Ciencia Propia y Col Intelectual Los Nuevos Rumbos Fals Borda PDF
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CIENCIA PROPIA
Y COLONIALISMO
INTELECTUAL
LOS NUEVOS RUMBOS
g
CA R LO S V A L E N C IA E D ITO R ES
B ogotá/1987
P rim era ed ició n : E ditorial N u estro T iem p o , 1970
Q u in ta reim presión: 1981
S e g u n d a edición: Carlos V alen cia E d ito r e s , 1981
T ercera ed ición actualizada: C arlos V a le n c ia E d ito r e s , 1987
ISBN 958-9044-32-8
CDD 301.243
CRISIS Y COMPROMISO
1
contestar estas p reg u n tas inusitadas, rom piendo así otra tradición: la
del formalism o sociológico estilo euronorteam ericano, donde tales
tem as tabúes no se tratan .
i
2
1. Los ponentes fueron los siguientes profesores: Luis Pereira, Luis Soberón Álvarez,
Marco Virgilio Carias, Obdulio Nunfio, John Saxc-Fem ández, Enrique Valencia,
Florestán Fernandes, Luis Molina Piñeiro, Julio Cotler, Sergio Benvenuto, Germán
Guzmán, Orlando Fals Borda, y L. A. Costa Pinto y Sulamita de Costa Pinto (ausentes).
26 La crisis y la liberación
i 'f
B;
LA CRISIS. EL COMPROMISO Y LA CIENCIA
VISIÓN DE LA CRISIS
"N o o b stan te, p ara sen tar las b ases del exam en ideológico y de
las tesis m etodológicas que siguen es inevitable e n tra r un poco en lo
sustantivo del tem a. Lo que sigue resu m e puntos de v ista ex p resad o s
por muchos colegas autorizados, en obras publicadas {citados en éste
y en otros trabajos de la sección 6 del congreso), y resp o n d e a o b se r
vaciones y experiencias directas. No es, p u es, una expresión pontifi
cal, ni una m era intuición. Por el contrario, debe tom arse como una
autocrítica, ya que de todo ello se ha sido a la vez actor y víctim a.
" P a ra com enzar, pu ede su g erirse que la crisis latin o am erican a,
en el m om ento actual, se alim enta de una m ayor conciencia colectiva
de determ inados tipos de problem as políticos que no p u ed e n reso l
verse sin im plicar transform aciones profundas. Hay por lo m enos dos
tipos de problem as políticos que parecen esta r en el m eollo de la
cuestión. Ellos son:
"1 . Las lim itaciones del reform ism o (o desarrollism o) y sus cam
pañas, que, aunque bien intencionadas a veces, no h an inducido sino
cambios m arginales en la sociedad. Como é sta , a p e sa r de todo, se
sigue desorganizando, la crisis exige ahora soluciones m ás in teg rales
y significativas de tipo estru ctu ral.
"2. La revelación de los m ecanism os propios de una dom inación
bastarda y de una inicua explotación, lo que lleva a concebir la posibi
lidad de cortar los vínculos coloniales internos y externos en que ellas
se basan, suscitando el en fren tam ien to en unos, y en otros la re p re
sión violenta.
36 La crisis, com prom iso y ciencia
. r'
realid ades. Al m ism o tiem po, casi sin notarlo, va adquiriendo una
dim ensión política central para d ese n trañ ar el sentido de la crisis, i
convirtiéndose en ciencia estratég ica para el p re se n te y clave p ara el
porvenir del área.
“ SÍ esto es así, entonces la ciencia social verá el surgim iento de un í'
nuevo c interesante conjunto de teorías y conceptos construidos a lre
d edor del proceso político liberador, en re sp u esta a la superación de
la actual crisis: porque para cam biar el m undo es necesario com pren
derlo. Esta ‘sociología de la liberación’ sería un acto de creación;
científica que satisfaría al m ism o tiem po los requisitos del m étodo y ■
de la acum ulación del conocim iento científico, aportando tanto a las^
tare as concretas y prácticas de la lucha inevitable como a las de la
restructuración de la sociedad latinoam ericana en esa nueva y supe*;
rior etapa. Teoría y práctica, idea y acción se verían así sintetizadas;
—o en fructuoso intercam bio— du ran te este periodo de dinam ism o
creador. ■:
3. Por supuesto, ya habían aparecido obras preocupadas por el proceso general del
cambio social y económ ico, como las del grupo del Instituto Superior d e E studios Brasi-
leiros (Iseb), entreoirás: H elio Jaguaribe, O nacionalism o na atualidade brasileira, Río
de Janeiro, 1958; Alvaro Vieira Pinto, Ideología e d esen volvim en to nacional, Río de
Janeiro. 1960; y Cándido M endes de Almeida, P erspectiva atual da A m érica Latina,
Río de Janeiro, 1960.
4. Principalmente Celso Furtado, Jorge Ahumada, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel y
Juan F. Noyola.
5. Alberto Guerreiro Ramos, La reducción sociológica, M éxico, Unam, 1959; Sergio
Bagú, Acusación y defensa d e l intelectual, Buenos A ires, Editorial Perrot, 1959.
6. Centro Latinoamericano de Pesquisas em Ciencias Sociais: R esistén cia s a m udan-
$a, Río de Janeiro, Editora Lioro/SA, 1960. En esta reunión se hicieron p resentes,
40 La crisis, com prom iso y ciencia !
i
“ En 1961 aparecen algunas observaciones críticas dirigidas a la
aplicación del m étodo científico y a la orientación de la sociología,: í
n o tablem ente la de Octavio Ianni / ! / . . i
“ Un evento internacional de gran trascendencia fueron las Jo m a- i
das Latinoam ericanas y A rgentinas de Sociología, realizadas en sep
tiem b re de 1961 en Buenos Aires. Allí, en tre otros trabajos m erito
rios, se re g istra la ponencia de Camilo Torres, entonces profesor de la
facultad de sociología de la U niversidad Nacional de Colom bia, titu* V
lada ‘El problem a de la estructuración de una auténtica sociología
latin o am ericana’ , que es un planteam iento franco sobre la incidencia :
de los valores en los enfoques m etodológicos / 8 / .
“ La nueva sen d a se abre en los años sig u ien tes, pasando a una ]
eta p a m ás decisiva del m ovim iento, cuando éste ad quiere m ayor se- ;
g u rid ad y hace sus prim eros intentos firm es de autonom ía intelectual. '■
Así, en 1963 aparecen dos obras capitales en que se p lan tea con ma* ¡
yor precisión el nuevo papel del sociólogo —y del intelectual— ante el ?
desarrollo de la región y sus problem as: la de Luiz A. Costa Pinto, La |
sociología d el cam bio y el cambio de la sociología / 9 / , y la de Flores- ■
tán F ern an d es, A sociología num a era de revolugáo social /1 0 /.
“ La obra de C osta Pinto, en especial, tra ta del concepto sociológi-:
co de crisis, del que p arte n algunos de los planteam ientos del p resen te ;
estu d io. En esos años estas obras re p resen ta b an una posición coraju- ¡
entre otros extranjeros al área, C. Wright Mills y Jacques Lambert, cuyas obras siguie- >
ron ejerciendo alguna influencia en este movimiento. ;
7. Octavio Ianni, “ Estudo de comunidade e conhecim ento científico", R evista de :
A n tropología, vol. 9, Nos. 1-2,1961 (Sao Paulo), págs. 109-119. De este m ism o autor se ;
registran luego, dentro de este campo, “ Sociología da sociología na América Latina” , ¡
R evista Brasileira d e Ciéncias Sociais, vol. 4, N ° 1, junio, 1966, p ágs. 154-182, y ' ‘So- ^
ciology in Latin Am erica", en Social Science in Latín A m erica, editado por M. Diégues ¿
Júnior y B. Wood, Nueva York, Columbia University Press, 1967, págs. 191-216. ■■
8. Camilo Torres, "El problema de la estructuración de una auténtica sociología la t i- ;
noam ericana". Bogotá, Facultad de Sociología, Lecturas A dicionales, 1961; rep rod u-;
cido ahora en diversas recopilaciones. iL
9. Costa Pinto, op. cit. La obra de este autor, en la dirección del "com prom iso” ,
vien e de muy atrás. El primer capítulo del libro comentado fue una conferencia pronun- ¡
ciada en la Universidad del Brasil el 15 de mayo de 1947 y publicada en la revista Socio-
logia, de Sáo Paulo, m eses después, con alguna oposición. Los trabajos subsiguientes '
de Costa Pinto se fueron enfocando en el m ism o sentido: O negro no Rio de Janeiro
(1953), A s ciéncias sociais no B rasil (1956), “ Sociología y cam bio social: quince años j
d e sp u é s” , R evista Brasileira d e Ciéncias S ociais.(1961). Sin em bargo, el impacto firme y
en nivel continentallo da la obra citada en el texto. ■
10. Florestán Fernandes, A sociología numa era de r e v o lu to social, S5o Paulo, ¡T
Companhia Editora N acional, 1963. .,
La crisis, com prom iso y ciencia 41
11. Debe tomarse nota también de los comentarios pertinentes de José Medina
Echeverría en A sp e c to s sociales d e l desarrollo económico en A m érica Latina, Unesco,
1%3, vol. 2, pág. 4 6 y siguientes.
