MARRO, K. - Marxismo y Trabajo Social. Reflexiones

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 32

Cátedra Libre

marxismo y trabajo social


Debates actuales en Trabajo Social

Reflexiones para una


comprensión histórico-crítica del
movimiento social en sus
múltiples dimensiones

Katia Marro

mayo de 2013
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

Marro, Katia Iris

Reflexiones para una comprensión histórico-crítica del movimiento social en sus múltiples
dimensiones. - 1a ed. - La Plata: Dynamis, 2013.

E-Book.

ISBN 978-987-29828-2-9

1. Trabajo Social. I. Título

CDD 361.3

Fecha de catalogación: 06/08/2013

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 2


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

Reflexiones para una comprensión histórico-crítica del movimiento social en sus


múltiples expresiones

Dra. Katia Marro1

1. Introducción

Hablar de movimientos sociales vuelve a ser en nuestros días un tema


bastante revisitado en algunos ámbitos académicos latino-americanos, y esa
tendencia no debe sorprendernos si estuviéramos atentos al contexto socio-histórico
regional de la última década, caracterizado por la revigorización de un conjunto de
luchas y expresiones de resistencias (reinauguradas por la rebelión zapatista de 1994)
que contestan con radicalidad las consecuencias de la degradación de la vida social
provocadas por las contra-reformas neoliberales y las destructivas tentativas de
recuperación de las tasas de lucro por parte del capital con posterioridad a la década
de 1970. Felizmente, el tema en cuestión, también alcanza a las agendas de debate
de los propios protagonistas de esas luchas, constatado en los diversos foros de
articulación de esos sujetos (Foro Social Mundial, Otra Campaña, Plebiscitos
Populares, Redes en defensa de los recursos naturales), así como en las experiencias
de formación política que apuntan a la construcción de intelectuales orgánicos a los
procesos de lucha de esas masas subalternas, de entre las cuales destacamos la
Escuela Nacional Florestán Fernandes (ENFF) del Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil.

Sin embargo, no todos los analistas e intelectuales que hoy hablan de


movimientos sociales, lo hacen desde una misma perspectiva. Más que de “acuerdos”,
un análisis más atento puede alertarnos de que bajo esa denominación se encuentran
concepciones muy diferenciadas acerca de los elementos de realidad que caracterizan
un movimiento social, de cuáles son sus principales reivindicaciones, su naturaleza, su
relación con el conflicto de clases, sus principales protagonistas. En esa dirección,

1
El siguiente texto rescata y desarrolla algunas ideas presentes en nuestro trabajo “Algunos criterios metodológicos
de interpretación histórico-crítica del movimiento social en sus múltiples expresiones”, publicado temporalmente en
el site del Observatorio Social de América Latina de CLACSO (cf. MARRO, 2006), así como aporta un conjunto de
reflexiones derivadas de la experiencia del dictado de la disciplina “Movimientos Sociales y Educación Popular” de la
Carrera de Servicio Social del Polo Universitario de Rio das Ostras de la Universidad Federal Fluminense.
Traducción: Brian Cañizares; Revisión: Katia Marro.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 3


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

podremos observar lecturas que los identifican a la lucha por la conquista de derechos;
concepciones que los colocan como siendo substitutos del tradicional movimiento
obrero y de la dinámica de la lucha de clases; interpretaciones que los abordan como
los “nuevos” sujetos de la historia; entre tantas otras. Son estas algunas de las
perspectivas con las cuales polemizamos a lo largo de la reflexión.

Este trabajo pretende sistematizar un conjunto de criterios teórico-


metodológicos para la comprensión de los movimientos sociales en sus múltiples
expresiones y formas de existencia en el marco de los antagonismos de la sociedad
burguesa. Mas que una conceptualización abstracta de las luchas sociales que se
pretenda válida para “cualquier tiempo y lugar”, estas ideas buscan ofrecer claves
analíticas de interpretación de los movimientos sociales que, “adentrándose” en
algunos momentos históricos o recuperando aspectos constitutivos del orden social
capitalista, nos permitan comprenderlos a la luz de la dinámica de las luchas de clase.
Por tanto, el lector no encontrará aquí una definición acabada o una clasificación
general de los movimientos sociales, sino una invitación a reflexionar y reconstruir a
partir de la propia dinámica organizativa y de lucha de estos sujetos, las claves teórico-
analíticas más apropiadas para su comprensión.

Así, partiremos de conceptualizar lo que entendemos por movimiento social


(apelando a un concepto abarcativo y otro específico); posteriormente recuperaremos
algunos aspectos históricos a la luz de la experiencia de constitución del movimiento
obrero para situar la relación que existe entre las luchas sociales y la “cuestión social”;
para finalmente, reconstruir un conjunto de elementos y claves analíticas que pueden
enriquecer nuestra comprensión de esos sujetos políticos.

1.1 ¿En qué sentido nos referimos al concepto de movimiento social?

Nos gustaría comenzar afirmando que al hablar de movimiento social,


podemos hacer uso de esa denominación en dos sentidos, no necesariamente
excluyentes:

a) Un primer sentido, refiriéndonos al movimiento social de forma genérica y


abarcativa, que caracteriza el proceso histórico propio del orden burgués, a través del
cual las clases subalternas fueron constituyéndose como sujeto político capaz de
comprender y ensayar una crítica (más o menos elaborada) de los mecanismos de

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 4


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

explotación y opresión que constituyen el antagonismo de clases – y en esa dirección,


con potencial para alimentar una intervención revolucionaria en la realidad social.

Sin dudas, el proceso de constitución de la clase trabajadora como


movimiento en el escenario posterior a las rebeliones europeas de 1848, significa que
ésta no denota sólo una posición de explotación en la estructura social (lo que en el
lenguaje marxiano puede comprenderse como “clase en sí”). Mucho más que una
aglomeración amorfa de individuos trabajadores (que comparten el hecho de tener
únicamente su fuerza de trabajo para vender), el proceso de formación de la clase a
partir de los experimentos organizativos del movimiento obrero del siglo XIX expresa
que ésta se va constituyendo como movimiento social en el sentido de la construcción
de los trabajadores como sujetos protagonistas de la historia: los trabajadores como
“clase para sí”, como clase que a partir del proceso de auto-organización deja de
responder a un mero designio del capital (su posición subordinada en la estructura
social), para pasar a existir para sí misma, como sujeto político.

Esta primera identificación del concepto de movimiento social se refiere al


proceso por el cual las masas subalternas comienzan a constituirse como sujetos
políticos con capacidad de intervención crítica en las relaciones sociales de
explotación y opresión propias del orden burgués, siendo entonces el movimiento
obrero su primer y más clásica expresión (N. de Trad.: Todas las itálicas en este
documento corresponden al original).

Y aunque no podamos ecualizar (por su diferenciada capacidad de enfrentar


las antagónicas relaciones sociales que se estructuran en el siglo XIX) la rebelión
andina liderada por Tupac Amaru en 1780 con la experiencia del movimiento obrero en
la Europa de 1848, debemos reconocerlos, con sus debidas mediaciones, como parte
de una misma totalidad histórica de ofensiva y avance de las relaciones sociales
burguesas en diversos lugares del planeta y de generación de focos de conflicto o
sujetos que van enfrentando esos antagonismos de clase. Por eso, en ese período
histórico, además del movimiento obrero, podemos identificar otras expresiones del
movimiento social –en ese sentido genérico - , al mapear otros ensayos organizativos
de las masas subalternas que, tal vez con menos claridad teórico-política o solidez
organizativa, van a enfrentar, por ejemplo en América Latina, momentos diferenciados
del antagonismo de clases: nos referimos a los indígenas y su identificación con las
luchas en defensa de los recursos naturales y de la cuestión de la tierra – problema

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 5


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

central que, en la visión de intelectuales como Mariátegui, ya en el inicio del siglo XX,
denuncia el antagonismo de clases en la periferia del sistema.

Veremos más tarde que esta utilización abarcativa del concepto de


movimiento social – que reconoce diversas expresiones, como el movimiento obrero o
el movimiento indígena – puede permitirnos dar visibilidad a diversas formas de lucha
que, con más o menos claridad teórico y política, van a enfrentar momentos
diferenciados del antagonismo de clases.

b) Una segunda acepción del concepto de movimiento social se relaciona


con el resurgimiento o revigorización de un conjunto de formas organizativas que
aglutinan segmentos diferenciados de las clases subalternas en torno de
reivindicaciones particulares, fundamentalmente a partir de los años de 1960 y en las
décadas subsiguientes2, caracterizando, inclusive, un abanico significativo de los
sujetos sociales contemporáneos. Nos referimos a los movimientos feministas,
ecologistas, en defensa de las banderas de lucha de la población LGBT, los
movimientos indígenas, pero también a los movimientos populares de barrio, los
movimientos sin techo, a los movimientos que luchan por mejores condiciones de vida,
a los movimientos de desocupados, a los sin tierra, etc.

