galilei, Galileo
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Hume, David
James, William
Lévi-Strauss, Claude
Nietzsche, Friedrich
Parménides de Elea
Platón
Reid, Thomas
Ricoeur, Paul
Rorty, Richard
Sartre, Jean-Paul
Wittgenstein, Ludwig
Sentimiento
Especial relieve dentro del ámbito de la afectividad posee lo que la lengua alemana significa
con el término Gemüt. Este vocablo, sin equivalente en español, pero traducible tal vez (con
inexactitud) por «contextura afectiva», denota la íntima y perfecta unidad, en la vida
afectiva, de lo espiritual «y» lo sensitivo. En este sentido, suele contraponerse el hombre
dotado de tal «contextura» al unilateral «hombre de inteligencia y de voluntad». La
«contextura afectiva» penetra enteramente la vivencia del valor en las esferas individual y
social, y, no en último término también, religiosa y ética. Mientras una falsa «contextura
afectiva» (excesivamente artificial, que degenera en sentimentalismo al prevalecer el
sentimiento y desbordarse) carece de todo valor en la vida psíquica, y, por otra parte, una
«contextura afectiva» anormalmente pobre suele ir asociada a una deformación y hasta
mutilación de dicha vida psíquica (y puede incluso favorecer de muchas maneras ciertas
inclinaciones criminales), un vivir dotado de auténtica y vigorosa «contextura afectiva» es,
en cambio, una fuerza poderosa en la vida del alma y constituye un elevado objetivo de la
formación del carácter.
Bibliografía
Ser
Desígnase con este nombre aquella perfección por la cual algo es ente (ens); la diferencia
entre ser y ente se llama en Heidegger diferencia oncológica, por cuanto el ser se presenta
como fundamento (logos) del ente. Éste no coincide con lo sensorialmente perceptible, como
los positivistas creen; ya Platón tildaba de «profanos» a quienes sólo consideraban como
ente aquello que podían coger con las manos. El ente no constituye tampoco un círculo
particular junto a otros a él equiparados, según pretende el pluralismo, al que
reiteradamente se inclina la actual filosofía de los valores ([[Brugger:Valores [Filosofía de
los]|Valores [Filosofía de los]]]). Pues lo único que distingue de la nada a una cosa es que
posee ser o es un ser; una realidad que nada tuviera que ver en absoluto con el ser, que, por
lo tanto, no apareciera de ninguna manera como ente, no sería algo, sino nada. Por
consiguiente, puesto que «todo» entraña la perfección del ser, el concepto de ente, como
omnicomprensivo o universaslísimo, tiene fundamento objetivo; no es un vocablo vacío o
una pura ficción de nuestro entendimiento. En tanto que este concepto, debido a su
amplísima extensión, trasciende todos los dominios particulares, recibe el calificativo de
trascendente y también de trascendental (Trascendencia lógica). Atendiendo a su contenido,
expresa sólo esta única nota determinativa: que a algo (Esencia) le corresponde el ser; en
consecuencia, puesto que prescinde de todos los determinativos particulares de contenido,
es el concepto más indeterminado; pero no por ello coincide en modo alguno con la nada,
como Hegel enseña. La peculiaridad señalada muestra al ente como el supremo y verdadero
concepto primitivo irreducible a cualquier otra cosa, al cual todo lo demás debe reducirse y
desde el que todo ha de entenderse. El ser, en efecto, es la perfección primera y fundamental
de todo ente cuyas restantes perfecciones se presentan como participación en el ser, como
ser así o ser de otra manera.
De conformidad con su sentido primitivo, ser significa existir realmente; así el ente (1) es en
primer lugar lo existente, es decir, algo a lo cual corresponde actualmente el ser. Ahora bien,
puesto que lo finito sólo «tiene» ser y, en consecuencia, no existe necesariamente, su existir
se basa en un poder ser o en la pura posibilidad; tomado, por lo tanto, en acepción amplia,
el ente (2) abarca también lo posible denotando entonces algo a lo cual corresponde o puede
corresponder el ser. Todos los otros significados se reducen a este sentido primitivo; por eso
fuera de la existencia no se da ningún modo de ser enteramente sustantivo. En particular,
el ser ideal no contiene más que las estructuras esenciales de lo existente (actual o posible);
patentizadas y desligadas por abstracción, poseen necesidad y eternidad que, en última
instancia, se fundan en el ser divino. El ser lógico expresado en la cópula del juicio («es»)
tiene también sus raíces en la existencia, pues enuncia un existir real o ideal. Finalmente, lo
mismo cabe decir del ser intencional del conocimiento conceptual, puesto que sus
contenidos son sólo traducción del ente. Incluso el ente de razón dice relación indirecta al
ser por su fundamento entitativo.
La pregunta acerca del ser afecta al fundamento más íntimo gracias al cual todo ente es.
Revelar esto que es lo más profundo constituye la esencia del espíritu, «el» deseo de la
filosofía occidental desde los griegos. En esta cuestión trátase siempre, en última instancia,
de pasar del ente finito, que sólo tiene ser o participa de él (de ahí, lo con-creto [del
latín concretum = con-crecido] de nuestro concepto de ente = lo que tiene ser) al Ser infinito
que es esencialmente el Ser (en toda su plenitud) y se llama, por ello, el Ser mismo (ipsum
esse) (Subsistencia). De lo dicho se originan ya en Aristóteles dos problemas parciales: el del
«ente en cuanto tal» con la escueta forma (acto) abstracta de ser, y el del «Ser divino» como
forma (Acto) pura y subsistente. Ambos están en la más estrecha relación, pues el ser del
ente finito es aquello «último» con lo cual se halla arraigado en el Ser infinito. Debido a este
entrelazamiento, el Estagirita asigna ambos problemas a una ciencia única, aunque bipolar,
a la que denomina «filosofía primera», porque está dirigida al Primero, y que más tarde
recibirá el nombre de meta-física, porque se pone al servicio de quien trasciende lo físico y
finito. Hoy los dos polos se perfilan comoontología y teología natural, que versan
respectivamente sobre el ente en cuanto tal y el Ser divino. No pocas veces la ontología
nacida en nuestros días conoce sólo al ente en cuanto tal, convirtiéndose en una filosofía de
la finitud, mientras el panteísmo hace que aquél se derrame en el Ser divino.
Los temas de la ontología muestran las cuestiones planteadas por el ente como tal y el ser en
general. En primer lugar hay que poner de relieve la esencia de ambos. Del ente finito
extraemos ante todo el ente en cuanto tal que esencialmente conduce al Ser subsistente como
a causa o fundamento originario. Acuñado desde allí en su peculiaridad, aparece como
núcleo metafísico y precisivamente inmaterial (es decir, prescindiendo de la materia y
trascendiéndola de algún modo) de lo físico y corpóreo. Puesto que el ente abraza modos tan
esencialmente diversos de ser como el Ser infinito y el finito, a su trascendencia se une
la analogía. El problema de cómo es posible en general el ente finito lleva a la distinción de
esencia y existencia que, como potencia y acto o principios del ser, constituyen la estructura
de lo finito. — En segundo lugar, se trata de investigar las propiedades esenciales del ser que
caracterizan a todo ente y reciben, por lo mismo, el nombre de trascendentales. Estas
propiedades son: unidad,verdad, bondad (Valor) y belleza. Conexas con ellas están las leyes
absolutamente válidas del ser (principios de contradicción y razón
suficiente, causalidad y finalidad). — En tercer lugar, ha de considerarse la diferenciación
del ente en los dominios particulares de las categorías; pues sólo así se interpreta
plenamente su esencia en la dirección del ente finito. Por lo que respecta a este punto hay
que estudiar ante todo la dualidad de substancia y accidente. Entre los accidentes,
la relación desempeña un papel especial señaladamente en forma de causalidad. Es decir, la
relación ata la multiplicidad de lo finito en una unidad, uniendo luego a ésta con el Ser
infinito. A este respecto ha de tenerse en cuenta no sólo la relación categorial, sino también
la trascendental.
Bibliografía
->MetafísicaOntología
Santo Tomás de Aquino De ente et essentia
Cayetano Comentario al «De ente et essentia» ed. Laurent, 1934
G. Hegel Logik, i: Die Lehre vom Sein
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N. Balthasar L'abstraction métaphysique et l'analogie des êtres dans l'être, 1935
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Hegel ->a)
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A. Guggenberger Der Menschengeist und das Sein, 1942 (sobre N. Hartmann)
S. Gómez Nogales La abstracción del ser y el existencialismo en «Pensamiento» 10 (1954),
5-33
P. Aubengue Le problème de l'être chez Aristote, 1962
G. Huber Das Sein und das Absolute, 1955 (para la antigüedad)
J. Gómez Caffarena La noción tomista de ser como «acto intensivo» en «Pensamiento» 18
(1962), 63-67
A. Haven La communication de l'être d'après St. Thomas d'Aquin i' París, 1957
J. Hegyi Die Bedeutung des Seins bei den klassischen Kommentatoren des hl. Thomas von
Aquin, 1959
W. Brugger Kant und das Sein en «Scholastik» , (1940) 363-385
M. Heidegger Kants These über das Sein, 1963
R. Guilehad Être et liberté, 1965 (ref. a Heidegger)
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– Conceptos
Alienación
Alma
Alma de los brutos
Alétheia
Analítica trascendental
Animales, derechos de los
Antropología filosófica
Argumento dominador
Aristotelismo
Atomismo
Bello
Bien
Biología, filosofía de la
Buen salvaje
Cambio, movimiento
Caos, teoría del
Categoría
Cerebro, el
Ciencias cognitivas
Cinco vías
Confirmación, paradojas de la
Cualidad
Cuidado
Cultura
Darwinismo social
Dasein
Definición, reglas de la
Descripción definida
Deseo
Designio, prueba por el
Determinismo
Devenir
Dialéctica trascendental
Diferencia
Différance
Dios
Dios, pruebas de la existencia de
Dýnamis
Eidos
Empirismo
En sí y para sí
Entendimiento
Escuelas y filósofos presocráticos
Estado de naturaleza
Estoicismo
Estética trascendental
Eternidad
Evolución
Existencia
Existencialismo
Existenz
Explicación científica
Filosofía de la técnica
Filosofía latinoamericana
Filosofía medieval
Finitud
Giro copernicano
Hermenéutica
Hombre
Hominización
Humanismo
Identidad
Individuo
Inducción
Inducción, clases de
Infinito, infinitud
Inteligencia artificial
Intencionalidad
Kant: ética de
Kínesis
La mismidad
Ley científica
Libertad
Locura
Logos
Lógica
Lógica, historia de la
Marxismo
Mecanicismo
Meme
Mental
Mileto, escuela de
Mill, cánones de
Mito
Mito de la caverna
Muerte
Mundo
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Mímesis
Nada
Nihilismo
No ser
Número
Orden
Origen de la vida
Otro, el
Ousía
Participación
Platonismo
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Anaxágoras
Anaxímenes
Aquino, Tomás de (santo)
Aristóteles
Bergson, Henri
Bloomfield, Leonard
Campanella, Tommaso
Cicerón, Marco Tulio
Copérnico, Nicolás
Deleuze, Gilles
Derrida, Jacques
Descartes, René(Cartesius)
Dewey, John
Duns Escoto, Juan
Empédocles
Feuerbach, Ludwig
Fichte, Johann Gottlieb
Gadamer, Hans Georg
Gorgias
Guisán, Esperanza
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Heráclito de Éfeso
Hildegarda de Bingen
Hobbes, Thomas
Llull, Ramon
Locke, John
Lévi-Strauss, Claude
Maquiavelo, Nicolás
Marx, Karl
Nietzsche, Friedrich
Occam, Guillermo de
Ortega y Gasset, José
Parménides de Elea
Platón
Plotino
Popper, Karl Raimund
Protágoras
Quine, Williard Van Orman
Rorty, Richard
Rousseau, Jean-Jacques
Russell, Bertrand
Santayana, George
Sartre, Jean-Paul
Spinoza, Baruch de
Stein, Edith
Voltaire
Weil, Simone Adolphine
Wittgenstein, Ludwig
Wollstonecraft, Mary
Zubiri, Xavier
En la percepción sensible sólo se nos dan las cualidades sensoriales, como el color, la dureza,
la forma espacial, la sucesión temporal del movimiento. En el juicio, por el contrario,
predominantemente determinamos y ponemos lo percibido como algo a lo que corresponde
el ser con independencia de nuestra percepción. Donde más claro aparece esto es en el
auténtico juicio de existencia (por ej.: «la puerta está ahí»). Pero también cuando el
predicado no es simplemente la existencia, sino una determinada manera de ser (por ej.:
«esta puerta es de madera»), el «es» de la cópula señala por lo regular que a una cosa
existente en sí le corresponde realmente una determinada manera de ser. En los juicios a
priori, en los que se atribuye una determinación a una totalidad de objetos (p. ej.: «el todo
[cualquier todo] es mayor que su parte»), con frecuencia se niega la relación con el ser real.
Cierto que aquí no se pone como existente lo designado en el sujeto del juicio. Pero también
en ese caso, la intención predominante del que juzga no es hacer un enunciado sobre lo
meramente posible, sino, por lo menos en primera línea, hablar de lo existente, por ej.,
afirmar de cualquier todo existente que es mayor que su parte; el «ser mayor» afirmado es
también un «ser».
Mas por el mero hecho de que en el juicio algo es pensado y puesto como ente, no se ha
demerrorostrado todavía que esto se haga con razón; pues, lo mismo sucede también en
el error. El saber sobre laverdad de la enunciación del ser exige una evidencia — en definitiva
inmediata — del ser de un ente, pues una conclusión a partir de fenómenos meramente
sensibles o de contenidos puramente intelectuales al ser real, incurre en el defecto de
la metabasis eis allo genos (demostración). La evidencia inmediata del ser no puede hallarse
en el conocimiento sensorial (abstracción), sino sólo en el «retorno del espíritu hacia sí
mismo» (reditio completa, yo), en el que el ser real del propio yo o mismidad ciertamente
no está dado en una intuición intelectual estricta, pero sí en la conciencia que acompaña a
todos los actos espirituales. Puesto que esta conciencia de sí mismo es
condición trascendental de la posibilidad de todo otro conocimiento del ser, no hay ninguna
oposición entre el método trascendental y el «método de la evidencia», a no ser que se
entienda por «evidencia» solamente el mostrarse inmediato del objeto de la intuición
sensible y el descubrimiento de principios generales del conocimiento. Sobre la pregunta de
la evidencia mediata del ser, realismo.
Bibliografía
Los grados del ser estructuran en su diversidad y concierto el orden del universo. El acceso
a ellos nos lo abre el hombre en quien todos convergen como en un centro. Él,
como microcosmos (universo en pequeño) refleja el macrocosmos (universo grande).
Dentro del hombre se compenetran ante todo los dos dominios fundamentales de lo
espiritual y lo corpóreo que en él se reúnen para constituir «una» naturaleza o esencia. En
ésta el espíritu es la realidad más poderosa por la plenitud y profundidad del ser. Más aún,
según santo Tomás de Aquino, representa el tipo más elevado de ser, el grado supremo de
vida, pues entraña una cierta infinitud. — Desde el hombre los grados del espíritu ascienden
hacia lo que está por encima de aquél y los del cuerpo descienden hacia lo infrahumano.
El espíritu del hombre está dotado de infinitud por lo que respecta a su acción en cuanto que
su conocer y querer pueden abarcarlo todo en general y en este sentido es «de algún modo
todas las cosas» como dicen Aristóteles y Santo Tomás. Sin embargo, es a la vez finito en su
ser y está sometido por su cuerpo a la espacialidad y a la temporalidad, de tal suerte que
debe conquistarlo todo con su pensamiento conceptual que parte de la intuición
sensible. Aristóteles vio ya que por encima del espíritu humano era posible un espíritu puro,
o sea, exento de lo corpóreo, pues tampoco aquél en su obrar necesita del cuerpo más que
como condición previa, ni éste le es necesario en modo alguno como principio coactuante,
estando lejos asimismo de depender en su ser respecto al cuerpo dado que después de la
muerte perdurará inmortal sin él. Espíritu puro es ante todo Dios, que, siendo el Ser, es la
plenitud absoluta o simplemente infinita. Por eso, con su visión intelectual lo abarca todo en
cada momento; Él, origen de todas las cosas, las contempla a todas en cuanto proceden de
Sí mismo. Según la revelación cristiana, hay todavía por debajo de Dios espíritus puros
finitos. Cada uno de ellos participa, conforme a su situación en la escala del ser, de la visión
creadora de Dios, quien desde el principio imprime en ellos una copia de sus ideas.
Los peldaños que constituyen la escala del ente intramundano son verdaderos grados del
ser, puesto que el ente existe únicamente porque participa (Participación) de él (Ser). Frente
a esta concepción, N. Hartmann no ve más que estratos del ente intramundano sin flexión
interna (Analogía) del ser. Como ley suprema de la estratificación establece la siguiente: los
estratos superiores no proceden de los inferiores, y, por lo mismo, tampoco cabe reducirlos
a ellos; dependen, sin embargo, de los inferiores en el sentido de que sin éstos no existirían.
— Obsérvese que este último aserto sólo con limitaciones es aplicable al espíritu humano y
en modo alguno lo es al espíritu puro.
Bibliografía
Ser espiritual
Esta denominación puede designar tanto el espíritu subjetivo como el objetivo. Por lo que
toca al espíritu subjetivo o al espíritu en cuanto sujeto individual activo, Espíritu, Alma.
El espíritu objetivo está constituido por aquel mundo de objetos que el espíritu subjetivo no
encuentra, sino que produce en sí mismo. Pero ese espíritu subjetivo creador no es cada
individuo de por sí, sino la comunidad espiritual, elespíritu colectivo, v.gr., de una familia,
de un pueblo. Espíritu objetivo es, por lo tanto, el conjunto y unidad del contenido creador
de una comunidad, el conjunto de aquel mundo cultural con que se relacionan el pensar y el
querer de los individuos, o sea, el mundo de la realidad cultural (Cultura, Ciencias del
espíritu): la lengua, la moralidad, el arte, la ciencia, la religión, etc. No deben confundirse
con este objeto interior al espíritu las realizaciones materiales exteriores del mismo. Para
distinguirlas del espíritu objetivo se las denomina objetivaciones del espíritu o espíritu
objetivado. No obstante, entre éstas y el primero reinan estrechas relaciones como
claramente se ve de manera especial en el arte, para el que la objetivación es absolutamente
esencial.
Bibliografía
Sexualidad
En los seres vivos superiores la propagación está ligada la mayoría de las veces a la
cooperación de diversos sexos. Con ello se funda frecuentemente un vínculo social, que en
el hombre sirve entre otras cosas a la crianza de la descendencia. Un desarrollo no
perturbado de la sexualidad y de la relación con ella reviste una importancia decisiva para el
encuentro de sí mismo y para la capacidad de comunicación de la persona. La gran fuerza
pulsional de la sexualidad, por una parte, y la reducción de inhibiciones instintivas, por otra,
exigen una regulación e institucionalización de las formas de conducta sexual (matrimonio).
Los roles sociales de hombre y mujer no sólo están condicionados por la naturaleza, sino
que, en parte, son resultado de evoluciones culturales. En ese resultado se reflejan las
exigencias de la paternidad y de la sociedad matrimonial.