12. Varios trabajos e intervenciones (como en el acto de clausura) reflejaron el am
biente y las expectativas que reinaron durante este congreso. Hubo una invitación a
seguir ensayando la vía autónoma de desarrollo científico en la sociología latinoameri
cana. El efecto del congreso en Colombia protocolizó la tendencia marcada ya con la
publicación de La violencia en Colombia (1962-1964), tendencia que siguió el recién
creado Programa Posgraduado de Sociología del Desarrollo con los colegas latinoam e
ricanos incorporados a la Facultad: Guillermo Briones, Jorge Graciarena, Luis Ratinoff.
.. 13. Jorge Graciarena, “ Algunas consideraciones sobre la cooperación internacional
y el desarrollo reciente de la investigación sociológica” , R evista Latinoam ericana de
Sociología, vol. l ,N ° 2 ,j u l i o , 1965, págs. 231-242,
14. Torcuato S. di Telia, “ La sociología en América Latina” , R evista Latinoam eri
cana de Sociología, vol. 3, N° 1. marzo 1967.
15. JuanF. M arsal, “ Los intelectuales latinoamericanos y el cambio social” , D esa
rrollo Económico, vol. 6, N° 22-23, julio-diciembre, 1966.V éase también su análisis de
teorías contenido en Cam bio social en A m érica Latina, Buenos Aires, Ed. So)ar/Ha-
chette, 1967.
16.Claudio V eliz, editor O bstacles to Change in Latín A m enea, Londres, Oxford Uni-
versity Press, 1965.
42 La crisis, com prom isoy ciencia |
NORMAS Y MÉTODOS
C atalysty áe\ B erkeley Journal o f Sociology, Rui Mauro Marini, “ La crisis de la socio
logía latinoamericana", La G aceta {del Fondo de Cultura Económica), junio, 1968;
“ Necesidad de nuevos enfoques en la enseñanza e investigación en ciencia económica
en América Latina" (documento firmado por un centenar de econom istas, de 17 países,
reproducido en varias publicaciones); "Declaración de antropólogos m exicanos” ,
publicada en A m érica Indígena (1969); etc.
26. Parala Asam blea de Clacso; Juan F. Marsal, "Sobre la investigación social insti
tucional en las actuales circunstancias de América Latina"; M iguel S. W ionczek. "Los
problemas de la investigación sobre el desarrollo económ ico-social de América Lati
na"; Marcos Kaplan, "La ciencia política latinoamericana en la encrucijada". Todos
mimeografiados para una futura publicación del Consejo.
44 La crisis, com prom iso y ciencia /
28. Cf. Kaplan, op, c it., págs. 10-40. Esta idea originalmente es m ertoniana. Pero la
han suscrito, m uchos otros científicos, notablem ente Bam ngton M oore. Véase tam
bién. de José Honorio Rodrigues, Vida e historia, Río de Janeiro, Ed. Civilíza?ao Brasi-
leira,1966;-
29. Marsal, Sobra la investigación, p á g . 12.
46 La crisis, com prom iso y ciencia
b le. Que las cifras y las series tengan sentido y trascien d an al con-]
ju n to ; que los m icroestudios adquieran la p erspectiva tem poral y se[
coloquen en un marco general; que las técnicas no ,se vuelvan un ■
m ero pasatiem po o ejercicio intelectual; que el diario de cam po vuelva:
a ser h erram ienta básica del sociólogo, que d em u estre cómo el mejor í
equipo que pueda ten er un investigador es su m ente observadora y n o :
el com putador. !
“ En lo que se refiere a la cuantificación m ism a, quizá valdría la:
pen a desarrollar técnicas proyeetivas de análisis sem ejantes a algunas i
establecidas en otras ciencias, com o la de ‘aceleración de sistem as'!
en psicología industrial, y el ‘análisis de p aso ' (path) de los materna* t
ticos. E stas técnicas, así como la del p a n e l, se han ensayado con reía- \
tivo buen éxito en países avanzados. A quí h ab ría que alim entar e s o s:
m odelos con variables y atributos críticos, con presuposiciones muy:
d iferen tes enraizadas en nuestros problem as, con el fin de evitar los -
peligros de reducida trascendencia que ya se observan en esas técni-;
cas. En sim ilares condiciones, valdría la pena seguir ensayando coh;
m odelos de sim ulación y con la cibernética, como se ha hecho enl
V enezuela, y con la probabilística de la ‘teoría de los ju e g o s' . Valdría í-
la p ena, tam b ién , volver a preg u n tarn o s sobre las diferencias entre!
‘tiem po social’ y ‘tiem po cronológico’, p lan tear las posibilidades;
de ‘correlaciones diacrónicas’ , hablar de ‘tra y e c to ria s’ hacia eH
fu tu ro y del punto en que los cam bios cuantitativos producen una ¡
transición cualitativa, como lo hace G altung en reciente artículo / 3 2 / . Í
“ Finalm ente, una observación sobre la com unicación de las ideas i
qu e p u ed e te n e r vigencia no sólo en época de crisis sino quizá en todo j
m om ento. La sociología ha tenido cierta tendencia a u sar eufem ism os i
y b arb arism o s innecesarios que, como es de e sp e ra rse , disfrazan la f-
realid ad . Sin perjudicar, por su p u esto , el proceso de conceptuali-i
zación (nom otecnia) que distingue a toda ciencia, el nuevo estilo debe í
se r preciso y claro, y las técnicas deberían sim plificarse al presentar* i
las al público. E ste público incluye tam bién a los planificadores y],
políticos, hecho que con frecuencia se olvida y que tiende a crear una j
■
i
32. Johan Galtung, “ Correlación diaerónica, análisis de procesos y análisis causal”
R e vista Latinoamericana d e Sociología, vol. 5, N° 1, marzo, 1969, p ágs. 94*121. No j.
deben confundirse estas proyecciones con los sim ples cálculos de tendencias que se
usan sobre todo en la dem ografía. Estos son modelos más dinámicos y de muchas f
variables. i::
La crisis, com prom iso y ciencia 49
SOCIOLOGÍA Y POLÍTICA
33. González Casanova, La nou felle sociologie, págs. 42-43; W ionczek, op. c ít.,
pág. 8.
50 La crisis, com prom iso y ciencia
37. Véase cómo este nuevo tipo de sociología comprometida va produciendo obras
im portantes, como los recientes libros de Pablo González Casanova, Sociología de la
explotación , M éxico, Siglo XXI, 1969, y Theotonlo dos Santos, Socialism o o fascism o,
d ilem a latinoamericano, Santiago, Prensa Latinoamericana, 1969.
La crisis, com prom iso y ciencia 53
38. H-J. Krysmanskí, Soziologische Politik in Kolum bien, Dortmund, Cosal. 1907.
Véase su traducción al español en ¡a revista Eco, N° 100, agosto, 1968, págs. 404-433, y
N°. 101 (noviembre 1968). Admito esta mezcla en mi propia obra Subversión y cambio
social (Bogotá, Tercer Mundo, 1968), pero parece generalm ente aceptado que los
conceptos (nuevos y viejos) allí introducidos son, en todo caso, sociológicos. Cf. Solari,
op. cit.. págs. 22-23.
