Puente Ojea Gonzalo El Fenomeno Estoico en La Sociedad Antigua PDF
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E HISTORIA EL
FENOMENO ESTOICO
ENLÂ SOCIEDAD
ANTIGUA
No resulta posible comprender el «sentido» de la historia
humana si se prescinde de una «lectura ideológica» de sus
procesos, entendiendo por tal la lectura que tematiza, como
guía del análisis, la dependencia fundamental de las «formas
mentales» respecto de los «Intereses de clase» en el
contexto de determinadas «relaciones de producción».
Para Puente Ojea el estudio del estoicismo y del cristianismo
ofrece una interesante oportunidad de verificar las
virtualidades de la «lectura ideológica». Al análisis del
cristianismo dedicó su anterior libro, ideología e historia. La
formación del cristianismo como fenómeno ideológico (Siglo
XXI de España Editores). El presente libro lo dedica al
análisis del estoicismo.
La madurez de la «sociedad antigua» coincide con el auge
de nuevas «aperturas ideológicas», en cuyo discurso
intelectual el problema del individuo y su felicidad personal
ocupa un lugar preferente. Puede Ojea, utilizando el enfoque
metodológico expuesto, analiza aquí las formas de
articulación de esas nuevas aperturas ideológicas del
pensamiento grecorromano con las estructuras
socioeconómicas y la urdimbre política de aquella sociedad,
en un intento de contrastar las pretensiones teóricas del
materialismo histórico con su capacidad real de explicación
histórica. En ese marco, el destino de las doctrinas estoicas
y del modo de producción esclavista aparece nítidamente
dibujado en su paralelo proceso.
por
GONZALO PUENTE OJEA
m
siglo
veintiuno
editores
M É X IC O
ESPAÑA'
m
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DEL AGUA, 248. 04310 MEXICO, D.F.
INTRODUCCION
6Ibid., p. 219.
LA C R IS IS DE LOS REINOS HELENISTICOS 13
“ Ih id ., p. 143.
LA C R IS IS DE LOS REINOS HELENISTICOS 25
27 Ibid., p. 211. Vid. tam bién E. Meyer, op. cit., pp. Í60-16Í.
28 Cf. W. L. W esterm ann, The slave system s of Greek and Roman
antiquity (Philadelphia, 1964, p o r cierto dedicado a la m em oria de
A4. I, R ostovtzeff, p. 62).
LA C R IS IS DE- LOS REINOS H ELENISTICOS 27
» Cf. S. V. F. 351-353.
LA C R IS IS DE LOS REINOS HELENISTICOS 31
« Ibid., p . 316.
LA C R IS IS DE LOS REINOS HELENISTICOS 53
« Ibid., p. 119.
60 GONZALO PUENTE OJEA
131 En alguna parle del sistem a, como la teoría de] alm a, esta
ambivalencia am enaza con desvirtuar el monismo m aterialista ori
ginal. Vid, E. B arker, op. cit., p. 41.
m Cf. R. Ruyer, L'utopie et les utopies (Paris, 1950, p. 143).
i3s Cf. op. cit., p. 83.
96 GONZALO PUENTE OJEA
141 Ibid., V II, 122. La actitud evasiva del prim er estoicism o está
bien captada p o r E. Elourdy, quien escribe que "ni Antístenes
ni su discípulo Diógenes, ni sus m edio-sucesores los estoicos, se
preocuparon lo m ás m ínim o por innovar la antigua ciudad o
por lam entar su ruina. La filosofía se separa de la política. Los
grandes im perios form aron fuerzas trascendentes sobre el indi
viduo, las cuales ya no estaban al servicio de la actividad política
de la personalidad individual.
E sta im posibilidad de ejercer una política eficaz obliga a los
hom bres de gran carácter a reconcentrarse en sí mismos para
dedicarse a sus propias perfecciones e influir, una vez alcanza
das, en su d erredor en form a religiosa" (Cf. É. Elourdy-J. Pérez
Alonso, op. cit., vol. II, p. 212).
142 Vid. M. Pohlenz, op. cit., I, pp. 32-34.
143 Citado p o r E. B arker, The politicalthought of Plato and
Aristotle, cit., p. 483.