Bibliografía
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– Conceptos
Complejo
Signo
Entrada escrita por Santeler-Brugger
es todo aquello que, previamente conocido, conduce al conocimiento de otra cosa. Para que
el signo pueda cumplir su misión ha de haber una relación cognoscible entre él y lo
significado. Si esta relación está dada por la naturaleza tenemos un signo natural, v.gr., los
gritos del niño como expresión de dolor y, en general, los movimientos expresivos. Si, por el
contrario, la relación se establece arbitrariamente, resulta un signo convencional. A esta
clase pertenecen el lenguaje y la escritura en su forma desarrollada. El símbolo se encuentra
aproximadamente en el punto medio de la distancia que separa ambas clases de signos. De
conformidad con su finalidad, los signos son sólo manifestativos o también representativos,
según que se reduzcan a indicar o manifestar algo (como el reloj señala las horas) o
representen de alguna manera lo significado (v.gr., las llaves de la ciudad entregadas al
vencedor como signo de la rendición de la misma). La teoría del signo se ha desarrollado
últimamente con gran intensidad en conexión con la logística y los esfuerzos encaminados a
la creación de un lenguaje técnico exacto. Entiéndese en ella por signífica la teoría general
de los medios de comprensión o comunicación entre los hombres; porsemiótica, el tratado
que versa sobre las estructuras de las series significativas; por semántica, la teoría general
de las relaciones entre el signo y lo significado; por sintáctica o sintaxis, la teoría de las
relaciones de los signos entre sí; por Pragmática, la teoría de las relaciones entre los signos
y los hombres que han de utilizarlos. — Los signos poseen grandísima importancia para toda
la vida social humana; sin signos no es posible lenguaje alguno ni, por lo tanto, la cultura.
La necesidad del uso de signos es consecuencia de la estructura anímico-corpórea del
hombre.
Bibliografía
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– Conceptos
Hermenéutica
Signo
Símbolo
– Autores
Derrida, Jacques
Silogismo categórico
es aquel silogismo que consta sólo de juicios categóricos o sea, de juicios que directamente
enuncian algo de un objeto, no sólo conexiones entre enunciados. La forma más sencilla de
silogismo categórico es el silogismo constituido por dos premisas y una conclusión. La
conveniencia entre sujeto (S) y predicado (P) se infiere de que tanto el primero como el
segundo se identifican con un término medio (M) común. Esta identidad se expresa en las
premisas (mayor y menor).
Bibliografía
Silogismo hipotético
Entrada escrita por Brugger
es aquel silogismo cuyas premisas contienen por lo menos un juicio hipotético (en sentido
lato). En el silogismo condicional, de varias proposiciones condicionales puede concluirse
otra en la forma: si A, luego B; si B, luego C; por lo tanto, si A, luego C. — Pero de una
proposición condicional cabe también, con el auxilio de una proposición categórica, inferir
otra proposición categórica. Dos formas son posibles en este caso: concluir de la condición
el condicionado (= modus ponens: si A es, B es; A es, luego también B), o concluir de la
negación del condicionado la negación de la condición (= modus tollens: si A es, B es; B no
es, luego tampoco A). Hay que observar: si A o B se toman negativamente en la mayor, la
negación debe mantenerse en la conclusión. En el «modus tollens» de la doble negación
resulta entonces una afirmación (si no-A, luego B; B no es, luego no no-A = luego A es). —
Es ilegítimo inferir de la verdad del condicionado la verdad de la condición o de la falsedad
de la condición la falsedad del condicionado. La conclusión del condicionado a su condición
necesaria es una conclusión según el «modus tollens» (si no-A, luego no-B; B es = no no-B,
por tanto A es = no no-A). — En elsilogismo disyuntivo la mayor consta de una disyunción.
Si ésta es exclusiva, de la negación de un miembro (o de todos excepto uno) puede concluirse
la afirmación del otro y de la afirmación de un miembro, la negación del otro (o de todos los
demás) (o A o B; A no es, luego B es; o bien: A es, luego B no es). Si, por el contrario, la
disyunción no es exclusiva, sólo cabe concluir de la negación de un miembro (o de todos,
excepto uno) la afirmación del otro. También aquí, si se da el caso, hay que tener presente
en miembros negados una doble negación en la conclusión. — En el silogismo conjuntivo la
premisa mayor consta de un juicio conjuntivo (en la forma: A y B pueden no ser
simultáneamente verdaderos). De la verdad de un miembro se infiere la falsedad del otro.
De la falsedad de uno, en cambio, no se sigue nada con respecto al otro, porque ambos
pueden (pero no deben) ser falsos a la vez. — Afín al silogismo condicional y al disyuntivo es
el dilema. Su premisa mayor está constituida por una proposición condicional cuyo
consecuente es un juicio disyuntivo exclusivo (si la disyunción consta de más de dos
miembros el raciocinio se llama polilema); la premisa menor niega todos los miembros del
juicio disyuntivo; sigúese de ahí, entonces, que debe negarse también el antecedente de la
condicional (si A, luego o B o C; pero ni B ni C son, luego tampoco A es).
Bibliografía
Símbolo
Este vocablo (del griego ?????????? = juntar, reunir) expresa etimológicamente un signo de
reconocimiento consistente en que el borde de un fragmento de cierto objeto (v.gr., de un
anillo) dividido en dos se adaptaba exactamente al otro. La significación de «signo de
reconocimiento» se halla también en la expresión symbolum de la profesión de fe. En la
actual terminología científica con frecuencia se llama símbolo cada elemento de un sistema
de signos, p. ej., de la logística. El símbolo en sentido auténtico ciertamente pertenece al
género de los signos, pero no todo signo es símbolo. No existe una concepción unitaria acerca
de qué es lo especial del símbolo dentro del mundo de los signos. Parece, sin embargo, que
reina cierta unanimidad acerca de cuatro notas: en primer lugar, el símbolo, aparte de su
carácter sensible esencial para todo signo, lleva inherente el hecho de que no es mera
expresión lingüística en imagen — como la metáfora —, sino que es una imagen real
(sensible) o una acción sensible. En segundo lugar, lo designado es algo suprasensible, a
diferencia, p, ej., de las señales de tráfico; de ahí resulta el carácter análogo, no unívoco del
símbolo. En tercer lugar, el símbolo está referido por esencia a la comunidad, resulta
comprensible sin más dentro de una comunidad. Finalmente, el símbolo no se ordena
solamente al entendimiento sino que habla al hombre entero, su comprensión es vivencial
(experiencia). Por esto, y por la tercera nota, el símbolo se distingue de la alegoría, que parte
del concepto y le da forma sensible bajo modalidades a veces artificiosas. La significación
suprasensible del símbolo no siempre es lo trascendente, lo divino, como se dice a veces,
sino que en muchas ocasiones permanece dentro del ámbito de lo mundano, p. ej., los
«símbolos nacionales», el anillo matrimonial como símbolo de fidelidad, las acciones
simbólicas — antes frecuentes — en el ámbito del derecho. No obstante es sin duda la
religión, y en especial el culto, el ámbito más importante del simbolismo. El origen del
símbolo se relaciona con su referencia a la comunidad. El símbolo no procede de la
arbitrariedad de los individuos, sino del consenso (tácito), que presupone a la vez una cierta
aptitud natural. Cuanto más débil es esta base natural, tanto más está sometido el símbolo
al cambio histórico; y puede incluso resultar incomprensible, concretamente en un tiempo
que tenga poca sensibilidad para los símbolos. Los arquetipos de C.G. Jung, como
pertenecientes al inconsciente colectivo, no son símbolos; pero en el sueño pueden conducir
a la formación de símbolos.
La base del simbolismo está en la peculiaridad sensible y espiritual del hombre, que tiene la
necesidad de dar forma intuitiva a lo suprasensible, que de suyo sólo puede aprehenderse
análogamente en el pensamiento abstracto. Las cosas del mundo sensible se prestan a esta
necesidad por la analogía que penetra todos los ámbitos del ser. En definitiva todas las cosas
tienen su prototipo en Dios, su creador. La plenitud pura de la luz de Dios se refleja en las
cosas visibles a través de su multiplicidad y gradación específicas, como en rayos refractados
de múltiples maneras. Por eso su intuición puede de algún modo suplantar para nosotros la
falta de contemplación de lo divino, cuando a ella se une el pensamiento interpretador del
sentido. A este respecto el pensamiento, a pesar de la débil analogía en la que él aprehende
lo divino, goza de una mayor determinación que la intuición, pero ésta explora con sus
barruntos la realidad con una plenitud que el pensamiento y el lenguaje no son capaces de
articular, y por eso interpela inmediatamente al hombre (p. ej.: el simbolismo de la luz). La
identificación entre el símbolo y lo simbolizado conduce a la magia, al fetichismo y a la
idolatría, y la exclusividad de signos estrictamente unívocos lleva a un vaciamiento
racionalista del símbolo.
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– Conceptos
Símbolo
Simplicidad
La simplicidad es una forma de unidad y se opone a composición. Ésta denota que algo tiene
partes, ya cuantitativas, ya esenciales. Así, el hombre consta de cabeza y tronco, o de cuerpo
y alma. Si las partes se separan unas de otras, el compuesto pierde su integridad o incluso
perece. Simplicidad, en cambio, significa que un ser carece de partes en que pudiera
resolverse, gozando, por lo mismo, de indivisibilidad. A las partes cuantitativas corresponde
la simplicidad cuantitativa; a las partes esenciales, la simplicidad esencial; ambas se
encuentran en el espíritu puro, es decir, no ligado a un cuerpo, y (con menor perfección) en
el alma. — Hay que distinguir cuidadosamente la simplicidad por pobreza de la simplicidad
por abundancia. En la primera, debido a la falta total de riqueza, queda sólo un mínimo
último, el cual posee entonces la simplicidad como efecto de su extremada indigencia. En
este caso se encuentran el punto matemático o, en el dominio lógico, el concepto de ser que
exhibe únicamente esta nota. Cuando la física habla de átomos, es decir, de indivisibles, no
ha de entenderse como expresando verdadera simplicidad, sino solamente en el sentido de
que la disolución del todo atómico destruiría el elemento químico correspondiente. — En la
segunda clase de simplicidad se trata de seres que poseen su riqueza reunida en unidad
indivisa e indivisible, no dispersa en partes. Estos seres no deben concebirse a modo de
puntos matemáticos, sino como estando en sí por encima de toda relación espacial. Les es
posible, no obstante, entrar en el orden del espacio; pero entonces no se encuentran en éste
según la disposición de sus partes, lo cual exigiría que ellos asimismo las tuvieran para estar
con una aquí y con la otra allí (como los cuerpos), sino que únicamente enteros pueden
hallarse presentes en las diversas partes del espacio que llenan.
La simplicidad por riqueza nos sale al paso primeramente en la simplicidad del alma, que,
como causa inextensa de la vida, está ontológicamente unida al cuerpo extenso para
constituir un ser viviente total. Esta simplicidad aparece todavía imperfecta en el principio
vital ([[Brugger:Vital [Principio]|Vital [Principio]]]) de la planta y en el alma de los
animales; pues ambos, a pesar de ser simples, dependen del cuerpo hasta el punto de no
poder existir sin él. Superior es la simplicidad del alma humana que, como espiritual, puede
existir también después de la muerte del cuerpo, aunque está destinada a la unión esencial
con éste. La simplicidad de todas las almas es superada por la del espíritu puro, el cual no es
una parte de un compuesto, sino que ya por sí mismo constituye un todo. Absolutamente
perfecta es lasimplicidad de Dios, que excluye asimismo aquellas composiciones a que aún
está sujeto todo espíritu finito, coincidiendo plenamente en Él esencia y existencia,
substancia y acto vital.
Bibliografía
Relacionado con...
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Navaja de Occam o principio de economía
Síntesis
Bibliografía
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Analítica trascendental
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Comte, Auguste
Fichte, Johann Gottlieb
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Bibliografía
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Acción social, teoría de la
Analítica trascendental
Caos, teoría del
Categoría
Cerebro, el
Ciencias cognitivas
Cosmología
Crítica de la razón pura
Entropía
Estructuralismo en lingüística
Formalismo
Inteligencia artificial
Kantismo
Lógica
Lógica, historia de la
Marxismo
Meme
Máquina
Patriarcado
Sistema axiomático
Sistema deductivo
Sistema formal
Teoría general de los sistemas
– Autores
Adorno, Theodor Wiesengrund
Barthes, Roland
Copérnico, Nicolás
Fichte, Johann Gottlieb
Galilei, Galileo
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Kepler, Johannes
Lévi-Strauss, Claude
Newton, Isaac
Platón
Tycho-Brahe
Sistemas morales
Puede suceder que lo más probable sea erróneo y lo menos probable verdadero; mientras
en ninguna de las partes haya un argumento contundente que refute las razones contrarias,
permanece abierta la pregunta por la verdad y queda en pie la duda. Desconocer esto es el
defecto lógico del probabiliorismo y del equiprobabilismo. Se alza en contra el argumento
ético fundamental del simple probabilismo: Dios no impone al hombre deberes secretos o
dolosos, sino que le manda abierta y honradamente y le da a conocer lo mandado. Lo que
ata al hombre en el plano moral no es precisamente la norma tal como Dios la conoce y
quiere, sino que es su propio conocimiento el que lo liga a la norma. El hombre tiene que
esforzarse en la medida de lo posible por este conocimiento recto; pero si su esfuerzo no
conduce a ningún saber claro y seguro sobre la norma, entonces Dios lo deja libre para actuar
según sus luces y ponderación. Aun cuando entonces no acierte con la norma bien entendida,
Dios no le imputa su acción. Dios no quiere servidores miedosos, sino valientes y alegres.
Bibliografía
B.A. Brody (edtr.) Moral Rules and Particular Circumstances Leipzig, 1970
H. Klomps Tradition und Fortschritt in der Moraltheologie. Die grundsätzliche
Bedeuntung der Kontroverse zwischen Jansenismus und Probabilismus, 1963
Soberanía
La soberanía absoluta en sentido estricto sólo corresponde a Dios. Todo lo creado está
sometido sin excepción ni límites a Dios y a su ley, y por eso sólo puede ser soberano en el
sentido de que en general, o bien bajo cierto aspecto, no tiene sobre sí autoridades terrestres,
sino solamente el orden moral y jurídico; somos soberanos en tanto no hemos de obedecer
sino a Dios y tenemos que responsabilizarnos ante él.
La soberanía se entiende la mayoría de las veces como soberanía estatal, como algo que sólo
corresponde al estado y lo inviste de una dignidad singular. De hecho los estados, mientras
no exista ninguna autoridad mundial, no tienen ninguna instancia superior, sólo está por
encima de ellos el derecho internacional y en este sentido gozan de una soberanía plena.
Esto fue precisamente lo que les indujo a reclamar para sí la soberanía total también en el
interior, es decir, la competencia última en todo. Hoy, cuando las tareas ya tradicionales de
los estados se desplazan más y más hacia instancias interestatales y supraestatales y cuando
la comunidad jurídica existente desde siempre entre los pueblos y estados comienza a
constituirse como un poder organizado con capacidad de acción para ejecutar el derecho
internacional, está superada la soberanía absoluta y total de los estados particulares. Para
diversos asuntos la soberanía (la potestad de pronunciar la última palabra) puede y debe
hallarse en distintos lugares, ya sea dentro de los estados, ya sea fuera y por encima de ellos.
A pesar de todo, queda una amplia soberanía para los estados particulares.
La fórmula según la cual «el poder estatal procede del pueblo», significa que el detentador
de esta soberanía no es el aparato estatal o el jefe del estado, sino el pueblo organizado como
estado (teoría de la soberanía del pueblo). Comoquiera que se conciba la relación del poder
estatal con Dios, según la fórmula mencionada dicho poder radica originaria e
inalienablemente en el pueblo unido estatalmente. En un sentido racionalista e
individualista esto puede entenderse como si los funcionarios estatales dependieran en sus
orientaciones de la voluntad de la mayoría, que puede destituirlos en todo momento. La
doctrina clásica, en cambio, los entiende como auténticos órganos del estado. Cuando sea
factible, el pueblo mismo podrá erigirse como órgano supremo del estado y reservarse así el
ejercicio del poder estatal. Pero en lugar de esto el pueblo puede comisionar órganos
estatales (representación del pueblo, gobierno, o como se llamen), que por su condición de
órganos están investidos del poder estatal y lo ejercen. Las deficiencias, la incapacidad de
funcionamiento o la conducta contraria al deber en los órganos supremos del estado, pueden
conducir a un estado de excepción en el que se requiera la intervención del pueblo soberano
que, llegando en ciertos casos hasta el ejercicio del derecho y deber de resistencia, o bien
pone otros funcionarios en los organismos existentes, o bien crea otros organismos capaces
de un mejor funcionamiento.
Bibliografía
F. Suárez Defensio fidei III (I: Principatus politicus o la soberanía popular) ed. crít. de
Elorduy y L. Pereña Madrid, 1965
P. Tischleder Ursprung und Träger der Staatsgewalt nach Thomas von Aquin, 1923
F.X. Kiefl Die Staatsphilosophie der katholischen Kirche, 1928 (contrario a la soberanía del
pueblo)
M. Pribilla Deutsche Schicksalsfragen, 1950 (con un artículo sobre el derecho de resistencia)
J. Maritain Christianisme et Démocratie París , 21945
F.A. v. d. Heydte Die Geburtsstunde des souveränen Staates, 1952
H. Kurz (edtr.) Volks-Souveranität und Staats-Souveranität, 1970
E. Reibstein Volks-Souveranität und Freiheitsrechte. Texte und Studien zur politischen
Theorie des 14.—18. Jahrhunderts, 1972
R Coste Moral internacional Herder Barcelona, 1967 p. 248s
A.F. Utz Ética social Herder Barcelona, 1964 p. 263-282
->Estado
– Autores
Bodin, Jean
Sobrenatural
Bibliografía
M.J Scheeben Natur und Gnade, 1861 (trad. cast.: Naturaleza y Gracia, Herder, Barcelona
1969)
C. v. Schätzler Natur und Gnade, 1865
A. Rademacher Natur und Gnade , 31925
V. de Broglie De fine ultimo humanae vitae I', 1948
J. Buckley Man's Last End St. Louis, 1949
H.J. Brosch Das Übernatürliche in der katholischen Tübinger Schule, 1962
H. De Lubac Le mystère du surnaturel París, 1965
A. Piolanti Lo sobrenatural (trad. cast.) Ed. Eler Barcelona, 1965
D. Feuling Katholische Glaubenslehre, 1937 1-33, 214-220
K. Rahner Naturaleza y gracia en Escritos de Teología iv, p. 215-243
del mismo Sobre la relación entre la naturaleza y la gracia o.c. i, p. 327-350
Relacionado con...
– Conceptos
Naturaleza
Social
Este término presenta dos significaciones muy distintas, que no siempre se perciben como
tales. Puede usarse en un sentido axiológicamente neutral, y designa entonces tanto
la sociedad como la comunidad. Ahora el vocablo se usa en un sentido preferentemente
valorativo, y así hace conscientes los abusos sociales existentes y el sufrimiento de los
afectados por ellos. La «cuestión social» analiza lo que es deficiente en nuestro orden social
e intenta remediarlo. En la misma dirección apuntan algunas palabras compuestas: política
social, ayuda social, seguridad social, etc. Llamamos «social» a una actitud o manera de
pensar que muestra comprensión y tiende la mano hacia los socialmente perjudicados o
débiles.