54 La crisis, cóm prom iso y ciencia |
39. Jean-Paul Sartre, Q uestions de m éthodes, París, Gallimard, 1960, págs. 26-31
(especialm ente). La idea de en gagem ent fue presentada con fuerza en la década de
1930 por Paul Nizan, Les chiens de garde. París, Fran^ois M aspero, edición de 1968,
págs. 37-45, quien se basó, en parte, en Lenin y su repulsa a la etiqueta de los “ sin
partido” .
40. Cf. Verán, op. cit., pág. 29.
La crisis, com prom iso y ciencia 55
sistem atización y avance del conocim iento. Por eso el com prom iso-
acción, aunque ideológico, no queda por fuera de los procesos cien tí
ficos; antes por el contrario, como verem os m ás adelante, los e n riq u e
ce y estim ula.
’ “ Una vez ado p tad a esta actitud, el com prom iso-acción lleva al
científico a tom ar una serie de decisiones que condicionan su o rien ta
ción profesional y su producción técnica. E stas decisiones tienen las
siguientes consecuencias en la acción, de donde se pu ed e juzgar el
tipo y la calidad del com prom iso adoptado:
41. Cf. González Casanova, La nouveile sociologie, pág. 42; Kaplan, op . cit.,p ág. 49.
56 La crisis, com prom iso y ciencia |
í.
tercero tiene pertinencia m ás inm ediata en lo que se viene discu- j?.
tiendo, y a él debem os p restarle alguna atención. , |
“ Siendo que el tom ar un com prom iso es asunto propio de cada t
investigador, el cuestionarse uno m ism o sobre sus grupos de referen* T
cia —el sab e rse ubicar socialm ente, como diría M arx— brinda un |
buen punto de partida. Para definir los criterios de un com prom iso-
acción pertin en te en n u estra época de crisis, y para sab e r quiénes |
m erecen recibir la asistencia de n u estra ciencia en tre la plétora de ^
g rupos, m ovim ientos o partidos posibles, por lo m enos las siguientes ü
p reg u n tas deben ser absueltas por el hom bre de ciencia: I
“ 1. Sobre el previo com prom iso (pacto): ¿Con qué grupos h a esta- | I
do com prom etido h asta ahora? ¿A quiénes ha servido consciente o in* |
conscientem ente? ¿Cómo se reflejan en sus obras los in tereses de L
clase, económ icos, políticos o religiosos de los grupos a que ha
pertenecido? .¡
“ 2. Sobre la objetividad; ¿Cuáles son los grupos que no tem erían |
qu e se hiciese una estim ación realista del estad o de la sociedad y que, |
por lo m ismo, brindarían todo su apoyo a la objetividad de la ciencia? t
t y ^
“ 3. Sobre el ideal de servicio : Tom ando en cuenta la tradición y
hum anista de las ciencias sociales, ¿cuáles son los grupos, m ovimien- j..
tos o partidos políticos que buscan servir realm en te al conjunto de la ]
sociedad, sin p en sa r en sí m ism os sino en el beneficio real de las gen-
tes m arginadas que hasta ahora han sido víctim as de la historia y de ■
las instituciones? ¿Cuáles son los grupos que, en cam bio, se benefician '■
de las contradicciones, inconsistencias e incongruencias rein an tes? i
“ El no h ab e r podido articular antes estos criterios con claridad es J.
causa de las am bigüedades que se observan en diversas obras socio- j-
lógicas del género / A2/ . En e ste territorio sin d em arcar, tan lleno de j
fieras y trem ed ales, sólo la experiencia en se ñ a. Así, es in tere sa n te k
co n statar cómo diferentes sociólogos han visto la necesidad de reubi-
carse, ante la m agnitud de los hechos que analizan y que les envuel- f
ven al m ism o tiem po. E sto p u ed e seguir ocurriendo, aunque lleve a la í
íVJ
42. Mi primer libro sobre la subversión e s un caso claro de am bigüedad, y en ello se
justifica la crítica de Solari (op. cit,, págs. 18-19). Fue escrito antes de haberme ubica- j
do socialm ente, lo que produjo un desenfoque a) identificar grupos claves. Este defecto ;v
he intentado corregirlo en posteriores ediciones, incluyendo la inglesa (Subversión and f
Social Change in Colom bia, Nueva York-Londres, Columbia University Press, 1969). [
Cf. mí otro opúsculo. Las revoluciones inconclusas en A m érica Latina, 1809-1968, Mé* f
xico. Siglo XXI, 1968. [
La crisis, com prom isoy ciencia 57
43. El último caso importante puede ser el de Alain Touraine, cuyo libro Sociologie
de l'action, París, Seuil, 1966, pág, 15, ya manifiesta sus dudas, que luego encuentran
cauce apropiado en su último estudio sobre Le m ouvem ent de mai, ou le com m unism e
utopique, París, Seuil, 1968, otro magnífico ejemplo de sociología en gagée.
58 La crisis, com prom iso y ciencia
palabras e ideas, que parecería conveniente declarar una moratoria! es una desgracia. El acto cognoscitivo que es la fu en te de n uestras
de sem inarios, conferencias y sim posios, hasta tanto no se realice una|' ideologías es tam bién el requisito previo de n uestro trabajo científico.
m ayor confrontación con la realidad, para enriquecer la expresión confe Sin él no es posible ningún nuevo punto de p artid a en ninguna cien
la práctica y la teoría con la acción). cia. Por su interm edio adquirim os m aterial nuevo para nuestros
“ El m ecanism o que lleva a la ciencia a estas etapas re ite rad as de( esfuerzos científicos, y algo que form ular, que defen d er, que atacar.
producción (y de protesta) intelectual, no se encuentra en el proceso^ Nuestra provisión de hechos e in strum entos crece y se rejuvenece en
ritual o m ecánico de acum ulación del conocim iento, sino en aquelj. el proceso. Y así, si bien avanzam os len tam en te a causa de n u estras
otro nivel de comunicación social con el que está simbióticamente;.: ideologías, sin ellas podríam os no avanzar en ab so lu to ’ /4 5 /.
conectada. Este m ecanism o es ideológico y va im plícito en el com pro! “ El problem a de la reorientación acum ulativa de la ciencia a ca u
miso de renovación, creatividad y acción que los científicos asumen!! sa de los ‘cam bios en las p au tas so ciales’, dejado un poco en el aire
en un m om ento dado frente a la problem ática de su ciencia y su socie-j por Schum peter, qu ed a m ás concretam ente dilucidado por M yrdal. En
dad. Va tam bién im plícito en el em peño de en ten d er a la sociedad; apoyo a lo anteriorm en te citado sobre el envolvim iento político de los
como un todo (lo que no es o b ten er un sim ple dato cultural), de subir^ grandes econom istas, este autor aplica la tesis a la etap a actual:
a las alturas para ver los conjuntos, como aconsejaba M ax W eber. U ‘Ahora el liderazgo ha pasado a econom istas que dirigen su atención
reorientación resultante perm ite que se rean u d e la acum ulación del] a los problem as dinám icos del desarrollo y su planteam ien to . Lo m ás
conocim iento yendo en otra dirección que se considera m ás adecuada,! im portante que debem os destacar es que esta nueva dirección de
o hacia una etap a superior de técnica y teoría, redondeando el sentido; nuestro trabajo científico no resu lta de la autónom a reorientación de
de los hechos y enriqueciendo la visión de las cosas. Lleva así a unaj. las ciencias sociales, sino es consecuencia de trasc en d en tale s cam
nueva justificación de la ta re a científica. [ bios políticos' /4 6 /, M uchos otros científicos sociales concuerdan
“ E stas ideas, por su p u esto , son m uy conocidas, y la literatura^ con él.
sobre la sociología del conocim iento se ha venido enriqueciendo más!!, 1‘ ‘Y así se com pleta el círculo de n u estra argu m en tació n . El com pro
y m ás. S chum peter, por ejem plo, colocado hace veinte años ante una; miso-acción es ideológico e implica una visión dentro de la ciencia.
