Siglos Xviii y Xix Literatura Espanola
Siglos Xviii y Xix Literatura Espanola
Siglos Xviii y Xix Literatura Espanola
Tema 1
Introducción al siglo XVIII
Instituciones culturales y literarias
La prensa
Caracterización y cronología
El siglo XVIII es una época decisiva en la historia de la cultura de Occidente, en
el que se ponen las bases de lo que va a ser la modernidad.
Para que se inicien los fenómenos literarios propiamente dieciochescos, hay que
esperar al reinado de Fernando VI (el de Felipe V es una prolongación del
anterior, con pocas excepciones: la más notable, la publicación en 1737 de la
adoptar las formas de cultura internacional que en las primeras décadas del
siglo representaba Francia. El afrancesamiento era un fenómeno general en toda
Europa.
Se da una descomposición del barroco literario y era necesaria la reacción hacia
un austero clasicismo, que devolviera a las letras la claridad y el orden
perdidos, requeridos además por la literatura didáctica de la época. Durante el
XVIII preferir un teatro con unidades era sinónimo de ser antiespañol. Un
estudio cualquiera sobre el XVIII se enfrente a tres problemas: ausencia de
producción literaria valiosa; difusión y valoración de la heterodoxia y la
medida en que arraiga la extranjerización.
Europa avanzaba por el camino de la ciencia, que era la ruta meno frecuentada
en nuestro país. Creía defenderse negando lo extranjero. Se les ha tachado a los
ilustrados de extranjerizantes. El intercambio de ideas y de influencias siempre
fue un hecho universal.
Esta pugna entre patriotismo y extranjerización dificulta el arte de los posibles
logros de la Ilustración. La simple sospecha de origen foráneo ponía en
movimiento la resistencia de los patriotas.
La Real Academia Española fue creada por don Juan Manuel Fernández
Pacheco, marqués de Villena. El principal fin fue hacer un Diccionario. Se
solicitó la aprobación el rey y Felipe V aprobó la creación de la Academia.
Como emblema se acepta el ideado por el conde de Saldueña: Limpia, fija y da
esplendor.
La RAE aceptó en masa como autoridad toda la literatura medieval entonces
conocida. El Diccionario se llama de Autoridades, porque sus redactores
apoyaron la definición de cada palabra con el respaldo de un clásico. El primer
volumen del Diccionario apareció en 1726. Redactó también una Ortografía en
1742 y una Gramática en 1771.
La Biblioteca Nacional. Fue fundada en 1712 por Felipe V con los fondos de la
antigua biblioteca llamada de la “Reina Madre”. Constaba en sus comienzos de
8.000 volúmenes entre impresos y manuscritos. El primer bibliotecario fue don
Juan de Ferrerras. La Biblioteca Nacional obtuvo el privilegio de recibir un
ejemplar de todos los libros, folletos e impresos en general, que salieran de las
prensas españolas.
Tema 2
La Poética de Luzán y el nuevo espíritu literario
La Poesía neoclásica
La fábula
Pero para hablar de renovación poética, hay que hablar de reglas. Los autores
previenen contra el uso excesivo de voces antiguas, afectadas y nuevas,
rehúyen las metáforas rebuscadas, insisten en la necesidad de la importancia
del pensamiento claro para la composición y la calidad de la poesía. Insistían en
las unidades de tiempo, lugar y acción y evitaban la presencia de muchos
actores en escena.
Temas y géneros
Dentro de la poesía ilustrada es posible identificar distintas áreas de donde se
derivan los nuevos temas poéticos:
• La filosofía. El deseo de saber, de propagar los conocimientos y de
celebrar a las personas e instituciones dedicadas a perseguir la verdad es
un tema implícito en muchos poemas y explícito en otros.
• Las ciencias. No fue este un tema poético importante en España, a
diferencia de Inglaterra. Las explicaciones sobre los orígenes del mundo
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Ya hemos visto antes que La barca de Simón es el único poema que se atreve a
criticar directamente a la Iglesia desde un punto de vista moral y su
composición supuso un riesgo para el autor.
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Tema 3
Los grupos salmantino y sevillano
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Los temas sepulcrales y sociales. El tedio vital y el gusto por la melancolía y las
lágrimas desembocan a veces en el tema del sepulcro. La muerte y la tumba son
temas ya conocidos. En los versos de Cienfuegos lo sepulcral aparece
repetidamente.
El léxico de Cienfuegos fue objeto de críticas y burlas (Moratín en su epístola A
Andrés). Si de una parte introdujo en sus versos términos técnicos industriales
(escoplo, formón) y palabras procedentes de la realidad cotidiana (coche,
látigo), también ensanchó su vocabulario mediantes la creación de palabras y
expresiones nuevas y el empleo de las desusadas. Crea un lenguaje distintivo,
personal, como también el empleo de nombres, el propio también, dan un sello
personal, individualizador y realista. No encontramos en él la rebelión titánica
de ciertos románticos ni el rechazo absoluto de la razón, pero en algunos de los
versos que hemos examinado lo instintivo y lo sentimental priva sobre lo
intelectual y racional.
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LA ESCUELA SALMANTINA
Tendría una primera época, presidida por José Cadalso y Fray Diego
González, en la que marcaría un importante hito la orientación hacia la poesía
filosófica e ilustrada; y una segunda bajo la tutela de Meléndez Valdés. A la
primera pertenecerían Fr. Diego González, José Iglesias de la Casa, Juan Fdez.
de Rojas y, acaso, Juan Pablo Forner y León de Arroyal, además de Meléndez y
Cadalso; a la segunda, Quintana, Francisco Sánchez Barbero, Juan Nicasio
Gallego, Nicasio Álvarez Cienfuegos y José Somoza.
La orientación estética inicial de la supuesta escuela se habría basado en el
clasicismo español del XVI (Garcilaso, Fray Luis) y en Villegas, en Anacreonte
y Horacio, en el cultivo de los temas mitológicos y bucólicos. Es a la sombra de
Meléndez Valdés y Cienfuegos, y con los necesarios matices, que puede
incluirse la Escuela salmantina en el ámbito de la poesía de la sensibilidad.
LA ESCUELA SEVILLANA
Se centra en dos academias: la Horaciana, fundada por Manuel María de
Arjona, y la Particular de Letras Humanas, fundada por Félix José Reinoso y
José María Roldán. Las directrices estéticas de la Escuela sevillana fueron de
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OTROS POETAS
Manuel Pedro Sánchez-Salvador y Berrio. Sus modelos son Cadalso, González
y Meléndez Valdés, Gessner y Young. En su poesía aparece el tema sepulcral
(El sepulcro, La noche es el tiempo de la reflexión).
Pedro Montengón. En el poema Rodrigo, alternan el arcaísmo y la alegoría
mitológica con personajes y situaciones de tono romántico y ambiente de
novela histórica con toques góticos. No faltan apariciones sobrenaturales.
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Tema 4
El ensayo
Benito Jerónimo Feijoo
Martín Sarmiento
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LA OBRA DE FEIJOO
Su primera obra impresa fue la Carta apologética de la medicina scéptica del doctor
Martínez (1725), en ella censura la medicina universitaria, ataca los sistemas
filosóficos que reinaban entonces en la ciencia y preconizó la actitud
experimental de Bacon. Al año siguiente aparecía el volumen primero del Teatro
crítico universal, que constará de ocho volúmenes (1726-39).
El Teatro crítico contiene 118 discursos sobre temas variadísimos: artes,
astronomía, geografía, economía, derecho político, filosofía, metafísica,
filología, física, matemáticas, historia natural, literatura, estética, moral cristiana
y filosófica, medicina, historia o supersticiones. Con esta obra Feijoo se propone
ofrecer una información y comentario de todo cuanto podía ser objeto de
curiosidad dentro del mundo de la cultura o de la vida ordinaria, introduciendo
nuevas ideas, dándole unidad la intención dialéctica, pedagógica y el intento de
modernizar a sus conciudadanos. Es una empresa vulgarizadora dirigida a una
vasta gama de lectores. Se convierte en el precursor del ensayismo, el ritmo que
imprime a su prosa tiene el doble mérito de no haber tenido prácticamente
precedentes y de haber impuesto el camino del futuro.