Bibliografía
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– Conceptos
Acción social, teoría de la
Antropología
Antropología cultural
Antropología filosófica
Buen salvaje
Ciencias sociales
Clase social
Contrato social
Cultura
Darwinismo social
Escuela de Francfort
Estado de naturaleza
Evolución
Feminismo
Filosofía de la ciencia
Género
Justicia
Marxismo
Orden
Patriarcado
Proletariado
Sociobiología
Sociología
Sofistas, los
– Autores
Durkheim, Émile
Fromm, Erich
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Horkheimer, Max
Lévi-Strauss, Claude
Marx, Karl
Platón
Popper, Karl Raimund
Protágoras
Rorty, Richard
Rousseau, Jean-Jacques
Saint-Simon, conde de
Sartre, Jean-Paul
Weber, Max
Weil, Simone Adolphine
Socialismo
El socialismo se presenta como concepción del universo, como sistema de orden social y,
sobre todo, como movimiento de crítica y reforma social en el ámbito de la política y de la
organización cooperativa y sindical. Resultante de la confluencia de fuentes ideológica? muy
distintas y aun contradictorias, el socialismo dista hoy más que nunca de poseer unidad de
pensamiento. Entre la mitad del siglo xix y la primera guerra mundial prepondera
el socialismo marxista hasta el punto de darse una unitaria concepción del universo y de
poderse equiparar socialismo y marxismo.
Bibliografía
Socialización
Bibliografía
Sociedad
Sociedad (1), como concepto genérico que incluye también comunidad, designa cualquier
estable y activa reunión de hombres dirigida a la realización de un fin o valor común. — En
acepción distinta de comunidad, sociedad (2) denota sólo los entes colectivos encaminados
a un fin artificial; en cambio, el término comunidad se aplica a los entes colectivos basados
en un vínculo natural. — Sociedad (3) expresa la totalidad de las creaciones y relaciones
surgidas de la índole social dada al hombre por la naturaleza; expresa, por lo tanto, la
humanidad como una unidad, el estado, el municipio y la clase profesional, la familia, la
parentela, el linaje (Pueblo), y el conjunto entero de las llamadas asociaciones libres de toda
especie. — Sociedad (4) indica, también, la clase social más influyente y, por lo común,
económicamente mejor dotada, es decir, aquellos círculos en que existe trato «social» y, en
general, es mal visto el matrimonio de uno de sus miembros con otro de clase «socialmente»
inferior. — Sociedad (5) en oposición a estado: entendiendo por éste la comunidad del
pueblo organizada y dotada de poder, sociedad será, por el contrario, la misma comunidad
del pueblo (pero, de hecho, las más veces sólo los círculos de la «sociedad» en sentido [4]
como supuesta zona «libre del estado») sin interna relación al marco del estado que la
contiene. — Este concepto de la sociedad se basa en la concepción liberal-burguesa del
estado del siglo xix, en que «uno» se sentía a salvo de aquél y por esto lo minimizaba hasta
reducirlo a un marco vacío (!). — Sociedad (6), en lenguaje jurídico, designa sobre todo las
agrupaciones de naturaleza jurídico-económica, generalmente asociaciones de trabajo y
capital para fines industriales.
A todo ente social le corresponde un obrar social. Pero como sólo los hombres, no dichos
entes, pueden pensar, querer y obrar, el ente social, para ser capaz de acción, requiere
determinados órganos y, con ellos, organización. Los órganos directivos necesitan
la autoridad, pues los demás deben seguirles como hombres libres. Desde un punto de vista
ético-jurídico, la autoridad y la subordinación, el poder de mandar y el deber de
obedecer, son esenciales a todo ente social y, por consiguiente, queridos por Dios juntamente
con la índole social del hombre. La autoridad tiene su fundamento y su limitación en el bien
común.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Anarquismo
Antropología cultural
Burocracia
Contrato social
Cultura
Darwinismo social
Estado
Filosofía latinoamericana
Funcionalismo
Historia, filosofía de la
Ilustración
Justicia
Malthusianismo
Marxismo
Mito
Organicismo
Plusvalía
Relaciones de producción
Sociología
Teoría crítica
Utopía
– Autores
Adorno, Theodor Wiesengrund
Camps, Victoria
Comte, Auguste
Durkheim, Émile
Locke, John
Maquiavelo, Nicolás
Marcuse, Herbert
Marx, Karl
Mill, John Stuart
Popper, Karl Raimund
Rousseau, Jean-Jacques
Saint-Simon, conde de
Weber, Max
Numerosas ciencias (la sociología, como ciencia de las formas y estados sociales; la ética
social, la pedagogía, la psicología, etc.; las ciencias políticas, jurídicas y económicas)
investigan, ordenan y explican, cada una desde su punto de vista, los fenómenos de la vida
social. La filosofía de la sociedad intenta interpretar la sociedad misma, la vida social en
general, por su último fundamento, es decir, por la índole naturalmente social del hombre.
¿Consiste esta índole o naturaleza meramente en la insuficiencia y consiguiente necesidad
de complementación para ciertos fines exteriores o, más bien, en la posibilidad de edificar
con la riqueza de sus disposiciones una comunidad como totalidad superior y en la
comunidad con otros llegar a su pleno desenvolvimiento? De hecho, todo lo que
llamamos cultura no es realizable más que con el trato espiritual. Según la primera
concepción, lo social sería sólo un suplemento y recurso del hombre; conforme a la segunda,
es algo esencial al mismo y únicamente dentro de lo social se consuma su verdadera
humanidad. Con esto no se niega que muchas asociaciones (v. gr., para defensa de intereses)
posean únicamente el carácter de auxilio; pero, al menos, la familia y el estado pertenecen a
la realización esencial del hombre.
Existen tres posibilidades: 1.a Tener al hombre por perfecto en sí mismo, de suerte que sólo
se asocie por razones de oportunidad (ventajas de la división del trabajo, etc.). El individuo
lo es todo; la sociedad se reduce a un medio sin valor propio: individualismo. —
2.a Considerarlo, por el contrario, como algo inacabado y dependiente que únicamente en
cuanto miembro de la comunidad recibe un sentido esencial y un fin para su existencia.
Aquélla lo es todo, el individuo como tal carece de valor, vive y muere exclusivamente en
gracia a la comunidad: colectivismo. — 3.a El hombre individual posee el valor inadmisible
de su personalidad moral que no le permite ser nunca un simple medio para un fin, miembro
escueto de un todo situado por encima de él. Sin embargo, no es un ser acabado en sí, sino
dotado de esencial relación a la comunidad. La comunidad (totalidad) no se contrapone a
sus miembros como algo extraño; por el contrario, no es sino la unión de los mismos. Éstos,
con su personal sustantividad, no pueden en dicha unión (fundada precisamente en su
condición de personas) anteponerse ni subordinarse a sí mismos (en cuanto totalidad); antes
bien, lo que se da es una relación que, por una parte, vincula cada uno de los miembros con
el todo y, por otra, vincula a éste con cada uno de sus miembros: solidarismo. Puesto que se
trata de la sociedad humana, toda filosofía social debe partir del hombre; y, puesto que se
trata de explicarla por sus últimas razones, ha de comprender a éste en sus últimos
fundamentos esenciales: la filosofía de la sociedad es metafísica (ontología), más
exactamente, antropología.
Bibliografía
Socrático
Sofisma
Bibliografía
Solidarismo
Característico del solidarismo es su concepto del bien común y la posición dominante que le
asigna (Justicia). — En lo concerniente a la esfera social de la vida económica (Economía),
el solidarismo acentúa la primacía del trabajo sobre la posesión de bienes-cosas; de ahí que
se le caracterice como «sistema social del trabajo». La denominación de «solidarismo» y
algunos pensamientos fundamentales provienen de Francia, pero Heinrich Pesch lo
desarrolló en Alemania haciendo de él un sistema de ordenación social.
Bibliografía
Solipsismo
es aquella especie de idealismo que no reconoce como cierto nada más que el acto de pensar
y el propio sujeto. Todo lo demás es incognoscible o incierto. El solipsismo tuvo
representantes en el siglo xviii, los cuales elevaron a único objeto de conocimiento el cogito,
ergo sum cartesiano. En el siglo xix aparece en Max Stirner como reacción contra Hegel y
su vigorosa acentuación de lo universal. Actualmente no es ya un punto de vista meramente
especulativo, sino egoísmo práctico. El solipsismo no puede afirmarse como doctrina
susceptible de exposición sin contradecirse a sí misma. Para una refutación más
amplia, Idealismo.
Bibliografía
En suma, el tomismo considera al ser más desde el punto de vista puramente metafísico; el
suarismo, por el contrario, lo considera en cuanto realizado en el mundo fenoménico. — El
suarismo ejerció gran influencia no sólo en la escolástica católica, sino también en la
protestante e incluso en la filosofía moderna (Leibniz, Schopenhauer) y significó una
contribución importante al desarrollo del derecho natural, internacional y de la filosofía del
estado [[[Brugger:128|128]]]; allí también
Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía
Bibliografía
Subjetivismo
es, en oposición a objetivismo, aquel punto dé vista filosófico según el cual lo decisivo para
el valor del conocimiento no es el objeto, sino la constitución del sujeto, conforme a la
conocida sentencia deProtágoras: el hombre es la medida de todas las cosas. Esto se refiere
o bien a determinadas formas de pensamiento e intuición que son estrictamente comunes a
todos los seres pensantes o a todos los seres sensitivo-espirítuales, o bien a la «naturaleza»
del hombre, común en sentido amplio, pero sometida a cambios históricos, o bien a los tipos
raciales, psicológicos o sociológieos, o bien a la distinta peculiaridad subjetiva del hombre
individual. En el último caso hablamos de subjetivismo en sentido estricto, y en las formas
antes mencionadas se habla de idealismo trascendental (criticismo),
antropologismo, psicologismo o sociologismo (ideología). El carácter de relativismo recibe
acentos tanto mayores en las formas del subjetivismo, cuanto la verdad se hace depender
más de las condiciones cambiantes. En el ámbito de los valores el subjetivismo limitado a
los sentimientos encuentra algunos defensores, que sin embargo se oponen a él en el campo
del ser «libre de valor». Todo subjetivismo está fundado a la postre en un desconocimiento
de la esencia del espíritu como ente abierto al ámbito ilimitado del ser.
Bibliografía
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– Conceptos
Homo mensura
Subjetivo
Bibliografía
->Gnoseología->Ontología
Subsidiariedad (Principio de)
Acción subsidiaria es la ayuda complementaria, o sea, la que con carácter supletorio debe
prestarse cuando las circunstancias lo requieran. Esta acción subsidiaria constituye la
relación fundamental de lasociedad con la persona humana. La sociedad, sea cual fuere la
acepción que demos al término, no existe nunca sino en sus miembros y, en consecuencia,
no existe tampoco sino para sus miembros. El bien común, superior al bien del individuo,
realízase como valor funcional sólo al ayudar a los miembros de la comunidad a actuar las
disposiciones que graciosamente les concedió el Creador y que, ya por su naturaleza, ya
también por razones extrínsecas, no puedan llegar a desenvolverse, sino en el marco de la
sociedad. Ésta altera, pues, su sentido cuando, en lugar de prestar ayuda a sus miembros-
personas para conseguir el expresado fin, les impide el desenvolvimiento de su personalidad,
los ahoga en la masificación de lo colectivo o llega incluso a sacrificarlos a ambiciosos fines
de la colectividad.
De la ley que dice: omne agens agendo perficitur (todo agente se perfecciona con la
actividad) resulta que no está permitido al ente social encargarse de lo que los individuos o
las agrupaciones menores pueden efectuar con igual o mayor competencia por sus propios
medios. En el círculo de la familia, el ejercicio de una acción tutelar en lugar de una actividad
que eduque para el autogobierno, para la propia responsabilidad y para ayudarse a sí mismo,
constituye un atentado contra el principio de subsidiariedad o acción subsidiaria, del mismo
modo que en la vida pública atenta contra él un estado que se arroga la omnipotencia y la
totalidad de funciones a expensas de la autoayuda de los ciudadanos, y de la
autoadministración o autonomía administrativa de las corporaciones menores, ya de
derecho público, ya privadas. El contenido doctrinal del principio de subsidiariedad es muy
antiguo; pero como tal principio se encuentra proclamado por primera vez en la
encíclica Quadragesimo anno (15.5. 1931, n.° 79) al prevenir contra la marea desbordada
del colectivismo y del totalitarismo estatal.
Bibliografía
La subsistencia es propia de aquello que posee ser no en otro, sino en sí mismo. De ahí que
la subsistencia convenga, ante todo, a la substancia completa. Puesto que subsistir equivale
a existir en sí mismo, no subsisten ni los accidentes ni la forma esencial de un cuerpo ni, en
general, la parte fuera del todo concreto. Ocupa en este aspecto una cierta posición
excepcional el alma espiritual que, existiendo originariamente en sí misma y con
independencia de la materia, comunica el ser a ésta, de suerte que su subsistencia no
depende de la del todo concreto sino, al revés, ésta depende de aquélla. Un espíritu puro es
una forma esencial subsistente. El Ser (esse) subsistente es el existente en sí mismo;
existente, por tanto, de manera absoluta y sin ninguna relación real a una esencia distinta
de él; existe, por consiguiente, allende todo determinante categorial (Trascendencia). La
naturaleza de las cosas finitas, según su propio ser finito, subsiste en éstas; según su
contenido ontológico positivo, subsiste también sin sus peculiares limitaciones en el Ser
subsistente, el cual, a causa de su infinitud, precontiene en sí eminentemente todo ser finito.
Cuanto más se aproxima un ente al Ser subsistente, tanto más espiritual es y tanto menos
adherido a la materia: Los grados del ser son también los grados de su identidad y
espiritualidad. Lo que subsiste distinguiéndose absoluta o relativamente de otro ser se
llama supuesto (suppositum); si el supuesto es racional, recibe el nombre de persona (en
lenguaje escolástico). En la teología cristiana la idea de subsistencia se aplicó en la doctrina
de la Trinidad (la triple subsistencia relativa de las personas en el único ser absoluto de Dios)
y en la cristología (la subsistencia única del Hijo de Dios, primariamente bajo la forma de
ser divina, secundariamente bajo la forma de ser humana).
Bibliografía
Substancia
Entrada escrita por Santeler - Brugger
etimológicamente, es «lo que está debajo» o lo permanente bajo los fenómenos. Sin
embargo, lo característico de la substancia no es su relación a los accidentes, sino
la subsistencia propia. Substancia es lo que tiene su ser, no en otro, sino en sí. Así como lleva
en sí el ser, la substancia lleva también en sí su sentido y valor, pudiendo por eso, en
oposición a los accidentes, definirse sin recurrir a un sujeto. La subsistencia de la substancia,
en virtud de la cual ésta existe en sí misma, no excluye que deba el ser al influjo de una causa
eficiente. Según su carácter peculiar, la substancia es una cierta persistencia, absoluta, si se
trata de la Substancia divina; relativa, frente a los accidentes, en las substancias finitas. Éstas
son siempre sujetos de determinantes accidentales. Toda substancia es asimismo principio
interno de actividad, o sea, naturaleza. — Desde Aristóteles distínguense la substancia
primera y la substancia segunda: la primera es el ente individual y determinado por
accidentes reales, que no puede ser predicado de ningún otro (v.gr., Sócrates; = substancia
en el sentido anteriormente definido); la segunda es la esencia universal obtenida de lo
individual por abstracción y predicable de la substancia primera (v.gr., hombre). —
El hilemorfismo establece una diferencia entre substancias completas e incompletas o
substancias-partes. Éstas incluyen una natural ordenación a otra parte esencial junto con la
cual forman una substancia completa compuesta. Las substancias-partes difieren de los
accidentes en que aquéllas constituyen el todo, mientras que éstos determinan
ulteriormente a su sujeto sólo en un cierto aspecto. Además, la substancia-parte existe
más con que en otro. — El ser en sí y para sí de la substancia admite grados. En este respecto,
la primera se encuentra por encima de la segunda, la completa por encima de la incompleta,
las substancias animadas están sobre las inanimadas, siendo la más elevada la persona.
Partiendo del propio yo, conocemos la realidad no sólo de una, sino de diversas substancias
particulares. Encontramos en aquél actos de pensar, etc., producidos por nosotros. Pero
estos actos están necesariamente relacionados con un centro o sujeto del cual proceden. Este
sujeto se experimenta como idéntico en toda la diversidad de sus actos. Que no existe en otro
como en su sujeto, lo conocemos por la conciencia de autorresponsabilidad en nuestros actos
libres. De la substancialidad del propio yo inferimos legítimamente que al yo ajeno le
corresponde la misma propiedad. En los animales y plantas encontramos actividades que
aluden a un todo provisto de sentido como sujeto de la finalidad, el cual presupone un en sí
y para sí al modo de la substancia. También en los cuerpos inorgánicos descubrimos todos
dotados de sentido que permiten concluir una substancialidad aparte, aunque no es fácil en
los casos particulares distinguir una substancia individual de una unión de substancias. Por
último, el concepto de substancia debe aplicarse también a Dios, puesto que la nota
característica de aquélla, a saber: el ser en sí y para sí, no incluye imperfección alguna, antes
al contrario, conviene necesariamente, en última instancia, al ente en cuanto tal;
evidentemente, dicha aplicación ha de hacerse de manera analógica y excluyendo
determinantes accidentales.
Bibliografía
Sufrir
Bibliografía
Sujeto
significa etimológicamente «lo puesto debajo», «lo que se encuentra en la base»; de ahí su
sentido afín a substrato («lo extendido debajo») y substancia («lo que está debajo»). A este
sentido etimológico responde las más de las veces el significado ontológico del vocablo
«sujeto», conforme al cual el sujeto (1) es la realidad que está en la base, que «sostiene», el
«sustentador»; indica, pues, esencialmente una relación a otra realidad que «descansa sobre
él», que está «sostenido» por él, la cual realidad depende en alguna manera de la sustentante
como determinativo del ser y ulterior perfeccionamiento de la misma, recibiendo en
acepción amplísima el nombre de forma. Considerada en cuanto tal, la dependencia de ésta
con relación a su sujeto no es la del efecto respecto a la causa; la forma, por lo tanto, no es
necesariamente producida por el sujeto. Lo que quiere decirse con las expresiones gráficas
de «sustentar, recibir», sólo nos es dado originariamente de modo inmediato en la relación
de nuestro yo a sus actos y estados. El hecho vivido de que el yo «tiene» por suyos sus actos,
de que Jos actos están «en» él, se expresa filosóficamente denominando al yo sujeto de los
mismos. Si bien el sujeto que (como el yo) no es por su parte un determinativo de otro, sino
que existe en sí mismo, recibe preferentemente el nombre de sujeto, la relación de sujeto y
forma ha de concebirse con mayor amplitud que la de substancia yaccidente. Pues,
prescindiendo de que la substancia no es por necesidad sujeto de accidentes (Dios es
substancia, pero no sustentador de accidentes), puede también un accidente ser sujeto de
ulteriores determinantes accidentales (sujeto próximo de la velocidad es el movimiento, el
cual, a su vez, es accidente del cuerpo) y además la «forma» recibida en el sujeto no es
necesariamente una forma accidental, sino que puede asimismo ser una forma substancial
(el cuerpo como sujeto del alma y, en general, la materia como sujeto de la
forma; Hilemorfismo).
