32 Seminario La Integracion PDF
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La integración e intervención
administrativa del contrato:
la lucha contra las cláusulas abusivas
Exordio
2.- El tema que debo exponer, así como el propósito del Seminario “Nuevas
perspectivas del derecho contractual”, parecen altamente relevantes para la
comprensión del derecho contemporáneo y lo puedo señalar porque no he
sido responsable de su elección.
***
105
4.- Pero no sólo allí se aprecia una fuerza creciente del influjo o conexión entre
Administración y el contrato, sino también en lo que podemos denominar la
contratación estrictamente privada. En efecto, es claro que la que en un principio
fue una nota caracterizadora para algunos contratos, en donde se apreciaba la
intervención estatal, como es lo que históricamente se ha denominado como
el “contrato dirigido”2, que inicialmente aparece vinculado con el contrato de
trabajo, pero luego dio lugar a toda un área o disciplina autónoma del derecho
y desgajada del derecho civil, como es el derecho del trabajo. Junto a él, en
su momento, el contrato de arrendamiento ha pasado por épocas en Chile de
fuerte dirigismo contractual3, o el contrato de seguro4, este último por la fuerte
incidencia financiera que ofrece, entre los más relevantes.
5.- Además, existe una clara tendencia contemporánea de que muchos con-
tratos, por su fuerte incidencia social, económica, o de servicio público, sean
regulados con mayor o menor intensidad, dependiendo de la carga ideológica
que le hayan impreso los propios legisladores. Así los contratos sobre servicios
básicos (telecomunicaciones5, agua potable y servicios sanitarios6, gas7, electrici-
dad8, etc.), o de connotación social, como es la afiliación para la administración
de fondos de pensiones individuales9, o de salud previsional10, o de alta conno-
tación socio-económica, como la contratación de créditos, tanto ante bancos
como sociedades de retail, que hoy están fuertemente regulados11. Es más, en
1
Para un panorama general Moraga Klenner, Carlos, Contratación Administrativa, Editorial Jurídica de
Chile, 2007; sobre nulidad de tales contratos, Concha, Ricardo, Nulidad del contrato de la administración,
Abeledo-Thomson Reuters, Santiago, 2012.
2
López Santa María, Jorge, Los contratos, Parte General, Quinta Edición (actualizada por Fabián Elorriaga
De Bonis), Abeledo Perrot-Legal Publishing, Santiago 2010, pp. 137-140.
3
Somarriva Undurraga, Manuel, Evolución del Código Civil, Segunda Edición, Temis, Santiago, 1983, pp.
343-347; como se sabe en Chile actualmente existe una ley especial sobre arrendamiento de predios
rústicos, DL 993 de 1975 y Arrendamiento de Predios Urbanos, Ley N° 18.101 (Vid. Orrego Acuña, Juan
Andrés, El contrato de arrendamiento, Segunda edición ampliada, Editorial Metropolitana, Santiago,
2011).
4
El contrato de seguro estuvo regulado en el Código de Comercio por más de 100 años, como cuerpo
básico, pero actualmente lo está en legislación especial, Ley N° 20.667 de 2013 (Vid. Arellano Iturriaga,
Sergio, La ley del Seguro, Editorial La Ley, Segunda Edición, Santiago, 2014).
5
Ley N° 18168, varias veces modificada, la última por Ley N° 20.808 de 2015.
6
DFL 382/Ley N° 18681 de 1988.
7
Ley N° 323 de 1931, obviamente actualizada.
8
DFL N°4/Ley N° 20.018, de 2006, que FIJA TEXTO REFUNDIDO, COORDINADO Y SISTEMATIZADO
DEL DECRETO CON FUERZA DE LEY Nº 1, DE MINERÍA, DE 1982, LEY GENERAL DE SERVICIOS ELÉC-
TRICOS, EN MATERIA DE ENERGÍA ELÉCTRICA
9
DL 3.500 de 1980, con sus modificaciones.
10
Ley N° 18.983 de 1990, con sus modificaciones
11
Ley N° 18.010 para operaciones de créditos de dinero y Ley N° 19.496, en la partes referida al Sernac
Financiero, introducida por la Ley N° 20.555.
106
12
Entre las Superintendencias, se encuentran la de Isapres, de AFP, de Bancos e Instituciones Finan-
cieras, de Valores y Seguros, de Servicios Sanitarios, de Electricidad y Combustible, aparte del Servicio
Nacional del Consumidor, cuyas facultades están siendo reforzadas, Boletín N° 9733-03, actualmente
en el Senado y ya aprobado por la Cámara de Diputados (http://www.camara.cl/pley/pley_detalle.
aspx?prmID=10152&prmBL=9733-03, visitado el 11 de febrero de 2015). Algunas áreas de servicios
no nacieron con fiscalización de una Superintendencia, pero el tiempo hizo imprescindible su estable-
cimiento; algunas están en vía de creación, como la Superintendencia de Telecomunicaciones, Boletín
Nº 8034-15 actualmente con el proyecto radicado en el Senado http://www.senado.cl/appsenado/
templates/tramitacion/index.php?boletin_ini=8034-15, visitado el 11 de febrero de 2015).
13
Para un estudio de esta ley en comparación con las reglas del derecho civil y comercial, Baraona
González, Jorge, “La regulación contenida en la Ley 19.496 sobre protección de los derechos de los
consumidores y las reglas del Código Civil y Comercial sobre contratos: un marco comparativo”, en
Revista Chilena de Derecho, Facultad de Derecho Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol.41 – N°2,
(2014), (pp.381-408). Un estudio crítico del derecho del consumidor como derecho autónomo, en
Rodríguez Grez, Pablo, “¿Puede hablarse de un derecho del consumidor?”, en Actualidad Jurídica, (Pri-
mera parte), Año XV, N° 29, enero de 2014 (pp. 169-208), y (Segunda parte), en Año XV, N° 30, julio
de 2014, (pp. 125-173.)
14
Ley N° 19.496 de 1997.
15
Boletín N° 9733-03.