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EL PENSAMIENTO DE FEIJOO
Difícilmente se puede esquematizar, pero podríamos decir de él:
• Combatió el sentimiento supersticioso y milagrero de la religión.
• No hay que despreciar todo en los herejes por el hecho de serlo. Lo
bueno hay que apreciarlo en cualquiera parte que esté.
• En filosofía no se adhirió a ningún sistema. Su filosofía es la actitud
científica, caracterizada por su curiosidad, su sentido crítico y, sobre
todo, por su afán de remediar nuestro aislamiento y encauzar la vida de
su patria por las corrientes intelectuales europeas.
• Pretendió comunicar los avances científicos relacionándolos unos con
otros, intenta combatir la inercia mental de su pueblo y hacerlo pasar del
prejuicio a la reflexión.
• Sigue a Luis Vives y en concreto el eclecticismo y la armoniosa
combinación del cristianismo y el criticismo.
• Propugna el cultivo de las lenguas modernas frente a las lenguas
clásicas, el conocimiento de las lenguas modernas, especialmente del
francés, es decisivo como instrumento vivo y vehículo de la cultura.
• No le interesa la erudición por la erudición, sino tan solo cuando posee
un valor científico, ético o didáctico.
• Quizá por su retiro monacal le impidió desarrollar un gusto estético, lo
que podría explicar, su escaso interés por la literatura española, le atrae
solo como ejemplario didáctico y moral y no por sus méritos artísticos.
• Es un moralista católico, un fervoroso pacifista y enemigo de toda
violencia o engaño (afirma que las guerras eran parte principal de la
decadencia del país).
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Tema 5
La prosa novelesca
Diego de Torres Villarroel
José Francisco de Isla
Pedro Montengón
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Vemos, pues, que, aunque con dificultades, hay una línea de continuidad a lo
largo del siglo que establece conexiones con el pasado novelesco español y que
busca además soluciones nuevas.
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una imagen suya de pícaro, ignorante, retrógrado, oscurantista... que las mentes
avanzadas de su tiempo estaban combatiendo.
La transición literaria entre los siglos XVII y XVIII ha sido relegada a la más
densa penumbra. Los novatores irrumpen en el panorama filosófico y ejercen
un magisterio decisivo en Torres, que se interesa por la ciencia y por la
dimensión divulgadora, popularizante que tuvo su actividad y que conecta
precozmente con uno de los rasgos del progresismo ilustrado: la preocupación
por una educación útil, eficaz para la felicidad individual y colectiva, desde la
convicción de que la ignorancia es la máxima responsable de las desigualdades
entre los hombres.
Torres, siguiendo a los novatores, lucha contra la seudociencia escolástica,
afirma el empirismo, aboga por la separación de teología y ciencia, lo que no
excluye la armonía entre ambas y el temeroso respeto a la ortodoxia católica. El
eclecticismo, al que se acoge tanta gente de su época, sostiene su pensamiento.
Los Almanaques
Cada uno de los almanaques se convierte en una contrahechura humorística del
género. En sus manos este género infraliterario quedó artísticamente
dignificado de manera asombrosa por la frescura y originalidad de su
inventiva, por la riqueza literaria y registros estilísticos.
En el XVIII, gracias a Torres Villarroel y sus imitadores, este género alcanza su
mayor auge. Torres renueva la estructura tradicional del almanaque, creando su
propio modelo. A los contenidos habituales (efemérides, datos sobre lunaciones
y eclipses, previsiones climáticas, previsiones varias, informaciones curiosas,
consejos médicos, máximas morales, coplas, etc) antepone tres nuevos
componentes fundamentales: una larga dedicatoria, el prólogo y, sobre todo,
una pieza literaria (la introducción al juicio del año), que casi siempre se trata
de una ficción novelesca y alguna vez de una estructura teatral.
El personaje central del relato es el propio autor que se relaciona en ambientes
rurales y urbanos con una galería de personajes: ciegos vendedores de
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• La vida
Es la obra más famosa y estudiada de Torres Villarroel. Lo que lo
impulsó a escribirla fue la necesidad de luchar contra su deformada
imagen pública y reivindicar su verdadero ser. Escribió una
autobiografía autoburlesca e irónica, disfrazada de franqueza.
En esta obra se pueden encontrar rasgos familiares o conexiones
parciales con las múltiples formas literarias que tienen algo que ver con
el relato de una vida individual: desde las manifestaciones embrionarias
de lo autobiográfico a las biografías y autobiografías reales o ficticias. La
picaresca influye en su obra (fue adscrita a este género durante tiempo),
pero incluirla aquí supone una incomprensión.
El resultado de la obra es el triunfo del vitalismo del autor, que
encuentra en la ambigüedad humorística el modo de vivir las
contradicciones sin que estas se traduzcan en escisiones trágicas.
Torres es poco conocido en España e ignorado casi por completo en el
exterior.
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Pedro Montengón
Estudió con los jesuitas en varias ciudades españolas, pero no tuvo vocación
propia, no se la fomentaron ni el ambiente intelectual ni el sistema pedagógico
de la Compañía. Condenó la enseñanza de base aristotélica.
La narrativa de Montengón comprende cinco títulos publicados entre 1786 y
1795. Ha sido acusado de contener abundantes descuidos lingüísticos e
italianismos. Ha sido poco estudiado hasta avanzado el XX.
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Tema 6
La prosa satírico-didáctica
Juan Pablo Forner
José Cadalso
Su formación en Salamanca
Forner nació en Mérida. Su padre era médico. Estudió en la Universidad de
Bellas Artes de Salamanca y luego en la de Derecho Civil y Canónico.
Inconformista y procaz. Si aprendió poco Forner de sus profesores de derecho
fue en cambio un fervoroso discípulo de Cadalso, un amigo y admirador de
Meléndez Valdés. Aprendió mucho más fuera del recinto de la Universidad
que en las aulas
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LA ÉPOCA DE MADUREZ
Los escritos que vamos a comentar ahora fueron elaborados o terminados
después de 1790, año en que finalizan a la vez la era más atractiva de la
Ilustración, las grandes polémicas y las incesantes riñas de Forner, al que nunca
ha de abandonarle la vena satírica.
Del período sevillano son las que llamaremos obras de madurez. Se puede
afirmar que Forner fue uno de los españoles que mejor supieron analizar lo que
estaba pasando en Francia, teniendo la perspicacia de ver que la Revolución
desembocaría inevitablemente algún día en una dictadura militar.
Como le gustaban las controversias se ofreció a los nuevos dueños de España
para combatir con la pluma la Revolución. Pero no deseaba el Gobierno español
que se hablara para nada de los acontecimientos de Francia, ni siquiera para
denunciarlos.
Magistrado, ministro del rey, desempeña Forner su papel de perro guardián de
las instituciones monárquicas sin traicionar en ningún momento sus
convicciones profundas ni las esperanzas de la pequeña burguesía a la que
pertenece. Defiende al Estado y obra por fortalecer su poder. Defiende contra la
Revolución atea; la religión, cimiento no menos indispensable para la sociedad
civil, en su opinión, que el amor a la patria.
Hay que recordar que fue uno de los primeros españoles que propusieron una
educación generalizada y pública, es decir, asumida por el Estado.
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Cadalso escribió este libro a modo de cartas (90) cruzadas entre tres personajes.
Dos marroquíes y un español. Este tipo de cartas fingidas había sido un recurso
utilizado en la literatura anteriormente. El recurso permitía al autor una forma
de distanciamiento y posible objetividad en la exposición de su pensamiento,
que parece resumirse en las dudas sobre el valor de la crítica, el predominio en
ocasiones del mal, las dudosas mejoras sociales, el primado de la mentira, etc.
Estas ideas se demuestran de modo contrastado y ambiguo, como partiendo de
un escepticismo de raíz estoica «todas las cosas son buenas por un lado y malas
por el otro». Mezcla la crítica moral y la observación de las costumbres. La
dificultad de distinción entre lo bueno y lo malo tendría su contrapunto en
procurar ejemplos de virtud y fortaleza, evitando en lo posible sucumbir ante
las pasiones, sobre todo a la avaricia, la envidia y la ambición.