Un caso especial del sujeto ontológico es el sujeto psicológico, en tanto éste es portador de
actos, en especial de actos intencionales. En este uso de la palabra sujeto pasa a primer plano
durante la edad moderna, en lugar de la relación del sujeto con la forma real recibida en él,
la relación del sujeto con el objeto al que apunta el acto intencional. En este sentido el sujeto
(2) es el yo, en tanto él, conociéndose, aspirando y sintiendo, se dirige a un objeto. A este
respecto se concibe como sujeto o bien el sujeto psicofísico, es decir, el hombre como unidad
anímico-corporal, o solamente el sujeto psicológico como el yo consciente de sí mismo. En
la gnoseología se habla del sujeto gnoseológico, que se distingue del sujeto psicológico
individual. No ha de concebirse como un sujeto realmente distinto del sujeto individual
«empírico», sino como la totalidad de aquellas funciones del sujeto cognoscente que no
conducen solamente a los fenómenos propios del sujeto individual, sino a conocimientos
objetivos o, por lo menos,intersubjetivamente válidos (conciencia).
Otra acepción del término sujeto igualmente conexa con la ontológica es la de sujeto
lógico o gramatical (3) en oposición a predicado. En el juicio, por regla general, se enuncia
de un ente, sujeto real, un determinante que le corresponde (forma). Por eso el concepto
indicador del objeto que ha de determinarse con más detalle mediante el predicado se llama
también sujeto.
Bibliografía
Tratados de ->Gnoseología->Lógica->Metafísica
R. Arnou De subiecto et obiecto in cognitione nostra Roma, 1969 [textos]
H. Rickert Der Gegenstand der Erkenntnis , 61928 concepción neokantiana del sujeto
J. Geyser Erkenntnistheorie, 1922 (crítica de dicha concepción)
S. Mazzilli I sommi problemi; i problemi del soggetto Padua, 1963
U. Anacker Sujeto en H. Krings Conceptos fundamentales de filosofía iii, p. 450-459,
Herder, Barcelona, 1979
Relacionado con...
– Conceptos
Alienación
Analítica trascendental
Animales, derechos de los
Antropología filosófica
Cambio, movimiento
Conciencia
Conocimiento, clases de
Dialéctica trascendental
Diferencia
Enunciado categórico
Epistemología genética
Filosofía de la sospecha
Hermenéutica
Hypokeimenon
Individuo
Kant: ética de
Marxismo
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Otro, el
Percepción
Proyección
Psicoanálisis
Sensación
Ser
Silogística
Sujeto
Teoría del conocimiento
– Autores
Aristóteles
Castoriadis, Cornelius
Deleuze, Gilles
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Lévi-Strauss, Claude
Ricoeur, Paul
Suposición
de un término es, en la lógica escolástica del lenguaje, su empleo, su «estar en lugar» de esto
o lo otro, que, con una significación idéntica, puede cambiar. Sin embargo, normalmente
una palabra está en el lugar de lo que significa, es decir, del objeto designado, p. ej., «el
hombre es mortal»: suposición real. Puesto que la palabra significa el objeto por medio de
un concepto, a veces está en lugar de este concepto, p. ej.: «hombre» es un concepto
específico: suposición lógica. La suposición lógica y la real pueden resumirse como especies
de la suposición formal. Se contrapone a ella la suposición material, en la que la palabra
está en lugar de sí misma, p. ej.: «hombre» es un vocablo bisílabo. La suposición real sigue
subdivídiéndose de diversas maneras, pero aquí lo mismo que en la división principal, no
hay unanimidad entre los autores.
Bibliografía
Tautología
Recibe el nombre de tautología un juicio cuyos sujeto y predicado son idénticos real y
también conceptualmente. La tautología expresa la identidad necesaria y formal de sujeto y
predicado. Por consiguiente, no es algo carente de significación. Toda tautología es un juicio
analítico, pero no viceversa. En logística denomínanse tautológicas las leyes lógicas, es
decir, aquellas combinaciones de enunciados que, con cualesquiera variables, dan siempre
por resultado, en virtud de su mera forma, el valor de verdad «verdadero». En sentido
peyorativo es tautológico (= que dice lo mismo) el uso de términos diversos con el fin de
aparentar un sentido distinto o una fundamentación.
Bibliografía
Técnica
significa (1) en la Antigüedad, como también en la Edad Media, ars = arte, habilidad, toda
realización de cosas sensorialmente perceptibles al servicio de una necesidad o idea; denota,
pues, la habilidad o destreza tanto para lo necesario (producir cosas) como para lo bello
(hacer visible una idea). Derivado de esta acepción, el sentido del vocablo «técnica» (2)
indica lo formal, las reglas comunicables de la realización antedicha (v.gr., de tocar el piano).
La técnica (3), en oposición al arte, es la utilización de los tesoros y fuerzas naturales dirigida
a cubrir las necesidades humanas. Mientras el oficio manual (latécnica artesana) se limitó
durante largo tiempo a aplicar meros instrumentos (medios para actuar corporalmente: en
sentido estricto: sin acrecentamiento de la fuerza de trabajo) y las denominadas máquinas
de trabajo (herramientas movidas a mano con aumento de la fuerza laboral, v.gr., la cuña,
la polea), la técnica (4) de la época moderna (la técnica mecánica) avanzó también hacia el
empleo de máquinas de fuerza (herramientas movidas por fuerzas naturales, v.gr.:
máquinas de vapor). Este progreso sólo fue posible en virtud de un amplio conocimiento de
la naturaleza. De ahí que la técnica (4) pueda definirse como el aprovechamiento ordenado
de los recursos y fuerzas naturales fundado en el conocimiento de la naturaleza y puesto al
servicio de la satisfacción de las necesidades del hombre.
Bibliografía
F. Dessauer Philosophie der Technik , 31933 (véase para esta obra: K. Tuchel, Die
Philosophie der Technik bei F. Dessauer, 1964)
F. Dessauer - von Hornstein Seele in Bannkreis der Technik, 21945
F. Dessauer Streit um die Technik, 1956
F. Muckermann Der Mensch im Zeitalter der Technik Lucerna, 1947
J.E. Heyde Vom Wesen der Technik en «Forschungen und Fortschritte», (1963), 269-270
F. von Gottl - Ottilienfeld Wirtschaft und Technik, 21923
H. Hardensett Der kapitalistische und der technische Mensch, 1932
H. Krafft Kulturformung durch Technik und Wirtschaft, 1930
P. Krannhals Der Weltsinn der Technik, 1932
M. Schröter Philosophie der Technik, 1934
W. Sombart Technik und Kultur en «Archiv . für Soziale Wissenschaft», 1912
O. Spengler El hombre y la técnica, 1932
E. Zschimmer Philosophie der Technik, 1933
D. Brinkmann Mensch und Technik. Grundzüge einer Philosophie der Technik Berna, 1945
M. Heidegger Die Technik und die Kehre, 1962
G. Scherer Absurdes Dasein und Sinnerfahrung; über die Situation der Menschen in der
technischen Welt, 1963
H. Schüling Ursprünge der rationalen Naturbeherrschung, 1963
J. Corts Grau Cara y cruz de la técnica en «Arbor», 31 (1955), 232-244
P. Ducassé Las técnicas y el filósofo, 1962
J. Ellul El siglo XX y la técnica Barcelona, 1960
Técnica y humanismo cristianos Acta v Congressus Thomistici Internationalis Roma en
«Pensamiento», 1 (1960)
J. Ortega Gasset Meditación de la técnica Revista de Occidente Madrid , 31968
Relacionado con...
– Conceptos
Cultura
Filosofía de la técnica
Máquina
Prometeo, mito de
Técnica
– Autores
Heidegger, Martin
Teísmo
es la doctrina que considera a Dios como Ser personal supramundano, el cual por su acto
creador llamó al mundo de la nada a la existencia (Creación). Mientras el politeísmo admite
una pluralidad de seres divinos, aunque muchas veces bajo la hegemonía de un dios
supremo, y el henoteísmo, a pesar de la pluralidad aceptada de dioses, se dirige en la oración
y el culto sólo a un dios cual si fuera único, el teísmo, como monoteísmo, se adhiere teórica
y cultualmente al Dios único, fuera del cual no hay ni puede haber otro. En consecuencia,
rechaza también un principio contrario absoluto que sería autor del mal o de la materia
(Dualismo). Frente al deísmo defiende no sólo la conservación de las criaturas por Dios y su
continua cooperación, sino también su providencia y la posibilidad de su intervención
extraordinaria con la revelación y el milagro. El teísmo se destaca nítidamente
del panteísmo por la acentuación del carácter personal de Dios y de la diversidad substancial
de Éste con respecto al mundo (Trascendencia).
Bibliografía
Bibliografía
R. Allers Psychologie des Geschlechtsleben en Kafka, Handbuch der vergleichenden
Psychologie, ii, 1922
del mismo L'amour et l'instinct en «Études carmélitaines», 1936
K. Bühler Die Instinkte des Menschen en ix Kongress für experimentelle Psychologie, 1926
W. Mc. Dougall The Energies of Men: A Study of the Fundamentals of Dynamic Psychology,
1932
K. Schneider Psychopathologie der Gefühle und Triebe, 1935
L. Szondi Lehrbuch der experimentellen Triebdiagnostik, 21960
Schicksalsanalyse, 1944
K. Jaspers Allgemeine Psychopathologie , 41948 trad. cast.: Psicopatología general, 1951
L. Klages Der menschlicher Antrieb, 1967
W.G. Tacobs Trieb als sittliches Phänomen. Eine Untersuchung zur Grundlegung der
Philosophie nach Kant und Fichte, 1967
H. Marcuse Triebstruktur und Gesellschaft. Ein phil. Beitrag zu S. Freud, 1969
E. Kretschmer Psicología médica, 1954
L. Ancona Cuestiones de psicología Herder Barcelona, 1966
del mismo Enciclopedia temática de Psicología 290s Herder Barcelona, 1980
O. Höffe Tendencia en H. Krings Conceptos fundamentales de filosofía, iii, p. 472-483,
Herder, Barcelona 1979
Relacionado con...
– Conceptos
Ciencias cognitivas
Filosofía latinoamericana
Teodicea
Este término significa (1) etimológicamente «justificación de Dios», frente a las objeciones
que el incrédulo suscita contra Él a causa de las muchas clases de mal existente en este
mundo; el vocablo fue acuñado por Leibniz e introducido en la filosofía por el título de su
obra Essais de Théodicée (1710). Pudiera parecer una insolencia que el hombre tratara de
«justificar» a Dios; pero no sólo en vista del lenguaje osado de los ateos, sino también a
causa de la dificultad personal que con frecuencia experimentan asimismo los buenos por el
aparente absurdo del mal, está permitido intentar con todo respeto la solución del
atormentador problema: ¿cómo se compagina el mal con la sabiduría y bondad divinas?
Cuanto más excelsamente piensa el hombre acerca de Dios, tanto más se plantea la pregunta
de cómo Él puede permitir el mal moral.
Imposibles son, evidentemente, las soluciones dualistas que pretenden atribuir el mal a otro
ser primitivo malo completamente independiente de Dios (Dualismo, Maníqueísmo) o que,
como Schelling, admiten en el único Dios una escisión originaria entre un principio de
claridad y bondad y otro de obscuridad y maldad (Dios). También es insostenible
el optimismo metafísico de Leibniz, que tiene al mundo existente por el mejor de todos los
posibles y explica el mal que a pesar de ello lleva adherido como si en conjunto fuera la
menor suma posible de él; opónese a esta concepción el que Dios con su omnipotencia podría
sin duda haber evitado en este mundo todo mal particular, sin que, por ello, como Leibniz
opina, debieran permitirse en otros lugares males de magnitud proporcional. Dios, por lo
tanto, permanece libre en la elección de los mundos posibles; no está obligado a crear el
mejor de ellos; más aún, no puede haber en modo alguno un mundo tal, porque la
omnipotencia divina siempre podría crearlo mejor; su infinita bondad sólo exige una cosa:
que el mundo existente de hecho por su voluntad, considerado como conjunto ordenado, sea
bueno, predominantemente bueno, y que, por consiguiente, todo el mal que en él se
encuentre tenga su justificación en un bien superior al cual se ordene.
De todos modos, que la cosa sea realmente así no queda confirmado por la experiencia, con
excepción de muy pocos casos; por eso, se sentirá defraudado quien en este sentido exija una
respuesta a la pregunta acerca del «porqué» de cada mal. Lo único que podrá hacer una
solución, y en concreto una solución filosófica, es, presuponiendo la fe en Dios, llamar la
atención sobre el hecho de que Él, por obscuros que permanezcan sus caminos particulares,
trocará a la postre todo sufrimiento y mal en bien, con su poder, sabiduría y bondad. En
efecto, nada está sustraído a su providencia y está fuera de duda que Dios no puede querer
ningún mal como fin. Por lo demás, la ordenación al bien es diferente en el mal físico y en el
mal moral. Dios puede querer positivamente el mal físico como medio para conseguir fines
superiores, pero no puede querer positivamente el mal moral, que contradice al fin último
de la creación, lo único que puede es permitirlo, o sea, no impedirlo, aunque lo prevé y tiene
poder para evitarlo. Si Dios tuviera que impedir incondicionalmente todo mal, su libertad se
vería limitada en forma indigna y muchos valores quedarían excluidos de antemano
(arrepentimiento, perdón, redención de la culpa). La gran victoria del bien está
precisamente en que Dios sabe trocar en bien incluso los peores males. La fe firme en esta
victoria final del bien, posible si dirigimos nuestra mirada a Dios, ha de hacer que, a pesar
de todo el absurdo y crueldad aparentes del destino, nos afiancemos en la paciencia, en la
lucha contra el mal y el sufrimiento y en la esperanza de la salvación final.
En el siglo xix la palabra teodicea (2) se extendió a toda la doctrina filosófica de Dios o
«teología natural». Esta terminología se evita hoy con razón.
Bibliografía
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– Conceptos
Optimismo
Teología
La teología sobrenatural o revelada (en ella se piensa cuando se habla de teología sin más)
cimenta en última instancia sus proposiciones en la revelación sobrenatural hecha por Dios.
Su objeto es, de un lado, demostrar la revelación como hecho histórico (teología
fundamental), de otro, recoger de las fuentes (teología positiva) el contenido revelado y
exponerlo conceptual y científicamente (teología especulativa o dogmática). Objeto de la
teología sobrenatural es Dios no tanto como Autor de la naturaleza, sino principalmente
como Salvador, su voluntad de salvación y su institución de salvación. De conformidad con
su naturaleza, la teología no se opone a la filosofía, como no se opone la fe al saber. La
teología se sirve de la filosofía (ancilla theologiae) para sus fines, sin impedir que ésta
persiga sus objetivos propios. Juzga también a la filosofía, como a todo saber finito, con
arreglo a la medida que le proporciona su fuente superior de conocimiento. En ello no hay
desprestigio alguno para la razón, porque ésta no es juzgada en tal caso con una medida
ajena a ella, sino con la medida de la Razón infinita.
Bibliografía
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Dialéctica trascendental
Escolástica, escolasticismo
Filosofía bizantina
Filosofía medieval
Filosofía árabe
– Autores
Barth, Karl
Feuerbach, Ludwig
Teología dialéctica
Bibliografía
Bibliografía
– Autores
Barth, Karl
Teología negativa
Bibliografía
Teoría
El vocablo teoría se usa las más de las veces en oposición a práctica (????????), significando
en este caso (1) el conocimiento puro, que es mera consideración contemplativa, mientras
que práctica denota cualquier clase de actividad fuera del conocimiento mismo,
especialmente la actividad orientada hacia el exterior. Sin embargo, no hay práctica alguna
(ni en sentido ético ni técnico) sin teoría. Pues toda práctica está ligada a condiciones
previamente dadas e inserta en un orden dado de antemano que debe conocer y tener en
cuenta si no quiere fracasar. En Aristóteles (y de manera parecida en Kant) las
expresiones ???????? y práctico se reservan para la acción moral de la voluntad, empleando
los términos ????? y técnico para designar la actividad dirigida a objetos exteriores
(Técnica). Afín a la teoría (1) es la meditación (atención concentrada y, por lo mismo,
acrecentada del conocer y del pensar) y la especulación. — En la moderna doctrina de la
ciencia, teoría (2) se contrapone tanto al escueto establecimiento de hechos como a
la hipótesis. Al establecimiento de los hechos mediante. la experiencia y el experimento sigue
en la ciencia natural la descripción unitaria, exenta de contradicciones y, donde sea posible,
matemática, de aquéllos, así como su explicación por leyes y causas necesarias. Sin embargo,
mientras una tal explicación, exenta efectivamente de contradicción en sí misma y respecto
a los hechos, no excluye otra, no pasa de hipótesis más o menos probable. Sólo cuando se
demuestra que la explicación dada es la única que responde a los hechos, logra la categoría
de teoría (2). La teoría se confirma sobre todo conduciendo al descubrimiento de nuevos
hechos. Es de notar que a menudo lo comprobable en la experiencia no son las proposiciones
aisladas de una teoría, sino ésta en conjunto. Cuando se mejora y desarrolla ulteriormente
una teoría, las primeras formulaciones de la misma no son falsas sin más, sino que
únicamente se manifiestan como insuficientes frente a una experiencia más amplia. Aquellas
partes de una teoría que son co-afirmadas (inadvertidamente o por prejuicio filosófico), pero
no son necesarias para la deducción de lo realmente observado, tampoco se ven confirmadas
por una teoría por lo demás verdadera y cierta.