Este concepto más “específico” de movimiento social denota un conjunto muy


diverso de experimentos organizativos y de constitución de sujetos colectivos (que no
pueden ser ecualizados en su significado socio-histórico), pero que pueden ser
comprendidos a partir de una misma naturaleza económico-corporativa, en términos
gramscianos. Todos ellos estructuran sus procesos de organización a partir de una
“identidad de lucha común” y de un conjunto de reivindicaciones que representan a
segmentos sociales particulares – “nosotros sin techo”, “nosotros vecinos de los
barrios”, “nosotros trabajadores desocupados”, “nosotras mujeres campesinas”,
“nosotros activistas LGBT”, “nosotros sin tierra” – no siendo directas las vinculaciones
posibles con la totalidad de las relaciones sociales, o sea, no portando necesariamente
en esas reivindicaciones corporativas una perspectiva más universal de intervención

2
“Hablamos también de “revigorización” de esos movimientos a partir de la década de 1960, sobre todo al pensar
en experiencias como las del movimiento feminista que no surgen en la década de 1960, sino que se constituye
como una tendencia organizativa presente en el movimiento obrero y socialista a principios del siglo XX. Ese
cuidado debe ser aún mayor al referirnos a los indígenas, cuyas rebeliones marcan la historia de América Latina
desde el siglo XIX, aunque se haya observado en el siglo subsiguiente su constitución más clara como sujeto
político social.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 6


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

en la realidad social – lo que Gramsci llamaría una dimensión político-universal en las


luchas sociales, necesaria para transformar el conjunto de las relaciones de
explotación y opresión.

En ese sentido, los movimientos sociales como una forma organizativa


particular, tendrían como principal característica el hecho de moverse en un terreno
económico-corporativo, a diferencia de los partidos políticos (otra forma organizativa)
que se proyectan a través de una propuesta de organización de las relaciones políticas
y de poder, o sea, de un proyecto determinado de sociedad.

Volveremos nuevamente a este aspecto, pero es importante alertar sobre el


hecho de que esta caracterización inicial no puede llevarnos a una interpretación
mecánica de la relación entre las dimensiones particulares y universales de las luchas
sociales, ya que podemos observar a lo largo de la historia experiencias particulares
de organización (movimientos sociales en sentido específico) cuyas reivindicaciones,
inicialmente corporativas, se articulan en estrategias de lucha que portan un claro
corte universal, en la medida en que trascienden ampliamente banderas particulares
de lucha (que apenas identificarían un segmento social) para abarcar el conjunto de
las relaciones sociales: el ejemplo de la reivindicación particular de la reforma agraria
en las estrategias del MST – que una primera impresión podría sugerir que estamos
frente a una demanda corporativa que beneficiaría fundamentalmente a los
campesinos sin tierra – nos permite observar el transcurso de una lucha que transita
hacia una intervención crítica en las relaciones de propiedad vigentes
(específicamente a partir de la concentración agraria), en las estructuras políticas y de
poder, en los mecanismos de distribución de la riqueza social, esto es, en una
perspectiva más abarcativa de la vida en sociedad.

2. La relación entre las luchas sociales y la “cuestión social” a partir del


proceso de formación del movimiento obrero3.

¿Existe alguna relación entre la “cuestión social” y las luchas sociales? ¿Por
qué sugerir que la existencia de la “cuestión social” supone la presencia de conflictos
sociales que pueden propiciar – de forma más o menos disfrazada, más o menos
explícita – la constitución de sujetos que enfrentan ese conjunto de desigualdades

3
En este momento dialogamos y profundizamos algunas reflexiones presentes en nuestra tesis de doctorado
(Marro, 2009).

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 7


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

sociales? ¿Cuál es la comprensión de la “cuestión social” que nos permite asociarla


con las estrategias de lucha y resistencia de las masas subalternas en su proceso
histórico de auto-organización?

En primer lugar es importante destacar que partimos del presupuesto de que


la existencia de la “cuestión social” en sus múltiples expresiones se explica a partir de
la dinámica antagónica propia de las relaciones sociales capitalistas: los procesos de
pauperización (relativa y absoluta) y de producción de una población excedente para
las necesidades de acumulación del capital (que no consigue reproducir sus
condiciones mínimas de existencia), son componentes necesarios y constitutivos de la
dinámica histórica de explotación de ese orden social, o sea, están asociados
inversamente al desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social y a la
producción de riqueza: para Marx, “la pobreza es una de las condiciones de vida de la
producción capitalista y del desarrollo de la riqueza” (1981, p. 588; traducción nuestra),
porque se constituye como un contingente de fuerza de trabajo disponible para el
capital – por tanto, de masas que pueden estar excluidas del proceso de producción,
pero incluidas marginalmente, o que pueden ser subsidiarias de las necesidades de
acumulación y valorización del capital. Se genera, así, una acumulación de la miseria
relativa a la acumulación del capital – es la raíz de la producción y reproducción de la
“cuestión social” en la sociedad capitalista.

Para dar visibilidad a los intereses antagónicos de clase que constituyen el


campo de disputa y los puntos de resistencia que configuran la “cuestión social”, es
necesario recordar que son los desdoblamientos políticos de la acción de los
trabajadores pobres – desde el movimiento ludista que destruye las máquinas de la
revolución industrial como un mecanismo para forzar negociaciones colectivas con sus
patrones, pasando por los cartistas que levantan las banderas de la democracia
política, hasta la formación de una clase obrera con grados importantes de conciencia
de su fuerza autónoma, hacia mediados del siglo XIX, cuyo ápice se desarrolla en las
rebeliones europeas de 18484 -, que la tornan blanco de preocupación de un amplio
abanico de críticos y reformadores sociales desde los inicios del capitalismo5.

4
En ese sentido, resulta significativo el pasaje de la palabra de orden que caracteriza a la Liga de los Justos (una
articulación de trabajadores de los países industrializados de Europa, a la cual Marx y Engels se vinculan a partir de
1843) retratada en la idea de ”todos los hombres son hermanos” a la célebre convocatoria de “¡Trabajadores de
todos los países uníos!”, que la naciente Liga de los Comunistas retrata en el Manifiesto del Partido Comunista de
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 8
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

Si el movimiento operario comenzaba a comprender que la “cuestión social”


era constitutiva del capitalismo – situada en el terreno del antagonismo entre capital y
trabajo -, la principal “amenaza” advenía menos del hecho de que sus luchas
pretendiesen una politización de esa “cuestión social”, y si de que éstas se
propusiesen su solución como proceso revolucionario – esto es, la “cuestión social”
como objeto de intervención revolucionaria” (Netto, 2001).

Cabe recordar que a partir del contexto histórico europeo de 1848, los
trabajadores – que comienzan a constituirse como movimiento social con autonomía
de la burguesía – van a protagonizar diversos ensayos de auto-organización cuyo
punto de partida es la revuelta en torno de las consecuencias sociales advenidas de
las condiciones de explotación de su fuerza de trabajo, y en esa dirección, su crítica al
orden burgués levanta banderas que denuncian el hambre, el desempleo, la vivienda
insalubre, las enfermedades, el trabajo infantil. Y más que eso. En determinados
contextos históricos los trabajadores van a intentar improvisar respuestas colectivas a
sus propias carencias: son ejemplos la “sopa socialista” que estos sujetos organizaban
en contextos de desempleo generalizado ya al final del siglo XIX, pero
fundamentalmente el enorme repertorio de reivindicaciones que los trabajadores de la
Comuna de Paris de 1871 se proponen heroicamente atender a partir de su joven
organización comunal – una lectura atenta de esos sucesos nos permite rescatar
demandas pioneras que van desde la vivienda a la salud, del transporte colectivo a la
gestión popular de todos los servicios sociales, de la enseñanza laica a la legalización
del aborto, del derecho a un conjunto de beneficios para los trabajadores mayores a la
organización colectiva de la producción (Coggiola, 2002).

Los trabajadores son pioneros en “desnudar” un conjunto de expresiones de


la “cuestión social” que serían objeto de intervención relativa del Estado – bien entrado
el siglo XX y como consecuencia de arduas luchas sociales trabadas para ampliar los
márgenes estrechos de la ciudadanía burguesa-, así como son protagonistas en la
búsqueda de soluciones colectivas que materializan la solidaridad de clase.

1848, expresando una maduración teórica y política que permite a los trabajadores construir su independencia de
clase de la burguesía (Netto, en Marx y Engels, 1998).
5
Sobre el “deslizamiento” hacia el pensamiento conservador de la expresión “cuestión social” en el contexto de
consolidación de la burguesía como clase dominante en la Europa posterior a 1848, como tendencias que ocultan la
vinculación entre desarrollo capitalista y pauperismo (naturalizando las desigualdades sociales), cf. Netto (2001).