En este libro se propone el examen crítico de España, tratando de adoptar una
vía media entre la ciega admiración por lo extranjero, el desprecio por lo
español y la veneración cerrada por lo nacional.
También toca Cadalso aspectos más universales, comunes a la literatura
europea del XVIII: las ventajas e inconvenientes del lujo o los métodos de
escribir la historia, haciendo, en este caso, una vindicación general de los
conquistadores españoles en América y protestando contra la crueldad
humana.
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Tema 7
Gaspar Melchor de Jovellanos
Biografía y personalidad
Nació en Gijón el 5 de enero de 1774. Su padre era noble, pero de modesta
posición económica. Su carácter fue moldeado desde su infancia por un
ambiente familiar de orden y trabajo y por un firme sentido de orgullo
nobiliario que se transparenta en sus obras y hasta en sus actitudes y porte
físico. Para él aristocracia no significaba abuso de privilegio, sino
responsabilidad y servicio. Según costumbre tradicional, fue destinado por su
familia al sacerdocio.
Durante la invasión francesa, José Bonaparte lo nombra Ministro del Interior,
cargo que rechaza. Se niega a apoyar la causa de los franceses y afirma
resueltamente la libertad de su patria.
Su firme creencia de que en la ignorancia está el origen de todos los males es
aplicada a todas sus actividades y orienta su concepto de la literatura, hasta en
aquellos géneros que pueden parecer más ajenos a los propósitos de educación.
Más que en ninguno de nuestros escritores del siglo XVIII es difícil en
Jovellanos separar los escritos que pertenecen a la literatura pura de los
específicamente didácticos o políticos. Su gusto artístico y sensibilidad hacen
que hasta las más áridas exposiciones doctrinales posean frecuentemente una
viveza y colorido que justifican su consideración como obra literaria.
Obra en prosa
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Obra poética
La capacidad lírica de Jovellanos hay que buscarla más en su prosa que en sus
versos. Sus ideas sobre la poesía, muy de su siglo, condicionaron y cohibieron
en buena parte su obra lírica. En una carta que dirigió a su hermano, confiesa
Jovellanos que la poesía amorosa le parece «poco digna de un hombre serio» y
que en su época «la poesía está en descrédito» y que «el hacer versos es una
ocupación miserable». Sin embargo, cultivó la poesía a lo largo de toda su vida
y corrigió muchas veces sus poemas.
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Obra dramática
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Tema 8
La literatura española
en el primer tercio del XIX:
de la Ilustración al Romanticismo
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Hay una prensa obrera, en general barata, que fue expresión del movimiento
obrero e instrumento de propaganda. También aparece revistas literarias que
refleja con detalle las polémicas literarias y gracias a ellas asistimos a una
defensa de los postulados románticos.
A partir de la segunda mitad del siglo la prensa periódica se caracteriza por su
alta especialización con un público lector que se determina por su sexo, su
edad, su categoría social o profesional. Aparecen revistas ilustradas que
proponían lecturas amenas para toda la familia; también hay revistas culturales
que encarnan el espíritu de la época, a las que se suscribía la burguesía más que
la aristocracia; además existe una prensa femenina.
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Tema 9
La lírica romántica
Espronceda. Zorrilla, poeta lírico
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La poesía primeriza
En sus años juveniles sigue Espronceda al pie de la letra el «sistema de
poetizar» de Lista: el de los neoclásicos de los últimos decenios del XVIII,
para quienes Horacio es el gran maestro.
Hizo una traducción de la oda de Horacio, Vaticinio de Nereo, y una
imitación del Beatus ille del mismo.
En un homenaje a Lista, está la oda A Anfriso en sus días.
Hay un deseo confuso de huir del mundo en que les ha tocado vivir, en los
primeros años de la Ominosa Década. Era difícil cantar la libertad. Este es un
enfoque histórico.
La descripción de las ciudades y pueblos dominados por los moros se puede
leer como una metáfora de la España sometida desde 1823 a la ocupación
francesa y al despotismo restaurado.
Espronceda domina cada vez más el lenguaje poético. Sus estancias en París
se sitúan en el momento clave de paso del Romanticismo histórico al liberal y
social. Ni él ni Rivas, ni Martínez de la Rosa, introdujeron en España, a su
vuelta del exilio, el espíritu romántico.
Los años de exilio están marcados por la influencia de Tasso, Voltaire y
Ossián. La obra ossiánica le brinda una atmósfera nebulosa, clima de
leyenda, costumbres guerreras que le permiten dar un nuevo marco a la
expresión de sus sentimientos.
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La rebelión romántica
Con el pirata hace su entrada triunfal en la poesía española una de las figuras
arquetípicas del titanismo romántico europeo: aventureros, forajidos,
marginados, dotados a consecuencia de su condición, de un espíritu rebelde
que los lleva a rechazar los valores admitidos del mundo en que viven, y les
inspira el desprecio de la sociedad que los rechaza, al que se añade un
sentimiento de solidaridad humana, de generosidad, de amor a la libertad y
a la justicia.
La poesía de Espronceda responde ahora en todos sus puntos a la definición
de literatura por la que Larra abogaba en 1836: una literatura nueva,
expresión de la sociedad nueva que componemos, toda de verdad...
enseñando verdades a quienes interesa saberlas; mostrando al hombre no
como debe ser, sino como es, para conocerle.
Hizo algunas poesías de contenido político, como canto del cosaco (1838).
Tres composiciones traducen el desengaño amoroso: A una estrella, A Jarifa
en una orgía y A*** dedicándoles estas poesías. Expresan el malestar, la
desesperación, la angustia, el dolor de ver «marchitas ya las juveniles flores»,
y el sufrimiento, componentes todos del mal del siglo. Espronceda rechaza
los placeres frívolos, porque dejan luego un sabor amargo e inducen a un
profundo taedium vitae ante la imposibilidad de satisfacer la sed de lo
absoluto.
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El diablo mundo
Espronceda aspira a compendiar la humanidad en un libro. Tiene un estilo
diverso, en diferentes géneros. El mal forma parte del hombre, de la sociedad
de los hombres, del mundo. El protagonista de El diablo mundo descubre
paso a paso, a través de experiencias sucesivas, la existencia del mal, y ello
desde su primera salida, desnudo, por las calles de la capital. La descripción
del alboroto que se produce da la oportunidad a Espronceda de bosquejar sin
indulgencia algunos tipos de la sociedad madrileña.
En El diablo mundo no hay encarnación humana individualizada del mal,
porque existe en todos los seres. El problema no tiene solución: Espronceda
considera que no se puede escapar del mal y sucumbe al desengaño.
Existe un polifacetismo, tanto temático como estilístico y formal. Se puede
definir esta composición como una sátira menipea.
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La poesía lírica
Al principio de su producción poética se coloca Zorrilla bajo el amparo de
Lamartine, cuyas odas, armonías o meditaciones estudia desde el punto de
vista técnico. Son poemas largos (100-200 versos) en variedad de metros y
con diferentes movimientos a veces numerados. El tema es una meditación
sobre temas muy difundidos, como la brevedad de la vida, la existencia de
Dios, el consuelo o la amargura.
Los poemas líricos de la madurez son muy escasos. La época más fecunda y
feliz del poeta (1840-54) la ocupa la narrativa en verso y el teatro. En el exilio
surge otra vez la vena lírica. Los poemas de amor a sus amadas para
expresar impresiones, recuerdos, ansias y olvidar su preocupación habitual:
el papel del poeta en el mundo. El tono general es el de la epístola, libre.
Zorrilla, panfletario
Zorrilla quiere preconizar un poder real fuerte, absoluto y un apoyo directo
del monarca en el pueblo. Durante su estancia en México, Zorrilla se hizo
amigo del emperador y cuando murió sintió mucho su muerte. El resultado
fue un libro, El drama del alma (1867). Es un largo poema heterogéneo,
acompañado de un comentario en prosa sobre la política mexicana, en
octavas reales, es un poema sincero y apasionado.
La poesía sagrada
Como poeta católico militante, Zorrilla no podía menos de escribir una
razonable cantidad de poemas religiosos. El escaso gusto de Zorrilla por la
gran poesía sagrada lo induce a solicitar la colaboración de José Heriberto
García de Quevedo, a quien confía la mayor parte de la redacción de ambos
poemas.