crisis intelectual sem ejante a la n u estra en tre los econom istas, logró- Esta visión está condicionada por p au tas sociales y trascen d en tales
identificar el com prom iso-acción con ‘una visión o intuición delj cambios políticos que llevan a los científicos a una evaluación de su
in v estig ad o r1 , claram ente ideológica, que surge del ‘trab ajo cientíj disciplina y a una reorientación de la m ism a. De e ste proceso van
fico de nuestros predecesores o contem poráneos, o bien de las ideas/ resultando no sólo la acumulación del conocim iento científico sino
que flotan a nuestro alrededor en la m ente pú b lica’ /4 4 /. E sta visión; también su enriquecim iento, su renovación, su revitalización.
se puede ra stre a r en la historia económ ica con sus prem isas ideolój “ E stas son las coyunturas que se p resen tan hoy a los científicos
gicas, porque ‘la p au ta del pensam iento científico en una época dada; sociales ante la crisis de la Am érica Latina, p ara ju stificar su tare a y
va condicionada socialm ente’ . De ahí que tales prem isas se presen! la existencia m ism a de lá ciencia. Son una p ru eb a de decisión, de
ten por e ta p a s para ir conform ando el cuerpo de la ciencia. Ninguna;; laboriosidad y de creatividad en la p re sen te etap a histórica. Son una
ideología económica d u ra etern am en te — pues se van ‘agostando] prueba que lleva a com binar el rigor científico con la participación en
una tras o tra — , y la disciplina va saliendo de la una p ara llegar a la[ el proceso histórico, para lograr u na p ostura intelectual autónom a,
o tra, según los cam bios en las p autas sociales. ‘Siem pre tendremos[i aunque ella pueda ac arrear persecuciones e incom prensiones m o
con nosotros alguna ideología’ , concluye S chum peter, ‘p ero esto no¡ m entáneas. Quizá de estos em peños resu lte no sólo una ciencia social
Ir más respetable, firm e y propia n u estra, con una m ás clara definición
I
f
62 La crisis, com prom iso y ciencia
* Publicado en Gaceta d e l Tercer M undo, Nos. 42-43, Bogotá. Reproducido aquí con
revisiones menores para hacer más clara la presentación del pensam iento; octubre
de 1967.
A n te c e d e n te s de una idea 71
Soy el prim ero en adm itir que nosotros, los científicos sociales de
A m érica Latina, todavía tenem os m ucho que ap ren d er para llegar a
ser tan resp etad o s y hábiles como los científicos físicos o los n a tu ra
listas, y tan in d ep en dientes como ellos. C om enzam os la ca rre ra m ás
tard e , y n u estra ju v en tu d posiblem ente nos lim ite un poco. Sin e m
bargo, el trabajo de m uchos colegas latinoam ericanos puede com pa
ra rse favorablem ente, desde el punto de vista técnico y desde m uchos
otros, con cualquier trabajo realizado por cualquier científico en
cualquier p arte del m undo. De hecho, ellos p u ed en resp o n d er con
p ropiedad algunas de las p re g u n ta s form uladas por los colegas de
o tras p artes, y se verá que no son trán sfu g as intelectuales. Su e jem
plo como profesionales creadores y originales es digno de estudio,
porque puede esta r indicándonos cómo com batir la fuga del talento
y cómo salir de la m ediocridad en que nos hallam os, especialm ente
aquellos que, como yo, hem os seguido ru tin aria m e n te , a veces, los
m odelos extranjeros “ asé p tic o s” de la ciencia no com prom etida,
creyendo de b uena fe que estos eran los cánones m ás altos de la
m etodología de la investigación.
Sin duda es in teresan te descubrir que la creatividad de algunos de
los m ejores profesionales latinoam ericanos contem poráneos va en
relación inversa a su d ependencia de los m odelos de investigación y
de los m arcos conceptuales diseñados en o tras p arte s, tales como los
que se acostum bran en N orteam érica y en E uropa. En otras p alab ras,
a m ayor creatividad y perspicacia en la investigación local, m enor
dependencia de la versión actual de la ta re a intelectual que se o b ser
va en los países avanzados, y m enor el im pacto posible del “ robo de
ce reb ro s” . Pero e sta conclusión no d eb e ría so rp ren d er a nadie,
porque de hecho la ciencia social de seg u n d a clase que se observa
en tre nosotros p u ed e deb erse a la cándida im itación que hem os hecho
de las teorías de seg u n d a clase y de la conceptualización estéril que
se originan en los países avanzados, y que se difunden de ellos a
nosotros.
Los trasp lan te s conceptuales de una cu ltu ra a o tra, a diferencia de
los injertos de órganos en el cuerpo hum ano, no han recibido toda la
atención que m erecen. Sin em bargo, el principio de la aceptación o
rechazo de ideas nuevas puede ir al meollo del problem a de la inves
tigación colaborativa y del servilism o científico. N aturalm ente, es
inevitable que las ideas y conceptos se difundan ráp id am en te en
m edios propicios, y en el m undo de hoy el com pañerism o y la com uni
cación en tre los científicos son m ás estrechos que nunca. Pero la ex
80 Casos d e im itación intelectual
los h ech o s” , nos “ ensuciem os” las m anos con las realidades locales
y dem os un m ejor ejem plo de dedicación industriosa y productiva que
pueda igualarse a la de los colegas de otras p artes.
Algunos latinoam ericanos pueden esta r evitando los tem as m ás
can d en tes y delicados de nuestra sociedad, lo cual es un defecto
porque coarta la originalidad. Pero afortunadam ente esa no es la
tendencia actual. No es com prensible que la colaboración en la in v es
tigación y el acercam iento interdisciplinario no puedan b rin d ar
contribuciones en este sentido, especialm ente si los in teresad o s se
m ueven dentro de los m ism os m arcos de referencia, se re sp etan
m utu am en te y se inspiran en el m ism o com prom iso social. Una c ien
cia universal m ás rica sería el producto natural de esta colaboración
hasta cierto punto “ cen tríp eta” . De hecho, tam bién es tiem po de que
los científicos de regiones m enos d esarrolladas realicem os con a u d a
cia y autonom ía m ás estudios sobre los E stados Unidos y otras nacio
nes avanzadas e im perialistas en etap a s de superdesarrollo. Pero no
p ara protocolizar la fuga del talen to , sino para conocer m ejor a los
po d eres dom inantes, con m iras al progreso y a la realización de la
‘p otencialidad de los países dom inados.
Pero m ás que asistencia técnica unilateral lo que se está n ecesi
tan d o es colaboración honesta. H ay m uchos profesionales de p aíses
avanzados que no solam ente conocen los problem as sociales de otras
p a rte s, sino q u e se sienten políticam ente atraídos por ellos. La cola
boración con esa clase de profesionales reb eld es, que m iran con sim
patía los esfuerzos nacionales hacia una profunda renovación social,
p u ed e ser productiva. Se observa en esos profesionales el nacim iento
de una antiélite intelectual articulada. Y la antiélite p u ed e s e r signo
salu d ab le del cam bio subversivo necesario en un a sociedad. Esta
renovación en las academ ias de los países avanzados p u ed e estarse
produciendo con rapidez, y ya se ex p resa en m ovim ientos de p ro te sta
social y política y en la aparición de publicaciones iconoclastas.
Así, es im p o rtan te te n e r un sen tid o real del com pañerism o in te
lectual, un com prom iso firm e con el cam bio social necesario y un
sincero afán de crear una ciencia propia y re sp etab le, p ara ev itar la
fuga espiritual del talento, así como la em igración del científico fru s
trad o .
EL PRO Y EL CONTRA DEL RETO
América Latina, vistos a través de la organización cam pesina, en el volumen E stu dios
d e la realidad cam pesina (N° 2 de la serie sobre "Instituciones rurales y el cambio
dirigido"), publicado por el Unrisd (Instituto de las Naciones Unidas de Investigacio
nes para el Desarrollo Social), Ginebra, Suiza, 1970.:
E l pro y el contra del reto 85
REFLEXIONES DE TRANSICIÓN
7
3. Cf. el principio de Mao T se-tung, “ de las m asas, a las m asas” , O bras escogidas,
Pekín, 1968, tomo III. M edidas pertinentes tomó Vo Nguyen Giap en el Vietnam en
relación con sus investigaciones cam pesinas.