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 9


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

En ese sentido, podríamos afirmar – dialogando también con los análisis de


Iamamoto y Carvalho (1986) y Mota (2008) – que la “cuestión social” se relaciona con
el proceso de formación y emergencia de la clase obrera y su ingreso en el escenario
político a través de luchas sociales que, al politizar sus necesidades, tornándolas
objeto de organización y reivindicación colectiva, amenazan potencialmente la “paz”
del orden establecido. La lucha por derechos atinentes al trabajo (derechos sociales y
laborales, como la reducción de la jornada de trabajo conquistada al calor de las
luchas de 1847) y la mejora de las condiciones de vida – incluyendo no sólo las
demandas económico sociales, sino también a la vida cultural y al conocimiento
socialmente producido-, así como las formas autónomas de enfrentamiento de la
“cuestión social” que los trabajadores accionan como clase en su proceso de auto-
organización, provoca un cambio paulatino en las estrategias de dominación que la
burguesía inaugura en el siglo XX (no siendo suficiente el trato represivo de esas
demandas), ahora más preocupada en construir también mecanismos consensuales
en el seno del Estado, capaces de incorporar algunas reivindicaciones laborales.
Incluso según Iamamoto y Carvalho,

Los diversos servicios sociales previstos en políticas sociales


específicas, son expresión de conquistas de la clase trabajadora en su
lucha por mejores condiciones de trabajo y de vida […]. Sin embargo,
existe otra cara de la misma cuestión que debe ser resaltada: al
enfrentarse con el proceso de organización de la clase obrera, el Estado
y las clases patronales incorporan y acumulan como suyas una serie de
reivindicaciones de la clase obrera en su lucha de resistencia de cara al
capital y de afirmación de su papel como clase en la sociedad […] Así
procediendo, no sólo debilitan el componente autónomo y, por tanto, el
carácter de clase de las luchas obreras […] pasan a utilizar tales
conquistas como medio de interferir y de movilizar controladamente los
movimientos sociales, al mismo tiempo en que dislocan las
contradicciones del campo explícito de las relaciones de clase,
absorbiéndolas dentro de las vías institucionales. Las expresiones de la
lucha de clase se transforman en objetos de asistencia social
(Iamamoto y Carvalho, 1986, p. 92-93).

Así, fueron esas luchas sociales que rompieron el dominio privado en las
relaciones entre capital y trabajo – es la publicización de las necesidades de los
trabajadores, en las palabras de Mota (2008) -, extrapolando la “cuestión social” al
ámbito público, exigiendo la interferencia del Estado para el reconocimiento de
derechos sociales y laborales de esa clase trabajadora. En este sentido, si las
condiciones de vida y de trabajo de los grupos subalternos corren el riesgo de ser
insertos en el campo de la política por los momentos de contestación del orden, las
clases dominantes son forzadas a tornarlas también objeto de “reformas sociales”.
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 10
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

Como sugiere Netto (1997), no podemos dejar de mencionar que es en este contexto
de reacción a la organización autónoma de los trabajadores que surge la demanda
socio-histórica que explica la génesis del Servicio Social como profesión, inscrita en la
división social y técnica del trabajo.

Son estas algunas de las raíces teórico-históricas que alimentan nuestra


comprensión de los debates en cuestión, la cual está centrada en la noción de que los
procesos de pauperización y de producción de una masa de trabajadores excedentes
son relativos (constitutivos) a la acumulación capitalista, encontrándose en ese
antagonismo la raíz de la producción y reproducción de la “cuestión social” en la
actual sociedad capitalista. Así, situar la “cuestión social” en el seno del antagonismo
capital-trabajo implica reconocer que, a lo largo de la historia, sus múltiples
manifestaciones están perneadas de las luchas y ensayos de resistencia de esos
sujetos (siempre contradictorios) por su auto-afirmación como clase. Por tanto, “[…]
descifrar la cuestión social es también demostrar las particulares formas de lucha, de
resistencia material y simbólica accionadas por los individuos sociales a la cuestión
social” (Iamamoto, 2007, p. 59; itálicas en el original).

Sintetizando las reflexiones esbozadas hasta aquí podemos afirmar que:

a) La clase trabajadora se constituye como movimiento social autónomo de la


burguesía a partir de un proceso de formación que supone un conjunto de iniciativas y
ensayos de auto-organización en que ésta va descubriendo su capacidad
organizativa, va testeando su potencia contestataria, va construyéndose como sujeto
político. En ese sentido, Thompson afirma:

Estoy convencido de que no podemos entender la clase a menos que la


veamos como una formación social y cultural, surgiendo de procesos
que sólo pueden ser estudiados cuando estos mismos operan durante
un considerable período histórico. En los años entre 1780 y 1832 los
trabajadores ingleses en su mayoría vinieron a sentir una identidad de
intereses entre sí, y contra sus dirigentes y empleadores (Thompson,
2004, p. 10, itálicas nuestras).

Esas experiencias precedentes de organización que incluyen un conjunto


diverso de expresiones de movimientos sociales, forman parte de ese proceso de
formación político y cultural de la clase, de entre los cuales no podemos dejar de
recuperar el contradictorio ejemplo del movimiento ludista: sin una estructura política
organizativa propia; careciendo de una claridad teórica y política acerca de la
naturaleza de clase de la sociedad y de las relaciones de explotación que padecen;

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 11


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

utilizando métodos de lucha destinados a desaparecer en la vorágine del desarrollo de


las fuerzas productivas que el siglo XIX representa; presos de rituales clandestinos y
contagiando de forma intermitente otras iniciativas locales similares; ¿hay alguna
potencia contestataria en ese joven movimiento de los trabajadores? ¿Cuál es el
significado de experiencias como esas que pueden estar señalando un “callejón sin
salida” desde el punto de vista del desarrollo posterior? ¿Vale la pena recuperar
movimientos olvidados por la historia?

Continuemos escuchando las instigadoras reflexiones de nuestro autor:

Sólo los victoriosos (en el sentido de aquellos cuyas aspiraciones


anticiparon la evolución posterior) son recordados. Los callejones sin
salida, las causas perdidas y los propios perdedores son olvidados […].
Estoy intentando rescatar el pobre tejedor de algodón, el mediero
ludista, el tejedor del “obsoleto” telar manual […]. Sus oficios y
tradiciones podían estar desapareciendo. Su hostilidad frente al nuevo
industrialismo podía ser retrógrada. Sus ideas comunitarias podían ser
fantasiosas. Sus aspiraciones insurreccionales podían ser temerarias.
[…] Sus aspiraciones podían ser válidas en los términos de su propia
experiencia […]. No deberíamos tener como único criterio de juicio el
hecho de que las acciones de un hombre se justificasen, o no, a la luz
de la evolución posterior. […] Podemos descubrir, en algunas de las
causas perdidas del Pueblo de la Revolución Industrial, percepciones
de males sociales que aún están por curar. (Thompson, 2004, p. 12,
itálicas nuestras).

Así, en una clave thompsoniana de interpretación podemos comprender el


significado de esas experiencias, donde inclusive los “callejones sin salida” tienen
mucho que ofrecer para la constitución de la experiencia histórica de organización de
la clase: son ensayos organizativos que colaboran en el sentimiento de identidad en
torno de intereses comunes y diseñan una oposición hacia intereses que se tornan
contrarios o antagónicos a los trabajadores. Inclusive en las “causas perdidas”
podemos identificar trazos de las relaciones de opresión y explotación que aún tienen
vigencia histórica y se encuentran operantes – “males sociales que aún están por
curar”.

Por otro lado, Thompson nos alerta que esas acciones de rebelión deben ser
recuperadas “en los términos de su propia experiencia”, o sea, en las condiciones
objetivas y subjetivas que esos sujetos enfrentan y construyen en su tiempo histórico
particular. En ese sentido, los ludistas, hijos de un tiempo histórico caracterizado por
la transición de la industria doméstica y artesanal hacia los “avances” de la revolución
industrial; sometidos a largas jornadas de trabajo degradantes que los impedían de

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 12


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

usufructuar bienes culturales y sociales sólo reservados a las clases poseedoras;


perdidos en el enredo de la indiferenciación de clase, donde la burguesía heredera de
la revolución francesa aún insistía en mostrarse como “clase universal” (también
representante de las aspiraciones de los trabajadores y demás segmentos
subalternos), tienen en sus manos algunos pocos instrumentos de rebelión capaces
de demostrar con efectividad la “furia” de ese joven movimiento: la destrucción de
máquinas, el sabotaje, la intimidación y la violencia son algunos de los métodos
experimentados por esos trabajadores que se asoman a la vida político-organizativa.

