Cultura Cusqueña

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Cultura cusqueña

El pueblo Inca no conoció la escritura, pero esto no fue obstáculo para que desarrollaran
una literatura en lengua quechua en géneros como el épico, el dramático y el lírico.

Una pequeñísima parte de este acervo cultural se ha conservado hasta hoy día gracias a las
recopilaciones que hicieron los cronistas. Se trata, sobre todo, de poesías como los haylli,
que eran una especie de himnos guerreros, o los harawi, que, por el contrario, eran
canciones de amor y de ausencia.

Durante los primeros siglos de la colonia, el género más característico fue la crónica. Entre
los cronistas que nacieron en el Cusco o que crearon su obra en la antigua capital incaica
destacan Inca Garcilaso de la Vega, con sus "Comentarios Reales de los Incas" (1609);
Vasco de Contreras y Valverde, con su "Relación de la Ciudad del Cuzco" (1649); Diego
de Esquivel y Navia, autor de las "Noticias Cronológicas de la Ciudad del Cuzco" (1749),
y, finalmente, Ignacio de Castro, quien escribió una "Relación de la Fundación de la Real
Audiencia del Cuzco" (1788). Un hombre de letras que también alcanzó renombre en su
tiempo y que es considerado hasta ahora uno de los pilares de la literatura peruana colonial
fue Juan Espinoza Medrano, "El lunarejo", autor de un "Apologético en favor de Luis de
Góngora" (1662), de gran maestría estilística.

El Inca Garcilaso de la Vega (1540-1616) es, sin embargo, quien alcanza estatura universal.
Para muchos encarnación del mestizaje que se produce en tierras peruanas tras la conquista
española. Garcilaso es ante todo el autor de esa mezcla de crónica histórica, literatura y
autobiografía que son los "Comentarios Reales de los Incas", libro escrito en plena
madurez intelectual y en el que el Inca hace una reconstrucción de la vida en el imperio de
los incas, no siempre fidedigna pero llena, en cambio, de la admiración que los cusqueños
sienten por ese período de su historia.

Otro momento interesante de la literatura cusqueña colonial está relacionado con el


quechua y se produce a partir de fines del siglo XVII. Por entonces, el nacionalismo en
germen de sectores criollos hace que se empiece a producir una literatura en el idioma
nativo que busca adueñarse del pasado incaico. Tal es el caso, por citar sólo los ejemplos
más representativos, de los dramas en quechua Uscar Pauca y Ollantay. De hecho, algunos
estudiosos consideran que el período que va de fines del siglo XVII a finales del XVIII, es
el "siglo de oro" del quechua literario.

La literatura del Cusco republicano está marcada por la preocupación que los artistas
sienten por la situación de postración en que viven las masas indígenas, así como por el
afán de revalorar y rescatar las más diversas expresiones culturales de este sector por
entonces mayoritario de la población. En la narrativa, esto se tradujo en el surgimiento de la
novela indigenista, cuyas primeras manifestaciones las encontramos en el siglo XIX.
Narciso Aréstegui (1824-1869) y Clorinda Matto de Turner son sus máximos exponentes.

Abogado, profesor y político cusqueño, Aréstegui es el autor de "El padre Horán", novela
en la que se retrata la vida del Cusco en la primera mitad del siglo XIX y hace una fuerte
denuncia de la pobreza de la mayoría de sus pobladores, entre ellos los indios. Clorinda
Matto de Turner (1852-1909), es autora de la que es considerada la primera novela
indigenista del Perú. "Aves sin nido", en la que se muestra la cruel explotación de la que
eran víctimas los indígenas. Entre su amplia producción literaria se encuentran también
unas "Tradiciones cuzqueñas" que, al estilo de las "Tradiciones peruanas" de Ricardo
Palma, recogen pasajes de la historia de la antigua capital incaica y hechos curiosos
ocurridos en ella,

Entre las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX, la ciudad del
Cusco conoce el auge de una amplia y variada producción teatral en lengua quechua. Son
más de setenta, entre dramas y comedias, las obras que se escribieron y se pusieron en
escena en ese período y son numerosos, asimismo, los autores que cultivaron estos géneros
literarios, destacando los nombres de Nicanor Jara, José Lucas Caparó y Nemesio Zúñiga
Cazorla.