¡ 4 . Se encuentran publicaciones de este género en Colombia, como las siguientes:
M anuel Quintín Lame, En defen sa de m í raza (1971); E l petróleo es d e l pu eblo colom
biano (1971); Lom agrande, e l baluarte d e l Sinú (1972); Tinajones, un p u e b lo en lucha
por la tierra (1972).
94 Irrum pe la investigación m ilitante
I
i
URGE TRADUCIR LO
TEÓRICO A LO REAL*
♦Comentario final del autor en el Seminario sobre ‘ ‘Clases sociales y crisis política en
América Latina’’, auspiciado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la U niver
sidad Nacional Autónoma de M éxico, que se realizó en Qaxaca (M éxico) entre el 18 y el
23 de junio de 1973.
98 D e lo teórico a lo real
VIVENCIA Y CONOCIMIENTO
LA CIENCIA Y EL PUEBLO:
NUEVAS REFLEXIONES*
político de tantos alcances tuvo uno de sus prim eros puntales en Co
lom bia. A dem ás, el pueblo trab ajad o r sigue necesitando de este tipo
de m etodología teórico-práctica para adquirir experiencia y conoci
m ientos que lo lleven a ad elan tar las luchas y reivindicaciones de cla
se que cada día se hacen m ás u rg en tes y aprem iantes.
De estos trabajos y experiencias, así como de la discusión en las
reuniones nacionales e internacionales efectuadas, se deduce que uno
de los p roblem as centrales a aclarar en la m etodología de la investiga
ción-acción para el cambio radical es el de la producción del conoci
m iento científico. Del proceso de producción de este conocim iento de
pende m ucho el alcance y el sentido del trabajo de campo que se reali
za con grupos de base, sea táctica o estratégicam ente. Como en el
m om ento actual se experim enta tam bién una crisis global en la ju sti
ficación ideológica del ap arato científico dentro del sistem a capitalis
ta, conviene reflexionar sobre estos problem as.
Uno de los aspectos p ertin en tes a reexam inar y revalorar es aquel
que se ha identificado como “ ciencia p o p u lar” o “ ciencia del pueblo”
d esde com ienzos del p re sen te siglo. Aquí advertim os una línea de es:
tudio y acción que puede hacer aflorar conocim ientos subyacentes y
articular una voz resp etab le que ha sido reprim ida en aras de la cien
cia in stru m en tal, cuyos avances hoy nos aturden e hipnotizan. Una
voz y un conocim iento seculares que, en su aparen te sim plicidad,
puedan ofrecernos algunas de las re sp u estas vivenciales que m ás ne
cesitam os p ara continuar la lucha y los esfuerzos.
BASES GENERALES
C om encem os por sen tar bases generales sobre las cuales poda
mos construir alguna argum entación coherente sobre tan im portante
asunto como es el de la ciencia popular.
C oncepto de ciencia
Ciencia y p o d er político
ENSEÑANZAS DE LA INVESTIGACION-ACCION
\
La ciencia y el pueblo 113
des pasivas o resisten tes ai cam bio, y a im itar valores sociales que
provienen de clases terraten ien tes o urbanas.
Hay, p ues, en la tradición y cultura cam pesinas elem entos positi
vos y negativos hacia el cambio social que abren posibilidades para
transform aciones revolucionarias en el conocim iento y en la acción.
Esto es obvio: no en otra form a se explicarían tan tas revueltas cam pe
sinas como han ocurrido en la historia universal. En m uchos casos es
fácil d eterm inar algunas de las fu en tes y canales de la alienación que
im piden una acción consecuente cam pesina, aquella proveniente de
la difusión de valores b u rg u eses. Se puede, por tanto, equilibrar el
peso de estos valores alienantes m ediante una devolución enriqueci
da del m ism o conocim iento cam pesino, especialm ente de su historia y
realizaciones, que vaya llevando a nuevos niveles de conciencia políti
ca en los grupos. Así se va transform ando el sentido com ún de éstos
p ara hacerlo m ás receptivo al cam bio radical de la sociedad, y a la ac
ción necesaria, así como para hacer oír, a nivel general, la voz de las
b ase s populares antes silenciosa o reprim ida.
E sta devolución, extensiva a todas las clases trab ajad o ras, no p u e
de d arse de cualquier m anera: debe ser sistem ática y ordenada a u n
que sin arrogancia intelectual, en lo que se tra ta de seguir el conocido
principio m aoísta, “ de las m asas a las m a sa s” (Mao T se-tung, 1968,
III: 119). Por eso se llam a “ devolución sistem ática” a esta técnica de
de;salienación y de formación de nuevos conocim ientos a nivel popu
lar. C uatro reglas pueden d estacarse en este sentido:
Sum ando la aplicación de estas cuatro reg las en los países referi
dos, exam inando los m ateriales acum ulados y evaluando la m archa
de las luchas populares en algunas p artes, puede concluirse que el
conocim iento de la realidad se enriquece b a sta n te con la devolución
sistem ática. Se llega, por ejem plo, a desplazar héroes culturales b u r
gueses por otros propios de las luchas. El cam pesinado logra equili
b ra r un poco la alienación en que vive como p a rte de su tradición, y
p u ed e m an ten er vivos m ovim ientos que, a p esa r de la represión,
ponen en jaq u e a los gobiernos reaccionarios. P uede así verse cómo el
sentido com ún de las g en tes trab ajad o ras va adquiriendo nuevas a ris
tas m ediante la educación política, p ara asum ir una voz propia e irse
convirtiendo en “ buen sen tid o ” . Em pieza a p arir una nueva tradición
a un nivel m ás alto de conocim iento, práctica e im pulso vital.
se han arm ado g u erras en el pasado, con los cuales se crean y d e stru
yen m itos, se fabrican ideologías y m ovim ientos, se conform an uto
pías. Son los que han hecho del hom bre lo que es, los que le han dado
a la historia su sentido teleológico.
La racionalidad de estos valores sustanciales parecería por lo ta n
to, irracional, si le aplicáram os los criterios cartesianos sobre la R a
zón que nos han inculcado en universidades y academ ias, y sobre los
cuales se ha construido la idea contem poránea dom inante de ciencia.
Pero se tra ta de una contextura racional diferente que tiene su propio
lenguaje expresivo y su propia sintaxis. P ara en tender y llegar a los
valores de e ste tipo racional popular es necesario sobreponerse a las
b arreras cognoscitivas dom inantes y asum ir actitudes vivenciales que
sean tan extracientíficas como las de los grupos populares. Y, si se
puede, lograr el dom inio sim ultáneo de dos o m ás lenguajes científi
cos o niveles de com unicación diferentes.
Para em p ezar a ad quirir e sta vivencia popular y el dom inio sim ul
táneo de lenguaje d iferentes que ello im plica, quedan pocos cam inos
aparte de d estacar estratég icam en te la región y em plear las técnicas
ya su g erid as cuando nos referim os a la investigación-acción radical,
esto es, el em pleo subversivo y crítico de la ciencia m odesta con téc
nicas participantes.
REFERENCIAS
Fals Borda, Orlando, Por la praxis; e l problem a de cómo investigar la realidad para
transformarla. En Simposio Internacional de Cartagena, vol. I, págs. 209-249, 1978.
Fals Borda, Orlando, M o m p o x y Loba: H istoria doble de la Costa, vol. I, Carlos Valen
cia Editores, Bogotá, 1979.
Feyerabend, P., Contra e l m étodo. Ediciones Península, Barcelona, 1974.
Foucault, M ichel, La arqueología d e l saber. Ediciones Siglo XXI, M éxico, 1970.
Freire, Paulo, P edagogía d e l oprim ido. Ediciones América Latina, Bogotá, 1970.
Fundación Rosca, Causa popular, ciencia popular. Ediciones Rosca, Bogotá, 1972.
