Los Actos Fallidos y Los Sueños
Los Actos Fallidos y Los Sueños
Los Actos Fallidos y Los Sueños
Sigmund Freud creó esta designación entre los años 1915 y 1917 para agrupar actos cuya realización
importa una falla evidente de algún mecanismo psíquico. Los actos fallidos han sido agrupados, en
general, en siete tipos: orales, escritos, de falsa lectura y de falsa audición, olvido temporal, pérdidas y
actos sintomáticos. El estudio de los actos fallidos reviste importancia. pues revelan fallas de
mecanismos que sólo se delatan en toda su magnitud en determinadas circunstancias. El estudio que
realizó Freud sobre 10s procesos mentales en cuestión, es de interés, en especial en cuanto muestra
mecanismos similares a los que se observan en estados de anormalidad; pero tienen con éstos la
diferencia de ocurrir en sujetos sanos. Realmente, y desde Un punto de vista psicológico, estos
procesos pueden ser denominados síntomas, aun cuando se presenten en esta- dos de salud y estén
posteriormente ligados con síntomas neuróticos, sin que ello represente una falla en las funciones
normales de la mente. La tesis principal de Freud, en conexión con esto, puede ser comprendida del
siguiente modo: ciertas situaciones inadecuadas de nuestro funcionamiento mental y ciertas
situaciones, aparentes faltas de propósito, pueden ser mostradas, a través del psicoanálisis, como de-
terminadas por motivos de los cuales no se era consciente hasta ese momento. El planteo de los
llamados actos fallidos tiene una característica común para to- dos: están más allá de lo que puede ser
admitido como conducta normal. Son solamente trastornos temporarios de una función que en otro
momento puede ser perfecta o correctamente desarrollada; su falta de corrección es a veces
reconocida tan pronto como la atención se focaliza sobre ello. En primer lugar no se les encuentran
motivos, aunque siempre se tiende a atribuirlos a una falta de atención, o a una equivocación. Para todo
este grupo, Jones sugiere el término colectivo de parapraxia, por analogía con la apraxia. Se ve, de
acuerdo con Freud, que nuestros procesos mentales están más rígidamente determinados de lo que
comúnmente se supone y que muchos pensamientos a los que no se hallaba una causa inmediata, la
tienen, en realidad, muy precisa y definible. No son, pues, en modo alguno, accidentes causales o
patológicos y tienen circunstancias de mayor recurrencia. Los actos fallidos suelen presentarse cuando
el sujeto está ligeramente indispuesto o fatigado, sobreexcitado, excesivamente absorto en cuestiones
diferentes de los temas a los que sus palabras se refieren. Los factores desencadenantes de los actos
fallidos pueden ser fisiológicos o psicofisiológicos. En el primer caso puede tratarse de trastornos
circulatorios o una indisposición, y entre los psicofisiólogos se cuentan la excitación, la fatiga y la
distracción. Se podría decir que los actos fallidos son efectos posteriores, consecutivos a
perturbaciones de la atención, provocados por causas que, como se ha dicho, pueden ser orgánicas o
psicofisiológicas. Esto, empero, no basta para explicar todos los actos fallidos, ya que éstos también se
producen en estados normales y sólo a posteriori se los atribuye a una perturbación causal que los
sujetos del acto fallido niegan en absoluto. Muchas personas creen que la atención asegura contra el
acto fallido, pero no es así. A veces ocurre todo lo contrario. Un actor muy cotizado tuvo cierta vez que
abandonar su papel en una comedia teatral, pues invariablemente, todas las veces, al llegar a un
determinado parlamento que tenía que decir con tono de enojo y en forma rápida se equivocaba y decía
una barbaridad. Los actos fallidos son contagiosos y además pueden ser provocados por sugestión.
Presentan un sentido pro- pio, y por lo tanto, tienen derecho a ser considerados como un acto psíquico
completo, con su fin propio y como una manifestación de contenido y significación peculiares. Poetas y
escritores lo han utilizado en sus obras, como medio para expresar situaciones confusas, lo que es una
confirmación de que lo consideran como algo pleno de sentido. Un sentido que, pese a todo, muchas
veces no se encuentra inmediatamente, pero un detenido análisis acaba por demostrar que también en
estos casos es posible llegar a la comprensión cabal de tales deformaciones. Existen casos de actos
fallidos que podrían calificarse de oscuros, pero aun éstos pueden explicarse por el choque o
interferencia de dos propósitos distintos. Existen actos fallidos cuyo sentido es fácil descubrir y otros
con un sentido difícil de hallar. En los primeros la intención latente sustituye por completo a la
manifiesta, mientras que en otros tiene que conformarse con deformar o modificar a la primera, dando
origen a creaciones mixtas que pueden resultar más o menos plenas de sentido. No deben, pues,
considerarse como meras casualidades sino como importantes actos psíquicos que tienen un sentido y
deben su génesis a la acción conjunta o quizá más propiamente a la oposición de dos tendencias opuestas
y diferentes. Así considerado, los factores orgánicos y psicofisiológicos antes mencionados sólo
servirían para facilitar y favorecer el mecanismo particular del acto fallido. Las influencias tonales, las
semejanzas verbales y las asociaciones corrientes de palabras facilitan la equivocación, indicándole el.