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La historia épica
Normalmente, la poesía es enemiga de la Historia por su imprecisión y su
fantasía. Zorrilla no encuentra dificultad para expresar en verso las ideas
más alejadas, tradicionalmente, de la poesía.
Hay que distinguir la historia poética de la leyenda histórica. La primera se
atiene a hechos históricos con poca invención, la otra se contenta con situar
una historia maravillosa en un ambiente histórico. Los límites no son fáciles
de establecer. La obra maestra es Granada, poema de pretensiones eruditas
que lo indujeron a estudiar la lengua árabe. Granada es un poema inacabado,
trabajado, con una forma impecable y muchas invenciones estilísticas. El
autor perdió su humorismo, su tono familiar. Es un gran poeta que peca de
perfeccionista y la perfección no cuadra bien con Zorrilla.
La leyenda del Cid, 1882, es una obra muy larga, un relato histórico con
numerosos datos tomados casi únicamente de la Historia del P. Mariana y
del romancero del Cid. Es una epopeya de manera nueva, sin ahuecar el
estilo ni la voz.
Las leyendas
Es el aspecto mas encomiado de la obra poética de Zorrilla. La leyenda ofrece
al lector un relato atractivo, de índole maravillosa, fácil de leer y de gran
belleza formal. Es un cuento en verso, generalmente de más de 500 versos,
pero puede pasar de los 2000. Situada muchas veces en un contexto histórico,
refiere una tradición en que intervienen elementos maravillosos (apariciones,
estatuas animadas) aunque lo maravilloso no es imprescindible.
La leyenda empieza por una descripción muy cuidada, luego interviene un
misterio que aclarar o un agravio que vengar. Entonces intervienen
diferentes aventuras o episodios numerados como capítulos novelísticos que
forman elementos heterogéneos sin conexión. El lector debe suplir los vacíos
con su imaginación, lo que constituye un fácil rompecabezas. El poema
concluye con una moraleja de índole cristiana. La versificación es
octosilábica. Las descripciones nocturnas y misteriosas alternan con diálogos
vivos, la acción es rápida, dinámica y sin rodeos.
El abandono de la leyenda y su débil renacimiento en los años postreros son
uno de los accidentes más amargos de la carrera del autor.
El folletín en verso
El género folletinesco es amplio y tiene cantidad de acontecimientos: Una
repetición de Losada, Historia de tres Avemarías (1859), Dos rosas y dos
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rosales, La leyenda de don Juan Tenorio (1895, inacabado). Estas obras tienen
en común la desmesurada extensión. Queda olvidada la obra escrita a partir
de 1866, seguramente por su larga extensión y su aparente superficialidad.
Carolina Coronado
Fue autodidacta, de carácter firme y decidido, con desequilibrios psíquicos y
extravagancias. Sufría catalepsia. Tenía un autoritarismo exacerbado y manejó a
su familia a su antojo. Su poema Cantad, hermosas es un manifiesto de la poesía
romántica femenina.
En su obra existen varios grupos temáticos: poesía horaciana o de la naturaleza,
sobre la condición femenina, narrativa legendaria, amorosa, religiosa, de
circunstancias. Adaptó los temas de la naturaleza de la tradición clásica, de
Horacio, Fr. luis y Meléndez Valdés, a la poesía femenina. La naturaleza sigue
siendo consuelo del dolor, lugar de apartamiento de las falsas glorias
mundanas y refugio para la inocencia familiar. La mujer se identificará con las
flores, de las que se canta la hermosura y delicadeza de las rosas, la pureza y la
humildad del lirio o la azucena, la alegría de la siempre viva destruidas por el
Sol, símbolo que puede entenderse como el amor del hombre o la ambición de
gloria.
El segundo grupo, poesía sobre la condición femenina, expresa los problemas
de la mujer: denuncia de la injusticia social, los malos tratos, la opresión y
restricción de libertad, los derechos de la mujer...
En los poemas amorosos hay una gran variedad de matices. Su visión del amor
es pesimista. También hay una decepción ante el objeto erótico que se da en la
poesía romántica masculina; la conciencia de amar a un ser que no lo merece,
que está embellecido y ensalzado por la fantasía del amante.
Es muy frecuente en su poesía la contraposición de lo masculino y lo femenino.
En la poesía narrativa-legendaria y de circunstancias, Carolina se ajusta a los
patrones de la época.
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Tema 10
La prosa en el período romántico
Novela histórica
La literatura costumbrista
Larra
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OTROS AUTORES
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El costumbrismo romántico
No es fácil delimitar el término costumbrismo, si por él entendemos toda
descripción o pintura de costumbres: podríamos rastrearlo como formando
parte de los géneros más diversos y hasta cabría tomar alguno de ellos en su
totalidad como la novela picaresca, la cortesana o los pasos y entremeses. Toda
la literatura que muestra vida cotidiana del hombre de la sociedad coetáneos al
autor, quedaría dentro del costumbrismo. Podríamos decir, entonces, que es un
género de formas variadísimas, independiente de la novela, cuya acción es poca
o nula, sólo la precisa para mover a los personajes, y donde la descripción de
tipos o escenas es lo principal.
En cuanto al momento de aparición del género, la opinión más generalmente
aceptada lo localiza entre 1830 y 1850 es decir, coincidiendo en líneas generales
con el romanticismo.
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integrar los artículos en una unidad es muy sutil. Al liminar el personaje que
servía de punto de mira el costumbrista se ve obligado a sustituirlo con su
propia persona. Para compensar esto se cubre con un seudónimo que declara
cuál va ser su actitud de observación y define el carácter que la determina, el
escritor aparecía siempre el público disfrazado de ente de ficción. Todos los
seudónimos de los costumbristas de este momento expresan la nota común de
un espíritu atento.
En conjunto, puede afirmarse que el costumbrismo fue uno de los géneros más
populares a lo largo de cinco décadas, incluso se podría afirmar que representa
la más importante manifestación de la prosa durante el período romántico.
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cafés, teatros o viviendas particulares, sin excluir los supuestos placeres de los
centros rurales de veraneo, donde toda incomodidad tiene su asiento.
Cuando Mesonero escribe sus cuadros de costumbres, la sociedad española está
en un momento de transición y ofrece por tanto un panorama de extraños
contrastes: tipos y costumbres que se van, casticismo tradicional, viejas ideas, se
dan la mano con el espíritu innovador, el afán cosmopolita, nuevas exigencias y
formas de vida. La importancia significación de Mesonero consiste en haber
captado esa tensión entre lo viejo y lo nuevo.
En cuanto la prosa de El Curioso Parlante diríamos que responde fielmente a la
índole de su talento y personalidad. Viviendo en los años en que hace explosión
el romanticismo, Mesonero tuvo muy escasa simpatía por la nueva escuela y
evitó cuidadosamente toda su exuberancia imaginativas y lingüísticas para
ceñirse a una prosa clásica, sencilla, espontánea, equilibrada. Lo único que
podría tachársele sería su carencia de ímpetus geniales, una personalidad de
tono menor, burguesa y laboriosa pero en cierto modo falto de agilidad y de
garra.
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Tema 11
La narrativa en la segunda mitad del XIX
Fernán Caballero
Pedro Antonio de Alarcón
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Otras narraciones
Sigue la autora a un ritmo frenético durante 10 años, y entre los muchos relatos
publicados alcanza a ser Clemencia, 1852, parte de lo mejor de su obra. De nuevo
una protagonista, esta vez la crítica cree que más autobiográfica que las
anteriores.
Lágrimas es la novela en la que más sermonea. Se dirige directamente al lector.
La trama presenta a un personaje de la burguesía capitalista, que solo se mueve
por dinero. Uno de los temas capitales en Balzac, que Fernán no puede menos
que rechazar vehementemente dada su educación.
Seguirá publicando hasta su muerte, más novelas, más relatos o cuadros de
costumbres, y otras cosas que le solicitan los periódicos y que hará por
necesidades económicas. En todo ello la expresión formal adolece de un gran
estilo, debido a la formación de Fernán y a sus titubeos con el idioma. Donde
consiguió más soltura fue en los diálogos en habla popular. Clasificar su
producción no es fácil, pues sus novelas son entre románticas, realistas,
costumbristas y sentimentales.