Gramsci, Antonio, La form ación de los intelectuales (De cuadernos de la cárcel). Edi
ciones América Latina, Bogotá, 1976.
Kuhn, T. H., The S truc ture ofScien tific Revolutions. Macmillan, Chicago, 1970.
Man’del, Ernest, La form ation d e la p e n sé e économ ique d e Marx, M aspero, París,
1972.
M aoTse-tung, Obras com pletas. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1968.
Marx, Karl, La m iseria de la filosofía. Ediciones Siglo XXL Buenos Aires, 1971-
Mills, C- Wright, D e hom bres sociales y m ovim ientos políticos. Ediciones Siglo XXI,
México, 1969.
Nowotny, H elga y Hilary, Rose, ed s. Counter-M ovem ents in the Sciences. D. Reidel
PublishingC o., Dordrecht (Holanda), 1979.
120 La ciencia y el p u eblo
Radin, Paul, M eth od and Theory ofE thnology. McGraw-Hill, New York, 1933.
Simposio Internacional de Cartagena, Crítica y política en ciencias sociales. Editorial
Punta de Lanza, Bogotá, 1978 (2 vols.).
10
^ %S POLÍTICA Y EPISTEMOLOGÍA *
1. Publicado originalm ente en inglés bajo el título P easant Society in the Colombian
A ndes, G ainesville, Um versity of Florida P ress, 1955, y luego como Monografía Socio
lógica N° 7, Facultad de Sociología, Universidad Nacional, 1961.
Política y epistem ología 123
com prom iso entendido como esa en tre g a a los ideales de una tran s
form ación radical por la justicia, por las m etas finalistas de las tran s
form aciones sociales. D entro de la Iap no es tan to la utopía lo que
cuenta, como el telos o el propósito de transform ación.
Este tipo de problem as lleva a una problem ática m uy grande, en
cuanto a la conform ación del conocim iento m ism o. Por eso me place
tanto que m e hubieran invitado p a ra la sesión d,e hoy en este colo
quio. Porque los problem as d e la m etodología Iap como tal, y las téc
nicas que se han desarrollado en é sta em piezan a exigir una m ayor y
m ás seria sistem atización. E ste m om ento aparece por prim era vez
con la aplicación del m étodo com parativo, en tre p aíses con diferentes
tipos de estru ctu ra social cam pesina. E ntran grupos de negros, m es
tizos y blancos e indígenas que se com paran dentro de un mismo m ar
co conceptual de una m an era seria, atendiendo a que la m etodología
pu ed a ser reproducida en m uchas otras partes. M e he dado cuenta de
la aceptación que h an tenido estas técnicas y estos enfoques durante
la reciente A sam blea M undial de Educación de A dultos que se cele
bró en Buenos A ires hace quince días, donde los delegados de M éxi
co, Brasil y N icaragua en especial, dieron testim onios sum am ente in
teresan tes sobre e sta aplicabilidad. Todos estuvieron de acuerdo en
que estas técnicas se sobreponen, sin n egar la im portancia del aporte
de la dialógica que hizo Paulo F reire. Otros retos provienen de los
tiem pos de la Violencia, de las form as de explotación y por últim o, de
los problem as de reconstrucción sociopolítica de N icaragua. Allí las
técnicas de participación popular se han visto como indispensables.
H asta los com andantes de la revolución están leyendo este libro para
ver cómo se m ultiplica la experiencia inicial, pues la consideraron
positiva.
En cuanto a lo que hacen los com pañeros de la Iap en m uchos p aí
ses del m undo donde,esta m etodología se está aplicando, las noticias
son igualm ente alentadoras. Tam bién está llegando al m undo acadé
mico, pues se h an establecido departam entos de investigación-acción
en universidades de V enezuela, Tanzania, F inlandia e India. Hay m ás
seg uridad de que se anda,por donde se debe, por lo m enos sobre un
tipo de conocim iento m ás pertin en te y útil a la sociedad.
DILEMAS DE LA IAP
E l sujeto y el objeto
La teoría y la práctica
todos los días tiene que ir a pie por agua para su casa. Son dos priori
dades y dos valores distintos. Lo prim ero, es posible como “ d esarro
llo” , lo segundo es el gran reto de nuestro tiem po. E stas m odalida
des, justificadas cada cual a su m anera, al ju n tarse eventualm ente
d eberían em plear un nuevo tipo de conocim iento, m ás útil y válido
que los que cada cual desarrolló. Si es posible llegar a ello habría un
nuevo paradigm a en las ciencias sociales. Y no solam ente en las cien
cias sociales, sino tam bién en las n atu rales.
Para que eso ocurra, es necesario que el concepto de Razón se
equilibre y se enriquezca con el concepto de Sentim iento. No puede
h ab er ciencia real sin sentim iento, porque la ciencia sobre todo es
fenóm eno hum ano. Los científicos somos hum anos. Tenem os n u es
tras raíces en lo cotidiano. Todos los días tenem os que acudir a lá cul
tu ra del pueblo, somos producto de la cultura popular.
Cuando olvidamos nuestros orígenes y volvemos a la ciencia un
fetiche, nos convertim os en un peligro para la hum anidad. E sé ; feti
chismo fatal se supera con el sentim iento. Con el sentim iento e n ten
dem os por qué n u estra tierra no necesita del 40% de presupuesto
nacional p ara com pra de arm am entos, sino para lo que el pueblo real
m ente requiere: educación, justicia, salud y todo lo dem ás.
Producir este nuevo tipo de conocim iento m ás útil, que salva al
país y a la hum anidad en general, es un problem a cósmico que todos
tenem os. E se es el reto de la Iap y de un posible paradigm a que pode
mos seguir construyendo indefinidam ente. No hay prisas en esto. De
allí lo bello que es e sta tare a ¿Qué tal que todo estuviera cuadrado,
m edido y circunscrito, con re sp u estas ya dadas? Sería preferible irse
al cielo a tocar arpa de día y de noche.
11
..-.i
R E D E F IN IE N D O LA POLÍTICA
D esconfianza en lo político
.1
La m ayoría de esto s m ovim ientos sociales, si no todos, com batie
ron el statu quo de la deshum anización de m anera altruista, con o sin
violencia, con una o con varias clases sociales com binadas. Com enza
ron casi de m anera esp o n tán ea y sin buscar el po d er como tal, aunque
a veces lo alcanzaron por caram bola o por la inercia de instituciones
v etu stas. Con ello im partieron carácter a las m asas com batientes por
sus derechos y le dieron a los m ovim ientos sociales progresistas de
todos los tiem pos, incluyendo los actuales, su im pronta principal, la
q ue les caracteriza en los periodos de revolución y acción cuando apa-*
recen como ángeles vengadores o como centellas esclarecedoras del
am biente social: la m arca de la desconfianza en lo político formal'.
Desconfianza palpable en los m ovim ientos sociales policlasistas con
D espertar de los m ovim ientos sociales 133
tem poráneos, tales como los cívicos, educativos populares, “ v erd es”
o ecológicos, com unales, por los derechos hum anos, los culturales y
artísticos, cam pesinos, negritudes, viviendistas, antinucleares, estu
diantiles, y los de com unidades cristianas de base, que sum an varios
cen ten ares en cada país con m illares de m iem bros / 2 / .
Probablem ente sea m ás exacto desig n ar aquella im pronta histó
rica an te todo como desconfianza de las ideas y form as de actuar y vi
vir de las oligarquías, o como desilusión con procedim ientos reaccio
narios de m aquinarias políticas o partidos jerárquicos que dejaron de
ser interm ediarios válidos con instancias del poder form al. No es ig
norancia ingenua d é lo que es éste, ni de.lo que^significa o re p resen ta
en la vida .de los pueblos. Se tra ta en realidad de una peculiar redefi
nición dél poder que obliga a revisar los conceptos de grandes m aes
tros y a re p en sar sobre el proceso sociopolítico de m anera realista y
práctica.