camino a seguir, pero no constituyen una explicación de las mismas. Según dice Wundt, se puede afirmar
que la equivocación oral se produce cuando, a consecuencia de un agotamiento corporal, la tendencia
asociativa vence todas las demás intenciones del discurso. El olvido de las intenciones o propósitos
puede atribuirse, de una manera general, a la acción de una corriente contraria que se opone a la
realización de las mismas. Esta opinión, por otra parte, no es privativa del psicoanálisis, ya que todo el
mundo la profesa en la vida cotidiana. En cierta tribu del Sahara se castiga la "equivocación" con la
misma pena con que se castigaría el acto intencional que resultó de la misma. Existe en todo acto fallido
una parte perturbadora (la intención latente) y otra perturbada, y de la magnitud en que la primera
afecte a la segunda depende el que el acto fallido sea más o menos comprensible. Entre una y otra parte
existe además, en algunos casos, una relación de contenido. Puede darse entre ambos términos una
contradicción, una rectificación, o el hecho de que uno sea complemento del otro. En los casos en que no
existe relación de contenido entre parte perturbadora y parte perturbada, ei acto fallido proviene de
una serie de ideas que habían pre- ocupado a! sujeto poco tiempo antes y que intervienen en el discurso
independientemente de que halle o no expresión lógica en el mismo. Se trataría en estos ~8~s de un
verdadero eco que muchas veces reproduciría voces vinculadas a ideas pretéritas. Las relaciones
existentes entre el conocimiento consciente de la tendencia perturbadora con la perturbada pueden
encasillarse en tres grupos: 1) la tendencia perturbadora es conocida por el sujeto antes de que se
produzca el. acto fallido; 2) la tendencia perturbadora es reconocida, pero el sujeto ignora que la misma
se hallase en actividad antes de la equivocación, y 3) el sujeto protesta airadamente contra la
interpretación (Freud) . En el mecanismo de la equivocaci6n oral la tendencia reprimida (intención
latente) se manifiesta a pesar del sujeto, sea modificando la expresión de la intención aceptada,
confundiéndose con ella o tomando plenamente su lugar. Esto se debe al distinto grado de represión del
con- tenido perturbador (intención latente) y fundado en esto se puede decir que los actos fallidos son
el producto de una transacción en que una de las dos intenciones se impone en la misma medida en que la
otra fracasa. E igual es el mecanismo de la aparición de síntomas. Para llevar a cabo el estudio de los
actos fallidos, Freud estableció tres grupos de hechos: 1) equivocación oral y subgrupos (escritos, de
lectura de falsa audición); 2) del olvido en relaci6n con: nombres propios, palabras, propósitos o
impresiones, y 3) actos de término erróneo, como son los de no encontrar un objeto necesario o la
pérdida definitiva de otros. En el olvido de propósitos o voluntad contraria directa, una persona olvida
un propósito, por ejemplo, pues mantiene urna sit.uaci6n inc6nioda con una persona vinculada a su
intención. Es el caso del hombre que tiene que recomendar un joven a una persona de su relación pero se
olvida de hacerlo. El recomendado se enoja, creyendo que el recomendador desea eludir la gestión,
pero posiblemente no sea así, pues también es probable que éste no lo haga, pues, inconscientemente,
no quiere deberle un favor a aquella persona de su relación. Los nombres y en general las palabras se
olvidan, pues están unidos a recuerdos displacenteros, que pertenecen indirectamente a otro ciclo de
asociación. Una palabra cualquiera, tijeras, por ejemplo, será olvidada por el sujeto en el momento en
que éste, al querer decirla, recuerde, por un proceso de asociación inconsciente, la sala de operaciones
en que vivió con tanta angustia la extirpación de su apéndice. Sobre una mesa vio allí unas tijeras y el
recuerdo de la operación le es ingrato. Entonces la parte perturbadora se impone netamente Y
proscribe la palabra tijeras. Este proceso es similar al de la mnemotécnica. Una palabra recuerda a la
otra. Es el caso de aquel señor que, olvidando muy a menudo el nombre de Boulogne, se creó una
muletilla. Lo llamaba el pueblo de las tuercas y los bulones. Y entonces la palabra surgía sola; pero
posteriormente, cuando sufrió una frustración en esa localidad, no podía recordar la palabra tuerca,
Precisamente, pues quien lo frustró fue una turca. Para la pérdida de objetos hay un factor común, que
es el deseo inconsciente de perderlos, que logra manifestarse. Uno pierde el sombrero cuando ya está
muy estropeado y tiene ganas de cambiarlo. Pero no se decide a tirarlo, y entonces, en una especie de
elegancia para consigo mismo, lo pierde. Se pierde un distintivo, pues ha dejado de gustar o porque ya
no se está de acuerdo con la idea que el mismo representa. Se pierde un libro, pues uno ha reñido con la
persona que lo regaló, y se pierde un documento, pues ha llegado a nuestras manos en circunstancias
desagradables que se desean olvidar. Quizás el olvido del paraguas no sea en cierta forma nada más que
una manera de olvidarse de que llueve, que la lluvia es fea y que mucho mis agradable es un buen día de
sol. Existe también otro mecanismo inconsciente que lleva al sujeto a perder cosas y es el de realizar
una especie de sacrificio sustitutivo. Así como en ajedrez el buen jugador sabe en cierto momento
perder un alfil para que luego no le ganen la dama, el hombre, a veces, pierde algo en una especie de
pacto con el Superyo y dice: pierdo esto a condición de no perder aquello otro. En estos casos la
pérdida tiene el sentido de un tributo. Finalmente están los casos de actos de término erró- neo, que se
producen cuando un sujeto, por ejemplo, debe visitar a una persona que le es desagradable, y en un acto
fallido toma un tren que lo lleva a un lugar opuesto al que debería ir. Al estudiar el proceso de la
elaboración que debe sufrir el contenido latente de los sueños antes de transformarse en contenido
manifiesto, se comprueba con más claridad el proceso psíquico de los actos fallidos.