107
16
Tímidamente en un comienzo, y con más convicción en 2004, con la Ley N°.19.995, se crearon reglas
sobre cláusulas abusivas, que vinieron a generar una alteración de las reglas contractuales corrientes en
Chile, siguiendo la corriente comparada. Sobre el tema en Chile se ha escrito bastante; para una lectura
comprensiva, y referencias doctrinales y de jurisprudencia, AA.VV, Protección de los derechos de los con-
sumidores, Iñigo de la Maza Gazmuri y Carlos Pizarro Wilson (Directores) y Francisca Barrientos Camus
(Coordinadora), Universidad Diego Portales, Thomson Reuters, Santiago, 2013 (Vid. Comentarios a la
normativa correspondiente a cláusulas abusivas, de los profesores Carlos Pizarro, Jean Petit, Francisca
Barrientos, Claudio Fuentes, Ignacio Pérez López, Rodrigo Momberg, Fernando Fernández, Iñigo de la
Maza, Lilian San Martín, Juan Luis Goldenberg, Guillermo Caballero, Mauricio Baquero, Radoslav Depolo).
17
Por la importancia del tema, por quien lo expone y el contenido de lo que expresa, Vid. discurso del Sr.
Presidente de la Ex. Corte Suprema Sergio Muñoz, en el Primer Foro Interamericano de Justicia Ambiental,
10 de octubre de 2014, http://www.pjud.cl/documents/10179/1478806/Discurso+1%C2%BA%20Fo
ro+Interamericano+de+Justicia+Ambiental++%2810+de+octubre+de+2014%29.pdf/bc6ab22f-1310-
4a48-9c21-d4f2ef00d263?version=1.0
18
Una visión crítica de esta evolución nace del estudio de Bravo Lira, Bernardino, Constitución y Re-
constitución, “Historia del Estado en Iberoamérica 1511-2009”, Editorial Legal Publishing Chile, Santiago,
2010, p. 144, “A cambio de un derecho a sufragio y garantías constitucionales, el ciudadano se siente
condenado a una sumisión irrestricta a los gobernantes de turno. Acostumbrado a discernir entre buen
y mal gobierno, ley justa e injusta, uso y abuso del poder, todo esto le resulta forzado e intolerable. No
puede tomar en serio tales exigencias ni tales derechos. Lo único que cabe tomar en serio es guardar
distancia frente al Estado que, lejos de brindar seguridad y confianza, aparece como un enemigo real
y potencial contra el que hay que defenderse y precaverse. Más que un deslizamiento hacia el Estado
totalitario, se trata de una desvirtuación del Estado mismo a manos de las oligarquías y últimamente,
tras su deserción, no se sabe por cuánto tiempo a manos de los presidentes raros. Poco a poco el Estado
termina así convertido en un monstruo burocrático y parasitario que prodiga empleos y vive a costa del
país, el Ogro filantrópico de que habla Octavio Paz, o el Dinossauro, como lo llama Penna en Brasil”.
108
19
Sobre dogmática iusfundamental puede verse en Chile, Aldunate Lizana Eduardo, Derechos Fundamen-
tales, Editorial Legal Publishing Chile, 2008, pp. 104-105, quien expone una mirada crítica al proceso
que conduce a darle operatividad a los derechos fundamentales en el sistema legislativo, por el riesgo de
vaciarlos de contenido: “El tratamiento de los derechos fundamentales requiere de un especial cuidado,
tanto más cuanto que se articula en un sistema de fuentes que se hace cada vez más complejo. A la ya
discutida relación entre derechos fundamentales y derechos humanos (correspondientes a la posición
de las fuentes de derecho constitucional frente a las de derechos internacional público) se suma en la
evolución legislativa reciente el problema de la posición de los derechos fundamentales en la legislación
ordinaria, donde encontramos, por ejemplo, consagración legal de derechos esenciales que emanan
de la naturaleza humana, con su correspondiente acción de amparo; la regulación procesal penal, con
deberes de respeto de los derechos fundamentales y correlativa acción de nulidad, la aparición de los
derechos fundamentales como deberes del empleador, y su consideración en el derecho procesal la-
boral, incluyendo una específica vía cautelar. Esta proliferación de referencias legislativas a los derechos
fundamentales abre la posibilidad a su ejercicio procesal, provocando así los correspondientes pronun-
ciamientos de jurisdicciones que no están concebidas en el manejo de categorías propias del derecho
constitucional. El riesgo que se corre con ello es el de una expansión, y consecuente vaciamiento, del
contenido fundamental de los derechos fundamentales.”
20
Cfr. Nogueira Alcalá, Humberto, “El valor jurídico asignado por la jurisprudencia del Tribunal Cons-
titucional al derecho convencional internacional de los derechos humanos y su fuerza normativa en el
período 2006-2013”, en Revista Chilena de Derecho, Facultad de Derecho Pontificia Universidad Católica
de Chile, Vol. 41 – N°2, (2014), ( pp. 409-435).
21
En el considerando que sigue se nota esta influencia, para armonizar el derecho contractual con
el derecho a la educación: “Séptimo: Que, según se advierte del basamento anterior, se faculta a la
Universidad respectiva a retener por concepto de costos de administración hasta el 1% del arancel anual
de la respectiva carrera, con lo que, en el caso de autos, el retracto presentado con un día de desfase en
relación al plazo fatal indicado que cobra un 20% del arancel anual resulta arbitrario. En efecto, se está en
la hipótesis que al iniciar la Universidad el proceso definitivo de planificación de actividades la recurrente dio
cuenta de su decisión de no perseverar en sus estudios, por lo cual no se ha producido un daño superior al
normal a cualquier retracto temporario. Es esta circunstancia, unida a la voluntad de la Universidad de no
perseverar en el contrato educacional, la cual denotó un exceso en las exigencias pecuniarias lo que afecta
la garantía prevista en el artículo 19 N° 24 de la Carta Política, por cuanto hace soportar a la recurrente
un costo mayor al que razonablemente ha debido soportar la Universidad, el que se entiende proporcional
a un porcentaje igual al fijado por el legislador por 10 días, esto es al 1% del arancel anual, conforme a lo
cual la alumna deberá pagar ambas cantidades, las que suman un 2% del arancel anual, más la matrícula
respectiva” (CS, Protección, Rol N° 24920-2014).