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Solo El amigo de la muerte (primero de sus cuentos) y La mujer alta (último) dejan
al lector con la duda al final del relato.
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Tema 12
Génesis y problemas del Realismo español
Juan Valera
José María de Pereda
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a que, por primera vez, el pintor y el novelista dirigen sus miradas hacia el
mismo objeto: la realidad, es decir, la naturaleza, el hombre, la sociedad.
Los pintores representan escenas o personajes sacados de las novelas y los
escritores sienten la necesidad de hablar de pintura y muchos se hacen, de
manera más o menos ocasional, críticos de arte.
Las coincidencias y convergencias entre pintores y escritores y entre literatura y
arte son de interés pero mucho más importante es la influencia que las técnicas
pictóricas ejercen en la escritura y en la composición de las novelas. La
preocupación por el documento y la necesidad (y la voluntad) de dar a la
representación del medio, del espacio y de las cosas de importancia que tienen
en la realidad hacen que la composición de la obra novelesca sea menos
dramática aún que en Balzac o en Dickens y más plástica.
La descripción en la novela realista tiende a sugerir una representación plástica
parecida a la que puede ofrecer un cuadro. No puede sorprender, pues, que el
lenguaje de la crítica literaria sea el que emplea el crítico de arte.
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como suelen serlo las de Varela, y plantea más bien un conflicto puramente
individual entre autenticidad y autoengaño.
Es interesante destacar el papel que en esta novela tiene el paisaje, la naturaleza,
junto a la belleza física de Pepita, influye en la victoria del mundo auténtico
sobre el de los falsos deliquios místicos. Los sotos, huertas y sembrados que
rodean el pueblo crean un ambiente propicio para el placer y el amor.
En algunos aspectos la mejor novela de Varela será Juanita la larga. La ubicación
vuelve a un pueblo andaluz y reaparece el tema del amor entre un viejo y una
joven. Varela ha realizado aquí, mejor que en sus demás narraciones, el ideal de
la novela libre de cualquier referencia ideológica contemporánea, puro
entretenimiento artístico, mera creación de belleza.
La novela parece querer demostrar que el determinismo de un ambiente y una
herencia que los naturalistas veneraban no es válido ni acertado.
En su obra encontramos ciertos rasgos recurrentes: la dignidad del individuo,
sus derechos imprescriptibles, la preocupación por el valor del individuo, la
búsqueda de su plena realización dentro del marco de las relaciones afectivas.
Preocupación intensa de los personajes valerianos por el propio destino.
Siempre que hablamos del Varela novelista tenemos que reconocer, como hacen
la mayoría de críticos, su extraordinaria capacidad para retratar mujeres.
Las novelas de Varela son un viaje al centro del individuo, visto en sus
relaciones consigo mismo y con las personas que estrechamente le conmueven. .
Todas las novelas de Varela se componen por lo general de individuos
inmersos en un estado de aislamiento y dominados por un sentido abrumador
de su propio destino. Ante preocupaciones tan intensas, las estructuras sociales
pierden su importancia en las novelas.
Lo que Varela analizó en Pepita Jiménez fue la superación del individualismo, a
través de unos enlaces y desenlaces en que la naturaleza recuperaba su papel
armónico en la vida cotidiana de dos seres con riesgo de perderlo.
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LA NOVELA DE TESIS
Al lector frecuentador de la literatura del XIX no puede extrañarle el papel
central de la religión y de lo religioso. Lo fue no solo en las novelas de tesis,
realistas o no, sino también en las esteticistas, en las naturalistas, en las
modernistas. La sociedad española vivió intensamente, a lo largo de la primera
mitad del siglo XIX, la pugna por el sometimiento de la Iglesia al régimen
liberal, y en la segunda mitad la lucha a favor o en contra del imperio de la
Iglesia católica sobre la enseñanza, el régimen familiar, la condición confesional
del Estado, o la ideología de la sociedad civil.
El enfrentamiento entre novelistas de uno y otro signo no se limitó sin embargo
a la cuestión religiosa, sino que entretejió en ella, o contempló a través de ella,
otros dilemas centrales del debate ideológico contemporáneo: libertad y orden,
revolución y reacción, presente y pasado, ciudad y campo, progreso y tradición,
costumbres y uniformización cultural, ciencia y creencia, burguesía y novela.
Para los novelistas católicos los acontecimientos responden a los designios
indescifrables de la Providencia, para los liberales la historia refleja la larga y
contrariada marcha de la humanidad hacia una sociedad más perfecta.
La novela de tesis fue, por consiguiente y en sentido estricto, la fórmula
novelesca que acabó por imponerse como más apta para expresar las
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EL COSTUMBRISMO DE PEREDA
Nació en Polanco (Santander) en 1833. Posición económica holgada durante
toda su vida. Vivió en Santander, Madrid y Andalucía. Su primera vocación fue
teatral y en este género logró un primer éxito para dedicarse luego con
exclusividad a la novela.
En cuanto a su formación literaria, cabe destacar la gran influencia de
Mesonero Romanos y Fernán Caballero.
La actividad periodística fue el inicial contacto de nuestro autor con la literatura
y los lectores, cultiva con preferencia el artículo de costumbres, con escenas y
tipos de su región, que publica primero en periódicos santanderinos y pronto
en álbumes y revistas de la Corte. Se decide a reunir algunos de aquellos textos
para configurar su primer libro: Escenas montañesas.
Todas sus obras responden a la actitud costumbrista de transmitir la memoria
de algo pasado que ya está en trance de desaparición.
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Bien es verdad que no siempre fue exactamente así: algún testimonio epistolar
de su época juvenil nos descubre un Pereda aburrido de la provincia, y la visión
del campo y del campesino montañés que aparece en sus más tempranos textos
dista mucho de ser favorable.
A partir de Don Gonzalo todas sus novelas se sitúan en la región nativa, y a ella
remiten las inevitables descripciones paisajísticas, la tipología y el habla de los
personajes, sus actividades y costumbres. El regionalismo perediano, cuyos
presupuestos arraigan en el pensamiento tradicionalista, se formula con
razones y argumentos que mezclan lo sentimental y lo moral, lo estético y lo
religioso, lo folclórico y lo económico, sin que logre superar los clichés y tópicos
más superficiales.
EL CUENTO EN VARELA
Juan Varela escribió un tipo de relato parecido al galdosiano en cuanto que
también se aleja de las premisas del Realismo. Sus cuentos se sitúan por lo
general en los espacios allende los márgenes de la vida cotidiana, característica
que coloca sus creaciones en el polo opuesto de las de Emilia Pardo Bazán, la
fundadora del cuento moderno en España.
Varela expuso sus ideas sobre el género en tres textos básicos: la introducción al
Florilegio de cuentos, leyendas y tradiciones vulgares (1860), una Breve definición del
cuento (1890), que figura a la cabeza de los cuentos en la edición de Obras
completas, y la introducción a Cuentos y chascarrillos andaluces (1896).
El verdadero nacimiento del cuento, tanto si era una pura fantasía o un apólogo
o conseja, acontece cuando las narraciones incluyan sucedidos, anécdotas
reales. Los cuentos pueden ser de muchos tipos, de amor, filosóficos,
maravillosos, y uno practicado con regusto por Varela, el chascarrillo o relato
de agudezas. Según Varela, «el cuento es de los géneros literarios que más se
eximen de reglas y preceptos. Conviene, sí, que el estilo sea sencillo y llano; que
tenga el narrador candidez o que acierte fingirla; que sea puro y castizo en la
lengua que escribe, y, sobre todo, que interese o que divierta, y que si se refiere
cosas increíbles y hasta absurdas, no lo parezcan, por la buena maña, hechizo y
primor con que las refiera».
Varela considera el cuento como un subgénero comodín, exento de reglas fijas
como la novela, aunque observa tres reglas esenciales: que sea entretenido, que
el estilo sea puro y castizo, y que el narrador finja candidez.
Otra característica importante de la narrativa breve valeriana se encuentra en el
Florilegio, donde la importancia que concede a la oralidad confirma su afición a
las leyendas populares. Ese gusto por lo folclórico y la oralidad explica la
peculiaridad de Varela, cuyos cuentos de tipo fantástico, a diferencia de los de
Galdós, suelen tener raíces legendarias y populares.