CAPÍTULO V
LOS SUEÑOS1
Para el psicoanalista los sueños constituyen el mejor camino para descubrir y entender el inconsciente,
y por esta razón tienen un gran valor como medio para conocer los elementos y algunos de los
mecanismos del psiquismo, que son semejantes a los que provocan los síntomas de las neurosis y psicosis
y los llamados psicosomáticos. El análisis de los sueños permite una visión de las leyes estructurales Y el
modo de ordenar del inconsciente, confiriendo así la mejor preparación para el estudio de procesos
análogos: la formación de síntomas neuróticos. - Pese a todo lo que se dice, y aun cuando muchos no
quieren tomar en cuenta la importancia del sueño como expresión del inconsciente, es de conocimiento
corriente que muchos sueños ejercen una influencia indudable sobre el humor en que se ha de vivir el
período de vigilia siguiente. No obstante que su significado quede oscuro, un sueño puede llenarnos de
felicidad o descorazonar- nos. En muchas ocasiones el soñante se resiste a relatar un sueño cuyo
contenido consciente es, aparentemente, muy agradable, pero que posteriormente, al analizarlo en
profundidad, se comprueba que su contenido latente era, por el contrario, desagradable y
traumatizante para él. Para el vulgo, el sueño es algo extraño que no acierta a definir plenamente, pero
al que asigna un valor, ya que es común el caso del marido que no le relata ciertos y determinados
sueños a su mujer y también el que la esposa, como justificativo ante esto, sienta celos por los sueños
de su marido. Si se intenta definir el sueño como un producto psíquico, lo primero que hay que admitir
es que el soñar es una actividad psíquica que ocurre durante el dormir, que tiene carácter alucinatorio y
por lo tanto se presenta a la conciencia del soñante como algo experimentado en la realidad. La
alucinación onírica es, en la mayor parte de los casos, visual, pero ocasionalmente se presentan muchos
sueños acústicos, olfatorios o kinestésicos, que dan al sujeto, en el caso de estos últimos, la sensación
de estar flotando o volando; también se pueden tener sueños con sensación de inhibición motora o de
caída. Cabe decir, por lo tanto, que & características del sueño son semejantes a las alucinaciones de los
trastornos mentales o, como lo dice Freud, "los sueños son las alucinosis del sano".
A más de los sueños nocturnos se encuentran los denominados sueños diurnos,que tienen en común con
los sueños del dormir el poseer una visual alucinatoria distintiva, diferenciándose de los nocturnos por
su sucesión ordenada y por las peculiaridades estructurales, lo cual indica que se están produciendo en
el preconsciente, es decir, con una intensa y prolongada elaboración secundaria. Los sueños pueden ser
provocados por estímulos ex- ternos, tales como podrían ser los campanillazos de un despertador. Pero
también pueden tener su causa en estímulos somáticos interoceptivos, tales como excitaciones
viscerales, del corazón, del estómago, de los intestinos, la vejiga, y por eso está justificado, en cierta
medida, el dicho popular de que los sueños "salen" del estómago.
La consideración de los estímulos corporales fisiológicos dice, empero, tan sólo qué elementos están
activando el sueño, pero por debajo de ello hay una serie de elementos, deseos e impulsos desconocidos
para el consciente.
1 Este capitulo se basa fundamentalmente en conceptos del libro Psicoanálisis de los sueños, de A. Garma, cuya
consulta se recomienda al lector que quiera tener una información más amplia sobre el tema. Ya que aquí, por el
carácter de esta obra. Solo se da una noción elemental y resumida.
El psicoanálisis ha estudiado las leyes que rigen los sueños, ha descubierto sus mecanismos, descrito los
factores que intervienen en su elaboración y encontrado su sentido psicológico. El soñar como fenómeno
ha interesado en todos los tiempos y se ha tratado de explicarlo de diferentes modos. Así, para
algunos, era un fenómeno muy estimable, en que veían un mensaje de los dioses, o de familiares
muertos, por estar dotados de valor profético. Para otros, el sueño carecía de valor, considerándolo tan
sólo como una secreción, sin importancia, del cerebro. Por último, para otros, había sueños de las dos
categorías anteriores. Garma considera que al enfrentar el estudio de la psicología del sueño, se puede
reaccionar de dos mane- ras: suponiendo que el sueño tiene un significado, o bien que carece del mismo.
Si se sospecha que tiene un significado encubierto, es necesario llegar a éste, y a la labor realizada
para alcanzarlo la denomina interpretación. Ésta se hace, en principio, sobre la base de la asociación de
ideas, por cuanto el método inherente se basa en la ley psicobiológica, conocida como ley de Semon, es
decir la ley de la euforia sucesiva; en algunos otros casos, como cuando el paciente no aporta
suficientes asociaciones o por motivos que se verán posterior- mente, debe apelarse a la interpretación
de los símbolos. Hay que tener presente -dice Garma- que, como el sueño es un fenómeno psíquico que
está en relación con todo el psiquismo del sujeto, solamente formando parte intima del campo de una
psicología general puede tener utilidad su estudio. Al interpretar el sueño deben tenerse en
consideración los siguientes elementos del mismo: 1) El contenido manifiesto, que son las imágenes del
sueño tal como se las recuerda al despertar. 2) El contenido latente o pensamientos del sueño, son las
imágenes, deseos o pensamientos que constituyen su motivo verdadero y que intentan llegar al
consciente. Son productos de la actividad psíquica que continúa a pesar de que el sujeto duerma. El
hecho de que dicha actividad sea inconsciente no niega la existencia, de- mostrada por la posibilidad
que existe de solucionar problemas mientras se duerme; vulgarmente ante un problema difícil de
solucionar se dice: "Voy a consultarlo con la almohada." Este contenido latente está sometido al proceso
primario por el hecho de ser inconsciente. 3) La censura, que es la expresión represora del yo al
servicio del superyó; así se designa por la analogía que tiene con la censura que se realiza en los
periódicos en tiempo de guerra, revolución o dictadura. 4) Por trabajo del sueño se entiende la
elaboración psíquica que sufre el contenido latente antes de convertirse en contenido manifiesto.