Otro caso, en un problema presentado por un paciente que intentaba hacer uso de CAEC (Cobertura
Adicional de Enfermedades Catastróficas), se puede apreciar un criterio similar para resolver un conflicto
de un derecho legal, en el marco de un contrato de salud previsional : “Tercero: Que la finalidad que se
desprende de la lectura de la Circular N° 7, de 01 de julio de 2005, no ha sido otra que la de aumentar la
cobertura que se otorga al afiliado y sus beneficiarios, siendo deber de la institución recurrida poner a dispo-
109
Esto es importante, porque tal concepción conlleva una carga ideológica que,
necesariamente, ha de impactar en la contratación privada22 y que en Chile
comenzamos a advertir con un sentido más intenso, no sólo a nivel legislativo,
sino también por acción de la propia autoridad y obviamente en el nivel más
decantado por su particularización, como es el de la actuación judicial23.
sición de sus abonados un sistema conformado por una Red Cerrada de Atención y modalidad de atención
médica cerrada, cuya finalidad precisamente es la de prestar atención de salud a dichas personas ante la
eventualidad de presentar alguna de las enfermedades catastróficas cubiertas por el beneficio adicional.
Pues bien, en el caso de autos ello no ha funcionado del modo previsto por una causa que no es
imputable al paciente, dada la imposibilidad de su traslado, de modo que lo que correspondía era que
la Isapre diera a la estipulación contractual una interpretación que atendiera la finalidad de la misma
y que no se amparase en su facultad discrecional de designar al prestador. No cabe, en consecuencia,
confundir la discrecionalidad, esto es, el uso motivado de las facultades de arbitrio, con la arbitrariedad,
que consiste en la no motivación de las facultades discrecionales.
En este caso, la Isapre no ha dado ninguna explicación atendible para justificar su negativa a otorgar la
cobertura CAEC, aun ante la imposibilidad de traslado del paciente”. (CS, Protección, Rol N° 23036-2014).
22
Cfr. Alcalde Rodríguez, Enrique, “Relación entre valores y principios generales de Derecho en la
interpretación constitucional de los derechos fundamentales en Chile”, en Revista Chilena de Derecho,
Facultad de Derecho Pontificia Universidad Católica de Chile, 2008, Vol.35 – N° 3, (2008), pp.463-484.
23
Sobre el tema, y por la importancia de autor por ser un destacadísimo profesor de derecho civil
argentino y de gran influencia continental, y además es el actual Presidente de la Corte Suprema de
la Nación Argentina, Lorenzetti, Ricardo Luis, Razonamiento Judicial Fundamentos de Derecho Privado,
IDPL- Grijley, Lima, 2006, quien aboga por un reordenamiento a base de nuevos criterios de derecho
privado, que decanten el razonamiento judicial, articulado en un sistema en el que confluyen normas,
principios y paradigmas de decisión, que permita superar la abstracta formulación de los Códigos,
destrozada por lo que denomina el “big bang” de fuentes alternativas. Con un sentido crítico respecto
de corrientes metodológicas como el valorismo o el nuevo derecho y del activismo judicial en general,
instando por hermenéutica basada en la semántica, el no menos conocido ex Magistrado de la Corte
Suprema de su país, Tamayo Jaramillo, Javier, Manual de Hermenéutica Jurídica, Análisis constitucional, legal
y jurisprudencial, Extracto adaptado y adicionado de la obra “La decisión judicial”, Diké, Medellín, 2013.
24
Por todos Valdés Prieto, Domingo, Libre Competencia y Monopolio, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2009.
25
Por todos Contreras Blanco, Oscar, La competencia desleal y el deber de corrección en la Ley chilena,
Ediciones PUC, Santiago, 2012.
26
Lorenzetti, cit., pp. 46 y 47: “Lo correcto es diferenciar a través del posicionamiento jerárquico de
normas. Esa era la función del Código, como una ley superior o ‘sacra’. La proliferación de leyes es una
‘desacralización’, ya que, al abundar, las normas adquieren un carácter instrumental que las devalúa.
Hay una dinámica de la creación continua de leyes e instituciones y un subsiguiente deslizamiento je-
rárquico. En ese contexto vuelve a cobrar realce la hermenéutica, en tanto reconstrucción del sistema,
identificando las normas fundantes, las derivadas y su vinculación interna”.
110
Por lo visto, el tema es macizo y requiere de estudio y análisis, y por ello creo
que merece que le dediquemos parte de este Seminario, más aún luego de
haber apreciado las profundas e ilustradas conferencias que me han precedido.
27
A este respecto Tamayo, cit., pp. 28 y 29 “…en la actualidad hay unas corrientes antisemánticas
que conciben la interpretación jurídica como el descubrimiento de los valores que contienen y deben
contener las normas o los precedentes vigentes, con miras a la aplicación de soluciones justas para cada
caso concreto, independientemente de lo que digan dichas normas o precedentes. Como veremos,
existen muchas variables de esta doctrina, entre ellas la de la interpretación creativa o constructiva de
Dworkin, y la que concibe la interpretación jurídica como la aplicación de los valores constitucionales
de acuerdo con determinada ideología política como, por ejemplo, la que propone la lucha de clases
a partir del activismo de los jueces. En estas doctrinas valoristas o antisemánticas el intérprete no tiene
inconveniente en prescindir del contenido lingüístico de la norma si de lograr la solución axiológica a
la cual quiere llegar, se trata”.
28
El famoso profesor de Derecho Civil y político peruano, De Trazegnies Granda, Fernando, autor del
prólogo al libro de Lorenzetti, cit., p. xxxiv, vierte un comentario escéptico hacia el final de sus líneas,
respecto del proceso de solución de controversias por vía valorativa, e insta por la libertad de decisión
(y valoración), que debe quedar radicada en las partes: “Desde este punto de vista, el bien común es
muy importante pero no va más allá del establecimiento de las condiciones de la libre elección. Y ello
da lugar a una intervención importante del Estado y de lo social dentro de la vida liberal. Es ésta la razón
de que deban existir leyes (entre ellas, el Código Civil) así como jueces que diriman las controversias a
fin de que el sistema de libre elección funcione sin fricciones. Es ésta también la razón por la que deben
establecerse normas que garanticen la competencia leal y el libre comercio, normas que proscriban el
abuso de posiciones dominantes que distorsionan la libre elección, normas que regulen el uso de los
servicios comunes y de las facilidades generales del mercado y tantas otras que no pretenden decidir
cuál es el bien de cada ciudadano, sino simplemente darle la posibilidad de que decida lo más fluida-
mente cuál quiere que sea su propio bien”.
29
Sobre este tema, Martínez Estay, José Ignacio, “Constitución y Fuentes del Derecho”, en La Primacía
de la Persona, Estudios en Homenaje al profesor Eduardo Soto Kloss, (Jaime Arancibia Mattar y José Ignacio
Martínez Estay, coordinadores), Legal Publishimng, Santiago, 2009, (pp. 346-366).