LA C R ISIS DE LOS REINOS HELENISTICOS 101
5. Su peculiaridad ideológica
La función social y política del estoicismo origi
nal aparece, en su sentido final y en sus líneas
esenciales, suficientemente definida: el pensamien
to de los fundadores estoicos, al tiempo que vigo
rizaba el creciente desapego del hombre helenís
tico de la tradicional devoción a la pólis —contri
buyendo a ello con la formulación de un rationale
151 Cf. E. B arker, op. cit., p. 100.
152 E. Zeller consigue reflejar esta inconfortable y extraña am
bigüedad, en op. cit., pp. 242-243.
106 GONZALO PUENTE OJEA
2 Ibid., p. 37.
EL APOGEO ROMANO 119
3. Su peculiaridad ideológica
Los historiadores de las ideas suelen m ostrar
una completa insensibilidad para el significado
ideológico de las doctrinas filosóficas. Un estu
dioso de las teorías políticas tan estimable como
G. H. Sabine, no vacila en escribir que la causa
del reajuste doctrinal efectuado por los estoi
cos del período republicano fue, «en gran me
dida, la incisiva crítica negativa del escéptico
Carneades»23. Y un filólogo tan eminente como
M. Pohlenz, usando de una figura literaria elu
siva, declara que, «precisamente en esta época,
el destino quiso que un griego transform ase la
doctrina estoica en un arte de vivir perfectam ente
adecuado al espíritu occidental»24.
Según la afirmación del prim ero, el proceso
evolutivo de las ideas se cumple en el espacio
teórico de las disputas académicas, en la dialéc
tica abstracta de las construcciones mentales,
Conforme a la declaración del segundo, ese pro
ceso obedecería a la acción de una instancia mis
teriosa llamada destino. En ambos ejemplos, re
presentativos de mores científicos consagrados por
hábitos milenarios, las ideas habitan, incontami
nadas como en un fanal, en las cabezas de los
hombres; ignorantes de las vicisitudes materiales
23 Cf. G. H. Sabine, op. cit., p. 152.
34 Cf. M. Pohlenz, op. cit., I, pp. 539-540.
EL APOGEO ROMANO 151
de la existencia concreta de sus pensadores, esas
ideas transitarían por sus cabezas como los car
gamentos de las naves por los m ares océanos.
Se trata, en rigor, de una visión idealista de los
fenómenos intelectuales que no tiene pertinencia
científica alguna para explicar su historia. Cuando
esa visión —tácita o expresa— se enfrenta con
la explicación de procesos de ajuste como el que
nos ocupa, su inanidad queda de manifiesto: por
que esa visión es constitutivam ente ciega para los
únicos factores que pueden explicar tales proce
sos, es decir, los factores estructurales de la vida
humana —económicos, sociales— y los niveles
más bajos de las superestructuras que se alzan
sobre aquellos factores —vida política, ética so
cial—. El estoicismo greco-romano transform a los
dogmas de la doctrina original —mediante su
hábil amalgama con elementos de la tradición
platónica y aristotélica—, no en virtud de la ab
surda acción antropomórfica de un destino aza
roso o providente —¿acaso el fatum stoicum?—,
ni a resultas de la habilidad dialéctica de un Car
neades —pensador, por lo demás, de magra capa
cidad creadora—. La dialéctica inmanente de las
ideas y la controversia académica pueden dar
cuenta —lo que no es poco— de la historia del
aparato categorial y de la forma de los proble
mas, en el contexto de su tradición científica.
Pero el fenómeno de la transformación de las
ideas hunde sus raíces en las estructuras básicas
de la existencia humana, particularm ente en aque
llas estructuras —económicas, sociales— que con
figuran la existencia humana en cuanto vida co
m unitaria —m undo de la política—. El hom bre
produce cuando se reproduce. Su producción fun
damental es la de su propia vida. Al producir su
vida, produce tam bién la de los otros, porque
toda producción hum ana es producción social. La
figura concreta de esa producción social incluye
los factores socio-económicos —estructura— y los
factores mentales —superestructura—. Las ideas
152 GONZALO PUENTE OJEA
8 Ibidem .
172 GONZALO PUENTE OJEA
“ Ibid., p. 15.
21 Vid. F. Engels, Anti-Diihring, cit., p. 331.
180 GONZALO PUENTE OJEA
» Ib id .. p. 80.