¿Cuál es la función del soñar? Tiene, ante todo, un papel económico, que es la tentativa de satisfacer un
deseo inconsciente reprimido. Se puede decir que el sueño es siempre la tentativa de satisfacer
alucinatoria- mente un deseo inconsciente reprimido; cuando este deseo reprimido es inmoral -es decir,
no aceptado por el superyó-, debe sufrir una serie de transformaciones; pero hay sueños en los cuales
este elemento, este deseo reprimido, no es inmoral, y por lo tanto aparece sin ninguna deformación en
el consciente, como sucede en los sueños de comodidad e infantiles; por ejemplo, el niño que antes de
dormir quiere comer una manzana y sus padres no se lo permiten, durante la noche sueña que la está
comiendo, es decir, satisface alucinatoria- mente un deseo, que no puede satisfacer en la vida real. En
los sueños de comodidad también se observa este mecanismo, que consiste en la integración de un
elemento perturbador externo en el sueño, con el fin de permitirle al sujeto seguir durmiendo. Esta es
otra de las funciones del soñar: permitir seguir durmiendo, por lo cual Freud ha dicho que "el sueño es
el guardián del dormir". Sueño de comodidad es el del sujeto que está durmiendo y escucha la
campanilla del despertador, integrándola en un sueño en el que ve un coche cuyos caballos tienen
cascabeles que suenan. Otro sujeto que debe levantarse para ir a trabajar puede solucionar su situación
soñando que ya está levantado y marcha de su casa hacia la oficina.
Si bien se ha dicho que los sueños en general son una tentativa alucinatoria de satisfacer un deseo. en
algunos casos, dentro del sueño se llega a satisfacer la tensión de necesidad, tal como sucede en los que
motivan una polución, una enuresis o una encopresis. Se pregunta corrientemente cómo es posible que, si
se sostiene que el sueño es el guardián del dormir y una tentativa por satisfacer deseos, aparezcan
sueños de angustia o pesadilla. En estos casos lo que ocurre es que se produce una falla en la
elaboración del sueño, la cual hace que el sujeto se despierte angustiado. También lo explica Garma
diciendo que en muchas pesadillas donde el sujeto no llega a despertar, lo que se está satisfaciendo es
también un deseo, pues si bien el sujeto sufre, hay que tener en cuenta que puede estar satisfaciendo
deseos masoquistas, o si no, en algunos casos el sueño está al servicio del superyo, que castiga y
angustia al yo.
Para poder pasar a través de la censura (de la parte inconsciente del yo) y expresarse como contenidos
manifiestos y sin provocar angustia, el contenido latente debe sufrir una elaboración que se denomina
deformación del sueño o deformación de los contenidos latentes, y que consiste en una serie de
mecanismos que se estudian a continuación : Son éstos: 1) la dramatización o concretización: 2) la
condensación; 3) el desdoblamiento o multiplicación; 4) el desplazamiento, con dos formas : la
identificación y la proyección; 5) la inversión de la cronología; 6) la representación por lo opuesto; 7) la
representación por lo nimio; 8) la representación simbólica.
1) Dramatización o concretización
Esto proviene de que en los sueños no existen pensamientos abstractos sino solamente imágenes
concretas; la elaboración del sueño expresa los pensamientos abstractos mediante imágenes concretas,
sin preocuparse si la traducción es o no lógica. Por ejemplo, a un pensamiento abstracto, como podría
ser considerar la propia vida, el sueño lo dramatiza, es decir, le da forma. con una imagen concreta que
sería, por ejemplo, aparecer el soñante en el contenido manifiesto hojeando la revista Life. Un suceso
acaecido en la infancia se concretará en la vestimenta de los personajes que llevaran vestidos de épocas
pasadas. Una señora que desea fervientemente no tener que abandonar su casa, soñó que plantaba unas
semillas que rápidamente echaban raíces y se convertían en árboles.
2) Condensación
Consiste en que varios personajes o elementos del contenido latente se unen apareciendo en el
contenido manifiesto como una sola persona, pero con las características condensadas de cada una de
ellas. Por ejemplo, si un joven sueña que sale con una amiga que se llama NONO. La interpretación del
sueño revelará que había soñado en realidad con dos amigas suyas; Nora y Noemí y por eso la persona
de la imagen del contenido manifiesto de su sueño tiene por nombre la sílaba común de ambas. Otro
ejemplo: un hombre sueña que conduciendo un camión, al dar vuelta rápidamente en una esquina arrolla y
da muerte a un hombre de mediana edad que viste un pantalón raído, saco verde y es pelirrojo.
Interpretando el sueño se vería que el soñante había dado curso en la vivencia onírica a su deseo,
lógicamente reprimido, de quitar del camino a un sujeto que tenía pantalones raídos, a otro hombre que
usaba siempre un saco verde y a un pariente que le había hecho sufrir mucho durante la infancia y que
era pelirrojo.