La mejor división de la cuentística valeriana podemos distribuirla en tres
etapas: la primera, de las tentativas iniciales; una segunda, de producciones de
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Tema 13
Benito Pérez Galdós
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Para la ficción construye una trama novelesca tanto o más viva que la real en la
que una serie de personajes actúan como actores de su propia novela pero
también como conductores del relato histórico, como contrapunto arquetípico
de la realidad socio-histórica y como jueces de la misma.
El narrador que conduce los hechos maneja desde su situación privilegiada e
irónicamente los planos de realidad y de ficción. Siempre será un narrador
interesado en los hechos cuyas oportunas intervenciones reflexivas permitirán
al autor implícito (a menudo explícito) anotar sus juicios o reflexiones.
Aprovechará sus personajes, principalmente a los secundarios, para ofrecer
distintas perspectivas de los hechos. Será un narrador coloquial, paternalista,
irónico y bienhumorado que muestra su preocupación de cronista.
Los años transcurridos en la redacción del total de las series propician que la
visión del autor vaya cambiando a lo largo del tiempo, que los tonos narrativos
varíen en mayor o menor fuerza épica, en mayor o menor empuje en relación
con el pesimismo u optimismo con que el autor enfoca las distintas
situaciones.Pueden destacarse algunas lecciones unitarias en los Episodios:
• El proceso de ascenso de la burguesía al poder político
• La fuerza del pueblo como energía social, para bien o para mal.
• La voluntad antiheróica del autor expresada en las constantes antibélicas
de los episodios y en la realidad vital de sus protagonistas, que siempre
acabarán prefiriendo el amor a la guerra y la vida acomodada a la lucha
por los grandes ideales.
La primera serie
Aparece entre 1873 y 1875 y noveliza los hechos históricos de la Guerra de la
Independencia. Se manifiesta como un claro exponente de la novela de
formación que contempla el proceso de la educación de un personaje
arquetípico, Gabriel Araceli. Se convierte en espectador-conductor de los
hechos históricos y en receptor de una serie de lecciones que, a lo largo de la
serie, van a representar el ideal de progreso y de poder de la clase media
española del XIX.
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La segunda serie
Escrita entre 1875 y 1879, revive los 20 años del reinado de Fernando VII y la
lucha política entre absolutistas y liberales (1814-1834). Los hechos históricos
hallan fácil acomodo en una trama rica en elementos folletinescos y presentada
por un narrador experimentado que adopta la perspectiva de la omnisciencia
para retornar a la primera persona cuando le conviene.
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• Los cien mil hijos de San Luis (1877), rico en profundas reflexiones políticas
y amplio en espacios.
• En El terror de 1824 (1877) se realza una pintura dolorida y patética de los
primeros tiempos de aguda represión fernandina
• Con Un voluntario realista (1878) la narración se sitúa en Cataluña con
«los apostólicos», absolutistas que consideran blando y moderado el
gobierno de Fernando VII.
Se recuperan los espacios madrileños para los dos últimos títulos de la serie
que, además, tienen en común el atractivo de un narrador ameno, optimista,
bien seguro en su papel, claro exponente de la madurez del creador que, ante el
cercano fin de su novela, parece desembarazarse de estructuras rígidas para
realizar atractivos quiebros de estilo y permitirse guiños cómplices ante el
lector.
• En Los apostólicos (1879) los hechos históricos se sitúan en los últimos
tiempos de Fernando VII.
• Un faccioso más y algunos frailes menos (1879) describe los últimos tiempos
del reinado de Fernando VII y la explosión de la causa carlista a su
muerte. La trama novelesca queda cerrada y el narrador declara, en las
líneas finales, la definitiva conclusión de la serie.
La tercera serie
Tras 19 años de silencio reaparecen los Episodios con esta serie que noveliza la
etapa histórica de los primeros años del reinado de Isabel II: las sucesivas
regencias y las guerras carlistas, hasta la boda real. Se evidencia la madurez del
autor, que conjuga selectivamente los distintos universos (hechos históricos,
ambiente literario-cultural y vida cotidiana) aglutinados mediante la ficción
narrativa.
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La cuarta serie
Galdós escribe los 10 títulos de la cuarta serie entre abril de 1901 y mayo de
1907. Históricamente abarca el reinado de Isabel II, desde su subida al trono
hasta su exilio en Francia. La serie se estructura en títulos correspondientes a
hitos de la misma, ya históricos, ya explicadores de hechos, ya dedicados a
destacados protagonistas de los mismos.
Aquel autor ilusionado que iniciara la redacción de los Episodios con el
optimismo de unos hechos épicos positivos ha llegado a un momento vital e
histórico poco favorable en el que juegan no poco papel los efectos del llamado
desastre del 98. El historiador poco optimista se une al novelista maduro y
sólido para depararnos en estas últimas series unas obras de gran calidad en las
que se agudiza la aguda percepción de simbologías que encadenan personajes y
temas. Si el protagonista único había desaparecido a partir de la segunda serie,
ahora los diversos personajes actúan de contrapunto a los históricos.
• Lo que Galdós llamó Las tormentas del 48 (1902) son ecos de los vientos
socialistas europeos que consiguen sacudir en sucesivos intentos
revolucionarios a una España temerosa que reacciona con el
moderantismo represivo de Narváez.
• Narváez (1902), continuación del anterior. Historia y ficción se imbrican
para trazar los perfiles de las primeras etapas turbulentas del gobierno
de Narváez desde la proximidad de gabinetes políticos y cortesanos.
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La quinta serie
Los dos primeros títulos forman unidad temática para trazar el cuadro de la
España de los años siguientes a la Revolución del 68 que se debate en la
incertidumbre de su futuro entre varios posibles reyes: España sin rey (1908) y
España trágica (1909).
En los cuatro últimos títulos se agudiza el nuevo modo de mirar y hacer
galdosianos, de tal forma que los textos, cada vez más, van dejando de ser
novela histórica para adentrarse en el camino de la novela fantástica.
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Las novelas de la primera época aparecen a la vez que la segunda serie de los
Episodios y son novelas de tesis en las que Galdós ataca a una España
tradicional y reaccionaria. Son Doña Perfecta, Gloria, Marianela y La familia de
León Roch.
Galdós siente la necesidad de presentar a sus lectores retazos vivos de la
España contemporánea con el afán de profundizar en los distintos problemas y
males de la realidad social del momento. Así, denuncian los textos el fanatismo
religioso o la intransigencia, la hipocresía, la intolerancia, el inmovilismo
cultural y social, la degradación moral de la alta sociedad española, la injusticia
social, con el tema añadido de la ignorancia cruel de las clases más bajas. Los
textos manifiestan la defensa de la ciencia y el progreso.
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Fortunata y Jacinta
Fortunata y Jacinta (1886-1887) está considerada como la obra más representativa
del estilo de Galdós y una de las obras cumbre del Realismo en lengua
castellana. En ella confluyen las exploraciones de la segunda manera
galdosiana y amplía y trasciende definitivamente el Naturalismo.
En el momento de su publicación se objetó la desusada amplitud de la obra (4
tomos, 1766 páginas en su primera edición), pero lo cierto es que Galdós estaba
tratando de resolver una limitación de enfoque característica de sus novelas
anteriores. La dimensión de Fortunata y Jacinta permitía dar extensión a todos
los personajes y temas en una sola obra y la división en 4 partes permitía
estructurar la obra dando énfasis a cada uno de los aspectos importantes de la
misma.
Por lo que se refiere a la estructura, Gullón habló de una serie de triángulos
cambiantes según el modelo habitual en las comedias, siguiendo el esquema
marido-mujer-amante, con la particularidad de que aquí cambia la posición de
los personajes en cada uno de los triángulos y, correspondientemente, cambia la
función de estos en cada una de las partes de la novela.
Lo psicológico se une en la novela con el estudio costumbrista de la gran
ciudad, incluida su evolución histórica y social. Así la historia de Juanito está
entreverada con largas descripciones del Madrid comercial del XIX y con
información detallada de los cambios que se han operado en las formas y usos
del vestir a lo largo del XIX.
