Resumen Capitulo I - Sobre La Piedad Popular y La Liturgia

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SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA “JUAN PABLO II”.

Mensaje de su Santidad a la asamblea plenaria de la Congregación para el culto


divino y la disciplina de los Sacramentos.

La Sagrada Liturgia que la Constitución Sacrosanctum Concilium califica como la


cumbre de la vida eclesial. La celebración de los santos misterios es, sobre todo,
acción de alabanza a la soberana majestad de Dios, Uno y Trino y expresión
quería por Dios mismo. Con ella el hombre se presenta ante EL para darle gracias,
consciente de que su mismo ser no puede alcanzar su plenitud son alabarlo y
cumplir su voluntad. La Liturgia y la vida son realidades inseparables.

El pueblo de Dios necesita ver en los Sacerdotes y en los Diáconos, un


comportamiento lleno de reverencia y de dignidad, que sea capaz de ayudarle a
penetrar las cosas invisibles, incluso sin tantas palabras y explicaciones. La
celebración Litúrgica presidida por el Sacerdote es una asamblea orante, reunida
en la Fe y atenta en la palabra de Dios. Ella tiene como finalidad primera
presentar a la Majestad divina, el sacrificio vivo, puro y santo por el Señor.

La religiosidad popular constituye una expresión de la fe, que se vale de los


elementos culturales de un determinado ambiente, interpretando e interpelando la
sensibilidad de los participantes, de manera viva y eficaz. La religiosidad popular
tiene como fuente, cuando es genuina, la fe y debe ser, por lo tanto, apreciada y
favorecida.

La Liturgia es el centro de la vida de la Iglesia y ninguna otra expresión religiosa


puede sustituirla o ser considerada a su nivel. Los obispos deben tener una actitud
positiva y alentadora hacia la religiosidad popular. Los Obispos deben tener una
actitud positiva y alentadora hacia la religiosidad popular.

INTRODUCCION.

Esta congregación advierte la necesidad de que no sean olvidadas otras formas


de piedad del pueblo cristiano y su fructuosa aportación para vivir unidos a Cristo,
en la iglesia, según las enseñanzas del Concilio Vaticano II. La relación entre
Liturgia y ejercicios de piedad ha sido abordada expresamente por el Concilio
Vaticano II en la Constitución sobre la sagrada Liturgia.

Carta Apostólica Vicesimus Quintus Annus “Juan Pablo II”: La piedad popular no
puede ser ni ignorada ni tratada con indiferencia o desprecio porque es rica en
valores, y ya de por si expresa la actitud religiosa ante Dios; pero tiene necesidad
de ser continuamente evangelizada, para que la fe que expresa, llegue a ser un
acto cada vez más maduro y autentico.

Una autentica pastoral litúrgica sabrá apoyarse en la riqueza de la piedad popular,


purificarla y orientarla hacia la Liturgia, como una ofrenda de los pueblos.
NATURALEZA Y ESTRUCTURA: El directorio está constituido por dos partes;

1. Líneas emergentes; establece los elementos para realizar una armónica


composición entre culto litúrgico y piedad a lo largo de la historia. Trata la
experiencia madurada y la determinación sistemática de la problemática de
nuestro tiempo.
2. Orientaciones; presenta un conjunto de propuestas operativas, sin todavía
pretender abarcar todos los usos y las prácticas de piedad existentes en los
distintos lugares.

En su totalidad el Directorio tiene la finalidad de orientar sobre cada una de las


devociones, breves noticias históricas, recuerdan los diversos ejercicios de piedad
en los cuales se expresa, proponen las razones teológicas que les sirven de
fundamento, dan sugerencias practicas sobre el tiempo, el lugar, el lenguaje y
sobre otros elementos, para una valida armonización entre las acciones litúrgicas
y los ejercicios de piedad.

LOS DESTINARIOS.

Se refieren solamente a la Iglesia Latina y al Rito Romano, se dirigen sobre todo a


los obispos, a los cuales corresponde la tarea de presidir en las diócesis la
comunidad del culto, de incrementar la vida litúrgica y de coordinar con ella las
otras formas cultuales; también son destinatarios sus colaboradores directos,
ósea, sus Vicarios, presbíteros y diáconos, de forma especial los Rectores de
Santuarios, los Superiores mayores de los institutos de vida consagrada,
masculinos y femeninos.