3) Desdoblamiento o multiplicación
Es lo opuesto de la condensación, y mediante este mecanismo una persona u objeto del contenido
latente corresponde a dos o más del contenido manifiesto, y cada uno de los elementos puede estar
indicando una cualidad. Por ejemplo, ver a un sujeto robando y a otra persona que le está recriminando
enérgicamente su acción; en realidad, en este caso el ladrón es una traducción del yo al servicio del ello
que está satisfaciendo un deseo reprimido, y el hombre que le riñe es el superyo del mismo soñante que
le está dictando las normas admitidas. El análisis de los sueños de un sujeto que en sus vivencias
oníricas siempre veía sus manos con ocho de- dos cada una, reveló la existencia de su angustia de
castración, que intentaba superar multiplicando sus dedos, símbolo del pene.
4) Desplazamiento
Es el proceso más importante de la deformación del sueño y consiste en que una imagen del contenido
manifiesto está sustituyendo a otra del contenido latente. Puede también ocurrir que no sea la imagen
lo que se ha desplazado sino una emoción determinada. A esto se le denomina proyección; así, si un
personaje del contenido latente tiene deseos agresivos hacia otro, en el contenido manifiesto es él el
que los tiene. Otro proceso derivado del desplazamiento es la identificación, que consiste en que el
personaje principal aparece con los sentimientos o rasgos del objeto. La proyección se diferencia del
desplazamiento en que en el desplazamiento hay una modificación de la idea expresada; por ejemplo, un
accidente sexual del contenido latente es representado en el contenido manifiesto por un accidente de
tránsito. En la proyección, en cambio, la idea no cambia de forma, sólo pasa de una persona a otra.
5) Inversión de la cronología
Cuando esto ocurre, el contenido manifiesto presenta como imagen del sueño la imagen inmediata
posterior a la que forma el contenido latente. Por ejemplo, alguien sueña que está sentado con su novia y
que de pronto se levanta y echa a andar con ella. El contenido latente de este sueño sería: ir caminando
por un parque hasta encontrar un banco donde ambos se pudieran sentar para besarse.
6) Representación por lo opuesto
Consiste en que un personaje o el mismo soñante en el contenido latente del sueño tenga una intensa
emoción y aparezca, en cambio, en el contenido manifiesto como totalmente calmo, o si no expresar en
el contenido manifiesto que el sujeto se va cuando en realidad lo que intenta hacer en su deseo del
contenido latente es vol- ver. Otro ejemplo: tener intensos deseos de amor en el contenido latente y
expresarse en el contenido manifiesto por odio o rechazo.
7) Representación por lo nimio
Consiste en que la representación del contenido latente aparece en la imagen del contenido manifiesto
por sus detalles más insignificantes. Muchas veces el deseo in- consciente de desnudar a una mujer
puede aparecer, en el contenido manifiesto, representado por la inocente acción de quitarle un aro.
Otra forma consiste en acentuar en el contenido manifiesto algo que en los pensamientos latentes tiene
un valor secundario y en cambio colocar lo principal en segundo término; el deseo de estar con una
persona se puede manifestar en forma de enfado cuando en realidad el enfado sería secundario a una
imposibilidad simultánea de no poder estar con esa persona.
8) Representación simbólica
La simbolización -dice Garma- puede considerarse como una forma especial de desplazamiento. Cuando
en diferentes sueños se observa que determinado elemento concreto del contenido manifiesto está
relacionado, con cierta constancia, con un elemento reprimido del contenido latente, se denomina, al
primero, "símbolo"; es decir, que por representación simbólica debe entenderse que un objeto o un acto
no aparecen en el contenido manifiesto como tal, sino representados mediante el símbolo.
Pocas afirmaciones del psicoanálisis han sido tan criticadas como la de la simbolización. Sin embargo, en
la vida corriente nos encontramos constantemente con símbolos. Una bandera está representando a una
nación, a la patria; una espada al ejército; un gallo a la policía; un recipiente con una o dos víboras la
medicina o la farmacología. Sin embargo, el concepto psicoanalítico del símbolo es más restringido que
el corriente. En psicoanálisis, para que un elemento concreto del contenido manifiesto sea considerado
símbolo. es condición esencial que lo simbolizado esté reprimido. Así, por ejemplo, una manguera puede
representar simbólicamente el pene, pero no ocurre lo mismo con lo contrario, pues un pene no puede
representar una manguera desde el momento que la imagen de ésta no se halla reprimida. Por eso,
generalmente, cuando se pide al paciente asociaciones sobre los símbolos, no se le ocurre nada, y por
esa razón Freud denominó a los símbolos "elementos mudos" del sueño.
Como se ha dicho antes, los símbolos no sólo se presentan en los sueños, también se los encuentra en la
mitología, los rituales, el folklore, la historieta, el arte y en las formas de expresión de los enfermos
mentales.
También se ha podido demostrar experimentalmente el uso de los símbolos, tal como lo hizo en el año
1912 Schroetter, quien hipnotizaba al sujeto, en ese caso una mujer, y le ordenaba, entre otras cosas,
que soñara que tenía un intercambio genital. Todo aquello que no le resultara inmoral, la señora lo
soñaba como tal, pero en cambio los pasajes que resultaban rechazados por su moralidad aparecían en el
contenido manifiesto en forma simbólica representados por elementos que se hallan en los sueños de
todos: montar a caballo, bailar, subir o bajar una escalera, ser atropellada por un vehículo, caer desde
alguna altura. En otra de las experiencias se le ordenó que soñara que tenía una relación de tipo
homosexual, y entonces la sujeto de experimentación soñó que ponía objetos en una valija rotulada
"solamente para señoras". El contenido genital femenino de la va- lija es muy conocido y el rótulo
demostraba en qué forma se había movilizado el trabajo del sueño en el plano inconsciente, para
realizar una deformación que no resultase chocante para el superyó y la parte consciente.