24 Cf. M. I. Rostovtzeff, op. cit., vol. I, pp. 17-18.
184 GONZALO PUENTE OJEA
« Ibid., p. 18.
186 GONZALO PU EN TE OJEA
3. Su peculiaridad ideológica
Los Césares podían irritarse con las prédicas
morales de los maestros de virtud. Porque la
autocracia política no sólo corrompe el gobierno
de los hom bres sino tam bién el carácter de éstos,
a comenzar por el de quienes detentan el poder.
Los autócratas del Principado pronto enturbia
ron, con su despótico ejercicio del mismo, la retó
rica de la misión del princeps virtuoso, privando
así de verosimilitud m oral a la propaganda im pe
rial de las res gestae, tal como se reflejaban,
por ejemplo, en el célebre M onumentum Ancy
ranum 56. La auctoritas sucumbió ante la m era
potestas. Lo que fue prim eram ente tem a de m ur
muraciones en los foros, pronto se convirtió en
estímulo de la reflexión de los filósofos. La exhor
tación m oral y el consejo (paraínesis) resultó
insoportable para unos tiranos que aspiraban a
la apotheósis, sin reparar en su degradación
moral. La crítica de las costumbres se convertía
*“ Ibid., V, 30.
“ » Ibid., V II, 7.
Ibid., V II, 55.
»· Ibid., VI, 16.
236 GONZALO PU E N T E OJEA
por
GONZALO PUENTE OJEA
INDICE
PREFACIO
I. EL CONCEPTO DE IDEOLOGIA
Y SU AMBIGÜEDAD
II. LA ESTRUCTURA DE LAS IDEOLOGIAS
III. LAS METAMORFOSIS HISTORICAS
DE LAS IDEOLOGIAS
IV. LAS IDEOLOGIAS CRISTIANAS
1. La ideología popular mesiánica: Jesús
y la revolución judía de su tiempo.
2. La ideología del Nuevo Testamento
y su desarrollo en la tradición
patrística.
3. La inflexión de la ideología cristiana
en el alto medioevo.
TEORIA
ALTHUSSER, L.·—Lo que no puede durar en el Par
tido Comunista. 128 pp. (2.‘ ed.)
ALTHUSSER, L.—Para una crítica de la práctica teó
rica. Respuesta a John Lewis. 106 pp. (2.‘ ed.)
ALTHUSSER, L.—Seis iniciativas comunistas. 72 pp.
(2.a ed.)
ANDERSON, P.— Consideraciones sobre el marxismo
occidental. 160 pp. (5.“ ed.)
ANDERSON, P.— Teoría, política e historia: un de
bate con E. P. Thompson. 256 pp.
A NDERSON, P.— Tras las huellas del materialismo
histórico. 152 pp.
BA C H E LA R D , G.— E l compromiso racionalista.
208 pp. (3.‘ ed.)
BACHELARD, G.—La formación del espíritu cientí
fico. 304 pp. (2.a ed.)
BAGU, S.—La idea de Dios en la sociedad de los hom
bres. 176 pp.
BARTHES, R.— Crítica y verdad. 84 pp. (7.a ed.)
BARTHES, R.— E l grado cero de la escritura. 248 pp.
(7.· ed.)
BARTHES, R.— E l placer del texto γ Lección inaugu
ral. 152 pp. (5.a ed.)
BARTHES, R.—Fragmentos de un discurso amoroso.
256 pp.
BARTHES, R.—Mitologías. 260 pp. (2." ed.)
BAUDRILLARD, J.— Crítica de la economía política
del signo. 272 pp. (5.a ed.)
BA U D R ILLA R D , J.— E l sistema de los objetos.
240 pp. (8." ed.)
BELTRAN, A.—Revolución científica. Renacimiento
e historia de la ciencia.
BERMAN, M.— Todo lo sólido se desvanece en el aire.
La experiencia de la modernidad. 400 pp. (4.a ed.)
CHALMERS, A.— La ciencia y cómo se elabora.
192 PP.
CHALMERS, A .—¿Q ué es esa cosa llamada ciencia?
264 pp. (15.* ed.)
DENITCH, B .—Más allá del rojo y del verde.
DERRIDA, J.— Con un tono apocalíptico.