LA TERMINOLOGÍA.

El tratamiento de esta compleja materia, denominada comúnmente "religiosidad


popular" o "piedad popular”.

EJERCICIO DE PIEDAD.

Los ejercicios de piedad se refieren siempre, de hecho, a la realidad de gracia que


Dios ha revelado en Cristo Jesús y conforme a las "normas y leyes de la Iglesia"
se desarrollan "según las costumbres o los libros legítimamente aprobados".

DEVOCIONES.

el término viene usado para designar las diversas prácticas que animados de una
actitud interior de fe, manifiestan un aspecto particular de la relación del fiel con
las Divinas Personas, con la Virgen María o con los Santos, considerados en su
configuración con Cristo o en su misión desarrollada en la vida de la Iglesia.
PIEDAD POPULAR.

Designa aquí las diversas manifestaciones cultuales, de carácter privado o


comunitario, que en el ámbito de la fe cristiana se expresan principalmente con las
formas peculiares derivadas del genio de un pueblo o de una etnia y de su cultura.

La piedad popular, considerada como un "verdadero tesoro del pueblo de Dios",


"manifiesta una sed de Dios que sólo los sencillos y los pobres pueden conocer;
vuelve capaces de generosidad y de sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata
de manifestar la fe; comporta un sentimiento vivo de los atributos profundos de
Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante.

RELIGIOSIDAD POPULAR.

Se refiere a una experiencia universal, todo pueblo, de hecho, tiende a expresar


su visión total de la trascendencia y su concepción de la naturaleza, de la
sociedad y de la historia. La religiosidad popular da lugar a una especie de
"catolicismo popular", en el cual coexisten, más o menos armónicamente,
elementos provenientes del sentido religioso de la vida, de la cultura propia de un
pueblo, de la revelación cristiana.

ALGUNOS PRINCIPIOS.

EL PRIMADO DE LA LITURGIA.

En verdad, "toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su


Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el
mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia".
La excelencia de la Liturgia debe encontrar acogida en la conciencia de los fieles.
Esto pide la formación de los sacerdotes y los fieles, a fin que se dé la
preeminencia a la oración litúrgica y al año litúrgico, sobre toda otra práctica de
devoción.

En la piedad popular debe percibirse: la inspiración bíblica, siendo inaceptable una


oración cristiana sin referencia, directa o indirecta, a las páginas bíblicas; la
inspiración litúrgica, inspiración ecuménica, inspiración antropológica. Para que
resulte fructuosa, tal renovación debe estar llena de sentido pedagógico y
realizado con gradualidad, teniendo en cuenta los diversos lugares y
circunstancias.

DISTINCIONES Y ARMONÍA CON LA LITURGIA.

La diferencia objetiva entre los ejercicios de piedad y las prácticas de devoción, no


pueden mezclarse las fórmulas propias de los ejercicios de piedad con las
acciones litúrgicas. se debe evitar la superposición, ya que el lenguaje, el ritmo, el
desarrollo y los acentos teológicos de la piedad popular se diferencian de los
correspondientes de las acciones litúrgicas. Igualmente se debe superar, donde se
da el caso, la concurrencia o la contraposición con las acciones litúrgicas: se debe
salvaguardar la precedencia propia del domingo, de las solemnidades, de los
tiempos y días litúrgicos. Hay que evitar añadir modos propios de la "celebración
litúrgica" a los ejercicios de piedad, que deben conservar su estilo, su simplicidad y
su lenguaje característico.

EL LENGUAJE DE LA PIEDAD POPULAR.

El lenguaje verbal y gestual de la piedad popular, debe permitir manifestar en todo


caso, junto a la verdad de la fe, la grandeza de los misterios cristianos. Similares
expresiones, que se trasmiten desde siglos, de padres a hijos, son modos directos
y simples de manifestar externamente el sentimiento del corazón y el deseo de
vivir cristianamente.

LOS TEXTOS Y LAS FÓRMULAS.

Los textos estables y públicos de oraciones y de actos de piedad deben llevar la


aprobación del Ordinario del lugar.

EL CANTO Y LA MÚSICA.