En el año 1924 los doctores Betlheim y Hartman realizaron experiencias en pacientes con síndrome de
Korsakoff. El Korsakoff, por lo general, tiene omisiones que trata de rellenar fantásticamente, y por lo
tanto cuando los experimentadores les narraban a los pacientes chistes de tipo sexual muy subido, los
sujetos, al volver a contarlos, lo hacían utilizando símbolos. Pre- sentaban el acto sexual como el colocar
un cuchillo en su vaina o un cigarrillo en la boquilla.
Faber y Fischer, en el año 1943, realizaban experiencias con una mujer a la que, en estado hipnótico, le
ordenaban que soñara que una amiga suya, soltera, es- taba embarazada. La mujer soñó luego que su
amiga estaba en una isla solitaria, rodeada de enormes olas y soportando una fuerte e incesante lluvia.
Luego explicó el contenido de estos símbolos. El estar en una isla solitaria representaba el aislamiento
social, y la lluvia las críticas que debería soportar una mujer soltera con un hijo. También se vio en
estas experiencias que los sujetos en estado de hipnosis son capaces de interpretar los símbolos que se
les presentan, cosa que no pueden hacer cuando se hallan fuera de la hipnosis. Asimismo observó que la
deformación o interpretación posterior que hacían del tema que se les había sugerido, variaba de
acuerdo con la persona que estuviese con ellos, si estaban a solas con el analista, o con un tercero
presente. Es decir, que ya había una censura mayor si no existía toda la situación de aceptación por el
hecho de que estaba el mismo sujeto que había inducido al sueño.1
Estas experiencias permiten corroborar la existencia de un simbolismo en los sueños, que se mantiene
tan sólo con algunas variantes. Lo simbolizado, en realidad, es poco, pero hay una infinidad de símbolos,
entre los que existen algunos que se podrían llamar universales, que aparecen en los mitos, en el
folklore, en los sueños de !os normales y también en el de los enfermos y en las expresiones verbales o
mímicas de los psicóticos. Por esto mismo muchas veces es posible comprender el lenguaje
esquizofrénico utilizando una técnica semejante a la que se utiliza para la interpretación de los sueños.
Es necesario, al igual que para la interpretación de un sueño, conocer totalmente el pasado del sujeto y
los sucesos que lo llevaron a enfermar, pero si se tienen esos datos es fácil llegar a comprender qué
está expresando un esquizofrénico. Esta técnica se utiliza en la actualidad en el tratamiento de
psicóticos y consiste, en esencia, en algo semejante a la interpretación de los sueños.
Pero volviendo al lenguaje del simbolismo onírico, no puede decirse que entre un símbolo y su significado
exista una relación constante, ya que aquél puede tener varios significados que varían de raza en raza y
de tiempo en tiempo. El ambiente cultural condiciona el significado de los símbolos, pero las variaciones,
por lo general, son pequeñas. Con los elementos que hemos estudiado hasta ahora y con el esquema
hipotético adjunto, trataremos de ver los distintos pasos que siguen los diversos elementos del sueño
para la elaboración de éste. Existen en el inconsciente pensamientos latentes que, para pasar al
contenido manifiesto, deben ser morales. Además existe otro factor que interviene regularmente en la
génesis de los sueños y que es un deseo inconsciente (o varios). En todos los sueños de adultos
intervienen estos dos factores: los pensamientos laten tes y los deseos inconscientes. Uno solo de estos
factores es incapaz de por sí de constituir un sueño; el deseo inconsciente, porque necesita una
representación en qué manifestarse: los pensamientos latentes. Porque necesitan la energía del deseo
inconsciente. Esta representación y su impulso correspondiente no pueden pasar al preconsciente
porque existe lo que hemos denominado "censura" y que no es nada más que la expresión del superyo
sobre el yo que lo impide: el poder pasar al preconsciente se hace sobre la base de las leyes que rigen el
proceso primario:, Una vez que se ha producido una cierta modificación, estos elementos pasan al
preconsciente (véase pág. 58). Sabemos que en el inconsciente no existe lógica ni cronología, pero que
en el preconsciente, por estar sometido a las leyes del proceso secundario, es donde se rellenan las
lagunas. Este proceso es conocido con el nombre de elaboración secundaria, cuya función es la de
perfeccionar el sueño desde el punto de vista consciente. En términos generales se puede decir que la
elaboración secundaria da los últimos retoques al sueño para hacerlo más preciso y comprensible en su
aspecto formal. Por eso los sueños muy coherentes en su contenido manifiesto son expresión de la
elaboración que han sufrido en el preconsciente.
En el contenido manifiesto aparecen elementos que proceden de vivencias del sujeto ocurridas en el día
o días anteriores al sueño. Freud llamó a estos elementos restos diurnos y es por ello que muchas
personas sostienen que el sueño es algo sin importancia, porque no es nada más que una repetición de un
acontecimiento que les ocurrió el día o días anteriores. Lo que en realidad ocurre es que se utilizan esos
restos diurnos con el fin de expresar situaciones inconscientes y se usan siempre y cuando sean
capaces o tengan una cierta relación simbólica o de continuidad con el deseo y la representación
inconsciente que se ha movilizado del inconsciente.
1 Es interesante la observación que realizó el autor, quien influido por las pruebas experimentales de los símbolos,
pensó que podría hallar un ejemplo de simbolización más clara, y así, durante una experiencia con una paciente a la
que le había administrado una dosis de 0.50 de sulfato de mescalina, comenzó a preguntarle por distintas zonas del
cuerpo y le pidió que le relatara que era lo que veía mentalmente. Le dijo "brazo" y la paciente vio un brazo; "oreja"
y ella percibía la imagen de una oreja; pero cuando le dijo "piense en un pene". la mujer dijo que veía una canilla.