Se recordará, en efecto, que en tre los m aestros trata d istas, tanto
para Max W eber como para Lenin el poder es la capacidad de im po
ner por la fuerza o por coacción la voluntad de una persona, grupo o
clase social sobre la de otros; y cuando es resultado de pactos o con
sensos, como ocurre con el Estado, el poder y la fuerza concom itante
se legitim an y dan lugar a la violencia estructural. Pues bien, en los
m ovim ientos sociales este uso de la fuerza y la am bición de dominio
sobre otros — cuya culm inación es el poder estata l— , se rechazan
como fines en sí m ism os. En cam bio, los m ovim ientos buscan un po
d er alterno no necesariam ente form al que les perm ita decidir autóno
m am en te sobre form as de vida y de trabajo productivo satisfactorias.
E sta definición m enos darw iniana y m ás am plia y generosa que la
w eberiana-leninista, se acerca al concepto de “ aparato de hegem o
n ía ” dé G ram sci. Tanto allí como aquí quedan de lado partido formal
y caudillos, y la sociedad civil (en sus diversas expresiones vitales, es
pecialm ente la antim ilitar o no-violenta) re scata su papel como consti
tuy en te prim ario, con posibilidades de efectuar procesos autónom os y
libres. El ciudadano tom a la palabra. Por eso los m ovim ientos socia
les atesoran su independencia como en tes civiles y actores históricos
genuinos, y desconfían de los partidos políticos tradicionales. Por eso
tam b ién m iran con recelo y pavor a las instituciones regim entadas y
E l Estado fe tic h e
fallas históricas, por el lado socialista los m ovim ientos sociales con
tem poráneos han descubierto tam bién patéticos erro res causados por
una inexplicable m im esis de form as b u rg u esas de poder. Cuando se
afianzaron las luchas o b reras en Europa y se triunfó en R usia, qu ed a
ron olvidadas por la conveniencia del m om ento las experiencias de la
com una de París y las del poder popular de los prim eros soviets, se
repudiaron las en señ an zas de K ropotkin sobre la ley de la ayuda m u
tua y la autonom ía com unal, y se sepultaron las advertencias de Rosa
Luxem burgo. A parecieron entonces E stados m onolíticos tam bién in
controlables por la sociedad civil, y partidos-aparatos. Del stalinism o
re su ltan te nuestros p ad res tom aron pau tas políticas como dogm as in
tocables que sólo parcialm ente podían te n e r éxito en los diferentes
contextos culturales e históricos de los países am ericanos, aun en las
condiciones favorables p ara la lucha de los pueblos en desgracia.
F rustración, pues, p o r lado y lado. Con razón los partidos form a
les p ro puestos por am bas vertientes y sus d irigentes fueron p erd ien
do credibilidad en tre las m asas, así como su sistem a de dem ocracia
re p resen tativ a. En cam bio, fueron surgiendo casi esp o n tán eam en te
tos m ovim ientos sociales contem poráneos com o actores d e la historia,
para llenar el vacío político re su ltan te y re ta r a los regím enes a b e
rran tes.
P oder p o p u la r y región
Las redes
periencias (el prom otor m exicano Gustavo E steva prefiere llam arla
“ h am ac a” ). E stas red es o ham acas pluralistas (form ales e inform a
les) se van expandiendo en el espacio geopolítico de la ciudad o del
cam po para prom over en tre todos la ayuda m utua, la unidad popular,
la defen sa de la vida, la investigación social, la concientización y la
educación de adultos. Proceden de las bases hacia arrib a y de la peri
feria al centro, en lo cual contradicen la ortodoxia y ru tin a partidistas.
P u ed en entonces decidirse a organizar com ités m ás am plios de ac
ción y hacer política abierta p a ra ’aspirar a cargos como concejales o
diputados; E ste últim o paso puede ser peligroso para la coherencia de
los m ovim ientos cuando no hay suficiente claridad ideológica ni m a
durez en los d irig en tes, como ha ocurrido en varios lugares, o en cam
bio afianzador de las m etas p ro p u estas, como ha sido en organizacio
nes de S antander (F rente Amplio del M agdalena M edio), Tolima
(M ovim iento Amplio Dem ocrático), Nariño y el Valle del Cauca en
Colombia (Los Inconform es y Em codes). Una evolución parecida se
observa en luchas que em piezan con com ités de acción de personas
necesitad as, como Los D estechados de El Peñol (Antioquia), prosi
guen con com ités cívicos m ás am plios y culm inan con movimientos
políticos gen erales y pluriclasistas, como en el m ismo caso con Acción
Peñolita, que triunfó localm ente en las elecciones parlam entarias co
lom bianas de 1986. Lo m ism o se observa en otras regiones y paí
ses ¡A L
A v eces ocurren contactos en tre m ovim ientos sociales y guerrillas
ideológicas que buscan enraizarse igualm ente en la sociedad civil re
gional o u rb an a p ara d esarrollar su “ brazo cívico” o “ desarm ad o ” .
Esto es explicable porque en un b u en núm ero de casos las guerrillas
se form an como m ovim ientos sociales de autodefensa local que por la
ley de la acción y la reacción se van radicalizando y desbordando la
n atu raleza de los conflictos. La reciente experiencia colom biana de
pacificación, prom isoria parcialm ente, resultó deform ada por presio
nes bélicas generalizadas y por el abuso de la violencia estatal. Estos
fenóm enos deben ser motivo de reflexión, no sólo en el ám bito in te
lectual sino en el seno de los grupos arm ados.
Al cabo de cierto núm ero de m eses o años, con el reforzam ientó de
redes regionales y urbanas, y sin presionar la iniciativa desd e los cen
tros ni desde arriba ni desd e el m onte, se siente la necesidad de o rg a
nizar redes verticales o nacionales. Ello porque se descubre que la
eficacia final de las acciones depende en g ran m edida de factores que
desbordan lo local, es decir, se determ ina que los problem as son es
tructurales. Así ha ocurrido en México, por ejem plo, con entidades
como A nadeges, Pdp y C ese que cubren grupos ecologistas, educati
vos populares y prom ocionales de todo el país; en el Perú con la Anc;
en N icaragua con el C epa y la Unag; en V enezuela con el C esap; en
Colombia con Dim ensión Educativa, C inep, Foro Nacional y Onic,
entre otros; y en m uchos países m ás. E ste trabajo nacional se hace sin
descuidar lo regional y respetando el liderazgo, la autonom ía y la
composición de clases de las entidades de base.
El desarrollo de los organism os nacionales como los citados, ha
llevado a crear tam bién redes internacionales, como Cries y Alforja
en C entroam érica, y C eaal, Alop, Solidaridad, y la Red de M ujeres en
Salud, que cubren toda A m érica Latina. El siguiente paso, ya en re a
lización, es in stau rar redes intercontinentales especialm ente entre
países del T ercer M undo (Diálogo Sur-Sur, Iggri). M uy poco o nada
de ello im plica estru ctu ra burocrática (se evita como a la peste), pues
son los m ismos activistas de los niveles básicos quienes m ultiplican
sus funciones como viene descrito.
tiem po en asu m ir el com prom iso de trab a jar conjuntam ente con movi
m ientos sociales y cívicos para aprovechar la últim a ap e rtu ra dem o
crática g u b ern am en tal, dentro de un proceso que h ab ría retado a fon
do al “ establecim iento’’.
E sta etap a d e frustraciones p arece d estinada a dar paso a los de
sarrollos positivos m encionados atrá s. A estos pu ed en añadirse otros
casos: el del B rasil, por ejem plo, con el rápido crecim iento del movi
m iento p au lista de trabajadores que em pezó como acción sindical y
culm inó d esp u és en el PT. Ello explica tam bién la aparición en Co¿
lom bia de un a docena de coordinadoras nacionales de diversas clases
de redes y actividades que, tom ando los m ovim ientos cívicos como co
lum na central, están organizando en B ogotá el Segundo C ongreso de
M ovim ientos Cívicos y O rganizaciones P opulares (julio 18-21, 1986),
E ste es un evento de consecuencias significativas en la b ú sq u ed a de
un au tén tico po d er popular en Colom bia, que articulará las etapas su
cesivas de la acción del pueblo fren te al E stado y la sociedad. Se lee
en su ponencia central: “ [Buscamos] la conform ación de un fren te de
m asas o bloque popular alrededor de los problem as centrales que
aquejan a la s m ayorías populares. Lo que se pone a p rueba es el g ra
do de m ad u rez q ue hem os alcanzado durante estos años de m archar
separados. Al orden del día está la ta re a de construir la U nidad P opu
lar practicando un pluralism o dem ocrático en tre los 'sectores popula
res [respetando la autonom ía de sus com ponentes] p ara el logro de
n u estra s com unes reivindicaciones.” Un Congreso del Pueblo remi-
niscente del anterior se p rep ara en U ruguay para octubre de este año
p o r diversas re d es nacionales, en el cual se discutirá “ un proyecto
nacional y po p u lar de desarrollo in d ep en d ie n te” . Y siete m ovim ien
to s políticos regionales colom bianos acaban de constituirse en un Co
m ité de Im pulso para adelantar a nivel nacional “ una alternativa d e
m ocrática de m asas con participación del m ovim iento social”
(junio 15, 1987).