El canto, expresión natural del alma de un pueblo. El cuidado en conservar la


herencia de los cantos recibidos de la tradición debe conjugarse con el sentido
bíblico y eclesial, abierto a la necesidad de revisiones o de nuevas composiciones.

Tales formas de expresar el sentimiento interior, forman parte de la tradición


popular, especialmente con ocasión de las fiestas de los santos Patronos; es claro
que deben ser manifestaciones de verdadera oración común y no un simple
espectáculo.

LAS IMÁGENES.

Una expresión de gran importancia es el uso de las imágenes. La veneración por


las imágenes sagradas pertenece, de hecho, a la naturaleza de la piedad católica:
es un signo el gran patrimonio artístico, que se puede encontrar en iglesias y
santuarios, a cuya formación ha contribuido frecuentemente la devoción popular.
Es válido el principio relativo al empleo litúrgico de las imágenes de Cristo, de la
Virgen y de los Santos, tradicionalmente afirmado y defendido por la Iglesia,
consciente de que "los honores tributados a las imágenes se dirige a las personas
representadas".

LOS LUGARES.

Junto a la iglesia, la piedad popular tiene un espacio expresivo de importancia en


el santuario. Al lado de tales lugares, manifiestamente reservados a la oración
comunitaria y privada, existen otros, no menos importantes, como la casa, los
ambientes de vida y de trabajo; en algunas ocasiones, también las calles y las
plazas se convierten en espacios de manifestación de la fe.

LOS TIEMPOS.

El ritmo marcado por el alternarse del día y de la noche, de los meses, del cambio
de las estaciones, está acompañado de variadas expresiones de la piedad
popular. La "fiesta", con sus días de preparación, hace sobresalir las
manifestaciones religiosas que han contribuido a forjar la tradición peculiar de una
determinada comunidad.

RESPONSABILIDAD Y COMPETENCIA

Las manifestaciones de la piedad popular están bajo la responsabilidad del


Ordinario del lugar. Las disposiciones dadas por un Ordinario para el propio
territorio de jurisdicción, conciernen, de por sí, a la Iglesia particular confiada a él.
Según las normas de la ya citada Constitución Pastor Bonus, n. 70, es tarea de
esta Congregación ayudar a los Obispos en materia de oración y prácticas de
piedad del pueblo cristiano.

CAPÍTULO I.

LITURGIA Y PIEDAD POPULAR A LA LUZ DE LA HISTORIA.

LITURGIA Y PIEDAD POPULAR EN EL CURSO DE LOS SIGLOS: Las


relaciones entre Liturgia y piedad popular son antiguas.

LA ANTIGÜEDAD CRISTIANA.

Para las más antiguas comunidades cristianas, la única realidad que contaba era;
 Cristo.
 Sus palabras de vida.
 Su mandamiento de amor mutuo.
 Las acciones rituales que él ha mandado realizar en memoria suya.

Signos de una piedad personal, proveniente de la tradición judaica; el seguir las


recomendaciones y el ejemplo de Jesús y de San Pablo sobre la oración
incesante; recibiendo o iniciando cada cosa con una acción de gracias. Los
Evangelios y los otros escritos del Nuevo Testamento contienen invocaciones
dirigidas a Jesús, repetidas por los fieles, como signo de devoción cristológica:
 "Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí"
 "Señor, si quieres puedes sanarme"
 "Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino"
 "Señor mío y Dios mío"
 "Señor Jesús, acoge mi espíritu".
Desde el siglo II, se observa que formas y expresiones de la piedad popular, sean
de origen judaico, de matriz greco-romana.

A partir del siglo IV, por la nueva situación político-social, comienza la cuestión de
la relación entre expresiones litúrgicas y expresiones de piedad popular en la
Iglesia.

Las diversas Iglesias locales, guiadas por claras intenciones evangelizadoras y


pastorales, no desdeñan asumir en la Liturgia, debidamente purificadas, formas
cultuales solemnes y festivas, provenientes del mundo pagano, capaces de
conmover los ánimos y de impresionar la imaginación, hacia las cuales el pueblo
se sentía atraído. E incluso se revelaba que sólo en el culto dado a Cristo,
verdadero Dios y verdadero Salvador, resultaban verdaderas muchas expresiones
cultuales que, derivadas del profundo sentido religioso del hombre, eran tributadas
a falsos dioses y falsos salvadores.