En esa misma dirección afirma Hobsbawm,

En un sistema doméstico de industria, donde pequeños grupos de


hombres, u hombres aislados, trabajan esparcidos en numerosas
aldeas y pequeñas casas de campo, de cualquier manera, no es fácil
concebir algún método que pueda garantizar una paralización eficaz.
Además, contra empleadores locales comparativamente pequeños, la
destrucción de propiedades – o la amenaza constante de destrucción –
sería bastante eficaz […] pero la técnica tiene otra ventaja. El hábito de
la solidaridad, que es el fundamento del sindicalismo eficaz, lleva
tiempo en aprenderse. […] Lleva más tiempo aún interiorizar el código
de ética incontestado de la clase trabajadora […]. Más aún, entre
hombres y mujeres mal pagos, sin fondos de huelga, el peligro de
rompedores de huelga es siempre agudo. La destrucción de máquinas
fue unos de los métodos de contraatacar esas debilidades […] había
por lo menos una garantía temporaria de que la fábrica no funcionaría
(Hobsbawm, 2000, p. 22)

Resulta claro entender que serían otras las posibilidades objetivas y


subjetivas con las cuales contaría el movimiento obrero de finales del siglo XIX,
explicadas también a partir de la dinámica de desarrollo del propio capitalismo de la
época: la gran industria y la intensificación de las ciudades posibilitarían una
concentración de trabajadores en las fábricas en el espacio urbano que ahora
usufructuarían transportes y sistemas de comunicaciones a partir de los cuales sería
posible pensar en organizaciones de masas a escala nacional; las victorias políticas y
sociales del movimiento cartista (la reducción de la jornada de trabajo en 1847, las
luchas por la libertad política y la democratización de las instituciones parlamentarias)
ofrecerían otras condiciones de organización; la lucha por el acceso a la cultura y
otros bienes socialmente producidos iría mostrando la necesidad de la superación del
analfabetismo y la consolidación de experiencias de formación política entre los
trabajadores; la experiencia de las luchas precedentes habían alimentado un
sentimiento de solidaridad de clase que se tornaba mas fuerte entre las masas.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 13


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

En este sentido, queremos remarcar la relación que existe entre el desarrollo


del capitalismo – sus impactos en la industria y en los procesos de trabajo, en la
estructura de clases, en el patrón de explotación de la fuerza de trabajo, en la
fisonomía de la “cuestión social”, en los potenciales conflictos que esa realidad apunta
– y la dinámica de la lucha de clases, o sea, las formas como los subalternos
consiguen enfrentar esas condiciones objetivas y organizarse como potenciales
sujetos políticos de clase: las formas de rebelión que el movimiento ludista
experimenta no son las mismas condiciones históricas de lucha y resistencia que
protagoniza el movimiento obrero, así como no representan las mismas coordenadas
societarias que los actuales movimientos sociales y de trabajadores enfrentan.
Tenemos aquí otra clave analítica importante para reconstruir el significado histórico
de los movimientos sociales que hoy queremos comprender.

b) Por otro lado, existe una relación neurálgica entre “cuestión social” y
luchas sociales, germinalmente observada a partir de la experiencia del movimiento
obrero que se estructura entre los siglos XIX-XX, pero que puede ser rastreada más
allá de ese movimiento social, o teniendo como foco otras expresiones de las luchas
de las masas subalternas.

El movimiento obrero provoca la politización y publicización de las


condiciones de vida y de trabajo de las masas, luchando por ocupar las calles y los
parlamentos (en la época, reducidos a las demandas de una burguesía empeñada en
consolidarse como clase dominante), y mostrando a partir de su práctica política de
organización que la “cuestión social” está perneada de luchas e intereses
antagónicos, a contramano de los discursos de los “reformadores sociales” que se
esforzaban por resaltar supuestas relaciones de complementariedad y armonía entre
los intereses de los trabajadores y los burgueses. A su vez, trabajamos también la
idea de que ese movimiento fue protagonista de un conjunto de prácticas de auto-
organización que buscaron enfrentar las diversas manifestaciones de la “cuestión
social” desde sus procesos colectivos de lucha.

¿Cuál sería la actualidad de ese debate? Más allá de esa experiencia


histórica de organización, pensamos en otros momentos de agregación de los grupos
subalternos donde podemos reconstruir en sus luchas y discursos una crítica implícita
a los patrones vigentes de intervención del Estado y del empresariado de cara a la
“cuestión social” (por ejemplo, en la época clásica del movimiento obrero ese patrón
era fundamentalmente represivo). Y más aún: siguiendo los rastros de esas
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 14
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

expresiones de la lucha de clases podemos identificar los “focos” del conflicto social
que serán blanco de las estrategias de políticas sociales que vengan a accionarse
como respuestas privilegiadas por las clases dominantes. El ejemplo del movimiento
de desocupados en Argentina es claro en ese sentido, donde a partir de la lucha es
posible reconstruir no sólo una crítica al patrón de intervención social del Estado que
emerge a lo largo de la década del 90 en torno a las demandas legítimas de esa
población “superflua”, sino también el componente de contra-insurgencia en la política
social que se delinea para enfrentar la situación de explotación y desempleo de esas
masas, desnudada por la práctica histórica de organización de los trabajadores
desocupados. Los desocupados nos muestran a partir de su proceso de auto-
organización cómo expresiones de la lucha de clases – sus reivindicaciones y luchas
– se tornan objeto de programas asistenciales orientados a la eliminación de cualquier
componente de resistencia en las expresiones de la “cuestión social”.

Esa lente para analizar el significado político de las políticas sociales a partir
de las luchas sociales de los subalternos ha sido poco explorada en los análisis de la
profesión, de forma de dar visibilidad a las disputas y contradicciones que atraviesan
el proceso de formulación e implementación de las mismas. Las políticas sociales son
siempre producto de relaciones de fuerza que expresan las tensiones de clase en
juego. Esa lectura nos señala un criterio metodológico de interpretación de la
capacidad organizativa de esos sujetos, pero también una perspectiva de trabajo
fundamental para el Servicio Social en el sentido de cuestionar y revertir el mandato
histórico y la relación de subalternización tradicional que la profesión ha construido
con las masas trabajadoras. No debemos olvidar que desde la génesis de la
profesión,

Las condiciones de vida de los trabajadores pasan a constituirse medios


de implementación de una estrategia política, del ejercicio del poder de
clase, y los agentes profesionales tienden a tornarse agentes
mediadores de los intereses de ese poder sobre la población, dentro de
los requisitos establecidos por el “pacto de dominación”. No se puede
menospreciar, en ese contexto, el poder de presión ejercido por los
movimientos políticos de las clases subalternas sobre esas
instituciones, lo que se traduce, muchas veces, en modificaciones
operadas en las estrategias, programas y servicios establecidos por las
mismas (Iamamoto y Carvalho, 1986, p. 95; itálicas nuestras).

Por esa razón, si los Asistentes Sociales pretendemos cuestionar ese


mandato histórico tradicional y colocarnos al servicio de un proyecto de clase
alternativo es una necesidad de ese proceso, estar atentos a los desafíos señalados

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 15


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

por las luchas de las clases subalternas: ¿Cómo éstas explicitan puntos de resistencia
própios de la “cuestión social”? ¿Cómo dan respuesta través de la organización
colectiva a esas necesidades? ¿De qué forma el poder público incorpora esas
demandas? ¿Cuáles son los mecanismos accionados por las clases dominantes para
formatear ese movimiento social dentro de los canales institucionales? ¿Cuál es la
relación entre las políticas sociales con las cuales trabajamos y las expresiones de la
lucha de clases que se tornan “blanco” de intervención asistencial?

3. Otros elementos para la reconstrucción de un concepto de movimiento


social

En este momento buscaremos completar el esfuerzo de conceptualización


que iniciamos en las primeras páginas de este texto (con un concepto “abarcativo” y
“específico” de movimiento social), profundizando la relación entre movimientos
sociales y lucha de clases, así como trabajando la dimensión pedagógica presente en
esos sujetos de lucha.

3.1 Movimientos sociales y luchas de clases

Como mencionábamos en la introducción de este trabajo, es bueno recordar


que la temática en cuestión aparece con fuerza en las ciencias sociales europeas
desde mediados de la década de 1970, donde muchos estudiosos pasarían a
considerar que los “nuevos movimientos sociales” ya no se encuadrarían en el “viejo
esquema” de las clases sociales – es la llamada “crisis de los paradigmas” y de las
“visiones totales” -, correspondiéndose también con una actitud presente en algunos
movimientos que pretenderían la existencia de una “verdad negra, hindú, rusa o
feminista” (Hobsbawm, 1999, p. 418), incomprensible e incomunicable para aquellos
que fuesen “externos” a esos grupos. Esas interpretaciones proporcionan a los
movimientos sociales un lugar analítico de substitución de los clásicos movimientos
con perspectiva de clase, los cuales estarían en “vías de extinción”.

En esa lectura, la crisis del movimiento comunista (también retratada en el


fracaso de la experiencia socialista comandada por la Unión Soviética) y la
complejización de la sociedad contemporánea a partir de la afirmación de una
denominada “sociedad post-industrial”, estarían mostrando que los conflictos sociales
actuales ya no se centrarían en las relaciones de producción, o donde los conflictos
propios de la “esfera del trabajo” estarían dislocándose a la “esfera de la cultura”. Para
esos estudiosos, la clase trabajadora dejaría de ser un sujeto privilegiado para la
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 16
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

transformación de la sociedad, quedando subordinada a la existencia de diversos


grupos que se organizan a partir de identidades particulares.

Nos preguntamos: ¿Las transformaciones societarias que caracterizan la


contemporaneidad han eliminado las clases sociales? ¿No continúa siendo ésta una
forma antagónica de organización de las relaciones sociales que trae como elementos
constitutivos de la organización de nuestra sociedad, a la violencia y la existencia de
conflictos?

No nos ocuparemos aquí de la enorme complejidad de esta polémica6, aún


así, nos gustaría aclarar algunas cuestiones de fondo que están implícitas en esas
interpretaciones, muchas de las cuales reproducen, incluso, falsos dilemas y
dualismos en la interpretación de las luchas sociales: o entienden el surgimiento de
determinados sujetos sociales ensayando rupturas con la historia; o divorcian la
cultura y la política de sus determinaciones estructurales (la cultura y la política
aparecen como “esferas” desmaterializadas, con independencia de la lógica
antagónica de organización de las relaciones sociales); o producen lecturas que no
comprenden la naturaleza diversa de los movimientos sociales actuales, diluyendo o
invisibilizando las relaciones que existen entre esas identidades específicas y la
dinámica de la lucha de clases que caracteriza nuestra sociedad.

