Escuelas Fuera de La Escuela

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Escuelas Fuera De La

Escuela
Miguel Ángel Santos Guerra. Catedrático de Organización Escolar
de la Universidad de Málaga

La escuela que
tenemos: algunas
paradojas
En otros lugares he (Santos Guerra, trasfondo crítico, trasfondo
1994, 2000) planteado algunas de las que se puede teñir de
características que definen la escuela pesimismo radical o de
como institución. No todas las optimismo reformista.
encarnan de la misma forma y con la
misma intensidad, pero el hecho de A continuación voy a poner
ser organizaciones reguladas de de manifiesto algunas
forma centralizada (Smyth, 2001) contradicciones, sin
generan una configuración estructural profundizar en su
y un dinamismo peculiar. Muchas de naturaleza o en las
esas características tienen un posibilidades de superación
que tienen en la actual
escuela. Como se verá, las diversa y tienen un soporte
contradicciones son de naturaleza institucional distinto.

 La escuela es una institución de reclutamiento forzoso que pretende


educar para la libertad. No resulta coherente este doble
planteamiento: la eliminación de la libre elección para enseñar a
realizar elecciones autónomas, auténticamente libres. El lenguaje
que utilizamos en el campo de la educación, frecuentemente
eufemístico, incide sobre estas concepciones. Hablamos de
enseñanza obligatoria, expresión que hace patente un concepto
altamente positivo que lleva consigo la garantía de derechos para
todos, la escolaridad gratuita, la posibilidad de generalizar un
currículum común básico... Si hablásemos de trabajos forzados
para referirnos a la misma realidad subrayaríamos la vertiente
oscura de la realidad (no hay libertad para elegir) y el carácter
doloroso del trabajo uniforme, impuesto y cerrado.

 La escuela es una institución jerárquica que pretende educar


en y para la democracia. La estructura jerárquica de los Centros se
manifiesta en la esta mentalización, en la composición de los
órganos de gobierno y en algunas características de la cultura de
las escuelas (en todas existe una sala de profesores, pero en casi
ninguna una sala de alumnos, por ejemplo). La jerarquía se
encarna, por ejemplo, en el currículum oculto, de manera que la
distribución, la configuración, el uso y la movilidad por el espacio,
tienen connotaciones privilegiadas para el poder (Santos Guerra,
1992). Las relaciones que se establecen en la educación son más
determinantes que los contenidos que se estudian. Bowles y Gintis
(1983) han defendido elocuentemente la importancia de las
relaciones sociales en la educación y su primacía frente al
contenido de la enseñanza.

 La escuela es una institución heterónoma que pretende


desarrollar la autonomía. La autonomía es una exigencia de la
responsabilidad. Si todo está prescrito sólo existe una
responsabilidad superficial de ejecución. Al no producirse
decisiones sobre aspectos sustantivos, la libertad sólo se produce
en aspectos superficiales: "Los profesores tienen libertad para
organizar la enseñanza como les parezca mejor. Como los
automovilistas tienen, en un embotellamiento, la libertad de elegir
las cassettes que les gustaría oir mientras tanto. Si le decimos a
uno de ellos que en el metro ya habría llegado, subirá el cristal y hasta
puede que nos insulte. Si le decimos a un profesor que su famosa libertad
pedagógica es una ilusión, un fantasma, un concepto ideológico para
enmascarar su omnipotente impotencia, nos mirará con ojos de sorpresa y
creerá que estamos locos. Si le amenazamos con tocar su libertad
pedagógica, montará en cólera" (Ranjard, 1988). Lo que digo de los
profesionales puede ser aplicado a la misma institución. La escuela es una
institución paralítica (Salaman y Thomson, 1984), depende de otras para
moverse. La escuela recibe muchas prescripciones que la restan
autonomía. Los alumnos, a su vez, son los destinatarios últimos de todo el
caudal de prescripciones emanadas de los niveles institucionales
superiores externos al Centro y del mismo Centro.

 La escuela es una institución que pretende educar para los valores


democráticos y, a la vez, para la vida (Santos Guerra, 2001). La
escuela recibe el encargo de educar a los alumnos para los valores
(solidaridad, paz, autenticidad, igualdad...), y también el de
prepararlos para la vida. Pero la vida es, en muchas ocasiones
insolidaria, belicista, falsa, discriminadora. ¿Cómo conjugar ambas
pretensiones? Dewey hablaba de la particular contradicción que
supone la cooperación exigida por la democracia y la competición
que lleva consigo la economía de mercado.

 La escuela es una institución epistemológicamente jerárquica


que pretende educar la creatividad, el espíritu crítico y el
pensamiento divergente. El conocimiento establecido,
oportunamente seleccionado y organizado para que sea impartido
en el curriculum tiene unas características determinadas en su
misma elaboración (independiente de los contenidos
seleccionados): quien selecciona el conocimiento, quien lo imparte
y quien lo evalúa tiene un especial poder. El círculo vicioso se
cierra sobre sí mismo: quien tiene poder seleccionar el
conocimiento, quien selecciona el conocimiento tiene poder.

 La escuela es una institución sexista que pretende educar para


la igualdad entre los sexos. El sexismo ha tenido una larga tradición
en la cultura escolar (Apple, 1989; Santos Guerra, 2000). La
profesión docente ha sido considerada una profesión de mujeres.
No es ésta una cuestión del pasado. El sexismo sigue instalado en
las estructuras de la institución escolar y así todavía hoy podemos
encontrar un elevadísimo número de profesoras en la educación infantil y
un escaso número de profesoras en la Universidad. Los libros de texto, el
lenguaje que utilizan las mujeres y el que se emplea para referirse a ellas,
muchas actitudes vividas en el ámbito de la educación son claramente
sexistas.

 La escuela es una institución pretendidamente


igualadora que mantiene mecanismos que favorecen el
elitismo. Para entrar en el corazón de estas cuestiones no
basta recurrir a las declaraciones de principios o de
intenciones sino introducirse en la cultura organizativa de
las escuelas. Bernstein (1990) pone de manifiesto algunos
de los mecanismos que acentúan la discriminación: La
clase social actúa de modo selectivo respecto de la
orientación de os principios discursivos que los niños traen
a la escuela; mientras más baja es la clase social, más
bajo es el control imperativo; para los pobres no puede
constituirse realmente un segundo lugar de adquisición del
conocimiento con un contexto y un respaldo pedagógico
oficia; a pesar del control sobre el currículum común, los
niños de clase obrera, en especial en las clases rurales,
aprenden una ciencia distinta en la cual las funciones de la
memoria resultan privilegiadas. El trabajo de Paul Willis
(1988) muestra cómo, pasando por las instituciones
escolares, los chicos de la clase obrera consiguen trabajos
de la clase obrera.

 La escuela es una institución que busca la diversidad


pero que forma para competencias culturales comunes.

 La escuela es una institución cargada de imposiciones


que pretende educar para la participación. Si se observa el
funcionamiento de una escuela se podrá comprobar la
escasa incidencia de las opiniones y de las decisiones de
sus miembros en la dinámica de la misma. La falta de
participación no se debe al escaso convencimiento de sus
protagonistas sobre la importancia de la misma. En teoría,
se defiende la bondad de la participación y se habla de sus
postulados. La realidad es diferente. Habría que pensar si
esa misma apariencia de participación no se convierte en
un engaño para alcanzar la participación efectiva. Así lo
entiende Martínez Rodríguez (1992) en un trabajo que titula de forma
significativa: La participación democrática, piel de cordero de la
domesticación.

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