REDEF1NIENDO LA PARTICIPACIÓN
Filosofía de la participación
Pluralism o
Colectivism o
6. Orlando Fals Borda, Subversión y Cam bio Social en Colombia (Bogotá, 1986),
151-160. Sobre los conceptos filosóficos e ideológicos de subversión y contraviolencia,
véanse del mismo autor: Subversión y desarrollo: e l caso de A m érica Latina (Ginebra,
Suiza, 1970) y Revoluciones Inconclusas en A m érica Latina (M éxico, 1969).
D espertar de los m ovim ientos sociales 145
Socialización d el p o d er :
La o p eratividadpor la vida
Uno de los p resu p u esto s originarios del m ovim iento crítico de las
ciencias sociales en la d écada de 1960 en A m érica Latina fue p recisa
m ente el de creer que p o dría construirse la teoría en la acción m ism a
y no sólo sep arad a de ésta. Tal creencia, llam ada operatividad en las
ciencias físicas y m atem áticas donde se h a llevado a la práctica (d e s
graciadam ente m ás en contextos bélicos desde su concepción d u ra n te
148 D espertar de los m ovim ientos sociales
M etodología d el cómo
En este sentido, los trab ajad o res sociales recordarán que desde
1970, casi al tiem po con los sociólogos, se prom ovió una cam paña de
“ reconceptualización” en la disciplina que, de hab erse proseguido
(pues se fru stró pronto) nos h ab ría ayudado hoy a absolver m uchas
dudas. P arte del problem a había sido resolver la cuestión del
“ cóm o” , esto es, la de la m etodología adecuada para facilitar la sínte
sis praxiológica. No había seguridad en ello, pues el m arxism o escle
rótico ál que se apeló por un tiem po tam poco satisfizo.
Pero ya el problem a del “ cóm o” no es excusa para no proceder a
la síntesis m encionada y a com binar estas disciplinas afines p a ra que
retom én su histórico papel de inspirados e inspiradores de m ovim ien
tos sociales por la vida, con el apoyo del conocim iento científico serio
que han venido acum ulando. En efecto, como se explicó antes, d u ra n
te estos m ism os lustros se desarrolló junto con los grupos de b ase y
los m ovim ientos sociales y sus cuadros una posibilidad teórico-prácti-
ca re p re se n ta d a en la investigación-acción participativa (lap). E s un
invento colectivo propio del T ercer M undo e inspirado en nuestras
realidades y problem áticas, que se p lan tea como una bú sq u ed a seria
y resp etab le de las g randes soluciones a que aspiran los m ovim ientos.
Es cierto que la lap resultó ser m ás exigente que otras m etodologías
conocidas, req u iere de m ayor conocim iento técnico, creatividad, em
patia, capacidad de com unicación y com prom iso p ersisten te en los
científicos que la practican. Pero con ella, como se sabe, se intenta
contestar n ad a m enos que el cómo, el p a ra qué y el porqué del cono
cim iento social en n u estra época de expectativas y conflictos. Con la
lap, en fin, quizás nos podam os acercar m ás a las m etas pluralistas y
participativas pro p u estas por los m ovim ientos sociales y políticos en
estos años, y culm inar el im portante proceso autógeno de acerca
m iento en tre n u estra s disciplinas y con la sociedad, que se dibuja
como necesidad c o le c tiv a /9 /.
PERSPECTIVAS Y PROYECCIONES
T erm inem os, p ues, las p re sen tes reflexiones. Les-he convidado a
redefm ir la política, a filosofar sobre la participación y a com binar
Tal es el reto del conocim iento como poder que el m om ento actual
vuelve a p resen tarn o s, con esos protagonistas históricos que, al d e s
p e rta r de nuevo en A m érica Latina y en el m undo, se han constituido
en M ovim ientos Sociales.
SIGLAS
políticam ente a las instituciones del poder formal así en los países
dom inantes como en los dependientes. Pero el orto de este m ovim ien
to, con sus im pulsos raizales y rem olinos revolucionarios, parece
hallarse más en tre nosotros los periféricos que en el m undo d e sa
rrollado.
Por supuesto, estas prem isas im plican varios puntos debatibles.
El prim ero, que en los últim os años en verdad se h a configurado, en
nuestros países pobres y explotados, un grupo de científicos sociales
y políticos retad o res del statu quo cuya producción independiente ha
tenido efectos localm ente y m ás allá de las fronteras nacionales. El
segundo punto diría que se ha acum ulado ta n ta inform ación fresca
sobre sectores de n u estra s sociedades como p ara d ar b ase a una refle
xión teórica y m etodológica propia que modifica anteriores in te rp re ta
ciones por lo re g u la r exogenéticas o eurocéntricas. Claro que los tra
bajos rutinarios no han desaparecido de en tre nosotros, ya que sus
m arcos de referen cia continúan reproduciéndose por inercia en in sti
tuciones académ icas y en m edios de com unicación m asiva controla
das por perso n as caracterizables como colonos intelectuales. No o b s
tan te, la producción de estas personas por regla general no ha
trascendido las fronteras nacionales precisam ente por el m im etism o
que despliegan.
Todo esto es d ebatible, pero quizás haya acuerdo general en que
existen pru eb as p ara dem ostrar en principio las dos prem isas su g eri
das, lo que m e excusaría de tom ar el tiem po de e sta conferencia para
hacerlo. M ás bien m e dedicaré a explorar una hipótesis com plem em
taria. Sostendré que aquella incidencia intelectual del T ercer M undo
tropical sobre grupos hom ólogos críticos de países dom inantes e n
cuentra acogida en razón de la crisis existencia! que afecta a las socie
dades avanzadas de las zonas tem pladas, sea por las proclividades
auto-objetivantes de la ciencia y la técnica m odernas desarrolladas
allí, sea porque hoy surgen am enazas serias para la supervivencia de
todo el género hum ano relacionadas con los avances inconsultos de
esa m ism a ciencia euroam ericana fetichizada y alienante.
Los euroam ericanos, evidentem ente, progresaron y se enriquecie
ron con el desarrollo científico-técnico, mucho a expensas de nosotros
los del T ercer M undo. Pero ello fue tam bién a expensas de su alm a y
de los valores sociales, como en el contrato mefistofélico. Ahora, d e s
pués de haber botado la llave del arca del conocim iento prístino de
donde partió el progreso, hastiados de éste por la form a deseq u ilib ra
da que tomó, y avergonzados de la deshum anización resultante, los
P or un conocim iento vivencial 155
nuevos F austos p reten d en reen co n trar la llave del enigm a en las vi
vencias que todavía palpitan en las sociedades llam adas atra sad as,
rurales, prim itivas, donde existe aún la praxis original no d estru id a
por el capitalism o industrial: aquí en Am érica Latina, en África, en
Oceanía.
Si esto fuese cierto, tal constatación de las fallas existenciales e
ideológicas en la zona tem p lad a podría darnos todavía m ás certeza y
justificación a los del T ercer M undo en la b ú sq u ed a autónom a para
in terp re tar n u e stra s realidades. Y m ás seguridad en n u estra capaci
dad de sab e r m odificarlas y co n stru ir form as alternativas de acción
política y social p ara beneficio n u estro y, de contera, tam bién p ara el
de todos los pueblos explotados y oprim idos de la tierra .
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