En los siglos IV-V se hace más notable el sentido de lo sagrado, referido al


tiempo y a los lugares. Establecen días particulares para celebrar algunos
misterios salvíficos de Cristo, como la Epifanía, la Navidad, la Ascensión; para
honrar la memoria de los mártires en su dies natalis. Para recordar el tránsito de
sus Pastores, en el aniversario del dies depositionis; para celebrar algunos
sacramentos o asumir compromisos de vida solemnes. Mediante la consagración
de un lugar, en el que se convoca a la comunidad para celebrar los divinos
misterios y la alabanza al Señor, y se convierte, por la misma disposición de los
espacios arquitectónicos, en un reflejo del misterio de Cristo y una imagen de la
Iglesia celebrante.

En esta época, madura el proceso de formación y la diferenciación consiguiente


de las diversas familias litúrgicas. Esto conduce progresivamente a la creación de
sistemas litúrgicos dotados de un estilo celebrativo particular y un conjunto propio
de textos y ritos. Estas intervenciones dan lugar a la instauración de un régimen
litúrgico con formas fijas, en esto algunos expertos encuentran una de las causas
de la futura proliferación de textos para la piedad privada y popular.

El pontificado de San Gregorio Magno (590-604), “pastor y liturgista insigne”,


punto de referencia ejemplar de una relación fecunda entre liturgia y piedad
popular. Este pontífice desarrolla un intensa actividad litúrgica, para ofrecer al
pueblo romano mediante la organización de procesiones, estaciones y rogativas,
unas estructuras que respondan a la sensibilidad popular;
 Da sabias directrices para que la conversión de los nuevos pueblos al
Evangelio no se realice de sus tradiciones culturales;
 Asegura el sentido unitario del culto cristiano, al cimentarlo sólidamente en
la celebración de la pascua.
LA EDAD MEDIA.

Se presenta como el periodo de lucha contra la herejía iconoclasta, dividida en dos


fases (725-787 y 815-843), clave para el desarrollo de la Liturgia, sobre la
Eucaristía y de la iconografía propia de los edificios de culto. La Liturgia refleja la
visión simbólica del universo y la concepción jerárquica y sagrada del mundo.

Es superada la crisis iconoclasta con el decreto De sacris imaginibus del


Concilio ecuménico de Nicea II (787); victoria consolidada en el "Triunfo de la
Ortodoxia" (843), la iconografía se desarrolla, se organiza de manera definitiva y
recibe una legitimación doctrinal. En Occidente, el encuentro del cristianismo con
los celtas, visigodos, anglosajones, franco-germanos, realizado ya en el siglo V, da
lugar en la alta Edad Media a un proceso de formación de nuevas culturas y de
nuevas instituciones políticas y civiles.

Desde el siglo VII hasta la mitad del siglo XV se determina la diferencia entre
Liturgia y piedad popular, hasta el punto de crearse un dualismo celebrativo, sus
causas son:
 La Liturgia es competencia de los clérigos y los laicos son espectadores.
 Clara diferenciación de las funciones en clérigos, monjes, laicos – da lugar
a formas y estilos diferentes de oración.
 El conocimiento insuficiente de las Escrituras por los laicos, clérigos y
religiosos, hace difícil comprender la estructura y el lenguaje simbólico de la
liturgia.
 Difusión de la literatura apócrifa; ejerce un influjo notable sobre la
iconografía, y al despertar la imaginación de los fieles, capta su atención.
 La escasez de predicación de tipo hemolítico; la celebración litúrgica se
mantiene cerrada a la comprensión y a la participación activa de los fieles,
los cuales buscan formas y momentos cultuales alternativos.
 La tendencia al alegorismo, desvía a los fieles de la comprensión de la
verdadera naturaleza de la Liturgia.

En la Edad Media surgieron movimientos espirituales y asociaciones con diversa


configuración jurídica y eclesial, tuvieron un influjo notable en el modo de plantear
las relaciones entre Liturgia y piedad popular. Las órdenes religiosas evangélico-
apostólica, adoptaron formas de celebración más sencillas, favorecieron la
aparición de ejercicios de piedad, mediante los cuales expresaban su carisma y lo
transmitían a los fieles. Las hermandades religiosas, nacidas con fines cultuales y
caritativos, y las corporaciones laicas, constituidas con una finalidad profesional,
dan origen a una cierta actividad litúrgica de carácter popular: erigen capillas para
sus reuniones de culto, eligen un Patrono y celebran su fiesta.