Resulta claro que para entender la dinámica de organización de las clases


subalternas hoy, debemos reconocer la crisis de las formas clásicas de organización
que el movimiento obrero construyó a lo largo del siglo XX – de lo contrario, no
seriamos fieles al criterio anteriormente propuesto de articular el desarrollo del
capitalismo a la dinámica de las luchas sociales7 -, así como al surgimiento o
revigorización de movimientos sociales que traen elementos de novedad en el

6
Existen innúmerables trabajos que discuten aspectos diferenciados de esta polémica, que trascienden los
objetivos de nuestro trabajo. Específicamente en el ámbito del Servicio Social, remitimos al lector al artículo de Braz
(2000), el cual discute críticamente el debate teórico acerca de los llamados “nuevos movimientos sociales” en
Brasil.
7
¿Cómo imaginar que serían suficientes para los trabajadores de hoy las formas de lucha y resistencia construidas
a lo largo de su experiencia histórica del siglo XX? ¿Cómo ignorar que los cambios en los procesos de trabajo y en
la dinámica de explotación contemporánea tienen impactos significativos en los antagonismos de clase y en las
formas político –organizativas a través de las cuales los trabajadores logran continuar oponiéndose al capital hoy?
Si atendemos a los debates que atraviesan a algunas experiencias organizativas de las masas subalternas latino-
americanas, podremos rastrear esa realidad. En un trabajo de nuestra autoría que retrata algunos ensayos
construidos por los movimientos de desocupados en Argentina, abordamos esa redefinición de la identidad de lucha
de las clases subalternas (Marro, 2009).

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 17


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

repertorio de constitución de sujetos colectivos. Esa lectura no significa diluir el papel


de la lucha de clases en la determinación de los conflictos sociales a partir de los
cuales se organizan esos sujetos, sino reconocer nuevas determinaciones en su
configuración. O sea, homosexuales, indígenas, mujeres, negros, ecologistas, no se
organizan a partir de referencias identitarias construidas en torno al “mundo del
trabajo”, no se constituyen ni organizan como “movimiento obrero” que puede incidir
en las relaciones de producción de la sociedad burguesa. Entre tanto, ¿Sería acertado
comprender esos movimientos sociales diversos independientemente de la totalidad
de las relaciones sociales? ¿Sería correcto autonomizar la comprensión de los
conflictos sociales o los momentos de opresión que esos sujetos enfrentan (el
racismo, el machismo, la homofobia, la depredación de los recursos naturales, la falta
de acceso a derechos sociales fundamentales) de la dinámica que estructura la vida
social?

El reconocimiento de experiencias organizativas que se localizan en el


ámbito de la reproducción (o del consumo), no nos habilita a dicotomizarlas del ámbito
de la producción, lo dicho no puede llevarnos a olvidar que esa reproducción es
condición y resultado de determinado modo de producción de la vida material y de
relaciones sociales entre los hombres8: en ese sentido, esos movimientos sociales
particulares, aunque no estén centrados o no se organicen en el ámbito de la
producción (por ejemplo, no tienen como amenazar la producción de plusvalía a partir
de una huelga), pueden enfrentar momentos diferenciados de las relaciones sociales
de opresión, tornándose indispensables para ofrecer resistencia al proyecto
destructivo del capital en su totalidad.

En este punto, el ejemplo del movimiento indígena puede ser de gran


utilidad: ¿Cómo analizar las experiencias étnico-indígenas independientemente del
conflicto de clases? ¿Podemos autonomizarlas de la contradicción que alimenta la

8
En el pensamiento de Marx, el proceso de producción debe ser comprendido en su totalidad, como unidad de
producción y reproducción de relaciones sociales capitalistas: la producción material – de determinada forma de
organización del trabajo y de la riqueza social – es premisa y resultado de determinada forma de organización de las
relaciones sociales – de determinada organización de la vida en sociedad y el conjunto de sus relaciones sociales –
(Marx, 1981, cf. Fundamentalmente capítulos XXI y XXII).
O sea, reconocer la dinámica de organización de la producción material en la sociedad burguesa (¿Cómo se
organiza la explotación del trabajo y la reproducción de riqueza en nuestra sociedad?) lleva a preguntarnos sobre
las formas sociales y culturales, políticas e ideológicas necesarias a la perpetuación de ese orden social (¿Qué tipo
de relaciones sociales son necesarias para la reproducción de ese orden antagónico?). Entonces ¿Sería correcto
comprender los movimientos sociales que actúan en los diversos aspectos de opresión de las relaciones sociales
contemporáneas con independencia de la dinámica de explotación que caracteriza las relaciones sociales de
producción burguesas?
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 18
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

producción y reproducción social en esta sociedad burguesa? El hecho de que se


constituyan como identidades independientes de los problemas inmediatos del mundo
de la producción, no implica que ignoremos cómo se articulan esas luchas (que
enfrentan el racismo, la falta de acceso a la tierra, la destrucción de los recursos
naturales y de modos originarios de organización de la vida social, el empobrecimiento
de su población) en la sociedad del capital, sociedad donde la explotación gana
diversas tonalidades. La experiencia del EZLN, en México, expresa una práctica
político-organizativa que coloca el fenómeno indígena en la totalidad de la lógica de
opresión y explotación capitalista.

Por eso, la expulsión de la categoría de lucha de clases fuera del escenario


histórico y socio-cultural constituye un empobrecimiento y una simplificación del
pensamiento crítico, ya que ésta nos muestra la fractura constitutiva de las relaciones
sociales. Observar y analizar un movimiento social o experiencia organizativa (por
más amplia o pequeña que sea) desde la realidad de las clases sociales, posibilita
situarlo en la totalidad de la cual forma parte: es un ángulo o perspectiva de lo real
que nos permite observar con un horizonte de mayor alcance, trascendiendo la
percepción inmediata y equivocada (la apariencia del fenómeno) de que un
movimiento social particular no tendría relación con la dinámica de la lucha de clases.
Nada más falso que justificar la aparición de los “nuevos” movimientos sociales en un
supuesto vacío dejado por la desaparición de las clases sociales y de los movimientos
organizados en torno de su dinámica antagónica: ¿Cómo podríamos afirmar eso si las
transformaciones societarias que vivimos no hacen más que confirmar la trágica
actualidad del antagonismo de las relaciones sociales capitalista?9

El “fetichismo de lo nuevo” que caracteriza muchas de esas lecturas con las


que polemizamos, obstaculiza una rigurosa comprensión histórica que permita
identificar en la totalidad social las formas como esas experiencias organizativas
particulares reponen los conflictos de clases, o sea, señalan momentos de las
relaciones de opresión y explotación vigentes. Al comprender que todos los ámbitos
de la vida social están atravesados por la dinámica antagónica y conflictiva que
estructura las relaciones sociales – por tanto, determinados por la lucha de clases - ,
el ejercicio del pensamiento crítico nos lleva al desafío de analizar y reconstruir cómo

9
Nos referimos a los procesos societarios que autores como Harvey (2004) identifican como acumulación por
desposesión, para dar visibilidad a la dinámica predatoria que caracteriza al capitalismo contemporáneo.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 19


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

esa particularidad (el movimiento indígena X, o el movimiento ecologista Y, el


movimiento feminista Z) se relaciona con la totalidad de las relaciones sociales: ¿Cuál
es la relación del movimiento indígena X con la dinámica de enfrentamiento de las
clases sociales de la sociedad en la cuál actúa? ¿Qué capacidad tiene ese
movimiento de enfrentar esas relaciones de opresión y explotación? ¿Cuál es la
relación entre el conflicto particular que esos sujetos enfrentan y la dinámica de
explotación que estructura esa sociedad? Esos interrogantes son importantes
inclusive para analizar movimientos sociales que no necesariamente se hacen esas
preguntas.

Sin embargo, el lector podría afirmar, de forma correcta, que existen


movimientos sociales y experiencias organizativas actuales que no se reconocen a
partir de una perspectiva de clase: podríamos identificar en nuestra sociedad
innúmeros movimientos LGBT que no se cuestionan por la explotación del trabajo;
movimientos feministas que no reconstruyen las opresiones de género propias de la
sociedad patriarcal en la dinámica antagónica de la sociedad burguesa; movimientos
indígenas que luchan por el acceso a la tierra sin preguntarse por la explotación y la
concentración de los territorios agrícolas; así como podríamos reconocer movimientos
de trabajadores o sindicales que luchan por la conquista de mejores condiciones de
trabajo sin provocar una mínima crítica de las relaciones de opresión y explotación
vigentes ¿Pero eso no estaría contradiciendo nuestras afirmaciones precedentes?

No necesariamente, pues esa cuestión nos lleva a otro problema,


sumariamente mencionado al inicio de este trabajo: nos referimos a la relación entre
una dimensión corporativa de la lucha social y una dimensión político-universal,
necesaria para la construcción de una nueva hegemonía de los subalternos – una
nueva dirección social y moral para la vida social -, capaz de desestructurar el orden
burgués y apuntar los caminos posibles para un nuevo orden societario.