Bibliografía
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Actos de habla
Agresividad
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Atomismo
Atomismo lógico
Bello
Biología, filosofía de la
Caos, teoría del
Catástrofes, teoría de las
Ciencia
Continuo
Contrato social
Cosmología
Crítica de la razón pura
Cultura
Darwinismo social
Decisión
Diálogos platónicos
Eidos
Elemento
Empirismo
Escuela de Francfort
Espacio
Estoicismo
Estética
Evolución
Filosofía de la ciencia
Filosofía de la mente
Filosofía del arte
Forma
Formalismo
Fractales, geometría de los
Hermenéutica
Inductivismo
Inteligencia artificial
Lamarckismo
Luz
Lógica, historia de la
Marxismo
Matemáticas, filosofía de las
Mecanicismo
Meme
Mental
Mito
Modelo
Mundos 1,2 y 3
Método hipotético-deductivo
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Neolamarckismo
Niveles de estructuras y sistemas
Orden
Origen de la vida
Paradoja
Paralelismo psicofísico
Percepción
Personalidad
Platonismo
Probabilidad, teorías de la
Psicología
Revolución científica
Sentimiento moral
Sistema axiomático
Teoría crítica
Teoría del conocimiento
Teoría general de los sistemas
Tiempo, cultura y ciencia
Tipos lógicos, teoría de los
Valor
Verdad
Verdad, teoría de la correspondencia
Verdad, teoría semántica de la
Ética
Ímpetu, teoría del
– Autores
Ajdukiewicz, Kazimierz
Aristóteles
Berkeley, George
Bertalanffy, Ludwig von
Boltzmann, Ludwig
Bueno, Gustavo
Cohen, Hermann
Copérnico, Nicolás
Crisipo
Darwin, Charles
Davidson, Donald
Einstein, Albert
Epicuro
Freud, Sigmund
Galilei, Galileo
Habermas, Jürgen
Kripke, Saul
Lamarck, Jean Baptiste
Laplace, Pierre Simon de
Locke, John
Lucrecio
Malebranche, Nicolás
Meinong, Alexius von
Newton, Isaac
Occam, Guillermo de
Peirce, Charles Sanders
Platón
Plotino
Popper, Karl Raimund
Quine, Williard Van Orman
Rawls, John
Russell, Bertrand
Sartre, Jean-Paul
Smith, Adam
Thom, René
Teosofía
La teosofía intenta alcanzar una visión de Dios y en ella una inteligencia misteriosa de todas
las cosas, mediante el perfeccionamiento de disposiciones que se suponen existentes por
naturaleza en todos los hombres. Hay que establecer una distinción entre la teosofía, en
general, como corriente que cruza la historia entera de la filosofía, y la teosofía moderna,
influida principalmente por el budismo y el hinduísmo (H. Blavatsky, A. Besant). Después
de su separación de la Sociedad Teosófica, R. S temer fundó la antroposofía, que se apoya
más en los misterios egipcios y griegos. — La teosofía moderna profesa el panteísmo. El
mundo consta de una serie de emanaciones situadas en diversos grados o peldaños entre
Dios y la materia, sin que entre ambos se muestre una diferencia esencial. Las emanaciones
son presentadas en una fantástica cosmogonía a la que acompaña una no menos fantástica
concepción de la historia. El hombre es un compuesto inestable de siete substancias
diferentes, cuatro de las cuales pertenecen a los grados materiales y tres a los espirituales.
El vínculo de unión lo constituye el manas (según Steiner, el «yo»), que es esencialmente
uno en todos los hombres y sólo de vez en cuando se une a la materia durante la vida terrena.
Después de la muerte, las acciones buenas y malas se traducen en nuevos renacimientos a
formas de existencia, ya inferiores. ya superiores, las cuales pueden al fin conducir también
a la liberación del germen divino y su absorción en el nirvana (Metempsicosis). — Por lo que
toca a la moral, la teosofía sigue las formas modernizadas del budismo. Ocupan el primer
plano el precepto del amor al prójimo (en sentido budista) y formas extravagantes de ascesis.
Se rechaza la oración y se coloca enteramente en el hombre la salvación del alma. La teosofía
y la antroposofía están en abierta contradicción con las doctrinas fundamentales del
cristianismo. Se han tomado de éste representaciones y símbolos, pero vaciándolos de su
sentido cristiano mediante una diferente explicación de los mismos. Ni la teosofía ni la
antroposofía pueden exigir validez científica. — Ocultismo, Mística; [[[Brugger:186|186]]].
Bibliografía
Además de los escritos de los fundadores: A. Mager Theosophie und Christentum, 21926
Grandmaison-Tonquédec La théosophie et l'anthroposophie París, 1939
A.L. Matzka Theosophie und Anthroposophie, 1950
K. Lehmann-Issel Theosophie, 1927 (Göschen)
G. Bichlmair Christentum, Theosophie und Anthroposophie Viena, 1950
A. Tanon Théosophie et science, 1948
S. Rihonët-Coroze R. Steiner, épopée de Vesprit au XXe siécle i, 1950
Lo mismo que el principio de contradicción es en primer lugar un enunciado sobre el ser del
ente, así también el principio del tercero excluido (Principium exelusi tertii). Así entendido,
el principio del tercero excluido significa: entre el ser y el no ser de una misma cosa no hay
un tercero, un medio, que no sea ni ser ni no ser. Lo tercero no podría ser ser (porque sería
distinto del ser), y tampoco podría ser no-ser (porque se distingue del no-ser), o sea, el
tercero sería no-ser y a la vez no «no-ser». De este principio ontológico sale el principio
lógico del tercero excluido: Todo enunciado (suficientemente determinado) sobre el ser o no
ser de algo es o verdadero o falso, y no hay un tercero (Tertium non datur). Está claro que
este principio presupone que «verdadero» significa: decir qué es acerca de lo que es, o decir
qué no es acerca de lo que no es; y que «falso» significa: decir que lo que és no es, o decir
que es lo que no es. Si «verdadero» y «falso» se entienden distintamente, no está excluido
que un enunciado no sea ni «verdadero» ni «falso». Esto debe tenerse en cuenta en las
lógicas trivalentes o polivalentes. Si «verdadero» se entiende en el sentido de «determinable
como verdadero (por el hombre)» y «falso» en el de «determinable como falso», entonces
existe, evidentemente, lo «indeterminable» como un tercero. Igualmente si «verdadero» ha
de significar: (para un determinado ser cognoscente) «ciertamente verdadero»; y si el
sentido de «falso» es «ciertamente falso», entonces, sin género de dudas, están como
términos medios los diversos grados de probabilidad. Pero así entendidos, «verdadero» y
«falso» ya no sonoposiciones contradictorias, sino que son oposiciones contrarias, las cuales
admiten un medio. — Presciencia de Dios.
Bibliografía
Test
Bibliografía
Tiempo
La teoría del tiempo constituye una teoría acerca del origen y validez de la noción de éste. El
tiempo físico es, como la duración, un estar-determinado real de las cosas. El tiempo
imaginario es el resultado de un largo proceso evolutivo conceptual y, como tal, carece de
realidad. Es un ente de razón. Sin embargo, puesto que incluye como elemento objetivo la
duración, es posible formular con su auxilio juicios objetivamente válidos sobre las
circunstancias y relaciones temporales. — Medir el tiempo significa comparar un tiempo con
una medida temporal arbitrariamente elegida como unidad. Como unidad de tiempo puede
tomarse cualquier fenómeno periódico, v.gr., la alteración de día y noche, el movimiento
pendular, etc. — Distinta de la noción de tiempo es su representación intuitiva. La duración
temporal de las vivencias interiores, el tiempo psíquico, es inmediatamente percibido por el
«sentido temporal», que en virtud de circunstancias psicológicas puede apreciar la longitud
del tiempo transcurrido. Se llamatiempo psíquico de presencia la extensión de tiempo
inmediatamente presente a la percepción temporal. Su duración se fija entre 6 y 12
segundos.
Bibliografía
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Espacialización
Espacio
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Infinito, infinitud
Lógica, historia de la
Mito
Muerte
Número
Orden
Paradojas de Zenón
Personalidad
Polémica Leibniz-Clarke
Temporalidad
Teoría del conocimiento
Tiempo
Tiempo, cultura y ciencia
Tiempo, flecha del
Éxtasis
– Autores
Agustín de Hipona, san
Bergson, Henri
Derrida, Jacques
Einstein, Albert
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Heidegger, Martin
Kepler, Johannes
Nietzsche, Friedrich
Platón
Rousseau, Jean-Jacques
Russell, Bertrand
Sócrates
Virilio, Paul
Tipo
Bibliografía
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Enunciados AEIO
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Juicio
Lógica
Origen de la vida
Sensación
Símbolo
– Autores
Aristóteles
Popper, Karl Raimund
Tolerancia
es la actitud del hombre que está dispuesto a no reprimir las convicciones de los otros,
especialmente las religiosas o morales, aunque le parezcan falsas o desechables, ni a impedir
la expresión de las mismas. Pero ni significa aprobación de tales convicciones, ni
indiferencia frente a lo verdadero y bueno, ni es necesario que se apoye en el agnosticismo.
Bibliografía
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– Conceptos
Tolerancia
Tomismo
A diferencia del agustinismo, santo Tomás aceptó en gnoseología y metafísica las doctrinas
fundamentales más importantes de Aristóteles. La doctrina agustiniana del conocimiento
como contacto con las ideas divinas es abandonada y recibe otra interpretación. El hombre
extrae los primeros conceptos no de su espíritu, sino de los sentidos, por la fuerza
espontánea del entendimiento agente, y llega con su ayuda, sin particular asistencia de Dios,
a la certeza de los primeros principios. La metafísica descansa en la analogía del ser. Santo
Tomás aplica la teoría del acto y la potencia no sólo a la materia y la forma, concibiéndose
entonces la materia prima como pura potencia, sino también a la relación de esencia y
existencia en el ser creado cuya limitación se funda en la potencialidad de la esencia. El
principio de individuación es la materia determinada de manera espacio-temporal. El alma
espiritual e inmortal es a la vez forma, y forma esencial única del cuerpo, de suerte que el
hombre resulta de ella y de la materia como únicos principios esenciales. La distinción real
de esencia y existencia, la doctrina de la individuación y del alma como forma esencial única
son características del tomismo en sentido estricto. — El hombre, con saber seguro y
demostrable, se eleva desde las criaturas a Dios, primer Motor, Causa suprema, Ser
absolutamente necesario y subsistente en sí y por sí (esse subsistens, actus purus), principio
de todo orden y finalidad, que es al mismo tiempo causa final de la creación y en especial del
hombre. Sin embargo, estas notas del concepto de Dios son únicamente análogas, es decir,
definibles por una semejanza con lo creado esencialmente afectada de desemejanza. La
ciencia humana no contradice la fe en la revelación sobrenatural, sino que es su supuesto,
siendo también perfeccionada por ella. El fin del hombre es la felicidad eterna, consistente
en la contemplación de Dios en la vida ultraterrena (primacía del conocer sobre el querer).
En ética y teoría de la sociedad, santo Tomás combina la rica descripción esencial de la teoría
aristotélica de la virtud con la posición cristiano-agustiniana y utiliza asimismo, no sin
crítica, ideas estoicas y neoplatónicas. Virtud significa moderación y equilibrio entre
actitudes opuestas a la razón. Consiste en observar el orden racional, que, como expresión
del ser creado y de su orientación ideológica, corresponde al mismo tiempo a la voluntad
legisladora divina. En oposición al estoicismo, las pasiones son valoradas positivamente. El
matrimonio y la propiedad privada son en su esencia independientes del capricho de las
leyes estatales. La comunidad estatal, cuyo fin lo constituye el bien común, es expresión del
orden moral natural. Las facultades del estado no proceden de la Iglesia, sino.que se basan
en la ley moral natural. — [[[Brugger:109|109]]-111, 119, 127-8, 199].
Bibliografía
Bibliografía
En la superación del modo de pensar atomístico que se ha ido abriendo paso desde principios
del siglo xx, el concepto de totalidad ha desempeñado un importante papel. Así, las
investigaciones en el dominio de la biología llevaron a Driesch a admitir en los organismos
un particular factor de totalidad: la entelequia. Ehrenfels y otros aplicaron el punto de vista
de la totalidad a la investigación psicológica, donde quedó establecido que ni las vivencias ni
el conjunto de la vida psíquica son comprensibles partiendo de los elementos más simples
(sensaciones, etc.), sino que representan totalidades primordiales. Al mismo tiempo, en el
campo de la sociología, la idea de totalidad triunfó también (no sin ciertas exageraciones)
sobre el individualismo y el liberalismo del siglo xix. Dentro de la escolástica, el sentido de
la totalidad, herencia de la filosofía platónico-aristotélica, no desapareció nunca.
Totalidad se toma hoy las más de las veces en la acepción de todo concreto. Cabe hablar de
totalidad donde varias partes están ordenadas de tal suerte que forman juntas una unidad
(el todo). La totalidad es una subespecie del orden. Su peculiaridad reside en que en ella los
elementos del orden (las partes) forman, coexistiendo, una unidad cerrada. Si falta una, el
todo es incompleto y pasa a ser parte. Parte de un todo es, por lo tanto, aquello que junto
con otra cosa constituye una unidad ordenada. El orden de las partes (la estructura o
construcción, articulada) hace a la totalidad distinta de la suma y del amontonamiento en el
cual la posición y el orden son cambiables a voluntad.
Sin embargo, el concepto de totalidad no se realiza del mismo modo en todas las totalidades,
porque la unidad (que participa de la analogía del ser) es de diversa naturaleza en las
diferentes clases de aquéllas. Para nosotros el prototipo de unidad lo constituye el
organismo. En él poseen los elementos parciales un sentido tal de la unidad del todo que sin
relación a éste ni siquiera pueden definirse las partes orgánicas (v.gr., una mano). Tienen
esencia y existencia sólo como partes del todo (una «mano» separada ya no es mano). En
este caso las partes se reúnen para formar la totalidad gracias al carácter común del ser
substancial. Más sobresaliente es aún la unidad de la totalidad sobre las partes en el r
continuo (Cantidad), donde sólo potencialmente existen como unidades reales. En otros
casos, como es el de los «elementos» de vivencias anímicas, lo vinculante es, primariamente,
la finalidad de la función, y, en último término, la unidad substancial de un fundamento
ontológico común, el alma, sin la cual no puede comprenderse el acontecer psíquico. De
máxima importancia, incluso práctica, para la vida del individuo y de los pueblos es la índole
de la totalidad en las comunidades ([[Brugger:Sociedad [Filosofía de la]|Sociedad [Filosofía
de la]]]). Aunque un todo puede ser a su vez (desde otro punto de vista) parte de una
totalidad de orden superior, debe observarse que hay totalidades, las cuales, en virtud de su
esencia, no pueden (como los miembros de un organismo) ser jamás mera parte de otra; tal
es el caso de la persona. Todas las comunidades constan de personas con su valor propio
inadmisible.
Como axiomas relativos a la totalidad se cuentan los siguientes: 1.° «El todo es más que las
partes», es decir, la suma de éstas no es todavía una totalidad. Se requiere, además, el orden
y articulación de las mismas, que en determinadas circunstancias supone incluso un
peculiar factor substancial de totalidad (un principio de unidad y orden). 2.° «El todo es
antes que las partes» (Aristóteles); lo cual no significa que el todo exista temporalmente
antes que ellas, pues hay totalidades. cuyas partes existen antes de reunirse en un todo (v.
gr., las piedras antes de la casa), al paso que otras partes sólo vienen a la existencia en una
totalidad (v.gr., los órganos en el organismo). El sentido del axioma es más bien: lo decisivo
para el todo no es aquello que las partes puedan ser en sí, sino aquello que hace de ellas una
totalidad: el orden y la unidad (por ejemplo: el plan de construcción realizado en la casa);
las partes están subordinadas al todo en su carácter parcial, existen en virtud de éste; lo cual
no excluye que, desde otro punto de vista, posean valor y ser propios.
La idea de totalidad caracteriza el llamado holismo (del griego ???? = todo) fundado por J.S.
Haldane y J.C. Smuts. Según él, los organismos no resultan de sus elementos mecánicos ni
de organismos elementales, sino que desenvuelven sus miembros partiendo de la totalidad,
los cuales, por su parte, pueden ser también totalidades. Materia, vida y espíritu son fases
del mismo gran proceso evolutivo. Característica del holismo es la (impugnable) derivación
de los dominios más sencillos a partir de los más complejos (lo físico de lo biológico y esto
de lo psíquico) por mera eliminación y simplificación, para lo cual se requiere
necesariamente la matematización de las esferas superiores. — Colectivismo, Universalismo.
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Dialéctica trascendental
Mundo
Trabajo
El animal y la máquina también trabajan, pero sólo mientras el hombre aprovecha y dirige
su actividad; el animal comparte con el trabajo humano la fatiga; la máquina, únicamente el
movimiento y la simultánea superación de una resistencia a lo largo de un camino
(concepto físico del trabajo). El trabajo en su acepción propia es un privilegio del hombre y
constituye su nobleza. El trabajo supone tendencia a un fin y esfuerzo. Con la primera, la
razón, dirige el trabajo que así adquiere responsabilidad moral y mérito; el segundo
acrecienta su valor moral en cuanto que exige del hombre un empleo real de sus energías.
El trabajo intelectual fue siempre apreciado, lo cual, faltando a la justicia, no ocurrió con el
corporal. Inversamente, el trabajo encaminado a la producción de bienes materiales fue a
veces sobrevalorado de un modo unilateral a causa de su manifiesta utilidad. La valoración
del trabajo debe ser primeramente «moral»; en este respecto, el provecho económico del
resultado de la actividad laboral ha de relegarse como criterio valorativo al último lugar. A
criterio enteramente distinto obedece la valoración «económica», la cual cobra tanta
importancia porque hoy, para muchísimos hombres, la remuneración (el «equivalente») que
reciben por su trabajo constituye la base de toda su actitud en la vida.
Los valores culturales en su totalidad sólo pueden crearse y conservarse mediante el trabajo;
de ahí la importancia de revestir de dignidad cultural el trabajo y las condiciones de vida del
trabajador, siendo indiferente que su trabajo sea intelectual o corporal, de dirección o de
ejecución. Una cultura dirigida al placer, se hunde; una cultura que aprecia y honra el
trabajo, prospera.
El trabajo es siempre una bendición, nunca una maldición; pero puede trocarse en maldición
si es sobremanera fatigoso y monótono y deja perecer el espíritu, si resulta estéril y si en la
vida laboral dominan circunstancias que arruinan al hombre moral y físicamente en vez de
fortalecerle y perfeccionarle.
Bibliografía
Relacionado con...
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Alienación
Burocracia
Marxismo
Plusvalía
Psicoanálisis
Relaciones de producción
– Autores
Marx, Karl
Tradición
Entrada escrita por Schmidt
Bibliografía
W. Windelband Über Wesen und Wert der Tradition im Kulturleben en Präludien II 91924
G. Krüger Die Geschichte im Denken der Gegenwart, 1947
H. Arendt Fragwürdige Traditionsbestände im politischen Denken der Gegenwart, 1957
H.G. Gadamer Verdad y método Sìgueme, 1977
K. Rahner J. Ratzinger Revelación y tradición Herder, 1971
J. Pieper Überlieferung, 1970
F. Ulrich Tradition als Befreiung en Festschrift für J.B. Lotz, 1973 181-211
K.-H. Weger Tradición, en Sacramentum Mundi 6, 692-703 (con
Bibliografía
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Alma
Bien
Cultura
Espíritu
Hermenéutica
Libertad
Logocentrismo
Mileto, escuela de
Mito
Platonismo
Renacimiento
– Autores
Derrida, Jacques
Habermas, Jürgen
Heidegger, Martin
Rorty, Richard
Trascendencia
del latín transcendere denota la acción de «trascender», superar o salvar, v.gr., un obstáculo,
los límites. Este significado fundamental varía de muchas maneras según los dominios a que
se aplica el término. — Desde el punto de vista gnoseológico, trascendencia significa (1)
independencia de la conciencia. El objeto trasciende el acto cognoscitivo, se contrapone a él
como algo independiente, no como algo sólo puesto por el acto. Esto ocurre ya dentro de la
autoconciencia; un acto de conocimiento orientado a comprender un acto volitivo encuentra
a éste como algo independiente de él. Con mayor razón el mundo exterior trasciende nuestra
conciencia entera, que se dirige a él como a algo ya existente. — En relación con
nuestra experiencia, trascendente indica lo suprasensible y lo inexperimentable. El núcleo
esencial de las cosas visibles y todo lo espiritual trascienden nuestra experiencia sensorio-
intuitiva: son, por lo tanto, suprasensibles = trascendentes (2), pero no absolutamente
inexperimentables. Pues mediante la reflexión experimentamos nuestro pensar y querer en
su existencia aunque no en su espiritualidad. También respecto a lo esencial cabe hablar de
experiencia, en cuanto que de manera inmediata centellea incluido por entero en lo intuitivo.