30
Un temprano estudio de estos temas en relación con el Derecho Civil puede verse Peña González, Car-
los, “El Derecho Civil en su relación con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”, en Sistema
Jurídico y Derechos Humanos, Cuadernos de Análisis Jurídicos 6, (Medina Quiroga Cecilia, Mera Figueroa
Jorge, editores), Sociedad de Ediciones de la Universidad Diego Portales, Santiago, 1996, pp.545-659.
111
10.- Tal vez el aspecto más relevante, por su vinculación con el tema tratado,
dice relación cómo la función social del contrato y cómo en muchos países
Vid. Nogueira Alcalá, Lineamientos de interpretación constitucional y del bloque constitucional de dere-
31
112
tiene una historia larga32. Puede ser que algunos ni siquiera hayan oído juntas
estas palabras, porque contrato social sí que es un término famoso.
Para el caso de nuestro Código Civil, la norma contenida en el artículo 1545, que
como sabemos deriva de su similar francesa (artículo 1134 Code Civil), expresa
32
El Código de Brasil de 2002 expresa textualmente en el artículo 421: “a liberdade de contratar será
exercida em razão e nos limites da função social do contrato”. Reale, Miguel, en su trabajo “FUNÇÃO
SOCIAL DO CONTRATO”, explica que ello deriva de la declaración constitucional de la Constitución
Brasilera que proclama la función social de la propiedad. “O que o imperativo da “função social do
contrato” estatui é que este não pode ser transformado em um instrumento para atividades abusivas,
causando dano à parte contrária ou a terceiros, uma vez que, nos termos do Art. 187, “também comete
ato ilícito o titular de um direito que, ao exercê-lo, excede manifestamente os limites impostos pelo
seu fim econômico ou social, pela boa-fé ou pelos bons costumes”.
Comenta el profesor Reale: “Não há razão alguma para se sustentar que o contrato deva atender
tão somente aos interesses das partes que o estipulam, porque ele, por sua própria finalidade, exerce
uma função social inerente ao poder negocial que é uma das fontes do direito, ao lado da legal, da
jurisprudencial e da consuetudinária.
O ato de contratar corresponde ao valor da livre iniciativa, erigida pela Constituição de 1988 a um
dos fundamentos do Estado Democrático do Direito, logo no Inciso IV do Art. 1º, de caráter manifes-
tamente preambular.
Assim sendo, é natural que se atribua ao contrato uma função social, a fim de que ele seja concluído
em benefício dos contratantes sem conflito com o interesse público. (http://www.miguelreale.com.br/
artigos/funsoccont.htm, visitado el 12 de febrero de 2014).
33
Para una visión histórica del problema de la libertad contractual, con un sentido crítico de la visión
voluntarista del contrato, Atiyah, P.S., The rise and fall of freedom of contract, Clarendon Press, Oxford,
1979, reimpresión 2003; en la antípodas, Fried, Charles, La obligación contractual. El Contrato como pro-
mesa , (traducción de Pablo Ruiz-Tagle Vial, de la edición de 1981), Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
1996.
34
Para una estudio del aporte de la temprana doctrina jesuita a la libertad contractual puede verse:
Decock, Wim, “Jesuit freedom of contract”, en Legal History Review, Volume 77 (2009), pp. 423-458.
35
Aunque en nuestro medio la discusión prácticamente no ha existido, sí ha sido intensa y larga en
otras latitudes, particularmente en el medio anglosajón. Vid. GordLey, James, The Philosophical Origins
of Modern Contract Doctrine, Clarendon Press, Oxford, 1991, reimpresión 2011; AAVV, The Fall and Rise
of Freedom of Contract, Edited by H Buckley, Duke University Pres, Durhan and London, 1999; Cserne,
Péter, Freedom of Contract and Paternalism, Prospect and limits of and economic approach, Palgrave
Macmillan, NY, 2012.
36
Sobre este punto, y a quien sigo, Pizarro Wilson, Carlos, “Notas críticas sobre el fundamento de la
fuerza obligatoria del contrato. Fuentes e interpretación del artículo 1545 del Código Civil chileno”, en
Revista Chilena de Derecho Vol 31 Nº2 (2004) (pp. 225-237). Un estudio muy completo sobre el tema,
en Venegas Grau, María, Derechos fundamentales y Derecho privado, Marcial Pons, Madrid, 2004, quien
llega a las mismas conclusiones.
113
que: “Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes”; a
su turno, el artículo 1445 prescribe “Para que una persona se obligue a otra, por
un acto o declaración de voluntad es necesario…”, cumplir con 3 presupuestos
adicionales, aparte del consentimiento carente de vicios. De ambas disposi-
ciones se concluye que la mera o pura voluntad no basta, porque es necesario
que a ella se agreguen: capacidad del sujeto, objeto lícito y causa lícita. Estos
4 elementos reunidos pueden dar lugar a una obligación de fuente voluntaria,
y con ello admitir que un contrato esté “legalmente” celebrado y genere una
obligación, que debe entenderse como una “ley” para los contratantes.
Desde el punto de vista del contenido, el artículo 1546 dispone que los con-
tratos deben ejecutarse de buena fe, y “por consiguiente obligan no sólo a lo
que en ello se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella”.
Esto quiere decir que el contenido contractual no está dado sólo por la voluntad
contractual, sino también por aquellos aspectos que emanan de la naturaleza
de la obligación, o que por ley o costumbre le pertenecen.
El punto que quiero iluminar es que no debe asociase el principio del pacta
sunt servanda39, tan antiguo como aceptado en el derecho civil, con el dogma
moderno de que los contratos obligan porque son fruto de la autonomía de
la voluntad.
37
Para un historia de la elaboración de una teoría general del contrato, Vid. Guzmán Brito, Alejandro,
Acto, negocio, Contrato y Causa en la Tradición del derecho Europeo e Iberoamericano, Thomson-Aranzadi,
The Gbobal Law Collection, Cizur Menor, 2005, pp. 79-96.
38
Cfr. Dranias, Nicholas C., “Consideration as Contract: A secular Natural Law of Contracts”, en Texas
Review of Law & Politics, Vol.12 (2013), pp. 269-326; es clásico en esta material el trabajo de Atiyah, P.A,
“Consideration: A Restatement”, en Essays on Contract, Clarendon Paperbacks, New York, 1986, (pp.
179-243).