O sea, es posible encontrar movimientos sociales corporativos que no se


preguntan por la relación entre sus reivindicaciones particulares y la lógica de
organización de la sociedad como un todo. Sin embargo, es una condición para la
construcción y realización de esa nueva hegemonía, la consolidación de
organizaciones sociales y políticas que universalicen la lucha social – es la función
catártico-universalizante que Gramsci identifica en el partido político, o sea, en la
construcción de una fuerza política universal capaz de articular las demandas de un
conjunto diverso de movimientos sociales-, donde eso significa enfrentar la totalidad
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 20
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

de las relaciones de explotación y opresión implícitas en el orden burgués. Desde esa


óptica, debemos preguntarnos por el conjunto de impulsos emancipatorios capaces de
alcanzar el corazón del capitalismo, enfrentando también momentos diferenciados de
la opresión social.

Sabemos que la dinámica de opresión y explotación de este orden social es


un punto de partida ineludible en el análisis de los movimientos sociales. Por tanto,
nos preguntamos: ¿Cuáles son los límites impuestos, cuáles las posibilidades creadas
por éste orden material y por su configuración de poder social? ¿Cuáles tipos de
opresiones el capitalismo exige y qué formas de emancipación tolera? ¿Son la
igualdad racial y de género conquistas incompatibles – o antagónicas – con el
capitalismo? No.

Aunque el capitalismo pueda sacar provecho de esas formas de opresión


(sexismo, racismo y homofobia representan situaciones históricas a partir de las
cuales la sociedad actualiza sus relaciones de explotación y dominación)10, éste no
presenta una tendencia estructural a la desigualdad racial o de genero. Inclusive, el
capitalismo podría sobrevivir a la erradicación de todas las formas de opresión de
género, pero no sobreviviría a la supresión de la opresión de clase. Según Wood,
esas formas de opresión que presentan status históricos diferenciados,

[….] implica que las luchas concebidas en términos exclusivamente


extra-económicos – puramente contra el racismo, o contra la opresión
de género, por ejemplo – no representan en sí un peligro fatal para el
capitalismo, que éstas pueden resultar victoriosas sin desmontar el
sistema capitalista, pero que, al mismo tiempo, tendrán poca
probabilidad de salir victoriosas en caso de que se mantengan aisladas
de la lucha anticapitalista (Wood, 2006, p. 232).

Por tanto, si la batalla por la emancipación humana no se da sólo en el


terreno de la lucha económica (del antagonismo capital/trabajo), no podemos dejar de
reconocer la centralidad que gana la lucha de clases porque nos señala el modo de

10
Refiriéndose al racismo, Wood (2006) destaca cómo fue útil para la acumulación capitalista en occidente, tanto la
esclavitud, como la construcción de una visión de inferioridad racial, con el objetivo de apoyar la dominación colonial
en África y en América Latina. Con relación a la opresión de género y su relación con el capitalismo, la autora señala
su utilización, tanto para la creación de divisiones que oculten la desigualdad estructural (como si existiesen
antagonismos “naturales” entre hombres y mujeres), como para la organización de la reproducción social dentro de
la familia de forma menos onerosa para el capital (donde la mujer sería la responsable de tareas invisibles, pero
centrales para la reproducción de la fuerza de trabajo).

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 21


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

opresión que es específico al modo de producción capitalista. Según la autora es


importante:

[…] reconocer que, aunque todas las opresiones tengan el mismo peso
moral, la explotación de clase tiene un status histórico diferente, una
posición más estratégica en el centro del capitalismo; la lucha de clases
tal vez tenga un alcance más universal, un mayor potencial de progreso
no solamente de la emancipación de clase, sino también de otras
luchas emancipatorias. El capitalismo es constituido por la explotación
de clase, pero es más que un mero sistema de opresión de clase. Es un
proceso totalizador cruel que da forma a nuestra vida en todos los
aspectos inimaginables […] (ídem, p.224).

Recapitulando nuestras reflexiones, podemos afirmar:

a) Que los movimientos sociales se originan en las contradicciones sociales


que afectan y a partir de la cuales se organizan las clases subalternas, expresándose
tanto a nivel de la producción – como por ejemplo, el movimiento obrero, los
sindicatos, algunos conflictos que involucran a los trabajadores rurales –, como en el
nivel de la reproducción social, donde se destacan movimientos que actúan en la
esfera del consumo (movimientos populares urbanos que luchan por mejores
condiciones de visa, por el acceso a bienes y servicios de consumo colectivo:
educación, salud, vivienda, transporte), o movimientos que se estructuran en torno a
dimensiones más ideológicas y culturales de las relaciones sociales (movimientos
feministas, de derechos humanos). Por tanto, los movimientos sociales, más allá de
su naturaleza diversificada, deben ser comprendidos a la luz de la dinámica de
organización de las relaciones sociales burguesas.

b) Que los movimientos de trabajadores que buscan enfrentar con radicalidad


los mecanismos de explotación de clase son estratégicos para afectar el capital,
recordando que mucho más importante que tener la posibilidad objetiva de incidir en
las relaciones de producción, lo que es central es la existencia de movimientos
operarios capaces de construir conciencia de clase en esos sujetos: no basta ser un
trabajador productivo para obstaculizar los mecanismos de extracción de plusvalía , ni
pertenecer a un sindicato (¡basta mirar la realidad y constatar que no son tan
numerosas las experiencias de esa naturaleza!), es necesario ser un trabajador
inserto en una experiencia organizativa que lo construya como sujeto y protagonista
histórico con conciencia de clase, con conciencia y actitud política y organizativa de
enfrentar las relaciones de explotación vigentes.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 22


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

c) Que los movimientos sociales particulares que se organizan a partir de una


perspectiva de clase (movimientos feministas que reconstruyen sus luchas por la
igualdad de género comprendiendo la unidad que existe entre sociedad capitalista y
opresión patriarcal; movimientos indígenas que accionan su resistencia ensayando
una crítica al patrón de destrucción de la naturaleza a partir de las relaciones de
producción vigentes; movimientos LGBT que levantan sus banderas sin desconocer
que una sociedad emancipada debe superar cualquier forma de explotación y
opresión) tienen un mayor potencial de universalización de sus luchas sociales en la
perspectiva de una nueva hegemonía, desde el momento en que afilan sus armas
contra aquello que es central y específico al modo de dominación y explotación de la
sociedad capitalista.

3.2. La función pedagógica de los movimientos sociales

Páginas atrás hablamos de los impactos que los movimientos sociales


pueden tener en la construcción de nuevas relaciones hegemónicas, siempre y
cuando, las banderas particulares levantadas por los mismos sean capaces de
alcanzar también la totalidad de las relaciones sociales, sean capaces de universalizar
las fuerzas de contestación de los subalternos. Vale la pena entonces, hacer una
rápida mención al concepto de hegemonía en Gramsci para comprender cómo los
movimientos sociales, a partir de su dimensión pedagógica, pueden ser capaces de
alimentar procesos de contra-hegemonía.

A partir de Gramsci podemos comprender que la ampliación del Estado que


se observa en las primeras décadas del siglo XX, teniendo como epicentro algunos
países occidentales de Europa, expresa el proceso de expansión de las estrategias de
dominación de las clases poseedoras, que ser verán en la necesidad de utilizar
también mecanismos consensuales para garantizar su supremacía de clase de cara al
avance organizativo de las clases subalternas. La conquista del sufragio universal, la
creación de grandes partidos políticos de masa, la acción de importantes sindicatos
profesionales y de clase, alertarán a las clases dominantes sobre la necesidad de
conquistar el consenso activo y organizado de los subalternos que, en articulación con
las funciones represivas del Estado, funcionarán como garantía de manutención de
esa dominación. Es a través de los organismos privados de hegemonía – que se
diseminan en la sociedad civil - que las clases y grupos sociales disputan el sentido y
la dirección de esa sociedad.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 23


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

Por tanto, las clases dominantes consiguen establecer su supremacía no


solo a través del control y utilización de mecanismos represivos (funciones
dictatoriales que caracterizan la sociedad política), sino también a partir de la
diseminación de un conjunto de ideas y valores que van a pernear y orientar las
visiones de mundo y las prácticas de los seres sociales, con el objetivo de justificar y
reproducir el estado vigente de las relaciones sociales. Por medio de los llamados
aparatos privados de hegemonía que se diseminan en la sociedad civil como un
conjunto de instituciones y órganos encargados de construir esa dirección social y
moral de la sociedad (universidades, escuelas, sindicatos, iglesias, medios de
comunicación, asociaciones), la clase dominantes busca conquistar el consenso
activo de los dominados, los “corazones y mentes” de los subalternos, de forma tal
que si esa forma de vida en sociedad no aparece como las más deseada, al menos se
presente como la única posible de ser realizada – aplastando cualquier potencialidad
o “promesa” de transformación; penalizando a aquellos que levantan banderas de
crítica contra el orden social; reforzando mecanismos de corporativización de las
luchas (evitando que os movimientos sociales particulares universalicen sus
demandas para el conjunto de los subalternos; reproduciendo la subalternidad a
través de relaciones de dominio clientelista).