Sin embargo, las esencias desprendidas de lo sensible, así como sus leyes, y lo espiritual
como tal trascienden toda experiencia, porque únicamente son accesibles en un nuevo acto
aprehensivo que se sitúa frente a ella (abstracción explícita, intelección de la esencia,
consecuencia). Son trascendentes (3) también en el sentido de inexperimentables. El
pensamiento dirigido a lo inexperimentable se llama especulación.
En el orden del ser, trascendencia (4) indica supramundanidad. El alma humana participa
ya de ésta en cuanto que en virtud de su espiritualidad trasciende el mundo visible, a pesar
de estar inserta en él como forma esencial del cuerpo. El espíritu, que no es miembro ni parte
del mundo, expresa plenamente la supramundanidad. Incomparable es la trascendencia (5)
o supramundanidad de Dios, cuya infinitud sobrepuja de manera inefable al mundo y a todo
lo finito; trascendencia a la cual se une, no obstante, en virtud de la misma infinitud
una inmanencia igualmente incomparable. — La trascendencia (4 y 5) refluye hacia la
trascendencia (2 y 3), porque la supramundanidad trae consigo también una rigurosísima
suprasensibilidad e inexperimentabilidad. Considerada desde el punto de vista lógico, la
trascendencia (6) conviene a aquellos conceptos universalísimos que rebasan todas las
categorías y, en general, todos los órdenes particulares envolviéndolo absolutamente todo
dentro de su extensión. Trátase en este caso del ser y de los llamados trascendentales. —
Aludiremos sólo brevemente a la trascendencia matemática (7) que se atribuye a una
cantidad que rebasa los límites de lo algebraico, v.gr., el número.
Bibliografía
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Lo sagrado y lo profano
– Autores
Jaspers, Karl
Sartre, Jean-Paul
Trascendental
Bibliografía
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Analítica trascendental
Crítica de la razón pura
Dialéctica trascendental
Estética trascendental
Fenomenología
Kantismo
– Autores
Cohen, Hermann
Husserl, Edmund
Kant, Immanuel
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von
Trascendentales
Bibliografía
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– Conceptos
Dialéctica trascendental
Unicidad
Unicidad dice más que individualidad. Por eso todo lo que es único es también individuo,
pero no viceversa. La individualidad conviene al sujeto concreto de una esencia en su
peculiaridad incomunicable, v.gr., a esta encina, a este hombre llamado Pablo. La unicidad
añade, además, que un individuo carece de igual, que, por tanto, no hay fuera de aquél otros
sujetos de la correspondiente esencia (unicidad de hecho) o que esencialmente no puede
haberlos nunca (unicidad metafísica) .No se da en el ámbito terrestre una unicidad tal; pero
sí una unicidad de hecho. Ésta es poco destacada en la naturaleza extrahumana, donde los
individuos existen sólo en vista de la especie; por eso muestran un exiguo sello individual,
se parecen mucho entre sí y pueden substituirse uno por otro, aunque también hablamos,
v.gr., de la belleza única de un paisaje, o de la fidelidad única de un animal. El hombre
individual, en cambio, por ser persona, no nace al servicio de su especie, sino que tiene su
fin eterno enteramente personal, adquiriendo con ello una determinada irreiterabilidad e
insubstituibilidad. Esta circunstancia se manifiesta en el profundo sello individual de los
hombres, el cual puede acrecentarse hasta conferirles un carácter único, gradioso. Así, por
ejemplo, Platón, san Augustín, san Francisco de Asís, Goethe, constituyen figuras únicas,
incomparables. Sin embargo, la verdadera unicidad metafísica la muestran solamente los
seres espirituales puros. Mientras en el dominio de lo terreno ningún individuo agota la
plenitud ontológica de su especie, no ocurre así (según santo Tomás de Aquino) en el caso
del ángel; todo individuo es, pues, en esta esfera, necesariamente único en su especie. Mas
porque jamás una sola especie realiza plenamente la riqueza del espíritu puro, hay todavía
en este grado del ser muchas especies que convienen genéricamente. Sólo la unicidad de
Dios es absoluta, porque poseyendo Él exhaustivamente en sí como individuo la infinita
plenitud del ser, es imposible la existencia de otro.
Bibliografía
Unidad
Con los grados del ser vienen dados los de la unidad. En primer lugar hay que distinguir la
unidad compuesta, resultante de partes, y la simple que no se construye con ellas; ambas
tienen a su vez grados. Si se asciende desde lo inorgánico hasta el hombre, pasando por la
vida vegetal y animal, se ve claramente cómo aumenta el carácter de «cerrado» hacia dentro
y de «separado» hacia fuera, y, por lo tanto, la unidad. — El principio benológico expresa la
primacía de la unidad sobre la multiplicidad diciendo: la multiplicidad presupone la unidad
y no puede existir sin una unidad que esté a su base. Es un caso particular del principio de
causalidad ([[Brugger:Causalidad [Principio]|Causalidad [Principio]]]). Pues toda
multiplicidad denota contingencia, en cuanto que el mismo contenido esencial se recibe en
diversos seres individuales, no perteneciendo, por lo tanto, necesariamente a ninguno. El
fundamento último de la multiplicidad ha de ser una esencia que no permite pluralidad de
sujetos, sino que existe sólo en uno de modo absolutamente necesario: la unidad de Dios.
Todas las criaturas, en la medida que entrañan relación a este origen único, quedan
reducidas a unidad en la unidad real del mismo. Ésta es exacerbada por el monismo extremo,
que considera al universo entero como un solo individuo (así, por ejemplo, Parménides y
Espinosa). A él se aproxima el panteísmo. No raramente son equiparadas en ellos la unidad
lógica del concepto de ser y la unidad real del Ser absoluto (Simplicidad).
Bibliografía
Aristóteles Metafísica x
Santo Tomás de Aquino Comentarios a la Metafísica de Aristóteles x: Summa theologiae i.
q, 11
D. Feuling Hauptfragen der Metaphysik, 1936
F. Klimke Der Monismus, 1911 [trad. ital.: Il monismo, 2 vols., Florencio 1914]
F.M. Sladeczek Die spekulative Auffassung vom Wesen der Einheit in ihrer Auswirkung auf
Philosophie und Theologie en «Scholastik», 25 (1950), 361-388
Mercier Ontología 3 vols., 1935
F. van Steenberghen Ontología, 21965
A. Marc Dialéctica de la afirmación 2 vols. Gredos Madrid, 1964
M. Zahn Unidad en H. Krings Conceptos fundamentales de filosofía,iii. p. 591-609, Herder,
Barcelona 1979
H. Rickert Das Eine, die Einheit und das Eins, 21924
R. Léveque Unité et diversité, 1963
J. Maréchal El punto de partida de la metafísica 5 vols. Gredos Madrid, 1957-1959
L. Oeing-Hanhoff Ens et unum convertuntur. Stellung und Gehalt des Grundsatzes in der
Philosophie des hl. Thomas von Aquin, 1953
H.R. Schlette Das Eine und das Andere, 1966 (sobre Plotino)
J. Lotz J. de Vries El mundo del hombre, 1954 de los mismos: Philosophie im
Grundriss, 1969
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Analítica trascendental
Dialéctica trascendental
Neodarwinismo y otras teorías evolutivas
Número
– Autores
Platón
Validez
«Validez universal» puede entenderse de dos maneras: o como validez para todos los sujetos
pensantes, en oposición a «validez solamente relativa», o como validez de todos los objetos
(de una determinada clase), en oposición a la que se refiere a objetos particulares de la
misma.
Bibliografía
A. Liebert Das Problem der Geltung, 21920
P. Linke Die Existential-theorie der Wahrheit und der Psychologismus der
Geltungslogik en «Kant-studien» 29 (1924), 395-415
J. Geyser Auf der Kampffeld der Logik, 1926
A. Wilmsen Zur Kritik des logischen Transzendentalismus, 1935
H. Dingler Das Geltungsproblem ais Fundament aller strengen Naturwissenschaften und
das Irrationale en «Clausthaler Gespiach» 1948, p. 272-297
F.M. Gatz Der Begriff der Geltung bei Lotze, 1929
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– Conceptos
Lógica
Silogística
Validez
Valor
El término valor fue primero utilizado por la economía política que estudia el valor de uso y
de cambio de las cosas. Antes de H. Lotze la filosofía habló de valores sólo ocasionalmente;
él hizo del valor un contenido fundamental del filosofar. Atendiendo a la cosa significada con
el vocablo «valor», cabe afirmar que indudablemente el pensamiento filosófico se había
ocupado siempre de este problema bajo el título de bien y de. bondad (bonum et bonitas).
Al dominio del valor pertenecen la oposición de valor y no valor, así como la ordenación
jerárquica de los valores. El valor descansa en el orden del ser y del obrar a él ajustado,
mientras que la desviación del orden ontológico denota no valor y, al fin, conduce a la culpa
moral. Por lo que respecta a la jerarquía, los grados del valor corresponden a los del ser.
Desde un punto de vista más formal dístínguense el valor por razón de sí, el valor por razón
del goce (o valor deleitable) y el valor por razón de la utilidad (o valor útil). El valor por
razón de sí es pretendido por sí mismo; el valor deleitable irradia del valor por razón de sí,
puesto que atrae hacia éste y fluye de su posesión beatificante; el valor útil está al servicio
del valor por razón de sí como medio para un fin. Atendiendo al contenido, el valor por razón
de sí muestra los grados siguientes: valores económicos, vitales, espirituales (lo verdadero,
lo bello, el bien ético) y religiosos (lo santo). Su jerarquización responde a esta enumeración,
que sigue los grados del ser, en la cual los valores religiosos ocupan el lugar supremo, pues
en ellos se trata directamente del Bien infinito (Dios). Por lo que se refiere a la distinción
entre bien y valor, al sentido indicado antes se añaden otros dos. En primer lugar se llama
bueno el ente en sí, mientras que el valor se dice en su referencia a otro. Un mismo bien va
adquiriendo valores diferentes (valor de un vaso de agua para un sediento en el desierto).
En segundo lugar, al bien objetivo se contrapone la respuesta del valor subjetivo, o, también,
al bien como contenido se, contrapone el valor como actitud (p. ej., pureza, fidelidad).
Bibliografía
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– Conceptos
Criterio moral
Lógica
Plusvalía
Relativismo ético o moral
Valor
Valores, teoría de los
Ética
– Autores
Nietzsche, Friedrich
Troeltsch, Ernst
Recibe esta denominación aquella corriente del pensamiento ético que ve en el valor el
problema esencial de la ética. Se debe distinguir una dirección neokantiana (Windelband,
Rickert) y otrafenomenológica (Scheler, N. Hartmann) de la ética de los valores. La primera
sólo entiende por valor el elemento universal formal, que más o menos se equipara al
«deber» y se distingue del ser (empírico) como determinativo trascendental (ética
puramente formal, formalismo ético). La ética fenomenológica de los valores ve en el valor
un algo pluriforme por su contenido, pero objetivo y separado del ser, que reviste carácter
apriorístico, confiere al apetito plenitud de sentido y no coincide en modo alguno con la
obligación o deber sino que da fundamento al deber (= ética material de los valores). Pero
tampoco la ética fenomenológica de los valores acepta un valor moral propiamente dicho,
que, en cuanto objeto del querer, confiriera al acto la cualidad de moralmente bueno. El valor
moral, por el contrario, es exclusivamente un valor de acto, que se realiza porque el hombre
da preferencia a aquel valor, no moral de suyo, que entre otros muchos merece tal
preferencia en estas circunstancias concretas, por su más alto nivel axiológico o por otros
motivos (por ejemplo, por su mayor urgencia).
La ética de los valores tiene una ventaja frente al positivismo moral, y es que ha sabido
defender explícitamente la objetividad del valor moral. Y la ética fenomenológica de los
valores es superior a la ética formal por cuanto destaca la prioridad del contenido de valor
sobre el «deber» puramente formal. — Pero también la ética fenomenológica de los valores
tiene sus defectos. En primer lugar, no llega a superar la escisión entre ser y valor
([[Brugger:Valores [Filosofía de los]|Valores [Filosofía de los]]]) porque no ha logrado
desprenderse de la concepción positivista del ser, que entiende como mera facticidad. En
consecuencia, olvida que el valor, en cuanto perfeccionamiento esencial del ente, se funda
en el ser y puede ser reconocido como valor, por ejemplo, mediante comprensión de la
esencia, al comparar el acto perficiente con la esencia que naturalmente le corresponde.
El sentimiento intencional del valor no es por tanto, como creía Scheler, una magnitud
elemental y última, sino una estructura compleja, que enlaza el conocimiento y la actitud
emocional. Además de esto, no se puede reducir el valor moral del acto a valores objetivos,
no morales de suyo, de entre los cuales prefiere luego el hombre aquel que es más elevado o
premioso (Bien). Finalmente, el problema del valor moral es el que fundamenta la ética, pero
no el único dentro de ella; concretamente, debemos preguntan nos, si se puede explicar la ley
moral a partir únicamente de los valores.
Bibliografía
La filosofía de los valores no se desarrolló como dirección propia sino después de H. Lotze.
Cuando se habla de teoría de los valores, esta expresión en la mayoría de los casos
comprende, además de la filosófica, otra investigación, v.gr., psicológica, de los valores y
valoraciones. Con menor frecuencia se usa para designarla el nombre de axiología (del griego
????? = digno, apreciable). Ya en Lotze, padre de la moderna filosofía de los valores, aparece
el valor separado del ser. Éste es carente de valor porque se le restringe a la realidad empírica
exclusivamente sometida a las leyes matemáticas de la ciencia natural. Los valores en que se
funda el sentido de nuestra existencia forman el reino propio del valer. A esta duplicidad
corresponde en el hombre una dualidad de facultades; así como el entendimiento (Verstand)
conoce el ser, así la razón (Vernunft) siente los valores. — Las sugerencias de Lotze se
desarrollaron sobre todo en dos formas: la filosofía neokantiana y la filosofía
fenomenológica de los valores.
Bibliografía
La escisión del Uno en la pluralidad de las almas individuales viene del no saber, que somete
al hombre a diversas condiciones. A ellas pertenecen el cuerpo grosero, el cuerpo sutil que
en el tránsito de una vida a otra sirve al alma de apoyo y es sustentador del Karma, y los
diversos órganos y potencias interiores. Karma son los efectos de las obras que determinan
la reencarnación (Metempsicosis). Las buenas obras ayudan a lograr un buen renacimiento,
apartan los obstáculos para la salvación, pero no pueden producirla. La
verdadera salvación (no del pecado y de la culpa, sino del mal de la reencarnación) se
concede solamente a quien posee el saber superior. En él se conoce como situado más allá
del bien y del mal, como ser, espíritu y gozo absoluto. — Entre los filósofos que llevados las
más de las veces por motivos religiosos estructuraron el Vedanta en sentido teísta, destaca
principalmente Ramanuja (s. xii). — [[[Brugger:12|12]]].
Bibliografía
Sa?kara Prolégoménes au Vedanta (trad. L. Renou), París 1951. [Himnos del Rig Veda,
Sudamericana, Buenos Aires 1968]
P. Deussen Das System des Vedanta, 21906
V.S. Gathe Le Vedanta París, 1918
O. Strauss Indische Philosophie, 1925 c. 10
G. Dandoy L'ontologie du Vedanta París, 1932
H. von Glasenapp Die Stufen zum Gottlichen, 1948
R. Follet Quelques sommets de la philosophie indienne en «Archives de Philosophie» , 9
(1931) fase. 1
P. Negre Vedanta
La concepción filosófica más notable de la India en «Pensamiento», 1 (1945) 415-432
P. Johannes La pensée religieuse de l'Inde Lovaina, 1952
W. Totok Handbuch der Geschichte der Philosophie i', 1964 p. 23
A.J. Moreno Lógica hindú en «Sapientia», 15 (1960) 217-220
E. Wood Vedanta Dictionary Nueva York, 1964
O. Lacombe L'Absolu selon le Vedanta París, 1966
B.N.K. Sharma The Brahmasutras and their Principal Commentaries. A Critical
Exposition, i' Bombay, 1971
Vegetal
Por lo que respecta a la formación de los órganos, la configuración o forma vegetal exige el
desarrollo de superficies exteriores asimiladoras, es decir, extiende ampliamente por el
medio circundante los órganos que están al servicio del metabolismo y de la reproducción
(ramas, hojas, flores y raíces). La hoja ocupa el primer lugar en la organización vegetal (el
vegetal es, según Goethe, un conjunto de hojas). Por eso, en oposición al proceso formativo
de los órganos en los animales (Animal), que tiende a desarrollar superficies internas
absorbentes (el animal es una configuración cerrada), damos al vegetal el nombre
de configuración abierta. Este carácter lo manifiesta también la construcción de órganos en
el vegetal: no acaba en el estadio embrionario, sino que continúa hasta mucho después y, a
decir verdad, no cesa jamás por completo. El vegetal vive sólo mientras crece y produce
nuevos órganos. Contrariamente a lo que acontece en el animal, el vegetal posee, además,
en sus puntos vegetativos tejido embrionario capaz de proporcionar continuamente materia
orgánica. Singularmente característica del vegetal, en cuanto configuración abierta, es
también la carencia de órganos centrales para conducir las excitaciones (v.gr. como el
sistema nervioso de los animales) y llevar a cabo el metabolismo. Por último, aunque en el
vegetal las células individuales se hallan flojamente unidas entre sí por los plasmodesmos,
cada una de las células está separada de las demás mediante recias paredes celulares y
conserva a veces gran sustantividad. Todos estos rasgos hacen del vegetal el grado ínfimo de
individualidad orgánica.