ELENA, A .—Las quimeras de los cielos. Aspectos epis
temológicos de la revolución copernicana. 248 pp.
FEYERABEND, P.—La ciencia en una sociedad libre.
272 pp.
FOUCAULT, M .—L a arqueología del saber. 368 pp.
(10.* ed.)
FOUCAULT, M .—Las palabras y las cosas. 384 pp.
(16.· ed.)
FOUCAULT, M .—Raymond Roussel. 192 pp.
GARGANI, A .— Crisis de la razón. 334 pp.
HARNECKER, M .—La revolución social: Lenin y
América Latina. 312 pp.
HARNECKER, M.—Los conceptos elementales del
materialismo histórico. 296 pp. (52.“ed.)
HARNECKER, M .— «El capital»: conceptos funda
mentales, seguido de Manual de economía política, de
LAPIDUS y OSTROVITIANOV. 2?4 pp. (14.· ed.)
JARDO N, M .—La «normalización lingüística», una
anormalidad democrática. E l caso gallego. 360 pp.
JUANES, F. de.—Papeles confidenciales de Su Santi
dad Juan Pablo III. Hacia una pedagogía inofensiva
del poder. 240 pp. (2.’ ed.)
JUARISTI, J.— Vestigios de Babel. Para una arqueo
logía de los nacionalismos españoles. 136 pp.
KOYRE, A .—D el mundo cerrado al universo infinito.
280 pp. (7.* ed.)
KOYRE, A .—Estudios de historia del pensamiento
científico. 400 pp. (10.a ed.)
KOYRE, A .— Estudios galileanos. 344 pp. (5.’ ed.)
KRISTEVA, J.—Historias de amor. 344 pp.
KRISTEVA, J.—Poderes de la perversión. 288 pp.
KURNITZKY, H.— Edipo, un héroe del mundo occi
dental. 184 pp. Ilustrado.
LABASTIDA, J.—Producción, ciencia y sociedad: de
Descartes a Marx. 248 pp. (11.a ed.)
LECOURT, D.—Para una crítica de la epistemología.
120 pp.
LEGENDRE, P.—E l crimen del cabo Lortie. Tratado
sobre el padre. Lecciones VIII. 184 pp.
LOW Y, M.— E l pensamiento del Che Guevara.
160 pp. (12.’ ed.)
MEEK, R. L.—Los orígenes de la ciencia social. E l de
sarrollo de la teoría de los cuatro estadios. 256 pp.
OLIVE, L.—Estado, legitimación y crisis. 280 pp.
PLUMMER, Κ.— Los documentos personales. Intro
ducción a los problemas y bibliografía del método hu
manista. 221 pp.
PUENTE OJEA, G.—E l Evangelio de Marcos. D el
Cristo de la fe al Jesús de la historia. 144 pp. (2.a ed.)
PUENTE OJEA, G.—Fe cristiana, Iglesia, poder.
368 pp. (2.a ed.)
PUENTE OJEA, G.—Ideología e historia. E l fenóme
no estoico en la sociedad antigua. 248 pp. (4.a ed.)
PUENTE OJEA, G.—Ideología e historia. La forma
ción del cristianismo como fenómeno ideológico. 436 pp.
(6.a ed.)
ROEMER, J. E.— Teoría general de la explotación y
de las clases. 244 pp.
SALAZAR VALIENTE, M.—¿Saltar al reino de la
libertad? Primera crítica de la transición al comunismo.
208 pp.
SAUNDERS, P. T.— Una introducción a la teoría de
las catástrofes. 196 pp. (2.a ed.)
SCHOLEM, G.—La Cabala y su simbolismo. 240 pp.
(3.a ed.)
STOYANOVITCH, Κ.— E l pensamiento marxista y
el derecho. 228 pp. (2.a ed.)
TODOROV, T.—Frente al límite. 328 pp.
TODOROV, T.—La conquista de América. La cues
tión del otro. 280 pp.
TODOROV, T.—Nosotros y los otros. 460 pp.
ZIZEC, S.— E l sublime objeto de la ideología. 302 pp.
ZIZEK, S.—Porque no saben lo que hacen.
HISTORIA DE LA FILOSOFIA SIGLO XXI
2. La filosofía griega.