Así como existen restos diurnos que han sido percibidos por el sujeto, también se ha comprobado que
hay otros que no lo han sido conscientemente por el mismo y que, sin embargo, forman luego parte del
sueño. Lo demuestra claramente el siguiente experimento de Poetzl, citado por Garma. Este autor,
mediante un taquiscopio, enseñaba rápidamente imágenes a diferentes personas, haciéndoles luego
dibujar con detalles lo que habían visto. De este modo comprobaba lo que había pasado inadvertido. Al
día siguiente hasta dibujar los sueños a los sujetos estudiados. Con frecuencia Poetzl observó que en
los dibujos de sueños aparecían elementos de las imágenes expuestas y que el sujeto no percibió
conscientemente, ya que no los había dibujado en la primera ocasión. Por lo tanto, los elementos no
percibidos conscientemente formaban parte del contenido manifiesto del sueño.
Una vez que los contenidos latentes se han modificado por el proceso primario y se han hecho
coherentes y lógicos por las modificaciones impuestas por el proceso secundario, pueden atravesar la
censura que los separa del consciente y es en ese momento cuando se transforman en contenido
manifiesto del sueño. Se observa muchas veces que los sueños se recuerdan y otras en que tan sólo se
tiene la idea de haber soñado. En algunos casos el sujeto recuerda el sueño y puede experimentar cómo
se va diluyendo del consciente, has- ta que llega un momento en que no puede recordarlo: esto es
expresión del mecanismo de represión que vuelve a "hundir" en el inconsciente el sueño por no estar
suficientemente elaborado o deformado, por lo que se hace intolerable para el consciente.
La sensación de extrañeza que provoca el sueño -dice Garma- proviene sobre todo de que los
pensamientos latentes que origina el sueño son pensamientos que el sujeto no quiere confesarse. El
sueño es por lo general un enmascaramiento de pensamientos latentes que el yo no quiere ver. Por el
contrario, en los casos en que los pensamientos son confesables, como ocurre en los de tipo infantil o de
comodidad, el sueño no produce tal sensación de extrañeza.
Se ha dicho que la condición indispensable para que los pensamientos latentes puedan pasar al contenido
manifiesto, es que no sean inmorales; pero hay que considerar que no deben ser inmorales en relación
con la moral propia del sujeto, y no con la moral de tipo colectivo. Hay pensamientos inmorales desde el
punto de vista colectivo y que un sujeto tolera con perfecta tranquilidad, y otros pensamientos que
desde el punto de vista social son inocentes pero que en el sujeto despiertan intensos sentimientos de
culpa. Teniendo en cuenta que la interpretación de los sueños se efectúa sobre todo en personas
neuróticas, y por lo tanto, con una moral especial, hay que tener presente esta distinción entre los
diferentes tipos de moral. A! interpretar los sueños dice Garma- se debe procurar descubrir cuál es la
moral especial del soñante. Expresado en términos psicoanalíticos, procurar descubrir la forma propia
del superyó del sujeto, viendo cuáles son los pensamientos rechazados por la censura del sueño. Dicha
censura es una manifestación del superyó actuando sobre el yo. El dormir es una necesidad fisiológica
que puede alterarse. Este trastorno está provocado por la actuación de tensiones perturbadoras.
El mecanismo de algunos insomnios es evidente, ya que pueden producirse por factores externos
conscientes, como son determinados problemas reales que esperan solución, o por factores
inconscientes, tales como tensión interna producida por una inadecuada economía sexual.
La percepción inconsciente de la carga interna (que puede acompañarse de fantasías masturbatorias,
incestuosas o agresivas) obliga al yo a mantenerse alerta, y esa es la causa que impide dormir, ya que al
hacerlo el yo disminuye su control, lo que permitiría que los impulsos censurados pudiesen realizarse.1
Al estudiar algunos sujetos de edad o aquellos que tienen intensos sentimientos de culpa, se comprueba
que su insomnio puede estar provocado por el temor inconsciente de morir durante el sueño. 2
Desde un punto de vista psicosomático, se observa que el grado de tensión muscular tiene gran
importancia en la calidad del dormir. Así los sujetos que muestran una intensa hipertonía muscular
generalizada (lo que correspondería a defensas del yo sólidamente estructura- das) pueden dormir sin
trastornos durante la noche. pero con la característica de que despiertan con algias y asténicos. El
sujeto que tiene una tensión muscular normal es el que duerme prolongada y profundamente,
despertando descansado y alegre. Por el contrario, en aquellos sujetos que tienen contracturas
musculares cambiantes, "erráticas”, el insomnio o sueño muy intranquilo es lo característico.
1 Los estados tóxico-infecciosos actúan desde un punto de vista psíquico, del mismo modo al debilitar el yo. Existen causas
orgánicas neurológicas que también producen insomnio.
2 Es interesante recordar que la mitología considera al dios Sueno como un Hermano de la Muerte, Hijo de la Noche o de Astrea.
que residía en Los infiernos y guiaba el carro de su madre.
La excesiva necesidad de dormir puede ser un mecanismo de defensa, y en estos casos se observa que
tienen problemas reales que no se animan a enfrentar. También se da esta situación en aquellos que han
sufrido o sufren frustraciones en la vida real.
En este último caso se comprueba que al despertar se sienten más deprimidos y que con el correr del
día esa situación se va atenuando.