Bibliografía
Verdad
I. Enfoque desde la problemática actual. La verdad puede definirse distintamente según que
se entienda como un concepto amplio, coextensivo con el ser mismo, o bien intente
restringirse como un término estricto y exacto. La primera tendencia corresponde al uso de
este término en la tradición filosófica de occidente, mientras que la segunda sigue puntos de
vista lógicos y lingüísticos. En la actual situación del problema, para encontrar un enfoque
fundado desde el cual definir la verdad, podemos partir de la fórmula clásica: «Verdad es la
adecuación del entendimiento con la cosa.» Esta definición es tan irrenunciable como
insatisfactoria. A fin de esclarecer el estado de la cuestión, intentemos mostrar el sentido
predicativo de verdadero, p. ej., en la expresión «x es verdadero». Se pone de manifiesto que
esa expresión enuncia ante todo una pretensión de validez, por cuanto, precisamente bajo el
punto de vista de tal pretensión, se distingue de otras expresiones semejantes (p. ej.: «x tiene
que ser»). Dicha expresión significa, además, no una pretensión cualquiera, sino una que
puede sostenerse con razones. Pero el sentido de la verdad no puede reducirse a esta
dimensión, pues con ello sólo se ha mostrado la parte «exterior», «pragmática», la
«estructura externa», todavía no la «estructura interior o profunda» de la verdad. Dicho de
otro modo: para averiguar el sentido de «verdadero», hemos de mostrar cómo ha de
entenderse concretamente «x» en «x es verdadero». Ahora bien, «x» no puede estar en lugar
de una proposición, entendida como una forma puramente gráfica o sintáctica, pues en este
sentido la proposición es vacía, carece de sentido y, por tanto, no puede tener ninguna
pretensión de validez; «x» está más bien en lugar de una afirmación en la que se expresa un
contenido o un objeto. Por tanto, el predicado «verdadero» se atribuye a «x» en tanto «x»
está en lugar de un enunciado. El objeto puede entenderse como válido o no válido. Si es
afirmado como válido, entonces el enunciado es verdadero. El objeto afirmado como válido
es el objeto en tanto enuncia relación con la cosa misma, debiendo entenderse esta relación
como identidad entre el objeto y la cosa misma. En efecto, mientras no se haya logrado el
plano de esta identidad, el enunciado, o sea el objeto, y la cosa misma permanecerán
extrínsecos el uno del otro. No basta con decir que el enunciado acierta con la cosa misma,
la designa, etc.; es necesario mostrar que con ello se conoce la cosa misma y cómo se conoce,
es decir, que se hace patente la cosa misma. Así, en el plano de la identidad entre objeto y
cosa, «x es verdadero» es la articulación de la revelación de la cosa misma y, por cierto, según
la medida del predicado (identidad parcial). Según esto la adecuada articulación lingüística
es: «La cosa se comporta así...» Por tanto, el concepto integral de verdad sólo puede
determinarse por la bipolaridad de pretensión de validez y revelación de la cosa misma.
Desde este concepto integral de verdad pueden esclarecerse, entenderse y en ciertos casos
corregirse diversas distinciones y designaciones que se han introducido en la historia del
pensamiento y que son usuales en la actualidad. Las expresiones «verdad
trascendental» (Kant) y «verdad pura» (Hegel) no pretenden caracterizar «el» concepto
general de verdad, sino que han de entenderse como momentos estructurales: designan
desde una determinada perspectiva aquellas determinaciones formales (categorías) en las
que puede articularse la verdad. — Puntel
II. Multiplicidad de significaciones. Verdad, en la acepción más general, expresa una
conformidad entre ser e inteligencia (adaequatio rei et intellectus) y, en su sentido más
profundo, una perfecta compenetración de ambos. Al hombre, la verdad se le presenta en
primer lugar como verdad de su conocer. Esta verdad del conocimiento (verdad
lógica) culmina en el juicio y consiste en que el pensar se asimila al objeto real, en cuanto
que lo expresa como existente y absoluto. Así pues, la verdad humana (al menos en el
conocimiento teorético) no impone su norma al ser sino que, por el contrario, está medida y
«legitimada por el ser». La verdad no exige que el pensamiento reproduzca el ente según
todas sus determinaciones, lo que sería un conocimiento adecuado, sino que basta
un conocimiento inadecuado, siempre que los aspectos que son pensados y afirmados se
encuentren realmente en el ente. Con otras palabras, la verdad exige únicamente una
asimilación al objeto formal considerado en cada caso (Objeto).
En analogía con la verdad del juicio, puede llamarse también verdadero un concepto en tanto
presupone un juicio verdadero y, con mayor razón, aquella manifestación, memoria o
revelación del propio ser que posibilita la verdad (en griego ?-??????) del juicio (verdad
antepredicativa; Evidencia). La verdad auténtica es universalmente válida, no en el sentido
de que sea aprehensible en igual manera para todos, pero sí en el de que aquello mismo que
es verdadero para un espíritu, no puede ser falso para otro. Bajo esa acepción toda verdad
es absoluta y no puede haber ninguna verdad relativa (Relativismo). Pero como la verdad
del conocimiento humano sólo se realiza en el conocimiento fáctico de hombres y, por otra
parte, la actualización del conocimiento depende de muchas condiciones históricas, puede
hablarse muy bien de historicidad de la verdad, sin caer por eso en el relativismo. Bajo otro
aspecto se contrapone la verdad existencial a una verdad universalmente válida, en el
sentido de una verdad científica que sólo afecta al entendimiento (puramente teorética), y
que es accesible en igual manera para todo el que tenga la necesaria formación previa.
Mientras que la verdad científica está ordenada a la «conciencia en general» la verdad
existencial significa una llamada a la «existencia» del individuo (Existencialismo), la cual
reclama su decisión personal y libre. Esto no significa que tal decisión no pueda justificarse
ante la razón, pero sí que la persuasión no puede «forzarse» psicológicamente mediante
pruebas.
Distinta de la verdad del conocimiento es la verdad del ser (verdad
ontológica u óntica, según otros) que conviene al ser mismo y denota una conformidad de
éste con el conocimiento intelectual. No es esencial al ente la verdad entendida como
conformidad efectiva con nuestro modo de pensar; en este sentido hablamos, por ejemplo,
de «verdadero oro» queriendo significar con ello que el metal así caracterizado es realmente
aquello que creemos que es, mientras que oro «falso» es algo brillante, sí, como el oro, pero
que en realidad no lo es. Cuando la verdad ontológica se considera, junto con la unidad y la
bondad, como uno de los atributos «trascendentales», es decir, propios sin excepción de
todo ente (Trascendentales), con ello se significa primariamente aquella conformidad de
todo ente con el pensamiento, en cuya virtud puede devenir objeto de éste; considerando
este aspecto, tenemos por fundamento firme de la inclusión de la verdad ontológica entre
los atributos trascendentales del ente, el encontrarnos nuestra razón ordenada
ilimitadamente a él. En el orden ontológico, esta inteligibilidad del ente se halla motivada
por el hecho de que todo ser no divino está formado según las ideas de la mente de Dios.
Verdad ontológica denota, en último término, que el ente tiene su medida en una idea divina
y que, por lo tanto, desde este punto de vista, está impregnado de inteligencia.
Verdad en sentido ético (veracidad, amor a la verdad) significa no sólo la coincidencia del
hablar con la persuasión interna (en contraposición a la mentira), sino también la
coincidencia de la acción externa con la actitud interna (en contraposición a la ficción), así
como el enjuiciamiento honrado de sí mismo (en contraposición al autoengaño) y la
voluntad leal de llegar al conocimiento de la verdad.
III. Doble verdad. Durante siglos se atribuyó a ciertos autores de la edad media (averroístas)
(107) la teoría de la doble verdad. Se afirmaba que estos autores habían defendido la
concepción de que filosóficamente puede ser verdadero lo contrario de lo que
teológicamente se acepta como verdad de fe. En realidad nadie defendió en la edad media la
doble verdad así entendida. Se trataba más bien de una dificultad o aporía, la cual consistía
en que no se veía inmediatamente cómo ciertas proposiciones de fe podían armonizarse con
otros enunciados, demostrables por los medios del pensamiento filosófico (Boecio de Dacia).
Más tarde, especialmente durante el tiempo del modernismo, se defendió la doble verdad,
si bien en forma muy confusa..
Bibliografía
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Verdad
Verdad lógica
Verdad, teoría de la correspondencia
Verdad, teoría pragmática de la
Verdad, teoría semántica de la
Verdad, valores de
– Autores
Averroes (Ibn Rushd)
Derrida, Jacques
James, William
Nietzsche, Friedrich
Parménides de Elea
Platón
Popper, Karl Raimund
Protágoras
Rorty, Richard
Russell, Bertrand
es la norma que permite distinguir los juicios verdaderos de los falsos. La cuestión acerca de
si un juicio es verdadero o falso se decide en el hecho de si está o no está fundado en
un objeto. La índole de esta fundamentación difiere según las diversas esferas de objetos.
Establecer sus condiciones es incumbencia de las ciencias particulares y de sus
metodologías. Pero suponiendo estos criterios particulares y referentes al contenido, debe
plantearse también en la gnoseología el problema de los criterios universales y últimos. No
se trata aquí de averiguar en qué objeto está fundamentado un juicio, sino cómo debe darse
este objeto al sujeto cognoscente para que pueda distinguir los juicios verdaderos de los
falsos y, por lo tanto, juzgar con certeza. Por consiguiente, el criterio universal de verdad
sólo puede conducir a la certeza concretándose en uno particular. El criterio universal de
verdad es la evidencia, puesto que un juicio únicamente es verdadero cuando concuerda con
el objeto a que se refiere y la certeza de ello sólo es posible cuando el objeto mismo se
manifiesta a quien formula el juicio. Los criterios de verdad propuestos otras veces tropiezan
siempre en estos dos obstáculos: o no son universales o, por ser determinaciones subjetivas,
no ofrecen garantía alguna de verdad.
Bibliografía
Verdades fundamentales
Desde Balmes, entiéndense por tales ciertas verdades que, según el parecer de varios
escolásticos, deben suponerse sin justificación crítica en toda investigación gnoseológica.
Suelen admitirse tres: el principio de contradicción (primum principium), la existencia del
yo que investiga (primum factum) y la capacidad de la razón para la verdad (prima
conditio). — Las citadas verdades no son ciertamente susceptibles de
una demostración propiamente dicha ni la necesitan; pero no pueden substraerse a la
reflexión crítica ni a la justificación (Escepticismo). [[[Brugger:262|262]]].
Bibliografía
J. Balmes Filosofía fundamental t. i, l. 1, c. 34
Mercier Criteriología 2 vols, 1936
J. de Vries Pensar y ser , 41963
J. Roig Gironella El sentido íntimo de la criteriología balmesiana en «Pensamiento»
, 4(1948) 405-431.
Vida
significa (1) ante todo, como actividad vital, una acción interna, «hacia dentro» (actio
immanens), en oposición a la acción externa, «hacia fuera» (actio transiens), dirigida
únicamente a producir o modificar otras cosas, cual la poseen también los seres inanimados.
Donde la actividad vital no viene dada con la esencia, sino que es repercusión, ya intensa, ya
lánguida, de fuerzas que por sí denotan sólo virtud para obrar (Potencia), la potencia para
la acción inmanente se denomina también vida (2). La vida (1) se manifiesta en la naturaleza
exterior en el brotar, crecer, verdear, florecer, fructificar de las plantas; en el crecer,
multiplicarse y moverse de los animales, y en el desarrollo de las especies que rebasa los
organismos individuales, produciendo siempre nuevas formas a lo largo de los siglos. Vista
desde el interior, la vida se nos aparece en las vivencias propias, en el consciente ver, sentir,
apetecer, cuya fuerza ciertamente depende del vigor y energía de los órganos corporales. En
ambos casos la vida se presenta como un devenir continuo y un desplegarse de dentro afuera
inagotablemente multiforme, en oposición a la rigidez y uniformidad de los cuerpos sin vida,
especialmente de las máquinas.
Por eso es comprensible hasta cierto punto que a la filosofía de la vida ([[Brugger:Vida
[Filosofía de la]|Vida [Filosofía de la]]]) ésta se le aparezca a modo de una fuerza misteriosa
y creadora que desde los tiempos primitivos inunda el universo, fuerza que, como
esencialmente irracional, se sustrae a la determinación conceptual, y que en todo caso se
contrapone como devenir constante a la inmutabilidad del ser. El espíritu es concebido
entonces como la última fase evolutiva de la vida ligada al cuerpo o como enemigo de ella
que la violenta con su rígido concebir y sólo es apto para ordenar de manera uniforme y
mecánica.
La vida material, también en sus niveles ínfimos, está caracterizada por el hecho de que se
organiza a sí misma (autoorganización), mantiene su estructura — una vez lograda — en el
metabolismo(autoconservación) y la transmite a otros organismos (autorreproducción).
Bajo el presupuesto filosófico necesario de que el creador ha querido este mundo como un
todo y, con ello, también su evolución por leyes naturales hasta la formación del hombre, no
hay inconveniente en afirmar que la materia viva en el proceso del mundo ha nacido de la
materia inorgánica, tal como intenta mostrar la biología molecular. Cierto que este
nacimiento toma a su servicio los fenómenos casuales, pero no puede reducirse a meras
combinaciones casuales de materia, cada vez más complicadas, pues para ello,
prescindiendo de la inconstancia de tales productos, no basta el tiempo del universo de que
habría podido disponerse. Más bien, para ello se requiere una restricción del azar mediante
especiales «reglas de juego», que conceden la «ventaja selectiva» a determinadas
combinaciones de materia que son favorables para el nacimiento progresivo de la materia
viva. Tales reglas han de hacer que esas combinaciones, una vez logradas casualmente,
permanezcan, se estabilicen y utilicen su estructura como información para su reproducción.
Reproduciendo este procedimiento orientado a un fin, la materia llega a formas cada vez
más complejas y finalmente a la organización de la materia viva. Pero si la materia puede
esto es porque desde su origen por creación lleva en sí aquellos factores que limitan el azar
del acontecer, y porque el origen creador de la vida y de su principio vital supramaterial está
ligado a la correspondiente preparación de la materia. [Brugger].
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma
Antrópico, principio
Anámnesis
Biología, filosofía de la
Calvinismo
Cultura
Cínicos
Darwinismo
Darwinismo social
Duración
Evolución
Filosofía
Filosofía de la vida
Inconsciente
Inducción
Marxismo
Moral de señores y moral de esclavos
Muerte
Mundo
Origen de la vida
Psicoanálisis
Tiempo
Vida
Vitalismo
Ética
– Autores
Ajdukiewicz, Kazimierz
Antístenes
Aristóteles
Beauvoir, Simone de
Bergson, Henri
Camps, Victoria
Croce, Benedetto
Descartes, René(Cartesius)
Dilthey, Wilhelm
Eucken, Rudolph
Fichte, Johann Gottlieb
Freud, Sigmund
Guitton, Jean
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Hume, David
La Mettrie, Julien Offray de
Locke, John
Maquiavelo, Nicolás
Marco Aurelio
Nietzsche, Friedrich
Oparin, Alexander I.
Por eso tiene una primacía incondicional frente a todos los valores no morales. El hombre
se siente arrojado a la existencia sin su propio consentimiento y acción y recibe su vida como
don y tarea. La realización y el desarrollo de la vida son el deber moral fundamental; y hemos
de advertir que la vida no puede reducirse aquí a un sentido estrictamente biológico.
De lo dicho se desprende que el hombre no puede sustraerse (obligación de vivir) a esa tarea
por propio poder, mediante el suicidio, pues, aun prescindiendo de otras obligaciones frente
a los demás hombres y a la comunidad, semejante disposición de sí mismo contiene la
pretensión de un dominio absoluto sobre la propia vida. Algo semejante hemos de decir
sobre la mutilación, la castración y la esterilización: en la incolumidad del cuerpo y de sus
funciones sólo puede intervenirse por las correspondientes razones graves, p. ej., para la
salvación del cuerpo. Menos todavía puede el hombre convertirse en señor de la vida ajena,
como sucedería si alguien por propia potestad matara directamente a un inocente, aunque
éste lo hubiera pedido. Lo dicho vale también para la vida en germen (aborto) y la vida de
los enfermos corporales o psíquicos (eutanasia directa, aniquilación de vida inepta). Pesa
sobre el Estado el deber de proteger jurídicamente en lo posible toda vida humana mediante
leyes penales.
Y tampoco está mandada toda posible prolongación de la vida, cuando ésta sólo puede
conseguirse mediante sacrificios especialmente grandes, p. ej., mediante operaciones
costosas y que coarten gravemente las funciones vitales (forma negativa de la eutanasia). No
va contra el derecho a la vida la legítima defensa, en la que un actual ataque injusto a la
persona y a sus bienes es rechazado por el uso de la fuerza, que a veces puede acarrear
lesiones, heridas y la muerte. De todos modos, no puede rebasarse la medida de la fuerza
que es necesaria para repeler el ataque. El fin de la acción no es matar, sino la defensa de
importantes bienes jurídicos, que de otro modo no es posible. La licitud de una guerra justa
(Paz) se funda en parecidos criterios, con la diferencia de que aquí la legítima defensa es
reivindicada por la autoridad estatal, a la que corresponde en primera línea asegurar el
orden jurídico a través del empleo de medios de poder. Se argumenta distintamente para la
justificación de la pena de muerte. Aquí se trata de una muerte directa, impuesta al culpable
por el poder estatal según estrictas normas legales como retribución por un delito grave. La
autoridad estatal tiene la potestad de imponer la pena de muerte en tanto ésta es el único
medio para asegurar el orden jurídico en forma eficaz y sin gran dispendio de fuerzas. Pero
no son razones convincentes la de que el delincuente se ha jugado su derecho a la vida
mediante un «suicidio social», o la de la ley de talión (retribuir lo mismo con lo mismo), o
la de la seguridad del bien común («perturbación de la seguridad»), o la de la legítima
defensa del Estado.
Bibliografía
Sobre la eutanasia K. Forster (ed.) Aktuelle Probleme des Rechtsschuttzes durch die
Rechtsordnung, 1964
B. Schüller Direkte Tötung - indirekte Tötung en «Theologie und Philosophie» 47 (1972), p.
341-57. Sobre el suicidio
J.M. Sailer Über den Selbstmord reimpresión 1919
R. Schneider Über den Selbstmord, 1947
G. Siegmund Sein oder Nichtsein. Das Problem des Selbstmords, 1961
G. Lester Suicide Englewood Cliffs, 1971
C. Braun Selbstmord, 1971 (sobre el aspecto psicológico). Sobre la pena de muerte
S. Greinwald Die Todesstrafe, 1948
M. Pribilla Über die Todesstrafe en «Stimmen der Zeit» 146 (1950), 335-46
M. Dorfmüller y otros Todesstrafe?, 1960
A. Mergen Dokumentation über die Todesstrafe, 1963
G. Ermecke Zur ethischen Begründung der Todesstrafe heute, 21963
De las citadas variedades de la filosofía de la vida que toman a ésta en acepción equivalente
a lo práctico, a lo ético, ha de distinguirse la filosofía de la vida (4) que entra en escena a
fines del siglo pasado con la pretensión de hacer prevalecer también en la esfera teorética el
concepto de vida. Había sido preparada por las concepciones de lo vital propias de Goethe y
del romanticismo, pero la hicieron surgir el predominio de la ciencia natural mecanicista y
el progreso técnico del siglo xix. Sin embargo, la corriente contraria a ellos, denominada
filosofía de la vida, no posee naturaleza unitaria. Por lo general, el verdadero fundamento y
contenido de la realidad se pone en la «vida» considerada como lo dinámico, lo deveniente,
lo que desde dentro impulsa al desarrollo, en oposición a lo estático, lo mecánico, lo
conceptualmente acabado. Pero qué deba entenderse más precisamente por vida, es cosa a
menudo difícil de determinar. Con Rickert distínguense fundamentalmente dos direcciones
que con frecuencia se entrecruzan. Una de ellas concibe la vida en sentido
predominantemente biológico, extendiendo a todo lo real las. categorías sacadas de dicha
esfera. Cabe hablar, entonces, de biologismo. La otra refiere con preferencia el concepto de
vida a la vivencia, es decir, al «vivir» interior, que no es jamás mero conocimiento, y mucho
menos escueto conocimiento científico abstracto, sino el juego entero de todas las fuerzas
del espíritu, fluir continuo, que no puede expresar de manera cumplida ningún concepto
«rígido». La cultura en su integridad es interpretada, «comprendida» desde este interno
vivir (Ciencias del espíritu, Comprender).