En el siglo XX, es casi imprescindible tener presente eso que podríamos llamar la
"mitología literaria" del Cusco, que nos muestra sobre todo la imagen de una ciudad
sagrada, cuna de la más alta civilización que floreció en suelo peruano hasta antes de la
llegada de los europeos. Precisamente desde esta perspectiva resultan pioneras algunas
páginas de esas pilares del indigenismo cusqueño que son Luis E. Valcárcel y José Uriel
García.

Valcárcel, con su libro "Del ayllu al imperio" (1925), inaugura esa manera de exaltar la
grandeza de la antigua capital del imperio que mezcla el ensayo con la prosa poética y que
desde entonces se cultiva incansablemente en el Cusco. Otro libro que publica en 1925,
"De la vida inkaika", "Algunas captaciones del espíritu que la animó", está en la misma
línea. José Uriel García (1884-1965), condiscípulo de Valcárcel y, como él, polémico
ensayista, escritor e historiador, es el autor de "El Nuevo Indio" (1930), en el que se hace un
agudo análisis del mestizaje y la aculturación en la sociedad peruana.

La poesía es el género preferido por varias generaciones de escritores cusqueños a lo largo


del siglo XX, pero son sobre todo, dos los que destacan y cuya obra trsciende los marcos
locales, Luis Nieto Miranda (1910-1998) y Andrés Alencastre (1911-1983); el primero, un
exponente del "cholismo", una vertiente de la poesía peruana que revalora las expresiones
culturales de los meztizos o "cholos", y el segundo, el más importante cultor en el Perú de
la poesía en idioma quechua.

Figura impescindible también es la del padre Jorge A. Lira, cuya contribución al rescate de
la literatura oral quechua, tanto en la vertiente poéticacomo en la de la narración, es
sumamente valiosa. "Canto de amor" y "Tutupaka llaqta" son algunos títulos que
corroboran lo que se acaba de afirmar. Por lo demás, al hablar de tradición oral, es justo
recordar a una de las principales informantes del padre Lira, doña Carmen Taripha, en cuya
persona en cierto modo se encarna el genio creativo del pueblo quechua.

En los últimos años, tres narradores cusqueños que en su obra retratan tanto el Cusco
urbano contemporáneo como el rural o incursionan en el pasado de la capital incaica, han
recibido reconocimiento a nivel nacional. Ellos son Enrique Rosas Paravicino, Luis Nieto
Degregori y Mario Guevara Paredes.
El Valle del Cusco en la Prehistoria

Las planicies, laderas y montañas que forman el Valle del Cusco,


fueron producto de un gran levantamiento tectónico que definió
los perfiles del territorio montañoso de los Andes. Posteriormente
el valle se convierte en lecho de un gigantesco lago glacial que al
desaguar en dirección sur, dejó un fértil suelo para quienes
ocuparían después este territorio.

Muchas Naciones de pastores trashumantes recorrían su suelo


hace 10,000 años.
Hace 3,000 años, las mujeres que acompañaban a los pueblos
nómadas de pastores habían ya descubierto la Agricultura y
decidieron asentarse en el Valle del Cusco, iniciando así, los
primeros asentamientos humanos.

Sucesivas culturas ocuparon el valle, la arqueología los conoce


como los Markavalli o los Chanapata, mientras que la Historia se
refiere a los descendientes de estos como los Alcavisas, Wallas
o Sawasiras.

En todo caso se trataba de Naciones que habían desarrollado una gran organización social,
basados en los principios de solidaridad y el respeto a los mayores.
Un hábil dominio del territorio en base a un milenario conocimiento de la ecología y de las
interacciones armónicas entre los seres vivos y su entorno.
Habían también logrado cierto bienestar económico a base de una antigua tradición de trabajo
compartido (AYNI).

Los sucesivos pueblos que ocupaban el Valle del Cusco encontraron también en la forma de
relacionarse con los pueblos vecinos e incorporar elementos de sus creencias, conocimientos y
tecnología una forma de progreso, pues enriquecían permanentemente su conocimiento, su cultura
y se hacían mas sabios.

Los Wari, primera organización política PAN ANDINA, que estuvo a punto de convertirse en un
verdadero Império, vieron la importancia del Valle del Cusco, y construyeron una gran ciudad 30
km. Al Este, La conocemos hoy con el nombre de Pikillaqta.