A lo largo de toda la Edad Media, nacen y se desarrollan muchas expresiones de


piedad popular:
 Se organizan representaciones sagradas sobre todo los acontecimientos
salvíficos de la Navidad de Cristo y de su Pasión, Muerte y Resurrección.
 Nace la poesía en lengua vernácula que favorece la participación de los
fieles.
 En la baja edad media la recitación del Rosario tiende a sustituir la del
salterio.
 Se incrementan las formas populares del culto a la Virgen Santísima y a los
Santos, veneración de las reliquias, súplicas litánicas, sufragios por los
difuntos.
 Se constituyen núcleos de "tiempos sagrados, días de fiesta sacro-
profanos, triduos, septenarios, octavarios, novenas, meses dedicados a
particulares devociones populares.

En la Edad Media, la relación entre Liturgia y piedad popular es constante y


compleja. Se puede notar un doble movimiento: la Liturgia inspira y fecunda
expresiones de la piedad popular; formas de la piedad popular se reciben e
integran en la Liturgia. Sucede sobre todo, en los ritos de consagración de
personas, de colación de ministerios, de dedicación de lugares, de institución de
fiestas. Hacia el final de la Edad Media, ambas pasan por un periodo de crisis: la
Liturgia por la ruptura de la unidad cultual, elementos secundarios adquieren una
importancia excesiva en detrimento de los elementos centrales; en la piedad
popular, por la falta de una catequesis profunda, las desviaciones y exageraciones
amenazan la correcta expresión del culto cristiano.

LA ÉPOCA MODERNA.

Durante la segunda mitad del siglo XV la devotio moderna, contó con insignes
maestros de vida espiritual y que alcanzó una notable difusión entre clérigos y
laicos cultos, favorece la aparición de ejercicios de piedad con un fondo meditativo
y afectivo, cuyo punto de referencia es la humanidad de Cristo – los misterios de
su infancia, de la vida oculta, de la Pasión y muerte.

Se considera expresión característica de la devotio moderna, la célebre obra De


imitatione Christi ha tenido un influjo extraordinario y beneficioso en discípulos del
Señor, deseosos de alcanzar la perfección cristiana. El De imitatione Christi
orienta a los fieles hacia un tipo de piedad más bien individual, y la invitación a
escuchar la voz del Maestro interior.

Entre el final del siglo XV y el inicio del siglo XVI, por los descubrimientos
geográficos – en África, en América, y posteriormente en el Extremo Oriente -, se
plantea de una manera nueva la cuestión de las relaciones entre Liturgia y piedad
popular. La labor de evangelización y de catequesis en países lejanos del rito
romano se realiza mediante el anuncio de la Palabra y la celebración de los
sacramentos.
En los comienzos del siglo XV Los hombres más preocupados por una auténtica
reforma de la Iglesia, hay que recordar a los monjes camaldulenses Pablo
Justiniani y Pedro Querini, autores de un Libellus ad Leonem X; contenía
indicaciones importantes para revitalizar la Liturgia y para abrir sus tesoros a todo
el pueblo de Dios: formación, sobre todo bíblica, del clero y de los religiosos; el
uso de la lengua vernácula en la celebración de los misterios sagrados; la
reordenación de los libros litúrgicos; la catequesis, encaminada también a
comunicar a los fieles el valor de la Liturgia.

Luego de la clausura del Concilio Lateranense V (16 de Marzo de 1517), comenzó


el nacimiento del protestantismo.

El Concilio de Trento (1545-1563) afrontó las cuestiones de tipo litúrgico-


sacramental desde un punto de vista preferentemente doctrinal; Denuncia de los
errores y de condena de los abusos, de defensa de la fe y de la tradición litúrgica
de la Iglesia; proponiendo mediante el decreto De reformatione generali un
programa pastoral y encomendando su aplicación a la Sede Apostólica y a los
Obispos.

En el 1588 se creó la Sagrada Congregación de Ritos para la custodia y la recta


ordenación de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia romana.