Sin embargo, es bueno recordar que esos aparatos privados de hegemonía


expresan también las disputas de visiones de mundo que alimentan proyectos
societarios diferenciados: universidades, iglesias sindicatos, escuelas, no son solo
órganos donde se reproduce la ideología dominante, pueden ser también ámbitos de
construcción de relaciones y visiones de mundo contra-hegemónicas, espacios de
construcción de una intensa “batalla cultural” en los términos de Gramsci. Eso significa
que es condición de superación de la subalternidad de los dominados y de realización
de una nueva hegemonía, la construcción de nuevos modos de pensar, nuevas
visiones de mundo que sean capaces de desnudar los intereses de clase presentes
en las ideas dominantes y orientar la construcción de formas de organización de la
vida en sociedad.

Y aquí entra en escena la dimensión pedagógica de los movimientos


sociales. Si es condición de realización de una nueva hegemonía la construcción de
un conjunto de valores y creencias que marchen a contramano de las relaciones
sociales vigentes – una intensa batalla cultural capaz de desnaturalizar la barbarie en
que se reproduce la vida social-, ¿Pueden los movimientos sociales ser órganos de

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 24


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

“educación” de ese nuevo consenso en los subalternos? ¿Cuáles son las visiones de
mundo dominantes (el sentido común de esta época) y cómo los movimientos sociales
pueden contribuir para su crítica y superación?

La dimensión pedagógica presente en todo movimiento social sería esa


capacidad de dar visibilidad, politizar, denunciar, tematizar esos puntos de opresión y
explotación que las ideas dominantes buscarán legitimar, justificar o escamotear;
mostrar como naturales; transfigurar como “eternas” o “imposibles de cambiar”.

Si traemos algunos ejemplos concretos, entenderemos con más claridad la


importancia de la dimensión pedagógica - en el sentido de la educación de un nuevo
consenso crítico – que los movimientos sociales pueden portar: a) pensemos en los
movimientos de derechos humanos de algunos países latinoamericanos que
consiguieron educar críticamente a la sociedad frente a la barbarie que representaban
las dictaduras militares, a través de marchas, “escraches”, manifestaciones callejeras
que obligaron a los gobiernos a hacer justicia con los torturadores y represores; b)
recuperemos el movimiento LGBT que ha contribuido enormemente dando visibilidad
al hecho de que una sociedad verdaderamente democrática debe respetar la
diversidad sexual y de género, y condenar cualquier forma de opresión y
discriminación, orientando inclusive un conjunto de políticas públicas fundamentales;
c)recordemos el movimiento negro y su tarea educativa de denunciar el esclavismo y
la opresión racial, llegando a penalizar firmemente prácticas o actitudes retrógradas
de discriminación. La lista de ejemplos es interminable, pues podríamos identificar en
varios movimientos sociales actuales y del pasado esa dimensión pedagógica de la
cual venimos hablando. Por eso es tan importante para los movimientos hacer oír su
propia “voz”, dar a conocer a la sociedad cuál es su proyecto de sociedad, mostrar las
causas y los por qué de sus banderas de lucha: el MST sabe muy bien que no puede
dejar en las manos de los medios de comunicación, su presentación ante la sociedad,
pues éstos son un poderoso aparato de hegemonía que se encarga de mistificar y
desfigurar las acciones de ese movimiento, disfrazando de “invasión” lo que es
ocupación de tierra improductiva (derecho fundamental que está en la Constitución
Brasilera) por parte de hombres y mujeres que luchan contra la desigualdad social, el
hambre, el desempleo.

En ese sentido, al criticar y enfrentar las visiones de mundo dominantes,


estos sujetos colectivos pueden ser capaces de intervenir críticamente en las
relaciones de dominación que perpetúan esos aspectos opresivos, que reproducen la
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 25
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

pasividad y la subalternidad en los seres sociales de forma tal de contribuir con la


construcción de relaciones contra-hegemónicas.

4. A modo de conclusión

Habremos cumplido nuestro objetivo si conseguimos sintetizar un conjunto


de criterios teórico-metodológicos desarrollados a lo largo de este trabajo que pueden
orientar la lectura y comprensión de movimientos sociales históricos o recientes. Esos
criterios deben funcionar mucho más como claves analíticas de lectura de la realidad,
que entronizar un concepto de movimiento social que sería válido para cualquier
contexto histórico.

1) En primer lugar trabajamos dos acepciones de movimiento social, no


necesariamente excluyentes: en un sentido “abarcativo”, se remite al
movimiento organizativo por el cual las clases subalternas se construyen
como sujetos políticos con capacidad de intervenir críticamente en las
relaciones sociales; en un sentido “específico” hace mención a una forma
organizativa que se diferencia de otras (como los partidos, los sindicatos,
algunas asociaciones populares y ONGs) y se destaca por la aglutinación
de sujetos colectivos en torno de reivindicaciones particulares. Este
segundo criterio nos permite identificar lo que sería un movimiento social
frente a otras formas de organización que no pueden ser consideradas
como tales: ¿Estamos frente a un movimiento social? ¿Cuáles son sus
reivindicaciones particulares?

2) A contramano de una concepción estática de clase, es importante recordar


que a lo largo de la historia, en los episodios en que las clases
subalternas consiguieron protagonizar intervenciones radicales contra las
relaciones sociales de explotación y opresión vigentes, su carácter
“victorioso” debe también ser rastreado en el conjunto de ensayos
precedentes que, inclusive en sus deficiencias y límites, pueden haber
contribuido para el fortalecimiento de la experiencia histórica de
organización de esos sujetos. Eso nos alerta respecto de los límites de
una visión que busque en los movimientos sociales actuales efectos

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 26


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

institucionales o políticos inmediatos, descuidando una visión histórica de


largo alcance que valorice también los experimentos de auto-
organización. Serían preguntas importantes: ¿Cuáles son las expresiones
de lucha o experiencias organizativas que están fortaleciendo la
experiencia de clase? ¿Cuáles son las experiencias de aglutinación de los
subalternos que pueden contener componentes germinales de
constitución de sujetos colectivos, aunque estas no sean en sí mismas
organizaciones político-universales?: ¿Movimientos populares?
¿Asociaciones comunitarias locales? ¿Sindicatos? ¿Espacios de
resistencia político-cultural? ¿Organización territorial en los barrios
populares? ¿Movimientos políticos?

3) Analizamos también la relación que existe entre la dinámica objetiva de la


realidad social y los ritmos y posibilidades que asumen las luchas
sociales, preguntándonos: ¿Cuál es la relación entre el desarrollo del
capitalismo y la dinámica de la lucha de clases? Al trabajar algunos
ejemplos del proceso de formación de la clase trabajadora como
movimiento político y con autonomía de la burguesía, comprendimos que
las formas de rebelión que el movimiento ludista experimenta no son las
mismas condiciones históricas de lucha y resistencia que protagoniza el
movimiento obrero entre finales del siglo XIX e inicio del XX. Y a su vez,
esas condiciones no coinciden con las coordenadas societarias que
enfrentan los actuales movimientos sociales y de trabajadores, aunque
todas esas experiencias deban ser reconstruidas en los marcos de los
antagonismos de clase que caracterizan la sociedad burguesa. Por tanto
es muy importante, para poder conocer el contexto socio-histórico que
éstos sujetos enfrentan, preguntarnos: ¿Cómo se organiza la producción
industrial y los procesos de trabajo? ¿Qué forma toma la estructura de
clases? ¿Cuáles son las características del patrón de explotación del
trabajo vigente? ¿Cuál es la fisonomía de la “cuestión social”? ¿Podemos
identificar movimientos social que tendrían la capacidad de dar visibilidad
a nuevas determinaciones en los conflictos de clase? ¿Cuáles serían
estos movimientos? ¿Cuáles son sus instrumentos de lucha y sus formas
organizativas de forma tal de actualizar su potencial anticapitalista?

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 27


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

4) Otro momento importante de nuestra reflexión es aquel que nos permite


relacionar la “cuestión social” con las estrategias de lucha y resistencia de
las masas subalternas a partir de reconocer en su carácter antagónico el
núcleo de los conflictos sociales. Los movimientos sociales pueden ser
pensados a partir de sus esfuerzos de politización y publicización de las
condiciones de vida y de trabajo de esos segmentos, pero también
considerando las iniciativas colectivas autónomas que los sujetos
construyen en su proceso de auto-organización (ocupaciones de tierra y
de edificios abandonados, construcción de asentamientos, toma de
fábricas, jornadas de trabajo voluntario). Nótese que siguiendo las pistas
de estas acciones de lucha podemos rastrear y reconstruir, no sólo una
crítica de éstos sujetos a los patrones vigentes de intervención del Estado
y del empresariado en la “cuestión social”. Podemos también observar los
“focos” del conflicto social que serán objeto de intervención de las
estrategias de políticas sociales, permitiéndonos identificar las
expresiones de la lucha de clases que se tornarán, por ejemplo, objeto de
programas asistenciales. En ese sentido, algunos interrogantes a ser
trabajados: ¿Existen aspectos de lucha y resistencia en las expresiones
de la “cuestión social” que observamos? ¿Quiénes son estos sujetos?
¿Cuál es la relación entre las respuestas estatales o empresariales
accionadas para su enfrentamiento y esos potenciales conflictos
sociales? ¿Cuál es el significado político de ese perfil de política social
accionado para enfrentar esa expresión de la lucha de clases? ¿Existen
sujetos o movimientos sociales que accionan estrategias colectivas
propias de enfrentamiento a esa “cuestión social”? ¿Cuáles son esas
estrategias accionadas por los sujetos para enfrentar de forma colectiva
sus condiciones de vida y de trabajo?