La Sacralidad de Qosqo

La relación del Hombre con Dios tiene lugar a través de las fuerzas naturales, y de la interpretación
de las energías que contienen los lugares conocidos como sagrados.
Qosqo era por naturaleza un lugar sagrado,
morada de dioses. Su viejo nombre así lo indica:
Qosqo equivale en nuestra lengua a Centro
vital, o Plexo solar es decir el centro de energía
corporal donde residen los sentimientos.
Qosqo es también sagrado porque está rodeado
de montañas sagradas: Doce montañas
tutelares: APUS, espíritus superiores rodean el
escenario donde transcurre la vida de la ciudad
más importante de la América precolombina.

Su condición de centro de peregrinaje es por milenios un reconocimiento a la sacralidad de esta


ciudad, así, desde tiempos inmemoriales llegaban al Qosqo, hombres y mujeres, dispuestos no
solo a nutrirse de su sacralidad, no solo a rendir culto y pleitesía, sino sobretodo a dar de sí, sus
conocimientos, sus tecnologías, en un proceso de intercambio tecnológico que se llamaría los
Mitimaes.
Las energías que nutren a sus habitantes y que nacen de sus milenarias piedras y montañas se
multiplican cuando nuevas gentes traen la nueva fe. El Cusco de los Españoles se convierte en
nuevo centro de evangelización y su sacralidad aumenta. Cusco pasa a ser el centro de
evangelización.

El Cusco de los Inkas

Cuenta la leyenda que Manko Qhapaq y la Nación que lo


acompañaba recibió el mandato divino cuando salió del
lago sagrado del Titikaka. Buscar la tierra prometida allí
donde se hundiera la barreta de oro que le entregó el Sol,
su Padre en signo de fertilidad.

Los acompañantes de Manko eran de alguna manera


Naciones descendientes de una gran civilización: Los
Tiahuanaku, que habían logrado grandes avances en
astronomía, agricultura, arquitectura, y tuvieron su sede al
rededor del lago Titikaka.

Eran pueblos superiores que tenían la misión civilizadora, y que a la vez eran portadores de una
milenaria tradición Religiosa que basaba sus principios en el AYNI, es decir la capacidad de
compartir.
Las Naciones que ocuparon el Valle de Cusco, y que hicieron su pakarina (lugar mítico de sagrado
origen) en el cerro Huanakauri - lugar donde se hundiera la barreta de oro entregada por el sol -
vivieron por muchos años en un proceso de convocatorias, llamando a los pueblos, compartiendo
su cultura, enseñando sus tradiciones.
Así, afianzaron sus dominios en los siglos siguientes, llegando el momento en que fue
indispensable confrontar su poder con las Naciones vecinas, del Valle de Apurimac, que pretendían
invadir el Cusco. A este periodo de la Historia se le conoce como "La guerra contra los Chankas"

El proyecto político de Pachakuteq


Inka Yupanqui, hijo de Wiracocha era un joven excepcional: de inteligencia precoz, había entendido
los ancestrales principios del Ayni, y le preocupaba la Unidad de los territorios que estaban
habitados por pueblos de diferentes culturas, con distintos grados de desarrollo, que sin embargo
ocupaban territorios diversos de gran variedad ecológica.

El Joven Inka Yupanqui había viajado y observó que más


allá de los valles serranos con los que él estaba
familiarizado, existían cumbres nevadas y altiplanos
inhóspitos, Valles tropicales, altiplanicies, fértiles valles
costeros y tórridas tierras de impenetrables selvas, es
decir las tierras que circundaban a Cusco por su variedad
y potencial para la producción constituían una riqueza muy
importante.

El había vislumbrado que era imperativo unir los territorios


bajo una sola autoridad, y lograr que las cuatro partes del
Mundo (Costa, Sierra, Selva, Altiplano) empiecen a
constituir una sola unidad territorial, y que compartiendo
tecnologías, compartiendo recursos humanos y naturales
podría cumplir un primer sueño: Llevar la civilización a todo
el mundo conocido entonces.

Iniciar el proceso civilizador, era un sueño que no podía hacerse realidad sin enfrentamientos, y
estos se produjeron cuando Cusco, la ciudad sagrada fue atacada, por las huestes de Uscovilca,
jefe de la Nación Chanca, que pretendía adueñarse de los territorios Inkas.

Inka Yupanqui organizó un ejército, estableció alianzas, hizo uso de diversas técnicas guerreras,
desde los ejércitos formalmente reclutados hasta las guerrillas de lujeres comandadas por
Chanancoricoca. Cuando por fin los Inkas de Cusco vencieron, reconocieron el liderato del nuevo
inka, que desde entonces asumió su nuevo nombre: "Pachakuteq Inka Yupanqui".