En la época pos-tridentina, la Liturgia entra en un periodo de uniformidad


sustancial y de un carácter estático persistente; frente a ella, la piedad popular
experimenta un desarrollo extraordinario. La Reforma católica favoreció la
creación y difusión de los ejercicios de piedad, que resultaron importantes para la
defensa de la fe católica y para alimentar la piedad de los fieles. Por ejemplo, el
desarrollo de las cofradías dedicadas a los misterios de la Pasión del Señor, a la
Virgen María y a los Santos; tenían como triple finalidad la penitencia, la formación
de los laicos y las obras de caridad.

Las "misiones populares", surgidas en esta época, tienen por objeto conducir a
los fieles al sacramento de la penitencia y a recibir la comunión eucarística,
recurriendo a los ejercicios de piedad para inducir a la conversión, asegurando la
participación cultural de los mismos.

En la época de la Reforma católica, la relación entre Liturgia y piedad popular se


establece sólo en términos de carácter estático y desarrollo, se dan situaciones
anómalas: los ejercicios piadosos se realizan a veces durante la misma
celebración litúrgica, y en la actividad pastoral, tienen un puesto preferente con
relación a la Liturgia. El misterio pascual de Cristo, fundamento, cauce y
culminación de todo el culto cristiano, que tiene su expresión principal en el
domingo.

Durante la Ilustración se acentúa la separación entre la "religión de los doctos",


potencialmente cercana a la Liturgia, y la "religión de los sencillos", de hecho,
doctos y pueblo se reúnen en las mismas prácticas religiosas. Sin embargo los
"doctos" apoyan una práctica religiosa iluminada por la inteligencia y el saber, y
desprecian la piedad popular, se alimenta de la superstición y del fanatismo. el
interés renovado por la Liturgia está animado por un interés pastoral por el clero y
los laicos, como sucede en Francia a partir del siglo XVII.

La iglesia dirige la acción apostólica que procura, la mutua integración de Liturgia


y piedad popular. Por ejemplo; procura conseguir la conversión del espíritu y de
las costumbres de los fieles, acercarles al sacramento de la reconciliación,
hacerles volver a la Misa dominical, enseñarles el valor del sacramento de la
Unción de enfermos y del Viático.

En el siglo XVIII, Luis Antonio Muratori, supo conjugar los estudios eruditos con las
nuevas pastorales en su célebre obra Della regolata devozione dei cristiani
propuso una religiosidad que tomara de la Liturgia y de la Escritura su sustancia y
se mantuviese lejana de la superstición y de la magia. También fue iluminadora la
obra del papa Benedicto XIV (Prospero Lambertini) que permitió el uso de la Biblia
en lenguas vernáculas.

LA EPOCA CONTEMPORANEA.

En el siglo XIX es superada la revolución francesa que quiso desaparecer la fe


católica y debido a ello se da el renacimiento litúrgico. Junto con este despertar
eclesiológico hay que resaltar, como precursores del renacimiento litúrgico, el
florecimiento de los estudios bíblicos y patrísticos, la tensión eclesial y ecuménica
de hombres como Antonio Rosmini (+1855) y John Henry Newman (+1890).

En el proceso de renacimiento, se debe mencionar especialmente la obra del abad


Prosper Guéranger (+1875), restaurador del monacato en Francia y fundador de la
abadía de Solesmes: su visión de la Liturgia está penetrada de amor a la Iglesia y
a la tradición. El renacimiento litúrgico promovido por él, trata de hacer de la
liturgia la expresión cultual, sentida y participada, de todo el pueblo de Dios.
Durante el siglo XIX no se produce solo el despertar de la Liturgia, sino también un
incremento de la piedad popular.

La misma cultura del Romanticismo valora el sentimiento y los aspectos


religiosos del hombre, favorece la búsqueda, la compresión y la estima de lo
popular, también en el campo del culto.

En el S. XIX la relación entre Liturgia y la piedad popular, está afectada por un


factor negativo: el fenómeno de superposición de ejercicios de piedad con las
acciones litúrgicas.

Al comienzo del S. XX el Papa san Pio X (1903-1914) se propuso acercar a los


fieles a la Liturgia. Pensaba que los fieles adquieren el “verdadero espíritu
cristiano”; que es la participación activa en los sacrosantos misterios y en la
oración pública y solemne de la Iglesia. Rechazo la confusión entre la piedad
popular y la Liturgia; favoreció la clara distinción entre los dos campos y abrió el
camino para una justa compresión de la relación mutua.