39
Este aforismo de Ulpiano, D.2.14.7.7, expresa que los pactos han de observarse (cfr. Domingo, Rafael
y Rodríguez-Antolín, Rodríguez, Reglas Jurídicas y Aforismos, aforismo 483 pacta sunt servanda, Aranzadi
Editorial, Pamplona, 2000, p. 101.
114
11.- Comprendo que para muchos lo que digo pueda aparecer peligroso y
arcaico, y en algún sentido lo es, porque si miramos la historia del siglo XX
veremos cómo el comunismo, el nacionalsocialismo, y el mismo fascismo italia-
no se llenaron de conceptos generales que exigían que los contratos pudieran
justificarse si se insertaban en el bien general del pueblo, de la raza, o de la
solidaridad social. No podrá extrañar entonces que en el Codice de 1943, pleno
de los principios de la buena fe y de la corretezza se hayan usado de manera
ideológicamente intencionada; o el mismo BGB alemán, que es de 1900, no
haya tenido que modificarse para que en su momento se aplicaran las teorías
sociales del Tercer Reich. La buena fe que se recogía en varias disposiciones del
BGB, intencional e ideológicamente interpretadas, permitían esa tarea unifica-
dora o integradora del contrato al orden social, que la ideología del régimen
exigía a sus juristas y por lo cual fueron acusados, por otros juristas disidentes,
luego de la caída del Tercer Reich en 1945.
13.- En consecuencia, difícil resulta hoy afirmar que el puro pacto, libremente
consentido, es garantía de justicia y orden social conformes, porque ya se sabe
40
Es la tesis que defiende GordLey, cit., passim, quien sostiene que la pérdida del concepto del contrato
como expresión o ejercicio de la virtud de la justicia bilateral, o de la gratuidad, escondió la verdadera
fundamentación del contrato. Una aproximación histórica al dogma y sus excepciones en Zimmermann,
Reinhard, The Law of Obligations, Roman Foundations of The Civilian Tradition, Clarendon Paperbacks,
Oxford University Press, Oxford, 1996, pp. 576-582.
41
Es importante en este sentido el estudio que hace Guzmán Brito, Alejandro, cit., pp. 197-406, sobre
la causa del contrato y de la obligación. El profesor Guzmán postula que la idea moderna y que llegó
a nuestro Código de causa del contrato, con fuente en Pothier (y éste en Domat), constituye una deri-
vación equivocada de la doctrina de la causa medieval, que estaba vinculada sólo a algunos contratos,
distintos a los nominados o reales, y por ello era más bien una exigencia para pactos innominados
(stipulatio) o desnudos. Pienso que de todas maneras la idea de causa, en cuanto justificación de la
obligación contractual, es común a todos los contratos en la tradición histórica, lo que ocurre que en
algunos contratos ella aparece implícita en la regulación misma, o su forma.
42
Cfr. Bernal Fandiño, Mariana, El deber de coherencia en el derecho colombiano, Editorial P. Universidad
Javeriana, Bogotá, 2013, pp. 41-82, quien presenta las bases del solidarismo contractual francés.
115
que la libertad humana, dejada así, al puro arbitrio, conduce a una monstruo-
sidad, como es la esclavitud, que es paradójicamente la expresión más horren-
da de la libertad humana, o a situaciones de subordinación que no pueden
aceptarse. Por ello, la libertad de pacto, contra toda la ideología dominante,
ha debido ser contenida; ya no es posible aceptar que la justicia del trato,
únicamente se explique por el hecho de que haya sido libremente consentida.
14.- Hoy se ha llegado a hablar, como dije, de la función social del contrato.
Se afirma por algunos que el contrato no logra legitimarse jurídicamente si no
alcanza un grado de complementación o coordinación social, sea con la con-
traparte o con la sociedad como cuerpo. De otra manera, no se podría hablar
de contrato jurídicamente protegible, si el resultado alcanzado como fruto del
libre acuerdo no se inserta en un contexto de cooperación, interindividual y
para muchos fuertemente social43.
15.- Es más, la misma aproximación económica del contracto bajo los crite-
rios de la escuela del law & economics tiene una dimensión o función social,
cuando se descubre que la libertad de pacto debe ceder a la necesidad de la
maximización de bienestar; punto sobre el cual Hayeck al menos no estuvo
dispuesto a aceptar44: el incumplimiento eficiente emerge como la institución
más paradójica y extremada que esta doctrina ha logrado consagrar45. Estas
teorías de la eficiencia económica llevadas al ámbito social, o de políticas
públicas, con el fin de incentivar la cooperación de los contratantes, el uso
eficiente de la información y por lo tanto la racionalidad de las transacciones,
seducen a mentes que antaño habían caído encandiladas a la luz de las velas
de la “planificación económica central”. Ellas encontraron en el nuevo análisis
económico del derecho un buen aliado para proclamar la compatibilidad de
desarrollo económico y bienestar social, que les había resultado tan esquivo y
que en Europa hoy parece de nuevo escindirse.
16.- Por ello, más que hablar de autonomía de la voluntad, lo que debe afir-
marse es la libertad contractual. La autonomía de la voluntad no nos parece,
no termina por dar una real justificación del porqué quedamos obligados en un
contrato, sino para proclamar la facultad que tenemos de obligarnos libremente.
43
Para un estudio más completo de la función social del contrato, en una perspectiva inter partes,
formulada como deber de cooperación Bernal Fandiño, cit., passim.
44
Para un estudio comparativo entre la denominada Escuela Austríaca de la Economía y del Análisis Eco-
nómico del Derecho, Stordeur, Eduardo (h), “Economía de los contratos y escuela austríaca de economía:
consideraciones preliminares”, en Revista de Instituciones, Ideas y Mercados, Nº 54 - Mayo 2011 ( pp. 87-133).
45
Cfr. Posner, Eric A., Contrat Law and Theory, Wolters Kluwer, NY, 2011.
46
Sobre la materia Fermandois V. Arturo, Derecho Constitucional Económico, Tomo II, Ediciones Universidad
Católica de Chile, Santiago, 2010, p. 29. El autor desarrolla largamente el concepto de orden público
116
Así, de acuerdo con nuestra Constitución, las personas nacen libres e iguales
en dignidad y derechos (artículo 1º); derecho y protección de la vida privada
(art. 19 Nº 4) y a la libertad personal (art. 19 Nº 7), normas todas similares a
muchas Constituciones contemporáneas, apoyadas en la declaración de los
Derecho Humanos de las Naciones Unidas, sobre las cuales puede fundarse el
derecho a la libertad y a la autonomía personal.
económico, como el concepto clave que permite ordenar la actividad económica, en coherencia con la
Constitución de 1980, fundamentalmente con las denominadas Bases de la Institucionalidad. Apunta
la siguiente definición: “Hemos definido el orden público económico como ‘el adecuado modo de re-
lación de todos los diversos elementos de naturaleza económica presentes en la sociedad, que permita
a todos los agentes económicos, en la mayor medida posible y en un marco subsidiario, el disfrute de
sus garantías constitucionales de naturaleza económica de forma tal de contribuir al bien común y a
la plena realización de la persona humana’.”