Bajo el paradigma de "Unir para gobernar" Pachakuteq, el transformador del Mundo empezó a
construir nuevas relaciones, nuevos equilibrios geo políticos, nuevas alianzas, y sobretodo los
pueblos que poblaban todos los territorios conocidos empezaron a organizarse en el gran
Tawantinsuyo, el Imperio de las cuatro partes del Mundo : Así el Norte predominantemente de
valles interandinos y montañas escarpadas, se denominó el Kuntisuyo: El Occidente, formado por
valles y desiertos costeros formó lo que sería el Chinchaysuyo. Hacia el Sur estaba el altiplano que
rodeaba al lago Titikaka, que a su vez se llamó el Qollasuyo, y finalmente la zona oriental, hacia la
Amazonía tomó el nombre de Antisuyo.

De esta manera, un proyecto político unificador en el corazón de los Andes, tomaba clara
diferencia con el paradigma occidental que preconizaba "Dividir para Reynar". A partir de entonces
se empezó a gestar la grandeza del tawantinsuyo, con su ciudad capital: Cusco .

Algo que caracterizó a Pachakuteq, fue su profundo respeto por las tradiciones de los pueblos
vencidos. Los símbolos de los pueblos vencidos, fueron venerados en el Korikancha y en el
Sunturwasi, y algunas de sus tradiciones y costumbres fueron asimiladas por el pueblo Inka.

La ciudad Puma
Cusco, la ciudad sagrada centro de peregrinaje y culto.
Debía ser una urbe digna de su importancia. Así,
Pachakuteq el transformador decidió reconstruirla y
poner en ella su gran esplendor.
Sus arquitectos decidieron su forma: La de un felino
agazapado; Un Puma.
Los astrónomos planificaron un complejo sistema de
santuarios cuidadosamente alineados con los astros,
para corresponder a un gigantesco calendario, que
además tendría funciones de organización social y
festiva.

La colina fue transformada y moldeada. La parte alta que correspondía a la gran cabeza del Puma,
pasó a ser Saqsaywaman, la fortificación multifuncional que era a la vez templo, refugio,
observatorio, y centro de grandes reuniones masivas.

La columna vertebral del puma estaba delineada por la calle Pumakurko. Por allí, cual espina
dorsal discurría l Vida del Imperio conduciendo las ordenes desde la Cabeza a las diversas partes
del cuerpo. La Plaza corazón palpitante de la ciudadera donde residían los sentimientos y latía la
vida cívica.

Los dos ríos que limitaban la ciudad se unen en Pumaqchupan (La cola del Puma.) El Qorikancha,
que relucía de esplendor sus templos de piedra y oro. Contenía un jardín de oro donde las plantas,
animales y otras ofrendas estaban hechas de oro, plata y piedras preciosas.Era pues una ciudad
de fábula.

Pero mas que las riquezas o portentos arquitectónicos eran sobresalientes en la ciudad de Cusco,
su sacralidad, y su importancia política, porque desde aquí se gobernaba un territorio tan grande
como el Imperio Romano, y desde sus palacios y calles se gestaba una sociedad con equilibrio y
con justicia.

El Cusco en el encuentro de dos mundos

Cuando los hombres barbados, venidos del mar llegan a


Cusco, quedan fascinados por sus riquezas, y escriben
sus crónicas, dando cuenta al rey de tanta grandeza.
Acaso nunca entendieron la magnitud de su hallazgo,
trataron de cubrir con piedra y yeso las milenarias
estructuras.
Pero por otro lado abrumados por la grandeza de Cusco,
decidieron hacerla mas grande. Así Cusco se convierte en
el centro de evangelización más importante de las
Américas.

Pocos han reflexionado que acaso nunca mas se de en la Historia de la humanidad un encuentro
mas impresionantemente rico.

Los Inkas del siglo XVI eran sin duda la expresión del más grande genio que produjo America
precolombina: Un desarrollo social y tecnológico armónico, Un Imperio de hombres felices. Por otro
lado España era la potencia más importante de Europa, y había sido enriquecida por 400 años de
dominación Arabe, consecuentemente la Ciencia, y Arquitectura de los moros vinieron hasta
América.

EL encuentro de los dos pueblos del planeta que más habían desarrollado produjo un mestizaje
cuya riqueza era muy difícil de asimilar. Podemos decir los orgullosos Cusqueños que lo mejor de
America y occidente tuvo su crisol en esta tierra

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