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Misericordia
Misericordia (1897). Ha sido considerada como la manifestación mejor definida
de la conciencia creadora del Galdós artista. Aparecen en ella sus dos temas
favoritos: el de la pobreza (el contraste pobreza/riqueza) y el de la realidad (el
contraste realidad/imaginación).
Al igual que en novelas anteriores, hay una voz narrativa que parece vacilar en
su conocimiento de la narración. El narrador abandona su omnisciencia y, como
un simple observador más, confiesa su ignorancia.
En cuanto al lenguaje, Galdós da cuenta en la novela del valor que tiene el acto
de nombrar como acto creativo.
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Tema 14
Emilia Pardo Bazán
Leopoldo Alas, Clarín
La cuestión del Naturalismo
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Emilia Pardo Bazán, crítica literaria: Emilia Pardo Bazán se dio a conocer como
crítica con su trabajo Ensayo crítico de las obras del Padre Feijoo (1876). La
influencia del benedictino en su obra iba a ser muy grande.
En las colaboraciones en La Ciencia Cristiana publica sus «reflexiones científicas
contra el darwinismo».
Los artículos publicados en La Época abordaban el determinismo biológico y la
consideración de la novela como un útil científico. También proclamaba su
enraizamiento en el Realismo tradicional español y negaba los fundamentos
filosóficos del Naturalismo pero elogia ciertas cualidades artísticas de Zola y su
actitud ante la realidad.
Emilia Pardo Bazán incluso en edad avanzada aún seguía atenta a las últimas
novedades como el Modernismo, la dramaturgia de Benavente, se ocupa de los
primeros movimientos de vanguardia, corno el futurismo de Marinetti. Además
fue una prolífica crítica de la literatura española y europea.
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Su único hijo. Su único hijo comenzó a gestarse cuando aún estaba fresca la
tinta de La regenta, y como una novela muy diferente de su predecesora había
de ser más breve, nada provocativa y sí muy sentimental. Su tema, el de la
paternidad, con resonancias evangélicas, quedaba desbrozado en el título. El
tema de la paternidad/maternidad y el de la realización personal es muy
recurrente en Clarín.
La obra de Clarín sufre una evolución hacia el espiritualismo al dar más
importancia al sentimiento y la emoción que a los aspectos puramente externos
y objetivos.
Los cuentos
Clarín redactó más de un centenar de relatos que aparecieron en su mayoría
primero en la prensa periódica y que fueron recogidos por Alas en cinco
volúmenes. Los críticos no están de acuerdo entre si estos relatos constituyen
novelas o son cuentos, o si algunos de ellos pertenecen al género del cuadro de
costumbres o son verdaderas piezas de ficción. Fueron escritos a lo largo de
vida de escritor por lo que en ellos se aprecian evolución que va desde el
realismo decimonónico hacia un lirismo idealista.
La etapa inicial es la más naturalista, de carácter satírico y caricaturesco, son
más bien retratos de seres humanos con hábitos poco recomendables. Destaca el
conocido ¡Adiós, Cordera!
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Clarín periodista y crítico literario. En su tiempo, Clarín fue, antes que otra
cosa, crítico literario. Alas publicó un importante número de libros en los que
recopiló sus artículos aparecidos antes en periódicos y revistas. Hoy día siguen
manteniendo su vitalidad al ser útiles para los estudiosos de la literatura de la
época a causa de la autentica crítica de obras importantes que contienen.
En el prólogo de Palique expone su opinión sobre la verdadera crítica:
1. Crítica, es decir, juicio comparación de algo con algo, de hechos con
leyes, cópula racional entre términos homogéneos.
2. Literaria, es decir, de arte, estética, atenta a la habilidad técnica, a sus
reglas. En ella se muestra partidario de las reglas del buen sentido, la
libertad, y la coherencia interna del relato.
Sus primeros juicios críticos sobre literatura versaron acerca de la poesía y el
teatro, pues no se llegó a interesar por la novela hasta que las creaciones
galdosianas le incitaron a ello.
En el campo de la novela sí tiene una doctrina clara y bien definida, tanto en lo
referente a su situación como a su desarrollo. Se basa en la evolución de la
novela francesa, desde Balzac, pasando por Flaubert, hasta Zola, y en la
narrativa de Galdós.
Toda su teoría literaria mantiene que la novela debe ser la representación fiel y
objetiva de la realidad, creando, sí, una verdad artística autónoma, pero lo más
cercana posible a la realidad misma. Esta es la base más sólida de su quehacer
crítico y creador: su concepto del realismo dentro de un criterio lo
suficientemente amplio y flexible como para dar acogida a las tendencias que
van desde el naturalismo zolesco hasta el espiritualismo ruso. Es lo que se ha
definido como oportunismo, rasgo fundamental de su teoría novelesca.
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La narrativa corta: Aguas fuertes: La proliferación del cuento es una de las notas
más características de la literatura española en los años finales del siglo XIX.
Tuvo bastante que ver con el súbito crecimiento de las publicaciones periódicas
finiseculares. De influencia naturalista, hay en este compendio un reflejo directo
de las preocupaciones sobre la situación general del país que se convierten en
exponente preciso de las posiciones ideológicas del autor: la crítica de los
partidos turnantes, la condena del espectáculo de los duelos, y las ejecuciones
legales, la penosa situación cultural y científica del país.
Picón, Coloma y Ortega y Munilla. Dentro del rico panorama narrativo del
último cuarto del siglo XIX el renombre que han alcanzado algunos escritores
no deja de contrastar con el olvido que han sufrido otros, como si el brillo de los
primeros hubiera oscurecido a cuantos quisieron ponerse a su altura. Es este el
caso de estos tres novelistas, uno de los cuales, Luís Coloma, obtuvo,
paradójicamente, con su novela Pequeñeces (1891) el mayor éxito editorial de su
tiempo. Resaltar la contribución de Coloma y de Ortega y Munilla al
movimiento naturalista; el tratamiento que aquel presta a una clase social, la
aristocracia madrileña, ignorada por la mayoría de sus compañeros de
generación, o su ira literaria; los valores como cuentista de Octavio Picón y su
especial sensibilidad hacia el papel social de la mujer lo mismo que la
inclinación de Ortega y Munilla hacia los temas paterno-filiales.
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Tema 15
La poesía en la segunda mitad del XIX
Gustavo Adolfo Bécquer
Rosalía de Castro
Otros autores
Primera época en Madrid. Durante esta época pasó tantas penalidades por la
falta de dinero, acuciado por las privaciones y el intenso trabajo, que enfermó
gravemente y nunca se recuperaría del todo. Sus amigos consiguieron publicar
la leyenda El caudillo de las manos rojas en el periódico La Crónica. También
escribió la mayor parte de las Rimas, inspiradas por su desgraciada vida
amorosa.
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Las Leyendas
El lugar preeminente de Bécquer en la lírica ha oscurecido el valor de su
producción en prosa. Las leyendas tienen gran valor literario, incluso algunos
autores las sitúan por encima de su poesía y las califican de modélicas
narraciones en las cuales la poesía brota del lenguaje (muy cuidado, musical y
colorista) y de la belleza de los temas: se produce el milagro de la prosa poética,
pero prosa auténtica, con valores narrativos. Los asuntos tienen emoción,
misterio y belleza.
Tiene tres tipos de leyendas:
• Leyendas que presentan tal cual la tradición transmitida de forma oral,
transcrita pero no elaborada por el escritor.
• Leyendas que presentan el relato ficticio sobre temas y motivos de la
tradición popular, elaborados literariamente.
• La leyenda ideal, con remota base en la tradición, pero llena de rasgos
maravillosos y de recursos poéticos, semejantes a las manifestaciones de
la fantasía popular.
Las Leyendas presentan caracteres románticos genuinos: melancolía, pesimismo,
tristeza; afición a lo vago e indefinido; tendencia a lo sobrenatural, a evadirse
del presente y del pasado inmediato; medievalismo; pasión y subjetivismo;
soledad; apego a todo lo que sea del pueblo y de la tierra, a todo lo que sea
sencillo, aunque también tosco e ingenuo; amor a la libertad y a la
independencia. Afición a los cementerios, las ruinas y la belleza que se
marchita; el tema del amor desenfrenado y omnipotente.
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Las rimas
El propio Bécquer las recopiló en un grueso cuaderno de contabilidad que
tituló Libro de los gorriones, en 1868.