117
La función social del contrato sólo puede venir exigida, en principio, por ley,
pues es ésta la única que puede imponer limitaciones y obligaciones que deriven
de la función social de la propiedad.
del fallo del Tribunal Constitucional de la deuda subordinada del sistema bancario”, en Derecho de los
Contratos, Universidad de los Andes, Cuadernos de Extensión Jurídica 6, Santiago, Editores H. Corral y
G. Acuña, (2002), (pp. 47-68).
118
18.- Con este básico marco conceptual puedo entrar en el meollo del asunto.
Los conceptos que debemos desarrollar dicen relación con la integración e
intervención del contrato por la Administración.
Pero como se ve, la cuestión ahora es más compleja, porque tenemos que asumir
la existencia de otros principios, valores, o paradigmas, configurados muchos de
ellos como libertades y derechos constitucionales (o derechos fundamentales).
119
parece, es la Dirección del Trabajo. Pero no sólo ella, también tenemos las
distintas superintendencias, como he dicho, que entre sus funciones está la
facultad de aprobar contratos tipo o cláusulas uniformes.
48
Tribunal Constitucional, sentencia de veintiséis de noviembre de dos mil catorce, Rol 2731-14. La
ley tiene el N° 20.800, DO de 26 de diciembre de 2014.
49
Lo recuerda la sentencia del TC, en su considerando segundo: “SEGUNDO: Que el administrador
provisional existe en nuestro ordenamiento jurídico, tanto en empresas que operan bajo la modalidad
de contratos administrativos, como de empresas que operan bajo régimen de autorización.
Así, en empresas sujetas a contratos administrativos, existe en materia eléctrica (D.F.L. N° 4/2006,
Economía), en materia sanitaria (D.F.L. N° 382/1988, Obras Públicas), en materia de concesiones de
obras públicas (D.S. N° 900/1996, Obras Públicas), en materia de transporte público de pasajeros (Ley
N° 18.696/1998).
En materia de empresas sujetas a autorización, existe respecto de los bancos (D.F.L. N° 3/1997,
Hacienda); de las AFP (D.L. N° 3.500); de las Isapres (D.F.L. N° 1/2006, Salud); y en establecimientos
educacionales de enseñanza básica y media (Ley N° 20.529).
Se trata, como se observa, de actividades intensamente reguladas, donde el interventor se suma a otras
técnicas de policía (fiscalizaciones, órdenes, prohibiciones, inspecciones y entrega de información). Y donde
las actividades desplegadas tienen un vínculo con el Estado (contrato administrativo o autorización)”;
50
“TRIGESIMOSEXTO: Que, a la luz de estos principios interpretativos, es necesario cambiar el prece-
dente de la sentencia Rol N° 184/1994.
120
Por la sentencia Rol N° 184/1994, esta Magistratura, ejerciendo el control obligatorio de constitucio-
nalidad, objetó la posibilidad de que la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones,
previo acuerdo del Banco Central, nombrara, por tres meses prorrogables, un delegado en una AFP, si
ésta hubiere incurrido en infracción grave de ley que cause perjuicio al fondo que administra, o redujere
de hecho su patrimonio, al mínimo que exige la ley.
El Tribunal consideró que dicho precepto afectaba el derecho de propiedad (por mera disposición
administrativa se priva de la administración), el derecho de asociación (se impone a alguien externo a la
sociedad), la autonomía de los grupos intermedios (se afecta el derecho de decidir sus propios actos y
de administrar o fijar los objetivos o fines que deseen alcanzar), y la facultad exclusiva de los tribunales
de resolver los conflictos (el nombramiento de interventor es una medida precautoria inherente a los
tribunales, no a órganos de la administración);
TRIGESIMOSÉPTIMO: Que, en el presente fallo, este Tribunal considera que es necesario revisar
dicho precedente y sus fundamentos, por las razones que se expresan a continuación.
En primer lugar, dicho fallo se encuentra aislado en el tiempo. Por de pronto, porque la Corte Supre-
ma, en 1983, había rechazado un recurso de protección, interpuesto por los accionistas del Banco de
Chile contra la Superintendencia de Bancos, en que se cuestionaba el nombramiento de un interventor,
a consecuencia de la crisis bancaria de ese año. La Corte Suprema consideró que el nombramiento del
interventor era plenamente legítimo.
Para ello argumentó que los bancos realizaban una actividad trascendente en el desenvolvimiento
de la vida nacional y con notoria influencia en la normalidad de los negocios del país. La inestabilidad
en este sector es de gran gravedad y extensión en la comunidad toda.
Asimismo, la Corte consideró que no se trataba de un acto jurisdiccional, toda vez que el conflicto
de intereses nace precisamente con ocasión de realizarse el acto administrativo del nombramiento.
Además, su resultado no es inamovible, pues puede ser dejado sin efecto por la misma Superintenden-
cia o por un Tribunal, no dándose el efecto de cosa juzgada que confiere a lo resuelto el carácter de
irrevocable, inimpugnable y perpetuo. Y, finalmente, la medida tenía que ser puesta en vigencia con
carácter de urgente. Ello pugna con la idea de un debate prolongado entre la autoridad que lo dispone
y la institución que pudiera resultar afectada (RDJ, tomo LXXX, 1983, sec. 5a., págs. 57-65)”;
121
Nadie podría sostener que toda esta regulación es expropiatoria y que afecta
el artículo 19, N° 24°, de la Constitución. El legislador pondera que en de-
terminadas circunstancias, para proteger a terceros, es necesario limitar las
facultades del dominio.
122
este tipo de prestaciones, que parece esencial para darle verdadero contenido,
como derecho fundamental: el de la libertad de enseñanza. Hay un ostensible
desequilibrio.