La locución «filosofía de la vida» se encuentra ya en Fr. Schlegel (1827), que señala una
desviación con respecto a Hegel y aplica el término a la experiencia interna de lo vital. Igual
dirección siguen los trabajos de Kierkegaard que han influido tanto en la teología
dialéctica como en la filosofía existencial (Existencialismo). Máxima repercusión tuvo la
crítica de la cultura formulada por Nietzsche, que contraponía rudamente el vivir y la
vivencia al ser y al conocer. El bien supremo es la plenitud y fuerza de la vida, tal como
encuentra expresión perfecta en el «superhombre». El conocimiento ha de servir a la vida.
La cuestión acerca de su verdad o falsedad carece de importancia; lo decisivo es únicamente
si fomenta la vida (Pragmatismo). Afines a estas ideas, pero trasladadas de lo individual a lo
racial-nacional, son las concepciones de la filosofía de las razas (Gobineau, H.St.
Chamberlain, Rosenberg): la raza es no sólo un complejo de caracteres exteriores, sino la
manifestación del alma (del alma racial); y el alma es la cara interna de la raza. Ésta
constituye la realidad última y el valor supremo accesible a nuestro pensamiento e
investigación. Desde ella han de comprenderse y valorarse cultura, arte, ciencia, religión e
historia (Rosenberg). No existe una medida suprarracial (Relativismo). — En Francia y más
allá de sus fronteras, Bergson influyó en el sentido de la filosofía de la vida por sus doctrinas
del élan vital, impulso vital, y de la évolution créatrice, evolución creadora, que, en una
primera fase, se eleva a instinto animal y, en otra segunda, a inteligencia humana. Ésta crea
las comunidades humanas y una moral vinculada a la sociedad. Por encima de ella, el
impulso vital se remonta en las figuras proféticas de la religión dinámica a la mística
religiosa, creando una moral que une a la humanidad entera. El pensar conceptualmente
fragmentante sirve, es verdad, al dominio técnico de la naturaleza; sin embargo, una
comprensión más profunda de la realidad sólo resulta posible a la «intuición», la cual, para
expresarla, debe utilizar «conceptos» flexibles, interpenetrables, plásticos.
Bibliografía
Bibliografía
Virtud
La justicia es la disposición constante y firme de la voluntad de dar a cada uno el derecho que
le corresponde. Están emparentadas con ella la religiosidad en relación con el culto de Dios,
la piedad frente a los padres y a la patria, la veneración y obediencia (autoridad) y la gratitud
para con los bienhechores.
La templanza perfecciona la facultad del apetito sensible, por cuanto mantiene dentro de los
límites de la razón la tendencia al placer sensible. Esto incluye moderación en la comida y
bebida, castidad, decoro, honor, negación y dominio de sí mismo, humildad, afabilidad,
clemencia y comedimiento.
La significación de las virtudes para la moralidad está en que el hombre sólo puede lograr y
realizar su libertad en una decisión fundamental (optio fundamentalis) que dure más allá
del momento. La libertad de decisión debe convertirse en una libertad de firme resolución.
Por eso la conducta moral también debe incluir siempre la aspiración a una decisión
duradera (fidelidad). Sólo donde la dirección fundamental de la decisión de la voluntad se
confirma siempre de nuevo, puede llegarse además a aquel proceso de aprendizaje en el que
las diversas motivaciones de la naturaleza humana se ordenan por completo al fin de la
acción humana, y así conceden espacio y posibilidad para la libre realización de este fin a
partir incluso de la estructura pulsional.
Por otra parte, las virtudes, como formas externas de la conducta humana, contienen
siempre una cierta ambivalencia. Los llamados vicios no siempre implican maldad moral;
con frecuencia son síntoma de una evolución psíquica defectuosa (apatía, angustia
desmedida, agresión), quizá no culpable, mientras que las virtudes pueden ser también
expresión de una acomodación social que todavía no tiene un rango propiamente ético. Aquí
existe una conexión con la educación y con los rasgos de carácter de cada individuo.
Bibliografía
M. Wittmann Die Ethik des Aristóteles, 1920 43-245
del mismo Die Ethik des heiligen Thomas von Aquin, 1933 217-317
M. Scheler Zur Rehabilitierung der Tugend en Vom Umsturz der Werte i, 1919
H. Klomps Tugenden des modernen Menschen, 1969
O.F. Bollnow Wesen und Wandel der Tugenden, 1958
P. Chauchard Vicios de las virtudes. Virtudes de los vicios Fax, 1966
R. Guardini Tugenden. Meditationen über Gestalten sittlichen Lebens, 21967
J. Pieper Das Viergespann, 1970
O.N. Derisi Los fundamentos metafísicos del orden moral, 21951
R. Simon Moral Herder Barcelona, 1968 p. 326-401
Relacionado con...
– Conceptos
Cínicos
Justicia
Virtud
– Autores
Platón
Plotino
Vital (Principio)
Es el fundamento substancial originario de las leyes que caracterizan a los organismos frente
a todo lo inorgánico. Siguiendo a Aristóteles, la filosofía vitalista de la naturaleza
denomina entelequia a este principio supramaterial que lleva ideológicamente a realización
la totalidad orgánica. La entelequia puede concebirse desde varios puntos de vista: (1) como
principio del plan típico específico o idea que toma cuerpo en la materia y se manifiesta en
ella (logos específico); (2) como forma esencial (?????) que, junto con la materia, constituye
ontológicamente el ser viviente (Hilemorfismo); (3) como núcleo y fundamento (acto
primero) de toda animación, por lo cual se le da también el nombre de alma (que no implica
necesariamente la conciencia). — Según sea el modo de entender la unión del principio vital
con la materia, éste vendrá concebido como una substancia completa en sí misma (forma
assistens: forma «asistente») que se une al componente material sólo en la esfera de la
acción, sin procurar, por tanto, una unidad fundada en la esencia; o se le tendrá por algo
substancialmente incompleto que sólo por la unión informante (es decir, comunicadora del
ser) con la materia, también substancialmente incompleta, pasa a constituir el todo
(Totalidad) natural y viviente.
Una unión del principio vital con la materia solamente en la esfera de la acción, lo convertiría
en un émulo de las fuerzas materiales, lo cual no es el caso en la concepción del principio
vital como una forma de totalidad creadora de un sentido (finalidad). Se discute la existencia
de un principio vital en el ámbito de la vida orgánica no consciente. El vitalismo (Driesch y
otros) supone la existencia del mismo como condición necesaria de una diferencia esencial
entre lo inorgánico y la vida orgánica. Esto lo infiere del hecho de que un sistema físico-
químico no puede hacer realidad en sus distintas partes de manera espacio-temporal la
determinación en el sentido de la totalidad, que en los organismos está presente también en
las partes y en los estadios primeros de la evolución hace que ciertas partes separadas se
conviertan en organismos completos. Y sostiene que dicha imposibilidad radica en que
ninguna parte es el todo. Sin embargo, los nuevos conocimientos de la biología y de la
cibernética muestran que la materia química (p. ej., en las llamadas cadenas-DNS) puede
llevar información, transmitirla y elaborarla. Es indudable que con ello se disminuye la
distancia entre la materia viva y la no viva, por cuanto se conoce cada vez más que también
en las estructuras químicas de lo vivo juegan un papel importante la totalidad y la
información . Pero eso no suprime la peculiaridad de la totalidad de la célula y del viviente
pluricelular, que, a pesar de su entrelazamiento con el mundo entero, tiene un sentido y un
valor centrados en sí mismos, de modo que parece justificada la idea de un principio vital
como forma especial de totalidad que crea un sentido y que determina el valor ideal de toda
autorregulación del ser vivo. Esto vale con mayor razón todavía para seres vivos que son
capaces de vida consciente.
Bibliografía
Vivencia
Tomando el término en sentido amplio (1), de acuerdo con la acepción que ha adquirido
carta de ciudadanía en la psicología empírica, llámase vivencia todo hecho de conciencia ,
en tanto que su sujeto se aprehende a sí mismo (refleja o no reflejamente) como
encontrándose en una determinada situación psíquica. La capacidad para tener vivencias en
esta acepción distingue al hombre y al animal de la planta, que vive sin «vivir» su vida.
La vivencia en sentido estricto y relevante (2) es exclusivamente propia del hombre. Puede
caracterizarse como una actitud total valorativa «del alma entera», con la unidad, profusión
y profundidad de sus disposiciones espirituales, ante la plenitud de sentido y de valor que,
con anterioridad a toda reflexión, resplandece de modo concreto en un ser objetivo.
Cediendo a una consideración parcial, muchas veces esta vivencia, este «vivir por
excelencia», se contrapone, como estado puramente emocional y pasivo, a la actitud
intelectual y activa. Sin embargo, no hay auténtica vivencia sin pensamiento.
Evidentemente, difiere de la reflexión racional, discursiva y abstracta, porque en el momento
del «vivir» intenso el valor objetivo es aprehendido de manera concreta y desprovista de
reflexión. Pero difiere también (por la relación con el valor) de la mera hambre de
sensaciones, así como (por la peculiaridad y vital fuerza operativa de la vivencia de seriedad)
del sentimentalismo blando y del vago estado de ánimo. No siempre es tampoco un estado
puramente pasivo; por el contrario, con frecuencia se une, incluso estrechamente, a un
activo tender hacia una meta, a una activa voluntad de plasmación, a un activo estar tenso
para la acción. Según que en la vivencia total resalten con mayor intensidad los aspectos
emocionales, intelectuales o de fantasía, la vivencia resultará más receptiva o productiva,
más sintética o más orientada hacia los contrastes; y según se dirija predominantemente a
lo formal o al contenido del objeto valioso, cabrá distinguir diversos tipos de vivencia. La
verdadera vivencia requiere cierta elasticidad psíquico-somática, recogimiento del alma,
madurez de desarrollo y capacidad para ser «interrogado» por «valores»; de suerte que no
sólo son un obstáculo para ella la mera hambre de sensaciones, la actitud crítico-cínica y
muchas formas de debilidad psicopática, sino que, por lo general, una vivencia profunda no
se presenta antes de la adolescencia más que en formas precursoras e inmaduras.
Bibliografía
Bibliografía
)
H.W. Gruhle Verstehende Psychologie, 1948
W. Correll El aprender Herder Barcelona, 1969
W. Fischel Vom Leben zum Erleben, 1967
K. Lorenz Haben Tiere ein subjektives Erlebnis?, 1971
K. Zukker Vom Wandel des Erlebens s.a.
Voluntad
Conocer y querer son los modos fundamentales de la actividad espiritual. Así como
la acción no es necesariamente mutación ni el conocimiento intelectual pensar discursivo,
así tampoco el querer indica necesariamente tendencia a un bien que ha de adquirirse o
realizarse. Su acto fundamental lo constituye la afirmación de un valor, o sea, el amor. Por
eso es también voluntad la efectuación espiritual no tendencial del valor infinito
([[Brugger:Dios [Voluntad de]|Dios [Voluntad de]]]). El objeto que caracteriza a la voluntad
en general es el valor en general , o el bien en cuanto tal. La voluntad aparece comoapetito
sólo donde el bien no se identifica con la voluntad o donde no está originariamente ligado a
ella. Por eso la voluntad humana puede ser considerada como la facultad espiritual que el
hombre posee de afirmar o tender a los valores intelectualmente conocidos. Su objeto
característico es el de la voluntad en general: el ser como valor, pero presentado según el
modo particular del conocimiento y delentendimiento humanos. Mientras el apetito
sensitivo (Tendencia) está restringido al angosto dominio sensorial, la voluntad tiene un
ilimitado dominio objetivo. En efecto, puede dirigirse sólo a lo que de alguna manera aparece
como bueno, pero también a todo lo que posea esta cualidad, lo cual constituye la esfera
ilimitada del ente en general, porque todo ser es de alguna manera valioso.
Como causa final que actúa por mediación del conocimiento intelectual, la bondad atractiva
del objeto es a la vez motivo de la voluntad. El querer está así anclado inmediatamente en
el motivo conocido, pero mediatamente en todo lo que de parte de las diversas disposiciones
y «capas» del alma coopera a la constitución de los juicios de valor. Es decir, al conjunto de
la vivencia valoral contribuyen también todos los estados afectivos anímicos, como la
disposición de ánimo y el temperamento, las bases sensoriales del pensamiento, el carácter,
el tipo de personalidad y la abundancia de complejos inconscientes. La vivencia del valor
provoca los primeros movimientos de la voluntad, los cuales pueden, por su parte, repercutir
asimismo sobre la ulterior configuración de la vivencia del motivo. Sin embargo, dentro de
ciertos límites, la orientación última de la voluntad en las luchas suscitadas por los motivos
es un acto voluntario libre (Libertad de la voluntad).
El objeto del querer, que por su bondad debe ser pretendido, ha de estar sintonizado hasta
cierto punto con la perfección ontológica del sujeto apetente. Cuando se trata de conseguir
con seriedad el fin, el objeto no puede aparecer al sujeto como irrealizable en tal momento y
lugar, porque la voluntad no puede querer seriamente lo imposible ni, en general, el mal por
el mal. — Sobre la base de innumerables experiencias, se distingue un querer enérgico y otro
débil. Discútese, no obstante, si la «voluntad» (como facultad particular) es internamente,
ontológicamente, fuerte o débil y si es vigorizable con el «ejercicio». Buenas razones hablan
en favor de que el sentido de los llamados «ejercicios de voluntad» no consiste en un
acrecentamiento interno ontológico de la fuerza de voluntad, sino en la creación de una
constelación anímica total de complejos en la cual determinados valores objetivos son
vividos subjetivamente como valores superiores con mayor facilidad, se contraponen al
querer correspondiente menos obstáculos interiores psíquicos y los hábitos favorables hacen
más fácil que el querer se imponga en el conjunto del alma (véase la teoría de la voluntad
de Lindworsky). — La voluntad como poder apetitivo espiritual brota del conocimiento
intelectual y abraza fines intelectualmente aprehendidos. Por eso no cabe hablar
propiamente de querer inconsciente como mero impulso sordo (como se habla de tendencias
naturales sensitivas), a menos que se equipare voluntad a apetito. El ver en un querer
inconsciente el fondo primitivo absoluto de toda la realidad del mundo (filosofía del
inconsciente,Schopenhauer, E. v. Hartmann) contradice el principio de razón suficiente,
porque lo superior (la voluntad espiritual) no puede tener su fundamento en lo inferior (el
apetito inconsciente).
Bibliografía
Relacionado con...
– Conceptos
Alma
Contrato social
Crítica de la razón práctica
Kant: ética de
Libertad
Marxismo
Voluntad
Voluntad de poder
– Autores
Nietzsche, Friedrich
Schopenhauer, Arthur
Voluntarismo
Bibliografía
Yo
El «yo» viene dado en todos los actos intelectuales del hombre como punto unitario de
referencia, sustentador o sujeto último y fuente activa de los mismos. Descúbrese
primeramente en la implícitaconciencia del yo (autoconciencia) que acompaña a todos los
actos dirigidos a otros objetos, o sea, es inherente a la mirada de nuestro espíritu proyectada
hacia lo exterior a nosotros (conciencia concomitante o directa del yo). Es que el espíritu no
se pierde nunca enteramente en lo «otro», sino que lo interioriza al recogerlo hacia las
profundidades del propio «yo»; el conocimiento intelectual se realiza sólo mediante
esta reditio completa (Santo Tomás de Aquino), esta perfecta vuelta del espíritu sobre sí
mismo. Sobre ella se construye la conciencia desplegada o explícita del yo, la cual sigue a la
directa, se inclina sobre el yo antes sólo co-aludido y lo convierte en su único
objeto (conciencia subsiguiente o refleja del yo). Ésta posibilita un autoconocimiento (o
conocimiento del yo) de más dilatado alcance y más profundamente penetrante. Falsamente
interpretan la conciencia del yo quienes la reducen al curso de los actos. Pues, en realidad,
no concebimos un pensar y un querer suspendidos en el aire, sino un pensante o un volente,
es decir, un sujeto determinado por tales actos. Y éste se mantiene el mismo a través del
cambio de aquéllos (yo, que ahora escribo, me siento de manera inequívoca exactamente el
mismo que tuvo por suyas innumerables vivencias hace tiempo desaparecidas y de las que
tal vez debe responder, a pesar de que querría librarse de ellas). Así tenemos conocimiento
de la substancialidad del yo. Por su calidad de substrato permanente sostiene y causa los
actos como determinativos accidentales suyos sin, por su parte, estar reducido a la condición
de determinativo de otro ser (Panteísmo).
Con relación al aspecto histórico, debe señalarse que san Agustín destacó vigorosamente el
yo y la conciencia del mismo. En ella encuentra el punto de partida indubitable para todo
afianzamiento de la verdad, pues nadie puede dudar sin que en dicho acto vaya incluida una
afirmación cierta de su propia existencia. En la Edad Media este problema pasó a segundo
término. Descartes fue el primero en renovarlo con su Cogito, ergo sum (pienso, luego
existo) e influyó decisivamente en toda la época moderna. Kant atribuye todo conocimiento
al yo trascendental, es decir, al yo como fundamento que hace posible el saber; pero este yo
no coincide con el yo como cosa en sí inaccesible a nuestro conocer; sólo el yo moral llega a
lo en sí. Partiendo de este punto, los idealistas alemanes han conducido a su término lo que
corría por las venas de los tiempos modernos: hacen al yo humano absoluto y lo equiparan
al divino, con lo cual se convierte en creador. La filosofía existendal (Existencialismo) remite
al yo a los límites de su finitud, con lo que existe todavía el riesgo de disolver en él todo
contenido. Por lo que atañe a la valoración del yo, cabe decir que, por lo general, fue
considerado en Occidente como un alto valor; a ello se opuso el pesimismo, sobre
todo, Schopenhauer, quien, siguiendo el pensamiento indio, tiene como lo más excelso la
extinción del yo. Terminológicamente importante es el hecho de que la moderna
psicoterapia (Jung) distingue el «yo» consciente (Ich) del «yo» (Selbst) que abarca también
el inconsciente (incluso lo divino).
Bibliografía
– Conceptos
Cogito
Dialéctica trascendental
Inconsciente
Intersubjetividad
Mundo
No yo
Otro, el
– Autores
Fichte, Johann Gottlieb
Freud, Sigmund
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich
Ricoeur, Paul
Yoga
(= tensión). Este vocablo designa de ordinario en la filosofía india (1) todo procedimiento
conducente a la intuición mística y al conocimiento supraconceptual. En este sentido el yoga
no está restringido a sistema alguno determinado. El yoga clásico de Patañjali (s. v después
de J. C.) toma, en general, sus bases filosóficas de la filosofía dualista del Samkhya.
El yogin (= el que practica el yoga) se propone como finalidad reprimir las funciones de la
substancia pensante a fin de conducirlas a algo superior. Sirven de preparación para ello la
observancia de una serie de prescripciones éticas, una determinada postura del cuerpo y la
regulación de la respiración; pero la práctica fundamental consiste en apartar los sentidos
de los objetos, recogimiento, meditación y continua concentración. [[[Brugger:9|9]]].
Bibliografía