Los sumos pontífices han reconocido el aliento del Espíritu que animaron el
movimiento litúrgico, favoreciendo la compresión y el amor por la celebración de
los sagrados misterios, renovando en ellos la conciencia de pertenecer a un
pueblo sacerdotal.

Sería misión del Concilio ecuménico Vaticano II, mediante la Constitución


Sacrosanctum Concilium, definir en sus justos términos la relación entre la Liturgia
y la piedad popular, proclamando el primado indiscutible de la santa Liturgia y la
subordinación a la misma de los ejercicios de piedad.

LITURGIA Y PIEDAD POPULAR: PROBLEMÁTICA ACTUAL.

Es necesario ahora, desde lo que enseña la historia, sacar algunas indicaciones


para responder a los interrogantes pastorales que se presentan hoy con fuerza y
urgencia.

Indicaciones de la historia: causas del desequilibrio.

La historia muestra, que la relación entre Liturgia y piedad popular se deteriora


cuando en los fieles se debilita la conciencia de algunos valores esenciales de la
misma Liturgia. Algunas causas son:

 Escasa conciencia del sentido de la Pascua y del lugar central que ocupa la
historia de la salvación.
 Pérdida del sentido del sacerdocio universal, los fieles están habilitados
para "ofrecer sacrificios agradables a Dios, por medio de Jesucristo".
 El desconocimiento del lenguaje propio de la Liturgia - el lenguaje, los
signos, los símbolos, los gestos rituales, los fieles pierden en gran medida
el sentido de la celebración.

Estos factores produce un desequilibrio en la relación entre la Liturgia y piedad


popular; detrimento de la primera y empobrecimiento de la segunda. Esto se debe
estimar como un hecho positivo ya que conlleva a la orientación más profunda de
la piedad cristiana.

A la luz de la Constitución sobre Liturgia

En nuestro tiempo la relación entre Liturgia y piedad popular se considera sobre


todo a la luz de las directrices contenidas en la Constitución Sacrosanctum
Concilium, las cuales buscan una relación armónica entre ambas expresiones de
piedad, aunque la segunda está objetivamente subordinada y orientada a la
primera.
No se debe plantear la relación entre Liturgia y piedad popular en términos de
oposición, pero tampoco de equiparación o de sustitución. De hecho, la conciencia
de la importancia primordial de la Liturgia, no debe a descuidar la realidad de la
piedad popular y mucho menos a despreciarla o a considerarla superflua o incluso
nociva para la vida cultual de la Iglesia.

Dicho planteamiento provoca una actitud que:

 No tiene en cuenta que la piedad popular es también una realidad eclesial


promovida y sostenida por el Espíritu.
 No considera suficientemente los frutos de gracia y de santidad.
 Se confunde un elemento noble del espíritu humano; el sentimiento.

Donde los ejercicios de piedad se practican en perjuicio de las acciones litúrgicas,


se suelen escuchar afirmaciones como:

 La piedad popular es un ámbito adecuado para celebrar de manera libre y


espontánea la “Vida” en sus múltiples expresiones.
 La piedad popular es un espacio real y autentico para la vida de oración.

En respuesta a ello el ultimo concilio ecuménico nos recuerda que toda


celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la
Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el
mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia". La iglesia no duda en
afirmar que "mediante la Liturgia se ejerce la obra de nuestra Redención, sobre
todo en el divino sacrificio de la Eucaristía".

Así pues, Liturgia y piedad popular son dos expresiones cultuales que se deben
poner en relación mutua y fecunda:
 La Liturgia deberá constituir el punto de referencia para "encauzar con
lucidez y prudencia los anhelos de oración y de vida carismática" que
aparecen en la piedad popular;
 por su parte la piedad popular, con sus valores simbólicos y expresivos,
podrá aportar a la Liturgia algunas referencias para una verdadera
enculturación, y estímulos para un dinamismo creador eficaz.

LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN.

A la luz de todo el camino para que desaparezcan los motivos de desequilibrio o


de tensión entre Liturgia y piedad popular es la formación, tanto del clero como de
los laicos. Que siempre se debe redescubrir y profundizar, es necesario como
complemento para conseguir una rica y armónica espiritualidad.

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