Las autoridades del Sernac, de hoy y de ayer, han declarado que sus faculta-
des son insuficientes, pues sólo han permitido al Sernac un cierto control de
cláusulas abusivas en el comercio, instando por la vía judicial cuando no llega
a una autocomposición con la empresa en la instancia de mediación entre
proveedores y consumidores y usuarios. Esta función supone intervenir en una
relación privada, cuando se estima que una determinada cláusula no se ajusta
a los términos legales51.
Es importante considerar en este sentido que, conforme con la Ley de las Pymes
N° 20.416, artículo 9º, desde febrero de 2010, la ley del consumidor, en sus
aspectos más relevantes y desde luego en materia de cláusula abusivas, permite
ser aplicada a las relaciones entre micro y pequeñas empresas y sus proveedores,
en carácter de irrenunciables anticipadamente. Esto supone una ampliación de
la ley al ámbito más estrictamente considerado de los consumidores, aunque
no así de las funciones administrativas del Sernac, que quedan expresamente
excluidas a estos efectos.
51
El profesor Rodríguez Grez, cit, p. 189, aprecia en la Ley del Consumidor chilena una línea de “in-
tervención” del contrato “fijando, en líneas gruesas, las cláusulas que se prohíben, la manera en que
el contrato debe ser celebrado, ejecutado, interpretado y resuelto”, pero no cree que se trata de un
contrato “dirigido”, pues aprecia una diferencia de grado. “La “intervención del contrato” deja un
margen a la voluntad de las partes, aun cuando restringido y limitado, a la inversa de lo que ocurre en
el contrato dirigido, en que las disposición contractual ha sido establecida por la autoridad”.
123
Chile no tiene una ley especial que regule esta materia, sólo podemos decir,
como ya adelanté, que las micro y pequeñas empresas, es decir, las que fac-
turen anualmente hasta 2.400 UF y 25.000 UF, respectivamente, están sujetas
en sus relaciones con sus proveedores a la Ley Nº 19.456, sobre protección de
los derechos de los consumidores.
52
CS, casación civil, Rol 12.355-11. Un comentario al fallo puede verse en Pinochet Olave, Ruperto,
“Modificación unilateral del contrato y pacto de autocontratación: dos especies de cláusulas abusivas
a la luz del derecho del consumo chileno, comentario a la sentencia de la Excma. Corte Suprema de
24 de abril de 2013 recaída en el “caso Sernac con Cencosud”, en Revista Ius et Praxis Vol.19, No 01
2013 (pp. 365-378).
53
La SBIF anunció el 30 de abril de 2013 (Circular 3.549), una serie de modificaciones a las normas
que rigen a sus fiscalizados, modificando precisamente sus criterios sobre consentimiento. Para una
explicación de estos criterios, puede verse la presentación del Superintendente de la época, señor Rafael
Bergoeing Vela, en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, “Adecuación de las normas
SBIF a la Nueva Ley del Consumidor”, 15 de mayo de 2013. http://www.sbif.cl/sbifweb3/internet/
archivos/DISCURSOS_10247.pdf El Gobierno del Presidente Piñera incluso decidió dictar un Decreto
que regulara la situación del consentimiento expreso en estos casos, que llevó el N° 153, de 19 de
diciembre de 2013, del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, el cual fue rápidamente derogado,
con la llegada al poder de la Presidenta Bachelet (Decreto N° 79 de 17 de marzo de 2014 del mismo
Ministerio). La razón era obvia, el Decreto derogado regalaba la manifestación expresa de voluntad en
contratos de adhesión de productos y servicios financieros, sin respetar la Ley N° 19.496, pues, entre
otras normas contenía la siguiente: “Artículo 9º.- Efectos del Rechazo Expreso o No Manifestación de
Voluntad Oportuna del Consumidor a la Propuesta de Modificación. En caso que el Consumidor rechace
expresamente la propuesta de modificación comunicada por el Proveedor, o no manifieste su voluntad
dentro del plazo establecido en el artículo anterior, la modificación no producirá efecto alguno, sin
perjuicio de la facultad de cualquiera de las partes para poner término al Contrato, en caso que éste
sea de duración indefinida.
Lo dispuesto en el inciso anterior sólo tendrá lugar en caso que la propuesta de modificación cumpla
cabalmente lo establecido en el artículo 8º”.
No puede haber duda que una norma así va contra lo que dispone el artículo 12 de la Ley N°
19.496: “Artículo 12.- Todo proveedor de bienes o servicios estará obligado a respetar los términos,
condiciones y modalidades conforme a las cuales se hubiere ofrecido o convenido con el consumidor
la entrega del bien o la prestación del servicio”. Si el proveedor no tiene por ley derecho a ponerle
término unilateralmente un contrato, dicha facultad no se la puede conceder un simple decreto.
124
Muchos países, incluso en este ámbito, tienen una ley general de condicio-
nes generales de contratación (Alemania, España, Portugal, UK, etc.), que de
alguna manera pretende regular la contratación privada cuando se da entre
personas con poderes desiguales, para evitar abusos en la contratación. Estas
leyes incluyen, obviamente, cuestiones referidas a los contratos de adhesión.
El problema está en que la buena fe, que regula el contenido contractual, con-
forme con lo que dispone el artículo 1546 del Código Civil, con el desarrollo
125
doctrinal que tiene en Chile, nos dice poco acerca de cuándo una cláusula
parece no ajustarse a parámetros aceptables. Sin embargo, el caudal de prin-
cipios, valores y paradigmas de nivel constitucional y de derecho internacional
de derechos humanos, creo que tienen fuerte incidencia.
No dudo, en este sentido, que los criterios que emergen de la misma Ley N°
19.456 van a ser muy iluminadores.
25.- Creo interesante en este sentido traer aquí a colación los criterios que se
han aprobado en lo que se define el denominado El Marco Común de Referen-
cia, para el proceso de unificación del derecho privado de la Unión Europea.
126
c) estas reglas
2) A los efectos del Artículo II.- 9:403 (significado de “abusivo” en los con-
tratos celebrados entre un empresario y un consumidor), las circunstancias
concurrentes en el momento de la celebración del contrato, incluyen la
oportunidad que tuvo el empresario de conocer la cláusula antes de la
conclusión del contrato.
127
(2) When it is claimed or appears to the court that the contractor any clause
thereof may be unconscionable the parties shall be afforded a reasonable op-
portunity to present evidence as to its commercial setting, purpose and effect
to aid the court in making the determination”55.