5) Estudiamos también la idea de que los movimientos sociales se originan


en las contradicciones sociales que inciden en la organización de las
clases subalternas, expresándose tanto en el nivel de la producción,
como en el nivel de la reproducción social: los movimientos sociales y de
trabajadores, los movimientos indígenas, o de derechos humanos, mas
allá de su naturaleza diferenciada, deben ser comprendidos a la luz de la
dinámica de organización de las relaciones sociales burguesas,
presentándose como expresiones diversificadas de la lucha de clases. O
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 28
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

sea, es posible reconstruir relaciones entre un movimiento particular y los


conflictos y antagonismos propios de la sociedad burguesa.
Problematizamos también el hecho de que pueden identificarse
movimientos sociales particulares que no cuestionan la totalidad de las
relaciones sociales vigentes, por ello mostramos que aquellos que tengan
la capacidad de construir sus luchas desde una perspectiva de clase
tendrán un horizonte mayor de universalización de su capacidad
contestataria. Por tanto, al analizar determinado movimiento de lucha
constituyen interrogantes importantes: ¿Estamos frente a un movimiento
que ser organiza de forma privilegiada en el ámbito de la producción o de
la reproducción social? ¿Ese movimiento tiene potencial anticapitalista en
el sentido de una intervención crítica en las relaciones sociales vigentes
(recordando que ese no es un privilegio de aquellos movimientos que
actúan en el ámbito de la producción)? En caso de no tener ese potencial
anticapitalista, ¿ese movimiento puede contribuir enfrentando un
momento particular de las relaciones de opresión vigentes? ¿Sus
banderas de lucha particulares dialogan con iniciativas más universales
de aglutinación de las masas subalternas?

6) Así, un desdoblamiento de la discusión anterior es la relación entre


movimientos sociales particulares y movimientos sociales que portan un
carácter más universal, en el sentido de no sólo concentrarse en
denunciar y politizar determinado momento de las relaciones de opresión
(u organizarse a partir de reivindicaciones puntuales o locales), sino de
conseguir articular esas banderas particulares en un horizonte mayor de
problematización de las relaciones sociales vigentes (al inicio de este
trabajo traíamos el ejemplo del MST). En las preocupaciones teórico-
políticas de Gramsci esa sería la tarea catártico-universalizante del
partido político, mucho mas relacionadas a las funciones y tareas que
envuelve la construcción de una fuerza contra-hegemónica – no hay
cómo enfrentar el orden burgués sin una fuerza político-universal que sea
capaz de aglutinar en su interior diversas expresiones organizativas de
las clases subalternas de forma tal de enfrentar y superar los
antagonismos que llevan a la explotación y dominación de clases. Por eso
es legítimo interrogarse, a la luz de las profundas transformaciones
societarias que vivenciamos (y sus impactos en las formas tradicionales
Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 29
www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

de organización política de la clase), acerca de la posibilidad de que un


movimiento social o un conjunto unificado de movimientos sean capaces
de cumplir esa función del intelectual colectivo, esa función de
aglutinación y universalización de las luchas de los subalternos. Sin
embargo, esa es una cuestión abierta que envuelve el acalorado debate
de los sujetos políticos contemporáneos. De cualquier forma, al analizar
un movimiento social es importante preguntar: ¿Cuáles son sus
reivindicaciones y qué grado de universalidad estas tienen? ¿Son las
mismas incompatibles con el orden burgués o pueden ser toleradas?
¿Estamos frente a una lucha que tiene perspectiva de clase (potencial
anticapitalista) o se desarrolla en un plano mas corporativo?

7) Finalmente, en la perspectiva de comprender como los movimientos


sociales pueden contribuir con la construcción de esa forma contra-
hegemónica, destacamos la función pedagógica de esos sujetos.
Partiendo del presupuesto de que todo proceso de hegemonía social se
enraíza en la diseminación de un sistema de valores y visiones de mundo
capaces de permear y orientar la experiencia histórica de los seres
sociales (es la dirección intelectual y moral de la cual nos habla Gramsci)
en el sentido de reforzar o contestar las relaciones de dominación y
explotación que a partir de sus prácticas de lucha y organización de los
subalternos traban una intensa “batalla cultural”. Debemos preguntarnos:
¿Esos movimientos “educan” y diseminan un sentido común crítico en la
sociedad frente a las relaciones de opresión y dominación que no deben
ser silenciadas? ¿Cuáles son las injusticias sociales que
desenmascaran? ¿Esos movimientos enfrentan algún mecanismo de
reproducción de la subalternidad? ¿Será que éstos tienen potencial de
construcción de una nueva cultura (una reforma intelectual y moral) en el
sentido señalado por Gramsci?

Esas preguntas constituyen un conjunto de orientaciones teórico-


metodológicas para poder analizar el significado y la importancia de diversos
movimientos y organizaciones sociales y políticas que, de forma diversificada, se
proponen el cuestionamiento y la superación de los males que caracterizan la
sociedad burguesa en la que vivimos.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 30


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

Río das Ostras, septiembre de 2010.

Bibliografia

BRAZ, Marcelo. O debate teórico acerca dos “novos movimentos sociais” no Brasil:
um balanço crítico. Revista Serviço Social & Movimento Social. São Luiz: EDUFMA,
v.2, n.2, julho-dezembro de 2000.

COGGIOLA, Osvaldo. Escritos sobre a Comuna de Paris. São Paulo, Xamã, 2002.

COUTINHO, Carlos Nelson. Gramsci. Um estudo sobre seu pensamento político. Rio
de Janeiro: Civilização Brasileira, 1999.

GRAMSCI, Antonio. Cadernos do Carcere. Volume 1. Introdução ao estudo da


filosofia. A filosofia de Benedetto Croce. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1999.

__________. Cadernos do Carcere. Volume 3. Maquiavel. Notas sobre o Estado e a


política. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2000.

HARVEY, David. O novo imperialismo. São Paulo, Loyola, 2004.

HOBSBAWM, Eric. Era dos extremos. O breve século XX: 1914-1991. São Paulo,
Companhia das Letras, 1999.

__________. Os destruidores de máquinas. In __________. Os trabalhadores.


Estudos sobre a história do operariado. 2 Ed. São Paulo: Paz e Terra, 2000.

HUBERMAN, Leo. História da riqueza do homem. 10 Edição. Rio de Janeiro: Zahar,


1974.

IAMAMOTO, Marilda. O Serviço Social na Contemporaneidade: trabalho e formação


profissional. São Paulo, Cortez, 2007.

__________ & CARVALHO, Raul. Relações Sociais e Serviço Social no Brasil. 5


edição. São Paulo, Cortez, 1986.

MARRO, Katia. Algunos critérios metodológicos de interpretación histórico-crítica del


movimiento social en sus múltiples expresiones. In Observatório Social de América
Latina – CLACSO, Buenos Aires, 2006. Disponível em: (acesso em: 7 de março de
2007).

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 31


www.catedralibrets.org
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social

__________. A rebelião dos que “sobram”: reflexões sobre a organização dos


trabalhadores desempregados e os mecanismos sócio-assistenciais de contra-
insurgência na Argentina contemporânea”. Rio de Janeiro, Tese de Doutorado,
Programa de Pós-graduação em Serviço Social, UFRJ, 2009, mimeo.

MARX, Karl. El Capital. Tomo 1, 3 reimprensión. La Habana, Editorial de Ciencias


Sociales, 1981.

MARX, Karl & ENGELS, Friedrich. Manifesto do Partido Comunista. São Paulo,
Cortez, 1998.

NETTO, José Paulo. Capitalismo monopolista y Servicio Social. São Paulo, Cortez,
1997.

__________. Cinco notas a propósito da “Questão Social”. In Revista Temporalis, Ano


2, n.3 (janeniro-julho de 2001). Brasília: ABEPSS, Grafline, 2001.

SIMIONATTO, Ivete. Classes subalternas, lutas de classe e hegemonia: uma


abordagem gramsciana. In Revista Katalysis. Florianópolis, v.12, n 1, jan-jun. 2009.

THOMPSON, Edward. A formação da classe operária inglesa. Volume 3. A força dos


trabalhadores. 3 edição. Rio de Janeiro, Paz e Terra, 2002.

WOOD, Ellen. Capitalismo e emancipação humana: raça, gênero e democracia. In


__________. Democracia contra Capitalismo: a renovação do materialismo histórico.
São Paulo: Boitempo, 2006.

Debates actuales en Trabajo Social – Mayo de 2013 32


www.catedralibrets.org

También podría gustarte