La acción de los factores climáticos sobre el sueño es indudable, pero debe tenerse en cuenta que
cuanto más "normal" es la persona, menos influencia tienen éstos. J. M. Curry ha realizado estudios
sobre la acción del oxígeno activado o Arán O3 sobre el ser humano, y W. Hellpach estudió la influencia
del clima en general.
La Fisiología y Neurología se han ocupado Última- mente en profundidad, del dormir y los sueños. Las
primeras de estas investigaciones señalan que el sueño no equivale a inactividad, sino a una modalidad de
actividad distinta de la vigilia, observándose que muchos de los conceptos de Freud concuerdan con los
recientes hallazgos y en cierto modo los prefiguran. Así, dos de los aspectos principales de la teoría de
este autor, a saber, que el soñar es el guardián del dormir al mismo tiempo que una vía de descarga
parcial para los impulsos instintivos, han encontrado su confirmación en los recientes descubrimientos.
Freud consideraba que gran parte de los sueños tienen un contenido sexual y en las experiencias
actuales se ha demostrado que muchos de los períodos del dormir que coinciden con los sueños van
acompañados por manifestaciones de actividad sexual.
Aun cuando los recientes trabajos sobre el dormir y el soñar tienen importantes consecuencias para el
problema de las relaciones entre las esferas psíquica, cerebral y somática, ninguna de estas
investigaciones implica una refutación de lo que ya conocíamos sobre la interpretación psicológica de los
sueños.
El iniciador de las experiencias fisioneurológicas sobre el dormir y los sueños fue N. Kleitman (1920),
que continuó los estudios con la colaboración de sus discípulos Aserinsky, Dement y otros.
Resumiendo lo que ocurre en el transcurso del dormir de una noche puede señalarse que, como todos
sabemos primero los párpados se vuelven pesados después de una suave declinación inicial, y la
temperatura corporal desciende bruscamente. Los miembros se relajan, disminuyen el pulso y la presión
arterial; a los 30 minutos, se pasa sucesivamente por los grados que conducen al estado de sueño
profundo (grado IV).
El registro electroencefalográfico simultáneo de las etapas del dormir muestra que el trazado
característico de la vigilia es el ritmo alfa (ocho a trece ondas rápidas de bajo voltaje por segundo). Al
comenzar el dormir (grado 1), aparece el ritmo alfa más lento e irregular. En el grado 11 de profundidad
se observan 3 a 6 ondas por segundo; en el grado 111 comienza el ritmo delta (1 onda por segundo), y
finalmente el grado IV, de dormir profundo, está caracterizado por ritmo delta con ondas de voltaje
alto. Luego las ondas se modifican siguiendo un camino inverso hasta llegar al grado 1, el del dormir más
superficial, con ritmo alfa más irregular y un poco más lento que el de vigilia: es en este instante cuando
el sujeto comienza a soñar.
Estudiando el dormir de niños recién nacidos se pudo observar que, por momentos, los ojos se movían
mientras el resto del cuerpo permanecía totalmente in- móvil: al comienzo no se le pudo encontrar un
significado a este fenómeno hasta que se lo estudió en los adultos con el auxilio de nuevas técnicas,
pudiendo llegar a establecerse que en el curso del dormir se producían varios episodios de movimientos
oculares rápidos (MOR), que se acompañaban por un ritmo electroencefalográfico alfa de excitación,
taquicardia y taquipnea. A Dement se le ocurrió despertar a los sujetos después de MOR y todos ellos
relataron haber estado soñando. Este hecho fue posteriormente confirmado por otros grupos de
investigadores. Los sueños que acompañan a los MOR sólo se producen en el dormir de grado 1, aparecen
en ciclos de noventa minutos con un promedio de 4 períodos cada noche, que abarcan un 20-25% de la
duración total del dormir en el adulto joven y mucho más en el niño.
Se ha comprobado que durante los períodos MOR el metabolismo cerebral está aumentado y que el
dormir del período MOR no es reparador, sino que corresponde a un estado activo. Igualmente se ha
comprobado que en el sexo masculino la mayor parte de los períodos MOR van asociados a erecciones. lo
cual induce a pensar en una considerable activación del impulso sexual.
Cuando se interrumpe repetidas veces el dormir MOR, provocando el despertar del sujeto cada vez que
éste (MOR) comienza, es posible reducir considerablemente dichos períodos. Pero el sujeto multiplica
también sus tentativas para entrar en MOR y si posteriormente se le permite seguir durmiendo
compensa el déficit aumentando los sueños. La supresión prolongada de períodos MOR produce la
aparición de síntomas psicóticos. Apoyándonos en esto podemos decir que los sueños no son sólo "los
guardianes del dormir", como lo señaló Freud, sino también los guardianes de la salud mental.
Las relaciones del dormir MOR y el contenido de los sueños se están estudiando detenidamente y se ha
demostrado que un sujeto cuyos sueños versen sobre contenido ansioso o un esfuerzo físico, puede
sufrir crisis anginosas nocturnas durante los períodos MOR.
El primer sueño generalmente es de corta duración y los siguientes se hacen cada vez más prolongados
hasta alcanzar al que precede al despertar, que puede durar hasta una hora y es el que corrientemente
recuerda el sujeto cuando despierta.
Después del primer MOR que corresponde al grado 1 del dormir se desciende hacia los grados más
profundos y, como ya he dicho, se vuelve a repetir luego de un tiempo que oscila entre 60 y 90 minutos.
Los sucesivos periodos de dormir de grado IV se van haciendo cada vez menos profundos hasta que
finalmente asciende la temperatura corporal y el sujeto despierta.