54
Publicado en Actualidad SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA (Sala Primera)de 14 de marzo
de 2013 (*) «Directiva 93/13/CEE – Contratos celebrados con consumidores – Contrato de préstamo
hipotecario – Procedimiento de ejecución hipotecaria – Facultades del juez nacional que conozca del
proceso declarativo – Cláusulas abusivas – Criterios de apreciación».
En el asunto C415/11, que tiene por objeto una petición de decisión prejudicial planteada, con
arreglo al artículo 267 TFUE, por el Juzgado de lo Mercantil nº 3 de Barcelona, mediante auto de 19
de julio de 2011, recibido en el Tribunal de Justicia el 8 de agosto de 2011.
55
https://www.law.cornell.edu/ucc/2/2-302
56
http://www.lexinter.net/LOTWVers4/unconscionable_contract_or_term.htm. También el Uniform
Commercial Code, K.S.A. 84-2-302: ““(1) If the court as a matter of law finds the contract or any clause
128
of the contract to have been unconscionable at the time it was made the court may refuse to enforce the
contract, or it may enforce the remainder of the contract without the unconscionable clause, or it may so
limit the application of any unconscionable clause as to avoid any unconscionable result....”.
57
Sobre el tema Waddams, Stehen, “Protection ok weaker parties in English Law”, en Unconscionabiliy
in European Private Financial Transactions Protecting the Vulnerable, (Edited by James Devenny and Lorna
Fox O`Mahony), Cambridge University Pres, 2010 (Kindle Edition), New York, (pp. 26-445); Rodríguez
Young, Camilo, “Las cláusulas abusivas en el contrato de concesión desde la perspectiva estadounidense”,
en Vniversitas, Nº122 (2011), (pp. 519-539); Fried, cit., pp. 150-157
58
https://www.courtlistener.com/opinion/1179357/adams-v-john-deere-co/
129
Según explica Rodríguez Yong60, entre los criterios utilizados por la jurisprudencia
estadounidense para determinar si una cláusula es abusiva, se han mencionado
los siguientes:
Estoy consciente que estos temas en Chile, tienen poco desarrollo, y menos
aún en áreas no reguladas, sin embargo, me parece que cobrarán en el futuro
importancia creciente; por ello traigo a colación estos aspectos doctrinales
que pueden ayudar a entender mejor el juego entre la libertad contractual, el
orden público y su interacción con la Administración.
59
Cfr. Rodríguez Yong, cit., p. 530.
60
Ibíd.
130
Alcance, por lo demás, concordante con la relevancia que esta Sala, de acuerdo
con la orientación de los textos de armonización del Derecho de Contratos Eu-
ropeo, reconoce respecto del principio de conservación de los actos y negocios
jurídicos (favor contractus) no sólo como canon o criterio hermenéutico, sino
como principio general del derecho (SSTS 17 de enero de 2013, núm. 820/2013
y 15 de enero de 2013, núm. 827/2013).
131
Con todo, puede ocurrir que la cláusula puede ser determinante y esencial en
el contrato, y podría concluirse que el contrato no puede subsistir como tal;
en este caso, podría pensarse que debe anularse todo el contrato.
Para llegar a una conclusión de que el contrato no puede subsistir sin la cláu-
sula considerada nula, debe hacerse una interpretación integral del contrato,
indagando en su naturaleza y en la intención original de los contratantes.
Como puede apreciarse, esta es una operación residual porque importa terminar
con el contrato, lo que puede ser muy perjudicial para el consumidor; lo que
debe llevar a preferir una expulsión parcial de la cláusula.
27.- Conclusiones
1.- Resulta muy difícil desprenderse de los nuevos desarrollos del deno-
minado constitucionalismo social, entre los que se incluye la idea de
función social del contrato.
2.- Para quienes adhieren a una concepción más clásica de los contratos,
afincadas en los principios perennes del Código Civil que recogen la
tradición del derecho romano, común y codificado, existe una fuerte
necesidad de revisar bien las categorías en que se fundan sus doctrinas
para darles una contenido doctrinal más sustantivo, y no meramente
formal como hasta ahora ha aparecido.
61
TS Español, Sentencia Nº: 152/2014, Fecha Sentencia : 11/03/2014, CASACIÓN E INFRACCIÓN
PROCESAL, Recurso Nº : 2948 /2012, Fallo/Acuerdo: Votación y Fallo: 05/03/2014 Ponente Excmo. Sr. D.
: Francisco Javier Orduña Moreno, Procedencia: Audiencia Provincial de Cádiz, Sección 6ª, Secretaría de
Sala : Ilmo. Sr. D. José María Llorente García
132
5.- Creo que una profundización del concepto de buena fe, que se plasme
en un concepto operativo, realista, equilibrado y técnico, permitirá re-
conocer en el contrato una operación económica62, y con ello dialogar
con su realidad y dinámica durante todo su iter, lo que contribuye a
desarrollar su genuina función social, que antes que nada es de cola-
boración económica interpartes63.
62
Cfr. Gazmuri Larrain, Daniela, El contrato como operación económica, Santiago Chile, 2009, tesis para
optar al grado de Licenciada en Derecho, inédita (dirigida por el suscrito) y la doctrina que allí cita,
entre otras D´Angelo, Andrea, “Contrato y Operación económica”, en AAVV, Estudios sobre el contrato
en general por los 60 años del Código civil Italiano (1942-2002), Ara Editores, Segunda edición, Lima,
2004, (pp. 633-681).
63
López Santa María, cit, p. 360, “El principio de buena fe, entendido con la amplitud que le pertenece,
y aplicado efectivamente por los tribunales, representa un instrumento morigerador de la autonomía
de la voluntad en materia contractual, ya que permite, cuando corresponda, apartarse del tenor literal
del contrato, ora ampliándolo, ora restringiéndolo, en virtud de las circunstancias propias del caso que
los tribunales son llamados a ponderar. La buena fe objetiva permite equilibrar el respeto debido a la
palabra empeñada (la fuerza obligatoria del contrato) con los requerimientos de la justicia, máximo
desiderátum del Derecho”. Un estudio completo sobre la buena fe contractual en el derecho chileno,
en Boestch Gillier, Cristián, La buena fe contractual, Editorial Jurídica de Chile, Facultad de Derecho, U. de
Chile, Santiago, 2011 (trabajo que fue elaborado a partir de la tesis para optar al grado de Licenciado
en Derecho, que el profesor Boescht aprobara con máxima distinción en la Facultad de Derecho de la
P. Universidad Católica de Chile y que dirigió el suscrito).
133