En la edición de 1871 sus amigos cambiaron el orden de las Rimas, que al
parecer Bécquer había copiado desordenadamente o escrito de memoria.
Partiendo de una primera etapa feliz y esperanzada, el autor celebra
abiertamente el amor, y llora después el desengaño y la más angustiosa
soledad.
• Rimas I - IX: relativas a la expresión artística.
• Rimas X - XXIX: sobre el amor esperanzado.
• Rimas XXX - LIX: ruptura, amor perdido, fracaso.
• Rimas LX hasta el final: expresan una filosofía bastante sombría,
dominada por la presencia de la muerte, la soledad y la angustia.
ROSALÍA DE CASTRO
Al nacer fue registrada como hija de padres desconocidos, aunque se sabe que
era hija de una noble y un sacerdote, y cuando se enteró de ello a la edad de 15
años sufrió una gran crisis que condicionaría ya siempre su concepto trágico de
la vida.
Compuso sus primeros versos a los 12 años, y a los 17 ya era una figura
destacada del «Liceo de la Juventud», sociedad literaria de Santiago. Rosalía de
Castro nunca tuvo buena salud, a lo que tampoco ayudaban los embarazos, el
dolor por la pérdida de sus hijos, su tristeza personal debido a su condición de
hija ilegítima y el rechazo social, la falta de dinero y la penuria en la que vivía.
Sufría con los prejuicios, las incomprensiones y las injusticias de la sociedad,
que le tocaban directa e indirectamente. Ella se dedicaba a su hogar, a sus hijos
y a su marido, y en sus ratos libres escribía, en soledad y sin contacto con
círculos literarios.
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Prácticamente toda su obra la escribió en gallego, menos En las orillas del Sar. Es
la máxima poeta en lengua gallega en el XIX, y una de las más originales en
lengua castellana.
Los críticos coinciden en que tuvo algo de influencia de Campoamor y bastante
de Bécquer, aunque su técnica métrica y su vocabulario son menos
revolucionarios que en Bécquer. Rosalía de Castro presenta en su obra una veta
intimista y una veta de protesta social, porque cree que Galicia está postergada
y empobrecida, lo que a su vez proyecta en la postergación y el desdén social
que sufrió ella misma como hija ilegítima, fruto de amores estigmatizados con
el rechazo social más absoluto. El aspecto social lo desarrolla más en su obra en
prosa, en la línea del realismo social, con temas que tratan de la pobreza de las
aldeas, la dureza del trabajo en el mar y en el campo y la emigración.
La poesía de Rosalía de Castro, por otra parte, tiene una doble vertiente que
también se observa en Bécquer: la proyección hacia el pasado, hacia el
romanticismo histórico, y la proyección hacia el futuro, hacia la poesía
moderna. Para Juan Ramón Jiménez, Rosalía de Castro fue sin duda alguna una
precursora del modernismo, y otros autores consideran que sus símbolos
inspiraron a Antonio Machado.
En sus poemas hay un repertorio de nuevas formas métricas que más tarde
encontrarían su apoteosis en el modernismo: combinaciones estróficas nuevas,
un uso muy elegante del verso alejandrino y la utilización del verso medieval
de 14, 16 y 19 sílabas junto a estrofas de versos cortos. Otros recursos que utiliza
de manera innovadora son la elección del léxico, la repetición, la sinestesia, las
metáforas y el simbolismo.
Poesía en gallego:
La flor (1857): su primer libro, muestra influencias de Espronceda, expresa con
sinceridad los sentimientos y un sentido trágico de la existencia.
A mi madre (1863): poemas escritos poco después de la muerte de su madre.
Cantares gallegos (1863): serie de 36 poemas que Rosalía de Castro pone en boca
de una alegre muchacha campesina que es solicitada para que cante a Galicia.
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Follas novas (1880): poesías que contienen su visión del mundo, una visión
sombría de la existencia humana; muestran la expresión de su intimidad en el
dolor ajeno.
Prosa en gallego:
La hija del mar (1859), Ruinas (1866); Flavio (1867); El caballero de las botas azules
(1867).
Otras obras: poesías sueltas en castellano, cuadros breves de costumbres,
artículos de revistas y un cuento en gallego.
RAMÓN DE CAMPOAMOR
Huérfano de padre, a los 18 años pretendió hacerse jesuita, pero desistió y
estudió dos años de Medicina, y luego empezó Leyes, que también abandonó
por aburrimiento al poco tiempo. Entonces dio rienda suelta a su deseo de
dedicarse a las letras y a la política.
Campoamor era un apasionado en la defensa de sus ideas políticas y literarias,
pero en su vida privada era tranquilo, bondadoso y sencillo.
En su época fue muy conocido y apreciado como poeta, incluso por Rubén
Darío en su juventud. No obstante, fue el propio movimiento modernista el
que trajo el repudio de la poesía de Campoamor, rechazo confirmado por los
intelectuales de la generación del 98, y entre los de la generación del 27.
Campoamor estaba ya completamente olvidado, ya que su realismo y su
prosaísmo burgueses representaban exactamente lo contrario de lo que
perseguían los poetas de esa generación.
Su obra de 1883 titulada Poética recoge sus teorías estéticas. Según Campoamor,
una cultura alcanza su plenitud cuando queda plasmada en arte literario, cuya
forma culminante es la poesía.
Obras de Campoamor: Ternezas y flores (1840): poesías de marcado tono
romántico; Ayes del alma (1842): su segundo libro de poemas, que se aleja de los
modelos románticos y se acerca a los clásicos en el espíritu y en la métrica;
Fábulas (1842): más que proponer una moraleja o enseñanza, sus fábulas
consisten en observaciones sobre casos o circunstancias de la vida; Filosofía de
las leyes (1846), Campoamor fue considerado o se consideraba a sí mismo como
«inventor» de tres tipos de composición poética: la dolora, la humorada y el
pequeño poema.
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Gritos del combate (1875), es su obra más importante. Son amargos soliloquios
subjetivos y una especie de arengas, más objetivas, con pretensiones de
adoctrinamiento. Tratan de los entusiasmos y desencantos ante las vicisitudes
de su tiempo.
Otras obras
• Poemas lírico-narrativos de tema histórico: en los que usa como
pretexto al personaje protagonista y su circunstancia histórica, con
simbolismo a veces un tanto forzado: Raimundo Lulio o La selva oscura
(1879), también con influencias de Dante.
• Poemas realistas de carácter costumbrista: tienen como asunto episodios
de la vida moderna: La pesca (1884), Maruja (1886).
• Teatro, drama histórico: El haz de leña (1872), Deudas de la honra (1863) y
Quien debe, paga (1867).
• Escritos teóricos: Discurso sobre la poesía (leído en 1887 en el Ateneo de
Madrid): la misión del escritor en la sociedad como poeta cívico. Piensa
que suprimir el verso, la rima y el metro sería como matar la poesía.
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Luis Chamizo
De familia humilde, heredó de su madre el gusto por la poesía. Recibió la
primera instrucción en su pueblo, y ya entonces escribía poemas.
Chamizo contactó con el movimiento modernista a través de Salvador Rueda,
Villaespesa, Amado Nervo, Emilio Carrere y otros, y conoció a Federico García
Lorca y a otros intelectuales y poetas de la época, pero prefirió seguir haciendo
poesía regionalista.
En 1921 aparece El Miajón de los Castúos (subtítulo: Rapsodias extremeñas), 12
poemas extensos que tratan de la añoranza de una comunidad rural armoniosa,
ajena a cualquier modernidad.
Particular lectura del regionalismo, temas y tonos; visión nostálgica de la
felicidad de la vida rural. La alegría inunda costumbres y comportamientos
anclados en el pasado. Métrica muy libre, entre la silva y la copla popular.
Sonoridad e ingenuidad, sentimentalidad. Luis Chamizo fue el inventor del
término «castúo».
Las brujas, obra teatral estrenada en 1930, es única obra de teatro regionalista:
presenta los puntos conflictivos del mundo rural , los dramas de la guerra de
África y las convenciones sociales que obligan a la protagonista a abortar para
no sufrir el rechazo social de ser madre soltera.
OTROS AUTORES
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